Nico, por favor A. M.
Irn
Nico, por favor
A. M. Irn
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Nico, por favor A. M. Irn
A. M. Irn es el pseudnimo tras el cual escribe una chica en la
treintena que, como Nico, estudi Periodismo en Madrid y, al
igual que ella, conoci una parte de s misma en el metro de la
capital.
Ah acaban las similitudes.
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Prlogo
Hola, me llamo Nico y soy una chica. Odiar a mis padres siempre por
haberme puesto el nombre de mi abuela, pero falleci el mismo da que
yo nac y ellos, rotos de dolor y de felicidad, tomaron esa decisin.
Nicolasa. Nico, por favor.
Llevo unas semanas algo confusa. Desde hace ya varios meses coincido
con una chica en el metro. Y me gusta. Me gusta tanto que ya no puedo
decir que coincida con ella. S en qu estacin sube, en qu vagn se
mete y a qu hora lo hace. Si llego pronto a la estacin y pasa un tren,
no me subo porque s que no es el momento. Irona: dejar pasar un tren
para llegar a tiempo.
La chica del metro no es especialmente llamativa por ser guapa. Lo cual
no quiere decir que sea fea. Es de ese tipo de belleza que slo muestra a
quien ella quiere. Yo le observo y cuando la chica del metro va a girar
el cuello para mirar hacia donde estoy yo, aparto la cara rpidamente.
Maldigo mi cobarda y me repito: A la prxima, le aguanto la mirada,
pero pocas veces me atrevo. Siento que me va a estallar el corazn
cuando nuestros ojos se encuentren y temo morir de un infarto como mi
abuela.
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Lo que me confunde es que a m nunca me han interesado las mujeres.
O no del todo. Lo mismo que los hombres. Y cuando estoy confundida
acudo a mi amigo Ral. Ral s sabe que a l le gustan los hombres.
Ral me dijo que me armase de valor, que apuntara mi nombre y mi
nmero de telfono en un papel y que se lo diera con una sonrisa la
prxima vez que la viera.
Ahora llevo un papel doblado con mi nombre y mi telfono en la
chaqueta y estoy esperando a que llegue al tren adecuado.
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Captulo 1 La rendija
Recuerdo cmo le cont a Ral que crea estar colada por una chica.
Estbamos en la biblioteca de la Facultad. Ambos cometimos la
insensatez de querer convertirnos en periodistas y desde que nos
conocimos durante el primer da de carrera ya no nos hemos vuelto a
separar.
Estbamos sentados frente a frente, con un montn de folios y
fotocopias esparcidos por la mesa, subraybamos y hacamos
anotaciones al margen de nuestros apuntes. Cualquiera que nos hubiera
visto desde fuera hubiera pensado que estbamos estudiando, pero un
zoom a la mesa habra revelado que las notas al margen eran monigotes
y el subrayado localizaba palabras a lo largo del texto con el que formar
nuevas frases.
Ral me pas un folio con su subrayado especial. Le las palabras
resaltadas: "Esto es... un... sopor". Me re y la bibliotecaria me chist
pidiendo silencio.
Nos quedamos mirando un momento y Ral pudo ver cmo mi gesto
cambiaba, me morda el labio y le miraba con preocupacin.
Qu te pasa? susurr Ral.
La bibliotecaria volvi a chistar. Alcanc mi mvil, reflexion durante
unos segundos y le escrib un mensaje.
"Creo que me he enamorado".
Cuando Ral lo ley no pudo contener la sonrisa y se recoloc en el
asiento.
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"Vamos a la cafetera y me lo cuentas". Envi el mensaje y me mir.
Negu con la cabeza.
"No podra contarte esto en voz alta".
Ral escribi a toda velocidad.
"Por qu?".
Volv a morderme el labio. Los pulgares me temblaban.
"Porque es una chica". Escrib lo ms rpido que pude y le di a enviar
sin pensarlo dos veces.
Los ojos de Ral se abrieron como platos. En ese momento, se le
pasaron mil cosas por la cabeza, como ms tarde me confesara. Que si
ya saba que me iba el rollo bollo, que si pobre de m, que si pobres de
mis padres, que si ahora voy a vivir como yo quiero.
