Constitución Comentada Tomo I
Constitución Comentada Tomo I
Constitución Comentada Tomo I
CONSTITUCION
COMENTADA
TOMO I
GACETA JURIDICA
CONGRESO DE LA REPUBLICA DEL PERU
LA CONSTITUCION COMENTADA
TOMO I
TOTAL
PARCIAL
DERECHOS
INDICE GENERAL
TOMO I
(NOTA IMPORTANTE PARA IR DIRECTAMENTE AL TEMA, COLOQUE EL CURSOR DEL M
OUSE SOBRE EL TEMA Y PRECIONE CTRL + CLIC DEL MOUSE)
de
Constitucin
Presentacin
Autores
CONSTITUCIN Y CDIGOS
PREAMBULO
TITULO I
TITULO II
TITULO III
DE LA PERSONA Y DE LA SOCIEDAD
Captulo I
Captulo II
Captulo III
Captulo IV
Captulo II
Captulo II
Captulo III
Captulo IV
Captulo V
Captulo VI
Presentacin
del Presidente de la Comisin de Constitucin y Reglamento del
Congreso de la Repblica
Cada vez se hace ms evidente el importante papel que juega la Constitucin
como principal norma de ordenamiento. En efecto, hoy se reconoce que la
Norma Fundamental debe ser respetada y fielmente cumplida no solo por los
ciudadanos, sino tambin por los poderes pblicos.
Pero el respeto no solo es una postura pasiva y de acatamiento. Tambin es
una actitud activa que debe buscar la difusin de los alcances y la importancia
de contar con un Texto Constitucional. En este escenario, el Congreso de la
Repblica del Per debe ser uno de los principales promotores de la
constitucionalidad en el Estado de Derecho, labor que cumple no solo
respetando su contenido, sino tambin promoviendo su conocimiento.
Es comprensible y hasta obligatorio, entonces, que el Congreso de la
Repblica participe de iniciativas de gran envergadura y notoria calidad como la
que me honra presentar. El Parlamento, de esta forma, renueva su compromiso
con la difusin y el conocimiento de la Norma Fundamental del ordenamiento
jurdico, misin que, en este caso, ha recado en mi persona, en calidad de
Presidente de la Comisin de Constitucin y Reglamento del Congreso, desde
donde hemos coordinado y alentado el desarrollo de esta obra que -sin temor a
equivocarme- no tiene precedentes en nuestro pas.
Por ello, debemos resaltar la iniciativa y el empeo constante de Gaceta
Jurdica, as como de su equipo de profesionales y de su director, el Dr. Walter
Gutirrez Camacho, quienes -valga reconocerlo- se han encargado de lo ms
difcil del proyecto: desde la estructura de la obra y la propuesta de contenidos,
hasta la revisin exhaustiva de los mismos, eliminando posibles erratas;
pasando por la convocatoria a los profesionales y juristas ms destacados
sobre las diversas materias que aborda la Constitucin, y concordando cada
artculo de la Carta con las diversas normas de nuestro ordenamiento jurdico.
Estos valores agregados hacen de esta obra no solo una de primersimo nivel,
sino tambin de gran utilidad para todos aquellos que quieran acercarse al
Texto Constitucional con estudios de primera mano.
Entre las diversas bondades de la obra destaca el hecho de que en ella
participan no solo los ms destacados constitucionalistas del pas, sino tambin
especialistas de diversas materias jurdicas, economistas, congresistas y otros
connotados profesionales que, desde su particular punto de vista, analizan las
instituciones de la Constitucin relacionadas a su especialidad. De esta manera
se otorga a la obra una propuesta multidisciplinaria que enriquece su contenido
y la convierte en un documento que recoge las opiniones de los peruanos ms
destacados sobre las virtudes o defectos de nuestro Texto Constitucional.
Finalmente, en atencin a nuestra labor legislativa, creemos que el Congreso
de la Repblica debe seguir participando en la difusin y el estudio para un
mejor conocimiento del Derecho, cuestiones en las que nuestro pas todava,
no obstante los importantes avances a nivel de especialistas y de legislacin,
se encuentra en ciernes.
NATALE AMPRIMO PL
Presidente de la Comisin de Constitucin y Reglamento
del Congreso de la Repblica Periodo 2003-2004
Presentacin
Hace ya un buen tiempo mi buen amigo Walter Gutirrez C. me habl de su
proyecto, realmente ciclpeo, de publicar un comentario exegtico sobre la
Constitucin vigente, analizada artculo por artculo, pero no por una persona
sino por varias. Y adems, no solo por expertos en el rea, sino por un
conjunto de juristas pertenecientes a diferentes disciplinas y no nicamente del
Derecho Pblico. El proyecto me pareca interesante pero demasiado
ambicioso para nuestro medio, en donde nada parecido se haba hecho en el
pasado. An ms, tuve serias dudas de que pudiese culminarlo con xito.
Es cierto que habamos tenido la idea del Diccionario, del cual el clsico sigue
siendo el que a fines del siglo XIX public Francisco Garca Caldern en su
segunda y definitiva edicin -y del que acaba de hacerse una edicin facsimilary ha habido otros ms, antes y despus.
En materia constitucional ha habido manuales desde mediados del siglo XIX
-empezando con el de Felipe Masas- y as hasta nuestra poca. Hemos tenido
manuales recientes como los de Jos Pareja Paz-Soldn, Enrique Bernales,
Vctor Garca Toma, Alfredo Quispe Correa o Marcial Rubio Correa -este ltimo
a mitad de camino entre el manual y el tratado- y tambin diccionarios
estimables -como el de Ral Chanam Orbe-. Pero nunca antes se haba dado
un libro como este, con tantos autores -cien o ms segn mis clculospertenecientes a diversas generaciones y a tantas disciplinas y no solo al
mbito constitucional lo que sin lugar a dudas le da un mayor atractivo y una
mayor amplitud).
Y el ordenamiento ha sido el del articulado, siguiendo as el clsico y en parte
superado mtodo exegtico, pero que no pierde actualidad en cuanto tcnica
expositiva, pues ser de fcil uso para abogados, jueces, profesores y
alumnos. Esto es, los operadores del Derecho. Y todo con rigor en el anlisis,
con fuentes bibliogrficas adecuadas y cubriendo panoramas muy amplios, si
bien como siempre sucede en trabajos de esta envergadura se encuentra de
todo como en la via del Seor.
En otros pases existen obras similares a la que ahora presentamos, y podra
decirse que hay una tradicin en tomo a ellas. As, hay varios diccionarios o
enciclopedias en los Estados Unidos (los de K. Hall y la de Philip B. Kurland y
R. Lerner); en Espaa, el de Garrido Falla que circul ampliamente en la
dcada de los 80. Y ms recientemente, los comentarios a las leyes polticas
-lase constitucionales que reedita de continuo scar Alzaga, con una cantidad
cada vez mayor de volmenes. Y sin olvidar los que hay en Italia en torno a la
Constitucin, empezando por el de Calamandrei y Levi y continuando con el
documentado y gil coordinado por Crisafulli y Paladin, hasta el ms reciente
de Branca.
Pero esto que es frecuente en otras partes, aqu no lo es. De hecho, en esta
rea las publicaciones realmente acadmicas son pocas, a diferencia de las
que tienen carcter y veta profesional, que se agotan en varias ediciones y que
Autores
de este Tomo
(por orden de aparicin)
CONSTITUCIN Y CDIGOS
Constitucin Poltica de 1993 (30-12-93) Cdigo Civil (D. Ley 295 de 25-07-84)
Cdigo Penal (D.Ley 635 de 8-04-91) Cdigo Procesal Civil (TUO., R.M. 01093-JUS de 23-04-93) Cdigo Procesal Penal (D. Ley 638 de 27-04-91) Cdigo
de Procedimientos Penales (Ley 9024 de 16-01-4) Cdigo de los Nios y
Adolescentes (Ley 27337 de 7-08-2000) Cdigo de Justicia Militar (D.L. 23214
de 26-07-80) Cdigo Tributario (TUO., D.S. 135-99-Er de 19-08-99) Cdigo
Procesal Constitucional (Ley 28237 de 31-05-2004) Cdigo del Medio Ambiente
y los Recursos Naturales (O. Lel} N 613 de 8-09-90) (derogado)
LEYES ORGANICAS
Ley Orgnica del Poder Judicial (T.U.O., D.S. 017-93-JUS de 02-06-93) Ley
Orgnica del Ministerio Pblico (D.Leg. 052 de 18-03-81) Ley Orgnica del
Banco Central de Reserva del Per (D.L. 26123 de 30- 12-92) Ley Orgnica del
Jurado Nacional de Elecciones (Ley 26486 de 21-06-95) Ley Orgnica de
Elecciones (Ley 26859 de 01-10-97)
LEYES ORDINARIAS
Ley del Profesorado (15-12-84) Ley que declara de necesidad nacional e
inters social y cultural el desarrollo integral de las comunidades (14-04-87) Ley
de los Derechos de Participacin y Control Ciudadanos (3-05-94) Ley Orgnica
del Registro Nacional de Identificacin y Estado Civil (12-07-95)
Ley de la inversin privada en el desarrollo de las actividades econmicas en
las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas
(18-07-95) Ley de Nacionalidad (11-01-96) Ley Procesal del Trabajo (24-06-96)
Establecen delitos cuyos procesos se tramitarn en la ordinaria (30-11-96) Ley
General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgnica de la
Superintendencia de Banca y Seguros (9-12-96) Ley que dispone que las
ofertas de empleo y acceso a medios de formacin educativa no podrn
contener requisitos que constituyan discriminacin, anulacin o alteracin de
igualdad de oportunidades o de trato (17-04-97) Ley que establece el derecho
de rectificacin de personas afectadas por afirmaciones inexacta, en medios de
comunicacin social (24-04-97) Ley de Modernizacin de la Seguridad Social
en Salud (17-05-97) Ley para el aprovechamiento sostenible de los recursos
naturales (26-06-97) Ley de reas Naturales Protegidas (4-07-97) Ley sobre la
conservacin y aprovechamiento sostenible de la diversidad biolgica (16-0797) Ley General de Salud (20-07-97) Ley Orgnica de Recursos Geotrmicos
(29-07-97) Declaran que las playas del litoral son bienes de uso pblico,
inalienables e imprescriptibles y establecen zona de dominio restringido (8-0997) Ley Orgnica de Elecciones (1-10-97) Declaran en reorganizacin a la
Escuela Nacional Superior Autnoma Bellas Artes (5-10-97) Ley sobre
modificaciones de disposiciones tributarias para el desarrollo de la actividad
turstica (3-06-98) Ley de Promocin de la Inversin en la Amazonia (30-12-98)
Ley de creacin del Seguro Social de Salud (30-01-99) Ley General de
Expropiaciones (20-05-99) Ley de regularizacin de edificaciones, del
procedimiento para la declaratoria de fbrica y del rgimen de unidades
inmobiliarias de propiedad exclusiva y de propiedad comn (20-07-99) Ley de
TTULO I
DE LA PERSONA Y DE LA SOCIEDAD
CAPTULO I
DERECHOS FUNDAMENTALES DE lA PERSONA
Defensa de la persona
Artculo 1
La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del Estado.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2, 3;
C.C.: art. 1;
C.P.: art. 1;
C.N.A.: arts. 1, II;
D.U.D.H.: art. 1;
P.I.D.C.P: arts. 2, 10;
C.D.N.: arts. 2, 27, 37;
C.A.D.H.: arts. 1, 11
Carlos Fernndez Sessarego
L El enunciado contenido en el artculo 1 de la Constitucin peruana de 1993
es el eje sobre el cual gira la interpretacin de las normas de este cuerpo legal,
as como de todas aquellas otras que integran el ordenamiento jurdico del
pas. La defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad constituyen
la razn de ser del Derecho. En realidad, con ms precisin, cabe expresar que
la persona humana, considerada en s misma, es el fin supremo de la sociedad
y del Estado, de donde se deriva la obligacin de la sociedad y del Estado de
defenderla y respetarla.
El Derecho fue creado para proteger, en ltima instancia, la libertad personal, a
fin de que cada ser humano, dentro del bien comn, pueda realizarse en forma
integral, es decir, pueda cumplir con su singular proyecto de vida", el mismo
que es el resultante de la conversin de su libertad ontolgica en acto,
conducta o comportamiento. El Derecho pretende, a travs de su dimensin
normativa eliminar, hasta donde ello sea posible, los obstculos que pudieran
impedir el libre desarrollo del personal "proyecto de vida", es decir, de lo que la
persona desea ser y hacer en su vida 1. El Derecho es, por ello, un instrumento
1 El segundo prrafo del artculo 3 de la Constitucin italiana de 1947 es muy elocuente al
respecto cuando enuncia que: "Es deber "de la Repblica remover los obstculos de orden
econmico y social, que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impiden
el pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participacin de todos los trabajadores
en la organizacin poltica, econmica y social del pas". Es pues deber del Estado la defensa
por ser libertad es, adems, un ente espiritual capaz de conocer y vivenciar
valores, presididos por el valor supremo del amor en todas sus dimensiones y
manifestaciones. La vida del ser humano es la vida de su libertad.
La libertad es lo que permite al ser humano constituirse como un ser dotado de
una dimensin espiritual. Ser libre significa tener permanentemente que elegir 3,
que proyectar y para elegir hay que preferir entre las mltiples opciones con
que se cuenta para vivir la vida, es decir, para determinar el destino personal,
para decidir sobre el singular "proyecto de vida".
Pero, para preferir, la persona debe valorar cada una de las opciones con las
que cuenta a fin de decidirse por alguna de ellas para proyectar su vida. El ser
humano es el nico ente estimativo, es decir, el que posee la capacidad de
vivenciar valores. Los valores son "en" y "para" la vida del hombre y, como est
dicho, a travs de ellos se ingresa al mundo del espritu, que es privativo del
ser humano. El significado preponderante del concepto "persona" que se
atribuye al ser humano es, precisamente, el que se constituye como el nico
animal mamfero que es "espiritual" por cuanto es un ser libertad Es esta
calidad ontolgica la que lo hace nico, singular, irrepetible, idntico a s
mismo, estimativa, proyectivo, no estandarizado, responsable.
La descripcin de la persona humana, aparte de su constitucin como un ser
libertad, comprende tanto su dimensin coexistencial 4 o social como su
inherente temporalidad5.
3. El artculo 1 de la Constitucin, al enunciar que la defensa de la persona
humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado, lo que prescribe es el
deber de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, as como de los
diversos rganos del Estado, de proteger de una manera preventiva, integral y
unitaria a la persona.
3 Sartre expresa, refirindose a los seres humanos, que "de hecho somos una
libertad que elige, pero no elegimos ser libres: nosotros estamos condenados a
la libertad" (Ob. cit., p. 84).
4 Como expresa Xavier Zubiri "existir es existir 'con' -con cosas, con otros, con nosotros
mismos-. Este 'con' pertenece al ser mismo del hombre: no es un aadido suyo" (Ob. cit., p.
373). Por su parte, Martin Heidegger enfatiza que "es inherente a! ser del 'ser ah' el irle en su
ser mismo el 'ser con' otros" (El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1951, p.
143). El "ser ah"" es para Heidegger "un ente que en cada caso soy yo mismo". Al "existente
'ser ah' le es inherente el ser, en cada caso, mo (...)" (Ob. cit. p. 62).
5 Xavier Zubiri sostiene a! respecto que "el tiempo no es una pura sucesin,
sino un ingrediente de la constitucin misma del espritu" (Ob. cit., p. 334).
Martn Heidegger expresa que "si la temporalidad constituye el sentido origina!
del ser del 'ser ah', mas a este ente le va en su ser este mismo, entonces tiene
la cura que emplear 'tiempo' y por tanto contar con 'el tiempo" (Ob. cit., P. 269).
