Data de La Muerte

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DATA DE LA MUERTE

TANATOLOGÍA Y CRONOTANATODIAGNÓSTICO

La palabra tanatología proviene del griego θάνατος, muerte, y λόγος, tratado, y


es la disciplina de la Medicina Legal que estudia las modificaciones del organismo
humano a partir del momento mismo de haberse producido la muerte. Dentro de la
misma podemos encontrar distintas ramas, como el tanatodiagnóstico, que determina
signos biológicos que permiten afirmar el estado de muerte, la tanatosemiología, que
estudia los fenómenos de transformación cadavérica, inmediatos y alejados, en relación
con el momento de ocurrida la muerte), la tanatoconservación, la tanatolegislación,…

El objetivo principal del cronotanatodiagnóstico (CTD) es señalar dos


momentos en los que, con mayor probabilidad, se ha producido la muerte mediante un
conjunto de observaciones y técnicas. No es una disciplina exacta, ya que salvo la
observación directa del hecho, actualmente no existen métodos que, aislados o en
conjunto, permitan determinar con certeza el momento exacto de la muerte. Los tiempos
pueden estar influidos por factores intrínsecos o extrínsecos al cadáver.

Para la criminalística, son tres las preguntas que se plantean: causa de la muerte
y circunstancias en las que se produjo, data de la muerte y lugar en el que se produjo la
muerte. El CTD puede contestar dos de ellas: la data y el lugar, éste último gracias al
aporte indispensable de la Entomología Forense). La importancia del CTD es que, a
partir de la determinación de la data de la muerte:

• Se pueden centrar las investigaciones policiales.


• Se puede aceptar o descartar una coartada por hallarse en otro lugar en el
momento del crimen.
• Se derivan consecuencias económicas, relativas a testamentos y algunas
relaciones comerciales.
• Puede afectar al reconocimiento jurídico de una paternidad póstuma.

El primer paso a llevar a cabo ante un cuerpo es el diagnóstico certero de la


muerte, ya que podemos encontrarnos ante una muerte aparente, en la que las funciones
vitales de circulación y respiración se encuentran en su mínima expresión,
imperceptibles por los métodos corrientes, dando la sensación de que la persona está
muerta, o una muerte real, que es la pérdida total y definitiva de la circulación y la
respiración.

DIAGNÓSTICO DE LA MUERTE

Lo primero que hace un médico para certificar la muerte de una persona es


verificar si está realmente muerta para poder emitir el certificado de defunción. Los
parámetros que explora son generalmente el estado de conciencia, la sensibilidad y los
movimientos, y a continuación se procede a realizar algunas otras comprobaciones,
examinando los ojos, su hidratación, reflejos o color (con una linterna o fuente de luz),
tomando el pulso y auscultando el corazón para diferenciar entre el estado de muerte
aparente y la muerte real.

• Muerte aparente: Es el estado biológico en el cual las funciones vitales de


circulación y respiración llegan a su mínima expresión, siendo prácticamente
imperceptibles y dando la sensación de que la persona está muerta.

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• Muerte real: Es el estado biológico en el cual la persona ha perdido total y
definitivamente la circulación y la respiración. Esta definición se dio por primera
vez a finales del siglo XVIII.

SIGNOS INMEDIATOS DE LA MUERTE REAL

I. Pérdida de Conocimiento: Se dice que una persona que tiene consciencia está viva, es
decir, la consciencia es la facultad mental mediante la cual nos damos cuenta de
nuestras propias acciones y de lo que ocurre a nuestro alrededor.

II. Pérdida de Motilidad: Se refiere a la psicomotricidad, que es la realización de


movimientos con intencionalidad psíquica, a diferencia de los cadáveres, que pueden
tener movimientos involuntarios o reflejos.

III. Pérdida de la Sensibilidad: Es la abolición de las funciones superiores del cerebro.


La persona realmente muerta no reacciona al dolor, presión,… Se verifica con un alfiler.

IV. Desaparición de la Respiración: Es el cese irreversible del funcionamiento del


centro de la respiración en el cerebro. Existen algunas pruebas para comprobar el cese
de la respiración:

1. Prueba de Winslow: Colocar un espejo limpio frente a la boca o la nariz.


2. Prueba del Sulfuro de Hidrógeno: Consiste en identificar el H2S que se forma
inmediatamente por los fenómenos de putrefacción cadavérica y que sale por las
fosas nasales. El procedimiento consiste en colocar un papel de acetato de
plomo, que es incoloro, frente a las fosas nasales y, por la presencia del H2S,
toma un color negro debido a la formación de PbS, por lo que se presupone a la
persona muerta.

V. Signos del Ojo o de Stenon-Lewis: Al fallecer una persona ocurren una serie de
fenómenos inmediatos en el ojo, tales como:

1. Midriasis Pupilar: La pupila se dilata por la pérdida de control del SNC.


2. Ausencia de Reflejo Fotomotor: La pupila no se contrae al aplicarle un estímulo
luminoso.
3. Deshidratación del Globo Ocular: Al fallecer la persona se inicia la
deshidratación o pérdida de líquidos, lo cual se percibe fácilmente en el ojo.
4. Tinte Gleroso del Ojo: El ojo de la persona muerta se torna opaco y de color gris
pizarra.

VI. Ausencia de Circulación: Para confirmarla se utilizan pruebas como la prueba del
pulso, la comprobación de la desaparición de ruidos cardiacos o la ligadura del dedo.

VII. Prueba de Icard o de la Fluoresceína: Consiste en inyectar intramuscularmente


fluoresceína en la persona presuntamente muerta. Si la persona está viva, esta sustancia
entrará en la circulación y el cuerpo tomará un tinte amarillo, ya que la fluoresceína es
un colorante; además, en las pupilas aparecerán círculos de color verde esmeralda. Si la
persona está muerta no aparece ningún cambio, pues el colorante no se esparcirá al no
haber circulación sanguínea y la fluoresceína quedará en el sitio de aplicación. Cabe
precisar que en la persona viva no producirá ninguna molestia y se elimina por vía renal.

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VIII. pH de los Humores: Se sabe que el pH del individuo vivo es alcalino, y al fallecer
la persona éste se torna ácido. Esto ocurre tan rápidamente que cuando una persona
sufre un paro cardiaco o respiratorio, lo primero que hay que hacer es aplicar
bicarbonato por vía intravenosa para evitar la acidificación del cuerpo. Podemos
comprobar el pH de los líquidos corporales mediante dos técnicas:

1. Prueba de Dominicis: Consiste en levantar superficialmente la piel, de donde


sale un líquido amarillento denominado linfa. Se toma un papel tornasol rosado
y se impregna de linfa; si toma color azulado la persona está viva, mientras que
si se mantiene de color rosado la persona ha fallecido.
2. Lecha Marza: Es básicamente la misma prueba, pero para llevarla a cabo se
aprovecha la humedad del ojo, colocando papel tornasol azulado.

PROCEDIMIENTOS A APLICAR EN EL CRONOTANATODIAGNÓSTICO

Los procedimientos a aplicar en el cronotanatodiagnóstico dependen de si el


cadáver es reciente (no hay putrefacción evidente) o no reciente (la putrefacción se
manifiesta en sus tres primeras fases).

CADÁVER RECIENTE

• Evolución de los fenómenos cadavéricos

Los fenómenos cadavéricos pueden ser inmediatos, es decir, la extinción de las


funciones vitales del sistema nervioso, cardiovascular y respiratorio; consecutivos,
constituidos por procesos y modificaciones físicas, químicas y biológicas; y
transformativos, que incluyen la putrefacción cadavérica producida por la acción
bacteriana que destruye el cadáver paulatinamente.

