Revista de Antropología y Arqueología 1996-1997
Revista de Antropología y Arqueología 1996-1997
Revista de Antropología y Arqueología 1996-1997
Artculos
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Debates
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PRESENTACIN
Este trabajo se propone analizar un testimonio oral, an indito, que
recogimos en la comunidad uitoto de Monochoa, localizada en la parte
media del ro Caquet, cerca a la poblacin de Araracuara. Esta historia
me fue narrada por el cacique de la comunidad, Rafael Nez, uno
de los hombres ms conocedores de la tradicin cultural uitoto y
ampliamente respetado entre sus coterrneos, no slo por su edad sino
por su sabidura y virtudes humanas. Durante casi un mes estuve
viviendo en su vieja pero bien cuidada maloca, compartiendo, adems
de la comida, la animada actividad de su mambeadero. Durante las
tardes, los hombres adultos y algunos jvenes de las casas vecinas nos
sentbamos, junto con Rafael y su ayudante, en pequeos butacos en
torno a una totuma llena de polvo de coca y un frasco de tabaco
semilquido llamado ambil.
Generalmente, los visitantes traan sus canastos con la hoja de coca
de sus chagras para tostarla, pilarla y cernirla en el mambeadero del
abuelo Rafael, la que luego compartamos entre todos. Como es la
costumbre, uno de los hombres nos reparta la coca, siguiendo una
distribucin que reflejaba el estatus y conveniencias de los presentes, la
cual bamos acumulando entre nuestros carrillos formando dos
grandes abultamientos en nuestras caras. Mientras tanto, el abuelo
Rafael narraba sus historias y otros hombres comentaban sus
experiencias cotidianas o interrogaban al dueo de la casa sobre el
tema de su discurso u otro asunto de su competencia. La mayora del
Casas colectivas
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35. Ella entr por la derecha; y como haba mucha caguana, con la
punta del dado la fue probando. Y senta el veneno de toda la
caguana. A ella le dieron casabe, man, maraca, y un paquetico
grande de ambil. Eso s lo recibi. Ella di vueltas por la maloca y
con los brazos sali al centro. Se vino y le dijo al hermano:
- No vaya an. Porque es realidad lo que dice la gente; la caguana y
todo est fermentado de veneno.
36. Esa maloca tena una sola puerta; era una bamba grande labrada.
La mujer fue y le dijo al hermano:
-Yo me voy. No asisto.
37. Y se fue. Pero se vinieron las mujeres y los nios. Las mujeres
entraron primero, comenzaron a tomar caguana. La mujer de pasada
le haba dicho:
- Abuelo, camine, vmonos, porque yo o que ah no se va a salvar
nadie.
38. Repartieron el ambil a todos los hombres, a los abuelos, y
pedazos de sal. Pero la mujer les adverta que estaba mal fermentado.
La hermana vuelve y dice:
- Hermanos, yo me voy. Es verdad lo que les estoy diciendo!
- Usted es mujer! Por eso tiene miedo! Si quiere irse, vayase,
contest un hermano.
39. El dijo:
- Yo vengo despus para ver qu va a pasar, dijo Arorue (el otro
hermano se llamaba Ytnibero, y era el otro gran guerrero de su tribu,
aunque de ms edad que el primero).
40. En la tribu de chontaduro haba mucha gente muy bien
preparada. Ellos dominaban, eran soberanos. Los sabios de esa tribu
eran: Ytnibero (chimbe colgado), Yoporuama (hoja de chontaduro
abierta), Barairano, (Palma de chontaduro tierna), Jichuro (Finado
mancha negra). 41. La hermana se fue. Ellos entraron al
mambeadero pero nadie tom caguana ni lami. Salieron y volvieron
a entrar cantando. Como era un grupo muy grande, rodearon toda la
maloca. Terminaron de cantar y descansaron. Los dueos de la
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los mataba y los pona encima de un palo. Los raspaba, les quitaba la
quijada para arrancarles los dientes. 107. - Somos cazadores, deca,
como mata la cra. Les deca cra y sacaba los dientes. Dndoles de
comer ratn a los ancianos? 108. As los fue acabando. No acept
ninguna clase de arreglo. Se puso la cosa ms terrible,
relampagueaba, caan rayos, se oan truenos...109. - Cmo ustedes
decan que me iban a matar? A ver si me matan! Si ustedes son
hombres pues me matan, pero yo s voy a acabar con ustedes.
Primero ustedes hicieron unas resistencias falsas, pero estn ahora
pidiendo perdn. A m no me matan; seguro que yo s voy a terminar
con ustedes. As como me salv yo, el que se sienta hombre que se
salve de esta venganza. Si no se salva nadie, yo no" tengo la culpa.
110. Diciendo esto, el tigre comenz a buscar por donde se entraba.
Aunque ellos intentaban salvarse, ninguno se salvaba. 111. Dnde est su podero que tenan? Dnde estn las lanzas, las
macanas, las flechas con que mataron a mi gente? No decan que
ustedes eran los nicos que despus de la guerra peleaban con tigres?
Dnde tienen el poder? Por qu semienten humillados? Los voy a
comer! 112. Los ancianos intentaban hacer un dilogo. Mientras
tanto, a la maloca no se poda arrimar nadie rJor la perdicin de la
gente. De tanto bregar, el tigre encontr un rotico en la yaripa. Brinc
hasta la cumbrera de la maloca y por ella se meti. Y por ah comenz a
matar a uno por uno, hasta que los termin. 113. No qued nadie. El
tigre sali y por el palo de la candela entraba a las otras malocas, y se
acostaba silencioso al pie de la persona que quera matar. Y as sta
amaneca muerta. 114. A cada anciano le tocaba de a 10 kg de puro
diente (un paquete grande, no?). Y haba ms de 15 viejos
comiendo. Esa gente que l mataba era gente de la maloca, ya que l
quera exterminar a toda la familia. 115. A lo que acab con todo la
familia, se reunieron otra vez con los ancianos que estaban comiendo.
Hichuro dialog con ellos: 116. - Ya mambeamos, ya comimos
ambil, caguana, manicuera, todas las cosas de esa gente. Y as mismo les
doy prenda de collares. Ustedes mismos los aprovecharn. Ya qued
contento por lo que me ayudaron a matar a esa gente. Est muy bien por
todo. Y los despach. 117. La Madre Yag (Unamarai), Hutiamui,
Hitoma (Sol), el dios del Tabaco (Dioma) le haban ayudado para
que l hiciera como a l le haban hecho. 118. -Termine esa gente y
nada ms. 119. Todos los que le hacen mal a otro, si lo hacen sin el
consentimiento seguro que fracasa. Pero si lo hace a la vista de ellos,
no pasa nada porque est en su propio derecho. 120. Hutiamui le
contest:
-S, yo mir lo que sucedi. Haga la venganza, pero y lo mirar de
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aqu. Si usted toca alguna persona que no est metida en esa cosa, yo
lo mato a usted seguro. Tan pronto como termine de matar a esa
gente, guarde muy bien el arma con lo que lo hace, o si n habr
consecuencias con las dems gentes. Y de eso no quiero nada. As
vivir eternamente
121. As se finaliz la desgracia de ese hombre. Ese hombre no
sigui matando gente, mujeres, ni nios. Hizo lo que era? Esa tribu
qued destruida. La maloca qued en silencio. As contaba l cuando
vena a conversar con l, con Yag. 122. - Despus de sto, dice
Hichuro, la persona que va a hacer mal a otro, si no se sabe portar,
seguro que se mueren juntos. En la historia sus nombres son /Aec
her mata pequea de chontaduro; su nombre de joven era /Hiroama/
tomar chicha de chontaduro. Cuando se convirti con el poder se
llam /Hichuro/ boca negra y /Ararue/ hoja de chontaduro largo.
