Carta de Sanabria

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CARTA DE SANABRIA.

EL DOCUMENTALQUE NUNCAEXISTIO

MuFummnil:qii

EDUARDO DUCAY fu
cofundador, en 1945, del
Cineclub de Zaragoza. En
Madrid estudi Direccin en
el llEC y tuvo una intensa
actividad como critico y
ensayista (ndice. nsula.
Otro Crne, Bianco e Nem,
Texas Quarrerly, Rad~o
Nacionalde Espaa).
habiendo sido uno de los
fundadores de Objetivo. Fu
una de las firmas
convocantes a las Primeras
Conversac~ones
Cinemtogrficas de
Salamanca. para las que
prepar dos ponencias. Ha
trabajado en la industria
cinematogrficasen
diversos menesteres.
decantndose finalmente
por el campo de la
produccin. Entre los Rlms
por l producidos podemos
citar Los chicos. de Marco
Ferren: Tiempo de Amor. de
Julios Diamante: Tristana,
de Luis Buiiuel: Padre
Nuesm de Francisco
Regueiro; El bosque
animado de Jos Luis
Cuerda. y la sene de
televisin La Regenta. que
dirigi Fernando Mndez
Leite.

En el ao 1954 surgi la posibilidad de realizar un film documental sobre las obras que
estaba llevando a cabo Hidroelctrica de Moncabril en la comarca de Sanabria
(Zamora); un sistema de embalses en la Sierra Segundera, que alimentaran una central elctrica de generacin hidrulica, y que supondrfa una inversin importante y fuente de seguros beneficios una vez terminada.
El asunto qued en manos de Juan Julio Baena, que haba terminado reciente
mente sus estudios de Director de Fotografa en el Instituto de Investigaciones
y Experiencias Cinematogrficas, y en las mas propias, que habra de encargarme del
guin y la realizacin. La financiacin de la pelcula correra a cargo de Hidroelctrica
de Moncabril.
A finales de ao estaban resueltos los aspectos contractuales, y tenamos va libre
para iniciar el estudio y preparacin de la pelcula. Paso previo. e imprescindible, era
hacer un viaje de localizacin, conocer la comarca sanabresa, y muy especialmente la
situacin de las obras, que por entonces estaban en sus comienzos. As fue cmo a finales de 1954 (entre el 13 y el 1 9 de diciembre) hicimos un viaje que habra de ser muy
til para la concepcin de la pelcula. Para tener una buena documentacin visual de
nuestro recorrido Baena iba equipado con una cmara fotogrfica Contax y un tomavistas Paillard Bolex de 16 mm. Se recopil una magnfica documentacin fotogrfica
y se rodaron bastantes metros de pelcula que p o r razones que Baena debe conocernunca se vieron. Pero esto pertenece al terreno de la ancdota.
En aquella poca, la situacin del cine documental en Espaa era muy difcil. NODO
monopolizaba prcticamente el mercado con su produccin oficial y de visionado obligatorio en todas las salas del pas. Algunos sindicatos (verticales) encargaban films de
propaganda (poltica) sobre sus actividades, quedando un estrecho margen para pelculas de empresa de tipo industrial o comercial. Por eso, esta produccin que nos
encomendaba Hidroelctrica de Moncabril era una oportunidad interesante.
Interesante, entre otras cosas, porque el cliente no pareca tener una idea muy clara
de lo que se poda hacer, y dejaba el tema en nuestras manos sin otra exigencia que
la de que sus obras aparecieran bien presentadas en la pantalla.
Aparte las informaciones de tipo geogrfico e histrico, yo solo saba de Sanabria
que era una comarca que comprenda cincuenta y siete pueblos de entre 150 y 300
habitantes, de los que solo seis tenan luz elctrica, dos telgrafo y uno telfono.
Busqu alguna documentacin de tipo humano, y solamente encontr una referencia
en el prlogo de San Manuel Bueno, mrtir, y tres historias ms, de Miguel de
Unamuno. Citar estas lneas, que me causaron profunda impresin:
.En efecto, la trgica y miserabilsima aldea de Riba de Lago, a la orilla de San
Martn de Castaeda, agoniza y cabe decir que est muriendo. Es de una desolacin tan grande como la de las alquens ya famosas de Las Hurdes. En
aquellos pobrsimos tugurios, casuchas de armazn de madera recubierto de
13

<

adobes y barro, se hacina un pueblo al que ni le es permitido pescar las ricas


truchas que abundan en el lago y sobre las que una supuesta seora crea
haber heredado el monopolio que tenan los monjes Bemardos de San Martn
de Cataedan.

a femenina de

1m.

Durante el viaje escrib una espe


cie de diario., con anotaciones en
las que haba de basarme para confeccionar el guin (dos guiones;
uno, el oficial^, para pasar censura
y solicitar el permiso de rodaje, y otm
personal, completamente libre, sobre
el que me propona realizar la pelcula). Este Diario cumpli su misin de
plasmar recuerdos y observaciones,
necesarias para la elaboracin temfca del film. Nunca haba vuelto siquiera a releerio, hasta que el infatigable afn invesfgador de Alicia Salvador,y como parte de sus indagaciones sobre la productora UNIN:I, le llev a interesarse por Carta de Sanabria, y como por el hilo se saca el ovillo
-cosa en la que Alicia puede dar lecciones a cuantos se dedican a rastrear archivos;urgieron estas notas (llamaras diario^ es casi pretencioso), las ley, las encontr
nteresantes, y me inst su publicacin.
Por los aos 50, los jvenes cineastas, ya furamos #presuntos. o colocad os^,
3ebamos con avidez en las fuentes del neorrealismo italiano, admirbamos a sus
iombres y a sus grandes pelculas, que globalmente constituyen uno de los momen0s estelares del cine mundial. Pero el neorrealismo era ms que las pelculas que iluninaban las pantallas del mundo, era todo un movimiento ideolgico que trascenda
as obras individualmente consideradas y nos apoftaba una vivencia de libertad. As
wes, mi idea, dentm de las modestas posibilidades que iba a poder permitirme, era lan.ar una mirada sobre los individuos de una geografa olvidada y ofrecer una visin no
?ntropolgica,no etnogrfica, sino simplemente humana dentro de un marco social.
Empezamos el rodaje en el otoo de 1955. El equipo lo componamos JJ.Baena,
:arios Saura y yo, como guionista y realizador. Carlos Saura, que era buen amigo de
os dos, acept encantado unirse a esta aventura en calidad de colaborador para todo.
Llevbamos una cmara Cameflex 35 mm., negativo Ti?/ X, de alta rapidez, que Kodak
?cababade introducir en el mercado, y que permita rodar en momentos y ambientes
le escasa luminosidad; un magnetofn para toma de sonido (ambientes, ruidos y tesfmonios verbales que inn montados en uofb~sobre las imgenes), y algunos elenentos de iluminacin que habran de alimentarse con batens de coche.
El rodaje se puso en marcha teniendo que salvar todos los das dificultades, pero
jentro de una relativa normalidad. El jovencjsimo Carlos Saura encontr en Sanabria
m venero de temas para realizar una serie de fotografas de calidad y belleza excep
:ionales. El sentido plstico y el instinto visual son algunas de sus grandes dotes c r e
?tivas (aunque claro, yo no voy a descubrir a estas alturas a Carios Saura). Una selec:in de aquellas fotos se publican acompaando estas notas. Debo decir que sus
btos no eran eso que habitualmente se conoce en la profesin cinematogrfica como

fotova, sino fotografas que l haca con su propia cmara, segn los temas que su
criterio encontraba interesantes. De aquella experiencia las fotografas de Carlos es lo
nico que ha quedado. Porque Carta de Sanabria, el documental que estbamos realizando, nunca Ileg a existir.
Sucedi que un da JJ. Baena dijo que convena llevar todo el negativo ya impresie
nado a Madrid para que fuese revelado y copiado en los laboratorios, teniendo as el
imprescindible controlsobre la marcha del rodaje. Se fu, y volvi dos das despus diciendo que haban surgido problemas. En efecto, en el negativo aparecan un sinnmero de
veladuras, conespondientes siempre al matebrial TRI X, (:on el que se haba rodado casi
todo, que en principio inutilizaban la imagen hacindola prcticamente inservible.
. .
La razn de semejante fracaso era una Inadecuada manipulacin del negativo en
la operacin de cargar los chasi5
rara. La ex(:esiva velocidad a que se haca
girar la bobinadora en el cuarto
rgnetizaba la pelcula, haciendo que salta..
ran pequeas chispas que impresionaban -y Velaban- el negativo. As( de cada seis
u ocho fotogramas, unos dos se vean en blanco, Y est,3s chispas pasaron inadvertidas
para quien estaba a cargo de controlar el material.
Volvimos a Madrid. Examin el material en visionadoray en moviola. Pero era difcil salvar un solo metro. Fue pasando el tiempo y abandon el asunto. Mucho despus
supe que se haba montado algo con tomas de obras, se haba sonorizado y tirado
copia para entregrselo a Hidroelctrica de Moncabril. Nunca quise verlo.

