Edgar Tafoya Ledesma
Edgar Tafoya Ledesma
Edgar Tafoya Ledesma
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Introducción
1
Se puede observar desde aquí nuestra posición respecto a una forma de la observación del
diálogo. Somos de la idea de que el diálogo es un sistema especial de comunicación que se
presenta como una forma de intercambio suave/elástico, capaz de integrar en su realización la
dimensión del consenso y del conflicto, a partir de la reciprocidad de las expectativas mutuales
que se establecen entre una identidad (unidad diferenciada) y una alteridad (diferencia de la
diferencia). Es decir, el diálogo se convierte en un sistema mutual cuando ambos operadores
“experimentan” la doble contingencia y la doble observación, una disposición de doble
reducción de la complejidad de las relaciones conflictivas. Por ejemplo, si se
piensa en situaciones sociopolíticas donde se privilegia la homogeneización y
se suprimen las diferencias, o para decirlo de otra manera, cuando dentro de
un Estado nación se diseñan una serie de políticas que buscan la aniquilación
de las diversidades culturales, y se dejan de lado (como manifestaciones de
exclusión y segregación) las particularidades que emergen como identidades
relativamente autónomas. Esto es, se trata de observar que la puesta en
práctica de la dialogicidad, ofrece en los hechos una ruptura con el
unilateralismo, y dentro del universo analítico, una crítica profunda al
paradigma de la democracia liberal-procedimental contemporánea.
El ejercicio central consiste en dar cuenta de aquellos conceptos y
elementos que, a nuestra consideración, permiten observar cómo es posible un
diálogo con la alteridad del Otro desde la observación de la diferencia,
tomando en cuenta el proceso hermenéutico-comunicativo y siendo concientes
de las reflexiones filosóficas que este estudio implica. Se pretende hacer
plausible el problema que subyace en el fondo del tema de la democracia
dentro del contexto de la globalización: que toda reflexión al respecto, hablando
del predominio del pensamiento liberal, deja de lado el problema de la
diferencia con sus múltiples formas de presentación. Ya sea como identidad
cultural, como colectividad, como actores emergentes, como cultura o como
minoría, el paradigma de la democracia procedimental homogeniza las esferas
del mundo social y las excluye, optando así por una postura ética que privilegia
2
Aquí rescatamos dos ejemplos mutualmente complementarios si se les pone a dialogar: por
un lado el principio de complementariedad de Bohr, premio nobel de física, y la hermenéutica
analógica del filósofo mexicano Mauricio Beuchot, por considerar que ambos modelos nos
ofrecen reflexiones altamente sofisticadas para tratar el problema de la univocidad y los
determinismos.
del estatus actual de la democracia liberal, frente a otro tipo de modelos: la
democracia procedimental o el principio del republicanismo.3
Las indicaciones antes expuestas nos llevan a señalar que el tema del diálogo
y su postura crítica al problema de la democracia formal, se expresa a partir de
varias preocupaciones. Por ejemplo que su plausibilidad se justifica en
problemas como la soledad, la identidad colectiva o los conflictos que produce
el hiperestímulo informativo en las sociedades complejas, o bien en fenómenos
donde se generan identidades culturales altamente diferenciadas dentro de un
contexto jurídico-político que las restringe. Si dimensionamos el diálogo en su
aspecto social, podremos ver que contempla una serie de aspectos que a
simple vista no observamos, de aquí que sea necesario plantear porqué es
importante su estudio.
3
Aquí es importante hacer mención del trabajo realizado pro Habermas para distinguir su
propuesta de democracia procedimental frente a la liberal que es hegemónica. Se puede ver
“La inclusión del otro. Estudios de teoría política”, en especial el capítulo IV sobre la
democracia deliberativa. Habermas, 1999, Barcelona.
4
Aunque ahora ya no se presenta el fenómeno de la colonización en la forma de la conquista
forzada de un territorio, si se presentan manifestaciones de intervención que, siendo
discursivamente blandas, provocan afectaciones en distintos niveles de la población. Un claro
ejemplo de ello es la intervención monologal y autoritaria de Estados Unidos en Irak.