1. Deshidratación

Es la pérdida de líquido por evaporación que sufre el cadáver, y que se traduce


en pérdidas de peso y modificaciones cutáneas, mucosas y oculares.

El cadáver pierde peso en la siguiente y aproximada proporción: en recién


nacidos, 8 gramos por kilo y día; en adultos, 8-10 gramos por kilo y día.

Las modificaciones cutáneas se muestran por el apergaminamiento de la piel y el


escroto; las mucosas por la desecación de los labios, el glande y la vulva; y las oculares
por el signo de Stenon-Lewis (opacidad en la córnea que se inicia 12 horas después de la
muerte) y el de Sommer o mancha negra esclerotical (mancha negra irregular, debida a
la oxidación de la hemoglobina en los vasos coroideos y a la deshidratación, que se
localiza en los ángulos externos del segmento anterior del ojo y se extiende a los
internos; comienza a partir de la 5ª hora postmortem si los párpados están abiertos)

La deshidratación puede estudiarse de acuerdo a la disminución de la tensión del


globo ocular (toma 15 horas), el enturbiamiento de la córnea (45 minutos con los ojos
abiertos y 24 horas con los ojos cerrados) y la mancha esclerótica (tarda 6 horas en
aparecer con los ojos abiertos y 5 cuando están cerrados).

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2. Enfriamiento

Representa el descenso de la temperatura corporal hasta equilibrarse con la del


ambiente. Se ha tratado de establecer una relación aproximada entre temperatura
corporal cadavérica y tiempo probable de muerte, lógicamente dentro de las cifras
medias que admite esta posibilidad. Existen varias fórmulas para calcular esto; las más
usadas son las de Bouchat y la de Glaister:

Fórmula de Bouchat: en las primeras horas tras la muerte hay una disminución
de 0’8 a 1º por hora; durante las siguientes 12 horas la disminución es de 0’3 a 0’5º por
hora. El cadáver iguala la temperatura ambiente 24 horas después de la muerte.

La temperatura cadavérica está influenciada por factores externos (temperatura


ambiente, humedad, cuerpo al aire libre, sumergido, dentro de una habitación) o por
factores propios del individuo tales como la edad (los niños y los ancianos se enfrían
más rápido), el tipo de afección (hemorragias o fiebres previas a la muerte), el grado de
nutrición (la cantidad de grasa es inversamente proporcional a la velocidad de
enfriamiento, por lo que los individuos caquécticos se enfriarán con mayor rapidez) y el
grado de vestimenta (un individuo desnudo se enfriará más rápido).

En función de esto es importante medir la temperatura cavitaria del cadáver (por


ejemplo, rectal) y de la superficie corporal en diferentes partes y planos en el momento
del levantamiento y en la sala de autopsias, de forma tal que podamos tener una noción
propia sin necesidad de guiarnos por fórmulas determinadas por otras personas. Resulta
interesante realizar un nomograma de acuerdo a los datos obtenidos.

3. Rigidez Cadavérica

Es consecuencia de la coagulación postmortem de la miosina, con el


consiguiente endurecimiento de las fibras musculares, sean éstas lisas o estriadas. Como
resultado aparece el envaramiento del cadáver, una discreta flexión de los brazos sobre
los antebrazos, de las piernas sobre los muslos y del pulgar bajo los restantes dedos.

La rigidez sigue una marcha céfalo-caudal descendente al lo largo de los


músculos del cuerpo, empezando por los maseteros y terminando en los pies. El tiempo
de aparición varía según la ley de Niderkon:

• Rigidez precoz: antes de 3 horas.


• Rigidez normal: entre 3 y 6 horas.
• Rigidez tardía: entre 6 y 9 horas.
• Rigidez muy tardía: después de 9 horas.

Existen factores que influencian el tiempo de aparición de la rigidez:


aceleradores (calor, frío, infancia, vejez y agonía previa) y retardadores (vestimenta,
ropas de lecho, adultez, muerte súbita o violenta). De acuerdo con la regla de Brouardel,
la rigidez desaparece cuando comienza la putrefacción y en el mismo orden en que
apareció. En recién nacidos y lactantes se instala y desaparece muy rápidamente.

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4. Espasmo Cadavérico

Es el mantenimiento postmortem de una determinada posición corporal o vital


como resultado de una muerte súbita natural o violenta, de etiología encefálica o
cardiaca. La diferencia entre rigidez y espasmo radica en el hecho de que en el primer
caso existe relajación muscular previa a la muerte, mientras que en la segunda etapa
existe una transición del estado de contracción muscular vital al postmortem sin etapa
intermedia. Más tarde, la rigidez se superpone al espasmo y, finalmente, ambos
desaparecen cuando se instala la putrefacción.

5. Livideces Cadavéricas

Son manchas cutáneas de color violáceo que aparecen en las zonas más declives
producto de la vasodilatación por encharcamiento de la sangre por ausencia de
coagulación. Las livideces señalan la posición del cuerpo al producirse el fallecimiento
y se van desplazando de acuerdo a los cambios en la postura del sujeto sin vida. Este
último fenómeno es conocido como transposición de las livideces y sólo puede ocurrir
dentro de las primeras 12-15 horas postmortem, y nunca después de las 24 horas de ésta.

El tiempo que tardan en aparecer las livideces cadavéricas es variable, desde casi
inmediatamente después del deceso hasta 4 ó 5 horas más tarde. Desde el momento en
que se manifiestan van aumentando lentamente y perdiendo velocidad hasta alcanzar su
intensidad máxima entre 12-15 horas tras la muerte, no pudiendo producirse más allá de
las 30 horas.

Cabe aclarar que las livideces pueden no aparecer debido a una hemorragia
externa severa, o variar en su coloración debido a intoxicación (más claras cuando
existe monóxido de carbono en la sangre).

6. Hipostasia Cadavérica

Es la acumulación de la sangre en las partes declives de las vísceras a causa de la


fuerza de la gravedad. Las hipostasias viscerales son a los órganos como las livideces a
la piel. Asientan principalmente en el encéfalo, los pulmones y los riñones.

• Datos dependientes de la detención de los procesos vitales

1. Estudio del Contenido Gástrico

Sirve para determinar si se pueden identificar los alimentos ingeridos, pero su


utilidad para el CTD es relativa, ya que el tiempo de digestión y permanencia de los
alimentos en el estómago es variable. Para que este dato sea útil se debe tener un estudio
de cómo es el tránsito gástrico de la persona en cuestión, lo que es casi imposible. La
principal función de este estudio es comparar si lo encontrado en la búsqueda coincide
con lo que afirman los testigos.

2. Estudio del Contenido Intestinal

Similar al estudio anterior, no es de gran utilidad en CTD.

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3. Estado de la Vejiga

Similar al estudio del contenido gástrico, sirve principalmente para determinar la


orina en busca de drogas (sobre todo marihuana, cocaína y heroína) y otros metabolitos.

4. Longitud del Pelo y Vello Facial

Es más acertado en las personas que se afeitaron el día del fallecimiento, pues si
no se hace necesario el dato de la longitud del vello previa a la muerte.

