Ley de Derecho Internacional Privado

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REVISTA 111

Nueva Ley venezolana de Derecho Internacional Privado

Eugenio Hernández-Bretón

Ver Ley de Derecho Internacional Privado

Ver Fabiola Romero: La nueva regulación en el derecho


internacional privado en Australia, Italia, Yemen y
Venezuela

El 6 de agosto de 1998 fue publicada la nueva Ley


venezolana de Derecho Internacional Privado ("Ley de
DIP").1 Según su artículo 64 entrará en vigencia seis meses
después de su publicación, es decir el día 6 de febrero de
1999. Constituye a la vez una muy significativa reforma y
la primera codificación del Derecho Internacional Privado
venezolano. Con su entrada en vigencia se cerrarán y
abrirán nuevos capítulos en la historia del derecho
venezolano. Consta de 64 artículos distribuidos en 12
capítulos, a saber: Disposiciones Generales (artículos 1 a
15); De las Personas (artículos 16 a 20); De la Familia
(artículos 21 a 26); De los Bienes (artículos 27 y 28); De
las Obligaciones (artículos 29 a 33); De las Sucesiones
(artículos 34 a 36); De la Forma y Prueba de los Actos
(artículos 37 y 38); De la Jurisdicción y de la Competencia
(artículos 39 a 52); De la Eficacia de las Sentencias
Extranjeras (artículos 53 a 55); Del Procedimiento
(artículos 56 a 62); y Disposiciones Finales (artículos 63
y 64).2 Responde, por lo tanto, a una concepción amplia del
objeto del Derecho Internacional Privado. En tal sentido,
regula tanto el Derecho Internacional Privado en sentido
estricto, como el derecho procesal civil internacional.

La nueva Ley de DIP tiene su origen remoto en el Proyecto


de Ley de Normas de Derecho Internacional Privado elaborado
por los Profesores Roberto Goldschmidt, Joaquín Sánchez-
Covisa y Gonzalo Parra-Aranguren a solicitud del Ministerio
de Justicia venezolano entre los años 1958 y 1963,
posteriormente reformado en 1965.3 Durante los próximos 30
años, el entonces proyecto fue objeto de comentarios
favorables en el extranjero4 y en Venezuela,5 aun cuando en
esta última nunca fue objeto de una verdadera e íntegra
discusión pública. Tampoco se supo nunca si el proyecto fue
presentado al Congreso Nacional para su discusión. Sin
embargo, el proyecto se mantuvo vivo en el pensamiento
científico y en la enseñanza universitaria. Las soluciones
del proyecto fueron a menudo consideradas como principios
generalmente aceptados de Derecho Internacional Privado y,
como tales, aplicados a tenor del artículo 8 del Código de
Procedimiento Civil, en la solución de lo problemas con
elementos de extranjería. El proyecto fue resucitado en
julio de 1995, con ocasión de la celebración de la Primera
Reunión Nacional de Profesores de Derecho Internacional
Privado. Allí se acordó por unanimidad dirigir una
comunicación al Ministro de Justicia apoyando la
presentación del proyecto original al Congreso Nacional
para su consideración y aprobación. Recibió también el
impulso del Ministro de
Justicia. Sin embargo, en vista de los desarrollos de
Derecho Internacional Privado en el continente americano
desde 1975, a raíz de los trabajos de las Conferencias
Interamericanas Especializadas de Derecho Internacional
Privado, se hizo necesario revisar las disposiciones del
proyecto. En abril de 1996 se celebró la Segunda Reunión
Nacional de Profesores de Derecho Internacional Privado. El
tema exclusivo de esa reunión fue examinar y reconsiderar
las soluciones del proyecto. En esa reunión tan sólo
presentaron ponencias los Profesores de la Universidad
Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés
Bello. No obstante, el gran esfuerzo de los asistentes en
preparar sus ponencias permitió revisar el impacto del
proyecto en la legislación venezolana vigente. Pocos meses
después un grupo de profesores de ambas Universidades,
encargados de coordinar la revisión del proyecto, pudo
beneficiarse de los comentarios del Profesor Parra-
Aranguren, uno de los proyectistas originales.6

