Plaidy Jean - Los Reyes Plantagenet 02 - La Rebelion de Los Aguiluchos
Plaidy Jean - Los Reyes Plantagenet 02 - La Rebelion de Los Aguiluchos
Plaidy Jean - Los Reyes Plantagenet 02 - La Rebelion de Los Aguiluchos
La Rebelin de
los Aguiluchos
Los Reyes Plantagenet II
Ttulo original
The revolt of the Eaglets
Edicin original
Robert Hale
Cubierta
Farr
Como si ella, una mujer de tanto mundo, pudiese pretender que l le fuera
fiel! Lo cual no era exactamente el caso. Como tantas mujeres de su clase,
ella estaba dispuesta a aceptar la aventura casual. El hecho que le irritaba
era que Enrique pudiese amar realmente a alguien como amaba a
Rosamunda, y que tuviese hijos con ella, que esa mujer fuese una persona
a la cual l poda acudir en busca de paz y confortamiento, alguien que
pudiera ser para l una esposa como su reina no haba podido serlo. Esa
situacin provocaba el odio de Leonor, y la induca a buscar el modo de
vengarse eficazmente de su marido.
Que lo intentase.
Rosamunda era tan distinta. Enrique recordaba el da que la haba
conocido en el castillo de su padre en Shropshire, donde el monarca haba
descansado, en el curso de una expedicin a Gales; ella haba sido una
joven e inocente virgen; Enrique la haba deseado y nadie se haba atrevido
a negarle lo que l quera: ni el padre de la joven, sir Walter Clifford, ni la
bella Rosamunda; y despus... ella haba sido como una esposa para
Enrique. Una criatura afectuosa y dcil, que jams se quejaba de las
infidelidades de su amante, que jams buscaba recompensas para s
misma, que estaba siempre dispuesta cuando l necesitaba su
confortamiento.
Enrique se consideraba un hombre afortunado porque tena a
Rosamunda, y ahora que Leonor se haba alejado, poda traerla sin riesgo a
la Corte. Abrigaba la esperanza de que su esposa jams retornara a
Inglaterra.
Un grito lo arranc de su grato ensueo.
Contest:
Qu ocurre?
Uno de sus servidores vena corriendo.
Mi seor, varios jinetes se acercan al castillo.
Fue hacia la ventana. S, eran jinetes. Y venan de Inglaterra.
Dificultades! Sin duda, dificultades graves. Quin se haba alzado ahora
contra l? Bien, apresurara su regreso, y as se reunira antes con
Rosamunda.
Estaba en el saln cuando llegaron los jinetes. Se arrojaron a los pies
de Enrique y l exclam impaciente:
Qu ocurre? Qu ocurre?
Mi seor, el arzobispo de Canterbury ha muerto.
Muerto!
Mi seor, asesinado, en su propia catedral.
Oh, Dios mo, no. No puede ser verdad. Quin lo hizo?
Mi seor, cuatro de vuestros caballeros. Reginald FitzUrse, William
de Tracy, Hugh de Morville y Richard el Bretn.
Mis caballeros repiti el rey.
Los mensajeros inclinaron la cabeza.
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de su marido, ella haba sentido celos de Toms, porque saba que el rey
prefera la conversacin de Becket a la de cualquier otro.
Maldita sea la reina exclam el rey.
Ahora no deba perder los estribos. Necesitaba toda su lucidez. Pens
en sus vasallos, los que de mala gana lo aceptaban como soberano.
Estaran muy dispuestos a murmurar contra l, el hombre que mereca
una rotunda maldicin porque era culpable de haber derramado la sangre
del mrtir.
Permaneci en su habitacin casi todos esos das. No fue a comer a la
mesa. Sus servidores y los caballeros hablaban en voz baja. Decan: El rey
est profundamente afectado por la muerte de Toms Becket.
Cuando llegaron los mensajeros, fueron llevados inmediatamente a la
presencia del rey.
Tenan mucho que decir acerca de lo que estaba ocurriendo en
Canterbury. La gente aseguraba que la noche del crimen se haba desatado
una violenta tormenta. Los relmpagos eran horripilantes. Y muchos se
asustaron ante el estruendo que se abati sobre la Catedral. Una ciega se
haba inclinado y besado las piedras manchadas con la sangre de Toms, y
de pronto haba recuperado la visin.
La gente aflua a Canterbury; all iban los enfermos y los tullidos.
Decase que Cristo haba conferido a Toms el poder de curar.
Era peor de lo que Enrique haba temido. Tambin llegaron noticias de
Tusculum.
El Papa se encerr en sus habitaciones apenas conoci la noticia del
asesinato. Durante ocho das permaneci recluido, porque segn dijo
quera llorar a su hijo bienamado. Cuando reapareci, orden que no se
admitiera en su presencia a ningn ingls.
Entretanto, el arzobispo de Sens haba denunciado a Enrique, rey de
Inglaterra, como asesino de Toms, y el rey de Francia se uni a las
acusaciones del arzobispo.
Enrique saba que era apenas cuestin de tiempo antes de que lo
excomulgaran.
Un autntico desastre. Pero no era hombre de ceder en la adversidad.
De hecho, precisamente en ocasiones as, mostraba su notable habilidad.
Haba hecho todo lo posible. Haba escrito al Papa para explicar lo
ocurrido. Slo poda manifestar su pesar, y mostrar que lloraba esa muerte
con la misma sinceridad que los dems.
Nada ms poda hacer para convencer al mundo de su inocencia; y si
el mundo rehusaba creerle, Enrique no tena ms alternativa que
demostrar el podero que poda desplegar.
Siempre haba tratado de ampliar sus dominios, y durante mucho
tiempo haba puesto los ojos en Irlanda.
Aparentemente, era una oportunidad adecuada para demostrar al
mundo que a nadie le convena subestimarlo. Sus caballeros haban
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su patrimonio!
Tu padre es el hombre ms codicioso de la tierra le haba dicho su
madre. Jams soltar nada de lo que ha aferrado.
Cunto odio haba entre esos dos! l y sus hermanos lo haban
percibido; en secreto se haban agrupado para apoyar a su madre contra el
padre. Ella los amaba, y aunque Ricardo era su favorito, Leonor haba
demostrado que todos le importaban apasionadamente. Pareca que cuanto
ms odiaba a su marido, ms amaba a sus hijos.
El rey la haba tratado mal. No tena derecho de introducir en la
nursery a su bastardo Godofredo. El hijo de una prostituta vulgar, que
haba marchado de campamento en campamento, y dado un hijo al rey... y
ese hijo estaba en la nursery de la reina! Era demasiado para una mujer
orgullosa, y si esa mujer era Leonor de Aquitania, por supuesto tenan que
suscitarse problemas.
Leonor le haba dicho:
Enrique, hijo mo, tu padre te hizo rey. Lo hizo slo para desairar a
Toms Becket. Sabe que el viejo se enfurecer porque no estuvo aqu para
coronarte. Le pesar, pero su pesar ser tu bendicin. Como tu padre te
hizo rey, no debe sorprenderse si actas como tal. Y Leonor haba redo
estrepitosamente ante la idea; y despus, l haba sentido particular
hostilidad ante la tacaera de su padre; a causa de las palabras de su
madre senta ms hostilidad que nunca hacia su padre. Su madre siempre
les haba subrayado todos los defectos del rey, y el nico que no la
escuchaba era el bastardo Godofredo. Godofredo adoraba al rey; y cuando
el monarca llegaba a la nursery, Godofredo trataba de llamar su atencin,
cosa que invariablemente lograba, pues el rey siempre escuchaba lo que
Godofredo el Bastardo haba aprendido, y asenta con expresin
aprobadora.
Ahora, el joven Enrique crea que su padre actuaba as para molestar
a la reina. A medida que uno creca, comenzaba a entender muchas cosas.
Vuestro padre os usar como peones en una partida de ajedrez
haba dicho la reina. Mirad cmo os cas sin pediros opinin!
Era cierto. El joven Enrique tena esposa; era Margarita, la hija del rey
de Francia. Ahora ella estaba en Aquitania con Leonor, y la reina se
encargaba de su educacin hasta que llegase el momento en que ella
pudiese reunirse con Enrique y compartir su lecho, su techo y la corona.
La propia Margarita an no haba sido coronada, y el rey de Francia estaba
muy irritado por esto; pero Enrique haba prometido que ella tambin
recibira la corona, y cuando llegase el momento, Enrique imaginaba que la
vida conyugal comenzara.
Enrique tena tan escasas oportunidades de demostrar su condicin
real que cuando se le ofreci una la aprovech sin vacilar. Lo haba hecho
recientemente, cuando Toms Becket fue a verlo.
Haba rehusado ver al anciano. Se haba sentido un tanto incmodo
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Pero Roger de York tena razn. Ahora que era rey, no poda tolerar
atropellos.
Record el fasto de la coronacin, cuando haba ceido la corona, en
la solemne ceremonia, y despus el banquete que su padre el rey le haba
ofrecido.
Los hombres miraban asombrados el espectculo. La idea de que un
rey y sobre todo ese rey se inclinase reverente ante su propio hijo era
incongruente.
Uno de ellos le haba dicho despus:
Que espectculo. El rey mismo se arrodill ante vos!
Por qu el hijo de un conde no puede arrodillarse ante el hijo de un
rey? replic Enrique; y muchos repitieron la observacin, pues en verdad
era cierto que el joven Enrique era hijo del rey de Inglaterra, y el rey de
Inglaterra no era ms que el hijo del conde de Anjou.
Desde ese da, haba tenido profunda conciencia de su ttulo, y a
medida que pasaba el tiempo se acentuaba su resentimiento.
Era rey desde haca seis meses, y todava lo trataban como a un nio.
Eso no poda ser. Hablara con su padre. Pero eso deca ahora. Las cosas
seran distintas cuando compareciese ante l. Entonces temera, como
teman todos los hombres, fuesen prncipes o siervos; teman que ese
peligroso color le tiese el rostro y se le enrojeciese el blanco de los ojos, y
el terrible temperamento estallase, como si en vez de un hombre fuese un
len rugiente dispuesto a destruir a todos los que se cruzaban en su
camino.
Uno de estos das, cuando tu padre se deje dominar por uno de sus
accesos de clera, ser el fin de su vida. Era la voz de su madre, serena y
burlona, la voz que le sugera ideas que de no haber sido por ella jams
habra concebido.
Haban llegado mensajeros al castillo. Los mensajeros siempre le
interesaban. Qu noticias traan? Un mensaje de su padre? Deba
reunirse con l en Normanda, o dondequiera estuviese? Deba comandar
una tropa de soldados? Tendra al fin su propio territorio y sus castillos?
Mi seor dijo uno de los caballeros, hay un mensajero de
Canterbury.
De Canterbury... pero mi padre est del otro lado del mar.
Mi seor, no viene de vuestro padre.
De Canterbury! Del arzobispo! Pero no quiero recibir al arzobispo.
He dicho que no recibir a quienes no me agradan.
Mi seor, trae malas noticias.
Entonces, dile que comparezca ante m.
Lleg el mensajero. Hizo una profunda reverencia.
Mi seor, hoy os traigo malas noticias. El arzobispo de Canterbury
fue asesinado en su Catedral.
Asesinado! exclam Enrique. Cmo es posible?
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totalmente de Enrique.
Cuando estaba en sus jardines a menudo pensaba en Enrique; los
apuestos trovadores taan sus lades y la miraban con sentimientos de
amor y deseo que sin duda eran fingidos, pues Leonor tena casi cincuenta
aos, y aunque haba sido una mujer excepcionalmente bella y todava lo
era, haba llevado una vida aventurera y el tiempo haba dejado su huella.
Ella recordaba la poca en que se haban amado apasionadamente y ella se
haba divorciado de Luis, rey de Francia, para casarse con Enrique. l
haba ansiado la unin tanto como ella, pero eso poda haber sido
consecuencia del deseo de apoderarse de Aquitania, porque Enrique
siempre haba tenido hambre de tierras. A veces, ella crea que l ansiaba
conquistar el mundo entero. Pero aunque Aquitania hubiera sido la
principal atraccin, l haba ocultado el hecho, y esos primeros aos de
matrimonio seguramente haban dado a Enrique parte de la satisfaccin
que la propia Leonor haba sentido. Los una una intensa atraccin fsica...
de eso no haba duda; pero Enrique, el rey sensual, que toda su vida haba
tomado lo que deseaba y cuando lo deseaba, pronto se haba mostrado
infiel. Ahora, la reina poda recordar regocijada su propia furia el da que
haba descubierto la infidelidad de Enrique, a causa del pequeo bastardo
Godofredo que el rey haba llevado a la nursery.
Qu gloriosa batalla haban sostenido, y cmo haba gozado Leonor
con la situacin; la complaca ver la clera de su marido, porque en cierto
modo ese sentimiento lo debilitaba. Cuando perda los estribos y
descargaba puntapis sobre objetos inanimados, cuando se arrojaba al
suelo y rodaba dominado por la clera, y desgarraba con los dientes la paja
sucia, estaba traicionndose. Ese enorme poder y esa fuerza que
normalmente lo caracterizaban, en cierto modo perdan relieve en el
hombre que poda controlar a los ejrcitos, pero no saba dominar su
propia naturaleza.
Leonor no poda dejar de pensar en l, y por extrao que pareciera, el
odio que le profesaba la absorba, lo mismo que haba ocurrido otrora con
el amor que le tena. Antao, ella habra hecho todo lo que estaba a su
alcance para impulsarlo; ahora, utilizaba la misma energa para destruirlo.
Cunto amaba a esta ciudad. Su ciudad! Y l, Enrique, era duque de
Aquitania, pero no continuara sindolo. El ttulo estaba destinado a su
bienamado hijo Ricardo; y cuando Ricardo fuese duque de Aquitania lo
sera realmente. Enrique no tena inconveniente en conceder ttulos a sus
hijos, mientras se entendiese bien que esos honores no implicaban poder. A
l le tocaba gobernar, como comenzaba a comprenderlo el joven Enrique,
que se senta tan orgulloso de que lo llamasen rey.
Pero no siempre sera as. Ya el pueblo de Aquitania comenzaba a
sospechar la relacin existente entre el rey y la reina; ya nadie dudaba de
que la fidelidad de todos era para la reina. Siempre que ella atravesaba a
caballo las calles, el pueblo vea pasar a su duquesa; y jams se sometera
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crea que sus hijas no le guardaban rencor porque las haba abandonado.
Como sus restantes hijos, ellas se complacan en or ancdotas de las
tempestuosas aventuras de su madre. Marie era quiz la ms atractiva de
las hermanas. Era bella, y tena un ingenio espontneo que encantaba a
todos, incluso a su madre. Escriba exquisita poesa, y Leonor se senta
muy complacida de ver el afecto que una a sus dos hijos ms queridos,
Marie y Ricardo.
A esta corte feliz llegaron los mensajeros de Inglaterra, con la noticia
de que Toms Becket, arzobispo de Canterbury, haba sido asesinado en su
Catedral.
Los ojos de Leonor brillaron excitados.
Asesinado! exclam. Y por los caballeros del rey! Todos
sabemos quin es el verdadero asesino.
Ricardo y Godofredo la miraron horrorizados. Leonor pens que eran
jvenes muy inteligentes. Tan inteligentes, que comprendan la importancia
de la noticia.
La Cristiandad entera se alzar horrorizada contra el responsable
de este crimen profetiz Leonor. Todos se volvern contra el asesino de
un hombre as.
Ri en voz alta. No poda contenerse.
Sera divertido ver el efecto de este hecho, pues ella saba que se
trataba de un asunto grave. Sus ecos se difundiran por el mundo entero, y
el resultado no sera muy satisfactorio para el hombre a quien ella odiaba.
Ahora haba llegado el momento de que los enemigos de Enrique se
alzaran contra l.
Mir a sus hijos y dijo lentamente:
Llegar el momento en que reclamis lo que os pertenece. Ha
llegado la hora de la accin.
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LA PRINCESA ALICIA
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divorcio sobre esa base significaba que ninguno de los cnyuges poda
volver a casarse. Por consiguiente, era evidente que el rey no hablaba en
serio cuando afirmaba que se divorciara de la reina.
Rosamunda se senta intranquila. Imaginaba que en la vida de una
mujer que estaba en su situacin, llegaba inevitablemente el momento en
que deba preguntarse cul sera su futuro. Rosamunda no se preocupaba
por su futuro material. Saba que, incluso si dejaba de amarla, el rey
siempre atendera sus necesidades y las de sus hijos. No era eso lo que la
preocupaba.
Lo mismo que todos, Rosamunda se haba estremecido cuando recibi
la noticia del asesinato de Becket. Saba que el rey estaba profundamente
implicado con ese hombre. Muchas veces l haba llegado a la casita de
Rosamunda y se lo vea desconcertado y colrico, entristecido, y todo a
causa de Toms Becket. A menudo hablaba con ella, pero en realidad
pensaba en voz alta... en ocasiones renegaba y aluda a la gran amistad
que los una, y otras mencionaba los cien modos que Toms haba
descubierto para fastidiarlo. Cierta vez haba dicho: No habr paz para
m mientras Toms Becket sea arzobispo de Canterbury. Ojal Dios me
libre de ese hombre.
