De Certeau

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Sociedad, cultura y poder: la versin de Michel de Certeau 1

Mara Graciela Rodrguez 2

Resumen
Este trabajo se propone dar cuenta sintticamente de las reflexiones de Michel de
Certeau en torno a relacin entre la sociedad, la cultura y el poder. Para esto, se
presentan primero algunas notas biogrficas sobre el autor, donde se pone de relieve del
impacto de su trayectoria acadmica en el despliegue de sus esquemas tericos, y luego
se puntean los ncleos que atraviesan esos esquemas. Entre otros: la relacin de
nominacin, el pasaje de la constitucin cultural de un grupo hacia el estatus de grupo
poltico, la discusin sobre los procesos de tomar y dar la palabra, la propuesta de crear
una ciencia de lo particular, y el par conceptual tcticas y estrategias, que ser uno de
los aportes ms fructferos (ms utilizados e incluso sobreutilizados) de su propuesta
terica, segn el cual a las estrategias de los poderosos se le oponen,
polemolgicamente, las tcticas, lugar de la produccin cultural del hombre comn.

Palabras clave
Puntos de fuga consumo tcticas y estrategias prcticas plurales

Introduccin
La relacin entre la sociedad, la cultura y el poder ha sido profusamente tematizada por
las ciencias sociales. Comprender el papel del poder como principio articulador de los
vnculos entre sociedad y cultura (si sociedad y cultura pueden pensarse de manera
separada) dio lugar a innumerables reflexiones en sedes acadmicas regionales y
locales, tanto en trminos tericos como metodolgicos. En este trabajo pretendo dar
cuenta sintticamente de una de estas reflexiones: los desarrollos de Michel de Certeau.
La perspectiva de este autor en torno a la relacin entre sociedad, cultura y poder resulta
interesante por dos razones: primero, porque en la relacin entre cultura y sociedad para
1

Este trabajo es una versin ampliada y revisada de la clase de oposicin presentada para el concurso de
Profesora Asociada de Sociedad, Cultura y Poder de la Universidad Nacional de San Martn. Agradezco a
Valeria An por su paciencia.
2
Mara Graciela Rodrguez es egresada, docente e investigadora del IDAES/UNSAM, doctora en
Ciencias Sociales (UBA) y docente de la facultad de Ciencias Sociales (UBA) y de la facultad de
Humanidades (UNLP).

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Papeles de trabajo. Revista electrnica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad
Nacional de General San Martn. ISSN: 1851-2577. Ao 2, n 5, Buenos Aires, junio de 2009.

De Certeau la cuestin del poder no es una variable dependiente a ser restituida, sino
que es un elemento primordial en la configuracin de la dinmica social. Obviamente
que esta centralidad del poder no es original de De Certeau. Sin embargo, y sta es la
segunda razn, lo que el autor propone es observar esta dinmica privilegiando, antes
que los dispositivos, las operaciones de los sujetos. Para dar cuenta de estos desarrollos
con mayor detalle, comenzar presentando algunas notas biogrficas sobre Michel de
Certeau, haciendo foco en los impactos que su trayectoria acadmica tuvo en el
despliegue de sus esquemas tericos; luego contino con un punteo de algunos de los
ncleos clave que los atraviesan; finalmente, har una puesta en perspectiva que permita
repensar la obra de De Certeau en clave analtica respecto de la relacin concreta en
sociedad, cultura y poder.

Notas biogrficas sobre Michel de Certeau

Michel de Certeau naci en Chambry, Francia, en 1925, y muri en Pars, el 9 de enero