123. - Yo no hice venganza por la muerte de un nio pequeo, sino
porque me dola el exterminio de mi pueblo. Yo no utilizo
enfermedades como diarrea; yo mato a la gente viva. 124. El pueblo
muinane dijo: 125. - Hasta aqu va a ser la pelea; nosotros no
podemos de ninguna forma con ustedes. Toda la droga de brujera la
tiene su tribu.
La formacin del guerrero
126. Para prepararlo le dan a un muchacho una pia, para que le den
ganas de comer (gente). Le dan aj para que pueda ver de noche y de
da. Y le dan una mata /pedtna/ (yag para volverse liviano); honorei
(achiote). 127. Contando eso se hacen los preparativos. Pero todo
eso lo tienen los yabuyanos. 128. La piel se tizna y se le pega
pielecita de animales. El hombre se adelgaza, hasta que queda flaco. Y
queda ya el hombre como un forro. Eso lo utiliza el que quiere
convertirse en tigre; y otros hombres se transforman en otra parte del
hombre (espinazo)... 129. Por eso es muy poderoso. Si matan a
uno, entonces quedan los otros. Y despus de que se saca el cuero
del tigre queda otra vez bien (en persona de hombre). 130. (Esto no
pudo utilizarse en la poca de los caucheros porque hubiera fracasado
toda la gente. Todos los que lo utilizan, o tratan de convertirse en
tigre, fracasan). 131. As termin con todos? con amistad y paz
con todos. As se termin lo que hicieron simplemente por una mujer. Se
ampli de una cosa7 sin importancia, a toda una guerra. 132. Despus
de eso volvieron a crecer. Los Himent y los noikomtnt quedaron
muy pequeos? Correspondi para nosotros era el hombre ms
poderoso; despus no hubo otro.
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133. A los tantos aos, los noikomtnt hicieron una venganza entre
ellos mismos, transformando un animal (la danta) en una mujer, y la
danta macho en hembra. Todos los que hacan el amor con ella se
moran. Los muinane vinieron donde los uitoto para que fueran a
descubrir eso. El vino y descubri eso, y les dijo por qu era que los
estaban acabando, ya que ellos eran un grupo muy grande. 134. - Si a
usted le interesa, busque el poder. 135. Los del grupo naikomene
quedaron muy ofendidos. Entonces ellos usaron toda clase de
animales para enviar maleficios: un pescado, para producir
enfermedad, o hundir la maloca de lo que lo coman... 136. Ellos
mataban a un pequeo grupo, pero los descubran y no perdonaban al
cansante. Coga el mismo mal, lo destruan y hacan fracasar al
causante. Ellos mandaron una guara a la tribu grupo de da /monane/, lo
cogieron y se lo comieron. Se moran: as como mataban tanta gente,
as mismo se moran. Ellos mandaron el chimbe (murcilago) a la gente
caimo /ipikuet/; pero, como estaban alertas, no los mataron. Agarraron
al chimbe e hicieron una gran fiesta (fiesta del murcilago), para
convencerlo, con alegra, que hiciera el mal all. Hiagame cogi al
chimbe; era el baile /puijirko/ (como baile de manguare (?)). Eso le iba a
hacer, como le haba hecho a los Monant. La guara estaba pintada
(mitad blanca, mitad amarilla). 137. La guerra continuaba oculta,
misteriosa; pero ellos mismos se acababan. Volvieron a mandar a
otro chimbe a otro grupo. Pero la misma cosa. Lo cogieron y se
aduearon de l. Pero la gente, al no saber manejarlo, se mora por s
misma. Despus le mandaron otro chimbe a la mujer del sucesor de
Arorue, llamado /Painadike). El es de la familia del tigre. y le
mandaron el murcilago para matar a su mujer. El murcilago se
intern en su estmago y ella cay enferma, con hemorragia.
El conjuro del murcilago
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hembra
macho
blanco
negro
abajo
arriba
bocana
cabacera
oriente
occidente
baila con hojas (helcho) baila con tronco (vara)
carne
hueso
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Este acto es interpretado por parte del joven uitoto como una afrenta:
eso ya no es amor ni es nada. Es una venganza, en cuanto el
derramamiento de la sangre es percibido -segn los uitoto- como
perdida de vida.
El fracaso de la alianza con el oriente es compensada por medio de la
alianza con la gente de arriba (los murui) quienes, como tigres,
ayudan a acabar con la ma loca enemiga. El rompimiento de la alianza
es un proceso gradual, escalonado, en el cual sobresalen las
siguientes etapas: 1) De acuerdo con el relato, en primer trmino se
produce la separacin conyugal. A pesar de la intervencin de los
suegros, el marido no regresa a la casa de los padres de su esposa,
donde probablemente resida de forma temporal (a pesar de las
normas de patrilocalidad que predominan entre los uitoto), lo que
indica que se estaba en una fase inicial del matrimonio (en la cual el
yerno paga en trabajo a su esposa, y ayuda en diversos menesteres a
su suegro). 2) La muerte de la mujer, en manos del jaguar (marido
transformado en tigre), provoca la venganza del grupo muinane
contra el grupo del marido. 3) En este contexto, se desencadena una
guerra entre los dos grupos que en principio asume una forma ritual, la
cual en cierto modo reproduce la idea de un cuado enemigo:
ambos bandos se enfrentan, pactan treguas, etc., en una perspectiva
simblica de oposicin y complementariedad. 4) Ese primer gran
conflicto termina con una tregua, en la cual las armas son
transformadas en instrumentos de cacera.
A partir de entonces se incuba una venganza de mayor grado: se
construye la maloca fortaleza, en la cual participan los uitoto como
aliados, en cuanto que ayudan a la techada de la casa. En virtud de
sus relaciones de alianza estos ltimos fueron invitados, como es lo
usual, como grupo a participar en el baile de inauguracin de la casa.
En este caso, los muinane rompen nuevamente la alianza ya que en
realidad preparan una emboscada a sus invitados o aliados (quienes
vienen a cantar a sus anfitriones). En vez de ofrecerles la caguana,
una verdadera bebida de bailes elaborada con el almidn de la yuca
brava, se les brinda una caguana venenosa, y se masacra
prcticamente a todo el grupo visitante; nicamente se salvan tres
personas. 5) Siien la primera venganza se derrama la sangre de un
hombre y en pequeas cantidades, esta contra- venganza derrama la
sangre de todo un grupo (hombres, mujeres, nios, ancianos, etc.);
sta se pierde, en cierta forma, a borbotones. Si la primera venganza
es involuntaria (o al menos no est muy explcito el motivo de la
misma) esta segunda venganza es realmente voluntaria y
deliberadamente llevada a cabo.
