Von Savigny, Friedrich Karl. Origen Del Derecho Positivo PDF

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FRIEDRICH KARL VON SAVIGNY

ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO

2015

FRIEDRICH KARL VON SAVIGNY

ORIGEN DEL
DERECHO POSITIVO

El presente texto recoge los captulos I, II, II y IV de


la obra De la vocacin de nuestro siglo para la Legislacin y para la Ciencia del Derecho de Friedrich Karl
von Savigny publicada en Heidelberg el ao 1814. El
ttulo original es Vom Beruf unserer Zeit fr Gezetzgebung und Rectwissenschaft. La traduccin es de
Adolfo G. Posada.

NDICE

ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO


FRIEDRICH KARL VON SAVIGNY

Prlogo ........................................................................................................................................................ 9
Introduccin .................................................................................................................................................. 15
Captulo I: Origen del derecho positivo.......................................................................................................... 18
Captulo ii: Leyes y cdigos........................................................................................................................... 22
Capitulo iii: El derecho romano...................................................................................................................... 27
Capitulo iv: El derecho civil en alemania....................................................................................................... 31

ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO

PRLOGO
Faltos de la preparacin suficiente y sin tiempo para procurrnosla, no intentaremos
poner al frente de esta traduccin espaola de una de las obras ms originales y
ms interesantes de Savigny, el estudio detenido que requerira. Limitarmonos,
pues, a decir breves palabras acerca del autor, y brevsimas sobre la significacin e
importancia que la obra tiene en la historia moderna del Derecho.
I.

Federico Carlos de Savigny, el clebre y conocidsimo iniciador y mantenedor


de los principios de la escuela histrica del Derecho, naci en Frncfort, el 21
de Febrero de 1779, de una familia oriunda de Francia. Hurfano de padre y
madre a los trece aos, vivi luego al cuidado de Neurath, asesor de la Cmara imperial de Wetzlar, quien hubo de dedicarle al estudio del Derecho con el
propsito firme de hacer de l un verdadero jurisconsulto. En 1795, Savigny
estaba en la Universidad de Marburgo, donde fue discpulo muy personal de
Weiss, quien influy muchsimo en la direccin que al fin haban de tomar sus
estudios como romanista. Siguiendo la laudable y fecunda costumbre de los
estudiantes alemanes que, como es sabido, emigran de Universidad en Universidad en busca del mejor profesor de la especialidad que estudian, pas
Savigny en 1796 a la Universidad de Gttinga, en donde sigui el curso del historiador Spittler, volviendo ms tarde a Marburgo, para recibir en 1800 el grado
de doctor, escribiendo entonces la clebre disertacin acerca de De Concursu
delictorum formali1.

Savigny estaba en circunstancias muy favorables para dedicarse con alma


y vida a aquella de las profesiones, que siendo conforme con su vocacin
de jurista, le procuraba la libertad necesaria para la formacin completa de
su personalidad cientfica. Era rico, y estaba dotado de gran independencia
de carcter: con tales condiciones, el profesorado universitario constitua la
ocupacin ms adecuada a sus aspiraciones y gustos. As que, a los veintin
aos, doctor ya, se hizo privata docent, atrayendo muy pronto la atencin de

V. Mignet, Notice historique de la vie et des travaux de M. de Savigny (cit. por el Sr. Durn y Bas en su prlogo a la trad. esp. del Derecho romano actual). V. tambin Della vita scientifica e delle opere di Savigny e
della importanza della scuola storica di Diritto, publicada al frente de los Trattati di Giurisprudenza storica,
de Savigny.

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las gentes, que acudan en gran nmero a escuchar de sus labios las sabias
enseanzas que tan alto haban de colocar su nombre.

La primera obra verdaderamente importante que Savigny public, fue el clebre y discutidsimo Tratado de la Posesin. Realmente fue ste un fenmeno
de extraordinaria precocidad, si vale la palabra. En efecto ese libro, que ha
hecho gemir las prensas de un modo tan constante, que ha provocado la formacin de una de las ms ricas y potentes literaturas jurdicas modernas, fue
publicado por Savigny el ao 1803; es decir, cuando apenas tena veinticuatro
aos. No es este el lugar propio de emitir un juicio acerca del Tratado de la
Posesin. Sera, por lo dems, una pretensin ridcula, querer decir aqu nada
original o nuevo acerca de ese libro, que ha sido analizado y criticado pgina por pgina quiz, que tantos defensores apasionados y tantos detractores
violentos ha tenido, mucho ms despus de la revisin admirable que de sus
ideas capitales hizo el ilustre Ihering2. Baste slo afirmar, que aunque de sus
doctrinas capitales subsista tan poca cosa, como este insigne jurisconsulto
afirma, siempre quedar como una de las obras en que se consagra el gran
movimiento de renovacin de los mtodos de investigacin histrica del Derecho. La escuela histrica que en Hugo tiene ya su primer impulso, encontr en
el Tratado de la Posesin de Savigny su frmula.

Una vez publicada esta obra, las principales universidades alemanas se disputaron el honor de contar a Savigny entre sus profesores. La amplia libertad y
la positiva autonoma cientfica que de antiguo gozan los centros universitarios
de Alemania, les permite este gnero de fecunda rivalidad. En cuanto un profesor sobresale, en cuanto se revela en el pas un hombre eminente en cualquier
ramo del saber, las universidades se lo disputan. Todas quieren tenerle en su
seno para atraer a l la juventud estudiosa. Savigny no acudi entonces al
llamamiento universitario; dedicse algn tiempo a recorrer las bibliotecas de
Heidelberg, de Stuttgard, de Tubinga, de Estrasburgo. En 1804 fue a Pars. Su
afn entonces era acopiar materiales, hacer investigaciones sobre las fuentes,
examinar los cdigos, a fin de preparar su historia de los glosadores.

Hacia el ao 1808, el ya clebre historiador jurisconsulto, acept el puesto de


profesor en la universidad de Landshut, pasando en 1810, por llamamiento de
Guillermo de Humboldt, ministro a la sazn de Instruccin pblica, a una ctedra de la naciente universidad de Berln. All fue donde conoci a Niebuhr, y all
fue donde acab de formarse y producirse su gran personalidad cientfica.

Teora de la posesin (edic. espaola).- La crtica, no solo de la doctrina de la posesin, sino del mtodo
formalista de investigacin y construccin jurdica de Savigny, la hace Ihering en la Teora de la posesin (primera monografa De la proteccin posesoria) y en La Voluntad en la posesin (que viene a ser continuacin
de la anterior).

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Aunque Savigny fue ante todo un hombre de ciencia, cuya vida se consagr
a la investigacin de los ms altos problemas de la historia del Derecho, sin
embargo, desempe tambin importantes cargos oficiales, siendo, por otra
parte, consagrado su mrito por las principales sociedades cientficas de Europa. Savigny perteneci al Senado y Tribunal universitario: en 1817 entr a
formar parte del Consejo de Estado, y desde 1819 fue consejero del Tribunal
de Revisin y Casacin, demostrando adems en sus constantes relaciones
con los ms distinguidos jurisconsultos de Alemania y de fuera de Alemania,
una actividad infatigable.

Savigny escribi muchsimo. La mayora de sus trabajos son disertaciones


monogrficas acerca de puntos de historia jurdica, de Derecho romano sobre
todo, y algunas relativas a problemas del momento. Muchos de estos estudios
se encuentran en la Revista de Jurisprudencia Histrica, que para defender los
principios de su escuela public (1815), con la ayuda de Eichrn y Gosscheng3.
Como obras de mayor alcance y ms conocidas pueden sealarse las siguientes: en primer trmino, el ya citado Tratado de la Posesin y el presente opsculo sobre la Vocacin de nuestro tiempo para la legislacin y para la ciencia
del Derecho; luego est la famosa Historia del Derecho romano de la Edad
Media, en que modifica el primitivo plan de la historia de los Glosadores4, y la
cual consta de seis volmenes. Por ltimo, tenemos la que puede considerarse como ms importante entre todas, sobre el Sistema del Derecho romano
actual, en la que se resumen orgnicamente los estudios todos de la escuela
histrica, sistematizando sus principios y las conclusiones que de la larga y
encarnizada lucha entre los jurisconsultos alemanes pueden inferirse. La parte
general de esta grande obra hyase distribuida en ocho volmenes, que comprenden, aparte de lo que constituye el verdadero corazn de la misma, varias
magnficas monografas sobre puntos capitales del derecho, puestas siempre
a guisa de Apndices. De la que puede llamarse parte especial, se publicaron
dos gruesos volmenes relativos a Las Obligaciones.

II. Veamos ahora, tambin muy brevemente, en qu circunstancias se publica


La Vocacin de nuestro siglo para la legislacin y para la ciencia del Derecho.
Debe verse en ella, de un lado, una manifestacin, entre otras, de la fuerte
tendencia realista, fundamentalmente histrica, que hacia fines del siglo pasado y principios del presente se acusa en Francia mismo, pero sobre todo en
Alemania, bajo el especial influjo del estudio directo del Derecho romano. Pero
adems de esta significacin general, el interesante opsculo a que nos referi3

He aqu una indicacin de las principales: Elementos para la historia de los testamentos romanos; Sobre el
colonato romano: Tutela de los menores y la Lex Plaetoria: Origen y progresos de la Latinidad: Sobre el Jus
Italicum: Relaciones de la centuria con la tribu: Del Interdicto Quorum Bonorum: Crtica de la historia del
Derecho Romano de Hugo: Sobre la Lex Cincia de donis et muneribus: El sistema romano del impuesto:
Savigny escribi tambin un estudio Sobre la enseanza del Derecho en Italia, etc., etc.
Vase el Prefacio de este gran libro.

