Libro Redes Sociales

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 99

1

COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES

DIEGO F. HENAO A.

1998, Diego Fernando Henao Arcila


D.R. UNAD
2

Tabla de Contenido
Presentación..................................................................................................................................3

EL ANALISIS DE RED..................................................................................................4
Categorías, roles y estructuras......................................................................................................6

LA AN-TROPO-LOGIA Y LA DELIMITACION DE LUGAR...............................32


El lugar epistemológico..............................................................................................................41

GLOCALIZACION Y FRONTERAS CULTURALES.............................................44


Redes Urbano regionales............................................................................................................53

REDES DE INFORMACION Y COMUNICACION ................................................57


Conexiones de red ......................................................................................................................58
Las redes de área local ((LAN)...................................................................................................60
Redes de área extensa (WAN)....................................................................................................61

RED SOCIAL Y REDES FAMILIARES....................................................................62


El conflicto y la terapia sistémica de redes.................................................................................65
El mapa mínimo y la red social significativa .............................................................................69

COMUNICACION Y REDES EN CONSTRUCCION..............................................71


Sistema discreto de comunicación..............................................................................................73
Modelos generales de comunicación .........................................................................................73
Cara a cara: Modelos comunicativos de interacción individual.................................................76
El rumor como red conversacional.............................................................................................79

NARRATIVAS Y MODELOS DE IDENTIDAD.......................................................82


El Lenguaje analógico y el pensamiento digresivo.....................................................................86
La segmentarización y el dispositivo..........................................................................................88
Bibliografía.................................................................................................................................94

Y con las vidas humanas también la memoria se pierde... Es este el tiempo en


que el abrigo de una guerra sin cuartel los primeros cronistas dieron con su pluma la
primera escritura para la memoria de esta parcela del continente que se rendía al poder
imperial de España. La conciencia del amerindio sobre los hechos y las historias no se
inscribe en las crónicas y la del cronista aparecerá en lo escrito como la conciencia
’única’ de los acontecimientos. Siendo ‘única’ esta conciencia será también la
conciencia de la verdad... o tratará de parecerlo. Juan Evangelista Moreno. Pedro de
Aguado y Juan de castellanos: Inventores de la verdad. Magazín del Espectador. No
801. 1998. Pág. 3-5.
3

Presentación
En el siguiente texto, la categoría «comunicación» es entendida como un proceso
social fruto de la interacción humana en contextos específicos. Por su complejidad y vasta
influencia en la cultura contemporánea, deseamos que este libro constituya una
aproximación a la comunicación social en el ámbito cotidiano y a la forma en que puede ser
abordada mediante estrategias y análisis de red.
Para lograrlo se efectúan acercamientos parciales de esta intrincada práctica cultural
a través de planteamientos producidos en distintas disciplinas de las Ciencias Sociales.
Veremos, entonces, como los principios de la Semiótica nos llevan hacia el orden de «lo
imaginario», a través de la interpretación y la hermenéutica; desde los signos y símbolos
que hacen parte de la metáfora y el sentido social de la interacción cotidiana; hacia la
cultura analógica que se nos impone a causa de la dinámica y desarrollo tecnológico de los
procesos informáticos y computacionales. Estos últimos caracterizados por el
desplazamiento de los códigos, reconfigurando un lenguaje y modo de pensamiento,
centrado principalmente, en la imagen.
Las diversas expresiones de la multiculturalidad nos conducen a la
conceptualización sobre los límites y las fronteras que territorialmente construimos a partir
de nuestra interacción social. Definir la ciudad y lo urbano como un lugar contrapuesto al
que constituye el campo y la vida rural, ha hecho parte de la tradición científica en la
antropología y la sociología clásica. Conceptos que hoy son considerados desde los
estudios urbano-regionales como parte del replanteamiento de los «escenarios
comunicacionales» de fin de siglo y particularmente de estas disciplinas.
Desde un comienzo la imbricación de los conceptos nos llevará por diferentes
formas del pensamiento social que intentan explicar y describir las posibilidades de un
análisis, centrado en algo tan sencillo, tan relativamente añejo, y tan utilizado actualmente,
como el concepto de red.
Hablar de redes de comunicación se ha vuelto una costumbre entre aquellos que
intentamos reflexionar sobre la correlación entre política y comportamiento social. Tal
concepto procede de las convenciones cartográficas y sociográficas que parte de la
investigación en comunicación social ha desarrollado, a partir de la década del 50, sin que
en nuestro país haya una verdadera aplicación de tal perspectiva teórica y metodológica.
4

EL ANALISIS DE RED
En el plano de la lógica, una red se concibe como el cúmulo de relaciones existentes
entre algunos elementos que pertenecen a un mismo conjunto. Una red es también la
distribución de los elementos de una misma organización, relacionados entre sí. La
existencia de la red no supone necesariamente un medio de conexión entre sus elementos.
Solo basta que exista algún tipo de relación entre ellos.
En cuanto forma de análisis e investigación social, está fundamentado sobre
conceptos que giran en torno de las interacciones y relaciones ecológicas entre las personas.
Mediante su utilización se intenta ubicar, describir y explicar un contexto, el andamiaje que
constituyen las relaciones humanas, las relaciones sociales de un individuo o un grupo; es
decir, una red social: personal, familiar, comunitaria o institucional. Se trata de reconstruir
una red social significativa1 puesto que no somos personas sin un contexto estable que nos
de la identidad, identidad-en-contexto; puesto que “somos” en relación con los vínculos
sociales que condicionan nuestra posibilidad de existir. En otras palabras, se trata de la
elaboración de un «mapa mínimo»2 que exige profundizar en la subjetividad de los
individuos o en las formas de organización de los conjuntos sociales investigados.
Como lo afirma el investigador Harvey D. Suárez3 una red no puede existir y
desplegarse en el vacío, porque requiere de operadores concretos; es decir, cuerpos y
estructuras conjugadas en prácticas, códigos y productos socioculturales, en las que se
movilizan diversos modos de transacción social, formando un conjunto complejo de
interacciones. La movilidad y el carácter intercambiable de sus componentes son inherentes
a la operatividad y permanencia de la red. Las redes sociales están constituidas por
territorios y sujetos —individuales y colectivos— que asumen o fabrican múltiples roles en
diversas situaciones. La entrada a ésta puede ser relativamente “consensual”, porque se
puede presentar el caso de algún componente de la red que simplemente escoge a sus
segmentos y destinatarios, teniendo en cuenta que puede haber conciencia de la red, como
es el caso de los vendedores de antigüedades en el Mercado de las Pulgas del Centro de
Santafé de Bogotá D. C., o la ausencia de conocimiento sobre la misma, como es el caso de
los recicladores que venden directamente en este mercado4.
Los integrantes de la red varían con el fin de optimizar su funcionamiento y éste
solo es explicable al desmontar “los elementos que lo componen y la naturaleza de sus
conexiones”. El espacio de acción de la red, en la cual se reproduce y busca una
permanencia estratégica, es el socius fragmentado, es el tejido social y sus puntos de
aplicación molecular, puntuale o específica, como en parte lo ha demostrado la
microsociología5.

1
ZLUSKI, Carlos. La red Social: fronteras de la práctica sistémica. Gedisa. Barcelona. 1996.
2
Ibídem
3
SUÁREZ, Harvey D. El dispositivo: Un análisis a propósito de Deleuze y Foucault. Facultad de
derecho, Ciencias políticas y Sociales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1996.
4
HENAO A., Diego Fernando. Crónicas y Cosas de un “No-lugar”: A propósito del Mercado de las
Pulgas. Tesis de Grado. Departamento de Antropología. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá. 1996.
5
DELEUZE, Gilles, y GUATTARI, Felix, Kafka: Por una literatura menor. Imprenta Madero.
México D.F. 1983.
5

Un ejemplo concreto que vale la pena traer hasta aquí, puesto que nos sirve para
contextualizar una perspectiva importante, es el caso de “Internet”. Es una red
comunicacional, es una “red de redes” que intercomunica —sin moverse de su sitio— a
todos los usuarios en capacidad de acceder a sus canales y solamente a estos. Internet es
una posibilidad, que se materializa cuando cada usuario particular se adentra en “la red”,
hecho que le permite conectarse e interactuar con otras redes: intercambiando información,
vendiendo servicios, etc., relacionados con archivos informáticos especializados de toda
índole, que van desde el acceso a alguna de las bibliotecas de la Universidad de Cambridge
hasta la última edición digitalizada de Playboy. Internet existe fáctica y formalmente, pero
sólo para quienes tengan acceso a sus redes de información y tengan conciencia de ella;
para el resto de la humanidad puede ser sólo un dato, o no existir simplemente6.
En este sentido, entre el funcionamiento “local” y “global” de una red específica
hay muchos intersticios y laberintos inextricables de aproximación y lejanía, donde se
conjugan el deseo, el poder, y el saber, en tanto que fuerzas constitutivas de lo social; lo
que indica que hay redes que actúan en microsistemas sociales y otras en meso o
macrosistemas sociales, o en todos los niveles simultáneamente.
Hoy por hoy, el análisis y la conceptualización de redes difiere enormemente, pero
no por ello carece de importancia. «Se trata de una máquina bélica contra el estructuralismo
y el pensamiento de los sistemas, contra la dialéctica y la lógica de la contradicción, contra
el funcionalismo y sus dos versiones del socius: de consenso o de conflicto».7 Actualmente
dicha conceptualización es usada como estrategia de investigación, primordialmente
urbana, dentro de las ciencias sociales.
Profundizando un poco más, vemos emerger la idea de “lugar”, porque es evidente
que la vida social tiene que desarrollarse en un espacio limitado y particular, cuyas
características son diferentes de las que prevalecen en otros espacios u otros sitios, y usar
estas razones como un marco de referencia significativo para la observación, registro e
interpretación en el análisis de redes. En palabras de Ulf Hannerz, «en cualquiera de los
términos que las personas sean separadas unas de otras o reunidas según algunos principios
de organización, estas también se rozan los hombros y se ven unos a otros en su localizada
vida cotidiana»8. Es decir, surgen situaciones e interacciones, que es necesario mirar con
detenimiento, puesto que es allí donde cobran importancia las relaciones de los sujetos que
operan en las redes, tanto como la subjetividad de quienes las componen.
De allí, entonces, que al dimensionar la subjetividad mediante el análisis de red, sea
necesario considerar las múltiples fronteras y fragmentaciones que componen las relaciones
sociales y la interacción, así como los límites que proveen las normas y las «desviaciones»
sociales. En esta dirección, consideramos que es la proporción y la diversidad de estos
componentes lo que diferencian las redes sociales.

6
SUÁREZ, H.D. Op. Cit,
7
JOSEPH, Isaac. El transeúnte y el espacio urbano: ensayo sobre la dispersión del espacio público.
Buenos Aires: Gedisa. 1994. p. 132 ss.
8
HANNERZ, Ulf. Explorando la ciudad; fondo de cultura económica, México; 1986. En adelnate, en
este capítulo, los textos citados entre comillas sin que tengan cita de pie de página o una referencia explícita
pertenecen a este autor.
6

Categorías, roles y estructuras


Los individuos en sociedad están vinculados mediante dos tipos de conexiones
principales: a las colectividades porque se es miembro de ellas y a los otros individuos por
las relaciones sociales. De esta forma, se puede diferenciar una red personal, un mapa
mínimo, compuesto por los amigos de la vereda, del barrio o el parche, etc.; y una red
social, formal e informal, al unir o «agenciar» por su conducto a las unidades o grupos
sociales que están vinculadas a él: la unidad familiar, el equipo de trabajo, el gremio, la
comunidad religiosa, entre otros.
En esta perspectiva es importante entonces aproximarnos a la forma de
relacionarnos con nuestra comunidad. Según los planteamientos generales de los estudios
sobre el ciclo de vida,9 se considera que en las sociedades contemporáneas la vinculación
del individuo a la sociedad se establece a través de algunas segmentaciones principales: 1.
la familia, 2. la escuela, 3. la comunidad, 4. el grupo de producción, 5. la vinculación
profesional, 6. las asociaciones religiosas o recreativas y 7. Los servicios sociales del
Estado. Con el análisis de estas segmentaciones se ha podido reconocer: la condición del
individuo arraigado en su sistema social, la distribución de su tiempo, los beneficios que
puede demandar del orden social, sus obligaciones respecto del mismo, y sobre todo, saber
quiénes son las personas que lo influyen y el alcance de dicha influencia. Todas estas
relaciones, tomadas en conjunto, permiten definir niveles básicos del análisis social,
cultural, político y económico, etc., que las investigaciones realizadas hasta los años 80 no
tuvieron en cuenta.
La principal característica de la vida contemporánea es ser predominantemente
urbana. Esta cualidad ha sido el centro de atención del análisis de redes en los últimos años,
sin que ello obedezca a una definición y separación tajante con límites precisos de la vida
rural y la vida urbana. En nuestra reflexión nos referimos al espacio urbano tanto de las
grandes y medianas ciudades como a la vida social de los pequeños pueblos, puesto que
concordamos en perspectiva, con las afirmaciones del investigador Néstor García Canclini,
en cuanto que el ámbito urbano integra los principales escenarios de entrada de los cambios
sociales en la vida contemporánea. Las profundas transformaciones sociales en el fin de
siglo están encarnadas en una mayor dispersión de las relaciones humanas, debido a la
excesiva fragmentación del espacio social, lo que exige acercamientos como los expuestos
a lo largo del texto. En este orden de ideas encontraremos categorías que empiezan a signar
el camino presentado a continuación: dispersión, fragmentos, relaciones, situaciones y roles
sociales.
Desde el punto de vista sociológico, la vida urbana o rural está compuesta por
situaciones y relaciones, puesto que todos participamos en interacciones cotidianas con
otros individuos, contínua u ocasionalmente. En estas situaciones buscamos “una cierta
gama” de objetivos. De esta manera podemos considerar que nuestro concurso en cada una
de las situaciones consiste en “participaciones situacionales intencionadas”. Son
intencionadas, “en el sentido, de que hayan o no entrado los individuos en las situaciones
voluntariamente, su conducta está guiada por alguna idea de lo que quieren o no quieren
que ocurra en ellas”. De la misma manera las relaciones surgen cuando un individuo
influye en el comportamiento de uno o más de los otros individuos que participan en la
9
ANDERSON, Michael. Sociología de la familia. FCE. México. 1980.
7

situación, o cuando es influido por el comportamiento de ellos, o bien cuando influye y es


influido a la vez. Es en esta dirección, que la conducta visible se convierte en una
dimensión de la participación situacional, puesto que incluso, ”cuando las intenciones se
filtran a través de las normas para llegar a la acción, las intenciones mismas surgen contra
un fondo de experiencia más amplio”10.
De este modo, nuestra percepción y conocimiento dirigen el comportamiento, esta
participación situacional también implica las experiencias con las que retroalimentamos tal
percepción y conocimiento: la historia vital del individuo, su trayectoria personal en
sociedad. Además de lo anterior, “la gente reacciona no solo al hecho de estar cerca, sino a
estar cerca de tipos particulares de personas”. Esto puede ser el simple resultado de las
posibilidades de acceso al contexto y a la diversidad sociocultural que representa el ámbito
urbano. Es la clásica distinción sociológica que habla de las características externas
predominantes de la vida en sociedad. En este sentido, encontramos diferentes modos de
reconocer y definir esta diversidad, desde lo procesal “hasta la más ínfima forma de la
naturaleza de nuestras ocupaciones y prácticas”. El hombre es un animal segmentario.
Puesto que “estamos segmentarizados por todas partes y en todas las direcciones. La
segmentariedad es una característica de todos los estratos que nos componen. Habitar,
circular, trabajar, jugar: lo vivido esta segmentarizado espacial y socialmente”11.
Es así como podemos concertar, negociar, regatear, amenazar y luchar unos (a) con
otros y reconocernos mediante nuestras prácticas cotidianas, mediante entidades que los
antropólogos han denominado papeles o roles.
Estos modos de interacción no coinciden completamente con la noción de derechos
y deberes claramente definidos por la sociedad a través de sus leyes, puesto que muchas de
las actividades que desarrollamos no están normatizadas; esto es lo que permite el uso de
categorías para nombrar las actividades cotidianas; los usuarios de un mercado, el tipo de
interacciones sociales regulares entre quien conduce un vehículo de servicio público y sus
usuarios, entre otros. En estas categorías generadas consciente o inconscientemente son
discernibles clasificaciones y jerarquías en varios niveles, a través del estudio del
comportamiento de las personas, de sus relaciones, situaciones e interacciones; y
consecuentemente de los sistemas culturales y estructuras políticas, económicas o sociales
que constituyen.
Las confrontaciones en la interacción pueden producirse porque diferimos en las
orientaciones de nuestra percepción o porque nuestros intereses en el manejo de los
recursos están en vía de confrontación. Sin embargo, es importante señalar que cuando en
el rol se subraya la tarea —vendedor o comprador P. ej.— más que el propósito —
subsistencia— esto oscurece gran parte del análisis, no menos que el hecho de que “los
roles o papeles a veces son más bien fabricados —secretario o abogada— que asumidos”.
Es decir, que nos comportamos como se comportan todos los abogados o todos los
secretarios de la ciudad, contrario al comportamiento que ejecuta cuando visitamos una
región diferente a la nuestra. Profundicemos un poco más sobre ello.
Nosotros tenemos muchos roles. A los tipos de participación situacionales
intencionadas que constituyen nuestra vida social los denominamos —retomando la
10
HANNERZ U., Op. cit.
11
DELEUZE, Gilles, y GUATTARI, Felix. Op. Cit. 214-215.
8

clasificación realizada por Hannerz— como repertorio de roles y a la totalidad de tipos de


participaciones que se presentan entre los miembros de una comunidad o sociedad, lo
llamamos el inventario de roles de esta comunidad o sociedad. En sus palabras una “burda
clasificación del inventario” de roles de cualquier “ciudad occidental”, puede estar dividido
en cinco dominios o ámbitos, cada uno de los cuales contiene numerosos roles: 1.
doméstico y de parentesco; 2. de aprovisionamiento; 3. de recreación; 4. de vecindad;
5. de tránsito. Esta categorización es un tanto arbitraria y los límites entre los dominios o
ámbitos pueden incluso ser difusos. Sin embargo, con fines explicativos y heurísticos, este
esquema es suficientemente claro.
Sin embargo, emplearemos el término relaciones de aprovisionamiento sólo para las
relaciones asimétricas que regulan el acceso de la gente a los recursos materiales en la
división político administrativa del trabajo más general; en otras palabras, las relaciones en
que la gente ofrece bienes o servicios a otros, (principalmente a otros que no son del mismo
hogar) o los coercionan o manipulan su conciencia para ganar, por ese medio, toda su
subsistencia o una parte significativa de ésta. Un hecho que puede ser útil señalar de
inmediato es que algunos ámbitos implican tanto contratos externos como internos.
Para este investigador, las relaciones de aprovisionamiento incluyen las
relaciones externas que conectan los papeles de aprovisionamiento con los roles del hogar
o la recreación y las relaciones internas del ámbito de aprovisionamiento que conectan a
los productores con los intermediarios. “Las relaciones, dentro de este dominio, se
producen entre personas cuyas actividades productivas se coordinan en un resultado común
y que son, por tanto, de cierta manera análogas a las que existen entre los miembros de un
hogar o de un grupo de camaradas — relaciones de trabajo—”.
Las relaciones de tránsito, de vecindad y parentesco en los asuntos domésticos y el
hogar no tienen estos problemas, debido a que solo pueden comprometer relaciones
internas. En sus palabras, las interacciones con la vecindad y las relaciones de tránsito
suelen tener mayor importancia como “fenómenos autónomos en la ciudad” que en
cualquier otra parte. Como podemos percibir en su explicación un rol puede estar contenido
dentro de —los límites de— otros; el parentesco, en particular, sirve para “organizar tantas
actividades, que este dominio tiende a comprender a varios de los demás”.
En cuanto al segundo dominio o ámbito, el de aprovisionamiento, surge en la
redistribución y el intercambio mercantil, actividades que vinculan los medios de
subsistencia de gran número de personas a través de la producción y del consumo de
mercancías. Sin embargo los principios de redistribución y de intercambio mercantil no
implican, en si mismos, una diferenciación entre la otra parte del dominio de
aprovisionamiento, las relaciones de trabajo y el ámbito de los asuntos domésticos y el
parentesco. “Por lo menos con relativa frecuencia, la unidad de producción puede ser una
unidad de consumo, incluso si ya no se produce lo que se consume. [. . .] emerge[n]
gradualmente; sus relaciones de aprovisionamiento.
La población de ciudades pequeñas o de los pueblos puede combinar el hogar y el
lugar de trabajo mientras que en las ciudades industrializadas el dominio de
aprovisionamiento se convierte para muchos en un dominio completamente autónomo, que
implica, tanto un escenario separado como un conjunto separado de personas que
interactúan en torno al trabajo. Además que las relaciones de aprovisionamiento entre
9

consumidores y algunos de los que participan en la producción se hacen más indirectas y


mediadas por administradores y propietarios de los medios de producción, entre otros.
Es posible considerar que los dos últimos de nuestros cinco dominios, constituidos
por —los roles- y las relaciones de vecindad y tránsito, cubren diferentes trechos en un
continuo de relaciones de proximidad. Las primeras son relaciones de proximidad estable.
La consecuencia probable de tal estabilidad es que los individuos implicados se reconozcan
personalmente unos a otros. “Las actividades más sustantivas pueden ser sobremanera
variables, tanto en la forma como en la extensión”. Las relaciones de vecindad parecen ser
un rasgo recurrente de los asentamientos humanos, en una u otra forma. Allí donde está
diferenciada, la intensidad de las relaciones de vecindad, puede depender, para empezar, del
grado de exposición mutua, de modo que también puede estar afectada por las
diferenciaciones de escenarios que acompañan la diferenciación de los dominios. Cuando el
lugar de trabajo de un hombre ya no es su hogar; también se vuelve menos visible en el
vecindario donde está situado el hogar. Así, como las relaciones de asuntos domésticos y de
trabajo, las de vecindad pueden extenderse al ámbito de la recreación.
Las relaciones de tránsito por su parte, se producen en situaciones de interacción
mínima y puede parecer que están en la frontera misma, de no ser relaciones en absoluto.
Los participantes pueden no estar siquiera conscientes de que “se están tomando
mutuamente en cuenta; son interacciones desenfocadas; idealmente no son encuentros en el
sentido de Goffman (1961b, 7-8;)32) [. . .] Ya sea uno o los dos participantes —si sólo
están implicados dos— carecen de interés por atraer la atención del otro”. Se realizan
relaciones de tránsito al evitar choques en la acera; al seguir las reglas para hacer cola,
tomar la última posición de la fila; al no molestar haciendo llamadas innecesarias a los
sentidos de los demás, como mediante el olor, el ruido (sea como sea que estos puedan
definirse); no buscando el contacto visual, excepto tal vez momentáneamente para
determinar como puede adelantarse a otras formas más intensivas de contacto.
“Uno toma precauciones así, o de otros innumerables modos, si quiere dejar
pasar la relación como una simple relación de tránsito. [ . . .] Pero en cada interacción
particular, puede haber que tomar sólo muy limitadas medidas para pasar en ella sin
problemas. El período de tiempo empleado puede variar, pero es generalmente breve:
una fracción de segundo para no golpear a alguien al cruzar la calle, unas cuantas horas
con un extraño en el asiento vecino en un concierto. Y cuando la interacción, haya
ocurrido con ella lo que haya ocurrido, concluye: los participantes no suponen que se
volverán a encontrar otra vez. De los cinco ámbitos de papeles que hemos identificado
dos parecen especialmente significativos para que la ciudad sea lo que es: los de
aprovisionamiento y los de tránsito” (pp. 123).
Pero las relaciones de tránsito casi no existen cuando hay otros términos para la
definición de la co-presencia física, donde todos son parientes o compañeros de trabajo o
vecinos o compañeros de juegos, o están presentes con el propósito de realizar alguna
interacción reconocible de aprovisionamiento. En suma, son una forma pura de encuentro
entre extraños, un resultado del amontonamiento de gran número de personas en un espacio
limitado (pp.124).
En esta especie de posibilismo demográfico que proporciona la vida social urbana
“los urbícolas” tienen distintas manera de hacer uso de lo que se conoce como
1 0

“accesibilidad directa”, de persona a persona, mediante sus formas de organización social,


de su heterogeneidad estructural. Así pues, de toda la reserva de compañeros potenciales
de interacción que compone la población urbana, el «urbícola» toma un número mayor o
menor de aquellos con quien emprenderá las actividades domésticas y su parentesco,
aprovisionamiento, trabajo, recreación y vecindad. El resto son extraños, compañeros de
relaciones de tránsito, si realmente los llega a encontrar. Las diferentes formas de
organización urbana pueden, sin embargo, no producir todas la misma proporción de
extraños para determinada población urbana. En este sentido, un individuo entra en muchas
más relaciones si posee un puesto en el mercado de las pulgas y probablemente un número
menor si es un obrero industrial que labora en un cubículo especial.

Las redes sociales y las cartografías de lo posible


Delimitar una red o un tejido, como expresión formal de un conjunto, como
totalidad real o virtual de un conglomerado humano, es redimensionar una realidad social,
con soporte en un ámbito de conocimiento cuyas manifestaciones particulares son producto
de valores, categorías y grados estratificados construidos socialmente. Es una labor en la
que se adoptan referentes significativos, lenguajes y lógicas particulares con las que
podemos comprender las cercanías y distancias con el mundo exterior, con las entidades
físicas y sus propiedades incluyendo a los «otros» hombres; es decir, ubicar la dispersión y
la movilidad de nuestras relaciones, de los ámbitos socioculturales en que nos
desenvolvemos. Son «ámbitos cognitivos» que posibilitan la exploración de diversas
«lógicas culturales»; «discursos» y «epistemes»12 ; formas de organización social; múltiples
«conocimientos locales»13 ; «racionalidades»; «imaginarios sociales»14 ; «representaciones
sociales»; y «formas de entendimiento cultural»15.
En el plano de la lógica, el concepto de «red social» designa la integración de un
16

conjunto de fenómenos y procesos que pertenecen al mundo observable, susceptibles de ser


descritos y analizados mediante un sistema teórico. Nos referimos tanto a un conjunto de
interdependencias entre sus partes, elementos y procesos, cuyas regularidades y relaciones
internas son discernibles, como a un tipo semejante de mutua interdependencia entre el
conjunto y el ambiente que los rodea. Esto se debe a que cualquier regularidad de las
relaciones se explica mejor si tenemos en cuenta todo el conjunto de interdependencias
múltiples y complejas del que forman parte.
En una dimensión conceptual hay que distinguir las redes sociales de las redes
conceptuales o sistemas teóricos, puesto que estos últimos son conjuntos de supuestos,
conceptos y enunciados que poseen integración lógica y referentes empíricos, cuyas
relaciones formales sirven como instrumentos analíticos de las relaciones sociales. Desde
una perspectiva metodológica, tales sistemas concretos o abstractos 17 constituyen también
12
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas. Barcelona. Brugera. 1987.
13
GEERTZ, Cliford. El conocimiento Local. Gedisa editorial. Barcelona. 1996
14
BACKSO, Bronislaw. Los imaginarios sociales: memorias y esperanzas colectivas. Ediciones
Nueva visión.1991
15
ROSALDO, Renato. Cultura y verdad: Grijalbo editorial. México. 1980.
16
ZLUSKI, C., Op. Cit..
17
DUVERGER, Maurice. Los sistemas Sociales. Siglo XXI. México. 1987.
1 1

una imbricada red de conceptos que se yuxtaponen, se autoexcluyen o se articulan para


tratar de explicar la interacción humana —individual o colectiva—, puesto que las
relaciones sociales son susceptibles de ser observadas empíricamente y de reconstruirse,
metodológica, gráfica y metafóricamente como un tejido, de acuerdo con la distribución,
tamaño, densidad y función de sus relaciones.
De la misma manera que esta distribución de conceptos distingue unos modelos de
otros, los vínculos sociales que permiten el desarrollo de la experiencia de vida, constituyen
nudos y tramas, que han podido ser concebidos y distinguidos como redes de un vasto
tejido social. Estas redes conforman, mediante una representación analítica, una especie de
frontera entre el individuo y la comunidad/sociedad, entre su identidad y alteridad social,
entre los sujetos que constituyen su conjunto social como un sistema aparentemente natural
y el sistema social general.

Antecedentes principales de la perspectiva de red


La Escuela de Chicago es conocida como una institución simiente en el desarrollo
de la Sociología y la Antropología en cuanto disciplinas científicas distintas, aunque
similares. Uno de sus pilares fundamentales fue el estudio de la ciudad y en ella, la
individualización creciente que producía el sistema social. En palabras de Michel Agier:18
Para los etnógrafos y sociólogos de la Escuela de Chicago, la ciudad era el
mundo del individuo. Una línea de investigación, importante y durable, se constituyó
entonces entorno al tema del individualismo urbano —Louis Wirth hablaba de
anomia. El punto de partida de estas investigaciones fue sin duda una concepción
errónea del mundo rural, entendida como referencia y réplica de la ciudad. En efecto,
la problemática del modo de vida urbano se fundó sobre una dicotomía particular, que
contraponía la sociedad urbana a la sociedad tradicional.
En esta dirección, Robert Ezra Park, “el inspirador de la Escuela de Chicago”
pensaba que la ciudad constituía la superficie de emergencia del individuo como “ ‘unidad
de pensamiento y de acción’ y al mismo tiempo se preguntaba cómo actualizar en la ciudad,
la referencia comunitaria del enfoque global idealizado del mundo rural”. Su propuesta
sobre el tratamiento de los problemas sociales como problemas exclusivamente urbanos fue
la respuesta a sus interrogantes; en cuanto que consideraba que el espacio de la ciudad
debía tratarse como orden social equivalente al desarrollo natural de las relaciones de Clan
y la tribu19
Con este derrotero, desarrolla una concepción ecológica basada en la distinción de
áreas naturales de segregación, según una disposición y distribución antropogeográfica de
la ciudad —Chicago— de acuerdo con el origen (migrantes), la etnia, la edad, el tipo de
organización familiar, etc. En este sentido propuso considerarlas como hábitat natural (en el
sentido ecológico) del “hombre civilizado” (el citadino), opuesto al hábitat natural del
«hombre primitivo»20 . De esta manera, relacionó y definió el estatus social como un asunto
de distancia social. Se trataba de los significados que distinguen los espacios dentro del

18
AGIER, Michel. Lugares y Redes: Las mediaciones de la cultura urbana: en: Revista Colombiana
de Antropología. Santafé de Bogotá. ICAN. 1995. pp.. 219-244.
19
Ibídem
1 2

conjunto de la ciudad, de la ubicación espacial de las fuentes de las identidades que definen
buena parte de la existencia social del individuo.
Pero el paso siguiente dado por Robert Park con esta visión de la ciudad como un
conjunto de “regiones morales”, es reconstruir al individuo a través de aproximaciones
etnográficas “recurriendo a metonimias del intersticio —como la calle, el deambular, o el
tráfico—~ o a tipos sociales de intermediación —el paseante, el extranjero, el rebusque y el
tejemaneje’. Por consiguiente, los repertorios del citadino se conforman en las márgenes,
recobrando de este modo, en teoría al menos, un poco de su libertad21 . Para entender la
ciudad a la vez como segregada y como el ámbito del individuo y del libre albedrío, Park
tuvo que recurrir a una noción y a una imagen, la noción es la de movilidad y la imagen es
la del mosaico:
Los procesos de segregación instauran distancias morales que hacen de la
ciudad un mosaico de pequeños mundos que se tocan sin interpenetrarse. Esto le da a
los individuos la posibilidad de pasar fácil y rápidamente de un medio moral a otro y
estimula esta experiencia fascinante, pero peligrosa, que consiste en vivir en
numerosos mundos diferentes efectivamente contiguos y sin embargo, bien
diferenciados. (Park 1925/l 979: 121)22.
La metáfora del mosaico utilizada para describir la ciudad fue criticada
posteriormente por sociólogos y antropólogos de distintas escuelas porque tal globalización
explicativa de la ciudad, como totalidad cerrada, y de la individualidad como referente
abierto, condujo a investigaciones posteriores enfocadas, en algún modo herméticas,
estructural y espacialmente, en torno de lo que denominaron “enclaves”. Investigaciones
que si bien fueron importantes y constituyeron el inicio de una de las escuelas más
prolíficas en los estudios urbanos en el mundo, fueron convertidas en institución, es decir,
en un paradigma que sumió por muchos años a la sociología y la antropología en un
conservadurismo, en cierto modo limitante y oclusivo. Este paradigma se fundamenta “en
el a priori de la referencia espacial”23 del lugar disciplinar, en este caso el lugar
antropológico24.
Los estudios etnográficos realizados, posteriormente a la década de los 30’s bajo el
influjo de la Escuela de Chicago dieron inicio a una tradición antropológica cuyo horizonte
medular lo constituía —igualmente— la vida urbana y las trayectorias individuales, casos
de socialidad paradigmática, estudios atípicos de carácter cualitativo.
Se constituyeron en una reserva teórica para la práctica científica de antropólogos y
sociólogos, aunque no definieron una «teoría de la red» en el sentido de un conjunto de
20
De ahí viene la noción de “ecología urbana” que ha servido para caracterizar a este grupo de
investigadores de la Universidad de Chicago de los años 1920 a 1930.
21
Estos diferentes enfoques son desarrollados o analizados por Hannerz (1983), Simmel (1908/l979),
Grafmeyer y Joseph ( 1979) (1983 y 1984). Dentro de esta perspectiva de investigación Hannerz (l983. 140)
diferencia dentro de la ciudad ciertos dominios considerados “más urbanos que otros”: los del espacio
público, los del mercado, los del tráfico, etc. Se vuelve a encontrar esta dualidad en la distinción elaborada
recientemente por I. Joseph (1995:9) entre la ciudad desde los espacios domésticos y desde los espacios
públicos, estos últimos considerados como lugares de surgimiento de una cultura propia de la ciudad.
22
AGIER, M. pp... 220. Op. Cit..
23
Ibídem.
24
AUGÉ, Marc. Los No lugares: espacios del anonimato. Gedisa. Barcelona. 1994.
1 3

proposiciones lógicamente interrelacionadas y comprobables»25. Sin embargo, las


descripciones etnográficas detalladas y los temas permitieron un abordaje posterior desde
un punto de vista comparativo. El primer investigador en utilizarlo con especificidad
conceptual fue John Barnes, en el año 1954 . Lo utilizó como una forma de análisis que
«supone un tipo particular de abstracción, más que un tipo particular de relación», como
analogía o metáfora científica. Barnes, en 1954 buscaba describir el sistema social de una
pequeña población de pescadores en Noruega. El análisis consistió en dividir
analíticamente tres campos sociales: 1. El sistema territorial, 2. las relaciones económicas
de la industria pesquera y 3. las relaciones de parentesco. Concentró el mayor interés en
las relaciones de parentesco —que incluían las de amistad— por ser cambiantes; porque las
personas no siempre tenían el mismo grado de contacto. Para este último campo Barnes
propuso lo que consideró —aunque muy elementalmente— con el término red:
La imagen que tengo es la de un conjunto de puntos, algunos de los cuales están
unidos por líneas. Los puntos son personas o, a veces, grupos, y las líneas indican que
persona interactua con cada una de las otras. Podemos por supuesto pensar que todo el
conjunto de la vida social genera una red de este tipo26.
En una forma similar y con mayor éxito, Elizabeth Both llevó a la práctica el
análisis de redes sociales. Expuso sus resultados en un libro publicado originalmente en
1957, publicado y revisado en 1971, llamado Family and Social Network —Familia y red
social—. Esta investigadora hacía parte de un trabajo interdisciplinario que se llevaba a
cabo en Londres sobre las “familias comunes y corrientes”, centrado en las relaciones
matrimoniales y muy periféricamente en los hijos de estos matrimonios.
Para ella, una red es una constelación social en la cual algunos de los componentes,
pero no todos, guardan relaciones entre sí. Esos elementos no constituyen una entidad
social que estuviera contenida dentro de límites comunes.
Lo que se deduce de esta última concepción es que se ha definido de manera
negativa. Que posee una función polémica puesto que el centro y sus límites externos solo
pueden definirse mediante un consenso sobre lazos o vínculos virtuales de los individuos.
Esta concepción de red ha sido frecuentemente utilizada para definir las relaciones de
parentesco, amistad o de vecindad. Usualmente toma el parentesco como base o modelo de
análisis para describir el funcionamiento de un campo de «relaciones comunitarias en
extensión y en comprensión27. En extensión, porque la búsqueda se centra en el
conocimiento de la dispersión o concentración de los individuos que componen una
comunidad y en comprensión, porque se trata de saber que entienden estos individuos por
el concepto «Comunidad», como fue el estudio realizado por Barnes.
Según Isaac Joseph el problema de centrar el análisis de red en las relaciones de
vecindad y amistad, como sucede en los casos anteriores, conlleva una sobredeterminación
de las relaciones reales por obra de vínculos de parentesco imaginario. En otras palabras, en
una dimensión sociográfica, su aplicación conduce a un esquema egocéntrico de la
descripción y el análisis. Según este mismo autor, la observación de las redes revela la
fragilidad de la identidad comunitaria, el carácter móvil y fluido de las redes, el hecho de
25
HANNERZ. pp... 200. Op. Cit.
26
Ibídem
27
JOSEPH; pp. 11. ss. Op. Cit.
1 4

que los individuos que las constituyen solo tienen relaciones en el presente y el hecho de
que ignoren casi todo de sus respectivas historias personales.28
A medida que el análisis de red se hizo más intensivo se usaron denominaciones
alternativas como ‘tela’ (web) o ‘tejido’ (fabric) para no implicar perspectivas demasiado
específicas. Muchos autores introdujeron nuevos términos para el mismo tipo de análisis al
tratar de comunicar los resultados de sus investigaciones. Algunos de estos ejemplos son:
campo, conjunto, retículo, densidad, malla, intervinculación, agrupamiento, sector,
segmento, compartimento, plan de acción, cuasigrupo y coalición29 . Hoy se reconoce que
tales términos se refieren al uso del análisis de red en casos técnicos específicos, pero es
usual definirla gráficamente como un centro desde el cual se trazan sus límites exteriores.
En el caso de Elizabeth Both, la técnica utilizada fue la entrevista intensiva con los
cónyuges, puesto que las observaciones eran realmente limitadas. Siendo la hipótesis
central de este estudio: «el grado de separación de los roles esposo y esposa varía
directamente con la intervinculación de la red social de la familia»,30 mediante el análisis de
las formas de organización de las actividades de cada uno de ellos. Para ello, estableció tres
categorías: organización independiente, organización conjunta y organización
complementaria. La mayor intervinculación fue concebida como el mayor número de
contactos de los conocidos de una pareja. De esta manera estableció que existen redes de
tejido abierto y redes de tejido cerrado, aunque encontró redes intermedias —en cuanto al
tipo de tejido— en fases de transición.
En su interpretación, las redes de tejido cerrado se producen cuando la pareja ha
crecido en la misma área local y continúan viviendo en ella, con sus vecinos, amigos y
parientes como miembros permanentes y estables de la red. Por su parte, las redes de tejido
abierto son el producto de la movilidad social y territorial de la pareja, cuando hacen
nuevos contactos con personas que no conocen a sus antiguos compañeros de red. Otras
características importantes estudiadas por su influencia en la red fueron la naturaleza de la
localidad, las formas de obtención de las oportunidades de trabajo y las características de la
personalidad. Un aspecto metodológico importante es quizá el hecho de que no se haya
considerado a los cónyuges como dos unidades separadas, sino fundidos en una sola
unidad, aunque es crucial saber si tienen redes separadas, compartidas o superpuestas.31
Estas investigaciones fueron retomadas con enfoques y problemáticas distintas, por
el investigador Philip Mayer quien estudió en 1961-1962 y 1964, respectivamente, la
formación de una ciudad africana bajo el control europeo, pero con la mayoría de la
población aborigen. Otro investigador en esta misma área es Adrián Mayer quien en 1966,
estudió una campaña electoral en la ciudad de Dewas, llevando el análisis en otra dirección.
Este investigador evidenció el uso de influencias a partir de un ego —el candidato—, en
forma de red, construyendo lo que denominó como redes parciales. Igualmente, importantes
centros de investigación continuaron desarrollando estos estudios basados en el análisis de
red: la Escuela de Manchester en Inglaterra, y el Instituto Rhodes-Livingstone en Sudáfrica,