Pasaron algo ms de tres aos. El 9 de enero de 1959 Ileg la temble noticia: 140
metros de la presa de Vega de Tera, situada en Pea Trevinca, a 1.700 metros de altitud, se haban roto, y ocho millones de metros cbicos de agua cayeron torrencialmente sobre Ribadelago. El pueblo qued tc,talmente (lestrudo y ciento cincuenta personas -prcticamente la totalidad de sus habitante:;- perecieron sepultadas en el
. ., .
fango o ahogadas en las aguas del vecino lago. una informacin periodstica dijo que
uno saban nadar*.
Adis pelcula, adis Ins, Cielestino, Fi
iga, Mximo, Casimiro, Rosina,
, .
adis -definitivamente- a Ribade~ago.
Vale la pena citar aqu los ltimos versos de un poema de Unamuno, trgicos y pre
monitorios:
Servir de pasto a las truchas
es, an muerto, amargo trago
se muere Ribadelago,
orilla de nuestra luchas.

;S para ser ledo hoy. En todo ca'so, hay que conside


todo esto itiene inter~
.
. *
.rarlo como una historia antigua y pasaoa que, clerramenre, quiz convenga no dejar
caer en el olvido. Desde luego, yo sigo pensando que para el cine documental el ser
humano seguir siendo la mejor fuente de inspiracin y conocimiento.
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- -

8 -

.
.
A
.

<

Lunes 13 (Diciembre de 1954)


Salimos de Madrid a las 8 de la maana. El viaje es bueno y llegamos a Zamora a la
1. Comemos all y despus nos dedicamos a visitar la ciudad y hacer fotografas.
Iamora es una ciudad llena de viejas enlutadas y curas. Vamos a ver una iglesia y un
larrendero nos dice que est cerrada #porque es la fiesta de Sta. Luca. Despus nos
icercamos a un hombre con zamarra y aire miserable, cargado con un saco, que nos
lregunta si somos tratantes. Hat)lo con l mientras J.J. hace algunas fotografas. Dice
jue aquellcIes feo, qlue no est: i contento de vivir all, que la vida es dura y difcil.
.- ---..--3plota, al pd1e~t.1,.u11
pequeiio corro de tierra por el que paga 2.000 ptas. al ao.
(Prefenna ser obrero., insiste. Repite que est todo muy caro y que l no puede vivir.
Vo es casado y vive solo.
Despus bajamos hasta el Duero. Desde all el panorama es extraordinario. El ro
leva mucha agua, hace un sol tmido y un aire fro. La tierra es ocre y en la otra orilla
;e ve una gran lnea de cipreses. Seguimos. Junto al no hay un barrio pobre, donde se
ren viejas y nios. Visitamos la Catedral y la Plaza del Castillo, que con las murallas
iacen un conjunto impresionante. Es una ciudad vaca y polvorienta en la que el tieml o se ha detenido.
Tomamos el tren para Puebla a las 7. El tren va despacio y fro. En el vagn hay
gente que canta. Nos entra un sueo horrible. Por fin, a las 9,30,se llega. En la estacin no nos espera'nadie. J.J. pregunta y nadie sabe nada. Un cro de 14 aos se
empea en cogernos la maleta. Le digo que pesa mucho y contesta ~iBueeeno!.
r carga cori ella. Otro se va con l y los dos vamos a una cantina prxima, a espe,ar. Hace fr'o. Pedimos caf y charlamos con los chicos, que tienen vergenza de sen"
aiac LUII llosotros v apenas hablan. Son cinco hermanos, al parecer (ellos son hernanos) y v'an a una Iescuela nocturna. Esta noche no han ido porque no s qu le
)asaba al rnaestro.
Al.&.+A.
La cantii~aIIU LICIIC . l..IUL C I C L L I I ~ ~ ,huele a lea quemada, con un humo que irrita los
ojos. Aquello es fro y triste. Por fin, J.J. decide que nos vayamos en el coche correo,
que va supercargado. En l, despus de numerosas paradas, llegamos a la residencia
de Hidroelctrica de Moncabril.
m------

a*"-

---

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"m

martes 14
Hemos donllluu LUIIIC) fieras. Nos iraliiaii a las IILICVC pero no nos levantamos hasta
las 11. Desayunamos y bajamos a saludar al ingeniero. Ni haban anunciado nuestra
llegada ni nos esperaba nadie. El ingeniero es un chico joven que parece desesperado de estar aqu.
Le pedimos un coche para empezar a trabajar, pero dice que pedir un taxi. Nos
habla un poco de la situacin de la regin, de la miseria material en que vive aqu la
gente y su retraso en educacin y civilizacin. En la obra, dice, arriba, hay un capataz
que tiene hijos con su hermana. Hablamos de Ribadelago, el pueblo ms prximo,
1 asegura que comparado con otros es Pars. En fin, ofrece su ayuda y seguridad de
ivisar al taxi.
Como por la maana, ya no nos vamos a poder desplazar, decidimos visitar
iibadelago. Es una excursin interesante. Todo me recuerda algunas fotografas del

film de Buuel en Las Hurdes. Las calles son un cenagal intransitable. Nios, mujeres
y hombres gastan zapatones con suela de madera. Es un pueblo negruzco, en el que
la vida debe ser triste y angustiosa. Recuerdo que el ingeniero nos ha dicho que aqu
no construan chimeneas en las casas. Como en Las Hurdes. Algunos nios tienen una
expresin extraordinaria, a la que contribuyen las greas y la mugre en que estn
envueltos. Por estas calles la luz del sol -hace una maana luminosa- se filtra haciendo ms violentos los contrastes (la oscuridad del interior de las casas) y ms espeso
el color del fango. El ro (el Tem) pasa junto al pueblo y lo divide en dos partes. El p u e
blo es un buen temario para un fotgrafo.
Cruzamos al otro lado y tomamos una cerveza en el almacn. Despus -a la hora
de comer- nos dicen que ese almacn es del usurero del pueblo que durante la guerra
se qued con las fincas de casi todos (olvidaba das fincas>$)-las #fincas* son a veces
unos tres metros cuadrados- y se acost con todas las mujeres del pueblo para
cobrarse deudas. El que nos lo cuenta dice ingenuamente ((No s cmo no lo han
matado despus. Sera falangista).
Por la tarde sigue sin llegar el coche. A esta gente -el ingeniero- les tiene todo sin
cuidado. Nos dedicamos a planear la construccin del travelling, hasta las cinco, hora
en que por fin aparece el vehculo. Como va a hacerse pronto de noche nos limitamos
a ir a San Martn de Castaeda. Es un pueblo ms ((estticonque Ribadelago, aunque
con el mismo fango perpetuo. Aqu no hay luz, y conforme va anocheciendo se va
haciendo ms difcil dar un paso por las calles. Hemos cruzado unas palabras con una
mujer que llevaba en brazos un nio rubio precioso, y una vieja que la acompaaba.
Dicen que el buen tiempo en esta poca es ya excepcional, y que hoy han podido I l e
var el ganando a pastar. Esto ahorra piensos. Desean la llegada de la luz elctrica. Se
alumbran con candiles. El cura va los domingos.
(Al subir a ese pueblo hemos visto el lago, de un color prpura morado. Los chopos bajos, con la hoja seca, dan al paisaje un color ocre rojizo. El cielo era violeta. Es
un panorama hermoso, pero Posco y pobre)
Muchos nios en la calle, jugando a oscuras.

