Amor, Orden y Progreso

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¡AMOR, ORDEN Y PROGRESO!

EL POSITIVISMO EN MÉXICO

Por el Profesor Joel Negrete Hernández

Comenzaremos definiendo la etapa del positivismo, que fue una corriente de pensamiento
filosófico que llegó a nuestro país en 1867. Fue Gabino Barreda quien introdujo esta tendencia
positiva, principalmente en el aspecto de la educación, ya que él planteaba que para resolver
los problemas de una nación, había que empezar por el aspecto formativo del hombre, es
decir por la educación.
El positivismo llegó a nuestro país por medio del Partido Liberal Mexicano, siendo uno
de los notables integrantes Gabino Barreda, quien aplicó una transformación educativa
protegida por la ciencia, pero instrumentada conforme al positivismo. El Positivismo surgió en
Francia en la segunda mitad del siglo XIX, y se difundió en toda Europa. La palabra
positivismo proviene del propósito de utilizar, para cualquier investigación filosófica, los
métodos y resultados de la ciencia positiva según sus orígenes. Lo que más tarde caracterizó
a la filosofía positiva, fue haber descubierto el verdadero sentido del progreso social en la
historia de la humanidad. Entonces se aceptó en México una doctrina que formuló Augusto
Comte en Europa.

Sin embargo, uno de los enemigos contra los cuales tuvo que luchar el partido liberal en
México fue el clero, quien se enfrentó al movimiento liberal mexicano, provocando revueltas
ideológicas y armadas, siendo fiel a sus intereses. Gabino Barreda, desde un principio, mostró
el aspecto anticlerical del positivismo por medio de la educación, se pensó en que las
conciencias de los mexicanos lucharían en contra de la ideología difundida por el clero, puesto
que la educación aún seguía en manos de esta institución.

El positivismo plantea en sus principios filosóficos amor, orden y progreso. En México,


Barreda cambió uno de sus términos y lo convirtió en libertad, orden y progreso. La idea
fundamental en la que se apoyaba el positivismo en México fue la concepción del orden,
basada principalmente en un equilibrio y la jerarquización de los diversos estratos sociales
que se presentaron en el momento histórico, en el cual se introdujo esta filosofía en nuestro
país.

Barreda expresó importantes ideas acerca de la filosofía del positivismo, como el hecho
que el individuo puede pensar libremente, pero debe obrar conforme a intereses de la
sociedad. El Estado debe intervenir para controlar la libertad del individuo cuando ésta
amenace el orden social del cual forma parte.

Hay que mencionar que el positivismo tuvo el distanciamiento tanto de los liberales
como de los conservadores. Esto se explica porque el positivismo en México tuvo mucha
aceptación entre los diferentes personajes1 de nuestra historia, pero sin lugar a dudas la
burguesía mexicana fue quien le dio un buen recibimiento e incluso buscaron el orden en la
sociedad a cualquier precio, por lo que hubo enfrentamientos ideológicos, principalmente con
los liberales y conservadores que se empeñaban en sostener ideas anárquicas las cuales
eran efectivas para destruir un orden. Pero no siempre fue así, porque el positivismo en un
principio, fue considerado como la doctrina política que abanderaba el partido liberal, pero
pronto dejó de serlo, para convertirse en plataforma política de la dictadura que se dejaba
sentir en aquella época; nos referimos al Porfiriato (1877 - 1911).

De lo anterior, Fernando Solana, en su obra Historia de la educación pública en México


nos dice lo siguiente:

[…] el positivismo llegó a contar con la animadversión de liberales y conservadores. Si al


principio fue considerado como la doctrina política del partido liberal, pronto dejó de serlo
para convertirse en plataforma política de la dictadura. El culto de la libertad, que
profesaban los liberales antes de su contaminación positivista, fue sustituido por la fe en
el orden social; pero, ¿quién era el mandatario del orden social? El Estado. ¿Y del
Estado? El Gobierno. ¿Y del gobierno? El dictador.2

1
Algunos de los principales pensadores y positivistas de la época fueron: José Ives Limantour, Justo Sierra, Emilio Rabasa,
Enrique Creel, Ramón Manterola, Andrés Molina Enríquez, Pablo y Miguel Macedo, Francisco Bulnes y Rosendo Pineda,
entre otros.
2
Fernando Solana, et. al., Historia de la educación pública en México, pp. 100-115.
El positivismo como tal, ofreció los elementos doctrinales suficientes para que se
forjara una etapa en la vida de México y que así también surgieran dos grandes genios y
educadores mexicanos: Gabino Barreda y Don Justo Sierra, cuyas obras educativas
trascendieron en la historia de nuestro país. 3

En un principio, el positivismo se adaptó a las circunstancias mexicanas, pero después


sus ideales fueron obsoletos, porque estuvieron al servicio de la burguesía, como ya
mencionamos, y también pasó a manos del Estado.

Para concluir este ensayo, cabe mencionar que es así como el proceso pedagógico del
positivismo sostiene que la lógica no puede enseñarse en abstracto, sin ejemplos; estos
ejemplos no se pueden obtener sino mediante la práctica de las disciplinas científicas; por lo
tanto, la educación positivista intentó hacer un hombre basado en la razón y la ciencia,
pensando que con esto se lograría una educación eficaz y pertinente. Actualmente ya no se
sostiene esta idea, pero en su momento sabemos que el positivismo tuvo su finalidad y
obedeció a intereses muy específicos.

De esta manera se siguieron llevando a efecto todas las transformaciones y las


diferentes reformas educativas, es lógico pensar que la educación también obedeció
directamente a los procesos políticos que se presentaron en el desarrollo de la historia de
nuestro país. El positivismo tuvo efecto en varios aspectos de la realidad social mexicana de
aquella época, se dejó sentir su repercusión, posteriormente en todas las áreas y
principalmente en lo educativo, su presencia se observó dentro de los programas y proyectos
de educación, ciencia e investigación.

3
Op. cit., p. 103.

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