La Personalidad Normal y Patológica (Jean Bergeret)
La Personalidad Normal y Patológica (Jean Bergeret)
La Personalidad Normal y Patológica (Jean Bergeret)
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jea n Bergeret
La Personalidad Normal
y Patolgica
Jean Bergeret
LA PERSONALIDAD NORMAL
Y PATOLOGICA
Coleccin
PSICOTECA MAYOR
Octave Mannoni
La crisis de la adolescencia
Jorge Barudy y
Marjorie Oantagnan
Heidrun Panhofer
coordinadora
Fran~oise
Oolto
La dificultad de vivir
Boris Cyrulnik
Boris Cyrulnik
Marie-Ccile Ortigues y
Edmon Ortigues
IA PERSONALIDAD
NORMAL
Y PATOLOGICA
Jean Bergeret
INDICE
INTRODUCCION
15
Primera parte
HIPOTESIS SOBRE LAS ESTRUCTURAS
DE LA PERSONALIDAD
Historia.
23
1.
ESTRUCTURAS Y NORMALIDAD .
29
l.
La nocin de anormalidad .
29
2. Patologa y .normalidad. .
35
3. La .normalidad. patolgica
45
4.
.Normalidad. y standarizacin .
5. Edipo y normalidad .
53
58
SONALIDAD
67
67
A) Sin toma .
B) Defensa .
C) Significacin histrica del episodio
Dl Enfermedad mental.
.
El Estructura de la personalidad.
2.
68
69
70
72
73
73
73
76
78
79
79
80
81
82
82
83
84
85
90
93
95
Generalidades
95
1.
2.
99
103
111
117
122
143
143
148
154
J 56
159
99
C) Reflexiones diferenciales
D) Las falsas . neurosis .
166
168
4. LAS A-ESTRUCTURACIONES
181
1. Situacin nosolgica
181
185
3. La organizacin limite .
El Yo anacltico
La relacin anacltica
La angustia depresiva
Las instancias ideales .
Los mecanismos de defensa
18'1
189
191
194
196
199
202
202
205
211
211
218
219
220
221
A)
B)
C)
D)
E)
5.
Segunda parte
HI PTESIS SOBRE LOS PROBLEMAS
DE CARACTER
Historia .
225
EL CARACTER .
237
242
247
253
El carcter esquizofrnico .
B) El carcter paranoico .
C)
D)
E)
F)
G)
H)
1)
4.
El
El
El
El
El
El
El
El
El
carcter abandnico
carcter de destinado
carcter narcisistaflico
carcter flico .
carcter depresivo .
carcter hipocondraco .
carcter psicastnico
carcter psicoptico
carcter hipomanaco
264
266
271
280
282
283
284
285
286
286
287
288
289
290
5. El cardcter perverso
297
300
304
309
312
~les
313
315
315
316
316
317
317
317
318
319
320
a)
320
323
326
327
328
331
331
334
336
337
339
lo
La neurosis. de carcter
344
2.
La psicosis de carcter
351
3. La perversin de carcter
361
Conclusin
369
Bibliografa .
377
INTRODUCCIN
metapsicolgicas visibles entre las mltiples manifestaciones relacionales posibles que emanan de talo cual estruc-
15
Sin duda, muchas personalidades corresponden a intentos de estructuracin imperfectos e inconclusos; por
lo tanto, en una buena cantidad de casos y durante Ul1
tiempo considerable, tenemos posibilidades de cambiar el
curso de los acontecimientos sin apartarnos de la arien
lacin estructural, o d e observar cmo se detiene esa evo
lucin estnwtural, por un periodo que varia mucho de un
sujeto a otro, en un. estadio de simple anegesia lateral
que no tendra en s nada de definitivo. Tambin podemos
mencionar las fijaciones que actan como frdgil organiz.,cin defensiva, muy costosas desde el plinto de vista econmico, pero que sin embargo conservan toda clase de
capacidades evolutivas, en las direcciones mds eSlables )'
slidas_
En sntesis, las perso nalidades netamente estructura.
das , que responden a funcionamient os econmicos al mis-
mo tiempo estables y bien integrados (condiciones esetlciates para merecer la etiqueta de no rmalidad en el
polivalentes.
De esta manera, se hace efectivamente posible situar
mejor muchos ca sus particulares de personalidades o cara.;teres cuya referencia a los principales modelos estructurales
bien definidos se hacia difcil en el marco de los antiguo<
sistemas tipolgicos, demasiado rgidos_ Me ha parecido
que un objetivo a alcanzar sin compromisos ni concesilJ-
que, segn la terminologa filosfica o psicolgica, la denominacin de estru ctura abarca, en la mayora de los
16
sM
(lo que los filsofos l/amaran quizs de buen grado _estructuras de sntomas, o estructuras de caracteres ,.
Efectivamente, los psicopatlogos, al ocuparse esencialmente del aspecto funcional de esos sntomas o esos carac-
tualmente en psicopatologa estructura. a secas), se concibe entonces, por una parte, como la base ideal de organizacin estable de los elementos metapsicolgicos constantes y esenciales en un sujeto, en tanto que el carcter
aparece, por otra parte, como el nivel de funcionamiento
manifiesto y no mrbido de la estructura tal como acaba
de ser definida.
Desde esta ptica, la sintomatologa se convierte simplemente en el modo de funcionamiento mrbido de una
estructura cuando sta se descompensa, es decir, desde
el momento en que los factores internos de conflictuali-
por otra.
Es evidente que tal concepcin de conjunto, esencialmente dinmica, no puede desarrollarse sino en el marcO
de una posicin y una reflexin autntica y claramente
psicoana/ticas. A partir de FREUD y de los trabajos psicoanalticos contemporneos, se puede comprender la ~5tructura, segn la hemos definido ms arriba, como el
19
PRIMERA PARTE
HISTORIA
El trmino estructura tiene significaciones muy dif<rentes segn nos refiramos a la teora de la Gestalt, a las
teoras jacksonianas o al estructuralismo. Tambin se em
plea a veces en el sentido de estructura de conjunto y,
en este caso, se a-proxima al empleo del sustantivo ingls
pattcm.
Sin embargo, en el lenguaje cordente, la estructura
contina siendo una nocin que implica una disposicin
compleja, aunque estable y precisa, de las partes que la
componen; es decir, la manera misma en que se compone
un todo, en que sus parLes se avienen entre s.
En mi introduccin me he extendido Jo suficiente acerca
del sentido que se otorga en psicqpatologa al trmino
estructura., como para que sea necesario justificar una
vez ms los lfmites de esta utilizacin al nivel de la estruc_
truetura de base de la personalidad.
Considerar que cons titucin . y _estruc tura. de la pero
sonalidad representan, en Hneas generales, un concepto
idntico : el modo de organizacin permanente ms profundo del individuo, a partir del cual se producen tanto
las ordenaciones funcionales llamadas normales. como los
avatares de la morbilidad.
Salvo los casos en los que aparece empleado en el sen
tido de temperamento o carcter, el tnnino cctipo
se refiere habitualmente a la estructura de base, y no
parece necesario tratarlo desde una ptica particula"r.
23
24
el fondo, sino la consecuencia lgica de los pasos precedentes : cualquiera sean los factores desencadenan tes .)
curativos que sta o aquella escuela anteponen especificamente, la trayectoria profunda de cada uno conduce poc.)
a poco a la idea de la ne>especificidad de la naturaleza
mrbida de sta o aquella estructura, de la labilidad tanto
como de la posibilidad de curacin que ofrece toda estructura en si. Por su parte, la antisiquiatria va apenas ms
all de las tendencias sociales o comunitarias precedentes
en el plano de un liberalismo que sigue siendo, deliberamente o no, racional : nos propone simplemente el -salto.
fuera de la lgica, pero no produce ningn cambio radical
y, sobre todo, no aporta nada nuevo en lo referente al
problema del continuum estructural del que no quiere ni
or hablar: hasta ta! punto parece mantenerse aferrada a!
registro de la angustia.
Si bien se ha visto que es necesario clasificar los datos
profundos, preci-so es reconocer que en este terreno, si:)
los medios metapsicolgicos que poseemos actualmente
gracias al aporte de FR EUD y los post-freudianos, no bastaban las meras descripciones; igualmente, no nos sorprende comprobar que en el terreno estructural nos encontramos con muchas menos hiptesis a revisar que en
el captulo consagrado a las caracterologas.
Podemos considerar con Henri EY (1955) que la _va_
riacin mental patolgica. se puede encarar segn cuatro
modelos tericos: como alienacin radical, como producto
de los centros cerebrales, como variacin de la adaptacin
al me<lio, o incluso como efecto de 1m proceso regresivo
en la organizacin psquica. Sea cual fuese la respuesta
que se elija, conviene aprender la condicin mental, excepcin hecha del episodio mrbido, dentro de una estructura
profunda original y formal que conserva indudablemente
su significacin existencial y antropolgica.
En lo que se refiere al punto de vista estructural en el
nio, Colette CHILAND (1971), ha sintetizado la opinin de
numerosos p3ido-psiquiatras contemporneos al mostrar
la particular complejidad de la nocin de estructura en
una edad en que el conjunto no parece estar an en funcionamiento y en que las fases de equilibrio y descompensacin pueden sucederse sin que su significacin profunda resulte siempre evidente.
25
La estructura, para Colette CHILAND (1967), sigue siendo un concepto inspirado en la opinin de LEVI-STRAUSS
(1961), que se interesa por los modelos teniendo en cuenta
no slo los tnninos en si mismos, sino tambin las rebciones entre los trminos. Para C. CHILAND se trata de
investigar la e:q>licacin estructural, no exc1usivamenle
al nivel del sistema de relacin, sino tambin al nivel de
las reglas de trasfonnacin que permiten pasar de un
sistema a otro, y considerando tanto los sistemas reales
como los sistemas meramente posibles.
C. CHILAND se refiere a la opinin de A. FREUD (1965)
para incorporar la estructura al nivel del segundo tpico
en relacin con las pulsiones, el Yo y el Super-yo, y para
fundar un eventual diagnstico estructural sobre el estudio
de la relacin de objeto y los mecanismos de defensa.
Antes del aporte freudiano haban sido propuestas clasificaciones sintomatolgicas. a travs de KAHLBAUM
(1863), MOREL (1851), HECKER (1871 ry 1874) y, sin dud,l,
Emile KRAEPELIN. cuyas hiptesis han sido retornadas
en la clasificaoin centrada sobre la nocin de psicosis y
propuesta por la Asociacin norteamericana de Psiquiatra.
Estas clasificaciones que tienden a vincular el sntoma con
28
1
Estructuras y normalidad
1.
LA NOCIN DE .NORMALIDAD.
29
30
31
Mi intento actual de definir la nocin de la norm3lidad. est lejos de satisfacerme por entero, aunque ms
no fuera por su extensin; pero hasta el presente me ha
parecido difcil reducir el nmero de sus parmetros.
Intento de definicin:
La persona verdaderamente sana no es simplemente
la que se declara como tal, ni mucho menos un enfermo
que se ignora, sino un sujeto que conserva en si tantas
32
de agooto en Espaa, lo consideraban a l como un original., simptico pero algo inquietante. En efecto, fren1e
a l todo el mundo se senHa ms o menos cuestionado, y
pronto cada uno acababa por proyectar sobre Ren la
inquietante extraeza que ste haca nacer en el otro, dentro del frgil sistema de ideal colectivo adoptado por los
miembros del grupo considerado normal por simples
razones estadsticas o ideales.
Ren expel'imentaba deseos sexuales, pero en la mayora
de los 'casos se las arreglaba para poner entre la mujer y
l distancias tranquilizantes o dificultades apaciguadoras.
Sin embargo, y luego de muchas vacHaciones, acab
casndose con una viuda joven, inteligente, activa y simptica. pero a quien las gentes consideradas nonnalesJ> en
esa poca reprochaban que no se sometiera a los gustos
del momento.
Ren experiment un d,ificil comienzo conyugal: su
madre no se mostraba favorable a ese matrimonio; por
su parte, 'Jos suegros mimabanlt excesivamente a la pareja;
finalmente, Ren comenz asentir durante algunos meses
una especie de bola. que suba y bajaba, y que le oprima
al nivel de la laringe. La nuez>, le decan, sin duda riendo,
los amigos que haban ledo tratados de divulgacin psicoanaHtic3. Y efectivamente, dadas las difoiles circunstancias matrimoniales, la broma pareca muy acertada.
Luego la pareja se cre una vida independiente, poco
original en relacin con lo que los dems llaman originalidad, pero bastante original, sin embargo, si nos refl!rimos a lo que la mayora suele denoffi,inar apresurada..
mente normalidad.
Nacieron tres hijos. educados de una manera curiosa:
es decir que a vecinos, padres y amigos les chocaban las
libertades de que disfrutaban . Sin embargo, sus padres
no les abandonaban del todo, y los nios no parecan sufrir
en absoluto en medio de las actividades bohemias de esta
familia que sigue sin tener otra cosa que una ant.i.gua vi-
34
PATOLOGIA y .NORMALIDAD
35
M. KLEIN (1952) nos propone, en toda evolucin psicogentica del nio, una posicin persecutoria primitiva
seguida de una posicin depresiva ms o menos edpica.
La primera posicin, sobre todo, procederia obligatonamente de mecanismos econmicos de tipo psictico, y toda
patologa ulterior no podra sino tener en cuenta las fijaciones arcaicas en esas fases obligatorias para todos.
Si bien estamos de acuerdo en no considerar Dormah
a una estructura que haya seguido una evolucin infantil
a todas luces privilegiada, tambin nos resulta difcil concebir, cuando atendemos neurticos o estados .lmites, que
todos los individuos hayan atravesado un periodo en el
que su Yo se ha constituido inicialmente de acuerdo con
un modelo 'p sictico, en el sent'ido preciso que con~inua.
remos dando a ese tnnino, es decir, en una autntica
economa de fraccionamiento, verdadera organizacin estructural, y no una mera etapa, laguna o imperfeccin
evolutiva.
A. FREUD (1968) crey poder definir la normalidad en
el nio a partir de la manera en que se establecen poco a
poco los aspectos tpicos y dinmicos de la personalidad,
y de la forma en que se producen y se resuelven los conflictos pulsionales.
C. G. JUNG (1913) ha intentado, por una parte, presentar los aspectos complementarios de los p ersonajes mI..
ticos de Prometeo (el que piensa antes) y Epimeteo (el
que piensa despus), es decir el introvertido y el extrovertido, refirindose a las obras de Carl SPITTBLER y de
W. GOETHE. La .normalidad. estara vinculada a la
unin de esas dos actitudes que C. G. JUNG considera
cercana a la concepoin brahmnica del smbolo de unin.
Por otra parte, el autor compara las nociones de adaptacin (someterse a su entorno), insercin (ligada a la nOcin nica de entorno) y normalidad} que corresponderla a una insercin sin fricoiones, destinada simpt~
mente " cumplir condiciones objetivamente fijadas. Lo
patolgico apareceria a partir del momento en que el
individuo saliera del marco de sumisin al entorno que
corresponde a la insercin, reservada a ese nico crculo. Nos parece que este concepto es ~imilar al que describir en otro momento, con referencia al movimiento
de depresin anacltico del estado lmi~, dado que en
37
38
39
40
se halla prisionero de su gran descubrimiento: la economa gental cdpica y neurtica. a la que reduce, por cierto
que con algo de insa ti sracC'in. la mayor parte de s us otrd.S
descripciones clnicas.
Efectivamente, antes de FREUD los humanos se dividan habitualmente en dos grandes categoras psquicas:
los nonnalcs y los enfennos mentales (entre Jos que se
incluan en bloque los neurticos .y los psicticos). El
gran mrito de FREUD consi ste en haber demostrado
mediante sus trabajos revolucionarios sobre la economa
neurtica que no cX!ista ninguna solucin de continuidad
entre ciertos funcionamientos mentales considerados normales y el funcionamiento mental considerado neurtico. Todos los grados existen y ]os mecanismos siguC!n
s iendo, en el fondo , los mismos; slo difieren, en mayor
o menor medida, la adecuacin y ola flexibilidad del juego
de esos mecanismos. Infortunadamente, S. FREUD no se
aventura mucho ms all del terreno neurtico. Describe
como neurosis un indiscutible estado Hmite como el de
el hombre de los lobos. (1918), y conocemos su renuncia a
abordar a los ps icticos, sus vacilaciones en la discusin
de los da tos nosolgicos que concernan al Presidente
SCHREBER (1911).
Si bien al final de su vida escribi, en Compendio de
psicoanlisis (1940) , que era imposible "establecer" cientficament e Ulla ln ea de d emarcaci n entre estados normales y anormales., S. FREUD, como todos aquellos que
de manera ms o menos inequvoca han permanecido fi
jados exclusivamente en las posiciones de su poca, pen36
durante mucho tiempo que la divisin no se planteaba
entre normales por una parte 'y enfermos (neurticos o
psicticos reunidos) por otra, sino, entre neurticos y
normales (que corresponden a los mismos mecanismos
conflictualcs y defensivos), por una parte, y por otra el
gtUpo de los no nonnales, que abarca todo el resto; ese
resto al que se alude de manera imprecisa con la denominacin de psicticos y prepsic6ticos diversos, o bien
ms diversificados en psicosis concretas. pero tambin
en estados lmites, caracteriales. perversos, etc.
Me propongo ir an ms lejos : parto del punto de
vista de que es posible distinguir, por una parte, las
estructuras autnticas, slidas, fijas y def.initivas (psic42
ticas o neurticas) y por olra las organizaciones intermediarias (estados lmites) menos especificadas de manera
duradera ry que -pueden originar disposiciones ms estables (enfermedades caracteriales o penlersiones).
En lo que concierne al primer grupo, podemos con,iderar que existen tantos trminos de trancisin entre
normalidad. y psicosis descompensada en la lnea estructural fija psictica como entre normalidad )) y neurosis descompensada en la lnea estructural fija neurti
ca. Por el contrario, en lo que concierne al segundo grupo
definido como i-n tennediario, veremos enseguida que es
difcil considerar una real normalidad, debido a la inteIVencin de enonnes contra-inversiones energticas anti depresivas y permanentes (justamente, en razn de la
precariedad de la adaptacin a las realidades internas y
externas) y de la ;nestabilidad profunda de tales organizaciones, que no estn realmente estructuradas en el sentido
definitivo y pleno del trmino.
As pues, resenlaramos la nocin de . normalidad . a
un estado de adecuacin funcional feliz solamen te en el
interior de una estructura fija, ya sea neurtica o psictica, en tanto que la patologa correspondera a una ruptura del equilibrio dentro de la misma lnea estructura,.
Nos parece til un ejemplo cHnico:
Ob . n. 2
Georges tiene 42 aos. &. director de un Liceo. No sabemos casi nada de su primera infancia, que dice recordar
muy poco y sobre la que no desea hablar. Qued hurfa..
no de madre y luego, muy pronto, de padre. Le adopt
entonces una familia amiga de sus padres, conducida por
una mujer autoritaria, rgida y 'POco afectiva.
Muy bien educado en el plano funcional, realiz estudios altamente satisfactorios. Se revel como un adolescente bastante precoz en el plano intelectual, como un
estudiante meticuloso, y luego como un docente muy
atento y racional. Sus cualidades de precisin, orden y
razonamiento terico, su sentido de la autoridad, el derecho y el mtodo le valieron un rpido avance adminis_
trativo a pesar de algunas asperezas en 'l as relaciones con
sus alumnos o colegas.
43
44
han corregido.
S in embargo, se tra1a s in ninguna duda de una estruc.
tura psictica; el tratamiento analtico ha identificado
transferencia fusional, angustia de fraccionamiento, e importantes negaciones de la realidad. Esta estructura, hasta
entonces no descompensada y que haba permanecido en
los lmites de una indiscutible normalidad, ha estanado repentinamente ante una agresin externa demasiado poderosa en relacin con las defensas ha bi tual~s
del sujeto. Esta circunstancia ha originado la despersonalizacin y el delirio. Georges ha pasado del estado normal al estado patolgico sin que su estructura pn,.
funda varie. Las defensas de modo obsesivo han cedid::>
momentneamente ante la intensidad de la agresin practicada por lo real; y le ha resultado imposible negarlo,
porque las anulaciones obsesivas de las representacioD(,,::;
pulsionales ya no resultaban suficientes. De esta manera,
Georges se ha transfonnado en un enfermo, sin cambiar
la forma estructural de su Yo. Se ha curado. despus sin
variar el estado profundo del Yo, y por lo tanto su lnea
estructural, gracias a un tratamiento que penniti el restablecimiento de defensas ms adecuadas, sin modificar
sin embargo su modo de organizacin mental subyacente.
3.
LA .NORMALIDAD. PATOLOGICA
Hemos visto la posibilidad de considerar por una parte cierta normalidad y por otra las manifestaciones patolgicas, en funcin de un modo de estructuracin fijo
y preciso.
Pero las cosas parecen complicarse un poco cuando
nos vemos en la necesidad de describir las personalidades
llamadas pseudo-normales, y que no corresponden justamente a una estructura estable ni definitiva, tal como ocurra cuando nos referamos a las estructuras de la lnea
neurtica o de la lnea psictica. En el interior de e stas
ltimas lneas, bien definidas en <su evolucin, los sujetos
45
47
48
Ob. n." 3
Cuando tuve conocimiento del caso de Julien, ste aca.
baba de cumplir 50 aos. Hijo de un artesano modesto
y anodruo y de una madre estpida, pretenciosa, inquietante, Julien fue educado en el odio a los ricos, en el temor
y a la vez la devocin con respecto a la gente de buena
situacin, en la admiracin tanto del to canuigo (que
ha llegado a ser -aJ.guien. ) como del h ermano mayor que
haba contrado matrimonio con la hija del pastelero a
quien serva de aprendiz. Al igual que ese hermano mayor
~ las dos hennanas, Julien comienza a trabajar muy prono
to con un comerciante de la regin. Al mismo tiempo, y
siguiendo los consejos de un camarada mayor que l, se
las arregla para seguir cursos nocturnos y preparar un
diploma de contabilidad que le permite, gracias a la recomendacin del padre de ese compaero, entrar en un
banco. Dado que es joven, soltero, no tiene muchas ocu
paciones, es tan idealista como agresivo y no le gusta estar solo por las noches, se convierte rpidamente en el
-delegado. de sus colegas para todas las tareas ,p araprofesionales a las que los otros empleados no estn dspues
tos a consagrar 5 U tiempo libre. Milita en un medio sin
dicalista tan violento verbalmente como conservador en
sus opciones latentes. Esta actuacin le hace posible en
tablar relaciones simpticas y tranquilizadoras con seCo
tores diversos y ganar fcilmente tanto los sufragios de
sus colegas como la complicidad tcita de sus directores.
Siempre en accin, en lucha (verbal), en discursos, desplazamientos, conferencias o negociaciones, recoge la ad
miracin de toda su familia, incluso el tio y el hermano
mayor antes envidiados. Poco a poco consigue hacerse de
un nombre en los peridcos locales, ayudado por aad
dure por algunas libaciones en los cafs instalados frente
a las salas de redaccin y que por ello permanecen abier
tos hasta altas horas de la noche.
De manera que se convierte en consejero de esto, de
legado de aquello, entra luego a la municipalidad y ms
tarde al consejo general; finalmente, gracias a un escru
tinio que oscila entre un canddato saliente demasiado
desgastado en cuanto a su persona, y un adversario dema
siado marcado en cuanto a sus ideas, JuHen llega a cole>-
49
so
52
4. NORMALIDAD. y STANDARIZACION
Corresponde que nos preguntemos cmo puede establecerse la patogenia d.e l comportamiento .pseudo-normal>, demasiado centrado a la vez sobre un ideal y sobre
una mayora.
Tambin tenemos derecho a plantearnos una segunda
pregunta que, a pesar de las apariencias, se vincula estreohamenle con la primera: en nuestros das, y en rolcin de diversos factores actuales, no tiende el individuo
ms hacia lo standard. que hacia lo norma!>?
En efecto, en un momento en el que el mercado comercial reemplaza poco a poco los antiguos productos
artesanales, a veces excelentes y otras muy inconstantes,
por artculos standarizados (alimentacin, artculos del
hogar, amoblamiento, construccin, etc.), cuyos atributos
son sin duda inferiores al refinamiento, pero sin embargo,
y en general, superiores a la mediocridad, no seria sorprendente observar que paralelamente, el ser humano se
sacrificara a la misma necesidad de seguridad, de conformidad, de poli valencia mal diferenciada en SU propia utilizacin de s mismo.
Creo que un libro rooiente de B. BETTELHEIM (1971),
Les enfanls du reve, parece m,,&, indicado para propordo53
54
55
56
57
5.
EDIPO y NORMALIDAD
60
61
existencia de una . pseudo-nonnalidad ., defensiva pero poco capaz d e proporciona r seguridad, no parece plant ea r
dudas para el psicopatlogo_
La distincin se hace ms delicada cuando se trata
de acondicionamientos, ya se a de modo caracterial o de
modo perve rs o, menos frgiles que el tronco comn ",
Puede parecer sumamente peligroso rehusar ]a categori.l
de normalidad a esas organizaciones mentales, cuando
debemos tener en cuenta la presin de movimientos re
cientes de opinin que reivindican, bajo motivos mani
fiestos diversos, no slo libertades frente a loo Super.yo
individuales o colectivos molestos, sino una nonna1ida d ~
ctl'0 verdadero sentido latente constituira de hecho una
rubrica al fracaso de la madurez pulsional, tan to como
el reconocimiento de derecho de un logro objetal al simple nivel del objeto parcial, la pulsin parcial, y la relacin de objeto ,parcial.
Hace un momento criticaba a Jos aristcratas del Edipo, Y s que una posicin de cariz liberal opuesta a la
suya, que consistiera en condenar el principio de la PrJmacia del Edipo y en incluir los modos perversos y caracteriales en el grupo de los nonnaIes . posibles, me asegurara en la actuaJidad un xito fcil. Una tentacin
demaggica ms o menos consciente de no ir ms all
me ahorrara sin duda muchas dificultades frente a
Jos turbulentos del momento, si no denunciara al mismo
tiempo la ilusin econmica de la pseudo-normalidad .
en todas sus fonnas, incluso las ms sutiles y ,las ms
refinadas_ Efectivamente, el contexto socio-cuItural aparece frecuentemente como cmplice, tanto por satisfaccin voyeurista. como por debilidad de expresin de un
Yo individual y colectivo que en el fondo nunca encuentra en l provecho alguno, y en realidad no est del todo
de acuerdo con el pauperismo afec tivo de moda, sea cual
sea la fonna militante y racionalizada bajo da que ese
pauperismo se proponga al buen coraZn de los numerosos
indecisos.