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mos, tiene una ms propia y especialsima en la historia de las ideas jurdicas


modernas, y hasta en el desarrollo de la poltica legislativa de Alemania. Representa todo un programa de una gran tendencia cientfica y prctica a la vez
en la filosofa del derecho positivo, la tendencia iniciada por Hugo y que tantos
y tan preclaros partidarios tuvo en la Europa toda, y a quien tantsimo debe la
formacin slida y fundamental de la ciencia del Derecho en nuestros tiempos.
Lo que se dice en el libro de Savigny, hoy que el positivismo ha surgido y ha
arraigado con sus mtodos realistas en todas las ramas del saber, parecer
poco, acaso templado, quiz prudente con exceso, pero debe pensarse que
ese libro se public cuando no se poda presumir siquiera la doctrina actual del
positivismo, y entonces, a poco que se medite y se considere la perspectiva
histrica, se pondrn en su punto, segn su valor verdadero, las ideas nuevas
y atrevidas, precursoras de toda una gran revolucin cientfica en el porvenir,
que La Vocacin de nuestro siglo para la Legislacin entraa.
Mas veamos cmo se public este libro.
Hacia el ao 1814, cuando, destruido el gran imperio napolenico, Alemania fue reintegrada en su independencia, ante el espectculo que este pueblo ofreca, maltrecho y dividido interiormente, produjronse por doquier fuertes y vigorosas corrientes
filosficas, literarias jurdicas, sociales, polticas y de todo gnero, encaminadas a
dar forma y vida a la unidad nacional. En el Derecho, manifestse este universal
deseo con la aspiracin a unificar los derechos positivos de los diferentes pases de
la raza germnica. Ahora bien; entre las voces elocuentes y autorizadas que entonces se levantaron para procurar tal unificacin, aconsejando el camino que debera
seguirse, reson, distinguindose entre todas, la del clebre adversario de Savigny,
Thibaut. Propona ste como el medio ms adecuado para favorecer en las mejores
condiciones posibles la unificacin del derecho nacional, la formacin de un Cdigo
comn a todos los pases de Alemania. Las ideas capitales en que este filsofo y
jurisconsulto se apoyaba, expuestas estn en la obra que puede considerarse como
complemento a su modo, de la presente y la cual habla acerca de la Necesidad
de un Derecho civil comn para Alemania5. Son tales ideas sencillas, claras, de
las que seducen fcilmente aunque encubran un fondo discutible y hasta errneo.
Una legislacin, deca, debe ser tan perfecta como sea posible en su forma, y en
su materia; esto es, de estilo claro, propio y preciso, y de instituciones verdaderamente nacionales. La aspiracin ntima y fundamental de una legislacin debe ser la
fijeza en las reglas, la seguridad en las divisiones, la universalidad en las frmulas;
nada de esto hay, aada luego, en las legislaciones alemanas, ni puede buscarse
tampoco en el Derecho romano, derecho histrico, antiguo, de eruditos, mal conocido, y, en suma, perfectamente inadaptable al pueblo6. Thibaut, lleno de fe en las
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ber die Nothwendigkeit enes allgemeinen brgelichen Rechts fr Deutschland, 1814.


Thibaut, Ob. cit. passim.
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obras artsticas y reflexivas del Derecho, confiadsimo en la eficacia de las frmulas


legales, propona sintetizar en un Cdigo las reglas jurdicas, claras, precisas, universales y adaptadas a la Alemania toda. La gran autoridad de Thibaut, el exterior
simptico de su teora, a ms del sentimiento nacional en que se inspiraba, hicieron
que de todas partes se levantaran voces amigas, y que poco a poco se produjeran
corrientes de favor. Feuerbach en Mnich, Schmidt en Jena, Pfeiffer en Cassel, a
ms de Gnner, se pronunciaron en pro de la necesidad preconizada por Thibaut,
de dotar a Alemania de un Cdigo general, que aclarase la gran confusin reinante
en el Derecho civil positivo, entonces vigente7.
En estos momentos fue cuando se public La Vocacin de nuestro siglo para la
Legislacin. Savigny, jurisconsulto profundo, conocedor como pocos del Derecho
romano, y adems dotado de un sentido realista de la historia verdaderamente
especial y admirable, vea, como Thibaut, la necesidad de unificar el derecho, de
coadyuvar desde este lado a la formacin de Alemania; pero no crea oportuno,
para lograrlo, la formacin de un Cdigo, porque un Cdigo no puede ser la obra
del capricho: no se hacen los Cdigos eficaces, orgnicos, expresin formal y sistemtica del derecho positivo, en un momento dado y cuando se quiere, sino que
se producen cuando las condiciones y las circunstancias de la cultura jurdica, del
amor universal al derecho los permiten, o, mejor quiz, los imponen. En opinin de
Savigny, estas condiciones no las posea Alemania en 1814. Para defender esta
tesis, capital en la lucha violentsima que entre la escuela histrica de Savigny y
la filosfica de Thibaut, se produjo, desarroll el primero las ideas profundas que
llegaron a constituir ms tarde el credo fundamental de una de las tendencias ms
importantes que en nuestro siglo han imperado en la filosofa del derecho positivo.
Savigny demostr, con el apoyo eficacsimo del Derecho romano, el carcter esencialmente popular, nacional, humano, en suma, del derecho (el derecho es obra,
no de la voluntad arbitraria, segn pretenda Rousseau, sino de la conciencia, del
espritu del pueblo): afirm la importancia de la costumbre, como fuente del derecho
positivo; acentu la necesidad de estudiar la historia ntima de los pueblos, como
medio de penetrar en su espritu y de comprender as, cmo en l se elabora el
derecho, su derecho; por ltimo, determin, frente a las exageraciones de Thibaut,
y contra la tendencia abstracta de la filosofa rousseauniana, la tarea modesta del
legislador, cuyo papel no debe ser crear el derecho, inventarlo, sino ms bien depurarlo y ordenarlo en vista de las corrientes dominantes en el seno mismo de las
sociedades o mejor de los pueblos. Pero, a qu insistir? Estas ideas, y muchas
otras, puede verlas el lector desenvueltas, con el vigor de pensamiento y la claridad
grandsima que son caractersticas en Savigny, en el folleto que va a continuacin.
No nos sentimos animados a hacer aqu una crtica de las opiniones que Savigny
mantiene en esta obrita, y menos de las que constituyen el amplio programa for7

V. Della vita scientifica di Savigny, etc., citado antes.

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mulado a la larga, por los numerosos defensores de la escuela histrica8. Ya queda


dicho que slo brevsimas palabras dedicaramos a dar cuenta de La Vocacin de
nuestro siglo para la Legislacin y para la Ciencia del Derecho. Sin duda hay, en medio de lo mucho aceptable entre lo que dice Savigny, algo que suscitara graves reparos. Bastara, sin fijarse en los detalles de su idea, contemplar el carcter general
de la tendencia, para ver que envuelve el germen de posibles peligros y corruptelas
perjudiciales. En los principios de la escuela histrica pueden encontrar no pocos
argumentos, todos los quietismos polticos imaginables, todas las paralizaciones
intencionadas del progreso, todas las oposiciones contra las reformas ms necesarias y hasta los autoritarismos absolutistas. Por otra parte, una concepcin de la
historia humana, segn los principios de la escuela histrica, no puede considerarse
como la frmula ms exacta de la historia real y positiva. En efecto, lo que se llama
el derecho no se ha formado slo orgnicamente, y en pacfica evolucin... la lucha
(desgraciadamente), ha sido siempre una de las formas empleadas por la humanidad para hacer imperar lo que por derecho ha querido entender... Pero repito que
no debemos hacer aqu crtica de ningn gnero. Quien quiera ver admirablemente
expuestos estos y otros reparos de ndole anloga contra la escuela histrica, que
lea el precioso opsculo del maestro Ihering acerca de La Lucha por el derecho9.
Para terminar, conviene advertir que, aunque se trata de un librito escrito hace tanto
tiempo, no se puede considerar como anticuado. Nada de eso. Aparte de que, como
obra de Savigny, no poda envejecer tan pronto, no hay inconveniente en afirmar
que mucho de lo que en ella se dice, se debe conceptuar como de palpitante actualidad en Espaa.
Una consideracin brevsima justificar esto ltimo. No nos referiremos a cuanto
en el libro de Savigny se dice respecto del Derecho romano y de la enseanza universitaria, que probablemente nos viene como anillo al dedo, pero s recordaremos
que poco ha se acometi entre nosotros y se llev, no diremos que a feliz trmino,
el Cdigo civil; pues bien; hay prrafos en el libro de Savigny, que parecen escritos
en honor de la obra imperfecta inorgnica, y superficial de nuestros desorientados
legisladores.
Adolfo G. Posada

