04 La Pareja Una Diada Singular

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LA PAREJA: UNA DADA SINGULAR

La pareja: una dada singular


Tita Szmulewicz*

Resumen
La pareja ha sido comentada y estudiada desde diferentes
disciplinas y, por lo tanto, con distintos nfasis.
En las ltimas cinco dcadas, en la psicologa y, ms especficamente, en la psicoterapia se han levantado una serie
de reflexiones e investigaciones acerca del ser y estar en
pareja, como un asunto de la mayor relevancia para la
salud mental de las personas, de las familias y de la sociedad toda.
Este artculo busca describir las caractersticas que tienen
las relaciones de pareja como una dada distinta de otras
dadas, enfatizar la importancia que las respectivas familias de origen tienen, tanto para la formacin de la pareja
como para su posterior desarrollo, y cmo este tpico ha
sido considerado en el encuadre teraputico.
En sntesis, interesa observar a la pareja como una de las
formas de estar-con-otro-en-el-mundo (Cornejo, 2008).
Palabras Claves: ser y estar en pareja, identidad de la
pareja, intimidad, terapia de pareja, familia de origen

The couple: a singular dyad


The couple has been discussed and studied from different
disciplines and, therefore, with different emphases.
In the last five decades, in psychology and, more specifically, in psychotherapy have been raised a series of reflections and investigations about being-in-couple, as a
matter of the greatest importance for mental health of
individuals, families and society as a whole.

This article seeks to describe the characteristics of couple relationships, as a dyad different from other dyads;
to emphasize the importance that the respective families
of origin have, both in the formation of the couple as for
further development, and how this topic has been considered in the therapeutic setting.
In short, what matters is observing couple as one way of
being-in-the-world-with-other (Cornejo, 2008).
Key Words: being a couple, identity of the couple, intimacy, couple therapy, family of origin

La pareja constituye una relacin de mucha intensidad en


donde parecen resumirse y actualizarse muchas de las dificultades con la intimidad y la relacionalidad con el otro.
Esta relacin no slo incluye sentimientos amorosos, de
lealtad y de apoyo mutuo, sino tambin incluye la sexualidad, energa promotora de la continuidad de la especie.
A travs de la historia, tanto filsofos y cientficos como
poetas, se han dedicado a reflexionar acerca del amor de
pareja. El amor romntico, el amor carnal y el amor consensuado, dependiendo de los contextos sociales en que
nos encontremos.
Sin embargo, es ms reciente la preocupacin por conocer
los motivos que nos llevan a permanecer o a reincidir en
las relaciones de pareja, sean estas elegidas o impuestas.
La tensin permanente que supone el mantenerse en una
relacin tan ntima como la relacin de pareja, es un tema
que ha cobrado cada vez mayor relevancia puesto que
hoy se vive una cantidad de aos mucho mayor y las condiciones socioculturales de nuestro mundo han cambiado
dramticamente (Canevaro, 1999).

1. Psicloga Clnica Pontificia Universidad Catlica de Chile y Supervisora Acreditada. Magister Psicologa Clnica: Estudios Avanzados de Familias y parejas Universidad Alberto Hurtado. Diplomada en Esttica y Filosofa Pontificia Universidad Catlica de Chile. Docente-investigadora
Universidad del Desarrollo. [email protected] Tel. 56-9-92357204

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Mony Elkaim (2008), al referirse a la complejidad de este