de 1986. Obtuvo grados en Estudios Clsicos y Filosofa en las Universidades de
Grenoble y Pars. Entre sus estudios estn la historia, la filosofa, las ciencias sociales,
el psicoanlisis, la lingstica; pocas disciplinas le fueron ajenas a De Certeau, lo cual le
permiti combinar sus intereses acadmicos con una multiplicidad de herramientas
tericas. En 1950 ingresa en un seminario religioso en Lyon, y es ordenado jesuita en
1956. Tiene la idea de hacer misin en China, pero la formacin eclctica de este jesuita
y acadmico francs lo conduce a realizar su doctorado en Teologa en La Sorbona, que
culmina con la defensa de su tesis en 1960.
Con el objetivo de estudiar a los msticos del siglo XVII en Francia, De Certeau se
dedic en este tramo de su vida acadmica a indagar sobre el caso del sacerdote Joseph
Surin, contemporneo de Descartes que vivi entre 1600 y 1665, y que fuera enviado a
Loudon como exorcista de unas religiosas en 1634. Considerado loco, los escritos de
Surin fueron quemados, o destruidos en parte, con lo cual De Certeau se encontr con
una obra fragmentaria que debi reconstruir a fin de sustentar su tesis doctoral. Los
resultados de esta investigacin le provocan un fuerte impacto debido a la toma de
conciencia de la distancia diferencial existente entre los cristianos del siglo XVII y los
contemporneos (y l mismo, por propia formacin jesuita, entre estos). Como corolario
de esta experiencia publica, en 1970, La possesion de Loudon. Adems de convertirse
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en especialista en cristianismo del siglo XVII, la toma de conciencia de la distancia


entre los discursos institucionales y las creencias de los sujetos ser una de las marcas
de inicio que de algn modo nortearn la totalidad de su obra.
El segundo hito significativo en su vida es el mayo francs. El ao 1968 seala as el fin
de lo que algunos bigrafos de De Certeau (Giard, 2006) denominan su perodo
misionero. Sumamente impactado por los hechos de la revuelta francesa, ese mismo ao
escribe lo que luego ser La prise de la parole (1968) donde reflexiona agudamente, si
bien con urgencia (implcita en sus primeros escritos sobre los sucesos), acerca de la
distancia entre la objetividad de las instituciones sociales, y la irreductibilidad de la
conciencia. Esta inflexin, junto con el impacto del paso del tiempo en las creencias, se
convierte en el punto crucial de su desarrollo terico: la lucha desigual que se entabla
entre sujetos e instituciones.
El ingreso al segundo momento biogrfico de Michel de Certeau, en 1968, est sesgado
por una importante produccin de literatura poltica (poltica no en trminos partidarios
ni doctrinarios, sino en un sentido amplio). Para esta produccin, De Certeau oscila
entre dos fuentes: los msticos, y la relacin entre cultura y sociedad. Este perodo es el
ms fructfero de los tres mencionados por Giard, un perodo en el cual De Certeau,
influenciado por Freud y Lacan, 3 construye la arquitectura epistemolgica de su
andamiaje terico. Justamente, de este perodo es su La cultura en plural, 4 reconocido
trabajo donde comienza tomando en cuenta ciertas consideraciones epistemolgicas
para culminar planteando cuestiones polticas que ponen en el centro de la escena los
mecanismos culturales de una sociedad democrtica.
Cmo es que De Certeau produce el pasaje desde la idea lacaniana sobre el efecto de la
nominacin, hacia la relacin de las expresiones culturales con la democracia? Para De
Certeau, como en Lacan, la nominacin forma parte de un mecanismo que en el mismo
gesto de nombrar, reprime: algo de lo oculto queda negado en ese gesto que, a la vez,
permite la existencia (de un sujeto en Lacan, de un grupo social en De Certeau). An
ms, para De Certeau el par saber-poder constituye el ncleo central en la construccin
de conocimiento de los objetos de corte popular. Por eso mismo es que afirma que la

Como es sabido, Michel de Certeau fund junto con Jacques Lacan la Escuela Freudiana de Pars, un
grupo informal que sirvi como punto focal de discusin e intercambio para aquellos interesados en el
psicoanlisis en Francia.
4
De Certeau, Michel: La Culture au Pluriel, Pars: Seuil, 1974 [trad. cast: La Cultura en plural, Buenos
Aires: Nueva Visin, 1999].