Mircoles 15
1. Plano inclinado que
Neda por unos ralles. que
sirve para salvar el desnivel
de la montaa. Sobre el
mismo se situa una
plataforma para el
transporte del pemnal y el
matenai. (Nota de la
Redaccin).

Rosa no nos llama a la hora que le habamos pedido (las 8) y perdemos el plano' de
las 9 para subir a la sierra. Tenemos que hacerlo en otro que sale a las diez, que se
retrasa una hora y con ese motivo no llegamos a la sierra hasta las 11. La subida es
pesada, y atravesamos una gran capa de niebla. Sin embargo, al llegar arriba hace un
sol esplndido, y desde all se ve un espectculo extraordinario, el valle absolutamente cubierto por una niebla que parece un autntico mar quieto y blancuzco.
El jeep nos espera y salimos para empezar a ver las presas: Puente Porto, Playa,
Garandones y Crdenas. Hacemos fotos de todo, y llegamos a la chimenea central
cuando es ya casi la hora de comer. El paisaje est ahora limpio de nubes, y desde
all hacemos unas fotos del panorama. Despus salimos para comer en Vega de Tera.
El camino es largo, y cuando llegamos vamos directamente a la cantina -tristona,
sucia- donde comemos muy regularmente. Vemos las obras despus, y de nuevo viaje
a Vega de Conde. All an no se ha iniciado nada y nos vamos en seguida. Quedan por
ver los tneles. Vemos la embocadura del que est junto a Vega de Tera, pero es difcil entrar. Nos vamos al de los Tejos, que est ms avanzado. Podemos entrar all en
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<

un tractor. Lo hacemos as. El techo es muy bajo. El tractor resuena de un modo impre
sionante, aunque los ruidos se ahogan en el techo y no tienen eco. Cruzamos unos obre
ros, que se apoyan junto a la pared y nos miran pasar con una cara empolvada y blanca.
Al fin paramos. A lo lejos se ve una nube de polvo y trepida una perforadora a la que el
capataz manda detener. Ahora resuenan unas toses secas y entrecortadas. Estamos
en el final de la perforacin. Los obreros (dos) estn perforando la piedra para colocar barrenos. Aquel es un trabajo realmente infernal. Uevan una especie de caretas de
esponja que cubren boca y nariz y que deben hacer la respiracin difcil y angustiosa.
Hablamos con aquella gente. Jornada de trabajo: ocho horas. Se trabajan 24 horas
diarias. Longitud a perforar: 1km. (Se gana segn lo perforado, por metros). Los sueldos van de 25 a 8 ptas. por metros de perforacin. Es, pues, un trabajo a destajo. Hay
das que se dan mal. Los barrenos levantan poca piedra y entonces se cobra poco.
Esto es sobrecogedor. Los hombres sudan, hace calor, respiran mal, tosen. A todos les
acecha una silicosis, y al poco rato de estar all yo noto que tengo la boca llena de un
polvo duro de piedra, que chima entre los dientes. Naturalmente, la tubera de renovacin del aire funciona solamente a medias y as, el polvo que deba ir fuera, se lo
tragan estos hombres que tienen los ojos brillantes, enrojecidos, y enmarcados por un
cerco de polvo.
Salim~
os. Afuera hablamos con el capataz. Explica y contemporiza, fluctuando
entre los obreros y la empresa. No habla con franqueza. Se adivina que estos hombres son explotados. La empresa no paga la comida, la empresa paga a destajo, la
empresa. ...
Llegarnos al plano casi de noche. Hay que esperar bastante la salida porque
aguardamos un obrero enfermo que tiene que bajar. Con la espera cierra la noche,
fra, muy estrellada. Uega por fin en un jeep. Empieza el descenso. Es largo, y por
primera vez en el da siento que el fno puede penetrar hasta los huesos. Poco a poco
vamos ptzrdiendo d e vista las lucecitas de la oficina de arriba, que al fin desapare
cen. A dc?recha e iziquierda vemos el paisaje del lago, los pueblos, las montaas, la
Central, Idesde aquella altura, movidos por un cable que maneja alguien que no
vemos, rc?sulta emocionante. Llegamos por fin, a las 7,30. Rosa nos hace un poco
de caf.

Jueves 16
El coche viene a las 9 para llevarnos a visitar los pueblos. Salimos a las 9,30 y decidimos empezar por Vigo. Al llegar al pueblo hace ya un buen sol. Unos nios nos miran.
Hacemos unas fotos y comenzamos a callejear. Es un pueblo muy extendido, menos
tortuoso que Ribadelago o San Martn, de paisaje ms bonito y con buen arbolado.
Parece, desde luego, bastante miserable.
Al final de una calle sin salida hay unas casas bajas, de adobe, sin chimenea, con
techumbre de paja. Vamos a hacer una foto a una de las casas y aparece en la puerta una mujer vieja. vestida de negro. Se re de la idea de que vayamos a fotografiar su
casa. Le decimos -por no decir otra cosa- que es bonita. qPero si est en ruainas!~,
contesta ella. Otra vez por decir algo, le decimos que no. Y ella insiste, gritando: nen
ruainas, en ruainasm. Hacemos por fin la foto y nos vamos hacia otra calle.
De repente omos un sonsonete infantil: estamos en la escuela. Cuando nos acercamos para veda aparece el maestro que entra en ese instante. Nos mira y entablamos

2. Miguel Angel Mam'n


Pmhararn. graduado en
Pmduccin por el Instituto
de Investigaciones y
Experiencias
Cinematogrficas(IIEC).
entonces iniclando sus
actividades pmfesionafs.
(Nota de la Redaccin).

