Competencia - Desleal - Del - E-Learning Angel San Martin Alonso

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SAN MARTN

LA COMPETENCIA DESLEAL DEL E-LEARNING CON


LOS SISTEMAS ESCOLARES NACIONALES
ngel San Martn Alonso (*)
Cuando la modernidad lleva la marca
del otro, no es de extraar que algunas
personas enarbolen los smbolos del arcasmo para afirmar su diferencia.
A. Maalouf (2001, p. 82).

SNTESIS: Da a da toman ms fuerza las ofertas de formacin a


distancia, sobre todo las que se presentan en soportes electrnicos y que
se conocen como e-learning. En este artculo mantenemos que dicha
expansin, supeditada a los cambios de las tecnologas, relega a las
modalidades presenciales de formacin, desplazamiento que calificamos
de desleal por cuanto se funda en el imperativo del discurso tecnocientfico
dominante y en una concepcin dbil del aprendizaje, que se objetiva en
prcticas de consumo ms que de enseanza. Son las tres lneas
argumentales que desarrollaremos de inmediato, admitiendo que la
escuela debe ser, pese a todo, un espacio de resistencia no tanto para
negar o supeditarse a las tecnologas de la educacin (TI), sino para
trabajar con ellas la condicin inalienable de ciudadano inherente a todo
aprendiz.
SNTESIS: Da a da toman ms fuerza las ofertas de formacin a
distancia, sobre todo las que se presentan en soportes electrnicos y que
se conocen como e-learning. En este artculo mantenemos que dicha
expansin, supeditada a los cambios de las tecnologas, relega a las
modalidades presenciales de formacin, desplazamiento que calificamos
de desleal por cuanto se funda en el imperativo del discurso tecnocientfico
dominante y en una concepcin dbil del aprendizaje, que se objetiva en
prcticas de consumo ms que de enseanza. Son las tres lneas
argumentales que desarrollaremos de inmediato, admitiendo que la
escuela debe ser, pese a todo, un espacio de resistencia no tanto para
negar o supeditarse a las tecnologas de la educacin (TI), sino para
trabajar con ellas la condicin inalienable de ciudadano inherente a todo
aprendiz.

(*) Departamento de Didctica y Organizacin Escolar, Universidad de Valencia,


Espaa.

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1. INTRODUCCIN
Al rebufo de las enormes expectativas despertadas por el ebusiness, apareci a finales de los 90 el e-learning, oficialmente proclamado en el Consejo de Europa celebrado en Lisboa a mediados de 2000.
Justo por entonces aparecieron en el horizonte financiero tormentosas
nubes que presagiaban lo peor para lo que se haba venido llamando
nueva economa. El pinchazo tanto de la burbuja tecnolgica como del
capitalismo popular parecieron inevitables tras la aparicin de un sinfn
de casos de corrupcin, de estafas y de alzamiento de bienes por parte de
los ejecutivos de importantsimas empresas del sector. No obstante, nada
de esto arredr a los iluminados de la sociedad de la informacin; slo
haba que cambiar de estrategia. El argumento era ahora que el fracaso
de la nueva economa se deba ante todo a la deficiente formacin de los
ciudadanosenelusodelasTI. El nfasis deba ponerse en la incorporacin de las tecnologas a una institucin de paso obligado como es la
escolar. Haba que intervenir en el espacio escolar por lo que tiene de
socializador y de productor de subjetividad, al tiempo que las TI contribuiran a superar las graves ineficiencias de los sistemas tradicionales de
enseanza.
Ahora bien, la incorporacin y el diseo de estas tecnologas a
tareas de formacin conlleva mltiples implicaciones de orden macro y
micropoltico. Nos ocuparemos de estas ltimas, por cuanto hacen
referencia a cuestiones pedaggicas y de contenidos, de cultura tecnolgica y de gestin. Pese a la extremada sutileza conceptual de cada uno
de estos mbitos, todos parecen quedar sintetizados, no sin harta
simplificacin, en la denominacin ms al uso que es la de e-learning. A
esta modalidad de formacin se alude tambin con nombres como
teleformacin, e-formacin, educacin abierta y a distancia, e-educacin, campus virtual, etc. Entre ellos destaca el de e-learning, porque a
pesar de ser el de menor trayectoria histrica, es el que en estos
momentos concita mayores intereses, trasciende las diferencias
lingsticas, e incluye las cuatro dimensiones micro antes aludidas. El elearning se expande cultural y demogrficamente, ocupando de modo
progresivo el espacio y las prcticas que hasta ahora haban correspondido a los sistemas reglados de enseanza, sistemas que conocemos
circunscritos al Estado nacin, pero en los que el modelo emergente
rompe los lmites jurdicos e identificativos de la nacin, para establecer
una nueva relacin entre lo local y lo global, entre el individuo y la
colectividad, entre el aprendiz y el saber, etctera.

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De este modo el e-learning puede analizarse desde perspectivas


muy distintas, en las que ninguna excluye a las dems, si bien en este
breve espacio lo haremos desde la ptica pedaggica en cuanto constituye un modelo de educacin/formacin alternativo. En tal sentido nos
planteamos: por qu la migracin digital llega al mbito de la formacin? Con qu tipo de discursos se est arropando semejante operacin?
Puede la escuela aprovechar las oportunidades que le brindan las TI?
Pero estas cuestiones nos conducen a la siguiente observacin: si
quienes deben aprender son los seres humanos, su aprendizaje merece
ser adjetivado como electrnico? A qu se alude realmente cuando se
habla de e-learning?

2. LA MIGRACIN TECNOLGICA HACIA LA ENSEANZA


El fondo del asunto no es tanto la cantidad o la calidad de lo que
se aprende con las TI, sino la dinmica de tensin a la que stas someten
a la institucin escolar en aras de propsitos que no siempre tienen
relacin con la enseanza y el aprendizaje. Tal tendencia se alimenta de
dos fenmenos sin aparente relacin entre s, pero que, de hecho, se
potencian mutuamente. Por un lado, la identidad ciudadana ligada al
Estado nacional tradicional se ha quebrado de mltiples formas (Altvater,
2000, p. 51). La institucin escolar se mantena y estaba regida por el
Estado para contribuir a la formacin de esa identidad ciudadana,
adems de ofrecer la instruccin bsica para el acceso a un puesto de
trabajo en el proceso productivo. Al margen de si cumpla o no con esas
funciones aunque la muestra ms palpable de que s lo lograba es el
espectacular avance de las tecnologas, lo cierto es que ahora esa tarea
la desempean de modo ms eficiente las TI. En definitiva, lo que hasta
finales del siglo pasado se pretenda de la institucin escolar: educar a
la ciudadana, es justamente lo que reclaman para ellas las TI y las
instituciones que las promueven. Por otra parte, para mantener el actual
ritmo de desarrollo exponencial, las tecnologas necesitan ocupar nuevos
espacios y un sustrato cultural lo ms favorable posible, y esto no es lo
que se encuentra ni en la organizacin de los espacios escolares ni en sus
disposiciones metodolgicas de enseanza y aprendizaje. As, para
fomentar la nueva identidad ciudadana y para superar el lastre de la
escuela tradicional, se articulan nuevas ofertas de formacin ajenas o
con leve sustento en la institucin escolar.