El autor manifiesta que "en prueba de que la temporalidad constituye el ser del
'ser ah', y de la forma en que lo constituye, se mostr que la historicidad,
constitucin del ser de la existencia, es 'en el fondo' temporalidad" (Ob. cit., p.
464).
ello y tal como lo seala la segunda frase del citado numeral, todos estn
obligados a respetarla y protegerla.
Como se advierte, es ms precisa la redaccin del articulo 1 de la Constitucin
de 1979 que la del mismo numeral de la Constitucin de 1993, que al expresar
que el fin supremo no es, en sentido estricto, "la defensa de la persona humana
y el respeto a su dignidad" -como lo enuncia este ltimo numeral- sino la
persona humana considerada en s misma. Este enunciado, como
consecuencia, obliga a la sociedad y al Estado a "respetarla y protegerla".
Por lo expuesto, resultara aconsejable que, en el Anteproyecto de Ley de
Reforma Constitucional que de conformidad con la Ley N 27600 viene
elaborando el Congreso de la Repblica, se incluya como articulo 1 el texto de
la Constitucin de 1979. Lo consideramos imprescindible pues en l se
encuentra la clave para la interpretacin de la propia Constitucin y del
ordenamiento jurdico en general.
DOCTRINA
FERNNDEZ SESSAREGO, Carlos. Dao al proyecto de vida. En: "Derecho"
N 50. Pontificia Universidad Catlica del Per. Lima, 1996; y en: "Studi in
onore di Pietro Rescigno", Tomo V, Giuffre, Milano, 1998; FERNNDEZ
SESSAREGO, Carlos. Deslinde conceptual entre" dao a la persona", "dao al
proyecto de vida" y "dao moral". En: "Foro Jurdico". Ao 1, N 2, Lima, 2003;
y en: "Revista Jurdica del Per". Ao UII, N 50, Normas Legales, Trujillo,
2003; FERNNDEZ SESSAREGO, Carlos. El dao al proyecto de vida en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En:
"Derecho" N 56. Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima, 2003; en:
"Estudios jurdicos en homenaje al profesor Luis Diez-Picaza". Tomo IV, Civitas.
Madrid, 2003; en: "Responsabilidad Civil y Seguros". Ao V, N IV. La Ley.
Buenos Aires, 2003; y en: "Revista Peruana de Jurisprudencia". Ao 5, N 31.
Trujillo, 2003; HEIDEGGER, Martn.
El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1951; MARCEL,
Gabriel.
El misterio del ser. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1953; SARTRE, Jean
Paul. El ser y la nada. Tomo IIl, Editorial lbero-Americana, Buenos Aires, 1949;
ZUBIRI, Xavier. Naturaleza, Historia, Dios. Editorial Poblet, Buenos Aires, 1948.
Son otros seres humanos los que nos han trado al mundo y los que nos han
permitido desarrollamos integralmente por lo que a ellos nos debemos y
gracias a los cuales, y a pesar de los cuales, somos los que somos. Lo
expresado nos lleva a la conclusin de que la vida humana es indisponible. En
este sentido se afirma con razn que "la vida no posee un valor puramente
individual, sino familiar y social", por lo que "el ordenamiento jurdico debe
negar a la persona el poder de quitarse la vida" 10.
Por lo expuesto, no podemos soslayar que la vida humana tiene sentido en
funcin de los otros seres humanos con los cuales se constituye en sociedad.
El hombre dignifica y da sentido a su existencia no solo cumpliendo con su
"proyecto de vida", sino mediante el servicio que presta a la comunidad. La
existencia es as un bien compartido, coexistencial, que no tiene tan solo una
vertiente individual. La vida humana no puede, por ello, ser concebida fuera de
la comunidad. Vivir es convivir.
La Constitucin italiana de 1947, en el segundo prrafo de su artculo 4,
prescribe, precisamente, el que "cada ciudadano tiene el deber de desarrollar,
segn sus propias posibilidades y su propia preferencia, una actividad o una
funcin que concurra al progreso material o espiritual de la sociedad".
6. Por lo expuesto, la tendencia imperante en el Derecho comparado
contemporneo es la de abolir la pena de muerte. Ello se comprueba de la
lectura de los incisos 2) al 6) del artculo 4 de la Convencin Americana de
Derechos Humanos, los mismos que se refieren a la pena de muerte. As, en el
inciso 2) se prescribe que en los pases en que an no la han abolido "esta solo
podr imponerse por los delitos ms graves, en cumplimiento de sentencia
ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley que
establezca tal pena dictada con anterioridad a la comisin del delito",
agregndose que "tampoco se extender su aplicacin a delitos a los cuales no
se la aplique actualmente".
En el inciso 3) del mencionado artculo 4 se dispone que "no se restablecer la
pena de muerte en los Estados que la han abolido". En los siguientes incisos
de dicho numeral se prescribe que "en ningn caso se puede aplicar la pena de
muerte por delitos polticos ni comunes conexos con los polticos". De otro lado,
se establece que dicha pena no se impondr a las personas que "en el
momento de la comisin del delito tuvieren menos de dieciocho aos de edad o
ms de setenta, ni se aplicar a las mujeres en estado de gravidez".
Finalmente, se dispone que la persona condenada a muerte "tiene derecho a
solicitar la amnista, el indulto o la conmutacin de la pena", establecindose
que no se podr aplicar la pena "mientras la solicitud est pendiente de
decisin ante autoridad competente"11.
proteger los elementos biolgicos del ser humano que tienen un contenido vital
aunque no poseen vida en s, pero que sirven para producirla 13. Es el caso de
los gametos o "clulas s/cm o totipotenciales" que merecen una proteccin
jurdica especial.
Se menciona, asimismo, el llamado "derecho a sobrevivir" que se considera
"una proyeccin del derecho a la vida", como es el caso de los embriones
crioconservados. Se trata de seres humanos a quienes "sin habrseles privado
de la vida, han sufrido una paralizacin en su proceso fisiolgico, con el fin de
algn da 'reiniciarlo' de verificarse ciertas condiciones preestablecidas por
otros"14.
9. La vida humana tiene un valor propio, independiente del patrimonial. Por ello,
la privacin de la vida es una causa especfica de indemnizacin.
11. Derecho a la identidad personal
10. La persona, cada persona, es idntica a s misma, no obstante que todos
los seres humanos son iguales. La igualdad radica en que todas las personas,
por ser tales, comparten la misma estructura existencial en cuanto son "una
unidad psicosomtica constituida y sustentada en su libertad". Es la libertad la
que, al desencadenar un continuo proceso existencial autocreativo, hace
posible el que cada persona desarrolle -dentro de las opciones que le ofrece su
mundo interior y su crcunstancia- su "propio" proyecto de vida, adquiera una
cierta personalidad, logrando as configurar "su" identidad. La identidad es,
precisamente, lo que diferencia a cada persona de los dems seres humanos,
no obstante ser estructuralmente igual a todos ellos. Es, pues, el derecho a ser
"uno mismo y no otro"15.
Uno de los grandes misterios de la vida es el que siendo todas las personas
estructuralmente iguales no existan dos idnticas. Es decir, que posean la
misma biografa as como el mismo cdigo gentico. Cada persona, en tanto
libre, elabora su propio "proyecto de vida" y tiende a realizarlo, no obstante los
condicionamientos y determinismos que le son adversos. El "proyecto de vida"
es personal, nico, irrepetible, intransferible, por lo que su realizacin configura
una determinada personalidad que es la manera cmo la persona aparece y se
presenta en el mundo frente a los dems seres, con sus propias caractersticas
psicolgicas, con su propia escala de valores.
13 VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Derecho Gentico. Cuarta edicin. Grijley. Lima, 2001, p.
155.
La identidad del ser humano consigo mismo hace que cada persona sea "ella
misma y no otra". La identidad, como apunta Fromm, es la experiencia que
permite a cada persona decir soy "yo" 16. Es decir, "yo soy el que soy y no otro".
La singularidad o mismidad de cada persona determina el que cada una posea
su "propia verdad personal". Se "es como se es", con atributos, calidades,
virtudes, defectos, vicios, perfil psicolgico, caractersticas, apariencia exterior,
nombre, ideologa, profesin, creencias filosficas y religiosas, convicciones
polticas, conductas o acciones que corresponden exclusivamente a cada cual,
demritos. Cada persona posee su propio pasado y su personal proyecto de
vida enderezado al futuro.
Cada persona tiene el derecho a su identidad, es decir, a exigir que se respete
su "verdad personal", que se le represente fielmente, que se le reconozca
como "ella misma", que se le conozca y defina sin alteraciones o
desfiguraciones. Correlativo a este derecho se encuentra el deber de los "otros"
de reconocer a la persona "tal cual es". Ello significa que nadie puede
desnaturalizar o deformar la identidad, atribuyendo a la persona calidades,
atributos, defectos, conductas, rasgos psicolgicos o de otra ndole que no le
son propios ni negar su patrimonio ideolgico-cultural, sus comportamientos,
sus pensamientos o actitudes.
11. La identidad, constituyendo un concepto unitario, posee una doble vertiente.
De un lado, aquella esttica, la que no cambia con el transcurrir del tiempo. La
otra, dinmica, vara segn la evolucin personal y la maduracin de la
persona. La primera de ellas, la esttica, ha sido la nica que se consider
jurdicamente, hasta no hace mucho, como la "identidad personal". Se le
designaba comnmente como "identificacin". Entre los elementos estticos de
la identidad personal que no varan, que son estables a travs de la existencia,
se encuentran, entre otros, el cdigo gentico 17, el lugar y la fecha del
nacimiento, los progenitores, las caractersticas fsicas inmodificables, el
contorno somtico, el nombre18. Los estticos son los primeros elementos
personales que se hacen visibles en el mundo exterior por lo que a la persona
se le identifica, de modo inmediato, mediante estos atributos.
La identidad dinmica est compuesta por un complejo conjunto de atributos y
calificaciones de la persona que pueden variar con el tiempo, en mayor o
menor medida segn la coherencia y consistencia de la personalidad y la
cultura de la persona. Se trata de las creencias filosficas o religiosas, la
ideologa, los principios morales, la profesin, las opiniones, las actitudes, la
16 FRO MM, Erick. La rivoluzione della speranza. Etas. Milano, 1979, p. 78.
17 El ser que surge en el instante de la concepcin no es otro que un ser humano nico,
irrepetible.En este momento la informacin gentica se organiza de modo totalmente original.
La primera clula del nuevo ser tiene grabado el programa que organiza despus a todas las
dems clulas.
18 En cuanto al nombre, la persona tiene el deber de no modificado, pues es el elemento con
que comn y generalmente se identifica a la persona en sociedad. No obstante, existen ciertos
casos en los cuales, luego de un procedimiento legal, es posible cambiar el prenombre por
razones justificadas como sera el caso, por ejemplo, de una homonimia intolerable.
los riones o de partes de otros rganos o tejidos siempre que ello, como est
dicho, no comprometa gravemente la salud o el tiempo de vida del disponente.
Cabe sealar que la persona, tanto en el ejercicio de su libertad, del derecho a
su salud como del derecho a su integridad psicosomtica, puede oponerse a
cualquier examen, tratamiento mdico o intervencin quirrgica a que se le
deba someter para restablecer su salud o mitigar las consecuencias de su
enfermedad, salvo disposicin contraria de la ley. En estos casos, con la
finalidad de que la persona pueda adoptar una adecuada decisin al respecto,
el mdico tratante debe informarle previamente, con las formalidades que la
situacin exige, sobre el diagnstico, el pronstico y las consecuencias del
examen, tratamiento o intervencin quirrgica que se le propone.
Solo as se obtendr su consentimiento informado o el rechazo a cualquier
intervencin sobre su cuerpo.
23. Dentro de los alcances del derecho a la integridad psicosomtica, el artculo
12 del Cdigo Civil peruano de 1984 prescribe que no son exigibles los
contratos que tengan por objeto la realizacin de actos excepcionalmente
peligrosos para la integridad psicosomtica de la persona, salvo que
correspondan a su actividad habitual y se adopten las medidas de previsin y
seguridad adecuadas a las circunstancias25.
24. El derecho a la integridad psicosomtica protege a la persona desde la
concepcin o fecundacin, es decir, desde la aparicin de la vida que es el
momento de la fusin de los ncleos del vulo y del espermatozoide (singamia)
y el de la creacin de un singular cdigo gentico. La proteccin del derecho
bajo comentario alcanza al genoma humano en el sentido de que no debe
modificarse, salvo que tenga por finalidad prevenir, disminuir o eliminar
enfermedades graves. Del mismo modo, se prohben las manipulaciones
genticas, incluyendo la clonacin, en cuanto atentan contra la integridad y la
identidad del ser humano26.
Bajo el entendido de que la creacin cientfica es tutelada por el inciso 8) del
artculo 2 de la Constitucin de 1993, resulta tambin claro que la
experimentacin cientfica se debe orientar y dirigir a beneficiar al ser humano,
es decir, a mejorar, en todo sentido, su calidad de vida. De ah que se proteja la
25 El que esto escribe propuso, con ciertas explicables dudas basadas en la
tradicin, que se suprimieran ciertos espectculos violentos que suponan un
grave riesgo para la vida o la integridad psicosomtica. Se trataba, por ejemplo,
del caso del box o de las carreras de autos. Como era de suponer, dicha
propuesta, sin ninguna sorpresa para el proponente, fue descartada, pues iba
contra los "usos y costumbres" de la sociedad.
26 En el proyecto de Ley de Enmiendas al Cdigo Civil, aprobado
unnimemente por la respectiva comisin, se cre un nuevo artculo en el Libro
Primero dedicado al Derecho de las Personas el cual, en su segundo prrafo,
tiene la siguiente redaccin: "El genoma humano no podr ser modificado,
salvo que tenga por finalidad prevenir, disminuir o eliminar enfermedades
graves. Estn prohibidas las manipulaciones genticas, incluyendo la donacin,
la seleccin de genes, sexo o de los caracteres fsicos o raciales de los seres
humanos".
27 El inciso d) del artculo 14 de la Ley General de Salud peruana establece que toda persona
tiene el derecho: "a no ser objeto de experimentacin para la aplicacin de medicamentos o
tratamientos sin ser debidamente informada sobre la condicin experimental de estos, de los
riesgos que corre y sin que medie previamente su consentimiento escrito o el de la persona
legalmente a dado, si correspondiere, o si estuviere impedido de hacerlo".
La libertad, como alguna vez lo hemos expresado, no resulta ser una "facultad",
una propiedad, de la cual el hombre puede disponer o no. El ser humano no
"tiene" ni deja de tener libertad sino que el hombre "es libertad" 32. Es esta su
situacin ontolgica en el mundo 33. La libertad le ha sido impuesta al hombre
como "su responsabilidad".
27. La libertad, a travs del vivenciamiento de los valores, presididos por el
amor, hace de la persona un ser espiritual. Los valores otorgan sentido a su
vida. La persona resulta as la unidad viviente de espritu y naturaleza 34. El
hombre es un ser natural desde que, mediante su cuerpo, se encuentra
enraizado en la naturaleza. Pero, de otro lado, la libertad -que constituye y
sustenta su dimensin psicosomtica permite a la persona superar la categora
de ser tan solo naturaleza. Es decir, de limitarse a ser un animal "racional",
situacin a la que histricamente se la haba confinado 35. Mediante el espritu la
persona trasciende la naturaleza sin dejar de ser, por ello, un ente natural.
Por lo expuesto, puede sostenerse que la mera "racionalidad" no diferencia a la
persona de los dems animales mamferos. Estos poseen una incipiente
inteligencia asociativa, cierta voluntad y afectividad, pero carecen de libertad.