Cuando ella supo que Toms haba sido muerto, no pudo olvidar lo
que Enrique le haba dicho. Y rememoraba a cada momento las veces que
Enrique haba dado rienda suelta a su clera contra el arzobispo. Esas
veces, l la atemorizaba con la violencia de su furia, y solo la cariosa
solicitud de Rosamunda haba impedido que l perdiese por completo los
estribos. En tales ocasiones ella lo calmaba manifestndose de acuerdo con
l, ofrecindole su simpata, y repitindole que no importaba lo que dijese o
hiciera, ella crea que l tena razn.
Y ahora... Becket.
Rosamunda pensaba constantemente en l. Haba odo lo que haba
ocurrido en la Catedral despus de su muerte. Las visitas de los
peregrinos, los enfermos y los tullidos. La gente crea que si besaba las
piedras sobre las cuales se haba derramado su sangre, obtendra una
autntica bendicin y quiz se le perdonaran los pecados.
Pero esta vez ella no poda decirse ni decir al rey: Lo que hiciste
estuvo bien.
Toms Becket se interpona entre ellos.
Enrique percibi el cambio que haba sobrevenido en ella. Esa actitud
lo frustraba, y levantaba una barrera entre ambos. Rosamunda sonrea y
se mostraba tan amable y cariosa como siempre; l era un hombre
ardiente; pero algo haba cambiado en sus relaciones, y los dos lo saban.
Ahora no senta con Rosamunda el mismo confortamiento de siempre.
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dice!
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Una viva clera se apoder del rey. Cerr el puo y sinti la tentacin
de descargarlo sobre esos ojos sin luz. Pero estaba ante un hombre
moribundo, y el miedo y un remordimiento terrible muy pronto se
impusieron a su furia. Permaneci inmvil, el puo en alto.
Arrepentos, mi seor murmur el obispo. Pedid el perdn de
Dios por este hecho terrible.
El obispo de pronto qued inmvil. El rey llam: Venid pronto, el
obispo se muere.
Se alegr de escapar de la cmara de la muerte. Tema, y el temor lo
irritaba.
Toms murmur. Querrs perseguirme eternamente?
Tena que huir. Necesitaba borrar de su mente el recuerdo de Toms,
el recuerdo del obispo moribundo.
Su reaccin usual habra sido acudir cuanto antes a Rosamunda;
ahora pens que la inocencia de los nios que jugaban en la nursery real
poda tranquilizarlo ms eficazmente.
Cuando los reyes de Irlanda supieron que Enrique Plantagenet haba
desembarcado, se apresuraron a jurarle lealtad. Los jefes y los reyes de
lugares como Waterford, Cork y Limerick estaban ansiosos de evitar la
guerra. Temblaban ante el podero del rey de Inglaterra. Eran celtas,
hombres altos y elegantes, de piel curtida por el tiempo. Vestan tnicas de
lana toscamente tejidas, y sus armas de guerra eran muy primitivas, pues
tenan nicamente espadas, lanzas y hachas. Aunque eran belicosos, a
menudo pareca que tenan escasa voluntad de pelear; eran
apasionadamente aficionados a la msica, y muchos tocaban el arpa.
Tenan casas de madera y barro; el pas era verde y frtil, el clima clido y
hmedo. A Enrique le agrad lo que vio, y record a sus servidores que
tanto su abuelo como su bisabuelo haban pensado conquistar el pas,
pero no haban podido hacerlo a causa de sus compromisos en Inglaterra y
Normanda. Ahora Enrique, cuyos territorios eran cada vez ms extensos,
se dispona a realizar el antiguo sueo.
En Waterford recibi el homenaje de los principejos, y dispuso que le
pagaran un pequeo tributo anual como smbolo de que lo aceptaban por
soberano.
Lleg a Dubln en noviembre. Instal su cuartel general en el palacio
de madera que all se levantaba; y envi a sus dos comisionados, Hugh de
Lacy y William Fitzalden, para parlamentar con Roderico, el rey de
Connaught, que era el principal de todos los principejos. Se reunieron a
orillas del Shannon, donde Roderico expres en trminos inequvocos que
como se consideraba el verdadero gobernante de Irlanda no tena la ms
mnima intencin de abdicar en favor de Enrique de Inglaterra.
Cuando Enrique recibi el mensaje se enfureci. Hasta ese momento
todo se haba desarrollado sin tropiezos. Le habra agradado entrar
directamente en batalla para mostrar a ese reyezuelo que l era el amo,
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pero su ojo de soldado vio inmediatamente que las montaas eran muy
empinadas y el tiempo demasiado hmedo, de modo que no podra iniciar
una campaa triunfal. Maldijo a Roderico el nico que se haba alzado
contra l y jur que apenas cambiase el tiempo lo obligara a cambiar su
actitud.
Lleg la Navidad. A Enrique no le desagrad celebrar la fiesta en
Dubln. Se acercaba el aniversario de la muerte de Toms, y Enrique saba
que en Inglaterra y Francia la gente recordara. Por eso ms vala que en la
ocasin l estuviese lejos.
Los irlandeses que haban decidido aceptarlo como seor le rindieron
grandes homenajes. Incluso le construyeron un palacio fuera de los muros
de la ciudad. Lo levantaron en muy poco tiempo, y era de barro. Enrique se
senta muy orgulloso de su palacio. Afirm que se realizara una gran
celebracin el da de Navidad, y que l invitara a su mesa a la totalidad de
sus nuevos y fieles sbditos.
Despus, orden a sus cocineros que prepararan una extraordinaria
comida, con el fin de impresionar tanto a esa gente que hablase del asunto
durante muchos aos, y de que Roderico de Connaught se enterase de la
riqueza del nuevo seor de Irlanda.
Se celebraron grandes festejos y hubo mucha alegra, y Enrique
escuch con semblante grave y apreciativo las canciones y la msica de
arpa de sus nuevos sbditos.
Poco despus de las festividades, orden que los obispos de Irlanda le
jurasen fidelidad, y una vez hecho esto escribi al Papa, y pidi a Alejandro
que lo aceptara y aceptara a sus herederos como gobernantes de Irlanda.
Todo se desarrollaba bien, pero la nica excepcin era el irritante
Roderico, que afirmaba constantemente su decisin de oponerse al rey.
Enrique se propuso tomar por la fuerza lo que Roderico no quera darle,
pero el tiempo era todava demasiado traicionero para realizar una
campaa. El viento silbaba furioso en las proximidades del ro; y llova
torrencialmente; incluso el soldado ms inexperto vea claramente que en
tales condiciones no era posible desarrollar con xito una campaa.
Pas enero y lleg febrero, pero se mantuvo el mal tiempo, y Enrique
no tuvo ms remedio que esperar.
Todo el mes de marzo esper, y cuando se dispona a aplastar
definitivamente la resistencia de Roderico, llegaron barcos de Inglaterra.
Traan noticias inquietantes.
Durante el aniversario de la muerte de Toms, los peregrinos haban
afluido a Canterbury. Muchos afirmaban que sus enfermedades haban
curado en el santuario del mrtir. Todos decan que Toms era un santo.
Lo que era todava peor, el Papa haba enviado a los cardenales
Theodwine y Albert a Normanda, con orden de hallar al rey.
Por qu esperan en Normanda? pregunt Enrique. Por que
no vienen a Inglaterra?
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el rostro del rey, cmo pareca que se le salan los ojos de las rbitas, y esa
terrible furia comenzaba a desplegarse. Los hombres sensatos se
apartaban de l cuando se encontraba en esa condicin.
De todos modos, tenan razn. Haba que hacer algo, pero deba ser
una actitud ms sutil que la confrontacin directa con su padre, y el
reclamo de que se le concediesen sus derechos.
Entretanto, ira a Inglaterra, el pas que ms le agradaba, porque all
era rey; y cuando su padre se ausentaba, l poda hacerse la ilusin de que
gobernaba a la nacin.
No pudo engaarse mucho tiempo. Apenas haba estado un mes en
Westminster cuando lleg su padre.
Se descorazon. Siempre haba sido as. Por mucho que renegara
contra l cuando estaba con sus amigos, era suficiente que apareciese su
padre para que el hijo se sometiera sin vacilar.
O decir dijo el rey, que pasaste una alegre Navidad en Bures.
Creo que mis... que nuestros sbditos se sintieron complacidos con
la celebracin que organic.
El mayor de los Enriques asinti lentamente.
Parece que simpatizas con mis sbditos normandos. Es bueno que
as sea, porque dentro de poco iremos a Normanda.
Iremos... balbuce el joven Enrique.
Dije iremos, y me refer a ti y a m.
Necesitars que yo permanezca en Inglaterra mientras t ests en
Normanda.
Mi magistrado Richard de Lacy goza de mi total confianza.
Padre, prefiero permanecer aqu. Ya estuve bastante en Normanda.
El rey enarc el ceo, y el hijo se alarm al ver los labios apretados y
el centelleo de los ojos que advertan al observador que tena que andarse
con cuidado; eran las seales de peligro.
Pens que deseabas que yo... comenz a decir el joven Enrique.
Te dije lo que deseaba. Te preparars para ir a Normanda. Hijo mo,
deseo all tu compaa.
S, mi seor dijo en voz baja el joven rey.
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Pero s.
Alicia, murmur Enrique, creo que eres una nia sensata.
Sabes algo de las cosas del mundo, verdad?
Un poco, mi seor.
Y estoy seguro de que querrs saber ms. Alicia, yo ser tu maestro.
Despus que la sedujo en un estilo gentil y experto, la conciencia
inquiet un poco a Enrique. Pero se calm muy pronto, porque se dijo que
cuidara de la nia. S, tena que explorar la posibilidad de divorciarse de
Leonor, y si era posible se casara con Alicia. Su inocencia era
encantadora; no sera difcil conseguir que ella lo adorase. Le enseara
como haba enseado a Rosamunda, y si se casaban lo cual era muy
posible Alicia no necesitara tener escrpulos acerca de sus propios
pecados. Y si no llegaban a eso, pues bien... a su debido tiempo sera la
esposa de Ricardo.
Pero Enrique no deseaba pensar que ella perteneca a otro
Amaba a su pequea y confiada Alicia. Era exactamente lo que l
necesitaba ahora; as poda olvidar la prueba que lo esperaba Podra
olvidar las frustraciones, la irritacin y la ansiedad que comenzaba a sentir
con sus hijos.
Mi querida Alicia le dijo al odo antes de separarse, ste es
nuestro secreto. No hables a nadie de lo que hubo entre nosotros. Confo
en ti. Y muy pronto sers mi reina y yo depositar una corona sobre tu
cabeza, y juntos iremos a todas partes.
Ella se mostr exttica y maravillada. El rey era tan poderoso y tan
inteligente. A Alicia no le haba agradado mucho lo que haba visto de
Ricardo. Pero el rey le evitara ese matrimonio. Por supuesto, eso hara.
Estaba pensando desposarla.
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EL REY Y LA REINA
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monasterio de Savigny.
Malhumorado, al extremo de que todos los hombres teman acercarse,
no fuese que perdiese los estribos por la ms mnima falta, el rey cabalg
en direccin al monasterio. Que l, el rey de Inglaterra, fuese convocado de
ese modo era inconcebible. Y sin embargo, no era una situacin tan
inverosmil. Tena que afrontar el hecho de que en la Cristiandad el Papa
era ms poderoso que el rey de Inglaterra. Acaso no era se el eje de la
disputa entre el propio Enrique y Toms Becket?
ntimamente maldijo al Papa, y salud con frialdad a los cardenales.
Haba viajado mucho, les dijo irritado, y soportado graves incomodidades
para verlos. Estaba comprometido en una importante campaa en Irlanda.
Para demostrar respeto y honrar a Su Santidad haba venido; pero deseaba
que ellos explicasen sin perder tiempo qu deseaba el Papa, pues varios
asuntos importantes reclamaban su atencin.
Esto le dijo el cardenal Theodwine, mi seor rey, es de suma
importancia. Tiene que ver no slo con vuestro poder temporal, sino con la
existencia misma de vuestra alma.
Enrique se sinti un tanto conmovido. Jams haba dudado de la
posibilidad de capear las tormentas terrenales, pero el pensamiento de lo
desconocido poda intimidar a la mayora de los hombres; y en vista de la
vida que l llevaba, cmo poda tener la certeza de que lograra evitar una
muerte repentina? Enrique nunca estaba muy lejos de los campos de
batalla, y un rey poda en cualquier momento ser la vctima de la lanza o la
flecha de un asesino. Todas las noches, cuando se retiraba a descansar,
tema la perspectiva de no volver a contemplar la luz del da.
Toms haba sido abatido en la culminacin de su gloria espiritual.
Una maldicin para Toms! No haba modo de evitarlo.
Qu se me pedir? gru.
Ser necesario cumplir un castigo.
Un castigo! Por qu? Me consideris culpable de ese asesinato?
Quienes cometieron el hecho eran vuestros hombres. Actuaron por
vuestra orden.
No impart tales rdenes, ni permitir que se diga que yo mand a
ejecutar ese acto.
Mi seor, ser necesario que lo juris.
Necesario! Quin formula tales normas? Olvidis, seor, que
hablis con el rey de Inglaterra.
Actuamos por mandato de Su Santidad el Papa.
Os digo que aqu soy el amo.
Venimos por orden del amo espiritual de todos contestaron los
cardenales.
Os recordar que stas son mis tierras, y que os conviene no
olvidarlo.
Haca lo posible para controlar su carcter. Senta que la sangre se le
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suba a la cabeza.
El cardenal Albert dijo:
Ahora os dejaremos, mi seor, para que pensis lo que debe
hacerse. Maana volveremos a conversar con vos.
En la habitacin que le haban reservado, cerr los puos y se los
mordi, hasta que se tieron de rojo y azul, con las marcas de sus dientes.
Por los brazos, los ojos y los dientes de Dios! exclam. Toms,
jams me dejars en paz. Ojal nunca te hubiera visto. Por qu no llegaste
a morir en tu cama?
Era demasiado astuto y sensato para creer que poda desafiar al Papa.
Si lo haca, apenas saliera de Normanda comenzaran las rebeliones.
Tendra que permanecer aqu para afrontar la situacin. Y qu ocurrira
en Inglaterra mientras l estaba en Normanda? All tambin tena
enemigos. La excomunin, la prdida de sus posesiones. No, deba adoptar
una actitud prudente. No le quedaba alternativa. Era necesario ceder.
Al da siguiente fue a reunirse con los cardenales, y ahora su actitud
era ms serena.
Bien exclam, qu deseis de m?
Mi seor, deseamos lo siguiente. Debis sostener en la mano los
Santos Evangelios, mientras juris que no ordenasteis ni quisisteis la
muerte de Toms Becket, arzobispo de Canterbury.
Enrique medit un momento. Por supuesto, lo haba deseado. Quin
no hubiera deseado la muerte de un hombre que provocaba tantas
dificultades? Haba preguntado a sus caballeros por qu no lo libraban del
irritante clrigo. Pero al mismo tiempo se deca que no haba deseado el
asesinato de Toms. Era su querido amigo, y ojal Dios no hubiese deseado
que lo matasen tan brutalmente en la Catedral.
Sostuvo con las manos los Evangelios. Pens: es cierto, Toms. Ojal
pudiramos estar de nuevo juntos, como hacamos cuando recorramos el
pas. Siempre te quise. Slo cuando te convertiste en arzobispo hubo
dificultades entre nosotros.
Le exigan algn tipo de castigo. Por qu, si no haba tenido nada que
ver con el asesinato? Era ms fcil aceptar lo que peda que jurar sobre el
libro santo.
Mi seor, el Papa os pide que sostengis a doscientos caballeros
durante un ao, para la defensa de Jerusaln.
Lo har dijo Enrique. Siempre era sencillo prometer dinero,
porque invariablemente haba muchas razones que impedan cumplir lo
pactado.
Aceptaris que los peticionantes apelen libremente al Papa.
Ahora comenzaban a entrometerse con las Constituciones de
Clarendon, el asunto que haba motivado la disputa con Toms. Bien, si
era necesario, que as fuese. Deba desembarazarse cuanto antes de tan
ingrato asunto, para continuar la importante tarea de defender su dominio.
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asunto todo lo posible. Pero era una cuestin acerca de la cual no deseaba
pensar.
Se realiz una gran ceremonia en Poitiers, y el rubio jovencito de
quince aos ocup el asiento del abad en la abada de Saint-Hilaire, donde
acept la lanza y el estandarte de los duques de Aquitania, las insignias de
su nuevo cargo.
Cmo vivaba la gente! Leonor miraba, suavizada esta vez por el afecto
y el orgullo que le inspiraba ese hijo, su favorito.
El pueblo lo ama dijo a Enrique, exultante; y agreg astutamente
: Para ellos no es extranjero. Pertenece a Aquitania.
Lo cual era un modo de recordar que jams haban aceptado a
Enrique Plantagenet como duque, y se haban limitado a soportarlo, slo
porque era el marido de su duquesa.
No importaba. Que ella se vanagloriase. A su tiempo aprendera quin
era el amo. Una vez que l se divorciara... Sera posible? Enrique ya
estaba imaginando sus disculpas a Rosamunda. Debo casarme con Alicia.
Alicia tiene sangre real. Para m es una necesidad poltica desposar a la
hija del rey de Francia.