La ruptura de la alianza es an ms marcada en este caso, puesto
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EPILOGO
Las tradiciones orales son, como se ha mencionado, documentos
del presente, cuya funcin no es solamente evocar c i e r t o s
acontecimietos sino que tienen tambin una funcin prctica actual.
( Q u e sentido tiene contar esta historia en la situacin actual de los
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Augusto J. Gmez L.
Universidad Nacional de Colombia Instituto
Amaznico de Investigaciones -IMANI
INTRODUCCIN
Perdidas las ilusiones de hallar El Dorado, los misioneros y viajeros
que ingresaron a la Amazonia en los siglos XVII y XVIII proyectaron
una imagen negativa de los nativos y describieron la selva como tierra
de infieles, de brbaros, de canbales, brujos y demonios. En el siglo
XIX y comienzos del XX, los traficantes y empresarios se encargaron
de construir all el "paraso del diablo", como Hardenburg denomin
la regin a propsito de los sistemas de terror instaurados por los
caucheros.
En la poca de las misiones franciscanas, los religiosos se refirieron
a las sociedades aborgenes como "tribus salvajes y canbales que se
devoraban entre s y que vivan en guerra permanente". A finales del
siglo XVIII, muchos negros que huan de la esclavitud de las minas de
la Gobernacin de Popayn, buscaron refugio en las montaas del
Putumayo y dieron as origen a los palenques de Cascabel y
Cascabelito. En el transcurso del siglo XIX, muchos de los
perseguidos polticos, producto de las constantes guerras civiles de
entonces, huyeron hacia la Amazonia, integrndose a las quineras y
caucheras, como lo hicieron los hermanos Gutirrez (Francisco,
Urbano, Venancio y Eloy), quienes desterrados por la persecucin
poltica, ingresaron al Caquet despus de la derrota de Garrapata en
1875.
Ya en el curso de la segunda mitad del siglo XIX, los gobiernos
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"El indio se cree feliz y rico desde el momento en que posee una
compaera, una canoa, un perro, un hacha, un machete, un cuchillo,
un arco, la bodoquera, unos anzuelos, una atarraya y un pote de
veneno. Nada ms apetece; en cualquier parte pone su ranchera y
palos, palmas y bejucos no le faltan: desmonta una pequea parte del
bosque para sembrar pltano, yuca y maz que dejan al cuidado de la
mujer para su siembra y cosecha. El bosque le proporciona abundante
y variada comida de dantas, puercos, venados, diferentes monos y
aves; al paso que los ros le suministran pescados de diversas clases.
Con sacar cera, resinas, blsamos, zarzaparrilla, vainilla, cacao, y
canela, que espontneamente le brindan con profusin las tupidas
selvas, tiene con qu comprar las herramientas y el veneno
necesario a su prosperidad; pues que las dems cosas l mismo las
fabrica, o bien las compra en cambio de lo que ha recogido en la
selva" (Codazzi,
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1857).
Dentro del conjunto de la vasta regin suramericana denominada
Amazonia (aproximadamente de 7 millones de kilmetros cuadrados), la
Amazonia noroccidental -en la que se incluye la selva oriental
colombiana con aproximadamente 380.000 km2 - constituye una de las
reas donde los grupos humanos han cons truido sistemas
econmicos y culturales mejor adaptados a las condiciones
caractersticas de la selva hmeda ecuatorial. El concepto de
Amazonia noroccidental obedece, en consecuencia, ms a esos
desarrollos histricos adaptativos, y menos a razones de carcter
geogrfico. All han habitado y se han reproducido importantes
sociedades, gracias a la eficacia de sus sistemas de horticultura
itinerante, a la caza, la pesca, la recoleccin y a las redes de
intercambio y de complementariedad econmica o cultural,
desarrolladas por ellos en el interior de la regin, lo mismo que con
otras regiones, como los Andes.
Ese espacio de aproximadamente un milln de kilmetros
cuadrados, tiene en su extremo oriental el ro Negro-canal Casiquiare-ro
Orinoco; en su lmite sur el ro Amazonas; en su margen norte el ro
Guaviare y la serrana de la Macarena, y en su extremo occidental, los
Andes. La Amazonia noroccidental ha sido el habitat de un
significativo nmero de sociedades que, establecidas en las cabeceras de
los ros y en las bocanas o en los interfluvios, han domesticado,
manipulado y recreado una naturaleza que a los ojos del "hombre
blanco" sigue apareciendo como selva virgen y como naturaleza
hostil. No obstante, la Amazonia noroccidental es, como lo dice
Domnguez (1987), "una de las regiones ms reveladoras del planeta,
tanto en lo fsico, como en lo bitico y en lo humano":
"....realmente es un mundo de una cultura muy diferente, compleja y
sabia, que utiliza su medio ambiente en forma muy especial. Su selva
produce una increble variedad de plantas medicinales, venenosas y
alucingenas, conocidas en su mayora por los curanderos o
tuchauas, quienes las usan como parte integral de su vida cotidiana.
Especialmente el veneno conocido en forma genrica como "curare",
extrado, como se mencion, de un bejuco (Strichnos), fue el terror de
los cazadores de esclavos. Su rpida accin paralizante sobre los
msculos, en dosis minsculas, introducidas al organismo por un
pequeo dardo de cerbatana, es impresionante. Sin embargo, su uso
cotidiano es pacfico, pues se prepara esencialmente para la cacera de
animales. Fuera del curare, la lista de venenos es bastante larga;
especialmente la de los venenos para peces, llamados "barbascos".
Su variedad y multiplicidad de usos implica toda una ciencia
toxicolgica: hay barbascos de raz, de tronco, de hojas y de frutos; hay
barbascos que matan y
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otros que atontan; hay barbascos que hacen flotar el pez y otros
que lo hacen hundir. En fin, las posibilidades son enormes, y el
indgena sabe usarlas sin ocasionar destruccin" (Domnguez
1987:58).
En relacin con el poblamiento de la regin amaznica, se han
planteado dos hiptesis, cuya comprobacin depende de las
investigaciones arqueolgicas futuras. Segn Meggers (1981), las
corrientes migratorias originadas desde los Andes se dirigieron hacia
las tierras bajas orientales, difundindose ampliamente all mediante
procesos adaptativos tanto al ambiente de vrzea como tambin al de
tierra firme. La misma autora afirma que estas corrientes, en su
penetracin a las tierras bajas de la cuenca amaznica, "se habran
deculturado paulatinamente hasta alcanzar una gran simplicidad". Por el
contrario, Lathrap, advirtiendo la existencia de econichos en la hoya
del Amazonas que permiten la reproduccin de culturas complejas,
considera innecesario buscar el origen de los pobladores en las
cordilleras, "ya que pueden ser el resultado de la evolucin cultural
dentro de la misma regin amaznica" (Lathrap, 1968)). Segn este
mismo autor, la existencia de dos tipos de bosque en la regin
amaznica, la vrzea y la tierra firme, Ka sido importante para el
desarrollo de la cultura:
"La primera de ellas corresponde a los bosques inundables a lo
largo del cauce del ro, los cuales por efecto de los
desbordamientos de caudal, y la gran cantidad de nutrientes,
permiten el desarrollo de una agricultura de alta produccin.