A decir de Paul Ricoeur, una situación dialógica es un acontecimiento
que permite “transgredir o superar la soledad fundamental de cada ser
humano.”5 Es esta noción la que consideramos como un fenómeno social de
relevancia. La construcción de la soledad es en nuestra opinión, una ausencia
de diálogo, precisamente porque el diálogo posee una dimensión o carga de
afectividad importante. Es (entre otros elementos) esta carga afectiva la que
establece cierta distancia entre el proceso de comunicación y el acontecimiento
dialógico. Esto no supone, por el contrario, que el proceso de la comunicación
no tenga cargas importantes de afectividad, pero éstas pueden o no aparecer
de forma explícita: hay una comunicación por decirlo así afectiva
(negativamente) en la forma en cómo un dictador se comunica con la población
de su país, sin embargo esta afectividad tiende al aumento de las formas
simbólicas en que se presenta la soledad. Un diálogo con el otro, supondría
cierta reducción de soledad implícita/explícita bajo la presencia de las cargas
de afectividad y valoración del Otro; lo cual no quiere decir que la afectividad
tienda a disminuir la situación de conflicto, hecho presente en todo diálogo.
5
Ricoeur, 1995, México, p.32-33
6
Ver el artículo de Josetxo Beriain sobre Simmel, “Introducción a la obra sociológica de Georg
Simmel”, Acta sociológica, No. 37, 2003
7
Ver la postura de Luhmann sobre la ‘comunicación’ que surge antes de la relación
intersubjetiva, como el proceso de “hacerse cargo de las situaciones” y el surgimiento de una
doble contingencia por efecto de la comunicación. Luhmann, 1996, México, p. 19.
Implica al mismo tiempo, un acontecimiento de indiferencia con el Otro, de
‘nulidad’ del/los otros, en una situación que se podría denominar como
ignorancia generalizada. Ante ello, el o la situación dialógica cobraría mayor
relevancia.
8
Comunicación en el sentido del concepto en Luhmann
9
Véase la crítica de Jokisch a Luhmann sobre la importancia de la distinción/decisión/acción
para la producción de la comunicación, en Op. Cit.(Inédito)
10
Ver Op. Cit. Beriain, en 2003, p. 28.
11
Bauman, 1995, Londres, en la traducción que realiza Maya Aguiluz sobre el artículo “En
busca de un centro”, en Acta Sociológica, 2002, No. 35
12
Ver Nietzsche, 1985, Caracas
13
Levinas, 1977, Salamanca
acontecimiento materializado de unicidad necesaria. Un diálogo, en este caso,
se presenta con referencia al rostro del Otro... “el rostro es una presencia viva,
es expresión. La vida de la expresión consiste en deshacer la forma en la que
el ente, que expone como tema se disimula por ella misma. El rostro habla. La
manifestación del rostro es ya discurso...”14
14
Ibid, p.89
este encuentro de estructuras complejas, que por responder a identidades
propias, conservan elementos ajenos unos a otros.
Otro aspecto que se relaciona con el diálogo es el fenómeno
sociocultural de la globalización. La existencia de un proyecto globalizador con
implicaciones políticas, económicas, sociales y fundamentalmente culturales,
reaviva la existencia de identidades propias que, al no internalizarse en la
dinámica del sistema imperante, suelen presentarse como fenómenos de
resistencia cultural o como “comunidades nacionales”.15 En este sentido es
posible percibir el hecho de realidades antagónicas, es decir, de proyectos y
formaciones culturales necesariamente contrarias al paradigma del liberalismo
económico-ético impuesto en términos formales como una idea de democracia
ideal. Ante ello, por su propia constitución surgen grupos emergentes;
identidades culturales que se consideraban hasta hace algún tiempo como
inexistentes o rebasadas, en su caso: el surgimiento del movimiento zapatista
es un claro ejemplo de esta tensión del ideal de la democracia; el Estado liberal
mexicano frente a realidades identitarias relativamente autónomas.
En este constate fluir del fenómeno globalizador y ante la emergencia de
grupos identitarios, la reflexión sobre las relaciones de mutualidad se torna
compleja. En el plano político, por ejemplo, el reconocimiento de la diversidad
cultural conduce a la protección de las culturas minoritarias. Buen ejemplo de
ello es el debate en torno a los Derechos Humanos y el tema del relativismo
cultural versus universalismo. De hecho casi todas las declaraciones
universales sobre derechos humanos surgen como consecuencia de conflictos
inter/multiculturales.