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cultura popular es afsica, que no posee textos propios, toda vez que necesariamente
debe ser nombrada por otros (esos otros que poseen el poder de la nominacin). 5
Luego, y llevado al plano de la dinmica relacin entre sociedad y cultura, en otros
captulos de La cultura en plural, De Certeau se detiene en el anlisis del pasaje desde
la constitucin cultural de un grupo, hacia el estatus de grupo poltico. Este pasaje
pone en juego, sustantiva y crucialmente, la discusin profunda y radicalmente
democrtica de los complejos procesos de tomar y dar la palabra. sta es la segunda
inflexin significativa en su desarrollo terico: la relacin de nominacin que para De
Certeau est, constitutivamente, sesgada por la cuestin del poder. Y esto porque la
pregunta que le interesa responder a De Certeau no es solamente quin nombra a quin,
sino tambin qu se deja a oscuras cuando algo es nombrado (el deseo en Lacan; la
cultura ordinaria en De Certeau). Zonas ocultas, ms que oscuras; plegadas sobre la
misma nominacin, antes que malditas, sobre estas zonas De Certeau inscribir su
programa de investigacin.
Es justamente en este segundo perodo, post-1968, en el cual produce un conjunto de
trabajos centrales para pensar la relacin entre sociedad, cultura y poder. Acaso uno de
los ms influyentes sea La invencin de lo cotidiano, editado en dos volmenes, 6 en el
primero de los cuales De Certeau elabora y da cuerpo a las lneas programticas de su
investigacin cultural.
Sobre este programa trata el pargrafo siguiente. Para cerrar con su biografa slo se
mencionar aqu que el tercer momento de De Certeau (siempre siguiendo a Giard) se
abre a mediados de la dcada del 70, cuando en 1975 comienza a interesarse por temas
relacionados con la epistemologa de la historia (lo que lo lleva a dialogar con la
Escuela de los Anales) y la antropologa de las creencias. De este ltimo perodo son La
escritura de la Historia (1975) y La fbula mstica (1982). En paralelo a estos intereses,
entre 1975 y 1986, ao de su muerte, da clases en Mjico, y ms tarde en Pars. La toma
de la palabra y otros escritos polticos, Historia y psicoanlisis entre ciencia y ficcin y

Las implicancias de esta afirmacin respecto del carcter afsico de la cultura popular no son menores.
Si bien no todas las perspectivas tericas sobre cultura popular se hacen eco de esta cuestin, algunas
tradiciones han aportado salidas al intrngulis presentado por De Certeau. Son conocidos, por ejemplo, los
argumentos de Ginzburg (especialmente, 1981) en relacin con la necesidad de avanzar en el estudio de la
cultura popular ms all de estos escollos, y del carcter conjetural que tiene el tipo de conocimiento as
producido.
6
De Certeau, 1996; y De Certeau, Michel; Giard, Luce y Mayol, Pierre, 1980.

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La debilidad del creer se publican en forma pstuma (en 1994, 1987 y 1987
respectivamente).

El lugar de las prcticas en la teora de De Certeau


Puede decirse que la de De Certeau es una teora polemolgica (polemos, del griego:
guerra), 7 desde el momento en que coloca en el centro de su desarrollo terico la
primera de las preocupaciones revisadas aqu: la disputa desigual que la dinmica social
entabla entre instituciones y sujetos. Gran lector de Foucault, De Certeau considera
crucial la voluntad de construir una teora de las prcticas cotidianas haciendo suyos los
presupuestos foucaultianos respecto de las dinmicas de las sociedades disciplinarias. 8
Si para Foucault todo dispositivo lleva en s mismo, constitutivamente, la posibilidad de
encontrar una falla, un sitio donde escapar a la vigilancia y al control, de Certau se va
a colocar en la perspectiva de los puntos de fuga. Sus actores, por lo tanto, no sern las
instituciones, sino los sujetos. All donde Foucault desmenuza los dispositivos de
control y disciplinamiento, De Certeau se va a ubicar del otro lado de esos dispositivos,
en los lugares en los que sujetos comunes y ordinarios viven su vida cotidianamente,
para observar las fugas, las anti-disciplinas.
Estas fugas no son etreas formas sin sujeto: son prcticas, y an cuando son ocultas,
diseminadas y heterogneas, dejan marcas en el sistema. De Certeau engloba a estas
prcticas en la figura del consumo, categora que remite, no a la ltima actividad de un
proceso cerrado (produccin-circulacin-consumo), sino al comienzo de otra actividad,
invisible, abierta, oculta (nocturna dir, poticamente, De Certeau). El consumo es aqu
entendido como la accin que realizan los sujetos en los intersticios de los dispositivos
de poder. 9
El gran objetivo de este perodo De Certeau es construir una teora de las actividades de
los practicantes (entendidas como una produccin-otra), que son inherentes a la vida
cotidiana. Porque esta disputa entablada entre sujetos e instituciones se pone en juego en
el marco de la vida cotidiana: unos hombres ordinarios, figuras annimas y mltiples de