Segn Lathrap, no implica lo anterior que se den cambios en el
sistema productivo, ya que con los mismos mtodos -tala y
quema - se aumenta la produccin, generando la acumulacin
de un excedente que conlleva la complejizacin de los grupos
involucrados en el proceso. El aumento de la poblacin, as
como la lucha por aquellas regiones que contienen el recurso
'ptimo', determina el desplazamiento de un buen nmero de
pobladores, dando origen a las migraciones" (Herrera et al.
1986:5).
La tcnica agrcola utilizada preferencialmente en las selvas
tropicales, es denominada de "roza y quema". Consistente en la tala
del bosque, en la quema de los restos vegetales y la siembra sobre las
cenizas de la vegetacin, es histricamente una de las adaptaciones
tecnolgicas ms importantes al ambiente de selva hmeda y menos
destructivas cuando se practica en pequea escala. Esta
tecnoestructura, en la forma como secularmente ha sido practicada all
por muchas de las sociedades nativas, implica adems el posterior
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los Andes.
Las familias lingsticas tukano oriental y tukano occidental tienen
un tronco comn en el macro-tukano, pero entre los grupos indgenas
pertenecientes a ambas, adems de existir una distancia territorial
grande, hay notables diferencias econmicas, sociales y culturales,
probablemente debido a la influencia de grupos arawak sobre los
tukano occidentales. Los uitoto, entre el ro Napo y Caquet,
constituyen una familia lingstica aparte, y segn Calle
(comunicacin personal 1996), parecen haber emigrado desde el
Brasil en pocas remotas. Los grupos indgenas caribe no tuvieron
asentamientos permanentes en la selva oriental colombiana, pero
ejercieron gran influencia sobre sus habitantes en las pocas pre y
postcolombinas debido a sus incursiones comerciales y guerreras
(Domnguez, 1985).
Persiste an la idea de una secular y baja densidad demogrfica en la
regin amaznica durante el perodo prehispnico. Sin embargo,
investigaciones realizadas en los ltimos aos y otras en curso
(Herrera et al, 1986; Cavelier et al, 1990; Mora et al, 1991), parten de la
hiptesis de la existencia de niveles considerables de poblacin en
zonas frtiles por su alta carga sedimentaria, como las riberas del
Caquet, lo mismo que por la adaptacin de poblaciones
precolombinas a suelos de baja fe rtilidad, segn se desprende de la
alta frecuencia de suelos antrpicos en la cuenca amaznica. Los
resultados de estas nuevas investigaciones ayudarn a establecer la
efectividad del sistema de tumba y quema, y a comprender la
utilizacin y funcionamiento de otros sistemas adaptativos
prehispnicos (ya comprobados y que actualmente son materia de
investigacin) en el aprovechamiento de los recursos de la regin.
Aun en aos recientes, los especialistas estimaban que el sistema
de tumba y quema haba sido nico y homogneo en cuanto al
usufructo del entorno en la regin; en consecuencia, se crea que los
grupos nativos estaban condenados a trasladar sus viviendas y
cultivos reiteradamente. Los resultados de las investigaciones
adelantadas por grupos de investigadores colombianos, entre otros,
han enriquecido la concepcin que hasta hace poco tenamos de la
agricultura itinerante, hasta el punto de afirmar que "no existen
fronteras entre lo cultivado y lo silvestre, sino un continuo que abarca
las plantas domesticadas, semidomesticadas, manipuladas y
silvestres. Igualmente, lo que haba sido considerado "bosque
natural", es ms bien el resultado de milenios de manejo humano y
coevolucin" (Cavelier et al, 1990):
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vendan
sus propios productos como hacan de comerciantes entre las
tribus selvticas ms al oriente y los habitantes de la sierra"
(Oberem, 1980-p.202).
En aos ms recientes, las investigaciones de Langebaek han
demostrado la compleja red de intercambio de productos entre las
tierras altas de los Andes colombianos y las tierras bajas de la
Orinoquia. El autor en referencia expresa acerca de la naturaleza de
estas relaciones que "los muiscas adquiran productos de las ms
diversas procedencias, como totumos, yopo, guacamayas, algodn,
miel y cera de los Llanos orientales" (1985:154). El mismo
investigador, en otro de sus trabajos, reitera y ampla su
planteamiento:
"Las relaciones de intercambio con la regin de los Llanos
orientales parecen haber sido importantes. Al igual que para
los Muiscas, las planicies del oriente resultaron supremamente
atractivas para los indgenas de la sierra que all podan obtener
una gran variedad de bienes que no se conseguan, o que
escaseaban en su territorio. El piedemonte se describe en
documentos de archivo y relaciones de cronistas y viajeros,
como una regin muy rica en yopo, miel, cera, cueros de
felino, algodn, coca, totumos, guacamayas y papagayos, as
como man. Los indgenas Caquetos producan algodn,
tabaco, y tenan pescado en abundancia; los de Tmara y
Tecasquir posean algodn, miel, aves de plumera, totumos,
coca y yopo; en Chipa haba excedentes de miel y pescado y en
Guarcuro y Chuaca los indgenas conseguan guacamayos para
trocarlos por mantas" (Langebaek, 1985:16).
Los Llanos altos y bajos constituan el habitat de distintas naciones
indgenas cuya red de relaciones regionales e interregionales las
integraban a espacios ms amplios, permitindoles el acceso a
recursos como los producidos en los altiplanos andinos y otros de la
selva tropical hmeda de la regin amaznica. A su vez, las
sociedades indgenas llaneras suministraban importantes materias
primas y bienes a sociedades vecinas, y otras asentadas en territorios
ms distantes.
Dentro del conjunto de las relaciones de intercambio antes
sealadas, la sal tuvo un lugar preponderante en los hbitos de
consumo de los grupos tnicos de los Llanos. A ese mismo recurso, a
su produccin y circulacin, estuvieron ntimamente asociados
procesos posteriores, como el ingreso y consolidacin de las
misiones jesutas en el piedemonte llanero y el surgimiento y
expansin de la frontera ganadera. Si bien ncleos como Zipaquir,
Nemocn, Gacheta, Taura y Vija se haban especializado en la
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Vase al respecto "Autos del Gobernador de Popayn sobre la nueva Misin de Mocoa...";
aos: 1795-1803; Archivo General de la Nacin; Coleccin "Bernardo J. Caicedo";
Documento N"3 "Misiones"; Folios: 91.
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ambiente y la resolucin pacfica de las disputas en el caso de La Sierra
Nevada de Santa Marta. (Documento indito). Santa Marta.
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INTRODUCCIN
Este trabajo cont con los conceptos profesionales de la Dra. Catalina Botero
Marino (magistrada auxiliar, Corte Constitucional), y del Dr. Javier ngulo (jefe
de prensa, Corte Suprema de Justicia). Agradezco de manera especial la
colaboracin prestada para la elaboracin de este anlisis a la seora Aida Kuast
Iguarn, indgena wayuu de gran representatividad para su etnia, por su trabajo con
instancias estatales; a su familia y a los dems residentes de la casa en el Cabo de la
Vela, donde hice algunas entrevistas; a la Doctora Catalina Botero, magistrada
auxiliar de la Corte Constitucional; al Doctor Javier ngulo, jefe de prensa de la
Corte Suprema de Justicia, y a sus colegas.