conversacin. Resulta primo de M.A. Proharam2. Esto es una suerte. Pasamos a la


escuela: es un chamizo indecente, donde hay unos 25 3 0 nios. El maestro est muy
amable. Hacemos una fotos y rodamos unos metros de pelcula. El maestro tiene i n t e
rs en que veamos su casa: .Suban y vern en qu choza vivo+, nos dice. Nos presenta
a su esposa, joven y de expresin avispada, aunque se le ve ajada por una vida dura.
La casa, desde luego, es una choza: sucia, pequea, angustiosa y ahumada. La mujer
tambin se lamenta. Tienen razn. Es indigno que el maestro pueda vivir as. Los chicos, dice, van a la escuela cuando hace mal tiempo, aunque ahora se controla mucho
a los padres y si no les envan pierden el derecho a cobrar el subsidio familiar. El maestro es locuaz, tiene ganas de hablar. Se queja de todo: del pueblo sin carretera, del
pueblo sin mdico, sin luz elctrica. Quiere acompaarnos a ver al cura para que nos
ensee la iglesia, que dice es interesante. En el camino (atravesamos el campo para
ir a una especie de barrio residencial) nos presenta al alcalde, que es tambin practicante del pueblo. Es una especie de bestia, que se queja de que hay que mejorar las
cosas. Lo dejamos (J.J. le ha hecho unas fotos). El maestro nos explica luego que este
alcalde es alevn de un cacique, que es quien en realidad hace y deshace all. Este
maestro parece un hombre muy simple, aunque buena persona, que est completamente acobardado por la vida. No es para menos.
Antes de ver al cura saludamos a una vieja maestra (84 aos) jubilada, que lleva
.
.. .
ms de 8 0 aos en el pueblo. Es un tipo pintoresco y enraorainano, llena de energa
y vitalidad, gil y ordenancista. Pasamos a su casa (limpsima, buena casa) que nos
ofrece con la ms extremada frmula de cortesa ibrica. Hace repaso de su vida profesional con una exactitud impresionante. En 1908 cobraba 400 ptas. al ao. De ah
- ? ascendiendo hasta 4.000 ptas, en 1940, fecha en que se retir. Tiene dos hijos y una
fuc
hijis. Los hijos estn en Argentina. Uno de ellos se fue porque le quit la plaza un cura por
nn
..- s qu maniobra sucia. Habla con irona de los (ministros del Seor.. Pero no hay
que engaarse, es catlica ferviente. En este pueblo sori casi todos todos verdaderos
fanticos (en toda la regin). Esta mujer habla de sus aiios. Dice que no quiere morir,:..
se. Se encuentra muy bien en este mundo. Su iinica preocupacin, su nico padecimiento fsico, es la vista (padece cataratas). pero dice que quiere operarse. El maestro dice, con su habitual prudencia, que esta es la c a s a de orden* del pueblo.
El cura, Don Lauro, es un bruto. Un hombre alto, bien plantado, con hablar farfaIloso. Nos acompaa a la iglesia, que nos ensea con aire rutinario, sin que le importe demasiado el arte porque en eso, dice, l .es profano.. Lo parece en todo, dando
a la palabra profano su peor sentido. En realidad lo que ms le interesa es que t o m e
mos en su casa una copita que no aceptamos. Tenemos que ver su casa y la visita
resulta interesante porque es magnfica casa, limpia, bien amueblada, donde hay lo
menos seis habitaciones con buenas camas, con buenas ropas, vacas, en las que
nadie duerme. Me acuerdo de la casa del maestro. Y este seor, el cura, tiene dos
casas: la parroquia1 y sta, que es suya particular.
Vemos luego con el maestro algunas casas del pueblo, donde hacemos fotos, tanto
de interiores como de algunas mujeres. Aqu la gente es simptica,, y nos varrtos, muy
tarde hacia Galende.
--A-0,:
Galende es pequeo y aperias i i d r ; e r r i u s iiaua
~ I I I .u i i d s i u ~ u s ,uiius IIIC tros., ver
unos nios preciosos. Salimos para El Puente a comer. Comemos en la Fonda Madrid,
mal, pero en una original compaa: una pandilla de gitanos (diez lo menos) de la que
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<

destacan cinco hermanos altos, cetrinos, bien plantados, con boina negra, con traje
negro, con camisa negra, con bufanda negra, serios y silenciosos, que se sientan formando corros alrededor de la estufa.
Despus, a Trefacio. Pero all encontramos a Celestino Escudero, con quien ayer
hicimos relacin al bajar de la sierra, en el plano (el plano da tiempo para todo). Va
a Pedrazales y nos ofrece su compaa . Dejamos Trefacio sin ver y nos marchamos
campo a travs con Escudero. La subida tiene algn repecho duro, y nos paramos un
par de veces para fotografiar pastores y corderos. A la entrada del pueblo, Celestino
nos presenta al alcalde, que es un labriego que saluda amablemente. Despus, un
pueblo pequeo, simptico, donde el tal Celestino, con su aire de hombre que .est
de vuelta., su sentido del humor salpicado de cinismo, sus viajes por Amrica, debe
ser un respetable cacique (Rosa -que es de Pedralbes- nos lo confirma durante la
cena).
Celes1
isea la cuadra de su casa, pero no la casa. Esto resulta extrao.
Despus nos lleva a la escuela, una escuela mejor que la de Vigo, en la que hay todava mucho que mejorar. La maestra es bastante insulsa, y nos obsequia a J.J. y a m
con unas; manzanas. Vemos tambin el taller donde un artesano tiene su telar, en el
que J.J. hace unas fotos. Es una habitacin muy pequea, donde cabe justo el telar,
con el techo bajo y unas cebollas colgadas de una viga. El dueo de este telar lleva
un mandil negro, y hay all una luz ocre casi dorada porque se tamiza a travs de unas
ventanas con los cristales cubiertos de fino polvo del lino, como la misma atmsfera
que hay en la estancia. Aunque es ya algo tarde, entra sol, un sol de atardecer. Parece
un cuadro de Rembrandt
Al salir del pueblo vemos unas cuantas mozas, muy guapas algunas. Una, que lleva
una vaca, es argentina. Su acento resulta curioso entre el dialecto del pueblo.
Celestino les gasta alguna broma. Muy oficioso, insiste en acompaarnos casi otra vez
hasta Trefacio. Nos cuenta un poco de historia de su vida. Volvi de Estados Unidos
en 1935 porque su mujer estaba enferma de gravedad y cuando ya llegaban al pueblo, de noche, sobre una mula, la mujer se le muri. Por demorar el regreso all, perdi la residencia, el trabajo en la fbrica Good Year, y tuvo que quedarse. *Cuando pensaba que no poda volver d i c e - se me saltaban las lgrimas. Despus empez la
guerra ny desde entonces estamos en guerra., dice. Y se re. Habla de la miseria de
este puelblo, de la pobreza de los cultivos, de las pequesimas fincas que all tienen
todos, dc)nde el centeno que cogen apenas da para el consumo del ano. Si se piensa
en el orgullo con que nos ha enseado su establo, sus vacas, sus cerdos, resulta un
poco sos,pechosa esta conmiseracin. Pero Celestino tiene siempre en los labios una
sonrisa Satrica, (quiz de stiro) con la que enmascara todo. Es difcil saber cundo
es sincero y cuando no, si es que lo es alguna vez. Llegamos ya cerca de Trefacio. Le
insistimos para que no nos acompae y l -terminada la oficiosidad- da media vuelta y se marcha sonriente.
En Trefacio se est empezando a hacer de noche. Casi no queda tiempo de ver
nada ni hay gran cosa que ver. Trefacio es una excepcin. Hay luz, hay telgrafo, hay
taberna y hasta hemos visto un coche en un huerto. Hay tambin mucho barro, claro.
Muchsimo. La iglesia est abierta. Entramos un momento. Est muy oscura y casi
llena de gente. Al fondo. ante el altar mayor, se ve que celebran una ceremonia Se oye
el llanto de un nio pequeo. .Vamos, -le digo a J.J.-, es un bautize. Buscamos al

chofer y cuando vamos a tocar el claxon sale de la taberna. (<Creamosque estaba en


el bautizo,), le digo bromeando. <<Noes un bautizo -responde-. Es un entierro,).
Dejamos Trefacio. Queremos ir al Parador de Turismo de Puebla Sanabria a tomar un
t completo. Estamos llenos de barro, de pueblos tristes, de miseria, pobreza, melancola. Todava el chfer se empea en llevarnos a otro sitio, a un horrible hostal competidor del Parador, que est helado y decorado con tipismo sanabrs, o sea, con un
gusto infame. Volvemos al Parador. All, J.J. se da cuenta de que la Contax tiene una
seria avera. Tomamos nuestro t disgustados por el accidente. Volvemos a Moncabril
llevando en nuestro coche un ingeniero del I.C.A.I.

