La Mirada Inocente - Jean Klein
La Mirada Inocente - Jean Klein
La Mirada Inocente - Jean Klein
Jean Klein
PROLOGO
Parece razonable pensar que el prlogo a un texto de quien, como Jean Klein, es escasamente conocido en nuestro pas, debera comenzar por recoger las habituales referencias biogrficas al uso.
En una ocasin, alguien le formul la pregunta: Quin eres t, Jean Klein? A lo
que el maestro, con la precisin y austeridad de lenguaje que le caracterizan, respondi:
Nadie.
As pues, esta respuesta nos exime de la tarea por otra parte, dudosamente til
de concatenar las citadas referencias, pues quien no es nadie, obviamente, carece de
biografa.
En cualquier caso, habra que sealar que tal respuesta no debe ser entendida como
ejercicio de modestia ni tampoco como un golpe de efecto con pretensiones pedaggicas
ms o menos indirectas. A la luz de su enseanza, slo cabe pensar que Jean Klein respondi pura y simplemente lo nico que poda responder: la verdad. Si bien desde la
limitada y deformadora perspectiva de lo fenomnico existe, ciertamente, un ser humano que responde por tal nombre, en el nivel de lo esencial liberado de la ilusin de
ser persona, slo queda la plenitud.
La mirada inocente es una recopilacin de dilogos mantenidos en diversos lugares
con distintos grupos de interlocutores que formulan preguntas de diverso cariz. Para que
la lectura del texto que viene a continuacin, pueda cumplir la funcin que por su naturaleza le es inherente o dicho de otra forma, para que resulte realmente provechosa
habr que tener en cuenta que Jean Klein no expresa aqu nada semejante a lo que suelen denominarse opiniones personales, que, por otra parte y vengan de donde vengan,
ninguna relevancia tienen en el mbito del Conocimiento.
Jean Klein no opina; sabe y cuenta lo que sabe, o, mejor dicho, se constituye en cauce a travs del cual se expresa la sabidura intemporal de la tradicin del no-dualismo
o, por utilizar el trmino snskrito ya que Klein parece manifestar una particular afinidad con el Hindusmo del Vedanta Advaita, si bien el no-dualismo es siempre y
en todas partes esencialmente el mismo, sean cuales fueren los peculiares elementos
tradicionales de que pueda revestirse a la hora de expresarse.
Deber tambin tenerse en cuenta que Jean Klein no ofrece informacin en el sentido habitual del trmino. A diferencia de la pregunta, que surge siempre del conflicto,
es decir, de la dualidad, la respuesta, teniendo por origen el Silencio, se sita en un plano distinto y no tiene por objetivo la resolucin conceptual del contenido verbal de la
pregunta, sino ms bien la incidencia directa en el conflicto que le subyace y genera.
Puede ser que estas circunstancias dificulten en ocasiones la percepcin del vnculo
existente entre pregunta y respuesta; pues tal vnculo tanto por razones pedaggicas
como a causa de la disparidad de planos en que pregunta y respuesta se localizan no
siempre ser susceptible de ser acomodado en el orden lgico de la razn; y, desde luego, nada ms lejano a la enseanza de Klein que el propsito de tal acomodacin.
Klein insiste en ello repetidas veces: No se puede contestar a la pregunta desde el
nivel de su formulacin, pues la respuesta apunta siempre hacia la verdad y, en consecuencia, no se encuentra en el mismo plano que la pregunta La respuesta aqu est
sugerida; muy a menudo es incompleta, nunca est limitada y siempre obliga a desarrollarla a quien hace la pregunta pero no hay que tratar de comprenderla utilizando
otras respuestas como referencia. Y a la impugnacin Considero que no ha respondido usted a mi pregunta, contesta: No puedo responder a tu pregunta porque tomas mi
respuesta en un plano conceptual en lugar de vivir la experiencia que te propongo. Mi
respuesta est dirigida a conducirte a una actitud interior de dejar-hacer en la que
ests obligado a abandonar toda formulacin y a quedar tranquilo, a la escucha.
No les ser imposible a las mentes hipercrticas encontrar supuestas incoherencias o
contradicciones en las palabras de Klein. Es casi innecesario sealar que tales contradicciones no van ms all de la apariencia, estando motivadas en ocasiones por el carcter
individual y especfico de su destinatario no a todos tiene por qu convenir idntica
enseanza o por las limitaciones inherentes a la propia estructura del lenguaje. Desde
una perspectiva ms sinttica que analtica, tales diferencias, cobrando su verdadero
valor, se integran armnicamente en una sntesis unitaria.
Ante una respuesta que surge del Silencio y apunta hacia el Silencio, vano ser tratar
de encerrarla en el estrecho marco de los esquemas conceptuales propios de la razn
discursiva. Las palabras de Klein no deben ser interpretadas ni almacenadas en el depsito sin fondo de la memoria, sino escuchadas, escuchadas desde el silencio de la
meditacin.
Puede por tanto decirse que no es este un libro para ser ledo, en el sentido habitual
de la palabra, sino ms bien para servir de soporte a la meditacin. La enseanza de
Klein es de orden esencialmente prctico; es un maestro que muestra al que escucha la
perspectiva justa en el instante nico del presente, proyectando, por decirlo as, una corriente energtica que, adecuadamente recibida, se transformar en silencio en su interior.
La voz de Klein es la voz del Silencio. Escuchemos.
CRET-BERARD
Hay que admitir en la prctica la posibilidad de una conciencia sin objeto. Por lo
general, slo conocemos la conciencia en su relacin con los objetos. En realidad, es la
conciencia la que ilumina los objetos. En ella aparecen los pensamientos, las emociones, las sensaciones, como un despliegue de energa; y en ella, tambin, mueren. Cuando el objeto muere, no tenemos ya ms conciencia de l, pero la conciencia permanece.
Los intervalos entre los pensamientos y entre las percepciones son habitualmente
considerados como un vaco. El sueo tambin es contemplado como una relacin sujeto-objeto y al no experimentarse en l conciencia alguna de un objeto, se concluye que
constituye un estado sin conciencia. S, por el contrario, se admite la existencia de una
conciencia autnoma, se advertir que los objetos aparecen de una manera discontinua
y que esta discontinuidad est originada por una continuidad: la conciencia. Es entonces cuando es posible vivir la conciencia sin presencia de objeto.
En este sentido, debe aceptarse en la meditacin cualquier percepcin que se presente, sea sta cual fuere. Gracias a esta aceptacin sin reservas la percepcin se desvanecer, antes o despus, de forma natural en la conciencia. Si se hace de la meditacin una disciplina cuyo objetivo sea integrar, por medio de un esfuerzo de la voluntad,
un estado de conciencia sin pensamiento, se podr alcanzar ese estado, pero se habr
generado un nuevo dinamismo: el pensamiento rechazado violentamente permanecer a
la espera, dispuesto a resurgir incluso con mayor energa.
Hay momentos en que estamos efectivamente sin percepcin. Pero no estamos habituados a gustar de ese estado. Creamos constantemente situaciones, objetos, a fin de
poder encontrarnos en algo. Cuando fortuitamente vivimos la experiencia de un estado
de conciencia sin objeto, tenemos la tendencia a vivirlo como una privacin, como si
fuera una pantalla sin imgenes. Si se acepta en la prctica la posibilidad de una conciencia autnoma, se produce un soltar con respecto a esta tendencia a crear continuamente una relacin sujeto-objeto; el sujeto queda completamente reabsorbido, pues
su existencia est condicionada por la existencia de objeto. Se trata en realidad de una
vivencia donde no hay nadie que contemple ni nada contemplado.
Este no-estado se producir espordicamente; ms adelante se presentar con mayor frecuencia, en particular en la meditacin; despus, lo viviris tambin en presencia de los objetos. La ausencia de objeto es, quizs, menos frecuente que su presencia,
pero eso no tiene importancia. Lo importante es vivir lo que hay detrs de la presencia
y la ausencia, es decir, la conciencia.
En consecuencia, no hay que hacer ningn esfuerzo para eliminar absolutamente
nada en la meditacin. No hay nada que eliminar. Una actitud de escucha desprovista
de intencin basta para que el pensamiento se agote por s mismo; se desvanece en
cuanto cesa la voluntad de mantenerlo mediante asociaciones de ideas. Todo esfuerzo
generara tensin. Desde un punto de vista en cierta forma experimental, resulta, pues,
fecundo aceptar la posibilidad de un estado donde no existe ni observador ni cosa observada.
La meditacin puede considerarse como un laboratorio, pero tambin como un arte,
como redactar un poema o componer msica. Son medios de expresar la alegra de ser;
tambin la meditacin celebra la alegra de ser. No es una disciplina, sino un medio de
autoconocimiento y, a la vez, un cntico silencioso. Ms adelante la meditacin se prolongar en la vida cotidiana. El plano de fondo de donde fluye esta alegra, esta plenitud de ser, se revela presente en cada instante al alcance de nuestra lucidez, permanentemente disponible como un manantial inagotable. Esta plenitud puede expresarse de
mltiples formas, pero permanece idntica a travs de todas ellas. Dicho en otros
trminos; todos los objetos que aparecen son expresin de la conciencia. En ltima
instancia, no son otra cosa que conciencia.
En la meditacin reconoceris primero el ir y venir de los pensamientos; despus, y
mediante la actitud interior que consiste en no alimentar ms el pensamiento, llegar el
da en que percibiris la pulsin, la vibracin que precede al pensamiento. Esta pulsin
es la que percute el cerebro en sus profundidades y desencadena los procesos de simbolizacin y formulacin. En un momento dado, la complicidad con esta tendencia a dar
continuidad a las pulsaciones mediante el pensamiento y el lenguaje, desaparecer de
vosotros. La energa que se manifiesta en estas vibraciones debe absorberse, pero queda, al principio, como un condicionamiento con el cual no hay que identificarse. Desde
el momento en que las vibraciones son observadas y no hay ya ms identificacin con
ellas, stas disminuyen y no originan ninguna expresin por medio del lenguaje. Por
supuesto, no deberis caer en la trampa de mantener estas vibraciones en baja frecuencia, pues entonces os identificarais con ellas. Todo esto debe quedar en el marco de
una relacin entre observador y cosa observada. A continuacin, se instalar la contemplacin, toda volicin relativa al dinamismo del pensamiento se eliminar y el
fenmeno de la energa se reabsorber l mismo en vuestro ser.
Pregunta: Cuanto ms intento parar el pensamiento, ms se embala, incluso si me
limito a contemplarlo. Tengo muchas dificultades en relacin a este punto.
Respuesta: En tal caso, no intentes contemplarlo. Al contemplarlo, lo pones en movimiento. Slo una mirada sin eleccin permite apaciguarlo.
P.: Intento hacer eso desde hace mucho tiempo. Trato de comprender, sin conseguirlo, cmo puede ocurrir.
R.: No hay que intentar agarrarlo como se atrapa un pjaro raro para meterlo en una
jaula.
P.: Algunas vibraciones del cerebro se sienten mucho ms intensamente en ciertas
zonas, por ejemplo, en la parte trasera derecha y en la parte delantera izquierda. A qu
se debe?
R.: En apariencia, el cerebro est dividido en compartimentos, pero no es necesario
proceder a su anlisis. Es ms importante percibir su globalidad. En lugar de obstinarte
en estimular las zonas que no son sensibles, debes dejar que despierten plenamente las
zonas tangibles; despus, la sensacin se extender a todo el cerebro.
Aqu estamos interesados en la sensibilidad del cerebro, no en su funcionalidad.
Hace aproximadamente veinte aos se publicaron los primeros trabajos relativos a los
dos hemisferios cerebrales, el izquierdo y el derecho. El izquierdo sera el cerebro
cientfico, la zona del anlisis, del razonamiento matemtico, del lenguaje, de la memoria. El derecho sera el de la sntesis, la intuicin, la imagen. De todas formas, esta clasificacin no es unnime en neurlogos y psiquiatras. En cualquier caso, no es eso lo que
aqu nos interesa. Lo principal es que esta parte del cuerpo se nos haga perceptible.
Lo importante no es la relajacin exterior de la cara o del cuerpo, sino la actitud interior de dejar hacer, de escucha sin volicin. No tratamos de seguir un mtodo para dar
a la percepcin tal o cual colorido, tal o cual ritmo. En la va que yo os muestro, no hay
volicin, no hay ms que escucha sin prensin. Partimos a priori de que no hay nada
que encontrar. Todo lo que buscamos, ya lo somos. Buscar nos aleja, pues es siempre un
movimiento desde el centro hacia la periferia. No hay nada que alcanzar, pero el mecanismo de la bsqueda est muy profundamente fijado en nosotros. Naturalmente, cuando se trata de un oficio, tenemos que aprender; pero en lo que se refiere a lo que esencialmente somos, no hay nada que aprender. Lo que somos, no podemos dejar de serlo.
P.: Sobre qu bases se apoya la tesis de una evolucin espiritual que opere mediante la intervencin de los chakras? Sera sta una va cada vez menos emocional?
R.: Los chakras son centros de energa que corresponden a distintos niveles de comprensin. Su despertar se produce por la comprensin, por el presentimiento de la realidad. Para m, pretender despertar estos centros por otros medios pone de relieve un artificio. Existen, en efecto, varias tcnicas para despertarlos, pero se vuelven a cerrar de
inmediato cuando la apertura no es el fruto de la comprensin. Lo importante es la comprensin de tu naturaleza autntica. El resto no es ms que exotismo. Las bsquedas de
este tipo, si se las observa lcidamente, no son ms que una huida de la realidad. Para el
ego es una forma de enriquecerse que retarda su extincin.
Desde el punto de vista en que nosotros nos situamos, no hay evolucin. No tengo
que llegar a ser lo que ya soy. Slo se puede hablar de una comprensin de la realidad
cada vez ms clara, pero esta realidad ya est aqu. No tenemos en cuenta el tema de una
posible evolucin a la manera de Darwin o Teilhard de Chardin, pues no es eso lo que
aqu nos interesa.
P.: Hay objetos que apunten ms que otros hacia el sujeto ltimo?
R.: El objeto es una emanacin de energa en el espacio-tiempo. Todos los objetos
aparecen y desaparecen en la conciencia, pero, en general, a causa de los hbitos, no
gustamos el sabor de la unidad de donde proceden. No les darnos la posibilidad de fundirse en la conciencia, pues estamos prisioneros de la insatisfaccin que nos empuja a
imaginar, a recrear constantemente objetos nuevos. Sin embargo, hay objetos por excelencia que nos conducen hacia la realidad. Son, por ejemplo, las grandes manifestaciones de la Naturaleza y las obras de arte, pues en estos casos no se pone el acento en el
objeto mismo, sino en lo inexpresable a lo cual remiten. Lo que se expresa objetivamente en el espacio-tiempo se disuelve muy rpidamente en este caso y nos deja en la plenitud de la alegra esttica.
P.: Cmo debe considerarse el cuerpo humano, como una creacin de la Naturaleza
o como una obra de arte?
R.: El cuerpo es una obra de arte, no hay que huir de l. Puede decirse que todo objeto es una obra de arte. La obra de arte tiene la funcin de favorecer el despertar y, en
general, est desprovista de artificio. Si un objeto pone de relieve un artificio, nos mantiene en su objetividad y no nos remite a su origen. Volviendo al cuerpo: nuestra habitual forma de tratarlo, como si fuera un objeto, un instrumento, y de hacerle violencia,
nos impide dejarle hablar y percibir su armona.
Por el contrario, el punto de vista del yo reduce todo a una dimensin profana. La
oracin, en el sentido que habitualmente se le da a esta palabra, descansa en el postulado
de la separacin entre el alma individual y Dios, entre la criatura y el Creador. En la
experiencia no-dual, slo hay unidad; fuera de ella, no existe nada; todo aparece en ella.
La creacin de un sujeto y un objeto, de una causa y un efecto, se debe slo a la memoria. No hay dualidad; la aparente dualidad, creada por la memoria, encuentra de hecho
su fundamento en la no-dualidad. Nada hay fuera de nosotros. Todo est en nosotros.
En el estado de escucha que aqu se propone, no hay nadie. Se trata de una escucha
sin objeto en la que el yo y el t no existen. En esta escucha aparece la pluralidad,
pero no es ms que la expresin de la unidad. En el fondo no hay ni trascendencia ni
inmanencia. Pensar en estos trminos seguira siendo mera creacin mental. No hay ms
que conciencia, o, en otras palabras, no hay ms que Dios. Todo lo que en apariencia
parece no ser El, no es, sin embargo, ms que una expresin de Dios.
Naturalmente, esta respuesta se refiere nicamente a tu pregunta acerca de la oracin. No implica ningn juicio de valor respecto al Cristianismo.
P.: Se puede hablar de libre albedro en la vida cotidiana? Qu lugar tiene en su
enseanza, si es que tiene alguno?
R.: No hay azar y por tanto la cuestin del libre albedro no se plantea. Si la accin
fluye de una inteligencia impersonal, hay libertad y la accin resultante es tica, esttica
y funcional. Todo lo que proviene del yo y su inseguridad es arbitrario.
P.: Dice Ud. que la accin fluye de la inteligencia, pero cmo definira una inteligencia que no comprende en s misma a la memoria?
R.: La inteligencia de que tratamos aqu fluye de una aceptacin completa de lo desconocido; es decir, no de la memoria, sino directamente de la situacin contemplada en
su totalidad. Una inteligencia que sea el resultado de la manipulacin de experiencias
pasadas no es inteligencia.
P.: Aunque no haya memoria, habr, de todas formas, diferencias entre unos y otros
en funcin, al menos, de las vivencias de cada uno, de lo que cada cual haya hecho?
R.: La memoria es el pasado. La situacin que se presenta es siempre nueva y jams
puede repetirse. Cuando examinamos sin referencia el pasado desde un punto de vista
no-localizado, nuestra accin siempre es apropiada.
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P.: Qu sentido tienen las expresiones no hay azar y lo que hace el yo es arbitrario?
R.: Tu destino parece desarrollarse en el espacio-tiempo, es decir, en sucesin, pero
se unifica en una perfecta simultaneidad. Es anlogo a la semilla colocada bajo tierra y
que contiene ya tallo, hoja, flor y fruto. Con esta metfora quiero decir que el desarrollo
que presencias de hecho est ya concebido. Es posible percibir la instantaneidad real de
este aparente desarrollo espacio-temporal. Pero desde el punto de vista del yo all
donde se plantea el problema del libre albedro, una visin tal parece proceder de la
realidad conocida. De esta manera, la causa y el efecto te encadenan al plano de la persona. Estos dos planos, el del Presente Eterno y el del tiempo, slo se contradicen en
apariencias.
Sitate conscientemente como espectador. As estars en la corriente de la vida.
Considerarte autor de tus actos conlleva eleccin y dificultad, obstaculiza la corriente.
P.: As como no hay azar, tampoco debe haber, entonces, disciplina?
R.: La disciplina siempre proyecta un objetivo, un resultado que se pretende alcanzar. Pero lo que visto desde fuera puede parecer una disciplina, no necesariamente tiene
por qu serlo. Por ejemplo: si siento en m la necesidad de transmitir mi alegra por medio de la pintura o de la msica, estoy obligado a tomar un instrumento para exteriorizar
en colorido, en formas, en volmenes o en sonidos, la alegra que vive interiormente en
m. Debo entonces adquirir una tcnica pictrica o musical y esto, visto desde el exterior, parece una disciplina, pero en ella no hay obstculo. Este aprendizaje pertenece
tambin a la alegra.
P.: Podra dar alguna recomendacin ya sea tcnica o de otro orden que facilite
a la comprensin la permanencia en esa escucha?
R.: Somos escucha. En ningn caso habra que hacer esfuerzo por escuchar. Simplemente dmonos cuenta de que intencionadamente proyectamos el pasado, y esto
compromete la escucha. Seamos receptivos a lo que nos llega, dejmoslo expresarse sin
restriccin y estaremos espontnea y automticamente a la escucha. En la escucha no
hay prensin, nada en particular que deba ser escuchado. Se trata de una actitud interior,
completamente pasiva, sin proyeccin de ninguna clase, pero eminentemente activa en
la recepcin, en la aceptacin.
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P.: Cmo se pueden eliminar las imgenes relacionadas con una situacin ya pasada, pero que todava subsisten en nosotros?
R.: Cuando una situacin se ha vivido completamente, nos deja totalmente libres.
Pero, con mucha frecuencia, la situacin slo se ha vivido aparentemente y sus consecuencias continan actuando en nosotros. Las imgenes que nos deja estn siempre asociadas a emociones o estados corporales, agradables si la situacin nos es favorable y
desagradables en caso contrario.
P.: Qu hay que hacer, en tal caso, para completar una situacin?
R.: Una situacin vivida impersonalmente no deja residuos y nos evita tener que
completarla. Si se la pone en relacin con la imagen de un yo, no podr consumirse por
s misma; dejar siempre imgenes que se expresarn en el sueo o en otras circunstancias ms o menos anlogas. Toda situacin relacionada con otra por esta clase de impregnacin psquica no puede vivirse plenamente en su novedad: queda inutilizada por
el pasado. Este proceso nos esclaviza, nos mantiene en la repeticin.
Por el contrario, en una actitud de indagacin, de constatacin realizada independientemente de la persona, todos los elementos de la situacin se contemplan sin compararlos con otros, sin establecer competencia entre ellos. Finalizan en ti por el libre
juego de su propia energa sin que haya all nadie que realice la conclusin. De esta
forma no dejan imgenes residuales. As pues, habra que evitar el ligar una situacin
que finaliza en nosotros con la persona que sera su presumible autor.