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(Perafn, 1995:174).
Se debe resaltar el hecho de que la violencia, expresada en las
famosas vendettas (venganzas), nunca es el primer recurso al cual se
acude, sino por el contrario surge como guerra cuando se han
agotado las dems instancias de negociacin, ms concretamente el
cobro. La ley del cobro es la ms fuerte dentro de todo el sistema de
convivencia way: "impera para que se respeten los derechos de los
dems. El guajiro (sic) tiene por norma no hacer a otro (lo que no
quiere que le hagan a l); y para defender esta norma, emplea la ley del
cobro" (Galvis y Mora, 1988).
En este orden de ideas, cuando por accin de un individuo o un
grupo de individuos se ve lesionado el derecho o la integridad de
otro, el grupo (clan o linaje, dependiendo de su tamao) al cual
pertenece ste, se presenta ante el respectivo grupo ofensor y, a
travs de un palabrero, inicia el trmite de negociacin para que sea
subsanado el dao mediante el pago de una suma previamente
determinada. Esta consiste, por lo general, en cabezas de ganado y
rara vez en dinero. El negociador-palabrero'(pwc/z/pw) es una persona
con prestigio en la comunidad, que puede o no ser un especialista (en
muchos casos, se trata de un hombre con gran autoridad dentro de la
familia, generalmente el to materno; ste asume las funciones de
representante y vocero de aquella, adems de las otras que le
corresponden por su estatus), y quien se debe destacar por su
imparcialidad y "eficacia en la aplicacin de su mediacin mediante el
saber ancestral, el cual se convierte en una verdadera norma objetiva
de regulacin: la manera way" (Vsquez Cardoso y Correa,
1992:244).
Entre los hechos susceptibles de generar una lesin y, por ende,
un cobro, se pueden enumerar los siguientes: lesiones personales,
homicidio, suicidio (se penaliza a quien indujo al suicida a cometer el
acto), calumnia, heridas o muerte de animales, daos fsicos a los
objetos, acusaciones falsas, malos consejos, provocacin, delitos que
comprometan a la mujer, las relaciones sexuales o el matrimonio,
hurto, etc. De la mayor importancia, no obstante, son todas las
acciones que impliquen un derramamiento de sangre humana, puesto
que esta no es propiedad individual sino del grupo. Gutirrez de
Pineda hace una descripcin minuciosa de la presentacin de un
cobro por homicidio (Gutirrez de Pineda, 1948:201). En ella, la
labor mediadora del palabrero es realmente admirable.
Sin embargo, el cobro puede no ser satisfecho por motivos como la
insolvencia econmica del clan ofensor -aunque los plazos para
recolectar el dinero pueden ser de aos, si se demuestra la voluntad
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INTRODUCCIN
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EL DEBATE EUGENSICO:
UNA VISIN DE LA MODERNIDAD EN
COLOMBIA1
Zandra Pedraza Gmez
Departamento de Antropologa, Universidad de Los Andes
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lastre degenerativo.
Este debate ilustra ms que un momento algo singular de la
historia de las ideas en el pas, en el cual las lites se esforzaron por
figurarse al nuevo colombiano, el que poblara y engrandecera el pas
moderno, y las circunstancias que lo haran posible. Uribe Celis
opin que la discusin en torno a la degeneracin de la raza haba
sido un intento de "distraer la atencin de las causas verdaderas del
desequilibrio social y econmico de la hora" (1985:31). A esta
particular interpretacin se suma la que hiciera antes Rosselli (1968),
para quien la polmica fue "uno de los ltimos destellos de la
hiptesis de la degeneracin" que anim la psiquiatra europea del
siglo XIX y qued superada por los avances cientficos posteriores.
La mentada discusin se limitaba a traducir la recepcin local de esta
perspectiva.
Otro enfoque considera este conjunto de ponencias como parte de
la discriminacin racial que la lea del darwinismo social y el
determinismo geogrfico aviv en la tercera dcada del siglo, pero
que en el fondo revelara una concepcin bsica de la sociedad
latinoamericana, que de forma alguna podra darse por superada:
"...les thories raciales qui circulent alors en1 Amrique hispanophone
sont significatives du foss qui existe depuis l'independance entre les
lites creles -done blanches- et les couches populaires -souvent
indiennes, mtisses, noires ou mulatres" (Helg> 1987:47).
La reciente Historia social de la ciencia en Colombia no menciona
el episodio en sus captulos sobre la medicina (Miranda et al, 1993).
Parece corroborarse as su carcter de curiosidad, acaso de
impertinencia disparatada, un desliz de los mdicos e intelectuales de
la poca que en cualquier caso no habra comprometido ni el
desenvolvimiento mismo de la medicina en el pas, con todo y su
injerencia en el imaginario social, ni las nociones antropolgicas
elaboradas para acometer el progreso.
Sin embargo, tanto el conjunto de las conferencias como su
recepcin, sus antecedentes y sus alcances ofrecen un espectro
dilatado y prolfico de estmulos hermenuticos. Parece insensato -un
desperdicio por dems- pasar por alto un momento que apremi, ret
e inflam de tal modo la imaginacin antropolgica contempornea.
No en vano la degeneracin y la homicultura marcaron la pauta del
discurso que sirvi para interpretar el desenvolvimiento social durante
la gnesis de la modernidad nacional y en su marco se formul y
resolvi una cuestin tan definitiva para ella como la posibilidad y
capacidad de transformacin y mejoramiento del ser humano, lo
mismo que los medios apropiados para realizarlo. De sus
proposiciones se deriv, aos ms tarde, la organizacin de tareas del
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Con todo, al referirse a los grupos nacionales, se mezcl sin ningn rigor la idea de raza
con la de etnia. De ello result, por ejemplo, que en asocio con el clima se pudiera entender
la poblacin del Altiplano cundiboyacense como una raza.
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causas fsicas de tal rezago las atribuy -ya por completo embebido
de determinismo geogrfico- a la configuracin del territorio y al
clima: "Nuestras cordilleras son verdaderas islas de salud
rodeadas por un ocano de miasmas4 ... Nuestra suerte no es, a
pesar de todo, desesperada. Razas sanas, robustas y valientes, que
tienen a mano, en abundancia, el hierro, el carbn de piedra, la sal
y mil otros elementos de riqueza, pueden con buena voluntad
elevarse a un alto grado de civilizacin" (Samper, 1867:13).
A la sazn, la esperanza de alcanzar la paz, el orden y la armona
se cifraba en el capital y el conocimiento, que permitiran explotar las
alturas, y en determinar las causas polticas, morales e industriales
de la miseria. El trabajo y los hbitos morales -el programa de
nuestra Ilustracin- eran las fuentes del progreso y la libertad. El
viraje no tardara en darse. Desde el hipocratismo de Monlau hasta
la higiene de corte fisiologista de Garca Medina, pasando por el
determinismo geogrfico de Londoo Isaza, transcurren solamente
cinco dcadas5 . En este lapso la medicina cientfica coloniz el
discurso antropolgico y lo vincul al meliorismo y al cultivo
somtico6 .