La paradoja de nuestra ,p osicin sigue siendo, pues, la
de aceptar una ipOsibilidad de normalidad. tanto en las
estructuras neurticas no descompensadas como en las
estructuras psicticas no descompensadas, pero al mismo
tiempo declinar la solicitud de complicidad, el guio, que
62
nos proponen las frgiles organizaciones narcisistas intennediarias .p ara ser admitidas en el mismo marco de las
cnonnales. posibles, cuya estabilidad se limitan a imitar
al precio de astucias psicopticas variadas, renovadas sin
cesar y profundamente costosas y alienantes.
Desde el mismo punto de vista, una estructura psic{r
tica no descompensada' es mucho ms verdadera, muoho ms rica en potenci",1 de creatividad, mucho menos
alienada con relacin a. s misma que un frgil acondicionamiento caracterial que se contenta con simular Ja
posesin de ese modo ms consistente de estructura y
que altera simultneamente una parte importante de su
originalidad, es decir, de 10 que hubiera debido constituir
una base autntica y slida de funcionamiento mental en
relacin con los matices, los intereses y las deficiencias
naturales de las realidades internas y externas bajo sus
aspectos subjetivos, elaborativos e intersubjetivos.
Igualmente, una estructura psictica no descompensada sera mucho ms verdadera, y lo mismo ocurrirfa
con un acondicionamiento perverso, cuyo campo de crea
vidad, el juego pu-lsional, la paleta de las relaciones objetales, se hallen trabados por la feroz negacin defensiva
y ofensiva del sexo femenino, en medio de una rigidez de
inversiones que no .permite ningn matiz, ninguna variacin, ninguna riqueza de temas fantasm ticos o de
modos relacionales del pensamiento .y la expresin.
Una estructura psictica no puede presentar la flexibilidad de las economas genitales en el juego de las inversiones libidinales a ese nivel, pero las inversiones narcisistas complementarias de la estructura psictica son, sin
embargo, mucho ms flexibles en s mismas que las que
encontramos en el mismo registro de los anaclticos l
mites , caraoterjales o perversos. Esta posibi]jdad de ,mutaciones narcisistas variadas se refleja, por ejemplo, en
las agudezas o las creaciones artsticas propias de los
.1 . La. descompeosacin_ corresponde para mi a la ruptura del equilibrio
original que haya podido establecerse en tal acondicionamiento particular.
en el seno de una estructura estable de base. entre inversiones nardsista~
y objetales. Tal equilibriO (eo tanto no t.ay descompensacin) seria pues
tributado de dos niveles de Hmitaciones: la economfa general inducida,
por una parte, por la es tnJcturacin de base, '1 por ot.ra parte el acondlc1(>.
namiento original particular del sujeto p~lamente dicho eo el interior
mismo de su subrupo de estructura esPkffica.
63
64
6S
66
2
La nocin de estructura
de la personalidad
l. EL SENTIDO DE LOS TERMINaS
Con frecuencia resulta difcil comunicarse entre psicopatlogos, debido a Ja manera imprecisa y a veces equivoca en la que se emplean ciertos trminos que, sin embargo, no plantean aparentemente problemas particulares.
Los adjetivos neurtico y psictico, por ejemplo.
Ilparecen como responsables de muchas ambigedades
latentes ..n su utilizacin corriente. Por otra pane, la
dificultad n~ proviene tanto de una incertidumbre psi
quitrica sobre las caractersticas oIigadas a da nocin d.
neurosis o a la nocin de .p sicosis, sino sobre todo de una
falta de rigor o de precisin al nivel real del plano en el
que nos situamos cuando describimos una entidad cualquiera para olasificarla luego como neurtica o psktica . Por ejemplo, hablamos de impulso psictico. o de
defensa neurtica. y los peligros de confusin son evidentes e inmediatos : un impulso brutalmente considerado
como psictico, sin prudencia ni matices, puede muy
bien corresponder a un banal incidente de des realizacin
en el seno de una estructura neurtica muy maltratada
por circunstancias dramticas exteriores o interiores; as
67
A)
Sintoma
Habitualmente hablamos de sntoma ps;ctico pensando en los comportanlientos deli rantes, en las manifestaciones alucinatorias, en los fenmenos de despersonalizacin o en los estados de desdoblamiento de la personalidad. De la misma manera, cons ideramos el sntoma
neurtico como correspondiente a una conversin histrica, a un ritual obsesivo o a un comportamiento fbico.
Sin embargo, la experiencia clnica cotidiana nos h3
enseado que un episodio delirante puede muy bien no
corresponder a una organizacin profunda de naturaleza
psictica del sujeto; la gran variedad de manifestaciones
fbicas observadas tan to en nuestros .pacientes como en
el hombre de la calle nos obliga a distinguir numerosas
fobias que no tienen nada de realmen te neurtico.
Por otra parte, la importancia de los datos freudianos
citados en nuestra primera parte nos obliga a considerar
el sntoma con toda su dimensin latente iJ segn su valor a la vez relativo (y no suficiente en s), relacional (con
el objeto interno) y econmico (en el juego de las pulsiones y las defensas, por ejemplo, o de Ja dialctica principio de placer-principio de realidad).
Algunos sntomas del tipo llamado neurtico' pueden muy bien servir para disimular el origen pregenital
(y por ende en absoluto neurt ico en s) de los conflictos
que corresponden a una organizacin que ya ha ingresado
en cierta medida, en el sistema estructural psictico. De
la misma manera, algunos sntomas del aspecto denomi.
nado o:psictico tales como, por ejemplo, ciertas fonnas
de angustia mu.y agudas con riesgo de rlespersonalizacio ,
pueden servir defensivamente para enmascarar el origen
genital y edipico de un conflicto que forma parte de una
estructura neurtica autntica.
Por lo tanto, sera equvoco calificar de entrada un
sntoma como neurtico lll o psic tico con demasiada
nitidez. Parecera ms prudente y ms preciso hablar de
sntoma de modo o de ordenn neurtico o psictico,
68
para poner de relieve que nuestro punto de vista cualificativo no se aplica sino a la naturaleza del sin toma per_
cibido, y que de ninguna manera implica todavia un juicio robre la naturaleza de la estructuracin profunda del
sujeto.
Dicho de otro modo, no conviene, en el .p lano cientfico, comprometerse con el solo slmoma ms all del uso
limitado pero til para el que ese sntoma ha sido elaborado, es decir, al mismo tiempo una manifestacin de
superficie destinada a expresar la presencia de un conflicto, la ""Presin del retomo de una parte de lo inhibido por los atajos de 1as formaciones sustitutivas o d~
las realizaciones de compromiso (entre deseos pulsionales e imposibilidad de realizarlos), y finalmente tambin,
muy a menudo, de las fonnaciones reaccionales de contrainversin pulsional cuando la elaboracin del sntoma
se halla ms estimulada, 5l que llegue sin embargo a
constituir una garanta estructural neurtica.
!De todas maneras, en definitiva, el sntoma no nos
permite j=s por s solo prejuzgar un diagnstico en
cuanto a la organizacin estructural profunda de la personalidad.
B) Defensas
En psicopatologa, corrientemente se incluyen entre
las defensas llamadas neurticas. la inhibicin, el desplazamiento, la condensacin, la simbolizacin, cte., y
entre las defensas llamadas epsicticas . la proyeccin,
la negacin de la realidad, el desdoblamiento del Yo, la
idenHficacin proyectiva, etc.
Sin embargo, no es raro encontrar organizaciones estructurales autnticamente psicticas que se defienden
contra la descompensacin gracias a defensas de modo
neurtico, y ms parNcularmente de modo obsesivo, por
ejemplo. Tambin podemos decir, luego de haber examinado atentamente en consulta psicolgica muchos pacientes ya etiquetados como neurosis obsesivas, que )a
mayora de los enfemlos que nos 50n remitidos a causa
de sus frondosas manifestaciones defensivas con rituales
complicados e impresionantes, no corresponden precisa-
69
C)
A veces, ,y sin damos cuenta claramente, tenemos tendencia a calificar apresuradamente como neurtico u
1. Por otra parte, es necesario cuidarse de comprometer el txilo de
tales defensa por medio de un ataque intempestivo de su sistema de proteccin, bajo el pretexto terapt utico de reduclr su _neurosis_o
70
En el caso de episodios mrbidos verdaderos los trminos . neurtico - o . ,psic6ticolt designan un estado de
desadaptacin visible en relacin con la estructura propia y profunda. Es una forma ms o menos durable de
comportamiento que emana realmente de la estructura
profunda, como consecuencia de la imposibilidad de hacer frente a circunstancias nuevas, interiores o exteriores,
que han llegado a ser ms poderosas que las defensas moviiizables habitualmente en el marco de los datos estruc72
E) Estructura de la personalidad
Aparte del caso de las enfermedades. declaradas, examinado en el pargrafo precedente, existe otra forma inteligente de utilizar los calificativos neurtico. o .psictico. Nos referimos a los casos en que, sin estar an
descompensada, la personalidad " e halla al menos organizada de manera ya estable e irreversible con mecanismos de defensa poco variables, con un modo de relacin
de objeto selectivo, con un grado de evolucin libidinal
y yoica definido, una actitud precisa ante la realidad que
se asume de manera repetitiva, y un juego recproco suficientemente i nvariable de los procesos primario y secundario.
En este caso se trata verdadera.mente de una estructura
de la personalidad tal como la definiremos ms adelante.
De la misma manera que en el caso precedente, que .se
refiere a la enfermedad declarada, aqu se hace posible
utilizar con acierto los .trminos de estructura psictica.
o neurtica., por ejemplo.
2. EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA
DE LA PERSONALIDAD
A) Definicin y situacin
Quizs .sea interesante comparar las definiciones generales del trmino estructura.: LITTRE presenta la
estructura como _un modo de disposicin que pertenece
a los cuerpos organizados, y en virtud del cual se componen de partes elementales mltiples y diversas por su
naturalela.
73
74
empricos o fortuitos, sino como un 'Sistema cuyos mecanismos de funcionam,iento es necesario determinar en
principio por el anlisis. Este anlisis debe referirse tanto a los lmites como a la globalidad de las organizaciones, cuyos modos y reglas conviene penetrar, as com~
comprender de qu manera ,s e establecen, en el seno de
la organizacin, las operaciones de equilibrio y las distorsioneS'.
Lo que llama la atencin tambin en las hiptesis
estructuralistas es su preocupacin por jerarquizar la.
sintaxis, por separar las sintaxis genera:les de ,l as sintaxis particulares. No se trata de suscribir las simplificaciones del positivismo, o nomenclaturas como las que
encontraremos, por ejemplo, en el curso de nuestro anlisis de las posiciones caracterolgicas, en nuestra segunda
parte.
Pero tampoco se trata de dejarse llevar, claramente
75
inconsciente~
sufi~
76
77
a)
78
sificar en las categoras psicticas o neurticas de la poca, cualquiera fuesen las denominaciones.
b) Segunda posicin freudlana
Una segunda posicin freudiana corresponde al perodo de la primera teora del aparato >squico. Es en
el anlisis del caso SCHREBER (1911), en la Introduccin
c./ narcisismo (1914), en -la Metapsicologa (1915), en la
Introduccin al psicoanlisis (1916-.1917) y finalmente en
El hombre de los lobos (1918), donde Freud ordena, por
un lado, las neurosis actuales (neurastenia y neurosis de
angustia) que no han sufrido modificacin, y por otro
dasifica las psiconeurosis>, que se dividen en dos partes:
las upsiconeurosis de transferencia (histeria, neurosis obsesiva y fobias) y las "psiconeurosis narcisistas , que corresponden a las psicosis clsicas. A propsito de esta
ltima categora, FREU[) nos muestra cmo, en las psicosis, la libido permanece fijada en un estadio autoertico, pierde su movilidad y ya no vuelve a encontrar el
camino de los objetos. Por el contrario, en las neurosis
el acento se pone sobre la relacin entre las jnversiones
libidinales y la,; inversiones de las pulsiones del Yo, entre
la libido objetal y la libido narcisista, especialmente dado
que, en el artculo sobre el narcisismo, FREUD establece
de alguna manera un puente a ese nivel (por medio de la
hipocondra, a la que se confiesa etentado de considerar
como una tercera neurosis actual), y muestra cmo la
libido narcisista est justamente ligada a esas .neuroois
actuales., de la misma manera que la libido objetal lo
est a das neurosis histricas y obsesionales.
e) Tercera posicin freudlana
Una tercera posicin freudiana se inscribe en la elaboracin del segundo tpico_ Son los artculos sobre El Yo
y el Ello (1923), Neurosis y psicosis (1924), Prdida kie la
realidad en las neurosis y las psicosis (1924), La. economa
del masoquismo (1924) y La. negacin (1925).
La oposicin se establece siempre entre neurosis ac79
80
Con excepcin de los casos que denominamos, demasiado globalmente quizs, psicosis infantiles. (y de las cuales
volveremos a hablar enseguida), en el caso general de la
evolucin psquica del adulto hacia una estructuracin estable, el proceso, en trminos generales, parece darse de
la manera siguiente:
a)
Primera etapa
Segunda etapa
83
84
86
87
s mismo en el interior del otro para dominarlo y conducirlo a un estado de dependencia tranquilizadora, no funcione solamente a partir de los sujetos de las observaciones...
.
Tal vez no sea fortuito el hecho de que las dos principales escuelas de psicoanlisis infantil de la post-guerra
hayan sido dominadas por la imagen de una mujer fuerte. en el sentido bblico del tnnino.
Por otra parte, cuando nos referimos a ciertos traba-
jos kleinianos, como los estudios de BION sobre la alucInacin (en Second rhougllts, 19;5), en los que se trata
continuamente de hacer que el enfenno expulse. las
malas partes de s mismo que le impiden amar a la madre, no podemos evHar que se presenten al espritu las
88
estadio banal del desarrollo libidinal, sino tambin constituir, en otras circunstancias ms tardas, una reaccin
secundaria de proteccin activa.
E,; tambin por ese motivo, y en razn de la dificultad con que se enfrenta el adulto para situarse a si mismo
(positivamente o negativamente, lo que viene a ser lo
mismo a los efectos de la clasificacin) frente al reconocimiento de sus rasgos personales o de .sus vivencias proyectivas tan ampliamente diseminadas en una multitud
de nios diferentes, que los psiquiatras de nios se sitan
en un aparte en 'Un terreno nosogrfico?
Es por ello que parece tan dificil que los p.sicopat6logos que se ocupan del nio dialoguen con los que se
ocupan habitualmente del adulto?
En efecto, si los segundos habitualmente reconocen
como psictica una estructura comn, basada sobre el
fraccionamiento del Yo (acabado o no), el conflicto con
la realidad, la primada otorgada a las inversiones narcisistas y al proceso primario, cmo discutir datos equi.
valentes con los primeros. que acostumbran a denominar
.psicticas. a un conjunto de entidades patolgicas ms
D menos precisas que se encuentran en el nio, conjunto
que en algunos autores se ha extendido poco a poco hasta
englobar la casi totalidad de la psicologa infantil?
Cmo hacer que un psicopatlogo de adultos acepte
que se ordenen frecuentemente en un pie de igualdad
conflictos heterclitos que van de las grandes organizaciones deficitarias en lo que res.pecta al equipamiento y
a lo somtico hasta las verdaderas organizaciones psicticas precoces especfficas del nio, pasando por los primeros problemas que se manifiestan en el nio de lo qu'e
se convertir en una psicosis en el adulto, pasando tarr(~
bin por la,; grandes inmadureces af~tivas o .]as organizaciones todavia ndiferenciadas de tipo anacltico, o las
ms ctiferenciadas de tipo psicoptico, caracterial o perverso (gn.t.pos que pareceran vinculables a nuestra categora de los estados lmites y de sus dependencias), O
incluso por la-s manifestaciones ya especficas o simplemente todava precursoras en el -nio de las organizaciones profundas, neurticas o psicticas?
Los diversos psiquiatras que trabajan al nivel del adulto han aprendido mucho. sin ninguna duda, y todava han
89
90
ganizaciones anexas podr constituir una base de refkxin 50bre la situacin estructural (o ms exactamen!e
sobre la situacin de no.estructuracin) de tales entidade,
cIlnicas_
Es necesario tambjn enfocar el grupo de las reacciones psicosomticas precoces, a las que L KREISLER, M_
FAIN Y M_ SOULE (1966) han consagrado trabajos recientes que muestran su singular especificidad ligada a las
funciones desexualizadas y resomatizadas del Yo, en el
sentido del .Yo autnomo. de H_ HARTMANN Y de su
escuela, ;y no diferente en este punto de la especificidad
de los funcionamientos mentales psicosomticos del adulto que enoararemos ms adelan te_
Sin embargo quedan en suspenso dos cuestiones : cmo reconocer, por una parte, lo que .p odemos definir ya
como prdromos, en el nio o el adolescente, de la organizacin todava provisoria en este momento, pero que
producir ms adelante en el adulto una estructura psi
91
Pero debemos recordar que sigue siendo abusivo definir un nivel estructural cualquiera como neurtico
antes del Edipo, es decir, antes de los cuatro aos (en los
nios ms precoces).
Yo dia, aun corriendo el riesgo de disgustar a los
meticulosos de la observacin de los signos exteriores,
que ninguna observacin clnica, por atenta que sea, pero
mitira plantear con certeza un diagnstico estructural
con slo poner en evidencia estdtica los sintomas ms
finos; todava no podemos aportar talo cual prueba evolutiva sobre el plano estructural en el momento de la in
fancia y la adolescencia, fuera del caso de autnticas desorganizaciones cpsicticas precoces - o de sub-equipamientos notables.
Slo la observacin repetida en el tiempo permitir
que la comprensin de la evolucin de los elementos operacionales y relacionales (efmeros o constantes) del Yo
conduzca a una evaluacin tranquilizadora o inquietante
de los lfmites de la gama pronstica y de las posibilidades
o riesgos que en el futuro aguardan al sujeto.
En lo que concierne al perodo de latencia, quizs al
92
93
en este perodo en que todo le .parece nuevamente provisorio, y en medio de un huracn pulsional y conflictua1.
Parece necesario revalorizar la importancia del potencial
estructural del adolescente ms de .lo que se ha hecho
hasta el presente.
Para terminar este pargrafo sobre el concepto de
estructura de base, recordara la posicin asumida por H.
BY en el Congreso de MONTREAL, en 1961, al reconocer
las dificultades existentes para vincular entre s las entidades psquicas del hombre, norma.! O no, y comprobar
que un escepticismo sistemtico haba conducido a reac
ciones antinosogrficas, o a pseudoclasificaciones que podian reducirse .prcticameIl'le al ordenamiento alfabtico.
Respetar a'l mismo tiempo la unidad del psiquismo y
la diversidad de los funcionamientos mentales, las simili
tudes o las divergencias fundamentales, la jerarquizacin
de los agrupamientos principales y de ,las diversificaciones
secundarias, nunca ha sido una tarea fcil. La riqueza
de los descubrimientos psicolgicos y en particular psi
coanalfticos de estos ltimos decenios parece haber complicado todava ms el debate. Sera oportuno recapitular,
y tratar de establecer una sntesis provisoria de la arti
culacin de nuestros conocimientos actuales, justamente
sobre la base proporcionada por la riqueza de recientes
datos serios y slidos, que deben utilizarse para ampliar
nuestras miras y no para complicarlos indefinidamente.
94
3
Las grandes estructuras de base
La concepcin psicopatolgica, corriente en el pasado,
se descompona en postulados sucesivos bastante simplis
tas, que bloquearon toda investigacin en psicopatologa
estructural durante cierto perodo.
El primer postulado puede formularse, s-in forzar la
caricatura, por medio de ]a distincin prcticamente automtica entre ~el que delira , ms o menos asimilado a la
estructura psic6tica. y todo el resto, ms o menos asimi
lado a la estructura neurtica.
El segundo postulado, en apariencia ms cientfico,
pero en rea-lidad igualmente simplista, vea en el 'p aciente
psictico un problema orgnico e incurable; poco iro
portaba que se lo sometiera a un tra tamiento cualquiera
o se 10 dejara sin atencin (en su casa o en un .asilo_).
ya que con una enfermedad de esta naturaleza no se conseguiria ningn resultado. Por otra parte, el pac.iente denominado neu rtico era un enfenno psquico y si e n
este caso se atenuaba eventualmente la importancia de
la organkidad, slo era para aumentar de inmediato y
en la misma proporcin el rol de lo imaginario ,. (en d
sentido peyorativo del trmino), para no hablar del estmulo ms o menos atribuido a la mala voluntad del sujeto. Por ende, un enfenno as poda curar, pero -si l
quera; por el contrario, si no tenninaba por mostrarse
gentil y comprensivo y obedecer a nuestras rdenes de
curacin , significaba que pona de manifiesto una cierta
agresividad con respecto a sus infalibles mdicos (actitud
sta que nunca ha sido bien tolerada). En ese caso, se le
colocaba en una casa de sa lud ", o bien se trataba de
95
ocu1tarlo en una alcoba o en un asilo, tanto para disimular la impotencia de los terapeu tas y los allegados
como para satisfacer su clera.
Se comprende fcilmente , hasta el momento en que se
produce la revolucin psicoanaltica, el mrito y el coraje
de algunos psiquiatras que no aceptaban un escenario semejante pero sin embargo manifestaban escaso entusiasmo por las investigaciones psicopa-tolgicas que superaran
las descripciones de episodios y sntomas.
Desde hace algunos aos nos enfrentamos con una
reaccin prcticamente inversa: cuntos sustantivos que
presentan una consonancia cualquiera en psi,. adquieren
automticamente una aureola sobrevalorizad.a?
Por todas partes florecen las descripciones .fenomenolgicas que reviven banales comprobaciones antiguas a menudo mediante vocablos rimbombantes. Las nociones ms
audaces y ms dudosas son aceptadas a mano alzada por
los congresos ms conservadores bajo el bculo jovial de
un presidente conciliador, con tal de que huelan un
poco a azufre. Los ,trminos cientficos, filosficos, psicolgicos o tcnicos ya no son suficientes; se crean montones
de neologismos de dimensiones aparentemente revoluci()o
narias, lo que evita operar una revolucin real en los
espritus.
El autntico psicoanlisis viens nunca ha tenido verdaderamente suerte: combatido antao por consider1rselo demasiado progresista, ahora se lo condena por reaccionario, an antes de haber alcanzado un verdadero dorecho de ciudadana en nuestras instituciones mdicas o
universitarias. Un poderoso seductor que ha transpuesto
a PLATON en trminos psicoanalticos para los lingistas,
y lingsticos para -los psicoanalistas, conoce en los sal::>nes filosficos del momento el mismo xito que TOMAS
DE AQUINO entre los copistas del siglo XIII con su adaptacin teolgica del pensamiento de ARISTOTELES. Son
muchos los espritus ardientes que creen haber superado
a FREUD", cuando no han vivido nada de )a experiencia
que l propone y slo se han defendido por medio de Id
intelectualizacin de los riesgos que es ta experiencia comportaba para .su confort manifiesto o su angustia latente.
Cmo conservar, ante esos movimientos exagerado;.
contradictorios y apasionados, el deseo de realizar hones-
96
98
Tendencias
Modo
Yo
Nosologa
Autoeratlsmo
Esquizofrenia
~ ~--M-O-'-d-e-'----~---------------8--~~~~~~~~~~;f~;C-a-c~j~n~c-o-n~'~a-m~a~d",e~----~-N~a~,c~;~s~;s~m-o------i----M~e-'.-n-c-O-l~----I
O '-__De
__v_o_'"_'____I-.....,,.n_c_o_'p_O_'"
__c_i_n_ :9- .M"".~s~tu~'""b~'~;~n~f.~nrt~;I~p~n~'m""';I~;v~a:...._i
=r
~ r
Incorporar
Expulsar
O I
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Amor parcial
c.
Incorporacin
= I=====~ ~
~
~
Amor parcial
Retener
r---------+-~~------- ,
O{
.."2.
...
Primaca
flica
.2
5o
15
Ji
Ms activo
:;r
M agia de las
palabras
iil
l
~:
8
~.
Ms pasivo
O E O
Principio del
Edipo
Mana
Principio de realidad
Paranoia
N E
Neurosis
obsesiva
Envid ia
del pene
Masturbacin flica
Escena primitiva
OCSCUbrimienl,01 de castracin
Formacin del
super-Yo
!~
Histeria
,g
Disolucin del Inicio del
' 9:'
6 /O
~
Edipo
Edipo
o o
~ g t---------~~~---------1~~~~-L--~~--~---------------+----------_i
Inhibicin de los fines sexuales
pesexualizacin
fa .3
~
11
12
~~
Primaca de
lo genital
Amor objetal
Descubri
de la vagina
FIG, 1
Sentimientos
sociales
Salud
-:----------l----
o
'6
~
IMPORTANTES
FRUSTRACIONES
MUY PRECOCES
'"
-;
e
..;
.2
."
!!
YO PSICOTICO
PREORGANIZADO
OIVIDED-lINE
'"
INICIO DEL EDIPO
..
'2
'"
~
!!