Para la revisión del proyecto original, que se convirtió en


el proyecto de 1996, fueron determinantes las soluciones
contenidas en las Convenciones Interamericanas ratificadas
por Venezuela desde 1975 hasta 1994. En la elaboración de
esas convenciones fue decisiva la participación de la
delegación venezolana. Lo anterior justifica el hecho de
que esas disposiciones fuesen parcialmente incorporadas en
el proyecto de 1996. Asimismo, en la revisión de las
reglas de derecho procesal civil internacional también se
tomaron en consideración las normas sobre la materia
contenidas en el Código de Procedimiento Civil de 1987.7
Con las modificaciones efectuadas, el proyecto revisado fue
presentado a la Cámara del Senado. Allí se inició un lento
proceso de discusión política. Los profesores de la
Universidad Central de Venezuela y de la Universidad
Católica Andrés Bello, una vez más, debieron aunar fuerzas
y realizar sus mejores esfuerzos para transmitir a los
miembros del Senado y también de la Cámara de Diputados la
necesidad y conveniencia de aprobar el proyecto de 1996. La
discusión en el Congreso ameritó la revisión de cuestiones
elementales. Así, por ejemplo, una de las principales, tal
vez la principal objeción, fue el título de la ley. Se
objetó el hecho de que el proyecto se llamara Ley de Normas
de Derecho Internacional Privado. Dado que el cambio era
insustancial, rápidamente fue realizado. Por ello, el
proyecto pasó a denominarse proyecto Ley de DIP.
Afortunadamente otras objeciones, mayoritariamente también
relativas a la denominación de la ley, fueron rápidamente
desechadas. El proceso de discusión continuó lentamente,
pero sin pausa. A finales de 1997 y principios de 1998 se
hizo necesario adaptar el proyecto a la nueva Ley de
Arbitraje Comercial.8 En octubre de 1997, otra vez más, los
profesores de la Universidad Central de Venezuela y de la
Universidad Católica Andrés Bello emprendieron la tarea de
presentar públicamente las disposiciones del proyecto
modificado en una serie de conferencias que fueron
recogidas en un volumen publicado en agosto de 1998,9
coincidentemente, pocos días después de publicada la Ley de
DIP en la Gaceta Oficial. El texto de la ley tan sólo se
separa en pocos detalles del texto del proyecto de 1996.
Por lo tanto, esas conferencias pueden considerarse como el
primer comentario de la Ley de DIP.

Las Disposiciones Generales de la Ley de DIP regulan


parcialmente las instituciones de la teoría general del
Derecho Internacional Privado. Aun cuando la Ley de DIP
muestra aquí su originalidad, también se nota la recepción
de las disposiciones de la Convención Interamericana sobre
Normas Generales de Derecho Internacional Privado
(Montevideo 1979). Entre las novedades de la Ley de DIP hay
que señalar la inclusión de las normas de Derecho
Internacional Público entre las fuentes del Derecho
Internacional Privado venezolano (artículo 1). La Ley de
DIP regula lo relativo a la aplicación del derecho
extranjero de la misma manera que en el país de origen y
siempre que se realicen los objetivos perseguidos por las
normas venezolanas de conflicto (artículo 2), la solución
de conflictos interlocales o interpersonales (artículo 3),
los derechos adquiridos (artículo 5), la adaptación
(artículo 7); orden público (artículo 8), la institución
desconocida (artículo 9) y la aplicación de las normas
imperativas del foro (artículo 10). Pero tal vez la
disposición más llamativa es la regulación del reenvío
(artículo 4), cuya redacción data de hace 35 años. Admite
el reenvío de primer grado y el de segundo grado en un caso
especial cuando el derecho extranjero reclamado por la
norma venezolana de Derecho Internacional Privado remite al
derecho de un tercer Estado que, a su vez, se declara
competente. En los demás casos ordena la aplicación del
derecho interno del Estado reclamado por la norma
venezolana de conflicto. Por lo tanto, se acoge el reenvío
cuando propende a unificar la solución nacional con la
solución de Derecho Extranjero, o cuando, como ocurre
frecuentemente en el reenvío de primer grado, ambas son
inevitablemente divergentes.10 En este sentido, la solución
venezolana coincide parcialmente con la solución del
artículo 13, primer párrafo, letras a y b de la Ley de
Reforma del Sistema Italiano de Derecho Internacional
Privado de 1995, pero la ley venezolana va más allá al
regular un supuesto adicional no regulado en esos dos
literales. 11 La Ley de DIP omitió regular expresamente la
cuestión de las calificaciones, probablemente, la más
difícil y problemática cuestión de todo el Derecho
Internacional Privado. 12 Tampoco se incluyó una regulación
del fraude a la ley. En vista de que tal institución está
regulada en el artículo 6 de la Convención Interamericana
sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado su
omisión sólo puede entenderse como un rechazo de la misma.