Pero primero tena que desembarazarse de Leonor. Se pregunt cmo
reaccionara ella ante la sugerencia.
Entretanto, haba que terminar la ceremonia de la coronacin de
Ricardo como duque. Despus, habra una ceremonia en Limoges, donde
Ricardo recibira el anillo de Saint Valerie, al que se consideraba sagrado,
pues decase que haba pertenecido al Santo Patrono de la ciudad.
Despus, con el anillo en el dedo, el hermoso joven de cabellos
dorados recibi, en el altar de la catedral, la espada y las espuelas
correspondientes a las antiguas rdenes de caballera.
Verlo de pie, con su tnica de seda, la corona de oro en la cabeza y el
estandarte de Aquitania en las manos... Leonor se sinti ms conmovida
que lo que haba sido el caso durante muchos aos; y vio en este joven la
principal esperanza tanto del propio Ricardo como de ella misma.
Y al lado estaba su marido, tosco, feo, si se lo comparaba con su
apuesto hijo. Y ella se regodeaba en el odio que senta por ese hombre a
quien otrora haba amado, y que se haba atrevido, durante los primeros
aos de su matrimonio, cuando ella estaba dispuesta a ofrecerle su amor
total, a traicionarla con la primera mujer que se le cruzaba en el camino.
Pens: mi orgullo y tu lascivia han destruido este matrimonio. Nos
enemistamos, y por Dios y sus santos, te juro. Enrique Plantagenet, que no
descansar hasta que te haya destruido y puesto a mis hijos en tu lugar.
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hija y esposa del joven Enrique, nunca haba merecido ese honor.
Qu significa eso? pregunt. Acaso no creis que mi hija es la
esposa del joven rey?
Nada de eso. Siempre dije que sera coronada en un momento
apropiado; y as se har.
Entonces, por qu esa coronacin no se realiz?
Porque no haba llegado el momento oportuno.
No veo la razn de que as sea.
Enrique mir a Luis, padre de su querida y pequea Alicia. Qu dira
Luis si Enrique le deca que amaba a su hija menor, la prometida de
Ricardo, que ya haba desflorado a la nia y estaba decidido a retenerla
como amante, y si era posible a desposarla?
Sonri ntimamente ante la idea, y evoc el recuerdo del cuerpo
aniado y delicioso.
Ser como deseis dijo Enrique. Esos jvenes sern enviados
ahora mismo a Inglaterra. Prepararemos una nueva coronacin de
Enrique, y esta vez Margarita lo acompaar.
Luis asinti. El rey de Inglaterra estaba dispuesto a hacer
concesiones.
Deseara que el arzobispo Rotrou los acompae a Inglaterra, y
presida la ceremonia.
Mi querido hermano, un arzobispo extranjero dirigiendo esta
ceremonia? Nunca se procedi as.
La alternativa sera Roger de York, verdad?
Roger de York coron a mi hijo.
Traicion al arzobispo de Canterbury dijo firmemente Luis. No
quisiera que mi hija sea coronada por quien traicion a un hombre tan
grande.
Enrique guard silencio; haba comenzado a mover los dedos. De
modo que este antiguo monje, este marido de Leonor que haba provocado
las burlas de su ex mujer los primeros tiempos de su matrimonio con
Enrique, este rey trivial quera indicarle cmo gobernar su reino? Por los
ojos de Dios... pens, y despus: pero es el padre de mi pequea Alicia.
Debo andarme con cuidado. Cuando me divorcie de Leonor y pblicamente
meta a Alicia en mi cama, necesitar el apoyo de su padre.
No deseo que Roger de York asista siquiera a la ceremonia
continu Luis. Ni el arzobispo de Londres y Salisbury. Fueron todos
enemigos del santo arzobispo, y contribuyeron mucho a su lamentable fin.
A mis ojos, contaminaran cualquier ceremonia a la cual asistieran.
Enrique pens en la pequea Alicia y dijo: Ser como deseis.
El arzobispo Rotrou presidir la ceremonia de coronacin de los
jvenes.
Luis se desconcert un poco. Haba previsto protestas. Observaba un
cambio sutil en Enrique. Pens que poda atribuirse a la muerte del mrtir,
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padre.
De modo que salieron de Inglaterra apenas tuvieron vientos
favorables, y Luis los recibi alegremente en su corte, que entonces estaba
en Chartres.
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por derecho propio. En ese caso, podras reflexionar sin ninguna prisa
acerca del mejor modo de conseguir lo que necesitas.
Tienes razn exclam Enrique. Me has infundido una gran
esperanza. T y el rey de Francia.
El rey de Francia sera un aliado muy poderoso dijo la reina. No
lo olvides.
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sern mos.
Pero yo soy el conde de Anjou.... y... estos castillos son parte de mis
tierras.
Tienes ttulos que yo te conced. Puedo quitrtelos, si as lo deseo.
Recurdalo. Enrique. Hay un rey de Inglaterra, un conde de Anjou y un
duque de Normanda mientras yo viva.
Me diste esos ttulos.
Son ttulos nada ms. Si yo muriese maana, Inglaterra, Anjou y
Normanda seran tuyas. Pero no estoy muerto. Ni pienso morir, para que
poseas ahora lo que, si esperas lo suficiente, a su debido tiempo ser tuyo.
Ya no soy un nio exclam Enrique.
Entonces, por qu te comportas como si lo fueses?
No estoy comportndome como un nio. No admitir que me
ordenen que haga esto y aquello. Quiero tierras para gobernarlas. Si
deseas Normanda, dame Inglaterra. Quiero valerme solo.
El rey ri desdeosamente.
Crees que podras mantener estos dominios bajo tu mando?
Puedo. S, puedo hacerlo.
No puedes, y yo lo s. Tienes que aprender a gobernar.
Qu edad tenas cuando fuiste duque de Normanda y rey de
Inglaterra?
Haba aprendido a gobernar cuando recib tales honores.
Aprender. He aprendido.
Por los ojos de Dios, pens Enrique, qu error fue coronar rey a este
nio! Durante mi reinado entero jams comet peor error... excepto cuando
design arzobispo de Canterbury a Toms Becket.
Hars lo que te diga replic secamente.
Otros creen que no debes tratarme as.
Quin lo piensa? El rey de Francia.
Y tambin algunos de mis caballeros.
Entonces, discutes nuestros asuntos con un rey extranjero?
Luis es mi padre poltico.
Y sin duda le agradara provocar dificultades en mi dominio. Luis es
nuestro enemigo... nuestro enemigo natural. Podemos concertar treguas y
hacer la paz con l gracias a estos matrimonios, pero de todos modos l es
el rey de Francia y yo soy el rey de Inglaterra, y por eso somos enemigos.
Con respecto a tus caballeros, me agradara saber quines son los
individuos que proponen y promueven la traicin. Te dir lo siguiente, hijo
mo. No sern tus caballeros mucho tiempo ms.
Te digo que no aceptar que me trates as. Si eres rey, tambin yo lo
soy.
Porque yo lo quise.
Poco importa quin lo quiso. Soy rey, y se me acepta como tal.
Era cierto.
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El padre y el hijo cabalgaban uno al lado del otro. Tendr que vigilarlo,
pensaba el rey. Creo que su madre lo incita a la rebelin. Comienzo a creer
que nunca tuve peor enemigo que mi esposa. Pero el muchacho es joven;
pronto lo obligar a obedecer. Al mismo tiempo, la situacin lo entristeca.
Qu grato hubiera sido tener un hijo afectuoso, en quien confiar. Siempre
haba abrigado la esperanza de que as sera con Enrique. Saba que
Ricardo jams lo amara. Su mente haba sido envenenada a edad muy
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la reina cautiva, pues imaginaba muy bien qu desastre poda provocar ella
si la dejaba all. Quiz convenciera a alguien de que la liberase, y una vez
que pudiese actuar sin restricciones, era perfectamente concebible que
acarrease problemas. El lugar ms seguro para Leonor era un castillo, y su
carcelero deba ser alguien en quien Enrique pudiese confiar.
Tambin llevara a Margarita, la esposa del joven Enrique, que
felizmente estaba bajo la guardia del rey; en efecto, su condicin de
cnyuge del joven Enrique la converta en enemiga del monarca.
Otro asunto se le manifestaba claramente. Era necesario interrumpir
esta sucesin de desastres. Ya no fingira que era inocente del asesinato de
Becket, porque pareca muy probable que los hechos del ltimo ao fuesen
consecuencia de lo que haba ocurrido en la catedral de Canterbury. Le
pareci que mientras no obtuviese la absolucin, no poda esperar que
mejorase su propia suerte.
Su reino y su alma estaban en peligro. Deba salvar a ambos.
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perdn.
Pienso a menudo en eso contest ella.
La vio un poco sombra y eso lo impacient. Pronto comenzara a
hablar de la necesidad de entrar en un convento. Enrique no deseaba or
nada parecido. Acuda a Rosamunda para distraerse, y lo complaca que
ella se contentara con la suerte que l le ofreca.
Mis pecados me agobian dijo Rosamunda. Creo que necesito
perdn.
T, Rosamunda? Acaso jams hiciste algo que no fuese dulce y
bueno?
He vivido en pecado y tenido hijos que son bastardos.
Aliviaste la suerte de tu rey, y le obedeciste. Es tu deber, querida.
Rosamunda suspir, y nada dijo.
Despus, Enrique pens que la actitud penitente de Rosamunda
despus de todo no era un inconveniente. Si lograba divorciarse de Leonor,
querra casarse con Alicia. En esas condiciones, le acomodaba
perfectamente que Rosamunda entrase en un convento para expiar sus
pecados y le permitiese desposar tranquilamente a la nia.
De modo que no rechazara del todo la idea del convento. Ms aun, le
convena fomentar la idea de pecado, por si despus necesitaba utilizarla.
Sonri tiernamente. Siempre poda contar con que su Rosamunda lo
complacera.
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Confiando en que haba hecho las paces con el Cielo y en que Santo
Toms Becket lo ayudaba a defender su dominio, Enrique se dispuso a
abordar la proteccin de sus posesiones fuera de Inglaterra. No poda creer
realmente que sus hijos lucharan contra l, y comenz a sentir el vivo
deseo de que lo amasen. Si hubiesen sido muchachos buenos y obedientes,
cunto lo habran ayudado! Que se hubieran coaligado con su enemigo, el
rey de Francia, era la ms vil de las ingratitudes. Por supuesto, todo era
obra de las insinuaciones de la perversa madre. Durante la infancia de los
nios, ella haba hecho todo lo posible para apartarlos del padre. Qu
vbora! Enrique se regodeaba en el hecho de que ahora era su prisionera. Y
mientras l viviese, jams la dejara libre.
Sus hijos se sentan obligados ahora a combatir a causa de un
inoportuno sentido de la caballerosidad? Tenan un plan para rescatar a
su madre? Enrique deseaba verlos, hablarles como un padre, obligarlos a
comprender. Amaba a los muchachos, y sobre todo al joven Enrique. Qu
orgulloso se haba sentido de su hijo mayor a medida que l creca. Esos
modales encantadores, esa apostura. Haba deseado ensearle a ser un
gran rey, pues solo un gran rey poda mantener unidos los dominios.
Seguramente todos saban lo que haba ocurrido durante el rgimen de
Esteban.
Deba terminar con este conflicto. Deba reconquistar a sus hijos. No
soportaba la idea de que se unieran a sus enemigos. Estaba decidido a
lograr una cosa: el pequeo Juan jams sufrira la perniciosa influencia de
su madre.
Ahora sera invencible, pues desde que haba concertado la paz con el
Cielo, su propio ejrcito demostraba un sentimiento de confianza en s
mismo. Dios ya no estaba en su contra. l, el ms grande y poderoso de los
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el joven Enrique aprendera su leccin. Vera que no era tan fcil oponerse
a su padre.
Con cunta alegra lo recibi la ciudad de Run! Enrique elogi a
esos valerosos hombres y mujeres que haban afrontado el sitio. Orden
llamar a los jvenes que haban trepado al punto ms alto de la torre, y
cuando le informaron del episodio los abraz.
Hicisteis bien dijo. Este hecho no ser olvidado.
Que se lo olvidase o no era cosa que ya se vera, pues Enrique era
hombre inclinado a olvidar sus promesas; pero siempre poda hacer feliz a
la gente, pues ella vea que haba obtenido su aprobacin hasta el extremo
de inducirlo a formular la promesa.
Fue a la iglesia y agradeci a Dios y a Santo Toms Becket, porque
estaba seguro de que el arzobispo era quien haba enviado a los hombres
que treparon a la torre, permitiendo as que la ciudad de Run se salvara.
Ricardo, el segundo hijo del rey, an no tena dieciocho aos. Posea
un espritu ms belicoso que sus hermanos, y lo entusiasmaba la
necesidad de tomar las armas. Estaba decidido a destacarse en el campo
de batalla y a conservar Aquitania contra su padre. Odiaba a Enrique. Era
cierto que sus hermanos se impacientaban con el viejo rey, que crean que
l los haba despojado de su herencia, que haban tomado las armas contra
el monarca; pero ninguno de ellos lo odiaba tanto como Ricardo.
A lo largo de su vida siempre haba credo que su padre era un
verdadero demonio... el genio perverso de la vida de la familia. Su madre
as lo haba credo, y ella era una mujer inteligente y sensata, y Ricardo la
amaba tanto como odiaba a su padre.
Ricardo ansiaba estar con ella, pero Leonor era prisionera de su
marido. Cuando Ricardo pensaba en eso, lo acometa una furia tal que
anhelaba matar a su padre. Y lo hara, de eso estaba seguro. Con cunta
alegra habra cortado la cabeza de monarca para enviarla a su madre. Ella
apreciara el gesto. Ambos compondran una balada para conmemorar el
hecho; y la cantaran al unsono. Ahora tena una doble misin: se trataba
no solo de derrotar a su padre y convertirse en verdadero seor de
Aquitania, sino de liberar a su madre. Deseaba tener ms aos. Era un
luchador nato, pero nadie tomaba en serio a un hombre tan joven, y su
padre pareca rodeado por una aureola; ahora se lo llamaba el len
invencible. Sin embargo, estaba envejeciendo, y no siempre podra salirse
con la suya. El rey de Francia estaba contra l; y tambin sus restantes
hijos; Enrique y Godofredo. Podra afrontar siempre tanta oposicin?
Despus del asesinato del arzobispo, haba parecido que el mundo entero
estaba contra Enrique. Era posible que el pueblo lo admirase por haberse
sometido a esa humillante penitencia? Ricardo no poda creer que as
fuera. S, se haba rebajado; y sin embargo, despus de su
arrepentimiento, haba cosechado grandes xitos en Inglaterra. Los
intentos de arrebatarle ese pas haban fracasado. Pero sera diferente en
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actitud. Como ellos, ests en paz con tu padre. Nos reuniremos muy
pronto, y entonces te dir cules son mis propuestas.
Ricardo se despidi de su padre y cabalg en direccin a la frontera
francesa.
Enrique estaba meditativo. No poda pensar en Ricardo sin recordar a
Alicia. El joven nada haba dicho de su prometida. Acaso jams pensaba
en ella?
Enrique, en cambio, lo haca constantemente.
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Quiz ellos le enviaran la cabeza del rey, para que se regocijara. No, eso
no. No lo quera ver muerto. Saba que el mundo sera un lugar muy pobre
para ella sin la presencia de Enrique. Siempre haba sido as. Nada la
haba excitado tanto como sus disputas con l. Recordaba el tiempo en que
se amaban con pasin. En realidad, ella nunca haba tenido un amante
que pudiese compararse con l. En Enrique haba una energa especial, y
eso era lo que la atraa.
Al principio del matrimonio, ella haba credo que podra amarlo
profundamente toda la vida. La pasin haba persistido, pero se haba
convertido en la pasin del odio.
Leonor recordaba su propia clera cuando lleg a conocer la
infidelidad de su marido. Fue la vez que l introdujo en la nursery a su
bastardo Godofredo. El hijo que era fruto de una de sus aventuras, al lado
de los nios reales! Y ese mismo Godofredo ahora combata al lado de su
padre, y renovaba constantemente sus muestras de fidelidad, y se deca
que l lo amaba profundamente.
Los bastardos pueden ser fieles haba dicho Leonor. Tienen que
mostrarse agradecidos. Carecen de derechos. Es diferente la situacin de
los que tienen derecho a reclamar tierras y ttulos.
Que se entretuviese con su bastardo! Ms tarde o ms temprano
tendra que rendir cuenta de lo que haca a sus hijos legtimos.
Oh, Dios mo or, que caiga en manos de mis hijos.
Tena sus espas. Acudan al castillo con diferentes pretextos, y
encontraban la oportunidad de hablar con la reina.
Algunas de sus servidoras tenan amigos que comunicaban
novedades. Con Leonor estaban algunas mujeres de su nativa Aquitania, y
algunas hablaban en provenzal. Solan comunicarle las novedades en este
idioma, cantando como si hubiera sido la letra de una cancin. Quiz ese
ardid no era necesario, pero el sistema satisfaca el sentido de la intriga
que era tan intenso en Leonor, y aliviaba su cautividad.
Se sinti complacida cuando supo que Ricardo retena a Aquitania, y
que convocaba a los caballeros del pas contra su padre.