- - - - - - - - - - _ . - --- - - - - - - - - - _..-::: - - -
-- --
YO NEUROTICO
PREORGANIZADO
YO PSICOncO
ORGANIZADO
----+--------+--ESTRUCUTRAS
NEURonCAS
ESTRUCTURAS
PSICOTICAS
FIG. 2
103
complicidad ms o menos activa del padre (cuando existe a ttulo verdaderamente significativo, lo que est lejos
de representar 'l a situacin h abitual). Esta relacin m.\s
o menos fusional con la madre, se repetir continuamente
en ~o sucesivo en el plano interpel'Son3il, segn las variedades de psicosis; una relacin objet3il verdadera no puede
enfocarse ni sobre el modo genital propiamen1e dicho, ni
incluso sobre el modo anad.tico, que sin embargo es
mucho menos exigente. La relacin, en los casos ms regresivos de esquizofrenia, no es siquiera dual o tridica,
y mucho menos triangular. El Super-yo no ha alcanzado
en absoluto un rol organizador o conflictual de base. El
Yo nunca ...st completo; desde un principio se encuentra
fraccionado, ya sea ese fraccionamiento aparente o bien
suceda que los fragmentos permanezcan (si no hay des
compensacin) pegados entre 51, de manera que el cristal resista . El fracaso del narcis ismo primario se traduce
a travs de una actitud utica ms o menos radical en
funcin del grado regresivo de las fijaciones. La angustia profunda no se centra ni en la castracin genital ni
en la prdida del objeto, sino en el fraccionamiento, la
destruccin, ,l a muerte por estallido. El conflicto subyacente no es causado ni por el Super-yo ni por el Ideal del
Yo, sino por la realidad frente a las pulsiones elementales,
lo que conduce a una negacin de todas Jas partes de esta
realidad que se hayan vuelto demasiado perturbadoras, y
eventualmente al delirio si, una vez que se han negado
fragmentos demasiado importantes de la realidad, se hace indispensable para el mantenimiento de .la vida Ja
reconstruccin de una ne<>-realidad ventajosa aunque aberrante. Cuanto ms amenazada de morbiUdad se halla la
estructura psic6tica, ms prevalece en ella el proceso primario por sobre as reservas operadas por el proceso secundario. Los mecanismos de defensa psicticos princi
paJes que se empJean son: la proyeccin, el clivage deJ Yo
(interior al Yo y no por el simple clivage de las imagos
obje1ales), Ja negacin de la realidad; todos esos mecanismos concurren al nacimiento de fenmenos de despersonalizacin, de desdoblamiento de la personalidad, o incluso de simpJe desrealizacin. La actividad sinttica del
Yo es abolida en las situaciones extremas, y en la mayoria
de los casos, sJo se debilita, lo que contribuye -parado104
jalmente en apariencia- a liberar capacidades abstractas matemticas, especulativas o de las denominadas .intelectualizadas., en la medida en que tales talentos pueden permitirse libre curso justamente porque no han de
ser controlados ni inducidos por funciones reguladoras
del Yo en su recubrimiento de l as realidades objetales ...
Por otra parte, no parece que el impacto de los fantasmas originarios, en el sentido en que lo entienden J. LAPLANCHE Y J.-B. PONTALIS (1964), aparezca en Jas es..
tructuras psicticas con 'los mismos efectos que en el caso
de dos sujetos organizados neurticamente. En el primer
caso el padre ya no posee un rol econmicamente suficiente entre el nio y la madre; con mayor razn, no puede
manifestarse secundariamente, en el plano de la realidad,
en el rol de enemigo sexual.
Al ser el contexto objetivo muy diferente, Ia actividad
autoertica, estimU!lada .p or la madre, ya no es perturbada
por el padre.
Ninguna revisin de las principales caracteristicas del
modelo estructural psictico, tanto como del modelo estructural neurtico, podra considerarse completa en nuestros das sin abordar, al menos sucintamente, la manera
en que se presenta, en una u otra eventualidad estructural,
la utilizacin del lenguaje que el sujeto pone en prctica
en el mbito de 1a comunicacin relacional.
Los aspectos positivos de una ptica tal resultan innegables a pesar de las supercherias desarrolladas a veces
bajo la cobertura de una ciencia lingstica que algunos
presentan como mgica, indita, y capaz de traducirlo o
reemplazarlo todo.
Sin duda, no es indispensable pretender esclarecer desde el primer momento los problemas de los intercambios
interpersonales, creando al efecto una jerga neolgica cer
dificada que necesita la utilizacin de un nuevo diccionario y de una nueva gramtica con miras a su propia ~
muncabilidad.
Por otra .p arte, parece muy fcil dejarse atrapar en la
trampa del lenguaje, en lo que ste comporta de manifiesto y superficial. En efecto, algunos autores han disertado extensa y brillantemente slo sobre los aspectos
aparentes del lenguaje. Ahora bien, el lenguaje, as como
las otras .formaciones de compromiso. sobre la base do!
105
106
sus necesidades, de manera tal que satisfaga, total e instantneamente, la pulsin pregenital de prepcnderancia
oral.
Podemos decir que la estructura esquizofrnica corresponde especficamente a una organizacin psic6tica del
Yo fijado en una economa pregenital de dominante oral.
Siempre se ha 'p uesto de relieve el rol de ,l as frustraciones
precoces, al mismo tiempo de origen materno y paterno,
(A, GREEN, 1958), en la economa esquizofrnica. P. C.
RACAMIER (1954) insiste sobre la necesidad del elemento
maternal para el desarrollo del nio. Define (1963) a la
madre como el verdadero Yo del lactante. y afirma que
si ese objeto le falta, el nio ,p ennanece incapaz de re-conocerse y amarse a s mismo.
Adems, parece que esta madre del esquizofrnico no
slo ha de ser necesariamente frustrante, sino que debe
mostrarse igualmente txica; es dable suponer que si slo
fuera frustrante el nio se limitaria, ms fcilmente que
en la evolucin esquizofrnica, a una de las fonn3s de
sub-equipamientos sensorio-rnotores o afectivos, mltiples
y precoces, que hemos evocado a fines del capitulo precedente,
El desapego y Il a extraeza de los sentimientos estn
en estrecha relacin, en la estructura esquizofrnica, con
el aspecto particularmente arcaico de un universo fantasmtico tan profuso como profundamente regresivo.
Se ha intentado a menudo establecer relaciones entre
la deficiencia de ciertos medios socio-culturales y el desarrollo de una estructura esquizofrnica. De hecho, no es
raro encontrar en la prctica cotidiana que en el seno
de una familia que trae a un esquizofrnico para que se
le administre tratamiento o simplemente a la consulta.
haya otros miembros de esa misma familia estructurados
(sin que por ello estn enfermos. ) segn un modo esquizofrnico de organizacin mental.
Pero con un cierto distanciamiento, y quizs tambin
con un modo de ejercicio mixto (hospitalario y liberal.
rural y urbano), nos damos cuenta de que la estructura
esquizofrnica no es patrimonio de ningn medio social
en particular, sino ms bien de un medio afectivo particular. Es cierto que e stas enojosas disposiciones afectivas se enouentran preferentemente entre I as llamadas
109
capas bajas. de la sociedad? No estoy en absoluto convencido, por mi parte. Yo tendera ms bien a explicar
esta opinin corriente, pero no correctamente fundada ,
por el hecho de que los autores que posean las estadsticas ms abundantes operaban hasta ahora sobre todu
en el medio hospitalario y urbano, en tanto que en otro
gnero de prctica y de clientela, tal vez se vacilaba en
pronunciar ciertas palabras, con lo cual las .neurosis graves . de todas clases vean ampliarse su categora ms
discreta.
Nada nos autoriza a anticipar que en los medios mtr
des tos los nios sean tratados ms cruelmente 'f que las
madres sean ms txicas que en otras partes ...
No creo tampoco que sea necesario preguntarse por
qu en runa fratria , un nio determinado se convierte en
esquizofrnico> (sobre-entendido: enfermo esquizofrnico), y no el otro. A travs de un enfoque ms preciso percibimos que al adoptar en primer lugar nuestro punto de
vista estructural, e independientemente de la descompensacin mrbida en la misma familia, existen en la mayora de los cas().": varias estructuras esquizofrnicas; por
ende, el nico y verdadero .p roblema psicopatolgico se
reduce - rigurosament~ a saber por qu este caso de
estructura esquizofrnica, entre otros que coexisten en
el seno de ~a misma familia, se ha descompensado, y por
qu no ha ocurrido lo mismo c'Jn los dems (que presentan sin embargo la misma estructura).
La madre de la familia en la que encontramo" estructuras esquizofrnicas se presenta en general como autoritaria y sobreprotectora, pero al mismo tiempo ansiosa
y culpabilizada. Pero quizs su caractenstica ms acentuada sea la frigidez afectiva personal, al mismo tiempo
que la necesidad total de que el lujo dependa de ella. La
actitud simbitica, tan frecuentemente descrita en la a.:tualidad, parece connotar esta absoluta necesidad.
Los padres de las familias en las que surgen estructuras esquizofrnicas comienzan a interesar a los autores
desde hace un tiempo, pero las opiniones divergen considerablemente, ya que las observacione.s parecen referirse
ms a lo que han llegado a ser ms tardamente Jos padres de enfermos esquizofrnicos que a lo que eraon antes
de la situacin as creada entre la madre y el hijo :va
110
enfermo. No estoy seguro de que la palabra padre. constituya un verdadero valor en tal economa, ni de que
esos personajes representen otra cosa que la plida duplicacin de una imagen flica materna an ms dbil.
Estamos todava muy 'lejos de la economa paranoica, mucho ms diferenciada.
En lo que concierne a los aspectos lingsticos de la
estructura esquizofrnica, tsealamos que el sujeto no
piensa ni habla realmente con palabras, sino que acta
con esas palabras como lo hara con los objetos.
En la mayora de los casos, el lenguaje se encuentra
al servicio de la pulsin agresiva, y esta comunicacin
sdica se ve facilitada por el hecho de que el objeto no
est tan separado del sujeto, dado el aspecto unipolar de
la economa afectiva. Cuando llegamos al verdadero al'tismo, el objeto deviene completamente auto-invertido.
P. C. RACAMIER (1955) estima que en el esquizofrnico
la semntica, al igual que la sintaxis, se sacrifican al ritmo
y a la fontica. El vocabulario se vuelve restringido; se
expurgan algunas palabras. y otras se repiten sin cesar.
Las formas verbales en el plano esttico asumen un aspecto
pseudo-potico ms que una forma potica verdadera; y
evocan los procedimentos simbolistas y superrealistas,
aunque siguen siendo mucho ms limitadas, tanto en su
campo como en su poder evocador, ya que el psictico.
a medida que se acerca a la descomposicin, retorna progresivamente a lenguajes infantiles o primitivos, paralelamente a la regresin del pensamiento. As, toda expresin
puede dejar de s er una manera de hablar. para convertirse en una verdadera construccin delirante (cf., el ejemplo del violn, citado ms arriba).
B)
La estructura paranoica
Entre las estructuras autnticamente psic6ticas, la estructura paranoica ocupa la posicin menos regresiva ~n
el plano de la evolucin Iibidinal, aunque no sea cierto
que ocupe un lugar ms progresivo que la estructura melanclica en el plano de los desarrollos del Yo_
Podemos decir que, si la estructura esquizofrnica se
caracterizaba por fijaciones pregenitales oral , la estructura
111
114
115
gresivo, ha alcanzado un nivel de maduracin y de adaptacin anterior muy superior al de las organizaciones paranoicas.
'Por otra parte, es fundamental en el presente intento
de clasificacin estructural que nos volvamos hacia la
clnica y consideremos que sobre este plano no encon1.ramos, en la ontognesis de los estados melanclicos, una
progresin que siga los primeros estadios de .pre-estructura a Jo largo de la llnea psictioa, ta:! como ha sido descrita a .p ropsito de la lnea estructural psictica en ge-
117
de triunfo y de satisfaccin no turbado por ninguna crItica se halla libre de trabas, al abrigo de todo reproche
y de todo remordimiento ... Al comprender el Ideal del
Yo la suma de todas las restricciones a las que debe plegarse el individuo, la reaparicin del Ideal en el Yo, su
reconciliacin con eJ Yo, deben equivaler a una fiesta
magnifica para el individuo, que recupera as la satisfaccin de si mismo.
En esta posibilidad particular de liberar sus pulsiones
sita K. ABRAHAM (1912) su orga canibalesca., ligada
a un considerable acrecentamiento de las necesidade5
orales.
M. KLEIN (1921) picnsa que el movimiento manaco
evita que los objetos hagan dao al sujeto y se hagan dao entre s; habla de minimizacin. y de -desdn. d~l
objeto para dar cuenta al mismo tiempo de la necesidad
de devorar objetos y del distanciamiento parcial respecto
de ellos en cuanto a la importancia que en apariencia se
les ha reconocido.
119
Para S. RADO (1928), el mecanismo melanclico corresponde a una desesperada demanda de amor, a un esfuerzo
por evitar el castigo paterno, continuacin de la tensin
ligada al! sentimiento antiguo de frustracin (clera, hambre, etc.). Pero podemos hablar a ese nivel de culpabilidad y de Super-yo? Parecerla ms prudente ver las cosas
en tnninos de temor a perder el amor por no hacer
(las cosas) lo 9lIficientemente bien. (Ideal del Yo) que
como castigo por .hacer (las) mah (Super-yo), lo que,
120
122
123
...
...
o
_o
~"
~ 3
.ir
~~
;~
Punto de viste
tpico
Economa
puIo.,..1
Naturalela
de la angustia
Distincin
Yo y no-Yo
Primaca
Fraccionamiento
oral
por
Yo incompleto
sin el objeto
ideal del Va
2_
Autismo
carencia de unidad
~:o
-g
g~
Falla del Yo
quiebra del
ideal del Yo
Gtinesis
de la relacin
paterna
Madre
simbitica
t"ica
Fraccionamiento
por temor
l.
penetracin
Represin del
falismo
oralidad
l.
analidad
Fraccionamiento Primace.
de la agresividad
por perdida
realizada del
objeto anacltico
Persecuci6n
Dominio
Representacin
fantasmtica
Primaca
del primer
subesladlo
.aflal
~a
IQ .~
Mecanismos
de defensa
Relacin
objetal
Negacin
+
Introyeccin
secundaria
.:lE
FIG.3
Madre
Retorno sobre s;
ambivalente
del odio
de la cual se
al objeto
han conservado
slo los aspec tos
frustran tes
tales pacientes para dejarlos solos con su angustia psictica y precipitarlos en el delirio. Muy a menudo los clnicos reciben pacientes enviados por -neurosis obsesional
grave. y que, de evidente estructuracin psictica todava
bastante bien compensada, delirarian inmediatamente si
se hallasen en el divn.
De la misma manera, encontramos tambin neurosis
pselldo-psicticas. en las que, a la inversa, una estructura
autnticamente neurtica oculta su conflicto genital y
edipico por medio de esbozos de despersonalizacin "
desrealizacin, un sentimiento de prdida inminente de
los lmites del Yo. Si tratamos a tales .p acientes como a
psicticos, es decir simplemente por va de medicamentos o psicoterapia superficial, se les priva (a veces irremediablemente) de los beneficios de un anlisis profundo
de sus conflictos y de la inadaptacin de sus defensas, lo
que permitira a muchos de ellos negociar mejor la economa genital, bajo cuya primada estn organizados estructuralmente a pesar de los enormes factores pregenitales que Oscurecen sus manifestaciones.
Me _p arece til ilustrar mis afinnaciones, en este mo.
mento del debate, 'p or medio de ejemplos clnicos que
se aplican a 'Ias cinco categoras de problemas que acabo
de citar y cuyo diagnstico estructural parece particularmente delicado.
Ob . n." 4
Un caso de prepsicoss
127
cargo de ella.
128
siempre estaba simultneamente ausente para los cuidados y presente en las instrucciones .. . (muy desordenadas,
por otra parte). Las relaciones primitivas fueron extremadamente frustrantes y profundamente inquietantes; la
posesividad maternal se efectuaba sin gritos, sin calor afectivo, sin dimensiones gendarmescas, pero con una eficac ...
en el dominio igual en intensidad al desorden en el que
se hallaba el conjunto de la familia .
Dos episodios anorxicos (a los 2 y 5 aos), cada uno
de 10s cuales dur seis meses, salpicaron los fracasos de
las relaciones orales primitivas y tardas. Una seria infeccin digestiva acab en ictericia grave a los 12 aos.
'D urante un tiempo no tuvo ninguna escolarizacin; la
madre no .p ermita que nadie se llevara una hija de la que
se ocupaba tan poco, pero tampoco aceptaba que nadie
la reemplazara de manera vlida.
No se le autorizaba ningn contacto social : para la
madre, _las gentes del barrio no pertenecan al mismo
medio .. . , p or lo que la nia no contaba con ninguna identificacin vlida posible ... ms an, con ninguna identificacin realmente realizable.
Se haban reunido pues todas las condiciones necesarias para la eclosin de una estructura psictica.
y de hecho. nos encontramos ante 'una evidente estructura de la lnea psictica, pero todava no descompensada;
dicho de otra manera, una prepsicosis tpica. La . pseudodepresin . ocultaba la prdida de contacto profundo con
la realidad (no aparente en el plano manifiesto, ya que la
madre suministraba todos los seueJos con el dinero del
padre)_
La angustia de fraccionamiento slo se manifestaba en
las fobias al tren, al autobs, etc., que no revestan mayor
129
ba ninguna duda.
Blaise es un psictico de 34 aos que, luego de unos
estudios de teologa bastante prolongados y siendo sacerdote, enseaba desde haca tres aos en un seminario del
centro de Francia en el que ya habla puesto de manifiesto
ciertos signos de desorden mental.
130
Un caso de eparapsicosis
a una investigacin que se refiera al modo de establecimiento de sus primeras relaciones objetales.
Se trata en este caso de un aIto funcionario de la ad
ministracin de prefectura, de quien he sido vecino de
piso durante algunos aos, y que falleci como consecuencia de un accidente de automvil del cual no era en absoluto responsable.
En la poca en que lo conoc estaba alrededor de la
cincuentena. Cargado de funciones socialmente importantes, era muy estimado por sus colaboradores y muy bien
considerado en los diversos medios donde sus funciones
le obligaban a tomar decisiones muchas veces delicadas.
Sus sucesivas promociones eran testimonio de su adaptacin a las realidades humanas y econmicas.
Estaba casado con una mujer simptica que pareca
perfectamente realizada; sus dos hijos haban seguido
estudios .serios. Uno y otro acababan de casarse, al parecer felizmente.
Sin duda, este intelectual era conocido en la ciudad
por su inters por la magia: frecuentaba una sociedad
cientfica relacionada con la etnologa oriental y otros
grupos considerados ms como esotricos que como cientficos. Pero pareca practicar todo ello a la manera de
un buen padre de familia., por simple curiosidad de
espiritu. Incluso neg a dar una o dos conferencias, luego de haber realizado giras por Extremo Oriente, que haba aprovechado para traer numerosos documentos d~
valor sobre las prcticas de magia locales.
Quin verla en eno alguna anormalidad.?
Lo encontr un da, por azar, en un tren, y me invit
a almorzar. Hacia el fin de la comida, y dado que charlbamos libremente por estar solos en la mesa, me pla'lte de pronto una primera pregunta: Doctor, cree usted
en la metempsicosis?; ante la neutralidad benevolente
de mi silencio interrogador, aadi una afinnacin igualmente inesperada: o: y bien, doctor, aqu donde me ve,
entre nosotros. puedo confesarlo a usted, que es al mismo
tiempo conocedor de estos temas y reservado: soy la sp-
135
El paciente mismo haba vivido siempre en su juventud (como todava ahora en el marco familiar) segn un
modo privado hermtico que contrastaba con las buenas
relaciones que mantena en el plano oficial; dorma poca de noche, lea mucho y principalmente obras cansa
gradas a Jo irracional; desde tiempo atrs dorma soja
en una habitacin, no frecuentaba regularmente ni invitaba a nadie, a pesar de que se comportaba de manera
muy corts con Ja gran cantidad de gente que su esposa
reciba en casa.
Sera fciJ dudar del valor del diagnstico referido a un
caso acerca de cuyo sujeto slo poseemos informaciones
muy fragmentarias. Sin embargo, dada la ausencia de ele
mentos visiblemente genitales en tanto que organizadores
de Ja relacin de objeto, y tambin la ausencia de como
portamientos anaClticos, as como la prdida momentnea de 10 real con reconstruccin delirante compensadora, la negacin de la realidad y los probJemas de identidad,
asl como la na turaleza de las proyecciones y la incoheren
cia de las operaciones mentales, debemos referirnos a una
estructuracin de modo psictico.
Pero el delirio parece perfectamente circunscripto a
un sector delimitado del cual el paciente no sala nunca:
el de sus orgenes y la exclusin del nombre de su padre.
Esto es lo que nosotros consideramos, con P. C. RACAMIER, el tipo mismo de las 'parapsicosis .
Obs, n .' 7
Un caso de neurosis pseudopsiclica
Agathe, casada con un hombre estimado y jovial de
40 aos, tiene dos aos ms que su esposo, con el cual
est muy encariada. :':'1 parece sufrir mucho a causa de
]a salud precaria de su mujer; por otra parte, ha sucedido al padre de Agathe en la direccin del gabinete de ex
pertas contables que aqul haba creado, y tiene autoridad
en la prefectura donde la pareja reside desde hace ahora
doce aos.
Tienen tres hijos. de los ouales el mayor es fuertemente dislxico y el segundo ligeramente alrgico.
Agathe pas una infancia a primera vista normal, y
136
sigui estudios secundarios clsicos; luego comenz estudios de derecho. que se interrumpieron cuando se cas.
Despus del matrimonio, Agathe manifestaba un humor
ms bien triste, lo que era inhabitual en ella hasta entonces; careca de animacin. afront embarazos penosos y
uno de sus partos requiri cesrea.
Hacia los 38 aos, Agathe era consideI;3da por su entorno como muy deprimida . , y dado que apcrtaba a los
otros ms preocupaciones que satisfacciones, se decidi
enviarla a (( descan sar a una cHn ica del Medioda que tena buena reputacin entre los indlLStriales clientes del
marido que se haban visto obligados a . colocar> en ellas
a sus esposas o a sus madres, una vez que se haban convertido en cargas demasiado pesadas.
Esta clnica, muy a gusto afectivamente con la clientela
gerontolgica, se habra sentido probablemente culpable
de no asumir una actitud ms incisiva y ms -cientfica ..
ante una depresiva tan joven que, por otra parte, y en
opinin del mdico que la trata, ha sido internada por
un tiempo limitado.
Agathe fue clasificada como psicosis melanclica y se
le administr, antes de cualquier otra investigacin, una
copiosa serie de electro-schock. Despus de lo cual Agath~
volvi a su casa con algunos kilos ms, eso s, 'pero siempre
igualmente deprimida y, adems, con sensibles problemas
de memoria que la perturban mucho.
A su regreso se hizo cargo de ella un psiquiatra amigo
del anterior, que la declar border-line y la someti a un
tratamiento antidepresivo cuyo efecto inmediato fue una
acentuacin de la angustia y una prdida del sueo.
Un kinesioterapeuta que trataba la escoliosis de uno
de sus hijos le dio, de manera casual, mi direccin, y como
su psiquiatra se haba ausentado sin prevenirla, me solicit una cita de urgencia.
Evidentemente esta paciente no corresponda ni a una
estructura psictica, ni a una organizacin anacltica; a
pesar de su carcter depresivo no era en absoluto utica.
ni tampoco dependiente de un objeto flico indiferenciado.
Toda su economa profunda se hallaba indiscutiblemente centrada sobre una dialctica genital: A,gathe me
e~li.ca que es la cuarta hija de una familia en la que
reinaba un padre maravilloso y muy cercano tanto a sus
137
138
Ob. n." 8
del cuello uterino (que adems <>0 presenta ninguna anomala, ni siquiera funcional), pero que dedica a Martine
una larga sesin, en cuyo curso la interroga de manera
muy directa sobre su vida amorosa pasada y actual, le
reprocha que carezca de experiencia. y le aconseja que
tome un amante ... Una mujer bonita como ella ... las ocasiones no deben fallarle ... elc. .Escribe una 'larga carta nI
mdico que ija trata : sin IIegar a este punto por escrito,
la inhibicin sexual. y la aversin por el marido. son
profusamente descritas, y la invitacin a mejorar y a
hacerse responsable constituye la conclusin lgica.
Martine vuelve de esa consulta muy afectada y muy
ansiosa. Sin embargo l era tan amable clama el entorno (que no ha asistido al fin de la entrevista ... ). El
mdico que la trata ha permanecido durante dos trimestres como externo en un serviaio de neuropsiquiatrfa, y
saca las conclusiones que se le impone n: nada orgnico;
por lo tanto, asunto psquico . No hay delirio; por ende,
neurosis. Ni obsesiones ni fobias, o sea, histeria; por otra
parte, problemas sexuales manifiestos. vrtigos, jaquecas,
cambios de humor inmotivados_, lo que confirma el
diagnstico de histeria ... Es entonces cuando me la enva.
Dado que no puedo contentanne con esta exposicin
142
143
144
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YO NEUROTICO
ORGANIZADO
YO PSICOTICO
ORGANIZADO
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NEUROTICAS
ESTRUCTURAS
PSICOTICAS
FlG. 4
Gnesis y evolucin de la lnea estructu.ral neurtica.
turas factibles de manifestarse en el seno de la lnea estructural neurtica en general, esto es, la estructura obsesiva y la estructura hi"trca.
La lnea estructJural neurtica se caracteriza ante todo
por la organizacin de la personalidad bajo la primada
de lo genital. Es en este mbito donde se especifica esta
lnea y, en contrapartida y consecuentemente, no podemo.
hablar de estructura neurtica si no existe justamente
esa primaca de los elementos econmicos de origen genital.
Los otros caracteres de esta estructuracin se desprenden de dicha posicin genital central. 'L a manera en que
se vive el Edipo tie todas las variedades neurticas en
el seno de la misma lnea. El Super-yo slo en.tra en juego de manera efectiva despus del Edipo, de quien es
heredero. Slo podemos hablar de Super-yo propiamente
dicho en las estructuras neurticas. El conflicto neurtico
se sita entre el Super.oyo y las .p uIsiones; se juega en el
interior del Yo. En la e=nona neurtica el Yo est
completo, pero puede presentarse dislocado en sus diferen146
A) La estructura obsesiva
La estructura obsesiva nunca ha tenido, entre los psicopatlogos. mejor reputacin del lado neurtico que la
148
149
SU5
dudas y sus angustias, sus luchas en meclio de las coacciones y las repeticiones, sus vergenzas y sus rituales.
A. GREEN (1964 Y 1965) ha tratado de precisar el modo de estructuracin obsesivo, siempre yendo ms all
de los sntomas. Presenta a la regresin bajo su doble
aspecto fundamental : en primer lugar, una regresin de
estructura de la libido que afecta a las pulsiones y corresponde a una regresin pulsional, a partir de tendencias
sexuales y tiernas, en direccin a pulsiones agresivas y
sdico-anales. Por lo tanto, existe un cierto nivel de de.
fusin de las pulsiones con predominancia de las inversiones destructvas. Desde el punto de vista estructural
puro, parece necesario sealar que, en
tm
primer momen
ISO
152
hanal.