La verdadera gran reforma del Derecho Internacional Privado


venezolano es la adopción del factor de conexión domicilio
y el abandono del factor conexión nacionalidad para regular
la capacidad de las personas físicas incluyendo la
capacidad matrimonial, efectos del matrimonio, el divorcio
y la separación de cuerpos, la filiación, relaciones
paterno-filiales, adopción, tutela y demás instituciones de
protección de incapaces, y las sucesiones (artículos 16,
21, 22, 23, 24, 25, 26 y 34). Al acogerse el criterio del
domicilio se abandona la tradición venezolana vigente desde
1862, según la cual el estatuto personal se regía por el
derecho de la nacionalidad de las personas. El domicilio de
una persona natural se encuentra en el territorio del
Estado donde aquella tiene su residencia habitual (artículo
11). Parejas casadas pueden tener domicilios separados
(artículo 12). El domicilio de los menores e incapaces se
determina independientemente del de sus padres o
representantes legales (artículo 13). Aun cuando la Ley de
DIP no regula el fraude a la ley de manera general, el
aparte único del artículo 23 de la Ley de DIP regula un
supuesto de fraude a la ley a los fines de la determinación
de la ley aplicable al divorcio. Allí prevé que el cambio
de domicilio del cónyuge demandante sólo produce efecto
después de un año de haber ingresado en el territorio de un
Estado con la intención de fijar en él la residencia
habitual. El domicilio juega un papel fundamental también
como criterio atributivo de la jurisdicción (artículos 15 y
39). Dado que la Ley de DIP no establece criterios para
determinar el domicilio de las personas jurídicas, la
determinación del mismo se hará según los artículos 27, 28
y 29 del Código Civil venezolano y del artículo 203 de
Código de Comercio venezolano, en cuyo caso se seguirá lo
dispuesto en el documento constitutivo, a falta de tal
señalamiento, el lugar de su dirección o administración, o
establecimiento principal, según sea el caso, salvo lo
dispuesto en leyes especiales.

Las capitulaciones matrimoniales celebradas en el


extranjero pueden registrarse en Venezuela en cualquier
momento. Ello es sólo exigido, sin embargo, cuando se
pretende que las mismas produzcan efectos respecto a
terceras personas de buena fe, sobre bienes inmuebles
ubicados en Venezuela. El estatuto real se regula por la
lex rei sitae (artículo 27). El cambio de lugar de
ubicación no afecta los derechos válidamente constituidos
según el Derecho anterior. Sin embargo tales derechos sólo
son oponibles a terceros después de cumplidos los
requisitos que al respecto establezca el Derecho de la
nueva situación (artículo 28). En la regulación de las
obligaciones contractuales se siguen los lineamientos de la
Convención Interamericana sobre Derecho Aplicable a los
Contratos Internacionales (México 1994): Autonomía de las
partes, vínculos más estrechos, aplicación de la lex
mercatoria (artículos 29 a 31). Las obligaciones derivadas
de hechos ilícitos se regulan a elección de la víctima por
el derecho del lugar donde se produjo la causa generadora
del hecho ilícito o se han producido sus efectos (artículo
32). Aquí es notoria la influencia de la jurisprudencia
alemana.13 La gestión de negocios, el pago de lo indebido y
el enriquecimiento sin causa se rigen por el derecho de
lugar en el cual se realiza el hecho originario de la
obligación (artículo 33) La forma de los actos se regula en
forma flexible y alternativa por el derecho que rige el
contenido del acto o el del domicilio de su otorgante o el
domicilio común de sus otorgantes (artículo 37). Se
abandona así la rigidez de la regla locus regit formam
actus recogida en el artículo 11 del Código Civil. De
manera general la Ley de DIP omite regular de manera
independiente lo relativo al derecho mercantil
internacional aun cuando deroga algunas de sus
disposiciones. Ello responde a una presunta tendencia a la
unificación del derecho privado y a la circunstancia de que
la reglas de Derecho Internacional Privado en materia
civil, generalmente, son las mismas que en la mercantil o
se derivan lógicamente de aquellas. Además, se consideró
que las normas relativas a temas muy especiales —seguros,
quiebras, títulos valores o sociedades mercantiles— debía
hacerse en las leyes especiales siguiendo los principios
generales establecidos en la ley.14