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V. Stahl, Historia de la filosofa del derecho, edic. esp., p. 663. Puede consultarse Vanni: I giuristi della scuola
storica di Germania (1885).
Traducido por Adolfo Posada. V. el Prlogo de Leopoldo Alas.
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INTRODUCCIN
En muchos pases de Alemania se ha sentido en estos ltimos tiempos el deseo de
una mejor organizacin de la justicia civil; y este deseo, despus de haber pasado
inadvertido durante largo perodo para nuestros gobiernos, ha llegado al fin a ser secundado por el comn consejo de los hombres de Estado y de las gentes doctas. Un
motivo, sin embargo, ms noble que la mera necesidad, ha provocado esta adhesin; tal es el sentimiento de que, en virtud de la pasada opresin de la nacionalidad
alemana, se ha producido en todos los nimos no perezosos el deseo de mostrarse
dignos de la poca actual. Por eso no es una vana presuncin, sino cosa justa y
laudable, que quien sienta en su alma la vocacin del siglo, lo proclame altamente, y
que en esto los legistas se esfuercen por no ser los ltimos. Precisamente en el Derecho i civil es donde la diferencia entre la edad pasada y la actual se ofrece ms
palmaria. Muchas cosas, sin duda, pueden resultar malas entre los particulares,
bien por defecto de inteligencia o por otra causa, pero siempre estarn en libertad
de exigir lo justo y lo bueno. Ahora bien; la cosa lleva en s su fin y su destino. Los
prncipes pueden de nuevo secundar al propio convencimiento y poner su honor en
el bien comn. Mas quin podra decir lo mismo de la poca transcurrida? Cuando
el Cdigo francs se insinuara en Alemania, y a modo de gangrena se propagaba
sin cesar su accin corruptora, nunca, o slo muy raramente y con frases vacas,
se aluda a ningn principio informador: todo tenda a un fin externo, completamente extrao a la esencia propia del Cdigo: tendencia en s misma condenable, sin
considerar adems que semejante fin era el ms pernicioso de todos. Y por eso
entonces todo esfuerzo resultaba infructuoso. Los que en aquella poca hablaron,
o estaban voluntariamente ligados a la mala causa, o bien parecan como engaados por no haberla comprendido: los ms tomaban parte slo en la ejecucin como
hombres de negocios, sin creerse en el caso de emitir un juicio: elevse, s, alguna
que otra voz, ya a exhortar, ya a condenar, ya a anunciar, ya a dirigir; pero el suceso
pasaba inadvertido. El poder de nuevo experimentar el efecto de una diversidad
de opiniones, y de nuevo hacer surgir dudas y conflictos sobre las decisiones, es
uno de los beneficios con que Dios nos ha colmado, porque slo de un contraste
semejante puede surgir una unidad viva y estable: la unidad del convencimiento, a
la cual tendemos hoy en todas las cosas morales .Mas presentaremos dos especies de contiendas: la una batalladora y fuerte; la otra reposada y suave. Acudimos
a aqulla cuando encontramos reprobables el objeto y el fin: nos mantenemos en
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la segunda cuando se trata de indagar los medios para un fin digno y laudable. La
primera encontrara aplicacin oportuna, aun no tratndose del Cdigo francs, si
cualquiera quisiera sostener que estamos a tiempo para que los Estados particulares de Alemania se aslen unos de otros, haciendo concurrir a este fin el derecho, y
debiendo cada gobierno realizar la obra de compilar un Cdigo particular para cada
Estado respectivo, con el objeto de destruir hasta en este punto cuanto exista de
comn y recuerde la unidad de la nacin. Opinin esta que dista mucho de ser un
producto espontneo de las conciencias privadas, por ms que ciertos gobiernos la
sostengan abiertamente, si bien un cierto pudor les impide manifestar que la profesan, no habiendo sido, que yo sepa, defendida en escritos relativos al Derecho civil.
Muy de otra suerte se halla la cuestin respecto de otros proyectos, que hasta ahora
se conocen sobre este asunto. Acerca de ellos es posible disentir y mantener una
controversia tranquila, que conduzca, si no al acuerdo y conformidad entre los que
discuten, a lo menos a un conocimiento ms perfecto de la materia. De las dos
opiniones de que tengo noticia acerca de la ordenacin del Derecho civil, la una
tiende a restablecer las antiguas condiciones, y la otra quiere la formacin de un
Cdigo comn para toda la Confederacin Germnica. Para esclarecer la segunda,
es menester hacer aqu algunas reflexiones, toda vez que suele ser considerada
histricamente desde un doble punto de vista. Ante todo, se la encuentra estrechamente relacionada con muchas opiniones e investigaciones semejantes, de la
ltima mitad del siglo xviii. En aquel tiempo surgiera en Europa un ciego ardor por
la organizacin: se haba perdido todo sentimiento y todo amor por cuanto haba de
caracterstico y de grande en los dems siglos, al par que por el natural desenvolvimiento de los pueblos y de las instituciones, es decir, por todo aquello que la historia
produce de ms saludable y provechoso, fijando exageradamente la atencin en la
poca actual, que se crea destinada nada menos que a la efectiva realizacin de
una perfeccin absoluta. Este movimiento se manifest en todas direcciones: es notorio cunto por l se ha perdido en religin y en poltica, no pudiendo por lo dems
desconocerse cmo por una natural reaccin, hubo de provocarse en todas partes
una nueva y ms vigorosa tendencia. Semejante movimiento no dej de obrar tambin en el Derecho civil. En su virtud se pedan nuevos Cdigos, los cuales, con sus
perfecciones, deban garantir una mecnica exactitud en la administracin de la justicia; de modo que el magistrado, dispensado de todo juicio propio, deba limitarse
a una simple aplicacin literal de la ley. Deban, adems, estos Cdigos estar completamente libres de toda histrica influencia, y por obra de una solemne y extraa
abstraccin, deban adaptarse a todos los pueblos y a todos los tiempos. Sera, en
verdad, injusto atribuir a meros e infatuados sofistas semejantes tendencias y aspiraciones slo: haba entre sus mantenedores no pocas excepciones honrosas, que
traducan fielmente el pensamiento del pueblo; no estando, por lo dems, en manos
de los gobiernos impedir todas las aplicaciones, siendo bastante si se consegua
templar y restringir tan fogosa tendencia.

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Si ahora tratamos de comparar la edad presente con la que dejamos descrita, tendremos realmente motivos para congratularnos. El gusto histrico se ha despertado
por doquiera, y ante l no encuentran apoyo aquellas arrogancias infundadas; y si
an se siente el contagio en los escritores noveles, ya no es ese el espritu dominante. No resulta menos satisfactorio en parte, el parangn, respecto de los proyectos
de Cdigos a que antes nos referamos. Apartndose de las teoras exageradas, los
autores dirgense ahora hacia un fin prctico y determinado, fundando sus razones
sobre slidos motivos. Pero en el examen de aquel perodo encontramos la ventaja
de poder consultar la experiencia, toda vez que bajo el imperio de aquellas opiniones se produjeron uno tras de otro tres Cdigos para los tres grandes Estados de
Europa. Estos, y en parte sus efectos, estn ante nuestra vista, y sera imperdonable despreciar la leccin que pueden darnos, alentndonos o detenindonos.
Por otro lado, aquellos proyectos van unidos a una opinin general sobre el origen
del derecho positivo, la cual hace mucho tiempo que dominaba ya en la gran mayora de los juristas alemanes. Segn esta opinin, todo derecho, en su estado normal, no es ms que el resultado de la ley, esto es, de los actos emanados de la potestad suprema del Estado; la ciencia del Derecho atiende nicamente a la materia
de semejantes actos; as, el contenido de la legislacin misma, al igual que el de la
ciencia del Derecho es, completamente accidental y variable, siendo perfectamente
posible que el derecho de hoy sea en un todo distinto del de ayer. Por donde un
Cdigo perfecto estmase una necesidad capital, y slo cuando falta, se cree poder
recurrir, como por triste necesidad, a la ayuda del derecho consuetudinario, que se
concepta, por lo dems, vago e insuficiente suplemento.
Semejante opinin es bastante ms antigua que la otra que dejamos indicada; ambas, sobre muchos puntos, se han combatido recprocamente; pero en no pocos
han llegado a un acuerdo. Muchas veces ha servido como trmino de concordia el
convencimiento de que hay un prctico derecho natural o racional, o como quiera
llamarse, una especie de legislacin ideal buena para todos los tiempos y para todos los casos, la cual es preciso descubrir a fin de perfeccionar definitivamente el
derecho positivo.
Si tal opinin, acerca del origen del derecho positivo, es o no fundada, es lo que va
a verse en las consideraciones que siguen.