Lo que se llama primera impresin, la que surge espontneamente, es obra de una
mirada sin referencia. Cuando estamos completamente atentos, sin intervenir, experimentamos con frecuencia ese tipo de impresiones sbitas que expresan la verdad de una
situacin. Esta forma de comprender los seres, las cosas, las situaciones, es en el fondo
un acto de amor.
P.: No buscamos las razones de una situacin tambin cuando sta concluye libremente?
R.: No las hay ya. La conclusin se sita siempre ms all de la razn.
P.: Cmo se puede distinguir una impresin justa de otra reactiva?
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R.: Percibirs tu actitud de defensa. Esta siempre coloca en primer plano algn tipo
de referencia. La mirada inocente, por el contrario, acoge las cosas sin referencia. En su
impaciencia, el yo se apresura a comparar, clasificar, calificar, juzgar y concluir. Su
necesidad de encontrarse, de expresarse, de experimentar, se expresa de esta manera
empobreciendo las potencialidades que la vida ofrece.
Por el contrario, una situacin que se acoja sin remitirla a lo ya conocido atraviesa
en ti distintos niveles, se enriquece, contina viviendo hasta en tus sueos, sigue su gestacin natural. Lo que has acogido se muestra bajo diferentes facetas, despliega todas
sus virtualidades, pero sin sobrecargarte. Cuando se evita concluir, la vida queda abierta
y se vuelve maravillosa. Concluir es una actitud violenta, contraria a la vida.
P.: Qu es lo que posibilita esta actitud de observacin y de dnde saca su fuerza?
R. Esta observacin no es la funcin de un rgano. El mundo relativo, objeto de tu
observacin, slo es comprendido cuando se le remite a su origen, al ser. La observacin hace posible el amor hacia los seres y las cosas, nos lleva a comprenderlos y admirarlos; te impregnan sin que los fines, haciendo resonar sus armnicos ecos en toda la
gama de sus posibilidades. Cuando se est en actitud de escucha sin referencia, la vida
se desarrolla en ti en toda su plenitud.
En el momento en que hay conclusin, hay separacin. En tus relaciones con los
dems, concluir equivale a separarte del otro.
P.: Si hubiera que mantener una referencia, no sera sta la referencia al maestro?
P.: No hay que hacer ninguna referencia; debes dejar que las cosas vivan en ti.
Cuando se vive sin concluir, se establece la proximidad, la intimidad, con los seres y las
cosas. Nuestras acciones y nuestras palabras son entonces adecuadas. Pero vivir haciendo continua referencia a la nocin de persona equivale a negar la vida, su dimensin
infinita, su constante renovacin.
P.: Pero hacer referencia al maestro no es conservar el perfume de la flor?
R.: En tal caso no puede hablarse de referencia. No hay calificacin ni relaciones entre personajes ficticios. Una sola y nica corriente lo une todo.
P.: Quizs mi pregunta era confusa, pues, para m, pensar en el maestro es algo distinto a establecer una referencia.
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R.: En el fondo, no hay referencia posible. Si quieres seguir manteniendo esta formulacin, pensar en el maestro equivaldra a recogerte en ti mismo. Pero no puedes
hacer referencia a ti mismo desde el momento en que comprendes tu naturaleza real.
P.: He constatado en m el deseo de huir de las reacciones. Debe ser la observacin
de la persona, de sus mecanismos psquicos, el primer paso que hay que dar?
R.: Observa tus reacciones, tus motivaciones, sin pretender encontrarte en lo que observas. Jams podrs encontrarte en lo observado, pues, esencialmente, t eres el observador no-implicado. Pero lo que aceptas y lo que observas no debera convertirse en una
fijacin. Todo lo que aceptas se reabsorbe, se consume inevitablemente en esta aceptacin que es tu propia naturaleza. Las situaciones aparecen en tu vida llevando ya consigo sus propias soluciones. Para comprender lo actual es necesario no hacer referencia
ninguna al pasado; la accin que resulta de esta comprensin no es, entonces, una reaccin. Un da te encontrars en esta aceptacin, pero no te pierdas en lo que aceptas.
P.: Esta maana, ha dicho que los objetos son una creacin de los sentidos. Se puede
decir que todo lo que existe es creacin de los sentidos, pero tambin todo lo que existe
es el ser. Si todo es el ser, cmo es posible que, en otro sentido, lo que existe no sea
nada?
R.: Como t dices, todos los objetos son creacin de los sentidos, pero quin es
consciente de esta sensitividad? Antes de la sensacin no haba sensacin; despus de la
sensacin y durante la sensacin, hay verdaderamente sensacin? En otras palabras:
antes de la sensacin haba silencio, despus de la sensacin hay silencio. Lo que t
llamas sensacin no es otra cosa que silencio. Todo es expresin del silencio.
P.: El ser es silencio?
R.: S.
P.: Entonces, y puesto que no se lo puede definir, no hay nada en este silencio?
R.: No puedes definir el silencio. Lo que comnmente se llama silencio es slo ausencia de pensamiento, ausencia de sensacin; pero el silencio de que hablamos siempre
est ah, tanto en presencia de los objetos como en su ausencia.
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R.: Continuamente las cosas mueren en ti: tus pensamientos, tus emociones y tus
sensaciones. Inspiras, expiras, y la respiracin muere. La idea que tienes de ti existe
mientras la piensas. En el momento en que dejas de pensarla, muere. Lo que muere es
una entidad aparecida en el espacio-tiempo y no tiene realidad ms que en ese espaciotiempo. Pero t eres el que conoce lo que aparece y desaparece. S conscientemente ese
conocer; ah est la vida; el resto no es ms que imaginacin.
P.: Es necesario un mnimo de autonoma psquica para vivir ese estado, para llegar
a la liberacin del ego?
R.: El psiquismo jams puede ser autnomo. No tiene realidad en s, puesto que t
eres el conocedor sin el cual nada tiene existencia. Si buscas tu psiquismo vers que no
existe independientemente de ti; en cierta forma, l es tu propiedad y t eres su propietario. No te identifiques con esta propiedad: tu cuerpo y tu mente slo son instrumentos.
P.: Cul debe ser el punto de partida correcto?
R.: Todo paso, todo gesto, aleja. Abandona totalmente la idea de ir hacia algo, abandona al que busca. En el momento en que lo abandones, ya no habr ms representacin, ya no habr ms objetivo. El que busca se convierte en lo buscado; l es lo encontrado.
P.: Puede haber una pregunta que no sea un poner en cuestin?
R.: La pregunta siempre surge de la respuesta. Es en el que pregunta donde se encuentra la respuesta. Si dejas vivir totalmente la pregunta, se disolver de forma espontnea y te despertars en la respuesta. Las respuestas que se dan aqu no corresponden a lo que normalmente se espera de una respuesta.
No se puede dar una respuesta al nivel de la pregunta. La respuesta, aqu, est siempre sugerida. Muy a menudo es incompleta, nunca est limitada y siempre obliga a desarrollarla a quien hace la pregunta. Es un poco como la obra de arte, que siempre es indicacin. En el fondo, tiende a determinar lo que es indeterminable, para que el que la
contempla pueda completarla. Al completar as una obra de arte, se crea una unin entre
el artista y el que contempla la obra. De la misma forma, la respuesta que aqu se da es
una sugerencia: el que formula la pregunta debe completarla, pero no tratar de com-
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R.: Durante la crisis nunca podemos intervenir. Habra que evitar, de forma especial,
todo gasto de energa, es decir, no trabajar, no gastarse fsicamente, no comer demasiado. La energa as economizada contribuir a asegurar la curacin. Al no ser alimentada,
la crisis no podr mantenerse, pues no es ms que un despliegue de energa en tres fases:
crecimiento, culminacin y descenso.
P.: Cmo desaparece la voluntad?
R.: El deseo precede a la voluntad. Si este deseo es examinado hasta su origen, revela que en el fondo no es ms que un deseo de ser. Esta orientacin del deseo es el resultado de un presentimiento de la verdad. Cuando nos establecemos en una tranquilidad
vacante, ya no hay voluntad. Lo que exteriormente parece voluntad no es ms que una
perfecta espontaneidad.
P.: Nuestro dilogo transcurre en forma de preguntas y respuestas. Tiene por objeto
estimular la reflexin o es slo un pretexto para estar juntos? Siento cierto malestar al
respecto.
P.: Preguntas y respuestas son un pretexto, pero una pregunta que surge espontneamente se coloca en un nivel diferente. Las preguntas que proceden de la memoria no
son ms que huidas, como todo pensamiento intencionado. La pregunta que surge espontneamente, en el momento mismo, dimana de su propia respuesta.
Evidentemente, no podemos contestar a la pregunta desde el nivel de su formulacin, pues la respuesta apunta siempre hacia la verdad y, por tanto, no se encuentra en el
mismo plano que la pregunta. La verdad no se deja formular. Si pretendes comprender
la respuesta por referencia a lo ya conocido, por comparacin, te alejars de la verdad.
La respuesta lleva siempre a una incapacidad de formular, de comprender por medio del
pensamiento. Esta imposibilidad de concretar la experiencia en el marco del pensamiento puede desencadenar en ti una emocin, una afectividad depresiva, nostlgica, susceptible de extenderse a toda la estructura corporal. Debes observar esta reaccin.
P.: Mi malestar procede del hecho de sentir que podran surgir mltiples preguntas,
pero que quedaran insatisfechas.
R.: La respuesta se formula siempre de tal manera que la comprensin sea informulable. Desde el momento en que comprendes que la verdad es informulable, impensable,
te ves conducido a la atencin, a la escucha sin referencia.
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P.: Quiere decir que habra que gustar el misterio que hay detrs de la pregunta?
R.: Habra que gustar lo que est detrs de la pregunta y de la respuesta.
La pregunta surge siempre de la insatisfaccin, del miedo y de la inseguridad, pero
estos son tambin expresin de la tranquilidad; si as no fuera, sera imposible formular
una pregunta. Tu pregunta se inscribe en la tranquilidad vacante y la respuesta dimana
igualmente de esa tranquilidad. Naturalmente, toma formas, utiliza smbolos y referencias para hacerse comprender, pero apunta a lo informulable, a lo no-objetivo. Eso crea
inmediatamente en ti una incapacidad para concretar mentalmente; el pensamiento queda, entonces, impotente y te deja en una perspectiva sin dinamismo. Esta incapacidad de
formular deja en reposo todas las energas. El movimiento que habitualmente te empuja
del interior al exterior termina y se produce la comprensin. Nadie comprende, nada es
comprendido. La totalidad es la que se comprende a s misma por s misma.
Para que haya un soltar hay que llegar a la conviccin de que lo que esencialmente
somos es impensable, inaprensible. Si, por el contrario y como de costumbre, queremos
comprender en el plano del pensamiento, subsiste la insatisfaccin. Indudablemente, el
pensamiento puede servir para indicar la perspectiva, pero la Realidad no se deja definir
dentro de los lmites del pensamiento.
P.: La facultad de comprensin espontnea puede resolver los problemas de la vida
cotidiana?
R.: Cuando se vive la tranquilidad, la vida cotidiana transcurre sin choques. No quiero decir que no haya ms problemas, sino que pierden su agudeza, su carga afectiva y
quedan, simplemente, como problemas a resolver. Pero si la vida se organiza en funcin
de la entidad personal que crees ser, surgen los problemas, los conflictos y la afectividad. La afectividad encubre la necesidad de asegurarse, de encontrarse, de ser reconocido y amado. Es siempre un movimiento egocntrico, centrpeto. En la vivencia de la
tranquilidad, ya no hay afectividad, sino nicamente afecto1. Es entonces cuando los
problemas encuentran su solucin sin gasto intil de energa.
Se traducen por afecto y afectividad los trminos franceses afection y affectivit. La diferencia entre
ambos se amplia y precisa en diversas ocasiones a lo largo del texto.
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P.: Qu pensar de una persona que encuentra respuestas a sus problemas mientras
duerme, en los sueos? Podra esto significar una falta de concentracin en el estado de
vigilia?
R.: En el estado de vigilia los problemas son pospuestos con frecuencia; es una reaccin de huida, de defensa. Estos problemas dejan residuos que algunas veces aparecen
en el estado de sueo y ah encuentran a menudo la respuesta.
El estado entre el sueo profundo y la vigilia se revela como sumamente creativo
porque funcionamos entonces en otro nivel distinto: lo que en estado de vigilia se ve en
un movimiento sucesivo, se percibe entonces en una perfecta simultaneidad. Esto aporta
frecuentemente una mayor claridad.
P.: El estado de escucha no implica un sujeto que escucha?
R.: En la escucha no hay eleccin. La discriminacin permanece totalmente presente, pero no est en funcin de la persona, de sus preferencias, de su vida pasada, de sus
limitaciones. Se puede incluso decir que la comprensin de una situacin particular, la
accin que de ella fluye y su realizacin, son obra de un discernimiento apropiado, impersonal. En la escucha sin referencia permanecemos totalmente libres en relacin a lo
escuchado. No entra en juego la afectividad; se efecta un verdadero distanciamiento.
Una escucha as permite un autntico encuentro que no pone en juego un yo y un
t. Una misma corriente une a todos los seres en su esencia comn. Esta corriente se
establece sin verbalizacin e instaura entre los seres una relacin armoniosa.
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AIX-EN-PROVENCE
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R.: S; en la medida en que esta realidad no tiene centro ni periferia, tu vida cotidiana se desarrolla en el interior de la tranquilidad. Todo aquello con lo que te enfrentas,
encuentra en ella su solucin. Se expresa bajo diferentes formas, pero permanece idntica a s misma. La solucin de los problemas no depende de los acontecimientos o de los
factores que tomas en cuenta, sino de la actitud de aceptacin que te instala inmediatamente en la tranquilidad. La transformacin tiene lugar en la aceptacin.
Las cosas no estn fuera de ti, sino dentro. Mientras consideres el mundo y los objetos como exteriores a ti, no hay posibilidad de transformacin profunda, de transmutacin.
En una aceptacin vivida lcidamente, no hay sujecin a la memoria. La memoria
psicolgica y afectiva, construida por el yo para asegurarse, es desplazada y te descubres plenamente abierto a la aparicin de un mundo inconmensurablemente, mltiple.
La tranquilidad no se sita en un plano mental. Es impensable, es unidad absoluta
vivida en ausencia de imgenes.
P.: Ha hablado usted de un estado sin propsito. Puede hacerse la educacin de los
nios sin objetivo y, de ser as, cmo?
R.: El nio conoce el estado sin propsito de forma natural. El juego es su expresin
ms corriente. Cuando el nio juega, vive en el instante. Si los padres no se encierran en
el papel que creen tener que cumplir, el nio se desarrolla libremente. La situacin de
padre o de madre puede asumirse de una manera satisfactoria siempre que no se pretenda conformarse a un modelo. Nunca hay que identificarse a nada, sea lo que fuere. Hay
que liberarse de esquemas. El amor entre los padres y los hijos no depende de un modelo preestablecido. El estado sin propsito propicia que entre padre e hijos se establezcan
unas relaciones mutuamente satisfactorias. Cuando uno se encuentra establecido en su
verdadero ser, hace frente a las responsabilidades que le incumben sin ningn esfuerzo
superfluo.
P.: Cmo se puede vivir la certeza del ser el Ser?
R.: Cuando el vivir sin deseo aporta la plenitud.
P.: Es decir el silencio?
R.: S.
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objeto de tu mirada contemplativa, al no referirse ya a un sujeto localizado, a la memoria, al pasado, te devolver a tu naturaleza intemporal.
P.: Cul es la naturaleza del pensamiento?
R.: El silencio. El pensamiento utiliza smbolos y la palabra es una energa, un sonido que emana del silencio.
P.: Es, entonces, un alejamiento, una expresin en el tiempo?
R.: Es el tiempo.
P.: Es una defensa?
R.: Es memoria, es condicionamiento.
P.: Qu papel juega en las relaciones humanas?
R.: El lenguaje nos permite encontrarnos y conducirnos a un plano donde hay comunin, donde no hay ya sitio para el yo y el t.
P.: En este caso, el pensamiento pierde su carcter mundano para apuntar hacia
nuestra naturaleza universal. Es el nico elemento que permite el encuentro?
R.: El encuentro verbal es fragmentario. En un momento dado, debe consumirse para
dejar lugar a una vivencia ms profunda, a esa dimensin que nos permite comunicar
con las estrellas, con los bosques, con todos los seres vivos.
P.: Quiere decir que, en esa situacin, el pensamiento intencionado, est totalmente
en reposo y que slo tiene libre curso el pensamiento espontneo?
R.: En la situacin de escucha, no hay nadie. La persona es la que ha creado la memoria para asegurarse y mantenerse. La memoria pierde su carcter efectivo y deja sitio
a una nueva energa que es completamente espontnea.
P.: En este caso, qu sucede con el pensamiento intencionado que sigue siendo indispensable para responder a las necesidades de la vida cotidiana?
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nosa, no contaminada por la agitacin mental; una claridad en la cual toda percepcin
aparece y desaparece. Esta verdad se vive tanto en presencia de los objetos como en
ausencia de ellos.
La llamada a la meditacin viene del sueo profundo; es la experiencia de la tranquilidad. Esta tranquilidad es el plano de fondo de todos nuestros pensamientos, emociones y sensaciones. Habra que integrar este plano de fondo, vivirlo conscientemente.
El objeto de vuestra atencin debe ser especialmente el cuerpo, que, en general, est
lleno de tensiones, resistencias y reacciones neuro-musculares. En la meditacin debis
dar a todas estas tensiones la posibilidad de liberarse en todos los planos.
Nuestro cuerpo est construido por los cinco sentidos, pero es sobre todo sensacin
tctil. En la meditacin no elegs el cuerpo como objeto, sino que ms bien dejis que el
cuerpo os elija, dndole la oportunidad de que os cuente completamente su historia, su
pasado; y ah es cuando constatis en vosotros la costumbre de querer dirigir las sensaciones, de querer ordenarlas y analizarlas.
Vuestro cuerpo es un esquema cerebral que continuamente repets y fijis. Para que
este esquema se disuelva, vuestra atencin debe estar libre de toda tensin, debe ser
global, total. En un momento dado vais a encontraros en lo que est detrs de la atencin, en la luz; inmediatamente despus, la percepcin del mundo objetivo se desvanecer y entonces os estableceris conscientemente en esta tranquilidad que no es una
tranquilidad mental.
La naturaleza de la mente es funcin y, por tanto, movimiento: el pensamiento, la
sensacin y el sentimiento son sus elementos constituyentes. De vez en cuando, podemos
estar sin pensamiento, sin sensacin, pero nuestra naturaleza verdadera, la tranquilidad, trasciende la funcin.
Esta tranquilidad la encontris primero espontneamente cada vez que un pensamiento o una percepcin se desvanecen; ms tarde la viviris incluso en presencia de
pensamientos y percepciones. Permanecer tanto en la ausencia como en la presencia
de objetos. Encontraris esta misma tranquilidad detrs del que suea y detrs del que
duerme.
Cada pensamiento aparece y desaparece en ella. Cada vez que un pensamiento desaparece, nace la ocasin de lo sagrado. La nica finalidad del objeto es apuntar hacia
lo sagrado.
Volviendo al cuerpo: debis darle la posibilidad de vaciarse totalmente de las sensaciones de atraccin y repulsin y podris hacer entonces constataciones de gran inters. No debis visualizar el cuerpo, pues en tal caso no visualizarais ms que su es-
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queleto material; por el contrario, debis dejar vivir slo la sensacin y entonces se
liberarn las energas.
Cuando estas energas y tensiones estn completamente eliminadas, encontraris
una posicin corporal totalmente relajada. Para esto debis observar todas vuestras
resistencias, todas vuestras reacciones, pues continuamente estis ejerciendo resistencia. En esta observacin reside la transformacin.
P.: En la meditacin, se trata de concentrarse en el cuerpo y frenar nuestras imgenes, o tenemos, ms bien, que dejarlas marchar?
R.: El cuerpo aparece como una imagen en tu tranquilidad, pues es sta lo nico que
existe. Si dejas vivir la imagen visual, no tendrs ms que una parte del esquema corporal. Abandona la imagen y deja vivir la sensacin que es, igualmente, una imagen fijada
en el dinamismo de tu cerebro. La imagen visual y la imagen tctil son fijaciones.
Has adquirido la costumbre de encontrarte, de sentirte, en un cuerpo. Si tu atencin
est libre de toda intencin, de todo resultado proyectado, y si dejas vivir totalmente la
sensacin corporal, no hay ms complicidad con la imagen cerebral y en esta lucidez no
habitada, en esta atencin, el cuerpo, es decir, la imagen, puede liberarse y encontrar
otras dimensiones, otras perspectivas.
As, el cuerpo se vaca totalmente y, cuando quieres encontrarlo, ya no hay cuerpo,
est completamente vacante. El cuerpo aqu no es ms que un pretexto. No es de l de lo
que hablamos, sino de la atencin, de la tranquilidad que esencialmente somos. La tranquilidad es un continuum. Todo objeto aparece de una forma discontinua. El mundo
aparece en nuestra imagen corporal, en nosotros. No existe nada fuera de nosotros.
P.: Cmo es posible llegar a la conviccin de que no hay nada que buscar y nada
que encontrar, teniendo en cuenta que siempre hay en nosotros algo que espera encontrar? Es esto un impedimento para una comprensin real?
