Plaidy Jean - Los Reyes Plantagenet 02 - La Rebelion de Los Aguiluchos

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Jean Plaidy

La Rebelin de
los Aguiluchos
Los Reyes Plantagenet II

Ttulo original
The revolt of the Eaglets
Edicin original
Robert Hale
Cubierta
Farr

1977 by Jean Plaidy

1982 Javier Vergara Editor S .A.


Juncal 691 - Buenos Aires - Argentina

ISBN 950- 15-0085-36


Impreso en la Argentina Printed in Argentine
Depositado de acuerdo a la Ley 11.723
Esta edicin se termin de imprimir en la
COMPAA IMPRESORA ARGENTINA S.A.
Alsina 2049 - Buenos Aires - Argentina
en el mes de setiembre de 1982.

La cmara real del castillo de Winchester estaba pintada con


cuadros alegricos que representaban la vida del monarca. Uno
de ellos era el cuadro de un guila con cuatro aguiluchos. Tres
aguiluchos atacaban al padre, y el cuarto miraba. Dcese que
cierta vez el rey observ: Los cuatro aguiluchos son mis hijos,
que me perseguirn hasta que yo muera. El menor, mi favorito,
es el que me herir ms. Est esperando el momento de
vaciarme los ojos.

LA NOTICIA DEL CRIMEN

Era el primer da del ao 1171, y en el castillo de Argentan haban


estado celebrando el fin del ao viejo y la llegada del nuevo. El rey estaba
de buen humor, pues prevea complacido el regreso a Inglaterra y el
reencuentro con su amante Rosamunda Clifford. Como su esposa, la reina
Leonor, ahora conoca la existencia de Rosamunda, ya no era necesario
mantener en secreto el vnculo. No era que l, rey de Inglaterra, duque de
Normanda y todo lo dems, temiese a su esposa, aunque ella poda ser
formidable. En realidad, Enrique haba temido que ella se vengase de
Rosamunda antes de que l pudiera impedirlo. Leonor deba aprender que
Enrique era el amo; pero se trataba de una conclusin que ella haba
evitado durante los diecinueve aos de matrimonio.
Sin embargo, Enrique supona que la unin entre ambos no haba
sido del todo insatisfactoria. Ella le haba dado cuatro hijos y dos hijas
era un buen nmero y no solo eso: sus ricas posesiones de Aquitania, el
aporte de Leonor al matrimonio, haba ampliado las posesiones de
Enrique, y convertido al rey de Inglaterra en el hombre ms poderoso de
Europa.
l haba tenido muchas cosas de las cuales felicitarse. Haba
restaurado la justicia en Inglaterra, la misma que bajo el reinado del dbil
Esteban el pas haba perdido; haba conseguido mantener los territorios
de ultramar; haba dispuesto hbilmente el matrimonio de sus hijos es
decir, de todos menos de Joanna, de seis aos, y de Juan, de cinco de
modo que lo haban beneficiado considerablemente; y de hecho se lo tema
y respetaba en el reino entero as como en los restantes pases.
Aunque ese da de Ao Nuevo estaba de buen humor, todos saban
que su mal carcter poda excitarse en un instante. Cuando tal cosa
ocurra la piel sonrosada pasaba al rojo oscuro, y los ojos echaban chispas,
las aletas de la nariz se agitaban y al fin Enrique se asemejaba al len con
el cual a menudo se lo comparaba. l jams haba podido controlar tales

estallidos, y tampoco vea motivo para hacerlo. Cuando se enojaba quera


que los hombres lo supieran. Sus cleras eran tremendas. Mientras
duraban, perda el control de sus actos, y descargaba su furia sobre los
objetos inanimados que estaban cerca, y a menudo se daaba l mismo. A
veces se lo haba visto rodar sobre el piso y masticar enfurecido los tallos
de junco.
Leonor haba dicho:
Un da, cuando sufras uno de tus accesos de clera, te hars dao.
l recordaba el brillo de los ojos de su esposa, y que l mismo haba
contestado:
Sospecho, mi seora, que si tal cosa ocurre no te desagradar
demasiado.
Ella no lo haba negado. Siempre se haba mostrado desafiante y
jams haba demostrado temor a su marido; no dejaba de recordarle que,
si l poda ser rey de Inglaterra, ella era la duquesa de Aquitania.
Enrique dudaba de que a ella le preocupase la muerte de su marido.
De hecho, ese desenlace poda complacerla. Ah estaba el hijo de ambos,
dispuesto a ocupar el trono. El joven Enrique, ya coronado rey, apuesto,
poseedor de un gran encanto, capaz de gustar a los hombres simplemente
con el atractivo de su personalidad. Era insensato coronar rey a un hijo
mientras el padre viva. Becket se haba opuesto a ello.
Ah, mi seor arzobispo haba dicho Enrique, quiz porque vos
no fuisteis quien presidi la ceremonia?
Ahora, el joven Enrique ya no era un adolescente. Tena diecisis
aos. Los varones podan ser ambiciosos a esa edad. El rey reconoca en su
fuero ntimo que de tanto en tanto se senta incmodo y que se preguntaba
si su actitud, el ao anterior, cuando haba permitido que coronasen a su
hijo, no haba sido un acto irreflexivo.
Bien, hecho estaba; y si l, el rey, deba morir pocas semanas ms
tarde un resultado que no era improbable, porque a cada momento
diriga sus ejrcitos contra algn rebelde que deseaba aprovechar las
muchas dificultades del monarca Inglaterra tendra un rey indiscutido,
que ya haba sido coronado y que posea el ttulo.
No deseaba que tales pensamientos lo perturbasen ese da. Pensara
en el hogar y en Rosamunda, y en los dos hijos y la paz domstica que
poda encontrar slo con ella. Se alegraba de que Leonor hubiese recorrido
el laberinto vegetal ese da y descubierto el cenador donde l haba
escondido a Rosamunda. Estaba cansado de su esposa. Le convena que
ella fuese a Aquitania; abrigaba la esperanza de que all permaneciera; ya
no la deseaba. Leonor tena casi doce aos ms que l, y no necesitaba
tener ms hijos con ella. En efecto, ya haban tenido seis, y de todos modos
la reina haba sobrepasado la edad de la gestacin. Era grato liberarse de
su lengua malvola, pues ella no intentaba dominarse, ahora que
Rosamunda le haba suministrado un motivo para odiar a su marido.

Como si ella, una mujer de tanto mundo, pudiese pretender que l le fuera
fiel! Lo cual no era exactamente el caso. Como tantas mujeres de su clase,
ella estaba dispuesta a aceptar la aventura casual. El hecho que le irritaba
era que Enrique pudiese amar realmente a alguien como amaba a
Rosamunda, y que tuviese hijos con ella, que esa mujer fuese una persona
a la cual l poda acudir en busca de paz y confortamiento, alguien que
pudiera ser para l una esposa como su reina no haba podido serlo. Esa
situacin provocaba el odio de Leonor, y la induca a buscar el modo de
vengarse eficazmente de su marido.
Que lo intentase.
Rosamunda era tan distinta. Enrique recordaba el da que la haba
conocido en el castillo de su padre en Shropshire, donde el monarca haba
descansado, en el curso de una expedicin a Gales; ella haba sido una
joven e inocente virgen; Enrique la haba deseado y nadie se haba atrevido
a negarle lo que l quera: ni el padre de la joven, sir Walter Clifford, ni la
bella Rosamunda; y despus... ella haba sido como una esposa para
Enrique. Una criatura afectuosa y dcil, que jams se quejaba de las
infidelidades de su amante, que jams buscaba recompensas para s
misma, que estaba siempre dispuesta cuando l necesitaba su
confortamiento.
Enrique se consideraba un hombre afortunado porque tena a
Rosamunda, y ahora que Leonor se haba alejado, poda traerla sin riesgo a
la Corte. Abrigaba la esperanza de que su esposa jams retornara a
Inglaterra.
Un grito lo arranc de su grato ensueo.
Contest:
Qu ocurre?
Uno de sus servidores vena corriendo.
Mi seor, varios jinetes se acercan al castillo.
Fue hacia la ventana. S, eran jinetes. Y venan de Inglaterra.
Dificultades! Sin duda, dificultades graves. Quin se haba alzado ahora
contra l? Bien, apresurara su regreso, y as se reunira antes con
Rosamunda.
Estaba en el saln cuando llegaron los jinetes. Se arrojaron a los pies
de Enrique y l exclam impaciente:
Qu ocurre? Qu ocurre?
Mi seor, el arzobispo de Canterbury ha muerto.
Muerto!
Mi seor, asesinado, en su propia catedral.
Oh, Dios mo, no. No puede ser verdad. Quin lo hizo?
Mi seor, cuatro de vuestros caballeros. Reginald FitzUrse, William
de Tracy, Hugh de Morville y Richard el Bretn.
Mis caballeros repiti el rey.
Los mensajeros inclinaron la cabeza.

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Por qu lo hicieron? murmur el rey. Qu pudo inducirlos a


cometer ese crimen?
Los mensajeros guardaron silencio. No se atrevieron a decirle que sus
caballeros haban afirmado que su acto era resultado de una orden real.
Toms... muerto! continu el rey, hablando consigo mismo. No
puede ser. No debe ser.
Mi seor explic uno de los mensajeros el hecho fue cometido
hace apenas tres das, y vinimos con la mayor rapidez posible, porque
sabamos que desearais conocer lo sucedido.
Id... dejadme con mi dolor dijo el rey. Llam a sus servidores.
Traedme tela basta. Cambiar mis vestiduras. Para m ste es un
da de duelo.
Toms... muerto. El antiguo amigo y ahora enemigo, muerto. Tantos
recuerdos se agolpaban en la mente de Enrique. Las bromas que haban
compartido cuando Toms era su canciller y su mejor amigo. No me
nombris arzobispo, haba dicho Toms, porque eso ser el fin de nuestra
amistad. Era una premonicin? Cunta razn haba tenido, y cmo se
haban convertido en agrios enemigos. Qu haba dicho Enrique a esos
cuatro caballeros que los haba inducido a desenvainar las espadas y a
asaltar la Catedral? Qu papel haba representado el monarca en este
asunto?
Se despoj solemnemente de sus vestiduras reales, y se envolvi en
una capa de tela basta.
Dejadme dijo. Dejadme con mi dolor.
Entr en su dormitorio, y apoy la cabeza en las manos.
No deseaba esto murmuraba.
Dej caer las manos y mir fijamente al frente, sin ver los muros
cubiertos de doseles, viendo slo el pasado... y el futuro.
Toms era una figura demasiado conocida, y su muerte no poda
pasar inadvertida. Inadvertida! De eso no haba la ms mnima
esperanza! El escndalo sera terrible. Se extendera por la Cristiandad
entera. Toms sera tan irritante en la muerte como lo haba sido en la
vida. Se convertira en mrtir. Enrique no tema a ningn general, pero los
mrtires lo aterrorizaban.
Qu haba dicho a aquellos caballeros? Recordaba bien la ocasin en
que ellos haban estado presentes. Haba odo decir que Toms amenazaba
con la excomunin a todos los que haban participado en la coronacin del
joven Enrique, y como nadie haba tenido ms participacin que el propio
rey, la afirmacin de Toms se refera tambin a l; y uno de los obispos
seguramente haba sido Roger de York haba dicho que mientras Toms
Becket viviera, el propio Enrique jams podra tener paz en su reino. Y
entonces una sbita clera haba posedo al rey. Haba proferido
maldiciones dirigidas a todos. Los haba alimentado, y de nada servan.
Recordaba su propia voz que gritaba a esos hombres atemorizados: Me

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habis dejado mucho tiempo expuesto a la insolencia de este clrigo de


baja cuna y no habis intentado librarme de l.
Los cuatro caballeros haban tomado a pecho esas palabras; las
haban interpretado como una orden para matar. Deba de ser as, pues se
haban dirigido a Canterbury y haban muerto a Toms en su Catedral.
Que haya ocurrido esto! exclam, y pensaba: me achacarn la
culpa. El mundo entero me culpar. Esos cuatro caballeros descargaron
los golpes, pero yo ser el asesino.
Qu poda hacer? Imaginaba al Papa y al mundo entero alzndose
contra l. Convertiran a Toms en santo y mrtir, y cuanto mayor la
reverencia que le demostrasen ms slido sera el odio volcado sobre aqul
a quien consideraban culpable del crimen.
Necesitaba tiempo para pensar. Lo que ahora hiciera tena la mayor
importancia. Haba recorrido un largo camino los ltimos veinte aos,
desde el da en que, como hijo de Matilda, hija a su vez de Enrique I de
Inglaterra y del conde de Anjou, haba exhibido un derecho no muy firme a
la corona de los duques de Normanda. Haba desposado a la heredera ms
rica de Europa, y asumido la corona de Inglaterra y ahora nadie poda
oponerse a sus deseos. El rey de Francia le tema; haba desafiado al Papa;
haba progresado, y por eso posea un enorme poder.
Pero ahora corra peligro, y eso a causa de Toms Becket. La Iglesia
elogiara al arzobispo, pues Toms haba muerto en la batalla entre la
Iglesia y el Estado, una disputa que vena librndose desde haca aos y
que sin duda continuara. Y Toms sera un santo y un mrtir.
Toms, siempre trataste de vencerme murmur, y una sombra
sonrisa se dibuj en sus labios y yo siempre te combat... a menudo en
broma y ltimamente en serio; y tienes que saber que yo siempre triunfo.
Y ahora, en la muerte, me haces esta jugarreta!
Mucho dependa de lo que l hiciera ahora. Por supuesto, primero
deba insistir en que los caballeros haban interpretado mal sus palabras.
Deba demostrar a todos que nadie lloraba ms que el rey la muerte de
Toms Becket.
Se encerrara en su cmara; hara saber a todos que estaba tan
desconcertado por la noticia, que deseaba permanecer solo para guardar
luto. No saldra para comer; aceptara slo lo que era necesario para
conservar la vida jams haba sido aficionado a la buena mesa, de modo
que eso no era difcil y vestira nicamente la tnica de tela basta, y
todos deberan comprender que deseaba que se le permitiese rezar y
meditar.
Felizmente, la posicin del papa Alejandro no era muy segura, y la
corte papal estaba en Tusculum. Alejandro tena que andarse con cuidado
para evitar ofender a los poderosos; y seguramente no deseaba excitar la
enemistad del rey de Inglaterra.
En primer lugar, Enrique ordenara a los mensajeros que regresaran a

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Canterbury, con la noticia de que el ex canciller del rey, el finado arzobispo


de Canterbury deba tener un entierro digno de su rango.
Era necesario meditar bien el modo de abordar al Papa. Sera intil
alegar total inocencia. Nadie aceptara eso. Todos saban muy bien que
haban existido roces entre el rey y Toms. Sin embargo, era necesario
escribir a Alejandro antes de que otros pudiesen formular sus acusaciones.
Tom la pluma y escribi:
Alejandro por la Gracia de Dios Supremo Pontfice: Enrique, rey de
los ingleses, duque de los normandos y aquitanios y conde de los
angevinos, os enva saludos y declara su sincera devocin.
No le perjudicaba recordar a Alejandro el poder que ejerca sobre
tantos territorios.
Movido por mi reverencia a la Iglesia de Roma y por mi amor a vos...
conced la paz y la restitucin total de sus posesiones, de acuerdo con
vuestra orden, a Toms, arzobispo de Canterbury y le permit volver a
Inglaterra con una renta apropiada.
Sin embargo, l no trajo la paz y la alegra sino la espada y formul
acusaciones contra m y mi corona. Como no pudieron soportar tal descaro
en este hombre, los que fueron excomulgados y otros se abalanzaron sobre
l y, lo digo con profundo pesar, lo mataron.
Lo cual me preocupa gravemente, pues como Dios es mi testigo, temo
que la clera que otrora yo senta contra l pueda considerarse la causa de
esta fechora. Y a causa de este hecho temo ms por mi reputacin que por
mi conciencia, y ruego a Vuestra Serenidad que me aliente con su consejo
en este asunto.
Despach mensajeros a Tusculum, y esper.
Con cunta rapidez poda cambiar la vida. Poco antes se felicitaba del
control que ejerca sobre sus sbditos, y de que haba podido
desembarazarse de Leonor; haba planeado complacido un poco de paz
domstica con Rosamunda, y ahora Toms Becket caa asesinado! Por
qu Toms no haba muerto de un flujo maligno o un desorden fsico? No,
no poda ser nada por el estilo, pese a que pareca enfermo. Tena que
morir del modo ms espectacular, por la punta de la espada de los
caballeros del rey.
Toms era un hombre destinado a torturar al rey hasta el ltimo
momento.
Pens en Leonor, que muy pronto conocera la noticia, pues Enrique
saba que la descripcin del episodio estaba recorriendo la longitud y el
ancho de Europa. Imaginaba su astuta sonrisa, pues ella sabra qu
desconcertado se senta el rey de Inglaterra. En su malicia sin duda
alimentara los rumores con relatos de las disputas de Enrique con Toms,
pues otrora l haba confiado mucho en Leonor. Ella nunca haba
simpatizado con Toms. En los tiempos de la estrecha amistad entre el rey
y su canciller, cuando la propia Leonor estaba todava un poco enamorada

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de su marido, ella haba sentido celos de Toms, porque saba que el rey
prefera la conversacin de Becket a la de cualquier otro.
Maldita sea la reina exclam el rey.
Ahora no deba perder los estribos. Necesitaba toda su lucidez. Pens
en sus vasallos, los que de mala gana lo aceptaban como soberano.
Estaran muy dispuestos a murmurar contra l, el hombre que mereca
una rotunda maldicin porque era culpable de haber derramado la sangre
del mrtir.
Permaneci en su habitacin casi todos esos das. No fue a comer a la
mesa. Sus servidores y los caballeros hablaban en voz baja. Decan: El rey
est profundamente afectado por la muerte de Toms Becket.
Cuando llegaron los mensajeros, fueron llevados inmediatamente a la
presencia del rey.
Tenan mucho que decir acerca de lo que estaba ocurriendo en
Canterbury. La gente aseguraba que la noche del crimen se haba desatado
una violenta tormenta. Los relmpagos eran horripilantes. Y muchos se
asustaron ante el estruendo que se abati sobre la Catedral. Una ciega se
haba inclinado y besado las piedras manchadas con la sangre de Toms, y
de pronto haba recuperado la visin.
La gente aflua a Canterbury; all iban los enfermos y los tullidos.
Decase que Cristo haba conferido a Toms el poder de curar.
Era peor de lo que Enrique haba temido. Tambin llegaron noticias de
Tusculum.
El Papa se encerr en sus habitaciones apenas conoci la noticia del
asesinato. Durante ocho das permaneci recluido, porque segn dijo
quera llorar a su hijo bienamado. Cuando reapareci, orden que no se
admitiera en su presencia a ningn ingls.
Entretanto, el arzobispo de Sens haba denunciado a Enrique, rey de
Inglaterra, como asesino de Toms, y el rey de Francia se uni a las
acusaciones del arzobispo.
Enrique saba que era apenas cuestin de tiempo antes de que lo
excomulgaran.
Un autntico desastre. Pero no era hombre de ceder en la adversidad.
De hecho, precisamente en ocasiones as, mostraba su notable habilidad.
Haba hecho todo lo posible. Haba escrito al Papa para explicar lo
ocurrido. Slo poda manifestar su pesar, y mostrar que lloraba esa muerte
con la misma sinceridad que los dems.
Nada ms poda hacer para convencer al mundo de su inocencia; y si
el mundo rehusaba creerle, Enrique no tena ms alternativa que
demostrar el podero que poda desplegar.
Siempre haba tratado de ampliar sus dominios, y durante mucho
tiempo haba puesto los ojos en Irlanda.
Aparentemente, era una oportunidad adecuada para demostrar al
mundo que a nadie le convena subestimarlo. Sus caballeros haban

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asesinado a Toms Becket, y quiz muchos lo crean responsable, pero que


ninguno de ellos olvidara que l era el bisnieto del Conquistador.
Decidi consagrar su tiempo a planear la invasin a Irlanda.

El joven rey Enrique recibi la noticia en el antiguo palacio sajn de


Winchester.
Se senta bastante desagradado con su suerte. Haba sido una
interesante experiencia verse coronado rey de Inglaterra, y l jams
olvidara la ceremonia celebrada en el mes de julio, unos seis meses antes.
Qu maravilloso ser rey! Quienes formaban su entorno teman ofenderlo;
recordaba que su padre no vivira eternamente, y que llegara el momento
en que habra un solo rey de Inglaterra. Lo sorprenda mucho que su padre
le hubiese permitido recibir la corona y convertirse en rey, cuando era muy
evidente que tantas personas simpatizaban con el hijo ms que con el
padre.
El joven Enrique saba que era ms apuesto que su padre. Le decan
que se pareca a su abuelo paterno, el conde de Anjou, a quien solan
llamar Godofredo el Hermoso.
La apariencia era importante, aunque su padre jams lo aceptara. El
joven Enrique jams mostrara las manos agrietadas, y callosas, solo por
negarse a usar guantes. Le agradaba ver sus propios dedos adornados con
anillos. De ningn modo se asemejaba a su padre; trataba de atraer a la
gente, algo que su progenitor jams se molestaba en hacer. Sin embargo,
eso era importante, pensaba Enrique el joven; la gente simpatizaba con
uno, y se mostraba dispuesta a ayudar; era ms probable que guardase
fidelidad al gobernante si le tena afecto. Nadie amaba demasiado a su
padre. Quiz lo respetaban como gran gobernante, y le teman; pero
amor? Jams!
Saba cul era la actitud de la gente hacia l. Lo halagaban porque l
halagaba a todos; varios le haban sugerido que el pueblo se sentira ms
feliz cuando en Inglaterra hubiese un solo rey.
No era que todava se le otorgase participacin en el gobierno. Haba
advertido muy rpidamente que su padre no tena la menor intencin de
concederle una cuota de poder; estaba dispuesto a ofrecerle solamente una
corona. De hecho, el joven Enrique se senta ms descontento a medida
que pasaba el tiempo.
Senta deseos de ver a su madre, pero por supuesto ella siempre haba
demostrado ms simpata a Ricardo que a Enrique; y su padre a veces
pareca desear el afecto del hijo. Pues bien, que hiciera algo para
conseguirlo. Que entregase un poco de territorio al hijo al que haba
coronado rey; que el joven Enrique fuese rey de hecho y no solo de nombre.
Cmo si el viejo estuviese dispuesto a entregar nada de lo que consideraba

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su patrimonio!
Tu padre es el hombre ms codicioso de la tierra le haba dicho su
madre. Jams soltar nada de lo que ha aferrado.
Cunto odio haba entre esos dos! l y sus hermanos lo haban
percibido; en secreto se haban agrupado para apoyar a su madre contra el
padre. Ella los amaba, y aunque Ricardo era su favorito, Leonor haba
demostrado que todos le importaban apasionadamente. Pareca que cuanto
ms odiaba a su marido, ms amaba a sus hijos.
El rey la haba tratado mal. No tena derecho de introducir en la
nursery a su bastardo Godofredo. El hijo de una prostituta vulgar, que
haba marchado de campamento en campamento, y dado un hijo al rey... y
ese hijo estaba en la nursery de la reina! Era demasiado para una mujer
orgullosa, y si esa mujer era Leonor de Aquitania, por supuesto tenan que
suscitarse problemas.
Leonor le haba dicho:
Enrique, hijo mo, tu padre te hizo rey. Lo hizo slo para desairar a
Toms Becket. Sabe que el viejo se enfurecer porque no estuvo aqu para
coronarte. Le pesar, pero su pesar ser tu bendicin. Como tu padre te
hizo rey, no debe sorprenderse si actas como tal. Y Leonor haba redo
estrepitosamente ante la idea; y despus, l haba sentido particular
hostilidad ante la tacaera de su padre; a causa de las palabras de su
madre senta ms hostilidad que nunca hacia su padre. Su madre siempre
les haba subrayado todos los defectos del rey, y el nico que no la
escuchaba era el bastardo Godofredo. Godofredo adoraba al rey; y cuando
el monarca llegaba a la nursery, Godofredo trataba de llamar su atencin,
cosa que invariablemente lograba, pues el rey siempre escuchaba lo que
Godofredo el Bastardo haba aprendido, y asenta con expresin
aprobadora.
Ahora, el joven Enrique crea que su padre actuaba as para molestar
a la reina. A medida que uno creca, comenzaba a entender muchas cosas.
Vuestro padre os usar como peones en una partida de ajedrez
haba dicho la reina. Mirad cmo os cas sin pediros opinin!
Era cierto. El joven Enrique tena esposa; era Margarita, la hija del rey
de Francia. Ahora ella estaba en Aquitania con Leonor, y la reina se
encargaba de su educacin hasta que llegase el momento en que ella
pudiese reunirse con Enrique y compartir su lecho, su techo y la corona.
La propia Margarita an no haba sido coronada, y el rey de Francia estaba
muy irritado por esto; pero Enrique haba prometido que ella tambin
recibira la corona, y cuando llegase el momento, Enrique imaginaba que la
vida conyugal comenzara.
Enrique tena tan escasas oportunidades de demostrar su condicin
real que cuando se le ofreci una la aprovech sin vacilar. Lo haba hecho
recientemente, cuando Toms Becket fue a verlo.
Haba rehusado ver al anciano. Se haba sentido un tanto incmodo

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cuando adopt esa actitud, pero haba conseguido convencerse l mismo


de que no poda proceder de otro modo. Roger, arzobispo de York, haba
llegado para verlo y decirle que el arzobispo de Canterbury se acercaba a la
ciudad.
El joven Enrique haba recibido complacido la noticia, pues senta
mucho afecto por su viejo maestro. l y la pequea Margarita haban sido
puestos al cuidado de Toms muchos aos antes del exilio del arzobispo.
Toms se haba mostrado severo, y los dos nios haban tenido que pasar
largas horas de rodillas. Margarita sola decir que le dolan las rodillas de
tanto rezar; pero lo haban amado a pesar de su severidad y de los adustos
sermones que sola pronunciar ante ellos, pues el carcter de Toms tena
un costado alegre, y de pronto se manifestaba, y todos se sentan muy
contentos.
Enrique record el da en que recibi la noticia de que Toms Becket
ya no se ocupara de su educacin, porque haba disputado con el rey y
por eso haba tenido que huir a Francia.
De eso haca mucho tiempo. Margarita haba llorado mucho; y
Enrique estuvo a un paso de hacer lo mismo. Y despus, ningn maestro
haba podido compararse con Toms.
Pero Roger de York haba vilipendiado a Toms Becket.
Mi seor rey le haba dicho no podis recibir a ese hombre. Si l
se hubiera salido con la suya, jams habrais recibido la corona.
Y por qu no? haba preguntado el joven, que ahora se mostraba
un tanto arrogante.
Porque el arzobispo de Canterbury no crey que vos debais recibir
la corona. Es un hombre que cree saber ms en todo.
Quiz porque l no presidi la ceremonia.
Es posible que eso tuviera algo que ver con su actitud, pero lo cierto
es que ha declarado su desaprobacin y que amenaza excomulgar a todos
los que han participado en la ceremonia.
Qu insolencia haba exclamado Enrique, porque era un joven
muy sensible en todo lo que afectase el orgullo que derivaba de su nuevo
cargo.
Es un hombre insolente. Si lo recibs, os predicar. Os dir que
debis renunciar a vuestra corona.
Le dir que se marche.
Es mejor decirle que no venga. Mi seor rey, si me permits expresar
una opinin, en defensa de la dignidad de vuestra corona no podis recibir
a un hombre cuyo propsito es arrebataros vuestro ttulo.
En efecto, no puedo recibirlo.
En tal caso, debis advertirle que no lo recibiris.
Eso har declar Enrique y lo haba hecho; pero casi
inmediatamente lo lament. Pareca tan grosero desairar a su viejo
maestro.

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Pero Roger de York tena razn. Ahora que era rey, no poda tolerar
atropellos.
Record el fasto de la coronacin, cuando haba ceido la corona, en
la solemne ceremonia, y despus el banquete que su padre el rey le haba
ofrecido.
Los hombres miraban asombrados el espectculo. La idea de que un
rey y sobre todo ese rey se inclinase reverente ante su propio hijo era
incongruente.
Uno de ellos le haba dicho despus:
Que espectculo. El rey mismo se arrodill ante vos!
Por qu el hijo de un conde no puede arrodillarse ante el hijo de un
rey? replic Enrique; y muchos repitieron la observacin, pues en verdad
era cierto que el joven Enrique era hijo del rey de Inglaterra, y el rey de
Inglaterra no era ms que el hijo del conde de Anjou.
Desde ese da, haba tenido profunda conciencia de su ttulo, y a
medida que pasaba el tiempo se acentuaba su resentimiento.
Era rey desde haca seis meses, y todava lo trataban como a un nio.
Eso no poda ser. Hablara con su padre. Pero eso deca ahora. Las cosas
seran distintas cuando compareciese ante l. Entonces temera, como
teman todos los hombres, fuesen prncipes o siervos; teman que ese
peligroso color le tiese el rostro y se le enrojeciese el blanco de los ojos, y
el terrible temperamento estallase, como si en vez de un hombre fuese un
len rugiente dispuesto a destruir a todos los que se cruzaban en su
camino.
Uno de estos das, cuando tu padre se deje dominar por uno de sus
accesos de clera, ser el fin de su vida. Era la voz de su madre, serena y
burlona, la voz que le sugera ideas que de no haber sido por ella jams
habra concebido.
Haban llegado mensajeros al castillo. Los mensajeros siempre le
interesaban. Qu noticias traan? Un mensaje de su padre? Deba
reunirse con l en Normanda, o dondequiera estuviese? Deba comandar
una tropa de soldados? Tendra al fin su propio territorio y sus castillos?
Mi seor dijo uno de los caballeros, hay un mensajero de
Canterbury.
De Canterbury... pero mi padre est del otro lado del mar.
Mi seor, no viene de vuestro padre.
De Canterbury! Del arzobispo! Pero no quiero recibir al arzobispo.
He dicho que no recibir a quienes no me agradan.
Mi seor, trae malas noticias.
Entonces, dile que comparezca ante m.
Lleg el mensajero. Hizo una profunda reverencia.
Mi seor, hoy os traigo malas noticias. El arzobispo de Canterbury
fue asesinado en su Catedral.
Asesinado! exclam Enrique. Cmo es posible?

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Cuatro de los caballeros de vuestro padre lo mataron.


Lo mataron... en la Catedral! El joven sinti que los ojos se le
llenaban de lgrimas. No poda ser. Y sin embargo, hubiera podido
adivinarlo. Toms haba disputado con su padre, y el rey no permita que
nadie adoptase impunemente esa actitud.
Explcate orden, y oy el relato detallado del asunto.
Enrique fue a su dormitorio. No poda apartar de su pensamiento la
imagen terrible que esos hombres haban conjurado. Toms Becket
yaciendo sobre las losas de la Catedral, en un charco de sangre.
Me negu a verlo, se dijo, pero no deseaba que ocurriese esto. Oh
Dios mo, cunto me alegro de no haber participado en este crimen.
Despus, record los viejos tiempos, cuando Toms lo haba llevado a
su casa y se haba ocupado especialmente del hijo del rey. El arzobispo le
haba hablado mucho del monarca, de la estrecha amistad que los haba
unido y de cmo haban recorrido el pas, en alegre compaa cuando
Toms era canciller real, antes de que lo designaran arzobispo. Alegres
historias que mostraban una faz diferente del rey.
Por el modo en que Toms haba hablado de Enrique era evidente que
lo amaba. El joven haba percibido claramente el afecto de Toms, as como
tena conciencia del odio de su madre. Y sin embargo, su padre haba
asesinado a Toms.
Oh, s, eso haba hecho. El joven Enrique saba que todos lo
pensaban, aunque no se atrevieran a decirlo. Cuatro caballeros haban
descargado los golpes, pero el mundo entero sabra a quin obedecan.
Todos le achacarn la culpa murmur. El pueblo lo rechazar
precisamente por eso. Y hacia quin se volvern?
Seguramente hacia m, coronado rey por mi propio padre.

Leonor, reina de Inglaterra, se senta satisfecha en su amada ciudad


de Poitiers. Ese era el pas que ella amaba; la tierra de las brisas suaves, el
sol clido y el canto. A esta regin pertenecan las Cortes de Amor; haba
sido imposible trasplantarlas al clima ms fro de Inglaterra, habitada por
un pueblo que no se interesaba mucho por las leyes de la caballera y los
sueos del amor ideal. Leonor pens desdeosamente que el rey de ese
pas era la expresin tpica del pueblo a quien gobernaba: sensual,
desprovisto de imaginacin, dispuesto a condenar por decadentes a
quienes descansaban al sol y componan hermosos versos en honor de los
amantes.
All deba estar ella, y ciertamente no deseaba volver jams a
Inglaterra. Hubiera podido decirse que tampoco deseaba volver a Enrique,
pero eso no era cierto. l la estimulaba como nadie ms poda hacerlo;
avivaba sus sentimientos ms profundos; ella nunca podra separarse

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totalmente de Enrique.
Cuando estaba en sus jardines a menudo pensaba en Enrique; los
apuestos trovadores taan sus lades y la miraban con sentimientos de
amor y deseo que sin duda eran fingidos, pues Leonor tena casi cincuenta
aos, y aunque haba sido una mujer excepcionalmente bella y todava lo
era, haba llevado una vida aventurera y el tiempo haba dejado su huella.
Ella recordaba la poca en que se haban amado apasionadamente y ella se
haba divorciado de Luis, rey de Francia, para casarse con Enrique. l
haba ansiado la unin tanto como ella, pero eso poda haber sido
consecuencia del deseo de apoderarse de Aquitania, porque Enrique
siempre haba tenido hambre de tierras. A veces, ella crea que l ansiaba
conquistar el mundo entero. Pero aunque Aquitania hubiera sido la
principal atraccin, l haba ocultado el hecho, y esos primeros aos de
matrimonio seguramente haban dado a Enrique parte de la satisfaccin
que la propia Leonor haba sentido. Los una una intensa atraccin fsica...
de eso no haba duda; pero Enrique, el rey sensual, que toda su vida haba
tomado lo que deseaba y cuando lo deseaba, pronto se haba mostrado
infiel. Ahora, la reina poda recordar regocijada su propia furia el da que
haba descubierto la infidelidad de Enrique, a causa del pequeo bastardo
Godofredo que el rey haba llevado a la nursery.
Qu gloriosa batalla haban sostenido, y cmo haba gozado Leonor
con la situacin; la complaca ver la clera de su marido, porque en cierto
modo ese sentimiento lo debilitaba. Cuando perda los estribos y
descargaba puntapis sobre objetos inanimados, cuando se arrojaba al
suelo y rodaba dominado por la clera, y desgarraba con los dientes la paja
sucia, estaba traicionndose. Ese enorme poder y esa fuerza que
normalmente lo caracterizaban, en cierto modo perdan relieve en el
hombre que poda controlar a los ejrcitos, pero no saba dominar su
propia naturaleza.
Leonor no poda dejar de pensar en l, y por extrao que pareciera, el
odio que le profesaba la absorba, lo mismo que haba ocurrido otrora con
el amor que le tena. Antao, ella habra hecho todo lo que estaba a su
alcance para impulsarlo; ahora, utilizaba la misma energa para destruirlo.
Cunto amaba a esta ciudad. Su ciudad! Y l, Enrique, era duque de
Aquitania, pero no continuara sindolo. El ttulo estaba destinado a su
bienamado hijo Ricardo; y cuando Ricardo fuese duque de Aquitania lo
sera realmente. Enrique no tena inconveniente en conceder ttulos a sus
hijos, mientras se entendiese bien que esos honores no implicaban poder. A
l le tocaba gobernar, como comenzaba a comprenderlo el joven Enrique,
que se senta tan orgulloso de que lo llamasen rey.
Pero no siempre sera as. Ya el pueblo de Aquitania comenzaba a
sospechar la relacin existente entre el rey y la reina; ya nadie dudaba de
que la fidelidad de todos era para la reina. Siempre que ella atravesaba a
caballo las calles, el pueblo vea pasar a su duquesa; y jams se sometera

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al fiero y arrogante angevino, que se crea el conquistador de Europa. No, la


gente amaba a su duquesa Leonor, la dama de los cantos y el saber, la
reina aventurera cuya conducta a menudo haba escandalizado al mundo,
aunque incluso estos escndalos a lo sumo la hacan ms grata a los ojos
de su propio pueblo meridional.
A menudo ella suba a las murallas del castillo y contemplaba
orgullosa y emocionada la ciudad que se extenda a sus pies. Contemplaba
la bella Notre Dame la Grande, y el baptisterio de San Juan, y volva a
sentirse joven. Recordaba tambin el tiempo en que se haba construido la
magnfica Catedral de San Pedro. All encontraba tantos recuerdos de
antao, y cuando rememoraba de este modo, le pesaba no ser ya joven?
Cmo poda pesarle, cuando los aos le haban trado a sus amados
hijos? Y el principal de ellos era Ricardo.
Ella siempre haba amado la belleza del ser humano, y a sus ojos este
hijo era el ideal. Algunos podan decir que careca de la regularidad y la
belleza de rasgos de su hermano mayor Enrique, pero la firmeza de su
carcter se manifestaba en el rostro, y aunque Leonor amaba a todos sus
hijos y estaba decidida a mantenerlos con ella, Ricardo era el que reciba lo
mejor de su devocin.
Ricardo era alto, tena los miembros largos, y era conocido por el
alcance de los brazos. Tena los cabellos ni rojos ni amarillos, sino ms
bien de un color intermedio, y sus ojos eran azules. Desde edad temprana
haba mostrado gran audacia, y tal firmeza de propsitos que una vez que
decida ejecutar una tarea no descansaba hasta que haba realizado su
propsito. Se destacaba en equitacin, arquera, y todos los restantes
deportes, y lo que sobre todo encantaba a la reina era que demostraba la
misma destreza en la composicin de versos; poda cantar y tocar el lad
acompaando a los mejores trovadores. Ahora que ella senta un odio tan
profundo por su marido, concentraba su afecto en los hijos, y sobre todo
en Ricardo.
l retribua el amor de su madre. Le revelaba sus ambiciones. Le
agradaba or ancdotas de las aventuras de Leonor en Tierra Santa, y a ella
le encantaba narrarlas, dramatizndolas, ponindolas en verso y
glorificndolas en la cancin. Cobraban un sesgo romntico y eran
historias encantadoras; as, Leonor y los amantes que ella haba tenido
durante esa desordenada aventura eran la herona y los hroes de un
cuento tan entretenido y romntico como el de Arturo, Guinevere y
Lancelot.
Oh, qu hermosa ciudad es sta deca. Mi ciudad, que ser la
tuya, Ricardo. La ciudad en la cima de una colina. Sabas que Marco
Aurelio construy aqu un anfiteatro para veintids mil espectadores? Los
sarracenos que invadieron Francia fueron derrotados aqu. De pie sobre
estas murallas, adivinas todo eso, verdad?
Y Ricardo comprendera, como antao, el padre haba hecho. Pues

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durante los primeros tiempos del matrimonio, Enrique haba gustado de la


literatura y las obras de la imaginacin. Pero despus se haba
embrutecido; su amor al poder y su lascivia haban producido ese efecto.
Cuando entra en una ciudad deca Leonor a sus hijos no ve la
esplndida fachada de una catedral; no oye el taido melodioso de las
campanas. Examina a las mujeres y decide cules compartirn su lecho,
para divertirlo, sin que le importe si ellas quieren o no.
Ojal no venga a Poitiers dijo Ricardo.
Haremos todo lo posible para mantenerlo alejado.
Bien, mam, ni siquiera t podras conseguir eso.
Lo crees? Qu diras si yo consiguiese que nuestros habitantes lo
repudiaran tanto que rehusaran recibirlo?
Sera el principal motivo que lo movera a venir. Entrara en la
ciudad con sus caballeros y sus soldados, de modo que nadie podra
oponerse.
Tienes razn, hijo mo. Incluso as, no deseo que mis sbditos
ignoren qu clase de hombre es.
No pensemos en l dijo Ricardo. Somos felices sin su presencia.
Y en efecto, as era.
Organicemos una mascarada para maana dijo Leonor.
Podras escribir unos versos especiales para la ocasin? Qu te parece?
Ricardo pens que era una excelente idea, y que se consagrara
inmediatamente a la tarea.
As, la vida se desenvolva gratamente en Poitiers. Se organizaban
muchos bailes y banquetes; acompaaban a Leonor sus hijos Ricardo y
Godofredo, e incluso este ltimo tena cualidades de trovador; estaba
Margarita, hija de Luis y esposa del joven Enrique, todava bajo la tutela de
Leonor. Ricardo se haba comprometido con Alicia, otra hija de Luis, pero
medio hermana de Margarita, pues sta era hija de la segunda esposa de
Luis y Alicia de la tercera; estaba educndose en la corte inglesa. Si Leonor
no poda ser una esposa feliz, por lo menos poda considerarse una madre
satisfecha. Sus hijos la amaban, y otro tanto poda decirse de sus hijas.
Incluso aqullos a quienes ella haba abandonado an le demostraban
afecto.
Estaban Marie y Alix, las dos hijas que ella haba dado a Luis cuando
era su esposa. Leonor las quera mucho cuando eran nias, pero era una
mujer demasiado aventurera para consagrarse a los hijos. Ahora, Marie y
Alix estaban casadas la primera con el conde de Champagne, y Alix con el
conde de Blois, pero haban heredado la aficin de su madre a la literatura,
y por consiguiente podan satisfacer mejor ese gusto en la corte de Poitiers,
y cuando podan hacerlo la visitaban.
Qu alegra ver a los servidores que se acercaban de prisa para
informar a la soberana que las jvenes haban llegado, y despus
descender al patio para beber con ellas la copa de la bienvenida. Leonor

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crea que sus hijas no le guardaban rencor porque las haba abandonado.
Como sus restantes hijos, ellas se complacan en or ancdotas de las
tempestuosas aventuras de su madre. Marie era quiz la ms atractiva de
las hermanas. Era bella, y tena un ingenio espontneo que encantaba a
todos, incluso a su madre. Escriba exquisita poesa, y Leonor se senta
muy complacida de ver el afecto que una a sus dos hijos ms queridos,
Marie y Ricardo.
A esta corte feliz llegaron los mensajeros de Inglaterra, con la noticia
de que Toms Becket, arzobispo de Canterbury, haba sido asesinado en su
Catedral.
Los ojos de Leonor brillaron excitados.
Asesinado! exclam. Y por los caballeros del rey! Todos
sabemos quin es el verdadero asesino.
Ricardo y Godofredo la miraron horrorizados. Leonor pens que eran
jvenes muy inteligentes. Tan inteligentes, que comprendan la importancia
de la noticia.
La Cristiandad entera se alzar horrorizada contra el responsable
de este crimen profetiz Leonor. Todos se volvern contra el asesino de
un hombre as.
Ri en voz alta. No poda contenerse.
Sera divertido ver el efecto de este hecho, pues ella saba que se
trataba de un asunto grave. Sus ecos se difundiran por el mundo entero, y
el resultado no sera muy satisfactorio para el hombre a quien ella odiaba.
Ahora haba llegado el momento de que los enemigos de Enrique se
alzaran contra l.
Mir a sus hijos y dijo lentamente:
Llegar el momento en que reclamis lo que os pertenece. Ha
llegado la hora de la accin.

23

24

LA PRINCESA ALICIA

La primera impresin haba pasado. Enrique emergi de la cmara de


duelo y se ri de sus propios temores. Acaso no era capaz de conservar lo
que haba conquistado? Deba temer ese castigo que el Papa intentara
aplicarle, bajo la amenaza de excomunin?
Afirmbase que era el asesino de Toms Becket, y como la gente se
convenca cada vez ms de que Toms era un santo, miraba con horror a
Enrique.
El afirmara el hecho de que jams haba pensado que sus caballeros
quisieran asesinar a Toms; y entretanto, deba afrontar sus obligaciones
oficiales.
Ahora ms que nunca necesitaba demostrar al mundo que estaba
preparado para enfrentar a quien se le opusiera.
El duque Conan de Bretaa haba fallecido repentinamente, y era
evidente que en esa regin podan suscitarse problemas, pues Conan
retena Bretaa para el hijo de Enrique, el joven Godofredo, que a causa de
su edad an no haba cumplido los trece aos no era capaz de
gobernar el ducado.
Apenas Enrique supo que algunos nobles bretones rehusaban rendirle
homenaje, se puso a la cabeza de una tropa de soldados y march sobre
Bretaa. Inmediatamente se sinti mejor. No importaba cul fuese el
resultado de la muerte de Becket, Enrique era todava el rey de Inglaterra,
y seguramente ni siquiera el Papa se atrevera a atacarlo.
Con su habitual destreza, en poco tiempo consigui que los bretones
comprendieran que l era el amo. Su hijo Godofredo era todava demasiado
joven para asumir su papel de gobernante, pero el padre defendera la
regin hasta que su hijo alcanzara la edad adulta.
Una vez impartida la leccin, se prepar para lo que pudiese venir.
Estaba pensando seriamente en la posibilidad de conquistar a Irlanda. Esa
era la respuesta. No deseaba meditar en uno de sus castillos, mientras

25

esperaba la excomunin; entrara en accin, y ampliara sus posesiones,


de modo que sera ms poderoso que nunca.
Mientras resolva los problemas de Bretaa recibi un mensaje del
conde Humbert de Maurienne, que preguntaba si el rey poda recibirlo,
porque deseaba formularle una propuesta.
Como saba que el conde Humbert era viudo y tena dos hijas,
Enrique adivin cul poda ser el carcter del asunto; en vista de las
posesiones que el conde controlaba, Enrique no vio con malos ojos la
perspectiva de recibirlo.
Lo recibi con honores, y le rog que explicase su propsito.
Como sabis, mi seor rey dijo Humbert, no tengo hijo, y s dos
hijas, y sera un gran honor para m si aceptarais a la mayor como
prometida de vuestro hijo menor.
Enrique fingi sorprenderse. En realidad, no era el caso. Ya haba
pensado muy seriamente en lo que Humbert poda aportar a la familia. Las
posesiones eran importantes. Las hijas de Enrique, Matilda y Leonor, ya
estaban bien ubicadas, Matilda con el duque de Sajonia, y Leonor con el
rey de Castilla; por otra parte, Joanna era todava una nia, pues tena
solo seis aos; en definitiva, las hijas no eran un problema grave. En
general, era posible casarlas ventajosamente. Lo cual no siempre era fcil
con los varones, pues se pretenda que el padre les suministrase tierras. El
joven Enrique sera rey de Inglaterra ya haba sido coronado, y en ese
carcter retendra a Normanda y Anjou; Ricardo recibira Aquitania, y
Enrique haba otorgado Bretaa a Godofredo. Y el pequeo Juan? Su
patrimonio siempre haba sido motivo de ansiedad. Cuando l nio naci,
Enrique haba contemplado su carita y haba pensado: otro hijo; qu
tierras le dar? Entonces lo haba apodado Juan sin Tierra; y el
sobrenombre le haba quedado.
Aqu tena una oportunidad de darle territorios para gobernar. Por la
oportunidad de casar a su hija con el hijo del rey de Inglaterra aunque
ese hijo tuviese tres hermanos mayores y por lo tanto poda decirse que
eran escasas sus probabilidades de llegar al trono un simple conde de
Maurienne estara dispuesto a dar mucho.
Entrecerr los ojos y estudi al conde.
Bien, mi seor conde dijo, creo que vuestra hija es una hermosa
nia de buena salud, y de buena gana la recibir en mi familia; pero debo
considerar el bienestar de mi hijo. Qu dote aportar ella?
Por tratarse de este matrimonio dijo el conde, yo estara
dispuesto a entregar la mayor parte de mis tierras. Como sabis, mi seor,
tengo una hija menor, y para ella debo reservar algunos de mis territorios;
pero como no cabe esperar que ella realice un matrimonio tan brillante
como su hermana, es necesario que reciba una porcin mucho ms
pequea.
Est el condado de Belley dijo Enrique. Y el valle de Novalesia.

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Y Roussillon-en-Bugey, mi seor. Y tambin Aix, Aspremont,


Rochetta, Mont Major... El conde continu enumerando con la ayuda de
los dedos.
El rey asenta.
Y creo que tenis derecho a Grenoble.
Lo tengo, mi seor, y tambin eso pasar a mi hija mayor.
Parece una propuesta bastante ventajosa dijo el rey.
Por mi parte, pedir que el novio aporte a mi familia cinco mil libras
agreg el conde.
Cinco mil libras! Por tanta tierra! Era buen negocio, y los ojos de
Enrique brillaron ante la perspectiva de las tierras que se incorporaran a
la familia gracias al matrimonio de Juan con la hija de Humbert de
Maurienne.
Por supuesto, vuestro hijo todava no es ms que un nio
continu diciendo el conde.
Tiene menos de seis aos concord el rey, pero es inteligente
para su edad, y nada impide que los comprometamos. An no los
meteremos en la cama, pero ser bueno que sepan que hemos pensado en
ello.
Se cerr trato.
Juan ya no sera el hombre sin tierra.
Ese tipo de acuerdo complaca al rey, y lo induca a olvidar la
tormenta que se cerna a causa de la muerte de Becket.
Mientras se felicitaba por este arreglo, llegaron noticias inquietantes
al castillo. Dos delegados papales ya haban cruzado la frontera de Francia
y traan un mensaje del Papa al rey de Inglaterra.
Enrique saba muy bien lo que poda contener el mensaje. Sus espas
haban odo que el Papa deseaba que el rey de Inglaterra demostrase
humildad; es decir, que cumpliese cierto castigo por la parte que le haba
tocado en el asesinato de Becket. Acatar la indicacin papal equivala a
reconocer pblicamente la culpa; y eso era algo que Enrique no estaba
dispuesto a hacer.
Deba salir inmediatamente para Inglaterra, de modo que los legados
papales no pudiesen verlo. Una vez all, ordenara que los mensajeros del
Papa que desembarcaran en Inglaterra fuesen detenidos como espas.
Despus, trazara los planes de su campaa contra Irlanda. La
conquista de ese pas no poda realizarse en pocas semanas. Seguramente
sera una campaa relativamente prolongada, y mientras estuviese
comprometido en esa empresa, mal poda distraerse con otros asuntos.
Cuanto ms tiempo transcurriese entre el asesinato y el ajuste de cuentas,
tanto mejor.
De modo que... ira a Inglaterra.

27

Ante todo, visit a Rosamunda, instalada ahora en los departamentos


reales de Westminster. Como siempre, su belleza lo sorprendi, y Enrique
se maravill, como nunca haba dejado de hacer, de que hubiera podido
amarla tanto tiempo. Los aos haban acentuado la serenidad de sus
encantos; y el rey pensaba que era mucho ms atractiva que lo que hubiera
podido ser el caso de una mujer ms astuta y ambiciosa. Por supuesto, la
comparaba con Leonor.
Rosamunda se sinti complacida de verlo, y durante el primer da y la
primera noche ambos gozaron del placer de la mutua compaa.
Ella le revel los temores que haba sentido durante la ausencia de
Enrique. El respondi asegurndole que en la estrategia de la guerra
siempre estaba un paso delante de sus enemigos; le dijo que jams la
haba olvidado y que le alegraba regresar a Inglaterra porque poda
encontrarla all. Hablaron de sus hijos, que ahora estaban creciendo. El
joven Guillermo pronto tendra edad suficiente para presentarse en la
Corte.
No temas dijo Enrique, los varones sern tratados como hijos
legtimos; Rosamunda, a mis ojos en efecto eres mi esposa.
Pero no, mi seor, a los ojos de Dios y del Estado.
Qu importa si lo eres para mi? Te revelar algo que estuve
pensando ltimamente. No amo a la reina... tampoco ella me ama. Por
qu no puedo desembarazarme de su presencia?
Cmo? pregunt Rosamunda, con cierto acento de miedo en la
voz.
Por qu no puedo divorciarme de ella?
Eso jams sera permitido.
Enrique se sorprendi. Era extrao que ella sugiriese que algo de lo
que l deseaba no era posible.
Si yo lo quiero, ser posible dijo Enrique con un toque de
impaciencia.
Estn el joven rey y sus hermanos.
No es asunto que les concierna. Su situacin no variara.
Con qu argumentos mi seor obtendra su divorcio? Si se tratara
de la consanguinidad, no significara que el joven rey y sus hermanos son
ilegtimos?
El rey suspir.
As es reconoci. Si se tratase de adulterio, la situacin de mis
hijos no cambiara. Dios sabe que yo no tendra dificultad para demostrar
el adulterio de la reina. Luis hubiera podido divorciarse de ella por esa
razn. Tom por amantes a su propio to y a un sarraceno. Una mujer que
puede hacer eso...
Pero que un hombre acusase de adulterio a su esposa cuando estaba
en el lecho con la amante era en cierto sentido ridculo. Ms aun, el

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divorcio sobre esa base significaba que ninguno de los cnyuges poda
volver a casarse. Por consiguiente, era evidente que el rey no hablaba en
serio cuando afirmaba que se divorciara de la reina.
Rosamunda se senta intranquila. Imaginaba que en la vida de una
mujer que estaba en su situacin, llegaba inevitablemente el momento en
que deba preguntarse cul sera su futuro. Rosamunda no se preocupaba
por su futuro material. Saba que, incluso si dejaba de amarla, el rey
siempre atendera sus necesidades y las de sus hijos. No era eso lo que la
preocupaba.
Lo mismo que todos, Rosamunda se haba estremecido cuando recibi
la noticia del asesinato de Becket. Saba que el rey estaba profundamente
implicado con ese hombre. Muchas veces l haba llegado a la casita de
Rosamunda y se lo vea desconcertado y colrico, entristecido, y todo a
causa de Toms Becket. A menudo hablaba con ella, pero en realidad
pensaba en voz alta... en ocasiones renegaba y aluda a la gran amistad
que los una, y otras mencionaba los cien modos que Toms haba
descubierto para fastidiarlo. Cierta vez haba dicho: No habr paz para
m mientras Toms Becket sea arzobispo de Canterbury. Ojal Dios me
libre de ese hombre.
Cuando ella supo que Toms haba sido muerto, no pudo olvidar lo
que Enrique le haba dicho. Y rememoraba a cada momento las veces que
Enrique haba dado rienda suelta a su clera contra el arzobispo. Esas
veces, l la atemorizaba con la violencia de su furia, y solo la cariosa
solicitud de Rosamunda haba impedido que l perdiese por completo los
estribos. En tales ocasiones ella lo calmaba manifestndose de acuerdo con
l, ofrecindole su simpata, y repitindole que no importaba lo que dijese o
hiciera, ella crea que l tena razn.
Y ahora... Becket.
Rosamunda pensaba constantemente en l. Haba odo lo que haba
ocurrido en la Catedral despus de su muerte. Las visitas de los
peregrinos, los enfermos y los tullidos. La gente crea que si besaba las
piedras sobre las cuales se haba derramado su sangre, obtendra una
autntica bendicin y quiz se le perdonaran los pecados.
Pero esta vez ella no poda decirse ni decir al rey: Lo que hiciste
estuvo bien.
Toms Becket se interpona entre ellos.
Enrique percibi el cambio que haba sobrevenido en ella. Esa actitud
lo frustraba, y levantaba una barrera entre ambos. Rosamunda sonrea y
se mostraba tan amable y cariosa como siempre; l era un hombre
ardiente; pero algo haba cambiado en sus relaciones, y los dos lo saban.
Ahora no senta con Rosamunda el mismo confortamiento de siempre.

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En el palacio de Westminster Enrique visit la nursery. Ahora estaban


all nicamente sus dos hijos menores: Joanna, de siete aos, y Juan de
seis. El hecho de que l hubiese comprometido en matrimonio al hijo
menor haba despertado su inters por el pequeo; y ahora deseaba hablar
de su buena suerte al nio.
Cuando entr en la nursery, se hizo el silencio en el lugar; las nieras
y las servidoras se inclinaron en una profunda reverencia, y los nios
miraron inquietos. Enrique dirigi una rpida ojeada a las mujeres, una
costumbre que nunca lo abandonaba, para comprobar si alguna mereca
su atencin pasajera; y quiz porque su mente estaba ocupada en el
cambio sobrevenido en Rosamunda, o tal vez porque ninguna de ellas lo
atraa demasiado, lo cierto es que ahora decidi despedir a todas.
Los nios estaban mirando un libro de imgenes, y los acompaaba
una muchachita de once o doce aos. Todos se pusieron de pie. Las dos
jvenes hicieron una reverencia, y el pequeo Juan inclin la cabeza.
Qu grupo agradable. Al verlo, el rey sinti que su humor cambiaba.
Su hijo Juan era una hermosa criatura, y lo mismo poda decirse de su
hija. Pero tena que reconocer que la gracia y la belleza de la nia que los
acompaaba eran mayores.
Record de pronto quin era. Por supuesto, era Alicia, hija del rey de
Francia, y la haban trado aqu porque estaba comprometida con Ricardo,
su hijo.
Confo en que os agradar verme dijo el rey.
Juan sonri. Joanna pareci alarmada, pero Alicia replic: Mi seor,
es un gran placer para todos.
Enrique apoy la mano en los cabellos suaves y rizados.
Pequea, sabes quin soy?
Sois el rey contest ella.
Nuestro padre agreg Juan.
Es cierto dijo Enrique. He venido a ver cmo estn las cosas en
la nursery. Ven, Joanna, es hora de que hables.
Estamos bien, mi seor murmur tmidamente la nia.
Enrique la alz en brazos y la bes. Los nios eran encantadores.
Despus, alz a Juan e hizo lo mismo. Cuando lo deposit sobre el piso
mir a Alicia. La nia se sonroj apenas.
Y vos, mi seora dijo Enrique, debo ofreceros el mismo
tratamiento, verdad?
La alz en brazos. El rostro de la nia estaba cerca de la cara del rey.
La piel de la jovencita era tan suave y fina. Ni siquiera una belleza como
Rosamunda poda compararse con ella. Le agradaba mucho sostener en
sus brazos a esta bella nia. Le bes la mejilla suave, pero no la baj.
Continu retenindola. La mir en los ojos, tan hermosos. Pens: Ricardo,
has tenido mucha suerte. La idea de que un monje como Luis fuese el
padre de una criaturita tan perfecta lo divirti.

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Juan y Joanna lo miraban. Enrique retuvo a Alicia y la bes de nuevo,


esta vez en la boca.
Besas a Alicia ms que a nosotros dijo Juan.
Enrique deposit a la nia en el piso.
Bien, es nuestra invitada, de modo que debemos asegurarnos de
que sepa que es bienvenida.
Entonces, Alicia es nuestra invitada? pregunt Juan. Dicen
que es nuestra hermana.
Es hermana y tambin invitada. Apres uno de los rizos de la
nia y lo enrosc alrededor del dedo. Y deseo que sepa que jams nadie
fue tan bien recibido en mi reino. Qu dices a eso, pequea Alicia?
La jovencita respondi: Mi seor es bueno.
l se arrodill, fingiendo que deseaba orla mejor, pero en realidad
para acercar su rostro al de Alicia.
Me agradas dijo, y le palme el rostro, y las manos tocaron los
hombros de Alicia, y descendieron sobre el cuerpo infantil sin formas.
Se puso de pie.
Ahora, me sentar, y vosotros me diris cmo van las lecciones.
Mir a Juan, cuya expresin demostraba cierta alarma.
Bien, bien, hijo mo dijo Enrique, pues se senta ms animado que
lo que haba sido el caso desde el da de la muerte de Becket. No
profundizaremos mucho el tema si no te agrada, pues hoy es un da de
alegra y regocijo.
Apres una mano de Alicia en la suya, y con la otra tom la mano de
Joanna y camin hacia la ventana. Se sent all, Juan apoyado en una
rodilla de su padre. Joanna en la otra.
Ven, Alicia, querida dijo, y ponindola entre las rodillas la acerc
ms a su cuerpo. Ahora dijo somos un grupo de amigos. Juan, hijo
mo, he venido a verte porque tengo buenas noticias para ti.
Para m, seor grit Juan, y comenz a saltar.
No debes hacer eso dijo Joanna.
Oh, hija ma, le permitiremos que exprese su alegra dijo el rey,
porque el asunto lo merece. Tengo una prometida para l.
Una prometida dijo Juan. Qu es eso?
Es demasiado pequeo para comprender afirm Alicia.
Por supuesto afirm el rey, mientras acariciaba suavemente el
brazo de Alicia. Pero t, mi pequea, tienes ms edad. Ests
comprometida, verdad? Con mi hijo Ricardo?
S, mi seor dijo Alicia.
Todava eres demasiado joven para unirte con l continu el rey y lo
sorprendi su propio sentimiento de alivio. Le pareca insoportable permitir
que esa bella nia cayese en manos de un jovencito torpe. Naturalmente.
Ricardo era apuesto, pero an era demasiado joven.
Sin embargo, pronto llegar el momento dijo Alicia.

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dice!

No replic con firmeza el rey. Todava hay tiempo.


Y yo? dijo Juan.
Od a nuestro joven prometido, Joanna, Alicia, queridas, ved lo que

Padre, dijiste que se trataba de mi prometida.


As es, hijo mo. Te encontr una novia que ser muy provechosa
para ti y para todos, y tambin para su padre, y he aceptado que cuando
tengas edad suficiente te cases. Se llama... bien, tiene el nombre ms
bonito del mundo. Saben cul es? Alicia! El mismo nombre que mi
querida hija, esta nia que aqu tenemos: Alicia. Creo que ya me enamor
de ese nombre.
La nia sonri, complacida. Al sonrer, se le form en la mejilla un
hoyuelo.
Eres una hermosa nia dijo el rey, y me inspiras afecto.
La apret contra su cuerpo y le bes afectuosamente la mejilla.
Juan formulaba preguntas impacientes. Qu edad tena la novia?
Saba muchos juegos? Era bonita? Saba sus lecciones?
Todo eso dijo el rey, y se siente muy feliz de ser mi hija y tu
esposa.
Juan ri complacido. Era un nio encantador. Sus restantes hijos
siempre haban adoptado frente a Enrique una actitud levemente hostil.
Era la influencia de la madre; el rey estaba seguro de eso. Ahora, la
situacin en la nursery era muy distinta. Enrique deba visitarla con mayor
frecuencia.
Por supuesto, su hijo ilegtimo Godofredo ya no estaba all.
Comenzaba a aprender las artes de la caballera. Godofredo era un joven
excelente. Enrique siempre lo haba preferido, en perjuicio de los hijos de
Leonor. Pero su hijo Enrique era tan apuesto que al padre le habra
agradado que entre los dos hermanos hubiese existido un vnculo ms
estrecho. Con respecto a Ricardo, era a tal extremo el preferido de su
madre que aparentemente Enrique y Ricardo siempre tendan a rechazarse,
impulsados por un sentimiento de viva enemistad.
Juan era diferente: el hijo menor, el nio cuyo amor al padre no se
haba visto mancillado por el veneno de la madre.
En adelante, Juan sera uno de sus favoritos. Enrique se propona
visitar a menudo la nursery, y eso no sera una obligacin sino un
autntico placer. La razn principal era esa encantadora criaturita, la joven
Alicia. Una pequea belleza en ciernes, si es que l saba algo de la
materia; y en vista de la experiencia que haba acumulado durante su vida,
poda confiarse en su buen juicio.
Qu dulce criatura, y cunto bien le haba hecho. Haba conseguido
que dejase de pensar en el cambio de actitud de Rosamunda, y sobre todo
en el asesinato de Toms Becket.
En agosto estuvo pronto para viajar a Irlanda. Hasta ahora haba

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conseguido mantener a distancia a los delegados papales. Saba que los


enviados pontificios no dejaran en paz el asunto. Qu querran de l?
Imaginaba que imponerle algn tipo de penitencia; y si l se negaba... la
excomunin. No era bueno que un rey sufriese semejante castigo. Sus
sbditos eran supersticiosos, y si crean que Dios miraba con malos ojos al
soberano, le volveran la espalda, e incluso los que se mantuvieran firmes
acabaran desanimndose. Enrique crea que cuando los hombres
entraban en batalla deban estar bien equipados para el combate, y no slo
material sino tambin espiritualmente. Para obtener la victoria deban
creer en ella. Esta haba sido una de las convicciones ms firmes de su
bisabuelo Guillermo el Conquistador, quien insista en interpretar como
positivos todos los presagios, aunque otros temiesen que se tratara de
portentos negativos. Su abuelo Enrique I haba dicho: Creo en los
presagios slo cuando son positivos; y en efecto haba demostrado que era
uno de los gobernantes ms astutos que el mundo haba conocido.
De modo que Enrique no deseaba ningn tipo de excomunin. Pero el
tiempo era un buen aliado. Cuanto mayor y ms prolongado el tiempo que
transcurriese entre el asesinato y la determinacin de la culpa, tanto
mejor. Las pasiones se enfriaran, y si no se hacan demasiados milagros
en el santuario de Canterbury, Enrique podra capear la tormenta, como
haba hecho con tantas otras.
Ahora, tena que afrontar la conquista de Irlanda.
Iba camino de Portsmouth, cuando le comunicaron que el anciano
arzobispo de Winchester estaba enfermo, y que crea que haba llegado su
ltima hora; por eso, peda ver al rey.
Enrique no tuvo ms remedio que visitar al anciano; no era posible
rechazar el pedido de un moribundo.
Pobre viejo! En efecto, se aproximaba el fin. Sin duda se preparaba
para la muerte; por lo dems, haca mucho que estaba ciego.
Era el hermano de Esteban, el mismo que haba usurpado el trono
que por derecho perteneca a la madre de Enrique, Matilda; y el obispo de
Winchester haba sido uno de los principales apoyos de su propio
hermano, aunque en ocasiones se haba exasperado tanto ante las locuras
de Esteban que se mostr casi dispuesto a aliarse con Matilda. Eso haba
ocurrido muchos aos antes, y todos los agravios estaban reparados, pues
l, Enrique Plantagenet, nieto de Enrique I, ahora era rey de Inglaterra.
Encontr al obispo a las puertas de la muerte, pero el anciano pareci
reanimarse un poco cuando comprendi que haba llegado el rey.
Mi seor rey ha sido bueno al responder a mi ltimo pedido.
Mi querido obispo, por mucho que me desagraden los pedidos de mi
clero, abrigo la esperanza de que ste no sea el ltimo pedido que viene de
vos.
Ah, ya veis, mi seor, qu frgil y viejo estoy, y no podis dudar yo
no dudo de que ha llegado mi hora.

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Obispo, que Dios bendiga tu alma.


Y la vuestra, mi seor. Sabis por qu deseaba veros? Porque
deseaba hablaros antes de abandonar para siempre esta tierra. Mi seor,
temo por vos.
Reanimaos. He cuidado de m mismo y mi reino durante muchos
aos. No temis, continuar afrontando las situaciones a medida que se
presenten.
Mi seor, temo por lo que pueda ocurrir.
Obispo, me llamasteis para que oyese siniestras profecas?
Mi seor, sabis que me refiero al crimen.
Ahora pocos son los que hablan de otra cosa. Estoy un poco
fatigado del tema.
Mi seor, sin duda os duele el corazn.
El arzobispo ha muerto. Nada puede devolverlo a la vida. Cuando
un hombre tiene que gobernar un reino, no puede darse el lujo de un duelo
prolongado por la muerte de un sbdito.
Toms no era un sbdito comn y corriente.
Nada menos que arzobispo de Canterbury, aunque algunos aos
prefer olvidarlo.
Mi seor, no podis engaar a un moribundo. Se os oprime el
corazn y temis las consecuencias.
Y por qu debera ser se el caso?
Mi seor, porque sois culpable de asesinato, y del asesinato de un
santo.
Mi seor obispo, olvidis a quin estis hablando.
Me muero, mi seor. Nada de lo que ahora podis hacerme podra
perjudicarme. Y en la muerte, dir la verdad.
No es una actitud cobarde... decir en la muerte lo que temisteis
decir en vida?
Lo dira aunque me quedaran diez aos. Tiemblo por vos, porque
habis muerto a un santo.
Mi seor obispo dijo el rey, fingiendo hasto, mis caballeros me
interpretaron mal. Me encoleric contra ese hombre. Quin no habra
hecho lo mismo? Me molestaba. Me frustraba siempre que poda. Lo
perdon. Le permit regresar a Inglaterra despus de su exilio, y qu hizo?
Trat de alzar al pas contra m.
No hizo nada parecido. Eso fue lo que sus enemigos dijeron para
perjudicarlo. Fue siempre vuestro amigo.
El rey guard silencio unos instantes, y despus explot: Nada tuve
que ver con su muerte. No quera que muriese.
Mi seor dijo el obispo, alzando una mano, vuestros caballeros
mataron al arzobispo porque vos los llevasteis a creer que era vuestro
deseo; no podis negarlo, y sois responsable de su muerte. Temo que
vuestro castigo ser terrible.

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Una viva clera se apoder del rey. Cerr el puo y sinti la tentacin
de descargarlo sobre esos ojos sin luz. Pero estaba ante un hombre
moribundo, y el miedo y un remordimiento terrible muy pronto se
impusieron a su furia. Permaneci inmvil, el puo en alto.
Arrepentos, mi seor murmur el obispo. Pedid el perdn de
Dios por este hecho terrible.
El obispo de pronto qued inmvil. El rey llam: Venid pronto, el
obispo se muere.
Se alegr de escapar de la cmara de la muerte. Tema, y el temor lo
irritaba.
Toms murmur. Querrs perseguirme eternamente?
Tena que huir. Necesitaba borrar de su mente el recuerdo de Toms,
el recuerdo del obispo moribundo.
Su reaccin usual habra sido acudir cuanto antes a Rosamunda;
ahora pens que la inocencia de los nios que jugaban en la nursery real
poda tranquilizarlo ms eficazmente.
Cuando los reyes de Irlanda supieron que Enrique Plantagenet haba
desembarcado, se apresuraron a jurarle lealtad. Los jefes y los reyes de
lugares como Waterford, Cork y Limerick estaban ansiosos de evitar la
guerra. Temblaban ante el podero del rey de Inglaterra. Eran celtas,
hombres altos y elegantes, de piel curtida por el tiempo. Vestan tnicas de
lana toscamente tejidas, y sus armas de guerra eran muy primitivas, pues
tenan nicamente espadas, lanzas y hachas. Aunque eran belicosos, a
menudo pareca que tenan escasa voluntad de pelear; eran
apasionadamente aficionados a la msica, y muchos tocaban el arpa.
Tenan casas de madera y barro; el pas era verde y frtil, el clima clido y
hmedo. A Enrique le agrad lo que vio, y record a sus servidores que
tanto su abuelo como su bisabuelo haban pensado conquistar el pas,
pero no haban podido hacerlo a causa de sus compromisos en Inglaterra y
Normanda. Ahora Enrique, cuyos territorios eran cada vez ms extensos,
se dispona a realizar el antiguo sueo.
En Waterford recibi el homenaje de los principejos, y dispuso que le
pagaran un pequeo tributo anual como smbolo de que lo aceptaban por
soberano.
Lleg a Dubln en noviembre. Instal su cuartel general en el palacio
de madera que all se levantaba; y envi a sus dos comisionados, Hugh de
Lacy y William Fitzalden, para parlamentar con Roderico, el rey de
Connaught, que era el principal de todos los principejos. Se reunieron a
orillas del Shannon, donde Roderico expres en trminos inequvocos que
como se consideraba el verdadero gobernante de Irlanda no tena la ms
mnima intencin de abdicar en favor de Enrique de Inglaterra.
Cuando Enrique recibi el mensaje se enfureci. Hasta ese momento
todo se haba desarrollado sin tropiezos. Le habra agradado entrar
directamente en batalla para mostrar a ese reyezuelo que l era el amo,

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pero su ojo de soldado vio inmediatamente que las montaas eran muy
empinadas y el tiempo demasiado hmedo, de modo que no podra iniciar
una campaa triunfal. Maldijo a Roderico el nico que se haba alzado
contra l y jur que apenas cambiase el tiempo lo obligara a cambiar su
actitud.
Lleg la Navidad. A Enrique no le desagrad celebrar la fiesta en
Dubln. Se acercaba el aniversario de la muerte de Toms, y Enrique saba
que en Inglaterra y Francia la gente recordara. Por eso ms vala que en la
ocasin l estuviese lejos.
Los irlandeses que haban decidido aceptarlo como seor le rindieron
grandes homenajes. Incluso le construyeron un palacio fuera de los muros
de la ciudad. Lo levantaron en muy poco tiempo, y era de barro. Enrique se
senta muy orgulloso de su palacio. Afirm que se realizara una gran
celebracin el da de Navidad, y que l invitara a su mesa a la totalidad de
sus nuevos y fieles sbditos.
Despus, orden a sus cocineros que prepararan una extraordinaria
comida, con el fin de impresionar tanto a esa gente que hablase del asunto
durante muchos aos, y de que Roderico de Connaught se enterase de la
riqueza del nuevo seor de Irlanda.
Se celebraron grandes festejos y hubo mucha alegra, y Enrique
escuch con semblante grave y apreciativo las canciones y la msica de
arpa de sus nuevos sbditos.
Poco despus de las festividades, orden que los obispos de Irlanda le
jurasen fidelidad, y una vez hecho esto escribi al Papa, y pidi a Alejandro
que lo aceptara y aceptara a sus herederos como gobernantes de Irlanda.
Todo se desarrollaba bien, pero la nica excepcin era el irritante
Roderico, que afirmaba constantemente su decisin de oponerse al rey.
Enrique se propuso tomar por la fuerza lo que Roderico no quera darle,
pero el tiempo era todava demasiado traicionero para realizar una
campaa. El viento silbaba furioso en las proximidades del ro; y llova
torrencialmente; incluso el soldado ms inexperto vea claramente que en
tales condiciones no era posible desarrollar con xito una campaa.
Pas enero y lleg febrero, pero se mantuvo el mal tiempo, y Enrique
no tuvo ms remedio que esperar.
Todo el mes de marzo esper, y cuando se dispona a aplastar
definitivamente la resistencia de Roderico, llegaron barcos de Inglaterra.
Traan noticias inquietantes.
Durante el aniversario de la muerte de Toms, los peregrinos haban
afluido a Canterbury. Muchos afirmaban que sus enfermedades haban
curado en el santuario del mrtir. Todos decan que Toms era un santo.
Lo que era todava peor, el Papa haba enviado a los cardenales
Theodwine y Albert a Normanda, con orden de hallar al rey.
Por qu esperan en Normanda? pregunt Enrique. Por que
no vienen a Inglaterra?

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La respuesta era sencilla. No viajaban a Inglaterra porque saban que


seran arrestados como amenaza a la paz si lo hacan.
En cambio, lo esperaban en Normanda.
En tal caso, que continen esperando fue la respuesta de
Enrique.
Mi seor, dicen que si no vais inmediatamente a Normanda, estn
autorizados por el Papa para aplicar interdicto a todas vuestras posesiones.
Por los ojos de Dios murmur el rey.
S, no le quedaba ms alternativa que ir. Si no lo haca, poda perder a
Normanda.
Toms continuaba agobindolo en la muerte tanto como lo haba
hecho en la vida y eso era bastante decir.
Se encerr en sus apartamentos. Qu deba hacer? Haba pasado
ms de un ao desde la muerte de Toms, y todos tenan tan presente
como siempre su martirologio. Ms aun, estaban todos esos milagros
realizados en el santuario, y ahora Enrique tena muchos enemigos.
No se atrevi a postergar el momento. Muchos esperaban la
oportunidad de arrebatarle sus posesiones. No podra conquistar Irlanda
entera, como haba planeado hacer. Roderico de Connaught tendra que
esperar.
Dej a Hugh de Lacy con una guarnicin, y la orden de conservar lo
que haba conquistado, y envi mensajeros a los cardenales para decirles
que se embarcaba inmediatamente con destino a Inglaterra, y que a su
debido tiempo llegara a Normanda.

Esa Navidad el joven rey Enrique decidi recordar a todos los


miembros de la Corte que en efecto l era su rey. Su padre lo haba enviado
a Normanda antes de partir para Irlanda, y all representaba el papel de
regente.
Regente reneg Enrique en presencia de William Marshall.
Por qu debo ser regente? Soy rey por derecho propio.
William Marshall, sobrino del conde de Salisbury, que haba ocupado
durante varios aos el cargo de maestro de armas del joven Enrique, era su
amigo ms ntimo y su compaero.
A su debido tiempo, lo seris de un modo absoluto le record.
No ser as mientras mi padre viva, William.
Mi seor contest William, no es discreto mencionar la muerte
del rey.
Cmo puedo evitarlo? Slo en ese caso ser libre.
William Marshall mir temeroso por encima del hombro, pero Enrique
se ech a rer.
No temis. Los que estn aqu son mis amigos.

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Un rey nunca sabe quines son sus amigos.


S que en la Cristiandad no hay un rey que tenga ms enemigos que
mi padre. Su carcter es tal que provoca enemistad.
Mi seor, me atrevo a contradeciros.
Cuidado, William. Recuerda que soy tu rey.
Y tambin sois mi amigo. Si tengo que halagaros como hacen
tantos, dejar de ser vuestro amigo. Mi seor, qu deseis... mi lisonja o
mi amistad?
Bien lo sabes, William.
Creo que lo s, y por eso me arriesgar a decir que si todos los
hombres no aman a vuestro padre, pocos son los que no lo respetan ni le
temen; y a veces es mejor ser respetado y temido que amado.
El viejo te embruj con sus rabietas.
Os lo ruego, no hablis as de l. Es vuestro padre y nuestro rey.
No es probable que lo olvide. Pero mira una cosa, William, te
aseguro que no me mantendr siempre en esta condicin.
Mi seor, an sois joven. Habis conquistado el corazn de los
hombres con vuestro carcter, pero no podis hacer frente a vuestro padre.
William, no dije que hara tal cosa. Me limito a decir que deseo ser
rey no slo de nombre.
Pero ya hay un rey de Inglaterra.
Enrique suspir.
Ven, hablemos de otras cosas. Esta es mi primera Navidad como
rey, y me propongo celebrarla dignamente. Esta corte no debe dudar de mi
rango.
Mi seor, esta corte conoce exactamente vuestro rango. Sois su rey,
y es la primera vez en la historia de Inglaterra que tiene dos soberanos.
Fue deseo de mi padre que as ocurriese, y no puede achacar a otro
la culpa de esta situacin. Ven, he decidido que mi primera Navidad como
rey sea recordada eternamente, porque quiero que la gente sepa qu' grata
ser la vida cuando haya un solo rey en Inglaterra. Y te dir algo, amigo
mo: cuando yo sea el rey y tenga un hijo, nadie le pondr la corona en la
cabeza antes de que yo haya muerto.
William Marshall guard silencio, pero se pregunt, como muchos
haban empezado a hacer, cmo era posible que Enrique II hubiese
cometido el gravsimo error de coronar rey a su hijo cuando l an viva.
Ya lo he pensado todo exclam el joven Enrique. Invitar a todos
los caballeros, as como a los condes y los nobles, y a los eclesisticos, a
un gran banquete. Recibirn regalos, y eso les demostrar que yo ser un
rey generoso. Mi padre es el hombre ms mezquino que pisa la tierra. Odia
regalar nada a nadie. Nunca renunciar a la posesin de uno solo de sus
castillos. Demostrar a mis sbditos qu diferente ser yo. Quiero poner la
mayor distancia posible entre mi padre y yo. Lamento tener el mismo
nombre.

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Habrais preferido que vuestro nombre fuese Guillermo?


Fue el nombre de mi hermano mayor. En Inglaterra y Normanda
hay ms Guillermos que otros nombres; de eso estoy seguro. Se llaman as
por mi gran tatarabuelo, Guillermo el Conquistador.
Yo dira que hay igual nmero de Enriques.
No, William, apuesto que no es as. Tengo una idea. En mi banquete
llamar a todos los William y cenarn conmigo en una habitacin. Nadie
que no se llame William ser admitido all. Despus, t y yo los
contaremos, y veremos cuntos Williams han acudido. Estoy seguro de que
sern ms de cien.
Enrique estaba entusiasmado con esa perspectiva, y William
comparta su entusiasmo, pues vea que al proyectar la celebracin de
Navidad, Enrique poda olvidar la enemistad que senta por su padre.
Le agrad descubrir que haba ciento diez caballeros llamados
William, y muchos de otros rangos.
Fue el nico Enrique entre los Williams que se reunieron en la
cmara. La fiesta recibi el nombre de celebracin de los Williams.
Cuando su padre supo lo que haba ocurrido, le desagrad lo que a
sus ojos era mera frivolidad infantil. Tambin le llegaron rumores de la
creciente insatisfaccin del heredero con su condicin; y eso pareca ms
inquietante que su responsabilidad.

El joven Enrique parti para Inglaterra poco despus de Navidad. El


banquete haba sido un gran xito. Estaba muy bien que su amigo William
Marshall lo pusiese en guardia contra los aduladores. Pero Enrique era
popular, un joven apuesto y encantador, todo lo que su padre no era, y lo
que William llamaba lisonja, de hecho era la verdad.
Cuando Enrique estuvo en Bures el to de su madre, Ralph de Faye,
haba ido a verlo llevando consigo a su amigo Hugh de Saint Maure, y
ambos se haban dicho que comentaran ante la madre de Enrique las
costumbres del hijo.
Enrique se haba sentido muy complacido con su pariente y el amigo
de ste. Ambos haban afirmado que los impresionaba el modo en que su
padre trataba al joven.
Segn el modo en que el rey se comporta con vos, podrais ser un
nio de diez aos dijeron. Vaya, ya tenis diecisiete. Sois un hombre.
Era cierto; Era un hombre y lo trataban como a un nio!
Sera conveniente que demostraseis vuestra insatisfaccin le dijo
Ralph.
Enrique saba que eso era cierto. Pero, cmo? Estaba muy bien
hablar de desafiar a su padre cuando ste no estaba all, pero era muy
distinto hacerlo cara a cara. El joven Enrique recordaba cmo se enrojeca

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el rostro del rey, cmo pareca que se le salan los ojos de las rbitas, y esa
terrible furia comenzaba a desplegarse. Los hombres sensatos se
apartaban de l cuando se encontraba en esa condicin.
De todos modos, tenan razn. Haba que hacer algo, pero deba ser
una actitud ms sutil que la confrontacin directa con su padre, y el
reclamo de que se le concediesen sus derechos.
Entretanto, ira a Inglaterra, el pas que ms le agradaba, porque all
era rey; y cuando su padre se ausentaba, l poda hacerse la ilusin de que
gobernaba a la nacin.
No pudo engaarse mucho tiempo. Apenas haba estado un mes en
Westminster cuando lleg su padre.
Se descorazon. Siempre haba sido as. Por mucho que renegara
contra l cuando estaba con sus amigos, era suficiente que apareciese su
padre para que el hijo se sometiera sin vacilar.
O decir dijo el rey, que pasaste una alegre Navidad en Bures.
Creo que mis... que nuestros sbditos se sintieron complacidos con
la celebracin que organic.
El mayor de los Enriques asinti lentamente.
Parece que simpatizas con mis sbditos normandos. Es bueno que
as sea, porque dentro de poco iremos a Normanda.
Iremos... balbuce el joven Enrique.
Dije iremos, y me refer a ti y a m.
Necesitars que yo permanezca en Inglaterra mientras t ests en
Normanda.
Mi magistrado Richard de Lacy goza de mi total confianza.
Padre, prefiero permanecer aqu. Ya estuve bastante en Normanda.
El rey enarc el ceo, y el hijo se alarm al ver los labios apretados y
el centelleo de los ojos que advertan al observador que tena que andarse
con cuidado; eran las seales de peligro.
Pens que deseabas que yo... comenz a decir el joven Enrique.
Te dije lo que deseaba. Te preparars para ir a Normanda. Hijo mo,
deseo all tu compaa.
S, mi seor dijo en voz baja el joven rey.

Era humillante. En secreto, Enrique reneg contra el Papa. Necesitaba


controlar su clera. Estaba en una posicin muy difcil. Que l, Enrique
Plantagenet, fuese convocado por los delegados papales era insultante. Sin
embargo, qu poda hacer? Deba proceder con mucho cuidado, porque de
lo contrario el mundo entero se alzara contra l.
Tendra que tratar muy hbilmente a esos emisarios papales, y
deseaba total serenidad espiritual mientras estaba en eso. Crea que, pese
a que la conquista an no haba terminado, Irlanda estaba segura. Enrique

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deba ir a Normanda. Leonor estaba en Aquitania; y el rey ciertamente no


pensaba dejar en Inglaterra al joven Enrique. Tendra que vigilar a ese
muchacho. Comenzaba a comprender que coronarlo rey haba sido un
grave error. Por qu lo haba hecho? Para desairar a Toms Becket. Porque
deseaba que Roger de York coronase al muchacho. S, en parte lo haba
hecho para humillar a Toms Becket. Toms... las cosas siempre
retomaban a Toms!
Ahora necesitaba confortamiento, y antes de salir para Normanda
decidi visitar a Rosamunda.
Le pareci que el placer de Rosamunda no era el mismo de siempre.
Se mostraba tan deferente como de costumbre, igualmente decidida a
complacerlo, y sin embargo la envolva cierta tristeza.
Enrique despert durante la noche y sinti que lo agobiaba el peso de
la angustia. Acarici los cabellos de Rosamunda, y la bes hasta
despertarla.
Mi Rosamunda dijo, dudo de que jams me haya visto en una
situacin como sta.
Ella despert enseguida, y se mostr dispuesta a escuchar y a
consolar a Enrique.
Antes de conquistar el reino que era mo por derecho apenas tena
ms que mis esperanzas. Entonces tena la certeza de mi xito. Despus, lo
obtuve, y comenzaron mis dificultades. Es el destino de los reyes de
Inglaterra desde los tiempos del Conquistador. Nuestras posesiones estn
muy separadas unas de otras, y no podemos mantener el orden. Acept
esta situacin. Saba que de un momento a otro deba marchar de prisa a
Normanda para aplastar a este o aquel traidor, y despus regresar a
Inglaterra, porque aqu me necesitaban. Pero antes jams me convocaron.
No puedes rehusarte?
La Cristiandad entera se volvera contra m. Ojal cesaran estos
milagros en Canterbury. No creo en ellos. Son una conspiracin de mis
enemigos.
Vio que Rosamunda se estremeca. Tambin ella haba cambiado
desde la muerte de Toms Becket.
Crees en eso, Rosamunda?
Ella guard silencio.
Enrique pens: por los ojos de Dios. Incluso ella cree que Toms es un
santo y que yo soy culpable de su muerte.
Se sent en la cama y la mir a la luz de la luna. La bella Rosamunda,
a quien l haba amado durante aos, la mujer a la cual l haba sido fiel a
su modo, incluso ella lo crea culpable.
Cmo poda saber que esos estpidos caballeros entenderan mis
palabras al pie de la letra?
Ella continu en silencio.
Por qu no hablas, Rosamunda? pregunt Enrique.

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Qu deseas que diga, mi seor?


Deseo que digas lo que piensas no que pronuncies palabras que yo
pueda dictarte.
Ella se sent en el lecho y con los brazos rode el cuello de Enrique.
Entonces, mi seor, dir que en Normanda debes reconocer que
esos hombres creyeron que estaban cumpliendo tus deseos.
Eso ya lo sabe todo el mundo.
Y que haras todo lo posible para deshacer lo que se hizo, y que
asumes la responsabilidad de este terrible crimen.
Que yo... asumo la responsabilidad?
Si procedes as, te impondrn una pena. Y entonces habrs expiado
tu pecado por lo que hiciste.
l la mir desalentado. Rosamunda estaba diciendo lo que todos
decan acerca de l. Enrique habra deseado que ella se mostrase fiel, y le
dijese que lo calumniaban, porque era total y absolutamente inocente.
Estaba decepcionado.
Ella vio la reaccin de Enrique.
Enrique la mir, y vio que haba lgrimas en las mejillas de
Rosamunda.
Tengo miedo dijo ella.
De qu? pregunt el rey.
Del pecado.
Pecado? exclam Enrique. Qu significa eso?
T y yo contest Rosamunda. Tienes una reina, y he vivido
contigo como si fuese tu esposa. Tengo a tus hijos, que nacieron en pecado.
Rosamunda, por los dientes y los ojos de Dios, qu te ha ocurrido?
Ella contest:
Hace mucho que pienso en eso, y desde el crimen...
l se apart, impaciente, y permaneci acostado, los ojos fijos en el
vaco.
Ella cerr los ojos, pues intuy que algo haba desaparecido para
siempre de la relacin entre ambos.

