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Señales Lalia

Este documento presenta un resumen de tres historias cortas de terror adaptadas a historietas por el dibujante Horacio Lalia en su libro "Los ojos de la pantera". La primera historia es una adaptación del cuento "La ventana condenada" de Ambrose Bierce. El autor elogia la habilidad de Lalia para traducir las sensaciones del cuento original a imágenes efectivas en su adaptación. En general, argumenta que las adaptaciones de Lalia mejoran los cuentos originales al enriquecerlos con un nuevo lenguaje y agregar emociones donde los original

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Este documento presenta un resumen de tres historias cortas de terror adaptadas a historietas por el dibujante Horacio Lalia en su libro "Los ojos de la pantera". La primera historia es una adaptación del cuento "La ventana condenada" de Ambrose Bierce. El autor elogia la habilidad de Lalia para traducir las sensaciones del cuento original a imágenes efectivas en su adaptación. En general, argumenta que las adaptaciones de Lalia mejoran los cuentos originales al enriquecerlos con un nuevo lenguaje y agregar emociones donde los original

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F 4 Temas LA VOZ DEL INTERIOR

CÓRDOBA. DOMINGO 8 DE MARZO DE 2009

POR JORGE CAMARASA


ESPECIAL SEÑALES

El caso
HAGELIN
POR EMANUEL RODRÍGUEZ
DE NUESTRA REDACCIÓN

Pesadillas

Una historia de
mujeres protagonizada
por hombres que
recién ahora comienza
El miedo que puede provocar un mons-
a regresar del fondo de truo es inversamente proporcional a
cuánto de él podamos ver. Esa ley básica
los tiempos. de la narrativa de horror –que describe
lo monstruoso con adjetivos abstractos
o calificativos imprecisos– parece funcio-
–¡Parate, flaca; o si no, te tiro! nar también en el secreto del éxito de
El joven rubio, atlético y de ojos he- Los ojos de la pantera y otras pesa-
lados, rodilla en tierra, apuntando la dillas (Colihue, Buenos Aires, 2009), una
pistola que sostenía con las dos manos, aterradora colección de historietas del
no repitió la advertencia y gatilló. Se- dibujante Horacio Lalia. El libro, que reú-
senta metros más adelante, la chica de ne adaptaciones dibujadas de cuentos de
17 años, delgada y de pelo largo, que terror de diversas tradiciones, comienza
corría como un conejo asustado, cayó con La ventana condenada, de Ambro-
de boca sobre la calle en medio del char- ce Bierce, un cuento canónico y ejem-
co que empezaba a formar su propia plar, que le sirve a Lalia para exponer su
sangre. talento de traductor. Más allá de su tarea
Eran las 8 de la mañana del jueves de adaptación del guión, que resume el
27 de enero de 1977 en una calle de El cuento y un puñado de palabras y depo-
Palomar, suburbios de Buenos Aires, y sita en las imágenes el peso de todo lo
el incidente iba a convertirse en un ca- abreviado, Lalia tiene el desafío de tradu-
so paradigmático de la represión ilegal cir una sensación, un efecto propio de
y la violación a los derechos humanos, las palabras de Bierce, para que se con-
pero sobre todo iba a hacer caer una no- viertan en un efecto propio de su lápiz. El
che interminable sobre la vida de una resultado es sorprendente y va contra
adolescente. Dagmar Hagelin, la chica, las generales de una ley que hemos
no volvería a ser vista sino unos días aprendido del cine y que pocas veces tie-
más tarde en las catacumbas de la Es- ne excepciones de esta calidad: las adap-
ma, y su “cazador” de aquella mañana taciones suelen empobrecer al original.
acabaría por convertirse en un ícono Los ojos de la pantera, por el contra-
de los tiempos más tristes que recuer- rio, muchas veces mejora a su modelo,
da la Argentina. porque lo enriquece con los aportes de
El “caso Hagelin”, como los hechos un nuevo lenguaje y porque suma emo-
no tardarían en llamarse, iba a tener ciones allí donde el original peca de re-
más mujeres que hombres en su elen- petir los moldes. En el libro hay una lec-
co infortunado. Mujeres serían las víc- tura particular, obviamente, del canon de
timas, la mayoría de los testigos, la ma- horror, y una elección de autores que lle-
yor parte de quienes ayudaron a de- va al género más hacia el poder rebelde
sentrañar lo sucedido, y hombres serían del fantástico que hacia las posibilidades
el verdugo y su perseguidor implaca- aterradoras de la fantasía, es decir, hacia
ble. Esta historia de mujeres protago- las zonas en que la convivencia de lo
nizada por hombres, ahora, comienza monstruoso y lo común podría resultar
a regresar del fondo de los tiempos. verosímil. La obra de Lalia rescata obras
maestras de un género que, a pesar de
Lugar y momento equivocados haber sido fecundo en grandes relatos,
