Wolfhart Pannenberg - Teologia Sistematica

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TEQLOGIA SISTEMATICA vol. I WOLFHART PANNENBERG INDICE InrmooucciN, por J. A. MARTINEZ CAMINO 0 co. ses coe oes sie see ee 1x PREFACIO PARA LA EDICION ESPANOLA ... .. XXXI PROLOGO DE LA BDICION ALEMANA 20. cc. ee eee ie cee eee eee cee eee eee ee ee KEE Capitulo I: La verdad de la doctrina cristiana como tema de Ja teo- sistematica 1. Teologia ... - 2. La verdad del dogma . 3._La Dogmtica como teolouia sistemalica 4._La evolucién _y el problema de_los Hamados «Prolezomena» de la Dogmilica = a = La verdad de la doctrina cris! Capitulo 11: La idea de Dios y Ia cuestion de su verdad... .. 65 L._La palabra «Dios»... 65 2 Conocimiento natural de Dios y sieologia naturale 76 i_Las pruebas de Dios v la critica filoséfica de la teologia na- ‘mural 86 4. La critica teolégica de la teologia natural... 5 El conocimiento snaturals del hombre acerca de Dios 114 Capitulo 11: La realidad de Dios y de los dioses en Ia experiencia 1._E] concepto de religién y su funcién en la teologia ae 10 a) Religién_y conocimiento de Dios ... ee 128 6) Et concepto de religion, la_pluralidad de Teligiones y «el eatdcier absolutns del cristianismo 137 ntropoldgica y la esenci: i igiGn, 14: 3. La cuestion de Ia verdad de [a religion y la historia de la re: Tigién . . oa 162 4. La relacion religiosa 184 Capitulo IV: La revelacién de Dios... 203 1. La funcién_teolégica del_concepto de_revelacién os 203, 2. La multiplicidad de concepciones biblicas sobre la revelacién. 213 vant Indice 2 i funcion del concepto de revelacién en la historia de la teo 4. aa lucida "como bistoriay‘cumo palabra de\Biog 909 Capitulo V: El Dios trinitario .. 281 1._El Dios de Jestis y los comienzos de la doctrina de la Tri poi RT 2._El lugar de Ja doctrina de la Trinidad en la estructuracién de la Dogmatica y el problema de la fundamentacién de las pro- posiciones iri eer 3._Distincién_v unidad de Jas personas “di a) EI comienzo con Ia revelacion de Dios en Jesucristo y la terminologia tradicional de la doctrina de la Trinidad... 325 b) La mutua aulodistincién de Padre, Hijo vy Espiritu como c) Tres personas, pero un solo Dios... as 4. El mundo como historia de Dios v la unidad de la esencia lt Capitulo VI: La unidad de Ia esencia divina y sus atributos ..... 365 1._La sublimidad de Dios y Ja tarea de dar cuenta racionalmente de lo que se dice de dl... 2._La distincidn entre esencia y existencia de Dios... 376 2. Ta esencia y los atributos de Dios y su vinculacién. bor media 390 402 def concepio deaccidn ... 4. La condicidn espiritual de Dios, su saber y su querer SEI concepto de accién divina v la estructura de Ta doctrina’ de Tos atribmtos de Dios 0 6, La infinitud de Dios: su santidad, eternidad, omnipotencia v omnipresencia.. a ee AB a) La infinitud y santidad de Dios... 2... se BT 6) La eternidad de Dios ... . ~ ven on 435 ¢)_La ommipresencia y la omnipotencia de Dios 446 1_ELamor divino 459 a) Amor y Trinidad ee - 459 Bb] Los atributos del amor diving — 469 c) La anidad de Dios 480 Lsbice ne crras wfaricas 4a7 Lxnice ne womnpes 407 spice ne siarermas 0S INTRODUCCION Por Juan A. MARTINEZ CAMINO El lector tiene una obra extraordinaria en sus manos. Pero en reali dad no constituiré ninguna gran sorpresa para quien haya estado algo al tanto de la labor teoldgica que W. Pannenberg viene realizando desde hace ya cuarenta afios, Es el fruto maduro de una vida de trabajo par- ticularmente fértil, original y coherente. Su calidad cs, por eso, tal que precisamente uno de los criticos mas sistematicos (y mas inteligentes) de Ia teologia de Pannenberg ha escrito de este libro que «quien crea que lo puede hacer mejor, tendra que dar al menos esta tala»! Pero no nos parece éste el lugar més apropiado para acumular jui- cios ajenos ni propios sobre la obra que presentamos ahora al piblico de habla espafiola?, Lo que pretendemos aqui es trazar un sucinto per- fil de la biografia del autor y de los rasgos centrales de su pensamiento que pueda ayudar a cada uno a hacerse su propio juicio de la obra en el contexto adecuado. A ello iré encaminada también una «guia de lectura» pensada como una especie de mapa para andar por cl libro, andadura 1 E, JUNGEL, Niki? divinitatis, ubi non fides, Ist christliche Dogmatik in rein theoretischer Perspektive mdglich? Bemerkungen wu einem theologischen Entwurf von Rang: Zeitschrift fir Theologie und Kirche 86 (1989) 204235, 2Ms. 2 Una amplia descripcién y valoracién critica de algunos aspectos centrales de la teologia de Pannenberg la hemos ofrecido ya en J. A. Martinez Caino, Recibir Ja libertad, Dos propuestas de fundamentacion de la teologia en la Modernidad: W. Pannenberg y E. Jinget, Madrid 1992, esp. 251ss. Alli se padrén encontrar también juicios de otras plumas, asi como una bibliografia de Pannenberg (exhaustiva hasta 1999) v sobre Pannenberg (de casi trescientos atitores). Con todo, queremos tract también aqui alguna de las opiniones favorables que ha merecido, entretanto, 1a Teologia Sistemdiica: slo mejor que ha producido la teologia evangélica contem. porineas (G. L. MOLIER, Pannenberg’s Extwurf eiier systematischen Theologic: Theologische Revue &% (1990) 18, 8); I lacion \ eoaht | \ (exis gy + ON tencia) 3 veligiones son el compe @ de la experiencia de la realidad de entre las 7 Dios» religiones: ‘po eee {teologia filosifica II} 7 / ¢ infinito ’ radi Diss ?: wna idea correcta y antropaligicamente nece cucstion: sariay secularista (teologia filosdfica I) sdesde abajow + Praxis de toler ia comu criteria de verdad Iniroduccién xn Los mimeros romanos se refieren a los seis capitulos del libro. Si se hace una lectura del esquema siguiendo las flechas que unen esos ni- meros dando lugar a una figura de rombo, se obtendra una visién pa- nordmica de los contenidos de la obra, La lectura puede comenzar por el namero I. Entonces se estaré empezando por la definicién formal de