Tard unos segundos en volver a escribir.
"Vale. Me lo cuentas cuando quieras :)"
Saba que necesitaba tiempo, que primero tena que asumirlo yo para
poder contar mi historia. Pero tambin saba que Ral no iba a dejar que
me lo callara mucho tiempo ms.
Haba abierto una rendija del armario y la luz me cegaba, pero la brisa
que entraba pareca dulce y suave.
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Captulo 2 La chica del metro
Lo que no recuerdo muy bien es cundo me fij en esa chica.
Simplemente, un da la vi. Bueno, ya la haba visto varias veces antes
como parte de ese elenco de extras que me acompaan todas las
maanas en el metro y que me dan cierta sensacin de seguridad y casi
familiaridad.
Pero un da, no s cul, la mir.
Ya he comentado que tiene ese tipo de belleza que slo muestra a quien
ella quiere, as que es probable que fuese ella quien eligiera el da para
mostrarse a m.
Y yo piqu.
Un da tras otro.
Suele calzar zapatillas de deporte. Alguna vez botas. Siempre vaqueros
y una cazadora azul marino con capucha y con pinta de ser muy
calentita. Nunca la he visto con el pelo recogido. Lo lleva suelto, negro
y de un liso que slo puede ser recin planchado. Y slo en una ocasin,
la he visto con gafas, as que supongo que de normal usa lentillas.
Me sudan las manos. Las tengo metidas en el bolsillo de la cazadora y
manoseo el papel doblado con mi nombre y mi nmero de telfono. Las
saco para que se sequen. Tomo aire. Llega un tren y miro el reloj. No es
este. Dejo que el mundo entre y salga mientras yo apoyo la espalda en
la pared de la estacin.
El siguiente tren llegar en dos minutos, anuncia el cartel luminoso.
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Visualizo la situacin. Siempre me viene bien cuando estoy nerviosa.
Bajamos en la misma estacin, con un montn de personas ms porque
es un punto neurlgico de la red de metro. Me har un hueco entre la
gente, le tocar el hombro y le dar el papel. No creo que le diga nada.
Estoy segura de que lo entender.
Tendra que haber trado un libro, meterle el papel entre las pginas y
decirle que se le haba cado o algo as. Normalmente va con los
auriculares escuchando msica y moviendo los labios mientras canta
tan bajito que ni su nariz podra escucharla, pero la he visto alguna vez
con El seor de los anillos. Muy pocas veces. Seguro que lo coge con
muchas ganas por las maanas pero luego se arrepiente de cargar con
semejante tocho en la mochila todo el da.
Durante todo este tiempo he estado inventndome una personalidad
para ella. Me imagino haciendo escapadas de fin de semana con ella,
alquilando un coche y discutiendo por qu msica poner (a m me gusta
Lady Gaga y a ella Kings of Leon). Estudia Fisioterapia o Educacin
Fsica porque siempre le ha gustado el deporte, sobretodo el balonmano.
Seguro que es una buena extremo: delgada pero musculosa y gil.
El eco del tren que llega por el tnel me saca de mi mundo de fantasa y
noto que algo me hace sombra repentinamente. Cuando levanto la vista,
veo a un equipo de jugadores de baloncesto que se van a meter en mi
mismo vagn. Nuestro vagn.
No, no, no, no. No puede ser. Son como torres enormes y estn
especializados en hacer bloqueos y pantallas. Me van a joder el plan.
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Les miro con odio pero apenas perciben mi existencia desde sus dos
metros de altura.
Mierda.
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Captulo 3 El parto
Una vez la chica del metro se sent junto a m. Casi se me sali el
corazn del pecho. Incluso ahora mientras lo recuerdo estoy empezando
a tener palpitaciones.
Yo haba encontrado un asiento libre en nuestra zona del vagn y me
lanc a l. Haba salido a correr el da de antes despus de mucho
tiempo sin hacerlo y no poda con mi vida ni con mis muslos. Estaba
tan cansada que me daba igual si la chica del metro suba o no.