Una de sus lecturas favoritas fue El arte de la guerra, de Sun Tzu (1972).
Decir sociedad disciplinaria, y no disciplinada, es justamente uno de los ncleos argumentales de
Foucault en relacin con las configuraciones del poder. Dicho en palabras sencillas, una sociedad
disciplinada no tendra necesidad de renovar los dispositivos de vigilancia y control. El adjetivo
disciplinaria aplicado a sociedad indica, por el contrario, que estos dispositivos requieren ser
recursivamente generados para evitar, o paliar, justamente, las fugas.
9
Aunque De Certeau se muestra reticente a hablar de consumidores. Prefiere hablar de practicantes.
8

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todos los das, producen prcticas ordinarias, annimas y mltiples, todos los das. La
vida cotidiana es el gran escenario que fascina a De Certeau, un escenario de prcticas
acaso no tan rutilantes como las acciones extraordinarias de hombres extraordinarios,
pero que poseen su propio resplandor: el de la vida cotidiana. 10 No obstante, dice De
Certeau, estas prcticas producen cultura: una cultura mltiple, heterognea y plural a la
que, justamente, denomina cultura en plural. Y quienes la producen son sujetos.
Cabe aclarar, sin embargo, que la teora de De Certeau no es subjetivista en un sentido
pleno, an cuando el peso que le otorga a las acciones de los sujetos podra sobreinterpretarse como un exceso de indeterminacin. 11 En verdad, sostiene que el espritu
polemolgico de su teora responde, justamente, a un punto de partida que implica
reconocer la desigualdad social. Y afirma que lo que intenta iluminar son los modos en
que, en el marco de esa desigualdad, los sujetos encuentran intersticios donde operar de
modos heternomos. Por otro lado, advierte que no son los sujetos en tanto individuos
los que le interesan, sino las operaciones que estos realizan. Este desplazamiento, desde
los sujetos a las operaciones, ubica a su teora a distancia de ciertas perspectivas
optimistas que celebran de manera acrtica la supuesta libertad de los sujetos. Adems,
pone en foco a la cuestin de unas prcticas que estn reguladas por el sentido prctico,
pero con una inflexin respecto de la nocin bourdieuana: se trata de los mecanismos de
un hacer cultural, donde el consumo, desviado por naturaleza, se erige en el lugar por
excelencia de prcticas fundamentalmente culturales.
Esos desvos se realizan sobre los productos de una cultura que se declina en singular
(homognea, nica, visible). Pero si bien frente a la luz abrasadora de la Cultura en
singular De Certeau opone el resplandor particular de una cultura en plural (el lugar de
la multiplicidad, la heterogeneidad y la creatividad ordinaria), no se trata ni de un
estudio de la cultura popular, ni tampoco de las resistencias a los regmenes de poder.
Las prcticas de la cultura en plural, operatorias, orales y ordinarias por definicin, 12
son del orden de lo humano e implican una posicin de sujeto: la posicin de
consumidor, de no-productor. Que la gran mayora silenciosa (parafraseando a De
Certeau) forme parte, sociolgicamente, de los sectores ms desposedos (los dbiles),
seala que probablemente esta cultura en plural alimente a la cultura popular; pero esto
10

Desde ah (desde esa gran mayora silenciosa) es que De Certeau parte para elaborar sus argumentos en
torno a la cultura popular.
11
De hecho, sta es una de las derivas acrticas retomadas con ms ligereza de las lecturas
decerteausianas. Para ampliar ver Sarlo, 2001.
12
Esta triple condicin ser retomada ms adelante.