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La referida migracin se produce en un entorno cultural,


poltico y econmico denominado Sociedad de la Informacin (en
adelante SI), bastante complacido con lo que sucede al respecto (ver fig.
1). Esta sociedad, pese a las alarmantes diferencias en el grado de
desarrollo segn la localizacin geogrfica, alienta con fuerza la migracin digital, entendida como la inmersin de las tecnologas en cualquier
actividad individual o colectiva. El fundamento ideolgico de esta
estrategia lo aporta el neoliberalismo econmico imperante, pues considera que las TI son uno de los factores determinantes de la productividad,
entendiendo por tal un trabajo en menos tiempo; un trabajo con ms
precisin y menos errores; un trabajo con la concurrencia de menos
personas, ms ergonmico, menos arriesgado (Rodrguez de las Heras,
2004, p. 1). La migracin no slo sigue un determinado itinerario
geogrfico, en el sentido literal del trmino, sino tambin dentro del
mismo territorio las tecnologas copan a desigual ritmo los distintos
sectores de actividad, entre ellos el de la educacin/formacin.
FIGURA 1
Implicaciones de la sociedad de la informacin

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SISTEMA
Ciencia - Tecnologa - Industria

Conectividad
Innovacin
Productividad
Flexibilidad
Consumo, etc.

POLITICAS

Sociedad de la Informacin
Sociedad del Conocimiento

NIVEL
SOCIECONMICO

e-Administracin
e-Business
e-Learning
Teletrabajo
Entretenimiento

ESCOLARIDAD

Factores de sostenibilidad

La migracin, por tanto, es un principio consustancial a la


innovacin permanente que se observa en el sistema tcnico (constituido
por la alianza estratgica entre los subsistemas de ciencia, tecnologa e
industria), cuyos productos deben adquirir valor de cambio de modo que

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el mercado los distribuya, y que con las plusvalas obtenidas se realimente


el sistema. En este contexto, como viene sucediendo desde los aos 80,
las polticas pblicas quedan relegadas a actuaciones de carcter
reactivo: leyes contra la copia ilegal de productos electrnicos, cdigos
deontolgicos para la biotecnologa, abolicin de aranceles manteniendo
la excepcin cultural, como en el caso del cine, o, lo que ms nos interesa,
promoviendo pomposos proyectos institucionales de alfabetizacin digital
que no van ms all de favorecer el equipamiento informtico1. En
cualquier caso, el sistema tcnico est colocando multitud de artefactos
que interfieren (median) y transforman las relaciones sociales, dando
lugar a la SI o del Conocimiento. El ciudadano que la habita debe
adaptarse a un estilo de vida orientado por preceptos como el de la
conectividad, que se objetivan en actividades catalogadas como ecomercio, e-administracin o e-educacin. Pero estas lneas de accin
estn entrelazadas para optimizar sinergias, por macroproyectos alentados desde los Estados a modo de polticas pblicas activas o
ciberestrategias nacionales, segn expresin acuada en un influyenteforo2. Son, por tanto, proyectos muy ambiciosos (e-Europa, Plan Info
XXI en Espaa o el Proyecto Enlaces en Chile)3, que se financian y a veces
se evalan por organismos internacionales (BM, UNESCO o la UE) con
acciones simultneas orientadas a mejorar las infraestructuras en mbitos pblicos (administracin) y en los privados (pequeo comercio), y
disponiendo de cuantiosos recursos financieros. Entre las lneas de
actuacin, la relacionada con la educacin queda diluida entre todas las
dems.
Las distintas lgicas que rigen la SI necesitan unas determinadas polticas, un cierto nivel econmico, y, por supuesto, un sustrato
cultural adquirido en el entorno de la institucin escolar. No obstante,
esas relaciones son difciles de establecer, pues, como seala Narvez

1
Para entender esta dinmica, hemos de recordar que, en abril de 1994, la
Organizacin Mundial del Comercio aprob el Acuerdo General sobre el Comercio de los
Servicios, en el que uno de los protocolos que lo desarrollan, aprobado en noviembre de
2001, establece los plazos para que los Estados miembros liberalicen/privaticen tambin
el servicio pblico de la educacin.
2
Declaracin aprobada en Ginebra (mayo de 2004) tras la Cumbre Mundial
sobre la Sociedad de la Informacin, foro que cont con el apoyo de la ONU y de la UNESCO
entre otros organismos internacionales. En www.itu.int.wsis
3
En la web oficial de la Organizacin de los Estados Americanos puede verse
una amplia relacin de los macroproyectos y de las lneas de actuacin, que, con las TI como
pretexto, estn implementando casi todos los Estados latinoamericanos.

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Montoya (2004, p. 4), por un lado, para tener una buena infraestructura
y cobertura de las TIC es necesario un desarrollo econmico y social previo;
por otro lado, la inversin prioritaria no puede ser en conectividad y
servicios tcnicos sino en desarrollo social y, especialmente, en educacin. La tendencia muestra que los pases con mejor escolaridad caso
de Finlandia, por ejemplo son tambin los que mejores resultados
arrojan en los distintos parmetros definitorios de la SI. Por supuesto no
hay una relacin causal, sino que la escolaridad acta como factor de
sostenibilidad, permitiendo en unos casos acceder a las TI desde la
escuela (sociedades con menor desarrollo econmico), y, en otros (en las
sociedades ms desarrolladas), fomentando una cultura cientfica y
tcnica que sustenta el sistema de innovacin y anima el uso social de las
TI. En fin, estos son los elementos y las relaciones que hay entre ellos que
hemos querido sintetizar en la figura 1.
Tras el estrepitoso fiasco, a mediados del ao 2000 de la nueva
economa pareci haberse elegido el mbito educativo como el campo
estratgico desde el que consolidar el uso de las TI. El supuesto
subyacente es que no basta con disponer de artefactos tecnolgicos; se
necesita un dominio de stos junto a un nuevo ropaje cultural asociado
a principios como el de fiabilidad de las tecnologas, conexin on-line
permanente, convivencia amigable entre la identidad analgica y la
digital del sujeto, compartir ciertos mbitos de la privacidad, o la
asuncin acrtica de la productividad como medidas indiscutibles del
nivel de desarrollo alcanzado. Y para dotar a la ciudadana de este ropaje
cultural, nada mejor que hacer migrar los entornos digitales hacia el
sector de la enseanza. Ahora bien, el problema no es tanto que la
referida migracin digital afecte ya de lleno a la educacin reglada, sino
que el fenmeno se plantee en trminos de competencia desleal, o, ms
enfticamente, se podra hablar de dumping social en el sentido casi
literal que le atribuyen los economistas. A travs de las TI se ofrece
formacin a un coste muy inferior a las modalidades tradicionales, tanto
para la institucin como para el usuario, porque tambin el coste (laboral
y social) de produccin y de distribucin es menor al de las formas
precedentes. El usuario, a cambio de la proximidad y de la flexibilidad de
acceso, contribuye a financiar una parte del servicio recibido tanto con
la matrcula como con tasas menos visibles (disposicin de los equipos,
del espacio fsico, de la energa o del abono a un proveedor de Internet).
En suma, las condiciones de produccin y la actitud de exigencia de los
receptores vara mucho en funcin de si se considera un derecho (en no