28
Ibídem. pp... 134-135.
29
Para mayor información, véase también: Mayer, Adrián C. La importancia de los cuasi-grupos en
las sociedades complejas. En: La antropología social de las sociedades complejas. Alianza. 1980 p. 108-133.
30
HANNERZ. pp... 191. Op. Cit..
31
Ibídem
1 5

que acogieron el trabajo de Max Gluckman, orientando sus estudios de casos ampliados, en
el análisis situacional, y también en pensar la diferencia entre relaciones y situaciones.
Los investigadores de la escuela de Manchester en el Rhodes Livingstone Institute
quisieron salirse de los enfoques llamados “estructural-funcionalistas”, juzgados
inadecuados para tener contacto con las ciudades y con sus sociedades de pequeña escala
donde faltaban caracteres estructurales”32. Para ellos las redes se convirtieron en sinónimos
de movilidad, de comunicación entre diversos medios y de cambio cultural. Las redes no se
oponían sin embargo a la idea de estructura.
Actualmente, una red social es concebida como la manera en que un grupo de
individuos establecen distintos tipos de relaciones, a partir de unos intereses comunes.
Estos vínculos pueden ser de orden afectivo, económico, político o cultural. Así mismo
pueden ramificarse desde una persona, como en ciertas formas de parentesco; o de un
grupo, como sería el caso de las asociaciones veredales, barriales o comunitarias. La
reconstrucción de una red puede llevarse a cabo mediante el reconocimiento de relaciones
virtuales como reales. En este sentido, han surgido propuestas desde la sociometría y sus
maneras de estudiar «las complicadas formas que nacen de las fuerzas de atracción y
repulsión entre los individuos de un grupo social (...) en su totalidad (...) irreductible a los
elementos»33 . También se han podido reconocer las segmentarizaciones sociales: binarias
según las grandes oposiciones: hombre-mujer; lineales, escuela u oficio, en las que cada
episodio representa un proceso; y segmentarizaciones circulares, como las que impone el
Estado «cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna» 34; además de los
estudios sobre los cuasi-grupos, los conjuntos de acción y los grupos potenciales35 , etc.
La microsociología: entre la movilidad y la deslocalización
En un texto aparecido en 1988, El transeunte y el espacio urbano: Ensayo sobre la
dispersión del espacio público, Isaac Joseph plantea una reflexión copiosa sobre la obra de
tres sociólogos del siglo XX: Gabriel Tarde, Irving Goffman y George Simmel. En él
recurre a una estrategia, que nos parece importante, denominada“pensamiento digresivo”.
Según él, basado en dos motivaciones que no dejan de ser relevantes: en primer lugar, por
esa “manera de indicar o de evocar, un objeto de pensamiento alejándose uno de él” como
lo hiciera el último de ellos en las Digressions sur l’Etranger”; y en segundo lugar, “porque
esos objetos se organizan en un territorio por entero paradójico” [y en este sentido se remite
a Kant para definir los límites de aplicación funcional que tiene la microsociología,], los
conceptos de la microsociología tienen un territorio en el que son reguladores, pero no
tienen un dominio en el que legislen”.36
Ateniéndonos a sus palabras, al analizar estos autores trata de ver un modo de
estructuración inmanente que hace explorar fenómenos situados en el límite del campo de
la sociología dominante; donde cada una de las obras consideradas vuelve a interrogarse
sobre los fundamentos de la disciplina y llega a hacer problemática la noción misma de la
32
AGIER pp... 224. Op. Cit.
33
TIMASHEFF, Nicolás S. La teoría sociológica. México: Fondo de cultura económica. 1977. p
270.1977.
34
DELEUZE y GUATARI Op. Cit.. 215.
35
MAYER, A. Op. Cit. 108-133.
36
JOSEPH. Op. Cit. 11-12. El resaltado es nuestro.
1 6

relación social37. Es importante, entonces, conocer las tres percepciones de lo social


examinadas por este autor, puesto que nos conducen hacia de la comprensión de lo que
constituyen los principales fundamentos de la microsociología contemporánea.
Según Joseph, El extranjero de Simmel, es una forma de imaginación sociológica
que evoca a un actor social cuya pertenencia comunitaria está relativamente indeterminada,
puesto que es mucho más que el elemento de una tipología, “es la forma de la socialidad
misma”, como relación, “más allá del vagabundeo (nomadismo) y de la fijación
(solidaridades comunitarias)”. En otras palabras, se trata de la combinación de atención e
indiferencia en la percepción de una interacción cualquiera. Manifiesta también que “lo
público en Tarde es mucho más que una categoría de la socialidad diferente de la
muchedumbre; es la representación de lo social emancipado de la calle como espacio de
proximidad física, pero también distinto de lo político; puesto que Tarde, fiel aquí al
pensamiento de las luces, concibe el espacio público como un espacio de razón “sin
principio de estructuración trascendente” y por otro lado infiere que “la sociología de las
circunstancias en Goffman se refiere no sólo a una región menor del universo de las
estructuras, puesto que el análisis dramatúrgico de una situación de la vida cotidiana es la
manifestación de lo social en su totalidad como «orden por fluctuación’ y como estructura
disipante”.
Señala también, que estas obras no son “frágiles síntesis del pensamiento intuitivo”
ni “descripciones fundamentalmente subjetivas que sólo tendrían el interés de lo curioso y
de lo introspectivo” , puesto que tal perspectiva reduciría la obra de Goffman a una
dimensión etnográfica en la que sus estudios se verían como “intentos de indecisión
disciplinaria que vacilarían entre la psicología y la sociología”. Hasta aquí, encontramos
pues, que la reflexión gira en torno de la crítica al pensamiento sociológico dominante que
considera la sobredeterminación del individuo por la estructura social y la indeterminación
fluctuante de los individuos, como los únicos polos —además de opuestos y
complementarios— desde los cuales se mira la sociedad. Reconocemos entonces a un
investigador que le apuesta a la complejidad y el desorden, puesto que no son menos ajenos
al universo de las formas que describe el discurso científico. En esta reflexión, por lo demás
compleja y nutrida, no se trata de encontrar el punto medio de la relación entre el individuo
y las estructuras sociales, aunque la mediación realizada por el sociólogo y el antropólogo
se conviertan en una labor de traducción de una heteroglosia sin límites.
Encontramos también en este autor la confirmación de la necesidad de una
“reorientación del discurso existencial” mediante el cuestionamiento permanente de las
demandas cotidianas y los momentos en que el sujeto “se desdobla bajo el peso del sentido
común”, sin la parte de constante atención que también lo caracteriza, cuando inventa,
interfiere y restituye “la contextura del mundo”; esa contextura que se nos da, según
Joseph, como “la experiencia de la fluidez, de la copresencia y de la conversación, en la
que nuestras vacilaciones —“pequeñas oposiciones sociales”— descubren “la experiencia
del excedente de socialidad en su materialidad discursiva” .
Joseph expresa contundentemente que “cada vez que distinguimos las características
típicas de un medio, gracias a la abstracción analítica, nos veremos obligados a matizarla, a
tener en cuenta su parte de ironía o de paradoja, de manera que toda intención explicativa

37
Ibídem
1 7

nos llevará a la descripción detallada de una historia de vida, de una situación, de un


espacio de interacción”; aclarando que no se trata de innovaciones sino de “movimientos
exploratorios” —creativos por lo demás— de análisis de lo social en su tensión:
socialización-desocialización, y con ayuda de la microsociología.
La microsociología se debe al redescubrimiento de las sociabilidades que
proporcionó la Microhistoria desarrollada por Michel Foucault mediante el estudio de la
genealogía de los dispositivos disciplinarios y a la dinámica generada en las ciencias
sociales por la Historia de larga duración, impulsada por Ferdinand Braudel. Asegura que
en el primer caso:
se atribuye a la sociabilidad una función de resistencia a la normalización y a la
omnipresencia de relaciones de poder diseminadas, microfísicas; y esa sociabilidad indica
al investigador la vigencia de fenómenos de cualescencia en la superficie de lo social: lo
corriente de la amistad, las trivialidades del intercambio simbólico, los plegamientos de
sentido en nuestra vida cotidiana entre las bromas y los rumores, entre la ironía que invade
las relaciones jerárquicas y las rodea de movilización de recursos.
En cuanto a la sociología histórica de las mentalidades —de las instituciones o del
espacio público— llega paralelamente a la comprobación de los conflictos tradicionales de
las sociedades urbanas, las ‘luchas urbanas’ afirmando que:

no destruyen gran cosa, como si existiera un estrato inconmovible de las sociedades


urbanas, un estrato tibio de costumbres, de prácticas sociales de un género particular que
sólo se conjugarían en el modo infinitivo sin sujeto y sin objeto, prácticas inveteradas más
que tradicionales. El análisis de este estrato se refiere menos al peso de lo social que a su
gravedad propia. Por eso dicho análisis legitima bastante fácilmente un pensamiento de la
restitución, nuestras nostalgias del cual serían el buen sentido. Imagina ciudades
caparazones, situadas en el limite de lo orgánico y de lo mineral y cuya consistencia estriba
en regularidades que no son de tipo institucional puesto que toleran una cantidad
asombrosa de irregularidades: migraciones intraurbanas, formas de territorialización
discreta del espacio abuelito bondadoso (A. Battegay), pequeños mundos, círculos y sectas,
excentricidades tranquilas que hacen que las sociedades urbanas parezcan a veces
mantenerse al margen de su propia historia, indiferentes a las trepidaciones de todo lo
político.
En esta forma se explica el proceso de socialización-desocialización, esta acción
“pasmosa de adaptación, esta combinación de regularidad y de irregularidad”, en la que el
investigador “siente la tentación de extrapolar” su mirada a partir del “nuevo terreno que
percibe” en el ámbito urbano: “el barrio aldea instalado en la periferia del laboratorio
urbano”.
En otro aparte manifiesta que este tipo de sociología de la sociabilidad “asimiló el
primer postulado de la ecología” aquel que dice que las ciudades son el lugar por
excelencia de resistencia a lo político, porque están constituidas por una “pluralidad de
nichos”. Esta permanencia de aldeas en la ciudad no se relaciona con la permanencia de los
vínculos de parentesco, el único modo de afirmarlo sería tomando como modelo la aldea
étnica. Por el contrario las aldeas urbanas no son recuerdos o testimonios restituidos sino
1 8

que son “efectos del medio”, productos de una sociedad cada vez más fragmentaria en la
que el “espíritu de barrio” esta constantemente redefinido, reinventado, aunque no por ello
como respuesta exclusiva a la centralidad de la urbe.
Hoy se reconoce que el barrio, o la aldea urbana como lo llama Joseph, no es una
materialidad cultural que se concrete por vía de su patrimonio, puesto que es quizá la
expresión más acabada de resistencia a la “atracción del centro” de la ciudad. En este
sentido es que también se considera que las ciudades se desarrollan por sus bordes debido a
su inestabilidad natural.
Afirma Joseph que “mientras que el centro es el torbellino, el tráfago, la variedad de
lenguas, los barrios aldeas se caracterizan por su ciudad específica, por su visibilidad
parcial. No son pues ni microcosmos ni bunkers. Son áreas naturales que resultan de un
proceso de segregación más que de una política de segregación y su naturalidad es muy
precaria. Su identidad varía de una generación a otra. Estos barrios aldeas están
constituidos por poblaciones transplantadas.
En otras palabras son entidades sociales que por el entrecruzamiento de sus
fronteras son yuxtapuestas, producto de la negociación incesante y su exposición a la
mirada del vecino, es decir, fronteras al descubierto. Estas son las dos características del
mosaico urbano: son piezas unidas y yuxtapuestas, son una hibridación. “La ciudad es un
enmarañamiento de estilos, un lento mestizaje de los modos de vida”.
De acuerdo con este autor el estudio de “los enclaves” hizo menos decisivas las
problemáticas de la centralidad. Debido a que “un mosaico de territorios” es una entidad
por entero diferente de “un espacio organizado alrededor de un centro con una periferia”.
Es precisamente en este punto donde el investigador percibe el estallido de las relaciones
políticas en sus distintos “arcaísmos: tribus, clanes, “notables” y «patrones locales con sus
redes de amigos y sus solidaridades seudocomunitarias.”38 .
Hemos visto pues como los conceptos que retomamos en páginas anteriores: —la
deslocalización, la centralidad, la imagen de mosaico y la noción de movilidad— desde la
Escuela de Chicago y los posteriores centros de investigaciones que impulsaron y
renovaron las ciencias sociales en general, emergen nuevamente frente a nuestros ojos,
examinados de otro modo como fundamento de la microsociología y del análisis de redes.
De acuerdo con este autor, el tejido social, abierto o cerrado; el de las interacciones
cotidianas, relaciones de tránsito, o el de la sociedad entendida como conjunto, está
encadenado por una urdimbre de redes que pueden clasificarse en tres grupos separados
desde lo analítico: 1. Redes de sociabilidad: constituidas por los parientes, los vecinos, los
amigos. 2. Redes de comunicación: constituidas por la circulación fluctuante de
informaciones entre ciertos segmentos de una red de sociabilidad o de transacción y 3.
Redes de transacción: constituidas por los mecanismos sociales —institucionales,
informales, comunitarios, familiares—, para la óptima movilización de los recursos, la
utilización de intermediarios o la obtención de ganancias.
Desde una perspectiva metodológica, con el desmonte de las Redes de sociabilidad,
se puede analizar el funcionamiento de un campo de relaciones comunitarias en extensión,
cuando se trata de responder la pregunta: ¿Hasta dónde se extiende el espacio de una
38
JOSEPH; Op. Cit. 18-22.
1 9

comunidad? Y en comprensión, cuando la pregunta a responder es: ¿Qué entienden los


actores por el término ‘comunidad’?
El análisis de las Redes de transacción facilita establecer la disposición de las
cadenas de relaciones, cómo están orientadas hacia un fin: al acceso o la movilización de
los recursos. El empleo pragmático de la red, aunque no siempre consciente, consiste
entonces en resolver “esa categoría de problemas que exigen que un individuo apele a
«amigos y a amigos de amigos, con los cuales se puede hacer provisionalmente una
alianza». (Joseph: 1994,134). De la misma manera es posible precisar los mecanismos de
subsistencia económica puestos en marcha por los individuos, familias o comunidades, e
identificar los tipos de relaciones establecidas para lograrlo.
El análisis de las Redes de comunicación hace posible estudiar la capacidad de los
individuos o grupos para establecer acciones concretas, con el fin de modificar su entorno
social en situaciones que comprometen sus intereses, mediante códigos culturales y
sistemas de comunicación y cohesión. Del mismo modo permite determinar las formas en
que los individuos, las familias o las comunidades se organizan y establecen mecanismos
de solidaridad y cooperación.
El privilegio o sobredimensionamiento de una de estas perspectivas del
comportamiento humano, en el aspecto metodológico, produce resultados distintos para
quien investigue. En los inicios de la sociología y la antropología se dieron diversos
enfoques en los que la particularización de los sujetos objetualizaba el comportamiento, al
autorizar una visión demasiado genérica y global que lo reducía a proporciones estadísticas,
a regularidades causales que pretendían encontrar o descubrir leyes naturales. De igual
manera, este paradigma objetivista o cuantitativo39 , pretendía construir generalizaciones
universales, a partir de la toma de distancia frente al supuesto ‘objeto’ investigado,
deduciendo que en ello consistía la objetividad. Hoy ha cambiado la perspectiva de análisis,
aunque sus prácticas constituyen parte del trabajo que se realiza en cualquier investigación.
NIVELES SISTÉMICOS DE LA RED SOCIAL

Como lo señalamos anteriormente, en las sociedades contemporáneas la vinculación


del individuo a la sociedad se establece a través de algunas segmentaciones principales. En
el análisis de esas segmentaciones del individuo en la vida social, se puede reconocer su
condición de individuo arraigado, la distribución de su tiempo, los beneficios que puede
demandar del orden social, sus obligaciones respecto del mismo y sobre todo, permite saber
quienes son las personas que lo influyen y sobre las que ejerce su influencia.
Todas estas relaciones, tomadas en conjunto, definen algunos niveles básicos que
las investigaciones realizadas con esta metodología —hasta los años 80— no tuvieron en
cuenta. En este sentido es posible discernir un nivel mínimo o micro relacionado con el
sistema de relaciones cercanas, cara a cara, al que podemos denominar como interno o
endógeno por el carácter restringido de los vínculos que conforman la red individual, en un
solo ámbito de relación, puesto que un individuo pertenece a varios microsistemas al
mismo tiempo. De otra parte, existe un nivel distinto caracterizado por un sistema de

39
TORRES C., Alfonso. Estrategias y técnicas de investigación cualitativa. Bogotá: Unisur. 1996. p.
8-11.
2 0

relaciones más amplio, menos localizado, más externo, que podemos denominar exógeno,
caracterizado porque su análisis implica la descripción de los vínculos entre los sistemas
microsociales de un individuo.
Esta perspectiva nos muestra una diferencia substancial con los primeros enfoques
utilizados por Robert Park y los desarrollos posteriores propuestos por Mayer, Gluckman,
Bott o Barnes. Esta diferencia radica en que si bien, las relaciones sociales están
dimensionadas en un plano individual y un plano colectivo, el enfoque socioecológico que
retomamos ahora, propuesto por Uri Brofebrener, considera ambos planos como sistemas
abiertos de relaciones y no como dos planos radicalmente distintos, como el caso del
modelo ecológico de Robert Park, donde el primer plano —individual— es el sistema
abierto y el segundo —colectivo— el sistema cerrado. Como veremos la clasificación
socioecológica también define dos niveles primarios del sistema: endógeno y exógeno, que
en ningún caso son sistemas cerrados. De otra parte como lo hemos explicado
anteriormente, existe hoy una red metasistémica producto de la “glocalización” cuya
dimensión es planetaria, que si bien se puede ubicar como exosistema esto no debe hacerse
de manera tan simple.
En el Modelo Socio-ecológico de Redes propuesto en 1979 por Uri Brofebrenner 40,
al primer tipo de red se le distingue como microsistema y al segundo como un exosistema
subdivido en dos niveles: mesosistema —o sistema social medio— y macrosistema —o
sistema social macro. En el primer subnivel se ubican los vínculos que tiene el individuo
con personas de otros microsistemas a los que pertenece —instituciones, grupos sociales o
equipos de trabajo, etc.—. En el segundo subnivel se ubican los vínculos con las
instituciones del Estado o supraestatales. En un plano sociográfico este tipo de análisis es
policéntrico puesto que se considera un análisis comparativo de puntos en los cuales se
concentran los vínculos de diversas colectividades en relación con el Estado. Su disposición
en un plano nos mostraría la dispersión y concentración de vínculos institucionales.
En este sentido, se pueden calificar las conexiones de quienes están vinculados entre
sí —dos individuos como mínimo, e inicialmente—, por la relación social de sus extremos,
mediante la suposición de que sus vínculos son prescripciones relativas al trato mutuo, a
partir de pautas de comportamiento donde las obligaciones de un extremo son las
expectativas del otro41. Lo que hay que destacar aquí es el trato mutuo de los individuos que
ocurre dentro de un marco de identificación y en un proceso de reconocimiento de
alteridades relativas.
En esta óptica, advertimos que la perspectiva de red concibe las relaciones humanas
más allá de la interacción cooperativa —basada en la solidaridad42— y de la interacción
antagónica43 —defendida inicialmente por el Darwinismo social—. En ella entra también, lo

40
KLEFBECK, Johan. Un informe muy personal del primer encuentro internacional de redes. En
redes: el lenguaje de los vínculos. (compiladores: Elina Dabas y Denise Najmanovich). Paidos. Buenos Aires.
1995. pp... 21.
41
En esta perspectiva Erving Goffman retoma el presupuesto básico de la teoría sociológica
desarrollada por George Simmel, quien visualizaba la sociedad como un grupo de hombres que interactúan
bajo la perspectiva de la reciprocidad.
42
Como lo sustentaba Emile Durkheim al referirse a la “conciencia colectiva”
43
Premisa de los “Darwinistas Sociales” que defendían las principales “divisas” del Evolucionismo
en las Ciencias sociales y cuyo fundamento es el individualismo.
2 1

exclusivamente situacional, las relaciones de tránsito, el roce de hombros en una calle; o el


desplazamiento forzado producto del conflicto armado.
En este proceso de reconocimiento, cobran sentido los diferentes constructos
aplicados que deslindan el concepto de “identidad” al referirse a las grandes categorías
sociales —grupos y clasificaciones— que funcionan como categorías estructurales o
universales —a las que puede pertenecer y verse que pertenece un individuo— edad, sexo,
clase, etc.; Del mismo modo que, la identidad personal que proporciona el pilar subjetivo
con el que se construye la alteridad: “una continuidad orgánica única que se imputa a cada
individuo, la cual se establece mediante señas distintivas como nombre y aspecto, y se
perfecciona mediante el conocimiento de su biografía y sus atributos sociales”44.
En síntesis, una red social es concebida como la manera en que un grupo de
individuos establecen distintos tipos de relaciones a partir de unos intereses comunes. Estos
vínculos pueden ser de orden afectivo, económico, político o cultural. El tejido social,
abierto o cerrado; el de las interacciones cotidianas; el de las relaciones de tránsito, o el de
la sociedad entendida como conjunto— está conformado por una urdimbre de redes que
han sido clasificadas en tres grandes grupos separados desde “lo analítico”, teniendo en
cuenta los estudios anteriores: Redes de Sociabilidad, compuestas por relaciones de
vecindad, de amistad, o de parentesco; Redes de Comunicación, compuestas por las
relaciones que permiten la circulación fluctuante de informaciones según las direcciones
propuestas por la interacción y el diálogo y Redes de transacción, que implican la
movilización de los recursos, la negociación, resolución de conflictos y la utilización de
intermediarios.
De la misma manera, las redes sociales pueden ramificarse a partir de una persona
como en el caso de ciertas formas de parentesco; o de un grupo, como sería el caso de las
asociaciones veredales, barriales o comunitarias, conformando así un sistema de relaciones
sociales estructurado a nivel micro, meso o macrosocial. Del mismo modo, se trata de la
conexión social de “pequeños mundos”, de una complejidad de lugares —e incluso de no
lugares—, de ubicaciones, posiciones y situaciones sociales.
La siguiente sección muestra como se constituye e instituye “el lugar” como
posición, ubicación o situación desde la disciplina que tradicionalmente ha desarrollado el
análisis de red: la antropología, así como una aproximación a otras disciplinas que por su
fundamentación epistemológica consideran el análisis del espacio como su principal unidad
de estudio: la geografía y la arquitectura.
Variables, usos y limitaciones del análisis de red
Mirando retrospectivamente el desarrollo de las ciencias sociales, encontramos que
el Análisis de Red ha sido adoptado por los antropólogos como la herramienta principal en
el estudio relacional de las estructuras sociales y sistemas culturales, porque es adaptable a
los cambios que se producen constantemente en estos ámbitos. Este tipo de enfoque
adquiere importancia cada día porque el análisis de la vida urbana es cada vez más
complejo, porque las fronteras de las unidades de estudio —la familia, la empresa o el
enclave étnico—, delimitadas como unidades sociales “naturales”, no respondían a la

44
GOFFMAN, Erving. Relaciones en público: Microestudios del orden público. Página 194. Alianza
editorial. Trad. Fernando Santos Fontela. Madrid. 1979. pp....198.
2 2

atención que merecen los vínculos individuales, las localidades con las regiones, o la
nación con el “resto del mundo”.
En este sentido, la actitud abierta y de franca desconfianza hacia este tipo de
unidades ha posibilitado que la complejización sociocultural de la vida contemporánea
pueda ser estudiada rigurosamente. Como lo manifiesta Hannerz el concepto de “campo
social” sirvió en principio para separar una parte de la sociedad, una parcela del entramado
de relaciones del vasto tejido social. La necesidad de delimitar nuevas unidades de estudio
con mayor cuidado llevó al análisis de red “como un paso adicional hacia la comprensión
de tales unidades, en la medida en que hacen posible una especificación más exacta de la
naturaleza de los vínculos dentro de dicho campo”. En otras palabras, el análisis de red
sirve “para extraer de un sistema más amplio y con propósitos analíticos, conjuntos más o
menos complejos de relaciones”, puesto que siempre estamos delimitando unidades
prácticas para el estudio y no el mundo-total; aunque en niveles de abstracción mayor y
sobre problemas globales es factible hacerlo, como lo veremos más adelante.
En todo el sentido de la palabra, el análisis de red, es un “ejercicio de flexibilidad”
personal, situacional, metodológica y científica. Como lo vimos en un principio las
personas tienen muchas participaciones situacionales o roles en su sociedad y
consecuentemente diferentes tipos de relaciones. En este orden de ideas, situar las
relaciones en un espacio y delimitarlas —redes de sociabilidad, comunicación o transacción
— y establecer conjuntos de relaciones, analíticamente separados, constituye su eje
fundamental. Como lo veremos más adelante, acudiendo a las herramientas metodológicas
y teóricas de la geografía, los roles desde el punto de vista funcional y en un plano
geopolítico, exclusivamente, desde el análisis de red, proporcionan nuevas formas de
estudio, observación y comprensión del mundo en que vivimos.
Vimos como en principio estuvo centrado en el análisis estructural-funcionalista de
la vida social bajo la óptica de que la sociedad estaba constituida únicamente por
instituciones que regulaban y controlaban normativamente a los individuos, esto suponía
que los individuos se comportaban exclusivamente de acuerdo con las normas —los roles
eran prescriptivos—, de manera que la descripción de las normas era la descripción del
comportamiento social. Posteriormente, como respuesta a esta perspectiva se iniciaron las
investigaciones sobre aquellas “áreas de la vida social que estaban menos claramente bajo
el control normativo de la sociedad”45
En este sentido, se diferenciaron las relaciones estructurales (roles prescriptivos) de
las relaciones personales (amistad, clientela) y las relaciones categoriales (roles
situacionales). Esto ha llevado a creer que donde los repertorios de papeles son más
variados y por ende las redes, estas combinaciones de experiencias y recursos “ofrecen
espacio para adaptaciones y estrategias innovadoras”. Estas perspectivas de estudio que no
tienen en cuenta las fronteras convencionales de los sistemas socioculturales proporciona
un panorama más apropiado de una estructura social diferenciada.
Ahora bien, esta forma de abordar la vida social adquirió cierto complemento desde
una perspectiva sistémica que si bien abre nuevos planteamientos está ligada —en cierto
modo—al estudio de las relaciones institucionales en diversas escalas, hecho que permite el
análisis de políticas públicas o de intervención del Estado. El percibir las redes como
45
HANNERZ, U. Op. cit 198
2 3

sistemas sociales y como nichos ecológicos obedece al desarrollo que se esperaba de este
tipo de análisis.
Tanto el modelo socioecológico desarrollado en psicología y psiquiatría en torno de
la terapia sistémica; el análisis de red aplicado a los estudios microsociales de la sociología
contemporánea, como sus aplicaciones en los estudios de la antropología urbana retoman
las dos distinciones elaboradas por J. Clyde Mitchell46. Se trata de puntualizar el análisis en
“Atributos Interaccionales”, en los vínculos particulares de los individuos analizando la
cercanía emocional y afectiva de sus componentes —Intensidad—; los tiempos
diferenciales que permanecen en el tiempo como experiencia duradera y compartida —
durabilidad—; la cantidad de contactos durante una unidad de tiempo —frecuencia—; o el
tipo de práctica sociocultural que los vincula —contenido—; todos estos atributos han sido
también definidos como atributos relacionales. Hay otro tipo de atributos que van más allá
de lo descriptivo y que requieren un nivel de abstracción distinto: los Atributos
Morfológicos, que podemos dividir en:
1. Atributos estructurales: que son aquellos que dicen del tamaño de la red, cuando
fija el centro y sus límites para contrastarla con otras redes; de la densidad, cuando verifica
los contactos reales de la red con la cantidad de contactos posibles; de la composición de la
red, cuando pueden diferenciar microsistemas sociales que se vinculan a través de un
individuo o institución; de la dispersión, cuando se analiza la territorialidad de sus
componentes; de la accesibilidad, cuando se analizan las posibilidades de acceder a una red
por consenso o involuntariamente; de la homogeneidad y heterogeneidad; cuando se
analizan en conjunto los atributos relacionales y estructurales anteriores y se contrastan
subconjuntos o subsistemas dentro de la red.
2. Atributos funcionales: como la Multidimensionalidad o Versatilidad, cuando se
pueden diferenciar las múltiples funciones sociales que desarrolla una red debido a la
fortaleza de sus vínculos y a la diversidad de sus componentes; como la Reciprocidad,
cuando se puede establecer la correspondencia simétrica del contenido de las relaciones
entre los elementos de la red; como la Calidad, cuando puesta en un escenario global o más
general podemos diferenciar subsistemas o subconjuntos de relaciones que comportan
mayor cercanía y fortaleza debido a la efectividad de las relaciones en torno a una
estrategia social en común.
Por el momento nos referiremos a los atributos morfológicos para ver la forma en
que se ajustan los vínculos unos a otros, puesto que esta es una de las principales
contribuciones del análisis de red a las ciencias sociales y quizás la primera. Según Hannerz
existe una primera área de variación en torno a la metodología utilizada para definir el
centro específico y sus límites exteriores. En este caso hablaremos de redes de relaciones
personales.

46
MITCHELL, J. Clyde. La antropología social de las sociedades complejas. Alianza. Madrid. 1980
2 4

Gráfico No 1. Redes de Relaciones:


Egocentradas

Estrella de primer orden Zona de primer orden

Estrella de segundo orden Zona de segundo orden


Existen Redes Egocentradas que pueden delimitarse a partir de un individuo —ego
— que explica sus relaciones directas con otras personas para formar una Estrella de
primer orden. Si se incluyen las relaciones laterales que existen entre las personas que
tienen relaciones directas con ego, el conjunto de relaciones resultante se llama Zona de
primer orden. Cuando se tienen en cuenta además las relaciones directas de otras personas
que no tienen relación con ego se denomina Estrella de segundo orden. Y si se incluyen
de nuevo las relaciones laterales de ese último nivel de personas es una Zona de segundo
orden47.
Vale la pena anotar que el anclaje del centro de la red puede estar definido a partir
de un individuo o dos. De otro lado, este tipo de redes es lo que se ha denominado como
“red personal”, “red social personal”, “red social significativa”, “mapa mínimo”, etc.
También hay que decir que este tipo de red desde el modelo socioecológico de
Brofenbrener es un microsistema social, usualmente distribuido en un ámbito de relaciones
muy localizadas.
En trabajos anteriores sobre el análisis de red muchos investigadores enfatizaron en
una característica morfológica de enorme importancia en el desarrollo práctico de la labor
de delimitación, se trata de la densidad, aquello que Elizabeth Bott denominó
intervinculación. Es decir, la proporción de relaciones existentes dentro del número de

47
La base conceptual para la utilización de estas categorías proviene de Ulf Hannerz 1986: 198.
2 5

relaciones que existirían posiblemente entre una cantidad determinada de personas si


estuvieran todas directamente vinculadas entre sí.
En el siguiente gráfico veremos como aumenta la densidad de la red a medida que
las relaciones directas aumentan entre quienes la componen. En el lado izquierdo vemos
como la red compuesta por 8 personas podría tener 28 posibles relaciones directas. La
forma más sencilla de saber el número de relaciones directas es contando el número de
relaciones que puede tener un ego cualquiera de la red con las restantes personas que la
Gráfico No 2. Redes de Diversa
Densidad

componen. En este caso tendría la posibilidad de relacionarse directamente con 7 personas,


pasando a una siguiente sin repetir en ningún el vínculo con la persona(s) anterior veremos
que contiene las mismas posibilidades pero solo contaremos 6, para el siguiente 5, luego 4,
posteriormente 3, luego 2 y por último 1. Sumando estas relaciones nos damos cuenta que
efectivamente son 28.
Después de esta actividad y centrados en el mismo gráfico dividimos las relaciones
existentes entre las relaciones posibles para conocer la densidad de la red: 9 dividido en 28
= densidad total = 0,32. En el gráfico siguiente —de izquierda a derecha— la red es la
misma pero la densidad es mayor: 11 relaciones directas existentes divididas en 28
relaciones directas posibles = a una densidad de 0,39. En el gráfico siguiente la red es la
misma pero la densidad es mayor: 19 relaciones directas existentes divididas en 28
relaciones directas posibles es = a una
densidad de 0,67.
En los estudios de Philiph Mayer y Elizabeth Bott hay una conexión entre la
densidad y el control social. Como lo afirma Hannerz en una red densa la exposición de las
personas a la influencia de otras, ya sea por vínculos directos o indirectos, es bastante. Sin
embargo, profundizando un poco teniendo en cuenta los niveles y grados de comunicación,
encontramos que tal control social sólo es posible donde la información y por tanto la
influencia es multidireccional. Esto quiere decir que cuando la comunicación está orientada
en un solo sentido, las posibilidades de influir son mucho menores puesto que las
posibilidades de ser extremos receptores también se ven reducidas.
En este sentido la discusión ha continuado pero en otra dirección. Muchos
antropólogos afirman que la densidad no está dentro de la red puesto que la proporción de
2 6

relaciones puede ser mayor en ciertas áreas de la red, lo que implica que pueden existir
pocas conexiones y por ello puede considerarse una red aparte, una red distinta. Vemos
pues como el agrupamiento empieza a tomar importancia y como la posición del individuo
cobra una nueva dimensión, puesto que un persona expuesta a diversas influencias frente a
tales agrupamientos distintos, ocupa una posición completamente diferente a la posición
que ocupa una persona en una red con una densidad más homogénea.