Con estos aportes en el haber, se inici una nueva etapa de la
reflexin antropolgica haciendo un inventario de recursos. Los
resultados no fueron muy halageos. No bastaban el conocimiento y
el capital; ahora que el principal recurso para el progreso era el
colombiano -el factor humano, dira Alejandro Lpez-, el medio y el
cuerpo se revelaron ineptos. La medicina se encarg de evaluarlo y de
encauzar su diagnstico por el determinismo geogrfico. Plata Azuero
(1888) vio sucumbir la viveza e inteligencia del habitante del
Altiplano bajo el clima y el alcohol; la pereza del trabajador de tierras
clidas la imput al calor. El famoso trabajo de Zerda (1889)
concentr la discusin en el chichismo y con ello en el habitante del
Altiplano que, como saldra a relucir adelante, es el arquetipo de la
degeneracin. El mismo Plata Azuero llam la atencin sobre la
inestabilidad y fragilidad del sistema nervioso femenino, y seal as
otra de las poblaciones necesitadas de eugenesia.
Mientras que la eugenesia cobr vida acuando el trmino en
1883, ya para entonces haca carrera el motivo de la ineptitud fsica.
En los primeros aos del siglo la higiene introdujo sus nociones
bsicas para echar los cimientos somticos del progreso individual y
Sobre la amenaza de los miasmas y los olores ptridos para la salud, ver Corbin
1982.
5
Esto no obsta para que, mediando la dcada de los veinte, las tres obras estn en
circulacin.
6
El proceso detallado lo he tratado en Pedraza Gmez 1996
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sino la gran aptitud para contraerlas. Esto explica que todas las
enfermedades se difundan entre nosotros con pasmosa profusin y
que adquieran ...una malignidad desconocida en otras razas,
...explica, finalmente, los distintivos morales de nuestra raza, que,
para resumirlos en una sola expresin, se caracterizan por una
voluntad enferma" (Jimnez Lpez, 1920a:62).
Lpez de Mesa, siclogo, inici su ponencia refirindose al clima y
a la variedad geogrfica, evaluando los pros y los contras de las
formaciones geolgicas, las caractersticas hidrogrficas, orogrficas y
mineralgicas de las que proceden las "grandes desemejanzas" de la
fauna y la flora y la diversidad de las actividades humanas, y
destacando los esfuerzos realizados para estudiar estos rasgos "tal
como si la nacin despertase a la consciencia8 de sus propios
destinos".
Bej arao -en nombre de la higiene- impugn la interpretacin de
las estadsticas de nupcialidad, fecundidad y longevidad como signos
de fragilidad fisiolgica, al igual que el aserto de que el clima es
adverso a la vida y, por ltimo, refut las interpretaciones fisiolgicas
de Jimnez Lpez, las cuales incurran,, a su parecer, en una
comparacin inconveniente de las condiciones atmosfricas y, por
tanto, de las adaptaciones necesariamente diferentes de la fisiologa
europea. "Toda- afirmacin de que degeneramos, basada en nuestros
cambios orgnicos, carece de importancia porque nos faltan datos
relativos a nuestra asimilacin y desasimilacin en el resto de
Colombia" (Bejarano, 1920a:211).
El clima que Jimnez Lpez condena es el de las alturas, porque la
escasez de oxgeno le impone al organismo esfuerzos adicionales que lo
desgastan. l, que querra ver la victoria del temperamento
sanguneo- nervioso, cuyas bondades tambin haba alabado el
mdico Londoo Isaza (1894), prefiere las zonas templadas. Lpez de
Mesa, en cambio, imagina la civilizacin en las alturas y no define
siquiera un clima medio. Su objecin es la poblacin que las habita y,
con Bejarano, sita las cumbres de la civilizacin en las ciudades
trepadas en los Andes, obediente a la tradicin letrada, y enfila sus
esfuerzos a combatir la amenaza de degeneracin que las circunda.
Los tipos raciales
8 Lpez de Mesa justifica el uso de esta grafa para distinguir "la funcin intelectiva, de
acuerdo con sus derivados consciente, etc." de la conciencia, que designa la facultad
discriminativa de la moral (LdM 1920a:33), cindose con ello tambin al mandato
nosce te ipsum
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Pocos aos despus, al tiempo que hace hincapi en la degeneracin que encuentra en el
ejrcito, publica su obra La escuela y la vida, en donde aparecen muy mermadas las
inquietudes biolgicas y su confianza parece haberse desplazado hacia las posibilidades de
la educacin. La obra no contribuye a aclarar su pensamiento. Las primeras secciones
se ocupan de la formacin mediante el trabajo manual, con nfasis en el carcter y la
moral, mientras que la ltima reedita su trabajo de 1913 sobre la educacin fsica, que
entiende en el sentido ms amplio.
136
Mientras las palabras masculino, varonil y viril califican las cualidades del hombre, el
campo semntico que concepta sobre los rasgos de las mujeres empieza y termina en
femenino, y vocablos como varona o varonesa no slo derivan de las voces masculinas
sino que recuerdan las caractersticas masculinas en las mujeres.
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(Caballero, 1920:329).
La educacin de las madres qued cobijada por los programas de
cuidado materno-infantil que desarroll la campaa correspondiente en
los aos treinta. La mayor atencin oficial la recibieron la higiene y su
enseanza, junto con los programas de sanidad. En tanto la
intencin de favorecer la inmigracin no pas de ser un deseo, el
auge de la homicultura por medio de la educacin estaba todava por
venir. Pero sin lugar a dudas, de estas reflexiones sali vencedora la
concepcin de fisiologa moral que sustentaba el discurso higinico.
Con base en ella se organizaron las campaas higienistas y la salud
pblica, vale decir, con arreglo a un modelo antropolgico centrado en
el varn blanco en calidad de lder del progreso y en el sofisma de la
superioridad moral femenina
HIGIENE Y PROGRESO
Que la conmocin desencadenada por la Asamblea de Estudiantes
no se extingui con la ltima intervencin de Jimnez Lpez, no es un
asunto difcil de rastrear. Una de las huellas ms ntidas la dejaron los
expositores. Basta seguir las actividades y los escritos de algunos de
ellos para comprender que esta confrontacin hizo escuela. No en vano
el conferencista y editor de las ponencias, Lpez de Mesa, fue
Ministro de Educacin de la Revolucin en Marcha y promotor de la
Biblioteca Aldeana de Colombia. Un vistazo al ndice de esta
coleccin sirve para constatar que especialmente en su Serie Tcnica
los higienistas y pedagogos hallaron un podio y un pblico. Antes de
incursionar en las propuestas que sucedieron al debate, vale la pena
detenerse en uno de los ms fuertes coletazos de la controversia
eugensica: los "interrogantes" de Laureano Gmez (1928) "sobre el
progreso de Colombia", formulados en el marco de "Las
Conferencias del Municipal".
El anlisis de Gmez retorn al territorio y la raza para determinar la
viabilidad del pas en cuanto entidad poltica, a la vez que a la accin
de la raza sobre el medio para juzgar el desarrollo de la nacin. Aunque
el futuro presidente se confes incapacitado para efectuar tamao
examen, prosigui su cometido echando mano del recurso
comparativo que le servir para "poder ver (...) la direccin que lleva
nuestro propio camino y los elementos en marcha" en contraste con
"sociedades que llegaron a ser ilustres y gigantescas y percatarnos de
los factores que hicieron su prosperidad".