No es el psiquismo, ni su inherente racionalidad, lo que distingue a la persona
de los otros mamferos sino su ser libertad
28. Cuando se hace referencia a la libertad -no obstante su unicidad- se ha de
tener en consideracin su doble vertiente: de un lado la libertad ontolgica, en
cuanto ser mismo del hombre, y, del otro, el "proyecto de vida", en cuanto su
realizacin o la concrecin en el mundo de su libertad ontolgica. Esta libertad
ontolgica, que es pura capacidad subjetiva de decisin, se constituye como un
constante proyectar36. El "proyecto de vida" se realiza y concreta
existencialmente en el mundo. La libertad, que somos, se exterioriza, se
fenomenaliza, se hace presente en la realidad. El proyecto, en tanto decisin,
31 Como anota Vctor E. Franki, "toda persona representa algo nico, cada una de sus
situaciones de vida algo singular, que se produce una sola vez" (psicoanlisis y existencialismo.
Fondo de Cultura Econmica. Mxico, 1970, p. 57).
32 Gabriel Marcel exclama, por ello, que "decir 'soy libre' es decir 'soy yo'" (El
misterio del ser. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1953, p. 296).
33 Xavier Zubiri expresa que la condicin ontolgica de! ser humano "es lo que llamamos
libertad".Y, en este sentido precisa que, por ello, la "libertad es la situacin ontolgica de quien
existe desde el ser" (Naturaleza, Historia, Dios. Editorial Poblet. Buenos Aires, 1948, p. 343).
Derecho al bienestar
34. La Constitucin de 1993 incorpora por primera vez en un texto
constitucional peruano el derecho al bienestar.
El inciso 1) del artculo 25 de la Declaracin Universal de los Derechos
Humanos de 1948 se refiere a la nocin de bienestar cuando reconoce el
derecho de la persona "a un nivel de vida adecuado que le asegure, as como a
su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentacin, el vestido, la
asistencia mdica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a
los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u
otros casos de prdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad". Estos derechos constituyen algunos de los
componentes del amplio concepto de "bienestar" segn el texto que acabamos
de glosar.
El contenido de la nocin "bienestar" aparece tambin en la definicin que del
concepto "salud" proporcion en 1946 la Organizacin Mundial de la Salud. La
OMS, en esa ocasin, al definir los alcances de dicho concepto precis que
comprenda, adems de la de "salud" entendida en su sentido tradicional de
carencia de enfermedad, otras varias aspiraciones de la persona que
conforman el contenido del amplio concepto de "bienestar". Un sector de la
doctrina, por esta razn, considera la nocin de bienestar como equivalente a
la de "salud integral".
Por lo expuesto, la nocin de bienestar comprende otras diversas situaciones o
calidades de vida que, adems de la salud en sentido estricto, son necesarias
para que la persona alcance el estado de "bienestar" considerado en su ms
lata acepcin.
Entre las varias aspiraciones comprensivas de este concepto se consideran,
aparte de aquellas que aparecen en el texto del artculo 25 de la Declaracin
Universal de los Derechos Humanos antes glosado, el tener un empleo
mediante el cual se perciba una retribucin suficiente para llevar una vida
decorosa, poseer una vivienda, disfrutar de un equilibrio emocional logrado a
travs del afecto proveniente de su entorno familiar y social, tener un adecuado
nivel de educacin, disponer de tiempo libre para dedicarse a los placeres de la
vida y a los goces familiares, tener vacaciones peridicas que faciliten una
sana diversin y un debido reposo, entre otras.
En dicho orden de ideas, el Diccionario de la Lengua Espaola se refiere al
bienestar como el poseer "las cosas necesarias para vivir bien" o, en una
segunda acepcin, tener una "vida holgada o abastecida de cuanto conduce a
pasarlo bien y con tranquilidad". Se suele tambin equiparar el concepto de
bienestar con el de "comodidad" que, comnmente, se entiende como tener la
posibilidad de disponer de las cosas indispensables para una vida holgada,
tranquila, con conciencia de un estado de satisfaccin y plenitud psicosomtica.
Para lograr el estado de bienestar o de salud integral se requerira, por
consiguiente, satisfacer, al menos, todas las situaciones antes sealadas. De
Ahora bien, para nosotros, como ya referimos en un trabajo anterior 67, los
principios generales del Derecho son frmulas normativas con valor general
que constituyen la base del ordenamiento jurdico. Se encuentran
invariablemente en su estructura y en ocasiones expresadas en algunas
normas positivas, incluso con rango constitucional. Permiten la creacin y
recreacin del ordenamiento legal, su cabal aplicacin y comprensin, y por
supuesto tienen un especial papel en la integracin del sistema. Son
igualmente indispensables en la investigacin cientfico-jurdica como en la
aplicacin prctica.
8: Las diferencias entre reglas y principios son suficientemente conocidas, no
insistiremos aqu en ellas68, igualmente conocida es la relevancia de los
principios para explicar y determinar el alcance de los derechos fundamentales
en casos concretos. No obstante, s consideramos conveniente detenernos en
el contenido del principio constitucional de igualdad. En este punto lo primero
que hay que observar es que tal principio no aloja una nica norma -o para
decirlo en expresin de Alexy:
"mandato de optimizacin" -, sino que su observancia implica diversas
obligaciones que pueden ser sintetizadas en la reflexin aristotlica: "parece
que la igualdad es lo justo y lo es, pero no para todos sino para los iguales; y lo
desigual parece que es justo, y ciertamente lo es, pero solo para los
desiguales" (La Poltica). De soslayo, diremos que la mera igualdad no implica
nada, no es ni justo ni injusto, porque antes y despus de la igualdad estn las
distintas condiciones humanas.
9. De ah que, en la lnea de precisar los alcances del principio de igualdad, el
Tribunal Constitucional ha expresado que ha de considerarse 69:
(a) Como un limite para la actuacin normativa, administrativa y jurisdiccional
de los poderes pblicos.
(b) Como un mecanismo de reaccin jurdica frente al hipottico uso arbitrario
del poder.
(c) Como un impedimento para el establecimiento de situaciones basadas en
criterios prohibidos (discriminacin atentatoria a la dignidad de la persona); y,
(d) Como una expresin de demanda al Estado para que proceda a remover
los obstculos polticos, sociales, econmicos o culturales que restringen de
hecho la igualdad de oportunidades entre los hombres.
De estos mandatos se derivarn los alcances de la igualdad constitucional en
el mbito objetivo y en el subjetivo, esto es, como lnea directriz del
67 Vase GUTIERREZ CAMACHO, Walter. Vacos de la 0y principios generales
del Derecho. En: AA.vv. "Cdigo Civil comentado". Tomo I. Gaceta Jurdica,
Lima, 2003.
68 Sobre el tema vase DWORKIN, Ronald. Ob. cit.
69 Cfr. STC Exp. N 0261- 2003-AA/TC, fundamento jurdico 3.1 y STC Exp. N
0018-2003-AI/ TC, fundamento jurdico 2
72 En el sentido anotado STC Exp. N 0261-2003-AA/TC, loc cit.; STC Exp. N 0018-2003-AII
TC, Ibdem.
73 "El Estado queda facultado para desvincular a la ley de su vocacin por la generalidad y
hacerla ingresar a una necesaria y razonable singularidad. Necesaria, porque est llamada a
recomponer un orden social que tiende a desvirtuarse, y razonable, porque se fundamenta en
un elemento objetivo, a saber, la naturaleza de las cosas" En: STC Exp. N 0001/0003-2003AI/TC, fundamento jurdico 8.
89 Linares Quintana escribe que la libertad de religin tiene tres aspectos distintos, uno de los
cuales es la libertad de conciencia o de creencias, que consiste en el derecho de cada uno de
creer interiormente lo que quiera en materia religiosa (Cfr. LINARES QUINTANA, Segundo V.
Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional argentino y comparado. Tomo nI. Editorial
Alfa, Buenos Aires, 1956, p. 710). Para otros autores como Esmein, por ejemplo, "la libertad de
conciencia se refiere al derecho de todo ciudadano de no ser obligado a profesar una religin
en la que no cree, o a participar en sus actos exteriores" (citado por BIDART CAMPOS,
Germn. Derecho Constitucional comparado. Tomo n. Ediar. Buenos Aires, 1966, p. 21 ).
Bourdeau, en cambio, dice que: "la libertad de conciencia importa la de creer en lo que se
desee, sea en materia poltica, social, f1!osfica o religiosa" (citado por LINARES QUINTANA,
Segundo V. Ob. cit., pp. 710-711). Desde esta visin ms amplia, la libertad de conciencia
involucra a la de creencias y, ambas, a su vez, son variantes especificas del derecho ms
genrico a la libertad de pensamiento. As, por ejemplo, en Espaa F. Garrido Falla (siguiendo
a RIVERa, J. Les liberts publiques, Tomo n, 1977, p. 120), sostiene que la "libertad de opinin,
de creencias, ideolgica y de conciencia son aspectos o manifestaciones de la libertad de
pensamiento" (Cfr. GARRIDO FALLA, F. Y otros. Comentarios a la Constitucin. 2a Ed., Madrid,
1985, pp. 284-287). En todo esto lo nico que vemos es confusin de trminos que requieren
de urgente precisin.Artculo 18 de la DUDH: "Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religin". El PIDCP no menciona la libertad de pensamiento
pero dice en su artculo 19 que "nadie podr ser molestado a causa de sus opiniones". El
artculo 13 de la CADH proclama que "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento
y de expresin". El artculo 9 de la CEDH seala: "Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religin". En su artculo 10 establece el derecho de toda
persona "a la libertad de expresin. Este derecho comprende la libertad de opinin [...]".
DOCTRINA
AMRIGO CUERVO-ARANGO, Fernando. La objecin de conciencia al
servicio militar: especial referencia al Derecho espaol. En: "Anuario de
Derechos Humanos". N 3. Universidad Complutense de Madrid, 1985. BIDART
CAMPOS, Germn. Derecho Constitucional comparado. Tomo I, Ediar, Buenos
Aires, 1966.
GARRIDO FALLA, Fernando y otros. Comentarios a la Constitucin. 2" edicin,
Editorial Civitas, Madrid, 1985. GONZLEZ M. Felipe. Libertad de conciencia y
religin. En: "Sistema jurdico y derechos humanos. El Derecho nacional y las
obligaciones internacionales de Chile en materia de derechos humanos".
Cecilia Medina Quiroga y Jorge Mera Figueroa (editores). Universidad Diego
Portales, Santiago de Chile, 1996. IBAN, Ivn Carlos. La libertad religiosa como
derecho fundamental. En: "Anuario de Derechos Humanos". N 3. Universidad
Complutense de Madrid, 1985. LINARES QUINTANA, Segundo Vctor. Tratado
de la Ciencia del Derecho Constitucional argentino y comparado. Tomo II,
Editorial Alta, Buenos Aires, 1956. LPEZ CASTILLO, Antonio. Acerca del
derecho de libertad religiosa. En: "Revista Espaola de Derecho
Constitucional". Ao 19, nmero 56, Mayo-agosto, 1999; NARANJO, Vladimiro.
Teora constitucional e instituciones polticas. 8" edicin, Temis S.A., Santa Fe
de Bogot, 2000; MEDINA QUIROGA, Cecilia. La libertad de expresin. En:
"Sistema jurdico y derechos humanos. El Derecho nacional y las obligaciones
internacionales de Chile en materia de derechos humanos". Cecilia Medina
Quiroga y Jorge Mera Figueroa, (editores). Universidad Diego Portales,
Santiago de Chile, 1996; ORTEGA Y GASSET, Jos. Ideas y creencia. Revista
de Occidente. Madrid, 1986; REINA, V. Y REINA, A. Lecciones de Derecho
Eclesistico espaol. P.P.U. Barcelona, 1983.
Artculo 2
Libertades de expresin e informacin
Toda persona tiene derecho:
(...) 4. A las libertades de informacin, opinin, expresin y difusin del
pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier
medio de comunicacin social, sin previa autorizacin ni censura ni
impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley.
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y dems medios de
comunicacin social se tipifican en el Cdigo Penal y se juzgan en el fuero
comn. Es delito toda accin que suspende o clausura algn rgano de
expresin o le impide circular libremente. Los derechos de informar y opinar
comprenden los de fundar medios de comunicacin.
()
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 incs. 2), 3), 18), 61, 139 incs. 4), 20);
C.P.Ct.: art 37 inc. 3); C.C.: art 15;
C.P.C.: art 51 inc. 6),
C.P.: arts. 130, 131, 132, 154, 169, 238, 240 inc. 2);
C.N.A.: arts. 9, 10;
D.U.D.H.: arts. 18, 19;
P.I.D.C.P.: art 19;
C.D.N.: arts. 12, 13;
C.A.D.H.: art 13
Samuel B. Abad Yupanqui
La Constitucin de 1993, siguiendo al texto de 1979, reconoce en su artculo 2
inciso 4) las "libertades de informacin, opinin, expresin y difusin del
pensamiento". Precisar el contenido de estos derechos, especialmente de las
libertades de informacin y expresin, constituye un paso fundamental para
determinar cundo una norma o una conducta pueden afectados.
1. Las libertades de expresin e informacin
La libertad de expresin es el derecho a manifestar y comunicar sin trabas el
propio pensamiento107. As, consiste en la exteriorizacin de la libertad de
pensamiento a travs de las ms variadas formas de comunicacin, sea oral,
escrita, a travs de smbolos por radio, televisin o cualquier otra modalidad 108.
De este modo, la libertad de prensa vendra a ser una especie del gnero
107 SOLOZBAL Juan Jos. La libertad de expresin desde la teora de los
derechos fundamentales. En: "Revista Espaola de Derecho Constitucional".
N 32, Madrid, 1991, p. 8.
108 BIDART CAMPOS, Germn. Manual de Derecho Constitucional argentino. Ediar, Buenos
Aires, 1985, p.228.
6.
Secreto profesional y clusula de conciencia
Se trata de dos derechos estrechamente ligados a las libertades informativas.
As por ejemplo, el Tribunal Constitucional (Expediente N 0134-2003-HD) ha
sostenido que el secreto profesional, reconocido por el artculo 2 inciso 18) de
la Constitucin, "protege a los titulares de la libertad de comunicar informacin,
en especial a los periodistas de cualquier medio de comunicacin social",
quienes "no pueden ser obligados a revelar sus fuentes informativas" (EJ. N
2). En el citado caso, el demandante pretendi a travs del proceso de hbeas
data obligar a la revista "Caretas" a revelar sus fuentes de informacin. El
Tribunal fue contundente al precisar que "el hbeas data no es un proceso
destinado a obligar a los periodistas o empresas periodsticas a revelar sus
fuentes de informacin".
Por otro lado, la Ley de Radio y Televisin, Ley N 28278, publicada en el
Diario Oficial el16 de julio del 2004, ha regulado la clusula de conciencia
sealando que en virtud de ella "todo el que ejerza la actividad periodstica
tendr derecho a solicitar la resolucin de su contrato o el trmino de su vnculo
laboral cuando hubiese sido conminado u obligado a realizar trabajos contrarios
a su conciencia o al Cdigo de Normas ticas establecido por el titular del
servicio". Creemos que constituye un avance reconocer dicha institucin. Sin
embargo, la pregunta que podemos plantear es si realmente garantiza la
libertad de conciencia disponer que cuando cambia la lnea editorial o se afecta
el Cdigo de tica, es suficiente con reconocer el derecho al periodista de
solicitar la resolucin del contrato o dar por culminado el vnculo laboral. Y es
que en un pas donde el mercado laboral es tan reducido y existe una elevada
tasa de desempleo, un periodista a quien le cambian la lnea editorial del
medio en que labora buscar otro trabajo o aceptar la nueva lnea impuesta
pese a que ella afecte su conciencia? No es posible olvidar lo ocurrido con los
medios de comunicacin en el Per. Por ello, creemos que debi establecerse
que el periodista, en vez de renunciar, pueda rehusarse a cumplir la orden del
medio de comunicacin y permanecer en l haciendo respetar su conciencia.
