UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE HISTORIA
ENSAYO HISTORICO SOBRE EL CONTENIDO DEL HIMNO NACIONAL DE
HONDURAS
Catedrática:
Lic. Mélida Velásquez
Coordinadora de la Carrera de Historia
Presentado por:
José Avelino Izaguirre Osorio
No. Cta. 20051000640
Tegucigalpa, M. D. C., 16 de julio de 2010
Ensayo Histórico sobre el Contenido del Himno Nacional de Honduras
Consideraciones Iniciales
Existen múltiples formas de explicar el contenido del Himno Nación al de Honduras. Desde un
punto de vista literario, es un poema modernista de esmerada factura. Desde lo político, una
alabanza de los valores liberales, desde lo social; un llamado a la toma de conciencia colectiva,
desde lo moral; una invitación a la participación por el bien triunfante, desde lo económico; da
marca de un cambio en la forma de aprovechamiento de las riquezas, e históricamente; un relato
cronológico elaborado a la luz del hito histórico de la independencia política de España.
A manera de exaltación patria, el Himno Nacional de Honduras, relata de proceso de
independencia como un despertar del reclamo de los derechos de los que hasta entonces, los
habitantes de estas tierras –por su condición de súbditos de la corona española- estuvieron
privados, especialmente el de la libertad. Esa es la tesis histórica fundamental contenida en la letra
de nuestro himno nacional.
Presentando a la Patria misma, como protagonista de su propia independencia, cual si estuviese
consciente de sus condicionamientos, el himno atribuye a la misma facultades de ser viviente
como la de dormir, oír, anhelar, reclamar, percibir, ponerse de pie, amar y destruir entre otras. Es
esta, por tanto, una concepción idealizada de patria. En la que la misma reúne y a su vez
representa, todo lo que de bueno exista o haya existido – según criterios variables- en el territorio
nacional, siempre ya configurado y en cualquier momento posible, conteniendo por sí misma, las
capacidades para lograr fines propuestos. Pone en relieve un destino histórico ya manifiesto de
gloriosa libertad, dejando poco espacio para la inquietud de lo inacabado o lo incompleto en el
proyecto de configuración patria. Desde luego, se vuelve necesario de esta manera, diferenciar de
inicialmente a la patria de la nación, puesto que la a la primera acompañan también los
sentimientos, atributos –no materiales-, e idealizaciones surgidas de la vida común; dificultándose
en su rastreo coordenadas históricas. La nación, es pues, un concepto con una mayor dimensión
histórica que la patria idealizada.
Para el estudio histórico racional, el componente de idealización contenido en la concepción de
patria implica una problemática teórico-metodológica de difícil salida. Puesto que si la patria
siempre ha existido y ya ha reafirmado por sí misma su existencia de múltiples maneras –
maneras humanas- alcanzando su plenitud en la consecución de su independencia política,
¿Cómo puede explicarse a sí misma una sociedad que entienda su propia historia desde una
situación de pasividad expectante? ¿Qué aporte puede hacerse desde el presente a un proyecto
patrio permanentemente consumado y/ agotado? ¿Es únicamente el mantenimiento de la
libertad –sujeta a múltiples acepciones- el beneficio básico de la identificación patria?
Consideramos por consiguiente, que abordaje de una manifestación de sentimientos patrios,
como el Himno Nacional, desde un enfoque histórico puede conducirnos a un desalentador y
hasta destructivo criticismo, dada la variedad de fundamentos históricos desde los cuales
podríamos poner en precario la veracidad el contenido lírico de la obra. Es entonces preciso
mantener en consideración, antes de comenzar un análisis que pretenda contener cierto grado
de rigurosidad, que tenemos de frente una obra poética con un alto número de referencias
históricas y no, una historia nacional de carácter poético o literario. Es decir, no podemos dejar
de ser racionalmente condescendientes a la hora de cuestionar las afirmaciones históricas de las
que se vale este poema de aliento patriótico pero, por otra parte, sí podemos valernos del mismo
para analizarlo en función y desde la óptica del proceso de configuración de la nación hondureña.