• Datos dependientes de la supervivencia de tejidos orgánicos

En la siguiente tabla (Tabla 1) se muestra la reacción de los diferentes tejidos


orgánicos según el tiempo transcurrido tras la muerte:

Reacción de los diferentes tejidos orgánicos Tiempo en horas


Reacción de la pupila a la luz 4
Reacción de la pupila a la instilación de gotas de atropina 4
Reacción de la pupila a la instilación de gotas de eserina 2
Excitabilidad eléctrica de la musculatura 6
Movilidad del epitelio respiratorio 24
Movilidad de los espermios 36
Excitabilidad de las glándulas sudoríparas 6

• Datos tanatoquímicos

Se trata de datos obtenidos del estudio de diferentes marcadores en muestras


distintas a la sangre como son el líquido cefalorraquídeo, la endolinfa, el líquido
pericárdico, el líquido sinovial y el humor vítreo.

Los datos más fiables se obtienen de marcadores en este último, especialmente


en el caso del potasio, ya que el humor vítreo es un fluido prácticamente aislado de
todos los fenómenos putrefactivos y el potasio es el principal ión intracelular, el cual
aumenta si concentración al aumentar la tasa de autolisis.

La determinación de la concentración de potasio se realiza con un electrodo ión


específico, obteniéndose una curva de regresión cuya ecuación es:

[ ]
Intervalo postmortem = 3.38 ⋅ K + − 10.66

El humor vítreo es también útil para el estudio de drogas (cocaína, heroína,…),


alcohol y valores de glucemia para determinar casos de hipo e hiperglucemia como
causa de la muerte.

• Reloj Postmortem de Fatteh

El establecimiento del intervalo postmortem sigue siendo una cuestión compleja


y difícil que debe intentar resolverse siempre, tomándose el máximo posible de datos y
despreciando aquéllos que no encajen de modo coherente en el conjunto. Cuanto más

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alejado se esté del fenómeno de la muerte tanto mayor será el error, de ahí que sea
necesario ser lo más exhaustivos posible durante el levantamiento del cadáver, en el que
preceptivamente se deberán tomar los siguientes datos:

1. Temperatura rectal o del oído del cadáver.


2. Temperatura ambiente del momento de levantamiento y del periodo anterior.
3. Peso del cadáver.
4. Si estaba vestido o desnudo.
5. Hacer una toma de humor vítreo de ambos ojos para determinar el potasio.

Con estos datos se construye un Reloj Postmortem al que deben añadirse los
resultados de la determinación de potasio en humor vítreo para ver la evolución de los
fenómenos cadavéricos en las primeras 12 horas después de la muerte (TR: temperatura
rectal; K: potasio en humor vítreo).

CADÁVER NO RECIENTE

• Putrefacción

La putrefacción es el momento en el que se simplifican las complejas estructuras


químicas del organismo y está constituida por factores exógenos y endógenos. Los
primeros abarcan la temperatura y el medio ambiente donde se encuentra el cuerpo, y
los segundos a los parásitos y bacterias intestinales y las ptomaínas provenientes de la
putrefacción proteínica. La difusión se efectúa por vecindad a lo largo de los vasos
sanguíneos y linfáticos constituyendo la llamada red vascular de la putrefacción.

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La descomposición es muy precoz en verano y tardía en invierno, siempre y
cuando el cadáver se encuentre al aire libre y no en una habitación climatizada, ya que
esto último sería unas condiciones similares al verano. El órgano más frágil a la
putrefacción es el cerebro, y los más resistentes el corazón, el útero y la próstata.

Podemos distinguir cuatro fases:

1. Cromática: Marcada por la aparición de la mancha verde abdominal en la fosa ilíaca


derecha a partir de las 24 horas tras la muerte. Es consecuencia del H2S producido
por la putrefacción intestinal. Tras las primeras 24-48 horas comienza a verse
también el entramado venoso, que en el individuo vivo puede apreciarse de color
rojo vino, de color verde oscuro por la transformación de la hemoglobina.
2. Enfisematosa: Presencia de vesículas gaseosas cutáneas que, al romperse, llevan al
desprendimiento de epidermis (36-72 horas) y distensión voluminosa de abdomen,
escroto, vulva y labios (24-48 horas). La sangre, por la presión de los gases, se
desplaza de los planos profundos a los superficiales (circulación póstuma). El
contenido gástrico puede refluir por la boca y las heces por el ano, e incluso, en
mujeres embarazadas, puede prolapsarse el útero y expulsarse el feto totalmente.
3. Colicuativa: Licuación de los tejidos en un magma putrilaginoso.
4. Reductivo: Constituido por una serie de fenómenos que determinan la desaparición
de las partes blandas y óseas a lo largo del tiempo y de acuerdo a fenómenos que
dependen tanto del cadáver como del ambiente en que se halla sepultado (Tabla 2).

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• Fauna cadavérica

Llamamos fauna cadavérica al conjunto de insectos que se suceden con


regularidad cronológica en un cadáver humano desde el momento en que se produce la
muerte hasta la destrucción completa de las partes blandas. Las primeras oleadas de
insectos llegan al cuerpo atraídas por el olor de los gases desprendidos en el proceso de
la degradación de los principios inmediatos (glúcidos, lípidos y proteínas) y otros gases
como el amoniaco, el sulfuro de hidrógeno, el nitrógeno o el anhídrido carbónico.

Los diferentes artrópodos que llegan a un cadáver pueden clasificarse en:

- Necrófagos: Se alimentan del cuerpo. Se incluyen dípteros (Calliphoridae y


Sarcophagidae) y coleópteros (Silphidae y Dermestidae).
- Predadores y Parásitos de Necrófagos: Se incluyen coleópteros (Shilphidae,
Staphylinidae e Histeridae), dípteros (Calliphondae y Stratiomydae) e
himenópteros parásitos de larvas y pupas de dípteros.
- Omnívoros: Avispas, hormigas y coleópteros que se alimentan tanto del cuerpo
como de los artrópodos asociados.
- Accidentales: Utilizan el cuerpo como una extensión de su nicho ecológico. Se
incluyen arañas, ciempiés y ácaros.

Los pasos a seguir para el procedimiento de datación entomológica son:

1. Determinar la fase o estado físico de descomposición en que se encuentra el cuerpo.


2. Realizar un estudio exhaustivo de los insectos que se encuentran sobre el cadáver,
así como los recogidos debajo de él, para descartar la posibilidad de que haya sido
trasladado de lugar. Si se tiene alguna sospecha, sería necesario un examen adicional
tanto de los restos como de las áreas cercanas.
3. Clasificar los especímenes recogidos, tanto de los restos, como de la escena del
crimen, de la manera más exacta posible. Conservar una parte de los estadíos
inmaduros y criar la otra hasta el estadío adulto para su correcta identificación.
4. En los cadáveres encontrados al aire libre es imprescindible recolectar datos como
temperatura, pluviosidad, humedad o nubosidad, además de factores como la
vegetación, arbolado o desniveles del terreno. Para las escenas en el interior es
igualmente necesario anotar temperatura, existencia de calefactores, posición del
cadáver con respecto a puertas y ventanas y cualquier otro detalle que nos pueda dar
información acerca del modo en que han llegado los insectos al cadáver.
5. Durante la autopsia es importante tomar nota de la localización exacta de los
artrópodos en el cuerpo, de la causa y el modo de la muerte; también se debe anotar
si existe evidencia de administración antemortem de algún tipo de droga o tóxico,
pues estas sustancias pueden alterar la tasa de desarrollo y los patrones de los
insectos que se hayan alimentado de los restos.

