Río Místico
Río Místico
Río Místico
Héctor Correa
La secuencia donde Jimmy enfrenta a un Dave (Tim Robbins), caído y dubitativo, con una
navaja en la mano, sumergido en una furia celestial y poderosa, típica de un dios griego en-
furecido contra los hombres que pecaron de desobediencia y soberbia, para luego, en una
actitud de rito purificador lanzar el instrumento, con el cual ajusticia a Dave, a las míticas
aguas del río, es quizá la fase dramática más transparente que crea Clint Eastwood en lo
que respecta a su posición ideológica-religiosa como realizador y ciudadano de una socie-
dad donde aún, por ser el país más poderoso del mundo, conserva estados de fanatismo re-
ligioso realmente impresionantes. Creemos que Eastwood no adhiere a ese fanatismo, sino
que observa con ojos críticos -también imperturbables-, ese fenómeno del cual es un here-
dero y un exponente mundialmente conocido.
No hay duda que crea un tejido dramático de calidad que se asienta en las mejores tradicio-
nes del teatro y la cinematografía estadounidenses. Desde John Huston (“El halcón maltés”),
pasando por Elia Kazan (“Nido de ratas”), el melodrama, el mejor melodrama policial, funda-
menta y se incorpora a este cine con una naturalidad y una precisión notables.
Desde el arranque, el texto cinematográfico nos sumerge en los distintos niveles de lectura
que subyacen armoniosamente a los largo del film. Por un lado, un abierto y violento autori-
tarismo policial –tópico reiterado en los films de Eastwood-, y por el otro una solapada visión
inquisitiva acerca de varios temas críticos y tradicionales de cultura de EEUU: la religiosidad
que impregna la vida del hombre medio, el rol catártico, garantizador e inspirador –también
mutilador- de la mujer, la violencia como eje de una sociedad organizada para “el destino
manifiesto”, etc.
Quizá sea esto lo mejor de Clint Eastwood. El cine norteamericano ha estado –y está- condi-
cionado a los géneros (policial, bélico, melodrama, comedia, etc.), y es difícil ubicarlo a East-
wood cuando logra safar de esta estructuración tan rígida a veces. “Río místico” escapa e in-
cursiona en una concurrencia que lo tornan complejo y rico a la vez, duro y cruel, descarna-
do y valiente también.
No estan difícil hacer un retrato brutal de la sociedad del país del norte. Muchos lo han he-
cho desde distintos puntos de vista, desde el mismo sistema y desde fuera del él. Integrados
y apocalípticos –como diría Eco-, o con la complacencia y el desinterés, o el profundo com-
promiso del sentido humanista por un mundo mejor. No vamos a pretender demasiado, cree-
mos que este film apunta a alertar, a sincerarse y a observar con mucho criterio lo peor de
esa sociedad.
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