El rey se alej montado en su caballo. Pensaba en Rosamunda, y eso


le permita olvidar lo que le esperaba en Normanda.
Ella haba cambiado. Antes todos sus pensamientos se concentraban
en l. Enrique la necesitaba, y la tena. Ahora, Rosamunda se preocupaba
por su alma. En su vida haba entrado algo que era ms importante que el
propio Enrique. l jams habra credo posible una actitud semejante en
su dulce y abnegada Rosamunda.
Y eso haba ocurrido precisamente cuando l ms la necesitaba. Ella
le haba fallado. Pronto comenzara a pensar en la posibilidad de entrar en

42

un convento. Las mujeres como Rosamunda pensaban en esas cosas


cuando llegaban a cierta edad, ms o menos como los hombres se
incorporaban a las cruzadas o peregrinaban a Tierra Santa. Enrique jams
podra hacer nada parecido. Tena mucho que lo retena donde estaba.
Comprenda a Rosamunda. La amaba; ella siempre lo haba alegrado
y reconfortado; pero era inevitable que a su debido tiempo una mujer
buena como ella contemplase su vida pecaminosa y se arrepintiera.
Enrique suspir. El asunto era casi tan deprimente como lo que lo
esperaba en Normanda. Tratara de pensar en otras cosas. Pronto tendra
que retirar de la nursery a Juan, para confirmar el compromiso; pero eso
deba esperar. Ira a visitarlos, y vera cmo progresaban los nios. Era un
placer ver al pequeo Juan y a su hermana Joanna... y por supuesto, a la
pequea Alicia.
Encontr a Alicia sola en el aula.
Mi seor. La nia se puso de pie cuando lo vio, e hizo una
reverencia mientras las mejillas se le tean de rubor.
De modo que ests sola? dijo Enrique, y la excitacin lo domin.
La vio ms encantadora de lo que la haba imaginado.
Joanna y Juan estn montando a caballo. Yo me qued aqu,
porque tena que terminar una leccin.
Y cmo va la leccin? pregunt el rey. La alz en brazos y la bes.
Alicia, eres una bruja dijo.
Oh, no, mi seor. Pareca temerosa.
Quiero decir que me embrujaste con tu belleza.
Ella pareci atemorizada.
Enrique camin hasta el asiento de la ventana, y all se sent, y
acomod a la nia sobre su rodilla.
Cuntos aos tienes, pequea Alicia? pregunt.
Mi seor, pronto cumplir doce inviernos.
Una edad encantadora. Yo he visto muchos ms inviernos.
Enrique pens: Doce aos! Algunas nias ya haban madurado a los
doce.
Y sers mi hija. Comienzo a lamentarlo.
Ella an pareca temerosa.
Seor, si os he ofendido...
Oh, s dijo Enrique, me ofendiste, Alicia, porque desde el da que
te vi pienso siempre en ti.
Si me decs dnde est mi error...
Est en esos bonitos rizos, en esa piel suave, en esos labios
invitadores que avivan en m el deseo de besarlos, as... Alicia.
Oh, mi seor.
S, mi dama. Alicia, ojal no estuvieses comprometida con mi hijo.
Porque entonces, por los ojos de Dios, pedira a tu padre que te
comprometieses conmigo.

43

Ella abri muy grandes los ojos.


Mi seor, cmo podra hacer eso?
No es imposible.
Pero...
Oh, todava no tienes doce aos, y yo soy mucho ms viejo. Pero los
aos no importan. Veras que soy un marido muy carioso.
Pero mi seor, tenis una reina, la madre de Ricardo.
No sera el primer rey que se aparta de una reina a quien ya no
ama.
Entonces, no amis a la reina?
Alicia, odio a la reina. La odio tanto como comienzo a amarte.
La mir en los ojos. Ahora, la nia no tema. Comenzaba a
interesarse. Enrique trat de contener su propio deseo. Pero no pudo. Era
una nia. Estaba comprometida con Ricardo, y era hija del rey de Francia.
Ni siquiera l poda divertirse con la hija del rey como lo habra hecho con
una criada de la cocina. Haba conocido a jovencitas de la misma edad que
Alicia, si bien siempre prefera a las mujeres adultas. No recordaba haber
sentido jams tanta complacencia con otra mujer... por lo menos, desde
que haba conocido a Rosamunda. Y entonces Rosamunda no haba tenido
muchos ms aos que Alicia. Ahora, Rosamunda provocaba su irritacin;
le haba fallado de un modo que l jams haba credo posible.
Alicia dijo, si te amase, crees que podras amarme?
Debo amaros dijo la nia, porque sois el padre de Ricardo, y
seris el mo.
No! No quise decir como un padre.
De qu modo, mi seor?
Quiz haba un poco de coquetera en los ojos de Alicia? Si as era, si
esa inocencia inclua cierto fingimiento, los buenos propsitos de Enrique
no podran resistir; actuara primero y pensara despus. Luis preferira
que su hija fuera reina de Inglaterra y no duquesa de Aquitania, el rango
que ella alcanzara si se casaba con Ricardo.
Enrique acerc su rostro al de Alicia, y apoy la mano en el naciente
seno.
Te agrada que te acaricie as?
Oh, s, mi seor.
Y que yo sea quien te acaricia?
S, mi seor.
Yo, ms que otro? La nia asinti.
Por qu?
Porque sois el rey y nuestro seor y amo.
Una excelente respuesta dijo Enrique sonriendo. Y ests
dispuesta a obedecerme en todo?
S, mi seor.
Y hars todo lo que te pida?

44

Pero s.
Alicia, murmur Enrique, creo que eres una nia sensata.
Sabes algo de las cosas del mundo, verdad?
Un poco, mi seor.
Y estoy seguro de que querrs saber ms. Alicia, yo ser tu maestro.
Despus que la sedujo en un estilo gentil y experto, la conciencia
inquiet un poco a Enrique. Pero se calm muy pronto, porque se dijo que
cuidara de la nia. S, tena que explorar la posibilidad de divorciarse de
Leonor, y si era posible se casara con Alicia. Su inocencia era
encantadora; no sera difcil conseguir que ella lo adorase. Le enseara
como haba enseado a Rosamunda, y si se casaban lo cual era muy
posible Alicia no necesitara tener escrpulos acerca de sus propios
pecados. Y si no llegaban a eso, pues bien... a su debido tiempo sera la
esposa de Ricardo.
Pero Enrique no deseaba pensar que ella perteneca a otro
Amaba a su pequea y confiada Alicia. Era exactamente lo que l
necesitaba ahora; as poda olvidar la prueba que lo esperaba Podra
olvidar las frustraciones, la irritacin y la ansiedad que comenzaba a sentir
con sus hijos.
Mi querida Alicia le dijo al odo antes de separarse, ste es
nuestro secreto. No hables a nadie de lo que hubo entre nosotros. Confo
en ti. Y muy pronto sers mi reina y yo depositar una corona sobre tu
cabeza, y juntos iremos a todas partes.
Ella se mostr exttica y maravillada. El rey era tan poderoso y tan
inteligente. A Alicia no le haba agradado mucho lo que haba visto de
Ricardo. Pero el rey le evitara ese matrimonio. Por supuesto, eso hara.
Estaba pensando desposarla.

45

EL REY Y LA REINA

El rey parti para Normanda acompaado por su hijo, que no se


esforz mucho por disimular su desagrado. El joven mostraba una
expresin hosca, pero los pensamientos de su padre estaban ocupados en
muchos otros asuntos, de modo que no prest demasiada atencin al joven
Enrique.
No poda dejar de pensar en la adorable Alicia, y en el placer que sera
volver a ella. La apartara de la nursery para instalarla en el palacio. Por
supuesto, haba que mantener cierto secreto. Tena que pensar en
Rosamunda, a quien an se senta unido; pero Rosamunda deba saber
que l no poda desposarla ni siquiera despus de divorciarse de Leonor,
pese a que antao l haba contemplado esa posibilidad e incluso la haba
mencionado. Quiz haba sido un error hablar de eso, y precisamente por
esa razn ella estaba obsesionada por la idea de que viva en pecado.
Enrique recordaba tiernamente tantos aspectos de la relacin entre ambos.
An necesitaba a Rosamunda, pero deseaba a Alicia con una intensidad
que l mismo no poda controlar. Alicia, hija del viejo Luis, rey de Francia.
El viejo monje! A decir verdad, la cosa lo diverta. Alicia... concebida no en
un gesto de pasin, sino a causa de la obligacin de dar hijos a Francia. Y
esa criatura perfecta haba sido producida para el placer de Enrique.
Pens: Si se convierte en la reina de Inglaterra, Luis no se opondr. Slo
Leonor se interpona en su camino. Bien poda ocurrir que ella deseara
casarse nuevamente. Siempre haba sido una mujer muy enrgica. Qu
estaba haciendo en Aquitania, rodeada de trovadores? Con cuntos se
acostaba? Las mujeres como ella nunca se sentan demasiado viejas.
Haba otras cuestiones menos gratas que apartaban su mente del
futuro compartido con una Alicia ansiosa de complacer, la agria Leonor y la
dcil y comprensiva Rosamunda en el trasfondo de su vida.
Apenas desembarc en Normanda, llegaron mensajes de los
cardenales Theodwine y Albert, en el sentido de que lo esperaban en el

46

monasterio de Savigny.
Malhumorado, al extremo de que todos los hombres teman acercarse,
no fuese que perdiese los estribos por la ms mnima falta, el rey cabalg
en direccin al monasterio. Que l, el rey de Inglaterra, fuese convocado de
ese modo era inconcebible. Y sin embargo, no era una situacin tan
inverosmil. Tena que afrontar el hecho de que en la Cristiandad el Papa
era ms poderoso que el rey de Inglaterra. Acaso no era se el eje de la
disputa entre el propio Enrique y Toms Becket?
ntimamente maldijo al Papa, y salud con frialdad a los cardenales.
Haba viajado mucho, les dijo irritado, y soportado graves incomodidades
para verlos. Estaba comprometido en una importante campaa en Irlanda.
Para demostrar respeto y honrar a Su Santidad haba venido; pero deseaba
que ellos explicasen sin perder tiempo qu deseaba el Papa, pues varios
asuntos importantes reclamaban su atencin.
Esto le dijo el cardenal Theodwine, mi seor rey, es de suma
importancia. Tiene que ver no slo con vuestro poder temporal, sino con la
existencia misma de vuestra alma.
Enrique se sinti un tanto conmovido. Jams haba dudado de la
posibilidad de capear las tormentas terrenales, pero el pensamiento de lo
desconocido poda intimidar a la mayora de los hombres; y en vista de la
vida que l llevaba, cmo poda tener la certeza de que lograra evitar una
muerte repentina? Enrique nunca estaba muy lejos de los campos de
batalla, y un rey poda en cualquier momento ser la vctima de la lanza o la
flecha de un asesino. Todas las noches, cuando se retiraba a descansar,
tema la perspectiva de no volver a contemplar la luz del da.
Toms haba sido abatido en la culminacin de su gloria espiritual.
Una maldicin para Toms! No haba modo de evitarlo.
Qu se me pedir? gru.
Ser necesario cumplir un castigo.
Un castigo! Por qu? Me consideris culpable de ese asesinato?
Quienes cometieron el hecho eran vuestros hombres. Actuaron por
vuestra orden.
No impart tales rdenes, ni permitir que se diga que yo mand a
ejecutar ese acto.
Mi seor, ser necesario que lo juris.
Necesario! Quin formula tales normas? Olvidis, seor, que
hablis con el rey de Inglaterra.
Actuamos por mandato de Su Santidad el Papa.
Os digo que aqu soy el amo.
Venimos por orden del amo espiritual de todos contestaron los
cardenales.
Os recordar que stas son mis tierras, y que os conviene no
olvidarlo.
Haca lo posible para controlar su carcter. Senta que la sangre se le

47

suba a la cabeza.
El cardenal Albert dijo:
Ahora os dejaremos, mi seor, para que pensis lo que debe
hacerse. Maana volveremos a conversar con vos.
En la habitacin que le haban reservado, cerr los puos y se los
mordi, hasta que se tieron de rojo y azul, con las marcas de sus dientes.
Por los brazos, los ojos y los dientes de Dios! exclam. Toms,
jams me dejars en paz. Ojal nunca te hubiera visto. Por qu no llegaste
a morir en tu cama?
Era demasiado astuto y sensato para creer que poda desafiar al Papa.
Si lo haca, apenas saliera de Normanda comenzaran las rebeliones.
Tendra que permanecer aqu para afrontar la situacin. Y qu ocurrira
en Inglaterra mientras l estaba en Normanda? All tambin tena
enemigos. La excomunin, la prdida de sus posesiones. No, deba adoptar
una actitud prudente. No le quedaba alternativa. Era necesario ceder.
Al da siguiente fue a reunirse con los cardenales, y ahora su actitud
era ms serena.
Bien exclam, qu deseis de m?
Mi seor, deseamos lo siguiente. Debis sostener en la mano los
Santos Evangelios, mientras juris que no ordenasteis ni quisisteis la
muerte de Toms Becket, arzobispo de Canterbury.
Enrique medit un momento. Por supuesto, lo haba deseado. Quin
no hubiera deseado la muerte de un hombre que provocaba tantas
dificultades? Haba preguntado a sus caballeros por qu no lo libraban del
irritante clrigo. Pero al mismo tiempo se deca que no haba deseado el
asesinato de Toms. Era su querido amigo, y ojal Dios no hubiese deseado
que lo matasen tan brutalmente en la Catedral.
Sostuvo con las manos los Evangelios. Pens: es cierto, Toms. Ojal
pudiramos estar de nuevo juntos, como hacamos cuando recorramos el
pas. Siempre te quise. Slo cuando te convertiste en arzobispo hubo
dificultades entre nosotros.
Le exigan algn tipo de castigo. Por qu, si no haba tenido nada que
ver con el asesinato? Era ms fcil aceptar lo que peda que jurar sobre el
libro santo.
Mi seor, el Papa os pide que sostengis a doscientos caballeros
durante un ao, para la defensa de Jerusaln.
Lo har dijo Enrique. Siempre era sencillo prometer dinero,
porque invariablemente haba muchas razones que impedan cumplir lo
pactado.
Aceptaris que los peticionantes apelen libremente al Papa.
Ahora comenzaban a entrometerse con las Constituciones de
Clarendon, el asunto que haba motivado la disputa con Toms. Bien, si
era necesario, que as fuese. Deba desembarazarse cuanto antes de tan
ingrato asunto, para continuar la importante tarea de defender su dominio.

48

Debis restaurar las posesiones de la sede de Canterbury, de modo


que retornen al estado en que se encontraban antes de que el arzobispo
saliese de Inglaterra.
S acept.
Finalmente, no deba exigirse a los obispos ingleses que prestasen el
juramento que l les haba reclamado en Clarendon; y los que haban
prestado dicho juramento deban verse libres de la obligacin de cumplirlo.
Enrique deba terminar con esta situacin humillante. Necesitaba
hacer las paces con el Papa.
Hubiera podido masacrar a esos cardenales. Hubiera podido librar
batalla contra el Papa. Pero no por nada se deca de Enrique que era el rey
ms astuto de Europa. Saba cundo era necesario hacer concesiones, y
sta era una de dichas ocasiones.
Crea haber resuelto definitivamente el asunto.
Y Toms, mi bienamado amigo y odiado enemigo, desde tu santuario
de Canterbury has derrotado al rey de Inglaterra, instalado en su trono. La
batalla ha concluido, Toms, y puedo decir sinceramente que deseo con
todo el corazn que jams hubiese sido necesario librarla.
Sali de Savigny mucho ms animado. Se haba librado de Toms.

Llegaron noticias de Leonor. Ricardo tena ahora edad suficiente para


ser declarado duque de Aquitania, y ella crea que la ceremonia de la
consagracin de su hijo en dicho rango ya no podra demorarse.
Enrique concordaba con ella. Que se reconociera duque de Aquitania
a Ricardo. Cuando pensaba en lo que haba hecho a la prometida de
Ricardo, calmaba un poco su conciencia al aceptar prontamente la
elevacin de su hijo al rango de duque de Aquitania. Por esta vez Leonor se
sinti complacida con la actitud de su marido; y cuando se encontraron en
Poitiers ella se mostr muy gentil con l.
Ricardo lo miraba con suspicacia. Era como si supiera que su padre lo
haba traicionado con Alicia. Pero no, Ricardo siempre haba mostrado
antipata hacia el rey, y ste siempre haba sentido desagrado ante Ricardo.
Pareca extrao que un hombre pudiese tener sentimientos semejantes
frente a un hijo tan apuesto y prometedor, pues Ricardo se destacaba como
jinete, espadachn y caballero, y mucho ms que cualquiera de sus
hermanos. Tambin era poeta, y quiz precisamente porque se pareca
tanto a su madre, Enrique no poda mirarlo con buenos ojos.
Ahora que pensaba constantemente en Alicia, Enrique simpatizaba
todava menos con Ricardo, una actitud natural si se tena en cuenta qu
profundamente haba ofendido a su propio hijo; en todo caso, si quera ser
completamente honesto tena que reconocer que en definitiva quiz fuera
necesario que Alicia contrajese matrimonio con Ricardo. Retrasara el

49

asunto todo lo posible. Pero era una cuestin acerca de la cual no deseaba
pensar.
Se realiz una gran ceremonia en Poitiers, y el rubio jovencito de
quince aos ocup el asiento del abad en la abada de Saint-Hilaire, donde
acept la lanza y el estandarte de los duques de Aquitania, las insignias de
su nuevo cargo.
Cmo vivaba la gente! Leonor miraba, suavizada esta vez por el afecto
y el orgullo que le inspiraba ese hijo, su favorito.
El pueblo lo ama dijo a Enrique, exultante; y agreg astutamente
: Para ellos no es extranjero. Pertenece a Aquitania.
Lo cual era un modo de recordar que jams haban aceptado a
Enrique Plantagenet como duque, y se haban limitado a soportarlo, slo
porque era el marido de su duquesa.
No importaba. Que ella se vanagloriase. A su tiempo aprendera quin
era el amo. Una vez que l se divorciara... Sera posible? Enrique ya
estaba imaginando sus disculpas a Rosamunda. Debo casarme con Alicia.
Alicia tiene sangre real. Para m es una necesidad poltica desposar a la
hija del rey de Francia.
Pero primero tena que desembarazarse de Leonor. Se pregunt cmo
reaccionara ella ante la sugerencia.
Entretanto, haba que terminar la ceremonia de la coronacin de
Ricardo como duque. Despus, habra una ceremonia en Limoges, donde
Ricardo recibira el anillo de Saint Valerie, al que se consideraba sagrado,
pues decase que haba pertenecido al Santo Patrono de la ciudad.
Despus, con el anillo en el dedo, el hermoso joven de cabellos
dorados recibi, en el altar de la catedral, la espada y las espuelas
correspondientes a las antiguas rdenes de caballera.
Verlo de pie, con su tnica de seda, la corona de oro en la cabeza y el
estandarte de Aquitania en las manos... Leonor se sinti ms conmovida
que lo que haba sido el caso durante muchos aos; y vio en este joven la
principal esperanza tanto del propio Ricardo como de ella misma.
Y al lado estaba su marido, tosco, feo, si se lo comparaba con su
apuesto hijo. Y ella se regodeaba en el odio que senta por ese hombre a
quien otrora haba amado, y que se haba atrevido, durante los primeros
aos de su matrimonio, cuando ella estaba dispuesta a ofrecerle su amor
total, a traicionarla con la primera mujer que se le cruzaba en el camino.
Pens: mi orgullo y tu lascivia han destruido este matrimonio. Nos
enemistamos, y por Dios y sus santos, te juro. Enrique Plantagenet, que no
descansar hasta que te haya destruido y puesto a mis hijos en tu lugar.

Despus de la coronacin de Ricardo como duque de Aquitania,


Enrique regres a Normanda, y en el camino visit al rey de Francia.

50

Luis tena unos catorce aos ms que Enrique, y aparentaba su edad;


sin embargo, con los aos haba adquirido cierta dignidad. Se haba
acostumbrado a llevar la corona de Francia, la misma que en su juventud
haba aceptado de tan mala gana. Era padre de varios hijos: Marie y Alix
con Leonor, antes del divorcio que haba permitido que ella se casara con
Enrique; de su segunda esposa, Constanza, tena a Margarita, casada con
el joven Enrique, y otra hija llamada Alicia, que haba muerto en la
infancia; de la tercera esposa, Adela, tena el nico varn, Felipe; la
deliciosa Alicia que ahora era la amante de Enrique; y Agnes.
Un solo hijo y tantas hijas, pens Enrique; pero las hijas eran buenos
elementos de negociacin. Luis deba sentirse complacido, pues su hija
Margarita poda llegar a ser reina de Inglaterra, y nada complacera ms a
Enrique que la posibilidad de que tambin Alicia ocupase el trono.
La disputa entre Luis y Enrique, que se haba agravado a causa de la
muerte de Toms Becket, gracias a la penitencia cumplida por Enrique se
haba suavizado un tanto. Luis recibi con honores al rey.
No mencionaron al arzobispo, pero Enrique saba cules eran los
sentimientos de Luis en ese asunto. Acaso no haba ofrecido refugio a
Toms y hecho todo lo posible para provocar al rey de Inglaterra, pues
haba prodigado atenciones al cura rebelde?
Luis no haba procedido as para molestar a Enrique. Sencillamente
demostraba una indulgencia natural hacia todos los que tenan que ver con
la Iglesia, y por esa razn haba apoyado a Toms contra el rey. Luis haba
querido ser monje, y por los ojos de Dios, pensaba Enrique, no hubiera
sido mala cosa que realizara su ambicin; excepto, por supuesto, que en
ese caso jams habra nacido la encantadora Alicia. No, no, era mejor que,
a causa de la muerte de su hermano, hubiesen obligado a Luis a
abandonar la vida piadosa que l deseaba.
Hasta qu punto Luis an le guardaba rencor por haberle arrebatado
a su esposa? Sin duda, pensaba sombramente Enrique, se haba alegrado
de verse libre de ella. Era la misma actitud que el propio Enrique tena
ahora. Pero eso haba ocurrido muchos aos antes, y ahora los dos reyes
se vean enfrentados, y en cierto sentido eran enemigos naturales, porque a
Luis siempre deba irritarle el hecho de que Enrique gobernaba una parte
mayor de Francia que l mismo; a su vez, Enrique no poda olvidar que a
causa de las tierras que l posea en Francia deba rendir homenaje al rey
de esa nacin.
Normanda, Anjou, Maine, Aquitania y Bretaa eran todos estados
vasallos del rey de Francia, y aunque Enrique gobernaba esos territorios
(sus hijos ejercan un poder meramente nominal), de todos modos deba
jurar fidelidad a Luis.
Se mostraron cautelosos uno frente al otro, y conversaron de los
asuntos de Estado. Pero finalmente Luis comenz a quejarse, porque si
bien se haba coronado rey de Inglaterra al hijo de Enrique, Margarita, su

51

hija y esposa del joven Enrique, nunca haba merecido ese honor.
Qu significa eso? pregunt. Acaso no creis que mi hija es la
esposa del joven rey?
Nada de eso. Siempre dije que sera coronada en un momento
apropiado; y as se har.
Entonces, por qu esa coronacin no se realiz?
Porque no haba llegado el momento oportuno.
No veo la razn de que as sea.
Enrique mir a Luis, padre de su querida y pequea Alicia. Qu dira
Luis si Enrique le deca que amaba a su hija menor, la prometida de
Ricardo, que ya haba desflorado a la nia y estaba decidido a retenerla
como amante, y si era posible a desposarla?
Sonri ntimamente ante la idea, y evoc el recuerdo del cuerpo
aniado y delicioso.
Ser como deseis dijo Enrique. Esos jvenes sern enviados
ahora mismo a Inglaterra. Prepararemos una nueva coronacin de
Enrique, y esta vez Margarita lo acompaar.
Luis asinti. El rey de Inglaterra estaba dispuesto a hacer
concesiones.
Deseara que el arzobispo Rotrou los acompae a Inglaterra, y
presida la ceremonia.
Mi querido hermano, un arzobispo extranjero dirigiendo esta
ceremonia? Nunca se procedi as.
La alternativa sera Roger de York, verdad?
Roger de York coron a mi hijo.
Traicion al arzobispo de Canterbury dijo firmemente Luis. No
quisiera que mi hija sea coronada por quien traicion a un hombre tan
grande.
Enrique guard silencio; haba comenzado a mover los dedos. De
modo que este antiguo monje, este marido de Leonor que haba provocado
las burlas de su ex mujer los primeros tiempos de su matrimonio con
Enrique, este rey trivial quera indicarle cmo gobernar su reino? Por los
ojos de Dios... pens, y despus: pero es el padre de mi pequea Alicia.
Debo andarme con cuidado. Cuando me divorcie de Leonor y pblicamente
meta a Alicia en mi cama, necesitar el apoyo de su padre.
No deseo que Roger de York asista siquiera a la ceremonia
continu Luis. Ni el arzobispo de Londres y Salisbury. Fueron todos
enemigos del santo arzobispo, y contribuyeron mucho a su lamentable fin.
A mis ojos, contaminaran cualquier ceremonia a la cual asistieran.
Enrique pens en la pequea Alicia y dijo: Ser como deseis.
El arzobispo Rotrou presidir la ceremonia de coronacin de los
jvenes.
Luis se desconcert un poco. Haba previsto protestas. Observaba un
cambio sutil en Enrique. Pens que poda atribuirse a la muerte del mrtir,

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y que en verdad Enrique se haba arrepentido.

Enrique fue a Normanda. y los jvenes viajaron a Inglaterra, para


asistir a su propia coronacin.
Enrique haba decidido que pasara la Navidad en Chinon, Anjou,
pues estaba realizando una gira completa de sus dominios para comprobar
que sus fortalezas se encontraban en condiciones ptimas. Envi un
mensaje a Leonor pidindole que se reuniese con l en Chinon. Consider
la posibilidad de sondearla acerca del divorcio.
Leonor manifest su buena disposicin, y Enrique decidi que sera
una reunin de la familia. Deseaba suscitar la impresin de que haba
hecho todo lo posible para mantener la unin de su familia.
Tambin Enrique y Margarita se reuniran con ellos. De modo que se
les envi un mensaje ordenndoles que se prepararan para partir
inmediatamente.
El joven rey estaba irritado. Le agradaba residir en Inglaterra, donde
era rey, y donde la vida le pareca particularmente grata cuando su padre
no estaba. Le pareca excelente que su padre residiese en Normanda,
mientras l gobernaba Inglaterra. Estaba rodeado por adulones que le
aseguraban que Inglaterra no poda tener mejor rey, y el joven los crea.
Simpatizaba con Margarita; era una agradable y juvenil reina, y a Enrique
le agradaba cabalgar al lado de ella y escuchar las aclamaciones de la
gente. Los monarcas jvenes siempre eran muy atractivos.
Pero ir a Chinon y vivir a la sombra de su padre era lo que menos
deseaba.
No ir dijo a Margarita, pero por supuesto tuvo que cambiar de idea.
Sus amigos le explicaron que era insensato desobedecer a su padre.
No soy rey se quej a Margarita. Poseo una corona, y nada ms.
Te imaginas la posibilidad de que mi padre renuncie a una parte de su
poder? Pero no vivir eternamente. Un da morir, con toda la carga de sus
pecados, cuando lo acometa uno de esos ataques de furia. Muchos
hombres han muerto cuando tenan rabietas parecidas. Margarita, no creo
que mi padre viva mucho.
Margarita estaba segura de que as sera.
Lleg otro mensaje del rey. Escriba que su buen amigo el rey de
Francia haba manifestado el deseo de ver a su hija, de modo que la joven
pareja deba partir sin prdida de tiempo. Antes de ir a Chinon deban
permanecer un tiempo en la corte de Francia.
Deseara ver a mi padre dijo Margarita.
El joven Enrique se sinti secretamente complacido. Poda fingir que
en realidad no obedeca a su padre con esa brusca partida, y que en
cambio satisfaca el capricho de su esposa, que deseaba ver a su propio

53

padre.
De modo que salieron de Inglaterra apenas tuvieron vientos
favorables, y Luis los recibi alegremente en su corte, que entonces estaba
en Chartres.

Luis amaba sinceramente a sus hijos. Pidi noticias de la pequea


Alicia.
Pobre nia dijo, es muy joven y tiene que vivir en un pas
extrao.
Mi seor, todos afrontamos el mismo destino contest Margarita,
pues en efecto tambin ella se haba criado en la misma corte extranjera; si
bien haba pasado gran parte del tiempo en Aquitania, con la reina Leonor.
Luis asinti.
Es la suerte de los prncipes y las princesas reales. Dime, viste a la
nia antes de partir?
S, padre, la vi. Pareca bastante feliz. Gracias a Dios. Pronto llegar
el da de su boda. No falta mucho.
S, y Ricardo es un joven muy apuesto. No tanto como Enrique, pero
su apariencia es muy agradable.
Hija ma, eres feliz con tu joven Enrique?
S, padre.
Y cuando Alicia sea duquesa de Aquitania, no estar tan lejos de
m. Margarita, tu marido no parece muy complacido con su suerte.
El padre lo irrita profundamente. Lo trata como si fuera un nio.
De veras? Luis sonri apenas. Era inevitable que le agradase or
crticas dirigidas a Enrique Plantagenet. En el fondo de su corazn siempre
le haba guardado rencor porque le haba quitado a Leonor. La vida se
haba desarrollado ms pacficamente sin ella, pero Luis a menudo
recordaba la primera vez que la haba visto. Qu bella joven era entonces!
Y cunta vivacidad mostraba! Era una muchacha tan inteligente. La mitad
de la corte estaba enamorada de ella. Suspir. Hubiera debido saber que
jams podra retenerla. No le hubiera sido fiel. Cunto tiempo haba
transcurrido antes de que comenzara a engaarlo? Su to haba sido el
primero, durante ese viaje inolvidable a Tierra Santa? Y el sarraceno?
Haba pensado realmente en la posibilidad de casarse con l? Luis jams
olvidara la impresin que haba recibido cuando ella exigi el divorcio. El
Papa la haba disuadido de su proyecto, pero cuando Leonor vio a Enrique
Plantagenet se enamor tan profundamente de l que decidi exigir el
divorcio y casarse por segunda vez.
Por entonces Enrique era slo duque de Normanda, y en su carcter
de seora de Aquitania ella era ms rica que su nuevo esposo. Enrique
tena casi doce aos menos que ella. Qu extrao que Leonor, tan

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puntillosa y pulcra en su apariencia, tan inclinada a dictar la moda,


siempre dispuesta a aplicarse ungentos y perfumes, se enamorase
perdidamente de Enrique, un hombre bastante tosco que se vesta por
comodidad ms que por adorno, y jams se molestaba en usar guantes
aunque hiciera el fro ms intenso y por eso tena siempre las manos
enrojecidas y curtidas. Por supuesto, ese hombre tena un poder y una
fuerza de los cuales Luis careca totalmente. Tambin posea encanto,
sobre todo con las mujeres. De su persona se desprenda un aura de fuerza
y poder. Luis imaginaba que eso era lo que agradaba a las mujeres.
Pero los dos reyes eran intrnsecamente enemigos. Difcilmente
hubiera podido concebirse otra relacin entre ellos. El duque de
Normanda casi seguramente tena que enfrentar al rey de Francia.
Los francos nunca haban perdonado a los vikingos que haban
invadido su pas y creado una situacin tan desagradable que para
terminar de una vez con sus incursiones por el Sena hasta Pars se los
haba apaciguado dndoles esa provincia septentrional llamada
Normanda. Todo eso se remontaba a los tiempos de Rollo, pero los
sentimientos originados entonces an prevalecan. Haba una cosa por la
cual estaba agradecido: los duques de Normanda, como los de otras
provincias, haban continuado siendo vasallos del rey de Francia.
Y este descendiente de los duques normandos, este Enrique
Plantagenet, se haba apoderado de la esposa de Luis en la misma actitud
despiadada que Rollo haba demostrado para posesionarse de un pedazo de
Francia; Luis no era hombre vengativo, pero no le hubiera desagradado ver
que se humillaba a Enrique. Adems, lo haba impresionado
profundamente el trato que Enrique haba dispensado a Toms de
Canterbury.
Luis pens: Si un hombre as hubiese sido mi sbdito, yo me habra
credo realmente afortunado.
Ahora, escuchaba las quejas del joven Enrique y de Margarita.
Tu padre te hizo rey dijo. Por qu dio ese paso, si no pensaba
permitir que tuvieses las atribuciones correspondientes?
Creo que lo hizo para desairar a Toms Becket.
Mi querido hijo, no debes decir eso.
Pero es cierto, mi seor. Odiaba a Toms. Habra hecho cualquier
cosa para molestarlo.
Luis mene la cabeza y se persign.
Que ese gran santo nos bendiga e interceda por nosotros ante Dios
dijo.
Yo lo amaba observ Enrique, que haca lo posible por olvidar
que, aconsejado por Roger de York, haba rehusado recibir a Toms cuando
l quiso visitarlo.
Todos los hombres buenos lo amaban dijo Luis.
Guardaron silencio un momento, recordando a Toms.

55

Es la tragedia ms terrible ocurrida en Inglaterra continu Luis,


y de eso nada bueno saldr.
Agradezco a Dios que no tuve nada que ver en su asesinato dijo
Enrique con verdadero sentimiento.
Estoy seguro de que otros desearan poder afirmar lo mismo. Bien,
hijo mo, t tambin tienes dificultades, verdad?
S, y me temo que continuar tenindolas. Pero no siempre me
tratarn como a un nio.
Por supuesto. Tu padre debera concederte el control completo de
Inglaterra si quiere permanecer en Normanda o de Normanda si desea
residir en Inglaterra.
Lo mismo digo, pero el no quiere.
Y soportars esta situacin?
No exclam Enrique con voz enrgica, no la soportar.
Pero cuando pensaba en el rostro de su padre, los ojos entrecerrados,
la cara enrojecida, saba muy bien que sera muy difcil quiz imposible
oponerse a l.
Debes explicarle lo que sientes dijo Luis.
S contest Enrique, pero pens que era ms fcil decir eso que
hacerlo. Sin embargo, me temo que no escuchar.
Debe escucharte. Ya no eres un nio. Eres un hombre: tienes
esposa; pronto llegarn los hijos. Y tu padre te hizo rey.
Se lo pedir dijo Enrique. Le explicar cules son mis
sentimientos.
Y si no acepta, no debes permanecer en su corte, pues de qu te
servira? Si careces de autoridad, qu importa que ests o no all?
Y adonde ira?
Sencillamente, a la casa de tu suegro. Si el rey de Inglaterra
contina tratndote como a un nio y no escucha tus argumentos, ven
aqu. Sospecho que yo podra inducirlo a hacer algo.
Enrique tom la mano de su suegro y la bes fervorosamente.
Luis tena razn. Si su padre no lo respetaba, era necesario rebelarse.

El rey y la reina haban llegado, cada uno por su lado, al castillo de


Chinon para pasar all la Navidad. Con la reina lleg su hijo Ricardo, nuevo
duque de Aquitania, y Godofredo, el hermano menor, y duque de Bretaa.
Los jvenes Enrique y Margarita llegaran poco despus.
Leonor y Enrique se miraron uno al otro. El rey pens: Ella envejeci.
Por los ojos de Dios, ahora es una vieja. Enrique comparaba a todas las
mujeres con la tierna juventud de Alicia. Pero tena que reconocer que en
su esposa an haba cierta condicin especial. Nadie se mostraba tan
elegante ni tena actitudes tan majestuosas como ella; y jams habra una

56

mujer que pudiera comparrsele. Si Leonor y Enrique se divorciaban, tal


vez ella pudiera volver a casarse. Pero ya no estaba en condiciones de tener
hijos, de modo que no podra dar herederos a su nuevo marido. Y Ricardo
era ahora duque de Aquitania.
Leonor pens: est ms viejo, y se lo ve ms curtido que nunca por la
vida y el tiempo. La muerte de Toms lo conmovi, pues en un rincn de su
duro corazn haba una chispa de amor por ese hombre.
Otrora ese sentimiento haba sido tan intenso que Leonor haba
acusado a Enrique, pues afirmaba que su amor por Toms era antinatural.
Enrique se haba redo ante la acusacin, pues si en la tierra haba un
hombre que deseaba a las mujeres, era precisamente l; sin embargo, ella
haba advertido que despus de orla, l se mostraba un tanto pensativo.
Pens: no nos conocemos bien, ni siquiera t, Enrique Plantagenet, que te
crees todopoderoso.
Ella haba decidido que la Navidad sera la ocasin de grandes
festejos. Ahora no era frecuente que el rey y la reina de Inglaterra se
reuniesen. Leonor haba trado consigo a sus mejores poetas y msicos, y
les haba ordenado que organizaran celebraciones que superasen todo lo
que se haba visto hasta ahora. Enrique no era del todo indiferente a los
encantos de la literatura. Antao, los dos esposos haban mantenido una
relacin armoniosa, y a l sola agradarle tanto como a ella la buena
literatura y la msica. Pero despus que se haba disipado la influencia de
su esposa, Enrique prest cada vez menos atencin a la actividad artstica;
se haba consagrado a la necesidad de conquista, y por supuesto a la
sensualidad.
Sin embargo, durante esta Navidad ella tratara de recordar los
buenos tiempos de antao, durante los primeros aos del matrimonio.
Entonces. Leonor deseaba contribuir a la exaltacin del poder de Enrique;
la haba enorgullecido ver que se lo coronaba duque de Aquitania. Pero la
unin entre ambos se haba deteriorado. El primer tropiezo fue la ocasin
en que l llev a su bastardo a la nursery real, y ella comprendi que
durante ese primer perodo de la vida en comn Enrique le haba sido
infiel.
Bien, todo eso era cosa del pasado; y el amor se haba convertido en
odio; porque en efecto, Leonor lo odiaba. Lo odiaba porque an poda tener
hijos, los nios que ella ya no estaba en condiciones de concebir.
Naturalmente, ella haba comenzado mucho antes que Enrique, tena casi
doce aos ms. Y bien, de todos modos no era tan vieja que no pudiese
odiar, y la diverta comprobar que ese gran hombre era en muchos sentidos
un autntico tonto.
Sus hijos lo miraban con antipata o lo odiaban fieramente. Por
supuesto, Ricardo siempre le haba demostrado un hondo resentimiento.
Ella haba provocado esa actitud. Ricardo era su hijo ms querido, y por lo
tanto deba pensar exactamente como ella. Godofredo escuchaba a su

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hermano, y comenzaba a creer que su padre era un tirano. Y ahora,


Enrique, el mayor de los hijos, se mostraba cada vez ms inquieto. Leonor
pens: mi querido esposo, qu tonto fuiste al coronar a Enrique! Hubieras
debido saber que en un reino hay espacio slo para un rey.
Enrique y Margarita llegaron la vspera de Navidad, y Leonor percibi
inmediatamente el agrio resentimiento de su hijo mayor.
Apenas pudo lo llev a su habitacin, y cuando estuvieron solos le
pregunt cmo haba encontrado al rey de Francia.
Muy bien y cordial conmigo contest Enrique. Y dispuesto a
mostrarse an ms amistoso.
As debe ser. Acaso no eres su hijo por el matrimonio con su hija?
Se mostr bondadoso y simptico.
Leonor se ech a rer.
Me parece, hijo mo, que ests comparando. Lo encontraste ms
bondadoso y simptico que tu propio padre, eh?
En efecto contest el joven con expresin desafiante. Mi padre
me cree un nio.
Oh, no es eso. Es un hombre incapaz de renunciar a lo que tiene.
Jams sers otra cosa que un pen en su juego. Te lo aseguro. Es lo que l
desea que seamos todos.
Jams aceptar ese papel.
Y no debes aceptarlo. Es necesario que hables con tu padre.
Lo s, pero es difcil. Es tan violento, y tiene tanto poder.
Desea que le temas. Desea que todos le temamos.
S que t no le temes.
No, nunca me intimid. Y deseo que mis hijos tampoco se
atemoricen frente a l.
Tiene tanto poder, y sus cleras son terribles. Cuando pierde los
estribos, es capaz de ordenar que nos hagan las cosas ms terribles.
Es cierto. Pero creo que a veces utiliza sus rabietas para
intimidarnos a todos.
Excepto a ti.
Yo era duquesa de Aquitania cuando l era slo el duque de
Normanda. Quiz por eso mostr tan vivos deseo de desposarme. Lo
conozco bien, Enrique, jams te dar lo que deseas.
Entonces, mi situacin continuar siendo la misma hasta que l
muera?
A menos que te apoderes de lo que quieres.
Cmo puedo lograrlo?
Los hijos han hecho cosas parecidas antes de ahora!
Eso sera la guerra... la guerra contra mi padre! Te refieres a eso?
No pretendo que ahora mismo vayas a organizar un ejrcito. Aunque
sin duda podras hacerlo, porque tiene sus enemigos... muchos enemigos.
Quiero decir que deberas pensar en estas cosas. No te dar lo que es tuyo

58

por derecho propio. En ese caso, podras reflexionar sin ninguna prisa
acerca del mejor modo de conseguir lo que necesitas.
Tienes razn exclam Enrique. Me has infundido una gran
esperanza. T y el rey de Francia.
El rey de Francia sera un aliado muy poderoso dijo la reina. No
lo olvides.

Enrique y Leonor tenan habitaciones separadas en Chinon y durante


la estada all dispusieron de poco tiempo para mantener conversaciones
ntimas; pero el rey deseaba hablar con su esposa acerca de dos asuntos.
Uno poda abordarlo directamente: era el compromiso formal de su hijo
Juan con Alicia, hija del conde de Maurienne.
Despus de la ceremonia la nia viajara a Inglaterra, donde se la
educara. Deba abordar el segundo asunto con mayor sutileza. Era la
posibilidad del divorcio.
Se convino prontamente en la necesidad de que el compromiso de
Juan se concertase cuanto antes; se haran los arreglos necesarios con el
fin de que la ceremonia se celebrara a principios de febrero.
Restaba el segundo asunto.
El rey la abord con cierto embarazo.
Leonor empez, ltimamente nos hemos visto poco.
No me digas que lo lamentas, porque no te creer.
Imagino que no es un asunto que te haya agobiado demasiado.
En efecto, as es contest Leonor. En realidad, me siento
cmoda sin ti.
En ese caso, creo que pensamos lo mismo. En vista de tu edad,
nuestro matrimonio ya no puede ser fecundo.
Quiz tambin en vista de tus aos?
Oh, vamos. Leonor, sabes que soy doce aos menor que t.
Y sin duda tienes hijos e hijas que nacern prximamente en
distintos lugares de tu reino.
Es posible que haya algunos. Pero no perdamos tiempo en intiles
ofensas. T y yo ya no nos necesitamos. Nuestro matrimonio ha terminado.
Jams volveremos a compartir un lecho.
Una pieza del moblaje que para ti es muy importante.
Es un elemento necesario del matrimonio. La procreacin de hijos.
Acaso la unin conyugal tiene otro propsito?
Y cuando la mujer ya no puede engendrar hijos, se la abandona.
Es lo que ests diciendo'.'
Abandona! No us semejante palabra. Deseo que seamos
razonables en este asunto.
En ese caso, te ruego que digas francamente qu quieres.

59

Lo siguiente. Quiz deseas casarte con alguien.


Y sin duda hay alguien con quien t quisieras casarte. Leonor se
ech a rer. Conozco bien a la dama. Tu bella Rosamunda. Es ella,
verdad? Tambin su juventud pasar... ya est pasando. Y despus,
tendrs que encontrar una mujer an ms joven, no es as? Rosamunda.
La tonta y gimiente Rosamunda! Jams levant la voz contra ti, verdad?
Eso te agrad. Todas las mujeres... todos los hombres tienen que
aplaudirte. Dondequiera vayas, hay que tratarte, no como a un rey, si no
como a un dios. Y ahora deseas casarte con Rosamunda. Ese es tu plan?
Legitimars a sus bastardos, y tal vez intentes desplazar a mis hijos. Mi
seor eso es algo que yo nunca aceptar. De modo que olvdate del
matrimonio. Jams admitir el divorcio.
Se sinti relativamente aliviado porque Leonor no sospechaba su
relacin con la joven Alicia. En efecto, nada saba, porque si hubiera
advertido algo no habra sido capaz de guardrselo. Lo habra comentado
con todo el mundo y sin duda habra provocado dificultades.
Y qu dificultades! La prometida de Ricardo! La hija de Luis!
Qu haba hecho Enrique! Apenas haba conseguido salir del aprieto
originado en la muerte de Toms Becket, y ya estaba seduciendo a la hija
del rey de Francia, una nia que an no haba cumplido doce aos.
Pero Leonor tena razn. En efecto, l crea que haba una serie de
reglas aplicables al rey de Inglaterra, y otra para el resto del mundo.
Era el rey de Inglaterra, y controlaba dilatadas extensiones del
Continente. Hara lo que deseara, y nadie se atrevera a condenarlo.
Pero haba tenido que humillarse a causa de Toms, y haba seducido
a la hija del rey de Francia.
Deba tener mucho cuidado, porque era evidente que Leonor jams le
concedera el divorcio, y eso significaba que nunca podra desposar a la
pequea Alicia.

60

CASTILLOS PARA JUAN

En Montferrand, Auvergne, el conde Humbert de Maurienne haba


llegado con la pequea Alicia, que deba comprometerse con el prncipe
Juan; y all, el principito de seis aos, llegado de Inglaterra, fue
formalmente comprometido con la hija del conde.
Fue una ceremonia encantadora. Enrique se mostr muy afectuoso
con su hijo menor. La mente del pequeo no haba sido envenenada por su
madre. Enrique se prometi que todo sera diferente con Juan. Se sinti
muy complacido con el acuerdo en vista de la excelente dote que aportaba
la novia de Juan, y todo por la suma de cinco mil marcos... que deban
pagarse en cuotas, la ltima poco antes del matrimonio.
Enrique estaba ampliando cada vez ms su imperio.
Hubo una nota discordante. Despus de la ceremonia deban
organizarse celebraciones en varias ciudades, pues Enrique deseaba que
todos supieran que la unin sera muy beneficiosa, ya que dara a su
familia el control de nuevas provincias. Tenan que pasar unos das en
Limoges, y mientras estaban all el conde Humbert comenz a preguntarse
qu aportaba Juan a su hija. Era cierto que la pequea Alicia se
comprometera con el hijo del rey, y que el rey era el ms poderoso de
Europa; pero Juan tena tres hermanos mayores que ya haban recibido la
crema de las posesiones del padre. Los temores del conde Humbert se
avivaron cuando supo que se llamaba Juan Sin Tierra al pequeo novio.
Como era un hombre franco y directo, decidi hablar del asunto al
rey.
Mi seor, todava no me habis dicho qu posesiones aportar al
matrimonio vuestro hijo Juan.
Enrique guard silencio unos instantes. Estaba pensando: se haba
realizado la ceremonia. Ahora, no poda retirarse. Pero poda. Con cuanta
frecuencia se haban celebrado esponsales, sin que despus se realizara el
matrimonio!

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No dudaba de que Humbert escuchara respetuosamente lo que l


dijese, y si Enrique no tena nada que ofrecer, poda volver a sus dominios
y formular una excusa que justificara la anulacin del matrimonio.
Pens rpidamente.
Juan dijo, tendr los castillos de Mirebeau, Loudon, y Chinon.
Me complace saberlo replic Humbert, sonriente y satisfecho.
Ser una herencia satisfactoria, y con lo que mi hija aporta al matrimonio
en verdad estarn muy cmodos.
Enrique se felicit de haber superado airosamente una situacin
difcil.

De hecho, haba movilizado un nido de avispas. La corte comentaba


las posesiones que Juan aportaba al matrimonio, y haba cierta malicia en
la conversacin, ya que los tres castillos que Enrique haba destinado a
Juan ya haban sido destinados a su hijo Enrique, pues estaban situados
en Anjou, territorio que con Normanda e Inglaterra, era herencia del rey
de Inglaterra. Por lo tanto el rey haba robado a Enrique para pagar a
Juan.
Cuando Leonor se enter del asunto, ri de buena gana.
Ahora, hijo mo, comprenders los mtodos de tu padre. Para l las
promesas son palabras que el viento se lleva. Dentro de poco sabrs que
concedi la corona de Inglaterra a otro.
No lo tolerar exclam Enrique, al borde de las lgrimas.
Y no debes tolerarlo contest su madre.
Qu puedo hacer?
Tu hermano Ricardo sabra qu hacer. Cuando se enter de tu
asunto dijo: Por Dios, si trata de meter mano en Aquitania, me pondr a la
cabeza de un ejrcito y marchar contra l.
Combatir contra mi propio padre!
Otras veces hubo hijos que lo hicieron.
Oh, no! exclam Enrique.
Careces de la fibra de Ricardo dijo Leonor, que observaba
atentamente a su hijo.
No es as replic Enrique. Recuerda que soy el rey de Inglaterra.
Nadie lo recordar, si permites que te arrebaten tus propiedades.
Ir a verlo. Le dir que no soportar esto.
Muy bien, hazlo dijo la reina.
Enrique se present ante su padre.
Padre, debo hablarte.
Habla, hijo mo.
Los castillos que diste a Juan me pertenecen.
Te equivocas dijo el rey. Son mos. Todava son mos. Y siempre

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sern mos.
Pero yo soy el conde de Anjou.... y... estos castillos son parte de mis
tierras.
Tienes ttulos que yo te conced. Puedo quitrtelos, si as lo deseo.
Recurdalo. Enrique. Hay un rey de Inglaterra, un conde de Anjou y un
duque de Normanda mientras yo viva.
Me diste esos ttulos.
Son ttulos nada ms. Si yo muriese maana, Inglaterra, Anjou y
Normanda seran tuyas. Pero no estoy muerto. Ni pienso morir, para que
poseas ahora lo que, si esperas lo suficiente, a su debido tiempo ser tuyo.
Ya no soy un nio exclam Enrique.
Entonces, por qu te comportas como si lo fueses?
No estoy comportndome como un nio. No admitir que me
ordenen que haga esto y aquello. Quiero tierras para gobernarlas. Si
deseas Normanda, dame Inglaterra. Quiero valerme solo.
El rey ri desdeosamente.
Crees que podras mantener estos dominios bajo tu mando?
Puedo. S, puedo hacerlo.
No puedes, y yo lo s. Tienes que aprender a gobernar.
Qu edad tenas cuando fuiste duque de Normanda y rey de
Inglaterra?
Haba aprendido a gobernar cuando recib tales honores.
Aprender. He aprendido.
Por los ojos de Dios, pens Enrique, qu error fue coronar rey a este
nio! Durante mi reinado entero jams comet peor error... excepto cuando
design arzobispo de Canterbury a Toms Becket.
Hars lo que te diga replic secamente.
Otros creen que no debes tratarme as.
Quin lo piensa? El rey de Francia.
Y tambin algunos de mis caballeros.
Entonces, discutes nuestros asuntos con un rey extranjero?
Luis es mi padre poltico.
Y sin duda le agradara provocar dificultades en mi dominio. Luis es
nuestro enemigo... nuestro enemigo natural. Podemos concertar treguas y
hacer la paz con l gracias a estos matrimonios, pero de todos modos l es
el rey de Francia y yo soy el rey de Inglaterra, y por eso somos enemigos.
Con respecto a tus caballeros, me agradara saber quines son los
individuos que proponen y promueven la traicin. Te dir lo siguiente, hijo
mo. No sern tus caballeros mucho tiempo ms.
Te digo que no aceptar que me trates as. Si eres rey, tambin yo lo
soy.
Porque yo lo quise.
Poco importa quin lo quiso. Soy rey, y se me acepta como tal.
Era cierto.

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El rey guard silencio un momento. Despus, dijo:


Si quieres ser rey, tienes que aprender. Comenzars sin perder
tiempo. Permanecers conmigo, y cuando hayas aprendido tu oficio podrs
serme muy til. Tal vez entonces puedas hacerte cargo de algunos
dominios, cuando mi presencia sea requerida en otros lugares. Hasta que
llegue ese momento hars lo que te mande. Ahora, vete. No tengo nada ms
que decirte.
El joven Enrique se alej con una sorda clera en el corazn. Y ese
sentimiento no mejor cuando supo que algunos de sus caballeros haban
sido retirados de su servicio y devueltos a Inglaterra con la advertencia de
que esta vez se los haba tratado benignamente, pero si volvan a
desagradar al rey esa clemencia forzosamente desaparecera.
Despus, el rey declar que sala de Limoges en direccin a
Normanda y que su hijo Enrique lo acompaara.
Leonor se despidi de su hijo, pues regresaba a Aquitania con Ricardo
y Godofredo.
Puedes estar seguro dijo al joven Enrique de que te retendr a
su lado para vigilarte. Tendrs menos libertad que nunca.
No lo tolerar declar Enrique.
El rey de Francia dijo que te protegera si pensabas que la situacin
con tu padre era intolerable.
Mi padre dice que es nuestro enemigo.
Y en realidad, quin es tu verdadero enemigo? No puede decirse
que el hombre que te despoj de parte de tu herencia? Y el enemigo de ese
hombre, no es tu amigo? Ya no eres un nio, hijo mo. Es hora de que
despiertes y tomes lo que es tuyo.
Jams me lo permitir.
Hay muchos contra l. Por qu no tomas lo que l no quiere darte?
Pinsalo.
En efecto. Enrique lo pens y comenz a entusiasmarse cada vez ms
con las perspectivas. Pero el rey haba decidido que el joven ira tambin a
Normanda.
Margarita volvi para visitar a su padre antes de regresar a Inglaterra,
y los dos Enriques salieron de Limoges para Normanda.

El padre y el hijo cabalgaban uno al lado del otro. Tendr que vigilarlo,
pensaba el rey. Creo que su madre lo incita a la rebelin. Comienzo a creer
que nunca tuve peor enemigo que mi esposa. Pero el muchacho es joven;
pronto lo obligar a obedecer. Al mismo tiempo, la situacin lo entristeca.
Qu grato hubiera sido tener un hijo afectuoso, en quien confiar. Siempre
haba abrigado la esperanza de que as sera con Enrique. Saba que
Ricardo jams lo amara. Su mente haba sido envenenada a edad muy

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temprana. Pero quiz, si consegua que este muchacho comprendiese la


situacin, lograran colaborar en estrecha unin, y l podra ensearle a
ser un gran rey. Para ser una gran potencia. Inglaterra necesitaba un rey
fuerte. Acaso el pueblo no saba lo que poda ocurrir con un monarca
dbil? Ya haban visto las consecuencias del gobierno de Esteban. Muchos
haban vivido esos aos de guerra civil, durante los cuales Matilda y
Esteban pelearon por la corona; y despus, haban soportado el rgimen
del ineficaz Esteban. Hombres como el Conquistador, Enrique I y Enrique II
eran lo que el pas necesitaba. Y este muchacho sera el tercer Enrique; era
necesario que estuviese a la altura de los dos primeros. Era posible
ensearle? Era posible llevarlo a entender que deba dominar esa vanidad
personal de poder, porque de eso se trataba? Qu joven apuesto; y uno
tena que reconocer que posea gran encanto cuando no se mostraba hosco
como ahora. La buena apariencia era ventajosa en un rey; Esteban la
haba tenido; pero uno poda prescindir de la belleza fsica si posea fuerza
y ese genio innato que confiere a un hombre cierto secreto magnetismo que
despierta el respeto y el miedo de los hombres. Cuando recordaba el
desarrollo de los reinados precedentes, era fcil sealar a quines haban
gobernado bien y a los que se haban desempeado mal; y los dos grandes
reyes eran personajes muy semejantes, y el propio Enrique confiaba en que
l perteneca a la misma categora.
Deba lograr que el joven Enrique as lo comprendiese.
As, mientras cabalgaban habl amistosa y fraternalmente a su hijo.
Trat de explicar al muchacho que deseaba ensearle a ser un gran rey, y
que en parte por esa razn no quera someter a dura prueba su capacidad
todava inadecuada. Pero el propio monarca saba que en realidad no poda
tolerar la perspectiva de renunciar al control de la situacin. Era cierto que
cuando haba adquirido posesiones, jams aceptaba separarse de ellas.
Domin su temperamento, en un esfuerzo por conquistar el afecto del
muchacho. Trat de bromear amablemente mientras le enseaba. Empez
a creer que al fin comenzaba a hacer algunos progresos.
El joven Enrique escuchaba a su padre y su resentimiento se
acentuaba por momentos. Pensaba: qu fuerte es! Vivir muchos aos.
Ser viejo antes de que se me ofrezca la oportunidad de gobernar, y
mientras l viva jams ceder un centmetro. Soy rey. Muchos preferiran
que yo los gobernase. Nadie lo ama. Le temen. Es la nica razn por la cual
no se rebelan. Pero si tuviesen un jefe, un jefe a quien amaran, a quien
respetaran y admirasen... qu ocurrira entonces? Cuando cabalgaba al
lado de su padre la rebelin pareca imposible. Pero cuando estaba solo
pensaba constantemente en las palabras de su madre. Ella era poderosa.
Aquitania se alzara en favor de Leonor contra Enrique si ella los
convocaba.
Comenz a entusiasmarse. Si poda huir, acudira al rey de Francia y
all reunira hombres bajo su estandarte. Su madre lo ayudara, porque

65

odiaba al marido. Por qu tena que esperar aos y aos la muerte de su


padre... esperar hasta convertirse en un anciano sin ambiciones?'
Su padre pareca percibir la rebelin en el joven. Lo mantena cerca y
por la noche insista en que compartiesen la misma habitacin.
Eso mostrar a todos qu buenos amigos hemos llegado a ser deca
con buen humor.
El joven Enrique no contestaba. Tema traicionar sus pensamientos.
Haba sondeado a uno o dos de sus amigos. Estaban dispuestos a
seguirlo? Se mostraron prudentes. Teman mucho la clera del rey. El
monarca ya haba despedido a varios caballeros del squito de su hijo, con
la sombra advertencia de lo que poda ocurrirles si reincidan y si el propio
Enrique descubra que hablaban de traicin. Y sin embargo, el joven rey
posea mucho encanto, y Leonor odiaba a su marido con tal intensidad que
se la haba odo jurar que jams volvera a convivir con l. Afirmbase que
cuando ella haba ido a Aquitania haba dicho que nunca regresara. Sin
duda, en eso haba cierta verdad, porque el arzobispo de Run le haba
advertido que si abandonaba a su marido la Iglesia la culpara, y eso poda
llevar a la excomunin.
A Leonor la Iglesia le importaba tan poco como a su marido, y de
hecho haba ignorado la advertencia del arzobispo. Pero el episodio
demostraba cunto desagrado senta ella por Enrique, y cuan firme era su
disposicin a ayudar a su hijo contra el padre.
Ms aun, el rey todava estaba bajo la sombra de la sospecha
originada en el asesinato del arzobispo de Canterbury. La gente
murmuraba que el Cielo no permitira que Enrique prosperase.
Dadas las circunstancias, algunos estaban dispuestos a apoyar al
joven rey contra el viejo; de modo que el primero, despus de descubrir
quines eran sus partidarios, traz sus planes de fuga.
Haban llegado al castillo de Chinon. Haba sido una cabalgata
agotadora, y el mayor de los Enriques estaba muy fatigado. Dijo que se
retirara temprano, y tratara de dormir bien durante la noche antes de
partir temprano en la maana.
Apenas su padre se durmi profundamente, el joven Enrique
abandon su lecho, se visti de prisa y fue a los establos. Varios caballos
esperaban ensillados, y Enrique y unos pocos de sus caballeros de
confianza cabalgaron velozmente en direccin a la frontera francesa.

Cuando el rey despert y descubri que su hijo haba huido su clera


fue intensa. Grit a sus servidores, y distribuy bofetadas a derecha y a
izquierda. Por qu no le haban dicho nada? Quin haba ayudado a su
hijo? Quin haba huido con l? Por los ojos de Dios, lamentaran el da
que haban nacido.

66

Pero comprendi muy pronto que complacindose en su propia clera


perda el tiempo. Su hijo seguramente haba marchado hacia la frontera
con Francia. Eso era lo que haba dado a entender. Buscara refugio al lado
de Luis, y eso era lo ltimo que su padre deseaba en el mundo.
Imparti rpidas instrucciones. Partiran inmediatamente, siguiendo
otro camino. Deban acercarse a la frontera con Francia. Envi jinetes en
varias direcciones, y despus de montar al ms veloz de sus caballos se
incorpor a la cacera.
Pero el joven Enrique tena mucha delantera, y aunque su padre hizo
grandes esfuerzos para alcanzarlo, no pudo realizar su propsito, y dos
das despus Enrique lleg a la corte de Francia.
Luis lo recibi complacido. En el banquete ofrecido en honor del joven,
ste se sent a la derecha del rey de Francia, quien asegur al joven que lo
apoyara en sus pretensiones a la posesin de Normanda, porque le
pareca justo que as fuese. El joven haba prestado juramento de fidelidad
a Luis, que era su soberano, y por lo tanto el rey lo consideraba un vasallo.
Si deseaba conquistar territorios que por derecho le pertenecan, su causa
era justa, y el rey consideraba que era su obligacin ayudar al vasallo.
El joven Enrique se sinti complacido. Haba dado el primer paso, y le
pareci que la cosa era relativamente fcil.
Cuando el rey de Inglaterra supo que su hijo estaba en la corte de
Francia y que el rey de Francia le dispensaba grandes honores, su clera
alcanz lmites inconcebibles.
Envi un mensaje a Luis, dicindole que el rey de Inglaterra exiga que
le devolviesen a su hijo.
La respuesta de Luis fue: No comprendo este mensaje. El rey de
Inglaterra est conmigo. Si por rey de Inglaterra os refers al padre del rey
yo no lo considero el rey de Inglaterra. Es el hombre a quien antao conoc
como rey de Inglaterra, pero renunci a la corona en beneficio de su hijo, y
por lo tanto ya no es rey.
Cuando Enrique recibi este mensaje se mordi los labios y se golpe
los muslos con los puos cerrados, hasta que termin sangrante y
amoratado.
Estaba irritado consigo mismo tanto como con su hijo y el rey de
Francia.
Ahora no dudaba de que su peor locura haba sido permitir que
coronasen rey a su hijo.

La noticia lleg a Leonor de Aquitania mientras ella estaba


presidiendo una de sus Cortes de Amor, en la cual sus trovadores
entonaban canciones romnticas y le presentaban sus frutos literarios, que
ella deba juzgar.

67

Llegaron los mensajeros de la corte de Francia y Leonor interrumpi


los cnticos, porque deseaba or inmediatamente las noticias.
Cuando supo que su hijo Enrique haba huido de su padre ri
complacida.
Regocijaos exclam. Despus de todo, es mi verdadero hijo.
Decidi que ya no soportar las ataduras de la tirana. Ah, me hubiera
agradado ver a mi marido cuando recibi la noticia. Dudo de que l haya
sentido jams una clera tan profunda como entonces. No ms cantos.
Deseo estar sola con mis hijos.
Cuando salieron los trovadores, un tanto deprimidos por la actitud de
la reina, ella se volvi hacia Ricardo y dijo: Sabes lo que esto significa?
Significa que haremos la guerra a mi padre.
Enrique no debe cometer tonteras. Y estoy segura de que su
conducta ser sensata. Luis lo guiar. No dudo de que muchos acudirn
bajo su bandera. Y vosotros, hijos mos... s, t tambin, Godofredo, debis
reuniros con l sin demora, para que sepa que lo apoyis.
Partiremos inmediatamente dijo Ricardo, los ojos relucientes ante
la perspectiva de la batalla, sobre todo porque se trataba de luchar contra
el padre a quien odiaba.
Godofredo tambin estaba entusiasmado. Por esta poca siempre
deseaba seguir a Ricardo.
La madre sonri a sus hijos.
Es el momento apropiado. Vuestro hermano muy pronto ser el
verdadero rey.
Godofredo dijo:
Madre, nuestro padre es un soldado muy grande.
Lo fue. Recuerda que asesin al arzobispo de Canterbury. Es algo
que jams ser olvidado. Por lo que hizo a ese santo sobre l recae una
maldicin. Todos lo saben. Ya vers que ahora no puede triunfar. Por eso
ha llegado el momento de atacarlo. Ya lo ves, el rey de Francia, que como
yo bien s es el ms moderado de los hombres, est dispuesto a ayudar a
vuestro hermano contra Enrique. Luis tena elevada opinin de Toms
Becket. Detesta a su asesino. Luis creer ser el instrumento de Dios
destinado a castigar al hombre que ofendi a la Cristiandad entera, y
tambin al Cielo.
Nuestra madre tiene razn exclam Ricardo. Me preparar para
ir maana mismo a la corte de Francia.
En ese caso, te acompao replic Godofredo.
Leonor abraz a sus dos hijos, y ambos se dispusieron a partir.

Leonor los mir desde la torre ms alta del castillo.


Qu apuestos se los vea, montados en sus caballos, los estandartes

68

flameando a impulsos de la brisa. Los mir, hasta que se perdieron en el


horizonte.
En su cmara, la reina compuso versos acerca de la tristeza de
separarse de los seres amados. Cmo echaba de menos a Ricardo! Se
pregunt si el joven recordara la vida que llevaba con su madre. Siempre
haba sido un guerrero en cierne. Quiz haba olvidado las gratas horas
que haban pasado juntos? Lo alegraba alejarse del castillo y marchar
contra su padre?
No poda decidirse a escribir. Ahora, deseaba accin. Hubiera debido
marchar al lado de sus hijos. Se imaginaba montada en su caballo, el
portaestandarte al frente, entrando en batalla contra el hombre a quien
odiaba.
Sonri al pensar en lo que l dira y sentira cuando supiese que sus
hijos Ricardo y Godofredo se haban unido a su hermano Enrique, todos
contra el padre. Y eso no sera todo. Aquitania estara dispuesta a
rebelarse contra el rey. No dudaba de que Bretaa hara lo mismo. Y
Anjou? Ella imaginaba que Normanda se mantendra leal al rey.
Era tan interesante. No deseaba permanecer en el castillo. Envi un
mensajero a su to, Raoul de Faye, para rogarle que viniese a visitarla,
porque necesitaba su consejo.
Leonor senta mucho afecto por su to. aunque no era el mismo
sentimiento que haba experimentado por otro to, Raymond, prncipe de
Antioqua, que haba sido su amante; pero confiaba mucho en Raoul de
Faye, que le agradaba a causa de la antipata que ese hombre senta por
Enrique Plantagenet, una actitud que sin duda haba contribuido mucho a
excitar el antagonismo del joven Enrique contra su padre.
En respuesta a su mensaje Raoul lleg poco despus. Se mostr
complacido cuando ella le explic lo que haba ocurrido.
Este ser el fin de ese arrogante marido vuestro declar. Casi no
hay hombre sobre la tierra que no le achaque la culpabilidad de la muerte
de Becket. Ese episodio ser recordado contra l, e incluso quienes fueron
sus partidarios ms fieles ahora comenzarn a cambiar de actitud.
Qu grato era pasearse por los jardines con Raoul, un hombre
encantador y apuesto. Cuando estaba con l, Leonor olvidaba gracias a
los encantadores cumplidos de su to que ya no era joven, y que su
famosa belleza haba decado bastante, pues se senta joven en compaa
de un hombre as; y como ella poda ventilar el odio que senta por su
marido, durante un momento se senta feliz.
Todo eso le dejara poco tiempo a Enrique para entretenerse con su
Rosamunda, dijo Leonor a Raoul.
Aunque no dudo de que aqu y all encontrar mujeres que lo
divertirn de acuerdo con el estilo al que est acostumbrado.
Eso har, pero no tendr paz durante mucho tiempo.
O decir que el pueblo de Inglaterra murmura contra los pesados

69

impuestos que l impone.


Siempre murmuraron. Pero recuerdan el reinado de Esteban,
cuando los bandidos asolaban el pas y arrebataban las posesiones de la
gente. Prefieren que les robe el rey con sus impuestos, y no que los
asaltantes de camino les arrebaten el dinero.
Olvidarn a los asaltantes de camino y recordarn slo al rey
ladrn.
Tiene amigos firmes en Inglaterra.
No importa Inglaterra. Lo expulsaremos de Aquitania, Anjou y
Normanda.
Mi querido to, me ayudaris en esto?
Podis tener la certeza de que har todo lo posible para promover la
rebelin general contra l. Luis nos ayudar. No podemos dejar de vencer.
En ese caso, mi hijo Enrique tendr a Inglaterra, Normanda y
Anjou. Ricardo a Aquitania y Godofredo a Bretaa.
Ya comienzan a leerse las palabras sobre la pared, y hablan de
Enrique Plantagenet dijo Raoul de Faye.
Despus que el noble se march, Leonor no pudo permanecer
inactiva. Record los tiempos en que ella y Luis haban iniciado la cruzada
a Tierra Santa. Cunta excitacin y qu intenso entusiasmo. Tambin
incomodidades, pero stas contribuan a destacar los momentos
culminantes. Tiempos maravillosos de juventud y vitalidad!
Pero ella no era tan vieja. O por lo menos, no se senta vieja. No poda
pretender entrar en batalla, pero s estaba en condiciones de reunirse con
sus hijos; poda aconsejarlos. Nadie se atrevera a afirmar que no era una
mujer experimentada.
Por qu no poda representar ese papel?
Cuanto ms pensaba, ms le agradaba la idea. Ira a la corte
francesa. Era irnico que se apartase de Enrique para acercarse a Luis,
cuando antao las cosas haban sido a la inversa. Pero Luis pareca ms
astuto de lo que ella jams haba credo posible. Haba tenido varios hijos,
de modo que no poda decirse de l que fuese un monje; y desde que haba
nacido el varn, se haba mostrado muy dispuesto a hacer la guerra para
defender su reino.
Sera divertido ver de nuevo a Luis.
Cuando ella decida hacer algo, la obsesionaba la necesidad de accin.
Ahora, haba decidido reunirse con sus hijos.
No era sensato decir a la gente que ella haba salido de Aquitania.
Poda estallar una rebelin en el ducado, de modo que ms le vala alejarse
discretamente. Pero de todos modos, era posible que la viesen.
De pronto, se le ocurri una idea. Se disfrazara de hombre, y saldra
de Aquitania con un grupo de caballeros. S, se vestira como uno de ellos.

70

Cuando el rey supo que Ricardo y Godofredo se haban unido con el


joven Enrique, se encogi de hombros. Qu muchachos tontos. Qu se
proponan hacer? El joven Enrique era un muchacho absurdo; crea que
porque lo haban coronado rey poda sustituir a su padre. Si el joven
hubiera permanecido al lado del monarca habra aprendido un poco de lo
que significaba ser rey; y quiz despus no habra demostrado tantos
deseos de asumir la correspondiente responsabilidad. Con respecto a
Ricardo y Godofredo, sin duda los haba incitado esa loba que tenan por
madre. En realidad, todos eran nios. Los convocara, para darles algunas
lecciones acerca de lo que esperaba de ellos.
Pronto comprendi que el asunto era ms grave que lo que haba
credo. La rebelin de sus hijos fue considerada un llamado a las armas
por todos los descontentos que habitaban en sus dominios. La sombra de
Becket se cerna densa sobre el monarca. Los hombres supersticiosos
crean que el mrtir poda realizar milagros, y sin duda ayudara a quienes
se alzaran en armas contra su asesino.
Enrique comprenda cabalmente la situacin, y cuando supo que el
conde Philip de Flandes haba capturado Aumale, y despus de un sitio el
castillo de Driencourt, no tuvo ms remedio que abandonar su actitud
optimista.
Luis haba avanzado con el joven Enrique, y estaban sitiando
Verneuil. Poda confiarse en que su leales y fieles partidarios Hugh de Lacy
y Hugh de Beauchamp resistiran con firmeza; pero cuando despus de un
mes la comida comenz a escasear en la ciudad, los habitantes
amenazaron con la rendicin.
Entonces, el rey decidi que deba adoptar medidas.
Avanz hacia Verneuil con un importante ejrcito.
La reputacin del rey de Inglaterra, considerado el ms grande de los
generales en actividad, an persista, y muchos de los hombres del ejrcito
contrario, y sobre todo los que lo haban abandonado en favor de su hijo,
temblaron ante la idea de que ahora estaba acercndose. Si Dios y Becket
no estaban del lado de Enrique, por lo menos deba estarlo el Demonio.
Luis comprendi que en una lucha frontal con Enrique le sera
imposible vencer. Desde la cima de una colina vio acercarse al ejrcito de
Enrique, y se sinti muy perturbado. Se reaviv el desagrado que le
inspiraba la guerra, y envi mensajeros pidiendo una tregua hasta el da
siguiente.
Normalmente Enrique no habra aceptado, pero su hijo estaba con el
ejrcito del rey de Francia, y el monarca deseaba dar una leccin al
muchacho y no daarlo. Despus de todo, comprenda el deseo de poder
del joven. Acaso l no haba sentido lo mismo a esa edad?
De modo que acept la tregua. Esa noche, los soldados de Luis sin
control, como haba sido el caso en Vitry-la-Incendiada saquearon la

71

ciudad; y cuando lleg la maana, la tropa ya haba comenzado a


desbandarse.
Cuando Enrique vio la ciudad en llamas se enfureci. Inici
inmediatamente la persecucin del ejrcito de Luis, pero aunque infligi
graves prdidas a la retaguardia, no pudo alcanzar a Luis y al joven
Enrique.
Ahora era evidente que la rebelin se extenda a todos sus dominios.
Tuvo que enviar sin prdida de tiempo una fuerza a Bretaa, donde por
suerte pudo sofocar rpidamente la insurreccin.
Para l fue un duro golpe saber que Robert, conde de Leicester, hijo
del hombre que haba sido uno de sus ms fieles partidarios, y su
chambeln, William de Tancarville, haban salido de Inglaterra con destino
a Francia y se haban unido al joven Enrique.
Era una situacin grave, y cuando Luis, que estaba muy conmovido
por el asunto de Verneuil, propuso que se reuniesen para discutir la paz,
Enrique se mostr de acuerdo.
Lo ofendi mucho saber que sus tres hijos haban ido con Luis a
Gisors, el lugar donde deba celebrarse la conferencia, y de que apoyaban
al rey de Francia contra su propio padre. Deseaba mantener vnculos
amistosos con sus hijos y reanudar la tarea de crear con ellos una relacin
cordial. Su oferta era generosa si se tena en cuenta que los jvenes haban
tomado las armas contra su padre. Era cierto, reconoca Enrique, que
haba cierta justicia en sus reclamos; pero de todos modos le pareca
deprimente que sus propios hijos ocupasen un lado de la mesa de
conferencias, y que el padre estuviese del otro. El joven Enrique adoptaba
una actitud desafiante quiz sa haba sido una postura, pero ahora,
respaldado por el rey de Francia, no tema demostrar sus sentimientos.
Ricardo diriga fras miradas de odio a su padre, y los dos hijos mayores
estaban educando a su hermano Godofredo con el fin de que los imitase.
En efecto, Enrique no se senta feliz, porque los que deban haberlo amado
y colaborado con l hacan todo lo posible para destruirlo.
Prometi hacer firmes concesiones. Enrique poda decidir si quera
vivir en Normanda o en Inglaterra; Ricardo recibira mayores rentas de
Aquitania y Godofredo de Bretaa.
Qu irritante que sus hijos se retirasen con el rey de Francia para
discutir con l las propuestas de su propio padre!
Salieron de Gisors sin ver de nuevo a Enrique. Dijeron que las
condiciones que ofreca eran inaceptables. Al parecer, lo nico que poda
satisfacerlos era que Enrique, el rey, que estaba en la cumbre de su poder,
entregase todo a sus hijos.
Frustrado y colrico, Enrique fue presa de profunda irritacin, y
declar que si esos cachorros queran guerra, la tendran.

72

Leonor, disfrazada de caballero, cabalgaba hacia la frontera francesa.


No saba mucho de la guerra, pero confiaba en que sus tres hijos, con la
ayuda de Luis, venceran a Enrique. No se engaaba; Enrique era un gran
general; en ese sentido ella no se haba equivocado cuando lo haba
juzgado todos esos aos. Era uno de esos hombres nacidos para mandar y
conquistar. Pero no pisaba la tierra el hombre que pudiese conquistar a
Leonor. Si l hubiese sido bueno y se hubiera mostrado fiel a su mujer,
ambos habran colaborado, y ella habra criado a sus hijos en el amor y el
respeto al padre. Pero la lascivia de Enrique sera la causa de su ruina.
Qu ocurrira ahora? Con la ayuda del joven Enrique, de Ricardo y
Godofredo, Luis conquistara Anjou y Normanda; ella estaba segura de
que en Inglaterra apareceran traidores dispuestos a luchar contra el rey.
Pero no seran traidores, porque apoyaran al nuevo rey, al joven rey, a
Enrique, hijo de Leonor.
Cmo se reira de Enrique, el viejo len. No coronaste a tu propio
hijo? se burlara. No fue por tu orden que se celebr la ceremonia?.
Era hombre astuto y artero, pero haba cometido dos graves errores;
uno, su participacin en el asesinato de Becket; y otro, haber coronado a
su hijo cuando l mismo deseaba retener la corona y todo lo que caa en
sus manos codiciosas.
Seguramente estamos cerca de Chartres dijo el caballero que
cabalgaba al lado.
Pronto la avistaremos.
Les haba prohibido que la llamasen mi seora. Nadie deba adivinar
su identidad antes de que ella llegase a la corte de Luis.
Imaginaba la sorpresa de Luis cuando la viese. Pobre Luis, que otrora
la haba amado tan devotamente. l jams haba querido el divorcio, pese a
que saba que ella le era infiel. Luis se habra dejado dominar por Leonor,
algo que Enrique nunca haba aceptado.
Apareci a lo lejos un grupo de jinetes, y Leonor vio que eran hombres
que estaban al servicio de su marido.
Saludaremos y trataremos de pasar dijo Leonor, y si nos
preguntan adnde vamos diremos que somos viajeros que vamos a Poitiers.
Debemos mostrarnos corteses y separarnos cuanto antes. Pero es posible
que el mero saludo baste.
Cmo se equivocaba! Careca de noticias, de modo que ignoraba que
estaba desarrollndose la guerra entre su hijo Ricardo, duque de Aquitania
y su propio padre, y que todos supondran inmediatamente que los
caballeros tenan el propsito de reunirse con Ricardo, de modo que todos
ellos seran considerados enemigos del rey y de Inglaterra.
El grupo adversario tena triple fuerza que el de Leonor, y pronto se
vio lo que poda ocurrir.
Alto exclam el jefe del grupo. Sois poitevinos, no es as?

73

En efecto replic uno de los caballeros de Leonor, y nos


dirigimos a Poitiers.
No llegaris. Sois nuestros prisioneros. El duque de Aquitania est
en guerra contra nuestro rey.
Leonor se horroriz. Eso poda significar una sola cosa. Era prisionera
de Enrique. Y cunto tiempo podra mantener en secreto su propia
identidad?

Enrique se senta cada vez ms inquieto. No era una rebelin sin


importancia. Surgan dificultades por doquier. El propio Enrique pens que
conoca la causa de la situacin. Dios se haba encolerizado con l. Era la
venganza de Toms. Por supuesto, era culpable del crimen. Por supuesto,
haba deseado que Toms muriese. Hasta cierto punto haba ordenado a
sus caballeros que lo matasen. Por lo menos, los haba reprendido porque
no lo haban hecho. Acaso poda pedirse una actitud ms definida? Y
despus, la mala suerte que lo haba acompaado. Sus propios hijos se
volvan contra l, y en todos los rincones de su reino prevaleca el
descontento. Todos vinculaban al monarca con el asesinato de Becket, y
como si eso hubiera sido poco, estaban realizndose milagros en
Canterbury y la noticia de estos hechos se difunda por todos sus
dominios.
El traidor Leicester estaba en Flandes, sin duda trazando planes para
invadir Inglaterra con ayuda extranjera, y arrebatrsela a Enrique para
darla a su hijo. Y ahora, otro golpe: Guillermo, rey de Escocia, haba
elegido esta ocasin como era previsible para cruzar la frontera.
Gracias a Dios, Enrique tena amigos fieles. Poda confiar en que Richard
de Luci tuviese a raya a los escoceses. No eran ms que un hato de
salvajes, y aunque eran muy capaces de asolar brbaramente el pas, no
tenan posibilidades contra un ejrcito de hombres bien disciplinados. Pero
Enrique necesitaba en otro sitio a Luci.
Era la pesadilla de un gobernante, la posesin de dominios muy
dispersos y la aparicin de dificultades en varios lugares al mismo tiempo.
Uno de sus hombres vino a decirle que esperaba un caballero que
deseaba hablar urgentemente con el monarca.
Orden que lo llamaran a su presencia. Se pregunt: Nuevos
problemas? Dnde estallara la siguiente rebelin?
Pero las noticias de este hombre eran diferentes.
Mi seor explic, cabalgbamos cerca de Chartres cuando
encontramos a un grupo de caballeros poitevinos. Pensamos que queran
reunirse con el enemigo, de modo que los capturamos.
El rey asinti. La accin haba sido apropiada, pero no tena
importancia que valiera la pena mencionarla.

74

Mi seor, entre ellos haba uno que despert nuestras sospechas.


Llegamos a la conclusin de que era mujer.
Una mujer. El rey sonri, pero las siguientes palabras del caballero lo
sorprendieron.
Mi seor, descubrimos que era la reina.
La reina! Mi esposa! exclam Enrique.
As es, mi seor. Lo reconoci, y en efecto, no tenamos la ms
mnima duda.
Enrique se ech a rer. Se interrumpi bruscamente.
Dnde est?
Mi seor, la trajimos aqu porque no sabamos cules eran vuestros
deseos.
Enrique se acerc al caballero y le palme enrgicamente la espalda.
Hicisteis bien dijo. Por los ojos de Dios, te prometo que
recordar este hecho. De modo que est aqu. Deseo que la traigan.
Hablar con mi cautiva.
En efecto, era Leonor. Permaneci de pie frente a Enrique, una
expresin de clera en los ojos, un gesto de desafo y odio, todo lo que
recordaba tan bien.
Dejadnos orden Enrique. Despus, la mir fijamente y se ech a
rer.
De modo que te incorporaste al ejrcito, eh?
Es propio que todas las mujeres y todos los hombres luchen contra
la tirana.
Valerosas palabras en una prisionera. De modo que capturada, eh?
Adnde ibas?
A reunirme con mis hijos.
Y pensabas entrar en batalla con ellos contra su padre?
Nada me complacera ms.
Eres un poco vieja para tales actividades. Estos no son los tiempos
en que cabalgabas a Tierra Santa, y en el camino te divertas mucho con tu
to y los infieles. No es lo que ocurri? Te capturaron antes de que llegases
a tu objetivo. Apuesto a que te dirigas a la corte francesa. Abrigabas la
esperanza de que ahora que eres vieja tu primer marido pudiera agradarte
ms que en otros tiempos ms juveniles?
No me sorprende que Enrique el Lascivo piense siempre lo mismo.
Mi proyecto era obtener para mis hijos lo que les corresponde por derecho.
Dices tonteras. Soy el rey. Lo que tengo lo tengo por derecho y por
conquista. Eres una mujer tonta, y ahora te convertiste en mi prisionera, y
juro que mientras yo viva jams volvers a ser libre para provocar la
discordia entre mis hijos y yo.
Qu quieres decir? Me arrojars a un calabozo?
Antes de que pase mucho tiempo sabrs qu me propongo hacer
contigo.

75

Crees que tus hijos permitirn que insultes a su madre?


Mis hijos aprendern, lo mismo que su madre, quin es el rey y el
hombre que a todos los gobierna.
Leonor se acerc a Enrique, el brazo en alto. l la aferr con su fuerte
mano, y Leonor grit de dolor. Los rostros de ambos estaban muy
prximos, el de Leonor deformado por el odio, el de Enrique con una
expresin de triunfo. El rey pens: mi suerte ha cambiado. La fortuna me
sonre ms que nunca. Ella ya no podr acarrearme dificultades. Y cuando
el mundo sepa que es mi prisionera, todos comprendern que Enrique
Plantagenet es an el hombre que era, y que ni siquiera la clera celestial
lo intimida.
Llam a gritos a los guardias que estaban en la puerta.
Llevaos a esta mujer dijo. Que la encierren. Bien vigilada. Les
pesar a todos si huye.
Leonor lo mir por encima del hombro mientras la arrastraban fuera
de la habitacin; pero el veneno que expresaba su rostro a lo sumo provoc
la risa de Enrique.

Siguieron meses turbulentos. Richard de Luci, con la ayuda de


Humphrey de Bohun, ahora condestable de Inglaterra, haba rechazado la
invasin escocesa, y haba podido concertar una tregua con Guillermo de
Escocia. Enrique haba afrontado las rebeliones que estallaban en
Normanda y Anjou con bastante frecuencia.
Tema constantemente que Leonor huyese. Estaba decidido a llevarla a
Inglaterra, y a ordenar que la encarcelasen en una prisin de la cual no
podra huir.
No poda disipar el sentimiento de que contra l se ejerca cierto
poder; y entonces se le ocurri que si confesaba su culpabilidad y su parte
en el asesinato de Toms, y peda perdn, su suerte cambiara.
Sus esperanzas renacieron cuando el conde de Leicester, que haba
desembarcado en Inglaterra, fue derrotado totalmente por los partidarios
de Enrique. El rey sinti profundo regocijo. El joven Enrique comprobaba
ahora que derrotar a su padre no era empresa tan fcil como l crea. Y
qu pensaban sus hijos, ahora que tena cautiva a la madre?
Mientras se felicitaba de la perspectiva de reprimir a todos los que se
alzaban contra l, llegaron mensajes urgentes desde Inglaterra.
Al principio, el rey no prest atencin a las advertencias, y lleg a la
conclusin de que su presencia era necesaria en Normanda; pero cuando
los mensajes se hicieron ms insistentes, Enrique comprendi que sera
una locura continuar en Normanda y proteger las posesiones que all
tena, mientras perda a Inglaterra.
Decidi dirigirse a Inglaterra sin prdida de tiempo, y llevar consigo a

76

la reina cautiva, pues imaginaba muy bien qu desastre poda provocar ella
si la dejaba all. Quiz convenciera a alguien de que la liberase, y una vez
que pudiese actuar sin restricciones, era perfectamente concebible que
acarrease problemas. El lugar ms seguro para Leonor era un castillo, y su
carcelero deba ser alguien en quien Enrique pudiese confiar.
Tambin llevara a Margarita, la esposa del joven Enrique, que
felizmente estaba bajo la guardia del rey; en efecto, su condicin de
cnyuge del joven Enrique la converta en enemiga del monarca.
Otro asunto se le manifestaba claramente. Era necesario interrumpir
esta sucesin de desastres. Ya no fingira que era inocente del asesinato de
Becket, porque pareca muy probable que los hechos del ltimo ao fuesen
consecuencia de lo que haba ocurrido en la catedral de Canterbury. Le
pareci que mientras no obtuviese la absolucin, no poda esperar que
mejorase su propia suerte.
Su reino y su alma estaban en peligro. Deba salvar a ambos.