DOCTRINA
BIDART CAMPOS, Germn. Manual de Derecho Constitucional argentino.
Ediar.
Buenos Aires, 1985; EGUIGUREN PRAELI, Francisco. La libertad de
informacin y su relacin con los derechos a la intimidad y al honor en el caso
peruano. En: "Ius et Veritas" N 20, Pontificia Universidad Catlica del Per,
Lima; EKMEKDJIAN, Miguel Angel. Derecho a la informacin. Reforma
constitucional y libertad de expresin. Nuevos aspectos. Depalma, Buenos
Aires, 1996; ESPN, Eduardo y otros.
Derecho Constitucional. El ordenamiento constitucional. Derechos y deberes de
los ciudadanos. Volumen 1, Tirant lo Blanch, Valencia, 1991; FERNNDEZ
SEGADO, Francisco. El sistema constitucional espaol. Dykinson, Madrid,
1992; FANDEZ LEDESMA, Hctor. La libertad de expresin. En: "Revista de
Tal situacin fue corregida por la Ley N 27927, la cual desarrolla de mejor
manera las excepciones al acceso a la informacin, especialmente aquellas
referidas a la seguridad nacional-"una idea subdesarrollada en el plano
conceptual, y cargada de emotividad e irracionalismo en su plasmacin
prctica"129, que se caracterizaban por su amplitud y ambigedad. La Ley
distingue tres tipos de informacin: secreta -mbito militar y de inteligencia
(artculo 15)-, reservada -mbito policial y de relaciones exteriores (artculo 15A)- y confidencial-intimidad, secreto bancario, reserva tributaria, etc. (artculo
15-B)-. Adems, establece un plazo de clasificacin y un procedimiento de des
clasificacin.
Cabe indicar que en el caso Nuevo Mundo Holding S.A., el Tribunal
Constitucional (EJ. N 6) consider que el control que permita determinar
jurisdiccionalmente si la informacin debe ser pblica o no, debe guiarse por
los principios de razonabilidad y proporcionalidad:
"Tratndose, sin embargo, de intervenciones estatales sobre cualquiera de las
libertades preferidas, esta condicin impone que el control sobre las normas y
actos que incidan en ella no solo se encuentren sujetos a un control
jurisdiccional ms intenso, a la luz de los principios de razonabilidad y
proporcionalidad, sino, adems, que en ese control tenga que considerarse que
tales actos o normas que en l inciden carecen, prima facie, de la presuncin
de constitucionalidad".
Asimismo en anterior oportunidad, el 13 de diciembre de 2000, el Tribunal
Constitucional (Expediente N 950-00-HD/TC-Lima, Caso Asociacin de
Pensionistas de la Fuerza Armada y la Polica Nacional, FJ. N 6) haba
considerado que:
"El solo hecho de que una norma o un acto administrativo, como en el presente
caso, atribuya o reconozca la condicin de seguridad nacional a una
informacin determinada, no es razn suficiente, en trminos constitucionales,
para denegar el acceso a la misma; por el contrario, es siempre indispensable
examinar si la informacin calificada de reservada reviste realmente o no tal
carcter, acudiendo para tal efecto al principio constitucional de razonabilidad".
Y es que el concepto de seguridad nacional ha sido utilizado de manera
exageradamente amplia, tal como ocurri con los manuales de clasificacin de
informacin de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional del Per que
acogieron criterios injustificados para mantener en reserva la informacin que
obra en su poder. Dichos manuales utilizaron hasta cinco tipos de clasificacin
de informacin que no es de acceso pblico (secreta, estrictamente secreta,
reservada, estrictamente reservada y confidencial). Tal clasificacin ha sido
superada por la vigente Ley de Acceso a la Informacin.
Por lo dems, el artculo 15-C de la Ley seala que: "La informacin contenida
en las excepciones sealadas en los artculos 15, 15-A Y 15-B son accesibles
para el Congreso de la Repblica, el Poder Judicial el Contralor General de la
Repblica y el Defensor de/Pueblo". De esta manera se garantiza el control de
la informacin clasificada como secreta, reservada o confidencial.
6. Responsabilidad por la negativa arbitraria de brindar informacin
El Decreto Supremo N 018-2001-PCM, que regulaba un procedimiento de
acceso a la informacin publica -actualmente derogado-, seal que el
incumplimiento de lo establecido en dicha norma por funcionarios o servidores
de las entidades del sector pblico daba origen a las sanciones establecidas en
la Ley de Bases de la Carrera Administrativa y de Remuneraciones del Sector
Pblico y en el Texto nico Ordenado de la Ley de Productividad y
Competitividad Laboral. Esto se dispuso porque constituye un deber de la
administracin y de las autoridades, funcionarios y servidores pblicos otorgar
la informacin requerida por cualquier persona, salvo cuando dicha informacin
se encuentre dentro de las excepciones taxativamente previstas en la
Constitucin o en leyes especiales.
- En la actualidad, la Ley de Transparencia y Acceso a la Informacin Pblica
seala que: "Los funcionarios o servidores pblicos que incumplieran con las
disposiciones a que se refiere esta Ley sern sancionados por la comisin de
una falta grave, pudiendo ser incluso denunciados penal mente por la comisin
de delito de abuso de autoridad a que hace referencia el articulo 377 del
Cdigo Penal".
El citado artculo del Cdigo Penal establece que: "El funcionario pblico que,
ilegalmente, omite, rehsa o retarda algn acto de su cargo, ser reprimido con
pena privativa de libertad no mayor de dos aos y con treinta a sesenta dasmulta"
Resultaba indispensable establecer responsabilidades ante el incumplimiento
de las obligaciones establecidas por la citada ley para evitar la subsistencia de
una "cultura del secreto". Por lo dems, nos parece que la norma no ha sido lo
precisa que hubiera sido deseable para establecer las sanciones que en estos
casos resulte pertinente imponer.
7. Medidas para promover la transparencia en el Estado
La Ley N 27806 contiene un conjunto de disposiciones que tratan de promover
la transparencia en la administracin estatal. Y es que el Estado no solo debe
entregar la informacin que las personas le soliciten expresamente, sino
adems, debe dictar medidas que pongan a disposicin de la ciudadana la
informacin y que garanticen, de esa manera, el escrutinio pblico y la
vigilancia social130.
133 Cfr. Informe 2001, Relatara de la CIDH para la Libertad de Expresin, Cap. III. p. 14.
3) La necesidad de informacin que tiene el Estado para poder cumplir con sus
fines, en ocasiones limita los derechos individuales. Este conflicto de derechos,
tal como seala el Tribunal Constitucional espaol, no ha de ser resuelto a
travs de la anulacin de unos para el pleno desarrollo de otros; y aunque en
colisiones del inters pblico frente a derechos individuales estos ltimos han
de ceder frente al primero; esta situacin ha darse de tal manera que se limiten
lo menos posible estos derechos. Ello en definitiva va a exigir que el
ordenamiento cumpla con el papel que en un Estado de Derecho le
corresponde, es decir que nos presente un catlogo de lmites a la propia
obtencin de la informacin con el fin de armonizar los distintos derechos que
pudieran entrar en conflicto; pero fundamentalmente que se articulen un
conjunto de garantas sobre la informacin en poder de la Administracin,
garantas que no solo han de tener sentido negativo, sino que deben cobrar un
sentido positivo en el nimo de residenciar en manos del interesado, su
autntico control139.
4) Al hilo de las ideas expuestas puede advertirse que nuestra legislacin no ha
creado un autntico mecanismo legal de proteccin de la privacidad
econmica.
Nosotros consideramos que cuando se pretenda levantar tanto el secreto
bancario como la reserva tributaria deber necesariamente notificrsele al
titular de la informacin. Tal comunicacin deber contener en primer lugar, la
identidad del funcionario estatal que lo solicita y la finalidad por la que se le
dar esa informacin; as como la identificacin del funcionario que deber
cuidar que se preserve la correspondiente privacidad econmica.
5) En cuanto a la necesidad que tiene el titular de los datos de estar informado
del manejo de su informacin por parte de un ente pblico, creemos que es un
derecho bsico, pues este necesita conocer no solo quines manejan esa
informacin sino quines eventualmente la requieren. Las razones son dos, de
un lado tener el derecho a oponerse al traslado de esa informacin, y conocer
quin o quines son los responsables de la seguridad de esta. En definitiva no
es posible garantizar el secreto bancario ni la reserva tributaria si el interesado
no se halla informado del manejo de su informacin.
Por ltimo, es inevitable que el Estado en situaciones normales tenga acceso a
ciertos niveles de informacin econmica de los ciudadanos, y en situaciones
excepcionales pueda levantar las barreras de seguridad que el Derecho ofrece
a los agentes econmicos (secreto bancario, reserva tributaria) e incluso pueda
develar las formas jurdicas utilizadas por estos para la realizacin de sus
negocios (levantamiento de la personalidad jurdica), con el objeto de conocer
la real actividad econmica de los sujetos a quienes fiscaliza.
DOCTRINA
COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe 2001,
Relatara de la CIDH para la Libertad de Expresin, Cap. III; LABANCA, Jorge.
139 Cfr. ORTIZ LIN,]. Ob. cit. p.4.
El secreto bancario. Ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1953; LAGO, Alfonso.
Secreto de las declaraciones. En: "Impuestos, doctrinas fundamentales 19422002".
Ed. La Ley. Buenos Aires, 2002; MALAGARRIGA, Juan. El secreto bancario.
Ed. Abeledo Penal. Buenos Aires, 1970; NA V ARRINE, Susana. El secreto
fiscal. Rgimen en el procedimiento tributario nacional. Ley 11.683 (T.O. 1998).
Ed. La Ley.
Buenos Aires, 2001; ORTIZ LIN, J. Derechos y garantas del contribuyente
ante la utilizacin por la Hacienda Pblica de sus datos personales. Ed.
Comares, Espaa, 2003.
Artculo 2
Privacidad de la intimidad personal y familiar
Toda persona tiene derecho:
(...)
6. A que los servicios informticos, computarizados o no, pblicos o privados,
no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 incs. 5), 7), 97, 200 inc. 3);
C.P.Ct.: art. 61;
C.C.: arts. 14, 15, 16;
C.P.e.: 19' D.F.;
C.P.: arrs. 154, 155, 157;
Ley 26497: art. 7;
D.U.D.H.: art. 12;
P.I.D.C.P.: art. 17;
C.D.N.: art. 16;
C.A.D.H.: art. 11.2
Juan Morales Godo
1. Generalidades
El desarrollo de la ciencia y la tecnologa en los ltimos 50-60 aos han
generado efectos contradictorios. As como han provocado un acelerado
progreso en el desarrollo de la humanidad, siendo indudable que hoy en da el
hombre vive ms y mejor, tambin han provocado una serie de interrogante s
de carcter tico, legal y poltico, por los daos que pueden ocasionar al propio
ser humano.
En efecto, as como la revolucin industrial provoc una gran transformacin
social a toda la humanidad, as tambin estamos viviendo en la actualidad una
revolucin que trae consigo una gran transformacin socio-econmica-cultural
en todo el orbe. El gran invento que est provocando esta transformacin, al
lado de otras, es la computadora. La mquina con "prtesis de inteligencia" ha
revolucionado la informacin. Pero, no podemos cegamos y as como
reconocemos el gran valor para el avance de la informacin, la informtica trae
consigo una serie de problemas de carcter tico, legal y poltico. De por medio
est en debate la libertad del ser humano.
John Diebold, a comienzos de la dcada del 70, presagiaba los problemas que
podran presentarse en el futuro, debido al acelerado desarrollo de la
informtica.
Deca el autor en referencia: "Cuando se disponga de medios para elaborar un
registro de todos nuestros actos, y se tenga acceso a ese registro, quin ser
capaz de autolimitarse en su uso y abuso? A medida que vayamos logrando el
negativa
darles
las
razones
mencionadas
6. Banco de datos
La informacin se ha incrementado a tales niveles y es tanta su importancia
que a travs de la informtica se ha ido desarrollando una industria de la
informacin, por medio de la creacin de bancos de datos. Hoy en da, la
informacin es una mercanca, y por un precio se puede tener acceso a los
bancos con los ms diferentes contenidos, tanto a nivel nacional como a nivel
internacional.
"Esta nueva industria -paradigmtica para algunos de la era de la informacin
pone en movimiento diversos protagonistas: los productores de bases de datos:
149 Ibdem, p. 261..
Artculo 2
Derecho al honor, buena reputacin, intimidad personal y familiar, voz e imagen
Toda persona tiene derecho:
(...) 7. Al honor y a la buena reputacin, a la intimidad personal y familiar as
como a la voz y a la imagen propias.
Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviadas en cualquier
medio de comunicacin social tiene derecho a que ste se rectifique en forma
gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 incs. 1),5),6), 97;
C.P.Ct.: art. 37 inc. 8);
C.C.: arts. 14,15;
C.P.: arts. 130, 131,132,154,155,156,157,164;
Ley26775;
D.U.D.H.: art. 12;
P.I.D.C.P.: art. 17;
C.D.N.: art. 16;
CAD.H.: arts. 11.2,14
Juan Morales Godo
1. Derecho al honor y a la buena reputacin
La Constitucin se refiere al honor y a la buena reputacin, insinuando que se
trata de dos derechos, que tendran un contenido propio y diferenciado. Al
respecto, asumimos el criterio de que el honor tiene dos facetas: una subjetiva,
que viene a ser la apreciacin que tenga la persona de s mismo; y una
objetiva, que viene a ser la apreciacin que tienen los dems de la persona. Lo
que ocurre es que, algunos autores152, asumen que se trata de dos derechos,
resultando que la faceta subjetiva sera el honor, mientras que la faceta objetiva
sera la buena reputacin, tal como lo estara sugiriendo la Constitucin Poltica
del Estado en el inciso que comentamos. Desde nuestro punto de vista, ambas
facetas corresponden al derecho al honor. El hecho de que nuestra legislacin
penal haya considerado dos tipos penales distintos para cada una de estas
facetas, es decir, la injuria (subjetiva) y la difamacin (objetiva), no puede
constituir argumento para sostener que se trata de dos derechos. En realidad,
es el derecho al honor protegido en sus dos manifestaciones.
Ni en la doctrina, ni en nuestra legislacin existe una idea precisa del derecho
al honor; sin embargo, una marcada tendencia doctrinaria, que la resalta el
jurista espaol Herrera Tejedor153, nos lleva a considerar al honor en sus dos
152 RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitucin Poltica de 1993.
Tomo 1, Ed. Fondo Editorial PUCP, Lima, 1999, p. 245.
153 HERRERA-TEJEDOR, Fernando. Honor, intimidad y propia imagen. Ed.
Colex, Madrid, 1994, pp. 76-78.
informacin de esta faceta de nuestra vida. Sin embargo, ello es limitado por
cuanto las proyecciones mayores de este derecho estn en la posibilidad de
que el ser humano pueda adoptar las decisiones ms importantes de su
existencia, libre de interferencias y manipulaciones, con lo que se garantizara
su libertad y su formacin como ser humano.
