Adolescencia y Tendencias Lesbianas

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Adolescencia y tendencias lesbianas: ¿Más que

amigas?

Florencia tiene 16 años y según cuenta, es del tipo “anti-moda”, que siempre va en contra de lo
establecido. Es fanática de los monos japoneses, o como ella le llama, de los “animé”, que se
han transformado en todo un fenómeno entre los niños y adolescentes chilenos y que incluso
los termina volviendo expertos en la cultura y costumbres de Japón. Uno de los dibujos
animados que más le gusta es “Yaoi” y “Yuri”, relatos con trasfondos homosexuales y lésbicos.

“Los encuentro lindos porque en esas historias se muestra la parte sensible de las minorías
sexuales. Tienen que enfrentarse a la sociedad y sacar adelante sus romances”, señala la
joven que asiste a un colegio mixto en el barrio alto de la capital.

Su madre está al borde de un ataque de nervios y sostiene que desde que Florencia se definió
como “Otaku” (fanáticos del animé) “me di cuenta que mi hija ya no era la que yo pensaba y
conocía. A pesar de que siempre me jactaba de ser una mamá preocupada, me he visto
sorprendida por todo lo que hay detrás de estos monos japoneses, por el submundo asqueroso
de antivalores que muestran en forma increíble”.

Dos caras de una misma moneda. Un tema difícil y complicado de abordar es esta nueva
corriente o moda a la que estamos asistiendo en Chile y en el mundo, que destaca las
relaciones lésbicas y homosexuales, aunque estas últimas están un poco más asimiladas en el
inconsciente colectivo de nuestro país.

La publicidad ha utilizado en forma creciente este recurso, como también algunas figuras de la
farándula nacional e internacional. El bullado beso entre Madonna y Britney Spears, dio pie a
un sinnúmero de repeticiones similares por parte de otras afamadas cantantes y artistas de
talla mundial. En Chile, algunas modelos comenzaron a publicitar determinadas marcas a
través de fotografías con poses relativamente íntimas y poco tradicionales para personas del
mismo sexo. Y esto hay que agregar una amplia oferta de juegos de play station y virtuales que
se basan en historias lesbianas, sin contar la abundante y sorprendente cantidad de páginas
web dedicadas a difundir estos temas.

Sin embargo, la mayoría de estas insinuaciones queda sólo en eso, en el juego de


experimentar, de ir más allá de lo establecido y de probar cosas nuevas. De ahí a optar por un
estilo de vida lésbica -indican los especialistas- hay un camino mucho más largo y complicado,
por lo que no hay que asustarse de buenas a primeras. De hecho, recordemos que Madonna y
Britney Spears no son reconocidamente lesbianas, sino que sólo utilizaron ese beso como un
recurso publicitario y comercial que les dio muy buenos dividendos. Su idea, en el fondo, era
nada más que provocar y captar atención y por cierto que lo lograron. Similar actitud suelen
tener los adolescentes frente a la vida.

Respecto a la ambigüedad sexual que caracteriza a los dibujos japoneses que a Florencia le
gustan, ella dice que “a mí y a mis amigas no nos causa rechazo el lesbianismo. Los
encontramos súper tiernos, tanto a los homosexuales como a las lesbianas. ¡Son un amor!”.
Acota que en materia de animé es fácil caer en la pornografía y que esa tendencia no le agrada
en lo absoluto. “Eso es enfermo y violento. Hay que ser muy pervertido para ver esos monos
(Hentai)”.
Florencia es abierta para hablar de sexualidad y reconoce que el tema del lesbianismo anda
rondando entre sus amistades. “A esta edad es imposible decir que uno es gay o lesbiana. No
se hace público, pero los jóvenes experimentan. Esto lo hemos conversado con mi grupo de
amigas y ellas no lo encuentran raro. Si fuera por experimentar, no me daría nada darle un
beso en la boca a una amiga”.

Una mamá asustada

La madre de Florencia, Bernardita, dice que cada vez se sorprende más al ver a su hija
inmersa en esta “onda rara”. Lo conversa con su marido todas las noches y ambos se
cuestionan qué hicieron mal. Confundidos, optaron por seguir una terapia psicológica familiar,
la que recién cumplió un mes. Aún no logran obtener claridad sobre el asunto, asevera, y día a
día se desespera al constatar que su hija no cambia de rumbo, por el contrario, lo acentúa.

“Con su grupo de amigas habla en términos japoneses y ven películas súper fuertes de este
tipo. Un día, vi con ella una en la que los personajes jugaban con la sexualidad y con ser
lesbianas y a ella no le extrañó en lo absoluto. Quiero llamar la atención sobre esta situación a
los padres, porque de una u otra manera hay que ponerle atajo”, manifiesta Bernardita.

“Esos dibujos animados se aprovechan de los adolescentes. Les dan mensajes subliminales,
hablan con soltura de la sexualidad ambigua y eso ha contribuido a que mi hija se encierre
cada vez en sí misma y no converse con sus padres sobre estos temas”, relata la afligida
madre.

La perspectiva psicológica

La psicóloga especialista en sexualidad y académica del departamento de Psicología de la


facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Irma Palma, observa que existe cierta
contradicción entre el lesbianismo y la tesis de que se trate de una moda, ya que lo primero es
una forma de vida y lo segundo, algo pasajero. “Probablemente esta aparente contradicción
tenga que ver con la dificultad de denominar algo a lo que estamos asistiendo”.

