La Travesía de Wikdi

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INICIO / ZONA CRONICA

Publicado 2012-02-10

La travesa de Wikdi
POR ALBERTO SALCEDO RAMOS/ FOTOGRAFAS DE CAMILO ROZO/
PRODUCCIN DE STEPHANIE KISNER

Uno de los escritores ms renombrados de Latinoamrica y gran


cronista de la casa, Alberto Salcedo Ramos, gan este ao el premio
Ortega y Gasset y el premio a la Excelencia de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) por La travesa de Wikdi, esta gran
crnica que escribi para SoHo sobre un nio que vive en Choc y
que debe caminar cinco horas diarias para ir y volver a su escuela.

Esos recorridos de Wikdi han tenido como escenario desde masacres de


paramilitares hasta el riesgo de enfrentarse a los animales de la selva.
En la spera trocha de ocho kilmetros que separa a Wikdi de su escuela se
han desnucado decenas de burros. All, adems, los paramilitares han
torturado y asesinado a muchas personas. Sin embargo, Wikdi no se detiene a
pensar en lo peligrosa que es esa senda atestada de piedras, barro seco y
maleza. Si lo hiciera, se morira de susto y no podra estudiar. En la caminata
de ida y vuelta entre su rancho, localizado en el resguardo indgena de Arqua,
y su colegio, ubicado en el municipio de Ungua, emplea cinco horas diarias.
As que siempre afronta la travesa con el mismo aspecto tranquilo que exhibe
ahora, mientras cierra la corredera de su morral.
Son las 4:35 de la maana. En enero la temperatura suele ser de extremos en
esta zona del Darin chocoano: ardiente durante el da y glida durante la

madrugada. Wikdi trece aos, cuerpo menudo tirita de fro. Hace un


instante le dijo a Prisciliano, su padre, que prefiere baarse de noche. En este
momento ambos especulan sobre lo helado que debe de haber amanecido el
ro Arqua.
Menos mal que nos baamos anoche dice el padre.
Esta noche volvemos al ro contesta el hijo.
Diagonal adonde ellos se encuentran, un perro se acerca al fogn de lea
emplazado en el suelo de tierra. Arquea el lomo contra uno de los ladrillos del
brasero, y all se queda recostado absorbiendo el calor. Prisciliano le pregunta
a su hijo si guard el cuaderno de geografa en el morral. El nio asiente con la
cabeza, dice que ya se sabe de memoria la ubicacin de Amrica. El padre
mira su reloj y se dirige a m.
Cinco menos veinte dice.
Luego agrega que Wikdi ya debera ir andando hacia el colegio. Lo que pasa,
explica, es que en esta poca clarea casi a las seis de la maana y a l no le
gusta que el muchachito transite por ese camino tan anochecido. Hace unos
minutos, cuando l y yo ramos los nicos ocupantes despiertos del rancho,
Prisciliano me cont que el nacimiento de Wikdi, el mayor de sus cinco hijos,
sucedi en una madrugada tan oscura como esta. Fue el 13 de mayo de 1998.
A Ana Cecilia, su mujer, le sobrevinieron los dolores de parto un poco antes de
las tres de la maana. As que l, fiel a un antiguo precepto de su etnia, corri a
avisarles a los padres de ambos. Los cuatro abuelos se plantaron alrededor de
la cama, cada uno con un candil encendido entre las manos. Entonces fue
como si de repente todos los kunas mayores, muertos o vivos, conocidos o
desconocidos, hubieran convertido la noche en da solo para despejarle el
horizonte al nuevo miembro de la familia. Por eso Prisciliano cree que a los
seres de su raza siempre los recibe la aurora, as el mundo se encuentre
sumergido en las tinieblas. Eso s concluye con aire reflexivo: aunque
lleven la claridad por dentro arriesgan demasiado cuando se internan por la
trocha de Arqua en medio de tamaa negrura.
Prisciliano treinta y ocho aos, cuerpo menudo espera que el sacrificio que
est haciendo su hijo valga la pena. l cree que en la Institucin Educativa
Agrcola de Ungua el nio desarrollar habilidades prcticas muy tiles para su

