Las Fuentes Del Derecho Colombiano
Las Fuentes Del Derecho Colombiano
Las Fuentes Del Derecho Colombiano
Las fuentes del Derecho Colombiano se distinguen como fuentes principales o directas y
fuentes secundarias o supletorias. Las primeras, entendidas como aquellas que la conciencia
jurídica preponderante ha reconocido como indispensables para crear el Derecho y resolver
los conflictos de carácter jurídico. Son aquellas fuentes cercanas, que se encuentran más a
la mano del operador jurídico y que éste no duda en aplicar si el caso lo permite. Las
segundas, fuentes secundarias o supletorias, entendidas como aquellas que estando
reconocidas como validas dentro del sistema, aparecen en forma latente o en potencia, y
son utilizadas de vez en vez, pues para su aplicación y reconocimiento se exige un mayor
esfuerzo interpretativo, o el caso en concreto que se resuelve no amerita recurrir a ellas para
satisfacer las necesidades inmediatas del operador jurídico.
2) JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL.
Se trata pese a ser una fuente principal, de una fuente hecho y no de una fuente acto.
Resaltamos el concepto emitido por la Corte al señalar que constituye regla obligatoria, no
solamente la parte resolutiva de los fallos proferidos por la Corporación Constitucional,
sino igualmente los argumentos expuestos en la parte motiva, que a título de ratio
decidendi hayan sido expuestos por los magistrados para argumentar y sustentar
racionalmente sus Decisiones o fallos. Dicha jurisprudencia constitucional es obligatoria a
título de precedente bajo el esquema de la función integradora que cumple la jurisprudencia
constitucional.
Son consideradas como ley ínter-partes, normas por antonomasia calificables fuentes acto;
que surgen merced a la autonomía de la voluntad, sustentada en el respeto a la iniciativa
privada, la libre empresa y la libertad de contratación. Se trata de las cláusulas o acuerdos
de voluntad expresados merced a los diversos negocios jurídicos que se realizan dentro de
la práctica o comercio normal propia de los sujetos de Derecho, estipulaciones supeditadas
para que produzcan efectos a los requisitos de capacidad, libres de vicios del
consentimiento, tales como error, fuerza o dolo; y teniendo un objeto y una causa lícitos.
Encuentran su sustento en el Artículo 1602 del Código Civil, que expresa la regla indicativa
de que todo contrato legalmente celebrado es una ley para las partes; manifestación de
voluntad que debe cumplir las estrictas exigencias señaladas en el Artículo 1502 del mismo
estatuto, ya mencionadas atrás, capacidad, consentimiento exento de vicios, objeto y causa
lícitos. A su vez el Artículo 4 del Código de Comercio establece que las estipulaciones de
los contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletorias y a la
costumbre mercantil, lo que quiere decir que dichas normas de carácter privado solo están
sujetas al respeto a la constitución nacional y a las leyes imperativas.
4) JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.
“La certeza que la comunidad jurídica tenga de que los jueces van a decidir los casos
iguales de la misma forma es una garantía que se relaciona con el principio de la
seguridad jurídica. La previsibilidad de las decisiones judiciales da certeza sobre el
contenido material de los Derechos y obligaciones de las personas, y la única forma en
que se tiene dicha certeza es cuando se sabe que, en principio, los jueces han interpretado
y van a seguir interpretando el ordenamiento de manera estable y consistente. Esta certeza
hace posible a las personas actuar libremente, conforme a lo que la práctica judicial les
permite inferir que es un comportamiento protegido por la ley. La falta de seguridad
jurídica de una comunidad conduce a la anarquía y al desorden social, porque los
ciudadanos no pueden conocer el contenido de sus Derechos y de sus obligaciones. Si en
virtud de su autonomía, cada juez tiene la posibilidad de interpretar y aplicar el texto de
la ley de manera distinta, ello impide que las personas desarrollen libremente sus
actividades, pues al actuar se encontrarían bajo la contingencia de estar contradiciendo
una de las posibles interpretaciones de la ley” (El resaltado fuera de texto).
