Desafios Constitucionales
Desafios Constitucionales
Desafios Constitucionales
NEOCONSTITUCIONALISMO Y SOCIEDAD
Desafíos constitucionales
La Constitución ecuatoriana del 2008 en perspectiva
ISBN: 978-9978-92-651-2
Derecho de autor: 029857
Ramiro Ávila Santamaría, Agustín Grijalva Jiménez y Rubén Martínez Dalmau, Editores
Imprenta: V&M Gráficas (02 3201 171)
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Gustavo Jalkh Röbens, Ministro de Justicia y Derechos Humanos
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Patricio Pazmiño Freire, Presidente del Tribunal Constitucional
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Roberto Gargarella
1. Principios, derechos y garantías
Derechos: enunciación y principios de aplicación . . . . . . . . . . . . .19
Marco Aparicio Wilhelmi
Constitucionalización de un sistema
integral de derechos sociales.
De la Daseinsvorsorge al Sumak Kawsay . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41
Francisco Palacios Romeo
El derecho propio: ¡destapando la Caja de Pandora! . . . . . . . . . . .67
Gina Chávez Vallejo
Las garantías: herramientas imprescindibles
para el cumplimiento de los derechos.
Avances conceptuales en la Constitución del 2008 . . . . . . . . . . . .89
Ramiro Ávila Santamaría
Valoración jurídico-política de la Constitución del 2008 . . . . . .111
Carlos Castro Riera
2. Funciones del Estado
ara construir una sociedad nueva, nadie debe olvidar los fundamentos
P que levantaron al ahora decadente neoliberalismo: defensa a ultranza del
capital bajo formas individualistas de producción. Del Estado solamente se
pedía no intervención, como si ello fuera suficiente para garantizar los dere-
chos humanos. No intervención era la fórmula con la que se hacía creer al
pueblo que sus derechos eran respetados. Aquella libertad trastocada, sola-
mente luchaba por las formas, no por su materialidad. La libertad plena es
la que hace que hombres y mujeres, desde la intangibilidad de su dignidad,
alcancen su realización, siendo dueños de su presente y de la forma que
direccionan su futuro.
Hablar sobre la Constitución del 2008 y la teoría que la explica signifi-
ca referirse a sociedades nuevas, en las que la institucionalidad del Estado
está concebida para el respeto, protección y garantía de los derechos huma-
nos. Una institucionalidad que se levanta en normativa, políticas públicas,
sentencias y cualquier otro acto estatal para el efectivo cumplimiento de los
derechos. Un Estado que deje de pensar que los derechos humanos sola-
mente sirven para defenderse de ellos, y que empiece a creer en él mismo y
en las personas que se encuentran bajo su jurisdicción, para juntos, en una
actuación interactiva, empezar a construir el futuro.
Hoy, en que bregamos para que los derechos reconocidos en la
Constitución se plasmen en la realidad, aún se escuchan voces temerosas del
cambio. Cuestionan las nuevas funciones del Estado, cuestionan la creación
de una Corte Constitucional fuerte, e inclusive cuestionan, incomprensible-
mente, la extraordinaria amalgama que la nueva Constitución realiza de los
derechos, personas y grupos de atención prioritaria, y nuevas garantías
constitucionales que amplían el horizonte de protección de los derechos, no
7
solo frente a las vulneraciones que puedan provenir del Estado sino aún de
los particulares cuando se encuentren en una posición de poder frente al
otro.
Escribir seriamente sobre la Constitución del 2008 implica tener una
fuerza interna especial que se basa en la solidaridad. Escribir sobre neocons-
titucionalismo de la forma que hoy se nos presenta significa tener un pen-
samiento nuevo que trasciende las viejas estructuras semi protectoras pro-
pias del neoliberalismo decadente, en la que el Estado solamente aparecía
como arma y escudo protector de los grupos de poder.
Escribir organizadamente y sin más interés que esforzarse en brindar
elementos para debatir de forma seria y profunda sobre la Constitución del
2008, plasmando en este libro tan nuevas y contundentes ideas, da cuenta
de la presencia de académicos interesados en que la Constitución sea mejor
comprendida y aplicada.
Felicitaciones a quienes con su fuerza mental y su corazón solidario
lograron traspasar el reto impuesto para darnos ahora un magnífico logro.
Tengan la seguridad que estas líneas que ahora nos presentan pasarán a ser
una agenda de trabajo presente y futura del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos y, con seguridad, de otras instituciones públicas que
sabrán encontrar en el cambio que ha llegado, con nuevos retos para cons-
truir una sociedad nueva.
8
Presentación
1 Sobre el particular, Ver: L. Ferrajoli, Derecho y razón, Madrid, Editorial Trotta, 1989.
9
social, la asunción de dicho modelo genera una verdadera revolución de la
relación entre la Sociedad y el Estado ya que, una vez que se toma como
propio el constitucionalismo garantista, la ciudadanía cambia de papel fren-
te al texto de la Constitución y todas las personas se transforman en intér-
pretes y garantes de la Constitución. Por su parte, desde la perspectiva teó-
rica, la decisión de la Asamblea Constituyente implica la eliminación del
Estado legislativo; el establecimiento de una verdadera “jurisdicción” cons-
titucional, que garantice la normatividad de la Constitución y permita el
ejercicio de los derechos2; y la adopción de una nueva teoría del derecho que
asuma la función crítica y no solamente descriptiva de lo jurídico3.
En Ecuador no hay aún disponible una literatura nacional que facilite
este empeño y permita entender la urgencia de estos cambios sociales y nor-
mativos. En nuestro país, la teoría del derecho y el derecho constitucional
siguen, por desgracia, anclados a los presupuestos ideológicos, teóricos y
metodológicos del positivismo jurídico y, por tanto, el constitucionalismo
emancipador y la teoría crítica del derecho son todavía una rareza bibliográ-
fica solo asequible a unos pocos entendidos.
No existe en el Ecuador un análisis sistemático y crítico del constitucio-
nalismo histórico ecuatoriano y mucho menos del derecho constitucional
contemporáneo. En el caso de la nueva Constitución, la polarización polí-
2 Esto a pesar que desde 1945 las constituciones ecuatorianas incorporan alguna forma de control
judicial de la constitucionalidad, nunca, hasta ahora, ese control fue “eficaz “ y jamás estuvo vin-
culado con las necesidades y expectativas de justicia de la población. Y no ha sido eficaz por varias
razones: a) en primer lugar, hasta hace muy poco, hasta 1996, el antiguo Tribunal de Garantías
Constitucionales solo podía declarar la inconstitucionalidad de aquellas normas jurídicas que “no”
tuvieran carácter legislativo; b) En segundo lugar, porque la justicia constitucional ecuatoriana
anterior a la nueva Constitución, tenía una conformación corporativa ya que sus miembros eran
elegidos por el Congreso Nacional de ternas provenientes de distintas instancias corporativas, entre
ellas los sindicatos y las cámaras de la producción; y, finalmente, porque c) los ciudadanos no tení-
an acceso a ésta justicia, debido al carácter restringido de la legitimación activa en materia cons-
titucional.
3 Como se sabe, en la teoría jurídica hace ya tiempo que se considera que el derecho es una discipli-
na argumentativa, no una ciencia exacta donde la lógica formal tenga absoluto predominio. Y eso
es un punto esencial de la propuesta de justicia constitucional que promovió el Tribunal
Constitucional, y uno de los puntos de conflicto con los defensores del conservadurismo jurídico
ecuatoriano que siguen anclados en un entendimiento anacrónico y recalcitrante del positivismo
teórico.
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tica y los intereses partidistas que estuvieron en juego empobrecieron el
debate constitucional que, hasta el momento, en la gran mayoría de los
casos, se ha limitado a la explosión de lemas y lugares comunes, sin que exis-
ta hasta ahora un mínimo acercamiento serio y doctrinario sobre las impli-
caciones políticas, jurídicas y sociales de la nueva estructura constitucional.
En este contexto, uno de los principales empeños institucionales del
Tribunal Constitucional es precisamente ayudar a llenar este vacío, para lo
cual se requiere un intenso proceso pedagógico que consiga transformar la
cultura jurídica de los ecuatorianos, parte del cual incluye la creación de
un fondo de publicaciones que difunda al público, tanto especializado
como general, la filosofía política y praxis jurídica del Tribunal. Justamente,
el primer resultado de este esfuerzo de divulgación teórica es este libro, aus-
piciado conjuntamente por Ministerio de Justicia y el Tribunal
Constitucional. Texto cuyas características principales y virtudes quiero
destacar:
4 El neoconstitucionalismo es una ideología, una teoría jurídica y una praxis social que busca esta-
blecer a los derechos fundamentales, como el eje central del sistema jurídico, y como sustento de
fundamentación y legitimidad del Estado. Para ello, coloca a la Constitución como nuevo orden
de valores que deja atrás su función formal para convertirse en la norma orientadora y en el fun-
damento de la convivencia ciudadana de nuestros días. El neoconstitucionalismo pretende, enton-
ces, perfeccionar al Estado de derecho, sometiendo todo poder (legislador y ejecutivo, incluidos)
a la Constitución y apelando a la constitucionalidad y no a la legalidad; vale decir, que coloca a la
jurisdicción constitucional como garante y última instancia de cualquier materia jurídica a evaluar
y decidir vicisitudes de una nueva realidad política, económica y social.
11
d) Está escrito a partir de la experiencia directa de los autores en el proce-
so constituyente, pues todos los que escriben en él fueron, en algún
momento, protagonistas indirectos de la Asamblea Constituyente del
2008.
e) Es un libro plural y joven, porque sus autores son jóvenes constitucio-
nalistas ecuatorianos y extranjeros que, por su condición, aportan una
visión diversa del proceso constituyente ecuatoriano 2008, a partir de
su propia experiencia personal.
f ) Es un libro multipropósito, porque si bien fue redactado en un lengua-
je sencillo, que resalta lo positivo e innovador del nuevo texto consti-
tucional, y analiza los aspectos más controvertidos de la Constitución,
está escrito con el rigor técnico necesario para que interese a los espe-
cialistas.
En definitiva, estoy seguro que el texto que usted tiene en sus manos se
convertirá en un valioso instrumento de análisis que dará pistas sobre algu-
nos de los principales desafíos políticos y jurídicos de este proceso de tran-
sición que esperamos culmine con un cambio de época, esto es con una
democracia para el siglo XXI: incluyente, participativa, garantista y profun-
damente humanista.
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Prólogo
Roberto Gargarella
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los relacionados con derechos, de nuestra estructura institucional. Es
decir, hemos aprendido a reconocer, por un lado, que tiene sentido ajus-
tar las tuercas y tornillos de nuestra maquinaria democrática, como que
tiene hacerlo de un modo favorable a la intervención cívica en política:
la política –nos interesa afirmar– es nuestra, de todos, y no de un grupo,
o de una clase, o de los “ricos y bien nacidos” de los que se hablaba en
el lenguaje constitucional de hace dos siglos –en la práctica, hace no
tanto tiempo. Nuestras nuevas Constituciones son conscientes de ello y
tal como la Constitución que aquí se analiza, insisten inequívocamente
en la urgencia de la inclusión social, tanto como en la apertura de nue-
vos y mayo res espacios para el activismo ciudadano. Por otro lado, esta
re valorización de la política democrática, mayoritaria, viene de la mano
de la reafirmación de nuestro compromiso con los derechos que corre s-
ponden a todos y a cada individuo. Las largas y detalladas listas de dere-
chos individuales, sociales, económicos y culturales que incluyen nues-
tras nuevas Constituciones re p resentan, en tal sentido, una reacción
f rente a un constitucionalismo que, más que austero, era ava ro; más que
moderado, reaccionario, un constitucionalismo que, con razón, podía
ser acusado de estar al servicio de unos pocos, de sus privilegios y sus
p ro p i e d a d e s .
Este nuevo constitucionalismo regional, por lo demás, reafirma que
hemos comenzado a reconocer, en este último tiempo, que pequeñas y abu-
rridas reformas procesales pueden gravitar extraordinariamente en nuestro
acceso, individual y grupal, a la justicia; en la trasformación de una justicia
de clase en una justicia forzada a atender los problemas de cualquiera; en el
reconocimiento de nuestros intereses difusos, colectivos, compartidos.
Por lo demás, a fuerza de violencias y abusos cotidianos, cometidos por
manos públicas y privadas, comenzamos a valorar el sentido del garantismo
legal, y a asegurar las bases del cuidado del debido proceso para todos: los
amigos y los que no lo son. Hemos comenzado a reconocer, por lo demás,
la importancia de mirar a nuestras sociedades desde los ojos de los más des-
favorecidos. Y por ello, nuestras constituciones se muestran más sensibles,
por fin, a los derechos, prácticas y tradiciones de sus comunidades origina-
rias, y mejor predispuestas a proteger y satisfacer las necesidades de grupos
y minorías habitualmente perseguidas.
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También forma parte de nuestro aprendizaje regional el rescate del valor
del medioambiente, el reconocimiento de los problemas que afectan a nues-
tras aguas y tierras, la necesidad de evitar a toda costa la destrucción de
nuestros recursos naturales. Hemos aprendido que nuestra vida en común
es tan importante como el valor de las vidas de las generaciones que ven-
drán después de nosotros. Hemos aprendido que todas estas vidas depen-
den de la calidad del ámbito natural en el que nos movemos (la calidad del
ámbito natural en el que queremos seguir moviéndonos) y que, por tanto,
él mismo no puede ser tratado como una mercancía más, al alcance del
mejor postor, sujeto a los vaivenes del mercado, abierto a su uso y abuso,
dispuesto sin más para su explotación y saqueo. Y, además, hemos empeza-
do a abrazar, decididamente, perspectivas que trascienden las de nuestras
propias fronteras, reconociendo que el cuidado de nuestras vidas, nuestras
democracias y nuestros derechos necesitan, de modo muy especial de la
ayuda posible, deseable y alcance, de las demás naciones latinoamericanas.
¿Cuánto nos falta aprender todavía, en temas constitucionales?, ¿cuán-
tas materias tenemos pendientes, y cuántas seguimos reprobando?, ¿cuántas
preguntas nos falta por responder y cuántas aún no nos hemos siquiera
planteado?, ¿cuántos problemas hemos respondido o planteado mal, ¿cuán-
tos no hemos querido ver, cuántos nos hemos ocultado? Es difícil decirlo,
pero el ejercicio de reflexión sigue siendo importante.
En tal sentido, aquí va una lista posible de cuestiones sobre las que,
según entiendo, los latinoamericanos tenemos que meditar con más cuida-
do y decisión. Hemos optado por un modelo de constitucionalismo deta-
llado y minucioso, en respuesta a imperdonables olvidos, omisiones y fraca-
sos constitucionales, una de las posibilidades que teníamos abierta frente a
nosotros. De todos modos, merece que nos preguntemos si la parquedad
constitucional que combatimos no es compatible, también, con un consti-
tucionalismo progresista y de avanzada. Necesitamos volver a plantearnos,
por lo demás, el valor del presidencialismo, su contribución a la transforma-
ción social y a la estabilidad política de la región, su relación de amistad o
definitiva tensión con los ideales participativos que proclamamos.
El conocimiento académico acumulado en la materia es extraordinario,
y no podemos darnos el lujo de ignorarlo. Necesitamos seguir pensando en
Latinoamérica, como en todo el mundo, sobre los detalles del mecanismo
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de “frenos y contrapesos” que hemos escogido; los modos de la interpreta-
ción constitucional; el valor de que la “última palabra” constitucional siga
estando en boca del pueblo. Necesitamos reflexionar sobre los modos capa-
ces de transformar las oportunidades e invitaciones a la participación colec-
tiva, en acciones efectivas, propias de la intervención mayoritaria: ¿Cómo
fomentar la virtud cívica que tales acciones requieren?, ¿qué particulares
incentivos pueden tornar realidad cotidiana el compromiso público con la
política?, ¿qué nuevos foros necesitan las energías cívicas que hoy encallan
en tierra seca?
Todos nosotros, los que estamos comprometidos con el valor de la polí-
tica mayoritaria, debemos esforzarnos por asegurar que nunca se desate el
nudo que merece vincular a la participación con la deliberación, informa-
da, transparente y accesible a todos: la participación sin deliberación es
manipulable; la deliberación sin participación es el gobierno de las elites.
Necesitamos trabajar por el igualitarismo económico, que haga posible y le
dé sentido a la política colectiva. Necesitamos empezar a escuchar a las
voces que habitualmente han sido silenciadas o no hemos querido o sabido
escuchar. Necesitamos seguir aprendiendo, unos de otros, como seguimos
necesitando, cada uno, de la fraternal ayuda de todos los demás.
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1
Principios, Derechos y Garantías
Derechos: enunciación y principios de aplicación
Sumario
I. Introducción:
el Ecuador como Estado constitucional de derechos
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renovador discurso de los derechos, que deja atrás el verso dominante que
ha llevado a su desustancialización, a la pérdida de su capacidad de confron-
tación y de cambio.
En segundo término y relacionado con lo anterior, existe una obstina-
da determinación de asegurar la efectividad de los derechos. El texto cons-
titucional no se limita a declarar su existencia: abre cauces, establece proce-
dimientos, concreta exigencias y prevé mecanismos para garantizar su cum-
plimento.