Mientras se diriga a la costa estaba pensativo. Supona que su


proyecto contaba con la bendicin del Cielo, y que una vez ejecutado por
desagradable que fuese la mala suerte dejara de perseguirlo.
Soplaba un fuerte viento, y Enrique advirti el miedo que dominaba a
sus compaeros; pero estaba decidido a evitar nuevas postergaciones. Se
propona hacer lo que hubiera debido hacer un ao atrs; y slo cuando
hubiese terminado su tarea podra considerarse a salvo de sus enemigos.
Mi seor dijeron sus consejeros, no podemos navegar con este
viento.
Zarparemos sin demora replic.
Se sintieron desalentados, pero no se atrevan a desobedecerle, y
cuando estuvieron prontos para zarpar pareci que el viento cambiaba. Lo
tenan por popa y los impuls a travs del Canal. El rey se mostr
complacido.
Ya lo veis declar, siempre podis confiar en mi juicio.
Muy alegre, fue a ver a la reina.
De modo que ests aqu dijo, lejos de tus trovadores!
Ya vers que tus carceleros no estn dispuestos a cantar para ti.
No creas contest ella que mis hijos permitirn que contine
siendo tu prisionera.
Tendrn que cuidarse de no soportar muy pronto una suerte
parecida a la tuya. Por los ojos de Dios, les ensear a todos qu significa
rebelarse contra m.
Cuida de que no te enseen qu les ocurre a los tiranos.
Seora, sois muy temeraria, por tratarse de una mujer que est en
manos de su enemigo.

77

No por mucho tiempo.


Mi seora, por todo el tiempo que yo viva.
Fue un mal da para m la ocasin en que por primera vez te vi.
Os complacer, seora, saber que ese da me pesa todava ms que
a vos.
Qu fuerte es, pens Leonor con renuente admiracin. Un autntico
rey. Y su mente retornaba a los tiempos en que ella haba decidido
desposarlo, y record entonces cmo anhelaba que llegase el momento de
estar juntos.
Puedo asegurarte que tu pesar no es mayor que el mo dijo Leonor
. Pero eres un mentiroso, pues me llevaste a creer que otrora era
importante para ti.
Eso fue antes de conocerte.
S, y tambin tuve que aprender amargas lecciones. Si no hubieses
sido tan lascivo, habramos podido colaborar.
Seora, no estis en posicin de criticar a otros por ese pecado.
Antes de nuestro matrimonio aceptabais extraos compaeros de lecho.
Nunca a un tirano como mi segundo marido.
Perdemos tiempo, y yo no lo tengo. Mand llamarte para decirte que
irs al castillo de Salisbury y que all te quedars hasta que se me antoje
modificar tu residencia. Pero no creas que recuperars la libertad. Me
ofendiste demasiado. Demostraste que eras capaz de traicionar, y aunque
seas mi esposa sers tratada como traidora.
Enrique pens que quiz podra negociar con ella el divorcio. Sera
un paso sensato? Liberarla, de modo que pudiese comunicarse con sus
hijos? No, ste no era el momento apropiado para hablar de divorcio, pues
l estaba solicitando el favor del Cielo con la penitencia que cumpla por su
participacin en la muerte de Becket.
Ese asunto deba descansar un tiempo. Y adems, qu ocurrira si
obtena el divorcio? Poda casarse con Alicia? Y qu sera de
Rosamunda? No, por el momento era mejor desechar el tema del divorcio...
ni siquiera deba pensar en el divorcio. Tena que concentrar todos sus
pensamientos en la muerte de Becket, y en el hecho de que la deploraba y
se arrepenta por el papel que poda haber representado en el asunto.
Mir a su esposa con los ojos entrecerrados. Traidora! Un rey estaba
justificado si encarcelaba a una traidora que amenazaba su dominio...
aunque ella fuese su propia esposa.
La audiencia ha concluido dijo.
No me despedirs de este modo. An tengo mucho que decirte.
Te retirars cuando yo te despida, y te advierto que no me interesa
lo que desees decirme. Dilo a las paredes de tu crcel. Llam a varios
soldados. Llvense a la reina dijo. Que vaya a Salisbury, y que la
encierren all.
Leonor protest con vehemencia. Pero fue intil. Los soldados la

78

sujetaron por los brazos, y fue retirada de la presencia del rey.

79

LA PENITENCIA DEL REY

El rey fue a Canterbury. Cuando lleg a la vista de la catedral, las


campanas repicaron y Enrique desmont; y all, en el camino, se quit el
atavo real y se cubri con una tosca tnica de lana. Se quit los zapatos y
entr descalzo en la ciudad.
El pueblo descendi a las calles para ver a su rey siquiera una vez en
la vida vestido como un humilde peregrino. Con expresin triste, solemne y
penitente, se acerc a la catedral. All lo recibi el obispo de Londres,
Gilbert Foliot. Foliot se senta muy incmodo, porque siempre haba tenido
celos de Becket, y haba sido uno de sus principales enemigos. Sin
embargo, el rey no le record esa actitud, a tal extremo concentraba la
atencin en su propia penitencia. Los pies del rey sangraban a causa de las
speras piedras del camino, y el pueblo miraba asombrado porque se
comportaba con tanta humildad.
Llevadme al lugar donde lo derribaron dijo Enrique, y cuando fue
llevado al sitio se arrodill y apoyando la cabeza sobre las losas llor, de
modo que sus lgrimas pudiesen mojar el lugar mismo donde se haba
derramado la sangre de Toms.
Despus, el obispo de Londres ascendi al plpito y habl a todos los
presentes, y les explic el sentido del extrao espectculo.
Todos los que aqu estn saben que Enrique, rey de Inglaterra, en
procura de la salvacin de su alma invoca a Dios y al Santo Mrtir, y
protesta ante vosotros que l jams orden, dese ni intencionadamente
provoc ni quiso en su corazn la muerte del mrtir. Pero como es posible
que los asesinos utilizaran ciertas palabras que con imprudencia
escaparon de los labios del rey, ste declara que pide el castigo penitencial
de los obispos aqu reunidos, y consiente en someter su espalda desnuda a
la disciplina del ltigo.
Aqu, el rey se puso de pie y se dirigi a la gente reunida.
Lo que el obispo ha dicho en efecto es lo que yo orden. Confo en

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que mi humilde penitencia ser aceptable para Dios y el finado arzobispo.


Hoy he devuelto a Canterbury las honras y los derechos de la Iglesia; y he
ordenado que se mantengan cirios encendidos sobre la tumba de Toms
Becket. Se construir un hospital en Southwark, y se lo levantar en honor
de Dios y del bendito mrtir Santo Toms.
El obispo se apresur a agregar que estaba dispuesto a colaborar en
la construccin de este hospital, y que otorgara indulgencias especiales a
quienes participasen.
Saba muy bien que hubiera debido compartir la penitencia del rey,
acaso no haba dicho, despus del asesinato de Toms Becket, que deban
arrojar su cuerpo a un estercolero, o colgarlo de un patbulo? Era una
ocasin muy desagradable para el obispo de Londres.
Ahora, el rey indic que estaba dispuesto a soportar la penitencia, y
rodeado por los obispos, los abates y los sacerdotes del captulo de
Canterbury, pas a la cripta, donde estaba la tumba.
All se despoj de sus ropas y se arrodill, exponiendo su espalda
desnuda, mientras cada uno de los obispos aferraba un ltigo y descargaba
tres o cuatro golpes sobre el rey.
Como tu Redentor fue flagelado por los pecados de los hombres
dijo cada obispo, mientras descargaba el ltigo, t eres flagelado por tu
propio pecado.
Despus que los obispos castigaron al rey los sacerdotes aferraron los
ltigos e hicieron otro tanto.
Una vez terminada la ceremonia Enrique continu rezando por Toms.
Recorri la catedral y se detuvo en los santuarios para decir sus plegarias
y pedir el perdn de sus pecados, y all permaneci el resto del da y la
noche.
Al da siguiente fue a misa y bebi agua bendita que contena una
gota de la sangre de Toms.
Despus, sali de Canterbury.
Su inquietud y el esfuerzo de las ltimas horas lo haban conmovido
profundamente. Padeca un poco de fiebre, pero quiso viajar a Westminster,
e insisti en ello, y cuando lleg a Londres se acost un da entero.
En Londres recibi la noticia de que haban tomado prisionero al rey
de Escocia.
El rey salt del lecho y se sinti profundamente regocijado. Era un
signo. Un signo de Toms!
Toms Becket exclam. De modo que t y yo de nuevo somos
amigos. Ahora, cooperars conmigo. Ser invencible. Toms, defenders mi
reino por m.
Pareci que en efecto se era el caso, porque poco despus de la
penitencia del rey, en Inglaterra entera fue sofocada la rebelin.
Enrique estaba seguro de que era como l haba credo. El Cielo... y
Toms... estaban complacidos con l.

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Fue a ver a Rosamunda, que ahora que la relacin ya no era secreta


estaba instalada en el palacio del rey. Enrique todava pensaba en el
divorcio, pero no deseaba ocuparse demasiado del asunto. Leonor estaba
encerrada en el castillo de Salisbury. Que permaneciese all hasta el
momento en que los dominios reales estuviesen seguros, y Enrique pudiese
consagrar tiempo a idear el modo de desembarazarse de la reina. No era
una situacin que exigiera una solucin inmediata. Rosamunda siempre
ansiaba cumplir sus obligaciones de esposa; si la desposaba, acaso esa
relacin poda llegar a ser ms placentera? Pero, por supuesto, el rey no
poda casarse con Rosamunda. No tena intencin de hacerlo. Si consegua
el divorcio, sera para unirse con su pequea Alicia.
Y ahora, con Rosamunda y Alicia que calmaban sus apetitos sexuales,
y Santo Toms y el Cielo que lo ayudaban en el campo de batalla, Enrique
tena mucho de que regocijarse.
Los hijos de Rosamunda crecan bien. Enrique se propona
concederles honores y privilegios que regocijaran a la madre.
Creo que Dios no puede mirarme con desagrado dijo a
Rosamunda, pues los hijos que he tenido fuera de mi matrimonio son
buenos muchachos. Ah est Godofredo, hijo de la prostituta Hikenai, que
me demuestra ms fidelidad que mis hijos legtimos. Y estn nuestros dos
varones.
A veces tiemblo por ellos dijo Rosamunda.
Por qu? El padre se ocupar de velar por su futuro.
Pero mi seor, son bastardos.
Bastardos de un rey! Recurdalo.
Rosamunda suspir.
Lav las heridas provocadas en la espalda de Enrique por los ltigos
de los curas, y llor conmovida.
Mi seor, cmo se atrevieron a hacerte esto?
No se atrevan a no hacerlo. Recuerda que lo hicieron por mi orden.
Los dedos de Rosamunda eran suaves; los ungentos calmaban el
dolor. Querida Rosamunda! Enrique pens entonces que si ella hubiese
sido su reina, l no habra querido engaarla... Bien, en todo caso habra
sido un esposo ms fiel. Pero incluso mientras ella le limpiaba las heridas,
y despus, cuando hicieron el amor, l pensaba en Alicia.
Rosamunda, ahora estoy en paz con el Cielo dijo Enrique.
Toms y yo estamos en los mismos trminos que tenamos hace mucho,
cuando l era mi canciller. Somos buenos amigos. Defender mi reino
cuando yo est lejos. Interceder por m en el Cielo. Cumpl mi penitencia.
Mis lgrimas mojaron el lugar donde se derram su sangre. Rosamunda,
es un sentimiento maravilloso haber reconocido un pecado y obtener el

82

perdn.
Pienso a menudo en eso contest ella.
La vio un poco sombra y eso lo impacient. Pronto comenzara a
hablar de la necesidad de entrar en un convento. Enrique no deseaba or
nada parecido. Acuda a Rosamunda para distraerse, y lo complaca que
ella se contentara con la suerte que l le ofreca.
Mis pecados me agobian dijo Rosamunda. Creo que necesito
perdn.
T, Rosamunda? Acaso jams hiciste algo que no fuese dulce y
bueno?
He vivido en pecado y tenido hijos que son bastardos.
Aliviaste la suerte de tu rey, y le obedeciste. Es tu deber, querida.
Rosamunda suspir, y nada dijo.
Despus, Enrique pens que la actitud penitente de Rosamunda
despus de todo no era un inconveniente. Si lograba divorciarse de Leonor,
querra casarse con Alicia. En esas condiciones, le acomodaba
perfectamente que Rosamunda entrase en un convento para expiar sus
pecados y le permitiese desposar tranquilamente a la nia.
De modo que no rechazara del todo la idea del convento. Ms aun, le
convena fomentar la idea de pecado, por si despus necesitaba utilizarla.
Sonri tiernamente. Siempre poda contar con que su Rosamunda lo
complacera.

Fue de Woodstock a Westminster para ver a su pequea Alicia. Le


agrad mucho encontrarla.
Has crecido, mi pequea. Caramba, ya eres casi una mujer.
Mi seor, eso os complace? pregunt ansiosa la nia.
Jams podras hacer algo que no me agradase.
Qu deliciosa era! Ahora comenzaba a mostrarse apasionada. No
haba necesidad de inducirla al acto.
Pequea, me echaste de menos? quiso saber Enrique.
Alicia le asegur que pensaba constantemente en l, y que pasaba
muchas horas frente a la ventana de la torre, esperando su llegada.
Nunca digas a nadie lo que hay entre nosotros.
Ella le asegur que jams hablara.
Pero Enrique se preguntaba si algunos miembros de la casa
sospechaban. Para un rey nunca era fcil mantener los secretos de su vida
privada.
Qu diferente era de Rosamunda! No haba en ella el ms mnimo
sentimiento de culpabilidad; slo el deseo de complacerlo. Enrique era el
rey, y por lo tanto lo que l hiciera tena que estar bien.
Explic a la jovencita que haba visto a su padre.

83

Le dijisteis que pensbamos casarnos?


l le acarici suavemente el brazo.
No, mi pequea. No puedo hacer eso mientras no me aleje de la
perversa Leonor.
Ella es muy perversa?
Ms perversa de lo que t puedes imaginar. Puso a mis hijos contra
m, y estara dispuesta a combatir y matarme si eso fuese posible. Oh, no
temas, ahora es mi prisionera. Nada puede hacerme. Me divorciar de ella
y despus... ya lo vers.
Se habla dijo Alicia de vos y de Rosamunda Clifford.
l ri de buena gana.
No debes sentir celos, querida. Ella fue mi amante.
Yo soy vuestra amante?
No, eres mi futura esposa.
Entonces ser realmente la reina.
Lo sers, cuando me haya desembarazado de esa vieja perversa.
La amasteis otrora?
No, nunca. Deseaba sus tierras de Aquitania.
Y por qu me amis?
Por tu belleza y tu inocencia, y porque me amas.
Eso la satisfizo. Era fcil complacer a los nios. Alicia jams dudaba
de que l la desposara.
Y lo hara, si era posible. Acaso no era la hija del rey de Francia?
Y Enrique rea exultante, y se preguntaba qu dira el viejo Luis si
hubiese visto a su hija desnuda en la cama del rey de Inglaterra.
Y Ricardo? Quiz un da ella tuviese que unirse con el joven Ricardo.
Era su prometida, y si no haba modo de desembarazarse de Leonor...
Ricardo estaba creciendo. Muy pronto exigira a su prometida, y el viejo
Luis agitara el puo y preguntara por qu el rey de Inglaterra retena a
Alicia en uno de sus castillos.
Pareci que tambin ella pensaba algo por el estilo, pues dijo:
Mi seor, qu ser de Ricardo? Lo visteis?
No contest l. Es mi enemigo. Ayuda a sus hermanos contra
m.
No es posible!
Es difcil creer que un hijo pueda ofender as a su padre. Una
astuta sonrisa se dibuj en sus labios ante la irona de la situacin.
Ricardo lo ofenda en el campo de batalla y l ofenda a Ricardo en el
dormitorio. El cachorro se lo mereca. Se pregunt qu dira si llegaba el
momento en que Enrique tuviese que entregarle a Alicia, y Ricardo se
enteraba de que haba sido la amante de su padre.
Pero no renunciara a Alicia. Era demasiado deliciosa. Adems, era la
hija del rey de Francia.
Qu figura importante era en su vida el rey de Francia. Era difcil

84

imaginar dos hombres tan diferentes. Luis, el monje, Enrique sensual... y


ambos haban sido maridos de Leonor.
Poda concertar un arreglo. No dudaba de que Luis preferira que la
joven Alicia fuese reina de Inglaterra y no duquesa de Aquitania.
Jams me agradar Ricardo estaba diciendo Alicia porque no
fue bueno contigo.
Cubri de besos la piel aterciopelada.
Mi pequea Alicia murmur, no pienses en Ricardo. No es para
ti, ni t eres para l. Cmo podras serlo cuando ya decid que slo yo te
usar jams de este modo?
Estaba satisfecho. El futuro pareca promisorio, ahora que Toms lo
protega desde lo alto; lograra desembarazarse de Leonor. Mediante sutiles
sugerencias, poda inducirse a Rosamunda a ingresar en un convento: y la
adorable Alicia, hija del rey de Francia, poda ser su esposa.

Confiando en que haba hecho las paces con el Cielo y en que Santo
Toms Becket lo ayudaba a defender su dominio, Enrique se dispuso a
abordar la proteccin de sus posesiones fuera de Inglaterra. No poda creer
realmente que sus hijos lucharan contra l, y comenz a sentir el vivo
deseo de que lo amasen. Si hubiesen sido muchachos buenos y obedientes,
cunto lo habran ayudado! Que se hubieran coaligado con su enemigo, el
rey de Francia, era la ms vil de las ingratitudes. Por supuesto, todo era
obra de las insinuaciones de la perversa madre. Durante la infancia de los
nios, ella haba hecho todo lo posible para apartarlos del padre. Qu
vbora! Enrique se regodeaba en el hecho de que ahora era su prisionera. Y
mientras l viviese, jams la dejara libre.
Sus hijos se sentan obligados ahora a combatir a causa de un
inoportuno sentido de la caballerosidad? Tenan un plan para rescatar a
su madre? Enrique deseaba verlos, hablarles como un padre, obligarlos a
comprender. Amaba a los muchachos, y sobre todo al joven Enrique. Qu
orgulloso se haba sentido de su hijo mayor a medida que l creca. Esos
modales encantadores, esa apostura. Haba deseado ensearle a ser un
gran rey, pues solo un gran rey poda mantener unidos los dominios.
Seguramente todos saban lo que haba ocurrido durante el rgimen de
Esteban.
Deba terminar con este conflicto. Deba reconquistar a sus hijos. No
soportaba la idea de que se unieran a sus enemigos. Estaba decidido a
lograr una cosa: el pequeo Juan jams sufrira la perniciosa influencia de
su madre.
Ahora sera invencible, pues desde que haba concertado la paz con el
Cielo, su propio ejrcito demostraba un sentimiento de confianza en s
mismo. Dios ya no estaba en su contra. l, el ms grande y poderoso de los

85

reyes, se haba arrodillado ante el altar de Santo Toms Becket, y en efecto


haba ordenado a los sacerdotes que lo castigasen.
Acaso hubiera podido demostrar ms arrepentimiento, o ms intenso
amor por Toms?
Toms, defiende mi dominio, mientras salgo a batallar por mis hijos.

86

LOS CACHORROS REBELDES

El joven Enrique ri estrepitosamente cuando se enter de la


penitencia de su padre en el santuario de Canterbury.
Cmo pudo humillarse as? exclam.
Su buen amigo, William Marshall, seal que a su juicio era una
actitud inteligente del rey. Quiz estaba sinceramente arrepentido, en cuyo
caso su conciencia se sentira aliviada. Por otra parte, si era simplemente
un gesto, se trataba de una actitud astuta, pues ahora parecera que el rey
haba disipado ese sentimiento de culpabilidad que deba agobiarlo hasta el
momento en que confesara su participacin en el crimen.
Creo dijo Enrique en actitud suspicaz que demostris simpata
por mi padre.
Quin puede dejar de admirarlo?
Los que son sus amigos no pueden ser mis amigos dijo
significativamente Enrique.
William Marshall experiment un sentimiento de tristeza. Durante
mucho tiempo l y el joven Enrique haban sido compaeros ntimos, pero
despus de la coronacin el joven rey se mostraba muy arrogante; pareca
creer que el acto de la coronacin le confera una fuerza que antes no haba
posedo. William, un hombre ms experimentado y lgico, saba muy bien
que el rey se haba limitado a otorgar un ttulo al joven Enrique; y crea que
el muchacho deba tener la sensatez de aceptar el hecho.
Pero Enrique, joven e inseguro, prefera escuchar a quienes lo
halagaban, y no a quienes le decan la verdad. As, a medida que los
vnculos amistosos entre el joven Enrique y William se debilitaban, se
estrechaba cada vez ms la relacin con ese brillante caballero que era
Philip de Flandes.
Philip haba ido a Inglaterra con sus flamencos, con la esperanza de
arrebatar el pas al rey Enrique. La esperanza no se haba realizado, y la
superior capacidad militar del viejo rey pronto signific la derrota para los

87

extranjeros, y destruy la posibilidad de conquistar fcilmente a Inglaterra.


Ahora, Philip era el compaero constante del joven Enrique. Le
aseguraba que su padre lo maltrataba. Le deca que l, que era rey, viva en
pobreza mucho mayor que los hijos de algunos caballeros. Philip era un
hombre brillante, alegre, uno de los mejores caballeros de Flandes, famoso
por sus aptitudes y habilidades en los torneos. Enrique haba tenido
escasa experiencia de este deporte, que era cada vez ms popular, y bajo la
influencia de Philip comenz a entusiasmarse mucho con esa actividad.
Imaginaba la libertad de la cual gozara cuando fuera rey, y pensaba
en la posibilidad de vencer a su padre. Se deca que la vida sera una
sucesin de torneos y cabalgatas triunfales. Ms que nunca estaba
decidido a tener lo que, segn le aseguraban sus amigos, era suyo por
derecho propio.
Fue un grave golpe que l y sus amigos no lograran conquistar
Inglaterra. Durante un tiempo tendran que archivar el proyecto, pero eso
no les impedira que intentaran ocupar Normanda; y el mejor momento
para ejecutar el plan era mientras el rey estaba resolviendo asuntos en
Inglaterra.
Philip de Flandes coincidi con el joven Enrique. Philip era ambicioso
y el joven Enrique le haba prometido propiedades en Inglaterra cuando
tuviese xito el plan destinado a someter al rey y sentar en el codiciado
trono al hijo.
Podan considerarse afortunados porque contaban con el apoyo del
rey de Francia. Luis haba cambiado desde los tiempos en que era el joven
marido de Leonor, y deploraba el hecho de que su destino hubiese sido
ceir la corona, en lugar de vestir el atuendo sacerdotal. Tena un hijo el
joven Felipe que tena ahora unos nueve aos; y el nacimiento de su hijo
haba modificado considerablemente su vida. De sus anteriores esposas
se haba casado tres veces haba tenido nicamente hijas, y cuando ese
alegre da de agosto de 1165 su esposa Adela dio a luz un varn, tan
grande haba sido su alegra que orden difundir la noticia por las calles de
Pars y echar a vuelo las campanas en todos sus territorios. Tena un hijo y
un heredero de sus dominios. Era la bendicin de Dios concedida al
hombre que siempre haba tratado de cumplir su deber mientras haca una
vida que en el fondo era la que menos deseaba.
Adela haba sido una mujer frtil y le haba dado dos hijos ms: la
pequea Alicia y Agnes. Luis habra deseado otro hijo, porque Felipe era un
nio delicado. Pero de todos modos tena que sentirse agradecido. Ahora
contaba con un varn. Alicia estaba en Inglaterra y era la prometida de
Ricardo de Aquitania; pronto el rey de Francia insistira en que se
celebrase el matrimonio. Por qu Enrique trataba de demorar la unin?
En efecto, pareca dispuesto a ignorar todas las sugerencias en ese sentido.
Quiz deseaba negociar un poco en relacin con Alicia. Luis no estaba
dispuesto a tolerar nada parecido. Los dos jvenes estaban comprometidos.

88

Entretanto, Luis comprendi que la posicin de Enrique no era


cmoda, y ahora que los hijos del rey de Inglaterra parecan dispuestos a
batallar contra su padre, se le ofreca a Francia la oportunidad de
aprovechar sus ventajas.
El joven Enrique estaba en la corte francesa, y lo acompaaba Philip
de Flandes. El conde Philip era un joven inteligente... un hombre enrgico,
que ansiaba vencer al viejo Enrique. Y tena razn cuando afirmaba que el
objetivo deba ser Normanda.
No debemos demorarnos dijo Philip de Flandes a Luis. Puedes
estar seguro de que si atacamos, tenemos que hacerlo de prisa. Cuando el
viejo guerrero haya arreglado sus asuntos en Inglaterra, cruzar el Canal
apenas los vientos lo favorezcan.
Luis acept que el objetivo deba ser Run, la primera ciudad de
Normanda, pues si sta caa, el efecto sobre el resto de la regin sera tal
que se facilitara la conquista.
El plan era sorprender a la ciudad y sitiarla. Lo hicieron con gran
despliegue de fuerzas, y el pueblo de Run esper, encerrado en la ciudad,
la llegada de Enrique, que como bien saban, no perdera un instante
cuando le informaran lo que all ocurra.
Toda su vida Luis se haba visto agobiado por su educacin religiosa,
que ms de una vez haba estorbado sus planes militares. El sitio se
desarrollaba bien, pero pareca probable que Enrique no tardase mucho en
llegar a la ciudad. Entonces, Luis record que la fiesta de San Lorenzo
estaba cerca, y como no le pareci propio combatir en un da como se,
declar la tregua. No habra combates un da y una noche. Run poda
considerar que durante un da entero el sitio estaba levantado.
Cuando la noticia lleg a la ciudad, sus habitantes se sintieron muy
excitados. Lo consideraron un ejemplo de la ineficacia militar de Luis. El
rey de Inglaterra seguramente se acercaba para rescatar a la ciudad, de
modo que cada hora era importante. La locura del rey de Francia sin duda
contribuira a salvarlos.
Fue tal el regocijo, que hubo cantos y bailes en las calles. Todos
estaban convencidos de que el sitio de Run de hecho haba terminado.
Abrieron las puertas de la ciudad, y algunos caballeros organizaron un
torneo en los campos que se extendan fuera de los muros.
Los soldados franceses contemplaron desalentados los festejos; pero
nadie se sinti ms impresionado que Philip de Flandes.
Tan irritado estaba que olvid el respeto que deba a la corona de
Francia, e irrumpi en la tienda del rey. Luis se mostr apesadumbrado,
pero todos conocan su benevolencia, y ahora el monarca francs pidi al
conde de Flandes que explicase el motivo de su visita.

89

Mi seor rey exclam Philip, el rey de Inglaterra viene hacia


aqu. No ser posible detenerlo mucho tiempo. Podis estar seguro de que
conoce el sitio que hemos puesto a Run. Al permitir esta tregua le ofrecis
la oportunidad de llegar a tiempo para salvar a la ciudad.
Si viene, lo enfrentaremos.
Perderemos Run.
San Lorenzo, en cuyo honor he dictado esta tregua, nos ayudar.
Y qu decs de Santo Toms Becket, que ayuda al rey de Inglaterra?
Santo Toms jams lo ayudara.
Pero l hizo penitencia en el santuario de Santo Toms Becket, y
permiti que lo flagelasen.
Es su asesino.
No fue su mano la que descarg el golpe, y ved qu xito ha tenido
en Inglaterra despus de su penitencia.
Luis se sinti un poco conmovido. Confiaba mucho en Santo Toms
Becket. l mismo haba ofrecido refugio en Francia al arzobispo, de modo
que nunca haba necesitado hacer penitencia en su santuario.
Mi seor rey implor Philip de Flandes, si esta tregua se
prolonga todo el da y toda la noche, perderemos Run.
He dado mi palabra y rezado a San Lorenzo para que nos ayude.
San Lorenzo nada puede hacer contra el rey de Inglaterra dijo
Philip casi con impaciencia, y agreg: Mi seor, no es posible que el
propio San Lorenzo nos haya ofrecido esta oportunidad? Las puertas de la
ciudad estn abiertas de par en par; los caballeros se divierten con su
torneo. No es el momento oportuno para iniciar el ataque?
Luis se mostr horrorizado.
Di mi palabra dijo.
Philip de Flandes trat de disimular su desdn. A lo largo de su vida
el rey de Francia haba perdido muchas oportunidades en el campo de
batalla. Quiz ahora estaba haciendo lo mismo?
Philip se retorca las manos. Sali de la tienda y dej al rey de Francia
que comenz a rezar a San Lorenzo. Poco despus, Philip volvi al
campamento del rey, y con l vena el joven Enrique. El joven se arrodill
ante el rey de Francia.
Odme, seor exclam. Mi reino corre peligro. Podemos tomar
Run ahora si atacamos por sorpresa la ciudad. Pronto llegar mi padre
con sus tropas. Debemos tomar la ciudad antes de que l venga.
Declar una tregua insisti Luis.
Los dos jvenes lo presionaron. Le explicaron la importancia de la
victoria. Pensaba perderlo todo a causa de una promesa? Si no modificaba
su actitud, era posible que muchos soldados franceses perdieran la vida.
Bien dijo Luis, aprovechemos la situacin. Preparmonos para
atacar la ciudad mientras las puertas estn abiertas.
Antes de que Luis pudiese cambiar de idea, Philip y Enrique corrieron

90

a impartir rdenes en el sentido de que se realizaran preparativos


inmediatos para ocupar la ciudad.
Hubiera sido fcil tomar a Run, pero un grupo de jvenes haba
desafiado a dos muchachos a que se subiesen a la torre de la iglesia. As lo
hicieron, y cuando llegaron all, pudieron ver los campos donde estaba el
ejrcito francs, y comprendieron inmediatamente que se hacan
preparativos para desencadenar un ataque inmediato.
Descendieron y relataron lo que haban visto, y pocos minutos
despus las campanas de la iglesia tocaron a rebato. Era la alarma. Los
caballeros que se entretenan en su torneo oyeron el llamado; entraron de
prisa en la ciudad; se cerraron las puertas; se prepararon calderos de agua
hirviente y se los acerc a las murallas. Todos se prepararon para la lucha,
decididos ms que nunca a impedir la cada de Run, a causa de la
perfidia de los franceses que violaban la tregua proclamada por ellos
mismos.
As, cuando Philip de Flandes y el joven Enrique encabezaron el
ataque, fueron rechazados. Falt el factor de la sorpresa; los ciudadanos
estaban preparados para recibirlos, y el ardid de nada sirvi a los
atacantes.
Durante la noche continu la batalla, y al da siguiente los vigas
apostados en los muros de la ciudad prorrumpieron en grandes gritos de
alegra, pues vieron aproximarse al ejrcito del rey de Inglaterra. El sitio
terminara muy pronto.
Poco tiempo despus, los ingleses comenzaron a acercarse a los
franceses, y pareci que la batalla comenzara un rato despus. Luis, que
no se opona a sitiar la ciudad, no vea con agrado la idea de una batalla
cuerpo a cuerpo. Nunca haba perdido su repugnancia por el
derramamiento de sangre, y ahora deseaba de todo corazn no haber
iniciado nunca la campaa destinada a apoderarse de Run. Cuando supo
que los ingleses ya haban atacado su retaguardia y le haban infligido
graves prdidas, tuvo la certeza de que no podra triunfar en un combate
mano a mano; envi mensajeros a Enrique pidiendo una tregua, y solicit
se le diese la posibilidad de retirar sus tropas a varios kilmetros de la
ciudad, donde l y el rey pudiesen parlamentar.
Enrique an no saba que los franceses haban quebrantado la tregua
concertada con los ciudadanos de Run; y en su fuero ntimo no deseaba
combatir contra un ejrcito en el cual revistaba su propio hijo; as, acept
la retirada de los franceses.
No se mostr sorprendido ni desagradado cuando supo que durante la
noche el ejrcito francs haba huido, y no haba interrumpido la marcha
hasta que cruz la frontera de Francia.
Enrique ri estrepitosamente. Siempre era conveniente imponer una
retirada sin derramamiento de sangre. Se trataba de una victoria fcil. Le
bastaba aparecer para infundir el terror en el corazn de sus enemigos. As

91

el joven Enrique aprendera su leccin. Vera que no era tan fcil oponerse
a su padre.
Con cunta alegra lo recibi la ciudad de Run! Enrique elogi a
esos valerosos hombres y mujeres que haban afrontado el sitio. Orden
llamar a los jvenes que haban trepado al punto ms alto de la torre, y
cuando le informaron del episodio los abraz.
Hicisteis bien dijo. Este hecho no ser olvidado.
Que se lo olvidase o no era cosa que ya se vera, pues Enrique era
hombre inclinado a olvidar sus promesas; pero siempre poda hacer feliz a
la gente, pues ella vea que haba obtenido su aprobacin hasta el extremo
de inducirlo a formular la promesa.
Fue a la iglesia y agradeci a Dios y a Santo Toms Becket, porque
estaba seguro de que el arzobispo era quien haba enviado a los hombres
que treparon a la torre, permitiendo as que la ciudad de Run se salvara.
Ricardo, el segundo hijo del rey, an no tena dieciocho aos. Posea
un espritu ms belicoso que sus hermanos, y lo entusiasmaba la
necesidad de tomar las armas. Estaba decidido a destacarse en el campo
de batalla y a conservar Aquitania contra su padre. Odiaba a Enrique. Era
cierto que sus hermanos se impacientaban con el viejo rey, que crean que
l los haba despojado de su herencia, que haban tomado las armas contra
el monarca; pero ninguno de ellos lo odiaba tanto como Ricardo.
A lo largo de su vida siempre haba credo que su padre era un
verdadero demonio... el genio perverso de la vida de la familia. Su madre
as lo haba credo, y ella era una mujer inteligente y sensata, y Ricardo la
amaba tanto como odiaba a su padre.
Ricardo ansiaba estar con ella, pero Leonor era prisionera de su
marido. Cuando Ricardo pensaba en eso, lo acometa una furia tal que
anhelaba matar a su padre. Y lo hara, de eso estaba seguro. Con cunta
alegra habra cortado la cabeza de monarca para enviarla a su madre. Ella
apreciara el gesto. Ambos compondran una balada para conmemorar el
hecho; y la cantaran al unsono. Ahora tena una doble misin: se trataba
no solo de derrotar a su padre y convertirse en verdadero seor de
Aquitania, sino de liberar a su madre. Deseaba tener ms aos. Era un
luchador nato, pero nadie tomaba en serio a un hombre tan joven, y su
padre pareca rodeado por una aureola; ahora se lo llamaba el len
invencible. Sin embargo, estaba envejeciendo, y no siempre podra salirse
con la suya. El rey de Francia estaba contra l; y tambin sus restantes
hijos; Enrique y Godofredo. Podra afrontar siempre tanta oposicin?
Despus del asesinato del arzobispo, haba parecido que el mundo entero
estaba contra Enrique. Era posible que el pueblo lo admirase por haberse
sometido a esa humillante penitencia? Ricardo no poda creer que as
fuera. S, se haba rebajado; y sin embargo, despus de su
arrepentimiento, haba cosechado grandes xitos en Inglaterra. Los
intentos de arrebatarle ese pas haban fracasado. Pero sera diferente en

92

Normanda y Aquitania. All no podra imponerse.


Senta profundo regocijo cuando pensaba en los ejrcitos del rey de
Francia y de hombres como Philip de Flandes. Enrique pronto estara en
posesin de su reino. Y lo mismo deba ocurrirle a el.
Cmo le agradaba cabalgar a la cabeza de sus tropas, los estandartes
flameando al viento.
Mi hijo bienamado haba dicho su madre, naciste para mandar
a los hombres. Agradezco a Dios que seas el heredero de Aquitania. Ms
aun, jams habra permitido que mi tierra natal fuese a manos de otro.
Se presuma que l y su madre deban gobernar conjuntamente
Aquitania, pero como ella era prisionera de su marido, no podra intervenir
en el manejo de la regin. El pueblo de Aquitania la amaba, pero no miraba
con los mismos ojos a su hijo. Con sus cabellos rubios y sus ojos azules no
pareca pertenecer al sur. En l haba algo extrao a las costumbres de
Aquitania, y la gente lo perciba. Lo aceptaban nicamente porque era hijo
de su madre; pero tenan cabal conciencia de que en l haba una firme
veta normanda. Era poeta; amaba la msica. En eso, era hijo de su madre.
Pero el pueblo no poda olvidar que su padre era Enrique Plantagenet, el
hombre cuya madre haba sido la nieta del conquistador normando.
De modo que cuando recorri Aquitania tratando de reunir hombres
bajo su estandarte, para preservarla provincia que su codicioso padre
quera arrebatarle, los caballeros de Aquitania no se mostraron muy
ansiosos de unirse bajo su insignia.
Lleg a sus odos la noticia de que el viejo Enrique, que ya haba
apaciguado a Inglaterra, se diriga a Aquitania para sofocar all toda
resistencia. Ricardo comprendi que l mismo se pareca mucho a sus
hermanos, porque cuando su padre estaba lejos poda renegar contra l;
pero el pensamiento de que tendra que enfrentarlo en la batalla lo
aterrorizaba. No era posible olvidar la reputacin del viejo rey. Todos los
hombres tenan conciencia de ella, y los ms firmes vacilaban ante esta
perspectiva. Enrique posea esa extraa capacidad que ya se haba
manifestado en su abuelo y su bisabuelo, y que a menudo determinaba
que ganase una batalla antes de comenzarla, mediante el sencillo recurso
de infundir temor en el corazn de sus enemigos, y la certidumbre de que
no podran triunfar contra un hombre as.
Ahora, Ricardo examin al grupo de fieles. Pudo leer el miedo en los
rostros. Sospechaba que si llegaban a saber que Enrique marchaba contra
ellos, muchos desertaran simplemente por miedo.
Llam a un mensajero, y le orden que fuese con la mayor rapidez
posible en busca del ejrcito del rey de Francia, que segn crea estaba en
Normanda.
Lleva estas notas dijo, y entrega una a cada uno de mis dos
hermanos, y una al rey de Francia.
Vio alejarse al mensajero. Ahora, se senta seguro. No permitiran que

93

l fuese derrotado. Lo ayudaran.

Enrique an no haba llegado, pero estaba acercndose. Ricardo


ansiaba el regreso del mensajero. Con l vendra la ayuda que tanto
necesitaba. Quiz acudiesen sus propios hermanos. Si haban tomado a
Run, se sentiran entusiasmados por la victoria, y sa sera la mejor
noticia que Ricardo podra recibir, pues significara que haban derrotado a
su padre, y que haban destruido el mito de que era invencible.
Pero no vinieron soldados; slo regres el mensajero.
Lamentablemente, hermano, escribi Enrique, no tuvimos xito en
Run, y nos vimos obligados a huir ante las tropas de nuestro padre.
Ahora hay una tregua, y esperaremos el momento de discutir con l las
condiciones. Pero una de las condiciones que l impuso fue que no te
ayudsemos.
Dominado por una clera silenciosa, Ricardo apret los puos. Hasta
cierto punto tambin l posea el temperamento angevino, pero en lugar de
manifestarse al rojo vivo como en su padre, su furia era fra. Ricardo jams
se arrojara al piso para morder los juncos; jams se pondra escarlata,
hasta el punto en que los hombres temieran que cayese al suelo presa de
un ataque. Palideca; los ojos azules se asemejaban al acero; pero no por
fra su clera era menos fiera.
Sinti ahora esa furia. Era un joven que haba alcanzado la edad
adulta, y tena un pequeo ejrcito; sin embargo, deba enfrentarse solo al
ms grande general de su poca... su propio padre.
Quiz l mismo pudiera hacerlo. Sus partidarios jams se atreveran.
Saba que no tena ms alternativa que retirarse ante su padre.
Cuando analiz la situacin con sus mejores caballeros, ellos concordaron
con ese plan.
Los hombres jams se atrevern a luchar contra los ejrcitos de
vuestro padre dijeron. Temblarn de miedo ante la perspectiva, y
desertarn antes de que l llegue.
Era cierto. No quedaba ms remedio que retirarse.
Qu amarga humillacin! Enrique atraves Aquitania, imponiendo
obediencia a todos. Ricardo march hacia el sur, pero no poda retroceder
eternamente. Sus hombres lo abandonaban. Pronto quedara apenas un
puado de guerreros.
Finalmente, comprendi que no poda continuar retirndose. Deba
enfrentar a su padre.
Se realiz la reunin, y cuando Ricardo mir ese rostro de rasgos
acentuados, con los cabellos rizados ahora un tanto encanecidos,
cortos sobre la frente, las aletas mviles de la nariz, el aspecto leonino,
experiment sentimientos contradictorios. Senta odio; tambin miedo; y

94

comprendi por qu los hombres retrocedan frente a Enrique.


Se arrodill e inclin la cara hacia el suelo, en un sbito acceso de
humillacin. Estaba derrotado y saba que todava era demasiado joven
para erguirse y enfrentar a ese hombre. Era culpable de una grave locura,
y aunque odiaba a su padre ms fieramente de lo que jams poda odiar a
nadie, tena que respetarlo.
Enrique lo mir en silencio. Pens: mi hijo. Este joven apuesto es mi
hijo Ricardo, el prometido de Alicia.
Experiment una sbita ternura hacia el joven... quiz porque era su
hijo, quiz porque le haba arrebatado a su novia.
Levntate, Ricardo dijo.
Y cuando el joven se incorpor, de modo que estuvieron frente a frente
y Ricardo deba bajar los ojos, porque tena varios centmetros ms que
su padre Enrique abri los brazos y lo estrech fuertemente contra su
cuerpo.
Es triste dijo que un hijo tome las armas contra su propio
padre.
Ricardo nada dijo. En sus labios se dibuj una expresin levemente
hosca.
Triste continu el rey, e intil. Ricardo, me dicen que eres buen
luchador. Pero muchacho, una batalla no es sencillamente blandir una
lanza. Hay cosas ms sutiles, y la estrategia. Un buen general sabe cundo
tiene que retirarse y cundo debe avanzar. Pues bien, digamos lo siguiente:
supiste cundo tenas que retirarte, y cundo debas demostrar humildad.
Digamos que has sido un digno general. Ahora, hablaremos.
Aferr el brazo de Ricardo, y los dos comenzaron a pasearse.
No me agradan estas disputas dijo el rey Tus hermanos han
recapacitado. Volver a verlos dentro de poco. Necesitamos organizar una
reunin, y sera conveniente que t asistieras. Tengo mucho que deciros a
todos, porque no deseo soportar estas disputas de familia.
Somos hombres dijo Ricardo. Y no es posible tratar como nios
a los hombres.
Los nios y los hombres reciben el tratamiento que merecen.
Recurdalo, y nos entenderemos. Ahora, hijo mo, debes saber lo siguiente.
Reina la paz en Aquitania. Eres su duque, pero los ttulos que mis hijos
poseen, los tienen por mi voluntad. Recurdalo, y viviremos en paz.
El rey orden que se preparase un banquete, y durante la comida
retuvo junto a s a su hijo; y todos vieron que el padre mostraba cierta
simpata por el joven, y que Ricardo adoptaba una actitud moderada,
aunque su rostro tena una expresin hosca.
Al da siguiente el rey mand a llamar a su hijo.
Vete ahora, y renete con tus hermanos en la corte del rey de
Francia le dijo. Les dirs que has decidido que no habra ms guerra
en Aquitania, y que t, como ellos, ahora comprendes la locura de tu

95

actitud. Como ellos, ests en paz con tu padre. Nos reuniremos muy
pronto, y entonces te dir cules son mis propuestas.
Ricardo se despidi de su padre y cabalg en direccin a la frontera
francesa.
Enrique estaba meditativo. No poda pensar en Ricardo sin recordar a
Alicia. El joven nada haba dicho de su prometida. Acaso jams pensaba
en ella?
Enrique, en cambio, lo haca constantemente.

En el castillo de Salisbury, la reina recibi noticia de sus hijos. Haca


ms de un ao que estaba prisionera, y su primera clera, fruto de la
humillacin, se haba disipado. Se haba acostumbrado a esa crcel, que
de ningn modo era excesivamente rigurosa. Al principio, haba credo que
Enrique intentara asesinarla. Quiz se era su plan. Deseaba
desembarazarse de ella. O no? Se trataba sencillamente de halagar a
Rosamunda? No poda desposar a Rosamunda. El pueblo jams lo
aceptara. Pero por supuesto, como era Enrique quiz intentara lo que
otros teman hacer.
Depositaba todas sus esperanzas en los hijos. Si pudieran ganar la
batalla contra el padre, su primera obligacin era liberarla. Poda confiar
en que ellos lo haran. Qu gran da sera cuando se invirtieran los
papeles, y Enrique fuese el prisionero de su esposa y sus hijos. Cmo se
burlara de l!
Pero an no haba llegado el momento. El viejo len todava tena
fuerzas. El viejo len. Ms le vala recordar que era doce aos menor que
ella misma!
Subi al punto ms alto de la torre, y contempl el paisaje, ms all
del foso. Poda recorrer libremente el castillo, pero si intentaba cruzar el
puente levadizo los guardias se lo impediran. Al principio haba planeado
escapar, pero sin resultado. Se la vigilaba muy bien. El soborno era intil.
Todos sus guardias saban que si le permitan escapar, se desencadenara
la furia de Enrique, y ellos mismos soportaran los ms graves castigos.
Leonor siempre haba sido una intrigante, y ahora su principal placer
era satisfacer esa aficin. Qu extrao que ella, la aventurera que haba
viajado a Tierra Santa, que haba tenido amantes y se haba divorciado del
rey de Francia para casarse con Enrique Plantagenet, ahora fuese una
prisionera, confinada a un espacio reducido, contemplando da tras da los
mismos horizontes.
Pero ella estaba dispuesta a triunfar. A su tiempo, ella sera la
vencedora. Esa idea mantena su moral. Todos los das, al despertar,
pensaba: quiz ste sea el da. Es posible que haya un mensajero que me
traiga noticias de mis hijos... de Enrique o de Ricardo... y buenas noticias.

96

Quiz ellos le enviaran la cabeza del rey, para que se regocijara. No, eso
no. No lo quera ver muerto. Saba que el mundo sera un lugar muy pobre
para ella sin la presencia de Enrique. Siempre haba sido as. Nada la
haba excitado tanto como sus disputas con l. Recordaba el tiempo en que
se amaban con pasin. En realidad, ella nunca haba tenido un amante
que pudiese compararse con l. En Enrique haba una energa especial, y
eso era lo que la atraa.
Al principio del matrimonio, ella haba credo que podra amarlo
profundamente toda la vida. La pasin haba persistido, pero se haba
convertido en la pasin del odio.
Leonor recordaba su propia clera cuando lleg a conocer la
infidelidad de su marido. Fue la vez que l introdujo en la nursery a su
bastardo Godofredo. El hijo que era fruto de una de sus aventuras, al lado
de los nios reales! Y ese mismo Godofredo ahora combata al lado de su
padre, y renovaba constantemente sus muestras de fidelidad, y se deca
que l lo amaba profundamente.
Los bastardos pueden ser fieles haba dicho Leonor. Tienen que
mostrarse agradecidos. Carecen de derechos. Es diferente la situacin de
los que tienen derecho a reclamar tierras y ttulos.
Que se entretuviese con su bastardo! Ms tarde o ms temprano
tendra que rendir cuenta de lo que haca a sus hijos legtimos.
Oh, Dios mo or, que caiga en manos de mis hijos.
Tena sus espas. Acudan al castillo con diferentes pretextos, y
encontraban la oportunidad de hablar con la reina.
Algunas de sus servidoras tenan amigos que comunicaban
novedades. Con Leonor estaban algunas mujeres de su nativa Aquitania, y
algunas hablaban en provenzal. Solan comunicarle las novedades en este
idioma, cantando como si hubiera sido la letra de una cancin. Quiz ese
ardid no era necesario, pero el sistema satisfaca el sentido de la intriga
que era tan intenso en Leonor, y aliviaba su cautividad.
Se sinti complacida cuando supo que Ricardo retena a Aquitania, y
que convocaba a los caballeros del pas contra su padre.
Despus, lleg la noticia del sitio de Run. Pens que lo que all haba
ocurrido era muy tpico de Luis.
Coment con sus servidoras ciertos episodios de los viejos tiempos,
cuando Luis haba evitado la lucha porque no tena fibra para afrontarla.
Poda haber enfrentado al rey de Inglaterra, y luchado contra l.
Pero tuvo que huir. Siempre fue un monje ms que un hombre. Aunque
durante los primeros tiempos de nuestro matrimonio casi lo convert en un
hombre. Y mis hijos... Enrique y Godofredo, qu hay con ellos? Hubieran
debido quedarse para luchar. Pero retroceder, pedir una tregua, y despus
aceptar las condiciones del padre. Y cules eran esas condiciones?
Enrique Plantagenet nunca renunciar a la tierra o a los castillos. Una vez
que sus garras codiciosas aferran algo, jams lo sueltan. Mi hijo Ricardo

97

tiene ms espritu que su hermano. Pueden estar seguras de eso, jams


ceder.
Pero en efecto tambin l cedi. Imagin su fra clera cuando
comprendi que no era adversario para su padre. El pueblo de Aquitania
no haba confiado en un muchacho tan joven, y tema la clera de Enrique
Plantagenet. De modo que la guerra en Aquitania se haba diluido,
exactamente como haba ocurrido frente a Run.
Parecera que es suficiente que la gente lo vea para temerle. Por
qu? preguntaba Leonor; pero conoca la respuesta. Tena un carcter
que ella jams podra olvidar. Deseaba que l viniese a verla a esa prisin
donde la haba puesto. Cmo le habra agradado sostener una batalla
verbal con Enrique.
Leonor renegaba contra el destino. Enrique era demasiado fuerte,
todava conservaba el vigor de la juventud; y los muchachos eran
demasiado jvenes. Con el tiempo no sera as, y a medida que ellos
madurasen Enrique envejecera. Ella tena que esperar hasta que el tiempo
debilitase al len; y entonces, sus cachorros lo atacaran.
Si ella pudiera acompaarlos, aconsejarlos, quiz seducir a Luis.
Podra hacerlo ahora? Cmo anhelaba reconquistar su libertad!
Le interes profundamente una noticia inesperada. Le lleg en una
cancin. Un gran rey amaba a una joven... una nia muy joven... que
estaba comprometida con el hijo del rey. Leonor escuch. No poda ser.
Alicia!
Caramba, no era ms que una nia. Pero no tan joven que no pudiese
satisfacer la sensualidad del viejo rey.
De modo que ahora se entretena con nias! Y nada menos que con
la prometida de su hijo Ricardo!
Qu se propona hacer? Entregar a Ricardo la belleza mancillada
cuando se hubiese cansado de ella?
Eso no deba ser.
De pronto, concibi otra idea. Enrique deseaba divorciarse. Lo haba
sugerido.
Oh, Dios mo, pens, acaso desea casarse con Alicia?
Leonor haba llegado a la conclusin de que l no quera desposar a
Rosamunda. El pueblo no la aceptara como reina, y Enrique saba que
sobre todo necesitaba contar con la aprobacin de su pueblo. Pero Alicia,
la hija del rey de Francia? Eso era otra cosa.
Divirtindose con Alicia! Qu repugnante sensualidad! Imaginaba
claramente el rostro de su marido; el clculo en los ojos pardos, las aletas
mviles de la nariz, agitadas como le ocurra en momentos de intensa
emocin.
Era muy intenso el deseo de casarse con Alicia? Tan intenso que
poda querer la muerte de su esposa?
Qu sencillo poda ser. Quin la echara de menos? Sus hijos? Pero

98

tambin eran hijos de Enrique, y ste era el amo. Qu haba detrs de la


mscara del len? Ella poda considerarse segura?
Lleg a la conclusin de que deba actuar sin prdida de tiempo.
Enviara un mensaje a Ricardo. Tena amigos que podan llevarlo.
Comenz a componerlo mentalmente.
Exige que el rey te enve a tu prometida. Es tiempo de que t y Alicia
se casen. Debe hacerlo. Di al rey de Francia que quieres a tu novia.
Leonor estaba alerta.
Ahora tendra que poner mucho cuidado en todo lo que haca.

Era el ltimo da de septiembre tibio y nublado, cuando Enrique


se sent a la mesa de conferencias frente a sus hijos: el joven Enrique,
Ricardo y Godofredo.
En su corazn, el triunfo se mezclaba con cierta tristeza. Pareca
impropio que un padre tuviese que acordar trminos de paz con sus hijos;
por otra parte, era agradable haberlos obligado a inclinar la cabeza y todos
lo haban hecho; Enrique, con sus grandiosas ideas de lo que era su
derecho, porque su padre haba tenido la magnanimidad de permitirle
ceir la corona; Ricardo, con su fro odio en los ojos azules, demasiado
joven e inexperto para comprender qu imprudente era demostrarlo; y
Godofredo, que an pareca un nio. Todos eran excelentes muchachos... y
estaban aqu porque haban conspirado contra su padre.
No poda dejar de sentirse orgulloso de ellos. Todos eran muy
apuestos. Sobre todo Enrique; decase de l que era el prncipe ms
hermoso de la Cristiandad; Godofredo se le pareca bastante, y al verlo uno
recordaba a su abuelo de Anjou, que haba llevado el mismo nombre.
Ricardo era diferente. Tambin, impresionaba gratamente, pero de un
modo distinto. Ms alto que sus hermanos y ms hbil en las artes
ecuestres; cuando tuviese ms experiencia, sera un enemigo formidable en
el campo de batalla.
l era el padre de estos varones; ese pensamiento lo emocion y la
severidad de sus ojos se atenu. De todos modos, tena que ensearles
quin era el amo.
Hijos mos dijo Enrique. Me duele que tengamos que reunimos
de este modo. Recuerdo bien los tiempos en que os vea jugar en la nursery
de mis castillos, y cunto me alegraba veros crecer. Habis sido mal
aconsejados y habis faltado a las leyes de Dios y del hombre al tomar las
armas contra vuestro padre. Pero no olvido que sois mis hijos y por eso me
mostrar benvolo. Ante todo, formularemos un solemne voto en el sentido
de que perdonaremos a vuestros enemigos y devolveremos a los legtimos
propietarios los castillos que ocupemos durante el conflicto. Quiz habis
prometido a mis enemigos que uniris fuerzas con ellos contra m. Ahora

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debis declarar que os consideris libres de todas las promesas y todos los
compromisos.
Los contempl serenamente. Enrique y Godofredo con sus rostros de
expresin hosca, Ricardo un poco desafiante. Pero todos incluso Ricardo
saban que no tenan ms remedio que aceptar las condiciones del rey.
Enrique continu diciendo el monarca, tendrs dos castillos en
Normanda y una asignacin de 15.000 libras en moneda angevina.
Ricardo tendr dos castillos en Poitou y la mitad de las rentas de esa
tierra. Se volvi hacia Godofredo. Y t, hijo mo, pronto desposars a
Constanza, la hija de Conan. Recibirs ahora la mitad de la dote
matrimonial, y una vez terminada la ceremonia, el total.
Los hermanos se sintieron muy desalentados porque saban que los
castillos que se les ofrecan carecan de importancia estratgica, y porque
al ofrecerles esos regalos su padre de hecho los despojaba del ms mnimo
vestigio de ese poder por el cual haban combatido.
Tenis un hermano menor continu diciendo el rey con voz ms
suave. El pequeo Juan era el mejor de todos. l no se haba alzado contra
su padre. Con sus ocho aos, era un nio seductor. Gracias a Dios, no
haba sufrido la influencia de su madre. Tambin l es mi hijo continu
diciendo el rey. Y no ha mostrado signos de desobediencia. Como bien
sabis, le he dado tres castillos. Permiti que sus labios se curvasen en
una sonrisa sardnica. No eran precisamente los tres castillos que haban
provocado tantas dificultades? Una mediocre herencia para el hijo de un
rey. Ahora, le entregar mil libras anuales en Inglaterra, y los castillos de
Marlborough y Nottingham. Recibir doscientas cincuenta libras anuales
de sus propiedades normandas, y la misma suma de su propiedad de
Anjou, donde le entregar el castillo. Tambin tendr uno en Turena y otro
en Maine. S que no deseis que vuestro hermano sea un pobretn, slo
porque ha tenido la desgracia aunque segn se ha visto puede
considerarse la suerte de nacer despus que vosotros.
Se sintieron desalentados. Las dificultades con el viejo Enrique
haban comenzado cuando l quiso quitarles posesiones para darlas a
Juan aunque la causa era en realidad ms profunda que ese asunto, y
ahora estaban peor que al comienzo. Pero saban que era imposible
protestar. En el rostro de su padre se lea una firme decisin, y por mucho
que lo criticasen cuando l no estaba, saban que era fuerte, y le teman.
No haba vacilado en encarcelar a Leonor. Saban muy bien que si se
oponan a sus deseos todos acabaran del mismo modo. Despus de todo, y
de acuerdo con sus propias normas, Enrique estaba procediendo con
mucha benignidad, pues sus hijos se haban alzado en armas contra l.
Una cosa ms dijo el rey. Debo tener la seguridad de que no me
pediris nada ms, y de que nadie tratar de retirarse o de negarme su
servicio.
Esta era quiz la parte ms importante del asunto, pero ellos saban

100

que era imposible esquivar el compromiso. Estaban all, en la pequea


aldea de Mont Louis, cerca de Tours, y si as lo deseaba el rey poda
apresarlos. De hecho eran sus prisioneros, y l era el amo.
Ahora les sonrea.
En ese caso, somos amigos dijo. Ricardo y Godofredo me
rendirn homenaje, para demostrar que en efecto son mis hijos fieles, y yo
vuestro seor.
Sus dos hijos se arrodillaron y juraron fidelidad al rey, y una vez
hecho esto Enrique se prepar para imitarlos.
El padre le dirigi una sonrisa enigmtica.
No, Enrique dijo. Acaso no eres rey, y rey de Inglaterra? Por lo
tanto, no puedes rendirme homenaje.
El joven sinti intenso temor. Dijo en un acceso de pnico: Eres mi
padre. Te jurar fidelidad como hicieron mis hermanos.
Pero el rey mene la cabeza.
No, hijo mo. Apoy la mano en el hombro de Enrique, y lo
oprimi fuertemente. Espero fidelidad de ti, y t me la dars, porque si
as no fuere habra terribles consecuencias... para ti. Pero mantendrs tus
votos. Recordars que soy tu padre, y que de estas manos proviene tu
buena suerte. Estars a mi lado. Aprenders a ser rey, un verdadero rey, y
yo ser tu instructor.
El joven Enrique sonri apenas, pero se senta incmodo.

Ahora que haba concertado la paz con sus hijos, el rey decidi
retenerlos consigo un tiempo, para convencerlos de la necesidad de cumplir
sus promesas.
De mala gana se dijo que en realidad eran sus hijos. El propio
Enrique no siempre haba cumplido sus promesas. Y si ellos se le
parecan en ese aspecto? Imaginaba que as era. Todos eran luchadores;
pero Enrique no estaba muy seguro de que llegasen a ser buenos reyes. De
todos modos, caba ensearles. Deseaba que el joven Enrique siguiese los
pasos de sus padres, porque a su vez l haba aplicado las reglas
establecidas por sus dos grandes predecesores. Poda confiar en que
Enrique el joven hiciese lo mismo? Por ahora no. Enrique se dejaba influir
fcilmente; ceda a los aduladores. Era un rasgo muy inconveniente en un
rey. Uno de los mejores hombres del monarca haba sido Richard de Luci,
su principal magistrado; poda confiar en ese hombre como en pocos, y
nunca haba defraudado su confianza, y tampoco jams lo haba halagado.
A veces su franqueza irritaba al rey, pero eran episodios momentneos.
Agradeca a Dios que l mismo era tan buen gobernante que no evitaba a
sus mejores amigos slo porque a veces su franqueza lo molestaba. El
joven Enrique deba aprender esa norma. Se lo vea a menudo en compaa

101

de hombres que eran serviles. Se apartaba de William Marshall, que era


buen amigo, y un digno caballero. Las personas como Philip de Flandes lo
atraan. Enrique era el primero en reconocer que hombres as podan ser
atractivos, entretenidos, divertidos; pero uno no atribua excesiva
importancia a su amistad.
El joven Enrique tena mucho que aprender, y dnde poda hacerlo
mejor que al lado de su padre?
Por el momento esperara y vera adnde enviar a sus hijos. Era
inevitable que durante un tiempo lo acompaasen. Convena que lo viesen
como lo que era, un padre, para reparar parte del dao que esa bestia feroz
de la madre haba causado. l hubiera debido alejarla de la nursery. Qu
mujer antinatural! Qu diferentes habran sido las cosas si Rosamunda
hubiese ocupado el lugar de la reina... o Alicia. Alicia todava era muy joven
para tener hijos. Enrique no dudaba de que ms tarde o ms temprano l
tendra hijos con Alicia. Y entonces? Ya se ocupara de eso cuando llegase
el momento.
Haban atravesado Anjou, en busca de Normanda. Enrique habra
querido que la gente viese a sus hijos cabalgando con el padre. El joven
Enrique a un lado, Ricardo del otro y el joven Godofredo un paso o dos
detrs. Ved, estamos unidos. Eso era lo que de hecho deca el pueblo.
Quien piense en la rebelin, ms vale que abandone prontamente la idea.
Soy invencible... pero con mis hijos al lado conviene temerme ms que
nunca.
S, era bueno atravesar a caballo sus dominios, acompaado por sus
hijos.
En diciembre llegaron a Argentan.
Aqu dijo el rey, pasaremos la Navidad. Conviene que nos
mantengamos unidos.
Sera una alegre Navidad. Qu maravilloso hubiera sido tener como
reina a la pequea Alicia. Otras mujeres no podan satisfacerlo del todo.
As haba sido al principio con Rosamunda.
Sus guardabosques de Inglaterra le enviaron ochenta venados a
Argentan, porque segn afirmaban no haba venados que pudieran
compararse con los de Inglaterra. El rey deba celebrar esa Navidad con
sus hijos y el venado ingls.
El gesto lo complaci, pese a que la comida nunca le haba interesado
demasiado. Tambin se alegr de que todos reconocieran que sa era una
Navidad especial.
A menudo cabalgaba con sus hijos, y pocos das antes de Navidad,
cuando regresaba al castillo, dijo a Ricardo: Tienes mal aspecto, hijo mo.
No te sientes bien?
Estaba pensando en mi madre dijo Ricardo.
Al rey se le endureci el rostro.
Por desgracia, tiene que aprender una leccin.

102

Una leccin muy dura, mi seor.


Como corresponde a las lecciones que reciben los traidores.
Habis sido ms bondadoso con tus hijos que con tu esposa dijo
Ricardo.
A m me corresponde decidir cul ser el castigo de quienes me
traicionan.
Ella no combati contra ti.
Cmo poda hacerlo... si es mujer?
Ella solamente deseaba reunirse con nosotros, sus hijos.
Para infundirles el deseo de rebelarse contra su padre.
Si ella falt, no podras perdonarla, ahora que nos has perdonado?
No dijo Enrique, no podra.
Pero, no deberas ser bondadoso con tu esposa?
Por los ojos de Dios, Ricardo exclam el rey, querrs decirme
cul es mi deber?
No, padre, yo creo que tu corazn te lo dir.
Lo hace, hijo mo. Y el mensaje que me enva es ste: Mantn en
lugar seguro a esa mujer. Es una loba que ensear a sus cachorros a
devorar al padre.
El padre no permitir tal cosa.
Por las manos, los dientes y los ojos de Dios, no lo permitir. Pero
basta... digo que basta. Silencio! O tal vez cambie de idea acerca de ti. No
querrs compartir el destino de tu madre.
Ricardo guard silencio. Los conocidos signos de la clera
comenzaban a manifestarse. El rey lleg a la conclusin de que Ricardo era
demasiado audaz. Habra que ensear una leccin al muchacho. Ricardo
era el hijo que ms lo incomodaba. Pero quiz reaccionara as a causa de
Alicia.
Celebraron bien gracias al venado que haba llegado de Inglaterra, y
despus del banquete los msicos tocaron. Ricardo cant una cancin que
l mismo haba compuesto, y que aluda a un caballero comprometido con
una bella dama, aprisionada en un castillo por un ogro perverso. La
cancin aluda al amor del caballero por la dama y a su decisin de
afrontar todos los riesgos para rescatar a su prometida.
El rey se sinti un tanto incmodo, sobre todo despus, cuando
Ricardo se acerc y le dijo: Padre, ya no soy un nio. Como el caballero
de la cancin, estoy comprometido.
Oh, s... con la joven Alicia. Me dicen que es una hermosa nia.
Es hora de que nos casemos.
El rey asinti.
Muy pronto dijo con expresin tranquilizadora. Muy pronto.
Soy un hombre, y necesito esposa.
Hijo mo, tienes mucho que hacer. He trazado planes para ti.
Poseemos dilatados dominios que necesitan proteccin. Me alegro de tener

103

cuatro hijos que han superado su locura y que ahora saben lo que les
conviene. Ricardo, veo que sers un gran guerrero, un jefe de hombres.
Lo mismo pienso, padre, pero tambin necesitar esposa. Creo que
el rey de Francia opina que nuestro matrimonio debe celebrarse
inmediatamente.
El rey de Francia nunca fue un hombre de buen criterio. Ricardo,
djame decidir cundo tendrs a tu prometida.
Y eso ser pronto, mi seor?
Ser cuando yo lo crea oportuno, hijo mo.
Has visto a mi prometida, padre?
S, estuvo en la sala de clase, con el pequeo Juan y con Joanna.
Crees que ser buena esposa para m?
Creo que bien puede ser una buena esposa.
En ese caso, la ceremonia debe celebrarse muy pronto. Estoy
decidido.
El rey guard silencio. Despus, golpe las manos y pidi otra
cancin.
Ricardo era un individuo incmodo. Diferente del resto. En cierto
sentido ms fuerte.
Pero no tendra a Alicia. El rey no pensaba separarse de ella. Habra
que hacer algo. Cuando regresara a Inglaterra tratara de concebir un plan.

104

LA DECISIN REAL

El rey no deseaba perder tiempo en los festejos de Navidad. Quera ir


a Inglaterra, pero antes necesitaba tener la certeza de que sus posesiones
estaban bien guardadas. Poda confiar en sus hijos... un tiempo. Las
promesas haban sido demasiado recientes, de modo que por el momento
no se atreveran a quebrarlas. Orden al joven Enrique que fuese a Run y
dijese all que se presentaba con la bendicin de su padre. Ricardo deba ir
a Poitou y preservar el orden en esa ciudad; Godofredo ira a Bretaa y
procedera all del mismo modo. El propio Enrique atravesara Normanda y
comprobara que el ducado estaba bien guardado y a cargo de custodios de
confianza.
Aliviados porque podan escapar de la vigilancia de su padre, los
jvenes tomaron cada uno su propio camino.
El joven Enrique no pudo resistir la tentacin de visitar la corte de
Francia con el pretexto de que Margarita, su esposa, deseaba ver a su
padre. Luis los recibi con grandes honores, pues lo complaca que el joven
viniese a verlo; y Enrique, a quien an dola la humillacin que haba
sufrido como consecuencia de su actitud de sometimiento a Enrique, se
sinti ms calmado cuando el rey de Francia lo recibi con tanta
ceremonia.
Luis quiso conocer el resultado de la reunin, y se mostr horrorizado
cuando se enter de las condiciones del viejo rey.
Mi querido hijo dijo, como ves, te despoj de tus derechos.
As es replic Enrique. No estoy mejor que antes de mi
rebelin.... en realidad, incluso estoy peor.
Luis asinti.
No siempre ser as.
Pero he jurado no volver a rebelarme.
Los acontecimientos te indicarn la mejor lnea de conducta dijo
Luis.

105

Mi seor, no simpatizis con mi padre.


Simpatizar? Quin simpatiza con l? No es un hombre que
merezca nuestra buena voluntad. Es un gran general. Triunfa en la batalla.
Pero la vida no est hecha solo de combates.
Segn parece, la lucha es un aspecto importante de la vida de un
rey.
Lamentablemente! Cunto ms feliz sera un hombre si pudiera
vivir pacficamente, rodeado por sus hijos.
Mi padre no me permiti rendirle homenaje. Lo acept de mis
hermanos, pero dijo que como yo era rey coronado no me corresponda
hacerlo.
Luis medit un momento.
De modo que no lo acept? murmur, y mene lentamente la
cabeza.
Eso no demuestra que me considera rey?
Rendir homenaje es una ceremonia que tiene dos aspectos dijo el
rey de Francia. El caballero jura servir a su amo, y el amo jura proteger a
su caballero. Quiz tu padre no desea dar su palabra de que te proteger.
Por qu?
Es muy posible que tenga sus razones.
Qu razones podran ser?
Tu madre es su prisionera. Ella demostr que estaba dispuesta a
rebelarse contra l. Y t, hijo mo, tambin lo demostraste.
Lo mismo que mis hermanos.
Pero ellos no fueron coronados.
Qu temis para m?
Que como no est obligado a protegerte, puede encarcelarte, como
hizo con tu madre.
Creis que hara eso?
Estoy dispuesto a creer todo de Enrique Plantagenet.
El joven rey pareci alarmado, pero Luis apoy la mano en el brazo del
joven.
Cudate, eso es todo. Trata de no encontrarte nunca en una
posicin parecida a la de tu madre.
Cmo puedo estar seguro de eso?
Por supuesto, nunca puedes estar seguro. Pero si tu padre aceptara
tu homenaje, y en compensacin jurara protegerte, podras sentirte mucho
ms feliz.
Enrique tema. No, no confiaba en su padre. Era posible que deseara
encarcelarlo? Si ste era el caso, por qu no lo haba hecho?
Haba capturado a su madre disfrazada de caballero. Pero eso era
diferente.
Se sinti inquieto.
En la corte francesa vio a Philip de Flandes, con quien haba

106

mantenido relaciones amistosas desde la ocasin en que Philip lo ayudara


en el intento de invadir Inglaterra. La empresa haba fracasado, pero Philip
no se mostraba preocupado.
Participaron en varios torneos. Philip era un maestro en ese arte. El
manejo de la lanza era su pasin. Se necesitaba tanto equipo que Enrique
no poda darse el lujo de participar a menudo. Philip se rea de l.
Y sois un rey? exclamaba. No importa. Os ayudar. Puedo
ofreceros todo lo que necesitis.
Era un maravilloso entretenimiento. Enrique de buena gana hubiese
dedicado muchas horas a esa prctica. Su padre haba dicho que era pura
prdida de tiempo. Al viejo Enrique slo le interesaba dominar sus
posesiones; siempre afirmaba que no se atreva a soltar las riendas ni un
instante. Que le hiciera provecho. Ahora que estaba envejeciendo, le
convena entregar su herencia a los hijos y permitir que lo reemplazaran;
hubiera podido ir a Inglaterra y vivir all como un rey. Pero nunca le
interesaban las cosas que eran tan importantes para su hijo. Cuando
cabalgaba con una lanza en la mano tena que ser en una batalla
autntica; cuando gastaba dinero, era para equipar a su ejrcito y
construir un castillo. Para l todo era trabajo y obligacin. Desaprovechaba
muchas cosas de la vida. Pero el joven Enrique no tena la intencin de
ignorar tales placeres si poda evitarlo.
Participar en torneos, y en festines y gozar de la compaa de las
mujeres... sas eran las cosas buenas de la vida.
Deseaba llevar la misma vida que haca Philip de Flandes.
Philip le dijo que pensaba realizar un viaje a Jerusaln. Le pareca
una gran aventura viajar a Tierra Santa, y luchar en favor de la
Cristiandad.
A Enrique le habra agradado acompaar a su amigo. Imaginaba
cmo sera explicar ese deseo a su padre. Adivinaba el gesto de
menosprecio en el rostro leonino. Hijo mo, ir a pelear en Tierra Santa!
Aqu tienes un reino por el cual combatir.
Sin embargo, su madre haba ido. Haba vivido grandes aventuras.
Qu lamentable que fuese prisionera del rey. Y que su propio padre fuese
el carcelero!
l estaba en la raz de todas las dificultades de la familia.
Incluso entonces record que ya deba estar en Run. De mala gana l
y Margarita se despidieron de Philip de Flandes, y el joven Enrique
compareci ante su amigo y suegro, Luis de Francia, para recibir la
bendicin.
Cudate dijo Luis. Cudate de Enrique Plantagenet. Que no te
trate como ha tratado a su esposa. Si te enva a Inglaterra, no vayas hasta
que haya aceptado tu homenaje y prometido su proteccin. Si no
procediese as podras terminar siendo su prisionero, porque en Inglaterra
puede hacer lo que vacilara en hacer en otro lugar. Enrique agradeci a su

107

suegro, y parti para Run.

Pareci que haban estado all muy poco tiempo cuando lleg una
orden del rey. Su hijo y su nuera deban reunirse con l en Bures, porque
deseaba que ellos lo acompaasen a Inglaterra.
La joven pareja se sinti muy deprimida.
Es como dijo mi padre exclam Margarita. Quiere que vayas a
Inglaterra, y all sers su prisionero.
El joven Enrique no saba qu hacer. Desobedecer la orden era
inconcebible; y al mismo tiempo, qu significaba ir all?
Tu padre dijo que si l aceptaba mi homenaje, sera ms difcil
aprisionarme.
As lo entiendo replic Margarita.
Lo nico que puedo hacer es implorarle que me permita prestar el
juramento de fidelidad a su persona.
Intntalo aconsej su esposa, y si rehsa sabrs que debes
andarte con cuidado. Podramos tratar de huir. Mi padre cree que si no le
juraste fidelidad, apenas pises suelo ingls estars a su merced.
Ahora estoy a su merced dijo con una mueca el joven Enrique.
Pero por lo menos l no puede traicionar tan fcilmente sus votos.
Puede hacer y har lo que desee. Pero por lo menos creo que
esperar un tiempo. Le implorar que acepte mi homenaje. As veremos
cul es su respuesta.
Cuando llegaron a Bures el rey esperaba impaciente la llegada de los
jvenes. Los abraz afectuosamente, pregunt por la salud de ambos, y
sobre todo por la de su nuera, pues se preguntaba si ya estaba
embarazada; y despus les dijo que se propona partir sin demora para
Inglaterra.
El joven Enrique le pregunt si poda verlo a solas, y su padre acept.
Padre mo dijo, no puedo creer que me amis como a mis
hermanos y por eso me siento muy infeliz.
Por qu tienes semejante idea? Acaso no eres el mayor de mis
hijos? Y si te rebelaste contra m, otro tanto hicieron tus hermanos. Te he
perdonado, y si eres un buen hijo puedes tener la seguridad de mi afecto.
Cuntos padres habran perdonado una traicin como la que t y tus
hermanos me mostraron? Y dices que no te amo!
Rehusaste aceptar mi homenaje.
Bien, acaso no lo hice porque eres rey?
No es ms que un ttulo.
S, nada ms que un ttulo! No puede haber dos reyes en un
dominio. Hijo mo, te hice rey de modo que cuando muera nadie dude de la
identidad de mi sucesor. T retienes el ttulo hasta que cias la corona, y

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eso ser nicamente cuando yo no pueda usarla.


Soy rey slo de nombre. T eres nuestro seor soberano. Sin
embargo, no aceptas mi homenaje. A mi entender, la nica razn de esta
situacin es que no me amis.
Mi querido hijo, si deseas rendirme homenaje y prestar juramento
de fidelidad, sea.
Oh, padre, en ese caso ciertamente me amas.
Se abrazaron, y el rey dijo emocionado:
Me complace ver que te has arrepentido realmente.
Lgrimas de alivio rodaron por las mejillas del joven Enrique. Si su
padre estaba dispuesto a aceptar el homenaje, poda considerarse seguro.
Ordenar que esta pequea ceremonia se realice sin demora dijo
el rey porque veo que hasta ese momento creers que contino irritado
contigo. Recibirs el mismo tratamiento que dispenso a tus hermanos, y
despus seremos buenos amigos. Porque eso, hijo mo, nos conviene a
ambos.
Enrique fue a ver a Margarita, y le explic lo que el rey haba dicho.
Ella se mostr complacida.
Pero asegrate de que cumpla su promesa. Conoces su carcter. No
siempre cree necesario cumplir una promesa.
Pero el rey fue fiel a su palabra.
Trajeron las sagradas reliquias, y con las manos sobre ellas el joven
Enrique prest juramento de fidelidad a su padre.
Juro que te defender contra todos los hombres, y que mientras viva
no intentar daar a mis propios servidores o a los del rey, mi padre, que
combatieron en la guerra en que nos enfrentamos. En todos mis actos me
atendr a vuestro consejo.
El rey escuchaba, con una expresin de tierno afecto. Despus de
prestado el juramento, abraz a su hijo.
En adelante, t y yo seremos los mejores amigos, y eso es una
buena noticia para nosotros y nuestros dominios.
Poco despus viajaron a Inglaterra.
Ante todo, el rey visit a Alicia. Ya no era la nia que haba sido al
principio de la relacin entre ambos, pues haba madurado prontamente.
Enrique estaba enamorado cada vez ms profundamente de Alicia, porque
a medida que pasaba el tiempo descubra en ella una sensualidad ms
profunda; sin embargo, la joven se conservaba dcil y sumisa. Enrique
haba pensado otrora que Rosamunda tena todo lo que l necesitaba: pero
en realidad careca de la voluptuosa sumisin que era cada vez ms
evidente en Alicia. Alicia era la amante perfecta. De eso no caba la menor
duda. Ahora Enrique comprenda que incluso en los momentos ms
apasionados, por as decirlo, Rosamunda miraba furtivamente por encima
del hombro para comprobar si el ngel de la guarda estaba mirando. Un
amor como ste deba impregnarlo todo; no poda pensarse en el castigo. Si

109

eso sobrevena, deba llegar ms tarde.


Deseaba pasar ms tiempo con Alicia.
Pero ahora estoy en Inglaterra dijo a la joven y te ver con mayor
frecuencia. Siempre desears verme?
Ella le asegur que as sera.
No explic a la joven que su prometido Ricardo reclamaba a su novia.
Enrique no crea conveniente echar a perder momentos as. Adems, otros
asuntos absorban su atencin. Le interesaba sobre todo su hijo Enrique, y
estaba decidido a mantenerlo a su lado. No era solo porque no confiara en
l; deseaba sinceramente iniciarlo en el arte del gobierno. El joven Enrique
tena muchas buenas cualidades. Era un joven apuesto y encantador.
Posea las virtudes que nunca haban caracterizado a su padre. Pero era
frvolo, y careca de la consagracin de su padre al trabajo. An no
entenda que para gobernar un reino sobre todo cuando era tan extenso
un monarca jams deba permitir que el placer se interpusiese en el
camino de la obligacin. Pens fugazmente en su Alicia. Bien, a veces
Enrique haca concesiones; pero muy pocas veces. Y si se revelaba el
secreto de que haba tomado por amante a la prometida de Ricardo,
afrontara esa situacin como haba hecho con otras dificultades. Insistira
en el divorcio. Ofrecera a Luis casarse con su hija... la unin con el rey de
Inglaterra. Estaba seguro de que nada poda complacer ms al monarca
francs.
Adems, cuando uno tena detrs de s muchos aos de buen
gobierno poda afrontar riesgos que eran peligrosos para un hombre sin
experiencia.
En definitiva, cuando llegase el momento estaba dispuesto a resolver
ese asunto de su encantadora Alicia.
Una de sus primeras obligaciones en Inglaterra sera visitar el
santuario de Santo Toms, para rendir homenaje al hombre que ahora era
un buen amigo, y que lo ayudaba en el Cielo. Ahora haba un nuevo
arzobispo, Richard, prior de Dover, que haba sido elegido por unanimidad,
y que ocupaba el cargo desde haca casi un ao. El da de su eleccin el
Papa haba enviado noticias en el sentido de que el nombre de Toms
Becket haba sido agregado a la lista de santos.
Aparentemente, Richard no acarreara problemas, y por eso el rey
estaba agradecido. Poda felicitarse y pensar que todo se haba arreglado
muy bien.
Mientras se diriga a Canterbury acompaado por el joven Enrique,
recibi noticias muy tristes del conde Humbert de Maurienne. Su pequea
hija Alicia, comprometida con el prncipe Juan, haba fallecido
sbitamente. El rey se sinti momentneamente desalentado, y despus
pens que en vista de las mejores perspectivas que ahora tena Juan, poda
concertar una unin ms ventajosa. A menudo ocurra que estos
compromisos quedaban en nada. Se una los nios cuando an estaban en

110

la cuna, y por eso mal poda extraar que mientras crecan ocurriesen
hechos que impedan la celebracin del matrimonio.
Juan ahora estaba disponible, y su padre atendera una propuesta
quiz ms ventajosa. Y ahora a Canterbury.
El rey observ a su hijo mientras cabalgaban. Demasiado hermoso,
todava un poco petulante. Y cunto haba insistido en que se aceptara su
homenaje. Por qu haba procedido as? De veras haba comprendido la
locura de su actitud?
Lo sorprenda descubrir en s mismo cierta blandura frente a la
familia. Le habra agradado una esposa bondadosa por supuesto, Alicia
y muchos hijos e hijas que lo admirasen y amasen, y pensaran
nicamente en servirlo. Acaso era pedir demasiado? Era natural que los
padres y los hijos cooperasen.
Algo haba andado mal en la familia. l haba tenido que ausentarse
durante perodos prolongados y Leonor... Todo retornaba a ella. Qu
lstima que se hubiera casado con ella. Pero, deba lamentarlo? Y
Aquitania? Leonor haba sido la ms rica heredera de Europa, y l se haba
considerado afortunado de conseguirla.
Si se divorciaba de ella, perdera Aquitania. Vala la pena pensarlo
serenamente.
Pero no era el momento apropiado para considerar ese asunto.
Estaban acercndose a Canterbury.
Hijo mo, mira al frente, la torre y los campanarios de la Catedral.
Nunca puedo verla sin sentirme emocionado.
No es de extraar que sientas as, padre replic el joven Enrique
, teniendo en cuenta lo que ocurri all.
Me complace haber hecho las paces con Toms Becket. Ahora
somos amigos, exactamente como lo ramos al comienzo de nuestra
relacin. Hijo mo, t y yo tambin somos amigos. Nuestra fuerza est en
nuestra unidad. Recurdalo siempre. Quiero que lo sepas, y que Inglaterra
entera lo sepa. Por eso publicar que t y yo hemos prestado el juramento
de fidelidad que a ambos nos compromete. Quin se atrevera a alzarse
contra nosotros cuando unimos nuestras fuerzas?
Padre, todos saben que somos amigos.
Los que estn ms cerca lo saben... pero deseo que todos lo sepan, y
por eso har una declaracin pblica, de modo que nadie abrigue la ms
mnima duda.
Qu quieres decir, padre?
No temas, hijo mo. Ya lo vers.

Y Enrique pudo ver de qu se trataba.


El rey pas unas horas con su nuevo arzobispo, y se declar

111

satisfecho de l.
Dijo al arzobispo que deseaba que convocase a todos los obispos de
Westminster, y el propio arzobispo deba acompaarlos. El rey ordenara
que todos los caballeros y los barones estuviesen presentes, porque tena
que hacerles un anuncio importante.
Qu es esta conferencia, padre? pregunt el joven Enrique.
A su debido tiempo lo vers dijo el rey.
All, en el saln del palacio, el rey y su hijo se sentaron uno al lado del
otro sobre el estrado, y el mayor de los Enriques se dirigi a la asamblea.
Los haba convocado con un propsito definido.
Aqu me veis, con mi hijo dijo, y veis que nos unen lazos
amistosos Sabis muy bien que hace poco tiempo la situacin era muy
distinta. Pero os traigo muy buenas noticias. Mi hijo, el rey Enrique, vino a
verme en Bures, y con lgrimas y mucha emocin pidi humildemente mi
perdn. Pidi que lo perdonase por lo que me haba hecho antes, durante
la guerra y despus. Con total humildad rog que yo, su padre, aceptara su
homenaje y su fidelidad, y declar que no poda creer que yo lo haba
perdonado si no consenta en ello. Su actitud me conmovi. Mi compasin
fue grande, porque vi que lo agobiaban los remordimientos, y que se
mostraba humilde conmigo. Desech mis rencores, y le permit que me
rindiese homenaje. Sobre las sagradas reliquias jur que me defendera
contra todos los hombres, y aceptara mi consejo, y que ordenara su casa
y su propiedad de acuerdo con mi opinin, y que as procedera en todo.
El joven rey sinti una violenta clera que creca en su fuero ntimo.
Era cierto que haba prometido, pero que su padre hubiese organizado esta
declaracin pblica era muy humillante.
Lo haba llevado all con el fin de que los principales personajes de la
nacin supiesen que si bien l ostentaba el titulo de rey, haba un solo rey
de Inglaterra, y todos los que all estaban incluso su hijo eran sus
sbditos.
Su resentimiento se aviv. Sinti deseos de ponerse de pie y
proclamar que haba rogado a su padre que aceptara su homenaje no
porque deseara servirlo, sino porque tema lo que poda ocurrirle si no
formulaba esa declaracin.
No soportara ese tratamiento. Haba jurado fidelidad, pero esperara
su oportunidad.

El rey se senta muy cmodo en Inglaterra. Siempre sera rey de


Inglaterra antes que otra cosa, y ese pas le pareca ms importante que
todos los restantes, pese a que l haba nacido y se haba criado en Anjou.
Perder a Inglaterra era el peor desastre que poda recaer sobre un
descendiente del Conquistador. En ese sentido no hubiese corrido el ms

112

mnimo peligro de no haber sido por el hecho de que deba defender pases
muy lejanos.
Mantena cerca al joven Enrique y trataba de conquistar su afecto.
Compadeca al joven y, aunque sospechaba de l, deseaba representar bien
su papel de padre. Estaba aprendiendo que ni siquiera un rey poda
imponer afecto. Haba tratado de explicar por qu haba realizado esa
declaracin pblica acerca del homenaje prestado por Enrique. No era para
humillarlo. Era para demostrar al pueblo que ambos haban jurado ser
amigos.
No era suficiente pregunt el joven Enrique que yo jurase?
Era mejor que todos supieran que t habas jurado.
Me sent humillado.
Nunca te sientas humillado porque cumples tu deber con tu padre.
Debes enorgullecerte de haber tenido el valor de confesar tu falta, y debes
alegrarte porque tu padre tuvo la magnanimidad de perdonarte y acogerte
nuevamente en su corazn.
Deseaba que su hijo se sentase con l a la mesa y cabalgara a su lado
en la batalla. Habra ordenado que el joven durmiese en el mismo cuarto
de no haber sido por el hecho de que Enrique era un hombre que a
menudo prefera otra compaa en el lecho.
Alicia, la dulce y buena Alicia! Estaba cambiando; su cuerpo ms
robusto pasaba de la adolescencia a la feminidad.
Un da que l la visit, la joven le comunic una novedad inquietante.
Mi seor dijo, creo que estoy embarazada.
Enrique sinti una mezcla de horror y placer. Ahora habra que hacer
algo. Qu? Cmo poda escribir al rey de Francia para decirle que haba
embarazado a su hija? Cmo poda explicar a Ricardo que su prometida
en unos meses sera madre?
La mir y la atrajo, abrazndola fuertemente de modo que ella no
viese la expresin de su rostro.
Haba sabido que exista esa posibilidad, y haba rehusado afrontar la
situacin. Saba que cuando ocurriese sobrevendra un cambio en su modo
de vida, pues Alicia no poda permanecer en el palacio y tener un hijo que,
como todos sabran, era fruto de la unin con el rey. Y aunque l no
hubiese sido el padre... qu escndalo que la prometida de su hijo Ricardo
se encontrase en esa condicin, cuando no estaba casada ni se haba
acercado durante aos a su prometido.
Qu se murmuraba ya? Sus visitas a este palacio seguramente
haban sido observadas. Muchos deban conocer su relacin con Alicia. Era
cierto que nadie se atrevera a divulgar el secreto por temor a la clera del
rey; pero seguramente murmuraban.
Qu' debo hacer? pregunt Alicia.
Querida, deja esto en mis manos replic el rey.
Ella se mostr muy dispuesta a obedecer la sugerencia. Qu esposa

113

extraordinaria sera Alicia! No preguntaba cmo, o dnde o por qu. No


tena inconveniente en que l lo resolviera todo, tan segura estaba de la
capacidad de Enrique para afrontar los problemas.