Finalmente, deberamos tener en cuerrta lo que llamamos a menudo ndice de histerQ:acin del obsesivo,
siempre presente cuando tenemos que vrnoslas con un3
verdadera estructura obsesiva y no con sim-p les comportamientos obsesivos de defensa en el seno de una estructura prepsictica, por ejemplo. El tnnino de n.cleo
histrico parecera ms ambiguo al permitir quizs 13
suposicin de una derta incert,idumbre en el monolitismo
estructural de base; sin embargo, 10da estructura obsesiva autntica conserva suficientes elementos genitales
fundamentales como para ex-p erimentar una alucinacin
negativa de su falta de histerizacin. Una feliz expresin
di ce que el histrico conserva la nostalgia del obsesivo, en
B)
La estructura histrica
154
157
sntoma mrbido muy evidente; esta pantalla fbica permite a la vez conservar y evitar el contacto con el objeto representativo.
La angustia concierne sin duda a ,la castracin; en el
mecanismo especfico de la histerofobia se trata de angustia ante la posibilidad de que el pensamiento se realice;
es por eso que este pensamiento se desplaza sobre el el,,mento de defensa fbica. La representacin fantasmtica
sufre las mismas transformaciones, en principio por inhibicin y luego por desplazamiento, y porque evita la recurrencia de 10 inhibido.
La relacin inicial del histerofbico con sus polos paternos tiene en cuenta la ambivalencia de las identificaciones sealadas ms arriba: los dos padres operan a ~a
vez sobre el nio una excitacin y una interdiccin sexuales. El nio, aunque resulta muy solicitado en el plano
ertico, no sabe muy bien cmo conciliar provocaciones
e interdicciones, ni tampoco quin espera y quin prohibe
el acercamiento erotizado.
En las organizaciones estructurales histerofbicas se
trata de una seduccin indirecta y ambivalente en la cual
participa el lenguaje. La simbolizacin es impulsada considerablemente para mantener bien ocultos el deseo de
proximidad objetal y la mezcla de erotizacin y de agresividad que se combinan en l, lo qu e da al discurso del
rusterofbico ese aspecto entrecortado, alternativo, a me-nudo contradictorio. Prisionero de su sistema de defensa,
el histerofbico se cree obligado a 'sostener un lenguaje
mucho ms agresivo en apariencia de lo que verdaderamente es en su .personalidad profunda; pero es necesario
ocultar eficazmente todo elemento que pudiera traducir la
erotizacin subyacente.
b)
En principio debemos reconocer, con los ,psicopatolgas contemporneos, que los enfermos que corresponden
a una descompensacin de estruct'Ura histrica de conversin son actualmente mucho ms raros que a fines
del siglo XIX, 'Por ejemplo, en el momento en que Horecan los estudios sobre soberbios y clebres casos de
159
conversin somtica que en nuestros das se cuentaH entre los preciosos archivos y las piezas de museo; por otra
parte, las formas mrbidas actuales de esta estructura
slo se presentan en estado puro en escasas ocasiones: es
muy raro que no contengan un elemento fbico parasitario; finalmente, sabemos que, en nuestros das, muchos
datos somatizados se incluyen, no ya en las categoras
estructurales histricas, sino en un campo econmico en
pleno desarrollo terico, el de la regresin psicosomtica,
al que remitirnos tambin, en el captulo siguiente, nuestra consideracin de los comportamientos corporales IiA'ados a los mecanismos hipocondracos.
La conversin somtica de naturaleza autnticamente
histrica se caracteriza por la focal izacin, simbolizada
a ese nivel, de una inversin libidinal que se aparta de 133
representaciones amorosas concernientes a la imagen del
padre del sexo opuesto, ms angustiosas por ser ms prohibidas y culpables, y que pueden tener como consecuen
cia la castracin punitiva por parte del padre del mismo
sexo.
Esta focalizacin ~omtica corresponde pues a un desplazamiento sobre una parte del cuerpo que no ha sido
elegida -p or azar sino designada, tanto por su valor simblico como por su inversin ergena. al producirse el
pasaje a ese nivel durante el curso de la evolucin de
la sexualidad infantil; as como interviene igualmente (pero
a manera de teln de fondo ms que determinando la
eleccin directa) la importancia revestida por esta regin
corporal en tanto que inversin narcisista cuando se constituye el esquema corporal del individuo.
En la localizacin corporal de toda estructura histrica
de conversin, enfenna o no, tanto como en las expresiones
corporales de la estructura histerofbica. enfenna o nD
(problemas neuro-vegetativos, espasmdicos o funcionales
diversos), la eleccin de las zonas o de los flgaIlOS invertidos no es simple ni se debe al azar. La representacin
simblica juega, como acabamos de ver, a distintos nivc~
les: as como no pueden existir manuales demasiado simplistas para explicar los sueos que expongan la clave
de los sueos, de la misma manera, ninguna eleccin
somtica en una estructura histrica puede ser compren~
dida y analizada en un solo plano o a un solo nivel, aun
160
162
cin reacciona! se aferra con tenacidad a un objeto determinado sin alcanzar el nivel de un ordenamiento general
del Yo. Esto contribuye al xito de la inhibicin de toda
emergencia pulsional. Incluso en los casos ms dolorosos
en apariencia, no aparece ninguna manifestacin de angustia super-yoica; el sujeto reacciona como si el sntoma
no le perteneciera. como si se tratara de un verdadero
cuerpo extrao. E incluso el sufrimiento puede asumir,
en el plano reaccional, un sentido celebra torio ligado al
fantasma compensador permanente e inconsciente y relacionado con el objeto interno que as se mantiene y
manipula.
La conversin, en ese sentido y en sus mltiples
planos, corresponde tanto al miedo a la castraccin como
a una treta para evitarlo, tanto al objeto sexual prohibido
como al objeto reencontrado, al falo perdido como al fa.o
recuperado. Todo coexiste en el mismo conjunto a la v...z
fantasmtico, vivido y simbolizado.
La estructura histrica de conversin corresponde, bajo
la indiscutible prioridad de lo genital, a fijaciones que sin
embargo, son pre-genitales, orales o flicas; y la angustia
de castracin pennanece ligada a una realizacin del acto
mucho ms que a un temor del pensamiento. como en la
estructura histerofbica.
La relacin iniciad con los padres se caracteriza por una
separacin ya muy neta de los roles : la excitacin emana
ms del padre del sexo opuesto y .I a interdiccin, de modo
ms clsico, del padre del mismo sexo. Cabe comprender
la suspensin eventual del desarrollo libidinal, tan prximo
a la madurez afectiva, por el hecho de que el nio no llega
todava a despegarse. del Edipo: el miedo a la castracin
por el padre del mismo sexo arrastra al Yo hacia el convencimiento de que la amenaza existe, en tanto que la
satisfaccin por medio del otro sexo permanece en el dominio de la provocacin, sin nil1!ll1Ila cel'teZa de que la realizacin sea verdaderamente aceptada. El cambio de objeto
sexual slo es posible de un modo parcial e insatisfactorio;
la erotizacin y la respuesta del Super-yo son intensos, los
fantasmas de realizacin siempre inquietos e incompletos.
Cuando hahlamos en trminos de estructura, no pod~
mas evitar plantearnos la misma pregunta que S. FREUn
(1910) a propsito de los Problemas visWlles de origen
163
165
c)
Reflexiones diferenciales
analidad. La angustia de castracin se fija ms particularmente sobre el temor de que el pensamiento se realice.
En cuanto a los elementos fbicos que se encuentran en
las estructuras histricas de angustia, operan una doble
actuacin: al mismo tiempo evitan el contacto con el objeto
ansigeno y le permiten estar presente, .a! alcance de !a
mano. o, mejor, al a!cance de la mirada (en el sentido propio dcl trmino cuando se trata de un objeto, como ocurre
muy a menudo, a la vez fobgeno y contrafbico). La
inhibicin sigue siendo intensa pero los retornos de lo
inhibido requieren la puesta en juego de los mecanismos
accesorios de desplaz:>miento y de prevencin, especifica..
mente fbicos. Las representaciones fantasmticas comportan un compromiso ene el deseo y su afecto por un
lado, y por otro la interdiccin que se aplica sobre la
representacin; de alll que se recUITa a una representacin
sustitutiva, -p enosa pero no culpable, y ms fcil de evitar
a! nivel de la accin.
Los padres de los his'erofbicos han operado ambos,
en otra poca, la excitacin y la interdiccin simultnea:
de all la ambivalencia afectiva, ertica y defensiva, en la
que se debaten los sujetos de esta estructura desde el momento en que la situacin arcaica se halla vivamente reactivada 'p or el conteX'to relacional ulterior.
La estructura histrica d e conversin reposa, como la
estructura histerofbica, sobre una regresin libidinal muy
fragmentaria sin regresin del Yo. La primaca de 10 genital
es evidente, como en toda operacin mental de tipo histrico. Las fijaciones de los conflictos orales y flicos tien
el sistema pero no lo estructuran en absoluto, y le dejan
un importante margen de flexibilidad. La angustia de castracin se refiere al peligro de que se realice un pasaje al
acto prohibido, tanto ms temido cuanto que la realizacin
de objeto se mantiene lo suficientemente cercana como
para que sea posible dominar mejor al objeto. En los casos
ms puros de estructuracin histrica de conversin, esa
inhibicin basta por si sola y el sujeto pierde todo distanciamiento ante los fenmenos que experimenta, ya sean
mnimos (estructura adaptada a la normalidad . ) o impor.
tantes (neurosis histrica de conversin).
Las representaciones fantasmticas se caracterizan por
una importante capacidad simblica que hace las veces
167
Obs_ n. 9
174
cuestionarlo a nivel de las afecciones neurolgicas, Sigmund FREUD nos ha enseado, poco a poco, a descubrir
que el materialismo. psquico era en esencia muy diferente. A la sombra de las investigaciones analticas, se ha
comprobado que el funcionamierrto mental depende de
factores relacionales precoces o tardos que detenninan
no solamente los rumbos ulteriores de evolucin sino en
principio la limitada gama de posibilidades de esos caminos
de desarrollo eventual.
Incluso la famosa herencia . en el plano psicolgico,
puede comprenderse en trminos de prehistoria relacional,
es decir, considerando que los padres transmiten los problemas de sus propias relaciones anteriores a travs de los
primeros movimientos relacionales dirigidos hacia el nio,
as como la herencia de la tuberculosis necesita de 'a
presencia y la cons1ancia de padres tsicos junto al nio.
Si estamos convencidos de la veracidad de esta concepcin, ya no podemos detenernos ante los signos manifiestos :
debemos investigar los mecanismos y las lneas de fuerza
latentes; dicho de otra manera, nos dirigiremos, mucho
ms all de Qos sntomas, los sndromes e incluso las
enfermedades . , a las caractersticas de las estructuras
profundas.
Hemos visto que la estructura neurtica <tena como
carcter especfico la organizacin del psiquismo bajo la
primaca de lo genital, la triangulacin edfpica, la angustia
de castracin, el conflicto entre las pulsiones y las prohibiciones paternas internalizadas en el Super-yo y vedadas
por la inhibicin.
Debemos precisar, fieles a nuestra exigencias de rig(>r
en el empleo de los tnninos que se relacionan con las
estructuras, y para una mejor comprensin y exposicin
de la sntesis que aparecer en el curco de los captulos
siguientes. que en la estructura psictica consideramos
aqu las categoras clsicas de esquizofrenia, melancola
y paranoia por orden decreciente de arcasmo de 1....
fijaciones y las regresiones. Los comportamientos manacos
slo se conciben como actitudes funcionales ms o menos
pasajeras, relacionales y no especficas de una categora
partioular. Asimismo, del lado neurtico slo se conciben
oficialmente dos estructuras neurticas: la neurosis obsesiva y la histeria (sea de angustia o de conversin), tambin
170
Economa
Punto de y'sta
tOPICo
Naturaleza
de la angust ia
hblClenal
de defensa
Inhibicin
Primacil
del genital
Regresin
del yo
ecto- pensamiento
+
Fijaciones e n el
2. estadio anal
!deluslOn de
las pubiones)
- Aneles
Precoces
~- ---
Aislamiento
si se descubren
los pensamientos:
- ErOIic:os
Del9laumiento
Anuiacin'
-Agresiva.
Luoo<>:
FormacioneS
Afecto perturba-
do<
- Distanciado
- ReincO(porado
I
Otra represent.ciOn
reaccionares
~
...
f
~
Odio al
padre del
mismo se xo
AmO( al
padre del
s...o opuesto
F'' 'ciones
-Otales
~8,
C.stracin
Ger.esis
de la relaci?n
paterna
Representacm
fantasmatica
Mecanismo
Relacin
objetar
+ FijKiones
Orales
Flicas
S i .1 penSllmiento
. . realiza
Pantalla fbtc.
po"
- Consernr
- Evitar
Evit_miento
1----
~---
- Ellcitacin
-Interdiccin
Por parle de
los dos pldres
:
~ ----
.;
Si el acto
se re.1iza
Proxir'NIl
ptra domNr
me,..
Solo
suficiente
en los c,sos
" puros"
ConYersin
sorNtica
aimboliuda
- Excitaclol
por parte del
padre del
sexo opu~sto
-Interdiccin
por parte
del pzdre
FIG. 5
Cuadro de slntesis de las estructuras neurticas,
Ahora, despus de esta intervencin no volvi a sangrarle la nariz, mientras que antes sufrfa de epistaxis
cuya importancia inquietaba muaho a la familia.
Para l, todo proviene de la operacin y de la brutalidad del cirujano. Esta actitud linda con el delirio de
per secucin y comporta amenazas de retorsin.
Patrice no tiene ninguna actividad; vive en pareja con
una amiga de la infancia, en una casa de los suburbios que
pertenece a sus padres y totalmente a su cargo. Un da,
intenta marchar a un chalet de la montaa con su amante
p ara esquiar durante el da siguiente; pero debe regresar
ese mismo da, ya que no puede pasar la noche solo con
ella. alejado de los padres y rodeado por la nieve.
Sus nicas ocupaciones son la mecnica y la pintura
abstracta. Construye mviles pero es i ncapaz de vender
nada. No puede firmar nada con su nombre (el del padre)
y su amante no es ms que una compaera .. . tampoco
se trata de darle su nombre, tanto por hemorragia narcista
como por falta de una identidad personal perfectamente
constituida.
Cuando le pedimos que nos hable de sus padres, tema
que l m ismo nunca haba abordado (al cabo de una media
hora de entrevista), pasa rpidamente sobre su padre, lo
describe como un hombre enrgico y trabajador, de sl
aos, director de una fbrica importante, pero que no
est nunca en el hQg3r. Por el contrario, se extiende lar
gamente sobre su madre y al cabo de varias entrevistas
conocemos detalles importantes sobre la antigua relacin
madre-hijo:
Describe a la madre como una depresiva, continuamente
ansiosa. En su infancia le administraba lavativas ca~i
cotidianamente para una hipottica constipacin.. . que
p or otra parte l nunca tuvo tiempo de demostrar.
Esta madre lo angustiaba mucho, adems, respecto d~
sus epistaxis... lo vigilaba continuamente por esta razn.
y nunca permiti que la abandonara durante toda su
infancia: . Hubiera podido morir, por la noche, de una hemorragia nasal, sin que nadie lo advirtiera.
y esta ansiedad de la madre se ha prolongado en l
por medio de una angustia de muerte, cuya expresin
manifiesta ha hecho su aparicin justamente en el momento en que haba desaparecido la motivacin racional.
175
Por lo tanto, nos encontramos claramente en plena economa psictica, en la cual la evidencia de los desgastes
relacionales profundos e irreductibles 5lo ha podido manifestarse despus de la desaparicin de los soportes racionales (epistaxis l.
Los sueos- y los fantasmas evocan mutilacin, nios
estropeados, accidentes, hospitales.
Diversos incidentes ulteriores han venido a confirmar
la naturaleza psictica de la angustia en cuestin: los
fenmenos fbicos no constituyen sino las manifestaciones
exteriores de la angustia de fraccionamiento y de muerte
subyacente. La relacin fusional con la madre txica no
presenta ninguna duda. La genitalidad nunca ha podido
alcanzar un status organizador. Las negaciones de la rea
Iidad, el a-pragmatismo, han ido aumentando, pero durante
todo un perodo los comportamientos fbicos eran los mcos dominantes, y un mdico, por otra parte competente,
consider durante bastante tiempo el caso de este paciente
como una neurosis fbica, a pesar de que en el actual
estado de cosas el modo de estructuracin psictica fuese
indudable.
Ob n." 10
177
Jrme declara que nunca suea, Pero desde la primera entrevista tiene un sueo de ahogamiento: est solo
en su coche, la carretera est inundada; el agua sube cada
vez ms. Se despierta lleno de angustia y gritando .Socorro~.
que su Yo puede estallar, si no logramos reforzar rpidamente sus lmites y su defensas. El Ideal del Yo ha seguido
siendo el de 'l1O nio juicioso con su madre. La identifi178
cacin con el padre no parece haberse efectuado en absoluto, y nada pennite reconocer un verdadero Super-yo
intemalizado. Parece tratarse, ms que de un conflicto
entre las instancias, de una a-estructuracin (cf. al capitulo
siguiente) con dispositivos en los que la permanencia del
objeto contrafbico externo juega el rol esencial y protege
.p or s misma contra la angustia muy viva de objeto y de
depresin.
Jrme sigue siendo, en s mismo, el objeto narcisista
complementario de su mujer, como lo fue de su madre.
Jrme se encontraba en el lmite de la angustia :le
fraccionamiento, de nadificacin y de muerte, sin tener sin
embargo ese nivel. o sea sin haber entrado todava en ..1
registro de la lnea psictica; pero cuando ha venido a
vernos por primera vez no estaba lejas de esa situacin.
Su angustia era todava la de la prdida del objeto;
no se refera a la castracin.
La relacin de objeto se haba establecido segn un
modo puramente anacltico, 'Y no en un registro genital.
La inhibicin no era suficiente para mantener al Yo
fuera de la zona de emergencia de la angustia. El contacto
con la realidad era todava posible, pero a condicin de
que los reaseguros narcisistas jndispensables para una tranquilidad relativa 'se reajustaran continuamente a la realidad.
179
4
Las a-estructuraciones
1. SITUACION NOSOLGICA
potencia, larvadas, ambulatorias; as como los estados psicticos introvertidos (JUNG, 1907), o pseudo-esquizofrnicos, los procesos psicticos incipientes, las psicosis marginales, (<<rand-,!,sicosis.), etc_
A esta lista podemos sumar el grupo de las denominaciones prepsicticas. diversas, de los psicpatas (E_ DUPRE, 1925) Y personalidades psicopticas (K. SCHNEIDER,
1955), los delirios neurticos de compulsin, las paranoias
abortadas, ,l a paranoja sensitiva, los apticos, las persondIidades hebefrnicas, algunas personalidades perversas, los
soadores despiertos., los caras largas . las reaccion~s
psicgenas, las personalidades -as if. o simili. (Helene
DEUTSCH, 1945). los desequilibrios psquicos (J. BOREL,
1947), los mitmanos (DUPRE, 1925), los desequilibrios
caracteriales, los caracteripatas. ctc.
Tambin podemos incluir, dentro de esta posicin nosolgica incierta, nwnerosos estados denominados mixtos
o depresivos, estados de angustia difusa evidentemente
no neurticos, una gran cantidad de las famosas neurosis
de carcter y de situaciones de apariencia perversa, de
toxicmanos o de delincuentes, de alcohlicos o de pseudomelanclicos.
Ya se trate de la ,p rimera actitud, que acenta el rigor
de los trminos para excluir de su alcance los que no
pertenecen ni a la estructura psictica ni a la estructura
neurtica, o de la segunda actitud, que diluye esos trminos
para extender su aplicacin a otras categoras vecinas pero
distintas, en los dos casos es posible dar cuenta de la
existencia de una serie de entidades clnicas o de modos
de funcionamiento mental que no corresponden a los dos
grandes marcos estructurales que acabamos de estudiar
en el capitulo precedente.
Conwrobamos a continuacin que la mayora de los
autores est de acuerdo en un punto de partida o de
encuentro. Desde los trabajos de EISENSTEIN en 1949,
principalmente, agrupamos la mayora de esas entidades
bajo el vocablo ingls border-lines, que podemos traducir como casos lmites., o, ms frecuentemente, cestados limites>. Este ltimo trmino es el que empleamos
de manera corriente en las investigaciones personales publicadas desde 1966.
Por el contrario, los trabajos de las diferentes escuelas
182
184
185
- ~~ --,-----------
Q(/).,....:
ow
"";;1
li;a:
.
wO",
Evolucin
banal
en
w
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en
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DIVIDED - UNE
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TRAUMATISMO
DESORGANIZADOR
PRECOZ
INICIO DEL EDIPO
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PSEUDO- LATENCIA
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FIG. 6
187
un perodo de la edad adulta, e incluso a veces la totalidad del perodo adulto del sujeto hasta su muerte _
Este bloqueo evolutivo de la madurez afectiva del Y.
en el momento en que aquella no est diferenciada sexualmente, constituye lo que he denominado el trmlCO com1l
de los estados lmites (ef- fig- 6).
mn no puede ser considerado como una verdadera estructura en el sentido en que entendemos el trmino dentro del marco de nuestra concepcin, es decir que, com:.)
veremos de inmediato, no posee la fijeza, la solidez, ni la
especificidad definitiva de las organizaciones verdaderamente estructuradas. El tronco comn de los estados lmites slo puede permanecer en una situacin acondicionada, pero no fijada. Se trata de una organizacin de
categora provisoria. aun cuando tal acondicionamiento
pueda prolongarse durante bastante tiempo sin demasiadas modificaciones.
Se trata de un esfuerzo costoso del Yo, que necesita
poner continuamente en juego contrainversiones o formaciones reaccionales onerosas, cuyo objetivo consiste en
permanecer a igual distancia de las dos grandes estructuras, una de las cuales ha sido felizmente superada (la estructura psictica) y la otra desgraciadamente no alean
zada (la estructura neurtica) por la evolucin pulsional
y adaptativa del sujeto.
Esas dos verdaderas estructuras seguirn siendo, por
otra parte, un .punto de mira ambiguo para el Yo: por
un lado, angustia de caer en el fraccionamiento psictico
pero envidia de las defensas ms slidas que aqul pone
de manifiesto; y por otro lado, envidia y angustia de la
genitaJidad neurtica y de los placeres que podra procurar.
Es en medio de todos estos problemas que, como el
junco de la fbula, el . tronco comn trata de plegarse y
entregarse a numerosas contorsiones, de manera de n0
romperse durante las tempestades afectivas.
188
3.
LA ORGANIZAClON L/MITE
A)
El Yo anacItico
189
su aspecto global, las defensas empleadas por un Yo semejante no son demasiado fijas, ni demasiado slidas, ni
demasiado especificadas, ni demasiado intercambiables.
Conservan un cierto grado de fluctuacin , pero infortunadamente pagan esta -posibilidad con un detrimento de 'u
fuerza.
Los .sujetos en cuestin manifiestan una inmensa ne-
cesidad de afecto; por lo tanto, 5e las arreglan para mostrarse seductores. Su lucha sin fin contra la depresin los
obliga a una incesante actividad. Su dificultad para comprometerse los coloca en la necesidad de aparecer como
,e
B)
Como lo indica la etimologa, el trmino griego anaklitos>, significa hallarse echado hacia atrs, tendido de
espaldas, de manera esencialmente pasiva. La expresin
griega anaklitos thronos. corresponde a lo que actualmente denominamos chaise longue. Los sentidos derivados del trmino anaklito.s. dan cuenta de los movimien191
InstanCIa
dominante
en la
organizacin
Naturaleza
del
conflicto
Naturaleza
de la
angustia
Defensas
principales
Relacin
de objeto
ESTRUCTURAS
NEUROTICAS
Super-yo
Super- yo
con el
Ello
de
castracin
represin
genital
ESTRUCTURAS
PSICOTICAS
Ello
Ello con
la
realidad
de
parcelacin
negacin de
la realidad
desdoblamien.to
del Yo
fusional
Ideal del
Yo
Ideal del Yo
de prdida
del objeto
clivaje de
los. objetos
forclusin
anacltico
ORGANIZACIONES
LIMITES
co n:
- Ello
- realidad
FIG. 7
Comparacin entre las lineas estructurales.
La angustia depresiva
Nos encontramos, a propsHo de las instancias ideales, con la misma necesidad de diferenciar sin ambigedad la organizacin limite de los modos de estructuracin
psictica o neurtica.
Del lado de las estructuras psicticas, Ia fractura es
considerablemente importante en el plano de las instancias ideales. ya que stas se encuentran reducidas al estado
de ncleos esparcidos en la organizacin psictica, tanto
en lo que concierne al Super-yo como en lo que concierne
a! Ideal del Yo. Es indiscutible que elementos de esas dos
'nstancias se hallan presentes en la lnea psictica, per.)
de manera muy focalizada y estrictamente circunscrita a
.sectores restringidos, sin valor organizador general; en
tanto que en la organizacin lmite, si bien el rol del Super-yo sigue siendo muy imperfecto, el Ideal del Yo, por
el contrario, se comporta como un verdadero polo en ,torno del cua! se organiza la personalidad.
Las diferencias entre estructura neurtica y organizacin limite, a su vez, precisan de una reflexin ms atenta :
en principio es necesario referimos a la distincin establecida por Bela GRUNBBRGER (1958) entre los diferentes puntos de referencia metapsicolgicos especficos de
los funcionamientos neurticos o narcisistas y que ha sido completada aqu. La lnea neurtica correspondeda
pues a la articulacin de los siguientes factores : EdipoSuper-yo - conflicto genital - culpabilidad - angustia de castracin _ sntomas neurticos, en 'tanto que la lnea narcisista responderla a ia sucesin: narcisismo - Ideal del Yo - herida narcisista - vergenza - angustia de prdida del objto - depresin.
Mientras persiste el acondicionamiento del tronco c(}o
196
inicio del Edipo clsico asistimos a la congelacin, descrita ms arriba, de la evolucin libidinal en las posiciones del sector ms elaborado de las fijaciones pre-genitales, es decir, las que tienen que ver con la fase flica.
Luego se <saltar. de alguna manera el Edipo len tan!o
que organizador), para llegar al periodo de pseudo-latencia del que hemos hablado precedentemente. El hecho de
que los aspectos organi-,adores del Edipo no hayan podido entrar en accin en la organizacin estructural, no quiere decir que en la personalidad lmite no se encuentre
ninguna adquisicin edpica. Existen elementos edpicos
y superyoicos en tales organizaciones, muchos ms, por
otra parte, que en una estructuracin psictica; sin em~
bargo, esos elementos no desempean, ni en una ni en la
otra, el princiJpal papel organizativo.