Los primeros insectos que colonizan el cuerpo son los dípteros, como califóridos
y sarcofágidos. Las hembras depositan los huevos en los orificios naturales del cadáver
(ojos, nariz y boca), y en las posibles heridas que pudiese tener el cuerpo, además de en
la zona de contacto con el suelo. Cabe aclarar que los sarcofágidos no colocan huevos,
sino larvas. El estadío de huevo dura entre 24 y 72 horas; la disección y el análisis del
estado de desarrollo embrionario es útil para especificar la data de la ovoposición, por lo
que es necesario conocer las características propias de los huevos de cada especie.

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El número de huevos depende del estado nutricional de la hembra y de su
tamaño corporal. Éstos normalmente eclosionan simultáneamente y las larvas se
introducen debajo del tejido celular subcutáneo, lo licuan con la ayuda de bacterias y
enzimas y se alimentan por succión. Cuando las larvas finalizan su crecimiento se
dirigen a los pliegues del cuerpo o de la ropa y se transforman en pupa. Estas últimas
transformaciones no sólo dependen de la especie, sino también de las condiciones
exteriores, de la causa de la muerte y del tipo de alimentación.

Es importante señalar que los califóridos se entierran para realizar la pupación y


prefieren hacer sus propios orificios. Es muy extraño que en un cuerpo sin vida no haya
una presencia, aunque vaga, del paso de los califóridos. Comúnmente sus larvas son
depredadas por las de sarcofágidos, pero esto no explicaría la ausencia de pupas vacías
o adultos muertos que deberían ser halladas.

Con la aparición del ácido butírico en el cadáver aparecen los primeros


coleópteros y lepidópteros (aproximadamente al mes del fallecimiento). Sus huevos
eclosionan según la temperatura entre 3 y 12 días después de la puesta, y presentan un
ciclo vital de 4 a 6 semanas. Se alimentan principalmente de la grasa en descomposición
y de desechos de las escuadras anteriores.

Cuando aparece la fermentación caseica de los restos proteicos se presentan los


dípteros, cuyo ciclo vital es de unos 30 días. También podemos encontrar en esta etapa
de la descomposición coleópteros.

El siguiente proceso en ocurrir el la fermentación amónica, en la que aparecen


los últimos tipos de dípteros que usualmente viven en nidos de pájaros o madrigueras de
pequeños mamíferos.

Han pasado ya más de 6 meses y en la etapa de desaparición de los restos se


hacen presentes las masas de ácaros microscópicos. Cuando éstos se van, el cadáver está
prácticamente seco y hacen su aparición coleópteros para alimentarse de las faneras.

No hay que dejar de tener en cuenta que existen insectos predadores, como
hormigas o avispas, que capturan y destruyen las larvas de dípteros, pudiendo llevar a
confusiones o interpretaciones erróneas.

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ENTOMOLOGÍA FORENSE

La civilización de las moscas se ha visto incrementada recientemente por la


proliferación de restos de materia orgánica y basura así como por la domesticación de
animales salvajes y la creación de pueblos y ciudades. No obstante, su estudio viene de
muy antiguo. La 14ª lápida de la serie de Hurra-Hubulla es una lista sistemática de
animales salvajes terrestres del tiempo de Hammurabi, hace 3.600 años, basada a su vez
en una lista sumeria aún más antigua. Se encuentra escrita en cuneiforme y es el primer
libro de zoología que se conoce. Entre los 396 animales citados, 111 son insectos y 10
son moscas. La mosca verde (Phaenicia) y la mosca azul (Calliphora), muy comunes
hoy en casos forenses, son mencionadas aquí por primera vez.

En civilizaciones antiguas, las moscas aparecen como amuletos (Babilonia,


Egipto) o dioses (Baalzabub, El Señor de las Moscas), y es una de las plagas en la
historia bíblica del Éxodo. La metamorfosis de las moscas ya era conocida en el
Antiguo Egipto, pues un papiro encontrado en el interior de la boca de una momia
contiene la inscripción: “Los gusanos no se volverán moscas dentro de ti” (Papiro Gized
nº 18026:4:14). La mayoría de los insectos evitados en los embalsamamientos son los
que ahora nos ayudan en la resolución de casos de muerte.

El primer documento escrito de un caso resuelto por la Entomología Forense se


remonta al siglo XIII en un manual de Medicina Legal chino referente a un caso de
homicidio en el que apareció un labrador degollado por una hoz. Para resolver el caso
hicieron que todos los labradores de la zona que podían encontrarse relacionados con el
muerto depositasen sus hoces en el suelo, al aire libre, observando que tan sólo a una de
ellas acudían las moscas y se posaban sobre su hoja, lo que llevó a la conclusión de que
el dueño de dicha hoz debía ser el asesino, pues las moscas eran atraídas por los restos
de sangre que habían quedado adheridos al arma del crimen.

Durante muchos años, en determinados ambientes, se pensaba que al morir una


persona las larvas que aparecían en el cadáver para devorarlo bien aparecían por
generación espontánea o bien salían del propio cadáver. Estas creencias perduraron
hasta que Francisco Redi, un naturalista del Renacimiento, se propuso demostrar de una
forma científica que estas larvas procedían de insectos que depositaban sus huevos para
que se desarrollasen sobre el cadáver. Para ello realizó el siguiente experimento: expuso
al aire libre un gran número de cajas descubiertas y en cada una de ellas depositó un
trozo de carne, unas veces cruda y otras veces cocida, para que las moscas atraídas por
el olor vinieran a desovar sobre ellos. A las diversas carnes acudieron las moscas y
desovaron ante la presencia de Redi, que observó cómo estos huevos depositados por
los insectos se transformaban primero en larvas, después en pupas y por último cómo
salían los individuos adultos.

Redi distinguió cuatro tipos de moscas: moscas azules (Calliphora vomitoria),


moscas negras con franjas grises (Sarcophaga carnaria), moscas análogas a las de las
casas (Musca domestica o Curtonevra stabulans) y moscas de color verde dorado
(Lucilia caesar).

Pero, como es lógico, todo experimento tiene su contraprueba. Para ello, las
mismas carnes se colocaron en cajas, pero esta vez cubiertas con una gasa, a fin de que
también se produjese en ellas la putrefacción pero las moscas no tuviesen acceso a la

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carne. Redi vio que las carnes se corrompían, pero en esta ocasión no aparecían larvas
sobre ellas. También observó que las hembras de las moscas intentaban introducir la
extremidad del abdomen por las mallas tratando de hacer pasar a través de ésta sus
huevos, y que algunas moscas no depositaban huevos, sino larvas vivas, dos de las
cuales pudieron introducirse a través del tejido.

Redi también demostró que las moscas no cavan la tierra y que las lombrices de
tierra en ningún caso se alimentan de los cadáveres enterrados, pero no fue hasta 1805
cuando Bergeret comienza a utilizar de una forma más o menos continua y seria la
Entomología como ayuda en la Medicina Legal. Él, junto con Orfila y Redi, realizan
estudios que son el punto de partida para que Brouardel solicite el concurso de Megnin,
quien amplió y sistematizó la Entomología Forense.

La primera publicación se realizó en “La Gazette hoddomaire de medicine et de


chirugie” en un artículo titulado “De l’application de l’entomologie à la médicine
légale”, y después en una comunicación a la Academia de Ciencias, en 1887, bajo el
título de “La Faune des Tombeaux”. Aunque el auténtico nacimiento de la entomología
médico-legal tuvo lugar en 1894 con la publicación de “La Fauna de los Cadáveres.
Aplicación de la Entomología a la Medicina Legal”.