De Dagmar Hagelin, como de tantos negaría a rajatabla la militancia pe- todavía hoy sufre el peso de un prejuicio
otros jóvenes que vivieron, soñaron y riférica que hasta entonces había teni- Un ángel de la muerte ganado más por el cine que por los libros
murieron durante la última dictadura do. ¿Hubiera cambiado algo admitir que (hay excepciones, claro, de ambos lados).
militar, ahora es más sencillo contar la a sus 17 años Dagmar repartía volan- Y vuelve a enfocar sobre las cuestiones
desaparición que describir la vida. ¿Qué tes, hacía de correo o pintaba consig- Con el secuestro y la posterior desaparición de Dagmar Ha- que las mejores versiones del fantástico
biografía se puede haber tenido hasta nas en algunas paredes? ¿Haberlo he- gelin, en enero de 1977, Astiz comenzaría una alocada carre- suelen cuestionar: las seguridades cons-
los 17 años? cho equivalía a justificar que la hubie- ra que lo iba a convertir en un ícono de la represión ilegal. truidas sobre los frágiles cimientos de la
Dagmar había nacido el 29 de se- sen baleado por la espalda en plena ca- Ese mismo año, después de la captura de la joven sueca, se costumbre, los límites de lo usual y el po-
tiembre de 1959 del matrimonio entre lle, metido en el baúl de un auto y lle- infiltraría en la agrupación Madres de Plaza de Mayo y contri- der terrible de la imaginación. Las manos
Ragnar Hagelin y Susana Buccicardi. vado a una cárcel clandestina donde iba buiría al secuestro de sus fundadoras y de dos monjas fran- de Lalia soportan el peso que el autor
A falta de otros datos, su impronta está a desaparecer? cesas en la iglesia de la Santa Cruz, y antes de las fiestas pone en el dibujo: ambientes oscuros,
en fotos familiares, recuerdos de viajes Como quiera haya sido, la partici- sería enviado a París para ejercer más tareas de inteligencia sombras fuertes, rostros desencajados,
o vocaciones que apenas empezaban a pación del gobierno sueco sirvió para sobre los exiliados desde el llamado Centro Piloto. Su clan- líneas que se deforman y logran el efec-
insinuarse. Tenía inquietudes para la potenciar el caso, y en los años si- destinidad y su perfil bajo se harían añicos cuatro años des- to de sugestión e indefinición propio de
música y adquiriría una sensibilidad guientes se ocuparían de él el presidente pués, cuando uno foto suya recorrió el mundo: en uniforme las cosas que dan miedo. El segundo re-
social tras la separación de los padres, norteamericano James Carter, el papa de combate, con la barba crecida, se lo ve firmando la rendi- lato, Estirpe de la cripta, es un claro
influida tal vez por la nueva pareja de Juan Pablo II y una docena de gobier- ción del grupo de marinos a su mando que debían defender ejemplo de cómo la pluma de Lalia tradu-
su madre, un abogado de derechos hu- nos extranjeros y entidades interna- las Islas Georgias en los días previos a la guerra de Malvinas. ce el terror de las palabras al dibujo: el
manos defensor de presos políticos. cionales. Iba a ser la única guerra limpia en la que participó, y se ren- cuento de Ashton Smith (escritor nor-
Y, sin embargo, quien se pondría al Pero, además del nivel diplomático diría sin haber disparado un solo tiro. teamericano de la gloriosa generación
frente de su búsqueda tras la desapari- de la investigación, estaba el trabajo de que hizo de la revista Weird Tales un
ción de aquella mañana en El Palomar hormiga hecho por el padre. La inves- fenómeno de culto –Smith, Lovecraft y
sería su padre Ragnar. Sueco nacido en tigación de Ragnar Hagelin era una es- Robert Howard–) es un clásico relato de
Chile, economista y gerente de empre- piral incesante que crecía hacia el vacío: pasar dos años detenida-desaparecida aberraciones de la naturaleza, que en su
sas, los siguientes años de su vida los entre amenazas de muerte, traslados a en la Esma, había recuperado su liber- versión dibujada parece encontrar un cli-
iba a dedicar a tratar de saber qué había Suecia, viajes y pérdidas de trabajo, len- tad. En la Escuela había tratado a Dag- ma aun más opresivo y oscuro. Comien-
ocurrido con su hija. tamente una pista llevaba a la otra, un mar hasta que dejó de verla, y escuchó za con una leyenda horripilante, sobre
Los primeros resultados empezaron dato conducía al siguiente, y entre tan- de boca del propio Astiz los detalles del una mujer que es sepultada viva, y sigue
a llegar con cuentagotas, pero fueron tas idas y vueltas aparecían esperanzas procedimiento. Fue recién entonces con la historia de una especie de mons-
precisos y permitieron armar la esce- que acababan por desesperanzar. cuando para Hagelin la búsqueda dejó truo parido por la mujer en cuestión