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poca medida gran parte de la formacin presencial) respecto a si es un


servicio comercializado como es la enseanza no presencial.
Ante la falta de instancias independientes que arbitren esta
relacin, lo que se observa es algo parecido a lo siguiente: para fomentar
el aprovechamiento social de las oportunidades de las tecnologas, se han
de ensear lasTI con TI, de manera que con la concurrencia de stas se
acabe con la escasa productividad del modelo tradicional de enseanza4.
Conceder tales ventajas a herramientas tan poderosas como las aqu
referidas, supone relegar a la institucin escolar a un plano subsidiario
o slo asistencial. No obstante, caben algunas preguntas: en tales
circunstancias puede competir la institucin escolar con la oferta a
travs de las TI? Lo tiene difcil. El producto final es equiparable? Se
carece de datos fiables que avalen una respuesta en uno u otro sentido,
pues en la mayora de los estudios no se va ms all de las tasas de
equipamiento o de su ritmo de crecimiento. A qu oferta favorecen ms
las actuales polticas pblicas en pro de la productividad? Sin duda a la
que se propone a travs de las TI. Y, en este contexto, el e-learning como
apuesta por la nueva educacin la pedagoga high tech seguir los
mismos derroteros de la nueva economa?

3. BREVE APUNTE A PROPSITO DEL E-LEARNING


Como primera aproximacin, podramos convenir que el concepto de e-learning abarca todos aquellos aprendizajes realizados a
partir de las distintas modalidades de formacin ofrecidas en formatos
electrnicos, cualquiera que sea el medio tecnolgico utilizado o el
mbito instructivo al que se oriente. La situacin de enseanza se puede
plantear slo con medios tecnolgicos, o apoyados stos con alguna
suerte de presencialidad, por lo que entonces tendramos lo que se llama
blended learning (expresin acuada en el rea de recursos humanos de
la multinacional Microsoft), que a efectos de este trabajo se considera
una variante del e-learning. Advirtase que, de pronto, las vicisitudes por

4
Otra va de interpretacin de los resultados del todopoderoso informe PISA
(Programa para la Evaluacin Internacional de los Alumnos), promovido y patrocinado por
la OCDE, podra ser la de desautorizar el modelo tradicional de enseanza apostando por otro
ms homogneo internacionalmente, centrado en el fomento de las competencias
cientficas y tecnolgicas. El ltimo informePISA 2003 puede consultarse en www.ince.mec.es/
pub/pisa2003

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las cuales el sujeto aprende pasan a un segundo plano, y se le confiere


mxima visibilidad al envoltorio que lo posibilita. Tan es as, que hasta se
le cambia el nombre al genuino proceso de aprendizaje, poniendo en
circulacin una metonimia de significado impreciso.

3.1 DE LA RUTINA A LAS PEDAGOGAS HIGH TECH


Sera demasiado pretencioso pensar que a los estrategas y a los
idelogos del e-learning les preocupa el aprendizaje humano, pues sus
intereses no van ms all de la consideracin comercial. De hecho, al
menos hasta el momento, el discurso sobre el e-learning remite de modo
inexorable a las TI, y a una formacin orientada a satisfacer necesidades
muy particulares vinculadas con el saber hacer o con la adquisicin de
competencias. El aprendiz no tiene ms que ponerse ante la pantalla de
un ordenador conectado a la red, lo que debera poder hacer en cualquier
lugar, para as acceder a un formato audiovisual que pretende ensearle
algo. De inmediato este planteamiento tan elemental del e-learning se ha
ido rodeando de trminos tecnopedaggicos con los que dotarse de
solvencia, tales como plataforma de formacin, educacin a distancia,
formacin on-line, ciberaula, enseanza virtual, campus virtual,
portafolios, webquest, rubrics, etc. A stos se fueron agregando otros ms
tcnicos y de mayor calado ideolgico, como los de estndar, competencias, fidelizacin, gestin del conocimiento, aprendizaje colaborativo,
aprendizaje en red, etc. Pero si logramos no perdernos en medio de todo
este cmulo de distractores, podremos entonces descubrir una estructura que responde a las siguientes caractersticas:
a) Los tres pilares bsicos sobre los que se sustenta el elearning son: los artefactos tecnolgicos que procesan y
transmiten informacin; los contenidos del curso,
formateados conforme a las peculiaridades tcnicas que en
cada momento brindan las tecnologas, teniendo que supeditar a aqullas las decisiones pedaggicas; y la prestacin
de un conjunto de servicios relativos a tutoras, a asistencia
tcnica, a certificacin, a evaluacin, a mercadeo, etctera.
b) La puesta en marcha de estas iniciativas de formacin afecta
a dimensiones tales como la metodologa didctica, en la
medida en la que deben responder a la lgica binaria con la
que opera el lenguaje informtico y a las exigencias grficas
y visuales de la pantalla, permitiendo a los estudiantes

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explorar la riqueza de los contextos electrnicos (Kirschner,