Viernes 17
Salimos algo retrasados a iniciar nuestro viaje de hoy. El chfer ha ido antes a Calabor,
para traer una cmara Agfa que emplearemos hoy con pretexto de posible compra.
Tenemos que hacer un cambio en la ruta para evitar la pretensin de un grupo de seis
personas, que pretende metrsenos en el coche, y salimos por fin hacia San Martn de
Castaeda. Hace un da esplndido, y en cuanto llegamos a San Martn nos dirigimos
a la escuela para hablar con el maestro hacia quien nos orient el maestro de Vigo.
La escuela de nios de este pueblo est ligeramente mejor acondicionada que la de
Vigo, pero es tambin una pura improvisacin. El maestro es un chico muy joven, que
lleva all un ao, y que al principio est muy tmido. Le pedimos que nos encamine
hacia la escuela de nias y viene enseguida muy gustoso, porque la maestra es su
novia. La escuela de nias est instalada en un barracn de albailera que se construy para preventorio del Frente de Juventudes. Tiene flechas pintadas por todas partes pero es ms aireado -tambin ms fro- que el local destinado al otro sexo. La
maestra es muy jovencilla y al principio est tambin algo avergonzada. Tiene 20 o 25
nias, algunas preciosas. Rodamos unos metros, sin que la maestra quiera aparecer
ante la cmara porque dice que no va bien arreglada. Sin embargo, se suelta en seguida, y resulta simpatiqusima, ocurrente y agradable.
Vamos con los dos a ver la iglesia. La iglesia es muy vieja, con cosas romnicas,
gticas, barrocas y platerescas, todo revuelto, y es una pura ruina, llena de puntales,
de polvo, de piedras tiradas de cualquier forma aqu y all. Nos metemos por todas
partes, subimos al coro por una escalera inverosmil; all hay una sillena destruida que
debi ser buena, y tiradas en el suelo dos tallas yacentes. -gticas- cubiertas de
polvo, carcomidas. An as se conservan bien (quiz sean de madera de tejo) y es
lamentable el abandono en que se encuentran, porque tienen una estilizacin y una
suavidad de lneas maravillosas. Esto es Espaa. Abandono y ruina. Subimos al campanario y por fin descendemos afuera. Las chicas salen de la escuela, luego los nios.
Queremos ver una casa del pueblo por dento. Los maestros le piden permiso a una
mujer que tiene su casa junto a la escuela, se llama Dominga, y entramos, La mujer
-de esta edad incierta que se ve por aqu donde todo el mundo parece muy viejo- nos
deja pasar muy amablemente y sin que nuestra visita le preocupe gran cosa. Le pregunto qu familia tiene. Tiene cuatro hijas y un hijo, que viven todos fuera del pueblo.
Es viuda. Le asoman las lgrimas, se pasa la mano por los ojos, y sigue arreglando las
cosas en el hogar. Este el origen del servicio domstico, de esa institucin nacional
que se llaman las criadas. Cmo podna esta mujer tener aqu a sus hijas? La casa
es simplemente una habitacin. Hay una puerta y un balcn, una chimenea, un banco,
21

<

una cama. Todo oscuro y triste. La cama cubierta con una manta marrn. Rodamos
unos metros. Dominga se presta amablemente a hacer lo que le pedimos, y le hace
mos una fotografa. Le digo que se la mandaremos para que la enve a sus hijas y ella
se alegra. Se me ocurre -no s por qu- decirle que no viva sola, que llame a alguna
hija a vivir con ella, y vuelve a llorar. (Dominga Lpez Corral).
Fuera comento con los maestros la situacin del pueblo. La gente aqu es muy
pobre, la tierra da poco y ni siquiera pueden alimentarse como hara falta. Cogen un
poco de centeno, y tienen unas pocas cabezas de ganado.
Nos vamos hacia Sotillo. Pero hay que comer y tenemos que volver a hacerlo en El
Puente. Comemos mal, con mucho fro, sin gitanos pero con un granadino insoportable. Seguimos para Sotillo, y pasamos de largo por Barrio de Lomba.
Como San Romn nos coge de camino, paramos all. Es un pueblo muy pequeo, cuya
iglesia tiene un cementerio diminuto. Se me ocurre entrar all para rodar unos metros y nos
colamos por las buenas. Esto es un grave error, porque la cosa parece muy mal a la gente
del pueblo. Federico, el chofer, dndoselas de gua, pretende arreglar todo pero no consigue nada positivo. Dice que vamos a ver una cocina, y nos abren la puerta de un agujero
oscuro y sin ventilacin donde parece ser que se guisa y se duerme. Un hombre, hijo de
la casa, que ha abierto la puerta, dice que slo se emplea para guisar, pero Federico nos
asegura que all tambin duermen. Desde luego, haba dentro un gran montn de paja.
*- .
h debe ser algo infernal. Peor que las vacas.
Sta de nuestro fracaso diplomtico seguimos para Sotillo. An hacemos una
parada e!n el camino antes de llegar al pueblo para rodar unos metros de un pastor viejo,
-.-*->senraao, que nos mira con la mayor indiferencia. El pueblo, como indica su nombre, est
rodeado de bastante arbolado. No se diferencia gran cosa del trmino medio de los otros
pueblos que hemos visto. En general estos del valle son ms prsperos que los de la montaa. No tiene luz. Hacemos unas fotos y unos metros de pelcula del cementerio y la igle
sia y salimos para Quintana sin apenas haber hablado con nadie.
A Quintana de Sanabria se va por un camino infame, y despus hay que andar un
rato atravesando unos prados para llegar al pueblo. Cuando vamos hacia all pasamos
algn miedo porque en el prado hay bastantes ovejas pastando y, tambin, unos imponentes perros pastores. El prado es suave y el ganado numeroso. Como un perro nos
niira cor
--i
mala cara y viene hacia nosotros, J.J. pregunta a gritos a las pastoras que lo
llevan -1 dos chicas jvenes- si el animal muerde. ((Creemosque no), dice una con
mucho dlesparpajo. .Solo lo creen?., contesta J.J. .Creemos que no, vuelve a decir la
.. urra, y se re. Al final le dice al animal con muy buen humor, *Anda, penn, djalos por
esta vez..
Entramos en Quintana. El pueblo est extendido y se divide en varios barrios. Hay,
claro, mucho ms arbolado que en los de la montaa En la primera casa que encontramos hay una galera de madera donde un hombre remienda unos zapatos. Le saludamos
y en seguida se entabla conversacin. Se levanta, se apoya en la balaustrada y nos
indica que le gritemos porque es algo sordo. J.J. le pregunta por unas ruinas que se
ven all cerca. Son de una ermita. Parece que se hundi una noche de tormenta, que
el cura vendi lo que qued de aquello, y el clero sale de esta historia muy mal parado. Era una iglesia de cofrades.
El hombre nos invita a subir y sentarnos en la galera. Es un tipo colorado, con pelo
blanco. Dice que tiene 78 aos. Era guarda forestal, y ahora est jubilado. Pero l
-A--

sigue trabajando, en relojera. Nos habla de su familia. Tiene hijos que viven por
Madrid, San Sebastin y Salamanca, bien colocados. El de Salamanca es Secretario
del Movimiento all. Su casa, la de este hombre, es limpia y bien acondicionada. Dice
que no es suya, sino arrendada, porque l haba vivido siempre fuera del pueblo y solo
volvi a Quintana cuando se retir. *Desde luego -dice- al Cuerpo (el de los guardas
forestales) le saqupocrn. Siempre trabaj en otra cosa, en lo de los relojes. Y ahora,
desde dentro de la casa, viene el sonido de unas cuantos relojes que van dando la
hora con sus campanas, cada una de un tono distinto. Nos tenemos que ir. l nos ofrece su casa amablemente, y seguimos hacia el pueblo.
De cuantos pueblos llevamos visitados Quintana parece el mejor. Las casas son
mejores, hay menos fango, ms ganado, ms sensacin de bienestar. Tampoco tiene
luz. Tiene unos doscientos habitantes. La iglesia (hay dos) est junto a una casa donde
hay un buzn de correo, y frente a una casa de albailera, con tejado de teja y no de
pizarra, con aire de ayuntamiento. Nos cruzamos con una mujer que nos saluda y enseguida entablamos conversacin. Es una mujer de edad mediana, que de buenas a primeras nos dice que nosotros no trabajamos porque vamos bien vestidos y venimos de
Madrid. Le decimos que se equivoca, pero ella insiste en que trabajar es ir al campo
por la maana temprano, cavar todo el da, agotarse de fro y de sudor. Y no puede ser
que toda la gente del campo trabaje para que en Madrid se viva bien y sin hacer nada.
Hace poco -nos dice- estuvo en el pueblo una relacin suya de Madrid y le cont
cosas terribles. Que todo el mundo se va con la mujer de otros, y otras cosas peores
que ella no nombra. Ah le damos la razn. Despus de ver el campo y los pueblos,
Madrid resulta un espectculo escandaloso. Pero, le decimos, en Madrid hay gente
que trabaja mucho, como la del campo, a la que tambin se explota. #Eso no puede
ser,))dice ella. #Hasta cundo va a durar eso?))J.J. le dice que eso no durar siempre, porque no puede ser, pero ella tiene su propia idea: .Qu me importa a m que
se arregle dentro de cincuenta o sesenta aos -dice- si yo ya no lo ver?))
Esta mujer es soltera, vive sola, y trabaja sus propia tierra. Se llama Encarnacin
Tosa. Tienen un hermano en Madrid, <(unpobrh, cuya direccin nos da cuando le indicamos que si quiere iremos a verlo. Pero desconfa. Desconfa de todo. Teme que no
vayamos a acordarnos ms del encargo, y cada vez que le insistimos en nuestra buena
fe, encuentra una respuesta ingeniosa, con un nuevo escape a la desconfianza. Es viva
de palabra y de gesto, nos da un puado de manzanas y nueces, que le aceptamos
agradecidos, aunque ella repite una y otra vez que all eso se le da a cualquiera.
Me llama la atencin ver que entre la casa grande y la iglesia cruza una antena de
radio que va desde el tejado de la primera a lo alto de la cruz que remata el campanario del templo. Le pregunto qu es aquello, ya que en el pueblo no hay electricidad. De
repente se pone nervio=. Dice que para un aparato de esos de msica. Comprendemos
que es una radio de pilas. De quin es aquello, qu casa es esa? Se pone cada vez
mas nerviosa y atemorizada. Se pone la mano delante de la boca y en voz baja, disimulando, dice que es da casa de los treinta, Pero qu es aquella casa, quines son
ulos treinta))?, le volvemos a preguntar. El ayuntamiento quiz? No. Ella est atemorizada. J.J. le dice .Son unos caciques?))Creo que ella no sabe qu quiere decir ucaciques., porque tampoco contesta. En voz baja, tapndose la boca, nos explica unas
cosas embarulladas e incoherentes. Deducimos que 40s treinta* deben ser, efectivamente, unos caciques. La mujer continua diciendo cosas *A m han venido a pegarme
23 t