Medit el asunto. Que ahora pudiese divorciarse de Leonor... y casarse


con Alicia... Pero no haba tiempo. Imagin las dificultades que estorbaran
su divorcio. No, no poda hacerlo. Si Alicia no hubiera sido la hija del rey
de Francia, qu fcilmente habra resuelto el problema! Otro bastardo que
se sumara a los muchos que ya haba tenido. Pero la hija del rey de
Francia! La prometida de su hijo! Era una situacin muy delicada.
Era evidente que Alicia no deba permanecer en el palacio. Era
imposible que tuviese all a su hijo. Pero, adonde poda ir? Haba que
retirarla de ese lugar antes de que su embarazo fuese evidente. Y dnde
poda ir?
Si pudiera desposarla. Pero cmo? Esa unin era posible nicamente
si Leonor mora.
Lo cual era imposible. Si mora misteriosamente, inmediatamente la
gente sospechara de Enrique. Otra vez la situacin que haba sobrevenido
despus de la muerte de Toms Becket. Y Aquitania? Caera en manos de
Ricardo, y el propio Enrique jams sera aceptado all. No, era imposible.
Adems, Enrique no era capaz de matar as. Poda destruir a un hombre
en el combate; poda ordenar que matasen a quien lo ofenda, pero no
poda asesinar a su esposa.
Sonri secamente. Recordaba tanto acerca de ella. Otrora la haba
amado. Qu tigresa... y qu amante! Antao haban pasado muchos
buenos ratos. Algo los mantena unidos, aunque a veces fuera solo el odio.
Le agradaba pensar que ella an pisaba la tierra y mejor todava en una
crcel que l haba elegido.
Pens: Querida Alicia, por mucho que deseara que fueses mi esposa,
ese no es el camino. Ojal no hubiese ocurrido esto, y pudiramos
continuar como antes hasta el momento en que yo lograse concebir un
plan. Ahora tendremos que pensar algo, y de prisa.
Estudi el problema desde todos los ngulos, y le pareci que haba
una sola solucin.
Fue a su palacio de Woodstock.

Como siempre. Rosamunda se sinti muy complacida de verlo.


Enrique la abraz afectuosamente, y le dijo que, como de costumbre,
ella lo reconfortaba mucho. Rosamunda advirti enseguida que l no haba
venido a pasar unos pocos das tranquilos en compaa de su amante.

114

Tena un problema y crea que ella poda ayudarlo.


Rosamunda, debo decirte algo comenz el rey. Caminemos por
los jardines pues all podemos estar solos.
Caminaron tomados del brazo por los senderos, entre los arbustos
bien cuidados.
Rosamunda, en esto necesito tu ayuda. Tiene que ver con la
princesa Alicia.
Enrique vio que a Rosamunda se le contraa el rostro. De modo que
haba rumores, y ella los conoca. Qu ms habra odo?
Es una criatura bondadosa, y ahora est en dificultades. Tendr un
hijo.
Mi seor!
S dijo de mala gana el rey. As es, y por supuesto habr mucho
escndalo si llega a saberse.
Est comprometida con Ricardo!
Naturalmente, Ricardo no debe saberlo.
Pero ella ser su esposa!
Es posible que esa unin no se realice nunca. Ya sabes cmo son
esos compromisos. Ah tienes el compromiso de Juan con la otra Alicia.
Cunto escndalo acerca de los castillos que le di. Bien, por eso empez
una guerra. Y ahora la pequea Alicia ha muerto y Juan no tiene novia.
No eran ms que nios, pero Ricardo y Alicia...
S, s. Pero lo cierto es que ella tendr un hijo, y yo no deseo que se
sepa.
Mi seor, cmo puedes guardar el secreto?
Oh, vamos. Rosamunda, no es la primera vez que nacen nios en
secreto.
En Westminster!
No, es necesario que salga de Westminster. Tienes tu casita. Otrora
fue un lugar aislado. Quiz pueda volver a serlo.
Alicia ir a esa casa?
Y deseo que la acompaes, la cuides y la distraigas. Hars eso.
Rosamunda?
Si es vuestro deseo.
Dios te bendiga, querida. Saba que poda confiar en ti.
Y se guardar el secreto de su presencia aqu?
Sabes cmo hacerlo. Dir que ella sali del palacio un tiempo, para
viajar al norte. Vendr a instalarse aqu. La cuidars, y te acompaarn
unos pocos de tus servidores de ms confianza. Los que otrora guardaron
bien nuestro secreto. Hazles saber discretamente que lo que hacen
complace al rey, y que si charlan o si son indiscretos provocarn su clera.
Gurdala aqu. Atindela. Y que tenga en paz a su hijo.
Y cuando nazca el nio?
Puedes dejar eso por mi cuenta. Conseguir que crezca en

115

condiciones dignas de su persona. Rosamunda, hars eso por m?


Como sabis, vivo para servirte.
Oh, cunto me alegro de haber visitado un da el castillo de tu
padre.
No permaneci all mucho tiempo. Tena que regresar con Alicia, y
explicarle que haba adoptado medidas. Ella no tena nada que temer. Una
querida y excelente amiga del rey, Rosamunda Clifford, se ocupara de ella;
y Enrique confiaba en Rosamunda ms que en nadie.
Mientras volva a Westminster se senta reconfortado. Como poda
comprobarse, l era capaz de afrontar las situaciones ms difciles. Y
tambin haba podido resolver este aprieto, la situacin creada por el
embarazo de la prometida de su hijo.
Deseaba casarse con Alicia. De ese modo legitimara al nio, pues
sera improbable que el matrimonio pudiese celebrarse antes del
nacimiento. Deba desposar a Alicia, pues se acercaba cada vez ms el
momento en que Ricardo reclamara a su prometida; y no era posible que
Enrique continuara apelando a subterfugios para retenerla.
De regreso en Westminster, envi un mensaje secreto a Roma; en el
propona al delegado papal, el cardenal Huguzon, que visitara Inglaterra.
Haba ciertos asuntos que podan discutirse solo personalmente. Sobre
todo, el conflicto entre los arzobispos de York y Canterbury. ltimamente
se haban suscitado ciertas controversias acerca de quin era el primado
de Inglaterra. Era un asunto que solamente el rey y el emisario del Papa
podan resolver.
En efecto. Enrique deseaba abordar ese problema, pero la verdadera
razn de su deseo de ver al cardenal era, por supuesto, el posible divorcio
de Leonor, para casarse con Alicia.

Rosamunda haba disimulado sus sentimientos frente al rey, pero en


realidad la tristeza la dominaba.
Qu diferente habra sido todo si el rey no hubiese llegado al castillo
de su padre ese da fatdico. Entonces ella tena la edad de Alicia, y haba
credo que l era el caballero ms perfecto que hubiese conocido jams. Y
as haba pensado durante mucho tiempo.
Antes de conocerlo, ella haba credo que encontrara marido, y
despus de casarse tendra hijos como sus propios padres haban tenido a
los suyos. Qu diferente era el papel de amante del rey.
Y por supuesto llegara el momento en que sera abandonada.
Siempre haba temido eso, a pesar de que Enrique le haba jurado fidelidad
eterna. Ahora, haba llegado el momento. Por el modo en que l haba
hablado de Alicia, y por la preocupacin que demostraba. Rosamunda
haba comprendido que ya no ocupaba el mismo lugar de antao.

116

Era una situacin terrible. Alicia era tan joven y ya estaba


embarazada; adems, era la hija del rey de Francia, y estaba comprometida
con Ricardo, hijo del rey. Qu ocurrira si se descubra el secreto?
Ella saba que deba hacer todo lo que estaba a su alcance para
impedir ese desenlace. Deba dominar los celos; cuidar de la nia, que por
cierto era una criatura inocente. Acaso la propia Rosamunda no saba qu
fcil era sucumbir a la seduccin de Enrique?
Y all estaba ella, que ya no era joven, la mujer que haba pecado y
que ahora no tena ni siquiera el amor de su cmplice en el pecado para
sostenerla.
En cierto sentido ella todava interesaba a Enrique, pero Rosamunda
saba que esa situacin se mantendra mientras ella le fuese til. Antao
haba amado a la reina, y ahora la odiaba.
Deba arrepentirse de sus pecados, y el nico modo de hacerlo era
ingresar en un convento. Haba meditado en ello durante un tiempo. Sus
hijos estaban creciendo, ya no la necesitaban como antes. El rey se
ocupara de ellos, porque quera a sus hijos, y sobre todo a los bastardos,
pues le haban demostrado ms fidelidad que los legtimos. Rosamunda se
ocupara de la princesa Alicia, cuidara de que el embarazo terminase bien,
y una vez que naciera el nio y la princesa pudiera retornar a Westminster,
Winchester o donde fuera que pudiese presentarse con cierta apariencia de
normalidad. Rosamunda comunicara al rey su decisin de retirarse del
mundo.
l no poda negarle eso, cuando Rosamunda haba hecho tanto por su
amante. Y ella estaba segura de que tampoco deseara negarlo. Con
tristeza, reconoca el hecho de que sin duda Enrique se alegrara de que el
romance que ambos haban vivido terminase de ese modo.

El rey recibi con honores al cardenal Huguzon. Estaba decidido a


demostrarle que senta el mayor respeto por l y su amo.
Afirm que lo complaca que el Papa y el cardenal aceptaran su pedido
y se avinieran a resolver ese desagradable asunto. Como el cardenal saba,
se haban suscitado conflictos entre Canterbury y York desde el comienzo
del exilio del santo arzobispo Toms Becket. El rey crea que era hora de
que resolviese el asunto.
El cardenal se alegr de encontrar al rey en tan amable disposicin.
Era grato verse lujosamente alojado, y recibir costosos regalos.
Vio claramente que Enrique estaba muy ansioso de agradar a Roma, y
eso siempre era reconfortante, pues un hombre tan poderoso poda causar
muchas dificultades al papado si as lo deseaba.
Que lo preocupasen las pretensiones de supremaca de York y
Canterbury era algo inesperado. Su principal inters haba sido siempre

117

reducir el poder de ambas, y someterlas a la corona. De modo que,


mientras discutan el asunto, el cardenal se preguntaba qu problema
diferente inquietaba al rey. Era evidente que haba algo en lo cual
necesitaba la ayuda del Papa.
Canterbury tuvo durante mucho tiempo el lugar principal en
Inglaterra deca el rey. Durante la ausencia de Toms Becket atendi
obligaciones que correspondan a Canterbury. Ya veis el dilema en que nos
encontramos. York no desea ceder ante Canterbury.
El cardenal se mostr comprensivo, pero en su opinin si Roma
decretaba que el arzobispo de Canterbury deba ser el Primado, era
necesario acatar la decisin pontificia. Sometera al Papa el problema del
rey, y habra un pronunciamiento formal. Era evidente que el rey deseaba
que se restableciese la jerarqua de Canterbury.
El rey asinti.
Ya que estis aqu, mi seor cardenal.... hay otro asunto.
Ah, pens el cardenal, ahora llegamos a lo que yo sospechaba.
Como sabis continu diciendo el rey, mi esposa, la reina, me
ha ofendido gravemente.
S que es ahora vuestra prisionera.
El rey alz las manos en un gesto de desesperacin.
Qu puede hacer un rey cuando su esposa pone contra l a sus
propios hijos, y los incita a la rebelin?
El cardenal asinti gravemente.
Como sabis, mi seor cardenal, recientemente he librado una
guerra en la cual mis hijos combatan al lado de mis enemigos. Su madre
los indujo a odiarme. La sorprendieron disfrazada de hombre cuando
iba a reunirse con los rebeldes, para hacerme personalmente la guerra.
No he sido muy benigno cuando me he limitado a encerrarla en uno de
mis castillos, donde siendo prisionera se la trata como a una reina?
As es, mi seor.
Muchos reyes la habran ajusticiado.
El cardenal emiti una ligera tos.
Estoy seguro, mi seor, de que jams serais culpable de tal locura.
La reina es la duquesa de Aquitania. Creo que el pueblo de esa regin se
rebelara si se daase de cualquier modo a su seora.
La mantengo vigilada dijo el rey, pero vive como una reina. No
sufre privaciones, salvo la prohibicin de viajar al extranjero y cuando
abandona el castillo la acompaa una escolta armada. En vista de lo que
hizo y trat de hacer, debo limitar sus movimientos. Mi seor cardenal, es
trgico que un hombre se vea privado de sus derechos naturales.
As es, mi seor.
Hace mucho pens en la posibilidad de separarme de la reina.
Divorciaros de la reina? Eso no sera posible
La reina y yo estamos estrechamente emparentados. Podramos

118

divorciarnos con el argumento de la consanguinidad.


El cardenal suspir. El pedido acostumbrado. EI argumento de la
consanguinidad! Era posible si uno investigaba bastante encontrar un
vnculo de sangre entre la nobleza de Inglaterra y la de Europa entera. El
problema consista en que al conceder el pedido de una parte se ofenda a
la otra.
El cardenal asegur que presentara al Papa la solicitud del rey, y el
rey poda tener la certeza de que el cardenal hara cuanto estuviese en su
poder para explicar al Padre Santo las dificultades del monarca ingls.

Richard de Luci, principal magistrado real, siempre haba sido un


hombre que mereca la confianza del rey. Desde el da en que Enrique
haba ceido la corona, Richard de Luci haba ocupado un alto cargo y
jams haba fracasado en el servicio del rey. En determinadas ocasiones
haba irritado al monarca, pero Enrique tena sensatez suficiente para
saber que Richard de Luci se aferraba a sus opiniones slo porque crea
que convenan al bien de Inglaterra y al rey. Un gobernante sagaz no se
formaba mala opinin de un servidor que lo contradeca por su propio
bien.
Richard de Luci era hombre del rey, y como ahora se haba presentado
ante Enrique con una expresin sombra en el rostro, el monarca se mostr
dispuesto a escucharlo.
Tal como era su costumbre Richard fue directo al punto.
La visita del cardenal Huguzon no tuvo el propsito exclusivo de
resolver la controversia entre Canterbury y York. Mi seor, estis
considerando la posibilidad de divorciaros de la reina.
Es irritante estar unido a una persona que ha demostrado ser mi
enemiga.
Richard convino en eso.
Mi seor, cul sera la suerte de la reina si os divorciis y volvis a
casaros?
Continuara siendo mi prisionera. Por los ojos de Dios, Richard,
creis que conceder la libertad a esa mujer para que regrese a Aquitania
y conspire contra m?
No, mi seor, no creo que hicierais tal cosa. Pero ruego consideris
el asunto con mucho cuidado.
El rey pareca exasperado, pero Richard ms de una vez haba
ignorado los signos de la creciente clera del monarca.
Imaginis que no he considerado este asunto con el mayor cuidado!
exclam el rey.
S que ha sido vuestra principal preocupacin durante un tiempo.
Pero os lo ruego, mi seor, consideris de nuevo qu significara este

119

divorcio.
Me librara de esa loba que me ha perseguido y envenenado el alma
de mis hijos.
Ms que eso, mi seor. Os librarais de Aquitania.
La retendra.
Richard mene la cabeza.
La reina es la duquesa de Aquitania, y vuestro hijo Ricardo ha sido
proclamado duque.
Es un ttulo sin importancia. Aquitania es ma.
Recibisteis el ttulo al desposar a la duquesa, pero el pueblo jams
os aceptara. Se han mostrado fieles a la reina, y la consideran su
verdadera seora. Si os separis de la reina, tambin perderis Aquitania.
Por los ojos de Dios, Richard, queris que continu unido a una
mujer a quien odio.
Mi seor, yo no podra hacer nada si vuestra decisin contrara mis
consejos. Mi deber es recordaros qu significara ese divorcio. La reina es
una gran heredera. Aquitania se alzara contra vos. Y qu me decs de
Normanda?
Mis hijos han jurado que no tomarn las armas contra m.
Mi seor, sabemos qu significan esos juramentos en las
situaciones urgentes.
Maldicin, Richard, me inquietis. Ya estaba decidido. Pero mi buen
amigo, s que decs lo que decs por amor y lealtad a mi persona.
En ese caso, he logrado lo que me propona.
Entonces, creis que no hay modo de obtener el divorcio sin iniciar
una disputa que continuar por el resto de mi vida?
En efecto, mi seor, eso creo.
Pero deseo volver a casarme.
Mi seor, no podis contentaros con una amante? Hace mucho que
echasteis mano a tales compromisos.
Ahora no es tan fcil. Decidme la verdad. Richard, habis odo
rumores?
Los o, seor.
Entonces, se habla del asunto.
Discretamente, y solo en ciertos ambientes. Debemos cuidar de que
la noticia no se difunda.
Pero, Richard, qu puedo hacer?
La dama ha abandonado la corte. Viaj hacia el norte para
completar su educacin. Cuando regrese ms valdr que no volvis a verla.
Eso es imposible.
Habra que casarla sin perder tiempo.
El rey golpe la mano izquierda con el puo derecho.
No dijo. Jams lo aceptar.
Si ella no fuese la hija del rey de Francia...

120

Precisamente porque lo es, puedo desposarla.


La prometida de vuestro hijo!
Tales compromisos a menudo quedaron en nada.
As es. Pero el divorcio debe inducirnos a reflexionar. Mi seor,
debis considerar si estis dispuesto a un nuevo matrimonio y a perder
parte de vuestros dominios, o si prefers retenerlos y continuar casado con
la reina.
El cardenal sugiere que un divorcio sera posible.
En efecto, mi seor, acaso su amo no vera con agrado que vuestro
poder disminuyera?
Estis decidido a frustrarme.
Estoy decidido a serviros con todo el corazn y todas mis fuerzas, y
si al hacerlo os ofendo, que as sea.
El rey aferr el brazo de Richard de Luci.
Mi buen amigo dijo, veo que debo interrumpir esta conversacin
y meditar acerca del asunto.
No pudo dormir; atraves a caballo el bosque, y entreg el animal
sudoroso a sus palafreneros; se acost un rato, y pens en el futuro.
Medit largo rato; lleg a una conclusin, y despus la cambi.
Y entretanto, una idea le martillaba el cerebro; su amor a Alicia, y la
prdida de Aquitania. Alicia y el conflicto. Retener a Leonor, la reina
odiada, o perder parte de su imperio.
A menudo pensaba en su bisabuelo el Conquistador, y le pareca que
ese hombre lo visitaba en sueos. Vea el desdn y el desprecio en ese
rostro severo. Para Guillermo el Conquistador esta situacin no habra
representado un problema. Jams haba concebido que una mujer fuese
ms importante que el poder. En los mismos sueos vea a su abuelo
Enrique I. Era un hombre que necesitaba mucho de las mujeres, quiz
ms que su nieto. Tambin l meneaba gravemente la cabeza. Era
inconcebible que el descendiente de estos hombres contemplase la
posibilidad de un desastre en el imperio que ellos haban dejado slo
porque quera desembarazarse de una mujer y tomar por esposa a otra.
Era un conflicto entre el amor y el poder. Y Enrique Plantagenet era
rey, y descenda de Guillermo el Conquistador. A decir verdad, no
necesitaba continuar meditando. Saba lo que tena que hacer.

En la residencia de Woodstock se acercaba el momento del parto de


Alicia.
Rosamunda la cuidaba mucho, y acab simpatizando con la joven. En
cierto sentido se parecan, y sa era quiz la razn por la cual ambas
haban atrado al rey.
Rosamunda se sentaba al lado del lecho de la princesa mientras

121

cosa, y Alicia le preguntaba acerca de las dificultades del parto.


Rosamunda deca que rezaran para que el Cielo les concediera un
alumbramiento fcil. Dudaba de que as fuera. Alicia era joven, y quiz no
estaba preparada para el parto. Rosamunda temblaba, y pensaba en la
clera del rey si algo sala mal durante el alumbramiento.
Se consagr a la atencin de la joven. Era el ltimo servicio que
cumplira para Enrique. Haba decidido que apenas naciese el hijo de Alicia
y la muchacha se recuperase, ella misma entrara en un convento. Haba
elegido Godstow, y ya haba enviado regalos a esa casa; y saba que cuando
llegase el momento se la recibira de buen grado.
Entretanto, haba que atender a Alicia.
La joven era bella, y crea que el rey era todopoderoso. En cierto
sentido era inocente, y pareca desconocer la relacin anterior del rey con
Rosamunda. Quiz eso facilitaba las cosas.
Alicia hablaba del rey, porque incluso ella saba que Rosamunda tena
que comprender que Enrique era el padre del nio.
Era un hombre grande y bueno, deca Alicia a Rosamunda, y estaba
casado con una mujer perversa. La reina era una emisaria del demonio, y
el rey deseaba apartarla y casarse con Alicia.
Querida dijo Rosamunda, no ests comprometida con el
prncipe Ricardo?
Lo estaba, pero eso ya no importa. El rey as lo dice, y l sabe de
qu habla.
De modo que la joven Alicia crea que pronto sera reina de Inglaterra.
Antao Enrique haba prometido lo mismo a Rosamunda. Haca mucho
que l odiaba a la reina. Cun a menudo l le haba hablado de alejarla!
Haba dicho que el divorcio no sera difcil, porque poda tenerse la certeza
de que estaban unidos por vnculos de sangre. Por entonces, l haba
prometido a Rosamunda que ella sera su reina.
Y ahora estaba Alicia, esa joven princesa que pronto tendra un hijo,
con la ayuda de Rosamunda, la amante abandonada.
Pasaron los meses. Caminaban por los jardines; conversaban; cosan
ropas para el nio, y Rosamunda retir de los arcones las que haban
usado sus propios hijos... medio hermanos del pequeo que se preparaba
para nacer. El hijo de Alicia deba usar esas prendas. Por qu no, puesto
que los una un fuerte vnculo?
El rey es bueno con todos sus hijos dijo Rosamunda.
No es perverso que sus hijos se vuelvan contra l? exclam Alicia
. La madre los arruin. Pero pronto ella se separar de Enrique. No
podr usar mucho tiempo ms el ttulo de reina de Inglaterra.
Rosamunda tena ms aos y era ms sabia; haba odo promesas ya
olvidadas. No tena objeto sugerir a Alicia que quiz el rey no consiguiera
fcilmente el divorcio.
A su debido tiempo, Alicia sinti los primeros dolores del parto, y dio

122

a luz una nia que muri pocas horas despus del nacimiento.
Alicia estaba muy dolorida. Cuando fue a visitarla el rey fingi que
senta lo mismo; pero no poda dejar de pensar en su fuero ntimo que
quiz ese desenlace era el ms conveniente para todos.
Querida, cuando te hayas recuperado dijo, debes regresar a la
corte, y si te ven un tanto demacrada, diremos que el viaje fue agotador y el
clima no te sent.

Rosamunda dijo serenamente:


Mi intencin es entrar en un convento.
Enrique contest:
Creo que ha sido tu deseo desde hace mucho tiempo.
Necesito soledad y meditacin. Creo que ha llegado el momento de
que pida el perdn de mis pecados.
Rosamunda, mi Rosa del Mundo, eres una mujer buena. Dios
perdonar tus transgresiones.
No todos coincidirn con vos. He odo decir que en otros crculos me
llaman Rosa-Inmundi, la Rosa de la Lujuria.
Siempre habr quienes arrojen piedras sobre otros.
Sin embargo, me agobia la culpa, y deseo pasar los ltimos aos de
mi vida en el arrepentimiento.
Adnde iras?
A Godstow. Ya he realizado ciertos arreglos. Estn dispuestos a
recibirme.
Cuando lo hagan, les enviar regalos. No se perjudicarn
aceptndote.
Rosamunda dijo:
Como siempre, eres bueno conmigo.
Pero vio el alivio en el rostro de Enrique. Deseaba que ella procediese
as. Enviara regalos a Godstow porque el convento ofreca refugio a su
amante. Ya no la necesitaba, pero la haba querido tanto que deseaba verla
cmodamente instalada.
As, con el corazn entristecido, Rosamunda se retir al convento, y
Alicia regres al palacio.
El rey saba que no poda abrigar la esperanza de divorciarse de
Leonor, pero al mismo tiempo estaba decidido a retener a Alicia.

123

LA REINA LLEGA A LA CORTE

El joven rey Enrique estaba inquieto. Tena que soportar demasiado.


Apenas poda moverse sin que su padre lo supiera. Estaba fatigado de que
le ordenaran que hiciera esto y aquello; haba un solo modo de gobernar, y
era el que mostraba su propio padre.
Saba cmo empleaban su tiempo hombres del carcter de Philip de
Flandes. Philip era un glorioso caballero, hbil en las justas, y su fama se
extenda a Europa entera. Pronto hara una peregrinacin a Tierra Santa.
Philip era rico, y vesta lujosamente; sus caballos tenan hermosos arreos,
y los hombres lo admiraban.
Por su parte Enrique tena muy poco. El nico modo de vivir
cmodamente era contraer deudas. No tena dificultad en obtener
prstamos, porque era el hijo del rey, y l mismo un rey. Eso era lo que lo
irritaba. Era rey y no lo era; el ttulo era una palabra y nada ms.
Los hombres teman al padre, de modo que manifestaban escaso
respeto al hijo; y cuando cabalgaba al lado de esa figura maciza, con las
ropas gastadas por el uso y sin adornos, y contemplaba esas manos a
menudo curtidas por el tiempo, ansiaba gritar para expresar su
frustracin.
Su amigo William Marshall ya no le agradaba tanto como antes. Oh,
William era un excelente caballero, y un amigo fiel, pero no se pareca a
Philip de Flandes. Ms aun, a veces Enrique pensaba que William crea
conveniente que el joven se sometiese a la gua de su padre.
Cuando pens en Philip de Flandes, se pregunt si tambin l poda
realizar una peregrinacin. No importaba lo que fuese, si de ese modo
poda huir de su padre.
Record las ancdotas que le haba relatado su madre, y cmo el
propio duque de Aquitania, deseoso de obtener un hijo varn, haba
decidido ir a Compostela para pedir auxilio en el santuario de Santiago. El
camino era difcil, las condiciones terribles, y el duque haba contrado una

124

fiebre muy grave. Haba comprendido que su fin estaba cerca, pero lo
haban llevado en litera, y finalmente enterrado frente al altar principal de
la iglesia de Santiago de Compostela.
No era natural que su nieto sintiese la necesidad de realizar una
peregrinacin al santuario de Santiago, y a la tumba de su abuelo
materno?
Explic sus deseos a Enrique.
Por qu? pregunt el rey.
He cometido el grave pecado de tomar las armas contra mi padre.
Tu padre te ha perdonado, y lo mismo te perdonar Dios.
El asunto puede pesar gravemente sobre mi conciencia.
Entonces dijo el rey, me alegro, pues as debe ser; y te advierto
que el mejor modo de expiar ese pecado es trabajar duro y aprender cuanto
antes todo lo que deseo ensearte.
Siento la necesidad de ir a Compostela.
Y yo, hijo mo, siento la necesidad de tenerte aqu, y puedo
asegurarte que mi necesidad es mayor que la tuya.
Se me trata como si fuera un nio dijo Enrique con expresin
hosca.
Comprtate como un hombre, y gnate el derecho de ser tratado como
tal.
Otros hacen estas peregrinaciones.
Quiz no tienen reinos, y no necesitan aprender a gobernarlos.
Philip de Flandes se propone ir a Jerusaln.
Que vaya. Evitar que sienta deseos de cometer fechoras.
De ese modo obtendr la remisin de sus pecados.
No dudo de que lo necesita, porque creo que ha cometido muchos. Y
ahora, no quiero or ms de eso. No debes ir a Compostela. Continuars
cerca de m, de modo que yo pueda prepararte para ceir la corona cuando
llegue el momento.
Pero padre...
He dicho rugi el rey; y cuando sus ojos comenzaron a despedir
chispas, el joven comprendi que haba llegado el momento de interrumpir
la conversacin.

El rey se senta inquieto, como le ocurra siempre que reciba noticias


de Ricardo.
El joven vena a Inglaterra pues estaba alarmado por los alzamientos
en Aquitania, y deseaba consultar con su padre.
Era casi seguro que exigira ver a su prometida, y eso era algo que el
rey no poda permitir. Ahora estaba a menudo con Alicia, y la pasin que
ella le inspiraba no disminua. Amaba a la joven, y a medida que ella creca

125

ms profunda era la devocin del rey. Estaba decidido a evitar la


separacin; pero al mismo tiempo, poda continuar diciendo que ella y
Ricardo eran demasiado jvenes?
Si Ricardo vena a Inglaterra, Alicia tendra que alejarse. Poda
enviarla de nuevo a la casa del bosque, pero ahora Rosamunda no estaba
all. Enrique no poda retirarla de Godstow con el fin de que atendiese a su
amante. Aun as, poda enviar a Alicia a la casa, donde la atenderan los
buenos servidores que haban rodeado a Rosamunda, y a quien el propio
Enrique, con cierta previsin, haba retenido. De una cosa estaba seguro:
Ricardo y Alicia no deban encontrarse.
Le agradara ver a su hijo, porque hasta cierto punto lo admiraba. El
muchacho estaba demostrando que era un valeroso comandante, un
luchador excelente y un individuo que tena el genio de la batalla. Era
diferente del joven Enrique y de Godofredo, que pensaban solo en el placer
y en la conquista fcil del poder.
Y ahora Ricardo deba llegar a Inglaterra con su hermano Godofredo,
y el rey decidi que mostrara a sus sbditos cunta amistad lo una a sus
hijos. Se aproximaba la Pascua, y todos deban celebrarla reunidos. En ese
sentido, haba mejor lugar que el castillo de Winchester? Sin embargo, el
joven Enrique deseaba marchar a Normanda, y cuando se habl de la
necesidad de que un miembro de la familia estuviese all, el rey autoriz la
partida. El joven Enrique se senta sobremanera satisfecho ante la
perspectiva de evitar a su padre; y en efecto, realiz preparativos
inmediatos para salir.
Pero los vientos no lo favorecieron, y como ya se acercaba la Pascua,
el rey le orden que se uniese a las celebraciones de Winchester, de modo
que pudiese realizarse la intencin original de organizar un festejo con la
presencia del monarca y sus hijos.
Ahora el rey tena consigo a sus cuatro hijos, y el hecho lo complaca.
Tena que aconsejar a Ricardo y a Godofredo, y ansiaba llegase el momento
de llamar al joven Juan, el nico de los hijos de Leonor de quien poda
esperar afecto. Haba llegado a la conclusin de que deba otorgar cierta
libertad al joven Enrique, porque de lo contrario acabara rebelndose. Por
esa razn haba aceptado enviarlo a Normanda; pero mientras estaba all
los servidores de Enrique tenan que vigilarlo de cerca, de modo que no
cometiese fechoras.
Cunto le habra agradado discutir con ellos los asuntos oficiales y
hacerlo francamente, porque no era necesario apelar a la reserva o la
cautela. Si hubiesen sido hijos fieles, tal habra sido el caso. Ahora,
aunque fingan amistad, sospechaban unos de otros.
Ricardo fue el ms franco de todos. Dijo lo que quera decir sin apelar
a subterfugios; y lo que deseaba era que lo ayudasen en Aquitania. No era
tan popular con sus habitantes como hubiera deseado ser.
El hecho de que t y yo seamos amigos dijo secamente, induce

126

a la gente a rechazarme. Creen que soy un enemigo de mi madre.


Seguramente saben que no es se el caso.
Piensan que si soy tu amigo no puedo serlo de ella. Necesito
formular un pedido.
Enrique experiment un sentimiento de temor y aprensin. Ahora el
joven pedira ver a Alicia, y preguntara cundo deba celebrarse el
matrimonio.
Se equivoc. En cambio, Ricardo dijo: Deseo ver a mi madre.
Tu madre esta en el castillo de Salisbury.
Nos hemos reunido aqu. Ella debera acompaarnos.
Olvidas que me traicion.
No podras decir lo mismo de tus hijos?
Podra. Por desgracia para m.
Sin embargo, nos perdonaste. Por qu no la perdonas?
Porque ella los puso contra m. Con la leche de su seo les dio
calumnias y ofensas en perjuicio de mi persona. De no haber sido por ella
no hubiramos soportado estas dificultades. Yo habra sido un padre con
hijos fieles y buenos.
Ella no modific nuestro carcter.
Qu quieres decir?
Nos alzamos contra ti porque nos diste ttulos, y despus no quisiste
que tuviesen significado. Mi madre nada tuvo que ver con eso.
Puedes ir a Salisbury para verla, pero no estars solo con ella.
No dijo Ricardo. Ella debe venir aqu. Si la invitis aqu y viene,
en Aquitania sabrn que yo ped verla, y que eres su amigo. Slo as me
recibirn.
El rey guard silencio.
Que mi madre regrese a Aquitania conmigo insisti Ricardo.
Jams insisti el rey.
Debo volver con ella y con mi prometida.
El rey apret los labios. De pronto dijo: Tu madre vendr aqu, a
Winchester. Permanecer unos das, y despus regresar a Salisbury. El
pueblo de Aquitania ver entonces que la trajimos aqu porque lo pediste.
As, no podrn decir que no eres su amigo.
Ricardo inclin la cabeza.
Est el asunto de mi prometida continu.
Pacifica a Aquitania dijo el rey, y despus ser el momento de
que pienses en el matrimonio.
Deseo ver a la princesa Alicia. Seguramente ya tiene edad suficiente
para casarse. Mi hermano Enrique me dice que el rey de Francia pregunta
por qu se ha demorado tanto el matrimonio.
La princesa est viajando por el norte. Si regresa mientras ests
aqu, sin duda se vern. Resuelve tus problemas en Aquitania, y despus
veremos si hay matrimonio. Entretanto, te prometo lo siguiente: vers a tu

127

madre; la traeremos aqu, a Winchester.

Leonor ri en voz alta cuando supo que deba viajar a Winchester.


Qu alegra ver a su amado Ricardo! La complacera encontrar a Enrique y
a Godofredo, y quiz al pequeo Juan. Pero quiz lo mejor sera
encontrarse de nuevo con su marido. Su mente ya comenzaba a imaginar
insultos. Anhelaba decirle lo que pensaba de l, y sostener una de esas
batallas verbales que siempre la haban excitado.
Orden llamar a sus costureras. Felizmente en Salisbury no le faltaba
ninguna comodidad; si era prisionera, en todo caso mantena su rango
real. Haba poco que hacer en esa crcel, y sus servidoras le
confeccionaban vestidos, y como siempre se haba destacado por su
elegancia dudaba de que en la corte del rey nadie pudiese vestir prendas
como las que ella misma diseaba.
Muy animada, fue de Salisbury a Winchester, rodeada por los
guardias del rey. Se alegr mucho cuando vio las torres del palacio, y
mientras avanzaba a caballo rea en voz alta, regocijada por su propio
triunfo.
El rey la recibi, y durante unos instantes se miraron atentamente.
Ella inclin la cabeza y sonri.
De modo que al fin nos vemos, mi seor dijo.
El rey hizo un gesto en direccin a los que estaban en la cmara.
Dejadnos orden.
Bien, estamos solos dijo. Por Dios. Enrique, veo cabellos grises
y profundas arrugas en tu rostro.
Como bien sabes, tengo muchas preocupaciones.
S que tus hijos no te aman.
Su madre envenen la mente de todos.
Ella se encogi de hombros.
Los actos de su propio padre los malquistaron. Por qu me
permitiste venir aqu?
Para que puedas ver a tus hijos.
Qu indulgente! Vamos, Enrique, hay razones que no son el amor
que les tienes... o me tienes.
No te profeso el ms mnimo afecto.
Me lo tema se burl ella.
Pero eres la madre de mis hijos, y pidieron verte.
De modo que nos veremos. Me alegro. Y me trajiste aqu para
complacer a mis sbditos de Aquitania. No es as? Si saben que estoy aqu
esta Pascua, te odiarn menos, y comprendern que Ricardo es mi amigo.
Enrique, marido mo, eso es habilidad poltica, y debo decir que sabes
hacerlo muy bien.

128

Gracias.
Y ahora que Ricardo est aqu, tenemos que discutir algo... l, yo y
quiz t.
De qu se trata?
Por supuesto, de su matrimonio. Ella lo estudiaba atentamente.
Y dnde est nuestra querida princesita? Confieso que esperaba verla
aqu.
Fue al norte para atender su salud.
La reina enarc el ceo.
Entonces, est enferma? No enferma de amor... por Ricardo? pero
ella todava no lo ha visto, verdad?
Ya haba partido cuando l lleg.
Qu jovencita grosera! No ansa ver a su prometido?
Hubiera credo que despus de tu encierro te interesara discutir
otras cosas, y no el compromiso de Ricardo.
Podra pedir mi libertad. Estaras dispuesto a concederla?
Si lo hiciera, cmo sabra que no comenzaras a conspirar contra
m, como lo hiciste antes?
Es algo de lo que jams podras estar seguro.
Ya ves por qu debes continuar siendo mi prisionera.
Cre que podramos hacer un trato.
Por qu debo hacer un trato con una prisionera?
Deseas el divorcio?
Quin te lo dijo?
Hay rumores.
No debes confiar en los rumores
Oh, depende de la fuente. Imagino que si acepto el divorcio me
dars la libertad.
Enrique dijo:
No habr divorcio.
O decir que ya elegiste a la prxima reina.
Quin te dijo tal cosa? Le cortar la lengua, porque no me agrada
que digan tales mentiras de m.
De modo que es cierto, eh?
Si fuera cierto que deseo un divorcio, por qu no podra negociar
como t misma sugieres?
No dudo de que tienes tus razones.
No dijo Enrique, no he pedido el divorcio.
Diste generosos regalos al cardenal Huguzon. Fue sencillamente
para resolver la disputa entre York y Canterbury''
No te traje aqu para discutir contigo mis actos.
No. S muy bien por qu me trajiste. Siempre te mueve una
ambicin. Es necesario que Ricardo demuestre a mi pueblo que es mi
amigo, no el tuyo. Por eso tratas de convencer a la gente de que l te indujo

129

a permitir esta reunin. Enrique Plantagenet, no creas que no conozco tus


mtodos.
Enrique se encogi de hombros.
Deseo que sepas que si te atreves a daarme, regresars a una
crcel todava ms rigurosa.
Leonor asinti lentamente.
Qu te propones hacerme, marido mo? Asesinarme? As el
camino quedara libre, sin complicaciones, verdad? Pero por supuesto,
debes esperar a que Aquitania est pacificada, y acepte por duque a
Ricardo. Despus, si puedes retenerlo cmo vasallo cosa que dudo
Aquitania ser tuya, como siempre lo quisiste. Hay que esperar mucho
tiempo, y el tiempo es importante para ti. Qu deseas hacer? Obtener de
ella un heredero? Enrique, ya tienes herederos, y mira cuantas dificultades
te acarrearon.
Dices tonteras afirm el rey.
No, no, digo cosas sensatas, pero no te agradan. Qu crees que
dir el rey de Francia cuando sepa que su hija fue deshonrada?
Qu dices?
Qu ignorancia! Pobre nia. Apenas salida de la cuna. Pero afirman
que los viejos cuyos sentidos estn saciados buscan nuevas sensaciones.
Los nios, eh?
Enrique avanz hacia ella, la mano en alto.
Eso mismo. Enrique, golpame. Agradar mucho a la gente de
Aquitania. As se sabr que te irrit dicindote que habas seducido a la
hija del rey de Francia.
Hizo una pausa, tratando de mantener el control de su clera.
Sal de aqu contest. Antes de que te mate con mis propias
manos. Sal de aqu!
Me agradara saber qu sentir cuando me pongas las manos
encima. Antao lo hiciste muy tiernamente. Lo recuerdas? Solo s que
maldigo el da que te conoc. Eso fue antes de que naciera la princesa de
Francia. Pero estuvo la bella Rosamunda verdad? Jams olvidar su
terror cuando el hilo de seda me llev a su madriguera. Y t eras el traidor.
El hilo estaba adherido a tu espuela. Pero, acaso no nos traicionaste a
todos?
Si no me dejas ahora mismo, no respondo de mis actos.
Era cierto. Leonor advirti que si bien l se haba esforzado por
mantener el control de sus actos, ahora estaba perdiendo los estribos.
l olvidara la diplomacia. Perdera hasta el ltimo gramo de sensatez
si esa rabia demonaca se le impona.
Ella no deseaba morir: esboz una reverencia burlona y se retir.

130

Cuando su clera se disip. Enrique afront los hechos.


De modo que ella saba. Esa loba maldita saba que Alicia haba sido
su amante. Qu poda hacer? l poda tener la certeza de que lo que ella
hiciera sera para infligirle el mayor dao posible.
El rey de Francia se enterara del asunto. Ricardo lo sabra, y pronto
el mundo entero se alzara contra Enrique. l tena cierta experiencia de lo
que poda esperar. Muy poco tiempo antes haba superado el problema que
era resultado de su relacin con el asesinato de Toms Becket. Y a qu
costo para su dignidad real! No deba saberse que haba tomado a la
prometida de Ricardo, y que ella haba engendrado un hijo del rey. Pero
Leonor saba, y su principal alegra en la vida era trabajar contra su
marido.
Qu poda hacer?
Alicia no deba reunirse con Ricardo. No era solo que l deseaba
conservarla para s mismo. Era demasiado joven, careca demasiado de
astucia para mantener sus secretos. Alicia deba continuar al lado del rey,
y ste necesitaba encontrar un medio de alejar a Ricardo. Si Leonor echaba
a rodar rumores, Enrique afirmara que los haba inventado por despecho.
El rey crea haber hecho progresos con el joven Enrique; los ltimos
meses el muchacho se haba mostrado casi afectuoso con l. Ricardo sera
siempre su enemigo. Era demasiado el hijo de su madre para adoptar otra
actitud. Godofredo tenda a seguir a su hermano mayor. Ambos podan ser
influidos ms fcilmente que Ricardo.
Deba hacer todo lo que estuviese en su poder para impedir que ella
transmitiese esa informacin a Ricardo, y si ella intentaba apartar de su
padre a Enrique y Godofredo, l les explicara que la propia Leonor haba
hecho una vida que no era ejemplar, ni mucho menos. Despus de todo,
cuando recordaba los escndalos que ella haba provocado durante su
juventud, cmo podra atreverse a juzgarlo porque se haba enamorado de
una joven que era la prometida de uno de sus hijos?
Lstima que haba parecido necesario permitirle que saliera de su
crcel. Aunque comprenda que eso haba sido buena poltica. Enrique
lamentaba profundamente la necesidad de dicho paso.
El perodo de libertad pronto terminara, y Enrique no se apresurara
a permitirle otra salida.

Muy pronto Leonor encontr la oportunidad de hablar a solas con


Ricardo. Se reunieron en el nuevo jardn, donde podan gozar de cierto
aislamiento.
Leonor dijo:
Mi querido hijo, debemos decir lo que pensamos y darnos prisa,
porque no creo que tu padre tolere mucho ms tiempo esta libertad. Habl

131

con l, y me expres su odio. Se muestra sobremanera prevenido, contra ti,


hijo, a causa de Alicia.
La princesa Alicia? Mi prometida.
Debo decirte algo, Ricardo. Se ha convertido en la amante de tu
padre, y por eso l impide que se rena contigo.
Que le aproveche. No deseo una amante de la cual ya se cans.
No, por supuesto. Pero hijo mo, debes pensar lo que haces. Tienes
que preguntarle dnde est tu prometida. No le des paz. El rey de Francia
debe insistir en tu matrimonio con la princesa Alicia. Ese es el mejor modo
de molestarlo. Jams lo vi tan conmovido como cuando la mencion. Es
astuto. Tiene ms ingenio que sus enemigos. Mentir, formular promesas
que no piensa cumplir; pero no puede ocultar su deseo de esa muchacha.
Y la idea de que pueda conocerse su relacin con ella lo alarma ms que la
posibilidad de entrar en batalla.
Cunto tiempo lleva esto?
Creo que un ao o dos. Me lleg un rumor de que tuvo un hijo de
Enrique.
Por Dios y todos los santos! Conseguir que el mundo entero lo
sepa.
Todava no, Ricardo. Todava no. Finge ignorancia un tiempo.
Irrtalo. Si todos lo supieran, qu ocurrira? Habra un escndalo. Pero
con el tiempo resolvera el problema. En su voz se manifestaba cierta
renuente admiracin. Recuerda lo que ocurri en Canterbury. Quin
habra podido humillarse y de hecho salir honrosamente librado! Una
flagelacin pblica! No. Lo que lo perturbar ms es el hecho de que habr
intentos de arrebatrsela. De modo que, hijo mo, pide a Luis que insista
en la celebracin de tu matrimonio. Dile que ests impaciente por conocer
a tu prometida. Que apremien a tu padre con constantes reclamos de que
libere a la joven, pues puedes tener la certeza de que querr mantener
secreto ese vnculo todo el tiempo que pueda.
Ir a verlo y le enrostrar su villana.
S que lo haras, y tu franqueza es un rasgo de carcter que me
alarma un poco. Me lleg tu nuevo apodo: Ricardo No y S, porque en tu
caso las dos respuestas tpicas son: As ser o As no ser. Tendrs que
aprender que a veces es necesario dar largas, y tu padre debera ser tu
mejor maestro en ese arte.
Querras que me comporte como l?
Lo odio, y te amo. Pero odindolo como lo odio de todos modos
advierto en l cierta grandeza. Su sensualidad lo destruir, como destruy
nuestro matrimonio. Pero no lo subestimes, porque es un adversario
formidable. Combtelo con sutileza. Trata de que la venganza que te tomes
lo hiera profundamente.
Madre, har como me aconsejas. No sabr que conozco la seduccin
de mi prometida. No la tendr, pero no permitir que nadie lo sepa, y la

132

rechazar slo cuando me la presenten.


Nada me importa esa tonta muchacha. Lo nico que deseo es
humillarlo.
Cmo lo odias!
T no?
Desde que yo era muy nio me demostrasteis quin es l.
La reina sonri, muy complacida. Al rey le esperaban tiempos difciles.

Para Ricardo era difcil mantener secreto su disgusto. No era que lo


impresionase demasiado el hecho de que su padre haba seducido a una
joven; la moral de Ricardo no era muy severa; pero que su padre se
atreviese a tomar a quien era su prometida, representaba un insulto
personal.
Se vengara, pero lo que su madre deca era cierto. Por el momento,
deba hacer todo lo posible para fingir amistad con el rey, porque
necesitaba ayuda para reprimir las rebeliones de Aquitania. Tena que
afrontar el hecho de que en esa provincia no era popular. Aunque era el
favorito de su madre y ella deseaba que lo coronasen duque, el pueblo no lo
quera. No perteneca al sur. Una ojeada a ese joven de piernas largas y
cabellos dorados bastaba para determinar que era normando, tantas
caractersticas de los vikingos se manifestaban en l: los ojos azules, los
cabellos rubios, la figura alta, el modo de montar a caballo, su inmensa
fuerza fsica. Es cierto que era poeta y gustaba de los trovadores, pero
incluso sus canciones tenan cierta aura nrdica. Se parecan ms a las
que Rollo y sus hombres haban cantado cuando descendan por el Sena
para asolar a Francia, y no a las voluptuosas baladas del sur.
El pueblo de Aquitania no poda aceptarlo del todo. Sospechaba de su
inmensa energa. Poda ser muy fiel en la batalla, y todos lo miraban con
sospecha. Deseaban recuperar a Leonor. La comprendan. Admiraban su
elegancia; y su espritu aventurero los atraa. Ya les haban arrebatado a
su duquesa, y aunque todos aseguraban que Ricardo era su hijo
bienamado, la gente no confiaba en l del mismo modo que no confiaba en
su padre.
De manera que necesitaba ayuda. En su caso, lo mejor que poda
ocurrirle era regresar con su madre.
Pero eso era algo que el rey no permitira.
ste orden llamar a sus dos hijos, Enrique y Ricardo, y les explic lo
que deseaba de ellos.
Haba resuelto de golpe dos problemas.
Enrique acompaara a Ricardo a Aquitania, y lo ayudara a mantener
all el orden.
Enrique no protest. Su principal deseo era sacudir el yugo que segn

133

afirmaba, su padre le impona. Bastara que se alejase y pusiese el mar


entre ellos para sentirse libre.
De modo que Leonor regres a Salisbury, y Ricardo se prepar para
viajar a Francia. Antes de iniciar el viaje, Margarita, esposa de Enrique, fue
a Canterbury para rezar en el santuario de Santo Toms Becket. Deseaba
tener un hijo, y pidi al santo que intercediese por ella.
Despus, los hermanos y Margarita abandonaron Inglaterra.

134

EL JOVEN REY

Hubo una diferencia de opinin entre los hermanos. Ricardo deseaba


regresar a Aquitania con la mayor rapidez posible, pues la perspectiva de la
batalla siempre lo entusiasmaba. Pero Enrique no tena la misma prisa. Se
haba liberado de su padre, o por lo menos eso crea, y quera aprovechar
lo mejor posible su buena suerte.
Margarita expres el deseo de ver a su padre, y Enrique dijo que antes
de acompaar a Ricardo a Aquitania visitara al rey de Francia.
Luis lo recibi complacido, y como de costumbre trat a Enrique como
a su propio hijo. Amaba mucho a sus hijos, y siempre lo complaca
sobremanera la compaa de cualquiera de ellos. Cuando supo que
Margarita haba estado en Canterbury para orar en el Santuario de Santo
Toms, elogi el gesto de la joven.
Un santo cuya muerte fue una de las grandes tragedias de la
Cristiandad coment. Jams olvidar el da que recib la noticia de su
asesinato. Estoy seguro de que tus plegarias sern odas y atendidas.
Luis organiz servicios especiales para la pareja, y los jvenes se
convencieron de que muy pronto veran realizado su principal deseo.
Al joven Enrique lo complaca saber que si su padre se enteraba de
que haba visitado al rey de Francia, se sentira furioso. Aunque
recientemente haba fingido afecto por su padre y quiz a veces lo haba
sentido un poco, ahora que ya no estaba con l su resentimiento se
acentuaba, y el odio era tan intenso como siempre.
Explic a Luis que haban visto a su madre; Luis no poda mostrarse
indiferente frente a nada que se relacionara con Leonor, y quiso saber cmo
estaba en su crcel.
Ha cambiado poco dijo Enrique al rey.
Es capaz de afrontar las peores aventuras sin sufrir dao dijo
admirado Luis.
Despus, Enrique habl del asunto que su madre haba sugerido que

135

se propusiera al rey de Francia.


Ricardo envidia nuestra felicidad conyugal dijo Enrique. Se
pregunta cundo recibir a su prometida.
Yo tambin me lo pregunto dijo Luis, frunciendo el ceo. No
comprendo a qu responde esta demora. Ahora Alicia tiene diecisis aos.
Sin duda es una edad apropiada para el matrimonio.
Y Ricardo tiene casi veinte. Es justo que reciba a su prometida.
A qu responder esta demora? pregunt Luis.
A alguna vil maniobra de mi padre contest Enrique. Podis
estar seguro de ello.
Carece de sentido dijo Luis. El rey de Inglaterra desea el
matrimonio, y tambin yo. Sin embargo, la princesa contina en la corte
inglesa, y no vuelve con su padre ni va con su marido.
Qu os proponis hacer al respecto? pregunt Enrique.
Parecera que el rey de Inglaterra tiene intenciones que no revela
francamente. Enviar un mensaje al Papa, y pedir su ayuda en esta
cuestin.
El joven Enrique se separ del rey de Francia y fue a Poitiers, la bella
capital de Aquitania erigida sobre una colina. El joven rey pens que entrar
en batalla era absurdo. Haba tantas cosas que eran ms entretenidas.
Aquitania, as llamada a causa de la abundancia de fuentes, arroyos, y
ros, era una bella comarca. En ese territorio tan bien irrigado haba
muchos viedos y en efecto la vegetacin abundaba.
Era un pas como hecho para la cancin y el placer, y dedicarse a la
guerra no era el concepto que el joven Enrique tena de la felicidad. Para
qu serva ser rey si uno tena que estar constantemente en campaa, y
vivir tan incmodo como un soldado comn?
La bella ciudad de Poitiers le acomodaba, hubiera deseado demorarse
all, pero Ricardo seal que no haban venido a Aquitania para pasar el
tiempo en la ociosidad. Haba dificultades en Angulema, y all deban ir.
Ricardo parti, y Enrique lo sigui, pero lament dejar la ciudad,
donde lo haba pasado tan bien; y cuando avanzaba hacia Angulema,
recibi un mensaje de su antiguo amigo, Philip de Flandes.
Un tiempo antes Philip haba jurado que iniciara una cruzada a
Tierra Santa, y Enrique se mostr sorprendido de que an no hubiese
comenzado a ejecutar su plan. Philip escriba que tena motivos para
permanecer en Flandes, y que los explicara cuando se reunieran.
Entretanto, deseaba que Enrique se reuniese con l y aprovechase unos
das consagrados al placer, pues estaba organizada una serie de torneos, y
saba que a Enrique le agradaba ese tipo de diversin.
Enrique vacil. Por supuesto, deba acompaar a Ricardo, porque se
necesitaba su ayuda, y sa haba sido la orden de su padre. Pero Ricardo
era capaz de librar sus propias batallas, pues era un guerrero tan
renombrado; y por qu l, coronado rey de Inglaterra, deba contemplar

136

siempre lo que su padre deseaba? Pronto se convenci de que tena


perfecto derecho de ir adonde deseaba, y poco despus de recibir el
mensaje de Philip fue a Flandes.
Philip lo recibi complacido, y Enrique se dedic a relatar todos los
agravios que haba sufrido a manos de su padre, y declar que jams
volvera a someterse a la autoridad del rey.
Haba sido un ttere, y nada ms.
Philip lo compadeci. Era monstruoso que el rey coronado de
Inglaterra fuese tratado de tal modo.
Mi padre lament mucho haber permitido que depositaran la corona
sobre mi cabeza.
Si lamenta actos tan importantes que fueron ejecutados por su
orden, eso demuestra que es incapaz de gobernar.
Los amigos coincidan en eso.
Fueron das muy placenteros.
Esto es vida exclamaba Enrique.
Los torneos eran simulacros de combates. Se obtenan grandes
placeres sin la incomodidad de la guerra. Se destacaban el entusiasmo y le
elegancia de los participantes. Acaso poda concebirse una actividad ms
sugestiva?
Philip de Flandes tena mucha experiencia en estos asuntos, y como
era un antagonista tan hbil todos lo miraban con respeto y admiracin.
Enrique anhelaba cosechar glorias parecidas.
Philip dijo que la llegada de Enrique deba celebrarse con un gran
torneo, y envi heraldos a distintos lugares de la comarca para comunicar
a los caballeros que se los invitaba a demostrar su destreza.
Adems, estaba el placer de elegir a los jueces, y se construan altas
torres y andamios de madera. Los condes con sus condesas, los duques
con sus duquesas, los caballeros y sus damas ocupaban lugares en
concordancia con el rango de cada uno; y era costumbre que cada hombre
usara una insignia presentada por su esposa o su amante. A menudo, los
torneos se prolongaban varios das, y haba diferentes clases de
encuentros: en ocasiones, buen nmero de caballeros participaba en el
combate, y en otros eran encuentros singulares.
Al cabo del da, los jueces daban su veredicto, y las damas conducan
a los vencedores a un gran saln, donde se los despojaba de su armadura
y se los vesta con bellas prendas. Los bardos tocaban y se recitaban versos
y se entonaban canciones que elogiaban la gloria de las justas.
Era evidente que este pasatiempo impona elevados costos, y aunque
el rey de Inglaterra poda suministrar a su hijo ciertas sumas necesarias
para hacer la guerra a sus enemigos, no estaba dispuesto a despilfarrar el
dinero en los torneos.
Pero Philip de Flandes era un buen amigo, y asegur a Enrique que
no deba preocuparse por los gastos. Un asunto tan mezquino no deba

137

impedirle gozar de la ocasin. Philip suministrara las finas vestiduras, los


caballos, las lanzas y las espadas.
Enrique acept los regalos, y jur a Philip que un da le pagara con
propiedades en Inglaterra. Jams olvidara a su excelente amigo.
Admiraba a Philip, y como su habilidad en las justas mejoraba, se
senta muy satisfecho.
Philip comenz a ejercer gran influencia sobre l. Deca que un
gobernante deba ser fuerte. Poda obtener su placer donde lo encontraba,
y no deba permitir que nadie lo criticase.
Philip demostr a Enrique cmo trataba a quienes lo traicionaban
cuando le explic por qu en definitiva no haba iniciado las cruzadas. El
asunto tena que ver con su esposa.
Philip estaba casado con la bella Isabel de Vermandois, emparentada
con el joven Enrique, pues la madre de Isabel era la hermana de la reina
Leonor. Petronelle, hermana de Leonor, se haba enamorado del conde de
Vermandois, poco despus del matrimonio de Leonor con el rey de Francia.
El conde haba sido una suerte de Don Juan, y primero haba puesto los
ojos en la propia reina. Haba revelado claramente sus sentimientos
sentndose a sus pies y suspirando mientras le hablaba de amor. Por esa
poca, Leonor, recin casada con el rey de Francia, y deseosa de tener un
heredero, no haba practicado una infidelidad activa, y el impaciente y
enamorado conde haba fijado la atencin en Petronelle. Como no tena las
mismas razones para defender su castidad, sta se dej seducir. Sin
embargo, era hermana de la reina de Francia, y se consider necesario
concertar el matrimonio. De modo que el conde se divorci de su esposa
con la conocida excusa de la consanguinidad, y l y Petronelle se casaron.
Dos hijas fueron el resultado de la unin, y de ellas Isabel era la menor.
Isabel haba heredado el carcter de los padres, y aunque Philip era
un marido viril, ella no pudo impedir que otros hombres atrajesen su
atencin.
El joven rey escuch el relato de las dificultades entre Philip y su
esposa. Ambos estaban emparentados con Enrique, pues si Isabel era su
prima, Philip descenda de Fulk de Anjou; Sibyl, hija de Fulk y abuela de
Philip, era hermana de Godofredo de Anjou, abuelo de Enrique. De all el
parentesco.
Por entonces, el joven Enrique admiraba a su pariente Philip ms que
a nadie en el mundo, y aplauda todo lo que l haca con una devocin tan
ilimitada que Philip no poda evitar sentir mucho afecto por el joven.
Has odo hablar de Walter de Les Fontaines? pregunt.
O decir que haba muerto. No era un caballero de cierta fama?
Decase que era una suerte de sir Lancelot, y el nombre le acomoda
si crees que yo soy Arturo y que Isabel es Guinevere.
Ests dicindome que Walter es el amante de Isabel?
Era, primo, era. No creers que permitir que mi esposa me sea

138

infiel, verdad?
Creo que no siempre t mismo le fuiste fiel.
Eso es diferente.
Hblame de ese Walter. O decir que haba cierta leyenda
relacionada con l.
Era muy apuesto y hbil. Pocos podan enfrentarlo en el torneo.
T pudiste, Philip.
Pocos fuera de m. Imagina mi clera cuando supe que Isabel
simpatizaba con ese hombre.
No creo que lo haya preferido a ti.
Me parece que nos quera a ambos. Sospech que cuando yo estuve
lejos de mi casa, fue su amante.
Qu hiciste?
Se lo dije. Lo neg. Por otra parte, quiz pens que era la actitud
ms caballeresca que poda imaginarse.
Fue necesario torturarlo?
No. Simplemente, se lo pregunt. Dije que confiaba en su palabra de
caballero.
Pero si quera proteger a una dama?
Precisamente. Le prohib entrar en mi castillo y trac un plan. Oh,
un plan sencillo, el mismo que sin duda muchos esposos suspicaces
aplicaron antes. Comuniqu a todos que estara ausente varios das. Me
fui, y retom sigilosamente.
Y los descubriste...
Lo sorprend en el dormitorio de mi mujer. Ahora, haba probado lo
que sospechaba, y nadie poda culparme si adoptaba medidas contra l.
Qu hiciste?
Le pregunt por qu estaba all, cuando mi orden explcita era que
no entrara en el castillo. Saba que ella lo haba invitado, pero el caballero
no quiso traicionarla. Orden que lo golpeasen hasta que fue solo una
masa de carne sangrante, pero aun as se mostr decidido a protegerla.
Fue caballero hasta el fin. Como sabis, un hombre elegante. Vesta ropa
interior perfumada, y mostraba el mayor cuidado en su persona. Creo que
eso pareci tan atractivo a mi mujer. Por eso, me pareci una venganza
apropiada colgarlo sobre un pozo de aguas servidas, y eso hice. Permaneci
all hasta morir.
Los ojos de Enrique brillaron.
Lo mismo hara con un amante de Margarita si lo descubriese.
Y nadie podra censurarlo. Nadie me critic. Un marido traicionado
tiene derechos.
E Isabel? Cul fue su castigo? Habras podido repudiarla.
Cmo? Y las frtiles tierras de Vermandois? No quera dificultades
por ese lado. Es una hermosa mujer, y el episodio fue una advertencia para
ella.

139

Enrique asinti y admir ms que nunca a su amigo.


Todo esto retras mi partida para la cruzada continu diciendo
Philip. Por eso no fui. Debo permanecer un tiempo a causa de este
asunto. Pero a su debido tiempo marchar a Tierra Santa. Ser una cosa
mucho ms interesante que el torneo, y en realidad tengo que pedir
perdn, por algunos pecados.
Philip, cuando inicies vuestro viaje declar Enrique, os
acompaar.

A medida que la influencia de Philip de Flandes sobre el joven Enrique


se acentu, la de viejos amigos como William Marshall y su vicecanciller
Adam de Churchdown comenz a debilitarse. Aunque era un caballero que
con gusto participaba en torneos y se destacaba, William Marshall tena un
carcter serio, y lo inquietaba ver a Enrique convertirse en un joven cada
vez ms disipado y ms arrogante que nunca.
Trat de corregirlo, sealndole que su padre le haba ordenado que
colaborase con Ricardo, y se sentira muy contrariado cuando supiera que
haba pasado el tiempo consagrado a placeres extravagantes.
Por Dios. William exclam Enrique, parece que eres ms amigo
de mi padre que de m.
Sirvo a ambos con todo mi corazn contest William.
Est llegando el momento en que no ser posible servir a ambos.
Tendrs que elegir.
Ojal ese momento nunca llegue contest William.
Ojal llegue muy pronto. Hace demasiado tiempo que vivo tascando
el freno. Soy el rey de Inglaterra o no lo soy?
En verdad sois el rey, porque vuestro padre deposit la corona sobre
vuestra cabeza; pero a todos nos conviene recordar que l es el amo del
pas.
Maldito sea, William, no soy su esclavo.
l no os har su esclavo. Desea que aprendis de l a gobernar, y
que cuando llegue el momento ciis la corona. Es la preocupacin propia
de un padre.
Es un avaro, y bien lo sabes, William.
Callad, mi seor, no digis cosas que pueden interpretarse como
traicin.
El miedoso William! se burl Enrique.
No, mi seor. Tengo el corazn fuerte y el brazo fuerte, y espero que
podr demostrarlo cuando llegue el momento de usarlos en vuestra
defensa.

140

Margarita estaba embarazada.


Santo Toms intercedi por m declar la joven. Qu feliz me
siento! Rogar que sea un varn.
Ese hijo dijo orgullosamente Enrique, un da ser rey de
Inglaterra.
Confo en que nunca intente quitar la corona a su padre, como t
hiciste con el tuyo.
Enrique se irrit.
Crees que yo merecera tal tratamiento? Adems agreg
astutamente, no ser coronado rey mientras yo viva.
Se senta complacido. Era satisfactorio ser padre.
Haba que enviar mensajes a los reyes de Inglaterra y Francia, para
informarles que pronto seran abuelos.
Pens en Ricardo, que combata en Aquitania. Enrique siempre haba
sentido un poco de celos de Ricardo, porque su madre lo mimaba tanto. Le
extraaba un poco esa actitud, pues Ricardo de ningn modo se pareca a
ella. Ricardo era un renacimiento de los antepasados normandos. El viejo
Rollo seguramente se pareca un poco a este hermano.
Ricardo estaba logrando pacificar a Aquitania, porque era un luchador
brillante; pero la gente deca que jams sera aceptado por el pueblo,
porque era extrao a todo lo que ellos conocan. Era esencialmente un
hombre del Norte; poda ser duro y cruel; y aunque tena cierto talento
como msico y poeta, era muy diferente del pueblo sensual de su madre. Y
si ellos no aceptaban a Ricardo, no era posible que acogieran mejor a
quien se les pareca ms, a un hombre que se contentaba con gozar de la
vida y no deseaba combatir constantemente, a un individuo de modales
fciles y desenvueltos, dispuesto a vivir una vida cmoda y fcil?
Por qu no?
La vida que haca era grata, pero la inactividad comenzaba a
hastiarlo. La intriga era excitante, y nada era ms interesante que una
intriga contra el hombre a quien ms deseaba derrotar: su propio padre.
Uno de sus sueos ms gloriosos era que su padre, sometido y penitente,
acudiese a pedirle perdn, y rogara que terminase de una vez la disputa
entre ellos. Jams podra borrar totalmente de la memoria esa escena
humillante, cuando se haba presentado ante su padre y arrodillado haba
rogado que le permitiera rendir homenaje. Y la secuela, la formulacin
pblica de su humildad! Jams perdonara por eso a su padre.
Y si provocaba una revuelta... quiz en Normanda? All siempre
haba gente dispuesta a alzarse en armas. Por otra parte, no poda tantear
la situacin en Aquitania? El pueblo de esa regin no lo prefera antes que
a Ricardo?
Haba varias posibilidades.
William Marshall adivin los pensamientos peligrosos que anidaban

141

en la mente del joven rey.


Pens en la posibilidad de revelar sus inquietudes a Margarita.
Despus de embarazarse, la joven reina se mostraba ms serena y madura.
Amaba a su marido. Enrique tena muchos aspectos atractivos. Poda ser
muy encantador cuando lo deseaba, y su apariencia lo favoreca bastante.
Cuando entraba en una habitacin, la gente habra reconocido a un
prncipe aunque nadie hubiera conocido su identidad. Decase que era el
prncipe ms hermoso de la Cristiandad, y si de tanto en tanto mostraba
una expresin descontenta, se no era siempre el caso.
William, que lo haba conocido desde la infancia, cuando l haba sido
escudero de los infantes reales, hasta poco tiempo antes haba estado ms
cerca de Enrique que de sus amigos; tena ms aos y era infinitamente
ms sensato, y deploraba el sesgo que estaba tomando el carcter del joven
rey; y sobre todo, lamentaba la actitud del joven frente a su padre.
Acudi a Margarita, que estaba realizando un poco de ejercicio en los
jardines, segn se le haba aconsejado, para favorecer un parto fcil.
Cuando se reuni con ella, las dos damas que acompaaban a la soberana
se rezagaron, y William camin al lado de la joven reina.
Despus de preguntar por su salud, sac a colacin el tema del joven
Enrique, y dijo a Margarita que haba visto que Enrique estaba cada vez
ms inquieto.
Pero le agrada mucho la perspectiva de tener un hijo contest ella.
En efecto. Pero mucho me temo que el conflicto entre l y su padre
se agravar, y yo hara todo lo posible para evitarlo.
El rey est decidido a impedir que Enrique ejerza poder; y eso lo
molesta mucho.
Con el tiempo el rey puede cambiar de idea.
Enrique cree que jams lo har. Se encoleriza porque el rey lo trata
como si fuese un nio.
Intentaris calmarlo? Creo que si se muestra paciente un tiempo el
rey puede cambiar. En todo caso, nada bueno puede obtenerse avivando su
clera contra el padre. Mi seora, trataris de que lo comprenda as?
Podis hablarle ms cmodamente que nadie. Ambos lo amamos mucho y
su bien es nuestra principal preocupacin. S que es intil que conspire
contra su padre. No es se el modo de obtener lo que l desea.
Tratar de hablarle dijo Margarita.
Tan absortos estaban en la conversacin que no vieron que el propio
Enrique se acercaba.
Qu ocurre? exclam el joven rey. Qu es esto que veo? Mi
amigo y mi esposa comparten secretos!
Preguntaba por la salud de la reina dijo William.
Ya veis que es buena.
Enrique camin al lado de Margarita y William.
Anso llegue el da en que nazca mi hijo dijo, y su rostro ya no

142

mostr la misma expresin hosca.


En efecto, es el prncipe ms hermoso de la Cristiandad, pens
William. Quisiera Dios que fuese el ms feliz.
En todo caso, Enrique se mostraba muy feliz caminando con William y
su esposa, y hablndoles de los planes acerca del futuro del hijo que an
no haba nacido.

La perspectiva de ser padre de ningn modo haba inducido a Enrique


a olvidar sus planes. En todo caso, lo haba decidido ms que nunca.
Comenzaron a formarse proyectos en su mente, y a menudo se lo vea
en compaa de hombres conocidos por su hostilidad al viejo Enrique.
William Marshall no era el nico que se senta inquieto.
Adam de Churchdown, un hombre de edad madura, tambin vea lo
que estaba ocurriendo y se preguntaba qu deba hacer al respecto.
Deba fidelidad al padre del joven Enrique. Ms aun, saba que los
descontentos que Enrique poda reunir de poco serviran contra las fuerzas
superiores y la inteligencia militar del viejo rey.
Pens que si poda enviar un mensaje de advertencia al rey de
Inglaterra l sabra afrontar la situacin. Por lo tanto, mand llamar un
mensajero, le entreg una carta, y le dijo que sin prdida de tiempo
cabalgase en direccin a la costa, y entregase la misiva nicamente en
manos del rey.
Haba compuesto cuidadosamente la carta. No crea que estuviese
traicionando al joven Enrique; se trataba sencillamente de poner en
guardia al rey, y Adam saba que el monarca adoptara las medidas
necesarias para sofocar las actividades rebeldes del joven Enrique, y as
evitar el desastre.
Por desgracia, su mensajero cay en manos de uno de los caballeros
que odiaban al rey de Inglaterra, y que ansiaban apoyar la rebelin del hijo.
El mensajero y el mensaje fueron llevados al joven rey, y cuando
Enrique ley lo que Adam haba escrito su clera fue muy viva.
Traed aqu a Adam de Churchdown orden.
Adam compareci y comprendi lo que haba ocurrido. Era el
desastre. Bajo la influencia de Philip de Flandes, su amo haba adoptado
una actitud implacable, y Adam mal poda esperar compasin.
De modo que eres un traidor barbot Enrique.
No es as, mi seor. Slo quise procurar vuestro bien.
Era lo peor que hubiera podido decir. Cuntas veces Enrique haba
odo las mismas palabras: Lo hago por tu bien. Estaba harto de que lo
tratasen como a un nio. Era un hombre, y adems rey; que se enterasen
de una vez.
Record el episodio del caballeresco Walter de Les Fontaines y

143

exclam: Llevaos a este hombre; que le quiten las ropas y lo flagelen


mientras recorre las calles. Que todos sepan que as trato a los traidores.
Proclamad que quiso espiar en beneficio de mi padre. Confi en l y crea
que era mi amigo, pero as trato a los traidores. Y cuando lo hayis
flagelado mientras recorre las calles, os lo llevaris al castillo de Argentan y
all lo arrojaris a una mazmorra. Pero en todas las ciudades por las cuales
pase ser flagelado en la calle, y se dir que traicion al rey Enrique de
Inglaterra, duque de Normanda y conde de Anjou.
Despus que se llevaron a Adam, William Marshall se acerc al rey.
Os ruego reconsideris lo que estis haciendo.
Por los ojos de Dios, William! replic Enrique recuerda con
quin hablas, no sea que te ocurra lo mismo.
William se volvi con un encogimiento de hombros.
Oh, s, s muy bien continu Enrique que eres de cuna noble y
sobrino del conde de Salisbury. S que dirs que eres mi amigo desde la
infancia. Pero no soportar a los traidores. Adam es uno de ellos, y sufrir
porque lo merece, y porque as ser un ejemplo para los dems.
Hizo lo que hizo por vuestro bien.
Basta ya! grit el rey. Ahora no soy tu alumno, William
Marshall. Te digo que tengas cuidado. Y que se cuiden los traidores.
William se alej entristecido. La situacin era cada vez ms peligrosa.
Como muchos antes que l, lleg a la conclusin de que el viejo rey haba
cometido el peor de los errores cuando orden coronar rey de Inglaterra a
su hijo.
No era inevitable que estallase un desastroso conflicto cuando dos
reyes posean la misma corona?

144

LA ESTRATEGIA DEL REY

Alicia regres a Westminster; Ricardo estaba en Aquitania y la joven


confiaba en que estaba segura al lado del monarca.
Por su parte, a Enrique le pareca muy grato vivir en Inglaterra. All
poda visitar a menudo a Alicia, y ver ms a su hijo Juan. El deseo de ser
buen padre y de tener el afecto de sus hijos comenzaba a convertirse en
obsesin. Haba perdido casi todas las esperanzas en relacin con los
mayores, pero ah estaban los dos miembros ms jvenes de su familia
Joanna y Juan y el monarca haca todo lo posible para obtener de ellos el
amor y la consideracin que los restantes le haban negado.
Enrique poda achacar la culpa a Leonor, y lo haca. Que pasara sus
das en la crcel que l haba elegido; ya haba demostrado que le bastaba
aparecer para provocar dificultades. Enrique estaba seguro de que la
insistencia de Luis en que se celebrara el matrimonio de Alicia con Ricardo
era obra de Leonor. Se haba sentido ms conmovido que nunca cuando
descubri que ella conoca la relacin entre l y Alicia. Quiz haba dicho
la verdad a Luis? No, eso no. El monarca francs se habra horrorizado. El
conocimiento del asunto habra ofendido su alma piadosa, y jams habra
callado. Pero Enrique estaba seguro de que Leonor lo haba acicateado de
un modo o de otro.
El asunto lo absorba ms que cualquier otro, pues quera creer que
sus hijos cumpliran lo que haban prometido. Ricardo se desempeaba
bien en Aquitania, y sin duda era un gran guerrero. Enrique se inclinaba
demasiado al placer y era extravagante, y Godofredo se le pareca. Pero
Margarita estaba embarazada y si la joven le daba un nieto, Enrique se
sentira satisfecho con ella.
El gran problema era cmo retener a Alicia. Lstima que estuviese
creciendo. An no tena diecisiete aos, pero por supuesto todos diran que
a esa edad ya deba contraer matrimonio. Ricardo no era un individuo muy
dinmico; gracias a Dios no haba demostrado demasiado inters en la

145

unin conyugal.
Si Alicia no hubiese sido la hija de Luis.... oh, pero Enrique tena que
reconocer que eso confera sabor al asunto. A Enrique le agradaba pensar
que estaba haciendo el amor a la hija del viejo monje. Adems, sera una
buena esposa para l si las circunstancias le permitan desposarla.
Mientras cavilaba acerca de estas cosas lleg una carta del Papa.
Enrique se encerr en su dormitorio, y con cierta vacilacin la abri. La
ley de prisa, vio que Alicia era el tema de la misiva, y se sinti deprimido.
El Papa escriba que su queridsimo hijo en Cristo, el rey Luis, ilustre
monarca de los franceses, se quejaba a causa de su hija, que mucho
tiempo atrs haba sido enviada a Inglaterra de modo que se educase en el
pas de su prometido, y que no estaba casada ni haba regresado con su
padre. El rey de Francia insista en que se adoptase uno de los dos cursos
de accin.
Enrique apart la carta y mir fijamente la pared.
Qu poda hacer? De no haber sido por Leonor, se hubiese unido con
Alicia. En las condiciones dadas, cul era la alternativa?
Se puso de pie y cerr el puo.
Por los ojos, los dientes y la boca de Dios grit, no renunciar a
Alicia.

Fue a ver a sus hijos. Tena noticias para ambos.


Se sent en el antepecho de la ventana, y abraz a los dos nios; no
poda dejar de pensar que seguramente formaban un cuadro encantador, y
detestaba a Leonor, que lo haba privado del amor de sus hijos mayores. l
no era mal padre. Sus hijos ilegtimos le profesaban profundo afecto. Solo
los hijos de Leonor se le oponan. Pero no stos, los ms jvenes. Ellos se
mostraran fieles y cariosos. Seguramente lo compensaran por lo que los
otros le negaban.
Por supuesto, Juan era su favorito, a causa de su condicin de varn.
Los restantes ya comprenderan que hubieran podido ser mucho ms
felices si lo hubiesen amado. Ya veran lo que l poda hacer por un hijo
afectuoso. Tal vez Juan no fuera rey de Inglaterra, duque de Normanda o
Aquitania, pero recibira las tierras ms frtiles que su padre pudiese
darle. Juan jams volvera a soportar el mote de Sin Tierra.
Ahora, Joanna, hija ma, qu te parece? Te agradara ser reina?
Joanna, de once aos, abri muy grandes los ojos.
Reina, mi seor. No reina de Inglaterra?
No, amor mo. Acaso eso es posible? Margarita ser la reina. Si
quieres ser reina, debes tener un marido que te permita compartir su
corona. Por eso eleg esposo para ti. Sers la reina de Sicilia, pues el rey de
ese pas pide tu mano en matrimonio.

146

Tendr que irme dijo Joanna.


Sin duda, debes ir al pas de tu marido, y casarte all. Sers una
gran dama, y eso es lo que deseo que seas.
La nia se mostr un tanto desconcertada, y mir a Juan, para
comprobar cules eran las reacciones de su hermano.
Y yo? pregunt Juan. Era un ao menor que su hermana, pero
saba que por su condicin de varn tena mayor importancia.
Hijo mo, ya llegar tu oportunidad, y estoy seguro de que no
necesitars esperar mucho. Pero t no nos abandonars. Tu novia vendr a
ti, porque las mujeres siempre van adonde estn los maridos.
Padre, cundo se reunir Alicia con su esposo? pregunt
Joanna.
Enrique pens: Por los ojos de Dios, ya hablan de eso en la nursery!
Todo a su tiempo, querida.
Es una seora vieja dijo Juan.
Bien, no puedes decir eso; pero en efecto, tiene ms aos que t.
Ahora, Joanna, tendrs un maravilloso vestido de boda. Lo bordarn
especialmente y lo adornarn con gemas relucientes. Te agradar eso, no
es cierto, querida?
La nia bati palmas y elev los ojos al cielorraso.
Oh, s, mi seor dijo.
Enrique la bes. Pobre nia, pens, se conforma con un vestido de
boda.

Fue a ver a Alicia. Qu ocurrira si se vea obligado a renunciar a su


amada? No poda hacer eso. Ahora que haba encontrado a la amante
perfecta, pretenda conservarla.
Ahora Alicia tena ms aos y edad suficiente para comprender; as,
Enrique quera compartir con ella la carga. Deseaba que la joven
comprendiese cunto la amaba, puesto que se tomaba tantas molestias
para retenerla a su lado.
Alicia, amor mo dijo, todos insisten fastidiosamente en que te
entregue a Ricardo.
La joven se aferr al rey.
No ir. De ningn modo! Continuar contigo. No me ordenars que
vaya con l.
Querida, crees que te despedira si fuese posible retenerte?
Entonces, estoy a salvo, porque slo si deseas desembarazarte de m
tendr que alejarme de aqu.
l le acarici los cabellos. Alicia confiaba en el rey. Cmo poda
permitirse traicionar su confianza?
Alicia, por los ojos, los dientes y los labios de Dios, jur, nadie

147

te apartar de m.
Despus, la abraz fuertemente y con un sentimiento de apremio le
hizo el amor.
Ms tarde, ri fuertemente y murmur:
Pero tendremos que ser hbiles. Tenemos que engaar a tu padre y
a Ricardo. Dudas de que pueda lograrlo?
S que puedes hacerlo.
Y Alicia, tambin al Papa. Nos sigue los pasos.
Los desafiaremos a todos.
Alicia, crees que puedes hacerlo?
T puedes dijo ella. Puedes hacer lo que se te antoje.
As deba ser una amante: cariosa, dcil y completamente confiada.
Quera conservar a Alicia. No tena nada que temer. Demostrara ms
habilidad que el Papa y los cardenales. En todo caso, le teman. Se trataba
simplemente de determinar a quin teman ms, si a Enrique o a Luis. Luis
era un viejo dbil, y el joven Felipe un flojo; en cambio, a Enrique lo
consideraban un len a causa de su fuerza.
Retendra a Alicia, no importaba quin se opusiera.

La pequea Joanna haba partido para casarse con Guillermo de


Sicilia, y haba llevado consigo el prometido vestido de boda que haba
costado ms de cien libras. Pobre nia, se senta complacida con el vestido.
Su padre abrigaba la esperanza de que sera feliz y de que no sentira
excesiva aoranza. Tena que atravesar Francia al frente de un brillante
squito, hasta Saint Gilles, donde la recibira el obispo de Norwich, a quien
Enrique haba enviado a Sicilia varios meses antes para negociar los
trminos del matrimonio. Con l estaran los dignatarios de Sicilia, que
esperaban para llevar a la jovencita adonde estaba el futuro marido.
El rey se consolaba pensando que Guillermo de Sicilia era viejo, y por
lo tanto se mostrara bondadoso con la nia; la propia Joanna era una
criatura tan bella y seductora que el monarca siciliano deba sentirse
complacido con ella.
Era intil entristecerse con la partida de su hija. Las hermanas se
haban alejado antes que Joanna, y cuando tenan menos aos: Matilda
para unirse con el duque de Sajonia y Leonor con el rey de Castilla.
Y as, las hijas desaparecan de su horizonte; pero el propio Enrique
crea que sus hijas mayores haban recibido la misma educacin que los
varones, y eso no era sorprendente pues haban estado al cuidado de la
misma loba feroz, su madre Leonor.
No importaba. Tena a su hijo Juan, y Juan deba amarlo. No era
posible que todos sus hijos lo abandonasen. Para compensar a Juan por la
prdida de su hermana le compr dos caballos, elegidos por el propio

148

Enrique, y se sinti muy complacido cuando fue con el nio a verlos.


Haban costado cincuenta y dos libras, y los valan. Explic el asunto
a Juan, pues deseaba que aprendiera a apreciar el valor del dinero. El
joven Enrique era muy extravagante, y lo mismo poda decirse de
Godofredo. Tampoco Ricardo conoca muy bien el valor del dinero, pese a
que lo deseaba para mantener sus dominios y no para despilfarrarlo como
hacan Enrique y Godofredo.
Ahora divida su tiempo entre Juan y Alicia. Estaba envejeciendo.
Quiz se senta solo a pesar de que siempre estaba rodeado de hombres y
mujeres. Persista el anhelo de recibir afecto. Imaginaba que la razn era
que su esposa lo odiaba, y a veces le pareca que sus hijos se preocupaban
solo por lo que podan conseguir de l.
Alicia no era as. Lo amaba por s mismo. No le guardaba rencor
porque la haba posedo cuando era una nia inocente; jams lo censuraba
porque l no haba obtenido el prometido divorcio. Siempre comprenda;
siempre trataba de complacerlo, y jams de criticarlo.
Poda estar seguro de Alicia. Abrigaba la esperanza de tener la misma
certeza acerca de Juan.
Se alegraba de que ya no fuese posible el matrimonio de Juan con
Alicia de Maurienne. Haba pensado que el ttulo de marqus de Italia
habra sido una excelente solucin para sus problemas, pues se habra
sido el rango de Juan si hubiera recibido su dote. Enrique ya haba
encontrado propiedades para Juan en Inglaterra. Le haba dado los
condados de Cornwall y Nottingham, y proyectaba convertirlo en rey de
Irlanda.
Se le ocurri otra idea, y vio la posibilidad de que Juan se convirtiese
en dueo de grandes extensiones de Gloucester.
Robert, conde de Gloucester, hijo ilegtimo de Enrique I y por lo tanto
hermano de la madre de Enrique, haba sido su principal partidario en la
campaa por el trono, haba enseado al propio Enrique muchas cosas
tiles, y lo haba ayudado a convertirse en el hombre que ahora era.
Enrique recordaba bien el dolor que haba sentido a la muerte del conde.
Qu extrao que a menudo los hijos de hombres buenos y fieles se
convirtiesen en traidores.
Tal haba sido el destino del conde William de Gloucester, hijo del
conde Robert.
William, que haba heredado vastas extensiones de su padre, se
comprometi en la rebelin contra el rey. Cuando Enrique lo supo, en
efecto se encoleriz profundamente. Qu diferente de su padre; y en vista
de que haba entre ellos lazos de sangre, la perfidia pareca ms
imperdonable que nunca.
Ahora, William era prisionero del rey, y ste haba ordenado que
compareciese.
Como prevea un duro castigo, William apareci temblando; pero el

149

rey, que estaba contemplando el futuro de Juan, tuvo una idea que le
pareci buena.
William dijo con expresin de reproche, traicionaste mi
confianza en ti. Me pregunto qu dira tu padre si estuviese aqu y supiese
que fuiste un traidor.
William se avergonz ante la mencin de su padre.
Lo recuerdo bien continu diciendo Enrique. Mi madre jams
tuvo un amigo ms fiel que su medio hermano bastardo; y cuando yo era
joven, fue mi mejor colaborador. Jams olvidar el da que supe de su
muerte. Fue como si una parte de mi vida hubiese dejado de existir; y
ahora t, su hijo, te presentas ante m y debo decirte que eres un traidor.
Mi seor exclam William, qu puedo hacer para obtener
vuestro perdn?
El rey mene la cabeza.
Ya no confo en ti. Es triste que hombres de la misma sangre
trabajen unos contra otros. Tu abuelo tambin fue el mo. Por eso no te
envo a prisin. Ya lo ves, respeto los lazos de la sangre. Mira, un rey tiene
sus obligaciones y debe defender su dominio. Sean cuales fueren las
exigencias que le impongan las circunstancias. Contra m conspir no slo
mi hijo; tambin me traicionaron hombres en quienes yo haba depositado
mi confianza. Sin embargo, hay un modo de curar esta herida. Tienes una
hija soltera, y yo tengo un hijo, que es Juan.
William prest atencin. Quiz el rey sugera una unin entre el
prncipe Juan y su propia hija?
William no tena varones; le haban nacido tres hijas, y dos de ellas
estaban casadas. La menor, Isabel, tena la misma edad de Juan. William
se sinti un tanto desalentado, pues esperaba tener un varn, y si llegaba
el caso, cmo podra negarle su herencia?
El rey continu diciendo:
Que tu hija se comprometa con mi hijo Juan, y tu condado y tus
tierras irn a l gracias a la unin con tu hija.
Mis hijas que estn casadas... empez a decir William.
Pero el rey hizo un gesto con la mano.
Ya lo he pensado. La corona las compensar. A cada una se le
pagar cien libras anuales.
Mi seor comenz a decir William, es una gran oportunidad
para mi hija, y la aceptar de buena gana, pero si yo tuviera un hijo...
El rey haba pensado tambin en eso. Dijo volublemente: En ese
caso, las tierras se dividiran entre l por una parte y Juan y vuestra hija
por otra.
Entonces, acepto sin vacilar replic William. Pero temo una cosa.
El parentesco entre estos nios es muy estrecho. Quiz el matrimonio no
sea posible a causa de la consanguinidad.
Conseguir que el Papa otorgue una dispensa. No creo que l desee

150

oponerse a mi voluntad. Celebremos el compromiso, y si la mala suerte


quiere que no tengamos la dispensa, encontrar un marido rico y digno
para tu hija. Qu te parece, William?
Qu poda decir William? Despus de todo, corra el riesgo de ser
condenado por traidor.
El rey se sinti complacido. Ahora, Juan poda darse por satisfecho.
Jams la gente volvera a decir que era Juan Sin Tierra. El nio deba
sentirse agradecido con su padre. Ahora, todos los hijos de Enrique estaba
instalados, y tenan esposa.... es decir, todos excepto Ricardo.
Al parecer, las cosas siempre retomaban a Alicia.
Luis estaba decidido a impedir que se archivase el tema del
casamiento de su hija. Saba que haba cierta razn que explicaba la
demora. Era una situacin muy extraordinaria, y conociendo a Enrique, el
rey de Francia sospechaba alguna perfidia.
El Papa haba tenido una reaccin bastante tibia, y Luis estaba
decidido a obtener una satisfaccin.
Alejandro no deseaba ofender a Luis, del mismo modo que no quera
agraviar a Enrique, y saba que deba adoptar medidas decisivas en este
asunto. Por lo tanto, declar que a menos que el matrimonio de Ricardo y
Alicia se celebrara sin prdida de tiempo, aplicara una interdiccin a todos
los territorios de Enrique, no solo en el continente europeo, sino en la
propia Inglaterra.
Enrique reneg, pero esta vez no se entreg a una de sus cleras
incontrolables. Haba demasiadas cosas en juego, y no vala la pena disipar
intilmente sus energas. Tena que pensar el modo de conservar a Alicia.
Cuando uno estaba en mala posicin, siempre era eficaz volcar el
tablero y acusar al ofendido.
Ahora, explic al Papa que Luis no haba entregado los territorios
prometidos como dote de Alicia, y sugiri que esta omisin del rey francs
era la causa de la demora. Por supuesto, aceptaba el matrimonio de Alicia
y Ricardo, si se resolvan esas cuestiones. Entretanto, propuso visitar al
propio Luis; quiz ambos pudiesen llegar a una conclusin.
Antes de embarcarse, fue a pasar una noche con Alicia.
Pobre nia, estaba atemorizada porque haban llegado a sus odos
rumores del conflicto suscitado entre su padre y su amante. Pero Enrique
se apresur a calmarla. Acaso no confiaba en l, y no saba que nada
poda separarlos?
Esa pequea Alicia, no era su bienamada, y no lo haba seducido
desde haca mucho tiempo? No haba aprendido a confiar en l? No saba
que para Enrique todo era posible?
S, Alicia lo saba. Confiaba en que todo saldra bien.