Despus, lleg la noticia del sitio de Run. Pens que lo que all haba
ocurrido era muy tpico de Luis.
Coment con sus servidoras ciertos episodios de los viejos tiempos,
cuando Luis haba evitado la lucha porque no tena fibra para afrontarla.
Poda haber enfrentado al rey de Inglaterra, y luchado contra l.
Pero tuvo que huir. Siempre fue un monje ms que un hombre. Aunque
durante los primeros tiempos de nuestro matrimonio casi lo convert en un
hombre. Y mis hijos... Enrique y Godofredo, qu hay con ellos? Hubieran
debido quedarse para luchar. Pero retroceder, pedir una tregua, y despus
aceptar las condiciones del padre. Y cules eran esas condiciones?
Enrique Plantagenet nunca renunciar a la tierra o a los castillos. Una vez
que sus garras codiciosas aferran algo, jams lo sueltan. Mi hijo Ricardo
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debis declarar que os consideris libres de todas las promesas y todos los
compromisos.
Los contempl serenamente. Enrique y Godofredo con sus rostros de
expresin hosca, Ricardo un poco desafiante. Pero todos incluso Ricardo
saban que no tenan ms remedio que aceptar las condiciones del rey.
Enrique continu diciendo el monarca, tendrs dos castillos en
Normanda y una asignacin de 15.000 libras en moneda angevina.
Ricardo tendr dos castillos en Poitou y la mitad de las rentas de esa
tierra. Se volvi hacia Godofredo. Y t, hijo mo, pronto desposars a
Constanza, la hija de Conan. Recibirs ahora la mitad de la dote
matrimonial, y una vez terminada la ceremonia, el total.
Los hermanos se sintieron muy desalentados porque saban que los
castillos que se les ofrecan carecan de importancia estratgica, y porque
al ofrecerles esos regalos su padre de hecho los despojaba del ms mnimo
vestigio de ese poder por el cual haban combatido.
Tenis un hermano menor continu diciendo el rey con voz ms
suave. El pequeo Juan era el mejor de todos. l no se haba alzado contra
su padre. Con sus ocho aos, era un nio seductor. Gracias a Dios, no
haba sufrido la influencia de su madre. Tambin l es mi hijo continu
diciendo el rey. Y no ha mostrado signos de desobediencia. Como bien
sabis, le he dado tres castillos. Permiti que sus labios se curvasen en
una sonrisa sardnica. No eran precisamente los tres castillos que haban
provocado tantas dificultades? Una mediocre herencia para el hijo de un
rey. Ahora, le entregar mil libras anuales en Inglaterra, y los castillos de
Marlborough y Nottingham. Recibir doscientas cincuenta libras anuales
de sus propiedades normandas, y la misma suma de su propiedad de
Anjou, donde le entregar el castillo. Tambin tendr uno en Turena y otro
en Maine. S que no deseis que vuestro hermano sea un pobretn, slo
porque ha tenido la desgracia aunque segn se ha visto puede
considerarse la suerte de nacer despus que vosotros.
Se sintieron desalentados. Las dificultades con el viejo Enrique
haban comenzado cuando l quiso quitarles posesiones para darlas a
Juan aunque la causa era en realidad ms profunda que ese asunto, y
ahora estaban peor que al comienzo. Pero saban que era imposible
protestar. En el rostro de su padre se lea una firme decisin, y por mucho
que lo criticasen cuando l no estaba, saban que era fuerte, y le teman.
No haba vacilado en encarcelar a Leonor. Saban muy bien que si se
oponan a sus deseos todos acabaran del mismo modo. Despus de todo, y
de acuerdo con sus propias normas, Enrique estaba procediendo con
mucha benignidad, pues sus hijos se haban alzado en armas contra l.
Una cosa ms dijo el rey. Debo tener la seguridad de que no me
pediris nada ms, y de que nadie tratar de retirarse o de negarme su
servicio.
Esta era quiz la parte ms importante del asunto, pero ellos saban
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Ahora que haba concertado la paz con sus hijos, el rey decidi
retenerlos consigo un tiempo, para convencerlos de la necesidad de cumplir
sus promesas.
De mala gana se dijo que en realidad eran sus hijos. El propio
Enrique no siempre haba cumplido sus promesas. Y si ellos se le
parecan en ese aspecto? Imaginaba que as era. Todos eran luchadores;
pero Enrique no estaba muy seguro de que llegasen a ser buenos reyes. De
todos modos, caba ensearles. Deseaba que el joven Enrique siguiese los
pasos de sus padres, porque a su vez l haba aplicado las reglas
establecidas por sus dos grandes predecesores. Poda confiar en que
Enrique el joven hiciese lo mismo? Por ahora no. Enrique se dejaba influir
fcilmente; ceda a los aduladores. Era un rasgo muy inconveniente en un
rey. Uno de los mejores hombres del monarca haba sido Richard de Luci,
su principal magistrado; poda confiar en ese hombre como en pocos, y
nunca haba defraudado su confianza, y tampoco jams lo haba halagado.
A veces su franqueza irritaba al rey, pero eran episodios momentneos.
Agradeca a Dios que l mismo era tan buen gobernante que no evitaba a
sus mejores amigos slo porque a veces su franqueza lo molestaba. El
joven Enrique deba aprender esa norma. Se lo vea a menudo en compaa
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cuatro hijos que han superado su locura y que ahora saben lo que les
conviene. Ricardo, veo que sers un gran guerrero, un jefe de hombres.
Lo mismo pienso, padre, pero tambin necesitar esposa. Creo que
el rey de Francia opina que nuestro matrimonio debe celebrarse
inmediatamente.
El rey de Francia nunca fue un hombre de buen criterio. Ricardo,
djame decidir cundo tendrs a tu prometida.
Y eso ser pronto, mi seor?
Ser cuando yo lo crea oportuno, hijo mo.
Has visto a mi prometida, padre?
S, estuvo en la sala de clase, con el pequeo Juan y con Joanna.
Crees que ser buena esposa para m?
Creo que bien puede ser una buena esposa.
En ese caso, la ceremonia debe celebrarse muy pronto. Estoy
decidido.
El rey guard silencio. Despus, golpe las manos y pidi otra
cancin.
Ricardo era un individuo incmodo. Diferente del resto. En cierto
sentido ms fuerte.
Pero no tendra a Alicia. El rey no pensaba separarse de ella. Habra
que hacer algo. Cuando regresara a Inglaterra tratara de concebir un plan.
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LA DECISIN REAL
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Pareci que haban estado all muy poco tiempo cuando lleg una
orden del rey. Su hijo y su nuera deban reunirse con l en Bures, porque
deseaba que ellos lo acompaasen a Inglaterra.
La joven pareja se sinti muy deprimida.
Es como dijo mi padre exclam Margarita. Quiere que vayas a
Inglaterra, y all sers su prisionero.
El joven Enrique no saba qu hacer. Desobedecer la orden era
inconcebible; y al mismo tiempo, qu significaba ir all?
Tu padre dijo que si l aceptaba mi homenaje, sera ms difcil
aprisionarme.
As lo entiendo replic Margarita.
Lo nico que puedo hacer es implorarle que me permita prestar el
juramento de fidelidad a su persona.
Intntalo aconsej su esposa, y si rehsa sabrs que debes
andarte con cuidado. Podramos tratar de huir. Mi padre cree que si no le
juraste fidelidad, apenas pises suelo ingls estars a su merced.
Ahora estoy a su merced dijo con una mueca el joven Enrique.
Pero por lo menos l no puede traicionar tan fcilmente sus votos.
Puede hacer y har lo que desee. Pero por lo menos creo que
esperar un tiempo. Le implorar que acepte mi homenaje. As veremos
cul es su respuesta.
Cuando llegaron a Bures el rey esperaba impaciente la llegada de los
jvenes. Los abraz afectuosamente, pregunt por la salud de ambos, y
sobre todo por la de su nuera, pues se preguntaba si ya estaba
embarazada; y despus les dijo que se propona partir sin demora para
Inglaterra.
El joven Enrique le pregunt si poda verlo a solas, y su padre acept.
Padre mo dijo, no puedo creer que me amis como a mis
hermanos y por eso me siento muy infeliz.
Por qu tienes semejante idea? Acaso no eres el mayor de mis
hijos? Y si te rebelaste contra m, otro tanto hicieron tus hermanos. Te he
perdonado, y si eres un buen hijo puedes tener la seguridad de mi afecto.
Cuntos padres habran perdonado una traicin como la que t y tus
hermanos me mostraron? Y dices que no te amo!
Rehusaste aceptar mi homenaje.
Bien, acaso no lo hice porque eres rey?
No es ms que un ttulo.
S, nada ms que un ttulo! No puede haber dos reyes en un
dominio. Hijo mo, te hice rey de modo que cuando muera nadie dude de la
identidad de mi sucesor. T retienes el ttulo hasta que cias la corona, y
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la cuna, y por eso mal poda extraar que mientras crecan ocurriesen
hechos que impedan la celebracin del matrimonio.
Juan ahora estaba disponible, y su padre atendera una propuesta
quiz ms ventajosa. Y ahora a Canterbury.
El rey observ a su hijo mientras cabalgaban. Demasiado hermoso,
todava un poco petulante. Y cunto haba insistido en que se aceptara su
homenaje. Por qu haba procedido as? De veras haba comprendido la
locura de su actitud?
Lo sorprenda descubrir en s mismo cierta blandura frente a la
familia. Le habra agradado una esposa bondadosa por supuesto, Alicia
y muchos hijos e hijas que lo admirasen y amasen, y pensaran
nicamente en servirlo. Acaso era pedir demasiado? Era natural que los
padres y los hijos cooperasen.
Algo haba andado mal en la familia. l haba tenido que ausentarse
durante perodos prolongados y Leonor... Todo retornaba a ella. Qu
lstima que se hubiera casado con ella. Pero, deba lamentarlo? Y
Aquitania? Leonor haba sido la ms rica heredera de Europa, y l se haba
considerado afortunado de conseguirla.
Si se divorciaba de ella, perdera Aquitania. Vala la pena pensarlo
serenamente.
Pero no era el momento apropiado para considerar ese asunto.
Estaban acercndose a Canterbury.
Hijo mo, mira al frente, la torre y los campanarios de la Catedral.
Nunca puedo verla sin sentirme emocionado.
No es de extraar que sientas as, padre replic el joven Enrique
, teniendo en cuenta lo que ocurri all.
Me complace haber hecho las paces con Toms Becket. Ahora
somos amigos, exactamente como lo ramos al comienzo de nuestra
relacin. Hijo mo, t y yo tambin somos amigos. Nuestra fuerza est en
nuestra unidad. Recurdalo siempre. Quiero que lo sepas, y que Inglaterra
entera lo sepa. Por eso publicar que t y yo hemos prestado el juramento
de fidelidad que a ambos nos compromete. Quin se atrevera a alzarse
contra nosotros cuando unimos nuestras fuerzas?
Padre, todos saben que somos amigos.
Los que estn ms cerca lo saben... pero deseo que todos lo sepan, y
por eso har una declaracin pblica, de modo que nadie abrigue la ms
mnima duda.
Qu quieres decir, padre?
No temas, hijo mo. Ya lo vers.
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satisfecho de l.
Dijo al arzobispo que deseaba que convocase a todos los obispos de
Westminster, y el propio arzobispo deba acompaarlos. El rey ordenara
que todos los caballeros y los barones estuviesen presentes, porque tena
que hacerles un anuncio importante.
Qu es esta conferencia, padre? pregunt el joven Enrique.
A su debido tiempo lo vers dijo el rey.
All, en el saln del palacio, el rey y su hijo se sentaron uno al lado del
otro sobre el estrado, y el mayor de los Enriques se dirigi a la asamblea.
Los haba convocado con un propsito definido.
Aqu me veis, con mi hijo dijo, y veis que nos unen lazos
amistosos Sabis muy bien que hace poco tiempo la situacin era muy
distinta. Pero os traigo muy buenas noticias. Mi hijo, el rey Enrique, vino a
verme en Bures, y con lgrimas y mucha emocin pidi humildemente mi
perdn. Pidi que lo perdonase por lo que me haba hecho antes, durante
la guerra y despus. Con total humildad rog que yo, su padre, aceptara su
homenaje y su fidelidad, y declar que no poda creer que yo lo haba
perdonado si no consenta en ello. Su actitud me conmovi. Mi compasin
fue grande, porque vi que lo agobiaban los remordimientos, y que se
mostraba humilde conmigo. Desech mis rencores, y le permit que me
rindiese homenaje. Sobre las sagradas reliquias jur que me defendera
contra todos los hombres, y aceptara mi consejo, y que ordenara su casa
y su propiedad de acuerdo con mi opinin, y que as procedera en todo.
El joven rey sinti una violenta clera que creca en su fuero ntimo.
Era cierto que haba prometido, pero que su padre hubiese organizado esta
declaracin pblica era muy humillante.
Lo haba llevado all con el fin de que los principales personajes de la
nacin supiesen que si bien l ostentaba el titulo de rey, haba un solo rey
de Inglaterra, y todos los que all estaban incluso su hijo eran sus
sbditos.
Su resentimiento se aviv. Sinti deseos de ponerse de pie y
proclamar que haba rogado a su padre que aceptara su homenaje no
porque deseara servirlo, sino porque tema lo que poda ocurrirle si no
formulaba esa declaracin.
No soportara ese tratamiento. Haba jurado fidelidad, pero esperara
su oportunidad.
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mnimo peligro de no haber sido por el hecho de que deba defender pases
muy lejanos.
Mantena cerca al joven Enrique y trataba de conquistar su afecto.
Compadeca al joven y, aunque sospechaba de l, deseaba representar bien
su papel de padre. Estaba aprendiendo que ni siquiera un rey poda
imponer afecto. Haba tratado de explicar por qu haba realizado esa
declaracin pblica acerca del homenaje prestado por Enrique. No era para
humillarlo. Era para demostrar al pueblo que ambos haban jurado ser
amigos.
No era suficiente pregunt el joven Enrique que yo jurase?
Era mejor que todos supieran que t habas jurado.
Me sent humillado.
Nunca te sientas humillado porque cumples tu deber con tu padre.
Debes enorgullecerte de haber tenido el valor de confesar tu falta, y debes
alegrarte porque tu padre tuvo la magnanimidad de perdonarte y acogerte
nuevamente en su corazn.
Deseaba que su hijo se sentase con l a la mesa y cabalgara a su lado
en la batalla. Habra ordenado que el joven durmiese en el mismo cuarto
de no haber sido por el hecho de que Enrique era un hombre que a
menudo prefera otra compaa en el lecho.
Alicia, la dulce y buena Alicia! Estaba cambiando; su cuerpo ms
robusto pasaba de la adolescencia a la feminidad.
Un da que l la visit, la joven le comunic una novedad inquietante.
Mi seor dijo, creo que estoy embarazada.
Enrique sinti una mezcla de horror y placer. Ahora habra que hacer
algo. Qu? Cmo poda escribir al rey de Francia para decirle que haba
embarazado a su hija? Cmo poda explicar a Ricardo que su prometida
en unos meses sera madre?
La mir y la atrajo, abrazndola fuertemente de modo que ella no
viese la expresin de su rostro.
Haba sabido que exista esa posibilidad, y haba rehusado afrontar la
situacin. Saba que cuando ocurriese sobrevendra un cambio en su modo
de vida, pues Alicia no poda permanecer en el palacio y tener un hijo que,
como todos sabran, era fruto de la unin con el rey. Y aunque l no
hubiese sido el padre... qu escndalo que la prometida de su hijo Ricardo
se encontrase en esa condicin, cuando no estaba casada ni se haba
acercado durante aos a su prometido.
Qu se murmuraba ya? Sus visitas a este palacio seguramente
haban sido observadas. Muchos deban conocer su relacin con Alicia. Era
cierto que nadie se atrevera a divulgar el secreto por temor a la clera del
rey; pero seguramente murmuraban.
Qu' debo hacer? pregunt Alicia.
Querida, deja esto en mis manos replic el rey.
Ella se mostr muy dispuesta a obedecer la sugerencia. Qu esposa
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divorcio.
Me librara de esa loba que me ha perseguido y envenenado el alma
de mis hijos.
Ms que eso, mi seor. Os librarais de Aquitania.
La retendra.
Richard mene la cabeza.
La reina es la duquesa de Aquitania, y vuestro hijo Ricardo ha sido
proclamado duque.
Es un ttulo sin importancia. Aquitania es ma.
Recibisteis el ttulo al desposar a la duquesa, pero el pueblo jams
os aceptara. Se han mostrado fieles a la reina, y la consideran su
verdadera seora. Si os separis de la reina, tambin perderis Aquitania.
Por los ojos de Dios, Richard, queris que continu unido a una
mujer a quien odio.
Mi seor, yo no podra hacer nada si vuestra decisin contrara mis
consejos. Mi deber es recordaros qu significara ese divorcio. La reina es
una gran heredera. Aquitania se alzara contra vos. Y qu me decs de
Normanda?
Mis hijos han jurado que no tomarn las armas contra m.
Mi seor, sabemos qu significan esos juramentos en las
situaciones urgentes.