Para ello, desde el aporte del estudio histórico nos es pertinente hacer la mayor cantidad de
aclaraciones y correcciones posibles sobre el contenido del mismo, no con la intención de
desvirtuarlo sino con la de ampliar, profundizar, ubicar y poner el perspectiva la elaboración y uso
de la canción patria.
Es importante además, tener en cuenta el carácter liberal del proyecto nacional gobernante al
momento en que se escribe y pone en vigencia la letra del himno nacional. Una vez iniciado el
proceso de la reforma liberal en el país con el gobierno de Soto, se lleva a cabo todo programa
orientado a la modernización de aparato estatal en el país a la luz de la importación de la ideología
liberal progresista europea y el mismo se mantiene vigente hasta mediados del siglo XX. En el
marco de dicha política, surge la necesidad de un himno nacional siendo impulsada su creación
desde la tutela del Estado y orientado a reforzar un sistema educativo con criterios homogéneos
de nacionalidad.
Igualmente se debe tener en cuenta, dadas las referencias de carácter histórico contenidas en el
himno, el momento historiográfico y el momento literario que se vivía en el país y que
circundaron la imaginación del entonces joven poeta Coello. El historicismo decimonónico nacido
en Alemania sirvió como componente substancial en la construcción de los estados nación
europeos. Para ello, era preciso sacar a la luz pública todos aquellos testimonios de un pasado
glorioso – y a la vez patrio- que alentara la configuración de las nuevas repúblicas. Los datos
históricos, se volvían entonces indispensables justificadores de los proyectos nacionales y los
mismos se teñían a su vez de carácter nacional una vez asimilados sus por las colectividades.
Por otra parte, el modernismo literario hispanoamericano, cuyo inicio –según se ha considerado
tradicionalmente- marca la publicación de la obra “Azul” de Rubén Darío, es sin duda el principal
andamio literario de nuestro Himno Nacional. Utilizando profusamente el recuso de la sinestesia,
el autor dibuja en cada estrofa atmósferas llenas de estímulos y sensibilidades. No nos parece
coincidencia que sea el color “azul” (cuatro veces) la adjetivación más utilizada a lo largo de la
lírica, seguida de los sustantivos “mar” y “cielo” (dos veces cada uno). De ahí que, junto a la
relación con el simbolismo de la bandera, observamos la asociación entre términos para la
construcción del ambiente que domina el relato. Podríamos decir pues que, dadas las condiciones
literarias e históricas del momento, la patria a la cual se refiere nuestro himno nacional es un
patria en sentido moderno, esto es liberal, armónica, bella, perfecta y eterna.
La lectura del Himno Nacional de Honduras, nos expone a ciertos errores. Entre ellos, el de reducir
el patriotismo a liberalismo político, y en la mejor de las consideraciones, a liberalismo
económico. También nos induce mediante su narración, a crearnos imágenes en la mente de un
pasado histórico improbable o a erradas interpretaciones sobre el mismo.
Hay ciertas preguntas que, a propósito de un estudio histórico sobre el mismo, el Himno Nacional
de Honduras no responde, o al menos no claramente. Ante ello, sigue siendo válido el carácter
poético que excusa su condición, pero si aun así quisiésemos interrogarlo a manera de fuente
histórica encontraríamos entre otras, las dificultades citadas. Por ejemplo, es difícil ir entendiendo
quiénes han sido los protagonistas de cada hecho en el relato y a su vez, cuestionables cada una
de las participaciones individuales o colectivas en cada uno. Igualmente, la recreación de los
hechos tiende a ser en extremo subjetiva e irreal dando pie a fabulosas divagaciones históricas, a
especulaciones estériles o a relaciones simplistas de causalidad. Es, por tanto el Himno Nacional
de Honduras, una agradable manifestación poética de exaltación patria pero a la vez, una no muy
recomendable fuente para el estudio histórico.
Análisis de las estrofas
Dejando de lado la descripción de la Bandera y Escudo Nacionales, contenida en el coro, en la letra
del Himno nos remonta a la que podríamos considerar, la prehistoria hondureña. Una concepción
sobre el mundo indígena precolombino es la referencia temporal de mayor alcance hacia el
pasado con la que inicia nuestro Himno Nacional.