Es importante sealar que el derecho a la intimidad, al igual que los dems
derechos de la personalidad, pese a su trascendencia e importancia para el ser
humano, no son absolutos y, por lo tanto, es necesario propender al equilibrio
entre los justos intereses individuales y los necesarios intereses generales que
tambin deben ser protegidos por el sistema jurdico. En ese sentido, debe
tenerse claro que existen limitaciones al derecho a la intimidad, donde este
derecho cede frente a determinadas situaciones consideradas de inters
pblico, como seran los casos de seguridad nacional, en situaciones de guerra
u otra emergencia pblica, de desastre natural, bienestar econmico del pas,
prevencin de desrdenes o crmenes, proteccin de la salud y la propia
libertad de informacin, entre otras. Sin embargo, no debe confundirse los
intereses pblicos o generales con la curiosidad pblica. Se entiende que
estamos frente a un inters pblico o general cuando el acto o el hecho tienen
trascendencia social.
3. Derecho a la imagen y a la voz
Nuestro sistema jurdico establece el derecho a la imagen y a la voz como
derechos autnomos, diferencindolos del derecho a la intimidad, aun cuando
un mismo acto pudiera violentar simultneamente estos tres derechos, como
sera la captacin a travs de un vdeo con voz, de un acto ntimo.
. Hay necesidad de brindar proteccin a la imagen de una persona, porque la
misma puede ser captada con mucha facilidad en lugares pblicos o privados,
incluyendo recintos ntimos, sin consentimiento de la persona. Tambin puede
captarse la Imagen de la persona en cualquier lugar en actitudes, gestos o
posiciones indecorosos, cuya captacin afecta la sensibilidad de la persona,
con mayor razn si estas son divulgadas.
Algunos programas de televisin han tenido y tienen la secuencia conocida con
el nombre de "la cmara indiscreta". Esta secuencia coloca a las personas en
situaciones difciles, muchas veces ridculas, provocadas expresamente,
mientras la cmara de televisin est captando la imagen y la voz de la
persona. Aqu se presenta un conflicto con el derecho a la imagen, y en
algunas ocasiones pudiera estar transgredindose la intimidad de las personas.
En ambos casos, es evidente que debe contarse con el consentimiento expreso
de las personas comprometidas en la secuencia, caso contrario, tanto la
captacin como la divulgacin acarrearn responsabilidad a los autores.
Nuestra legislacin, a travs del artculo 15 del Cdigo Civil de 1984, reconoce
el derecho a la imagen y a la voz, requirindose el consentimiento de la
persona para el aprovechamiento de la imagen y voz, establecindose, as
mismo, que no se requiere de consentimiento para la divulgacin, cuando se
trata de la imagen de un personaje pblico captada en una actuacin pblica,
159 MORALES GODO, Juan. Derecho a la vida privada y el conflicto con la libertad de
informacin. Ed. Grijley, Lima, 1995.
Louis. The right to privacy. En: "Harvard Law Review". Volumen IV, N 5,
Massachusetts, 1890;
ZA V ALA DE GONZLES, Matilde. Derecho a la intimidad. Editorial
AbeledoPerrot, Buenos Aires, 1982.
El autor y el inventor son los titulares originarios de los derechos exclusivos que
nacen de sus creaciones, ya sean estos de orden moral o patrimonial.
Los derechos patrimoniales de las obras e inventos pueden ser cedidos a
personas naturales o jurdicas, segn indica la ley, ya sea por contrato de
cesin o por contrato de trabajo. Tambin pueden ser titulares de estos
derechos los herederos.
Si varias personas crean conjuntamente la obra o la invencin, el derecho
corresponde a todas ellas en comn.
6. Contenido del derecho de autor y del derecho invencional
Los derechos intelectuales tienen un doble contenido. Por un lado estn los
derechos morales, que ataen directamente al creador y que son perpetuos,
inalienables, irrenunciable s, imprescriptibles e inembargables. Uno de los
derechos morales aplicables a las dos creaciones, obra e invento, es el
derecho de paternidad, a travs del cual el creador tiene el derecho de ser
reconocido como tal, determinando que la creacin lleve su nombre o no. Por
otro lado, los derechos patrimoniales, en cambio, se refieren al derecho
exclusivo de explotar econmicamente la creacin y de obtener por ello
beneficios. Estos derechos prescriben en el tiempo, como lo veremos ms
adelante.
Una de las diferencias importantes entre el derecho de autor y el derecho
invencional es que la obra recibe la proteccin legal desde el momento en que
es creada; en cambio, la invencin debe pasar por el requisito del
reconocimiento de la autoridad competente para que pueda ser protegida. El
derecho de autor no necesita de ningn trmite de registro previo para hacerse
valer; el derecho invencional nace con la patente.
7. Excepciones
No todos los bienes inmateriales se encuentran protegidos por los derechos
intelectuales.
En el mbito del derecho de autor estn excluidas las ideas contenidas en las
obras, los textos oficiales de carcter legislativo, administrativo o judicial, las
noticias del da y los simples hechos o datos.
En el mbito de la propiedad industrial no sern patentables las invenciones
que atenten contra el orden pblico, la moral o las buenas costumbres; las
invenciones que sean contrarias a la salud o a la vida de las personas o
animales, la preservacin de los vegetales y la preservacin del medio
ambiente; las invenciones sobre especies y razas animales y procedimientos
esencialmente biolgicos para su obtencin; las invenciones sobre las materias
que componen el cuerpo humano y su identidad gentica y las relativas a
productos farmacuticos que figuren en la lista de la Organizacin Mundial de
la Salud.
8. Duracin
El derecho de los autores en el Per dura toda la vida del autor y 70 aos
despus de su muerte, contados a partir del 1 de enero del ao siguiente a que
esta ocurra.
El derecho de los inventores dura 20 aos si se trata de una invencin, o 10
aos si es un modelo de utilidad o un diseo industrial, contados a partir del da
en que se present la solicitud de patente o registro.
Transcurridos estos plazos las obras pasan a dominio pblico, es decir, no se
necesitar la autorizacin previa y expresa que indica la ley ni debern de
pagarse regalas. Esto en lo que se refiere a los derechos patrimoniales pues
los derechos morales son perpetuos.
9. Cultura
Segn el Diccionario de la Real Academia Espaola, cultura es el conjunto de
modos de vida y costumbres, conocimiento y grados de desarrollo, artstico,
cientfico, industrial, en una poca, grupo social, etc. El Diccionario de Ciencias
Jurdicas, Polticas y Sociales de Manuel Osorio define a su vez cultura como el
resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por
medio del ejercicio, las facultades intelectuales del hombre. JC Smith advierte,
en el mismo texto, que el vocablo cultura presenta dos aspectos: uno amplio y
general, referido a un cierto refinamiento de un individuo, de un grupo social o
de un pueblo en sus costumbres o modalidades, as como tambin a la riqueza
y extensin de su saber; y otro estricto y especfico, que alude a la realidad del
mundo espiritual de las ciencias culturales que el hombre se crea a travs de
las acciones y reacciones que se dan en el sobrevenir.
La Constitucin peruana transmite la idea de cultura en el sentido amplio y
general del trmino, y esto lo podemos ver en otros artculos del mismo cuerpo
legal en los que se refiere a "vida cultural", "pluralidad tnica y cultural de la
Nacin", "formacin moral y cultural", "manifestaciones culturales y lingsticas
del pas", entre otras.
El acceso a la cultura es un derecho del hombre, reconocido por su importancia
en tratados, convenios y declaraciones internacionales, as como en la mayora
de las Constituciones latinoamericanas. Para la satisfaccin del acceso a la
cultura, es necesario el acceso a las obras del intelecto, ya que el acervo
cultural est nutrido por las obras de los creadores. Es por esta razn que
incluso se han jerarquizado los derechos al acceso a la cultura y al del derecho
de los creadores.
10. Conclusiones
La aparente contradiccin que existe entre los dos derechos contenidos en el
inciso 8 del artculo 2 de nuestra Constitucin se centra en los siguientes
postulados:
Artculo 2
Secreto e inviolabilidad de comunicaciones y documentos privados
Toda persona tiene derecho:
() 10. Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos
privados.
Las comunicaciones, telecomunicaciones o sus instrumentos solo pueden ser
abiertos, incautados, interceptados o intervenidos por mandamiento motivado
del juez, con las garantas previstas en la ley.
Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho que motiva su examen.
Los documentos privados obtenidos con violacin de este precepto no tienen
efecto legal.
Los libros, comprobantes y documentos contables y administrativos estn
sujetos a inspeccin o fiscalizacin de la autoridad competente, de conformidad
con la ley. Las acciones que al respecto se tomen no pueden incluir su
sustracci6n o incautacin, salvo por orden judicial.
(...)
CONCORDANCIAS:
c.: art. 200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc. 6);
c.c.: art. 16;
C.P.e.: art. 199;
c.P.: arts. 161,162,163, 164;
D.D.D.H.: art. 12;
P.I.D.C.P.: art. 17;
C.D.N.: art. 16;
C.A.D.H.: art. 11.2
Juan Morales Godo
1. Las comunicaciones y el derecho a la intimidad
Necesariamente debemos partir de una nocin del derecho a la intimidad, pese
a las graves dificultades que existen para tener una nocin que comprenda los
distintos aspectos que alcanza a proteger este derecho 172. La definicin del
derecho a la intimidad, cuando surgi all por el ao 1890 en los Estados
Unidos de Norteamrica, gir en torno a la proteccin de la esfera de la
existencia que la persona reserva para s, libre de intromisiones, tanto de
particulares como del Estado, as como el control de la informacin respecto de
dicha faceta. Sin embargo, a la actualidad se ha ido afirmando en trminos
positivos la proteccin de la libertad de la persona, especialmente por el
vertiginoso desarrollo de la informtica y el peligro que ello puede implicar para
el ser humano, de tal forma que se agrega un elemento conceptual
importantisimo, que es la autonoma, entendindola como la posibilidad de que
172 Para profundizar sobre el tema del derecho a la intimidad, revisar nuestra obra El derecho a
la vida privada y el conflicto con la libertad de informacin. Ed. Grijley, Lima, 1995.
Cules pueden ser estas circunstancias que permitan que un juez autorice la
interceptacin de una comunicacin telefnica? Creemos que pueden ser
cualquiera de aquellas que se mencionan como limitaciones al derecho a la
intimidad. Ejemplo: lucha contra la delincuencia; seguridad nacional,
situaciones de guerra, lucha contra el terrorismo, etc. En estos casos, el juez
puede disponer se intercepten las comunicaciones telefnicas de determinadas
personas.
De otro lado, el artculo 162 del Cdigo Penal de 1991 establece que "el que,
indebidamente, interfiere o escucha una conversacin telefnica o similar ser
reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres aos
(...) Si el agente es funcionario pblico, la pena privativa de libertad ser no
menor de tres ni mayor de cinco aos e inhabilitacin conforme al artculo 36
incs. 1,2 Y 4".
El bien jurdico tutelado es la intimidad de las comunicaciones personales
orales, e implica necesariamente la interceptacin y escucha de la
conversacin por parte de un tercero, que sin autorizacin ni conocimiento de
los parlantes, se introduce en la lnea telefnica para captar el dicho de los
dialogante s, agravndose el tipo penal cuando dichos hechos son divulgados
y, an ms, cuando se utiliza algn medio de comunicacin social 179. Sin
embargo, la norma seala "el que indebidamente", desprendindose de ello,
contrario sensu, que existirn interceptaciones debidas, legtimas, lo que ha
sido ratificado por la Constitucin de 1993 que, como hemos sealado, fija
lmites a las comunicaciones en general, permitiendo su interceptacin con
mandato judicial motivado.
DOCTRINA
BRENT SWISTER, Carl. El desarrollo constitucional de los Estados Unidos.
Tomo II, Editorial Bibliogrfica Argentina, Buenos Aires, 1958; CAPPELLETTI,
Mauro.
Proceso, ideologas, sociedad. Ediciones Jurdicas Europa-Amrica, Buenos
Aires, 1974; FROSINI, Vittorio. Informtica y Derecho. Editorial Temis S.A.,
Bogot, 1988;
GMEZ COLOMER, Luis. El proceso penal en el Estado de Derecho. Editorial
Palestra, Lima, 1999; MORALES GODO, Juan. El derecho a la vida privada y el
conflicto con la libertad de informacin. Editorial Grijley, Lima, 1995; P
ARELLADA, Carlos Alberto. Daos en la actividad judicial e informtica desde
la responsabilidad profesional. Editorial Astrea, Buenos Aires, 1990. PEA
CABRERA, Ral. Tratado de Derecho Penal. Tomo 1. Ediciones Jurdicas,
Lima, 1992. REBOLLO DELGADO, Lucrecio. El derecho fundamental a la
intimidad. Editorial Dykinson, Madrid, 2000.
179 PEA CABRERA, Ral. Tratado de Derecho Penal. Tomo 1. Ediciones Jurdicas, Lima,
1992, pp. 491-492.
181 PREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho ConstitucionaL Stima edicin, Marcial Pans,
Madrid, 2000, p.418.
En Espaa, por ejemplo, se considera que los extranjeros 182 son titulares del
derecho, pero no en iguales condiciones que los espaoles. El Tribunal
Constitucional espaol incluso ha llegado a decir que "la libertad de circulacin
a travs de las fronteras del Estado, y el concomitante derecho a residir dentro
de ellas, no son derechos imprescindibles para la garanta de la dignidad
humana (...), ni por consiguiente pertenecen a todas las personas en cuanto a
tales al margen de su condicin de ciudadano" 183. Es cierto que los tratados y
las leyes pueden regular el ejercicio del derecho de los extranjeros a transitar y
residir, no obstante, solo ha de tratarse de una delimitacin del contenido
constitucional del derecho que no permite su libre disposicin 184, ya que
estamos frente un verdadero derecho fundamental.
En el Per, el Decreto Legislativo N 703, Ley de Extranjera, distingue para los
extranjeros las condiciones de "permanente" o "residente". La permanencia es
temporal y sujeta a plazo; la residencia es indefinida, salvo cuando se otorga
por motivos religiosos, de estudio o trabajo. En ambos casos los extranjeros se
convierten en parte de la poblacin del Estado y, por lo tanto, detentan los
derechos fundamentales que reconoce la Constitucin peruana y quedan
sometidos tambin a la jurisdiccin y leyes nacionales. La dificultad quiz
aparezca respecto de los extranjeros que no detentan ninguna de las anteriores
condiciones por haber ingresado o permanecido ilegalmente en nuestro pas.
Sobre las condiciones de los extranjeros, Rey Martnez sostiene que, a pesar
de que los esfuerzos doctrinales apelan a la diferencia entre la "titularidad" y el
"ejercicio" de los derechos fundamentales en los extranjeros y a la nocin
idealista de dignidad, el asunto tiene que ver ms con la distribucin de bienes
escasos185. En efecto, toda comunidad debe tener el derecho de adoptar las
polticas de admisin que considere convenientes para su propia preservacin;
por lo tanto, uno de los principales bienes que puede distribuir dicha comunidad
es la pertenencia a ella y esta es una decisin que compete ejercer al gobierno
de manera discrecional. Con ello, es vano discutir si los extranjeros
legtimamente aceptados en la comunidad pueden o no ejercer todos sus
derechos fundamentales -pues, como sealamos antes, todo extranjero
admitido en el pas se convierte en parte de la poblacin-, siendo el asunto
182 Los ciudadanos de un Estado miembro de la Unin Europea adquieren una
"ciudadana europea" ante el resto de Estados de la Unin. En tal sentido, en
Espaa a los ciudadanos comunitarios se les reconoce los mismos derechos
constitucionales que a los ciudadanos de nacionalidad espaola. Son
ciudadanos comunitarios y no extranjeros en sentido estricto.
183 Sentencia de! Tribunal Constitucional de Espaa 94/1993, fundamento jurdico
184 Aunque la doctrina espaola acepta una amplia libertad de intervencin de! legislador,
conforme a los criterios de su Tribunal Constitucional. Al respecto consltese PREZ ROYO,
Javier. Ob. cit., p. 419 Y RODRGUEZ ZAPATA, Jorge. Teora y prctica del Derecho
Constitucional Tecnos, Madrid, 1996, p. 344.