Maldicin, Richard, me inquietis. Ya estaba decidido. Pero mi buen
amigo, s que decs lo que decs por amor y lealtad a mi persona.
En ese caso, he logrado lo que me propona.
Entonces, creis que no hay modo de obtener el divorcio sin iniciar
una disputa que continuar por el resto de mi vida?
En efecto, mi seor, eso creo.
Pero deseo volver a casarme.
Mi seor, no podis contentaros con una amante? Hace mucho que
echasteis mano a tales compromisos.
Ahora no es tan fcil. Decidme la verdad. Richard, habis odo
rumores?
Los o, seor.
Entonces, se habla del asunto.
Discretamente, y solo en ciertos ambientes. Debemos cuidar de que
la noticia no se difunda.
Pero, Richard, qu puedo hacer?
La dama ha abandonado la corte. Viaj hacia el norte para
completar su educacin. Cuando regrese ms valdr que no volvis a verla.
Eso es imposible.
Habra que casarla sin perder tiempo.
El rey golpe la mano izquierda con el puo derecho.
No dijo. Jams lo aceptar.
Si ella no fuese la hija del rey de Francia...
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a luz una nia que muri pocas horas despus del nacimiento.
Alicia estaba muy dolorida. Cuando fue a visitarla el rey fingi que
senta lo mismo; pero no poda dejar de pensar en su fuero ntimo que
quiz ese desenlace era el ms conveniente para todos.
Querida, cuando te hayas recuperado dijo, debes regresar a la
corte, y si te ven un tanto demacrada, diremos que el viaje fue agotador y el
clima no te sent.
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fiebre muy grave. Haba comprendido que su fin estaba cerca, pero lo
haban llevado en litera, y finalmente enterrado frente al altar principal de
la iglesia de Santiago de Compostela.
No era natural que su nieto sintiese la necesidad de realizar una
peregrinacin al santuario de Santiago, y a la tumba de su abuelo
materno?
Explic sus deseos a Enrique.
Por qu? pregunt el rey.
He cometido el grave pecado de tomar las armas contra mi padre.
Tu padre te ha perdonado, y lo mismo te perdonar Dios.
El asunto puede pesar gravemente sobre mi conciencia.
Entonces dijo el rey, me alegro, pues as debe ser; y te advierto
que el mejor modo de expiar ese pecado es trabajar duro y aprender cuanto
antes todo lo que deseo ensearte.
Siento la necesidad de ir a Compostela.
Y yo, hijo mo, siento la necesidad de tenerte aqu, y puedo
asegurarte que mi necesidad es mayor que la tuya.
Se me trata como si fuera un nio dijo Enrique con expresin
hosca.
Comprtate como un hombre, y gnate el derecho de ser tratado como
tal.
Otros hacen estas peregrinaciones.
Quiz no tienen reinos, y no necesitan aprender a gobernarlos.
Philip de Flandes se propone ir a Jerusaln.
Que vaya. Evitar que sienta deseos de cometer fechoras.
De ese modo obtendr la remisin de sus pecados.
No dudo de que lo necesita, porque creo que ha cometido muchos. Y
ahora, no quiero or ms de eso. No debes ir a Compostela. Continuars
cerca de m, de modo que yo pueda prepararte para ceir la corona cuando
llegue el momento.
Pero padre...
He dicho rugi el rey; y cuando sus ojos comenzaron a despedir
chispas, el joven comprendi que haba llegado el momento de interrumpir
la conversacin.
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Gracias.
Y ahora que Ricardo est aqu, tenemos que discutir algo... l, yo y
quiz t.
De qu se trata?
Por supuesto, de su matrimonio. Ella lo estudiaba atentamente.
Y dnde est nuestra querida princesita? Confieso que esperaba verla
aqu.
Fue al norte para atender su salud.
La reina enarc el ceo.
Entonces, est enferma? No enferma de amor... por Ricardo? pero
ella todava no lo ha visto, verdad?
Ya haba partido cuando l lleg.
Qu jovencita grosera! No ansa ver a su prometido?
Hubiera credo que despus de tu encierro te interesara discutir
otras cosas, y no el compromiso de Ricardo.
Podra pedir mi libertad. Estaras dispuesto a concederla?
Si lo hiciera, cmo sabra que no comenzaras a conspirar contra
m, como lo hiciste antes?
Es algo de lo que jams podras estar seguro.
Ya ves por qu debes continuar siendo mi prisionera.
Cre que podramos hacer un trato.
Por qu debo hacer un trato con una prisionera?
Deseas el divorcio?
Quin te lo dijo?
Hay rumores.
No debes confiar en los rumores
Oh, depende de la fuente. Imagino que si acepto el divorcio me
dars la libertad.
Enrique dijo:
No habr divorcio.
O decir que ya elegiste a la prxima reina.
Quin te dijo tal cosa? Le cortar la lengua, porque no me agrada
que digan tales mentiras de m.
De modo que es cierto, eh?
Si fuera cierto que deseo un divorcio, por qu no podra negociar
como t misma sugieres?
No dudo de que tienes tus razones.
No dijo Enrique, no he pedido el divorcio.
Diste generosos regalos al cardenal Huguzon. Fue sencillamente
para resolver la disputa entre York y Canterbury''
No te traje aqu para discutir contigo mis actos.
No. S muy bien por qu me trajiste. Siempre te mueve una
ambicin. Es necesario que Ricardo demuestre a mi pueblo que es mi
amigo, no el tuyo. Por eso tratas de convencer a la gente de que l te indujo
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EL JOVEN REY
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infiel, verdad?
Creo que no siempre t mismo le fuiste fiel.
Eso es diferente.
Hblame de ese Walter. O decir que haba cierta leyenda
relacionada con l.
Era muy apuesto y hbil. Pocos podan enfrentarlo en el torneo.
T pudiste, Philip.
Pocos fuera de m. Imagina mi clera cuando supe que Isabel
simpatizaba con ese hombre.
No creo que lo haya preferido a ti.
Me parece que nos quera a ambos. Sospech que cuando yo estuve
lejos de mi casa, fue su amante.
Qu hiciste?
Se lo dije. Lo neg. Por otra parte, quiz pens que era la actitud
ms caballeresca que poda imaginarse.
Fue necesario torturarlo?
No. Simplemente, se lo pregunt. Dije que confiaba en su palabra de
caballero.
Pero si quera proteger a una dama?
Precisamente. Le prohib entrar en mi castillo y trac un plan. Oh,
un plan sencillo, el mismo que sin duda muchos esposos suspicaces
aplicaron antes. Comuniqu a todos que estara ausente varios das. Me
fui, y retom sigilosamente.
Y los descubriste...
Lo sorprend en el dormitorio de mi mujer. Ahora, haba probado lo
que sospechaba, y nadie poda culparme si adoptaba medidas contra l.
Qu hiciste?
Le pregunt por qu estaba all, cuando mi orden explcita era que
no entrara en el castillo. Saba que ella lo haba invitado, pero el caballero
no quiso traicionarla. Orden que lo golpeasen hasta que fue solo una
masa de carne sangrante, pero aun as se mostr decidido a protegerla.
Fue caballero hasta el fin. Como sabis, un hombre elegante. Vesta ropa
interior perfumada, y mostraba el mayor cuidado en su persona. Creo que
eso pareci tan atractivo a mi mujer. Por eso, me pareci una venganza
apropiada colgarlo sobre un pozo de aguas servidas, y eso hice. Permaneci
all hasta morir.
Los ojos de Enrique brillaron.
Lo mismo hara con un amante de Margarita si lo descubriese.
Y nadie podra censurarlo. Nadie me critic. Un marido traicionado
tiene derechos.
E Isabel? Cul fue su castigo? Habras podido repudiarla.
Cmo? Y las frtiles tierras de Vermandois? No quera dificultades
por ese lado. Es una hermosa mujer, y el episodio fue una advertencia para
ella.
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unin conyugal.
Si Alicia no hubiese sido la hija de Luis.... oh, pero Enrique tena que
reconocer que eso confera sabor al asunto. A Enrique le agradaba pensar
que estaba haciendo el amor a la hija del viejo monje. Adems, sera una
buena esposa para l si las circunstancias le permitan desposarla.
Mientras cavilaba acerca de estas cosas lleg una carta del Papa.
Enrique se encerr en su dormitorio, y con cierta vacilacin la abri. La
ley de prisa, vio que Alicia era el tema de la misiva, y se sinti deprimido.
El Papa escriba que su queridsimo hijo en Cristo, el rey Luis, ilustre
monarca de los franceses, se quejaba a causa de su hija, que mucho
tiempo atrs haba sido enviada a Inglaterra de modo que se educase en el
pas de su prometido, y que no estaba casada ni haba regresado con su
padre. El rey de Francia insista en que se adoptase uno de los dos cursos
de accin.
Enrique apart la carta y mir fijamente la pared.
Qu poda hacer? De no haber sido por Leonor, se hubiese unido con
Alicia. En las condiciones dadas, cul era la alternativa?
Se puso de pie y cerr el puo.
Por los ojos, los dientes y la boca de Dios grit, no renunciar a
Alicia.
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te apartar de m.
Despus, la abraz fuertemente y con un sentimiento de apremio le
hizo el amor.
Ms tarde, ri fuertemente y murmur:
Pero tendremos que ser hbiles. Tenemos que engaar a tu padre y
a Ricardo. Dudas de que pueda lograrlo?
S que puedes hacerlo.
Y Alicia, tambin al Papa. Nos sigue los pasos.
Los desafiaremos a todos.
Alicia, crees que puedes hacerlo?
T puedes dijo ella. Puedes hacer lo que se te antoje.
As deba ser una amante: cariosa, dcil y completamente confiada.
Quera conservar a Alicia. No tena nada que temer. Demostrara ms
habilidad que el Papa y los cardenales. En todo caso, le teman. Se trataba
simplemente de determinar a quin teman ms, si a Enrique o a Luis. Luis
era un viejo dbil, y el joven Felipe un flojo; en cambio, a Enrique lo
consideraban un len a causa de su fuerza.
Retendra a Alicia, no importaba quin se opusiera.
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rey, que estaba contemplando el futuro de Juan, tuvo una idea que le
pareci buena.
William dijo con expresin de reproche, traicionaste mi
confianza en ti. Me pregunto qu dira tu padre si estuviese aqu y supiese
que fuiste un traidor.
William se avergonz ante la mencin de su padre.
Lo recuerdo bien continu diciendo Enrique. Mi madre jams
tuvo un amigo ms fiel que su medio hermano bastardo; y cuando yo era
joven, fue mi mejor colaborador. Jams olvidar el da que supe de su
muerte. Fue como si una parte de mi vida hubiese dejado de existir; y
ahora t, su hijo, te presentas ante m y debo decirte que eres un traidor.
Mi seor exclam William, qu puedo hacer para obtener
vuestro perdn?
El rey mene la cabeza.
Ya no confo en ti. Es triste que hombres de la misma sangre
trabajen unos contra otros. Tu abuelo tambin fue el mo. Por eso no te
envo a prisin. Ya lo ves, respeto los lazos de la sangre. Mira, un rey tiene
sus obligaciones y debe defender su dominio. Sean cuales fueren las
exigencias que le impongan las circunstancias. Contra m conspir no slo
mi hijo; tambin me traicionaron hombres en quienes yo haba depositado
mi confianza. Sin embargo, hay un modo de curar esta herida. Tienes una
hija soltera, y yo tengo un hijo, que es Juan.
William prest atencin. Quiz el rey sugera una unin entre el
prncipe Juan y su propia hija?
William no tena varones; le haban nacido tres hijas, y dos de ellas
estaban casadas. La menor, Isabel, tena la misma edad de Juan. William
se sinti un tanto desalentado, pues esperaba tener un varn, y si llegaba
el caso, cmo podra negarle su herencia?
El rey continu diciendo:
Que tu hija se comprometa con mi hijo Juan, y tu condado y tus
tierras irn a l gracias a la unin con tu hija.
Mis hijas que estn casadas... empez a decir William.
Pero el rey hizo un gesto con la mano.
Ya lo he pensado. La corona las compensar. A cada una se le
pagar cien libras anuales.
Mi seor comenz a decir William, es una gran oportunidad
para mi hija, y la aceptar de buena gana, pero si yo tuviera un hijo...
El rey haba pensado tambin en eso. Dijo volublemente: En ese
caso, las tierras se dividiran entre l por una parte y Juan y vuestra hija
por otra.
Entonces, acepto sin vacilar replic William. Pero temo una cosa.
El parentesco entre estos nios es muy estrecho. Quiz el matrimonio no
sea posible a causa de la consanguinidad.
Conseguir que el Papa otorgue una dispensa. No creo que l desee
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Cuando lleg a Normanda, Enrique fue recibido por sus dos hijos, el
joven Enrique y Godofredo.
Abraz clidamente a Enrique, expres su pesar por la muerte del
nio, y esper el momento apropiado para advertirle que no deba dedicar
mucho tiempo al placer. Le dijo que estaba sorprendido porque no haba
permanecido al lado de Ricardo para ayudarlo en su campaa. La
respuesta del joven Enrique fue que Ricardo no necesitaba ayuda. Quera
ser el comandante supremo, y para un rey era difcil aceptar rdenes de un
duque, que adems era su hermano menor.
Confo replic el rey en que no te habrs endeudado mucho.
Enrique adopt una expresin hosca y replic: Necesito vivir con
cierto decoro.
El rey no deseaba disputar con sus hijos. Anhelaba profundamente
vivir en buenos trminos con ellos, pues deseaba el amor y la fidelidad de
los jvenes; pero era demasiado sagaz para olvidar que se volveran contra
l apenas se presentase la oportunidad.
Bien, tena a Alicia, y se propona conservarla. Nadie se la arrebatara.
Explic a Godofredo lo que deba hacerse en Bretaa, y le orden que
iniciase all las operaciones; y despus de la partida de Godofredo, Ricardo
se uni al grupo.
Ricardo era un joven con quien el rey poda hablar de la estrategia de
la guerra. Se haba desempeado bien en Aquitania. Pero qu diferente
era! Ricardo era un hombre fro. Enrique haba odo versiones en el sentido
de que su hijo no se opona a algunas orgas de tanto en tanto; pero nunca
perda de vista el objetivo. No era como el joven Enrique que poda perder
una ventaja conquistada en la batalla porque le agradaba divertirse en un
torneo.
Conversaron largamente de las dificultades para someter y gobernar a
Aquitania.
Me consideran un extranjero dijo Ricardo. Ese es el
inconveniente. Me temen. Cuando llego a una ciudad los perturbadores se
dispersan, pero dicen que soy tu hijo ms que de mi madre. He tratado de
asegurarles que me opongo al encarcelamiento de mi madre, pero no lo
aceptan.
El rey gru. Le irritaba que Ricardo trajese a colacin este asunto,
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LA DAMA DE GODSTOW
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LA CORTE DE FRANCIA
Felipe, hijo del rey de Francia, encabezaba una partida de caza que se
haba internado en el bosque. No era un joven muy feliz ni muy popular.
Desde temprano conoca su propia importancia porque era el nico hijo
varn del rey; y todos se preocupaban mucho por su salud. Ahora que
tena catorce aos pronto cumplira quince era un jovencito malcriado,
egosta y arrogante. Despreciaba a su padre, pero por supuesto tena que
aceptar el hecho de que l era rey. Su madre, que intentaba moderar el
egosmo del joven, a menudo lo irritaba, y ms de una vez le haba
advertido que se cuidase, porque un da l sera el rey, y entonces ella
tendra que obedecerle.
Era enfermizo, y tomaba fro con facilidad, y cuando no se senta bien
cosa que ocurra a menudo se mostraba irritable. Tena pocos amigos
verdaderos, y sus servidores se consideraban felices cuando sus
obligaciones no los acercaban demasiado al joven prncipe.
Esta vez se mostr ms arrogante que nunca, porque ahora su padre
le haba dicho que estaba preparando su coronacin.
Ya lo ves, hijo mo, no soy joven le explic Luis. Esper mucho
tiempo un hijo varn, y tuve tres esposas antes de que nacieras.
Lo s dijo impaciente Felipe. Todos lo saben.
Cuando naciste el regocijo fue general. Orden que se echaran a
vuelo las campanas de Francia.
Felipe inclin la cabeza. No rehusaba escuchar el relato tan repetido
de su llegada al mundo.
La idea de la coronacin lo complaca. En adelante, sera rey de
Francia, como su padre; y el anciano envejeca rpidamente. No pasara
mucho tiempo antes de que Felipe fuera el nico gobernante del pas.
Cuanto ms pensaba en ello ms se impacientaba; y ahora, mientras
cabalgaba con su grupo de cazadores, imaginaba el gran da en la catedral
de Reims. Ya estaba adoptando aires de rey, y se vea ataviado con las
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ministros del rey en el sentido de que no era muy sensato que Luis fuese a
Inglaterra, pero la perspectiva de una aventura siempre lo entusiasmaba.
La vida haba sido un tanto aburrida desde el regreso de la cruzada, y
ahora el conde de Flandes trataba de congraciarse con el joven Felipe, pues
era evidente que Luis no vivira mucho, y el viaje por mar seguramente
representara un gran esfuerzo para el monarca francs.
Mi seor dijo, confo me permitiris acompaaros.