Por otra parte, no todos los sujetos que dependen de
nuestro tronco comn. presentan el mismo grado de
adquisiciones edipioas: la importancia de tales aportes
genitales depende de las condiciones de impacto del traumatismo desorganizador precoz; de la intensidad absoluta
del afecto al que aqul est ligado, 'Sin duda, pero tambin
de la intensidad relativG: del modo de recepcin de este
afecto, es decir, del grado de inmadurez del Yo en el momento de dicho traumatismo y de los medios de que dispona entonces el Yo para hacerle frente.
El Super-yo clsico de la estruc tura neurtica, definido sin compromiso posible en el .f undamento mismo de
la teoria psicoanaltica como el heredero y sucesor del
complejo de Edipo, no podria constituirse de manera completa en el sujeto lmite, en la medida en que las vivencias edpicas se hallan sensiblemente escamoteadas.
G. L. BIBRING (1964) ha mostrado que la regresin
pre-edipica producida por el miedo que provocan las condiciones edipicas al sobrevenir demasiado precozmente
en el interior de un Yo todavia mal equipado para hacerles frente, arrastra consigo los primeros elementos superyoicos ya constituidos hacia las fijaciones, muy importantes en esos pacientes, que se verifican a nivel de un Ideal
del Yo pueril y gigantesco.
Podemos decir que la funcin del Ideal del Yo ya se
197
hallaba considerablemente invertida con anterioridad, durante el perodo pregenital, y que el repliegue de los pri:
meros e1<1!l1entos superyoicos va a desarrollar todavia
ms esta inflacin del Ideal del Yo que, a partir de ese
momento, ocupar la mayor parte del rol que correspondera al Super-yo en la organizacin de la personalidad.
Por supuesto, dado que este Ideal del Yo se encuentra,
desde el punto de vista madurativo, en una situacin mucho ms arcaica que el Super-yo, comprendemos que tales
personalidades permanezcan incompletas, frgiles e im
perfectas; en sntesis, organizaciones o acondicionamientos, pero no estructuras.
Desde nuestro punto de vista, es por esta razn que
tales sujetos van a abordar su vida relacional con ambiciones heroicas desmesuradas de hacer las cosas bien, para
conservar el amor y la presencia del objeto, mucho m,
que ron culpabilidades por .haber hecho las cosas mal.
en el modo genital y edlpico y temor a ser castigados en
ese mismo plano con la castracin.
La comprobacin del fracaso de sus ambiciones ideales, que no guardan proporcin alguna con sus posibilidades personales, no orientar a los sujetos lm,tes hacia
la simple modestia ni, en caso de conflictos muy agudos,
hacia la culpabilidad (lnea neurtica); todo fracaso registrado con excesiva crueldad generar vergenza o disgusto (lnea narcisista) de s mismo, que eventualmente
podrn proyectarse sobre los otros.
Si esos sentimientos llegan a perturbar demasiado --<le
manera consciente o no-- al acondicionamiento establecido en el seno del tronco comn de manera todava bastante incierta, veremos surgir, en el sujeto lmite que ha permanecido a ese nivel, el peligro de manifestaciones depresivas.
Los padres de los sujetos lmites han a lentado las fija.
ciones en una relacin estrechamente anacltica. El plano
aparente es tranquilizador : Si permaneces en mi rbitn,
198
201
4. EVOLUCIONES AGUDAS
El acondicionamiento del tronco comn lmite no es
muy slido, dado que no se trata de una verdadera es
tructuracin.
Sin embargo, y al precio de muchos renunciamientos ,
compromisos, disimulos, prevenciones, . defensas energticas considerables y astucias diversas, algunas organizaciones limites logran mantenerse durante toda 5U vida en
una situacin ..in duda incmoda, pero sin embargo hbilmente dispuesta.
Como ya lo hemos enunciado ms arriba, cierta canti
dad de los famosos psicpatas . de los que se habla tan
a menudo y ron tan poca precisin, se clasifican en esta
categmia organizacional poco ronstante, pero igualmente
poco exigente en el plano estructural.
En un momento cualquiera de la vida del sujeto podemos asistir a una descompen..acin mrbida de la organizacin lmite, lo que produce formas clnicas particulare~:
A) Descompensacin de la senescencia
Como hemos afinnado ya en los dos artculos an1eriores (J. BERGERET, 1968 y 1971), existe una categoria de
sujetos que han pasado toda su vida adulta como el roble
de la fbula, sin doblarse ni plegarse, y que, de un solo
golpe, totalmente imprevisible, llegan a romperse., a .partirse. brutal y dramticamente, en un periodo frecuentemente bastante precoz de su senescencia.
Hace algn tiempo me pareci ;nteresante examinar el
problema de esos casos relativamente frecuentes en prctica geritrica, y ese estudio me ha conduoido, por etapas
sucesivas, a comprobaciones bastante inesperadas en un
principio.
Se trata de pacientes que gozaban de una reputacin
de gente .hipernonnab. Este aspecto de la defensa contra lo que podra parecer anonnal quizs tio aparezca
inmediatamente a los ojos de los psiquiatras, ms habituados a sealar los grados de lo patolgico que los matices
de lo normal . Sin embargo, el buen sentido del entorno
202
203
205
207
Por el contrario, permanece en silencio desde el mo".lento en que nosotros guardamos s ilencio frente a ella, y
SI nuestras preguntas acerca de sus problemas actuales
se hacen muy apremiantes, aparece de inmediato el tema
delirante: Quiero que me entierren en X ... con mi papa
y mi mam . No obtenemos nada ms, al mximo un cen
fin .. . asi es ... y luego un silencio tenaz, o bien la repeticin de las mismas palabras.
Sin duda en muchos delirios de psicticos encontramos
temas sexuales, pero esos temas permaneoen como ncleos
esparcidos, no muy organizados, y sobre todo no funcionan como organizadores del proceso delirante. Aqui, por
el contrario, Albertine oliganiza su delirio de manera especfica en torno a una imagen en apariencia edipica, alrededor de un ncleo en apariencia . -neurtico. : parece que buscara en la neorrealidad tranquilizadora de su
tema delirante una sa1isfacoin prohibida de nia en el
lecho de los padres, que vincula la proteccin narcisista
y el placer ertico al mismo tiempo, satisfaccin doble
pero ilusoria y con respecto a la cual se castiga enseguida
por medio de la representacin de su propia muerte_
Mecanismos tan sutiles y elaborados no corresponden,
en general, a la sencillez y a la brutalidad de las construcciones psicticas_ A lo sumo podrlamos ver all ciertos (:omportamientos paranoicos; pero, evidentemente, no DOS hallamos en absoluto en presencia de ese modo de organizacin.
Por supuesto, no podra -tratarse del pasaje de una estructura neurtica a una estructura p sictica, no solamente
porque tal pasaje es contrario a nuestras propias concepciones, sino porque es evidente que el pasado de Albertinc
no ha transcurrido nunca bajo una pl1imaca gerutal de
organizacin_
En efecto, y en primer lugar, si Albertine hubiese presentado un modo de estructuracin neurtica en cier.to
momento de su evolucin y hubiera experimentado luego
208
---
-------,----
------
F1GUllA 8:
SCnteoia de la bella y ovoludn
de las lnea ntIUctunJa.
\
\
"
209
y que sin duda se relaciona con problemas cardio-vasculares no detectados ,h asta entonces.
.
La vivencia de la hemorragia narcisista de esta importante prdida de sangre se suma 'a los duelos afectivos
del amor del marido y la proteccin de la madre. A continuacin se produce un episodio depresivo serio. Entra
en un servicio psiquitrico de urgencia, donde se le administra una serie de electro-shocks, as como una confortable dosis de neurolpticos.
Tal teraputica se agrega, sin duda, a la suma algebraica de los traumatismos desorganizadores sufridos en tan
poco tiempo.
Durante diez aos se mantiene en condiciones predepresivas, viviendo junto a su padre en el recuerdo de la
madre, y al cabo de este periodo, a los 49 aos, y en ocasin del deceso de su padre, Albertine se descompensa
en un primer cuadro psictico clsico con estereotipias,
apragmatismo, manierisffio, sonrisas inmotivadas y la aparicin del tema delirante: Quiero que me entierren en
X .. . con pap y mam .
Tratamientos mdicos matizados enmiendan los signos
exteriores. Slo permanece el delirio focalizado, y la cardiopata evoluciona muy poco. La enferma se mantiene
calma en el servicio, sale con bastante frecuencia pan
dar un paseo o para hacer una visita a su marido (sobre
todo cuando aqul tiene necesidad de eUa para la cosecha
210
5.
ACONDICIONAMIENTOS ESPONTNEOS
En numerosos casos el tronro comn no conduce bacia descompensaciones brutales a los sujetos que han comenzado la pseudo-Iatencia bajo su registro; existen acondicionamientos particulares que parten del tronco comn,
ya 5ea en direccin de la l inea estructural neurtica, ya
sea en direccin de la lnea estruotural psi06tdca, y que
conducen a soluciones mucho ms estables y mucho ms
cluraderas, que nos perntirn terminar y completar nuestro cuadro nosolgico (fig. 8).
A) El acondicionamiento perverso
El acondicionamiento perverso corresponde a lo que
llamamos impropiamente la cestructura perversa en len
guaje psiquitrico. En real,i dad, se trata solamente de un
acondicionanliento particular que se origina directamente
en el tronco comn, ciertamente mucho ms estable qu.!
los acondicionamientos anterionnente descritos a nivel
del tronco comn, e inc1uso de un acondicionamiento establecido hasta tal punto en la mayoria de los casos, quo
en general resulta difcilmente reversible. Sin embarg'"
no podemos reconocerle -la categona de estructura, dada
su esencia narcisista a.nacltica y antidepresiva que no
permite clasificarlo dentro de una u otra de las estructuras autnticas, neurtica o psictica, y lo coloca en una
dependencia lejana y relativa, pero econmicamente efectiva, con respecto a la organizacin lmite de la que se
desprende genticameJllte.
El acondicionamiento perverso resulta de una larga
trayectoria para y proto-genital, bajo el amparo de la excitacin paterna (y materna en la mayora de los casos),
que llevan poco a poco al indi"iduo a jugar al genital . ,
sin haber alcanzado sin embrugo, como la mayor parte de
los sujetos lmites, un nivel de organizacin realmente
genital. Adems, en este caso preciso, el juego pseudo-geni tal asume un aspecto particularmente estrepitoso y ab;!rrante. Todo sucede como si la ventaja procurada aqu
211
213
214
temal. Su angustia profunda pennanece fijada a la carencia narcisista frente a la-gente-sin-falo; es una angustia
de prdida de objeto, pero de prdida de objeto parcial
en ese caso particular de angustia depresiva. Por lo tanto,
lo que est en juego es todava ms delicado en cierto
sentido, en la medida en que la parte represente al todo.
Como en la totalidad de los sujetos lmites, no se trata
aqu de una angustia de castracin genital.
De entre el grupo de los acondicionamientos limites,
el perverso es el que se defiende contra la angustia de
presiva ms dramtica; l es quien se acerca ms al fraccionamiento psictico, sin poder de todas maneras obtener
el beneficio del reposo reestructurante que aporta, paradojalmente, un verdadero delirio.
A propsito de un caso de masoquismo perverso, M.
de M'UZAN (1972) aporta una oonfinnacin estructural al
punto de vista que acabamos de exponer, actitud bastante
rara entre ,los psicoanalistas, que siempre han relacionado
perversin y genitalidad. M. de M'UZAN muestra que, en
los perversos, el lazo fundamental entre mutilacin genital
y castracin se ha modificado radicalmente, o incluso de,truido.; habla de la primada del falo, de posicin orgstica melomanaca. La diferenciacin entre padre y madre
sera caracterolgica y no sexual. La personalidad se hallara estructurada fuera de la problemtica edfpica., al
margen del Edipo.. El autor describe igualmente los
riesgos de despersonalizacin y el triunfo del orgullo. del
perverso.
M, de M'UZAN plantea sus reflexiones a partir del conocimiento de las regresiones psicosomticas. Hemos visto aqu hasta qu punto ese gnero de regresiones tenia
elementos comunes con nuestra economa lmite, y no es
sorprendente que con bases tan semejantes lleguemos a
comprobaciones paralelas.
No padIiamos terminar este pargrafo sobre el acondicionamiento perverso sin poner en evidencia las razones
que a veces han llevado a ,los psicoanalistas a incurrir en
ciertas confusiones acerca de la naturaleza estructural del
perverso.
En efecto. al parecer no distinguimos de manera lo suficientemente precisa lo que es realmente perversin de
lo que sigue ,;iendo neurtico (y por ende genital),
216
En el voyeurismo de la categora neurtica, por ejemplo, existe una bsqueda del incesto con ,l a madre en tanto que esposa del padre. mientras que en el voyeurismo
de categora perversa s e trata simplemente de un cuerpo
femenino impersonal; en ese caso no hay ni Super-yo en
actividad ni culpabilidad, sino una necesidad narcisista
compulsiva y agresiva, atemperada solamente por una
vergenza eventual, y no por el temor ai castigo.
El obsesivo lucha contra un deseo de deshonrar al
objeto edipico, en tanto que el coprfilo deshonra deliberadamente oualquier objeto y en general un objeto parcial.
El artista de categora genital crea imgenes ms o
menos detalladas y variadas destinadas a una cantidad
ilimitada de otros seres humanos, en tanto que el perverso
217
218
procas:
a)
.Neurosls. de carcter
Las neurosis. de carcter no pueden aspirar a la categora estructural neurtica, ya que no se basan en un
conflicto entre el Ello y el Super-yo. No consiguen acceder
a un conflicto edpico porque no han podido vivirlo segn
el modo organizador. Su angustia se mantiene en un estadio pre-depresivo, de prdida del objeto, no de castracin.
No hay ningn slntoma<ompromiso de naturaleza neur.itica. Se trata ante todo de enfennedades de la relacin,
que se apoyan sobre formaciones reaccionales. que utiJ.izan
el anaclitismo, es decir la dependencia, bajo el aspecto de
una aparente dominacin exitosa del objeto y de la imitacin, ms que la identificacin.
Es el maltratado entorno quien se queja a la larga,
y no el sujeto, mientras resistan las formaciones reaccionaJes.
Por lo tanto, se trata aqul de una rama surgida poco
a poco del tronco comn de las organizaciones limites
(cf. tig. 8) Y que constituye el tentculo ms pronunciad.>
que ese tronco comn emite en direccin de la linea estructural neurtica autntica. La neurosis. de carcter
juega _a la neurosis. sin tener su riqueza estructural genital. Esta superchera exige pues un el~vado gasto ener219
fantilismo y la falta de logros prcticos sigue siendo mucho ms consecuente en las psicosis lO de carcter que en
las neurosis de carcter.
220
c)
.Perverslones de carcter
Las perversiones de cardcter corres,ponden a los ,perversos afectados de perversidad y no a los perversos
afectados de perversin, ya que el mismo adjetivo corres
ponde a dos sustantivos muy diferentes en su significa
cin clnica y terica.
En las perversiones de carcter ya no se trata de
operar una negacin del \Sexo de la mujer, como ocurre
en el caso de las perversiones a secas. La negacin de las
perversiones de carcter se ejerce solamente sobre el
derecho de los otros a poseer un narcisismo propio: para
tales sujetos, los otros no deben tener intereses propios y
mucho menos inversiones en otras direcciones; todo olr
jeto relacional slo puede servir para tranquilizar y como
pletar el narcisismo desfalleoiente del perverso. de ca
rcter. El sujeto mantiene al objeto en una relacin sadomasoquista muy estrecha.
Esos acondicionamientos se originan en la economa
anacltica del tronco comn de las organizaciones limites
(et. tig. 8). Son menos slidos que las neurosis. o incluso
las _psicosis . de carcter, ya que en general el entorno
los tolera difcilmente y, en razn de su agresividad a flor
de piel, suele calificarlos de pequelios paranoicos .
221
SEGUNDA PARTE
HISTORIA
La historia de la caracterologa nos ofrece una riqueza
y una diversidad de proposiciones de clasificacin sobre
las que no me ser posi ble extenderme; esas proposiciones, en muchos casos, han resultado, desde su publicacin,
tan clebres como discutidas.
En -lneas generales podemos dividir, de manera algo
arbitraria, los diferentes sistemas caracterolgicos en ca~
racterologas de criterios fsicos, psicolgicos, patolgicos
o psicoanalticos.
Las caracterologas de criterios fsicos se esfuerzan por
alcanzar el tipo de organizacin psquica a travs del aspecto corporal del sujeto. Su anlisis va del exterior hacia el interior, de lo manifiesto a lo oculto. Los tipos
mixtoslt abundan en ellas y hacen que muchas de las descripciones sean poco claras y discutibles.
Los morfologistas. son conducidos por E. KRETSCHMER (1921: pcnico, leptosomo y atltico), VIOLA (1928 :
braquitipos, longitipos y normotipos), SIGAUD (1912: el
plano y el redondo), MAC AULIFE (1926: los tipos franco,
y los tipos irregulares), MANOUVRIER (1902: los astnicos, lo. mesostnicos, los hipostnicos y los hiperestnicos),
THOORIS (1937: el arctiIneo y el latilneo), KRYLOF
(1939: el gracil y el lipomatoso), VERDUN (1950: relaciones entre los volmenes de la cabeza y el cuerpo), DUBL!NEAU (1951: el escapular, el trocanteriano, el ilaco y el
armnico), CORMAN (1950: los dilatados y los retracta225
dos). W. H. SHELDON (1950) es.tableci sus famosas correlaciones. a partir de clichs fotogmficos que determinan los tres componentes: endomrfioo, mesomrfico y
ectomrfico.
Los fisiologistas se interesan por los metabolismos
con FOUILLEE (1895), ALLENDY (1922), JAENSCH (1927),
PENDE (1934), o por los factores neuro-humorales con CANON (la homeostasis: 1927), HESS (1926), SELYE (el concepto de stress: 1950) y W. LUTHE (1957).
Los o:neurologistas estn representados principalmen!1.!
por la escuela reflexolgica de PAV>LOV y MIASNIKOFI'
que, entre 1930 y 1950, han clasificado a los individuos en
fuertes equilibrados mviles, fuertes equilibrados poco
mviles, fuertes desequilibrados y dbiles; nicamente los
dos ltimos tipos presentaran tendencia a la patogenia.
KRASNOGORSKI (1949) defini el sanguneo, el flemtico, el colrico y el dbil; IVANOV,SMOLENSKI a los tipos excitado, inhibido, lbil e inerte.
Todas estas c3rncterologfas con en tenos fsicos siguen
presentando infiltraciones ms o menos metafsicas, ya
que suponen una correlacin posible entre particularidades fsicas y psquicas. Por 10 tanto, existe una desproporcin evidente entre la pequea cantidad de diferencias fsicas o fisiolgicas que distinguen en el fondo a los seres
humanos y sus muy numerosas diferencias psquicas. Por
otra parte, H. REMY Y C. KOUPERNIK (1964) han mostra_
do hasta qu punto es conveniente desconfia'T de las ideas
demasiado simplistas que suponan una accin directa de
las glndulas endocrinas sobre el psiquismo; en efecto, el
mismo funcionamiento honnonal puede ser notablemente
modificado en funcin de los factores psquicos .
Un sujeto particular no puede ser considerado comO
detenninado pasivamente por su constitucin y su herencia
somato-fisiolgica; tambin lo es, y de modo activo, por
el aspecto que su modo de funcionamiento mental y su
tipo de relacin objetal le hacen conferir, anle los olros
(y a sus propios ojos), a su morlologia general, a su semblante, a su esttica, a su gnero de economa fisiolgica,
a su voz, etc., y ello independientemente (al menos en gran
medida) de las cualidades o los defectos innatos que existen en esos diversos registros.
Aqul que haya alcanzado el nivel elabora'tivo edpico
226
utilizar, en su presentacin corporal y su juego fisiol6gico corporal, un Ienguaje erotizado. La semntica de ese
lenguaje seguir siendo corporal y su sintaxis afectiva .r esultar triangular y genital. En la estructura psictica,
por el contrario, el cuerpo ser concebido 'Y mediatizaao
como fraccionado, amenazado por un estallido de parte de
los otros, en el contacto mismo con los otros. En cuanto
a las organizaciones de tipo anacltico y narcisista, su
representacin y su presentacin de los aspectos cor-porales se mantienen estrechamente dependientes, segn la
distancia vivida del objeto, y segn oscilaciones econmicas permanentes e irregulares entre movimientos hipomanlacos y depresivos.
As, las caracterologias segn criterios fsicos o tisiol6gicos se consideran superadas y demasiado focalizadas en
su descripcin, aunque en cierta medida buscan dar cuenta, con ms o menos felicidad, de los estilos segn los CUAles los individuos se presentan a s mismos tanto como a
los otros. Por lo !anta, el aspecto fsico podra finalmente
traducir un aspecto relacional de hecho interesante, a
condicin de no aportaT demasiado crdito a los factores
fsicos o fisiolgicos denominados constitucionales. e'l;cklsivamente.
lAs caracterologas de criterios psicolgicos se remon~
tan a los tiempos ms antiguos. La tradicin remite a
DEMOCRITO, HIPOCRATES y GALENO el origen de la
clebre concepcin de los h umores. (el bilioso o el colrico, el linftico o el tlemtico, el sanguineo 'Y el nervi oso).
Los humanistas, a continuacin de MONTAlGNE, LA
BRUYERE, LA ROCHEFOUCAULD y VAUVENARGUES,
autores tales como SHAKESPEARE, BOlLEAU, LA FONTAINE o MOLIERE ingresaron en una va cientfica con
DESCURET (1841), S. PEREZ (1891), Th. RIBOT (1892)
Fr. PAULHAN (1894), A. FOUlLLEE (1895 : temperament<:>
de ahorro o de gasto), A. BINET (1895), W. STERN (1900),
FURNEAUX JORDAN (1896: los activos, los reflexivos, los
inactivos), QUEYRAT (1911: tipos puros, mixtos y equilibrados).
La escuela de GRONINGUE merece una mencin aparte: HEYMANS y WIERSMA se apoyan sobre tres propiedades fundamentales: emotividad, actividad, repercusin
227
tanto con dependencia interna de las instancias interdictoras) y el tipo narcisista sin tensin entre Yo y Super-yo
ni predominancia de las necesidades erticas, orientado
hacia la conservacin de s mismo, autnomo y poco
intimidable; estos tipos se imponen a su alrededor como
.personalidades particularmente cualificadas para servir
de sostn a los otros, asegurar el rol de lder.' dar
nuevos impulsos al desarrollo cultural o atacar a lo establecido_
Ms tarde, 'Y como en toda gestin caracterolgica
clsica, FREUD, poco satisfecho de sus tipos puros.,
describe 'los tipos mixtos: el tipo ertico obsesional
(vida pulsional fuerte pero obstaculizada por el Super-yol,
el tipo ertico-ncrcisista (seria el ms frecuente: la agresividad y la actividad se hallan ambas bajo la primaca del
narcisismo) y finalmente el tipo narcisista-obsesional.
En el plano cientfico, las hiptesis de FREUD en ese
articulo parecen algo inslitas en relacin con el estado
de sus elaboraciones conceptuales de 1931. Describir el
tipo ertico predispuesto a Ia histeria como si se basara
en una angustia de prdida de objeto no es lgico en
absoluto; 'Oner en un m;smo plano lo ertico, lo obsesivo
'Y ,l o narcisista constituye una comparacin sumamente
heterclita.
Finalmente, a propsito de los tipos mixtos, podemos
lamentar que FREUD no haya precisado cmo, cualitativa
y cuantitativamente, -se operaba esta combinacin, ya que
es bien evidente que no puede tratarse de una mezcla banal
o accidental.
Por l.timo, en 1923, en las Nuevas conferencias,
FREUiD volver a insistir sobre la influencia de los factores
pregenitales sobre la formacin del carcter, a propsit<>
de los caracteres anal y uretral. Evoca las dificultades con
que se enfrenta para definir un carcter y extrae la conclusin de que el cardeler debe atribuirse al Yo.
'L os post-freudianos han avanzado poco a ipOCO en la via
caracterial: SADGER en 1910 (Erotismo y ccrdcter anal),
E_ IONES en 1913 (Odio y erotismo anal) S. FERENCZI
en 1916 (Ontognesis de la importancia que se concede al
dinerol, H. HELMUTH en 1921 (Los problemas del cardcter
t. Conservamos la costumbre de traducir ad en inlb el
freudiano .Fhrer..
232
t~rmtno
orilDll
233
de los componentes libidinales sobre los cuales se han basado hasta ahora todas las caracterologas psicoanaliticas.
235
1
El
carcter
237
1.
2.
3.
cardcter.
Es posible que el lector vea en esta distincin simplemente una ordenacin ms precisa de datos que en lti
ma instancia no son nada nuevos. Sin embargo, esta cla
sificacin me ha parecido una ba'se necesaria para la prosecucin de mis hiptesis, en el sentido de la investigacin
de las articulaciones que existen entre esos tres planos
entre si, por una parte, y por otra parte entre esos trl"S
planos por un lado, y las estructuras de base por el otro.
Para resumir en lneas generales las orientaciones directrices de mis hiptesis, diria que considero el cardeter
como la emanacin misma de la estructura profunda en
la vida relaCIOnal (independientemente de todo factor mr
bido eventual); el carcter constituye, <pUes, el testimonio
visible de la estructura de base de la personalidad, el ver
dadero signo exterior de riqueza o de pobreza estructural.
Una vez terminada la crisis de la adolescencia, tal
como lo he considerado en mi primera parte. la estructura profunda se establece de manera definitiva o bien, en
el caso de la estructuracin anadtica, un estado de organ;zacin se prolonga de manera bastante duradera, aun
cuando todavla pueda ser alterado.
Pero, en uno u otro caso, en ese momento el acceso re-
239
placer y de realidad, juego de identificaciones, negociacin de las descargas pulsionales, constitucin del Superyo, etc.
As, poco a poco, el carcter. podr o no podr, al
igual que la estructura, desprenderse de la relacin fusionaJ, luego dual, luego tridica, luego triangular en
sentido estricto y finalmente en el sentido ms amplio
del trmino. Tendremos as que estudiar sucesivamente
los caracteres cpsictico., narcisista_ o neurtico, de
la misma manera en que lo hemos hecho a propsito de
las estructuras de la personalidad.