La imagen “estetizada” de la sociedad indígena prehispánica (misma que es virgen, hermosa y
durmiente) sugiere ya desde el primer verso el espíritu de la obra. Pretendiendo hacernos
percibir una situación de primitiva armonía y apacible naturalidad, la primera estrofa nos sitúa en
un mundo de estática perfección, en el paraíso bíblico. Desde luego, la idea de una hermosa
concordancia entre el equilibrio natural y social, nos hace imaginar una forma de vida deseable,
aislada de los problemas y conflictos surgidos de la vida civilizada. Una belleza tal, que solamente
puede inspirar encantos amorosos, deseos de posesión.
En realidad, la cultura indígena prehispánica no era en lo absoluto, estática. Gozaban ciertamente,
muchas de las sociedades nativas, de un estadio social evolutivo anterior al europeo y, por
consiguiente más ligado a las leyes naturales. Por otra parte, los encantos naturales del trópico
bien pudieron parecer a los ibéricos la concreción del paraíso terrenal. Sin embargo, no era este
un “mundo” homogéneo, ni perfecto y mucho menos durmiente. Lo que hoy es Honduras fue en
territorio de intenso encuentro cultural, de migraciones, de luchas territoriales, de comercio, de
confluencia, de distintas lenguas y distintos estratos.
Al igual que otros movimientos latinoamericanos de primera mitad de siglo XX, el indigenismo,
como parte integral de los proyectos políticos de los gobiernos, pecó de ser nada más que una
visión criolla de la realidad de los pueblos autóctonos, atribuyéndole a los mismos un papel pasivo
en la historia de las naciones, so pretexto de integrarlos al imaginario colectivo y a las
concepciones de identidad nacional.
Por otra parte, nos narra cómo el “sueño” revelador de Colón, de un país lejano, lo lanza a la mar
en busca del mismo. Quizá ya no haga falta hoy en día preguntarnos, en qué consistía el “sueño”
de Colón, qué buscaba Colón o qué lo motivó a “lanzarse” al Mar. Está claro que no era un simple
sueño su motivación, ni eran tierras nuevas las que soñó, y que, es más, tampoco fue un sueño
sino un proceso histórico científico que algunos historiadores han sugerido llamar pre
descubrimiento de América.
La tercera estrofa, es la estrofa del despertar tardío, de la tardía toma de consciencia por parte de
la Patria –protagonista de la historia- de su nueva condición de esclavitud, la cual había antaño
ignorado. La Patria -nos da a entender el texto- ingenua y adormitada que encontró Colón,
despierta ante el estímulo de los vejámenes abusivos de los ambiciosos conquistadores.
El pendón real flameante y la reacción tardía, nos dejan un sabor amargo de impotencia ante lo
que bien podría explicarse como el triunfo de la ambición prepotente española frente a la gentil
ingenuidad indígena, volviendo a caer con ello, ante una imagen novelesca del carácter tanto
indígena como español y reduciendo las bases de sociedad colonial a una simple superposición de
grupos sociales en sentido arcaico.
En la tercera estrofa, se hace la valoración y rescate de la valentía indígena representada en la
figura del cacique Lempira. Esta memoria colectiva legendaria, celosamente guardada
tradicionalmente por los hondureños parece llevarnos a un vacío, a una ignorancia, a una
ausencia, a un sepulcro. “La épica hazaña” de contener el asedio español al territorio y las
comunidades, al final parece hundirse.
Consideramos pertinente, la posibilidad de entender a partir este relato –mitad histórico mitad
legendario- el valor de la autodeterminación inherente al ser humano, como un derecho digno de
ser defendido y reclamado de diversas maneras a través los tiempos por personas de distintas
condiciones, volviéndose de esta manera, un insumo para la construcción no de resentimientos,
sino de actitudes humanas y rescatándonos del “hundimiento” de la incomprensión.
Es la de Lempira –junto a la posterior de Dantón- , la única mención al esfuerzo individual referida
en el Himno Nacional, permitiéndonos entrever, a manera de pequeñas rendijas, el material del
que están construidos los movimientos históricos de trascendencia.