comunidad, como aplicar vacunas veterinarias o manejar fertilizantes. Adems,


al culminar el bachillerato en ese colegio de libres seguramente hablar mejor
el idioma espaol. Para los indgenas kunas, libres son todas aquellas
personas que no pertenecen a su etnia.
El colegio est lejos dice pero no hay ninguno cerca. El que tenemos
nosotros aqu en el resguardo solo llega hasta quinto grado, y Wikdi ya est en
sptimo.
La nica opcin es cursar el bachillerato en Ungua.
As es. Ah me gradu yo tambin.
Prisciliano advierte que con el favor de Papatumadi es decir, Dios Wikdi
estudiar para convertirse en profesor una vez termine su ciclo de secundaria.
Nunca le he insinuado que elija esa opcin aclara. l vio el ejemplo en
casa porque yo soy profesor de la escuela de Arqua.
Podr Wikdi abrirse paso en la vida con los conocimientos que adquiera en el
colegio de los libres? Es algo que est por verse, responde Prisciliano. Quiz
se enriquecer al asimilar ciertos cdigos del mundo ilustrado, ese mundo que
se encuentra ms all de la selva y el mar que aslan a sus hermanos. Se
acercar a la nacin blanca y a la nacin negra. De ese modo contribuir a
ensanchar los confines de su propia comarca. Se documentar sobre la historia
de Colombia, y as podr, al menos, averiguar en qu momento se obstruyeron
los caminos que vinculaban a los kunas con el resto del pas. Estudiar el
lgebra de Baldor, se aprender los nombres de algunas pennsulas, oir
mencionar a Don Quijote de la Mancha. Despus, transformado ya en profesor,
les transmitir sus conocimientos a las futuras generaciones. Entonces ser
como si otra vez, por cuenta de los saberes de un predecesor, brotara la aurora
en medio de la noche.
Las cinco y todava oscuro dice ahora Prisciliano.
Anabelkis, su cuada, ya est despierta: hierve caf en el mismo fogn en el
que hace un momento tomaba calor el perro. Su marido intenta tranquilizar al
beb recin nacido de ambos, que llora a moco tendido. Nadie ms falta por
levantarse, pues Ana Cecilia y los otros hijos de Prisciliano durmieron anoche

en Turbo, Antioquia. En el radio suena una conocida cancin de despecho


interpretada por Daro Gmez.
Ya lo ves me tir el matrimonio
y ya te la jugu de verdad
fuiste mala, ay, demasiado mala
pero en esta vida todo hay que aguantar.
El fogn es ahora una hoguera que esparce su resplandor por todo el recinto.
Cantan los gallos, rebuznan los burros. En el rancho ha empezado a bullir la
nueva jornada. Ms all siguen reinando las tinieblas. Pareciera que en
ninguna de las 61 casas restantes del cabildo se hubiera encendido un solo
candil. Eso s: cualquiera que haya nacido aqu sabe que, a esta hora, la
mayora de los 582 habitantes de la comarca ya est en pie.
Wikdi le dice hasta luego a Prisciliano en su lengua nativa (kusalmalo!), y
comienza a caminar a travs del pasillo que le van abriendo los cuatro perros
de la familia.