2004, p. 42); la cultura tecnolgica de los usuarios que
optan por esta modalidad de formacin se orienta, en mayor
grado del deseado, al aprendizaje instrumental exigido por
el constante cambio a la accesibilidad de las TI, convirtindose en el principal peaje del e-learning; y la modulacin de
todas las variables que intervienen debe hacerse mediante
sistemas de gestin de corte gerencial, lo que implica definir
con mucha precisin el tipo de tareas, la secuencia de
realizacin, el nivel de logro o el tiempo de ejecucin, para
que el sistema opere de manera autnoma (desde la recepcin de la publicidad del curso, el registro, el pago de
derechos, la evaluacin y hasta la certificacin).
c) El e-learning aparece siempre vinculado a lo que se llama
gestin del conocimiento y a la investigacin ms el desarrollo (I+D), todo ello definido como factor estratgico clave
para lograr el nivel de competitividad y de productividad que
hoy exige la sociedad de la informacin a los individuos y a
las organizaciones. Aunque no estn claros los lmites
semnticos ni operativos de esos tres conceptos, s parece
que sobre el primero reposa la responsabilidad de ser la
prueba de cargo: es una modalidad de gestin del conocimiento, y, adems, una lnea preferente de I+D. Tal vez por
esta razn, Echeverra (2001, p. 202) afirma que la eeducacin es un requisito necesario para el desarrollo y el
progreso de las personas, las comunidades, las sociedades y
los pases durante el siglo XXI. De modo que el e-learning
es una modalidad de formacin pensada ms desde la
enseanza que desde el aprendizaje, ms desde la lgica de
las tecnologas que de la pedagoga, ms desde el modelo
poltico y econmico hegemnico que desde las concepciones que inspiraron los sistemas modernos de enseanza,
fundada ms en los modelos neoconductistas del aprendizaje que en los sociocognitivos, ms orientada a fomentar en
los usuarios competencias tcnicoprofesionales que capacidades cognitivas complejas. Por eso se presenta como una
modalidad de formacin flexible, ubicua, eficaz, de bajo
costo para los promotores, dotada de sutiles mecanismos de
control sobre los aprendices, quienes deben asumir toda la
responsabilidad en el proceso ante la ausencia de institucin que les arrope, etc. A tenor de todas estas consideracio-

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nes, se puede afirmar que el e-learning representa un nuevo


modo de ejercer la pedagoga, que no dudamos en denominar, sin connotacin peyorativa, como pedagoga high tech.
d) El e-learning es, ante todo, un rea de negocio en el ms
amplio y ntido sentido de la palabra, que pone en el mercado
un producto tan peculiar como es el conocimiento. Ahora
bien, para que este producto aparezca en forma de curso, tal
como se desprende de los tres puntos anteriores, debe
experimentar diversas transformaciones, y cada una de ellas
representa un segmento del negocio (el software educativo,
la elaboracin de contenidos, la prestacin de servicios como
el de tutora o el de evaluacin, etc.). El conjunto de todos
ellos define el rea de negocio, todava en fase de consolidacin, en el que se mueven ya cifras muy importantes de
dinero. Aunque es difcil precisar el volumen de facturacin,
en un informe de la auditora Merrill Lynch se estim que en
2003 la educacin on-line movi en EE.UU. unos 7.000
millones de dlares, y, en Espaa, 240 millones de euros
(algo menos en dlares) 5. Calculan que durante los prximos
aos esta rea de negocio crecer a un ritmo superior al 10%,
a menor ritmo en pases donde ya est consolidado el elearning, como en EE.UU. o Canad, y en porcentaje muy
superior en zonas en las que se est implantando, como
pueden ser Espaa o Latinoamrica. Por ltimo, segn se
recoge en una noticia de agencia, la revista Business Week
destac que, de las 25 empresas que cotizaron en bolsa con
mayor crecimiento en 2003, cinco de ellas se dedican a la
educacin on-line6.
e) Como hemos sealado, el modelo de negocio que hoy representa el e-learning no est consolidado, lo que puede
explicarse por el poco tiempo que lleva operando como tal;
porque las tecnologas en las que se apoya estn an en fase
de desarrollo; porque los usuarios muestran todava bastantes reticencias a este modo de acceder al conocimiento y a

Datos facilitados por el diario de informacin econmica Expansin, 14/II/

Noticia recogida por la agencia Associated Press y comentada en www.terra.com/

2001.
finanzas.

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la formacin; y porque las estrategias de lanzamiento puede


que no hayan sido las ms adecuadas7. En cualquier caso, el
e-learning sigue creciendo a buen ritmo y aplica en su
desarrollo los mismos criterios que el resto de los negocios:
minimizacin de costes (hay un cierto consenso entre los
analistas que esta modalidad es un 50% ms barata que la
presencial), desregulacin de las condiciones de produccin, derivacin de costes hacia los usuarios, etc. En este
sentido, Bartolom (2004), tras revisar datos y argumentos
de otros autores, considera que hay muchas razones en la
base del fracaso del e-learning, entre las que destaca:
tutores de bajo costo, sobrecarga de trabajo, falta de rigor en
la elaboracin de los materiales, los proveedores se preocupan ms por el mercadeo y por el diseo grfico que por los
asuntos estrictamente pedaggicos, etc. Puede significar
esto que el e-learning podra correr parecida suerte que el
e-business o la burbuja tecnolgica? Hay razones para
pensar que no ser as, por las implicaciones que el elearning tiene en la configuracin de una identidad ciudadana ms acorde con lo requerido por la proclamada sociedad informacional.

3.2 OTRA CIUDADANA ES POSIBLE?


Es cierto que todava aparecen importantes puntos dbiles en
el modelo representado por el e-learning, pero lo importante es que
avanza en la direccin deseada consolidando su propuesta de educacin,
y, en consecuencia, de ciudadana. Tambin es cierto que el perfil del
ciudadano educado de hace unas dcadas ya no es el ms adecuado para
integrarse en una sociedad cada vez ms confiada a la suerte de las TI.
En consecuencia, las formas tradicionales de hacer escuela quedan
desfasadas, al tiempo que las TI ofrecen formacin en abierta competencia con los sistemas reglados. Ambas circunstancias nos sitan ante una
cuestin fundamental: qu tipo de educacin precisan los ciudadanos
de hoy? El asunto es importante en la medida en que es problemtico que

Segn un ejecutivo de una de las empresas lderes en el sector (la Global


Education Network), producir un curso on-line tiene bastantes riesgos y elevados costes
(tecnologas, mantenimiento de los servicios complementarios, profesores que aporten los
contenidos, etc.), lo que ha hecho quebrar a muchas empresas porque no han sabido vender
el producto para recuperar la inversin (citado por Hernndez, 2000).