A menudo se ha opuesto la trnyectoria caracterolgica
a la trayectoria psicoanalltica; la primera aparece como
descorazonadora, por la puesta en evidencia de un cierto
automatismo que se ha tratado de distinguir de la compulsin de repeticin descrita por los psicoanalistas, y
que stos tratan de poner en evidencia para permitir que
el sujeto sea capaz de detenerlo. El psicoanalista se halla
en posicin ventajosa con respecto al caracterlogo, en
la medida en que l penetra ms en lo que especifica al
carcter en tanto que modo de ser en el mundo, y tambin en la medida en que su aproximacin fenomenolgica se sita a un nivel tpico, econmico y dinmico forzosamente ms profundo que el del psiquiatra o el del
psiclogo. El psicoanalista no puede dejar de emplear
sus referencias de interpretacin y sus mtodos de escucha en la aproximacin al sujeto que se examina, al igual
que ese sujeto, en contrapartida, no puede ignorar que
con l, con el psicoanalista, el modo de comunicacin es
forzosa y profundamente diferente.
1. LOS CARACTERES NEUROTICOS
Desde luego no debemos confundir, como se nos ha
advertido desde todas partes, carcter neurtico. y neurosi" de carcter>. Ms adelante veremos (U) que la
neurosis de carcter no tiene tatIlta relacin con el carcter propiamente dicho en el plano econmico, y que
no constituye sino un esfuerzo por salvar el narcisismn
imitando un carcter neurtico cualquiera. La neurosis
240
241
242
de producir la huida, y en el carcter obsesivo una situacin de dominio>, a una cierta distancia, bien regulada
y framente dispuesta.
Las experiencias pantalla. descritas por O. FENICHEL
(1953) tan frecuentes en la vida relacional del carcter
histrico de conversin, deben considerarse desde un doble punto de vista : por un lado, constituyen una 'pan
talla. en el sentido protector, pero en el otro sentido
del trmino, a la manera de una pantalla de proyeccin,
faci-lrtan la reproduccin de las escenas arcaicas erotizadas y significativas.
Es en funcin de esos dobles aspectos que podemos
relacionar la .facHidad de hipnotizacin de los caracteres
histricos de conversin, as como el xito logrado por las
representaciones artsticas en tanto que pantalla : cine,
teatro. obras literarias, esculturales o pictricas, evitan
al sujeto desenmascarar l mismo y abiertamente sus
fantasmas erticos, y al mismo tiempo le permi ten proyectarlos sobre las representaciones evocadas en la obra.
y esto no slo es vlido para el verdadero carcter histrico de conversin que domina en una estructura hist~
rica de conversi6n# sino que tambin se presenta, en
menor grado aunque de manera bastante constante, en la
mayora de las otras estructuras, en el estado de rasgo
de carcter histrico, ms o menos marcado. Las estruc-
243
Esta manera de ver el problema me ha parecido acertada, pero sin embargo considero abusivo el adjetivo _patolgico> unido a mentira. E~ una lstima, en efecto, que
no podamos encarar una caracterolQgla serena profundamente psicoanalltica sin por ello medicalizar de inmediato
los fenmenos. De todas maneras, existe un margen muy
,explotable entre las descripciones entomolgicas y los
cuadros patolgicos. Todo mi esfuerzo se orienta en ese
sentido.
El carcter 'h istrico de conversin (como sus rasgos
de carcter> menores correspondientes) piensa que si no
es mds que un sueo., la representacin no puede tener
valor de culpa, y parece que la 19lesia Catlica, esencialmente obsesiva y por ende anti-histrica, haya detectado
a1rgicamente esta superchera al crear el pecado de pe'!samiento, situado en el .Confiteor en .primer lugar, antes
incluso de los pecados de palabra, .de obra ... o por
omisin ... El reconocimiento claro e inmediato, por parte
del obsesivo de carcter, de la provocacin ertica contenida en el fantasma histrico, es vivido por el obsesivo
como perfectamente insoportable, en la medida en que
se estima perseguido as por el carcter histrico, que lo
reintegra al exterior a partir de una inhibicin muy profundamente oculta en l. el obsesivo, y gracias a los mecanismos de defensa que emanan de su estructura prt>funda.
Incluso es posible describir rasgos de carcter de con-
ocultan tanto la cobarda agresiva ru, l a masacre de algunos pobres lampistas suizos que guardan a una docena de
prisioneros de derecho comn, como las satisfacciones
pulsionales reactivadas en el recuerdo desplazado (en
fecha) y simbolizado (en libertad.) de la muerte del padre
egosta, y luego en el castigo pblico de la madre que se
abandona sexualmente a un .hermoso extranjero.; en tanto que, por otra parte, un carcter paranoico, por ejemplo,
se expondr como .partidario de la realeza. y vivir esta jornada de conmemoracin como un evidente duelo
nacional~.
245
Bi El carcter histerofbico
Podemos distinguir de manera formal el carcter histrico de conversin a la vez del carcter narcisista de
manifestacin corporal, y del carcter psicosomtico .
Ahora bien, a menudo es dificil no confundir en la prctica esas tres variedades de inversiones corporales a partir
de funcionamientos mentales tpicamente diferentes: en
el cardcter histrico de conversin domina el aspecto simblico erotizado de la inversin corporal en la que la representacin acaba fijndose; en el carcter histrico de
247
antidepresiva del registro narcisista que necesita un gasto energtico cierto, en tanto que el simple carcter his
terofbico es acompaado por un estado neurtico econmico estable sobre una estructura neurtica en s misma
definitivamente fijada.
Con esta precisin no pretendemos insis1ir en el detalle, sino establecer que implica una distincin estructural
248
y relacional fundamental entre dos modos de funcionamiento mental que parecen bastante cercanos por homonimia, pero que son radicalmente divergentes tanto desde
el punto de vista ,t pico como desde los puntos de vista
dinmico y econmico.
Desde el punto de vista tpico, el carcter rusterofbico
depende de la importancia de l as presiones del Super-yo
y el carcter narcisofbico de la fuerza de atraccin del
Ideal del Yo.
En el plano dinmico, subyacen al ca-r cter histerofbico los conflictos edpicos y genitales atemperados por la
inhibicin (ayudada, a su vez, por el desplazamiento y el
evitamiento) sin regresin pulsional, en 1anto que en el
carcter narcisofbico descubrimos un conflicto con los
aspectos frustrantes de la realidad exterior, realidad en
cuyo seno el sistema de defensa se ve obligado a operar
un c/ivage de las imagos objeta les. Finalmente, en elrplano
econmico, el carcter histerofbico implica una inversin objetal de tipo esencialmente genital, en tanto que,
por su parte, el carcter narcisofbico simple no implica
sino un juego de inversiones y contrainversiones narcisis
tas tales como las que ha descrito S. FREUD en su artculo sobre El narcisismo, en 1914.
Quizs e"lector est cansado de que, en todos los niveles de este estudio, se le recuerden las diferencias estructurales fundamentales entre la lnea genital y la .\fnca
narcisista, diferencias cuyos efectos no se limitan en absoluto a una clasificacin ms rigurosa de las es1ructuras,
y cuyas consecuencias pueden arrastrar al clnico de ~a
psicologa a confusiones caracteriales no desdeables, as
como al clnico de la patologa a errores diagnsticos o
teraputicos graves.
Es cierto que al negarme sistemticamente a mezclar,
desde el punto de vista descriptivo, estructura. de ia
personalidad, carcter. y cenfennedad, en razn de la
importancia del desfasaje de planos al nivel de los cuales se articulan esas tres nociones en el registro metapsicolgico, me he dificultado la tarea. Con mayor razn parecer temerario exigir una atencin y un rigor suplementarios para tratar de diferenciar todo aquello que responde
a'l agrupamiento estructural de una personalidad neurtica
249
El carcter histerofbico se manifiesta de manera visible por medio de elementos variados, poco espectaculares, en tanto se trata de signos caracteriales que no alcanzan la categora de sntoma: se trata de angustias tlotantes, mal definid"" y poco estriden1es, que remiten las
causas aparentes sobre todo a motivos exteriores y afectivos (en tanto que las angustias flotantes de los caracteres
narcisofbicos se refieren sobre todo a mQtivos ms racionades que afectivos)_ Los problemas neurovegetativos
son frecuentes y discretos a la vez: vrtigos. cefaleas. y
afectan con la misma discrecin, pero con una real eficacia, ciertos sectores de la vida relacionaL Un aparente
candor sentimental, las afinnaciones de objetivos ideales,
disimulan apenas el aspecto vivamente erotizado de las
inversiones objetales. Las necesidades de pureza o de virtud no se vinculan con una exigencia ideal (como en el
carcter narcisista), sino con una formacin reaccional
contra los deseos sexuales o agresivos. El comportamiento
exterior, ya sea desdichado y sufriente, ya sea triunfante,
no rubrica una reaccin contra la prdida de objeto, sino
simples riesgos del lazo erotizado_
0_ FENICHEL (1953) distingue los comportamientos
destinados a evitar las situaciones primitivamente deseadas de los comportamientos .fbicos. propiamente dichos que evitan ciertos lugares u objetos particulares.
El carcter histerofbico constituye la ilustracin, en
el plano funcional y relacional normal., de la estructura
histerofbica; ahora bien, esta estructura, aunque' se mantiene dentro del cuadro histrico, es decir, altamente genital, corresponde sin embargo a un cierto fracaso de los
procesos de inhibicin; la influencia libidinal, para mantenerse en regla tanto con las exigencias complementarias
de la realidad como con las del Super-yo, debe ser atem-
250
252
El carcter obsesivo
.a caballo sobre los principios> sociales y morales, AgaIhe, a pesar de ser una joven muy bonita y de desear profundamente .fundar un hogar (ms que casarse. ), slo
a los treinta y cinco aos encontr al hombre que se casara con ella, despus de dos aos de reflexin: l tiene
diez aos ms que ella.
La pareja marcha bien., pues el marido, representante
de una importante empresa de productos adimenticios,
necesita viajar mucho y el aspecto exterior de su esposa
lo valoriza considerahlemente frente a sus clientes o a
sus propios agentes: en la medida en que ella no presenta
en absoluto los signos de un carcter histrico-.provocador,
Agathe consigue que la mayor parte de los hombres se
muestren admirativos hacia ella, sin atraerse por eso (oh,
maravilla, en semejante funcin comercial) las iras de las
otras esposas.
Su belleza fria y bien regulada deleita al otro, hombre
o mujer, sin dar lugar nunca a una excitacin lo bastante
fuerte o 'Consciente como para verse inmediatamente despus demasiado defraudada o culpable.
254
255
rosis de carcter obsesivo>, y si no hubieran podido, ambos, aliar 'Sus mecanismos defensivos complementarios (y
ligeramente desfasados estructura!mente) en una verdadera perversin de a dos. de tipo caracterial conyugal,
situacin que ya desearamos a muchas de nuestras excelentes amas de casa_ de categora obsesiva menos afortunadas ...
Lo que sorprende en el caso de J\gathe y especifica su
carcter obsesivo. es, por una parte, su perfecta adaptacin a las condiciones internas y externas de sus realidades
(lo que hace de ella un carcter. y no una neurosis.)
y, por otra parte, su economa centrada no en la necesidad
de realzar 10 limpio. y 10 ebello. en tanto que tales (\0
que habra de ella un carcter perfeccionista) sino en su
angustia de ser sorprendida eventualmente, y a pesar d"
todas sus preocupaciones, en una actitud que deje traslucir la necesidad de ensuciar o de manchar. Este es el
mecanismo original que s610 podemos encontrar en la:;
estructuras obsesivas.
Por supuesto, <si se hubiera tratado de una enferma,
hubiera sido til profundizar an ms las investigaciones
en lo referente a la gnesis de tales fonnaciones reaccionales.
Todo 10 que se ha podido saber en este caso es que
exista un lazo edpico tierno con el padre, fcilmente
perceptible cuando se vea a Agathe junto a sus dos padres.
Esta relacin afectuosa con el padre se converta en su
contrario ante la mirada reprobadora de la madre. Luego,
ese movimiento secundario doblemente agresivo se inverta
nuevamente en un tercer tiempo. en una necesidad tic!
borrar toda mancha . que pudiera pennitir la percepcin
de alguna huella de agresividad.
Ob .
D.O
14
Un carcter narcisista
256
257
Los antiguos autores psiquiatras. MOREL (1980). MAGNAN (1891), PITRES y REGIS (1902), JANET (1908), DUPRE (1926), han descrito las manifestaciones caracteriales
de 'la estructura obsesiva bajo la forma de tendencia a los
escrpulos y a las crisis de conciencia, timidez, inhibicin,
258
259
260
I
I
I
I
I
erotismo anal
_METODO
- PARSIMONIA
[ - O6STINACION
Rasgos de caracter
contra el erotismo anal
lIMPIO
SER VISTO
---
_ ESCRUPULOSO
-SUMISO
En el sentido del
Ideal del Yo positillo
I
~ I
1
Mecanismo
c(
~ I ~f ~ 3 d~$~;~~~ :;~:
Mecanismo
Perverso
1-------- ~
_;1o~
Rasgos de carcter
sdicos-aRa"'.
+.~5 u;~
I~
I
IIQ\
~
u:l
O
------
a:
~o
Rasgos de caracteres
(carcter
obsesivo)
MANCHAR
I NO PODER
- DESPOJAR
[ - OPONERSE:
UMPIO
I SER VISTO
I
,--'1-SINO COMO
-ESCRUPULOSO
SUMISO
Inhibicin - . . Contra-invarwn
Perversi~ad
mocanosmoy
psictico
e'
1
1
z
o
i15 "
~~
el M~NanO
I
obsesivo
:~.l
b1
a:
--
----_..
OflGANIZACION EOIPlCA
Untegracin de la ambfvalencia 13
.1\11 en le economia genital)
+ 4)
FIG. 9
Interaccin de los elementos caracteriales del punto
d. partida anal.
262
VO, 'Sus sistematizaciones, sus categorizaciones, sus teorizaciones, protegen contra la realidad angustiante al mantener lo real a respetable distancia, sin abandonar sin embargo el contacto con ella.
La bisexualidad y la ambivalencia pulsional obsesivas
se mantienen presentes, pero moderadas y discretas, bajo
el aspecto caracterial, en tanto que las relaciones con las
realidades interiores o exteriores no adquieran un aspecto
conflictual 10 bastante intenso como para poder pasar al
mbito del aspecto mrbido sintomtico.
El carcter obsesivo piensa ms de lo que acta. La
tendencia al inmovilismo evita un riesgo de prdida dol
control y la aparicin del sentido consciente del deseo. El
miedo clsico a' cambio puede conducir, en las formaciones reaccionales tan frecuentes en los caracteres ohsesi
vos, a una defen,;a por medio de la actitud opuesta do!
cambio. Pero, en la mayora de los casos, se trata aqui
de organizaciones pseud(}{)bsesionales, en realidad anaclitieas, con una defensa de modo obsesional superficial que
viene 'Secundariamente en ayuda de .un carcter narcisista,
as como de los mecanismos que le son propios.
El modo de pensamiento particular del carcter ob,esivo, al igual que la regresin parcial con sus elementos
bisexuales y ambivalentes en el plano pulsional, engendran
una simbolizacin compleja en ,la que a veces es difCil
reconocer lo que representan pene, falo yana.
Se habla muy a menudo de las actitudes mgicas del
pensamiento obsesivo. Tambin en este punto debemos
distinguir lo que sigue siendo claramente obsesivo (es decir, la sobreinversin defensiva del intelecto, la regresin
hacia los modos arcaicos de pensamiento supersticiosos)
de ,las coberturas obsesivas racionalizantes en las estructuras psicticas predelirantes no descompensadas, 'Y que
se adhieren an a una buena parte de 10 real, gracias a
defensas eficaces que se toman del ms regresivo de los
mecanismos neurticos.
Frecuentemente se ha clasificado dentro del grupo de
los caracteres obsesivos el carcter psicastnico, ba-sad.o
sobre la depresin moderada, la tendencia a los escrpulos y las crisis de co'nciencia, la hiposexualidad, la velddad. WIDLOCHER y BASQUIN (1968) agregan el aspecto
inteligente, la meticulosidad, la seriedad del pensamiento,
263
2. WS CARACTERES PSICOTlCOS
La nocin de carde/er psictico es relativamente poco utilizada en psicologa normal o patolgica, ya que el
calificativo de psictico reviste en general un sentido
pesimista y bastante especficamente patolgico.
Sin embargo, las estadsticas serias ms recientes que
tienen en cuenta una proporcin de estructuras psicticas diversas del orden del 30 % en una poblacin europea. corriente, muestran cuan lejos nos hallamos, felimente, de contar con otros tantos enfennos psictico~.
en la misma poblacin; por ende, podemos suponer que
una considerable cantidad de sujetos as estructurados
sobre un modo psictico no producirn jams sntomas
de psicosis durante toda su vida. y se detendrn felizmente en un estado de adaptacin relacional de su estructura, de categoria meramente caracterial . Dicho de otra
manera, es rprobable que el _car.cter psictico est mucho ms extendido de lo que suponemos, y que, por otra
han descrito numerosos rasgos de personalidades premrbidas, ya se trate de los psicotipos de KRETSCHMER
(1948), los introvertidos de JUNG (1907), los esquizotimicos de BLEULER (1920), el carcter sensitivo de KRETSCHMER (1948), los idealistas de GUIRAUD (1950), entre
tantos otros. Ahora bien, lo que se descubre en la vida
relacional adaptada de un sujeto de estructura psictica
antes de un episodio de descompensacin mrbida, debe
ser considerado de la misma forma que ,lo que ocurre en
la vida relacional de un sujeto de estructura psictica en
quien todo nos haoe suponer que no se descompensar
jams: por lo tanto, al nivel relacional del sujeto normah
debemos operar de la misma manera en la Hnea estructura'l psictica que en la linea estructural neurtica, es
decir, refirindonos a la nocin de cardcterlt.
En el estudio de nuestros diferentes tipos de caracteres psicticos, tendremos que operar de entrada una
simplificacin en relacin con nuestro estudio ,precedente (1-3) que se refiere a las estructuras: el ,g rupo de las
estructuras melanc6licas y manaco-depresivas no tiene,
en el 'p lano caracterial, un equivalente particular, por la
razn que habamos indicado precedentemente: en efecto, este gru.po de estructuras no se origina en una psicognesis que haya seguido la linea psictica sino, por el
contrario, Ja aparicin de una fonna melanclica o m3niaco-depresiva de psicosis corresponde a la degradacin,
en el sentido psictico, de una organizacin lmite deprt!siva, o ciclotmica, de naturaleZa simplemente anacltica
hasta entonces, y que se descompensa, bien progresivamente, como consecuencia de microtraumatismos afectivos, o bien brutalmente, luego de una clsica crisis de
angustia a,guda_ (1-4)_
El carcter. que preceda a ese modo bastante particular de incorporarse a la lnea psictica corresponda,
pues, a un modo caracterial simplemente narcisista., tal
como lo describiremos ms adelante, y no a un carcter
psictico. ya establecido, sobre el fondo de una estructura
psictica de base que no exista todava en ese momento.
Parece que el carcter ciclico, que se sita en las
descripciones psicopatolgicas entre las minimas variaciones tmicas visibles en toda estructura y. las manifestaciones verdaderamente mrbidas de la autntica psi-
265
A)
El carcter esquizofrnico
266
267
268
rcter esquizofrnico presenta una superficie lisa y resbaladiza . La expresin nos parece efectivamente bastante
feliz para dar cuenta d e la actitud partioular de esos sujetos ni alegres, ni tristes, dice DELAY (1946), sil10 serio"
que presentan una ausencia de humor, una especie de
adiaforia. La sensibilidad se mantiene siempre distante.
Las representaciones, a menudo abstractas, son desconcertantes para quien no tiene el mismo sistema de referencias, ni la misma clase de elaboracin mental Encontramos, en la expresin artstica del carcter esquizofrnico,
la misma riqueza de abstraccin, consecuencia de la manera muy particular con que la estructura esquizofrnica
trata la realidad, en funcin de sus propias incertidumbres y de sus propias necesidades narcisistas. La vida
fantasmtica es rica, Ia ensoacin profusa y en la mayora de los casos fcilmente consciente. En la medida
en que ese desarrollo de la vida imaginaria fije las necesidades energticas y las vuelva hacia el interior, la consecuencia relacional se traducir en una disminucin dI!
las inversiones en el dominio de la accin.
Se ha hablado mucho de la indiferencia afectiva del
carcter esquizofrnico ; para algunos . no se tratara -tanto
de una anestesia afectiva, sino de una afectividad ambivalente, incluso a veces exacerbada, pero ooulta. Sin embargo,
parece, al examinar tales comportamientos. que el problema no consiste tanto en saber si tales caracteres experimentan o no experimentan sentimientos reales, sino en considerar a partir de qu datos se desencadenan sus vivencias afectivas; ahora bien, parece cierto que las representaciones que corresponden a los afectos experimentados
se hallan menos ligadas a los datos objetales o re",les que
a las creaciones imaginarias, de las que esos datos no
constituyen sino un elemento ms. Se trata a la vez de
un soporte y de un accesorio en relacin con la economa
estrictamente narcisista de base que preside las elaboraciones fantasmticas y regula tanto su sentido como su
intensidad, de manera difcilmente previsible para quien
permanece mucho ms aferrado a la necesidad de los f..,tares objetivos.
De all deriva, para el observador exterior, una evidente impresin de aislamiento; no est segtIJO de que el carcter esquizofrnico considere su mundo interior de la
270
B)
El carcter paranoico
273
segu~
274
275
Ob. n.O 15
Un cardcter paranoico
Alphonse es tan desconocido en el resto del departamento, como imposible de ignorar en la importante concentracin urbana en la que hace estragos. Sesenta aos,
el porte altivo, el aspecto rigido, enderezador de entuertos
y dador de consejos, este curioso personaje importuna con
grandilocuencia a cualquiera que se cruce en su camino,
e dnquieta particulannente a los dbHes; sin embargo, se
las arregla para ser nombrado vice-presidente de numerosas asociaciones locales, ya sean de msica o de automviles, la oficina de ayuda mutua cantonal o la asociacin
deportiva municipal, 'Sin 'ser sin embargo ni msico ni deportista, y mucho menos an filntropo. Al no tener ningn contacto humano positivo, se ha vuelto abogado de
negocios: conocido por sus intensas n ecesidades de dinero, ocupa por obligacin funciones en el consejo. de
varias sociedades inmobiliarias importantes, p'ro bastante
administrativas, ya que ha roto rpidamente con toda empresa de direccin ms personal .
Si bien sigue siendo un civilista ,m ediocre, -se 'le escucha porque se le teme. y a menudo ~ recurre a l porque se le tiene miedo. Su habilidad consiste en afirmar
con autoridad todo punto de vista favorable a su parte,
en apoyarse sobre un solo aspecto vlido de la coyuntura
y luego aplastar al adversario con su mal humor, a partir
de ese islote de certidumbre. En una tercera etapa, se
coloca de oficio en justiciero. fuera de la justicia, y propone un compromiso condescendiente, ventajoso para el
consejo de administracin annimo de la S.A.R .L. a la que
representa y no demasiado oneroso para el adversario.
276
279
3. WS CARACTERES NARCISISTAS
Si bien podemos encontrar en toda linea estructural,
ya sea en el estadio puramente caracteria! o en el estadio
de la sintomatologa mrbida. y de manera casi constante,
. rasgos de cardcter narcisista, debemos distinguir tales
aspectos fragmentarios en el plano funciona! (evidentemen_
te relacionado con una mayor o menor afeccin narcisis
ta arcaica) del conjunto de elementos, bien articulados
entre s, que constituyen el \oerdadero ccard.cter narcisista .
El carcter narcisista corresponde a una adaptacin
relacional de la organizacin narcisista descrita ms arri
ba a propsito del grupo de los estados limites. A menudo
es difcil distinguir un autntico carcter narcisista., por
una parte porque ese tipo de carcter puede asumir aspectos variados que revisaremos en este pargrafo, y por
otra en razn de las facilidad.,. de imitacin de otros modos de evolucin estructurales que siempre revisten (tanto en la caracterologa como en la sintomatologla) las
diferentes entidades que se originan. de manera inmediata
o lejana, en el tronco comn acondicionado de los estad05 lmites.
Los caracteres narcisistas corresponden a los datos
de base que describa S. FREUD (1931) a propsito de >u
tipo libidinal narcisista: FREUD subrayaba esencialmente factores negativos: ni tensin entre Yo y Super-ya,
280
281
A)
El carcter abandnico
282
El carcter de destinado
El carcter narcisistafbico
D) El carcter flico
El carcter flico. concierne al comportamiento de
los sujetos de organizacin narcisi-sta-anacltica que buscan una parte de su seguridad en el amor a s mismo."
o a los objetos parciales que los representan, o bien incluso a objetos totales con los que se identifican.
WIDLOCHER y BASQUIN (1968) sealan el aspecto
ambicioso de un carcter de esta naturaleza, a quien le
interesa ante todo negar la castracin narciso-flica.
La afirmacin de la posesin del falo permite al sujeto
recuperar la confianza en s y la competencia con los objetos no -sexuales. En efecto, aun cuando quiera pareC;!r
super-viIi!, el carcter flico no ac ta 'SObre el plano de
la potencia sexual. Su heterosexualidad es frgil. La apelacin a una homosexualidad vivida en un modo afectivo
y activo calma la angustia y satisface al mismo tiempo la
tendencia agresiva. El carcter flico se presenta tambin
como UDa defensa contra 1a posicin caracterial depresiva
cuya presencia subyacente, constante en todas las organizaciones narcisistas, constituye un elemento selectivo en
visi-bles.
285
E)
El carcter depresivo
El carcter depresivo constituye, aunque no se ,lo e.lcuentre en estado puro, un elemento de base de toda la
caracterologa narcisista. La inclinacin depresiva, verificada en todos 'los narcisistas con mayor o menor intensidad, se halla en relacin con la situacin pregenital de
las organizaciones narcisistas, de donde se deriva un retorno a la ambivalencia arcaica. El funcionamiento mental
del carcter depresivo se define por la ambivalencia. Las
tendencias tiernas y hostiles sostienen entre s una lucha
indecisa, en la que ninguna de las dos llega a dominar.
K. ABRAHAM (1924) ha mostrado la correlacin que
existe entre los elementos depresivos y las fijaciones orales. Para l, el fundamento de la ambivalencia se sita
a nivel del erotismo oral.
