Realidad Social Peruana (Aldo Panfichi)
Realidad Social Peruana (Aldo Panfichi)
Realidad Social Peruana (Aldo Panfichi)
CAPTULO
La restauracin oligrquica
312
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
313
314
8/ LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
315
Cantidad S/.
Amazonas
ncash
Apurmac
Arequipa
Ayacucho
Cajamarca
Callao
Cuzco
Huancavelica
Hunuco
Ica
Junn
76.303
797.746
417.956
1.024.378
640.936
661.906
522.682
910.695
459.950
327.370
636.190
638.078
Departamento
Cantidad S/.
0,37
3,84
2,01
4,93
3,08
3,18
2,51
4,38
2,21
1,57
3,06
3,07
La Libertad
Lambayeque
Lima
Loreto
Madre de Dios
Moquegua
Paseo
Piura
Puno
San Martn
Tacna
Tumbes
1.319.015
695.925
7.289.806
366.162
11.556
71.423
1.735.790
1.524.751
1.050.602
118.934
113.042
82.830
6,34
3,35
35,06
1,76
0,06
0,34
4,98
7,33
5,05
0,57
0,55
0,40
20.794.032
100,00
TOTAL
316
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
317
WELCOME.
MR NIXON
El periodismo poltico en vena satrica y cmica encontr en Rochabs a uno de sus mejores exponentes, durante el segundo gobierno de Manuel Prado (1956-1962).
318
8/ LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
319
3. EL RGIMEN DE LA "CONVIVENCIA"
320
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
Manuel Odra
Archivo lila
Jorge Basadre
Archivo Histrico Riva-Agero
Foto de B. Pestana
321
Pedro Beltrn
Archivo Histrico Riva-Agero
322
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
323
Valor total
millones de US$
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
271
311
330
291
314
433
496
540
541
667
667
764
757
866
866
Agropecuarias
47,1
46,0
46,5
46,5
43,9
35,6
36,7
36,3
37,3
31,9
25,8
23,3
20,3
19,9
16,3
Pesqueras
4,7
5,1
6,2
7,3
14,2
12,1
14,5
22,6
22,6
24,9
28,1
27,1
26,2
26,9
25,6
Mineras
45,3
46,5
45,1
40,8
38,7
49,4
46,6
39,0
38,4
41,8
45,4
48,8
52,5
52,2
55,0
Otras
2,9
2,4
2,2
2,6
3,2
2,9
2,2
2,1
1,7
1,4
0,7
0,8
1,0
1,0
3,1
Fuente: Anuario Estadstico del Per, 1966 y 1969. Lima: ONEC. Elaboracin propia.
directo a unas treinta mil personas, vale decir, una cantidad similar a la minera. En 1964, el Per se convirti en el primer pas pesquero del mundo y
las exportaciones de harina de pescado respondan por el 25 a 30% del total
de exportaciones. Lamentablemente, todo parece indicar que se incurri en
una pesca excesiva que depred el recurso. Cuando, en 1973, el gobierno
militar estatiz la pesca, la actividad se encontraba arrastrando una crisis
cuyas causas habra que investigar en mayor profundidad.
El segundo gobierno de Prado estuvo marcado por los esfuerzos por
empezar cierta liberali7acin poltica, ya que se permiti la existencia de
sindicatos y las actividades de apristas y comunistas. Asimismo, Prado
encar tambin la cuestin agraria, cada vez ms urgente ante la aguda
presin demogrfica en la sierra, tratando de desarrollar nuevas obras de
infraestructura. No lleg, sin embargo, a proponer una ley de reforma
del agro, limitndose a la creacin de un Instituto de Reforma Agraria y
Colonizacin, cuyos estudios fueron retomados por los gobiernos siguientes (vase recuadro "Atraso y conflicto social en la agricultura de la sierra").
324
La poca profundidad de los cambios polticos frente a las importantes transformaciones sociales operadas en el pas, se reflejaron contradictoriamente, con diferente estilo, elegancia y claridad en las imgenes de
las obras de dos de los ms grandes escritores peruanos del siglo XX: Jos
Mara Arguedas y Mario Vargas Llosa. El primero era de origen mestizo y
serrano (naci en Andahuaylas en 1911). Arguedas se haba formado con
un grupo de intelectuales en la Universidad de San Marcos en los aos de
los regmenes de Prado y Odra. Public tempranamente un libro de cuentos, Agua (1935) que mostraba con intensidad la combinacin de idiomas y
estticas que convivan en buena parte de los peruanos. Yawar fiesta (1941)
mostr la oposicin entre modernidad y cultura andina en el escenario de
una villa serrana. Su obra ms reconocida fue Los ros profundos (publicada
8/ LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
325
326
en 1958), donde present un panorama de las caractersticas, hbitos y relaciones entre los personajes sociales que sobresalan en la sierra sur del Per.
Posteriormente, Arguedas sigui describiendo los cambios de la sierra y de
los migrantes andinos, as como realizando valiosos trabajos de etnologa y
folclore que revalorizaron la cultura indgena en el pas. Su ltima obra, inconclusa a causa de su suicidio en 1969, El zorro de arriba y el zorro de abajo,
tena como trama la vida de los trabajadores serranos en el novsimo puerto
de Chimbote, donde el capitalismo emergente mostraba sus peores llagas.
Vargas Llosa era ms joven que Arguedas (naci en 1936 en Arequipa),
pero desde temprana edad destac como un escritor que conquist premios
y reconocimientos. Sus novelas La ciudad y los perrds (1962), La casa verde
(1966) y Conversacin en la catedral (1969) rompan con la narracin indigenista de los escritores anteriores y se concentraba en lo que pasaba en
las ciudades, las clases medias y los marginales, inundados muchas veces
por valores hipcritas que provenan de la formacin militar y religiosa.
Tales libros mostraron el valor humano universal de las vivencias de
los peruanos. De la misma generacin que Vargas Liosa, aunque nacido
algunos aos antes, fue Julio Ramn Ribeyro, vstago de una familia de
prominentes abogados y diplomticos. Sus relatos, ambientados en la Lima
de los aos cincuenta y sesenta, como los contenidos en Las botellas y los
hombres (1955), La palabra del mudo (1973) y en las novelas Crnica de
San Gabriel (1960), Los geniecillos dominicales (1965) y Cambio de guardia
(1976) sugieren la esterilidad de la clase media y el carcter extico de la
lite del pas, que solo es capaz de apreciar con paralizado estupor las irreversibles transformaciones que en el sustrato social van minando su poder.
4. UN NUEVO FRACASO DEL REFORMISMO MODERADO
En el ao electoral de 1962 las posiciones reformistas haban cobrado cierta fuerza, lo que les permita pensar seriamente en convertirse en una
alternativa de gobierno. Al APRA y el Partido Comunista se haban sumado nuevas agrupaciones aparecidas en los arios cincuenta, como una
efmera organizacin de destacados intelectuales: el Movimiento Social
Progresista, y Accin Popular-AP, fundada por Fernando Belande. Este
haba estudiado en la Universidad de Austin, en el Estado norteamericano
de Texas y era un destacado profesor de la Escuela Nacional de Ingenieros
(o Universidad Nacional de Ingeniera). Representaba a una nueva capa
de profesionales, alejados de la oligarqua y que en buena cuenta eran
una manifestacin de las nuevas clases medias urbanas que buscaban la
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
327
328
En las elecciones, ningn candidato obtuvo la mayora electoral necesaria, correspondiendo la primera mayora a Haya de la Torre, con 558 mil
votos; la segunda a Belande, con 544 mil; y la tercera a Odra, con 481
mil. Otros candidatos, como Hctor Cornejo Chvez, de la Democracia
Cristiana; Luciano Castillo, del Partido Socialista; o Alberto Ruiz Eldredge,
del Movimiento Social Progresista, no alcanzaron votaciones significativas. Tocaba as al Congreso, donde apristas y odristas lograron hegemona, elegir al presidente entre Haya de la Torre, Manuel Odra y Fernando
Belande. Las Fuerzas Armadas dieron un giro a la historia, ya que mantenan su veto al APRA, y aduciendo una serie de irregularidades en la
votacin, como la adulteracin de las cifras y el retraso en la publicacin
de los resultados electorales, crearon una situacin donde no se lleg a un
nuevo gobierno democrtico. Lo cierto es que los militares y los mismos
seguidores de AP consideraban una terrible amenaza y un fraude al pas
lo que se estaba gestando: un pacto entre los apristas y los odristas para
elegir a Odra como presidente. Cuenta una ancdota que, en el momento
en que Odra lea un discurso en la recin inaugurada televisin peruana
de 1962, una mano le alcanz un mensaje donde se le adverta del veto de
los militares a cualquier alianza con el APRA. Antes de que el Congreso
tomase alguna determinacin, las Fuerzas Armadas dieron un golpe de
Estado y derrocaron a Prado, quien march exiliado a Pars.
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
329
Las alianzas del APRA con sus antiguos enemigos (se comprometi
con Prado en su segundo gobierno, y ahora con Odra, que los haba combatido ferozmente en 1948 y haba mantenido virtualmente preso a Haya
de la Torre en la embajada de Colombia por cinco aos) han sido motivo
de diversas elucubraciones. Haya de la Torre, un referente ineludible en
la poltica peruana entre 1931 y 1979, las justific como alianzas pragmticas para superar la oposicin militar a su partido. En cualquier caso,
ellas desilusionaron a parte de sus militantes. Esta desilusin dio origen a
disidencias y a que antiguos seguidores apristas volvieran sus simpatas a
los nuevos grupos polticos, cuando no las radicalizaran.
Tambin dio origen al "APRA rebelde", donde destac el lder Luis
de la Puente Uceda, quien confluira con grupos escindidos del Partido
Comunista, capitaneado por el opaco Jorge del Prado, que segua siempre
fiel a las directivas de Mosc, para dar inicio a las primeras acciones guerrilleras entre 1962 y 1965. Estas siguieron el estilo "foquista" de la guerrilla cubana, que fascin a muchos jvenes latinoamericanos de la poca
330
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
Escuelas
10.512
10.632
10.797
11.117
11.486
11.769
12.118
12.345
12.735
12.944
13.624
14.402
14.440
14.860
15.589
16.410
17.407
18.839
19.587
Profesores
22.238
23.237
24.219
24.615
26.235
27.361
28.983
29.753
31.679
32.117
35.258
38.369
40.700
43.553
45.902
48.405
52.662
57.310
62.416
SECUNDARIA
Alumnos 1 Colegios
990.458
223
993.095
229
1.010.177
239
1.035.006
248
1.037.523282
1.046.83618
1.085.619325
1.127.605
1.204.791
362
1.233.937425
1.308.305441
1.391.952486
1440.000524
1.495.047
619
1.553.755
639
1.682.365761
1.932.614
876
2.054.021
1004
2.208.299
1248
Profesores
4739
___
4298
5081
5786
5951
6706
7063
8307
8662
11.017
13.200
12.574
13.010
16.043
18.951
22.443
Alumnos
60.661
_
____
59.871
78.211
83.344
87.423
98.032
110.073
122.221
141.062
158.900
184.849
195.245
204:886
260.309
310.857
368.565
Fuente: Carlos Contreras, Maestros, mistis y campesinos en el Per rural del siglo XX,
Documento de Trabajo 80; pp. 42-43 y 47-48. Lima: TE?, 1996.
*Incluye la educacin particular.
331
Los grupos opositores al belatuadismo se juntaron en la coalicin APRAUNO para desarrollar una persistente accin de obstruccin a las reformas
del rgimen. Con ello buscaban desacreditar al gobierno, pero no hasta
332
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
333
LA MARGINAL
DE LA SELVA
EN SUD-AMRICA
En La conquista del Pen por los peruanos (Lima, 1959), Fernando /3elande present su proyecto
continental de "la Marginal de la selva": "Esta gran carretera en ceja de selva supera, desde el
punto de vista geoeconraico, a la Costanera Panamericana, que no hace sino duplicar la facilidad
de transporte que siempre ofreci el Pacfico".
334
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
335
Nmero
Menos de I ha
290.900
34,2
127.867
0,7
De I a 5 ha
417.357
49,0
926.851
5,0
Extensin (has.)
De 5 a 10 ha
76.829
9,0
481.631
2,6
De 10 a 20ha
30.370
3,0
397.754
2,1
De 20 a 50 ha
16.414
1,9
506.745
2,7
De 50 a 100 ha
7.214
0,9
474.313
2,5
De 100 a 200 ha
4.606
0,6
598.567
3,2
De 200 a 500 ha
3.475
0,4
1.035.076
5,6
De 500 a 1000 ha
1.585
0,2
1.065.157
5,7
De 1000 a 2500 ha
1.116
0,1
1.658.639
8,9
Ms de 2500 ha
TOTALES
1.091
0,1
11.341.901
61,0
851.957
100,0
18.604.500
100,0
Fuente: Censo Nacional Agropecuario de 1961. Tomado de Henri Favre, "El desarrollo y las formas
del poder oligrquico en el Per". En Jos Matos Mar (comp.), La oligarqua en el Per, p. 114.
Buenos Aires: Amorrortu editores, 1969.
336
CorLER, Julio
1978 Clases, Estado y nacin en el Per; caps. 6 y 7. Lima: IEP.
GILBERT, Dennis L.
1982 La oligarqua peruana: historia de tres familias. Lima: Editorial
Horizonte.
KErrn, Robert; Fernando FUENZALIDA y otros
1976 Hacienda, comunidad y clase en el Per. Lima: IEP.
KLARN, Peter
2004 Nacin y sociedad en la Historia del Per; cap. X. Lima: 1EP.
8 / LA RESTAURACIN OLIGRQUICA
337
LPEZ, Sinesio
1997 Ciudadanos reales e imaginarios. Concepciones, desarrollo y mapas
de la ciudadana en el Per; cap. 5. Lima: EDS.
PARODI TRECE, Carlos
2001 Per 1960-2000: polticas econmkas y sociales en entornos cambiantes. Lima: Universidad del Pacfico.
Quo, Anbal
1967 La emergencia del grupo cholo y sus implicancias en la sociedad
peruana. Lima.
THORP, Rosemary y Geoffrey BERTRAM
1985 Per 1890-1977. Crecimiento y polticas en una economa abierta;
caps. 11-14. Lima: Mosca Azul, Fundacin Friedrich Ebert,
Universidad del Pacfico.
CAptruw 9
340
342
manejaba la IPC y, al ao siguiente, el rgimen cre la primera de las empresas pblicas que iban a caracterizar su forma de actuar: Petroper.
Quienes pensaron que las Fuerzas Armadas se limitaran a este acto
de vindicacin nacionalista, para organizar las elecciones del ao siguiente
y retirarse a sus cuarteles, como en 1962-1963, pronto se desengaaron. El
gobierno militar se autodenomin "Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada", y la segunda palabra no sera de adorno. Forjaron un plan de
gobierno (el "Plan Inca") que se propona implantar las reformas que los
partidos reformistas como el APRA y Accin Popular haban prometido
pero no cumplido; y todava ms: poner en marcha una tercera va, "ni
capitalista ni comunista", que se asemejaba a las antiguas ideas cooperativistas del APRA o el modelo yugoslavo del mariscal Tito. Algunos llegaron
a llamarlo "capitalismo de Estado".
Hasta 1968 la economa peruana era bsicamente de tipo primario
exportador; es decir, que se hallaba organi7ada principalmente en torno
a la produccin para la exportacin de algunas materias primas (petrleo,
cobre, azcar, harina de pescado) sobre las que el pas gozaba de ventajas
respecto de otros. La base industrial y la produccin para el mercado interno eran dbiles y el pas dependa de importaciones para la satisfaccin
de las necesidades de consumo de la creciente poblacin urbana. Aunque
durante periodos anteriores se haba intentado desarrollar una poltica de
fomento industrial, la insercin del Per en la poltica conocida como "industrializacin por sustitucin de importaciones" (ISI) se dara de forma
ntida con el gobierno militar de 1968-1980. El rgimen reformista de los
militares que acompaaron al general Velasco puede entenderse as como
una respuesta al grado de atraso de la estructura econmica del pas. Esta
respuesta fue tanto ms autoritaria, cuanto ms retrasado estaba el organismo econmico en su transicin a una economa industrial y moderna y
con mejor distribucin del ingreso.
Parte de los oficiales que llegaron entonces al poder se haban formado
en el Centro de Altos Estudios Militares-CAEM, donde haban llegado a la
conclusin de que la "amenaza interna"; es decir, los movimientos sociales
de oposicin de tinte comunista, y las guerrillas, podan ser un peligro para
la estabilidad poltica del pas y, en consecuencia, para su seguridad como
nacin independiente y soberana frente a las dems naciones. Una manera
de controlar dichos movimientos era erradicando las causas estructurales
de la injusticia social. Por razones de su oficio, los militares solan adquirir
un contacto de primera mano con la realidad social y especialmente rural
del pas. Como curas sin sotana, aunque s con uniforme, se convertan en
343
Mensaje a la Nacin dirigido por el general de divisin Juan Velasco Alvarado, presidente
de la Repblica del Per, en el primer aniversario de la Revolucin (3 de octubre de 1969).
Lima: s.i, 1970.
"Estamos viviendo una revolucin. Ya es tiempo de que todos lo comprendan.
Toda revolucin genuina, sustituye un sistema poltico, social y econmico, por otro,
cualitativamente diferente. Del mismo modo que la Revolucin francesa no se hizo para
apuntalar la monarqua, la nuestra no fue hecha para defender el orden establecido en el
Per, sino para alterarlo de manera fundamental, en todos sus aspectos esenciales.
Una revolucin profunda y verdadera, no poda surgir de un ordenamiento poltico
que en los hechos, discrimin y siempre puso de lado a las grandes mayoras nacionales.
La realidad de una revolucin as, slo poda concretarse rompiendo ese ordenamiento
tradicional. Los grandes objetivos de la Revolucin, son superar el subdesarrollo y
conquistar la Independencia Econmica del Per. Su fuerza viene del pueblo cuya causa
defendemos y de ese nacionalismo profundo, que da impulso a las grandes realizaciones
colectivas y que hoy, por primera vez, alienta en la conciencia y en el corazn de todos
los peruanos. Esta Revolucin se inici para sacar al Per de su marasmo y de su atraso.
Se hizo para modificar radicalmente el ordenamiento tradicional de nuestra sociedad. El
sino histrico de toda verdadera transformacin, es enfrentar a los usufructuarios del statu
quo contra el cual ella insurge. La nuestra no puede ser una excepcin. Los adversarios
irreductibles de nuestro movimiento, sern siempre quienes sienten vulnerados sus
intereses y sus privilegios: es la oligarqua."
344
345
La Teologa de la Liberacin
Hacia finales de la dcada de 1960, apareci la "Teologa de la Liberacin", doctrina que
bsicamente propulsaba una actitud ms firme de la Iglesia frente a problemas sociales
como la pobreza, la discriminacin y la desigualdad. Uno de sus fundadores fue el padre
Gustavo Gutirrez (Lima, 1928), quien en 2003 recibi el premio Prncipe de Asturias
del gobierno espaol y en 2012 el Premio Nacional a la Trayectoria. Tomado de su libro
Teologa de la liberacin (Salamanca: Sgueme, 1975).
"Hace mucho tiempo que se habla en ambientes cristianos del 'problema social' o de la
'cuestin social', pero slo en los ltimos aos se ha tomado conciencia clara de la amplitud de
la miseria y sobre todo, de la situacin de opresin y alienacin en que vive la inmensa mayora
de la humanidad. Estado de cosas que representa una ofensa al hombre, y por consiguiente,
a Dios. Ms an, se percibe mejor tanto la propia responsabilidad en esta situacin, como el
impedimento que ella representa para la plena realizacin de todos los hombres, explotados
y explotadores. Se ha tomado conciencia tambin, y cruelmente, que un amplio sector de la
iglesia est, de una manera o de otra, ligado a quienes detentan el poder econmico y poltico
en el mundo de hoy. Sea que pertenezcan a los pueblos opulentos y opresores, sea que en
los pases pobres como en Amrica Latina est vinculado a las clases explotadoras. En
esas condiciones, puede decirse honestamente que la iglesia no interviene en 'lo temporal'?
Cuando con su silencio o sus buenas relaciones con l, legitima un gobierno dictatorial y
opresor, est cumpliendo slo una funcin religiosa? [] ante la inmensa miseria e injusticia
no debera la iglesia, sobre todo all donde, como en Amrica latina, tiene una gran influencia
social, intervenir ms directamente y abandonar el ti.neiio de las declaraciones lricas?"
346
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
9 / EL ESTADO CORPORATIVO Y EL POPULISMO, 1968-1990
347
348
El gobierno militar no poda dejar de efectuar una profunda reforma agraria; pero incluso esta fue ejecutada dentro de los lineamientos estatistas.
La reforma era una vieja demanda de diversos sectores ante el hecho de la
desigual distribucin de la propiedad de la tierra en el pas y la situacin
de aguda miseria en el campo. Una pequea minora (y la redundancia no
es ociosa), muchas veces rentista, posea la mayor parte de tierras cultivables. Nada menos que el 76% de estas corresponda a solo el 0,5 % de las
unidades agrcolas. Exista, sin embargo, menos consenso en torno a cmo
reali7ar la reforma agraria: deban afectarse solo los latifundios tradicionales e ineficientemente explotados, o adems tambin los latifundios modernos y eficientes?, deba pagarse una indemni7acin a los propietarios
expropiados, o aplicar el principio de "la tierra mal habida" de otras reformas agrarias, como la mexicana, que dejaba a los propietarios sin ninguna
compensacin? A quin deba entregarse luego la tierra?, a empresas
agrarias estatales?, deba repartrsela entre los antiguos trabajadores de
las haciendas?, deba ser redistribuida entre toda la poblacin rural, incluyendo la que no trabajaba directamente en las haciendas?
Los debates al respecto haban venido postergando una decisin politica, la que era adems combatida por los poderosos intereses de los hacendados. Para su reforma agraria, el gobierno apel a una versin renovada
del indigenismo desde el poder.
Los das 24 de junio de cada ao se celebraba en el Per "el Da del
Indio". El ao 1969, esta fue la fecha escogida por el gobierno para otra
accin concebida como la toma de una fortaleza enemiga: la expropiacin
de las haciendas azucareras de la costa norte y central controladas por los
"barones del azcar". Tropas armadas sacaron a punta de fusil a hacendados y administradores, dando vistoso inicio a una ele las ms radicales
reformas agrarias del continente. La fecha dej de llamarse Da del Indio,
para ser en adelante el "Da del Campesino".
La ley de reforma agraria de 1969 contemplaba no solo la expropiacin de los latifundios tradicionales de la sierra, tan enormes como poco
productivos, sino asimismo a las capitalistas plantaciones de la costa. Los
lmites de inafectabilidad fueron fijados en 50 hectreas para tierras de
riego y 150 si eran de secano, con lo que se afectaba no solo la gran propiedad, sino incluso la mediana. Hasta 1979 fueron expropiadas 9,1 millones
de hectreas de los treinta millones de tierra culta del pas. El nmero de
fundos afectados fue de diecisis mil.
349
LA CERRO YA
1S NUESTRA!
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Caricatura aparecida
en el diario Expreso,
por entonces vocero
oficioso del gobierno
militar, el 2 de enero
de 1974, celebrando
la expropiacin de
la Cerro de Pesco
C,orporation.
Al igual que en
otros casos de
empresas extranjeras
expropiadas,
hubo negociaciones
o seales previas
que llevaron a las
empresas a retirar sus
equipos ms valiosos o
detener sus planes de
inversin.
350
La expropiacin comprenda no solo las tierras, sino adems la maquinaria, el ganado y las instalaciones industriales y civiles. Aunque se
contempl una indemnizacin a los propietarios, estos debieron aceptar
frecuentes subvaluaciones de sus dominios, un pago mnimo en efectivo y el resto en bonos de la deuda agraria con nimia tasa de inters que
la inflacin despus devorara. El "justiprecio" de la expropiacin sufra
descuentos si el terrateniente haba sido un "mal patrono". Los juicios pblicos a los patronos, acusados por sus antiguos jornaleros delante de un
tribunal del Estado creado expresamente para el efecto, dieron ciertamente un marco "revolucionario" a la accin de la reforma agraria.
Un detalle importante era que la mitad de los bonos de la deuda agraria
poda ser dada en efectivo, si el ex terrateniente ofertaba otro tanto y decida invertir en la industria. Convertir a los terratenientes en industriales
fue una de las expectativas del gobierno, que finalmente no se lleg a realizar. En el terreno de la industria podramos decir que el gobierno militar represent uno de los ms altos momentos de la poltica de "industrializacin
por sustitucin de importaciones" (ISI) de la historia reciente peruana. Las
importaciones fueron gravadas con altos impuestos y, algunas, simplemente prohibidas, a fin de que no compitieran con la produccin local. Por su
parte, esta fue promovida y racionalizada a fin de que las empresas pudiesen
operar con un mercado ms o menos seguro. Industrias metalmecnicas y
de "lnea blanca" (refrigeradoras, cocinas) florecieron por esos aos y en
varios casos perduraron hasta los aos noventa. Llegaron, incluso, a ensamblarse motocicletas, automviles y camiones, que progresivamente deban
incorporar un mayor porcentaje de insumos nacionales. Un problema serio,
aunque no dejaba de resultar tambin cmico, es que para fabricar los "insumos nacionales" haba que importar a su vez otros insumos, con lo que el
grado de "peruanidad" efectiva de los productos era al final muy pequeo.
Aunque varios objetivos de la reforma agraria nunca se cumplieron
plenamente, s se min la estructura familiar y tradicional de las clases
altas y las bases agrarias de su poder. Se modific la composicin de ellas,
empez a primar el dinero como el principal factor de ingreso a estas clases
y se atenu el racismo que hasta haca poco era uno de los factores principales de exclusin para la pertenencia a las clases ms privilegiadas de
la sociedad peruana. Lugares como el Club Nacional, que tena su sede en
un elegante edificio de la plaza San Martn, y que haba funcionado como
un smbolo de la exclusividad social del pas, perdieron prestigio social y
debieron soportar el escarnio de tener como vecinos a vendedores ambulantes de fritangas y baratijas.
351
Expropiaciones
Fundos
Has.
1962-1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979*
546
249
391
478
1732
2446
1522
2376
3753
1653
1105
121
1.027.649
428.080
1.594.727
655.225
1.028.477
952.289
805.427
933.919
1.298.943
486.156
749.005
133.524
13.553
7355
42.343
18.671
38.976
56.496
42.080
36.590
40.267
29.398
21.137
35.504
375.574
256.774
691.697
538.083
1.119.223
1.336.692
879.618
1.081.692
634.805
592.917
560.483
636.638
1969-1979
15,826
9.065.772
368.817
8.328.322
Adjudicaciones
Beneficiarios
Has.
Fuente: Jos Matos Mar y Jos Manuel Meja, La reforma agraria en el Per; p. 171. Lima:
IEP, 1980.
* Las cifras de expropiaciones corresponden hasta el mes de junio, las de adjudicaciones hasta
diciembre.
AVANCE DE LA REFORMA AGRARIA, 1969-1979
(resumen al 24 de junio de 1979)
Unidades
Extensiones adjudicadas
adjudicatarias
Hectreas
%
Cooperativas
Complejos agroindustriales
SAIS
EPS
Grupos campesinos
Comunidades campesinas
Campesinos independientes
TOTAL
Fuente: Ibid p. 182.
581
12
60
11
834
448
1946
Beneficiarios
N.
%
2.196.147
128.566
2.805.048
232.653
1.685.382
889.340
662.093
25,6
1,5
32,6
2,7
19,6
10,3
7,7
79.568
27.783
60.954
1375
45.561
117.710
42.295
21,2
7,4
16,2
0,4
12,1
31,4
11,2
8.599.253
100,0
375.246
100,0
352
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
Las tierras expropiadas pasaron a manos de sus trabajadores, siguiendo el lema del gobierno: "la tierra, para quien la trabaja" y llegaron a
beneficiar a unas 369 mil familias campesinas. Aunque es un nmero importante redondea un total demogrfico de dos millones de personas,
se trataba solo de una cuarta parte de la poblacin rural del pas; y precisamente del cuartil que ya antes estaba mejor situado. Una de las crticas que
se ha lanzado contra el gobierno militar es que sus reformas significaron
una redistribucin solo dentro de la parte ms elevada de la pirmide de
ingresos, dejando a las otras tres cuartas partes igual o peor que antes. En
efecto, los campesinos de las comunidades, quienes haban trabajado en
las haciendas solo espordica o temporalmente, y se hallaban en la base
de la pirmide de ingresos, recibieron muy pocos beneficios. Ya ni siquiera
podan esperar la caridad seorial del hacendado; ahora deban enfrentar
el trato impersonal de nuevos gerentes de las cooperativas agrarias para los
cuales el paternalismo no era parte de su agenda de actividades.
Para impedir la descapitalizacin y retroceso tcnico de las grandes
plantaciones, el gobierno las transform en cooperativas de trabajadores,
cuyos gerentes se encarg de designar. Los latifundios ms tradicionales y
las tierras que recibieron las comunidades campesinas tambin adoptaron
formas asociativas tuteladas por funcionarios estatales, quienes deban
procurar su modernizacin productiva. Se trat de impedir la parcelacin
de las tierras y su eventual compraventa. La tierra qued fuera del mercado, como ya lo estaba la parte ms apreciable de la economa.
La mstica revolucionaria de los funcionarios y algunos lderes campesinos y el entusiasmo por probar la eficiencia de las empresas agrarias
socializadas condujeron en los primeros aos a buenos resultados econmicos, repartindose incluso utilidades entre los cooperativistas. Ms
tarde las cosas empeoraron: los campesinos trabajaban la tierra, pero carecan de experiencia empresarial para tomar cruciales decisiones econmicas y comerciales de mediano y largo plazo. Entre los fuhcionarios surgi
la corrupcin y, entre los campesinos adjudicatarios, el desnimo propio
de un sistema donde no exista una retribucin directa al esfuerzo personal. Se dio poca importancia al uso de tecnologas modernas y apropiadas
y a la bsqueda racional del crdito bancario, elemento esencial para el
desarrollo de la agricultura comercial. Los precios de los productos agrarios, controlados por el gobierno, pronto se devaluaron y las cooperativas
comenzaron a ver crecer, no sus cultivos, sino sus adeudos.
En el campo educativo y cultural, los militares reconocieron el idioma
quechua como idioma oficial, junto con el castellano. Las estaciones de
9 / EL ESTADO CORPORATIVO Y EL POPULISMO, 1968-1990
353
354
:355
carajo! Hoy mismo te vas a Lima a defenderla como puedas. Hay una ley que ampara a
los campesinos que tienen tierras dentro de la hacienda'.
A partir de ese incidente de 1967 me naci el amor por la justicia social. Mi hermano haba
encontrado dnde quedaba la oficina de reforma agraria, y yo present mi reclamo a un
funcionario. El me coment, 'Riz Patrn? Uy! Esto va a estar bien bravo'.
La hacienda Casablanca Oeste fue la primera en ser completamente adjudicada a sus
trabajadores despus de que el gobierno dio marcha atrs en el tema de la iniciativa
privada [de parcelacin]. Cuando se expidi la resolucin ministerial en 1972, cada uno
de los trabajadores fue mencionado por su nombre en una lista de beneficiarios calificados
a nombre de quienes la hacienda haba sido expropiada. Pusimos la bandera peruana al
centro donde haba un cerro, la gente lloraba, no crean que eran dueos de algo que nunca
haban ni siquiera soado. Tener todo un fundo de 500 hectreas, 400, 330 hectreas,
cuando la gente no tena ni un surco! Esa fue una verdadera experiencia de un triunfo
personal." (Germn Gutirrez, Caete, pp. 170, 176-177 y 183).
Los funcionarios
"Yo comenc a trabajar como gerente de la cooperativa Mallares el 1 de noviembre de 1970.
Primer error de la reforma. El gobierno debi haber empezado por expropiar las peores
haciendas, porque entonces los peones que haban estado maltratados hubieran estado
felices con las mejoras que traa la reforma. En cambio, primero agarraron las haciendas
de los Romero, que eran el `lomito' de la regin. Esto signific que nuestros empleados,
a quienes se les haba tenido consideraciones, no necesariamente estaban contentos con
la expropiacin. Estaban acostumbrados a que se les pagase puntualmente sus salarios
durante la administracin de los Romero, y cuando la cooperativa tena dificultades para
pagar los salarios a tiempo, ellos comenzaron a sentirse resentidos.
Segundo error. La as llamada 'cabida' de la cooperativa era un clculo de cuntos
trabajadores era capaz de tener. Haba un tcnico en el ministerio que calculaba esto y
estaba presionado por incorporar tanta gente como fuera posible. l haca clculos de
rendimientos, produccin total, ingreso neto y divida esto por un determinado nmero de
puestos remunerados, y eso le daba un nmero de trabajadores beneficiarios aprobados que
despus eran calificados para convertirse en socios de la cooperativa. El error fue tomar
de manera optimista los mejores rendimientos en lugar de un rendimiento promedio. Con
los Romeros ramos capaces de mantener 500 trabajadores permanentes cmodamente
empleados. El resto lo hacamos con contratos eventuales. Pero la cooperativa admiti
900 socios que tenan que estar empleados todo el ao y recibir salarios completos, seguro
social y beneficios. No haba hacienda en Piura que pudiera sostener a 900 trabajadores
permanentes!" (Mario Ginocchio, Piura, p. 186).
356
357
La generacin del 68
Una estudiante universitaria y activa militante de un partido de la izquierda peruana durante la dcada de los aos setenta, escribi ms tarde un fascinante libro de memorias que
ilustra las experiencias y las esperanzas de muchos jvenes de la poca que como se
deca entonces confiaban que el socialismo estaba "a la vuelta de la esquina". Ella provena de una familia terrateniente del valle del Mantaro y en 1965 se traslad a Lima para
iniciar sus estudios universitarios. Tomado de Maruja Martnez, Entre el amor y la furia,
crnicas y testimonios; pp. 113-114. Lima: SUR, Casa de Estudios del Socialismo, 1997.
"El Ingreso al partido me ha dado muchas sorpresas. Me informan sobre los resultados de una encuesta que hace algunas semanas se hizo entre los militantes y simpatizantes.
La pregunta central es cundo creen que comenzar la revolucin en el Per. Los ms pesimistas hablan de dos aos. Muchos creen que ser en algunos meses. Y hay que prepararse
para eso. No caer en los errores del MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria] que se
lanz a la guerrilla sin tener arraigo en el pueblo y sin conocer bien el Per.
Las charlas que el partido ha organizado han dado resultados ms que satisfactorios.
Con el apoyo de varios catedrticos, amigos del Partido, se organiza un curso de extensin social que permitir dar un salto en la preparacin del partido. Luego de un cursillo
realizado en la Pre de La Molina se organizan grupos mixtos de estudiantes para salir a
diversos puntos del pas, principalmente a la sierra. Uno de Cayetano, uno de La Molina
o la UN!, y uno de la Catlica, San Marcos o La Cantina. El primero curar enfermos, el
segundo levantar el plano fsico del lugar y el tercero har un estudio econmico-social.
No puedo ocultar mi satisfaccin, pues mi hermano asisti a los cursos y pese a no
estar en el partido, saldr hacia una pequea comunidad de Andahuaylas. Varios de su
grupo de Cayetano tambin parten. Yo no voy, pues creo que es preferible que l vaya y tal
vez se anime a militar. Y parte con su juego de estetoscopio, pin7Ps y tijera que mi madre
le regal y que apenas si sabe utili7AT pues recin est en Ciencias. Por supuesto, lleva su
guitarra. Todos estamos emocionados, incluso los que no viajamos. De todas maneras,
sentimos un poco de temor pues pensamospuede ser peligroso [...].
Al llegar de la Universidad, encontr ami madre furiosa. La Reforma Agraria ha afectado Ichahuanca, nos dice. No les bast con Challhua. Ahora tambin Ichahuanca. Casi
nunca la haba visto as, impotente, con lgrimas de rabia en sus ojos. Dicen que porque
tiene ms de tres mil hectreas. [Mi hermano] Mingo y yo no le dijimos una sola palabra.
Slo entramos a mi dormitorio, cerramos la puerta y saltamos abrazados. Por fin! Ahora
nos sentimos ms libres, ms legtimos. Aunque los famosos fundos eran slo recuerdos
de la infancia, eran una carga demasiado pesada para nosotros que queramos ser revolucionarios [...]."
358
359
El clasismo
Durante los aos setenta, en cierta forma al amparo de la ideologa nacionalista y anticapitalista propulsada por el gobierno militar en su primera fase, se inici en el movimiento sindical y estudiantil del pas la perspectiva que algunos socilogos peruanos
han llamado el "clasismo". Inspirado por una ideologa marxista leninista, el clasismo
desplaz el antiguo sindicalismo dominado por el APRA, propugnando la unidad y la
confrontacin "de clase" contra el empresariado y "su" Estado, antes que el reclamo
individualista y basado en la negociacin, para la defensa y obtencin de reivindicaciones. Los objetivos de mejoras en la organizacin de la produccin y la posibilidad del
ascenso laboral y la propia movilidad social de los obreros, fueron dejados de lado, en
aras de reforzar la "identidad de clase", el igualitarismo en el trabajo y la bsqueda del
socialismo y la dictadura del proletariado como modelo politico.
El radicalismo en las formas de lucha (huelgas, sabotajes y marchas callejeras violentas) y el desprecio por "la legalidad" y la "democracia parlamentaria" caracterizaron al movimiento, que encontr en la CGTP, de inspiracin moscovita, y la CCUSC
(Coordinadora Central de Unificacin Sindical Clasista), de inspiracin maoista, sus
organizaciones acompaantes y promotoras. La va de la movilizacin popular y la
insurreccin armada, y no las elecciones, seran la manera de tomar el poder. El dasismo no solo encontr eco en las fbricas, sino asimismo en los centros mineros y las
universidades. La transicin a la democracia en 1980 no lo debilit, sino que incluso
fue en esta dcada cuando lleg a su apogeo. A finales de la misma, convergi con la
prdica de Sendero Luminoso y el MRTA, cuya opcin por la lucha armada termin en
cierta forma por polarizar el movimiento. El eclipse de los modelos politicos marxistas
leninistas en el mundo y la represin militar y policial provocaran poco despus su
debilitamiento.
Aunque el clasismo tuvo un impacto negativo para el crecimiento econmico y la
modernizacin poltica, al retraer la inversin, satnnizar la figura del empresario y promover una cultura poltica poco democrtica e intolerante, en el nivel social sirvi para
cuestionar, y quizs hacer desaparecer, la sumisin servil y clientelista hacia los patrones y empresarios en el mundo laboral, rural y urbano, presentes en la poca previa.
360
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
haban amputado una pierna, lo que le impidi viajar y estar ms en contacto con los jefes del interior. Al conocer el pronunciamiento de Tacna
del general Morales Bermdez, quien haba,sido ministro de Economa,
tanto de Belande como de Velasco, telefone a los jefes de las regiones militares. Ninguno se encontraba, o quiso acercarse al telfono; comprendi
que se haba quedado solo y se resign a dejar el mando.
La "segunda fase" signific al comienzo una disputa entre los generales radicaleS como Lenidas Rodrguez Figueroa y Jorge Fernndez
Maldonado, que queran "la profundizacin del proceso" y eventualmente
su conversin al socialismo, y quienes pensaban que la revolucin haba
ido demasiado lejos y era hora de retirarse a los cuarteles. Estos ltimos
lograron imponerse, en medio del inicio de una crisis econmica que desde
1976 interrumpi la aceptable marcha que los indicadores de la produccin y el comercio haban tenido hasta entonces. La crisis econmica, la
protesta social y el reclamo del regreso a la democracia se entrelazaron en
una sola tendencia que acabara con el rgimen de las Fuerzas Armadas
en pocos arios. El nuevo rgimen, denominado "la segunda fase" de la
revolucin peruana, abri puentes con el sector civil, instaurndose la
costumbre de nombrar a personajes civiles en el Ministerio de Economa
y Finan7as, como fueron Luis Barta Castaeda, Walter Piazza Tangis y
Javier Silva Ruete.
La crisis econmica se desencaden por causas similares a las del pasado. La recuperacin de los salarios reales y la ampliacin del mercado
interno en virtud de las reformas en la propiedad, llevaron a una mayor
demanda de alimentos y bienes de consumo. La agricultura, bajo el sacudn de la reforma agraria, no pudo responder a esa mayor demanda y hubo
de procederse a la importacin de alimentos. La industria, por otro lado,
era muy dependiente de maquinaria e insumos importados, por lo que la
presin sobre las divisas tornose agobiante. El sector exportador haba perdido dinamismo por las estatizaciones y la ausencia de inversin privada
y extranjera. La nica excepcin fue el hallazgo de nuevos yacimientos
petroleros en la selva (explotados por la Occidental Petroleum bajo un
modelo de contrato ms equitativo para el pas y aceptado por la empresa
extranjera a causa de la crisis del petrleo desatada por la Organizacin de
Pases Exportadores de Petrleo-OPEP desde 1973), pero para poder sacar
provecho de ellos haba que construir un costoso oleoducto, que recin
estuvo disponible al terminar la dcada.
Las dificultades financieras se tradujeron en movilizaciones de trabajadores que llevaron a las grandes huelgas nacionales de 1976 y 1977.
9 / EL ESTADO CORPORATIVO Y EL POPULISMO, 1968-1990
361
Los sindicatos se haban fortalecido durante los aos previos y se identificaron, tras un activo trabajo del Partido Comunista y otros de la izquierda, maostas y trotskistas, con el "clasismo" (vase recuadro, p. 359). La
Confederacin General de Trabajadores del Per-CGTP, creada en 1968 y
sostenida principalmente por trabajadores bancarios, maestros, mineros y
los de construccin civil, con marcada influencia en su liderazgo del comunismo prosovitico, y para entonces la principal central sindical, se convirti en una de las ms influyentes organi7aciones del pas por muchos aos.
Los campesinos estaban agrupados en la CCP, de orientacin algo ms
radical, ya que en su dirigencia se encontraban grupos ms a la izquierda
que los comunistas prosoviticos, como Vanguardia Revolucionaria, y la
CNA gobiernista. La primera postulaba el no pago de la deuda agraria,
que los adjudicatarios de la reforma deban afrontar para indemnizar a
los terratenientes expropiados. Los trabajadores mineros, que tenan bases
sindicales fuertes en el centro del pas, y los trabajadores metalrgicos, que
agrupaban sobre todo a los proletarios de las nuevas industrias metalmecnicas de la capital, se organi7aron en federaciones sindicales especficas
a su rama industrial a comienzos de los aos setenta. Posteriormente se
desarroll en las ciudades un movimiento de "frentes de defensa", muchas
veces dirigidos por las organizaciones sindicales denominadas "clasistas"
362
363
354
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
2800957 C
cnszcurivrt .
MIL SOLES:DE OR
,71Zi
00987
365
366
ciudades del pas. El servicio domstico haba sido hasta entonces la forma
ms comn de insercin de las migrantes serranas en la vida urbana.
4. EL SEGUNDO BELAUNDISMO
Tras jurar el cargo de presidente ante el Congreso, segn el ritual establecido, Belande, sin bajarse del estrado, sac el lapicero y firm la ley que
ordenaba la devolucin de los diarios y medios de comunicacin masiva a
sus antiguos propietarios, restableciendo la libertad de prensa conculcada
por el gobierno militar seis aos antes. Quienes pensaron que esta medida, tan efectista como positiva, era el preludio de toda una desandanza de
las expropiaciones del docenio militar descubrieron, sin embargo, al poco
tiempo su error. Otra medida que pareca restaurar el orden poltico de comienzos de los aos sesenta fue la convocatoria a elecciones municipales.
En 1980 se realiVaron las primeras, donde Accin Popular gan el mayor
nmero de alcaldas y de votos, quedando sorprendentemente la izquierda, esta vez Izquierda Unida, en segundo lugar, ganando al APRA y al PPC.
La Izquierda Unida-1U era en realidad un conglomerado de grupos
marxistas y no marxistas unidos en torno a la entonces carismtica figura del abogado independiente cajamarquino Alfonso Barrantes Lingn,
quien lleg a ser en 1983 el primer alcalde marxista de Lima. Fuera de la
IU existan otros partidos ms y menos radicales, pero casi todos perdieron vigencia, se atomi7aron y hasta dejaron de existir durante la dcada de
los aos noventa, cuando el pas estuvo atravesado por las crisis combinadas del terrorismo, la inflacin y el desgobierno, y muchos quedaron desconcertados por los drsticos cambios internacionales en los pases bajo la
rbita sovitica o china.
El segundo rgimen belaundista opt por convivir con la mayor parte
de las reformas heredadas del gobierno militar, aunque dejndolas aradas
a su suerte. Una solitaria salvedad fue la nueva ley de minera y petrleo
sancionada en 1981, que vino a reemplazar la de una dcada atrs, dictada por los militares, y que trat de atraer mayor inversin extranjera. En
cuanto a lo dems, restaur sus programas de vivienda para la mesocracia
y abri moderadamente el comercio de importacin, alejndose del frreo
proteccionismo anterior.
A su favor el gobierno tena la posibilidad de contar con una mayora
significativa en el Congreso, gracias a su alianza con el PPC, y la simpata de
los procesos democratizadores que en ese momento atravesaban Amrica
367
Ao
Pblica
Privada
Total
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2324
7861
13.154
12.490
27.040
54.170
81.486
127.819
183.317
231.900
233.625
246.678
1046
1108
1515
1722
3207
10.506
27.744
53.852
73.903
122.510
81.173
126.230
3370
8969
14.669
14.212
30.247
64.676
109.590
181.671
257.220
354.410
314.798
372.908
Fuente: Para los aos 1940-1955: Anuario estadstico del Per 1955, p. 784; de 1960-1985:
Per en nmeros 1991, Anuario estadstico. Cunto S. A., 1991, p. 165; de 1990 y 1995: Per
'96 en nmeros, Anuario estadstico, p. 263.
368
Latina. Sin embargo, algunos hechos que restringieron el margen de maniobra del gobierno, fueron: la agobiante deuda externa, la descapita1i7acin y la crisis de la produccin agraria, el peso de las instituciones y la
burocracia pblicas, la falta de instituciones civiles en el Estado, y la aparicin, al comienzo subestimada por el gobierno, de las acciones terroristas
de Sendero Luminoso-SL y el Movimiento Revolucionario Tpac AmaruMATA (que aparecieron a la luz pblica en 1980 y 1984, respectivamente).
Las tasas de inters se elevaron en los pases acreedores, incrementando las cuotas de los pases deudores. La escasez de divisas volvi a presentarse (la apertura de las importaciones tras varios aos de rgido control
provoc su avalancha) y la moneda nacional se devalu aceleradamente,
alimentando una inflacin que lleg a superar los tres dgitos. Al futali7ar
el segundo mandato de Belande, el dlar estadounidense, que el gobierno
militar haba dejado en el valor de doscientos soles, se cotizaba a doce mil
soles.
El primer ministro del rgimen fue el financista Manuel Ulloa, que
tena una conocida trayectoria internacional. Tanto l como otros (Pedro
Pablo Kuczynski, Richard Webb, Carlos Rodrguez Pastor, Juan Carlos
Hurtado Miller) que ocuparon entonces cargos importantes en el Estado,
fueron destacados tcnicos y empresarios peruanos que haban estudiado y a veces vivido largos aos en el exterior, sobre todo en los Estados
Unidos. En parte por ello, y en otra parte por un estilo de gobierno que
no pensaba en el largo plazo, no tenan una idea clara de qu hacer con el
legado de reformas que haba dejado el rgimen militar.
El segundo gobierno de Belande acometi medidas orientadas a
restablecer el orden econmico y la estabilidad poltica perdidas. As, se
dictamin la austeridad del gasto fiscal, la reduccin del rol del Estado
en la economa (un tema que se convirti en un asunto permanente de
discusin pblica fue el futuro de la empresa estatal de petrleo e hidrocarburos, Petroper, la nica de las empresas del gobierno militar que sobrevivira hasta el siglo XXI), el fortalecimiento del sector privado a travs de
crditos, y la promocin de la inversin extranjera. Sin embargo, sea por
la oposicin de la izquierda, el APRA y la propia herencia del docenio, que
empezaron a reorganizarse y a buscar una manifestacin poltica unificada, o a la incoherencia del propio gobierno, estas medidas nunca fueron
llevadas adelante con la suficiente decisin.
La clase empresarial, por su parte, yaca adormecida o con pocos reflejos tras la dictadura militar y no mostraba signos de reaccionar con algn
entusiasmo frente a lo que pareca ser un entorno poltico ms bien favora-
369
370
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
ble. Una de las ms importantes consecuencias de las reformas nacionalistas y corporativas del "decenio" militar haba sido el debilitamiento de la
clase dominante. Apenas invertan, como sospephando lo que se vena. Las
novelas de Jaime Bayly, publicadas en los aos noventa, pero escenificadas en la dcada anterior, retratan ese clima de descomposicin de la lite
econmica y social del pas. En Los ltimos das de La Prensa, una empresa
periodstica fundada con el inicio del siglo y mantenida por generaciones
como un importante vocero del pensamiento liberal peruano, expropiada
por el gobierno militar y devuelta a sus propietarios con el regreso de la
democracia, se hunde en medio de la indiferencia y la rapia de quienes
deban sacarla adelante: sus propietarios y trabajadores. Muchos empresarios haban emigrado durante los aos setenta; otros sobrevivan como
quijotes desorientados, soando con la devolucin de sus haciendas expropiadas por la Reforma Agraria; sus descendientes ya no invertan; consuman en drogas y francachelas los restos de la vieja opulencia, siguiendo la
atmsfera retratada por el novelista.
El fenmeno de "El Nio" en 1983 ocasion graves daos en la agricultura y la infraestructura vial, complicando el panorama econmico. En
la sierra, la salida de los "seores" de la tierra dej a las sociedades rurales
descabezadas socialmente y sin nadie que ocupara su lugar ni reactivara
la produccin. La pobreza alcanz ah niveles que la difusin de la radio y
la televisin volva ms clamorosos y evidentes. Era la agona por consuncin de una civilizacin rural que, fundada all en el siglo XVI, no haba
recibido mayores cambios que el de la desaparicin de las haciendas. A
pesar de que su contraparte histrica haba sido eliminada, las comunidades indgenas sobrevivan como organi7aciones de supervivencia y relictos
culturales.
En ese escenario "medieval" surgieron "caballeros andantes" que se
lanzaron, dinamita en ristre, a enderezar entuertos. Estos eran intelectuales locales, maestros de escuela y universitarios que eran en varios casos
hijos de la clase terrateniente empobrecida despus de la Reforma Agraria
de Velasco. Haban abrazado el maosmo y queran hacer del Per un pas
campesino colectivista. Ayacucho fue la cuna de Sendero Luminoso, grupo
que haba evolucionado de las sucesivas escisiones maostas que atravesaron al Partido Comunista a fines de la dcada de 1960 y comienzos de la
del setenta. Ah empez a crecer un culto personal en torno a un profesor
arequipeo de filosofa de la Universidad San Cristbal de Huamanga, llamado Abimael Guzmn Reynoso, conocido entre sus adeptos ms cercanos con el sobrenombre de "Presidente Gonzalo".
k.
371
372
Deuda externa
total
Ao
Deuda externa
total
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
3681
3692
3832
4133
5238
6257
7384
8567
9325
9334
9595
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
9606
11.465
12.445
13.338
13.721
15.511
19.107
20.006
20.799
22.141
24.510
Fuente: Para 1970-1985: Per en nmeros 1991, Anuario estadstico. Cunto S. A., 1991,
p. 986; para 1986-1991: Per '96 en nmeros. Anuario estadstico. Cunto S. A., 1996,
p. 1048.
373
374
En un afn ms de protagonismo que de realismo poltico y econmico, Alan Garca quiso enfrentarse de palabra y obra al capitalismo internacional. Para Garca, el Per deba ser nuevamen,te una nacin lder en los
foros tercermundistas. El pago de la deuda externa fue desafiante y unilateralmente reducido a una proporcin del 10 % de las exportaciones, lo que
implicaba dejarla en gran parte impaga. El Per dej de ser sujeto de crdito internacional para importantes agencias de cooperacin como el Banco
Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y muchas obras pblicas
que se haban aprobado en el gobierno anterior no se reali7aron. En un primer momento muchos peruanos no se dieron cuenta de las implicancias de
esta decisin, que acab desatando el aislamiento internacional, un enfrentamiento del pas con los acreedores extranjeros y una de las peores crisis
econmicas de su historia. Lo irnico y grave del caso es que hacia el final
de su gobierno, cuando se agotaron las reservas del pas, Garca comenz
a pagar nuevamente, en condiciones ms desventajosas, la deuda del pas
con el Fondo Monetario Internacional. En ese momento se estimaba que la
deuda externa peruana ascenda a unos veinte mil millones de dlares, ms
del doble del nivel alcanzado durante el gobierno militar.
La estatizacin frustrada
375
total
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1989
104
131
167
226
289
371
468
591
750
empleados obreros
78
101
139
200
284
334
424
542
691
26
30
28
26
25
37
44
49
59
624
704
810
915
1080
1232
1383
1595
1788
1497
1627
1789
2019
2238
2560
3014
3458
3897
Fuente: Per en nmeros 1991, Anuario estadstico. Cunto S. A:, 1991, p. 305.
Al cumplirse dos aos de su gobierno, Alan Garca dio una medida que
marcara un antes y un despus en la historia de su gobierno. El 28 de
julio de 1987, en el tradicional mensaje a la nacin que los mandatarios
pronuncian en el Congreso al cumplirse un aniversario ms de la patria,
anunci una medida que tendra hondas repercusiones: la estatizacin de
la banca. Segn el presidente, las entidades de crdito pertenecan a un
grupo de familias adineradas que, al restringir y monopolizar los prstamos, detenan el desarrollo. La derecha rompi lan7as contra el rgimen
sealando que durante la campaa electoral l mismo haba descartado
la medida, mientras la izquierda aplauda. Para aquella era el retomo al
nefasto estatismo de los tiempos de Velasco; el copamiento de la economa
por el Estado, que desde el control del crdito gobernara por entero la
actividad productiva.