la disciplina teolégica, que es el objeto del primer capitulo. Es asi como comienza el autor mismo su Teologia Sistemdtica; muy «desde abajo». Quiero decir con ello que, una vez que ha hecho la definicién formal de la teologia, va tratando de dar los pasos que le parecen necesarios para despejar la posibilidad del discurso sobre Dios en nuestra mederna cultura sin-Dios. Pero también se podria comenzar por el nimero VI, es decir, «desde arriba». Porque la tealogia de Pannenberg, como teolo- gia cristiana, presupone la verdad de lo que en ese capitulo se dice, es decir, la verdad del Dios que es uno siende trino, y trata, en cuanto esfuerzo de reflexién disciplinada, de «cerciorarses de dicha verdad. Seria erréneo pensar que la teologia pannenberguiana, dado su talante racional e hist6rico, es una teologia puramente sdesde abajo»; es, al mismo tiempo, «desde arribar, Porque asi se lo exige uno de sus pos- tulados bésices, de raigambre barthiana: a Dios sélo le conocemos por Dios mismo (cf. p. 2, 75, 100, 203, etc), De ahi que en el angulo del rombo opuesto al ntimero I (sobre Ia teologia) aparezca precisamente el mimero IV (sobre la revelacién): la teologia de Pannenberg ¢s neta- mente «teologia de revelaciéns. En ella la prioridad Igica y ontoldgica le corresponde al Dios que se revela y a la fe que responde a dicha re- velacién. Pretender que las cosas fueran de otra manera seria entrar en contradiccién con el minimo exigido ya por la idea de Dios: que hay que pensarle como la realidad determinante de todas las cosas y, por tanto, también de Ja relacién en la que el hombre se encuentra con él, incluido, por supuesto, el conocimiento. Pero Ja accién reveladora de Dios no se encuentra en relacién de contraposicién. con la vida y el conocimiento del hombre, sino en rela- cidn de «asuncién y superacién» (Aufhebung) del «abajo en el sarribas, Cuando esta realidad se le descubre plenamente, Ia humanidad deja de estar vuelta a su pasado para abrirse al futuro incontrolable de la ac- cién de Dios: el mundo deja de estar regido por el mito para conver- tirse en historia. Es lo que ha sucedido de hecho en la historia de Is- rael, aquel pueblo cuya religion le ensefié a reconocer la automanifes- tacién de Dios en los acontecimientos de su propia vida y, por tanto, a esperar lo mas decisivo del futuro, La teologia historica de Pannenberg responde en su mismo método a esa manera de ver las cosas, En la parte «de abajo» del rombo se recoge la herencia del mito (cf. 213). En la parte «de arriba» se desarrollan las consecuencias doctrinales de la his- toria reveladora y el modo en el que dicha historia asume y supera la mencionada herencia. Describamos brevemente ambos hemisferios. xxiv juan A. Martinez Camino Los capitulos II y III son de «teologia filoséficas, Pannenberg dice que asumen la funcién del mito porque su cometido es despejar la se mantica de la palabra «Dioss. Si la teologia se pregunta por lo que quie. re decir la tesis basica de la fe cristiana, que «Dios es amors, Jo pri mero (segin la | de la proposicién) serd buscar cual es el sentido de la palabra «Dios». Para Pannenberg, este sentido venia dado en otro tiempo con la pregunta mitica por el orden fundante del mundo. Una vez que la moderna conciencia historica secular ha puesto radicalmente en cuestion no sélo el planteamiento mitico de dicha cuestion, sino tam- bién la idea minima de Dies que iba unida a él, la funcién de clarificar el significado de la palabra «Dios» recae en la teologia filoséfica. La teologia filoséfica, pues, no tiene por cometide demosirar la exis- tencia de Dios y elaborar una doctrina racional sobre su esencia con independencia de toda teologia revelada, Por los motives aludidos hace un momento ni lo pretende ni lo puede hacer. En estos pasos iniciales del sistema teoldgico se trata mas bien de ver qué es eso llamado a ser asumido y superado en los pasos ulteriores cuando se entre ya a desarro- ilar la doctrina que se deriva de la revelacion. Dicho de otra manera: se trata de aclarar lo que se querra decir con «Dios» cuando se diga que «Dios ¢s el amor creadors o que «Dios es justo». Es ésta una funcidn fundamental exigida por la logica m4s elemental. Pero hoy, en una época que no tiene «ni idea» de Dios, resulta particularmente urgente. Este trabajo de teologia fundamental o filosdfica, Pannenberg lo desarrolla en dos pasos. Primero, en el capitulo II, trata de mostrar que el hacerse una idea minima de Dios, como «la realidad que todo lo determina», «la unidad unificadora del todo», «lo verdaderamente infinito», etc., es algo inevi- table e insuperable para el hombre. Las ideas mencionadas, y otras se- mejantes, responden a determinadas filosofias o teologias «filosdficas» © «naturales» mds © menos coherentes y acertadas. Pero lo importante es notar que a lo que en el fondo responden es a determinadas necesi- dades de su estructura antropoldgica que confrontan necesariamente al hombre con algo asi como «Dios». Digo «algo asi como», porque tanto la experiencia religiosa, que en realidad late en dichas estructuras més o menos atematicamente, como también las elaboraciones que a partir de ellas y de esa experiencia pueda ir construyendo la reflexidn filoséfico- teolégica son, para Pannenberg, todavia abstractas e incompletas hasta que no se encuentren con lo que Dios, en su realidad viva, muestra de sf mismo. Pero no importa: es de extraordinaria importancia que se pue- da mostrar que cuando el hombre piensa asi a «Dios» no es simple- mente victima de algia mecanisme psicoldgico o social que le impele a prayectar una idea aberrante e incluso inhumana que deberia y podria ser superada de una u otra manera por un hombre duejio de si. Este es el patrén comin por el que estan cortadas las modernas criticas de la Introduccién xxV religion de una filiacién o de otra. Pero lo que Pannenberg trata de mos- trar con sus prolijos y finos andlisis antropolégicos y filoséficos