La nueva Constitución incorpora garantías primarias, es decir, estable-
ce mandatos y habilita a los poderes públicos, tanto Legislativo como
Ejecutivo, para la puesta en marcha de las políticas que deben generar las
condiciones jurídicas y materiales de realización de los derechos. A tales
garantías, se dedican íntegramente dos títulos: el sexto (“régimen de desa-
rrollo”) y séptimo (“régimen del buen vivir”), que comprenden un total de
ciento cuarenta y ocho artículos. Por si éstas fallaran, se prevé un variado y
bien armado régimen de garantías secundarias o jurisdiccionales, tanto en
el ámbito de la Función Judicial como mediante distintas vías de acceso a
la Corte Constitucional. Y, por último, el texto incorpora, explícitamente,
mecanismos sociales de exigencia y control, por medio de la Función de
Transparencia y Control Social (capítulo quinto del título IV), además de
las distintas formas de participación (capítulo primero del título IV) y de
los derechos que en sí mismos implican formas de exigencia y de control
ciudadano (derechos de reunión y manifestación, de asociación, de expre-
sión e información, etc.).
En tercer lugar, la amplitud de derechos recogidos coloca a la nueva
Constitución en una posición de vanguardia, especialmente por la inclusión
de derechos esenciales de los que, sin embargo, apenas existen referentes
normativos, como el derecho al agua o el derecho al hábitat.
Pero más allá de esa riqueza, destaca por encima de todo la diversidad
de sujetos. Los derechos son referidos no solo a las personas individualmen-
te consideradas, sino que se consagra, de manera general, la dimensión
colectiva de los derechos (artículos 10 y 11), sin perjuicio de la existencia de
un capítulo específico que contiene los derechos de “las comunidades, pue-
blos y nacionalidades” (capítulo cuarto del título II). Por otro lado, se dedi-
ca un capítulo a los sujetos que merecen una atención prioritaria (capítulo
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tercero del título II), entre los que se encuentran las personas adultas mayo-
res, jóvenes, niñas, niños y adolescentes, mujeres embarazadas, migrantes,
personas con discapacidad o personas privadas de libertad.
Por otra parte, como una de sus más sobresalientes novedades, la
Constitución del 2008 dedica un capítulo a los derechos de la naturaleza
(capítulo séptimo del título II). Con esta decisión, la Asamblea
Constituyente rompe con algunos de los esquemas más dogmáticos y con-
servadores en materia de titularidad de derechos, pues la entiende más allá
de los seres humanos, abriendo así nuevas perspectivas sobre la concepción
misma y la función de los derechos.
Por último, el protagonismo de los derechos, su consideración como
verdadero eje de todo la Constitución, se manifiesta con claridad en los
principios generales de aplicación contemplados en el capítulo primero del
título II. Con precisión, el texto constitucional establece criterios llamados
a evitar que los derechos enunciados se queden en meras aspiraciones, ide-
ales desmentidos en el contexto de las relaciones sociales y económicas y en
el funcionamiento de las instituciones. Para ello, se consagran los principios
de exigibilidad, tanto individual como colectiva, de igualdad, de directa e
inmediata aplicabilidad, de plena justiciabilidad, la responsabilidad del
Estado tanto por las acciones como por las omisiones que provoquen vul-
neraciones de derechos, o el principio de no regresividad, que impide cual-
quier acción u omisión que, de manera injustificada, menoscabe el conte-
nido de derechos ya reconocidos. Además, se enuncia y después el sistema
de garantías se encarga de asegurar, el carácter inalienable, irrenunciable,
indivisible, interdependiente y la igual jerarquía de todos los derechos.
Como a continuación veremos, estos principios hablan de la determinación
con la que el texto constitucional considera los derechos y sus garantías; los
derechos se “toman en serio”, una seriedad que alcanza a todos los dere-
chos, sin distinciones.
El hecho de que la nueva Constitución haya optado por separar los
d e rechos en distintos capítulos no conlleva un trato diferente que implique
una diferente jerarquía ni cuestiona la interdependencia que ha de vincu-
lar a todos los derechos entre sí. En efecto, el título II contiene diferentes
grupos de derechos: derechos del buen vivir (capítulo segundo); dere c h o s
de las personas y grupos de atención prioritaria (capítulo terc e ro); dere c h o s
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mientos, sin duda, pero, sobre todo, derechos que son, al mismo tiempo,
objetivos a cumplir y condiciones para la consecución de tales finalidades.
Todo lo anterior permite prever que la vigencia y aplicación de la
Constitución ecuatoriana del 2008 seguramente dependerá, al menos en su
fase inicial de andadura, de una activa participación de la Corte
Constitucional, como garante último de sus contenidos. Ahora bien, mere-
ce la pena advertir, del mismo modo, que dicho protagonismo no debería
extenderse hasta el punto de ensombrecer la centralidad de los procesos
deliberativos en el marco de la Función Legislativa, representación directa
de la soberanía popular.
En definitiva, a través de la nueva Constitución las asambleístas y los
asambleístas de Ciudad Alfaro expresan una firme voluntad de democrati-
zación material de la sociedad. En sus decisiones late el rechazo de las visio-
nes más procesuales del principio democrático y del derecho constitucional,
aquéllas que sitúan en el centro del debate los procedimientos para la toma
de decisiones, olvidándose de las condiciones materiales que deben garanti-
zar que la participación sea verdaderamente plural. Tales condiciones mate-
riales dependen de la efectividad de los derechos, de todos ellos, desde su
interdependencia, su indivisibilidad y su igual jerarquía. Nos hablan, como
hace De Sousa Santos, de un proceso social que asegure “la transformación
de las relaciones de poder en relaciones de autoridad compartida”4.
4 Así define De Sousa Santos el principio democrático visto, necesariamente, como proceso social.
B. De Sousa Santos, La globalización del derecho. Los nuevos caminos de la regulación y la emanci-
pación, Bogotá, ILSA, 2002, p. 34.
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5 Merece la pena acudir a las obras de G. Pisarello, Los derechos sociales y sus garantías. Elementos para
una reconstrucción, Madrid, Trotta, 2007, de V. Abramovich y de Ch. Courtis, Los derechos socia-
les como derechos exigibles, Madrid, Trotta, 2004. Ver también A. Baldasarre, Los derechos socia-
les, Bogotá, Universidad Externado, 2001. Como marco general, sin duda, L. Ferrajoli, Derechos y
garantías..., ob. cit.
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zos y hasta el máximo de recursos disponibles, para cumplir con las obliga-
ciones de respeto, protección y promoción.
Siguiendo la línea de la máxima efectividad de los derechos, el numeral
quinto del art. 11 recoge un principio que se ha desarrollado en otros orde-
namientos, aunque a menudo de modo jurisprudencial. Se trata del princi-
pio según el cual “en materia de derechos y garantías constitucionales, las
servidoras y servidores públicos, administrativos o judiciales, deberán apli-
car la norma y la interpretación que más favorezcan su efectiva vigencia”.
Mediante este criterio, el margen de discrecionalidad en la aplicación nor-
mativa por parte de los órganos administrativos, en ocasiones fuente de
abusos difícilmente controlables, se ve notablemente limitado pues tan solo
podrá esgrimirse cuando entre las distintas opciones aplicativas ninguna
favorezca más que otra la vigencia de alguno de los derechos constituciona-
les. Otra cuestión es que varios derechos constitucionales puedan verse afec-
tados de distinto modo por el margen aplicativo de una norma, en cuyo
caso deberá combinarse el criterio de la máxima efectividad con los princi-
pios de ponderación y de proporcionalidad, ya referidos.
El último numeral del art. 11 viene a culminar el celo garantista expre-
sado en los anteriores mediante la especificación de la responsabilidad de
reparación de todo agente público, o de part i c u l a res que actúen en ejercicio
de potestades públicas, cuando se produzca una vulneración de derechos
constitucionales por la falta o deficiencia en la prestación de los serv i c i o s
públicos o, en general, “por las acciones u omisiones de sus funcionarias y
funcionarios y empleadas y empleados públicos en el desempeño de sus car-
gos”. A continuación, el principio de responsabilidad del Estado se explicita
en el ámbito judicial, con el claro objetivo de asegurar que la cadena garan-
tista no se rompa en su último eslabón. Concretamente, se pre vé la re s p o n-
sabilidad del Estado, además de los casos de detenciones arbitrarias, por
“e r ror judicial, re t a rdo injustificado o inadecuada administración de justicia,
violación del derecho a la tutela judicial efectiva, y por las violaciones de los
principios y reglas del debido proceso”. En los casos en que una persona haya
sufrido pena por virtud de una sentencia condenatoria posteriormente re f o r-
mada o revocada, se establece además que el Estado reparará a la persona y,
“declarada la responsabilidad por tales actos de servidoras o servidores públi-
cos, administrativos o judiciales, se repetirá en contra de ellos”.
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7 Estas cuestiones, junto con otras referidas al concepto de los derechos, he tenido ocasión de abor-
darla con el profesor Gerardo Pisarello en M. Aparicio Wilhelmi y G. Pisarello Prados, “Los dere-
chos humanos y sus garantías: nociones básicas”, en V. M. Sánchez Sánchez y S. Bonet Pérez
(coords.), Derechos humanos, Barcelona, Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya, 2006,
pp. 1-28.
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zando por el Estado, pero también con relación a los poderes privados, espe-
cialmente los de tipo económico, cuya incidencia directa en la vida de los
demás no ha dejado de crecer en los últimos tiempos.
Así es: los derechos de protección (capítulo octavo del título II) y, en
general, el sistema de garantías de los derechos (cuyo contenido es analiza-
do en el artículo de Ramiro Avila en este libro) tienen como objetivo decla-
rado lograr la plena efectividad de los derechos para todos los sujetos pero
ello lleva a reforzar especialmente la posición de aquéllos cuyas condiciones
sociales dificultan, en mayor medida, tanto el ejercicio directo de los dere-
chos como el acceso a los mecanismos de protección en caso de vulneración.
De ahí la importancia de los derechos de protección y en especial del acce-
so gratuito y pleno a la justicia y a la tutela efectiva (art. 75) o, en general,
del conjunto de derechos procesales recogidos de manera amplia y altamen-
te garantista en los artículos 76 y 77.
La misma lógica se aplica, incluso con mayor empeño, tanto a los derechos
de participación (capítulo quinto), de libertad (capítulo sexto) y, de manera
muy especial, respecto de los que más tienen que ver con las condiciones mate-
riales que están detrás de las posibilidades reales de ejercicio de los derechos: los
derechos de los ámbitos social y económico, agrupados en el texto bajo la
denominación de “derechos del buen vivir”. El carácter innovador y social-
mente avanzado de algunas de las previsiones, su propia sistemática y el hecho
de constituir uno de los ejes principales del programa de transformación que
la Constitución nos ofrece, han aconsejado que este libro le dedique (artículo
de Francisco Palacios) un análisis específico al que merece la pena acudir.
Al mismo tiempo, como se ha señalado, el texto opta por constitucio-
nalizar derechos especiales, necesarios en contextos donde la desigualdad y
la exclusión sitúan a colectivos enteros fuera de la antesala de los derechos.
Por ello, siguiendo con los derechos de protección recién referidos, se prevé
en el art. 81 el establecimiento por ley “de procedimientos especiales y expe-
ditos para el juzgamiento y sanción de los delitos de violencia intrafamiliar,
sexual, crímenes de odio y los que se cometan contra niñas, niños, adoles-
centes, jóvenes, personas con discapacidad, adultas mayores y personas que,
por sus particularidades, requieren una mayor protección”.
Por otro lado, como ya vimos, el texto constitucional dedica tres capí-
tulos a sujetos caracterizados por hallarse en una posición de mayor vulne-
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deben contar con derechos que aseguren que la realización de sus intereses
más elementales no va a ser menoscabada por la “voluntad general”.
En esta lógica, la necesidad de contar con un amplio listado de derechos
de los pueblos indígenas, objetivo que el texto constitucional que analiza-
mos no ha alcanzado del todo8, responde a un principio de cautela o de
conciencia sobre la necesidad de asegurar unas posiciones mínimas necesa-
rias durante el “mientras tanto”: mientras no exista un espacio político, llá-
mese Estado o no, en el que participen en pie de igualdad los distintos suje-
tos, individuales y colectivos, que conforman nuestras diversas sociedades,
deben existir frenos, límites a lo decidible por quienes mayor capacidad de
influencia tienen.
Siguiendo esta pauta, derechos como los de participación especial, dife-
renciada, de los pueblos indígenas en las instancias estatales, o incluso el
mismo derecho a la consulta previa, son derechos que se reivindican más
necesarios cuanto más débiles sean el resto de derechos, y viceversa. Esta
última idea viene a subrayar que, finalmente, el punto de llegada no son los
derechos en sí mismo considerados, sino un marco de convivencia que ase-
gure que los sujetos, individuales y colectivos, participan sin exclusiones en
las decisiones que les incumben.
Otro de los aspectos centrales es, sin duda, el referido a los derechos de
la naturaleza, llamados a constituir una de las banderas del texto que anali-
zamos fundamentalmente por dos razones: en primer lugar, porque con-
densan en un capítulo una de las notas que impregnan el conjunto del texto
constitucional, como es la preservación y restauración del ambiente, los
recursos naturales y la biodiversidad como presupuestos para un desarrollo
8 Pese a la importancia de los derechos constitucionalmente reconocidos, las cautelas y, en parte, los
prejuicios, han frenado mayores avances. La cercanía de la aprobación por parte de la Asamblea
General de Naciones Unidas de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas podría
haber servido de impulso, y, sin embargo, algunos de los contenidos más relevantes de esta
Declaración no han sido trasladado al texto ecuatoriano. Cabe destacar dos ejemplos: en primer
lugar, no aparece en todo el capítulo cuarto ninguna referencia explícita al derecho de libre deter-
minación de los pueblos indígenas, auténtico eje de la mencionada Declaración y “demanda
madre” que alberga todas las demás; en segundo lugar, el derecho a la consulta previa con el fin de
obtener un consentimiento pleno, libre e informado queda desdibujado hasta el punto de no exis-
tir un procedimiento especial para pueblos indígenas efectuándose una remisión a los cauces cons-
titucionalmente previstos (en materia de afectación ambiental o de parques naturales protegidos).
37
M A R C O A PA R I C I O W I L H E L M I
9 Esta cuestión se halla analizada en el texto, ya citado anteriormente, “Los derechos humanos y sus
garantías: nociones básicas”, op. cit.
38
DE R E C H O S : ENUNCIACIÓN Y PRINCIPIOS DE APLICACIÓN
una perspectiva sustancial, esto es, a partir de las condiciones materiales que
permiten su realización y no de un mero reconocimiento formal; en tercer
lugar, los derechos se abordan desde su comprensión colectiva, es decir, a
partir del contexto grupal en el que se encuentran los sujetos, algo que, lejos
de establecer una jerarquía entre derechos colectivos e individuales, nos
lleva necesariamente al carácter inevitable y complementario de su relación.
En definitiva, el nuevo texto constitucional señala un anhelo: la conse-
cución de una sociedad inclusiva social y culturalmente, y para ello diseña
instituciones y procedimientos, pero no de manera abstracta sino en el
marco de la exigencia previa de derechos, establecidos como condiciones
materiales para todas y todos. Los derechos, todos los derechos, son enten-
didos, en consecuencia, como condiciones de participación en los procesos
sociales y políticos; y la democracia se construye como conjunto de espacios
de expresión, relación y decisión compartida donde surgen, se actualizan y
se transforman los derechos.
39
Constitucionalización de un sistema integral de
derechos sociales. De la Daseinsvorsorge
al Sumak Kawsay
Sumario
I. Introducción
41
F R A N C I S C O PA L A C I O S R O M E O
1 E. Forsthoff acuñaría el concepto recogiendo los elementos dispersos de tendencias que reunían a
las figuras más relevantes del iuspublicismo europeo tales como E. Kaufmann, O. Mayer, F. Lasalle,
H. Heller, H. Laski, P. Laband, R. Stein o R. Smend (Cfr. E. Forsthoff, El Estado de la sociedad
industrial, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1975).
2 El sumak kawsay estaría relacionado con la “... armonía cósmica, una triple armonía ‘ecológica,
social y ética’, a la vez que integradora en la Pacha. En esta perspectiva, con este anhelo, para esta
utopía se afana el andino cuando se dedica a su diaria labor en la chakra. Sumak kawsay es su
humilde esperanza y su gran meta cuando se dedica sin reservas a la crianza de la vida y cuando se
siente crecer al dejarse criar por la vida...”. Para una descripción, ver: J. Van Kessel y P. Enríquez,
Señas y señaleros de la madre tierra, Abya Yala-IECTA, Quito, 2002, p. 259; D. Gonzales Holguin,
Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada Lengua Quichua, Lima UMNSM, 1989.
42
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
nuevos sistemas sociales que también apelan al “sumak kawsay”3. Todo ello
conforma un modelo de constitucionalismo social en línea con el nuevo
constitucionalismo integral latinoamericano. Esta nueva articulación cons-
titucional pretende facturar una cosmovisión antagónica del postulado libe-
ral y ha sido objeto crítico de los pregoneros y dogmáticos liberales. Por ello
se hace necesaria su justificación en clave histórica y doctrinal.
3 El Título II (Derechos) contiene los artículos 12 a 83; los derechos sociales (incluyendo “derechos
del buen vivir” y “derechos de las personas y grupos de atención prioritaria”) incluyen los artícu-
los 12 a 55; el Régimen de Buen vivir (Título VII) incluye los artículos 340-415; el Régimen de
Desarrollo (Título VI) incluye los artículos 319 a 337 (referentes a sistemas sociales: trabajo, pro-
piedad social, comercio justo).