Con mucho gusto contest Luis.
Los ministros continuaban dubitativos. Le pareca posible soportar el
viaje por mar? Luis saba que ese brazo de agua era en verdad imprevisible.
Luis tena perfecta conciencia de este asunto, pero estaba decidido. Lo
nico que restaba hacer antes de iniciar el viaje era informar del proyecto a
su buen amigo el rey de Inglaterra.
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Uno al lado del otro, los reyes avanzaron a caballo por el camino que
llevaba a Canterbury. Hablaron; Luis relat la aventura de su hijo en el
bosque; explic que la noche que haba pasado en un lugar hmedo y
solitario haba provocado un acceso de esa fiebre que a menudo lo
molestaba.
Es mi nico hijo gimi Luis Vos, mi buen amigo, sois ms
afortunado, porque tenis varios varones.
Enrique pens: Ms de lo que t conoces; y por extrao que parezca,
me alegran ms los que nacieron bastardos que los hijos legtimos. Quiz
eso tiene algo que ver con las respectivas madres.
He tenido mis dificultades con esos varones dijo Enrique.
Pero jams os preocup su salud.
No, son hombres robustos. Por otra parte, confo en que el pequeo
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esperar la muerte de tu padre; pero creo que eso no tardar mucho. Solo
Dios sabe cunto tiempo tendr que esperar yo mismo.
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agrada oros hablar as. Pero lo que importa es la accin. Debis estar
preparado cuando llegue el momento.
Margarita se volvi con lgrimas en los ojos. No estaba dispuesta a
orlos hablar como si su padre ya hubiese muerto. Vio en el jardn a
William Marshall y se reuni con l. El conde la mir. Supuso que
Margarita estaba explicando a William la causa de su propio nerviosismo.
El conde no vea con buenos ojos la influencia que William Marshall
ejerca sobre Enrique y Margarita. Haba sido el escudero de la nursery
cuando ambos eran nios, y por su condicin de antiguo amigo era un
hombre importante para los dos jvenes. Ambos lo admiraban demasiado.
William Marshall era uno de esos hombres honorables cuyos actos siempre
podan anticiparse. No buscaba honores para s mismo; era el tipo de
caballero apreciado por Enrique Plantagenet, sobre todo como compaero
de su hijo. William Marshall y el conde Philip de Flandes eran tan
diferentes como podan serlo dos hombres.
Volvi los ojos hacia los dos jvenes, e indujo a Enrique a hablar de
los agravios que haba sufrido por culpa de su padre.
Felipe, vuestra situacin es diferente dijo el astuto conde.
Nuestro pobre Enrique es hijo de un hombre prepotente que jams ceder.
Vos sois hijo de un moribundo.
Hay una gran diferencia admiti Enrique. Estaba mirando a
Margarita y a William Marshall. Marshall evidentemente estaba
consolndola. l, Enrique, hubiera tenido que ocuparse de eso. Tambin l
detestaba que se hablase como si Luis estuviese muerto. Siempre haba
dicho que Luis era como un padre para l. Pero Enrique haba soportado
muchos aos la tirana de su padre; y en efecto, comprenda los
sentimientos de Felipe.
Una gran diferencia continu diciendo el conde. Por ahora,
Enrique poco puede hacer. Su padre es demasiado fuerte para l. No
siempre ser as. Por eso debemos comprometemos a ayudarle no es as,
Felipe?
Felipe admiti sinceramente que estaba dispuesto a colaborar.
Pero para comenzar, no debemos permitir que Felipe se someta a
una autoridad de la cual despus difcilmente podr librarse.
No lo permitir grit Felipe. De pronto, se le ensombreci el rostro.
Sin embargo, ella tiene razn. Mi padre an es el dueo de la corona y el
sello del cargo.
Recordad que ya fuisteis coronado dijo el conde: Y dnde est
el sello del cargo?
Lo guarda en su dormitorio, bajo la almohada.
El conde sonri.
Si pudiramos quitarle el sello...
Qu quieres decir ? pregunt Felipe.
El conde mir primero al joven rey de Francia, y despus a Enrique.
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Desde una torre del castillo Enrique vio entrar en el patio a William
Marshall. Nadie montaba tan bien como l. En efecto, era un apuesto
caballero. Enrique entrecerr los ojos. Seguramente William trataba de
convertirse en el amante de Margarita, y no caba duda de que ella lo
miraba con buenos ojos.
Haba llegado al castillo para ofrecerle su respetuosa simpata por la
salud cada vez ms deteriorada del rey de Francia. Por qu ella acuda a
William y no a su marido? Quiz porque l era demasiado amigo de Philip
de Flandes, y Margarita nunca haba credo que ese hombre fuese muy
atractivo. Le pareca que era una influencia negativa para Enrique, una
opinin determinada sin duda por los comentarios de William Marshall.
Orden a uno de sus servidores: Decid a William Marshall que
venga.
Poco despus apareci William.
Enrique entrecerr los ojos y dijo: Hace mucho que deseo deciros
algo.
William lo mir serenamente.
Mi seor?
Me ofendis con vuestras crticas replic Enrique.
No entiendo.
Y adems continu Enrique, observo que os mostris
demasiado amistoso con la reina Margarita.
Mi seor, confo en que he demostrado ser buen amigo de ambos.
Y sobre todo de ella, eh?
No comprendo esas insinuaciones.
De veras? Entonces, sois un tonto. Lo dir claramente. Ha llegado
a mis odos que veis mucho a mi esposa. No lo tolerar. Si no fuera porque
habis sido mucho tiempo mi amigo, os castigara como lo merecis. Sin
embargo, me mostrar benigno.
Enrique vacil. Era difcil creer esas cosas cuando se enfrentaba con
esa mirada firme y serena. William siempre se haba mostrado tan
honorable, tan ansioso de servirlo; y cuando antao haba parecido que l
haca causa comn con otros, en definitiva siempre haba resultado que
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tormentosa. Jams olvidara los gritos de los hombres y las mujeres que
moran en combate. Su vida entera la haba vivido perseguido por esos
clamores. Haba tenido momentos buenos, con Leonor al principio, con sus
hijos y sobre todo con Felipe.
Pero todo haba concluido.
Hijo mo... murmur.
Felipe le bes la mano.
Dios te bendiga, hijo mo. Un reinado largo y feliz. Adis, Felipe,
adis Francia.
As, Luis cerr los ojos y muri.
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BERENGARIA
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castigo feroz: le arrancaba los ojos, de modo que no poda ver otra vez el
temblor de Ricardo. El pueblo de Aquitania comenzaba a temerle, y l an
no haba entendido que, si bien por naturaleza no era gente belicosa, y se
caracterizaba sobre todo por el amor a la vida muelle, y a la poesa y las
canciones, no era de naturaleza tal que aceptaran la tirana; y el
resentimiento avivado por los versos de los poetas se mantena latente y de
un momento a otro poda romper en llamas. En Aquitania se incubaban
desrdenes. El pueblo no deseaba que este noruego lo gobernase.... porque
si bien su madre era Leonor, nativa de Aquitania, y su padre hijo de
Godofredo de Anjou por el lado materno, tambin descenda del
Conquistador y de los brbaros que haban venido del norte para saquear y
conquistar.
El propio Ricardo saba que el nico modo de hacer la paz en
Aquitania era traer de regreso a su madre. Era la duquesa del pas. A los
ojos de la gente, su matrimonio con Enrique Plantagenet haba sido un
desastre. Ella lo haba convertido en duque de Aquitania, un hecho que
ellos jams haban aceptado; y haba engendrado hijos por ejemplo
Ricardo, que haba llevado a Aquitania un modo de vida que era
inaceptable.
Sera un conflicto interminable; y como l as lo haba comprendido,
decidi aceptar la invitacin a Pamplona. De ese modo, podra ausentarse
un tiempo y pensar ms claramente en la situacin que ahora afrontaba.
Mientras cabalgaban uno al lado del otro, seguidos por sus
acompaantes, entonaban canciones, a menudo compuestas por ellos
mismos. Las composiciones de Sancho expresaban la calidez del sur; pero
quienes escuchaban perciban, como les haba ocurrido a otros antes, un
atisbo del norte en las canciones de Ricardo. Las del sur eran lnguidas,
las del norte desbordaban vigor.
Incluso los ms ntimos de Ricardo pensaban: No es uno de los
nuestros.
Cuando llegaron a Pamplona, los viajeros ya estaban reunindose
para participar en el torneo que se celebrara en un espacioso prado, frente
a los muros del castillo. Las posadas estaban atestadas; a los costados del
camino se alineaban los mendigos, patticos y astutos; los ladrones y los
vagabundos se mezclaban con los ciudadanos respetables, y todos
buscaban el modo de beneficiarse. Se haban organizado puestos que
ofrecan toda suerte de cosas: cinturones y hebillas, bolsos, encajes,
broches, navajas, dados, rasquetas para rascarse la piel que picaba, pieles
de nutria para confeccionar pellizas y toda suerte de prendas, vinos,
maderas, cebada.... en realidad, se ofreca toda clase de mercancas.
La gente miraba impresionada el paso de la caravana. Observaban al
apuesto prncipe Sancho y se sentan un poco aprensivos al ver a Ricardo
de Aquitania. En l haba algo repulsivo, y al mismo tiempo fascinante. Era
tan alto; por esos lados rara vez se vea a un hombre de tal estatura, y
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haba sido emperador de Espaa. Se haba casado con Beatriz, que era hija
del rey Alfonso de Castilla. Se senta muy orgulloso de su familia... de su
bella esposa, del hijo que llevaba su mismo nombre y que ya tena
reputacin de hombre valeroso, al extremo de que lo llamaban el Fuerte, y
sus dos hermosas hijas. Berengaria y Blanca.
En su condicin de invitado de honor, Ricardo se sent a la derecha
del rey y a su lado se sent Berengaria, hija del monarca. Era muy joven,
pero tena cierta seduccin y prometa ser bella.
Comieron y bebieron, y durante el festn Ricardo observ a la hermosa
joven que tena al lado. En realidad, era una nia, pero su inteligencia lo
sorprendi, y despus, cuando ella cant, Ricardo se sinti seducido y
comprob que era difcil apartar la mirada de Berengaria.
El padre, que los observaba, comprendi la situacin, y pens que si
Ricardo no hubiese estado comprometido con Alicia de Francia hubiera
podido concertarse la unin entre ambos jvenes.
Ricardo cant canciones de amor y de guerra, y en realidad pareci
que cantaba de la guerra con ms frecuencia que del amor. Sancho el joven
era diferente. Este hroe, que se haba distinguido en los combates contra
los belicosos moros, daba a entender en la candente pasin de sus
canciones que tambin saba amar.
El rey permaneci al lado de Ricardo, y le dijo que conoca la situacin
de Aquitania y compadeca a su pueblo.
El pueblo desea el regreso de vuestra madre. De eso no cabe la
menor duda.
Lo s bien replic Ricardo. Quiera Dios que mi padre
comprenda la necesidad de hacer algo.
Parece tan antinatural... que el marido encarcele a su esposa.
Mi padre puede ser un hombre muy antinatural. En la voz de
Ricardo haba tanto veneno que Sancho se sorprendi. Pens que pareca
cierto lo que se afirmaba, que los hijos del rey de Inglaterra lo odiaban.
Mir a su propio y apuesto Sancho, y a sus hermosas hijas, y dio gracias a
Dios.
Sin embargo, si comprendiera que el pueblo de Aquitania jams se
tranquilizar mientras ella continu encarcelada, podra ocurrir que
comprendiese la conveniencia de liberarla.
Se odian dijo Ricardo. Se odiaron durante aos. Lo advert
cuando yo todava estaba en la nursery. Mi padre trajo a su bastardo para
que lo criasen con nosotros. Fue algo que el orgullo de mi madre no pudo
tolerar.
Una actitud comprensible.
En efecto. Cuando se casaron, la posicin de mi madre era superior
a la de mi padre. Despus, l se convirti en rey de Inglaterra. Ella habra
hecho todo lo posible para ayudarlo... pero l le ech a perder todo... segn
sola decir ella, a causa de su lascivia. Yo los oa a menudo, pelendose a
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gritos.
Creo que amis profundamente a vuestra madre.
Hara todo lo posible por conseguir su libertad. Me propongo
reducir a mi padre a un estado tal que tendr que escuchar mis
condiciones, y la primera ser la libertad de mi madre.
Sancho asinti con simpata, pero pens: Jams conseguirs someter
a Enrique Plantagenet.
Por ahora, sera mejor convencerlo de los efectos que su liberacin
tendra en Aquitania.
Lo hice. No quiere escucharme. Me ve como al partidario de mi
madre, y cree que ella solo piensa en traicionarlo.
Quiz si otro le explicase el asunto.
Una profunda alegra se apoder de Ricardo. Para eso haba ido a
Navarra.
Queris decir... lo intentarais?
Quiero decir que hara la prueba.
Por los dientes de Dios, os escuchara.
En ese caso, lo intentar. Le enviar un mensaje. Le dir que en mi
condicin de observador veo cmo estn las cosas de Aquitania, y que el
pueblo de esa regin jams se tranquilizar mientras la duquesa est
encarcelada.
Si podis hacerlo me prestaris un gran servicio, y tambin haris
algo provechoso para Aquitania.
Sancho el Sabio dijo:
Har todo lo posible.
Esa noche, Ricardo intercambi insignias con el joven Sancho y
ambos prestaron el juramento de la caballera. En adelante seran fratres
jurati, hermanos juramentados.
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retroceder hasta su castillo, se vio asediado all y al fin tuvo que pedir
cuartel.
Las fuerzas del rey de Francia aplastaron la rebelin.
Todos saban quin haba sido el genio militar que haba permitido
obtener ese resultado.
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Lo har, lo har. Ahora que ests aqu, todo parece diferente. Vuelvo
a ser un nio. William, cunto te admir. Eras el caballero perfecto. Todo
podas hacerlo mejor que otros. Eras demasiado bueno.
Como vos, soy un pecador, y nada podra hacer demasiado bien.
Pero ahora, descansad. Permitid que llame al obispo.
Si hubiese tiempo, William te pedira que me acompaases en una
cruzada.
Quiz despus, cuando hayis sanado.
Despus? No habr despus para m. Lo sabes. William. Por qu
ahora finges? Siempre fuiste un hombre tan sincero.
Mi seor rey, si tenis poco tiempo, arrepentos.
S, debo arrepentirme. Inclnate, y mira lo que hay en el piso. Es
una cruz de cruzado. La retir del santuario.
Mi seor!
No, no te conmuevas as, lo que hice hecho est, y es intil volver
sobre ello.
Entonces, mi seor, arrepentos.
William, llama al sacerdote. Y dime que me perdonas. Fue un da
infortunado aqul en que te desped.
Eso ya termin. Ahora estoy de nuevo aqu.
William, cuida a Margarita. Temo que enviude antes de que pase
mucho tiempo.
William se retir. No poda soportar el espectculo de ese rostro otrora
tan bello, y ahora plido y contrado por las convulsiones, y los hermosos
ojos desorbitados y sanguinolentos.
Hubiera debido permanecer al lado del joven Enrique. Pero, cmo
poda hacerlo cuando le haba ordenado retirarse? Pero hubiera debido
retornar, y no esperar que lo llamasen. Deba haber prevenido al joven rey
que el camino que estaba siguiendo slo poda conducir al desastre.
Lleg el obispo de Cahols y dio la absolucin al joven rey.
Ahora era evidente que no vivira muchos das ms.
El joven Enrique pidi a William Marshall que permaneciese cerca.
Ahora el fin est muy prximo dijo. Mira, aqu est la cruz del
cruzado. Cmo puedo expiar el pecado que comet al retirarla del
santuario? Si se me devolviese la salud iniciara una cruzada y la llevara a
Jerusaln. All la depositara sobre el Santo Sepulcro y pedira perdn. Oh,
Dios mo, concdeme el don de la vida, de modo que con el tiempo pueda
recibir el perdn de mis pecados.
William se apart. Saba que Enrique jams ira a Jerusaln.
Debo ver a mi padre antes de morir. Le ment y lo ofend. Necesito
pedir su perdn exclam.
Le enviar ahora mismo un mensajero prometi William. Le dir
cmo estis, y le pedir que venga aqu.
Te lo ruego.
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EL CUADRO EN LA PARED
Cuando el rey supo que su hijo mayor haba muerto, durante unos
das lo agobi el dolor; pero no poda dedicar demasiado tiempo a su pena.
La muerte de Enrique suscitaba muchos problemas. Lo que era ms
importante, impona la eleccin de un nuevo heredero de sus dominios.
Ricardo!
La expresin del rey se endureci. Se dijo: si algo puedo hacer para
impedirlo, lo har.
Y sin embargo, era peligroso apartar al heredero legtimo e instalar a
otro en su lugar. Ricardo nunca se haba interesado mucho por Inglaterra.
Aquitania haba sido su pasin. Quiz ello responda al hecho de que era el
dominio de su madre; y l estaba ms cerca de Leonor. A pesar de sus
rasgos nrdicos, Ricardo amaba a ese pas sureo.
El rey pens: Mis hijos! Acaso jams me demostraron afecto?