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se le puedan exigir responsabilidades a una organizacin la escolar en


nuestro caso si no se tienen claras las metas en cuyo logro se quiere
trabajar. Lo paradjico de la situacin es que, mientras la oferta educativa reglada pierde crdito, los representantes pblicos polemizan sobre
la ratio de ordenadores por alumno o sobre cuntos centros deberan estar
conectados a Internet como indicador de calidad. As queda al descubierto un espacio que los grupos de inters aprovechan para ocupar, perfilando cmo debe ser la nueva educacin, atribuyndole significantes que
nunca antes se haban asociado a ella. Para Mayor Zaragoza (2004), una
economa basada en el conocimiento nos conducir sin ninguna duda
hacia el siglo de la gente. De la democracia genuina. De los jvenes
rescatados de la indiferencia y de los horizontes sombros que hoy les
ofrecemos.
Estos grupos, en tanto dueos o codueos de los medios, activan
estrategias muy precisas de mercadeo y de publicidad con el propsito de
neutralizar o al menos de mitigar las posibles resistencias de los
agentes implicados. Tal es la presin ejercida desde estas instancias y
mediante procedimientos tan sutiles, que resulta difcil reaccionar con
recursos equivalentes ante situaciones como la planteada por di Cosmo
(1999, p. 16) cuando dice: Es un pblico que suea con un mundo
feliz, en el cual un gran filntropo distribuye a todos los estudiantes de
Francia copias gratuitas de Windows 95 con la nica finalidad de
ayudarles a salir de su atraso tecnolgico. En efecto, es muy probable
que de este modo no salgan del atraso, pero al equipar los entornos de
aprendizaje con esas mquinas, las prcticas que se desarrollen estarn
dotadas de unas caractersticas que las hacen homogneas y que las
convierten en estandartes de un particular modelo de educacin. Es tan
particular y privativo, que Petrella (2000, p. 26) advierte: En la
sociedad del conocimiento, donde la promocin de las nuevas tecnologas est reemplazando las funciones del pensamiento, la educacin slo
es ya el instrumento de legitimacin de una divisin social desigualitaria.

4. LA LGICA DE UN DISCURSO ENDOGMICO


La progresiva instauracin de la llamada SI se hace acompaar,
entre otros aditamentos, por un discurso intensivo orientado a exaltar las
propias excelencias y a ocultar las debilidades. Dicho discurso se entreteje a partir de las sucesivas campaas de mercadotecnia y de publicidad,
pero tambin con otros elementos intelectuales como son los informes de

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fundaciones y las investigaciones de encargo8, consiguiendo con todo


ello violentar el uso y el sentido del lenguaje comn. La industria cultural,
verdadero epicentro de la SI, produce y distribuye a travs de los distintos
medios las piezas de un discurso ubicuo que enfatiza la innovacin, la
productividad o la comunicacin, como exponentes del desarrollo desplegado y simbolizado por las actuales TI.
Este discurso, aparte de atractivo y entretenido, tiene una
arquitectura muy peculiar, y se construye con significantes nada ingenuos como trataremos de exponer con brevedad. El fillogo Beltrn
Llavador (2000) habla del surgimiento de una neolengua, que,
plagada de trminos tomados del ingls y difundidos sobre todo mediante la publicidad, se difunde al mismo paso expansivo de la globalizacin.
En tales circunstancias estaran trminos tan habituales en nuestras
conversaciones como windows, chat, web, e-mail o el mismo e-learning.
Pero la cuestin no es slo que se incorporen estos trminos, sino quizs
lo ms importante sea el significado que se les atribuye a cada uno de
ellos y a todos en conjunto cuando se insertan en el discurso dominante.
Muchos de esos anglicismos, y no menos expresiones castellanas como
la omnipresente sociedad de la informacin, navegar, foro, virus, disco
duro, portafolios, cuaderno de bitcora o sociedad red, se convierten en
metforas con las que incrementar el potencial retrico del discurso.
En un reciente trabajo sobre los foros electrnicos, Nez
(2004) analiza las metforas que los estudiantes universitarios que
utilizan este servicio elaboran para apropiarse de un fenmeno al que se
denomina con otra metfora: foro electrnico. Para este autor, cuando
empezamos a comprender una experiencia en trminos de una metfora,
sta acaba definiendo una realidad que se har consistente cuando
empecemos a actuar segn sus trminos (p. 3). Las metforas elaboradas por los estudiantes objeto de estudio respondan al posicionamiento
que como usuarios mantenan ante el foro, y al papel que pretendan
jugar dentro del mismo. As, cabra concluir que la relacin de los
estudiantes con el foro electrnico est mediada por las metforas que
cada uno se construye para hacer comprensible una realidad no tangible,

8
Hoy, un coro de expertos bien remunerados informa al pblico occidental
de que no hay ms alternativa que hacer una reduccin drstica del nivel de vida []. Ahora,
ante los argumentos sobre competitividad y demografa, los partidos que antes defendan
la economa social de mercado permanecen mudos. Este juicio tan crtico es formulado
por Birnbaum en Una nueva historia de dos ciudades, peridico El Pas, 11/XII/2004.

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y definir el papel a desempear en el foro. Por tanto, el valor estratgico


del discurso hegemnico es evidente en la medida en la que fomentar
aquellas metforas que estimulen un tipo de uso/prctica, oscureciendo
otras que tambin potenciaran otros usos posibles. En este sentido,
Nez concluye que es fundamental conocer cules son las metforas
que sobre los espacios electrnicos, y sobre Internet en general, estn
surgiendo e imponindose sobre otras posibles (p. 10).

Lo que sucede sobre el particular en la SI no es ninguna


excepcin en relacin con pocas precedentes. En cualquier caso, llama
la atencin el podero actual de los medios difusores y lo oscuro de sus
enunciados ms emblemticos. Segn Lizcano (1997), todo discurso
est poblado de metforas, y el potencial de la mayora de ellas est en
que pasan desapercibidas tanto para quien las dice como para quien las
oye. Y aade: las metforas no slo pueblan los discursos sino que los
organizan, estructurando su lgica interna a la par que sus contenidos
(p. 1). Dando un paso ms, Lizcano mantiene que la actividad metafrica,
adems de lingstica, es ante todo social, en la medida en que es una
actividad en la que se trasluce el contexto y la experiencia del sujeto de
la enunciacin. Un sujeto que, por supuesto, no es eterno ni trascendental, sino un sujeto social que para construir sus conceptos y articular su
discurso selecciona unas metforas y desecha otras en funcin de
factores sociales (presupuestos culturales, intereses o aspiraciones de
grupo o clase, alianzas o exclusiones, caracterstica de los destinatarios,
prestigio social de los discursos que son fuente de los prstamos
metafricos, etc.) (p. 2). De manera que el anlisis de las metforas es
una va privilegiada para acceder al sustrato social de los discursos,
incluso de los ms claros y objetivos, como pretende ser el discurso
cientfico.
Uno de los trminos que forman parte de esa creciente neolengua
global y que interrelaciona los mbitos de las TI con el de la enseanza,
es el anglicismo e-learning. En cualquier parte del mundo, con independencia de la lengua que se hable, puede entenderse a qu fenmeno se
refiere, aunque carezca de significado preciso. La publicidad, una vez
creada la imagen de marca, ir haciendo el resto hasta autoconvencernos
del dominio de su significado. Con todas las connotaciones que acompaan al trmino neolengua, mantenemos que el e-learning, con justo
mrito, forma parte de ella. Pero adems, desde el campo pedaggico,
queremos resaltar que este modo de aludir a un tipo particular de
aprendizaje, si es que es tal, tiene otro nivel de lectura que nos
proponemos destacar. El e-learning, ms all de la lengua en la que se

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inserte, es antes que nada una metfora con la que aludir a un caso
particular del complejo fenmeno que es el proceso de enseanzaaprendizaje. Sin embargo, la nueva modalidad de enseanza pone
nfasis, de modo nada ingenuo, en el medium y en el formato que
proporcionan la posibilidad de aprender configurando un entorno virtual, y se desplazan a un segundo plano las condiciones objetivas que
determinan el aprendizaje de los sujetos.