es que, ‘como para pensar y vivir es necesario pensar y vivir «algo asi como Dios®, quien consiguicra erradicar esta idea habria acabado también con el hombre que conocemos. El capitulo termina, pues, despejando la «idea de Dios» como idea correcta y antropolégicamente necesaria, pero mera idea, al cabo, puesto que no se le ha dado todavia entrada a la realidad viva del Dies que se revela. En el capitulo III la atencién de la reflexién teolégico-fundamental se centra en el mundo de la religién y de las religiones. Pues ellas son el lugar en el que la humanidad ha experimentado siempre el contacto con «el poder» que domina el mundo y la vida de los hombres. En con- tra de la comprensién que las religiones tienen de si mismas, la moderna ciencia de Ja religién tiende a reducirlas a meros productos de la acti- vidad creadora del hombre. Y es verdad que la religién tiene una ver: tiente antropoldgica, pero si no se quiere sacrificar ya de entrada el hecho religioso a la ortodoxia de la moderna critica de la religién, ha- ‘bria que tomar en serio también Io que Pannenberg Hama su esencio teoldgica, es decir, su pretensién de ser el ambito de manifestacién del poder santo, no manipulable. La teologia filosdfica que se acerque asi a la cuestién del politeismo y monoteismo, de la lucha por la verdad que se libra entre las diversas religiones, etc., podré dar un paso mds en la clarificacién de aquello a lo que alude la palabra «Dios». En con- creto, sera posible abrirse a la idea de la autorrevelacién de Dios en la historia. Porque ésta es una idea surgida en el seno mismo de la historia de la religién: como hemos dicho ya antes, en Ia historia de la religién judeocristiana. Y con ello valvemos de nuevo al eje horizontal de nues- tra rombo. Pannenberg dice que el capitulo IV es un momento «de transi- ciéne (213) en el itinerario de su obra. Y, en efecto, con él pasamos al hemisferio de arriba de nuestra geometria teoldgica. El tipo de discurso y de método van a cambiar aqui radicalmente, pero de un modo cohe- rente y conectado con Io de abajo. La conexién se da a través del con: cepto de revelacién. Lo que se conecta es «lo que Dios muestra y dice de siv y lo que el hombre «siente y piensa sobre Dios». Por eso, una vez aclarada la legitimidad biblica de la idea de revelacién y, mas en concreto, de Ja revelacion come historia y como palabra de Dios con y a su pueblo, los capitulos V y WI van a dedicarse a vescuchar» lo que nos dicen dicha loria y dicha palabra. De ahi el cambio de métoda: era mas especulative (0 si se quiere filosdfico-antropolégico) en los ca- pitulos anteriores, y ¢s mas histérico (0 mAs teoldgico-dogmatico) en estos ultimos. Pero si se excluyera o sobredimensionara alguno de estos diversos tipos de plantcamiento, la geomectria teoldgica pannenbergiana perderia su equilibrio y su regularidad. xxv Juan A. Martine: Camino £1 capitulo V parte, pues, de Ia figura de Jesucristo para Iegar a la conclusién de que Ia tradicién teoldgica ha levado a cabo un desarrollo doctrinal «correctos (333) al ir dando forma a la imagen del Dios trino. Porque la trinidad de Dios estaria implicada en Ia historia biblica de Jestis y de su Espiritu. Pannenberg se apoya en la tesis rahneriana de la identidad de Trinidad econémica y Trinidad inmanente, pero ponien- do el énfasis en cémo se Iega a desarrollar la doctrina trinitaria a partir de la relacién de autodistincién de Jess respecto del Padre y del Es- piritu. De este mado se rechazan les apriorismos teolégicos: tanto el que era deudor de la metafisica ckisica partiendo de un Dios une concebido unilateralmente a partir de relaciones de causalidad, como el tributario de la moderna metafisica de la subjetividad, que parte con acento des- mesuradg de la psicologia de un tnico sujeto divino. Insistiendo en las relaciones de mutua autodistincién que se ponen de relieve en Ia histo- ria de Jesucristo como raiz de la doctrina trinitaria, Pannenberg persigue dos objetivos. Por un lado, buscar una alternativa a los peligros de subordinacionismo o de modalismo que Hevan respectivamente consigo los apriorismos teolégicos que acabamos de mencionar. Y, por otro lado, seguir con coherencia su itinerario teolégico: lo que Dios dive de si lo dice en su historia con los hombres; y esto no se puede confundir con ninguna filosofia, Ninguna de ellas nos podria haber dicho que «el po- ders que las religiones veneran (III) es en realidad la Trinidad santa manifestada en Israel para Ia Iglesia (V). Pero ¢eémo compaginar esta idea trinitaria de Dios con el concepto minimo de Dios, despejado ya en el capitulo TI, que presupone 1a unidad y unicidad de Jo divino? He ahf el trasfondo de lo tratado en el capitu- Jo VI, en el que Pannenberg pone a funcionar a pleno rendimiento su método de «asuncién y superacién». Dios es uno porque su tnica esen- cia es el amor. Pero éste es un tipo de esencia que no se puede dar bien mds que en Ia existencia concreta de la pluralidad: 1a trinidad de Padre, Hijo y Espiritu que se nos pone de manifiesta en la accién de Dios en Jesucristo. Ahora bien, una vez conocida esta *esencias de Dias, sucede que la «existencia» de aquel tinico «poders, de «lo infinitos, experimenta una saclaracién de principio» (cf. 434s, 451, 483). Es decir, que los pro- blemas planteadas por la experiencia o la idea abstracta de Dios encuen- tran una resolucién plausible (son asumidos y superadas). Lo cual sig- nifica en concreto que lo uno infinito en el tiempo (eterno), en el espa- cio (omnipresente) y en poder (omnipotente) es el espiritu divino (In 4.24), Pues este espiritu es eterno no sdlo més alla del tiempo, sino gracias a que el Padre sostiene el tiempo por medio del Hijo (desde dentro del tiempo) por ¢l Espiritu; y ¢s ommipresente no sélo como no espacial, sin estando al mismo tiempo junto a sus criaturas en el Hijo por el Espiritu; y omnipotente, con una omnipotencia no definida por Jo «sometido», sino por la