En materia de procedimiento civil internacional rige la


regla locus regit processum (artículo 57). La Ley de DIP
reordena y modifica la cuestión de la jurisdicción de los
tribunales venezolanos (artículos 39 a 47). Evita utilizar
la expresión competencia procesal internacional por
considerarse que se presta a confusión con la noción de
competencia territorial interna, la cual también queda
regulada en los artículos 48 a 52. El criterio básico
atributivo de jurisdicción es el domicilio del demandado,
que, sin embargo, no está acogido sino implícitamente. Se
permite la sumisión voluntaria, expresa o tácitamente, a
tribunales venezolanos en materia de acciones de contenido
patrimonial sin que se exija vinculación alguna con el
territorio venezolano (artículo 40, Nº 4). En materia de
acciones sobre estado de las personas o las relaciones
familiares se admite la sumisión voluntaria, pero siempre
que la causa tenga una vinculación efectiva con el
territorio venezolano (artículo 42, Nº 2). Sin embargo,
ambas disposiciones ratifican lo dispuesto en la
legislación vigente (artículos 53, Nº 3 y 57, Nº 2 del
Código de Procedimiento Civil). La sumisión expresa debe
constar por escrito (artículo 44) y la tácita resulta por
parte del demandante del hecho de interponer la demanda y,
por parte del demandado del hecho de realizar en el juicio,
personalmente o por medio del apoderado, cualquier acto que
no sea proponer la declinatoria de jurisdicción u oponerse
a una medida preventiva (artículo 45). La sumisión no es
válida en materia de acciones que afecten la creación,
modificación o extinción de derechos reales sobre bienes
inmuebles, a no ser que lo permita el derecho del lugar de
situación de los inmuebles (artículo 46). La derogación
convencional de la jurisdicción venezolana queda regulada
ahora por el artículo 47 de la Ley de DIP que clarifica y
deroga el incomprensible artículo 2 del Código
de Procedimiento Civil. De esta manera, se admite la
derogación de la jurisdicción venezolana mediante sumisión
a tribunales extranjeros o árbitros que resuelvan en el
extranjero, sin que se exija vinculación alguna con el
Estado donde tengan su asiento los tribunales o los
árbitros, salvo que la controversia se refiera a derechos
reales sobre inmuebles ubicados en Venezuela, se trate de
materias respecto de las cuales no cabe transacción o
afecten los principios esenciales del orden público
venezolano. Los artículos 48 a 52 regulan la competencia
territorial interna en los casos en que los tribunales
venezolanos tengan jurisdicción para conocer de casos con
elementos de extranjería relevantes. Sin embargo,los
artículos 48 a 51 no derogan las normas sobre competencia
territorial interna que puede corresponder a otros
tribunales venezolanos según otras leyes venezolanas
(artículo 52). La gran reforma en materia de reconocimiento
y ejecución de sentencias extranjeras consiste en la
eliminación del requisito de la reciprocidad exigido por el
artículo 850 del Código de Procedimiento Civil (artículo
53). Se reconoce expresamente la posibilidad de admitir la
eficacia parcial de una sentencia extranjera (artículo 54).
La litispendencia internacional es reconocida salvo que se
trate de causas en que la jurisdicción venezolana es
exclusiva (artículo 58). Sin embargo, la utilidad de la
disposición inmediatamente antes referida se ve cuestionada
por lo dispuesto en el artículo 53, Nº 6 de la Ley de DIP.
Esta disposición prevé, entre otras cosas, que para que una
sentencia extranjera surta efecto en Venezuela se exige que
no se encuentre endiente, ante los tribunales venezolanos,
un juicio sobre el mismo objeto y entre las mismas partes,
iniciado antes que se hubiere dictado la sentencia
extranjera.

La Ley de DIP deroga todas las disposiciones que regulen la


materia objeto de la misma (artículo 63). Sin que se trate
de una enumeración exhaustiva quedan derogados los
artículos 9, 10, 11, 26 (in fine), 104, 105, 106, 108 y 879
del Código Civil; los artículos 116, 483, 484 y 485 del
Código de Comercio; los artículos 2, 4, 6, 53, 54, 55, 56,
57, 58, 59 (primer aparte), 850 y 851 de Código de
Procedimiento Civil. La Ley de DIP entrará en vigencia el 6
de febrero de 1999 (artículo 64). Según el artículo 44 de
la Constitución venezolana las norma jurídicas no tienen
efecto retroactivo. Sin embargo, se admite la aplicación
inmediata de las normas procesales aun en los procesos en
curso. Esta normas servirán de guía en la determinación de
la aplicación en el tiempo de la Ley de DIP. En general, la
Ley de DIP debe valorarse positivamente. Corresponde ahora
a la doctrina y a la jurisprudencia hacer realidad el texto
de esa ley. Todos los que estuvimos involucrados en su
elaboración esperamos que las nuevas disposiciones orienten
por caminos acertados el futuro del Derecho Internacional
Privado venezolano.
GACETA OFICIAL DE LA REPÚBLICA DE
VENEZUELA,
Número 36.511, Caracas 6 de agosto de 1998

LEY DE DERECHO INTERNACIONAL


PRIVADO
CAPÍTULO I

DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1º.- Los supuestos de hecho relacionados con los


ordenamientos jurídicos extranjeros se regularán, por las normas de
Derecho Internacional Público sobre la materia, en particular, las
establecidas en los tratados internacionales vigentes en Venezuela;
en su defecto, se aplicarán las normas de Derecho Internacional
Privado venezolano; a falta de ellas, se utilizará la analogía y,
finalmente, se regirán por los principios de Derecho Internacional
Privado generalmente aceptados.

Artículo 2º.- El Derecho extranjero que resulte competente se


aplicará de acuerdo con los principios que rijan en el país extranjero
respectivo, y de manera que se realicen los objetivos perseguidos por
las normas venezolanas de conflicto.

Artículo 3º.- Cuando en el Derecho extranjero que resulte


competente coexistan diversos ordenamientos jurídicos, el conflicto
de leyes que se suscite entre esos ordenamientos se resolverá de
acuerdo con los principios vigentes en el correspondiente Derecho
extranjero.