43
F R A N C I S C O PA L A C I O S R O M E O
nada más allá que una formal protección de la autonomía individual que se
convertía en falaz.
El liberalismo político y jurídico argumentaría que la felicidad de todos
solo se podría alcanzar mediante la persecución individual del placer, la
ganancia y el beneficio, en competencia con todos los demás. A esto último
se le llamó liberalismo y capitalismo y sobre estas bases se construyeron las
sociedades que el mundo conoce desde hace ya más de dos siglos, si habla-
mos de liberalismo, y desde hace más de cinco siglos si hablamos de la cons-
trucción del Estado patrimonial-mercantilista y del capitalismo, desde sus
orígenes. Los resultados, a lo largo de estos últimos cinco siglos están a la
vista en un mundo que solo ha proporcionado satisfacción material y técni-
ca a una minoría, miseria a una inmensa mayoría e infelicidad a una casi
práctica totalidad.
El modelo liberal constitucionalizó una serie de derechos individuales.
Derechos que quedaron en reconocimientos declarativos que venían limita-
dos por el imperio de la ley secundaria. Ley secundaria cuyos gestores vení-
an a ser aquellas clases de individuos que habían ocupado el Estado merced
a un nuevo título nobiliario centrado en la propiedad. La ley primera, la
norma constitucional, el núcleo del pacto social, quedaba subordinada al
alcance imperial de toda la normativa secundaria facturada por una sola
clase de personas, bajo la tutela de un Estado propietarista que fungía bajo
etiqueta política e ideología liberal4.
El liberalismo, como modelo de Estado, fracasó porque generó el siste-
ma de conflictos europeo del siglo XIX, el estado de guerra colonial, las dos
guerras mundiales, las reacciones autoritarias del fascismo y del burocratis-
mo estalinista y, finalmente, su dirección hegemonista postcolonial en la
conformación de Estados precarios, fallidos y miserables que contempló el
siglo XX tras la deslocalización social, humana y cultural que había genera-
do el propio colonialismo. Todo ese sistema fallido vino a ser avalado por
un constitucionalismo ausente, organicista, omisivo y frígido que solo aco-
gió una serie de libertades y derechos formales que, además, limitaba a
aquellas personas dotadas de ciudadanía política eficazmente económica, lo
que transformaba la democracia en una falacia.
44
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
De esta situación fue consciente una buena parte del “ius publicismo”
europeo. Desde Lasalle a Von Stein, pasando por Heller y Gurvitch hasta
llegar a Fortshoff. Todas estas posiciones críticas ante el Estado de cosas con-
fluyeron en la propuesta de un modelo de Estado social que superara la ane-
mia constitucional del modelo liberal. Desde mediados del siglo XX la
mejor justificación y legitimación de este modelo se hizo a través de la
“daseinsvorsorge” o procura existencial. Con esta expresión se quería apelar
a las amplias obligaciones sociales del Estado respecto a los ciudadanos que
tenía bajo su soberanía. En ella ya estaba implícita la idea de la integralidad
o conexidad de todos los derechos5.
5 E. Forsthoff, op. cit. Resulta un buen referente el clásico estudio de L. Martín-Retortillo, “La con-
figuración jurídica de la Administración Pública y el concepto de Daseinsvorsorge”, Revista de
Administración Pública Nº 38, Madrid, 1965, pp. 35-65.
6 Argumentación base sobre procura existencial a la que se le ha añadido la presunción crítica que
del instituto de la propiedad privada expansiva se hizo desde los orígenes del Estado (desde Tomás
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F R A N C I S C O PA L A C I O S R O M E O
46
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
8 Exposición concreta de esta vertiente del concepto en E. Forsthoff, Sociedad industrial y… op. cit.,
pp. 19-38.
47
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9 No es éste lugar posible para un análisis pormenorizado de la deriva del Estado social en
Occidente. Para ello, ver, C. De Cabo, La crisis..., op. cit; A. Porras, Introducción a una teoría del
Estado postsocial, Barcelona, PPU, 1988.
10 Es el caso de las paradigmáticas Constituciones de la República Federal Alemana o Italia, que
pasan por ser “configuradoras” del modelo de Estado social. La Ley Fundamental de Bonn no llega
a recoger una lista mínima de derechos sociales, ni siquiera en lo relativo a servicios esenciales
como educación o sanidad, dejando únicamente planteado el derecho en relación al instituto
expropiatorio por parte del Estado (Art. 15) o implícita la existencia de un sistema de previsión,
con base a que viene simplemente aludido en algunos artículos relativos al hecho competencial. A
dicha carta solo le es reconocible la plasmación de la acepción “Estado Social” (Arts. 20 y 28). En
casos como el de Italia, o del que fuera ejemplar Estado social de Suecia, el reconocimiento cons-
titucional de derechos sociales -en paralelo a la regulación de la actividad interventora del Estado-
apenas ocupan 10 y 3 artículos sin apelación alguna a su garantía.
11 A ellos habría que sumar los textos pioneros de la revolución mexicana (1917), que sí estableció
un marco de derechos sociales focalizado principalmente en la problemática del trabajador agra-
rio, y el de la República de Weimar (1919). No obstante, tanto Weimar como el texto mexicano
adolecerán de falta de consideración garantista para su listado social y eso les incluye en un mode-
lo de cláusula residual. El resto de la historia constitucional europea no contiene un ápice de tex-
tura social, salvo el criminalizado oasis jacobino que en la Constitución de 1793 (Art. 21) sí incor-
poró el primer artículo de compromiso social de una Administración Pública: “La beneficencia
pública es una deuda sagrada. La sociedad debe asegurar la subsistencia a los ciudadanos desgra-
ciados, proporcionándoles trabajo o garantizando los medios de subsistencia a los que están inca-
pacitados para trabajar” (cfr., J. Asensi, La época constitucional, Valencia,Tirant to blanch, pp. 157-
158).
48
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
12 Forsthoff lo expresaría con contundencia: “Casi todas las instituciones de nuestro Derecho públi-
co que han transformado al Estado en un Estado social existen desde decenios sin que las
Constituciones hayan tomado nota de ello” (en W. Abendroth, E. Forsthoff, K. Doehring, El
Estado social, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1986, pp. 76 y ss.).
13 Forsthoff criticaba la debilidad de la presencia constitucional del Estado Social. Con ironía habla-
ba de los bienintencionados teóricos que intentaban “obtener para esa fórmula un contenido con-
creto, apreciable”. Y con dureza sentenciaba: “una fórmula vacía y una banalidad de arriba abajo”
(E. Forsthoff, El Estado de la sociedad..., op. cit, pp. 108-109).
14 En ningún caso se asigna un mecanismo concreto de tutela o amparo a los derechos sociales. Solo
en el tardío, peculiar y efímero caso de Portugal en donde la equiparación en tipos de derechos
dejó, en un principio, abierta una puerta al legislador.
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F R A N C I S C O PA L A C I O S R O M E O
15 Cfr. G. Pisarello, Los derechos sociales y sus garantías, Madrid, Trotta, 2007, pp. 11 y ss.
16 Cfr. C. De Cabo, La teoría constitucional de la solidaridad, Madrid, Marcial Pons, 2006, pp. 7-20.
La llamada crisis del Estado social ha patentizado cómo el sistema de garantías y controles para los
derechos sociales era cuasi-inexistente. Por el contrario, la crisis probó la fortaleza jurídica del dere-
cho patrimonial, ya que se desarrollaron los bloques normativos y se incrementaron las formula-
ciones de tutela para todo tipo de derechos mercantiles y para la intangibilidad de la propiedad
privada. Y de esto hay múltiples ejemplos que van desde el quebranto de determinadas tipologías
de tributación –e incluso de figuras fiscales completas– hasta la desvinculación de múltiples obli-
gaciones empresariales respecto al factor trabajo.
50
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
17 Cfr. Carlos de Cabo, “El modelo periférico de dominación: la inexistencia del Estado Social” en
La crisis... op. cit., pp. 97-124.
18 Saldos negativos en todo el continente latinoamericano, con los crecimientos económicos y los
i n d i c a d o res sociales más negativos en la casi práctica totalidad de los Estados (ver:
“Neoliberalismo, hegemonía y nuevo orden a final de siglo. El caso de Latinoamérica como estra-
tegia y resultante social” en F. Palacios, La civilización de choque. Hegemonía occidental, moderni-
zación y Estado periférico,Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1998, pp. 361-
401.).
51
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CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
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Finalmente, dos notas para los críticos. En primer lugar, cómo el hecho de
negar un planteamiento constitucional amplio de los derechos sociales es
desconocer todo el desarrollo normativo internacional que ha habido a
favor de su cobertura amplia. La nueva Constitución se esfuerza por seguir
los delineamientos jurídico-programáticos de la comunidad internacional,
al contrario de lo que intentan los planteamientos neoliberales. ¿Les sona-
rán a tales dichos pertinaces censores instrumentos jurídicos tales como El
Protocolo de San Salvador o, cuando menos, el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Carta Andina para la
Promoción y Protección de los Derechos Humanos o el Documento final
de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena (Naciones
Unidas, 1993) que viene a sancionar la necesaria conveniencia de la indivi-
54
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
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CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
25 El término holista que se barajó para varios artículos finalmente quedó contemplado en el Art. 27.
26 Derechos del Buen Vivir (título II, capítulo II, artículos 12-34).
27 Régimen del Buen Vivir (título VII, artículos 340-415).
28 Este sistema principal de inclusión se denomina “Inclusión y Equidad” (Capítulo Primero) y abar-
ca los sistemas mayores de Educación, Salud, Seguridad Social, Hábitat y Vivienda. Así como los
sistemas menores de Cultura, Cultura Física y Tiempo Libre, Comunicación Social, Ciencia,
Tecnología y Saberes Ancestrales, así como un sistema de prevención (Gestión del riesgo,
Población y Movilidad Humana, Seguridad Humana y Transporte).
29 Este sistema principal ecológico se denomina “Biodiversidad y recursos naturales” (Capítulo
Segundo) y también podemos distinguir entre el Sistema Biodiversidad (Naturaleza y Ambiente,
57
F R A N C I S C O PA L A C I O S R O M E O
3. 1. Sistema de inclusión
58
CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
La salud tiene un solo artículo con dos empeños: a) sentar los princi-
pios clásicos, entre los que destacan la universalidad y la bioética; b) asumir
una lógica de interrelación que se concreta en su vinculación a otros dere-
chos: agua, alimentación, educación, cultura física, trabajo, ecosistema33. El
sistema de salud se declara también servicio público, aunque con una red
pública diferenciada de los entes privados bajo funcionamientos de servicio
público impropio. La red pública es declarada gratuita. El sistema pasa a res-
ponsabilizarse, promover e incluso garantizar elementos tan variados y
amplios tales como la prevención, rehabilitación, salud ancestral y alterna-
tiva y salud sexual. Comentario aparte merece la denominada promoción y
producción nacional y “utilización de medicamentos genéricos” reforzada
con una fórmula de interpretación bajo la que “en el acceso a medicamen-
tos, los intereses de la salud pública prevalecerán sobre los económicos y
comerciales” en una concreción del espíritu de la nueva Constitución en la
primacía del derecho sobre la lógica de la ganancia, aunque sea bajo etique-
ta de propiedad intelectual34.
El Sistema de Previsión es constitucionalizado como imperativo cate-
górico principal con una serie de elementos que sumados todos deman-
dan del Estado conve rtirse en primera prioridad de las políticas públicas:
a) universal y público; b) obligatorio; c) la universalización abarca todos
los campos según preceptúa el enunciado del derecho y desarrolla el siste-
ma: “enfermedad, maternidad, paternidad, riesgos de trabajo, cesantía,
desempleo, ve j ez, inva l i d ez, discapacidad, muerte”; d) estructura de obli-
gaciones que implica a empleador, empleado y Estado; e) sometido a cláu-
sula que prohíbe la privatización del sistema; d) ruptura de la lógica de
caja única por la que la existencia del sistema no dependerá de su pro p i a
contabilidad interna sino directamente de los presupuestos generales del
Estado. Constitucionalización reglamentaria necesaria ante la laxitud de
cionarían bajo autorización. La financiación del Estado supondrá que los centros renuncien a cual-
quier ánimo de lucro. En la educación superior los centros privados no podrán convertirse en
reductos de exclusividad sino que deberán tener una política de becas inclusiva.
33 Artículo 32, que subsume la interrelación bajo el término “buen vivir”.
34 Artículos 358-366. Resulta destacable el apunte reglamentista respecto a la omisión de socorro que
es constitucionalizada en el artículo 365 ante los numerosos casos que se producen y ante la acti-
tud “omisiva de la omisión” por parte de la administración pública y la judicatura.
59
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35 El sistema incluye todos los supuestos posibles tales como autónomos, actividades agrarias de auto-
sustento y trabajo doméstico no remunerado. El sistema se regula en los artículos. 367-374 y el
derecho en el artículo 34.
36 Derecho de hábitat y vivienda (artçiculos 30-31); sistema de habitat y vivienda(artículos 375-376).
37 El artículo 376 “prohíbe la obtención de beneficios a partir de prácticas especulativas sobre el uso
del suelo, en particular por el cambio de uso, de rústico a urbano o de público a privado”.
Regulación inédita no solo en todo el constitucionalismo sino en la casi práctica totalidad de regu-
laciones administrativas.
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CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
38 Artículo 375.6. En semejante sentido podría argumentarse la habilitación de acceso público (per-
pendicular) obligatorio a playas, riberas o lagos (375.8). ¿Una Constitución detallando pormeno-
res que deberían pertenecer al derecho administrativo secundario? Sí, por la factura hegemonista
que la propiedad privada ha tenido -y sigue teniendo- en todos los recovecos de los actuales mode-
los de Estado.
39 Derecho a la cultura y ciencia (artículos. 21-25).
40 Sistema de cultura (artículos 377-380). Resulta poco sistemática la separación de la cultura física
y el ocio en otra sección (Sección Sexta).
41 Artículos 385-388.
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CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
3. 2. Sistema ecológico
44 Artículo 13 en la que la factura comunitaria del eje productivo primario es reforzado cuando se
apela a la correspondencia de la producción con “identidades y tradiciones”.
45 Soberanía sobre la biodiversidad, en particular la biodiversidad agrícola y silvestre y el patrimonio
genético del país (Art. 400).
46 “Se declara al Ecuador país libre de cultivos y semillas transgénicas (Art. 401).
47 Artículo 410.
48 Artículo 12.
49 A través del artículo 412.
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CONSTITUCIONALIZACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL DE DERECHOS SOCIALES
artículo (Art. 415) y, sin embargo, utiliza el resto en abundar respecto a lo ya dicho con anteriori-
dad.
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El derecho propio:
¡destapando la Caja de Pandora!
67
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Sumario
I. Introducción
1 El entendimiento de la Constitución como pacto social, acuerdo político, hizo que se desconocie-
ra por mucho tiempo su carácter normativo, el que estaba adjudicado a la ley entendida como la
norma secundaria. Esto hizo de la ley secundaria la norma acatada y de la Constitución la norma
ignorada.
2 Cárcova, Carlos María, “Política de Derecho en tiempos de reconvención”, Crítica Jurídica No.
15, México, UNAM, 1995.
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EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
69
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6 Recordemos brevemente que la política estatal hacia pueblos indígenas fue heredera del tutelaje
colonial que exigía la transculturalización del indígena hacia la cultura colonial, como medio para
alcanzar un estatus o “privilegia”. Conformado el Estado, el tutelaje fue ejercido, por delegación
estatal, por la Iglesia. El integracionismo, el culturalismo étnico, el campesinismo fueron las polí-
70
EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
ticas ensayadas por el poder central para construir la cultura nacional y el estado unitario.
7 Con el término multiculturalismo se expresa la convivencia de culturas diversas en un mismo espa-
cio geo-político. Charles Taylor (Taylor, Charles, El Mu l t i c u l t u ralismo y “La política del
Reconocimiento”, México, Fondo de Cultura Económica. Traducción de Mónica Utrilla de Neira.),
uno de los precursores del término, se ampara en las controversias políticas sobre el nacionalismo,
el feminismo y el multiculturalismo que ocurren en varios puntos del planeta para plantear que
dentro de las democracias liberales, el desplome de las jerarquías sociales estables vuelve común la
exigencia de reconocimiento público de las diversidades, junto con la idea de dignidad de todos
los individuos.
8 Botero, Catalina, “Jurisprudencia constitucional y derecho indígena en América Latina”, en
Fernando Flores Jiménez, coord., Constitución y Pluralismo Jurídico. Fortalecimiento de la Justicia
Constitucional en el Ecuador, Corporación Editora Nacional, 2002.
9 Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) referente a los Derechos de los
Pueblos Indígenas y Tribales.
10 Creación de espacios institucionales de representación propias de comunidades étnicas y la imple-
mentación de políticas de inversión clientelar, poco o nada redistributiva, desde dichos espacios.
11 Botero, al hacer referencia a la eficacia jurídica de las acciones de protección de los derechos colec-
tivos, habla de aquella alcanzada mediante el ejercicio de la tutela colombiana que, aplicada de
71
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manera edificante por parte de la Corte Constitucional de ese país, logra una protección real, no
simbólica, de los derechos de los pueblos indígenas.