Dicha medida fue anunciada ms que cumplida. El dueo del relativamente pequeo Banco Mercantil instal una cama en su oficina, una
medida comnmente asociada a las protestas de trabajadores que ocupaban una fbrica, y la pintoresca noticia dio la vuelta al mundo. Los propietarios del principal banco peruano, el de Crdito, vendieron hbilmente
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
376
9 / EL ESTADO CORPORATIVO Y EL POPULISMO, 1968-1990
COLOMBIA
ECUADOR
o
AN
MARTiN
AMAR
MIJO
BRASIL
vr
OCASO
u
PLATAL,
ACCIONES SUBVERSIVAS
1981- 1993
o
MADRE 00 0105
8.572
CUICO
10
AD RIAUC
PODO
BOLIVIA
04.400
2.200
REDOMA y o
490
Fuente: Nagradones internas m el Per. INRI 1995.
Elaboracin 0I5801 Grupo Geo Graphics 2000.
virtual colapso de los servicios del Estado. Por ejemplo, los gastos en salud
en 1991 representaban apenas el 24% del nivel de 1980. El ingreso per
cpita anual se redujo a 997 dlares en 1990, se volatili7aron las reservas
internacionales netas a menos de 105 millones de dlares y se acentu el
aislamiento financiero, poltico y cultural del pas con respecto al exterior.
La ofensiva final de Sendero Luminoso
LORETO
LAMPA
377
Escala grfica
o
TACNA
C. 100 I.rn
CHILE
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378
DESARROLLAR 1.5
GUERRA POPULAR
SIRVIENDO A
,REVOLUkid
MUNDiAl.
Paid.35.
379
380
CARLOS CONTRERAS / MARCOS CUETO
381
382
Alberto
1987 Buscando un Inca. Identidad y utopa en los Andes; caps. VII-V111.
Lima: IAA.
FLORES-GALINDO,
KRurrr, Dirk
1991 La revolucin por decreto. Per durante el gobierno militar. LimaSan Jos: Mosca Azul-CLACSO.
LPEZ, Sinesio
BALBI,
DE SOTO, Hemando
DEGREGOIU, Carlos
Ivn
1990 El surgimiento de Sendero Luminoso. Ayacucho 1969-1979. Lima:
IEP.
DEGREGOIU, Carlos
383
y Carlos MONGE
1988 La crisis del estado patrimonial en el Per. Lima: IEP.
STEIN, SteVe
Ab
303
tributaria y crediticia. Es decir. el _Estado deba fortalecerse regulando la actividad de la sociedad a fin de compatibilizar los intereses y aspiraciones de las partes.
El tercer partido que se constituy a mediados de los aos cincuenta y que lleg a tener mayor envergadura poltica fue Accin
Popular. Esta organizacin rpidamente pas a desafiar la hegemona que hasta entonces haba gozado el APRA sobre los sectores
medios y populares del pas. Para su jefe y fundador ttulos que
Haya tena en el APRA el arquitecto Fernando Belaunde Terry,
el problema bsico del pas resida en que ningn gobierno anterior haba querido y sabido organizar y dinamizar las desperdigadas energas del pueblo a fin de lograr la "conquista del Per
por los peruanos". Esta conquista poda realizarse por medio de "la
accin popular" que implicara aumentar el potencial nacional y
conjugar intereses de todos los peruanos en un objetivo comn.
As, con "picos y palas para una revolucin sin balas", se realizara
la transformacin que todos los peruanos ansiaban, al expandir la
frontera interna del pas. Y, para ello, nada mejor que hacer uso
efectivo de una antigua tradicin, el trabajo comunal que abra
carreteras, construa escuelas. iglesias, postas sanitarias, realizaba
pequeas irrigaciones y cooperativamente resolva los problemas
locales. En esta tarea de 'valorizar el territorio" y ocuparlo efectivamente, con la consiguiente integracin fsica del pas, el ejrcito
deba cumplir una funcin clave por medio de la accin cvicomilitar. Es decir que la triada gobierno-Fuerza Armada-pueblo
constituan los ejes de la conquista del Per por los peruanos.
Juntamente con estas proposiciones, que significaban segmentar los problemas y la accin de las clases populares, divorcindolas de sus intereses clasistas, Belaunde, pero sobre todo los
profesionales radicales de Accin Popular, afirmaban la necesidad
de reformar las "estructuras caducas" que mantenan al pas imposibilitado de alcanzar el desarrollo. Es as como Accin Popular
apoyaba un antimperialismo "constructivo" que, como en los escritos de Haya, reconoca la necesidad de redefinir el papel del
capital extranjero en favor del desarrollo del capital nacional.
En este sentido, Accin Popular propugnaba una legislacin
reformista que permitiera modernizar la sociedad y economa del
pas, considerando entre los asuntos prioritarios la reforma agraria,
vivienda, educacin, salud pblica, y las reformas administrativa,
Uno de los puntos del debate era el papel del capital imperialista. Tal como se expresara antes, desde fines de los cincuenta, la
International Petroleum Company se haba convertido en uno de
los smbolos de reivindicacin nacional que paulatinamente se
extendi al de la inversin extranjera en general. En este sentido,
el Frente de Defensa del Petrleo dirigido, no por casualidad, por
el general retirado Csar Pando y un sacerdote, el padre Salomn
Bolo, haba desarrollado una amplia campaa en contra de la
inversin extranjera. En 1962, la "opinin pblica" limea estaba
a favor de la expropiacin de las empresas extranjeras. opinin que
fue creciendo a medida que pasaba el tiempo. De acuerdo con
encuestas realizadas por organizaciones norteamericanas, respecto a la imagen que la poblacin de Lima tena de las inversiones
extranjeras, Goodsell ofrece datos en el cuadro 11.
Es as corno en los nuevos sectores medios ejrcito e Iglesia
comprendidos y en los sectores populares que arrastrabar
estableci un consenso sobre la necesidad urgente de un cambio
en el rgimen de dominacin dirigido a democratizar la sociedad,
sin-causar rupturas bruscas en el orden establecido. Cambio posi1. Es clara la vigencia de estos postulados en la posterior Ideologa de los militares que integraron el gobierno de las Fuerzas Armadas en 1968.
1958
1961
1962
1966
DEL TOTAL
36
59
39
39
47
33
31
44
24
LL
La reaccin norteamericana frente a la constitucin de la Junta Militar de Gobierno y sus intenciones expropiatorias fueron inmediatos. El Presidente Kennedy, al instalar en 1961 la "Alianza
para el Progreso", como mecanismo de respuesta a la revolucin
cubana, decidi apoyar a los partidos reformistas y "democrticos".
En el raso peruano, la embajada norteamericana fue abiertamente pro aprista durante la campaa electoral de 1962; de all que
al constituirse la Junta Militar el gobierno norteamericano demorara su reconocimiento. Y con las primeras declaraciones de los
jefes militares relativas a la intencin de expropiar la IPC, el gobierno norteamericano amenaz con aplicar la Enmienda Hickenlooper, que obliga al ejecutivo de Estados Unidos a cortar la compra de azcar en caso de realizarse expropiaciones que no sean
rpida y efectivamente pagadas. Adems, se encontraba de por medio la suspensin total de la ayuda norteamericana: los crditos
del Banco Interamericano recientemente creado, del Banco Mundial, los prstamos privados de la banca privada y en especial la
ayuda militar.
Los problemas que se planteaba la Junta Militar y la forma de
solucionarlos originaron serias disensiones internas, que mostraban la falta de integracin poltica de los comandos militares, en
los que se encontraban presentes oficiales tradicionales que no
participaban plenamente de los nuevos planteamientos relativos a
la "seguridad nacional". Este hecho, a su vez, iba asociado con la
ausencia de una estrategia global, que resultara como fue a partir de 1968 en la "militarizacin del Estado": hacer del Estado y
de sus aparatos burocrticos, un instrumento de los "intereses"
del ejrcito. Por otro lado, el hecho de que las estructuras partidarias y sindicales se encontraran, pese a la represin, btante
desarrolladas y continuara la movilizacin popular oblig a la Junta a cumplir con su compromiso de convocar a nuevas elecciones
para 1963.
Para las Fuerzas Armadas estas nuevas elecciones deberan
asegurar el traspaso del poder a un civil con claros tintes reformistas, que a su vez estuviera dispuesto a no usar la movilizacin de
las masas para ejecutar dichas reformas. Por ltimo, el nuevo gobierno debera considerar los intereses y la autonoma poltica de
las Fuerzas Armadas: no inmiscuirse en su presupuesto ni en el
nombramiento de los ministros de las tres armas, que seran designados por la corporacin, segn estricto orden jerrquico. Es
DIFERENCIA CON1962
co d. o
co o o csi
d; ci
+ + + +
U) r co
t-Z
d. a)
CO eq to
OD "4: co
+ +
tr)
o co to
tri
co csi
Ir;
El futuro presidente [...I carecera de mayora en el Congreso y debera buscar apoyo en alguno de los grupos adversarios, puesto que
representacin proporcional significa casi indefectiblemente un
lgobiemo plural (Hoyos, 1969).
Ahora bien, el APRA contaba con 76 representantes en el Congreso, la Alianza Accin Popular-Democracia Cristiana (AP-DC)
con 71 representantes y la Unin Nacional Odrista (UNO) con 31
representantes; 6 otrbs congresistas representaban a las restantes
agrupaciones. En estas condiciones, el problema bsico para gobernar volva a ser el de establecer coaliciones capaces de una relacin constructiva entre el ejecutivo y el legislativo, con lo que se
repeta la situacin planteada a lo largo de la historia republicana.
Desde un primer momento, tanto en el APRA como en AP se procur
establecer una coalicin dndole al APRA la capacidad de parti-
A raz de las numerosas invasiones campesinas, simultneamente a la discusin de la Ley de Reforma Agraria, la coalicin
tra la "oligarqua". La respuesta de Haya fue en el sentido de que ellos suponan a la oligarqua mucho ms poderosa de lo que en 1968 result ser frente
a los tanques.
313
tivamente el problema rural, sino que a instancias de la coalicin
se aprob que los campesinos que invadieran propiedades no seran admitidos entre los beneficiarios de una presunta reforma.
Asimismo, la coalicin exigi destruir los focos autnomos que
se desarrollaban en el movimiento de los trabajadores. As, un
ministro fue obligado a renunciar debido a haber acordado un
aumento de salarios a los empleados bancarios, que constituan el
foco de mayor combatividad entre los trabajadores y que no se
encontraban afiliados a la el?. El resultado fue la destruccin de
la poderosa Federacin de Empleados Bancarios con la expulsin
de 600 empleados, incluida la totalidad de sus dirigentes. Otra de
las interpelaciones, con la consiguiente renuncia, fue contra el
Ministro de Educacin, miembro de la familia Mir Quesada, por
los supuestos auspicios que daba a los maestros de filiacin comunista y a las enseanzas marxistas. Nuevamente de por medio se
encontraba el hecho de que este sector de empleados pblicos vena desarrollando una activa campaa para aumentar sus sueldos de manera sustantiva y tampoco estaba afiliado a una organizacin
regida por el APRA.
Es as como frente al bloqueo apro-odrista, Belaunde se encontr reprimiendo al movimiento campesino y los ejes del movimiento laboral que perseguan su autonoma del control aprista.
As, el gobierno reprima a sus bases populares de apoyo, gracias a
la accin de sus enemigos.
Todo el conjunto de derrotas y sistemticas retiradas polticas
conllev a que en Accin Popular se polarizaran rpidamente las
diferentes tendencias. La direccin de Cooperacin Popular propuso activar la movilizacin campesina a fin de obligar al parlamento a revisar su comportamiento. Otra alternativa propuesta fue
la de realizar un "autogolpe"., con el apoyo declarado del ejrcito a
fin de cerrar el congreso y convocar a un plebiscito no previsto
en la Constitucin a fin de refrendar la posicin reformista del
ejecutivo. Belaunde, temeroso de quebrar la institucionalidad por
cualquiera de esos mecanismos, rechaz stas propuestas y prefiri
seguir buscando una alternativa poltica lejos de las masas populares. Es as como intent establecer, secretamente, con la ayuda
de un pequeo nmero de amigos personales un acuerdo con la
oposicin.
NMERO DE
TRABAJADORES
NMERO DE
DIAS/HOMBRES
341
1962
380
1963
422
1964
398
1965
397
135,582
802.576
1966
394
126,706
1461.087
1967
414
142,282
1046,596
364
107,809
422,225
1968
la ciudad se fortaleci en relacin al campo; la industria, la construccin y los servicios con respecto a los rentistas; la clase obrera
y la clase media frente a los dos sectores ms tradicionales de la
poblacin: los que vivan de la renta cuya importancia cay bruscamente, y el grueso de la poblacin de la sierra [...I La rpida creacin de empleos en las reas urbanas, estimulada por el boom de
la construccin, conjuntamente con una brusca expansin del reclutamiento escolar, crearon una generalizada percepcin entre
los sectores de ingreso bajo que las oportunidades se expandan
para ellos y que no se encontraban encajonados en un patrn regresivo de la distribucin del ingreso (Kuczynski, 1977: 72).
En efecto, durante el gobierno de Belaunde se dio una dramtica expansin del gasto pblico y muy en especial el destinado a
educacin. Hunt (1917: 393) seala que en 1965 este gasto en
educacin era equivalente al 5.1% del producto bruto, proporcin
que se encontraba muy por encima del promedio que destinaban
los pases subdesarrollados a ese rubro y cercano al de los pases
altamente industrializados. Entre 1960 y 1965 los gastos en educacin subieron en 85%, llegando a constituir el 33% del presupuesto. De all que en ese perodo el nmero de estudiantes creci
en un 50% y el de maestros en 67%, resultando que el Per experimentara en ese lapso la tasa de crecimiento ms rpido del reclutamiento estudiantil entre los principales pases de Amrica
Latina.
Mientras entre 1963-1966, el gasto pblico se duplic en forma paralela al crecimiento del dficit fiscal, el gobierno redujo la
imposicin a las empresas, al ampliar en 1963 y 1964 las exoneraciones tributarias y los derechos de importacin de la industria. Si
los beneficios de las empresas en 1962 constituan el 16% del ingreso nacional, 12% se encontraba libre de impuestos. En 1966
dicha participacin subi al 18% y el 15% estaba exento de tributar. Por otro lado, mientras que en 1960 los impuestos de las
empresas constituan el 26% de los ingresos del gobierno, en 1965
esta proporcin cay al 16%.
Esto signific que el sistema tributario descansara sobre bases
totalmente regresivas: en 1963 la participacin de los impuestos
directos en los ingresos gubernamentales fue de 32.8%, en 1964
fue de 24.5% y en 1965 de 23.7% para subir en 1967 a 26.2%
(Kuczynski, 1977: 87). Por otro lado se otorgaba un considerable
subsidio a la industria, muy especialmente a las ensambladoras
32.1
de automviles. Ahora bien, por el carcter altamente concentrado y extranjero que desde sus inicios tuvo el desarrollo industrial,
esta poltica signific favorecer la acumulacin imperialista. en
este sector de la produccin.
El incremento de los gastos gubernamentales, el dficit fiscal
y el incremento del crdito interno, determinaron un alza en los
costos internos, con el consiguiente desarrollo de una onda inflacionaria que, paralelamente, al mantenimiento de la tasa de cambio establecida en 1959, hizo que el dlar fuese, al decir de Belirn, la mercanca ms barata que tena el Per. De esta manera se
favoreci el desarrollo de las importaciones: en 1966 se duplicaron
los inventarios de las empresas, anticipndose a una futura devaluacin, y las importaciones crecieron en 26%, mientras que las
exportaciones se estancaron por la baja de la cotizacin de las materias primas en el mercado internacional.
Por ltimo, las inversiones extranjeras comenzaron a incrementar las repatriaciones de sus beneficios: si en 1964 los dividendos exportados fueron de 91 millones de dlares, tres arios ms
tarde alcanzaron a 140 millones de dlares (IMF 1969: 255), es decir el 20% del valor de las exportaciones de ese ao.
Ante este juego de factores, el gobierno recurri al crdito internacional para mantener el crecimiento econmico destinado a
satisfacer la poltica de asistencia social a las masas urbanas. Debido a su promesa de resolver el problema de la IPC en los primeros
noventa das de su gobierno,. Washington respondi congelando
toda ayuda hasta tanto esa situacin no se resolviera favorablemente para dicha empresa. Debido a que la promesa no se rea1i7 y
subsisti a todo lo largo del gobierno, Belaunde recibi slo 74.5
millones de dlares por concepto de asistencia bilateral, "aproximadamente una cuarta parte de la ayuda norteamericana per cpita que recibi Colombia y una dcima parte per cpita de la que
obtuvo Chile" (Treverton, 1974). Este bloqueo del gobierno norteamericano, hasta tanto no se resolviera el problema de la IPC de
manera favorable para esta empresa, oblig al Per concertar crditos a corto plazo y con altos intereses con la banca internacional.
Gracias al alza del volumen y de los precios de las exportaciones que el Per haba tenido en los ltimos aos, aunado a una
poltica liberal con las empresas extranjeras, los prstamos ex-
CUADRO 14
CAIVIBIOS EN LA DISTRIBUCIN PORCENTUAL DEL GASTO PBLICO
AO
ADMINISTRACIN
EJRCITO Y POLICIA
1900
28,5
47,3
1905
23,8
49,9
1910
12,5
64,2
1915
18,6
45,1
1920
21,5
38,0
1929
25,8
37,3
1942
19,4
40,2
1945
14,7
41,1
1950
13,3
39,8
1955
11,8
37,7
1960
11,4
33,7
1965
9,6
27,8
FORME:
EDUCACIN
SALUD
OTROS
2,9 0,7 2.0
18,6
4,5 2,9 3,3
15,6
8,1 1,2 2,1
11,8
10,1 0,7 1,7
23,7
10,6 5,9 11,0
13,0
11,7 4,9 8,3
12,0
10,5 6,4 11,8
11,6
13,3 7,7 10,9
12,3
16,0 5,2 14,5
11,1
14,8 9,4 5,3
11,0
20,6 8,3 12,1
14,0
29,4 6,4 16,8
10,0
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recetas liberales del Fondo Monetario Internacional. A fin de morigerar las dificultades inmediatas y encaminar al gobierno peruano en el marco de sus soluciones, el FMI le concedi un "standby" de 42 millones de dlares, que se volcaron de inmediato en
una escandalosa especulacin monetaria por el conjunto de la
burguesa y la alta burocracia estatal.
Estos problemas internacionales agregaban una nueva situacin al complicado panorama poltico del Per y dejaban al ejecutivo sin salida. El gobierno, incapaz de encontrar ayuda en el
exterior, sigui recurriendo a las cmaras legislativas a fin de que
st2s aprobaran las reformas tributarias que deberan permitirle
resolver la situacin. La coalicin, y el APRA en particular, sigui
negndole al ejecutivo los recursos legales aduciendo, con un cinismo que vapuleaba la conciencia y la impotencia de los reformistas, que tales medidas castigaran los presupuestos populares.
As, el APRA y la UNO buscaban presentarse como defensores de
las masas haciendo uso de argumentos que, en definitiva, favorecan los intereses del gran capital. No falt quien dijera que los
lderes apristas, al igual que un famoso poltico francs, sostenan
el violn con la izquierda para tocarlo con la derecha.
En ese ario, 1967, la fuerza area solicit al gobierno norteamericano un crdito para la adquisicin de aviones supersnicos.
Debido a consideraciones internas (Blomfield, s/f), el gobierno
norteamericano rechaz la solicitud peruana, lo que motiv que el
Per reaccionara comprando en Francia aviones Mirage. En estas
condiciones Estados Unidos reconsider su decisin y sugiri al
gobierno peruano su reconsideracin, la que no fue aceptada por
ste. El rechazo desat una intensa polmica en los Estados Unidos
y el congreso de ese pas decidi suspender la ayuda al Per, que
estaba a punto de ser renovada despus de cinco aos de congelamiento. El senado de Estados Unidos adujo que un pas tan subdesarrollado como el Per deba tener otras prioridades ms importantes que las militares. Adems, que si el gobierno peruano
compraba armas en otros pases, la ayuda econmica norteamericana servira para cancelar dichas adquisiciones que competan con la produccin norteamericana.
14.
Los sectores radicalizados de Accin Popular y de la Democracia Cristiana, as como la desagregada izquierda revolucionaria,
los obreros opuestos a la manipulacin sindical aprista y el proceso
de organizacin en la Comisin de Defensa y Unidad Sindical, desataron una fuerte crtica no slo contra la corrupcin poltica del
ApRA y la pasividad e ineptitud gubernamental, sino contra el rgimen de dominacin en su totalidad. Era claro, para el Servicio de
Inteligencia, que el pas estaba prximo a ingresar a una etapa ce
disgregacin debido al fracaso de la "clase poltica" peruana. Irnicamente, el APRA que quera llegar al poder por la va electoral y
el consentimiento oligrquico, no slo haba tenido xito en erosionar el gobierno de Belaunde, sino que tambin haba destruido la
creencia en la posibilidad de transformar la sociedad por medio
del Estado oligrquico.
En noviembre, dos meses despus de la devaluacin en el departamento de Lima se realizaron elecciones complementarias
para reemplazar a un diputado de Accin Popular que haba fallecido. Estas elecciones cobraron un carcter plebiscitario, puesto
que cerca de la mitad de los electores se concentraba en este
departamento. Los resultados favorecieron al candidato de la Coalicin, Enrique Chirinos Soto, recientemente inscrito en el APRA,
y con una larga trayectoria periodstica en La Prensa y luego en
Correo, peridico entonces propiedad de uno de los magnates de
la pesca. Chirinos, con el apoyo de la coalicin y de su prensa, tena todas las ventajas para lograr ese triunfo: su campaa repeta
la que a diario realizaba la coalicin, echndole la culpa a los partidos que apoyaban al Presidente, y a este mismo, de haber llevado
al pas al caos econmico. El cinismo de la campaa de Chirinos
era comparable al del APRA, y su eslogan "no ms impuestos" era
una clara manifestacin del Mismo, dado que a causa de la coalicin, el gobierno haba sido incapaz de dictar toda medida tributaria que tuviera un carcter progresivo.
La derrota poltica de Accin Popular-Democracia Cristiana se
debi al generalizado descrdito en que haban cado estos partidos, gracias a la efectiva accin de la coalicin y al inmovilismo
poltico de Belaunde; a la efectividad de la poltica asistencial del
APRA; y a la constitucin de una tercera candidatura que aglutin
a la izquierda y obtuvo el 10% de los votos; siguiendo la consigna
de varios grupos de la izquierda revolucionaria, el 8% del electo-
los gabinetes, y que se cean a las recomendaciones de los "sabios" de la Alianza para el Progreso. El objetivo aprista estaba a la
vista: apoyar los intereses de sus aliados de la burguesa y desacreditar al gobierno a fin de asegurarse con ellos la victoria electoral en 1969.
La oposicin a esta reiterada solicitud cont con el apoyo de
La Prensa, que extendi sus crticas al gobierno norteamericano
por las recomendaciones que daba la Alianza para el Progreso, y
que no aplicaba en su propio pas. En efecto, La Prensa aduca que
mientras se favoreca el al7a de impuestos directos en el Per, y en
general en Amrica Latina, el gobierno norteamericano se dedicaba a reducirlos en su pas. Claro que este juego demaggico olvidaba decir cules eran las diferencias entre estos pases.
Frente a este revs, el ejrcito dispuso que el ministro de Hacienda, general Morales Bermdez, se retirase del gabinete para
no "quemarse" en una confrontacin con el APRA. Los futuros
golpistas, en pleno movimiento, le tenan reservado otro destino:
el de ministro de Economa en el Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas.
El APRA haba decidido correr el riesgo de vetar a un delegado
de la Fuerza Armada, despus de cerca de cuatro dcadas de sufrir
el veto militar, debido a tener en sus manos los documentos referentes a un cuantioso contrabando en el que se encontraban implicados altos jefes de esa institucin e ntimos del Presidente. El
escndalo que signific ese contrabando determin, an ms, el
descrdito del gobierno y del rgimen poltico. En la Fuerza Armada se cre una situacin de profunda incertidumbre al darse
cuenta que la crisis poltica la arrastraba indefectiblemente. El
peligro de la disgregacin de todo el sistema poltico pareca
repetir, a la letra, las condiciones previas al desastre de 1879.
Una comisin parlamentaria dirigida por un representante
aprista dirigi la investigacin y si bien ste no se sirvi de la documentacin que logr recoger para atacar polticamente al ejrcito, era claro que tena en sus manos las mejores cartas del pker
poltico. En el mes de abril, cuando la Comisin Investigadora del
Contrabando constitua el centro de la atencin pblica, los tres
ministros de las Fuerzas Armadas solicitaron que los militares
inculpados fueran declarados, inocentes, motivo por el que se enta-
bl una acre discusin entre stos y un diputado demcrata cristiano que conformaba dicha comisin, mientras su presidente. el
diputado aprista, callaba. A la salida de una reunin de estos ministros con los presidentes de las Cmaras, un periodista les pregunt si las Fuerzas Armadas vetaban al diputado demcrata cristiano, lo que fue respondido por el ministro de Guerra, de manera
irritada, "esa palabra hay que borrarla del diccionario de la Fuerza
Armada". Mientras algunos observadores consideraron esa expresin como una simple salida del ministro, otros interpretaron que
el Partido Aprista recibira un tratamiento liberal de las Fuerzas
Armadas si a su vez olvidaba la investigacin en marcha.
La alegra entre los apristas fue pblica y notoria y favoreci
que se aceptara una aproximacin al ejecutivo que ste a su vez
haba iniciado. En el mes de junio, despus de las depuraciones
politicas en curso en AP y DC, y de las conversaciones entre los
delegados del Presidente y el APRA se levant el teln del ltimo
acto del gobierno de Belaunde. Para entonces se constituy un
gabinete que, a diferencia de los anteriores era producto de un
acuerdo entre Belaunde y el APRA. El gabinete, para sorpresa general, recibi poderes extraordinarios por un perodo de dos
meses, sin tener que someterse a los controles parlamentarios. Esta nueva situacin, a todas luces anticonstitucional, le permiti al
nuevo gabinete gobernar, dictando cerca de 300 decretos que posteriormente fueron ratificados por las Cmaras (Jaquette, 1971).
En ltima instancia esta nueva situacin fue posible por el tcito
reconocimiento pblico al APRA y la amenaza de un golpe de Estado, que desbaratara sus planes para 1969.
Las medidas econmicas que dict el gabinete presidido por
Oswaldo Hercelles, a iniciativa del ministro de Economa, Manuel
Ulloa, tenan una clara intencin de eliminar los rezagos coloniales y favorecer, tmidamente, a la burguesa "nacional". Estableci
el impuesto al patrimonio, elimin las acciones al portador y las
convirti en nominativas, haciendo posible que el Estado pudiera
controlar efectivamente la recaudacin de los impuestos al capital.
A estas medidas se sum el incremento de las tasas impositivas de
los ingresos personales.
Paralelamente a estas medidas. Ulloa busc restringir la expansin del capital imperialista en el sistema financiero, decretando que slo la banca nacional poda contar con sucursales y absor-
333
al ejecutivo a su propia suerte. E/ Comercio y los sectores radicalizados arremetieron contra el gobierno. En estas circunstancias
el ministro de Guerra declar que las Fuerzas Armadas no intervendran para solucionar el problema poltico. El general Juan
Velasco Alvarado, jefe del Comando Conjunto y que pocos das ms
tarde dirigird el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas,
le sali al encuentro afirmando que "las declaraciones del ministro Gagliardi no tienen validez. Ni las Fuerzas Armadas ni el
Comando Conjunto dependen de un ministro". Es decir, era claro
que la institucin castrense haba definido una lnea de accin
autnoma en relacin al gobierno.
A fines de setiembre el gabinete en pleno se vio precisado a renunciar. Despus de varios das, el 2 de octubre, el Presidente
logr designar uno nuevo. Pero era demasiado tarde para tratar de
realizar una nueva recomposicin poltica; el golpe que se vena
preparando desde febrero fue adelantado a fin de aprovechar la
extrema precariedad del gobierno.
Cuando los militares entraron a Palacio encontraron al Presidente literalmente solo e indefenso. El entusiasmo y apoyo masivo
que Belaunde haba recibido cinco arios-atrs se haba disuelto en
la -marea-antipop-ular, en la sucesin de escndalos y acuerdos
polticos a espaldas de los requerimientos de la inmensa mayora
deja poblacin. De all que las protestas a la directa intervencin
politica de los militares fueran espordicas, dbiles e ineficaces.
As, sin pena ni gloria, acab este gobierno que tantas esperanzas
haba creado. Con l acab igualmente una poca.
El reducido y selecto grupo de oficiales del Servicio de Inteligencia, responsable de ultimar la accin golpista, se vio acuciado
a tomar esta decisin ante el definitivo fracaso del reformismo, la
infamante muestra de "entreguismo" del nuevo bloque formado
por el APRA y la depurada burguesa y, por ltimo, para impedir su
posible consolidacin poltica en las elecciones a realizarse en
1969. Pero, tambin, para impedir el desarrollo del potencial revolucionario que esas situaciones alentaban, de acuerdo a la percepcin e interpretacin militar.
La accin preventiva de la guerra contrainsurgente recomendaba la pronta realizacin de reformas estructurales de ndole nacionalista y comunitaria que favorecieran la integracin poltica
de las masas al aparato estatal, disolviendo su autonoma politica. Slo as, esperaban estos militares, se lograra alcanzar la
esperada integracin nacional. Pero el futuro desarrollo de los
acontecimientos desencadenados por las reformas al desenmascarar su carcter clasista, agudizaron, an ms, la polarizacin de
la sociedad.
A MANERA DE CONCLUSIN
392
Petar Klarn
formando una alianza estratgica con el pequeo pero influyente Partido Demcrata Cristiano (PDC). Fuerte defensor de la reforma agraria, el PDC acept no presentar su propio candidato y respaldar ms bien a Belaunde. A cambio, ste prometi que un integrante del partido encabezara el Ministerio de Agricultura y la
oficina de reforma agraria de su nuevo gobierno.
Belaunde se benefici tambin con el respaldo de la izquierda, buena parte
de cuyos lderes seguan en la crcel, motivo por el cual slo pudo presentar un
candidato insulso. Los militares por su parte seguan a favor de Belaunde en la
medida en que representaba una alternativa a Haya y al APRA, y que asumira
con seguridad su programa de reforma gradual, dirigido por civiles. Con ms de
cien mil nuevos votos del PDC, la izquierda y los bastiones campesinos en el sur,
Belaunde logr una estrecha victoria alcanzando el 36.2 por ciento de la votacin,
contra el 34.4 por ciento de Haya y el 25.5 de Odra. Sin embargo, su partido,
Accin Popular, no logr ganar una mayora en el congreso, lo cual abri el camino a una alianza entre el APRA y la Unin Nacional Odrista del ex-dictador, con
el potencial ominoso de bloquear las reformas del nuevo presidente y frustrar las
expectativas populares de cambio.
Captulo XI
las riendas de un pas que haba vivido un periodo de crecimiento y cambios sin precedentes, pero que an enfrentaba enormes
desigualdades y problemas sociales. Durante la dcada de 1950 y a comienzos de
la de 1960, la poblacin peruana haba crecido a 9.9 millones (un setenta y cinco
por ciento), el producto nacional bruto (PNB) se increment en 180 por ciento,
las exportaciones se cuadruplicaron y la deuda nacional aument diez veces. Con
todo, a pesar de contar con un gobierno relativamente estable, una tasa de inflacin
baja pero en vas de aceleracin, y un flujo sustancial de inversin extranjera (el
mayor de Amrica Latina con la nica excepcin de Mxico), el boom de las
exportaciones de las ltimas dos dcadas que haba alcanzado su punto mximo
en 1962, comenz a descender en adelante. Y si bien el sector manufacturero
mostraba seales de crecimiento, una dcada de elancamiento y tal vez de decadencia en la produccin agrcola domstica estaba forzando al pas a importar
cada ao millones de dlares de alimentos, ello sin mencionar su contribucin altorrente emigratorio del campo a Lima y otras ciudades. En el largo plazo, el gasto en la importacin de alimentos subi de $40 millones en 1940 a $134 millones
en 1965.
El Per, en trminos socio-econmicos, tena a comienzos de la dcada de
1960, tal vez la peor distribucin del ingreso y la ms alta concentracin de la riqueza de todos los pases de Amrica del Sur. Por ejemplo, el cinco por ciento de
la poblacin ms rica reciba un cuarenta y ocho por ciento del ingreso nacional;
ms notable resultaba el hecho de que el diecinueve por ciento se concentrase en
el uno por ciento de la poblacin. En cambio, los dos deciles ms pobres apenas
se repartan el 2.5 por ciento del total.
Esta disparidad de la riqueza y el ingreso se plasmaba tambin a nivel geogrfico. En 1961, el ingreso promedio per cpita era de $280 al ao en la sierra sur,
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Peter Klarn
pero de $870 ($1,230 si incluimos las propiedades) en Lima, con grandes variaciones
dentro de cada regin. Sin embargo, la cifra anterior incluye un sesgo urbano, que
de eliminarse mostrara que el cuartil ms pobre de la sierra fundamentalmente
los pequeos agricultores de subsistencia (un ochenta por ciento del total) ganaba
entre $40 y $120 al ao. Estos agricultores eran fundamentalmente campesinos
indios quechua y aimara-hablantes de los cuales el setenta por ciento era analfabeto
y que en promedio se ganaban la vida con 0.9 hectreas, tres cabezas de ganado
y unos cuantos otros animales, complementados con su desempeo como mano
de obra estacional.
Esta masa de pobres rurales, falsamente pintada por las estadsticas como
unificada y cohesiva, estaba, por el contrario, sumamente fragmentada; se encontraba dispersa por el campo, viviendo en haciendas, aldeas y comunidades, o independientemente como agricultores de subsistencia. Podemos atisbar a estos
pobres del campo como incrustados en una sociedad que constaba de mltiples
pirmides sociales pequeas e independientes, cada una de ellas con una mezcla
distinta de los que eran relativamente ricos y pobres (Webb 1977: 13). Lo que les
mantuvo fragmentados y atomizados a lo largo del tiempo fue un proceso de dominacin social basado en una serie de relaciones jerrquicas verticales con los
hacendados locales (los gamonales), quienes ejercan su influencia, poder y autoridad fundamentalmente a travs de mecanismos tradicionales como el paternalismo
y el clientelismo.
Por ejemplo, los peones de hacienda estaban ligados a los hacendados por
el clientelismo, compitiendo cada uno de ellos por los favores del patrn y por su
proteccin. Los terratenientes ofrecan su proteccin de diversas formas, principalmente frente al Estado, que impona impuestos (la contribucin a la repblica),
levas laborales (la ley vial), o reclutaba arbitrariamente campesinos para el servicio
militar. De este modo, la clase gamonal, que tambin controlaba los gobiernos locales, ejerca un fuerte control social sobre su fuerza de trabajo rural.
La elite terrateniente tena, claro est, mucho que proteger, dado que segn
el ndice Gini de distribucin de la tierra, su control del sistema de tenencia de la
misma era el ms extenso de cincuenta y cuatro pases examinados en 1961. Segn un estimado, setecientos hacendados posean aproximadamente una tercera
parte de los campos productivos del pas. En el otro extremo de la escala social,
un cuarto de milln de familias el veinte por ciento de todas las del campo
laboraba en las modernas haciendas costeas. Otro veintids por ciento (275,000)
eran pequeos agricultores cuyos ingresos cubran toda la gama, desde aquellos
relativamente ricos a los que eran pobres. Alrededor del cuarenta por ciento de la
poblacin viva en comunidades que tenan menos de una cuarta parte de las tierras productivas del pas. Los niveles de ingreso de todas estas familias rurales variaban enormemente. Aquellas que vivan en las ricas haciendas costeas ganaban
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Mientras los esfuerzos oficiales por efectuar una reforma agraria se vean
mayormente frustrados gracias a la oposicin de los crculos oligrquicos en alianza
con el APRA (la Coalicin), comenz a producirse una versin privada o de facto de la distribucin de tierras en ciertas partes de la sierra. Presionados por la
movilizacin campesina e incapaces o sin disposicin para resistirla, muchos terratenientes individuales prefirieron cada vez ms frecuentemente vender sus propiedades, ya fuera in toto o mediante su parcelacin en lotes individuales. Despus de
esta reforma agraria privada, las tierras antes arrendadas se convirtieron en propiedad personal de los compradores campesinos y en consecuencia, el nmero y
porcentaje de minifundistas comenz a crecer sustancialmente en la sierra.
Esta forma de distribucin privada de tierras tuvo un impacto especial en la
Iglesia cuyas rdenes religiosas haban sido tradicionalmente las ms grandes terratenientes del pas. Buscando evitar una confrontacin con los campesinos e influida por un espritu cada vez ms profundo de reforma, la arquidicesis del Cuzco, por ejemplo, emiti una carta pastoral en 1963 que ordenaba la parcelacin
de las haciendas de la Iglesia en trminos favorables al campesinado local. Segn
Burga y Flores-Galindo (1980:92-94), esta reforma agraria eclesistica no slo
pus-o fin al poder tradicional de la Iglesia como terrateniente, sino que sirvi adems para romper la alianza histrica que la una a la clase gamonal en el inters
comn de controlar al campesinado de la sierra.
No obstante estos esfuerzos, la cuestin de la reforma agria qued, en general,
entrampada en una selva de trmites burocrticos y otros obstculos. Entretanto,
el problema sigui ardiendo en medio de la represin gubernamental. En este contexto, un movimiento guerrillero estall repentinamente en 1965. Sus orgenes se
remontaban a las convulsiones provocadas en la izquierda peruana por la Revolucin Cubana de 1959, la ruptura chino-sovitica de 1960 y el surgimiento de una
nueva generacin de estudiantes radicalizados.
Efectivamente, la rpida expansin de la educacin desde mediados de la
dcada de 1950 haba producido un gran nmero de estudiantes en todo nivel. El
crecimiento de la educacin superior fue particularmente asombroso. Por ejemplo,
en 1955 solamente haba seis universidades en el pas, pero su nmero aument
drsticamente a treinta a finales del gobierno de Belaunde, en 1968. Entre 1956
y 1962 se duplic la cantidad de universitarios, pasando de poco ms de 20,000
a casi 41,000, volviendo a duplicarse la cifra a 94,000 en 1968. Al final del mandato de Belaunde, el gasto educativo haba alcanzado casi el cinco por ciento del
PNB y el veinticinco por ciento del presupuesto nacional, situando al Per entre
los pases latinoamericanos, con un mayor nivel de gasto educativo en el periodo
1960-1968.
Previsiblemente, la extraccin social de los estudiantes universitarios se ampli
considerablemente. En 1966, el ex-rector de San Marcos comentaba que la ma-
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Peter Klarn
XI / De la reforma ala revolucin desde arriba, 1963 -1975
yora de los alumnos [de esta universidad] ms del sesenta y cinco por ciento
son de las clases media baja y trabajadora en comparacin con lo que era hace
veinte aos, cuando el noventa y cinco por ciento de los alumnos provena de hogares de clase media y clase media alta. Muchos alumnos de esta universidad
haban llegado de las provincias y, al igual que otros, enfrentaban unas limitadas
posibilidades profesionales al graduarse, as como los fuertes prejuicios culturales
y tnicos prevalecientes entre la elite limea.
Cuando la poblacin estudiantil eclosionaba en la dcada de 1960 y las
frustraciones de los universitarios crecan, el xito repentino e inesperado de la Revolucin Cubana, as como la fragmentacin del comunismo internacional, captaron rpidamente su atencin e imaginacin. Estos sucesos quebraron tambin a
la vieja izquierda, que comenz a dividirse en una serie de nuevos partidos revolucionarios que abrazaban diversas ideologas y programas, desde el maosmo al castrismo. Por ejemplo, tras la ruptura chino-sovitica, el Partido Comunista del Per
(PCP) se dividi y la mayor parte de su ala joven abandon la gida de Mosc para formar el PCP Bandera Roja, de orientacin maosta. Bandera Roja volvi a
dividirse, formando el grueso de sus integrantes el PCP Patria Roja, en tanto que
quienes permanecieron en l se aliaron con los comunistas albanPses. Por ltimo,
un tercer grupo, situado en Ayacucho, form el PCP Sendero Luminoso, que
abrazaba una versin fundamentalista del maosmo.
Entretanto, el ala izquierda del APRA, frustrada por el giro de Haya hacia la
derecha e inspirada por la Revolucin Cubana, rompi con el partido en 1960 y
form el APRA rebelde, que posteriormente se convirti en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Su lder era Luis de la Puente Uceda, el hijo de un
hacendado trujillano y un pariente lejano de Haya de la Torre, que haba sido un
miembro militante y dinmico del movimiento de las Juventudes Apristas. De la
Puente viaj a La Habana poco despus de que Castro llegara al poder en 1959
para asistir a una conferencia y, segn Manrique (1995:305), all conoci a Hilda
Gadea, una ex-dirigente de las juventudes apristas que 'se haba casado con el
Che Guevara. A su regreso al Per, se gradu en derecho en la Universidad de
Trujillo, con una tesis titulada La reforma del agro peruano (1966).
Pronto, l y sus camaradas del MIR estaban listos para emprender un movimiento guerrillero mediante el cual probar la teora insurreccional del foco, desarrollada a partir de la experiencia de Castro en la Sierra Maestra. Este planteamiento,
expuesto en 1960 por el Che Guevara, contradeca la ortodoxia comunista largo
tiempo defendida, afirmando que no siempre es necesario esperar hasta que
existan todas las condiciones para la revolucin; el foco insurreccional puede
crearlas (citado en Gott 1971:381); esto es, una pequea vanguardia guerrillera
puede ganarse el respaldo de los campesinos en un rea aislada y desde all iniciar
una guerra revolucionaria exitosa.
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En 1965, De la Puente y el MIR establecieron su cuartel general en la meseta de Mesa Pelada, en la cordillera oriental de los Andes, cerca del Cuzco y no
lejos de La Convencin, unindoseles otros jefes guerrilleros para planear las operaciones conjuntas de otros dos grupos, el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN),
fundado por Hctor Bjar y con vnculos con el PCP, y Tpac Amaru, una faccin
del MIR dirigida por Guillermo Lobatn. Dos aos antes, el ELN haba enviado
un pequeo grupo de jvenes intelectuales que retomaban de Cuba para que ayudaran a Hugo Blanco en La Convencin. El destacamento inclua a Javier Heraud,
un poeta laureado de veintin aos de edad, proveniente de una familia limea
de clase alta. Cruzando la frontera desde Bolivia, el puado de aspirantes a revolucionarios arrib el 15 de mayo a Puerto Maldonado, en Madre de Dios, pero
fueron detectados rpidamente por las autoridades y arrestados. Heraud y un
compaero lograron huir, pero fueron capturados y muertos al da siguiente por
una cuadrilla de policas y terratenientes locales.
Desafortunadamente para los foquistas peruanos de Mesa Pelada, las fuerzas
armadas peruanas estaban ms que preparadas para hacer frente al inminente
desafo guerrillero. Las tcticas de contrainsurgencia no eran nada nuevo para el
ejrcito y se remontaban a la influencia de las misiones de entrenamiento franreas
anteriores a la Segunda Guerra Mundial, que prepararon a los oficiales a partir de
sus propias experiencias coloniales. Las fuerzas armadas aprovecharon esa preparacin cuando reaccionaron rpidamente a la victoria guerrillera de Castro en
1959. Adems del entrenamiento anti-subversivo desarrollado en la Escuela Superior de Guerra y en el Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), se envi a oficiales a la Escuela de las Amricas de los EE.UU., en la zona del Canal de Panam, as como al Army Special Warfare Center and School (Centro y Escuela del
Ejrcito de Guerra Especial) en Fort Bragg, Carolina del Norte. De hecho, entre
1949 y 1964, 805 oficiales peruanos fueron preparados en la Escuela de las Amricas que, despus de 1960, se orient cada vez ms a las tcticas de contrainsurgencia. Segn Masterson (1991:212), a comienzos de la dcada de 1960, exista
dentro del ejrcito una unidad de contrainsurgencia plenamente equipada y lista
para responder al brote guerrillero dirigido por De la Puente.
As, cuando las guerrillas efectuaron su primera accin en junio de 1965, las
fuerzas armadas reaccionaron rpida y eficazmente al reto. En seis meses, los tres
focos guerrilleros haban sido derrotados en una masiva campaa que cost la vida no slo a De la Puente ya Lobatn, sino tambin a ms de ocho mil campesinos
indios, vctimas de estos enfrentamientos. La derrota de la insurgencia tuvo tanto
que ver con las severas debilidades de las guerrillas, como con la capacidad contrainsurgente de las fuerzas armadas.
Fuertes discrepancias internas dividieron a los grupos que componan el movimiento guerrillero. El MIR y el ELN jams haban coincidido en cuestiones ideolgi-
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cas o tcticas y el PCP de orientacin moscovita, reprimido duramente por el gobierno militar en 1962-1963, jams comprometi sus recursos en la empresa. Sin
mucho respaldo urbano fuera de unos cuantos atentados con explosivos y robos
a bancos, las guerrillas, formadas principalmente por jvenes de clase media de
las ciudades, deban adems enfrentar la barrera lingstica y cultural que les separaba de la masa de campesinos quechua-hablantes a los cuales intentaban instigar. La falta de respaldo campesino podra explicarse tambin por la persistente
esperanza que este sector tena de conseguir una reforma agraria estatal largamente
anhelada, que todava permita vislumbrar la posibilidad de un cambio pacfico
antes que violento. Otros errores tcticos, tales como el establecimiento de un
centro de mando fijo en Mesa Pelada, condenaron a la empresa al fracaso desde
el principio.
Los efectos inmediatos que la propagacin del descontento social tuvo sobre
la produccin agrcola en la dcada de 1960 fueron, por cierto, sumamente negativos. Para empezar, la expectativa de que algn tipo de reforma agraria era inevitable, ya fuera legal o de facto, provoc que los hacendados comenzaran a limitar
su inversin y sus operaciones. La reaccin de un hacendado cajamarquino en
1963 fue tpica:
La Ley de Reforma Agraria pronto ser aprobada y ella ciertamente afectar Da
hacienda] Udima. Por lo tanto debemos planear dedicar toda nuestra atencin en
los aos en que la empresa todava pueda hacerlo, a extraer el mximo excedente
posible del colonaje y del ganado de la hacienda (...] Debemos eliminar los establos y la fbrica de quesos, los alfalfares, los broyectos de recuperacin de tierras,
etc., la compra de concentrados alimenticios y todas las actividades que obligan
a la hacienda a gastar dinero que jams se convierte en ganancias (citado en
Thorp y Bertram 1978: 283).
Merced a razonamientos similares, la agricultura entr en la dcada de 1960 en
una etapa de fuerte cada por el descenso en las inversiones, la descapitalizacin
y la transferencia de activos a otros sectores ms rentables de la economa, tales
como manufacturas, construccin y finanzas. La produccin per cpita de los
cultivos alimenticios prcticamente se estanc a lo largo de la dcada, subiendo
de un ndice de 100 en 1961 a apenas 103 en 1967, y cayendo luego a un mnimo de 99 en 1969, cuando tuvo lugar la arrolladora reforma agraria impulsada
por los militares. El hecho de que en el largo plazo, una reforma agraria propiciara
una agricultura ms eficiente, hizo poco para aliviar esta falta de inversin en el
corto plazo.
Si bien el panorama en el sector agrcola resultaba desalentador en esta dcada, el proceso de industrializacin estaba acelerndose. Podemos rastrear la industrializacin en Amrica Latina desde a la dcada de 1950 y aun antes, cuando
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muchos gobiernos latinoamericanos comenzaron a aplicar polticas de industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) como un medio a travs del cual incrementar tanto el empleo domstico, en particular en las ciudades que estaban
en rpido crecimiento, como el crecimiento econmico, al mismo tiempo que se
prevena el descontento social. El Per se resisti a las polticas de ISI hasta ms
tarde, prefiriendo seguir fiel a su gastada estrategia exportadora de crecimiento
econmico. Sin embargo, la recesin de 1958, las decrecientes oportunidades de
inversin en las exportaciones (fuera de la harina de pescado) y la devaluacin de
la moneda (una proteccin arancelaria de facto) en ese mismo ao, sirvieron para
estimular el trnsito a una poltica econmica basada en la ISI.
Al ao siguiente, el congreso aprob finalmente la Ley de Promocin Industrial de Prado (presentada en 1956), que daba generosos incentivos arancelarios
y tributarios a las empresas industriales. Los inversionistas domsticos y extranjeros
trasladaron su atencin al sector manufacturero una vez que la economa se recuper y el consumo interno comenz a crecer. Una mayor proteccin arancelaria
se alcanz en el gobierno desarrollista de Belaunde, que decret mayores incrementos a las tasas en 1964 y 1967.
Estas medidas ayudaron a estimular la expansin industrial y a diversificar
la economa en la dcada de 1960. Sin embargo, por diversas razones esta expansin industrial no fue integradora ni autosostenida; fue sumamente dependiente
del capital y el know-how extranjeros y, lo que es ms importante, no logr atraer
suficiente capital domstico y con ello mejorar la posicin de una burguesa industrial. Las compaas extranjeras resultaron serias mayores beneficiarias, triplicando sus inversiones en las manufacturas entre 1960 y 1966.
Aunque el desarrollo industrial y la reforma agraria eran elementos importantes en la estrategia desarrollista de Belaunde, la pieza central de su programa era
la construccin de una gran carretera de norte a sur a lo largo de la margen oriental de los Andes. Su finalidad era abrir la regin amaznica a la colonizacin y el
desarrollo, un sueo largamente anhelado por los peruanos desde la independencia
e incluso antes. Tal como fue concebida, la carretera recorrera mil millas de terreno a lo largo de la ceja de selva y generara ramales subsidiarios al este, bajando
por las laderas al vasto bosque amaznico, y al oeste, a la sierra y la costa.
Como arquitecto, el proyecto era cautivante para Belaunde y a lo largo de
los aos se convirti en una especie de obsesin para l, incluso durante su segundo
gobierno, en la dcada de 1980. Los visitantes de Palacio de Gobierno (este autor
inclusive) eran invariablemente llevados a una sala donde se encontraba, elaboradamente dispuesto, un modelo del proyecto con un cdigo de colores para las distintas fases; el arquitecto-presidente iniciaba entonces una animada conferencia,
puntero en mano, acerca de los mritos, problemas y avances de la carretera.
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XI/De la reforma ala revolucin desde arriba, 1963 -1975
Belaunde dio preferencia a este proyecto sobre todos los dems de su programa, incluyendo el de la reforma agraria que tambin apoy. En efecto, abrir un
acceso a nuevas tierras en el Amazonas era polticamente ms fcil que arrancrselas a la atrincherada, aunque cada vez ms dbil, clase gamonal. Polticamente,
la Marginal tena otras ventajas tales como constituir un estmulo al empleo y un
imn para el financiamiento internacional de las agencias de asistencia. El proyecto
tambin era fcil de vender al pblico y a medida que fuera avanzando rendira
presumiblemente un considerable dividendo poltico al arquitecto-presidente. Por
ltimo, encajaba bien con la nueva doctrina de seguridad nacional de los militares
que privilegiaba la adopcin de acciones cvicas y del desarrollismo.
La escala y el costo de la Marginal, cuya ejecucin se estim tomara ms
de veinticinco aos, sugeran asimismo que se iniciaba un periodo de expansin
del gasto fiscal sin precedentes desde la era de Legua, en la dcada de 1920. De
hecho, el gobierno de Belaunde increment fuertemente el gasto gubernamental
no slo en obras pblicas, sino tambin en programas sociales tales como educacin, salud pblica y vivienda. El resultado, segn Cotler (1991: 461), fue un aumento del gasto de 11.5 por ciento del producto bruto interno (PBI) una de las
cifras ms bajas en Amrica Latina en ese entonces a diecisis por ciento en
1968 una de las ms altas en la regin. Y como la Coalicin bloque exitosamente los esfuerzos por subir los impuestos con que pagar tales gastos, el gobierno
recurri a un gasto deficitario, que se increment en noventa y cinco por ciento
cada ao entre 1965 y 1967.
Esta expansin del gobierno constituy un giro considerable para un pas
que contaba con uno de los sectores estatales ms pequeos de Latinoamrica
en las dcadas de 1940 y 1950, e incluso antes. Anteriormente, el estado
oligrquico haba concentrado el gasto principalmente en la defensa nacional y
en el mantenimiento del orden interno (la polica). Por otro lado, el gasto redistributivo estatal fue relativamente insignificante hasta comienzos de la dcada de
1940, e incluso entonces, en el rubro conjunto de salud y educacin, sum un extremadamente modesto 3.8 por ciento del PNB en 1958. Esto era bastante menos
que el promedio de 5.5 por ciento que tenan muchos pases pobres comparables
con el Per en ese mismo ao.
La educacin es un caso destacable. En 1950, el gasto en el sector educativo
sumaba nicamente el 1.6 por ciento del PNB y el catorce por ciento del presupuesto. Una dcada ms tarde, los porcentajes haban subido modestamente a 2.6 y
18.3 por ciento respectivamente, concentrndose el gasto durante el gobierno de
Prado fundamentalmente, como vimos, en la expansin de la matrcula a nivel
secundario y universitario. Las tacas de analfabetismo entre la poblacin de ms
de quince aos disminuy de cincuenta y tres a treinta y nueve por ciento. Para
1960, el crecimiento econmico de la posguerra, la expansin concomitante de
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las clases medias y el incremento de la presin de otros grupos (campesinos, migrantes y sindicatos) haba generado una fuerte y creciente demanda pblica de
educacin a todo nivel. Por ello, el gasto educativo pas a ser uno de los rubros de
crecimiento ms rpido del gobierno de Belaunde.