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no quita que los poderosos, en una especfica posicin de sujeto, no sean consumidores
tambin. Habra entonces, en esta argumentacin, dos dimensiones superpuestas aunque
sin vnculos de necesidad: una dimensin que resulta de la posicin de sujeto (noproductor), y otra que indica que quienes conforman mayoritariamente el grupo de los
no-productores son los sectores ubicados en las posiciones ms desfavorables de la
estructura social. Por este camino, el argumento decerteausiano conduce a un
solapamiento con cuestiones relacionadas, sociolgicamente, con la cultura popular.
Para dar cuenta de estas prcticas culturales en sentido amplio, De Certeau se propone
crear una ciencia de lo particular que ponga en relacin la vida cotidiana con las
circunstancias particulares del hombre y la mujer comunes, y que reconstruya, entonces,
los estilos de accin del sujeto ordinario. Tiempo, lugar, forma y situaciones son los
elementos que le permiten ordenar su matriz de anlisis, y establecer simultneamente
un mtodo de indagacin que De Certeau organiza en tres niveles: las modalidades de la
accin (por ejemplo, el escamoteo); la formalidad de las prcticas (por ejemplo, a travs
de los relatos de las partidas); y los tipos de operaciones de esas prcticas (por ejemplo,
de desvo). Para ello De Certeau da dos pasos: en el Tomo I de La invencin de lo
cotidiano elabora su programa terico, y en el Tomo II presenta, junto con sus
discpulos, los resultados de la aplicacin de la teora en un programa de investigacin
concreto.
En el Tomo I, la fase de elaboracin terica, De Certeau echa mano de recursos tericos
de diversa procedencia y se apropia crticamente de ellos. Tmese esto como una marca
biogrfica, en el sentido de que, como se mencion, su formacin acadmica se
caracteriz por una suerte de eclecticismo crtico: Foucault, Bourdieu (en especial el
Bourdieu etnlogo), Wittgenstein, Benveniste desfilan por las pginas dndole la
oportunidad de combinar elementos de la lingstica, la sociologa, la antropologa, la
teora de la enunciacin, entre otros, y a darle validez como instrumentos tericos para
la reconstruccin de esas prcticas constitutivas de la cultura en plural. 13
De esta combinacin de teoras surge un par conceptual, el de tcticas y estrategias, que
ser uno de los aportes ms fructferos (y ms abusivamente utilizados) de su propuesta
terica. En breve, a las estrategias de los poderosos se le oponen, polemolgicamente,
las tcticas, que son el lugar de la produccin cultural del hombre comn.
13

Vale la pena mencionar, adems, que en los captulos finales del Tomo I de La invencin, De Certeau
pone a prueba estos instrumentos, escribiendo tres esplndidos ensayos referidos al espacio, la lectura y la
crencia.

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Por estrategias De Certeau concibe a aquellas acciones producidas por/ desde las
instituciones. Poseen un lugar propio; presentan capacidad de anticipacin; organizan el
espacio y el tiempo cotidianos; dictan leyes, normas y prescripciones; producen
discursos y textos; se sostienen en el peso de la historia; se sedimentan en el tiempo
acumulado. Son, en fin, acciones de los poderosos, de los productores.
Las tcticas, por el contrario, son caracterizadas por De Certeau como unas prcticas de
desvo producidas por los dbiles, los consumidores; no poseen lugar propio sino que
deben actuar en los escenarios del otro; son prcticas fugaces que aprovechan el tiempo;
dependen de la astucia; no anticipan; usan las fallas y fisuras del sistema; no capitalizan
lo que ganan. 14 Las tcticas, en fin, no poseen autonoma, a pesar de lo cual marcan con
su ejercicio los productos del poderoso. Estas marcas, aunque dbiles, silenciosas y
poco luminosas, son cultura.
An con algunas imprecisiones, finalmente el par conceptual tcticas-estrategias le
permite a De Certeau distinguir analticamente, en un nivel de abstraccin tendiente a
construir su teora, las modalidades de accin (el escamoteo), la formalidad de las
prcticas (unas reglas de juego que remiten a la categora bourdieuana de sentido
prctico), y el tipo de operaciones (el desvo).15
Un mbito paradigmtico de aplicacin de esta teora es la ciudad. Entendida como una
estrategia (de los urbanistas) que a su vez produce normas y textos (los mapas), esta es
la ciudad observada desde arriba. Pero simultneamente hay otra ciudad: la ciudad
vivida, un espacio hecho por otros, lugar por donde caminan los sujetos quienes, en el
trajn cotidiano, la van marcando con sus trayectos plurales y heterogneos, cambiando
desde ah la cartografa urbana, jugando en los intersticios. Estos practicantes operan
sobre un espacio que, antes que un orden fijo, quieto e inmutable, implica vectores de
direccin, velocidad y tiempo, es decir un lugar practicado, donde se realizan