El primer componente de la nacionalidad -el territorio- lo condujo a
pasar revista al suelo - localizado en latitudes "que a todo lo largo de la
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historia del gnero humano [no han] sido nunca asiento de una
verdadera cultura" (1928:7)- y que slo en las elevaciones de los
Andes muestra indicios de una cultura relativamente superior. La
inercia profunda, el letargo invencible, los hbitos animales, el
frenes lbrico, el espanto, el asombro, la mentira, la pasividad, la
indiferencia y el fatalismo pesimista embargan al hombre animal del
medio selvtico. Por lo dems, las selvas revelan "la tragedia de
nuestros grandes recursos naturales", intiles para la explotacin
econmica. Tampoco dan motivo de esperanza el oriente -desolado y
estril- , ni la regin del Pacfico - hmeda y viciosa-, el Tolima
infrtil, la Antioquia estril, el Magdalena Medio - un cncer que
dificulta la circulacin de la principal arteria nacional-, y en suma, el
agregado de nieves perpetuas, pramos inhabitados, terrenos
anegadizos, charcas y pantanos, del que slo se libran las tierras
templadas aptas para el cultivo del caf. La situacin es poco amable
en comparacin con la Argentina, "marco natural para el asentamiento
de una cultura humana", o los Estados Unidos, "tierra de humanidad
como ninguna". Puesto que la incursin antropogeogrfica deja
cuando menos la certeza de que el territorio nacional no es un "marco
natural espontneo y decididamente favorable para el sostenimiento
vegetativo de una cultura humana", el progreso slo tiene una opcin
si se funda en Ja inteligencia y el artificio, el celo y la vigilancia.
Afortunadamente el pas cuenta con los cuatro recursos
fundamentales para la prosperidad econmica industrial y econmica:
hierro, carbn, petrleo y cadas de agua. Pero el principal obstculo
para su explotacin se pone por medio: la raza, proveniente de
espaoles, indios y negros, los dos ltimos "estigmas de completa
inferioridad". Qu queda entonces? El alma espaola, esttica; una
herencia que "menosprecia la realidad, prescinde del raciocinio y la
experimentacin", una cultura cuyo aporte a las artes y las ciencias es
prcticamente nulo y un carcter guerrero, bizarro, terco e intolerante;
un pueblo analfabeto, alborotador y fanatizado, sin conciencia de su
dignidad, que no resistira el parangn con la energa inglesa, la
inteligencia francesa, el sensualismo italiano o el genio metafsico
alemn. En cuanto a los mestizos, Gmez acoge la tesis de que stos
son fisiolgica y psicolgicamente inferiores a las razas que los
componen.
El resultado es una raza que no dispone de privilegios para crear una
cultura fundamental, independiente y autctona. El calor y la
humedad le son adversos y no est acondicionada para explotar los
recursos. Se trata, en sntesis, de un "conflicto biolgico" del que no
parece haber otra salida que ser presas de Norteamrica. La nica
alternativa, la inteligencia, se halla en manos de intelectuales.
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La campaa antialcohlica en Colombia concentr sus esfuerzos en la lucha contra
la chicha. Comandada por Bejarano, no cej en sus esfuerzos hasta no conseguir que se
prohibiera su fabricacin. Los detalles de la erradicacin de este vicio premoderno los trato
en Pedraza Gmez 1996a.
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Livano, C-368:128,1923).
La inquietud y el temor asociados a las condiciones de vida en la
pobreza, particularmente la urbana, fueron un tema avivado por las
voces higienistas que ayudaron a concebir el cuerpo y las ciudades
bajo los mismos principios y anhelos13 . "No son los mtodos ni las
condiciones del trabajo las que agotan las energas de nuestros
obreros: son las condiciones en que vive fuera de l. Las
enfermedades que minan su organismo, las habitaciones adonde va a
reposar, propias o suministradas por sus patrones, indignas de un ser
humano, refractarias al aseo y a la higiene, arruinan los cuerpos y
atrofian los espritus, ahogando todo impulso noble, toda ambicin
generosa de mejoramiento" (C-429:289,1924). As, la nica salida
que le queda al obrero es el alcohol. De ah que sean las costumbres y
los mtodos de vida enraizados en factores tnicos, en la miseria y en el
egosmo de las clases dirigentes, a lo que debe hacerse frente. Este
problema, de orden cultural e higinico, tiene solucin elevando el
nivel moral y material.
A ms de ser escandaloso que el Estado usufructe las rentas del
alcohol, resulta incomprensible que no tome las medidas higinicas
necesarias, a saber, dar fuentes de distraccin al pueblo para que se
aleje de la chicha, construyendo, por ejemplo, salas para proyectar
cine diariamente a precios mdicos. Esta desidia, que somete al
pueblo al embrutecimiento, conducir indefectiblemente a que las
generaciones venideras presenten rasgos inequvocos de
degeneracin (C-971:2,1935).
El peligro ronda tambin a las mujeres, quienes por falta de
instruccin desconocen las consecuencias funestas del alcohol. Esta
ignorancia es la causa de "su inconsciente precipitacin al abismo de
las desgracias a donde se lanza(n) y a donde lanza(n) a su
descendencia, con la moderna educacin del whisky y del cigarro".
Los lineamientos de la espiritualidad femenina desaparecen porque se
cometi el error de haber dado entrada a hombres e ideas repudiados
en otras partes: "No sera posible y conveniente que entre las
familias amantes del Bien, la Verdad y la Belleza se formasen cadenas de
moralidad ... para salvar a nuestros hijos de la ola corruptora que
amenaza acabar con el precioso legado de costumbres que recibimos
de nuestros ancestros?" (Antonio Jos Snchez, C-987:1,1935).
Las estadsticas sobre el consumo de alcohol en Cundinamarca son
alarmantes (C-1074:2,1937), y el consumo desmedido de alcohol, la
sfilis y la tuberculosis, se advierte recordando a Torres Umaa,
impiden preservarla raza. Sin embargo, la lucha antialcohlica se
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felicidad.
Alrededor de esta visin dramtica del cuerpo, que es en s una
visin de la sociedad, la higiene adquiere el carcter de mtodo para
afrontar la amenaza. Con la medicalizacin de la vida privada de las
personas, incidiendo directamente en sus hbitos y en la manera de
interpretarlos y juzgar sus consecuencias, se adelanta la discusin
sobre la nacin y su identidad.
Dos textos aparecidos en 1935, compendios de tres lustros de
pensamiento higinico, verifican el efecto de la inquietud por el
cuerpo de los colombianos. Los ttulos hablan por s solos: Las doce
plagas mayores, publicado en la citada Serie Tcnica de la Biblioteca
Aldeana, es una cartilla sobre los problemas higinicos ms urgentes,
que en realidad son once: alimentacin defectuosa, alcoholismo,
paludismo, sfilis, cncer, lepra, tuberculosis, bubas, uncinariasis,
bocio y mordeduras de ofidios.