1
~

a mi casa, , dice. Nos mosqueamos. .Es que aqu no hay alcalde, no hay cura, no
hay maestro?^, le digo. Pero ella nos hace callar con un gesto. *La madre est ahora
aquh, dice. Al fin nos despedimos de ella. Es un caso extraordinario el de esta mujer.
Quiz, con Celestino Escudero, la nica persona de cuantas hemos conocido hasta hoy
que tiene conciencia de su condicin. Pero Encarnacin de un modo mucho ms activo y decidido que Celestino, porque ella es pobre y sufre todos los das vejaciones.
Vamos saliendo de Quintana. Se hace tarde para el otro bamo del pueblo. Calle
abajo hay una chica joven partiendo lea de ramas de rbol. Tiene un hacha y un tajo.
Es rubia, de piel blanca, de ojos muy azules y una expresin sonriente y animada.
Resulta ser la joven que ha detenido al perro en el prado, y, como Encarnacin, tiene
sentido del humor inteligente, agudo y mordaz. Viene a decimos lo mismo que la otra:
que como somos de Madrid venimos a rernos de ellos y a malgastar dinero haciendo
fotos. Desde el balcn que hay arriba la vigila su madre, una mujer alta, de negro, con
unos ojos enormes y profundos, una nariz aguilea y una expresin serena, casi majestuosa. La chica gasta bromas, habla excelencias de Madrid, donde estuvo tres meses.
(t Pero se me qued grabado para toda la vida,, dice. N De Madrid al cielo). Le ala bamos Quintana, su pueblo. .A mesto me da rencon),dice muy fresca. La madre interviene. .Ganas de divefli~ey pocos vicios^, sentencia. *Aqu hay baile?, le pregunto.
.Ya lo creo. Un gran saln y una orquesta de ocho^$. #Y cine?. *El cine le hacemos
nosotros con los muchachos que nos acompaan)).
Federico nos espera a mitad de camino. Tiene ya en marcha el auto, que con este
fro se atranca y se para en cuanto se queda quieto. Le preguntamos por 40s treintan. l tambin vacila al contestar, pero disimula y explica que son una familia de usureros que presta con el treinta por ciento de inters. *Anual, mensual o diario?., le
pregunto yo. Nominal. Juegan con el analfabetismo de la gente para dar mil obligando a firmar un recibo diez veces mayor. Alcaldes, jueces y curas sobornados les han
permitidc1 hacer su negocio y hoy da -11 os treintan son ricos y tienen sucursales en
todos los pueblos del valle.

Sbado 18
Empezamos la maana pasando a Ribadelago, que
? vimos a medias hace
unos das. Vamos en primer lugar a la escuela de ninos, por la que los capitostes de
Hidroelctrica de Moncabril tienen especial inters. Uno no se explica este inters, porque la escuela es un barracn rectangular con dos ventanas, fro, triste y bastante
abandonado. El maestro es un hombre de unos cuarenta aos, bastante zafio, que
parece harto de estar en este pueblo, y a quien la escuela debe de importarle muy
poco. En la escuela hay unos cuarenta nios que arrojan por su aspecto el ndice ms
bajo de cuantos hemos visto en la regin. Se acusa aqu el temble atraso en que ha
vivido Ribadelago, y los estragos de la consanguinidad se traducen en una coleccin
de pobres rostros anomlales, boba!icones, tristes y amarillentos. Los nios van tambin vestidos de un modo miserable, ms pobremente an que en otros pueblos. En
Ribadelago hay una costumbre, o degeneracin, verdaderamente terrible. Los matrimonios se celebran solamente entre gente del pueblo, y como son casi todos parientes, la mayor parte de los habitantes son tarados o anormales. Las bodas entre primos son corrientsimas, e inc:luso existe!n tres o c uatro casos de matrimonio entre
hermanos.

El maestro nos explica que, a no ser por la vecindad de las obras (el mismo vive
en una residencia de la empresa), all no se podra aguantar. El ndice de inteligencia
de los nios es muy bajo. Cuando l lleg al pueblo (hace siete u ocho aos) apenas
haba tres o cuatro que supieran leer. An ahora es difcil bregar con ellos, y adems
la escuela est completamente desabastecida de material adecuado. Nos explica que
a las 12 dan a los nios un vaso de leche de ((ayudaamericana.. Se trata de un barril
de leche en polvo regalado por nuestros padrinos yankis, de la que dan a los nios
todos los das al final de la jornada matutina. Nos invita a ver el barril. Esto resulta
bastante triste, y ms an ver que el maestro no tiene la menor idea de lo que es esa
((ayuda americana. a la que l llama ((concordato))y que cree limitada al envo de barriles de leche en polvo. Le preguntamos por otra ayuda, la de Hidroelctrica de
Moncabril, y dice que la empresa ayuda, en efecto, pero solo a la escuela de nios porque esperan que un da sern obreros al servicio de la compaa. Hacemos unas fotos,
le preguntamos por el emplazamiento de la escuela de nias, y nos vamos de all.
Nuestro nclito Federico, que ha resultado camisa vieja, nos lleva a la otra escuela
en el coche. Tiene que parar delante de Casa Fidel (a quienes hemos visto montado
a caballo cuando bamos hacia all. Debe ser el nico caballo de Ribadelago). Fidel
es el terrible Casanova local. Este usurero se qued durante la guerra con todas las
fincas del pueblo, se acost con todas las mujeres jvenes del pueblo, y sigue hoy da
siendo el verdadero amo de Ribadelago. Se ha permitido -segn nos cuentan testigos
presenciales- llamar capados a todos los hombres de Ribadelago en colectividad, y le
ha sido consentido. Todo esto confirma la evidente degeneracin en que vive este pueblo fangoso, miserable, triste, situado a orillas de un accidente turstico.
La escuela de nias es totalmente distinta de la masculina. El local es viejo e infame, pero est blanqueado y limpio. Hay muchas nias, unas sesenta, en general bastante aseadas. La maestra es una chica joven, muy joven, que se llama Carmina, de un
pueblo de la provincia de Zamora. Esta chica es muy mona, tiene un cuerpo delgado
y bonito, morena, chata, con ,~JOSnegros, grandes y redondos, un cuello largo y delgado que hace resaltar la gracia de su cabeza. Habla de un modo muy agradable, casi
musical, y sonre muy fcilmente. Est con nosotros muy amable y nos ayuda a hacer
fotografas y rodar unos metros de pelcula. Tambin all dan a los nios leche de [(ayuda
americana^), y nos ofrece amablemente la ocasin de improvisar la escena.
Ella sale un momento y nos deja solos en la escuela. Las nias nos miran con curiosidad. Hay una muy sucia, pero muy graciosa, que se llama Dulcinea. La maestra dice
que debera llamarse Aldonza Lorenza. Hojeo el libro que estudian las nias
escrito por un maestro de Zamora y en el que dicen
-Enciclopedia lvarez, 2"radoalgunas soberanas tontadas. Mientras tanto, el reparto de leche va a tener lugar.
Salimos afuera y J.J. rueda. El espectculo resulta sumamente triste. Charlarnos luego
un rato con la maestra. Se lamenta tambin de la falta de material. J.J. le hace unas
fotos. Esta chica se parece horrores a Mara Pa Casilio, la actriz italiana.
Salimos a ver el pueblo. Apenas hemos empezado a andar, tenemos un encuentro
pattico. Sentados junto a una roca (todo Ribadelago est edificado sobre grandes
piedras) hay dos hombres que tienen junto a ellos -los dos- unas muletas. J.J. los
saluda y rpidamente se inicia una conversacin. Se ponen de pie, a pesar de nuestra insistencia para que sigan sentados. Intil. La cortesa no se lo permite. Resulta
que estos dos hombres son hermanos. Trabajaban los dos, cuando estaban sanos, en