Dejando de lado la poltica, el Presidente tecnocrtico y de inclinacin desamonista, respaldado por sus
aliados reformistas en las fuerzas armadas y los partidos
polticos progresistas, crea que un sistema educativo ampliado sera la clave del
progreso. Las universidades brindaran el capital humano calificado necesario para fomentar el desarrollo, mantener el crecimiento de la economa y mejorar,
en
general, la capacidad del gobierno. Por otro lado, nadie pareca prever que la economa no se
expandira con la suficiente rapidez como para crear suficientes empleos para el conjunto cada vez mayor de graduados. De hecho,
esta situacin se
produjo justo cuando la economa se estancaba en la dcada de 1960, contribuyendo as a frustrar las expectativas, a la radicalizacin de los estudiantes y al giro
hacia la izquierda del cuerpo poltico en las dos dcadas siguientes.
Estas tendencias, conjuntamente con la crisis poltica y social cada vez ms
profunda del pas, configuraron una nueva generacin de artistas, escritores e investigadores que se vieron marcados tambin por la Revolucin Cubana y la Guerra Fra. Conocida como la Generacin del 50, sta salt cada vez ms al primer
plano en las dcadas de 1960 y 1970, y gener un notable florecimiento cultural
protagonizado por una extraordinaria generacin de poetas, segn Higgins, (1987)
sin parangn en ninguna otra parte de Amrica Latina; cientficos sociales que
promovieron distintas disciplinas, como la arqueologa (Luis Lumbreras), la antropologa y la sociologa (Julio Cotler y Anbal Quijano), la historia (Pablo Macera,
posteriormente Manuel Burga y Alberto Flores-Galindo) y la etnohistoria (Luis Millones, Franklin Pase G.Y.); msicos, dramaturgos y artistas (Fernando de Szyszlo
y Armando Villegas); y lo ms notable, escritores (Mario Vargas Liosa, Alfredo
Bryc Echenique, Manuel Scorza y Julio Ramn Ribeyro) cuyas obras de ficcin
llegaron a un gran pblico internacional por vez primera.
Aunque Belaunde logr lo que deseaba en el tema del gasto educativo a travs del Congreso, no tuvo xito en la mayora de sus restantes iniciativas legislativas.
Cooperacin Popular, el sensato programa presidencial de autoayuda y desarrollo
rural, modelado parcialmente en la Alianza para el Progreso, no reciba generalmente suficientes fondos del parlamento con el argumento de que incitaba a los
campesinos a tomar las tierras. Ya seal cmo el Congreso destruy el programa
de reforma agraria, de modo que pocas tierras fueron jams redistribuidas al
campesinado. Si bien estaba dispuesto a asignar fondos para sus propios programas
partidarios, el parlamento dominado por la Coalicin (sesenta y uno por ciento
de las curules en la cmara de diputados y cincuenta y seis por ciento en el senado) se neg sistemticamente a elevar los impuestos para cubrir los crecientes
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El descontento con Belaunde y el posible ascenso de Haya y el APRA al poder en 1969, no explican por s solos la reorientacin bsica de las fuerzas armadas
y su creciente inclinacin a las reformas. Como ya seal, entre las dcadas de
1930 y 1960 los militares que hasta entonces haban sido una organizacin conservadora cuyos oficiales se extraan principalmente de las clases altas y cuyo objetivo
real era preservar el poder oligrquico, se transformaron en una institucin ms
progresista, basada socialmente en las clases media y media baja y que cada
vez ms propugnaba reformas sociales. Esta transformacin institucional, reflejada
a mediados de la dcada de 1960 en las principales revistas militares del pas, explica el surgimiento de lo que Stepan (1978) denomin un nuevo profesionalismo>,
de las fuerzas armadas, que vean la seguridad nacional en trminos desarrollistas
antes que estrictamente geopolticos y militares. Ya a mediados de la dcada de
1950, y luego en forma ms acelerada con el impacto radical de la Revolucin
Cubana a comienzos de la de 1960, los militares se vieron frustrados por lo que
ellos perciban como un persistente fracaso de los gobiernos civiles para avanzar
ms en la va del desarrollo nacional.
La primera gran manifestacin de esta frustracin y nueva orientacin de
los militares tuvo lugar en 1962-1963, cuando las fuerzas aneadas anularon el resultado de las elecciones nacionales, tomaron el poder y emprendieron una serie
de reformas moderadas. La Junta asimismo sent las bases para la eleccin, al
ao siguiente, de Belaunde, el candidato presidencial de su preferencia, por encima
del proscrito Haya. Sin embargo, el estallido del movimiento guerrillero en 1965
tuvo una profunda influencia en el cuerpo de oficiales, a quien recurri el presidente
para suprimir el movimiento; esta experiencia permiti a las fuerzas armadas
comprobar de primera mano la asfixiante pobreza y opresin del campesinado de
la sierra y afianzar su fe en la crucial interrelacin entre seguridad y desarrollo nacionales. Con el tiempo, sus jefes se sintieron cada vez ms frustrados con los fallidos esfuerzos del gobierno civil de Belaunde de impulsar las reformas y alcanzar
el desarrollo nacional. En consecuencia, algunos elementos del ejrcito, en particular
el Servicio de Inteligencia, que haba estado profundamente involucrado en la
campaa para suprimir las guerrillas, se sintieron cada vez ms angustiados con
los problemas de la reforma agraria, el conflicto entre trabajadores y patrones y
la amenaza a la soberana nacional que, para ellos, representaba la IPC.
El jefe del golpe, que se haba ido gestando a lo largo de varios meses, era el
General Juan Velasco Alvarado, Comandante del Ejrcito y jefe del Comando
Conjunto de las Fuerzas Armadas. Velasco naci en 1910 en Castilla, un suburbio
de clase baja de la ciudad de Piura que aparece en la novela La casa verde, de
Mario Vargas Liosa, donde se narran las vivencias de esta casa, el burdel ms
importante de la ciudad. Fue precisamente este tipo de desprecio estereotipado
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por parte de las elites provinciales, lo que tanto irrit a Velasco durante su niez y
juventud.
Fue uno de los once hijos nacidos de un asistente de medicina, y creci en lo
que l llam u,na digna pobreza, supuestamente yendo al colegio descalzo. Segn
uno de sus amigos cercanos,
[...I desde su niez, en su juventud, l siempre era un lder: en el colegio,
la calle.
Y ha sentido desde nio encame propia probablemente la injusticiaensocial
en
que viva el Per en los aos treinta. Nunca se quej de haber nacido humilde, o
pobre. Eso lo tengo que rechazar enfticamente. Lo que mucha gente ha dicho,
que tena un complejo de inferioridad, porque haba sido pobre, o incluso humilde.
Yo estoy convencido que no. El ms bien peleaba por pequeos detalles de injusticia. Y creo que le motiv, desde pequeo, las injusticias por las que pasaba el Per
[...]. Yo pienso que desde su niez ha sufrido la desesperanza, la injusticia. E incluso, ya disminuido, me dijo: 'Yo senta una lstima' no en el sentido peyorativo
sino porque el destino le haba dado de esa manera. (citado en Kruijt 1991: 116117).
De talla promedio y modales toscos, Velasco recordaba a algunos al ex-presidente
Snchez Cerro, l tambin un oficial del ejrcito e hijo nativo de Flura. En el transcurso de sus carreras militar y poltica, el general sera conocido afectuosamente
como El Chino, en alusin a sus ojos rasgados.
En 1929 Velasco viaj de polizn en una nave chilena con destino a Lima,
minti con respecto a su edad y se enrol en el ejrcito como soldado raso. (Por
error se puso en la lnea de reclutamiento equivocada, puesto que su objetivo era
ser oficial). Posteriormente fue aceptado para estudiar como oficial en la Escuela
Militar de Chorrillos, despus de alcanzar el primer lugar en los exmenes de ingreso. Tras graduarse en cuatro aos con el primer puesto de su clase y con grandes distinciones, Velasco avanz por las filas en forma constante, aunque no espectacularmente. Sus puntos fuertes parecen haber sido una aguda habilidad para medir el talento, sus inclinaciones polticas y, sobretodo, la lealtad potencial de
sus camaradas. Sin embargo, al no haber mostrado ningn don intelectual particular
no fue escogido para asistir al prestigioso CAEM, de orientacin progresista, y por
lo tanto dej su huella como comandante de tropas antes que como oficial de estado mayor.
Aunque sus opiniones polticas no son fciles de encasillar, varios colegas
observaron un fuerte sentido de justicia social en el oficial en ascenso. Segn
Kruijt, el agregado militar de los, EE.UU. en Lima durante el gobierno de Belaunde
mencion que Velasco, a menudo, expresaba su disgusto con la oligarqua terrateniente del pas y la necesidad de llevar a cabo una reforma agraria efectiva. Velasco aparentemente admiraba al General De Gaulle, a quien conoci siendo agregado
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El General Juan Velasco Alvarado (1910-1977) dirigindose a la nacin poco despus de tomar el poder. Reproducido con permiso de la Secretara General de la Organizacin de Estados Americanos.
militar en Pars, no tanto como hroe militar sino como soldado-poltico, ya que
estabiliz al endeble gobierno francs mediante un fuerte liderazgo. Mientras estuvo
en esta ciudad tambin conoci a Haya de la Torre, pero en sintona con la posicin del ejrcito jams mostr mucha simpata por el APRA, al que vea en ese
entonces como un partido esencialmente de derecha.
De otro lado, Velasco fue atrado por la PDC y el Movimiento Social Progresista (MSP), partidos cuyos lderes abrazaban un humanismo cristiano compatible
con su propia perspectiva filosfica. De hecho, Klaiber (1992) afirma que los conceptos ms importantes de los reformistas militares fueron tomados prestados de
la Democracia Cristiana, en particular la idea de una tercera va entre capitalismo
y comunismo. Adems, tal vez debido a su mente militar, ni el socialismo ni el comunismo atraan mucho a Velasco, pero s tena fuertes posiciones nacionalistas,
lo que le hizo adoptar posturas antiimperialistas y anti-oligrquicas. Al igual que
la mayora de los peruanos educados haba ledo a Maritegui, junto con muchos
Por ltimo, debe decirse que Velasco fue impecablemente honesto y un ferviente
hombre de familia que no aceptaba absolutamente ninguna intromisin en su vida privada, pero que s gozaba ejerciendo el poder y las golleras del cargo.
Aunque Velasco encabez el golpe, ste fue concebido fundamentalmente
por sus asociados, varios de los cuales estaban conectados con el Servicio de Inteligencia del Ejrcito. El Plan Inca, como fue denominado, comenz como un
plan de contingencia, del tipo de los preparados, a menudo, por un estado mayor
sobre la poltica nacional. (Fue publicado slo en 1974, siendo reescrito con mucho
mayor detalle para rechazar las acusaciones de la naturaleza improvisada de las
reformas.) El plan fue adquiriendo cada vez ms importancia entre los conspiradores
a medida que la situacin poltica se deterioraba, en particular despus de que en
abril de 1968 el Congreso acusara de corrupcin al gobierno de Belaunde. En general, demandaba grandes reformas estructurales en las reas de industria, tenencia
de la tierra, impuestos, banca y gobierno. Inicialmente, cuatro coroneles prepararon
el plan, pero el grupo finalmente incluy a Velasco ya otros cuatro generales que
trabajaban en el mximo secreto. En los ltimos das de la conspiracin, los planes intelectuales y tcnicos del golpe fueron coordinados en la academia militar
de Chorrillos, bajo el mando del General Edgardo Mercado Jarrn.
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Velasco casi inmediatamente despus del golpe del 3 de octubre. El COAP estuvo
conformado inicialmente por seis coroneles del ejrcito sumamente confiables y
dos coroneles adicionales asignados por los otros dos servicios, pero pronto incluy
a civiles como el socilogo Carlos Delgado; Hctor Cornejo Chvez, jefe del PDC;
y Alberto Ruiz Eldredge, fundador del pequeo pero influyente Movimiento Social
Progresista (MSP). A diferencia de la Junta y de los miembros del gabinetems
conservadores, aunque nacionalistas, los integrantes del COAP eran los representantes ideolgicamente ms radicales de la GRFA. A partir de su papel inicial asesorando al Presidente, los especialistas del COAP funcionaron como los guardianes
polticas del proceso revolucionario. De hecho, con el tiempo su director se convirti
en una suerte de super-ministro, encargado de asegurar que los diversos ministros
y ministerios llevaran a cabo los decretos revolucionarios del Presidente.
La militarizacin del aparato estatal comenz como un esfuerzo por moralizar lo que segn el GRFA era una burocracia no solamente ineficiente y letrgica,
sino tambin plagada de corrupcin y deshonestidad. Se asuma de algn modo
que los valores ticos de las fuerzas armadas encargadas de la misin ms amplia de la defensa nacional e imbuidas por un esprit d' corps profesional eran
inherentemente ms elevados que los de los polticos civiles, de quienes se pensaba
eran incapaces de anteponer los intereses nacionales a las ambiciones personales
egostas y mezquinas. Es ms, una vez que las nacionalizaciones comenzaron a
multiplicarse, los oficiales militares, tanto activos como en retiro, pasaron a ser
tina fuente obvia de personal calificado y confiable para administrar las nuevas
empresas estatales. Ello provoc que a finales del Decenio, entre un cuarenta a
un cincuenta por ciento de los oficiales de mayor jerarqua fueran ejecutivos polticos
y administrativos del gobierno.
Para hacer frente al doble problema de la dependencia y del subdesarrollo,
el nuevo gobierno militar adopt el concepto del Temer Mundo. El Per pas a
ser una fuerza impulsora de la creacin de un Pacto Andino en 1969, diseado
para ayudar a aminorar las tensiones geopolticas y militares, ya crear un mercado
comn con polticas comerciales y de inversin coordinadas, que ostensiblemente
abriran a las manufacturas peruanas el camino a sus pases vecinos. Tambin se
convirti en lder del grupo de los 77, el llamado movimiento de pases no alineados del Temer Mundo. Es ms, en un esfuerzo concertado para poner fin a la
dependencia econmica y poltica de los Estados Unidos, el gobierno de Velasco
diversific sus relaciones internacionales efectuando pactos comerciales y de asistencia (econmica y militar) con la Unin Sovitica y los pases de Europa Oriental,
as como con Japn y las naciones de Europa Occidental. Adems, estableci relaciones con China (antes de ( visita del Presidente Nixon) y se neg a alinearse
con los Estados Unidos en su bloqueo comercial a Cuba. Por ltimo, el Per impuso un lmite territorial de 200 millas nuticas en el Ocano Pacfico, una demanda
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hacendados de la costa y los gamonales de la sierra); eliminar todo potencial descontento e insurgencia campesina (la nueva doctrina de seguridad nacional de los
militares) redistribuyendo el ingreso; y mejorar la eficiencia productiva de la agricultura, que haba sido erosionada desde la dcada de 1960 en un momento de explosivo
crecimiento demogrfico. El General Velasco aadi otra razn ms: generar un
capital excedente adicional en la agricultura para reinvertirlo en la industrializacin
urbana.
La reforma se aplic primero en la costa norte expropiando las plantaciones
azucareras. Pero se hizo en una forma planificada para no poner en peligro el desempeo de estas empresas modernas, rentables e intensivas en capital. Por lo
tanto, su subsiguiente reestructuracin en cooperativas retuvo las eficiencias de
escala al mismo tiempo que se distribua el ingreso de forma ms equitativa. La
creacin de las cooperativas azucareras tambin tena una importante finalidad
poltica, adems de econmica: eliminar el poder poltico de la oligarqua azucarera
largo tiempo reinante y minar al viejo Nmesis del ejrcito el Partido Aprista
cuya base poltica (el slido norte) descansaba sobre la fuerza laboral organizada
de las plantaciones.
Adems de las empresas azucareras, la ley de reforma agraria decret la expropiacin de todas las haciendas de cualquier tamao e importancia y su conversin en cooperativas autoges-tionarias. Aunque los dueos de las haciendas expropiadas fueron compensados con bonos del gobierno a veinte o treinta aos, el monto
real que recibieron se vio reducido fuertemente con el paso del tiempo por la aceleracin de la inflacin. Se crearon dos grandes tipos de cooperativas: las cooperativas agrarias de produccin (CAP), principalmente las grandes haciendas costeas
rentables, y las sociedades agrarias de inters social (SAIS), que comprendan las
mejores tierras de la sierra. Juntas, las CAP y las SAIS conformaban el setenta y
seis por ciento de las propiedades expropiadas; el resto fue distribuido en parcelas
individuales a grupos, cooperativas o comunidades campesinas.
Los miembros de las CAP y de las SAIS eran los antiguos trabajadores permanentes o campesinos de los latifundios, que ahora se convirtieron simultneamente en trabajadores, administradores y accionistas de la empresa. Los eventuales o trabajadores temporales de la costa, y los arrendires de la siena, fueron excluidos de las asociaciones y por ello no fueron incorporados a la reforma. Los
campesinos tuvieron voz en la administracin de las cooperativas a travs de diversas asambleas y consejos, pero el manejo diario y el diseo de las polticas fue
encargado a los tecncratas, agrnomos por lo general, nombrados por el Ministerio
de Agricultura. El gobierno era la nica fuente de crdito externo y de fondos de
inversin para las cooperativas, y despus de 1976 tena el poder de intervenir directamente en el funcionamiento de cualquiera de ellas.
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Las SAIS de la sierra, que comprendan alrededor de una sexta parte de todos los beneficiarios de la reforma, resultaron ser su programa ms problemtico.
Haban sido diseadas para vincular las ex-haciendas con las comunidades campesinas de los alrededores, conservando las mejoras modemas de las primeras al
mismo tiempo que brindaban beneficios a las segundas. Sin embargo, estallaron
serios conflictos sociales en torno a la adjudicacin de las tierras disputadas entre los campesinos de las comunidades que pedan su devolucin, y los que ahora
se beneficiaban de las haciendas cuyo inters, al igual que el de sus antiguos patronos, era conservarlas. Tambin surgieron tensiones entre los administradores
nombrados por el Estado y los miembros de las cooperativas que tenan el poder
de despedirlos cuando lo consideran conveniente.
Los resultados de la reforma agraria fueron mixtos. La hacienda, que haba
sido durante siglos la marca caracterstica del sistema seorial de tenencia de la
tierra en el Per, haba desaparecido ya en 1979. Unos 8.5 millones de hectreas,
lo que representaba el sesenta por ciento del ingreso agrcola del pas, haban sido
adjudicadas a 375,000 familias, esto es el veinticinco por ciento de todas las familias agricultoras. Los claros ganadores con esta reforma fueron los 140,000 extrabajadores de las haciendas costeas altamente capitalizadas y rentables, que
representaban apenas el diez por ciento de todas las familias de agricultores. Se
convirtieron en miembros de cooperativas cuya participacin promedio en la propiedad, segn McClintock (1998: 174), sumaba $1,900, y cuyo nivel de vida en la
primera dcada de la reforma mejor considerablemente. Incluso antes de ella,
su ingreso superaba cuatro veces el de la familia campesina promedio que viva
en las zonas ms empobrecidas de la sierra.
De otro lado, la abrumadora mayora de los campesinos de la sierra el
cuarenta por ciento del total se benefici mucho menos de la reforma. Por
ejemplo, una sexta parte de todos los beneficiarios fueron campesinos de haciendas
serranas mal capitalizadas y atrasadas, que formaron grupos y decidieron recibir
y trabajar sus campos individualmente. E valor de la tierra que recibieron fue en
promedio de $350, una sexta parte del valor recibido por sus contrapartes en las
cooperativas costeas. De igual modo, los campesinos de algunas comunidades
serranas tal vez la tercera parte del total de beneficiarios recibieron algunos
pastizales de haciendas vecinas valorizados en apenas $50 o menos. Por ltimo,
la mayora de los campesinos de la sierra sur, ms pobre y menoscabada, no se
beneficiaron en nada con la reforma. Por ejemplo, McClintock calcula que ste
fue el caso, en 1975, del ochenta y siete por ciento de ellos en Ayacucho, principalmente comuneros; del ochenta y dos por ciento en Apurmac; y del cincuenta y
cuatro por ciento en Huancavelica.
Igualmente problemtico resultaba el hecho de que la poblacin no residente
en las chacras y otras propiedades agrcolas (los eventuales) fuera mayoritariamen-
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zacin de Lima y de otras ciudades a medida que los habitantes del interior llegaban en nmero cada vez mayor a los pueblos jvenes trayendo consigo su cultura. tnicamente, la inmensa mayora de sus habitantes se clasificaban (y todava
lo son) como cholos, un trmino urbano ligeramente desdeoso y condescendiente
para un indio inmigrante reciente o urbanizado (Dietz 1998: 107). Tal vez la
marca distintiva de la cultura chola de Lima era su msica, denominada chicha,
una combinacin de la msica del huayno o danza folklrica andina, y la cumbia
colombiana. La produccin y consumo de msica chicha prolifer y se expandi
a travs de la radio conjuntamente con los valses, huaynos y yaraves andinos y
con la msica criolla, como la marinera; a un ritmo semejante creci el nmero
de compositores, msicos, cantantes y danzantes.
En respuesta a la explosin de los pueblos jvenes en Lima y otros lugares
en la dcada de 1970, el rgimen de Velasco, adems de cambiarles el nombre,
cre una nueva agencia estatal para mejorar sus condiciones de vida y coordinar
los esfuerzos para desarrollarlos. Sin embargo, para desalentar otras nuevas invasiones de propiedad privada, el gobierno militar adopt una lnea dura contra toda
futura invasin de tierras. Con todo, las expectativas populares no pudieron ser
contenidas por mucho tiempo yen mayo de 1971, miles de limeos pobres organizaron una invasin del distrito de Pamplona, que fue enfrentada violentamente
por la polica. Tras un acuerdo de compromiso negociado entre el gobierno y la
Iglesia, los invasores aceptaron mudarse a un nuevo lugar preparado por el gobierno
llamado Villa El Salvador, que alberg ms de cien mil habitantes en el lapso de
un ao. El gobierno inici, asimismo, una campaa para crear centros de desarrollo
comunal en los pueblos jvenes de Lima, abriendo ms de mil en solo dos aos
en la capital y en otras grandes ciudades del pas que brindaban una amplia gama de servicios sociales.
Los resultados de la creacin de estos nuevos centros comunales por parte
del gobierno fueron contradictorios. Por un lado, ellos reproducan y fomentaban
el clientelismo que fue comn en los regmenes oligrquicos de Odra y Prado. Del
otro, provocaron una transformacin revolucionaria al desatar sin querer un movimiento popular incontrolado, que [con el tiempo] ayudara a producir la cada del
rgimen militar mismo (Stokes 1995:36-37). Este movimiento se plasm no slo
gracias al surgimiento espontneo de organizaciones comunales participativas y
autnomas de pobladores de los pueblos jvenes, sino tambin por obra del SINAMOS, que organiz comits vecinales de autoayuda sumamente eficaces, vinculados al Estado.
Sin embargo, una vez,que SINAMOS y el rgimen colapsaron despus de
1975, estas asociaciones de asentamientos tomaron vida propia. Como veremos,
en la dcada de 1980 se convirtieron en genuinas organizaciones autnomas de
base, capaces de enfrentarse a la que sera la ms grande crisis econmica y so-
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cial del siglo. Al mismo tiempo, muchas de ellas seran tomadas o replicadas por
cuadros de los diversos partidos polticos, los marxistas en particular, o por los representantes progresistas de la Iglesia Catlica, que a menudo propugnaban la
teologa de la liberacin.
Como era previsible, la Iglesia haba establecido desde un principio una presencia importante en los asentamientos humanos. Inicialmente, la obra eclesistica
en estos lugares fue concebida como de tipo misional, en tanto que la mayora
de los sacerdotes y del personal religioso que participaban en esta tarea eran extranjeros o financiados desde all. Cada distrito tena un grupo religioso especifico
a cargo, como los Padres de Maryknoll en Ciudad de Dios, o los jesuitas en El
Agustino. Cada parroquia inclua adems una serie de servicios en los pueblos jvenes, entre ellos una posta mdica, un comedor popular, un centro de capacitacin
vocacional y un centro educativo para nios. Este ltimo era particularmente importante puesto que los inmigrantes andinos haban decidido trasladarse a la ciudad no solamente en busca de trabajo, sino tambin en pos de oportunidades
educativas para sus hijos.
En 1968, el mismo ao en que Velasco lleg al poder, la Iglesia nombr a
Luis Bambarn, el progresista obispo auxiliar de lima, como su principal representante en los pueblos jvenes. No sorprende que orRsionalmente surgieran tensiones
entre ambas entidades, dada la superposicin desarrollista entre la Iglesia y el gobierno en los nuevos asentamientos, as como el hecho de que las parroquias pasaron a ser, a menudo, el punto focal de la comunidad. Un temprano ejemplo fue
el breve arresto del obispo Bambarn, despus de que ste expresara su solidaridad
diciendo misa a los invasores de Pamplona en 1971.
Sin embargo, las relaciones entre la Iglesia y los militares reformistas fueron
en general cordiales. En efecto, las reformas fueron respaldadas por la Iglesia durante los primeros aos del gobierno de Velasco, al mismo tiempo que ellas reforzaban las tendencias progresistas que iban transformando a dicha institucin. Estos
cambios ocurridos en la Iglesia en las dcadas de 1960 y 1970, al igual que los
que se dieron en otras partes del continente, fueron estimulados por las encclicas
sociales de los papas Juan XXIII y Paulo VI, las reformas del Vaticano II en 1959,
la difundida revolucin de las expectativas crecientes, el arribo de misioneros extranjeros progresistas, la explosin demogrfica de los asentamientos marginales
y la difusin de la teologa de la liberacin. De hecho, esta ltima fue creacin de
Gustavo Gutirrez, un sacerdote peruano que fue asesor de la conferencia del
Consejo Episcopal Latinoamericano celebrada en Medelln, Colombia, en 1968,
y fue influyente ene! desarrollo de su mensaje social para los catlicos latinoamericanos en las cuestiones de justicia social, los derechos humanos y la dependencia
econmica.
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diante el proceso de nacionalizacin. As, cada sector de la sociedad era supervisado por una pltora de ministerios nuevos o reorganizados, dirigidos por generales.
Entre ellos estaban los de Agricultura, Educacin, Pesquera, Alimentacin, Industria
y Comercio, Energa y Minas, y Transportes y Comunicaciones. SINAMOS, por
ejemplo, manejaba la Confederacin Nacional Agraria (CNA), que creci explosivamente hasta alcanzar ms de un milln de miembros, comprendiendo para 1977
a ms de dos mil comunidades campesinas y quinientas cooperativas. Esta situacin llev a Stepan (1978) a describir el proceso de la revolucin militar como la
reorganizacin de lo organizado y la organizacin de lo apenas organizado.
As como las relaciones de propiedad fueron reorganizadas en la agricultura,
la industria experiment una reestructuracin paralela. En una serie de decretos
diseados para incrementar la produccin y armonizar las relaciones entre los trabajadores y el capital, se cre la comunidad industrial (CI), tanto en el sector nacionalizado o estatal como en el privado. En ste ltimo, por ejemplo, las compaas
con ms de seis trabajadores o $250,000 en ingresos brutos deban reinvertir las
ganancias (en acciones) progresivamente a nombre de sus trabajadores y hasta el
cincuenta por ciento de la propiedad; asimismo, deban ofrecerles un nivel conmensurable de participacin en la administracin y distribuir el diez por ciento de las
ganancias directamente entre ellos. Por ltimo, con las provisiones de la Nueva
Ley General de Industrias se hizo difcil y hasta casi imposible que las compaas
despidieran permanente o temporalmente a sus empleados (llegndose a una
suerte de estabilidad laboral).
Con la implantacin de la ley de reforma industrial, los trabajadores ganaron
una participacin importante en la propiedad de las compaas, as como una
voz significativa en su administracin. Sin embargo, no se logr materializar la esperada expansin de la produccin y la moderacin del conflicto entre trabajadores
y capital; de hecho, el nmero y la intensidad de las huelgas aumentaron. Es
ms, el nmero de trabajadores incluidos en las nuevas CI, que sumaban 3,500
en 1973, result ser una minora privilegiada del total de la fuerza labral potencial.
En el sector privado, por ejemplo, la siempre grande poblacin subempleada y desempleada el creciente sector informal inclusive permaneci fuera de ellas.
En cuanto al sector estatal, donde los trabajadores recibieron bonos antes que acciones en las empresas, apenas 200,000 de ellos, un 4.3 por ciento de la poblacin
econmicamente activa, perteneca a las CI en 1975.
Sin embargo, lo que no estaba claro era cmo se relacionaran los sindicatos
con estas nuevas comunidades industriales de obreros, que ahora tenan una participacin en la propiedad y la administracin. Poco despus de la organizacin
de la CNA en el sector agrcola, el gobierno anunci la formacin del Movimiento
Laboral Revolucionario (MLR), una federacin sindical cooptada que reemplazaba
a las organizaciones obreras existentes en el pas. Tambin se fundaron organizacio-
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contrarrestar el corte de crdito y asistencia de los Estados Unidos luego de la nacionalizacin de la IPC. Slo despus de que el Per aceptara pagar $150 millones
para arreglar todos los reclamos pendientes de la IPC y otras compaas estadounidenses con el llamado Acuerdo Greene, de 1974, consigui que los prstamos de
los EE.UU. estuvieran nuevamente .a su disposicin. Ellos fueron especialmente
decisivos para terminar el estancado desarrollo exportador de las minas de cobre
de Cuajone, antes propiedad de la Southem Pem Copper Corporation.
Otra gran reforma en las relaciones de propiedad, adems de las cooperativas,
las comunidades industriales y las empresas estatales, fue el rea conocida como
propiedad social, creada en abril de 1974. Ella constara por lo menos inicialmente slo de empresns nuevas de propiedad social, financiadas por el Estado
pero sujetas a la autogestin, al reparto de las utilidades ya un gobierno democrtico por parte de todos los trabajadores, temporales y permanentes. Una fuerte
oposicin, la creciente escasez de fondos de inversin pblicos y la exigencia de
que se aplicase la ley a las empresas ya existentes y no a nuevas, provocaron que
las empresas de propiedad social quedaran sin ejecucin una vez que Velasco fuese depuesto del cargo en 1975.
El impulso del movimiento de reformas se vio repentinamente sacudido en
febrero de 1973, cuando el Presidente cay gravemente enfermo con un aneurisma
abdominal que requiri la amputacin de su pierna derecha. Aunque retorn al
trabajo en abril, la preocupacin por su salud plante la cuestin de la sucesin,
perturbando las relaciones con su gabinete a medida que algunos miembros comenzaban a maniobrar para sacar ventajas. Al mismo tiempo que las esperanzas de
una total recuperacin se desvanecan, el Presidente fue perdiendo gradualmente
contacto, primero con sus ministros y asesores, luego con los oficiales de mediano
rango y los subalternos del ejrcito, su principal base de apoyo, y por ltimo con
la opinin pblica en general. Es ms, a medida que su salud segua deteriorndose,
su comportamiento se hizo cada vez ms errtico y su gobierno ms personalista
y arbitrario, sobre todo hacia finales de 1974.
A comienzos de dicho ao, una recesin internacional, desatada por el embargo petrolero mundial de la OPEP de 1973, afect adversamente a los ingresos peruanos procedentes de las exportaciones, de las que dependa tanto la revolucin
de Velasco. Hubo fuertes cadas en los precios mundiales del azcar y el cobre,
combinados con el mal rendimiento de la alguna vez prspera industria de harina
de pescado. En consecuencia, los acreedores internacionales comenzaron a exigir
que el gobierno impulsara un programa de austeridad, justo en un momento en
que el ritmo de las reformas exiga un mayor gasto pblico y las expectativas de
cambio en la opinin pblica se aceleraban. La situacin financiera se vio exacerbada por una serie de problemas econmicos adicionales, entre ellos las enormes
importaciones industriales y de alimentos, el gran gasto en armas soviticas, la re-
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Captulo XII
El retorno a la ortodoxia, la
redemocratizacin y el populismo redivivo,
1975-1990
Morales-Bermdez y la Segunda Fase, 1975-1980
Aunque no fue inmediatamente evidente, el golpe efectuado por el general MoralesBermdez deponiendo a Velasco en agosto de 1975, inici una fase ms conservadora del gobierno militar. Aunque posteriormente ella fuera calificada por un prominente general progresista como contrarrevolucin, tambin puede considerarse
como un cambio de rumbo del rgimen, ahora conocido como la Segunda Fase
para distinguirla de la primera, bajo Velasco. A pesar de que al inicio manifest su
intencin de conservar la revolucin en la misma direccin, sin desviaciones ni
personalismos, Morales-Bermdez intent mantener un curso medio entre los
progresistas velasquistas de izquierda y los generales de derecha, que mostraban
tendencias autoritarias similares a las de los regmenes militares de las vecinas
Bolivia (Bnzer) y Chile (Pinochet). A diferencia de Velasco, el nuevo jefe de estado busc remozar el papel decisorio de la Junta, restando, al mismo tiempo, importancia a su propia posicin para as incrementar las consultas entre las armas
y armonizar los puntos de vista contrapuestos dentro de las fuerzas armadas.
Presionado por los Estados Unidos y por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) en la poltica econmica, Morales-Bermdez, el ex ministro de hacienda fiscalmente conservador, comenz a instituir medidas tendentes a la liberalizacin,
esto es, a reducir el papel del Estado y al mismo tiempo a incrementar el de la
economa de mercado. Hacer esto conllevaba un esfuerzo inicial para lograr que
las empresas pblicas fuesen ms rentables y tomar medidas de austeridad para
reducir el creciente dficit presupuestario, haciendo as frente al problema de pagar
la deuda externa que ahora era de $4,000 millones, y fomentar una mayor inversin
extranjera y privada. El nuevo gobierno pidi a los trabajadores y al pblico en general que aceptara sacrificios tales como la reduccin de los subsidios estatales y
del gasto social, necesarios, segn planteaba, por el inicio de una recesin global.
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de Trabajadores del Per (CG1P) y otros grupos de izquierda. Por ltimo, MoralesBermdez alter significativamente la ley de estabilidad laboral, otorgando a los
empleadores el derecho a despedir trabajadores por razones de rentabilidad o
comportamiento.
La nueva izquierda y las organizaciones de los sectores populares comenzaron
a proliferar y a movilizarse en contra del gobierno a medida que el costo del programa de austeridad se trasladaba cada vez ms a las clases trabajadoras y se
abandonaban los objetivos y programas sociales de la era velasquista. Los orgenes
de la nueva izquierda se remontan a la dcada de 1950 con la formacin del
APRA rebelde, que se convirti en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), y el Ejrcito de Liberacin Nacional (FI N), una escisin del PC controlado
por Mosc. Al mismo tiempo, varios grupos maostas tambin rompieron con el
PC en 1964, tras la tumultuosa ruptura chino-sovitica del mundo comunista. Al
ao siguiente, los ex-militantes de Accin Popular (AP) y diversos trotskistas y
marxistas de las universidades formaron Vanguardia Revolucionaria (VR). Todos
estos grupos tenan en comn sus fuertes crticas al PC moscovita, que vean
congelado en los viejos dogmas y tcticas (Adrianzn et al. 1990). Sin embargo,
en las dcadas de 1960 y 1970 no lograron unirse alrededor de un solo lder o lnea ideolgica.
A finales de la dcada de 1970, la nueva izquierda estaba conformada por
una multitud de estos y otros grupos, tal vez hasta veinte de ellos, que abarcaban
un amplio espectro de ideas radicales, desde el maosmo y la teora de la dependencia, a la teologa de la liberacin y el social cristianismo que segua agitando a la
Iglesia, por no mencionar al velasquismo, el sustento ideolgico de las reformas
de la Primera Fase. Muchos grupos operaban clandestinamente y buscaban reclutar
estudiantes y subalternos a su causa particular.
Un ejemplo de las nuevas y emergentes organizaciones de base fue la Confederacin Campesina del Per (CCP), que surgi en la dcada de 1970 como la
ms grande federacin campesina del pas. La CCF; que contaba con 200,000
miembros en 1977, adopt las tcticas obreras de huelgas e invasiones para apoyar las demandas de tierra de los campesinos excluidos de la reforma agraria. Hubo, por ltimo, un renacimiento de las actividades de los largo tiempo tranquilos
partidos polticos tradicionales, los cuales, con el levantamiento de la censura y el
renacer de la prensa independiente, reclamaron la convocatoria de elecciones y el
retomo al orden democrtico.
Para comienzos de 1977, el rgimen de Morales estaba aislado y polticamente asediado en una serie de frentes: la creciente oposicin pblica se expresaba en
protestas, huelgas y manifestaciones; el FMI insista en medidas de austeridad
an ms draconianas; y los generales de derecha buscaban seguir los ejemplos represivos de Pinochet en Chile o de los generales argentinos que haban tomado el
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restantes dirigentes apristas no eran sino 'satlites' que giraban en tomo a la estrella, iluminados por su luz y fortaleza (Cotler en CHLA 1991, VIII: 4.84).
En el subsiguiente vaco de poder, Armando Villanueva del Campo, jefe del
aparato administrativo aprista, logr ganar a su causa a los jvenes apristas radicales y derrotar a su oponente ms conservador, el parlamentario Andrs Townsend
Ezcurra. Ambos representaban la guardia vieja dominante del partido, que segua
predominando principalmente debido a que Haya apenas hizo un tardo esfuerzo
por llevar al primer plano a dirigentes jvenes como Alan Garca Prez, su secretario
Personal.
De otro lado, la reactivada izquierda prometa un buen desempeo, fortalecida por la creciente militancia obrera y la movilizacin popular de base de trabajadores no organizados en las pobladas barriadas de la capital. De hecho, los
sindicatos tuvieron un papel prominente en forzar a los militares a regresar a los
cuarteles, al haber orquestado varios paros generales exitosos durante la Segunda
Fase. Sin embargo, su potencial en la campaa presidencial qued severamente
comprometido por su crnica tendencia a dividirse, yen ltima instancia la izquierda no logr unirse en tomo a un nico candidato o plataforma.
Dada esta situacin, solamente quedaban dos partidos de centro-derecha:
el PPC, encabezado por Luis Bedoya Reyes, y AR de Fernando Belaunde. Al primero le haba ido bien en las elecciones a la asamblea constituyente, ganando el
24 por ciento de los votos. Sin embargo, no poda esperar igualar dicha cifra
puesto que ella estaba inflada con los votos emigrados de AR que se haba abstenido
de participar. Por otro lado, Belaunde, a quien muchos descartaban como una
posibilidad real, tuvo un retomo sorprendentemente exitoso a la poltica peruana
luego de una docena de aos en el exilio, enseando en los Estados Unidos.
La campaa fue fundamentalmente una carrera de tres: Villanueva (APRA),
Bedoya (PPC) y Belaunde (AP), con la izquierda dividida en cinco listas distintas.
A diferencia de los esfuerzos de Villanueva por restar importancia a su imagen pblica como el viejo lder de los bfalos las infames fuerzas de choque del partido-- y su aura de intolerancia e inflexibilidad, Belaunde busc enfatizar su enfoque no doctrinario y pragmtico pero democrtico y pluralista del arte de
gobernar. Haciendo campaa principalmente en el interior, Belaunde subray sus
obras pblicas pasadas y prometi polticas intencionalmente vagas con las
cuales iniciar una expansin econmica que creara un milln de empleos y beneficiara principalmente a las provincias. Al final, el ex-presidente apareci como una
benvola figura paterna de modales carismticos y caballerosos, y un programa
vago pero reconfortante ,que cautivaba a una poblacin golpeada por aos de
conmociones revolucionarias y crisis econmica.
Los resultados de las elecciones, en las cuales los analfabetos votaron por
vez primera, incrementando el electorado en diecisiete por ciento, fueron sorprenden-
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tes de varias formas. Belaunde gan una mayora sustancial de cuarenta y cinco
por ciento, en tanto que el APRA experiment una fuerte cada a veintisiete por
ciento de su mximo de treinta y cinco por ciento alcanzado en 1978. Su descenso
coincidi con el del PPC, que disminuy de veinticuatro por ciento en 1978 a
quince por ciento, y el de la fragmentada izquierda, que se desplom a catorce
por ciento, menos de la mitad de su votacin en 1978. Los resultados podran explicarse por la muerte de Haya y el fracaso de Villanueva en trascender su imagen
dura y sectaria, as como por la incapacidad de la izquierda para unirse, dejando
poca opcin fuera del ms moderado Belaunde, a quien se prefera al conservador
y pro-empresarial Bedoya.
El segundo gobierno de Belaunde y el surgimiento de Sendero
Luminoso, 1980-1985
Belaunde volvi a la presidencia en 1980 para gobernar un pas que haba cambiado significativamente con respecto al que lo eligi por vez primera en 1963. En
trminos demogrficos, la poblacin peruana haba explotado en las dcadas de
1960 y 1970, prcticamente duplicndose entre 1960 (9.9 millones) y 1980 (17.3
millones). El incremento fue an ms notable en Lima-Callao, que pas de albergar
1.8 millones en 1961 a 4.6 millones en 1981. Un tercio de la poblacin nacional
viva ahora en el rea de la gran Lima metropolitana, y casi la mitad tena menos
de veinte aos de edad.
El flujo migratorio de las provincias a la capital sigui su curso aparentemente
inexorable, estimulado por las dislocaciones de la reforma agraria y la bsqueda
de oportunidades econmicas. Una manifestacin visible de este aumento eran
los inmensos y desparramados pueblos jvenes que rodeaban Lima en tres de sus
lados. El incremento de la poblacin urbana fue impresionante, pasando de representar un cuarenta y siete por ciento de la poblacin a nivel nacional en 1961 a
un sesenta y cinco por ciento en 1985. Lgicamente, ello implic un proceso de
descampesinizacin, o reduccin de la poblacin campesina, en particular entre
el campesinado servil, flotante y comunal que haba sido mayoritariamente excluido
de las reformas de Velasco.
Es ms, las comprehensivas reformas del Docenio y sus repercusiones econmicas haban dejado a la creciente poblacin peruana en una condicin cada vez
ms inestable. Para empezar, la industrializacin dirigida por el Estado tuvo xito
en expandir el sector manufacturero, pero los esfuerzos reformistas militares por
armonizar las relaciones entre los trabajadores y las empresas fracasaron en su
mayor parte. Este fracaso abri el camino a una mayor militancia sindical y a la
ola de huelgas que aceler la retirada de los militares del poder, emprendida por
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DESARROLLAR LA
6tIERRA POPULAR
SIRVIENDO A
REVOLVCid
MUNOiAL
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68.5 por ciento, la de mortalidad infantil 12.8 por ciento, la ms alta en el mundo,
y la expectativa de vida promedio era de 51 aos, una de las ms bajas.
Los alumnos y seguidores de Guzmn en la universidad, claro est, provenan
de este medio. Pero como aspirantes a maestros, la mayora de ellos de antecedentes mestizos o indios, haban escogido una profesin mal remunerada y que, a
menudo, dependa de presupuestos y posibilidades inciertas. Su susceptibilidad al
mensaje revolucionario de Guzmn no se deba nicamente a que buscaban ansiosamente saber del mundo moderno, a travs del cual esperaban abrirse camino a
una vida mejor ms all de la aldea; queran tambin comprender las razones de
su condicin histricamente oprimida en la sociedad seorial que ahora, en ausencia de la antigua clase gamonal de los mistis, estaba sujeta a un nuevo grupo de
opresores: los pequeos empresarios mestizos surgidos para llenar el vaco dejado
por la partida de los hacendados.
En su bsqueda de la verdad se toparon con la versin simplificada que
Guzmn daba de las doctrinas marxista-leninistas, transmitida con el fervor religioso
de un verdadero creyente por lo que resultaba completamente convincente. Si la
educacin haba de ser el vehculo que les liberara de su pasada pobreza y un boleto al mundo moderno, tambin servira para liberarles de su tradicional dominacin
y posicin infinitamente inferior en la clase baja de la "mancha" india. Fticolgicamente es posible que, como sugiere McClintock (1998), estos jvenes seguidores
de Guzmn encajen con el fenmeno de los seguidores de movimientos revolucionarios sedientos de un ideal, en busca de un lder con el cual colmar sus propias
necesidades.
Al mismo tiempo no sorprende, segn sealase Degregori (en Palmer 1992),
que la estructura social rgidamente jerrquica y la cultura poltica autoritaria que
caracterizaba a los Andes del Sur se haya replicado en la relacin entre el lder y
los seguidores en Sendero Luminoso. Organizados en cuadros o cli da sumamente
compactas, los miembros seguan rdenes dictadas de arriba hacia abajo a travs
de una rgida cadena de mando por Guzmn, quien propici un culto a la personalidad de tipo maoista. Por otro lado, el partido ofreca una potente fuente de
identidad y pertenencia a sus jvenes integrantes. En tanto se trataba de un culto
fundamentalista y cuasi-religioso de personas de opinin semejante orientadas a
un objetivo, el partido brindaba la oportunidad de formar parte de una familia sumamente unida de autnticos creyentes, cuyas vidas adquiran un sentido, significado y esperanza en un futuro por lo dems incierto.
Sendero logr tomar la universidad brevemente a comienzos de la dcada
de 1970. Para ese entonces se conoca a Guzmn como el Dr. Shampoo, por su
habilidad para lavarle el cerebro a reclutas potenciales de su movimiento. Sin embargo, no poda permanecer en la sierra por un lapso prolongado por sufrir un serio desorden en la sangre. Para mediados de 1975 era evidente que las reformas
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la inversin privada extranjera. Con este fin, el nuevo gobierno decidi proseguir
con las conservadoras polticas de estabilizacin del gobierno de Morales-Bermdez,
para as reducir la inflacin y ganarse la confianza de los inversionistas. De hecho,
el Per retorn al modelo tradicional de liberalismo econmico anterior a 1968,
basado en un crecimiento de laissez-faire de orientacin exportadora.
Ulloa calculaba que la continua recuperacin de las exportaciones, que se
vena dando desde 1978, sentara las bases para que aproximadamente en un
ao se reiniciara el crecimiento y la creacin de empleos. Su optimismo se basaba
en un inesperado incremento de setenta y ocho por ciento en el ndice de los precios de exportacin entre 1978 y 1980, que haba estimulado las exportaciones y
mejorado los trminos de intercambio. Sin embargo, buena parte de esta mejora
se deba a la finalizacin de proyectos de la era velasquista en cobre (Cuajone) y
petrleo (el oleoducto norperuano), que incrementaron la produccin en un momento de alza de precios. Asimismo, este breve auge mejor gracias a la produccin
ilcita de coca, estimulada por la demanda rpidamente creciente de los Estados
Unidos. Ella no figuraba en el ndice de exportaciones del gobierno, pero en 1982
alcanz un estimado de $700 a $800 millones, siendo el artculo ms exportado
en dicho ao. Con todo, incluso con estas tendencias aparentemente favorables,
la tasa de crecimiento econmico disminuy de 4.5 por ciento en 1980 a menos
de uno por ciento en 1982.
Momentneamente, por lo menos, el gobierno tuvo una breve oportunidad
para contener el dficit y sentar las bases fiscales para reiniciar el crecimiento de
ms largo plazo. La confianza inicial en el programa de liberalizacin y la mejora
en la balanza de pagos, permiti a Ulloa conseguir una transfusin de prstamos
procedentes de agencias y bancos internacionales con los cuales financiar la proclividad de Belaunde a los grandes programas de obras pblicas y conseguir armas
para mantener contentos a los militares. Asimismo, Ulloa tom medidas para reducir an ms los subsidios a los consumidores y proseguir con una serie ele devaluaciones de la moneda, estimulando an ms las exportaciones.
Al mismo tiempo, la mayora gobiernista del Congreso concedi poderes especiales al Presidente para revertir las reformas del Docenio. Sin embargo, dado
que la reforma agraria y la estabilidad laboral haban sido incorporadas a la nueva constitucin, Belaunde nicamente pudo hacer ms estrictas las regulaciones
que regan a las cooperativas agrcolas. Adems, se vendieron algunas pequeas
compaas controladas por el Estado, pero las ms grandes permanecieron intactas,
fundamentalmente por falta de compradores. Mayor xito tuvo el esfuerzo hecho
por el Presidente, iniciado por Morales-Bermdez, de reducir el nmero de empleados
gubernamentales, de modo tal que en algunos ministerios se prescindi hasta del
setenta por ciento de la fuerza laboral. Por otro lado, aunque esto ayud a la poltica del gobierno de reduccin general del presupuesto, con el tiempo, como mosfra-
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can velozmente. Incluso la poltica de Belaunde de elevar el ingreso agrcola, permitiendo que los precios subieran segn el mercado, result finalmente contraproducente, al permitirse que las importaciones baratas de alimentos minaran la produccin y el precio de los cultivos tradicionales peruanos, incluso el de la nativa papa
andina.
A medida que las condiciones empeoraban, el descontento social se inca mentaba y varios paros nacionales estallaron en las ciudades y el campo. Es ms, el
crimen en las calles y la violencia social y poltica crecieron al mismo ritmo. Por
ejemplo, el nmero de crmenes reportados subi de 123,230 en 1980 a 152,561
en 1985. Se hicieron ms frecuentes actos terroristas tales como los asesinatos
polticos por parte de Sendero Luminoso, as como el secuestro de empresarios y
otras personas acaudaladas: la marca de un nuevo grupo llamado el Movimiento
Revolucionario Tpac Amaru (MRTA).
El MRTA tom su nombre del rebelde dieciochesco que encabez un masivo
levantamiento indgena en contra de la corona espaola y que fue descuartizado
en el Cuzco en 1782. A diferencia del maosta Sendero Luminoso, el MRTA, que
comenz sus operaciones a mediados de 1984, estaba inspirado en la Revolucin
Cubana de 1959, en particular en la estrategia foquista del Che Guevara. Sus
orgenes se remontaban a pequeos grupos de izquierda escindidos que no haban
sido absorbidos por Izquierda Unida (IU), organizada en 1980, como luego veremos,
y que contaban con vnculos remotos con el APRA Rebelde de la dcada de 1960,
ye! velasquista Partido Socialista Revolucionario (PSR) de la dcada de 1970.
Aunque recibi entrenamiento y respaldo en Cuba, el MRTA era fundamentalmente nacionalista; de forma tradicional, identificaba al imperialismo, sobre todo
a los Estados Unidos, como el principal enemigo; y extraa sus lderes de la clase
media urbana, sobre todo entre los universitarios. Su supuesto estratgico subyacente consista en la idea de que, bajo el tambaleante Belaunde, el gobierno democrtico durara poco y un golpe militar forzara a IU a pasar a la oposicin armada, y
por lo tanto, a los brazos del MRTA. Los primeros blancos de sus ataques con explosivos en la capital incluyeron la embajada estadounidense, el Citibank y restaurantes de Kentucky Fried Chicken. Se estima que en su momento cumbre, a mediados de la dcada de 1980, el movimiento cont con unos tres mil guerrilleros
en el campo.
A medida que las condiciones sociales y econmicas se iban deteriorando,
se hizo inevitable una reaccin poltica contra el Presidente y sus medidas. Ella
lleg en las elecciones municipales de 1983, cuando Alfonso Barrantes, la cabeza
de la recin creada IU, fue elelido como el primer alcalde marxista de Urna. Los
orgenes de IU se remontaban a la transicin a la democracia en 1980, cuando
los partidos marxistas tradicionales del pas decidieron tomare! camino electoral
al poder. Paradjicamente, esta decisin abri la va revolucionaria al ms funda-
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mentalista y extremista Sendero Lumino, uno de los pocos grupos que segua
comprometido con la lucha armada. Sin embargo, cada vez fue ms claro que
para competir eficazmente en la arena electoral, la pltora de partidos y facciones
izquierdistas tendra que conformar algn tipo de frente unido. Barrantes, un exaprista, logr este objetivo en 1981, fundando IU y logrando juntar una gama de
moscovitas, maostas, guevaristas y cristianos social-progresistas.
En su eleccin como alcalde dos aos ms tarde, Barrantes tuvo una gran
votacin en las barriadas y distritos obreros de Lima, que ahora daban cuenta de
la mitad de los votos de la capital. IV tambin gan la mayora de las alcaldas en
la sierra centro y sur. En cuanto al APRA, ste mostr una fuerte recuperacin a
nivel nacional de su opaco desempeo en las elecciones presidenciales de 1980,
recogiendo el treinta y cuatro por ciento del voto popular, seguido por IV con
treinta por ciento. En cambio, AP nicamente recibi el doce por ciento en Lima
y el quince por ciento a nivel nacional. Juntos, el APRA e IV consiguieron un
abrumador sesenta y tres por ciento de la votacin, contra el treinta y dos por
ciento de la coalicin gobernante de AP y el PPC.
Ambas agrupaciones ganaron bastante atacando la poltica econmica del
gobierno orientada al extranjero y su falta de sensibilidad social, por los pobres
y los desempleados. Asimismo, declararon su oposicin al pago de la deuda externa y presionaron para lograr una poltica de reactivacin econmica inmediata.
Sin embargo, la recuperacin electoral de la izquierda con respecto a su debacle
de 1980, no se debi nicamente a la crisis econmica, sino al exitoso esfuerzo de
unir diversos partidos y facciones en IV, con una nica lista de candidatos. La rehabilitacin del APRA puede, asimismo, atribuirse al surgimiento de una nueva
generacin de dirigentes, encabezados por su secretario Alan Garca Prez, quien
abri el partido a nuevos sectores y regiones. Haciendo n llamado moderadamente
progresista a favor del cambio, el nuevo APRA liderado por Garca busc captar
exitosamente a sectores de la clase media desilusionados con Belaunde y qu deseaban un cambio social, pero que teman al ascenso de la izquierda marxista.