Artículo 4º.- Cuando el Derecho extranjero competente declare


aplicable el Derecho de un tercer Estado que, a su vez, se declare
competente, deberá aplicarse el Derecho interno de este tercer
Estado.

Cuando el Derecho extranjero competente declare aplicable el


Derecho venezolano, deberá aplicarse este Derecho.
En los casos no previstos en los dos párrafos anteriores, deberá
aplicarse el Derecho interno del Estado que declare competente la
norma venezolana de conflicto.

Artículo 5º.- Las situaciones jurídicas creadas de conformidad con


un Derecho extranjero que se atribuya competencia de acuerdo con
criterios internacionalmente admisibles producirán efectos en la
República, a no ser que contradigan los objetivos de las normas
venezolanas de conflicto, que el Derecho venezolano reclame
competencia exclusiva en la materia respectiva, o que sean
manifiestamente incompatibles con los principios esenciales del
orden público venezolano.

Artículo 6º.- Las cuestiones previas, preliminares o incidentales que


puedan surgir con motivo de una cuestión principal, no deben
resolverse necesariamente de acuerdo con el Derecho que regula
esta última.

Artículo 7º.- Los diversos Derechos que puedan ser competentes


para regular los diferentes aspectos de una misma relación jurídica,
serán aplicados armónicamente, procurando realizar las finalidades
perseguidas por cada uno de dichos Derechos.

Las posibles dificultades causadas por su aplicación simultánea se


resolverán teniendo en cuenta las exigencias impuestas por la
equidad en el caso concreto.

Artículo 8º.- Las disposiciones del Derecho extranjero que deban


ser aplicables de conformidad con esta Ley, sólo serán excluidas
cuando su aplicación produzca resultados manifiestamente
incompatibles con los principios esenciales del orden público
venezolano.

Artículo 9º.- Cuando el Derecho extranjero declarado aplicable al


caso establezca instituciones o procedimientos esenciales para su
adecuada aplicación que no estén contemplados en el ordenamiento
jurídico venezolano, podrá negarse la aplicación de dicho Derecho
extranjero, siempre que el Derecho venezolano no tenga instituciones
o procedimientos análogos.

Artículo 10.- No obstante lo previsto en esta Ley, se aplicarán


necesariamente las disposiciones imperativas del Derecho
venezolano que hayan sido dictadas para regular los supuestos de
hecho conectados con varios ordenamientos jurídicos.

CAPÍTULO II

DEL DOMICILIO
Artículo 11.- El domicilio de una persona física se encuentra en el
territorio del Estado donde tiene su residencia habitual.

Artículo 12.- La mujer casada tiene su domicilio propio y distinto del


marido, si lo ha adquirido de conformidad con lo dispuesto en el
artículo anterior.

Artículo 13.- EI domicilio de los menores e incapaces sujetos a


patria potestad, a tutela o a curatela, se encuentra en el territorio del
Estado donde tienen su residencia habitual.

Artículo 14.- Cuando la residencia habitual en el territorio de un


Estado sea resultado exclusivo de funciones conferidas por un
organismo público, nacional, extranjero o internacional no producirá
los efectos previstos en los artículos anteriores.

Artículo 15.- Las disposiciones de este capítulo se aplican siempre


que esta Ley se refiera al domicilio de una persona física y, en
general, cuando el domicilio constituye un medio de determinar el
Derecho aplicable o la jurisdicción de los tribunales.

CAPÍTULO III

DE LAS PERSONAS

Artículo 16.- La existencia, estado y capacidad de las personas se


rigen por el Derecho de su domicilio.

Artículo 17.- El cambio de domicilio no restringe la capacidad


adquirida.

Artículo 18.- La persona que es incapaz de acuerdo con las


disposiciones anteriores, actúa válidamente si la considera capaz el
Derecho que rija el contenido del acto.

Artículo 19.- No producirán efectos en Venezuela las limitaciones a


la capacidad establecidas en el Derecho del domicilio, que se basen
en diferencias de raza, nacionalidad, religión o rango.

Artículo 20.- La existencia, la capacidad, el funcionamiento y la


disolución de las personas jurídicas de carácter privado se rigen por el
Derecho del lugar de su constitución.

Por lugar de su constitución se entiende aquél en donde se cumplan


los requisitos de forma y fondo requeridos para la creación de dichas
personas.

CAPÍTULO IV

DE LA FAMILIA
Artículo 21.- La capacidad para contraer matrimonio y los requisitos
de fondo del matrimonio se rigen, para cada uno de los contrayentes,
por el Derecho de su respectivo domicilio.

Artículo 22.- Los efectos personales y patrimoniales del matrimonio


se rigen por el Derecho del domicilio común de los cónyuges. Si
tuvieren domicilios distintos, se aplicará el Derecho del último
domicilio común.