vnculo, habla de ciclos constituidos por mensajes doble
vinculantes recprocos. Se desea ser amado, pero al mismo
tiempo, no se desea ser amado por el temor a ser abandonado. Entonces, cualquier cosa que haga la pareja resultar insuficiente, ya que slo podr complacer al otro en
un solo nivel de la peticin.
El cmo la pareja realice esta danza depender, en parte,
de la biografa de cada uno, que impulsar a la repeticin
de patrones ya conocidos y tambin depender del sistema de pareja que construyan, puesto que cada uno de los
miembros de la dada aporta a la construccin de mundo
del otro (Elkaim, 2008).
Sin duda, hay un vnculo entre el pasado y el presente,
pero no en la lgica causal, ni tampoco los elementos biogrficos son en s suficientes, ni exhaustivos a la hora de
entender una relacin de pareja. Depender del contexto
en que aparezcan si adquirirn una funcin organizadora
o una funcin disruptiva. La pareja es la piedra fundante
de una familia, es el principio de una historia que se ha
venido contando desde otras dos familias de origen y que
sigue una narrativa distinta y singular (Framo, 1996).
A los pocos meses de nacido, luego de un perodo de simbiosis e indiferenciacin con el cuidador/a primario/a, el
beb aprende que su madre/padre puede relacionarse con
otro, sin incluirlo y l puede ser un observador de esta
relacin. Tambin aprende que l puede ser observado
por otro, mientras mantiene una relacin con su madre
y/o su padre. Este tringulo primario entre madre-bebpadre sera el laboratorio bsico para el aprendizaje de las
maneras de estar con otro (Fivaz- Depeursinge & CorbozWarnery, 1999). En este artculo interesa desarrollar el estar en pareja, como uno de los modos de estar con otro.

Constitucin de la pareja
La pareja es una dada peculiar que ha ocupado la imaginacin y el pensamiento de literatos, filsofos y cientficos.
As tambin, los seres humanos adultos han experimentado el estar en pareja, o al menos lo han presenciado en
otros alrededor o, en ltimo trmino, lo han fantaseado.

Freud (citado por Puget & Berenstein, 1988) planteaba


que el descubrimiento de la pareja marca la salida del
conflicto edpico, al poder dirigir los deseos y elementos
contradictorios hacia otro, que no es la madre.
Las representaciones con que cuentan las personas respecto del ser y del estar en pareja, provienen de antecedentes
biogrficos, de caractersticas personales y de contingencias presentes. No est dems mencionar que el contexto
en que se actualizan estos tres factores tambin tie las
representaciones, hacindolas dinmicas e interactivas.
Phillipe Caill (1992) considera que el sistema pareja est
constituido por tres entidades, los dos componentes de
la pareja y el sistema que construyen entre ambos, el que
los define y caracteriza como nicos y que les hace reconocibles la relacin. A este constructo Caill lo llama el
absoluto de la pareja.
Al igual que cualquier otra relacin este tercero, que es el
absoluto de la pareja, posee algunas caractersticas idiosincrticas que permiten reconocer a una pareja amorosa
de una pareja de amigos, de una pareja profesional o de
una parental.
Extrapolando el planteo que Jessica Benjamin (1996) hace
sobre la relacin teraputica, se puede pensar que cada
miembro de la pareja se acomoda al otro y al tercero cocreado, siguiendo los patrones y los ritmos pre-establecidos que configuran este absoluto. Benjamin se refiere
a uno-en-el-tercero, como la nocin que se tiene de la
armona en una relacin.
La ajenidad que se advierte en el otro tiende a minimizarse
y el nosotros ocupa un lugar preferencial, en donde cada
uno de los miembros de la pareja nota la creacin de ese
absoluto. Ya no son dos extraos el uno para el otro, son
dos sujetos que se imponen a s mismos encontrar un lugar comn para que el obstculo que cada quien es para el
otro, los obligue a construir algo nuevo. (Berenstein, 2001).
El absoluto de la pareja, es decir, la representacin compartida que tienen los dos miembros de la dada, se mantiene a travs del tiempo, an cuando aparezcan difi-

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cultades entre ellos y tengan consciencia de stas. Este