151

De modo que Enrique vena a visitarlo. Luis estaba desconcertado.


Deba andarse con cuidado.
Era varios aos mayor que Enrique, pero pareca que su adversario
siempre lo aventajaba. Seguramente tena unos catorce aos ms, y
Enrique tena cuarenta y cuatro aos. Luis senta la edad. La vida haba
sido difcil para el monarca francs; de todos modos, haba tenido
momentos maravillosos. Casi todos durante los primeros tiempos de su
matrimonio con Leonor. Entonces l haba credo que seran felices el resto
de la vida. El nacimiento de su hijo Felipe era otro de esos intermedios
felices. Qu da tan alegre cuando supo que al fin tena un varn.
Qu diferente habra sido su vida si hubiese podido seguir una
carrera en la Iglesia, la actividad que inicialmente le estaba destinada; pero
su hermano mayor haba muerto, un mero accidente provocado por un
cerdo que corra espantado delante del caballo; y de la noche a la maana
se haba convertido en heredero al trono. Evocaba compasivo la imagen del
nio atemorizado; de todos modos, casi inmediatamente haba aparecido
Leonor.
Pobre Leonor, una mujer orgullosa, ahora prisionera! Si ella se
hubiese mantenido fiel a su primer marido, jams habra tenido que
afrontar ese destino. Por mucho que hubiese hecho, Luis jams la habra
encarcelado, como lo haba hecho Enrique. Enrique era un hombre duro e
implacable; y ahora vena a visitarlo.
Luis amaba a sus hijos. A veces pensaba qu feliz habra sido si
hubiese podido hacer la vida de un sencillo noble, en compaa de su
familia. En realidad, poda verlos poco. Todos tenan que concertar
matrimonios de carcter poltico; y ahora, qu significaba este misterio
acerca de Alicia? A estas horas, la joven sin duda era ms inglesa que
francesa; l no la haba visto desde que era nia. Y ah estaba Margarita,
que un da sera reina de Inglaterra; y su hermana Alicia se casara con el
hermano del joven Enrique, y los vnculos que uniran a Francia e
Inglaterra seran tan fuertes que seguramente habra paz.
Ahora lo preocupaba la situacin de Margarita, pues se aproximaba el
momento de que naciera el nio. Lo complaci que ella diese a luz en Pars.
As podra verla y conocer a su nieto cuando naciera; y tendra la certeza
de que se haca todo lo necesario para asegurar su comodidad.
Tambin simpatizaba con su yerno, que era tan diferente del padre.
ltimamente se haban difundido rumores acerca del inters del joven
Enrique por esos extravagantes torneos que eran la moda del momento;
pero todos los jvenes queran divertirse. Luis crea que Enrique era un
marido fiel; y como Margarita pareca feliz con l, el rey francs estaba
satisfecho.
Lleg un mensajero e inform que el hijo de Margarita haba nacido, y
era un varn.
Luis se sinti complacido. Ira a verla. Haba que informar al rey de

152

Inglaterra. Ahora exista otro lazo que los una.


El hijo de Margarita recibi el nombre de Guillermo, por el ms ilustre
de sus antepasados, el Conquistador.
Por desgracia, el nio era muy dbil, y despus de vivir tres das y a
pesar de todos los esfuerzos que se hicieron para salvarlo, el varoncito
muri.

Cuando lleg a Normanda, Enrique fue recibido por sus dos hijos, el
joven Enrique y Godofredo.
Abraz clidamente a Enrique, expres su pesar por la muerte del
nio, y esper el momento apropiado para advertirle que no deba dedicar
mucho tiempo al placer. Le dijo que estaba sorprendido porque no haba
permanecido al lado de Ricardo para ayudarlo en su campaa. La
respuesta del joven Enrique fue que Ricardo no necesitaba ayuda. Quera
ser el comandante supremo, y para un rey era difcil aceptar rdenes de un
duque, que adems era su hermano menor.
Confo replic el rey en que no te habrs endeudado mucho.
Enrique adopt una expresin hosca y replic: Necesito vivir con
cierto decoro.
El rey no deseaba disputar con sus hijos. Anhelaba profundamente
vivir en buenos trminos con ellos, pues deseaba el amor y la fidelidad de
los jvenes; pero era demasiado sagaz para olvidar que se volveran contra
l apenas se presentase la oportunidad.
Bien, tena a Alicia, y se propona conservarla. Nadie se la arrebatara.
Explic a Godofredo lo que deba hacerse en Bretaa, y le orden que
iniciase all las operaciones; y despus de la partida de Godofredo, Ricardo
se uni al grupo.
Ricardo era un joven con quien el rey poda hablar de la estrategia de
la guerra. Se haba desempeado bien en Aquitania. Pero qu diferente
era! Ricardo era un hombre fro. Enrique haba odo versiones en el sentido
de que su hijo no se opona a algunas orgas de tanto en tanto; pero nunca
perda de vista el objetivo. No era como el joven Enrique que poda perder
una ventaja conquistada en la batalla porque le agradaba divertirse en un
torneo.
Conversaron largamente de las dificultades para someter y gobernar a
Aquitania.
Me consideran un extranjero dijo Ricardo. Ese es el
inconveniente. Me temen. Cuando llego a una ciudad los perturbadores se
dispersan, pero dicen que soy tu hijo ms que de mi madre. He tratado de
asegurarles que me opongo al encarcelamiento de mi madre, pero no lo
aceptan.
El rey gru. Le irritaba que Ricardo trajese a colacin este asunto,

153

porque saba que era cierto.


Si puedes someterlos, eso bastar.
No se parecen a los ingleses dijo Ricardo. Hay que considerarlos
desde otro punto de vista. Les encanta el placer; desean cantar y bailar y
soar al sol.
Por lo tanto, no ha de ser difcil mantener el orden.
Tienen mtodos ms sutiles. Provocan la clera del pueblo mediante
la poesa. Entonan canciones acerca de su duquesa, que se pudre en una
celda.
Tonteras! Tiene servidores, y la cuidan bien en Salisbury. La nica
limitacin consiste en que no puede salir de all para alzar al pueblo contra
m.
Ellos no lo creen as. En las canciones la representan como a una
pobre prisionera. La ven detrs de los barrotes de la prisin, y a ti te
representan como al tirano que la humilla y la atormenta.
Entonces, ordena que compongan canciones para contar la verdad.
El prisionero es mejor objeto de compasin que el carcelero.
Malditos sean esos compositores. Que conozcan la espada.
Ya apel a ese recurso. Y adems, obtuve una especie de
compromiso; pero siempre habr rebeliones. Siempre los poetas recordarn
les agravios infligidos a su amada duquesa. Djala marchar. Que regrese a
Aquitania.
Para conspirar con el rey de Francia contra m? Nunca!
Ricardo se encogi de hombros.
No habr paz en Aquitania mientras mi madre sea tu prisionera
dijo.
Era cierto; y con ese inquietante pensamiento Enrique fue al
encuentro que deba celebrar con Luis.

Pobre Luis, pens Enrique. Se le vea la edad. A juicio de Enrique


nunca haba sido gran cosa como hombre; pero ahora se lo vea realmente
debilitado.
Era evidente que la visita de Enrique lo sorprenda, y que miraba con
mucha suspicacia la iniciativa del rey de Inglaterra. Crea que tena algo
que ver con el compromiso de Ricardo con Alicia, un asunto en el cual,
como lo perciba cada vez ms claramente, haba cierto misterio.
Enrique haba ordenado a Ricardo que regresara a Aquitania, porque
no deseaba su presencia durante las negociaciones con Luis acerca del
matrimonio; dada su hermosa estampa masculina, Ricardo subrayara el
hecho de que por su lado nada impeda la consumacin inmediata del
matrimonio.
Era desconcertante comprobar que Luis haba reunido a un cardenal

154

y a varios de sus principales obispos. Seguramente intentaran obligar a


Enrique a aceptar la realizacin inmediata del matrimonio.
Enrique estaba en una situacin muy delicada, y necesitaba apelar a
toda su astucia para salir del aprieto. De una cosa estaba seguro: no
permitira que le quitaran a Alicia.
Abraz a Luis, de rey a rey, y despus le rindi homenaje, como deba
hacer el duque de Normanda a su seor.
Conversaron con tristeza del nieto que haban perdido, e
inmediatamente despus se abord el asunto de Alicia y Ricardo, y todos
esperaron or las objeciones de Enrique a la propuesta unin.
Objeciones? El rey de Inglaterra enarc el ceo, y se le agitaron
las aletas de la nariz. El len revel una benvola sorpresa. Por supuesto,
deba celebrarse el matrimonio. Acaso Ricardo y Alicia no estaban
comprometidos?
Hemos soportado muchas demoras le record Luis.
Mi querido hermano contest Enrique con una sonrisa, la
princesa Alicia todava es joven. Y mi hijo tiene que proteger el ducado de
Aquitania. Desde hace un tiempo apenas pone el pie en Inglaterra.
Pero tiene edad para casarse, y la princesa ya no es una nia.
Eso es cierto, el matrimonio debe realizarse contest Enrique.
El grupo se desconcert, porque todos haban esperado que el rey
permitiese entrever el sesgo de sus objeciones. Ahora, los argumentos que
haban preparado no tenan sentido, pues todos haban pensado destacar
las ventajas de la unin, y or las objeciones del rey.
En ese caso, parecera dijo Luis, que concordamos en este
asunto.
Enrique inclin la cabeza.
Ahora, la cuestin es: Cundo podr celebrarse el matrimonio?
Eso dijo Enrique es el nico problema. Como tendr el honor de
gozar varios das de vuestra compaa, sugiero que discutamos cul ser la
fecha ms apropiada.
Los cardenales y los obispos se retiraron. Les pareca que no era
necesario que hubiesen acudido a la reunin. El matrimonio se celebrara
en el momento apropiado. El rey de Inglaterra no haba formulado ninguna
de las objeciones previstas. Y era cierto que Ricardo estaba muy atareado
protegiendo a su ducado.
Tan pronto fuese posible, el rey llamara a Ricardo, que estaba en
Aquitania; se celebrara el matrimonio, y todos quedaran satisfechos.
Ahora, se necesitaba nicamente que los dos reyes convinieran en una
fecha.
Enrique estaba complacido consigo mismo. Haba afrontado bien la
primera parte de la prueba. Ante el cardenal y los obispos haba prometido
que Ricardo y Alicia se casaran. Pero no sera la primera vez que faltaba a
una promesa. Lo nico que tena que hacer era postergar la determinacin

155

de una fecha concreta.


A solas con Luis se mostr muy preocupado por el aspecto del rey
francs.
No dudo de que estos tiempos han sido una dura prueba para vos
dijo.
Un rey siempre afronta situaciones difciles replic Luis.
Ah, hermano, eso es verdad. Y a todos nos toca recordarlo y hacer
cosas que estn en nuestro poder para ayudarnos unos a otros. Es
lamentable que los reyes disputen. La corona es algo sagrado no importa
a quin pertenezca, y la deshonra que aflige a uno es una deshonra para
todos.
Convengo con vos en ello.
Creo que la salud de vuestro hijo os preocupa.
Luis asinti con tristeza.
Como sabis muy bien, he sufrido mucho a causa de mis hijos
dijo Enrique.
Se trata del conflicto entre vos y la madre de los muchachos. Tal es
la raz del asunto.
Luis, es una mujer prfida. Ambos tenemos motivos para
recordarlo.
Sin embargo, puede ser fiel. Creo que lo es para sus hijos.
Solo porque la apoyan traiciona al marido. Luis, cierta vez os
traicion. Es extrao que vos, el rey de Francia, y yo, el rey de Inglaterra,
hayamos sufrido ambos por su mano.
Enrique, os ruego le concedis la libertad. No es bueno que la
realeza est encarcelada.
Ojal pudiese. Pero, cmo puedo confiar en ella? Ella fue quin
excit a mis hijos contra m. Vos y yo estamos en dificultades. Quiz Dios
est castigndonos.
Sin duda, por nuestros pecados.
De los cuales, Luis, yo comet muchos y vos muy pocos.
Quin sabe. Todava oigo los gritos de los inocentes en las ciudades
y las aldeas saqueadas por mis soldados.
Hay un modo de acallar esos gritos, lo hicisteis una vez, y no dudo
de que se perdonaron vuestros pecados. Pero despus quiz hubo otros.
No lo dudo.
Luis, habais pensado en la posibilidad de iniciar otra cruzada?
Luis se sorprendi, pero Enrique comprob que haba tocado la nota
justa. Luis ya no tena muchos aos para vivir, y siempre haba sido un
hombre muy religioso. Consideraba pecado lo que para Enrique era un
episodio vulgar y cotidiano. Enrique dudaba de que Luis jams hubiese
sido un marido infiel. Siempre haba tratado de ser justo. Por supuesto, era
dbil; pero el mejor modo de salvar a Alicia era influir sobre el padre
apelando a la religin.

156

Fue un golpe brillante, porque Enrique tena que salir de ese


encuentro sin imponer una fecha definida para la boda de Ricardo y Alicia.
Yo mismo a menudo contempl la posibilidad de realizar una
cruzada.
Vos, Enrique! La noticia me sorprende. No cre que os importaran
esas cosas.
Lo cierto es que tuve que proteger y conservar mis posesiones. En
ese sentido vuestras preocupaciones son menos graves que las mas, pero a
menudo pens en la posibilidad de reunir un ejrcito y marchar a Tierra
Santa para guerrear por la causa ms justiciera que el mundo conoce.
Y vuestros dominios?
Tengo hijos.
Darais al joven Enrique el poder que l anhela?
Es su derecho dijo Enrique.
Luis lo mir en los ojos. Sus planes comenzaban a dar fruto. Haba
apoyado al joven Enrique contra el padre. Luis crea que el rey deba
conceder ms poder a su hijo. Esa haba sido la razn de la guerra entre
ambos. Enrique haba ganado esa vuelta; pero si realmente participaba de
una cruzada y dejaba al gobierno en manos del joven Enrique, a quien
acompaaba Margarita, hija de Luis, el monarca francs se sentira muy
complacido.
Tenis razn exclam Luis Consideremos esta cuestin de la
cruzada.
Por los ojos de Dios, veo que estis dispuesto a unir fuerzas
conmigo en este asunto. Jams me sent tan complacido. Vos y yo nos
uniremos, como otros lo hicieron antes, y libraremos un combate justiciero.
Podemos reunir los hombres y el dinero necesarios en esta empresa.
Podemos dijo Luis, y lo haremos.
Juraremos el mismo juramento, porque no debe haber roces entre
nosotros. Es la inspiracin de Dios. Luis, no lo sents as?
Luis estaba seguro de que as era. Era lo que siempre haba deseado
hacer, y ahora haba llegado el momento de realizar su propsito. Era el
modo de limpiar su alma de todo pecado; y si mora en la peregrinacin,
ira directamente al Cielo. Antes de que el rey de Inglaterra hubiese
propuesto y hablado del caso como si estuviese seguro de que podran
resolver todas las dificultades, el propio Luis no haba pensado que la
empresa era posible.
Enrique continu hablando entusiastamente del proyecto. Qu
afortunados eran! Ambos tenan hijos. Felipe an era joven tena doce
aos, pero contaba con buenos consejeros, y un futuro rey deba
afrontar cuando antes sus responsabilidades. Haba que recordar el caso
del Conquistador, el hombre a quien todos consideraban el ms grande
gobernante de la Historia. Haba sido un nio cuando asumi el gobierno
del ducado. Enrique tena hijos; Luis tena un hijo. Ambos podan

157

contemplar el interesante proyecto con la conciencia de que no era una


imposibilidad.
Debemos jurar que somos amigos, y que ninguno har nada que
pueda perjudicar al otro dijo Enrique. Debemos jurarlo as.
Demostremos al mundo que esta empresa es el hecho ms importante que
cualquiera de los dos ha tenido jams.
Luis se mostr de acuerdo.
El mundo debe saberlo dijo.
Y ahora debemos planear nuestra empresa. Se necesita una
meditacin muy profunda. Equipar a los ejrcitos que ejecutarn el plan no
es poca cosa. Apenas sepan lo que nos proponemos hacer, despedid a
vuestros sacerdotes, pues no puedo demorarme mucho aqu, y
necesitamos preparar todos los detalles.
Luis no poda pensar en nada que no fuese la proyectada expedicin.
Ya una vez haba ejecutado una empresa parecida. Haba sido un fracaso,
pero a causa de la presencia de Leonor. Entonces Dios haba demostrado
su desagrado; y cuando recordaba aquel episodio Luis no se sorprenda.
Luis haba estado tan enamorado de Leonor que le conceda excesiva
libertad. Cul haba sido su recompensa? Una relacin incestuosa de
Leonor con su to; y segn se deca, un sarraceno convertido en amante de
la reina. Por entonces Leonor haba comenzado a exigir el divorcio. Oh, s,
haba sido un desastre, y Luis comprenda ahora que Leonor, que haba
llevado en su equipaje tantas prendas lujosas, haba convertido una santa
peregrinacin en una exhibicin mundana de esplendor e inmoralidad.
Esto sera diferente. Dos hombres entrados en aos y serios
dispuestos a servir a Dios, y a conquistar la redencin de sus pecados.
Su idea fija era hallar los medios para reunir el dinero, decidir qu
equipo, y a quines llevara consigo.
Enrique comparta el entusiasmo de Luis, y el resto del tiempo que
pasaron juntos se consagr a la realizacin de estos preparativos.
Enrique se despidi de su querido hermano, con quien se haba
comprometido en un solemne juramento de amistad. Era cierto que haba
prometido que se celebrara el matrimonio de Ricardo y Alicia, pero haba
esquivado el punto fundamental. No se haba fijado fecha.
Con respecto a la cruzada, Enrique se rea del asunto. Luis era un
tonto. Crea que Enrique entregara su dominio a jvenes sin experiencia?
Luis no conoca el mundo; al parecer no comprenda lo que el poder
significaba para un hombre como Enrique. Tampoco adverta su firme
decisin de conservar a la mujer que le agradaba ms que otra cualquiera.

158

LA DAMA DE GODSTOW

En el convento de Godstow, Rosamunda supo que su fin estaba


prximo. Haca poco ms de un ao que haba llegado al convento, donde
las monjas la haban recibido complacidas. No era solo que el rey prodigase
sus regalos al convento desde el da en que Rosamunda haba llegado;
adems, su naturaleza tan gentil muy pronto le atrajo el afecto de todos.
Nadie se mostraba ms devota que Rosamunda. Consagraba largas
horas a la meditacin y la penitencia; tanto le inquietaban sus pecados,
que a ella le parecan enormes, que haba llegado a la conclusin de que
aun viviendo veinte aos ms jams podra borrarlos, incluso si viva esos
aos en una atmsfera de ilimitada piedad.
A veces hablaba de estas cosas con las monjas que intentaban
confortarla.
S que proced mal. Nunca deb aceptar convertirme en la amante
del rey. Lo amaba, y no poda negarle nada. No podra explicarles el
encanto de Enrique Plantagenet.
Hija ma, otros han pecado de manera parecida le record la
abadesa. Pero buscaron y hallaron el perdn, como t haces.
Pero Rosamunda estaba agobiada por su concepto del pecado, y no
aceptaba consuelos. Si la hubiesen seducido contra su voluntad, habra
sido diferente; si se hubiese entregado para salvar a su familia de la clera
del rey, habra podido decirse que su alma tena cierta esperanza.
Pero no deca. Lleg al castillo de mi padre y all le dimos la
bienvenida. Nos miramos, y sent la tentacin. Recuerdo muy bien que
regres a mi dormitorio, y que mi corazn lata como no lo haba hecho
nunca. Me solt los cabellos, para que me cubriesen los hombros, y me
puse mi tnica ms hermosa. Esper el llamado, y cuando lleg fui de
buena gana.
No eras ms que una nia.
Una nia que conoca la diferencia entre el bien y el mal.

159

No quera disculparse. Lloraba a menudo; cosa ropas para los pobres,


hasta que alrededor de los ojos otrora bellos se marcaron profundas
sombras, y con el tiempo palideca y adelgazaba cada vez ms.
En ocasiones se enteraba de lo que ocurra en el mundo, fuera de
Godstow. Decase que pronto se celebrara la boda real del prncipe Ricardo
y la princesa Alicia de Francia.
Pobre Alicia! Cmo sera su vida? Cmo podra aceptar a su esposo
cuando ya haba tenido un hijo del rey? Pocos lo saban, y Rosamunda
esperaba que la noticia jams llegara a la gente. Quiz un da Alicia
sentira que el peso de sus pecados era tan agobiador como el que ahora
soportaba Rosamunda?
Ya no era una mujer joven, y quiz por eso el rey se haba fatigado de
ella. Pronto tendra cuarenta inviernos. Tantos aos haban pasado desde
el da en que el rey la vio por primera vez. Sin embargo, ella recordaba
detalladamente esa ocasin, y cuando evocaba el episodio tena la
impresin de que si de pronto hubiera sido joven otra vez y hubiese llegado
a conocer al rey, todo habra sucedido exactamente como antes.
Eso era lo que determinaba que se sintiera condenada.
La abadesa la reprenda. No le convena trabajar en los jardines? As
tomara un poco de aire fresco; adems, Rosamunda amaba a las plantas.
Amo los jardines contestaba Rosamunda. Cuidar las flores me
dara el mayor de los placeres. En adelante, deseo volver la espalda a todo
lo que me agrada. He gozado demasiado durante mi vida. Ahora ha llegado
el momento de sufrir.
Confinada en su celda, pasaba muchas horas de rodillas, y el cilicio
que usaba atormentaba su piel suave. Y al fin lleg el da en que la
abadesa desesper por salvarle la vida, tanto haba descuidado su salud y
tan enamorada pareca de la muerte.
As, no pudo abandonar su jergn y cuando las monjas traan algunas
comodidades a la celda, ella se burlaba. Trataban de envolverla con mantas
tibias, pero ella las rechazaba, estaba tan delgada que ya no se reconoca
en ella a la bella penitente que haba ingresado en el convento apenas un
ao antes.
Descansa, hija ma deca la abadesa. Tus pecados sern
perdonados, porque de veras te arrepentiste.
Rosamunda meneaba la cabeza, y las lgrimas rodaban por sus
mejillas hundidas.
No deca. Conocis ese rbol grande que est en los jardines...
mi rbol favorito?
La abadesa asinti.
Cuando se convierta en piedra, sabris que fui recibida en el Cielo.
Has demostrado sincero arrepentimiento, y Dios es bueno.
Pero Rosamunda no poda creer que sus pecados haban sido
perdonados, porque le bastaba recordar a Enrique Plantagenet para saber

160

que, si l hubiese venido a visitarla, y hubiera insistido en que ella lo


acompaase, no habra sido capaz de resistir. Cmo poda uno obtener el
perdn de su pecado cuando en el fondo del corazn saba que, de repetirse
la tentacin, sera imposible resistirla?
Las monjas la lloraron cuando muri. Haba sido un alma buena y
dulce; y Godstow se haba beneficiado mucho acogindola.
El rey lleg al convento; estaba profundamente dolorido. Su querida
Rosamunda haba muerto! La Bella Rosamunda. La Rosa del Mundo, que a
causa de Enrique se haba convertido en la Rosa de la lascivia.
Era una buena mujer dijo, y la am profundamente. Si pec fue
para amarme. Fue mi confortamiento cuando yo necesitaba que me
confortasen. Me dio solaz que yo como rey necesitaba. Por ella fui mejor
hombre que lo que habra sido sin su ayuda.
Quiso que la enterrasen con cierta pompa. Que su atad fuera
depositado en los jardines del convento que ella tanto amaba. No deba
cerrarse la tumba. Se levantara un tabernculo sobre el atad, y se
construira un altar, y all deba depositarse el atad, cubierto con un
manto de seda; habra candelabros ardiendo constantemente en cada
extremo, y sobre todo ello flamearan estandartes.
As parecera que era un santuario a un ser que haba sido muy
amado por el rey; y Enrique decidi que ms tarde se construira un
monumento apropiado, bajo el cual se la enterrara.
Hasta que llegase ese momento, que yaciera de cuerpo presente, y que
las monjas de Godstow mantuviesen ardiendo los candelabros, y que
rogasen sin cesar por la salvacin del alma de aqulla que haba sido
amada profundamente por el rey.

161

LA CORTE DE FRANCIA

Felipe, hijo del rey de Francia, encabezaba una partida de caza que se
haba internado en el bosque. No era un joven muy feliz ni muy popular.
Desde temprano conoca su propia importancia porque era el nico hijo
varn del rey; y todos se preocupaban mucho por su salud. Ahora que
tena catorce aos pronto cumplira quince era un jovencito malcriado,
egosta y arrogante. Despreciaba a su padre, pero por supuesto tena que
aceptar el hecho de que l era rey. Su madre, que intentaba moderar el
egosmo del joven, a menudo lo irritaba, y ms de una vez le haba
advertido que se cuidase, porque un da l sera el rey, y entonces ella
tendra que obedecerle.
Era enfermizo, y tomaba fro con facilidad, y cuando no se senta bien
cosa que ocurra a menudo se mostraba irritable. Tena pocos amigos
verdaderos, y sus servidores se consideraban felices cuando sus
obligaciones no los acercaban demasiado al joven prncipe.
Esta vez se mostr ms arrogante que nunca, porque ahora su padre
le haba dicho que estaba preparando su coronacin.
Ya lo ves, hijo mo, no soy joven le explic Luis. Esper mucho
tiempo un hijo varn, y tuve tres esposas antes de que nacieras.
Lo s dijo impaciente Felipe. Todos lo saben.
Cuando naciste el regocijo fue general. Orden que se echaran a
vuelo las campanas de Francia.
Felipe inclin la cabeza. No rehusaba escuchar el relato tan repetido
de su llegada al mundo.
La idea de la coronacin lo complaca. En adelante, sera rey de
Francia, como su padre; y el anciano envejeca rpidamente. No pasara
mucho tiempo antes de que Felipe fuera el nico gobernante del pas.
Cuanto ms pensaba en ello ms se impacientaba; y ahora, mientras
cabalgaba con su grupo de cazadores, imaginaba el gran da en la catedral
de Reims. Ya estaba adoptando aires de rey, y se vea ataviado con las

162

vestiduras de la coronacin, y la corona sobre la cabeza. Rey de Francia...


qu ttulo glorioso!
Haban avistado al venado, y Felipe deseaba ser l quien lo matara.
Esa noche habra festn, y l quera estar a la cabecera de la mesa. Los
hombres se mostraban ms respetuosos ahora que se acercaba el da de la
coronacin, y l era, no tanto el jovencito enfermizo a quien haba que
cuidar, como el futuro monarca cuyo favor todos queran conquistar. El
cambio le agradaba.
Espole el caballo, e inmediatamente los caballeros a quienes su
padre haba encomendado la misin de protegerlo se pusieron a la par.
Felipe dirigi una mirada colrica a derecha y a izquierda.
Apartaos gru, y los hombres sofrenaron inmediatamente sus
caballos; Felipe espole su cabalgadura, y muy contento dej rezagado al
grupo.
Continu galopando largo rato. Estaba seguro de que el venado haba
tomado ese camino. Quera ser el cazador que arrinconara al animal.
Despus de matarlo, llamara al resto, y todos acudiran a la voz de orden y
lo elogiaran por la mejor presa que jams haba cado abatida por una
flecha. Reaccionaran as porque la haba cazado el futuro rey; y aunque
fuera el venado ms pequeo de la tierra, diran que era el mejor y ms
grande. Esa era la alegra de ser rey. Su padre era un anciano absurdo.
Hablaba de honestidad, y deca que era necesario evitar las lisonjas;
tambin sostena que los mejores y ms slidos amigos del rey eran a
menudo los que lo criticaban. Nadie deba criticar a Felipe II de Francia.
Continu galopando a travs del bosque, y alejndose cada vez ms
del grupo. No conoca esa regin, pero saba la direccin que haba tomado.
Dnde estaba el venado? Fren su caballo y mir alrededor. No haba
signos del animal.
Grit, y trat de escuchar la respuesta. No la hubo. Sus servidores
haban obedecido la orden de alejarse, y era seguro que Felipe se haba
separado mucho del grupo.
Continu cabalgando. El bosque era ms denso. Se detuvo y llam de
nuevo. No hubo respuesta. Escuch tratando de distinguir el sonido de los
cascos de los caballos, pero alcanz a or nicamente el silbido del viento
en el espeso follaje de agosto, y el crujido de las ramas secas pisoteadas
por algn animalito que hua.
El bosque tena algo siniestro cuando uno estaba solo. Los rboles
altos y dignos sugeran que no estaban dispuestos a inclinarse ante nadie,
y que para ellos su rey no era ms importante que un leador. Arriba, a
travs del follaje, Felipe poda ver el clido cielo estival.
Estaba un poco fatigado y tena sed. Su garganta ansiaba el lquido
fresco y calmante. Quiz encontrara pronto la choza de un leador, y all
podra pedir bebida. Le agrad la idea. Esas historias, de las que haba
muchas en las cuales un gran personaje visitaba una humilde choza y se

163

refrescaba, y lo trataban como a un viajero vulgar, para anunciar de


pronto: Soy vuestro rey, u otra frase por el estilo, lo atraan sobremanera.
Continu cabalgando. Se internaba cada vez ms en el bosque, y ya
no saba muy bien qu direccin deba seguir. Nuevamente trat de llamar,
pero cuando alz la voz emiti un sonido quebrado, casi un graznido.
Comenz a sentirse un poco mareado.
Como no poda sentarse bien en el caballo, desmont; at flojamente
las riendas al rbol, y se acost sobre el pasto, as se senta mejor.
Seguramente dormit un rato, porque de pronto despert y su caballo ya
no estaba.
Quiz alguien lo haba robado? O se haba soltado? Tal vez todo era
un sueo...
Vacilante, se incorpor. No caba duda de que el caballo haba
desaparecido.
No poda estar lejos. Lo llam por su nombre. No hubo un relincho
que respondiera a sus gritos, y de pronto comprendi que se haba perdido
en el bosque.
Elev los ojos al cielo. El sol comenzaba a descender. Seguramente
haba dormitado ms tiempo de lo que creyera. Pronto caera la noche.
El pensamiento lo atemoriz. Perderse de da era alarmante, pero por
la noche poda ser terrible.
Los rboles asuman formas extraas. Pareca que cobraban vida, y
que las ramas se extendan a l como brazos vengadores. Se enderez y
avanz con paso inseguro. Las malezas se le clavaban al vestido como si
intentaran retenerlo. La luz desapareca de prisa. Ahora haba brisa, y
alrededor prevaleca la quietud misteriosa.
La noche casi haba cado.
Los miembros de su grupo seguramente se sentan inquietos, porque
l se haba perdido. Informaran a su padre, y el pobre viejo no sabra qu
hacer. Sin duda enviaran partidas que recorriesen el bosque... exploraran
todos los rincones. Tenan que encontrarlo muy pronto. Su padre se
enojara con los guardias. Lo tenan bien merecido! Pero los hombres
diran que se haban separado por orden del propio Felipe; y Luis, siempre
benigno, siempre deseoso de mostrarse justo, acabara creyndoles.
Vengan a buscarme grit.
No hubo respuesta, apenas un movimiento entre las ramas cuando
una criatura asustada por el ruido trat de huir.
Felipe estaba atemorizado, porque ahora haba oscurecido. Jams lo
encontraran? Le arda el cuerpo, tena fiebre. Conoca bien la fiebre,
porque era un antiguo enemigo. Generalmente la acompaaba el delirio.
Crey que haba muerto y haba cado en el infierno. Eso era el
infierno. Estaba rodeado por los demonios, y ellos trataban de aferrado y
de llevarlo al fuego eterno.
Dejadme en paz! grit. Soy el rey de Francia. Pronto se

164

realizar mi coronacin, y entonces vern.


Le pareci que oa risas burlonas, que daban a entender: en este lugar
poco importa la diferencia entre un rey y el siervo ms humilde.
No poda ser as. Los reyes donaban dinero a las abadas; hacan
peregrinaciones; organizaban cruzadas. Los humildes siervos no podan
hacer nada parecido. Todo eso representaba cierto mrito en los ricos y los
nobles.
Pero l jams haba hecho nada parecido. Y aqu estaba, perdido en el
bosque, y la muerte se acercaba. Dnde estaba su padre? Dnde los
guardias? O su caballo, que seguramente lo habra reconfortado un poco?
Tropez y cay; el pasto pareca hmedo, y Felipe permaneci as un
rato. La humedad atraves sus ropas, y el joven comenz a temblar.
Madre Mara, aydame rog.
Sinti las lgrimas en las mejillas. Ahora no era el futuro rey de
Francia; ahora era nada ms que un nio muy atemorizado.
De nuevo se incorpor, y con movimientos inseguros avanz a
tropezones. Estaba soando o los rboles comenzaban a ralear? No estaba
seguro, pero la idea lo reconfort. Deseaba salir del bosque, porque en el
bosque anidaba el mal.
Tena las ropas hmedas, o era la transpiracin, ahora que la fiebre
haba disminuido un poco? Tena fro y temblaba, fro y al mismo tiempo
miedo.
Si no lo encontraban morira. Cuando estaba enfermo, su padre el rey
ordenaba llamar a los mejores mdicos del pas, que lo atendan; se
ordenaban plegarias en todo el pas. Pero ahora estaba solo, y nadie
conoca su terrible necesidad.
Ahora, solo Dios puede ayudarme murmur. Oh, Dios, perdona
mis pecados. Dame la oportunidad de redimir mi alma.
Fue una de las escasas ocasiones en que se mostr humilde.
Como si hubiera sido una respuesta a su plegaria, a travs de los
rboles vio un pequeo claro en los bosques, y una luz mortecina. Su
corazn brinc de alegra.
Gracias, Dios mo murmur. Oste mi ruego.
Camin hacia la luz. Vena de una casita que era poco ms que una
choza. Consigui llegar a la puerta y golpe con el puo cerrado, y cuando
la puerta se abri el joven cay a los pies de un anciano.
Socorro... murmur Felipe.
El viejo se arrodill y examin al forastero. Despus; lo arrastr al
interior de la choza.
Felipe yaci sobre el piso, y el viejo acerc sopa caliente a sus labios.
Por el vestido, advirti que Felipe era noble.
Mi seor, estis enfermo. Vuestras ropas estn hmedas. Debis
descansar en mi humilde choza hasta que os recobris.
Felipe permiti que el anciano lo despojase de la capa. Se sinti mejor,

165

en parte a causa de la sopa, pero sobre todo gracias a la compaa


humana.
Decid... al rey balbuce.
Mi seor.
Soy el hijo del rey dijo.
Mi seor. Eso es cierto?
El anciano se arrodill.
Era la antigua historia en la cual Felipe haba querido representar un
papel; pero qu distinto era esto de lo que l haba imaginado.
Me perd y estoy enfermo. Por favor, llamad de prisa al rey.
Mi seor, mi hijo ir inmediatamente dijo el viejo. Debis
quedaros aqu y calentar vuestro cuerpo. Puedo ofreceros nicamente
viejas ropas que no son propias de vuestro rango.
Felipe dijo: Dame refugio, y avisa a mi padre.
Mi seor, somos humildes mineros de carbn dijo el hombre;
pero somos buenos y fieles servidores del rey. Enviar ahora mismo a mi
hijo.
Felipe asinti y cerr los ojos.

A la maana siguiente llegaron los guardias del castillo. Felipe estaba


delirando.
El minero de carbn recibi una bolsa llena de monedas de oro por el
papel que haba representado en la aventura; y esa ofrenda le permiti
alcanzar ms riqueza de la que haba obtenido trabajando toda la vida; y
Felipe fue llevado al castillo.
Su cuerpo no era tan fuerte que pudiese soportar la prueba, y
enferm gravemente, al extremo de que pareca muy probable que no
lograra sobrevivir.
Luis estaba desesperado. Era cierto que ahora reciba el castigo de
sus pecados, necesitaba realizar esa cruzada con Enrique. Felipe era su
nico hijo varn, y l haba proyectado coronarlo con la pompa que crea
necesaria en tan importante ceremonia; y ahora Dios amenazaba
llevrselo.
Llor y rog; consult con su pariente, el conde de Flandes, que haba
regresado poco antes de una cruzada, de resultas de la cual crea que sus
pecados haban sido perdonados. El conde era un hombre relativamente
joven y dispona de tiempo para cometer ms pecados y volver a redimirlos,
de modo que se senta sobremanera satisfecho.
Luis no poda dormir, tan profunda era su ansiedad. Orden llamar a
sus ministros y dijo:
Ya no soy joven. Dudo de que pueda tener ms hijos, y si ahora
tuviese uno sera un nio pequeo cuando me llegase la hora. Dios est

166

castigndome. Lo siento as. Por qu tena que hacerme esto? Felipe


nunca fue tan fuerte como yo hubiera deseado, y que le ocurriese esto es
precisamente lo que siempre tem.
Sus ministros le recordaron que el joven Felipe an viva, y que los
mdicos lo cuidaban. Haba posibilidades de que sobreviviera.
Pero cuando Luis vio a los mdicos, stos tenan una expresin muy
grave en el rostro. El hijo del rey padeca fiebre muy alta. Deliraba, y
gritaba que los rboles eran sus enemigos, y que intentaban atraparlo y
convertirlo en otro rbol.
Los consejeros del rey le advirtieron que deba cuidar de su propia
salud. Si no lo haca y mora mientras su nico hijo se encontraba en tales
condiciones el resultado poda ser desastroso para Francia.
Luis deplor el hecho de que an no haba iniciado la cruzada que l y
Enrique proyectaban; y al pensar en Enrique, Luis record a Toms Becket,
ese hombre grande y bueno que haba sido asesinado tan cruelmente sobre
las losas de la catedral de Canterbury. Sus mdicos lo obligaron a beber
una pocin calmante que segn dijeron le permitira dormir
tranquilamente; y mientras yaca en su lecho, entre el sueo y la vigilia,
tuvo una extraa experiencia que interpret como una visin.
Toms el Mrtir estaba en la habitacin.
Sois vos, amigo mo, Toms Becket, arzobispo de Canterbury?
Yo soy dijo la forma oscura.
Vens del Cielo, donde ocupis un lugar de honor? pregunt el
rey.
Vengo a vos de parte de Dios fue la respuesta. Id a Canterbury,
y humillaos all en mi santuario. Confesad vuestros pecado y pedid perdn.
Si yo intercedo por ti, recobrars a tu hijo.
El rey se sent en el lecho. Temblaba, estaba solo en su dormitorio.
Se convenci de que Santo Toms Becket lo haba visitado, y salvara
la vida de su hijo.

Id a Canterbury! Los ministros de Luis se miraban inquietos. Id al


dominio de nuestro antiguo enemigo, el rey de Inglaterra!
Olvidis dijo Luis que ahora somos amigos. Nos hemos
juramentado as, y nos proponemos organizar juntos una cruzada.
No es sensato depositar mucha confianza en el rey de Inglaterra
dijeron sus ministros.
Ahora confo en l replic Luis. Ms aun, Santo Toms me orden
que fuese. Si no lo hago mi hijo morir. Aunque sospechara perfidia en el
rey de Inglaterra, de todos modos ira para salvar a mi hijo.
Vieron que era intil tratar de disuadirlo.
El proyecto entusiasm a Philip de Flandes. Tenda a coincidir con los

167

ministros del rey en el sentido de que no era muy sensato que Luis fuese a
Inglaterra, pero la perspectiva de una aventura siempre lo entusiasmaba.
La vida haba sido un tanto aburrida desde el regreso de la cruzada, y
ahora el conde de Flandes trataba de congraciarse con el joven Felipe, pues
era evidente que Luis no vivira mucho, y el viaje por mar seguramente
representara un gran esfuerzo para el monarca francs.
Mi seor dijo, confo me permitiris acompaaros.
Con mucho gusto contest Luis.
Los ministros continuaban dubitativos. Le pareca posible soportar el
viaje por mar? Luis saba que ese brazo de agua era en verdad imprevisible.
Luis tena perfecta conciencia de este asunto, pero estaba decidido. Lo
nico que restaba hacer antes de iniciar el viaje era informar del proyecto a
su buen amigo el rey de Inglaterra.

Cuando Enrique supo que Luis deseaba visitar el santuario de


Canterbury se sinti inquieto, pues pens que mientras estaba en
Inglaterra, el rey de Francia sin duda deseara ver a su hija. Enrique hara
todo lo posible para evitarlo, pero si el encuentro se realizaba, el monarca
ingls tendra que convencer a Alicia de que evitara absolutamente revelar
sus sentimientos. Era evidente que se aludira a Ricardo, y en ese caso ella
deba fingir que lo aceptaba complacida como esposo. Deba confiar en que
Enrique hara todo lo posible para evitar ese matrimonio. De todos modos,
haba tiempo suficiente para preparar a Alicia, si la reunin del padre y la
hija era inevitable. En ese momento Luis era un hombre muy angustiado, y
le interesaba una sola cosa, la vida de su hijo. Por eso mismo, era muy
posible que olvidase el problema representado por su hija.
Enrique envi un mensajero a Luis, y le ofreci una efusiva
bienvenida. El rey de Inglaterra se senta honrado de recibir al rey de
Francia. Comprenda su profundo dolor y su deseo de pedir la gracia de
Santo Toms. Enrique sumara sus plegarias a las de Luis y ste poda
tener la certeza de recibir un salvoconducto. En realidad, quienes en
Francia le deseaban bien, no tenan razn para temer por su seguridad. El
rey de Inglaterra sera personalmente responsable del asunto.
Despus de reunir un brillante squito, Enrique viaj a Dover, para
esperar la llegada del rey de Francia. El pueblo se reuni a los costados del
camino para verlo pasar, y muchos presenciaron el encuentro de los dos
reyes.
El pobre Luis, agobiado por la ansiedad que le causaba la enfermedad
de su hijo y por el sufrimiento que haba soportado durante el cruce del
Canal, aparentaba la edad que tena. Enrique se pregunt: He envejecido
tanto como l estos ltimos aos? An poda pasar a caballo un da entero
sin fatigarse, se senta tan activo como siempre, y los hombres an se

168

maravillaban de la tremenda energa que no mostraba signos de


decaimiento. Jams se haba preocupado de su apariencia. Cunto se lo
haba reprochado Leonor, que en el curso de algunas disputas lo haba
llamado campesino, y se haba burlado de sus manos curtidas y su modo
de vestir, y haba dicho que era un brbaro porque afirmaba que el vestido
era cosa destinada al uso y no al adorno. Brbaro! Y qu poda decirse de
su amante sarraceno? Por qu pensaba en Leonor despus de tanto
tiempo? Qu le importaba su opinin? Alicia lo amaba. Alicia pensaba que
l era el ser ms maravilloso que haba vivido jams. Eso era lo nico que
importaba. Sus cabellos comenzaban a ralear, y antao l se haba sentido
orgulloso de sus rizos castaos. Quiz haban sido su principal vanidad.
Incluso ahora, los peinaba con cuidado tratando de ocultar la calvicie.
Haba envejecido un poco, pero con elegancia, como poda esperarse.
Pero el pobre Luis era un anciano. Deba de estar cerca de los sesenta...
una edad bastante avanzada, y pareca que no durara mucho ms.
Enrique lo abraz.
Mi querido amigo. Bienvenido. Me alegra veros aqu.
Haba lgrimas en los ojos de Luis.
Las bendiciones recaigan sobre vos, Enrique. Es muy bondadoso de
vuestra parte ofrecerme esta bienvenida en vuestras costas. Mi querido
amigo, siento el corazn dolorido, enfermo de ansiedad. Mi amado hijo...
Lo siento por vos dijo Enrique, y he ordenado que no haya
retrasos. Cuando hayis descansado de vuestro viaje ambos iremos al
santuario de Canterbury, y all uniremos nuestras lgrimas y nuestros
rezos. No dudo de que la respuesta ser positiva. Reanimaos. Santo Toms
es un buen amigo de ambos, e interceder por vos. Lo s.
Luis agradeci a su bondadoso anfitrin, y al da siguiente partieron
juntos para Canterbury.

Uno al lado del otro, los reyes avanzaron a caballo por el camino que
llevaba a Canterbury. Hablaron; Luis relat la aventura de su hijo en el
bosque; explic que la noche que haba pasado en un lugar hmedo y
solitario haba provocado un acceso de esa fiebre que a menudo lo
molestaba.
Es mi nico hijo gimi Luis Vos, mi buen amigo, sois ms
afortunado, porque tenis varios varones.
Enrique pens: Ms de lo que t conoces; y por extrao que parezca,
me alegran ms los que nacieron bastardos que los hijos legtimos. Quiz
eso tiene algo que ver con las respectivas madres.
He tenido mis dificultades con esos varones dijo Enrique.
Pero jams os preocup su salud.
No, son hombres robustos. Por otra parte, confo en que el pequeo

169

Juan no se volver contra su padre como lo hicieron los otros. Por lo


menos, Luis, no habis padecido esa clase de ingratitud.
Enrique pens: An hay tiempo, y quiz Felipe te obligue a sufrir por
eso, pues en efecto no confo en l. Por lo menos mis hijos son individuos
robustos, y a pesar de sus rebeldas me enorgullecen. Lamentara tener un
jovencito flojo y mezquino como tu Felipe.
Estamos unidos dijo Luis. Unidos por los matrimonios de
nuestros hijos. Qu cruel golpe que Margarita haya perdido a su nio.
Nuestro nieto habra sido el vnculo ms firme entre nosotros. Pero soy el
padre de vuestro hijo Enrique, del mismo modo que vos sois el padre de mi
hija Margarita. Y as ser con Ricardo y Alicia...
S, s se apresur a decir Enrique. Seguramente habis odo
hablar de los muchos milagros realizados en el santuario de Santo Toms.
Los ciegos ven, y los cojos caminan. Estoy convencido de que maana a
esta hora, cuando hayamos dicho nuestras plegarias, Felipe comenzar a
mejorar.
Amigo mo, me reconfortis. Yo tambin comienzo a creer que as
ser.
Las campanas taan su bienvenida mientras entraban en la ciudad.
Luis se dirigi inmediatamente a la cripta y se arrodill frente a la tumba
de Santo Toms. All rez todo el da y toda la noche, y rehus el alimento,
mientras rogaba a Santo Toms que intercediera ante Dios por la vida del
joven Felipe.
No se content con estas plegarias. Prometi que el convento que all
haba, recibira todos los aos gratuitamente de Francia el vino que los
monjes consuman.
Enrique le agradeci, e insisti en llevar a Winchester a su husped,
con el fin de que pudiese descansar un poco antes de iniciar el duro viaje
por mar. Estaba decidido a mostrarse amistoso con Luis. Era intil
ofrecerle un banquete. Luis tena ms inters en las iglesias. De todos
modos, Enrique lo llev a la bveda que guardaba su tesoro, y all le pidi
que aceptase algo como prenda de amistad.
Enrique tembl de ansiedad mientras Luis manipulaba algunos de los
ms preciosos adornos de oro, plata y piedras preciosas, pues no toleraba
la idea de separarse de ninguna de sus posesiones; pero ese temor era
innecesario. Luis eligi algo de poco valor, y de nuevo los hombres
ratificaron su amistad.
Enrique dijo que hubiera deseado rogar al rey de Francia que
prolongara su estada, porque en Inglaterra haba muchas cosas que l
deseaba mostrarle; pero saba muy bien que el monarca francs ansiaba
regresar con su hijo. Lo que ms tema Enrique durante la visita era que
Luis solicitara ver a Alicia o a Leonor. Cualquiera de las dos cosas poda
ser fatal. Alicia hara todo lo posible para guardar el secreto, pero lo
conseguira? Y que Leonor estuviese al tanto del asunto, a menudo

170

provocaba verdadero terror en Enrique. Se preguntaba por qu ella no


haba difundido lo que saba. La nica explicacin era que crea posible
torturarlo ms mantenindolo en la duda.
Evit hbilmente ambos temas, y muy complacido acompa a Dover
al rey de Francia. Luis se embarc en la nave que lo esperaba, y regres a
Francia.

All lo esperaban buenas nuevas. Felipe estaba recuperando la salud.


Los mdicos juraron que Felipe haba comenzado a reaccionar exactamente
a la hora en que Luis yaca postrado ante la tumba del mrtir.
Luis acudi inmediatamente adonde estaba su hijo, y el cambio que
observ en l era notable. El rey afirm que tena que ser un milagro; y se
sinti muy satisfecho de haber desafiado la opinin de sus ministros, y
confiado en el mrtir y en Enrique de Inglaterra. Era un buen augurio para
el futuro y para la nueva amistad con Enrique, as como para el plan de la
cruzada a Tierra Santa.
No retrasaremos mucho tu coronacin dijo a Felipe. Haremos
ahora mismo los preparativos.
Se sinti muy complacido cuando su yerno, el joven Enrique, lleg a
la corte francesa con Margarita.
Luis abraz afectuosamente a los esposos. Enrique tena buen
aspecto, pero Margarita pareca un poco deprimida despus de la prueba
que haba afrontado.
Cuanto me alegro de veros, hijos mos dijo, y dirigindose a
Enrique agreg: Deseo que t y mi Felipe sean siempre amigos. Tu padre
y yo hemos hecho un juramento de amistad, y un da vosotros ocuparis la
misma posicin que ahora tenemos nosotros... seris reyes de Francia y de
Inglaterra. Deseo que haya amistad entre vosotros. Recurdalo, Enrique,
porque la guerra solo trae sufrimiento. Quisiera Dios que yo nunca hubiese
intervenido en ella. Pues si as hubiese sido, ahora me sentira mucho ms
feliz.
Enrique pensaba que las guerras eran un aspecto necesario de la vida
de un rey; pero no se molest en contrariar a Luis. El pobre anciano
pareca ms viejo que nunca, y su piel haba adquirido un color enfermizo.
Enrique se alegr de renovar su amistad con Philip de Flandes, pero
la influencia que este noble ejerci sobre l fue menor que antes, pues
ahora tena ms experiencia del mundo, y aunque recordaba qu generoso
haba sido el conde cuando lo iniciaba en las alegras del torneo, su
persona ya no le pareca tan esplendorosa como otrora le haba parecido.
Tampoco se interes mucho en el joven prncipe de Francia. Nadie se
preocupaba mucho de l; no era un personaje muy atractivo. Slo su padre
lo mimaba, y por supuesto los ministros de Francia comprendan su

171

importancia, porque era el heredero; y si hubiese muerto despus del


episodio en el bosque seguramente se habran presentado tantos
pretendientes al trono que hubiera sido inevitable una guerra civil.
Luis decidi que se celebrara en Saint Denis un servicio de Accin de
Gracias para conmemorar la milagrosa curacin de Felipe, y la ceremonia
deba celebrarse cuanto antes.
No deseaba que Toms Becket creyese que l no agradeca su
intercesin.
Se fij la fecha. El joven Enrique deba cabalgar al lado de Felipe, para
demostrar a todos que la amistad entre Francia e Inglaterra era muy
slida.
Cuando los servidores ayudaron a Luis a montar su caballo, los
impresion su palidez, y uno de ellos pregunt al rey si se senta bien.
Un poco fatigado replic Luis.
Mi seor, no sera conveniente un poco de descanso?
No replic el rey. De ningn modo deseo faltar a esta ceremonia.
Pero no pudo asistir, pues mientras la procesin avanzaba hacia la
abada el rey sorprendi a todos cayendo hacia adelante. Hubiera cado al
suelo si uno de sus caballeros, que haba advertido su palidez, no se
apresura a sostenerlo.
El rey fue devuelto al castillo, y poco despus los mdicos se
presentaron en su dormitorio.
Haba sufrido un ataque, y no poda hablar ni moverse.
Pocos das despus se sinti un tanto mejor. Recuper el habla, pero
tena paralizados un brazo y una pierna.

Luis haba adoptado una firme decisin. La coronacin no deba


postergarse otra vez. Ahora ms que nunca era necesario que Felipe fuese
coronado rey de Francia.
Orden llamar a Philip de Flandes, y le orden que cuidase del joven
Felipe. El conde era uno de los padrinos de Felipe, y se era su deber.
Mi hijo es inteligente, pero demasiado joven dijo el rey. Tiene
mucho que aprender, pero posee sagacidad suficiente para aprenderlo.
Confo en que quienes me desean bien sean buenos amigos de mi hijo.
Philip de Flandes jur que servira a Felipe con todas sus fuerzas.
Y eso hara, pensaba para s, si el muchacho se dejaba influir. El
conde se imaginaba cada vez ms poderoso a medida que creca su
influencia. Era evidente que Luis ya no vivira mucho; el nuevo rey sera
muy joven, y si aceptaba la gua de su padrino, Philip de Flandes se
sentira muy satisfecho. Sera como Luis deseaba, con la diferencia de que
el joven Felipe servira al conde de Flandes, y no a la inversa. En tales
condiciones, habra amistad entre ellos, y cooperaran por el bien de

172

Francia y del conde.


Adela, esposa de Luis, fue a la habitacin del enfermo, y el rey le
revel su inquietud.
Ojal nuestro hijo tuviese ms aos dijo.
Pronto crecer dijo Adela, tratando de calmar al enfermo.
No lo har a tiempo.
Habr tiempo insisti Adela. En sus ojos se vea el dolor. Luis
haba sido un marido bueno y gentil. Cuando ella haba venido a Pars
para casarse con l y ser reina de Francia, haba sentido miedo. Por
supuesto, su familia haba mostrado su complacencia ante la unin; y
ahora Adela pensaba en sus hermanos, pues si Luis mora, ella necesitara
la ayuda de la familia. Felipe era demasiado joven para gobernar, y era muy
probable que sufriese la influencia de personas que no eran muy
convenientes.
Querida Adela dijo Luis, fuiste una buena esposa para m, y
nunca podr agradecerte bastante por haberme dado un hijo.
Debes curarte dijo Adela.
Luis asinti, para tranquilizarla, pero no crea que jams pudiera
abandonar el lecho.
El da de la coronacin Luis continuaba guardando cama, pero
anhelaba estar en Reims. All, el to de Felipe hermano de Adela que
era arzobispo de Reims, depositara la corona sobre la cabeza de su
sobrino. Era un hombre bueno y fuerte. Los hermanos apoyaran a Adela,
y muy pronto el muchacho, cuya inteligencia todos reconocan, alcanzara
la edad necesaria para arreglarse solo.
Si Felipe hubiese sido un poco mayor, Luis habra muerto en paz. Por
supuesto, ahora su valor era exclusivamente el de un smbolo; sin
embargo, todava era el rey de Francia, y en ese carcter los hombres lo
respetaban. Pero a partir de ahora habra otro rey, un joven que, si se
cumplan los fervientes deseos de su padre, llegara a ser un gran
monarca.
Sinti que, aunque l estaba en Pars y su hijo se encontraba en
Reims, lo acompaaba espiritualmente.
Saba que Philip de Flandes sostendra la espada de oro, y que el
joven Enrique de Inglaterra acercara la corona; y que la ceremonia sera
presidida por el to de Felipe.
Casi poda or la msica. Lo vea todo muy claramente, y oraba:
Santa Mara, cuida de mi hijo. Concdele la sabidura que yo no tuve.
Hazlo fuerte para que se defienda de sus enemigos y mustrale cmo puede
ser compasivo con quienes lo ofenden. Si me concedes esta gracia, estoy
dispuesto a morir en paz'
Y en la catedral de Reims, el joven Felipe senta profunda alegra. Al
fin era rey de Francia. El joven Enrique lo miraba, y deseaba decir: El
hecho de que te hayan coronado no te convierte en rey. Tendrs que

173

esperar la muerte de tu padre; pero creo que eso no tardar mucho. Solo
Dios sabe cunto tiempo tendr que esperar yo mismo.

El conde de Flandes acompaaba siempre al joven rey de Francia.


Ahora, el astuto conde trataba de ser para Felipe lo que antao haba
deseado ser para Enrique. Los dos jvenes se encontraban en situaciones
parecidas; ambos haban sido coronados mientras sus respectivos padres
an vivan; ambos posean el rango real, sin el correspondiente poder.
El conde se maravillaba de la insensatez que haban demostrado los
reyes de Francia y de Inglaterra; tan escasa previsin como para haber
coronado a sus hijos cuando ellos an cean la corona. Eso significaba
buscarse dificultades. En el caso de Luis, que no poda vivir mucho ms,
se justificaba relativamente; pero que Enrique Plantagenet hubiese sido tan
poco inteligente, era algo que llamaba mucho la atencin.
Sin embargo, ahora el conde estaba mucho ms interesado en el
nuevo rey de Francia que en Enrique. El padre de Enrique an vivira
muchos aos; era un hombre fuerte, y muy pocos podan comparrsele
tanto por la inteligencia como por la capacidad militar. El caso de Felipe
era muy distinto.
Por eso, despleg toda su astucia para influir sobre el joven.
Philip de Flandes era exactamente el tipo de hombre que el joven
Felipe tena que admirar. Su elegancia llamativa, sus lisonjas sutiles, su
extravagancia, su riqueza y su generosidad eran rasgos que seducan al
joven rey.
La reina Adela vea la influencia que el conde de Flandes ejerca sobre
Felipe, y lamentaba esta situacin. Trat de aconsejar a su hijo.
Felipe, tu padre todava vive le record. No olvides que an es el
rey de Francia.
No puede hacer nada. Est en su lecho, y ni siquiera puede
moverse. Es necesario que alguien gobierne a Francia.
Tu padre siempre dijo que un rey necesita buenos ministros para
gobernar bien.
Mi padre siempre temi gobernar.
Hijo mo, cuida tus palabras. Tu padre es un hombre bueno, y lo
nico que l temi fue hacer mal a otros.
Un rey debe ser audaz. Un rey debe adoptar decisiones, y poco
importa si a otros eso les agrada o no. Debe aceptar nicamente el consejo
que le parece apropiado, y l es quien tiene la palabra definitiva.
Tambin necesita experiencia. He pedido a tus tos que vengan a la
corte.
Felipe se encoleriz. Sus tos! Los hermanos de su madre. Estos
hombres de la casa de Blois tenan muy elevada opinin de s mismos. As

174

lo afirmaba el conde de Flandes. Como la hermana se haba casado con el


rey de Francia, crean que tenan derecho de gobernar.
En tal caso exclam Felipe, puedes anular la invitacin.
No har nada parecido replic la reina. A tu padre le complace
que yo los llame. Entiende que t necesitas la gua que ellos pueden
ofrecer.
Ciertamente, no lo necesito. Y no los aceptar.
Felipe dijo Adela, recuerda esto. Fuiste coronado rey, pero no
por eso gobiernas el pas. Francia ya tiene rey, y mientras l viva la corona
y la autoridad consiguiente le pertenecen.
Est muerto... o casi muerto. No puede pensar; no puede actuar.
Felipe, cmo puedes hablar as? Es tu padre y el rey de Francia.
Sufre una terrible enfermedad. Te propones envenenar sus ltimos meses
de vida?
Soy rey de Francia dijo Felipe, y todos deben saberlo.
No eres ms que un nio. Nada enfureca ms a Felipe que el hecho
de que le recordasen su juventud. Perdi los estribos y grit: Sabrn...
todos sabrn.... qu consecuencias trae contrariar al rey de Francia,
aunque sea lo que ustedes llaman un jovenzuelo!
Felipe, debes dominar tus pasiones. Fuiste coronado, como lo
deseaba tu padre. l desea que Francia tenga siempre un rey coronado.
Por eso orden la ceremonia. Recuerda que le debes tu corona; y le debes
la vida. Nada bueno espera a quienes no honran a sus padres. Suya es la
corona. Suyo es el sello del cargo. Los franceses fieles estn obligados con
l y slo con l... por el momento.
Felipe abandon enfurecido la habitacin.
En los jardines, Philip de Flandes se paseaba con Enrique y
Margarita. An haba cierta amistad entre Enrique y el conde, que
observaba con cierto placer que Enrique estaba un poco celoso de las
atenciones que l conceda ahora a Felipe.
Felipe se reuni con ellos.
Qu ceo sombro! dijo con buen humor el conde de Flandes
cuando vio a Felipe. Parece que hay tormenta en perspectiva.
Se trata de mi madre dijo Felipe. Pretende traer a mis tos para
que me ayuden a gobernar.
El conde prest atencin. Nada deseaba menos que ver en la corte a
los hermanos de Adela. La casa de Blois tena muy elevada opinin de s
misma. Estaba muy estrechamente vinculada con la realeza, pues una de
las hijas del Conquistador, llamada Adela de ella tomaba su nombre la
actual reina de Francia se haba casado con un miembro de la familia
real. Por eso su hijo Esteban haba ocupado el trono de Inglaterra; y
Theobald, hermano de Esteban, era el padre de la reina Adela de Francia.
Adela tena cuatro hermanos: uno era el arzobispo de Reims, el mismo que
haba coronado al joven Felipe; adems estaban Henry, conde de

175

Champagne y Theobald, conde de Blois, que se haban casado con Marie y


Alix respectivamente, hijas de Luis y Leonor; y el cuarto hermano era el
influyente Stephen, conde de Sancerre.
Mal poda extraar que en ocasiones como sta esos hombres se
creyesen los consejeros naturales del joven rey de Francia; as, el conde de
Flandes lleg a la conclusin de que deba impedir que la familia de la
reina adquiriese cierta influencia sobre el joven Felipe.
Seguramente no permitiris tal cosa dijo Philip en tono ligero.
Har todo lo posible.
Todo lo posible! Pero si solo necesitis decir que no os interesan.
No sois el rey?
S, pero como mi madre seal, la corona y el sello del cargo todava
pertenecen a mi padre.
Y era cierto. Adela poda hablar con el viejo Luis y lograr que l
invitase a los hermanos de la reina. Haba que evitarlo. Philip de Flandes
saba que sus sueos de poder quedaran en nada si esos hombres venan
y se hacan cargo de este joven bastante impresionable.
Lo pensaremos bien dijo el conde despreocupadamente. Enrique
nos ayudar, no es as? l sabe lo que es sentirse frustrado.
En efecto. Mi padre me ha comprometido a evitar todos los actos
que puedan perjudicarlo.
Y el yugo os molesta replic el conde. Mi querido Felipe,
haremos lo posible para evitar que ellos apliquen un yugo a vuestro
hermoso cuello.
Margarita mir inquieta a su medio hermano. No simpatizaba mucho
con l. Le pareca lamentable que esos jvenes mereciesen tantos honores.
Ella y sus hermanas nunca haban recibido tanta atencin como Felipe,
por la nica razn de que eran mujeres. Adems, ella senta profundo
afecto por su padre. Luis siempre haba sido bueno y gentil con sus hijos, y
la conmova profundamente que l ahora yaciera en lo que todos
consideraban era su lecho de muerte.
Dijo:
No deseo escuchar conversaciones de este gnero. Mi padre...
nuestro padre, Felipe... est gravemente enfermo. Por Dios, no hablemos
como si ya hubiese fallecido.
Enrique apoy la mano en el brazo de su esposa.
Margarita, no se trata de un asunto de carcter personal dijo.
Todos lo amamos mucho. Ha sido un buen padre, para m. Ms bondadoso
que mi propio padre. Pero Felipe debe asegurarse de que no lo despojen de
sus derechos.
Felipe no es ms que un nio.
Felipe se sonroj y la mir hostil.
Soy un hombre. Puedo gobernar, y por Dios que lo har.
Habis hablado como un rey dijo el conde de Flandes. Me

176

agrada oros hablar as. Pero lo que importa es la accin. Debis estar
preparado cuando llegue el momento.
Margarita se volvi con lgrimas en los ojos. No estaba dispuesta a
orlos hablar como si su padre ya hubiese muerto. Vio en el jardn a
William Marshall y se reuni con l. El conde la mir. Supuso que
Margarita estaba explicando a William la causa de su propio nerviosismo.
El conde no vea con buenos ojos la influencia que William Marshall
ejerca sobre Enrique y Margarita. Haba sido el escudero de la nursery
cuando ambos eran nios, y por su condicin de antiguo amigo era un
hombre importante para los dos jvenes. Ambos lo admiraban demasiado.
William Marshall era uno de esos hombres honorables cuyos actos siempre
podan anticiparse. No buscaba honores para s mismo; era el tipo de
caballero apreciado por Enrique Plantagenet, sobre todo como compaero
de su hijo. William Marshall y el conde Philip de Flandes eran tan
diferentes como podan serlo dos hombres.
Volvi los ojos hacia los dos jvenes, e indujo a Enrique a hablar de
los agravios que haba sufrido por culpa de su padre.
Felipe, vuestra situacin es diferente dijo el astuto conde.
Nuestro pobre Enrique es hijo de un hombre prepotente que jams ceder.
Vos sois hijo de un moribundo.
Hay una gran diferencia admiti Enrique. Estaba mirando a
Margarita y a William Marshall. Marshall evidentemente estaba
consolndola. l, Enrique, hubiera tenido que ocuparse de eso. Tambin l
detestaba que se hablase como si Luis estuviese muerto. Siempre haba
dicho que Luis era como un padre para l. Pero Enrique haba soportado
muchos aos la tirana de su padre; y en efecto, comprenda los
sentimientos de Felipe.
Una gran diferencia continu diciendo el conde. Por ahora,
Enrique poco puede hacer. Su padre es demasiado fuerte para l. No
siempre ser as. Por eso debemos comprometemos a ayudarle no es as,
Felipe?
Felipe admiti sinceramente que estaba dispuesto a colaborar.
Pero para comenzar, no debemos permitir que Felipe se someta a
una autoridad de la cual despus difcilmente podr librarse.
No lo permitir grit Felipe. De pronto, se le ensombreci el rostro.
Sin embargo, ella tiene razn. Mi padre an es el dueo de la corona y el
sello del cargo.
Recordad que ya fuisteis coronado dijo el conde: Y dnde est
el sello del cargo?
Lo guarda en su dormitorio, bajo la almohada.
El conde sonri.
Si pudiramos quitarle el sello...
Qu quieres decir ? pregunt Felipe.
El conde mir primero al joven rey de Francia, y despus a Enrique.

177

Pero Enrique estaba observando a su esposa y a William Marshall, que


caminaban hacia el patio.
Si tuvierais el sello, podra creerse que l os lo entreg...
No me lo dar. Debo pedirlo?
No. La reina seguramente le dijo que no os lo diese. Si metieseis la
mano bajo la almohada. Si lo tomarais...
Podra hacerlo! exclam Felipe. Pero l dir que no me lo
entreg.
Es su palabra contra la vuestra. Es un hombre enfermo. A menudo
delira. Si tenis el sello, nadie podr discutirlo.
Lo har dijo Felipe. Ser fcil, y despus prohibir a mis tos
que vengan a la corte.

El conde de Flandes se paseaba por los jardines en compaa de


Enrique.
Le agradaba visitar el lugar, no porque admirase las flores apenas
las vea sino porque al aire libre uno poda hablar sin ser odo.
Las cosas marchaban bien; era un intrigante nato, y estaba en su
elemento. Para l, la vida deba ser una aventura permanente. Haba
regresado de Tierra Santa, donde haba tenido interesantes aventuras, y
nada le habra agradado ms que gobernar Francia por intermedio del
dbil y joven rey.
Otrora haba pensado que podra ocupar un alto cargo en Inglaterra
gracias a su amistad con el joven Enrique; pero no era tan estpido como
para creer que estaba en condiciones de rivalizar con Enrique Plantagenet,
y saba que el viejo len se aferrara al poder mientras tuviese un resto de
fuerza. A medida que envejeca su rugido no era menos amenazador, y sus
garras tampoco eran menos temibles. Felipe, cuyo padre estaba
murindose, ofreca una perspectiva mucho ms promisoria.
De todos modos, no deba desentenderse del viejo len que estaba al
otro lado del mar. El buitre deba asegurar que no le quitasen la presa. Era
fcil manejar al joven Enrique. Estaba tan resentido contra su padre que
siempre pareca dispuesto a entrar en accin contra l si se le ofreca la
oportunidad. Era poco probable que hubiese muchas esperanzas de xito
en ese sentido. Pero si el viejo Enrique mora y el joven ocupaba el trono, el
asunto merecera toda la atencin del conde.
Entretanto, deba asegurar su posicin en Francia, sin perder de vista
a Enrique. Haba estado observando a William Marshall, y crea que l
intentaba influir sobre Enrique en detrimento del conde. Eso no poda
permitirlo. Se sentira mucho ms feliz si William Marshall prestaba
servicio en otro lugar, lejos del joven Enrique.
Poco rato antes lo haba visto con Margarita, y ahora lo asalt una

178

idea que le pareci buena.


Margarita era una joven bella y atractiva, y no caba duda de que
Enrique se senta muy complacido con su esposa. El joven rey no era
hombre dado a las aventuras femeninas, o por lo menos no lo era tanto
como muchos jvenes; en resumen, era un marido fiel.
El conde dijo:
Marshall es un individuo apuesto.
Enrique admiti que as era.
Y qu caballero! Excepto t mismo, primo, nadie se desempea tan
bien como l en el torneo.
Un individuo atractivo dijo el conde. Creo que sa es la opinin
de las damas.
En efecto. Pero jams se interes mucho en las mujeres. Es un
caballero, y las respeta. El tipo de caballero mencionado en las canciones
de Aquitania... ya sabes, los trovadores.
S, lo s. Se enamoran y adoran a su dama. Son caballerosos y
estn dispuestos a morir por ella. Me parece una extraa forma de
devocin, ofrecerse para morir. Entiendo que las medio hermanas de
Margarita componen poemas y canciones.
Es natural dijo Enrique. Tambin son mis medio hermanas.
Tenemos la misma madre.
Y William Marshall es un gran caballero. Es evidente que Margarita
comparte el inters de sus medio hermanas por estos asuntos.
Qu quieres decir?
Ella y Marshall son... buenos amigos, verdad?
Enrique se sonroj.
Vaya... balbuce. Conocemos a Marshall... desde la infancia.
Era... nuestro escudero.
Un vnculo sentimental coment el conde de Flandes. Bien, me
alegro de que no seas celoso. Yo soy muy diferente. Te habl del asunto,
verdad? Recuerdas que orden golpear al amante de mi esposa, y
acabarlo dejndolo colgado sobre un pozo de aguas servidas?
No sugerirs...
Mi querido Enrique, ciertamente no sugiero nada. Pero las mujeres
son frgiles, y Walter de Les Fontaine era un caballero que provocaba
admiracin dondequiera apareca... a causa de sus modales caballerescos.
Lo cual no le impeda acostarse con mi esposa en mi ausencia. En realidad,
creo que ella lo sedujo. Pero l jams lo reconoci. Ya lo ves, caballero
hasta el fin. Pero eso es lo que yo siempre pens. No, t no eres tan celoso
como yo. Pero hablemos de otras cosas. Sabais que Felipe consigui el
sello de su padre?
No dijo Enrique, cuyos pensamientos estaban muy lejos del sello
de Felipe. Pensaba en William y Margarita. En realidad, no lo crea. No
poda ser cierto. Y sin embargo, eran muy amigos. Record la vez que ella

179

estaba tan conmovida, y haba tratado de ver y hablar a Marshall.


S continu diciendo Philip, visit a su padre y estuvo solo con
l. Cuando sali de la habitacin del enfermo tena el sello. Por supuesto,
ahora goza de la autoridad correspondiente. Posee el sello, y por lo tanto
todos suponen que es deseo de su padre que lo tenga. Te aseguro que esos
tos embrollones jams llegaran a la corte. Ellos y la reina aprendern que
Felipe puede ser joven, pero tiene hombres buenos que lo aconsejan, y que
est decidido a ser el rey de Francia.

Desde una torre del castillo Enrique vio entrar en el patio a William
Marshall. Nadie montaba tan bien como l. En efecto, era un apuesto
caballero. Enrique entrecerr los ojos. Seguramente William trataba de
convertirse en el amante de Margarita, y no caba duda de que ella lo
miraba con buenos ojos.
Haba llegado al castillo para ofrecerle su respetuosa simpata por la
salud cada vez ms deteriorada del rey de Francia. Por qu ella acuda a
William y no a su marido? Quiz porque l era demasiado amigo de Philip
de Flandes, y Margarita nunca haba credo que ese hombre fuese muy
atractivo. Le pareca que era una influencia negativa para Enrique, una
opinin determinada sin duda por los comentarios de William Marshall.
Orden a uno de sus servidores: Decid a William Marshall que
venga.
Poco despus apareci William.
Enrique entrecerr los ojos y dijo: Hace mucho que deseo deciros
algo.
William lo mir serenamente.
Mi seor?
Me ofendis con vuestras crticas replic Enrique.
No entiendo.
Y adems continu Enrique, observo que os mostris
demasiado amistoso con la reina Margarita.
Mi seor, confo en que he demostrado ser buen amigo de ambos.
Y sobre todo de ella, eh?
No comprendo esas insinuaciones.
De veras? Entonces, sois un tonto. Lo dir claramente. Ha llegado
a mis odos que veis mucho a mi esposa. No lo tolerar. Si no fuera porque
habis sido mucho tiempo mi amigo, os castigara como lo merecis. Sin
embargo, me mostrar benigno.
Enrique vacil. Era difcil creer esas cosas cuando se enfrentaba con
esa mirada firme y serena. William siempre se haba mostrado tan
honorable, tan ansioso de servirlo; y cuando antao haba parecido que l
haca causa comn con otros, en definitiva siempre haba resultado que

180

actuaba por el bien de Enrique.


Fuera de mi vista dijo. No os aceptar a mi lado. Debis
abandonar mi servicio. Regresad a Inglaterra.
De modo que realmente estis despidindome?
As es. Salid de aqu antes de que me sienta tentado de hacer algo
peor.
William Marshall se inclin dignamente y sali. Antes de que hubiese
terminado el da iba en camino hacia Inglaterra.

Margarita estaba triste y al mismo tiempo enojada.


Despedir a William exclam. Ests loco. Es el mejor amigo que
tienes.
No dudo de que as piensas.
Por supuesto, lo pienso. Como deberas pensarlo t mismo si
razonaras un poco.
S que se muestra muy amistoso contigo.
Es amigo de ambos. S que te profesa mucho afecto, y que as fue
siempre. Intent establecer una relacin mejor entre t mismo y tu padre.
Es mejor amigo que lo que ser jams Philip de Flandes. Ese hombre
piensa nicamente en su propio beneficio.
Enrique comenz a inquietarse. El conde haba logrado ejercer
considerable influencia sobre el joven Felipe, y le dictaba el curso a seguir.
Y ah estaba Luis, que nada poda hacer. Ya se haba prohibido a los
hermanos de la reina que se presentaran en la corte, y la propia reina
reciba un trato grosero.
Como comenzaba a sospechar que su actitud haba sido absurda,
Enrique trat de achacar la culpa a Margarita.
S muy bien lo que hubo entre Marshall y t.
Margarita pareci desconcertada.
Es tu amante... o desea serlo.
Enrique! S, ests loco.
No, lo he visto.
Qu viste?
A ambos conversando.
Cundo?
Bien.... el otro da, en el jardn... cuando estabas tan conmovida por
tu padre. l te consolaba.
Por qu no poda hacerlo? No soportar que el conde y mi hermano
hablen de mi padre como si estuviese muerto. Cre que queras expresar tu
oposicin. Pero no lo hiciste. En cambio, imaginas tonteras... acerca de m
y de William.
Enrique dijo:

181

Se ha marchado. No lo aceptar aqu. No estoy dispuesto a


representar el papel del cornudo.
Oh, Enrique, cmo puedes decir esas cosas? Sabes que son falsas.
William es tu buen amigo. Yo soy tu fiel esposa. La gente perversa te ha
engaado.
A Enrique no le agradaba pensar que se haban burlado de l, de
modo que finga creer que haba cierta verdad en el rumor acerca de
William y su esposa. Le pareca demasiado humillante pedirle que
retornara, y ofrecerle una disculpa. Se mostr hosco, y continu fingiendo
que era un esposo suspicaz; por eso mismo, la exasperacin de Margarita
se acentu.
Enrique se sinti aliviado cuando la reina Adela le pregunt si poda
hablarle en privado.
La soberana dijo que se senta muy angustiada, y que crea que si lo
deseaba, l poda ayudarla.
Con todo mi corazn dijo Enrique.
El joven fue a la habitacin privada de la soberana, y all ella le
explic que era una mujer muy desgraciada.
Mi marido se muere dijo, y mi hijo se ha vuelto contra m. Mis
hermanos no pueden venir a la corte, y ellos y yo nos vemos
amenazados por la confiscacin de nuestras tierras.
El rey no permitir tal cosa le dijo Enrique.
Cmo puedo acudir al rey en su condicin actual, y explicarle lo
que su hijo intenta hacer y decirle que Felipe presta odo a los malos
consejos?
Enrique se mordi el labio, mortificado. Felipe no era el nico que
proceda as.
Si puedo hacer algo para ayudaros... comenz a decir Enrique.
Podis, y por esa razn os ped esta entrevista.
Qu deseis de m?
Que viajis a Inglaterra. Buscad a vuestro padre. Decidle en qu
situacin me encuentro. S que l me ayudar.
Enrique reflexion. Le agradaba la idea de abandonar la corte de
Francia, porque se senta cada vez ms avergonzado de s mismo.
Si viajaba a Inglaterra para ver a su padre podra evitar una situacin
delicada y embarazosa.

El rey estaba de buen nimo cuando fue a Westminster. All lo


esperaba ansiosamente la pequea y dulce Alicia.
Amor mo, hay noticias buenas y malas dijo Enrique. Tu padre
est gravemente enfermo.
Alicia trat de parecer desalentada, pero haca tanto tiempo que no

182

vea a su padre que ni siquiera recordaba su fisonoma.


Tan enfermo continu diciendo Enrique que parece que no
vivir mucho tiempo. Esa es la mala noticia. La buena es que mientras se
encuentre en esa situacin no puede hablarse del matrimonio entre
Ricardo y t.
Se dira que Dios nos protege dijo Alicia, sin advertir que mientras
l cuidaba de Enrique y ella, se mostraba un tanto cruel con el piadoso
Luis.
S que Santo Toms Becket es mi amigo. Ahora, querida, podemos
olvidar nuestros temores.
Enrique hubiera deseado llevarla a la pequea residencia de
Rosamunda; pero eso no era posible, pues Alicia era princesa, y poco antes
se haba hablado mucho de su matrimonio.
Permaneci con ella unos das y cuando parti para recorrer
Oxfordshire lleg un mensajero para decirle que su hijo estaba en el pas, y
vena a verlo.
El padre y el hijo se reunieron en Reading, y all el joven Enrique
explic al rey por qu haba venido con tanta prisa.
Padre, la reina de Francia pide tu consejo. El rey est a las puertas
de la muerte, y el joven Felipe se encuentra bajo la influencia del conde de
Flandes, que pretende gobernar a Francia a travs del prncipe.
La estupidez de la juventud! dijo Enrique en un tono que
avergonz a su hijo. Sin duda, el conde halaga al joven Felipe, y lo hace
con los mtodos que l conoce muy bien.
El joven Enrique record que el conde era el responsable del episodio
con William Marshall y de que el propio Enrique hubiese adoptado una
actitud que segn ahora vea era absurda; de modo que dijo: De hecho,
ahora el conde gobierna a Francia, pues Felipe le obedece en todo; y como
Felipe hurt el sello, la gente le obedece.
No es posible permitir que esta situacin se prolongue dijo el rey
. Por lo que s, quiz estn planeando una invasin a Normanda. Es
exactamente la idea que puede ocurrrseles. No dudo de que Philip de
Flandes codicia a Normanda. Por los ojos de Dios, ese advenedizo jams la
tendr.
La reina de Francia solicita tu ayuda.
La tendr.
Te estar muy agradecida si acudes en su ayuda.
As se har, pues Flandes convertir al joven Felipe en un ttere y
un instrumento. Es lamentable que un hijo resista la autoridad del padre.
El joven Enrique se senta incmodo, pues en Francia el estado de
cosas era anlogo al que haba existido en Inglaterra cuando los hijos de
Enrique Plantagenet trataron de asumir el poder que su padre no quera
concederles mientras l an viviese. Por su parte, Felipe asuma el poder
mientras su padre an estaba en su lecho de enfermo.

183

El rey estaba decidido a aclarar bien su opinin acerca del asunto.


Cuando mis hijos se volvieron contra m dijo, acudieron al rey
de Francia en busca de ayuda, y l la concedi. Sin embargo, cuando el
hijo del rey de Francia trata de quitarle su autoridad, su esposa la reina
solicita mi ayuda. Estoy dispuesto a prestarla.
Mi seor, es una actitud noble en vos dijo el joven Enrique.
Su padre se ech a rer.
Noble! Los reyes no pueden permitirse actuar con nobleza. Los
reyes deben considerar lo que conviene a su reino, y si pueden adoptar
actitudes nobles tanto mejor. Si no, dir que el rey que sirvi mal a su pas
para ser noble es un tonto. No, acudir en ayuda de Luis y Adela porque
estoy decidido a limitar el poder del conde de Flandes y su ttere el rey de
Francia. Tratar de salvar a Normanda. De modo que ir en ayuda de mi
antiguo enemigo Luis, y olvidar lo que me hizo cuando yo estaba en una
situacin parecida. Hijo mo, la posesin de la corona debe ser el asunto
que merezca siempre tu principal atencin. Debes retenerla con firmeza.
As sers un buen rey, y para el caso poco importar tu poca o mucha
nobleza.
Entonces, partiremos inmediatamente?
En efecto. Lamentablemente no te acompaar tu buen amigo
William Marshall. Lo devolviste a Inglaterra cuando mal podas permitirte
prescindir de sus servicios.
El joven Enrique guard silencio. Como de costumbre, su padre haba
logrado humillarlo.

Cuando Philip de Flandes supo que el rey de Inglaterra haba


desembarcado experiment bastante temor. No era eso lo que l haba
deseado. Saba muy bien que l y el joven Felipe podan enfrentarse al rudo
guerrero. Saba tambin que los ministros de Luis comenzaban a
inquietarse, y que si haba que declarar la guerra no se mostraran muy
dispuestos a apoyarlos.
El conde maldijo al joven Enrique, porque haba hablado con su
padre; imaginaba que era una forma de venganza, a causa del consejo que
l le haba dado en relacin con William Marshall. La suerte no le sonrea.
No haba conseguido imponerse al joven Enrique, y si no andaba con
cuidado fracasara con Felipe. Cuando Enrique Plantagenet llegase con su
ejrcito para defender a la reina Adela y a sus hermanos, el conde de
Flandes no encontrara a nadie dispuesto a unir fuerzas con l para
enfrentar al monarca. Una cosa era segura: el conde no deba perder su
influencia sobre Felipe.
El muchacho comenz a decir tonteras apenas supo que el rey de
Inglaterra haba salido de Inglaterra.

184

Que venga grit. Mis ejrcitos lo esperarn.


El conde asinti, pero se senta inquieto. De todos modos, vio el modo
de mantener su influencia sobre el rey.
El modo ms seguro de afumar una alianza era el matrimonio. El
conde Philip a menudo haba proferido maldiciones a causa de la
esterilidad de su esposa; pero sobre todo ahora lo irritaba esa condicin. Si
por lo menos hubiese tenido una hija a quien casar con Felipe. As, sera el
padre de la reina de Francia, y en verdad podra considerarse el padre del
rey.
Sin embargo, tena una sobrina. No era ms que una nia, pero por lo
dems tampoco Felipe tena muchos aos.
Ahora que en efecto sois el rey de Francia deberais tener una reina
propuso.
Felipe consider la idea. Le atraa.
Mi sobrina Isabel es una nia encantadora. Qu dirais de un
matrimonio as? Con el tiempo seran vuestros Flandes y Vermandois.
Felipe dijo que deseaba ver a Isabel.
La traeremos dijo el conde.
Cuando se concert el encuentro, Felipe manifest su buena
disposicin; en efecto, el conde de Flandes haba preparado a Isabel con el
fin de que se comportase de un modo que fuese grato para el joven rey.
Durante la entrevista la nia dio a entender que la presencia de Felipe la
abrumaba, y lo mir como si hubiera estado ante un joven dios.
En definitiva, el conde no tuvo mayores dificultades para concertar el
matrimonio, y organizar despus la ceremonia de la coronacin.
Aqu se presentaba un problema, pues deba presidir la ceremonia el
arzobispo de Reims, hermano de la reina Adela, un dignatario que ocupaba
en Francia la misma posicin que el arzobispo de Canterbury tena en
Inglaterra.
El conde Philip estaba en una situacin cada vez ms complicada.
Ahora que los dos Enriques de Inglaterra venan marchando, y que el
pueblo de Francia comenzaba a mostrar signos de inquietud, el joven
Felipe muy pronto comenzara a comprender que no haba sido tan sensato
de su parte poner su destino en las manos del conde de Flandes.
Era necesario explicar claramente al arzobispo de Sens que se vera
en aprietos si no presida la coronacin de la reina Isabel; y apenas aqul
cumpli lo que se le peda, el arzobispo de Reims vio su oportunidad para
destruir la influencia del conde de Flandes. El derecho a coronar a la reina
de Francia corresponda al arzobispo de Reims; y aunque se maltratara a
su hermana la reina Adela y a sus hermanos, el Papa no poda dejar de
apoyarlo en este episodio, en el cual le asista plenamente la razn.
En medio del trastorno causado por esta cuestin, lleg Enrique de
Inglaterra.
Tal era la reputacin de Enrique Plantagenet que cuando apareci a la

185

cabeza de un ejrcito el terror se apoder de los corazones de todos los que


eran sus enemigos.
Por consiguiente, Philip de Flandes se sinti muy aliviado cuando
recibi un mensaje en el cual el rey de Inglaterra manifestaba su deseo de
hablar con l y Felipe de Francia antes de iniciar la batalla contra ellos.
Debemos reunimos con el rey de Inglaterra dijo el conde.
Por qu? pregunt el joven Felipe. Cmo se atreve a
amenazarme! Soy el rey, verdad?
Lo sois, pero muy pronto podrais no serlo si Enrique avanza sobre
nosotros. Luis todava vive y tenemos muchos enemigos. Seamos
prudentes. No debemos hacer la guerra contra Enrique Plantagenet si
podemos evitarlo.
El joven Enrique lo acompaa. Cre que era mi amigo, y es un
hipcrita... un verdadero hipcrita.
No pensis muy duramente de l. Un da ser el rey de Inglaterra, y
ms vale mantener buenas relaciones con l.
Mi padre nunca confi en el rey de Inglaterra.
Tampoco debis confiar vos mismo. Nos reuniremos con ellos y
trataremos de ser ms astutos; es un modo ms inteligente que librar una
batalla.
Pero Enrique rehus permitir que el conde de Flandes participase de
la entrevista. Ahora deseaba hablar a solas con el joven Felipe, y el conde
se vio obligado a aceptar los deseos del rey de Inglaterra.
Cuando se realiz la reunin Enrique estudi al joven rey de Francia.
Pens que era una lamentable criatura, y no pudo dejar de compararlo con
sus propios hijos. Todos eran hombres gallardos. Pobre Luis! Haba
depositado todas sus esperanzas en este muchacho, y que haba
obtenido? Un jovenzuelo tan ansioso de poder que estaba arrebatando la
corona de la cabeza de su padre antes de que l hubiese muerto. Enrique
saba que sus propios hijos eran malos; pero por lo menos parecan
hombres.
Y Philip de Flandes... un ambicioso! Bien, l poda entender esa
actitud. Al conde le habra agradado ser rey, y como no lo era, haca todo lo
posible para influir en quien poda ocupar el trono. Haba que vigilarlo.
Enrique lo respetaba ms que al joven rey.
Mi seor rey dijo amablemente, os hablar como un padre. Os
ruego cuidis vuestro comportamiento. Vuestra madre est muy
angustiada. Lo mismo puede decirse de vuestros tos. Esa gente os desea
bien. No podis tratarlos groseramente, como habis hecho. No es digno de
vos.
El joven Felipe lo mir hostil. Quin era este hombre? A quin crea
que estaba hablando?
Dijo:
El duque de Normanda es un tanto audaz.