***
Hemos caminado por entre un riachuelo como de treinta centmetros de
profundidad. Hemos atravesado un puente roto sobre una quebrada sin agua.
Hemos escalado una pendiente cuyas rocas enormes casi no dejan espacio
para introducir el pie. Hemos cruzado un trecho de barro revestido de huellas
endurecidas: pezuas, garras, pisadas humanas. Hemos bajado por una
cuesta invadida de guijarros filosos que parecen a punto de desfondarnos las
botas. Ahora nos aprestamos a vadear una caada repleta de peascos
resbaladizos. Un vistazo a la izquierda, otro a la derecha. Ni modo, toca pisar
encima de estas piedras recubiertas de cieno. Me asalta una idea pavorosa:
aqu es fcil caer y romperse la columna. A Wikdi, es evidente, no lo
atormentan estos recelos de nosotros los libres: zambulle las manos en el
agua, se remoja los brazos y el rostro.
Hace hora y media salimos de Arqua. La temperatura ha subido, calculo, a
unos 38 grados centgrados. Todava nos falta una hora de viaje para llegar al
colegio, y luego Wikdi deber hacer el recorrido inverso hasta su rancho. Cinco
horas diarias de travesa: se dice muy fcil, pero cranme: hay que vivir la

experiencia en carne propia para entender de qu les estoy hablando. En esta


trocha me cont Jider Durn, exfuncionario del municipio de Ungua los
caballos se hunden hasta la barriga y hay que desenterrarlos halndolos con
sogas. Algunos se estropean, otros mueren. Unos zapatos primorosos de esos
que usa cierta gente en la ciudad unos Converse, por ejemplo ya se me
habran desbaratado. Aqu los pedruscos afilados taladran la suela. El
caminante siente las punzadas en las plantas de los pies aunque calce botas
pantaneras como las que tengo en este momento.
Qu sed! le digo a Wikdi.
Usted no trajo agua?
No.
Apenas nos faltan tres puentes para llegar al pueblo.
Agradezco en silencio que Wikdi tenga la cortesa de intentar consolarme.
Entonces l, tras esbozar una sonrisa candorosa, corrige la informacin que
acaba de suministrarme.
No, mentiras: faltan son cuatro puentes.
En la gran urbe en la que habito, mencionar a un nio indgena que gasta cinco
horas diarias caminando para poder asistir a la escuela es referirse al
protagonista de un episodio buclico. Qu quijotada, por Dios, qu historias
tan romnticas las que florecen en nuestro pas! Pero ac, en el barro de la
realidad, al sentir los rigores de la travesa, al observar las carencias de los
personajes implicados, uno entiende que no se encuentra frente a una
ancdota sino frente a un drama. Visto desde lejos, un camino de herradura en
el Choc o en cualquier otro lugar de la periferia colombiana es mero paisaje.
Visto desde cerca es smbolo de discriminacin. Adems se transforma en
pesadilla. Cuando la trocha se sale de la foto de Google y aparece debajo de
uno, es un monstruo que hiere los pies. Produce quemazn entre los dedos,
acalambra los msculos gemelos. Extena, asfixia, maltrata. Sin embargo,
Wikdi luce fresco. Tiene la piel cubierta de arena pero se ve entero. Le
pregunto si est cansado.
No.
Tienes sed?
Tampoco.

Wikdi calla, y as, en silencio, se adelanta un par de metros. Luego, sin


mirarme, dice que lo que tiene es hambre porque hoy se vino sin desayunar.
Cuntas veces vas a clases sin desayunar?
Yo voy sin desayunar, pero en el colegio dan un refrigerio.
Entonces comes cuando llegues.
El ao pasado era que daban refrigerio. Este ao no dan nada.
Captada en su propio ambiente, digo, la historia que estoy contando suscita
tanta admiracin como tristeza. Y susto: aqu los paramilitares han matado a
muchsimas personas. Hubo un tiempo en el que adentrarse en estos parajes
equivala a firmar anticipadamente el acta de defuncin. El camino qued
abandonado y fue arrasado por la maleza en varios tramos. Todava hoy
existen partes cerradas. As que nos ha tocado desviarnos y avanzar, sin
permiso de nadie, por el interior de algunas fincas paralelas. Doy un vistazo
panormico, tanteo la magnitud de nuestra soledad. En este instante no hay en
el mundo un blanco ms fcil que nosotros. Si nos saliera al paso un paramilitar
dispuesto a exterminarnos, lo conseguira sin necesidad de despeinarse.
Sobrevivir en la trocha de Arqua, despus de todo, es un simple acto de fe. Y
por eso, supongo, Wikdi permanece a salvo al final de cada caminata: l nunca
teme lo peor.
Faltan dos puentes dice.
Solo una vez se ha sentido en riesgo. Caminaba distrado por un atajo cuando
divis, de improviso, una culebra que iba arrastrndose muy cerca de l. Se
asust, pens en devolverse. Tambin estuvo a punto de saltar por encima del
animal. Al final no hizo ni lo uno ni lo otro, sino que se qued inmvil viendo
cmo la serpiente se alejaba.
Por qu te quedaste quieto cuando viste la culebra?
Me qued as.
S, pero por qu?
Yo me qued quieto y la culebra se fue.
T sabes por qu se fue la culebra?
Porque yo me qued quieto.
Y cmo supiste que si te quedabas quieto la culebra se ira?