185 REY MARTNEZ, Fernando. Derechos fundamentales de los extranjeros en situacin
irregular en Espaa. Metecoso ciudadanos? En: "Revista Peruana de Derecho Pblico". Ao
4, N 7, Grijley, Lima, juliodiciembre de 2003, p. 74.
DOCTRINA
LINARES QUINTANA, Segundo Vctor. Tratado de la Ciencia del Derecho
Constitucional argentino y comparado. Tomo III. Alfa S.A., Buenos Aires. MESA
RAMREZ, Carlos. Derechos de la persona. Dogmtica constitucional. Fondo
Editorial del Congreso de la Repblica del Per. Lima, 2004. PREZ ROYO,
Javier.
Curso de Derecho Constitucional. 7a edicin. Marcial Pons, Madrid, 2000. REY
MARTNEZ, Fernando. Derechos fundamentales de los extranjeros en situacin
irregular en Espaa. Metecos o ciudadanos? En: "Revista Peruana de
Derecho Pblico". Ao 4, N 7. Grijley. Lima, julio-diciembre de 2003.
RODRGUEZ ZAP ATA, Jorge. Teora y prctica del Derecho Constitucional.
Temas, Madrid, 1996.
Artculo 2
Derecho de asociacin.
Constitucin de fundaciones y otras formas de organizacin jurdica
Toda persona tiene derecho:
(u.) 13.A asociarse y a constituir fundaciones y diversas formas de organizacin
jurdica sin fines de lucro, sin autorizacin previa y con arreglo a ley. No pueden
ser disueltas por resolucin administrativa.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 28, 42, 200 inc. 2);
C.P.ET.: art. 137 inc. 9);
C.C.: arts. 80 y SS.;
C.P.: art. 168;
C.N.A.: art. 13;
D.U.D.H.: art. 20;
P.I.D.C.P.: art. 22;
C.D.N.: art. 15;
C.A.D.H.: art. 16
Yuri Vega Mere
La Constitucin reconoce como uno de los derechos de la persona, en el inciso
13 de su artculo segundo, el derecho a asociarse y a constituir fundaciones y
diversas formas de organizacin jurdica sin fines de lucro, sin autorizacin
previa y con arreglo a ley.
El texto constitucional consagra, al ms alto nivel de jerarqua del ordenamiento
jurdico, el derecho de cualquier persona (natural o jurdica, pblica o privada,
nacional o extranjera) a constituir organizaciones jurdicas sin fines de lucro.
La norma es riqusima conceptualmente, por cuanto muestra que para el
constituyente la asociacin y la fundacin son formas de organizacin social de
los individuos, que, como se indica, no persiguen fines de lucro. El precepto,
por otro lado, no desconoce que puedan existir otras modalidades de
conglomerados de temperamento no lucrativo. Tal es el caso, en el Derecho
Civil, de los comits y, fuera de esta especialidad, de las cooperativas, de las
universidades que no han optado por ser sociedades annimas, entre otros.
Esta caracterstica de no lucratividad debe ser bien entendida.
Hasta hace algunos aos, las asociaciones y, con mayor nfasis, las
fundaciones, para ser consideradas como instituciones no lucrativas, estaban
condenadas, por una inaceptable confusin, a no realizar actividades
econmicas pues se estimaba que en este caso actuaban como entes que
perseguan fines utilitarios y especulativos.
Si bien en los diversos regmenes de las organizaciones sin fines de lucro que
coexisten en el ordenamiento legal resulta claro que no se requiere de una
autorizacin previa para su creacin, el mandato constitucional es decisivo.
Quiz con l se pueda corregir la impropia aplicacin que se suele dar al
segundo prrafo del artculo 81 del Cdigo Civil en el caso de las asociaciones
religiosas. La libertad consagrada por la Constitucin expresa, quiz desde una
perspectiva histrica, el rechazo del Estado de derecho por el control que
otrora se ejerca sobre los ciudadanos cuando estos decidan agruparse para
intentar realizar fines colectivos, control que tena como explicacin el temor
que se tena de las asociaciones polticas o de los estamentos intermediarios
entre el Estado y los sbditos que en no pocas ocasiones sirvi para inhibir
iniciativas reformistas o revolucionarias.
Tambin es importante recalcar que el texto constitucional impide que una
organizacin no lucrativa sea disuelta por medio de una resolucin
administrativa. Se deber recurrir a la jurisdiccin ordinaria como parte de la
garanta que asiste al derecho a la asociacin o creacin de cualesquiera de
estas figuras para evitar, igualmente, la injerencia del control poltico sobre
dichas instituciones.
DOCTRINA
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y el sistema jurdico latinoamericano". Cultural Cuzco S.A. Editores, Lima,
1986;
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comparato". Cedam, Padova, 1988; BADENES GASSET, Ramn. El negocio
jurdico de fundacin. En: "Revista Juridical de Catalua". Enero-febrero, 1959;
BERMANN, George A. The legal framework of fundations in the United States.
En:
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GERI, Lina; NATOLI Ugo; BUSNELLI, Francesco. Derecho Civil. Tomo 1,
Volumen 1, Universidad Externado de Colombia, Bogot, 1992; BOZA DIBS,
Beatriz. La persona jurdica sin fines de lucro: su regulacin a la luz del nuevo
rol que desempea. En: "Themis". N 12, Pontificia Universidad Catlica del
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12 al 16 de setiembre de 1994" lra edicin, Universidad de Lima, 1995; DE
CASTRO Y BRAVO, Federico. La persona jurdica. Civitas, Madrid, 1984; DEZ-
Libertad de contratar
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...) 14. A contratar con fines lcitos, siempre que no se contravengan leyes de
orden pblico.
()
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 62, 63,200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc. 4);
C.C.: arts. 12, 140,312, 1351 Y ss., 1405, 1406
Manuel De la Puente y Lavalle
Este artculo puede descomponerse en dos proposiciones. La primera de ellas
es que toda persona tiene derecho a contratar con fines lcitos, con lo cual se
coloca una barrera a la libertad de la contratacin, pues el objeto del contrato
no puede exceder de tal lmite.
De conformidad con el inciso 24 del artculo 2 de la Constitucin, toda persona
tiene derecho a la libertad, cuya consecuencia es que nadie est obligado a
hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohbe. Esta
es la nocin de la libertad individual, que permite a las personas actuar segn
su libre albedro, dentro de los cauces del ordenamiento jurdico.
Dicha nocin de libertad se llega a confundir con el de licitud, ya que de
conformidad con el Diccionario de Cabanellas192, dentro del criterio
predominante en el Derecho positivo, lcito es cuanto no se encuentra prohibido
por la ley, todo lo autorizado o consentido, expresa o tcitamente, en virtud de
ley o por silencio de la misma. No obstante, no todo lo lcito es honesto, porque
cosas permitidas por la ley estn vedadas por la moral.
Si conjugamos estas ideas podemos llegar a la conclusin de que la nocin de
libertad individual se traduce en la libertad de contratar, o sea, la libertad
concedida a las personas para que de comn acuerdo puedan crear, regular,
modificar o extinguir entre s relaciones jurdicas patrimoniales. Tal es el
concepto de autonoma privada.
Empero, dado que el agente debe actuar con fines lcitos, esto es, dentro del
ordenamiento jurdico, tal como lo precepta el inciso 14 del artculo 2 de la
Constitucin, no puede celebrar el contrato y determinar su contenido a su solo
arbitrio, sino que, en realidad, el contrato es el producto de dos poderes: del
particular, que se decide a formado, Y del Estado, que limita el poder particular
para que discurra solamente dentro del campo de la licitud.
192 CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopdico de Derecho Usual. Tomo 5, Voz: licito,
Editorial Heliasta, Buenos Aires, 1989, p. 202.
Derecho al trabajo
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...)
15. A trabajar libremente, con sujecin a ley.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 22 y ss.,
C.P.Ct.: art. 37 inc. 10);
C.P.: art. 168;
C.N.A.: 19,22;
D.u'D.R.: art. 23;
P.I.D.C.P.: art. 8.3;
P.I.D.E.S.C.: art. 6, 7, 8;
C.D.N.: art. 32;
C.A.D.R.: art. 6,
P.S.S.: arts. 6, 7
Fernando Elas Mantero
1. Introduccin
La importancia del derecho consagrado en el inciso 15) del artculo 2 de la
Constitucin, conocido como libertad de trabajo, se ve reforzada por una
segunda referencia en el artculo 59 de la misma Carta Poltica, por la que se
consagra al Estado como garante de la libertad de trabajo 196, as como su
vinculacin con el artculo 22, que despus de declarado como deber y derecho
lo califica como "(...) base del bienestar social y un medio de realizacin de la
persona".
El trabajo es un instrumento para obtener la subsistencia y bienestar, tanto del
trabajador como de su familia (medio de realizacin de la persona).
"(...)coincide con la vieja idea del derecho natural, segn la cual, a nadie puede
impedir se el ejercicio de una actividad honesta(...)" 197; siendo que el trabajo es
adems una actividad inherente al ser humano, que recurre a su esfuerzo
generalmente como principal o nico medio de subsistencia y satisfaccin de
sus necesidades. El concepto de libertad de trabajo comienza a desarrollarse a
partir de la Constitucin francesa de 1793, como una reaccin contra el Estado
corporativo, y se irradia a todas las constituciones del siglo XIX y XX para
limitar la eventual ingerencia del Estado en la designacin de las actividades a
que debe dedicarse el ciudadano.
196 "El Estado estimula la creacin de riqueza y garantiza la libertad de trabajo
y la libertad de empresa, comercio e industria". .
197 DE LA CUEVA, Mario. El nuevo Derecho Mexicano de/Trabajo. Editorial Porra, Mxico,
1981, p. 107.
hasta la vigente que tambin lo contiene, tanto por las razones histricas
sealadas como por el hecho de que se trata de un concepto universalmente
reconocido.
En lo que se refiere a las Constituciones del siglo pasado, en todas ellas (1920,
1933,1979 Y 1993)200, se reconoce este principio, que est tambin plasmado
en diversos instrumentos internacionales como en las constituciones de otros
pases, lo que lo convierte en un principio aceptado universalmente.
2.2. Acuerdos internacionales referidos a la libertad de trabajo
El derecho al trabajo es un derecho reconocido por las principales
declaraciones internacionales actuales de Derechos Humanos:
a) El artculo 23.1 de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos
seala:
"Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre eleccin de su trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la proteccin contra el
desempleo".
b) En el articulo XII de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre se precisa: "Toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones
dignas y a seguir libremente su vocacin, en cuanto lo permitan las
oportunidades existentes de empleo".
c) El articulo 6 del Pacto Internacional de Derechos Econmicos Sociales y
Culturales (Resolucin 2200 A de 16 de diciembre de 1996), estableci como
compromiso (acpite 1) que: "Los Estados Parte en el presente Pacto
reconocen el derecho a trabajar, que comprende el derecho de toda persona a
tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente
escogido o aceptado, y tomarn medidas adecuadas para garantizar este
derecho".
d) Tambin encontramos una referencia en el artculo 1.1 del Convenio sobre la
Poltica del Empleo, 1964, adoptado por la Conferencia General de la
Organizacin Internacional del Trabajo (Ginebra, 1964) que seala
expresamente: "Con el objeto de estimular el crecimiento y el desarrollo
econmicos, de elevar el nivel de vida, de satisfacer las necesidades de mano
de obra y de resolver el problema del desempleo y del sub empleo, todo
Miembro deber formular y llevar a cabo, como un objetivo de mayor
la salud ni a la seguridad pblica.
200 La ley determinar las profesiones liberales que requieran titulo para su ejercicio, las
condiciones para obtenerlo y las autoridades que han de expedido".Constitucin de 1933:
Articulo 42 "El Estado garantiza la libertad de trabajo. Pueden ejercerse libremente toda
profesin, industria u oficio que no se opongan a la moral, a la salud, ni a la salubridad pblica".
Constitucin de 1979: Articulo 2: "Toda persona tiene derecho (oo.) 13) A elegir y ejercer
libremente su trabajo, con sujecin a la ley".
salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura
previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines tiles; de
profesar libremente su culto; de ensear y aprender".
Constitucin de la Repblica Federal del Brasil, artculo 5: "Todos son iguales
ante la ley, sin distincin de cualquier naturaleza, garantizndose a los
brasileos ya los extranjeros residentes en el pas la inviolabilidad del derecho
a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad y a la prioridad, en los
siguientes trminos: (...) XIII) Es libre el ejercicio de cualquier trabajo, oficio o
profesin, cumpliendo las calificaciones profesionales que la ley establece".
Constitucin de la Repblica de Costa Rica, artculo 56: "El trabajo es un
derecho del individuo y una obligacin con la sociedad. El Estado debe
procurar que todos tengan ocupacin honesta y til, debidamente remunerada,
e impedir que por causa de ella se establezcan condiciones que en alguna
forma menoscaben la libertad o la dignidad del hombre o degraden su trabajo a
la condicin de simple mercanca. El Estado garantiza el derecho de libre
eleccin de trabajo".
Constitucin de Italia, artculo 4: "La Repblica reconoce a todos los
ciudadanos el derecho al trabajo y promover las condiciones que hagan
efectivo este derecho. Todo ciudadano tendr el deber de elegir, con arreglo a
sus posibilidades y segn su propia eleccin, una actividad o funcin que
concurra al progreso material o espiritual de la sociedad".
Constitucin de Chile, artculo 19, inciso 16: La Constitucin asegura a todas
las personas: la libertad de trabajo y su proteccin. Toda persona tiene derecho
a la libre contratacin y a la libre eleccin del trabajo con una justa retribucin.
DOCTRINA
DE LA CUEVA, Maria. El nuevo Derecho Mexicano del Trabajo. Editorial
Porra, Mxico, 1981.
Derecho a la propiedad
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...)
16. A la propiedad (...).
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 70, 71, 72, 73, 89;
C.P.Ct: art. 37 inc. 12);
C.C.: arts. 444, 923 Y ss.;
C.P.: arts. 185 y ss., 202, 446;
Ley 27117: art. 2;
Ley 27157: arts. 7, 9, 14, 17,23;
D. Leg. 653: art. 4 y ss.;
D.S. 011-91-AG: art. 1;
D.U.D.H.: art. 17;
C.A.D.H.: art. 21
Jorge Avendao Valdez
La propiedad puede ser estudiada desde muchos puntos de vista: econmico,
sociolgico, histrico, poltico y tambin jurdico.
Por la propiedad los hombres luchan y se enfrentan, desde el inicio de los
tiempos. El hombre se esfuerza y trabaja para ser propietario. La condicin de
propietario le permite satisfacer sus necesidades y las de su familia. Le
permite, adems, ahorrar para su edad madura y finalmente transmitir a sus
sucesores aquello que acumul durante su vida.
En sentido jurdico, la propiedad es generalmente vista como la que recae
sobre bienes singulares. Por esto se dice "soy propietario de mi casa". Pero
tambin hay propiedad sobre los entes productivos, tales como las fbricas, las
minas, las fundas, etc. Estos entes productivos agrupan numerosos bienes
singulares, muebles e inmuebles, corporales e incorporales.
En este artculo 2 de la Constitucin la propiedad est garantizada como un
"derecho de toda persona". Es necesario, por lo tanto, analizar la propiedad en
sus aspectos jurdicos y, ms concretamente, como derecho fundamental de
las personas.
Dicho sea de paso, la vulneracin o amenaza de este derecho habilita para la
interposicin de la accin de amparo, conforme al artculo 200 de la
Constitucin.