absoluto es estable, pero al mismo tiempo, es repensado
constantemente, como una visin de mundo que a la pareja le permite subsistir como tal, es una cultura esencial para esas dos personas (Caill, 1992, p. 57).
El discurso social respecto de las relaciones de pareja,
flucta dentro de dos polos. Por un lado, se sumerge en
fantasas idlicas, en donde el otro comprende, acepta y
ama incondicionalmente. Otra parte del discurso se relaciona ms bien con la estadstica que, con una mirada
recelosa acerca de la felicidad, interpela para analizar en
forma racional lo que implica ser pareja y permanecer en
sta, enfatizando los aspectos ms dificultosos y menos
atractivos, de manera de prevenirlos y no caer en las cifras
de fracaso, como si este ejercicio fuera posible de hacer.
Ambas, no obstante, son miradas que no consideran el
tercer sujeto intersubjetivo que cada pareja crea a cada
momento. El absoluto del que se viene hablando.
Probablemente un acercamiento construccionista social
para entender el funcionamiento de una pareja es ms
til, ya que aporta elementos de mayor complejidad y, al
mismo tiempo, para fines teraputicos, admite la posibilidad de mover el sistema y co-construir aquello que la
pareja considere ms gratificante.
Se necesita el reconocimiento del otro para reafirmar la
identidad que, momento a momento, est expuesta a ser
fragilizada por el devenir de la existencia. De pronto aparece otro que nos sorprende y que por razones, no del
todo claras, detiene el miedo a ser enjuiciados o el deseo
de enjuiciar y, ms bien, precipita a develarse, a mostrar
fragilidades, sin que sea necesario defenderse o fingir.
Se est enamorado del otro, de s, del s que se es para
el otro, del amor que se tienen, del que desean tenerse.
Beck y Beck (2001) enfatiza que pareciera que uno slo
se puede entender a s mismo y concluir la propia historia
cuando el otro la oye. Este otro es aquel que compensar
todas las carencias, podr comprender y ser comprendido. Tambin es alguien que permitir ser lo que se ha
deseado ser y, en definitiva, lo completar, haciendo que
la vida adquiera una nueva significacin y el mundo sea
percibido desde una ptica mucho ms amable.

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El elegido ya no forma parte de los otros, sino que pasa a


constituir el nosotros que, en una primera instancia, tendr un sentido de fusin casi total, para el logro de la caracterizacin del sistema que se est construyendo. Ambos
miembros de la pareja se comprometen ntegramente en la
labor de levantar una organizacin didica que ser identitaria de esta pareja y que la diferenciar de otras que ellos
mismos hayan tenido o que otros tengan (Caill, 1992).
La pareja crea su identidad para construir un borde, un
lmite respecto de otros sistemas en los que participa, sean
sistemas familiares, laborales y/o sociales. La claridad en
la demarcacin de estos lmites flucta entre una pareja
y otra y tambin evoluciona a travs del tiempo, en una
misma pareja.
La pareja tambin genera un mito que le es propio y que
se modela a partir de las narrativas individuales. Este mito
viene ligado a rituales que lo preservan y le dan consistencia, a la vez que posibilidad de ser transmitido.
Caill (2002) plantea una tesis interesante acerca de la
energa que mantiene a una pareja unida en el vnculo.
Propone que los miembros de la pareja, al crear la identidad de pareja, al mismo tiempo, refuerzan su identidad
yoica y el origen de este fenmeno estara radicado en el
amor, en la pasin amorosa. Esta energa pasional amorosa
se traduce en la eleccin del otro, en la inversin en una
relacin que ampla los significados, la visin de mundo
propia y la del otro. A la vez, esta misma energa ilumina la
relacin de manera privilegiada, haciendo que las prioridades se guen por ella.
La vivencia de intimidad en una pareja se relaciona con
ocupar el lugar deseado en la mente del otro y, sobre todo,
de alcanzarlo(a) con sus sentimientos, pensamientos y acciones, provocando en l o en ella la resonancia que posibilite el estar juntos (Bleichmar, 1999).
Autores como Stern (2004) y Aron (1996) han abordado
el tema de la intimidad desde la mirada intersubjetiva y
han reconocido esta experiencia como un encuentro de
mentes. El encuentro al que aluden guarda relacin con la
sintona que ocurre cuando dos personas coinciden en un
mismo estado emocional y se dan cuenta de eso.