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CAPTULO I
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Preguntaremos ante todo a la historia cmo se ha desenvuelto realmente el Derecho entre los pueblos primitivos, con el fin de procurar ver y juzgar qu es lo que hay
en ese desenvolvimiento de necesario, de til y de censurable.
En todas las naciones, cuya historia no ofrece duda, vemos al Derecho civil revestir
un carcter determinado, peculiar de aqul pueblo, del propio modo que su lengua,
sus costumbres y su constitucin poltica. Todas estas diferentes manifestaciones
no tienen en verdad, una existencia aparte, sino que son otras tantas fuerzas y actividades del pueblo, indisolublemente ligadas, y que solo aparentemente se revelan
a nuestra observacin como elementos separados. Lo que forma un solo todo es la
universal creencia del pueblo, el sentimiento uniforme de necesidades ntimas, que
excluye toda idea de un origen meramente accidental y arbitrario.
De qu modo se manifiestan semejantes actividades caractersticas, que hacen
de cada pueblo un individuo, es una cuestin que no puede ser resuelta por medio
de la historia. En ciertos tiempos, de que no estamos muy lejanos, ha dominado la
creencia de que la infancia de la sociedad se ha pasado en una condicin perfectamente animal, la cual, merced a un sucesivo desenvolvimiento, se fue cambiando
en una existencia cada vez mejor, hasta que al fin lleg a alcanzar la altura de civilizacin en que ahora se encuentra. Podamos prescindir, desde luego, de tal doctrina
y limitarnos al hecho de este primer estado en que indudablemente se ha encontrado el Derecho civil, tratando de determinar los rasgos generales de un perodo en
que el derecho vive al igual que la lengua en la conciencia popular.
Esta juventud de los pueblos es ciertamente pobre de ideas, pero tiene la ventaja
de una plena conciencia de su ser y de sus condiciones, y en ella vive sintindola profundamente, mientras en nuestra sociedad, tan artificiosamente complicada
por tantos elementos, estamos oprimidos por nuestra misma abundancia, que no
podemos gozar y aprovechar plenamente. Aquella clara y natural condicin manifistase principalmente en el Derecho civil, y as como ocurre en cada hombre que
en virtud de la propia estimacin adquieren importancia sus relaciones familiares
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y sus bienes, as por razones semejantes se hace posible que las decisiones del
derecho lleguen a ser cosa del conocimiento popular. Estas funciones intelectuales
necesitan pues de un organismo, por decirlo as, material, que procure estabilidad
a su ejercicio. La lengua lo encuentra en el constante y no interrumpido uso que de
ella se hace, el gobierno en la visible autoridad que le est confiada; pero, dnde
lo encontraremos para el Derecho civil? En nuestra poca se nos ofrece en los cnones promulgados por medio de la escritura y de la palabra. Pero semejante arte
de organizacin supone ya un grado de abstraccin, al cual no pueden elevarse las
edades primitivas. En stas encontramos, por el contrario, actos simblicos, en los
cuales, los principios del Derecho toman vigor y fuerza, cuando no resultan absorbidos y dominados.
La sensible evidencia de estos actos es manifiestamente la que mantiene el derecho bajo una forma determinada, y su gravedad y solemnidades estn en relacin
con la importancia en que se tienen en aquel perodo los principios jurdicos que se
consideran como caractersticos.
En el uso dominante de estos actos formales concuerdan, por ejemplo, las razas
germnicas con las antiguas italianas, sino que en las ltimas esas formas aparecen ms determinadas y ms regulares, lo que puede muy bien depender de su
diversa constitucin. Semejantes actos simblicos pueden considerarse como la
verdadera gramtica del derecho en el perodo a que nos referimos, siendo cosa
digna de ser notada, que la tarea principal de los antiguos jurisconsultos romanos,
consista precisamente en mantener y aplicar exactamente estos actos. En estos ltimos tiempos con frecuencia los hemos despreciado, como patrimonio de la barbarie y como supersticin indigna de nuestra civilizacin, habindonos estimado como
superiores porque no los necesitbamos; sin embargo, no se ha tenido en cuenta
siempre, que tambin nosotros nos hallamos rodeados por todas partes de formas
jurdicas, a las cuales, por lo dems, falta la mejor ventaja que las primeras tenan,
esto es, la evidencia o sea la fe popular, ya que slo se ve en ellas una especie de
traba arbitraria, algo as como un obstculo intil.
En esta manera parcial de considerar los tiempos primitivos, nos parecemos en
verdad a aquellos viajeros que, visitando la Francia, se admiraban al or que en esta
tierra los nios saban hablar desde muy temprana edad y fcilmente el francs.
Esa natural dependencia del derecho de la costumbre y del carcter del pueblo, se
conserva tambin con el progreso del tiempo, no de otro modo que en el lenguaje.
Al igual que para ste, para el derecho no hay un solo instante de reposo. El mismo
movimiento, el mismo desenvolvimiento se verifica en que l que en cualquiera
otra tendencia del pueblo, y semejante desenvolvimiento est bajo la misma ley
de intrnseca necesidad, como cualquiera otra primitiva manifestacin. El derecho
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progresa con el pueblo, se perfecciona con l, y por ltimo perece cuando el pueblo ha perdido su carcter. Pero este interior progreso, existente tambin en los
tiempos de mayor cultura, es en ellos muy difcil de estudiar. A la verdad, segn
hemos declarado antes, el derecho vive en el comn conocimiento del pueblo; y
a considerarlo por ejemplo, en el Derecho romano, es esto cierto respecto de sus
rasgos fundamentales, as en lo tocante a la ndole general del matrimonio, de la
propiedad, etc., etc.; pero luego se ve que no se puede decir lo mismo en cuanto a
la infinita suma de detalles que v. gr. nos presentan las Pandectas. Esta dificultad
nos lleva a una nueva manera de ver el desenvolvimiento del derecho. De hecho se
puede observar cmo en una civilizacin creciente, las varias actividades del pueblo
se van constantemente separando, y cmo cuanto en un principio era un mismo
conjunto, se divide en mltiples ramas distintas: ahora bien; una de esas ramas toca
a los juristas. En esta condicin, el derecho se perfecciona del lado del lenguaje y
toma un aire cientfico, y lo que antes viva en la conciencia popular, convirtese en
adelante en materia de la competencia de los juristas, que en tal concepto vienen a
representar al pueblo. La existencia del derecho, a partir de aqu, se hace cada vez
ms artificiosa y ms complicada, porque, sin dejar de vivir de la vida del pueblo, se
produce al par otra vida, como obra especial de la ciencia, en manos de los juristas.
El influjo simultneo de este doble principio de vitalidad, explica todas las manifestaciones ulteriores, comprendindose tambin cmo aquella gran masa de detalles
particulares, puede nacer espontneamente de las costumbres, sin arbitrio ni designio preconcebido. En gracia a la brevedad, designaremos con la expresin elemento poltico del derecho, la dependencia en que est respecto de la vida social del
pueblo, designando adems su vida separada y cientfica como elemento tcnico.
Segn lo expuesto, el derecho ser en el mismo pueblo en pocas distintas, derecho natural (en un sentido diferente del derecho natural de que comnmente se
habla) o bien derecho cientfico, segn que predomine uno u otro elemento, ya que
una separacin absoluta entre ambos es seguramente imposible. En los Estados republicanos podr el principio poltico conservar ms tenazmente un influjo inmediato, que en los Estados monrquicos; en la repblica romana, como en ninguna otra
parte, un gran conjunto de circunstancias contribuyeron a mantener vivo semejante
influjo, aun en los momentos de incremento de la civilizacin. Pero en todo tiempo, y
bajo cualquier forma de gobierno, este elemento muestra su accin en distintas aplicaciones, all donde en una esfera menos amplia, una necesidad misma, frecuentemente renovada, hace posible un conocimiento general del pueblo. As, en la mayor
parte de las ciudades se formar y mantendr un derecho particular acerca de las
transacciones con los criados y los alquileres de las casas, independientemente por
igual de las leyes promulgadas y de la jurisprudencia cientfica; y stos, despus de
todo, son los nicos progresos del universal derecho primitivo. Antes de los grandes
trastornos que hemos sufrido en casi todas las instituciones, eran estas en los pequeos Estados alemanes bastante ms numerosas que al presente lo son, porque

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Actualidad CIVIL

ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO

algunas partes de las antiguas instituciones germnicas, se haban salvado a travs


del torrente de las revoluciones.
La sntesis de esta opinin es que todo derecho tiene su origen en aquellos usos
y costumbres, a las cuales por asentimiento universal se suele dar, aunque no con
gran exactitud, el nombre de Derecho consuetudinario; esto es, que el derecho
se crea primero por las costumbres y las creencias populares, y luego por la jurisprudencia; siempre, por tanto, en virtud de una fuerza interior, y tcitamente activa,
jams en virtud del arbitrio de ningn legislador. Luego examinaremos si esta condicin del derecho, que hasta ahora hemos designado slo como un hecho histrico,
es un beneficio o un dao, y si se debiera desear a perpetuidad, pero aunque sea
del mero lado histrico, exige una ms peculiar determinacin. Hemos empezado
por la hiptesis de un desenvolvimiento originario, puro y no interrumpido; ms adelante el ejemplo de Alemania mostrar la accin de un primer contacto con el derecho extranjero, y har ver cmo indudablemente el influjo parcial de la legislacin
sobre el Derecho civil puede resultar, ya benfico, ya nocivo. Para terminar, diremos
que existen grandes diferencias en los lmites de la autoridad y de la aplicacin
del derecho. As como, en efecto, un mismo pueblo se diversifica en ramas, y los
Estados se unifican o se desmiembran, as tambin el mismo derecho debe ser ya
comn a varios Estados independientes, ya vario y distinto en un mismo Estado,
guardando ciertos rasgos uniformes fundamentales, y revistiendo una diversidad
grande en los detalles particulares.
Dbase a Hugo, entre los juristas alemanes, el alto honor de haber combatido, en
la mayora de sus obras, esta opinin dominante, en lo que tiene de fundamental.
Moeser es el otro a quien se ha aplaudido por haber tratado de aclarar la historia en
relacin con el Derecho civil: que su ejemplo no haba de ser seguido durante largo
tiempo por los juristas, era de esperar, porque, en realidad, no perteneci a su clase,
y adems no form escuela ni escribi precisamente libros elementales.