La propiedad es el derecho real ms completo e importante. La propiedad, dice
el Cdigo Civil, es el poder jurdico que permite usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien (artculo 923).
Silva S.A. Lima, 1952; MAISCH VON HUMBOLDT, Lucrecia. Los Derechos
Reales.
Tercera edicin. Librera Studium. Lima, 1984; VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho
Civil. Derechos Reales. Tomo n. Quinta edicin. Editorial Temis. Bogot, 1958.
Derecho a la herencia
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...)
16. () a la herencia.
()
CONCORDANCIAS:
C.P.Ct: art. 37 me. 12);
C.C.: arts. 304, 660 Y ss., 815 y ss.
Augusto Ferrero Costa
El inciso bajo comentario consagra entre los derechos de la persona el de la
propiedad y la herencia. La primera est definida en el artculo 923 del Cdigo
Civil como el poder jurdico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un
bien.
Son las facultades del ius utendi, ius fruendi y ius abutendi del Derecho
Romano. La misma disposicin expresa que la propiedad debe ejercerse en
armona con el inters social y dentro de los lmites de la ley.
En lo que concierne a la herencia, tienen derecho a ella los sucesores, quienes
pueden ser herederos o legatarios de acuerdo a su designacin legal o
voluntaria.
La propiedad es un derecho real principal que se encuentra normado en el libro
de los derechos reales del Cdigo Civil, mientras la herencia es el patrimonio
objeto de la sucesin regulada por el derecho de sucesiones del mismo cuerpo
legal.
El fundamento de la sucesin lo encontramos en los dos principios
fundamentales en que se basa el Derecho Romano:
1. La familia, pues en realidad desde un punto de vista social el patrimonio de
una persona es familiar, en cuanto es la familia la que disfruta del mismo.
Apartada significara una desposesin forzosa que se desdecira con la justicia.
2. La propiedad, en cuanto que si una persona puede disponer de su
patrimonio en vida, a ttulo oneroso o gratuito, mal podramos impedirle el
ejercicio de este derecho mortis causa, sea por voluntad declarada o presunta.
Existen tres intereses, abogando cada uno de sus titulares por ejercer su
derecho: el testador, su libertad de disponer libremente; la familia, su cuota
legitimaria; y el Estado, recogiendo la herencia a falta de herederos.
206 TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di Diritto Privato. Sesta edizione, Giuffre, Milano, 1983, p.
885.RIPERT, Georges y BOULANGER, Jean. Tratado de Derecho Civil (segn el Tratado de
Planiol). Tomo X (primer volumen), Sucesiones la. parte: Sucesin legal Sucesin
testamentaria. Traduccin de Delia Garca Daireaux. La Ley, Buenos Aires, 1965, p. 13.
207 Loc.cit.
208 Ibd, p. 14
209 SAMANAM, F. Instituciones de Derecho Civil Tomo I, Librera Espaola
"La Acadmica", Lima, 1911, p. 425.
herencia eran trminos muy distintos, lo cual fue ratificado por Calle 210. En su
nota al artculo 3279 del Cdigo argentino, Vlez Sarsfield deca que herencia y
sucesin eran sinnimos en Derecho. Bien acota Arias 211, en crtica a esta
afirmacin, que si ello fuera absolutamente cierto, la ley no podra referirse,
como lo hace, a la sucesin a ttulo singular, que no es herencia. El Cdigo
uruguayo us estos trminos como sinnimos, mereciendo la crtica certera de
Barbot212.
En sentido restringido, la herencia se identifica con el patrimonio, concepto al
que se adhiere la doctrina moderna. En esta tendencia se encuentra nuestro
Cdigo, siguiendo los lineamientos del Cdigo anterior. Sin embargo, notamos
la utilizacin equvoca del vocablo en el artculo 875 del actual ordenamiento,
cuando se habla del acreedor de la herencia en lugar del acreedor de la
sucesin.
En cuanto al trmino herencia, queremos precisar los siguientes conceptos:
1. Herencia
Llamada masa hereditaria total, acervo bruto, comn o ilquido. Est constituida
por el conjunto de bienes y obligaciones de las que el causante es titular al
momento de su fallecimiento, incluyendo todo lo que el difunto tiene, o sea, el
activo; y todo lo que debe, o sea, el pasivo. "Se caracteriza este acervo porque
en l se confunden los bienes propios del difunto con bienes que pertenecen a
otras personas, y no al causante o a este conjuntamente con otras
personas"213.
La herencia as entendida no es objeto de particin, pues esta debe hacerse
nicamente sobre el activo remanente, cuando se haya cumplido con todas las
obligaciones.
2. Herencia en sentido estricto
Llamada masa hereditaria neta, acervo lquido o partible. Est constituida por
los bienes objeto de transmisin, una vez que se deducen los conceptos que la
doctrina chilena214 denomina bajas generales, y que de acuerdo a nuestro
ordenamiento son los siguientes:
210 CALLE, Juan Jos. Cdigo Civil del Per. Anotado con las modificaciones
que contendr el Proyecto de nuevo Cdigo que en breve presentar al Poder
Ejecutivo la Comisin Reformadora, creada por Supremo Decreto de 26 de
agosto de 1922. Librera e Imprenta Gil, Lima, 1928, p. 257.
211 ARIAS, Jos. Derecho Sucesorio. Segunda edicin, Editorial Guillermo
Kraft Ltda., Buenos Aires, 1950, p. 22.
212 BARBOT, Ral. De las sucesiones. Derecho Civil uruguayo. Anotaciones al
Cdigo CiviL Tomo I, Montevideo, Librera El Correo, 1929, p. 7.
213 SOMARRIVA UNDURRAGA, Manuel. Derecho Sucesorio. Tercera edicin
actualizada, versin de Ren Abeliuk, Editorial Jurdica de Chile, Santiago,
1981, p. 67.
214 MEZA BARROS, Ramn. Manual de la sucesin por causa de muerte y
donaciones entre vivos. Tercera edicin, Universidad de Chile, Santiago, p.74.
Reserva de convicciones
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...) 18. A mantener reserva sobre sus convicciones polticas, filosficas,
religiosas o de cualquiera otra ndole, as como a guardar el secreto
profesional.
()
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 3), 4), 17), 31, 35;
C.P.: arts. 157, 165;
L.O.P.J.: art. 288 inc. 4);
D.U.D.R. art. 2.1, 18, 19;
P.I.D.C.P.: arts. 18;
C.A.D.R.: arts. 12, 13
Carlos Mesa Ramrez
El derecho a que nadie le pregunte a uno sobre sus convicciones ideolgicas,
polticas, filosficas, religiosas o de cualquier otra ndole, es casi el nico
derecho fundamental que no tiene lmites. Nos encontramos, en nuestra
opinin, frente a la libertad de pensamiento, entendida como idea pura que se
mantiene en la ms estricta intimidad del sujeto, sin posibilidad de trascender
en el orden jurdico. Es todo lo contrario de la libertad de expresin, o de la
expresin libre. Se trata simplemente del derecho a pensar libremente, sin
coacciones, como algo absolutamente impenetrable desde el exterior. El
alcance de este derecho es inconmensurable. Incluye cualquier fase o
momento del pensar y consiste en "la facultad de mantener fuera del
conocimiento de los dems aquellas ideas o sentimientos que la persona no
desea, por su propia voluntad, dar a publicidad o revelar a terceros" 228.
Si la Constitucin garantiza el derecho de todos a expresarse y que nadie
puede ser perseguido por razn de sus ideas o creencias, lo lgico es que
tambin puedan calladas, sin que de ello se desprenda consecuencia jurdica
alguna. No puede recibir sanciones por la negativa a contestar ni puede
tomarse su silencio como una respuesta afirmativa frente a una pregunta que
guarda relacin con las convicciones personales de cualquier ndole.
En el proceso penal -que es donde este derecho adquiere su mayor
connotacin- el que calla nunca otorga, sino que simplemente no dice nada.
Desde la perspectiva del debido proceso, el derecho en mencin se
complementa, pero no se confunde, con la prohibicin de la tortura y la
obtencin de las declaraciones obtenidas por la violencia. Con un alcance ms
genrico, es decir, en funcin de todo el ordenamiento jurdico, sirve de
proteccin personal frente a probables actos de discriminacin, acoso o
228 COMISIN ANDINA DE JURISTAS. Proteccin de los Derechos Humanos. Definiciones
operativas. CAJ, Lima, 1997, p. 198.
refiere al derecho de cada uno a su propio ser, distinto del resto, concepto
estrechamente vinculado tanto con la dignidad como con la libertad de la
persona.
Toda persona tiene su propia identidad, la que tiene tanto una dimensin
esttica como tambin dinmica, abarcando en su amplio espectro al derecho a
la identidad gentica, a la identidad sexual, a la identidad religiosa, a la
identidad poltica, a la identidad racial, a la identidad social, etc.
Nuestra Constitucin, en la norma que antecede, enfatiza su dimensin tnica y
cultural estableciendo no solo el reconocimiento sino tambin la proteccin que
debe brindarle el Estado, reforzando el concepto del articulo 89 in jine cuando
seala que "El Estado respeta la identidad cultural de las comunidades
campesinas y nativas".
A primera vista, pareciera paradjico hablar de identidades locales cuando el
mundo va siendo ganado cada vez ms por la globalizacin; sin embargo, la
cuestin es al revs, pues la vorgine de la globalizacin es lo que
precisamente ha llevado a aflorar a las identidades y ponerlas a prueba.
En la diversidad de lo universal, el hombre busca sus propias referencias
personales que le permitan encontrarse, siendo de tener presente aquella frase
del genial pintor cataln Joan Mir: solo se puede participar de lo universal a
travs de lo particular.
Como explica Peter Drucker230, justamente la globalizacin, con su tendencia
homogenizante y masificadora, hace que los hombres sientan ms la
necesidad de reforzar sus races y encontrarse a s mismos; la misma razn
acaso pueda explicar, al menos en parte, la vuelta a un nuevo debate religioso,
expresado en casos extremos en peligrosas tendencias fundamentalistas.
No corresponde a un texto de carcter jurdico como este detenerse en ciertos
temas existenciales para el Per, mas no puede dejarse de hacer presente que
el tema de la identidad nacional sigue siendo un punto en nuestra agenda
social pendiente y sin cuya consideracin no podemos proyectamos como
nacin. Tener identidad significa saber reconocerse; si no somos capaces de
asumir y apreciar lo que somos, no es posible hablar de desarrollo real alguno.
Es esencial, como dicen Antoni Biams y Jordi Xucl tener presente que "en
plena era de la homogenizacin cultural (que a menudo es simplemente
imposicin del american sl)le of life) Y del mestizaje de culturas, la persona
necesita ms que nunca dotarse de una identidad claramente definida, desde
la cual pueda abrirse y dialogar con el mundo" 231.
232 TOURAINE, Alain. Podremos vivir juntos? Fondo de Culrura Econmica, Buenos Aires,
1997.
Es necesario incidir aqu que la lectura de esta norma no debe solo restringirse
al tema comunal. La sola referencia al trmino "identidad cultural" nos da una
idea de su vasto contenido. En Francia se han prohibido recientemente los
crucifijos en las escuelas pblicas por considerarse que el Estado no debe
tomar partido por ninguna religin en particular y, como bien es sabido, hoy se
discute el derecho de las nias musulmanes a usar el velo para asistir a clases.
Lo curioso de esto es que tanto una como otra parte alegan en su defensa el
derecho a la identidad cultural.
No cabe duda tampoco de que, alegando el derecho a la "identidad cultural", en
un tiempo no muy lejano se pretenda encontrar en ello un rebuscado amparo
para sostener la validez del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Finalmente, resulta lgico el corolario del tenor de la norma bajo comentario,
que establece que todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante
cualquier autoridad mediante un intrprete y que los extranjeros tienen el
mismo derecho. Al respecto, solo cabe hacer votos para que el Poder Judicial y
las instituciones pblicas en general puedan contar con las facilidades para el
efecto. La idea es positiva y plausible, naturalmente, aunque tambin evidencia
una cierta visin limitada respecto los alcances que este dispositivo puede
implicar, ms an en estos tiempos, en los que se ha anunciado (y en buena
parte se viene verificando) que los prximos grandes conflictos de la
humanidad ya no sern entre Estados sino entre civilizaciones o culturas.
El inciso 19 del artculo 2 de la Constitucin naci bajo la pretensin de ser un
puente que nos permita preservar nuestro pasado; quien sabe si, con el tiempo,
ser una norma por la que deberemos de transitar para poder definir nuestro
futuro.
DOCTRINA
BIARNS, Antoni y XUCL, Jordi. Liberalismo-Nacionalismo: dos caras de la
misma moneda. En: "Perfiles Liberales". N 57, Fundacin Friedrich Naumann.
Enero/febrero, Mxico, 1998; CRDENAS KRENZ, Ronald. Constitucin: Las
primeras modificaciones. En: "Diario Oficial El Peruano". Edicin del 08 de
febrero de 1993, Lima, 1993; DRUCKER, Peter. La sociedad postcapitalista.
Editorial Norma, Bogot, 1993; TOURAINE, Alain. Podremos vivir juntos?
Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 1997.
El derecho de peticin
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...) 20.A formular peticiones, individual o colectivamente, por escrito ante la
autoridad competente, la que est obligada a dar al interesado una respuesta
tambin por escrito dentro del plazo legal, bajo responsabilidad.
Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional solo pueden
ejercer individualmente el derecho de peticin.
(...)
CONCORDANCIAS:
c.: arts. 2 inc. 5), 34, 42, 159 incs. 1), 5), 169; C.P.Ct.: art. 37 inc. 13); C.P.: art.
348;
D.u'D.H.: art. 8; C.A.D.H.: art. 25
Eduardo Luna Cervantes
1. Antecedentes
Los orgenes histricos de este derecho se remontan al Estado premoderno.
Nace, coinciden los estudiosos de sus races, de la relacin monarca-sbdito
propia de la Europa medieval.
A decir de Prez Royo 234, este derecho -entendido como peticin de derechos
en el antiguo rgimen- se caracterizaba porque era una peticin estamental, en
la que se reclamaba el respeto del derecho-privilegio del estamento
peticionario. Es decir, no se conceba y formulaba como un derecho, sino como
un instrumento para reclamar el respeto de los privilegios propios de un
estamento o clase social; bien sea para todos quienes la integraban, para uno,
o varios de sus miembros. La peticin de derechos era, por esencia, no
igualitaria235.
Con el advenimiento del Estado Constitucional, la peticin de derecho" termin
por configurarse como un derecho fundamental, ejercido por toda persona o
ciudadano -segn el ordenamiento jurdico en el que nos encontremos-, bajo el
principio de igualdad.
La consagracin de este derecho en los principales instrumentos
internacionales ha sido irregular. As, ha sido reconocido en la Declaracin
234 PREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. Sptima edicin.
Marcial Pons, Ediciones Jurdicas y Sociales S.A., Madrid, 2000, p. 540.
235 La Carta Magna inglesa de 1215, se constituye en e! primer ejemplo histrico de este
derecho privilegio de! estamento peticionario. Por medio de ella, e! Rey Juan "Sin Tierra"
concede -no sin la presin requerida- una serie de privilegios y libertades a los barones
ingleses. Siglos despus, el Bill of Right de 1689 reconoce expresamente (Articulo 5): "Que es
un derecho de los sbditos presentar peticiones al Rey, siendo ilegales las prisiones y
procesamientos de los peticionarios".
Universal de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793 236, pero no figura
en la Declaracin Universal de los Derechos del Hombre de 1948, ni en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos de 1966, ni tampoco en la
Convencin Europea para la Proteccin de los Derechos Humanos y las
Libertades de 1950. En el mbito americano, ha sido reconocido en la
Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948 237; mas
no en la Convencin Americana de Derechos Humanos de 1969.