La cuarta estrofa deja verter el desasosiego de aquellas masas, aquellos “hijos” de la Patria
cautiva, que cual si lanzasen al viento gritos de desesperación, clamaban por un auxilio que
tardaría tres siglos en llegar.
La sociedad colonial, fue sin lugar una sociedad polarizada; con altas desigualdades. Sin embargo,
fue también la gestora de infinidad de grupos y subgrupos sociales de diversa índole y que
graduaron la escala social. Todos los grupos de la sociedad colonial –incluidas las etnias indígenas
que mantuvieron sus tradiciones- formaron parte de un complejo proceso histórico de
construcción de la nación hondureña que no finalizó con la independencia y que continúa hasta
nuestros días. Este proceso plagado de desigualdad, es también un largo proceso de arraigo la
tierra americana, de gestación de nuevos grupos sociales, de castellanización, de mestizaje
cultural. Si bien, el oprobio del trabajo inhumano y la marginación no tuvieron por qué ser
necesarios para la configuración de los estado nación latinoamericanos, en el tiempo histórico en
que se implantaron agudamente los mismos, se encuentra gran parte de la riqueza histórica de
nuestros países que no hay por qué reducir u obviar.
Luego, con la llegada de los aires de la Ilustración, cual rugido de un león a América, se asimilaron
las ideal liberales fortalecidas por el estímulo de la Revolución Francesa. Al “oído” de la patria
hondureña – nos cuenta el relato- alcanzó la justa francesa.
Vale la pena preguntarnos en quiénes se materializaba el “oído” de la Patria, quiénes eran los
“oídos” capaces de percibir las sonoridades de las ideologías europeas en boga. Únicamente las
élites criollas regionales y subregionales estaban el al capacidad material e intelectual de captar
ondas sutiles y lejanas como las ideas políticas liberales europeas. Esto produjo una revolución
indudablemente; una revolución criolla. Fueron sus intereses los que entraron en disputa, mismos
que levemente se reacomodaron una vez consumada la independencia. Para el caso de
Centroamérica, ni siquiera la Corona misma –quien hacía aguas por la defensa de su propia
soberanía- participó como podría suponerse, reaccionariamente, ante la pérdida de un dominio
que desde hacía mucho implicaba más preocupaciones que ganancias.
Suponemos, que prontamente se sumará al debate histórico sobre el proceso independentista, la
valoración de la participación indígena en el mismo, en concordancia inminente e impulsada por
los nuevos proyectos políticos emergentes en el subcontinente latinoamericano.
El Himno Nacional de Honduras hace mención de dos grandes influencias europeas: la hispana y la
francesa. La primera en sentido colonizadora -esclavizante y liberalizadora la segunda. Impositiva
la primera y propositiva la segunda.
La quinta estrofa de nuestro Himno Nacional está dedicada a la re saltación de las virtudes de la
nación francesa del siglo XVIII: la liberalidad, la valentía, el heroísmo y la racionalidad.
La racionalidad política y económica que sustenta la proceso revolucionario francés vuelve
inadmisible el dominio absoluto de un rey. Con la sensacional imagen de la decapitación de Luis
XVI, el relato cambia su curso, se acelera el tiempo y cambia súbitamente su atmósfera
adentrándonos a una dimensión radicalmente opuesta a la anterior. Al letargo y la servidumbre, se
contraponen ahora las esperanzas revolucionarias –seculares y justas-, la gloria de la victoria
consumada que abría paso a las posibilidades de cuantos también quisieran seguir su ejemplo,
destruyendo las estructuras políticas arcaicas y las elevando a un nivel sacro, el culto civil a la
diosa del período grecorromano posterior.
Hacia la estrofa sexta, el autor nos conduce (cual si justificase la dedicación de la estrofa anterior)
a entender el proceso independentista hondureño –o más bien centroamericano- a la luz del
proceso revolucionario francés. Para ello, dos condiciones son mencionadas como similitudes: el
despertar de un “sueño profundo” y la súbita destrucción del “eslabón” del sometimiento a una
monarquía. Es, de nueva cuenta, un momento propicio para lanzar la pregunta: ¿A quiénes se
refiere el Himno Nacional? ¿A los pueblos de indígenas tributarios? ¿A las capas urbanas y sub
urbanas de mestizos pobres?