Belaunde tambin sufri un creciente descontento interno dentro de su propia
administracin y partido proveniente principalmente de los representantes provinciales de AR quienes resentan el predominio de los Chicago Boys y del ala internacionalista del partido en lo que respecta a la economa. Esta poltica, sostenan, favoreca los intereses de las grandes empresas concentradas en Lima, pero
ignoraba los problemas del desarrollo regional del cual Belaunde tanto haba hablado al promover su candidatura en 1980.
Con un gobierno incapaz o sin inters por brindar mayores servicios sociales
ante el deterioro de las condiciones socioeconmicas, las actividades de las organizaciones populares de base y autoayuda se intensificaron en los distritos marginales
de la capital. Ya vimos que el surgimiento de estas organizaciones en la dcada de
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1970 en los pueblos jvenes tena su origen en las organizaciones que llevaban a
cabo las invasiones de tierras, y en los esfuerzos tanto de la Iglesia como del Estado por brindar servicios a estas ciudades satlite que crecan explosivamente a nivel demogrfico. Los esfuerzos estatales a favor de los residentes de los pueblos
jvenes disminuyeron precipitadamente despus de la cada de Velasco y de que
las reformas militares llegaran a su fin.
Tras la democratizacin, los partidos polticos, sobre todo el APRA y la izquierda, as como las organizaciones no gubernamentales (ONG), pasaron a llenar
el vaco. Los primeros obviamente vieron una oportunidad poltica para organizar
y reclutar seguidores al reemplazar, por parcialmente que fuera, la presencia estatal
en los pueblos jvenes. An ms, las filas de los trabajadores organizados ya comenzaban a ralear debido a la incapacidad de sus dirigentes para impedir los despidos masivos que se iban haciendo cada vez peores a medida que se agravaba la
crisis econmica de la dcada de 1980. Al entrar a los pueblos jvenes, la izquierda
y los trabajadores buscaban reabastecer su decreciente base poltica a travs de
los esfuerzos por ayudar y captar seguidores en el creciente sector informal de la
economa, ubicado en esas zonas.
Un ejemplo sumamente exitoso fue el Programa del Vaso de Leche, impulsado
en 1984 por la municipalidad de Lima, controlada por la izquierda y el alcalde de
IV, Alfonso Barrantes. El programa garantizaba un vaso de leche diario para cada nio e involucraba a la comunidad en una amplia red de distribucin basada
en los Comits de Vaso de Leche (CVL) locales, abiertos a nivel distrital. En 1988
haba 7,458 CVL tan solo en Lima.
Al mismo tiempo, existen numerosos ejemplos de la respuesta espontnea
de la poblacin frente al deterioro de las condiciones econmicas y sociales en los
pueblos jvenes. Acaso al verse enfrentados con una crisis, los peruanos no haban adoptado creativamente el sector informal como una forma de sobrevivir a
la cada del sector formal? Del mismo modo, los residentes de los pueblos jvenes,
encabezados a menudo por mujeres, respondieron creando organizaciones vecinales
cooperativas de autoayuda para as hacer frente a la crisis econmica. Por ejemplo,
a comienzos de la dcada de 1980 proliferaron las cocinas populares en los barrios de los pueblos jvenes, organizadas y administradas por mujeres que compraban alimentos en gran nmero y preparaban grupalmente comidas de bajo precio
para los integrantes de la colectividad. Frecuentemente asistidas por ONG, la Iglesia y las agencias de asistencia internacionales, mas no por el gobierno, las cocinas
populares se propagaron en Lima y por todo el pas, de modo que en 1988 haba
643 tan solo en la capital. Al mismo tiempo, surgi un pequeo grupo de mujeres
dirigentes polticas en los pueblos jvenes, como Esther Moreno, quien fuera alcaldesa de Independencia de 1983 a 1989.
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Esta tendencia era un reflejo de la cada vez ms activa presencia de las mujeres en diversos niveles de la sociedad peruana durante las dcadas de 1970 y
1980. De hecho, en este momento surgi un movimiento femenino que inclua
activistas polticas de los partidos, mujeres de los barrios y feministas de clase media, muchas de las cuales eran el producto de la expansin del sistema universitario
en las dcadas de 1950 y 1960. La universidad se haba convertido en un punto
focal para las nuevas formas de expresin y activismo de las estudiantes, promoviendo, entre otras cosas, la igualdad y una mayor participacin de las mujeres en
la sociedad. Este componente de clase media del emergente movimiento de mujeres
poda remontar sus races hasta comienzos de siglo, e incluso antes.
Por ejemplo, Denegri (1996) y otros autores han resaltado a un grupo de escritoras surgidas en la segunda mitad del siglo XIX, que insistan en el derecho de
las mujeres a contar con una mejor educacin, a ser odas en la esfera pblica y
a tomar la pluma adems de la maternidad. Entre ellas estaban la periodista Carolina Freyre de Jaimes, quien dirigiera en Lima la revista femenina El lbum en
las dcadas de 1860 y 1870 (lo que sugiere un pblico femenino); la novelista
Juana Manuela Gorriti, una contribuyente regular de la revista y una temprana
feminista; y la cuzquea Clorinda Matto de Turner, la fundadora de la novela indigenista, pero que tambin prepar un libro de texto para la enseanza de literatura
al bello sexo.
Sin embargo, la madre del movimiento femenino moderno del Per fue la
activista aprista Magda Portal (1903-89). Segn Castro-Klarn, ella defini un
nuevo perfil para la mujer como poltica y escritora. Su autobiografa Ser mujer
en el Per (1979) narra sus luchas por incorporar importantes reivindicaciones feministas al programa del partido en la dcada de 1930, tales como el derecho al
sufragio; ellas rindieron fruto veinte aos ms tarde, cuando las mujeres ganaron
el derecho a votar y se les concedi el ingreso a las fuerzas armadas.
Como seala Blondet (1995), a mediados de la dcada de 1970 el movimiento femenino beba intelectualmente de varias fuentes nuevas, entre ellas el discurso
feminista de la Conferencia del Ao Internacional de la Mujer (1975) en Mxico y
la teologa de la liberacin, sobre todo la conferencia de los obispos en Puebla en
1979, as como la continua influencia de diversos movimientos revolucionarios en
Cuba y China, y la izquierda poltica en general. Trabajando juntas o por separado,
las mujeres de las barriadas, las feministas de clase media y las activistas polticas
comenzaron a manifestarse pblicamente en pos del cambio. Sus protestas se
vincularon con la crisis econmica de la Segunda Fase e incluan demandas de
mejores condiciones de vida, subsidios y provisiones alimenticias para sus nacientes
organizaciones, y el fin a la violencia domstica. En un sentido ms amplio tambin
estaban relacionadas, claro est, con asuntos derivados de los cambios sociales
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Noel y Moral, nombrado primer comandante cvico-militar de la zona de emergencia, las fuerzas de contrainsurgencia del ejrcito siguieron, en esencia, la tctica
de la represin indiscriminada practicada por los sinchis, aunque en forma mucho
ms devastadora y eficiente. Esta represin, junto con el creciente nmero de ataques de los senderistas, tuvo como resultado un nmero mucho ms elevado de
bajas, principalmente civiles inocentes cogidos en el fuego cruzado, que crecieron
de 2,800 en 1983 a 4,300 en 1984. El general Noel inici tambin una poltica de
organizar y armar a las milicias o rondas campesinas, para as apoyar y asistir a
las comunidades que se oponan a Sendero. Otra de sus estrategias, inspirada en
la Guerra de Vietnam, fue la de reubicar a las poblaciones campesinas de zonas
difciles de defender en la puna, a los llamados pueblos estratgicos a menor altura, fortificados por el ejrcito.
Entretanto, la campaa terrorista de asesinatos y atentados explosivos de
Sendero iba ganando impulso en otras partes del pas. Los blancos eran funcionarios estatales, entre ellos alcaldes y gobernadores; funcionarios y proyectos de desarrollo; instalaciones de transportes y comunicaciones; centros mineros; instalaciones elctricas, estaciones de polica y cuarteles militares. Segn Durand (1994:
114), el nmero de ataques subi de 219 en 1980 a 2,050 en 1985, totalizando
ms de seis mil a lo largo del periodo y causando un estimado de $2'139,542 de
prdidas econmicas. Un indicio de la difusin de la violencia senderista es el hecho de que para 1983, ms de la mitad de los actos terroristas reportados se cometieron fuera de la regin de Ayacucho,
El costo creciente de la campaa de represin militar provoc las crticas de
los grupos de derechos humanos y la izquierda, sobre todo despus de la masacre
de ocho periodistas en la remota aldea de Uchuraccay, cerca de Huanta, el 26 de
enero de 1983. Ampliamente reportada en la prensa nacional, tema de una comisin investigadora oficial y objeto de una amplia cobertura internacional por parte
del afamado escritor peruano Mario Vargas Liosa, quien dirigi la comisin, la
masacre de Uchuraccay sirvi para intensificar el creciente debate nacional sobre
las violaciones a los derechos humanos cometidas por el ejrcito, que incluan
acusaciones de racismo y explotacin de la poblacin indgena. Incluso en los crculos militares se alzaron voces influyentes que cuestionaron la poltica antisubversiva del gobierno. Por ejemplo, el General Adrin Huamn, comandante de la zona de emergencia que reemplaz al general Noel a comienzos de 1984, declar en
agosto que los militares no lograran contener la insurgencia sin ayuda social, econmica y humanitaria del Estado para ayudar a la poblacin empobrecida de la
regin. De hecho, Huamn estaba proponiendo ganar la guerra mediante un incremento en los esfuerzos de ayuda y desarrollo, diseados para ganarse a la poblacin civil. El gobierno destituy al general de su mando dos das despus de
sus declaraciones.
Peter Klarn
laboral industrial y desmovilizado a los sindicatos, el APRA haca tiempo que haba perdido el control del movimiento obrero a manos de la izquierda e IU. Por
ejemplo, la Confederacin de Trabajadores del Per (CTP), de orientacin aprista,
ahora apenas representaba el diez por ciento de los trabajadores organizados. Por
esta razn, Garca calculaba que la mejor oportunidad para la recuperacin electoral
de su partido estaba en la captacin de los informales. Adems, esta estrategia
servira para revertir la debilidad histrica del APRA en Lima, donde jams haba
ganado siquiera una mayora.
El joven aspirante aprista aadi otro sector no tradicional a su versin revisada de la coalicin populista: el campesinado, al cual perciba como estratgicamente vinculado al sector informal de base urbana a travs del fenmeno de la
emigracin. Al no estar ya encerrado en la difunta estructura de hacienda, el
campesinado tambin era accesible a las modernas tcnicas de campaa. Garca
calculaba que constitua el setenta por ciento de la poblacin junto con los informales, pero ganaba apenas el veinticinco por ciento del ingreso nacional. En trminos
que recuerdan una retrica populista pasada, Garca se refiri a esta mayora popular como los olvidados y como el futuro de la nacin, proponiendo revertir
su condicin mediante la creacin de empleo, medidas redistributivas y asistencia
social (Cameron 1994: 42-46). Del mismo modo, el candidato aprista revivi el
trmino oligarqua, favorito del populismo, que segn l haba sobrevivido a la
reforma agraria bajo la forma de unos poderosos grupos financieros de elite, aliados con la banca internacional.
Al mismo tiempo, Garca busc ampliar su atractivo en la clase media, en
particular entre quienes haban conformado el ncleo del respaldo a Belaunde en
1980, pero que ahora estaban desilusionados con el fracasado Presidente. Para
alcanzar este objetivo, Garca oblig al partido a exorcizar la imagen de su pasado
sectario y abrirse a nuevos estratos y regiones, sobre todo a los sectores no apristas
de la clase media. Por ejemplo, el APRA elimin el saludo de tipo fascista con la
mano izquierda, y reemplaz su Marsellesa de corte marcial con el vals Mi Per. Es ms, en los discursos de su campaa, Garca subray el compromiso del
partido con todos los peruanos, eliminando el maniqueo lema partidario de slo
el APRA salvar al Per. Aunque el giro de Garca a un pblico ms amplio caus cierto resentimiento interno entre los militantes del partido, ste result ser altamente exitoso cuando el APRA logr una victoria abrumadora en las elecciones
municipales de 1983.
Durante la campaa presidencial, que comenz en serio en 1984, Garca,
de treinta y cinco aos, fusion el nfasis en el pragmatismo, la capacidad tcnica
y la conciencia social; todo' ello diseado para atraer a una clase media ansiosa
de un cambio pero temerosa de una alternativa marxista ms radical. Con este
fin, present al APRA como un partido social-demcrata, una fuerza moderada-
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mente progresista que era capaz de mover al Per hacia delante. En trminos especficos propuso la integracin de la poblacin india, enfatizar el desarrollo rural,
la descentralizacin del gobierno (siempre una cuestin popular afuera de Lima)
y la ayuda a los pobres. Por otro lado, propuso al crucial sector empresarial-industrial, otra parte populista de la alianza pluriclasista, dar la espalda a las fracasadas
polticas neoliberales del rgimen belaundista y una mayor participacin estatal
en la reactivacin del crecimiento, pero abandon la vieja inclinacin aprista a la
nacionalizacin de las industrias. Al mismo tiempo, Garca identific al FMI como
un enemigo principal y pidi que los pagos de la cada vez ms inflada deuda nacional se limitaran a no ms del veinte o veinticinco por ciento.
Aunque el APRA revisado, liderado por el enrgico y carismtico Garca, rpidamente se convirti en el contendor favorito para ganar las elecciones, el partido
tuvo que hacer frente a un imponente desafo de la izquierda, ahora relativamente
unida bajo Alfonso Barrantes Lingn e IU. Aunque Frejolito, como se llamaba
afectuosamente a Barrantes, representaba la cara ms moderada de la izquierda,
su postura le trajo una presin considerable del ala radical del frente. Es ms, la
plataforma de IU era ms especfica que la del APRA, pidiendo explcitamente la
nacionalizacin de la Southem Peru Copper Corporation, la revisin de los contratos
petroleros con el extranjero, una moratoria selectiva de la deuda y la nacionalizacin
de la banca. Este programa, aunque era popular entre su clientela tradicional en
los sindicatos, las organizaciones de base de los pueblos jvenes y las federaciones
campesinas, despert los temores de la clase media y de los sectores empresariales
que la moderacin de Barrantes no logr calmar. Al final, el nuevo APRA de Garca logr ocupar el centro poltico y con ello ganar la eleccin.
En un sufragio record del noventa y uno por ciento de la poblacin elegible,
Garca obtuvo el cuarenta y siete por ciento de la votacin, contra el veintids por
ciento de Barrantes, el doce por ciento de Bedoya (PPC) y apenas algo ms del
seis por ciento de Alva Orlandini (AP). El ala centro-izquierdista no solamente-haba ganado una victoria sobresaliente con casi el setenta por ciento de la votacin,
sino que adems la derecha haba sufrido una aplastante derrota con apenas el
dieciocho por ciento. El llamado de Garca al sector informal fue notablemente
exitoso, ya que su votacin en los pueblos jvenes se duplic de veinte por ciento
en 1980 a cuarenta por ciento en 1985. Sin embargo, incapaz de alcanzar la mayora del cincuenta por ciento necesaria, Garca evit una segunda vuelta nicamente
cuando Barrantes, quien ocupaba el segundo lugar, se retir. Un anlisis postelectoral revel que Garca haba logrado romper los tradicionales lmites regionales del
APRA en el norte, al ganar decisivamente en los pueblos jvenes de lima, en
Cuzco, Puno y la selva.
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El gobierno de Garca:
de la ortodoxia a la heterodoxia, 1985-1990
Garca contemplaba un cuadro econmico sombro mientras se preparaba a asumir
la presidencia en julio de 1985. Era claro que las polticas ortodoxas de Belaunde
haban fracasado por completo. En general, el nivel de vida real haba cado fuertemente sobre una base per cpita, de $1,232 en 1980 a $1,055 en 1985. Solamente en el sector pblico, el salario mensual haba descendido de $230 en 1980
a $97 en
1985. Es ms, el desempleo y el subempleo se haban disparado, de modo que segn algunos estimados, en 1984 apenas el treinta y cinco por ciento de
la fuerza laboral se consideraba adecuadamente empleada. El desempleo, los
cortes de los subsidios de los alimentos y la reduccin de los gastos en salud y
educacin, empeoraron visiblemente las condiciones de los pobres. Una estadstica
particularmente reveladora mostraba que en 1985, el consumo per cpita de caloras en el pas era de apenas 1,781, contra las 2,400 caloras diarias recomendadas por los organismos internacionales de salud. En Ayacucho, la cifra era de
apenas 1,271, habiendo empeorado sustancialmente despus de la sequa de
1983 en la sierra sur, de modo tal que un grupo ecumnico de la Iglesia report
casos de hambruna entre el campesinado de subsistencia.
Entretanto, los acaudalados hacan bastante ms que sobrevivir evadiendo
impuestos, dolarizando sus ingresos para proteger sus activos de la inflacin y
remitiendo su capital a refugios seguros fuera del pas. De igual modo, la economa
informal o mercado negro sigui creciendo rpidamente, con el efecto negativo
de bajos salarios, falta de beneficios y la prdida de rentas tributarias del Estado.
La estrategia defensiva tal vez ms notoria comprendi el surgimiento ilcito de la
industria cocalera.
La produccin y el consumo de la coca fueron, claro est, un rasgo tradicional
de la sociedad india durante siglos. Se usaba no slo con fines rituales, sino tambin para calmar los efectos del trabajo y el hambre a gran altura. La produccin
estuvo concentrada en los valles subtropicales de la selva y las laderas orientales
de los Andes, en el departamento del Cuzco, sobre todo en Lares y La Convencin,
desplazndose luego ms al norte entre las dcadas de 1940 y 1960. Sin embargo,
el boom de la produccin de coca data de la dcada de 1970, cuando el crecimiento sumamente grande de la demanda de cocana en los Estados Unidos llev
a los narcotraficantes colombianos a la regin del valle del Huallaga a organizar
la produccin y exportacin. Los principales centros de la floreciente industria llegaron a encontrarse en el alto Huallaga y en la ciudad de Tingo Mara, a unos
250 Km. al noreste de Lima. A finales de la dcada de 1980,1a mitad de la oferta
mundial de pasta bsica de cocana el denso compuesto verdoso de hojas de
coca aplastadas y kerosene con el cual se elabora la cocana provena del Per.
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se trataba del movimiento guerrillero ms acaudalado de toda la historia, una posicin que solidific a comienzos de 1987 cuando tom el pueblo de Tocache,
'que haba reemplazado a Tingo Mara como la capital cocalera del pas. Por el
momento, al menos, el alto Huallaga era una tierra liberada y una autntica
fuente de dinero para el avance de la rebelin senderista.
Entretanto, unas altsimas expectativas populares recibieron la entrega de la
banda presidencial rojiblanca a Garca en las Fiestas Patrias de 1985. A los treinta
y seis aos, Garca era el presidente ms joven en la historia del pas y haba recibido la ms grande votacin popular jams registrada. Asimismo, haba conducido
al partido ms antiguo del pas al poder por vez primera en sus seis dcadas de
historia. Esta victoria despert grandes esperanzas entre los militantes apristas
que se aprestaron a recibir el botn estatal que durante tanto tiempo les haba sido
negado. De otro lado, los desafos que el nuevo presidente deba enfrentar no tenan precedentes. La economa estaba hundida en lo que poda sostenerse era la
peor depresin en un siglo, una situacin que ayudaba al rpido avance de Sendero.
Es ms, la poblacin peruana no slo era la tercera ms pobre de Amrica del
Sur (despus de Bolivia y Paraguay), sino que adems era, en promedio, ms joven, empobrecida y urbana que una dcada antes. Estas condiciones llevaron al
resurgimiento de la izquierda desde 1980 la cual, cristalizada en IU, constitua un
formidable reto opositor para el nuevo gobierno en el parlamento.
El da de la inauguracin del Congreso, Garca esboz su estrategia y su programa econmico. En su discurso, el Presidente reafirm su concepcin de la existencia de una pirmide social, desarrollada por vez primera en su folleto de campaa
El futuro diferente, segn la cual el Per estaba organizado en la cima por un sector privilegiado conformado por los trabajadores organizados y los empleados estatales. La atencin del gobierno deba concentrarse, ms bien, en el setenta por
ciento de la poblacin situada en la base de la pirmide: los ambulantes y los residentes de los pueblos jvenes, de un lado, y del otro los campesinos pobres y necesitados de lo que llamaba el Trapecio Andino. Su gobierno, a travs de una estrategia poltica que bautiz como reactivacin social productiva, se propona
tomar medidas que estimularan la economa en beneficio de esta mayora
marginada.
Al mismo tiempo, Garca vea la necesidad de que el Estado defendiera la
propiedad privada y la iniciativa individual, de modo tal que las clases empresariales
se animaran a reinvertir en la economa para as alcanzar el crecimiento. En suma, el nuevo Presidente se propona audazmente emprender el cambio y la reforma
social de las mayoras pobres sin alienar a la elite empresarial, que era crucial para el progreso econmico. Apost a que esta ltima aceptara este plan de tipo reformista, habiendo vivido ya la debacle de las polticas ortodoxas de Belaunde y
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notoriamente angosto y laxo del pas, uno de los peores de Amrica del Sur. Por
ejemplo, en 1987, apenas 800 grandes compaas (de 10,000) daban cuenta del
setenta y cinco por ciento de los impuestos recaudados por el tesoro y tres veces
ms ecuatorianos y doce veces ms chilenos (en relacin a la poblacin total)
presentaban declaraciones juradas que los peruanos. Un estudio calcul que en
1987 la evasin tributaria lleg al 4.4 por ciento del PBI, el equivalente al cuarenta
por ciento del total del ingreso tributario. Los empresarios evadan las leyes tributarias
con regularidad, pues nadie haba sido enjuiciado y enviado a prisin, o visto sus
empresas cerradas por el gobierno.
Otra seal de los problemas por venir era la demora en despegar la concertacin del gobierno con los empresarios. En consecuencia, a mediados de 1987 an
no haba ningn indicio de que la inversin privada un factor crucial para extender los dos aos de recuperacin estuviese creciendo. Es ms y como era de
esperar, no hubo un incremento neto en el flujo de los prstamos externos al Per.
El lmite en el pago de la deuda por parte de Garca hizo que los bancos estadounidenses declararan valor deteriorado a sus prstamos peruanos, y que el FMI declarara inelegible al Per para futuros emprstitos. Resulta interesante que el pago
de la deuda en 1986 lleg a trece por ciento, aproximadamente el mismo monto
que Belaurtde pag en 1985. Por ltimo, la balanza de pagos se deterior a medida que las importaciones suban, en tanto que las exportaciones permanecan relativamente estancadas.
Entretanto, las relaciones cvico-militares sufrieron ciertas alteraciones durante
los dos primeros arios del gobierno de Garca. En general, las fuerzas armadas
asumieron una actitud positiva con respecto al nuevo presidente. La vieja enemistad
con el APRA haba quedado efectivamente enterrada con la aparicin de una
nueva generacin de oficiales, y durante la campaa electoral, la moderacin de
Garca pareca preferible a la perspectiva de una victoria de Barrantes e IU. Al
mismo tiempo, los militares recibieron bien su postura nacionalista con respecto
al pago de la deuda, y el anuncio hecho poco despus de asumir el mando de una
poltica exterior no alineada.
Sin embargo, la reaccin a sus polticas especficas fue mixta. Garca estaba
decidido a intentar afirmar el control civil sobre las fuerzas armadas, durante largo tiempo un sueo elusivo pata los demcratas en un pas en el cual la intervencin
militar en la poltica era endmica. La oportunidad surgi al aparecer evidencias
de la participacin del ejrcito en una serie de masacres en Accomarca. Garca
reaccion rpidamente, cesando al jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, al comandante de la regin central en Urna y al de la Zona de Emergencia
de Ayacucho. Aunque esta actitud no tena precedentes en un mandatario civil,
no redujo significativamente el poder de las fuerzas armadas ni tampoco alter su
relacin fundamental con las autoridades civiles. La fuerza area tambin se dis-
gust cuando Garca redujo a la mitad una orden de compra de veintisis cazas
Mirage 2000. Esto explica el golpe abortado del general Luis Abram Cavallerino
en abril de 1987, en la base area de Las Palmas.
Inicialmente, Garca tambin busc enfatizar el lado desarrollista y de defensa
de los derechos humanos de la estrategia antisubversiva seguida portas fuerzas
atinadas. Sin embargo, buena parte de la ayuda estatal prometida para el Trapecio
Andino jams se materializ. Y el nfasis puesto en conseguir que los militares
mostraran mayor control en las violaciones de los derechos humanos fue minado
por la masacre de 250 prisioneros senderistas amotinados, detenidos en las prisiones
de Lurigancho y El Frontn, efectuada por el gobierno el 19 de junio de 1986.
La oposicin militar a Garca creci an ms con su intento, realizado en
marzo de 1987, de crear un nico ministerio de defensa fusionando los de las tres
armas en un nico puesto en el gabinete. En la prctica, esta fusin habra reducido
considerablemente el poder de la marina y la fuerza area, las cuales se opusieron
vigorosamente a la propuesta. Sin embargo, a pesar de esta oposicin a las polticas
de Garca, el nuevo presidente logr conservar la iniciativa en las relaciones cvicomilitares mientras sigui siendo popular (su aprobacin pblica subi a noventa
por ciento a los seis meses de iniciado su gobierno). Al mismo tiempo, el establishment militar consigui retener el veinte por ciento del presupuesto nacional (cinco
por ciento ms que educacin y catorce por ciento ms que los servicios de
salud). Esta proporcin sumaba $106 per cpita, tres veces el gasto promedio per
capita en todas las dems naciones sudamericanas en 1988, segn Doughty (en
Hudson 1993).
Adems, Garca tuvo cierto xito en hacer frente a un problema fundamental
que haba afectado al Per durante buena parte de su historia: el dominio de Lima y el sistema de gobierno altamente centralizado. Aunque podemos remontar
este problema al establecimiento de la corte virreinal y el gobierno colonial en el
siglo XVI, el lugar central de Lima en la vida peruana se acentu debido a que all
se concentr ms de la tercera parte de la poblacin total del pas desde mediados
del siglo XX. La fuerte expansin del Estado durante el gobierno de Velasco, conjuntamente con la concentracin del comercio y la industria en la capital (que representaba alrededor de las dos terceras partes de la produccin industrial y los
salarios totales del pas), contribuyeron an ms al predominio de Lima en la vida del pas. Para quienes vivan en las provincias, claro est, la primaca de la capital fue tanto una bendicin, en la medida en que Lima atrajo un flujo cada vez
mayor de inmigrantes en busca de una vida mejor, como una maldicin, puesto
que la ciudad consuma y monopolizaba una parte abrumadoramente desproporcionada de la riqueza y los recursos de la nacin.
Desde su fundacin, el partido aprista aunque no solamente l busc
hacer frente a este problema. La regionalizacin form parte de su programa ori-
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Para contrarrestar los exitosos esfuerzos pastorales de la Iglesia entre la poblacin indgena, Sendero Luminoso se vio forzado a alterar su tctica establecida
de asesinatos e intimidacin de los funcionarios locales, y adoptar medios polticos
de persuasin ms tradicionales para ganarse as seguidores locales influyentes en
la regin. De otro lado, en la zona cocalera del alto Huallaga, en San Martn, la
influencia senderista sigui esparcindose rpidamente en 1985-1986.
Para 1985 Sendero tambin haba ingresado a Lima con una campaa de
sabotajes que, entre otras cosas, caus numerosos apagones que provocaron,
conjuntamente con los frecuentes atentados explosivos y asesinatos, una creciente
sensacin de temor y aprensin entre la poblacin en general. En mayo de 1986,
una serie de asesinatos, que culmin con la muerte de un almirante, hizo que los
oficiales superiores exigieran al gobierno que declarara Lima como zona de emergencia. Asimismo, Sendero inici un esfuerzo concertado por infiltrar organizaciones
cvicas tales como los sindicatos, las organizaciones magisteriales y los grupos de
mujeres.
El atractivo senderista en Lima iba bastante ms all de las clases populares
cada vez ms pauperizadas, captando tambin a los sectores frustrados y socialmente descendentes de las clases medias. Esta atraccin era particularmente fuerte
entre jvenes muy bien educados cuyas aspiraciones profesionales se vean frustradas cada vez ms por la crisis econmica. De hecho, McClintock (1998) correlacion
el nmero rpidamente en alza de los graduados de las universidades en la dcada
de 1980, con las cada vez menores oportunidades de empleo adecuado a sus calificaciones. Por ejemplo, a diferencia de otras crisis econmicas, el nivel de desempleo entre este segmento de la poblacin era el doble que en el resto de la poblacin.
Es ms, entre los cada vez peor pagados trabajadores del sector pblico, Sendero
gan bastantes adeptos; particularmente entre los maestros, cuyo salario mensual
se redujo hasta apenas $90 a fines de la dcada, las dos terceras partes de lo que
haba sido diez aos antes. En este contexto, los senderistas encontraron en las
universidades lugares particularmente frtiles para reclutar una generacin de jvenes sin esperanza.
Adems de la gama usual de adolescentes alienados atrados a un movimiento
de este tipo, Sendero tambin capt nios de hasta ocho aos y a mujeres. Los
primeros, conocidos como los hurfanos de la revolucin, eran tan impresionables
que resultaban fcil presa para los sofisticados mtodos de propaganda de Sendero.
En cuanto a las mujeres, a menudo eran empleadas fructferamente como sirvientes
domsticas e informantes, brindando, segn Masterson (1991:278), la informacin
confidencial necesaria para los atentados contra miembros de alto nivel del gobierno, el APRA y el ejrcito.
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que Garca haba calculado que sera ampliamente favorable al anuncio, mantuvo
una actitud, por lo general, negativa. El anuncio adems gener una feroz oposicin
poltica, permitiendo que resucitase la derecha poltica, que yaca mayormente
moribunda desde el aluvin electoral de Garca en 1985.
Incapaz de conseguir que la medida fuera aprobada por un congreso renuente
y con la prdida fundamental de la confianza empresarial, Garca sufri una gran
derrota poltica justo en el momento en que la economa continuaba deteriorndose.
Por ejemplo, entre enero y diciembre de 1987 la inflacin subi de una tasa anual
de sesenta y cinco por ciento a 114.5 por ciento. Es ms, el boom impulsado
por la demanda de 1986 descendi en el transcurso de 1987, de modo tal que la
tasa de crecimiento anual de 7.5 por ciento fue mucho ms elevada al comienzo
del ao que a su fin. An ms preocupante era el fuerte giro del supervit comercial:
las reservas, debido principalmente al alza de las importaciones, pasaron de un
supervit de $1.2 billones en 1985 a un dficit de $521 millones en 1987, el ms
alto desde 1981. La condicin fiscal del gobierno tambin empeor a medida que
la recaudacin fiscal caa pero el gasto apenas bajaba ligeramente.
Para revertir estas tendencias adversas, el gobierno abandon sus polticas
heterodoxas por otras ortodoxas. Cambios de polticas tan radicales, caractersticos
de los gobiernos peruanos por ms de un cuarto de siglo, han hecho que los economistas se refieran al efecto pendular como un factor importante que ha contribuido al pobre rendimiento econmico peruano en este periodo. Se hizo un esfuerzo
por hacer las paces con la comunidad financiera internacional, reunindose los
representantes del gobierno con el Banco Mundial y conversando sobre el reinicio
de los pagos, con la esperanza de conseguir nuevos prstamos. En octubre de
1987 el gobierno devalu el inti en veinticuatro por ciento y anunci el primero de
una serie de paquetes de austeridad progresivamente ms severos, decretados en
los siguientes dieciocho meses. Sin embargo, preocupado por el costo poltico de
la cada de su popularidad y como reaccin a las luchas burocrticas y a las disputas de su gobierno en torno a las polticas a seguir, Garca moder cada paquete
en un intento de hacerlo ms tragable polticamente. Esta poltica de gradualismo
hizo poco por contener la espiral inflacionaria, la desaceleracin econmica o la
cada de los salarios. Por ejemplo, segn Graham (1992: 109), la tasa de inflacin
se dispar de una tasa anual de 360 por ciento en el primer trimestre de 1988, a
casi 7,000 por ciento en el segundo, la ms alta en la historia moderna del Per.
Dado que las condiciones seguan deteriorndose, en septiembre de 1988
Garca finalmente acept abandonar su poltica de austeridad gradual por un tratamiento real de shock, que comprenda una masiva devaluacin del setenta y
cinco por ciento; ajustes fiscales tales como alzas de precios (el de gasolina se
cuadruplic, los de los productos farmacuticos se sextuplicaron) e impuestos
ms elevados; y una contraccin monetaria que consisti en la duplicacin de las
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tasas de inters. Sin embargo, ni siquiera esto bast para detener el alza de la inflacin y fue necesario otro paquete de austeridad an ms duro en noviembre,
que entre otras cosas devalu el inti a 500 por dlar.
El costo social de estas medidas de ajuste, que en realidad no contribuyeron
mucho a contener la espiral hiperinflacionaria, fue enorme. Con los precios ahora
fuera de control, la tasa anual de inflacin alcanz un rcord de 1,722 por ciento
en 1988, roto slo un ao despus con 2,776 por ciento. Al mismo tiempo, el
PNB se contrajo en casi nueve y doce por ciento en los mismos aos. En consecuencia, el ingreso real cay veintids por ciento entre 1987 y 1989, bajando a los niveles de la dcada de 1960. Asimismo, escasearon los productos de primera necesidad, a la par que largas filas de amas de casa hacan cola para conseguir huesos de vaca y pollo, grasa de cerdo y cabezas y colas de pescado. Los consumidores
simplemente no podan comprar otras partes de los animales, que luego se malograban por falta de compradores. El ingreso anual de una unidad domstica en
Lima se contrajo en sesenta y cuatro por ciento entre 1987-88. El ndice de
empleo (1979 = 100 por ciento), que en los primeros dieciocho meses de Garca
subi a 104.5 por ciento, cay entonces a 96.1 por ciento (yen las manufacturas
de 101.3 por ciento a 88.2 por ciento). En 1990, el setenta por ciento de la fuerza
laboral estaba desempleado o subempleado.
La situacin fue igualmente grave en las zonas rurales. La agricultura, que
experiment una modesta recuperacin (un crecimiento anual de 3 por ciento) en
la primera mitad del gobierno de Garca, vivi ahora un colapso en mercados y
precios, haciendo que el ingreso de las los agricultores se derrumbara. Los trminos
de intercambio en la agricultura se hicieron marcadamente negativos a medida
que la demanda de productos agropecuarios descenda en las ciudades, y el precio
de insumos como los fertilizantes se disparaba. Es ms, el muy promocio-nado
programa de Garca de crdito para los agricultores se contrajo, al quedarse los
programas del gobierno sin dinero. En 1989 la produccin agrcola se redujo
marcadamente despus de haber crecido en los dos aos anteriores, provocando
carestas en las ciudades y haciendo que fueran necesarias las costos importaciones estatales. El arroz, por ejemplo, usualmente una mercanca con supervit, tuvo que importarse desde Corea del Norte.
La crisis cada vez ms profunda causada por los paquetes de ajuste estructural
de Garca qued revelada con las crecientes evidencias de una difundida desnutricin. Segn un estudio, menos de la mitad de la poblacin ganaba lo suficiente
($48) en un mes como para comprar la canasta mnima de bienes necesarios para una subsistencia adecuada. Ms de 6.5 millones de personas ni siquiera ganaban
lo suficiente ($31 al mes) para consumir el nivel mnimo de caloras necesarias
para evitar la desnutricin. Su incidencia era particularmente aguda entre los nios pequeos, y la tasa de mortalidad infantil se increment sustancialmente.
477
Los esfuerzos del gobierno para aliviar el impacto de los paquetes mediante su
Programa de Compensacin Social, iniciado en abril de 1989, tuvieron muy poco
efecto por la ineficiencia burocrtica y la falta de recursos. Sin embargo, las ONG
con financiamiento externo y las organizaciones de base de autoayuda (las cocinas
comunales y los programas del Vaso de Leche), incrementaron su asistencia en
los pueblos jvenes de Lima y otros lugares.
La reaccin popular al impacto del shock fue relativamente tranquila. Las
convocatorias hechas por la Confederacin General de Trabajadores del Per para un paro nacional en octubre, y nuevamente en diciembre, apenas recibieron un
respaldo limitado de los trabajadores. Muchos obreros estaban tan ajustados que
eran reacios a sacrificar la paga de un da, en tanto que otros teman perder su
puesto si no se presentaban a trabajar. Tambin haba un considerable temor a
que toda demostracin o marcha laboral en las calles fuese reprimida violentamente
por el gobierno. Con todo, el nmero de huelgas individuales subi de 579 en
1985 a 815 en 1988. Las ms severas se dieron en el muy golpeado sector pblico,
entre obreros municipales, maestros, trabajadores de salud y mineros, cuyos salarios
haban cado debido a la crisis financiera del Estado y la economa.
Uno de los principales beneficiarios con esta difcil situacin fue, claro est,
Sendero Luminoso, el cual sigui ampliando sus operaciones en zonas tanto rurales
como urbanas. Su mayor xito lo obtuvo en el alto Huallaga. En 19881a produccin
de coca de la regin haba al-. n'izado un estimado de 10,000 toneladas en ms
de 250,000 hectreas, empleando tal vez a un cuarto de milln de personas. Los
esfuerzos del gobierno para inducir a los agricultores a que la reemplazaran con
otros cultivos como caf, arroz, maz, cacao o frutas, no funcionaron ni siquiera
al caer el precio de la coca debido al exceso de oferta en los Estados Unidos. Y
cuando los precios agrcolas se derrumbaron con la recesin de 1988-89, los agricultores, de hecho, dejaron los cultivos tradicionales por la coca.
El final de la dcada de 1980 tambin vio un desplazamiento en el procesamiento de la coca, de los laboratorios a lo largo de la frontera colombiana a otros
situados en zonas dentro del Huallaga, que estaban ms cerca de las fuentes de
aprovisionamiento. En 1987 se estimaba que la regin produca $1 billn de dlares anuales, el doble del valor de las exportaciones de cobre. De hecho, la coca representaba aproximadamente el cuarenta por ciento del valor de las exportaciones
y un veinte por ciento del PBI agrcola. Para que los dlares se convirtieran en inlis, la industria bancaria se expandi rpidamente al Huallaga; segn Crabtree
(1992: 196), aviones repletos de dlares de la regin eran transportados a Lima a
cambio de su equivalente en intis.
Para Sendero, el control del Huallaga era ahora una clave de su estrategia
global, al brindar una fuente disponible de hombres, armas y dinero a partir del
cual conseguir un equilibrio, o paridad estratgica con las fuerzas armadas del
478
Peter Klarn
pas. Sin embargo, antes de alcanzar este fin deba enfrentarse al MRTA, dirigido
por el ex-aprista Vctor Polay Campos, un viejo compaero de estudios universitarios
de Garca. El MRTA tambin haba puesto la mira en la riqueza potencial del
Huallaga y se haba establecido all para intentar sacar una tajada de las recompensas financieras de la industria cocalera. Ambas fuerzas guerrilleras chocaron
en Tocache a comienzos de 1987, y Sendero inflingi una gran derrota a su rival.
En el Primer Congreso del partido, celebrado en 1988, se produjo una modificacin fundamental en la estrategia guerrillera senderista. Tras sostener que se
haba avanzado lo suficiente en el campo, Guzmn concluy que la organizacin
deba ahora despla7ar su atencin a las ciudades, y a lima en particular. Sin embargo, la decisin fue aparentemente muy controvertida y provoc la oposicin
de una faccin encabezada por Augusta La Torre, la esposa de Guzmn, quien
argument que Sendero Luminoso an no estaba listo para un movimiento tan
audaz y que sera exponer el liderazgo de la organizacin prematuramente.
En consecuencia, Sendero intensific sus operaciones en Lima, sobre todo
con tcticas terroristas tales como los atentados con explosivos, una de las principales caractersticas de su guerra psicolgica que buscaba desmoralizar a la poblacin.
Tal vez su mayor impacto en las ciudades fue el paro armado, desarrollado primero
en Ayacucho. La tctica giraba en tomo a la amenaza de violencia contra cualquiera que intentase ir a trabajar despus de que la organizacin hubiese declarado el
paro. Esto result particularmente efectivo contra los choferes de mnibus y colectivos, que teman sacar sus vehculos a las calles, frustrando as los intentos de los
trabajadores de dirigirse a su centro de trabajo.
La desaprobacin de Garca en las encuestas sigui precipitndose a medida
que Sendero avanzaba y la economa segua deteriorndose, descendiendo en
una de ellas de noventa por ciento a menos de diez por ciento en diciembre de
1988. Su posicin en el APRA tambin fue descendiendo. Por ejemplo, en el decimosexto congreso partidario en 1988 fue pifiado y silbado, y se eligi secretario
general a Luis Alva Castro, su rival ms importante, quien albergaba ambiciones
presidenciales.
El precipitado desplome presidencial en las encuestas de opinin pblica
cre, obviamente, un espacio tanto para la izquierda como para la derecha. IU
celebr su Primer Congreso en enero de 1989, en medio de una gran esperanza en
las elecciones municipales venideras, a finales de ao, yen las elecciones parlamentarias y presidenciales programadas para 1990. Sin embargo, ellas se evaporaron
cuando una divisin fundamental entre moderados y radicales, que se vena incubando desde 1987, se hizo irreconciliable. En trminos generales, los moderados,
encabezados por Barrantes, eran ms tolerantes con el APRA y se oponan intransigentemente a Sendero Luminoso, en tanto que los radicales tomaban la posicin
opuesta. Incapaces de ponerse de acuerdo con respecto a la composicin de un
479
CAPTULO 6
En ese sectarismo se inscriben desde el lema de las primeras dcadas apristasi slo el APRA salvar
al Per, hasta las tesis ms recientes de la izquierda marxista sobre el proletariado como clase de
vanguardia o el partido nico como rgimen poltico.
Vase el documento del mismo nombre, fechado en 1975.
334
La simbologa de purificacin, renacimiento y salvacin es profusa en los discursos de Guzmn previos al inicio de la lucha armada. Vase: La nueva bandera, Sobre tres captulos de nuestra historia. y Somos los iniciadores..
337
Los FACTORES QUEHICIERONPOSIBLEELCONFLICTO
336
338
s
'e
El entrelazamiento de estas inequidades y discriminaciones produjo una creciente percepcin de agravio en el polo pobres-provincianos-serranos-ruralescholos/indios. Esta percepcin se volvi ms dolorosa desde mediados del siglo
pasado, conforme se aceleraron muchas veces para quedar luego truncos los
procesos de modernizacin en el pas. De ellos, los ms significativos fueron:
3o
Ntese que, precisamente en Ayacucho, los principales movimientos sociales en las dcadas
previas al estallido del conflicto armado no fueron conflictos por tierras, sino vinculados a
demandas educativas. El primer Frente de Defensa del Pueblo surgi en Ayacucho alrededor de
la defensa de las rentas de la Universidad de Huamanga y, durante sus primeros aos, tuvo una
fuerte influencia de quienes despus conformaran el PCP-SL. Luego, en 1969, cuando la gratuidad
de la enseanza secundaria se vio amenazada por un decreto supremo del gobierno militar, se
produjeron masivas movilizaciones en Huamanga y en Huanta.
Todo lo anterior alude a un proceso de modernizacin desigual, hecho de intentos desperdigados, intermitentes y muchas veces truncas, sea por la ausencia
de una visin de conjunto y de largo plazo entre las lites polticas, empresariales
e intelectuales que condujeron el pas; sea por el entrampe poltico y/o las insuficiencias de proyectos nacionales que, de haber sido exitosos, hubieran logrado al
menos un desarrollo econmico sostenido que ampliara significativamente el
mercado interno y propiciara una mayor integracin del pas en sus diferentes
planos: econmico, social, simblico. Al no haber sucedido algo as, existan:
Capas sociales sensibles a propuestas de ruptura radical con el orden establecido.
En especial, pero no nicamente se trataba de jvenes provincianos, mestizos, con educacin superior al promedio. Algunos sectores, desperdigados
por todo el pas se sentan en una tierra de nadie ubicada entre dos mundos: el tradicional andino de sus padres, que al menos parcialmente ya no
compartan; y el urbano-criollo, que los rechazaba por provincianos, mestizos o cholos. Entre ellos, una minora se sinti atrada por un proyecto
que debido a su coherencia absoluta los libraba de un presente que les
ofreca escasas satisfacciones y demasiadas incertidumbres.
reas geogrficas donde emprender su tarea. Especialmente las reas ubicadas
en una suerte de limbo entre la modernidad instalada ms que nada en el
discurso poltico y en las expectativas, y el atraso y la pobreza ya desligados del orden tradicional dentro del cual haban sido soportables y habituales por largo tiempo. Estas fueron las reas ms golpeadas por el conflicto.
LOS FACTORES INSTITUCIONALES
A esta sociedad le correspondi un Estado poco legitimado. Hasta la dcada de
1970, la ley, el orden jurdico y el Estado republicano mismo eran cuestionados
desde el paradigma revolucionario, que consideraba a la democracia representativa una forma vaca de contenido y subestimaba derechos y libertades individuales considerados burgueses. A la democracia formal se le opona la democracia real, que slo poda alcanzarse dentro de un Estado democrtico popular o
socialista, construido a travs de una revolucin que, para la mayora de partidos
de izquierda de la poca, slo poda triunfar por la va violenta.
La vigencia del estado de derecho era tambin cuestionada desde la derecha
por una larga tradicin de pronunciamientos militares. En las cinco dcadas previas al estallido del conflicto armado interno, el pas tuvo slo 14 arios de gobiernos democrticos. Esa fragilidad expresaba modos de pensar y de hacer poltica,
que consideraban natural un orden vertical y excluyente, impuesto recurriendo
a la violencia cuando fuera necesario.
La ausencia de partidos conservadores y liberales con propuestas nacionales,
y leales al sistema democrtico, favoreci esta endeblez ciudadana y, como contraparte, propici el papel activo de los militares en la vida poltica y reforz su
condicin de institucin tutelar.
340
La guerra fra redobl este cuestionamiento, reubicando las viejas tradiciones militaristas del continente en un nuevo contexto y enmarcndolas dentro
de una nueva doctrina de seguridad nacional, impulsada enrgicamente por los
Estados Unidos en la regin. En la estela de la revolucin cubana (1959), una
oleada de movimientos subversivos armados sacudi Amrica Latina. La
respuesta fueron golpes militares y dictaduras represivas. En el medio quedaron
legtimas aspiraciones de transformacin y democratizacin. En la dcada del
70, slo Costa Rica, Venezuela y Colombia tenan gobiernos que cumplan con
mnimos estndares democrticos en Amrica Latina.
A la modernidad trabada le correspondi un embrionario desarrollo de la
ciudadana. En el Per, la conciencia de tener y ejercer derechos se desarroll de
manera desigual. El sufragio universal slo se instaur con la Constitucin de
1979. En realidad, slo se celebraron elecciones municipales en 1963 y 1966, convocadas por el primer gobierno de Fernando Belaunde. Su continuacin, interrumpida por el golpe de 1968, hubiera permitido la ampliacin del ejercicio ciudadano, el traspase de responsabilidades y recursos, y una mayor presencia del
Estado en el plano local. Fue por esa falta de ejercicio democrtico que en ciertas
zonas del pas la instauracin del nuevo poder senderista impuesto desde arriba, y que construa sujetos (e incluso siervos) en vez de ciudadanos, no apareci
como algo insoportable. Ms an si ese nuevo poder impona en un primer
momento un cierto orden y ejerca a su manera justicia.
Pues si el desarrollo ciudadano era dbil, la tradicin de administracin de
justicia imparcial y universal era casi inexistente. Tanto en las audiencias pblicas
como en los testimonios recogidos por la CVR, son innumerables las historias en
las que los protagonistas viajan desde lugares rurales apartados hasta la capital
departamental y nacional en busca de una justicia que les da las espaldas. Peor
an, cuando actuaba, la justicia tenda a ser parcializada y sus agentes abusivos.
As, los grandes cambios estructurales que transformaron el pas fueron seguidos a duras penas por un proceso intermitente de modernizacin, democratizacin y reforma del Estado que, precisamente en las dos dcadas previas al estallido del conflicto armado interno, desemboc en dos entrampes:
El de la va liberal democrtica, iniciada desde 1956 y desarrollada con
ms nitidez durante el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde
(1963-1968).
El de la va reformista autoritaria, durante el gobierno del general Juan
Velasco (1968-1975).
LOS FACTORES COYUNTURALES
El estallido del conflicto armado interno encontr entonces a un Estado desbordado pues la transicin democrtica abierta en 1977 abarcaba campos ms all
de aquellos relacionados directamente con el cambio de rgimen poltico. Destacan
como flancos dbiles en esa coyuntura:
342 y
o
>
E
Salvo la huelga del SUTEP de 1978 y la de estudiantes secundarios en 1979, el PCP-SL se haba opuesto a esas movilizaciones, incluyendo los paros nacionales de 1977 y 1978, pues consideraba que estaban dirigidos por el revisionismo del PCP-Unidad.
Los famosos perros colgados de postes que aparecieron en algunas calles de Lima en 1980 con letreros que decan: Deng Xiaoping hijo de perra.
En la dcada de 1980, la medicin de la eficacia se fue desplazando rpidamente del fortalecimiento
y movilizacin de gremios al xito electoral.
centro de reproduccin partidaria eran los denominados organismos generados,9 que lo alimentaban de cuadros a travs de las escuelas populares. El
criterio de eficacia fue el crecimiento del propio partido y, sobre todo, el del
llamado ejrcito guerrillero popular, pues todo estaba al servicio de la
guerra popular. A partir de este eslabonamiento, el PCP-SL logr tejer una red
partidaria y de apoyo en las provincias del norte de Ayacucho.
De esta forma, el PCP-SL pudo conquistar bases en los mrgenes, no slo del
Per urbano sino del propio Per rural organizado y dinmico. Su propuesta de igualamiento hacia abajo, justicia expeditiva, destruccin de infraestructura productiva y
repartos de ganado y cosechas logr aceptacin en comunidades con profundos conflictos internos o externos, baja legitimidad de sus autoridades y descontento por el
acceso diferenciado a recursos escasos. Adems, el PCP-SL apareci muy temprano
como propuesta de un nuevo Estado, portador de orden y administrador de una
justicia vertical y draconiana, que pona coto a conductas consideradas antisociales
recurriendo a castigos fsicos ya los denominados ajusticiamientos.
La expansin del PCP-SL a otras zonas del pas mostr que los eslabones
sensibles de intelectuales y jvenes educados no constituan slo un fenmeno
regional, sino que se extendan por una cadena de ciudades, incluyendo Lima;
asimismo, que la pobreza, la escasa organizacin rural y el ejercicio del poder
asociado al uso de la violencia fsica, no eran exclusividad de Ayacucho. Mostr,
adems, que existan otras zonas rurales altamente conflictivas, como aqullas
donde la Reforma Agraria haba conformado SAIS; o como los valles cocaleros,
donde poblaciones enteras haban sido empujadas a la ilegalidad, y donde la
polica y la justicia llegaron a identificarse ms que en ningn otro lugar del pas
con el abuso.y la corrupcin.
Para explicar la duracin y expansin del fenmeno subversivo es necesario
tener en cuenta, adems, otros dos factores. Por un lado, el PCP-SL y en mucho
menor medida el MRTA se convirtieron en magnetos que atrajeron a pequeos
ncleos descontentos desgajados de los grupos de izquierda que a fines de la
dcada del 70 haban dado un viraje, en muchos casos no del todo coherente, del
. discurso de la lucha armada a la participacin electoral.i Por otro lado, en ciertos
lugares se llegaron a crear ciertas identificaciones regionales con los proyectos
subversivos el MRTA en San Martn, el PCP-SL en el norte de Ayacucho que
trascendan el campo e incluan franjas urbanas. En el caso del MRTA, esta identificacin estaba en cierto grado mediada por los gremios sobre los cuales tena
influencia: la Federacin Agraria Selva Maestra (FASMA) o el Frente de Defensa
de San Martn. En el caso del PCP-SL, la identificacin no tena otra instancia en
la cual depositarse que no fuera el partido y la violencia. Pero eso no fue obstculo y posiblemente favoreci ms bien la construccin de una identidad muy fuerte entre la periferia del PCP-SL, que alimentaba sus organismos generados.
All se configuraba un nosotros con fronteras muy rgidas y excluyentes, basado en una cercana tnico-regional donde se entrelazaban el color de piel, la
Sobre la definicin de organismos generados, vase el apartado sobre el PCP-SL.
rn El PCP-SL exiga la disolucin del grupo y la incorporacin individual de aquellos miembros que
decida absorber. En el otro extremo, el MRTA mismo fue producto de fusiones sucesivas de varios
grupos de izquierda que optaron por la violencia.
grfica sino, sobre todo, afectivamente. Por ello, la lejana incluy los conos de
Lima, donde el conflicto lleg con su secuela de rastrillajes y estigmatizacin de
los diferentes, en este caso los migrantes. El centralismo y el racismo jugaron as
su papel en la prolongacin del conflicto.
Por ltimo, el contexto de crisis econmica extrema en los aos finales del
gobierno de Alan Garca favoreci tambin el avance de los grupos subversivos.
Si a ello sumamos la relativa tolerancia de la comunidad internacional hacia las
violaciones de los derechos humanos por parte del Estado, tenemos un cuadro en
el cual, hacia 1990, todos los factores parecan jugar a favor de los grupos subversivos, especialmente del PCP-SL.