A su juicio, este fenómeno se puede apreciar bajo dos dimensiones. La primera, que la
sociedad chilena esté aceptando como un carril posible el hecho de que una persona desee a
otra del mismo sexo, lo que significa que el lesbianismo se esté haciendo más visible en
nuestro medio y que, por lo tanto, quienes lo practican lo hagan de cara a ellas mismas y a la
comunidad. La segunda visión tiene que ver con una apertura de la autoidentidad en relación al
cuerpo y la sexualidad. “Puede haber una apertura en materia de deseo y afecto, pero que no
necesariamente implique seguir un carril lésbico en la vida, y aquí probablemente está la idea
de una moda”.

Para la psicóloga esta aparente moda lesbiánica no es sólo parte de las ambiguedades propias
de la adolescencia, sino que lo considera “como un fenómeno cultural, de apertura de los
límites del yo, que abarca no sólo a los adolescentes, sino que a las mujeres de edad media y a
las personas en general”.

Irma Palma cree que por el momento, los padres chilenos están lejos de poder sostener una
conversación íntima sobre sexualidad con sus hijos, debido a que los primeros pertenecen a
una generación anterior y, por lo tanto, no están en condiciones de compartir experiencias
similares.
“La sociabilidad de los adolescentes está muy relacionada con sus pares y a las redes de las
cuales participan. Lo que aprenden en materia de sexualidad está vinculado a otros
adolescentes como ellos y sus influencias son colectivas.
Los padres y madres estamos un poco fuera de eso porque somos de otra generación, y
tenemos experiencias distintas”, explica la experta.
La tesis de Irma Palma apunta a que la sociedad chilena “está asistiendo a la emergencia del
fenómeno lésbico, que ha estado muy oculto en el país, lo que ha sido muy injusto para las
mujeres lesbianas” y que los adolescentes toleren las diferentes opciones sexuales, tiene que
ver, según ella, con que “ahora se valora esa actitud como respeto al derecho del otro a ser
como quiera en la sociedad”.

Irma Palma manifiesta también que la adolescencia, es una etapa crucial, porque se
condensan y probablemente terminan de configurarse nuestros propios mapas sexuales y el
conjunto de caminos que recorreremos en la vida”.

Más allá de la moda

El presidente de la Asociación Chilena de Sexología y Educación Sexual, doctor Antonio Salas,


explica que optar por un camino sexual diferente a lo normal no es tan simple. “Las personas
no son lesbianas u homosexuales únicamente por una moda. Es algo que existe en la
naturaleza y por más que el hombre trate de ocultarlo, nunca tendrá éxito. La homosexualidad,
el lesbianismo y las parafilias tienen un porcentaje en la civilización y siempre será así”.

Según explicó, las personas lesbianas u homosexuales no son enfermas, a diferencia de


quienes tienen conductas parafílicas, como los pedófilos o a quienes practican el masoquismo
o el sadismo. El gustarle alguien del mismo sexo “es una forma de comportamiento sexual.
Podría ser una equivocación del objeto, pero quiero dejar en claro que con una moda las
mujeres no se hacen lesbianas”.

Recuerda que la adolescencia “es una etapa que de por sí es un poco ambigua. Se dan ciertas
actitudes lésbicas y homosexuales que son normales, como la afinidad entre los hombres de
andar siempre juntos, correr, hacer deportes, ir a carreras de autos y jugar fútbol, pero se
supera al llegar a la maduración sexual, que es a los 14 años en los varones y entre los 10 y 12
en las niñas. Después viene la explosión afectiva, que se da aproximadamente a los 18 años,
cuando el individuo tiene conciencia de qué es el amor y sabe la diferencia entre hacer
experimentos sexuales y enamorarse”.

El doctor Antonio Salas afirma que el contexto familiar es crucial a la hora de las definiciones
sexuales de los adolescentes, influyendo en forma categórica el hecho de que el padre esté
ausente por diversas circunstancias. “Los padres tienen que guiar a sus hijos en el ejemplo y
ellos deben saber quién es el padre y quién es la madre y cuáles son cada uno de sus roles
como hombre y mujer. Lo que pasa es que en la familia chilena generalmente la madre asume
todos los roles; a lo más delega algo en la abuelita, y creo que ahí está la falla”.

Es recomendable, explica, que los niños y jóvenes siempre tengan una imagen paterna positiva
y aconseja a las madres colaborar en esta materia, independientemente de las razones que los
distancien como pareja. El experto manifiesta que cuando las mamás le repiten
constantemente a los hijos: “tu papá es un desgraciado” u otras frases similares, “se está
denigrando la imagen paterna en su totalidad, y eso afecta en alguna proporción la
determinación de los hijos en seguir un rumbo homosexual o lésbico”.
Según el especialista, la mejor manera de que los padres sepan en qué andan sus hijos es
preguntarles directamente y agrega que lo que le corresponde a los mayores, “es hacer felices
a sus niños, darles las posibilidades de que tengan un hogar bien constituido, entregarles
buenos ejemplos, procurar que estén sanos y que tengan las nociones básicas de la
sexualidad”.

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