R.: Qu es lo que te ha llevado a buscar? Ciertamente es una incomodidad, una carencia en ti. Entonces excavas en el arsenal de tu pasado para encontrar tal situacin o
tal objeto con el fin de colmar esa carencia. Tu memoria te recuerda una experiencia
pasada que te ha dejado en un estado de satisfaccin y buscar, por todos los medios,
repetir esa experiencia. Una vez alcanzados el objeto o la situacin deseados, es incontestable que te encuentras, durante algunos momentos, en un estado de alegra, de nodeseo; pero muy pronto este mismo objeto te deja completamente indiferente.
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En esta experiencia puedes hacer dos constataciones: en primer lugar, cuando estabas en la euforia, en ese estado sin eleccin, sin deseo, el objeto, supuesta causa de tal
estado, no estaba presente. En segundo lugar, puedes constatar tambin que ni la imagen
ni la nocin que tienes de ti eran percibidas en dicha experiencia. Estabas ntegramente
en un estado no-dual. Esto prueba que lo que deseas profundamente no puede ser alcanzado de un modo objetivo.
Tienes que hacer estas constataciones y vas a darte cuenta de que el que busca no
puede buscar y encontrar lo que ya conoce. Cuando uno se da cuenta de ello, se produce
una detencin. Todo despliegue de energa hacia un objetivo o resultado cesa totalmente
y el que busca pierde entonces su cualidad, pues ya no proyecta ningn objetivo. Se
despierta en lo encontrado, es l lo encontrado, la tranquilidad o, en otros trminos, el
yo soy.
No es con el razonamiento, sino permaneciendo ntegramente en la constatacin,
como se realizan en nosotros la conclusin y la comprensin. No puedes hacer nada ms
que constatar. Se trata de una comprensin total, instantnea, que abarca toda tu estructura.
P.: Cmo permanecer conscientemente en esta experiencia no temporal y, a pesar
de todo, hacer frente a las exigencias cotidianas, mantenindose en la meditacin permanente como plano de fondo?
R.: En la meditacin vas a darte cuenta de que eres atrado siempre por el encanto de
los objetos y de que ests acostumbrado a una eleccin que ha creado en ti moldes que
se repiten constantemente: fijas el objeto, lo agarras y te aferras a l. Cuando asumes
esto, se produce un soltar. Sientes la atencin sin tensin, que es vacuidad intemporal e
inespacial. Entonces es cuando verdaderamente vives. La percepcin vive en ti, pero t
no vives en la percepcin y en un momento dado te encontrars detrs de la atencin,
pero, naturalmente, de una manera no objetiva.
Esta atencin no es mental; vas a observar esta tranquilidad en ausencia de los objetos y, ms tarde, en presencia de ellos. La accin se desarrolla sin que la tranquilidad sea
de ninguna forma afectada por el movimiento.
Te dars cuenta, en el transcurso del da, de que ests en el yo soy y de que luego
vuelves de nuevo a asumir la posicin de la persona. Colcate entonces conscientemente
en el yo soy y podrs observar que se realiza una orquestacin, una regeneracin, una
armonizacin.
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ROYAUMONT
P.: Usted ha dicho que el Yoga nos hace conocer el cuerpo. No es ms importante
el compromiso que la forma de yoga que se practique?
R.: Para conocer el sujeto ltimo hay que pasar por el objeto. El objeto surge del sujeto ltimo y tambin muere en l. El conocimiento pasa primero por el conocimiento de
lo que se percibe, es decir, de lo que somos: nuestro cuerpo, nuestros pensamientos,
nuestras emociones. Lo que somos profundamente se revelar a continuacin. Lo que en
un principio hemos considerado como lo que no somos se revela finalmente como la
expresin de lo que somos. Este es el camino del yoga.
Pedaggicamente, nos consideramos primero como un objeto de contemplacin. Lo
que en general se llama un sujeto no es ms que un objeto percibido, un objeto que conocemos bien, con sus deseos, sus temores, etc. Se pueden utilizar diferentes formas de
yoga segn los individuos, pero todas estas formas llevan al conocimiento de s mismo.
P.: Es preferible elegir una sola va, un slo maestro en el yoga?
R.: Es preferible; pero puedes comenzar con un buen profesor, aunque, ms adelante, pueda resultar insuficiente; es lo que se llama un upaguru.
P.: Qu piensa usted de los maestros, los gurs y de la relacin con los discpulos?
R.: Para el maestro no hay discpulo.
P.: Cmo explica el que haya maestros? Cul es el fenmeno que nos empuja a
crear maestros?
R.: Ser un maestro no es una profesin. Se es maestro a pesar de uno mismo. Si sientes la necesidad profunda de ser, encontrars a alguien en tu camino que te mostrar la
perspectiva justa. La bsqueda es, antes que nada, el deseo profundo de ser autnomo,
de ser independiente del propio cuerpo, de sus emociones, pensamientos y sentimientos.
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P.: Constato a lo largo de estos dilogos que hay momentos en los que estoy cerca de
m mismo, pero, en definitiva, a pesar de mi voluntad, no tengo el coraje de ser. Por
qu?
R.: Es ese coraje el que te impide ser. Escucha simplemente, sin referencias, sin querer encontrarte en lo que aqu se enuncia. Permanece a la escucha; entonces estars totalmente receptivo y la conclusin surgir en ti sin que haya nadie que concluya.
La comprensin se sita en otra dimensin diferente. Lo menos nunca puede comprender a lo ms. Tu pregunta se sita al nivel del conflicto y en ese plano no admite
solucin. El conflicto se resolver en la escucha sin referencia.
P.: Tengo la impresin de que nuestra falta de vigilancia y de determinacin hace
difcil esa escucha
R.: Por lo general, uno se encuentra nicamente en lo percibido. Hay que contemplar
la percepcin, dejarla vivir en uno mismo. Es un soltar. Todo movimiento intencionado
nos aleja. No hay que rechazar a priori la posibilidad de un estado de ser sin objeto, de
una conciencia sin objeto, para estar abierto a la comprensin de que estamos hablando.
P.: Quin es capaz de aceptar de forma autntica y profunda?
R.: El cientfico est obligado a aceptar los descubrimientos que se le presentan. Debe estar completamente receptivo, sin proyeccin, dado que se encuentra ante lo desconocido. Aqu es lo mismo; tenis que aceptar la posibilidad de una conciencia sin objeto, pero tenis derecho a preguntar cul es el camino para llegar a esa vivencia.
P.: El camino es la escucha?
R.: Exactamente. Y debemos darnos cuenta de que no escuchamos.
P.: Entonces, es todo lo contrario al sueo
R.: Si ests persuadido de que la conciencia no existe sin objeto, te cierras a toda experiencia. Hay que dejar de lado el sistema de Freud, de Jung y toda la psicologa moderna. Ver algo con absoluta claridad conlleva una transformacin. No puede haber
transformacin si se hace intervenir la voluntad.
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P.: Cuando dice conciencia sin objeto, se trata de una conciencia privada de todo
pensamiento o quiere decir que la conciencia ya no se identifica ms con el pensamiento, sino que lo observa?
R.: No puedes estar ni un slo momento sin conciencia. La conciencia y su objeto
son uno. Cuando el objeto se reabsorbe de nuevo en su origen, es decir, en la conciencia, slo sta permanece. Es lo que sucede entre dos pensamientos, entre dos percepciones o en el estado de sueo profundo.
La psicologa moderna no reconoce una conciencia sin objeto. Pretende incluso que
lo que se llama sueo profundo que no dura ms de una hora u hora y media es
todava una relacin sujeto-objeto.
No se trata de adoptar una doctrina que mantenga la existencia de una conciencia sin
objeto, sino de aceptar la posibilidad de dicha experiencia.
P.: Existen estados de conciencia en los que el pensamiento est parado?
R.: Naturalmente. No podemos nunca pensar la totalidad, pero podemos ser la totalidad. La totalidad es una percepcin original.
P.: En el sueo profundo no hay pensamiento. Es sta la experiencia de la que
habla?
R.: S; no hay pensamiento. El pensamiento siempre es fraccionario, est siempre en
el tiempo. No podemos tener ms de un pensamiento al mismo tiempo. Pero la sucesin
de los pensamientos es muy rpida y eso da la impresin de simultaneidad.
No quiero decir que no haya nunca simultaneidad, pero est se produce en otra dimensin, algunas veces en los sueos, en el sueo profundo o entre el sueo profundo y
el estado de vigilia. Todas las creaciones surgen del primer golpe de la simultaneidad.
P.: Qu es lo que nos empuja a actuar a pesar nuestro, a ser el autor de los actos, de
las palabras que nos resultan como extraas y que incluso algunas veces lamentamos?
R.: Quieres decir que actas, que hablas, sin que haya habido una elaboracin de
tus actos y de tus palabras?
P.: S, eso es. Se tiene la impresin de que lo que se hace, lo que se dice, surge del
exterior.
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P.: Vivimos con esquemas que nos ocultan la realidad. Cree usted que el nio que
acaba de nacer est ya agobiado por esquemas?
R.: El nio tiene esquemas funcionales desde su nacimiento, pero los esquemas condicionados no se forman hasta el tercer o el cuarto ao. Proceden de la educacin, de la
imitacin. Ms tarde, cuando el nio dice yo, este yo es ya una persona. El entorno,
la sociedad, crean la persona. Cada elemento de esta sociedad es diferente de los otros
sin estar separado de ellos, pero creemos ser entidades separadas.
En esta sociedad conocemos solamente las relaciones de personalidad a personalidad. Estas relaciones originan continuamente un movimiento hacia el centro de cada
uno, pues tenemos siempre necesidad de afirmar la imagen que nos hemos hecho de
nosotros mismos. Cuando reconocemos la identificacin con dicha imagen y la abandonamos, nos colocamos en un plano de lucidez consciente que podemos llamar amor. En
esta actitud no hay ni interior ni exterior. Ah, la verdadera personalidad se crea a cada
momento. Una vez utilizada en determinadas circunstancias, desaparece. Estamos siempre vacantes, sin fijacin. La lucidez atenta, la escucha, est fuera del espacio y fuera
del tiempo.
P.: No conduce el desapego a la indiferencia?
R.: Cuando uno se sita en el plano impersonal, deja de vivir en el nivel psquico,
pues el psiquismo est referido al yo. Estamos apegados a ciertos esquemas, a ciertas
ideas, y slo cuando estos esquemas nos abandonen podremos estar realmente con lo
que nos rodea. No puedes desprenderte voluntariamente de ellos, pues la voluntariedad
implica todava la bsqueda de un resultado. Las cosas se desprenden de ti y quedan en
una perspectiva diferente; a medida que vas presintiendo tu naturaleza axial, vas viviendo en otros planos. Cuando eres esa mirada contemplativa, todo lo que fluye de ti es
don.
P.: Usted ha dicho que quien recuerda frecuentemente su naturaleza axial con el pensamiento, va por buen camino. Tales recuerdos, son realmente obra del pensamiento?
No aparecen, ms bien, gracias al silencio?
R.: Con el pensamiento dices: yo soy el autor de mis actos. Tambin con el pensamiento puedes decir: yo soy espectador de mis actos. Ests atado a tus actos en el
primer caso, pero ests abierto en el segundo. El pensamiento que era el vnculo de la
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apelas a la forma, dejas que la forma y los colores vengan a ti. Ests a la escucha, no
puedes proyectar el azul, el rojo, el blanco.
Deja a tu cuerpo que te informe de la misma manera, djale que te cuente su historia
y vers que no puedes referirte a las partes del cuerpo. En ese momento, tu cuerpo se
presentar en su globalidad y ser algo completamente distinto al cuerpo al que ests
habituado. Al principio ser necesario pasar cada vez por las capas condicionadas, pero,
muy pronto, se reabsorbern en tu atencin y sentirs un cuerpo completamente diferente, vacante, limpio.
En realidad, no es el problema del cuerpo lo que aqu nos interesa, sino la escucha,
la actitud interior. Ella es la que permitir a tu cuerpo presentarte ante ti y, tarde o temprano, el nfasis puesto en el cuerpo se desplazar espontneamente hacia la observacin, all donde se encuentra la plenitud.
P.: Qu diferencia establece usted entre el dejar hacer y el dejarse llevar?
R.: El dejar hacer es una posicin a la vez activa y pasiva: pasiva, en la medida en
que la persona no interviene; activa, pues la lucidez est plenamente despierta. En el
dejarse llevar no hay lucidez, lo que supone abandono e indiferencia.
P.: Se puede utilizar la violencia estando interiormente despegado de ella?
R.: La accin que emana de un estado de constatacin es una accin espontnea, no
una reaccin. Una accin espontnea no es una reaccin. Una accin espontnea es forzosamente no-violencia, pero exteriormente puede aparecer como tal. La violencia en el
mundo es una reaccin. Podemos constatar que somos constantemente violentos. Imponemos a nuestro cuerpo disciplinas, exigencias, que son autnticos actos de violencia. Si
realmente queremos que cese la violencia, deberamos empezar, antes de nada, por nosotros mismos.
P.: No comprendo muy bien la violencia que existe en el mundo animal. Por qu
algunos animales se devoran entre s? Podramos reprochrselo? Es eso lo que llaman
el juego de Dios?
R.: En nuestra calidad de hombres, no podemos calcar nuestro comportamiento del
de los animales. Tu incomprensin viene de tu punto de vista humano, fraccionado. En
una visin global, lo que te parece imperfeccin aparecera como formando parte de la
gran armona.
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R.: Cuando eres consciente de los objetos sin identificarte con ellos, se crea un espacio entre la observacin y los objetos, pero lo que aqu nos interesa es conocer al conocedor.
P.: Muchas personas no oirn jams hablar de estos dilogos porque han nacido y
viven en un medio que no es favorable a su difusin. Piensa que sera posible darles
una oportunidad? Mi alegra no pasa tambin y primero por la alegra de los dems?
R.: Hagamos la pregunta de una forma distinta: conoces los mviles que te han
trado aqu? Supongo que eres una mujer demasiado seria como para haber venido por
simple curiosidad.
P.: Yo estoy buscando. Una bsqueda de la felicidad, quizs. Si supiera por qu estoy ya no tendra necesidad de venir.
R.: Esto es ya una anticipacin pero los motivos profundos que te han trado hasta
aqu son ciertamente una insuficiencia, una carencia en ti; de no ser as, no hubiera venido. Has interrogado esta carencia? Es la misma que te empuja a ir al cine, a encontrar
otro hombre, a comprarte un coche, a hacer un viaje, etc. Observa que vas de una compensacin a otra. Has credo colmar tu insuficiencia, pero en el curso de tu vida has visto que, de esta manera, no podas hacerlo. Los objetos no te proporcionan la plenitud a
la que aspiras.
Cuando captas que el mundo objetivo no puede llevar a la plenitud, tu bsqueda se
suspende. En ese momento se produce un soltar y todo dinamismo de bsqueda se detiene. Hay atencin a la atencin. Cuando te encuentres totalmente en esta observacin,
conocers la respuesta.
Interroga tus mviles, mira cmo piensas, comienza por conocer el mbito que te es
propio sin querer juzgar o concluir. Estte nicamente lcida, atenta y, un da, te encontrars en la luz que est detrs de la atencin.
P.: Qu relacin hay entre la voluntad y la gracia?
R.: Toda voluntad es intencionada y nace siempre de una estructura de miedo, de ansiedad, de deseo; la voluntad est animada por la memoria y nos encierra en un crculo
vicioso donde no hay creatvidad. Repetimos constantemente los mismos clichs, los
mismos procesos. Pero hay otra voluntad ms profunda que no procede de la persona y
que est orientada hacia la plenitud de ser.
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En un momento dado de nuestra vida nos damos cuenta de que no hay nada que buscar, nada que encontrar. Tras cada bsqueda en el mundo de los objetos, constatamos
que nos encontramos de nuevo en el punto de partida. Entonces nos abandona completamente este dinamismo y el que busca se convierte en lo encontrado. Cuando se abandona completamente la bsqueda, la gracia se manifiesta, y esa voluntad profunda, ese
querer-ser, entra en accin.
P.: Hace un momento se ha hablado de la ayuda que puede ofrecerse a los dems.
Al venir aqu, est usted animado por el deseo de ayudar?
R.: Antes de poder ayudar a los dems, tendra uno mismo que estar libre de la necesidad de ayuda. Si no es as, la pretensin de ayudar a los dems no es ms que un asegurar la persona, que por otra parte no existe, y una huida de s mismo.
P.: Pero tiene usted ese deseo?
R.: No. Se puede ayudar cuando se est totalmente presente y las circunstancias son
propicias para ello.
P.: Cmo se puede llegar a constatar sin que eso se convierta en una tensin?
R.: No busques estar atento.
P.: En el momento que estoy ms atento, vuelvo a estar cogido por los pensamientos.
R.: No ests atento a una sensacin. Ms bien dira: da preeminencia a la sensacin.
Vas a observar que, por hbito, siempre quieres dirigir, eliminar, mejorar. Si ves claramente que no dejas que la sensacin se exprese, se producir un soltar y tu percepcin
quedar completamente libre. Estars, entonces, totalmente atento, sin tensin. Una
atencin dirigida hacia un objeto est siempre interesada en un resultado, orientada
hacia algn punto.
En la atencin no intencionada que yo te propongo, percibes simultneamente dos
polos: el objeto que no tiene la posibilidad de expresarse y el sujeto en estado de tensin. Estos dos polos se disolvern en tu atencin y conocers el silencio sin estar atento
a un objeto, sino, ms bien, a ti mismo.
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P.: No es necesaria una cierta intimidad interior para llegar a esta atencin: Me
siento paralizado en el caminar.
R.: Tu atencin puede dirigirse nicamente hacia lo ya conocido, es decir, hacia el
pasado. Cuando te des cuenta de que no das libre curso a tu sensacin, todo falso condicionamiento se eliminar y aparecer una sensacin original que ser propiamente la
atencin sin tensin.
La autntica comprensin que se produce en nosotros es siempre el resultado de una
investigacin. Esta investigacin debe ser conducida sin espritu de comparacin, de
referencia, de competencia; consiste simplemente en tomar nota. Se desarrolla en la
duracin, y en este nivel no hay simultaneidad posible. Si no prejuzgamos los elementos
constatados, la conclusin se elaborar por s misma en nosotros. Una falta de injerencia
por nuestra parte, favorecer la ordenacin espontnea de los elementos constatados. El
conjunto se nos presentar entonces en la simultaneidad. Una visin as, panormica,
sinttica, abrupta, no puede tener lugar en el plano del discurso, que se desarrolla siempre en el tiempo, es decir, en un movimiento horizontal. La intuicin, la visin simultnea surge en la verticalidad, fuera del tiempo. As se realiza la comprensin. En el momento en que tiene lugar, nadie hay all para decir he comprendido.
En nuestras reuniones, los elementos esbozados deben tomarse en consideracin sin
voluntad de concluir o de apropiarse un resultado verbal. Vive simplemente lo que se
presenta a tu observacin sin calificar ni fijar. No busques comprender haciendo referencia a tu pasado. La comprensin se efecta por s misma y su onda de choque se propaga a travs de toda tu estructura fsica y psquica.
P.: Sera el ser prisionero de la personalidad buscando su liberacin?
R.: La palabra liberacin no tiene sentido: no hay nada que liberar pues no puedes
liberarte de una persona que no existe. El trmino liberacin no es ms que un concepto y, en ltima instancia, un sin sentido. La comprensin consiste en despertarse a lo
que desde siempre somos. As pues, repito, la palabra liberacin no tiene sentido.
Mientras creas ser una persona podrs perfeccionarla, alimentarla o incluso despojarla de todo pasado, pero la creencia siempre permanece. Querer analizar la persona,
escudriarla o diseccionarla es una prdida de energa. Lo que somos es todo perfeccin. Liberado de la ilusin de ser persona slo queda la perfeccin.
P.: Pero la persona est animada por algo; cada uno toma un camino hacia un objetivo...
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R.: La cuestin es: teniendo en cuenta todos los cuidados dedicados a la persona,
has alcanzado el estado de dicha permanente? No? Entonces?
P.: Yo deseo estar en paz, ser feliz
R.: No puedo ms que aprobarlo.
P.: Desear estar en paz no es un nuevo condicionamiento?
R.: Desear la paz es ciertamente el deseo ms sano que hay en ti, pero cmo procedes para alcanzarlo?
P. Por medio de una mirada hacia mi mismo.
R.: Cmo miras?
P.: Intentando no identificarme con los objetos percibidos.
R.: Cuando te haces consciente de tu mbito corporal y mental, cuando dejas hablar
a lo que a ti se presenta, sin intervenir, ests totalmente desapegado. Es el primer paso
que puedes dar y este primer paso lleva forzosamente a la aceptacin total de lo que
deseas conocer. En esta actitud de aceptacin se encuentra la paz.
P.: Cmo responder a la pregunta quin constata?
R.: Eres constatacin permanente. No busques constatar. No puedes objetivar al que
constata. Constatar es una manera de ser sin motivacin, es un estado de inocencia total,
libre de la memoria. Lo que es constatado vive en ti. T eres, de hecho, lo que constatas.
Constatar no sirve ms que para revelar la constatacin, para devolverte a ti mismo. Lo
que es constatado, se apaga entonces en la constatacin. Es un estado de ser en el que
slo existe la plenitud.
R.: No comprendo bien por qu interviene la persona
P.: Toma conciencia de ese reflejo. Acptalo, no te juzgues, no te culpabilices. Quieres comprender a toda costa en un plano mental, pero lo que esencialmente eres no se
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deja pensar. El pensamiento est siempre en el pasado, no puedes pensar ms que lo que
ya conoces. El pensamiento surge en ti y muere en ti. Detecta eso.
