Jairo Canta A Borges

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Jairo canta a Borges

01. No hay cosa como la muerte (Cuchi Leguizamn)


Poema: "Dnde se habrn ido?"
Libro: Para las seis cuerdas
02. Buenos Aires: Bsqueda (Daniel Piazzolla)
Poema: "Buenos Aires"
Libro: El otro, el mismo
03. Milonga de calandria (Eladia Blzquez)
Poema: Milonga de la calandria

Libro: Para las seis cuerdas

04. Soy esos otros (Facundo Cabral)


Poema: "Al hijo"

Libro: El otro, el mismo

05. La rosa inalcanzable (Horacio Malvicino)


Poema: "La rosa"
Libro: Fervor de Buenos Aires
06. Milonga de marfil negro (Julin Plaza)
Poema: "Milonga de los morenos"

Libro: Para las seis cuerdas

07. Mil novecientos sesenta y cuatro (Astor Piazzolla)


Poema: "1964"
Libro: El otro, el mismo
08. Milonga de dos hermanos (Carlos Guastavino)
Poema: Milonga de dos hermanos
Libro: Para las seis cuerdas
09. La lluvia sucede en el pasado (Alberto Cortz)
Poema: "La lluvia"
Libro: El hacedor
10. Hombre de antigua fe (Eduardo Fal)
Poema: "El gaucho"

Libro: El oro de los tigres

11. Buenos Aires: Destino (Jairo)


Poema: "Buenos Aires"

Libro: El otro, el mismo

12. No habr sino recuerdos (Rodolfo Mederos)


Poema: "Despedida"
Libro: Fervor de Buenos Aires

DNDE SE HABRN IDO?


Segn su costumbre, el sol
brilla y muere, muere y brilla,
y en el patio, como ayer,
hay una luna amarilla,
pero el tiempo, que no ceja,
todas las cosas mancilla.
Se acabaron los valientes
y no han dejado semilla.
Dnde estn los que salieron
a libertar las naciones
o afrontaron en el Sur
las lanzas de los malones?
Dnde estn los que a la guerra
marchaban en batallones?
Dnde estn los que moran
en otras revoluciones?
-No se aflija. En la memoria
de los tiempos venideros
tambin nosotros seremos
los tauras y los primeros.
El ruin ser generoso
y el flojo ser valiente:
No hay cosa como la muerte
para mejorar la gente.

Dnde est la valerosa


chusma que pis esta tierra,
la que doblar no pudieron
perra vida y muerte perra,
los que en el duro arrabal
vivieron como en la guerra,
los Muraa por el Norte
y por el Sur los Iberra?
Qu fue de tanto animoso?
Qu fue de tanto bizarro?
A todos los gast el tiempo,
a todos los tapa el barro.

Juan Muraa se olvid


del cadenero y del carro
y ya no s si Moreira
muri en Lobos o en Navarro.
-No se aflija. En la memoria
de los tiempos venideros
tambin nosotros seremos
los tauras y los primeros.
El ruin ser generoso
y el flojo ser valiente:
No hay cosa como la muerte
para mejorar la gente.

BUENOS AIRES
Antes, yo te buscaba en tus confines
Que lindan con la tarde y la llanura
Y en la verja que guarda una frescura
Antigua de cedrones y jazmines.
En la memoria de Palermo estabas,
En su mitologa de un pasado
De baraja y pual y en el dorado
Bronce de las intiles aldabas,
Con su mano y sortija. Te senta
En los patios del Sur y en la creciente
Sombra que desdibuja lentamente
Su larga recta, al declinar el da.
Ahora ests en m. Eres mi vaga
Suerte, esas cosas que la muerte apaga.

MILONGA DE CALANDRIA
Servando Cardoso el nombre
y No Calandria el apodo;
no lo sabrn olvidar
los aos, que olvidan todo.
No era un cientfico de esos
que usan arma de gatillo;
era su gusto jugarse
en el baile del cuchillo.
Cuntas veces en Montiel
lo habr visto la alborada

en brazos de una mujer


ya tenida y ya olvidada.
El arma de su aficin
era el facn caronero.
Fueron una sola cosa
el cristiano y el acero.
Bajo el alero de sombra
o en el rincn de la parra,
las manos que dieron muerte
saban templar la guitarra.
Fija la vista en los ojos,
era capaz de parar
el hachazo ms taimado,
Feliz quien lo vio pelear!
No tan felices aquellos
cuyo recuerdo postrero
fue la brusca arremetida
y la entrada del acero.
Siempre la selva y el duelo
pecho a pecho y cara a cara,
vivi matando y huyendo.
Vivi como si soara.
Se cuenta que una mujer
fue y lo entreg a la partida;
a todos, tarde o temprano,
nos va entregando la vida.