14

Claro que esta ltima afirmacin (que las tcticas no capitalizan lo que ganan) puede ser refutada en
confrontacin con algunas investigaciones que dan cuenta de cierto grado de capitalizacin de las tcticas,
de acumulacin y sedimentacin en trminos de una memoria que slo es legible en las mismas prcticas.
A su vez, desde una perspectiva puramente terica, y siguiendo al pie de la letra la teora de De Certeau,
si hay capitalizacin ya no se tratara de una tctica sino de una estrategia. Pero a la vez, entre una tctica
y una estrategia la teora deja un hueco imposible de llenar, ya que por definicin el par conceptual no
permite distinguir las acciones intermedias situadas a mitad de camino entre una y otra.
15
Aqu recupera la teora de la enunciacin para analogar la diferencia entre la lengua (el sistema) y el
habla (el uso de un dispositivo). En este sentido, De Certeau se apropia de la teora de Benveniste para
enfatizar, particularmente, en dos atributos del uso de la lengua que seran homologables a las prcticas
de los dbiles: las marcas que dejan los hablantes (los decticos) y las combinaciones que estos realizan
por seleccin de fragmentos.

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operaciones hechas por sujetos concretos. 16 La prctica cotidiana opera marcando el


territorio estratgicamente diseando por el poderoso; all el dbil recombina las reglas
y los productos que ya existen, y hace un uso de ese existente bajo su influencia, aunque
no totalmente determinado por sus reglas. Porque desde la perspectiva de De Certeau las
prcticas no son libres sino que poseen un grado de indeterminacin relativa.
El gran desafo de este pensador es hacer una teora de esas prcticas. Y el problema,
desde el punto de vista de su teora, se plantea precisamente en el momento de intentar
teorizar sobre unas prcticas sin textos propios; porque al ser ocultas y diseminadas
(nocturnas), se corre el riesgo de producir el gesto de violencia derivado del efecto de
nominacin, gesto denunciado por el mismo De Certeau. 17 La complejidad a la que se
enfrenta implica la operacin de formalizar lo no-discursivo, aquello que no posee
soporte institucional, ni normativo, ni textual, pero sin traicionar el ncleo central que
las constituye como prcticas del dbil.
Por otro lado, y dejando en suspenso la complejidad epistemolgica derivada de su
teora, hay dos cuestiones que interesa resaltar de su armadura analtica: en primer
lugar, que la operacin de reconstruccin de las prcticas requiere una inversin de un
punto de vista omnicomprensivo que exige cambiar la escala de observacin para mirar
al ras de los sujetos; en segundo lugar, supone tambin una importante diferencia con
otras tradiciones tericas que consideran a la cultura como un repertorio de bienes. El
punto de focalizacin de De Certeau es sobre las operaciones, sobre lo que los sujetos
hacen sobre ese repertorio de bienes. Por eso, lo importante es observar los consumos de
los bienes, la organizacin de los espacios y sus usos, las apropiaciones y los desvos
dentro de los lmites de los dispositivos. Para el programa de De Certeau, en las
operaciones se produce cultura. Una cultura en plural, heterognea y mltiple, que se
opone polemolgicamente (es decir, no solamente por posicin en la estructura, sino por
la disimetra en la relacin de poder) a una Cultura en singular (y en mayscula) que
sera homognea y nica.
Ahora bien: cmo son estas prcticas plurales? Qu caractersticas poseen? Ya en La
cultura en plural De Certeau caracteriza a esta cultura como un conjunto de operaciones
que producen los dbiles sobre los productos de los poderosos. Y en La invencin de lo
16