P.: Usted ha dicho que toda bsqueda, toda intencin, es un distanciamiento del eje.
Qu pasa con la intencin de encontrarse a s mismo?
R.: La intencin es siempre un producto del yo. El yo no puede encontrarse, pero
puede buscarse. Para encontrarse, debe desaparecer en tanto que yo. Toda intencionalidad procede del yo. El yo es fragmentacin, desequilibrio. El es el que siente la carencia, la insatisfaccin.
P.: Nombrar es un proceso natural?
R.: El nombre no es lo nombrado. Entrgate totalmente a la percepcin pura. Escucha, mira, toca, sin nombrar. Todas esas sensaciones viven en ti, eres esas sensaciones.
Deja que las sensaciones se apaguen en ti, igual que los conceptos. Unas y otros apuntan
a lo que esencialmente eres.
P.: En definitiva, quin busca la paz? Proviene la bsqueda de la llamada del ser o
del ego que llega a desear su propia eliminacin?
R.: Lo que desea la eliminacin forma parte del ego. Limtate a mirar la naturaleza
del ego: es una imagen que siempre vive en una situacin dada. La conoces muy bien,
con sus deseos, sus miedos, sus ansiedades, sus insuficiencias.
P.: S, pero no puede el ego sentir nostalgia de la paz, precisamente porque est harto de sufrir y de ser atormentado?
R.: Constata ese sufrimiento y llegars al apaciguamiento en el plano fsico y en el
plano psquico. Este apaciguamiento es absolutamente indispensable para que el presentimiento de la paz, de la realidad, sea posible. Vas a llegar a la conviccin de que el presentimiento viene directamente de lo presentido. La facultad de adorar viene de lo adorado mismo y el dinamismo hacia l, tambin.
P.: Cmo llegar a una comprensin que no sea solamente conceptual, sino que est
tambin integrada en la vida?
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R.: En tanto que individuo, naturalmente; pero lo supremo no tiene fronteras. Desde
el momento en que hay un soltar total, sin eleccin, es una vivencia. Entonces nuestro
encuentro, aqu, ya no est motivado. Su nica razn de ser es la alegra.
P.: La incomodidad y el sufrimiento son necesariamente dolorosos o se trata de ideas recibidas?
R.: El sufrimiento de que hablas siempre est provocado por una situacin en relacin a otra situacin, es decir, en relacin al yo. Ves las cosas en referencia a una imagen de ti mismo. En estas condiciones es posible, efectivamente, calificar la situacin.
Pero si simplemente permanece como observacin, la situacin aparece entonces referida a la totalidad y no ya a la persona. Me gustara que experimentaras esta actitud. La
observacin, la mirada, es. No es ni positiva ni negativa. Es lo positivo ltimo, ms all
de las oposiciones. Somos esta alegra. La tristeza no existe en realidad. Resulta de una
visin fraccionaria: el yo prefiere la tristeza a la ausencia de yo.
P.: No existen tcnicas susceptibles de conducirnos a un estado ms despierto, ms
libre?
R.: Debes cultivar la contemplacin, debes contemplar tu cuerpo. Vas a darte cuenta
de que contemplas la imagen que tienes de tu cuerpo. Djate visitar, encantar, por tu
cuerpo. En ese momento ests completamente receptivo, los esquemas habituales ya no
tienen sitio y surge la percepcin verdadera. Para encontrar lo que esencialmente eres,
es necesario, en la prctica, pasar primero por la contemplacin de un objeto. La contemplacin no es concentracin. El objeto percibido se deja completamente libre. Cuando muere en la contemplacin, eres aprehendido por lo ltimo. La contemplacin se
aprehende a s misma por s misma.
P.: Por qu escapamos a lo que en el fondo somos?
R.: No preguntes por qu. Mira, constata, que huyes. Te encontrars entonces en una
espera sin huida, en una espera silenciosa.
P.: Aunque en esta espera la huida aparece como algo completamente intil, eso no
impide que el juego contine
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ducirte a una actitud interior de dejar-hacer en la que ests obligado a abandonar toda
formulacin y a quedar tranquilo, en escucha.
Abandona la imagen, abandona la pregunta. Ve en un slo instante de dnde fluye
sta ltima. Quin la conoce? Toma contacto con aqul que conoce la pregunta. Entrgate a la tranquilidad, abandona la bsqueda, es la nica forma de encontrar lo que buscas.
P.: Cul es el papel de la sexualidad?
R.: La sexualidad aporta una satisfaccin de orden personal y nos mantiene en la soledad, mientras que un acto que fluye del afecto nos regocija con la alegra sentida por
el otro.
El hombre se acerca a la mujer por la alegra de la mujer, para celebrar la unidad en
el plano fenomnico. En este caso, no es necesario un contacto especfico; el afecto se
expresa completamente en el gesto ms mnimo: una mirada, una palabra, una mano que
se aprieta, bastan para colmar la alegra. En s misma, la sexualidad se limita a provocar
una compensacin.
P.: Hay medios para eliminar el peso del pasado?
R.: Querer eliminar el pasado, el tiempo, con el propsito de vivir el yo soy representa una prdida de energa, un rodeo intil. Se trata de una va progresiva donde se
mantiene la relacin sujeto-objeto. Es difcil liberarse de ello. Las imgenes y los objetos encontrados en el curso de este proceso pueden revelarse asombrosos, incluso fascinantes, pero presenta el inconveniente de fijarnos en dicha relacin sujeto-objeto. Corremos el riesgo de soltar la presa a cambio de la sombra.
Por el contrario, la pregunta quin soy yo? rene en un slo punto las energas
anteriormente dispersas. La observacin totalmente virgen permite estas vueltas al pasado sin que se d identificacin con ellas, sin ceder a su atractivo, porque el acento se
pone entonces en la observacin y no en el objeto observado.
Interesarse en descifrar el pasado es an una forma de delectacin del yo. Quien ha
integrado conscientemente el yo soy no se interesa de ninguna manera en el pasado ni
tampoco en el futuro, lo que no quiere decir que lo ignore.
Es importante adoptar una actitud justa respecto a las imgenes que se presentan tanto en el estado de vigilia como en el de sueo. La atencin no debe estar dirigida hacia
la imagen, sino hacia lo que est detrs. Su vestidura vara segn el perodo de nuestra
vida; no es retocarla lo que interesa, sino verla de una manera justa en el instante en que
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Habra que estar atento a este proceso. Se localiza en una percepcin fsica al nivel
de los hombros, de la espalda o de las rodillas. Da a esta percepcin la posibilidad de
desarrollarse, no la fijes, y se consumir en tu observacin. Esa es una experiencia que
debe ser vivida.
P.: Es posible observar, aceptar es ya ms difcil, pero amar?
R.: Amar y aceptar no debe ser un acto realizado por la persona por medio de la voluntad. Observa y mira. Cuando dejas vivir lo que aparece en ti, te sitas ms all de la
aceptacin o del amor. Ya no hay produccin ni proyeccin de esquemas.
Cuando dejas que tu cuerpo llegue a ser l mismo, sin visualizarlo, llegas a una percepcin global, simultnea. Hay ah una energa que traspasa la corporalidad, se despliega en el espacio y libera el cuerpo de sus resistencias y de sus tensiones.
Una atencin as no puede ser provocada por un mandato de la voluntad. Pero, sin
embargo, est a tu alcance. Este despertar del cuerpo en ti se distingue de la sensacin
habitual de entrar o de estar en un cuerpo, por su frescura siempre nueva. Llegars a
vivir esta experiencia en la que el cuerpo existe en ti, en tu atencin.
P.: Es esto la presencia a s mismo?
R.: Ordinariamente, no estamos presentes ni a nuestro cuerpo ni a nuestro estado
psquico.
Cuando nos hacemos conscientes de ello, se producen intervalos de suspensin de la
actividad. Se efecta una transformacin. Nos hacemos presentes a nosotros mismos.
Vivimos a la escucha. Si hay un primer paso que deba ser dado, es en el camino hacia
esta escucha. En ella residen ya la aceptacin y el amor.
P.: Quien se compromete en esta va, cmo se da cuenta de que su marcha no es recuperada por el ego?
R.: Cuando tu camino se orienta hacia la unidad, el miedo, la ansiedad y el deseo
desaparecen. Se instala una profunda satisfaccin que no depende de un objeto o de un
estado. Es el indicio de que ests en la buena direccin. Pero, antes de nada, es necesario salir de la agitacin y de la dispersin, reunir la energa en torno al quin soy yo?
y mantener despierta la atencin.
P.: Dnde reside el error en el hecho de tomarse por una persona?
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cen. En esta profunda introversin, la claridad nos atrae; la tenemos en comn con todos
los seres vivientes. Es la esencia misma de nuestro ser.
P.: Usted habla muy a menudo del pensamiento discriminativo y del pensamiento
espontneo, son opuestos?
R.: El pensamiento espontneo no es exterior a la mente y sus funciones, pero no es
prisionero de los moldes del conocimiento filosfico, religioso o cultural. Emana directamente del ser total y a l vuelve. Por el contrario, cuando es intencionado, organiza,
controla, manipula, pero permanece como algo fragmentario en tanto que provocado por
un yo volitivo. El pensamiento discriminador, con vistas a un objetivo y un resultado, no
est sin embargo excluido, sino que, remitido de nuevo al ser, se despoja de su carga
afectiva y parcial y acta simplemente segn su carcter funcional.
P.: Cmo ve usted la tecnologa, el progreso para el bienestar de la sociedad? No
depende del pensamiento intencionado?
R.: Si no se vive la fuente del pensamiento, el hombre permanece en la superficie de
un movimiento entre el pasado y el futuro que cubre y obnubila las pulsaciones inditas
y espontneas de la vida: Esta visin intencionada se vuelve una abstraccin estril que
incluso puede conducirnos a desviaciones lamentables y peligrosas. Por el contrario, lo
que el pensamiento nacido de nuestra naturaleza autntica nos inspira, es siempre justo,
desapasionado, a la medida del hombre; adems, ste jams es arrastrado por aqul.
P.: Este equilibrio ltimo, es un estado en el que me puedo situar conscientemente?
R.: Es un no-estado.
P.: Tengo que entenderlo en el sentido de Martin Heidegger, un arte de esperar?
R.: S, totalmente. Es un soltar, un dejar-hacer revelador que permite que se realice
el progreso natural; simplemente hay constatacin, aceptacin desprovista de toda anticipacin. El yo ya no acta. La constatacin meditativa es nuestra verdadera naturaleza.
P.: Usted propone una no-ingerencia, pero no es el soltar un acto de la voluntad?
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Tienes que concebir la posibilidad de un estado de no accin, sin objetivo, que nos
deja abiertos a un soltar sin proyectar ningn resultado.
P.: Hay que ver en todo esto un dinamismo en accin?
R.: El dinamismo que incita a proyectar un objetivo o a concebir la posibilidad de un
estado sin objetivo, es el mismo. Pero, en el primer caso, ests fijado, apegado a una
imagen; en el segundo, ests disponible a la apertura, lo que posibilita un soltar. Se despierta uno espontneamente en una lucidez difana, consciente, de lo que siempre est
presente.
P.: Y en las relaciones con nuestro entorno?
R.: Cada uno de nosotros ha sido preparado para pensar y actuar segn ciertas normas. Estamos condicionados por nuestro medio. El cuerpo y la mente que siguen y re
piten estos esquemas, pierden as la oportunidad de vivir las manifestaciones en todo su
frescor. Por eso, para muchos, la vida termina por no tener ya sabor. Cuando nuestra
lucidez intemporal la ilumina, es nueva, creativa, nos expandimos en una serena alegra.
P.: Es a eso a lo que se refiere Platn cuando dice pensar verdadero, sentir bello y
actuar justo?
R.: Exactamente. Todo hombre posee esta inteligencia que entra en accin cuando el
yo volitivo se desvanece. Debernos estar a la escucha de esta inteligencia ltima de la
que procede lo verdadero, lo bello y lo justo. Cuando el yo se apropia de este brote, lo
cuestiona y lo convierte en una caricatura, una mueca, una mutilacin.
P.: Qu pasa entonces con la experiencia?
R.: Un acontecimiento se transforma en experiencia si lo aprehendes en trminos de
pasado, de lo ya conocido, de lo ya vivido. Necesita un experimentador y un movimiento de tu eje hacia la periferia, un alejamiento. Una experiencia jams es creativa en
ningn plano. No hace ms que fijarnos en los antiguos esquemas. El ser no puede ser
experimentado. Somos el ser.
P.: En la espera sin espera, Martin Heidegger habla de un estado de vivencia de
agradecimiento.
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R.: El deseo de agarrar, de acumular, de apropiarse, procede del yo. El silencio vivido sin objeto es la sede de lo sagrado. Hay don espontneo sin nadie que d, continua
irradiacin de afecto impersonal sin motivo y sin objetivo, sin devolucin.
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CHAMROUSSE
Cuando se da la contemplacin sin voluntad de contemplar, de meditar o de escuchar, cuando toda energa aprehensiva se reabsorbe en la unidad, entonces la contemplacin es conocimiento de s misma por s misma. No hay ninguna necesidad de intermediario.
El objeto y la percepcin son siempre una emanacin de la conciencia, del ser. Aparecen y desaparecen en el ser. Desde el momento en que se deja libre curso al objeto,
ste acaba por reabsorberse en el ser. La percepcin es una objetivacin de la conciencia, pero permanece como algo fragmentario. Nosotros le damos un nombre y una forma, pero no habra que dejarse atrapar en el juego de palabras y apariencias, olvidando su naturaleza. La percepcin no es ms que conciencia y en sta se encuentran su
origen y su fin. La objetivacin es una forma de jbilo en el espacio y en el tiempo, pero
en el momento en que se ha realizado la perfeccin, apunta de nuevo hacia la conciencia a la que, por otra parte, jams ha dejado de pertenecer.
Si se examina el mundo, el objeto, en profundidad, su funcin resulta ser, en definitiva, la de revelar al sujeto ltimo. Toda dualidad no es ms que apariencia, slo la
unidad existe. El descubrimiento de nuestra naturaleza profunda sigue el rodeo de la
percepcin. La entidad personal que creernos ser es slo de la percepcin. La entidad
personal que creernos ser es slo una objetivacin de la conciencia. Se trata de un instrumento til en la vida cotidiana, pero slo de un instrumento. Es una propiedad con la
que no tenemos que identificamos; no ms que con nuestra casa, nuestro coche o nuestra cuenta en el banco. Seamos su propietario sin confundirnos con ella.
P.: Cmo puede no haber percepcin ninguna?
R.: Cuando un pensamiento llega a su trmino natural, deja sitio a su soporte. Hay
intervalos sin pensamiento entre dos pensamientos. Las percepciones son como las imgenes de una pelcula que se suceden en la pantalla: hay un intervalo, un espacio en
blanco entre cada dos imgenes. En el sueo profundo, ninguna imagen aparece en la
conciencia. Entre los pensamientos, como ocurre entre los estados de vigilia, sueo con
sueos y sueo profundo, se puede decir que se realiza una percepcin original.
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La inquietud del ego suscita la proyeccin de imgenes en abundancia. Estas son una
forma de encontrarse en una situacin. Una vez que tal fantasmagora ha sido descubierta, el tic de objetivarnos como persona, como imagen, nos abandona y dejamos de estar
constantemente ocupados con los pensamientos. En ltima instancia, el pensamiento
aparece como un instrumento de defensa. Toda experiencia es, por otra parte, una forma
de defensa; es el modo mediante el cual el ego encuentra su seguridad. Cuando se ha
comprendido esto, resulta posible conocer ms momentos de paz interior sin percepcin,
sin pensa miento.
P.: Yo no creo mucho en ello
R.: Cuando escuchas msica y la sucesin de formas sonoras acaba por terminar en
el silencio, entonces tiene lugar la experiencia de la msica, la partitura ha terminado y
sin embargo, ests lleno del sabor que en ti ha dejado. La experiencia de la msica, la
experiencia esttica, descubre la alegra profunda, la realidad ntima de tu ser. Esta realidad es comparable al perfume de una flor que impregna el ambiente despus de su
paso por una habitacin. La flor se marchita, pero el perfume queda. La forma desaparece, pero la esencia permanece para siempre. S este perfume.
P.: No debera hablarse de transmisin de pensamiento ms bien que de transmisin
de sensacin?
R.: La sensacin tambin es una forma de pensamiento.
P.: La angustia, el miedo, se transmiten?
R.: El miedo y la angustia siempre son experimentados por alguien. El yo se encuentra en una determinada imagen y sta estimula la afectividad, lo que conlleva ciertas
modificaciones corporales: musculares, orgnicas, nerviosas y qumicas. Una situacin
as se produce siempre en referencia a la imagen del yo. En ausencia del yo, la imagen
surge en nuestra vigilancia, en nuestra lucidez, y finalmente se pierde en la unidad. El
miedo y la angustia son el resultado de una perspectiva unilateral, de un punto de vista
fraccionario. Un punto de vista as, engendra siempre inseguridad.
En un acto de observacin abierta no hay inseguridad, angustia ni miedo. Esto no
quiere decir que el cuerpo pierda el instinto de conservacin. Si en un bosque encuentras
una fiera que quiere devorarte, se produce, naturalmente, una forma de reaccin corpo-
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ral, pero lo que habitualmente se llama miedo y angustia son, en el fondo, reacciones
psicolgicas.
P.: Si lo que llamamos miedo no estuviera cargado de afectividad, podra ser til
para desencadenar un comportamiento tendente a salvaguardar el organismo?
R.: S; como si fuera un poste de sealizacin. En un peligro muy grande no hay
miedo.
P.: Podra modificarse el sentimiento de miedo, dejndole contar su historia?
R.: En ese caso, el miedo se revela como una simple concentracin de energa. Si el
miedo nos cuenta su historia, se vaca como un baln que se desinfla. Por s mismo no
puede mantenerse; somos nosotros quienes lo alimentamos con la imagen. Preferimos
experimentar miedo a no experimentar nada, pues eso equivaldra a la desaparicin del
yo, vivida ordinariamente como un vaco. Para la mayor parte de nosotros, el hecho de
no objetivar un s mismo es accidental.
Deja hablar al miedo, lo que no significa fijarlo pues al fijarlo se le mantiene ni
huirlo pues si se le huye nos persigue, sino simplemente constatarlo. Es una actitud
activa-pasiva: activa porque estamos totalmente receptivos; pasiva porque dejamos desarrollarse la historia del miedo sin intervenir. No somos ya cmplices y, falto de alimento, el miedo se desvanece de forma natural. Entonces se siente cmo la energa se despliega, se regulariza y, finalmente, cmo se consume en la observacin lcida.
P. Cuando uno siente que se est formando un bloqueo, es necesario ver lo que est
en el origen de la enfermedad psicolgica para detener el proceso?
R.: Hay que comprender con claridad que no se puede tener una percepcin y un
concepto al mismo tiempo. En la sensacin de miedo, la imagen que ha desencadenado
el miedo no est presente; puede aparecer muy rpidamente como un ir y venir, pero
cuando la imagen est, la percepcin no est. As pues, sera mejor dejar que la sensacin de miedo se expresara totalmente.
P.: Cuando se siente una actitud inadecuada procedente del ego, hay que limitarse
simplemente a constatarla? Disminuyen as progresivamente el condicionamiento y la
enfermedad?
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R.: S. La enfermedad es una tensin, una contraccin. Desde un punto de vista estrictamente mdico, la enfermedad que aparece en la salud no es ms que un accidente.
Las tensiones y contracciones repetidas terminan por hacerse crnicas y esta cronicidad
causa la enfermedad. Las tensiones son vibraciones alimentadas exclusivamente por el
yo. Cuando no hay yo, las vibraciones se encuentran carentes de alimento. La observacin de las capas profundas constituidas por esta cronicidad permite, en ltimo trmino,
reabsorberlas en nuestra vigilancia. Las energas se proyectan a cada instante en un espacio tiempo. Pero la vigilancia, en la que terminan por consumirse las energas, trasciende el espacio y el tiempo. Para poder hablar del tiempo y del espacio, hay que estar
situado fuera de ellos.
P.: Qu piensa usted del acto de rezar, de pedir por otra persona?
R.: Mientras se tiene todava necesidad de ayuda para llegar a ser, habra que abstenerse de pretender ayudar a ser a los dems. Es importante resolver primero el problema
del propio ser, pues no se puede dar ms de lo que se es. Pero, como regla general, el
rezar autntico corresponde a un estado de inocencia, en la perspectiva de lo sagrado, y
all no tiene sitio la persona. Si entonces aparece la imagen fsica o moral de otro ser y
la dejas vivir en ti, se consumir igualmente en tu oracin. Admito que se pueda producir una curacin de esta manera. Pero, ordinariamente, la palabra rezar designa una
verbalizacin acompaada de sentimentalismo, y esto no tiene inters.
P.: Segn usted, el yo no sera ms que un fantasma. Cuando ya no hay yo, cmo
puede existir todava el pensamiento? No depende el pensamiento de la memoria?
R.: Hay que distinguir entre pensamiento intencionado de una utilidad prctica
y pensamiento intuitivo. El primero proviene siempre de un estado psicolgico mientras
que el segundo fluye espontneamente de un no-estado. Cuando ocupamos conscientemente ese no estado, el pensamiento intencionado se reabsorbe y se integra en el pensamiento intuitivo que surge de esta espera sin espera.
P.: En ese pensamiento espontneo, no hay miedo?
R.: No.
P.: En el ejemplo que ha puesto hace un momento el peligro encontrado en la selva depende la reaccin espontnea de ese estado del que usted habla?