Hemos sealado los lmites de los proyectos de construccin nacional y modernizacin emprendidos en esas dcadas, pero es necesario recalcar tambin que
los graves conflictos sociales y polticos fueron encarados y eventualmente
resueltos por medios pacficos. As, entre 1958 y 1964 tuvo lugar en el Per el
movimiento campesino ms importante por esos arios en Amrica Latina. Cientos de miles de campesinos y trabajadores agrcolas se organizaron y movilizaron a lo largo del pas, ocupando cientos de miles de hectreas en manos de
grandes propietarios. Sin embargo, en todos esos aos murieron slo 166 personas (Guzmn 1981), menos que en los primeros diez das de agosto de 1991.
En la dcada de 1970, una segunda oleada de ocupaciones de tierras conmovi al pas en plena aplicacin de la Reforma Agraria. La movilizacin no fue tan
amplia como en la dcada previa, pero la organizacin campesina alcanz su
pico ms alto luego de la reorganizacin de la CCP y la creacin de la Confederacin Nacional Agraria (CNA) en 1974. Sin embargo, otra vez, el costo en vidas
humanas fue bajsimo en comparacin a las muertes de la dcada siguiente.
Mientras tanto, las ciudades vivan desde 1976 una efervescencia social sin
precedentes, que se traduca en movilizaciones y paros obreros, magisteriales y
regionales que desembocaron en los paros nacionales de julio de 1977 y mayo de
1978. El primero tuvo incidencia directa en la apertura democrtica, pues pocos
das despus el rgimen militar convoc a una Asamblea Constituyente para el
ao 1978. Nuevamente, en las movilizaciones de esos aos, el nmero de vctimas fatales fue mnimo.
Puede objetarse que hablamos de movimientos sociales, mientras que el PCP-SL
y el MRTA eran organizaciones polticas. Sin embargo, tambin en este plano un
recorrido por las dcadas previas registra poca violencia. En 1955, masivas
movilizaciones polticas en Arequipa provocaron la renuncia del temido Ministro
de Gobierno y Polica, Esparza Zaartu, lo que marc el inicio del fin de la dictadura de Manuel A. Odra. Esas movilizaciones produjeron dos muertos. Desde
entonces, el pas no volvi a sufrir situaciones de persecucin poltica masiva."
La excepcin fue el encarcelamiento de dirigentes izquierdistas en la colonia penal del Sepa, en la
selva central, en 1962.
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QUEHICIERONPOSIBLEELC
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346
4.
1
o
En 1956, despus de ms de dos dcadas de catacumbas, el APRA se incorpor a la legalidad, al tiempo que se consolidaban nuevos partidos como los de
Accin Popular, la Democracia Cristiana y el Partido Social Progresista. Incluso
los golpes militares de 1962, 1968 y 1975 fueron incruentos e institucionales. En
comparacin con otros pases de Amrica Latina, la oleada guerrillera inspirada en la revolucin cubana fue menor en el Per. Tampoco el rgimen militar
(1968-1980), a pesar de su naturaleza autoritaria y de lo radical y controvertido
de sus reformas, fue especialmente represivo en comparacin con sus coetneos
del cono sur.
De esta forma, la Constitucin aprobada en 1979 pareca poner simblica y
legalmente fin a las grandes exclusiones polticas que haban obstaculizado nuestra construccin como estado nacional. La Constitucin no exclua a ningn partido poltico y consagraba por fin la vigencia plena del sufragio universal, pues
otorgaba derecho a voto a varones y mujeres mayores de 18 aos y a los analfabetos. Para ese entonces, esta ltima categora se superpona en lo fundamental con la
de peruanos y peruanas monolinges quechuas, aymaras y de lenguas amaznicas.
Luego de las profundas transformaciones demogrficas, econmicas, polticas y socioculturales de las dcadas previas, y del sismo poltico que signific el
reformismo militar, el pas pareca encaminado a consolidar un Estado nacional,
moderno y democrtico. No es de extraar, entonces, que el inicio del conflicto
armado lo tomara por sorpresa. No es de extraar tampoco que su extensin y
brutalidad nos sigan sorprendiendo.
Lo que estuvo ausente en esas dcadas previas al estallido de la violencia fue la
voluntad de matar. Menos an de matar masiva o sistemticamente. Ni de parte
del Estado, ni de los campesinos u otros actores sociales, ni de los principales partidos polticos. La direccin del PCP-SL tuvo que concentrar sus energas en inocular
esa voluntad, en primer lugar en sus militantes y, luego, en provocar al Estado y a
la sociedad para que la muerte se vuelva, por as decirlo, un modo de vida.
En las bases filosficas, polticas e incluso psicolgicas de la accin subversiva, especialmente del PCP-SL, se constata un decisivo punto ciego: el PCP-SL ve
clases, no individuos. De all se deduce la falta absoluta de respeto por la persona
y por el derecho a la vida, incluyendo la de sus propios militantes; pues para
mantener la cohesin del partido la direccin exacerb en ellos una vena fantica
que se convirti en un sello de identidad y ti el proyecto senderista de potencialidades terroristas y genocidas. El potencial terrorista se despleg desde los
ajusticiamientos con sevicia y prohibicin de entierro, hasta los coches-bomba
en las ciudades. El potencial genocida, explcito cuando Guzmn anunci que el
triunfo de la revolucin costar un milln de muertos o cuando llam a sus
huestes a inducir genocidio, se despleg especialmente en zonas indgenas,
puesto que el PCP-SL reprodujo antiguas concepciones de superioridad sobre los
pueblos indgenas.
Por otro lado, batir el campo y construir el nuevo poder exigan un alto
costo en vidas humanas; ya que, a pesar de los vacos de poder advertidos, el
campo estaba mucho ms poblado de actores, instituciones, organizaciones y
ms interconectado que la China de los arios 30, que serva de inspiracin al PCPSL. Por eso, luego de una primera etapa de aceptacin, el PCP-SL tuvo que recu-
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tenan que haber sido la fuerza principal de la revolucin, aliados fieles, segunda voz, coro que acompaara al partido y a su jefatura concentrada en
alcanzar el do de pecho que transformara el mundo. Pero en muchos lugares,
el PCP-SL termin provocando la rebelin del coro.
Esto ocurri porque, luego de la destruccin del viejo orden eliminacin
de autoridades, destruccin de infraestructura productiva, el PCP-SL slo pudo
ofrecerles:
Una propuesta econmica de autosubsistencia, arcaica incluso para los campesinos ms pobres.
La instauracin de una utopa igualitarista, que pronto mostr sus lmites
autoritarios, especialmente en: la aplicacin de una justicia que recurra a
la pena de muerte con gran facilidad y una organizacin totalitaria, que
regulaba toda la vida cotidiana, pasando as de la necesidad de orden al
exceso de orden vertical, que llegaba a extremos como cuando el partido
prohiba estar triste.
Los asesinatos del PCP-SL no slo chocaban contra el apego a la vida de cualquier comunidad humana, sino que resultaban contraproducentes en economas
pobres, que no podan darse el lujo de disponer de la vida de personas, en su
mayora hombres jvenes con familias e hijos menores de edad. Por eso, segn
los testimonios recogidos por la CVR en diferentes partes del pas, los afectados
pedan al partido: castiga, pero no mates. En otros, las mujeres pedan que si
van a matar a alguno de los padres, maten mejor a toda la familia, pues: quin se
va a hacer cargo de los hijos.
La propuesta totalitaria implicaba una actitud intolerante hacia la cultura local, no slo la celebracin de fiestas o la eleccin de autoridades, sino elementos
tan bsicos como enterrar a los muertos o el uso de los trminos de parentesco,
reemplazados por el apelativo compaero.
Pero, sobretodo, con el campesinado involucrado crecientemente en una economa mercantil, las propuestas de SL chocaron contra la dinmica de las sociedades rurales. Para sorpresa del PCP-SL, la guerra prolongada, choc contra la
lgica de reproduccin campesina, que se ordena alrededor del ciclo de vida familiar y se planifica en funcin del crecimiento y educacin de los hijos. En ese
contexto, cuando el PCP-SL apur el paso para lograr el equilibrio estratgico,
rompi el precario balance que todava mantena en muchas zonas rurales. El
PCP-SL comenz a exigir ms vveres para el partido, ms reclutas jvenes. Esto
increment el malestar campesino que, al empalmar con un cambio en la estrategia de las Fuerzas Armadas, produjo la masificacin de los comits de
autodefensa que propinaron al PCP-SL su primera derrota estratgica, en el
mbito en el cual menos la esperaba.
Asimismo, conforme avanzaba el conflicto, la estrategia senderista revelaba
su errnea evaluacin de las autoridades locales. Para el PCP-SL, ellas eran externas a las comunidades, parte de un viejo estado ajeno al campesinado. Para
stos, por el contrario, las autoridades comunales, jueces de paz, alcaldes y tam-
bin con frecuencia los licenciados, tendan a ser vistos ms bien como recursos
en su necesaria vinculacin con el Estado realmente existente.
A partir de sus propias experiencias y de las peculiaridades histricas de las
Fuerzas Armadas, stas aprendieron a calibrar mejor al enemigo. Desde los primeros aos, hubo oficiales que buscaron ganarse la confianza de la poblacin.
Ellos fueron los precursores del cambio de estrategia que, como ya se ha mencionado, otorgaba ms peso al trabajo de inteligencia, volva la represin ms selectiva, buscaba ganar a la poblacin rural y establecer alianzas con los ronderos o
presionar al campesinado para que se organice en comits de autodefensa all
donde encontraba resistencia. En muchas reas rurales, fue la Fuerza Armada la
que termin movindose como pez en el agua.
La ausencia de grandes propietarios rurales contribuy, adems, a que no se
formaran grupos paramilitares en las reas rurales como los que existieron en
Guatemala, El Salvador o los que existen en Colombia."
Tambin el contexto internacional se fue volviendo cada vez ms adverso
para los grupos subversivos. El fin de la guerra fra afect directamente al
MRTA, especialmente porque favoreci el desarrollo de negociaciones y acuerdos
de paz en varios pases de Amrica Latina, incorporando a la vida poltica a
movimientos guerrilleros que eran inspiracin y, a veces, lugar de entrenamiento
del MRTA. En lo que se refiere al PCP-SL, el viraje hacia el capitalismo en la China
post Ma o convirti a los seguidores de la Revolucin Cultural en una
excentricidad. El PCP-SL se vincul a un llamado Movimiento Revolucionario
Internacionalista (MRI) que agrupaba a docena y media de grupsculos sin
incidencia en sus respectivos pases. En los organismos de solidaridad con los
pases del Tercer Mundo, el PCP-SL result cada vez ms aislado e incluso
repudiado. Hacia fines de la dcada de 1980, sus embajadores del terror no
encontraban ante quien presentar sus credenciales. Si bien el PCP-SL fue siempre
radicalmente autrquico, este aislamiento no dej de ser importante para un
partido que se consideraba faro de la revolucin mundial.
Si queremos singularizar el factor ms importante para explicar la derrota
del PCP-SL, ste es su incapacidad de aprender. Ensimismado en el fortalecimiento
del partido y del denominado ejrcito guerrillero popular, el PCP-SL termin
construyndose un exoesqueleto muy poderoso para evitar las tendencias centrfugas y mantener cohesionado su pequeo organismo; pero que, al mismo tiempo, lo blind contra la realidad. De esta forma, mientras el Estado y las Fuerzas
Armadas rectificaban los aspectos ms indiscriminados y contraproducentes
de su estrategia, en diferentes partes del pas y en diferentes momentos a lo largo
de la dcada de 1980 se constataba la repeticin del ciclo senderista: conquistar
bases/establecimiento/ contrarrestablecimiento/repudio de la poblacin. La diferencia entre unas Fuerzas Armadas que aprenden y un PCP-SL que repite sus
errores demuestra cmo la cantidad de vctimas en general, y en especial las
rurales y quechuahablantes, provocadas por agentes del Estado disminuyen
notoriamente; mientras que el PCP-SL contina, e incluso incrementa, su agresin
13
351
350
CAPTULO 1
' El nmero calculado es 69,280 vctimas fatales, en un intervalo de confianza al 95%, cuyos lmites
inferior y superior son 61,007 y 77,552 personas respectivamente.
Por ejemplo en los casos de las dictaduras militares de Argentina, Chile o los conflictos internos de
Amrica Central (Nicaragua, El Salvador, Guatemala).
Del mismo modo, es importante mencionar que, respecto de la estimacin estadstica del total de
vctimas realizada por la CVR, la responsabilidad de muertos y desaparecidos que se atribuye al
PCP-SL es 46%.
La CVR ha recibido testimonios de muertes y desapariciones como producto del conflicto armado
interno en todos los departamentos, salvo Moquegua y Madre de Dios. Slo en Tacna (1) y en Tumbes
(4) la cifra de vctimas reportadas a la CVR es de un dgito.
por las fuerzas del orden en las zonas ms afectadas por el conflicto. Incluso, en
varios casos, se facilit y garantiz la impunidad a los responsables de las mismas.
Los agentes del Estado Fuerzas Armadas y Polica, los comits de autodefensa
y los grupos paramilitares son responsables del 37% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR. De este porcentaje de vctimas, los miembros de las
Fuerzas Armadas son responsables de poco ms de los tres cuartos de los casos.
El tipo de respuesta que las Fuerzas Armadas dieron a la subversin no tena
precedentes en la conducta de dicha institucin durante las dcadas anteriores a la
de 1980. En efecto, durante la dictadura que dirigieron entre 1968 y 1980, los militares peruanos incurrieron en relativamente pocas violaciones graves de los derechos humanos, en comparacin con las perpetradas por las dictaduras militares
de otros pases de la regin, especialmente Chile y Argentina.
Por otra parte, es relevante sealar que durante las dcadas de la violencia
existi informacin relativamente amplia sobre los hechos y sobre las violaciones
de derechos humanos que se estaban produciendo. Contribuyeron a ello la existencia de una prensa libre si bien sta fue hostigada en ciertos lugares y en ciertos perodos del proceso, la actividad de las organizaciones defensoras de los
derechos humanos y diversas investigaciones parlamentarias y judiciales. Debe
decirse, sin embargo, que stas tuvieron poco xito en cuanto a la sancin efectiva
de los responsables. La CVR ha constatado, no obstante lo dicho, que existi un sesgo en la recoleccin de dicha informacin y la realizacin de investigaciones, pues no se
sistematizaron adecuadamente las denuncias ni se document e identific suficientemente a las vctimas de hechos cuya responsabilidad era atribuida a los grupos subversivos.' Debido a ello, antes de las investigaciones realizadas por la CVR,
dentro del grupo de vctimas que se haba logrado identificar hasta entonces' menos
del 5% de los casos correspondan a personas asesinadas o desaparecidas por miembros del PCP-SL, lo que provoc que las proyecciones realizadas anteriormente
por otras instituciones, oficiales o particulares, subestimaran en gran medida la
responsabilidad de dicha organizacin subversiva en lo que se refiere al nmero
de vctimas fatales.
Es importante analizar las dos dcadas de violencia de origen poltico como un
proceso que alcanz diversos grados de intensidad y de extensin geogrfica y
que afect principalmente a zonas y estratos lejanos del poder poltico y econmico del pas. En varios lugares, una vez controlada la amenaza subversiva armada,
las poblaciones quedaron bajo dominio militar por extensos perodos. La lejana
del poder y de los mbitos de decisin, en un pas fuertemente centralizado, permiti que el problema de la violencia, crucial y cotidiano para cientos de miles
de peruanos, quedara relegado entre las Prioridades pblicas y privadas del pas
por varios aos.
Se debe precisar que ese sesgo obedeca a la definicin institucional de las organizaciones que
documentaban la violencia, cuyos objetivos eran registrar e investigar violaciones de derechos humanos
por parte del Estado.
Es decir, el grupo de vctimas cuyos nombres y casos haban sido documentados por alguna institucin
y sistematizados en una base de datos (Defensora del Pueblo 2001).
19
LOS HECHOS, LA MAGNITUDYEXTENSIN DELCONFLICTO
18
El estudio de este perodo de violencia debe considerar, por otro lado, ciertos
elementos centrales de la historia nacional de fines del siglo XX. Cabe citar entre
ellos una severa crisis econmica que desemboc, a fines de la dcada de 1980 e
inicio de los aos 1990, en una hiperinflacin indita en la historia peruana.' Asimismo, el pas experiment momentos de aguda crisis poltica que debilitaron el
sistema de partidos y propiciaron la aparicin de liderazgos informales denominados independientes. Corolario de esta crisis poltica fue un golpe de Estado
en abril de 1992 y arios ms tarde, en noviembre de 2000, el abandono de la Presidencia de la Repblica por su titular de facto en medio de uno de los mayores
escndalos de corrupcin de la historia del pas. Del mismo modo, se debe tener
en cuenta que, durante las dcadas de violencia, el Per vivi dos conflictos blicos con Ecuador, en 1981 y en 1995.
Un elemento de singular importancia es el fenmeno del narcotrfico que coincidi con el surgimiento y la expansin de la subversin y con su represin por
parte de las fuerzas de seguridad del Estado. El crecimiento de las reas de cultivo
de coca destinadas al narcotrfico, principalmente en la ceja de selva, facilit la
aparicin de espacios muy particulares en los que la presencia estatal haba retrocedido mientras creca la de grupos armados irregulares vinculados a dicha actividad ilcita. De esta manera, la zona del alto Huallaga se convirti, desde mediados
de los aos ochenta, en uno de los escenarios de mayores enfrentamientos de todo
el conflicto interno, por lo que el ro Huallaga qued convertido en la fosa de
restos humanos ms grande del pas. En tales circunstancias, todos los actores que
intervinieron en la zona terminaron siendo afectados por el
narcotrfico y la corrupcin que de ste se deriva.
JUNIN
HUANUCO
HUANC.AYELICA
APURIMAC
SAN
maRriN
LovIA. nAi Ao
PUNO
UCAYALI
CUSCA
OTROS
I
El
.8L00
12000
Las vctimas fatales incluyen tambin a las personas que se encuentran desaparecidas en el momento
de la elaboracin del Informe Final a consecuencia del conflicto armado interno.
21
Los HECHOS: LA MAGNITUDYEXTENSIN DELCONFLICTO
20
Existi una evidente relacin entre exclusin social e intensidad de la violencia. No fue casual que cuatro de los departamentos ms afectados por el conflicto
armado interno (Huancavelica, Ayacucho, Apurmac y Hunuco) sean ubicados
por diferentes estudios (INEI 1994a; PNUD 2002) dentro de la lista de los cinco
departamentos ms pobres del pas. Tal y como se aprecia en el grfico 2, ms del
35% de las vctimas fatales se cuentan en distritos que se ubicaban, segn el censo
de 1993, entre el 20% de distritos ms pobre del pas, mientras que menos del 10%
de ellas murieron o desaparecieron en distritos que se ubicaban en el quintil menos pobre. Ello no significa que la pobreza sea la causa principal del conflicto
armado interno; sin embargo, s es posible afirmar que cuando se desata un proceso de violencia armada, los sectores sociales menos favorecidos resultan los ms
vulnerables y afectados.
rurales es casi tres veces mayor que la proporcin de personas que vivan en
esas zonas segn el censo de 1993. En forma concurrente, el 55% de muertos y
desaparecidos reportados a la CVR trabajaban en actividades agropecuarias,
casi el doble que el porcentaje de la PEA nacional ocupada en ese sector en
1993 (28%).
GRFICO 3
COMPARACIN ENTRE LOS MUERTOS Y DESAPARECIDOS OCURRIDOS EN ZONAS
RURALES REPORTADOS A LA CVR Y POBLACION DEL CENSO NACIONAL DE 1993 QUE
RESIDA EN ZONAS RURALES, SEGN DEPARTAMENTOS MS AFECTADOS
100%
GRFICO Z
PER 1980- 2000: PORCENTAJE DEL TOTAL DE MUERTOS Y DESAPARECIDOS
REPORTADOS A LA CVR SEGN RANKING DE POBREZA DE LOS DISTRITOS DONDE
OCURRIERON LOS HECHOS (MTODO: NBI - CENSO 1993)
75%
50%
25%
Aya vaho
Per
CVR, dvEl
Clateradaw CVR
Quintil ms pobre
Quintil menos
4
'
pobre
RANKING DE POBREZA
:Censa 1993
lionnueo
Junin
ERCVR
Sin embargo, son las distancias culturales entre las vctimas y el resto del pas
las que aparecen como las ms dramticas. Mientras que, de acuerdo con el censo
de 1993, slo para un quinto del pas el quechua u otras lenguas nativas era su
idioma materno, esa proporcin supera el 75% entre los muertos y desaparecidos
reportados a la CVR. En los tres departamentos ms afectados, la proporcin de
personas que hablaban quechua u otra lengua nativa fue siempre mayor entre las
vctimas fatales reportadas a la CVR que en el conjunto de la poblacin (vase el
grfico 4). Asimismo, las vctimas fatales reportadas a la CVR tenan niveles educativos muy inferiores al promedio nacional: mientras que, de acuerdo con el censo nacional de 1993, cerca del 40% de la PEA mayor de 15 aos tena niveles inferiores a la secundaria, en el caso de las vctimas fatales documentadas por la CVR
esa proporcin se elev al 68%.
23
22
GRFICO 4
GRFICO 5
100%
75%
4000
50%
3000
25%
2000
0%
Per
itrollCV.I.
.n lee
CVFI
Ayacucho
1
1 3 Censo 1993
Junn
Hunuco
1000
NUR
o
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
" Los indicadores empleados son nmero de muertos y desaparecidos reportados a la CVR para la
intensidad de la violencia (escala del eje vertical izquierdo) y nmero de distritos donde los hechos
que provocaron esas vctimas tuvieron lugar (escala del eje vertical derecho).
25
EXTENSINDELCONFLICTO
LOSHECHOS: LAMAGNITUDY
24
26
GRFICO 6
PER 1980- 2000: No. DE MUERTOS Y DESAPARECIDOS REPORTADOS A LA CVR Y
DISTRITOS DONDE OCURRIERON LOS HECHOS, SEGN AO
.71431409
4432441110903
4500
PRIMERAPART
3000
1500
1900 1901 1981 1981 1984 1985 1986 1997 1909 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1
En el grfico 7 se observa que, mientras fue disminuyendo la importancia relativa de la regin sur central (conformada por el departamento de Ayacucho y provincias colindantes de Huancavelica y Apurmac), tambin disminuy el porcentaje de vctimas fatales ocurridas en zonas rurales y de aqullas que tenan el quechua
como idioma materno. Ello implica que el conflicto no slo abarc espacios geogrficos diferentes, sino realidades sociales ms complejas. Ntese, sin embargo,
que, en todos los momentos de mayor intensidad, la mayora absoluta de las vctimas sigui presentndose en zonas rurales y tuvo como lengua materna a idiomas nativos.
GRFICO 7
PER 1980.2000: PORCENTAJE DE MUERTOS Y DESAPARECIDOS REPORTADOS
A LA CVR POR INDICADORES, SEGN AO DE OCURRENCIA DE LOS HECHOS
Indicadores: Idioma materno quechua (% QUECHUA); Hechos ocurridos en zonas rurales (% RURAL);
Hechos ocurridos en la regin Sur Central (% SUR CENTRAL)
100%
75% -
50% -
Se ha sealado antes, que de acuerdo con los clculos realizados por la CVR, el
nmero de vctimas fatales del conflicto armado interno se hallaba alrededor de
las 69 mil personas. Tales magnitudes pueden resultar inverosmiles para un considerable sector de la sociedad peruana. Sin embargo, la verdad que el pas necesita asumir en toda su gravedad es que el Per rural, andino y selvtico, quechua y
ashninka, campesino, pobre y con escasa instruccin formal se desangr durante
aos sin que el resto de la Nacin se percatara de la verdadera dimensin de la
tragedia de ese pueblo ajeno dentro del Per.
Esos son los peruanos que faltan en nuestro pas, los ms invisibles, pero no
menos reales: los Quispe, Huamn," Maman, Taype, Yupanqui, Condori,
Tintimari, Metzoquiari. A pesar de ser y sentirse demasiadas veces ajenos y
excluidos por el resto de peruanos, ellos reclaman ser considerados con respeto
y justicia:
Seores chaymi Rucia munani kachun respeto, kachuny manchakuy, masque
imayrikulla kaptiykupas, wakcha pobri kaptiykupas, campesino totalmente
uqaaykuchu kaniku, huk real llapas killapi ganaq, mana ni pipas kanikuchu.
Seores, chayta ya justidyata maakuykiku. [Seores, por eso yo quiero que haya
respeto. Que haya pues temor de Dios, aunque slo seamos muy humildes. Aunque
seamos hurfanos y pobres. Campesino puro podemos. ser; que ganamos slo un
real por mes y, aunque no seamos nadie, seores, sta es la justicia que le pedimos.
LA DIMENSIN JURDICA DE LO OCURRIDO
25%
0%
1990 1511 1982 1982 1904 1985 1996 1907 15111 1999 1990 1991 1992 1993 1914 1995 1
% QUECHUA
" Los dos apellidos ms frecuentes entre las personas muertas y desaparecidas registradas en la base de
datos de la CVR son Quispe y Huamn.
" CVR. Audiencia pblica de casos en Huanta. 11 de abril de 2002. Testimonio de la seora Sabina
Valencia.
27
E
e
o
28
En este sentido, la CVR sostiene que los actos terroristas no pueden ser calificados como violaciones de los instrumentos internacionales sobre derechos humanos porque estos ltimos son tratados y en tanto tales slo versan acerca de la
responsabilidad de los Estados, ni pueden ser considerados por las Cortes Internacionales especializadas en estas reas porque ellas no son competentes para
juzgar crmenes terroristas. Esta afirmacin, sin embargo, no impide que se califiquen los crmenes del terrorismo como violaciones de los derechos humanos.
El Derecho Internacional Humanitario (en adelante DIH), en su acepcin contempornea, comprende lo que fueron en su origen dos ramas distintas del llamado Derecho de la Guerra. Estas son el Derecho de la Haya y el Derecho de Ginebra. El primero se refiere a las reglas que rigen el desarrollo de las hostilidades; el
segundo, a las reglas humanitarias que deben aplicar las partes en conflicto en su
relacin con las personas que no intervienen directamente en las hostilidades, con
el enemigo rendido o fuera de combate y con la afectacin de bienes de carcter
no militar.
El Per ha ratificado los tratados internacionales centrales que conforman
hoy en da el soporte convencional del Derecho Internacional Humanitario. Nos
referimos a los cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y a sus dos
Protocolos Adicionales del 8 de junio de 1977.
De acuerdo con la reiterada jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia
y, ms recientemente, de los Tribunales Penales Internacionales para la antigua
Yugoslavia y Ruanda, confirmatorias ambas de la ejecutoria del Tribunal Internacional de Nuremberg (1945-1946), los crmenes de guerra o infracciones graves al
DIH, as como en las disposiciones del artculo 3 comn, estn sancionados tambin por normas imperativas de derecho internacional general de obligatorio cumplimiento para los Estados y los individuos sin excepcin alguna.
Los derechos y prohibiciones enunciados por el artculo 3 comn cuyo mbito de aplicacin comprende cualquier tipo de conflicto armado interno obligan a los agentes estatales y no estatales en todo tiempo y lugar. Adems, debe
precisarse que las normas del Derecho Internacional Humanitario no justifican ni
autorizan en ningn caso el uso de actos o mtodos terroristas ni la organizacin
de grupos armados destinados a cometer actos de esta naturaleza, ni justifican en
ningn caso ni bajo ninguna circunstancia las muertes o dems daos o lesiones
que este tipo de agrupaciones puedan provocar.
Dos precisiones importantes son necesarias aqu. La primera se refiere a la
aplicabilidad automtica del artculo 3 comn y, en general, de las normas que
rigen todo tipo de conflicto armado. Como lo ha sealado el comentario autorizado del Comit Internacional de la Cruz Roja, no es necesario para ello que, como
requisito previo, exista una declaracin especial del Estado concernido.
La segunda precisin se refiere a que la aplicacin del Derecho Internacional
Humanitario durante un conflicto armado interno no afecta el estatuto jurdico
nacional o internacional de los grupos insurgentes o grupos armados ni tampoco
el de sus miembros."
El ltimo prrafo del artculo 3 comn de los Convenios de Ginebra establece: La aplicacin de las
anteriores disposiciones no surtir efectos sobre el estatuto jurdico de las Partes en conflicto.
29
E
8
La comunidad internacional ha establecido cada vez con mayor nitidez, particularmente luego de la Segunda Guerra Mundial, la existencia de normas imperativas de derecho internacional general, sancionadoras de derechos no derogables
inclusive durante el curso de una guerra internacional o durante el curso de un
conflicto armado intemoy
Lo anterior, de otro lado, adquiere contornos muy precisos a la luz del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Polticos (en adelante PIDCP) y de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos (en adelante CADH). En caso de gue-
" Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia de fondo, caso Barrios Altos (Chumbipuma
Aguirre y otros vs. Per), expedida el 14 de marzo de 2001, prrafo 51, numeral 3.
" Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia de interpretacin de la sentencia de fondo,
caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros va. el Per), 3 de septiembre de 2001.
31
LAMAGNITUD Y EXTENSIN DEL CONFL ICTO
LOSHECHOS:
30
Por las mismas razones que han llevado a no aceptar como vlidas las amnistas mencionadas, hay una tendencia en el Derecho Internacional a considerar incompatible con las obligaciones de los Estados la extincin (prescripcin) de la
accin penal en razn del tiempo transcurrido. En el caso Barrios Altos la Corte
Interamericana de Derechos Humanos declar que son inadmisibles las disposiciones de amnista, las disposiciones de prescripcin y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigacin y sancin de los
responsables de las violaciones graves de los derechos humanos." Segn el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el Estado no puede excusarse tras las
normas que l mismo promulga para incumplir su obligaciones internacionales de
investigar, juzgar y condenar a los responsables de violaciones graves a dicho derecho.
El corolario de las importantes limitaciones impuestas a la soberana de los
Estados por el Derecho de Gentes luego de la Segunda Guerra Mundial proscripcin
del jus ad bellum y especialmente en lo que se refiere a la proteccin de derechos
fundamentales de todo ser humano en todo tiempo y lugar, es el reconocimiento,
por el Derecho Constitucional, de la limitacin del poder soberano del Estado en
relacin a las mismas materias.
Es necesaria una interpretacin armnica de los diversos artculos constitucionales que podran presentar un aparente conflicto opcin personalista,
derecho a la justicia, obligacin del Estado de garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos, potestad de otorgar amnistas. La armonizacin de las
disposiciones constitucionales determina, como afirma el Tribunal Constitucional, que la facultad de dictar amnistas no es absoluto sino que tiene un lmite
infranqueable: la defensa de la persona humana, el respeto de su dignidad, la
plena vigencia de los derechos humanos.
La calificacin de ciertos crmenes y violaciones de los derechos humanos como
sistemticos o generalizados
El El O El
17
15
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, sentencia Tedie, 7 de mayo de 1997, prrafo
648. Tambin, Comisin de Derecho Internacional, Proyecto de Cdigo de Crmenes contra la Paz
y la seguridad de la Humanidad, 1996, prrafos 94 y 95. En el mismo sentido, el Tribunal Penal
Internacional para Ruanda declar: El concepto sistemtico puede ser definido como un acto
concientemente organizado y que sigue un patrn determinado, basndose en una poltica comn
que utiliza recursos pblicos o privados. No es requisito que esta poltica se deba adoptar
formalmente como una poltica de Estado. Sin embargo, debe haber una cierta clase de plan o
poltica preconcebida% en sentencia del caso Akayesu. ICTY-96-4, 2 de septiembre de 1998.
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, sentencia Tedie, 7 de mayo de 1997, prrafo 648.
Tambin, Comisin de Derecho Internacional, Proyecto de Cdigo de Crmenes contra la Paz y la
seguridad de la Humanidad, 1996, prrafo 94 y 95. En el mismo sentido, el Tribunal Penal Internacional
para Ruanda afirm al respecto: El concepto de reiterado puede ser definido como maiivo, frecuente,
una accin a gran escala realizada colectivamente con una considerable gravedad y dirigido contra una
multiplicidad de vctimas, en sentencia del caso Akayesu, ICTY-96-4, 2 de septiembre de 1998.
33
LOSHECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDEL CONFLICTO
32
34
La CVR fue establecida para identificar, en la medida de lo posible, las presuntas responsabilidades de los crmenes y violaciones de los derechos humanos que
le correspondi esclarecer. En este sentido, reuni elementos de juicio a fin de
sealar cuando fuere posible la presunta responsabilidad de individuos en un crimen o violacin de los derechos humanos. Estos elementos de juicio proceden de
los testimonios, de los diversos documentos a los cuales tuvo acceso y de los estudios desarrollados a lo largo de su mandato.
En trminos generales, la CVR desarroll todos los esfuerzos razonables para
asegurar que la persona cuyo nombre fue citado como presunto responsable haya
tenido la oportunidad de presentar su versin de los hechos. En particular, se tom
en consideracin que la persona fuera escuchada o, al menos, convocada con ese
fin. Todas las personas mencionadas como presuntos responsables tuvieron la
oportunidad de dar su perspectiva de lo ocurrido mediante un documento equivalente al derecho de respuesta.
La naturaleza especfica de la violencia en el Per debe ser tomada en consideracin al tratar sobre las responsabilidades. A diferencia de otras comisiones de la
verdad, la peruana ha confrontado una cantidad considerable de crmenes cometidos por miembros de grupos no estatales, vale decir, el PCP-SL y el MRTA. Esto
plante distintos desafos tcnicos que fueron resueltos por la CVR tomando en
consideracin lo siguiente:
Desde el punto de vista de la CVR, no hay diferencia alguna en funcin de
los resultados de crmenes y violaciones de los derechos humanos, sean
cometidos por grupos no estatales o agentes del Estado.
La explicacin de la responsabilidad en uno y otro caso toma en consideracin las estructuras de mandos y jerarquas existentes al momento de la
comisin del hecho.
Mencin especial requiere la evaluacin de los crmenes cometidos por
grupos paramilitares y comits de autodefensa. En el primer caso, la CVR
asume que ellos forman parte de un aparato estatal, mientras que en el
siguiente el anlisis se realiza caso por caso, verificando la relacin que
existe al momento en el que ocurre un hecho entre el comit
correspondiente y las autoridades estatales.
Vale la pena precisar, en un resumen de lo expuesto en el Informe Final, los siguientes criterios relativos a los casos presentados por la CVR:
Los casos forman parte de un todo ms amplio y complejo que incluye, all
cuando se ha establecido, patrones consistentes de crmenes y violaciones,
sistemticos y generalizados. En tanto tales, cada uno de estos hechos debe
ser considerado como un crimen de lesa humanidad a la luz del Estatuto de
la Corte Penal Internacional.
En particular, la desaparicin forzada de personas constituye un delito continuado, lo que implica que su tipificacin debe atender la vigencia de la ley al
momento en que se formula la denuncia y no necesariamente con aqulla
que est vigente al momento de su comisin. No resulta ni moral ni legal
35
e
o
u
o
x
o
ti
ti
reducir la entidad de una desaparicin a la categora de un secuestro simple, an cuando se hubiera producido antes de 1991.
La judicatura deber tomar en cuenta los agravantes contemplados en el
propio Cdigo Penal, pero incorporando los elementos brindados por el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. En particular, los jueces y fiscales deberan considerar lo
establecido en el Estatuto de Roma para interpretar de manera sistemtica
el contenido tpico de las figuras penales, as como las circunstancias en las
cuales se cometen.
La CVR ha definido los criterios de atribucin de responsabilidad utilizando
razonable y proporcionalmente la relacin causal entre un individuo y un hecho
materia de su mandato. Para ello, se ayuda de la determinacin de los patrones
ya establecidos, as como considera la posicin del presunto perpetrador en conexin con el grupo o aparato dentro del que se comete el hecho. Del mismo
modo, la CVR hace uso en este nivel de la doctrina penal ms avanzada y de
mayor consenso, en conexin con los criterios por los cuales una responsabilidad es atribuible a un individuo. Esto se desarrolla a partir de las disposiciones
del Estatuto de Roma y de la teora del dominio del hecho y los aparatos organizados de poder. La CVR sugiere que la judicatura tome en consideracin desde
el artculo 25 hasta el artculo 28 del Estatuto de Roma, atendiendo a que consagra la aproximacin ms completa y coherente respecto de la pregunta de quin
debe ser sancionado por un delito. Esta aproximacin es complementada con el
uso y la aplicacin de la teora de dominio del hecho a partir de aparatos organizados de poder.
La mayor parte de los hechos materia del mandato de la CVR caen dentro de
la categora de delitos complejos, en donde el autor y el partcipe forman parte de
una organizacin. En casi todos ellos, el problema radica en el sealamiento de las
responsabilidades de los jefes o mandos que, sin ejecutar directamente el hecho,
tienen algn grado de participacin en su desarrollo (idean, planifican, dirigen,
ordenan o preparan el delito). Estos problemas no son nuevos. La doctrina penal
ha debido responder creativamente cuando se trata de perseguir la criminalidad
organizada. En estos casos, es relevante estudiar a la organizacin misma y su
estructura o cadena de mando. Para resolver estos dilemas, la doctrina penal ha
desarrollado diversas respuestas: autora mediata, coautora, autora colateral,
induccin o la cooperacin necesaria. Las respuestas que han tenido mayor respuesta en la jurisprudencia comparada son aqullas vinculadas con la autora
mediata y la coautora.
Para la aplicacin de la teora del dominio del hecho se requiere:
Que se trate de un aparato organizado de poder con una estructura jerrquica rgida.
Que se verifique la fungibilidad efectiva del autor inmediato, lo que implica
que la organizacin tenga una dimensin consistente.
" La responsabilidad alcanza al presidente del PCP-SL, al Comit Central y a los Comits Regionales,
as como al Metropolitano.
37
LOS HECHOS: LA MAGNITUD Y IECEF.NSIN DEL CONFLICTO
36
nes. Dependiendo del caso especfico, esta responsabilidad puede alcanzar a los
jefes militares de la zona en cuestin, cuando existan elementos de juicio que permitan inferir una relacin efectiva de subordinacin de dichos comits a las citadas autoridades militares.
MAGNITUD Y COMPLEJIDAD DE LOS CRMENES Y VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS
2000
1500
1000
500
1981 9982 1983 1984 1985 1996 1987 1988 1999 3990 1991 /99.1 1993 3944 1
PCP-SL
PCP-SL
39
38
40
41
E
o
GRFICO 9
1,
seoestros
Asesinatos'
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1983 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
Luego de una violenta represin por parte de las fuerzas del orden que, adems de causar miles de vctimas inocentes en Ayacucho, golpe duramente al aparato poltico y militar del PCP-SL. Esta organizacin subversiva entr en una etapa de repliegue prevista en sus planes que anticipaban una respuesta violenta
del Estado y de penetracin en otros espacios sociales y geogrficos distintos al
escenario ayacuchano. Entre 1985 y 1987, el PCP-SL busc generar bases de apoyo y ampliar su radio de accin a las regiones central, nororiental, sur andina y
las ciudades, en un intento por vincularse con diferentes sectores como el campesinado cocalero del valle del Huallaga, las comunidades campesinas de Junn,
Huancavelica y Apurmac, a la vez que intensificaba un trabajo de proselitismo
poltico entre. sectores juveniles radicalzados en las universidades de Lima y
Huancayo, principalmente.
Hacia 1988 se desencaden otro ciclo de intensa violencia en estos nuevos
escenarios. La magnitud de los crmenes y violaciones de los derechos humanos
cometidos por la organizacin subversiva en este perodo se explica por causas
similares a las del primer ciclo. Sin embargo, en este perodo la resistencia de la
poblacin, de sus autoridades y de los dirigentes sociales fue mucho ms temprana
CUADRO 1
MATRiZ DE CORRELACIN DE LA DISTRIBUCIN PORCENTUAL A
TRAVS DE LOS AOS DE LOS CASOS DE ASESINATOS,TORTURA Y
SECUESTROS COMETIDOS POR EL PCP-SENDERO LUMINOSO,
REPORTADOS A LA CVR (Coeficientes r de Pearson)
Asesinatos
Torturas
Secuestros
0.90
0.98
Torturas
0.89
10
Una correlacin estadstica indica cun asociadas estn dos variables; es decir, el grado en que
los cambios en una variable influyen en otra. El coeficiente re de Pearson es una manera de medir
dicha asociacin: mientras ms cercano sea ese coeficiente a la unidad (+1 6 -1) mayor asociacin
existe entre dos variables. Una asociacin positiva muy cercana a la unidad indica que dos
variables se influyen directamente; por ejemplo, la prctica del secuestro est muy vinculada al
asesinato. Una asociacin negativa indica una relacin inversa; por ejemplo, a mayor prctica de
las detenciones legales, menor prctica de la tortura.
43
LA MAGNITUDY EXTENSINDELCONFLICTO
LOS HECHOS:
42
44
a
o
Detendonollcia es
Tortura
DaprkEs Forzada
EJecuclo Arbitradas'
ro.r
19801981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
En la primera etapa comprendida entre los arios 1983 y 1984, cuando se deleg
en las Fuerzas Armadas el control del orden interno y el combate a la subversin
en el departamento de Ayacucho, se aprecia una importante concentracin de los
casos reportados a la CVR en referencia a ejecuciones arbitrarias, desaparicin
forzada y torturas. Esta etapa se caracteriz por la aplicacin por parte de agentes
del Estado de una estrategia de represin masiva e indiscriminada, especialmente
en las zonas rurales del departamento de Ayacucho. En esos aos, los miembros
de las fuerzas del orden golpearon a un cierto perfil de poblacin con el objeto de
eliminar a los militantes del PCP-SL. Se elimin a los sospechosos, a los presuntos
colaboradores y en no pocos casos a su entorno social y familiar, buscando hacer
evidente ante la poblacin campesina los costos de colaborar con el grupo subver' Los datos sobre ejecuciones arbitrarias, desapariciones y torturas provienen de los testimonios
analizados por la CVR. La informacin sobre detenciones oficiales efectuadas por las fuerzas del
orden tiene las siguientes fuentes: los datos para los aos 1983-1992 han sido proporcionados por
la Direccin Nacional contra el Terrorismo (oficio 55-DIRCOTE-COMASE del 13 de marzo de 2003);
los datos para los aos 1993-2000 provienen del Registro Nacional de Detenidos y Sentenciados a
pena privativa de la libertad efectiva a cargo del Ministerio Pblico (oficio 106-2003-MP-FNRENADESPPLE).
47
46
. 48
Ejecuciones
arbitrarias
Torturas
Desaparicin Forzada
Detendones Oficiales
Torturas
Desaparicin
Forzada
0.76
0.96
0.87
-0.17
0.19
-0.15
Segn el Ministerio Pblico, los altos con mayor nmero de detenciones oficiales realizadas por fuerzas
del orden son 1993 (4,085 detenciones) y 1994 (4,948 detenciones).
Slo entre 1996 y 1999 se debi liberar, por el trmite del indulto a 502 personas injustamente
condenadas, lo que no cubri el total de casos (Defensora del Pueblo, 2000).
Las fuerzas de seguridad del Estado tenan, como es natural, una ventaja de
partida sobre las organizaciones subversivas: contaban con todos los mecanismos
de control del Estado de Derecho. Sin embargo, no se apoyaron en ellos, sino que,
por el contrario, los consideraron frecuentemente un obstculo para su actuacin.
La CVR considera que si la autoridad civil no hubiera abdicado su responsabilidad, las fuerzas estatales hubieran estado en mejores condiciones de adaptar ms
prontamente sus estrategias al desafo de la subversin sin necesidad de infligir
atropellos a la poblacin civil. En cambio, la impunidad en la que se desenvolvieron slo sirvi de aliento para continuar utilizando estrategias con un fuerte componente de violaciones de los derechos humanos.
Es necesario precisar que, ante esta orientacin trasgresora de los derechos
humanos, el sistema judicial no asumi su obligacin de aplicar la ley a los responsables de los crmenes que se cometan. En la inmensa mayora de los casos, la
propia Corte Suprema, ante contiendas de competencia planteadas por los tribunales militares, abandon sus atribuciones constitucionales y cedi los casos a la
justicia militar. Lo haca aceptando la tesis segn la cual crmenes como la tortura,
la desaparicin de personas y la ejecucin arbitraria eran delitos de funcin. En
los tribunales militares, los casos fueron usualmente archivados o, en un puado
de ocasiones, tipificados y penados con gran lenidad. Por ltimo, el gobierno de
Alberto Fujimori encontr la manera de prescindir incluso de las autoridades judiciales obsecuentes al hacer aprobar una ley de amnista en el llamado Congreso
Constituyente Democrtico.
Durante el gobierno de Alberto Fujimori la abdicacin de la autoridad civil ya
sealada cobr otro cariz; sta se pleg, ose subordin, de hecho a la visin estratgica y poltica de las Fuerzas Armadas. La alianza entre el gobierno de Fujimori
y un sector de las Fuerzas Armadas cerr las puertas a toda fiscalizacin y abri el
paso a la ms amplia impunidad tanto en lo que concierne a las violaciones de
derechos humanos como en lo relativo a la corrupcin a gran eseala.
La estrategia militar del PCP-SL, pese a la fascinacin que ejerca sobre sus
seguidores y a la mistificacin ideolgica que intent consagrarla como un supuesto avance cientfico de validez universal, fue bastante unvoca y poco variable. El PCP-SL no tena que responder al control de ninguna instancia porque no
reconoca ideolgicamente ningn valor a los derechos humanos, ni siquiera como
un asunto de imagen pblica.
Por el otro lado, la complejidad de los giros estratgicos adoptados por el
Estado a lo largo de la lucha contrasubversiva sugiere la existencia de dos grandes orientaciones y prioridades excluyentes, cada una de las cuales se asocia a un
cierto tipo de patrones de violacin de los derechos humanos, con diferentes
niveles de gravedad:
La primera orientacin es aqulla donde resulta ms frecuente la utilizacin
de mtodos como ejecuciones arbitrarias o desapariciones forzadas, destinados a eliminar fsicamente a las personas consideradas como presuntos
subversivos, colaboradores o simpatizantes, as como en muchos casos el
propio entorno social o familiar de estos grupos.
49
La CVR busc verificar en la informacin estadstica la configuracin de dichas orientaciones a la eliminacin o a la captura mediante el anlisis" de
las correlaciones entre los porcentajes de casos registrados segn arios de ejecuciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y detenciones. El resultado
de este anlisis es la definicin de los componentes principales asociados a las
dos orientaciones mencionadas. En el cuadro 3 mostramos la correlacin de cada
una de las variables analizadas (las ejecuciones, las desapariciones forzadas, las
torturas y las detenciones oficiales) con las dos grandes orientaciones posibles:
hacia la eliminacin o la captura de personas acusadas de estar vinculadas a la
subversin armada.
la eliminacin
4
61
CUADRO 3
ta
o
e o
ELIMINACIN CAPTURA
0.96
Ejecuciones arbitrarias
Desapariciones
0.99
0.91
Torturas
Detenciones oficiales -0.08
.
1
O C
Menor nfasis
en la captura
....
o.
-0.12
-0.08
0.30
0.99
.
O
as
a
Ihs
Mayor nfasis
en la captura
Como se aprecia, la primera orientacin est marcada por la correlacin positiva con las ejecuciones, desapariciones forzadas y las torturas; mientras que la segunda se asocia, ante todo, a las detenciones y, en cierta medida, tambin a las
torturas. Esta configuracin de componentes principales nos indica que la tortura
aunque ms comn cuando la orientacin se diriga a la eliminacin fue una
prctica comn en cualquiera de las orientaciones y persisti pese a los cambios
estratgicos. El resultado es consistente con las denuncias recibidas: conductas
como la ejecucin arbitraria y la desaparicin forzada estn relacionadas con_la
orientacin de eliminar a los presuntos subversivos y se asocian fuertemente a la
tortura que sufrieron las vctimas antes de su muerte o desaparicin. De otro lado,
la orientacin centrada en la captura de presuntos subversivos muestra menor
relacin con la prctica de las ejecuciones y desapariciones; pero mantiene una
importante relacin con casos de tortura.
" Se utiliza el anlisis factorial. sta es una herramienta que busca determinar los factores generales
que subyacen a la evolucin de mltiples variables.
o
Menor nfasis en la
eliminacin
estndar de la ubicacin de cada caso (la prctica de cada ao) a lo largo de los ejes.
51
LOS HECHOS: LA MAGNITUDYEXTENSIN DELCONFLICTO
50
GRFICO 12
53
Los HECHOS: LA MAGNITUD Y EXTENSIN DEL CONFLICTO
52
1000
'1000
2000
3000
1 50-59
PERFILES DE LAS VCTIMAS
1 40-49
o
Los testimonios recogidos por la CVR indican que los principales actores del
conflicto armado interno desarrollaron un conjunto de prcticas de seleccin de
sus vctimas al interior de determinados grupos de poblacin.
Tal y como se aprecia en el grfico 12, la violencia no afect a hombres y mujeres en forma similar ni estuvo distribuida uniformemente en todos los grupos de
edad. Fueron los hombres entre 20 y 49 aos quienes conformaron el grueso de las
vctimas fatales reportadas a la CVR (ms del 55%), mientras que las mujeres de
todas las edades suman poco menos del 20% de las vctimas.
VI
30-39
20 - 29
10-19
0 -9
ao
30 20 10
% DE LA POBLACIN
10 20
%DE LAS VCTIMAS
30
,1C
rr
'11 I
vfctlma
2-4 vIctimas
5-9 vctimas
10-+vfc-timas
Como referencia, se emple la distribucin por edades de la proyeccin realizada por el INEI
para la poblacin peruana de 1985.
55
LOSHECHOS: LA MAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
54
y terrateniente en el campo peruano. El pensamiento Gonzalo hizo una interpretacin tergiversada de la nueva realidad de relaciones sociales en el campo para
hacerla encajar en sus categoras ideolgicas y, de ese modo, crear artificialmente
blancos para la accin armada de sus militantes.
El trabajo poltico de acumulacin de fuerzas desarrollado por el PCP-SL lo
llev a reclutar a sus militantes y simpatizantes entre la juventud de origen campesino, principalmente en Ayacucho. Muchos de estos jvenes se haban beneficiado entre los aos 1960 y 1980 de un proceso de expansin de la educacin secundaria y superior que aument sus expectativas de ascenso social. Sin embargo,
las escasas oportunidades de desarrollo econmico en sus localidades de origen
hicieron que muchas de estas expectativas se vieran frustradas, por lo que un sector importante de la juventud rural ayacuchana fue atrado por el proyecto de
cambio social y poltico radical del PCP-SL, que reservaba adems un papel
protagnico a los jvenes en el nuevo orden social que se buscaba implantar. Por
el contrario, aquellas comunidades en las que el PCP-SL no poda captar la adhesin voluntaria de los jvenes, los obligaba a participar de sus acciones mediante
el reclutamiento forzado.
Al definir el escenario del conflicto en sus propios trminos, el PCP-SL configur los perfiles de las vctimas, tanto de su accin armada como de aquella desencadenada por la represin de las fuerzas del orden. En la medida en que el conflicto
armado interno tuvo un carcter no convencional y que los militantes del PCP-SL
se mimetizaban con la poblacin local, las fuerzas del orden seleccionaban a sus
vctimas de acuerdo con las caractersticas generales de quienes podan ser ms
propensos a integrarse al grupo subversivo, tal y como narra un joven
universitario detenido por terrorismo en 1991 y posteriormente absuelto:
[en la Direccin Nacional contra el Terrorismo-DINCOTE] policas me dijeron que
mis antecedentes eran ideales para ser miembro de Sendero Luminoso: era hijo de
padres ayacuchartos, hablaba ms o menos quechua, estudiaba en la UNMSM y
viva en el Callao [...J. Finalmente, en Canto Grande, cuando fui asignado al pabelln de los senderistas, esta vez ellos eran los que me decan t eres hijo de
ayacuchanos, hablas un poco de quechua, estudias en la San Marcos y vives en el
Callao, cumples el prototipo, por qu no te unes a nosotros?."
En el grfico 15, se observa la diferenciacin de perfiles de las vctimas de los
principales actores del conflicto. Como es visible, la proporcin de personas menores de 30 aos es mayor entre las vctimas provocadas por los agentes del Estado, mientras que edades por encima de los 40 aos son ms frecuentes entre aquellas personas asesinadas o desaparecidas por el PCP-SL.
57
LOSHECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
56
GRFICO 15
59
GRFICO 16
58
70- +
50-
60-69
50-59
40-49
e 40 - 49
30 - 39
30-39
20 - 29
1.7
20 - 29
Menos de 19
10 - 19
0%
0-9
0%
10%
20%
20%
40%
60%
409E
I DAGENTESDELESTADO U PCP-Sli
Tomando en cuenta este perfil de edades, es posible afirmar que, hasta cierto
punto, el conflicto armado interno provocado por el PCP-SL fue tambin una lucha generacional, en donde los jvenes de origen campesino, relativamente ms
educados que sus padres y atrados por la ideologa subversiva, buscaban desplazar violentamente a las personas mayores de las posiciones de poder y prestigio
en sus propias comunidades. De las vctimas fatales reportadas a la CVR que tenan entre 20 a 29 arios, la proporcin de personas que tenan educacin secundaria es algo mayor entre las vctimas provocadas por los agentes del Estado que
entre aqullas causadas por el PCP-SL (35% versus 22%).
Una confirmacin de este perfil del militante o simpatizante del PCP-SL puede
encontrarse en ls caractersticas sociodemogrficas de aquellas personas que actualmente se encuentran detenidas por cargos de terrorismo en los diferentes establecimientos penitenciarios del pas.