De Certeau diferencia entre el concepto de lugar, que seala un orden segn el cual los elementos se
distribuyen en relaciones de coexistencia, y el de espacio, que es el efecto producido por las
operaciones que lo orientan, lo circunstancian, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como unidad
polivalente de programas conflictuales o de proximidades contractuales (1996:129).
17
En verdad, desde el propio marco decerteausiano no hay salida posible a esta cuestin.

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cotidiano II los autores plantean que la cultura en plural supone tres dimensiones: la
oralidad; la operatividad; y lo ordinario. Por qu estas dimensiones?
1. La oralidad: en el espacio de lo comunitario, del intercambio social
cotidiano, se requiere de una competencia oral y no verbal y/o
gestual para comunicarse con el otro. La conversacin est en todas
partes, dice De Certeau. En el caf, en las plazas, en el mercado, en
las veredas del barrio, en la feria Esto no significa que los
practicantes sean analfabetos, sino que la competencia implicada en
este intercambio es fundamentalmente oral, y no escrita.
2. La operatividad: la produccin cultural de los dbiles se juzga por
sus operaciones y no por sus productos. 18 Esta produccin cultural
cobra poder por lo que se hace con aquello que es recibido. E
implica, por eso mismo, un gesto tico (de inconformismo), y otro
esttico (imprime un sello propio).
3. Lo ordinario: remite a un consumo, con cdigos propios, que
pluraliza la homogeneidad de los bienes. Un consumo que se realiza
en la vida cotidiana de modos casi invisibles, en lo que De Certeau
describe como zonas ocultas a la mirada panptica, lo que va
armando, parafraseando a Martn Barbero (1987), un mapa nocturno
de los trayectos de los practicantes.
En La invencin de lo cotidiano II, De Certeau, Giard y Mayol vuelcan el programa
terico elaborado en el primer tomo, en un conjunto de investigaciones de campo. El
financiamiento para realizar el programa de Investigacin sobre las Prcticas Cotidianas
les permiti, en 1972, tomar una serie de objetos diferentes (cocinar, habitar la ciudad,
espacios de socialidad), para ser atravesados por una misma perspectiva metodolgica
de observacin. El proyecto parte del supuesto de la existencia de una actividad oculta
en las prcticas cotidianas (unas artes de hacer), actividad cultural slo observable a
travs de las operaciones. La hiptesis central es que, debajo de esas prcticas ligeras y
silenciosas, obligadas a adaptarse a las circunstancias cotidianas y a las restricciones del
sistema, la gente ordinaria es menos obediente y sumisa que lo que las autoridades creen
y/o dicen.
Claro que si el principal objetivo de la investigacin es observar a los dbiles
produciendo desvos en los intersticios que dejan los espacios restringidos de los
poderosos, la dificultad ms seria proviene de definir la formalidad de esas prcticas, de
hacer teora sobre esas formas sin forma. Y adems, simultneamente, el intento de
reconstruir las reglas y abstraer de ellas elementos formales, cuidando de no traicionar
18

Este es el punto en el cual Sarlo focaliza para discutir con quienes realizan, en sus palabras, una lectura
abusiva de De Certeau. Ver ms en Sarlo (2001).

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la esencia de su heterogeneidad constitutiva, podra conducir a la descripcin unitaria de


unas prcticas que extendiera el listado al infinito y que, respetuosamente, no hablara
por ellas.
De todos modos, esta tarea de investigacin abordada por el grupo liderado por De
Certeau qued inconclusa. Adems de su muerte, en 1986, posiblemente la vastedad del
campo a investigar de algn modo fuera un augurio de que la empresa nunca pudiera
completarse.
Me parece necesario rescatar, llegados a este punto, tres cosas que nos ha legado De
Certeau y que permiten relativizar algunas afirmaciones en torno a la relacin entre
sociedad, cultura y poder: primero, que en la vida cotidiana tambin se produce cultura;
segundo, que esta cultura (en plural) se mide por sus operaciones; y tercero, que un
programa de investigacin que tenga en cuenta las disimetras sociales y culturales debe
poder escalar la mirada, observar el ras.