Ricardo! Godofredo! Enrique!... Todos ellos son mis enemigos. Haba uno
que hasta ahora se haba mostrado obediente: Juan. Por qu no designar
heredero al hijo que le haba demostrado fidelidad? As demostrara a los
traidores, e incluso a sus propios hijos, que l no olvidaba las injurias.
Ricardo? Enrique deba confesar que Ricardo siempre haba sido
sincero. Si Ricardo se propona actuar de cierto modo, no finga lo
contrario. No era como haba sido Enrique o como era Godofredo. En los
dos ltimos nunca era posible confiar. Pero el rey no poda simpatizar con
Ricardo.
Qu irnica era la vida... y sobre todo la vida de un rey! Ansiaba
hijos, y cuando llegaban, convertan en una carga la vida del padre.
Enrique le haba mentido y nada haba hecho mientras uno de sus
soldados disparaba flechas contra el rey, cules haban sido los
verdaderos sentimientos de su hijo cuando la flecha se haba limitado a
atravesar la capa, y cuando haba muerto al caballo, y no al propio rey?
Enrique era un hombre sagaz en todo menos en los afectos de familia.
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Deba haber sabido mucho tiempo atrs que sus hijos no lo amaban; y que
slo deseaban la corona.
Dese poder amar a Ricardo. Ricardo era quiz el hombre en quien
hubiera debido depositar su confianza. Pero en presencia del joven,
Enrique se senta incmodo; siempre tema que apareciese un tema que lo
dejara en situacin embarazosa, o que incluso lo llevase a revelar algo que
jams deba mencionarse.
Oh, Alicia, querida ma murmur, tendrs que responder por
muchas cosas.
Ansi volver al hogar... y a Alicia. Pens en la vida que la joven haca
en Westminster o Winchester o en Woodstock. La bienamada Alicia, que
nunca se quejaba porque el rey no poda contraer matrimonio con ella; que
se contentaba con permanecer en una relativa reclusin; que se
conformaba con que Enrique la amase y la mantuviese lejos de Ricardo.
Tena a Alicia, pero tambin deseaba desesperadamente conquistar el
afecto de sus hijos. Cuando estaban en la nursery, haba imaginado cmo
creceran y colaboraran, y qu felices se sentiran de responder a los
deseos de su padre. Los haba concebido como una formidable familia de
hombres fuertes, con su padre a la cabeza. Nadie se habra atrevido contra
ellos. Cuatro hijos que deban contraer matrimonio con princesas
europeas, e incorporar ms y ms ricos territorios a la corona Plantagenet.
Qu triste, qu decepcionante que sus hijos luchasen unos contra otros y
contra su padre y concentraran alianzas con el rey de Francia!
Y ahora el joven Enrique haba muerto... y del modo ms indigno
haba saqueado santuarios antes de morir, y haba que hacer algo al
respecto, porque de lo contrario la suerte jams volvera a sonrer a la
familia. Haba que aplacar a los santos.
Enrique, el ms hermoso prncipe de la Cristiandad, con sus modales
seductores que atraan a los hombres... ahora muerto. Qu vida
malgastada!
Mi hijo, a quien tanto quise amar, y que de m slo deseaba la corona!
Y Ricardo? No, Ricardo no! No quera tenerlo al lado, como al futuro
rey de Inglaterra. Cmo poda llegar a eso? Y su matrimonio? Ahora sera
necesario encontrar una solucin a ese asunto.
El rey pens: mandar llamar a Juan.
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concertar tales acuerdos, pues se deca que si el pago era difcil se limitara
a ignorarlo.
Era inevitable que se mencionara a Alicia.
Su matrimonio con Ricardo ya est muy retrasado dijo Felipe.
Ricardo y yo hemos tenido muchas dificultades replic el rey.
Y ahora, segn creo, tenis desacuerdos con l.
Es un hijo desobediente.
Vuestros hijos os decepcionaron.
Me provocaron muchos problemas. Ser diferente con el menor.
Juan ser un buen hijo.
Felipe hizo una pausa irnica, como si estuviese escuchando algo.
Enrique lo mir extraado. Era la risa irnica de los dioses?
Concordaron en el monto de la dote de Alicia.
Podis decidir que si no se casa con Ricardo lo haga con Juan dijo
Felipe. Godofredo ya gobierna a Bretaa.
Juan est comprometido con la hija del conde de Gloucester.
Es frecuente que se olviden tales compromisos. No olvidis que
Alicia es una princesa de Francia.
Har todo lo posible para lograr que est bien atendida dijo
Enrique.
Felipe no insisti. A veces, Enrique se preguntaba cunto se saba de
l y Alicia.
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damas.
A su debido tiempo naci el hijo de Matilda. El parto fue fcil y el
pequeo fue bautizado con el nombre de William.
Leonor, que amaba a los nios, se complaca en atender al pequeo.
Se aproximaba la Navidad.
Para sorpresa y complacencia de Leonor, lleg un mensaje del rey.
Convocaba a sus hijos a Westminster, e invitaba a su esposa a reunirse all
con ellos. Matilda, su marido y sus hijos deban acompaar a la reina, y se
tratara de una reunin de familia.
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haber sido diferente. Nuestra vida entera podra haber sido diferente. Si no
me hubiese traicionado con otras mujeres, habra cooperado con l. Me
hubiera ocupado de que mis hijos lo respetaran y honrasen. Es el nico
culpable. Aunque quiz lo mismo pueda decirse de nuestra familia entera.
Oh, Ricardo, qu agradable ha sido conversar contigo.
Un da dijo Ricardo, nos reuniremos. El mismo da que yo ocupe
el trono se abrirn de par en par las puertas de tu prisin y yo dir a todos
que mi amada madre es la persona a quien tengo en ms elevada estima.
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Quisiste gobernar.
S, ambos lo desebamos.
Y entre los dos engendramos a los aguiluchos.
Enrique se volvi en la puerta y la mir.
Ordenar copiar el cuadro y lo tendr en mi dormitorio de Windsor.
All lo mirar con frecuencia, y recordar. La voz le tembl un poco, y de
pronto dijo: Oh, Dios mo. Leonor, por qu no fue diferente? Qu no
habra dado por tener un hijo que me amase.
Despus, se alej. Ella escuch el ruido del bastn sobre las losas de
piedra.
Ri para sus adentros. Pobre Enrique, el gran rey, el seductor de
mujeres, el amante a quien nadie poda resistir. Haba fracasado donde ella
triunfara, pues Leonor s tena un hijo que la amaba
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LA MALDICIN DE HERACLIO
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estilo.
Ira? Naturalmente, no quera hacerlo. Por extrao que pareciese,
aunque haba pasado la mayor parte de su vida cerca de los campos de
batalla, el combate no lo complaca demasiado. Siempre haba afirmado
que las batallas representaban una forma de despilfarro, y rara vez
aportaban al vencedor lo que l buscaba. Era mucho mejor discutir y
maniobrar al enemigo para obligarlo a concertar un acuerdo. Tenda a
negociar para asegurar ventajas.
Y ella? Qu planes tena Enrique acerca de su esposa? Leonor no lo
saba, pero de todos modos la reina continuaba en la corte. No se le
permita mucha libertad. Si sala a caballo, siempre estaba acompaada
por servidores que Enrique haba elegido. Tema que se dirigiese a la costa
y embarcara para Francia?
Era cierto que ella a menudo haba pensado en esa posibilidad. Si
poda reunirse con Ricardo, ambos defenderan a Aquitania contra todos, y
si en efecto Enrique se propona entregar a Juan ese territorio, por Dios
ella hara cuanto estuviese a su alcance para derrotarlo.
Record el entusiasmo que ella y Luis sentan al comienzo de su
cruzada. En una misin de ese gnero haba algo que encenda la sangre.
Uno se imaginaba marchando hacia la gloria, la cruz en alto. Por supuesto,
era muy diferente en el campo de batalla. La muerte era la muerte... nada
glorioso, sino un acto sangriento y horrible. Y tal como ella haba
comprobado, los hombres eran hombres, y para el caso poco importaba
que profesaran la fe cristiana o fuesen sarracenos.
Ah, Saladino. Qu amante haba sido. Y ahora se hablaba de otro
Saladino. Su hijo, su nieto? Y amenazaba arrebatar Jerusaln a los
cristianos!
Si ella se hubiera casado con Saladino, como haba pensado en aquel
momento, a travs de ese matrimonio quiz se habra concertado la paz
entre sarracenos y cristianos. Si Saladino se hubiese convertido al
cristianismo, el viejo Heraclio no habra venido a pedir a Enrique que
corriese en auxilio del pobre y leproso Balduino.
Pero la vida no responda a las buenas intenciones. Ella se haba
casado con Enrique Plantagenet y no con Saladino.
Entretanto, Enrique preparaba a los miembros de su consejo. En vista
de la situacin que reinaba en Aquitania, Normanda y Anjou, no crea que
fuese el momento de ausentarse. Les pidi que imaginaran las
perturbaciones que podan suscitarse si l no estaba all. Una cruzada era
una empresa costosa. Habra que aplicar impuestos al pueblo, y cmo
reaccionara la gente? Ya era bastante desagradable cuando todos tenan
que pagar por la seguridad de su propio pas. El propio Enrique poda
conquistar cierta gloria personal, pero, qu ocurrira con su pas? Su
principal propsito en la vida haba sido servir a sus sbditos, y
posibilitarles una vida pacfica en una comunidad ordenada. Si se
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ausentaba, no vea cmo podra preservar las leyes inglesas, que haban
sido instituidas por su bisabuelo y fortalecidas por Enrique; y el rey saba
que los miembros de su consejo, que eran hombres discretos, jams
permitiran que l se embarcara en tal empresa.
La asamblea se reuni en Londres; la nobleza de Inglaterra estaba all,
y tambin los altos miembros de la Iglesia, y sobre un estrado se haba
instalado Enrique, con sus invitados Heraclio y Roger de Moulin.
El rey explic a la asamblea el motivo de la misin, y el gran honor
que la misma significaba para l. La Ciudad Santa corra peligro; el rey
Balduino estaba murindose de una terrible enfermedad; un nio tena
que ocupar su lugar; y ahora se le ofrecan a Enrique las llaves del Santo
Sepulcro. Era la oportunidad de conquistar mucha gloria, y lavar los
pecados de una vida. Pero l era rey, y ante todo tena en cuenta a su
pueblo. Su voluntad era la voluntad del pueblo, y los haba convocado all
para que decidiesen si deba iniciar o no esta peregrinacin.
Heraclio se puso de pie y dijo a la asamblea que Jesucristo y los
hombres santos del mundo entero pedan al rey de Inglaterra que salvase a
Jerusaln. Quera decir a todos que Saladino, el jefe de los sarracenos,
esos paganos que eran enemigos de Cristo, se dispona a tomar Jerusaln.
Acaso los verdaderos cristianos podan permanecer indiferentes y permitir
que ocurriese eso? No! Pues quienes procedan as no eran autnticos
cristianos.
Enrique replic que hara todo lo que pudiese para salvar a la Ciudad
Santa.
Despus, pidi a la asamblea que expresara su deseo.
Ricardo, arzobispo de Canterbury, se puso de pie.
Mi seor rey dijo, vuestro deber est' en estos dominios.
Heraclio se volvi hacia el arzobispo.
Mi seor arzobispo tron, convoco a otro arzobispo que fue
santo y mrtir. Muri sobre las losas de su Catedral, y entonces el rey
prest el juramento de que ira a Jerusaln.
Si poda hacerlo replic el arzobispo. Pero nuestro seor el rey
prest otro juramento durante su coronacin. Afirm que siempre
atendera el bienestar de sus sbditos. Dadas las obligaciones de la
corona, ese juramento, mis seores, es ms importante que todas las
restantes promesas. No puede compararse una cruzada a Palestina con los
deberes de un rey. Y por esa razn, mi seor rey y mi seor patriarca, el
rey debe permanecer en sus propios dominios.
Enrique asinti gravemente.
Veo que los miembros de mi consejo hablan con discrecin. Mi
corazn ir a Palestina, pero es inevitable que yo permanezca aqu, tengo
que cumplir con mi deber. Heraclio se dispona a expresar su indignacin
cuando Enrique dijo: Dar cincuenta mil libras a la causa, y si
cualquiera de mis sbditos desea incorporarse a una cruzada, har todo lo
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lo haba abandonado.
No poda confiar en sus hijos... ni siquiera en Juan, el menor y el ms
amado. Qu sentido tena fingir? Poda confiar en Juan? Qu clase de
hombre haba llegado a ser el menor de sus hijos?
Orden llamarlo, y Juan se apresur a obedecer. El muchacho saba
que ahora que su hermano Enrique haba muerto, l mismo era el favorito
de su padre.
Juan, astuto, experto en villanas, pues sus tutores haban adivinado
sus inclinaciones y las haban fomentado, estaba siempre atento a una
posible ventaja. Despreciaba a su padre con el desprecio del joven por el
viejo. Juan crea que estaba en el umbral de una vida de poder y aventura,
y que su padre estaba cerca del fin de la suya.
Durante los aos pasados haba observado a su padre en el castillo, y
haba advertido cmo sus ojos se posaban en las mujeres, y cmo las
acariciaba y las llevaba a su dormitorio. No pas mucho tiempo antes de
que Juan comenzara a practicar el juego que, segn afirmaban los
hombres, era una obsesin en su padre. Juan comprenda las
inclinaciones de su padre en ese sentido. Eran tambin las suyas.
Y ahora, qu le reservaba el destino? Godofredo haba ofendido de un
modo imperdonable a su padre, porque sus hombres haban disparado
flechas contra el rey, mientras el joven miraba impasible. Y por otra parte,
el rey jams haba simpatizado con Ricardo. De modo que quedaba Juan.
El viejo poda mostrarse a veces bastante llorn.
Juan haba escuchado el pedido de Heraclio, y uno de sus
compinches le haba hablado de las aventuras de su madre en Tierra Santa
cuando ella era la esposa del viejo Luis. Su madre, lo mismo que Enrique,
haba sabido gozar de la vida! Juan pens que le hubiera agradado ir a
Tierra Santa. Nada sera ms entretenido que llevar una vida desordenada
durante el viaje, y despus hacer penitencia en el santuario.
De modo que cuando compareci ante su padre comenz por
arrodillarse y le dijo que deseaba ir a Tierra Santa.
Djame ir, padre dijo. As obtendr redencin de tus pecados
tanto como de los mos.
No, hijo mo. Hay mucho que defender aqu replic el rey. No
puedo permitirlo.
Pero padre, Heraclio te maldijo.
Dios no atender sus maldiciones.
Acaso el patriarca de Jerusaln no es un hombre bueno?
No es ms que un ttulo. Acude a m porque desea salvar su propia
posicin. No le importa lo que ocurra aqu. Y qu crees que ocurrir aqu?
Qu ocurrir si yo me alejo?
Padre, tienes hijos.
Ah, Juan, eso debera reconfortarme, verdad? Pero es as?
Godofredo, Ricardo... cundo fueron buenos hijos para m?
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EL TORNEO FATAL
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era su enemigo.
Ahora, necesitaba torturarse con el recuerdo de Godofredo nio. No
poda decir que haba sido su hijo favorito, pero de todos modos haba sido
un ser de su carne y su sangre. Qu perversidad los dominaba que
siempre deban hacer la guerra? Por qu no se haban mantenido unidos,
como deban hacer un padre y sus hijos? Guillermo casi en la cuna,
despus Enrique, y ahora Godofredo. Tres hijos perdidos, y de los
restantes... slo poda confiar en Juan.
Ahora, se volvi hacia Juan.
Juan, mi amado hijo, he perdido a tus hermanos. Ahora tienes que
reconfortarme.
Lo har, padre prometi Juan. Siempre te servir aun con la
vida.
Era reconfortante recordar que tena a Juan.
En su castillo y fortaleza Leonor lloraba a su hijo.
Su Godofredo lo haba llamado, en contraste con el otro del mismo
nombre a quien Enrique haba llevado a la nursery... el bastardo
Godofredo.
Qu muchacho inteligente haba sido su Godofredo; tan hermoso,
aunque siempre desplazado por su hermano Enrique, porque ste haba
sido ms apuesto. Pero Godofredo era el ms inteligente de los dos.
Godofredo haba sido el conspirador, el intrigante, el que seduca al mismo
tiempo que intrigaba para cometer fechoras.
Ninguno de sus hijos gobernara jams un reino como lo haba hecho
el padre, pero ella los haba amado, como siempre amaba a sus nios. Si
no poda ser una esposa fiel, poda comportarse como madre afectuosa.
Ahora, pensaba en Godofredo como haba sido cuando ella lo vea.
Entonces era un nio, y Leonor volvi a odiar a Enrique, que todos esos
aos la haba mantenido apartada de sus hijos.
Su amado Ricardo viva ms seguro, pues Godofredo no haba sido su
amigo. Tal vez la posicin de Ricardo era ms segura despus de la muerte
de Enrique.
As, mientras lloraba a Godofredo, Leonor pensaba en Ricardo. Era el
hijo en quien haba depositado todas sus esperanzas. Enrique lo saba.
sta era una de las razones por las cuales haca todo lo posible, como ella
sospechaba, para desplazar a Ricardo y poner en su lugar a Juan.
Nunca lo conseguira.
Oh, Dios mo, exclam, jams acabarn las disputas en nuestra
familia?