Junto al carcter depresivo, podemos encontrar comportamientos narcisistas muy similares.
F)
El carcter hipocondraco
286
Sin duda es enojoso que tantos tratados clsicos hayan mezclado bajo la clasificacin general de hipocondra
tanto datos altamente patolgicos como situaciones simplemente caracteriales; o mecanismos estrictamente narcisistas, simultneamente con comportamientos manifie'itos de naturaleza histrica, o psicosomtica, o incluso netamente psictica_
El verdadero mecanismo hipocondraco, tal como lo
encontramos en estado funcional en el carcter hipocondriaco, traduce un retroceso de la invel'Sin libidinal de
obJeto exterior con aplazamiento de esta inversin sobre
un objeto narcisista interior al ="'1'0 del sujeto_ Es la
imago objetal, la representacin intrapsiquica del objeto
exterior que se limita, en el repliegue narcisi.sta, al campo de un rgano corporal interno.
Sin embaI'go. es necesario sealar que, en muchos casos el repliegue narcisista concierne slo al propio cuerpo,
pero puede, por analogia, extenderse a las vestimentas, al
automvil, a la vivienda, o a los otros miembros del entorno, invertidos con los mismos valores narcisistas y ,las
mismas debilidades o los mismos ataques frustrantes qUe!
el propio cuerpo. Exi'5te, pues, una sobreinversin narcisista a esos niveles. una especie de hipertonia afectiva.
Contrariamente a la vivencia corpora-l histrica, la angustia subyacente en el carcter hi,pocondraco no concierne a la castracin genital, sino simplemente a la angustia de prdida de objeto. La introyeccin hipocondraca
se orienta ya, aunque en grado mnimo, en ,l a misma direccin que la introspeccin melanclica; corre~ponde a
una regresin oral, concierne al falo y a la agresividad con
respecto al objeto que puede llegar a faltar; la represin
de esta agresividad revierte en reproche contra una par!e
del cuerpo propio y representa as, al mismo tiempo, una
maniobra preventiva de autopunicin.
G)
El carcter psicas/nico
287
El carderer psicopdtico
El cardcter psicopdtico con tina produciendo numerosas descripciones clnicas y tericas, si bien la mayora
de los autores se sienten incmodos con la nocin de psicopata.
Parece evidente que, casi siempre, el psicpata en estado patolgico corresponde a una perversidad del ca
rcter_, tal como la definiremos ms adelante. Sin embargo, al nivel caractedal, nos encontramos con una econom:1
puramente narcisista que vive con toda claridad la parh~
agresiva de su anaclitismo. en lugar de inhibirla o de vo!verla contra s mismo como en muchos casos. de los que
acabamos de revisar.
La .antisociabi lidad. del carcter psicoptico no pe75igue otro fin que atraer -la atencin del objeto anacltico
por el que se estima olvidado, frustrado y mal querido.
La rebelin del psicpata no es independencia, sino
288
simple desborde afectivo: la inestabilidad emocional tnduce la debilidad pregenital del Yo; la -labilidad afectiva,
la slIboestibilidal:l, correspondettl a la gran dependencia
anacltica. El suicidio, tan frecuente entre estos casos,
rubrica la inmensidad del factor depresivo latente detrs
de la violencia de las aberraciones manifiestas.
Se da una fuerte relacin sdico-<>ra\ sin que los conflictos pasen a ser vividos jnterionnente, en tanto que \!l
principio del placer logre crear descargas instantneas.
Pero la dependencia con respecto al objeto invertido, y
la violencia del lazo afectivo, definen tambin aqu una
economa narcisista, de un tipo particular pero profundamente anacltica por debajo de afirmaciones muy opuestas.
1) El carcter hipon1anaco
El cardcter hipomaniaco corresponde a una reaccin
contra da tendencia depresiva. Es una huida hacia adelante
en el dominio de la actividad.
La exuberancia de las ideas, del lenguaje o de la accin. a veces incluso de la sexualidad, s6lo sirve para cubrir hbilmente la falla narcisista antigua.
Para algunos, esta defensa triunfa de manera constante; para otros, el movimiento depresivo latente reaparece
en algunos momentos, creando as un cardcter manacodepresivo de categora estructural visiblemente no psictica y que puede muy bien permanecer durante toda Ja
existencia del individuo en el registro caracteria.l relacional y funcional, que testimonia una organizacin narcisista
profunda, sin pasar jams a un registro mrbido.
La hipomana representa un momento caracterial de
no-sufrimiento, pero poco constructivo en elaboraciones
mentales, en tanto que el momento earacterial depresivo,
acompaado de algunas dificultades (incluso en el simp!e
estadio puramente caracterial), ofrece mejores posibilidades de elaboracin, lo que permite suponer que el Yo
de un carcter depresivo es ms independiente a pesar de
todo que un Yo de carcter hipomanaco.
289
4.
La complejidad de las investigaciones que realizan actualmente los especialistas de la psicopatologa psicosom.
tica no permite desarrollar ampliamente aqu un tipo de
carcter psicosomtico, pero creo que es esencial citar,
de todas maneras, y a nivel caraeterial, algunos puntos de
referencia concernientes a la manera en que se traduce,
fuera de toda sintomatologa netamente mrbida y en los
planos relacional y funcional, un funcionamiento mental
particular de las organizaciones psicosomticas. Tambin
es interesante oponer esta variedad de funcionamient:.>
mental a la de los otros grupos caracteriales.
C. DAVID (1961) ha mostrado las dificultades de :a
conceptualizacin psicosomtica. pero sita el espectro
psicosomtico al nivel en que las manifestaciones somticas y la intencionalidad se hallan todava confundidas, antes de que el va.lor simblico del sntoma haya adquirido
un sentido en relacin con el contenido psquico.
M. FAIN Y P. MARTY (1964) se refieren a la segunda
fase anal de K. ABRAHAM, para concebir un erotismo
ligado a la retencin del objeto en el interior del cuerpo,
que slo puede encontrar su plena expresin si existe una
divisin neta entre actividades mentales y dinamismo somtico.
Por lo tanto, una tal erotizacin podra realizarse, sobre el plano caracterial, sin ninguna manifestacin exterior
aparente.
La economa psicosomtica corresponde, como entre
los estados lmites, a un modo de transformacin de la
libido objetal en libido narcisista, pero la regresin psicosomtica, mucho ms profunda, transforma el lenguaje
psquico en lenguaje somtico que, por otra parte, se diferencia olaramente del lenguaje histrico de conversin,
en la medida en que esta ltima comunicacin sigue siendo
simbolizada, sexualizada y se mantiene siempre en reJacin estrecha con el registro mental. En el regstro psicosomtico, por el contrario, ya no hay simbolizacin, el
lenguaje del cuerpo no slo es utilitario, como lo precisan
P_ MARTY Y M. de M'UZAN (1963), sino que se convierte
en expresin de un verdadero pensamiento operatorio. La
290
291
292
293
296
5,
EL CARACTER PERVERSO
ticular del perverso autntico por un lado. y aparte tambin de lo que habitualmente llamamos .perversin de
carcter por otro.
En efecto. parece que segn la psicognesis de la situacin perversa, existe un trayecto que parte de la linea
anacltica-narcisista del tronco comn de los estados limites (Figura n,' 8) en direccin a la lfnea psiclica. ante
la cual se detiene la organizacin perversa. sobre la negacin de la realidad focalizada en el sexo de ,l a mujer;
en ese trayecto podramos situar un modo caracterial relacional. y no todava patolgico. de tipo perverso,
Por lo tanto, parece plausible considerar un estado
caracterial. es decir, funcional y relacional. que reposa
297
298
299
6.
300
302
sufIJo
304
d~
\' h cnci ... de 'U~ s uj c lu~ operados pur un defecto es tetico evidente.
306
307
2
Los rasgos de carcter
Bl estudio de los mltiples rasgos de camcter nos
introduce en un terreno que no se funda solamente, como
el carcter propiamente dicho, sobre ,l a estructura de base
del sujeto, sino que hoce interferir, en el mismo sujeto,
mecanismos completamentarios muy diversos destinados
ya sea a mantener en estado de adaptacin normab
una estructura, a pesar de sus fallas o deficiencias, ya
sea a ayudar a una estructura en estado de desfallecimiento
patolgico por medio de mecanismos defensivos accesorios.
a) Por un lado, existen elementos de carcter que
corresponden habitualmente a estructuras y que constituyen simplemente caracteres:. en el caso en que se hallen
articulados a una estructura homloga. Por ejemplo, un
oonjunto de elementos car acteriaIes obsesivos que se encuentran en un sujeto de estructura obsesiva no descompensada constituye un carcter obsesivo . Pero si, por
el oontrario, los elementos caracteriaIes observados no
oorresponden a la estructura profunda del mmo sujeto,
no estamos ya en presencia de un simple carcter:., sino
de rasgos de cadeter.: por ejemplo, si nuestra e9tructura
obsesiva descrita ms arriba, adems de su carcter
obsesivo. obligatoriamente dominante, presenta elementos
caracteriMes histricos sobreagregados, designaremos esos
elementos heterogneos de carcter en relacin a la estructura, bajo la denominacin de .-asgos de carcter> histricos en un obsesivo.
Los rasgos de carcter> de esta naturaleza corresponden a 10 que hemos sealado precedentemente con respecto
309
tolgico .
S. FREUD (1908 b) ha definido el _rasgo de carde/er.
como _el resultado de las actividades de la red intercambiable de pulsiones originales, de las sublimaciones y de
las formaciones reacciona/es'; por lo t anto, mis reflexiones sobre los rasgos de carcter van a articularse entre
esos tres polos.
O. FENICHEL considera los rasgos de carcter como
formaciones de compromiso entre pulsiones y defensas del
Yo, tanto para organizar como para bloquear esas pulsiones. Los primeros rasgos de carcter se denominan en general csublimativos y los segundos creaccionales.
Los _rasgos de cardc/er sublimativos. tienen por objeto
satisfacer las pulsiones y evitar ,la inhibicin; concurren
al fWlcionamiento normal del Yo, sin empobrecerlo por
medio de un conoSumo suplementario de energa, como
los .-asgos reaccionales. Los rasgos de carcter sublimativos actan tanto sobre las pulsiones agresiva5 como so312
314
1.
tiem~
son los elementos del carcter esquizofrnico ya descritos: retroceso afectivo; impresin de torpeza y de extra-
eza corporal; angustia de gran vulnerabilidad; comportamiento fro y spero; soledad sentimental y dificultad de
comunicacin; estereotipos de comportamiento, tendencias
a la actividad rumiante, etc.
b)
se refieren 1>1 carcter paranoico en sus dos puntos principales, la proyeccin narcisista y la defensa antihomosexual pasiva: rigidez de comportamiento; reproches perse-
317
C)
el Super-yo se realice a pesar suyo); ahora bien, si realizamos un anlisis ms profundo del contenido latente, lo.
dos ltimos rasgos verificados en ese caso particular se
revelarn como rasgos que traducen simplemente en
elementos carnoteriales psicticos muy clsicos un fondo
estructural menos aparente, pero autnticamente psictico.
La manera en que la multitud de los rasgos de carcter
de todos los origenes se arl'iculan entre s por una parte,
y con las estructuras profundas por otra, constituye una
de las riquezas, y por qu no, una de las bellezas de la
vida, al rnjsmo tiempo que, felizmente, se refuerzan as
las posibilidades defensivas que siguen siendo relacionales. Pero el clnico se encuentra repentinamente frente a
un mosaico complicado, un rompecabezas de colores ne.;;perados colocados uno junto a otro, un laberinto de cambios de rureccin imprevisibles ante los cuales tiene muchas posibilidades (y muchos derechos) de afrontar los
riesgos del error o la Jmpotencia ...
Rasgos
de carcter orales
K. ABRAHAM (1924) ha distinguido dos periodos libidinales de tipo oral, basados sobre el modo particular de
los intercambios con la madre: un periodo de simple succi n . , en que el nio acepta reoib ir de la madre su alimentacin esencial tanto como -sus otras >satisfacciones, y por
otra parte, un perodo de mordisco en el que, al tener
ya a su disposicin algunos dientes y msculos ms fuertes,
comienm a crearse una r elacin ambivalente de depen320
321
b)
S.FREUD (1908 b) ha precisado los rasgos fundamentales de carcter anal, que se centran en 'lomo a la trada
parsimonia, exactitud y obstinacin.
El punto de partida ertico reside en el placer de 13
defecacin al nivel del ano, por una parte, y en la manera
en que son tratadas relacionalmente las materias fecales
por otra.
El problema del control, tanto del placer como de as
mateI"ias, plantea al nio muchos problemas en su relaoin
con su madre y sus educadores; la importancia de 'l a situa
cin ontognica del estadio anal (a caballo sobre la divi
ded line de separacin de }as estructuras psicticas y
neurtica,;), la duracin de ese estadio, su proximidad
a los estadios genitales y -&U rol fundamental en el acceso
a aquellos, su reactivacin intensa en el momento dd
perodo de latencia, la manera de acoplarse con gran fa
cillidad tanto a los deseos edpicos como a los deseos agresivos. todos eso,; factores hacen que los elementos carae
teriales anales constituyan los fundamentos de toda personalidad.
Despus de los trabajos de K. ABRAHAM (1925) se han
considerado dos periodos anales: el perodo de rechazo
y el periodo de retencin anales. Entre esos dos perodos
pasa la divided line descrita (cf. figura n.O 8) como lmite
323
que separa las principales fijaciones conducentes a la separacin entre la estructuracin de -m odos neurtico o psictico. El primer perodo alzal, el pcriodo anal de puro
rechazo, corresponde a un comportamiento caraolerial de
destruccin del objeto y s c ma ntiene en la gnesis de la
economa psictica, en tanto que el segundo estad io al'lal,
ligado a las posibilidades de retencin ob jetal, asegura ya
un control del sujeto que respeta su rea1idad y su autonoma; este segundo perodo se sita en el marco de la
gnesis neurtica.
P arece evidente que los rasgos caraoteriales alsicos
de parsimonia, exaotitud y obstinacin se refieren mucho
ms al segundo periodo anal que al primero, en el que
los elementos caractemales parecen estar representados
ms bien por el desprecio, la feca1izacin, el rechazo del
objeto identificado con las materias fecales, que deben ser
rechazadas a su vez como inasimilables y peligrosas.
Pero debemos rechazar ahora la habitual colusin ent~e
los eleI!lentos caracteriales anales y el -sadismo.
Sin duda el tnnino mismo de sadismo se halla dflSpirado en un nombre patronmico que evoca la erotiza.cin
que se obtiene de comn acuerdo slo con la violencia. Ahora bien, el empleo habitual de la palabra sadismo no corresponde. en principio, sino a un rasgo agresivo (en suma.
sin matiz ertico).
Si queremos respetar el senti do de los trminos y las
nociones, sin mezclar embarazosamente planos muy diferentes. es necesario distinguir, por otra 'p arte, tUl erotisma
anal que, aun bajo la forma ligada al primer perodo anal
de expulsin, no tiene nada d e sdico (en el .sentido de
las pulsiones agresivas J, ya que se mantiene econmicamente libidinal; y por otra parte, el sadismo. en el sentid"
psicoanaltico (y no pornogrfico) del trm ino, es decir,
un concepto que permanece bajo la pura dependencia de
las pulsiones agresivas y qt:.e no tiene en s ningn elemento
que se deba a las tendencias libidinales.
La intfincacin automtica de las dos lneas, agresiva
y libidinal, a nivel anal, es un hecho innegable en la
gnesis estructural; sin embargo, puede parecer peligroso,
en el plano conceptual, que esta coyuntura se considere
tan evidente que la denominacin hbrida de sadismoana' signifique una 60la unidad conceptual insep"..,.ble.
324
325
d)
327
e)
328
329
330
331
difcil de determinar con preci sin, ya que no debe corresponder a un comportamiento relacional agresivo en el que
el sufrimiento del otro no sea considerado; correlativamente, no debemos encontrar pjedad (directa o indirecta) para con el objeto al que el sujeto hace sufrir, ni el
placer que el sujeto mismo pueda extraer del sufrimiento
del objeto. Slo debe contab;lizarse la satisfaccin directa
de -l a pulsin.
Los rasgos de carcter sdicos parecen, por el contrario,
estrechamente ligados a la nocin de Bemiichtigunstrieb,
citada por FREUD desde 1905 (Tres ensayos) y retomada
en 1913 (P"edisposicin a la neurosis obsesiva), en 1915
(Las pulsiones y sus destinos), y 1920 (Ms all del prinpio del placer). LAPLANCHE y PONTALIS (1967) traducen
el tnnino por pulsin de dominio; para el sujeto se
trata (\e dominar al objeto por la fuerza. Despus de 1920,
aparecera este ras go como una herencia de la pulsin
de muerte.
Los trabajos de 1. HENDRICK se refieren a una necesidad de dominar ,,1 objeto, necesidad de naturaleza en
apar:iencia no sexual, pero que en realidad parece muy
cercana a los rasgos caracteriales descritos a propsito
de la uretralidad y del falismo, rasgos que siguen basndose en una logstica Iibidinal, en tanto resulta difcil
separar las pulsiones agresivas, en vivo, de las infiltr:
ciones Hbidina-l es, y a la inversa.
Sin embargo podemos constatar que en el -sistema pulsional freudiano existe, entre las pulsiones agresivas 'Y la;
pulsiones sexuales, la miSllla clase de relaciones complementarias que -se describen en el famoso esquema df'~
Yang y Ying chinos, en el que la suma de dos factores permanece siempre i"gUal a una constante: desde el momento
en que uno de los dos elementos disminuye cuantitativa
mente, el otro compensa esta prdida por medio de un
aumento compensatorio de fuerza i~ y de sen.t ido
opuesto.
332
Las hipte,is freudianas se complican todava ms como consecuencia del hecho de que no solamente la libido
desfalleciente cede el paso a las pulsiones agresivas, sino
que toda debilidad de una forma elaborada de libido nos
remite a una alteracin cualitativa regresiva, y por ende
degradada, de la cantidad de libido restante.
Esto nos permite comprobar que los rasgos de carcter sdicos son tanto ms netos y diferenciables cuanto
ms dbil es la cantidad de la libido, por una parte, y por
otra parte en cuanto que, frente a ellos 'Y cualitativamente,
estamos en relacin con formas arcaicas de la ' evolucin
libidinal taJes como las hemos descrito ms arriba: formas oral, anal, uretraJ y flica.
Parece indudable que deberamos distinguir, en cada
etapa del desarrollo afectivo, y en la intrincacin pulsional ms legtima y estrecha, la parte que retoma a la
gnesis de la lnea pulsionaJ libirunaJ, y tambin la parte
que se vuelve hacia 'la lnea pulsional agresiva. Quiz"
~onvendra i ncluso hacer tambin el balance, en un tercer
plano, del rol relativo de las .pulsiones del Yo. en el
sentido narcisista y freudiano del trmino.
Los rasgos de carcter sdico que se remiten a !a
agresividad actuada. verbal, o simplemente mentaliz.ada,
sobre el objeto, no dif.ieren sensiblemente de aspecto, retengamos o no 'l a hiptesis del instinto de muerte ~, ya
que se trata aqu, de todas maneras, de un rasgo directo
de carcter, de .ma manifestaci6n relacional de la estructura subyacente, independiente, al menos a priori, del aspecto eventualmente reflejo del sadismo sobre el mismo
sujeto.
Como '10 ha mostrado D. LAGACHE (1960), es conveniente no confundir ,los rasgos de carcter sdicos con Jos
rasgos de carcter que testimonian una snple necesidad
de actividad. Si bien el sadismo es efectivamente activo ,
existen por el contrario muchas otras fannas de 3ctividad
en rejacin con modos de funcionamiento del Yo que no
tienen en s nada de agresivo y que, por el contrario, se
orientalian en el sentido creado!" e integrador del Ero').
en ta..~to) que la agresividad en s mis ma induce siempre
la desorganizacin y el fraccionamiento.
333
b)
Cuando, por ejemplo, el nio interpela al padre, designa ai mismo tiempo a la madre: .No soy yo quien te amenaza, dice al padre, es ella quien te ha castrado, y mira,
no me tienes ningn temor porque ella me ha castrado a
m tambin, pero t, t has permitido que lo hiciera.
Sin embaI1gO, permanecemos todava en el mbito de
una economa tridica proto-edpica, en el sentido genital
del trmino, ya que .se trata aqu de la castracin flicanarcisista-anal-agresiva y no de ~a autntica castracin
genitai, cuya angmtia slo podra aparecer en una ecc>nomia triangular mucho ms elaborada sexual mente y que
necesita de -las vivencia:s edpicas que justamente el mecanismo m.a5oquista ha evitado abarcar e integrar en
tanto que tales, aun cuando eventual'm ente coexistan a
su lado.
El rasgo de carcter masoquista es a la vez l a agresin
y el camuflage de la agresin, gracias a tres subterfugios
complementarias:
a) La proyeccin de -los fantasmas agresivos del sujeto
sobre el objeto: . Es el otro el que me ataca, y es por eso
que sufro
b) La mistificacin del objeto durante el ..taque agre-
335
quistas.
e) Rasgos de carcter autopunltlvos
Podemoc; distinguir los comportamientos autopunitivos
que corresponden , ya sea a 105 comportamientos masoquistas, ya a los comportamientos de fracaso . Las ac~
el m ecanismo masoquis ta, como acabamos de ver, permite el ataque sut' del otro a ,la sombra del 's adismo dirigido
contra s.
I..as actitudes autopunitivas se interpretan a menudo
en el sentido de una sancin que el sujeto se inflige a s
mismo 'Para -sa1isfacer a un Super~yo demasiado exigente.
S;n embargo, en la lnea de pensamiento comn a :odo
este trabajo, nos encontraramos, al aceptar esta interpretacin, con Ia nocin de Super-yo., la herencia del Edipo,
y por ende la accin de la libido, por ID que nos parece
ms riguroso limitar, en este pargrafo, 'la nocin caracterial de aUlopunicin a los aspec:os pulsiona.Jes agresivos, sin interferencia, al menos en el plano terico, de
los elementos genitales (en genernl concomitantes, sin
duda, pero dependientes de una .fnea pulsional distinta).
Efectivamente, al referJrse a Anlisis terminado y anlisis interminable (1937 e) encontramos la descripcin d"
elementos de pulsiones agresivas que FREUD presenta
como susceptibles d e manifestarse, fuera de toda vinculacin con el Super-yo, en ciertas necesidades de punicin.
A ese nivel, nos mantenemos dentro del marco del masoquismo secundario, en la medida en que :Se trata, en
esa clase de rasgos de carcter autopunitivos, de un ver
dadero retorno contra si mismo de una parle de las put336
337
3
La patologa del carcter
internalizadas por otra parte, y por ltimo, por Jos derivados pulsionales. Los parmetros de gravedad se situa- .
ran as a los niveles del desarrollo instintuaJ, del d~a
rrollo del Super-yo, del establecimiento de las operaciones
defensivas del Yo, y de las viscisitud".. de 'as relaciones
de objeto internalizadas.
El nivel superior de organizacin caracteriab patolgica comprendera Ilos componentes caracteriales histricos, obsesivos y depresivos.
El nvel medio agruparia los elementos de carcter
omles, pasivos-agresivos, sadomasoquistas, algunos elementos narcisistas o perversos.
Finalmente, el nivel inferior akanzara a ,las personalidades infantiles y muy narcisistas, las personalidades antisociales, los caracteres as if, los caracteres caticos-, las
derivaciones sexuales mltiples, -l os toxicmanos, las personalidad~ prepsicticas y, sin duda, en el nivel ms bajo
del cuadro, las personalidades psicticas.
Tenemos. por cierto, inters en distinguir en un primer
momento aquello que, en el plano econmico, diferencia
radica1mente la economa estructural de las neurosis o las
psicosis clsicas de la economa de las organizaciones
lmites.
En la economa estructural de tipo . clsico . (et. figura 10) el carcter constituye ,,1 modo de expresin relacional y funcional correspondiente a la categora de
adaptacin. Es e carcter se descompone en elementos
sublimativos .p or un lado, y reaccionales por otro. Los
elementos sublimativos aseguran una paz total a los sistemas pulsionales y defensivos, al evitar de manera C003
tante el recurso a los procesos habituales de inhibicin;
por su parte, los elementos reaccionales continan utilizando -l a energa transmitida por el Yo, pero este desgaste
energtico no protege al Yo solamente contra eventuales
desbordes pulsionales que permanecen dentro del cuadro
caraateria1; adems evita que el Yo se descompense en
la va sintomtica. Dicho de otra manera, las formaciones
reaccionales constituyen una verdadera barrera contra la
evolucin sintomtica manifiesta, en tanto .se rnantien~n
al servicio exclusivo del carcter.
En la economa limite., las cosas suceden de otra manera: como no existe va sintomtica. el esquema, en lu-
340
gar de ser triangular. entre estructura, carcter y slntoma, se vuelve simplemente lineal: organizacin, carcter,
depresin. Es el caroter. quien defiende (como puede, en
una pseudo-nonnalidad que representa un acondicionamiento muy relativo) al Yo contra la descompensacin
(depresin). Si el carcter (et. figura 11), constHuido de formaciones reaccionales ya -poderosas y de sublimaciones
(y ms especficamente an de Idealizacione51' en relacin
con el Ideal del Yo, y por ende menos slidas), '1\0 basta
para evitar la depresin bajo su simple aspecto funcional,
va a sufrir (y el Yo con l, desde luego) una deformacin
en el sentido de la patologa del carcter, tal como la
ESTRUCTURA CLASlCA
ckI Yo
"#
,<,,.;
'"
/~
CARACTER
7\;:
Sublimaciones Fonnacioncs
reaccionalc.~
SINTOMAS
11
FIG. 10
Esquema de funcionamienlo de la economla estructural clsica.
:l nG -\SIZACIO N
.LlMITI;:. del Yo
FIC.ll
Esquema de funcionamiento de la economa de una argani
zacin Ifmite.
341
342
343
1.
LA NEUROSIS . DE CARACTER
344
346
347
BOUVARD y PECUCHET
A menudo se ha maltratado mucho a esos dos pe rscr
najes, ridculos para los otros, pero desdichados para s
mismos, e inoluso algunos crticos han llegado a declarar
que .sentian piedad de FLAUBERT . por haber escrito
pginas (en apade:ncia) tan estpidas ...