Las capitulaciones matrimoniales válidas de acuerdo con un Derecho


extranjero competente podrán ser inscritas en cualquier momento en
la respectiva Oficina Principal de Registro venezolana, cuando se
pretenda que produzcan efectos respecto de terceras personas de
buena fe, sobre bienes inmuebles situados en el territorio de la
República.

Artículo 23.- EI divorcio y la separación de cuerpos se rigen por el


Derecho del domicilio del cónyuge que intenta la demanda.

El cambio de domicilio del cónyuge demandante sólo produce efecto


después de un año de haber ingresado en el territorio de un Estado
con el propósito de fijar en él la residencia habitual.

Artículo 24.- El establecimiento de la filiación, así como las


relaciones entre padres e hijos, se rigen por el Derecho del domicilio
del hijo.

Artículo 25.- Al adoptante y al adoptado se les aplicará el Derecho


de su respectivo domicilio en todo lo concerniente a los requisitos de
fondo necesarios para la validez de la adopción.

Artículo 26.- La tutela y demás instituciones de protección de


incapaces se rigen por el Derecho del domicilio del incapaz.

CAPÍTULO V

DE LOS BIENES

Artículo 27.- La constitución, el contenido y la extensión de los


derechos reales sobre los bienes, se rigen por el Derecho del lugar de
la situación.

Artículo 28.- El desplazamiento de bienes muebles no influye sobre


los derechos que hubieren sido válidamente constituidos bajo el
imperio del Derecho anterior. No obstante, tales derechos sólo
pueden ser opuestos a terceros, después de cumplidos los requisitos
que establezca al respecto el Derecho de la nueva situación.

CAPÍTULO VI
DE LAS OBLIGACIONES

Artículo 29.- Las obligaciones convencionales se rigen por el


Derecho indicado por las partes.

Artículo 30.- A falta de indicación válida, las obligaciones


convencionales se rigen por el Derecho con el cual se encuentran
más directamente vinculadas. El tribunal tomará en cuenta todos los
elementos objetivos y subjetivos que se desprendan del contrato para
determinar ese Derecho. también tomará en cuenta los principios
generales del Derecho Comercial Internacional aceptados por
organismos internacionales.

Artículo 31.- Además de lo dispuesto en los artículos anteriores, se


aplicarán, cuando corresponda, las normas, las costumbres y los
principios del Derecho Comercial Internacional, así como los usos y
prácticas comerciales de general aceptación, con la finalidad de
realizar las exigencias impuestas por la justicia y la equidad en la
solución del caso concreto.

Artículo 32.- Los hechos ilícitos se rigen por el Derecho del lugar
donde se han producido sus efectos. Sin embargo, la víctima puede
demandar la aplicación del Derecho del Estado donde se produjo la
causa generadora del hecho ilícito.

Artículo 33.- La gestión de negocios, el pago de lo indebido y el


enriquecimiento sin causa se rigen por el Derecho del lugar en el cual
se realiza el hecho originario de la obligación.

CAPÍTULO VII

DE LAS SUCESIONES

Artículo 34.- Las sucesiones se rigen por el Derecho del domicilio


del causante.

Artículo 35.- Los descendientes, los ascendientes y el cónyuge


sobreviviente no separado legalmente de bienes, podrán, en todo
caso, hacer efectivo sobre los bienes situados en la República el
derecho a la legítima que les acuerda el Derecho venezolano.

Artículo 36.- En el caso de que, de acuerdo con el Derecho


competente, los bienes de la sucesión correspondan al Estado, o en el
caso de que no existan o se ignoren los herederos, los bienes situados
en la República pasarán al patrimonio de la Nación venezolana.

CAPÍTULO VIII

DE LA FORMA Y PRUEBA DE LOS ACTOS


Artículo 37.- Los actos jurídicos son válidos, en cuanto a la forma, si
cumplen los requisitos exigidos en cualquiera de los siguientes
ordenamientos jurídicos:

1. El del lugar de celebración del acto;


2. El que rige el contenido del acto; o
3. El del domicilio de su otorgante o del domicilio común de sus
otorgantes.

Artículo 38.- Los medios de prueba, su eficacia y la determinación


de la carga de la prueba se rigen por el Derecho que regula la
relación jurídica correspondiente, sin perjuicio de que su
substanciación procesal se ajuste al Derecho del tribunal o
funcionario ante el cual se efectúa.

CAPÍTULO IX

DE LA JURISDICCIÓN Y DE LA COMPETENCIA

Artículo 39.- Además de la jurisdicción que asigna la Ley a los


tribunales venezolanos en los juicios intentados contra personas
domiciliadas en el territorio nacional, los tribunales de la República
tendrán jurisdicción en juicios intentados contra personas
domiciliadas en el exterior en los casos contemplados en los artículos
40, 41 y 42 de esta Ley.