creacién, reconciliacién y consumacién que Introduccién xxv el Padre, el Hijo y el Espiritu realizan especialmente cada uno de ellos y con los otros. Dicho espiritu divino es, en su trinidad, lo «verdadera- mente infinite», que no se define sdlo por contraposicién a Io finite, sino que lleva en él mismo la diferencia. Y es, también, por tanto, el amor creador (1 Jn 4,8). Asi concluye la doctrina de Dios estrictamente dicha, es decir, el tratado que nos ofrece el sentide basico de lo que queremos decir cuan- do hablamos del Dios de Jesucristo. Pero toda la Dogmatica es, en un sentide mas amplio, doctrina de Dios. El resto de los tratados, que se recogeran en los dos proximos volumenes, no hace mas que desarrollar Jos diversos aspectos, ya adelantados aqui, de Ia relacién de Dios con su creacion: de la historia de la autorrealizacién de Dios con su mundo. Y¥ de la consumacién de esta historia queda pendiente la verdad de lo adelantado en el tratado de Dios, es decir, que el poder determinante de todas las cosas, lo verdaderamente infinito sea, en realidad, tal coma se nos ha manifestado Jesucristo, el amor creador. La teologia tendra que estar siempre poni¢éndolo a prueba. Pero no le compete a ella decir la Ultima palabra al respecto. Porque sdlo Dios mismo puede hacerlo por medio de la transformacién de este mundo suyo en su Reino. El cémo de esta transformacién no es independiente de la praxis cristiana, es decir, de qué respuesta sera ¢l Amor «capaz» de obtener de sus creaturas libres. Terminamos aqui este somero recorrido por los contenidos del pre- sente valumen hecho fundamentalmente desde el punto de vista del modo en et que se articulan para dar lugar a la original arquitectura de la obra, Ahora estamos en condiciones de poder echar la vista atras y de observar la esirecha relacién existente entre los contenidos que acabamos de describir y Jos rasgos generales de la teologia pannenber- giana que recogiamos en el epigrafe anterior. De entrada no ha de ex- traflarnos esta correlacién, pues terminames de decir que, para Pan- nenberg, los contenidos de este volumen, es decir, la doctrina trinitaria de Dies (y sus presupuestos fundamentales), son, en realidad, un resu- men anticipador de toda la teologia dogmatica. ¢De qué correlacion se trata? Estd representada en nuestro esquema por Ja columna de la quierda, en la que, hacia arriba y hacia abajo del I, se hace referencia a los mencionados rasgos generales poniéndolos en la misma linea de los capitulos de cuyo contenido se derivan. Repasémoslos, La teologia pannenbergiana tienc que tener un caracter practico por- que es consciente de que es en la praxis religiosa donde esta en juego Ia verdad con Ia que se siente comprometida. Es su propio interés por Ja verdad la que la lleva a no estar centrada en si misma, como si sélo en el mundo de las ideas pudieran resolverse los problemas que plantea la configuracién social e individual de la vida de los hombres. La verdad que libera esti dada, pero ne conclusamente encerrada en ningtn sitio. xxv Juan A. Martine: Camino La praxis auténticamente religiosa es, por tanto, tolerante y, entre los cristianos, profundamente ecuménica; porque los cristianos saben que la verdad es Jesucristo mismo y, por tanto, que la paz y el entendimien- to entre las diversas comunidades que confiesan su nombre, habra de basarse ante todo en Ja confianza comin en la verdad. El creyente esta poseido por la verdad. Y sabe precisamente por eso que no es él quien deba tratar de poseerla a ella, Creo que, en el fondo, es en esta sencilla constatacién en la que se basa el cardcter racional ¢ histérico de la teologia de Pannenberg. Dios es sublime y, por tanto, incomprehensible para nuestro entendimiento finito. Pero al mismo tiempo podemos entenderle completamente. Porque ¢l Dios vivo y ver- dadero no ¢s una divinidad apartada de sus criaturas. Es el Dios encar- nado, que toca desde dentro de ¢lla misma nuestra historia. Nuestra historia no es, por ¢so, ajena a él, sino que, por el contrario, ¢s historia, en el fondo, suya. Por eso la hemos descubierto como tal, como historia, a la luz de su revelacién. Y por eso tiene nuestra raz6n la misma estruc- tura proléptica que tiene la implicacién del Creador en nuestra histo- ria: anticipa siempre su consumacién en el Reino de Dios que ha irrum- pido ya en Cristo. Hemos dicho, por fin, que Ia teologia de Pannenberg se caracteriza por su peculiar atencién al hecho religioso en confrontacién con las teorias secularistas modernas. No podia ser de otra manera para un tedlogo que considera que el cristianismo es ininteligible sin su contexto religioso en el Pueblo de Ja Antigua Alianza, y ésta, a su vez, sin la histo- ria religiosa de la humanidad. En las religiones esta la matriz de la idea misma de revelacién, desarrollada por el cristianismo. El secularismo est, por eso, mucho més lejos de Ia verdad sobre el hombre que la mds «subdesarrollada» de las religiones. Ellas son, por tanto, el auténtico rival, tanto del cristianisme como de la Modernidad secularista. Pero para el cristianismo, al menos, son un noble rival al que toma en serio porque participa de su misma verdad, Para la modernidad, en cambio, resultan més bien una seria amenaza, en cuanto no sea ella capaz de tomarse en serio la verdad de la religion, No podemos alargarnos mas. Pero antes de terminar con algunas ob- servaciones sobre la traduccién, queremos al menos cnumerar algunos de los temas particulares de este volumen (ademas de la arquitectura general de la obra) que nos parecen especialmente originales y que pe- dirfan ser discutidos mas en detalle, Entre ellos estaria la idea clave de la teologia trinitaria: la mutua autodistincién de las personas como desarrollo de la tesis de la identidad de la Trinidad econdémica y la Tri- nidad immanente. La concepcién de Dios como espiritu y del espiritu como campo de fuerza (en analogia con las modernas teorfas de Ia ff