AL HIJO
No soy yo quien te engendra. Son los muertos.
Son mi padre, su padre y sus mayores;
son los que un largo ddalo de amores
trazaron desde Adn y los desiertos
de Can y de Abel, en una aurora
tan antigua que ya es mitologa,
y llegan, sangre y mdula, a este da
del porvenir, en que te engendro ahora.
Siento su multitud. Somos nosotros

y, entre nosotros, t y los venideros


hijos que has de engendrar. Los postrimeros
y los del rojo Adn. Soy esos otros,
tambin. La eternidad est en las cosas
del tiempo, que son formas presurosas.

LA ROSA
La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardn de la alta noche,
la de cualquier jardn y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre est sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platnica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.

MILONGA DE LOS MORENOS


Alta la voz y animosa
como si cantara flor,
hoy, caballeros, le canto
a la gente de color.
Marfil negro lo llamaban
los ingleses y holandeses
que aqu los desembarcaron
al cabo de largos meses.
En el barrio del Retiro
hubo mercado de esclavos;
de buena disposicin
y muchos salieron bravos.
De su tierra de leones
se olvidaron como nios
y aqu los aquerenciaron

las costumbres y los carios.


Cuando la patria naci
una maana de Mayo,
el gaucho slo saba
hacer la guerra a caballo.
Alguien pens que los negros
no eran ni zurdos ni ajenos
y se form el Regimiento
de Pardos y de Morenos.
El sufrido regimiento
que llev el nmero seis
y del que dijo Ascasubi:
"Ms bravo que gallo ingls."
Y as fue que en la otra banda
esa morenaza, al grito
de Soler, atropell
en la carga del Cerrito.
Martn Fierro mat un negro
y es casi como si hubiera
matado a todos. S de uno
que muri por la bandera.
De tarde en tarde en el Sur
me mira un rostro moreno,
trabajado por los aos
y a la vez triste y sereno.
A qu cielo de tambores
y siestas largas se han ido?
Se los ha llevado el tiempo,
el tiempo, que es el olvido.
1964
Ya no ser feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es ms profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste


y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Slo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

MILONGA DE DOS HERMANOS


Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarn los ms lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.
Velay, seores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
tambin el coraje envicia
a quien le da noche y da
el que era menor deba
ms muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio


que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le arm no s qu lazo

le dio muerte de un balazo,


all por la Costa Brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la va
para que el tren lo pisara.
El tren lo dej sin cara,
que es lo que el mayor quera.
As de manera fiel
cont la historia hasta el fin;
es la historia de Can
que sigue matando a Abel.

LA LLUVIA
Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cay. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le revel una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrar en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

EL GAUCHO
Hijo de algn confn de la llanura
Abierta, elemental, casi secreta,
Tiraba el firme lazo que sujeta
Al firme toro de cerviz oscura.
Se bati con el indio y con el godo,
Muri en reyertas de baraja y taba;
Dio su vida a la patria, que ignoraba,
Y as perdiendo, fue perdiendo todo.
Hoy es polvo de tiempo y de planeta;
Nombres no quedan, pero el nombre dura.
Fue tantos otros y hoy es una quieta
Pieza que mueve la literatura.
Fue el matrero, el sargento y la partida.
Fue el que cruz la heroica cordillera.
Fue soldado de Urquiza o de Rivera,
Lo mismo da. Fue el que mat a Laprida.
Dios le quedaba lejos. Profesaron
La antigua fe del hierro y del coraje,
Que no consiente splicas ni gaje.
Por esa fe murieron y mataron.
En los azares de la montonera
Muri por el color de una divisa;
Fue el que no pidi nada, ni siquiera
La gloria, que es estrpito y ceniza.
Fue el hombre gris que, oscuro en la pausada
Penumbra del galpn, suea y matea,
Mientras en el oriente ya clarea
La luz de la desierta madrugada.
Nunca dijo: soy gaucho. Fue su suerte
No imaginar la suerte de los otros.
No menos ignorante que nosotros,
No menos solitario, entr en la muerte.

BUENOS AIRES
Y la ciudad ahora es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esta puerta he visto los ocasos
Y ante este mrmol he aguardado en vano.
Aqu el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana, aqu mis pasos
Urden su incalculable laberinto.
Aqu la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la maana;
Aqu mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perder, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Ser por eso que la quiero tanto.

DESPEDIDA
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar ser una magia entre nosotros.
No habr sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mrmol
entristecer tu ausencia otras tardes.

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