Los jueces al aplicar el texto de la ley, podrán apartarse del precedente histórico, pero en tal
evento están obligados a sustentar racional y lógicamente las razones o argumentos para
apartarse del mismo. Algunos doctrinantes afirman que en la medida en que los jueces no
están obligados al respeto del precedente, dicha fuente es auxiliar y no principal, menos aun
obligatoria.
Un precedente puede ser obligatorio para todos los jueces inferiores a la alta Corte que lo
sentó, y aceptarse que un juez inferior (i) después de hacer referencia expresa al precedente,
y (II) de resumir su esencia y razón de ser, (III) se aparte de él exponiendo razones
poderosas para justificar su decisión. En este sentido se dice que el precedente es
formalmente obligatorio, pero no estrictamente obligatorio. Puede considerarse que un
precedente es un referente obligado para los jueces inferiores pero éstos pueden apartarse
de él cuando lo consideren, en forma razonada, adecuado para resolver el caso. La alta
Corte que sentó el precedente podrá criticar la decisión del juez inferior y podrá por
lo tanto revocar su sentencia, pero el juez inferior conserva un amplio margen para
interpretar el Derecho. En este caso el precedente no es formalmente obligatorio pero tiene
cierta fuerza en la medida en que los jueces deben tenerlo en cuenta y referirse a él en el
momento de fallar.
b. FUENTES SECUNDARIAS.
Se trata de una fuente hecho, entendida como l o s obiter dictum expuestos por la Corte
constitucional en los fallos emitidos por dicha corporación, en cumplimiento de la función
interpretativa que el Artículo 4 de la Ley 153 de 1887 le concede. Son una guía importante
para los operadores jurídicos, aunque no tienen carácter imperativo y por ende no
constituyen regla de obligatorio cumplimiento. En tal medida son apenas un criterio
auxiliar.
Cabe aquí hacer mención de la analogía juris o principialistica, que ha dado lugar a los
debates más conspicuos entre los defensores de un Derecho positivo a ultranza y los
defensores de un neo-iusnaturalismo basado en la aplicación de principios y directrices
políticas, entendidos en términos de Dworkin como estándar que han de ser observados, no
por que favorezcan o aseguren una situación económica, política o social que se considera
deseable, sino porque constituyen una exigencia de la justicia, la equidad o alguna otra
dimensión de la moralidad.47 Se trata de la aplicación del nuevo Derecho, enfrentado al
viejo Derecho aferrado a la norma positiva.
Se trata igualmente de una fuente hecho, auxiliar, que solo operará en los casos de ausencia
de norma escrita. Aquí sin embargo debemos destacar como excepción a esta regla, la
legislación mercantil, pues expresamente el Artículo 3º del Código de Comercio, Decreto
410 de 1971, señala que la costumbre mercantil tendrá la misma autoridad que la ley
comercial, siempre que no la contraríe manifiesta o tácitamente y que los hechos
constitutivos de la misma sean públicos, uniformes y reiterados en el lugar donde hayan de
cumplirse las prestaciones o surgido las relaciones que deban regularse por ella. Esto
implica que en la jurisdicción mercantil, la Costumbre mercantil siempre y cuando sea
costumbre preter legem, e incluso la costumbre secundum legem, es decir, costumbre
interpretativa y costumbre supletiva o supletoria, constituyen fuentes principales y no
subsidiarias que están a la par con la Ley.
Se trata de una fuente hecho, pese a que es emitida voluntariamente, los efectos que esta
genera son inconscientes o involuntarios y por ende no puede ser calificada como fuente
acto. Fue explicada profusamente atrás, aunque se hace la salvedad sobre las corrientes
post-modernas que afirman la importancia de la doctrina en las corrientes de hermenéutica
jurídica en América latina y la influencia latente que los autores más reconocidos han
tenido en la conciencia legal de los operadores jurídicos.