Sin embargo la mayora de esos mismos autores celebran los mritos del realismo sentimental de FLAUBERT
en ocasn de las descripciones afectivas nlanifiestas qUI!,
348
en Madame Bovary, slo testimonian en realidad una genitalidad de cobertura, por encima de ,l os enormes problemas narcisistas latentes_
A propsito da Bouvard y Pecuchet, sabemos que Hauhert pas los seis ltimos aos de su vida en una encarnizada labor de compilacin, para no terminar una obra de
la que nos dice que las mujeres tendrdn en ella poco
lugar y el amor ninguno . ,_
Ya estamos advertidos_ De qu se trata, pues?
De dos pobres seres, no tan masculinos, aunque no aparezcan de manem manifiesta como demasiado homosexuales, si bien el erotismo anal de Bouvard, hijo natural y
marido engaado. destinado a ser maltratado por las mujeres f-Iicas (episodio con "a viuda Bordin) sea evidente,
y la pasividad sexual de Pecuchet no presente ninguna duda (episodio de Mlie l. Los dos 'salen lastimados y decepcionados de sus intentos 'de acercamiento sexual ... apart:
de la aproximacin picaresca verbal y sin peligro con la
estatua de yeso del cenador.
Ya se entreguen sucesivamente. en el ocaso de su vida,
a intentos de recuperacin narcisista en los planos raconooes de la qumica o de la alquimia, de la cultura o de la
cocina, de la historia natural o de la medicina, de la arqueologa o de la geologa, de la historia o de la novela,
de la poltica o de la filosofa, de la religin O del espiritismo, de la pedagoga o del amor. ya bu~quen incluso 'a
muerte.. . todo esfuerzo conolu~ inevitablemente en un
fracaso ...
Lo que deba restaurarles narcissticamente a los ojos
de los otros t3nto como a sus propios ojos. va a agregarse
a la s uma de heridas narcis istas anteriores; no triunfan,
pero tampoco se dejan aba-tiro La depresin no se hace
presente nunca, ni s iquiera en ~a escep3 del suicidio fallido; pero el xito tampoco llega nunca.
Por 10 tanto, no estamos en el plano de un simple carcter, ya que hay repeticin del fracaso, ni a l nivel del
simple (tronco comn, ya que no hay depresin. Seg!l
las hiptesis esquematizadas en la figura 11, nos encontramos en una ramificacin lateral slidamente acondicionada a partir de la economa lmite: la patologa t1 neur-tica del carcter.
La negacin del fracaso, la ausencia de sufrimiento, el
349
activismo desplegado en fonnaciones reaccionales renovadas sin cesar, todo habla en favor de la neurosis. de carcter.
Al igual que la actividad febri-I, esta hipomana penna
nente que niega el fracaso constituye un verdadero sntoma
sin sin toma de tales estados.
El anaclitismo est desarrollado, tanto frente a los
otros como, en primer lugar y esencialmente, entre ellos
nllsmOS . No eran nada antes de encontraI'Se, juntos puoden ernprenderJo todo.
Sobreviene un fantasma pseudo-genital -tendrn que
separarse? De ninguna manera .. _ el anaclismo femenino
no corre el -r iesgo de compensar Ja solidez del lazo horno
sexual latente; adem"", ,la mujer representa un peligro ,para ,l a integridad del Yo financiero o corporal y una afrenta
para el narcisismo; eso no interesa : "" volver a la solucin hbilmente puesta a punto, justo con la suficiente
autopunicirl como para no inquietar narcisistamente a
los vecinos, y con las suficientes gratificaciones narcisistas
como para satisfacerse en circuito anacHtico cerrado.
pistas.
Si bien la novela no nos informa nada acerca de su
infancia, de todas maneras hemos sealado ms arriba
las fallas narcisistas evidentes para el autor tanto en uno
como en el otro de los dos hroes-pararrayosque-poMIlsu-parle> para poder, a la vez, mantener a pesar de todo
350
no un carcterlt.
La escasa gravedad de las afecciones objetales y reales les permite mantenerse en el cuadro neurtico de
esta patologa caracterial.
2. LA . PSICOSIS . DE CARACTER
Como consecuencia de un juego mucho ms intensivo
de los fenmenos proyectivos. de las fonnaciones reaccio.
nales y, sobre todo, de los elivagos de las imagos objetales, la psicosis. de carcter, aunque no niega la realida'i
351
(cosa que en cambio hace la psicosis a secas), llega a cometer serios errores en la evaluacin de esa realidad.
En erecto, las defensas caracteriales alcanzan, en esta
variedad mrbi..la, a escindir dos aspectos efectivamente
invertidos de esta realidad: vivencias contradic~orias. gratificantes por un lado e inquietantes por otro. Adems,
al encontrarse las representaciones perturbadoras a su
vez inmediatamente proyectadas al exterior, enfocan ms
especficamente el aspecto inquietante, ya aislado, de la
realidad externa. que se mantiene doblemente a distancia
despus de esta operacin.
En definitiva, asistimos pues a un doble clivage, interno y externo, de los eiementos de la realidad, divididos en
gratifican tes y perturbadores.
Basta cop.. que se acente el nJOvimiento complementario de sobreinversin de las imagos separadas como grao
tificantes .p or una parte y de des inversin de las ilnagoo:;
separadas como inquietantes para el narcisismo por otra
parte, para hallarse finalmente ante una falsa evaluacin
de la realidad, tpica del modo de funcionamiento nlelJ
tal de las psicosis de carcter.
Es el caso de los sujetos que, por ejempJo, de vIaJe
por un pas extranjero, expe rimentan una tal necesidad
vital de reforzar SUis inversiones narcisista,s personales v
tal neces~da d complemenLaria de desinvertir los e.lemen tos
que se refieren a la inquietante extraPiezwI proyectad..J
sobre 105 otros, que practican un clivage de las representaciones , profundizado hasta el pun to de llegar a vclverse
insoportables para sus anfitriones y de verse ohligados a
partir de regreso antes de lo previsto, y sin hab ~ r como
prendido lo que habia pasado realme nte en el plano de jos
objetos externos y de la .sutil manipulacin de sus objetos
internos.
Tales sujetos necesitan el shock deprimente de un
importante traumatismo sodal, o de una experiencia colectiva agresiva en su contra (grupo 'iocia l o grupo de
sensibilizaciones diversas, que busca una verdad. cual
quiera. pero que en realidad se orienta sobre todo a las
fallas de la coraza caracterial del otro) para hacerlos vacilar sobre sus bases caracteriales personales hasta entonces consideradas inquebrantables o incorruptibles, en
352
A menudo algunos sntomas verdaderos, pero discretos , coexis ten en otra parte, si los elementos caracteriales
consciente de los elementos de c/ivage y una feliz proporcin de los rasgos sublimatorios y reaccionales consiguen
dente.
La cada narcisis ta final sobreviene siempre, un da
u o tro: al principio, ilumina sbi'tamente todo lo que pertenece al regis tro aberrante en la construcx:.in caracterial.
y que hasta entonces haba pasado desapercibido.
La cle r:1, y tambin e l alivio, compensadores del sentimien to de haber sido engaados. con ducen entonces a
los objetos a negar a su vez todos los elementos que pertenecen al sector positivo y no afectado por el clivage del
individuo . Se neces ita cierto tiempo, y p robablemente ob
jetos menos afectados persona lmente e n su narcisism'1,
para que esos elementos positivos puedan ser reconocidos
otra vez serenamen tc.
El conj unto del comportamiento de la Cl psicosisl) cara,,::.
lerial as ume un aspecto estrictamente defensivo: es la
famosa armadura caracteroal. Este mecanismo se as ienta
de manera particularmente feli z en ciertos tribunos, C;J
ciertos hombres polticos, artistas y escrito res.
Las formaciones reaccio naJ es, los clivages y las pro
yecoiones parecen de importancia vita l 'para el psictico,)
de carcte r : su dinmica sigue S'iendo : ser o no se r. En
tanto el mecanis mo no triunfe, la personalidad no se hall"
ni asentada interiorm ~ nt e ni afirmada exteriolll1ente; eJe,;de el momento en que el mecanismo funcio~a, comienza
la pene tracin de las dificultades sociales; en e l momento
353
354
355
de ocio con la literatura y la filosofa. Desde la convocatoria de los Estados Generales es elegido diputado del tereer Estado e ingresa de golpe en la historia.
Su sinceridad excu.sa su violencia. Este joven ir lejos,
dice muy pronto Mirabeau, refirindose a l; cree en todo
lo que dice .
En 1871 se le nombra acusador pblico en el tribunal
criminal del Sena: situado en la posicin de verdugo
(a la que le conducen lgicamente sus diatriba<; agresivas,
frente a los ojos del pblico) y detentador de un poder
bastante absoJuto sobre la vida de los otros (con el que
no ce.;a de acusar a todos los tiranos del mundo, comienm, oomo tantos otros hombres del destino (viejos
o no 1anto, civiles o militares, hombres polticos famosos
o repudiados) por deaLararse vi.c tima, y sostiene que hace
ofrenda de su vida al pas. Como en el primer 's ueo de un
anlisis, como en la obertura de una pera, o las primeras
palabras de dos amantes, su discurso inicial en ese cargo
simblico de acusador pblico contiene el resumen premonitorio de todo lo que seguir: No es sin cierto espanto
que considero los penosos trabajos a los que mi situacin
va a condenarme, pero estoy llamado a un destino tempestuoso; es necesario que siga mi curso hasta que haya heclzo
356
357
a una fusin predelirante (en el sentido de una neo-construccin irreal y tranquilizadora) de las imgenes paterna
y materna protectoras y gratificantes; a pesar de que, en
un movimiento complemeITtario y simltaneo, se cree por
otro lado un -lazo igualmente sub-delirante con la representacin interna positiva de un Ser Supremo dotado de
matIcos, entran indiscutiblemente en la patologa caracterial, y bajo una forma que parece netamente psiclica,
dada la importancia del clivage de las imagos y la amputacin consecutiva de ,l a realidad, as como el empobrecimiento progresivo del Yo, a manera de contrapartida inevitable.
Este hombre no era ni un demagogo ni un perverso:
"uf-ra verdaderamente la situacin en la que se hallaba;
sufra sinceramente por sus actos y nada tena que ver con
esos pequeos tribunos de comits diversos, sedientos del
poder con el que fantasean, excluidos por sus padres y que
manifiestan visiblemente su placer en degrada'r 'los objetos
actuales de proyeccin con sus propios deseos de poder
y con sus propios movimientos persecutoriOS!.
Robespierre, eJ .incorruplible en el plano Iibidinal
oral (asceta), ana,! (desprecio por el dinero, pero siempre
limpio .v elegante) y genit ..l (no se le conoce ninguna
amante y slo dos novias puramente platnicas), da pruebas de una -pobreza y una rigidez afectivas descritas muy
a menudo y que se traducen en su ,l enguaje: nunca encon tramos en sus discursos ot-ros impulsos que no sean lo~
sdicos (y sus consecuencias rna-s oquistas), sino la neceo
sidad de una lgi ca aparente e inflexib'le, en nombre de
la clera y la justicia (por otra parte, esta ltima se vive
ms con una espada que con una balanza).
Los clivages que alteran la realidad se manifiestan tanto en su necesidad de una representacin encarnada el1
l en su rigor, o en el exterior, en el Ser Supremo en
su trascendencia, como en la necesidad de certidumbre
de Ja existencia de la Naturaleza virtuosa, buena y jus1a,
omnipotente e inmortal. de sus fantasmas de pri,mera infancia. reactivados ms tarde por ,la 'l ectura de Roussea'.l,
mientras que por otro lado SUlS proyecciones, directas o
identificadoras. 10 pondran al abrigo de las 'representaciones inaceptalYles de -sus -pulsiones agresivas.
No poda sino hacerse rechazar por los violentos de su
poca, en razn de la ambivalencia de sus provocaciones.
Al mismo tiempo, a fuerza de clivages y de proyecciones,
llegaba a comportarse con los otros como si ya no existieran y, en el mismo momento, se apropiaba narcisiSltamente
de la .parte del len. en el plano de la idealizacin, del
rigor y de la intransigencia.
359
Por una parte, obligaba a sus objetos a venir a nc,inarse el 8 de junio de 1794, en ocasin de la fiesta del
Ser Supremo, ante su propio Ideal :lel Yo, a l que elevaba
a l altar de la patria; por otra, poco tiempo despus, el
28 de julio, 'en su ltimo discurso, agobiaba a esos mismos objetos con sus proyecciones, cuya simple en um ::!racin parece difcilmente creble : en efecto, trata prt.:ticamente a la Asamblea ante la que se presenta de grupo
de cOI1Spiradores. dictadores. enemigos del pueblo, perse-
CCttSQ
es el comienzo de la inmortalidad.
No podemos estar de acuerdo con R. LAFORGUE (1950)
cuando sostiene la hiptesis de un Super-yo demasiado so!
vera en Robespierre. o cuando propone un diagnstico de
paranoia.
Robespierre no estaba organizado de manera suficientemente edpica como para superar el estadio del Idea l
del Yo y alcanzar una organizacin superyoica bajo la
primaca del genital. Al igual que su hermana eharlotte
(agriada y virtuosa), o su otra hermana Fram;oise (muerta a los 22 aos) o su hermano Bonbon. (guillotinado
con l), Maximiliano no haba encontrado jams verdaderamente al otro sexo.
Sin embargo, Robespierre no era en absoluto un psicJtico de la lnea clsica: su Yo no estaba fraccionado ni
afectado por el clivage. Slo sus represent.ciones objetales haban sufrido notables deformaciones de acuerdo con
ese proceso defensivo. pero no su Yo.
Por otra parte. Robespierre se mantendra demasiado
aferrado narcissticamente al objeto anacltico idea.!, '!
centrado sobre un Ideal del Yo anridepresivo, como para
acercarse a una estructura paranoica. Nunca niega la
realidad, 'p ero ejerce con violencia el clivage sobre la~
representaciones y no busca ni satisfaccin, ni poder. SJo una tranquilidad inhallable, que le lleva a reiniciar
continuamente profundos e inagotables clivages del mun360
3. LA PERVERSION DE CARACTER
La perversin. de cameter corresponde en realidad,
como ya hemas .sealado, a los sujetos afectados de perversidad, en tanto que la perversin autntica, descrita
a propsito de -las estruoturas, se refiere a los verdaderos
perversos en el sentido habitual del trmino.
pie rtarcisisnno.
Por lo tanto, nos hallamos ante una regresin, no a una
economa de eficiencia genital parcial, -sino a una economa
esencialmente narcisista, con peligro de descubrir en ella
.burbujas. genitaJes diversas asociadas (hetero u homosexuales), pmamente yuxtapUfStas y no organizadoras,
Para el perverso. de carcter, los objetos no pueden
361
YAGO
En principio, parece interesante sealar que SHAKES
PEARE se inspir, para su Otelo, en una novela aparecida
en 1565 en la Hecatommithi de Giraldi CINTHIO. En su
relato, CINTHIO traza ante todo un retrato neurtico .
de un Yago al que describe como locamente enamorado
de Desdmona: son <rus celos sexuales con respecto de
Otelo lo que colStituyen la trama del drama.
En la obra de SHAKESPEARE todo ser diferente: de
todos los hroes diablicos de SHAKESPEARE (y Dios
s abe que existen muchos de ellos), Yago es presentado sin
duda como el ms sutilmente prfido, y tambin es el
genio malo d'e l autor que se halla desc rito con ms cuidado, finura en el trazo y precisin en las lneas de fuerza
caracteriales . Yago se muestra a la vez cnico, vivaz y hbil,
agresivo y ambicioso pero igualmente celoso: sin embargo.
364
una posicin narcisista-flica por una parte, frente al conpernen en cuestin, no una c.ategora personal genital, sino
junto de los obje tos, y homosexual por otra parte, con
respecto a los objetos particulares representativos del
poder. Si no se tuviera en cuent'a (omisin frecuente en
muchos comentadores) este resorte, sutil pero muy pode:roso a nivel narcisista, Yago no tendria nil'1lcouna motiyacin
para acciones tan tenebrosas. los antiguos 'psiquiatras ~.
legistas lo juzgaran afectado por la famosa . perversidad
COH sl itLwional ., y se lo considerara incomprensible racionalmente ; pero nosotros creemos poder explicar de todas
maneras esa perversidad con un poco ms de precisin
actuu'lmente, y en el registro de la patologa caracterial.
A veces se ha credo, no sin razones, aunque quizs
equivocadamente, que el drama de SHAKESPEARE puede
reducirse a un concierto homosexual entre Otelo y Yago.
In"luso algunos han llegado a sugerir que hubiese sido
ms oportuno que la pieza se titulara Yago y no Otelo,
hasta tal punto la extraeza inquietante del personaje
siembra la accin de rasgos oscuros, comunes a todos
los humanos, y que stos no pueden reconocer s.ino en una
media-tinta proyectiva, muy esfumada, impregnada de placer no confesado y de horror abiertamente declarado.
El genio de SHAKESPEARE consiste en esbozar, en
el lmite de lo consciente y lo preconsciente del espectador, una fascinante a1egora de 13.5 pulsiones narcisistas
y sdicas en estado puro, despojadas de sus habituales
componentes sociales dulcificadores, culpabilizados o genitalizados.
Yago es la avidez fundamental, ,da envidia en el sen
tido kleiniano del trmino: es el tratar de recuperar para
s lo que los otros. y no l, han obtenido .
Ya no hay en Yago ni culpabilidad, ni temor a la castTacin, ni rastros defensivos de un Edipo, ni siquiera
dulcificado; todo es all narcissticamenle grandioso, tanto
en la indiferencia frente al Super-yo intenonzado, como
frente al narcisismo del otro. Para quin de nosotros
Yag<>, adems de sus aspectos profundamente letales (y
ms all incluso de su inevitable conducta de fracaso), no
representa, tambin, al vengador, sin temor ni reproche,
de todas las ooncesiones que, desde nuestra ms tierna in
fancia, hemos debido acordar al narcisismo de nuestros
365
366
propsito de Cassio: Pondr a Cassio en el lecho .. . o directamente a propsito de Olelo: Abusar del Moro de la
manera ms grosera ... (sic).
Ya se trate de Emilia o de Desdmona, Yago no considera a las mujeres (incluso en el fantasma de ser engaacio
por Otelo) sino como un medio de encontrar sexualmente
al hombre : al igual que en las estancias de Mefisto ante
Maflguerita y Fausto, ,los versos de Yago comienzan con
una aparente galantera al estilo del cumplimiento corte*
sano ms clsico y terminan con una amarga fecalizacin
moral. De la rnis,ma manera que el homosexual pervers o
remeda a la mujer y la ridiculiza en sus propios CUi/!*
portamiel1lOs, el perverso de carcter ridiculiza la femineidad por medio de la proyeccin sobre las representaciones femeninas de sus propios rasgos de cardcler agresivos _
La ambi valencia narcisista de Yago desencadena movimientos agresivos y manacos de superficie necesarios
para enmascarar el movimiento de aproximacin pasiva y
latente con respecto a los hombres: Yago no quiere suplantar a Otelo, desea con violencia nada ms que conservar el segundo lugar despus de l, sin duda el de Cnssi,
pero tambin el de Desdmona.
De la misma manera, presta, en sus fan.tasma s, 'i!.l
propia esposa a Otelo en el primer acto, y a Ca'Ssio en el
1. Exjst~ arlcmas, sin duda. un juego de palabras que da a la palabra
.M om_ un scn tid o mas bi~n dI! homos c.~u;llicl;ld ./ran)'-seltual_.
367
368
Conclusin
que no ex.i51e sino un nmero muy limitado de eslructuraB de base, cuando reservamos e sta de nominacin para
factores a la vez muy precisos, muy profundos y muy
constantes.
Por lo tanto, parece posible reunir y artioular entre
s una serie de dat"", tanto caracterolgicos como psi-
369
quitricos, a partir de esta nocin de formaciones estructurales de base, sin caer sin emba'r go en una cla5ificacin
simplemente psicopatolgica.
La mayona de los estudios caracterolgicos antigu05
se consagran a descripciane5 a menudo felices, pero habitualmente fragmentaria5 y superficiales, sin base5 estructurales definidas con la suficiente claridad. Muchos
intentos nosolgicoo y psiquitricos 5e limitan a una ..,paracin en grupos de sintomas y sndromes. En cuanto
a los intent05 de comunicacin entre 105 sistemas caraeterolgicoo y psiquitricos, en la mayoria de 105 casos han
acabado en 'la dominacin del determinante mrbido.
Mi esfuerzo de reflexin es el resultado de veinticinco
aos de prctica psicolgica y psioopatolgica en grad05
diversos, y de nueve a05 de investigaciones sobre el
problema de la5 estructuras de base o de 5U~ manife5taciones visible5, tanto mr.bidas como no mrbidas.
La hiptesis de trabajo que he de5alTOllado aqu supone que toda organizacin estructural de la pe11Sonalidad
puede traducirse en la vida relacional tanto bajo la forma
de elementos de carcter, en el estado normal de adaptacin, como bajo la forma de sntomas, en ca5Q de desadap.
tacin y de enfermedad.
El criterio de normalidad. 5lgue vimculado, para m,
al grado de adaptacin a las realidades internas y externas
del sujeto, y consti.tuye la Hnea que separa ,las dos vertientes precedentes.
Una estructtora de base se defiine por.la solidez, la permanencia y la relativa fijeza de -l os mecarusmos mentales
esenciales: modo de constitucin del Yo, manera en que
se tratan las expresiones y las representaciones pulsiona~
les, rol de las instancras ideales e interdictoras, grado de
evolucin y de elaboracin <JibidinaJ, tipo de relacin de
objeto y su distancia, natumleza del modo de angustia
profund, sentido del equiolibrio entre inversiones narCIsistas y objetales, variedad del vnculo con la realidad, nivel y consecuencias de los conflictos internos o eXlterno,p
influencia rec~proc.a de ~os procesos primarios y secunda,rios, categora de los sueos y los fantasmas, primaca
de tal grupo de mecanismos de defensa, <llirlctica particular entre principio de placer y principio de rea],i dad, etc.
Tales exigencia5 en el establecimiento de un diagnsti370
no confortable y sostenido por costosas fonnaciones reaccionales, que en pocas de cnonnalidad. dan la apariencia
de una hipernormalidad. y, en caso de debilidad, una
patologa depresiva. Es lo que llamamos habitualmente
border-lines o estc.dos lmites .
Esa lnea puede perfectamente descompensarse en las
direcciones neurtica. psic6tica o psicosomtica; ahora
bien, las lfneas neurtica o psic6tica slo podran comu
nicarse entre s a nivel de la gran crisis de la adolescencia.
Segn las hiptesis emitidas durante este trabajo, 13
lnea intermediaria podra originar tambin acondicionamientos ms estables: acondicionamientos perversos o
acondicionamientos caracteriales, sobre Jos que me h~
extendido particulannente. en razn de que su situacin
ha sido habitu",lmente bastante ma" definida, tanto del
lado de la caracterologfa como del lado de la psicopatologia.
Si ,bien las observaciones psicopatolgicas demuestran
ser muy tiles para ~i.r ,la trayectoria del psiclogo a
lo largo de su investigacin en busca del hilo rurector de
las organizaciones mentales de base, de sus lmites y su.;
desviaciones, sigue siendo evidente, sin emba,rgo, que est41
gestin no puede detenerse slo en los aspectos mrbidos
de lo que se ha comprobado.
.
Una organizacin estructural de base, tal como se la
371
mentarios que conciernen a las estructuras de la personalidad, los caracteras y la nosologa psiquitrica. Sobre
esta confrontacin he establecido mi punto de partida:
en la medida en que 'lal o cual elemento ~areca recibir
una verificacin clnica desde diversos mbitos, he considerado la posibilidad de elaborar, poco a poco, una sntesis
cada vez ms panormica; me he esforzado por relacionar
entre s los eslabones olnicoo y tericos que, junto con
los especialistas en esos problemas parciales, hemos es
timado 10 suficientemente slidos.
Todava faltaba extraer de mis propias observaciones
y de mis propias reflexiones nuevas hiptesis que penni
tieran diluir en alguna medida las soluciones de continuidad que persistan entre ,l as diversas posiciones tericas ya
adquiridas y aparentemente 'nrorporadas.
Aqu es donde se encuadra la concepcin de la fluctuabilidad de los estados lmites, de su posicin intennedia,
no solamente desde el punto de v'sta nosolgico, sino
sobre todo en los niveles gentico, clnico y metapsicol6gico.
He considerado, en el mismo senbido, las posibilidades
de comunicacin entre las dos grandes lneas estructurales de base, solamente en la adolescencia, y luego los trnsitos de los estados lmites hacia las lneas> psic6tica, neurtica o psicosomtica.
A continuacin, me ha parecido que la evolucin hacia
]a organizacin perversa por una parte, y haoia ']os acondicionamientos del carcter por otra, no poda concebirse
sino a partir de una economa narcisista y anacltica de
tipo tt lmite.
Finalmente, he credo que todos estos cimientos es
tructurales, as precisados y articulados entre s, podan
dar cuenta tanto de los funcionamientos relacionales caracteriales, como de las evoluciones patolgicas ms o menos profundas.
Podram06 considerar el conjunto de mi sistema como
demasiado limitativo. restrictivo y predeterminado: creo,
por el con1rario, que me doy por satisfecho con presentar
un simple marco, una especie de rbol genealgico de la s
es tructuras y tiL' Sil desti/lo, una espina dors~.l concebida
como lugar de c"ncuentro de los puntos de vista gentico
y meLapsicolgico; sobre esos ejes conceptuales elemen373
Estructura de
la personalidad
Carcter
Sntomas
FIG. 12
Estructura de
la personalidad
FIG. 13
Esquema del drea relacional psictica.
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En toda personalidad es
conveniente determinar lo que
constituye una estructura de base,
estable y definitiva, o bien lo que
es parte de una simple
disposicin 1nvzl y maleable. Si
as se procede se llega a definir
en profundidad las nociones de
normalidad, estructura afectiva y
enfermedad.
Jean Bergeret pasa revista a los
distintos modelos de
estructuracin de la personalidad
tanto desde un punto de vista
metapsicolgico como desde el
ngulo de la evolucin
psicogentica, refinndose
siempre, pero con matices, a la
teora psicoanaltica.
El autor es doctor en medicina,
psiquiatra y psicoanalista,
profesor de psicologa patolgica
en la Universidad de Lyon IJ y
director del Centro Nacional de
Documentacin sobre las
Toxicomanas en Francia.
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