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La intuicin emana directamente de la verdad. Pero, una vez que ha pasado el momento, muy a menudo la ponemos en duda. El yo supedita en cierta forma la intuicin a
sus necesidades propias, trata de incluirla en su ptica limitada, apropindosela. Hay
que evitar este proceso.
La intuicin est siempre presente en el plano de fondo de nuestras actividades en el
espacio-tiempo como hilo conductor. En algunas obras de arte, cuya amplitud armoniosa revela su origen intuitivo, es posible descubrir en ocasiones algunas partes que han
sido completadas por la mente, el razonamiento y el anlisis. Estas partes a diferencia
del conjunto, dan una impresin de chapuza. Con demasiada prisa por terminar, por
hacer una obra personal, el artista no ha sabido permanecer a la escucha de la intuicin y
de su ritmo profundo. Hay que cuidar la intuicin como se cuida una llama, mantenindola siempre viva.
P.: Los momentos de gran claridad que aparecen a veces al despertar nos proporcionan impresiones precisas y claras. Es sta la conciencia autntica o estamos ya bajo la
influencia de la mente?
R.: En esos momentos entre el sueo profundo y el estado de vigilia, si la intuicin
que surge procede de nuestro esquema habitual de pensamiento, se desarrolla en la sucesin. Si es autntica, la accin que debe ser realizada se contempla en una perfecta
simultaneidad; pasado, presente y futuro se funden en un solo instante. Para nosotros,
esto es bastante raro, pero los grandes artistas experimentan con frecuencia esta impresin.
Ello prueba que nuestro sistema de referencias psicofsicas, en particular nuestro esquema temporal, no es el nico que existe. Cuando nos entregamos a una atencin sin
referencia, constatamos frecuentemente que la aparicin de la intuicin no pasa por el
razonamiento habitual, mediatizado.
Al despertar, de forma especial, es importante permanecer lcido, en actitud de testigo vigilante. Si forzamos el despertar, proyectamos de nuevo los esquemas habituales
del cuerpo.
P.: En el ejercicio de la actividad mental se excitan los lbulos frontales, mientras las
dems zonas cerebrales quedan inhibidas. Podemos pensar que en el estado meditativo
se levantan esas inhibiciones y que la energa se reparte armnicamente en todas las
zonas cerebrales?
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R.: La tranquilidad no es un estado, pues en un estado se entra y se sale. Una intencin te fija en la actividad cerebral, mientras que la ausencia de intencin te despega de
ella. Se experimenta entonces la impresin de que el hogar, por decirlo as, de la meditacin se localiza en la parte posterior de la cabeza, ms tarde en la regin del pecho,
para disolverse a continuacin en un espacio sin fronteras.
P.: Es un obstculo la localizacin en los lbulos frontales?
R.: Mientras estemos ubicados en lo cerebral, podremos observar una tensin en las
cavidades orbitales y una cierta pesadez en la frente. Los omplatos estn levantados,
pues hay todava volicin, prensin. Todo ello constituye un impedimento. Cuando descienden los omplatos, sentimos que una sensacin de reposo se extiende por la espalda,
los brazos, el esternn y los maxilares. Entonces la relajacin es perfecta y la tranquilidad se vive de forma no objetiva. La sentimos presente y desaparece toda localizacin.
La meditacin que aqu practicamos en momentos determinados no es ms que un
laboratorio, un campo de observacin en el que constatamos lo que ocurre en nosotros.
Luego, la meditacin ya no nos abandona, no est ya circunscrita a un marco temporal;
cada instante es meditacin. Descubrimos que no somos ms que observacin, claridad,
silencio.
Estamos poco habituados a una observacin no motivada. Slo vemos las cosas a las
que estamos acostumbrados y sin embargo, hay muchas otras que tambin deben ser
vistas. Ver todo lo que hay requiere una atencin completamente virgen; sin esta atencin, permanecemos prisioneros en las redes de la memoria. En la observacin no motivada se despliega una energa inconmensurable. Cuando la atencin se purifica de toda
intencin, se crea un movimiento convergente de pasado y futuro en un solo punto.
P.: Durante la meditacin, constato que siempre intervienen pensamientos, incluso si
me centro en el cuerpo
R.: Esta agitacin que constatas es, bsicamente, un elemento corporal. No la nombres; simplemente, observa que hay movimiento; sintelo, no lo rechaces. Detecta el
lugar en que se localiza, interrgalo. Entonces entrars espontneamente un estado de
escucha en el que ya no habr complicidad con la agitacin que t mismo creas. Se produce en un lugar muy preciso, admtela, mala incluso. Djala totalmente libre y contempla lo que ocurre. En un determinado momento, constatars una disminucin de la
agitacin.
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Querer llegar a alcanzar un fin por la va progresiva sera un error. En el mundo relativo se puede producir un soltar, pero jams podremos alcanzar lo que somos profundamente por medio de una actitud mental o corporal.
Podemos apaciguar la mente y el cuerpo; esto est completamente justificado, pues
ambos tienen su origen en el ser. En una mente y un cuerpo apaciguados nace el presentimiento de su origen. Obedecer sin restriccin a este presentimiento equivale a remontar el curso de un arroyo: inevitablemente encontraremos la fuente. Ah no hay caminar
volitivo.
En realidad, estrictamente hablando, yo dira que el ser, la tranquilidad, deberan enfocarse directamente.
P.: Qu actitud adoptar ante una persona enferma?
R.: Ocupar conscientemente el lugar de la salud, estar totalmente abierto sin proyectar nada. Es esa la nica ayuda que podras aportar. Si debe intervenir una ayuda de orden prctico y tcnico, slo desde esa actitud podr presentarse espontneamente. Si te
identificas con el que sufre, te conviertes en cmplice del sufrimiento.
P.: Qu llegamos a ser en el sueo profundo?
R.: El deseo de ser procede del sueo profundo. En el estado de vigilia hay investigacin, pero en el sueo profundo vives lo que fundamentalmente eres. Vivir conscientemente el sueo profundo es ser. En el sueo profundo, es decir, en el sueo sin sueos,
la mente permanece en reposo. Vives totalmente el ser. Si por la maana, al despertar,
no te precipitas en la actividad fsica y mental, se te ofrece la ocasin de presentir intensamente la verdad. Entre el sueo profundo y el estado de vigilia, todava no ests instalado en los rales del condicionamiento. Es muy importante entregarse totalmente a ese
instante, despus del sueo, por medio de la meditacin.
Si cada maana te entregas a la meditacin sin integrar inmediatamente todas tus facultades y tu personalidad, en poco tiempo sentirs, durante todo el da, el presentimiento de tu ser como plano de fondo. Este plano de fondo se experimenta como asombro,
pero no intentes encerrarlo en un concepto, formularlo ni explicarlo.
P.: En qu postura debe practicarse la meditacin?
R.: Por supuesto, lo que esencialmente somos no depende de ninguna posicin corporal, pero para detectar en cierta forma ese presentimiento, hay que mantenerse en una
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posicin en la que el cuerpo pierda su carcter tamsico-pasivo o rajsico-activo y permanezca afinado, sttvco. En este cuerpo apaciguado, el presentimiento es muy intenso.
El cuerpo est disponible para este presentimiento cuando el busto est vertical.
Permanecer tumbado es totalmente desaconsejable al despertar, pues ello conlleva ensueos y repeticin. Por supuesto que ms adelante el problema ya no se plantea; eres lo
que eres en cualquier posicin.
P.: Exige esto un esfuerzo?
R.: Toma conciencia a cada momento de que eres esfuerzo. En la posicin de sentado mantienes el esfuerzo, pero llega a ser habitual. Toma conciencia de ello y vers entonces cmo tu cuerpo vuelve automticamente a su lugar. Dejar caer hacia atrs la regin lumbar revela pereza. Llevar la cabeza hacia adelante es seal de miedo y ansiedad; todo eso es esfuerzo. Cuando hayas reconocido que, por error, has fomentado ese
esfuerzo, tu actitud se rectificar espontneamente y el esfuerzo desaparecer. Tu busto,
desligado de la costumbre y la volicin, volver a encontrar la posicin adecuada. Debes
descubrir que tu naturaleza es ausencia de esfuerzo.
P.: Los nios son dirigidos en determinadas direcciones sin tener una experiencia
amplia de la vida. No sera necesario que primero tomaran contacto con la vida?
R.: El nio debe apropiarse del mundo. Se le ensea el mundo, pero, al mismo tiempo, se le debera ensear lo que l es profundamente. En nuestra sociedad, hoy en da,
no se le ensea ms que el mundo. El mundo existe, hay que aceptarlo de la misma forma que aceptamos nuestra herencia. En esta aceptacin se abre la salida, la liberacin.
Pero la enseanza del mundo y la enseanza de lo que somos deben llevarse a cabo de
forma concomitante. La educacin actual tiene como finalidad exclusiva formar utensilios para la sociedad y preparar nuestra entrada en un sistema de competencia, agresin
y adquisicin. De esta manera se fabrican seres truncados, separados de sus races espirituales.
En la India, el camino tradicional para el nio consiste en ir aprendiendo lo que el
mundo es y lo que l mismo es profundamente. Si el destino lo quiere, llega a ser esposo
y padre de familia, y cuando sus hijos estn educados, se retira para profundizar lo que
le han enseado en su juventud. La pregunta quin soy yo? se plantea entonces en
toda su dimensin.
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P.: Cree usted que se le puede decir a un nio: t no eres solamente este cuerpo, t
no eres solamente esta enfermedad?
R.: Si se trata de un nio enfermo, hay que ensearle a vivir con su enfermedad, pero, sobre todo, no habra que considerarle como enfermo para no encerrarle en ese estado. Al no calificarlo, su organismo encuentra la posibilidad de regenerarse.
Ocurre lo mismo en el ejercicio de la medicina. El mdico que nombra la enfermedad y que considera a su paciente como enfermo no es un buen mdico. Para el buen
mdico no hay enfermedad, slo hay salud. El mismo representa la salud a los ojos del
paciente. Dividir el mundo en enfermos y sanos es levantar un obstculo psicolgico
ante el enfermo. Si el mdico ocupa conscientemente la posicin de la salud, detecta
muy claramente lo que no est en armona en el organismo.
La palabra ejerce un poder mgico. Crea inmediatamente la imagen, no puede existir
sin la imagen. La imagen desencadena todo un proceso a nivel sensorial. Este incide en
nuestro organismo en el plano muscular, neurolgico e incluso qumico. Con la palabra
se mata o se da la vida.
Hay que evitar, pues, el otorgar un vocablo cargado de implicaciones a cualquier
perturbacin, sea sta del orden que sea. Es suficiente hacer comprender al paciente que
el buen funcionamiento de su organismo est perturbado y que es necesario actuar para
devolverle la armona.
P.: Usted ha dicho que la persona, a medida que va adquiriendo conocimiento de s
misma, se va volviendo ms sttvica. De qu tipo de progreso se trata?
R.: Cuando uno se da cuenta de que intervenir es tambin una forma de agitacin, la
mente alcanza un cierto apaciguamiento. La pesadez, la torpeza, los estancamientos, que
son propios del estado tamsico se disipan. Las energas de defensa y agresin, energas
volitivas que constituyen el estado rajsico, se apaciguan. Entonces todas estas energas
se liberan por los cauces que les son propios al no estar ya bloqueadas por la nocin de
una persona con una existencia separada. Entonces uno se encuentra en un estado sttvico. Es en esta mente apaciguada, calmada, donde se puede reflejar el presentimiento de
nuestra naturaleza autntica, de nuestro eje. Como resultado, elaboramos cada vez menos estrategias que, en el fondo, no son ms que residuos del pasado y quedamos as
abiertos a momentos de silencio o de accin, surgiendo el pensamiento de forma espontnea. Ah no hay nadie que piense ni nadie que acte.
Es la ignorancia lo que nos lleva a creer que somos autores de nuestros actos. En el
acto espontneo no hay autor; es despus cuando la persona se apropia del acto. Cuando
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se retorna a ese silencio profundo se est en estrecho contacto con la corriente de la vida. La estructura elaborada por el yo y la corriente natural de la vida ya no estn en situacin de competencia u oposicin. Estos son los signos de una naturaleza sttvica.
P.: Pertenecen tambin los poderes tamsicos a la corriente de la naturaleza?
R.: S, pero los elementos tamsicos y rajsicos son todava relativos a la persona.
En el estado sttvico, la persona est ya como en una habitacin con las persianas entreabiertas.
P.: Cmo abrir totalmente las persianas?
R.: Se abren solas. Slo hay que caer en la cuenta de que t las mantienes cerradas.
Querer conservar un asidero, localizarte, colocarte, esas son las energas que cierran las
persianas. Fundamentalmente, el soltar es la comprensin de que la persona, esa entidad
que t crees independiente, no existe. T no puedes buscar lo que esencialmente eres,
sino que lo que esencialmente eres te busca a ti.
P.: Nos ha dicho usted que no estbamos en el cuerpo sino que el cuerpo estaba en
nosotros. Puede indicarnos cmo experimentar eso?
R.: Cuando ests silencioso, no hay cuerpo. En ese silencio aparece el esquema
cuerpo. Por la maana, al despertar, piensas: he aqu mi cuerpo. Pero, de hecho, no se
trata ms que del recuerdo de unas sensaciones, de una memoria orgnica.
P.: Usted nos ha indicado que no somos el cuerpo ni los pensamientos ni los sentimientos ni las pasiones. Hay una relacin entre el ser y el cuerpo? Cul, si es que la
hay?
R.: No hay relacin. No se puede separar el sujeto del objeto. No se puede separar la
conciencia de sus expresiones. El cuerpo es una expresin del ser, pero el ser no es el
cuerpo. Dios es la creacin, la creacin est en Dios pero Dios no est en la creacin.
A medida que vamos haciendo menos hincapi en el concepto y en lo que se percibe,
es decir, en el objeto, vamos siendo aspirados por el origen que es nuestro centro absolutamente intemporal. Esta intemporalidad la encontramos en particular en el silencio
que sigue a una expiracin completa. En el reposo entre expiracin e inspiracin, vol-
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vemos a nuestro origen. No estamos en ninguna parte. Somos idnticos a ese silencio, a
ese intervalo.
Este intervalo no es una ausencia, sino la hoja en blanco en la que se inscribe la curva de expiracin e inspiracin sin que la hoja se vea afectada por ello. Primero experimentars el silencio en ausencia de actividades y luego lo vivirs tambin en su presencia. El silencio no es una funcin correlativa a la respiracin, pues no pueden existir dos
funciones simultneas en la conciencia. Tampoco es una ausencia de funcin. Es una
no-funcin soporte de toda funcin, es ser, conciencia, plenitud. Basta con tomar nota
para que los esquemas cerebrales sensitivos y motores que presiden la inspiracin y la
expiracin se abran a otras dimensiones, es decir, no solamente a lo que ocurre entre el
inspirar y el expirar, sino tambin en los intervalos entre dos pensamientos, entre dos
percepciones y en el estado de sueo profundo.
Cuando despus de expirar experimentamos ese silencio y dejamos que la inspiracin se desarrolle en la escucha segn la necesidad espontnea del cuerpo, el proceso se
lleva a cabo en una gran armona. En un momento dado, la inspiracin y la expiracin
no se producen ya en la caja torcica, sino en el espacio circundante. Nuestro cuerpo no
se limita a sus contornos, se extiende ms all de ellos hasta llegar a la ausencia de lmites. La respiracin reviste entonces un significado nuevo: se convierte en celebracin de
lo supremo. El ciclo completo de la respiracin inspiracin, reposo, expiracin, reposo, nueva inspiracin, etc. se realiza en una profunda tranquilidad. La inspiracin se
completa en la afirmacin de la plenitud, la expiracin en la vuelta al principio. Una
dice yo soy, y la otra yo no soy nada; este todo y esta nada constituyen una vivencia
nica e indiferenciada.
P.: Hay alguna diferencia entre el silencio y la escucha?
R.: El silencio del que hablamos no es un silencio mental. Cuando la mente est silenciosa ya no hay mente, puesto que sta no es ms que funcin. Las funciones aparecen y desaparecen en la conciencia como las nubes en el cielo, pero al cielo no le afectan las nubes. Lo que precede a una pregunta es siempre silencio. La pregunta, el pensamiento, surgen en el silencio. Desde un punto de vista metafsico, podemos decir que
el pensamiento es ms o menos accidente. Slo el silencio es sustancia.
El silencio es mucho ms poderoso que la palabra y el pensamiento. Las respuestas
que aqu se dan surgen del silencio y apuntan hacia l. En el curso de estos dilogos,
habra que hacer hincapi en la calidad de nuestra escucha. Constataremos que muy a
menudo no escuchamos, no miramos. Estamos tan acostumbrados a mirar, a escuchar,
en referencia a lo conocido, que perdernos el verdadero sabor de las cosas. Slo una
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escucha sin referencia permite que lo que se ha enunciado alcance toda su amplitud.
Para que haya comprensin profunda debe eliminarse lo conocido, pero lo desconocido
jams debe aprehenderse con la mente, con el intelecto. Lo desconocido es silencio. El
pensamiento es una objetivacin del silencio.
Mientras no estemos convencidos de ello y atribuyamos una independencia a todo lo
que es objetivo, permaneceremos prisioneros de la ilusin, de Maya. En realidad, el objeto no es ms que una expresin de quien lo percibe y existe identidad absoluta entre el
que percibe y lo que es percibido. Cuando esto se comprende, cesa la accin de Maya.
El mundo, es decir, los objetos, no son en el fondo ms que una expresin, una glorificacin de lo que fundamentalmente somos: la Unidad.
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TURIN
Me parece especialmente importante llegar a comprender que la meditacin, la contemplacin, no es una actividad.
Conocemos la actividad en el estado de vigilia en el que contactamos con los objetos por medio de nuestros sentidos, pensamientos, emociones y afectividad. En el estado
de sueo con sueos, aparentemente diferente, subsiste igualmente la actividad psquica. Estos estados, lo mismo que el de sueo profundo, estn superpuestos a lo que llamamos meditacin o contemplacin. A parecen y desaparecen en ella. Cambian continuamente, mientras que la meditacin, la contemplacin, es.
Cuando comprendis que la meditacin es, al margen de toda actividad, admits
tambin que toda volicin es una actividad, y, desde este punto de vista, querer pensar
o querer no pensar son actitudes esencialmente idnticas. Somos, de forma natural,
meditacin. Solamente hay que llegar a ser consciente de que constantemente estamos
haciendo algo. Querer hacer o querer no hacer es siempre hacer.
Por tanto, la meditacin es. No meditamos sobre algo, no contemplamos alguna cosa, sino que somos contemplacin, somos meditacin. No hagis hincapi ni en la aparicin ni en la desaparicin de los objetos. La meditacin es constante, todo transcurre
en ella. Es la percepcin original de lo que fundamentalmente somos. En nuestra percepcin original no hay ni contemplador ni objeto contemplado y la accin se realiza
sin autor. Vivir conscientemente en este estado es meditacin. Ello tiene como resultado
inevitable una modificacin en el psiquismo y en el cuerpo.
El estado entre el sueo profundo y la vigilia, se sita en una dimensin diferente
del espacio-tiempo. Podemos admitir que en l las vibraciones del cerebro son distintas
de las correspondientes al estado de vigilia activa, pero no nos preocupemos de saber si
se trata de ondas alfa o delta. Cuando estamos en estado de meditacin es seguro que
una diferente distribucin de energa se efecta en nuestro ser, pero no hay que acentuar estas modificaciones. El acento se pone en la tranquilidad.
Con las modernas invenciones de la tecnologa pienso en el aparato de bio feedback se pueden medir perfectamente las actividades corporales, musculares, nerviosas, lo mismo que las vibraciones del cerebro en estado de vigilia, de sueo con sueos
y de sueo profundo. Estas modificaciones son evidentes, pero si se quiere llegar a un
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R.: Si el que pregunta vive con su pregunta sin mutilarla, sin anticipar, irremediablemente ser conducido a la respuesta. La pregunta lleva en s misma la respuesta. No
hay ms que dejarla que se manifieste. La respuesta que aqu verbalmente se da surge
directamente del silencio, no de un conocimiento anterior. Vive con esta respuesta, sin
mutilarla.
P.: Cmo reconocer a un maestro autntico?
R.: Para saber si ests frente a un maestro, tendras que ser t mismo un maestro. No
obstante, en presencia de este tipo de hombre es posible experimentar una impresin de
seguridad, de afecto caluroso, de ausencia de vulgaridad, de supresin de obstculos.
Ms profundamente, la perspectiva justa consiste en considerar todo lo que vivimos
como un maestro. Todo es signo, todo nos invita a descubrir nuestro ser autntico. El
objeto es el maestro, l incita a percibir el sujeto ltimo, sin el cual l mismo no existe.
T eres el sujeto ltimo.
P.: Qu relaciones deben mantenerse con el maestro?
R.: Para el maestro no hay discpulo.
Desde el punto de vista del discpulo, las relaciones que le unen al maestro pueden
analizarse en relacin al modelo de las que existen entre un director de laboratorio y su
asistente. El primero conoce por s mismo el camino a seguir para efectuar la experiencia, las condiciones de su xito, el alcance de su realizacin. Transmite su conocimiento
a su asistente, el cual, al comienzo, debe aceptar a ttulo de hiptesis la posibilidad de tal
experiencia para despus realizarla por s mismo. Entonces le toca a l verificar el buen
fundamento de las concepciones de su director, confirmarlas, o, en caso de fracasar,
invalidarlas. Lo mismo ocurre entre el maestro y el discpulo: si el discpulo no acepta
llevar hasta su trmino el camino propuesto, le ser imposible hacer la experiencia y
saber exactamente lo que l es. La analoga con el camino experimental aparece aqu
plenamente justificada.