sica) para acercarse mds a una imagen viva de Dios, més coherente con Is revelacién y con Ia experiencia actual del mundo y, al mismo tiempo, Introduccién XIX menos antropoforma. La relacién entre la idea de revelacién como his toria y como palabra a través del comin origen de ambas magnitudes antropoldgicas en la expetiencia religiosa. El concepto mismo de reli- giGn, ¢laborado bajo la inspiracién de Schleiermacher y puesto en rela- cién con diversos andlisis de la percepcién del sentido. La relacién entre idea y realidad de Dios y sus presupuestos filos6ficos de teoria del co- nocimiento. La practica ausencia de la cuestion de la analogia o de la cuestion eclesiolégica como lugar teolégico. Y otros muchos temas que el lector podra descubrir en una obra de la riqueza de ésta. 4. ADVERTENCIAS SOBRE LA TRADUCCION ‘Cuando no he sabido o podido hacer otra cosa he antepuesto la fi- delidad al texto original a la elegancia del estilo. No obstante, hay que tener en cuenta que el modo de escribir de Pannenberg, siendo claro, no est4, sin embargo, exento de dificultad ni siquiera para un lector de su misma lengua. Si no se queria convertir la traduccién en una pard- frasis, era inevitable que esa cierta dificultad se dejase notar también en el texto espafiol. En cuanto a observaciones de tipo técnico he de hacer las siguientes: 1. Las cifras que aparecen en los mdrgenes corresponden a la pa- gimacién del original aleman. 2. Cuando hay traduccién espafiola de las obras que Pannenberg cita a pie de pagina, he aducido los lugares de la correspondiente traduccién, pero conservando entre corchetes ¢l afio y la pagina de la edicién original y reservandome la libertad de presentar versiones propias de las citas textuales. A Guillermina y Juan, mis ‘padres, en ef cuadragésimo aniversario de su alianza matrimonial. Madrid, 16 de julio de 1992. JAM, PREFACIO PARA LA EDICION ESPANOLA Algunos de los que han escrito recensiones sobre esta obra me pre- guntan: gpor qué tiene que ser tan grueso y tan difteil un libro de teolo- gia? ¢Para quién se escribe una cosa asi? Yo les respando: este libro esid escrito para el que esté seriamente interesado por la doctrina eristiana y se pregunte por su verdad. Un libro asi no puede ser una iectura de entretenimiento, La fe cris- fiana en Dios tropieza hey con retos muy serios. Una mera acomodaciin del lenguaje tradicional a la iiMimia moda del pensamiento no nos sirve agui para nada. Hay que hacerle frente al desafio y mosirar que la fe cristiana no estd en absoluto intelectualinente obsoleta, un prejuicio tan difundido en nuestro tiempo. No. La riqueza de la doctrina cristiana fascinard también hoy a todo el que estudie su historia y se pare a pensarse los planteamientos que se han ido desarrollando a lo largo de ella. No serd un anticuario quien lo haga. Par eso van unidas en el libro la reflexidn histérica y fa siste- mitica, Los contenidos nucteares de la doctrina cristiana son muy superiores a las modas intelectuales de nuestra cultura secularista, Preservar la coneiencia de ello, o volver a adquirirla, es importante para la Iglesia. El eristianismo de los Padres se sabia en alianza con la verdadera razén frente a una culiura en decadencia. Esta era ta situacién de la Antigiie- dad tardia, Pero gno es también la de nuestra épaca? Munich, septiembre de 1992 WoLrHart PANNENBERG Copyrighted material PROLOGO «Teologia Sistemdtica» puede ser el titulo que le da a la exposicién general de la doctrina cristiana un autor que desea evitar ef concepto de «Dogmdticas. Aqui no es ése el caso. Nuestro titulo hay que tomarlo mds bien al pie de la letra: exposicidn de todas las partes de la materia de la Dogmdtica a modo de desarrollo de ta idea cristiana de Dios, Cuando estudiemos el concepto de teologia en ef primer capitulo, ex- plicaremos en detalle lo que queremos decir. Pensé durante mucho tiempo que una exposicién de este tipo, para hacer resaliar mejor la urtidad de la doctrina cristiana en su conjunto, tenia que centrarse exclusivamente en Ios nexos objetivos de los temas de la Dogmdtica dejando a un lado las muiltiples y desorientadoras cues- tiones histéricas. Sdélo a duras penas me he podido convencer de que una exposicién asi iba a quedar necesariamente por debajo det nivel de precision, de matizacién y de objetividad deseables y alcanzables en una investigacién cientifica de la doctrina cristiana. No se puede ignorar que esta doctrina es de principio a fin una formacién histérica. Su con- tenido descansa sobre la revelacidén histérica de Dios en ta figura histé- rica de Jesucristo y sobre los testimonios de la primitiva predicacién misionera cristiana sobre El, los cuales, por su parte, tampoco pueden ser valoradas con exactitud si no se los interpreta con criteria hi. tdrico Pero es que ademds no podremos comprender tampoco la termino- Jogia de ta doctrina cristiana, desarrollada ya desde los tiempos apos- télicas con ta finalidad de conseguir formular la relevancia universal de Ja accién de Dios en ta persona y en la historia de Jestis, si no tenemos en cuenta su lugar de insercién en ta historia de aquella empresa doc- trinal: comenzando por a misma idea de tealogia y pasando luego por todos sus conceptos fundamentales, Sdlo los entenderemas a fondo una vez que hayamos definido ei lugar histdrico en el que fueron introdu- cides y nos hayamos hecho cargo tanto de las variaciones que su uso y su valor relative en el conjunto de la doctrina cristiana han ido expe- rimentando, como de los motivos fundamentales de dichos cambios, 3 xxx Prologo Sin una conciencia aguzada criticamente de ese modo, la utilizacién de los conceptos de ta Dogmdtica resuitard comparativamente vaga e ingenua. Y ademds serd «dogmdticae en el sentido peyorativo de la pa- labra, es decir, inconsciente de la problemdtica que lleva inevitablemente aparejado el lenguaje tradicional de la doctrina cristiana. Las construc- clones sistemdiicas carentes de