Los diferentes grupos de artrópodos fueron definidos por Megnin como


“escuadrillas de la muerte”. Según el autor, estas escuadras son atraídas de una forma
selectiva y con un orden preciso, tan preciso que una determinada población de insectos
sobre el cadáver indica el tiempo transcurrido desde el fallecimiento.

Estudios posteriores han demostrado que esto no es ni mucho menos tan exacto
como pensaban Megnin y los primeros estudiosos del tema. A pesar de los estudios
realizados por éste y sus colaboradores, la Entomología Médico-Legal se vio estancada
desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX por las siguientes razones:

1. Distanciamiento entre entomólogos y profesionales de la medicina legal.


2. El pequeño número de casos en que los entomólogos eran requeridos.
3. La falta de entomólogos especializados en el estudio sistemático
biológico de la fauna cadavérica.

Aun a pesar de estos inconvenientes, en 1978 Marcel Leclercq publica


“Entomología y Medicina Legal. Datación de la Muerte”, y posteriormente el inglés
Smith publica en 1986 el “Manual de Entomología Forense”. A partir de este momento,
la trayectoria de la Entomología Forense ha sido imparable, siendo muchos los autores
que han dedicado su tiempo y conocimientos a estos estudios, e innumerables los casos
policiales en los que han contribuido entomólogos para su esclarecimiento.

Los principales objetivos de la Entomología Forense son:

1. Datación de la muerte a través del estudio de la fauna cadavérica.


2. Determinación de la época del año en que ocurrió la muerte.
3. Verificar si un cadáver ha fallecido en el lugar donde ha sido hallado o
ha sido trasladado hasta el lugar donde se encontró.
4. Dar fiabilidad y apoyo a otros medios de datación forense.

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DATA DE LA MUERTE
Para un investigador criminalista que se enfrenta a un cadáver son tres las
preguntas que se le plantean: causa de la muerte y circunstancias en las que se produjo,
data de la muerte y lugar en el que se produjo la muerte.

De estas tres cuestiones (causa, data y lugar), los artrópodos poco o nada pueden
aportar respecto a la primera; esa labor, establecer la causa de la muerte, corresponde al
forense. Sin embargo, tanto en la fijación del momento del fallecimiento como en la
relativa a los posibles desplazamientos del cadáver, los artrópodos pueden ofrecer
respuestas, en muchos casos definitivas.

La muerte lleva consigo una serie de cambios físico-químicos que hacen de este
cuerpo sin vida un ecosistema dinámico al que van asociados una serie de organismos
necrófagos, necrófilos, omnívoros y oportunistas que se van sucediendo en el tiempo
dependiendo del estado de descomposición del cadáver. El estudio de esta fauna
asociada a los cadáveres para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte recibe
el nombre de Entomología Forense.

Este intervalo postmortem (PMI) puede ser usado para confirmar o refutar la
coartada de un sospechoso y para ayudar en la identificación de víctimas desconocidas,
enfocando la investigación dentro de un marco concreto de tiempo. Esta investigación
puede llegar a ser vital en la investigación de un homicidio.

El problema de la determinación del tiempo transcurrido desde la muerte es


complejo y debe ser tratado con mucha cautela, pues existen con frecuencia muchos
factores desconocidos que hacen difícil llegar a unas conclusiones definitivas. En
general, el tiempo transcurrido desde la muerte es determinado por análisis de los restos
a través de observación externa, control físico-químico y estimación del deterioro
producido por el paso del tiempo en artefactos como ropa, zapatos, etc.

La observación externa incluye factores como la temperatura del cuerpo,


livideces cadavéricas, rigidez, signos de deshidratación, lesiones externas, acción de
animales e invasión de insectos. Otro método de datación incluye técnicas como
determinación de elementos químicos y compuestos como nitrógeno, aminoácidos y
ácidos grasos. Una tercera técnica viene con la valoración del deterioro de tejidos
plásticos, nylon y materiales semejantes.

Después de la muerte, hay dos grupos de fuerzas postmortem que cambian la


morfología del cuerpo. El primer grupo incluye aquellos factores que vienen desde
fuentes externas, como crecimiento bacteriano, invasión del cuerpo por los insectos y
mordeduras de animales. El segundo grupo está compuesto por factores que proceden
del interior del cuerpo, como el crecimiento de bacterias intestinales, que aceleran la
putrefacción y la destrucción enzimática de los tejidos.

Los periodos más importantes en la descomposición de un cadáver son cuatro:

1. Periodo cromático: En esta fase, a partir de las 24 horas postmortem (pm),


aparece la mancha verde en la región cecoapendicular o fosa ilíaca derecha,
consecuencia del hidrógeno sulfurado producido por la putrefacción intestinal.
También se empieza a ver, después de las primeras 24-48 horas pm el entramado
venoso de color verde oscuro (que en el individuo vivo puede apreciarse de

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DATA DE LA MUERTE
color rojo vino) por la transformación de la hemoglobina. Sin embargo, cabe
aclarar que en las muertes violentas la putrefacción comienza de forma temprana
en los lugares del cuerpo donde existan heridas y que en pacientes que sufren
problemas en órganos torácicos (infarto, asfixia) la mancha verde comienza en
esa zona.
2. Periodo enfisematoso: Aparecen los gases de putrefacción y el cadáver
comienza a hincharse. Éste presenta vesículas gaseosas cutáneas que, al
romperse, llevan al desprendimiento de la epidermis (36-72 horas pm) y una
distensión voluminosa del abdomen, el escroto o la vulva y los labios (24-48
horas pm). La sangre, por la propia presión de estos gases, se ve desplazada de
los planos profundos a los superficiales, dando lugar a la llamada circulación
póstuma. El contenido gástrico puede refluir por la boca, y las heces por la
región anal; igualmente, se puede prolapsar el útero y puede ocurrir que un feto
detenido en el canal vaginal pueda ser expulsado totalmente tras la muerte de la
madre (este último evento está mal llamado parto postmortem, ya que la palabra
parto implica un mecanismo activo, un dinamismo esencialmente vital; en este
caso se trata de un cadáver, por lo tanto no hay vitalidad y sólo hay expulsión
por la fuerza de los gases formados en la cavidad abdominal, por lo que lo
correcto sería hablar de expulsión postmortem).
3. Periodo colicuativo: Hay una licuación de los tejidos, transformándose éstos en
un magma putrilaginoso, haciendo desaparecer la forma habitual.
4. Periodo reductivo (Tabla 2): Constituido por una serie de fenómenos que
determinan la transformación o desaparición de las partes blandas a lo largo del
tiempo y de acuerdo a determinados factores relacionados con el cadáver y el
ambiente en que se halla: circunstancias de la muerte, condiciones del cuerpo
anteriores a la muerte, temperatura, humedad, tipo de suelo en el que se produce
la putrefacción, insectos y otros animales.