5. EXPANSIN DE LOS NUEVOS FORMATOS DE FORMACIN


A medida que el equipamiento tecnolgico fundamentalmente el ordenador y la conexin a Internet se consolida en el hogar, en los
centros escolares y en las empresas, crecen tambin las posibilidades de
formacin on-line. Esas posibilidades se van objetivando en un tiempo
ms o menos breve con el apoyo de polticas activas diseadas por
instituciones pblicas y privadas, y en prcticas habituales entre distintos sectores de la poblacin. A modo de ejemplo podemos tomar el caso
de Espaa, pas que, teniendo un buen nivel de equipamiento tecnolgico, en muchos indicadores relativos a prcticas de uso est muy por
debajo de la media europea9. Ahora bien, por lo que se refiere a la
teleformacin, en 1995 no haba ninguna posibilidad de cursar maestras ni cualquier otra modalidad de postgrado on-line; sin embargo, en
2002 la oferta bajo esta modalidad represent ya el 27,3% del total,
tendencia que ha evolucionado durante los ltimos aos a ms de un
10%, tasa de crecimiento parecida, aunque ligeramente inferior, a la
experimentada en una sociedad tan permeable a las TI como es la de
EE.UU.10.
En la formacin on-line participan tanto las universidades
pblicas y privadas como muy en particular las escuelas de negocios, que
han cifrado en la formacin y, ms en concreto en el e-learning, el rea
de expansin para los prximos aos. Ahora bien, las caractersticas de
estas propuestas de formacin son muy diferentes, en virtud de variables
como la edad y la situacin de los usuarios, del mbito de formacin o de

9
Ver Mtrica de la Sociedad de la Informacin 2004, Madrid, Ministerio de
Industria, Turismo y Comercio, 2004.
10

Datos extrados de Internet impulsa a las escuelas. El Pas-Negocios, 5/

IX/2004.

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las condiciones de realizacin. En estos momentos la mayor oferta se


concentra en los grados y en los postgrados de los estudios universitarios,
y, sobre todo, en los cursos de formacin y de actualizacin de las elites
profesionales del mundo de la empresa. Por tanto, van dirigidos a
personas adultas con buena posicin econmica y cultural, y, en menor
medida, a los estudiantes que estn fuera de ese espectro. Adems,
dichas ofertas pueden ser total o parcialmente virtuales, segn el
potencial tecnolgico de la institucin que lo ofrece o la naturaleza del
objeto de enseanza. El procedimiento ms frecuente es que se comienza
ofreciendoalgunapartedelcurso on-line (materiales curriculares, foros,
tutoras, etc.), y se acaba convirtiendo todo l a este formato con el
soporte de alguna plataforma. Por eso, en la mayora de los casos se
produce una fase inicial de ensayo y de puesta a punto de las herramientas informticas que hay que utilizar, tras lo cual se da el salto hacia la
oferta total en soporte electrnico.
La accesibilidad que las herramientas informticas confieren
hoy a la formacin on-line le permiten absorber cualquier temtica de
formacin, cualquier mbito de aplicacin o cualquier tramo de edad de
los usuarios de estos servicios. En tal sentido podra incluirse aqu
tambin la educacin a distancia, que trata de llegar all donde no lo
consigue el sistema reglado de enseanza, como seran los casos del
bachillerato a distancia en Espaa y la Telesecundaria en Mxico
(Morales Velzquez, 2000), entre otros muchos. No nos detendremos en
estas iniciativas institucionales ya consolidadas, sino en aquellas otras
ofertas de formacin cuya configuracin se ajusta ms a lo que se
entiende por e-learning. Aludimos a una serie de iniciativas que incluimos en los tres apartados siguientes: a la iniciativa de formacin on-line,
de quienes estando en edad de escolarizacin obligatoria recurren a esta
modalidad; al boyante negocio de la formacin continua de los profesionales; y, por ltimo, a la progresiva transformacin de las viejas universidades en innovadores campus virtuales.
a) La tercera va. Como hemos apuntado, nos referimos a ese
creciente colectivo de alumnos cuyos padres o tutores optan por vas
alternativas de educacin cuando sus hijos estn en edad de escolarizacin
obligatoria. Son las experiencias de educacin en casa o homeschooling,
cuya razn de ser se funda en la objecin escolar, y que encuentran
aliento en las ideas de autores como Rousseau, Locke, Illich o Holt. No
es un colectivo demasiado numeroso, pero en EE.UU. hay cerca de dos
millones de nios y nias educndose fuera de las aulas escolares, y una
pequea proporcin menor en Australia y Canad, pases en los que ya es

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legal esta alternativa a la escolarizacin. En Espaa se calcula que en el


presente curso podr haber en torno a 200 familias implicadas en dicho
tipo de educacin, que pertenecen a alguna de las asociaciones que velan
por los derechos de quienes han apostado por Crecer sin escuela 11. Lo
que nos interesa resaltar es que uno de los apoyos para estas experiencias
educativas es Internet, tal como argumentaba un padre en una de las
revistas de esos colectivos: para qu ir a la escuela si Internet es hoy
la gran biblioteca jams imaginada y a ella accede mi hijo desde su
habitacin?. Por tanto, los nios se educan en el entorno familiar, y,
segn los casos, cuentan con el apoyo de programas de formacin online, bien de los comercializados o bien de los realizados por el centro
escolar para facilitar el seguimiento de dichos nios.
Las familias que pueden permitirse asumir tal responsabilidad
respecto a la educacin de sus hijos viven en pases que, segn la
clasificacin del PNUD, encabezan la lista del apartado Desarrollo humano alto. Por lo general, se trata de familias acomodadas, en las que uno
o los dos progenitores tiene estudios universitarios, y en las que, en un
alto porcentaje, uno de ellos no trabaja fuera de casa. Disponen, pues, de
condiciones ptimas para asumir con ciertas garantas la educacin de
sus hijos en casa, de modo que dicha posibilidad no es extrapolable a
muchos de los pases que no poseen un nivel de desarrollo tan alto. Hay
todava millones de nios y de nias que ni siquiera tienen la oportunidad
de acudir a la escuela o lo hacen de forma muy irregular, por lo que en
2002 la tasa de analfabetismo entre jvenes de 15 a 24 aos an
superaba el 10% en la mayora de los pases con nivel medio o bajo de
desarrollo, segn el informe del PNUD, y en los que la escolarizacin en
educacin primaria rondaba el 85% (pp. 176 y ss.) 12. A estas sociedades
tan deprivadas tambin puede llegar la educacin on-line; al menos as
piensan los responsables de organismos internacionales como el Banco
Mundial, que en 2001 dise el Plan Colombo Virtual, dotado con 750
millones de dlares. Dicho plan se orienta a equipar tecnolgicamente a
los ciudadanos que viven en los pases ms pobres de Asia, de frica y de