Estos y muchos ejemplos más, escogidos en su relevancia propia,
desde muy diversos ámbitos de la vida social, muestran que la búsqueda de la
comunicación y del diálogo es una tendencia vigorosa en nuestra sociedad, por
tanto su relevancia como objeto de estudio se muestra sobradamente
justificada.
15
Sobre las consecuencias de la globalización, véase el amplio trabajo desarrollado por
Bauman, sobre todo el tercer capítulo de “La globalización. Consecuencias humanas”, en
donde aborda el tema de las comunidades nacionales y las formas de autogobierno para
referirse al problema de la soberanía política. Ver Bauman, 1999, Buenos Aires.
2. Reconocimiento, consenso y conflicto
16
Gadamer, 1992, Salamanca, p. 335
17
Es decir, aspectos no lingüísticos que circulan y dan forma al diálogo.
18
Ver el trabajo de “La comunicación”, Jokisch, 2004, México (inédito)
19
Apel, 1991, España.
de la disposición para lograr el establecimiento de normas consensuales. En
ello, la visión de la comunicación no profundiza o bien pondría más atención a
la relación decisión/acción. Aquí, el Otro se descubre en el proceso como parte
del mismo; el diálogo no es parte sino fundamento.
21
Como lo planteará Luis Villoro en su libro “Estado plural, pluralidad de culturas” 1995,
México.
22
Véase por ejemplo el artículo de Ursula Klesing-Rampel “Tareas de la interculturalidad y
sociedad multicultural” en “La Piragua”, México, 1999, No. 15, 41-47 pp.
23
Op. Cit.
24
Véase Glenn, 1985, Buenos Aires.
Otro elemento importante de tomar en cuenta es que este
acercamiento/aproximación al Otro supone un re-conocimiento ético de la
diferencia, es decir, comunicarme con el Otro, dialogar con la otredad supone
“otorgarle un valor”, o como dice Rodrigo Jokisch “capacitar al otro de un valor”.
Sin embargo para poder otorgar un valor, dentro del nivel de las formas de la
comunicación lingüística, tenemos que observar cuáles son los elementos que
nos posibilitan esta situación, esto es: capacitar al Otro de un valor implica
tomar en cuenta los argumentos del Otro, es decir, tomar ‘en serio’ el
argumento como manifestación de respeto. Esta dimensión ética de la
comunicación, no obstante, tiene que ver con el nivel argumentativo de la
comunicación que ya hemos explicado y que Popper (siguiendo a Karl Bühler)
denomina como “las funciones primordiales” del lenguaje25.
Hemos dicho que comprender al Otro implica evaluar sus argumentos,
en donde la confianza es un proceso de evaluación de lo dicho. La búsqueda
de la veracidad de los argumentos produce aceptación/rechazo,
cercanía/distanciamiento con el Otro. En este sentido, otorgar un valor al Otro
es otorgarle validez a sus argumentos, mediada por la pretensión de verdad. La
ética del discurso nos ha demostrado ya esta posición, argumentando el
desarrollo de las funciones normativas de la comunicación y su funcionalidad
en el diálogo con el Otro.
26
Véase más en Tafoya, Edgar La dialógica del diálogo. Plausibilidad de la observación de los
sistemas mutuales. Autorreferencia, alteridad, dialogía, diferencia, México, FCPyS, UNAM,
2005, por publicar.
reflexión sobre las autonomías y el significado de los derechos y la cultura
indígenas dentro de la forma del Estado liberal mexicano o el caso de los
conflictos político-culturales que subyacen a la propuesta de creación de un
Estado soberano en la región del pueblo vasco. Teniendo como referencia dos
ejemplos actuales, la aplicación de nuestro modelo de diálogo cobraría mayor
sentido.
Este apartado es tal vez el que posee mayor relevancia, ya que su exposición
revela gran parte de la intención de la investigación que está en proceso. Por
esta razón, se exponen aquí solamente algunos de los aspectos más
relevantes en la forma de un punteado que alcance a mostrar lo que hasta
ahora se ha conseguido en este estudio: a) argumentar que el principio
dialógico que proponemos forma parte de un desarrollo conceptual mayor que
ha comenzado a tomar relevancia en el universo de las ciencias sociales, sobre
todo en sociología y pedagogía, nos referimos al llamado giro dialógico de las
ciencias sociales, y b) se expone de manera esquemática una distinción entre
dos modelos de democracia altamente diferenciados: el programa liberal, por
un lado, y la propuesta dialógica de la democracia.