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DATA DE LA MUERTE

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DATA DE LA MUERTE
Debido a la gran dificultad para calcular la tasa de descomposición por el
crecimiento bacteriano, existe un gran número de estudios sobre el efecto de los insectos
necrófagos en restos humanos encontrados al descubierto. En los cadáveres se produce
una progresión sucesiva de artrópodos que utilizan los restos en descomposición como
alimento y como extensión de su hábitat. Esta sucesión de artrópodos es predecible, ya
que cada estadio de la putrefacción de un cadáver atrae selectivamente a una especie
determinada, aunque el papel de las diferentes especies de artrópodos es variable y no
todas participan activamente en la reducción de los restos (ver Tabla)

ARTRÓPODOS
ASOCIADOS DESCOMPOSICIÓN (días)
Orden /Familia 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 20 30 40 50 60 80 100 150 365

Diptera:
Calliphoridae
Sarcophagidae
Muscidae
Piophilidae
Fanniidae
Hymenoptera:
Vespidae
Formicidae
Coleoptera:
Staphylinidae
Dermestidae
Histeridae
Scarabaeidae
Tenebrionidae
Cleridae
Silphidae
Dermaptera:
Collembola:
Blattaria:

Los diferentes tipos de artrópodos que llegan a un cadáver pueden clasificarse


de la siguiente forma:

1. Necrófagos: Se alimentan del cuerpo. Incluye dípteros (Calliphoridae y


Sarcophagidae) y coleópteros (Shilphidae y Dermestidae).
2. Predadores y parásitos de necrófagos: Es el segundo grupo más
significativo del cadáver. Incluye coleópteros (Shilphidae, Staphylinidae
e Histeridae), dípteros (Calliphoridae y Stratiomydae) e himenópteros
parásitos de las larvas y pupas de dípteros.
3. Omnívoros: Avispas, hormigas y coleópteros que se alimentan tanto del
cuerpo en descomposición como de los artrópodos asociados.
4. Accidentales: Especies que utilizan el cadáver como una extensión de su
hábitat natural, como por ejemplo Collembola, arañas, ciempiés y

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DATA DE LA MUERTE
algunas familias de ácaros que se alimentan de hongos y moho que crece
en el cuerpo.

Existen dos métodos para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte


usando la evidencia de los insectos. El primero utiliza la edad de las larvas y la tasa de
desarrollo (página 23, figura 1). El segundo método utiliza la sucesión de insectos en la
descomposición del cuerpo. Ambos métodos se pueden utilizar por separado o
conjuntamente, siempre dependiendo del tipo de restos que se estén estudiando. Por lo
general, en las primeras fases de la descomposición las estimaciones se basan en el
estudio del crecimiento de una o dos especies de insectos, particularmente dípteros,
mientras que en las fases más avanzadas se utiliza la descomposición y grado de
crecimiento de la comunidad de artrópodos encontrada en el cuerpo y se compara con
patrones conocidos de sucesión de fauna para el hábitat y condiciones más próximas.

Los parámetros médicos son utilizados para determinar el tiempo transcurrido


desde la muerte cuando éste es corto, pero a partir de las 72 horas pm la entomología
forense puede llegar a ser más exacta, y con frecuencia es el único método para
determinar el intervalo postmortem. Existen casos de homicidios en que la víctima es
trasladada o asesinada en lugares remotos, lo que retrasa su hallazgo. Hay homicidios en
los cuales las víctimas tardan meses en ser descubiertas, y en estos casos es muy
importante determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.

Los insectos son con frecuencia los primeros en llegar a la escena del crimen, y
además lo hacen con una frecuencia predecible, como hemos visto anteriormente. A
pesar de todo, es muy importante tener en cuenta que la Entomología Forense se basa en
el estudio de elementos biológicos, por lo que posee las limitaciones inherentes a la
propia variabilidad de estos elementos. La determinación del intervalo postmortem es en
realidad la determinación de la actividad de los artrópodos más que la determinación del
tiempo per se.

Así, es posible en determinados casos que la data dada por el entomólogo no


coincida con la proporcionada por el forense; esto puede ocurrir bien porque los
insectos no hayan colonizado el cadáver en los primeros días después de producirse la
muerte (lugares de difícil acceso para los insectos, casas herméticamente cerradas,…) o,
por ejemplo, en los casos de abandono y malos tratos en niños y ancianos, pueden
existir heridas y lesiones que, por falta de higiene, sean colonizadas por los insectos
antes de producirse la muerte de la persona (página 23, figura 2).

Para una correcta estimación del intervalo postmortem mediante la entomología


hay que tener en cuenta que cada caso es único y diferente de los demás aunque el
proceso siga una secuencia general de eventos. Esta secuencia nos indica un modo
general de actuación:

1. Determinar la fase o estado físico de descomposición del cuerpo.


2. Realizar un estudio exhaustivo de los insectos que se encuentran sobre el
cadáver y de los recogidos debajo de él para descartar la posibilidad de
que el cadáver haya sido trasladado de lugar. Si se tiene alguna sospecha
será necesario un examen adicional de los restos y de las áreas cercanas.
3. Clasificar los especímenes recogidos tanto de los restos como de la
escena del crimen lo más exactamente posible. Criar los estados

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DATA DE LA MUERTE
inmaduros hasta el estadio adulto para su correcta identificación. La
conservación de estos estadios inmaduros debe ser correcta para no
afectar al tamaño que posean en el momento de la recogida. La
distribución estacional, geográfica y ecológica de cada grupo debe ser
determinada bien por la literatura o por algún profesional cualificado.
4. En los cadáveres encontrados al aire libre, es imprescindible recolectar
datos como la temperatura, pluviosidad, nubosidad, etc., además de
factores como vegetación, arbolado, desniveles del terreno,… Para las
escenas de interior es igualmente necesario anotar temperatura,
existencia de calefactores, posición del cuerpo con respecto a puertas y
ventanas y cualquier otro detalle que nos pueda dar información de cómo
y cuándo han llegado los insectos al cadáver.
5. Durante la autopsia es importante tomar nota de la localización exacta de
los artrópodos en el cuerpo, así como de la causa y forma de la muerte.
También es importante anotar si existe evidencia de la administración
antemortem de algún tipo de droga o producto tóxico, dado que la
presencia de este tipo de sustancias puede alterar la tasa de desarrollo y
los patrones de insectos que se hayan alimentado de los restos.

La muerte conlleva una pérdida de la temperatura del cuerpo, la cual se equilibra


con la temperatura ambiental en 24 horas siempre que la temperatura exterior no sea
demasiado baja. Aparecen livideces en el cuello y en las partes declives en la primera
hora, mientras que la rigidez cadavérica se generaliza al cabo de unas siete horas para
desaparecer, según las circunstancias, en dos, tres o cuatro días.

En estos momentos, en los que nada es visible al ojo humano, es cuando


empiezan a llegar las primeras oleadas de moscas al cuerpo. Las hembras grávidas
llegan al cadáver, lamen la sangre u otras secreciones que rezuman de heridas u orificios
naturales y realizan la puesta en los primeros momentos después de la muerte. Cómo y
cuándo llegan estos insectos al cadáver y cómo se desarrollan en él son las preguntas
que debe hacerse toda persona que se interese por la Entomología Forense.

Los primeros insectos llegan al cadáver atraídos por el olor de los gases que se
desprenden en el proceso de degradación de principios inmediatos (glúcidos, lípidos y
proteínas), gases como amoniaco, sulfuro de hidrógeno, nitrógeno y dióxido de carbono.
Estos gases son detectados por los insectos mucho antes de que el olfato humano sea
capaz de percibirlos, hasta tal punto que en algunas ocasiones se han encontrado puestas
en personas que aún estaban agonizando.