Algunas lneas de cierre (que quieren abrir)


La teora de De Certeau pone en foco, crucialmente, la relacin entre sociedad, cultura y
poder. Y tanto terica como analticamente, De Certeau postula la capacidad de la gente
comn de hacer cultura, de erosionar, de modificar lentamente las representaciones
autorizadas, aceptadas y comunicables de la sociedad en la que viven. La existencia de
zonas blandas (De Certeau, 1999) en la cultura que habilitan su modificacin, seala
hacia la carga poltica implicada en los intentos de obtener autoridad, legitimidad y
poder en el mismo acto de produccin, de tomar la palabra. Son estas acciones las que
habilitaran a ciertos grupos a ocupar un lugar ocupado por otros (y por eso mismo
disputable). Porque bsicamente la cuestin central del argumento decerteausiano es
que seala a la accin cultural como motor de los cambios.
Uno de los flancos desde donde la teora de De Certeau ha recibido crticas reside
precisamente ah, en aquellos elementos que sugieren una lectura de la dimensin
cultural de las prcticas en clave insurreccional. Y sin embargo, los escritos de De
Certeau no parecen confundir insurreccin con desvo.
Tres acotaciones pueden hacerse al respecto. Por un lado, considerar la vida cotidiana
como una permanente desobediencia civil, implica restar importancia a los momentos
en los cuales la vida cotidiana se afirma y se sostiene en la reproduccin. As como la
gente no puede protestar todo el tiempo (Thompson, 1992), tampoco es serio pensar que
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Nacional de General San Martn. ISSN: 1851-2577. Ao 2, n 5, Buenos Aires, junio de 2009.

todo desvo genera necesariamente una insurreccin. Y aunque as lo fuera, es un error


(conceptual y analtico) confundir una forma de insumisin cultural con la modificacin
efectiva de las condiciones de vida.
Por otro lado, como seala Abal Medina (2007), la versin dicotmica del par
conceptual tcticas-estrategias, sugiere que las primeras le siguen a las segundas; stas a
su vez se reconfiguran (ajustan sus mecanismos de control) segn la accin de las
primeras; y as sucesivamente. Esto vendra a sugerir que la calidad del vnculo entre el
par conceptual es de tipo reactivo, calidad que Foucault (de quien De Certeau era gran
lector) nunca postul, porque ms bien lo que plantea es que el poder y la resistencia
son parte constitutiva del mismo dispositivo. Adems, como Abal Medina seala, este
dispositivo produce un tipo particular de subjetivacin que incide en las formas de
resistencia de los sujetos. 19
Finalmente, la lectura de las investigaciones de campo (especialmente las volcadas por
De Certeau y sus discpulos en el Tomo II de La invencin...) conducen a un efecto
contrario al que se supone sera la presentacin de las tcticas de antidisciplina. Y es
que en la descripcin minuciosa de las prcticas cotidianas aparece no slo la dinmica
de los desvos sino tambin, y de modos mucho ms rotundos quizs, la dinmica de la
reproduccin. En estos escenarios, los desvos son un tibio resplandor dentro de lo
cotidiano, lo ordinario y lo minsculo; un resplandor que termina ahogado en la
imperceptible pero contundente reproduccin de la vida.

Bibliografa
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Certeau, en: Kairos, Revista de Temas Sociales, ao 11, n 20, noviembre, Universidad
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19

Aunque este dilogo ameritara ms que una nota al pie, slo para sealar una agenda de debate posible
es necesario aclarar que el concepto decerteausiano de desvo no es homologable al de resistencia, que es
el que Abal Medina utiliza como concepto vertebrador de sus notas. De todos modos, me parece que el de
Abal Medina es un trabajo que deslumbra por sus sensatos y rigurosos aportes en relacin con los
desarrollos de De Certeau.

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Nacional de General San Martn. ISSN: 1851-2577. Ao 2, n 5, Buenos Aires, junio de 2009.

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