Veamos ahora como la perspectiva adoptada por Carlos Sluzki para desarrollar la
terapia sistémica a partir del modelo socioecológico de redes de Brofenbrener nos orienta
en este sentido. En el gráfico No 3 observamos una red personal o red significativa que
retoma los desarrollos posteriores de los problemas que surgieron a partir de la reflexión
sobre la densidad de las redes. Por una parte se impulsó la discusión en torno de nuevas
categorías para definir la cercanía de las conexiones y para ello se identificaron a partir de
un ego tres niveles de red: redes íntimas, redes efectivas y redes extensas.
Podemos observar cada uno de los niveles de la red social personal o significativa
desde la distancia de un ego particular, que en este caso está representado por el doble-
círculo y sus límites exteriores están representados por los círculo más externos de la red
total.

Sin embargo estas redes o niveles de red no pueden ser exclusivamente


dimensionados a partir de sus atributos estructurales o morfológicos y funcionales, puesto
que la intensidad de las relaciones o los contactos y el contenido de esas relaciones son
factores interdependientes que no pueden simplemente obviarse. Estos atributos
relacionales no están determinados por el alcance de la red en términos cuantitativos sino
por criterios interaccionales cualitativos. De otra parte la heterogeneidad de las redes es
posible visualizarla en dos sentidos diferentes; uno de ellos, vinculado con la variabilidad
en torno del género, sexo, edad o grupo étnico y el otro, con la variabilidad en torno de
microsistemas en cada uno de los niveles de red.

Gráfico No 3. Redes Íntimas, Redes Efectivas Y Redes Extensas


2 7

En el modelo socioecológico estas diferencias son denominadas como micro, meso


y macrosistema respectivamente. Sin embargo la bondad de este modelo es que permite
discernir no solo estos niveles sino también las densidades relativas de cualquier red social
personal.
Para concluir y retomando lo dicho hasta ahora, podríamos agregar los presupuestos
básicos enunciados por Carlos Sluzki en los que expone las ventajas del análisis de red. En
Gráfico No 4. Redes Microsistémicas De La
Red Social Personal

D
C

E: Ego; A: Vecinos; B: Familia; C: Compañeros De


Estudio; D: Compañeros De Trabajo
sus palabras, el análisis de red expande la capacidad descriptiva en cuanto que nos permite
observar procesos adicionales que antes se consideraban secundarios o irrelevantes.
Además expande la capacidad explicativa, puesto que posibilita plantear nuevas y más
completas hipótesis que interconectan un mayor número de variables que originan,
desarrollan o disipan un fenómeno social concreto situado en un espacio tiempo específico
y por último; desde la terapia sistémica, expande la capacidad terapéutica, porque permite
establecer los actores, agentes y agencias, así como las acciones estratégicas necesarias en
la formulación de políticas aplicables y prácticas institucionales, culturales y sociales que
permitan soluciones efectivas a los problemas considerados.
Del mismo modo en la sociometría se han creado fórmulas para las diversas
variables a las que hemos hecho relación en este texto y un cúmulo de cálculos de los que
surgen nuevas variables y usos del análisis de red. En cuanto a las limitaciones más
profundas es reconocido que cuando las unidades de red son bastante amplias, la
información obtenida sin un control preciso de sus límites, sobrepasa los esfuerzos del
grupo de investigadores. Un ejemplo muy conocido es el estudio realizado por Jeremy
2 8

Boissevain48 en el que se llevó a cabo un análisis de las redes personales de dos individuos,
maestros de escuela, mediante la cobertura de sus zonas de primer orden —contactos
directos— en las que se registraron 1751 y 638 personas respectivamente. Se excluyeron
los individuos menores de 14 años y se le levantó una ficha a cada uno, después de lo cual
decidió dar por terminado el estudio, puesto que para comprobar la información
proporcionada por estas personas se necesitaban alrededor de 2389 personas y fichas más,
base de datos completamente inmanejable.
Este ejemplo nos proporciona una idea de lo que pudo haber sucedido si se hubiesen
tenido en cuenta los niveles siguientes de red. En este sentido es necesario decir que las
limitaciones de este tipo de análisis están circunscritas a las fronteras cuantitativas,
espaciales y metodológicas del proceso de recolección de la información. Que el estudio
sea el de una celda, esquina o taller y no implique sino las relaciones de las personas
enmarcadas en este espacio —microsistema— o el realizado por Boissevain constituyen
una limitación para el análisis de red.
Referencias gráficas de un análisis de red
Hasta aquí vemos como el mundo contemporáneo puede ser estudiado mediante el
análisis de red, ya sea porque lo lleve a cabo un antropólogo, un psiquiatra, un arquitecto o
un geógrafo. Por otro lado al comparar las posibilidades del análisis con la diversidad de
circuitos que vinculan localidades dispersas de todo el planeta, sentimos que es la manera
más aproximada para el estudio de la vida social actual.
La interacción global, local, familiar o personal representa en todo, el sentido de la
palabra, intercambios significativos desde lo económico, político y sociocultural; las redes
posibilitan tales intercambios porque rebasan “las discontinuidades producidas por la
diversidad espacio-temporal de los territorios”49. Son intercambios que a su vez, “suponen
grandes movimientos de mercancías e información, los cuales, lejos de realizarse
libremente en un espacio isotrópico, deben utilizar las redes de infraestructura disponible50.
En esta sección nos tomaremos la libertad de traer las definiciones propuestas por
los geógrafos Antonio Flórez y Philippe Chenut en torno a las líneas gruesas formuladas
con respecto a las referencias gráficas que se necesitan para el diseño de redes en
cartografía temática. Las definiciones que citaremos en extenso se refieren al gráfico
diseño de redes en cartografía perteneciente al texto precitado51. En este artículo
presentan tipologías de red, métodos de construcción y algunos ejemplos52.

48
1976:97-146 citado por Hannerz 1986
49
La elaboración de texto según los autores se inspira principalmente en las obras de “Abler et al.
(1977), Bertin (1967 y 1977), Bord (1984), Dent (1985) y Dickinson (sin fecha, citados por Antonio Florez y
Philipp.e Chenut. Diseño de redes en cartografía temática. En: Revista de Gegografía, Departamento de
Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, universidad Nacional de Colombia. Santafé de Bogotá Vol VI. Nº
1-2. P. 188. 1997.
50
CLAVAL, 1993 citado por Flórez y Chenut 1997: 175
51
FLOREZ, Antonio y CHENUT, Philippe. Diseño de redes en cartografía temática. Revista de
Geografía, Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, universidad Nacional de Colombia.
Santafé de Bogotá Vol VI. Nº 1-2. Pag. 188. 1997.
52
La elaboración de texto según los autores se inspira principalmente en las obras de “Abler et al.
(1977), Bertin (1967 y 1977), Bord (1984), Dent (1985) y Dickinson (sin fecha, citados por los autores)” .
2 9

En palabras de estos geógrafos la información gráfica constituye un “sistema


espacial de signos” independiente del tiempo, y es además, el medio más apropiado para
transmitir información en el menor tiempo posible. De esta forma el lenguaje analógico nos
permite justificar el uso de diversas imágenes para describir, explicar y comprender
procesos sociales complejos.
Gráfico No 5. Diseño de redes en cartografía. Está en diskette No 1

1. La construcción rectilínea: los elementos se disponen en línea recta. Los


enlaces son curvos y se reparten a lado y lado de la línea (1, 2, 3, ). Esa construcción es
útil cuando A, B, ... presentan un carácter ordenado o cuando la naturaleza de los
enlaces justifica una repartición en dos grupos.

2. La construcción circular: los elementos A, B, ... se disponen en circulo;


todos los enlaces son líneas rectas. A priori, esta es la construcción que ofrece la
imagen menos confusa, independientemente del número de cruces que la información
en bruto pueda contener. Constituye un punto de partida para el problema de la
simplificación (4, 5, 6).

3. Las mallas de puntos: si no se utiliza el alineamiento rectilíneo o el


circular, se dispone de todo el espacio para disponer los elementos. La figura así
construida es una malla de puntos. En (7) los enlaces se representan por líneas y los
elementos por puntos. En (8) se tiene lo inverso. Las líneas representan ambas cosas
en (9). La implantación zonal se muestra en (10). Las zonas expresan la inclusión y
permiten transcribir toda la información considerada. Como se observa aquí, éstas
pueden expresar a la vez el elemento y todos los grupos sucesivos generados por él o
también reagrupar los elementos entre ellos.

4. Las mallas de puntos ordenadas: en la malla de puntos anterior las dos


dimensiones del plano carecen de significación. Si se considera que el orden alto-bajo
representa en el ejemplo escogido una sucesión de generaciones, se asumen las
construcciones clásicas de los árboles genealógicos (11). La significación ordenada del
3 0

plano facilita la comprensión de la imagen con respecto a la de (7). El intercambio línea-


punto permite construir (12), en donde la serie de generaciones se reparten
sucesivamente las dos dimensiones del plano. Las líneas solas permiten construir (13),
que aparece como la solución más sencilla. Se pueden construir zonas de manera
ordenada dibujando imágenes como (14), fáciles de abordar.

5. Los estereogramas: sea cual fuere la disposición de cinco puntos no


alineados por tripletas en el plano, sus correspondencias incluyen al menos un cruce no
significativo (Bertin, 1967). Por el contrario, si se instalan estos puntos en un espacio
tridimensional, es posible evitar todas las intersecciones no significativas. Si el dibujo
sugiere el volumen (15. 16, 17, 18), también sugiere que las líneas no se intersectan. Es
necesario transmitir la idea de profundidad. Esta se obtiene mediante implementación
de diversas percepciones. En (15), los elementos 1, 2, 3,... se representan por puntos. El
conjunto de relaciones se simplifica considerablemente cuando esos mismos
elementos se representan por líneas (16, 17). Las zonas también pueden representarse
en las tres dimensiones del espacio. Ellas destacan el agrupamiento de las
generaciones sugerido en (14).

6. Los diagramas: toda red puede construirse mediante un diagrama. Para


ello basta con representar dos veces la componente A, B, ... Una jugará el rol de
conjunto de partida y la otra el de conjunto de llegada. Existen dos posibilidades de
representación: los alineamientos paralelos figura 7 (19), útiles para establecer
comparaciones de orden, y la matriz (20). esta última permite transponer filas y
columnas, permitiendo así simplificar informaciones complejas.

7. Redes y mapas de flujo. Al graficar una red el diseñador goza de la


libertad de disponer libremente los elementos en el plano, para obtener la figura más
clara posible. Los mapas de flujos no pueden apelar a este recurso. La
georeferenciación de los lugares implica con gran frecuencia una gran concentración
de elementos gráficos en sectores reducidos y muchos cruces, los cuales hacen difícil
percibir las relaciones contenidas en la información. Reemplazar un mapa de flujos por
una red no georeferenciada permite superar esta dificultad, a costa de sacrificar la
localización. [Los gráficos alusivos al sistema de ciudades ilustran esta posibilidad]. La
gran cantidad de cruces y la excesiva proximidad de algunas ciudades hacen difícil
apreciar los subsistemas existentes y su modo de interarticulación. Abstrayendo en un
diagrama de red el conjunto de relaciones se puede apreciar fácilmente los
subsistemas.
3 1

Las redes ofrecen posibilidades de describir el espacio compuesto por las relaciones
existentes entre elementos pertenecientes a un solo conjunto. Un mapa de flujos puede
resultar confuso cuando el volumen de elementos relacionados entre sí es demasiado
grande. En esas condiciones, un modo de representación no georeferenciado es capaz de
mostrar eficazmente la estructura de relaciones existentes. El punto más delicado es
encontrar una exitosa transformación de la red, con el propósito de obtener una figura
fácilmente comprensible, a través de la cual sea posible aprehender con un breve examen la
estructura del espacio representado.
La georeferencia se refiere a las representaciones o imágenes cartográficas que
desde la geografía política han sido definidas a partir del concepto de “lugar”, concepto
relacionado históricamente con “la teoría del lugar central” y que actualmente se torna
problemático para las restantes disciplinas de las ciencias sociales y humanas.
Para la geografía política es fundamental concebir el espacio físico como el soporte
de nuestra vida cotidiana y de nuestras relaciones sociales. La interacción con el medio es
la que dice del lugar en que se definen los múltiples comportamientos sociales y por ello la
importancia de estudiar la forma de la superficie del espacio terrestre. La heterogeneidad 53
de nuestra superficie es enorme y en ella son relevantes los factores de Ubicación que
definen cada lugar. Estos factores son la Situación, la Posición y la Localización.
Una Situación es la relación constante con el espacio geográfico como un todo:
Coordenadas cartográficas, latitud, longitud y altitud que permiten establecer valores
constantes a lo largo del tiempo. Es una delimitación que tiende a realizarse en términos
absolutos puesto que no entraña el análisis de la actividad humana. En la mayoría de los
casos lo que importa es la delimitación en relación con otros lugares, situaciones o
acontecimientos en el espacio geográfico.
La Posición es la situación relativa de nuestra ubicación, por cuanto definimos su
relación con respecto a lugares significativos para el análisis. Se trata de la situación en
comparación con algún otro lugar específico, determinado por circunstancias socio-
temporales54.

La Localización, se refiere al lugar de las prácticas sociales —consciente o


inconsciente— puesto que todos los seres humanos “disponemos de la posibilidad de crear
cosas y desplazarlas, decidiendo cual es el punto o lugar que deben ocupar y al que deben
dirigirse, nos referimos a la ubicación de actuaciones humanas en el espacio geográfico.
Por localización nos referimos a aquello que se halla en un punto o lugar como
consecuencia de una decisión humana o práctica social específica.
Toda ubicación humana localizada (por decisión) en un lugar, le corresponde una
situación respecto a las coordenadas geográficas y tantas posiciones —relativas— con
53
Heterogeneidad de contenido en cuanto a la diferenciación de las cuatro grandes esferas
geográficas: litosfera (distribución de los elementos químicos que generan los recursos geológicos),
hidrosfera, atmósfera (diversas áreas y regiones climáticas) y biosfera. Y heterogeneidad de forma en cuanto a
la distinción de los límites de contacto entre estas esferas y de su forma de superficie. Esta configuración de
formas, materiales y climas configura cada medio geográfico como soporte personal, social y relacional,
dando lugar a innumerables situaciones diferenciadas.
54
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Geografía Política. Madrid. Editorial Síntesis. 1992.
3 2

relación a tantos otros puntos o lugares en el espacio con los que le interese relacionarla.
Hasta aquí vemos como el análisis de redes proporciona herramientas para el
estudio de las relaciones, situaciones, deslocalizaciones, roles, estructuras y procesos
socioculturales sin que el espacio geográfico cobre realmente la importancia que ha
merecido hasta ahora en las ciencias sociales. Cambiando un poco de perspectiva, estos
últimos conceptos —de la geografía política— traídos a colación, sobre el estudio de la
estructura espacial, nos servirán como punto de comparación para delimitar en forma global
el campo de acción de varias disciplinas científicas y con otras concepciones del “lugar”.

LA AN-TROPO-LOGIA Y LA DELIMITACION DE LUGAR


En esta sección podremos visualizar como el análisis de red puede constituir una
forma de estudio que prescinde —en cierto modo— del concepto de lugar, o incluso, lo
puede negar. Esta negación del estudio del lugar puede integrar la posición política,
epistemológica y metodológica desde la cual habla el investigador, la disciplina o el sujeto
social investigado. En los siguientes párrafos presentaremos un panorama con el que
podemos avanzar y comprender posteriormente el análisis de red aplicado al estudio de
nuestra vida contemporánea. Veremos entonces, las discusiones en torno del concepto de
“lugar” desde la antropología, la arquitectura, la geografía y en este mismo orden ciertos
elementos fundamentales que subyacen: el hombre y su interacción con otros hombres, el
ambiente construido por él y el espacio físico natural —geográfico—.
En la antropología contemporánea se adelanta, sino la más importante discusión
sobre la validez de la etnografía como principal vía metodológica cualificada
históricamente y la más tajante evaluación de la antropología como una disciplina con
especificidad en las ciencias sociales, todo ello a partir de sus resultados, por lo general del
texto etnográfico.
De este modo, se revalúan sus implicaciones políticas en la producción de
conocimiento y particularmente la forma en que la etnografía caracteriza la disciplina. Esta
reflexión crítica ha revisado sus presupuestos principales en una perspectiva histórica. En
nuestros días, el rigor con que se realiza el análisis cultural desde la antropología, la
realización de la etnografía y el examen de los textos etnográficos a partir de la
hermenéutica, ha conseguido profundizar en particular sobre la polémica generada en torno
a la ubicación que ocupa el científico social en la etnografía (en sus aspectos
metodológicos) y al análisis del lugar o la ubicuidad del investigador y su objeto de estudio
en un tiempo y espacio concretos.
En vista de lo anterior y retomando esta perspectiva es posible preguntarnos ¿Qué es
lo que podemos considerar como lugar desde y en la antropología? ¿Es la ubicación del
etnógrafo o etnógrafa en su sociedad (mercado profesional, estatus)? ¿Es la ubicación del
investigador(a) con respecto a su “objeto de estudio”(investigador participante, investigador
de gabinete)? ¿Es el punto de vista privilegiado (bienvenido o no) o ubicuidad del
investigador(a) en el espacio social donde lleva a cabo su estudio? ¿Es la ubicación del
antropólogo(a) en la Antropología (tradicional, contemporánea, etc.,.) con respecto a las
nuevas teorías, métodos y técnicas? ¿Es el sitio o espacio en el que se hace el análisis
cultural (en Bogotá o en el Amazonas)? ¿Son los diferentes contextos privilegiados por esta
3 3

disciplina para llevar a cabo su análisis cultural (márgenes, sitios exóticos)? ¿Es la
ubicación del objeto de estudio en cuanto a tiempo y espacio en términos generales (los
afroamericanos en Colombia 1570-1995, p. ej.)?
Las respuestas a estas preguntas tienen múltiples razones, argumentos y
controversias, en distintos niveles y grados de complejidad, interactivos a la disciplina. Es
un cuestionamiento que se refiere tanto al espacio: geográfico, en abstracto y al espacio
social como al imaginario del sujeto social investigado o del etnógrafo que desarrolla su
trabajo de campo. En este sentido, la composición del lugar es una urdimbre compuesta
como mínimo por un lugar social, un lugar geográfico y un lugar imaginario. Definir
cuál de ellos es más relevante para llevar a cabo una investigación sociocultural es
considerar la dinámica contemporánea de la antropología en perspectiva.
En cierto modo, la actual antropología está guiada por una distinción epistemológica
fundamental que parte de la dicotomía existente entre los conceptos de orden y caos.
Parafraseando a Renato Rosaldo, la enorme influencia de la teoría del orden social
construida por Emile Durkheim ha conducido a la disciplina hacia una mínima
interrogación sobre el caos, comúnmente mirada de soslayo y “(asociada además con un
concepto de violencia natural tomada de lo expuesto por Hobbes) apenas articulada, que no
ofrece un estudio serio sobre el lado oscuro de su visión”.55
De la misma manera afirma este autor que actualmente se privilegia el estudio del
cambio social y no el de la estructura, condición sine que non cuando se trata de construir
una representación procesal desde la antropología. En este orden de ideas, el caos y el
cambio cultural remiten a la movilidad y dispersión geográfica, la improvisación, los
eventos fortuitos, la “falta de orden”, al desorden, el anonimato, la marginalidad; a un
nuevo derrotero en el análisis sociocultural propuesto por la Sociología de la Cultura, la
Comunicación Social, la Psiquiatría, la Semiótica y cierta parte importante de la
Antropología.
Este fenómeno en las ciencias sociales contemporáneas es positivo si consideramos
las formaciones políticas latinoamericanas, su desarrollo en el sistema capitalista mundial,
su correspondiente lugar en la nueva división internacional del trabajo y su proceso
histórico. En este contexto la diversidad sociocultural y la heterogeneidad estructural,
bastante evidentes por sí mismas, han sido interpretadas durante mucho tiempo como
sinónimos de un peligroso “desorden social”. En este sentido, solo basta leer cualquier
diario nacional para ver como emergen ante nuestros ojos conflictos sociales con carácter
crónico, atribuidos a la “falta de orden” institucional, jurídico o “moral”, en parte por la
ausencia de autonomía política, por la inexistencia de proyectos socio políticos y
económicos más democráticos y equitativos que involucren a la sociedad civil en su
conjunto.
Ahora bien, independientemente de lo anterior, según se desprende de los avances
teóricos posteriores a 1930, se considera como fundamental la presencia del investigador en
el espacio en que se efectúa el análisis sociocultural, además de una carga teórica, con la
que podría reconocerse al etnógrafo como teórico trabajador de campo y al método de
estudio utilizado como la Observación participante, que en nuestro medio por influencias

55
ROSALDO, R. Op. cit 98.
3 4

teóricas y políticas a partir de los años 70, se llegó a denominar: Investigación Acción
Participativa (IAP).
Tomando estos presupuestos teóricos contemporáneos, podemos decir que existe un
consenso muy flexible en torno a la distancia pertinente entre el investigador y “el objeto” o
los sujetos investigados en el análisis social. Categorías como Etic y Emic hacen parte del
vocabulario actual de una buena parte de la antropología contemporánea en Norteamérica,
tomadas de la lingüística Saussurreana por la escuela del Materialismo Cultural y —que
traducidas aproximadamente— se refieren al “adentro” y el “afuera” del investigador en el
campo estrictamente etnográfico (Harris;1987); y lo que ahora algunos hermenéutas
norteamericanos consideran como una dialéctica entre la experiencia y la interpretación.56
En un ámbito como este, de experiencia individual y colectiva, encontramos que la
afirmación realizada por Marc Augé concuerda con la perspectiva norteamericana de James
Clifford; Dick Cushman; George Marcus57 y Renato Rosaldo principalmente, en cuanto a la
ubicación del etnógrafo en un lugar antropológico concreto, independiente de como se lo
exprese:
“La antropología siempre ha sido una antropología del aquí y el ahora.(...) es (el
etnólogo) el que se encuentra en alguna parte (su aquí del momento y que describe lo que
observa y lo que oye en ese mismo momento)” 58; además de ello, lo considera como la base
fundamental de la identidad cultural, sin caer tampoco en la visión de una identidad
absoluta, simple y sustancial, tanto en el plano colectivo como individual, cuando afirma
que: “...ni la cultura localizada en el espacio y en el tiempo, ni los individuos en los cuales
se encarna, definen un nivel de identidad básico más acá del cual ya no sería pensable
ninguna alteridad”. Según este autor los rasgos que caracterizan el lugar antropológico son
tres:

1. Son espacios que se consideran identitarios, pues el nacer y el residir son


elementos constituyentes de la identidad, sin importar el grado a que podamos referirnos.
2. Son espacios relacionales, porque dentro de este siempre habrá una
distribución concreta de los elementos. Estos elementos son en cualquier grado elementos
en posición y por ello demandan relaciones de coexistencia que inscriben a los individuos
un sitio específico del conjunto y en la topografía y topología social que ocupa.
3. Son espacios históricos, en la medida en que sus actos se distribuyen de
acuerdo con temporalidades particulares o colectivas dentro del juego de relaciones con
otros individuos y el espacio, para construir los referentes que dan significado a la
coexistencia —el sentido identitario—.
En este orden de ideas, podríamos decir que la etnografía como sistematización de
las percepciones en un contexto específico, tanto teórico y general como particular y
empírico, así como la validación del espacio etnográfico a partir del texto, no es nada nuevo
56
MARCUS George y CUSHMAN, Dick. “Las etnografías como textos” en El surgimiento de la
Antropología posmoderna (Reynoso Carlos, traductor y compilador) Gedisa Editorial, Buenos Aires, 1992.
57
Nos referimos a un texto compilado y traducido por Carlos Reynoso llamado El surgimiento de la
antropología postmoderna. Gedisa Editorial, Buenos Aires, 1994.
58
AUGÉ, M. Op. cit 16
3 5

y mucho menos su autoridad, porque estos presupuestos siguen basándose en la presencia


del antropólogo en el sitio en que realiza el análisis cultural, condicionado en principio por
leyes físicas de un tiempo y espacio concretos. Hasta aquí, vale decir, que encontramos un
tácito acuerdo entre quienes construyen la disciplina actualmente. Sin embargo, tales
presupuestos pueden parecer muy obvios y ser confundidos con la forma de ubicar al
etnógrafo en el texto o en el informe final de la investigación, P. Ej.
Las diferentes perspectivas teóricas y metodológicas utilizadas hasta hoy por la
antropología, recordémoslo, han sido el producto de cambios radicales, que a diferentes
tiempos y velocidades, han modificado el conjunto general de grupos humanos que
habitamos el planeta. La Primera y Segunda Guerra Mundial son algunos de los ejemplos
palpables que provocaron a su vez la caída y la aparición de otros enfoques que han
contribuido a la cualificación científica y óptima de esta disciplina, sin afirmar que fueron
única y exclusivamente estos factores, pues tal proceso no ha ido en una línea recta
continua o en un sentido especial proyectado desde un principio.
Hoy es posible vislumbrar nuevos procesos con base en cambios tan radicales como
la “Revolución microelectrónica” y su influencia en los medios masivos de comunicación;
la globalización de la economía y la inestabilidad política mundial. Algunas de estas
reflexiones tienden incluso a “predecir” o a “prevenir” sobre los problemas presentes y
futuros en la región latinoamericana, más allá de la “crisis de los paradigmas”. 59 Son
trabajos que muestran de cierta manera, un camino decisivo para las acciones culturales de
organizaciones, sujetos colectivos y Estados, hacia el tercer milenio. En este sentido hay
algunos aspectos que modelan desde tiempo atrás el desenvolvimiento de estos cambios.
Recordemos que en general los procesos de “Desarrollo y Modernización” en los diferentes
países de la región, aunque en distintos grados y tiempos, impregnaron tales tendencias
basados en criterios de objetividad, neutralidad e imparcialidad científica como
consecuencia de, y en concomitancia con, los cambios substanciales del sistema capitalista
de las últimas décadas. También que las dinámicas locales tienen y tuvieron causas tanto
endógenas como exógenas, lo que implica reconocer que nuestras sociedades tienen sus
especificidad y significados particulares.
Además de lo anterior, es importante señalar algunas perspectivas importantes que
vienen tomando fuerza en la región: En primer lugar, se está volviendo a la “anatomía de la
sociedad Latinoamericana y caribeña”, es decir, a la detonación de los mecanismos
mediante los cuales se constituyen y son constituidos los actores colectivos, teniendo en
cuenta que la crisis generalizada del sistema capitalista mundial durante la década de los 80
alteró desde los países periféricos su proceso de homogeneización, permitiendo el
surgimiento de nuevos patrones estructurales para configurar una nueva heterogeneidad
estructural (Canclini, 1995; Barbero, 1993).
Esta cuestión hace que la relación entre Estado y Sociedad Civil esté siendo
planteada nuevamente pero desde una óptica diferente, así como el consecuente
cuestionamiento de la democracia formal frente a las amenazas del autoritarismo. En
segundo lugar, se está llevando a cabo una revisión “critico histórica” de los paradigmas
que han servido de fundamento para el trabajo científico e interpretativo no sólo de la
59
SONTAG, Heinz R. y YERO, Lourdes, Procesos sociales en marcha: La nueva utopía necesaria —
Gran programa I. de UNESCO en América Latina y el Caribe. UNESCO-Editorial Nueva Sociedad. Caracas,
1992, p. 7.
3 6

región sino del “Tercer mundo” en general, teniendo en cuenta las limitaciones de las
investigaciones empíricas puntuales y las limitaciones de la reconstrucción exclusivamente
teórica que olvida lo “real social”.60
Esta nueva visión permite evaluar la interdisciplinariedad construida en la región,
que tal como ha venido practicándose manifiesta ciertas deficiencias en la redefinición de
conceptos como Sujeto, Práctica colectiva, Individualidad, Intersubjetividad e Identidad,
pues como hijos del iluminismo Occidental llevan impregnadas delimitaciones de la
racionalidad que no permiten el reconocimiento de la diversidad.
En esta misma dirección apunta la necesidad de llevar la nueva heterogeneidad
estructural al mismo proceso de conocimiento, a través del análisis y revisión de la
concepción newtoniana de tiempo (unilineal y evolutiva) pues la realidad en la región nos
moldea una concepción donde se confunden pasado, presente y futuro “tanto en la
percepción que los seres humanos tienen de sí mismos como de las estructuras que moldean
sus prácticas”61.
En conclusión, si en un principio fueron “objetos de estudio” las comunidades
indígenas y luego las microregiones, hoy la diversidad de temas y especialidades o
subdisciplinas de la antropología enfocan más su trabajo hacia los contextos y pobladores
urbanos. Entre estos espacios urbanos, los primeros que se tuvieron en cuenta como lugar
antropológico fueron los barrios marginales de las grandes ciudades colombianas, vistos a
través de su formación y luego desde la protesta social62. Actualmente hay una perspectiva
renovada sobre la ciudad y no desde la óptica de la oposición entre sociedades simples y
complejas o campo/ciudad, sin que las migraciones hayan dejado de orientar gran parte del
trabajo antropológico. Se trata de estudiar y observar nuevos contextos sociales63 en los
cuales se enmarca la Cultura popular, Cultura tradicional64 o Cultura subalterna65 y por ende
una nueva forma de ver el lugar antropológico.
El lugar en geografía66
De acuerdo con el profesor Ovidio Delgado hay una profunda “crisis de unidad por
la que atraviesa actualmente la Geografía” como ciencia, en la que la diversidad de
enfoques epistemológicos y la gran especialización temática, ha llegado a un límite en el
60
ESCOBAR Arturo, “Antropology and the development encounter: the making an marketing of
development antropology”. En American Etnologist V. 18 No. 4, Smith College, 1991.
61
SONTAG y YERO, 1992: 25
62
TORRES C., Alfonso, “Estudios sobre pobladores urbanos en Colombia”, Revista Maguare No. 9,
Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1993. p. 131-146.
63
Ver Vargas, Julián y Riaño, Pilar. “Culturas populares y contextos sociales: Un enfoque
interpretativo” en: Revista Maguere No 4, Departamento de Antropología, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 1986. p. 107-124. Estos dos autores se refieren a la inseparable relación entre Contexto y
cultura, como una interacción que se desarrolla en un proceso de doble vía. “el contenido y sentido de la
cultura que se crea dentro de estas microsociedades se explica por el contenido y sentido de su relaciones
predominantes”.
64
CANCLINI, Op. cit 192
65
ROSALDO;1991
66
El siguiente texto está basado en el artículo escrito por DELGADO
M., Ovidio. El concepto de
lugar en geografía en: Revista de geografía del Departamento de Geografía de la
Universidad Nacional de Colombia. F.C.H. 47 57,1993.
3 7

cual los geógrafos físicos, económicos o electorales, no tienen nada en común. Hoy por
hoy, el concepto de “lugar” aparece como una propuesta de concepto central y unificador
en su análisis científico, con la intención de acceder a la realidad objetiva y subjetiva de la
disciplina en el estudio geográfico de regiones. En este sentido, existen diferentes
conceptos de lugar que hacen este panorama un poco más desgarrador aunque en el fondo
mucho más sólido.
Desde la perspectiva de los geógrafos humanistas el lugar es una construcción
mental individual y su materialidad no es una esencia independiente, su significado se
establece únicamente en relación con las metas e intereses de los individuos y su existencia
cesa cuando el individuo muere. No tiene dimensión histórica, existe sólo en la subjetividad
y su naturaleza es meramente existencial. Es abordable científicamente a través de su
interpretación fenomenológica y su comprensión sólo es posible mediante la empatía con la
colectividad o el individuo investigado. Es decir, a través de la comunicación interpersonal
basada en una unión de tipo afectivo e intelectual entre el investigador y los sujetos
investigados, que implica una comprensión profunda de los sentimientos ajenos, sus
necesidades y problemas.
Desde el punto de vista de los geógrafos que retoman las teorías del realismo
trascendental y las teorías de la estructuración para formar un solo cuerpo teórico67, el lugar
es un proceso más que un objeto, creado y recreado por la interacción entre las personas y
las estructuras sociales, implica una apropiación y una transformación de la naturaleza,
inseparables de la reproducción y transformación de la sociedad en el tiempo y en el
espacio; asumiéndolo como un contexto en el que las estructuras y las relaciones sociales
se realizan en formas concretas.
Por último, después de ser estimado un producto social, el lugar es definido como
un conjunto de relaciones institucionalizadas y una división institucionalizada del espacio,
cuyos símbolos y significados, si bien se originan en la práctica cotidiana de los individuos,
no pueden ser totalmente reducidos a nuestra experiencia de la vida diaria, sino que
adquieren un sentido colectivo duradero, más allá de la existencia individual.
El lugar es entonces un estado de la memoria, un estado de conciencia regional
individual y colectiva cuya escala puede incluir desde los espacios personales íntimos: el
vecindario, la ciudad, hasta el concepto de región o patria. En otros términos, consideran
que una región es una esfera institucional de larga duración que representa una dimensión
específica de la estructura espacial de la sociedad y un medio de interacción social
localmente basado.
En líneas generales, el proceso de institucionalización del lugar, se apropia de las
características físicas y culturales de un espacio, produciendo las estructuras necesarias para
legitimar el sentido de pertenencia, a menudo ideológicamente. Por lo general, la
conciencia regional se logra cuando las instituciones son capaces de mantenerse y
autoreproducirse. Los lugares forman parte del ambiente construido por los individuos y
por la sociedad, y su existencia está asociada con un grado de sentido del lugar, tal como el
sentido de territorialidad es observado en la calle o en los “parches” del barrio, e incluso,
como se conceptualiza la nacionalidad.
67

JONHSTON; 1991 y SAYER; 1985. citados por Delgado, O. Op. cit 46


3 8

Finalmente, El realismo es una filosofía de la ciencia y por lo tanto una


epistemología que establece un objeto de conocimiento y una metodología de conocer. Es
una visión del mundo que considera que las estructuras sociales influyen sobre los
individuos al mismo tiempo que son influidas por ellos.
La teoría de la estructuración busca identificar los roles operativos locales de los
individuos en el contexto de la estructura social de la que forman parte. Estos roles
conllevan interpretaciones locales de las reglas generales y por lo tanto la creación de
estructuras locales diferentes. Las reglas o leyes generales proveen el contexto para la
recreación de esas diferencias, y son tanto restrictivas como permisivas. Son restrictivas
porque limitan el rango de acciones abiertas a la población. El Capitalismo por ejemplo,
poseer condiciones fuera de las cuales no se puede actuar, y son permisivas puesto que las
relaciones de los individuos se enmarcan dentro de un rango de ejercicio libre.
En otros términos, el mundo está constituido por un complejo caleidoscopio de
lugares cuyos componentes de definición son: el ambiente físico; el ambiente construido y
la población en una constante interacción y múltideterminancia. De esta manera, el
territorio aparece como base primaria de la identidad en grados diferenciales.
En vista de lo anterior, encontramos referencias concretas a dos tipos de espacio
demarcados muy concretamente y que se pueden entender como una unidad social cuasi
indisoluble: el espacio social y el espacio físico. Vemos también el énfasis de la Geografía
en estudiar exclusivamente el espacio físico (ambiente natural, ambiente construido y la
población) con un mayor énfasis en la distribución de las acciones humanas en un territorio
determinado como sería por ejemplo el uso o la tenencia de la tierra; aunque esto no
excluye el espacio social de algunas partes de la geografía que se interesan en estudiar la
relación existente entre la forma de identificarnos y el pedazo de tierra en que
desenvolvemos nuestras actividades, todo ello a través de métodos cualitativos como la
hermenéutica.
En esta misma dirección apunta la antropología para hablar del lugar antropológico
cuando trata de abordar temas como la construcción de las identidades colectivas, las
representaciones sociales, la conciencia colectiva, la territorialidad, el sentido de
pertenencia y en suma cuando trata de estudiar cualquier grupo social. La diferencia crucial
encontrada hasta aquí es que los geógrafos tienen como un fin, en sí mismo, la clasificación
funcional del espacio estudiado, lo que al parecer aproxima ambas disciplinas pero no
constituye —como en el caso de la Geografía— un paradigma en nuestra disciplina.
El lugar en arquitectura
El “movimiento moderno” en arquitectura se consolidó en el transcurso de los años
20, debido particularmente a la efervescencia de las ideas más que a la iniciación de obras
de construcción. En el transcurso de aquellos años llegó a imponerse una nueva visión de la
arquitectura en toda Europa. La estética tradicional había perdido su autoridad y un nuevo
vocabulario dominaba ya la escena teórica: “razón”, “técnica”, “ciencia”, “función”,
“construcción”. Numerosos movimientos, diferentes entre sí por sus puntos de vista, pero
emparentados por la voluntad de dar cabida a aquellos valores nuevos, movilizaron a los
pensadores más audaces de la época. El constructivismo en la U.R.S.S., la “Neue
Sachlichkeit” en Alemania, el purismo impulsado por Le Corbusier en Francia, algunos
movimientos vinculados con estos en Suiza (“ABC”) y en Holanda (Opbouw, y sobre todo
3 9