dicha conciencia critica, aunque a veces den muestras de una intuicién acertada —cuyo contenido de verdad ha- bria que aquilatar Inego a otro mivel— por no ser criticas, resultan ar- bitrarias y diserecionales, Pero también las objeciones que se le hacen a la doctrina cristiana se quedan frecuentemente a mitad de camino, pues quienes las formulan no son suficientemente conscientes de la complejidad del perfil histérico de lo que critican ni de su potencial interpretative. Los diversos conceptos dogmidticos, ta identijicacién de tos temas doctrinales aparejados con ellos y la estimacién de la importancia que les corresponde a cada uno son cosas que tienen un iugar histérico pro- pio. La reflexin sobre dicho lugar histérico es imprescindible para po- der hacerse un juicio objetivo acerca de las virtudes y de las a ciones de cada concepto en la tarea de expresar la relevancia universal de ia persona y de la historia de Jesucristo. Por eso, para investigar y exponer ia docirina cristiana desde el punto de vista de su pretension de verdad, hay que combinar y enireverar constantemente la reflexiin histérica y la sistemdtica, Cabe imaginarse una exposicién puramente sistemdtica que ofrezca algo mds que una sistematizacion sin apoyo nin- guio, es decir, no meramente acomodada a los gustos del autor o de la moda del momento. Pero sdlo serd posible hacerla resumiendo los resul: tados de investigaciones del otro tipo que decimios. Y, en cualquier caso, serd una exposicién incapaz de desarroilar el proceso en el que se fun: damenta la aparicién de formuiaciones doctrinales nuevas desde el in- terior de la problemdtica propia de la misma doctrina cristiana. Pongo estas consideraciones por delante para justificar él estilo de ta argumentacion de los capitulos que siguen y también para preparar al lector para ella, Las cuestiones que son centrales para el desarrolio de ia argumeniacién, aun cuando se trate de detalles histéricas, apare- cén en el texto principal. En cambio, algunas aclaraciones o explicaciones particulares van en letra pequefia, 0 son incluso remitidas a noias de pie de pdgina, para facilitar la visién de conjunto del hilo conducior de ia argumentacin. Sin embargo, nuestro tratamiento de temas histdricos no tiene nunca sdlo un cardeter histérico-anticuario. Es una seleccién que, como sucede también con la revision que hacemos de ia literatura teoldgica contempordnea, se reduce a lo que nos parece necesario, o al menos aciaratorio, para el desarrolto de la argumentacién sistemdtica. De ahi que, al aducir dicha titeratura, hayamos tenide que renunciar a la exhaustividad e incluso a un panorama equilibrado de la misma. Nues- Prétogo ‘xxx tras confrontaciones con temas histéricos y con diversos planteamientos de fondo de las cuestiones de que tratamos estdn, pues, al servicio det desarrollo de la argumeniacién sistemdtica, El objetivo al que en cada caso se dirige ésta aparece al final de cada capitulo de un modo relaii- vamente mds claro, Pero esos resultados serdn mal entendidos si se los toma por si mismos como fesis aisladas en vez de valorarlos en el con- texto en el que han sido fundamentados. No pasard desapercibido que del principio al fin de toda esta expo- sicidn de ia doctrina cristiana se halla presente una determinada con- cepeién de la relacion entre teologia y filosofia. Tanto mds cuanto que al mismo tiempo y en la misma. editorial ve también la luz un librito del autor que recoge varias conferencias sobre metafisica. Pero he de advertir una cosa: no se diga que es una exposicién subordinada a este © a aquel sistema filosdfico, aunque sea al mio propio. Pues mi opi- nidn es mds bien que ta tarea de ta teologia filosdfica no alcanza con- ceptuaimente su meta si no es a partir de la revelacion historica de Dios. Por lo demas, el lector atento comprobard que el procedimiento me- todoldgico varia segin capitulas y materias. Asi, mientras que et capt tulo segundo comienza con un examen de diversas investigaciones mo- dernas sobre la utilizacién de la palabra «Dios», el tercera lo hace con una mirada retrospectiva sobre la historia del concepto de religidn, y et cuarto, con las oportunas exposiciones biblico-exegéticas. Estas diferen- cias proceden de modo tan claro de las peculiaridades de los diversos femas que no necesitan aclaraciones metodoldgicas mds complicadas. Con todo, al pasar de wi capitulo a otro, en particular al final del pri- mero y al comienzo y al final def cuarto, se encontrard el lector algunas consideraciones metodoldgicas sobre la marcha de la exposicién, La re- flexién metodoidgica ha de fundarse en el contacto con et objeto mismo y con su exposicién: no deheria ir de un modo abstracto por detante de ésta: sobre todo en una situacién como ta nuestra en ia que el com senso sobre el abjeto de la teologia es tan exiguo y, por tanto, también sobre el método que seria mas adecuado para él Es posible que quien esté familiarizado con mi libro sobre ta teorta de ta ciencia de ta teologia esperara de mi una exposicién de ta doctrina cristiana que la confrontara mds de lo que aqui se hace con otras posi- ciones religiosas. Nétese al respecto que el modo de iratar en el capiiu- Jo cuarto el tema de ia revelacién en conexién con las exposiciones que Je preceden sobre la cuestion de la religién supone ya en principio una localizacién del cristianismo en el mundo de las religiones y en medio de sus contrapuestas pretensiones de verdad, No se da en ese punto un posicionamiento dogmdtico que rompa la continuidad de la argumen- tacion. Lo que si sucede es que los capitulos siguientes se centran en clarificar la comprensién que la doctrina eristiana tiene acerca de si misma y de sus pretensiones de verdad en cuanto interpretacién de la revelacién biblica. En realidad, una clarificaciin de este tipo se presu- pone siempre que se hace una confrontacidn con las afirmaciones de oiras religiones. Pero es ante todo el tema mismo de