186

El rey se ech a rer.


He venido ante vos no como duque de Normanda, para rendir
homenaje a mi seor, sino como rey de Inglaterra, que es hermano del rey
de Francia y que ahora ve a ese hermano muy necesitado de ayuda.
No os comprendo replic Felipe.
En tal caso, os lo explicar. Mi buen amigo el rey Luis de Francia
est enfermo. Mientras l viva, solo puede haber un rey en Francia, aunque
otro y con derecho tambin ostenta ese ttulo, y cuando llegue el
momento recibir la corona. En vuestro reinado hay hombres meritorios
que no ven con agrado que se humille a la reina y a su familia.
Les corresponde aprobar lo que yo hago?
Los reyes gobiernan por la voluntad del pueblo.
Me sorprende que el rey de Inglaterra hable as.
Un rey fuerte gobierna a su pueblo, y si lo hace bien, por rigurosas
que sean sus leyes, si son justas el pueblo las aceptar y aceptar su
dominio. Un rey fuerte y bueno merece el respeto de su pueblo, y si no
tiene ese respeto la corona tiembla sobre su cabeza.
Felipe baj los ojos. Saba que no era rival para el rey de Inglaterra.
Ahora continu diciendo Enrique, debis reconciliaros con
vuestra madre. Al pueblo no le agrada ver que la tratis con dureza. Las
madres de la nacin se volvern contra vos, y pueden convencer a sus hijos
de que hagan lo mismo. Necesitis los servicios de hombres como vuestros
tos. Traedlos a la corte. Escuchad lo que dicen. El rey no siempre sigue el
consejo de sus ministros, pero los escucha.
Para el joven Felipe no era fcil afrontar los argumentos de Enrique, y
antes de que la entrevista hubiese concluido haba decidido llamar a su
madre, y recibir a sus tos en la corte.
Cuando el conde de Flandes supo lo que haba ocurrido comprendi
que haba perdido, y que deba retirarse temporariamente del campo.
Precisamente entonces la enfermedad de Luis cobr un sesgo ms
grave.
Una noche de setiembre empeor seriamente, y para todos era
evidente que el fin no estaba lejos. Cuando lleg el momento Adela estaba
con l, y eso pareca confortarlo. Felipe se arrodill junto al lecho, y solloz,
agobiado por los remordimientos; pues ahora que lo haban obligado a
aceptar el regreso de sus tos y que mantena buenas relaciones con su
madre, comprenda cuan temeraria haba sido su conducta, y qu mala
impresin haba provocado en sus sbditos con su intento de ceir la
corona cuando su padre an viva.
Luis yaca en su lecho, con una sonrisa serena en su rostro.
Era el fin. No lo lamentaba, porque no haba sido una vida fcil.
Desde que haba sabido que su destino era ceir la corona, haba tenido
miedo; a menudo haba anhelado la paz, que, segn crea, estaba al
alcance de un hombre de la Iglesia. La vida a menudo haba sido

187

tormentosa. Jams olvidara los gritos de los hombres y las mujeres que
moran en combate. Su vida entera la haba vivido perseguido por esos
clamores. Haba tenido momentos buenos, con Leonor al principio, con sus
hijos y sobre todo con Felipe.
Pero todo haba concluido.
Hijo mo... murmur.
Felipe le bes la mano.
Dios te bendiga, hijo mo. Un reinado largo y feliz. Adis, Felipe,
adis Francia.
As, Luis cerr los ojos y muri.

188

BERENGARIA

Ricardo, duque de Aquitania, cabalgaba lado a lado con su buen


amigo Sancho, prncipe de Navarra. Pocas veces se apartaba de la
permanente batalla que libraba para conservar su ducado; pero entenda
que ese viaje era una misin poltica, porque tena que pedir un favor al rey
de Navarra.
Sancho, el prncipe llamado el Fuerte, lo haba invitado a participar
en un torneo que se celebraba en Pamplona, y Ricardo era conocido por su
habilidad en las justas; ms aun, l y el prncipe Sancho tenan muchas
cosas en comn, porque adems de ser valerosos guerreros tambin eran
poetas.
En la corte de Sancho el Sabio padre de Sancho el Fuerte los
trovadores florecan tanto como en Aquitania. As, mientras los dos jvenes
cabalgaban hacia el sur, tenan mucho de qu hablar.
Ricardo era excelente jinete; montaba muy bien, era alto y tena esos
cabellos rubios poco usuales en esa regin del pas. Aunque padeca
peridicamente una desagradable enfermedad, la Fiebre cuartana, por lo
dems era un hombre fuerte y sano. Haba contrado la fiebre al comienzo
de la adolescencia, y sin duda la deba al hecho de que con tanta
frecuencia dorma sobre el suelo hmedo del campamento. Le temblaban
los miembros, y en efecto era extraordinario, porque la fiereza de sus fros
ojos azules contradecan el temblor.
Sus soldados decan que cuando sufra un acceso de fiebre se
mostraba ms feroz que nunca; y quienes no lo conocan bien y crean que
se trataba de la manifestacin exterior de una debilidad interna, pronto
advertan su propio error. Pareca que en su fuero ntimo se manifestaba
cierta compulsin que lo obligaba a mostrarse ms duro que nunca. Se
acentuaba su actitud implacable, y llamaba la atencin su crueldad. Si le
llevaban un prisionero y ste mostraba signos de creer que poda
aprovecharse de Ricardo porque lo vea temblar, el detenido sufra un

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castigo feroz: le arrancaba los ojos, de modo que no poda ver otra vez el
temblor de Ricardo. El pueblo de Aquitania comenzaba a temerle, y l an
no haba entendido que, si bien por naturaleza no era gente belicosa, y se
caracterizaba sobre todo por el amor a la vida muelle, y a la poesa y las
canciones, no era de naturaleza tal que aceptaran la tirana; y el
resentimiento avivado por los versos de los poetas se mantena latente y de
un momento a otro poda romper en llamas. En Aquitania se incubaban
desrdenes. El pueblo no deseaba que este noruego lo gobernase.... porque
si bien su madre era Leonor, nativa de Aquitania, y su padre hijo de
Godofredo de Anjou por el lado materno, tambin descenda del
Conquistador y de los brbaros que haban venido del norte para saquear y
conquistar.
El propio Ricardo saba que el nico modo de hacer la paz en
Aquitania era traer de regreso a su madre. Era la duquesa del pas. A los
ojos de la gente, su matrimonio con Enrique Plantagenet haba sido un
desastre. Ella lo haba convertido en duque de Aquitania, un hecho que
ellos jams haban aceptado; y haba engendrado hijos por ejemplo
Ricardo, que haba llevado a Aquitania un modo de vida que era
inaceptable.
Sera un conflicto interminable; y como l as lo haba comprendido,
decidi aceptar la invitacin a Pamplona. De ese modo, podra ausentarse
un tiempo y pensar ms claramente en la situacin que ahora afrontaba.
Mientras cabalgaban uno al lado del otro, seguidos por sus
acompaantes, entonaban canciones, a menudo compuestas por ellos
mismos. Las composiciones de Sancho expresaban la calidez del sur; pero
quienes escuchaban perciban, como les haba ocurrido a otros antes, un
atisbo del norte en las canciones de Ricardo. Las del sur eran lnguidas,
las del norte desbordaban vigor.
Incluso los ms ntimos de Ricardo pensaban: No es uno de los
nuestros.
Cuando llegaron a Pamplona, los viajeros ya estaban reunindose
para participar en el torneo que se celebrara en un espacioso prado, frente
a los muros del castillo. Las posadas estaban atestadas; a los costados del
camino se alineaban los mendigos, patticos y astutos; los ladrones y los
vagabundos se mezclaban con los ciudadanos respetables, y todos
buscaban el modo de beneficiarse. Se haban organizado puestos que
ofrecan toda suerte de cosas: cinturones y hebillas, bolsos, encajes,
broches, navajas, dados, rasquetas para rascarse la piel que picaba, pieles
de nutria para confeccionar pellizas y toda suerte de prendas, vinos,
maderas, cebada.... en realidad, se ofreca toda clase de mercancas.
La gente miraba impresionada el paso de la caravana. Observaban al
apuesto prncipe Sancho y se sentan un poco aprensivos al ver a Ricardo
de Aquitania. En l haba algo repulsivo, y al mismo tiempo fascinante. Era
tan alto; por esos lados rara vez se vea a un hombre de tal estatura, y

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montaba su caballo como si l y el animal estuvieran hechos de una sola


pieza.... un ser extrao venido del Cielo o el Infierno. Su reputacin lo
haba precedido. Ricardo, hijo de Enrique Plantagenet y Leonor de
Aquitania, un hombre que recorra el ducado con sus ejrcitos, un hombre
que buscaba someter a la poblacin mediante el terror.
Corran muchos rumores. Era un guerrero tan grande como su padre,
y su padre era bisnieto del poderoso Conquistador, cuyo nombre
continuaba siendo el tema de muchas leyendas, pese a que haba muerto
haca aos. Decase de Enrique Plantagenet que tena muchos hijos.
Cuatro haban nacido de Leonor y muchos ms de otras mujeres. El rumor
afirmaba que en realidad no eran hijos del Plantagenet, sino del Demonio.
Ver a este hombre de elevada estatura, con los cabellos que no eran
exactamente ni rojos ni amarillos, sino de un color intermedio, y los ojos
que eran azules y fros como el hielo, inducan a creer que haba cierta
verdad en dicha versin.
Decase que cuando saqueaba una ciudad tomaba a las mujeres y
protagonizaba orgas, y que cuando se cansaba de ellas las entregaba a sus
hombres. Era difcil creer eso de un hombre de aspecto tan fro; y era bien
sabido que los enemigos de un hombre solan decir muchas cosas para
desacreditarlo. Pero que era cruel, pareca una afirmacin muy verosmil.
Las mujeres sonrean afectuosamente a Sancho. Qu diferente era su
apuesto y joven prncipe! S, pareca insignificante al lado del otro, pero
precisamente por eso lo amaban aun ms. Era Sancho el Fuerte, que se
haba destacado en la batalla y haba complacido a todos con sus
actuaciones en los torneos.
Viva Sancho el Fuerte proclamaban.

El rey de Navarra recibi amistosamente a Ricardo. Segn dijo lo


complaca tener en su corte al hijo del rey Enrique y la reina Leonor. Su
hijo Sancho le haba hablado a menudo de las cualidades de Ricardo, y por
eso deseaba conocerlo.
El torneo se iniciara el da siguiente, y el rey confiaba en que Ricardo
aumentara el placer de los espectadores participando en la justa. Ricardo
declar que era su intencin hacerlo.
Esta noche dijo el rey festejaremos en el gran saln, y abrigo la
esperanza de que despus vos y vuestros servidores nos complacern con
algunas de las melodas que os hicieron famoso.
Ricardo replic que ansiaba or las canciones de Navarra, que segn le
aseguraban eran tan encantadoras y bellas como las de Aquitania.
Seris nuestro juez dijo Sancho. Mi hijo y mis dos hijas
cantarn para vos.
Sancho, rey de Navarra, descenda de espaoles, y su antepasado

191

haba sido emperador de Espaa. Se haba casado con Beatriz, que era hija
del rey Alfonso de Castilla. Se senta muy orgulloso de su familia... de su
bella esposa, del hijo que llevaba su mismo nombre y que ya tena
reputacin de hombre valeroso, al extremo de que lo llamaban el Fuerte, y
sus dos hermosas hijas. Berengaria y Blanca.
En su condicin de invitado de honor, Ricardo se sent a la derecha
del rey y a su lado se sent Berengaria, hija del monarca. Era muy joven,
pero tena cierta seduccin y prometa ser bella.
Comieron y bebieron, y durante el festn Ricardo observ a la hermosa
joven que tena al lado. En realidad, era una nia, pero su inteligencia lo
sorprendi, y despus, cuando ella cant, Ricardo se sinti seducido y
comprob que era difcil apartar la mirada de Berengaria.
El padre, que los observaba, comprendi la situacin, y pens que si
Ricardo no hubiese estado comprometido con Alicia de Francia hubiera
podido concertarse la unin entre ambos jvenes.
Ricardo cant canciones de amor y de guerra, y en realidad pareci
que cantaba de la guerra con ms frecuencia que del amor. Sancho el joven
era diferente. Este hroe, que se haba distinguido en los combates contra
los belicosos moros, daba a entender en la candente pasin de sus
canciones que tambin saba amar.
El rey permaneci al lado de Ricardo, y le dijo que conoca la situacin
de Aquitania y compadeca a su pueblo.
El pueblo desea el regreso de vuestra madre. De eso no cabe la
menor duda.
Lo s bien replic Ricardo. Quiera Dios que mi padre
comprenda la necesidad de hacer algo.
Parece tan antinatural... que el marido encarcele a su esposa.
Mi padre puede ser un hombre muy antinatural. En la voz de
Ricardo haba tanto veneno que Sancho se sorprendi. Pens que pareca
cierto lo que se afirmaba, que los hijos del rey de Inglaterra lo odiaban.
Mir a su propio y apuesto Sancho, y a sus hermosas hijas, y dio gracias a
Dios.
Sin embargo, si comprendiera que el pueblo de Aquitania jams se
tranquilizar mientras ella continu encarcelada, podra ocurrir que
comprendiese la conveniencia de liberarla.
Se odian dijo Ricardo. Se odiaron durante aos. Lo advert
cuando yo todava estaba en la nursery. Mi padre trajo a su bastardo para
que lo criasen con nosotros. Fue algo que el orgullo de mi madre no pudo
tolerar.
Una actitud comprensible.
En efecto. Cuando se casaron, la posicin de mi madre era superior
a la de mi padre. Despus, l se convirti en rey de Inglaterra. Ella habra
hecho todo lo posible para ayudarlo... pero l le ech a perder todo... segn
sola decir ella, a causa de su lascivia. Yo los oa a menudo, pelendose a

192

gritos.
Creo que amis profundamente a vuestra madre.
Hara todo lo posible por conseguir su libertad. Me propongo
reducir a mi padre a un estado tal que tendr que escuchar mis
condiciones, y la primera ser la libertad de mi madre.
Sancho asinti con simpata, pero pens: Jams conseguirs someter
a Enrique Plantagenet.
Por ahora, sera mejor convencerlo de los efectos que su liberacin
tendra en Aquitania.
Lo hice. No quiere escucharme. Me ve como al partidario de mi
madre, y cree que ella solo piensa en traicionarlo.
Quiz si otro le explicase el asunto.
Una profunda alegra se apoder de Ricardo. Para eso haba ido a
Navarra.
Queris decir... lo intentarais?
Quiero decir que hara la prueba.
Por los dientes de Dios, os escuchara.
En ese caso, lo intentar. Le enviar un mensaje. Le dir que en mi
condicin de observador veo cmo estn las cosas de Aquitania, y que el
pueblo de esa regin jams se tranquilizar mientras la duquesa est
encarcelada.
Si podis hacerlo me prestaris un gran servicio, y tambin haris
algo provechoso para Aquitania.
Sancho el Sabio dijo:
Har todo lo posible.
Esa noche, Ricardo intercambi insignias con el joven Sancho y
ambos prestaron el juramento de la caballera. En adelante seran fratres
jurati, hermanos juramentados.

Sobre el estrado, al lado de su padre, la joven Berengaria estaba


sentada y miraba el brillante despliegue sobre el prado, frente a ella.
Sonaron las trompetas, los alegres estandartes flamearon al viento, y el
corazn de la joven lati aceleradamente con la excitacin que suscitaba en
ella la visin de cierto caballero. Poda identificarlo sin vacilar, pese a que
de acuerdo con la costumbre tena la visera baja. Ninguno los caballeros
era tan alto ni mantena el cuerpo tan erecto; ninguno montaba con tanta
distincin. l era el ms perfecto de todos los caballeros.
Berengaria haba dicho a Blanca que jams haba visto a nadie que
pudiese compararse con l. Blanca convino en que, ciertamente, era un
caballero muy atractivo. Era tan distinto de todos los hombres que ellas
haban visto siempre, porque la mayora de ellos tenan los cabellos
oscuros y la piel morena, y eran de menor estatura. Pero pareca que

193

Ricardo, duque de Aquitania, perteneca a una raza diferente.


Berengaria crea que as eran los dioses... los que otrora haban
habitado la tierra.
Volvi los ojos hacia su padre; hoy usaba la corona de joyas, porque
era una ocasin tan grande. No descendera al campo. Lo hara el hermano
de Berengaria, que combatira por el honor de la corona. La joven confiaba
en que Sancho no se medira con Ricardo, pues en ese caso ella no sabra
por quien rezar.
No combatirn uno contra el otro murmur Berengaria a Blanca.
Son hermanos jurados. De modo que no se enfrentarn.
No es una batalla replic Blanca. Solo un torneo.
Aun as, no combatirn uno contra el otro dijo Berengaria. Qu
hermoso da, con un cielo azul sin nubes y un sol deslumbrante que
baaba la colorida escena! Cmo reluca la armadura de los gallardos
caballeros, y cmo brillaban los ojos de las damas cuando se posaban en el
caballero que ostentaba los colores que ella le haba dado, y que
proclamaban al mundo que ella era su dama y que los actos valerosos que
l realizara ese da los ejecutaba en honor de la bella.
Qu excitacin cuando se anunci el primero de los encuentros y los
adversarios descendieron a la liza. Parecan revestidos de plata, y qu vivos
los colores de los vestidos de las damas instaladas graciosamente en sus
tablados, los ojos fijos en el campo luminoso que se desplegaba ante ellas.
Y all estaba destacndose del resto, como ella saba que sera el
caso diferente de todos los dems, porque era tan alto. Berengaria estaba
segura de que la armadura de su caballero resplandeca ms que las
restantes.
Casi se desmaya de alegra, porque sobre su yelmo llevaba un
pequeo guante con un borde enjoyado. Berengaria conoca bien el guante,
pues le perteneca.
Qu xtasis! Esa criatura maravillosa semejante a un dios ese da
haba descendido a la liza en honor de Berengaria!
Por supuesto, venci en la justa. Habra sido embarazoso que lo
derrotasen, porque era el invitado de honor. Pero no haba que temer nada
en ese sentido. Era el caballero ms audaz, ms hbil y ms atrevido.
Ricardo cabalg hasta el estrado donde el rey se sentaba con su
esposa y sus dos hijas. Sin desmontar inclin la cabeza y Berengaria tom
una de las rosas que adornaban el balcn y se la arroj. Ricardo la recibi,
la bes y la sostuvo contra el corazn.
Fue un encantador y caballeresco gesto; y desde ese momento
Berengaria de Navarra se enamor de Ricardo de Aquitania.

No poda demorarse mucho en Navarra. Su ausencia ofrecera a sus

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enemigos las oportunidades que buscaban. Sin embargo, se senta atrado


por Berengaria. Ella no era ms que una nia, pero crecera. El todava no
deseaba casarse. Poda esperar. Ella lo adoraba, y lo vea como a un ser
superior. Y eso era muy agradable.
Habl con ella de las bellezas de Aquitania mientras estaban sentados
uno al lado del otro, a la mesa; le habl tambin de su deseo cada vez ms
vivo de realizar una cruzada para expulsar al infiel de Tierra Santa.
Ella escuchaba, las manos unidas, los ojos brillantes. Ricardo estaba
seguro de que si la desposaba mientras ella era tan joven e inocente, poda
convertirla en la esposa que deseaba.
Habl con el padre.
Tenis dos bellas hijas dijo, y sobre todo la mayor. Ojal yo
pudiera pediros su mano.
Si se fuera el caso, no os la negara contest Sancho.
Conocis mi situacin. Hace aos que estoy comprometido con la
hija del rey de Francia.
Lo s. Pero el matrimonio se ha demorado mucho.
Mi padre dijo que lo celebraramos. Pero despus no supe nada
ms.
Deseis ese matrimonio?
No, desde que conoc a vuestra hija.
Puesto que hubo esta demora, vuestro padre debe tener una razn
que la justifique.
Mi madre dice que esa razn no existe, y que mi padre se irrita
mucho cuando alguien insiste en la celebracin del matrimonio.
Creis que le agradara renunciar a la alianza con Francia a
cambio de la que puede anudar con Navarra?
Tenemos alianzas con Francia. Mi hermano mayor est casado con
la hija de un rey de Francia.
Vuestra posicin es muy extraa, pero me honra que admiris a mi
hija.
Sancho adopt una expresin reflexiva. No por nada lo llamaban el
Sabio.
Finalmente dijo:
Por el momento nada digamos de la atraccin que mi hija ejerce
sobre vos. Hace mucho que os mantienen alejado de la princesa Alicia. Si
os la ofrecen, por qu no podis adoptar la misma actitud frente a ella? Os
ofrecieron excusas. Por qu no podis ofrecer otras excusas? Si no deseis
casaros con la princesa Alicia, podis evitarlo.
Lo har, y a su tiempo...
Berengaria todava es joven... demasiado joven. Quiz, a su debido
tiempo...
Ricardo agradeci fervorosamente a Sancho.
Esperar dijo Y entretanto, hablaris con mi padre... no de un

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posible matrimonio sino del encarcelamiento de mi madre?


Eso har dijo Sancho. Comprometo mi palabra en ese sentido.

Ricardo puls las cuerdas de su lad. Berengaria estaba sentada al


lado, los ojos luminosos.
Era una cancin de amor, y aunque revelaba el sentimiento de los
hombres del norte, en ella haba pasin.
Regresar dijo Ricardo. Y os encontrar aqu... esperando.
Dej l lad. y sonri a la joven.
Berengaria, eres una nia.
Pronto crecer.
Entonces volveremos a vernos.
No me olvidars?
Jams te olvidar. Regresar y estars esperndome?
S contest ella, hasta que muera.
Mucho antes de vuestra muerte podremos reunimos.
Ricardo, he odo decir que ests comprometido con una princesa
francesa. Es verdad?
Me comprometieron con ella cuando yo estaba en la cuna.
Dicen que es muy bella. Lo crees as?
No puedo saber si es bella, porque no la he visto. Aunque estamos
comprometidos, la han apartado de m.
Eso te apena?
Ahora, es mi principal alegra.
Y si tu padre ordena que te cases?
No ser la primera vez que descubre que soy un hijo desobediente.
De veras rehusars casarte con ella? l sonri y asinti.
Hay una sola mujer con la cual deseo casarme.
Y quin es ella?
Se llama Berengaria, y vive en la corte de su padre, en Navarra.
Realmente es as?
l le tom la mano y la bes.
Mi padre lo sabe?
Hemos hablado de esto.
Y qu dice?
Que cuando tengas ms edad y yo me haya librado de mis
compromisos, ser posible.
Qu feliz me siento dijo la joven.
l le oprimi la mano y tom de nuevo el lad.
Cuando se alej, montado en su caballo, ella estaba en la torre,
mirndolo.
Su visita cambi mi vida dijo a Blanca. Rezar porque llegue el

196

da en que volvamos a reunimos.


l se volvi y agit en el aire un pedazo de seda, un trozo de un
vestido de Berengaria. Saba que ella estaba mirando.
Pronto regresar murmur la joven.

197

LA ESTIRPE DEL DIABLO

Enrique no poda dejar de felicitarse. Luis haba muerto, y por lo


tanto era inevitable que se atenuase la controversia acerca del matrimonio
de Alicia. Por supuesto, saba que no era ms que un respiro temporario, y
que era muy probable que Felipe muy pronto deseara saber qu ocurra
con su hermana.
Pero Felipe era apenas un jovencito, y Enrique ya haba sugerido que
deseaba que el muchacho lo considerase un padre. Tambin era evidente
su obstinacin, y Enrique tena la incmoda sensacin de que cuando
acumulase un poco de experiencia no mostrara un carcter tan dbil
como el de su padre. Enrique tendra que vigilar atentamente lo que
ocurra en Francia.
De Aquitania llegaban noticias acerca del estallido de movimientos en
muchos lugares. El pueblo deseaba que liberasen a Leonor, y la devolviesen
a su provincia. Pero eso no poda ser.
Sancho de Navarra le haba enviado un mensaje para decirle que lo
inquietaban los acontecimientos de Aquitania, y que en su opinin no
habra paz hasta que Leonor retornase.
Enrique haba agradecido su consejo a Sancho, y le haba dicho
comprender que era muy peligroso para la seguridad del reino, de todos
modos le concedera un poco ms de libertad. Por ejemplo, si llegaban
visitantes a Inglaterra ella vendra a la corte para recibirlos, o los
interesados podan ir a verla. Pero permitirle que recorriese el pas y darle
libertad para que conspirase era algo que Enrique no poda aceptar.
Mientras meditaba acerca de estas cuestiones lleg un mensaje del
joven rey de Francia; Felipe le informaba que Philip de Flandes lo haba
traicionado y concertado un pacto con los tos del rey, que ahora
amenazaban marchar contra l y arrebatarle el trono. Como Enrique le
haba asegurado que poda considerarlo un padre, Felipe haba decidido
interpretar literalmente la observacin. Solicitaba la ayuda de dicho padre.

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Enrique sonri. Por supuesto, ayudara al joven Felipe. El conde de


Flandes alimentaba excesivas ambiciones. Era un hombre a quien haba
que vigilar.
Enrique decidi enviar a sus hijos en ayuda del rey de Francia. El
joven Enrique ira con Godofredo, y como se necesitaba cierta habilidad
militar, tambin enviara a Ricardo. El joven Felipe deba ver que poda
confiar en Enrique Plantagenet; quiz despus de ese episodio no exigira
que se realizara el matrimonio de su hermana.
El joven Enrique lleg a Pars, seguido poco despus por sus
hermanos Ricardo y Godofredo.
Con Ricardo lleg un guerrero y trovador, Bertrand de Born. Era el
castellano Hautefort, y un hombre cuya reputacin como poeta comenzaba
a igualar la de Bernard de Ventadour.
Decase que sus canciones inspiraban a quienes se preparaban para
entrar en combate, y que eran una parte importante de una campaa.
El joven Felipe acogi clidamente a estos hombres, y en el gran saln
se ofreci un festn, seguido por cantos de amor y guerra. Felipe ya no era
el jovencito petulante del perodo que haba precedido a la muerte de su
padre. Era como si de pronto hubiese comprendido los riesgos de su
posicin, y hubiese adquirido sensatez en unos pocos meses. Escuch
atentamente el consejo de Ricardo, porque advirti enseguida que Ricardo
era el que mejor conoca las artes militares. Nadie poda negar el atractivo
social de los jvenes Enrique y Godofredo, que era como la sombra de su
hermano mayor; pero ahora Felipe necesitaba de Ricardo.
Qu hombre este Ricardo, con sus fros ojos azules y esos
maravillosos cabellos rubios! Sobre todo caba admirarlo por su elevada
estatura, y el hecho de que a veces lo afectase esa extraa fiebre ms bien
acentuaba su virilidad esencial.
Felipe se sinti atrado por Ricardo.
Mientras Felipe admiraba a Ricardo, Bertrand de Born observaba a
Enrique. Bertrand pens que jams haba visto un ejemplar masculino tan
notable como el joven rey de Inglaterra.
Decase de Enrique que era el ms bello prncipe de la Cristiandad; y
con razn. Su cutis era tan suave como el de una mujer; sus modales eran
elegantes y seductores. No era un guerrero como su hermano Ricardo. Era
un hombre que conquistaba ms por el encanto que por la espada.
El trovador pens que Aquitania estara mucho mejor si su duque
fuera Enrique, en lugar de Ricardo.
Ricardo se mostraba animado, y hablaba de la campaa que iniciara
contra Philip de Flandes y la casa de Blois.
Felipe escuchaba con expresin grave.
Os dar el mando dijo, pues deposito absoluta confianza en vos.
Tena derecho a confiar. Entraron en accin cabalgando uno al lado
del otro, y fue como Felipe haba previsto. Philip de Flandes, obligado a

199

retroceder hasta su castillo, se vio asediado all y al fin tuvo que pedir
cuartel.
Las fuerzas del rey de Francia aplastaron la rebelin.
Todos saban quin haba sido el genio militar que haba permitido
obtener ese resultado.

Bertrand de Born encontr la oportunidad de hablar con Enrique.


Mi seor, escrib versos dedicados a vos. Deseis escucharlos?
Enrique, que estaba dispuesto a aceptar todos los halagos sin
sospechar la existencia de un motivo ulterior, se mostr dispuesto a or los
versos.
Saba que era apuesto, pero lo complaca verse por los ojos del poeta.
El poeta estaba enamorado de l. La cuestin lo diverta, pero Enrique
jams se haba interesado en los vnculos pasionales con miembros de su
propio sexo. Le agradaban las mujeres.
De pronto, Bertrand formul una observacin que atrajo
inmediatamente la atencin de Enrique.
Sois muy diferente de vuestro hermano Ricardo. El pueblo de
Aquitania jams aceptar a Ricardo, pero a vos os acogera de buen grado.
Por qu lo decs? pregunt Enrique.
Si fuerais el duque...
Soy duque de Normanda, conde de Anjou y rey de Inglaterra.
Aquitania fue concedida a Ricardo.
El pueblo de Aquitania prefiere decidir a quin se concede l mismo.
Queris decir que quiz me prefiera?
Si vinierais a tomar Aquitania, ellos se daran de buena gana.
Cmo puedo tomar lo que pertenece a mi hermano?
Cmo puede Aquitania ser de vuestro hermano, si el pueblo lo
rechaza?
Rechazan a mi padre, y con l a sus hijos. No rechazan a vuestra
madre.
Ricardo es su hijo. Ella decidi que Aquitania sera la herencia de
Ricardo.
Y dnde est ahora? Encarcelada. El pueblo os aceptara si lo
convencieran de que es conveniente.
Quin lo convencera?
Hay algo ms poderoso que la espada. Tal vez no me creis. Pero s
que mi pueblo prefiere la poesa a los gritos de batalla.
Tal vez as sea.
As ser, mi seor, si se es vuestro deseo.
Enrique comenz a entusiasmarse. Deseaba la emocin de la aventura
sin sus riesgos. Sera muy grato que el pueblo de Aquitania le rogase que

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se convirtiera en su duque. Enrique dira: Qu puedo hacer? Es


necesario que pacifique a Aquitania. El pueblo me reclama. Exige mi
presencia. No acepta a Ricardo. Qu divertido! Ricardo, el gran guerrero!
Ricardo, que no poda imponer el orden en Aquitania!
Bertrand de Born se acerc un poco ms, y toc la manga de Enrique.
Podrais intentarlo dijo Enrique.
Lo har exclam Bertrand de Born. Aquitania entera se alzar
en armas y exigir que Enrique sea su duque.
Enrique vacil un momento.
Por qu hacis esto? pregunt.
El poeta inclin la cabeza.
Porque os amo dijo.
Enrique sonri... no del todo contrariado.

Felipe dijo a Ricardo:


De modo que ahora os marchis?
Me necesitan en Aquitania.
La rebelin contra vos contina?
Siempre es as. Mientras estoy all, puedo imponer cierto orden.
Cuando me alejo, se envalentonan.
Ricardo, dicen que sois implacable, un gobernante cruel. Es
cierto?
Estoy decidido a mantener el orden, si a eso os refers.
Desde ahora, os considerar hermano. Gracias a vos, conservo mi
trono.
No creo que haya nuevas dificultades con vuestros sbditos
rebeldes.
No. Philip de Flandes sabe ahora que est derrotado.
Cuidaos de l.
Eso har.
Felipe mir en los ojos a Ricardo. Pens: Qu alto y que gallardo es!
Jams haba visto un hombre que suscitase esa sensacin de poder.
Me duele dijo Felipe que debis abandonar mi corte. Hubiera
querido organizar banquetes y torneos para vuestro placer.
Por desgracia, mi destino no es gozar de tales entretenimientos.
Debis proteger vuestro ducado. Pero sabed esto, soy vuestro amigo
y hermano.
Lo recordar.
El rey apoy una mano en el brazo del duque.
Ojal volvamos a vemos muy pronto dijo; la voz le tembl un poco
. No estar satisfecho hasta que podamos encontrarnos otra vez.
Los ojos de los dos hombres se encontraron, y durante unos segundos

201

se miraron fijamente. Despus, Felipe tom la mano de Ricardo y la bes.

El rey no deseaba salir de Inglaterra, pero cundo haba podido


satisfacer su anhelo? Se requera su presencia del otro lado del Canal, y
deba despedirse de Alicia. Cmo haba crecido el ltimo ao! Ya no era
una nia! A Enrique lo haba complacido la fresca y joven inocencia de la
nia, pero en cierto sentido lo alegraba que ella madurase. Estaba tan
enamorado como siempre de la joven, y tal vez se era un signo de que
estaba envejeciendo. Incluso los hombres ms sensuales se calmaban con
los aos, y la fidelidad a una mujer era algo que vena con la edad.
Su decisin de conservarla era tan firme como siempre. Se dijo que en
verdad no poda permitir que una mujer que le haba dado un hijo se
convirtiese en esposa de su propio hijo. Ms aun, era casi seguro que
alguien haba descubierto el secreto, y estaba dispuesto a usarlo contra el
rey. La verdad era que deseaba retener a Alicia. Deseaba asentarse con
Alicia. Quera tener cerca a su familia, una esposa cariosa y gentil como
Alicia, y a sus hijos, ansiosos de apoyarlo en todo lo que hiciera. Esas eran
las alegras de la familia a las cuales tenan derecho todos los hombres,
fuesen reyes o siervos. Era mucho pedir?
Siempre las obligaciones oficiales se alzaban entre l y sus deseos.
Siempre deba preguntarse lo que convena a Inglaterra o sus dominios de
ultramar antes de considerar sus necesidades personales. Ahora deseaba
permanecer con Alicia, y sin embargo deba cruzar el mar porque tena
mucho que hacer. Era imperativo mantener buenos trminos con su
hermano, el rey de Francia, y el mejor modo de lograr este objetivo era
promover un tratado entre el joven Felipe y el conde de Flandes.
Flandes no estaba en condiciones de imponer los trminos del
acuerdo, y no fue difcil arrancarle la promesa de compensar los daos que
haba provocado.
Aquitania inquietaba mucho al rey, y mientras concertaba el acuerdo
en Francia, Godofredo lleg de Bretaa. Godofredo era hombre de modales
refinados, y se caracterizaba por la elegancia de sus actitudes; as, el rey
pens que sera un buen mediador entre Ricardo y los caballeros que
provocaban dificultades en Aquitania.
Hijo mo, ve a Aquitania dijo el rey. Habla con esos nobles, estudia
sus quejas y trata de lograr cierto entendimiento entre ellos y tu hermano
Ricardo. Explcales que solo si hay amistad entre ellos podr prevalecer la
paz en Aquitania.
Godofredo parti. Era un intrigante nato, y siempre estaba pensando
el modo de aprovechar la circunstancia. Haba escuchado algunas
canciones de Bertrand de Born, y crea que el pueblo de Aquitania no
aceptara a Ricardo, pero estaba dispuesto a someterse a su hermano

202

Enrique, que sera el duque en lugar de Ricardo. En definitiva, Godofredo


pens que Enrique tena buenas probabilidades de triunfar sobre Ricardo,
y l, Godofredo, deseaba estar del lado del ganador. As, en lugar de
cumplir las rdenes de su padre, intrig en beneficio de Enrique, exalt las
virtudes de su hermano y explic a los nobles de Aquitania que estaran
mucho mejor bajo Enrique que bajo Ricardo.
Entretanto, el rey concluy el tratado entre el monarca francs, y el
conde de Flandes, y dirigi su atencin hacia Aquitania. Entr en el
ducado, y convoc a una reunin a los que se haban rebelado contra
Ricardo; su intencin era concertar un acuerdo definitivo. Como estos
rebeldes crean que se acercaba el momento de deponer a Ricardo y
reemplazarlo por Enrique, rehusaron asistir a la entrevista.
En definitiva, a causa de las intrigas del joven Enrique y Godofredo,
ninguno de los bandos saba lo que el otro deseaba, y reinaba la confusin
ms completa. Entretanto, el joven Enrique haba llegado a Limoges, donde
fue saludado como el nuevo duque. Acept el homenaje popular, y despus
fue a reunirse con su padre y Ricardo, que no tenan la menor idea de lo
que Enrique haba hecho.
Frente a frente con su padre, Enrique no pudo revelar que lo haban
aceptado como duque, y cuando el rey le dijo que haba llegado a tiempo
para intervenir en la represin de los que se haban rebelado contra
Ricardo, no pudo hallar el coraje necesario para reaccionar, y en definitiva
se uni a su padre y a su hermano.
Por supuesto, el pueblo de Aquitania se mostr desconcertado.
Enrique, en quien vean al nuevo duque, ahora luchaba al lado de su padre
y su hermano Ricardo, y el propsito de la campaa era sin duda asegurar
el dominio de Ricardo.
El joven Enrique saba que siempre sera as. No podra enfrentarse
con su padre, y slo cuando el rey estaba lejos el joven se atreva a hacer
algo. E incluso as, siempre lo dominaba una profunda ansiedad, y el
temor de lo que podra ocurrir cuando su padre descubriese su perfidia.
Pareci un milagro cuando lleg la noticia de que su hermana
Matilda, que estaba casada con el duque de Sajonia, vena a Normanda.
Matilda estaba muy angustiada porque su marido se haba
complicado en una disputa con el emperador Federico Barbarroja, quien
haba confiscado las tierras del duque de Sajonia, y lo haba exiliado. Ella y
su familia no tenan adonde ir, y Matilda imploraba a su padre que la
ayudase inmediatamente.
El rey, que ansiaba desesperadamente el afecto de los miembros de su
familia, se sinti feliz de recibir ese pedido.
Orden llamar a sus hijos.
La rebelin en Aquitania ha sido aplastada dijo. Ahora no habr
mayores dificultades. Os dejar aqu, e ir a Normanda para ver qu puedo
hacer por Matilda y su familia.

203

El joven Enrique se felicit de haber evitado una situacin muy


embarazosa. El rey haba salido para Normanda, y ahora el joven Enrique
poda reiniciar las negociaciones secretas con los caballeros de Aquitania,
mientras las canciones de Bertrand de Born avivaban las pasiones y los
resentimientos de los enemigos de Ricardo.

El rey tuvo un momento de felicidad gracias al reencuentro con su


hija. Ella lo necesitaba, y l deseaba ser necesario. Ella y el duque de
Sajonia tenan tres hijos: Enrique, Otto y Matilda. Al verlos, un acceso de
sentimentalismo acometi al rey. Jug con sus nietos, y ellos lo rodearon,
le tiraron de los cabellos y lo llamaron abuelo. Record que su madre le
explicaba que su abuelo, el rey Enrique I, lo haba amado mucho, lo mismo
que a sus hermanos, pero sobre todo a l; y que los hombres temblaban en
presencia de su abuelo, mientras l, su pequeo nieto, tironeaba de la
nariz del gran hombre, y no le tema.
Ojal, pens, mis hijos me hubiesen amado.
Mientras jugaba con los nios, record los tiempos en que sus hijos y
sus hijas estaban en la nursery. Qu hermoso nio haba sido el pequeo
Enrique! Y an era un joven muy gallardo. A pesar de todo lo que haba
ocurrido, Enrique era su hijo favorito. Cmo no sentirse orgulloso de un
joven tan apuesto? Cuando estaban reunidos, Enrique poda seducir a su
padre, al extremo de que el viejo rey olvidaba los dictados del sentido
comn, y crea en el afecto de su hijo; con Godofredo ocurra lo mismo,
aunque su encanto era levemente menor. De todos modos, era un joven de
quien uno poda sentirse muy orgulloso. Y Ricardo? Bien, siempre haba
existido animosidad entre ellos, pero Ricardo tambin era un hijo que
infunda alegra en el corazn de su padre. Y ah estaba Juan, que ya no
era tan joven, pues tena casi quince aos.
Con los aos se mostraba cada vez ms sentimental. Deseaba creer
en sus hijos, y como acostumbraba a obtener lo que deseaba, se aferraba a
esa conviccin. Pero su sagacidad a menudo se impona a su profundo
deseo de afecto. Entonces se preguntaba cul de ellos sera el primero en
traicionarlo, y si cuando Juan creciera no sera tan desleal con su padre
como haba sido el caso de sus hermanos.
Necesitaba ese breve respiro con sus nietos. Eran demasiado
pequeos, y no tenan ms remedio que mostrarse sinceros con l.

Cuando su padre se march, las ambiciones del joven Enrique


crecieron.
Ya no era un muchacho. Tema veintiocho aos. Oh, Dios mo,

204

exclam, me tratarn como a un nio hasta que muera?


Bertrand de Bom entonaba canciones en las cuales describa la
belleza y el valor de Enrique. Aluda al yugo impuesto al pueblo de
Aquitania. Ricardo, el cruel e implacable, era el opresor; el duro hijo de un
padre duro, ese vikingo, con sus cabellos claros y los ojos azul acero. Sin
embargo, haba un hombre a quien todos amaban, un hombre bello y
gentil, que odiaba la guerra y amaba la cancin y la poesa. Ricardo
tambin las amaba, pero Enrique cantaba del amor, no de la guerra.
Enrique amaba el placer. Era generoso; se destacaba en los torneos...
tambin Ricardo, pero Ricardo prefera la verdadera guerra. No le
interesaban demasiado las batallas ficticias. Enrique esperaba el momento
de ocupar el lugar de Ricardo. Haba que recibirlo con los brazos abiertos.
El joven Enrique pensaba que estaban para recibirlo, y su padre lo
trataba corno un nio!
Se preguntaba si la noticia de lo que estaba ocurriendo en Aquitania
haba llegado a odos de su padre. Por supuesto, tendra que explicar por
qu haba aceptado las aclamaciones del pueblo, y sin embargo haba
cooperado con Ricardo y su padre.
Antes de que el viejo rey se enterase de su conducta, el joven Enrique
tom la iniciativa, y escribi imperiosamente al rey exigiendo el control de
Normanda.
La respuesta del rey no tard en llegar. Deca que estaba dispuesto a
mantener el control de sus dominios mientras viviese. Un hijo bueno y
obediente deba honrar a su padre y estar dispuesto a servirlo. Necesitaba
recordarle que haba prestado un juramento y que por lo tanto estaba
obligado a seguir ese curso de accin?
El joven Enrique reneg y jur encolerizado cuando recibi la
respuesta de su padre.
Es intil, Enrique quiso tranquilizarlo Margarita. Tu padre no
renunciar a nada mientras viva.
Entonces, lo tomar por la fuerza exclam Enrique.
Ella sonri, tratando de calmarlo. Enrique saba tan bien como ella
que jams podra tomar nada que su padre no quisiera darle.
Margarita se senta insegura, pero saba que era intil tratar de
oponerse a su marido.
En ese momento se presento una oportunidad, y Bertrand de Born,
que haba compuesto una cancin que los trovadores cantaban en distintos
lugares de Aquitania, fue quien llam la atencin de Enrique sobre el
asunto.
Cerca de Mirabeau se haba erigido un castillo, en un lugar prximo a
las fronteras de Poitiers, aunque en realidad se encontraba en territorio de
Anjou. Por supuesto, Anjou era territorio que el joven Enrique hubiera
querido gobernar, si se lo hubiesen permitido. Ricardo haba levantado ese
castillo, y al hacerlo haba sobrepasado los lmites de Aquitania y

205

penetrado en territorio de Anjou.


El joven rey dejara pasar en silencio esa insolencia? Le desagradaba
profundamente que el tirano Ricardo se metiese en su territorio.
Cuando el joven Enrique conoci la noticia y la cancin que se
cantaba en todos los salones donde se reunan caballeros, se encoleriz
profundamente. Tena que hacer algo al respecto, o la gente se burlara de
l. Bertrand de Born no continuara amando a un hombre y componiendo
excelentes versos acerca de su persona si l era tan blando que no saba
enfrentarse a su insolente hermano.
Envi un mensaje a su padre para pedirle que Ricardo le entregase el
castillo, pues se levantaba en territorios que le pertenecan.

Cuando el rey recibi el mensaje emiti un gemido. Para qu haba


tenido hijos? En algo se haba equivocado. Nadie poda decir que era un
hombre dbil, y sin embargo haba fracasado en su familia.
Esta vez Ricardo estaba en falta. Jams hubiera debido levantar un
castillo fuera de Aquitania.
Envi un mensaje a Ricardo, para decirle que haba llegado a sus
odos que el castillo construido cerca de Mirabeau en realidad se
encontraba en Anjou. Por supuesto el asunto haba ofendido a su hermano
Enrique, y era justo que en vista de la ofensa cometida, Ricardo entregase a
su hermano el castillo.
La respuesta de Ricardo fue que no cedera el castillo. Era necesario
para la defensa de Poitiers, porque el flanco norte de la ciudad careca de
proteccin.
Ricardo era siempre quien ms fcilmente provocaba la clera del viejo
rey. Frente a ese hijo no se senta seguro. No poda dejar de reconocer que
era ms firme que su hermano, y tambin ms honesto y fidedigno.
Tambin saba que era un gran soldado, y un hombre consagrado al deber.
Pero entre ambos haba sentimientos tan intensos que no era posible
acallarlos; y el odio era la parte principal de dichos sentimientos. Ricardo
lo odiaba por lo que Enrique haba hecho a su madre; y Enrique senta
desagrado por Ricardo, que se haba apartado de su padre casi desde la
infancia. Finalmente, ese desagrado se haba convertido en odio, porque el
viejo Enrique lo haba ofendido en la persona de Alicia.
Envi inmediatamente un mensaje. Entrega el castillo, o ir a
quitrtelo.
Ricardo nada deseaba menos que hacer la guerra a su padre.
Necesitaba urgentemente su ayuda. No poda someter a Aquitania y
combatir contra su padre al mismo tiempo.
No entregar el castillo a mi hermano Enrique, escribi, que est
trabajando contra m en Aquitania. Te dar el castillo y t juzgars si debe

206

estar o no en mis manos, o si es necesario o no para la defensa de


Poitiers.
Cuando el rey recibi este mensaje se sinti muy perturbado. De
modo que Enrique trabajaba contra Ricardo! Oh, no. Enrique no poda ser
tan estpido. Envi inmediatamente un mensaje a Ricardo. Se hara como
l deseaba. Determinara a quin deba pertenecer el castillo, y deseaba
que su hijo viniese sin prdida de tiempo a Angers porque tena algo
importante que decirle.

Enrique se reuni en Angers con sus tres hijos, a quienes haba


convocado all.
Os he llamado porque debo deciros algo muy importante. He sabido
que hay cierto conflicto entre vosotros, y os ordeno que acabis esa
disputa. Debis comprender que vuestra fuerza est en la unin. Tenemos
dilatados dominios, y si queremos mantener nuestra posesin de los
mismos debemos estar unidos. Cuando hay diferencias entre nosotros,
nuestros enemigos se alegran. Nuestros enemigos no deben regocijarse.
Nuestra discordia es el triunfo de quienes nos quieren mal.
El joven Enrique pareca indiferente, pero en su fuero ntimo sonrea.
Qu dira Ricardo si supiera que Aquitania estaba dispuesta a expulsarlo
y aceptarlo en su lugar?
Cierta vez continu diciendo el rey, jurasteis servirme la vida
entera. A veces creo que lo habis olvidado, pues el modo de servirme mal
es disputar unos contra otros. Os ordenar que juris fidelidad...
El joven Enrique no se sinti muy perturbado, su padre faltaba
constantemente a su palabra, y sin embargo los hombres lo respetaban.
Nada impeda que l imitase el ejemplo.
Enrique es mi hijo mayor continu diciendo el rey, de modo que
ser rey de Inglaterra y tendr derecho sobre los territorios que son mos.
Ricardo y Godofredo, gobernaris a Aquitania y Bretaa por la gracia de
vuestro hermano, por lo tanto, debis jurarle fidelidad.
El joven Enrique sonri; la decisin de su padre lo complaca. No era
el caso de Ricardo. Su mirada era fra como el acero, y si las manos le
temblaban un poco era a causa de la fiebre como su familia saba, no
deban interpretar mal la razn del temblor.
A diferencia de su hermano Enrique, Ricardo no era capaz de
engaar. Acaso no lo haban apodado Ricardo Si y No porque a una
pregunta contestaba claramente por lo afirmativo y lo negativo, y lo deca
en serio? No tema la verdad.
Dijo ahora: No rendir pleitesa a mi hermano a causa de Aquitania.
Fue deseo de mi madre que heredase sus tierras. No las debo a tu bondad,
y nada tienen que ver con tus dominios. Enrique es tu hijo mayor, pero yo

207

tambin soy tu hijo, y el hijo de mi madre. Por Aquitania no rendir


pleitesa a nadie, con excepcin del rey de Francia, por obediencia a la
costumbre y la tradicin.
Con cierta admiracin, su padre pens: Ricardo, maldito seas. Por
supuesto, tienes razn. Aquitania no es Normanda ni Anjou. Pero podra
ser un hijo obediente!
Obedecers mi deseo grit.
No har nada por el estilo.
El rey demostr su clera, pero en realidad no estaba enojado; ms
bien tema a este hijo que era el prometido de Alicia. En ese momento no
poda dejar de preguntarse qu dira el joven si llegaba a saber que su
padre haba seducido a Alicia, y que ella ya le haba dado un hijo.
Ricardo se volvi.
Vuelve grit el rey, pero Ricardo no le prest atencin.
El rey mir a sus hijos Enrique y Godofredo.
Por los ojos de Dios exclam el rey. No permitir que mis
propios hijos me insulten.
Ricardo afirma que no se inclinar ante nadie dijo Enrique.
Habis visto que me desafi replic el rey. Qu haris acerca
de eso?
Creo coment Enrique que vuestro hijo Ricardo necesita una
leccin.
En ese caso, coincidimos en todo dijo el rey. El joven Enrique se
sinti muy complacido. Ricardo le haba hecho el juego. Si haba que dar
una leccin a Ricardo, el mejor modo de lograrlo no era quitarle
Aquitania? Entretanto, Ricardo regresaba a su ducado.

Acompaado por Godofredo, el joven Enrique march alegremente


hacia Aquitania.
Ahora dijo, demostraremos a nuestro padre de qu madera
estamos hechos. Y tambin Ricardo. Ya estn hartos de l en Aquitania. A
ese pueblo no le agradan los hombres duros que se creen justos. A causa
de sus actitudes belicosas y los crueles castigos que aplica a sus enemigos,
ya no merece la consideracin de la gente. Desean eliminarlo. S cmo
desea ser gobernado el pueblo de Aquitania, y por mi parte estoy muy
dispuesto a satisfacer tales pretensiones.
Ya se vea presidiendo grandes banquetes en sus castillos. Habra
canciones y alegra; satisfara a sus sbditos con los torneos que se
propona organizar. Se vea descendiendo a la arena, y las damas le
sonrean desde los palcos. Todos rivalizaran por sus favores. Margarita se
sentira orgullosa de su marido. Y l usara los colores de su esposa.
Ese era el mejor modo de gobernar. Era lo que deseaban los

208

provenzales. Ricardo no los entenda.


Poda considerarse afortunado porque la gente odiaba tanto a Ricardo.
Cuando lleg a la frontera de Aquitania, lo esperaban muchos nobles
acompaados cada uno por su squito.
Tendra un gran ejrcito. No podra fracasar.
Muy bien, Ricardo, se dijo. No quieres jurar fidelidad a mi persona.
Puedo prescindir de tu juramento. Sencillamente tomar lo que no quieres
darme.

Cuando el rey se enter de lo que ocurra en Aquitania, un


sentimiento de ansiedad lo domin.
Una guerra entre hermanos! Era el camino que llevaba al desastre.
Se pregunt qu clase de hombres haban engendrado Leonor y l.
Por qu los hijos que haba tenido con otras mujeres eran sbditos
buenos y fieles? Quiz, como haba dicho Leonor, porque carecan de
derechos y todos sus beneficios venan del rey, en cambio los que haban
nacido de su matrimonio oficial crean que lo que perteneca al padre les
corresponda por derecho? O quiz porque su unin con Leonor haba
estado condenada desde el principio?
Corran rumores acerca de sus antepasados. Decase que uno de los
condes de Anjou mientras atravesaba a caballo el bosque haba visto a una
mujer tan hermosa que se sinti cautivado por ella y que despus la haba
desposado. Su belleza era tal que todos se sentan maravillados; sin
embargo, no le agradaba entrar en la iglesia, y cuando lo haca, siempre se
retiraba antes de la consagracin de la hostia. El hecho desconcertaba al
marido, y as, varios aos despus del matrimonio, cierto da que ella se
dispona a salir de la iglesia, el esposo la aferr por la capa, y no le
permiti moverse.
La leyenda afirmaba que de pronto ella haba comenzado a elevarse
hacia el cielo, y que tena de las manos a dos de sus hijos. La mujer
desapareci, y en tierra qued su desconcertado esposo, la capa en la
mano. Decase que era una bruja y una servidora del demonio. Aunque se
haba llevado consigo a dos de los nios, haba dejado otros dos, y uno de
ellos con el tiempo fue el conde de Anjou.
La leyenda haba corrido de boca en boca, y a causa de esta versin
muchos decan que la sangre de los condes angevinos provena de una
estirpe satnica.
Enrique se preguntaba si todo eso poda ser cierto. Era posible que
tales antecedentes demonacos ahora se manifestasen en sus hijos? Quiz
por eso haba seducido a la prometida de su hijo? Tal vez era esa la razn
de que sus hijos se hicieran la guerra y la hicieran a su padre?
Se dijo que no era as, que el carcter les vena de la madre.

209

Qu importancia tena su pecado, que era haber tomado a Alicia,


comparado con el incesto de Leonor con su to?
Y qu poda esperarse de la descendencia de dos personas como l
mismo y Leonor?
Pero deba terminar con esas cavilaciones. Tena mucho que hacer.
Ira sin perder tiempo a Limoges, donde acampaba Enrique, e impedira
que se consumara el intento de fratricidio.

En el camino se encontr con Ricardo, a quien agrad la presencia de


su padre.
Con la ayuda de su padre contra sus hermanos, Ricardo no poda
fracasar.
Eso me ofende mucho dijo el rey. Nada de lo que yo digo
influye en absoluto sobre vosotros?
Siempre has favorecido a Enrique le reproch Ricardo. Sin
embargo, l te enga muchas veces, y ha demostrado con absoluta
claridad que no es capaz de gobernar.
Es mi hijo mayor, y por otra parte todos me habis desafiado. Salvo
Juan, mis hijos me han decepcionado amargamente.
Juan es todava demasiado joven para tener opinin propia replic
Ricardo.
Confo en su afecto.
El rey decidi que tendra que parlamentar con Enrique, que estaba
en Limoges.
Te acompaar dijo Ricardo, y llevaremos un regimiento de
soldados.
No dijo el rey. Quiero que sepan que vengo a hablar de paz. Me
reconocern, y no intentarn nada.
No confo en ellos dijo Ricardo.
Permanecers aqu mientras yo voy a la ciudad, y llevar conmigo
un pequeo grupo de caballeros.
No me agrada replic Ricardo.
Hijo mo, tendrs que aprender que hago lo que me parece mejor.
Mientras cabalgaba con sus acompaantes, el rey pensaba: Enrique,
hijo mo, por qu no puedes ser el nio afectuoso que eras en la nursery,
antes de que tu madre cambiase tu actitud? Por qu tu ambicin te
despoja de tu sentido del honor? Cmo puedo darte lo que pides? Yo debo
gobernar. Tengo experiencia en el arte del gobierno. T no comprendes.
Gobernar no es gozar de una vida placentera. El placer que pude haber
tenido lo recib entre campamentos aqu y expediciones punitivas all, y
todos los cuidados que agobian a un rey que posee dilatados dominios. Si
comprendieses, te alegraras de que yo est aqu para gobernar y t para

210

aprender de m, de modo que con el tiempo pudieses asumir la direccin


del reino.
Estaban acercndose a la ciudad. Enrique avanzaba al frente del
grupo. Llevaban en alto, bien visible, el estandarte que proclamaba que ah
estaba el rey de Inglaterra, el soberano a quien todos deban obediencia.
De pronto, una lluvia de flechas atraves el aire. Uno de sus hombres
grit:
Aqu viene el rey.
Otra andanada de flechas. Una atraves la capa del rey.
Mi seor dijo el portaestandarte saben quin sois, e intentan
mataros. No estamos en condiciones de afrontar el ataque.
Tienes razn dijo el rey. Regresaremos.
Arranc la flecha de la capa.
La mir. Fcilmente hubiera podido atravesarle el corazn. Y los
hombres de Enrique la haban disparado.
De regreso en su campamento, explic a Ricardo lo que haba
ocurrido.
El rostro fro de Ricardo no revel temor por lo que hubiera podido
suceder; en l se manifest nicamente desdn por la tontera de su padre.
Acaso no le haba advertido? Por qu continuaba confiando en su hijo
mayor cuando muchas veces el joven Enrique haba demostrado que su
carcter le permita traicionar tanto a su padre como a su hermano?
El rey permaneci cavilando, los ojos fijos en la flecha.
Mi hijo desea verme muerto. Tanto anhela mi corona que est
dispuesto a apresurar mi fin para obtenerla. Senta el corazn oprimido,
y ms que nunca anhelaba el afecto de su familia.
Mientras estaba as, reflexionando, lleg un mensajero para decirle
que su hijo Enrique estaba afuera, y rogaba se le permitiese pasar.
Que entre dijo el rey.
El joven Enrique entr en la tienda; se quit el yelmo, y sus hermosos
cabellos rubios le enmarcaron la cara; se arrodill frente a su padre.
Bien, hijo mo dijo el rey.
Oh, padre, cuando vi lo que haba ocurrido...
Viste la flecha, verdad? Viste que atraves mi capa?
Me alegro de que solo tu capa.
Santo Toms nos miraba... a ti y a m. Me salv, a m de la muerte y
a ti de convertirte en el asesino de tu padre.
Oh, Dios me ayude murmur Enrique.
Elev el rostro hacia su padre y haba lgrimas en sus ojos. El rey se
puso de pie y oblig a su hijo a incorporarse.
Hijo mo, hijo mo dijo, acabemos con esta guerra.
Oh, padre me perdonas?
S que t no fuiste quien dispar la flecha.
No, pero lo hicieron los que crean servirme.

211

Enrique, debemos terminar con esta disputa. A todos nos destruir.


Lo s, padre. Y hoy... cuando pens que podas haber muerto....
Lo olvidaremos. Eres mi hijo, y debo amarte. Sabes muy bien que
siempre deplor profundamente esta divisin entre nosotros.
Si por lo menos me diesen un poco de autoridad...
Lo har... a su tiempo. Envejezco, y como he vivido muchos aos
puedo gobernar mis territorios. Hay mucho que aprender, y cuando hayas
aprendido, lo que es mo pasar a tus manos.
Oh, padre, dame tu bendicin.
Se arrodill, y el rey apoy las manos en la cabeza de su hijo.
Despus, continuaron conversando.
Parecera dijo el joven Enrique, que te uniste con Ricardo contra
m y Godofredo.
Godofredo y t provocaron este infortunado asunto. Ricardo es
duque de Aquitania por deseo de su madre.
Pero t le ordenaste que jurase fidelidad a mi persona.
No quiero que haya guerra entre vosotros. Deseo vuestra unin. Es
imperativo que as se haga.
Padre, tengo influencia en Aquitania. El pueblo quiere que yo sea su
duque... no Ricardo. Ya sabes qu duro es. l habla de justicia. Infligi
terribles castigos a quienes se alzaron contra l, los que l llama traidores.
El pueblo no aceptar a Ricardo. Pero yo puedo convencerlos de que te
acepten.
Lo haras?
Lo hara, padre, pues ahora veo que es lo mejor. No quieren saber
nada con Ricardo. Pero si t ofrecieras tu mediacin, y permitieras que
ellos decidan a quin aceptan por duque, podra haber paz. Permteme
volver a ellos como emisario tuyo.
Pues bien, hazlo dijo el rey.
El joven Enrique se march y el rey continu mirando tristemente la
flecha que le haba atravesado la capa.

Godofredo esperaba a su hermano en la ciudad de Limoges. Habl


con el viejo dijo Enrique. Me perdon. Tena lgrimas en los ojos.
Cmo es posible que un gran rey sea tan tonto?
Y ahora? pregunt Godofredo.
El pueblo nos apoya. Venceremos. Mi padre ver que aqu nada
puede hacer. Tendr que llevarse a Ricardo. Antao llamaban a nuestro
hermano Juan Sin Tierra. Quiz ahora digan lo mismo de Ricardo. Nos
dedicaremos a fortificar esta ciudad. As, el rey comprender que no puede
ocuparla.
El rey fue el primero en ver que de nuevo su hijo lo haba engaado.

212

Qu razn haba inducido a Enrique a concertar la paz? Quiz deseaba


ganar tiempo para fortificar a Limoges?
He engendrado un nido de vboras dijo el rey. Pero por lo menos
soy su padre.
Haba decidido lo que hara: cabalgara audazmente hasta Limoges, y
exigira hablar con sus hijos.
Esta vez fue con un grupo todava ms pequeo; slo su
portaestandarte y dos caballeros.
Cuando se aproximaba a los muros de la ciudad, se oy un grito y el
rey vio a sus hijos Enrique y Godofredo que miraban desde las almenas.
Y despus, como antes, la lluvia de flechas; esta vez su caballo cay al
suelo, y en la cada arrastr al monarca. Enrique pens:
De modo que ahora lo consiguieron!
Lo sorprendi comprobar que si bien su caballo haba muerto, l
mismo estaba ileso. Los caballeros haban descendido de sus monturas.
No estoy herido dijo Enrique. Y pens: Pero jams soport una
herida tan cruel. Quieren mi muerte. Dios me ayude y Dios los ayude.
Alguien vena cabalgando. Era su hijo Enrique. El rey sonri
amargamente.
Qu? dijo al joven Enrique. De nuevo fracasaste?
Qu quieres decir, padre?
Mataste a mi caballo. Si l no hubiera retrocedido exactamente
cuando lo hizo, la flecha habra llegado a destino, y me habra atravesado
el pecho.
Oh, padre mo! De nuevo esos bellos ojos llenos de lgrimas. Por
extrao que pareciera, esas lgrimas conmovan al rey. No crea en ellas,
pero aun as le agradaba verlas.
Ese hijo era su enemigo. Cuando se trataba de sus hijos, Enrique
poda ser un viejo sentimental; pero no era tan tonto que se negase a
reconocer la verdad cuando la tena tanto tiempo ante los ojos.
Este hijo a quien haba amado ms que a ninguno de los restantes
era un traidor. Quera verlo muerto. Dos veces en pocos das haba
atentado contra su vida y haba estado a punto de lograr su propsito.
El rey se dijo que no volvera a ser un padre sentimental. No volvera a
creer lo que su corazn deseaba imponerle. No volvera a cerrar los ojos a
la verdad porque sta le desagradara.
Tienes cuatro varones nacidos de tu matrimonio. Dos trabajan contra
ti; son tus enemigos; miraban tranquilamente mientras tus hombres
trataban de asesinarte. No consigues simpatizar con el otro, Ricardo. Es
demasiado fro y distante, y se lo educ para que te odiase, de modo que
jams har otra cosa; nunca podrs amarlo; es el hijo de su madre y te
odia porque la encarcelaste, y t lo odias porque nunca te demostr afecto
y puesto que estamos afrontando la verdad porque lo ofendiste al
seducir a su prometida y frustrar su matrimonio. De modo que resta Juan.

213

Mi hijo Juan mi bienamado Juan. Todas mis esperanzas las deposito


en ti. Nunca viviste en esa nursery envenenada por el odio de una madre al
padre de sus hijos. Te am; eras Juan Sin Tierra y te convertiste en Juan,
un hombre con muchas posesiones. T me amars. Debo pedirte que me
ofrezcas todo lo que falt en mis restantes hijos.
Entretanto, deba hacer la paz en Aquitania, y cuando su hijo Enrique
acudi con lgrimas en los ojos, el rey no se dej engaar por segunda vez.
Estaba dispuesto a jugar el juego de Enrique; fingira una reconciliacin,
pero sin olvidar un solo instante que Enrique y Godofredo eran sus
enemigos.
Acept que lo ayudaran a montar el caballo que le trajeron; cabalg
con su hijo y entr en Limoges, y all se sent con l y escuch sus planes
destinados a imponer la paz en la regin.

Lo que sigui no poda sorprenderlo.


Godofredo haba dejado a su hermano y a su padre en Limoges, y
haba ido a reunir ms fuerzas que deban combatir bajo el estandarte de
su hermano. Despus de unos das el rey se reuni con Ricardo y supo que
el joven Enrique y Godofredo haban movilizado fuerzas en el territorio de
Aquitania, y que Felipe de Francia les enviaba ayuda.
Qu ingratitud! exclam el rey. Acaso pas mucho tiempo
desde el da en que lo ayud a salvar la corona?
No se trataba slo de eso; corran rumores en el sentido de que se
preparaba una invasin a Normanda.
El rey se irrit. Estaba dispuesto a sitiar a Limoges, y cuando ocupase
la ciudad no mostrara compasin por nadie, y ni siquiera con sus propios
hijos.
Pero el joven Enrique haba aprovechado la oportunidad de salir de la
ciudad antes de que su padre comprendiese sus intenciones y mientras el
rey asediaba a Limoges el joven recorra el pas provocando el desorden en
el dominio de Ricardo.
El joven Enrique no era un gran soldado. A decir verdad, el combate
no lo entusiasmaba demasiado. Gustaba de los torneos, a los cuales se
haba aficionado mucho. Era mucho ms grato participar en batallas
ficticias, triunfar en las justas, ser llevado en triunfo al saln, rodeado de
bellas mujeres, y en la compaa femenina sentarse a escuchar canciones
de amor y coraje. El combate real era muy distinto. No se trataba tanto del
riesgo de muerte; eso tambin lo excitaba; pero nada quera saber con las
incomodidades que acompaaban a la verdadera guerra.
De todos modos, estaba decidido a conseguir lo que deseaba. Era muy
humillante que l, un hombre de veintiocho aos, coronado rey de
Inglaterra, anduviese escaso de dinero y careciera por completo de poder,

214

controlado siempre por un padre dominante.


A decir verdad, no disputaba con Ricardo; lo haca con su padre.
Tampoco se trataba de que deseara especialmente la posesin de
Aquitania; anhelaba el poder, y si su padre vea que Enrique poda
apoderarse de Aquitania, no estara dispuesto a entregarle Normanda o
Inglaterra? El viejo deseaba concentrar en sus manos el poder, y eso era
ridculo. No vea que era imposible que mantuviera su dominio
simultneamente sobre Normanda, Anjou e Inglaterra?
Por qu no delegaba parte del gobierno en sus hijos? Ese era el
autntico fondo de la disputa.
El joven Enrique era demasiado aficionado al lujo; se mostraba
excesivamente generoso; siempre le haba agradado hacer regalos a quienes
lo complacan. A sus ojos, esa actitud era una confirmacin de su propio
poder. Los reyes procedan as, y como todos saban que l era un rey sin
poder, tena que recordar constantemente a la gente que por lo menos era
rey.
Qu poda hacer para conseguir dinero?
Uno de sus capitanes le haba informado que los soldados exigan su
paga.
Tienen que esperar haba contestado Enrique.
Mi seor fue la respuesta no esperarn. Si no les pagan,
desertarn.
Traidores grit el joven rey.
Pero era intil. Necesitaba obtener dinero.
Dinero. La preocupacin por conseguirlo lo agobiaba. Tena que
encontrarlo. Ahora comenzaba a desear no haber iniciado esa guerra. Ese
no era el modo apropiado de resolver las cosas.
Comenz a tener sueos inquietos. Recordaba la presencia de su
padre en la nursery... una figura poderosa que se complaca en jugar con
los nios. Sin embargo, poda enojarse mucho, y cuando se irritaba todos
sus servidores trataban de alejarse de la tormenta. Todos le teman. Saba
cmo inspirar miedo, ya que no amor. Ninguno de ellos lo haba amado; la
nica excepcin haba sido quiz el bastardo Godofredo, incorporado a la
nursery con gran disgusto de Leonor. El bastardo Godofredo crea que su
padre era maravilloso; haba hecho todo lo posible para complacerlo.
Trataba de aprender bien las lecciones, y se aplicaba a la equitacin, los
usos de la caballera, la arquera, todo lo que poda gustar al rey.
Ricardo no se haba interesado en agradar a su padre. Se haba
mostrado muy distante. Pero haba amado profundamente a su madre. Los
ojos fros mostraban cierta calidez cuando se posaban en ella. En cambio,
Enrique no haba amado a ninguno de sus dos progenitores. Haba
deseado sobre todo ser rey, y cuando se vio coronado se sinti muy feliz,
hasta que comprendi que el ttulo no implicaba el ejercicio del poder. Era
slo un smbolo. Nada significaba. La corona era una burbuja vaca

215

mientras su padre viviera.


Pero, y el dinero? Dnde podra conseguir dinero?
Se haban detenido en una abada y decidieron descansar. Los monjes
los acogieron amablemente, y los invitaron al refectorio.
Enrique y sus capitanes se acomodaron con los monjes; compartieron
la sencilla comida que los religiosos haban preparado; y despus de
satisfacer el apetito admiraron los ricos adornos de oro y plata que
decoraban la abada, y las maravillosas ofrendas de joyas presentadas a la
Virgen.
Enrique examin atentamente los adornos. Esas joyas valan mucho,
y todas estaban all, ocultas en la abada.
Por los ojos de Dios dijo a sus capitanes, podramos alimentar a
un ejrcito con unos pocos de estos clices de plata.
Los capitanes evitaron su mirada, pero l insisti en el asunto. De
que servan esos adornos ocultos en una abada? Seran mucho ms tiles
para obtener el dinero que l necesitaba tan desesperadamente.
Cuando los objetos de valor fueron retirados de los santuarios, los
monjes protestaron. Pero el joven Enrique ignor las protestas.
Los soldados tenan hambre, y necesitaban su paga. Enrique estaba
decidido a alimentar a su ejrcito y a continuar la guerra.
Sonri al ver la actitud timorata de algunos de sus hombres. Teman
las represalias de los santos.
No exclam Enrique, luchamos por una causa justa.
Al parecer, as lo demostraba la propia Providencia, pues haba llegado
la noticia de que varios caballeros importantes con sus hombres estaban
dispuestos a unir fuerzas con Enrique en la guerra contra Ricardo.
Enrique estaba muy complacido. Ahora, nada poda disuadirlo. Saba
cmo obtener el dinero que necesitaba. En el vecindario haba tantas ricas
abadas. Por qu no podan suministrarle los medios de alimentar y
equipar al ejrcito?
Una febril excitacin lo domin. De noche, tena extraos sueos. A
menudo se agitaba en su jergn, y su padre dominaba esos sueos.
Ahora, cuando los ejrcitos del joven Enrique aparecan, los monjes
trataban de cerrar las puertas. Pero Enrique no estaba dispuesto a tolerar
la resistencia. A veces era necesario derribar las puertas.
Ahora era rico. Los robos en los santuarios eran una fuente al parecer
inagotable que le permita atender sus propias necesidades.
Su conducta difundi el terror en la regin. Circulaban rumores
terribles acerca de la soldadesca borracha que irrumpa en los conventos.
Los monjes se mantenan alertas, espiando la aproximacin de los
soldados, y trataban de defenderse; pero eran impotentes frente a los
hombres de Enrique.
Se hubiera dicho que los demonios lo haban posedo. Hablaba en
sueos, y deca que su antepasada la bruja lo persegua. Sus servidores

216

crean que estaba enfermo, pero por la maana se levantaba y se mostraba


dispuesto a continuar la marcha.
Tena las mejillas enrojecidas, y aparentemente estaba afiebrado. Le
aconsejaron que descansase un tiempo, pero no quiso saber nada.
Cmo! Ahora que estamos triunfando? Tendr que dar a mi padre
y a Ricardo la oportunidad de aventajarme? No! Me propongo conquistar
Aquitania, y llegar el da en que los monjes se alegrarn del papel que
representaron en mi victoria.
Continuaron la marcha. Cerca estaba la ms famosa iglesia de
Francia, muy conocida por el santuario de Roc Amadour. Los tesoros
guardados en este santuario valan una fortuna. Llegaban peregrinos del
pas entero. Decase que se haban realizado milagros en ese lugar, y que la
propia Virgen a menudo se presentaba.
Enrique advirti que sus servidores tenan miedo. El joven estaba
dominado por la fiebre, y un nerviosismo incontrolable conmova su
cuerpo.
Por qu hemos venido a Roc Amadour? Acaso no es para
aprovechar los tesoros del santuario? pregunt.
Quiz nadie crea que estaba dispuesto a cometer el sacrilegio. Quiz
no lo crea l mismo. Vio las expresiones de los hombres los rostros de
miedo y ri estrepitosamente. Algo lo apremiaba a continuar haciendo lo
mismo, no saba qu era. Deseaba demostrar a todos que no tema a
nada... ni a su padre ni a Dios. Ya veran que l era digno de ocupar el
trono. Y entonces comprenderan tambin por qu lo irritaba tanto verse
privado del poder que era suyo por derecho propio.
Al santuario grit.
Mir a los hombres con fiera expresin.
Quienes tengan miedo que vuelvan a sus casas. No merecen
acompaarme a Aquitania. No quiero tener cobardes conmigo.
Entr en la iglesia, y pocos fueron los hombres que no lo siguieron.
Qu riquezas! Qu tesoros!
Este botn nos permitir completar la campaa a Aquitania grit
Enrique.

Esa noche tuvo mucha fiebre. Deliraba, y quienes estaban cerca lo


miraban temblando. No podan olvidar que haba profanado el santuario de
Roc Amadour.
Por la maana se sinti un poco mejor. Dijo que deban continuar la
marcha.
Habl al duque de Borgoa, que se haba reunido con l trayendo a
varios centenares de hombres:
Anoche pens que me mora. So que Nuestra Seora se acercaba

217

y me deca que tena los das contados. Arrepintete, dijo, porque te


queda poco tiempo. Pens que me mora.
Mi seor, no deberais descansar? pregunt el duque.
No. Deseo continuar. Ordenad que llamen a uno de mis mensajeros.
Deseo ver a cierta persona y quiero que la traigan sin perder un minuto,
porque en verdad quiz me queda poco tiempo en este mundo.
Quin es? pregunt el duque.
Es William Marshall. Anso verlo. Quiero que venga cuanto antes.
Durante los das siguientes el joven Enrique enferm tan gravemente
que fue imposible continuar. Descans unos das en la casa de un
mercader, y a menudo hablaba solo, pero a veces pareca recobrar la
lucidez y preguntaba si William Marshall haba llegado.
Al fin William apareci, y cuando entr en el dormitorio donde yaca
Enrique, el joven rey lanz un grito de placer.
Amigo mo, de modo que viniste.
Apenas recib vuestro mensaje contest William.
Mi buen William, siempre fuimos amigos, verdad?
S contest William.
Estuviste conmigo cuando era nio, de modo que es bueno tenerte
aqu cuando llega el fin.
El fin. Qu queris decir?
William, no lo sabes? Yo s. Soy un hombre enfermo y desesperado,
porque me presentar ante mi Hacedor cargando con todos mis pecados...
y qu pecados! Sabes que he profanado lugares santos.
Por qu, mi seor? Por qu?
Era necesario encontrar dinero para mis soldados.
De ese modo?
S. Era mi modo. Sabes que una bruja del demonio fue mi
antepasada. Fue como si se hubiese apoderado de m.
Mi seor, es necesario el arrepentimiento.
Me arrepentir. Deseaba verte, William.
Lo saba, mi seor. Y ahora que estoy aqu, no os abandonar.
No tendrs que esperar mucho.
No, sanaris.
William, jams cre que fueras el amante de Margarita.
Lo s.
Un demonio me impuls. El mismo demonio que estaba en m
cuando profan los santuarios.
Philip de Flandes fue vuestro mal genio.
No, fue cosa ma, William, ahora me he liberado de ese demonio.
Veo que en efecto soy perverso, y que debo arrepentirme.
Ordeno llamar a un sacerdote?
Despus, William. Ahora, qudate aqu. Tengo un poco de tiempo.
Debis hacer las paces con Dios.

218

Lo har, lo har. Ahora que ests aqu, todo parece diferente. Vuelvo
a ser un nio. William, cunto te admir. Eras el caballero perfecto. Todo
podas hacerlo mejor que otros. Eras demasiado bueno.
Como vos, soy un pecador, y nada podra hacer demasiado bien.
Pero ahora, descansad. Permitid que llame al obispo.
Si hubiese tiempo, William te pedira que me acompaases en una
cruzada.
Quiz despus, cuando hayis sanado.
Despus? No habr despus para m. Lo sabes. William. Por qu
ahora finges? Siempre fuiste un hombre tan sincero.
Mi seor rey, si tenis poco tiempo, arrepentos.
S, debo arrepentirme. Inclnate, y mira lo que hay en el piso. Es
una cruz de cruzado. La retir del santuario.
Mi seor!
No, no te conmuevas as, lo que hice hecho est, y es intil volver
sobre ello.
Entonces, mi seor, arrepentos.
William, llama al sacerdote. Y dime que me perdonas. Fue un da
infortunado aqul en que te desped.
Eso ya termin. Ahora estoy de nuevo aqu.
William, cuida a Margarita. Temo que enviude antes de que pase
mucho tiempo.
William se retir. No poda soportar el espectculo de ese rostro otrora
tan bello, y ahora plido y contrado por las convulsiones, y los hermosos
ojos desorbitados y sanguinolentos.
Hubiera debido permanecer al lado del joven Enrique. Pero, cmo
poda hacerlo cuando le haba ordenado retirarse? Pero hubiera debido
retornar, y no esperar que lo llamasen. Deba haber prevenido al joven rey
que el camino que estaba siguiendo slo poda conducir al desastre.
Lleg el obispo de Cahols y dio la absolucin al joven rey.
Ahora era evidente que no vivira muchos das ms.
El joven Enrique pidi a William Marshall que permaneciese cerca.
Ahora el fin est muy prximo dijo. Mira, aqu est la cruz del
cruzado. Cmo puedo expiar el pecado que comet al retirarla del
santuario? Si se me devolviese la salud iniciara una cruzada y la llevara a
Jerusaln. All la depositara sobre el Santo Sepulcro y pedira perdn. Oh,
Dios mo, concdeme el don de la vida, de modo que con el tiempo pueda
recibir el perdn de mis pecados.
William se apart. Saba que Enrique jams ira a Jerusaln.
Debo ver a mi padre antes de morir. Le ment y lo ofend. Necesito
pedir su perdn exclam.
Le enviar ahora mismo un mensajero prometi William. Le dir
cmo estis, y le pedir que venga aqu.
Te lo ruego.

219

Pareci revivir un poco. Aparentemente, necesitaba ver a su padre y


solicitar su perdn antes de morir.
El rey no acudi al lecho de muerte de su hijo. Enrique le haba
mentido antes; cmo poda tener la certeza de que ahora no le menta y de
que no estaba encaminndose a una trampa? Envi a uno de sus obispos
con un anillo que antes jams haba salido de su dedo, de modo que su
hijo supiera que el obispo llevaba la bendicin paterna.
Enrique sostuvo en la mano el anillo, y lo acerc al corazn.
Llevaris un mensaje a mi padre dijo. Me muero, y hubiera
deseado verlo, y s muy bien que l habra venido a m.
Estaba dispuesto a hacerlo dijo el obispo, pero se le aconsej lo
contrario.
Enrique contrajo el rostro en una mueca de dolor.
Lo s, lo s. Muchas veces le ment. Ahora no poda confiar en m.
Fue discreto de su parte... pero ocurre que esta vez no he mentido. Por
favor, pedidle que cuide de la reina, mi esposa. Enviara un mensaje a mi
madre. A menudo pienso en ella, y deseo pedir a mi padre que sea ms
bondadoso con mi madre. He cometido pecados terribles. He saqueado
santuarios sagrados. Deseo que si puede hacerlo, mi padre repare lo que yo
rob. Pedidle que perdone a su extraviado hijo.
Hablar le costaba mucho, pero ahora pareca ms satisfecho, porque
haba podido comunicarse con su padre. Era como si se hubiese preparado
para afrontar la muerte.
De nuevo pidi ver a William Marshall.
Toma la cruz dijo, y si se te ofrece la oportunidad, llvala en mi
nombre a Jerusaln.
Si voy a Tierra Santa, as lo har dijo William.
Que me preparen un lecho de cenizas en el piso, y me traigan un
cilicio. Quiero una piedra por almohada y otra a mis pies; morir as, de
modo que Dios y todos sus ngeles sepan que lo hago con profunda
humildad. Estoy mancillado por el pecado, pero me arrepiento con todo el
corazn.
William orden que as se hiciera, y el joven rey fue levantado de su
lecho y depositado sobre las cenizas.
Yaci all, con mucha incomodidad del cuerpo; pero pareci que
hallaba cierta paz espiritual.
Pocas horas despus haba muerto.

220

EL CUADRO EN LA PARED

Cuando el rey supo que su hijo mayor haba muerto, durante unos
das lo agobi el dolor; pero no poda dedicar demasiado tiempo a su pena.
La muerte de Enrique suscitaba muchos problemas. Lo que era ms
importante, impona la eleccin de un nuevo heredero de sus dominios.
Ricardo!
La expresin del rey se endureci. Se dijo: si algo puedo hacer para
impedirlo, lo har.
Y sin embargo, era peligroso apartar al heredero legtimo e instalar a
otro en su lugar. Ricardo nunca se haba interesado mucho por Inglaterra.
Aquitania haba sido su pasin. Quiz ello responda al hecho de que era el
dominio de su madre; y l estaba ms cerca de Leonor. A pesar de sus
rasgos nrdicos, Ricardo amaba a ese pas sureo.
El rey pens: Mis hijos! Acaso jams me demostraron afecto?
Ricardo! Godofredo! Enrique!... Todos ellos son mis enemigos. Haba uno
que hasta ahora se haba mostrado obediente: Juan. Por qu no designar
heredero al hijo que le haba demostrado fidelidad? As demostrara a los
traidores, e incluso a sus propios hijos, que l no olvidaba las injurias.
Ricardo? Enrique deba confesar que Ricardo siempre haba sido
sincero. Si Ricardo se propona actuar de cierto modo, no finga lo
contrario. No era como haba sido Enrique o como era Godofredo. En los
dos ltimos nunca era posible confiar. Pero el rey no poda simpatizar con
Ricardo.
Qu irnica era la vida... y sobre todo la vida de un rey! Ansiaba
hijos, y cuando llegaban, convertan en una carga la vida del padre.
Enrique le haba mentido y nada haba hecho mientras uno de sus
soldados disparaba flechas contra el rey, cules haban sido los
verdaderos sentimientos de su hijo cuando la flecha se haba limitado a
atravesar la capa, y cuando haba muerto al caballo, y no al propio rey?
Enrique era un hombre sagaz en todo menos en los afectos de familia.

221

Deba haber sabido mucho tiempo atrs que sus hijos no lo amaban; y que
slo deseaban la corona.
Dese poder amar a Ricardo. Ricardo era quiz el hombre en quien
hubiera debido depositar su confianza. Pero en presencia del joven,
Enrique se senta incmodo; siempre tema que apareciese un tema que lo
dejara en situacin embarazosa, o que incluso lo llevase a revelar algo que
jams deba mencionarse.
Oh, Alicia, querida ma murmur, tendrs que responder por
muchas cosas.
Ansi volver al hogar... y a Alicia. Pens en la vida que la joven haca
en Westminster o Winchester o en Woodstock. La bienamada Alicia, que
nunca se quejaba porque el rey no poda contraer matrimonio con ella; que
se contentaba con permanecer en una relativa reclusin; que se
conformaba con que Enrique la amase y la mantuviese lejos de Ricardo.
Tena a Alicia, pero tambin deseaba desesperadamente conquistar el
afecto de sus hijos. Cuando estaban en la nursery, haba imaginado cmo
creceran y colaboraran, y qu felices se sentiran de responder a los
deseos de su padre. Los haba concebido como una formidable familia de
hombres fuertes, con su padre a la cabeza. Nadie se habra atrevido contra
ellos. Cuatro hijos que deban contraer matrimonio con princesas
europeas, e incorporar ms y ms ricos territorios a la corona Plantagenet.
Qu triste, qu decepcionante que sus hijos luchasen unos contra otros y
contra su padre y concentraran alianzas con el rey de Francia!
Y ahora el joven Enrique haba muerto... y del modo ms indigno
haba saqueado santuarios antes de morir, y haba que hacer algo al
respecto, porque de lo contrario la suerte jams volvera a sonrer a la
familia. Haba que aplacar a los santos.
Enrique, el ms hermoso prncipe de la Cristiandad, con sus modales
seductores que atraan a los hombres... ahora muerto. Qu vida
malgastada!
Mi hijo, a quien tanto quise amar, y que de m slo deseaba la corona!
Y Ricardo? No, Ricardo no! No quera tenerlo al lado, como al futuro
rey de Inglaterra. Cmo poda llegar a eso? Y su matrimonio? Ahora sera
necesario encontrar una solucin a ese asunto.
El rey pens: mandar llamar a Juan.