La CVR ha entrevistado a poco ms de mil personas actualmente detenidas
por delito de terrorismo. Como se aprecia en el grfico 16, ms de la mitad de ellos
tenan entre 20 y 29 arios al momento de ser detenidos. Por otro lado, cerca del
45% de los detenidos por delito de terrorismo que han dado su testimonio a la
CVR tienen algn nivel de instruccin superior.
GRFICO 17
APURIMAC
HIJANCAVELICA
CUSCO
HUNUCO
UCAYALI
SAN MARTiN
PUNO
JUNIN
UMA- GALIA()
OTROS
60%
40%
20%
CI DETENIDOS EN PENALES
0%
20%
40%
60%
0 EIECUTADOS Y DESAPARECIDOS
Por otro lado, mientras que ms del 70% de los ejecutados y detenidos tenan
al quechua u otras lenguas nativas como idioma materno, slo el 24% de los
actualmente detenidos por terrorismo comparten esa caracterstica.
La probabilidad de que la accin contrasubversiva del Estado deviniera en una
violacin grave de los derechos humanos o en una aplicacin de la legislacin
antiterrorista no era uniforme en todos los grupos sociales. Las consecuencias resultan ser ms graves y los errores menos reversibles en los sectores ms marginados de la sociedad peruana.
El inicio de la violencia armada (mayo de 1980 - diciembre de 1982): comprende desde el primer acto de violencia cometido por el PCP-SL en Chuschi,
Cangallo, el 17 de mayo de 1980 hasta la disposicin presidencial del 29 de
diciembre de 1982 que estableci el ingreso de las Fuerzas Armadas en la
lucha contrasubversiva en Ayacucho.
La militarizacin del conflicto (enero de 1983- junio de 1986): abarca desde
la instalacin, el 1 de enero de 1983 del comando poltico-militar de
Ayacucho a cargo del general Roberto Clemente Noel Moral, hasta la matanza de los penales del 18 y 19 de junio de 1986.
El despliegue nacional de la violencia (junio de 1986 - marzo de 1989): se
desarrolla desde la mencionada matanza de los penales de junio de 1986
hasta el 27 de marzo de 1989, fecha del ataque senderista, con el apoyo de
narcotraficantes, al puesto policial de Uchiza en el departamento de San
Martn.
La crisis extrema, ofensiva subversiva y contraofensiva estatal (marzo de
1989 - septiembre de 1992): se inicia inmediatamente despus del asalto
senderista al puesto de Uchiza y concluye el 12 de septiembre de 1992 con la
Para construir una explicacin ms detallada del conflicto armado interno, la CVR
analiz la intensidad y la extensin de la violencia en relacin con la lgica interna
de los acontecimientos y las estrategias de los actores directos implicados en el
proceso, as como las diversas posiciones frente al mismo asumidas por otros
actores polticos y sociales. En dicha explicacin, se reconstruyen los contextos de
las principales acciones y decisiones, y se consideran las distintas opciones al alcance de los actores, de esta forma se busca evitar anacronismos al interpretar
hechos del pasado a partir de un conocimiento no disponible ene! momento de su
ocurrencia.
Siguiendo este enfoque, el conflicto armado interno se puede organizar en
cinco perodos definidos por puntos de inflexin que no coinciden necesariamente
con las fechas de inicio y culminacin de los gobiernos que tuvo el pas entre mayo
28
El proceso analizado por la CVR comprende los gobiernos del general Francisco Morales Bentuldez
en su fase final (del 17 de mayo al 28 de julio de 1980), del arquitecto Fernando Belaunde Terry (del
28 de julio de 1980 al 28 de julio de 1985), del doctor Alan Garca Prez (del 28 de julio de 1980 al 28
de julio de 1990) y del ingeniero Alberto Fujimori Fujimori (del 28 de julio de 1990 al 5 de abril de
1992; del 5 de abril de 1992 al 28 de julio de 1995; del 28 de julio de 1995 al 28 de julio de 2000; y de
esta fecha al 20 de noviembre del mismo ao).
61
LOSHECHOS, LA -MAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
60
captura en Lima de Abimael Guzmn Reinoso y de los principales dirigentes de su organizacin por parte del GEIN.
Declive de la accin subversiva, autoritarismo y corrupcin (septiembre de
1992 - noviembre de 2000): comienza con la captura de Abimael Guzmn y
la cpula senderista, y se extiende hasta el abandono del pas del ingeniero
Alberto Fujimori.
PRIMER PERODO: EL INICIO DE LA VIOLENCIA ARMADA (MAYO DE 1980-DICIEMBRE DE 1982)
El conflicto armado interno que padeci el Per se inici con la decisin del PCPSL de declarar la guerra al Estado peruano. La accin simblica que marc el comienzo de la lucha armada senderista fue la quema pblica de las nforas electorales en el distrito de Chuschi (Cangalla, Ayacucho) el 17 de mayo de 1980, con
ocasin de las elecciones generales. Con ello, el PCP-SL se automargin del proceso democrtico abierto con los comicios celebrados ese da, y dio inicio a una
violenta campaa cuyo objetivo era destruir el Estado peruano y someter a la sociedad peruana a un rgimen autoritario y totalitario.
En un principio, el PCP-SL realiz atentados espordicos contra la propiedad
pblica y privada, y acciones de propaganda armada. La gravedad de sus actos
fue aumentando paulatinamente hasta llegar al asesinato sistemtico y a los ataques contra las fuerzas policiales que buscaban provocar una represin estatal
cada vez ms dura en su contra; su objetivo era que se definiese una situacin de
conflicto armado interno.
Las primeras acciones senderistas fueron percibidas inicialmente como hechos
marginales y de poca repercusin nacional. Se las evaluaba con una actitud que
combinaba la subestimacin y el desconcierto, lo que permiti el crecimiento de la
presencia senderista en ciertas reas del departamento de Ayacucho y Huancavelica.
Entre 1980 y 1981, la atencin de la opinin pblica estuvo enfocada en el proceso
de transferencia del poder a los civiles despus de doce aos de dictadura militar,
as como en las primeras medidas del nuevo rgimen poltico. Entre los crculos
de la izquierda legal las acciones iniciales del PCP-SL eran vistas con extrema suspicacia, llegando incluso a ser consideradas como operativos encubiertos de las
fuerzas del orden destinados a desprestigiar o sabotear la presencia y participacin de organizaciones polticas izquierdistas en la escena oficial tal y como haba
sucedido en otros pases de Amrica Latina.
Aunque en aos anteriores no se descartaba el alzamiento en armas de algunos
grupos radicales de izquierda, el fenmeno particular iniciado por el PCP-SL desconcert a las fuerzas del orden. En general stas hubieran esperado la repeticin
de un proceso guerrillero similar al ocurrido en 1965. La formacin contrasubversiva
que haban recibido las preparaba nicamente para fenmenos de este tipo o, en
el mejor de los casos, para enfrentar a grupos armados semejantes a los que por
esos aos actuaban en otros pases de Amrica Latina. Al no poder definir con
claridad el tipo de adversario que enfrentaban, los trabajos de inteligencia del
perodo previo e inicial estuvieron errneamente dirigidos. Las posibilidades de
evitar el curso de los acontecimientos a partir de este tipo de trabajo fueron escasas debido al muy reducido tamao de la organizacin, a su similitud con muchas
63
Los HECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
62
65
LO SHECHOS: LAMA GNITUDYEXTENSINDEL CONFLICTO
tuchos de dinamita y armas. No hubo, en ese lapso, una respuesta estatal directa
contra el PCP-SL de parte del gobierno militar. El mismo da de la juramentacin
de Fernando Belaunde Terry en su cargo de presidente se produjo un apagn parcial por el derribo de una torre en Huancavelica y un ataque con explosivos al local
de Accin Popular en Pasco. En general, los medios de comunicacin cubrieron
escasamente las primeras acciones de propaganda armada senderista, prcticamente ante la trascendencia de los debates propios de la transferencia del poder a
los civiles.
El Presidente entrante encontr un pas radicalmente distinto al que dej. El
nuevo escenario le exigi lidiar con nuevos actores polticos y sociales. Entre los
primeros, el gobierno de Accin Popular ya no tuvo que enfrentar una oposicin
parlamentaria de derecha, como la de APRA-UNO en su primera administracin
(1963-1968), sino una oposicin de izquierda sin precedentes por su radicalismo y
su tamao. En el plano social, Belaunde enfrentaba, por primera vez, fuertes organizaciones gremiales y sindicales con presencia nacional, tales como el Sindicato
Unitario de Trabajadores en la Educacin del Per (SUTEP), la Confederacin
General de Trabajadores del Per (CGT?), la Confederacin Campesina del Per
(CCP) o la Federacin Minera, que contaban con la experiencia reciente de las
luchas contra el gobierno militar y mantenan estrechos lazos con la izquierda
parlamentaria y una amplia cobertura en medios opositores.
En cuanto a la respuesta a la lucha armada, el gobierno de Accin Popular, al
igual que la mayora de actores en el pas, no termin de comprender lo que implicaba el desafo planteado al Estado por el PCP-SL y su guerra popular. Durante
varios aos, el tema no ocup un lugar prioritario en la agenda estatal ni entre las
preocupaciones sociales fuera de las zonas de emergencia. Fue tratado como un
problema de delincuencia comn susceptible de ser resuelto mediante la neutralizacin de individuos (los delincuentes terroristas). En ese momento, sin embargo, factores ajenos a la guerra interna afectaban el desempeo policial. Entre los
ms importantes estaban la extensin de la corrupcin vinculada al narcotrfico y
a las disputas y tensiones entre institutos policiales (Guardia Civil, Guardia Republicana y Polica de Investigaciones del Per), propiciadas por arraigadas y contrapuestas identidades corporativas. A lo largo del quinquenio, adems, se insisti
en la vinculacin entre el PCP-SL y parte de la izquierda legal, al punto de que el
gobierno se resisti a liberar a militantes de IU encarcelados por acusaciones de
terrorismo.
Al margen de las discusiones en la escena oficial, el PCP-SL utiliz consistentemente
todos los espacios polticos a su disposicin y logr ir construyendo su organizacin
prcticamente sin alteraciones significativas de sus planes originales. Las
respuestas del Estado y de la sociedad estuvieron mediatizadas por razones ajenas
al proceso subversivo mismo. Para algunos sectores, era imposible aislar al PCPSL del resto de la izquierda radical, mientras que, para otros, la guerra sucia era
inevitable por la naturaleza misma del Estado. La Polica de Investigaciones del
Per logr xitos en los medios urbanos al capturar a cientos de miembros del
PCP-SL, mientras que en el campo el avance policial fue nfimo en parte por la
insuficiencia de sus agentes y la precariedad de los puestos rurales. No obstante,
la presencia del PCP-SL no se limit a algunas provincias del departamento de
1986)
A partir del ingreso de las Fuerzas Armadas a la lucha directa contra el PCP-SL,
el conflicto entr en un nuevo curso. La presencia militar en varias regiones del
pas durara ms de quince arios; el giro adoptado signific la militarizacin del
conflicto. En ningn momento anterior del siglo XX se haba producido un fenmeno similar de constitucin de instancias poltico-militares de conduccin
de la respuesta estatal al fenmeno subversivo. Asimismo, en esta etapa el PCPSL cre su autodenominado Ejrcito Guerrillero Popular y realiz acciones
guerrilleras como ataques a puestos policiales y emboscadas a patrullas militares, sin abandonar su actividad terrorista expresada en asesinatos selectivos y
atentados con explosivos.
El asesinato de ocho periodistas en Uchuraccay, cuatro semanas despus del
ingreso de las Fuerzas Armadas a la lucha contra el PCP-SL, produjo un quiebre en
el conflicto al difundirse ampliamente en los medios de comunicacin nacionales
imgenes terribles de la violencia que se estaba produciendo en la sierra de
Ayacucho y los departamentos vecinos. En los meses siguientes, al consolidarse el
predominio de la lgica de las acciones armadas no convencionales, las cifras de
vctimas y de violaciones de derechos humanos crecieron exponencialmente; ste
fue el perodo con la mayor cantidad de vctimas del conflicto.
Al ingresar en la lucha contrasubversiva, las Fuerzas Armadas no contaban
con una adecuada comprensin del PCP-SL y de su estrategia; vieron a esta organizacin como parte de una gran conspiracin comunista que atacaba al pas.
Segn esta concepcin, todos los izquierdistas eran igualmente responsables de
las acciones del PCP-SL y no haba mayor diferencia a partir de alineamientos
internacionales. De esta manera, por ejemplo, el general EP Noel pudo sealar,
en una entrevista con la CVR en el ario 2003, que veinte aos atrs haba desbaratado un plan de ataque senderista preparado para el 26 de julio de 1983 en
homenaje al trigsimo aniversario del asalto al cuartel de Moncada en Cuba.33
sta era una accin impensable para una organizacin maosta como el PCP-SL
CVR. Entrevista, 18 de marzo de 2003.
" El asalto al Cuartel Moncada conducido por Fidel Castro en 1953 es uno de los hitos histricos de la
revolucin cubana.
67
LOS HECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDEL CONFLICTO
66
1.
que jams celebr dicha fecha y no conceda un carcter revolucionario a la experiencia cubana.
El general Noel tuvo serias disputas con los medios de comunicacin, en especial despus de los sucesos de Uchuraccay, a los que reprochaba el que hicieran
crticas a las Fuerzas Armadas y, de ese modo segn su interpretacin, alentaran a la subversin.
El sucesor de Noel, el general EP Adrin Huamn Centeno, fue destituido en
agosto de 1984, el ao en que se registr el mayor nmero de vctimas del perodo
1980-2000. Su destitucin, sin embargo, no obedeci a este ltimo dato, sino a las
crticas del general Huamn al gobierno por loque! consideraba falta de apoyo a
la lucha contrasubversiva. El general Huamn, quechuablante y de origen comunero campesino, lleg a la jefatura del comando poltico-militar con un enfoque
que enfatizaba la promocin social de la poblacin campesina como medio para
dejar sin espacio a la subversin. Sus crticas a las autoridades civiles por no atender esas demandas fueron respaldadas por la oposicin poltica. Un alto funcionario
del gobierno, el ex ministro Luis Prcovich Roca, coment a la CVR lo siguiente
sobre aquella destitucin quiere rebasar a la autoridad civil [...l. Quiere manejar l
solo las cosas de acuerdo con su criterio. No obedece, o da la impresin de que
quiere decir lo que el gobierno estaba sealando y lo que el gobierno civil estaba
haciendo. Incluso llega en un momento a hacer apreciaciones orientadas a
desprestigiar al gobierno civil.
En esta fase de militarizacin se produjeron casos de violaciones masivas de
los derechos humanos atribuidos a las fuerzas del orden como los de Sacos (sinchis
de la ex GC, noviembre 1983), Pucayacu (infantes de Marina, agosto de 1984),
Putis (infantera del Ejrcito, diciembre de 1984) y Accomarca (infantera del Ejrcito, agosto de 1985). Por el lado del PCP-SL, las principales violaciones de este
tipo fueron las de Lucanamarca y Huancasancos (abril de 1983).
Finalmente, el movimiento Revolucionario Tpac Amaru (MRTA) inici sus
acciones armadas formalmente en 1984 presentndose como parte de la izquierda
peruana y haciendo explcitas sus diferencias con el PCP-SL (uso de uniformes,
campamentos guerrilleros, reivindicacin de acciones, etctera). Esta organizacin, constituida en 1982 a partir de la unin de dos pequeas agrupaciones de
izquierda, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria - El Militante (Mm-EM) y
el Partido Socialista Revolucionario - Marxista Leninista (PSR-ML), haba optado
dos arios despus por prepararse para la lucha armada.
Al ser elegido presidente Alan Garca Prez, cambi el discurso oficial sobre la
guerra interna. Se criticaba por primera vez desde el gobierno las violaciones de
los derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas y se cre, adems, una
Comisin de Paz. Se intent cambiar el esquema nicamente militar para enfrentar la subversin. El punto ms difcil en este terreno fue la destitucin del jefe de
la segunda regin militar general de divisin Sinesio Jarama y del jefe del comando poltico-militar de Ayacucho Wilfredo Mori a raz del caso de Accomarca. A
pesar de las crticas a la situacin imperante, Garca no derog el decreto legislativo 24150, promulgado por Belaunde en junio de 1985, el cual regulaba (y aumen-
taba) las atribuciones de los comandos poltico-militares que hasta entonces haban funcionado sin un sustento constitucional.
Alan Garca defini las posiciones de su gobierno en los siguientes trminos:
Nosotros hemos tenido dos etapas en el anlisis sobre Sendero Luminoso.
La primera muy borrosa en el gobierno de Fernando Belaunde, donde sin
conocer siquiera lo que podra ser esto, los alcances de lo que podra
sobrevenir, pensbamos en una explicacin de tipo sociolgica, estmulo,
impulso de la miseria, y naturalmente ramos un poco concesivos y
tolerantes en la explicacin. Y tal vez en los trminos actuales un poco
paternalistas en el sentido de decir pobre gente que ha sido abandonada
tantos siglos reacciona de esta manera, de manera que la sociedad
centralista y blanca tiene que entenderla, darle una solucin. A partir del
28 de julio no es que la perspectiva cambia o la actitud, sino la necesidad ya
de administrar. Se cuenta con que la gente le est pidiendo que no haya
apagones en Lima, que no le maten ms gente, que no traigan malas noticias
los diarios, no? m
La idea central del gobierno de Garca era derrotar a la subversin sustrayndole el posible apoyo campesino mediante el desarrollo de polticas dirigidas a este
sector y a zonas de extendida pobreza. El gobierno aprista entendi con exagerado
optimismo que el crecimiento econmico de sus dos primeros aos haba terminado
con el PCP-SL al registrarse un descenso de sus acciones entre 1985 y 1986. Por
ltimo, asumi que el carcter popular del PAP cerrara los espacios sociales para
un eventual crecimiento del PCP-SL. Inicialmente, esta poltica pudo parecer
exitosa por el repliegue del PCP-SL tras la ofensiva de las Fuerzas Armadas de
1983 y 1984, y por la tregua unilateral que le dio el MRTA al gobierno aprista.
Las relaciones con las Fuerzas Armadas fueron tirantes al principio, pero este
impulso inicial qued relegado ante casos posteriores en los que las denuncias de
violaciones de los derechos humanos no encontraron igual eco. Este fue el caso de la
muerte de internos en el motn del penal de Lurigancho, ocurrido en octubre de 1985
en Lima, en el que el gobierno aprista no asumi responsabilidad alguna. El punto
culminante de este proceso fue la masacre de los penales (18 y 19 de junio de 1986)
que marc considerablemente a todos los actores del conflicto y trajo a Lima las
imgenes de matanzas hasta entonces lejanas. En trminos prcticos, con esta matanza terminaron los intentos del gobierno aprista por desarrollar una poltica
propia de seguridad interior.
EL DESPLIEGUE NACIONAL DE LA VIOLENCIA (JUNIO DE 1986- MARZO DE 1989)
Luego del proceso de militarizacin creado por el incremento de las acciones del
PCP-SL, el ingreso de las Fuerzas Armadas al combate contra la subversin y el
inicio de las acciones del MRTA, se cre un contexto de actores armados que desarrollaban sus propias estrategias en el terreno. A partir de 1986, sin embargo, fue
evidente que el conflicto armado interno haba salido de los departamentos iniciales en los que se produjeron las maniobras de los primeros aos y haba alcanzado
una extensin nacional.
CVR. Entrevista. 7 de mayo de 2003.
68
Franco (CRF). En 1988, por primera vez durante la guerra interna, se haba 'registrado la accin de un supuesto grupo paramilitar, el Comando Rodrigo Franco, al
que se atribuy el asesinato de Manuel Febres Flores, abogado del dirigente
senderista Osmn Morote, capturado poco antes por la DIRCOTE. Diversas fuentes vincularon su aparicin y sus acciones con el PAP y con miembros de la polica,
bajo el control de Agustn Mantilla, la figura ms fuerte del Ministerio del Interior
durante el quinquenio del gobierno aprista. La CVR considera que el Comando
Rodrigo Franco puede haber sido, antes que una organizacin centralizada, un
membrete que diversos actores, no necesariamente articulados entre s, utilizaron
para sus actividades criminales.
Por otro lado, la creacin del Ministerio de Defensa en 1987 tuvo serios tropiezos en su funcionamiento y, a pesar de haberse puesto en marcha, no logr ubicarse por encima del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ni implic un recorte en las atribuciones en materia de defensa nacional con las que contaban los
institutos armados.
Con la hiperinflacin y, en general, el descontrol del manejo macroeconmico,
el gobierno perdi la iniciativa poltica que pas a manos de la oposicin de derecha luego del intento de estatizacin del sistema financiero. Del mismo modo,
abandon sus intentos por controlar la poltica contrasubversiva, con lo que dej
el terreno libre a las Fuerzas Armadas en las zonas de emergencia. Sin embargo,
mantuvo un trabajo especializado de inteligencia e investigacin policial, principalmente en Lima y otras ciudades, que tuvo logros como la captura ya mencionada de Osmn Morote. La situacin se hizo ms difcil al iniciarse un ciclo de huelgas de diversa ndole.
La divisin del frente Izquierda Unida en 1989 cerr el ciclo de la gran presencia electoral de la izquierda en el pas iniciado en 1978. Esto afect seriamente a
los partidos que la conformaban y dej sin representacin, dentro del sistema
democrtico, a importantes sectores radicales que no apoyaban a las organizaciones armadas; pero que tampoco se sumaban a la poltica contrasubversiva del
gobierno, pues desconfiaban de las Fuerzas Armadas.
El ataque a la base policial de Uchiza en marzo de 1989 fue una de las mayores
operaciones militares realizadas por el PCP-SL, aun cuando fuese en alianza con
narcotraficantes. La falta de una respuesta estatal para apoyar a los policas sitiados debilit todava ms la imagen del gobierno de Garca y lo oblig a crear un
comando poltico-militar en la zona a cargo del general de brigada Alberto
Arciniegas, quien puso en prctica una nueva estrategia del Ejrcito para aislar al
PCP-SL de los campesinos.
ICTO
GNITUDYEXTENSIDN DELCONFL
70
DE 1992)
El ao 1989 fue uno de los ms difciles de nuestra historia republicana, pues signific el clmax de una crisis econmica casi sin antecedentes y marc el inicio de
un perodo de extrema agudizacin del conflicto armado interno. Ese ario se produjo un nuevo giro en la guerra interna, debido, principalmente, a las decisiones y
acciones de dos de los principales actores.
En primer lugar, el PCP-SL, durante su Primer Congreso, defini como nuevo
objetivo de su plan de guerra popular que el equilibrio estratgico remeciera
todo el pas. Para ello, plante como eje de accin acentuar su ofensiva en las
zonas urbanas, principalmente en Lima. As, el PCP-SL increment notablemente
sus ataques y actos terroristas, endureciendo su relacin con la poblacin en la
sierra rural y en la selva, por un lado, y movilizando sus bases urbanas hacia la
realizacin de ataques y atentados ms violentos, frecuentes y visibles, por otro.
Con esta decisin se iniciaba el segundo pico estadstico de vctimas en la guerra interna.
Paralelamente, las Fuerzas Armadas empezaron a aplicar su nueva estrategia
integral, que implicaba la comisin de violaciones de los derechos humanos
menos numerosas pero ms premeditadas. Esta nueva estrategia orienta a la directiva 017 del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para la Defensa Interior (DVA 017 CCFUERZAS ARMADAS-PE-DI), firmada en diciembre de 1989
por el general Artemio Palomino Toledo, en la que se toman dos grandes decisiones estratgicas sobre la actividad militar durante el resto del conflicto. Primero,
la organizacin de las Fuerzas Armadas para la Defensa Interior en zonas y
subzonas de seguridad nacional se cambia por una organizacin en frentes
contrasubversivos, los cuales no se derivan de las regiones militares sino de una
zonificacin especial obtenida mediante el anlisis del despliegue y de la actividad
del PCP-SL. Segundo, en los frentes donde existe el narcotrfico se establece como
misin separar a la subversin del narcotrfico y combatir a los narcotraficantes
que apoyen a la subversin o reciban proteccin de ella.
Derivada de esto, la decisin de fomentar y apoyar la conformacin de comits
de autodefensa en las zonas rurales serranas, donde la poblacin empezaba a desafiar el control del PCP-SL, defini el inicio de la etapa final del conflicto. Por
otro lado, al enfocar las Fuerzas Armadas a los departamentos de Junn y Pasco
como el centro de gravedad de sus operaciones contrasubversivas, la guerra se
desplaz notoriamente hacia el frente Mantaro desde 1989. En esta zona central se
aplic intensamente la nueva estrategia de eliminacin selectiva, especialmente
durante el ao 1990, no slo contra los comits populares sino tambin contra
los organismos alojados en universidades y asentamientos humanos urbanos.
Por otro lado, el MRTA qued atrapado en una espiral de violencia de la cual
no logr salir fcilmente. En abril de 1989, un mes despus del ataque senderista
contra el puesto de Uchiza, el MRTA decidi realizar una operacin militar de
grandes proporciones en la sierra central: la toma de una ciudad importante para
efectos de propaganda armada de repercusin nacional. La zona central del pas
era decisiva para los objetivos militares del MRTA; pero, adems, la urgencia de
una muestra de fuerza semejante vino de la necesidad de responder al fuerte golpe que represent la captura de su lder Vctor Polay en Huancayo a comienzos
del ario. Para realizar la toma de Tarrna, que era la ciudad elegida en esta oportunidad, el MRTA traslad a la zona a varios de sus mejores miembros militares en
una fallida operacin que concluy en el enfrentamiento de Molinos el 28 de abril
de 1989. El repase de guerrilleros rendidos que hizo el Ejrcito demostr al MRTA
que las fuerzas del orden no haca distingos entre las organizaciones subversivas.
Todos reciban el mismo trato. La represalia de la organizacin lleg meses despus a travs del condenable asesinato del general (r) Enrique Lpez Albjar en
Lima.
Al ser 1989 un ao de elecciones municipales y regionales, yen buena medida
el inicio de la eleccin presidencial del ao siguiente, se produjo una sorprendente
movilizacin de fuerzas polticas que revelaron los lmites reales de las amenazas
planteadas al Estado por el PCP-SL y el MRTA. Las elecciones se celebraron en
todo el pas, un xito si se tiene en cuenta la crtica situacin existente; los miembros del PCP-SL fracasaron en su intento de boicotearlas.
En marzo de 1990, mientras las elecciones generales estaban en su mximo
punto de confrontacin, se form el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) en la
Direccin contra el Terrorismo (DIRCOTE). Mientras que los Grupos Operativos
Delta de la DIRCOTE continuaban abocados a la tarea legal de investigacin de
atentados y acciones terroristas en Lima, el GEIN se dedic a trabajar exclusivamente en el desarrollo de operaciones encubiertas: de inteligencia (seguimientos y
vigilancia) para la captura de los principales lderes subversivos. Antes del cambio
de gobierno, el primero de junio, el GEIN dio su primer y gran golpe al allanar una
casa donde hasta pocos das antes se alojaba Abimael Guzmn y donde encontraron informacin que resultara muy valiosa. La intervencin signific el principio
del fin de Sendero Luminoso (Jimnez 2000: 721).
En sentido estricto, el nuevo gobierno no ide una nueva estrategia
contrasubversiva. Ms bien, Alberto Fujimori mantuvo la estrategia integral de las
Fuerzas Armadas e impuls iniciativas legales para complementarla. Haba asumido tambin el plan poltico-militar de un sector de las Fuerzas Armadas y, con
ello, la necesidad de instalar un sistema de democracia dirigida que se ajustase a
las necesidades de la contrasubversin.
El PCP-SL, muy golpeado en las reas rurales, creci sorprendentemente en
Lima en medio de la crisis reinante. El MRTA intent un dilogo con el gobierno,
luego de la fuga de sus dirigentes del penal Castro Castro en junio de 1990, mediante el secuestro de un diputado fujimorista pero fue rechazado. En 1991 ms de
la mitad de la poblacin peruana viva en estado de emergencia. Ese mismo ao se
da una ofensiva del MRTA en diversas zonas del pas, con lo que consigui dar
una imagen de'recomposicin luego de la fuga. En noviembre, el Ejecutivo promulg un paquete de decretos legislativos que motiv su debate en el Congreso;
con ello se inici la cuenta regresiva para la justificacin del prximo golpe de
Estado.
El 5 de abril de 1992, mediante el golpe de Estado que quebr el orden constitucional, el gobierno de Fujimori promulg una serie de disposiciones que endure-
73
LOSHECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
72
" En la tradicMn de las organizaciones revolucionarias, el trmino cuadro denota un tipo calificado
de militante.
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Los HECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSIN DEL CONFLICTO
74
l
o
.-
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LOS HECHOS:
76
e
.3
1. GRFICO 18
Regin central
Regin nororental
Sur andino
Lima Metropolitana
Las investigaciones desarrolladas por la CVR muestran que las organizaciones subversivas lograron un mayor control y tuvieron una presencia ms
importante y duradera en aquellas zonas donde pudieron utilizar en su provedto situaciones crnicas de conflicto entre sectores de la poblacin o entre los
pobladores y el Estado.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la sociedad peruana experiment algunos de los cambios demogrficos, econmicos, polticos y sociales ms profundos y radicales de su historia. Desde la dcada de 1950, en el campo, particularmente serrano, la masiva emigracin rural, principalmente hacia la ciudad de
Lima, y las movilizaciones campesinas contra el rgimen latifundista alteraron
la demografa y las estructuras de poder. Polticas de proteccin a la industria y
de aliento a la inversin (banca de fomento industrial y agropecuaria, aranceles
proteccionistas, etctera) venan transformando la economa nacional y particularmente la vida, la economa y el peso demogrfico de Lima. Al mismo tiempo, se
disearon grandes planes modernizadores para el pas. As, las grandes irrigaciones
de la costa en los ltimos cuarenta aos cambiaron el paisaje social, econmico y
demogrfico de la regin. La carretera marginal de la selva, que empez a
construirse en la dcada del sesenta, ha tenido efectos semejantes. En gran parte
de la sierra, la promesa de una sociedad ms moderna no tuvo inversiones ni ejes
viales ni gigantescas represas; all, la modernizacin, o sus pedazos, se manifestaron
a travs de la Reforma Agraria y la ampliacin de la cobertura educativa.
En gran medida, estos cambios significaron un proceso de modernizacin y
desarrollo que tuvo manifestaciones y efectos desiguales en los diferentes espacios regionales del pas. Si bien se introdujeron importantes alteraciones en las
condiciones de vida y en las expectativas de la mayora de la poblacin, las limitaciones del proceso de modernizacin peruano dejaron abiertos nuevos y viejos
conflictos sociales sin resolver, as como aspiraciones de progreso individual o
colectivo frustradas. La violencia que se inici en 1980 encontr en los espacios
donde los lmites de la modernizacin haban generado los conflictos o frustraciones ms importantes, un lugar privilegiado donde los proyectos de los grupos
subversivos podan enraizarse y desarrollarse.
Otros
0%
20%
40%
79
7s
A diferencia de la selva y la costa, la sierra no tuvo un gran proyecto de modernizacin. Sin ningn recurso atractivo para el capital extranjero o nacional ni un
centro econmico dinmico mal integrado por una escasa y psima infraestructura vial hacia mediados del siglo XX, el departamento de Ayacucho
mostraba signos visibles de depresin econmica con uno de los PBI ms bajos del
pas y altas tasas de emigracin en sus diferentes provincias. Tradicional centro de
residencia de los terratenientes de la regin, la ciudad de Huamanga se haba
constituido con los siglos en sede indiscutible del poder regional. Pero en el entorno
regional de pobreza y depresin, los terratenientes haban perdido gran parte de su
poder social y econmico. Movimientos campesinos, procesos de compra de
haciendas por sus feudatarios y, finalmente, la implementacin de la Reforma Agraria
sobre los restos del sistema tradicional de hacienda, terminaron por erosionar la
influencia y peso que este grupo social tena en la ciudad yen la regin.
Fue un proyecto educativo la reapertura de la Universidad Nacional San
Cristbal de Huamanga (UNSCH) en 1959 lo que renov la ciudad y la conect
con el movimiento de renovacin y progreso del pas. Esta reapertura gener el
arribo de profesores y estudiantes forneos, y en los aos siguientes se convirti
en el foco de desarrollo cultural, poltico y econmico de la regin; fue la difusora
de ideas progresistas y estuvo distanciada de los sectores tradicionales en momentos en los que el orden terrateniente y seorial estaba casi en extincin.
Cuando se reabri, luego de cerca de medio siglo de receso, la UNSCH fue
imaginada como una organizacin moderna en su estructura y en su concepcin
acadmica. Sin las trabas administrativas de otras universidades, buscaba capacitar tcnicos, investigadores y maestros que solucionaran los problemas de la regin. Este plan moderno y de alta calidad slo pudo sostenerse debido a la rpida
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LOSHECHOS: LA MAGNITUDY EXTENSIN DEL CONFLICTO
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82
83
vo de captar a los directivos (o directamente la direccin) de las organizaciones sindicales, barriales y de subsistencia. Estos asentamientos populares -organizados en torno a las tres grandes vas de ingreso a Lima: la Carretera Central, la Panamericana Norte y la Panamericana Sur- constituan, en la estrategia subversiva, el cinturn de hierro que ahogara al centro poltico y econmico nacional.
Es necesario sealar, ms all de los contextos especficos de los diferentes
conos de expansin de Lima popular, la importancia de la presencia de la izquierda legal, expresada en el frente de Izquierda Unida, as como un hecho poltico
que marc la historia de estos asentamientos desde 1980: las elecciones municipales. Por primera vez, en 1980, se estableci que los gobiernos locales deban ser
elegidos por voto universal. Desde entonces, particularmente desde 1984 con la
Ley Orgnica de Municipalidades, los municipios electos empezaron a recibir verdaderas atribuciones de gobierno local. En estas zonas urbanas, en proceso de
construccin, con servicios insuficientes, el papel de las municipalidades y de la
lucha poltica por llegar al gobierno local fue muy importante. En los distritos
populares de Lima, la izquierda pas de su tradicional espacio en el movimiento
obrero y barrial a tener funciones de gobierno local. En 1980 y 1983, prcticamente
todos los distritos de los conos norte, sur y este tuvieron alcaldes de izquierda.
Tanto su estrategia delucha contra las autoridades locales como de control del
movimiento sindical y barrial llevaron a las organizaciones subversivas a un directo enfrentamiento con la izquierda legal y los dems lderes polticos y de las
organizaciones sociales en la medida en que stos se erigieron como contrapeso a su
influencia. Por su lado, la accin contrasubversiva, al intentar eliminar organizaciones y potenciales focos de demandas populares, tambin golpe significativamente
a la izquierda y a las organizaciones existentes.
La Lima conformada por inmigrantes, con ciudades marginales y con una economa evidentemente informal, fue un escenario del conflicto armado menos visible que la de los atentados y asesinatos selectivos en contra de smbolos y representantes del poder y del Estado. No obstante, ambas estrategias involucraron la
vida cotidiana de millones de personas y aport cifras considerables a la dramtica estadstica de muertos por el conflicto armado interno.
Conflictos posteriores a la Reforma Agraria
El conflicto armado tuvo en los mbitos rurales un escenario especialmente importante. Los grupos alzados en armas buscaron controlar el campo y tener bases
de apoyo en los poblados campesinos tanto por razones de estrategia militar
como por estrategia poltica. El PCP-SL, inspirado en la tradicin maosta, inici
una guerra del campo a la ciudad. Los grandes espacios de escaso poblamiento
y dbil presencia policial ocultaban sus desplazamientos. Controlados requera
de bases de apoyo; por ello, conquistar polticamente la poblacin campesina fue
uno de sus objetivos principales. Con bases de apoyo rurales, el PCP-SL se desplazaba, en los trminos de Abimael Guzmn Reinoso, como el pez en el agua.
Pero no todo el mbito rural fue receptivo a la prdica y a las acciones de los
grupos alzados en armas. Las sociedades rurales con campesinos beneficiarios de
la Reforma Agraria (los valles de la costa peruana, la zona norte de Cajamarca, el
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84
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LOS HECHOS: LAIAAGNITUDY EXTENSINDEL CONFLICTO
86
tneamente tomadas por miles de campesinos. El intento de reprimir la movilizacin fracas y se abri un largo y conflictivo proceso en el cual las autoridades responsables de realizar la Reforma Agraria intentaban aplicar
compulsivamente el modelo asociativo, en tanto que los campesinos presionaban por una alternativa entre parcelaria y comunal. En 1978 tras nuevas
movilizaciones, conflictos y dirigentes encarcelados, se entregaron las tierras. Esta situacin propici que los dirigentes de la Federacin y de las tomas
de tierras, como Julio Csar Mezich y Lino Quintanilla, con el respaldo de una
lucha exitosa, se radicalizaran e ingresaran al PCP-SL a inicios de 1980 y fueran
los impulsores de su desarrollo en la zona.
La extrema pobreza rural: privatizacin del poder y los conflictos de las
comunidades
El sector de la sociedad rural ms importante y ms afectado en el conflicto armado fue el de los mrgenes ms excluidos del pas. Fue all donde el PCP-SL inici
su expansin, conquist conciencias y adhesiones, control amplios espacios, logr importantes bases de apoyo y cre numerosos comits populares; en estas
zonas el PCP-SL llev adelante de manera ms completa su estrategia de nuevo
poder. Fue tambin all donde se cometieron los casos ms cruentos de ataque a
poblaciones civiles tanto por parte de la organizacin subversiva como de las
Fuerzas Armadas y donde se pag el mayor costo en vidas humanas con la
destruccin de familias y comunidades enteras.
Estos sectores eran considerados irrelevantes para la economa nacional y los
planes de desarrollo. El Estado no estuvo presente en ellos para garantizare! acceso a la infraestructura y a los servicios pblicos bsicos. Asimismo, tampoco cumpli el papel de salvaguardar la tranquilidad, la seguridad y la propiedad de las
personas. stos eran, adems, contextos rurales muy pobres, con una poblacin
mayoritariamente quechuahablante y analfabeta, por lo que nunca haban estado
integrados a travs del voto en los procesos electorales. Eran zonas mal comunicadas con los mercados, inmersas en sus propios problemas, desestabilizadas por
antiguos conflictos de linderos o por el acceso diferenciado a tierras y sometidas a
situaciones de abuso o de ejercicio ilegtimo del poder.
Fue el espacio de lo que se llam la mancha india: la sierra sur-central (Ayacucho,
Apurmac, Huancavelica) y las provincias altas del Cusco. La sierra rural de Pasco
y algunas zonas de Junn como la cuenca del Tulumayo compartieron estas caractersticas, as como la violencia que se desarroll durante el conflicto armado interno.
En estos espacios de pobreza rural, si bien la poblacin campesina estaba organizada en comunidades (con numerosos problemas internos), las nicas expectativas de progreso fueron individuales: la emigracin y el acceso a la educacin. Los
maestros o los hijos que estudiaban en las capitales provinciales, respaldados
por el prestigio que esto trae consigo, fueron prcticamente el nico vnculo
con el progreso. Si bien cada localidad vivi una historia propia, los maestros
de las escuelas y la visita de jvenes universitarios fueron una de las vas de
entrada del PCP-SL en este tipo de realidades. Con mayor o menor intensidad,
-65l6AD
'
6116,
3.
Probablemente irrelevante para un observador externo para el que una persona considerada como
rica en este contexto se ubicada tanto como una pobre en el quintil inferior de la distribucin de
ingresos del pais.
89
LOSHECHOS: LMAGNRUDYEXTENSIN DEL CONFLICTO
88
y la prctica del PCP-SL. La dbil presencia del Estado, representada en los dispersos puestos policiales insuficientes para combatir los robos y el abigeato y
los cargos de autoridad jueces de paz, tenientes gobernadores, fue rpidamente eliminada por la subversin con hostigamiento, amenazas y asesinatos. En
el vaco de poder fcilmente generado, se instaur el nuevo poder.
En muchos lugares se repiti este esquema: en Pasco, desde los primeros aos;
en el Tulumayo, ms tarde; en las provincias altas de Cusco y Apurmac. As pues,
el circuito educativo como promocin y diferenciacin social, el abuso de poder
local y el abigeato como legitimacin abrieron estos espacios a la subversin en la
segunda mitad de la dcada del 80.
Diversas situaciones de conflicto y descontento fueron la puerta de entrada del
PCP-SL. Por un lado, antiguos conflictos entre anexos y capitales de distrito, que
monopolizaban el poder local y eran sedes de pobladores con ms recursos, suscitaron ataques y asesinatos (juicios populares) que tuvieron la adhesin de los ms
pobres. En otros casos, la poca aceptacin de los comuneros del discurso y la
prctica del nuevo poder senderista llev a un conflicto ms bien generacional
de enorme violencia: el de jvenes con mayor educacin, pero an sin acceso a
recursos, radicalizados por la prdica del PCP-SL, contra los adultos (sus padres)
tildados de reaccionarios.
El nuevo poder senderista en el campo fue respondido por una implacable
labor contrasubversiva indiscriminada. Esto sucedi en particular cuando, en
1983, las Fuerzas Armadas se hicieron cargo de la lucha contrasubversiva y
buscaron destruir las bases de apoyo y los comits populares organizados
por el PCP-SL. Sin embargo, desde antes, la poblacin campesina que viva en las
zonas controladas por esta organizacin subversiva, mostraba signos de
resistencia al proyecto totalitario y autrquico que se le quera imponer a sangre
y fuego. Cuando el Estado cambi su tctica de represin indiscriminada por una
estrategia ms selectiva y orientada a conquistar el apoyo de la poblacin local,
se fueron constituyendo los comits de autodefensa que terminaron por eliminar,
en alianza con las fuerzas del orden, la presencia del PCP-SL en el campo andino
y lo obligaron a desplazarse hacia las ciudades y hacia la selva.
Como se aprecia en el grfico 19, en los cinco primeros arios, la violencia y las
vctimas se concentraron bsicamente en la regin sur central, en especial en el
departamento de Ayacucho. Como ha sido mencionado, durante estos aos y en
estos espacios fue donde el PCP-SL aprovech los conflictos intercomunales y
generacionales para imponer un orden igualitario y autrquico fundamentado en
su ideologa totalitaria. La reaccin de las fuerzas del orden, azuzada por actos de
provocacin del PCP-SL (asesinatos, atentados y ataques contra puestos policiales
y patrullas militares), as como el uso cada vez ms intenso de la violencia para
imponer el nuevo orden senderista sobre las comunidades donde se haban creado
bases de apoyo y comits populares, hicieron de los aos 1983 y 1984 los ms
sangrientos de todo el conflicto en la regin en especial y en el pas en general
(vase el grfico 5 y el grfico 20 aqu adjunto).
GRFICO 19
80%
60%
4016
20%
0%
60 81 82 83 84 25 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99
90
r--
Regin Central
87,
SuAndIno
Urna Metropolltana
rt.
98 90 92 94 96 98 00
93
92 GRFICO 20
cionaria (MIR) que luego formaron parte del MRTA. En aquella oportunidad,
uno de los principales lderes del pueblo ashninka, Alejandro Caldern, haba
colaborado con el Ejrcito Peruano en la captura de los guerrilleros del MIR.
Veinticinco arios despus, en 1989, el MRTA decidi ajustar cuentas con Alejandro Caldern, quien fue asesinado junto con otros dos dirigentes ashninkas.
Ello desat una guerra entre la nacin ashninka y el MRTA en la provincia de
Oxapampa a raz de la cual la organizacin subversiva fue prcticamente aniquilada en la zona.
Debe anotarse que 1989 fue un ao nefasto para el MRTA en la regin. Debilitado por su confrontacin con el PCP-SL y la reciente captura de Vctor Polay
Campos, su direccin nacional quiso dar un golpe de impacto mediante la toma
de la ciudad de Tarma en abril de 1989. Asign esa misin a su mejor personal
militar, pero la operacin fue desbaratada por el Ejrcito en un enfrentamiento en
la localidad de Molinos.
Por su parte, a inicios de la dcada de 1990, el PCP-SL busc consolidar nuevas
bases de apoyo y zonas de refugio en la selva central penetrando en la provincia
de Satipo por el sur a travs del ro Ene y sus afluentes. Para ello comenz a captar
algunos sectores de la poblacin ashninka y colonos de la zona e inici un largo
proceso de violencia que signific el sometimiento y el exterminio de comunidades nativas enteras, cruentos enfrentamientos con los comits de autodefensa y
las fuerzas del orden y operaciones punitivas en contra de comunidades controladas por uno u otro bando. La presencia del PCP-SL en los territorios ashninkas
signific una verdadera tragedia para ese pueblo. La CVR considera que tales hechos reclaman una mayor investigacin a fin de elucidar si pueden tipificarse como
correspondientes a alguna de las modalidades del delito de genocidio.
La difcil geografa de esta parte del pas permiti al PCP-SL mantener durante
varios arios reas de refugio en el monte y en las zonas ms inaccesibles de la
selva. En el ao 2003, algunos de estos refugios todava albergaban precariamente
a los ltimos remanentes de la faccin de la organizacin subversiva que haba
decidido continuar la lucha armada, a pesar del llamado a un acuerdo de paz
hecho por Abimael Guzmn en 1993.
La regin nororiental fue otro de los escenarios principales del perodo comprendido entre 1989 y 1992. Como se indic anteriormente, en el valle del Huallaga,
el PCP-SL, con el objetivo de consolidar su control sobre la poblacin, busc imponer un cierto orden social que regule la relacin entre narcotraficantes y productores de hoja de coca, protegiendo a estos ltimos de los operativos de represin estatal. Este control signific, adems, ejercer funciones de justicia local
en reemplazo del Estado, a partir de la sancin severa de las conductas consideradas como antisociales. Siguiendo su estrategia nacional el principal objetivo de la
organizacin subversiva en la zona fue crear bases de apoyo entre la poblacin
campesina cocalera, y reprimi duramente cualquier tipo de oposicin, lo que
motiv un elevado nmero de vctimas fatales.
Sin embargo, la compleja realidad del narcotrfico y la cantidad de recursos
que esta actividad moviliza tuvieron un impacto importante en la dinmica y la
estrategia local del PCP-SL, lo que se reflej en los mayores mrgenes de autonoma de los cuales aparentemente gozaba el Comit Regional Huallaga respecto
En contraste con ello, menos del 20% de las bajas militares del conflicto ocurrieron en acciones en la
regin sur central, a pesar de que es en esa regin donde se reportaron la mayor cantidad de muertos
y desaparecidos a la CVR.
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LOS HECHOS: LAMAGNITUDYEXTENSINDELCONFLICTO
94
96
el fin de crear una situacin de zozobra y de crisis extrema del Estado poltico
peruano, ya debilitado por el proceso de hiperinflacin desencadenado a finales
de los aos 80. La ofensiva senderista en Lima lleg a su clmax en 1992 con una
importante ola de atentados; pero tambin culmin con la cada de sus principales
lderes.
En 1993, profundamente debilitados, los ltimos remanentes del PCP-SL quedaron focalizados en espacios bastante delimitados, pero no por ello menos complejos. El escenario principal del conflicto en esta ltima etapa fue la regin
nororiental. Entre 1993 y 1994, los efectos de la ley de arrepentimiento junto
con operativos de limpieza realizados por las Fuerzas Armadas en la margen
izquierda del ro Huallaga, en la zona conocida como Venenillo (donde adems de
registrarse varios enfrentamientos, existen indicios de que se cometieron ejecuciones arbitrarias) provocaron un mayor debilitamiento de las fuerzas senderistas en
la regin.
Luego de la capitulacin de Abimael Guzmn en 1993, las facciones del PCP-SL
que estaban a favor de continuar la lucha armada continuaron manteniendo
bases de apoyo en zonas aisladas del Huallaga, la selva Central (provincia de
Satipo) y el valle del ro Apurmac al norte de Ayacucho. Espordicamente
realizaron operaciones de propaganda y acciones armadas a una escala muy
reducida. Estas zonas de refugio aisladas constituyen espacios propicios para
una resistencia prolongada; pero, al mismo tiempo, plantearon serias dificultades
para coordinar una estrategia de alcance nacional y acciones de mayor
envergadura.
En la actualidad, los grupos que propugnan la subversin armada estn muy
debilitados y no parecen constituir, salvo en zonas muy localizadas, una amenaza
seria a la estabilidad del Estado peruano. Por otro lado, el gran costo en vidas
humanas que signific el conflicto en las zonas donde ste se vivi con mayor
intensidad, ha provocado que las propuestas de transformacin social por medio
de la violencia pierdan gran parte del atractivo que en algn momento pudieron
tener entre ciertos sectores de la sociedad. Sin embargo, todava continan vigentes
en nuestro pas muchos de los conflictos regionales y locales relacionados con procesos
de modernizacin y de integracin nacional y social inacabados, truncos o limitados,
que fueron manipulados y aprovechados por las organizaciones subversivas para
justificar la imposicin de-un cambio social y de un proyecto poltico totalitario a
miles de nuestros compatriotas.
El objetivo de este artculo es analizar algunos factores sociales, culturales, y psicolgicos que estaran detrs de la vigencia de liderazgos polticos
autoritarios en el Per de los aos 90. Nos interesa, desde una perspectiva que
vincula la biografa individual con las transformaciones de la sociedad, ir
precisando como se construye este tipo de liderazgos.
Nuestra hiptesis es que la combinacin de una crisis profunda del
orden social y una cultura poltica que enfatiza el rol de los "grandes hombres",
crean condiciones bsicas para el surgimiento de lderes carismticos autoritarios. Sin embargo, para que esto suceda as, deben aparecer desde los
sectores marginados del pas, lderes fuertes y ambiciosos pero sobre todo
con cualidades personales y subjetivas que tienen un correlato real con la
vida cotidiana de las masas. Estas cualidades seran la base para el desarrollo
de elementos de identificacin entre ambos. Elementos de identificacin que
se convertiran en apoyo poltico cuando, en un contexto de falta de alternativas,
los lderes "prueban" su eficacia con soluciones expeditivas y autoritarias, a
los entrampamientos que genera una situacin como la que se vive en Per.
Este trabajo comparte la perspectiva de Max Weber de estudiar al lder
como un sujeto individual pero siempre en un contexto social particular. En
otras palabras, en relacin a las condiciones materiales y culturales que les
permiten irrumpir en la escena poltica. Weber, adems, plantea que ciertas
227
I.
1.
228
Weber define carisma como el conjunto de cualidades personales por la cual una persona
es tratada como un lder excepcional. Ver Weber, Max (1978): Economy and Society.
1 cap. 3; Vol. 2 cap 2. Edits. Roth and Wittich, University of California Press.
2.
3.
Segn Salvador Minuchin (1981), un nio que crece con slo uno de sus padres desarrolla
un mayor inters en el mundo de los adultos que en el mundo de los nios. Esto se traduce
en una mayor capacidad de observacin, habilidad lingstica, y formas "adultas" de comportamiento. Es probable que el nio Abimael se haya interesado intensamente en la vida
de los adultos de ah su apariencia de "seriecito".
229
4.
5.
Gorriti, Gustavo (1992); "Shining Paths's Stalin and Trotsky", en Shining Path of Per,
editado por David Scott Palmer, St. Martin's Press, New York, pp. 149-170.
230
"el ms grande marxista leninista" o "el alma del partido", como lo califica
Guzmn.6 Ambos, poco despus, ven en China maoista el nico lugar del
mundo donde an permaneca victorioso el verdadero comunismo.
En 1962 Guzmn se incorpora como docente en la Universidad Nacional San Cristbal de Huamanga. Segn su propio testimonio, vivir en Ayacucho
deja experiencias cruciales en su vida. Conocer de cerca la miseria del campesinado ayacuchano, verlos trabajar en las haciendas "como esclavos", bajo
condiciones "semifeudales", resistiendo siglos de explotacin "sin haber sido
destruidos", lo convenci de la necesidad de la revolucin. Entre 1965 y 1975
viaja tres veces a China Popular donde refuerza sus convicciones polticas al
ver una revolucin triunfante y sentir en carne propia el culto que las masas
tenan por su lder Mao Tse Tung. Fue en China, "la ms alta escuela de
marxismo que ha tenido el mundo", en donde se termina de estructurar el
pensamiento poltico de AG. Es en China, adems, donde recibe instruccin
militar desde cmo construir un ejrcito guerrillero hasta ejercicios de sabotaje
y uso de explosivos.7
De regreso al Per, la organizacin de la guerra popular se acelera. Un
puado de hombres capitaneados por AG deciden que es hora no slo de
transformar radicalmente el pas sino incluso la humanidad entera. El 17 de
marzo de 1980, con la quema de las nforas electorales del pueblo de Chuschi,
Ayacucho, se inicia la lucha armada. Guzmn pasa a la clandestinidad solo
para ser capturado por la polica 12 aos ms tarde en una cmoda casa del
distrito limeo de Surco.
Estructura subjetiva
En esta seccin presentamos algunas de las premisas centrales del
"pensamiento gua" de Abimael Guzmn. Premisas sencillas mediante las
Abimael Guzmn, Declaraciones a Dincote, setiembre de 1992. Reproducidas por la Revista SI del 8 de febrero de 1993.
AG: "En China he tenido la posibilidad que yo le deseara a muchos, estar en una escuela
donde se enseaba poltica desde cuestiones internacionales hasta filosofa marxista...
lecciones magistrales dadas por revolucionarios probados y altamente competentes... grandes maestros" (Entrevista del Siglo, p. 46). "Es un orgullo haber recibido una teora tan
slida.., ha dejado una marca imborrable en mi vida..." (Declaraciones a Dincote)
231
cuales se construye una visin muy particular del mundo. Veamos algunas de
ellas:
Un Mundo Dual
Una de las premisas centrales del pensamiento de AG es su visin dual
y maniquea del mundo. En parte esto tiene su origen en la teora marxista del
desarrollo de la humanidad, que seala que toda sociedad en un momento de
su desarrollo entra en crisis por el estallido de sus propias contradicciones
internas. En estas contradicciones los opuestos son irreconciliables. Unos
representan lo nuevo y revolucionario mientras otros representan lo viejo y
reaccionario. El papel de los marxistas sera ponerse al lado de las leyes de
la historia y coadyuvar al triunfo de lo nuevo sobre lo viejo.