12 García Canclini (2004) sostiene que lo intercultural alude a un espacio de confrontación y entre-
lazamiento que no solo supone la aceptación del heterogéneo sino que los diferentes son lo que
son en relaciones de negociación, conflicto y préstamos recíprocos. García Canclini, Néstor.
Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad. GEDISA Editorial. Barcelona,
España, 2004.
72
EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
13 Kelsen, Hans, Teoría General del Derecho y del Estado, Buenos Aires, Eudeba, 1982. Kelsen termi-
nó reconociendo, casi al final de su vida, que su teoría de la norma básica (“grundnorm”), fundan-
te de la validez última de todo sistema jurídico, es una “ficción”. Recurrió para ello a la filosofía
del “como si” de Hans Vaihinger y lo expresó del siguiente modo: “Según Vaihinger una ficción es
un recurso del que se vale el pensamiento cuando no logra alcanzar su objetivo con el material
dado. El objetivo del pensamiento en el caso de la norma básica es: fundamentar la validez de nor-
mas que configuran un orden moral o legal positivo, o sea, interpretar el sentido subjetivo de los
actos que establecen estas normas como su sentido objetivo; pero esto significa: interpretarlas
como válidas y a los actos como normativos. Esta meta se alcanza únicamente por medio de una
ficción”.
14 Ibíd. Sostenía también Kelsen que “si el orden jurídico fuese realmente la expresión de los intere-
ses de todos, es decir, si estuviese en completa armonía con los deseos de todos los individuos
sometidos a él, entonces podría contar con la obediencia voluntaria de todos sus súbditos; no nece-
sitaría tener carácter coercitivo; y, siendo enteramente “justo”, tampoco necesitaría ostentar el
carácter de derecho”.
73
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EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
15 La Teoría de la Justicia de John Rawls (1971), apoyado en las teorías del contrato social y en el
constructivismo kantiano, promueve la idea de elevar al máximo el bien mediante un estricto e
imparcial ejercicio de la justicia, como parte de una cooperación social. Bajo esta perspectiva, solo
es viable el contrato social cuando actúan agentes racionales tomando decisiones racionales. Señala
que la inevitable vaguedad de las leyes, en general, y el amplio ámbito concedido a su interpreta-
ción, favorecen la arbitrariedad al tomar decisiones que solo la lealtad a la justicia puede mitigar.
16 Habermas, Jürgen, Apel, 1985.
17 Garzón Valdés, Ernesto. El consenso democrático: fundamento y límites del papel de las minorías.
Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2005.
75
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18 Hoffe, Otfried, Derecho Intercultural, Traducción de Rafael Sevilla, Barcelona-España, Ed. Gedisa,
2002.
19 Ibíd.
76
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20 Bueno de Carvalho, Amilton. Dereito alternativo em movimiento. Río de Janeiro, Ed. LUAM,
1997. Cárcova, Carlos María, “Política de Derecho en tiempos de reconvención”, Crítica Jurídica
No. 15, México, UNAM, 1995.
21 Santos, Boaventura de Sousa, Estado, derecho y luchas sociales, Bogotá-Colombia, ILSA, 1991.
22 Ibíd.
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23 Ibíd.
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EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
auténtico derecho, lo que pasa por una comprobación objetiva;28 sin embar-
go, pasa también porque el derecho objetivo modifique su estructura
monista para dar paso a un derecho objetivo plural de tipo igualitario.29
En el Ecuador, las indagaciones realizadas a partir de las reformas cons-
titucionales del 98 arrojaron que los sistemas normativos vigentes en algu-
nas comunidades indígenas, por estar basadas en relaciones parentales,
familiares y de alianzas pluriétnicas, generan escasas relaciones multidirec-
cionales (contractuales, políticas, económicas, de agravio, etc), imprimien-
do una característica, de partida, en la dinámica del control social y en el
tratamiento de conflictos internos. Estas particularidades les aleja de los ser-
vicios legales gubernamentales sea por razones prácticas como las distancias,
costos, idioma, desconocimiento de procedimientos; o por razones ideoló-
gicas como la participación de los actores en el proceso de tratamiento del
problema y búsqueda de soluciones, delegación del tratamiento del caso al
juez y a los abogados, incredulidad en la eficacia del sistema judicial oficial,
entre otros.30
Los sistemas indígenas en el Ecuador actúan basados en una autoafir-
mación de que la vida familiar y comunitaria provoca armonía la misma
que se rompe por la incursión del “otro”, el foráneo, de ahí que tienden a
actúan de manera endógena. Como la armonía no implica ausencia de con-
flicto, cuando surge un “problema” éste es perfectamente manejable y solu-
cionable a través de los estamentos comunitarios. El objetivo del tratamien-
to de un problema o conflicto es buscar la “mejor solución” que logre resti-
tuir el buen nombre, el prestigio, el respeto y la reintegración social de
quien rompe la armonía. Entre los mecanismos para encontrar la mejor
solución está el diálogo entre las partes, la negociación, la indagación, pro-
cesos en las que participan un amplio número de actores. La mejor solución
busca liberar al responsable de aquellos elementos que le condujeron a
28 Op.cit., p. 63.
29 Hockeman, André J., “Hacia un pluralismo jurídico formal de tipo igualitario”, en Pluralismo
Jurídico y Alternatividad Judicial, Bogotá-Colombia, 2002. Revista El Otro Derecho No. 26-27,
ILSA.
30 Chávez Gina, García Fernando. El derecho a ser: diversidad, identidad y cambio. Etnográfica jurídi-
ca indígena y afroecuatoriana. Quito-Ecuador, 2004. Colección ATRIO, FLACSO Sede Ecuador,
pp. 162-169.
81
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EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
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35 Ardila Amaya, Edgar, “Pluralismo jurídico: Apuntes para el Debate”, en Pluralismo Jurídico y
Alternatividad Judicial. Bogotá-Colombia. Revista El Otro Derecho No. 26-27, ILSA, p. 53.
36 Hockema, André, op.cit.
84
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37 Ibíd., p. 71.
38 Ibíd. p. 72.
85
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VI. Bibliografía
86
EL DERECHO PROPIO: ¡ D E S TA PA N D O LA CAJA DE PA N D O R A !
87
Las garantías: herramientas imprescindibles para el
cumplimiento de los derechos.
Avances conceptuales en la Constitución del 2008
Sumario
I. Introducción
89
R A M I R O Á V I L A S A N TA M A R Í A
1 Ver doctrina sobre garantías y su relación con el Estado y la teoría del derecho: Antonio Manuel
Peña Freire, La garantía en el Estado constitucional de derecho, Madrid, Trotta, 1997; Gerardo
Pisarello, Los derechos sociales y sus garantías, elementos para una reconstrucción, Madrid, Trotta,
2007; Carolina Silva Portero, “Las garantías de los derechos ¿invención o reconstrucción?”, en
Ramiro Avila Santamaría, Neoconstitucionalismo y sociedad, Quito, Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, 2008, pp. 51-84.
2 Hans Kelsen, La teoría pura del Derecho, Buenos Aires, Eudeba, 4. ed., 2003.
3 La teoría de Kelsen corresponde a presupuestos de la lógica simbólica. Si p entonces q; no q; por
tanto, no p. “p” es la condición del derecho, “q” es la obligación. Si no hay obligación, luego no
hay derecho.
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4 Juan J.Paz y Miño Cepeda y Diego Pazmiño, “El proceso constituyente desde una perspectiva his-
tórica”, en Análisis Nueva Constitución, revista La Tendencia, Quito, ILDIS, 2008, p. 36.
5 Ver Bobbio Norberto, “La era de los derechos”, en El tercero ausente, Ediciones Cátedra, 1997, pp.
154-173.
6 Ver Héctor Faúndez Ledesma, El Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos.
Aspectos institucionales y procesales, IIDH, 3 edición, Costa Rica, 2004, pp. 303-316.
7 Luigi Ferrajoli, “Derechos fundamentales y garantía “, en Los fundamentos de los derechos funda-
mentales, Madrid-España, Editorial Trotta, 2001, p. 36.
91
R A M I R O Á V I L A S A N TA M A R Í A
II. La garantía
8 Perfecto Andrés Ibañez, “Garantismo: una teoría crítica de la jurisdicción”, en Miguel Carbonell
y Pedro Salazar, Garantismo, estudios sobre el pensamiento jurídico de Luigi Ferajoli, Madrid, Trotta,
2005, p. 60.
9 Constitución de 1998, artículos 93 al 95.
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más alto deber del Estado10, esta norma no se operativiza como garantía
sino a través de lo judicial. En este sentido, la concepción de la garantía
es re s t r i c t i va .
En cambio, la Constitución del 2008 le da al tema una relevancia fun-
damental y lo concibe de manera integral. La garantía corresponde a un
título independiente de los derechos y no se restringe a lo judicial. Existen
dos clasificaciones de las garantías. La una en función de los poderes del
Estado y la otra en relación a los derechos y al rol de la justicia constitucio-
nal. En relación a la primera, las garantías son de tres tipos: normativas,
políticas públicas y jurisdiccionales. Por las garantías normativas (Art. 84),
cualquier autoridad del Estado que tenga facultades para normar, como el
parlamento al dictar leyes, el presidente al dictar reglamentos, los concejos
municipales al dictar ordenanzas o los ministros al emitir una resolución,
están obligados a adecuar esa norma a la Constitución y a desarrollar, en lo
que se pueda y corresponda, los derechos; por las garantías políticas (Art.
85), cualquier autoridad que realice algún plan, programa o proyecto, de
igual modo, debe adaptar sus decisiones hacia la realización de los derechos;
finalmente, por las garantías jurisdiccionales (Art. 86-94), los jueces contro-
lan que los actos públicos no violen derechos. No existe, en otras palabras,
poder del Estado que no sea garante de los derechos reconocidos en la
Constitución, y tampoco existe derecho alguno que no pueda ser exigido.
De esta forma, el enunciado de que el máximo deber del Estado es proteger
los derechos (Art. 11.9) cobra sentido.
Las garantías jurisdiccionales, a su vez, se clasifican en aquellas que pro-
tegen todos los derechos, que se denominan “de protección”, las que prote-
gen el derecho a la libertad (privación arbitraria de libertad), integridad físi-
ca (tortura) y vida (desaparición forzada), que se denomina “hábeas cor-
pus”, las que protegen el acceso a la información pública, las que protegen
la intimidad, las que protegen la eficacia del sistema jurídico, que se llaman
“acción de cumplimiento” y, finalmente, aquellas que protegen los derechos
humanos en el ámbito judicial ordinario, que se denomina “acción extraor-
dinaria de protección”. Además, tenemos las medidas cautelares, que equi-
valdrían al amparo de 1998.
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R A M I R O Á V I L A S A N TA M A R Í A
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14 Convención Americana de Derechos Humanos, Art. 44: “Cualquier persona o grupo de personas,
o entidad no gubernamental legalmente reconocida en uno o más Estados Miembros de la
Organización, puede presentar a la Comisión peticiones que contengan denuncias o quejas de vio-
lación de esta Convención por un Estado Parte”.
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2.6. El obligado
16 Sobre la responsabilidad horizontal en derechos humanos de las personas particulares ver Thomas
Pogge, “Los derechos humanos” y “Cosmopolitismo institucional fundamentado en derechos
humanos”, en La pobreza en el mundo y los derechos humanos, Barcelona, Paidós, 2005, pp. 65-73;
pp. 216-226; Robert Alexy, “Efecto en terceros o efecto horizontal”, en Teoría de los derechos fun-
damentales, España, Centro de Estudios constitucionales, 1997, pp. 506-524.
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R A M I R O Á V I L A S A N TA M A R Í A
n i s t r a t i voy fiscal. Todas las garantías judiciales establecen que tienen ape-
lación ante el Tribunal Constitucional. Dos críticas a este modelo. El
alcalde o la alcaldesa son autoridades que ejercen un cargo administrati-
vo-político de elección popular, que no goza de la garantía de indepen-
dencia e imparcialidad, responden a un programa de gobierno local y a un
movimiento o partido político. En la práctica, la ejecución de la garantía
es eficaz si la persona accionante es afín al alcalde o alcaldesa. La otra crí-
tica tiene que ver con la segunda instancia. El Tribunal Constitucional ha
estado condenado a re c i b i r, indiscriminadamente, provenientes de todo el
país, las apelaciones a las acciones constitucionales de protección de dere-
chos. Por esta razón, el Tribunal no ha podido re s o l ver oportunamente y,
además, no pudo priorizar por importancia los casos que recibía. Las re s o-
luciones del Tribunal Constitucional han estado condenadas a ser mal
argumentadas y bre ve s .
La Constitución del 2008, en cambio, determina que toda acción cons-
titucional debe ser conocida por un juez con competencia constitucional.
Se suprime, por tanto, la competencia municipal para conocer el hábeas
corpus. En la Asamblea hubo un intenso debate sobre la necesidad de con-
tar con jueces especializados en primera y en segunda instancia. Al final
triunfó la posición de dejar la primera y segunda instancia para el conoci-
miento de los jueces ordinarios. Algunas razones: la justicia especializada
significa una erogación significativa en el presupuesto de la función judicial;
si de lo que se trata es que todos los jueces puedan ejercer control constitu-
cional en los casos que conocen, lo más práctico es que ellos, efectivamen-
te, apliquen, en las acciones de protección de derechos, criterios y perspec-
tivas constitucionalistas; no tiene sentido que exista una desproporción
entre jueces que resuelven asuntos relacionados con la propiedad y la auto-
nomía de la voluntad y jueces que resuelven los otros derechos humanos
que son muchos más y de más personas; existe una capacidad instalada que
puede funcionar en cualquier momento, aunque, hay que reconocer, que
los jueces deben ser debidamente capacitados para aplicar adecuadamente
la Constitución. En último término, todos los jueces, sin excepción, son
garantes de que la Constitución sea aplicada.
La segunda instancia es resuelta por las cortes provinciales de justicia.
En esta instancia, que es mediadora entre la Corte Constitucional y los jue-
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17 José Luis Serrano, Validez y vigencia, la aportación garantista a la teoría de la norma jurídica,
Madrid, Trotta, 1999, p. 99.
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2.9. El resultado
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pio que guía la reparación integral es que hay que procurar la “restitutio in
integris”: volver a las personas o pueblos al momento anterior de la viola-
ción de los derechos. Esto casi nunca es posible, pero ese es el parámetro
con pretensión de objetividad19.
La reparación, al contrario de la indemnización en lo civil, que es exclu-
sivamente patrimonial, puede ser material e inmaterial. Material es lo que
se puede cuantificar en dinero y que puede demostrarse a través de eviden-
cias. Lo inmaterial es aquello que no puede ser evaluado monetariamente,
como el trauma sicológico, la necesidad de una disculpa, la restitución en
un cargo público. En este aspecto, que debe contar con la opinión de la víc-
tima, la creatividad también es un imperativo; hay veces que la sola senten-
cia puede ser una reparación adecuada y otras, en las que la reparación es
tan compleja que requiere ser satisfecha en el tiempo, como la prevención
de la tortura que requiere capacitación. Al especificar que las obligaciones
que emanan de una violación de derechos pueden ser negativas y positivas,
la Constitución rompe con la doctrina del “juez negativo”. El juez no debe
limitarse a suspender actos o normas, que sería una típica acción negativa,
sino que debe ordenar hacer, como construir, corregir, pagar, disculpar, for-
mar y más. Las circunstancias a las que hace referencia la norma constitu-
cional se refiere a que el juez o jueza deben considerar el contexto para las
reparaciones; si a una persona, por ejemplo, se le afectó en una provincia no
tiene sentido que las disculpas públicas se las haga en un medio de comu-
nicación que no circula en ese lugar.
2.10. El cumplimiento
19 La Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir del caso Loayza Tamayo contra Perú, en
la sentencia de Reparaciones de 27 de noviembre de 1998, ha desarrollado, como parámetro de
reparación, la idea de “proyecto de vida”. Ver también Héctor Faúndez Ledesma, op. cit., pp. 799
en adelante.
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responde para evitar que suceda o se detenga el acto que provoca la viola-
ción de derechos. El proceso cautelar, al igual que en el diseño ecuatoriano,
no significa prejuzgar sobre el asunto de fondo.
III. Conclusión
23 Ver Mauricio García Villegas y César Rodríguez, “La acción de tutela”, en Boaventura de Sousa
Santos y Mauricio García, El caleidoscopio de las justicias en Colombia, Tomo I, Bogotá, 1ra reim-
presión, 2004, pp. 423-454.
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juezas siempre han sido vistos como lejanos y percibidos como un actor des-
confiable. Los jueces y juezas tienen ahora la oportunidad, al aplicar los
derechos que están en la Constitución, de servir por fin al pueblo, al más
vulnerable, al que enfrenta los abusos de autoridad y poder y no a los abo-
gados más prestigiosos, influyentes o que pueden pagar.
La Constitución del 2008 exige jueces y juezas comprometidos, con
considerables dosis de imaginación jurídica y hasta cierta inventiva judi-
cial24 y activistas. Comprometidos no con la ley, sino con los derechos. Las
garantías permiten que los funcionarios de Estado, particularmente los jue-
ces y juezas, puedan alterar la realidad de exclusión, discriminación y sufri-
miento.
24 Marina Gascón Avellan, “La teoría general del garantismo”, en Miguel Carbonell y Pedro Salazar,
Garantismo, estudios sobre el pensamiento jurídico de Luigi Ferajoli, Madrid, Trotta, 2005, p. 29.