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que l, que haba nacido Juan sin Tierra, ahora estuviese prximo a recibir
grandes dominios. Lo nico que tena que hacer era engaar a su pobre y
anciano padre, e inducirlo a creer que era un hijo bueno y obediente; poda
hacerlo con bastante facilidad, y dado su carcter, el engao lo complaca.
Al rey le agradaba pasear con l o cabalgar, e iniciarlo, como l mismo
deca, en los deberes de la realeza. Enrique se comportaba como si fuese
indudable que con el tiempo Juan recibira la corona. Si mencionaba a
Ricardo era para desecharlo, como si careciese de importancia; y as el hijo
menor ocupaba el lugar del mayor.
A decir verdad, jams pude amar a tu hermano Ricardo dijo un
da Enrique. Me odi desde que era nio. Su madre lo indujo a eso.
Juan, agradezco a Dios que fueras demasiado joven para sufrir la
influencia de esa mujer.
Jams me habra convencido replic Juan con expresin virtuosa
. Yo habra percibido la verdad.
De veras, hijo mo? A veces pienso que tus hermanos nada
comprendieron. Todos me acarrearon dificultades.
Jams har eso declar Juan.
Gracias a Dios, uno de mis hijos me muestra cierto afecto.
Padre, te compensar por todo lo que sufriste.
Se aproximaba la Navidad, y el rey decidi pasarla en el castillo de
Guildford. El rey orden que se organizaran festejos en la fortaleza
normanda, pues deseaba que todos supieran que su amado hijo Juan
mereca todo su favor. Juan acompa a su padre los dos das que pasaron
all, y era visible que al rey le agradaba mucho la compaa del joven. Se
los vea paseando alrededor de la muralla del castillo, enfrascados en
largas conversaciones: el rey hablaba con entusiasmo, y Juan escuchaba
ansioso, como si estuviera decidido a no perder una sola de esas palabras
sabias.
Juan se alegr mucho cuando a principios del nuevo ao lleg una
bula del papa Urbano, en la cual conceda su aprobacin al deseo de
Enrique, que era convertir a su hijo Juan en rey de Irlanda. La caravana
oficial viaj a Westminster para recibir al cardenal Octaviano, que traa una
corona de oro y plumas de pavo real, los elementos que utilizara el
cardenal para coronar al joven Juan.
Pero nuevamente las pretensiones de Juan no cuajaron, pues antes de
que pudiera celebrarse la coronacin llegaron noticias de Francia. Felipe
era muy distinto de Luis. No era fcil engaarlo. Deca que si Enrique
deseaba mantener la paz, los dos reyes deban encontrarse, pues Felipe
deseaba discutir ciertos asuntos con Enrique.
Por supuesto. Enrique saba que uno de ellos era la situacin de
Alicia. Que hubiera podido retenerla tanto tiempo era casi un milagro.
Quin sino Enrique Plantagenet hubiera podido lograrlo? Eso no poda
durar mucho tiempo.
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FELIPE Y RICARDO
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Felipe lo esperaba.
Cuando Ricardo entr a caballo en el campamento, el rey de Francia
pens: Qu bello es! Esos fros ojos azules, esos cabellos que no eran rojos
ni amarillos, el vigor del semblante y la figura alta y erguida.
Qu orgulloso deba sentirse de tal hijo el rey de Inglaterra. Y qu
absurdo era que depositara su confianza en Juan. La locura del rey de
Inglaterra era la ventaja del rey de Francia.
Ricardo entreg serenamente su espada a Felipe. Cuando se arrodill
su cabeza no estaba protegida por el yelmo.
Felipe adelant una mano y toc los cabellos rizados.
De pie, Ricardo dijo amablemente.
Lo introdujo en su tienda, como haba hecho antes.
Ricardo dijo: Vengo con humildad. Mi padre pide una tregua.
Felipe sonri astutamente.
Para organizar una cruzada?
No puede ir a Jerusaln. Desea una tregua de modo que ambos
puedan parlamentar y firmar un acuerdo.
Un acuerdo con tu padre! Pero l no sabe cumplir su palabra. Mi
padre concert muchos acuerdos con el rey de Inglaterra, y de qu sirvi
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eso a Francia?
Aun as, pide condiciones.
En ese caso, nos reuniremos. Vaya, Ricardo, si ahora
combatiramos, lo derrotara.
Nunca fue derrotado. Ansa ahora una tregua porque sabe que al fin
ha llegado el momento de afrontar la derrota.
Ricardo, ser benvolo con tu padre. T lucharas por l. No quiero
que sufras la humillacin de la derrota... o quiz la muerte. Por tu bien,
primo, considerar la posibilidad de esta tregua.
Mi seor, cules son vuestras condiciones?
Felipe mir el rostro bello y orgulloso.
Que el rey de Inglaterra permita que su hijo permanezca un tiempo
a mi lado, de modo que podamos conversar de nuestras dificultades.
Queris decir... un rehn?
Yo no lo llamara as. Sers tratado como un invitado de honor. No
quiero que pienses que eres mi prisionero. Ricardo, deseo tu amistad. S, lo
deseo tanto que estoy dispuesto a considerar la tregua que pide tu padre
cuando en realidad puedo hacer lo que quiero.
Ricardo pens: Un rehn! Porque de eso se trataba. La situacin no le
agradaba. Y la alternativa? La derrota en la batalla. Tena que ceder.
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provecho de Juan.
No lo permitir.
Y yo estar a tu lado.
Por qu me trata as?
Porque en cierto sentido te teme. Eres demasiado noble. Tan distinto
de l. Qu criatura tan tosca! Sus ropas a menudo estn sucias... y las
manos. Felipe se estremeci. Mi bello Ricardo, parece imposible que
puedas ser su hijo. Y sin embargo, mrame. Mi padre fue un monje... o lo
habra sido si se le hubiese permitido. T naciste para gobernar, y l te
teme. Tal es la raz del conflicto. Impidi que te casaras con mi hermana.
Ahora intentar desheredarte.
No puede hacerlo. Soy el hijo mayor.
Lo intentar. Desea que Juan tenga lo que es tuyo.
No permitir tal cosa. Y tampoco el pueblo lo aceptar.
Debemos evitar que lo consiga. T y yo cooperaremos. Siempre... T
y yo unidos.
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Enrique tena otros planes. Por ejemplo, entregar todas sus tierras, con
excepcin de Inglaterra y Normanda, a Juan; y Juan se casara con Alicia.
Enrique no haba demostrado su habitual astucia. Como siempre
estaba dispuesto a engaar, haba credo que Felipe era igual.
Pero Felipe estaba enamorado. Siempre trataba de demostrar a
Ricardo que cometa un error al confiar en su padre.
Inmediatamente mostr a Ricardo la carta de Enrique.
Ricardo se enfureci. Amaba apasionadamente a Aquitania. La haba
sometido con la espada, y haba permitido que su madre la recuperase
porque saba que ella era su fiel aliada, y que con el tiempo la recuperara
por completo. Jams renunciara a Aquitania.
Dijo:
Por los ojos de Dios. Felipe, debo defender lo que es mo.
Felipe asinti sabiamente.
Despus agreg con tristeza:
Parece que tendr que permitir que te vayas.
Necesito fortificar mis castillos. Tengo que prepararme contra mi
padre.
Felipe reflexion. Deba perder a su amigo, o retenerlo contra su
voluntad. Amaba a Ricardo, y no deseaba provocar su enojo. Si autorizaba
su partida, de ese modo demostrara la intensidad de su sentimiento.
Decidi que deba realizar el sacrificio.
Ricardo, me duele profundamente separarme de ti, pero tienes
razn cuando afirmas que debes defender tus castillos contra tu padre. De
un momento a otro puede arrebatrtelos, porque sa es su intencin. De
modo que no te dir adis, sino au revoir. Pronto volveremos a vernos.
Quiz cuando llegue el momento, t y yo iremos a Tierra Santa.
Por los ojos de Dios exclam Ricardo. Nada me agradara ms.
Despus, se alej en direccin a Aquitania.
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nacionalidades: rojas para los franceses, blancas para los ingleses y verdes
para los flamencos.
Felipe y Enrique conferenciaron ahora, no como enemigos sino como
aliados, y afirmaron que haran todo lo posible para unir fuerzas en una
cruzada. Necesitaban tiempo para prepararse, y decidieron que les llevara
un ao reunir el dinero indispensable y obtener los elementos apropiados.
Se proponan iniciar la marcha en la Pascua de 1189.
Discutieron el modo de reunir el dinero, y Enrique sugiri que los
hombres que no los acompaasen donaran a la causa la dcima parte de
sus posesiones, y que quienes participaran de la empresa reservaran un
dcimo de sus riquezas para solventar todo lo que necesitaran.
La medida pareci bastante apropiada, y muy aliviado Enrique parti
para Inglaterra.
Encontr a Alicia dominada por la ansiedad, pues saba que el rey de
Francia estaba decidido a lograr que ella se casara.
Enrique la abraz clidamente. Nada ms que de verla evocaba su
propia juventud.
Cules son las novedades, mi seor? pregunt Alicia con
ansiedad.
Todo se ha arreglado. Dios me protege. Creo que fue Santo Toms,
porque pareci un milagro. Alicia, tu hermano es un hombre muy duro.
Tan diferente de tu padre. Es muy astuto, y creo que est haciendo todo lo
posible para destruirme. Alicia se estremeci.
No temas, amor mo. Ser un digno adversario. No es ms que un
joven, y yo soy un hombre que tiene mucha experiencia. Se haba
propuesto reclamar tu casamiento con Ricardo, y entonces apareci el
arzobispo de Tiro con las terribles noticias. Cmo podamos continuar
ocupndonos de tu asunto? Slo podamos hacer una cosa, y era reunimos
y planear nuestra cruzada.
Irs a Palestina!
Quedar en nada. En el curso de mi vida muchas veces se habl de
cruzadas, y yo jams particip en ninguna. No. Puedes estar segura de que
ocurrir algo, y que yo no podr ir a Jerusaln. Tengo obligaciones aqu. No
creo que sea til permitir el desorden y la rebelin en mis territorios
mientras yo estoy combatiendo para recuperar la Ciudad Santa en
beneficio del Cristianismo. Ahora bien, si yo fuese un hombre sin
responsabilidades, pero no es el caso. No temas, Alicia. Estamos unidos, y
solo una cosa puede separarnos.
Qu? pregunt ella.
La muerte replic Enrique. Alicia se estremeci y el rey dijo: Te
he asustado. Sonre, Alicia, sonre para m. No sabes cmo he deseado ver
tu sonrisa.
Y ella sonri, y ambos olvidaron esas fuerzas hostiles que intentaban
dividirlos, y la principal de las cuales era la Muerte.
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Tena que hablar con Felipe; los respectivos ministros dijeron a ambos
monarcas que si poda concertarse un acuerdo lograran evitar las
consecuencias de una guerra cruel, un conflicto que en el fondo ninguno
de los dos deseaba.
Felipe ansiaba hablar. Su principal meta era demostrar a Ricardo que
su padre lo engaaba. Deseaba obligar a Enrique a reconocerlo. Pero Felipe
era joven y Enrique viejo, y astuto como un zorro; le agradaba formular
promesas con sinceridad en apariencia autntica, pero sin la ms mnima
intencin de cumplirlas jams. Cada rey conoca el propsito de su
interlocutor; el de Felipe recuperarlo todo, y el de Enrique, conservarlo.
Se reunieron bajo un viejo olmo de Gisors, muy conocido porque era
el rbol bajo el cual los reyes de Francia y de Inglaterra se haban reunido
a menudo para tratar de resolver sus diferencias. Los ingleses llegaron
primero, y aprovecharon la sombra, y los franceses tuvieron que esperar al
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sol, y como era agosto haca mucho calor, los franceses sofocados apenas
pudieron soportar la temperatura. No fue posible llegar a una conclusin
satisfactoria, y Felipe se irrit tanto porque el y sus hombres haban tenido
que soportar el calor del sol mientras sus antagonistas gozaban de la
sombra, y porque el astuto Enrique aparentemente haba salido bien
librado, que orden que se talase el olmo, de modo que no fuera posible
celebrar ms conferencias bajo sus ramas.
Convoc a Ricardo: el duque de Aquitania era vasallo de Felipe, y ste
pudo ordenarle que viniese sin prdida de tiempo.
Cuando Ricardo lleg, Felipe lo abraz afectuosamente.
Hace mucho que estamos separados dijo.
Ricardo replic: Mi seor, me agrada vuestra compaa, pero soy
hijo de mi padre, y en conciencia no puedo actuar contra l.
No puedes, cuando l trabaja sin descanso contra ti? Acaso no te
neg tu herencia?
No lo ha dicho as. Se ha limitado a sugerir que no me dar poder, y
que debo esperar hasta su muerte.
No es lo que piensa realmente. Convocar a una conferencia, y t
estars. Formular mis exigencias de tal modo que l tendr que revelar
sus verdaderos designios en relacin contigo. Despus, t y yo nos
uniremos contra l; seremos los amigos que estbamos destinados a ser,
como lo comprend tan pronto fuiste mi invitado. Dime, Ricardo, puedes
afrontar la verdad?
Mi mayor deseo es conocer la verdad.
Pues bien, espera y yo le propondr mis condiciones; y entonces
veremos.
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humildemente al Seor?
Enrique ri estrepitosamente, y sus ojos se encendieron con la
antigua furia, mientras la sangre le martilleaba en las sienes.
Por qu debo rogar a quien est decidido a destruirme? Por qu
debo honrarlo? Qu hizo por m? Me dio hijos y los volvi contra m. En
ese campamento est mi hijo Ricardo. Godofredo, qu hice para que me
tratase as?
Mi seor, Dios te ha dado mucho. Te dio una corona y la fuerza para
conservarla. Quiz estas dificultades son un modo de probar tu virtud.
Dicen que a Dios le agrada probar a sus preferidos.
Enrique se volvi para mirar a su hijo, y de pronto le aferr el brazo.
Godofredo, fuiste un buen hijo conmigo. Ojal hubieras sido mi hijo
legtimo. Todo habra tomado un sesgo diferente. l te trajo a m, no es
as Y l me dio a mi hijo Juan. Mi hijo Juan ser buen rey, porque estoy
decidido a conseguir que me imite. Es el nico que me demostr afecto.
Tengo a mi hijo Juan.
Godofredo volvi los ojos hacia la ciudad en llamas, y rog a Dios que
no permitiese que el rey descubriera el verdadero carcter de su hijo
menor, pues Godofredo saba que el muchacho era un individuo disipado,
indigno de confianza, hipcrita y mucho menos digno que su hermano
Ricardo, a quien el rey quera desheredar.
Mi seor, agradeced a Dios por lo que te dio; y te ruego que
reanudemos la marcha, pues el enemigo nos perseguir y es necesario que
no te capturen.
Casi en el mismo instante William Marshall se acerc al rey.
El ejrcito francs se acerca dijo William. Cabalgad, mi seor, y
sin perder un instante. Yo y mi gente cubriremos la retirada, pero cabalgad
a toda la velocidad posible.
El rey en retirada! El rey protegido por una retaguardia. Era
desalentador.
William Marshall comprendi que no podran contener a los franceses.
Ricardo vena al frente. Quera ser quien capturase a su padre. Ni siquiera
se haba puesto la armadura, y estaba desarmado.
Una fra furia lo dominaba mientras repeta mentalmente lo que dira
al anciano que haba hecho todo lo posible para desheredarlo
La ciudad en llamas estaba atrs, y un olor acre saturaba el aire.
Ricardo alcanz a ver el grupo de hombres en retirada, y en el centro a su
padre.
Con un grito espole a su caballo. Mientras avanzaba hablaba al viejo.
Qu clase de padre fuiste para mi? Acaso no me odiaste siempre?
Por qu me odiaste? Porque mi madre me amaba. La odiabas, y por lo
tanto me odiaste, y quisiste quitarme lo que por derecho es mo. Padre
antinatural! Ahora, ya vers lo que te ocurre cuando seas mi cautivo.
Un caballero le cerr el paso. Una lanza apuntaba a su cuello
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Godofredo asinti.
Es bueno conocer a los traidores.
Enva un hombre al rey de Francia. Pdele este favor. Deseo una
lista de todos los caballeros que me abandonaron. No puede negrmelo.
As se har, mi seor.
El rey asinti y cerr los ojos.
Qudate conmigo, Godofredo dijo. Tu presencia me reconforta.
Es bueno saber que tengo amigos fieles. No desespero, si bien jams las
cosas fueron tan sombras como ahora. Afront algunas situaciones
desesperadas, pero ninguna como sta. Pero saldr bien del aprieto. No lo
dudes. Godofredo. Pronto llegar mi hijo Juan, y l y yo, contigo,
Godofredo, y William Marshall y los hombres a quienes estara dispuesto a
confiar la vida... trazaremos un plan. Deseo que me traigan a mi hijo
Ricardo convertido en un cautivo miserable. Ir a unirse con su madre en
la crcel. Pinsalo. Godofredo. Mi esposa y mis hijos contra m!
Trata de descansar, seor. Necesitas dormir.
Lo intentar, Godofredo. Despirtame apenas llegue Juan.
Eso har, mi seor contest Godofredo.
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