2s

<

la Renfe. El que parece mayor, que va vestido muy andrajoso, como picapedrero. El
ms ioven, como estibador, un trabajo especializado. Hace unos aos, por fechas parecidas, fu e cada uno atacado de una enfermedad distinta, pero de similar resultado:
artritis, parlisis o lo que sea. El ms viejo obtuvo el retiro, pidi la pensin de invaliA-.,v -ueL
se le concedi. Como su jornal era de 12,60 ptas. diarias debera cobrar 210
ptas. mensuales. Le pagan 110. Como fue declarado invlido en 1949 debena cobrar
desde eritonces. Cobra desde enero de este ao. Me pide que intente buscarle una
~ ~ ~ u ~ ~ ~ een~ Madrid,
~ d a cy ile prometo
n
hacerlo. La historia del otro (se llaman Mximo
y Casimiro San Romn Fernndez) tiene un principio similar. Su enfermedad, que lo
inutiliza para el trabajo, es un desplazamiento de cadera. Los especialistas del Seguro
de Enfermedad le han dicho que puede quedar, si no curado, apto para el trabajo, aunque con cojera, pero parece ser que por falta de medios materiales en el dispensario
de Zamora donde haban de operarle la cosa lleva mucho tiempo demorndose. Este
hombre, como su hermano, pagaba el Seguro desde la fecha de su implantacin. Y lo
malo no es solo eso, sino que cada vez que ha solicitado la pensin de invalidez le ha
sido denegada alegando que l no es un verdadero invlido, puesto que en cuanto se
. .1 -....-..
ic upe1c sanar. Sobre todo esto, se queda uno con el terrible presentimiento de que
la enfernledad de estos dos hermanos pueda deberse a alguna tara herencia de las
mezclas y cruces familiares tan frecuentes en Ribadelago.
- Casimiro es viudo, tiene dos
hijastros que trabajan en las obras.
Tuvo dos hijos, que murieron. Cuida
y mantiene un sobrino pequeo -hijo
natural de una hermana suya-, un
nio rubio muy gracioso. Los dos
hermanos agradecen mucho la atencin y el inters que les prestamos.
Casimiro nos ha dicho despus de
- m a r su historia #[Es la vidita,
nigo!~Uevan su situacin con bastante resignacin, y
;a hablar Sentados y t omando el sol. Iniciamos la marcha
r.. h n
,npero Casimiro -que aiiua IIICJUI ~ U >U
C IICIIII~~IU- ~ ~ ~ ~
eni acompaamos
ste
un poco. JJ.
aparta prudentemente al dichoso Federico, que est hecho un pelmazo, lo que me sirve
para hacerle alguna nueva pregunta. Sobre la situacin del pueblo. y lo que aqu pas
durante la guerra. En general. por aqu no auiere casi nadie hablar de esto. Tienen miedo
porque SIor aqu sealado de pi~lticopuedle bastar para ir a parar a la crcel o a manos
de la Gui3rdia Civil. Pero lo poc:o que me (jice es suficiente. Militares y falangistas hicie
.m..
nn D ,
n r + n ..,,-L.
.. -n,.....
IUII CII nibadelago
VUCU~Ode pobrts y ~ I I U I I I I ~ ~ ~
loS que
quisieron: fechonas a
- -CXC
mansalv1, encarcelimdo y mat:ando a pl; icer. .En Espaa se cree que los obreros son
todos cri~
ninale*, le! digo yo. Y asiente en: ieguida. El caso es que Casimiro, que fue estun r i . .. , A A n + n n ; A , .. ..nn...
diante de. ni....
L U I ~ ,eaiuvu UCLCIIIUU Y C I I L ~ I L - C ~ ~
varias
~O
veces. Dor denuncias y envidias de
las que l no quiere explicar demasiado.
An le hago una pregunta a la que nadie ha saDido responcjerme an. El lago veci..s.+,.rln n
no, tiene alguna finalidad prctica para los habitaii~ca
uc estos pueblos? Me dice
Que ninguna. l , por ejemplo, es muy aficionado a pescar truchas, pero esto es un
mero sport. Al contrario, la vecindad del lago, que en primavera sube de nivel, hace
&

uela masculin,
adelago.

La:
-.."A-

.m

.-.A

peligrar a menudo los escasos cultivos del pueblo: patatas, judas, centeno y lino. Le
anuncio que lberduero ha conseguido finalmente la concesin para construir all una
presa, que esto elevar dos metros el nivel de las aguas.
Seguimos callejeando un poco. Las calles siguen aqu tan enfangadas como la primera vez que estuvimos. Al doblar una esquina vemos una pequeas casa de piedras
de la que todo un lateral se ha derrumbado. J.J. saca la cmara y en ese momento
llega una mujer de edad mediana, que nos dice sin ningn enfado que no retratemos
una casa destruida. #Es suya?)),le pregunta J.J. S, es de ella. #Qupasa, se ha
cado?., le pregunto yo. *S,se cay., dice la mujer. .Arrglela. No tengo posibles,
dice la mujer. Y lo repite varias veces.
Caminamos un poco ms. Hacemos alguna nueva foto. De nios, de viejas, de un
tenderete de venta de tejidos, de unas casas sin chimenea por cuyas ventanas sale
humo de la lumbre. Son estas seguramente las peores casas de toda la regin. Suelen
tener dos plantas; la de abajo, la mejor, para las vacas o las ovejas. y arriba, en una
sola habitacin-cocina, duermen todos. Para que las vacas respiren bien, hay aberturas en los tablones que separan ambos pisos, de modo que los durmientes aguantan
los mugidos, los malos olores y todo el calor de los animales.
Salimos por fin hacia Puebla para comer en el Parador de Turismo. El da ha sido
hasta ahora esplndido, pero a mitad de camino nos metemos er1 una zona de nie,
.
bla y ya no volveremos a ver el sol por hoy. Comemos, y cuando el cocne viene a buscarnos salimos hacia Calabor. Hay una pequea parada en Puebla, y tomamos por
fin una carretera muy mala que corre entre un paisaje de chopos que ahora, en invierno, con las ramas desnudas y esta niebla gris, resulta maravilloso. En esta ruta est
Lobeznos, otro pueblo ms o menos parecido a otros de los que llevamos vistos. Nos
apeamos. Vemos unas casas y sin buscarla siquiera nos encontramos enseguida la
escuela. Las escuelas estn resultando un estupendo filn, de modo que nos metemos en ella sin pensarlo ms. Se entra atravesando un corral lleno de gallinas blancas. El local es muy pequeo, como un cuarto de cualquier casa de Madrid. Esta
escuela es mixta. Hay nios y nias de diferentes edades. La escuela est a cargo
de una maestra pero no la vemos ms que un instante porque esta buena seora
tiene un hijo que es quien da las clases. Pero claro, el hijo no es maestro. Hacemos
fotos, hablamos unas generalidades, y los nios salen porque es ya su hora de salida (son las 4). El hijo de la maestra es bastante bobo, pero va a resultarnos muy
til porque nos habla de una nia-prodigio que tiene en la escuela, a la que llama
despus de que ha salido para que la contemplemos despacio. La nia, Ins, no es,
por fortuna para ella, una nia prodigio. No tiene an cumplidos los cinco aos,
tiene una cara avispada y guapa, unos grandes ojos azules con una expresin nada
vulgar. Es una nia muy seriecita, pero infantil a ms no poder. El maestro le hace
leer para nosotros. y la chica lo hace muy bien. Yo le pregunto unas cuantas tonteras, a las cuales la pequea contesta a medias porque est avergonzada. Parece
que su madre -ella es hija natural- vive en Barcelona donde se dedica a la prostitucin. Ofrezco a la nia hacerle una foto para que la enve a su madre, pero ella
no quiere. Insistimos, y aunque se resiste, acabamos por hacerle una. Por fin la
dejamos ir. Cuando llega a la puerta se vuelve hacia nosotros. nos dice ~Vavanustedes con Dios. y se santigua. (Todc1s los nioS de la esicuela hab,an hecho :intes lo
mismo al salir).
11