De Stijl), el futurismo sorprendentemente precoz y el racionalismo más sobrio y tardío


originados en Italia, difundieron algunas de las ideas nuevas que la Bauhaus consagró para
la posteridad.68 Se trataba de hacer, grosso modo, “tábula rasa” del pasado, y dentro de esta
visión, rechazar toda ornamentación vana a cambio del despojo, el cual, en este contexto,
tenía algo de espectacular: se trataba de sacar el máximo partido de las nuevas tecnologías,
de despejar, dentro de un espíritu “científico”, los principios mismos de la “construcción”,
de dejarse guiar por la función del objeto construido hasta el punto de buscar antes que otra
cosa la realización de “objetos tipo” y aún de “edificios tipo”, destinados a responder más
eficazmente, dada la pureza de sus líneas, a las necesidades diagnosticadas. Todos estos
movimientos contribuyeron más o menos directamente a la formación de un nuevo “estilo”
arquitectónico que, desde 1932, Hitchcock y Johnson bautizaron con el nombre de “estilo
internacional”69.
Este movimiento en la arquitectura francesa se vino abajo en los inicios de la década
del Setenta. Su caída consuma la ruptura realizada con la “ortodoxia del modernismo” que
permitió desarrollar múltiples y contradictorias tendencias que reactivaron una demanda
particular, a partir de 1975, en cuanto a vivienda social.
Si poco a poco se ha hecho evidente que las teorías y sobre todo las realizaciones
del movimiento moderno en arquitectura no responden a las expectativas que se tenían de
ellas, es porque, antes que nada, en nombre de un humanismo más o menos manifiesto, se
ha otorgado un lugar decisivo al criterio de la habitabilidad, hacia el cual aparentemente los
más grandes maestros de la arquitectura moderna habían permitido mostrarse negligentes,
esperando responder de una manera racional a las necesidades populares. Pero, como
acabamos de verlo, la arquitectura está demasiado estrechamente ligada a su propia función
en el plano social, para poder permitirse impunemente desconocer un criterio como la
habitabilidad, que puede constituir una importante medida de su éxito en dicho plano70.
Uno de los reproches que se dirige con mayor frecuencia al movimiento moderno en
arquitectura, es el de casi no haber tenido en cuenta el contexto natural, cultural y social en
el cual debían implantarse los edificios. El Movimiento Moderno es considerado como el
defensor a ultranza de la “ciudad de la Carta de Atenas”. Esta ciudad de la “Carta de Atenas
no tiene densidad histórica. Está concebida como un “modelo seudocientifico” constituido
por la yuxtaposición sistemática de funciones abstractas, cuidadosamente aisladas en un
espacio vacío y verde, homogéneo, heliotropo e higiénico (...) En esta “ciudad nueva” que
ya conocemos bien, la segregación espacial exalta la segregación social y la nivelación de
los trazos históricos por el buldózer, responde exactamente a la destrucción de las
relaciones de sociabilidad (...) Este modelo es considerado como la conservación del viejo
mito de la naturaleza como un no lugar ahistórico”.
Esta concepción enfatiza en la construcción de la historia sólo desde la ciudad; en el
desplazamiento de la naturaleza como algo no relativo a lo urbano, excluyéndola de plano.
Uno de sus tantos defensores fue Le Courbussier, quien estuvo en Colombia a mediados de

68
LAGUEUX, Maurice; “La Cabeza del Arquitecto”. Ideas y Valores No. 96-97 Abril 1995,
Departamento de Filosofía, Universidad de Montreal. (Traducción del francés de Jorge Parra Hernandez).
Universidad Nacional. Bogotá.
69
Ibídem
70
Ibídem
4 0

este siglo (1947) como asesor de la Alcaldía Mayor para la zonificación de Santafé de
Bogotá.
Desde la arquitectura actual, las construcciones desarrolladas por el modernismo
son un “no lugar”, porque sus construcciones están basadas en la funcionalidad extrema,
ruina conceptual de donde emergió el posmodernismo según Bernard Huet71. La caída de
esta concepción dio lugar a propuestas nuevas, heterogéneas y eclécticas.
Se entabla un proceso a las ideologías totalizantes, a los razonamientos
unívocos, al mito de la verdad universal, a la idea de progreso, al monopolio de
una vanguardia minoritaria, a la jerarquía de valores. Se afirma el derecho a la
diferencia, los dogmas monolíticos se resquebrajan, El Movimiento Moderno
pasa a la historia y emerge difusa la cuestión del post modernismo. Paradójica e
irónicamente, bajo el signo del “post moderno” (como se dice de la sociedad
que es “post industrial”) se abre la “era del retomo”, en la que se efectúa una
“desligitimación” de la modernidad. Sobre el propio cadáver del Estilo
Internacional nacen y proliferan estilos y doctrinas, alternativas híbridas y
lúdicas, una pluralidad de verdades contradictorias e igual número de
respuestas incoherentes a la bancarrota de las ideologías y al abandono de los
“grandes relatos” en este fin de siglo. A los nuevos “estados de ánimo” de las
arquitecturas “fin de siglo”.72

En una reflexión teórica bastante clara sobre la semantización del espacio


arquitectónico religioso de Occidente, en la antigüedad y el medioevo, denominada El
recorrido y El lugar73 el arquitecto Juan Carlos Pérgolis recoge algunos elementos
importantes para definir parte de esta introversión. La sustentación de su estudio se basa en
el análisis y la observación de los templos religiosos “cristianos” y “musulmanes”. Nos
muestra la confluencia y el contraste de las estructuras arquitectónicas “orientales” y
“occidentales”. Hace dos tipos de lectura, una de ellas, la de los elementos físicos que
componen el espacio y, la de las “sensaciones espaciales, lectura notoriamente más cercana
al concepto de significación” en la relación hecho arquitectónico-observador.
Resulta conveniente tener en cuenta los elementos constituyentes del análisis del
espacio arquitectónico utilizados por el autor para ubicar teóricamente los niveles y la
jerarquía de los mismos: 1. La intención: delimitada como la dirección ideológica explícita
e implícita en el elemento arquitectónico. 2. La significación: expresión de los elementos
físicos (la orientación, la ubicación o cantidad de luz, etc.,). 3. El uso social del espacio
arquitectónico. 4. La posibilidad: la relación del hombre con el medio, su transformación
como respuesta social a través de los materiales y la tecnología y la multideterminancia
espacial, desde los limites físicos, hasta la recreación o la posterior influencia en la
actividad social por parte del espacio.
Los planteamientos giran en torno de dos tipologías que esquematizan un poco la
interpretación. En palabras del autor el Espacio Direccional, “traduce la intención de
recorrido, la activa participación del hombre en movimiento entre un punto de origen y un
punto de destino, una secuencia de acontecimientos a manera de templo sobre la direccional
71
BÉRET, Chantal. Conversación en torno a la arquitectura urbana, declaraciones recopiladas con
Bernard Huet, en: Arquitectura en Francia, modernismo y postmodernismo. Versión al español, Universidad
Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Bogotá-Colombia, 1984. p. 48-56.
72
Ibídem
73
Ibídem
4 1

de un ritmo (como la desarrollada por los Griegos “de los propíleos al templo” o como los
primeros cristianos en Occidente ”del atrio al altar”).
El espacio centralizado es la expresión del “permanecer”, la participación estática en
un entorno, correspondiente a lo que identifica como “idea de lugar” o “ámbito para estar”.
Como tal el lugar propone un centro y este puede surgir de la propuesta espacial (el crucero
de las naves, el eje vertical bajo cúpula, etc.,) o puede simplemente admitir al hombre como
centro del sistema espacial, que es la actitud subyacente en las iglesias del renacimiento.
Los ejemplos que nos trae el autor son muy claros: “El Cristiano concurre a participar y el
Musulmán a orar”. Para llevar a cabo este discernimiento ha observado y comparado la
arquitectura de Roma, los primeros edificios cristianos de la edad media, en Bizancio; las
edificaciones que pertenecen a la Segunda época bizantina y las mezquitas de Estambul.
Espacios que sobrevivieron a las edificaciones construidas en el Renacimiento.
De esta manera podemos concluir, desvirtuando un poco los alcances y
profundidades de los conceptos desarrollados en su estudio, que el Espacio centralizado es
la expresión del lugar en la arquitectura, en otras palabras y retomando a Bernard Huet
(1984) y Maurice Lagueux (1995)— es el espacio de la habitabilidad. Para concluir,
digamos que el “lugar” es posible describirlo a partir de su principal sustrato: la
habitabilidad en correlación con su contingente estabilidad.

El lugar epistemológico
Teniendo en cuenta lo anterior, cobra importancia la ubicación del investigador
social, cualquiera que sea su disciplina, frente al sujeto social investigado desde el plano
metodológico. La posición del investigador en torno a la senda tomada, al delimitar su
trabajo mediante la definición de los grupos sociales —cultura: popular, erudita, de masas,
cultura subordinada, etc.,— es corrientemente asumida, desde un punto de vista lógico,
como la correlación, uno a uno, entre un tema específico, un espacio geográfico
determinado y un universo humano concreto. En otras palabras, y retomando a Jaques Le
Goff, la cultura popular es en parte un “lugar metodológico”, y ante todo un lugar
epistemológico74; porque que le confiere sentido a la “historia cultural”, a un tipo de
historia que se sale de los cánones de la historia de la cultura, cultura universal que nació
como producto del iluminismo y correlato del expansionismo europeo75.
Ronaldo Vainfas afirma que en sus primeras interpretaciones, “la historia cultural
procuró defender la legitimidad del estudio de lo “mental” sin apelar más que a la propia
historia como disciplina o ciencia específica” Tratando de corregir “las imperfecciones
teóricas” que acuñó la corriente de las mentalidades durante los años setenta. Según este
autor, “la primera característica de lo que hoy se llama historia cultural es justamente el
abandono del concepto de “mentalidades, considerado excesivamente vago, ambiguo e
impreciso, en cuanto a las relaciones entre lo mental y el todo social”, por parte de los
historiadores que se han acogido al rótulo de historiadores de la cultura. Estos últimos no

74
BARBERO, Jesús M. De los medios a las mediaciones: Comunicación, cultura y hegemonía,
Editorial Gustavo Gilli, México, 1993. p. 74 ss¡Error! Marcador no definido..
75
VAINFAS, Ronaldo; De la historia de las mentalidades a la historia cultural¡Error! Marcador no
definido.. en: Anuario de Historia, No 23. (traducción: Pablo Rodríguez) Departamento de Historia, Facultad
de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Santa fe de Bogotá, D.C., 1996. pp.... 223
4 2

rehusan su aproximación a la antropología y tampoco niegan la importancia creciente de los


estudios sobre lo mental, ni la perspectiva de la larga duración.
En palabras de Vainfas, “lejos están de desechar los temas de las mentalidades y el
valor de lo cotidiano, para no hablar de la microhistoria, por muchos considerada legítima,
siempre y cuando establezca las relaciones entre los micro-recortes y la sociedad global. Es
lícito afirmar, por tanto, que la historia cultural es, en este sentido, otro nombre para
aquello que en los años setenta era llamado historia de las mentalidades” (Vainfas
1996:223). Veamos una cita —un poco extensa, pero necesaria— en la que el autor expone
tres características más, haciendo mayor precisión en lo que queremos decir:
La segunda característica de la historia cultural surge, en cierta medida,
de la primera. Esta se presenta como una “nueva historia cultural”, distinta de la
antigua “historia de la cultura”, disciplina académica o género historeográfico
dedicado a estudiar las manifestaciones “oficiales” o “formales” de la cultura de
determinada sociedad: las artes, la literatura, la filosofía, etc. La llamada nueva
historia cultural no rechaza en modo alguno las expresiones culturales de las
elites o clases letradas , pero muestra especial aprecio, tal como la historia de
las mentalidades, por las manifestaciones de las mayorías anónimas: las
fiestas, las resistencias, las creencias heterodoxas...En una palabra, la nueva
historia cultural revela un especial aprecio por lo informal y, sobre todo, por lo
popular. Nueva coincidencia, entre la historia cultural y la de las mentalidades:
el distanciamiento con relación a la denominada historia de las ideas, historia
del pensamiento formal, de la filosofía o de los “grandes pensadores”.

La tercera característica, bastante clara en las primeras versiones de la


moderna historia cultural, es su preocupación por rescatar el papel de las clases
sociales, de la estratificación y del mismo conflicto social. Característica que la
distingue, sin duda, de la historia de las mentalidades, o, por lo menos, de
aquellas versiones limitadas a describir la vida cotidiana o a pregonar que la
mentalidad es algo común al conjunto de la sociedad, no importando el lugar de
los individuos o de los grupos en la estratificación social (Cesar y un soldado
romano, San Luis y un campesino, etc.).

La cuarta característica, que también concierne a la historia de las


mentalidades, es que la llamada historia cultural es una historia plural, que
presenta caminos alternativos para la investigación histórica76.

Desde esta óptica todavía existe resistencia hacia el estudio de ciertas actividades y
ciertos espacios, como sí los cánones de la Antropología en Colombia, a pesar de la ruptura
entre la Antropología académica y la antropología profesional no hubiesen cambiado en
nada. Actividades como las de los jóvenes músicos que tienen por escenario los buses
urbanos de la ciudad de Santafé de Bogotá, aparecen a los ojos de antropólogos y
etnomusicólogos como un objeto de investigación que no merece el rótulo de “científico”
por su inevitable y transitoria cotidianidad, además de no estar inmerso en los cálculos
matemáticos de un metrónomo o un pentagrama. Parece que la resistencia se debe a la
difícil conceptualización de esta actividad y de este tipo de espacios transitorios mediante el
uso de los conceptos tradicionales de la disciplina (Territorialidad, Identidad, Sentido de
pertenencia, etc.,). Son espacios que podríamos denominar aproximadamente como un “no
lugar”, desde la propuesta elaborada por Marc Augé (1994), por no formar parte de los

76
Ibídem
4 3

lugares antropológicos tradicionales desde la Academia como desde las instituciones de


investigación antropológica estatales o privadas.
En líneas generales, el espacio es una forma social y por ello una abstracción; pero
no por eso tiene como origen el pensamiento, no por eso puede estimarse como una
construcción conceptual. La abstracción es social porque proviene de las acciones de los
sujetos y de sus relaciones. Los espacios son entonces, parte del ser social, son las
relaciones mismas77.
En síntesis, el lugar —en la antropología, la geografía y la arquitectura— es una
concepción del espacio construido por el hombre, desde lo físico concreto (topo-geo-
gráfico) hasta lo abstracto e intangible (simbólico); es un espacio construido teóricamente
en el cual está inmersa la antropología (etnología y etnografía) con lineamientos
particulares que le dan su especificidad en lo académico como en lo profesional, histórica e
institucionalmente establecido. Este concepto requiere generalmente de una posición
metodológica y epistemológica por parte del investigador —comunicador social,
antropólogo o psicólogo—, además de una posición ética consigo mismo, en la que los
mayores beneficios deben tener un fin social dirigido hacia los sectores más desprotegidos
de la sociedad y una posición política frente a los grupos humanos que hacen parte de su
estudio, puesto que la relación entre poder y conocimiento está implícita en el beneficio, la
negación o la destrucción del “otro”. Es por ello que la ubicación, posición o situación del
lugar no debe ser una herramienta para colonizar ni destruir fronteras culturales mediante el
ejercicio del poder que este tipo de conocimiento otorga.
Para concluir, este concepto gira entorno de una topofilia social —identitaria,
relacional e histórica— en la que puede incluirse el investigador, el sujeto social
investigado, las formas socioculturales, las instituciones sociales, e incluso aquellas
encargadas de darle continuidad a cualquiera de las disciplinas que investiguen el
comportamiento humano. De otra parte, creemos necesario considerar que la búsqueda de
esta correlación —historia, relaciones sociales e identidad— o relativa estabilidad ha sido
cuestionada por Marc Augé78; Michel Agier en el texto Lugares y redes: las mediaciones de
la cultura urbana, en el que nos muestra que si bien muchos de los estudios elaborados
hasta ahora tienen como base el lugar antropológico, existe la necesidad de remitirnos a los
primeros pasos de la antropología para abandonar el a priori de su tradicional referente
espacial con el ánimo de dimensionar el análisis de redes. Del mismo modo, Isaac Joseph
en el texto El transeúnte y el espacio urbano; nos llama la atención sobre “la máquina” que
constituye el análisis de redes para la investigación social contemporánea y su
desprendimiento de la concepción del espacio exclusivamente cuantitativa, sin que por ello
abandone la dimensión espacial que necesita el análisis de red cuando considera la
extensión cualitativa del espacio urbano.

77
MONCAYO C., Víctor M. Espacialidad capitalista y políticas estatales: Hacia un entendimiento
crítico de las políticas estatales sobre la espacialidad capitalista. CINEP, Bogotá, 1992.
78
En el texto Los no-lugares: espacios del anonimato. Véase la crítica formulada por el autor Henao
D. 1996.
4 4

GLOCALIZACION Y FRONTERAS CULTURALES


En esta sección trataremos de abordar la dimensión más amplia de nuestra vida
contemporánea acudiendo a los principales procesos sociales, políticos, económicos y
culturales que se llevan a cabo actualmente. En esta dirección se hará evidente la
importancia del análisis de red desde lo geopolítico hasta los microsociológico. Veremos
que después de ubicar el contexto de la globalización y la transnacionalización desde su
dimensión planetaria hasta sus dimensiones locales, nuestra perspectiva analítica podrá ser
enfocada mediante las redes urbano-regionales y el estudio de la dispersión de sitios
estratégicos.
Veamos entonces, como en los últimos años se discute sobre la dinámica
sociocultural que generó la puesta en marcha de los diversos, múltiples y diferenciales
procesos de globalización y transnacionalización por parte de los países con mayor
desarrollo tecnológico. En este sentido, se estudian las formas que adoptan las complejas
fronteras cotidianas de la interacción social y las consecuencias de estos procesos en su
configuración, ampliación, creación o minimización dentro de ámbitos locales o
microsociales.
Es importante entonces conocer la relación entre los procesos globales
homogenizadores, los procesos locales con soporte identitario, histórico y pluricultural y la
relación del hombre con el espacio. Como veremos más adelante, la construcción del lugar,
la delimitación del espacio en que se puede desarrollar un estudio, o el área sobre la que se
elabora una investigación social se convierten en un problema complejo, aunque sencillo de
resolver si se tienen las herramientas suficientes; todo esto, porque la ubicación del propio
investigador cobra una enorme relevancia. Iniciemos esta sección con la contextualización
y caracterización general de lo que significa el proceso de globalización que vivimos
actualmente. Para ello retomamos un texto denominado Globalización en la periferia,
(1998) escrito recientemente por el geógrafo e investigador Ovidio Delgado Maecha. En el
podremos visualizar la importancia de lo que hemos dicho hasta ahora y traslapar los
conceptos que se han derivado de lo que significa un análisis de redes con los cambios
socioculturales en que estamos involucrados.
En palabras de Delgado, la globalización es “un proceso de larga duración asociado
con la mundialización del capitalismo”, cuyas manifestaciones, logros y consecuencias son
diferenciales y desiguales. Argumenta que la homogeneización que estos procesos tratan de
promover no son más que la expresión del desequilibrio a distintas escalas y la
manifestación palpable de una mayor agudización de las contradicciones entre el centro y la
periferia. Se trata de nuevas relaciones espacio-temporales configuradas entre lo global y lo
local:
Lo que se difunde ahora por todos los rincones del planeta es el capitalismo de
acumulación flexible y descentralizado geográficamente (Harvey, 1989), que está
construyendo su propio espacio geográfico globalizado; que privilegia la racionalidad,
la fluidez y la competitividad, como instrumentos para limar las rugosidades
espaciales hostiles a la expansión del capital (Santos, 1993). Lo cual se hace posible
por la convergencia de los logros de las nuevas tecnologías de la información y las
comunicaciones, de los desarrollos de la microelectrónica y la computación, el uso
intensivo del conocimiento y la individualización y diferenciación de los patrones de
4 5

consumo, la “terciarización de la economía, la cultura del consumo masivo y la


economía del crédito instantáneo 79.

En este sentido, identifica tres características generales de la globalización: 1. La


intervención de fuerzas sistémicas en las diversas periferias desgastando la soberanía de los
Estados Nacionales en cuanto a la capacidad para decidir autónomamente sobre su
inserción en la economía mundial, y especialmente, sobre la vida cotidiana social, política y
cultural de las localidades. 2. El impulso de una “Cultura Global” desnacionalizada que ha
sido adoptada gradualmente por los países periféricos, generando “la pérdida paulatina del
control del Estado sobre la cultura nacional”. 3. El surgimiento de fuerzas “antisistémicas
de fragmentación y oposición política que se expresan como seccionalismo, localismo,
regionalismo, separatismo étnico”, etc., que objetan el tipo de soberanía y de identidad
política que los Estados Nacionales fomentan, además de la congruencia territorial entre
Estado y Democracia. Estos movimientos sociales operan en distintas escalas y son causa y
consecuencia de transformaciones socioespaciales.
En este mismo panorama, existe actualmente, en el plano geoeconómico, un
consenso flexible en torno de cuatro de sus particularidades esenciales: 1. La nueva
“división internacional del trabajo, 2. El menoscabo de la producción de materias primas
frente a la producción de manufacturas y servicios, 3. el predominio del dinero plástico y el
capital financiero “simbólico” como principal fortaleza del sistema, y 4. La acelerada
transnacionalización de la economía mundial y la descentralización de la producción para
aprovechar la mano de obra, con costos reducidos, de las periferias, bien conocida como la
transición del Fordismo clásico al Neo-Fordismo actual.
Este proceso de globalización es denominado por Delgado como un “nuevo
helenismo”; se refiere al capitalismo “multinacional, informacional o global”, caracterizado
por la acelerada internacionalización de la actividad económica; la consolidación del
sistema financiero internacional; el uso de nuevas tecnologías de información; nuevas
formas de producción, diferentes formas de intervención del Estado y la conversión de la
cultura en un producto y en un factor de producción.
Del mismo modo afirma que el “nuevo helenismo” es la manifestación de la
radicalización del proyecto occidental de la modernidad y la mundialización de sus
dimensiones institucionales, puesto que está encadenada principalmente a un “proceso de
alargamiento en lo concerniente a los métodos de conexión entre diferentes contextos
sociales o regiones que se convierten en una red a lo largo de toda la superficie de la
tierra80. Sostiene que tal mundialización puede definirse además como una intensificación
de las relaciones sociales en todo el mundo. Es decir, una densidad relacional que sirve de
enlace o unión de lugares lejanos y acontecimientos locales que se configuran por
acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia; acontecimientos locales que
pueden moverse en dirección inversa a las distantes relaciones que les han dado forma.
Estas transformaciones locales hacen parte de la mundialización y de la extensión
cualitativa de los flujos, las conexiones e intensidades de los vínculos de la red.

79
DELGADO M. Ovidio, Globalización en la periferia, 1998. Cuadernos de Geografía, Vol. VI, No.
1-2, 1997. Departamento de Geografía. Universidad Nacional de Colombia.
80
Ibídem
4 6

La globalización tiende a instaurar un metasistema geográfico, constituido por una


fragmentación articulada del espacio, la sociedad y de la cultura, a partir de delimitaciones
espaciales con diversas dinámicas y contenidos culturales específicos, formando
subsistemas con base en normatividades locales y comportamientos sociales a-lineales,
impidiendo que las regulaciones globales del metasistema “permitan pronosticar su
funcionamiento en todas las escalas”81.
Según este autor, el funcionamiento de tal Sistema-Mundo se puede explicar
parcialmente a partir de las redes que canalizan los flujos en los campos internacional y
transnacional. Las redes internacionales están ligadas al origen mismo del sistema
capitalista. Lo internacional se define como aquello que es regulado por los estados; lo que
fluye esta bajo el control de sus fronteras y sujeto a acuerdos y tratados interestatales. Los
flujos transnacionales, más recientes en la saga del capitalismo, son los que lideran el
proceso globalizador. Estos desdeñan las fronteras y las atraviesan sin ser verificados ni
contabilizados por los controles estatales, como pasa con la televisión satelital, la
información, el contrabando, las migraciones clandestinas, el tráfico de drogas y armas y
por supuesto, las grandes multinacionales, que a la vez que se acogen para ciertos efectos a
las regulaciones internacionales, buena parte de su información, de su capital y de su
acción, fluye por redes transnacionales sin control alguno por parte de los estados.82
La globalización no se reduce simplemente a cambios particulares en el ámbito
geoeconómico. Estos cambios han dinamizado la vida cotidiana de quienes habitamos el
planeta, generando, incluso, procesos políticos y transformaciones geoambientales de
enorme importancia para la supervivencia de las especies. Los siguientes indicadores
señalados por Delgado caracterizan de una manera muy precisa la dimensión política del
proceso o más bien de los procesos de globalización desde los centros hacia las periferias:
1. La transición hacia un nuevo orden político mundial basado en la expansión del sistema
de Estado europeo, del neoliberalismo y de la idea occidental de democracia liberal.
2. Globalización del mercado libre y la democracia liberal como valores universales que
tratan de imponerse en todo el mundo por la razón o por la fuerza.
3. La tendencia hacia la privatización del mundo y por consiguiente a la creencia de que es
la propiedad privada la base sobre la cual se debe construir el poder político y toda la
organización de la sociedad. Lo privado se erige como el nuevo fetiche ordenador del
mundo y por supuesto del territorio, en detrimento de la acción de lo público encarnado
por el Estado. Es en esta perspectiva en donde se enmarca la crisis del Estado-Nación.
4. La emergencia de localismos culturales globalizantes, como ideas, estilos y mensajes de
alguna parte del mundo que se expanden por todas partes como “especies
ecológicamente dominantes”, destruyendo lo local. Bien pueden ser modas de ropa, las
comidas rápidas de McDonald’s, ídolos musicales, música rock; lo que algunos llaman
“cultura global” y que otros prefieren rotular como “el modo de vida americano”. Igual
se globaliza la superficialidad del “cine americano”, la cultura “light” del magazine de
TV, “la insoportable levedad”, el pastiche televisivo, el arte pop, la dictadura de la
imagen y el consumismo.

81
Ibídem
82
Ibídem. El énfasis es nuestro.
4 7

5. La globalización de lo que Milton Santos (1993) llama un modelo de mundo constituido


por una nueva concepción de tiempo-mundo y espacio-mundo. Una nueva cultura y un
nuevo sentido común en el que: el imperio de los signos toma el lugar de las cosas
verdaderas; lo efímero se impone a la idea de duración; se ha vanalizado la invención
por su perecimiento prematuro y su sucesión alucinante como “cultura de lo
desechable”; la temporalidad y la espacialidad se han mercantilizado -espacio y tiempo
son oro, son una mercancía-. Una nueva cultura caracterizada por la emergencia de
lenguajes verticales como el inglés y la informática, que informan pero rompen la
comunicación al imponerse y destruir los lenguajes horizontales en que se desenvuelve
la vida cotidiana de los lugares.
6. La globalización de los intereses de algunas naciones y el nacimiento de los llamados
“patrimonios universales” como el fondo del mar, el ambiente, entre otros; lo cual crea
nuevas realidades políticas y nuevas relaciones de poder en el espacio mundial. ¿Qué
puede significar que la Amazonia no sea de unos países latinoamericanos sino
patrimonio de la humanidad?.
7. Tendencia al surgimiento de un derecho transnacional que hace pensar en tribunales
globales y un sentido común global (De Sousa Santos, 1995). Tomemos como ejemplo
la constante reclamación de algunos países por una legislación antidrogas de carácter
supranacional. De acuerdo con Smith (1994) el nuevo derecho implica que el ejercito de
la ciudadanía, los deberes y derechos de las personas, tengan un escenario más allá de
lo nacional. (Delgado 1996).
Del mismo modo señala Delgado —retomando a (Smith, 1994 y Becker 1993—) los
aspectos sustanciales de la globalización que más se acentúan en las periferias, en plural,
porque la heterogeneidad estructural y la diversidad cultural, en el caso latinoamericano,
nos enseña que la recepción es asumida de manera distinta a la forma en que es tomada por
cualquier país periférico del continente asiático, p. ej. :
1. El papel que juegan los actores claves no estatales como las corporaciones e
instituciones transnacionales en la globalización de la producción y las finanzas. Las
decisiones de dichos actores claves tienden a no estar relacionadas con su lugar de origen.
Los estados compiten por la localización de la producción y las multinacionales tienen cada
vez más poder, por lo que la soberanía de los estados se hace vulnerable a los deseos de las
multinacionales.
2. La conformación de bloques en el proceso de globalización ha alterado la
conformación de los sistemas geopolíticos de seguridad colectiva. Los intereses de los
bloques se anteponen a los de los países pobres. Las nuevas instituciones internacionales
“reguladoras” del mercado global dirigidas por los países de mayor desarrollo imponen su
legislación y sus sistema de sanciones. Las decisiones se toman en el centro, es decir son
locales, pero su alcance es global.
3. Una de las cuestiones políticas más importantes del fin del siglo es la acentuación
de las desigualdades entre el Centro y la Periferia. Ahora mismo somos testigos de la edad
del “apartheid tecnológico”. Este hecho se agrava si tenemos en cuenta que la
incorporación del conocimiento tecnológico es una condición necesaria para el aumento de
la productividad y el crecimiento económico; pero esta materia prima no abunda entre
nosotros.
4 8

4. El comercio global es regionalizante en sí mismo. La globalización está forzando


a cada nación a dirigir sus energías hacia la competencia internacional por los mercados y
las ganancias.
5. La globalización ha generado la acción extrajurisdiccional y extra territorial, y la
implementación de un sistema de soberanía limitada en la periferia y en la semiperiferia de
la economía mundial.
6. La globalización ha traído como consecuencia la limitación de la soberanía en
vastas áreas del planeta bajo una variedad de pretextos tales como el tráfico de drogas, el
acceso a recursos energéticos y la preservación ecológica.
7. En la periferia las presiones externas aumentan la inestabilidad interna, como
resultado de la crisis fiscal y las políticas del Estado.
8. La noción de “cultura global” está generalmente asociada con la difusión de los
valores y estilo de vida de los países desarrollados de occidente. El imperialismo de hoy no
posee un carácter específicamente nacional, está más ligado al crecimiento de instituciones
transnacionales y supranacionales. El imperialismo cultural es menos localizado y menos
localizable. La posibilidad de los países de la periferia de globalizar su cultura no es tan
evidente; las autopistas de la información puede ser de doble vía, pero el tráfico es más
intenso en una dirección. Esta cultura global se ha convertido en una mercancía porque las
periferias, son consumidoras más que productoras de la misma.
Capital simbólico e Imaginarios sociales
Asimilando la dinámica económica como una parte de la cultura, global o
localizada, vemos pues en esta breve síntesis, que las posibilidades de globalización que
tienen las periferias son excesivamente escasas; los circuitos de información pueden ser
autopistas de doble vía, pero realmente el tráfico es más vigoroso en una sola dirección.
Como declara Néstor García Canclini somos ciudadanos del siglo XVIII convertidos en
consumidores del siglo XXI. Esta mercantilización de la cultura fue posible porque la
información, el mensaje, los sentidos y los significados han sido dimensionados
paulatinamente en su calidad de objeto cultural que circula con rutas establecidas desde su
producción hasta el consumo, base de lo que hoy se denomina con el nombre de «Capital
Simbólico»83.
En esta dirección, el estudio de los imaginarios sociales se ha convertido en objetivo
específico de la investigación social contemporánea, puesto que a través de su
conocimiento puede evidenciarse la existencia de este capital. Los imaginarios sociales son
para los sectores sociales hegemónicos —en el ámbito político—, una pieza efectiva y
eficaz del dispositivo de control de la vida colectiva, y en especial del ejercicio del poder.
“Es uno de los diversos lugares del conflicto social y una de las cuestiones que están en
juego en esos conflictos” (Baczko, 1991).
El mercado de signos y de símbolos inscritos en nuestro imaginario aparecen
diariamente ante nuestros ojos, no sólo tratando de establecer diferencias desde lo
económico hasta lo político, desde lo religioso a lo mágico, sino también introduciendo
valores y modelando conductas individuales y colectivas; tanto es así, que incluso, hay
ocasiones en que los acontecimientos en sí mismos nos importan menos que las
83
BACZKO, B Op. cit
4 9

representaciones imaginarias a las que ellos mismos dan origen, como es el caso de las
noticias televisivas. Estos “signos investidos del imaginario son otros tantos símbolos: los
imaginarios sociales se apoyan sobre el simbolismo, que es a la vez su obra e
instrumento”84; es un campo donde se articulan nuestras imágenes, objetos, ideas y
acciones. Una de las principales funciones de los imaginarios sociales es la organización y
el dominio del tiempo colectivo sobre el plano simbólico. Son parte activa de la memoria
colectiva. Quizás, los imaginarios sociales operan aún con mayor fuerza en la producción
de visiones del futuro, en especial en la proyección sobre éste, de obsesiones y de
fantasmas, de esperanzas o sueños colectivos85.
No funcionan aisladamente sino en medio de un juego de relaciones con diferencias
y variables, entre las cuales entran, sin duda, otros tipos de imaginarios, “confundiéndose a
veces con ecos y con su simbolismo, como por ejemplo, la utilización del simbolismo de lo
sagrado para legitimar un poder”86. Ellos se articulan fácilmente en los más diversos
lenguajes, desde lo religioso y filosófico hasta lo político y arquitectónico, etc. Lo que nos
lleva a afirmar que todo lugar es una proyección de los imaginarios sociales sobre el
espacio. Cada lugar, como lo expresa Armando Silva refiriéndose a la ciudad, “se parece a
sus creadores, y estos son hechos” por el lugar87.
La dominación simbólica de la cultura global mediante la manipulación de los
imaginarios sociales depende ampliamente de la difusión, de los circuitos informacionales
y comunicacionales y de los medios que se disponga para ejercer el poder. Esta tarea, en sí
misma, es una función de control que utiliza efectivamente instrumentos de persuasión, de
presión, de inculpación de valores y creencias, etc. Para conseguir tal dominación
simbólica, es fundamental controlar y manipular los medios —masivos en la mayor parte
de los casos—, porque todo poder dirige sus prioridades hacia la obtención o apropiación
de los mismos, con el ánimo de tener un papel privilegiado en la emisión de los discursos
que guían los imaginarios sociales, de la misma manera que busca conservar cierto control
sobre los circuitos de difusión, de las redes de comunicación que los medios constituyen.
Las distintas modalidades de emisión y de control eficaz cambian por diferentes
razones, pero según lo afirma Bronizlaw Baczko88 cambian en función de la evolución del
armazón tecnológico y cultural que asegura la circulación de las informaciones y de las
imágenes. Considera que en esta evolución hay dos rupturas significativas que marcan
nuestra contemporaneidad: el pasaje de la cultura oral a la cultura escrita que, desde
luego, se efectúa gracias a la producción de información impresa, pero sobre todo, a la
alfabetización; y en segundo lugar, la implantación durable de los medios de comunicación
de masas.
Estos medios de comunicación de masas aseguran a un solo emisor la posibilidad de
llegar simultáneamente hasta un público enorme, a una escala a veces desconocida. Por otra
lado, estos nuevos circuitos y medios —técnicos y tecnológicos— generan una ampliación
84
CASTORIADIS, C., “Reflexiones sobre el “desarrollo” y la racionalidad” en: Colombia: el
despertar de la modernidad. Fernando Viviescas y Fabio Giraldo (compiladores), Carvajal, Bogotá, 1991.
85
BACZKO, B. Op. cit
86
Ibídem
87
SILVA, Armando. Imaginarios Urbanos. Tercer Mundo- Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá. 1992
88
BACZKO, B. Op. cit 24
5 0

sin precedentes de las funciones cualitativas de los discursos que se difunden, y


particularmente de los imaginarios sociales que estos utilizan, inventan o recrean. Esto no
se debe únicamente al carácter audiovisual de las nuevas técnicas, sino a la formación de lo
que se dado en llamar la “cultura de masas”. Puesto que en ella se anudan relaciones muy
complejas entre información e imaginación porque no sólo aumentan el flujo de
información, sino que modelan también sus modalidades a una velocidad impresionante y
de una manera continua, varias veces por día, que engloba a todo el planeta, cruzando o
mezclando datos estadísticos con imágenes de distinta naturaleza, produciendo un
deslizamiento sensorial enorme a través de la descontextualización inmediata y simultánea.
Desplazamiento de sentido que nos propone un juego entre lo manifiesto y lo secreto, un
cúmulo de imágenes que “nos toca”, por medio de transferencias de sentido, como cuando
construimos la metáfora en nuestras expresiones lingüísticas más corrientes. En este
sentido, hablar de metáfora es hablar de “la metáfora visible o configurada que a través de
los medios confieren a lo social un espesor singular según dependan de la apropiación
singular o de operaciones mediáticas”.89
De acuerdo con Alains Mons la cuestión de la relación entre imagen-mediática e
imagen mental está lejos de ser resuelta. Estas imágenes nos llegan fragmentariamente; es
una información necesariamente atomizada, desparramada, que invade y roza todos los
ámbitos de nuestra vida social. Es una masa de informaciones en la que el acontecimiento
que hoy puede estar en relieve, mañana o al día siguiente es inesperadamente rechazado y
olvidado. La imagen mental no puede reducirse a la instantaneidad de la imagen mediática
puesto que los procesos cognitivos de percepción humanos son infinitamente complejos y
guardan una relación equívoca con las técnicas de lo visible, que tienen tendencia, a pesar
de todo, a modelar y uniformizar las potencialidades perceptivas. Es aquí donde tiene lugar
el “proceso analógico”, aquel en el que “la circulación de las formas irriga el sistema,
remitiéndonos a unas representaciones y unas prácticas que rebotan de lugar en lugar,
haciéndonos tomar conciencia de que la actividad social se deconstruye y se perpetúa bajo
especies visibles”. Veamos lo que nos dice este autor con respecto a lo que ha denominado
como el proceso analógico:
El aspecto metafórico de las representaciones y prácticas observadas parece
imponerse en los modos de expresividad contemporáneos. Tomar un objeto para significar
o sugerir otro parece volverse una regla explícita o inconsciente. A tal punto que la
distinción entre representaciones y prácticas sociales se enturbia, ya que en el proceso de
metaforización social las representaciones son prácticas sociales en su totalidad (cf. el lugar
de la publicidad hoy en día), y las prácticas son ampliamente tendidas, si no absorbidas, por
las representaciones, el universo de los seres-imágenes. Así, las figuras freudianas de
“desplazamiento” y “condensación”, que reproducen y aceleran los medios, parecen
dominar la escena social. Se adopta un lenguaje indirecto, unas significaciones diferidas
pera expresar el fenómeno social, ya sea con el universo urbano, la publicidad, el marketing
territorial, el acontecer, el producto. Un lenguaje del corte al cual corresponden unos modos
de expresión “salvajes”, identitarios, apropiadores o, al contrario, deconstructivos,
digresivos, elípticos, en los usos corrientes, los rituales, los signos, el arte, el cuerpo, el
viaje. En la oportunidad, se puede repetir la demarcación entre proceso de metaforización