No s.
Tu pap te ense eso?
No.
Deduzco que Wikdi, fiel a su casta, vive en armona con el universo que le
correspondi. l, por ejemplo, marcha sin balancear los brazos hacia atrs y
hacia adelante, como hacemos nosotros, los libres. Al llevar los brazos
pegados al cuerpo evita gastar ms energas de las necesarias. Deduzco
tambin que tanto Wikdi como los dems integrantes de su comunidad son
capaces de mantenerse firmes porque ven ms all de donde termina el
horizonte. Si se sentaran bajo la copa de un rbol a dolerse del camino, si solo
tuvieran en cuenta la aspereza de la travesa y sus peligros, no llegaran a
ninguna parte.
T por qu ests estudiando?
Porque quiero ser profesor.
Profesor de qu?
De ingls y de matemticas.
Y eso para qu?
Para que mis alumnos aprendan.
Quines van a ser tus alumnos?
Los nios de Arqua.
Deduzco, adems, que para hacer camino al andar como propona el poeta
Antonio Machado, conviene tener una feliz dosis de ignorancia. Que es
justamente lo que sucede con Wikdi. l desconoce las amenazas que
representan los paramilitares, y no se plantea la posibilidad de convertirse, al
final de tanto esfuerzo, en una de las vctimas del desempleo que afecta a su
departamento. En el Choc, segn un informe de las Naciones Unidas que ser
publicado a finales de este mes, el 54% de los habitantes sobrevive gracias a
una ocupacin informal. All, en el ao 2002, el 20% de la poblacin devengaba
menos de dos dlares diarios. En esta misma regin donde nos encontramos, a
propsito, se present en 2007 una emergencia por desnutricin infantil que
ocasion la muerte de doce nios. Wikdi, insisto, no se detiene a pensar en
tales problemas. Y en eso radica parte de la fuerza con la que sus pies talla 35
devoran el mundo.
Ese es el ltimo puente dice, mientras me dirige una mirada astuta.

El que est sobre el ro Ungua?


S, ese. Ah mismito est el pueblo.

***
La Institucin Educativa Agrcola de Ungua, fundada en 1961, ha forjado
ebanistas, costureras, microempresarios avcolas. Pero hoy el taller de
carpintera se encuentra cerrado, no hay ni una sola mquina de modistera y
tampoco sobrevive ningn pollo de engorde. Supuestamente, aqu ensean a
criar conejos; sin embargo, la ltima vez que los estudiantes vieron un conejo
fue hace ocho aos. Tampoco quedan cuyes ni patos. En los 18 salones de
clases abundan las sillas inservibles: estn desfondadas, o cojas, o sin brazos.
La seccin de informtica causa tanto pesar como indignacin: los
computadores son prehistricos, no tienen puerto de memoria USB sino
ranuras para disquetes que ya desaparecieron del mercado. Apenas cinco
funcionan a medias. Recorrer las instalaciones del colegio es hacer un
inventario de desastres.
Este ao no hemos podido darles a los estudiantes su refrigerio diario dice
Benigno Murillo, el rector. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que
es el que nos ayuda en ese campo, nos mand un oficio informndonos que
volver a dar la merienda en marzo. Hemos tenido que reducir la duracin de
las clases y finalizar las jornadas ms temprano. Usted no se imagina la
cantidad de muchachos que vienen sin desayunar!
Ahora los estudiantes del grupo Sptimo A van entrando atropelladamente al
saln. Se sientan, sacan sus cuadernos. En el colegio nadie conoce a nuestro
personaje como Wikdi: ac le llaman Anderson, el nombre alterno que le puso
su padre para que encajara con menos tropiezos en el mbito de los libres.
Anderson dice el profesor de geografa: trajo la tarea?
Mientras el nio le muestra el trabajo al profesor, reviso mi telfono celular.
Est sin seal, un trasto intil que durante la travesa solo me ha funcionado
como reloj despertador. La aldea global que los pontfices de la comunicacin
exaltan desde los tiempos de McLuhan, sigue teniendo ms de aldea que de
global. En el mundo civilizado vamos a remolque de la tecnologa; en estos
parajes atrasados la tecnologa va a remolque de nosotros. All, en las grandes