Ia teologia ef que exige ef cambio de procedimienio metodolégico que se explica al final del capitulo cuarto, De todas maneras, a ta explicacién interna de los contenidos de la revelacién cristiana seguramente se le podria incorpo- rar en mayor medida la comparacién explicita con otras religiones. La comparacién sistemdtica de las concepciones de las grandes religiones mundiales que compiten entre si va a ser probablemente una de las ta- reas que ocupard mds en ei futuro a la teologia sistemdtica. Se nos per- mitird, sin duda, que esperemos contribuciones particularmente valio- $a8 sobre esta cuestidn de la teologia de las iglesias del Tercer Mundo. Estd claro que la presente exposicidn de la doctrina cristiana se debe sobre todo a una asuncidn eritica de Ia historia europea det pensamiento cristiano. Pero esta historia afecta no sdlo a los europeos, Es parte de la herencia espiritual de todos tos eristianos, sobre todo porque los ori- genes de la mayoria de las iglesias no europeas de hoy se encuentran en tiltimo término en la historia del cristianismo europeo. Igual que no niega la geogrdfica, tampoco oculta nuestra exposicién su procedencia conjesional. Pera no pretende ser una teologia confesionalmente lute- rana ni tampoco europea, en contraposicién, por ejemplo, a otra lati- noamericana. Lo que le interesa es ta verdad de ta doctrina y det credo cristianos en cuanto tal. Ojald sirva a ta unidad de todos fos cristianos en ta fe en su tinico Seftor. He de darle las gracias a mi secretaria, Gaby Berger, por su incansa- ble empefio en el trabajo de confeccién del manuscrito; a mis asisten- tes, Christine Axt y Walter Dietz, por su intensa colaboracién en la labor de correccién y en la realizaciin de tos indices; y, por la laboriosa com- probacién de todas tas citas, muy en particular al sefior Markward Herzog, asi como a ta seiiorita Friederike Niissel y al sefior Olaf Rein- muth. Por fin, vuelvo a expresar también aqui a mi esposa mi agrade- cimienio por su paciente compafiia en el camino de la elaboracién de este libro a lo large de afios de preparacién y de redaccién, no exentos, por cierto, de algunos sacrificios. Mui febrero de 1988, ‘WOLFHART PANNENBERG Capitulo I LA VERDAD DE LA DOCTRINA CRISTIANA COMO TEMA DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA 1. TEOLOGIA La palabra «teologia» es polisémica. En el uso lingiifstico actual se entiende por teologia una disciplina académica o al menos un esfuerzo humano de conocimiento. En sus origenes platénicos, en cambio, cra una palabra con Ia que no se designaban precisamente Jas investiga- ciones reflexivas que los filésofos hacfan sobre la divinidad, sino el Logos del discurse y del canto de los poetas en el que algo de Ia divi- nidad se ponfa de manifiesto (Reptiblica 379, 5s). Pero ya Aristételes lamaba «teolégicas a una de las tres disciplinas de la filosoffa teorética (Met 1026a, 19, y 1064b, 3), en cancreto, a la que luego se denominaria «metafisicas; porque su objeto seria lo divino en cuanto principio de todo ser, que todo lo abarea y todo lo fundamenta. Luego los estoicos distinguieron de la teologia mitica de los poetas y de la teologia politi de los cultos estatales una «teologias acorde con la naturaleza de la di- vinidad: aqui la teologia ya no es simplemente objeto de Ia investiga- cién filosdfica, sino que es la investigacién filesdfica misma. De modo semejante es también polisémico el uso lin tiano que se empieza a desarrollar en el siglo 1 en continuidad con el uso filoséfico. Clemente de Alejandria cuando contrapone la «teologia del Logos incorruptible» (Strom I, 13,57,6) a la mitologia de Dionisio no piensa sdlo en una doctrina acerca del Logos mismo, sino también en lo que el mismo Logos dice de Dios (cf. 12,52,1). El tedlogo es el que proclama la verdad divina inspirado por Dios y la teologia es esa pro- clamacién: una concepcién que habria de permanecer viva en el len- guaje cristiano de los afios posteriores. En este sentida se pudo lamar atedlogoss a todas los autores bfblices, pero en particular a los prafetas veterotestamentarios y al evangelista Juan, el atedlogo» de la divinidad de Jestis; mas tarde, a los padres de Ja Iglesia, como a Gregorio Nacian- 2 1. La verdad como tema de ta teologia sistemdtica ceno, con sus trescientos ochenta discursos sobre la Trinidad, y, mas tarde atin, a Simedn, el «nuevo tedlogo». Es verdad que ya Clemente lama steolégico» (Strom 1, 28,176) al saber filoséfico acerca de lo divi- no, pero tal saber ha de ser entendido como visién espiritual, y a ésta, segin Platén, hay que catalogarla entre los Misterios. Tampoco aqui se la teologia ni sola ni primariamente como un producto de la actividad humana, sino que significa mds bien la ciencia de Dios po- seida por el Logos y desvelada por El. Al hombre sélo le es accesible ‘como visién de la verdad divina otorgada por Dios mismo, es decir, sélo por inspiracién. Esto no excluye que, como en Platén, vaya unida al arte de la «verdadera dialéctica» (175s), el cual conduce, en virtud del discernimiento, a la verdadera sabiduria y es una ciencia (176). Pero para entender bien estas afirmaciones no hay que perder de vista la doctrina platénica acerca del origen de todo saber en una iluminacién que la dialéctica no puede mas que preparar. Es muy destacable que, en el curso de las discusiones de la primera escolastica latina en torno al cardcter cientifico de la teologia, por en- cima de tantas divergencias entre las concepciones platénico-agustinia- nas y las aristotélicas, también los tedlogos mas marcados por el aristo- telismo hayan conservado la conciencia de que 1a teologia se halla cons- itivamente referida a la revelacién. Estar fundada sobre revelacién divina no es una circunstancia ajena a la esencia de la teologia, como pudo haber hecho creer la contraposicién posterior entre teologia na- tural y teologia de revelacién. Por el contrario, que sea el mismo Dios quien haga