89
MONS, Alain, La metáfora social: Imagen, territorio, comunicación, Buenos Aires, Ediciones
Nueva Visión, 1994. p. 201.
5 1

(desterritorialización de los medios) y prácticas metafóricas (corrupción de sentido de los


mensajes, indiferencia o perpetuación de los ritos singulares) en el seno de la sociedad
contemporánea.90
Es por esto mismo, que no deja de ser patético, además de crítico, el papel de
satélite de los medios nacionales con respecto a los medios de las «industrias culturales» de
los países nórdicos. La reproducción de mensajes originados en los centros de la
globalización sin modificación alguna es verdaderamente espectacular. Sin embargo, la
fortuna de poder «mediar» este tipo de mensajes como receptores activos de información,
como portadores y recreadores de la cultura, nos permite esgrimir algunos argumentos en
favor de la palabra y su capacidad de transformación de lo cotidiano, ya sea como punto de
partida o llegada.
Ahora bien, en los grandes «medios» pertenecientes a la ‘industrias de la cultura’91
nacionales, por lo general, la cotidianidad está transida por lo popular, pero ni
siquiera por el sujeto social o por un lugar metodológico, como ocurre en algunas ciencias
humanas que aún trabajan con normas heredadas de un cientifismo iluminista. Lo popular
para ellos deviene en masificación del consumo, es su dirección, es exclusivamente su
circulación como producto económico y pseudocultural; es el uso instrumental, abusivo e
intolerante, de la pluralidad. Es simulacro y espectáculo.
Es por ello importante la diferenciación elaborada por Néstor García Canclini acerca
de los circuitos culturales que actualmente atraviesan — transversalidad— la topología de
las relaciones sociales en Latinoamérica, producto, en parte, del avance de la
microtecnología y con ello de los medios masivos de comunicación; aunque valga la pena
aclararlo, no lo retomaremos para establecer distinciones en nuestro trabajo, sino más bien,
para contextualizar el ámbito general de las políticas culturales de competencia estatal en
este mar de neoliberalismo y globalización así.

1- Circuito histórico territorial: (Cultura popular, Patrimonial, base étnica o


tradicional) como las culturas indígenas y campesinas.

2- Circuito de la Cultura de Elite (histórica, representacional o de transición:


basada en producción escrita y visual en procesos de valor internacionales), los grupos
hegemónicos que reproducen sus criterios estéticos sobre lo que debe ser el
establishment del “arte nacional”, p: ej.

90
Ibídem
91
ROWE, William y SCHELLING, Vivian. Memoria y Modernidad: Cultura popular en América
Latina, Editorial Grijalbo y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993. p.126. Aquí los
autores retienen el término creado por T. Adorno y M. Horkheimer en Dialectic of enlightenment —Londres,
1973— Industrias Culturales, modificado en su expresión, “en la medida que señala cambios tecnológicos y
económicos que implican la creación de un solo mercado nacional para todos los productos culturales”. Pero
hacen la aclaración en cuanto a su contenido, puesto que la visión negativa de estos últimos autores con
respecto a la cultura de más as no es aceptada, por la importancia de la televisión como principal vehículo en
la conformación de estas industrias de la cultura.
5 2

3- Circuito de comunicación masiva: Cultura del espectáculo (del estreno


cinematográfico); se basa en el reavivamiento fundamentalista de ciertas tradiciones
que García Canclini denomina premodernas.

4- Circuito de sistemas restringido de comunicación e información destinados a


quienes toman decisiones. Cultura de decisión (uso de fax, correo electrónico, Internet)

Sostiene también que las políticas culturales disminuyen su presencia en el tránsito


del primero al último de los cuatro circuitos culturales de acuerdo con ciertas características
que nos parecieron importantes entre muchas otras:

1- Existe una correlación importante: a mayor juventud mayor dependencia de


los dos últimos circuitos

2- La identidad se convirtió en un punto focal de un repertorio estallado de


miniroles más que en el núcleo de una hipotética interioridad.

3- La solidaridad transnacional parecen ser sólo arreglos entre empresarios.

4- Las políticas culturales de integración siguen limitadas a la conservación de


los patrimonios monumentales, folclor y artes cultas.

5- Los acuerdos de libre comercio muestran que la producción endógena de


nuestras industrias de la cultura es importante no obstante la norteamericanización de
los comportamientos.

6- Tal norteamericanización de los gustos se basa en el predominio de la


acción espectacular sobre las formas más reflexivas e íntimas de narración, fascinación
por un presente sin memoria y la reducción de las diferentes sociedades mediante una
multiculturalidad estandarizada. La resolución de conflictos admitidos es pragmática y
occidentalizada, caracterizada por una estética de la acción política.

Al articular la caracterización del proceso de globalización con los circuitos


culturales que define García Canclini saltan a la vista puntos de encuentro de las
dimensiones institucionales del encadenamiento geopolítico que produce la globalización y
la transnacionalización cultural. Se perciben también conexiones entre diferentes contextos
sociales; parte de una red que se extiende sobre la superficie de la tierra; extensión
cualitativa del espacio, de las relaciones y los flujos, de las conexiones e intensidades
económicas, políticas y socioculturales; una densidad relacional que une lugares lejanos y
acontecimientos locales. En este contexto general, son redes que canalizan flujos
5 3

internacionales y transnacionales reguladas mínima e ineficazmente por los estados bajo el


control de sus fronteras político-administrativas.
Hoy, este tipo de fronteras ha caído en el vacío, pero no podemos hablar de
Fronteras como un límite, porque son espacios o ámbitos socioculturales y
multisubjetivos, es el control y ejercicio del individualismo más extremo, constituido por
la forma de resignificación de los mensajes en el acto de recepción de la información.
Fronteras culturales y Redes trasnacionales apuntaladas por una compleja simultaneidad de
lugares, locus o topos, proyectando los imaginarios sociales —individuales y colectivos—
sobre el espacio. Desplegando un mapa cuyos puntos, líneas, tramas y nudos, nos llevan a
la elaboración de una cartografía en la que emergen mundos relacionales hasta hace poco
tiempo impensables desde las ciencias sociales.
En el siguiente gráfico veremos como un sistema de ciudades que conforman una
red y permiten empalmar las diferentes redes regionales y locales con los flujos
transnacionales. Gráfico No 6 : sistema de ciudades diskette No 1

Redes Urbano regionales


En una publicación reciente los investigadores Javier E. Thomas B., Antonio Flórez,
presentan un estudio de caso sobre las “estructuras de organización del espacio regional” en
Colombia92. En este estudio propone algunos elementos conceptuales, para “la
interpretación y comprensión del funcionamiento de ciertos espacios regionales
Colombianos, que de alguna forma se han organizado y estructurado alrededor de sitios de
paso”93.
En sus palabras, la identificación, definición, clasificación y tratamiento de los
sitios de paso, requirió de una síntesis cartográfica, a partir de la superposición de las cartas
topográficas, con las geológicas (alineamientos tectónicos, estratigrafía y plegamientos),
hidrogeomorfológicas y de redes viales, para finalmente convalidar los resultados

92
THOMAS, Javier E.., FLÓREZ, Antonio. Una aproximación a algunas estructuras de organización
del espacio regional. Un estudio de caso. En: Revista de Geografía. Universidad Nacional de Colombia. Vol
VI. Nº 1-2. Santafé de Bogotá. 1997.
93
Ibídem
5 4

obtenidos; primero, con base en la fotointrepretación y a través del enfrentamiento con


situaciones geográficas específicas94.
Estas situaciones geográficas específicas son: La Sierra sobre la carretera Albán-San
Juan de Río Seco, El Alto del trigo sobre la carretera Villeta-Guaduas, El Alto de La Mona
sobre el mismo eje vial en el sector Guaduas-Puerto Bogotá en Cundinamarca; El Alto de
La Línea en la vía Ibagué-Armenia; El sitio Delgaditas en la vía Mariquita-Manizales y El
Páramo de Letras en la carretera Honda-Mariquita-Manizales en el departamento del
Tolima; El Boquerón de Chipaque, Puente Quetame, Quebrada Blanca, Guayabetal, y el
mirador en el eje Bogotá-Villavicencio; sobre el río Magdalena Honda-Puerto Boyacá y la
Dorada-Puerto Salgar sobre el río Cauca, el poblado de Arauca y la Laguna de Chisacá en
la vía Bogotá-San Júan de Sumapaz.
Los autores en el estudio nos muestran la manera de interpretar, analizar y
comprender el espacio geográfico mediante el establecimiento de "los vínculos entre sus
diferentes sistemas estructurantes". En otras palabras, la indagación sobre la interrelación
funcional entre los conjuntos naturales y los conjuntos sociales, debido a que "gran número
de actividades físicas y humanas están basadas, en cierta medida, en un alineamiento previo
organizado por la naturaleza" (Thomas y Flórez 1997). De este modo, lo que cobra
importancia es el espacio visible, el paisaje como un canal de comunicación. En este orden
de ideas utilizan dos conceptos relacionados con los patrones visibles del paisaje
denominados fenosistema y criptosistema. El primero de ellos relacionado con l os
elementos visibles del paisaje como los alineamientos, la morfografía, la red de drenaje,
entre otros; y el segundo relacionado con los componentes que subyacen a los fenosistemas
como la edofología, la climatología, las relaciones ecosistémicas, etc.
Afirman que son puntos, líneas y círculos del paisaje que "se asocian en una
simbología natural" denominada fisiomorfema. En esta dirección concluyen que la línea
dentro de los fisiomorfemas es una traza cuya principal manifestación es el paisaje, " que
es, según el caso, línea o unidad de transición generada ante un obstáculo físico por
superar", como son las estructuras tectónicas y los cambios del medio de transporte:
terrestre/acuático etc., convertidos en una limitación (cordilleras, ríos), ante la imperante y
cotidiana necesidad de comunicación"95 Una comunicación que se realiza utilizando un
punto de acceso, de “facilidad topográfica generada por un prediseño natural”, por el que es
más fácil pasar, un sitio óptimo que permite ahorrar energía, tiempo, esfuerzo, dinero,
distancia, e incrementar la eficiencia de dicha comunicación (1997: 3).
De acuerdo con estos autores en la formación de éstos canales de comunicación hay
un prediseño físico natural creado por el desgaste o la acumulación diferencial de las capas
terrestres por factores físicos naturales o por dinámicas sociales como el poblamiento. De
esta manera entonces el sitio de paso debe ser visto desde nuestras prácticas sociales como
el producto de dos cuestiones básicas: 1. un obstáculo funcional de un conjunto natural y 2.
un proceso de control estructural del espacio geográfico. En otras palabras, el sitio de paso
es el lugar que “ofrece mayores posibilidades para la comunicación, dentro de una
arquitectura natural que impone limitaciones; es el caso de los puntos bajos en las
cordilleras andinas, los piedemontes, los fondos de cañones en los sistemas fluviales con
una dinámica muy activa o las terrazas aluviales. Precisamente en los sitios de paso, el

94
Ibídem
5 5

hombre a partir de la interpretación de ciertas condiciones topográficas, decide cuál es el


punto más funcional dentro de una estructura geográfica, que le permita maximizar la
comunicación y la eficiencia”.95
En este sentido y con dirección al análisis de red el sitio de paso cobra importancia
y va mucho más allá, puesto que un sitio de paso por su importancia estratégica, producto
de la necesidad de comunicación; es también un sitio de encuentro; un punto de una red de
interacción social; un nudo de relaciones, una convergencia de fenómenos físicos y
culturales diversos; un encuentro de aquello “que va a pasar”, una dinámica que genera
funcionalmente centros de acopio e intercambio96.
El ejemplo más claro que citan estos autores son las fondas paisas que surgieron por
las necesidades del intercambio mercantil y de la vinculación social con otros contextos.
Allí está ubicado “el intermediario entre el comprador y el vendedor de café”, y alrededor
de este intermediario y la fonda, actividades conexas y complementarias. Según los autores
“La fonda se convierte rápidamente, a más del punto de relevo, de descanso, en aquellos
sitios donde no existen sistemas de comunicación efectivos, en el factor aglutinante (García
1978), basado en el principio de mercado-competencia [...] Fondas que se localizan,
generalmente, allí en los lugares donde el paso es casi obligado, en los sitios en los cuales
cierto prediseño natural (dinámica evolutiva y morfología) “conduce” las actividades
humanas; en especial las de comunicación.
Desde nuestra perspectiva y en el plano analítico, este estado de transicionalidad de
los sitios de paso constituye un estado de frontera que proporciona el locus para “cambios
en el sentido y la intensidad de procesos” generados por el contacto entre dinámicas
distintas. Es un instrumento geográfico por medio del cual se unen sistemas localizados,
porque allí convergen y divergen sus límites, bordes, o extremos,
Esta situación favorece, en estos casos, la instalación y permanencia de
estructuras socioeconómicas (y por tanto espaciales) diversificadas; primero, porque
induce un aprovechamiento de dinámicas físico-culturales diferentes (dadas por los
extremos) y segundo, por su misma ubicación, es el instrumento físico a través del
cual se mueven los flujos de intercambio (entre los mismos opuestos) necesarios para
mantener el funcionamiento de las estructuras (la especialización de actividades y de
espacios anexos a las mismas, es una necesidad creciente).

Los sitios de paso se constituyen de este modo en instrumentos de “ordenamiento”


espacial debido a que articulan “fragmentos espaciales relativamente coherentes”, y
empalman nichos ecológicos diferentes, redes sociales, sistemas económicos y sistemas
culturales. En palabras de los autores, es un límite morfológico que diferencia y un punto
de convergencia en el que se integran áreas y del mismo modo, redes de diversos flujos. El
reconocimiento de los sitios de paso no es más que el empleo de un principio optimizador
de la dispersión geográfica mediante un sentido práctico de la instrumentalización
funcional del espacio en beneficio del conjunto de la sociedad.
La clasificación adoptada para el estudio de los sitios de paso nos parece pertinente
en cuanto que recalcan en el proceso más que en la estructura, aunque esta última sea la

95
Ibídem
96
Ibídem
5 6

base de la investigación, veamos:


1. fase de distorsión espacial que obedece a la distribución lineal, cruzada o estelar de los
asentamientos humanos a partir del obstáculo funcional y el canal de comunicación.
2. La fase de polaridad-centralidad es aquella en la que se constituyen una distribución
paralela sobre las áreas adyacentes al obstáculo funcional creando ejes en el canal de
comunicación en la cual se ubican los polos regionales mediante la centralización
creciente de actividades socioeconómicas y la especialización funcional de los espacios
locales, así como la institucionalización de los procesos y organizaciones sociales.
3. La fase de redes se refiere a la articulación o grados de estructuración de los lugares
geográficos vinculados en un sistema de acoplamiento local y regional más amplio cuya
característica principal es la formación de redes regionales. En este sentido se aplican
algunos cálculos para hallar la densidad de tales redes denominados Indices de
conectividad con el cual se pretende esclarecer también “la evolución histórica” de las
redes; y
4. La fase de jerarquización es la estructuración general más amplia de los sitios de paso y
a su vez de las redes locales y regionales mediante un análisis comparativo de las
funciones desarrolladas al interior de ellos, de sus manifestaciones espaciales y
comportamientos locales o regionales en dirección al conocimiento de su nivel
organizacional.
Ahora bien, con estos elementos reconocemos como el determinar ámbitos
sistémicos permite desarrollar la jerarquización de los espacios y de los lugares, nos señala
un camino hacia el reconocimiento de la historia y sus procesos, a la comparación de
diversos contextos —por pequeños que sean— y sus niveles de estructuración o
desestructuración, en síntesis nos facilita el análisis de las relaciones, estructura y funciones
de los grupos sociales con el entorno.
En esta dirección se centran las investigaciones de etnohistoriadores y arqueólogos
que han dirigido su mirada al estudio de las redes interétnicas en Sur América a través del
análisis de la cultura material de los grupos étnicos que sobrevivieron a la conquista
europea, el tipo de intercambio que llevaban a cabo sin importarles la extensión geográfica,
la diversidad cultural implicada en los intercambios, los múltiples sistemas económicos,
productivos y simbólicos involucrados, los microarchipiélagos o ecosistemas andinos, etc.
Pero existen también niveles que en el análisis de los sitios de paso que no fueron
tenidos en cuenta, quizás por que la perspectiva funcional del estudio no lo permitió. En
este sentido, podemos completar el panorama con una breve referencia a los sistemas de
información generados por el avance de la microelectrónica.
Gráfico No 7. sitios de paso, redes urbanos regionales. En el diskette No 1.
5 7

REDES DE INFORMACION Y COMUNICACION 97

Actualmente, por la probabilidad de compartir mundialmente la información entre


diversos grupos humanos a través de los medios masivos de difusión y mediante los
computadores especialmente, nuestro tiempo ha sido denominado como la “era de la
información”. Dos componentes desarrollados durante las últimas décadas del siglo XX
han posibilitado que esto sea realidad: la generalización de los computadores personales y
seguidamente, la construcción de redes de área local denominadas (LAN) con bases de
datos remotas ubicadas en tierra, con dispositivos implantados en vehículos aéreos, así
como con los diferentes mecanismos que se usan en la navegación marítima.
La complejidad de los equipos utilizados para la puesta en obra de estas redes se ve
compensada con la eficacia de su aplicación. El diseño e implantación de una red mundial
de computadores es quizá el avance tecnológico más importante de las últimas décadas.
Durante los años setenta estás máquinas eran caras, frágiles y estaban al cuidado de
especialistas que las guardaban celosamente en recintos cerrados y especiales, a manera de
cajas de seguridad, constantemente vigilados. Su utilización ampliada desde lugares
remotos estaba sujeta al uso del módem y la línea telefónica, cuando no se podía conectar
un terminal directamente. Generalmente constituían medios centralizados cuyo uso era
restringido debido a su elevado costo. Por estos motivos surgieron empresas de servicios
especializadas en ofrecer un “mainframe” por unidades de tiempo para el procesamiento de
datos. Hecha la ampliación del uso de los mismos y la creación de una necesidad común
para el manejo de la información. Posteriormente, se conformaron pequeñas redes de
computadores internas en empresas públicas que no estaban disponibles comercialmente.
En esta dirección los experimentos del Departamento de Defensa norteamericano
constituyó el avance más significativo. Su objetivo fue el de posibilitar una red más amplia
centrada en la distribución de los recursos informáticos y cuya evolución conocemos hoy
como Internet.
Una red desde el plano de la informática, es un conjunto de técnicas, conexiones
físicas y programas lógicos especiales empleados para conectar dos o más computadores.
Los usuarios de una red pueden compartir archivos o ficheros, impresoras, fax, y otros
recursos, enviar mensajes electrónicos y ejecutar programas en otros computadores.
Una red comprende tres niveles de componentes: software de aplicaciones, software
de red y hardware de red. El software de aplicaciones está formado por programas
informáticos que se comunican con los usuarios de la red y permiten compartir información
(como archivos, gráficos o vídeos) y recursos (como impresoras o unidades de disco). Un
tipo de software de aplicaciones se denomina cliente-servidor. Las computadores cliente
envían peticiones de información o de uso de recursos a otras computadores llamadas
servidores, que controlan datos y aplicaciones. Otro tipo de software de aplicación se
conoce como 'de igual a igual' (peer to peer). En una red de este tipo, los computadores se
envían entre sí mensajes y peticiones directamente sin utilizar un servidor como
intermediario.

97
Las siguientes páginas son una recopilación de información que se tomó de la Enciclopedia
Microsoft Encarta 97 y de la enciclopedia Santillana, con el ánimo de ampliar el concepto de red y ponerlo
en perspectiva desde los avances tecnológicos contemporáneos.
5 8

El software de red consiste en programas informáticos que establecen protocolos, o


normas, para que los computadores se comuniquen entre sí. Estos protocolos se aplican
enviando y recibiendo grupos de datos formateados denominados paquetes. Los protocolos
indican cómo efectuar conexiones lógicas entre las aplicaciones de la red, dirigir el
movimiento de paquetes a través de la red física y minimizar las posibilidades de colisión
entre paquetes enviados simultáneamente.

El hardware de red está formado por los componentes materiales que unen las
computadores. Dos componentes importantes son los medios de transmisión que
transportan las señales de los computadores —cables o fibras ópticas— y el adaptador de
red, que permite acceder al medio material que conecta a los computadores, recibir
paquetes desde el software de red y transmitir instrucciones y peticiones a otros
computadores. La información se transfiere en forma de dígitos binarios, o bits —unos y
ceros—, que pueden ser procesados por los circuitos electrónicos de los computadores.

Conexiones de red
Una red posee dos tipos de conexiones: conexiones físicas —que permiten a los
computadores transmitir y recibir señales directamente— y conexiones lógicas, o virtuales,
que permiten intercambiar información a las aplicaciones informáticas, por ejemplo a un
procesador de textos. Las conexiones físicas están definidas por el medio empleado para
transmitir la señal, por la disposición geométrica de los computadores (topología) y por el
método usado para compartir información. Las conexiones lógicas son creadas por los
protocolos de red y permiten compartir datos a través de la red entre aplicaciones
correspondientes a computadores de distinto tipo, como un Apple Macintosh y un PC de
IBM. Algunas conexiones lógicas emplean software de tipo cliente-servidor y están
destinadas principalmente a compartir archivos e impresoras. El conjunto de Protocolos de
Control de Transmisión y Protocolo de Internet (TCP/IP, siglas en inglés), desarrollado
originalmente por el Departamento de Defensa estadounidense, es el conjunto de
conexiones lógicas empleado por Internet, la red de redes planetaria. El TCP/IP, basado en
software de aplicación de igual a igual, crea una conexión entre dos computadores
cualesquiera.
El medio empleado para transmitir información limita la velocidad de la red, la
distancia eficaz entre computadores y la topología de la red. Los cables bifilares de cobre o
los cables coaxiales proporcionan velocidades de transmisión de algunos miles de bps (bits
por segundo) a largas distancias y de unos 100 Mbps (millones de bits por segundo) a corta
distancia. Las fibras ópticas permiten velocidades de entre 100 y 1.000 Mbps a largas
distancias.
Las topologías más corrientes para organizar las computadores de una red son las de
punto a punto, de bus, en estrella y en anillo. La topología de punta a punta es la más
sencilla, y está formada por dos computadores conectados entre sí. La topología de bus
consta de una única conexión a la que están unidos varios computadores. Todas los
computadores unidos a esta conexión única reciben todas las señales transmitidas por
cualquier computador conectado. La topología en estrella conecta varios computadores con
un elemento dispositivo central llamado hub. El hub puede ser pasivo y transmitir cualquier
5 9

entrada recibida a todos los computadores —de forma semejante a la topología de bus— o
ser activo, en cuyo caso envía selectivamente las entradas a computadores de destino
determinados. La topología en anillo utiliza conexiones múltiples para formar un círculo de
computadores. Cada conexión transporta información en un único sentido. La información
avanza por el anillo de forma secuencial desde su origen hasta su destino.
Las redes de área local (LAN, siglas en inglés), que conectan computadores
separados por distancias reducidas, por ejemplo en una oficina o un campus universitario,
suelen usar topologías de bus, en estrella o en anillo. Las redes de área amplia (WAN,
siglas en inglés), que conectan equipos distantes situados en puntos alejados de un mismo
país o en países diferentes, emplean a menudo líneas telefónicas especiales arrendadas
como conexiones de punto a punto.
Cuando los computadores comparten conexiones físicas para transmitir paquetes de
información, se emplea un conjunto de protocolos MAC (siglas en inglés de 'control de
acceso al medio') para que la información fluya sin problemas a través de la red. Un
protocolo MAC eficiente garantiza que el medio de transmisión no esté sin utilizar si
alguna computadora tiene información que transmitir. También evita colisiones debidas a la
transmisión simultánea, que desperdiciarían capacidad de transmisión. Los protocolos
MAC también permiten que los distintos computadores accedan al medio de forma
equitativa.
Un tipo de protocolo MAC es el Ethernet, empleado en topologías de bus o en
estrella. Un computador conectado al Ethernet comprueba antes de nada si el medio
compartido está siendo utilizado. Si no es así, el computador transmite la información.
Como el computador puede comprobar si el medio está en uso a la vez que envía paquetes,
continúa vigilando la conexión compartida y deja de transmitir información si ocurre una
colisión. Ethernet puede transmitir información a una velocidad de 10 Mbps.
Las computadores también pueden utilizar protocolos MAC del tipo Token Ring,
que transmiten un mensaje especial (en inglés, token) a través de la red. Esta contraseña da
permiso al computador que lo recibe para que envíe un paquete de información por la red.
En caso de que no tenga ningún paquete que enviar, pasa la contraseña al siguiente
computador. Como sólo hay una contraseña en toda la red, en cada momento no hay más
que una computadora que pueda transmitir información.
La gestión de la red y la administración del sistema son cruciales para que un
sistema complejo de computadores y recursos interconectados pueda funcionar. El gestor
de una red es la persona o el equipo responsable de configurar la red para que opere de
forma eficiente. Por ejemplo, el gestor de la red puede tener que conectar directamente
computadores que se comunican con frecuencia para reducir la interferencia con otros
computadores.
El administrador del sistema es la persona o el equipo responsable de configurar las
computadores y su software para emplear la red. Por ejemplo, el administrador del sistema
puede instalar software de red y configurar el sistema de archivos de un servidor para que
los computadores clientes puedan acceder a los ficheros o archivos compartidos.
Las redes pueden ser objeto de acceso ilegal, por lo que los archivos y recursos
deben protegerse. Un intruso que se introdujera en la red podría espiar los paquetes
6 0

enviados por la red o enviar mensajes ficticios. En el caso de información sensible, el


cifrado de los datos (la codificación de la información mediante ecuaciones matemáticas)
hace que un intruso no pueda leer los paquetes que lleguen a su poder. La mayoría de los
servidores también emplean sistemas de autentificación para garantizar que una petición de
leer o modificar un fichero o de utilizar recursos procede de un cliente legítimo y no de un
intruso.
El uso extendido de computadores portátiles ha impulsado avances en las redes
inalámbricas. Las redes inalámbricas utilizan transmisiones de infrarrojos o
radiofrecuencias para unir las computadores portátiles a las redes. Las LAN inalámbricas
de infrarrojos sólo funcionan dentro de una misma habitación, mientras que las LAN
inalámbricas de radiofrecuencias pueden funcionar a través de casi cualquier pared. Las
LAN inalámbricas tienen velocidades de transmisión que van desde menos de 1 Mbps hasta
8 Mbps y funcionan a distancias de hasta unos cientos de metros. Las WAN inalámbricas
emplean redes de telefonía celular, transmisiones vía satélite o equipos específicos y
proporcionan una cobertura regional o mundial, pero su velocidad de transmisión es de sólo
2.000 a 19.000 bps.
En febrero de 1996, Fujitsu Ltd., Nippon Telephone and Telegraph Corporation y
un equipo de investigadores de AT&T consiguieron transmitir información a través de una
fibra óptica a una velocidad de un millón de Mbps, lo que equivale a transmitir los
periódicos de 300 años en un solo segundo. Esto se logró enviando simultáneamente por la
fibra óptica luz de distintas longitudes de onda, cada una portadora de información
diferente. Si esta nueva tecnología puede integrarse en una red, será posible enviar de forma
barata información masiva como vídeo o imágenes tridimensionales.

Las redes de área local ((LAN)


Las Redes de área local (LAN, Local Area Network) constituyen una forma de
interconectar una serie de equipos informáticos, un modo de normalizar las conexiones
entre las máquinas que se utilizan como sistemas ofimáticos. Una LAN no es más que un
medio físico compartido por un conjunto de computadores, una conexión material entre sus
dispositivos mediante un cable coaxial, un cable de dos hilos de cobre o una fibra óptica,
aunque pueden efectuarse conexiones inalámbricas empleando transmisiones de infrarrojos
o radiofrecuencia, teniendo en cuenta el conjunto de reglas que rigen el acceso a dicho
medio. La LAN más difundida es Ethernet, esta red utiliza un mecanismo denominado Call
Sense Multiple Access-Collision Detect (CSMS-CD), donde cada equipo conectado sólo
puede utilizar el cable cuando ningún otro equipo lo está utilizando. Si hay algún conflicto,
el equipo que está intentando establecer la conexión la anula y efectúa un nuevo intento
más adelante. La Ethernet transfiere datos a 10 Mbits/seg, lo suficientemente rápido como
para hacer inapreciable la distancia entre los diversos equipos y dar la impresión de que
están conectados directamente a su destino.
Hay diversos tipos de red de área local —bus, estrella, anillo, entre otros— y
diferentes formas de acceso denominadas protocolos. La característica principal de estas
LAN es que tienen un alcance limitado que normalmente se circunscribe a un edificio. Las
LAN actuales además de proporcionar un acceso compartido, también proporcionan al
usuario multitud de funciones avanzadas. Hay paquetes de software de gestión para
controlar la configuración de los equipos en la LAN, la administración de los usuarios, y el
6 1

control de los recursos de la red. Una estructura muy utilizada consiste en varios servidores
a disposición de distintos y numerosos usuarios simultáneamente. Los primeros, por lo
general máquinas más potentes, proporcionan servicios como control de impresión,
archivos compartidos y correo a los últimos, por lo general computadores personales.
Un dispositivo de LAN puede emitir y recibir señales de todos los demás
dispositivos de la red. Otra posibilidad es que cada dispositivo esté conectado a un
repetidor, un equipo especializado que transmite de forma selectiva la información desde
un dispositivo hasta uno o varios destinos en la red.
Hoy por hoy, se han difundido diversos componentes denominados inteligentes que
sirven de enlace a varias LAN. Los routers y los bridges son equipos especiales que
permiten conectar dos o más LAN. Los servicios en la mayoría de las LAN son muy
potentes. En esta dirección, se pretende unir núcleos aislados de utilidades informáticas, de
manera que los grupos, empresas u organizaciones puedan trabajar independientemente de
su ubicación, hecho que ha posibilitado la conformación de redes corporativas de datos
basadas en una serie de redes LAN y routers. Es una red físicamente heterogénea mediante
un recurso aparentemente homogéneo. El bridge es el equipo más elemental y sólo permite
conectar varias LAN de un mismo tipo. El router es un elemento más inteligente y
posibilita la interconexión de diferentes tipos de redes de computadores.

Redes de área extensa (WAN)


A partir de el desarrollo de estas corporaciones especializadas en el manejo de redes
internas nacieron las Redes de área extensa (WAN, Wide Area Network). Son enlaces para
grandes distancias que amplían la LAN hasta convertirla en una red de área extensa
(WAN). Casi todos los operadores de redes nacionales Telecom en varios países de Europa
ofrecen estos servicios para interconectar redes de computadores, que van desde los enlaces
de datos sencillos y a baja velocidad que funcionan basándose en la red pública de telefonía
hasta los complejos servicios de alta velocidad, como frame relay y SMDS-Synchronous
Multimegabit Data Service, adecuados para la interconexión de las LAN.
Estos servicios de manejo de datos a alta velocidad suelen denominarse conexiones
de banda ancha WAN como Internet. Proporcionan enlaces entre LAN’s para hacer posible
las autopistas de la información. Las WAN son similares a las LAN, pero conectan entre sí
computadores separados por distancias mayores, situados en distintos lugares de un país o
en diferentes países; emplean equipo físico especializado y costoso y arriendan los servicios
de comunicaciones. Las “centralitas particulares” PBX proporcionan conexiones
informáticas continuas para la transferencia de datos especializados como transmisiones
telefónicas, pero no resultan adecuadas para emitir y recibir los picos de datos de corta
duración empleados por la mayoría de las aplicaciones informáticas.
Las conexiones que unen las redes de área local con recursos externos, como otra
LAN o una base de datos remota, se denominan puentes, reencaminadores, pasarelas o
gateways. Estos puentes crean una red de área local extendida transmitiendo información
entre dos o más LAN. Es un dispositivo intermedio que conecta dos LAN de distinto
tamaño o con una WAN, interpretando la información del protocolo y enviando
selectivamente paquetes de datos a distintas conexiones de LAN o WAN a través de la vía
más eficiente disponible. Conecta redes que emplean distintos protocolos de
6 2

comunicaciones y traduce entre los mismos. Estas conexiones suponen un riesgo para la
seguridad porque la LAN no posee el control sobre los usuarios de Internet. Las
aplicaciones transferidas desde Internet a la LAN pueden contener virus informáticos
capaces de dañar los componentes de la LAN; por otra parte, un usuario externo no
autorizado puede obtener acceso a ficheros sensibles o borrar o alterar ficheros. Un tipo de
filtro especial denominado cortafuegos impide a los usuarios externos acceder a recursos de
la LAN permitiendo a los usuarios de la LAN acceder a la información externa.
Veamos ahora como en nuestra sociedad la familia funciona como un microsistema
básico en el que la comunicación externa e interna permite cohesionarnos culturalmente y
dar sentido a nuestra habitabilidad. La perspectiva que tomaremos ahora nos lleva al campo
del análisis sistémico de red .