Artículo 40.- Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para


conocer de los juicios originados por el ejercicio de acciones de
contenido patrimonial:

1. Cuando se ventilen acciones relativas a la disposición o la


tenencia de bienes muebles o inmuebles situados en el
territorio de la República;
2. Cuando se ventilen acciones relativas a obligaciones que
deban ejecutarse en el territorio de la República o que
se deriven de contratos celebrados o de hechos verificados
en el mencionado territorio;
3. Cuando el demandado haya sido citado personalmente en el
territorio de la República;
4. Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su
jurisdicción.

Artículo 41.- Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para


conocer de juicios originados por el ejercicio de acciones relativas a
universalidades de bienes:

1. Cuando el Derecho venezolano sea competente, de acuerdo


con las disposiciones de esta Ley, para regir el
fondo del litigio;
2. Cuando se encuentren situados en el territorio de la República
bienes que formen parte integrante de la
universalidad.

Artículo 42.- Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para


conocer de los juicios originados por el ejercicio de acciones sobre el
estado de las personas o las relaciones familiares:

1. Cuando el Derecho venezolano sea competente, de acuerdo


con las disposiciones de esta Ley, para regir el
fondo del litigio;
2. Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su
jurisdicción, siempre que la causa tenga una vinculación
efectiva con el territorio de la República.

Artículo 43.- Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para


dictar medidas provisionales de protección de las personas que se
encuentren en el territorio de la República, aunque carezcan de
jurisdicción para conocer del fondo del litigio.

Artículo 44.- La sumisión expresa deberá constar por escrito.

Artículo 45.- La sumisión tácita resultará, por parte del


demandante, del hecho de interponer la demanda y, por parte del
demandado, del hecho de realizar en el juicio, personalmente o por
medio de apoderado, cualquier acto que no sea proponer la
declinatoria de jurisdicción u oponerse a una medida preventiva.

Artículo 46.- No es válida la sumisión en materia de acciones que


afecten a la creación, modificación o extinción de derechos reales
sobre bienes inmuebles, a no ser que lo permita el Derecho de la
situación de los inmuebles.

Artículo 47.- La jurisdicción que corresponde a los Tribunales


venezolanos, según las disposiciones anteriores, no podrá ser
derogada convencionalmente en favor de tribunales extranjeros, o
árbitros que resuelvan en el extranjero, en aquellos casos en que el
asunto se refiera a controversias relativas a derechos reales sobre
bienes inmuebles situados en el territorio de la República, o se trate
de materias respecto de las cuales no cabe transacción o que afecten
los principios esenciales del orden público venezolano.

Artículo 48.- Siempre que los tribunales venezolanos tengan


jurisdicción de acuerdo con las disposiciones del presente capítulo, la
competencia territorial interna de los diversos tribunales se regirá por
las disposiciones establecidas en los artículos 49, 50 y 51 de esta Ley.

Artículo 49.- Tendrá competencia para conocer de los juicios


originados por el ejercicio de acciones de contenido patrimonial:
1. Cuando se ventilen acciones relativas a la disposición o la
tenencia de bienes muebles o inmuebles situados en el
territorio de la República, el tribunal del lugar donde estén
situados los bienes;
2. Cuando se ventilen acciones relativas a obligaciones que
deban ejecutarse en el territorio de la República o que
se deriven de contratos celebrados o de hechos verificados en
el mencionado territorio, el tribunal del lugar donde
deba ejecutarse la obligación o donde se haya celebrado el
contrato o verificado el hecho que origine la
obligación;
3. Cuando el demandado haya sido citado personalmente en el
territorio de la República, el tribunal del lugar donde
haya ocurrido la citación;
4. Cuando las partes se hubieren sometido expresamente en
forma genérica a los tribunales de la República, aquél
que resulte competente en virtud de alguno de los criterios
indicados en los tres numerales anteriores y, en su
defecto, el tribunal de la capital de la República.

Artículo 50.- Tendrá competencia para conocer de juicios


originados por el ejercicio de acciones relativas a universalidades de
bienes:

1. Cuando el Derecho venezolano sea competente de acuerdo


con las disposiciones de esta Ley para regir el fondo
del litigio, el tribunal donde tuviere su domicilio la persona en
virtud de la cual se atribuye competencia al Derecho
venezolano;
2. Cuando se encuentren situados en el territorio de la República
bienes que forman parte integrante de la
universalidad, el tribunal del lugar donde se encuentre la
mayor parte de los bienes de la universalidad situados
en el territorio de la República.

Artículo 51.- Tendrá competencia para conocer de los juicios


originados por el ejercicio de acciones sobre el estado civil de las
personas o las relaciones familiares:

1. Cuando el Derecho venezolano sea competente de acuerdo


con las disposiciones de esta Ley para regir el fondo
del litigio, el tribunal del domicilio de la persona en virtud de
la cual se atribuye competencia al Derecho
venezolano;
2. Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su
jurisdicción, el tribunal del lugar con el cual se vincule la
causa al territorio de la República.
Artículo 52.- Las normas establecidas en los artículos 49, 50 y 51
no excluyen la competencia de tribunales distintos, cuando les sea
atribuida por otras leyes de la República.