En las parejas, a diferencia del encuentro madre-beb


o paciente-terapeuta, la intimidad implica tambin un
encuentro sexual, en donde el otro no slo es objeto
del deseo, sino que su cuerpo se vive como deseante. La
proximidad fsica del otro produce cambios fisiolgicos
que otros cuerpos no consiguen y estas seales son claramente distinguibles como una cualidad distinta en la
experiencia de estar con otro. Para el logro de este encuentro se hacen todos los esfuerzos precisos para que el
otro alcance los mismos estados afectivos y tambin se
realiza el esfuerzo contrario, el tratar de mimetizarse con
el estado de nimo del otro. Esto tiene como objetivo el
sentir que se est con el otro.
La autodevelacin recproca parece ser el eje central en la
experiencia de intimidad de una pareja. La experiencia recursiva de develarse en presencia de otro afirma la propia
autoestima, ya que valida el estado mental y confirma la
existencia. El significar una experiencia, especialmente, la
experiencia emocional, no puede ser tarea de un sujeto,
necesariamente hay otro que provee los elementos para
que esto ocurra, este otro puede ser real o imaginario.
El sentimiento de intimidad, idealmente concebido, surge
en relacin a otro que se reconoce como separado del sujeto, pero aun manteniendo ese sentimiento de diferencia,
la relacin se vive como compartiendo algo importante de
la mente del otro. Esta unin produce mayor placer, puesto que no anula la diferencia. Incluso en algunos casos el
nico encuentro posible es compartiendo el conocimiento
de estas diferencias, sintiendo que stas no los separan y
que pueden validar al otro, respecto de lo que pasa en su
mente. Pero si el otro se presenta como inalcanzable, se
vive como una experiencia de vaco y de soledad intolerable que hace que el sujeto prefiera romper la relacin, ya
que el sentirse solo, en presencia del otro, el desencuentro
emocional, le causa un dolor enorme.
La fusin extrema del comienzo de una relacin de pareja
constituye un perodo corto que da paso a una posterior
etapa dialctica entre fusin-diferenciacin y dependencia-autonoma, que se hace ms permanente. Aparecen
entonces acuerdos explcitos e implcitos; conscientes e
inconscientes, que se transforman en patrones recurrentes que otorgan a la pareja una sensacin de seguridad y

de estabilidad (Caill, 2002). La bsqueda de mayor distancia no tiene nada que ver con el desamor o el rechazo,
por el contrario, es a menudo el recurso para el cuidado
del vnculo (Troya, 2000, p. 44). Claramente, la tensin
que una pareja pueda sostener, entre unin y separacin,
le posibilita gozar plenamente del placer que le otorga la
intimidad.
El duelo de perder la ilusin de la completud, a travs de la
relacin con el otro, es tarea que no a todas las parejas les
resulta fcil. Vivir en soledad, en presencia del otro, es una
idea que se conecta con un grado de madurez que slo
algunas parejas suelen mostrar (Caill, 1992) y que admite el dolor de conocer la existencia en el otro de espacios
mentales no accesibles (Puget & Berenstein, 1988, p. 177).
El conflicto en la pareja aparece cuando el programa
oficial est reido con el mapa de mundo. Es decir, la
demanda que se le hace al otro no es congruente con
la experiencia vivida tempranamente, con el sistema de
creencias que subyace a la forma de relacionarse y de percibir el presente (Elkaim, 2008).
Aqu adquiere sentido el problema del mapa y del territorio. Frente a un conflicto, es muy probable que el mapa
que se usa como gua para la relacin pertenezca o haya
sido diseado en presencia de un territorio que hoy ha
cambiado y que, por tanto, sus coordenadas han perdido
utilidad (Elkaim, 2008).

La pareja en terapia
En la terapia de pareja concurren el terapeuta, con sus caractersticas personales y su experticia tcnica; la pareja,
con su historia, con sus demandas respecto al problema
sentido y cada uno de los miembros de la pareja con su
propia biografa. La terapia de pareja es, por tanto, un
espacio de mayor complejidad que otros espacios teraputicos, respecto a la intersubjetividad que all se despliega, pues implica la constitucin de una experiencia
relacional tridica.
Si una pareja que est en conflicto llega a terapia, la actitud compasiva del terapeuta llega a ser crucial, puesto

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que ambos integrantes de la dada no slo ingresan al