RED SOCIAL Y REDES FAMILIARES


En esta parte brindaremos una breve introducción a lo que se ha desarrollado en
torno a este contexto sociocultural y fenómeno ecológico, dinámico e interactivo,
concebido funcionalmente como un microsistema de relaciones sociales relativamente
naturalizado, puesto que sus relaciones tienden a la inercia de lo tradicional y lo normativo.
En la actualidad existe un consenso bastante amplio sobre el abordaje conceptual de
la familia como objeto de conocimiento. Se tiene como presupuesto básico que sus
relaciones gravitan en torno a los vínculos conyugales, sanguíneos y parentales por
afinidad, legales o no y a intereses en la procreación y la cooperación económica. La
definición más reconocida y utilizada, que tuvo vigencia hasta hace muy poco, fue la
emitida por la CEPAL en 1993, en la que es considerada como un grupo social formado por
los miembros del hogar, emparentados entre sí por sangre, adopción, matrimonio y las
uniones consensuales cuando son estables. Esta diferenciación admite que existen hogares
cuyos miembros pueden no constituir una familia (hogar no familiar), es decir, grupos
familiares donde no existe relación de pareja ni relaciones destinadas a la procreación.
En cuanto al concepto de familia utilizado en nuestra labor, nos hemos adherido —
como punto de inicio— a una definición mucho más acorde con nuestra perspectiva que si
bien recoge la definición de la CEPAL, incluye una perspectiva de red que, en lo que a
nosotros concierne, aumenta las posibilidades de explicación, descripción y análisis de los
fenómenos sociales.
La familia es un grupo social que se caracteriza por una complejidad de redes
de relación interpersonal, en las cuales la intimidad y la convivencia más o menos
permanente en el tiempo hacen de ella un grupo específico. La componen personas
6 3

con vínculos de sangre o por adopción legal o ilegal, que se diferencian por su edad y
género y que establecen relación entre sí y con el mundo externo. En ella se estructura
la identidad, se protege a los miembros y se da el intercambio con la cultura.98

Esta concepción ha sido acogida porque reconoce al hombre como un ser social en
contexto, no es un ser aislado, “sino miembro activo y reactivo de grupos sociales. . .La
familia constituye un factor sumamente significativo . . . es un grupo social natural, que
determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior y desde el
exterior. Su organización y estructura califican la experiencia de los miembros de la
familia”99.
La idea fundamental es que el individuo no vive solo, convive en grupos que no
siempre han permanecido estables sino que han cambiado al igual que la sociedad. “Las
funciones de la familia sirven a dos objetivos distintos. Uno es interno: la protección psico-
social de sus miembros; el otro es externo —la acomodación a una cultura y la transmisión
de esa cultura”100. Es un grupo social que se caracteriza por imprimir dos tipos de
sentimiento: uno de identidad” y otro de separación. “El sentimiento de separación” se
construye a través de la participación en los diferentes subsistemas familiares y en los
diversos contextos extrafamiliares en que participa el individuo, “el sentido de identidad de
cada individuo es influido por su sentido de pertenencia a diferentes grupos”101.
Como lo hemos manifestado desde un principio, esta perspectiva reconoce que el
hombre no es un ser aislado, sino un miembro dinámico de grupos sociales. La discusión
fundamental de los diversos enfoques encontrados en el estado del arte sobre familia, radica
en que tales conceptos consideran a la familia como un grupo social naturalizado por un
orden jurídico. Reconocemos que es un grupo social al que no se le puede negar cierto
grado de naturalización, en cuanto que, parte de sus relaciones tienden a la inercia de lo
tradicional o normativo, desde sus prácticas cotidianas e imaginarios colectivos. Pero
consideramos importante recalcar e insistir, en que el campo sociocultural de la familia
como esfera y contexto fundamental, como fenómeno ecológico, dinámico e interactivo es,
desde nuestro punto de vista, lo más acorde con el estudio de los cambios presentes y
futuros de la vida social contemporánea.
Entendemos por naturalización, la forma en que las prácticas cotidianas determinan
las respuestas de sus miembros a través de estímulos generados en su interior, destinados al
acomodamiento de las reacciones de sus miembros frente a lo que llega desde el exterior,
como cualificación de la experiencia familiar. Esto es importante al analizar su
comportamiento, organización, dinámica y si es del caso su estructura, tomando a la familia
como escenario de llegada de los cambios globales del país o la región.
Según Salvador Minuchim102 la familia cumple con una función social que “resulta
siendo atacada cada vez que se modifican los ordenes sociales”. Se trata del acoplamiento
98
MALDONADO, Mª Cristina. Conflicto, poder y violencia en la familia. Universidad del Valle.
1995. pp... 7.
99
MINUCHIN, Salvador. Familia y terapia familiar. Traducción Víctor Fichman. Editorial Gedisa, 3ª
edición. Buenos Aires. 1982. pp.... 20
100
MINUCHIN; S. Op. cit 78
101
MINUCHIN; S. Op. cit 80-81
102
Ibídem.
6 4

social de la familia al contexto local, regional o nacional; algo similar a lo que planteaba
Ligia Echeverry Angel103 cuando se refiere a las “modalidades de ajuste al contexto”.
Veamos un argumento que nos parece fundamental para explicar lo anterior:
Si bien la familia se adapta a los cambios, estos se orientan desde la sociedad
hacia la familia, ya que “la familia es un sistema abierto en transformación, es decir,
que constantemente recibe y envía descargas de y desde el medio extrafamiliar y se
adapta a las diferentes demandas de las etapas de desarrollo que enfrenta”104.

Estos aportes proporcionados por las investigaciones sobre el Ciclo de Vida105


familiar nos permiten visualizarla como un sistema que funciona dentro de un contexto
social que —según Salvador Minuchim— está compuesto por tres características
principales. La primera de ellas: la familia es un “sistema sociocultural abierto en proceso
de transformación”. La segunda: la familia “muestra un desarrollo desplazándose a través
de un cierto número de etapas que exigen una reestructuración”. La tercera y última: la
familia “se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una
continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro”.
Pero estas transformaciones, etapas y adaptaciones no se dan en el vacío, son
producto de un sistema de transacciones entre sus miembros y la sociedad en general. En
este orden de ideas, la familia se constituye en el primer control social que posee el
individuo, destinado a la adaptación a los cambios sociales. La formación de esas pautas se
hace mediante dos tipos de coacción: “el primero es genérico e implica las reglas
universales que gobiernan la organización familiar”. El segundo tipo, “es idiosincrásico, e
implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la familia. . . la función de los
límites reside en proteger la diferenciación del sistema familiar”106.
Concebir la familia como una red social permite reconstruir conflictos
socioculturales y procesos de intervención institucional o estatal, puesto que el tejido de las
relaciones sociales familiares constituyen las relaciones sociales primarias que proveen al
individuo el sentido de pertenencia, la identidad personal y el sentido colectivo de
comunidad. Estas relaciones focalizadas como análisis de redes sociales y familiares,
permiten visualizar la articulación de la intervención estatal con la Cobertura Efectiva de
los Servicios Sociales; con el Orden Social Democrático a través del análisis de su
participación eficaz en la planificación de sus políticas y; con el Bienestar Social de sus
Miembros mediante el análisis de la Satisfacción Social generada. Puesto que una
articulación efectiva de estos elementos proporciona actividades que implican sobrevida,
goce, recreación, creatividad y crecimiento espiritual —individual y colectivo.107.
La distribución de los miembros en la unidad familiar adquiere importancia, en un
modo operativo, de acuerdo con la clasificación funcional del sistema de relaciones sociales
que hemos descrito anteriormente —niveles Macro, Meso y Microsistémico—. Esta
orientación es alterna al modelo estructural utilizado en el análisis morfológico de la
103
ECHEVERRY A., Ligia. Tendencias o rupturas de la familia colombiana. En: Revista Maguaré.
Universidad Nacional de Colombia. Vol. 9 No 10. 1994. pp.... 159-176.
104
MINUCHIM, S. Op. cit 84
105
ANDERSON M. Op. cit.
106
MINUCHIN, S. Op. cit 86-89
107
SLUZKI, C. Op. cit.
6 5

familia, basado en el sistema descriptivo de sus relaciones parentofiliales. Tipo de


investigación social tradicional, utilizada en décadas anteriores, que se distancia de las
dinámicas contemporáneas y de los distintos escenarios —locales, regionales y nacionales
—, en cuanto que no permite mediante sus estrategias, describir procesos adicionales que se
han considerado secundarios e irrelevantes hasta ahora, ni poner en práctica políticas
públicas con una mayor eficacia social.
La identificación de los componentes de las redes familiares permite comprender los
roles y las interrelaciones de sus miembros, con el fin de establecer las funciones de
cohesión, solidaridad o protección al interior de la familia —como grupo primario de
referencia— y fuera de ella, en distintos contextos.

El conflicto y la terapia sistémica de redes


El principal supuesto de cualquier teoría sobre el conflicto es que éste es inherente a
la dinámica social, que entraña diversos tipos de conflictos y que existen en gran número.
Todos los individuos de una sociedad experimentan conflictos personales por estar sujetos a
las diversas presiones que ejercen los numerosos grupos humanos que lo componen, debido
a los múltiples roles que les toca desempeñar. Incluso, se ha llegado a afirmar que los
procesos de socialización no son mas que un conflicto entre el individuo y la sociedad. Sin
embargo, no siempre constituyen un factor negativo que separa a individuos o grupos,
porque pueden contribuir a mantener las colectividades y las relaciones interpersonales.
Una definición corriente en la psicología define el conflicto como aquella situación
en la que un individuo se halla motivado a emprender dos o mas actividades que se
excluyen mutuamente. El conflicto puede manifestarse de diferente forma y en distintos
niveles; a nivel verbal, simbólico, o emotivo. En el centro de esta definición están las
motivaciones y en este sentido, el conflicto puede surgir cuando las respuestas que debe
generar el comportamiento para satisfacer una motivación no son compatibles con las
respuestas que requiere la satisfacción de otra motivación.
Según la teoría Freudiana el conflicto se presenta entre las pulsiones del individuo,
entre el instinto sexual y el instinto de conservación. Después de algunos años precisaba
que el conflicto era producto de la lucha entre el Eros y el Tanatos. Un argumento en contra
de esta teoría es que en muchos procesos del desarrollo psicosocial o de la construcción de
la personalidad no hay presencia de conflicto, como por ejemplo el lenguaje, la destreza
física y la curiosidad108.
Por otro lado Kurt Lewin en su Teoría del Campo sustenta que la conducta del
individuo se halla determinada por un campo de fuerzas psicológicas que dependen, en
parte, de las valencias positivas y negativas atribuidas a diversos objetivos en una situación
específica. El surgimiento se produce por que las fuerzas relativas a dos o mas objetivos
son de igual intensidad. Esta Psicología topológica divide los conflictos en tres tipos:
1. Cuando el individuo duda entre dos objetivos de valencia negativa
2. Cuando el individuo duda entre dos objetivos: uno de valencia negativa y otro de
valencia positiva.

108
MURRAY; P. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, ONU, 1985. Tomo II. Pag. 8 y
ss.
6 6

3. Y cuando el individuo duda entre dos objetivos de valencia positiva.


Este aporte permitió el desarrollo de nuevas perspectivas en la psicología a partir de
la asimilación de estas valencias a los conceptos de atracción —positiva— y repulsión —
negativa— respectivamente. En este sentido Neal E. Miller desarrolló estos presupuestos
mediante investigaciones de laboratorio con distintos animales apoyándose en
experimentos que medían la conexión estímulo respuesta y las tendencias de acercamiento
y evitación; todo esto mediante un estudio detallado de las observaciones con las cuales fue
posible diferenciar distintos grados frente a un objetivo, hasta determinar por cálculos
estadísticos el punto de conflicto, tanto en la evitación como en el acercamiento del
objetivo.
En este orden de ideas, el conflicto es interno en cuanto manifestación de
ambigüedad y ambivalencia en la toma de decisiones sobre dos objetivos distintos. De la
misma manera, en sus aspectos políticos el conflicto personal se hace externo en cuanto el
individuo es parte de un grupo social. Es así que el conflicto puede presentarse entre dos
individuos, entre individuos y grupos o entre grupos. Usualmente el conflicto se presenta
cuando dos o más personas, o dos o mas grupos intentan poseer el mismo objeto, ocupar el
mismo espacio, la misma posición, desempeñar papeles incompatibles, defender objetivos
opuestos o utilizar medios que se excluyen mutuamente para alcanzar propósitos.
El conflicto político como tal puede explicarse con base en las necesidades,
expectativas y deseos de los actores sociales implicados, llámense sistemas políticos,
individuos, grupos, organizaciones etc. Cada individuo o grupo posee una visión o imagen
del mundo: posee un imaginario social. El conflicto surge cuando una de las partes, en la
medida que el actor realiza su proceso de “medios a fines”, percibe que uno o varios de sus
fines, propósitos, preferencias o medios para alcanzarlo, es amenazado o estorbado por las
intenciones o actividades de una o varias de las otras partes.
El conflicto social109 es siempre un conflicto de intereses. Este es el producto de una
lucha en torno de valores, pretensiones de estatus, poder y recursos escasos, en la que el
objetivo conduce hacia la neutralización en situaciones de competencia bajo dinámicas de
intercambio; o hacia el daño o la eliminación del “otro diferente” cuando no existe margen
para la negociación. El conflicto social puede tener diversos efectos de acuerdo con la
estructura social que lo contenga. En sociedades pluralistas, abiertas y flexibles que
permiten variedad de conflictos usualmente sirven para eliminar la disociación y crear
mayor cohesión social, puesto que la intensidad de los mismos no es tan relevante como en
sociedades con estructuras rígidas o en grupos cerrados.
Del mismo modo, la familia no está exenta de conflictos, incluso, es quizá el primer
núcleo social donde se manifiestan los principales problemas sociales de un estado, región
o localidad. Es un lugar privilegiado para el análisis de la vida social puesto que este grupo
social es producto de las relaciones sociales. En general, la mayor parte de las relaciones
sociales, sin contar con las relaciones de contacto accidental —anónimas—, surgen por
“motivos externos a ellas mismas, como resultado directo o inmediato de disposiciones
institucionales: hermanos, clientes, colegas etc.,”110. Una de las disposiciones y quizás la de
mayor importancia en cualquier cultura, entre muchas otras, es la de la unidad familiar que
109
COSER, Lewis. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales. ONU. 1985. Pag. 17-20.
110
GOFFMAN; E. Op. cit 198
6 7

usualmente se inicia con la relación de pareja. Es un elemento importante en la estructura


del tejido social. “Sus miembros tienen la responsabilidad del tiempo y el número de
concepciones de nuevos miembros de la sociedad, así como de su sostenimiento y su
primera socialización”111. Es la unidad formal en la que se reúnen y distribuyen los recursos
para el consumo. En torno de ella se organiza la residencia y se ejecutan las labores
domésticas. “Sus miembros constituyen entre sí la fuente principal de relaciones afectivas y
adscriptivas dentro de una sociedad predominantemente competitiva”.
Es una colectividad que formula demandas múltiples y apremiantes a casi todos los
individuos, que influyen de modo inevitable en su capacidad para participar en otras
colectividades y para satisfacer las demandas de estas últimas. Estas demandas y relaciones
familiares tienen múltiples patrones en cada sociedad, región o localidad. Es precisamente
la ausencia de respuestas efectivas y eficaces a estas demandas las que provocan conflictos
intra e interfamiliares que deben ser resueltos colectivamente. Porque como lo dijimos
anteriormente, la familia es ante todo una unidad relacional, una red de relaciones sociales,
cuya complejidad puede interpretarse y en parte verse reducida a la unidad básica de
reproducción social, aunque no sea la única. Según el investigador Carlos Sluzki:
“Vemos y tratamos a la familia nuclear y en ocasiones a la familia extensa,
porque somos especialistas en verla y no porque existe así, como una forma
claramente delineada. Estudiamos la familia porque la vemos y, la vemos porque la
evocamos con nuestro modelo y nuestro interrogatorio. En el presente —y en
cualquier otra época— vivimos inmersos en redes múltiples, complejas y en constante
evolución (dinámica) de entre las cuales “extraemos” la familia cuando preguntamos,
por ejemplo, “¿Quiénes forman parte de su familia?”, evocando así, tanto en nosotros
como en nuestro interlocutor, conjuntos consensuales, legales, culturales y a veces,
emocionales”112.

Si bien todo individuo en su imaginario recrea modelos ideales de familia que


suponen representar a la sociedad, es preciso afirmar que no hay un único ni universal
modelo de familia o unidad familiar. Usualmente estos modelos son construcciones
realizadas por observación directa de grupos poblacionales con aparente homogeneidad
sociocultural y una supuesta representatividad en el contexto. Este aspecto hace que la
observación social del investigador y del investigado tengan diferenciales y particulares
focos de atención. Uno de estos focos ha sido el de las funciones de la familia sobre el cual
se han generado polémicas de vieja data.
Entre las múltiples funciones de la familia en el ámbito de las sociedades
contemporáneas encontramos las siguientes: 1. Procreación y cuidado de la prole 2.
Inserción de los nuevos miembros en la sociedad 3. Inserción de los nuevos miembros en el
sistema educativo 4. Inserción de los nuevos miembros en el sistema económico 5.
Enseñanza y aprendizaje del trabajo 6. Mantenimiento económico de niños 7.
Mantenimiento económico de viejos 8. Producción y adquisición de bienes 9. Incentivación
de los valores religiosos113.

111
ANDERSON; Op. cit
112
SLUZKI. C. Op. cit 27
113
ECHEVERRY A., Ligia. Op. cit.
6 8

Estudios globales realizados por multitud de Antropólogos Físicos han demostrado


que las dos primeras de estas funciones de la familia son también observables en el
comportamiento de los primates no humanos. De otra parte, revelan que las relaciones entre
distintas especies son en general pacíficas o relativamente neutrales. También que “entre
grupos de la misma especie, las reacciones se escalonan desde la evitación hasta la
exhibición agonística e incluso la violencia.
El conflicto entre individuos de un mismo grupo es mucho más frecuente que el
conflicto entre grupos o entre especies”. Algunos supuestos evolucionistas han llegado a
afirmar que el conflicto y la agresión son elementos propios del comportamiento adaptativo
de todas las especies, aunque se ha demostrado que no todas obedecen una “la ley” en este
sentido.
Teniendo en cuenta que el conflicto entre individuos de un mismo grupo es mucho
más frecuente que el conflicto entre grupos, no podemos excluir el grupo que compone la
unidad familiar. Usualmente se presentan conflictos entre los individuos que lo constituyen.
La familia se caracteriza por imprimir un sentimiento de identidad a sus miembros
mediante dos sentimientos: uno de separación y otro de identidad. El primero de ellos se
logra mediante la participación de los individuos que la componen en diferentes
subsistemas familiares de diferentes contextos. El segundo sentido se logra cuando el
individuo comparativamente “es influido por su sentido de pertenencia a diferentes grupos”
no familiares. (Minuchin 1982:80-81)
La estructura familiar es “el conjunto invisible de demandas funcionales que
organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia. Una familia es un
sistema que opera a través de pautas transaccionales”114. Las pautas transaccionales regulan
la conducta de los miembros de la familia. La forma como se hace respetar esas pautas es la
coacción a través de dos sistemas: el primero de estos “es genérico e implica las reglas
universales que gobiernan la organización familiar (...) El segundo sistema de coacción es
idiosincrásico, e implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la
familia.”115. La familia en este sentido es el primer control social que posee el individuo y
es por ello que trata de adaptarse a los cambios sociales sin que pueda excluir de su
dinámica al conflicto.
En esta dirección se han desarrollado diversos enfoques para la resolución de estos
conflictos familiares a partir de lo que se ha denominado terapia familiar. Las distintas
teorías acerca de la terapia de familia se fundamentan en que el hombre no es un ser
aislado, sino “miembro activo y reactivo de grupos sociales” 116. Aunque en un principio y
en contraste con lo anterior, las terapias fundamentaron su trabajo en el individuo aislado
del contexto social sin que la red externa de la familia constituya un factor significativo en
este proceso.
Para la resolución de conflictos familiares las técnicas orientadas desde el contexto
en la terapia de familia, terapia sistémica, tienen como base tres axiomas fundamentales: 1.
Que el contexto afecta los procesos internos, 2. Que las modificaciones del contexto
producen cambios en el individuo y 3. Que la conducta del terapeuta es significativa en el
114
MINUCHIN, S. Op. cit 86
115
Ibídem
116
MINUCHIN, S. Op. cit. 20
6 9

cambio de comportamiento del individuo o la familia117. En los últimos años, estas terapias
han definido su trabajo operativo como intervención en Red. Se le llama intervención en
red al enfoque clínico para los problemas de una familia o una persona, en el que interviene
un equipo médicos y psiquiatras que actúa como catalizador; y de amigos, parientes y
vecinos del paciente que actúan como agente catalizador118. Estas personas son las que
conforman el “mapa mínimo” de un individuo o familia, su red social personal o su red
social significativa.

El mapa mínimo y la red social significativa


El Mapa Mínimo como modelo analógico y heurístico incluye a todos los
individuos con los que una persona se interrelaciona. Esencialmente debe contener a los
miembros de la unidad familiar, las amistades, las relaciones laborales o escolares y las
relaciones comunitarias o de servicio (iglesia, actividades culturales, etc.). Con el mapa
mínimo es posible realizar una exploración de la red personal para establecer la calidad y la
cantidad de sus contactos. Así como, el devenir de los procesos de socialización, su red
personal y de la comunidad en general. De allí es posible elaborar un plano de las
relaciones mínimas de un individuo a partir de la diferenciación y clasificación de los
siguientes componentes: 1. Relaciones íntimas con familiares cercanos y amigos próximos
afectiva o emocionalmente y con un alto grado de compromiso interpersonal. 2. Un nivel de
relaciones interpersonales medio (relaciones laborales, de estudio, vecindad, etc.) “con
contacto personal pero sin intimidad” y, 3. el nivel más externo compuesto por conocidos
y personas con relaciones esporádicas u ocasionales. Es una versión estática de sus
relaciones interpersonales, que tienen sin embargo grados de movilidad más o menos
complejos dependiendo de la historia personal, del contexto socio-cultural y político, entre
otros factores por determinar (Sluzki 1996: 43).
Es necesario prefijar los criterios de inclusión de individuos significantes en la red
personal por analizar, previo levantamiento del mapa mínimo del individuo mediante una
serie de preguntas como las siguientes: ¿Quiénes son las personas importantes en tu vida?,
¿Con quién más hablas, o te has visto en la última semana?, ¿Cuando tienes ganas de jugar,
bailar, pasear, reír o caminar con quién lo haces?, ¿A quién le cuentas las cosas más
importantes que te pasan?, etc.119
La «Red Social Significativa», es entendida como “el conjunto de seres con quien
interactuamos de manera regular, con quienes conversamos, con quienes intercambiamos
señales que nos corporizan, que nos hacen reales. Los límites del sistema significativo del
individuo no se circunscriben exclusivamente a la familia nuclear o extensa, sino que
incluyen a todo el conjunto de vínculos interpersonales del sujeto: familia, amigos,
relaciones de trabajo, de estudio, de inserción comunitaria y de prácticas sociales”120.
Con el enfoque sistémico desarrollado por Carlos Sluzki a través del uso del modelo
socioecológico de redes es posible visualizar, describir, cuantificar e interpretar los niveles
de articulación y disgregación de la familia en cualquier contexto social, a partir del análisis
de tres tópicos distintos: 1. Las Relaciones familiares, 2. Las Relaciones comunitarias, y 3.
117
MINUCHIN Op. cit 31)
118
SPECK citado por MINUCHIM Op. cit 24
119
SLUZKI. Op. Cit. pp.... 13-37
120
Ibídem
7 0

Las relaciones institucionales y políticas —estatales, gubernamentales y no


gubernamentales—. En estos términos los vínculos sociales aparecen como elementos de
«una red social significativa» que genera y recrea la unidad y solidaridad social.
Con esta aproximación focalizamos un poco más el área de trabajo en cuanto que
encontramos una unidad de análisis relativamente estable, con una dinámica muy definida
dentro de la sociedad y la cultura, sin embargo podemos concluir que tal aproximación nos
llevó nuevamente a la esfera individual de las relaciones sociales y del análisis. En este
sentido abordaremos en la sección siguiente la trascendencia metodológica de la esfera
individual y como esta óptica se ha convertido en el punto de discusión más fuerte de las
ciencias sociales contemporáneas.
7 1

COMUNICACION Y REDES EN CONSTRUCCION


Como los hemos señalado desde un principio una red se concibe como el modo en
que se ordena y distingue la dispersión y distribución de las relaciones entre algunos
elementos que pertenecen a un mismo conjunto. También advertimos que un ejemplo de
ello podría ser, desde el sentido común, un conjunto de tuberías, vías de comunicación o
conductores eléctricos que dependen así mismo de un centro de operaciones, organización
social, individuo o entidad.
Hemos examinado también hasta ahora como el análisis de red nos puede conducir a
ámbitos cuyo universo de estudio está, en cierto modo, un poco distante de nuestra
perspectiva. Sin embargo, notamos como esas posibilidades de aplicación del análisis de
red, cuando se intenta el aprendizaje de la comunicación —como proceso— nos empuja al
reconocimiento de concepciones que desde una percepción a priori son sustentables; pero,
que cuando necesitamos mayor profundidad para describir o explicar un problema social a
partir del concepto de red —de comunicación— se tornan demasiado simplistas, aunque no
dejan de tener un fundamento lógico. En las páginas siguientes presentamos una
introducción a distintas perspectivas sobre el estudio de la comunicación con el ánimo de
mostrar las similitudes que tienen los conceptos centrales de nuestro trabajo. Intentamos
demostrar que el estudio de la comunicación tiende implícitamente hacia el análisis de red.
Como es sabido de todos, el hombre está dotado de facultades innatas para la
comunicación, particularmente aplicadas a la capacidad de organización social, así como a
la capacidad de explorar, mejorar, extender y ampliar dichas facultades naturales. Del
mismo modo, ha podido influir en su propia evolución biológica mediante la modificación
de su entorno próximo o lejano de distintas maneras. Quizás la mejor forma de modificarlo
consistió en posibilitar y aumentar el impacto, la diversidad y la inteligibilidad de sus
mensajes, a la vez que mejorar su capacidad de interceptarlos y de descifrarlos, en dos
sentidos distintos, a través de la interacción directa, del contacto, de sus relaciones, cara a
cara en distintos contextos y a través de artefactos culturales (el correo de los Chaskis en el
imperio incaico) o de medios técnicos (la piedra, el papel, los papiros, la imprenta, el
telégrafo, etc.).
En una perspectiva histórica de larga duración, este proceso de recepción y
asimilación, desde y sobre el medio circundante, unido a la capacidad de intensificar la
rapidez, claridad y diversidad de sus propios métodos de transmisión de la información,
posibilitó la acumulación y construcción histórica de conjuntos sociales sobre la base de
acervos parciales constituidos inicialmente por señales, gestos, dibujos, pictogramas,
vocales, ideogramas, etc. Su dinámica es cada día más compleja y el desarrollo de diversos
códigos con distintos grados de detalle, alcance, precisión y profundidad han conducido a la
formación de diferentes tipos de contextos socioculturales, medios de comunicación,
lenguajes y significados.
De la misma forma, con el desarrollo de estos sistemas socioculturales se han
impulsado estrategias de socialización compleja a través de la creación de dispositivos
educativos —rituales, normas, escuela, etc.—. Estos últimos, son el producto de las
distinciones entre grupos sociales —en particular y desde una perspectiva crítica, entre las
minorías dominantes y la mayoría de la población— perteneciente a cada comunidad.
Veamos una referencia que nos aclara lo dicho:
7 2

Ciertas lenguas han adquirido una condición especial gracias a la influencia de


jefes religiosos, letrados o conquistadores, a ser fuentes de poder o de privilegio. Una
lengua hablada por una pequeña minoría como el sánscrito en la India o el latín en la
Europa medieval —puede llegar a ser el instrumento utilizado para la transmisión del
saber, la organización de los archivos o las ceremonias religiosas—. Una lengua
introducida por unos conquistadores convertidos en minoría dominante y poseedora
será utilizada en el comercio, la administración y la justicia.

En la época del imperialismo, las lenguas de las potencias coloniales pasaron


a ser las de la administración, las del derecho escrito, de la enseñanza superior y de la
ciencia y la tecnología en los territorios colonizados frenando con ello el desarrollo de
lenguas más antiguas, excluidas de esos campos. En diverso grado, hay lenguas como
el francés y el inglés que ocupan todavía esta posición en algunos de los países
actualmente independientes de África y de Asia. Semejante situación engendra
problemas en cada Estado y también entre países vecinos —en particular en el caribe
—, aunque se hayan liberado de diferentes potencias extranjeras 121.

Es a través del sistema educativo contemporáneo que se realiza el estudio del


contenido de estas expresiones humanas. Estos estudios se llevan a cabo desde distintas
perspectivas puesto que el uso de diferentes medios de comunicación, el grado de
acumulación y la simultaneidad de los procesos es imposible investigarlo o totalizarlo a
partir de una sola disciplina científica.
En el pasado reciente, la importancia que han adquirido los medios de comunicación
y en ellos el manejo de la información no tiene límites. Actualmente los múltiples
fenómenos socioculturales que dinamizan la sociedad en su conjunto —las técnicas de
producción, las estructuración política, la situación económica— cambian de significado
con mayor rapidez. Del mismo modo, las aplicaciones de los saberes producidos por cada
una de las prácticas y normatividades sociales que modelan estas dinámicas crean nuevos
lenguajes, nuevos tipos de información y por ende, nuevas formas de comunicación. En
este sentido, ha cobrado relevancia en las dos últimas décadas la distinción entre el lenguaje
ritual y la lengua cotidiana; entre la lengua ortodoxa o de la generación más vieja y las
lenguas heterodoxas o de las generaciones más jóvenes; pedagogías o discursos caducos y
nuevas pedagogías y discursos.
Veamos entonces algunas aproximaciones que se aplican cotidianamente cuando
hablamos de comunicación: “la sala tiene comunicación con la cocina”, “Bogotá está
comunicada con el mundo por medio de Internet”, “el Canal de Panamá comunica al
Océano Atlántico con el Océano Pacífico”. Lo que percibimos en estas expresiones es la
unión que existe entre algunas cosas, elementos o espacios: océanos, ciudades o partes de la
casa. De otro lado observamos que las expresiones incluyen los medios por los cuales se
unen estas cosas, la —asimilación de estos medios como— conexión lógica entre dos
puntos, la relación entre los dos elementos. En este sentido parecería una redundancia unir
nuestros dos conceptos centrales: redes y comunicación, puesto que cada uno implica o
podría contener al otro. Sin embargo, lo que encontramos hasta el momento es que son más
los elementos que lo integran que los componentes que los diferencian.

121
MACBRIDE, Sean. Un solo Mundo, Voces múltiples. FCE. México/Unesco, Paris. 1980. Op. Cit.
484
7 3

Hasta aquí, digamos pues que la comunicación es tanto una acción humana, una
relación social o ecológica, una conexión lógica, un medio o instrumento utilizado en
común; una transmisión relativa; y un conjunto de elementos compartidos. En esta
dirección, la comunicación debe ser estudiada y definida por lo que ocurre entre los
individuos, organismos o sistemas, elementos de conocimiento o los medios utilizados,
además de la proporción de los mismos. Con estos rudimentos básicos podemos entonces
mencionar algunos referentes epistemológicos, teóricos, conceptuales y metodológicos
implementados por las diversas disciplinas que abordan la comunicación como objeto de
conocimiento en la investigación social y humana contemporánea.
Es corriente diferenciar la comunicación individual producto de la interacción
directa, de la comunicación indirecta o mediada, aquella que necesita de objetos
vinculantes. Ambos tipos de comunicación pueden darse entre individuos de un mismo
grupo o entre instituciones. En esta dirección se diferencia también la comunicación
unidireccional de medios como el correo o servicio postal; la comunicación bidireccional
de los “medios de comunicación social”: como el teléfono y el telégrafo y la comunicación
multidireccional tanto de los medios masivos de difusión: como la imprenta y la radio, la
televisión, la prensa, del mismo modo que los medios de comunicación global.

Sistema discreto de comunicación


En este orden de ideas, encontramos múltiples y diversos modelos de comunicación.
Quizás los primeros esquemas teóricos aplicados fueron los modelos técnicos de la
comunicación, que derivaron del concepto de sistema discreto de comunicación conocidos
corrientemente como teorías de la información122. Estos modelos se refieren a la lógica del
proceso. Esta perspectiva incluye tanto a los medios como a los individuos participantes.
Este modelo fue perfeccionado en 1949 por Claude E. Shannon y Warren Weaver; es
conocido tradicionalmente como el patrón Emisor, Transmisor, Mensaje y Receptor.
Un segundo modelo que se desarrolló a partir de la reflexión sobre el primero, fue
propuesto por Norbert Wiener (1948): con el cual se impulsó la Cibernética. Este modelo
incluye un elemento más: la retroalimentación. Esto implica el uso de la noción de
feedback (retroalimentación), basado en un proceso de acción–reacción del receptor del
mensaje emitido y consecuentemente del retorno del mensaje al emisor.
Estos modelos iniciales son considerados pioneros en este campo, puesto que a
partir de allí los estudios se diversificaron y multiplicaron en direcciones distintas.
Sirvieron de base para reflexiones en torno a la filosofía del lenguaje y la filosofía de la
comunicación, orientaciones de donde partieron otros modelos centrados en la
comunicación con base en la interacción individual exclusivamente.

Modelos generales de comunicación


Los modelos teóricos basados en la propuesta de Shanon y Weaver muy pronto
fueron superados mediante posteriores reelaboraciones. Actualmente, en una perspectiva
histórica encontramos tres enfoques holísticos: 1. Los Modelos Piscosociológicos; 2. Los
Modelos antropológicos y 3. Los Modelos sociopolíticos.

122
Ibídem
7 4

Fuente de Tra Receptor Punto de destino


información
nsmisor

Señal
emitida Mensaje
Mensaje

Señal recibida

Fuente de ruido

Gráfico No 8. Modelo de Shanon y Weaver:Teoría de la información


Posteriormente Harold Laswel desarrolló un modelo que hoy se conoce como un de
los dos modelos psicosociológicos existentes, al definir los cinco elementos básicos que
componen un “hecho en Comunicación”: 1. La descripción de los emisores; 2. el análisis de
contenido de los mensajes; 3. el estudio de los canales de transmisión, 4. la determinación
del público receptor y 5. la evaluación de sus efectos. Veamos el esquema más conocido de
este modelo.

Situación QUIÉ A QUIÉN


respecto de las C. N
Humanas
Emisor Receptor
PO
R QUÉ
Me
dios
QUE CON QUÉ
SE DICE EFECTOS
Situación afín
a las Ciencias Físicas Estímu Influencia
lo del mensaje

Gráfico No 9: Modelo psicosociológico de H. Laswel


Del mismo modo Elihu Katz y Paul Lazaferld propusieron en 1955 un modelo
teórico, también psicosociológico, denominado como Teoría de las dos fases de la
comunicación. Estos autores manifiestan que los mensajes de los medios de comunicación
7 5

social llegan primero a ciertas personas más comprometidas y más influyentes que las
demás; de la misma forma pensaban que los orientadores de la opinión retransmitían la
información recibida amplificándola, con arreglo a unas relaciones directas y en el seno de
grupos restringidos. En este sentido observaron que las personas no siempre constituían un
intermediario tan simple entre los medios de comunicación social y el público en general:
“las redes de influencia son complejas y múltiples” (Macbride 1981: 486).