CAPÍTULO X

DE LA EFICACIA DE LAS SENTENCIAS EXTRANJERAS

Artículo 53.- Las sentencias extranjeras tendrán efecto en


Venezuela siempre que reúnan los siguientes requisitos:

1. Que hayan sido dictadas en materia civil o mercantil o, en


general, en materia de relaciones jurídicas privadas;
2. Que tengan fuerza de cosa juzgada de acuerdo con la ley del
Estado en el cual han sido pronunciadas;
3. Que no versen sobre derechos reales respecto a bienes
inmuebles situados en la República o que no se haya
arrebatado a Venezuela la jurisdicción exclusiva que le
correspondiere para conocer del negocio;
4. Que los tribunales del Estado sentenciador tengan jurisdicción
para conocer de la causa, de acuerdo con los
principios generales de jurisdicción consagrados en el capítulo
IX de la presente Ley;
5. Que el demandado haya sido debidamente citado, con tiempo
suficiente para comparecer, y que se le hayan
otorgado en general, las garantías procesales que aseguren
una razonable posibilidad de defensa;
6. Que no sean incompatibles con sentencia anterior que tenga
autoridad de cosa juzgada; y que no se encuentre
pendiente, ante los tribunales venezolanos, un juicio sobre el
mismo objeto y entre las mismas partes, iniciado
antes que se hubiere dictado la sentencia extranjera.

Artículo 54.- Si una sentencia extranjera no puede desplegar


eficacia en su totalidad, podrá admitirse su eficacia parcial.

Artículo 55.- Para proceder a la ejecución de una sentencia


extranjera deberá ser declarada ejecutoria de acuerdo con el
procedimiento establecido por la ley y previa comprobación de que
en ella concurren los requisitos consagrados en el Artículo 53 de esta
Ley.

CAPÍTULO XI

DEL PROCEDIMIENTO

Artículo 56.- La competencia y la forma del procedimiento se


regulan por el Derecho del funcionario ante el cual se desenvuelve.
Artículo 57.- La falta de jurisdicción del juez venezolano respecto
del juez extranjero se declarará de oficio, o a solicitud de parte, en
cualquier estado o grado del proceso.

La solicitud de regulación de la jurisdicción suspende el


procedimiento hasta que haya sido dictada la decisión
correspondiente.

En caso de afirmarse la jurisdicción de los tribunales venezolanos la


causa continuará su curso en el estado en que se encuentre al
dictarse la decisión; pero la decisión que la niegue deberá ser
consultada en la Corte Suprema de Justicia, Sala Político-
Administrativa, a cuyo efecto se le remitirán inmediatamente los
autos y si es confirmada se ordenará el archivo del expediente,
quedando extinguida la causa.

Artículo 58.- La jurisdicción venezolana exclusiva no queda excluida


por la pendencia ante un juez extranjero de la misma causa o de otra
conexa con ella.

Artículo 59.- Los tribunales de la República podrán dirigirse a


cualquier autoridad competente extranjera, mediante exhortos y
comisiones rogatorias, para la práctica de citaciones, diligencias
probatorias o de cualquier otra actuación judicial que resulte
necesaria para el buen desarrollo del proceso. Asimismo evacuarán
dentro de la mayor brevedad, los exhortos y comisiones rogatorias
provenientes de tribunales extranjeros que se ajusten a los principios
del Derecho Internacional aplicables en la materia.

Artículo 60.- El Derecho extranjero será aplicado de oficio. Las


partes podrán aportar informaciones relativas al Derecho extranjero
aplicable y los tribunales y autoridades podrán dictar providencias
tendentes al mejor conocimiento del mismo.

Artículo 61.- Los recursos establecidos por la ley serán procedentes


cualquiera que fuere el ordenamiento jurídico que se hubiere debido
aplicar en la decisión contra la cual se interponen.

Artículo 62.- Salvo lo dispuesto en el Artículo 47 de esta Ley, todo lo


concerniente al arbitraje comercial internacional se regirá por las
normas especiales que regulan la materia.

CAPÍTULO XII

DISPOSICIONES FINALES

Artículo 63.- Se derogan todas las disposiciones que regulen la


materia objeto de esta Ley.
Artículo 64.- Esta Ley entrará en vigor seis meses después de su
publicación en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela.

Dada, firmada y sellada en el Palacio Federal Legislativo, en Caracas,


a los nueve días del mes de julio de mil novecientos noventa y ocho.
Años 188º de la Independencia y 139º de la Federación.

(omissis)

Palacio de Miraflores, en Caracas, a los seis días del mes de agosto de


mil novecientos noventa y ocho. Año 188º de la Independencia y 139º
de la Federación.

(omissis

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