encuadre con una desesperanza respecto de su relacin,
sino tambin con una visin negativa sobre s mismos, a
propsito del deterioro de su vnculo y de la incapacidad
que han tenido para enmendarlo.
Entonces el terapeuta recibe a la pareja bajo el predicamento que son dos personas que se encuentran atrapadas en ciertos estados afectivos y en ciertos patrones de
interaccin que les producen un gran sufrimiento, pero
recuerda tambin que stos han sido instalados a partir
de razones adaptativas y no por negligencia emocional.
La primera tarea del terapeuta es validar la experiencia y
sufrimiento de la pareja, sin querer ensearles a ser diferentes, sino proveer un contexto adecuado para que, entre
todos, puedan descubrir cul es el sentido de aquello y,
desde esa comprensin, desarrollar formas menos rgidas
de responder a las necesidades de la relacin, acorde con
las circunstancias y las etapas de la vida. Ofrecer una narrativa que naturalice el conflicto resulta muy aliviador
para la pareja (Johnson, 2007).
La teora del apego ha sido una herramienta muy til para
los terapeutas de pareja, ya que no slo ha provisto un
marco comprensivo acerca de cmo funcionan las personas en las relaciones significativas, sino tambin ha permitido desechar la idea de la autonoma como valor sacro
en una relacin de pareja sana. Esto recuerda la intensidad con que Stolorow y Atwood (2004) exponen el mito
de la mente aislada, como si fuera posible la existencia sin
el otro y como si alcanzar esta meta permitiera evitar la
angustia.
El apego, una necesidad innata y presente a lo largo de
toda la vida, ensea que la dependencia y la autonoma
son dos condiciones propias y esenciales en toda relacin
primordial, una complementa a la otra. A medida que
estamos conectados con mayor seguridad, podemos diferenciarnos ms y estar ms separados (Johnson, 2007,
p. 21).
El apego seguro permite explorar, arriesgarse y tambin
comprender mejor el mundo y las dificultades, lo que va a
incidir en la posibilidad de adaptarse a los nuevos contextos, de reflexionar sobre s mismo y sobre el otro.

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La forma en que se es capaz de regular la dependencia


y la autonoma en las relaciones ntimas, est conectada
con la experiencia de la continuidad en el pertenecer. En
la medida en que los cuidadores primarios hayan otorgado la posibilidad de cuidados emocionales adecuados y
un contexto de dependencia que segurice, los principios
organizadores sern ms adaptativos y se podr ser dependiente y/o autnomo, segn las circunstancias y requerimientos de un vnculo.
La fantasa de toda pareja que se enamora es que pueden
olvidar lo que fueron hasta ese momento y darse a la tarea de crear algo entre ellos que sea totalmente original y
de generacin espontnea. Sin embargo, se sabe que cada
uno de ellos proviene de una familia de origen, en donde
ha recibido los primeros aprendizajes y entrenamientos
acerca de cmo ser y estar en pareja, as como una serie
de marcas relacionales ms amplias que pueden activarse
en cualquier relacin ntima y, por lo tanto, tambin en la
relacin de pareja.
Lo que construyen entre ambos miembros de la pareja es
un sistema que est constituido por la experiencia en curso, pero tambin por improntas de pautas ms antiguas
que cada uno aporta a la relacin. De acuerdo al grado de
diferenciacin individual estas pautas son ms fciles o
ms difciles de engranar y promueven u obstaculizan la
conformacin didica como tal.
Considerando el peso que tienen las respectivas familias de origen en una pareja, surge una lnea de trabajo
que comienza con algunos terapeutas de familia (Andolfi, 2003; Bowen, 1991; Framo, 1996) los que provenan
del psicoanlisis y que vean cmo las parejas quedaban
atrapadas en sus biografas y esto les impeda avanzar en
el desarrollo de su familia nuclear. Al formarse una pareja, automticamente se unen dos sistemas familiares,
los cuales van a influenciar y modificar este vnculo. Cada
uno de los miembros de la pareja aporta la narrativa de
una historia que ya se vena contando, desde su propia
familia de origen.
La necesidad de encontrar estrategias conceptuales y no
slo tcnicas que ayuden a comprender mejor el fenmeno didico y, de esta manera, introducir suficiente no-