Juan regresaba de una cacera cuando le informaron que su padre


quera verlo.
Ahora, Juan tena diecisiete aos; tena cabal conciencia de que era el
hijo menor, y estaba decidido a conquistar un lugar en el mundo. Su
hermano Enrique haba sido alto y apuesto, y otro tanto poda decirse de
Ricardo. Pero Juan se pareca a su hermano Godofredo; ambos eran

222

hombres de poca estatura, aunque tena los miembros bien formados. El


padre, que tena estatura poco ms que mediana, pareca imponerse a
ambos. Godofredo y Juan se parecan mucho no slo en los rasgos sino
tambin en el carcter. Ambos podan adquirir conocimientos sin mucha
dificultad, y los libros les interesaban ms que lo que haba sido el caso
con el joven Enrique o lo era con Ricardo. Godofredo siempre haba podido
expresarse con lucidez y explicar ordenadamente sus argumentos, incluso
cuando la tarea pareca difcil. En eso, Juan se asemejaba a Godofredo.
Era un individuo de carcter suave, y saba hablar con dulzura cuando l
deseaba algo. Tena gran capacidad para engaar, y la intriga pareca
complacerlo. Slo por la alegra de trampear a alguien era capaz de realizar
grandes esfuerzos, y a veces en definitiva slo obtena el placer de haber
engaado a su interlocutor.
Gerald de Gales, el sacerdote a quien se haba encomendado la
educacin de Juan, comprendi que era intil tratar de oponerse a su
carcter. Juan haba sido un carcter disipado durante demasiado tiempo.
Haba seducido mujeres desde edad muy temprana, y a menudo sala al
campo con un grupo de libertinos para dedicarse a la seduccin o la
violacin, lo que pareciese ms oportuno.
Juan estaba a cargo del magistrado Ranulf Glanville, un hombre muy
capaz que se haba distinguido en el campo de batalla y a tal extremo
haba conquistado el favor del rey que ste haba decidido desentenderse de
los peculados de Glanville, que eran numerosos, incluso cuando se
demostraba la validez de las acusaciones.
Que su hijo Juan estuviese a cargo de un hombre as era extrao,
pese a que Glanville era magistrado de Inglaterra, y uno de los hombres
ms importantes del pas.
Juan lo admiraba, y no vea nada malo en sus manejos turbios.
Con sus diecisiete aos, tena perfecta conciencia de que era el hijo
ms joven, y nunca olvidaba el hecho de que al nacer su padre lo haba
llamado Juan sin Tierra.
Ahora, su hermano Enrique haba muerto, y Ricardo era el heredero,
seguido por Godofredo y despus por l. Pareca que no tena esperanza en
vista de que dos hermanos que gozaban de buena salud se interponan
entre l y la corona; pero tena algo que lo favoreca: el afecto de su padre.
La situacin diverta a Juan. Enrique haba sido quiz el favorito,
porque Enrique era alto y bello, y saba seducir a la gente, e incluso a su
propio padre. Al parecer, haba podido disparar una flecha dirigida al rey,
que lo hubiese muerto si en cambio no hubiera atravesado el manto; y aun
as, hablando haba podido salir del aprieto.
Juan admiraba esa cualidad de su hermano; pero por supuesto,
Enrique era un tonto. Haba muerto de fiebre, y se haba sido su fin.
Ricardo siempre estaba haciendo la guerra, de modo que no caba duda de
que un da tendra un fin violento.

223

Restaba Godofredo. Juan tena muchas cosas en comn con


Godofredo... fsicamente se parecan; los caracteres eran anlogos. Juan
era el ms disipado. Se haba rodeado de amigos de gustos semejantes.
Comparado con Juan, Godofredo era un hombre casado y tranquilo; tena
esposa, Constanza de Bretaa, y una hija, llamada Leonor en homenaje a
su madre. Adems, Juan haba heredado el temperamento angevino. Era
tan propenso a la clera como su padre, y en esos casos su rabia poda ser
terrible. Por supuesto, no le teman tanto como a su padre, pero sus
servidores siempre se mantenan lejos cuando adivinaban la proximidad de
un estallido. En su carcter haba una veta sdica de la cual careca
Godofredo. Y aunque tena la apariencia de un joven agradable de modales
encantadores, bajo esa fachada haba rasgos de carcter todava
insospechados incluso por quienes estaban ms cerca.
Cuando recibi la noticia de que su padre deseaba verlo en
Normanda, orden llamar a Ranulf de Glanville, para informarle de la
novedad.
Ranulf, ya veis lo que ocurre. Ahora ser el favorito de mi padre.
Buenas noticias, mi seor, buenas noticias.
El pobre viejo necesita tener un hijo a quien mimar.
Y es afortunado, mi seor, que Ricardo y Godofredo lo hayan
desagradado tanto que seis el elegido.
El elegido! Qu significa eso?
Significa que todo depende de vos, mi seor.
Qu queris decir, con que depende de m'?
Que por el modo en que juguis vuestras cartas, podrais tener a
Inglaterra.
Yo... rey de Inglaterra, cuando tengo por delante dos hermanos.
Ricardo no ama a Inglaterra. Prefiere a Aquitania. Godofredo no
goza del favor de vuestro padre. Nada hizo mientras alguien mataba al
caballo del rey. Creis que l olvidar eso?
Rey de Inglaterra, Ranulf. Me agrada. Me complacera muchsimo.
Pensad cmo nos divertiramos... vos y yo... y otros... recorriendo el pas...
recibidos por doquier con aclamaciones. Entrando en las ciudades, y
eligiendo a las mujeres ms bellas... y todos vendran a la carrera cuando
yo diese la seal.
Quiz algunos os rechazarn.
Tanto mejor. Un poco de resistencia es divertido. No necesitamos
que todos se sometan. Si as' fuera, en qu' quedara el delicado arte de la
violacin?
Mi seor, debis controlar vuestro lenguaje cuando estis en
presencia del rey.
Pocas veces puedo hablarle! Qu hay de l? Cuando era joven no
haba mujer que estuviese segura cerca de l, y parece que incluso ahora
puede representar airosamente su papel.

224

Alicia lo satisface cuando est en Inglaterra.


Ranulf, es para rerse. La prometida de Ricardo es la amante de mi
padre! O decir que ella le da hijos. Crees que es as?
No debemos creer todo lo que omos, pero si Alicia es fecunda se
trata de un resultado natural.
Creo que l no ama a Ricardo.
Y Godofredo incurri en su desagrado.
Y as dijo Juan, resta su hijo menor... Juan, el bueno y
obediente, que lo ama y obedece, y que le demuestra que ser su mejor
hijo. Ranulf, creis que puedo representar ese papel?
Mi querido seor, creo que podis representar cualquier papel, si as
lo deseis.
Pues deseo representar ste. Quiero que me designe su heredero
antes de morir; y una vez que lo haya hecho, me mostrar muy dispuesto a
despedirme tiernamente del viejo.
Juan se ech a rer.
Mi seor se divierte.
Pensaba en mi padre. El gran Enrique Plantagenet, ante quien los
hombres tiemblan. Sus hijos lo decepcionaron... todos menos Juan. Ignora
que Juan es el ms perverso de todos. Eso es cierto, verdad, Ranulf?
Bien puede serlo. Pero por favor, evitemos que vuestro padre
conozca un hecho tan interesante.
Ranulf, podis confiar en m. Se arrodill y elev hacia Ranulf los
ojos hmedos de emocin. Padre, soy tu hijo menor. Ojal fuera el mayor.
Pero aun siendo joven, dispongo de tiempo para demostrarte que te dar
todo lo que mis hermanos te negaron. Tus hijos te decepcionaron... todos
menos Juan. Mi misin es demostrarte que en tu descendencia haba uno
dispuesto recompensarte por la ingratitud de los dems. Qu os parece,
Ranulf?
Podra mejorar dijo Ranulf.
Mejorar, amigo mo. Mejorar.

Enrique recibi con los brazos abiertos a su hijo.


Mi hijo Juan! Me agrada verte.
Contempl el rostro juvenil, y Juan elev los ojos tan emocionados
como era el caso durante la representacin frente a Ranulf.
Padre, has sufrido mucho dijo Juan. Me alegr de recibir
mensaje. Quise venir a traerte un poco de confortamiento.
Mis bendiciones para ti. Necesito confortamiento. Tu hermano, mi
hermoso hijo Enrique, morir as. Era tan joven.
Padre, tena veintiocho aos. Es cierto que profan santuarios
antes de morir?

225

Juan, debemos rezar por su alma. Al final se arrepinti. William


Marshall me relat sus ltimas horas. Cuando muri descansaba en un
lecho de cenizas, y tena puesto un cilicio.
Gracias a Dios dijo Juan.
Sabes, hijo mo, que me siento muy agobiado. Tus hermanos pelean
unos contra otros unas veces, y otras contra m. Enrique estaba
hacindome la guerra cuando muri. Todo eso me duele profundamente.
Pero me envi un mensaje, y yo lo perdon. Renovamos nuestra amistad.
Ojal Dios hubiese permitido que jams ocurriera nada parecido. Juan,
estas disputas en la familia a nadie benefician.
No, padre.
Ya tienes edad suficiente para merecer mi confianza.
Me alegro de que as sea. Quiero estar a tu lado, y ayudarte.
Necesito aprender de prisa.
De pronto, los ojos de Enrique revelaron sus sentimientos. Era
posible que finalmente encontrase en este hijo al ser que compensara
todas las decepciones provocadas por sus hermanos?
La muerte de tu hermano determin grandes cambios continu
diciendo Enrique. Ahora, el rey de Francia reclamar la devolucin de la
dote de Margarita. No puedo renunciar al Vexin, porque es muy importante
para la defensa de Normanda.
Mi hermano Ricardo es ahora el heredero de Inglaterra, Normanda
y Anjou... comenz a decir Juan.
El rey guard silencio.
Tendr que casarse con la princesa Alicia observ astutamente
Juan.
Veremos contest el rey.
La gente dice que algo extrao hay en la princesa. Comprometida
desde hace tanto tiempo, pero an soltera.
La gente siempre ve misterios donde no los hay dijo el rey.
S, misterios. En realidad, no puede hablarse de misterios, porque
siempre alguien conoce la respuesta.
Orden llamar a tu hermano Ricardo dijo el rey. Es inaceptable
para el pueblo de Aquitania, y le ordenar que renuncie al ducado.
Y quin lo recibir? pregunt Juan.
T, hijo mo.
Juan asinti. La idea le agradaba. Sera rey de Irlanda; tena varias
posesiones en Inglaterra y ahora, duque de Aquitania.
Era evidente que la muerte de su hermano lo haba beneficiado
mucho. Deba mantener la buena voluntad de su padre, y as el futuro
sera aun ms promisorio.

226

Ricardo se pregunt qu querra decirle su padre. Las dificultades de


Aquitania se haban resuelto favorablemente con la ayuda del rey, y ahora
Ricardo poda asegurar que su posicin en esa provincia era firme.
Ricardo saba que era necesario promover un cambio. El heredero al
trono haba muerto, y l era el siguiente en la lnea de sucesin. Crea que
su padre tena muchos aos de vida, y una cosa era segura: nadie podra
ceir la corona a Inglaterra o ejercer el ms mnimo poder en Normanda y
Anjou mientras l viviese. Aquitania era diferente. Su madre la haba
entregado a Ricardo, y poda decirse que l la haba conquistado los
ltimos aos por derecho de la espada.
Si Ricardo se converta en heredero del trono de Inglaterra, y de los
dominios de Normanda y de Anjou, qu sera de Aquitania?
El rey recibi a Ricardo con la reserva que ya era costumbre en l, y
experiment ntimamente el deseo de que no hubiera sido necesaria esa
reunin.
Los dos hermanos se miraron con suspicacia. Juan experiment una
punzada de envidia, pues el gigante rubio tena el aire majestuoso que el
ms joven saba hubiera debido ser suyo. Siempre haba mirado con
antipata a Ricardo, aunque ese sentimiento no era tan intenso como el
que experimentaba frente a Enrique; en efecto, Enrique era todava ms
gallardo, e igualmente alto; y tena un encanto que complaca casi a todo el
mundo.
Bien, ahora estaba muerto, y Ricardo era el heredero del trono y de
grandes dominios del otro lado del mar; y era mejor ser rey de Inglaterra
que duque de Aquitania.
Hijos mos dijo el rey, mientras los llevaba a su cmara privada,
donde podan conversar a solas. Nos reunimos en momentos de grave
duelo.
Enrique fue un estpido dijo Ricardo con su habitual franqueza
. Saba que tena fiebre, y rehus cuidarse. Provoc su propia muerte.
El rey inclin la cabeza y Juan dijo: Calla, Ricardo. No ves el pesar
de nuestro padre?
Ricardo dijo: Como estaban guerreando, y Enrique se comportaba
del modo ms absurdo, estoy seguro de que nuestro padre recuerda todos
los detalles del asunto.
El rey pens: Ricardo tiene razn. Lloro a mi hijo, pero no puedo
olvidar que era mi enemigo. Habra deseado verme muerto, y no lo hubiera
lamentado. Sin embargo, yo lo amaba, y siempre abrigaba la esperanza de
que su actitud hacia m cambiara. Pero Juan se muestra afectuoso.
Ricardo es un soldado brillante, pero Juan es bondadoso. Ser un buen
hijo para m. Y es lo que necesito para confortarme.
No cavilemos acerca del pasado dijo Enrique. Nos hemos
reunido con un propsito. Vuestro hermano ha muerto, y eso ha cambiado
muchas cosas. Ricardo, te llam para decirte que debes retirarte de

227

Aquitania. Tu hermano Juan ser el duque, y t le entregars el ducado.


Los ojos de Ricardo eran fros como el hielo; la fiebre provocaba el
temblor de sus manos.
Aquitania ahora est sometida dijo. Desde que mi madre me
coron duque, he conquistado mi lugar con la espada. He triunfado. No me
pedirs que ahora renuncie a eso.
No estoy pidiendo replic el rey. Estoy ordenando.
Ricardo no habl. Su hermano Enrique haba sido coronado rey de
Inglaterra, y jams haba ejercido el ms mnimo poder. Era duque de
Normanda, conde de Anjou... y de qu le haba servido?
El joven Godofredo, conde de Bretaa, gobernaba esa regin. En su
condicin de duque de Aquitania, Ricardo deba gobernar su territorio.
Prefera ser un gobernante de hecho que tener la promesa de ttulos
resonantes que nada significaban mientras su padre viviese. Por lo dems,
el rey nada haba dicho de designarlo heredero de sus dominios. Caba
presumir que lo haca porque Ricardo era ahora su hijo mayor; de todos
modos, su padre no haba mencionado el asunto. Y en vista del modo en
que comenzaba a mimar a Juan, quin poda decir lo que pasaba por su
cabeza?
Ricardo no confiaba en su padre, y menos ahora que haba ordenado
llamar a Juan.
Por consiguiente, a diferencia de lo que hubiera podido hacer antes,
no se neg definidamente a entregar el pas por el cual haba luchado. Dijo
que la propuesta lo sorprenda tanto que necesitaba tiempo para meditar.
El rey acept la observacin, pero agreg que necesitaba una
respuesta, y sta deba ser afirmativa, en el curso de la semana siguiente.
Ricardo regres a Aquitania. Desde all contest a su padre. Mientras
l viviese gobernara a Aquitania, y nadie ms lo hara.

El rey se demor en Normanda. Retuvo a Juan, y su hijo menor


represent el papel de costumbre. Escuchaba gravemente el consejo de su
padre; se finga maravillado ante su sabidura; y estaba decidido a
conservar la posicin de hijo favorito.
Enrique no era tonto. A menudo dudaba de Juan, pero estaba tan
ansioso de ser amado que continuaba engandose; la mitad de su mente
le adverta que se cuidase de la traicin, y la otra mitad le aseguraba que
por lo menos tena un hijo que senta afecto por l.
Aunque deseaba regresar a Inglaterra, muchas cosas lo retenan en
Normanda.
Se reuni con Felipe, y ambos discutieron la devolucin de la dote de
Margarita. Resolvieron el asunto acordando que Enrique pagara a la viuda
una renta de dos mil libras angevinas. Enrique nunca se negaba a

228

concertar tales acuerdos, pues se deca que si el pago era difcil se limitara
a ignorarlo.
Era inevitable que se mencionara a Alicia.
Su matrimonio con Ricardo ya est muy retrasado dijo Felipe.
Ricardo y yo hemos tenido muchas dificultades replic el rey.
Y ahora, segn creo, tenis desacuerdos con l.
Es un hijo desobediente.
Vuestros hijos os decepcionaron.
Me provocaron muchos problemas. Ser diferente con el menor.
Juan ser un buen hijo.
Felipe hizo una pausa irnica, como si estuviese escuchando algo.
Enrique lo mir extraado. Era la risa irnica de los dioses?
Concordaron en el monto de la dote de Alicia.
Podis decidir que si no se casa con Ricardo lo haga con Juan dijo
Felipe. Godofredo ya gobierna a Bretaa.
Juan est comprometido con la hija del conde de Gloucester.
Es frecuente que se olviden tales compromisos. No olvidis que
Alicia es una princesa de Francia.
Har todo lo posible para lograr que est bien atendida dijo
Enrique.
Felipe no insisti. A veces, Enrique se preguntaba cunto se saba de
l y Alicia.

Enrique se propona salir de Normanda a principios del verano, y a


llevar consigo al duque y la duquesa de Sajonia. Su hija Matilda estaba
embarazada, y el rey pensaba que sera buena idea que el nio naciese en
Inglaterra. Haba pensado mucho en Sancho de Navarra, quien le haba
aconsejado que mostrase cierta benevolencia hacia Leonor.
Ella tena sesenta y dos aos; en verdad no era una edad muy
propicia para promover rebelin. Pero por supuesto, no caba juzgarla de
acuerdo con las normas usuales. En Leonor no haba nada comn y
vulgar. Pareca increble que hubiese vivido once aos prisionera; pero as
estaban las cosas.
La ltima vez que se haban visto ella no haba demostrado el ms
mnimo arrepentimiento. Era imposible imaginar que jams llegara a eso.
Haba hecho todo lo posible para provocar dificultades entre Enrique y sus
hijos; y durante largos aos se haba sido el principal propsito de su
vida.
Sin embargo, quiz era aconsejable concederle cierta libertad... no
mucha, sino la suficiente para demostrar a quienes observaban la
situacin entre ambos esposos, que el rey estaba dispuesto a mostrarse
indulgente si ella se comportaba de tal modo que posibilitaba tenerle

229

confianza. Ricardo lo desafiaba en Aquitania, y era probable que all


hubiese dificultades. El pueblo de esa provincia vera con agrado un
ablandamiento de la actitud de Enrique hacia Leonor. Matilda, hija de
Leonor y Enrique, ira a Inglaterra, y sera un gesto amable permitir la
reunin de la madre y la hija.
Contemplara la posibilidad de permitir a Leonor que saliera de
Salisbury para ir a Winchester, donde poda acompaar a su hija mientras
sta se preparaba para el parto.
Cuanto ms consideraba la idea, ms apropiada le pareca. No poda
perjudicarse, pues ordenara que vigilasen de cerca a Leonor; y as
demostrara que estaba dispuesto a mostrarse tolerante si por su parte ella
haca algo para ganarse su buena voluntad.

Para Leonor, la prisin era irritante ms que incmoda. Para una


mujer de su carcter era agobiador verse excluida del movimiento de la
poltica cotidiana, y no poder participar en ella; pero por lo menos haba
conseguido mantenerse informada de lo que ocurra. No habra sido ella
misma si no hubiese logrado organizar un sistema en virtud del cual
reciba correspondencia secreta; y por supuesto, quienes traan las cartas
a su vez retiraban los mensajes que Leonor escriba.
Saba lo que estaba ocurriendo en Aquitania, y ansiaba estar all.
Haba odo hablar de las aventuras de sus hijos, y la satisfaca
profundamente el odio que sentan por el padre.
Cuidaba su apariencia, y para sus aos tena un aspecto
notablemente joven. Haba decidido mantener su elegancia, y dedicaba
mucho tiempo a la confeccin de sus vestidos; ella misma los diseaba,
porque de ese modo poda tener la certeza de que nadie se le parecera.
A veces recordaba con tristeza que en los tiempos en que estaba
casada con el rey de Francia ella haba convertido a su corte en la ms
elegante del mundo. A menudo suspiraba recordando a todos los hombres
que la haban amado. Luis la haba amado hasta el momento del divorcio;
a ella le agradaba creer que hasta su muerte. Enrique era el nico que la
haba esquivado. No poda desearla, porque si lo hubiese hecho jams la
habra mantenido tanto tiempo prisionera. La infidelidad del rey era el
factor que haba originado ese odio que la consuma, y que la haba movido
a poner a los hijos contra el padre.
A menudo pensaba en la muerte de Enrique. Antes de su muerte, ella
haba tenido una extraa experiencia. Haba soado que estaba caminando
sobre las fras losas de lo que ella crea era una cripta. En ese lugar vio
una luz mortecina, y la sigui. De pronto, la luz se apag. Leonor se
acerc, y mir que la luz iluminaba a un hombre acostado en un divn.

230

Horrorizada ella haba contenido la respiracin, porque el hombre era su


hijo Enrique. Yaca como una efigie sobre una tumba, y sobre la cabeza
tena dos coronas: una era la corona de Inglaterra, y la otra una especie de
halo. Enrique sonrea, aunque sus ojos estaban cerrados, y ella se senta
impresionada ante la expresin pacfica de su rostro, un gesto que ella
jams haba visto. Haba despertado con un sobresalto.
Oh, Dios mo haba exclamado, qu significa esto?
Despus, le lleg la noticia de la muerte de Enrique, y ella record
vividamente el sueo.
Enrique haba muerto... ese joven brillante y hermoso ya no exista.
Eso era lo que su sueo le haba anunciado. Haba muerto mientras
batallaba contra su padre. Era una terrible historia de odio, traicin y
deslealtad. Supo que l haba saqueado santuarios sacros; que haba
asolado las aldeas, y que la gente hua cuando l y sus soldados se
acercaban. Y el fin... ese terrible fin... cuando la fiebre lo haba dominado,
y haba llegado la muerte. Se haba arrepentido en su lecho de muerte, un
lecho de cenizas, con una piedra por almohada. Pens: Hijo mo. Oh, Dios
mo, en qu nos equivocamos'' Por qu lo preguntaba? En realidad, lo
saba. Estos hijos se haban alimentado de odio, rodeados de los
sentimientos violentos de un padre sensual y una madre vengativa.
Nos ocupamos de nosotros mismos, se dijo con un sentimiento de
reproche. No nos moderamos. Nos obsesionaban nuestras propias
personas, y no nos detuvimos a pensar qu estbamos haciendo a nuestros
hijos.
Somos quienes deberan acostarse en lechos de cenizas. Nuestro fue
el pecado.
Pens en su hijo Enrique, que haba sido el mayor despus de la
muerte del pequeo Guillermo. Enrique, el ms gallardo de un grupo de
hermosos hijos. Record cunto los haba entusiasmado su nacimiento, y
cmo los complaca tener otro varn, porque ya entonces la salud del
pequeo Guillermo comenzaba a decaer. Qu nio inteligente! Cun
orgulloso se haba sentido su padre. Siempre haba sido el favorito del rey,
del mismo modo que Ricardo haba sido el favorito de Leonor. Ricardo
haba advertido la preferencia de su padre, y por eso se mostraba hosco y
resentido. Y ella haba tratado de compensar a Ricardo por el descuido en
que lo tena el padre, y entre ella y Ricardo se haba establecido un vnculo
apasionado, que segn ella crea era ms intenso que cualquier emocin
que uno de ellos sintiera por otra persona.
La carcoma haba comenzado en la nursery. Los nios se criaron en el
odio al padre, y ella era el origen de esa situacin.
Despus, Enrique Plantagenet haba cometido el error de coronar rey
de Inglaterra a su hijo Enrique. El monarca haba cometido pocos errores
en el gobierno de su familia, si bien su vida de familia haba sido un
permanente error de juicio; pero nada hubiera podido perjudicarlo ms que

231

la coronacin de Enrique... convertir a un hombre ambicioso en rey


nominal, y despus negarle el poder. Oh, Enrique, el sabio Enrique
Plantagenet, qu tonto eres!
Llor, pues aunque Ricardo era su favorito, amaba a todos sus hijos.
Los progresos de su descendencia siempre le haban interesado mucho.
Amaba a las dos hijas que haba tenido de Luis. Y cuando pensaba en los
ltimos meses de la vida de Enrique, temblaba por l. El Cielo saba que
ella misma haba pecado, y tambin lo haba hecho Enrique Plantagenet;
pero ninguno de los dos haba muerto en la flor de la edad agobiado por
todos sus pecados.
El joven Enrique al final se haba arrepentido. Haba entregado a
William Marshall la cruz que deba llevar a Jerusaln; pero esa cruz la
haba robado de un santuario. Y haba pedido el perdn de su padre, y el
rey ella tena que reconocerlo no haba vacilado en otorgarlo. No haba
estado con su hijo en sus ltimos momentos, aunque hubiera podido
hacerlo. Sus caballeros le aconsejaron que no respondiese a la invitacin,
porque teman una traicin. Traicin entre el padre y el hijo!
Oh, Dios mo, de cuntas cosas tenemos que responder!
Or pidiendo perdn, y rog que los pecados de sus hijos no recayeran
sobre ellos sino sobre su propia madre.
En sus oraciones dijo a Dios que la culpa corresponda al rey y a ella
misma. Le pidi que no castigase a sus hijos.
Pas varios das ayunando y rogando por el alma de Enrique.
Pero era una intrigante nata, y el pensamiento que sin duda la
asaltaba de continuo era: Ahora. Ricardo es el heredero del trono, y el
prximo rey no ser Enrique III sino Ricardo I.
El archidicono de Wells acudi a verla en nombre de su marido. Le
dijo que el rey deseaba que ella se preparase para ir a Winchester, y que su
futuro dependera de su comportamiento all. El rey estaba en Normanda,
pero confiaba en que pronto llegara a Inglaterra.
Dijo que deseaba verme? pregunt Leonor.
Mi seora, no lo dijo fue la respuesta.
Leonor se sinti divertida e intrigada. Era la libertad temporaria.
Destacaba el rey. Gozara de libertad porque su hija vena a Inglaterra.
Cul era la verdadera razn? Enrique era astuto. Por qu le pareca tan
importante impresionar a los duques de Sajonia que eran nada ms que
exiliados? Haba otra razn. Aquitania. El pueblo de Leonor odiaba a
Enrique porque mantena prisionera a su duquesa. Ella lo conoca bien.
Sus motivos eran siempre sospechosos.
Cunta excitacin hubo en el castillo cuando llegaron regalos del rey
para Leonor. Qu haba ocurrido que ahora enviaba regalos? Cunto
tiempo haca que ella no reciba nada de su marido?
Sus damas la rodearon. Pensaban que el rey se preparaba para
aceptarla de nuevo. Haca un tiempo que Rosamunda haba muerto, y

232

Rosamunda haba sido una de las causas principales de la discordia entre


ambos. Ahora, la reina volvera a ocupar el lugar que le corresponda. Ella
saldra de Salisbury e ira a Winchester o a Westminster... donde estuviese
la corte. La vida enclaustrada haba concluido.
Cuando abrieron los paquetes, apareci un hermoso vestido escarlata.
Belle, la ms joven y bonita de las damas, exclam complacida.
Ved, mi seora. Est forrado de armio.
La reina tom el vestido y lo apret contra su cuerpo.
Hace mucho que no uso un vestido tan fino dijo. Tendra que
reformarlo un poco para adaptarlo a su gusto personal, y sera perfecto. La
piel era de excelente calidad, y la tela roja del ms fino pao.
Al da siguiente lleg otro regalo del rey. Era una silla de montar
adornada con oro. Las damas se agitaron alegremente alrededor de su
seora. Ella las miraba, pensativa.
El rey deba permanecer en Normanda ms de lo que haba previsto.
Tena tantas cosas que resolver. Leonor supo que Enrique estaba
mezclndose en los asuntos de Francia. El monarca tema a Felipe; y no
era de extraar, puesto que haba maltratado tan gravemente a la hermana
de Felipe.
Qu ocurra con Alicia? All estaba siempre en Westminster; y
Ricardo continuaba privado de su prometida.
Leonor sonri sombramente, y se pregunt qu habra ocurrido si se
hubiese difundido la noticia de lo que haba habido realmente entre
Enrique y Alicia. Tantas veces ella haba deseado divulgar el secreto.
Cuntas dificultades habra provocado.... Pero slo temporarias! Poda
confiarse en que Enrique hallara el modo de resolver el problema. No, la
diverta mucho ms tenerlo sobre ascuas. Saldra del aprieto con la misma
habilidad que haba mostrado con motivo del asesinato de Toms Becket.
Estaba segura de que el mejor modo de molestarlo era guardar silencio, y
de tanto en tanto renovar en Enrique el temor de que se denunciara el
asunto.
Ricardo ya no tena inters en Alicia; pero ella le haba aconsejado que
no informase de ello a su padre. Que Enrique continuara preocupndose,
como haba sido el caso durante aos. Qu tortuoso era Enrique
Plantagenet! Zaherirlo mentalmente aliviaba a Leonor. Si ella tena cierta
culpa en el conflicto que haba enfrentado a sus hijos, Enrique era todava
ms responsable.
Leonor deseaba verlo, y cuando supo que contemplaba su regreso a
Inglaterra, ella se reanim. Estaba en camino, y con l vena Matilda, a
quien poco faltaba para dar a luz, y el marido. Era tiempo de que Leonor
saliera de Salisbury.

233

Con cunta alegra salud a su hija!


Matilda tena veintiocho aos, y su marido el duque era muchos aos
mayor; y ahora Matilda estaba embarazada, y explic a su madre que se
senta muy reconfortada de verla.
Pasaron gran parte del tiempo reunidas, y Matilda a menudo se
maravillaba del aspecto juvenil de su madre.
Estuve tantos aos prisionera, que he podido conservarme dijo
sonriendo la reina.
Observars cambios en el rey cuando se presente ante ti le
advirti Matilda.
Lo ver? Nada dijo de un posible encuentro.
Est muy conmovido por la muerte de Enrique.
Eso lo ha cambiado?
La prdida de un hijo no podra cambiarlo mucho. Slo la prdida
de la corona producira ese efecto.
Entonces, se le ven los aos?
Sabes que nunca se preocup de su apariencia. Estoy segura de que
a menudo lo confunden con el ms humilde de sus criados, porque slo en
raras ocasiones se ocupa de su atuendo.
Siempre fue as dijo Leonor. Yo sola decirle que pareca un
siervo.
Deseaba saber ms de l, pero tuvo que contener su curiosidad! No
quera que ni siquiera Matilda supiese cunto pensaba en l.
Continuaron charlando, y Matilda bordaba una prenda para su futuro
hijo, y Leonor cantaba o tocaba el lad.
Cuando estuve en Salisbury conoc nuevas canciones dijo. De
ese modo me informaba de las novedades. Los bardos me decan en sus
canciones qu pasaba con tu padre y tus hermanos.
Leonor se mostr afectuosa con los nios: Enrique, Otto y la pequea
Matilda. Prodig cuidados maternales a Matilda, y personalmente realiz
muchos de los preparativos del parto.
Pregunt a su hija: Qu ocurrira en Sajonia? Pero Matilda no
pudo contestarle. Su marido, llamado Henry el Len, no haba deseado
hacer la guerra a Italia, como pretenda el emperador Barbarroja, y por eso
el monarca se haba vuelto contra l. El resultado haba sido el exilio.
Felizmente, pudimos pedir ayuda a mi padre dijo Matilda.
Leonor observ que el marido de Matilda era muchos aos mayor que
ella. Era feliz con l?
Matilda contest que era tan feliz como podan esperar serlo las
princesas reales.
Quiz yo pretend demasiado contest Leonor. Como sabes, me
cas con tu padre por amor.
Y mira cmo termin seal Matilda. Pronto ambos se odiaron y
todos estos aos te tuvo prisionera.

234

Por lo menos, fue amor al comienzo. Y aunque nunca am a Luis, l


me am, y creo que continu hacindolo hasta su muerte.
Pero madre, eres diferente del resto. Haces tu propio destino.
Nuestro destino se nos impone.
Y como dices, en definitiva he tenido que vivir prisionera. Quiz es
mejor aceptar el matrimonio que nos imponen, y ser esposas buenas y
dciles. Tu Henry es buen marido?
Es celoso.
Ocurre a menudo con los hombres de cierta edad. Tambin con las
mujeres de edad. Yo era doce aos mayor que tu padre, y creo que sa fue
una de las razones que provocaron la discordia entre nosotros. Me era
infiel, y yo no pude soportarlo.
Sin embargo, fuiste infiel en tu primer matrimonio.
S, con Luis. Pero era diferente. Luis podra haberme sido infiel y no
me habra importado. Pero quiz miento. Puedo hablar as porque nunca lo
intent. No, no creo que yo hubiera tolerado la infidelidad en ninguno de
mis maridos; y cuando lo descubr en Enrique fue el comienzo de las
dificultades entre nosotros.
Mi Henry se encoleriz con Bertrand de Born dijo Matilda. Me
dedic poemas de amor. Henry lo descubri y lo expuls de la corte.
Es un gran poeta dijo Leonor. Lo comparan con Bernard de
Ventadour. Pero yo no acepto que reciten sus versos en Salisbury porque l
hizo mucho para perjudicar a tu hermano Ricardo.
Conoces la razn. Se enamor de mi hermano Enrique.
No estaba enamorado de ti?
Me dedicaba versos, pero amaba a Enrique. Si hubieses ledo los
versos que compuso para Enrique, habras comprendido cunto lo amaba.
Pensaba que mi hermano era la criatura ms bella que l haba visto
jams, y ya sabes cmo adoran la belleza los poetas. Cuando mi padre se
apoder de su castillo y Ventadour compareci ante l en la condicin de
prisionero, mi padre se burl con su conocida astucia, y le pregunt dnde
estaba ahora su ingenio. Y el poeta replic: El da en que vuestro valeroso
hijo muri perd la conciencia, el ingenio y el rumbo.
No dudo de que al or eso tu padre se ri burlonamente.
No, madre, se conmovi mucho y le devolvi su castillo.
Aun puede mostrarse sentimental cuando se trata de sus hijos
murmur Leonor.
Amaba mucho a Enrique. Enrique fue siempre su favorito. Lo
traicion muchas veces, y siempre mi padre lo perdonaba y quera
recomenzar. Deseaba que Enrique lo amase. Su muerte fue un gran golpe
para l.
Leonor toc el lad y Matilda cant algunas de las canciones que
haban llegado a Normanda desde la corte de Francia y Aquitania. Aludan
al conflicto entre los hijos del rey y el amor de los caballeros por sus

235

damas.
A su debido tiempo naci el hijo de Matilda. El parto fue fcil y el
pequeo fue bautizado con el nombre de William.
Leonor, que amaba a los nios, se complaca en atender al pequeo.
Se aproximaba la Navidad.
Para sorpresa y complacencia de Leonor, lleg un mensaje del rey.
Convocaba a sus hijos a Westminster, e invitaba a su esposa a reunirse all
con ellos. Matilda, su marido y sus hijos deban acompaar a la reina, y se
tratara de una reunin de familia.

Una bruma gris se cerna sobre Westminster ese da de noviembre, y


en el palacio haba una atmsfera de expectativa. Era una ocasin que
sera recordada por todos mientras vivieran. El rey, la reina y sus hijos se
reuniran all.
Cuando Leonor entr a caballo en la capital, el pueblo la contempl en
silencio. Esta reina ya llevaba una cautividad de diez aos. Sorprendi a
todos, como lo haba hecho cuando era joven. En ella haba algo que poda
atraer todas las miradas incluso ahora. Era una mujer vieja, pero todava
bella; y los aos no le haban quitado el voluptuoso encanto. Con su
vestido escarlata forrado de armio, adaptado a su gusto particular, con
ese talento original que confera cierto estilo a todas sus prendas, se la vea
esplendorosa.
Los observadores parecan sobrecogidos.
Despus apareci el rey... tan diferente de su reina; pero aunque
careca de la elegancia de Leonor, haba en l una dignidad que tena que
impresionar a todos los que lo miraban. Quiz su capa era corta y estaba
sesgada, y tena los cabellos grises y peinados de modo que ocultasen su
calvicie, y por su atuendo poda confundrselo con un hombre de escasa
importancia... aun as, su apostura y su conducta proclamaban que era el
rey.
Ella lo esperaba, y durante unos instantes ambos se estudiaron en
silencio.
Por los ojos de Dios, pens Enrique, todava es una mujer hermosa.
Qu bien disimula la edad!
Ella pens regocijada: Los aos lo agobian. Caramba. Enrique, ya eres
un viejo. Dnde est la dorada juventud que tanto me atrajo? Tienes
grises los cabellos y por mucho que te los arregles no puedes ocultar que
ralean. Tu genio todava se manifiesta? Padeces los mismos accesos de
clera? Te arrojas al piso y golpeas las patas de las mesas? Muerdes los
juncos? Pero, de qu serva burlarse?
Ella saba que Enrique todava era el rey, y que los hombres
temblaban frente a l.

236

Enrique se inclin ante Leonor y ella dobl la cabeza.


Bienvenida a Westminster dijo el rey.
Te agradezco la bienvenida, y los regalos que me enviaste.
Hace mucho que no nos vemos dijo l. Hagmoslo en amistad.
Como quieras. T, ahora decides de qu modo nos encontramos.
Debe haber cierta amistad entre nosotros dijo el rey. Se volvi.
El dolor nos ha reunido.
Permanecieron mirndose, y de pronto pareci que el recuerdo de
Enrique, el hijo muerto, era demasiado para ambos.
El rey baj los ojos y la reina vio la tristeza en su rostro. Dijo:
Leonor, nuestro hijo...
Ha muerto dijo ella. Mi bello hijo ha muerto.
Tambin mi hijo, Leonor. Nuestro hijo.
Ella le ofreci la mano y l la tom, y de pronto fue como si los aos
no hubiesen pasado y todava fueran amantes como en tiempos del
nacimiento de Enrique.
Era un joven tan hermoso dijo ella.
Jams vi a nadie ms gallardo.
No puedo creer que se haya ido.
Mi hijo, mi hijo gimi Enrique. Durante mucho tiempo luch
contra m, pero yo siempre lo am.
Ella hubiera podido decir: Si lo hubieras amado le habras dado lo
que l ms deseaba. Quera territorios que gobernar. Pudiste darle
Normanda... o Inglaterra... lo que quisieras. Pero no, necesitas mantener
tu dominio sobre todo. Nada quieres ceder. Pero en el mismo instante en
que formulaba mentalmente esos reproches, Leonor saba que tena que
ser justa. Enrique haba tenido razn al negarse a conceder poder a ese
joven tan bello pero irresponsable.
Ambos lo amamos dijo. Fue nuestro hijo. Enrique, debemos
rezar por l. Ambos debemos rezar por l.
Nadie comprende mi dolor dijo l.
Yo lo comprendo porque lo comparto.
Se miraron, y l llev la mano de Leonor a sus labios y la bes. En
efecto, el dolor los haba reunido.
Pero no por mucho tiempo. Eran enemigos, enemigos naturales.
Ambos saban que tenan que distanciarse nuevamente. No podan llorar
eternamente a su hijo muerto. Enrique no haba permitido que ella viniese
slo por guardar duelo. Leonor lo comprendi muy pronto. No la haba
liberado de su prisin porque deseara demostrarle cierta consideracin,
porque se hubiese arrepentido de su dureza con ella. No, tena un motivo,
como era siempre el caso en Enrique.
La haba trado por diferentes razones que nada tenan que ver con la
comodidad o el bienestar de Leonor.
En primer lugar, ella haba sabido gracias a Ricardo, que Sancho de

237

Navarra lo haba solicitado, y Enrique deseaba mantenerse en buenos


trminos con Navarra. Pero la razn principal era que la muerte de Enrique
impona ciertos cambios en la sucesin real; y Enrique necesitaba la
aprobacin de Leonor en algunos puntos, y sobre todo en todo lo que se
refera a Aquitania.
Se sinti muy feliz cuando Ricardo lleg a Westminster. Sus ojos
brillaban de orgullo al ver a ese hombre de elevada estatura que tena la
apariencia de un hroe.
Se abrazaron, y los ojos de Ricardo resplandecieron con una ternura
extraa en l.
Oh, mi bienamado hijo! exclam Leonor. Cun largos han sido
estos aos de separacin!
Pens en vos constantemente dijo Ricardo, y como ella conoca
bien a su hijo, poda creerle. Su amado, temerario y honesto Ricardo, que
no menta como el resto de su familia. Ricardo, en quien ella poda confiar,
y que la amaba y confiaba en ella tanto como ella en l.
Debemos hablar a solas murmur Leonor.
Me ocupar de que podamos hacerlo replic el joven.
Ricardo acudi al dormitorio de su madre, y ella volvi a sentirse
joven, como haba sido cuando l no era ms que un nio, y ella lo amaba
intensamente, ms que a sus restantes hijos.
Sabes por qu tu padre me trajo aqu?
Ricardo asinti.
Quiere quitarme Aquitania, y drsela a Juan.
Ricardo, ahora eres el heredero del trono de Inglaterra. Inglaterra,
Normanda y Anjou.
Nada dijo acerca de eso.
No es necesario que lo diga. Ahora eres el mayor, y el heredero
legtimo. Ni siquiera l puede infringir la ley.
Es capaz de todo.
No podr hacerlo. No se lo permitiran. Sera la guerra civil en el
pas.
No se opone a la guerra.
No lo conoces. Siempre detest la guerra. Odia despilfarrar el
dinero. No has visto que si tiene oportunidad de evitar la guerra lo hace?
Le agrada ganar mediante el engao y la astucia. Lo hizo muchas veces.
Hijo mo, eso es lo que se llama ser un gran rey.
No me rebajar jams a eso. Vencer por la espada.
Ricardo, eres un guerrero nato. Un hombre honesto. Es imposible
que exista un hombre menos parecido a tu padre. Quiz por eso te amo.
Qu piensas de l? Ha envejecido, verdad?
S, ha envejecido. Pero lo recuerdo como un joven... casi un
adolescente cuando me cas con l... no tena veinte aos. Nunca fue
apuesto como t, Enrique y Godofredo... ni siquiera como Juan.

238

Madre, recibimos de ti nuestra belleza.


Es cierto. Aunque tu abuelo de Anjou fue uno de los hombres ms
apuestos de su tiempo. Lo llamaban Godofredo el Hermoso. Sonri
recordando.
Lo conoc bien... durante un tiempo lo conoc muy bien. Un hombre
de gran encanto y excelente apariencia, aunque sin mucha fuerza. No se
pareca a su hijo. Pero, qu es ahora tu padre? Un viejo... un viejo entrado
en carnes. Siempre tendi al exceso de peso. Por eso coma de pie, como
dando a entender que lo haca por necesidad ms que por placer. Por
supuesto, esa vitalidad constante de su cuerpo le permita mantener la
forma cuando era joven; pero ahora se le impone. Advierto que ahora,
cuando camina, a menudo usa bastn.
Uno de sus caballos le aplic una coz, y tiene una ua encarnada
que de tanto en tanto lo molesta mucho.
Pobre viejo! se burl Leonor. Hubiera debido cuidarse mejor.
Nunca descansa. No es posible estar un momento con l sin percibir esa
frentica voluntad de hacer algo. En eso no ha cambiado. Y qu escasa
pulcritud! Su ropa es una vergenza.
Nunca le import. Dice que es el rey, y que todos lo saben. Que
nadie le temer ms porque vista una capa de terciopelo y armio.
En tiempos de su afecto por Toms Becket, cuando ste era su
canciller y salan juntos, uno habra credo que Toms era el rey y Enrique
el criado.
Sin embargo, Toms muri y mi padre vive, y ahora afirma que
Toms lo ama mucho ms que cuando ambos eran jvenes; y asegura que
l lo protege desde el cielo.
Muy propio de Enrique dijo Leonor, no sin cierta admiracin.
Todo lo aprovecha. Pero perdemos el tiempo hablando de tu padre. Lo
conocemos demasiado bien, y eso es conveniente, porque as sabemos con
quin tenemos que lidiar. Qu me dices de Aquitania, Ricardo?
Jams renunciar a ella.
Tuviste all muchas dificultades.
Pero impuse el orden. Me consideran duro y cruel, pero justo.
Jams mat ni tortur por diversin. Apliqu terribles castigos, pero
siempre fueron merecidos.
Leonor asinti.
En tiempos de mis antepasados y durante mi propio gobierno el
pueblo de Aquitania era feliz. ramos gente dada a la poesa y el canto.
La poesa y el canto hicieron mucho para excitar al pueblo. Sabes
que Bertrand de Born posibilit que Enrique luchara contra m.
Lo s. Me amaban. Jams me habran desobedecido. Por qu no
aceptaron a mi hijo, al hombre que yo eleg?
Jams creyeron realmente que yo estaba de tu lado. Odian a mi
padre, y ven en m a su hijo, no al tuyo. Pero he conquistado mi posicin

239

con la espada y la conservar. Prefiero ser duque de Aquitania antes que


rey de Inglaterra. Jams entregar Aquitania a Juan.
Juan es el favorito de Enrique. Qu absurdo. Crees que Juan lo
amar ms que vosotros, sus restantes hijos?
No lo s. Juan se le parece en un aspecto. Tiene el mismo
temperamento violento.
Lo cual no le conviene mucho. Enrique bien habra podido dominar
el suyo. Habr heredado tambin su sensualidad?
Me dicen que s.
Abriguemos la esperanza de que Juan haya heredado tambin la
astucia de Enrique, porque de lo contrario lo pasar mal. Pero Ricardo,
deseaba hablar de ti. Sers rey de Inglaterra cuando muera Enrique.
Y duque de Aquitania porque jams renunciar a esta provincia.
Madre, cuando sea rey mi primera preocupacin sers t. Lo primero ser
tu libertad, y vendrs a mi lado. Lo juro.
Dios te bendiga, Ricardo. No es necesario jurar. S que as ser.
Otra cosa. Ya no eres un nio, y an no te casaste. Qu me dices de tu
prometida?
Si piensas en Alicia, dir que todava est a cargo del rey.
Contina siendo su amante! Qu fiel le es. Cmo puede retenerlo
tanto tiempo? Jurara que es otra Rosamunda. Ricardo, imagino que no
aceptars las sobras de tu padre?
No. Estoy decidido a decirle que puede guardar a su amante y hacer
la paz con Felipe. No s cmo lo conseguir. Por esto podra haber guerra.
No dudo de que encontrar el modo de resolver el asunto. Tiene la
astucia del zorro, y se desliza entre las dificultades con la agilidad de una
serpiente.
Madre, he conocido una mujer con la cual deseo casarme.
Quin es?
Berengaria, la hija del rey de Navarra. Su padre me dijo que si yo
me libero de Alicia aceptara la unin. Berengaria es muy joven, puede
esperar un tiempo.
La reina asinti.
Nada digas de todo esto. Continuaremos torturndolo con el asunto
de Alicia. Deseara saber si se aferra a ella porque la considera tan
irresistible, o porque teme lo que podra ocurrir si se supiera que l sedujo
a la prometida de su hijo, y presiente que ella puede revelarlo. Oh, Ricardo,
es una situacin muy divertida. T yo unidos contra su matrimonio con
Alicia. Si ninguno de nosotros existiera l la desposara y recibira su dote,
y ya no tendra ms problemas. Le ser fiel? Quiz lo sea ahora que ha
engrosado tanto y camina apoyado en un bastn, y le duelen las piernas y
los pies. La moral se afirma con las enfermedades.
Madre, an lo odias.
As es, por lo que te hizo y por lo que me hizo. Ricardo, todo podra

240

haber sido diferente. Nuestra vida entera podra haber sido diferente. Si no
me hubiese traicionado con otras mujeres, habra cooperado con l. Me
hubiera ocupado de que mis hijos lo respetaran y honrasen. Es el nico
culpable. Aunque quiz lo mismo pueda decirse de nuestra familia entera.
Oh, Ricardo, qu agradable ha sido conversar contigo.
Un da dijo Ricardo, nos reuniremos. El mismo da que yo ocupe
el trono se abrirn de par en par las puertas de tu prisin y yo dir a todos
que mi amada madre es la persona a quien tengo en ms elevada estima.

El rey anunci que la Navidad se celebrara en Windsor, y que la reina


participara. Leonor se sinti muy complacida. Era la primera Navidad que
pasaba en libertad desde haca muchos aos. Se senta animosa. Haba
sido maravilloso ver de nuevo a Ricardo, y si bien le pesaba el destino de
Enrique, tena conciencia de que su fortuna comenzaba a cambiar, porque
Ricardo era digno de confianza. Hara lo que prometa. Era Ricardo S y No.
Dios lo bendijese! Siempre sera el amigo de su madre.
En Navidad deban olvidar sus rencores. Haba que regocijarse con
todos. Habra fiestas y msica, y por una vez el rey se vera obligado a
ocupar su asiento y a comportarse como si se tratara de una festividad y
no de la vspera de una batalla.
Leonor y l se haban observado furtivamente. Ninguno confiaba en el
otro. Tal era el carcter de su relacin y no poda ser de otro modo. l se
propona despojar de Aquitania a Ricardo, para entregarla a Juan. Juan
tendra posesiones tan vastas como cualquiera de los restantes. Por qu
no? Juan nunca haba tomado las armas contra su padre, como haban
hecho los dems. Un hombre necesitaba tener un hijo a quien amar.
Qu familia tan contradictoria. En el fondo de su corazn, Enrique no
crea que pudiese confiar en Juan ms que en cualquiera de los restantes.
Eran todos seres de la misma madera, y cada uno estaba dispuesto a
trabajar contra el resto.
Qu fuertes habran sido si hubiesen cooperado! Y all, sentada a la
mesa, estaba la reina. Cmo poda mantenerse tan joven y elegante?
Quiz por brujera? Eso no habra sorprendido al rey.
Cantaba muy bien... piezas que ella misma haba compuesto. Hablaba
del amor. Sin duda, de eso saba mucho. Cuntos amantes haba tenido,
incluidos el to y un sarraceno pagano? De todos esos trovadores que la
rodeaban cuando presida con el la corte, cuntos haban sido sus
amantes?
Y con qu frecuencia l se haba apartado del lecho conyugal? Tantas
veces; haba muchas mujeres cuyos nombres ni siquiera poda recordar.
Pero a dos las llevaba en el corazn... Rosamunda y Alicia.
Oh, Alicia, la bella Alicia. Ahora era una mujer. Tena veintitrs aos.

241

Apenas contaba doce cuando l la haba tomado por primera vez. Y


despus siempre haba sido suya. Haba amado a Rosamunda y tambin a
Alicia... slo a ellas las haba amado realmente. Cul haba sido el carcter
de su relacin con Leonor, no lo saba muy bien. Entre ellos siempre se
haban suscitado conflictos. Aunque conflictos excitantes, sobre todo al
principio; ninguna mujer lo haba complacido tanto como ella. Y por
supuesto, estaba Aquitania, que era la dote de Leonor.
Con Alicia la dote era el Vexin, esa regin tan fundamental para la
defensa de Normanda. Dios del Cielo, por qu Leonor no se mora? Ya
tena edad suficiente para estar muerta. Haba vivido bastante. Deseaba
continuar soportando la prisin? Por los ojos de Dios, haba visto de ella lo
suficiente para saber que despus de ese perodo de libertad deba regresar
inmediatamente a su prisin.
Jams confiara en ella, y por eso mismo no poda darle la libertad.
Era absurdo ofrecerle la oportunidad de provocar dificultades.

El rey orden llamar a Ricardo.


Ests decidido dijo a retener Aquitania?
As es contest Ricardo.
Entonces, retorna a esa provincia.
Ricardo se sorprendi. La orden poda significar nicamente que el
rey haba decidido no interferir en su gobierno del ducado.
Cuando se despidi de su madre ella le advirti que tuviese cuidado
con Enrique. Sus promesas no merecan confianza, y si ahora aceptaba
dejarle Aquitania bien poda cambiar de idea la semana siguiente.
Ricardo se march, y antes de partir ratific a su madre la devocin
que senta por ella, y que jams cambiara.
Despus, el rey mand llamar a su hijo Godofredo.
Retornars a Normanda dijo, y all mantendrs la paz.
Finalmente, otorg a Godofredo ms poder que el que jams haba
tenido antes.
Leonor observaba. Qu significaba eso? Estaba sugiriendo que si
Ricardo haba decidido conservar a Aquitania poda olvidarse de la corona
de Inglaterra?
Qu mente tan tortuosa! Y jams haba simpatizado con Ricardo. La
reina pens que si el rey poda arrebatar a Ricardo lo que era suyo por
derecho para entregarlo a los hermanos, nada le impedira dar los pasos
necesarios. Qu proyectaba dar a Juan?
Ms tarde, el rey llam a su hijo Juan y le dijo que se preparase para
asumir el gobierno de Irlanda. Juan aprovech sin vacilar la oportunidad.
Estara preparado para partir en primavera.
Despus, el rey se dirigi a Winchester con la reina y la corte.

242

Winchester... el palacio que evocaba muchos recuerdos, y que por su


importancia estaba precedido nicamente por el de Westminster. All haba
vivido un tiempo Rosamunda, cuando su vnculo con el rey ya no era
secreto. All tambin haba estado Alicia. Y ahora llegaba Leonor.
El palacio agradaba a la reina; siempre la haba complacido residir
all. Admir el huerto completado poco antes, y aprovech su produccin
que segn ella declar era la mejor en su tipo.
Se preguntaba cunto tiempo gozara de libertad. Saba en el fondo de
su corazn que eso no poda durar. Era inevitable que los intereses de
Leonor y Enrique chocasen. Cuando se le ofreciera la oportunidad nada
podra impedir que ella intrigase con Ricardo contra el rey; y el monarca lo
saba. Bien, prefera regresar a su crcel antes que permitirle creer que la
haba sometido, o que dejara de exigir sus derechos para conseguir la
libertad.
Enrique haba ordenado que se pintasen muchas escenas en los
muros del castillo. El monarca era bastante aficionado a las alegoras, y
stas estaban adornadas con escenas de su propia vida. Adems, deseaba
que las generaciones futuras supieran que l era quien haba restaurado y
embellecido el castillo.
Cierto da, mientras recorra el castillo, Leonor lleg a una habitacin
y entr silenciosamente. Sorprendida, encontr all al rey.
La luz que entraba por una estrecha ventana le revel el rostro tenso y
entristecido. Su descuidado atavo, la flojedad del cuerpo, el modo en que
se apoyaba sobre su bastn medio le inspiraron compasin por l, aunque
al mismo tiempo pens: No pasar mucho tiempo antes de que Ricardo sea
rey de Inglaterra. Mi querido hijo. T y yo nos reuniremos. Y sin embargo
Leonor tena conciencia de cierta tristeza. Desde que haba conocido a
Enrique jams haba deseado contemplar un mundo que no lo incluyese.
Nunca podra olvidar la primera vez que lo haba visto... cuando era el hijo
de su amante, pues ella haba compartido una o dos veces el lecho del
padre de Enrique. Godofredo el Hermoso nunca haba sido el ms amado
de sus admiradores, pese a que era un individuo excepcionalmente
gallardo, y adems viril, pero cuando ella vio al hijo no quiso saber nada
ms con el padre. Enrique, amante y marido por quien ella se haba
divorciado del rey de Francia, padre de su dscola progenie, el len y los
cachorros que casi desde el principio haban planeado la cada del padre.
Enrique advirti la presencia de Leonor, y sin apartar los ojos de las
paredes dijo:
Eres t?
Esta habitacin ha cambiado desde que la vi la ltima vez, hace
mucho.

243

Orden que la pintasen.


Y es evidente que admiras el trabajo realizado.
Ven, y mira este cuadro.
Leonor se acerc y se detuvo al lado del rey.
Un guila y cuatro aguiluchos dijo.
S. Mira mejor. Observa cmo las cras atacan a la vieja ave. Ves
algo conocido en los rostros?
Ella se volvi para mirar a Enrique, y vio el brillo de las lgrimas en
los ojos.
Enrique Plantagenet llorando! Era imposible.
Yo soy el guila dijo. Los cuatro aguiluchos son mis hijos.
T ordenaste que pintaran este cuadro.
Enrique asinti.
Lo contemplo con frecuencia. Mira cmo me atacan. Mis tres hijos.
Enrique, Ricardo y Godofredo. Y observa al cuarto encaramado sobre mi
cuello. Es Juan. Te digo que l, el menor, el hijo a quien amo tan
tiernamente, est esperando el momento en que sus hermanos me
derriben; y entonces, me arrancar los ojos.
Me sorprende que te atormentes con este cuadro.
Debe haber un lugar donde afronte la verdad. Finjo creerles. Soy su
padre. Me mostr demasiado tolerante con ellos. Les permito que me
engaen, y me engao pensando que deben amarme porque son mis
propios hijos.
Jams debiste poner la corona en la cabeza de Enrique.
Bien lo s.
Lo hiciste para desairar a Toms de Canterbury. Deseabas una
coronacin en la cual l no pudiese participar.
S. Pero lo hice tambin porque tem que Dios pudiese llevarme en
medio de la batalla y no deseaba derramamiento de sangre. Quise arreglar
las cosas de modo que cuando el rey muriese un nuevo rey ya estuviera
designado.
Fue un acto absurdo.
Indigno de un rey astuto dijo Enrique. Y aqu miro a este
cuadro, y enfrento la verdad.
No es muy tarde. Confa en tus hijos. Acepta a Ricardo. Es tu
heredero. Otrgale el poder que l necesita.
De modo que pueda arrebatarme la corona?
No lo har mientras no sea justo y propio que lo haga.
Los aguiluchos estn impacientes dijo Enrique.
Porque el guila los retuvo demasiado tiempo en el nido.
Los volviste contra m la acus. Eres la fuente de todas mis
dificultades.
Si hubieras sido el marido que yo deseaba, te habra amado hasta el
fin.

244

Quisiste gobernar.
S, ambos lo desebamos.
Y entre los dos engendramos a los aguiluchos.
Enrique se volvi en la puerta y la mir.
Ordenar copiar el cuadro y lo tendr en mi dormitorio de Windsor.
All lo mirar con frecuencia, y recordar. La voz le tembl un poco, y de
pronto dijo: Oh, Dios mo. Leonor, por qu no fue diferente? Qu no
habra dado por tener un hijo que me amase.
Despus, se alej. Ella escuch el ruido del bastn sobre las losas de
piedra.
Ri para sus adentros. Pobre Enrique, el gran rey, el seductor de
mujeres, el amante a quien nadie poda resistir. Haba fracasado donde ella
triunfara, pues Leonor s tena un hijo que la amaba

245

LA MALDICIN DE HERACLIO

El rey, que estaba en Winchester, recibi la noticia de que Heraclio,


patriarca de Jerusaln, haba llegado a Canterbury; su viaje a Inglaterra
tena el propsito de comunicarle noticias que segn pensaba el dignatario,
moveran a actuar a Enrique.
Aunque tema las derivaciones de la visita, Enrique no poda
excusarse de recibir al patriarca, pues sus sbditos jams deban dudar de
que el rey era un hombre profundamente religioso. Record aprensivo que
en tiempos del asesinato de Toms Becket haba jurado participar en una
cruzada a Jerusaln. Haba pensado, y de un modo ms o menos
indefinido, que podra ir cuando su reino estuviera en perfecta paz; pero en
el fondo de su corazn saba que eso no podra ser nunca.
Ahora, haba llegado el patriarca, y su visita tena que obedecer a una
sola razn. Seguramente quera reunir hombres o dinero para defender a la
Ciudad Santa. Deseoso de informarse, Enrique concedi inmediatamente
una entrevista a Heraclio y a Roger du Moulin, Gran Maestre de los
Hospitalarios, que vena acompaando al primero. Ante todo, el patriarca
ofreci al rey las llaves de Jerusaln y del Santo Sepulcro.
Soy portador de malas nuevas exclam Heraclio. La reina Sybil
de Jerusaln reclama vuestra ayuda. Su hijo no es ms que un nio, y es
el heredero de la corona; y su hermano Balduino est a las puertas de la
muerte. Padece lepra, y la carne se le desprende rpidamente de los
huesos. No puede vivir mucho tiempo, y los sarracenos se preparan para
ocupar la Ciudad Santa. Es necesario salvar a la ciudad, y la reina Sybil
implora que vayis a ayudarla.
Ciertamente, la ayudaremos dijo el rey. Sin prdida de tiempo
aplicar un impuesto para reunir fondos destinados a ese propsito muy
meritorio.
No es dinero lo que se necesita. Se requiere un prncipe que
encabece un ejrcito contra los sarracenos. Vos sois el hombre, pues en

246

tiempo de la muerte de Toms Becket jurasteis que irais a la Ciudad


Santa.
Oh, Toms, pens Enrique, jams escapar de ti? Y cumpl mi
penitencia. No ha sido suficiente?
Era cierto que haba prestado dicho juramento, pero por supuesto su
intencin era cumplirlo en el momento oportuno; y en el fondo siempre
haba sabido que ese momento oportuno no poda llegar. Cmo era posible
que l, un rey que gobernaba vastos dominios, los abandonase para ir a
Tierra Santa?
Sois el ms poderoso de los reyes continu diciendo Heraclio.
Dios os bendecir si escuchis nuestros ruegos. De lo contrario...
El rey se apresur a decir:
Mis ministros deben decidir si puedo abandonar mis dominios. Ante
todo, debo pedirles opinin. Si creen que debo ir, eso har. Pero puede ser
que se opongan, y en tal caso necesitar atenerme a la decisin que ellos
adopten.
Por qu, mi seor? Sois un monarca que decide por s mismo. El
mundo entero lo sabe. Nadie se atrevera a contrariar vuestra voluntad.
No, un rey gobierna por la gracia de su pueblo. Pero confiad en que
har todo lo que pueda para satisfacer vuestros deseos. No debe permitirse
que Tierra Santa caiga en manos del infiel. Permitidme proponer este
asunto a mis ministros, y despus os comunicar su respuesta.
Mi seor, no debis permitir que vuestra respuesta dependa de
ellos. Recordad vuestro juramento. Recordad vuestro deber hacia Dios. Ya
no sois un hombre joven. Quiz estis ms cerca de lo que creis del trono
del juicio.
Qu hombre incmodo este Heraclio! Enrique experiment una
instantnea antipata. Como si no tuviera problemas suficientes, sin
necesidad de que ese hombre viniese a molestarlo. No deseaba ir a
Jerusaln. Cmo hubiera podido hacerlo? Imaginaba el caos que
sobrevendra si se ausentaba. Sus hijos degollndose y tratando de
destruir a su propio padre. Leonor que necesitaba vigilancia especial! No.
no poda salir de sus territorios.
Insisti en que sometera el asunto a un consejo, convocado
inmediatamente.
As lo hizo, y ante todo inform a los presentes que se reunan para
discutir si l deba formar un ejrcito que ira a la Ciudad Santa; y dej
bien aclarado que si cualquiera de ellos votaba por la cruzada, perdera su
favor. Tenan que decidir que de ningn modo el rey poda abandonar sus
dominios, y que hacerlo ahora equivala a contrariar los deseos de Dios.
Cuando se enter del asunto, Leonor se sinti muy divertida.
Entenda tan bien a su marido. Ir a Jerusaln! Separarse de Alicia! Una
gran empresa destinada a redimir sus pecados! No, pens Leonor, son tan
numerosos que tal cosa no es posible. Necesitara veinte misiones por el

247

estilo.
Ira? Naturalmente, no quera hacerlo. Por extrao que pareciese,
aunque haba pasado la mayor parte de su vida cerca de los campos de
batalla, el combate no lo complaca demasiado. Siempre haba afirmado
que las batallas representaban una forma de despilfarro, y rara vez
aportaban al vencedor lo que l buscaba. Era mucho mejor discutir y
maniobrar al enemigo para obligarlo a concertar un acuerdo. Tenda a
negociar para asegurar ventajas.
Y ella? Qu planes tena Enrique acerca de su esposa? Leonor no lo
saba, pero de todos modos la reina continuaba en la corte. No se le
permita mucha libertad. Si sala a caballo, siempre estaba acompaada
por servidores que Enrique haba elegido. Tema que se dirigiese a la costa
y embarcara para Francia?
Era cierto que ella a menudo haba pensado en esa posibilidad. Si
poda reunirse con Ricardo, ambos defenderan a Aquitania contra todos, y
si en efecto Enrique se propona entregar a Juan ese territorio, por Dios
ella hara cuanto estuviese a su alcance para derrotarlo.
Record el entusiasmo que ella y Luis sentan al comienzo de su
cruzada. En una misin de ese gnero haba algo que encenda la sangre.
Uno se imaginaba marchando hacia la gloria, la cruz en alto. Por supuesto,
era muy diferente en el campo de batalla. La muerte era la muerte... nada
glorioso, sino un acto sangriento y horrible. Y tal como ella haba
comprobado, los hombres eran hombres, y para el caso poco importaba
que profesaran la fe cristiana o fuesen sarracenos.
Ah, Saladino. Qu amante haba sido. Y ahora se hablaba de otro
Saladino. Su hijo, su nieto? Y amenazaba arrebatar Jerusaln a los
cristianos!
Si ella se hubiera casado con Saladino, como haba pensado en aquel
momento, a travs de ese matrimonio quiz se habra concertado la paz
entre sarracenos y cristianos. Si Saladino se hubiese convertido al
cristianismo, el viejo Heraclio no habra venido a pedir a Enrique que
corriese en auxilio del pobre y leproso Balduino.
Pero la vida no responda a las buenas intenciones. Ella se haba
casado con Enrique Plantagenet y no con Saladino.
Entretanto, Enrique preparaba a los miembros de su consejo. En vista
de la situacin que reinaba en Aquitania, Normanda y Anjou, no crea que
fuese el momento de ausentarse. Les pidi que imaginaran las
perturbaciones que podan suscitarse si l no estaba all. Una cruzada era
una empresa costosa. Habra que aplicar impuestos al pueblo, y cmo
reaccionara la gente? Ya era bastante desagradable cuando todos tenan
que pagar por la seguridad de su propio pas. El propio Enrique poda
conquistar cierta gloria personal, pero, qu ocurrira con su pas? Su
principal propsito en la vida haba sido servir a sus sbditos, y
posibilitarles una vida pacfica en una comunidad ordenada. Si se

248

ausentaba, no vea cmo podra preservar las leyes inglesas, que haban
sido instituidas por su bisabuelo y fortalecidas por Enrique; y el rey saba
que los miembros de su consejo, que eran hombres discretos, jams
permitiran que l se embarcara en tal empresa.
La asamblea se reuni en Londres; la nobleza de Inglaterra estaba all,
y tambin los altos miembros de la Iglesia, y sobre un estrado se haba
instalado Enrique, con sus invitados Heraclio y Roger de Moulin.
El rey explic a la asamblea el motivo de la misin, y el gran honor
que la misma significaba para l. La Ciudad Santa corra peligro; el rey
Balduino estaba murindose de una terrible enfermedad; un nio tena
que ocupar su lugar; y ahora se le ofrecan a Enrique las llaves del Santo
Sepulcro. Era la oportunidad de conquistar mucha gloria, y lavar los
pecados de una vida. Pero l era rey, y ante todo tena en cuenta a su
pueblo. Su voluntad era la voluntad del pueblo, y los haba convocado all
para que decidiesen si deba iniciar o no esta peregrinacin.
Heraclio se puso de pie y dijo a la asamblea que Jesucristo y los
hombres santos del mundo entero pedan al rey de Inglaterra que salvase a
Jerusaln. Quera decir a todos que Saladino, el jefe de los sarracenos,
esos paganos que eran enemigos de Cristo, se dispona a tomar Jerusaln.
Acaso los verdaderos cristianos podan permanecer indiferentes y permitir
que ocurriese eso? No! Pues quienes procedan as no eran autnticos
cristianos.
Enrique replic que hara todo lo que pudiese para salvar a la Ciudad
Santa.
Despus, pidi a la asamblea que expresara su deseo.
Ricardo, arzobispo de Canterbury, se puso de pie.
Mi seor rey dijo, vuestro deber est' en estos dominios.
Heraclio se volvi hacia el arzobispo.
Mi seor arzobispo tron, convoco a otro arzobispo que fue
santo y mrtir. Muri sobre las losas de su Catedral, y entonces el rey
prest el juramento de que ira a Jerusaln.
Si poda hacerlo replic el arzobispo. Pero nuestro seor el rey
prest otro juramento durante su coronacin. Afirm que siempre
atendera el bienestar de sus sbditos. Dadas las obligaciones de la
corona, ese juramento, mis seores, es ms importante que todas las
restantes promesas. No puede compararse una cruzada a Palestina con los
deberes de un rey. Y por esa razn, mi seor rey y mi seor patriarca, el
rey debe permanecer en sus propios dominios.
Enrique asinti gravemente.
Veo que los miembros de mi consejo hablan con discrecin. Mi
corazn ir a Palestina, pero es inevitable que yo permanezca aqu, tengo
que cumplir con mi deber. Heraclio se dispona a expresar su indignacin
cuando Enrique dijo: Dar cincuenta mil libras a la causa, y si
cualquiera de mis sbditos desea incorporarse a una cruzada, har todo lo

249

que pueda para ayudarle.


No he venido aqu en busca de dinero exclam Heraclio. Se volvi
enfurecido hacia Enrique, pues saba muy bien que esos hombres jams se
habran atrevido a pronunciar el veredicto desfavorable si el rey no los
hubiese incitado. Era la decisin de Enrique y solo la de Enrique. Y vos,
seor continu hasta aqu habris reinado con sobrada gloria, pero
sabed esto: Dios, cuya causa habis abandonado, ahora se dispone a
abandonaros. Veris lo que os ocurre como resultado de vuestra ingratitud.
Ofrecis excusas. Decs que tenis que continuar aqu para proteger a
vuestros sbditos. Habis asesinado al arzobispo de Canterbury, y
rehusis expiar vuestra culpa en ese crimen iniciando esta guerra Santa.
Cuando oy el nombre de Toms Becket el color encendi las mejillas
del rey, y sus ojos resplandecieron con un brillo asesino.
No creis que temo vuestra furia grit Heraclio. Cortadme la
cabeza si lo deseis. Tratadme como lo hicisteis con Santo Toms Becket.
Prefiero morir por vuestra mano en Inglaterra que por los sarracenos en
Siria. Respeto a los sarracenos ms de lo que os respeto.
Enrique tembl de clera. Jams poda escuchar imperturbable
cuando se mencionaba a Toms. Durante unos instantes estuvo al borde
de ordenar a quienes all estaban que detuviesen al patriarca, lo arrojasen
a un calabozo y le arrancasen los ojos.
Heraclio no demostr temor. Pero en el fondo estaba profundamente
conmovido. Necesitaba encontrar a un prncipe rico y fuerte que aceptase
salvar a Jerusaln.
Dadme uno de vuestros hijos rog. Si no queris hacer nada
por salvar vuestra alma, que uno de ellos os represente.
Necesito a mis hijos.
Dios los necesita.
Enrique pens: Ricardo? Godofredo? Juan? No, nunca. Necesitaba
tenerlos cerca. Tena que saber qu hacan. No poda confiar en ninguno de
ellos.
Dios me dio extensas posesiones que defender dijo el rey. Y debo
defenderlas. Si me alejase, mis hijos lucharan unos contra otros. Mi deber
est aqu.
El patriarca comprendi que haba fracasado.
Vos y vuestros hijos... vens del Demonio y a l retomareis. Nada
bueno resultar de vos, Enrique Plantagenet, porque Dios ya no os
importa.
Enrique sali del saln. Haba una sola persona que poda
tranquilizarlo e inducirlo a olvidar la siniestra profeca del patriarca: Alicia.

Enrique se senta conmovido. Se preguntaba si sera cierto que Dios

250

lo haba abandonado.
No poda confiar en sus hijos... ni siquiera en Juan, el menor y el ms
amado. Qu sentido tena fingir? Poda confiar en Juan? Qu clase de
hombre haba llegado a ser el menor de sus hijos?
Orden llamarlo, y Juan se apresur a obedecer. El muchacho saba
que ahora que su hermano Enrique haba muerto, l mismo era el favorito
de su padre.
Juan, astuto, experto en villanas, pues sus tutores haban adivinado
sus inclinaciones y las haban fomentado, estaba siempre atento a una
posible ventaja. Despreciaba a su padre con el desprecio del joven por el
viejo. Juan crea que estaba en el umbral de una vida de poder y aventura,
y que su padre estaba cerca del fin de la suya.
Durante los aos pasados haba observado a su padre en el castillo, y
haba advertido cmo sus ojos se posaban en las mujeres, y cmo las
acariciaba y las llevaba a su dormitorio. No pas mucho tiempo antes de
que Juan comenzara a practicar el juego que, segn afirmaban los
hombres, era una obsesin en su padre. Juan comprenda las
inclinaciones de su padre en ese sentido. Eran tambin las suyas.
Y ahora, qu le reservaba el destino? Godofredo haba ofendido de un
modo imperdonable a su padre, porque sus hombres haban disparado
flechas contra el rey, mientras el joven miraba impasible. Y por otra parte,
el rey jams haba simpatizado con Ricardo. De modo que quedaba Juan.
El viejo poda mostrarse a veces bastante llorn.
Juan haba escuchado el pedido de Heraclio, y uno de sus
compinches le haba hablado de las aventuras de su madre en Tierra Santa
cuando ella era la esposa del viejo Luis. Su madre, lo mismo que Enrique,
haba sabido gozar de la vida! Juan pens que le hubiera agradado ir a
Tierra Santa. Nada sera ms entretenido que llevar una vida desordenada
durante el viaje, y despus hacer penitencia en el santuario.
De modo que cuando compareci ante su padre comenz por
arrodillarse y le dijo que deseaba ir a Tierra Santa.
Djame ir, padre dijo. As obtendr redencin de tus pecados
tanto como de los mos.
No, hijo mo. Hay mucho que defender aqu replic el rey. No
puedo permitirlo.
Pero padre, Heraclio te maldijo.
Dios no atender sus maldiciones.
Acaso el patriarca de Jerusaln no es un hombre bueno?
No es ms que un ttulo. Acude a m porque desea salvar su propia
posicin. No le importa lo que ocurra aqu. Y qu crees que ocurrir aqu?
Qu ocurrir si yo me alejo?
Padre, tienes hijos.
Ah, Juan, eso debera reconfortarme, verdad? Pero es as?
Godofredo, Ricardo... cundo fueron buenos hijos para m?

251

Tienes otro hijo.


T, Juan, el menor. Ahora deposito en ti todas mis esperanzas.
Padre, har lo posible para demostrarte que no te equivocas.
Cuento contigo. Juan. Irs a Irlanda. Tus dominios all te necesitan.
Como sabes, envi a Hugh de Lacy con la orden de conservar a Irlanda;
pero ya no confo en l. Se cas con la hija del rey de Connaught. No
solicit mi autorizacin, y me dijo que concert la unin de acuerdo con la
costumbre del pas. Lo llam a Inglaterra, pero me vi obligado a devolverlo
a Irlanda, pues era indudable que conoca bien el pas, y pareca el hombre
ms eficaz, eso contribuy bastante a su matrimonio. Es ambicioso, y creo
que aspira a ser rey de Irlanda. Un honor, hijo mo, que he reservado para
ti.
Juan reflexion un momento. Pareca una buena compensacin a
cambio de Tierra Santa. Irlanda sera suya. Era rey de Irlanda. Si
marchaba a Tierra Santa lo hara en el carcter de hijo del rey; ira a la
cabeza de las tropas, pero sin duda habra otros de rango ms elevado. En
Irlanda sera rey.
Padre dijo, mi espritu me impone ir a Tierra Santa. Soy joven,
pero he pecado, y deseo el perdn de mis faltas. S que ests
profundamente afectado por las maldiciones de Heraclio, y yo deseaba
rezar por ti en el Santo Sepulcro. Pero t has decidido que no ser esta vez.
Cumplir mi deber tal como t dices. Ir a Irlanda y rogar a Dios que mi
conducta te complazca y regocije, porque ahora tienes un hijo que te
obedece sin discutir.
El rey abraz a Juan.
En efecto, era su hijo bienamado.
Despus, Juan comenz a preparar el viaje, y antes de terminar el
mes parta de Milford Haven con sesenta naves, en las cuales viajaban
trescientos caballeros y una compaa de arqueros.
Un da despus desembarcaban en Waterford.

Si sus restantes hijos fuesen tan obedientes como Juan! Godofredo


tena escasa importancia. Era un joven amante de los placeres y ms
inclinado a la diversin de los torneos que a la accin en el campo de
batalla. Era una lstima, pues Godofredo tena un ingenio vivaz y poda
juzgar rpidamente una situacin. Su matrimonio haba tenido xito; tena
una hija, Leonor, y era muy probable que su esposa tuviese ms hijos.
Sabra defender a Bretaa.
Por supuesto, el hijo que preocupaba ms a Enrique era Ricardo. A
cada momento alguien preguntaba cundo se casara. El asunto ya pareca
una farsa. Alicia tena veinticinco aos. Todos esos aos haba sido la
amante del rey, y continuaba sindolo. A l le pareca joven a causa de la

252

gran diferencia de edad; adems, ya se haba convertido en costumbre para


Enrique. Si ahora no demostraba el mismo deseo apasionado de antao,
en todo caso la amaba, y en su deseo de ella haba cierto odio a Ricardo y
al rey de Francia. Necesitaba retener a Alicia. Si ahora le permita alejarse,
pronto se conocera la historia de su seduccin. Alicia era adulta; haba
dado un hijo al rey. Nadie la confundira con una virgen. As, estallara el
escndalo. Sus enemigos gozaran con el asunto, y lo agrandaran. El rey
ya imaginaba lo que el viejo Heraclio poda hacer con ese tema.
Haba sobrevivido a un escndalo, el asesinato de Toms.
Cmo se las arreglara si la historia de la seduccin de Alicia a los
doce aos, su vida con l durante trece, el perodo durante el cual l la
haba retenido a pesar de las gestiones de Ricardo y su familia, llegaba a
conocerse?
Qu dira de eso el mundo?
Todos afirmaran que era un monstruo. Recordaran que su
antepasada era una bruja; diran que la familia Anjou provena del
Demonio.
Era joven cuando haba asesinado a Toms; su misma vitalidad y su
mente gil le haban permitido salir del aprieto. Ahora, a veces se senta un
viejo derrotado. Y cada vez que sus hijos se rebelaban contra l se senta
un poco ms vulnerable.

Se requera su presencia en Normanda y sali de Inglaterra agobiado


por muchos problemas. Pensaba a menudo en Ricardo, que lo haba
desafiado cuando rehus ceder Aquitania. Segn vea las cosas, Ricardo
sera rey de Inglaterra. No poda tener tambin a Aquitania. Ricardo deba
entregar Aquitania a Juan.
De pronto, pens que haba una persona a quien Ricardo poda
entregar su ducado: Leonor, su madre.
Orden que sta fuese a Normanda, y eligi una escolta apropiada
para ella.
Leonor estaba entusiasmada.
Qu significaba eso? Seguramente, un nuevo rumbo de su fortuna.
Haca aos que no cruzaba el Canal. Enrique seguramente comenzaba a
comprender que al mantenerla cautiva se haca de enemigos.
Cuando lleg, el rey la recibi cortsmente, y ella se mostr muy
ansiosa de saber lo que l quera decirle.
Mi seor, a qu debo este honor? pregunt apenas le concedi
una audiencia privada.
Deseo hablar contigo.
Saba que queras algo se burl Leonor. De lo contrario, no me
habras trado aqu. Caramba, Enrique, te veo perplejo. El viejo Heraclio

253

estuvo molestndote con sus maldiciones?


Me tiene sin cuidado.
Dicen que es un hombre muy santo.
Es un hombre que, como la mayora, se preocupa por sus propios
intereses.
Como t dices, quin no lo hace? Y cules son los tuyos ahora?
Quisiera que recuerdes que ests aqu gracias a mi clemencia.
No es probable que lo olvide. T y tus servidores me lo recuerdan a
cada momento.
Orden llamarte porque deseo hablar contigo de Aquitania.
Si? Leonor enarc el ceo. Te escucho.
Ricardo rehsa renunciar a Aquitania.
Y con razn. Luch por ella.
No hubiera sido necesario luchar por Aquitania.
En efecto, si mi pueblo hubiese visto que se me trataba de acuerdo
con mi rango.
Si tiene un poco de sensatez, tu pueblo tiene que saber que
traicionaste a tu marido, y como l es rey, sabe tratara los traidores.
No les agrada verme cautiva.
En tal caso, quiz les complazca ver que la provincia vuelve a ti.
Qu quieres decir, Enrique?
Que ordenar a Ricardo que te devuelva Aquitania.
Que me la devuelva. Los ojos de Leonor brillaban excitados. l la
observaba atentamente. S, se era el camino ms apropiado.
En vista de su edad, Ricardo tiene que ser mi heredero. Tendr
Inglaterra, Normanda y Anjou y todo lo que Enrique habra recibido de
haber vivido. Tenemos otro hijo, Juan. Quisiera que mis dominios se
dividan por partes iguales.
De modo que deseas Aquitania para Juan.
Deseo Aquitania para ti.
Y yo regresar a mi pas. Durante un momento sinti que casi no
poda controlar sus emociones. Oh, Dios mo, cmo he deseado volver all.
El fro del castillo de Salisbury se me ha metido en los huesos. Anso el sol
de mi tierra.
El guard silencio, sin dejar de observarla. Si Aquitania volva a
Leonor y ella era la nica a quien Ricardo estaba dispuesto a entregar la
provincia, y si Leonor era prisionera de Enrique, ste podra recuperar el
control de la regin.
Leonor vio los ojos de Enrique fijos en ella y pens: Cuando Aquitania
vuelva a m, la conceder otra vez a Ricardo, como hice antes. Aquitania
pertenece a Ricardo. Es su provincia, e Inglaterra jams lo fue. Es mi hijo,
y Aquitania le pertenecer.
Ese ser el modo de restablecer el orden en Aquitania dijo.
Haca aos que Leonor no se senta tan excitada. Al fin haba

254

concluido su prisin. Sera libre, libre de tener su propia corte, de reunir


alrededor a los trovadores del sur, de intrigar con su amado Ricardo contra
Enrique.

255

EL TORNEO FATAL

El plan de Enrique tuvo xito. Ricardo, que haba rehusado entregar


Aquitania a su hermano, inmediatamente acept cederla a su madre. Y as
se hizo.
Cuando Leonor estaba realizando sus preparativos para viajar a
Aquitania, recibi un fuerte golpe.
Enrique fue a verla.
Advierto que ests preparada para viajar dijo. Me alegro de que
as sea, porque prefiero que no haya demora.
En pocos das ms saldr de aqu. Pronto estar en Poitiers.
El rey enarc el ceo.
No dijo, no es se mi propsito.
Ella lo mir, incrdula.
Enrique dijo: Olvidaste una cosa. Eres mi cautiva. Cmo podra
confiar en ti, una vez que llegues a Aquitania? Qu sera lo primero que
haras? Conspirar contra m. Me crees tan tonto? Regresars a Inglaterra.
En tu castillo estarn esperando para recibirte.
No! exclam Leonor.
Pues s. Me alegro de que ests preparada para partir.
Me devolviste Aquitania.
Slo oficialmente. As restableceremos la paz.
Eres... un villano!
Di ms bien que soy el defensor de mis dominios.
Deb saber que jams cumpliras una promesa.
Bien, has tenido muchos aos para conocerme, de modo que caba
esperar que supieras a qu atenerte.
No cabe extraar que tus hijos te odien.
Los educaste as. Una fea tarea bien hecha. Crees que jams lo
olvidar o te lo perdonar? Si as lo crees, no conoces a Enrique
Plantagenet. Ms aun, cmo podra dormir tranquilo si pensara que ests

256

en Aquitania conspirando contra m e induciendo a la rebelin a mis hijos?


Yo... te odio dijo ella en voz baja.
Enrique se encogi de hombros.
Me odias desde hace aos, pero consegu sobrevivir.
Eres un mentiroso, un villano, un lascivo y un hombre sin honor.
No me extraa que Heraclio diga que Dios te abandon.
De pronto, l sinti miedo de Leonor. Con los cabellos sueltos y los
ojos ardientes pareca una bruja profetizando.
Se volvi y sali de la habitacin.

Juan desembarc orgullosamente en suelo irlands. Su pas! Seor


de Irlanda! Rey de Irlanda! Los ttulos resonaban en sus odos y el
sentimiento de poder que ellos originaban era embriagador como el vino.
Qu haca un rey en su propio pas? Comprobaba que todos
supieran que eran sus sbditos. stos deban darle lo que l exiga. Una
situacin maravillosa. Tierras, mujeres, todo lo que l deseaba era suyo.
Juan se lo repeta constantemente. Haba elegido a un grupo especial de
amigos para acompaarlo, jvenes que se le parecan mucho. Se
pavoneaban, beban demasiado, se vanagloriaban de sus conquistas
amorosas y nunca olvidaban dar a su prncipe lo que l exiga sin
descanso: halagos.
El atuendo de los irlandeses los diverta, y cuando los dignatarios
fueron a recibirlo Juan estall en carcajadas al ver los vestidos y su squito
inmediatamente lo imit. Los irlandeses gastaban barba. Era una de sus
costumbres. El hecho pareci cmico a Juan, y l y sus amigos retorcieron
del modo ms insolente las barbas de los que venan a saludarlos.
Por supuesto, los jefes irlandeses se sintieron insultados, y no se
mostraron dispuestos a tolerar esa situacin.
Hugh de Lacy trat de moderar a los irresponsables jvenes, y explic
a Juan que los irlandeses eran gente belicosa y apasionada, y que no
soportaran ese tratamiento.
Soportarn el tratamiento que se me antoje imponerles replic
Juan.
Hugh de Lacy contempl sombramente la situacin. Por qu el rey,
generalmente tan astuto, se arriesgaba a perder Irlanda enviando a este
joven estpido y arrogante?
Cosas peores vendran. Juan y su banda atravesaron Irlanda. Cuando
algo les interesaba, lo tomaban. Saqueaban a las ciudades, forzaban a las
mujeres y si se resistan las violaban.
No era muy probable que los irlandeses permitiesen en silencio esa
profanacin de su pas. A medida que Juan se intern, tuvo que enfrentar
a diferentes ejrcitos, y como era ms eficaz en el saqueo de ciudades

257

indefensas que en el combate, muy pronto se encontr en situacin


desesperada.
Despus de cinco meses su aprieto era tal y sus fuerzas se haban
reducido de tal modo que no le qued ms alternativa que regresara
Inglaterra.
Fue a ver a su padre, que lo recibi afectuosamente, y se sinti muy
consternado cuando supo lo que haba ocurrido en Irlanda.
Cmo es posible que haya recado sobre ti semejante desastre?
pregunt a Juan.
La respuesta respondi Juan es el traidor Hugh de Lacy.
Promovi desrdenes y resentimientos contra nosotros en todo el territorio
de Irlanda. Ya sabes que quiere ser seor de Irlanda. Aspira a ser el rey.
Enrique estudi atentamente a su hijo. Era joven, pero en su rostro ya
se vean los signos de la disipacin. El rey haba odo relatos de las mujeres
que el joven haba seducido. S, un hombre joven deba seguir sus instintos
naturales, y Enrique era el ltimo que poda culpar a nadie por su aficin a
las mujeres. El propio Enrique haba engendrado dos hijos ilegtimos antes
de cumplir los dieciocho aos.
La duda asalt su mente, pero el rey rehus afrontar la situacin. No
poda soportar la idea de que tampoco ese hijo mereca su confianza. Por lo
menos uno de sus muchachos tena que amarlo y servirlo bien.
Record el cuadro de los aguiluchos, y el ms joven de ellos que
esperaba arrancar los ojos de la vieja guila. Por qu haba ordenado que
pintaran ese cuadro? Si crea en Juan, por qu haba afirmado que el
menor de los aguiluchos se mantena expectante, ansiando que llegase el
momento de devorarle los ojos?
Qu haba ocurrido realmente en Irlanda? El poder haba
embriagado a Juan? Se haba comportado de tal modo que los irlandeses
se haban vuelto contra l?
El sagaz Enrique, que haba llegado tan lejos porque entenda a los
hombres, dijo: Averigua. Pregunta a los que merecen tu confianza. Trata de
conocer mejor a tu hijo.
Pero era un hombre viejo y cansado, y necesitaba afecto. No era
posible que todos sus hijos lo traicionasen. Deba existir uno que lo amase;
y quin era l, sino el propio Juan?

Llegaron noticias de Irlanda.


Haban asesinado a Hugh de Lacy.
Justo castigo dijo Juan por su traicin al rey.
Enrique oy las novedades. Lo haban hecho los irlandeses. Le haban
cortado la cabeza. Enrique pens: Seguramente se haban cansado de sus
pretensiones.

258

Orden llamar a Juan.