Pero subi y, llmalo casualidad, llmalo destino, la seora que estaba
sentada a mi izquierda se levant y sali del vagn, por lo que la chica
aprovech y se sent a mi lado.
Tard un poco en darme cuenta de eso. Como digo, estaba agotada y
todava era martes. Como hoy. Levant la vista y me vi reflejada en la
ventana de enfrente. Al estar en un tnel, la ventana se haba
ennegrecido y haca de espejo. Entonces la vi sentada a mi lado, aunque
mirando hacia otro lado.
Me qued paralizada, como si tuviera a un dberman salivando y
mostrando sus dientes afilados justo en mi oreja.
Llevaba los auriculares, como siempre, tena una mano apoyada en la
barandilla junto a su asiento y la otra en su muslo derecho que estaba a
un dedo del mo.
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Sin pensarlo dos veces, hice desaparecer esa distancia y pegu mi muslo
al suyo. El calor me inund. Era agradable y horrible a la vez. Se me
aceler el corazn y empec a respirar de manera entrecortada, pero no
separ el muslo y ella tampoco lo retir.
Vea por la ventana que ella segua mirando hacia el otro lado, pero su
mano derecha ganaba terreno milmetro a milmetro en su muslo, hasta
que su dedo meique roz mi pierna.
Quise gritar, quise abrazarla, besarle. No dejaba de sonrer.
Entonces, como ahora, alguien interrumpi el momento. Una
embarazada haba puesto su bombo justo delante de mis narices y
carraspe un par de veces. Pill la indirecta y le ced el asiento. La
muchedumbre y mi estado de estupor hicieron el resto y me dej
arrastrar hacia el fondo del vagn, lejos de aquel meique.
Maldije a todo el tren, embarazada y beb incluidos, de la misma
manera que ahora maldigo al equipo de baloncesto que tengo delante y
que no paran de rer y hablar muy alto (en todos los sentidos) y que
apenas me dejan ver la puerta de entrada por la que tiene que hacer
aparicin mi chica.
Mi chica. Siento hormigas en el estmago cada vez que lo pienso.
Llegamos a su parada y entra puntual al vagn.
La veo entre el poco espacio que hay entre los cuerpos de los jugadores
y veo que tambin le sorprende y le fastidia de alguna manera su
presencia, pero no alcanza a verme.
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Pienso que en algn momento se irn y tendr va libre para mirarla.
Pero no. Permanecen en el vagn durante todo el trayecto y se bajan en
la misma parada que nosotras y que la mayora de la gente.
Avanzamos en manada, casi arrastrndonos y empujndonos unos a
otros. Los jugadores de basket estn en todo momento entre la chica del
metro y yo, hacindome pantalla. No puedo hacerme un hueco de
manera elegante. Tendra que empezar a dar codazos o escurrirme de
manera poco natural entre la gente. Veo que se escapa, que es arrastrada
por la masa a lo largo del intercambiador hasta que el camino se bifurca
y ella toma una salida y yo la otra.
Me niego. No he reunido todo el valor que tengo y que no es mucho
para que al final me vuelva a casa con las manos vacas.
Me doy media vuelta y lucho a contracorriente para seguir los pasos de
la chica. Tengo que darle el papel como sea. Como sea!
Parece un parto. Sudo. Empujo, la gente me mira mal, me pisa. Yo
tambin piso y pido perdn cada dos pasos.
Conforme avanzo, noto que la masa se hace menos densa, que hay ms
hueco, y respiro aliviada.
Corro hacia la otra salida, busco con la mirada a la chica y la encuentro
subindose a otro tren.
Espera! le grito.
Ha sido una tontera gritarle, lo s, me ha salido de muy adentro, de
donde salen las cosas sin sentido. Pero la chica se gira y me ve. Le
saludo con la mano y con la sonrisa ms bonita que tengo, pero nada
ms. Estoy paralizada.
La empujan hacia el interior del vagn y ella me mira con gesto triste.
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Le miro extraada y ella niega con la cabeza.
El tren emprende la marcha y desaparece de la estacin.
Slo espero el momento de volver a verla maana.
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