El maestro no solamente est establecido en lo que ensea, tambin ejerce su capacidad de pedagogo, manteniendo, sin embargo, toda su libertad. Percibe a qu nivel de
conciencia se encuentra el discpulo y le apoya en su camino, desmonta sus mecanismos, se los expone y le permite liberarse de ellos.
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Tal anlisis debe ser escuchado por el discpulo simplemente, sin conclusin, pues
fluye de la experiencia. La ausencia de conclusin en relacin a las indicaciones dadas
por el maestro, preserva la autenticidad de la experiencia. Su verdad, su perfume, acta
entonces sobre el discpulo en toda su dimensin.
En esta relacin puede ocurrir que el discpulo visualice y fije ciertos comportamientos del maestro, incluso su imagen, pero no habra que dejar que este tipo de reacciones
se concretara. Por el contrario, la enseanza no tiene otro fin que devolver al discpulo a
s mismo. Igualmente, cuando un nio piensa en su padre o en su madre, visualiza su
imagen, pero muy pronto le abandona esta imagen y deja sitio al profundo calor que le
une a ellos.
P.: Son importantes los escritos del maestro?
R.: Cuando se ha conocido al maestro, sus escritos se asocian a la paz experimentada
en su presencia. Su lectura no es simplemente rememoracin, pues proporciona la oportunidad de una meditacin siempre viva.
Ciertos escritos conservan todava todo el sabor de la enseanza, como los Evangelios, ciertas Upanishads o los dilogos de Ramana Maharsi. En este caso, la influencia
espiritual transmitida por las palabras se extiende ms all del lenguaje.
P.: Pero cuando se trata de un texto escrito, no corremos el riesgo de querer agarrar
el contenido? No hay en ello un impedimento?
R.: Por agarrar el contenido supongo que quieres decir encontrarte en l. En este
caso, obstaculizas la enseanza. Pero si se trata de una lectura vacante, de la misma
forma que se contempla la salida o la puesta del sol, el texto despliega libremente su
significado y se concluye en ti sin tu intervencin.
P.: Debemos aliviar los sufrimientos de los dems?
R.: Cuando estamos establecidos en el despertar a nuestra autntica naturaleza, por
este mismo hecho, aportamos una ayuda natural a nuestros semejantes. En el caso de
que esta ayuda deba tomar una forma directa, tal forma seguir siendo una emanacin
de esta naturaleza profunda, del ser.
Pero si esta ayuda es obra de una persona no beneficiada por esa experiencia, puede
no ser ms que aparente. El sufrimiento no es necesariamente una anomala de la creacin: ocupa un lugar pedaggico y sirve de seal de alarma. Hay que interrogarlo, pues
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ciertamente apunta hacia una fundada justificacin. Debemos aliviar, con discernimiento, el sufrimiento que encontramos en nuestro camino; queriendo suprimirlo totalmente,
correramos el riesgo de impedir al interesado que tome conciencia de sus razones profundas.
P.: Cmo enfocar el sufrimiento cuando nos invade?
R.: La palabra sufrimiento hace surgir inmediatamente la afectividad. Quita la palabra y lo que le acompaa y deja que la percepcin se te presente en tanto que observador puro, sin implicarte en ella. Es fundamental eliminar el nombre del sufrimiento,
pues ese nombre es suficiente para crear la percepcin.
Cuando te identificas con el dolor no eres ms que dolor. El dolor est en ti, pero t
no eres el dolor. Si quitas la palabra y la afectividad, quitas ya la mitad del dolor.
P.: Qu papel puede jugar el mdico en este proceso?
R.: Un mdico debe ensear a su paciente a vivir con la percepcin del sufrimiento,
pero antes de nada debe liberarlo del poder que ejerce la palabra. Por ejemplo, si dices a
tu paciente que se trata de un cncer, como todos estamos informados de las connotaciones de este trmino por los medios de informacin, en cierta forma creas la enfermedad en l. El mdico que le est tratando no debera revelar jams a su paciente que se
trata de ese mal. Por el contrario, debe hacerle preguntas y conducirle a vivir inteligentemente con su percepcin: preguntarle, por ejemplo, qu siente, si su malestar est localizado, difuso, etc. El paciente est obligado entonces a dar informaciones y a hacer
frente a su percepcin, a aceptarla, a escucharla. Se opera entonces un distanciamiento
espontneo entre l y su mal, por una parte, y entre l y el mdico, por otra.
El paciente se encuentra situado entonces, en una actitud propicia para la curacin.
Si no adopta esta perspectiva, hay que frenar la medicacin e incluso impedirla. Es,
pues, importante vivir con el sufrimiento.
Si el mdico est l mismo orientado, puede incluso ensear al paciente que su percepcin existe en tanto que objeto percibido y que l mismo no es un objeto tal, sino el
conocedor. No lo comprender quiz de momento, pero reflexionar sobre ello.
P.: Somos el conocedor, pero no somos tambin el objeto del conocimiento?
R.: El objeto del conocimiento, como el mundo, como todo lo percibido, no es ms
que una ilusin, no tiene realidad; slo merece el nombre de real lo que es real en s
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periencia no hay ni miedo ni ansiedad, ni tampoco sufrimiento. La persona que has credo ser no existe. Slo puede desaparecer lo que t no eres, lo que no tiene existencia en
s mismo.
P.: Me pregunto si debo dejar de lado todas estas preguntas
R.: Caern por s solas en un momento dado. Mientras no hayas llegado a una comprensin total no hay que rechazar las preguntas, pues, de todas formas, te van a ir siguiendo. Lo que realmente se ha comprendido se elimina, pero la investigacin en el
pasado, el anlisis, el pensamiento discursivo, no pueden aportarte la autntica comprensin. Los pensamientos se desarrollan siempre en sucesin, siempre en el tiempo y
siempre se refieren al pasado, mientras que la intuicin instantnea que te aporta la
comprensin es sbita como el relmpago. Es entonces cuando la pregunta se elimina
totalmente.
Supongo que comprendes lo que quiero decir con comprensin sbita.
P.: Creo haber tenido estos relmpagos en algunos momentos.
R.: Siempre pensamos en referencia a algo, pero en ciertas ocasiones no hay referencia posible. Encuentras seres que son completamente diferentes, no puedes hacer referencia a tu pasado y ests obligado a aceptar la nueva situacin. Estas situaciones son
las que favorecen los relmpagos de comprensin, porque no han sido fijadas en la mente.
Del modo que hemos explicado, uno queda siempre abierto, no concluye jams, pues
no se puede hacer una conclusin ms que a nivel intelectual. Se abandona todo intento
de asegurarse en el mundo de los objetos y uno queda nicamente como testigo en el
plano de fondo. Lo que eres profundamente no es una imagen, es impensable. Es por
error por lo que te objetivas: quieres verte como ves estas flores, como ves un rbol.
Cuando interrogas profundamente lo que llamas t mismo, puedes constatar en la
vida de todos los das que te localizas en sensaciones completamente fijadas de una
forma casi definitiva. Algunas veces, estas localizaciones parecen desintegrarse, por
ejemplo, en la contemplacin de una hermosa puesta de sol o escuchando msica o poesa. Se tiene entonces la impresin de que el esquema corporal se dilata y de que el
cuerpo se transforma en una masa dinmica, area, producida por la admiracin y la
belleza.
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P.: La persona que continuamente se sita psicofisiolgicamente, que est en continua agitacin puede experimentar el yo soy, el s mismo y estar simultnea mente
sumergido en el marco corporal o mental?
R.: Cuando la imagen o la sensacin se han eliminado completamente, como algunas
veces ocurre antes de decir he comprendido o en los momentos de admiracin o de
asombro, no hay nadie: es una experiencia absoluta mente no-dual, sin observador ni
cosa observada. Por ejemplo, en el sueo profundo no experimentas ni pensamiento ni
imagen ni sensacin. Hablo del sueo profundo que dura alrededor de una hora u hora y
media; el resto del sueo es nicamente relacin sujeto-objeto, pero en el sueo profundo no hay ni imagen ni sensacin. Por el contrario, la conciencia permanece, pues la
constatacin de una ausencia supone una presencia. Es necesaria una observacin inmvil para constatar el cambio.
Esta conciencia no ha nacido ni muere jams; es un continuum, es la vida. Hay que
distinguir entre el poseedor de la energa y la energa. Slo el poseedor de la energa es.
No puede revelarse ms que por la gracia, que entra en juego cuando has comprendido
profunda mente que no eres esa energa, es decir, tu cuerpo, tus emociones, tus pensamientos.
P.: Hay que parar los pensamientos?
R.: No se trata de parar los pensamientos, sino de cesar de identificarse con lo que
no eres.
Dejando vivir la sensacin, la imagen que tienes de ti y su carga afectiva se eliminan
y te despiertas a tu naturaleza profunda. En una gran intimidad contigo mismo, puedes
depositar, a manera de ofrenda, tus sensaciones, emociones e ideas, como vestiduras que
uno se quita; quedar una estricta desnudez que es vacuidad completa, en la que no hay
ni observador ni cosa observada. Es lo que yo llamo Dios, empleando un concepto. Es
una experiencia incomunicable. Si no dejas vivir esto en ti, como un regalo que te ha
sido dado, no lo puedes comprender.
Esta comprensin, como he dicho, es instantnea, fulgurante, cuando hemos visto
que no somos un conjunto de imgenes. Entonces queda la lucidez, que se percibe a s
misma por s misma. No necesita agente para conocerse y puede revelrsenos en cualquier circunstancia: un contacto con la belleza, con la msica, con lo inesperado. Desgraciadamente, torpedeamos, por decirlo as, esta experiencia, atribuyndole a continuacin una causa: yo lo he hecho En realidad, el acto se realiza en ausencia de autor.
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intencionadamente ese centro para identificamos con las funciones inherentes a nuestra
naturaleza. Nos conocemos en tanto que imagen, buscamos situarnos corporal o psquicamente en un espacio-tiempo. La imagen siempre est separada de la unidad, la imagen
es el conflicto, la enfermedad. Intentamos desesperadamente salir de la enfermedad, de
la insuficiencia, de la inseguridad. Constantemente tomamos los itinerarios de lo conocido, de la memoria, del pasado. Buscamos siempre tener experiencias, pero stas son
nicamente movimientos del pensamiento ligados a un objeto. En estas experiencias el
deseo es, en ocasiones, colmado, pero el miedo a perder la satisfaccin an est presente. Hay que constatar muy claramente este movimiento.
P.: Quiere decir que lo que se llama vaco no es el verdadero vaco?
R.; Exactamente. Nosotros pensamos con palabras. Las palabras no son ms que
smbolos que apuntan hacia la unidad.
P.: Por qu a algunos se les niega la posibilidad de practicar un yoga autntico?
R.: Por qu quieres t practicar el yoga?
P.: Para sufrir menos fsicamente y para mejorar espiritualmente.
R.: Parece ser que todava quieres alcanzar un objetivo.
P.: Cuando se est mal, se tiene ganas de sanar
R.: Date cuenta de que queriendo detener lo que t llamas mal, resistes, reaccionas
y lo fijas. Si tomas conciencia de ello, estar eliminada ya la mitad del dolor, puesto que
ste es slo resistencia.
P.: Resistencia, a qu?
R.: Resistencia a la percepcin. Te propongo no resistir. Deja libre expansin a la
percepcin, acptala como tal percepcin. Si aceptas sin restriccin, estars en posicin
de observacin. Ocupars efectivamente el centro de tu ser. Entonces la percepcin se
expandir y se desvanecer. Pero t no aceptas y as mantienes el dolor, lo alimentas.
No puede realizarse una curacin con una actitud de esta clase. La localizacin de tu
dolor procede de una resistencia en una situacin pasada. Has canalizado y fijado esta
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P.: Se puede hacer estallar este esquema, por ejemplo con el uso de drogas?
R.: S, algunas drogas te hacen salir del esquema corporal, pero creando otro esquema. Salir del esquema corporal no es posible ms que en un total dejar-hacer. Entonces
el cuerpo se conoce a s mismo, redescubre su estado original, su salud, su equilibrio.
P.: Quiere decir que en este dejar-hacer el cerebro no conserva ya su dominio sobre
el conjunto del cuerpo? Es que cada zona del cuerpo vive por s misma sin referencia al
cerebro?
R.: El esquema del cuerpo crea una cierta cantidad de nudos. Cuando se le deja al
cuerpo la posibilidad de presentarse ante nuestra observacin, ya no hay ms referencia
a estos nudos. Se deshacen y ese aflojamiento se extiende a sus proximidades, que son
igualmente esquemticas, pero que, a continuacin, cambian.
Slo se utiliza una fraccin de las posibilidades del cerebro. La actitud de observacin evocada aqu, despierta sus restantes posibilidades.
P.: Desaparecen todas las inhibiciones?
R.: S.
P.: Es la aceptacin total la que hace desaparecer las inhibiciones?
R.: Exactamente.
P.: Puede decirnos qu es la fe?
R.: La fe es el presentimiento de la verdad. Si nos dejamos absorber completamente
por el presentimiento que procede directamente de lo que se presiente, si lo dejamos
vivir sin asociarlo a ninguna cosa objetiva, pronto o tarde nos despertaremos a la realidad de nuestra naturaleza, el ser. La fe no es la proyeccin de ningn tipo de entidad.
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SAINT-PAUL DE VENCE
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R.: Bien para quin? Mal para quin? Lo que en una determinada poca estaba
bien, hoy est mal. Lo que est bien en ciertas partes del globo, est mal para nosotros y
viceversa. No se pueden fijar normas universales del bien y del mal.
P.: No hay bien, aunque sea la accin justa la que nos gua?
R.: Una accin no se repite jams. Naturalmente, existe en cada caso una forma correcta de actuar apropiada al instante concreto, a las circunstancias; pero un cdigo moral est destinado a asegurar una sociedad. Mientras los hombres que constituyen esta
sociedad se crean entidades personales, ser necesario un cdigo de ese tipo. Lo que nos
deja sin deseo en una inmensa libertad, en una realizacin total, eso es el bien. Lo que
nos deja en un conflicto, en una carencia, eso es el mal.
P.: Siempre se sabe uno s mismo?
R.: Cuando se est alegre no se sabe, porque cuando se sabe se convierte en un estado. La verdadera alegra no es un estado.
P.: Quiere esto decir que incluso si se recibe una mala noticia, en este estado del
que usted habla, se acepta lo que viene y se est interiormente en paz?
R.: Interiormente se est en paz y lo que se suele llamar una mala noticia es slo
una noticia. Lo ms que puede decirse es que esa noticia no es apropiada a la situacin.
No hay objeto malo ni objeto bueno. El mundo es esencialmente bueno, el hombre es
fundamentalmente bueno.
P.: Quin ha creado a la persona?
R.: La objetivacin, la personificacin, son inherentes a la realidad misma; en el
fondo, es slo un juego. Detrs de la personificacin se esconde la realidad, siempre
fuera del alcance de la persona. Se te revela cuando has reconocido profundamente que
la persona no es ms que un objeto como cualquier otro, un pensamiento como cualquier otro.
P.: Usted ha escrito: la realidad se revela en el fondo del desierto. Por qu esta
imagen?
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palabra ms apropiada para esta vivencia. La bondad emana del amor: primero est el
amor y despus la bondad.
Tan pronto el hombre se identifica con el nombre y la forma, con lo que aparece y
desaparece, se separa de su origen, de su finalidad, de su realidad. Entonces nacen forzosamente la inseguridad, el miedo, los conflictos, y en esta situacin no puede ya, efectivamente, ser bueno.
En la unidad del ser no hay oposicin.
P.: A veces se tiene la impresin de que ha desaparecido la imagen, pero no obstante
vuelve sin cesar. Cul es exactamente su raz?
R.: No se puede hablar de la raz de una imagen que no existe. No tiene raz, es un
accidente.
P.: Pero, para m, la imagen tiene existencia
R.: Contempla cmo t mismo la creas constantemente.
P.: S, pero sin embargo no desaparece.
R.: Exactamente. Para convencerte de que la imagen existe, la proyectas. Sin esta
proyeccin, que no es ms que un acto reflejo, un hbito, no hay imagen. Cuando se
vive una unin profunda con un ser hay afecto, pero no imagen.
P.: En ocasiones hay afecto, pero la imagen viene con frecuencia a turbarlo y lo
transforma en afectividad. Esto supone una dificultad para trascender la imagen.
R.: Hay que amar la aparicin de esta imagen con un amor global, porque hacindolo as, la vers ntegramente. No tienes que culpabilizarte, ni siquiera juzgarte. No te
pido tampoco que la aceptes, sino que la ames. En ese momento, el antiguo hbito que
te separa del amor te abandonar; ten la seguridad de ello.
P.: Todo trabajo sobre las energas, no es todava un asegurarse?
R.: No se trabaja sobre las energas, se las libera.
Cuando ests totalmente a la escucha de tu cuerpo, asistes a un inmenso soltar en todos los niveles: muscular, nervioso, etc. Esto permite que se de a continuacin una nue-
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R.: El que ensea te muestra por todos los medios que t no eres el que crees ser. Te
quita todo asidero y cuando ya no queda ninguno, quedas disponible en un despertar a ti
mismo que no se deja verbalizar.
P.: Como usted deca el otro da, la inseguridad total es la seguridad perfecta
R.: S. En la inseguridad objetiva encuentras la seguridad no objetiva.
P.: Tiene el samadhi algo en comn con el despertar espontneo en esta presencia?
R.: Es importante que no te identifiques con tu imaginacin. Es decir, no debes tomarte por lo que no eres. Todo lo que aparece y desaparece, todos los estados que conoces no son t. Cuando te sientes identificado con un objeto limitado, puedes constatar
que esa identificacin existe slo mientras t la piensas. Cuando tomas conciencia del
funcionamiento de tu psiquismo, de este psiquismo en continua oscilacin entre pasado
y futuro, entre lo que eres y lo que quisieras ser, no sigues siendo vctima de ese artificio.
En la mayora de las personas, el psiquismo funciona en un plano horizontal, entre el
pasado y el futuro, lo que ocasiona una prdida de energa muy considerable. Desde el
momento en que permaneces en calidad de espectador, como mero testigo, te sitas espontneamente al exterior de estas oscilaciones creadas por el sujeto que no es l mismo, sino una creacin que se atribuye autonoma e independencia. Cuando ya no eres
cmplice de estas oscilaciones, es decir, cuando las contemplas, entonces las despojas
del alimento que necesitan y se debilitan hasta el punto de reabsorberse en la contemplacin. Esta contemplacin no est aqu ni all, no podemos nombrarla, no podemos
situarla en un dominio perceptivo o conceptual. Este estado es el samadhi autntico, es
nuestro estado natural. No podemos adquirirlo, puesto que ya lo somos. Todo estado
susceptible de ser adquirido no es ms que un paraso artificial.
Lo importante es no considerarte como actor, como pensador, sino simplemente como contemplador. En esta contemplacin debes dejar vivir lo que se presenta en ti, debes dejar que el pensamiento se articule libremente. Nunca se deja concluir los pensamientos, siempre se superponen, se interrumpen. Deja concluir, sin sacar conclusiones,
todo lo que se presenta.
Esta comprensin produce un distanciamiento, un despegarse de los pensamientos.
Estos se debilitan y todas las energas dispersas entre el pasado y el futuro convergen en
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R.: S.
P.: Una pregunta que nace del yo puede ser una pregunta justa?
R.: Quieres decir que si hay una pregunta que engloba a todas las dems?
P.: Exactamente.
R.: La pregunta que engloba a todas las preguntas es quin soy yo?
P.: Pero si es el yo el que todava se hace la pregunta puede considerarse una pregunta autntica?
R.: Quin si no podra hacer la pregunta? El que es no la har.
P.: Entonces, si el que es no hace la pregunta por el hecho de que l es y si, por otra
parte, el yo, por el hecho de no ser, no puede hacerla, dnde est la pregunta?
R.: Una pregunta surge siempre de un conflicto, de otra forma no hay pregunta. Antes de que el yo formule la pregunta ya presiente la respuesta. El yo tiene un origen y
este origen se presiente; si as no fuera, no habra conflicto. Para que pueda hablarse de
conflicto hay que conocer tambin un estado de no-conflicto.
Slo la presencia de la verdad permite presentir un estado de no-conflicto, que es el
origen de todo. El yo no se hace la pregunta quin soy yo? ms que cuando ha alcanzado una cierta madurez. A partir de ese momento ya no falta ms que encontrar la respuesta correcta.
P.: El presentimiento es un poco como el perfume de la flor; cuando se est cerca de
la flor se huele su perfume, pero, sin embargo, no se suele encontrar en la vida cotidiana. Uno conoce la pregunta, vive ms en la pregunta, pero ya no tiene ese presentimiento de forma tan intensa, lo que impide la formulacin de la pregunta.
R.: El presentimiento, digamos el perfume de la flor, est cubierto por la forma y el
nombre de la flor. Si quitas el nombre de la flor y el concepto de la forma qu queda?
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Alusin al conocido ejemplo de la tradicin vedntica, segn la cual la ignorancia hace ver una serpiente donde slo hay una cuerda.
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DEVADATTA
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R.: Slo una mirada libre de valoracin, de referencia, de enjuiciamiento, de conclusin, puede revelarse a s misma. En una mirada as, ests fuera del proceso miedoseguridad, fuera de la oscilacin entre pasado y futuro.