11

Este es el nombre del portal y el punto de encuentro de padres y de


asociaciones que practican la educacin en casa. En l se ofrece abundante informacin
sobre esta modalidad educativa, con referencias de revistas, con direcciones de experiencias
que se estn desarrollando aqu y en otros pases, adems de informacin de carcter
jurdico, pues en Espaa estas prcticas quedan fuera de la legislacin vigente, y, por tanto,
requieren autorizacin judicial. Ver: www.geocities.com/crecersinescyeka/
12

Informe 2004 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

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Amrica Latina, para que, a travs de Internet, puedan acceder a la


educacin y a la formacin que no les facilitan las instituciones locales.
Lo malo de estas iniciativas es que despus se evalan por la tasa de
crecimiento de las conexiones a Internet o por el ancho de banda
utilizado, y no tanto por el grado de desarrollo de las condiciones
materiales de vida de esas sociedades13.

b)Teleformacin. Segn el informe e-Espaa 2004, con datos


referidos al ao 2003, el 60% de las empresas encuestadas, sobre todo
las medianas y grandes, valoran con distinto grado de intensidad el hecho
de emprender acciones de formacin a travs de Internet. El 40%
restante, de tamao pequeo y medio, simplemente no contempla esta
posibilidad. Entre las empresas sensibles a las nuevas formas de gestin
del conocimiento, la mayora reconoce, que ao tras ao, incrementa el
gasto en la formacin de sus trabajadores, esfuerzo que se distribuye
tanto en la formacin para el uso y el manejo de las TI (el 65% as lo
manifiesta) al considerarlas un factor estratgico, como para que la
formacin a travs de la red verse sobre las nuevas reas de negocio o
sobre algn mbito fundamental para la empresa (seguridad en el
trabajo, sostenibilidad, etc.). La versatilidad de la teleformacin favorece
que sean los propios gabinetes de recursos humanos quienes organicen
la formacin de los trabajadores con el apoyo de la intranet, aunque luego
la ejecucin se subcontrate con proveedores externos (pp. 123 y ss.) 14.
Entienden que as se puede ajustar con mayor precisin la modalidad de
formacin con la de gestin del conocimiento corporativo y con los
objetivos estratgicos de la empresa. La tendencia parece clara: las
empresas que gozan de mejor posicin prefieren organizar su propia
formacin con el apoyo de las TI, y relegar la modalidad presencial a
aspectos muy concretos como las estrategias de negociacin o la intervencin en dinmicas de grupo, al tiempo que apuestan por nuevos
agentes de formacin bastante alejados en tono y en forma de la
academia.
c) Campus virtual. Por lo que se refiere a las instituciones
pblicas de enseanza superior, en particular las universidades, la
proliferacin de campus y de aulas virtuales durante estos ltimos aos
ha sido tambin vertiginosa. Las universidades de medio mundo, con

13

Segn se recoge en www.el-mundo.es/navegante/2001/08/02/.

14

e-Espaa 2004. Informe anual sobre el desarrollo de la Sociedad de la


Informacin en Espaa , Madrid, Fundacin Auna, 2004.

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independencia de su titularidad o de su prestigio, tienen en marcha


proyectos para captar a la clientela potencial de la formacin on-line,
sobre todo en estudios de postgrado. Una aproximacin de lo que est
sucediendo al respecto en las universidades espaolas nos lo proporciona
el informe e-Espaa 2004, cuando resalta que en apenas cinco aos casi
todas, ya sean pblicas o privadas, pequeas o grandes, tienen en marcha
sus respectivos campus virtuales. Ahora bien, el grado de desarrollo de
stos vara mucho de unas universidades a otras, segn los tres indicadores
utilizados para este informe: secretara virtual, formacin on-line y
gestin interna.
En cuanto a lo que tiene que ver con la formacin, unas
universidades slo ofrecen material de apoyo (modalidad asincrnica o
diferida), mientras que otras ya disponen de ofertas de grado y/o de
postgrado totalmente en formato on-line, como, por ejemplo, el caso de
la Universitat Oberta de Catalua15 o algunos postgrados de Universia16.
Tambin en el desarrollo de los campus virtuales las diferencias territoriales son considerables, pues, segn se explicita en el citado informe,
tales ofertas se concentran mayoritariamente en torno a Madrid y
Catalua (p. 222). El mismo informe da cuenta de que, de la muestra
de 69 universidades estudiadas, tan slo 12 no prestan ningn servicio
de formacin on-line, mientras que otras 14 ofrecen cursos enteramente
en lnea, ya sean de grado o de postgrado. En las restantes el campus
virtual es parcial, dado que ofrecen slo algunos servicios como tutoras,
materiales, foros, etc., o estn en fase de elaboracin (pp. 223 y ss.).
Recordemos que la inminente implantacin del Espacio Europeo de
Educacin Superior exige que una parte de la docencia de grado se
realice bajo la modalidad on-line (Cebreiro y Fernndez, 2003). Un
centro de referencia en la educacin a distancia es el Instituto Tecnolgico de Monterrey (Mxico), que, con el apoyo de las tecnologas ms
avanzadas, ha apostado desde hace algn tiempo por dicha modalidad
de formacin17. En estos momentos cuenta con numerosos campus

15
Con apenas 10 aos de funcionamiento, esta peculiar universidad pblica
ha conseguido un enorme prestigio en su propsito de ofrecer formacin universitaria
nicamente a travs de su campus virtual (www.uoc.edu).
16
Es un portal universitario financiado por el Banco Santander Central Hispano,
en el que participa un nmero considerable de universidades pblicas y privadas tanto
espaolas como iberoamericanas. Entre sus propsitos fundacionales est fomentar las
diversas tareas universitarias desde el campus virtual (www.universia.net).
17

Ver: www.ruv.itesm.mx/.