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CAPTULO II
LEYES Y CDIGOS
No es raro que ciertas leyes lleguen a modificar el derecho: y esto por varias razones.
En primer trmino, puede la modificacin del derecho vigente ser una aspiracin
del legislador, cuando altos fines polticos as lo requieren. De hecho, cuando entre
nosotros las gentes no conocedoras del derecho, hablan de la necesidad de una
nueva legislacin, de ordinario lo entienden de ese modo; una prueba palmaria la
tenemos en la determinacin de los derechos de propiedad. Ejemplos de esta naturaleza nos los da tambin la historia del Derecho romano: pocos durante la repblica: bajo Augusto dos tan slo, aunque de gran peso, las leyes Julia y Papia Popea;
muchas ms bajo los emperadores cristianos. Que semejantes leyes son una intil
corrupcin del derecho, y que se deben hacer muy parcamente, es cosa clara para
quien no ignore la historia. A la parte tcnica del derecho, atindese en ellas slo por
la forma, y en relacin con el derecho anterior, relacin esta que hace tal parte de la
legislacin, ms difcil de lo que suele creerse.
Una segunda influencia, mucho menos conocida an, ejerce la legislacin sobre
el Derecho civil. Pueden en verdad existir principios dudosos, que, por su naturaleza mudable, no tengan lmites precisos, como, por ejemplo, las prescripciones,
respecto de las cuales, sin embargo, la administracin de justicia pide lmites perfectamente definidos. Ahora bien; en ese caso puede intervenir una legislacin de
tal naturaleza, que purgue adecuadamente la costumbre, desvanezca tales dudas
e indeterminaciones, y ponga en plena evidencia el derecho real, que es la verdadera voluntad del pueblo, mantenindole puro. Roma tena a este propsito una
excelente institucin en el derecho positivo, la cual an podra, con ciertas reservas,
encontrar su lugar propio en los Estados monrquicos.
Pero estas especies de influencias parciales no se consideran para nada, cuando
se trata, como ocurre entre nosotros, de la necesidad de un Cdigo general: atindese ms bien a otros puntos. El Estado debe discutir y formular todo el conjunto
de su derecho, de manera que resulte un libro, que vendr a ser la fuente nica,
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ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO

sustituyendo todas aquellas que anteriormente hubieran podido tener alguna autoridad. Ahora bien, en primer trmino, se podra preguntar de dnde deber derivarse
el contenido de semejante Cdigo. Segn una opinin, a que antes nos hemos
referido, se ha sostenido por muchos que la fuente debe ser el derecho racional,
sin que se haga caso alguno del existente. Sin embargo, aquellos a quienes estaba
confiada la ejecucin, y aquellos que de otro modo tenan un conocimiento prctico
del derecho, rechazaron una decisin tan atrevida y ampulosa, y convinieron en que
se deba formular el derecho vigente, aportando aquellas mejoras y modificaciones
que por motivos polticos se conceptuasen necesarias. Que tal ha sido propiamente
el criterio que ha presidido a la formacin de los Cdigos modernos, es cosa que
ms adelante se pondr de manifiesto. Como consecuencia de todo ello, el Cdigo comprendera dos elementos: primero, el derecho ya existente; segundo, leyes
nuevas. En lo relativo a estas ltimas, es sin duda accidental que se promulguen
con ocasin del Cdigo o en otra poca; podran, en verdad, no ser necesarias al
formarse el Cdigo. As, en Alemania principalmente, su promulgacin resultara
con frecuencia una superfetacin, porque lo que sera nuevo para un pas se encontrara antiguo en otro, en el cual no se tratara ya de la introduccin de un derecho nuevo, sino de una amplificacin de aplicaciones del derecho ya vigente entre
razas afines. Para que nuestra investigacin resulte ordenada, prescindiremos de
las nuevas leyes y consideraremos tan slo el esencial y principal contenido del
Cdigo. Debemos, pues, considerar el Cdigo como el conjunto de todo el Derecho existente, con la sancin exclusiva del gobierno. El supuesto de esta sancin,
como necesaria en una empresa semejante, es cosa natural en una poca como
la nuestra, en la cual, a causa de la gran actividad de los escritores, de la variedad
de libros y del inseguro crdito de los mismos, es imposible que un libro ejerza un
influjo preeminente y duradero sin la fuerza del gobierno., Si alguna vez no se tuvieran en cuenta estas condiciones, es que cabe muy bien que tal trabajo sea obra
de los meros cultivadores del derecho, sin injerencia ni sancin gubernativa. Tal fue,
en verdad, el caso frecuente bajo el antiguo Derecho germnico, y tropezaramos
de seguro con grandes dificultades para hacer comprender a nuestros padres la
diferencia entre un libro de derecho, obra privada, y un Cdigo, diferencia que hoy
nos parece tan natural y esencial.
Ms preciso es que aqu nos atengamos a las opiniones actualmente dominantes.
Realmente, es cosa clara, que la diferencia estar, propiamente en la ocasin y en
la sancin, las cuales provienen del Estado, y no en la ndole de la obra, la cual es
en todo caso perfectamente tcnica, y como tal propia de los juristas: en suspenso ya despus de mucho tiempo la accin del elemento poltico del derecho en el
Cdigo que suponemos, se hace necesario escribirlo y adicionarlo, cosa que sin
duda a los juristas toca. El deseo de un Cdigo semejante y los efectos que de l se
esperan son de dos especies.

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El derecho, por su ntima condicin, debe ante todo alcanzar el ms alto grado de
certeza, y a sta debe acompaar una uniforme aplicacin. Es preciso, pues, segn esto, rectificar y definir los lmites exteriores de esta aplicacin, toda vez que
en lugar de un derecho distinto para los diferentes lugares, se ha de procurar un
derecho general nacional. Nos fijaremos aqu slo en la primera de esas ventajas,
pues de la segunda ser mejor que hablemos ms adelante, al tratar especialmente
de Alemania.
Que aquellas intrnsecas ventajas dependen de la perfecta ejecucin, es cosa evidente, resultando claro que por este lado lo mismo se puede perder que ganar. A
este propsito, importa mucho notar lo que adverta con gran razn y sabidura Bacon10. Segn ste, una obra como es la de un Cdigo, no se debe emprender sino
bajo la accin de una necesidad extrema, siendo preciso tener siempre en cuenta
las fuentes del derecho que estuvieren vigentes. Estimaba que todo debe aprovecharse mediante aceptacin verbal, conservada con esmero e incesantemente
consultada. Pero una obra semejante no se deber emprender ms que en aquellos
tiempos en los cuales en punto a instituciones y a saber jurdico se est sobre los
precedentes, pues sera triste que por la ignorancia de los tiempos posteriores se
mutilase la obra de la antigedad11. Lo que de esto puede inferirse fcilmente se ye:
toda aquella parte del derecho vigente que no debe ser cambiada, sino conservada,
se debe fundamentalmente reconocer y fielmente declarar, cosas estas que corresponden la una a la materia y la otra a la forma.
En lo que concierne a la materia, el problema ms importante y ms difcil es el de la
perfeccin del Cdigo, desde el punto de vista, de lo que comprende, de su amplitud
necesaria. Destinado el Cdigo a ser fuente nica de derecho, es menester se dice,
que contenga efectivamente la solucin de cualquier caso que pueda presentarse.
Frecuentemente se ha credo como cosa posible y buena, conocer por experiencia
todos los casos particulares para resolverlos en el lugar correspondiente del Cdigo. Pero quien haya parado mientes en la variedad de los casos de derecho, claro
ha de ver cmo semejante empresa debe ser perfectamente infructuosa, siendo
difcil prefijar qu lmites se habrn de encontrar en el porvenir para recoger los
casos ms importantes. Verdad es que en los cdigos modernos se ha eludido absolutamente tal propsito, aunque sin suplir de otro modo la deficiencia natural. Y
eso que hay otro medio de llenar esa aspiracin del Cdigo, al modo cmo puede
verse con este ejemplo ele geometra. En todo tringulo hay siempre ciertos datos,
de cuya existencia y relacin se infieren inmediata y necesariamente todos los dems; as el tringulo se tiene en cuanto son conocidos dos lados y el ngulo. Pues
bien de anloga manera, cada parte del derecho tiene tales o cuales puntos, de los
10
11

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Bacon: De fontibus juris, afor. 59-64. (De augmentis scient. L. 8. C. 3.)


