Valoración Organísmica
Valoración Organísmica
Valoración Organísmica
Carl R. Rogers
Algunas definiciones
¿Qué sucede con este proceso de valoración tan eficaz, de base tan segura?
¿Qué serie de hechos nos lleva a cambiarlo por el enfoque más rígido,
incierto e ineficaz que nos caracteriza a la mayoría de los adultos? Trataré
de exponer brevemente una de las maneras principales en que, según creo,
esto ocurre.
Veamos otro ejemplo en un niño de más edad. Este niño, quizás en forma
inconsciente, siente que sus padres lo aman y aprecian más cuando piensa
que será un doctor que cuando sueña con ser artista; introyecta
gradualmente los valores adscritos al hecho de ser doctor y acaba
deseándolo por sobre todas las cosas. Luego, ya en la Facultad de Medicina,
le sorprenden sus repetidos fracasos en química -materia absolutamente
necesaria para graduarse en medicina- a pesar de que el asesor de
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Confieso que casi me aterró el hecho de que para algunas de esas jóvenes
los valores más importantes a transmitir a sus alumnos fueran evitar las
faltas gramaticales o seguir meticulosamente las instrucciones de la
profesora. Me sentí desconcertado. Ciertamente, ellas no habían
experimentado estas conductas como los elementos más satisfactorios y
significantes de sus vidas; la inclusión de semejantes valores en la lista sólo
podía explicarse por el hecho de que los mismos habían recibido la
aprobación de la gente, introyectándose así como valores importantísimos.
Estos ejemplos tal vez nos estén indicando que el individuo abandona y
entrega a otros el locus de evaluación que poseía en la infancia en un
intento de ganar o retener el cariño, aprobación o estima de los demás.
Aprende a desconfiar básicamente de sus propias vivencias como guía de su
conducta. Aprende de los otros un gran número de valores concebidos y los
adopta como suyos aunque tal vez discrepen notablemente de lo que le
dicta su experiencia. Al no estar fundados en su valoración personal, estos
conceptos tienden a ser fijos y rígidos, en vez de fluídos y cambiantes.
Los deseos y comportamientos sexuales son muy malos. Las fuentes de esta
opinión son múltiples: padres, Iglesia, profesores.
Desobedecer es malo. Aquí padres y maestros se alían para subrayar el
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La discrepancia fundamental
Creo que esta imagen del individuo que mantiene sus valores -en su mayoría
introyectados- como si fueran conceptos fijos rara vez examinados o puestos
a prueba, es aplicable a la mayoría de nosotros. Al asumir como nuestras las
concepciones ajenas, perdemos contacto con la sabiduría potencial de
nuestro propio funcionamiento vital y perdemos confianza en nosotros
mismos. Como estas construcciones de valor suelen diferir radicalmente de
lo que ocurre en nuestro propio vivenciar, hemos llegado a un divorcio
básico con relación a nosotros mismos; a esto se debe buena parte de la
tensión e inseguridad modernas. Esta discrepancia fundamental entre los
conceptos del individuo y su vivencia real, entre la estructura intelectual de
sus valores y el proceso de valoración inconsciente, es parte integrante de la
enajenación fundamental del hombre moderno respecto de sí mismo. He
aquí un gran problema para el terapeuta.
Se supone que esta base es algo que el ser humano comparte con el resto
de los seres vivos, una parte del proceso vital actuante en cualquier
organismo sano. La capacidad de recibir información retroalimentada le
permite al organismo ajustar continuamente su comportamiento y acciones
para lograr el máximo mejoramiento.
4.- Entre las personas que avanzan hacia una mayor apertura a
sus vivencias existe una comunidad o similitud organísmica de
orientaciones de valor.
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Enumeraré unas pocas de estas orientaciones de valor tal como las percibo
en mis clientes a medida que avanzan hacia el desarrollo y madurez
personales.
posibilidades en germinación.
Llegan a valorar, quizá mas que nada, la apertura total a su experiencia
interior y exterior. Optan claramente por mostrarse abiertos y sensibles a
sus propias reacciones y sentimientos internos, a las reacciones y
sentimientos ajenos y a las realidades del mundo objetivo. Esta actitud
abierta se convierte en su recurso más apreciado.
Valoran positivamente la actitud de sensibilidad y aceptación hacia los
demás; llegan a apreciar a los demás por lo que son, tal como han llegado a
apreciarse a sí mismos por lo que son.
Por último, valoran positivamente las relaciones profundas: el hecho de
alcanzar una relación estrecha, íntima, verdadera, plenamente comunicativa
con otra persona es altamente apreciado por todo individuo y parece
satisfacer una honda necesidad suya.
Estas son, pues, algunas de las orientaciones preferidas por los individuos
que he observado avanzar hacia una personalidad madura. Estoy seguro de
que la lista es inadecuada y hasta cierto punto inexacta; no obstante,
encierra para mí posibilidades estimulantes, por las razones que trataré de
explicar a continuación.
También advierto que los individuos que manifiestan ese proceso fluído de
valoración que he procurado describir, y cuyas orientaciones de valor suelen
ser las ya enumeradas, desempeñarían un papel muy eficaz en el fluyente
proceso de la evolución humana. La supervivencia de la especie humana en
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este mundo depende de que sus individuos se adapten con mayor prontitud
a los nuevos problemas y situaciones y sean capaces de seleccionar, de
entre lo nuevo y complejo, aquello que tenga valor para el desarrollo y la
supervivencia, lo cual les exige precisión en su apreciación de la realidad.
Creo que la persona psicológicamente madura, tal como la he descrito,
posee las cualidades que le harían valorar las experiencias fructíferas para la
supervivencia y mejoramiento de la raza humana; esa persona sería digno
participante y guía en la evolución de la humanidad.
Resumen