Hugh de Lacy tena muchas propiedades en Irlanda. Es necesario
recuperarlas sin demora. Preprate para marchar a ese pas.
Juan no se mostr remiso. Prevea otra temporada de diversin.
Pero antes de que tuviese tiempo de partir, llegaron ms noticias, esta
vez de Francia.
Godofredo se haba presentado a Felipe, rey de Francia,
ostensiblemente para rendir homenaje a su seor, y Felipe lo haba recibido
con tales honores que la cosa pareca sospechosa. Felipe haba insistido en
que Godofredo permaneciese un tiempo en la corte francesa, y all se haba
anudado tal amistad entre Felipe y Godofredo que quienes eran fieles al rey
de Inglaterra crean que el monarca deba averiguar de qu se trataba.
Enrique, en efecto, deseaba enterarse. No confiaba en Felipe, que no
era el dbil y vacilante Luis.
Por extrao que pareciera, Felipe ya no era un nio malcriado, y se
haba convertido en un gobernante a quien era necesario tener en cuenta.
Estaba convirtindose en un hombre muy ambicioso. Por supuesto,
deseaba ampliar sus dominios. Felipe aspiraba a incluir en su reino a
todos los estados vasallos, y a semejanza de Enrique tena sensatez
suficiente para evitar la guerra si poda adquirir lo que deseaba mediante
la diplomacia, y una hbil negociacin.
Haca tiempo que Enrique saba que era necesario vigilar de cerca a
Felipe de Francia.
Si Felipe prestaba mucha atencin a Godofredo, lo haca con un
motivo. Quiz haba puesto los ojos en Bretaa... o lo que era peor, en
Normanda?
Enrique deba vigilar muy atentamente lo que ocurra en la corte de
Francia. Tal vez necesitara todas las fuerzas disponibles, y en ese caso no
sera discreto enviar a Irlanda a su hijo Juan. Por lo tanto, era necesario
postergar provisoriamente la expedicin a ese pas.
Haba acertado. Decase que en las conversaciones secretas Godofredo
y Felipe discutan la invasin de Normanda. Y Ricardo? Qu opinaba?
Haba entregado Aquitania a su madre, y poco despus haba visto que ella
era devuelta a su lugar de cautiverio.
Oh, s, deba tener mucho cuidado. Tal vez los aguiluchos estaban
preparndose para caer sobre la vieja guila.

Godofredo estaba pasndolo bien en Francia, y una de las razones de


su complacencia era el efecto que su permanencia all tendra sobre su
propio padre.
A Godofredo le agradaba la intriga. Siempre haba sido as desde los
tiempos de la nursery. Si poda provocar dificultades se senta feliz.

259

Guardaba rencor a su padre, y tambin a su hermano Ricardo, porque uno


le haba negado el poder y el otro le haba demostrado que era inferior en el
campo de batalla.
Ms aun, era agradable verse honrado por el rey de Francia.
El hecho de que Godofredo fuese un joven inteligente, ingenioso y
capaz de expresar sus pensamientos con lucidez desusada determinaba
que se sintiese aun ms insatisfecho con su suerte. Haba en l cierta
grandeza, pero se vea anulada por los efectos de su carcter ms que de
su capacidad. Poda mostrarse persuasivo y elocuente, pero rara vez senta
lo que deca; la gente haba comenzado a adivinar que era un hipcrita que
tena talento para el engao. En realidad, ya nadie confiaba en l.
Se senta satisfecho de su matrimonio con Constanza, la heredera que
le haba aportado Bretaa, y hasta ahora una hija. Constanza estaba
embarazada, y ambos esperaban la llegada de un varn.
Desde que Philip de Flandes lo haba iniciado en la prctica de los
torneos, ese entretenimiento lo obsesionaba. Acaso era algo ms que una
apariencia de combate? Aun as, los torneos se adaptaban perfectamente al
temperamento de Godofredo. Le agradaban el despliegue de colores y la
ceremonia, el peligro ocasional, porque en efecto era un deporte peligroso,
y muchos caballeros haban perdido la vida en las justas. Ahora todos
conocan su habilidad, y cuando descenda a la vera era una de las
atracciones de la tiesta.
El rey de Francia, que conoca su aficin a los torneos, haba
dispuesto que hubiese un torneo tras otro, de modo que su invitado
comprendiera cunto deseaba complacerlo.
Se despacharon invitaciones, y los nobles de rango anlogo al de
Godofredo reunieron a sus partidarios, con la intencin de organizar
batallas contra otros hombres y sus caballeros. Estas batallas se libraban
del mismo modo que se haca en la realidad, y una de las prcticas
favoritas era separar a un caballero de sus amigos, y si era posible
derribarlo y capturarlo. Con bastante frecuencia haba heridos, y si un
caballero caa prisionero quienes lo apresaban exigan rescate. Esta
costumbre determinaba que las batallas fueran ms interesantes. Por
supuesto, muchas veces los combates eran singulares, pero lo que
emocionaba tanto a los espectadores como a los participantes eran las
batallas con la presencia simultnea de muchos hombres.
Godofredo haba odo decir que su padre estaba profundamente
perturbado a causa de la hospitalidad que el rey francs le ofreca, y que
Enrique se propona ir a Normanda. Qu lstima. Hubiera sido mucho
ms satisfactorio lanzar un ataque sobre Normanda antes de que su padre
pudiera aparecer. Quiz Felipe no estaba tan ansioso de iniciar la
campaa. Y el propio Godofredo tena mucho inters en el asunto? No, era
ms divertido atacar a su padre difundiendo rumores que actuando. Lo
que le importaba sobre todo era el torneo.

260

Se dispona a entrar en accin, cuando su esposa, que poco antes se


haba enterado de que estaba embarazada, vino a poner una insignia en el
yelmo de Godofredo.
Era un pedazo de satn de color vivo, cortado de su vestido.
Estar mirando dijo, y esta insignia ser el nico modo de
identificarte.
Cuando haya concluido la batalla, supongo que estars esperando
para llevarme al saln dijo Godofredo.
Ese da descendi a la arena y no tuvo ningn presentimiento de
peligro. Rodeado por su pequeo grupo de caballeros pensaba en el triunfo
que obtendra una vez terminada la lucha. La vida era muy promisoria. El
rey de Francia era su amigo. Su hermano Enrique haba muerto, y slo
Ricardo se interpona entre l y las coronas de Inglaterra, Normanda y
Anjou. Ya tena a Bretaa. Haba nacido una hija, y su esposa estaba
embarazada. La juventud de su padre era cosa del pasado. Cuntos aos
poda vivir? Ricardo perteneca ms a Aquitania que a Inglaterra. Y en la
lnea de sucesin l, Godofredo, era el siguiente.
De pronto, comprendi que estaba rodeado por caballeros enemigos.
Qu haba con sus aliados? Los haban apartado, y ahora Godofredo
enfrentaba solo a sus adversarios. Estaban rodendolo.
Se dispona a atacar, cuando su caballo recibi un golpe de lanza y
dobl las patas. Godofredo cay bajo el caballo.
Rendos! Rendos! fue el grito que brot de la garganta de sus
adversarios.
Rendirse! l, el hijo del rey de Inglaterra rendirse a un caballero
francs. Era inconcebible.
Nunca exclam, y casi en el mismo instante los cascos de uno de los
caballos le golpearon la cabeza.
Se desmay y yaci inmvil.
Cuando se descubri que el caballero que haba cado durante el
combate era Godofredo, conde de Bretaa, lo llevaron con cuidado al
interior del castillo, pero ya era demasiado tarde.
Su esposa Constanza se acerc, y se detuvo frente al catafalco. Vio
que el pedazo de satn de su vestido aun estaba adherido al yelmo, y se
arrodill y se cubri el rostro con las manos, pues haba muerto y
Constanza pens en el nio que llevaba en su vientre, y se pregunt qu
sera de ellos.

Enrique recibi con dolor la noticia. Estamos condenados dijo.


Por qu Dios nos vuelve la cara? Dos de mis hijos muertos en la flor de la
juventud.
Ahora slo le quedaba Juan... por supuesto, ah estaba Ricardo; pero

261

era su enemigo.
Ahora, necesitaba torturarse con el recuerdo de Godofredo nio. No
poda decir que haba sido su hijo favorito, pero de todos modos haba sido
un ser de su carne y su sangre. Qu perversidad los dominaba que
siempre deban hacer la guerra? Por qu no se haban mantenido unidos,
como deban hacer un padre y sus hijos? Guillermo casi en la cuna,
despus Enrique, y ahora Godofredo. Tres hijos perdidos, y de los
restantes... slo poda confiar en Juan.
Ahora, se volvi hacia Juan.
Juan, mi amado hijo, he perdido a tus hermanos. Ahora tienes que
reconfortarme.
Lo har, padre prometi Juan. Siempre te servir aun con la
vida.
Era reconfortante recordar que tena a Juan.
En su castillo y fortaleza Leonor lloraba a su hijo.
Su Godofredo lo haba llamado, en contraste con el otro del mismo
nombre a quien Enrique haba llevado a la nursery... el bastardo
Godofredo.
Qu muchacho inteligente haba sido su Godofredo; tan hermoso,
aunque siempre desplazado por su hermano Enrique, porque ste haba
sido ms apuesto. Pero Godofredo era el ms inteligente de los dos.
Godofredo haba sido el conspirador, el intrigante, el que seduca al mismo
tiempo que intrigaba para cometer fechoras.
Ninguno de sus hijos gobernara jams un reino como lo haba hecho
el padre, pero ella los haba amado, como siempre amaba a sus nios. Si
no poda ser una esposa fiel, poda comportarse como madre afectuosa.
Ahora, pensaba en Godofredo como haba sido cuando ella lo vea.
Entonces era un nio, y Leonor volvi a odiar a Enrique, que todos esos
aos la haba mantenido apartada de sus hijos.
Su amado Ricardo viva ms seguro, pues Godofredo no haba sido su
amigo. Tal vez la posicin de Ricardo era ms segura despus de la muerte
de Enrique.
As, mientras lloraba a Godofredo, Leonor pensaba en Ricardo. Era el
hijo en quien haba depositado todas sus esperanzas. Enrique lo saba.
sta era una de las razones por las cuales haca todo lo posible, como ella
sospechaba, para desplazar a Ricardo y poner en su lugar a Juan.
Nunca lo conseguira.
Oh, Dios mo, exclam, jams acabarn las disputas en nuestra
familia?

Ahora, el rey mimaba ms que nunca a Juan, y ste aprovechaba la


situacin con toda la astucia de la cual era capaz. Lo diverta el hecho de

262

que l, que haba nacido Juan sin Tierra, ahora estuviese prximo a recibir
grandes dominios. Lo nico que tena que hacer era engaar a su pobre y
anciano padre, e inducirlo a creer que era un hijo bueno y obediente; poda
hacerlo con bastante facilidad, y dado su carcter, el engao lo complaca.
Al rey le agradaba pasear con l o cabalgar, e iniciarlo, como l mismo
deca, en los deberes de la realeza. Enrique se comportaba como si fuese
indudable que con el tiempo Juan recibira la corona. Si mencionaba a
Ricardo era para desecharlo, como si careciese de importancia; y as el hijo
menor ocupaba el lugar del mayor.
A decir verdad, jams pude amar a tu hermano Ricardo dijo un
da Enrique. Me odi desde que era nio. Su madre lo indujo a eso.
Juan, agradezco a Dios que fueras demasiado joven para sufrir la
influencia de esa mujer.
Jams me habra convencido replic Juan con expresin virtuosa
. Yo habra percibido la verdad.
De veras, hijo mo? A veces pienso que tus hermanos nada
comprendieron. Todos me acarrearon dificultades.
Jams har eso declar Juan.
Gracias a Dios, uno de mis hijos me muestra cierto afecto.
Padre, te compensar por todo lo que sufriste.
Se aproximaba la Navidad, y el rey decidi pasarla en el castillo de
Guildford. El rey orden que se organizaran festejos en la fortaleza
normanda, pues deseaba que todos supieran que su amado hijo Juan
mereca todo su favor. Juan acompa a su padre los dos das que pasaron
all, y era visible que al rey le agradaba mucho la compaa del joven. Se
los vea paseando alrededor de la muralla del castillo, enfrascados en
largas conversaciones: el rey hablaba con entusiasmo, y Juan escuchaba
ansioso, como si estuviera decidido a no perder una sola de esas palabras
sabias.
Juan se alegr mucho cuando a principios del nuevo ao lleg una
bula del papa Urbano, en la cual conceda su aprobacin al deseo de
Enrique, que era convertir a su hijo Juan en rey de Irlanda. La caravana
oficial viaj a Westminster para recibir al cardenal Octaviano, que traa una
corona de oro y plumas de pavo real, los elementos que utilizara el
cardenal para coronar al joven Juan.
Pero nuevamente las pretensiones de Juan no cuajaron, pues antes de
que pudiera celebrarse la coronacin llegaron noticias de Francia. Felipe
era muy distinto de Luis. No era fcil engaarlo. Deca que si Enrique
deseaba mantener la paz, los dos reyes deban encontrarse, pues Felipe
deseaba discutir ciertos asuntos con Enrique.
Por supuesto. Enrique saba que uno de ellos era la situacin de
Alicia. Que hubiera podido retenerla tanto tiempo era casi un milagro.
Quin sino Enrique Plantagenet hubiera podido lograrlo? Eso no poda
durar mucho tiempo.

263

Tendra que postergar la coronacin de Juan y viajar a Francia.


La postergacin irrit un poco a Juan. Se sinti tentado de expresar a
gritos su desaprobacin, a tirarse al suelo y descargar puntapis sobre las
losas. Pero saba que no deba perder los estribos; y el juego consistente en
engaar a su padre para que pensara que era un hijo bueno y obediente le
pareca tan interesante que consigui controlar su clera.
Se dijo que si poda continuar gozando del favor de su padre, si
lograba suplantar a Ricardo, si se converta en rey de Inglaterra, podra
perder los estribos todas las veces que deseara. Entretanto, tena que
reconocer lo que estaba en juego.
De modo que demostrando docilidad y afecto parti con su padre en
direccin a Francia.
Se concert un encuentro, en el cual se discutiran las diferencias
entre los dos reyes; y Felipe afirm que abrigaba la esperanza de que todo
se resolviera satisfactoriamente, de modo que no fuese necesario que
estallase un conflicto entre ellos.

Antes de que comenzara la reunin, llegaron noticias de Bretaa.


Constanza, la esposa de Godofredo, que estaba embarazada cuando su
marido muri, haba dado a luz un nio. Esta vez era un varn.
Enrique se sinti muy complacido. Un nieto! Sus hijos con
excepcin de Juan le haban fallado, y ahora que ansiaba el afecto de la
familia, no era posible que lo obtuviese gracias a la generacin ms joven?
Envi felicitaciones a Constanza de Bretaa, y pens: Tendr que
buscarle otro marido antes de que pase mucho tiempo. Apenas Constanza
se recuperase del parto, el rey se encargara de ello.
Escribi a Constanza que considerara un amable cumplido a su
persona que se llamase Enrique a su nieto.
Por desgracia, pareca que todos estaban muy decididos a ofenderlo.
Incluso el pueblo de Bretaa.
Constanza contest que las campanas haban estado repicando en
todo el territorio de Bretaa para anunciar el nacimiento de un varn. El
pueblo reclamaba imperativamente que se le diese el nombre de Arturo.
Deseaba que se llamase as por el gran rey que haba sido el liberador de
su pueblo.
El hecho pareci ominoso a Enrique, y le irrit que se menospreciaran
sus deseos. De todos modos era un asunto que, en vista de la precariedad
de su posicin actual, deba ignorar.
De modo que el hijo de Godofredo fue bautizado Arturo, como lo
deseaban sus futuros sbditos.

264

FELIPE Y RICARDO

Enrique estaba enfermo. Padeca una incmoda y humillante


enfermedad interna. Si pasaba muchas horas a caballo se fatigaba. Era
irritante. Antao, siempre haba mostrado diez veces ms energa que otros
hombres pero ya no era joven. Tena cincuenta y cuatro aos. Era cierto
que Leonor era doce aos mayor, pero pareca indestructible, y durante los
aos de cautividad haba hecho una vida pacfica, consagrada nicamente
al mantenimiento de su propia juventud y su belleza, y a entretejer intrigas
siempre que tal cosa era posible. En cambio, Enrique haba librado un
combate constante para mantener intactos sus dominios, para retener a
Alicia, y para contener al joven y astuto rey de Francia. Las cosas haban
sido mucho ms fciles cuando Luis viva. El gentil Luis haba sido tan
distinto de su astuto hijo. Quin habra credo que el jovencito malcriado
se haba convertido en un gobernante de tanta importancia? Y ahora,
Enrique tena que enfrentarlo.
Se preparaba para librar la batalla. La conferencia haba fracasado,
como lo haba temido Enrique. Felipe no haba tenido otra intencin que
humillarlo. El rey de Inglaterra nunca haba deseado la batalla. Siempre
haba preferido imponerse mediante una diplomacia astuta. Luis pensaba
lo mismo; pero qu fcil haba sido engaar a Luis con promesas que
Enrique no tena ninguna intencin de cumplir.
Qu diferente era Felipe, el joven y astuto Felipe!
Enrique rez: Dios, aydame. Olvida mis pecados hasta que concluya
la batalla. Despus, marchar a Tierra Santa.
Sonri secamente. As haba salido de difciles situaciones con Luis.
Pobre Luis, que siempre haba sido un hombre piadoso, y se dejaba
engaar con meras palabras. Acaso Enrique crea que podra engaar a
Dios como lo haba hecho con Luis?
No, jams ira a Tierra Santa. Cmo podra hacerlo? Tena que
gobernar sus posesiones.

265

Por lo menos ahora tena consigo a sus hijos. Ricardo el guerrero, y


Juan el amado. Era una merced del cielo. Por lo menos estaban unidos
contra el rey de Francia.

Ricardo estaba inquieto. ltimamente se haba preguntado cules


eran las intenciones de su padre. Tanto se hablaba de Juan, y Juan se
daba tales aires de superioridad incluso frente a su hermano mayor, que
Ricardo se preguntaba si su hermano menor estaba al tanto de cierto plan
de su padre. Cuando Ricardo se reuna con su padre, siempre los separaba
cierto antagonismo. Ambos tenan conciencia de la situacin; Ricardo se
preguntaba a cada momento si su padre estaba engandolo.
Mientras Ricardo cavilaba acerca de este asunto, uno de sus
servidores le dijo que afuera un caballero peda hablar con l. Sorprendido,
Ricardo vio aparecer a Philip de Flandes. Ese hombre ambicioso y
aventurero, que al principio haba pretendido dominar al rey de Francia, y
despus haba tomado las armas contra l, ahora serva en el ejrcito
francs, y eso significaba que haba afrontado considerables peligros para
llegar al campamento enemigo.
Hola, primo dijo Philip de Flandes.
Qu haces aqu? pregunt Ricardo.
Vine a hablar contigo.
Viniste a este campamento?
Philip sonri.
Siempre me agradaron los peligros.
Qu deseas decirme?
Advertirte. Te preparas para luchar contra el rey de Francia.
Olvidaste que el ducado de Aquitania le debe vasallaje? En resumen...
combates a su soberano.
Apoyo a mi padre.
Un padre que se propone desheredarte.
Eso no es cierto.
Qu me dices de tu hermano, a quien l prefiere? Ricardo cudate.
Eres mejor guerrero que tu padre o tu hermano. Piensa, no seas temerario.
Qu deseas que haga? Qu traicione a mi padre? Que me una a
mi enemigo?
No, no te pedir tal cosa, pero el rey de Francia quisiera verte y
hablar contigo.
Desea concertar una tregua?
Desea nicamente hablar contigo.
Cundo?
Ahora.
Viniste para llevarme a l?

266

Ven como ests. Con tu armadura. No te pide que vengas


humildemente. Deseara recibirte como a un amigo... un primo.
Debo decirlo a mi padre?
No, de ningn modo. Felipe desea que ahora vengas conmigo.
Cmo s que puedo confiar en l?
Te da su palabra. Y yo te doy la ma.
Ricardo no sospechaba de su prjimo. Dijo: Ir.
Entonces, salgamos inmediatamente.
Montados en sus caballos atravesaron las lneas, y cuando llegaron al
campamento francs Philip de Flandes llev a Ricardo a la tienda del rey de
Francia.
El rey de Francia sali de su tienda, y mir a Ricardo, montado en su
caballo. Pocos hombres podan montar un caballo como lo haca Ricardo.
Se lo va esplendoroso, casi divino en su reluciente armadura, montado
sobre su caballo de esplndidas gualdrapas.
Ricardo dijo el rey de Francia. Bienvenido, primo.
Qu queris de m Felipe?
Amistad contest Felipe.
Ofrecedla a mi padre.
Nada tengo que ofrecerle. Entra en mi tienda. Hablaremos. El rey
de Francia dispens a Ricardo el gran honor de sostenerle el estribo.
Vaya, Ricardo dijo Felipe, qu alto eres. Un verdadero vikingo.
As me han dicho. Viene de mi antepasado el Conquistador.
Sin duda ests orgulloso de l.
Ambos entraron en la tienda.
Qutate esta armadura que te molesta. Puedes confiar en m.
Ricardo. Mira, estoy desarmado.
En el centro del campo enemigo.
Por Dios Ricardo, creo que sabras defenderte aunque todo mi
ejrcito cayese sobre ti, pero no ser as. Te ped de buena fe que vinieses.
No permitir que sufras ningn dao.
Palabras muy tiernas dijo Ricardo.
Dichas con el corazn.
Despus, Felipe dijo: Sintate aqu, donde puedo verte.
El rey de Francia examin atentamente a Ricardo.
Tenis algo que discutir? pregunt Ricardo.
T y yo no debemos estar en bandos contrarios.
Cmo podra ser de otro modo?
Sera de otro modo si no combatieras junto a tu padre.
No deseo luchar contra l.
No sera la primera vez que l ha luchado contra ti. Ricardo, l te
traicion muchas veces. Qu me dices de mi hermana Alicia? Por qu no
es tu esposa?
Mi padre posterg constantemente el matrimonio.

267

Por qu, Ricardo? Felipe se ech a rer. Corren rumores. Es mi


hermana, e hija de Francia. Se casar contigo, Ricardo, y despus t y yo
seremos verdaderos hermanos. Eres el heredero de Inglaterra, y t y yo
seremos amigos. Las guerras nos destruiran a ambos. Tu padre es mi
enemigo; t no lo eres, y te traje aqu para decirte que si l no es tu
enemigo, tampoco es tu amigo. Luchas de su lado. Por qu? Con el fin de
que l pueda desheredarte y poner a otro en tu lugar? Enga a mi padre...
muchas veces lo enga. Gan la batalla contra Luis VII no con la espada y
la lanza, sino con la astucia; no vencer en la guerra contra Felipe II. Te
pido medites esto. No crees que t y yo deberamos estar del mismo lado?
Ricardo dijo:
Si es eso es todo lo que deseis decirme, me marchar.
No, un momento. No temas. Volvers sano y salvo al campamento
de tu padre.
No temo.
Es cierto, Ricardo. Eres un gran guerrero. Jams te vi sin sentirme
reanimado. Por eso deseo que seas mi amigo.
Ricardo se haba puesto de pie, y Felipe hizo lo mismo; Ricardo era
mucho ms alto.
Noble Ricardo murmur Felipe. S que puedo confiar en ti,
Ricardo S y No. Si dijeras que ser tu amigo, yo s bien que hablaras en
serio. No hay muchos hombres en quienes uno pueda confiar. Soy ocho
aos ms joven que t. Ricardo... tengo veintids inviernos y t treinta...
pero conozco el mundo, y te respeto. Quiero que seas mi amigo.
Me honris dijo Ricardo.
Si me ofreces tu amistad, yo me sentir honrado.
Me ir, y pensar en lo que habis dicho.
Felipe alz la mano de Ricardo y la bes. Despus, le ayud a ponerse
la armadura.
Qu honor dijo a Felipe, el rey de Francia mi ayudante!
Yo soy el honrado dijo suavemente Felipe.
Salieron a la noche. Philip de Flandes, que haba estado esperando, se
adelant.
Llevad a su campamento a mi primo dijo el rey de Francia.

Ricardo pens en la extraa entrevista, y se pregunt qu significaba.


Nadie habra podido mostrarse ms cordial que Felipe. Y por otra parte, le
adverta contra su padre. Era posible que su padre proyectara
desheredarlo? Por qu Felipe se mostraba tan ansioso de ayudarlo?
Quiz porque la hermana era la prometida de Ricardo.'
Ricardo estaba desconcertado.
Apenas rompi el alba, fue a ver a su padre. Enrique tena una

268

expresin demacrada y enfermiza a la dura luz de la maana.


Bienvenido. Ricardo dijo el rey.
Padre, no ests bien.
Es mi enfermedad. Ricardo, no me agrada nuestra oposicin. Me
parece que el rey de Francia est decidido a hacer la guerra.
Se mostr dispuesto a considerar una tregua.
Pero, en qu condiciones? Desea humillarme, obligarme a hacer
esto y aquello.
Te refieres a la necesidad de renunciar a Alicia.
Alicia exclam Enrique. La princesa Alicia? Pero t debes
desposarla.... en el momento oportuno.
La oportunidad ya se retrasa mucho. Olvidas, padre, que tengo
treinta aos, y que Alicia ya no es joven.
Tiene una excelente edad para el matrimonio, y antes t no estabas
dispuesto.
Por qu te preocupa tanto la idea de entregarla?
No estaba pensando en Alicia. Ojal Luis viviese. Con l podra
razonar.
Felipe es ms fuerte que su padre.
Es un joven obstinado.
Creo que es ms sutil que su padre; ser un gobernante astuto.
As lo temo. Eso no es bueno, Ricardo. Deseo evitar un conflicto
directo. No creo conveniente librar una guerra en la cual se derramar
mucha sangre sin objeto.
Quiz no haya alternativa.
He pensado algo. Ricardo, estoy envejeciendo, y los pecados que
comet me pesan. A menudo pens que, despus de todo, debera ir a
Tierra Santa. Recuerdas a Heraclio, el patriarca, y las malas nuevas que
nos trajo. Me sent muy perturbado cuando lo rechac, aunque lo hice por
consejo de mis ministros.
S muy bien dijo framente Ricardo a quin obedecieron cuando
te aconsejaron que no fueses.
Hijo mo, tengo que gobernar mis dominios. Un rey no puede olvidar
su deber hacia el pueblo slo por expiar sus propios pecados.
Es lo que deseas hacer ahora.
No, no. Har una cruzada, y pedir a Felipe que me conceda una
tregua por dos aos mientras estoy lejos. Creo que es un joven cnico pero
ni siquiera l puede atreverse a atacar mis dominios mientras yo lucho en
una Guerra Santa.
Por mi parte, siempre quise combatir al infiel dijo Ricardo.
Lo s, hijo mo. Iremos los dos. Despachar enviados al
campamento del rey francs, y le hablar de mis intenciones.

269

Cuando Felipe conoci el pedido de Enrique, sonri astutamente.


Orden llamar a Philip de Flandes.
Conde, sabis lo que sugiere el rey de Inglaterra? Que le conceda
una tregua de dos aos mientras va a Tierra Santa.
Jams ir a Tierra Santa.
Lo s bien.
Est viejo y enfermo.
Pero todava es un len.
Un len sarnoso.
An puede gruir fieramente y conserva algunos dientes. No lo
olvidemos.
Qu haris, mi seor?
Aceptar la tregua. Que vaya a Tierra Santa, y ya veremos qu ocurre
en sus dominios mientras l est lejos.
Los atacaris? Mientras l participa en una cruzada?
Digamos que no vacilara si se me ofreciera la oportunidad. Pero
tranquilizaos, conde, jams ir a Jerusaln. Es lo mismo que dijo a mi
padre. Quiere nicamente postergar la batalla. No piensa ir a Tierra Santa.
Entonces, qu deseis?
Responder afirmativamente. Habr una tregua de dos aos. Que
ahora vaya a Tierra Santa! Es hora de que Enrique comprenda que adivino
sus planes. Que vaya. Me agradara saber qu decide el rey de Inglaterra.

Aun antes de que regresaran los enviados, la desesperacin domin a


Enrique.
Orden llamar a Ricardo, cuyo conocimiento de la guerra era mucho
mayor que el de Juan.
No confo en Felipe dijo. Si marcho a Jerusaln, cmo sabr lo
que ocurre en mi pas? l no es como el padre.
No convino Ricardo, no es como el padre.
Quiz acepte mis condiciones. Si lo hiciera, acaso podra organizar
una cruzada? Sera posible, Ricardo?
Arriesgaras perder todo si lo hicieras.
Entonces, cmo puedo ir? Y la otra alternativa es la guerra.
Ricardo, te hablar en confianza. Cuando el padre de Felipe era rey, hubo
conflictos entre su pas y el mo. A veces creo que as ser siempre. Qu
debo hacer? Necesito una tregua. Quiero evitar la guerra.
Ricardo mir a su padre. No poda creer que estaba frente al gran
Enrique Plantagenet. Qu envejecido y decado se lo vea! Estaba ms
enfermo de lo que quera reconocer.
Ricardo dijo, debes ver al rey de Francia. Pdele nuevas

270

condiciones para una tregua. No estoy dispuesto a hacer la guerra. Ahora,


el rey de Francia lo desea, y esto puede significar una sola cosa... que tiene
conciencia de su propia fuerza.
T y yo... ver al rey de Francia exclam Ricardo. Me pides que
vaya... a suplicar?
Te pido que vayas con honor, pero veas si puedes conciliarlo.
Ya le ofreciste tus condiciones. Saldrs en una cruzada a cambio de
una tregua de dos aos.
No puedo hacerlo! No me atrevo. No, Ricardo, necesito otras
condiciones.
Y crees que me las ofrecer?
Eres mi hijo, mi hijo mayor...
Me parece que es algo que a menudo olvidas dijo tranquilamente
Ricardo.
Consigue esta tregua y lo recordar siempre.
Haba hablado con sinceridad, pero qu significaba esto para
Enrique Plantagenet?
Veo que es necesario que vaya dijo Ricardo. Debo mostrarme
humilde, y eso no me agrada.
A veces una momentnea humillacin es necesaria para obtener la
gloria.
En todo caso dijo Ricardo, ver al rey de Francia.

Felipe lo esperaba.
Cuando Ricardo entr a caballo en el campamento, el rey de Francia
pens: Qu bello es! Esos fros ojos azules, esos cabellos que no eran rojos
ni amarillos, el vigor del semblante y la figura alta y erguida.
Qu orgulloso deba sentirse de tal hijo el rey de Inglaterra. Y qu
absurdo era que depositara su confianza en Juan. La locura del rey de
Inglaterra era la ventaja del rey de Francia.
Ricardo entreg serenamente su espada a Felipe. Cuando se arrodill
su cabeza no estaba protegida por el yelmo.
Felipe adelant una mano y toc los cabellos rizados.
De pie, Ricardo dijo amablemente.
Lo introdujo en su tienda, como haba hecho antes.
Ricardo dijo: Vengo con humildad. Mi padre pide una tregua.
Felipe sonri astutamente.
Para organizar una cruzada?
No puede ir a Jerusaln. Desea una tregua de modo que ambos
puedan parlamentar y firmar un acuerdo.
Un acuerdo con tu padre! Pero l no sabe cumplir su palabra. Mi
padre concert muchos acuerdos con el rey de Inglaterra, y de qu sirvi

271

eso a Francia?
Aun as, pide condiciones.
En ese caso, nos reuniremos. Vaya, Ricardo, si ahora
combatiramos, lo derrotara.
Nunca fue derrotado. Ansa ahora una tregua porque sabe que al fin
ha llegado el momento de afrontar la derrota.
Ricardo, ser benvolo con tu padre. T lucharas por l. No quiero
que sufras la humillacin de la derrota... o quiz la muerte. Por tu bien,
primo, considerar la posibilidad de esta tregua.
Mi seor, cules son vuestras condiciones?
Felipe mir el rostro bello y orgulloso.
Que el rey de Inglaterra permita que su hijo permanezca un tiempo
a mi lado, de modo que podamos conversar de nuestras dificultades.
Queris decir... un rehn?
Yo no lo llamara as. Sers tratado como un invitado de honor. No
quiero que pienses que eres mi prisionero. Ricardo, deseo tu amistad. S, lo
deseo tanto que estoy dispuesto a considerar la tregua que pide tu padre
cuando en realidad puedo hacer lo que quiero.
Ricardo pens: Un rehn! Porque de eso se trataba. La situacin no le
agradaba. Y la alternativa? La derrota en la batalla. Tena que ceder.

Felipe se esforz por tratar con la mayor cortesa a este invitado.


Deseaba que Ricardo supiera que lo complaca mucho tenerlo en su corte.
Cazaban juntos, y cuando se sentaban a la mesa coman del mismo
plato. As se trataba a los invitados ms distinguidos, y Felipe sugera as
que sa era la posicin de Ricardo. No se senta feliz cuando Ricardo no
estaba cerca. Era frecuente or su voz preguntando por el paradero del
duque de Aquitania.
Dijo a Ricardo: Es costumbre que el principal honor que puede
concederse a un invitado consiste en pedirle que comparta nuestro lecho. Y
eso deseo que hagas, mi amado primo.
Y as se hizo. La amistad entre Ricardo y el rey de Francia estaba
cimentada en una apasionada devocin.
Ricardo comenz a conocer mejor los asuntos de Francia, explicados
por Felipe, y a su vez revel sus propias dificultades. Durante ese perodo
cada uno confi en el otro, porque los una un firme lazo de amor.
Cuando cabalgaban por el bosque, hablaban de sus asuntos, y a
veces, cuando descansaban en el mismo lecho, Felipe hablaba de sus
planes a Ricardo.
Ricardo, tienes que vigilar a tu padre dijo. He visto que no es tu
amigo. Favoreci a tu hermano Enrique, pese a que no le concedi poder; y
cuando Enrique muri se consagr a Juan. S que se propone apartarte en

272

provecho de Juan.
No lo permitir.
Y yo estar a tu lado.
Por qu me trata as?
Porque en cierto sentido te teme. Eres demasiado noble. Tan distinto
de l. Qu criatura tan tosca! Sus ropas a menudo estn sucias... y las
manos. Felipe se estremeci. Mi bello Ricardo, parece imposible que
puedas ser su hijo. Y sin embargo, mrame. Mi padre fue un monje... o lo
habra sido si se le hubiese permitido. T naciste para gobernar, y l te
teme. Tal es la raz del conflicto. Impidi que te casaras con mi hermana.
Ahora intentar desheredarte.
No puede hacerlo. Soy el hijo mayor.
Lo intentar. Desea que Juan tenga lo que es tuyo.
No permitir tal cosa. Y tampoco el pueblo lo aceptar.
Debemos evitar que lo consiga. T y yo cooperaremos. Siempre... T
y yo unidos.

Enrique estaba desconcertado. Qu significaba esa extraa amistad


de su hijo con el rey de Francia? A menudo se los vea juntos. Decase que
el rey de Francia se irritaba cuando Ricardo no estaba cerca.
Era desconcertante. A Enrique no le agradaba que el hermano y el
prometido de Alicia cooperasen.
A veces soportaba intensos dolores. Entonces, su nico deseo era vivir
en paz. Si hubiera podido compartirlo todo con Alicia se habra sentido
satisfecho. Alicia se haba convertido en smbolo para l... era ms que una
amante. Cuando perdiese a Alicia habra perdido la batalla. No saba muy
bien por qu, pero crea que se sera el fin.
Todo eso era absurdo. Saba que era un gran rey. Decase de l que
era el hombre ms temido de la Cristiandad. Y si ahora se senta tan
deprimido, era sencillamente porque estaba viejo y enfermo.
Tena a Juan, y por eso daba gracias a Dios. El pobre anciano que era
ahora necesitaba de Juan, necesitaba de su afecto, necesitaba saber que
no haba fracasado con todos sus hijos. El antiguo Enrique que haba sido
pareca un ser diferente, un individuo que se mantena al margen y miraba
burlonamente. Y ese Enrique deca Confas en Juan? Ya olvidaste al
aguilucho que esperaba el momento de vaciarte los ojos?
Ricardo y Felipe... unidos. Su hijo y el rey de Francia!
Era una amistad peligrosa.
Escribi a Felipe.
Saba que una de las diferencias que los separaban era el compromiso
de Alicia con Ricardo. Este matrimonio se haba postergado demasiado
tiempo. Ricardo jams haba demostrado inters por el asunto. Ahora

273

Enrique tena otros planes. Por ejemplo, entregar todas sus tierras, con
excepcin de Inglaterra y Normanda, a Juan; y Juan se casara con Alicia.
Enrique no haba demostrado su habitual astucia. Como siempre
estaba dispuesto a engaar, haba credo que Felipe era igual.
Pero Felipe estaba enamorado. Siempre trataba de demostrar a
Ricardo que cometa un error al confiar en su padre.
Inmediatamente mostr a Ricardo la carta de Enrique.
Ricardo se enfureci. Amaba apasionadamente a Aquitania. La haba
sometido con la espada, y haba permitido que su madre la recuperase
porque saba que ella era su fiel aliada, y que con el tiempo la recuperara
por completo. Jams renunciara a Aquitania.
Dijo:
Por los ojos de Dios. Felipe, debo defender lo que es mo.
Felipe asinti sabiamente.
Despus agreg con tristeza:
Parece que tendr que permitir que te vayas.
Necesito fortificar mis castillos. Tengo que prepararme contra mi
padre.
Felipe reflexion. Deba perder a su amigo, o retenerlo contra su
voluntad. Amaba a Ricardo, y no deseaba provocar su enojo. Si autorizaba
su partida, de ese modo demostrara la intensidad de su sentimiento.
Decidi que deba realizar el sacrificio.
Ricardo, me duele profundamente separarme de ti, pero tienes
razn cuando afirmas que debes defender tus castillos contra tu padre. De
un momento a otro puede arrebatrtelos, porque sa es su intencin. De
modo que no te dir adis, sino au revoir. Pronto volveremos a vernos.
Quiz cuando llegue el momento, t y yo iremos a Tierra Santa.
Por los ojos de Dios exclam Ricardo. Nada me agradara ms.
Despus, se alej en direccin a Aquitania.

Ricardo haba fortalecido las defensas de sus castillos, y pensaba


partir a Tierra Santa en compaa de Felipe. Nada hubiera podido alegrarlo
ms. Cabalgar al lado de Felipe, dos buenos amigos en una misin
justiciera. Antes de ir a Aquitania, ambos haban hablado casi
exclusivamente de las aventuras que correran en Tierra Santa.
Siempre unidos haba dicho Felipe. Sera la experiencia ms
placentera que conoc jams.
Ricardo recibi noticias de Jerusaln. Heraclio haba preparado al
mundo para lo que ahora estaba ocurriendo. Acaso no haba rogado al rey
Enrique que fuese en ayuda de los cristianos? Le haba explicado la terrible
enfermedad que agobiaba al rey Balduino, y cmo se le caa la carne de los
huesos, y que se encontraba en un estado tan lamentable que no podra

274

vivir mucho ms.


Ahora. Balduino haba muerto; lo haba sucedido su sobrino... un
jovencito que era poco ms que un infante. Ms aun, el heredero del trono
no era robusto, y poco despus haba acompaado a la tumba a su to.
Saladino, el jefe de los infieles, un hombre de accin que no conoca el
miedo, estaba tan decidido a expulsar a los cristianos de Tierra Santa
como stos a conservarla. Era un hombre fiero y valeroso, y no daba
cuartel ni lo peda. Este Saladino se converta rpidamente en leyenda, y
los cristianos temblaban cuando oan su nombre.
Heraclio haba previsto esta situacin. Haba ido a rogar al rey de
Inglaterra que salvase a Jerusaln, porque Enrique de Inglaterra tena
reputacin de ser un hombre fuerte.
Ricardo pens que todos se haban equivocado con su padre.
Enrique ya no era un hombre fuerte; era un anciano dbil. No era l
quien salvara el Santo Sepulcro.
Pero tena un hijo; y por entonces en el corazn de Ricardo alentaba
un vivo deseo.
Fue a Tours, y all aferr la cruz y jur que se unira a una cruzada
destinada a salvar la Tierra Santa.

Ahora que Ricardo se haba ido, Felipe estaba decidido a imponer


condiciones a Enrique. Saba que Enrique haba escrito a Ricardo, y que
ste crea slo a medias en la traicin de su padre. Despus de todo.
Ricardo era hijo de Enrique, y no poda aceptar fcilmente que su propio
padre le deseara mal. Le pareca injusto unirse con otros contra el rey,
incluso si el otro era Felipe.
Felipe conoca bien el carcter de Ricardo, .y su principal objetivo era
ahora demostrarle qu traicionero era Enrique. As, mientras Ricardo
fortaleca las defensas de sus castillos y juraba fidelidad a la cruz en Tours,
el rey de Francia decidi adoptar medidas.
Enrique, adormecido por un falso sentimiento de seguridad, pues
crea que Ricardo haba obtenido una paz temporaria con Felipe, pensaba
regresar a Inglaterra. Ansiaba gozar de cierta paz. Descansara un tiempo
con Alicia. Ella poda cuidarlo, porque el rey necesitaba atencin; y all, en
la paz de uno de sus palacios recuperara la salud y podra prepararse
para lo que Felipe estaba planeando.
La Navidad no fue una fecha muy alegre. Cmo poda serlo, cuando
el rey se senta amenazado y su humor era tan incierto, porque de tanto en
tanto lo acometan intensos dolores? Todos ansiaban el momento de pasar
a Inglaterra, donde el rey podra sentirse ms tranquilo. Por desgracia.
Felipe no deseaba facilitar la situacin de Enrique.
Que Enrique fuese a Inglaterra si as lo deseaba. Cuando llegase el

275

momento, Felipe invadira Normanda, y tendra buenas probabilidades de


xito gracias a la ausencia del monarca. Por otra parte, si Enrique prefera
luchar, que lo hiciera.
Enrique suspir, y comprendi que no podra realizar la ansiada visita
a Inglaterra. Lleg un mensaje de Felipe. Deca que Enrique se haba
apoderado de la dote de Alicia, pero no se haba formalizado el matrimonio.
Cundo se lo hara? Deba devolver las tierras que haba tomado, o
Ricardo tena que casarse sin demora con Alicia.
De nuevo comenzaba todo. El antiguo problema.
Pens: Oh, Alicia, qu har? El momento de la decisin se aproxima
cada vez ms. Luis, por qu tenas que morir y dejarme a este hijo con
quien ahora debo lidiar?
Deban encontrarse en Gisors, una ciudad cuya devolucin reclamaba
Felipe.
Se acercaba el momento en que se vera obligado a separarse de
Alicia?

Dios estaba de su lado. O era Toms Becket? En todo caso de pronto


encontr el modo de resolver sus dificultades.
Antes de que fuera posible comenzar la conferencia de Gisors, entr
en la ciudad el arzobispo de Tiro. Haba odo decir que los reyes de Francia
y de Inglaterra estaban all, y traa malas noticias.
Casi tres meses antes Jerusaln haba cado en manos de Saladino.
Como ya lo saban todos, el pequeo rey haba muerto. Su madre, que
haba vuelto a casarse, haba designado rey de Jerusaln a su segundo
marido. Ahora, Saladino estaba en Jerusaln, y se haba apoderado de la
Sagrada Cruz.
Los cristianos del mundo entero deban sentir el ms profundo pesar.
Haban capturado al rey Guy, y la autntica Cruz estaba en manos de
Saladino. Todos los buenos cristianos deban levantarse en armas y
recuperar las santas reliquias arrebatadas por los infieles.
En presencia de tan abrumadora calamidad, era imposible que los dos
reyes discutiesen sus diferencias. Ahora parecan bastante mezquinos... es
decir, para todos excepto Enrique.
Felipe, que de todos modos haba planeado iniciar una cruzada con
Ricardo, como saba que ste ya haba prestado juramento, declar
inmediatamente su intencin. En una conmovedora ceremonia el arzobispo
de Tiro le ofreci la cruz. Enrique no tuvo ms remedio que aceptarla
tambin. Pero dudaba de que jams llegase a cumplir sus votos. Crea que
esa actitud no era ms que un modo de resolver provisoriamente sus
dificultades. Muchos hombres imitaron el ejemplo, y eran tan numerosos
que fue necesario entregar cruces de distintos colores a las diferentes

276

nacionalidades: rojas para los franceses, blancas para los ingleses y verdes
para los flamencos.
Felipe y Enrique conferenciaron ahora, no como enemigos sino como
aliados, y afirmaron que haran todo lo posible para unir fuerzas en una
cruzada. Necesitaban tiempo para prepararse, y decidieron que les llevara
un ao reunir el dinero indispensable y obtener los elementos apropiados.
Se proponan iniciar la marcha en la Pascua de 1189.
Discutieron el modo de reunir el dinero, y Enrique sugiri que los
hombres que no los acompaasen donaran a la causa la dcima parte de
sus posesiones, y que quienes participaran de la empresa reservaran un
dcimo de sus riquezas para solventar todo lo que necesitaran.
La medida pareci bastante apropiada, y muy aliviado Enrique parti
para Inglaterra.
Encontr a Alicia dominada por la ansiedad, pues saba que el rey de
Francia estaba decidido a lograr que ella se casara.
Enrique la abraz clidamente. Nada ms que de verla evocaba su
propia juventud.
Cules son las novedades, mi seor? pregunt Alicia con
ansiedad.
Todo se ha arreglado. Dios me protege. Creo que fue Santo Toms,
porque pareci un milagro. Alicia, tu hermano es un hombre muy duro.
Tan diferente de tu padre. Es muy astuto, y creo que est haciendo todo lo
posible para destruirme. Alicia se estremeci.
No temas, amor mo. Ser un digno adversario. No es ms que un
joven, y yo soy un hombre que tiene mucha experiencia. Se haba
propuesto reclamar tu casamiento con Ricardo, y entonces apareci el
arzobispo de Tiro con las terribles noticias. Cmo podamos continuar
ocupndonos de tu asunto? Slo podamos hacer una cosa, y era reunimos
y planear nuestra cruzada.
Irs a Palestina!
Quedar en nada. En el curso de mi vida muchas veces se habl de
cruzadas, y yo jams particip en ninguna. No. Puedes estar segura de que
ocurrir algo, y que yo no podr ir a Jerusaln. Tengo obligaciones aqu. No
creo que sea til permitir el desorden y la rebelin en mis territorios
mientras yo estoy combatiendo para recuperar la Ciudad Santa en
beneficio del Cristianismo. Ahora bien, si yo fuese un hombre sin
responsabilidades, pero no es el caso. No temas, Alicia. Estamos unidos, y
solo una cosa puede separarnos.
Qu? pregunt ella.
La muerte replic Enrique. Alicia se estremeci y el rey dijo: Te
he asustado. Sonre, Alicia, sonre para m. No sabes cmo he deseado ver
tu sonrisa.
Y ella sonri, y ambos olvidaron esas fuerzas hostiles que intentaban
dividirlos, y la principal de las cuales era la Muerte.

277

Ricardo recibi complacido la noticia de que la conferencia entre


Felipe y Enrique se haba suspendido porque ambos haban decidido trazar
el plan de una cruzada.
El carcter de Ricardo era tal que, por mucho que detestase a su
padre y por mucho que simpatizara con Felipe, no poda olvidar que era
hijo de Enrique y que los reyes de Francia eran los enemigos naturales de
los reyes de Inglaterra. No deseaba mostrarse desleal con su padre, y si
Enrique hubiese hecho concesiones Ricardo se habra mostrado dispuesto
a mantener cierta armona entre ellos.
El hecho de que Enrique se hubiese comprometido ahora a participar
en una cruzada complaca a Ricardo. Posibilitaba abrigar la esperanza de
una reconciliacin entre el padre y el hijo.
Escribi a su padre pidindole dinero para su propia cruzada.
Adems, como se preparaba para iniciar una empresa peligrosa, le pareca
razonable pedir que los caballeros y los obispos de Inglaterra le jurasen
fidelidad, en su condicin de hijo mayor de su padre y heredero del trono.
Era el eje del problema. Equivala a pedir a Enrique que desmintiese
los rumores de que se propona desheredar a Ricardo en favor de Juan.
Ricardo ya no era un jovencito. Era un hombre que necesitaba
asegurar su futuro; y este asunto de la cruzada haba determinado que el
problema hiciera crisis. Todo dependa de la respuesta de Enrique.
Si aceptaba que Ricardo fuese a Inglaterra para recibir el juramento
de fidelidad, sera evidente que el rumor era falso. En tal caso, sera
evidente que el rey se propona hacerlo su heredero; y una vez prestado el
juramento, Ricardo sera aceptado.
La respuesta de Enrique fue caracterstica de su actitud general; pero
tambin revel a Ricardo la verdadera situacin.
No iran a Jerusaln cada uno por su lado. Ricardo no necesitaba
preocuparse por el dinero, pues el rey y su hijo lo compartiran todo.
Y no se mencionaba en absoluto el juramento que deba prestarse
para garantizar la herencia.
Cuando Ricardo ley la respuesta sus ojos adquirieron la frialdad del
acero, y lo domin una clera que no era menos fiera porque no la revelara
en un estallido de furia.
Ese fue el fin de toda esperanza de armona entre ellos.
Con su respuesta y sobre todo con su actitud, el rey haba
demostrado que estaba dispuesto a contrariar los intereses de Ricardo.
Y comprobar dijo Ricardo que quienes se oponen a m se echan
encima un enemigo implacable.

278

Era inevitable que estallase el conflicto entre Felipe y Enrique.


Cuando se debilit la excitacin provocada por la cruzada, como era
inevitable que ocurriese en vista de que haba que realizar prolongados
preparativos, Felipe record que la meta principal de su vida era expulsar
de Francia a Enrique, y reunir todo el territorio bajo una corona; a su vez
Enrique estaba decidido a mantener su herencia y los territorios que le
haba agregado gracias a su astuta diplomacia. Ambos perseguan con
firmeza sus respectivas metas, y como ellas se contradecan por completo,
necesariamente deba estallar el conflicto.
Felipe convoc nuevamente a una conferencia. Saba que Ricardo
vacilaba. Se haba complicado en hostilidades contra el conde de Tolosa,
un episodio que no inquietaba demasiado a Felipe, pues le ofreca la
oportunidad de reprochar a Enrique la conducta de su hijo. De todos
modos, tena que ayudar al conde de Tolosa, y eso signific que durante un
tiempo Ricardo y Felipe estuvieron enfrentados.
Felipe no deseaba que esta situacin afectase su relacin con Ricardo;
pero el hecho de que, segn Enrique vea las cosas, hubiese dificultades
entre Aquitania y Francia, obligaba al rey de Inglaterra a abandonar ese
pas y dirigirse a Normanda.
Se senta muy inquieto. Saba que el breve respiro haba concluido.
Felipe no permitira que durase demasiado tiempo. Ms aun, el pueblo de
Inglaterra que durante mucho tiempo se haba sentido satisfecho con el
gobierno bastante severo pero justo de Enrique, ahora se quejaba del
Diezmo de Saladino que el rey haba impuesto para solventar los gastos de
la cruzada. Si se preguntaba a la gente, todos afirmaban que eran
verdaderos cristianos, y que les desagradaba la idea de que las Sagradas
Reliquias estuviesen en manos de los infieles; pero cuando llegaba el
momento de pagar un dcimo de sus posesiones para financiar lo gastos de
una expedicin destinada a recuperar dichas reliquias todos se mostraban
menos entusiastas. La vida en Inglaterra no era tan cmoda que no fuese
posible mejorarla; y pareca que el dinero que se extraa del pas era muy
necesario en su propio territorio.
Desde haca mucho tiempo las leyes de bosques provocaban
descontento. A semejanza de sus antepasados normandos, Enrique era
muy aficionado a la caza. Como al Conquistador, le aportaba descanso y
diversin, y era el mejor entretenimiento para un hombre tan activo como
l haba sido siempre. Con el fin de preservar los bosques para su propio
uso tambin en esto como sus antepasados haba considerado
necesario mantener las crueles leyes dictadas por aqullos. Adems, haba
concebido personalmente un sistema legal; y el propsito principal del
mismo era mantener el orden y al mismo tiempo reabastecer
constantemente el tesoro real. Cuando se gobernaba un pas, la necesidad
de dinero era permanente, y al rey le pareca un plan excelente recaudar

279

fondos tanto imponiendo multas como cobrando impuestos.


Decidido a restaurar el orden amenazado durante el reinado del
bondadoso Esteban, Enrique orden que se castigase con la muerte a los
delincuentes. Muchos eran ahorcados y otros sufran la tortura del potro; y
era bastante usual encontrar ahorcados que colgaban de un rbol o de un
patbulo.
El pueblo aceptaba esta situacin porque implicaba la represin del
delito y beneficiaba a los habitantes respetuosos de la ley. Pero lo que
nunca aceptara era el castigo aplicado a quienes infringan las leyes de
bosques. El hombre que entraba en los bosques reales o mataba un venado
o un jabal, a veces porque su familia se mora de hambre, soportaba
terribles castigos. Por el incumplimiento de estas leyes se cortaban brazos,
pies o manos; se arrancaban los ojos; se castraba a los hombres; y si se
consideraba muy grave el delito, se herva vivo al acusado.
Muchas de estas lamentables vctimas mendigaban por los caminos, y
la gente se estremeca al verlas, porque todos saban que el mismo destino
podra haber recado en muchos de ellos. Era simplemente la prueba de
que haban invadido y aprovechado los recursos de los bosques reales.
A causa de las buenas leyes del rey la gente aceptaba eso; pero
cuando muchos comenzaron a pensar que estaban aplicndose impuestos
injustos, recordaron sus motivos de resentimiento. Era lo que estaban
haciendo ahora.
Era otro motivo de inquietud para Enrique. El pueblo de Inglaterra
que, hasta ahora, no le haba dado muchos motivos de ansiedad, pareca
inquieto y se quejaba de su gobierno. Agobiado por esta preocupacin y por
la incomodidad de su dolencia, as como por la conciencia de que su
cuerpo estaba perdiendo su vitalidad excepcional, se dirigi a Francia.

Tena que hablar con Felipe; los respectivos ministros dijeron a ambos
monarcas que si poda concertarse un acuerdo lograran evitar las
consecuencias de una guerra cruel, un conflicto que en el fondo ninguno
de los dos deseaba.
Felipe ansiaba hablar. Su principal meta era demostrar a Ricardo que
su padre lo engaaba. Deseaba obligar a Enrique a reconocerlo. Pero Felipe
era joven y Enrique viejo, y astuto como un zorro; le agradaba formular
promesas con sinceridad en apariencia autntica, pero sin la ms mnima
intencin de cumplirlas jams. Cada rey conoca el propsito de su
interlocutor; el de Felipe recuperarlo todo, y el de Enrique, conservarlo.
Se reunieron bajo un viejo olmo de Gisors, muy conocido porque era
el rbol bajo el cual los reyes de Francia y de Inglaterra se haban reunido
a menudo para tratar de resolver sus diferencias. Los ingleses llegaron
primero, y aprovecharon la sombra, y los franceses tuvieron que esperar al

280

sol, y como era agosto haca mucho calor, los franceses sofocados apenas
pudieron soportar la temperatura. No fue posible llegar a una conclusin
satisfactoria, y Felipe se irrit tanto porque el y sus hombres haban tenido
que soportar el calor del sol mientras sus antagonistas gozaban de la
sombra, y porque el astuto Enrique aparentemente haba salido bien
librado, que orden que se talase el olmo, de modo que no fuera posible
celebrar ms conferencias bajo sus ramas.
Convoc a Ricardo: el duque de Aquitania era vasallo de Felipe, y ste
pudo ordenarle que viniese sin prdida de tiempo.
Cuando Ricardo lleg, Felipe lo abraz afectuosamente.
Hace mucho que estamos separados dijo.
Ricardo replic: Mi seor, me agrada vuestra compaa, pero soy
hijo de mi padre, y en conciencia no puedo actuar contra l.
No puedes, cuando l trabaja sin descanso contra ti? Acaso no te
neg tu herencia?
No lo ha dicho as. Se ha limitado a sugerir que no me dar poder, y
que debo esperar hasta su muerte.
No es lo que piensa realmente. Convocar a una conferencia, y t
estars. Formular mis exigencias de tal modo que l tendr que revelar
sus verdaderos designios en relacin contigo. Despus, t y yo nos
uniremos contra l; seremos los amigos que estbamos destinados a ser,
como lo comprend tan pronto fuiste mi invitado. Dime, Ricardo, puedes
afrontar la verdad?
Mi mayor deseo es conocer la verdad.
Pues bien, espera y yo le propondr mis condiciones; y entonces
veremos.

Los dos reyes se miraron. Ricardo estaba con ellos.


Os ofrezco dijo Felipe todos los territorios que ocup durante el
ltimo conflicto. Ricardo conservar lo que conquist. Pido que se le
entregue como esposa a mi hermana la princesa Alicia, y que ordenis a
vuestros nobles, arzobispos, obispos y a todos los hombres que ejercen
autoridad que juren fidelidad a Ricardo como heredero de vuestros
dominios.
Enrique estaba acorralado. Se le reclamaban las dos cosas que l
haba jurado que jams dara. En primer lugar, Alicia. Era suya, y l quera
conservarla. Ms aun, no deseaba que Ricardo gobernase despus del
propio Enrique. Inglaterra y Normanda eran para Juan. Ricardo poda
conservar a Aquitania; pero Inglaterra ira a manos de Juan.
Qu poda hacer? No haba tiempo para esperar. Al fin estaba
atrapado.
El rey francs sonrea con malevolencia; Ricardo miraba serenamente

281

a su padre, y Enrique permaneca en silencio.


Mi seor, has odo al rey de Francia dijo Ricardo. Jura que
tendr a mi prometida, y que ser reconocido como tu heredero, a lo cual,
en vista de que soy tu hijo mayor, tengo todo el derecho.
Enrique busc vanamente un modo de evitar la situacin. No lo haba.
S, poda prometer; pero por la expresin de los ojos de Felipe y Ricardo era
evidente que se lo obligara a ejecutar sin demora promesas.
De pronto grit:
No. No lo har.
Ricardo lo mir, un tanto asombrado. Despus dijo con voz serena:
Ahora, al fin veo cul es vuestra verdadera intencin. No lo crea posible,
pero ahora s que es as.
Se volvi hacia el rey de Francia, y despus de desabrochar la espada
se la entreg.
Mi seor y soberano, os ofrezco mi fidelidad dijo.
Ricardo haba tomado entre las suyas las manos de Felipe, y Felipe se
inclin en un movimiento rpido y bes las de Ricardo.
Los ojos de ambos se encontraron, y quienes observaban se
maravillaron de la ternura que expresaban.
Enrique estaba profundamente abatido. Ante sus ojos, su propio hijo
juraba fidelidad al enemigo. A causa de Aquitania, Felipe era el seor
feudal de Ricardo; pero ahora se trataba del compromiso de unin con el
rey de Francia contra su propio padre.
Felipe se apresur a decir que aceptaba una tregua hasta enero,
cuando ambos volveran a reunirse. Entretanto, quiz el rey de Inglaterra
considerara los reclamos; y si no poda satisfacerlos, la guerra sera
inevitable.
Felipe haba realizado su propsito. Haba demostrado a Ricardo que
su padre no quera aceptarlo, haba decidido desheredarlo y poner en su
lugar a Juan.
Cuando la conferencia concluy, Enrique soport la mortificacin de
ver a su hijo cabalgar al lado del rey de Francia, y ambos se trataban del
modo ms afectuoso.

282

LA MUERTE DEL GUILA

Lleg la Navidad. Enrique continuaba en Francia, y resida en


Saumur. Se senta muy viejo y enfermo, y el dolor no le daba respiro. Saba
que Ricardo y Felipe estaban reunidos. Se haban propuesto varias
conferencias, pero l haba podido alegar con derecho su enfermedad.
Obtena mucho consuelo de William Marshall, el antiguo amigo y escudero
del joven Enrique, y de su bastardo Godofredo, que siempre le haba
demostrado un afecto ms autntico que cualquiera de sus hijos.
No puedo comprender dijo a William por qu mis hijos se
volvieron contra m. Mi buen Marshall, piensa en esto... Ricardo est con
mi enemigo.
Mi seor, se comporta as porque es vuestro hijo mayor contest
William, que siempre deca la verdad, y porque cree que tratis de
despojarlo de su herencia.
Legar mi corona a quien me plazca contest obstinadamente
Enrique. Aquitania fue siempre para Ricardo.
Cuando pas el invierno, Enrique se sinti un poco mejor, y cuando
en junio Felipe propuso otra conferencia los dos reyes se reunieron en La
Fert Bernard. Con Felipe apareci Ricardo, pues los dos eran
inseparables; y puesto que Felipe quera insistir en que se reconociera a
Ricardo como heredero del trono de Inglaterra y Normanda, llev consigo a
varios dignatarios de la Iglesia, de modo que si Enrique se vea obligado a
pronunciar un juramento hubiera muchos testigos apropiados.
Deseamos la paz dijo Felipe. Reimos acerca de nuestras
mezquinas querellas mientras la Ciudad Santa nos reclama. Hagamos la
paz, hermano. Conocis mis condiciones. El matrimonio de Ricardo con
Alicia y vuestro reconocimiento de que es el heredero de vuestros dominios,
como le corresponde por derecho, puesto que se trata de vuestro hijo
mayor. Ricardo ha jurado que antes de que pase mucho tiempo ir a Tierra
Santa. Vuestro hijo Juan debe tomar la cruz y acompaarlo.

283

Enrique entrecerr los ojos. Que Juan acompaase a Ricardo! Saba


lo que eso significaba. No confiaban en l y en Juan y queran saber dnde
estaba Juan y qu haca. Si participaba de una cruzada a Tierra Santa no
podra apoderarse de la corona de Inglaterra a la muerte de su padre.
No tron Enrique, no aceptar. Pero consentir en que Alicia se
case con Juan.
Volvi los ojos hacia uno de los cardenales a quien haba sobornado
para que lo apoyase. Haba conquistado la confianza de ese hombre
explicndole que mientras el rey de Francia se mostrase hostil al propio
Enrique, l no podra intervenir en la proyectada cruzada a Tierra Santa.
No se atreva a correr el riesgo. Si poda demostrar que tena razn en esta
discusin que los separaba, si el rey de Francia aceptaba las condiciones
del rey de Inglaterra, ya no habra ms demoras.
El cardenal se haba dejado tentar por los generosos regalos del rey de
Inglaterra, y ahora declar que Felipe deba aceptar las condiciones de
Enrique. Qu importaba si la princesa Alicia se casaba con el prncipe
Juan y no con el prncipe Ricardo, sobre todo porque era evidente que
Enrique designara heredero a Juan?
Felipe estaba furioso.
Cmo os atrevis a venir aqu exclam, hediendo al oro del rey.
Creis que no lo huelo? No, no aceptar las condiciones del rey de
Inglaterra. l es quien por honor debe aceptar las mas. Y os digo esto: si
no acepta el matrimonio de mi hermana y el prncipe Ricardo y no ordena
a sus caballeros y a los hombres de la Iglesia que juren fidelidad a Ricardo,
no habr paz entre nosotros. Se volvi hacia Enrique. Juraris?
Los ojos de Enrique se tieron de rojo. Descarg un puo cerrado
sobre la palma de la otra mano.
No grit. Jams. Jams.
La conferencia haba concluido, y de nuevo haba terminado en un
impasse.

Enrique siempre haba amado a la ciudad de Le Mans. Quiz


significaba para l ms que cualquier otra de sus posesiones continentales.
Su padre estaba enterrado all, y apenas regres Enrique fue a rezar a la
tumba de su progenitor.
Qu viejo y cansado se senta, qu hastiado y harto de la batalla.
Pens en su padre, que haba sido un hombre tan alegre y gallardo, y que
haba disputado con tal violencia con su madre. Record esas disputas, el
desprecio que su madre senta por su marido y la antipata con que l le
contestaba. Por supuesto, ella haba sido una mujer dominante y l un
individuo irresponsable y amante del placer: Enrique el joven y Godofredo
se parecan al abuelo.

284

Llamaban Godofredo el Hermoso al hombre que ahora yaca en esta


tumba. Descenda de los rudos condes de Anjou, de quienes se afirmaba
que eran hijos del Demonio. Si era cierta la historia acerca de su
antepasada, que haba cobrado su verdadera forma en la iglesia cuando se
vio obligada a asistir a la Misa, todos descendan de una bruja, y era muy
posible que en definitiva fuesen criaturas del diablo. Acaso l no haba
seducido a la prometida de su hijo cuando ella no era ms que una nia?
Cuando perda los estribos, qu actos no haba cometido? A cuntos
hombres haba asesinado? S, lo posea el Demonio; pero en vista de su
ascendencia satnica por un lado, y por otro de su enrgica madre, nieta
del Conquistador, qu poda esperar?
Su madre haba trabajado para asegurar el xito de Enrique. A su
modo lo haba amado. Tambin su padre, aunque con un sentimiento
distinto, ms afectuoso. Godofredo el Hermoso, amante de muchas
mujeres! Decase que Leonor haba compartido breve tiempo su lecho.
Enrique sonri secamente. De Leonor poda esperarse todo. Por eso todos
esos aos l la haba mantenido prisionera.
Se encogi de hombros. Leonor mereca su destino. No malgastara en
ella su compasin.
Haba venido a esta ciudad en busca de paz, para pensar en su padre
y decirse que todos los gobernantes soportaban angustias. La corona no
traa la paz. Por qu los hombres la buscaban con tal pasin que estaban
dispuestos a jugarse la vida y la vida ajena por ella? Lo hacan por la
gloria. Y adnde iban a parar finalmente? A la tumba.
Se incorpor, y cuando se diriga a su habitacin lleg un mensajero
para informarle que Felipe estaba en marcha. Lo acompaaba Ricardo, y se
encontraban a pocos kilmetros de Le Mans.

Desde las murallas, Enrique pudo ver a los ejrcitos acampados.


Felipe y Ricardo compartan la misma tienda.
Qu hice se pregunt para que mis hijos se alcen en armas contra
m?
Tengo un solo hijo. Godofredo Godofredo el de humilde cuna a
quien confiara incluso la vida.
Pero estaba Juan, a quien deba amar ms que al resto porque era su
hijo legtimo. El menor y el mejor de mis hijos, se dijo Enrique.
Por los ojos de Dios, Juan deba ser su heredero. Si derrotaba a
Felipe, si lograba imponerle sus condiciones, despojara de todo e incluso
de Aquitania a Ricardo.
Recobr parte de su antiguo ardor. Se sinti mejor. Pensaba en la
posibilidad de celebrar una conferencia. Otrora l maniobraba muy bien en
ese tipo de reunin. Siempre poda aventajar a sus antagonistas gracias a

285

su cerebro gil, y por supuesto al viejo truco consistente en aceptar lo que


no tena intencin de cumplir. Pero la gente ya lo conoca. No era posible
practicar los viejos trucos.
No ocuparn Le Mans declar. Es la ciudad que yo prefiero,
donde est la tumba de mi padre.
Odiaba la idea de una batalla frontal. Siempre la haba evitado. Tanto
dependa de la suerte y el nmero, y adems siempre le haba parecido una
destruccin intil. l, que siempre haba dependido de la estrategia,
decidi apelar nuevamente al mismo mtodo.
Decidi provocar un incendio, y como el viento soplaba en la direccin
apropiada las llamas llegaran al campamento francs. En el mejor de los
casos, sera tal la destruccin que el enemigo quedara incapacitado para
luchar; por lo menos, producira confusin. Imparti la orden.
Mientras estaba de pie en la torre, contemplando el incendio, ri para
sus adentros. La estrategia siempre era mejor que el combate mano a
mano.
Pero su alegra de pronto se convirti en consternacin. S, Dios
estaba contra l, porque el viento cambi repentinamente. Fue como una
orden directa del Cielo. En lugar de afectar al campamento francs, el
viento comenz a soplar en direccin a la ciudad.
Enrique descendi de la torre. Sus caballeros, que haban visto lo que
ocurra, esperaban rdenes.
La ciudad ser destruida exclam Enrique. La mano de Dios
est contra nosotros. Slo nos resta salir mientras podamos.
Enrique y sus hombres abandonaron la ciudad, que comenzaba a
convertirse en un mar de llamas, porque el fuego empujado por el viento
comenzaba a hacer presa en las casas.
Enrique se senta profundamente deprimido. Era el desastre
definitivo. Algo le deca que no podra sobrevivir a tantas dificultades. El
renovado vigor que antes tena se esfum por completo.
Cabalg hasta la cima de un monte, y volvi los ojos hacia la ciudad
en llamas.
Su hijo Godofredo estaba con l, y Enrique le dijo: Dios me ha
quitado la ciudad que ms am.
Godofredo dijo: Fue un capricho del tiempo. Quin habra
adivinado que el viento cambiara tan bruscamente?
Es un signo de Dios, y significa que l me abandon. Godofredo,
hijo mo, en mi juventud pas muchos aos en esa ciudad. All est la
tumba de mi padre. Y Dios est reduciendo todo a cenizas.
En un brusco acceso de clera. Enrique agit el puo cerrado en
direccin al Cielo.
Godofredo temi por su padre, y trat de apaciguarlo.
Te ruego, mi seor dijo, considera la situacin. Necesitas ms
que nunca la ayuda de Dios. No blasfemes. No es mejor que niegues

286

humildemente al Seor?
Enrique ri estrepitosamente, y sus ojos se encendieron con la
antigua furia, mientras la sangre le martilleaba en las sienes.
Por qu debo rogar a quien est decidido a destruirme? Por qu
debo honrarlo? Qu hizo por m? Me dio hijos y los volvi contra m. En
ese campamento est mi hijo Ricardo. Godofredo, qu hice para que me
tratase as?
Mi seor, Dios te ha dado mucho. Te dio una corona y la fuerza para
conservarla. Quiz estas dificultades son un modo de probar tu virtud.
Dicen que a Dios le agrada probar a sus preferidos.
Enrique se volvi para mirar a su hijo, y de pronto le aferr el brazo.
Godofredo, fuiste un buen hijo conmigo. Ojal hubieras sido mi hijo
legtimo. Todo habra tomado un sesgo diferente. l te trajo a m, no es
as Y l me dio a mi hijo Juan. Mi hijo Juan ser buen rey, porque estoy
decidido a conseguir que me imite. Es el nico que me demostr afecto.
Tengo a mi hijo Juan.
Godofredo volvi los ojos hacia la ciudad en llamas, y rog a Dios que
no permitiese que el rey descubriera el verdadero carcter de su hijo
menor, pues Godofredo saba que el muchacho era un individuo disipado,
indigno de confianza, hipcrita y mucho menos digno que su hermano
Ricardo, a quien el rey quera desheredar.
Mi seor, agradeced a Dios por lo que te dio; y te ruego que
reanudemos la marcha, pues el enemigo nos perseguir y es necesario que
no te capturen.
Casi en el mismo instante William Marshall se acerc al rey.
El ejrcito francs se acerca dijo William. Cabalgad, mi seor, y
sin perder un instante. Yo y mi gente cubriremos la retirada, pero cabalgad
a toda la velocidad posible.
El rey en retirada! El rey protegido por una retaguardia. Era
desalentador.
William Marshall comprendi que no podran contener a los franceses.
Ricardo vena al frente. Quera ser quien capturase a su padre. Ni siquiera
se haba puesto la armadura, y estaba desarmado.
Una fra furia lo dominaba mientras repeta mentalmente lo que dira
al anciano que haba hecho todo lo posible para desheredarlo
La ciudad en llamas estaba atrs, y un olor acre saturaba el aire.
Ricardo alcanz a ver el grupo de hombres en retirada, y en el centro a su
padre.
Con un grito espole a su caballo. Mientras avanzaba hablaba al viejo.
Qu clase de padre fuiste para mi? Acaso no me odiaste siempre?
Por qu me odiaste? Porque mi madre me amaba. La odiabas, y por lo
tanto me odiaste, y quisiste quitarme lo que por derecho es mo. Padre
antinatural! Ahora, ya vers lo que te ocurre cuando seas mi cautivo.
Un caballero le cerr el paso. Una lanza apuntaba a su cuello

287

Alto, Ricardo de Aquitania dijo una voz a la que Ricardo reconoci.


William Marshall exclam Ricardo. Entonces, me matars?
Sera un acto ignominioso. Sabes que estoy desarmado?
No os matar dijo William Marshall. Dejar esa tarea al
Demonio.
William...!
Nada tengo que deciros dijo William. Sois un traidor a vuestro
propio padre. Y dicho esto, hundi la lanza en el caballo de Ricardo.
El caballo cay, moribundo, y el cuerpo de Ricardo golpe el suelo.
William Marshall oblig a su caballo a volverse y se alej al galope de
su montura.
Ricardo sali ileso, pero como no poda continuar orden a sus
hombres que cesaran en la persecucin. Todos regresaron desconsolados al
campamento francs.

El rey y su grupo de fieles partidarios, entre los cuales estaban


Godofredo y William Marshall, fueron a descansar a un pequeo castillo, y
como el rey estaba muy agotado para continuar la marcha, decidieron
detenerse un rato en ese lugar.
Godofredo estaba al lado del rey, y se quit su propia capa para
cubrirlo, porque aunque corra el mes de junio y haca calor Enrique
temblaba constantemente.
Mientras el rey dorma inquieto, Godofredo y William Marshall
conversaron con algunos de los caballeros del rey, y examinaron la posicin
desesperada en que se hallaban.
William dijo: Debemos ir a Normanda. All podremos reunir a
muchos caballeros fieles a la causa del rey.
Una vez en Normanda observ Godofredo, podemos pedir
refuerzos a Inglaterra.
Es nuestra nica esperanza.
Por la maana, el rey pareci un poco mejor.
Rehus ir a Normanda.
Le Mans est destruida dijo. Jams podr olvidarlo.
Permanecer en Anjou, que es el pas de mi padre. Mi hijo Juan vendr a
buscarme. Es buen guerrero y l reanimar a nuestro ejrcito e infundir
temor al enemigo.
William Marshall evit la mirada del rey. Si el monarca se hubiese
sentido mejor, William habra tenido algo que decir; pero Enrique
necesitaba aferrarse a algo. Que creyese que Juan acudira a ayudarlo.
Dnde est mi hijo Juan? pregunt. Me sorprende que an no
haya llegado.
Mi seor, todava nada sabemos de l dijo Godofredo.

288

Nos sorprender dijo Enrique. Lo conozco. Vendr con sus


hombres para liberarnos. Va lo veris.
Ni Godofredo ni William replicaron.

Los ejrcitos de Felipe estaban ocupando todos los castillos que


encontraban en su camino. Felipe envi un mensaje a Enrique. Estaba
dispuesto a reunirse nuevamente con l, y crea que quiz Enrique ahora
considerara los reclamos del monarca francs.
No deseara que el joven Felipe me viera como estoy ahora dijo
Enrique. Dentro de pocos das me sentir mejor. Demoren la respuesta.
Decidle que estoy enfermo. Ojal llegase Juan. Pero vendr muy pronto.
Los mensajeros regresaron con la respuesta de Felipe. No crea en la
enfermedad del rey. Enrique haba ofrecido tantas excusas durante su vida
y haba dicho tantas mentiras que ahora nadie le crea.
Felipe continu su marcha, y uno tras otro cayeron los castillos que
hallaba en su camino.
De nuevo Felipe propuso una conferencia, y otra vez Enrique replic
que estaba demasiado enfermo.
Lleg la respuesta: El rey de Francia est fatigado de las constantes
excusas del rey de Inglaterra. Debe acudir a la conferencia o afrontar el
resultado.
De modo que tena que aceptar. Apenas poda montar a caballo.
Si mi hijo estuviese aqu, ocupara mi lugar dijo Enrique.
Razonara con mi enemigo y el traidor de mi hijo.

Era difcil sostenerse sobre el caballo. William Marshall lo ayudaba de


un lado, y Godofredo del otro. Estaban preparados para sostenerlo si caa.
Oh, Dios mo, por qu me siento as. Enrique Plantagenet, otrora tan
orgulloso, ahora un rey vencido con un cuerpo agobiado por el dolor, y
abandonado por mi propio hijo. Oh, Juan, el menor y el ms amado de
todos, dnde ests?
Le leyeron las condiciones de Felipe.
Deba aceptar las observaciones del rey de Francia, y rendir homenaje
por todos los territorios que tena en el Continente. Cuando Ricardo
regresara de Jerusaln, deban darle a la princesa Alicia, y sera
proclamado heredero de todos los territorios de su padre. Enrique deba
pagar a Felipe el costo de la guerra. Si no cumpla las condiciones del
tratado, sus caballeros y sus barones juraran que lo abandonaran para
unirse a Ricardo.
Enrique inclin la cabeza. La humillacin era ms de lo que poda

289

soportar. Estaban matndolo.


Sin embargo, tena que aceptar. En efecto, cul era la alternativa?
Convertirse en prisionero de su enemigo. EI orgulloso Enrique, prisionero
del joven rey de Francia y su propio hijo!
Insoportable.
Tena que aceptar. Despus, cuando recuperase la salud, hallara el
medio de evitar las condiciones que le haban impuesto. Cuntas veces
haba ignorado sus convenios! Haba sido parte de su poltica. A eso deba
su xito.
Acept. Su humillacin era total. Pero faltaba algo.
Ahora que haba aceptado las condiciones de la paz, se le exigi algo
ms. Se haba comportado injustamente con su hijo; haba tratado de
despojarlo de su herencia. No habra recriminaciones. Ahora, deba dar a
Ricardo el beso de la paz en presencia de todos los que all estaban
reunidos.
Ricardo se acerc, montado en su caballo. Un hombre joven, el cuerpo
erguido, bello como un dios ahora que el sol le iluminaba los cabellos
rubios. El rey de Francia lo contemplaba con amor y orgullo.
Los ojos enrojecidos de Enrique, que trasuntaban un odio fiero,
miraron los ojos azul acero de su hijo. Se abrazaron.
Enrique no pudo controlar su clera.
Ruego a Dios dijo que pueda vivir lo suficiente para vengarme
adecuadamente de ti.
Ricardo sonri framente. El odio entre ambos era profundo.

Decidieron llevarlo al castillo de Chinon porque estaba cerca, y


Enrique no poda soportar un viaje prolongado.
Godofredo orden que trajesen una litera, y protestando, pero no
mucho, el rey de Inglaterra acept que lo acostasen en ella.
Pronto llegar mi hijo Juan dijo. Y entonces, podr planear mi
venganza. Ricardo jams tendr la corona.
Cuando llegaron al castillo se sinti mejor. Vivira para volver a luchar.
Cuando se haba visto obligado a dar a Ricardo el beso de la paz su clera
haba sido tan intensa que haba reanimado el antiguo espritu.
Tendr mi venganza dijo. Es necesario.
Yaca en el lecho, cubierto por la manta de Godofredo porque estaba
tan fatigado que no quiso desvestirse.
Godofredo dijo, del lado de Felipe y Ricardo haba muchos
caballeros que hubieran debido estar conmigo. Desertaron. Me
abandonaron para unirse a mi enemigo.
As es, mi seor. Y muchos ms nos han abandonado.
Deseo saber quines son.

290

Godofredo asinti.
Es bueno conocer a los traidores.
Enva un hombre al rey de Francia. Pdele este favor. Deseo una
lista de todos los caballeros que me abandonaron. No puede negrmelo.
As se har, mi seor.
El rey asinti y cerr los ojos.
Qudate conmigo, Godofredo dijo. Tu presencia me reconforta.
Es bueno saber que tengo amigos fieles. No desespero, si bien jams las
cosas fueron tan sombras como ahora. Afront algunas situaciones
desesperadas, pero ninguna como sta. Pero saldr bien del aprieto. No lo
dudes. Godofredo. Pronto llegar mi hijo Juan, y l y yo, contigo,
Godofredo, y William Marshall y los hombres a quienes estara dispuesto a
confiar la vida... trazaremos un plan. Deseo que me traigan a mi hijo
Ricardo convertido en un cautivo miserable. Ir a unirse con su madre en
la crcel. Pinsalo. Godofredo. Mi esposa y mis hijos contra m!
Trata de descansar, seor. Necesitas dormir.
Lo intentar, Godofredo. Despirtame apenas llegue Juan.
Eso har, mi seor contest Godofredo.

El rey se despert sobresaltado.


Es Juan? pregunt.
No, mi seor. Es la lista enviada por el rey de Francia contest
Godofredo. La lista de caballeros que desertaron y se unieron a Felipe y a
Ricardo.
Ah. Ahora conocer a los traidores. Que me lean la lista.
Hubo un breve silencio.
El rey dijo: Estoy pronto.
Pero tampoco ahora hubo respuesta.
Qu hay? exclam el rey. Por qu no me lees los nombres de
los traidores?
El primero de la lista es...
Qu te ocurre, hombre? Quin es el primero de la lista?
Mi seor, es el prncipe Juan.

Yaca enfermo y silencioso.


No poda creerlo. Quiso verlo por s mismo. S, estaba claramente
escrito. El prncipe Juan encabezaba la lista. Por eso l haba esperado en
vano.
Por qu, Juan, por qu?
Imagin el rostro de su hijo. Adivin los pensamientos que haba

291

detrs de ese rostro encantador. Padre, porque ests acabado. Te


vencieron. Cmo podra acompaarte si no tienes nada que ofrecerme?
Ricardo comienza a prevalecer. En poco tiempo ms ser rey. No puedo
darme el lujo de ofender al nuevo rey de Inglaterra, aunque ahora t
mismo seas rey.
Solo, enfermo y abandonado.
Se pregunt: Qu me importa ahora? Nada. Dejadme morir. Soy un
rey vencido. Oh, qu vergenza que esto le ocurra a Enrique Plantagenet.
Abandonado por mi hijo ms amado, por Juan. No fue por ti, hijo mo,
que provoqu esta guerra? Ricardo me odiaba, y no haca secreto de eso. Y
t... fingiste amarme y te cre. De veras te cre? Acaso en el fondo de mi
corazn no lo saba?
Record el cuadro del muro de Winchester. Los aguiluchos voraces
matando al padre y el ms joven esperando la oportunidad de vaciarle los
ojos.
Juan, eso es lo que me hiciste. Me vaciaste los ojos. Ya no deseo vivir.
Ahora nada ms importa. Lo he perdido todo. Mientras cre en ti tena
motivos para continuar. Pero me mentiste, me engaaste, a escondidas te
reas de m. Juan, eres un monstruo. Todos mis hijos se volvieron contra
m. No hubo uno que no alzara su mano y tratara de apualarme por la
espalda. Todos.... y ahora esa bestia que est en la prisin, la madre de mis
hijos... se re de m.
Enrique, mira a lo que llegaste. T, el orgulloso, el arbitro de nuestros
destinos, dnde ests ahora? Nos remos de ti, Enrique. Ya no tienes
poder para perjudicarnos.
No saba muy bien dnde estaba. De pronto, sinti fro. Estaba en la
casita de Rosamunda. La bella Rosamunda, a quien tanto haba amado. Se
haba convertido en Alicia. Alicia, Alicia, qu ser ahora de ti? Irs a
manos de Ricardo, sers su esposa. Jams te perdonar que me hayas
amado, que me hayas dado un hijo. l es duro y cruel. Lo s. Alicia, he
mirado sus ojos helados. Alicia, mi querida Alicia, qu ser de ti?
Por qu senta ese frescor maravilloso? Abri los ojos. Su hijo
Godofredo 1e abanicaba el rostro.
Oh, Godofredo, mi buen Godofredo. Ojal hubieras sido mi hijo
legtimo. Qu haces all?
Trato de espantar las moscas. Hace tanto calor. Mi seor, puedo
traeros algo?
No me llames mi seor. Llmame padre. Fuiste un verdadero hijo
para m. Por qu fuiste tan bueno conmigo y los hijos de mi reina me
abandonaron? Me han destruido, y el ms joven fue el ms daino.
Esperaba serenamente el momento de arrancarme los ojos. Godofredo, hijo
mo, Dios te recompensar.
Padre, no quiero recompensas dijo Godofredo. Si te he servido y
conquistado tu afecto, eso es bastante recompensa.

292

Godofredo, en el dedo tengo un anillo de zafiro. Nunca me


importaron esas baratijas, pero las llevaba por lo que valen. Tmala. Es
tuya. Cuando la mires, Godofredo, recurdame.
Godofredo tom el anillo y bes la mano de su padre.
Dios te bendiga, a ti que fuiste verdaderamente un hijo.
Godofredo se sent al lado del lecho, y el delirio se acentu en
Enrique.
Debera tener un sacerdote dijo el joven porque se aproxima su
fin.
No haba sacerdote. Los clrigos se haban alejado, lo mismo que la
mayora de los caballeros. No haba nada que ganar permaneciendo al lado
de un rey muerto y derrotado.
Godofredo permaneci all con William Marshall, y mientras ambos
miraban, el rey dej de murmurar y se le pusieron vidriosos los ojos. De
pronto habl. William se inclin para or las palabras.
Oh, la vergenza de un rey vencido murmur el rey.
Y despus, vieron que haba muerto.

Lo llevaron a la abada de Fontevrault, y lo depositaron en la iglesia.


Con l estaban unos pocos hombres. El resto lo haba despojado de sus
ropas y sus joyas.
Ricardo vino a ver el cadver de su padre. Lo mir fijamente, el rostro
impasible, y nadie supo qu sentimientos haba en su corazn.
William Marshall tambin estaba all, y mir a Ricardo, cuya
expresin no cambi.
William pens: Es mi fin. Jams me perdonar lo que hice.
Ricardo habl.
William Marshall, fuiste mi enemigo hace pocos das. Mataste mi
caballo, que me derrib al suelo.
As fue, mi seor rey, y en esas circunstancias volvera a hacer lo
mismo.
Ricardo asinti.
Ahora soy tu rey. Tratars de matarme?
No, porque sois el verdadero rey. Serv antes al rey, y por eso sus
enemigos eran mis enemigos.
Ricardo nada dijo y se volvi, y William Marshall se pregunt cul
sera su destino. La muerte o las mazmorras?

Cuando Ricardo sala de Fontevrault pidi a William Marshall que


caminase con l.

293

Vuelve a Inglaterra dijo. Guarda mi reino hasta que yo vaya.


William lo mir desconcertado.
Yo, mi seor?
S, t replic Ricardo. Me agradan los hombres fieles.
William Marshall se volvi hacia Ricardo. Dijo: El rey ha muerto.
Viva el rey.
Eso bastaba.
La noticia lleg a Inglaterra. El rey ha muerto. Hay un nuevo rey,
Ricardo I.
La princesa Alicia recibi la noticia en sus habitaciones de
Westminster. La acometi un temblor, y se encerr en su dormitorio.
Era imposible. l haba muerto. Estaba sola. Qu sera de ella?
La casaran con Ricardo. No podra soportarlo. Haba odo decir que
era un hombre fro, que su hermano Felipe lo amaba, y que Ricardo
retribua ese sentimiento.
Estaba demasiado aturdida para llorar.
Lo nico que poda hacer era murmurar: Qu ser de m?
En Salisbury, la reina Leonor recibi la noticia.
l estaba muerto. Ese hombre tan vital a quien ella otrora haba
amado, y despus odiado e insultado. No poda creerlo. Enrique
Plantagenet muerto.
Oy el relato de sus ltimas horas. Todos se haban vuelto contra l.
Se lo tena merecido. Haba intentado desheredar a Ricardo, el hijo a quien
ella ms amaba.
Se adverta un cambio en la atmsfera. Ahora todo sera diferente. Se
toc la cara. Era una vieja. Sesenta y siete aos, y tanto tiempo en
cautividad. Sus dos maridos haban muerto, y sus amantes tambin: y ella
continuaba viviendo.
Tendra algo por lo cual vivir; siempre haba sido as. Ella siempre
haba amado la vida. Por eso era joven incluso a los sesenta y siete aos.
Pero ahora se le ofreca una nueva vida. La libertad! Y podra
acompaar a su amado hijo. Ella y Ricardo estaran unidos, como Leonor
siempre haba deseado que ocurriese.
Pronto recuperara la libertad. l haba prometido que sera su primer
acto de gobierno.
El da entero esper en la torre. Antes de ponerse el sol apareci un
grupo de jinetes que vena hacia el castillo.
Leonor descendi para recibirlos.
Haba acertado. Saba que poda confiar en Ricardo.
Saludos del rey a su reverenciada madre.
Estaba libre.

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