Tradicionalmente se menciona a los dípteros como los primeros colonizadores


del cadáver, donde estos insectos cumplen una parte importante de su ciclo vital.
Constituyen la primera oleada de necrófagos, que aparece inmediatamente después de la
muerte y está representada por dípteros pertenecientes a las familias Calliphoridae,
como Calliphora vicinia (página 23, figura 3) y Sarcophagidae, como Sarcophaga
carnaria (página 23, figura 4). Estos dípteros braquíceros tienen un ciclo vital cuyas
distintas etapas deben conocerse en su duración y características, con fines de datación.
Las hembras de estas familias suelen desovar en los orificios naturales del cadáver y en
posibles heridas (la familia Sarcophagidae deposita directamente larvas vivas).

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DATA DE LA MUERTE
Los huevos son de aproximadamente 2 mm de longitud y poseen un corto
periodo embrionario. El estadio de huevo suele durar entre 24 y 72 horas, siempre
dependiendo de la especie (página 23, figura 5). Estas primeras puestas ya pueden
proveer información al investigador, pues la disección de los huevos y el análisis de su
estado de desarrollo embrionario puede delimitar el tiempo desde la ovoposición, y con
ello el tiempo de la muerte. El número de huevos depende del estado nutricional de la
hembra y de su tamaño corporal, existiendo una relación inversa entre el tamaño del
huevo y el número de huevos por paquete.

Existen datos que indican que si dos cuerpos son expuestos a la vez, uno con
heridas o traumas y otro sin ellos, el que presenta lesiones se descompone mucho más
rápidamente que el que no presenta traumatismos debido a que la mayoría de las moscas
son atraídas por las heridas, donde tienen lugar muchas de las ovoposiciones más
tempranas. Tampoco hay que descartar como lugar de puesta la zona de contacto del
cuerpo con el sustrato, posiblemente porque en esa zona es donde se acumulan los
fluidos corporales, lo que provee una humedad adecuada y una temperatura más estable.

Los huevos puestos en un cadáver normalmente eclosionan todos a la vez, lo que


da como resultado una masa de larvas que se mueven como un todo por el cuerpo. Las
larvas son blancas, cónicas, ápodas y formadas por 12 segmentos; nacen y se introducen
inmediatamente en el tejido subcutáneo, licuándolo gracias a unas bacterias y enzimas,
y se alimentan por succión continuamente. Cuando las larvas han finalizado su
crecimiento, cesan de alimentarse y bien en los pliegues del cuerpo, de la ropa o
alejándose del cuerpo, se transforman en pupa. El crecimiento y la transformación en
pupa varían, además de con cada especie, con las condiciones ambientales exteriores, y
dependen de la causa de la muerte y del tipo de alimentación. Existen innumerables
referencias de la temprana llegada de los dípteros al cuerpo una vez acaecida la muerte;
también existen referencias sobre la presencia de puestas en cuerpos aún con vida, bien
por la presencia de heridas abiertas o por procesos inflamatorios purulentos.

Las larvas que eclosionan en cuerpos con vida, en primer lugar se alimentan de
los tejidos necróticos para seguir alimentándose de los vivos, causando las miasis
(parasitación de tejidos y órganos de vertebrados por larvas de mosca). Por lo tanto, la
presencia de califóridos en un cadáver reciente es inevitable. Toda ausencia de huella de
este paso, pupas vacías, adultos muertos, debe obligar a los investigadores a formularse
ciertas hipótesis:

• Que el cadáver haya sido trasladado de lugar, y aún en este caso se encontraría
algún resto de estos dípteros.
• Que el lugar del fallecimiento sea lo suficientemente oscuro e inaccesible a estos
grandes dípteros, cosa poco probable, pues los califóridos se encuentran dentro
de las casas durante todo el año.
• Que los restos de los dípteros hayan desaparecido por la acción de los necrófilos
(depredadores o parásitos de los necrófagos) o animales como aves insectívoras,
hormigas o avispas. Esto no ocurre prácticamente nunca de modo completo a
menos que el intervalo postmortem sea muy largo, y aún en este caso hay que
tener en cuenta que la cutícula de los artrópodos es prácticamente indestructible,
pudiendo permanecer miles de años (se han encontrado pupas fósiles de dípteros
en el cráneo de un bisonte perteneciente al Período Cuaternario).

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DATA DE LA MUERTE
• Que el cadáver haya sido impregnado con productos repugnatorios que hayan
impedido el acceso de las primeras oleadas de insectos. En este caso aparecerían
en el cadáver restos de productos como arsénico, plomo o formol, que se ha
comprobado que evitan la presencia de los primeros necrófagos en el cadáver.

Normalmente, y a la vez que los califóridos, aunque en muy pocos casos


conviviendo sobre el mismo cadáver, aparece otro grupo de dípteros, los sarcofágidos.
Concretamente, la especie Sarcophaga carnaria es la más común en nuestras latitudes.
Muy frecuentemente en los meses de julio y agosto, suele ser la primera colonizadora de
los cuerpos en descomposición. Que no aparezcan junto a los califóridos se debe a que
las larvas de sarcofágidos depredan a las de califóridos.

Otros califóridos que también pueden aparecer en los cadáveres, aunque con
menos frecuencia que C. vicinia son los géneros Lucilia (L. sericata y L. caesar),
Phaenicia (P. sericata) y Chrysomyia (C. albiceps). Estos géneros son activos a partir
de los 13 ºC y realizan sus puestas principalmente en los pliegues corporales,
eclosionando entre 10 y 52 horas tras la puesta; el crecimiento de la larva dura entre 5 y
11 días y la pupación varía de forma importante, ya que a unos 13 ºC dura entre 18 y 24
días, mientras que a temperaturas de 31 ºC puede reducirse a entre 6 y 7. Es importante
señalar que mientras los sarcofágidos pupan entre la ropa o en los pliegues del cuerpo y
aprovechan los orificios naturales para sus puestas, los califóridos se entierran para
realizar la pupación y prefieren hacer sus propios orificios (página 23, figura 6).

Chrysomyia albiceps aparece durante los meses de septiembre y octubre,


Sarcophaga carnaria de marzo a noviembre y Lucilia sericata de abril a septiembre.
Con la aparición del ácido butírico en el cadáver aparecen los primeros grupos de
coleópteros derméstidos como Dermestes maculatus, D. frischii y D. undulatus, y el
lepidóptero Aglossa pinguinalis, bastante comunes en cadáveres de un mes.

Los derméstidos adultos emergen al principio de la primavera, abandonan su


habitáculo de ninfa, se aparean y vuelan en busca de cadáveres o de restos de animales
en descomposición. Las hembras efectúan puestas durante varias semanas, de entre 150
y 200 huevos en grupos de 2 a 10 en las fisuras de las materias nutricias. Estos huevos
eclosionan según la temperatura entre 3 y 12 días después de la puesta. Las larvas
presentan un cuerpo alargado y progresivamente afilado por detrás, marrón rojizo,
erizado con pelos cortos y largos y seis patas móviles (página 23, figura 7). Su ciclo
vital dura entre 4 y 6 semanas. Estas especies dan una sola generación anual, o dos en
condiciones favorables de 18-20 ºC y 70% de humedad, y son insectos que se alimentan
especialmente de la grasa en descomposición y de mudas y desechos de las escuadras
anteriores (página 23, figura 8).

Los derméstidos evolucionan sobre grasas en fermentación al mismo tiempo que


las orugas de una mariposa del género Aglossa (A. pinguinalis). Estos lepidópteros
viven con frecuencia en cuevas, bodegas, plantas bajas deshabitadas o almacenes de
alimentos. Revolotean al amanecer desde mediados de junio hasta septiembre. Las
hembras hacen la puesta en varias veces en productos olvidados de origen animal; el
olor rancio de las grasas descompuestas las atrae poderosamente. Desaparecen en el
cuerpo y se alimentan un mes largo, después salen y se transforman en crisálidas
durante 20 días en un capullo formado de restos diversos. La temperatura provoca su
eclosión si es suave o la retarda hasta la primavera siguiente en caso contrario.