nografía del drama. Lo que empezó con En los primeros meses de 1984, a po- de ser a ciegas, y las piezas del rompe- –quien muere después del parto– y cria-
la ubicación de testigos remisos y re- co de restablecida la democracia, las in- cabezas terminaron de encajar. do por su padre en una mansión solitaria
conocimiento de lugares, permitió re- dagaciones del padre y de la Justicia Lo que siguió después fueron trá- y alejada. En cada viñeta parece relucir
construir lo que había ocurrido y sacar condujeron a Córdoba: unos presos que mites judiciales, acusaciones y acu- la tentación de dibujar al monstruo, pero
una primera conclusión: aquella maña- habían integrado los grupos de tareas mulación de nuevas evidencias, y al- cuando llega el momento sólo vemos una
na en El Palomar, Dagmar había esta- como subcontratados llamaron la aten- gunos hechos que dejaron sin cobertu- forma confusa, o lo contrario de una for-
do en el lugar y momento equivocados. ción sobre unos hombres que vivían en ra a Alfredo Astiz: su rendición de ma. Lo que sí dibuja Lalia con suma preci-
Su secuestro había ocurrido cuando Villa General Belgrano y que se habrían vergüenza en los prolegómenos de Mal- sión es la gesticulación propia del espan-
iba a visitar a una amiga de la madre, hecho cargo de la vinas, y su identificación en otras ope- to en los protagonistas de la historia: el
militante de Montoneros, y había lle- chica después de raciones punitivas de los marinos de efecto que logra es que nos de miedo
gado en el final del operativo donde la su secuestro. Hubo A Ragnar Hagelin le llevó años entonces, como el secuestro de las mon- que algo pueda desencajar así el rostro
mujer había sido capturada. Estaba tra- allanamientos y jas francesas en la iglesia de la Santa de alguien. Está claro que la mejor aliada
tando de escapar cuando el hombre ru- detenciones, pero
identificar al hombre que había sido Cruz y su participación en el Centro Pi- del terror ha sido, siempre, la noche.
bio la baleó en la calle por la espalda. quedó en la nada. el verdugo de su hija. Escuchó por loto que perseguía exiliados en París. Aquí también un manto de tinta negra
Después, la metieron en el baúl de un Algo parecido ocu- primera vez el nombre de Alfredo En todo ese tiempo, hasta ahora, As- constante funciona como fondo casi ex-
auto requisado en el momento, y así em- rrió en Tucumán, tiz estuvo alternadamente preso y en li- clusivo de las aventuras: esa oscuridad a
pezó el camino a su desaparición. y otros espejismos
Astiz en Madrid, a fines de diciembre bertad, procesado y desprocesado, ol- veces es la causa de las formas difusas, y
Hasta aquí el hecho podría haber si- llevaron a Mar del de 1979, cuando hacía más de mil vidado y citado a los tribunales. El jue- otras veces es el colmo de la incertidum-
do uno más, pero ciertas circunstancias Plata. días que su hija había desaparecido. ves pasado, durante la última de esas bre, un escenario en el que nada puede
iban a convertirlo en paradigmático: A Ragnar Hage- citaciones, fue llevado ante el juez que salir bien. El último cuento también es de
para cuando el secuestro de Dagmar se lin le llevó años entiende en la causa Esma, y se lo oyó Ambroce Bierce y es el que le da título al
convirtiera en el caso Hagelin, ya nada identificar al hombre que había sido el decir que nunca había sido un oficial libro de Lalia. Es un relato más de desdi-
podría detener el escándalo. verdugo de su hija. Escuchó por pri- operativo de la Armada. cha que de terror, pero el dibujante se
mera vez el nombre de Alfredo Astiz en Vencedor de encarnizadas batallas encarga de devolverlo a los cauces del
Repercusión internacional Madrid, a fines de diciembre de 1979, contra adolescentes y religiosas, Alfredo género, gracias a una serie de retratos
Por el principio del “ius sanguinis”, cuando hacía más de mil días que su hi- Astiz, alias Gustavo Niño, alias el Án- estremecedores que no responden a una
Dagmar era sueca y el gobierno de Es- ja había desaparecido. gel Rubio, finalmente ha sido alcanza- lógica cinematográfica: no se trata de di-
tocolmo tomó cartas prontas en el asun- La mujer que lo pronunció era aque- do por la historia. Desde la oscuridad, bujar como para que parezca una pelícu-
to. Eso sí, puso sus condiciones: en la lla a quien Dagmar debía haber visita- una chica sueca de 17 años que hoy la. Se trata de privar la vista, sugerir, en-
historia que ellos ventilarían la chica do el día de su secuestro. Había tenido tendría casi 50, y su padre, acabaron torpecer cualquier certeza. Se trata de
iba a aparecer como insospechada, y se más suerte que la chica, y después de por ponerlo ante su destino. replicar la mecánica de las pesadillas.

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