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Valoración jurídico-política
de la Constitución del 2008
Sumario
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2
Funciones del Estado
Participación, Función Electoral y
Función de Control y Transparencia Social
Sumario
I. Introducción
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2 Art. 85: “(...). En la formulación, ejecución, evaluación y control de las políticas públicas y servi-
cios públicos se garantizará la participación de las personas, comunidades, pueblos y nacionalida-
des”.
3 Art. 170: “Para el ingreso a la Función Judicial se observarán los criterios de igualdad, equidad,
probidad, oposición, méritos, publicidad, impugnación y participación ciudadana. (...)”.
4 Art. 100: “En todos los niveles de gobierno se conformarán instancias de participación integradas
por autoridades electas, representantes del régimen dependiente y representantes de la sociedad del
ámbito territorial de cada nivel de gobierno, que funcionarán regidas por principios democráticos.
La participación en estas instancias se ejerce para: 1. Elaborar planes y políticas nacionales, locales
y sectoriales entre los gobiernos y la ciudadanía; 2. Mejorar la calidad de la inversión pública y defi-
nir agendas de desarrollo; 3. Elaborar presupuestos participativos de los gobiernos; 4. Fortalecer la
democracia con mecanismos permanentes de transparencia, rendición de cuentas y control social;
y, 5. Promover la formación ciudadana e impulsar procesos de comunicación; Para el ejercicio de
esta participación se organizarán audiencias públicas, veedurías, asambleas, cabildos populares,
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AL B E R T N O G U E R A F E R N Á N D E Z
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11 El artículo 61.1 establece: “Todos los ecuatorianos y ecuatorianas gozan del derecho a elegir y ser
elegidos”.
12 J.F. Bulté. “Democracia y República. Vacuidades y falsedades”. En Revista Temas. No. 36. Enero-
Marzo. La Habana. 2004. p. 98.
13 En su obra el “Espíritu de las Leyes”, Montesquieu, enemigo acérrimo de la república romana, cri-
ticó en todo momento la soberanía popular y vio en el ascenso de la clase plebeya al poder en
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AL B E R T N O G U E R A F E R N Á N D E Z
Roma, por medio de las magistraturas republicanas, hasta el Tribunado, la explicación del supues-
to desorden anárquico que caracterizó, siempre según Montesquieu, a la República romana. En el
mismo sentido que Montesquieu, Jean Bodin había señalado años antes: “¿Cómo puede un pue-
blo, es decir, un animal de muchas cabezas, sin entendimiento ni razón, aconsejar nada bueno?
Pedir consejo al pueblo, como se hacía antiguamente en las repúblicas populares, significa tanto
como pedir cordura al loco” (J. Bodin, citado por L.A. Demirdjian y S.T. González. “La República
entre lo antiguo y lo moderno”. En “La Filosofía Política Moderna. De Hobbes a Marx”. comp.:
Atilio Borón. CLACSO, Buenos Aires, 2003. p. 342). Años más tarde, y siguiendo también esta
concepción, James Madison, uno de los padres fundadores del nuevo país y presidente de Estados
Unidos entre l809 y l817 escribió al finalizar la revolución norteamericana: “las democracias siem-
pre han ofrecido el espectáculo de la turbulencia y de la discordia, se han mostrado siempre ene-
migas de cualquier forma de garantía en favor de las personas o de las cosas” (J. Madison. “El
Federalista”, traducción italiana de B.M. Tedeschini Lalli. Pisa 1955. Citado por G. Lobrano.
“Modelo romano y constitucionalismo modernos”. Universidad Externado de Colombia, 1990. p.
49), Howard Zinn en “La otra historia de los Estados Unidos (Desde 1492 hasta hoy)”, dice sobre
esto: “Alexander Hamilton, ayudante de campo de Washington durante la guerra, era uno de los
más influyentes y astutos líderes de la nueva aristocracia. Expresó así su filosofía política: “Todas
las comunidades se dividen entre los pocos y los muchos. Los primeros son los ricos y bien naci-
dos, los demás la masa del pueblo....La gente es alborotadora y cambiante; rara vez juzgan o deter-
minan el bien. Hay que dar a la primera clase, pues, una participación importante y permanente
en el gobierno....Sólo un cuerpo permanente puede controlar la imprudencia de la democracia”.
(H. Zinn. “La otra historia de los Estados Unidos (Desde 1492 hasta hoy)”. Siete Cuentos
Editorial. New York 2001).
14 Rousseau, al hacer la crítica al modelo constitucional británico incorpora a la iuspublicística con-
temporánea la más consecuente crítica a la representación, devela su esencia antidemocrática y
pone de relieve sus sillares teóricos, todos antipopulares. Rousseau ponía al pueblo inglés como
ejemplo de la pérdida de la honra humana por medio de su absurdo gobierno, y decía que el inglés
se cree libre, pero en realidad sólo lo es durante la elección de los miembros del parlamento, y des-
pués de ésta se convierte en esclavo.
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17 Art. 87.3 Constitución española de 1978: “Una ley orgánica regulará las formas de ejercicio y
requisitos de la iniciativa popular para la presentación de proposiciones de Ley. En todo caso se
exigirán no menos de 500.000 firmas acreditadas. No procederá dicha iniciativa en materias pro-
pias de Ley orgánica, tributarias o de carácter internacional, ni en lo relativo a la prerrogativa de
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gracia”. Además, la Ley Orgánica 3/1984, de 26 de marzo, sobre la Iniciativa Popular (LORIP),
añade otras materias resultantes de la reserva constitucional a favor del Gobierno de la iniciativa
legislativa: la iniciativa popular no podrá versar sobre proyectos de planificación económica (reser-
vados al gobierno por el Art. 131 de la Constitución) ni sobre los presupuestos generales del
Estado (encomendados a la iniciativa gubernamental por el Art. 134.1 de la Constitución).
18 Este artículo 135 es una copia literal del artículo 147 de la Constitución de 1998.
19 En España la iniciativa legislativa popular puede ser no aceptada por la cámara legislativa si se
encuentra en tramitación un proyecto o una proposición de ley sobre el mismo objeto, si es repro-
ducción de otra iniciativa popular de contenido análogo presentada durante la misma legislatura,
si el texto de la proposición verse sobre materias manifiestamente distintas y carentes de homoge-
neidad entre sí, o si existe previamente una proposición no de ley aprobada por una cámara que
verse sobre la misma materia (Art. 5 LORIP).
141
AL B E R T N O G U E R A F E R N Á N D E Z
ciudadana “sobre cualquier asunto”20 (Art. 104). Este artículo fija como lími-
te, la prohibición de los gobiernos autónomos descentralizados o la ciudada-
nía de solicitar la convocatoria de consultas populares referidas a asuntos re l a-
tivos a tributos o a la organización político administrativa del país.
En materia de organización territorial del Estado, en el caso de que dife-
rentes gobiernos provinciales quieran conformar una región autónoma,
deberán elaborar un proyecto de ley de regionalización que propondrá la
conformación territorial de la nueva región, así como un proyecto de esta-
tuto de autonomía regional. Una vez aprobado por la Asamblea Nacional
este proyecto de ley orgánica se convocará a consulta popular en las provin-
cias que formarían la región, para que se pronuncien sobre el estatuto regio-
nal21 (Art. 245). Asimismo, las parroquias, cantones o provincias conforma-
dos mayoritariamente por comunidades, pueblos o nacionalidades indíge-
nas, afroecuatorianos, montubios o ancestrales podrán convocar a consulta
popular para adoptar, bajo la forma de circunscripción territorial indígena
o afroecuatoriana, un régimen de administración especial (Art. 257).
En todos los casos señalados, para proceder a la convocatoria de la con-
sulta se requerirá de control constitucional previo de la misma por parte de
la Corte Constitucional (Art. 438.2).
En cuanto al referéndum, el artículo 420 dice que por solicitud ciuda-
dana o del Presidente de la República, se podrá exigir la realización de un
referéndum para la ratificación de un tratado internacional. Y, los artículos
441 y 442 al hacer referencia al procedimiento de reforma constitucional
también hablan, como trataré más adelante, de referéndum. Sin embargo, a
diferencia de Constituciones como, por ejemplo, la cubana, el proyecto
constitucional boliviano o la propia Constitución española donde la dife-
20 En ultimo caso, cuando la consulta sea de carácter nacional, el petitorio deberá contar con el res-
paldo de un número no inferior al 5% de personas inscritas en el registro electoral, cuando sea de
carácter local el respaldo será de un número no inferior al 10% del padrón correspondiente.
Cuando la consulta sea solicitada por ecuatorianos en el exterior, para asuntos de su interés y rela-
cionados con el Estado ecuatoriano, requerirá el respaldo de un número no inferior al 5% de los
personas inscritas en el registro de la circunscripción especial (Art. 104).
21 Si la consulta fuera aprobada por la mayoría absoluta de los votos válidamente emitidos en cada
provincia, entrará en vigencia la ley y su estatuto, y se convocará a elecciones regionales en los
siguientes cuarenta y cinco días para nombrar a las autoridades y representantes correspondientes
(Art. 245).
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competencia exclusiva para autorizar la convocatoria de consultas populares por vía de referén-
dum”, por tanto se tiene claro que las decisiones de los ciudadanos sobre un tema concreto por vía
de las urnas es un referéndum, la consulta hace referencia a otros procedimientos como encuestas,
audiencias públicas, foros de participación, etc., el artículo 122 del nuevo Estatuto de Autonomía
de Cataluña, dice: “Corresponde a la Generalitat la competencia exclusiva para el establecimiento del
régimen jurídico, las modalidades, el procedimiento y la convocatoria por la misma Generalitat o por
los entes locales, en el ámbito de sus competencias, de encuestas, audiencias públicas, foros de participa-
ción y cualquier otro instrumento de consulta popular, salvo el que dispone el artículo 149.1.32 de la
Constitución”.
23 Art. 106: “El Consejo Nacional Electoral, una vez que conozca la decisión de la Presidenta o
Presidente de la República o de los gobiernos autónomos descentralizados, o acepte la solicitud
presentada por la ciudadanía, convocará en el plazo de quince días a referéndum, consulta popu-
lar o revocatoria del mandato, que deberá efectuarse en los siguientes sesenta días.
Para la aprobación de un asunto propuesto a referéndum, consulta popular o revocatoria del man-
dato, se requerirá la mayoría absoluta de los votos válidos, salvo la revocatoria de la Presidenta o
Presidente de la República en cuyo caso se requerirá la mayoría absoluta de los sufragantes.
El pronunciamiento popular será de obligatorio e inmediato cumplimiento. En el caso de revoca-
toria del mandato la autoridad cuestionada será cesada de su cargo y será reemplazada por quien
corresponda de acuerdo con la Constitución”.
24 Concretamente: integración monetaria, alteración de límites territoriales, integración económica
estructural y cesión de competencias constitucionales a organismos internacionales o supranacio-
nales.
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27 El proyecto constitucional boliviano de 2007, en su artículo 411, dice: “(...) la reforma parcial
podrá iniciarse por iniciativa popular, con la firma de al menos el 20% del electorado, o por la
Asamblea Legislativa Plurinacional, mediante Ley de reforma constitucional aprobada por mayo-
ría absoluta. Cualquier reforma parcial necesitará referendo constitucional aprobatorio”. En la
misma dirección va la Constitución venezolana de 1999 (Art. 242-346).
28 En muchas Constituciones europeas, amparándose en los mitos de la “representación=democracia”
y “legalidad=legitimidad”, la competencia para modificar la Constitución recae en el parlamento
sin intervención del pueblo. Son ejemplos de ello: la Constitución portuguesa de 1976 que esta-
blece que la reforma constitucional debe ser aprobada por los dos tercios de los diputados en el
cargo, no antes de que hayan transcurrido cinco años de la reforma precedente. Si no han trans-
currido cinco años se necesita una mayoría de cuatro quintos (Arts. 284 y 286); o la Ley
Fundamental Alemana que puede ser modificada por una ley que cuente con la aprobación de con
dos terceras partes de los miembros del Bundestag y con dos tercios de los votos del Bundesrat
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(Art. 69). En otros casos, como la Constitución española de 1978, con excepción de los casos de
reforma total y de reforma de ciertas partes delicadas (entre ellas la relativa a los derechos de liber-
tad) donde el procedimiento a seguir es más complejo, en el resto de casos, los proyectos de refor-
ma son adoptados por las dos cámaras por una mayoría de tres quintos, y posteriormente sólo
serán puestos a ratificación popular siempre que un décimo de los miembros de una de las dos
cámaras así lo requiera, pero si estos no lo requieren, no (Art. 167).
29 Tanto la Constitución venezolana de 1999 como el proyecto boliviano de 2007, reconocen en sus
artículos 19 y 13.1 respectivamente, el principio de progresividad de los derechos, del cual se deri-
va la prohibición de regresividad de los mismos. Además, estas Constituciones otorgan rango cons-
titucional a los tratados internacionales de derechos humanos (Art. 23 Constitución venezolana y
Art. 257.I del proyecto boliviano), entre los que se encuentran algunos como el Protocolo de San
Salvador que en su artículo 4 prohíbe la regresividad en materia de derechos.
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AL B E R T N O G U E R A F E R N Á N D E Z
30 En marzo de 1994, tuvieron lugar las segundas elecciones presidenciales desde el retorno de la
democracia en Brasil, imponiéndose el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña
(PSDB), Fernando Henrique Cardoso, frente a su oponente Luís Inásio Lula da Silva, del Partido
de los Trabajadores (PT). Durante su mandato, Cardoso, que en 1997 presentó un proyecto de
Enmienda Constitucional, aprobada por las dos cámaras (EC No. 16 de 4 de junio de 1997), para
permitir su reelección como Presidente, llevó a cabo una transformación económica neoliberal del
país sustentada sobre tres pilares estructurales complementarios. Dos los llevó a cabo a través de
enmiendas constitucionales, y la tercera a través de legislación infraconstitucional.
La primera transformación sustantiva de orden económico fue la “extinción de determinadas res-
tricciones al capital extranjero”. La Enmienda Constitucional No. 6, de 15 de agosto de 1995,
suprimió el artículo 171 de la Constitución, que protegía la empresa nacional frente a la extranje-
ra. Asimismo, la misma enmienda modificó la redacción del artículo 176 para permitir que la
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donde poder hacerse estos estudios periciales; etc (Ver: L.R. Barroso. “Dez anos da Constituiçao
de 1988 (Foi bom para voce também?)”. En VV.AA. “O direito público en tempos de crise”.
Livreria do adrogado. Porto Alegre. 1999. pp. 199-203; D. Sarmiento. “Livres e iguais: Estudos de
direito constitucional”. Lumen Juris. Rio de Janiero. 2006. p. 24-30; y, Cámara dos diputados.
Comissao de Direitos Humanos. “O Brasil e o pacto Internacional de Direitos Económicos,
Sociais e Culturais”. Informe de la Sociedad Civil sobre el cumplimiento por Brasil del PIDESC”.
Brasilia. 2000).
31 Hans Kelsen, gran crítico de la tripartición de poderes, sentenció: “Pero desde el momento que las
constituciones modernas prohíben expresamente toda vinculación formal del diputado a las ins-
trucciones de sus electores, y hacen jurídicamente independientes las resoluciones del parlamento
de la voluntad del pueblo, pierde todo fundamento positivo la afirmación de que la voluntad del
parlamento es la voluntad del pueblo, y se convierte en una pura ficción (inconciliable con la rea-
lidad jurídica. (...) Es una exigencia democrática evidente que al pueblo debe corresponder no sólo
la legislación, sino también una ejecución lo más directa posible. Así, pues, la separación de pode-
res es contraria al principio democrático, que trata de unirlas todas en el pueblo” (H. Kelsen.
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“Teoría General del Estado”. Editorial Labor, S.A. Barcelona-Madrid-Buenos Aires, 1934. pp. 402
y 457).
32 Cuando hablo de “poder negativo” me refiero a una forma diversa de ejercicio (directo o indirec-
to) de la soberanía por parte del pueblo: poder de impedir, del todo o en parte, la creación y la
aplicación del derecho; poder que puede llegar a “negar” el ordenamiento jurídico (salvados sus
principios fundamentales) e impedir su dominio y aplicación. Se podría hablar de “revolución
constitucionalizada”. Las formas directas del poder negativo serían el derecho de resistencia y la
huelga política, por citar dos. Las formas indirectas están relacionadas con las facultades de oposi-
ción y veto de instituciones defensoras de la soberanía popular que tuvieran su origen histórico en
el Tribunado de la Plebe de la República Romana, y que en la actualidad pueden y deben tener
otras formas contemporáneas de expresión, entre ellas las del “Poder Ciudadano” o en el caso ecua-
toriano “Función o Poder de control y transparencia social” (Ver: P. Catalano. “”Un concepto olvi-
dado “Poder Negativo”. En “Costituzionalismo Latino I”. Istituto Universitario di Studi Europei-
Torino, Consiglio Nazionale delle Ricerche Progetto Italia-América Latina, 199l. p. 53).
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AL B E R T N O G U E R A F E R N Á N D E Z
La idea del Poder popular como control democrático y poder negativo del
pueblo sobre los gobernantes está presente en la nueva Cosntitución ecua-
toriana mediante la llamada “Función de Transparencia y Control Social”.