El relato, a estas instancias, pretende asemejar el proceso revolucionario francés con el propio so
pretexto de un similar proceso de adormecimiento anterior. Es decir, plantea una historia en la
cual al estancamiento, le sigue súbito despertar de manera lineal.
Pero ¿Llegaron de Francia los aires independentistas o de la misma España? Cabe preguntarnos. El
aporte del movimiento enciclopedista al a triunfo político de la Ilustración, capitalizado en la
Revolución Francesa es innegable. Sin embargo, desde la consideración de los hechos históricos
acontecidos en la península entre 1808 y 1814 (nos referimos a la invasión a España, el Gobierno
de José Bonaparte, El destierro de Fernando, las Cortes, La Constitución, etc.) que las ideas
independentistas (o más bien liberales en esencia) pasaron también por el trasluz de la misma
presencia española en América bajo el mando de los Borbones. Es decir, que si bien Francia da el
chispazo importante, España no deja de ser puente cultural entre lo europeo y lo americano.
Con la acción de destrozar “el infame eslabón” hace que nos surjan varias inquietudes. ¿Cómo
podríamos entender o trasladar al terreno de lo concreto dicho enunciado? ¿Cómo expulsión,
destierro, regreso, migración, triunfo-derrota, venganza del siervo sobre le amo, vergüenza ¿O
como un cambio de orden, reorganización, reestructuración, o reforma? Luego, a quién atribuirle
la representación del “ave de negro plumaje”? ¿Cómo algo que se fue definitivamente y de lo cual
no se volvió a saber jamás? Desde la historia, es este un espacio bastante amplio para la
subjetividad. Optamos por cuestionarla desde la perspectiva de los años posteriores a la
Federación en que los estados incipientes centroamericanos se sostienen justamente por el
mantenimiento de las antiguas estructuras político administrativas y sistema tributario colonial,
de herencia cultural hispana, del “mundo criollo”.
En la misma se nos muestra por otra parte, un primer acto de ejercicio de soberanía nacional.
Ahuyentando a aquello que no es propio, que no responde a los intereses de la nación en
surgimiento y que desentona por su negrura con el verdor de los montes hondureños.
Finalmente, en la estrofa séptima, se da la gran exaltación sugestiva del autor. Pasa a ser el
“nosotros“ el sujeto y protagonista de la escena, en la que la que se vislumbra espectral, el
extremo, la implicación máxima del compromiso que asume con la patria quien se siente amado
por ella: la muerte.
Después de todo el recorrido, la Patria consigue en el ciudadano actual el resguardo decidido de su
integridad. Más allá de la del tinte modernista de la obra –y por tanto obsesionada con el tema de
la muerte-, el autor, en la figuración de la orgullosa marcha y la digna muerte, logra dar con una
última pincelada, con un final sublime: la unidad nacional, cerrando así elegantemente su relato
poético.
De ello, queremos resaltar, la consideración del sentido de pertenencia, manifestada por la
disposición permanente para la entrega voluntaria y generosa que insinúa el autor puesto que nos
parece un valor digno de interiorizado. Preferimos ciertamente, entender expresión,
interpretándola en sentido no únicamente literal, sino también en relación a la actitud de entrega
permanente de los ciudadanos para con sus deberes y con el ejercicio de las exigencias de la vida
en común. Así como cualquier otro valor que entre en consonancia con el resguardo, orgullo y la
honra de construir una patria –vivida y anhelada- , que robustezca fecundamente al proyecto de
la nacionalidad hondureña, tanto desde los individual como desde lo colectivo.
Es preciso además tener en cuenta que la libertad también tiene un sentido histórico, parcial e
inacabado; nunca absoluto y nunca total. Como también un carácter relacional que solamente
puede ser humana concebida integralmente. Más allá de la repetición mecánica, es constante el
reto de estirar las líneas que nos conectan con lo narrado y de cuestionar los fundamentos sobre
los cuales verdaderamente construimos la realidad nacional en cuanta a historia, en cuanta
actualidad y en cuanto a anhelos.