Sin embargo, existe otra vertiente nacional que tambin confluye en
esta visin del mundo. Se trata de la necesidad de un discurso que explique
con sencillez las aceleradas e imprevisibles transformaciones estructurales de
la sociedad peruana de las ltimas dcadas. Necesidad que todos los peruanos
sentimos, pero que adquiere mayor urgencia entre jvenes e intelectuales
mestizos de ciudades tradicionales andinas dejados de lado por el desigual
desarrollo capitalista.8 Sector social ubicado en un "terreno de nadie", entre
el mundo rural andino de sus ancestros que no les pertenece del todo y el
mundo urbano profesional criollo que los rechaza racistamente. De este sector
social proviene no solo AG sino tambin la mayor parte del ncleo inicial de
militantes de SL.9
Y es que frente a la complejidad y rapidez de los cambios sociales y
polticos, y al hecho que las respuestas de otrora han perdido la eficacia de
antao, el marxismo elemental de AG ejerce enorme atraccin para "explicar" de manera sencilla lo que sucede. En efecto, segn Abimael, la complejidad del mundo es solo aparente ya que la realidad es simple y constituida
8.
Ver Degregori, Carlos Ivn (1989), Qu difcil es ser Dios. El zorro de abajo ediciones
p. 17.
9.
232
por una dualidad de elementos antagnicos: arriba-abajo; explotadores-explotados; ricos-pobres; victimario-victimado; revolucionario-reaccionario; conmigo-contra m. En cada caso se proponen dos polos cerrados y excluyentes,
sin posibilidad alguna de comunicacin o convivencia entre ellos.
La visin dual y antagnica no slo se refiere al mundo externo sino,
como seala Degregori (1992), tambin es parte de la ruptura personal que
se requiere para que una persona pueda transformarse y convenirse en un
revolucionario. Ya en setiembre de 1979, en un texto escrito ocho meses
antes de la lucha armada, Guzmn afirma lo siguiente: "Dos banderas luchan
en el alma, una negra y otra roja. Somos izquierda, hagamos holocausto de
la bandera negra... es necesario lavarnos el alma, lavarnos bien. Basta de
podridas aguas individuales, estircol abandonado".10
Verdades Absolutas
Luego de simplificar la realidad en un mundo dual, AG generaliza una
propuesta poltica de soluciones simples y absolutas dirigidas a lograr la
homogeneidad total del pas. La lucha armada sera el nico medio posible
para lograr esta transformacin radical de la sociedad. Para ello es necesario
destruir por completo el viejo orden caduco y erigir sobre sus restos la sociedad comunista del futuro, tambin llamada la sociedad de la "gran armona: la radical y definitiva nueva sociedad hacia la cual 15 mil millones de
aos de materia en movimiento se enrumba necesaria e inconteniblemente...
sin explotadores ni explotados, sin oprimidos ni opresores, sin clases ni estado,
sin partidos, sin democracia, sin armas, sin guerras...".11
En esta propuesta maximalista AG suprime completamente la
heterogeneidad tnica y cultural de la sociedad peruana, aspectos considerados
por l de naturaleza secundaria en la configuracin social del pas. Para AG,
lo ms importantes es la contradiccin entre las llamadas clases fundamentales del capitalismo: la burguesa y el proletariado. No importaba mucho que
10. Degregori, Carlos Ivn (1992). Despus de la cada, paper presentado ala conferencia LASA
1992. El documento de AG se llama "Por la Nueva Bandera". Citado por Degregori, pg.
5.
11. Ver: Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolucin Mundial (1986: 20). Partido
Comunista del Per (Sendero Lzuninoso).
233
incendiar y sus cenizas las esparcir a los confines de la tierra para que no
quede sino el siniestro recuerdo de lo que nunca ha de volver porque no
puede ni debe volver".14
234
14 Abimael Guzmn (1980), discurso "Somos los iniciadores". Fragmentos reproducidos por
Gustavo Gorriti (1991), en Sendero. Historia de la Guerra Milenaria en el Per. Editorial
Apoyo, pgs. 66-67.
235
Tsunami Fujimori;
16. Takeshi Tamura and Annie Lau (1992); "Connectedness versus Separatness: Applicability
of Family Theraphy so Japanese Families"; en Family Process Joumal, Vol 31, Ng 4, New
Jersey.
236
17. Macera, Pablo (1992): "A propsito del Fujigolpe: Entrevista a Macera", en Debate, edicin
abril-mayo, Apoyo S.A.
18. Sobre lo Criollo Popular ver Julio Oitega (1986), Cultura y modernizacin en la Lima del
900, CEDEP. Sobre la crisis actual de esta cultura: Aldo Panfichi (1992) Formas de
Sobrevivencia y Cambio Cultural en Barrios Tradicionales de Lima. Tesis de Magster en
Sociologa, Universidad Catlica del Per.
237
19. Fujimori, Alberto (1992); North South The Magazine of the Anzericae, University of Miami,
Vol. 2, 142 1. pg. 47.
20. Segn Salcedo (1990); en Concertando se debatan temas considerados "poco atractivos"
en otros programas semejantes: aplicaciones tcnicas de la energa solar, avances de la
ciencia mdica, polticas de poblacin, ecologa, nuevos materiales de construccin para
viviendas, tcnicas agrcolas, etc, ob. cit. pg. 18.
238
239
22. Entre stos tenemos: los ex-Vicepresidentes de la Repblica Mximo San Romn y Carlos
Garca; el ex-secretario general del movimiento CAMBIO 90, el Sr. Homa; la dirigencia
de las iglesias evanglicas, una serie de ex-Ministros como Gloria Helfer, Carlos Amat,
Femando Snchez Albavera y Carlos Bolofia; y los generales del Ejrcito Alberto Arciniega,
Jaime Salinas Sed, Jos Pastor y Rodolfo Robles.
240
241
24. Carmen Rosa Balbi (1993): "Del Golpe del 5 de abril al CCD. Los problemas de la
Transicin a la Democracia"; Pretextos 3/4. Deseo, Lima.
242
grupo social que, al igual que las mayoras del pas, ha sufrido mltiples
experiencias de discriminacin tnica y racismo. Y para los cuales los regmenes democrticos no han significado un cambio sustantivo en sus vidas. La
aceptacin de este liderazgo autoritario se debe, adems, a la masiva percepcin
popular que no existe otra alternativa.
25
Lepsius, Rainer (1988): "El liderazgo carismtico: el modelo de Max Weber y su aplicabilidad
al rgimen de Hitler", en Opciones 1519 14, CERC, Santiago. pp. 139-154.
243
Sin embargo esto no es suficiente. Debemos prestar atencin a la dimensin individual y personal de la constitucin de estos liderazgos. Es decir,
al surgimiento de lderes no vinculados con las jerarquas cuestionadas pero,
sobre todo, con cualidades personales y subjetivas que tienen un correlato
objetivo en la vida de las masas. Esto es, precisamente, lo que ha ocurrido
en Per con Abimael Guzmn y Alberto Fujimori. A una crisis general del
orden social existente y una tradicin poltica personalista, se aade el
surgimiento desde sectores histricamente excluidos del poder, de personalidades fuertes, ambiciosas y autoritarias, que ofrecen "rescatar" al pueblo del
sufrimiento, y construir un nuevo orden. Llmase ste la Nueva Repblica de
AF o la sociedad de la "gran armona" de AG.
Las biografas de AF y AG ofrecen ciertas claves sobre la constitucin
de estos liderazgos: Ambos son profesores universitarios que provienen de
sectores histricamente marginados de la sociedad peruana, pero que han
hecho esfuerzos sostenidos por mejorar su situacin mediante el comercio
minorista, el trabajo asalariado, y la educacin pblica. Posibilidades abiertas
por los intentos modernizadores de la sociedad y el estado ocurridos entre
1940 y 1980, pero que en las condiciones actuales de crisis general no existen
ms.
AG, proviene de sectores medios de ciudades y pueblos tradicionales
andinos, dejados de lado por el desigual desarrollo capitalista del pas. Mestizos
con un nivel educativo superior al promedio, y ubicados en un "terreno de
nadie", entre el mundo rural andino de sus antepasados que no entienden del
todo y el mundo urbano profesional criollo que los rechaza racistamente. AF,
de otro lado, proviene de una familia de pobres inmigrantes japoneses, que
con los beneficios del trabajo familiar se convierten en pequeos comerciantes
en viejos barrios criollos de Lima. Grupo tnico que silenciosamente se hace
"un sitio" en el pas, resiste la discriminacin y apuesta a la educacin superior de sus hijos como una de las vas principales de movilidad social.
AG y AF proponen un discurso poltico muy general y con referencias
continuas a valores morales fundamentales. Estos valores son abstractos en su
naturaleza pero "sintonizan" muy bien con el sentido comn de la poblacin.
Especialmente, con la percepcin popular de quienes son los responsables de
la crisis y las esperanzas que tienen de superarla. Con este discurso el lder
reclama ser reconocido como autoridad suprema del pas. La razn es un
mandato de accin "urgente" e "ineludible": corregir la mala situacin,
sancionar a los culpables, y mejorar la condicin humana. La legitimidad de
244
este liderazgo, desde un punto de vista sociolgico, se basa en el reconocimiento libre de un sector de la sociedad que la misin salvadora est encamada
en la persona del lder. Mientras dure este reconocimiento el lder podr
disfrutar de lealtad, devocin y autoridad.
Desde distintas vertientes y con distintos nfasis eso es lo que ha sucedido en Per. AG dirige su mensaje a un sector del pas muy pobre y
maltratado por siglos de discriminacin tnica y de clase. Con ideas simplistas
y maniqueas pero cargadas de la energa que surge del odio y la frustracin,
AG ofrece rescatarlos del sufrimiento y hacerlos partcipe de un pioyecto de
poder que no slo les da un sentido firme a sus vidas sino tambin la promesa
de un nuevo orden de felicidad plena. El caso de AF es diferente. Su discurso
enfatiza ms la vuelta a valores morales fundamentales como una forma de
condenar el "pasado": honradez, eficiencia, disciplina y laboriosidad. Valores
con los cuales en principio nadie puede estar en desacuerdo. Esto le permite
llegar a los sentimientos de un mayor nmero de personas lo cual evita que
intereses especficos de una clase o grupo social sirvan de marco de referencia
a su liderazgo. Con mayor margen de convocatoria, AF ofrece la esperanza
que con "orden" y "mano firme" se puede sentar las bases de una prosperidad
posterior. Prosperidad en todo caso individual, personal, acorde con la
desestructuracin y quiebra de formas de asociatividad colectiva que acompaan el derrumbe de los mecanismos conocidas de reproduccin del orden
social.
La relacin "carismtica" entre el lder autoritario y sus seguidores es
una relacin siempre problemtica. Surge de la frustracin, el entusiasmo y
la esperanza, y por lo tanto se mantiene en la medida que el lder da "pruebas"
concretas de su efectividad. A su vez, cuando esto sucede, el lder crea
nuevas obligaciones entre ellas acentuar la demanda del reconocimiento incondicional de su autoridad suprema.26 Se establece, pues, un proceso circular: cuanto ms xito tiene el lder en probar su capacidad ms sern sus
exigencias autoritarias. Esto origina una vorgine que en la mayora de los
casos termina consumiendo al propio lder.27
26. Bendix, Richard (1971); "Charismatic Leadership", en Scholarship and Partisanship: Essays
on Max Weber. Editado por Bendix and Roth, University of California Press, Berkeley.
27. Lindholm, Charles (1990): Charisma. Publicado por Basil BLackwell, Cambridge, Masa.
and Oxford, Gran Bretaa.
245
28.
246
El MRTA ha sido derrotado militar y polticamente. En junio de 1992 fue detenido su lder
mximo Vctor Polay. Poco despus, uno por uno, han sido detenidos el 90 por ciento de
su direccin central. Divisiones internas procesadas a balazos, el desbande de sus milicias
y la entrega voluntaria de arrepentidos mandos militares, muestran el fm del proyecto
emerretista. SL tambin ha sido duramente golpeado. No slo se ha capturado a AG
(setiembre 1992), sino que de 19 miembros del comit central, 12 de ellos estn presos o
muertos. Se ha detenido y sentenciado a ms de 1,000 militantes y simpatizantes lo cual
ha debilitado su estructura de mandos intermedios y organismos de apoyo.
29
Robinson, Linda (1993): "Iron fist, Common touch: U.S. News ct World Report. August 2.
247
CAPTULO 1
Y dice as:
Nada en este mundo dura,
fenecen bienes y males,
una horrible sepultura,
a todos nos hace iguales.
Una dcima de don Nicomedes Santa Cruz comienza con estos versos fnebres.
En tanto el fujimorismo se resiste a morir, desplegando una riqueza de recursos ilcitos para alcanzar la vida eterna como los vampiros y otros muertos vivientes, intentemos, ms que una autopsia, una periodificacin como esas que
construyen los arquelogos. As podramos distinguir, en lneas generales, un
fujimorismo temprano o protofujimorismo entre 1990 y 1992, un fujimorismo
clsico o victorioso entre 1992 y 1996 y un fujimorismo tardo, epigonal o en
descomposicin, que se inicia con la llamada ley de interpretacin autntica
de agosto de 1996. Cmo rotularamos el periodo que se inicia con la fraudulenta re-reeleccin? Tal vez fujimorismo sepulcral o post-mortem. Total, el
hombre ha prometido seguir gobernndonos desde el ms all.
EL ASCENSO DE LA ANTIPOLTICA
(1990-1992)
Dos arios antes, la arrolladora victoria del Ing. Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales de junio de 1990 haba constituido la mayor sorpresa
electoral del Per contemporneo.' Nadie imaginaba todava todas las sorpresas que nos deparara la dcada que apenas comenzaba.
Cuando asumi el gobierno, un mes despus, Fujimori encontr un pas
en escombros. Desde septiembre de 1988 el Per experimentaba una brutal
hiperinflacin. La presin tributaria haba descendido a menos del 4% del Pin;
el desempleo y subempleo afectaban a ms del 70% de la PEA, la infraestructura colapsaba. A ello se sumaba la corrupcin en todos los mbitos del Estado,
el desprestigio de los partidos polticos y el avance de Sendero Luminoso.
Como buen outsider, el capital inicial de Alberto Fujimori fueron su independencia y su imagen de tcnico eficaz, sintetizada en el eslogan "Honradez,
tecnologa y trabajo". El resto se lo prest: del FREDEMO el programa econmico; de las FE AA. la estrategia antisubversiva. Como se recuerda, el candidato
triunfante haba prometido no aplicare!shock econmico anunciado por Mario
Vargas Liosa. Sin embargo, apenas dos semanas despus de asumido el gobierno,
Fujimori hizo suya buena parte del programa de su derrotado rival y procedi
a un dursimo ajuste sin un adecuado programa de emergencia social.
Cmo pudo llevarse a la prctica un ajuste tan severo sin una slida base
de apoyo poltico, sin grandes estallidos de violencia social y con resultados
favorables en los sondeos de opinin? Una de las razones centrales fue, paradjicamente, Sendero Luminoso (SL). El shock se aplic en las calles vacas
de un pas traumatizado por la violencia, donde cualquier movilizacin poda
ser vista como sinnimo de terrorismo. La poblacin, cansada de guerra y
deseosa de diferenciarse del accionar de SL, prefiri esperar. O'Donnell (1996)
dira que "el pas haba tocado fondo" y ello haca posible la aplicacin de las
medidas de ajuste. El alivio producido por el fin de la hiperinflacin compens
los rigores de la subsiguiente recesin/La apertura de la economa despert expectativas de un flujo favorable de capitales hacia el pas. Adems, las
medidas del gobierno arremetan contra un Estado corrupto e ineficiente, y
contra empresarios "mercantilistas", acostumbrados a los subsidios estatales..'
El ascenso de la antipottica 29
Por ltimo, nunca existi una oposicin coherente ala poltica gubernamental. Nadie ofreci alternativas concretas. Por cierto no la clase poltica, ni los
'sindicatos y organizaciones sociales, exhaustos por la crisis.
Ms extrao an, tampoco hubo partido ni alianza de partidos que impulsaran organizadamente la transformacin neoliberal. Para todo efecto
prctico. Cambio 90, el movimiento que llev al poder a Fujimori, dej de
existir al da siguiente de las elecciones. Durante el primer ao de gobierno,
los partidos que haban sido parte del FREDEMO aplaudieron o pifiaron con
moderacin las diferentes medidas, sin comprometerse abiertamente en su
defensa en tanto vean a un advenedizo llevando a la prctica un programa
semejante al suyo. Tampoco hubo, hasta el autogolpe de 1992, algn sector
social especfico o institucin que apoyara al gobierno de manera organizada.
Ni los gremios empresariales, divididos; ni siquiera las Fuerzas Armadas, que
en Chile fueron pilar de los llamados "Chicago Boys" se jugaron en un primer
momento a fondo a favor del programa econmico, aunque contaron desde
el primer momento con el aval presidencial a su estrategia antisubversiva.3
Como seala Grompone (1998), el rgimen fujimorista tuvo que inventar
su propio estilo. Triunfante en la segunda vuelta con los votos de los partidos
opuestos al programa del FREDEMO y consciente de cun duro se anunciaba
el inminente ajuste, el 28 de julio de 1990 Fujimori invit a personalidades
vinculadas a la izquierda y a Accin Popular a integrar un gabinete de amplia base.4 La alianza dur muy poco. Entre diciembre de ese ao y febrero
de 1991, con la renuncia de Hurtado Miller a la cartera de Economa el ciclo
concertador se cerr para siempre. En realidad, no se trat de una cabal concertacin. Los ministros no fujirnoristas participaban a ttulo personal y, visto
en perspectiva, el ejercicio tuvo ms de maniobra' para cubrirse las espaldas
que de iniciativa concertadora.
3.
4.
1.
2.
Sobre las elecciones de 1990, vanse, entre otros: Sally Bowen (2000), Degregori y
Grompone (1991), lvaro Vargas Liosa (1991), Mario Vargas Liosa (1993). Sobre la
trayectoria poltica y personalidad de Alberto Fujimori, vese jochamowitz (1993).
El trmino "mercantilistas" fue popularizado por Hernando de Soto en su best-seller
El otro sendero, que jug un papel importante en la construccin de la hegemona
intelectual del neoliberalismo.
Recurdese que en julio de 1990, antes de jurar como Presidente, Fujimori se mud a
vivir al Crculo Militar. Ahora (9/6/2000) que las FEM. adelantan inconstitucionalmente
su reconocimiento a Fujimori como Comandante General, habra que recordar que desde
su etapa prenatal el gobierno muestra esta tendencia a buscar refugio y fortaleza en las
FE AA.
Fujimori subi del 24,6% de votos en la primera vuelta, al 56,5% en la segunda, mientras
el Frente Democrtico (FREDEMO), que agrupaba a Accin Popular, el Partido Popular
Cristiano y el movimiento Libertad, liderado por Mario Vargas Liosa, subi solo del
27,6% al 33,9%. En su primer gabinete, Fujimori incluy a Gloria Helfer en la cartera de
Educacin, Carlos Amat y Len en Agricultura y Fernando Snchez Albavera en Energa
y Minas, los tres vinculados a la izquierda. Asimismo, a Carlos Hurtado Miller, hasta ese
momento militante de Accin Popular, que pas a la historia por ser quien anunciara al
pas el shock del 8 de agosto de 1990.
El nombramiento de Carlos Boloa, tecncrata por excelencia, en reemplazo de Hurtado, marc un primer punto de inflexin en la autonomizacin
del rgimen respecto del debilitado conjunto de actores sociales y polticos.
A partir de entonces, el aval ms seguro del gobierno fueron los organismos
financieros internacionales y los tecncratas peruanos encargados de aplicar los programas de ajuste. El ascenso por entonces todava subrepticio de
Vladimiro Montesinos constituy el lado oscuro de esa configuracin. Era "el
otro tecncrata", versin moderna de las antiguas eminencias grises de los
regmenes autoritarios, encargado por entonces de montar una suerte de
tecnosoplonaje y, sobre todo, de ir tejiendo la telaraa en la cual atrapara a
las FE AA.5
Ms all de organismos internacionales y tecncratas, el gobierno se
apoy en una esperanza difusa que se expresaba en las encuestas, y en la hegemona mundial lograda por el pensamiento neoliberal luego del descalabro
del populismo y el marxismo. Parecamos vivir una revolucin en el vaco en
un pas exhausto. Ante esa suerte de relativo vaco poltico, que por otro lado
le otorgaba gran autonoma, se abran ante Fujimori diferentes caminos. Uno
implicaba acentuar el personalismo presidencial y, confiando en el favor de la
opinin pblica en un contexto de violencia terrorista, sellar definitivamente
su alianza con las Fuerzas Armadas. El ms progresivo pasaba por el fortalecimiento de las instituciones democrticas, la negociacin y la bsqueda
de acuerdos entre el Ejecutivo y el Legislativo, en tanto no exista mayora
definida en el Congreso.6 Ese camino implicaba la autorreforma del sistema
poltico y otorgaba, por tanto, un papel central a los partidos.
Partidos: una implosin inesperada
El final del gobierno de Alan Garca (1985-1990) coincidi con una crisis ya no
solo econmica sino de representatividad poltica, incomunicacin cultural y
autoridad moral. Esa crisis arrastr consigo no solo a actores sociales ligados
al modelo populista, como los sindicatos, sino que erosion al conjunto de
sujetos sociales que se haba ido perfilando en las dcadas previas. .Una de las
consecuencias centrales de la crisis fue el desgaste de los partidos polticos,
incapaces de sintonizar con las aspiraciones ciudadanas y/o encontrar formas
de articulacin con actores sociales tambin en crisis.
5.
6.
Hacia 1990, sin embargo, la crisis de los partidos era mucho menos perceptible que la hiperinflacin o el terrorismo, incluso para las propias dirigendas. El triunfo de Ricardo Belmont como candidato independiente a la alcalda
-de Lima en 1989 debi ser una clarinada de alarma, pero pas inadvertida.
A pesar de su desgaste tras cinco aos de (mal) gobierno, el APRA se segua
considerando eterna, tal vez porque segn su eslogan, "el APRA nunca muere".
Por otra parte, la divisin en 1989 de Izquierda Unida, segunda fuerza poltica
durante toda la dcada, pareca compensada por el surgimiento del FREDEMO.
Se trataba, al parecer, de un simple deslizamiento del espectro poltico hacia
la derecha. Por eso el outsider los tom tan por sorpresa.
Entre agosto de 1990 y marzo de 1992, movidos por el desconcierto y
el instinto de supervivencia, los partidos ensayaron cambios y adoptaron
una actitud de cooperacin con el nuevo gobierno/ El APRA y la izquierda
reaccionaron con prudencia, posiblemente excesiva,"rshock econmico de
agosto de 1990 y_la posterior ofensiva contra los derechos y las organizaciones
laborales/ Durante esos 20 meses, incluso luego del desmantelamiento del
gabinete plural, el Congreso de mayora opositora deleg quince veces poderes
legislativos al Ejecutivo,7 a cuyo amparo se dictaron 158 decretos legislativos,
De esta forma entraron en vigencia, por ejemplo, los nuevos cdigos Penal
Procesal Penal, Procesal Civil, la Ley Orgnica del Poder judicial, la reforma
tributaria, la ley de instituciones bancarias, financieras y de seguros, legislacin sobre fomento al empleo e inversin privada, diversas normas laborales
y un paquete de decretos sobre pacificaciny
A diferencia de otros pases de la regin, como Ecuador, la crisis del sistema
no se produjo alrededor del ajuste econmico, sino de la pacificacin./Fue al
debatir este tema cuando la tensin entre el Ejecutivo y el Legislativo Mei a su
punto mximo y donde se advierte que el autogolpe fue una decisin madurada
largo tiempoilLa cuenta regresiva comenz en noviembre de 1991, cuando el
Ejecutivo envi al Parlamento 15 decretos legislativos sobre pacificacin, que
exhiban un sesgo militarizante: otorgaban poderes mucho ms amplios al SIN y
a los comandos polticos militares en las zonas de emergencia; imponan nuevas
obligaciones a los ciudadanos para que informasen al SIN y apoyasen a las FE AA.
cuando lo requiriesen; estableca penas draconianas para los periodistas que
publicaran informacin considerada secreta por autoridades militares y servi cios de inteligencia; abra la posibilidad de acusar de traidor a la patria a quien
publicara crticas al programa contrainsurgente en el exterior!'
7.
8.
11. En 1995 el APRA obtuvo el 4,11% (306.108) de los votos para la Presidencia.
12. La nueva ley 26452 del 10 de mayo de 1995, elev al 5% del padrn de electores las
firmas requeridas para la inscripcin de nuevos partidos polticos.
13. Durante los aos de la Guerra Fra, uno de los objetivos centrales del denominado "mundo
libre" fue evitar que el Partido Comunista Italiano, el ms poderoso de Occidente, entrara
al gobierno. Hacia la dcada de 1970, la nica manera de lograrlo fue construyendo una
muralla poltica, apodada el pentapartido, conformado por democristianos, socialistas,
republicanos, socialdemcratas y liberales. Corrodo por la corrupcin, ese muro poltico
cay en 1992, en medio de escndalos.
El ascenso de la antipoltica 35
por institucionalizarse. En Argentina y Uruguay la crisis de los partidos tradicionales no lleg al total colapso. Para canalizar las aspiraciones de nuevos
sectores surgieron por la izquierda el FREPASO en Argentina y el Frente Amplio
en Uruguay, como antes haba surgido el Partido de los Trabajadores en Brasil.
El primero es hoy parte de la alianza de gobierno; el segundo estuvo a punto de
vencer en las recientes elecciones uruguayas de marzo de 2000 y forz a una
inusual alianza entre enemigos histricos, Blancos y Colorados; el tercero est
hoy a la cabeza en las encuestas de intencin de voto. En Chile, por lo menos
hasta las elecciones de diciembre de 1999, la crisis se senta como desgaste
de un sistema en el cual los partidos resultan ms bien demasiado centrales,
al punto de asfixiar la renovacin poltica y contribuir a la despolitizacin de
las nuevas generaciones.
Pero no hablemos solo de pases centrales como Italia o EE. UU., o pases
del Cono Sur donde la democracia se va consolidando. Segn Gamarra (1996),
"la construccin de coaliciones es la nica fortaleza del sistema poltico boliviano". En realidad exagera, pues podra mencionarse tambin la inclusin
de ciertas demandas tnico-culturales de los indgenas y sectores urbanos
"cholos" (Degregori 1998: 209). Pero lo cierto es que luego de una transicin
democrtica accidentada, conquistada en las calles y pagada con sangre
por los civiles, Bolivia, antes sinnimo de inestabilidad y golpes de Estado
recurrentes, ha logrado mantener desde 1982 una continuidad democrtica
sorteando varios escollos similares a los peruanos como la hiperinflacin de
1984-1985, el shock de ese ltimo ao y por cierto el narcotrfico." Tal vez
las rcientes movilizaciones que han conmocionado ese pas desde marzo de
2000 sean signo de un desgaste peligroso, pero lo cierto es que la construccin
de alianzas, en un grado que puede parecer extremo y que vuelve borrosa la
lnea divisoria entre el pragmatismo y el oportunismo, ha contribuido sin
embargo a la persistencia del sistema democrtico.
En el Per, por el contrario, alianza, coalicin, negociacin, acuerdo, consenso, se han convertido en palabras obscenas; la propaganda del rgimen
las degrada hasta volverlas sinnimas de otras que tienen que ver ms con el
lado oscuro de la poltica: amarre, componenda, "mazamorra negra", "reparto
de torta" y sobre todo "debilidad". Porque otra de las supuestas ventajas del
outsider es que por su independencia no tiene aparentemente compromisos,
"no se casa con nadie". Por eso sera capaz de aplicar su saber tcnico, tericamente asptico, sin ceder a las presiones de los grupos de inters o los
intereses creados," atendiendo solo a los intereses superiores de la nacin.
14. Para igualar al Per slo faltaron Sendero Luminoso y el MRTA, que fracasaron en sus
intentos por expandir su guerra al pas vecino.
15. En el Per de inicios de la dcada pasada, esto se refera especialmente a las cpulas
partidarias, sindicales ya los empresarios mercantilistas.
17. Sobre prerrogativas militares en Brasil y Chile, vese Stepan (1989). Sobre las relaciones
civil-militares entre 1980 y 1992; Degregori y Rivera (1994), Mauceri (1989), Obando
(1999). Sobre el paquete legislativo de noviembre de 1991 y sobre las FF. AA. y el
autogolpe vase Rospigliosi (1996), Tapia (1996).
18. Por ejemplo, proteccin frente a acusaciones por violaciones de DD. HH. o ampliacin del
mbito de accin de la justicia militar, entre otras atribuciones que consiguieron luego
del autogolpe.
19. El haber bsico de un General de divisin en junio de 1991 equivala a unos $210 dlares,
muy por debajo de lo que perciban sus similares de los pases limtrofes: Ecuador, $558;
Bolivia, $910; Colombia, $915; Chile $1115; Brasil $3700 (Semanario S, Lima 9.6.91, p. 15).
imagen ya deteriorada del Poder Judicial. Como dijimos, apenas qued libre
de acusaciones, Garca fue elegido Secretario General del APRA, que desde ese
momento intensific su oposicin al rgimen.
Para el xito de su autogolpe, aparte de su carisma y su externalidad a los
partidos, Fujimori cont con la ausencia de consensos entre los partidos sobre
ciertos problemas bsicos del pas. Sin esos consensos, cuya concrecin por lo
dems el Presidente siempre boicote, el Parlamento apareca ante la opinin
pblica corno un lugar de polarizaciones innecesarias. Los debates no eran
vistos como el saludable cotejo de opiniones para encontrar soluciones sino
como un fin en s mismo, o Como estriles pugnas por intereses menudos. La
labor fiscalizadora se confunda con obstruccionismo." De esta forma, en tanto
la misma persona elegida en 1990 segua a la cabeza del gobierno, lo sucedido
no apareca como golpe sino como depuracin, desentrampe, posibilidad de
cumplir las promesas electorales y alcanzar el bien comn."
La ausencia de upa represin masiva, facilitada a su vez por el apoyo de
la poblacin, favoreci esta percepcin. Tambin aqu, la captura incruenta de
Abimael Guzmn por la DINCOTE mientras Fujimori pescaba en la Amazona,
fue un regalo inesperado, pues un plan alternativo mucho ms sangriento estaba en marcha en sos mismos meses. Este plan, que pudo haberse impuesto,
pues, sintonizaba mucho ms con el estilo del rgimen y la sensibilidad de sus
hombres ms poderosos, tena como punta de lanza al Grupo Colina y como
inspirador, segn muchos indicios, a Vladimiro Montesinos. Recurdense los
dos hechos ms sangrientos, aunque no nicos, de dicho grupo: la masacre de
Barrios Altos, ocurrida el 3 de octubre de 1991; y la de La Cantuta, el 18 de julio
de 1992, despus del autogolpe. La captura de Guzmn y los acontecimientos
posteriores volvieron innecesario el plan alternativo, aunque los reflejos homicidas continuaron irrumpiendo intermitentemente a lo largo de la dcada,
por ejemplo en el asesinato de campesinos en Chuschi, el descuartizamiento
de Mariela Barreto y la tortura vesnica de Leonor La Rosa, o la ms reciente
serruchada de mano al periodista Fabin Salazar.
Tuvimos as, entre-abril noviembre de 1992, un gobierno que constitucionalmente era una dictadura que 'centralizaba todos los poderes. Sin
embargo, esa fue una situacin de transicin.
22. Esto no anula las deficiencias del Parlamento: su ineficiencia, el diletantismo de los'
parlamentarios y su tendencia a favorecer "intereses especiales", el crecimiento de la
burocracia parlamentaria como forma de retribuir favores y mantener clientelas. Pero,
una vez ms, iguales crticas hubiera merecido el Poder Ejecutivo.
23. Sobre el "bien comn" como herencia de la tradicin catlia en la historia poltica de
Amrica Latina, vase Richard Morse (1982).
CAPTULO
LA APOTEOSIS DE LA ANTIPOLTICA
(1993-1996)
cido para las frgiles democracias latinoamericanas y chocaba con la sensibilidad mayoritaria. El 13 de abril de 1992, los cancilleres de la OEA reunidos
en Washington rechazaron por unanimidad el autogolpe y llamaron al "restablecimiento urgente" del orden constitucional denidEr
atico.2
Cediendo a la presin internacional, en mayo Fujimori tuvo que viajar
apresuradamente a Ilasamblea_dela~bados y convocar a elecciones
pa
~ongreso Constituyente. La resolucin 1080 y los acuerdos de
Barbados exigan que esas elecciones, as como las municipales pendientes y un
referndum para aprobar la nueva Constitucin, fueran producto de un dilogo
entre el gobierno y la oposicin. Sin embargo, el Presidente se las ingeni para
soslayar el dilogo e imponer condiciones y cronograma. Lo logr no solo por
la debilidad de los partidos opositores y el apoyo de la opinin pblica, sino
por la vista gorda de la OEA y la ambigedad de los EE. UU., que si bien reprobaban el autogolpe, apoyaban la poltica econmica del rgimen, convertido
en modelo de fidelidad al cumplimiento de los acuerdos con los organismos
financieros internacionales. Ms importante an, EE. UU. y el Per negociaban
una poltica antidrogas en momentos en que, terminada la Guerra Fra, el
narcotrfico se converta en la nueva gran amenaza y las relaciones de los
EE. UU. con los pases andinos se "narcotizaban" (cfr. Cotler 1999). Eor_o_tro
lado, a partir del autogolpe buena parte del empresariado pas del apoyo pasivo a un compromiso ms activo con el gobierno. En un contexto de violencia
y al mismo tiempo esperanza en el modelo neoliberal, mientras se les garantizara seguridad y reglas de juego claras dentro de una economa de mercado,
los empresarios en el mejor de los casos apostaron a que la democracia se
dara por aadidura. En el peor, sus reflejos pinochetistas encontraban por
fin un "hombre fuerte".
De esta forma, el solitario outsider de 1990 logr finalmente construirse
una slida base de apoyo cuyos pilares eran el SIN y las FE AA., el empresariado
y la tecnocracia vinculada a los organismos financieros internacionales. La
cristalizacin de esta suerte de bloque de poder ayuda a comprender tambin
'el aislamiento abismal de los partidos y el fracaso de un intento de contragolpe el 13 de noviembre de 1992, pocos das antes de las elecciones para
el Congreso Constituyente, sarcsticamente apellidado "Democrtico" (CCD).
Dichas elecciones haban sido convocadas en un momento especialmente
difcil. El pas sufra la ms violenta ofensiva de Sendero Luminoso en doce
aos de "guerra popular". Sin embargo, el 12 de septiembre la Polica Nacional
captur a Abimael Guzmn, el endiosado "Presidente Gonzalo", as como a los
2.
5. Las regiones y los gobiernos regionales fueron borrados del proyecto de Constitucin.
Despus de las protestas con, que fue recibida esta medida, la mayora retrocedi e
introdujo algunos cambios menores, que no colmaron las expectativas regionalistas.
Ms an, la nueva Constitucin instituy el Congreso unicameral y el distrito electoral
nacional. As, con el 30% de la poblacin y casi el 40% de los votos, Lima increment su
peso ya enorme en la configuracin del nuevo Parlamento. Esto result especialmente
chocante en tanto en abril de 1992 Fujimori atrajo el apoyo popular al atacar a los
polticos que haban perdido contacto con la poblacin.
La apoteosis de la a nt poltica 45
En-febrero de 1994, una nueva Corte Suprema conformada despus del autogolpe de
1992 debi decidir si los oficiales acusados por las ejecuciones extrajudiciales de La
Cantina seran juzgados en el fuero comn o en el fuero privativo militar. Pero cuando los
magistrados se hallaban en pleno proceso de decisin, el Congreso dio una ley reduciendo
el nmero de votos necesarios para la toma de decisiones de la Corte Suprema, y el caso
pas al fuero militar con apoyo de los jueces gobiernistas. As, a menos de dos meses de
aprobada, la Constitucin era violada de man.erailagrante. por sus. proplos_autorel. La
reaccin d la opinin pblica nacional y las presiones internacionales llevaron a que los
militares inculpados fueran procesados con extrema rapidez en los Tribunales militares
y condenados el 21 de febrero de 1994 a penas que fluctuaban entre 4 y 20 aos. Era la
primera vez que oficiales de ese rango eran juzgados y sentenciados. Sin embargo, como
comprobaron despus periodistas de diferentes medios, los condenados cumplieron su
sentencia en crceles doradas y apenas un ao despus, en junio de 1995, se vieron
beneficiados por una ley de Amnista.
7.
8.
9.
e
Para una crtica al uso del trmino "neopopulismo", vase Lynch (1999).
Esta afirmacin no exime de responsabilidad a Belmont, quien no se destac por una
gestin especialmente eficaz y no fue capaz tampoco de responder adecuadamente al
desafo del Ejecutivo.
El cuarto peruano ms reconocido sera Gustavo Gutirrez, uno de los padres de la
Teologa de la Liberacin.
La apoteosis de la antipoltica 47
10. El APRA (1,64% del voto presidencial), pag y sigue pagando el precio de su devocin a
Alan Garca y su actuacin al frente de un gobierno que, entre 1985 y 1990 llev al pas
al borde de la bancarrota y la desintegracin en medio de lo que todava hoy es percibido
como un frenes de irresponsabilidad y corrupcin. AP (1,64%) pag el precio de ser un
partido construido por y para su fundador, Fernando Belande. lO, cuya votacin haba
fluctuado entre 25 y 35% durante la dcada de 1980, fue duramente sancionada en las
elecciones de 1990 por su divisin. Para 1994 se encontraba en coma profundo. Pero en
vez de construir una nueva alternativa acorde con los tiempos, los antiguos dirigentes
optaron por resucitarla con propsitos estricta y desagradablemente electorales. Lo
nico que lograron fue terminar de dilapidare! voto izquierdista y hacer.an ms difcil
cualquier reconstruccin. 10 alcanz apenas el 0,57% de los votos presidenciales.
40 Carlos Ivn Degregori
La apoteosis de la antipoltica 49
La apoteosis de la a ntipoltica 51
legitimando tambin el oportunismo y/o el ventajismo. Si a ello se suma la "viveza" criolla, interiorizada como valor positivoo,ls mentiras de Fujimori aparecan
en el mejor de los casos como pecados veniales y, en el peor, como cualidades)\
i.Carencia de adecuadas polticas sociales. Esta crtica s afect al gobierno
en el referndum de 1993. Pero este fue capaz de revertir dicha percepcin.
Puno fue un ejemplo palpable. En 1993 el voto en contra de la nueva Constitucin se aproxim al 80%. Desde entonces, Fujimori visit Puno ms de 30
veces; el gobierno construy escuelas, repar caminos e inici los trabajos
de la hidroelctrica de San Gabn, una de las reivindicaciones regionales ms
antiguas y sentidas. En las elecciones de 1995, Fujimori triunf en Puno con
ms del 70% de los votos.
La gran esperanza oriental
Este efecto tefln tena un sustento econmico. En EE.UU., a Bill Clinton le pasaron
por agua tibia sus aventuras con Mnica Lewinsky porque la economa iba mejor
que nunca. En 1995, en el Per, los esqueletos de Alberto Fujimori pudieron
seguir ocultos en el closet por la esperanza mayoritaria en que la economa iba
a estar mejor que nunca. Hacia 1992 se hablaba en la prensa de la posibilidad de
la desmembracin del pas. Se dibujaban mapas con flechas que indicaban por
dnde entraran las tropas norteamericanas, chilenas y brasileas para salvar un
pas inviable, que se caa a pedazos. En medio del xodo masivo de peruanos al
extranjero, el redro creciente de la cooperacin internacional, el colapso del turismo y las penurias internas, las comparaciones ms frecuentes eran con el Lbano
de los aos ochenta, con Bosnia o Somalia. Para 1995, por el contrario, todos los
estratos tenan esperanzas en el futuro. Al menos en su futuro individual. En el
nmero de mayo de la revista Debate, el 64% de los entrevistados consideraba
que le ira mejor en el futuro; solo un 6% pensaba que le ira peor. El gobierno y
los medios, por su parte, fomentaban la esperanza de que el Per se convirtiera
en el segundo tigre, puma u otorongo de Amrica del Sur despus de Chile. Y
si bien no significaba demasiado porque partamos del hoyo ms profundo/el
crecimiento del PBI durante 1994 fue el ms alto del mundo: el 12,5%.\
12. Qu tiempos aquellos! Cuando este texto entraba a la imprenta, se supo de la quiebra del
banco Orin, cuyo gerente general, Pablo Bustamante, obsequi al Presidente el cuadro
de un otorongo en el CADE de diciembre de 1996. Como recuerda La Repblica (18.6.00),
el auditorio empresarial aplaudi de pie. La crisis recin empezaba. Fujimori acababa
de regresar de Filipinas, Malasia y Tailandia, y los "tigres del Asia" aparecan todava
emulables. Como alguien le dijo poco despus a Bustamante en una conferencia en
Washington, tal vez debi elegir la vicua: es flexible, resistente, no tiene connotaciones
machistas/autoritarias y est, despus de todo, en nuestro escudo nacional.
El gobierno cosechaba los beneficios de la reinsercin del Per en el sistema econmico global. Por las altas tasas de inters, el pas comenz a atraer
por esos arios capitales de corto plazo, que dieron una cierta sensacin de bonanza y modernidad. Fueron los aos de gloria de la Bolsa de Valores. ramos
uno de los mercados emergentes ms atractivos. Las privatizaciones atrajeron
capitales, la rebaja de aranceles permiti la invasin de productos importados
desde autos usados que desbordaban las calles de las ciudades hasta comida
chatarra, que adquira ac un estatus impensable en los EE. UU., mientras
proliferaban casinos y descomunales servicentros. A pesar de las crticas a la
forma en que se produjeron ciertas privatizaciones ya! creciente dficit en la
balanza comercial, vivamos nuestra luna de miel con la globalizacin o, ms
precisamente, con el neoliberalismo: reingeniera era el trmino de moda,
nacionalismo una palabra impronunciable.
La apoteosis de la antipoltica
Segn O'Donnell, la ampliacin de los horizontes temporales de los actores y
el fortalecimiento de las instituciones sociales y polticas son las claves para
salir del hueco negro de las que l llama "democracias delegativas". En el caso
peruano, era evidente que desde 1992 se haban ampliado los horizontes
temporales del conjunto de actores. Pero no se adverta ninguna voluntad
de fortalecer las instituciones sociales y polticas. El mandatario sigui presidiendo sobre un pas amorfo, llevando adelante un programa econmico
internacionalmente aceptado y con ms que un mnimo de gobernabilidad
autoritaria. A punta de exhibir resultados concretos, haba evitado hasta ese
momento el "consumo poltico vertiginoso", que Cavarozzi (1993) asociaba
al colapso del sistema de partidos y de instituciones.
El fujimorismo poda presentarse como va tecnocrtica autoritaria de
recuperacin para pases semicolapsados. No en vano el Banco Mundial y el
propio FMI queran hacer del Per un showcase de recuperacin tutelada, en
un momento en el cual los actores internacionales se convertan en actores
internos como parte del proceso de globalizacin y de redimensionamiento
de la soberana nacional. Empresarios y periodistas cercanos al rgimen
postulaban que la democracia se dara por aadidura, como producto natural
del desarrollo de la economa de mercado, lo mismo que la justicia social."
La apoteosis de la antipoltica 53
e
13. Hoy esas concepciones vienen siendo cuestionadas, incluso por instituciones como el
Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. Pero sobre todo, por pases que
en las dcadas previas las impulsaron. En la reciente reunin cumbre de la "tercera va"
en Berln (3.6.2000), los presidentes de la mayora de paises europeos, de los EE. UU. y
de tres pases latinoamericanos Argentina, Brasil y Chile reivindicaron el papel del
Estado y se comprometieron a buscar un nuevo equilibrio entre Estado y mercado.
14. Declaraciones en Panamericana TV (9.4.1995).
CAPTULO 3
EL FUJIMORISMO CLSICO
1.
Poder Ejecutivo sino, literalmente, la cabeza- del Estado: 1 Presidente hiperactivo, incansable, todopoderoso, omnipresente, siempre en campaa4os
modernos medios de transporte le permiten trasladar a la poltica la esttica del
videoclip. Puede despachar en la maana en Palacio, volar con sus gheishas2 a
revisar alguna obra en Puno, trasladarse en helicptero a Cusco, regresar en la
tarde a algn asentamiento humano en los conos de Lima y volver en la noche
a Palacio para ofrecer una cena para algn strapa oriental tipo Mahathir Mohamad (si es que no lo llev consigo por todo su recorrido). Desde el autogolpe,
todos los poderes se concentraron en el Ejecutivo. El Ministerio de la Presidencia
pas a obtener el pedazo ms grande de la torta presupuestaria3 y sus carteles
saturan desde hace aos el paisaje peruano, reemplazando u opacando a los
ministerios del sector social: Salud, Educacin, Transporte.
Ubicada dentro de una larga tradicin de presidencialismo, paternalismo
y clientelismo, la Presidencia se convirti en una institucin altamente legitimada en relacin al Congreso y al Poder judicial. La captura de este ltimo
comenz como una verdadera violacin. Durante el autogolpe del 5 de abril,
una de las primeras medidas fue el asalto al Palacio de justicia por parte de
lo que Gorriti llam los "comandos de la amnesia" y el robo en camiones del
Ejrcito de miles de legajos donde se supone haban pruebas incriminatorias
contra Vladimiro Montesinos, el propio Alberto Fujimori y otros personajes
del rgimen, as como datos comprometedores que contribuyeron a montar
el sistema de chantaje a personajes incmodos para el rgimen. En los aos
siguientes, un conjunto de leyes someti al Poder judicial y lo convirtieron
en un instrumento de persecucin de opositores y legalizacin de todas las
arbitrariedades del Ejecutivo. Los principales eslabones de la cadena del sometimiento fueron la creacin de comisiones interventoras en el Poder judicial y
el Ministerio Pblico; el recorte de atribuciones a ste ltimo, traspasndolas
a una nueva Comisin Ejecutiva en manos de la sumisa Blanca Nlida Coln;4
2.
3.
4.
En el libro citado de Sally Bowen (2000) hay una excelente descripcin de la relacin
entre el Presidente y las reporteras que cubren las noticias en Palacio de Gobierno.
El presupuesto para 1992 era de 222'552.021 millones de soles; para 1993,1.216'731.057
y para 1995 se increment a 1955'502.363 millones de soles. Vase, Cuenta General de
la Repblica (1992-1998).
Blanca Nlida era una oscura juez provincial del Callao, que emergi de la penumbra
durante el autogolpe. Fue nombrada Fiscal de la Nacin yen 1995, en uno de sus ltimos
actos, el CCD litilong su periodo al frente de la Fiscala mediante la que fue bautizada
como Ley Coln (vase Bowen 2000: 256). Cuando ya no fue posible prolongar ms su
estada en dicho cargo, se le recortaron las atribuciones y se cre para ella la Comisin
Ejecutiva, por encima de la Fiscala. Con sus ahorritos durante tantos aos al servicio del
rgimen, compr una casa descomunal, cuyo financiamiento nunca qued claro.
El fujimorismo clsico 57
la amputacin de las funciones del Consejo Nacional de la Magistratura:51a dependencia directa de la Academia de la Magistratura del secretariado ejecutivo
del Poder judicial; y sobre todo la mantencin de una inslita y abrumadora
mayora de jueces y fiscales en condicin de provisionales, incluyendo salas
enteras de la Corte Suprema.6
/Por su parte, con su desmembramiento en tres organismos (ONPE, RENIEC
y jNE), el jurado Nacional de Elecciones pas de ser un poder independiente
que no haba sido objetado desde la primera transicin (1978), a un Sistema
Electoral, manejado "al 99,97%" como se ha visto con la actuacin de la ONPE
en las recientes elecciones y los escandalosos fallos del jNE en el caso del
congresista Luis Cceres Velsquez, entre otros.' Detengmonos algo ms en
. el Congreso.
***
5.
6.
7.
"Segn la Constitucin, el CNM tiene tres facultades centrales: nombrar jueces y fiscales,
ratificarlos cada siete aos y sancionar a los vocales supremos y destituirlos. Pero dos
de esas facultades han sido recortadas y solamente tiene una facultad expedita la
ratificacin pero como an no han transcurrido siete arios, ahora el CNM no hace nada"
(entrevista a Jorge Avendao, El Comercio, 25.6.2000, p. A8.)
Sin seguridad en el cargo, provisionales y suplentes son presas fciles de la manipulacin.
"En este momento tenemos en el Poder Judicial 1200 jueces entre provisionales y
suplentes contra 345 titulares. En el Ministerio Pblico tenemos 1093 provisionales
contra 176 titulares... [En la Corte Suprema] de 30 vocales ms el presidente, 16 son
provisionales y slo 14 son titulares" (Jorge Avendao, entrevista citada).
Sobre la reforma del Poder Judicial, vase Rubio (1999). Sobre la subordinacin del
Poder Electoral vase Chvez Molina (2000).
8.
Para el periodo 1995-2000 los congresistas reciben un sueldo de 29.000 soles mensuales,
16 veces al ao!
El fujimorismo clsico 59
c. Nuevas formas de intermediacinitl Congreso no cumple ya funciones de representacin ciudadana, pero s de intermediacin y de vinculacin
clientelista con una poblacin atomizada, en un pas sin partidos polticos
y con las organizaciones sociales muy debilitada En este contexto, donde
no existen representaciones estrictamente poltias, los parlamentarios
oficialistas reforzaron la vinculacin personalizada del Presidente con la poblacin, multiplicando su capacidad de llegada. Unos a travs de los medios
de comunicacin. Otros acompaando al Presidente a lugares del pas donde
tenan base social, por ejemplo por nacimiento; vinculndose directamente
con esos "feudos regionales"; organizando en tndem, con los CTAR, el SIN y las
FF. AA., los diferentes ncleos polticos ad hoc que el gobierno construy para
cada eleccin, por ejemplo Vamos Vecino en la campaa municipal de 1998.
Traducido a la coyuntura actual, unos seran hasta cierto punto los chavistas
o los tudelistas, otros los absalonistas. A pesar de estar desconectados de su
electorado en cuanto al accountability, estos ltimos mantienen una cercana
"de piel" tnica y sociocultural, especialmente con los estratos D y E.
11. El viaje concluy con el despido de su primer equipo econmico, el de los llamados siete
samuris. Sobre este episodio y sobre dicho periodo en general, vase Iochamowitz
(1993) y Bowen (2000).
12. Sobre prerrogativas, vase: Stepan (1988). Sobre FF. AA., democracia y fujimorismo:
Degregori y Rivera (1993), Mauceri (1989), Rospigliosi (1996).
El fujimorismo clsico 61
de la regin junto a las de las FE AA. de Chile y Ecuador. Los disidentes, que
se expresaron en ncleos como COMACA (comandantes, mayores y capitanes)
o Len Dormido, fueron purgados con ayuda del SIN. Las FE AA. adquirieron
as una presencia poltica e incluso electoral ajenas a lo que sera su misin
normal en una democracia. La lucha contra SL y el MRTA, as como la guerra
contra Ecuador, legitimaron su papel y sus privilegios institucionales ante
amplios sectores de la opinin pblica.
/Los empresarios, por su parte, vieron con expectativa cmo el gobierno
asuma buena parte del programa econmico del FREDEMO, que los haba
encandilado. Aun cuando diferentes sectores expresaron reservas sobre
determinados aspectos del modelo, acabaron por asir firmemente el brazo
deshuesado. Varios factores se entrecruzaron en esa decisin: legtimos deseos de modernizacin y de volverse competitivos en una economa abierta;
esperanzas de ser los principales beneficiarios de las reformas, refrendadas
por la frrea poltica antilaboral del rgimen. Salvo excepciones y para disgusto
de Mario Vargas Liosa, el autogolpe no los molest. La actitud distantemente
tecnocrtica de Carlos Boloa, entonces Ministro de Economa y cabeza visible del neoliberalismo ms radical, revel el perfil, por no decir la catadura,
de nuestros neoliberales, que no miraban ms all de sus narices, es decir
del Chile pinochetista, sin darse cuenta (o sin importarles) que la verdadera
modernidad exiga superar los viejos reflejos autoritarios oligrquicos, agudizados por el avance terrorista, para construir una economa basada en el
Estado de derecho, incorporando las libertades polticas dentro de su credo.
Por detrs: los asesores ocultos
Hasta aqu nos movemos en predios conocidos, recorriendo la clsica base
de apoyo de los "gobiernos fuertes" y las viejas dictaduras. Lo relativamente
novedoso comienza con el apoyo masivo que el gobierno recibe de expertos,
que reemplazan a los intelectuales orgnicos y los idelogos, que parecen ya
no ser ms necesarios, lo mismo que los militantes y los votantes leales de
pocas pasadas. Como sealan Grompone y Meja (1996: 31):
[...] el militante comprometido desiste o se vuelve oportunista ya que no existen ideales a los cuales valga la pena dedicar sus mejores esfuerzos. El votante
fiel abandona sus convicciones o le desconciertan los cambios y rectificaciones
en las orientaciones partidarias y por una u otra de ambas razones asume un
obligado pragmatismo.