Esta función se conforma como una función independiente y autónoma a
nivel funcional, administrativo y financiero, respecto de los poderes del
Estado, que integra y desarrolla su actividad sobre la base del principio de
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control por parte del pueblo sobre la actividad de los órganos estatales, los
cargos públicos electos y los funcionarios (Art. 204)33.
El órgano principal de la Función de Transparencia y Control Social es
el “Consejo de Participación Ciudadana y Control Social”, instancia con-
formada por siete consejeros principales y siete suplentes, elegidos de entre
los postulantes propuestos por las organizaciones sociales y la ciudadanía
según concurso público de oposición y méritos, con veeduría y derecho de
impugnación ciudadana, organizado por el Consejo Nacional Electoral
(Art. 207). Sus principales funciones son: la lucha contra la corrupción;
establecer mecanismos de rendición de cuentas de las instituciones y enti-
dades del sector público, y coadyuvar procesos de veeduría ciudadana y con-
trol social; investigar denuncias sobre actos u omisiones que afecten a la par-
ticipación ciudadana o generen corrupción; emitir informes que determi-
nen la existencia de indicios de responsabilidad, formular las recomendacio-
nes necesarias e impulsar las acciones legales que correspondan; actuar
como parte procesal en las causas que se instauren como consecuencia de
sus investigaciones; solicitar a cualquier entidad o funcionario de las insti-
tuciones del Estado la información que considere necesaria para sus inves-
tigaciones o procesos; organizar el proceso y vigilar la transparencia en la
ejecución de los actos de las comisiones ciudadanas de selección de autori-
dades estatales; etc. (Art. 208).
Además, también corresponde al Consejo de Participación Ciudadana
y Control Social designar a aquellas autoridades encargadas de la defensa
de los derechos de la ciudadanía y a ejercer control sobre los órganos esta-
tales, cargos públicos y funcionarios, esto es: la primera autoridad de la
Procuradoría General del Estado y de las superintendencias (designados de
entre ternas presentadas por el Presidente de la República), de la Defensoría
del Pueblo, Defensoría Pública, Fiscalía General del Estado y Contraloría
33 Art. 204: “El pueblo es el mandante y primer fiscalizador del poder público, en ejercicio de su
derecho a la participación. La Función de Transparencia y Control Social promoverá e impulsará
el control de las entidades y organismos del sector público, y de las personas naturales o jurídicas
del sector privado que presten servicios o desarrollen actividades de interés público, para que los
realicen con responsabilidad, transparencia y equidad; fomentará e incentivará la participación ciu-
dadana; protegerá el ejercicio y cumplimiento de los derechos; y prevendrá y combatirá la corrup-
ción. (...)”.
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34 Las “Comisiones Ciudadanas de Selección” estarán integradas por por una delegada o delegado
por cada Función del Estado e igual número de representantes por las organizaciones sociales y la
ciudadanía, escogidos en sorteo público de entre quienes se postulen y cumplan con los requisitos
que determinen el Consejo y la ley (Art. 209).
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una combinación de elección por los jueces y por los órganos de las otras
funciones del Estado (básicamente el Legislativo y el Ejecutivo). Este meca-
nismo de selección tiene una doble problemática: 1. Por un lado, la elección
solo por los jueces que componen la administración de justicia puede con-
ducir a dar un sesgo ideológico determinado al órgano del poder si la
inmensa mayoría de jueces pertenecen a las mismas clases sociales y a la
misma corriente ideológica. Se facilita pues la des-democratización de la
dirección de la función judicial; y, 2. La elección por un procedimiento
mixto añade al mal descrito anteriormente, la dependencia de los partidos
políticos de los miembros del Consejo que son designados por los órganos
de otras funciones del Estado; Frente a estos mecanismos de elección, y con
el fin de democratizar la función judicial, el nuevo proyecto constitucional
articula una nueva forma de elección de los miembros del órgano de gobier-
no de la función judicial por parte de la ciudadanía mediante las citadas
“comisiones ciudadanas de selección”.
Sólo para el caso del Procurador General del Estado y de los superin-
tendentes, el Consejo los designará a partir de las ternas presentadas por el
Presidente de la República. En estos dos casos parece normal que las ternas
provengan del Ejecutivo, en tanto estas instancias no actúan como estrictos
representantes de la ciudadanía, las superintendencias dependen directa-
mente de los ministerios y el Procurador es el abogado del Estado cuya
representación la detenta el Ejecutivo, por tanto el Procurador es quien
coordina los intereses jurídicos y políticos del Ejecutivo.
La Función Electoral
35 Art. 219.1: “El Consejo Nacional Electoral tendrá, además de las funciones que determine la ley,
las siguientes: Organizar, dirigir, vigilar y garantizar, de manera transparente, los procesos electo-
rales, convocar a elecciones, realizar los cómputos electorales, proclamar los resultados, y posesio-
nar a los ganadores de las elecciones”.
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36 Art. 219.4: “El Consejo Nacional Electoral tendrá, además de las funciones que determine la ley,
las siguientes: (...) Garantizar la transparencia y legalidad de los procesos electorales internos de las
organizaciones políticas y las demás que señale la ley”.
37 Tanto el mandato del Presidente y Vicepresidente de la República (Art. 144) como de los dipu-
tados de la Asamblea Nacional (Art. 118) es de 4 años. Además, el Art. 144 establece: “El perio-
do de gobierno de la Presidenta o Presidente de la República se iniciará dentro de los diez días pos-
teriores a la instalación de la Asamblea Nacional, ante la cual prestará juramento. (...)”.
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V. Conclusiones
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La función legislativa en la nueva
Constitución de Ecuador
Sumario
I. Introducción
* Roberto Viciano Pastor, Doctor (Phd) en Derecho y Profesor Titular de Derecho Constitucional
de la Universidad de Valencia. Titular de la Cátedra Jean Monnet sobre instituciones políticas de
la Unión Europea de la citada universidad. [email protected]
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R O B E RT O V I C I A N O PA S T O R
1 Se trata del actual capítulo 4 (De la Comisión de Legislación y Codificación) del título VI (De la
Función Legislativa), que definía la función y elección de la Comisión; y la sección quinta (Del
trámite en la Comisión) del capítulo 5 (De las leyes) que regulaba los principios constitucionales
del procedimiento de trabajo de la citada Comisión.
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podrá ser ejercitada una sola vez durante el período legislativo y, por tanto,
presidencial y dentro de los tres primeros años del mismo.
Pero, sin duda, lo más interesante de esta novedosa regulación es que en
el supuesto de que se destituya al titular de la Presidencia de la República,
se disuelve la Asamblea Nacional pues el nuevo texto constitucional estable-
ce que íen el plazo máximo de siete días después de la publicación de la reso-
lución de destitución, el Consejo Nacional Electoral convocará para una
misma fecha a elecciones legislativas y presidenciales anticipadas para el
resto de los respectivos períodosî, generando un mecanismo que frene el uso
irresponsable de este procedimiento por los legisladores.
Por último, el artículo 133 de la nueva Constitución prevé el juicio
político por el incumplimiento de las funciones que les asignan la
Constitución y las leyes contra Ministros de Estado y otras altas autorida-
des2. Se trata de una institución ya existente en la Constitución de 1998
pero que ha incorporado mejoras. Por un lado, si es censurado un Ministro
de Estado, el Presidente de la República ya no puede resistirse a su destitu-
ción aunque para que prospere deben conseguirse dos tercios de votos de la
Asamblea Nacional. Por otro lado, se puede realizar dicho juicio político
contra los responsables del órgano de gobierno de la función judicial pero
no sobre los integrantes de órganos jurisdiccionales como la Corte Nacional
de Justicia y la Corte Constitucional, cuando en la Constitución de 1998 sí
era posible ejercer esa tarea de control y fiscalización sobre el órgano de con-
trol de constitucionalidad. Y en todos los casos, salvo el de los Ministros de
Estado, se requiere el voto favorable de la mayoría absoluta de los integran-
tes del Parlamento, con el fin de evitar hostigamientos irresponsables y
minoritarios a los gestores de tan importantes instancias del Estado.
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LA FUNCIÓN L E G I S L AT I VA E N L A N U E VA CONSTITUCIÓN DE E CUADOR
básicamente las que existen sobre el Congreso Nacional con algunas mejo-
ras consistentes en lo siguiente:
Sin embargo, también hay que destacar algunas cuestiones que podían
haberse mejorado de la Constitución de 1998 y que se han mantenido. Por
un lado, la exigencia de que además de que exista un reglamento de la
Cámara, ésta misma institución deba aprobar una ley orgánica sobre la
Función Legislativa. Se trata, evidentemente, de un error conceptual pues
el reglamento parlamentario tiene fuerza y valor de ley, ya que es una norma
jurídica que elabora el órgano legislativo en ejercicio de sus funciones. Por
ello, con respecto a las demás funciones del Estado, es lógico que el
Parlamento elabore una ley orgánica que regule su funcionamiento y el de
sus órganos. Pero al tratarse la Función Legislativa de una actividad que solo
puede realizar el Parlamento, no tiene sentido la duplicidad ley
orgánica/reglamento de funcionamiento.
Además, técnicamente, al tener que ser la ley de la Función Legislativa
una ley orgánica, pues regula la organización de una función del Estado,
no hacía falta que se indicara que dicha ley debe ser aprobada y modificada
por mayoría absoluta del Parlamento. Y, por el contrario, al distinguir entre
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LA FUNCIÓN L E G I S L AT I VA E N L A N U E VA CONSTITUCIÓN DE E CUADOR
III. Conclusiones
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Hacia un nuevo sistema de gobierno:
diseño institucional del presidencialismo en la
nueva Constitución del Estado ecuatoriano
Sumario
I. Introducción
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1 Para ahondar sobre las nuevas perspectivas institucionalistas puede revisarse a B. Guy Peters, El
nuevo institucionalismo: Teoría Institucional en Ciencia Política”, Gedisa, 2003 o Douglass C.
North, Institutions, Institutional Change and Economic Performance, Cambridge University Press,
1990.
2 Véase, entre varios otros, Juan J. Linz, Democracia presidencial o parlamentaria: ¿Hace alguna dife-
rencia?, Los peligros del presidencialismo, y The virtues of parliamentarism; Juan J. Linz y Arturo
Valenzuela (editores), “The failure of Presidential Democracy”; Giovanni Sartori, Ingeniería consti-
tucional comparada y Ni presidencialismo ni parlamentarismo; Jose Antonio Cheibub, Adam
Przeworski y Fernando Papaterra Limongi Neto, What makes democracias endure ? ; Scott
Mainwaring y Matthew Soberg Shugart, Juan J. Linz: Presidencialismo y democracia. Una revisión
crítica, y Presidencialismo y democracia en América Latina: revisión de los términos del debate;
Matthew S. Shugart y John M. Carey, Presidents and Assemblies: Constitutional Design and Electoral
Dynamics; Arend Lijphart, Modelos de democracia: Formas de gobierno y resultados en treinta y seis
países; Dieter Nohlen, Presidencialismo versus parlamentarismo: dos enfoques contrapuestos.
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HACIA UN NUEVO SISTEMA DE GOBIERNO
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R A FA E L B A L D A S A N T I S T E VA N
(2) Los mandatos fijos generan una “rigidez sistémica” que inhabilita a las
democracias presidencialistas para lidiar con las crisis. Si el mandato de la
asamblea legislativa o del presidente es de, digamos, cuatro años, y surge
una crisis a mitad de período, los actores políticos tienen dos opciones:
esperar hasta el final de los respectivos períodos del presidente y los repre-
sentantes legislativos, o recurrir a arreglos antidemocráticos o mecanismos
paraconstitucionales para dar solución a las crisis8.
6 Ver segunda nota al pie de página, para un referencia de algunos de los trabajos de Linz sobre esta
temática.
7 Juan J. Linz, “Presidential or Parliamentary Democracy: Does It Make a Difference?”, en The
Failure of Presidential Democracy”, Juan J. Linz y Arturo Valenzuela (editores), John Hopkins
University Press, 1994, p. 7.
8 Una tercera opción, constitucionalmente habilitada es la conducción de un juicio político o
“impeachment”, en el caso del presidente. No obstante, el juicio político resulta de muy difícil
convocatoria y aún más difícil resolución a favor de la destitución, por la dureza de los requisitos
exigidos. En muestra de ello, revísese la historia política ecuatoriana de los últimos 30 años; en nin-
gún caso se condujo un verdadero juicio político exitoso, sino que por el contrario, la solución a
las crisis políticas se dio por vías de hecho o vías paraconstitucionales. En el resto de América, casos
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HACIA UN NUEVO SISTEMA DE GOBIERNO
como las destitución de Collor de Mello en Brasil son realmente excepcionales. En la práctica, los
mecanismos para remover constitucionalmente al presidente han sido inexistentes o inoperantes.
9 Rafael Balda Santistevan, “Cambio y continuidad: La vorágine de la relaciones Ejecutivo-
Legislativo en el Ecuador”, Revista Guayaquil, septiembre de 2007.
10 Ibídem.
11 David Easton. “Categorías para el análisis sistémico de la política”, en Diez textos básicos de ciencia
política, Ariel, 2001, p. 224.
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tes o agencias del estado que pueden, en principio o presuntamente, ser cali-
ficadas como ilícitos13”, mientras que la accountability vertical deriva “(d)el
hecho de que periódicamente los gobernantes deben rendir cuentas ante las
urnas14”. Así, mientras la accountability horizontal apunta al control insti-
tucional –en el caso de nuestro interés por parte del Ejecutivo al Legislativo
y viceversa–, la accountability vertical constituye un control popular a través
de las elecciones periódicas.
La Constitución de Montecristi funda ambas clases de accountability,
al generar la necesidad de que los poderes ejecutivo y legislativo operen con
responsabilidad el uno frente al otro, pues siempre permanece latente la
eventualidad de ser controlados através de las potestades políticas de diso-
lución y destitución. Lo interesante es que cualquiera de los poderes -
Ejecutivo o Legislativo- que ejerzan su potestad de terminar el mandato del
otro, en virtud de la muerte cruzada, deberán responder electoralmente por
su decisión, frente al soberano.
Todo diseño institucional debe enfrentarse a ciertos límites; el diseño
de la Constitución del 2008 no es la excepción. Los problemas anejos a la
n a t u r a l eza más íntima del presidencialismo, tales como la doble legitimi-
dad o la lógica de juego de suma cero no pueden re s o l verse sin abandonar
el marco del sistema presidencial y caminar hacia algún tipo de semipre-
sidencialismo, en el escenario más conserva d o r15. Sin embargo, la nueva
Constitución realiza un esfuerzo genuino por re s o l ver –o al menos ate-
nuar– los principales problemas que aquejan a la forma presidencial de
gobierno, tales como la falta de adaptabilidad a circunstancias políticas
a d versas, el bloqueo legislativo y el consecuente inmovilismo de la políti-
ca y el gobierno.
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21 También llamado item veto, pues se vetan items o disposiciones específicas de una ley.
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La Función Judicial y la justicia indígena
en la nueva Constitución ecuatoriana
Sumario
I. Introducción
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LA F U N C I Ó N J U D I C I A L Y L A J U S T I C I A I N D Í G E N A E N L A N U E VA CONSTITUCIÓN E C U AT O R I A N A
1 El legalismo es uno de los fundamentos del positivismo jurídico decimonónico, según el cual, la
ley es la única o en todo caso suprema fuente del derecho. Esta supremacía tiene algunas conse-
cuencias importantes: a) La reducción de todo el derecho a la ley; b) la supremacía del parlamen-
to sobre los otros poderes del Estado porque es quien crea la ley; c) La subordinación a la ley de
los derechos de los ciudadanos; d) la limitación de la función judicial a una tarea exclusivamente
aplicativa de la ley; y e) la consideración de la Constitución como un mero programa directivo que
debe ser materializado por la ley.
2 Sobre el particular, ver: L. Ferrajoli, Derecho y razón, Madrid, Editorial Trotta, 1989.
3 So b re el concepto de rematerialización constitucional, ver: L. Prieto Sanchis, “Tribunal
Constitucional y positivismo Jurídico”, en: Teoría de la Constitución, Ensayos Escogidos, México,
Editorial Porrúa, 2005, pp. 305 a 342.
4 El Estado constitucional de los derechos es la versión más moderna del Estado de derecho y, en ese
sentido, comparte con las versiones anteriores sus características: al igual que el Estado de legali-
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J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
dad del siglo XIX, está sustentado y limitado en su actividad por el derecho y, de igual manera que
el Estado social, pretende garantizar la cobertura universal de las necesidades básicas de la pobla-
ción, a través de la prestación directa de servicios públicos.
5 Como se sabe, la teoría liberal de la división de poderes es atribuida tradicionalmente a
Montesquieu. Este autor consideraba que en un Estado debía haber tres clases de poderes: “el legis-
lativo”, el “poder ejecutivo” de las cosas que hacen relación con el derecho de gentes y el poder eje-
cutivo de las cosas que dependen del derecho civil, o “poder de juzgar”. Mediante la primera, se
hacen las leyes, mediante la segunda, se hace la paz y la guerra y se establecen relaciones interna-
cionales, y mediante la tercera, se castiga los crímenes y se juzgan las diferencias entre particulares.