vedad para que el sistema avance, llev a estos autores


a trabajar conjuntamente con las familias de origen de
cada uno de los miembros de la pareja.
Ya no slo se trabajara en el aqu y ahora, sino tambin
en el all y entonces, como visin esencial dentro de la
terapia. Citando a Andolfi las relaciones conyugales se
convierten en el punto de encuentro y de sntesis de dos
historias familiares distintas (Andolfi, 1989, pg. 44).
El trabajar desde esta ptica posibilita al sistema teraputico construir un nuevo relato, apoyndose en significados y representaciones plurales; generar puentes entre
el presente y el pasado y tender lazos entre un universo
familiar y otro.
Cada uno de los individuos que componen una dada se
comporta de acuerdo a necesidades emocionales del pasado, las que encuentran un espacio y un tiempo apropiados en las manifestaciones relacionales presentes. Estas verdaderas metforas se expresan en unas y no otras
relaciones de pareja. Dichas actualizaciones, sin embargo,
no siempre dan curso a pautas beneficiosas para la relacin, sino que a veces la entrampan en ciclos dolorosos y
difciles de cambiar.
En algunas parejas, cada uno de sus miembros tiene un
s mismo apenas diferenciado, es decir, la separacin
emocional respecto de sus propios padres no ha sido
completamente resuelta y, por lo tanto, muchas de las
dificultades que hoy presentan en su relacin de pareja,
se vinculan directamente con los conflictos que an perduran con sus respectivas familias de origen.
Murray Bowen (1991) es uno de los exponentes ms relevantes dentro de la terapia de pareja con un modelo
transgeneracional. No slo adhiere a los enunciados antes
expuestos, sino que es pionero en llevar a cabo un intento
claro por disear y transferir un modelo de intervencin
con parejas en donde se incluye la familia de origen, ya
no slo como una necesidad terica, sino como una realidad operativa. Tambin resulta interesante el especial
hincapi que Bowen hace en favorecer, dentro del proceso teraputico, el trabajo que cada terapeuta debe hacer

con su propia familia de origen, lo que posiciona su mirada en un lente constructivista, en donde la recursividad
est presente y se releva, como un recurso teraputico
permanente.
Finalmente es Framo (1996), seguidor de Bowen, quien
primero concreta la idea de llevar a la familia de origen a
las sesiones de terapia de pareja. Dice l se escoge una
pareja que, segn se espera, nos permitir eliminar, reproducir, controlar, revivir, cicatrizar, lo que no pudo saldarse
previamente (Framo, 1996, p.133).
Canevaro (1999) va ms all, al proponer reeditar la historia de la terapia familiar centrndola en la pareja como
punto nodal de la familia, en donde se cruzaran los ejes
de filiacin y los ejes de alianza.
Para este autor, al igual que para los ya mencionados,
los trastornos que presenta una pareja tendran relacin
directa con los problemas no resueltos en la familia de
origen. Se tratara as de regresar para partir mejor y,
en la medida en que el vnculo conyugal se consolida, las
lealtades hacia las respectivas familias de origen se van
debilitando (Canevaro, 1986).
La preservacin del vnculo requiere mantener una alternancia entre el encuentro-el dilogo-la fusin y la diferenciacin. As permanece la creacin original y la pertenencia, aunque tambin sea necesaria la flexibilidad para
que el sistema acepte la creatividad y preserve el inters
en el encuentro (Beck & Beck, 2001).
Antes de cerrar este artculo, cabe mencionar la importancia que tiene el adecuado manejo de la soledad para
desarrollar la capacidad de amar y de vincularse afectivamente con otro. Pareciera que el estar en pareja y nunca
solo fuera un mandato perverso de nuestra sociedad, la
que no considera que el dolor y el aislamiento son tambin caminos que permiten aprender a no convertirse
en extraos frente a s mismo, y que el estar sintonizado
consigo mismo aumenta las probabilidades de intimar
con otro. Esta reflexin debiera formar parte esencial de
cualquier terapia (Schnarch, 1991).

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pareja occidental entre el siglo XX y el siglo XXI. Grupo Editorial Lumen, Buenos aires Mxico 2000

"PSIQUIATRA Y SALUD MENTAL"


El presente libro Psiquiatra y Salud Mental, producto de la Sociedad Chilena de Salud
Mental, se encuentra enfrentado a una serie de problemas y desafos que acucian a la
psiquiatra en general y a la salud mental en Chile en especial. Cincuenta profesionales
psiquiatras, psiclogos, neurlogos, psicoanalistas, enfermeras, asistentes sociales,
socilogos, terapeutas ocupacionales, qumicos farmacuticos se encargan de la titnica
tarea de responder a estas incgnitas actuales pero tambin, con honestidad intelectual,
sealar nuestras ignorancias e insuficiencias, porque su fundamento ltimo reposa en la
vocacin que nos trasmiti Hipcrates: ensear a sanar aunque sobre todo a acompaar a
estos pacientes y sus familiares al interior de la comunidad.
Nmero de pginas: 1.039.

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