A
. Mensaje
Masa anónima
Impacto Limitado
Homogenea
Emisor

F
Orie amilia
ntadores B
Mensaje de la arrio Impacto ampliado
B. .Emisor sobre los grupos
opin T
ión rabajo
V
arios

Gráfico No 10. Teoría de las dos fases de la comunicación


En este esquema sobre los modelos teóricos aplicados al estudio de la comunicación
sobresalieron, desde una perspectiva culturalista o antropológica, las formulaciones
realizadas por Abraham Moles a través de los postulados de la cibernética, mediante la
representación de los procesos comunicativos como un circuito que funciona a partir de
unos medios de comunicación social en constante renovación. En este sentido afirma que
existe un doble ciclo sociocultural: el primero es un ciclo largo que va de los creadores a la
sociedad por conducto de los microambientes y los medios de comunicación social. El
segundo ciclo es corto porque su dinámica solo incluye a los medios de comunicación
social y va directamente de los acontecimientos a la sociedad (Macbride 1981:487).
Hasta aquí, hay que señalar que los enfoques reseñados centran su atención en la
relación con los medios de comunicación social y los medios masivos de difusión. Por
7 6

último, diremos que los modelos sociopolíticos son aquellos que centran sus estudios en el
análisis de las relaciones de poder, en el ejercicio que los comunicadores hacen de él frente
a la sociedad. En esta dirección, cobra importancia el análisis de las diversas influencias:
personales, contextuales, situacionales —directas o indirectas—; por la función que
cumplen con sus mediaciones. Analizadores cualitativos como Identidad, Exclusión,
Invisibilidad política, Género, Mujer en la construcción o recreación de los imaginarios
sociales colectivos. Es por esto que los medios masivos de comunicación son concebidos, a
la vez que una red de comunicación y red de redes, como un dispositivo de control social.

Cara a cara: Modelos comunicativos de interacción individual


En las siguientes páginas nos aproximaremos a los modelos que centran su atención
en las relaciones directas, en la comunicación social producto del intercambio social, de la
interacción cara a cara. Veremos entonces los tres principales modelos: 1. Modelos
Lingüísticos, 2. Modelos Psicosociológicos y, 3. Los modelos Interlocutivos.123.
Los modelos lingüísticos de la comunicación: se ha estimado que existen tres
vertientes principales. El primer modelo es el desarrollado por Roman Jakobson (1957), en
el que se considera que deben estar presentes seis factores constitutivos: (1.) un emisor que
envía un (2.) mensaje a un (3.) destinatario; el mensaje tiene sentido al interior de un (4.)
Contexto en el que debe existir el canal físico y las relaciones psicológicas entre el emisor y
el destinatario denominado (5.) contacto, que se realiza a partir de un (6.) código, o sistema
de significados compartidos.
Cada uno de estos factores, según Jakobson, determina una función diferente en el
lenguaje. La función emotiva comunica las emociones, actitudes, estatus, clase del emisor.
La función conativa se refiere al efecto del mensaje sobre el destinatario. La función
referencial describe la ‘orientación a la realidad’ del mensaje. La función fáctica se dirige a
mantener los canales de comunicación abiertos, a confirmar que la comunicación se está
llevando a cabo. La función poética se realiza por la forma del lenguaje, en tanto es
expresiva en sí misma. La función metalingüística permite identificar el código utilizado.
El segundo modelo lingüístico se conoce como Organización dialógica de la lengua
propuesto por Bakhtin (1929) quien argumentaba que la imagen de Saussure de la lengua
como sistema abstracto internalizado en las mentes de los individuos era inadecuada. Para
esta corriente la lengua es un proceso generativo continuo construido en la interacción
socio-verbal de los hablantes. Central en el trabajo de Bakhtin es la noción de organización
dialógica de la lengua. Con este concepto Bakhtin quería llamar la atención sobre el hecho
de que un simple fragmento de habla (expresión, texto, relato, etc.) puede yuxtaponer
lenguaje extraído de, y que invoca ambientes de origen cultural, social y lingüístico
alternativos; la interpenetración de múltiples voces y formas de expresión. Bakhtin propone
como ejemplo de tal uso dialógico de la lengua las novelas de Dostoievski. Un caso
prototipo de la forma en que se crean las oposiciones dialógicas es el habla reportada
(reported speech), en la cual el habla citada de un interactuante se anida dentro del habla de
otro.124

123
CRUZ, Edgar. Las discordias de la concordia. Tesis de Grado. Departamento de Antropología.
Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1997
124
GOODWIN and DURANTI: 1992 citado por CRUZ Op. cit 1997.
7 7

El tercer modelo lingüístico es de la Etnografía del Habla (“speaking”) desarrollado


por Hymes (1972) quien introduce por primera vez una unidad no lingüística, el evento,
como estructura de referencia para interpretar el habla. El contexto no se define por los
elementos necesarios para la interpretación de un conjunto particular de fenómenos
lingüísticos, sino el hecho etnográfico a través de la descripción de las dimensiones más
importantes del evento comunicativo, mediante el análisis —previo o en el proceso— de las
categorías usadas y definidas culturalmente, en la interpretación lingüística. En síntesis, se
trata de elaborar el inventario de categorías, sus taxonomias locales, para que el evento
comunicativo explique el análisis del habla y viceversa. Mientras que en la teoría del acto
del habla el contexto usualmente no va más allá del hablante y el escucha, en el enfoque
etnográfico se tienen en cuenta otros varios aspectos del evento de habla, por ejemplo las
dimensiones espaciales y temporales del evento.125
El tercer modelo general de comunicación denominado como Psicosociológico, nos
remiten a un esquema que incluye el campo de conciencia de “los que hablan”, y enfatiza
en los sucesivos filtros que se interponen entre la intención del “hablante” y la recepción
del “hablado”. En este caso se retoma el concepto de feedback pero modificado, puesto que
el modelo incluye lo no verbal. Se afirma que entre los participantes en la comunicación la
retroelimentación o feedback puede ser verbal o no verbal (comportamental). 126
El cuarto y último enfoque denominado Modelos Interlocutivos se reconocen por
que sus estudios introducen el concepto de interlocución como eje fundamental de su
trabajo.
“Se sitúan en la confluencia entre lingüística pragmática y psicología social.
Proponen que la comunicación es la primera forma de reconocimiento entre los seres
humanos y el terreno donde se funda la intersubjetividad antes de toda apropiación
individual. La interlocución aparece como el proceso donde se establecen, a la vez, la
identidad de los interlocutores, los significados que comparten, y la comunicación
(Cruz 1997).

Sin embargo, han recurrido a otro elemento importante: el concepto de contrato de


comunicación. Es decir, el acuerdo implícito de los interlocutores cuando entablan el
intercambio, sobre los principios y las reglas que constituyen dicho intercambio. Estos
principios son: (1) la pertenencia, que permite a los individuos reconocerse como
interlocutores potenciales; (2) la contraactualización, que marca el paso de una situación
comunicativa potencial a una comunicación efectiva; (3) la reciprocidad, que traza el
reconocimiento del otro como interlocutor efectivo; y (4) la influencia, que remite al hecho
de que todo intercambio comunicativo es portador de un “juego” en el que cada interlocutor
busca asegurar el dominio compitiendo con su pareja. En cuanto a las reglas, se distingue
entre las discursivas, que presiden la construcción del discurso y el intercambio, y las
situacionales, que se derivan del estatus, roles y rituales socioculturales.
De acuerdo con este autor, “la interlocución une a los sujetos comunicantes, a la
vez, por un contrato (que marca su aceptación de los principios y reglas del juego

125
Ibídem
126
ANZIEU y MARTIN 1971; citados por CRUZ Op. cit
7 8

comunicativo), y por estrategias (que son la expresión del “juego” y de los efectos que cada
uno persigue en la comunicación)”127.
De otra parte, para estos enfoques la comunicación entre dos interlocutores
aparece de hecho como un intercambio entre cuatro personajes. El “Yo” se desdobla
en el sujeto comunicante (el que actúa y se expresa), y el Yo-enunciador (aquel cuyas
intenciones aparecen expresas en el discurso). El “Tu” se desdobla en el Tu-
destinatario (interlocutor fabricado por el “Yo” como destinatario ideal, adecuado a
su acto de enunciación), y el Tu-interpretante (ser activo, independiente de la imagen
construida por el “Yo”). Este desdoblamiento del “Yo” y el “Tu” ayuda a comprender
ciertas dificultades que aparecen en la comunicación, por ejemplo, las malas
interpretaciones. [...] Algunos de los modelos anteriormente reseñados, entre ellos el
interlocutivo, aborda la comunicación utilizando los conceptos desarrollados por la
teoría de sistemas. En esta teoría la comunicación es entendida como un sistema
abierto de interacciones, lo cual implica que lo sucedido entre los interactuantes se
inscribe siempre en un contexto donde se precisa cuáles pueden ser los niveles
significativos (co-texto, inter-texto, marco, situación). Como sistema abierto la
comunicación obedece a unos principios, los cuales han sido estudiados ampliamente
por la escuela de Palo Alto, a partir de las investigaciones realizadas por Gregory
Bateson y por la cibernética..128

Para concluir esta parte, teniendo en cuenta la puesta en perspectiva de los distintos
modelos teóricos utilizados sobre la comunicación humana, vemos que nuestros conceptos
centrales: comunicación y redes, no son autoexcluyentes, puesto que para que exista
comunicación es necesario que exista una red de intercambios, un contexto relacional, un
entramado social en interacción dinámica. De este modo, podemos afirmar que cuando nos
comunicamos estamos tejiendo una red, estamos construyendo una red social y viceversa.
En esta dirección, entendemos la relevancia de los usos de diversos lenguajes en un mismo
contexto y del uso de un solo lenguaje en diversos contextos. Por ahora, diremos que el
concepto fundamental que subyace a estas teorías de la comunicación es el contexto. Puesto
que actualmente, los estudios sobre el lenguaje enfatizan en el cambio sociocultural que ha
generado el uso de los medios de comunicación y, del mismo modo, su incidencia en la
creación o reinvención de nuevos lenguajes, discursos, pedagogías y particularmente, de
imágenes. Como lo señalábamos en un principio, este problema es político, puesto que las
identidades forjadas en una “cultura global” o “localizada” han sido un producto de los
medios masivos de comunicación —aunque no exclusivo—con base en la asimilación de la
dinámica económica de las últimas décadas.
En este sentido, es necesario reiterar, que las posibilidades de globalización que
tienen las periferias frente a los puntos centrales de este proceso —Japón, USA, Europa—
son excesivamente escasas. Los circuitos de información son autopistas de doble vía, pero
el tráfico real es más vigoroso en una sola dirección. Esta mercantilización de la cultura fue
posible porque la información, el mensaje, los sentidos y los significados han sido
127
CRUZ, E. Op. cit
128
En la obra de Marc y Picard (1992) se incluyen entre los investigadores que utilizan este enfoque a
F. Jacques, autor de La réciprocité interpersonelle (1986), P. Charaudeau, autor de Language et Dicours
(1983) y Y. Winkin, autor de La Nouvelle Communication (1981). Otros autores, más conocidos, que han
investigado con esta orientación son Gregory Bateson (1990), Paul Watzlawick (1993), y Erving Goffman
(1970, 1979). Citados por Cruz Edgar (1997).
7 9

estructurados en discursos, pedagogías y narrativas dimensionadas paulatinamente en


calidad de objeto cultural, que circula con rutas establecidas desde su producción hasta el
consumo, como base fundamental de lo que hoy se denomina «Capital Simbólico» 129. Este
capital simbólico integra la relación significativa de los componentes del imaginario social
con los contextos estructurales o situacionales de los individuos en sociedad.
En esta dirección, el estudio de los imaginarios sociales es objetivo específico de la
investigación social contemporánea, porque a través de su conocimiento puede evidenciarse
la existencia de este capital. “Los imaginarios sociales [son para los sectores sociales
hegemónicos —en el ámbito político—], una pieza efectiva y eficaz del control de la vida
colectiva, y en especial del ejercicio del poder. Es uno de los diversos lugares del conflicto
social y una de las cuestiones que están en juego en esos conflictos” (Baczko, 1991). En
esta dirección, los medios de comunicación como modeladores de los imaginarios sociales
—colectivos o individuales—se han convertido en el dispositivo de control social por
excelencia.
Veremos en las secciones siguientes, la importancia del rumor en la creación o re-
creación de los imaginarios sociales y como estos últimos se constituyen en dispositivo por
constituir actos y hechos comunicativos.

El rumor como red conversacional


Para iniciar diremos que toda red es un contexto que está constituido por elementos
de situación; que no es “un ámbito separado e inerte, sino el lugar de los intercambios; a
partir de allí el universo entero puede ser considerado una inmensa red de interacciones
donde nada puede definirse absolutamente independiente [...] el universo es un entramado
relacional”130. Y como lo manifiesta el terapeuta argentino José Bebchuk (1994) el contexto
se vuelve comprensible por medio de los mensajes-conductas de los sujetos que, al
interactuar, lo crean, recrean y cambian. Estos mensajes conductas son palabras-hechos que
se comunican, son actos y hechos comunicativos.
En el estudio de la comunicación social, producto de las relaciones directas entre los
individuos, el hablar con otros-otras, el hecho y acto comunicativo, proporciona un
contexto que significa conocer determinadas reglas de la relación entre quienes interactúan.
Cuando nos referimos a redes de conversación, a redes de relaciones, frecuentemente
ocurre “que si bien un grupo de personas se reúnen con ciertos propósitos acordados y
expectativas pertinentes, luego pasan a una situación interaccional diferente [...] a la que se
propusieron originalmente. El contexto cambió por medio de la conducta de los
participantes hasta transformarse en otro". (Bebchuk 1994).
Al observar contextos específicos y sus procesos significativos, tratados como
contextos de situación, incluyendo el contexto del observador por medio de una
investigación cualitativa que dimensione su comprensión estructural, partimos —
consciente o inconscientemente— de marcadores de contexto131 iniciales, como por

129
BACZKO, B. Op. cit
130
NAJMANOVICH, Denise. El lenguaje de los vínculos: de la independencia absoluta a autonomía
relativa. En redes: el lenguaje de los vínculos. (compiladores: Elina Dabas y Denise Najmanovich) pp...58.
Paidós. Buenos Aires.1995.
131
BEBCHUK, José. La conversación terapéutica. Planeta-Nueva conciencia. Buenos Aires. 1994.
8 0

ejemplo, el carácter voluntario u obligatorio de las actividades analizadas132. En este


sentido, reparamos que al cambiar los marcadores de contexto cambian radicalmente los
significados. Según Bebchuk parafraseando a Bateson son “mensajes clave” caracterizados
por servir de “señales cuya función es clasificar los contextos. Estas señales guían la
observación y la decodificación del receptor”. Este concepto, denominado marcador de
contexto, fue desarrollado por Gregory Bateson y retomado por José Bebchuk para ubicar la
dinámica de la conversación en el tratamiento terapéutico de las familias que acuden a la
terapia sistémica que orienta este último. Sin embargo, debido a la rigurosidad de su
aplicación es posible entenderlo en el ámbito sociocultural de la comunicación producto de
las relaciones directas de los individuos, y extensiva a los medios de comunicación,
masivos o no, como en el caso del análisis del rumor, pero aplicados a los niveles de
contexto. Veremos en los siguientes párrafos sin una referencia directa a este concepto
como los contextos situacionales pueden modificar los contextos estructurales de las redes
conversacionales; para mayor claridad, concebimos como marcadores de contexto a los
contextos estructurales.
El Rumor en un sentido ordinario es un chisme, “runrun” o habladuría. Es una
noticia o comentario que circula entre la gente de un contexto específico sin que se sepa el
origen y si es cierto o no. Esta definición es la que encontramos en un diccionario
cualquiera o en la Enciclopedia Santillana que nos proporciona un ejemplo concreto muy
diciente: Hay rumores de que subirá la gasolina. En este ejemplo advertimos las posibles
dimensiones del rumor, puesto que si esta frase es enunciada por el periodista de un
noticiero de radio o televisión, la capacidad de modelar el imaginario colectivo es mayor a
la que podría tener el mismo rumor en el ámbito privado del gremio, del barrio o el
pequeño poblado. Es aquí donde la perspectiva del análisis de red posee la fuerza suficiente
para estudiar ese mapa significativo y cambiante del entorno social en el que un rumor
ayuda a conducir la vida cotidiana de un conjunto social.
En las ciencias sociales, se sostuvo por mucho tiempo que el rumor —desde una
óptica difamatoria y coercitiva— servía “primordialmente para mantener la unidad de los
grupos, especialmente los relativamente exclusivos y muy limitados, como las clases
selectas, profesionales o minorías. En un sentido más amplio es, claro está, hablar sobre
personas; pero fundamentalmente [. . .] es un modo de expresar y afirmar normas. Mediante
el rumor, se puede dañar a enemigos y sancionar a los disidentes dentro del grupo. Se puede
mantener afuera a los intrusos ya que carecen de conocimientos acumulados sobre las
personas y su pasado que son la base del rumor como un arte noble” .133
Es aquí donde entra en juego la lealtad de los miembros a los grupos familiares,
gremios, ghettos, redes sociales etc., o el fortalecimiento o reforzamiento social alrededor
de situaciones políticas, circunstancias sociales adversas, “alineamientos normativos” en
torno a problemas sociales particulares o globales. Estudios recientes han mostrado que
estas formas de cohesión social tienen diferentes grados de permanencia en el tiempo y en
los contextos. En algunos casos ha servido como “catalizador para romper o atenuar

132
El carácter pago o gratuito de la psicoterapia puede volverse un importante marcador de contexto”
de la interacción, de la relación interpersonal entre el terapeuta y la persona o grupo que acuden a su ayuda.
(Bebchuk 1994)
133
HANNERZ, U. Op. cit 213
8 1

relaciones [con personas que insistían] en las normas con las que había[n] llegado a ser
indeseable[s], inconveniente[s] o simplemente imposible concordar134.
De la misma manera, en el pasado reciente se ha estudiado la densidad de las
redes donde el rumor es usado más efectivamente como modelo de control social
y se ha percibido que entre más amplias las redes y menos contacto exista entre
las redes de segundo nivel o de segundo orden, es decir menos densidad, menos
frecuencia de interacción, o menos amigos en común, el rumor es menos efectivo
y se le puede también limitar o controlar.

Esto quiere decir que el rumor o el chisme, es un proceso de comunicación que


implica informaciones que no son exclusivamente de tipo normativo, que la mayoría de las
relaciones de las redes por donde el rumor circula son latentes, puesto que pueden pasar
períodos de tiempo bastante largos sin que varias personas de esta red, que son amigas o se
conocen entre sí, puedan interactuar cara a cara, sin que puedan verse. El rumor es una red
de comunicación y un cohesionador de las redes sociales en cuanto portador de mensajes
significativos —minoritariamente con carácter difamatorio— para la vida en sociedad. En
este sentido, la más de las veces, los juicios normativos no tienen importancia y si la tienen
es secundaria. El análisis de su contenido desde el punto de vista narrativo puede dar
muestras claras de ello.
En conclusión, el rumor es un medio de comunicación informal que articulado a los
nuevos medios desarrollados por la microtecnología y a los medios de difusión masiva
hacen parte esencial de los imaginarios sociales, puesto que el manejo de la información se
constituye en el eje central de la red o concepto clave, en palabras de Robert Paine 135 desde
una perspectiva transaccional. Según él , es el vector principal de la red porque cada
individuo maneja la información —permitir que fluya o interrumpirla P. ej.— de acuerdo
con sus intereses. Esto es perceptible en la medida en que cada individuo, cuando trata de
manejar la información, de transmitirla, le pone su sello personal al mensaje,
transformándolo según sus vivencias. En esta dirección, cada individuo de la red
conversacional es portador de un “testimonio” esencial, de una historia particular y de
varios contextos específicos que inoculan al mensaje su contemporaneidad.
A este respecto Isaac Joseph manifiesta que para definir una sociedad
cualitativamente por la heterogeneidad de los juegos del lenguaje y los determinismos
locales, mediante las disciplinas de las ciencias sociales, como disciplinas que indagan las
inestabilidades socioculturales hay que comenzar leyendo el periódico, porque el
periodismo es la prehistoria de las ciencias sociales y humanas, “el corazón” de estas
disciplinas científicas y particularmente de la antropología y la sociología, como ciencia de
la comunicación social. Considera que el periódico, el diario, es el “sustituto funcional del
chisme de la aldea, [. . .]operador de esas formas secundarias de sociabilidad por

134
Ibídem
135
1967; citado por HANNERZ U. Op. cit 215
8 2

simultaneidad de convicciones [puesto que] reúne la fuerza de las creencias con la


materialidad del acontecimiento136.
Y tal acontecimiento para él nunca tiene sentido por si mismo porque funciona
como articulación de un tiempo específico, de una pasión y una sensación, de la actualidad,
de la anécdota, de una situación particular alrededor de la cual giran las tensiones
significativas y sus posibles reorientaciones.137 En este sentido las noticias de actualidad,
como un “modo de organización de los acontecimientos en un saber” siempre exigen “un
modo de lectura” y, este modo de lectura es siempre insubstancial, trivial, superficial,
“devorador”, de oídas, que es también “el modo del rumor”. En este sentido retoma el texto
de Robert Park denominado News as a form of Knowledge para afirmar que este es un
modo de conocimiento por relación y no por apropiación o imitación (porque) los
elementos de conocimiento que lo constituyen son síntesis de la intuición, síntesis cautivas
de un contexto y por lo tanto no son manipulables a voluntad, esas síntesis deben rendir
cuentas a las circunstancias en las que fueron deducidas138.

NARRATIVAS Y MODELOS DE IDENTIDAD


En el Texto Cultura y Verdad del antropólogo chicano Renato Rosaldo, se plantea
que el análisis sociocultural debe contar con herramientas para interpretar las diversas
narrativas producidas en el ámbito de estudio. Este autor nos muestra como las narrativas
chicanas en varias obras literarias, retoman la ironía, el humor o el doble sentido como
recurso técnico para elaborar sus modos de composición textual. En este sentido manifiesta
que estas prácticas obedecen a formas de entendimiento cultural propias de la cultura
chicana y al color local de las vivencias de sus autores.
Parte de su proyecto, en este caso, es el de describir la estética discrepante que da
forma al ritmo de la vida cotidiana mediante el análisis de la literatura local. La mayoría de
los estudios e investigaciones abordadas por los científicos sociales, marginan literalmente
a la narrativa, escrita u oral, considerándola como testimonios de tercera, relegándola a los
prefacios, pies de página e historias clínicas presentadas en letra pequeña o como anexos
reducidos de informes generales. Afirma Rosaldo que “los pensadores sociales deben tomar
los análisis narrativos de otras personas con la misma seriedad con que nosotros tomamos
los nuestros” (1991:139). Se trata de tomar nuestros “sujetos de estudio” como sujetos
analizantes. En este caso retoma la clasificación elaborada por el teórico Gerad Genette,
que distingue la narrativa (tercera persona, en tiempo pasado), de la descripción (Tercera
persona, tiempo presente) y del discurso (primera persona, tiempo presente)” cosa que
hasta hoy muy pocos analistas sociales han tenido en cuenta.
En esta perspectiva, el lector no es un receptor pasivo y por ello, la necesidad de
darle importancia a la “tensión creativa” y a "la tensión significativa" con los protagonistas:
en lugar de ubicarlos como un adorno o una pizca de color local. Las narrativas de los
protagonistas sobre su propia conducta merecen seria atención como formas de análisis
social. En este sentido, vale la pena aclarar que las narrativas no son sólo productos
literarios y del mundo de los libros, las narrativas también están presentes en los medios de

136
JOSEPH, I. Op. cit 39-41
137
Ibídem
138
Ibídem
8 3

comunicación informal —las redes conversacionales— y en los medios masivos de


comunicación y por ello es importante develarlas.
Hace algún tiempo decía un investigador que: cuando uno habla de su ciudad como
la siente; cada uno de acuerdo con su historia especial, ‘inventa’ la ciudad. La fábula... y
habrá tantas ‘historias’ de una ciudad como individuos; cada quien pondrá su ‘estilo’ para
contar sus ‘hazañas’ o sus peripecias. Es posible que algunos individuos se adueñen de
ciertos relatos de una ciudad, pero lo harán a manera de interpolaciones, incorporándole
notas, aventuras ficticias, glosas de diversa índole”139. En otras palabras, la ciudad transita
por la fantasía de sus habitantes creando de esta forma una poética del tiempo y del espacio
social. Pero, ¿que es la ciudad en este caso? Es la vida cotidiana del que cuenta, del que
relata, del que narra, es la interacción dinámica con el entorno, con nuestros semejantes. En
esta dirección, cuando conversamos, cuando narramos, cuando relatamos nuestro mundo
fabulamos los hechos sociales y los hechos comunicativos y es por ello que cada hecho
comunicativo remite a un proceso —colectivo e individual— de identidad-alteridad
particular inscrito en un contexto concreto.
Como lo afirma Paul Ricoeur ‘La actividad narrativa de la cual la historia es un
desarrollo y una promoción a la racionalidad, es uno de los términos que nos permite
comprender el tiempo: El tiempo existe entre el hombre y el relato. . . La historia es una
permanente ilación entre dos perspectivas igualmente intolerantes: El tiempo del mundo y
el tiempo de los mortales.
Y es en esta doble perspectiva donde el testimonio, las relaciones sociales, las redes
conversacionales o las narrativas, incluso el relato del que somos parte en este texto, entran
con su plenitud a constituir una historia cultural. Porque entre la actividad de contar una
historia y el carácter temporal de la experiencia humana ‘existe una correlación necesaria y
universal, el tiempo se hace ‘tiempo humano’ en la medida que está articulado en un relato
y viceversa; el relato alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición
de la experiencia temporal. Visto de esta manera, si no hubiera alguien para contar los
intervalos no habría tiempo. Relatar consiste en ‘construir conjuntos temporales coherentes:
configurar el tiempo. ‘La historia no es posible sino con la ayuda de nuestra inteligencia de
lo que es una fábula’140. El relato es pues una de las actividades más universales, ‘de las
más irreductibles’. Aquí no se intenta desplazar el objeto de la historia ‘del individuo
actuante’ hacia ‘el hecho social’ como ocurrió en la moderna historiografía francesa,141
teniendo en cuenta que no hay una alteridad singular absoluta y que la suma de las
singularidades no es el todo del tejido social.
Para comprender las múltiples razones por las que las personas actúan e interactúan
hay que entender el modo particular como algunas personas concretas viven el contexto
social del que forman parte. En el relato o la narrativa de la red conversacional, de la
conversación terapéutica, de las obras literarias, de la cinematografía, de la radio o de la
televisión, “la palabra oral es la primera que ilumina la conciencia del lenguaje articulado,
la primera que separa el sujeto del predicado y luego los relaciona el uno con el otro y la
139
VASQUEZ R.; Fernando. Citizen semiosis. En: Signo y pensamiento. No. 22. Pontificia
Universidad Javeriana. Bogotá. 1993; pag. 2.
140
RICOEUR, Paul. Un filósofo por encima de toda sospecha: (entrevista con Paul Ricoeur); Revista
Ideas y Valores No 70; abril de 1986; paginas 95-103. Universidad nacional de Colombia; Bogotá.
141
Ibídem
8 4

que une los seres humanos entre sí en la sociedad”; la escritura nos introduce “división y
enajenación, pero también una mayor unidad. Intensifica el sentido del yo”142.
El texto escrito parece ser canal de una sola vía. Cuando hablamos o escribimos,
algún receptor ideal debe estar presente, puesto que de otro modo no podríamos crear.
Como relatores, narradores, escritores, chismosos, o terapeutas, aislados de personas
concretas, inventamos personas ficticias para construir el hecho comunicativo. En este
orden de ideas, para la mayoría de los medios de comunicación masiva el público es
imaginario, porque en este proceso todo receptor concreto está ausente o hay que simular
su ausencia. Es por esto que hay que crear papeles ficticios para personas concretas que los
quieran desempeñar. No es fácil penetrar en la mente de tantas personas ausentes en una red
de comunicación, algunas de las cuales no se conocerán jamás. En esta dirección Isaac
Joseph nos dice que:
el público se alimenta con series de acontecimientos más que con el
encadenamiento de fenómenos. Se nutre de secuencias informativas de las que
adquiere conocimiento de manera más o menos directa y que puede transmitir sin
analizarlas y sin apropiarse de ellas. Se llamará conversación o espacio conversacional
a un espacio social en el se constituye un público por cualescencia de secuencias
informativas. Una conversación es pues un juego de lenguaje particular que interesa al
periodista y al sociólogo, por más que estos no se propongan atenerse al análisis de las
entidades organizadas ni a la descripción de grupos ya constituidos143.

Unas líneas más adelante nos advierte que todo periodista que tienda a cobrar un
saber sobre la formación de la opinión pública y todo científico social que trate de construir
una “ciencia de las conversaciones comparadas” debe permanecer “más acá de la línea de
los consensos y de las concertaciones”144.
En esta misma dirección apunta que la física social del periodista conviene a las
sociedades modernas “en las que la sugestión se ha liberado de la proximidad; en otras
palabras su actividad hace parte de un dispositivo que utiliza las redes de comunicación
social, desterritorializadas, para resolver sus posibilidades de sugestión.
La siguiente cita es clara, cuando el autor se refiere a Gabriel Tarde en cuanto a la
formación de las opiniones:
Todo el mundo está sentado. ‘cada uno en su casa leyendo el mismo diario y
disperso en un vasto territorio’. Cuál es el vínculo social entre esos hombres? Ese
vínculo es, con la simultaneidad de la convicción o pasión de esos hombres, la
conciencia que posee cada uno de ellos de que esta idea o esta voluntad está
compartida en el mismo momento por un gran número de hombres, para verse
influido por ellos masivamente y no sólo por el periodista, inspirador común, que es el
mismo invisible y desconocido y, por consiguiente, tanto más fascinador’.145

142
ONG, Walter J. Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra; Fondo de cultura económica;
Bogotá; pag. 171; 1994.
143
JOSEPH, I. Op. cit 41
144
JOSEPH, I. Op. cit 42
145
Ibídem
8 5

En la misma dirección apuntan los presupuestos contemporáneos de la terapia


sistémica basada en la cibernética de segundo orden o de los sistemas observantes, cuando
utilizan como eje central de sus terapias familiares la narrativa como sistema o el sistema
narrativa. Carlos Sluzki, un terapeuta e investigador argentino en un libro denominado la
red social: frontera de la práctica sistémica146 la define así:
Una narrativa es un sistema constituido por actores o personajes, guión
(incluyendo conversaciones y acciones) y contextos (incluyendo escenarios donde
transcurre la acción y acciones e historias y contextos previos), ligados entre sí por la
trama narrativa, es decir; por un conjunto de conectores lógicos explícitos o
implícitos que establece la relación entre actores, guión y contexto de modo tal que
todo cambio en los actores cambia el guión y (viceversa), todo cambio en el contexto
cambia la naturaleza del guión y los actores (y viceversa)etcétera. A su vez, este
conjunto de actores-guión-contexto y trama posee corolarios morales (propone
víctimas y victimarios, héroes, villanos, nobles y bastardos), corolarios
interpersonales (con quien la gente se conecta, como y por qué) y corolarios
comportamentales (la gente basa su conducta en esas historias, que operan como guía
así como contexto de justificación). Estos corolarios, a su vez reconstituyen —
reconfirman, solidifican— la historia, y forman por lo tanto, parte del sistema
“narrativa”.

[...] Como todo otro sistema —por ejemplo una familia considerada como tal
—, las historias que trae la gente no operan aisladas de su entorno: existe una inmensa
ecología de historias que van desde las relaciones entre las historias de los pacientes y
todas las otras historias de la experiencia personal y familiar no contadas, hasta las
historias compartidas por cada miembro de la familia con sus propios amigos,
conocidos y compañeros, hasta las historias que constituyen el erario de la cultura y
subcultura de esa gente. E incluye, por cierto, las historias dominantes en la
experiencia, historia, etc., del observador, en este caso del terapeuta (cfr. La noción de
‘intersecciones’ propuesta por Elkaim 1985). Por lo tanto el sistema ‘historia’ requiere
una visión multidimensional y macroecológica: en cada nivel de análisis que elijamos
podremos definir una constelación de historias afectando, y siendo afectadas por,
subhistorias, suprahistorias, historias vecinas, y aún historias sin relación aparente con
la elegida.

Este diagrama elaborado por Sluzki denominado "El sistema narrativa" nos muestra
la dinámica de análisis de la conversación y su producto, la narrativa mediante el
aislamiento de la historia como sistema significativo.

Gráfico No 11. El sistema narrativa

Lógica internaPerson Escena


Guión
ajes rio

146
SLUZKI. C. Op. cit 145-148)

Corolarios de Corolarios Corolarios


comportamiento interpersonales éticos
8 6

El Lenguaje analógico y el pensamiento digresivo


La comunicación social nace de la convicción de que aparte del sentido que las
frases, los tropos o las metáforas nos puedan dar, siempre estará encaminada a unir
diferentes conceptos, puntos de vista, elementos heterogéneos, en un aparente diálogo
desde nuestras prácticas, productos y códigos socioculturales 147. Las múltiples formas de
interacción social, con ayuda de los medios masivos de comunicación,
tienden a metaforizar todas las señales. La ciudad se ha convertido en el epicentro
de las más variadas expresiones de este intercambio cultural. En ella la ‘comunicación” es
más generalizada y la circulación de los bienes, los cuerpos y los objetos cada día es más
rápida (Joseph 1994).
Estos juegos de palabras y lenguajes nos remiten, nos conectan y nos interpelan
cuando se despliegan a través de las imágenes y de los desplazamientos de sentido. En otras
palabras, son el lenguaje citadino que hace coincidir ideas e imágenes que no son vecinas
en un efecto de semejanza que nos lleva a nuevas significaciones, a efectos de sinestesia, de
remplazo, a una poética social en movimiento. Estas formas de representar lo social
constituye un acto metafórico, pero —como veremos— este no siempre conlleva el
sentido148, “puede querer decir pérdida del mismo o la posibilidad de reapropiación del
sentido, según los desvíos practicados”149; he ahí la digresión figurativa de la práctica
discursiva como práctica social.
En la actualidad, el uso de las imágenes se ha convertido en el centro de la discusión
en las ciencias sociales y especialmente en la comunicación social debido a su importancia
en la construcción de los imaginarios colectivos.
De modo similar a como lo manifestaba el investigador Fernando Vásquez cuando
se refería a la ciudad en un texto denominado Citizen Semiosis, la lectura que se llevará
acabo alrededor del lenguaje analógico en la vida contemporánea sólo “pretende bordear o
señalar algunos signos que la constituyen; no abarcarlos todos; sólo genera[r] ciertos
conceptos de entrada, ciertas categorías capaces de abrir zonas de explicación y
comprensión [...], algunas señales pertinentes” 150.
En este sentido, son apropiadas las palabras del siquiatra social Luis Carlos
Restrepo “La cultura es ese choque de los cuerpos con los signos, es producir desde
construcciones simbólicas todo tipo de afecciones y desplazamientos”. ¿Pero a que
desplazamientos se refiere?151. Se refiere a la manera en que utilizamos lo que se denomina
sinestesia para propalar un nuevo sentido, es el hecho de remplazar una cosa por otra más
asombrosa, así no sean contiguas; es la metáfora que se realiza por la “conveniencia”, la
“analogía”, la “simpatía” o la “marca”: en otras palabras, por el conjunto de todas las

147
JOSEPH, I. Op. cit
148
La paradoja del momento quiere que toda ausencia de sentido pida sentido, así como la
uniformación pide la diferencia. Marc Augé; Hacia una antropología de los mundos contemporáneos; Gedisa
editorial; Barcelona; pp.-9; 1995.
149
MONS; A. Op. cit 9.
150
VASQUEZ R., F. Op. cit 2.
151
RESTREPO, Luis Carlos; Magazín Dominical de EL ESPECTADOR, No 402, 6 de enero de 1991
Bogotá, pp. 10 -12. L.C. Op. cit
8 7

figuras de la similitud.152 Se refiere al desplazamiento de sentido. Es el remplazo de un


objeto por la imagen de otro objeto o por una idea. Es una representación. “Así no nos
demos cuenta, los desplazamientos de sentido nos urgen y nos asaltan. Allí en esa red de
interacciones y de campos semánticos de dichos y no dichos, de afirmaciones textuales y
sugerencias contextuales lo que encontramos es un hervidero de signos y de gestos, de
palabras y de cuerpos, prestos a deslizarse y entrecruzarse para producir nuevos sentidos,
que emergen descongelando vivencias y expresiones entumecidas por el uso”153. Ello es así
porque la cultura también es lenguaje; lenguaje que se manifiesta verbal o no verbalmente a
través de diferentes expresiones, situaciones, productos, prácticas y relaciones sociales.
Como lenguaje es un emplazamiento de signos y “de claves de interpretación”.154
Según Restrepo, jugar con el lenguaje utilizando la metáfora, es arquear las palabras
hasta darles otros sentidos, es jugar con el orden y el desorden de la cultura, es un ejercicio
de poder. Es expresión, transgresión y creación de un nuevo orden. “La metáfora no es una
simple figura del discurso; sus efectos culturales apuntan a una transformación de lo
político” (…) “La metáfora (es), esa transacción entre contextos y discursos, ese sacar
palabras del silencio para abrir a los cuerpos un mundo inexplorado de sensaciones inéditas,
esa habilidad de danzarín que coquetea una y otra vez con el caos y el azar, es también el
placer del desplazamiento, del contraluz y la sutileza, goce profundo y pasión ebria de
quien toma entre sus manos los ejes de una cultura para reordenarlos y obligarlos a que se
articulen al compás de una nueva música”.155
Ya lo habíamos dicho antes, tomar un objeto para significar o sugerir otro parece
volverse una regla explícita o inconsciente en la sociedad contemporánea, hasta un límite
en el cual la distinción entre representaciones y prácticas sociales se hace difuso, ya que en
el proceso de metaforización social las representaciones son prácticas sociales en su
totalidad y las prácticas son ampliamente desplegadas y extendidas por las representaciones
constituyendo el universo de los “seres-imágenes”.
Se presenta una simbiosis entre la desterritorialización de los medios156 y la
corrupción de sentido de los mensajes en la perpetuación de los ritos singulares como
prácticas metafóricas.157 El lenguaje analógico nos remite constantemente a referencias
externas, en su mayoría imágenes de imágenes en una infinitud. Esta disposición de las
imágenes exige de nuestra sensibilidad algo más que una acrobacia mental, puesto que el
sentido completo no es restituido, ni restituible158.
Las asociaciones de ideas, los deslizamientos de significaciones, la contigüidad de
las imágenes, se elaboran en un contexto que constituye cada vez más lo que Alain Mons
denomina una cultura analógica: “Nuestra operación analógica no es una rápida empresa
intelectual de aproximación pura y simple, sino que integra la transposición metafórica que
constituye el pasaje del sentido propio al sentido figurado y, forma el elemento organizador
del simbolismo. Es así que esta cultura de los pasajes del sentido, de la similitud de las
152
FOUCAULT, M. Op. cit.
153
RESTREPO, L. C. Op. cit 10 12.
154
RESTREPO; L. C.; Op. Cit. 10
155
RESTREPO; L. C.; Op. Cit. 10
156
MONS, A. Op. cit. 12
157
MONS, A. Op. Cit. 202
158
RESTREPO, L. C. Op. cit 10 12
8 8

relaciones y las transferencias entre modelos y disciplinas, deja perfilar la necesidad de un


estudio de las correspondencias, de un método en sí mismo “analógico” que permita señalar
las invariantes o las variaciones de los estilos sociales”.
En otras palabras, la analogía seguirá siendo incompleta porque es virtual, y es por
ello que casi no se delimita, incluso, llega a veces al absurdo. Hablar entonces de cultura
analógica es hablar de la cultura de los medios, de la cultura de la fragmentación, de la
cultura del espectro, dominada por la extensión visible del mundo, puesto que cada vez es
más complicado hablar del afuera y el adentro, debido a que hoy por hoy “creer es ver” 159
en esas fronteras culturales llamadas “territorios televisivos”.