L. c. aj. 64. Optandum esset ut hujusmodi legum instauratio illis temporibus suscipiatur, quae antiquioribus,
quorum acta et opera tractant, literis et rerum cognitione praesliterint... Infelix namque res est, cum ex judicio et delectu aetatis minus prudentis et eruditae antiquorum opera mutilantur et recomponuntur.
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que se derivan los dems, y los cuales se pueden denominar teoremas fundamentales. Sealar stos, y a partir de ellos descubrir la ntima relacin y la afinidad que
tienen con todos los principios y teoremas jurdicos; he ah lo ms difcil en nuestra
ciencia, y esto es lo que da a la obra de los juristas un carcter cientfico. Ahora
bien; si el Cdigo se forma en una poca en que este arte est poco avanzado, no
se podrn evitar los imprescindibles escollos. La administracin de la justicia estar
aparentemente gobernada por el Cdigo, pero de hecho lo estar por algo extrao
al mismo, que ser, en definitiva, la verdadera fuente dominante del derecho. Semejante apariencia falaz, es sin duda grandemente perniciosa, porque el Cdigo,
por su novedad, por la afinidad del mismo con las ideas del tiempo, y por su exterior
importancia, atraer hacia s toda la atencin, distrayndola de la verdadera fuente
del derecho, de modo que sta, relegada en la sombra, se ver privada necesariamente de aquella fuerza que slo la nacin puede darle, y sin la cual es imposible
que alcance un estado vigoroso y fuerte, de verdadero imperio. El carcter real y no
quimrico del peligro que sealamos, se ver an ms claro luego, cuando discurramos acerca de los nuevos cdigos. All haremos ver cun mal se conocen, no slo la
sustancia, sino tambin la idea general y la ndole de aquella fuente dominante del
derecho a que ms arriba nos referamos, y que suele denominarse con tan raros
nombres; como Derecho natural, jurisprudencia, o analoga de derecho.
Si con ese imperfecto conocimiento de los principios fundamentales se logra en el
Cdigo abarcar cuanto hemos dicho, ocurrir con frecuencia, sin que sus autores se
den cuenta, una lucha y una contraposicin recproca entre las decisiones particulares, lo cual se manifestar poco a poco en las aplicaciones aun sin caer en defecto
la administracin de justicia. Semejante consecuencia es sin duda inevitable por el
momento , cuando un siglo a quien falta la conciencia de su vocacin, ha fijado los
principios del derecho con la autoridad de la legislacin; pero su influjo se har sentir ms pernicioso aun en el porvenir. Realmente, en el supuesto de ciertas condiciones favorables para el desenvolvimiento del derecho, ser una ventaja suprema,
un contacto ms extenso con la poca sabia de la antigedad; pero encontrndose
por medio el Cdigo, este le impedir o a lo menos lo har dificilsimo. Hay adems
en la exclusiva aplicacin de un derecho positivo dado, el peligro de tropezar con
el obstculo de la letra, por lo que todos los medios de innovacin deben ser constantemente muy escogidos: en rigor, un cdigo incompleto debera mantener sobre
todo este dominio de un derecho no sancionado.
Adems de lo referente a la materia del Cdigo, se debe tambin examinar su forma, pues puede muy bien ocurrir que los autores del Cdigo hayan sentido perfectamente el derecho que formulaban, y sin embargo, la obra se frustre por falta
de habilidad en la exposicin. El cmo deba hacerse la exposicin, es ms fcil
inducirlo de las aplicaciones que lograron su fin o de las que no lo consiguieron, que
determinarlo mediante regias generales. Ordinariamente se exige que el lenguaje
de las leyes se distinga por un particular laconismo: y, sin duda, puede ser grande el
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influjo de la concisin; de ello son una prueba los Plebiscitos y los Edictos romanos.
Pero hay tambin una estril concisin que nada dice, en la cual incurre quienquiera
que no sabe usar el lenguaje como instrumento, y que por ello no puede usarle con
toda eficacia: de esto tenemos numerossimos ejemplos en las leyes y documentos
de la Edad Media. De otro lado, la prolijidad, en las compilaciones destinadas a valer como fuentes de derecho, puede resultar condenable e inaceptable: vase esto
claro en muchas Constituciones de Justiniano y en la mayor parte de las Novelas
del Cdigo Teodosiano; verdad es que tambin puede resultar una prolijidad habilidosa cuya eficacia es preciso reconocer, y de la cual encontramos ejemplos en no
pocos pasajes de las Pandectas.
Si ahora resumimos todo cuanto llevamos dicho sobre las condiciones de un buen
Cdigo, vase bien claro que son pocas las pocas oportunas para formarlo.
En los primeros tiempos de los pueblos se encuentra, verdaderamente, la ms espontnea intuicin del derecho; mas para que sean aptos para la codificacin, les
falta el lenguaje y el arte lgico; la mejor parte no saben expresarla, de modo que la
mayora de las veces no dan a sus compilaciones verdadero sello de individualidad,
aun siendo su derecho altamente personal. Ejemplo de esto lo tenemos en las leyes
de los tiempos medios: y si conservsemos completas las leyes de las xii Tablas,
seguramente veramos, aunque en menor grado, algo anlogo. En los tiempos de
decadencia, por el contrario, hay impotencia casi por todas partes, ya se mire a la
materia, ya se mire a la forma.
Queda en verdad una poca media, en la cual varios de los elementos sociales y
el derecho sobre todo, por necesidad natural, intrnseca, alcanzan su organizacin.
Semejante poca, sin embargo, no siente, por s misma, la necesidad de un Cdigo:
podra compilarlo para una edad posterior y ms necesitada, a guisa de provisin de
invierno; pero es este un cuidado que los vivos en un siglo rara vez se imponen en
pro de sus hijos, o sus nietos.

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CAPITULO III
EL DERECHO ROMANO
Las ojeadas generales acerca del origen del derecho y de los Cdigos, recibirn an
una mayor luz y alcanzarn una ms grande exactitud en la aplicacin al Derecho
romano y al Derecho germnico. Los partidarios del Derecho romano no es raro que
sostengan que el gran valor del mismo radica en que en l se encuentran en una
pureza evidente los eternos cnones de derecho, hasta el punto de que se le debe
mirar como un derecho natural sancionado. Sin embargo, si quisiramos examinar
de cerca el valor de un aserto semejante, veramos rechazada por ellos mismos la
mayor parte de ese derecho, como mezquina y pobre, limitndose aquella admiracin en definitiva a la teora del contrato. Por supuesto separando de sta las estipulaciones y otras sutilezas, y dejando slo aquello que es, en verdad, de una justicia
extrema, y que con razn se considera como la expresin de los sentimientos que
Dios mismo ha puesto en el corazn de los hombres12. Pero, realmente, son tales
principios de una naturaleza tan general, que la razn los descubrira por s misma
en su mayor parte y sin necesidad de forma jurdica alguna, de modo que no habra
para qu invocar, en favor de una tan fcil adquisicin, la ayuda o apoyo de leyes y
juristas de hace dos mil aos.
Por nuestra parte, trataremos de poner de manifiesto con mayor exactitud lo que
hay de ms caracterstico en el Derecho romano, y que su excelencia debe ser muy
distinta de la indicada, segn puede inferirse del hecho de tratarse del nico derecho
de un pueblo grande, de larga vida, el cual tuvo un desenvolvimiento perfectamente
nacional y no interrumpido, y que, por otra parte, fue administrado con celo verdaderamente religioso en todos los perodos de su historia. Si consideramos principalmente
los libros Justinianos y la forma bajo la cual el Derecho romano ha llegado a los modernos Estados de Europa, no puede menos de vislumbrarse en aquellos libros una
era de decadencia. El ncleo, por decirlo as, de los mismos es una compilacin de
documentos de una poca clsica perdida e inaccesible, y de la cual el mismo Justiniano ignoraba el secreto; nos referimos al siglo de Papiniano y de Ulpiano. En este
siglo debe detenerse nuestra mirada, para procurar revelar una imagen de la ndole
12

Motifs de la loi du 3 sept. 1807 para el Cdigo Napolen de Bigot-Prameneu.

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y del espritu de aquellos jurisconsultos. Ya hemos mostrado antes, cmo en nuestra