posible su conocimienta, es decir, que el conocimiente de Dios se dé por revelacién, es una de las condiciones fundamentales del concepto de teologia en cuanto tal', De otro modo no se puede en ab- soluto pensar consistentemente la posibilidad del conocimiento de Dios, es decir, no sin incurrir en contradiccién con la idea misma de Dios. Con esto no prejuzgamos nada sobre el modo en el que las creaturas puedan llegar a conocer a Dios; ni hemos, por tanto, afirmado que sélo el cre- yente cristiano pueda tener parte en el conocimicnto teoldgico. Ya Cle- mente de Alejandria hablaba de que también los paganos participan, aunque de manera fragmentaria y deformada, de la verdadera teologia del Logos divino. Pero, en todo caso, tanto dentro como fuera de la Iglesia cristiana, no es concebible ningiin conocimiento de Dios —tam- poco el Mamado natural— ni ninguna teologia que no parta de Dios mismo y que no se deba a la accién de su Espiritu. La Dogmatica del protestantisme antiguo era todavia consciente de 1 Lo ha sefialado con razén U. Kier, Die Anfiinge der theologischen Wissen schafistheorie im 13. Jahrhundert, 1974, 24738, esp. 2525. La inspiracién divina como fuente de conocimiento teolégico es un punto de vista que, de modo particular en Toms de Aquino, esté presente «en toda la teoria de la ciencia teolégica (111, cf. 147 y 252s). 1. Teologia 3 Ja significacion que tiene este asunto para el concepto de teologia. Johann Gerhard, que si no es el introductor del concepto de teologia en la Dogmatica ortodoxa del luteranismo antiguo, si es al menos quien s¢ lo hizo familiar y quien se lo aclaré, asumid, por eso, la tesis de la escolastica medieval —que ya en 1594 habia reactualizado el tedlogo re- fermado Franz Junius— segun la cual los hombres sdlo pueden hacer teologia reproduciendo, a modo de imagen o de réplica, la theologia archetypa de Dios?, La Dogmitica luterana posterior mantuva cste punto de vista en tensién con Ia idea también mantenida ya nor Gerhard de que el objeto de la teologia es cl hombre, al que bay que conducir a la felicidad eterna’, Cuando la definicién de la teologia como scien- cia practicas# redujo su objeto a la salvacién del hombre atin mds de Io que habia hecho Gerhard, se dio paso a una tendencia an- tropocéntrica en el coneepto de teologia que podia entrar incluso en contradiccién con la idea misma de teologia, centrada en el conocimiento de Dios, La tealogia Iuterana antigua al referirse cons: tantemente al hombre gue ha de ser conducido a Ia felicidad eter- na, tenfa conciencia —con razén—— de que as{ respondfa a la reve lacién divina de la salvacisn y, por tanto, a la voluntad salvadora del mismo Dios, No debié haber relegado este punto de vista a un lugar secundaria a la hora de definir el concepto de teologia, como sucedié cn el marco del «métode analiticos de la tealogia como ciencia practica inaugurade por B, Keckermann. Este era wn mé- todo que describia la praxis que tiende a la salvacién del hombre desde el punto de vista del origen divino de la salvacién, de su fin y de los medios que conducen a ella; en correspondencia con esia descripcién estructuraba los diversos temas de la doctrina cristiana, ‘De mado que aqui no es ya la idea de Dios ni de su revelacién el 2 R. D, Prius, The Theology of Post-Reformation Lutheranism. A Study of Theo logical Prolegomena, San Luis/Londres 1970, 114 ha Tlamado la atencién sobre la dependencia de J. Gerhard respecto de Juxiws, De theologiae verae ortu, natura, for- mis, partibus et modo iltius, Leyden 1554. Sobre el debate de Dannhauer (1619) Scherzer (1679) en torno a este tema, ef. C. H. Ratscww, Lutherische Dogmatik zwischen Orthodoxie und Aufkldrune, 1, 1964, 49. 3 En Der Theologiebegri/f bei Johann Gerhard und Georg Catixt, 1961, 53s. J. Wat- MANN ha defendido esta idea, que Gerhard expone en el Procmium de 1625 al volu: men primero de sus Loci, contra la opinién de K. Barth que piensa que con ella Gerhard ha introducido en Ia comprensién de la teologia un giro antropocéntrico, con el que se distanciaria de la concepcién de M. Chemnitz, para quien el objeto de la doctrina cristiana habria sido todavia Dios y las cosas divinas. Wallmann nota al respecto que en Gerhard decir que «el hombre cs el tema de la tealogia na cs algo pensado todavia desee una teologia naturals (53). Pero el quid de la critica de Barth esté en que fa funcién antropocenirica que la teologfa natural habria de adquirir efectivamente después en el marco del llamado método anali- tice de la Ortodoxia Iuterana ha de ser vista como una consecuencia de aquel cambio en la definicién del objeto de la teologia, Con todo, Gerhard habia visto también en la glorificacién de Dios ¢l objeto de Ia teologia y no sdlo en la salva~ cidn del hombre (ef. del Autor, Tearia de la ciencia y teologia, 1981, 44s (1973, 236s]. Pero ya no definia a Dios mismo —con Duns Escoto— como el objeto for- mal de la teologia. 4 Del Autor al respecto: Teoria de fa ciencia y teotogia, 1961, 238-248 [1973, 290-240). 13 4 1. La verdad como tema de ta teologia sistemdtica punto de vista sobre el que se basa la unidad de la tealogia, sino ja praxis del hombre tendente a su salvacién, Con todo, la teolo- gia que Keckermann desarrolla con el método analitico como cien- cia préictica presupone una «teosofia». Su equivalente entre los teé- Jogos posteriores de la ortodoxia luterana que proceden segin ese método seré_una teologia natural que trata antes que de cualquier otra cosa del ser y de los atributos de Dios. Lo cual no sélo signi- fica que el desarrollo soteriolégicamente reduccionista del «métedo analitico» hace que Ja teologia gire en torno a la salvacién del hom- bre en lugar de en torno al conocimiento de Dios como su tema central’, sino que ademas implica la dependencia de la telogia de una forma de conocimienta de Dios exirafa a ella, La teologia se descarga asi de los temas

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