En esta mirada global se revela la omniposibilidad. Por el contrario, cuando se ocupa
el punto de vista de la persona se queda prisionero de la memoria.
P.: Por qu se habla con palabras cuando es suficiente la mirada?
R.: Nadie te impide hablar nicamente con la mirada, nadie te obliga a buscar un
contacto verbal. En una sociedad mundana, nicamente conocemos relaciones a nivel de
lenguaje. En el fondo, el lenguaje apunta hacia lo que est detrs de l. Las grandes
obras maestras apuntan esencialmente hacia lo vaco.
P.: Cmo vivir los problemas de la vida cotidiana apuntando al mismo tiempo hacia
la armona?
R.: En ausencia del yo no hay ms que amor y entonces ya no hay problemas. El
problema no se plantea ms que para alguien. Este alguien, al ser una fraccin, no puede
ver ms que fracciones.
La autntica inteligencia fluye siempre del plano de fondo impersonal. All donde no
hay nadie hay comportamiento justo y pensamiento justo; de otra manera, slo hay relacin de persona a persona, de objeto a objeto, y de esta manera slo se vive en el plano
de las reacciones.
P.: Por qu el yo tiene tanto miedo de abrirse a lo impersonal?
R.: En lo impersonal no hay sitio para un yo. El yo es un objeto como otro cualquiera. Cuando este yo se hace objeto de una escucha no aprehensiva, no puede mantenerse
y se desvanece, muere en la contemplacin. Desde el momento en que te liberas del yo,
los traumatismos y los nudos que le acompaan se liberan tambin; es la persona quien
mantiene los traumatismos. Slo una escucha vaca de la nocin de persona puede liberarlos.
En una escucha as, la imagen, la fijacin, el traumatismo, desaparecen. La imagen
existe en relacin a pasado y futuro. Al dejar vivir la imagen, la afectividad que le es
inherente se libera, porque el traumatismo es debido a un punto de vista fragmentario,
creado por una reaccin, un rechazo, una resistencia. Si se mira globalmente desde esta
actitud impersonal de la que hablamos hacia aquello que opone resistencia, la imagen se
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despoja de su ganga afectiva y recupera su estado natural que no es otro que la plenitud.
Querer liberarse de un traumatismo manteniendo su base, el yo, la persona, no es ms
que una prdida de energa.
P.: Ha dicho usted que en la meditacin no haba que formular, pero constato que el
flujo de pensamientos contina; qu hacer?
R.: Si dejas libre al pensamiento, ms pronto o ms tarde se consumir, pero si entras en la sucesin de pensamientos, si te objetivas, no haces ms que alimentar la agitacin mental. Es preferible que centres nicamente tu inters en lo que ocurre en el plano
corporal, en la sensacin. De esta manera no continuar la formulacin. Dejars la sensacin totalmente libre y descubrirs en ti una gama de sensaciones muy variada: pesadez, gravedad, calor, vaco, ligereza, etc. Observa estas sensaciones. Por observar
quiero decir que dejes libre curso a la sensacin, sin visualizar el cuerpo. Vers cmo se
produce una unificacin de la sensacin. La opacidad, la pesadez, la cerrazn, no son
ms que superposiciones. No son ms que memoria.
Cuando dejas despertar la sensacin, cuando dejas hablar al cuerpo sin superponerle
tus esquemas habituales, encuentras un cuerpo diferente. Dejndole contar su historia,
permaneciendo como atencin, no hay verbalizacin. Comprendes que t no ests en el
cuerpo, sino que el cuerpo est en ti, en tu observacin. En el fondo, no existe nada que
no est en tu observacin. Un da vas a encontrarte en esta observacin, vas a ser conscientemente esta observacin.
P.: En este estado perfecto no habra peligro de hacerse egosta, de no ocuparse por
los dems, de no comprenderles ni ayudarles?
R.: En esta observacin no hay los dems, pues la observacin es el corazn de
todos los seres vivos. Cuando vives en esta intimidad contigo mismo, si en el plano de
las apariencias encuentras a otro que desea ser ayudado, entonces surgir en ti una ayuda espontnea, eficaz, apropiada a las circunstancias, sin convertirte en ningn momento
en un profesional de la ayuda.
La angustia del que tiene necesidad de ser ayudado es esencialmente un poste de sealizacin para l. En este amor que tienes en unidad con l, tienes que ayudarle y lo
haces naturalmente para aligerar su tarea, pero no habra que quitrsela totalmente.
En este despertar a la atencin, hay adecuacin a cada instante. La accin fluye espontneamente de esta observacin. No deja residuos en ti ni rmoras psquicas con el
riesgo de convertirse a continuacin en objetos a los que la persona se refiera, sea para
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cin. Creemos ser una entidad personal. Esta proyeccin no es ms que una fraccin
desgajada de la unidad. Una fraccin es siempre un desequilibrio, un limitado punto de
vista, y toda accin que de l dimane slo puede propagar el desequilibrio. Cuando ests
silencioso, libre de toda recapitulacin o proyecto, no hay imagen. Por tanto, no hay
tampoco conflicto, miedo o deseo. Cuando esto se experimenta no hay duda posible.
Uno sabe lo que es.
P.: Cmo guardar este silencio en la accin?
R.: No puedes guardar silencio en la accin porque entonces proyectas un estado silencioso. Dos estados no pueden coexistir. El silencio no es un estado, pues de un estado
se entra y se sale. El silencio es el fundamento de todo, pero no es un objeto.
Un da sers consciente de este silencio en el curso de la accin. No busques objetivarlo, es decir, crear un esta do silencioso. Todo apunta hacia ese silencio, todo lo que
existe fluye de l y desaparece en l. Entre dos percepciones, entre dos pensamientos,
entre dos estados, hay silencio. En el silencio no hay sitio para la persona.
P.: El silencio es Dios?
R.: S, sin el concepto Dios.
P.: El silencio es el presente?
R.: S, todo aparece en el silencio. Nuestro cuerpo y todas nuestras facultades aparecen en l. Nuestro cuerpo est en nosotros, pero nosotros no estamos en el cuerpo. El
cuerpo aparece en nosotros en tanto que idea y percepcin. Cuando nos despertamos por
la maana, es el cuerpo el que despierta en nosotros y no a la inversa.
P.: Hay seres que por la noche hacen viajes extraordinarios y luego no lo recuerdan.
R.: S, pero esos viajes no son otra cosa que imgenes que se suceden en el silencio
de que estamos hablando. En cuanto a su rememoracin, sta es forzosamente una facultad mental. Lo que esencialmente somos trasciende las facultades mentales.
P.: Se pueden revivir, al despertar, los maravillosos sueos de la noche?
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R.: Es en el estado de vigilia cuando dices he soado. Todo lo que has soado era
slo una proyeccin mental; as pues, los sueos tienen la misma realidad que el estado
de vigilia. En el fondo, los sueos y la vigilia son lo mismo.
P.: Se elaboran los sueos a partir de los recuerdos?
R.: Los sueos son residuos no vividos en el estado de vigilia, algo as como una
puesta al da. Naturalmente, el tiempo es diferente. En sueos puedes vivir una vida de
ochenta aos en diez minutos. El espacio tambin es diferente.
P.: Es liberador el sueo?
R.: No ms que el estado de vigilia. Cuando dejas desarrollarse los acontecimientos
que se te presentan, sin intervenir, sin dirigir, sin dominar, son estos acontecimientos los
que se liberan en ti.
Si hay intervencin por parte de un yo, de la persona, se crean reacciones y son estas
reacciones las que impiden la liberacin. A menudo diferenciamos el estado de vigilia
del de sueos, pensando que en el primero podemos dirigir nuestros pensamientos y
nuestros actos. Pero en el sueo los dirigimos igualmente. Los intentos hechos por el
psicoanlisis para interpretar el estado de sueos a partir de la vigilia resultan muy
aproximados.
El fundamento de todos estos estados es el silencio. No se trata aqu de un silencio
mental. Se puede estar mentalmente silencioso, pero la mente no es ms que una funcin y el silencio trasciende la mente. El silencio est absolutamente fuera del espaciotiempo y no podemos localizarlo ni corporal ni mentalmente. El silencio es el fondo
comn de todos los seres. Es el origen, el soporte y el fin de toda percepcin.
P.: En tal caso por qu tenemos al despertar la sensacin de un cuerpo particular y
no la de todos los cuerpos?
R.: La sensacin pasa a travs de tu propio cuerpo, el mundo se despierta cuando el
cuerpo se despierta en ti.
P.: Entonces cada despertar realizado en el ser debera ser maravilloso?
R.: Y por qu no es maravilloso el despertar?
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P.: Hace poco se ha dicho que el silencio es Dios. Pero Dios no ha sido siempre silencio, se ha manifestado hace mucho tiempo. Por qu ese silencio desde hace dos mil
aos?
R.: No podemos definir el silencio, se vive. Con la desaparicin de la nocin de persona estamos atentos sin esperar nada en particular. En un momento dado, el silencio se
revela a s mismo por s mismo, sin intermediario.
P.: Slo se accede al silencio despus de la muerte del ego?
R.: Mientras todava hay ego, el silencio es desconocido, porque el ego jams puede
vivir el presente, est en constante oscilacin entre el pasado y el futuro. Lo que esencialmente eres, alegra pura, aparece de una forma abrupta, instantnea. El silencio despierta, tras un examen en profundidad, en la conviccin de que no hay nada que alcanzar: por este hecho, cesa toda espera y espontneamente se efecta un soltar.
El silencio es intemporal. Nacimiento y muerte son slo proyecciones. Los pensamientos y las sensaciones nacen y mueren. Despus de la expiracin hay un silencio y
viene la inspiracin sin que te preocupes de ello; el cuerpo se encarga de hacerlo.
Creyndote obligado a ocuparte de ello, no ves los momentos de silencio; por ejemplo,
al final de una expiracin, cuando muere un pensamiento, cuando se apaga un sonido.
P.: Puede el psicoanlisis conducirnos a ese estado?
R.: El psicoanlisis es una terapia de la persona. Esta persona es totalmente hipottica, no tiene existencia en s. Por medio de esta tcnica puedes vaciarla de toda sustancia
e incluso proporcionarle un equilibrio relativo, pero sigue siendo una persona.
P.: Es, pues, esta va un callejn sin salida?
R.: Se trata de una perspectiva que, en un momento dado de la vida, puede tener su
razn de ser: un yo purificado, un cuerpo menos recargado, son ms capaces de recibir
reflejos de la realidad, pero no son ms que reflejos. Cuando ests presente a ti mismo
sin recapitular ni anticipar, te sitas en la intemporalidad. No ests ya identificado con
el espacio ni con la duracin. No te desplazas, ests siempre y en todas partes en tu casa.
Este no-estado fuera del espacio-tiempo constituye la referencia inmutable sin la cual ni
el espacio ni el tiempo pueden existir.
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R,.: S. Eso implica conflicto. El ego jams puede llevar una situacin a su trmino.
Sin embargo, todos conocemos momentos en los que no intervenimos: cuando escuchamos msica, cuando miramos pasar las nubes, cuando contemplamos la cara de un
nio. En este estado, vivimos en identidad con lo que nos rodea: esto es lo que se llama
amor. El resto no es ms que relacin de objeto a objeto, de concepto a concepto, de
percepcin a percepcin.
P.: La existencia de la imagen del cuerpo se debe a que solamente funciona una pequea parte del cerebro, estando inhibida la otra? Desaparecera el ego si se pudiera
suprimir toda inhibicin y pudiera funcionar el cerebro en toda su potencialidad?
R.: Indudablemente.
P.: Hay un centro regulador diferente del cerebro o es el cerebro este centro?
R.: El cerebro depende de la observacin ltima.
P.: Que no es localizable?
R.: Efectivamente.
P.: Seran los nios totalmente libres si no se proyectaran imgenes sobre ellos?
R.: En principio s. Pero tu hijo se mueve en un entorno que tiene la costumbre de
calificar. Como vives muy cerca de l, es muy importante verle con una mirada nueva
en cada momento. De esta forma no encuentra asidero para formarse un personaje.
El nio se encuentra encerrado por la imagen que proyectas sobre l. La idea que te
haces de tu hijo se manifiesta en el tono de tu voz, en tus gestos, en tus formulaciones,
en todo tu comportamiento cotidiano. Toma conciencia de ello.
La educacin tiene como fin exclusivo la formacin de personas tiles a la sociedad
que puedan defender sus estructuras. Pero igualmente tenemos un destino espiritual que
sin ser antisocial, muy al contrario, no se limita a la esfera social.
La educacin escolar solamente forma una parte del cerebro. Es la parte izquierda, la
que se utiliza para la adquisicin del lenguaje, el anlisis, las magnitudes numricas, los
esquemas cerebrales. La parte derecha del cerebro se deja completamente abandonada.
All es donde reside la intuicin, la sntesis, el sentido artstico, el sentido de las relaciones entre las cosas, la espiritualidad.
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Hay que inducir a los nios a mirar, a escuchar, a sentir. En ese momento el nio
toma inters y sin dejar de divertirse, trabaja y aprende. Antes de nada hay que ensearle a ver, a sentir dnde se encuentra el inters.
P.: Elige el nio el lugar en el que se encarna?
R.: T tambin has elegido, pero has olvidado por qu has hecho esa eleccin. Has
olvidado muchas cosas.
P.: Hay alguna diferencia entre el mstico y el ser realizado?
R.: El mstico vive en la realidad y al que se le llama janin, un ser despierto, se sabe en la realidad. Hay una diferencia entre los dos. El mstico vive en la realidad, pero le
falta el discernimiento. El ser despierto se sabe en la realidad y tiene discernimiento.
P.: Quiere decir esto que se encuentra en la posicin de testigo?
R.: No se encuentra en ninguna posicin condicionada, sabe lo que es y vive este ser.
P.: Debe ser permanente la vigilancia o es suficiente la vigilancia intermitente?
R.: El silencio vigilante es permanente. Uno se sabe en este silencio, en esta vigilancia, sea en ausencia de objetos o en su presencia, en ausencia de accin o en la accin.
P.: Cmo explica usted la transferencia de energa?
R.: Unicamente puede hacerse una transferencia cuando ocupamos la posicin de
testigo. En ese momento, las energas circulan fuera de toda fijacin y se integran en la
totalidad. No hay energa buena o mala, sino simplemente energa.
P.: Es preferible el silencio al lenguaje?
R.: En una asamblea en la que no hay formulacin, en la que no hay referencia a las
palabras, se desarrollan otras antenas, se descubren otros medios de encuentro. Los encuentros a los que estamos habituados no tienen lugar en el plano del lenguaje y del
pensamiento ms que en una escasa medida.
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Hay que permanecer abierto a los dems; si no, se siente nicamente una ausencia de
cosas. El que vive esta apertura intensamente, ntimamente, no acenta el lenguaje, la
formulacin, sino ms bien el espacio, el vaco entre las palabras.
P.: Hay que intensificar este vaco para que se desarrollen las antenas, como usted
dice?
R.: Los objetos se sitan en un espacio-tiempo para perder luego su objetividad. Eso
es el talento del artista. No es suficiente dejar un espacio entre dos elementos para que
apunten hacia el vaco. Las grandes construcciones arquitectnicas en Grecia, en la India, siempre estn incorporadas al paisaje, a la totalidad. Todo fluye del vaco y todo
retorna al vaco. Lo que fluye del vaco no es, en realidad, ms que una expresin, una
objetivacin de ese vaco y constituye un cntico a la plenitud. La forma remite a su
origen, a la vacuidad que no tiene forma. La manifestacin no tiene otro fin que glorificar lo no manifestado.
P.: Cul es la razn de mi vida ahora?
R.: No te dejes encerrar en un estado. La vida se expresa y se estructura en mltiples
estados. Pero los estados no son la vida. Cuando hablas de la vida, ya eres la vida. Eso
no es un estado, sino un no-estado.
P.: Estar lcido es estar disponible?
R.: La lucidez es el plano de fondo en el cual aparecen los objetos, pero cuando desaparecen permanece la lucidez.
Estar lcido con respecto a la lucidez no es una percepcin, ni un objeto, ni una idea,
ni una imagen. Es una inmensidad, una apertura al espacio infinito en el cual uno se
sabe. Esta apertura sin dimensiones en el soporte, la luz que alumbra el sol, la luna, las
estrellas y toda la creacin. Una lucidez as subsiste en la pura conciencia, sin dinamismo excntrico ni concntrico. Si cesamos de identificamos con el movimiento nos descubriremos en tanto que inmensidad.
P.: Es la muerte del cuerpo fsico un retorno a la vida, en tanto que no-estado?
R.: El cuerpo es un pensamiento y, por consiguiente, un despliegue de energa que
sigue la curva de nacimiento, culminacin y decrepitud. No te preocupes del destino del
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LA SAINTE-BAUME
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R.: La vida es nuestro maestro. Somos discpulos de la vida, pero en general, malos
discpulos.
P.: Acaso porque no queremos conocer la respuesta?
R.: Muy a menudo el discpulo rechaza la respuesta porque la regresin, la desconcrecin que lleva consigo, conduce a la muerte de la persona.
P.: Es por querer ser alguien por lo que no somos?
R.: Queremos percibir nuestro ser como un objeto, situarlo como un sentimiento,
una sensacin, un concepto, en suma, como una forma exterior e independiente. Vivimos en la creencia de que la prueba de la realidad de un ser reside en una existencia
separada de nosotros. Pero el yo que fabricamos no es ms que un espejismo que desaparece una vez se examina.
En la extincin de la persona, la imagen del yo no encuentra ya asidero, lo que puede
dar lugar a una inquietud profunda. Es pues necesaria una preparacin, una maduracin
para poder abrirse a la ausencia de toda re presentacin, a la percepcin original en la
que desaparecen observador y cosa observada.
P.: Es legtimo hablar de percepcin e incluso de conciencia, en trminos absolutos,
si desaparecen el observador y la cosa observada? No es toda percepcin, percepcin
de algo?
R.: En el momento de la percepcin, sujeto y objeto no son ms que uno; en consecuencia, no hay dualidad y tampoco percepcin, propiamente hablando.
Entre dos percepciones, entre dos contenidos de conciencia, en el sueo profundo,
no hay ni objeto ni sujeto y por tanto, rigurosamente hablando, tampoco conciencia,
entendiendo este trmino en su sentido etimolgico de saber con. Por esto se recurre a
la expresin ser conocimiento, ser-conciencia. Pero el ser tampoco puede definirse
en el plano del lenguaje. Hay que reconocer sus lmites, igual que los del pensamiento.
P.: Una vez se ha producido la experiencia silenciosa de nuestro ser, ms all del
lenguaje, subsiste la posibilidad de su utilizacin?
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R.: Sin duda. El lenguaje es slo un conjunto de signos; apunta hacia algo diferente a
s mismo, hacia su origen.
P.: No correra esta utilizacin del lenguaje el riesgo de ser una fuente de ambigedades, de fomentar la creencia de que la enseanza se desarrolla en el plano verbal?
R.: Cuando se ocupa ese no-estado inmutable que es nuestra verdadera naturaleza no
hay ya deseo ni necesidad, por decirlo as. Se vive efectivamente la plenitud. Se habla
cuando las circunstancias lo exigen, pero el lenguaje se emplea entonces de manera distinta, para cantar la alabanza de la realidad que es la de toda la eternidad y que trasciende el lenguaje y el pensamiento. Por lo dems, cuando se deja que el pensamiento siga
su curso sin ponerle impedimentos ni impulsarlo, termina por extinguirse, abdicando en
cierta forma de s mismo como si hubiera reconocido sus propios lmites.
P.: La verbalizacin no es ms que una expresin de la energa y como tal tiende
hacia su propia conclusin. Pero la energa, en s misma, no concluye. Puede tomar
otras formas de expresin? En otros trminos, es suficiente dejar apagarse el proceso
de la formulacin para conocer la paz?
R.: Si se deja apagar la formulacin, se conocen momentos de vacuidad que la psicologa considera en general como vaco. Ms exactamente, hay conciencia de una ausencia de pensamiento, de sensacin, etc. Si esta conciencia de la ausencia se vive como tal,
todava subsiste un objeto, el objeto conciencia de la ausencia. Si se vive inocentemente, no hay objeto, hay unidad.
Cuando el discpulo est advertido de la posibilidad de esta vivencia de conciencia
pura, se abre a ella y no la considera como un vaco sino como el elemento autntico en
el que se desarrolla su vida. Esta conciencia pura no se manifiesta como un despliegue
de energa excntrica, no es productora de pensamientos como la conciencia funcional
del estado de vigilia. Existe en s misma y por s misma. Evidentemente, como acabamos de ver, el trmino de conciencia no es ya completamente apropiado. Sera mejor
hablar de vivencia no-dual.
P.: Puede decirse que en el hombre corriente no hay dualidad, sino simplemente
creencia en la dualidad e ignorancia de esa vivencia no-dual de la que el sabio sera
consciente?
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R.: El hombre corriente no conoce ms que los objetos. Conoce sus reacciones, sus
deseos, sus miedos.
P.: Pero, incluso a ese nivel no es necesariamente no-dual ese conocimiento y, en
ltima instancia, todo conocimiento?
R.: Efectivamente; en ltima instancia, no hay dualidad. La ilusoria dualidad aparece
en la no-dualidad. En el momento de la percepcin somos uno con ella. Ocurre lo mismo con todos los contenidos de la conciencia: pensa miento, imagen, sensacin, etctera.