Ahora tenemos a los asesores de perfil bajo. Por un lado, tecncratas que
regresan de trabajar en organismos internacionales para crear lo que ellos
13. El 12 de novinbre de 1991 se promulg una ley que otorgaba al Presidente el poder
de nombrar a los jefes de las diversas ramas de las FE AA., que no tendran que retirarse
necesariamente al cumplir 35 aos de servicios, como suceda anteriormente. El primer
beneficiado fue el general Nicols Hermoza Ros, quien fue designado Comandante
General del Ejrcito el 19.12.91. Poco despus pas a retiro, pero fue ratificado una y
otra vez como Comandante General de las FE AA. hasta fines de 1998. Vase, Bowen
(2000: 72), Rospigliosi (1996).
equilibrio del cuerpo, el control que Montesinos ye! SIN iban logrando sobre las
FE AA., los medios masivos y la represin a los opositores (chuponeo telefnico,
utilizacin de la SUNAT, chantajes diversos) sera la manera privilegiada de preservar el equilibrio, lase gobernabilidad autoritaria, del cuerpo invertebrado.
Por debajo un piso slido: la opinin pblica
El fujimorismo clsico 65
El fujimorismo clsico 67
electorales en vsperas del referndum. El mismo individuo cuya captura hizo inflar la
popularidad de Fujimori que fue exhibido en un traje a rayas, enjaulado como fiera
salvaje, de quien el Presidente dijo alguna vez que si se hubiera dado el caso lo hubiera
matado con sus propias manos y por el cual la pena de muerte iba a ser restaurada en el
pas, fue presentado entonces y sin ningn aviso previo, de manera dignificada como
un interlocutor potencial.
CAPTULO
1.
A fines de junio, segn Apoyo S.A. el 87% de encuestados se mostr en desacuerdo con
que el Congreso impida al Poder judicial procesar a los militares implicados en casos de
violacin de los DD. HH. Ye! 78% expres su rechazo a la Ley de Amnista.
las actividades y obras municipales, especialmente en el centro histrico. Sbitamente el gobierno se mostraba compasivo con esos trabajadores despedidos
despus de haber sido el Terminator del movimiento laboral. As, la nica cohabitacin a la que se vio obligado el Presidente, se revel imposible. Alguien
crey que iba a resignarse a un tercer gobierno con minora en el Congreso?
La derrota de Yoshiyama debe haber despejado cualquier duda y pulverizado
cualquier escrpulo (ingenuo yo que admito esa posibilidad) para proceder con
la segunda reeleccin. As, curndose en salud cuando el clima poltico no le era
todava adverso, el 23 de agosto de 1996 el Congreso aprob la ley 26657 de "interpretacin autntica" del artculo 112 de la Constitucin,2 abriendo de ese modo
las puertas a una nueva postulacin de Fujimori, con cuatro arios de antelacin!
Segn Sally Bowen, el factor decisivo para que el gobierno se decidiera por
la "ley de interpretacin autntica" fue el escndalo desatado por Demetrio
Chvez Peaherrera,;"Vaticano", el ms importante narcotraficante peruano,
quien una semana antl, el 16 'de agosto, haba afirmado en pleno juicio
pblico que pag a Vladimiro Montesinos cincuenta mil dlares mensuales
entre julio de 1991 y agosto de 1992, y que si dej de hacerlo fue porque el
asesor subi su precio a cien mil dlares mensuales."15e ser cierta la hiptesis, el cuadro se volvera todava ms siniestro pues probara que el rgimen
estaba ya entonces corrompido hasta el tutano (lo cual se contradice con su
carencia de columna vertebranio ms precisamente hasta el cerebelo. Como
para confirmarlo, en medio de sus declaraciones Vaticano fue sacado del
tribunal y recluido en la Base Naval del Callao, de donde sali visiblemente
disminuido al parecer haba recibido electroshocks para balbucear una
retractacin a medias que nadie crey.4
2.
3.
4.
5.
Robles haba denunciado que miembros del grupo Colina, amnistiados en 1995, eran los
autores de atentados contra la repetidora de Red Global en Puno, como parte de un Plan
Bermuda de amedrentamiento a la prensa opositora. El 26 de noviembre de 1996 fue
secuestrado, cuando compraba diarios en un kiosco cercano a su domicilio, a plena luz
del da y delante de testigos. Despus de varios das recluido en instalaciones militares fue
liberado, entre otras causas debido a la existencia de testigos y al rechazo que provoc el
secuestro: el 77,5% de encuestados segn IMASEN y el 78,3% segn Apoyo S.A.
6.
7.
de marzo aprobaron la Ley General de Elecciones que, entre otros puntos, ratificaba la
presentacin del 4% de firmas del padrn electoral (alrededor de 500 mil) para inscribir
nuevas agrupaciones polticas. El 21 de marzo, los policas municipales (cascos azules)
se enfrentaron a la polica nacional durante el desalojo de vendedores ambulantes en el
Mercado Central de Lima.
8. Sobre los casos de Leonor la Rosa, Mariela Barreta, as como tambin la masacre de
La cantina y la expropiacin de Frecuencia Latina en 1997, vase Alvaro Vargas Llosa
(2000).
9. El Grupo Colina fue responsable de la masacre de La Cantina en 1992 y es acusado
del asesinato del dirigente sindical Pedro Huillca, adems de haber perpetrado la
masacre de Barrios Altos en noviembre de 1991. Este caso ha sido aceptado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
10. A raz de los casos La Rosa y Barreto, la popularidad presidencial descendi segn Apoyo
SA del 48 al 38% entre la primera y la tercera semana de abril, en tanto la desaprobacin
a su gestin subi del 43 al 47%. De otra parte, el 70% se mostr a favor de que Montesinos renunciara a su cargo en el gobierno (UZO, Resumen Semanal, ao xix, n. 915,
Lima, 16-22.4.97).
76 Carlos Ivn Degregori
seal como motivo el mal manejo del problema con el MRTA. Muy pocos
mencionaron este otro lado sangriento de esa historia.
Pero el 22 de abril, otra sorpresa. Por un tnel cavado mientras se desarrollaban las conversaciones entre los secuestradores y el gobierno, un comando
del Ejrcito incursion en la residencia tornada y rescat a los rehenes. Fue
la exitosa operacin Chavn de HuntaryLa aprobacin presidencial subi
por ltima vez como la 'espuma. De all en adelante, cada prdida de popularidad tuvo que recuperarla a pulso, cavando todo tipo de tneles. Ya esa vez
la recuperacin dur poco tiempo\ El suficiente como para que el Congreso
aprobara una acusacin constitucional contra tres miembros del Tribunal de
Garantas Constitucionales (TGC), los cuales fueron destituidos poco despus.
Fue un plato de venganza que el gobierno comi bastante fro, cuatro meses
despus de que el 3 de enero, en uso del "control difuso", el TGC declarara
inaplicable la "ley de interpretacin autntica" con lo cual cerraba el paso a
la segunda reeleccin de Fujimori.
nete a la resistencia
La respuesta a la destitucin de los miembros del TGC fue tambin inusitada.
La primera semana de junio, en plena Asamblea General de la OEA, estudiantes, trabajadores y partidos de oposicin salieron a las calles para mostrar un
rechazo que por primera vez en toda la dcada se expresaba de modo masivo
ms all de las encuestas. Se abra as un primer frente de lucha contra el
fujimorismo, llammosle una resistencia de baja intensidad, que pona a la
democracia en el centro de sus preocupaciones y tena a los estudiantes como
punta de lanza. La expropiacin de Frecuencia Latina en septiembre de 1997,
luego de haberle quitado la nacionalidad a su propietario, Baruch Ivcher, volvi
a encender la mecha de las protestas democrticas.
Un ao ms tarde, tal como lo estipulaba la propia Constitucin fujimorista, el Foro Democrtico present ms de un milln y medio de firmas para
someter a referndum la postulacin de Fujimori en las elecciones del ao
2000 y derrotarlo en su propia cancha. El Congreso, sin embargo, se apresur
a promulgar la ley 26592, denominada Ley Siura en "deshonor" a su artfice.
/De acuerdo con esa ley inconstitucional, adems de las firmas era necesario
conseguir el apoyo de 48 congresistas. Utilizando garrotes y zanahorias, el
gobierno impidi que la oposicin reuniera esos 48 votok La televisin no
haba sido todava stcuestrada y el pas pudo seguir en vivo y en directo los
11. Sobre los argumentos de los cuatro miembros del TGC contra Fujimori y los detalles de
su destitucin, vase Rubio (1999), Chvez Molina (2000).
incidentes de la votacin. Esa vez, las marchas desbordaron Lima y se desparramaron por el pas. A principios de septiembre de 1998 la poblacin se
manifest no solo en la capital sino en Iquitos, Cusco, Cajamarca, Puno, Trujillo,
Tacna, Juliaca, Huancayo, Cerro de Pasco. Haban pasado exactamente seis
arios desde la captura de Abimael Guzmn.
Un ario antes, el 9 de septiembre de 1997 haba llegado a Lima una cabalgata de alcaldes huancavelicanos, encabezados por Federico Salas, que
captur la imaginacin de la opinin pblica y abri un segundo fi-ente de baja
intensidad contra el fujimorismo. Este nuevo frente pona el centralismo en
la mira y pronto se expandi a otros departamentos, especialmente del gran
sur y el oriente. Las manifestaciones y disturbios en Iquitos a propsito de
los acuerdos de paz con Ecuador y las manifestaciones en Tacna cuando se
discutan los puntos pendientes del Tratado de Paz de 1929 con Chile, deben
entenderse dentro de este contexto; ms que como reacciones xenfobas,
como expresiones de desconfianza de regiones histricamente maltratadas
por el poder central.
Definitivamente, su segundo gobierno no fue el paseo victorioso que Fujimori y Montesinos imaginaron. El pas no se dejaba inventar tan fcilmente.
El cuerpo invertebrado maniobraba con dificultad/Los xitos econmicos del
primer periodo no se repetan y el gobierno segua girando contra el capital
acumulado con la derrota de la hiperinflacin Idas primeras privatizaciones.
El crecimiento del PBI era ms bien mediocre (vase cuadro 1) y el modelo
no generaba empleo. A partir de 1998, los restos del movimiento sindical
abrieron un tercer frente, que se expres en las calles especialmente a travs de los trabajadores de construccin civil. Pero el malestar por la falta de
empleo se extendi mucho ms all de los paros y marchas, intermitentes y
ms-bien_reduciplos,12 hasta convertirse en la primera preocupacin para la
mayora del pas.
El Nio de 1998 produjo tambin sorpresas. El gobierno se haba preparado concienzudamente. Fujimori, como siempre incansable, recorra especialmente el frente Norte, donde El Nio suele desatar sus golpes ms feroces,
buscando en la guerra contra la naturaleza una manera de recuperar el tono
vibrante de otros tiempos. Pero la naturaleza lo atac por la espalda, en Ica,
y desbord sus lneas defensivas en diferentes puntos del frente de batalla.
Eran literalmente desbordes masivos, como esos de los chinos en la guerra-,
12. El 30 de septiembre de 1998 una marcha de estudiantes y trabajadores se dirigi a la
plaza Mayor y encontr al palacio de gobierno sospechosamente desprotegido. Algunos
manifestantes, o tal vez infiltrados, saltaron las rejas, cometieron vandalismo menor
y robaron algunos uniformes de los Hsares de Junn. Al da siguiente Martha Chvez
opin: "se merecan un balazo".
Cuadro 1
VARIACIN DEL PRODUCTO BRUTO INTERNO (%)
13. .Segn Zapata y Sueiro (1999: 42): En una entrevista concedida en condicin de
anonimato, uno de los amigos del General argument que no haba hecho nada fuera
de lo comn, que sus coimas haban sido las habituales y que era el chivo expiatorio
arrojado a la arena para calmar la sed de los leones. Sobre el caso INDECI hay amplia
informacin en la pgina web de El Comercio.
14. Poco despus, de regreso en Washington, McCaffrey seal que Montesinos "es una
figura que busca legitimarse con recursos manipulatorios" (15.5.98).
BASE '94
1991
2,8
2,2
-0,6
1992
-1,4
-0,4
1993
6,4
4,8
-1,6
1994
13,1
12,8
-0,3
1995
7,3
8,6
1,3
1996
2,4
2,5
0,1
1997
6,9
6,7
-0,2
1998
0,3
-0,4
-0,7
1999
3,8
1,4
-2,4
1991/99(1)
4,5
4,2
-0,3
Grfico 1
VARIACIN DEL 1)131 (%)
1)
DIFERENCIA
BASE '79
80 Carros Ivn Degregori
Construyndose un exoesqueleto
de crisis econmica, autoritarismo y creciente corrupcin no
feraa combinacin
la mejor tarjeta de presentacin electoral para el rgimenUn octubre de
1998, Andrade gan por segunda vez las elecciones a la alcalda de Lima con
el 59% de los votos contra el 32% de su contendor oficialista, Carlos Hurtado
Miller. La novedad: Hurtado candidateaba por una nueva agrupacin salida
de la inagotable manga presidencial, Vamos Vecino.
El 5 de marzo de 1998, Vamos Vecino (VV) se haba inscrito ante el jNE con
ms de 500 mil firmas." Sus lderes nacionales no eran figuras conocidas,
pero segn todos los indicios su mentor era el ex ministro de Agricultura,
Absaln Vsquez. Afirmaban que no eran fujimoristas y que sus intereses
eran estrictamente vecinales. Tenan ya entonces vergenza de ser identificados con el gobierno, o no queran aparecer como "polticos"? Ms parece
lo segundo.
En pocos meses, VV se extendi hasta el ltimo rincn del pas. Nunca un
partido peruano cubri tan tupidamente el territorio nacional ni tuvo tantos
recursos para hacerlo.ctn las elecciones municipales de octubre, presentaron 1632 candidatos de un total de 1818 municipios en todo el pas. Por fin,
despus de ocho aos y dos derrotas en las municipales de 1992 y 1995, el
gobierno pareca reconocer que requera alguna organizacin que fuera algo
nis
.__ que una _sigla, necesitaba rostros y liderazgos de carne y hueso en diferentes partes del pas.
Vamos Vecino recoga la vitalidad de un importante sector de nuevos
lderes locales surgidos en la dcada de 1990. Esa vitalidad, unida al uso masivo del aparato estatal, le permiti al gobierno obtener por primera vez un
resultado decente en elecciones municipales: 25,2% a escala nacional, cuatro
puntos detrs de Somos Per (29,2%). Obtuvieron incluso, ms alcaldas que
Somos Per: 76 sobre un total de 194 alcaldas provinciales y 597 sobre 1622
alcaldas distritales (vanse cuadros 2 y 3). Poco despus, VV logr capturar
la Asociacin de Municipalidades del Per (AMPE) que, una vez en sus manos,
entr en un estado de catalepsia muy conveniente para el gobierno.
Sin embargo, que no hubieran barrido con un porcentaje mayor a pesar
de contar "con todo el apoyo" del gobierno y con la debilidad de las fuerzas
opositoras, revelaba el significativo desgaste del fujimorismo, pero el buen
resultado probaba al mismo tiempo la capacidad de resistencia que le otorgaba el atrincheramiento en el aparato estatal. Porque VV naci colgado y
confundido con ese aparato estatal. Algo semejante se podra decir tambin
del PR! mexicano. Pero en Mxico, si bien Estado y partido se entrelazaban
hasta confundirse, fue el partido el que se apoder del Estado y organiz
corporativamente a la sociedad, encuadrndola dentro del partido y man-
teniendo siempre a las FF. AA. estrictamente fuera de la poltica. El PRI era
el instrumento clave, tena vida propia, organizacin nacional jerarquizada,
15. Vamos Vecino present 1.598.878 firmas, de las cuales fueron aceptadas 526.104.
DEPARTAMENTOS
TOTAL
36
58
32
30
50
56
27
30
19
19
46
16
10
48
13
6
6
7
15
24
30
9
5
1
4
597
Amazonas
Ancash
Apurmac
Arequipa
Ayacucho
Cajamarca
Cusco
Huancavelica
Hunuco
Ica
Junn
La Libertad
Lambayeque
Lima
Loreto
Madre de Dios
Moquegua
Pasco
Piura
Puno
San Martn
Tacita
Tumbes
Callao
Ucayali
Total
77
146
73
100
98
114
94
86
63
38
114
70
35
160
41
7
17
25
56
95
67
22
9
5
10
1622
46,8
39,7
43,8
30,0
51,0
49,1
28,7
34,9
30,2
50,0
40,4
22,9
28,6
30,0
31,7
85,7
35,3
28,0
26,8
25,3
44,8
40,9
55,6
20,0
40,0
36,8
80.0 -
60.0
40.0
Iii
20.0
10.0
0.0
gilt gp, 58
1- 2
=
< <
Hl
fa
TOTAL
,2
9
1
2
10
7
4
3
2
0
4
3
2
4
2
3
2
3
3
1
6
1
0
0
2
76
Amazonas
Ancash
Apurmac
Arequipa
Ayacucho
Cajamarca
Cusco
Huancavelica
Hunuco
Ica
Junn
La Libertad
Lambayeque
Lima
Loreto
Madre de Dios
Moquegua
Pasco
Piura
Puno
San Martn
Tacna
Tumbes
Callao
Ucayali
Total
28,6
45,0
14,3
25,0
90,9
53,8
30,8
42,9
18,2
0,0
44,4
25,0
66,7
40,0
33,3
100,0
66,7
100,0
37,5
7,7
60,0
25,0
0,0
0,0
50,0
39,18
TOTAL PROVINCIAS
7
20
7
8
11
13
13
7
11
5
9
12
3
10
6
3
3
3
8
13
10
4
3
1
4
194
Grfico 3
ALCALDAS PROVINCIALES GANADAS POR VAMOS VECINO EN 1998
100,0
90,0 --'
80,0 70,0
60,0 50,0 --'
40,0 30,0
90.0 -
30.0
VAMOS VECINO
DEPARTAMENTOS
TOTAL DISTRITOS
Grfico 2
ALCALDAS DISTRITALES GANADAS POR VAMOS VECINO EN 1998
70,0
60.0
Cuadro 3
ALCALDAS PROVINCIALES GANADAS POR VAMOS VECINO EN 1998
lii
.51 85
E g E
.2 0
- 1 O.' '3
1, 1
30
rr
I ti 58585 -g
.1c
g <3 c
E
3
08
2.15et
1131-1
2-'212 8 15 '
e
84 Carlos Ivn Degregori
locales, asambleas, congresos, y era la arena donde se forjaban liderazgos
(tambin, por cierto, cacicazgos) y se procesaban discrepancias.
n el caso peruano, las FE AA. se encargaron de la logstica, el SIN reemplazo a la comisin de credenciales, seguridad y disciplina, los locales funcionaron
solo durante las elecciones, no hubo asambleas, menos an congresos; existen,
por tanto, pocos cuadros partidarios y prcticamente ningn activista, porque
ambos son cedidos temporalmente por los organismos del MINPRE, los CTAR,
alcaldas, alfabetizadores y promotores de salud \.
Por otro lado, si en Mxico el PRI organizaba y encuadraba autoritariamente a la sociedad en sus filas, en el Per no se construa organizacin,
solo se fomentaban clientelas. Salvo los comedores populares, ni el gobierno ni el flamante Vamos Vecino estuvieron interesados en ningn tipo de
institucin socia1.16
16. Por eso sonaron tan extravagantes y fuera de lugar las propuestas de Macera de revitalizar
el movimiento sindical. Poco despus, parece que decidi deglutir sus palabras y sumirse
en el silencio.
17. Absaln Vsquez, la figura emblemtica, fue aprista de toda la vida, al igual que Alberto
Kitasono, antiguo secretario de organizacin de ese partido y luego asesor del gobierno
de Fujimori. Tambin figura en la galera de trnsfugas Manuel Vara Ochoa, ex PPC, o
Eyzaguirre ex Izquierda Unida.
18. Analistas y Consultores (29.12.98).
Para esa captura, que tena como objetivo general la opinin pblica
y como objetivo especfico los sectores D y E, el gobierno desarroll varias
lneas de trabajo:
El contraataque de Alberto Fujimori a partir de 1999 es uno de los hechos
ms impactantes de la poltica peruana de los ltimos decenios, imposible de
imaginar para Belande a finales de 1983 o Garca en diciembre de 1988, sobre
todo si se toma en cuenta que lo emprendi en medio de una crisis econmica
que no cesal Toledo afirma que es terco, Fujimori ha probado que tambin
lo es, que sabe jugar con el marcador en contra, que est dispuesto a colv
la derrota en victoria a cualquier precio, incluso apelando a los ms antiguos
y tradicionales espritus del mal de la poltica peruana.
Eso es lo que hizo, ms que nunca, en los ltimos 18 meses. Si hasta el
momento viene logrando su nico objetivo, que es mantenerse en el poder, ha
sido antes que nada por la debilidad de las fuerzas opositoras, conformada por
partidos que no se renovaron y por "agrupaciones independientes", incapaces
de articular voluntades alrededor de objetivos comunes y con mecanismos
institucionales claros. Agrupaciones construidas alrededor de individuos
rodeados por un ncleo minsculo de parientes, amigos y conocidos; y una
periferia de conocidos y desconocidos, reclutada en muchos casos al azar en
un pas de 25 millones de habitantes. Hemos regresado, en cierta forma, a los
viejos partidos de notables; pero aquellos tenan al menos el poder del dinero y de la posicin social, que pesaban en el contexto oligrquico." No es de
extraar entonces el destino de la UPP, cuyos parlamentarios se desgranaron
en cmara lenta de la mazorca parlamentaria a lo largo del quinquenio. Ni
la arremetida del gobierno contra los alcaldes de Somos Per, cuando entre
el 9 de agosto y el 15 de septiembre de 1999, 23 alcaldes renunciaron a esa
agrupacin. Fueron solo preludios de la actual fuga de congresistas hacia el
oficialismo, que expresa no solo la falta de escrpulos de este, sino la bancarrota de los independientes.
Conociendo a sus adversarios, requisito fundamental en cualquier guerra,
el gobierno concentr sus fuerzas en los estratos D y E, buscando capturarlos
a travs de la manipulacin de los programas de asistencia social."
- _
Captulo 4
96
CUADRO 24
CONFORMACIN INICIAL DEL CONGRESO DE LA REPBLICA
2000-2001
AGRUPACIN POLTICA
CONGRESISTAS
52
29
9
8
6
5
3
3
3
2
120
PORCENTAJE
43%
24%
8%
6%
5%
4%
3%
3%
3%
1%
100%
98
99
100
CARLOS IVN DEGREGORI / CARLOS MELNDEZ
9. En Lima, la diferencia fue mayor. Somos Per alcanz el 58.7% de los votos vlidos,
mientras que Vamos Vecino obtuvo slo el 32.66% de los mismos.
10.Sobre la formacin de Vamos Vecino, vase: Chvez 1998.
101
De esta forma, desde muy temprano se constituyeron dos grandes corrientes dentro del fujimorismo congresal, cada una,--a su vez,
con tensiones y conflictos internos._ La primera era el oficialismo iradicional,
ya _experto
en la subordinacizalEjecutivo y el pragmatismo
_
_
parlamentario, conformado por Cambio 90 y Nueva May- ra, los
que se sum el nuevo grupo de pragmticos "advenedizos" de Per
al 2000: La otra fue el oficialismo de aparato clientelista de VV,
emergido desde la poltica municipal en zonas rurales y marginales,
muy sensibles a la ayuda estatal. Los dos sectores expresaban bastanf aproximadamente los componentes del "neoliberalismo chicha",
como algunos han llamado a las polticas del rgimen fujimorista. Unos,
especialmente Per al 2000, apuntaban a la derecha liberal inconsecuente, antidemocrtica y en realidad mercantilista, afincada en ciertas clases acomodadas urbanas. Vamos Vecino, por su parte, apelaba a la capacidad del clientelismo de los programas de lucha contra
la pobreza y las obras desconcentradas para atraer a las clases populares. La lista oficialista apelaba as a los sectores_socioeconrnicos_ A
y D, en los que se concentr hasta el final el apoyo al rgimen
CUADRO 25
PROPORCIN DE CANDIDATOS Y CONGRESISTAS ELECTOS POR LA
ALIANZA PER 2000 DE ACUERDO AL MOVIMIENTO DE ORIGEN
102
AGRUPACIN
POLITICA DE
ORIGEN
Cambio 90
Nueva Mayora
Vamos Vecino
Per 2000
Total
Fuente:
CANDIDATOS
ELEGIDOS
103
PORCENTAJE CON
RESPECTO AL TOTAL
NMERO PORCENTAJE NMERO PORCENTAJE DE POSTULANTES
19
29
38
34
120
15.8%
24.2%
31.7%
28.3%
100.0%
7
13
22
10
52
13.5%
25.0%
42.3%
19.2%
100.0%
36.8%
44.8%
57.9%
29.4%
elaboracin propia.
CUADRO 26
LOS 10 CANDIDATOS DE PER 2000 CON MAYOR VOTACIN
Nm.
MOVIMIENTO DE ORIGEN
VOTACIN
2
1
20
120
18
31
77
35
21
14
84,0943
73,5978
15,6176
10,6015
10,3449
96,897
71,887
63,681
58,859
57,344
Fuente:
elaboracin propia.
LISTA
Si bien ocupaba el nmero dos de la lista, Francisco Tudela alcanz la mayor votacin preferencial nacional, pero fue el nico
integrante de Per al 2000 entre los diez candidatos ms votados.
Su candidatura a la primera vicepresidencia, el protagonismo poltico
ganado previamente en la cancillera y quin sabe sus dotes de bailarn, explicaran este alto respaldo electoral. Adems, en estos tiempos mediticos, el adusto Absaln Vsquez era la personificacin
del anticandidato; que haya alcanzado una votacin tan alta es prueba
ms bien de la fuerza de VV. Ms an, en el cuadro 26 se aprecia
104
13. Vanse los veinte primeros nombres del anexo 2h, donde aparece toda la bancada.
105
106
4/L
CUADRO 27
TOTAL
1. Lima y Callao
2. Amazona
Amazonas
Loreto
Madre de Dios
San Martn
Lkayali
3. Norte
Ancash
Cajamarca
La Libertad
Lambayeque
Piura
Tumbes
4. Centro
Apurmac
Ayacucho
Huancavelica
Ica
Junn
Pasco
5. Sur
Arequipa
Cusco
Moquegua
Puno
Tacna
Fuente
2000
1995
DEPAKFAMENTO
67
25
7
1
3
1
2
15
2
3
3
4
3
11
1
1
100
37.3
10.5
100
50.0
9.6
22.4
1
11
1
2
21.2
Fuente:
9.6
4
1
13.4
5
2
3
2
PROCEDENCIA DE VOTACIN
"Provincianos"
"Limeos"
"Nacionales"
Total
6
2
16.4
4
4
9
3
52
26
5
2
107
9.6
NMERO DE CONGRESISTAS
25
21
6
52
PORCENTAJE
48%
40%
12%
100%
elaboracin propia.
11 11 12 1,1 11 51 IP 11 ca
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Ninguno de los congresistas oficialistas que obtuvieron votacin significativa a nivel nacional en las elecciones de 1995 pudo repetir
dicha distribucin electoral el 2000. Salgado, Reggiardo y Vlchez
terminaron restringidos a un respaldo bsicamente capitalino, mientras que Figueroa el otro congresista "nacional" en el periodo anterior no fue reelegido. En el 2000, son seis los candidatos
oficialistas que alcanzaron una votacin proporcional a la poblacin
electoral en muchas jurisdicciones departamentales. En el caso de
Absaln Vsquez y Anselmo Revilla fue claramente el aparato nacional de Vamos Vecino el que les permiti hacer una campaa electoral extensiva territorialmente. En el caso de Manuel Vara Ochoa
(C-90), su paso por la Direccin del PRONAA (Programa Nacional
de Asistencia Alimentaria) le permiti un alcance nacional sobre la
base de organizaciones populares como los comits de vaso de leche.
En los casos de Joy Way y Jorge Velit, ambos de Nueva Mayora,
habran sido sus protagonismos mediticos lo que les permitieron
alzarse como figuras reconocidas en todo el pas. El caso de Walter
CUADRO 30
1
4
6
12
16
22
33
36
38
39
44
48
2
120
31
108
10
55
115
22
33
8
17
104
Fuente: elaboracin
VOTACIN
840,943
106,015
96,897
48,096
36,036
29,420
23,825
22,999
22,555
22,169
21,172
19,585
Lima
Lima
lima
Lima
Lima
Lima
Lima
Lima
Lima
Lima
Lima
lima
59.74%
65.41%
60.02%
54.78%
63.91%
55.20%
52.39%
64.02%
65.79%
67.39%
63.55%
57.16%
PORCENT.
PORCENT. DPTO. 3
Piura
La Libertad
ncash
Tumbes
Piura
Piura
Junn
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Junn
Junn
Piura
Ayacucho
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9.40%
16.80%
34.00%
9.30%
9.50%
6.50%
9.70%
5.40%
8.20%
12.50%
11.00%
La Libertad
Arequipa
Junn
Piura
La Libertad
La Libertad
Piura
Ica
Piura
Piura
Ica
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5.30%
3.70%
5.70%
6.20%
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4.60%
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CUADRO 31
CONGRESISTAS "NACIONALES" DE 1..(11 BANCADA PER 2000
(2000-2001)
1
2
5
7
31
47
52
2
1
18
77
25
56
11
VOTACIN
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18,760
Urna
Urna
Urna
Urna
Urna
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Lima
Piura
6.20%
Cajamarca 8.50%
Hunuco 38.30%
Lambayeque 9.20%
Junn
25.30%
Urna
17.54%
La Libertad 8.80%
59.74%
31.80%
40.09%
41.84%
40.09%
18.50%
39.93%
PORCENT.
DPTO. 3
PORCENT.
La Libertad 5.70%
La Libertad 6.40%
Junn
2.90%
Piura
4.60%
lea
5.00%
Ayacucho 14.70%
Cajamarca
7.50%
CUADRO 32
CONGRESISTAS "PROVINCIANOS" DE LA BANCADA PER 2000
(2000-2001)
PUESTO LISTA ALIANZA POLTICA PER 2000
8
9
3
17
18
19
35
21
110
57
28
12
20
23
24
26
27
29
30
32
34
35
37
41
42
43
45
46
49
50
51
66
68
103
86
99
27
65
81
49
6
38
92
101
62
26
32
47
43
107
VOTACIN
63681
58859
DEPARTAMENTO DE MAYOR
VOTACIN
San Martn
ncash
Arequipa
Lambayeque
Lambayeque
Junn
Ica
Cajamarca
Puno
Cusco
Loreto
Cajamarca
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Puno
Arequipa
Lambayeque
Lambayeque
Amazonas
Lambayeque
Piura
CA
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Lambayeque
Amazonas
Ucayali
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91.30%
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58.20%
72.80%
49.70%
82.70%
86.20%
84.30%
78.00%
45.30%
80.10%
79.00%
78.60%
59.00%
74.20%
41.60%
75.60%
48.50%
40.60%
42.70%
56.90%
64.90%
83.30%
DEPARTAMENTO 2
Lima 7.45%
La Libertad 16.20%
Urna 4.97%
Cajamarca 15.80%
Urna 14.52%
Urna 15.29%
Urna 26.63%
lima 7.79%
Urna 3.42%
Urna 4.88%
Ucayali 7.40%
Urna 20.11%
Urna 9.41%
Cusco 8.70%
Urna 10.79%
Urna 23.12%
Urna 11.94%
Urna 26.80%
Lima 5.88%
Urna 23.94%
Urna 21.30%
Lima 24.60%
Cajamarca 17.90%
Urna 13.48%
Urna 8.68%
DEPARTAMENTO 3
Hunuco 2.50%
Urna 7.77%
Puno 0.80%
Urna 16.12%
Amazonas 10.00%
Puno 2.30%
Ayacucho 9.20%
Cusco 2.80%
Pasco 1.50%
Ucayali 2.70%
Urna 4.68%
La Libertad 10.70%
Ica 1.80%
Lima 6.27%
Junn 2.30%
Piura 3.40%
Cajamarca 2.10%
La Libertad 19.50%
Cajamarca 5.00%
Lambayeque 8.70%
Junn 18.50%
Ayacucho 14.70%
Lima 8.57%
Cajamarca 6.30%
Hunuco 1.90%
BANCADA
1995-2000
NMERO PORCENTAJE
"Provincianos"
"Limeos"
"Nacionales"
Total
45
18
4
67
67%
27%
6%
100%
BANCADA
2000-2001
NMERO PORCENTAJE
25
21
6
52
48%
40%
12%
100%
115
CUADRO 34
NMERO DE "TRNSFUGAS" DE ACUERDO A LA AGRUPACIN
POLTICA DE ORIGEN
AGRUPACIN POLTICA TOTAL DE CONGRESISTAS TRNSFUGAS
Per Posible
Solidaridad Nacional
Frepap
Frente Independiente Moralizador
Somos Per
Partido Aprista Peruano
Avancemos
29
5
2
9
8
6
3
8
5
2
1
1
1
1
% DE TRNSFUGAS
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116
118
CUADRO 36
Nmero
Porcentaje
12
4
3
19
63%
21%
16%
100%
2000 la oportunidad para acceder a la clase poltica nacional y, debido a su inexperiencia, pero tambin a una tica, o falta de tica,
acorde con el "neoliberalismo chicha" hegemnico, tuvieron una
interpretacin ext
rntica de la praxis poltica y cayeron fcilmente en la dinmica envolvente del fujimorismo, ms cercana a la mafia que a la preocupacin por el bien pblico.
a. Los empresarios "limeos"
En el caso de los cuatro congresistas limeos que cambiaron su bancada poltica para pasarse al oficialismo, estamos ante empresarios
capitalinos, cuyo pragmatismo econmico se convirti en su rindpal
fireres y -hasta
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trialy Jorge Polack con vnculos empresariales con algunos medios de comunicacin apostaron inicialmente por la candidatura
presidencial de Luis Castaeda (Solidaridad Nacional), pero no tuvieron reparos en pasarse rpidamente al oficialismo, quizs no motivados
por sumas exorbitantes de dinero, sino por la simple posibilidad de
estar cerca al poder que beneficiara sus- Propios papitales e intereses.
En el caso de los chalacos Marsano y Kouri, la mediana e inestabilidad de sus empresas fueron ms que suficientes para convencerse de
que la poltica no es ms que la extensin de los negocios, y aceptar
con desfachatez dinero a cambio de lealtad y sumisin. La poltica era
interpretada como la prolongacin de la economa, y en naitxT
del "neoliberalismo chicha", al fin y al cabo "negocios son negocio?
__
(cuadro 37).
119
CUADRO 37
CONGRESISTAS Y EMPRESARIOS "LIMEOS": "TRNSFUGAS"
(2000-2001)
PUESTO LISTA CONGRESISTA
Hayn,
DEPARTAMENTO 3
Urna
Urna
Lima
Lima
Arequipa 12.00
Lambayeque 2.00
Ucayali 4.10
La Libertad 2.80
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94.50
66.22
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Cusco
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Junn
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Lima
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CUADRO 39
CONGRESISTAS "PROVINCIANOS": "TRNSFUGAS" (2000-2001)
3
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4
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24
44
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26
24
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Ayacucho 4.10
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Puno
Puno
Urna
Cajamarca
Urna
Urna
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Lambayaque 51.80
Arequipa
97.60
Arequipa
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otro lado, se mantuvo la estricta disciplina sobre la bancada, llegando a intervenir el propio Vladimiro Montesinos cada vez que se presentaba algn "brote de rebelda".' Sin embargo estas tensiones,
aunque existentes y hasta cierto punto preocupantes, no se explicitaron pblicamente en los escasos meses de la nueva bancada
oficialista ni fueron materia de discusin directa por parte de los
principales dirigentes de Vamos Vecino. Absaln Vsquez conocedor de la discriminacin que era objeto su grupo no exacerb las
contradicciones, como nos lo afirm uno de nuestros entrevistados.20
Vsquez resignado o realista sobre el espacio que hasta entonces
ocupaba dentro del gobierno no respaldaba abiertamente a los
congresistas vamosvecinistas cuando eran marginados, por lo que
las posibilidades de su organizacin estuvieron limitadas. Sin embargo, ya se iban gestando paulatinamente antipatas y encontronazos,
con el riesgo de conducir a un escenario cada vez ms complicado.
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CARLOS IVN DEGREGORI / CARLOS MELNDEZ
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congresistas fujimoristas.
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una muy dbil representacin institucionalizada. La imagen del "hombre fuerte", que se presenta para dar soluciones por encima de procedimientos democrticos nos evoca la imagen del caudillo salvador,
al cual se le delegan facultades sin exigirle rendicin de cuentas.22 El
modelo fujimorista se asent sobre el vaco dejado por las declinantes
estructuras partidarias de los aos ochenta. La democracia y sus
instituciones no se fortalecieron en aquellos aos sino que fueron
rodando por una pendiente al no haber, podido sus actores encontrar soluciones a los problemas de la crisis econmica y al fenmeno
de la violencia. Instituciones como el Congreso estuvieron en un
crnico proceso de deslegitimacin, de ah el nivel de aprobacin
que tuvo el autogolpe y el cierre del Congreso el ao 1992.
Por otra parte, la manipulacin de las reglas de juego, la destruccin de "enemigos" o posibles competidores y la clientelizacin de
los sectores populares a travs de las polticas sociales, fueron prctica
corriente del fujimorismo e impidieron la formacin de estructuras
partidarias y organizaciones polticas con alguna autonoma. De este
contexto slo han quedado, en principio, estructuras poco afincadas
sobre intereses sociales ms o menos amplios. La inexistencia de
partidos polticos hace que esta funcin expresiva/integrativa de intereses sociales se pierda y quede restringida a la accin que puedan ejercer los grupos de poder directamente sobre los gobiernos.
Cuando las organizaciones se encuentran como ahora fuertemente personalizadas, es muy fcil que en ellas cunda la volatilidad,
sin estructuras que vinculen a las dirigencias con las bases. Es probable que los primeros el lder o la cpula directiva desconozcan
los acuerdos previos y propuestas que hicieron posible que llegaran
a ocupar cargos en el gobierno. Mientras tanto, los espacios de aprendizaje poltico quedan librados al inters, a veces cvico pero sobre
todo mercantil, de medianos empresarios y de profesionales opacos. De esta manera, la anquilosada burocracia estatal, la poco
modernizada ctedra universitaria provinciana y el mercantilismo
22. Lo que implica tambin una democracia es la idea del equilibrio de poderes y la
capacidad para sancionar a aquellos gobiernos que actuaron en contra de lo que
precisamente atae a la representacin, como nos lo seala Pitkin, "a la bsqueda del
bien pblico".
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CAMBIOS
Y en la dcada actual, a pesar de los intentos por establecer un vnculo participativo y reconstruir la capacidad de representacin de los partidos, lo que ha
primado es la continuacin del vnculo neoclientelista y la relacin conflictiva con
sectores que no tienen intermediadores. Por supuesto, ninguno de estos vnculos
es exclusivo en cada tapa. Por el contrario, en cada una de ellas conviven y/o
se articulan varios de estos. Sin embargo, en cada periodo siempre hay uno que
logra imponerse o parece predominar frente a los dems.
En este contexto histrico, interesa explicar la cuestin central de por qu
se dan estos cambios en los vnculos o mecanismos de intermediacin sin
que ninguno de ellos pueda consolidarse y mejorar la relacin entre la sociedad y
el Estado. Para absolverla, proponemos una lectura sociolgica desde la perspectiva
estructural. Sostenemos las hiptesis de que a) determinados cambios estructurales
intervienen en la modificacin de los intereses societales, b) que estos nuevos
intereses, sumados a otros que se mantienen, producen modificaciones en los
vnculos entre los actores sociales y el sistema poltico, y c) que los partidos u otras
organizaciones de intermediacin no han podido recoger la nueva diversidad de
intereses. Siguiendo a Frances Hagopian, nos preguntamos cundo, cmo y por
qu se han reorganizado los intereses societales y cmo estos se han revinculado
con las instituciones polticas (Hagopian, 2000). Pensamos que para responder a
estas preguntas es necesario identificar y analizar tanto los procesos estructurales
de larga duracin que modifican las bases sociales del medio de intermediacin,
como el impacto de crisis polticas y econmicas especficas.
En el desarrollo de este trabajo, ubicamos dos momentos o hitos en los
cambios de intereses societales y sus revinculaciones o ausencia de ellas entre
la sociedad y el Estado. El primero habra ocurrido a fines de los aos sesenta
con los procesos que motivan la emergencia de intereses societales que rechazan
el orden oligrquico; y el segundo habra ocurrido en los aos noventa con
la continuacin o radicalizacin de algunos procesos (urbanizacin, violencia
poltica) y la aparicin de otros (neoliberalismo) que vuelven a modificar los
intereses societales que esta vez rechazan el modelo Estado-cntrico. Actualmente,
como antes, continan algunos procesos y emergen nuevos que influyen en los
intereses societales. No obstante, no tenemos an evidencias que nos permitan
hablar de un tercer cambio importante de estos intereses.
Para el desarrollo de este trabajo, es importante que detallemos, en primer
lugar, dentro de qu marco de investigacin se ubica y qu posicin tomamos
frente a ese marco.
CAMBIOS EN LOS VfNCULOS ENTRE IA SOCIEDAD Y EL ESTADO / Almo PANFICHI Y OMAR CORONEL
CAMBIOS EN LOS VNCULOS ENTRE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO / ALDO PANFICHI Y OMAR CORONEL
La Lima de esos aos viva un fuerte impulso industrial. Desde los aos
cincuenta, la industrializacin apareci como la clave del desarrollo naciona14. En
los primeros siete aos de aplicacin del modelo de industrializacin por sustitucin
de importaciones (ISI) de 1959 a 1966que siguieron a la promulgacin de la
Ley de Promocin Industrial, el producto bruto interno (PBI) alcanz la tasa de
crecimiento ms alta (7,3%), al igual que la produccin manufacturera que creci
a una tasa promedio anual de 10,3% (Jimnez, 1999, p. 21). Desde 1956 se da
un activo proceso de sindicalizacin y en 1968 se reconstituy la Confederacin
General de Trabajadores del Per (CGTP). Flores Galindo seala que el tipo de
relacin entre los patrones y obreros reproduca la relacin entre terratenientes
y siervos, marcada por el paternalismo. Los jvenes obreros, que haban sido
formados en la idea crtica, respondieron a este orden formando sindicatos y
produciendo enfrentamientos cada vez ms frecuentes. Los patrones empresarios
respondieron cambiando el paternalismo por el autoritarismo, lo cual llev a
que los obreros radicalizados adscribieran el dasismo, descartando el dilogo
como medio para conseguir sus reivindicaciones. Se pas a las huelgas, marchas y
ocupaciones de fbricas. Sinesio Lpez (1997, p. 315) define el clasismo peruano
como la forma que asumi el movimiento obrero desde fines de los sesenta hasta
comienzos de los ochenta e influy decisivamente en otros movimientos sociales de
la misma poca. Sus caractersticas principales fueron las demandas igualitaristas
como objetivos del sindicato, la confrontacin abierta como forma de lucha,
la intransigencia y la combatividad como estilo sindical, la centralizacin y la
disciplina rgida en la organizacin, el cultivo de la solidaridad y la autonoma
de clase como valores fundamentales de los trabajadores y la fusin sindical de
lo social y lo poltico.
El desarrollo de la idea crtica y el clasismo contribuy a que los sectores
excluidos (principalmente campesinos y sectores urbano marginales) comiencen a
demandar un vnculo representativo que no encontraban en el sistema poltico, una
representacin que defendiera sus intereses. El orden oligrquico de vinculacin
entre lo social y lo poltico exclua a los analfabetos (mayormente indgenas o
poblacin campesina pobre) y se articulaba regionalmente a travs de gamonales,
en una lgica de patrn-cliente. Solo la emergente clase media y los sectores
oligrquicos eran representados por los partidos. Sin embargo, es importante
destacar que, desde finales de los cincuenta, partidos reformistas como Accin
Popular, Democracia Cristiana ye! Movimiento Social Progresista representaron
Aunque fue el capital extranjero el que lider la modernizacin urbano-industrial de la economa
en alianza con algunos sectores empresariales oligrquicos y nacionales con los sectores medios
(Lpez, 1991, p. 148).
CAMBIOS EN LOS VNCULOS ENTRE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO / ALDO PANFICHI Y OMAR CORONEL
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CAMBIOS EN LOS VNCULOS ENTRE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO / ALDO PANFICHI Y OMAR CORONEL
b) Procesos estructurales
Por otro lado, los procesos estructurales de urbanizacin y migracin a la costa
se haban intensificado tanto por las dificultades de la agricultura y ganadera
como por la violencia poltica en los Andes. La poblacin urbana pas de ser el
58,1% en 1970 al 68,7% de la poblacin en 1990. El incremento de la escolaridad
contina, pero el nivel de calidad de la educacin pblica se reduce debido a
la menor inversin en el sector a partir de 1988, a raz de la crisis econmica.
Como afirman varios expertos, la educacin agot su energa utpica, aquella que
a travs del mito de la educacin y sus promesas de igualdad de oportunidades
se haba enraizado fuertemente en las comunidades campesinas. Los hijos de
migrantes de los aos sesenta, la segunda generacin, haban crecido y formaban
parte de la una nueva cultura urbana popular. Matos Mar, en 1984, la describe
como la fusin interregional de culturas, tradiciones e instituciones, con fuerte
componente andino y dotada de un sentido propio de la ley y la moral [...I
es un mundo que desborda el molde legal y que no encuentra lmites entre
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la clandestinidad, ilegalidad ye! delito (1984, pp. 90-91). Este mundo popularinformal ya no se senta representado ni por los partidos ni por los movimientos
sociales. Tanalca (1998, pp. 167-189) seala que, en los ochenta, la esfera poltica
era fiel representante de la esfera social, un espejo de esta. Sin embargo, a finales
de esta misma dcada, la esfera poltica pareca ms un espejismo de la esfera
social en tanto los partidos seguan representando a los grupos de inters y a los
dirigentes de los movimientos sociales, pero estos representaban cada vez menos a
la poblacin. En este contexto, los ciudadanos se desligarn cada vez ms de este
tipo de vnculo con la poltica. Pareca el fin de la lgica electoral-movimientista.
c) Dos nuevos procesos en la escena mundial
Adems de la continuidad de los procesos estructurales mencionados, nos alcanzan
dos nuevos procesos: la crisis de modelo Estado-centrista y la globalizacin, con la
difusin meditica de una gran variedad de discursos. Los nuevos procesos vuelven
a reconfigurar los intereses societales manifestndose a travs del economicismo
y pragmatismo. El economicismo implicaba la renuncia al compromiso tico
igualitario de la idea crtica apostando por una lgica costo-beneficio como matriz
de accin y anlisis. Y el pragmatismo, por su parte, representaba la renuncia
al compromiso, a la solidaridad con la clase que el clasismo haba inculcado
desde finales de los sesenta proponiendo coincidencias y acuerdos cambiantes y
coyunturales.
En medio de las mltiples crisis, el economicismo y pragmatismo forzaban
un individualismo necesario para competir por los pocos recursos. Si con la idea
crtica y el clasismo se tena una identidad poltica que responda a una identidad
social estable, con el economicismo y el pragmatismo se tiene una identidad social
inestable que no podr prever una identidad poltica. Para Rochabrn, la
disolucin del carcter de clase en la poblacin significara un gran impedimento
para su posibilidad de representacin (cmo puedo seala Rochabrn
buscar un representante si no s lo que soy, ni lo que ser?). Sin un anclaje
socioeconmico definido, que perfile un presente y un futuro, la lgica de
representacin como se la ha pensado y como se la sigue pensando no sera
viable (Rochabrn, 2007). Las bases ideolgicas del modelo Estado-cntrico y
de la representacin poltica, como tipo particular de medio de intermediacin
entre sociedad y poltica, entraban en crisis.
d) Violencia poltica y crisis econmica
Por otro lado, durante esta dcada se dieron tambin dos graves crisis:
la violencia poltica y la crisis econmica. Ambas crisis terminaron de derruir
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que permitira el surgimiento del vnculo dientelista que ocupara el rol central
en la dcada siguiente.
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y Vctor Polay, respectivamente, hizo que la gran mayora del pas apoyara la
estrategia autoritaria. Fujimori aprovech esto para sembrar el miedo en los
ciudadanos, as como para deslegitimar todo intento opositor. Esta es una de las
razones principales por las que el conflicto social no se manifiesta. Y si lo hace, es
de forma desorganizada y fragmentaria. A esta razn se suma, por supuesto, la poca
capacidad de los movimientos y sindicatos para implementar nuevas estrategias
de lucha y reestablecer sus vnculos con los grupos que pretendan representar.
En detrimento de estos ltimos, proliferaron en cambio las organizaciones de
supervivencia, apoyadas por el gobierno.
En resumen, las bases de la revinculacin entre los intereses societales y el
gobierno autoritario fueron: a) el neoclientelismo, b) la lgica electoral meditica y
c)la poltica del miedo. Las reformas estructurales acabaron con el modelo Estadocntrico imponiendo un desarme del Estado que no supo ser respondido con una
propuesta alternativa por parte de los grupos de inters de los trabajadores. La gran
mayora de la poblacin acept con resignacin el ajuste y confi en el programa
de estabilizacin de Fujimori. El aparente xito del modelo para 1995 (sumado
al fuerte gasto social en las regiones donde menos votacin haba obtenido en
el referndum constitucional de 1993) hizo que la poblacin recompensara
pragmticamente a Fujimori renovndole su apoyo en las elecciones de ese ao.
De la misma forma, la publicitada derrota del terrorismo adjudicada a la mano
dura hizo que la poblacin reafirme su apoyo al gobierno y se aleje cada vez
ms de la lgica movimientista, constantemente descalificada por los medios. El
conflicto social se redujo y por momentos desapareci. Pero, por supuesto, esto
no podra durar por siempre.
d) La cada del autoritarismo
La presin internacional, los escndalos de corrupcin, las discrepancias internas
y la movilizacin popular hacen que el rgimen caiga cuando intentaba un tercer
periodo presidencial. La movilizacin evidenci la presencia de una an existente,
pero debilitada, sociedad civil organizada.
Destac la activa participacin de los frentes provinciales, departamentales
y regionales que en marzo de 1999 formaron la Coordinadora Descentralista
de Frentes Regionales potenciando su poder de negociacin frente al gobierno
central y coordinando sus esfuerzos en el mbito nacional (Kahatt, 2002,
pp. 474-476). Esto fue un importante antecedente del proceso de descentralizacin
que se dara ms adelante. Los trabajadores con experiencia sindical, las clases
medias profesionales, la gran red de ONG (particularmente de derechos humanos)
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que se haba ido formando en los noventa, los movimientos regionales y los
jvenes universitarios fueron actores centrales en la lucha contra la dictadura.
La sociedad civil se haba transformado. Cuando se retorna a un rgimen
democrtico en noviembre de 2000, con la toma de mando de Valentn Paniagua,
el escenario era muy distinto al del retorno a la democracia de los ochenta con
Belande. Entonces, exista una sociedad civil organizada y politizada, con grupos
de inters representativos y un sistema de partidos que agrupaba las opciones
polticas de la gran mayora. En contraste, a finales de 2000, luego de la cada de
Fujimori (cuya salida era el nico tema que una a diferentes sectores de la sociedad
civil), se tena una sociedad civil fragmentada, desorganizada y antipoltica.
Existan numerosas organizaciones sociales, pero la mayora dedicada a luchar
por la sobrevivencia y con poca capacidad de impactar en la poltica. No exista
nada parecido a un sistema de partidos y la mayora de la poblacin mantena
una posicin antipartidista. Era evidente que los vnculos establecidos por el
autoritarismo seran dificiles de modificar.
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6. CONCLUSIONES
A lo largo de estos ltimos cuarenta aos, diversos procesos estructurales han impactado en los intereses societales haciendo que la vinculacin entre la sociedad y el
Estado se modifique repetidamente. Esto ha imposibilitado la institucionalizacin
de un eficiente vnculo representativo. El primer momento de cambio se da a
finales de los sesenta, debido al impacto de los procesos de migracin, urbanizacin
e industrializacin, junto al mayor acceso a la educacin. Estos procesos cambiaran los intereses societales promoviendo la idea crtica y el clasismo. Los nuevos
intereses rechazaran la vinculacin patrn-diente con el Estado que sostena en
el poder a la oligarqua. El GRFA realiz una serie de reformas Estado-cntricas
y busc representar los nuevos intereses desde el Estado, estableciendo un vnculo
corporativo con la poblacin para que, de esta manera, se pueda modernizar la
sociedad ordenadamente. Sin embargo, el desborde de los movimientos sociales
politizados y la aparicin de la nueva izquierda sobrepasaron los lmites impuestos
por la revolucin militar exigiendo un vnculo autnticamente representativo. Es
as que en la dcada de los ochenta se retorna a la democracia con un sistema de
partidos y grupos de inters de los distintos sectores de la sociedad. Se establece,
as, un vnculo representativo.
El segundo momento de cambio se dara a finales de los ochenta e inicios
de los noventa. Para entonces, los procesos de migracin y urbanizacin
continuaban; mientras que el proceso de industrializacin se detena. Por otro
lado, se evidenciaban el proceso de agotamiento del modelo Estado-cntrico y
el mayor impacto del proceso de globalizacin, tanto en el campo poltico como
en el econmico y cultural. Adems, el pas viva el peor momento de violencia
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DIRECCION
DE ASUNTOS
ESTUDIANTILES
PUCP
Ao y Semestre:
2015-2
CIS 111
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E-mail:
06/08/2015
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Se adjunta
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GEORGE VARGAS FERNNDEZ
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Ct/`.1..
Estudios 9enerale8 Letras
1215igital:
PUCP
--- E Impresa: Fotocopias revisadas y completas, en tamao A-4.
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Aldo Panfichi
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