La segmentarización y el dispositivo
Esta cultura analógica, cultura de los medios, cultura de la fragmentación, o cultura
del espectro, no es la cultura promovida por la escuela cuya base la constituye la
comunicación unidireccional, es la potente comunicación multidireccional de los medios
masivos de comunicación. Según Jesús M. Barbero (1997) “la revolución cultural que
introduce la ‘imprenta instaura un Mundo de separación’, hecho de territorialización de las
identidades, gradación/segregación de las etapas de aprendizaje y de dispositivos de control
social de la información o del secreto”. Y agrega luego:
Paradigma de comunicación que desde finales del siglo XVII convierte la
edad en el criterio cohesionador de la infancia’ permitiendo el establecimiento de una
doble correspondencia: entre la lineariedad del texto escrito y el desarrollo escolar —
el avance intelectual va paralelo al progreso en la lectura—, y de éste con las escalas
mentales de la edad. Esa correspondencia estructura la información escolar en forma
tan sucesiva y lineal que, de un lado, todo retraso o precocidad serán tachadas de
anormales y de otro se identificará la comunicación pedagógica con la transmisión de
contenidos memorizables y reconstituibles: el “rendimiento escolar” se mide por
edades y paquetes de información aprendido. Y es a ese modelo mecánico y
unidireccional al que responde la lectura pasiva que la escuela fomenta prolongando la
relación del fiel con la sagrada escritura que la Iglesia instaurara. Al igual que los
clérigos se atribuían el poder de la única lectura auténtica de la Biblia, los maestros
detentan el saber de una lectura unívoca, esto es de aquella de la que la lectura del
alumno es puro eco.

Percibimos entonces como un modelo de comunicación unidireccional impulsado


desde la escuela se convierte en un dispositivo de control eficaz sobre el comportamiento
cultural e incluso individual de los miembros de un conjunto social. Esta perspectiva actual
de la educación es aplicable a los medios masivos de comunicación cuando estos no
favorecen los mensajes que tratan las relaciones sociales de las que los individuos hacen
parte y cuando el poder modelador y uniformizador de estos no proporciona los elementos
que motiven una creatividad basada en su contexto sociocultural. Hacer una lectura de los
medios masivos o de la escuela como instituciones sociales es evidenciar que “La
autonomía del lector depende de una transformación de las relaciones sociales que
sobredeterminan su relación con los textos. La creatividad del lector crece a medida que
decrece el peso de la institución que controla”160 del dispositivo socialmente utilizado.
159
MONS, A. Op. Cit.
160
D’ CERTEAU, Michel 1980, citado por Barbero Op. cit 12
8 9

De acuerdo con el investigador Harvey Suárez (1996) si las relaciones de poder


requieren un análisis de red, el concepto de Dispositivo “no se sustrae a este tipo de
estudio” [porque] el Dispositivo se ofrece como una red que trata de establecerse entre
elementos, que no se dejan reducir simplemente a lo dicho. Elementos que configuran un
conjunto heterogéneo que abarca efectivamente nuevos discursos pero, a su vez, —
instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas
administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas—
[. . .] en definitiva, y está es una caracterización definitiva del Dispositivo, es de naturaleza
esencialmente estratégica, dado que con él se pretende responder a una urgencia, lo que
lleva a una “manipulación” de esas relaciones de fuerza a fin de desarrollarlas, bloquearlas,
estabilizarlas.... ; en definitiva, utilizarlas. Esta posición o imperativo estratégico es la
verdadera matriz del Dispositivo161.
En nuestro caso el dispositivo no se reduce a la institucionalidad que los medios de
comunicación sustentan, es en el ámbito relacional mirosociológico, en la microhistoria que
Michel Foucault propuso, porque el dispositivo no es más que las estrategias que alimentan
la dinámica de relaciones de fuerza que soportan un tipo de saber y a su vez este saber es
soportado por ellos. En este sentido puede ser discursivo o no discursivo162.
Según Gilles Deleuze y Félix Guattari, un dispositivo es una trama compleja de
códigos y prácticas socioculturales en interacción dinámica que se manifiestan en tres
dimensiones: Lo Decible, Lo Visible y las relaciones de poder por ejercicio de la fuerza o
el establecimiento de relaciones de dominación. En síntesis, la dimensión discursiva —lo
Decible—, las acciones y estructuras materiales identificables —lo Visible—,
interrelacionadas mediante estrategias específicas, configuran las dimensiones de las
relaciones de poder.
Con arreglo a lo anterior advertimos que estos tres autores concuerdan en el enfoque
de análisis de las relaciones sociales y en la formulación del dispositivo como una entidad
concreta. Veamos un párrafo que nos aterriza un poco más en la afirmación de que los
medios de comunicación constituyen un dispositivo a la manera de los autores precitados:
Pero, ¿qué es un Dispositivo ?. En primer lugar es una especie de ovillo o
madeja, un conjunto multilíneal. Está compuesto por líneas de diferente naturaleza y
esas líneas del Dispositivo no abarcan ni rodean sistemas cada una de los cuales sería
homogéneo por su cuenta (el objeto, el sujeto el lenguaje), sino que siguen direcciones
diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líneas tanto se acercan
unas a otras como se alejan unas de otras , [...] , los objetos visibles , los enunciados
formulables, las fuerzas en ejercicio, los sujetos en posición son como vectores o
tensores . De manera que las tres grandes instancias que Foucault distingue
sucesivamente (Saber, Poder y Subjetividad) no poseen en modo alguno contornos
definitivos, sino que son cadenas de variables relacionadas entre sí. , [...] Hay líneas
de sedimentación, dice Foucault, pero también “ líneas de fisura ” , “ de fractura ”. [...]
, Las dos primeras dimensiones de un Dispositivo, o las que Foucault distingue en
primer término, son curvas de visibilidad y curvas de enunciación. Lo cierto es que los
Dispositivos son como las máquinas de Raymond Roussel, según las analiza Foucault,
son máquinas para hacer ver y para hacer hablar.(Balbier y otros 1990: 155, citado por
Suárez 1996) [. . .] Un Dispositivo, en virtud de su composición particular —líneas de
161
GABILONDO 1990: 170 citado por Suárez, H. Op. cit
162
SUÁREZ, Harvey D. Redes, hilos y madejas. UNAD. Santafé de Bogotá 1998.
9 0

decibilidad, líneas de visibilidad, líneas de fuerzas— tiende a la variación constante de


sus estrategias de perpetuación y operatividad con el propósito de mantener la eficacia
de sus fines. Sumado al hecho de que un Dispositivo no funciona aislado, por el
contrario, su funcionamiento se desarrolla en el espacio de contacto con otros
Dispositivos. En un Dispositivo se mezclan de manera imprecisa e inestable, prácticas
que interrelacionan la aplicación de la fuerza, el lenguaje como juego de poder para
doblegar al otro(s) a las necesidades “propias” y eventualmente técnicas más
elaboradas de dominación social o más burdas como la eliminación física163.

En la misma dirección podemos sintetizar que un dispositivo es posible gracias a la


existencia de un conjunto complejo de saberes estratégicamente utilizados por un sistema
social para realizar un control de amplio espectro. Pero como lo ha demostrado M. Foucault
los dispositivos hospitalarios, fabriles, escolares y castrenses —la clínica, la fábrica, la
escuela y el ejército— no son sólo dispositivos de represión, sino también de producción, y
en este sentido, los medios de comunicación son dispositivos de producción de imaginarios
sociales colectivos e individuales, son un dispositivo de modelamiento simbólico y por ello
sociocultural, económico y político.
Ahora bien, la fuerza que imprimen los medios y su contraste con el dispositivo
educativo nos lleva a preguntarnos por el porvenir de la educación en Colombia,
planteamientos que nos remiten al campo de las pedagogías, los discursos y las
representaciones sociales que sobre ella se construyen diariamente. En esta dirección, cabe
reconocer la importancia de las instituciones de educación formal y de los medios de
difusión, como principales protagonistas en la generación y circulación de conocimiento en
el mundo contemporáneo. La relevancia en la investigación social de estos últimos ha
permitido una mayor profundización en el estudio de los imaginarios sociales y ha creado la
necesidad de indagar sobre la actividad simbólica —colectiva e individual— en los
diferentes ámbitos socioculturales en que se desarrolla la educación.
Decodificar o deconstruir los discursos y los imaginarios sociales que sobre la
ciencia se construyen o comunican a través de las distintas pedagogías utilizadas en la
educación y en los medios de difusión, en Colombia, se ha convertido en una pieza
fundamental para develar las complejidades que significa la socialización política de los
ciudadanos. Estas complejidades se refieren a los funcionamientos, inercias y flujos de los
medios de difusión y de la escuela, en cuanto “mediación del consenso” y “producción de
representaciones del mundo y de los discursos” 164 que transmiten.
Thomas Khun en la estructura de las revoluciones científicas (1992, 25) afirma que
“la observación y la experiencia pueden y deben limitar drásticamente la gama de las
creencias científicas admisibles o, de lo contrario, no habría ciencia”. En este sentido, en las
representaciones que nos hacemos de la ciencia, el conocimiento y la tecnología se anclan
autoevidencias que la formación disciplinar, las actividades cotidianas, el influjo de los
medios de difusión, la falta de continuidad en la reflexión y la precariedad de las
discusiones nos impone cuando no se impulsa la reformulación del conocimiento científico,

163
Ibídem
164
OROZCO, Guillermo. Educación, medios de difusión y generación de conocimiento: Hacia una
pedagoía crítica de la representación. En: Nómadas. DIUC. Fundación Universidad Central Nº 5. Sep-96/feb-
97. P. 24. Ss.
9 1

la innovación, la creación y la investigación como parte fundamental de las expectativas


sociales de una comunidad.
Esto último, es el producto de la pasividad intelectual; la ausencia de estímulos
mínimos por parte de los centros educativos; la secularización de una epistemología basada
en la ausencia de experimentación con metodologías de manual y clases magistrales;
además de la deficiencia institucional de las políticas orientadas por el Estado hacia el
mejoramiento de los procesos pedagógicos y de la educación en general.
Es una dinámica que no beneficia la imagen social de instituciones educativas
básicas como la escuela, que cada día parece perder, más y más, su relevancia social;
porque no compensa el fuerte poder que los medios ejercen —como dispositivos de
modelamiento cultural y control social—. Una buena parte de los mensajes televisivos,
cuando se refieren a los avances tecnológicos, no establecen diferencias entre la ciencia y la
tecnología y menos entre cada uno de estos y el proceso de conocimiento. Y esto es así
porque existe una lógica de los mensajes en la creación de significados colectivos. “Cuando
se habla de ciencia se habla de conocimiento [y]; del mismo modo, se tiene la imagen del
experto, que todo lo sabe; pero su saber se percibe como saber muerto y sin emociones”165.

Un lenguaje “que propende por hablar de una objetividad centrada en el


aislamiento” pero que como afirma el filósofo y psiquiatra Luis Carlos Restrepo en El
derecho a la ternura: “el científico aislado es por completo impensable”; más aún cuando
la razón no es más que una vocación, un estado de ánimo, “una disposición afectiva, un
pathos que define un cierto modo de estar en el mundo”, es un saber afectivo implícito que
busca la elaboración de un discurso.
Por esto es importante conocer los significados, los discursos, las imágenes y,
particularmente, las metáforas que construyen los medios de comunicación y las que
elaboran y reproducen los docentes encargados del dispositivo educativo. Puesto que según
lo refiere Guillermo Orozco G., desde una perspectiva posestructuralista, existe la
necesidad de discutir sobre una “pedagogía crítica de la representación” para fortalecer al
conjunto de la sociedad. Porque “está en juego la misma pedagogía como dispositivo de
poder [debido a que] el poder se manifiesta [principalmente] a través de discursos y de
pedagogías” (Orozco, 1997, 24).
Es a través de los discursos como se construyen las representaciones, porque su
fundamento es la preferencia y la distinción de asociaciones, de relaciones de ciertos
conocimientos que fijan sus significados en nuestra manera de pensar, sentir y
comportarnos. La modificación, la invención o recreación de sistemas de información,
códigos lingüísticos y lógicas culturales se inscriben en los discursos. “Los discursos, a su
vez, activan y bloquean ciertos conocimientos”166. “Además de representar un conocimiento
particular del mundo, el discurso también representa las relaciones sociales y las relaciones
de poder involucradas en conocer el mundo de esa manera” 167.

165
BETANCOURT, Julián. Ciencia , Comunicación y Cultura, en Ciencia y Tecnología para una
Sociedad Abierta. Colciencias, 1991. Bogotá.
166
OROZCO, G. Op. cit 24
167
Ibídem
9 2

Como es sabido, los docentes son los encargados de traslapar, vincular y comunicar
el mundo contemporáneo —incluyendo su historia—, un mundo “cuya compleja
heterogeneidad no se deja decir en ‘las secuencias lineales que dictaba la palabra impresa’ y
que remite a un aprendizaje fundado menos en la dependencia de los adultos que en la
propia exploración que los jóvenes habitantes del nuevo mundo tecnocultural hacen de la
visión, la audición, el tacto o la velocidad”168.
De esta manera, entonces, cobra una magnitud inusitada la relación entre educación
y comunicación en un momento en el que, según J. M. Barbero, dos destiempos acaban con
las esperanzas de que la educación cumpla con calidad su función histórica en América
latina. En primer lugar, “los objetivos no cumplidos de universalización de la escolaridad
básica [ . . .] puesto que América Latina es la región con mayores porcentajes de fracaso en
el mundo”; y, en segundo lugar, “el crecimiento de la brecha [de estos países”, en
comparación con los países con mayor desarrollo tecnológico] en la producción de ciencia
y tecnología; en la producción de conocimientos y el diseño de tecnología.
Es conveniente entonces señalar que “la comunicación de la ciencia y la enseñanza
de la ciencia son formas particulares de mediaciones culturales que tienen grandes
similitudes, especialmente en los niveles básicos. En ambos casos se selecciona y adapta un
conocimiento específico producido por una comunidad científica, para que ese
conocimiento transformado sea apropiado por otra comunidad169. Se diferencian en sus
objetivos últimos ya que por un lado se trata de acceder al conocimiento científico 170 en los
ciclos avanzados, en tanto que la comunicación de la ciencia busca un acercamiento, un
grado de familiaridad con los valores que sostienen el edificio de la ciencia y con su
racionalidad171.
Ese acercamiento, a veces inoportuno, es producido a través de las metáforas, de los
desplazamientos de sentido, de la puesta en marcha de dispositivos que capturan la atención
del usuario creando patrones de redundancia, y en ocasiones, imágenes desfavorables para
la enseñanza de la ciencia. “El poder de la metáfora radica tanto en su capacidad de
evocación al expresar algo sin nombrarlo, al referirlo a otro elemento, como en la capacidad
de fijar en el discurso ese otro elemento como parte de lo evocado. Capacidad que significa
un ejercicio sutil del poder a través de relacionar y asociar distintos conocimientos y
anclarlos en el sentido común de los espectadores o en conocimientos anteriores ya
legitimados por otras instituciones”172.
Conocimientos convertidos en lenguajes y vocabularios, en nuevas autoevidencias
que conducen en alguna medida al conformismo, a la incomprensión de lo que implica la
actividad de conocer o investigar y, al fortalecimiento de actitudes negativas, indiferentes
hacia el ámbito sociocultural de la ciencia, sin una aparente contextualización de la
curiosidad e ingenio que poseemos todos los seres humanos. Con ello se ha entrado en los
territorios movedizos del olvido, puesto que “conocer implica que no se conoce.
Precisamente la ciencia aborda lo desconocido; en ese sentido, el espíritu aventurero de la
168
BARBERO, Op. cit 11
169
GRANÉS José, BROMBERG Paul. La divulgación científica y la apropiación cultural de las
ciencias. Naturaleza, Educación y Ciencia No 4, 1986.
170
Ibídem.
171
BETANCOURT, J. Op. cit.
172
OROZCO, G. Op. cit 24
9 3

investigación es amante del misterio”173; desconociendo de plano que el origen de funciones


intelectuales es en realidad una construcción de lo imaginario.
Este lenguaje al “estar consagrado por el discurso docente (personal), por el habla
de los grupos profesionales de pertenencia (institucional), al ser empleado por los medios
masivos de comunicación (multidireccional) y devenir parte del sentido común y del léxico
corriente en ciertos grupos sociales, la posesión de ese vocabulario es equiparado a
conocimiento cierto y, en consecuencia, fuente de seguridad”174.
Del mismo modo, la polisemia que caracteriza la realización del lenguaje, del
vocabulario, de la metáfora, constituye una parte importante de lo imaginario. Como afirma
Barbero “Con todo su potencial de control de ejercicio suave del poder en sus audiencias
los medios no son todo poderosos. En parte porque la metáfora no tiene existencia por sí
misma sino que requiere de alguien que la produzca y la haga circular, lo que permite que
el acceso a los medios de otros grupos pueda redundar en la construcción y proposición de
otras metáforas que busquen más que la dominación, la emancipación de la audiencia
como se hace en el psicoanálisis”.
Emancipación que está por construirse a través del diálogo y la creación de nuevos
vocabularios, mediante el uso de nuevas metáforas en nuevas instituciones —formales y no
formales—; en otras palabras, del lenguaje mismo, puesto que el lenguaje es acción. La
concepción del lenguaje como instrumento de acceso al mundo —natural o social—,
fomentada por la ciencia clásica, no pasa de ser considerada un instrumento lingüístico que
solo describe lo natural y lo humano. “Esta concepción denotativa y representacional del
lenguaje fue criticada a lo largo de los últimos sesenta años hasta llegarse al actual
consenso de que con el lenguaje no representamos un mundo exterior a nosotros, esto es, un
mundo que alguien con otra teoría pudiera describirlo o explicarlo mejor que quienes lo
precedieron. Ahora concebimos el lenguaje como acción siguiendo el surco abierto por
Wittgenstein, Austin y Maturana”175.
Se trata de inventar o recrear contextos de cambio que impliquen la exploración y
reflexión constante sobre nuevos significados que puedan servir como superficies abiertas y
nuevos espacios para todas las voces.
El construir conceptos e inventar patrones, ajustar clasificaciones, delinear
regularidades, ordenar o predecir comportamientos, “hallar denominadores comunes”,
delimitar tipos ideales, proponer semiosis, aconsejar diagnósticos y pronósticos, elaborar
distinciones y distinguir objetos, designar o comparar comportamientos sociales y
denominar sistemas simbólicos, constituyen en su totalidad “actos de habla” que conllevan
sentimientos, organización de intereses y actividades con otros seres humanos, de este
modo el hacer y el lenguaje conllevan emociones coordinadas que nos ayudan a crear en el
lenguaje el mundo en que vivimos.

173
BETANCOURT, J. Op. cit.
174
BEDCHUK, J. Op. cit 65
175
Ibídem
9 4

Bibliografía
AGIER, Michel; Lugares y Redes: Las mediaciones de la cultura urbana: Revista
Colombiana de Antropología. Santafé de Bogotá. ICAN. 1995. pp 219-244.
ANDERSON, Michael. Sociología de la familia. FCE. México. 1980.
AUGÉ, Marc. El viajero subterráneo: Un etnólogo en el metro; Gedisa editorial;
1991.
AUGÉ, Marc. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos; Gedisa
editorial; Barcelona; pp.9; 1995.
AUGÉ, Marc. Los no lugares: espacios del anonimato; Gedisa editorial; Barcelona;
1990.
BACZKO, Bronislaw. Los Imaginarios Sociales: Memorias y esperanzas
colectivas, Ediciones Nueva Visión,. Buenos Aires. 1991.
BALANDIER, Georges. El desorden; Gedisa Editorial; Barcelona; 1994.
BARBERO, J. Martín. De los medios a las mediaciones: Comunicación, cultura y
hegemonía; Editorial Gustavo Gili; México; 1993.
BARBERO, J. Martín. Desterritorialización Cultural; En: Gaceta No 4 las
ciudades. Bogotá; Octubre de 1991.
BARTHES, Rolland. Crítica y Verdad; Siglo XXI De. México; pp. 13, 1966.
BÉRET, Chantal. “Conversación en torno de la arquitectura urbana”,
declaraciones recopiladas con Bernard Huet, en: Arquitectura en Francia, modernismo y
postmodernismo. Versión al español, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de
Artes, Bogotá-Colombia, 1984. p. 48-56.
BETANCOURT, Julián. Ciencia , Comunicación y Cultura, en Ciencia y
Tecnología para una Sociedad Abierta. Colciencias, 1991. Bogotá.
BOTT, Elizabeth. Family and Social Network. Londres. 1971. pp. 216-217.
CABRERA P., José. Crónicas de lo posible: Ambitos de juventud; Monografía;
Departamento de Sicología; Universidad Nacional de Colombia; Bogotá; 1994.
CASTELLS, Manuel. "Crisis Urbana y Cambio Social". Editorial Siglo XXI.
México, 1981.
CASTORIADIS, Cornelius. “Reflexiones sobre el “desarrollo” y la racionalidad”
en: Colombia: el despertar de la modernidad. Fernando Viviescas y Fabio Giraldo
(compiladores), Carvajal, Bogotá, 1991.
CASTORIADIS, Cornelius. Lo imaginario, lo simbólico y lo social en: El
imaginario social; (Compilador: Eduardo Colombo); Editorial Nueva Visión; Buenos
Aires; 1983.
CLIFFORD, James. Sobre la autoridad etnográfica en El surgimiento de la
antropología postmoderna, Editorial Gedisa, (Carlos Reynoso, traductor)1992. Buenos
Aires.
9 5

COSER, Lewis. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales. ONU. 1985.


Pag. 17-20.
CRUZ, Edgar. Las discordias de la concordia. Tesis de Grado. Departamento de
Antropología. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1997.
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Félix; Kafka: Por una literatura menor. Imprenta
Madero, México D.F., 1983.
DELEUZE, Gilles. Mil mesetas, Editorial Pretextos. Valencia, 1988.
DELGADO M. Ovidio. Globalización en la periferia, Cuadernos de Geografía, Vol.
VI, No. 1-2, 1997. Departamento de Geografía. Universidad Nacional de Colombia.
DELGADO M., Ovidio. El concepto de lugar en geografía en: Revista de geografía
del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia. F.C.H. 47
57,1993.
DURKHEIM, Emile. Las reglas del método sociológico; ediciones Bogotá;
Traducción de Antonio Castellanos; Bogotá; 1994.
DUVERGER, Maurice. Los sistemas Sociales. Siglo XXI. México. 1987.
ECHEVERRY A., Ligia. Tendencias o rupturas de la familia colombiana. En:
Revista Maguaré. Universidad Nacional de Colombia. Vol. 9 No 10. 1994.
ESCOBAR, Arturo, “Antropology and the development encounter: the making an
marketing of development antropology”. En American Etnologist V. 18 No. 4, Smith
College, 1991.
ESTEVA, Gustavo. Development, from: The development dictionary, Ed. Sachs, W.
Año (?); 1990.
FLÓREZ, Antonio y CHENUT, Philippe. Diseño de redes en cartografía temática.
Revista de Geografía, Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas,
universidad Nacional de Colombia. Santafé de Bogotá Vol. VI. Nº 1-2. Pág. 174-200. 1997.
FOUCAULT, Michel. La arqueología del saber; Anagrama; Barcelona; 1970.
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas; Editorial Planeta; Barcelona; 1984.
FOUCAULT, Michel. Nietzsche, la Genealogía, la Historia, en Microfísica del
poder, Editorial La Piqueta; Madrid, 1979.
FOUCAULT, Michel. Respuesta a una pregunta, Editorial Almagesto. Buenos
Aires, 1991.
GARCÍA-CANCLINI, Néstor. Consumidores y Ciudadanos: Conflictos
multiculturales de la globalización; Editorial Grijalbo; México; 1995.
GARCÍA-CANCLINI, Néstor. Culturas Híbridas; Editorial Grijalbo; México 1991.
GARCÍA-CANCLINI, Néstor. Las culturas populares en el capitalismo; Ediciones
Casa de las Américas; La Habana; 1981.
GARCIA-CANCLINI; Néstor. Medios, Cultura, Políticas; En: Gaceta No 4 las
ciudades; Pag. 42. Bogotá; Octubre de 1991.
9 6

GEERTZ, Cliford. El antropólogo como autor; Gedisa Editorial; Barcelona; 1990.


GEERTZ, Cliford. El conocimiento Local. Gedisa editorial. Barcelona. 1996.
GEERTZ, Cliford. La interpretación de las culturas; Gedisa Editorial; Barcelona;
1989.
GOFFMAN, Erving. Relaciones en público: Microestudios del orden público.
Página 194. Alianza editorial. Trad. Fernando Santos Fontela. Madrid. 1979.
GRANÉS José y BROMBERG Paul. La divulgación científica y la apropiación
cultural de las ciencias. Naturaleza, Educación y Ciencia No 4, 1986.
HALLIDAY, M.A.K.. El Lenguaje como semiotica social: La interpretación social
del lenguaje y el significado; Fondo de Cultura Económica; México; 1994.
HANNERZ, Ulf. Exploración de la ciudad: Hacia una antropología urbana; Fondo
de Cultura Económica; México; 1986.
HENAO A. Diego F. Creación de contextos de exploración. En Museolúdica. No 1.
Revista del Museo de la Ciencia y el Juego. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
1998.
HENAO A. Diego F. Etnografía: Ciencia y Vida Cotidiana. UNAD. Bogotá. 1998.
HENAO A. Diego F. Familia, niñez y conflicto armado en Colombia.
ICBF/Universidad Nacional de Colombia. Informe Final de investigación. Bogotá. 1998.
HENAO A. Diego F. Formación en tecnología y etnografía. En Museolúdica. No 2.
Revista del Museo de la Ciencia y el Juego. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
1998.
HENAO A. Diego F. Los objetos en la vitrina y el museo. En Museolúdica. No 2.
Revista del Museo de la Ciencia y el Juego. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
1998.
HENAO A., Diego F. Crónicas y Cosas de un “No-lugar”: A propósito del Mercado
de las Pulgas. Tesis de Grado. Departamento de Antropología. Facultad de Ciencias
Humanas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1996.
JOSEPH, Isaac; El transeunte y el espacio urbano: Ensayo sobre la dispersión del
espacio público; Gedisa editorial; Buenos Aires; pp. 20s; 1988.
KUHN, Tomas S. La estructura de las revoluciones científicas; Fondo de Cultura
Económica; México D.F., 1993.
LAGUEUX, Maurice; “La Cabeza del Arquitecto”. Ideas y Valores No. 96-97 Abril
1995, Departamento de Filosofía, Universidad de Montreal. (Traducción del francés de
Jorge Parra Hernandez). Universidad Nacional. Bogotá.
LARA Betancourt, Patricia. Semiótica de los objetos: Una propuesta de
investigación histórica; en: Tiempos Breves II; Facultad de Ciencias Humanas-
Universidad Nacional de Colombia- CINDEC; Bogotá; 1993.
9 7

MACBRIDE, Sean. Un solo mundo, voces múltiples: comunicación e información


en nuestro tiempo. Fondo de Cultura Económica. México/Unesco, parís. 1980. Traducción
de Julio Cerón.
MALDONADO Mª Cristina. Conflicto, Poder y violencia en la familia. Universidad
del Valle. 1995. pp 7.
MARCUS, George y CUSHMAN, Dick. “Las etnografías como textos” en El
surgimiento de la Antropología posmoderna (Reynoso Carlos, traductor y compilador)
Gedisa Editorial, Buenos Aires, 1992.
MAYER, Adrián C. La importancia de los cuasi-grupos en las sociedades
complejas. En: La antropología social de las sociedades complejas. s.l. Alianza. 1980 p.
108-133.
MINUCHIN, Salvador familia y terapia familiar. Trad. Víctor Fichman. Editorial
Gedisa, 3ª edición. Buenos Aires. 1982.
MITCHELL, J. Clyde (1980) Antropología Social de las Sociedades Complejas.
Alianza Ed. Madrid.
MONCAYO C., Víctor Manuel. Espacialidad capitalista y políticas estatales: Hacia
un entendimiento crítico de las políticas estatales sobre la espacialidad capitalista. CINEP,
Bogotá, 1992.
MONS, Alain. La metáfora social: Imagen, territorio, comunicación, Buenos Aires,
Ediciones Nueva Visión, 1994. p. 201.
NAJMANOVICH, Denise. El lenguaje de los vínculos: de la independencia
absoluta a autonomía relativa. En Redes: el lenguaje de los vínculos. (compiladores: Elina
Dabas y Denise Najmanovich) pp.58. Paidós. Buenos Aires.1995.
ONG, Walter J. Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra; Fondo de Cultura
Económica; Bogotá; pag. 171; 1994.
OROZCO G., Guillermo. Educación, medios de difusión y generación de
conocimiento: Hacia una pedagogía crítica de la representación. En: Nómadas. DIUC.
Fundación Universidad Central Nº 5. Sep-96/feb-97. Pag. 24. Ss.
PORTES, Alejandro; CASTELLS, Manuel y BENTON, Lauran. “Economía
informal”: Estudio en países desarrollados y menos avanzados; Mimeo; Traducción libre
de Judith Hernandez; Bogotá; 1988.
RESTREPO, Luis Carlos. Poder y placer en la metáfora; en: Magazín Dominical de
EL Espectador, No 402, 6 de enero de 1991 Bogotá.
REYNOSO, Carlos. (compilador) El surgimiento de la antropología postmoderna.
Gedisa Editorial. Buenos Aires. 1994.
RIAÑO, Pilar, y VARGAS, Julián. Culturas populares y contextos sociales: Un
enfoque interpretativo, Revista Maguaré No 4 del Departamento De Antropología de la
Universidad Nacional de Colombia, Pp. 107 124; Bogotá; 1986
RIAÑO, Pilar. Vida Cotidiana y Culturas juveniles en Bogotá en: Pobladores
Urbanos (Julián Arturo -Compilador-) Colcultura ICAN, Bogotá, 1994.
9 8

RICOEUR, Paul; Un filósofo por encima de toda sospecha: (entrevista con Paul
Ricoeur); Revista Ideas y Valores No 70; abril de 1986; paginas 95-103. Universidad
Nacional de Colombia; Bogotá.
ROSALDO, Renato; Cultura y verdad: Grijalbo editorial. México. 1980.
ROWE, William y SCHELLING, Vivian. Memoria y Modernidad: Cultura popular
en América Latina, Editorial Grijalbo y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
México, 1993.
RUEDA E., Eduardo. Imaginarios sociales; ENDA América Latina; Bogotá; 1994.
SALABERT, Pere. El infinito en un instante; Revista Ciencias Humanas;
Universidad Nacional de Colombia; Medellín; 1993.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Geografía Política. Madrid. Editorial Síntesis. 1992.
SILVA, Armando. Imaginarios Urbanos. Tercer Mundo. Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá. 1992
SILVA, Armando. La comunicación Visual: Como teoría y método para la lectura
de las artes y sistema visuales; Editorial Fondo Editorial Suramérica; Bogotá, 1978.
SILVA, Armando. Una ciudad imaginada, Editorial Universidad Nacional; Bogotá,
1986.
SONTAG, Heinz R. y YERO, Lourdes. Procesos sociales en marcha: La nueva
utopía necesaria —Gran programa I. de UNESCO en América Latina y el Caribe.
UNESCO-Editorial Nueva Sociedad. Caracas, 1992, p. 7.
SUAREZ Morales, Harvey Danilo. El dispositivo: Un análisis a propósito de
Deluze y Foucault; Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Universidad
Nacional de Colombia. Santafé de Bogotá, 1996.
SUÁREZ, Harvey D. Redes, hilos y madejas. UNAD. Santafé de Bogotá 1998.
TARDE, Gabriel. Estudios sociológicos. Editorial Assandri. Córdoba, 1961.
THESING, Josef. América latina: Tradición y modernidad; Konrad-Adenauer-
Stiftung e., St.Augustin. 1991.
THOMAS B, Javier E. y FLÓREZ, Antonio. Una aproximación a algunas
estructuras de organización del espacio regional. Un estudio de caso. En: Revista de
Geografía. Universidad Nacional de Colombia. Vol VI. Nº 1-2. Santafé de Bogotá. 1997.
TIMASHEFF, Nicolás S. La teoría sociológica. México: Fondo de Cultura
Económica. 1977. p 270.1977.
TORRES C., Alfonso. Estrategias y técnicas de investigación cualitativa. Bogotá:
Unisur. 1996.
TORRES C., Alfonso. Estudios sobre pobladores urbanos en Colombia; Revista
Maguaré del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia; No
9; pp. 131-146; Bogotá; 1993.
9 9

TOURAINE, Alain. los movimientos Sociales; Editorial Almagesto. Buenos Aires.


1991.
VAINFAS, Ronaldo; De la historia de las mentalidades a la historia
cultural¡Error! Marcador no definido.. en: Anuario de Historia, No 23. (traducción:
Pablo Rodríguez) Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad
Nacional de Colombia, Santa fe de Bogotá, D.C., 1996.
VARGAS, Julián y RIAÑO, Pilar. “Culturas populares y contextos sociales: Un
enfoque interpretativo” en: Revista Maguaré No 4, Departamento de Antropología,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1986. p. 107-124. ONG, Walter J.; Oralidad y
escritura: Tecnologías de la palabra; Fondo de Cultura Económica; Bogotá; pag. 171;
1994.
VASQUEZ R. Fernando; Citizen Semiosis. En: Revista Signo y pensamiento; 22;
Universidad Javeriana; Santafé de Bogotá; 1993.
ZLUSKI, Carlos. La red Social: fronteras de la práctica sistémica. Gedisa.
Barcelona. 1996.

También podría gustarte