21

<

El maestro (falso) nos dice alguna cosa ms sobre la madre de Ins cuando la
pequea ha salido. Nada de particular ni de nuevo. La pequea vive con sus abuelos.
Este es, simplemente, otro producto de la vida miserable que lleva la gente en estos
pueblos: las putas. Lo que deja una impresin triste de esta pequea es que parece
como si ella, que es muy inteligente, se diera cuenta de que su historia familiar es
poco clara, y quiz por eso sea una nia seria, hermtica y empollona.
Un detalle final ha sido descubrir el motivo porque no quera dejar hacerse la fotcgrafa. Parece ser que hace poco estuvo en el pueblo un fotgrafo que hizo fotos a los
nios de la escuela, fotos que luego envi al pueblo mediante pago, naturalmente.
A Ins, dos fotografas, que envi a su madre, le costaron ocho pesetas. Y sin duda
pensaba que nosotros tambin se las bamos a cobrar.
De Lobeznos, siempre con niebla, seguimos hacia Pedralba de Pradera. Es un p u e
blo lleno de magnficos encuadres, donde la gente tiende calcetines en las puntas de
las cruces, sobre el que pasa el ferrocarril y que tampoco tiene luz. Se les ha ofrecido
la instalacin, el pueblo acept, y no han vuelto a saber nada hasta ahora. All hace
mos diez o doce fotografas, cruzamos unas palabras con un hombre que estaba a la
puerta de su corral y que nos explica cmo fueron (que no fueron) all las elecciones
municipales, y seguimos hacia Calabor. Hemos odo a una mujer decir u i Vela)?n
El nclito Federico nos ha trado un amigo para que nos acompae en el viaje. Es
un joven alto que a sus 25 aos ha tenido ya tiempo de casarse, tener dos hijos, separarse de la mujer, ser minero, accidentarse y que lo declarasen invlido. As que con
sus 600 ptas. de pensin y sin poder hacer nada a causa de una conmocin cerebral,
el pobre debe aburrirse mucho despus de tanta actividad.
La niebla va cayendo cada vez ms deprisa. El camino hacia Calabor est lleno de
curvas porque se asciende un puerto. Antes de llegar al pueblo hay una mina de zinc
que dirige un alemn, llamado Franz, amigo de Federico y que vende cosas de contrabando, como por ejemplo la cmara que llevamos ahora para prueba y que J.J. no
piensa quedarse. Federico entra un momento en casa del alemn pero ste no est
ahora all. Llegamos a Calabor muy tarde y con mucha niebla. La maestra, una chica
joven, amiga de la de Ribadelago, a quien sta nos pidi que sacramos del pueblo
en nuestro coche, porque all nunca se sabe cundo va a pasar un coche y tena que
marcharse a su casa a pasar las Navidades, acaba de irse en un camin. Recorremos
el pueblo, donde empieza a hacer un fro espantoso. Aqu hay unas vacas de pelo rojizo, con una expresin criminal, que ahora vuelven a encerrarse en los establos y que
nos inspiran mucho respeto. Es un pueblo con rincones muy bonitos, pero miserable,
triste, de un color rojizo, como las vacas. Tampoco aqu hay luz. Este pueblo est a un
Km de Portugal. Una mujer nos dice que es dificilsimo pasar al otro lado porque hay
mucha vigilancia, y que en realidad tampoco les interesa meterse en Portugal. El ganado de los portugueses, dice, est mucho ms gordo y cuidado. El de ellos es malo. Y en
efecto, no tiene aspecto de mucha prosperidad.
Es casi de noche, y sigue cayendo niebla. Hay que salir de all. El regreso ha sido
verdaderamente pico. Ha cerrado la noche y no se vea a ms de un palmo por esta
carretera peligrosa. Nuestro heroico camisa vieja se ha visto y se ha deseado para I l e
gar a Puebla. All J.J. y yo hemos tenido un rasgo humanitario y le hemos dicho que
no nos llevase a Ribadelago, sino que para evitarle un viaje difcil, esperaramos al
coche correo, que (eran las 7) suele salir para all a las nueve y media.

LA CARTA
Titul al frustrado documental Carta de Sanabria porque aquella era una regin de
ausencias, y las cartas, cuando las haba, eran el nico nexo de unin entre los que
quedaban y los que se haban ausentado. El guin se iniciaba con el voz en off de
alguien que escriba una carta a un ser lejano.
En la escuela de Lobeznos conoc a una nia, Ins, a la que hago referencia en la
ultima jornada del Diario. Tena una carta de su madre, escrita desde Barcelona; se
la ped, y me la dej amablemente. Olvid devolvrsela, y an la guardo. Dice as:
Sta. lnes Rodriguez.
Querida hija: Recibi tu carta y por ella veo que estas bien de cuanto me alegro.
Tu hermanito y yo bien G. a D.
Inesita veo que se te ba olvidando de escribir estudias poco? tienes que estudiar mucho, si no no podras venir a Barcelona nunca.
Me dices que no puedes llevar pendientes, pues; encuanto cobre yo este mes
veras si los llevaras, te mandare unos de oro para que no se te infecten las orejitas
Bueno guapa en otra haber si puedo mandaros la foto del nio que aun no se
la han hecho, y ahora quedara feo porque le salio una pupita y le cortaron el
pelo al cero
Bueno lnesita besos a tu abuelita y a todos y de tu mam un fuerte abrazo
Carmen
Como no tena mas papel he cojido esta minuta francesa
El reverso de la carta es la minuta, en francs, del Hotel Habana de Barcelona. Su
fecha, 17 de agosto de 1955. Por esa cara una mano infantil haba garabateado algunas letras, una vasija con flores, y algo que podra ser un televisor.
NOTA: Las fotografas que ilustran este articulo y el anterior fueron realizadas por Juan Julio Baena
en el viaje realizado en diciembre de 1954.
iISTiiCT.The shoothing of Carta de Sanabria did not give birth to what the filmmaker expected. Most
of the filmed material got accidentally damaged, and together with it, what would have been a o n e
and-onlv case in Spanish documentary production of the 1950s. Though finally the financing company received an industrial movie. edited with the scarce material that could be saved, this film had
nothing to do with the original project. W

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