Según Montesquieu, estas funciones no solo están separadas sino que se limitan unas a otras a tra-
vés de la facultad de bloquearse mutuamente (“faculte de empechar”). En opinión de
Montesquieu, el poder legislativo debe estar en manos de las cámaras legislativas, el ejecutivo en
manos del Monarca y el poder de juzgar debe ser un poder “invisible y nulo”, ejercido transitoria-
mente por personas extraídas del pueblo especialmente para ello. Como se ve en realidad, la “teo-
ría de la separación de poderes” tal cual la conocemos en la actualidad tiene una relación muy leja-
na con esta teoría de Montesquieu. “El verdadero origen de la teoría democrática de la división de
poderes”, como bien señala Javier Pérez Royo, es “la Constitución federal de 1787” y concretamen-
te en El Federalista. Sobre el particular, ver: J. Pérez Royo, Curso de Derecho Constitucional,
Madrid, Marcial Pons, 2003. pp. 739 y ss.
6 Ibídem, p. 741.
7 La duración de este “olvido” en Ecuador es particularmente larga e intensa, pues aquí, a comien-
zos del siglo XXI todavía no se ha producido la confluencia entre las tradiciones europeas y nor-
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11 Sobre el particular, ver: A. Ross, Sobre el derecho y la justicia, Buenos Aires, Ediciones Eudeba,
1997, pp. 143 y ss.
12 La ley, según esta concepción, no sería más que un intento, más o menos fructífero de llevar a la
práctica esta idea.
13 Este entendimiento sustancial de la Democracia está basado en: a) la constitucionalización total
del ordenamiento jurídico; b) la eficacia plena de de los valores jurídicos representados en los dere-
chos fundamentales; c) la transformación del juez en el verdadero artífice de la relaciones Estado -
sociedad. Sobre el particular, ver: L. Ferrajoli, Derechos y garantías, Madrid, Editorial Trotta,
2001, pp. 23 y ss.
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J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
Si hacemos una lectura crítica del texto constitucional, y como una cosa
es la intención del constituyente y otra diferente la norma finalmente apro-
bada, es obvio que la redacción final de la norma desconoce la intención del
constituyente. Específicamente, el artículo 168 de la nueva Constitución
pretende establecer cuáles son los principios rectores de la administración
de justicia en general, lo cual significaría que buscaría definir los principios
que reglan la actividad jurisdiccional no solo de los órganos estatales que
cumplen funciones judiciales, sino también de los particulares que adminis-
tran justicia y de las formas de justicia indígena y comunitaria que recono-
ce la Constitución. Sin embargo, lo que hace es recoger los principios clási-
cos relativos al poder judicial estatal que traen todas las constituciones del
mundo18.
Sin olvidar la importancia de estos principios, es evidente que salvo el
principio de acceso a la justicia, que tiene un carácter más amplio y gene-
ral, los demás se refieren a la función judicial estatal, produciéndose una
falta de coherencia que denota las prisas con que se hizo la compilación final
de la Constitución, o bien, demuestra la vaciedad del discurso pluralista de
los redactores de la Constitución. En cualquier caso, la solución se debe
buscar en la interpretación que la Corte Constitucional haga de tales prin-
cipios.
derecho y la justicia indígenas como una justicia válida dentro del Ecuador, sin que eso signifique
que sea una justicia estatal o que tenga una relación jerárquica de dependencia con el aparato judi-
cial ordinario.
18 El artículo 168 de la nueva Constitución habla de los principios de independencia y autonomía
de los órganos de la función judicial, de unidad jurisdiccional, de acceso a la justicia, de la publi-
cidad de los procesos y de la oralidad.
198
LA F U N C I Ó N J U D I C I A L Y L A J U S T I C I A I N D Í G E N A E N L A N U E VA CONSTITUCIÓN E C U AT O R I A N A
19 Eso es lo que expresa el numeral 2 del artículo 168, cuando determina que la justicia “gozará de
autonomía administrativa, económica y financiera” y que se concreta en la existencia y atribucio-
nes del Consejo de la Judicatura como órgano rector de la política pública de justicia del país.
20 Constitución del 2008, artículo 181, numeral 2.
199
J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
200
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24 Aquí no hay que soslayar la evidente influencia que el partido Social Cristiano ha tenido y sigue
teniendo en la composición y funcionamiento de la justicia ecuatoriana y la necesidad que tiene
esta agrupación política de mantener el control sobre el ultimo reducto de su poder, antes absolu-
tamente incontrovertido y hoy en proceso de disolución.
203
J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
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J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
26 Ver Documento Propuesta Constitucional del Gobierno Nacional presentada a la Comisión del
CONESUP.
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J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
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27 Ver: F. Carnelutti, Sistema de De recho Procesal Ci v i l , Tomo 1, Buenos Aires, Editorial Uthea,
1994.
209
J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
28 Como han resaltado los defensores del pluralismo jurídico, éste se caracteriza por la tendencia a
sustituir las clásicas relaciones de subordinación normativa, por relaciones basadas en la coopera-
ción y en la coordinación, reemplazando la coerción vertical, por la reciprocidad y el entendimien-
to horizontal, con la importante consecuencia de que el ordenamiento jurídico deja de privilegiar
el elemento de la coerción y la fuerza para ser sustituido por el ámbito de la persuasión.
29 Éste es el caso de Giovanni Sartori, quien en una de sus últimas obras plantea, de manera provo-
cadora, la profunda contradicción que existe entre el valor del pluralismo, sobre el cual se estruc-
tura el desarrollo de la cultura constitucional, y el multiculturalismo entendido como un valor.
Ver: G. Sartori, La sociedad multiétnica, pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Madrid,
Editorial Taurus, 2001.
210
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213
J U A N M O N TA Ñ A P I N T O
30 Los más honestos esfuerzos de hacer una reconstrucción multicultural y pluriétnica de los dere-
chos fundamentales en la cultura jurídica colombiana se le deben al profesor y ex magistrado de la
Corte Constitucional ya fallecido, Ciro Angarita. Una antología de los escritos jurídicos más
importantes del profesor Angarita en: J. Montoya y N. Remolina, El pensamiento jurídico de Ciro
Angarita Baron, Bogotá, Ediciones Uniandes, 1999.
214
LA F U N C I Ó N J U D I C I A L Y L A J U S T I C I A I N D Í G E N A E N L A N U E VA CONSTITUCIÓN E C U AT O R I A N A
31 B.Santos, “Pluralismo jurídico y jurisdicción especial indígena”, en: AAVV., Del olvido surgimos
para traer nuevas esperanzas (la Jurisdicción Especial Indígena), Bogotá, Ministerio del Interior de
Colombia, 1997, pp. 206 y ss.
215
¿Hacia un nuevo ordenamiento territorial?
De la descentralización a la carta a competencias
explícitas y obligatorias. El régimen autónomo
descentralizado aprobado en Montecristi
Sumario
I. Introducción
217
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
218
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
para las leyes futuras y, especialmente para la gente de los distritos metro-
politanos, de los cantones, de las fortalecidas parroquias, de las prometidas
regiones, el reto de recrear, en los mecanismos de participación que se abren
en los textos constitucionales, una innegable posibilidad efectiva de cambio.
219
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
secesión del territorio nacional”. Con esto, al mismo tiempo que se garan-
tiza el proceso de autonomía, se preserva la unidad nacional.
220
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
9 Constitución del 2008, artículo 60 “Los pueblos ancestrales, indígenas, afroecuatorianos y mon-
tubios podrán constituir circunscripciones territoriales para la preservación de su cultura. La ley
regulará su conformación. Se reconoce a las comunas que tienen propiedad colectiva de la tierra,
como una forma ancestral de organización territorial”.
10 Ver 3.6.
11 Constitución del 2008, artículos 84 y 85.
221
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
222
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
223
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
Entre las garantías de acciones del Estado sobre los derechos de movilidad
humana18, se encuentran la generación y aplicación de políticas demográfi-
cas que contribuyan a un desarrollo territorial e intergeneracional equilibra-
do, la protección del ambiente y la seguridad de la población.
En coordinación con los distintos niveles de gobierno, el Estado cen-
tral, que ejercerá la rectoría de la política migratoria, deberá velar por los
derechos de las personas en movilidad humana.
17 Constitución de 1998, artículo 32: “Para hacer efectivo el derecho a la vivienda y a la conserva-
ción del medio ambiente, las municipalidades podrán expropiar, reservar y controlar áreas para el
desarrollo futuro, de conformidad con la ley”.
18 Constitución del 2008, artículos 391 y 392.
19 Constitución del 2008, artículo 393.
224
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
pacífica de las personas, promover una cultura de paz y prevenir las formas
de violencia y discriminación y la comisión de infracciones y delitos.
225
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
Entre las normas sobre la política fiscal, se establece que las finanzas públi-
cas, en todos los niveles de gobierno23, se conducirán de forma sostenible,
responsable y transparente.
Hasta este punto hemos presentado una rápida pero exhaustiva y puntual
recopilación y revisión del articulado constitucional que tiene directa rela-
ción con el ordenamiento territorial y las competencias de los distintos
niveles de gobierno que no están en el título quinto25 de la Constitución
226
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
26 Constitución del 2008, artículo 238: “Los gobiernos autónomos descentralizados gozarán de auto-
nomía política, administrativa y financiera, y se regirán por los principios de solidaridad, subsidia-
riedad, equidad interterritorial, integración y participación ciudadana”.
227
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
Circunscripción
territorial espe-
cial: territorio de
las provincias
amazónicas.
Unidades básicas
de participación:
comunidades,
comunas, recin-
tos, barrios,
parroquias urba-
nas.
27 En los hechos solo operó con esta figura el Distrito Metropolitano de Quito en base a la Ley
Orgánica del Distrito Metropolitano de Quito. Ley No. 46. RO/280 de 8 de noviembre del 2001.
228
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
3.1. Mancomunidades
El artículo 243 de la Constitución del 2008 prevé que dos o más regiones,
provincias, cantones o parroquias contiguas podrán agruparse y formar
mancomunidades con la finalidad de mejorar la gestión de sus competen-
cias y favorecer sus procesos de integración. La ley será la que regule su cre-
ación, estructura y administración. En la Constitución del 98, si bien no se
229
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
3.2. Regiones
- Continuidad territorial.
- Superficie regional mayor a veinte mil kilómetros cuadrados.
- Número de habitantes que en conjunto sea superior al cinco por
ciento de la población nacional.
- Procurar el equilibrio interregional, la complementariedad ecológi-
ca y el manejo integrado de cuencas.
30 Sin embargo, la Ley de Descentralización del Estado y Participación Social, 1997, artículos 10 y
14, contempla los requisitos para la suscripción de convenios de mancomunidad. También el artí-
culo 13 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal establece que las municipalidades pueden eje-
cutar obras o prestar servicios de forma asociada. Por su parte, la Ley Orgánica del Régimen para
el Distrito Metropolitano de Quito faculta a éste a establecer un régimen de mancomunidad urba-
na con los municipios circunvecinos (artículos 23-24). También el Reglamento del Sistema Único
de Manejo Ambiental (TULAS, libro iv. Art. 34), establece que una de las políticas en el ámbito
institucional será el fomento a la creación de mancomunidades entre gobiernos seccionales para la
gestión integral de los residuos sólidos.
31 Constitución del 2008, artículo 245.
230
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
A diferencia de la Constitución del 98, que solo menciona que la ley podrá
crear distritos metropolitanos32, en la Constitución del 2008 la creación de
distritos metropolitanos tiene un procedimiento explícito similar al de con-
formación de regiones. El artículo 247 establece que uno o más cantones
que sean cantones contiguos, en los que existan conurbaciones y con un
número de habitantes mayor al siete por ciento de la población nacional,
podrán constituir distritos metropolitanos. Desde 1998 a la fecha, solo se
creó por ley el Distrito Metropolitano de Quito33. Siguiendo el texto cons-
titucional los distritos metropolitanos tendrán que dotarse de un Estatuto
con los mismos requisitos y contenidos que acabamos de reseñar en el
numeral anterior; y deberán seguir el mismo procedimiento que para la
conformación de regiones, en este caso los concejos cantonales elaborarán
una propuesta que contenga un proyecto de ley y un proyecto de estatuto
de autonomía del distrito metropolitano; le seguirá la aprobación del legis-
lativo y el dictamen constitucional; la consulta popular que apruebe o no el
Estatuto; y en consecuencia elección de nuevas autoridades metropolitanas.
231
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
El artículo 249 dispone que los cantones que se encuentren total o parcial-
mente dentro de una franja fronteriza de cuarenta kilómetros, recibirán
atención preferencial para afianzar una cultura de paz y el desarrollo socio-
económico. En tanto, en los artículos 250 y 259, reconociendo que el terri-
torio de la Amazonía forma parte de un ecosistema necesario para el equi-
librio ambiental del planeta, se le cataloga como una circunscripción terri-
torial especial, que deberá contar con una planificación integral que garan-
tice la conservación y protección de sus ecosistemas, y con políticas para
compensar las inequidades de su desarrollo.
Entre los artículos 251 y 259 encontramos la integración de los gobiernos autó-
nomos descentralizados y las especificidades sobre los regímenes especiales.
La Región contará con un Consejo Regional34, conformado por una
gobernadora o gobernador regional y consejeros regionales elegidos de
forma proporcional a la población urbana y rural. Aquí observamos un
cambio fundamental, la obligación de que los consejeros regionales repre-
senten tanto a la población urbana como a la rural.
232
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
233
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
36 El artículo 260 dice “El ejercicio de las competencias exclusivas no excluirá el ejercicio concurren-
te de la gestión en la prestación de servicios públicos y actividades de colaboración y complemen-
tariedad entre los distintos niveles de gobierno”.
37 Constitución del 2008, artículo 269.
38 Constitución del 2008, artículo 268.
234
¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
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TA N I A A R I A S M A N Z A N O
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¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
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TA N I A A R I A S M A N Z A N O
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¿ HA C I A U N N U E V O O R D E N A M I E N T O T E R R I T O R I A L?
Régimen Provincial, la Ley Orgánica del Régimen para el Distrito Metropolitano de Quito, el
Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva, Ley de Desarrollo
Seccional, Ley del Fondo de Desarrollo Provincial, Ley de Régimen Especial para la Conservación
y desarrollo Sustentable de la provincia de Galápagos, Ley de Juntas Parroquiales.
239
TA N I A A R I A S M A N Z A N O
240
Las Relaciones Internacionales en la Constitución
del 2008: un análisis sistemático
Sumario
I. Introducción
241
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
2.1. Contenido
1 En adición, en otra parte del proyecto de nueva Constitución se establece que el Estado tendrá
competencias exclusivas sobre las relaciones internacionales. Cfr. artículo 261 numeral 2.
2 Principios como la igualdad jurídica de los Estados (numeral 1), la cooperación internacional
(numeral 1), la solución pacífica de las controversias (numeral 2), la prohibición de la amenaza y
del uso de la fuerza (numeral 2), el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales (nume-
ral 4) y la libre determinación de los pueblos (numeral 8).
3 Así, en materia de desarrollo económico (numerales 10, 11 y 12), de derechos humanos (numera-
les 5 y 7), de migración (numerales 5 y 6), de ambiente (numeral 13).
242
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
243
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
3.1. Aclaración
244
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
3.3.2. Solicitud
5 El artículo 425 establece lo que se conoce como la pirámide de Kelsen, en los siguientes términos:
“La Constitución; los tratados y convenios internacionales; las leyes orgánicas; las leyes ordinarias;
las normas regionales y las ordenanzas distritales; los decretos y reglamentos; las ordenanzas; los
acuerdos y las resoluciones; y los demás actos y decisiones de los poderes públicos”.
6 Esta convención se adoptó en Viena el 23 de mayo de 1969 (U.N. Doc A/CONF.39/27 (1969),
1155 U.N.T.S. 331) y entró en vigor el 27 de enero de 1980.
7 La ratificación de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados se publicó en el
Registro Oficial No 134 del 28 de julio del 2003.
8 Así, la ratificación puede definirse como “el acto formal internacional por el cual un Jefe de Estado,
confirma la firma de su plenipotenciario y declara que el tratado es tenido para el Estado que repre-
senta como jurídicamente obligatorio”, al haber sido aprobada por el (los) órgano que internamen-
te está dotado de competencia”. Cfr. Novak Talavera, Fabián y García-Corrochano Moyano, Luis,
Derecho Internacional Público. Tomo I. Introducción y Fuentes, Fondo Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, Perú, 2003, Pág. 175, quienes citan en el texto transcrito a Luis Podestá
Costa y José María Ruda, Derecho Internacional Público, T. I, Pág. 137.
245
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
9 Lo dicho porque el referéndum es una especie del género “consulta popular”, en concreto y en
palabras del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, aquel “por el que se some-
ten a voto popular leyes o actos administrativos”. Cfr. www.rae.es [Última visita: 08 de septiem-
bre de 2008].
10 En puridad, sí existen casos en los que el dictamen previo de la Corte Constitucional no es nece-
sario: cuando, de manera concurrente, la solicitud de ratificación no se realice por la vía del refe-
réndum y cuando esa solicitud no se refiera a ninguno de los ocho tipos de tratados que, en razón
de su naturaleza, requieren de la aprobación de la Asamblea Nacional de conformidad con el artí-
culo 419 del proyecto de nueva Constitución.
11 Cfr. artículo 104 in fine y artículo 438 numeral 2 de la nueva Constitución.
12 Cfr. artículo 438 numeral 1 de la nueva Constitución. En la redacción de este numeral se come-
te un gazapo y donde se lee “ratificación” debe leerse “aprobación”.