ciencia toda verdad emana de un cierto nmero de principios fundamentales: ahora
bien; stos son los que verdaderamente constituyen la grandeza de los jurisconsultos
romanos. La idea y los teoremas del derecho no aparecen en ellos como creacin arbitraria, antes bien, son verdaderos seres reales, cuya existencia y genealoga se las
ha manifestado en virtud de un hbito familiar muy prolongado. As naci en ellos una
seguridad en todo su procedimiento, que se parece a la de las matemticas; puede
decirse, sin temor de exagerar, que calculan con sus ideas. Y cuenta que semejante
mtodo no es distintivo especial de uno en particular o de algunos escritores, sino
que es propiedad casi comn a todos, aunque manifestada en cada cual con grado
distinto de energa en su aplicacin. Si poseysemos por completo sus escritos, encontraramos en ellos menos individualidad que en cualquier otra rama de la literatura
latina. Conspiran todos con ms o menos fuerza a una misma grande obra, y por tal
razn, la idea que preside en la formacin d las Pandectas no debe ser rechazada
por entero. La demostracin de cmo esta conformidad de carcter cientfico en los
jurisconsultos romanos se funda en slidas bases, la tenemos en la escasa importancia que dan al lado exterior; as, por ejemplo, sus definiciones resultan tambin en
gran parte imperfectsimas, y sin embargo, la precisin ntima y la certeza de la idea
no desaparecen nunca. Hay otro elemento de mucho mayor relieve y mucho menos
arbitrario, que tienen gran cuidado de conservar , a saber, un excelente lenguaje tcnico, el cual se relaciona con su ciencia particular para saber formar con aquellas
diversas manifestaciones casi un solo todo. Verdad es, que a todas estas ventajas
podra aadirse un gran exclusivismo.
Y realmente, si es cierto, como lo es, que el derecho no tiene una existencia por s,
sino que ms bien se da en la vida del hombre, considerada en un cierto aspecto,
siempre que la ciencia del Derecho se separe de este su propio objeto, tendr que
encaminarse por un sendero completamente arbitrario, sin ser guiado por una clara
intuicin de los principios, alcanzando un alto grado de formal construccin, pero sin
base verdadera en la realidad. Ahora bien; en este punto se distingue principalmente
el mtodo de los jurisconsultos romanos. Cuando tienen que considerar un caso de
derecho, parten de la viva intuicin de ste, y ante nosotros se desarrolla poco a poco
y plenamente, como si tal caso debiera ser el punto inicial de toda la ciencia que del
mismo deba deducirse. De este modo, no hay para ellos una distincin clara entre la
teora y la prctica: la teora se lleva hasta la ms inmediata aplicacin y la prctica
vase siempre elevada a la altura del proceso cientfico. En cada teorema fundamental vase a un mismo tiempo un caso de aplicacin, al modo cmo en todo caso
prctico se descubre la regla que lo informa, revelando adems una gran maestra en
la facilidad con que pasan de lo general a lo particular y viceversa. Realmente, en este
mtodo especial, para encontrar y exponer el derecho, radica su particular mrito,
siendo de notar que en ellos el arte se ha perfeccionado con el conocimiento y la exposicin cientfica, sin perder por ello la evidencia y la vida que son caractersticas de
los tiempos primitivos. Esta maravillosa organizacin de la ciencia del Derecho entre
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los romanos, a principios del siglo ni de la Era cristiana, es cosa de tanto inters, que
es necesario estudiar su historia. Y a la verdad, sera errneo reputarla simplemente
como creacin de una poca muy propicia a dicho elemento, sin que en ello tuvieran
parte alguna las edades precedentes. Sabido es que, no slo los jurisconsultos de
aquel siglo recibieron en gran medida la materia de su ciencia, de los tiempos de la
repblica libre, sino que adems todos los mtodos plausibles tienen sus races en
aquel perodo primitivo de la libertad romana. De hecho, lo que hace grande a Roma
es su espritu poltico, lleno de actividad y de vida en virtud del cual aquel pueblo resultaba tan hbil para renovar de modo incesante las formas de su constitucin, de
modo que lo nuevo no fuese ms que una continua explicacin de lo antiguo, logrando
al fin una justa proporcionalidad entre el elemento estable y el elemento progresivo.
Este espritu obraba a la vez sobre el gobierno y sobre el Derecho civil, si bien ces
de obrar sobre el primero an antes de que cayese la Repblica, mientras que sobre
el otro su influjo se ejerci durante varios siglos todava, por no haberse manifestado
en el derecho las mismas causas de corrupcin que obraron sobre el gobierno. En el
Derecho civil, pues, se revela con ms persistencia la ndole general de los romanos
que se atenan a las costumbres, sin que por lo dems fuesen de ellas siervos, en
cuanto la opinin se manifestaba contraria y no resultasen en consonancia con las
nuevas necesidades del pueblo. De ah que la historia del Derecho romano hasta la
poca clsica ofrezca en todos los sentidos un desenvolvimiento progresivo y plenamente orgnico. Si surge una nueva forma de derecho, es siempre en estricta conexin con otra antecedente y tiende a la determinacin y al perfeccionamiento de la
misma. De tal naturaleza es la idea de la ficcin (fictio juris), de suma importancia en
el desenvolvimiento del Derecho romano, aun cuando los modernos, por desconocer
su propia ndole, la hayan mirado frecuentemente con cierto desvo. Basta recordar
la bonorum possessio respecto de la haereditas, la publiciana actio respecto de la rei
vindicatio, las actiones utiles respecto de las directae. De mantener vivo siempre en
el pensamiento jurdico el precedente, sin desviacin ni interrupcin, marchando de lo
simple a lo ms desenvuelto, proviene el que los jurisconsultos romanos de tiempos
posteriores hayan encontrado tan fcil ejercer sobre las materias de su ciencia aquel
patronato que tanto hemos admirado y admiramos. Ahora bien; si antes advertamos
que la ciencia del Derecho en Roma era en su siglo clsico propiedad comn de los
juristas, en este momento debemos ya reconocer una comunidad semejante en todos
los tiempos de la historia romana, siendo forzoso afirmar el genio jurdico de aquel
derecho que se sobrepone a cualquier otro, no slo respecto una poca dada, sino a
las naciones en general. Y si luego consideramos el lado de la perfeccin literaria, por
la cual, slo al Derecho romano puede serle garantida una influencia perenne sobre
los dems pueblos y sobre los dems tiempos, entonces la edad de Papiniano y de
Pablo aparecer en un lugar preeminente.
De lo expuesto resulta bien de manifiesto que el Derecho romano, como derecho
consuetudinario, se ha organizado casi enteramente por virtud de intrnseca fuerza, y un exacto estudio de su historia hace ver cun pasajera ha sido siempre la
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influencia de las leyes particulares, y cun firme se ha mantenido el derecho en