La tragedia biolgica del pueblo colombiano, del mdico
Laurentino Muoz, se public antes de las dos ediciones (1939 y
1944) de su Tratado elemental de higiene seguidas de Un informe de la
nacionalidad (1955), merecedor de dos premios y reeditado diez aos
ms tarde en versin ampliada. En su libro de 1935 Muoz denuncia
los enemigos capitales de la raza: el alcohol, el paludismo, la
uncinariasis, la tuberculosis y las enfermedades venreas, y sostiene
que un pueblo tarado por estos males no est en condiciones de realizar
ninguna labor cultural valiosa o perdurable. nicamente superando la
debilidad fsica e intelectual de los trabajadores podran lograrse la
racionalizacin y el manejo cientfico del trabajo, que son los
requisitos de la civilizacin, el progreso y la democracia. La
propuesta de Muoz convalida los temas tratados en la cartilla de la
Biblioteca Aldeana: la higiene debe erigirse en plan de vida nacional. Y
esto sin olvidar al agente nmero uno de la higiene, destacado
tambin por Muoz: la mujer en su funcin de madre y principal
responsable del cuidado infantil.
Lpez Pumarejo no slo se haba mostrado contrario a la tesis de la
degeneracin, tambin quera ampliar el acceso del pueblo a la
civilizacin: "En el modestsimo plan de educacin del Gobierno para el
ao prximo se propone llevar a las aldeas ciertos elementos de
cultura que pueden hacer de la vida aldeana algo menos trgico y
sombro de lo que hoy la alimenta. El pueblo campesino y aldeano
abandonado, empobrecido, triste, no slo tiene derecho, sino que, en
mi opinin, debe reclamarlo con energa, a participar un poco de la
civilizacin que ha beneficiado ya otras partes del pas, como un
privilegio de las clases urbanas acomodadas" (Lpez Pumarejo,
1934:8). En efecto, asesorado por la Academia de Medicina, Lpez
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1
Estos apuntes introducen al antroplogo a la paleografa Destacan su utilidad y .sus
posibilidades, comentan las normas usuales de transcripcin y renen una seri e de
consejos jobre corno aprender paleografa por uno mismo y cmo trabajar con
eficiencia en un archivo Finalmente, incluye una bibliografa comentada.
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INFORMES
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El anlisis del material fue hecho con la ayuda y asesora de Elizabeth Ramos en la
Universidad de los Andes, y de Germn Pea del Instituto de Ciencias Naturales de la
Universidad Nacional, quien adems nos f a c i l i t trabajar con la coleccin de fauna de la
unidad de arqueologa de dicha institucin.
2 Aqu solo se muestra el anlisis de launa sobre animales vertebrados pues el e s t o de la
muestra correspondiente a invertebrados est todava bajo anlisis por Felipe Guhl en la
Universidad de Los Andes.
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DEBATES
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Departamento de Antropologa
Universidad de los Andes
Muchos interrogantes surgen del artculo "El debate eugensico:
una visin de la modernidad en Colombia" de Zandra Pedraza, y
aunque el artculo describe clara y lcidamente un perodo histrico
del pas, mis comentarios estarn dirigidos, ante todo, al desarrollo
de los elementos que segn mi opinin mereceran ser ms
ampliamente cuestionados en el artculo, como lo es el continuismo
de esta prctica social en la Colombia contempornea. Desde esta
perspectiva, se podra pensar que el manejo y la gestin de las "anormalidades" sociales es efectuado por grupos de personas que
buscan establecer un tipo de "estabilidad evolucionaria" para el pas.
Es decir, que los planteamientos eugensicos se han constituido, para
un grupo dominante, en una plataforma ideolgica necesaria para el
desarrollo socio-poltico del Estado-Nacin colombiano.
A partir de lo anterior, podra suponer que las ideas eugensicas
que reivindican nociones de superioridad y mejoramiento "racial",
son el resultado de presupuestos ontolgicos que plantean un ideal de
esttica social encaminado al desarrollo positivo de la sociedad. Es as
como en el Estado-Nacin colombiano el concepto de "raza"1 ha
estado muy presente como mito estructurador de imagnarios sociales
alrededor del "ser colombiano". Especficamente en la modernidad y tal como
muestra e artculo, la esttica social perfecta se concreta en una
imagen utpica, tanto del cuerpo individual, como del cuerpo social,
generando en el universo colombiano la necesidad de mejorar la raza y
evitar la degeneracin de la nacin.
Teniendo en cuenta los planteamientos anteriores sobre la relacin
entre el cuerpo moderno y la propuesta eugensica, me pregunto si en
Colombia , la creciente y continua valoracin de esta propuesta surge del
miedo al degeneramiento social y/o al mantenimiento de un status quo
necesario a la produccin natural de ciertas lites del pas. En este
sentido, podra retomar las palabras de Darwin para expresar este
cuestionamiento: "...the dominant groups within each class, which
will ultimately prevail and procrate new and dominant
1
Concepto que se podra definir como visin sociopoltica unificadora de los
miembros de una comunidad a travs de componentes bio-estticos.
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species... And as natural selection works solely by and for the good of
each being, all corporeal and mental endowments will tend to
progress towards perfection..." (Darwin en Thompson, 1987:16).
El espacio vital de esta visin esta delimitado por los parmetros
de normalidad modernos que son determinados por el pluralismo
valorativo de las nociones de libertad, bienestar y democracia. La
relacin de estos elementos unidos a los del artculo me hacen pensar
en otros problemas actuales (biogentica, ingeniera gentica) que
igualmente muestran el panorama contemporneo con respecto al
problema eugensico. Este se encuentra inmerso en un pensamiento
cientifico-apologtico de acciones sociales que, al mismo tiempo de
estar buscando un mejoramiento racial crean una dialctica racional
que legitima el mito de la perfeccin a cualquier costo. En la
modernidad la generalizacin dogmtica del mejoramiento de la
sociedad, debe ser interpretada desde un ngulo que presume la
transformacin social de las discontinuidades productoras de
degeneramiento. Es decir, que a travs del rompimiento histrico de lo
precario-primitivo y gracias a la creacin de estrategias de
seguridades ontolgicas de perfeccin, las comunidades y sus actores
sociales legitiman acciones encaminadas a satisfacer su necesidad de
esttica social segn sus parmetros de normalidad.
Finalmente, teniendo en cuenta el planteamiento del artculo, la
discusin sobre la eugenesia en Colombia pone en evidencia la
incertidumbre social frente a la posible conciliacin entre el ideal
socio-poltico de lo que es ser humano y ciudadano colombiano. As
mismo, la praxis transformadora de la esttica social que sur ge de la
visin eugensica, unida a las nuevas tcnicas de gerencia socioeconmica - reengineering, downsizing, produccin flexible y
externalizacin - tiene como resultado final, contrariamente a la
intencionalidad de los actores sociales que buscan mejorar la sociedad y
sus individuos, la creacin de dinmicas marginalizantes y
excluyentes de stos.
REFERENCIAS
GIDDENS A. et al. (1906). Las consecuencias perversas de la modernidad.
Barcelona: Antropos.
THOMPSON, W. I. ed. (1987). Gaia a Way of Knowing. Hdson: Linsfarne
Press.
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