246
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
13 No de otra forma puede entenderse el que “la Presidenta o Presidente de la República dispondrá
al Consejo Nacional Electoral que convoque a consulta popular sobre los asuntos que estime con-
venientes”.
247
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
14 Esta atribución se desprende, asimismo, del artículo 120 que establece las atribuciones y deberes
de la Asamblea Nacional, entre las cuales el numeral 8 consagra el “aprobar e improbar los trata-
dos internacionales en los casos que corresponda”.
248
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
3.3.4. Denuncia
249
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
250
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
20 El derecho a la salud es transversal al texto constitucional. Sin embargo tiene una consagración
específica en el artículo 32 y en los artículos 358 a 366.
21 Valga citar como referencia para sustentar este punto, el célebre artículo 27 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su dere-
cho interno como justificación del incumplimiento de un tratado”.
22 Otro gazapo. Solo puede cederse jurisdicción soberana mediante un tratado internacional. En
este contexto, el término “instrumento internacional” sobra.
251
X AV I E R A. F L O R E S A G U I R R E
23 En adición, el artículo 276 del proyecto de la nueva Constitución establece que el régimen de desa-
rrollo tiene como uno de sus objetivos el “promover la integración latinoamericana”.
252
LA S R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S EN LA CONSTITUCIÓN DEL 2008
253
Anexo
Sumario
* Doctor en Jurisprudencia (PUCE) y Politólogo (M.A University of Kansas; PH.D (c) University
of Pittsburg). Docente del Área de Derecho de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede
Ecuador. [email protected]
257
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
I. Introducción
258
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
259
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
6 Para una revisión histórica de la dependencia política del Tribunal Constitucional respecto al
Congreso y el corporatismo en el Ecuador, pueden verse mis artículos: Agustín Grijalva,
“Constitucionalidad, institucionalidad y Derecho en el Ecuador”, publicado en Ecuador Debate
Nro 71 - Derecho, Reforma Política y Estado, Quito, CAAP, 2007. Así como Agustín Grijalva,
“¿Constitución sin constitucionalismo?: urgencia de un Tribunal Constitucional independiente”,
publicado en Revista de Derecho Foro No. 7, Quito, Corporación Editora Nacional, 2007.
260
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
261
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
262
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
7 Para comentarios doctrinales sobre esta incoherencia en la Constitución de 1998 ver: Jorge Zavala
Egas, Derecho Constitucional, Tomo 1, Guayaquil, Edino, 1999, p. 192. Luis Ávila, Efectos de la
declaratoria de inconstitucionalidad en el Ecuador, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones,
2004, p. 51.
8 El Derecho Comparado muestra el sentido lógico de esta atribución, así por ejemplo el artículo 78
del Código Procesal Constitucional del Perú establece una facultad similar cuando establece: “La
sentencia que declare la ilegalidad o inconstitucionalidad de la norma impugnada declarará igual-
mente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión o consecuencia”.
263
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
9 En el caso peruano, el articulo 66 del Código Procesal Constitucional establece como objeto de
esta acción que el funcionario cumpla una norma legal o ejecute un acto administrativo, o que se
pronuncie expresamente cuando las normas legales le ordenan emitir una resolución administrati-
va o dictar un reglamento. En Colombia, el artículo 87 de la Constitución establece que toda per-
sona podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer efectivo el cumplimiento de una ley o un
acto administrativo.
264
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
10 Un cambio comparable al que se realizó con la Corte Suprema en la justicia ordinaria, cuando se
la transformó de corte de instancia a corte de casación.
11 Ver Santiago Andrade, La casación civil en el Ecuador, Quito, Andrade y Asociados, 2005. Luis F.
Ávila, Jurisprudencia obligatoria: fallos de triple reiteración de la Corte Suprema del Ecuador, Quito,
Corporación de Estudios y Publicaciones, 2006.
12 Nos referimos a los jueces ordinarios que realizan funciones de justicia constitucional.
265
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
13 Un texto ilustrativo al respecto es el de Carlos Bernal Pulido, El derecho de los derechos, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2005, capítulos 5 y 6.
266
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
14 Sobre el tema puede verse Iván Castro Patiño, “Inconstitucionalidad por omisión”, en Varios,
Jornadas Internacionales de Derecho Constitucional, Quito, Tribunal Constitucional, 2006. Así
como también Diego Andrés Parra, “El control de constitucionalidad de las omisiones legislativas”
publicado en Revista Foro No. 4, 2005, Quito, Universidad Andina.
267
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
268
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
269
A G U S T Í N G R I J A LVA J I M É N E Z
Los riesgos, según estos críticos, van más allá, puesto que al ser el
Tribunal o Corte Constitucional una institución politizada, con esta facul-
tad se convierte en un instrumento de intervención política directa en la
justicia ordinaria. En tal sentido, incluso la Corte Suprema (que pasa a
denominarse Corte Nacional de Justicia) pierde su carácter de tribunal
máximo de la justicia ordinaria y queda subordinada a estos designios polí-
ticos.
Respecto a estas críticas, hay que señalar, primero, que la institución de
“control constitucional de decisiones judiciales” no es, como algunos han
dicho, una novelería o extravagancia. Por el contrario, la institución existe
en muchos países con sistemas jurídicos similares al nuestro. Así, por ejem-
plo, existe con mayor o menor amplitud en todos los demás países de la
Comunidad Andina, así como en Chile, España o Alemania por citar algu-
nos. A nivel del Derecho Comparado, lo extraño, más bien, es la prohibi-
ción absoluta que establece la Constitución ecuatoriana de 1998, como lo
expresa la Comisión Andina de Juristas: “De los países de la región, Ecuador
es el único que contiene una restricción absoluta a la posibilidad de iniciar
un proceso de amparo contra una resolución judicial”15.
En efecto, la creciente difusión internacional del control constitucional
de decisiones judiciales responde a una lógica incontrastable y a una nece-
sidad estructural. Si en un país regido por una Constitución, el Tribunal o
Corte Constitucional es el máximo órgano de interpretación y control cons-
titucional, para cumplir esta función debe tener también la posibilidad de
controlar la constitucionalidad de actos del poder judicial. Para tal objetivo,
debe actuar estrictamente cuando hay realmente un problema constitucio-
nal, como la violación al debido proceso, pues de otra manera violaría el
principio de independencia judicial y se arrogaría funciones de la justicia
ordinaria.
No obstante, algunos ministros de la actual Corte Suprema han esgri-
mido el argumento de que en el caso de los jueces son ellos mismos los que
controlan el debido proceso y protegen los derechos fundamentales en las
causas que conocen. Ciertamente, esto es lo que “debe suceder” pero no lo
15 Comisión Andina de Juristas, Los procesos de amparo y hábeas corpus: un análisis comparado, Lima,
2000.
270
P E R S P E C T I VA S Y DESAFÍOS DE LA C O RT E C O N S T I T U C I O N A L
16 Un interesante libro que muestra sistemáticamente la necesidad lógica y política de esta sujeción
es el de Manuel Antonio Peña Freire, La garantía en el Estado Constitucional de Derecho, Madrid,
Editorial Trotta, 1997.
17 Esta necesidad ha sido bastante debatida en el caso colombiano; véase Catalina Botero y otros,
Tutela contra sentencias: documentos para el debate, Centro de Estudios de Derecho, Justicia y
Sociedad http://dejusticia.org/
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Supremacía de la Constitución, control de la
constitucionalidad y reforma constitucional
Sumario
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1 Riccardo Guastini, “Problemas de interpretación”, Isonomía No. 7, octubre 1997, pp.. 123 y ss.
2 Distinción por la cual “el pacto social otorga al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los
suyos, y este mismo poder es el que, dirigido por la voluntad general, lleva el nombre de sobera-
nía” (Jean Jacques Rousseau, El contrato social, Madrid, Tecnos, 1988, p. 32); soberanía que se
materializa, en el ámbito jurídico, en el contrato, que posteriormente recibiría la denominación de
“constitución”.
3 En general, cfr. Rubén Martínez Dalmau, “El proyecto de Constitución de Ecuador como último
ejemplo del nuevoconstitucionalismo latinoamericano”, Entrevoces No. 15, agosto-septiembre
2008, pp. 67-71.
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5 Manuel Aragón Reyes, “La Constitución como paradigma”, en Miguel Carbonell(ed.), Teoría del
neoconstitucionalismo, Madrid, Trotta, 2007, p. 32.
6 Por ejemplo, el artículo 9.1 de la Constitución española de 1978 afirma que “Los ciudadanos y los
poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”. Pero, acto
seguido, después de mencionar los derechos sociales, la Constitución afirma que su reconocimien-
to, respeto y protección de los principios “informará la legislación positiva, la práctica judicial y la
actuación de los poderes públicos. Solo podrán ser alegados ante la Jurisdicción ordinaria de acuer-
do con lo que dispongan las Leyes que los desarrollen” (artículo 53.3) por lo que, en este ámbito,
la Constitución renuncia a su carácter de norma suprema. Se trata, en términos de Favoreau, de
derechos-crédito o de derechos programáticos, que pierden cuando se comparan con otros textos
constitucionales europeos, como el francés (Louis Favoreau, “El bloque de la constitucionalidad”,
Revista del Centro de Estudios Constitucionales No. 5, enero-marzo 1990, p. 50.).
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7 El texto está en consonancia con el artículo 257 del proyecto de Proyecto de Constitución de
Bolivia de 2007: “Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos
que hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera adherido el Estado, que declaren dere-
chos más favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicarán de manera preferente sobre
ésta”. El artículo 93 de la Constitución colombiana de 1991 utiliza el término “prevalecer”, que
puede entenderse como sinónimo del anterior. No obstante, el problema jerarquía/aplicabilidad
no se resuelve bien en otras constituciones, como la venezolana, que confunde el significado de los
términos (artículo 23: “Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscri-
tos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno,
en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas
en esta Constitución y en las leyes de la República, y son de aplicación inmediata y directa por los
tribunales y demás órganos del Poder Público”).
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do 15 enmiendas en los últimos 130 años (algunas tan obvias como la abolición de la esclavitud y
el derecho al voto de las personas de color y otras tan irrelevantes como las del consumo de alco-
hol); b) el dinamismo constitucional de los Estados miembros de la Unión, que ha suplido al artri-
tismo de la Constitución federal y servido de amortiguador a las demandas y conflictos naciona-
les; y c) el papel crucial del Tribunal Supremo como productor incesante del Constitución mate-
rial durante sus largos ciclos de activismo”, y que ha provocado una metamorfosis del Derecho
constitucional estadounidense (José Acosta Sánchez, “Transformaciones de la Constitución en el
siglo XX”, Revista de Estudios Políticos No. 100, abril-junio 1998, p. 59.
11 En general, cfr. Thomas Buergenthal, Jorge Mario García Laguardia, y Rodolfo Piza Rocafort, La
Constitución norteamericana y su influencia en Latinoamérica (200 años 1787-1987), San José de
Costa Rica, CAPEL, 1987.
12 Como afirma Aragón, el único concepto de Constitución «constitucionalmente adecuado», es
decir, el único capaz de dotar a la Constitución de fuerza “normativa”, en cuanto que descansa en
la limitación “del” Estado y no en su mera “autolimitación”, es el que se articula, teóricamente,
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sobre el principio democrático (la soberanía del pueblo), principio que no es solo de carácter polí-
tico, sino también jurídico, pues las consecuencias que para el mundo del Derecho se derivan de
concebir a la Constitución como expresión de la “autodeterminación” popular son extraordinaria-
mente relevantes”. (Manuel Aragón Reyes, “El control como elemento inseparable del concepto de
Constitución”, Revista Española de Derecho Constitucional No. 19, enero-abril 1987, pág. 49.).
13 Opción que sí tomó la Asamblea Constituyente boliviana cuando decidió la elección directa de los
miembros del Tribunal Constitucional Plurinacional (artículo 199 del proyecto boliviano de
Constitución), junto con otros altos órganos del Estado, como el Tribunal Supremo de Justicia o
el Control Administrativo Disciplinario de Justicia.
14 El último caso del proyecto de Constitución boliviana, cuyo artículo 197.II determina que “En su
función interpretativa, el Tribunal Constitucional Plurinacional aplicará como criterio de interpre-
tación, con preferencia, la voluntad del constituyente, de acuerdo con sus documentos, actas y
resoluciones, así como el tenor literal del texto”.
15 En general, cfr. María Luisa Balaguer Callejón, Interpretación de la Constitución y ordenamiento
jurídico, Madrid, Tecnos, 1997.
16 El artículo 284 de la Constitución de 1998 deja en manos del Congreso Nacional la interpreta-
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ción general y obligatoria de las normas constitucionales, para lo cual era suficiente con el trámi-
te legislativo ordinario, y requería de la aprobación de las dos terceras partes del Legislativo.
17 Principio materialmente presente en toda la Constitución, pero formalmente previsto en el artícu-
lo 1: “La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad, y se ejer-
ce a través de los órganos del poder público y de las formas de participación directa previstas en la
Constitución”. El ejercicio de la soberanía por los órganos del poder público se refiere, no obstan-
te, más a un efecto de la soberanía que a una verdadera función, que por su propio carácter solo
puede ser directa; las otras formas de participación hacen alusión a la posibilidad de activación
directa del poder constituyente.
18 Ricardo Guastini, “La constitucionalización del ordenamiento jurídico: el caso italiano”, en
Miguel Carbonell, Neoconstitucionalismo(s), Madrid,Trotta, 2003, pp.. 50 y ss.
19 Al respecto, el referente sigue siendo James Bryce, Constituciones flexibles y constituciones rígidas,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1988.
20 “Encerrar al poder constituyente en la representación –se pregunta Negri– (...) ¿qué otra cosa es
sino la negación de la realidad del poder constituyente, su fijación en un sistema estático, la res-
tauración de la soberanía tradicional contra la innovación democrática?”. Antonio Negri, El poder
constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad, Madrid Libertarias/prodhufi, 1994,
p. 20.
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21 La Constitución de 1998, por ejemplo, preveía una importante función de los poderes constitui-
dos en la reforma constitucional, tanto si ésta correspondía al Legislativo –donde se preveía un
método rígido en su sentido clásico: mayorías cualificadas y un período mínimo de un año entre
las lecturas parlamentarias– como al mismo pueblo, cuya consulta popular solo podía ser convo-
cada por el Presidente de la República y con calificación previa de urgencia por el Congreso
Nacional, o en caso de que el Legislativo no se hubiera ocupado de las reformas durante los cien-
to veinte días siguientes al año del primer debate (artículos 289-283).
22 Roberto Viciano Pastor, “El sistema de fuentes del Derecho en la Constitución Política de la
República del Ecuador”, en Santiago Andrade Ubidia, Julio César Trujillo y Roberto Viciano
Pastor, La estructura constitucional del Estado ecuatoriano, Quito, Universidad Andina Simón
Bolívar, 2004, p. 65.
23 “La enmienda de uno o varios artículos de la Constitución que no altere su estructura fundamen-
tal, o el carácter y elementos constitutivos del Estado, que no establezca restricciones a los dere-
chos y garantías, o que no modifique el procedimiento de reforma de la Constitución, se realiza-
rá: 1. Mediante referéndum solicitado por la Presidenta o Presidente de la República, o por la ciu-
dadanía con el respaldo de al menos el ocho por ciento de las personas inscritas en el registro elec-
toral. 2. Por iniciativa de un número no inferior a la tercera parte de los miembros de la Asamblea
Nacional. El proyecto se tramitará en dos debates; el segundo debate se realizará de modo impos-
tergable en los treinta días siguientes al año de realizado el primero. La reforma solo se aprobará si
obtiene el respaldo de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Nacional”.
24 “La reforma parcial que no suponga una restricción en los derechos y garantías constitucionales,
ni modifique el procedimiento de reforma de la Constitución tendrá lugar por iniciativa de la
Presidenta o Presidente de la República, o a solicitud de la ciudadanía con el respaldo de al menos
el uno por ciento de ciudadanas y ciudadanos inscritos en el registro electoral, o mediante resolu-
ción aprobada por la mayoría de los integrantes de la Asamblea Nacional. La iniciativa de reforma
constitucional será tramitada por la Asamblea Nacional en al menos dos debates. El segundo deba-
te se realizará al menos noventa días después del primero. El proyecto de reforma se aprobará por
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la Asamblea Nacional. Una vez aprobado el proyecto de reforma constitucional se convocará a refe-
réndum dentro de los cuarenta y cinco días siguientes. Para la aprobación en referéndum se reque-
rirá al menos la mitad más uno de los votos válidos emitidos. Una vez aprobada la reforma en refe-
réndum, y dentro de los siete días siguientes, el Consejo Nacional Electoral dispondrá su publica-
ción.
25 “La asamblea constituyente sólo podrá ser convocada a través de consulta popular. Esta consulta
podrá ser solicitada por la Presidenta o Presidente de la República, por las dos terceras partes de la
Asamblea Nacional, o por el doce por ciento de las personas inscritas en el registro electoral. La
consulta deberá incluir la forma de elección de las representantes y los representantes y las reglas
del proceso electoral. La nueva Constitución, para su entrada en vigencia, requerirá ser aprobada
mediante referéndum con la mitad más uno de los votos válidos”.
26 En efecto, tanto la Constitución venezolana de 1998 (artículos 342-346) como el proyecto de
Proyecto de Constitución de Bolivia del 2007 (artículo 411) habían marginado completamente al
poder constituyente constituido.
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V. Conclusión
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