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DATA DE LA MUERTE
Después de la fermentación butírica de las grasas aparece la fermentación
caseica de los restos proteicos. En estos momentos, son atraídas las mismas moscas que
pueden acudir al producirse la fermentación del queso o el secado del jamón. La especie
más importante es la Piophila casei, con un ciclo vital de unos 30 días. En este
momento podemos encontrar otros grupos de dípteros como Fannia scalaris, F.
canicularis, F. incisurata, así como drosofílidos, sépsidos y esferocéridos. Entre los
coleópteros hace su aparición Necrobia violacea, con las mismas preferencias nutritivas
que Piophila casei; su ciclo vital dura entre 25 y 35 días aproximadamente.

El siguiente proceso es la fermentación amoniacal. En este periodo van a visitar


el cadáver los últimos grupos de moscas pertenecientes al género Ophira (O.
leucostoma, O. cadaverina y O. antrax) y al grupo de los fóridos (Triphleba trinervis, T.
hyalinata, T. opaca, Diploneura abdominales, Prora aterrina,…). Estos grupos de
moscas viven habitualmente en nidos de pájaros, madrigueras de pequeños mamíferos,
habitáculos de insectos sociales,… y se nutren a expensas de los restos alimenticios,
excrementos o residuos orgánicos de sus hospedadores. Formando parte de esta
escuadra encontramos coleópteros necrófagos por excelencia como Necrophorus
humator, N. vespilloides, N. vestigator, Necrodes littoralis o Silpha obscura, comunes
en los cadáveres en avanzado estado de descomposición (página 23, figuras 9, 10 y 11).
Pertenecientes a la familia de los estafilínidos aparecen las especies Coprophilus
striatulus, Omalium rivulare y Creophilus maxillosus, y entre los histéridos
encontramos miembros de los géneros Hister (H. bimaculatus, H. unicilor, H. ignobilis)
y Saprinus (S. semipunctatus, S. depresus, S. semistriatus) (página 23, figura 12). Es
importante señalar que O. rivulare sólo aparece en invierno, dato que nos puede resultar
muy significativo en una investigación.

Cuando han pasado ya más de 6 meses y entramos en la etapa de desaparición


de los restos, con el cadáver prácticamente seco o con un grado de sequedad bastante
importante; en este momento aparecen en el cadáver verdaderas masas de ácaros,
generalmente de tamaño microscópico, que se cuentan por millares de individuos.
Pertenecen a 8 ó 10 especies no muy bien conocidas; los más estudiados son los que
pertenecen al grupo de los tiroglífidos (Tyroglyphus siro). En ocasiones pueden ser
observados en el jamón muy seco, cecina u otros productos secos o ahumados. Tras la
desaparición de los ácaros el cadáver estará ya completamente seco.

Hacen entonces su aparición una serie de coleópteros que van a alimentarse de


los restos de pelo, piel, uñas,… pertenecientes a los géneros Dermestes (D. maculatus),
Attagenus (A.verbasci), Rhizophagus, etc. También vuelven a aparecer algunas especies
de derméstidos que ya habían aparecido en etapas anteriores. Aparecen también algunos
lepidópteros con los mismos hábitos alimenticios en estado larvario: Aglossa caprealis
y Tineola bisselliella entre otros.

A partir de entre 1 y 1’5 años de la muerte, en el cadáver no quedan más que


escasos restos orgánicos, huesos y, en su entorno, restos de los artrópodos que lo han
visitado. En este momento hacen su aparición tres especies de coleópteros muy
característicos que se alimentan a base de estos residuos: Ptinus brummeus, Trox
hispanus y Tenebrio obscurus.

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DATA DE LA MUERTE

Sin embargo, no todos los cadáveres aparecen en tierra; frecuentemente


aparecen cuerpos sumergidos en agua, tanto dulce como salada. La fauna cadavérica
hídrica no es tan conocida como la fauna cadavérica terrestre debido a la dificultad que
entraña su estudio.

En 1930, Porta llevó a cabo una serie de investigaciones, basadas en un estudio


de Raimondi y Rossi sobre fauna cadavérica hídrica realizado en 1888, cuyos resultados
se esquematizan en la siguiente tabla:

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DATA DE LA MUERTE
Agua salada Agua dulce
Periodo Fauna cadavérica Periodo Fauna cadavérica

Larvas de insectos

Moluscos Crustáceos
Cromático Cromático
Crustáceos (escasos) Moluscos

Sanguijuelas

Larvas de insectos

Enfisematoso Crustáceos (abundantes) Enfisematoso Moluscos (escasos)

Crustáceos (abundantes)

Peces

Protozoarios Peces
Disolución
Colicuativo
inicial
Celenterados Sanguijuelas

Crustáceos (excepcionalmente)

Disolución
Peces
terminal

Ya hemos hablado de la importancia de la temperatura a la hora de determinar el


intervalo postmortem, pero existen otros factores a tener en cuenta, como los fenómenos
de depredación y canibalismo entre los insectos; una particularidad que no hay que dejar
de tener en cuenta en Entomología Forense es la existencia de insectos predadores,
como hormigas y avispas, que en ocasiones capturan y destruyen las larvas de dípteros
que se desarrollan en un cadáver, y al no quedar más que vestigios de las mismas,
pueden llevar a confusión o a interpretaciones erróneas.

Desde este punto de vista, el fenómeno más interesante es el canibalismo


existente entre larvas de especies vecinas que se encuentran en un determinado
momento en un mismo lugar. Por ejemplo, las larvas de S. carnaria pueden convivir
con las de Lucilia, pero en un momento determinado, si escasea el alimento, éstas
últimas pueden ser devoradas por las de Sarcophaga.

Todos los elementos citados anteriormente, junto con algunos otros, habrán de
ser tenidos en cuenta por el experto para así poder ofrecer conclusiones más fiables a la
hora de realizar un informe para datación de la muerte mediante la Entomología
Forense.

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DATA DE LA MUERTE
A continuación, y para terminar con el estudio de la Entomología Forense, se
muestra un protocolo que deberá ser conocido por todo investigador que en algún
momento tenga que realizar una recogida de muestras para la datación de la muerte:

1. Recolectar una muestra completa de todos los insectos o ácaros que se encuentren
tanto encima como debajo del cadáver.
2. Recolectar ejemplares tanto vivos como muertos, en estado adulto o larvario, así
como sus mudas.
3. En cadáveres recientes se buscarán los huevos y larvas pequeñas en orificios
naturales así como en posibles heridas.
4. Las muestras se guardarán por separado y convenientemente rotuladas, si es
posible indicando la zona anatómica de donde se obtuvieron.
5. Parte de las larvas se sumergirán en agua hirviendo para después conservarlas en
alcohol, y es conveniente que otra parte se mantengan vivas para su posterior
desarrollo en el laboratorio.
6. Los ácaros, si los hubiese, serán conservados en alcohol de 70º.
7. Se realizará una estimación de la abundancia de cada muestra.
8. Se precisarán los datos de fecha y lugar, y metodológicos del entorno del cuerpo.
9. Las muestras se enviarán al entomólogo a la mayor brevedad posible.

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