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virtuales, y sus cursos on-line gozan de prestigio y de buena acogida entre


los profesionales latinoamericanos.
Este rpido recorrido por las distintas modalidades del elearning nos permite plantear alguna consideracin final. Desde luego, el
futuro de tal negocio sigue siendo inescrutable, pero no parece que con
la nueva educacin se vayan a cometer los mismos errores que con la
nueva economa. Aunque ambas se fundan en la credibilidad de los
intangibles y en el valor aadido, los promotores del e-learning han
diversificado tanto los riesgos que resulta poco probable un descalabro
semejante. Hablamos de diversificacin porque se estn implicando en
estas modalidades de formacin entidades pblicas y privadas, instituciones acadmicas y agentes de negocio, se aplica tanto a la formacin
inicial como a la permanente, y, lo que es ms significativo, se fomenta
un modelo de ciudadana que es el requerido por el estilo de vida
imperante en la sociedad informacional.
Aunque la tasa de crecimiento del e-learning est prosperando,
los agentes que lo promueven no se dejan llevar por la euforia, como
sucedi en los noventa. A modo de ejemplo, valgan las conclusiones
autocrticas de un reciente estudio de Santillana Formacin18, en el cual
se destaca que la mayora de los usuarios encuestados percibe el elearning como un producto tecnolgico, y vinculan su expansin al
crecimiento de la competencia tecnolgica de los usuarios. No obstante,
los encuestados consideran que el mayor esfuerzo para reforzar dichas
modalidades de formacin debe concentrarse en las tutoras y en el
diseo de los contenidos (nada menos que el 65%). Eso s, el 54% de los
encuestados para este informe piensa que el e-learning es todava poco
relevante. Pero esto slo debe ser cuestin de tiempo y de afinarlo un
poco ms con la mercadotecnia, pues, como seala el mximo responsable de una importante empresa del sector, no es lo mismo vender ropa
o inclusive libros on-line que vender cursos acadmicos (citado por
Hernndez, 2000). En cualquier caso, segn parece, el principal problema del e-learning no es tanto el modelo pedaggico en el que se sustenta
sino la estrategia comercial con la cual se vende.

18
El estudio se titula: Estudio de demanda y expectativas del mercado de elearning en Espaa 2004, en www.elearningworshops.com.

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6. A MODO DE CONSIDERACIN FINAL


Resulta imprescindible que tambin en este momento histrico sea la institucin escolar la que asuma su cuota de responsabilidad en
la educacin de los ciudadanos para la sociedad de las TI. El argumento
a favor de tal propuesta es muy sencillo, y en esta ocasin hasta se puede
fundar en las estadsticas sobre las prcticas de uso. En ellas es posible
comprobar que los sectores sociales con menor capacidad econmica y
con menor capital cultural y acadmico, reconocen que, por ejemplo, los
lugares a los que con mayor frecuencia acceden a Internet son los centros
escolares y los locutorios o cibercafs. Por el contrario, los lugares en los
que con ms frecuencia se conectan a Internet los sectores sociales con
mejor posicin econmica, cultural y acadmica, son el hogar o el centro
de trabajo. Todo esto pone de manifiesto que la escuela, tambin en la
era de la sociedad del conocimiento, cumple una funcin compensadora
de primera magnitud. Ahora bien, el problema de fondo sigue sin estar
resuelto, pues las instalaciones escolares no deben ser slo el espacio que
facilite el acceso a las tecnologas de ltima generacin cosa adems
imposible, sino que debe ofrecer a los escolares algo ms: una formacin equilibrada entre lo instrumental y la cultura tecnolgica. Pero,
tendrn los escolares paciencia para escuchar lo que se les puede
ensear a propsito de las mquinas que manejan con tanta fruicin?
Martn-Barbero (2003, p. 26) plantea el desafo pedaggico en los
siguientes trminos:
Slo un concepto de competencia arrancado a la obsesin
competitiva de la sociedad de mercado, y definido desde las competencias culturales del hbitus y de la prctica, podr ayudarnos a transformar nuestros modelos de enseanza ponindolos en una densa relacin
con las competencias de aprendizaje que los nuevos sujetos llevan a la
escuela.
Segn la mayora de los estudios, los avances experimentados
en esa direccin por la institucin escolar son ms bien escasos, lo que
no deja de sorprender, dado que, como afirman esos mismos estudios, el
esfuerzo inversor en equipamiento tecnolgico para los centros escolares
asumido por los Estados, con el apoyo de organismos internacionales
(Unin Europea, Banco Mundial, etc.), crece a un ritmo considerable. En
cualquier caso, el esfuerzo de inversin por la mejora de los equipos no
se corresponde con los rendimientos en trminos de aprendizajes. Es
cierto que muchos de esos estudios slo manejan datos objetivos
referidos a la ratio de ordenadores por alumno, a si se dispone o no de

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banda ancha o al nmero de veces que se accede a Internet, y, como


mucho, a la actitud de los usuarios hacia estos nuevos artefactos. Pero,
con independencia de la ratio o del porcentaje de uso de las TI, sabemos
algo sobre qu y sobre cmo aprenden los alumnos con estos poderosos
medios? Es efectivo el formato que stos utilizan para facilitar el acceso
al conocimiento?
El discurso dominante enfatiza lo primero y margina lo segundo,

tal com o hem os visto a propsito del e-learning. Y es que el sistema


tecnolgico actual (fig. 1), dentro del cual estn la informtica y las
telecomunicaciones, opera con una lgica organizativa cualitativamente
distinta a la de las instituciones escolares. Por esa razn, el fenmeno que
se observa es que las TI articulan ofertas de formacin ajenas de forma
total o parcial a las instituciones acadmicas, presentadas como productos comerciales en abierta competencia con lo que ofrecen aqullas. De
hecho, aunque no hay datos fehacientes, la mayora de estas ofertas se
modulan y las ponen en marcha ingenieros, expertos en informtica y
diseadores grficos. El neoliberalismo imperante apoya sin recato a las
que minimizan costes, y, al tiempo, a las que amplan cuotas de mercado,
justo las condiciones que ahora cumple con bastante eficiencia segn
criterio de sus agentes econmicos la formacin on-line.
Todos los indicadores manifiestan que la formacin on-line
mantiene durante los ltimos aos una tasa de crecimiento superior a la
de otras reas de negocio, ocupando espacios de formacin cada vez ms
amplios (ya no slo la actualizacin de los profesionales de elite),
desplazando en estas responsabilidades a las instituciones clsicas.
Adems, al e-learning se le estn prestando apoyos y se le estn
permitiendo lgicas en su desarrollo que no seran aceptables desde los
supuestos polticos de la educacin/formacin como servicio pblico. A
esta asimetra en las condiciones es a lo que llamamos competencia
desleal, cuyas consecuencias se ocultan por un discurso tecnocientfico
(financiero y tecnolgico) que resalta las excelencias de las propuestas de
e-learning, y que minimiza las implicaciones que stas puedan tener
sobre el modelo de ciudadana o sobre los enfoques pedaggicos que
maneja. En consecuencia, la pregunta final debe ser tan abierta como
inevitable: hasta dnde ser capaz de llegar esta modalidad de formacin en detrimento de la presencial, antes de que se produzca el
necesario dilogo entre ambas?

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