condiciones de propia vitalidad. La historia del Derecho romano, es, por otro lado,
muy instructiva para cuanto ms arriba queda dicho sobre la necesidad de la codificacin. Ensea por de pronto, que estando el derecho en progreso vivo no se siente
necesidad alguna de codificacin, y eso aun cuando haya habido condiciones favorabilsimas para llevarla a cabo. Y a la verdad, en el siglo clsico de la jurisprudencia
era facilsimo compilar un cdigo excelente. Los tres clebres jurisconsultos Papiniano, Ulpiano y Pablo, eran tambin praefecti praetoris, por donde, adems del
amor que ciertamente tenan por el derecho no les hubiera faltado la autoridad para
dar vida a un Cdigo, si lo hubieran conceptuado cosa buena o necesaria: ahora
bien; no encontramos huella alguna de una empresa semejante. Sin duda, en otra
poca, cuando Csar, en el apogeo consciente de su fuerza, y ante la tristeza de
los tiempos, quiso dar a su nica voluntad un imperio exclusivo en Roma, tenemos
por seguro, que debi cruzar por su mente la idea de una codificacin13; as como
en el siglo vi cuando se extingua toda vida informadora del derecho, se buscaron
por todas partes los adelantos de tiempos mejores para suplir las exigencias del
presente. Por eso aparecieron en breve tiempo diferentes cdigos: el Edicto de Teodorico (en el 500), el Breviario de los visigodos (506), el Cdigo de los Borgoones
llamado Papiano (poco despus del ao 500), y, por ltimo, los libros de Justiniano.
Y ciertamente sin estos cdigos, es difcil que se hubieran conservado los libros del
Derecho romano, y difcilmente hubiera sido acogido ste por la Europa moderna,
si entre aquellos cdigos no hubieran estado los de Justiniano, que es en los que
se puede verdaderamente reconocer el espritu de aquel Derecho. Mas es cosa
bien clara que esta marcha hacia la codificacin ha sido ocasionada tan slo por la
incontrastable decadencia del derecho.
Las opiniones acerca del valor substancial del Derecho romano, pueden ser todo lo
varias que se quiera, pero es indudable que las personas competentes en esta materia estn unnimes en lo relativo a los mtodos jurdicos. Pero tngase en cuenta
que la competencia de que se trata slo puede encontrarse en quienes son capaces
de leer libremente, y con alcance literario, las fuentes del Derecho romano. Quienes
lo conocen slo por compendios o lecciones, aun cuando puedan haber consultado
algn texto, no por ello son competentes; debiendo sorprendernos verles adoptar
tal o cual opinin, como por ejemplo, la siguiente de cierto eximio orador francs.
Sostiene este que el Derecho romano naci en la poca de los antiguos juristas de
un inmenso conjunto de decisiones y reglas particulares, para cuya ordenacin no
bastara la vida de un hombre; pero que despus, bajo Justiniano, la legislacin
romana sali del caos, pudiendo considerarse la obra de aquel emperador, como la
menos imperfecta hasta el Cdigo de Napolen, que es la obra perfecta bajo todos
los aspectos14.
13
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Suetonio, Cesar, c. 44: Jus civile ad certum modum redigere, atque ex immensa difussaque legum copia
ptima quaeque et necessaria in paucissimus conferre libros.
Motivos de la ley de 3 de setiembre de 1807, de Bigot-Prameneu
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CAPITULO IV
EL DERECHO CIVIL EN ALEMANIA
Hasta tiempos muy cercanos a nosotros ha estado vigente en toda Alemania un
derecho civil uniforme, llamado derecho comn, modificado ms o menos por el
derecho municipal, pero establecido espontneamente en todas partes, sin el concurso de fuerza alguna exterior. Las fuentes principales de este derecho comn
eran los libros Justinianos, en los cuales el mero hecho de ser aplicados a Alemania
haba producido ya significativas modificaciones. Sobre esto se ha ejercitado casi
siempre la actividad cientfica de la mayor parte de los juristas alemanes. Pero hace
ya bastante tiempo que se comenz a levantar la voz contra semejante elemento
extico de nuestro derecho. El derecho romano, se ha dicho, se opone y destruye
nuestra nacionalidad, y el estudio exclusivo que de l se hace por nuestros juristas,
impide que el derecho indgena alcance una perfeccin cientfica y original. En tales querellas advierten desde luego algo de inconsistente, en cuanto se concepta
como accidental y arbitrario aquello que sin una ntima necesidad no podra ser o lo
menos no podra ser permanente; ya que, por otra parte, en el camino asignado por
la naturaleza a los pueblos modernos para alcanzar su desenvolvimiento nacional,
no puede ste ser completamente autnomo como el de los antiguos. Del propio
modo que entre aqullos la religin no es un producto espontneo de sus peculiares
condiciones, ni la literatura vive vida completamente aparte de todo influjo extranjero, no debe extraar que un derecho extranjero sea su derecho civil comn. Ahora
bien este gnero de influjo extrao por lo que toca a toda la civilizacin y la literatura
alemana, fue en gran parte romano, como romana fue la influencia sobre nuestro
Derecho civil.
Pero la opinin que aqu examinamos es adems errnea en sus fundamentos.
Sabido es que, sin la intervencin del derecho romano, hubiera sido imposible un
perfeccionamiento no interrumpido del derecho alemn, dada la falta de todas las
condiciones que en Roma favorecieron el desenvolvimiento de aquel elemento. Y
entre stas, debe recordarse, en primer trmino, la estabilidad en el lugar, merced
a la cual, Roma, en sus primeros momentos, es el Estado mismo, y hacia la poca
de la cada del imperio de Occidente contina siendo siempre el centro del Estado,
mientras que las razas germnicas emigraban, dominando y siendo dominadas, de
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modo que el derecho, esparcido y disperso de esa manera, nunca pudo encontrar
un punto fijo de central desarrollo. Adems, las razas germnicas han sufrido muy
al principio revoluciones violentas, que en el mundo romano no se advierten. Por
otra parte, los cambios en la constitucin poltica bajo Augusto y Constantino no
ejercieron verdadero influjo inmediato sobre el Derecho civil; dejaron en rigor intactas hasta las ideas fundamentales sobre el Derecho pblico: baste recordar como
ejemplo la idea de la ciudad. Por el contrario, en Alemania, cuando el feudalismo
fue organizado por completo, nada qued en pi de la antigua nacin; todo, hasta
las formas y los nombres, fue radicalmente cambiado, habindose verificado ya al
trastorno, cuando el Derecho romano lleg a ser acogido.
En el captulo anterior hemos puesto de manifiesto la importancia del derecho romano, como modelo en los mtodos jurdicos: ahora bien; su importancia es, histricamente hablando, mayor an para Alemania, gracias a la relacin que hay entre l y
el derecho comn. Sera, seguramente, un gran error querer restringirlo nicamente
a aquellos problemas que se encuentran resueltos de un modo inmediato por aquel
derecho; pues, aparte de todo, el mismo derecho municipal, no es fcil de entender
sino atendiendo a su relacin originaria con el romano, y aun en los casos, en que
de propsito se ha abandonado la inspiracin del derecho romano, este viene a ser
la base y sostn del derecho nuevo de modo que un problema que se resuelva con
este ltimo, no puede entenderse plenamente sin el primero.
Ahora bien, esta importancia histrica, comunicada por el derecho mismo de Alemania al Derecho romano, que por doquier est conservado en el municipal, hace que
ste resulte por completo incomprensible, si no se acude a las fuentes comunes.
Acerca de esta no poco confusa condicin de las fuentes del derecho en Alemania, merced a la combinacin del ya demasiado complicado derecho comn con el
derecho municipal, se han levantado los ms vivos clamores. Los que se dirigen al
estudio encontrarn su lugar propio ms adelante. Algunos, sin embargo, dirgense
a la administracin de justicia. En primer lugar, afirmase que aquella combinacin
es la causa de la excesiva lentitud y duracin del procedimiento, que se observa en
muchos procesos alemanes; mal este que de seguro nadie negar ni conceptuar
como de poca monta; pero se hara un honor excesivo a los jueces de estos pases, si se creyese que su gasto, de tiempo, proviene de detenerse demasiado en
las dificultades y embrollos de teora porque la teora se aclara acudiendo al primer
compendio o manual que cae en sus manos, sin detenerse en su consideracin
ms de lo que pudiera exigir el mejor Cdigo. El mal de que hablamos nace principalmente de las defectuosas formas del procedimiento vigente en muchos pases, y
cuya reforma es, sin duda, una de las necesidades ms imperiosas; en este punto,
lo que menos influye son las fuentes del derecho civil. Que esto es as, lo confesar
quienquiera que sin prevenciones haya ledo atentamente los actos legales que hay
compilados. Y aun sin esto, la experiencia que se tiene de otros pases lo confirma.
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ORIGEN DEL DERECHO POSITIVO

As, por ejemplo, en el Hesse la administracin de justicia ha sido, durante largo


tiempo, regular y expedita, y eso que estaban vigentes en igual proporcin el derecho comn y el derecho municipal, ni ms ni menos que en los pases donde los
procesos son interminables.
En segundo lugar, se clama contra la gran deformidad del derecho municipal, y este
clamoreo no se limita, por lo dems, a lo que pasa con los varios Estados alemanes
entre s, toda vez que con frecuencia en un mismo Estado se encuentran las provincias y las capitales con un derecho distinto y particular. Esta deformidad ha sido
acusada como nociva para la administracin de la justicia, y como causa de graves
males en las transacciones sociales; pero ninguna experiencia lo comprueba. Y es
que, en rigor, la causa de todo esto tiene otro origen: est en el inmenso poder que
desde hace mucho tiempo ejerce sobre Europa la idea de reducir todas las cosas
a una absoluta uniformidad, poder cuyo abuso fue advertido ya por Montesquieu15.
Ser, pues, necesario considerar esta uniformidad ms de cerca con relacin al
asunto que nos ocupa. La indicacin ms importante que en favor de la uniformidad
del derecho se hace es la siguiente: que por efecto de ella crece el amor hacia la
patria comn, el cual se deshace como consecuencia de las complicaciones de
tan varios derechos municipales. Si esta hiptesis es cierta, todo alemn sensato
deber hacer votos por que Alemania consiga tambin el beneficio de un derecho
uniforme para todos sus Estados; pero, precisamente, la verdad de semejante hiptesis es lo que est por demostrar.
En todo ente orgnico, y de consiguiente en el Estado, el bienestar se obtiene a
condicin de que entre el todo y las partes haya un equilibrio perfecto y de que a
cada cual se d lo que es debido. Que un ciudadano, una ciudad, una provincia,
olviden el Estado a que pertenecen, es un fenmeno ms o menos ordinario, que
nadie conceptuar, por tanto, como anormal, porque un verdadero amor por el todo
no puede nacer sino de una efectiva participacin en todas las variadas relaciones
del cuerpo social, no siendo un buen ciudadano sino aquel que tenga la aptitud
para presidir la propia familia. Es, sin duda, un grave error creer que la vida de la
asociacin obtenga ventaja alguna de la anulacin de las individualidades que la
componen. Si en toda ciudad, y aun en toda aldea, pudiera producirse en los individuos de todas clases un sentimiento de la propia personalidad, este aumento de
vitalidad individual aumentara con nuevas fuerzas la del conjunto. Si, pues, se trata
del influjo del derecho civil sobre el sentimiento de la patria, el derecho particular de
una provincia o ciudad no debe ser reputado como perjudicial. El derecho civil debe
ser mirado con buenos ojos en el caso en que promueva o sea apto para promover
el sentimiento y la inteligencia popular, del propio modo que debe despreciarse
cuando, siendo producto del mero arbitrio, sea un elemento perfectamente heterogneo, en el cual el pueblo no ha tenido ni tiene participacin verdadera. Con mayor
15

Montesquieu, xxix, 18.

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frecuencia y con mayor facilidad se ofrecer aquel caso respecto de un derecho


particular de un distrito independiente, aunque semejante derecho municipal no sea
una cosa verdaderamente popular. Estimamos, en virtud de todo esto, que para
este fin poltico de que hablamos no podra darse una condicin ms favorable que
aquella en que estaba el derecho civil en Alemania en una poca no muy lejana: haba en efecto, gran complicacin y grandes diferencias entre los varios pases, pero
al propio tiempo un derecho comn, elemento uniforme, bajo el cual desaparecan
las numerosas variedades locales, y que recordaba de un modo incesante a todas
las razas germanas su indestructible unidad.
Pero en este respecto lo ms perjudicial, est en los cambios prontos y arbitrarios
que puede sufrir el derecho civil, aunque sea ganando ste a veces en sencillez y
facilidad de aplicacin, ya que cuanto se hace ante nuestra vista, por obra de los
hombres, ser mirado siempre por la opinin popular de un modo distinto de aquello
cuyo origen no es tan claro y patente: y cuando, con celo, por lo dems no condenable, se quiera reprobar aquella distincin como un ciego prejuicio, recordndonos
que toda creencia o sentimiento relativo a aquello que est por encima de nuestro,
alcance es tambin un efecto de la misma causa, acaso nos sintamos menos inclinados a rechazar la indicada separacin.

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