ciudades, al otro lado de la selva y el mar, el hombre acorta las distancias sin
necesidad de moverse un milmetro. Ac toca calzarse las botas y ponerle el
pecho al viaje.
Amrica es el segundo continente en extensin lee el profesor en el
cuaderno de Anderson.
Se me viene a la mente una palabra que desecho en seguida porque me
parece gastada por el abuso: odisea. Para entrar en este lugar de la costa
pacfica colombiana que parece enclavado en el recodo ms hermtico del
planeta, toca apretar las mandbulas y asumir riesgos. El trayecto entre mi casa
y el saln en el cual me encuentro este martes ha sido uno de los ms arduos
de mi vida: el domingo por la maana abord un avin comercial de Bogot a
Medelln. La tarde de ese mismo da viaj a Carepa Urab antioqueo en
una avioneta que mi compaero de viaje, el fotgrafo Camilo Rozo, describi
como una pequea buseta con alas. En seguida tom un taxi que, una hora
despus, me dej en Turbo. El lunes madrugu a embarcarme, junto con
veintitrs pasajeros ms, en una lancha veloz que se abri paso en el
enfurecido mar a travs de olas de tres metros de alto. Atraves el caudaloso
ro Atrato, surqu la Cinaga de Ungua, hice en caballo el viaje de ida hacia el
resguardo de los kunas. Y hoy camin con Wikdi, durante dos horas y media,
por la trocha de Arqua.
El profesor sigue hablando:
Choc, nuestro departamento, es un puntito en el mapa de Amrica.
Ah, si bastara con figurar en el Atlas Universal para ser tenido en cuenta!
Estas lejuras de pobres nunca les han interesado a los indolentes gobernantes
nuestros, y por eso los paramilitares estn al mando. En la prctica ellos son
los patronos y los legisladores reconocidos por la gente. Cmo se podra
romper el crculo vicioso del atraso? En parte con educacin, supongo. Pero
entonces vuelvo al documento de las Naciones Unidas. Segn el censo de
2005, Choc tiene la segunda tasa de analfabetismo ms alta en Colombia
entre la poblacin de 15 a 24 aos: 9,47%. Un estudio de 2009 determin que
en el departamento uno de cada dos nios que terminan la educacin primaria
no contina la secundaria. En este punto pienso, adems, en un dato que
parece una mofa de la dura realidad: el comandante de los paramilitares en el
rea es apodado el Profe.

Anderson regresa sonriente a su silla. Me pregunto adnde lo llevar el camino


al final del ciclo acadmico. Su profesora Eyda Luz Valencia, que fue quien lo
bautiz con el nombre de libre, cree que llegar lejos porque es despabilado y
tiene buen juicio a la hora de tomar decisiones. Existen razones para vaticinar
que no ser un profe siniestro como el de los paramilitares, sino un profesor
sabio como su padre, capaz de improvisar una aurora aunque la noche est
perdida en las tinieblas.

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