La conciencia no puede aprehender ms que un slo objeto a la vez. En el momento
de la percepcin, el objeto deja de ser tal. No es diferente de la conciencia que lo percibe. Es solamente despus cuando hacemos la distincin sujeto-objeto. As pues, no hay
nunca dualidad real.
P.: Si es as en el hombre corriente cul es la diferencia entre ste y el sabio?
R.: En el sabio, conciencia y objeto percibido son uno. Pero l se sabe conciencia y
no se confunde con los objetos que aparecen en ella. El hombre corriente vive como si
hubiera dualidad entre el mundo y l; su memoria, cree, le aporta la prueba. El sabio
sabe que la memoria no es ms que un modo de pensar, sabe que no tiene realidad en s
misma.
P.: En qu consiste esta ilusin de dualidad aportada por la memoria?
R.: Cuando el hombre corriente percibe un objeto, por ejemplo ese rbol, cree que el
objeto contina existiendo incluso si l deja de percibirlo, duerme o abandona el lugar
en que se encontraba. Para el ignorante el mundo existe fuera de la conciencia.
P.: Dnde interviene la memoria en esta creencia errnea?
R.: Esta creencia procede nicamente de la memoria. La conciencia se concibe como
un objeto en el que se reflejan los objetos exteriores. Pero este reflejo no est producido
por el objeto exterior, sino que est inscrito en la memoria. Un objeto no puede existir
fuera de la conciencia. Si se examina la naturaleza del objeto, se descubre que slo est
constituida por la percepcin y el concepto. Cuando digo este rbol existe porque yo lo
percibo, ignoro que su sustancia, de hecho, se vuelve la de mi percepcin. Mi percep-
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cin procede a primera vista de mi cuerpo, de mis sentidos. Si me aparto de la percepcin, el objeto subsiste exclusivamente como concepto. Sus cualidades forma, color,
masa, densidad, etc. son categoras mentales. Slo son mente. Pero si dejo que se eliminen igualmente estas calificaciones, no solamente las que proceden de mi cuerpo sino
tambin el nombre y la forma que proceden de la mente, el objeto aparece en su propio
ser. Entonces no queda ms que el objeto en s mismo.
P.: Queda algo distinto a un vaco? Cmo expresar lo que es un rbol despus de
un examen as?
R.: El rbol es lo que yo soy, es decir, conciencia y nada ms. Cuando lo percibo,
cuando lo pienso, no aprehendo ms que a m mismo.
P.: No hay en este anlisis un crculo vicioso? Se parte de una nocin, la del rbol,
que pertenece pues a la conciencia y se desemboca en la conciencia como ser del rbol.
No es una conclusin inevitable contenida en el punto de partida?
R.: Cuando toco el rbol, creo conocer una materia diferente de mi conciencia. Esta
percepcin exige, de hecho, la presencia en cierta forma de la conciencia como soporte;
si as no fuera, tampoco tendra conciencia de la percepcin. La percepcin, en s misma, est penetrada por la conciencia. El concepto, en tanto que conjunto de determinaciones mentales, es slo una especificacin de la conciencia. Incluso si tiene por origen
la percepcin, ello no invalida en nada su pertenencia a la conciencia, puesto que acabamos de ver que la percepcin tambin depende de la conciencia. Por consiguiente,
percepcin y conceptualizacin tiene como sustancia la conciencia.
P.: En que se diferencia la percepcin y la conceptualizacin?
R.: Fundamentalmente, no se diferencian en nada: pertenecen a la conciencia y son
productos de ella. Se podra matizar, diferenciar sus modalidades, pero en ltima instancia las dos son expresin de la conciencia. Por consiguiente, el modo constituido por su
accin no es exterior a m. La conciencia no est en el mundo, sino a la inversa.
No hay, pues, objeto propiamente hablando. El mundo se despierta cada maana al
mismo tiempo que yo.
No se desemboca en esta conclusin ms que pasando necesariamente por el proceso
de examen de la percepcin y del concepto. No se trata de un simple anlisis intelectual.
La posibilidad de vivir en unidad con el objeto en s, con el universo en su esencia, se
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R.: El lenguaje constituye un conjunto de smbolos sin los cuales no podemos pensar. La palabra est precedida por el sonido que la compone. El sonido tiene por origen
un impulso. De dnde viene? De un silencio donde no existe ni centro ni periferia, ni
espacio ni tiempo. Este no-estado es el momento inmutable y siempre nuevo, el lugar no
localizado de donde emana la energa. Es imposible representarlo adecuadamente pues
no podemos representar ms que por la imagen.
P.: En otros trminos, lo que somos es impensable. Sin embargo, sigue siendo legtimo pensar a condicin de no olvidar.
R.: S, el pensamiento es slo una fraccin de nuestras posibilidades.
P.: Cuando algunos pensadores, y no pocos, definen al hombre como ser pensante,
no contemplan, pues, lo esencial de nuestra naturaleza
R.: Sigue siendo incontestable que el ser humano se distingue de los dems seres vivos por su facultad de pensar.
P.: Pero es esa su naturaleza esencial?
R.: No.
P.: Cul es?
R.: Pura alegra de ser, sin calificacin.
P.: Podra definir ms exactamente el papel del pensamiento?
R.: Antes de nada, es importante distinguir dos formas de pensamiento: el espontneo y el intencionado. El segundo corresponde a lo que Heidegger llamaba pensamiento
calculador. Su intervencin se produce arbitrariamente, su sustancia nos lleva de nuevo
a la memoria fabricada por el yo para garantizar su seguridad, para mantenerse. Lo impregna la afectividad, los residuos psquicos lo entorpecen, los esquemas estereotipados
lo sobrecargan.
El pensamiento espontneo, vivo, creativo, adaptado a las circunstancias, surge en
determinadas ocasiones privilegiadas en que escapamos a las reacciones prefabricadas.
Se desarrolla plenamente cuando hemos reconocido su origen, el silencio, la escucha sin
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intencin. Entonces ya no nos referimos a la memoria, nos abrimos a la totalidad, ocupamos una posicin universal.
P.: No es la universalidad una categora mental?
R.: En el caso presente no es una categora, una forma de hablar o de pensar. De
hecho se trata de una vivencia que trasciende las funciones mentales. La vivencia cotidiana que los filsofos existencialistas han acentuado en exceso no es el trmino ltimo.
Los diversos estados, las experiencias, los fenmenos, no existen como tales sino que se
inscriben en esta vivencia fundamental. A pesar de ser generalmente ignorada, inexpresada, inexpresable incluso, no deja de estar siempre potencialmente presente. Se devela
en la escucha sin intencin.
P.: Segn esto, parece pues que el vaco sera el origen de lo lleno.
R.: El vaco est vaco de cualquier intencin. Este trmino debe entenderse aqu
nicamente en ese sentido; no como resultado de una eliminacin voluntaria, metdica,
progresiva, de los distintos objetos y proyectos, sino de la comprensin profunda, autntica, de que todo lo que buscamos nos ha sido dado ya. La mirada inocente, libre de pasado y de futuro, abierta a la frescura del instante, es nuestra mirada original. Abraza la
multiplicidad en la paz de la unidad.
La intencin siempre es fraccionaria, unilateral. Su movimiento, del centro hacia la
periferia, no sigue ms que uno de los radios con exclusin de los dems. Por el contrario, la actitud no-intencionada, desprovista de dinamismo, acoge en todas sus dimensiones la llamada de lo que se presenta.
En un enfoque intencionado la comprensin se realiza analticamente, en sucesin.
Por el contrario, sin intencin, se produce instantneamente en el vaco. La percepcin
tiene lugar directamente sin pasar por un sujeto intermediario, sin padecer las deformaciones inherentes a este ltimo. De todas formas, incluso en este caso, sigue siendo un
despliegue de energa, movimiento y luz.
P.: Es la energa el ltimo trmino?
R.: La energa es an un objeto percibido. Lo que esencialmente somos no se reduce
a una manifestacin, ni siquiera una manifestacin de naturaleza sutil y dimensin
csmica. Nuestro ser profundo es pura conciencia, pero no te quedes en este concepto.
Tu naturaleza autntica debe ser vivida, debe llegar a ser una ntima conviccin. Esta
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vivencia ltima trasciende todas las formas que, adems, emanan de ella. Llegado el
caso, se expresa a travs de estas formas, las engrandece, pero permanece idntica a si
misma tanto cuando se actualiza como cuando reposa en s misma. Esta vivencia fundamental, el ser, no obedece a ninguna necesidad de exteriorizacin; posee en cierta
forma la necesidad de desplegarse o no, realizada o inmutable en uno y otro caso.
P.: Cmo reconocer a un autntico sabio?
R.: Frente a quien parece corresponder a lo que se espera de un sabio hay que preguntarse si la plenitud que le habita depende de factores externos o si su fuente reside en
l mismo, autnoma y suficiente. Si esta plenitud se muestra como incondicionada, entonces se trata de nuestra naturaleza original. Ahora bien, se plantea una pregunta legtima: cmo conocer o ms bien reconocer definitivamente lo que somos desde toda la
eternidad? Ante aqul que, despegado de todo estado psquico, desprovisto de proyecto
personal, manifiesta todos los signos de una alegra constante, de una disponibilidad
ilimitada, te corresponde a ti pedir si le es posible ensearte la plenitud. Puede ocurrir
que no posea los medios pedaggicos.
P.: Se podra estar liberado pero no tener capacidad de ensear su alegra?
R.: S.
P.: Lo que usted dice parece implicar que si hay pruebas de la sabidura, sin embargo
existen signos.
R.: S. El principal, el hecho de estar constante y espontneamente presente.
P.: Para verificar si uno podra trabajar con un sabio, parece que tendra que enrolarse en el aprendizaje en la hiptesis de que l ensee. Sera imposible tener la certidumbre desde el exterior?
R.: S. La investigacin resulta indispensable.
P.: Pero no se corre el riesgo de perderse detrs de impostores?
R.: Puedes haber sentido ocasionalmente esta plenitud y encontrar seres que proyectan una ausencia de estado. Frecuntales, y llegars a discernir si es real o no. Si has
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despertado ya a ciertas percepciones sutiles, una especie de radiacin positiva y benefactora puede igualmente sentirse al lado de un verdadero sabio. Su facultad de no ver
jams elementos negativos en los fenmenos, de reconducirlos siempre a la unidad que
trasciende positivo y negativo, constituye un indicio suplementario. Pero tu investigacin debe dirigirse primero sobre la cuestin de saber si su alegra es constante. Si no es
ese el caso, tendrs derecho a objetar: he aqu un ser que pronuncia bellos discursos,
pero lo que dice no parece estar integrado en l.
P.: Debe poder observarse permanentemente la armona entre la vivencia interior de
un sabio y su exteriorizacin en las palabras y en el comportamiento?
R.: En un ser establecido en la realidad pueden subsistir, no obstante, ciertos hbitos
contingentes. Huineng llega a declarar, no sin humor, que es posible ser ladrn y sin
embargo ser sabio. Una joya recubierta de barro no deja de ser una joya. Pero no deduzcas conclusiones precipitadas
La discriminacin del discpulo debe ejercerse sin concesiones con respecto al maestro mientras no haya adquirido una seguridad sobre el tema. Esta investigacin tambin
forma parte de la enseanza. Llevarla hasta sus ltimas consecuencias, siempre que se
trate de una investigacin seria, no es ninguna desviacin.
P.: No hay en todo hombre una velada intuicin de la unidad?
R.: Todos hemos conocido momentos en que desaparece la necesidad de aadir o
sustraer algo a una situacin, en que no se impone ninguna bsqueda de un complemento o prolongacin. La sensacin de una perfecta suficiencia, no dependiente de nada, se
despliega en nosotros. Tales momentos apuntan hacia lo eterno. Pero, en general, los
olvidamos sumergindonos de nuevo en la bsqueda de satisfacciones relativas.
P.: Est la plenitud a nuestro alcance?
R.: No cesa de estar presente.
P.: Ofrecen algunas experiencias, como por ejemplo la esttica, esta velada degustacin previa de la plenitud de una forma ms intensa?
R.: El sabor de la inocencia puede revelarse en la experiencia esttica, religiosa o,
fortuitamente, fuera de toda categora vivencial. Siendo incondicionada, no puede
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asignrsele ninguna causa verdadera. Por otra parte y hablando con propiedad, no se
trata de una experiencia sino de la matriz en la que toda experiencia se desarrolla, sea
sta cual fuere. Si focalizamos la atencin sobre la experiencia perdemos contacto con
nuestro elemento natural, la inocencia. Si nuestra mirada permanece conscientemente
limpia de toda intencin, no nos turbar ninguna experiencia. Por el contrario, se vivir
en su justa medida y nos remitir siempre a la unidad.
No pongamos pues el acento sobre la ocasin concreta en que se nos ha develado ese
anticipo de la plenitud. No hay un tipo de experiencia especial que deba ser buscado de
forma exclusiva. Las tareas cotidianas, la actividad profesional, los acontecimientos en
su multiplicidad, tienen lugar en el seno de esta unidad sin alterar su plenitud.
P.: Puede definir de manera ms precisa la experiencia esttica de naturaleza nodual?
R.: La autntica experiencia esttica puede comprenderse a la manera platnica.
Pienso particularmente en el relato de su iniciacin que hace Scrates en El Banquete.
La autntica obra de arte no dimana de la emotividad, de la sensualidad, de la avidez. El
acento no est puesto en ella misma sino en el no-estado del que fluye. Podra decirse
que se concreta de tal forma que desemboca en su desconcrecin. En arquitectura, por
ejemplo, las proporciones de un edificio en que se manifieste la belleza son tales que la
utilizacin que all se hace del espacio tiene como finalidad la eliminacin del espacio
mismo en su sentido estructurado y apremiante. En los templos egipcios o griegos, las
enormes masas que entran en juego se organizan de tal forma que producen una area
impresin de ligereza. La modalidad especfica que aqu sirve de instrumento de expresin, la masa, se niega en cierta forma a s misma en provecho de la vacuidad original.
Sucede lo mismo en la msica, donde la ejecucin de algunas fugas de Bach, ciertos
adagios de Mozart o determinados movimientos de algunos cuartetos de Beethoven
conduce al oyente a la suspensin de toda actividad crtica, incluso de toda formulacin.
Semejantes obras nacen del silencio y retornan al silencio fundindose en l. La sensacin de que todo est dicho se apodera del que escucha. Nada se puede aadir a lo absoluto.
Sin embargo, en una produccin artstica desprovista del sentido trascendente que
acabamos de contemplar, puede existir una gran belleza. Cultiva nuestra sensibilidad,
halaga nuestros sentidos, seduce nuestra inteligencia, satisface nuestro sentido de las
proporciones, pero no obstante sigue siendo de orden pasional. Puede expresarse en ella
el alma colectiva, pero te mantiene en determinadas capas psquicas sin abrir el acceso a
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BERKELEY
P.: La realidad se expresa en mltiples nombres y formas. Usted me ha hecho comprender que el mundo slo es actividad cerebral: existe cuando se piensa. Mi pregunta
es: tenemos que limitarnos a experimentar la realidad slo indirectamente o podemos
ser en identidad con ella?
R.: Si vives intensamente con tu pregunta llegars a comprender que el mundo existe
porque t eres. Tu psiquismo y tu cuerpo forman parte de l. Esta comprensin instaura
inmediatamente una distancia entre ti y el mundo. A partir de ah, el mundo aparece en
el silencio de la libre observacin.
P.: Dice usted que el mundo existe porque yo soy. Qu es este yo soy distinto del
mundo y del cuerpo?
R.: Cuando cesa el hbito de perseguir un objetivo, de formular, de identificarse con
los objetos, eres remitido a ti mismo. En una comprensin sbita, no relacionada a un
sujeto, descubres que el universo tiene por hogar tu conciencia lcida, la tranquilidad.
Ella es la que genera la multiplicidad, ilumina todos los fenmenos, se expresa en una
pluralidad de formas y se despliega en un lenguaje. En ella todo se termina y retorna al
origen. Lo que el mundo es no se diferencia de ti mismo, tu esencia es la suya.
En esta soledad profunda surge el presentimiento de tu naturaleza autntica, te invade, te absorbe. El nico fin de todo ser no es ser esto o aquello, sino ser. Ser es suficiente en s mismo. Cuando esto se comprende, todo tu ser vuelve a la calidad de puro ser.
P.: Si comprendo bien, el pensamiento mundo tiene su origen en el silencio, en la
conciencia. Sin embargo, esta conciencia parece obnubilada por el pensamiento especulativo, intencionado. Cmo advertir esta superposicin?
R.: Familiarzate con una actitud de atencin sin reaccin, sin motivo, sin justificacin. El dinamismo del pensamiento arbitrario se apaciguar en tu silencio lcido.
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P.: Dejar que un proceso espiritual as se ocupe de uno viene a ser como estar
abierto a la apertura, segn la expresin de Martin Heidegger?
R.: Exactamente. Cultivando el arte de la espera sin espera, como tambin dice
Heidegger, se lleva a cabo un proceso de maduracin y nos es dado as el saborear un
anticipo de lo que fundamentalmente somos. Generalmente vivimos inmersos en un
movimiento hacia la periferia que nos hace perder el sabor de nuestra identidad. Familiarizarse primero con una actitud de apertura a los objetos y despus ms profundamente con la apertura misma, permite volver al centro y establecerse all firmemente.
P.: Se refiere eso, segn el mismo autor, a una aproximacin a lo que est ms
cerca que lo cercano?
R.: Los textos sagrados lo evocan poticamente as: Eso est ms cerca de ti que el
gesto de coger una flor. En la experiencia humana, lo ms cercano, lo ms ntimo, lo
esencial, parece a menudo lo ms lejano.
P.: Podemos decir que en una atencin no recargada por el pasado, el pensamiento se
libera y vuelve a encontrar su espontaneidad. Cmo casar este pensamiento creativo
con el pensamiento especulativo elaborado por la memoria e indispensable en algunas
ocasiones?
R.: El pensamiento espontneo que tiene su origen en el ser no se deriva de la representacin anticipada de un proyecto. De ninguna manera excluye el pensamiento intencionado, prctico o especulativo, como t dices, sino que lo libera de su carga afectiva.
A decir verdad, la distincin entre pensamiento espontneo y pensamiento calculador no
es ms que una forma de expresarse. Una nica corriente de conciencia integra estas
diversas formas de pensamiento. Los grandes artistas, los matemticos eminentes, aportan la prueba de este matrimonio del pensamiento creativo con el especulativo en la lucidez intemporal de donde surgen la belleza y la verdad.
P.: En el mismo orden de ideas, Heidegger seala que la naturaleza del pensamiento
espontneo consiste finalmente en su propia extincin.
R.: El pensamiento especulativo, repetitivo, generado por la necesidad de afirmarse
que experimenta el yo el cual, por otra parte, es slo un pensamiento nos mantiene
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Dmonos cuenta de que no tiene una existencia ms duradera que la del instante en
que se piensa. Adems, lejos de estar dotada de unidad, la representacin de un s mismo corresponde de hecho a innumerables situaciones, cada una de las cuales aade un
determinante suplementario y en ocasiones contradictorio, al conglomerado formado.
En este sentido, parece legtimo decir, como afirma Herman Hesse, por ejemplo, que no
hay un yo, sino dos, tres, mil. Por lo cual se hace imposible circunscribirlo.
Constituido por la memorizacin de las informaciones y de las experiencias ofrecidas por los acontecimientos de la vida, ocupa el centro de nuestro psiquismo, pero de
hecho se trata de una usurpacin. Tomado por el sujeto, no posee ms que la realidad
relativa de un objeto, puesto que es percibido, cognoscible.
La realidad no es un objeto percibido.
P.: Con frecuencia siento violencia en mi interior, algo as como una efervescencia
desordenada. Cmo puedo hacer para liberarme de ella?
R.: Tu problema no puede resolverse en los trminos de un yo; la violencia, como el
miedo, forma parte de su universo. Es el resultado de un condicionamiento y, por consiguiente, del pasado. Por efecto de una investigacin rigurosa, esta proyeccin del yo
tiende a desvanecerse. Cuando esta nocin ya no tiene sitio y ests libre de ella, tambin
lo ests respecto al miedo y a la violencia.
P.: Juega el tiempo algn papel en la realizacin?
R.: Maana, no es ms que un modo de pensar. Fuera de la mente humana, ni hoy
ni ayer ni maana existen; slo existe la vida que no depende del tiempo.
La inteligencia que se manifiesta en todo momento a travs de ti cuando vives en el
silencio sin eleccin, se despliega en el universo entero, inherente a todos los seres, presente en todo lo que vive. Emerge espontneamente cuando aparece un desequilibrio,
una desarmona. El cuerpo nos expresa sus necesidades directamente, sin intermediario,
a poco que le escuchemos. Pero generalmente, cuando esta inteligencia nos solicita, le
hacemos frente interponiendo justificaciones de orden personal.
Vivir esta comprensin puede parecer difcil, a primera vista, pero a continuacin se
confirmar que est bien fundada.
P.; Ha dicho usted que las facultades mentales no son ms que el pasado. En este caso, cmo puede producirse una percepcin directa?
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En esta vacuidad inalterable, libre de la nocin de una persona, llegas a ser realmente creativo. Espacio, tiempo, movimiento, fluyen de la totalidad viviente de esta corriente. Dejando de estar enmudecido por lo condicionado, se te abre el conocimiento no
mental. Hasta entonces no conocas de la vida ms que su superficie concreta, su expresin en el marco del espacio y del tiempo. De ahora en adelante, la lucidez silenciosa
ilumina desde el interior la vida fenomnica y le da su verdadero significado.
Lo manifestado adquiere su sentido a partir de lo no manifestado.
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