En el Per, este derecho ha sido reconocido prcticamente en todos nuestros
textos constitucionales238. Sin embargo, podemos advertir recin en las
Constituciones de 1933239 y 1979240, una redaccin muy similar al texto de
nuestra actual Carta Magna.
Los elementos comunes en estas tres ltimas Constituciones, han sido la
modalidad de ejercicio, individual o colectivamente; as como la proscripcin de
su ejercicio para los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales. En el caso
de las Constituciones de 1979 y 1993, un elemento comn adicional es la
consagracin de la forma escrita como requisito para su ejercicio 241.
2. Anlisis
2.1. Concepto y contenido
241 No obstante, cabe anotar que la forma escrita estuvo a punto de ser suprimida de la
Constitucin de 1993. En efecto, de la lectura de! Diario de Debates de dicha Constitucin,
puede verificarse cmo la Subcomisin de Redaccin, presidida por Carlos Torres y Torres
Lara, elimin la exigencia de la solicitud y respuesta por escrito, bajo el argumento de la
universalizacin del derecho. Sin embargo, tras un amplio debate, la oposicin consigui que e!
artculo aprobado por el Pleno del Congreso, sea respetado en su versin original. [Diario de
los Debates. Debate Constitucional.Pleno - 1993, tomo III, pp. 2531-2538.].
Derecho a la nacionalidad
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...)
21.A su nacionalidad. Nadie puede ser despojado de ella. Tampoco puede ser
privado del derecho de obtener o de retener su pasaporte dentro o fuera del
territorio de la Repblica.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 52, 53, 200 inc. 1); C.P.Ct.: arts. 25 inc. 10),37 inc. 15); C.N.A.: art. 6;
Ley 26574: arts. 2 y ss.; D. Leg. 703: art. 3; D.S.
004-97-IN; D.U.D.H.: art. 15; P.I.D.C.P.:
art. 24; C.D.N.: art. 7; C.A.D.H.: art. 20
Claudia del Pozo Goicochea
Nuestra Constitucin ha consagrado en el artculo 2 numeral 21 el derecho a la
nacionalidad y la imposibilidad de despojo de la misma, y como consecuencia
de dicho derecho fundamental, el derecho de todo nacional de obtener y
renovar al pasaporte.
El reconocimiento constitucional de la nacionalidad como derecho fundamental
tiene su antecedente directo en el artculo 2, numeral 19 de la Constitucin de
1979. Cabe sealar que la constituciones anteriores regulaban las formas de
adquisicin de la nacionalidad peruana; pero no necesariamente contenan la
clusula de proteccin del derecho a la nacionalidad. Por ejemplo, el artculo 7
de la Constitucin de 1933 regulaba las causales de prdida de la nacionalidad
peruana244.
El derecho a la nacionalidad es el vnculo jurdico entre una persona y un
Estado. Este vnculo supone una suerte de relacin de pertenencia entre el
individuo y el Estado en particular del que aquel es nacional. En el caso del
derecho a la nacionalidad consagrado en el artculo constitucional bajo
comentario, lo que se protege es el derecho de toda persona a tener un vnculo
jurdico con el Estado peruano, del que se considerar como nacional, tanto
dentro de territorio de la Repblica como fuera de l.
Del derecho a la nacionalidad se deriva el derecho a tener un pasaporte y
renovado tanto dentro como fuera del territorio de la Repblica. Ello es as, en
la medida que el derecho a tener un pasaporte puede ser entendido como una
244 Artculo 7 de la Constitucin de 1933.- La nacionalidad peruana se pierde: 10 Por entrar al
servicio de las armas de una potencia extranjera, sin permiso del Congreso, o por aceptar
empleo de otro Estado, que lleve anexo o ejercicio de autoridad o jurisdiccin; y 20 Por adquirir
nacionalidad extranjera. Exceptase el caso de reciprocidad previsto en el segundo prrafo del
artculo 5.
245 Si bien es cierto que todo ciudadano tiene derecho a obtener un pasaporte; este derecho
supone que el ciudadano pague la tasa correspondiente para poder obtenerlo o renovarlo. Esta
tasa deber ser proporcional al costo de emisin del pasaporte.
251 La Cuarta Disposicin Final y Transitoria de la Constitucin establece que las normas
relativas a los derechos y a las libertades que la Carta Magna reconoce se interpretan de
conformidad con la Declaracin Universal de los Derechos Humanos y con los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Per. Para conocer de la
importancia y la aplicacin de esta regla de interpretacin de los derechos constitucionales se
puede ver nuestro comentario en esta misma obra.
256 Vide sobre ello ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo 1. Traduccin de Luzn
Pea, Daz y Garca Conlledo y De Vicente Remesa!. Civitas, Madrid, 1997, p. 608.
257 Vide ESER, Albin y BURKHARDT, Bjrn. Derecho Penal. Traduccin de S. Bacigalupo y M.
Cancio Meli. Colex, Madrid, 1995, p. 214.
por la puesta en peligro o lesin del inters (vide supra). En mbito penal el
lmite (siempre difuso) mnimo de una agresin est marcado por la
satisfaccin del principio de ejecucin, entendido como la realizacin una
conducta inmediatamente anterior (sin pasos intermedios esenciales) a la
accin tpica264 265.
Si la agresin constituye una infraccin penal (delito o falta), esta puede ser
dolosa (dolo directo o eventual) o imprudente (culpa consciente o inconsciente)
y comisiva u omisiva (omisin impropia266) y algunos casos excepcionales de
omisin propia). Frente a la conducta realizada por una persona sin dolo ni
culpa (v.gr. error de tipo invencible, caso fortuito) no cabe legtima defensa, sino
estado de necesidad justificante267.
Las tentativas irreales o supersticiosas no constituyen agresin ilegtima. Pero
s las tentativas ex ante peligrosas en sentido objetivo-subjetivo; v. gr. poner
fuera de combate a quien nos apunta con una pistola de juguete. Tampoco
cabe legtima defensa si la agresin fue consentida (consentimiento excluyente
del tipo).
No cabe legtima defensa frente a otras causas de justificacin (v. gr. frente a
otra legtima defensa, frente al estado de necesidad justificante, frente al
consentimiento justificante, etc.) penales, extrapenales o supralegales (unidad
sistemtica del ordenamiento jurdico). Pero s -en la medida en que subsiste lo
ilcito- contra una legtima defensa putativa, una legtima defensa incompleta o
un exceso de legtima defensa.
Procede legtima defensa ante agresiones de personas que obran en una
causal de exculpacin (v. gr. estado de necesidad disculpante, miedo
insuperable, orden ilicita superior) y aun puede admitirse en ciertos casos de
agresiones de inculpables (inimputables o personas que obran desconociendo
la ilicitud de su acto).
Cabe finalmente legtima defensa contra la agresin provocada
imprudentemente (la provocacin suficiente que en el literal c del inciso 3 del
artculo 20 del Cdigo Penal niega la eximente, es solo dolosa).
4. La necesidad
La finalidad de la defensa debe ser impedir o repeler la agresin ilegtima. El
agredido puede, en tal virtud, solo evitar o detener el ataque o defenderse
ofensivamente contraatacando al agresor.
264 Sobre ello vide ms detenidamente REVILLA LLAZA, Pen:y. Tentativa de
delito. En: "Cdigo Penal comentado". Jos Castillo Alva (coordinador), Tomo 1,
Gaceta Jurdica, Lima, 2004, pp. 537 Y ss
265 Excepcin: situaciones de riesgo en que ya no hubiera sido posible hacer
frente a la agresin no ejecutiva si el amenazado no actuaba de inmediato.
266 Vide ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 613.
267 Sin embargo, el hecho puede constituir un ilcito extrapenal y -en ese
mbito- el agredido ejercer su derecho a la legtima defensa
268 Consecuencia de ello es que no cabe legtima defensa si se lesiona un bien jurdico del
ofensor en respuesta o venganza de su agresin o cuando esta ya ha concluido, salvo
amenaza de reiteracin del ataque. No ha acabado la agresin y, por lo tanto, cabe legtima
defensa, en caso de peligros permanentes, as como en delitos que an no se han consumado.
La legtima defensa exige, adems, que la agresin que se repele no haya sido
provocada. Incumple este requisito quien provoca a otro a fin de que realice
una agresin para as lesionado bajo la proteccin de la legtima defensa. Esta
provocacin, que enerva el efecto justificante de la legtima defensa, debe
constituir una conducta antijurdica y adems realizarse dolosamente 269.
En este mbito deben distinguirse dos constelaciones principales. Aquellos en
los que la provocacin antijurdica genera una reaccin defensiva legtima;
casos donde debe negarse la legtima defensa del provocador, pues -como se
anot antes- no cabe invocar legtima defensa contra legtima defensa. El
provocador aqu se autopone en peligro dolosamente y no hace prevalecer el
Derecho al poner en escena una agresin con fines dainos 270. En estos casos
debe afirmarse la responsabilidad penal del provocador que lesiona los bienes
jurdicos del provocado.
y aquellos en los que tanto la agresin del provocador como la reaccin del
provocado son ilegtimas. Aqu pueden diferenciarse, a su vez, los casos en
que -pese a la ilegitimidad de la conducta del provocado- la conducta del
provocador que se defiende no puede valorarse como legtima, de los casos en
que s podran quedar amparados en legtima defensa. El anlisis de esta
problemtica, sin embargo, merece un estudio particularizado.
La proscripcin de legtima defensa por "falta de provocacin suficiente de
quien hace la defensa" no debe interpretarse como inclusiva de los supuestos
en que el agente no ha pretendido ocasionar la agresin del provocado para
lesionarle en legtima defensa; casos en que la posibilidad de ampararse en
legtima defensa completa, o al menos incompleta, est siempre abierta.
6. Elemento subjetivo
La accin defensiva debe necesariamente responder a una voluntad de
defensa, pues solo as desaparece el disvalor de la accin. La voluntad de
defensa puede concurrir con otros motivos como el odio, la indignacin o la
venganza271.
No existir esta voluntad si se obra ignorando la concurrencia objetiva de la
legtima defensa. En estos casos, como desde el punto de vista ex ante, el
agente realiza dolosamente una conducta ilcita y, adems, ex post se
comprueba la produccin de un resultado tpico, la conducta debera
sancionarse como un delito consumado; no obstante, la no-desvaloracin ex
post de este conduce a apreciar solo lo disvalioso de la conducta, haciendo el
hecho compatible con un ilcito de tentativa de delito 272, conforme al artculo 16
del Cdigo Penal (atenuacin obligatoria de la pena).
269 Luego, se le est permitido defenderse justificadamente a quien: i) ha
provocado la agresin de otro o a travs de un comportamiento solo ticosocialmente disvalioso, ii) ha provocado imprudentemente la agresin de otro,
iii) no ha pretendido suscitar la agresin del provocado para lesionado en
legtima defensa, etc.
270 ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 640.
271 JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit, p. 308
272 Cfr. ROXIN, Claus. Ob. cit, p. 667; JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit.
p.296.
273 JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit. p.297
Libertad personal
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
() 24.A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
a) Nadie est obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo
que ella no prohbe.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 3),4),8),15),24) b), d), g), j), 74, 103; C.C.: arts. 1I, V, 5,214,
215, 216,667.4,1354; c.P.: arts. 1I, 151; C.P.e.: art. 685; C.P.p.: art. 132; e.].M.:
art. 147 inc. 1; Ley 26689: art. 2; D.U.D.H.: arts.
11.2,29.2; P.I.D.C.P.: art. 15.1; C.A.D.H.:
art.9.
Enrique Varsi Rospigliosi
1. Antecedentes
Todo se inicia con el inicio de todo. El Creador dice a Adn: "Puedes comer
todo lo que quieras del jardn, pero no comers del rbol de la Ciencia del Bien
y del Mal. El da que comas de l, ten la seguridad que morirs" (Gnesis 2: 16,
17). Adn poda deleitarse de los manjares, beber de las frescuras y degustar
texturas de cuantos frutos del Edn, mas no de aquellos florecidos de un rbol,
aquel designado como El rbol. Dios le confiri libertad plena en el Paraso.
Poda dispendiar sus antojos en todo aquello que vea a sus pies o a
lontananza, pero la apetito humano pudo ms.
Vulner la regla divina. El creado puso de manifiesto el peor de sus defectos, la
ambicin. Y comi de lo no comible, digiriendo su sancin. No cumpli la orden,
no respet los lmites, sobreexpuso su libertad. Hizo aquello que no deba
hacer.
En el contexto jurdico el Digesto indic con claridad que la libertad es la
facultad natural de hacer lo que place a cada cual, salvo lo prohibido por la
fuerza o por la ley ("Libertas est naturales facultas qus, quodcuique facere libet,
nisi si quid vi, aut jure prohibetul', Florentino: Lib. 1, tt. V, ley 4'). El Derecho
comparado moderno presenta como antecedente a la Declaracin de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia, 1789) que deca: "La ley no
tiene el derecho de prohibir ms que las acciones nocivas a la sociedad. Todo
lo que no est prohibido por la ley no puede ser impedido, y nadie puede ser
obligado a hacer lo que ella no ordena" (artculo 5). Qu duda cabe, es una de
las consecuencias de la Revolucin Francesa cuyo lema principal encierra
mucho ms que los trminos "Igualdad, Libertad y Fraternidad", frase que
constituye la slida base para todo Estado de Derecho. Manifestaba
Montesquieu: "Una Constitucin puede ser tal que nadie est obligado a hacer
las cosas no preceptuadas por la ley, ya no hacer las permitidas"
(MONTESQUIEU. El espritu de las Iryes. Libro XI: De las leyes que dan origen
Artculo 2
Prohibicin de imponer prisin por deudas
Toda persona tiene derecho:
(... )
24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
(...) e) No hay prisin por deudas. Este principio no limita el mandato judicial
por incumplimiento de deberes alimentarias.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 incs. 24.a), 24.b), 6, 200 inc. 1); C.P.ET.: art. 25 inc. 9); C.C.: arts.
472 y ss.;
C.P.e.: arts. 560 y ss.; C.P.: art. 149;
C.N.A.: arts. 92 y ss.; D.U.D.H.: art. 3;
P.I.D.C.P.: art. 11; C.A.D.H.: art. 7.7
Luis Miguel Reyna Alfaro
1. El artculo 2.24, literal c), de la Constitucin Poltica establece una
declaracin con evidentes repercusiones en el mbito jurdico penal. Es que la
jerarqua normativa que tiene la Constitucin como Carta Fundamental, y la
ubicacin y trascendencia que dentro de ella tiene el artculo 2, en virtud a su
condicin de derecho fundamental 274, plantea un imperativo categrico dirigido
tanto al legislador como a los operadores de la justicia penal.
Este imperativo categrico al que hacemos alusin y que da plasmacin a dos
derechos fundamentales de primera generacin como la libertad y seguridad 275,
contiene un mandato que imposibilita al legislador y al operador de justicia
penal recurrir al instrumento punitivo ms intenso, la prisin, para satisfacer
intereses particulares de carcter meramente patrimonial.
A travs de esta declaracin, se fortalecen a nivel constitucional los principios
de lesividad, intervencin mnima y fragmentariedad, elementales dentro del
Derecho Penal en el Estado de Derecho Social y Democrtico 276.
274 RODRGUEZ-ZAPATA, Jorge. Teora y prctica del Derecho Constitucional
Tecnos, Madrid, 1996, p.128.
275 BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitucin de 1993. Anlisis
comparado. Quinta Edicin, Rao, lima, 1999, p. 168. Sobre su tratamiento en la
doctrina jurisprudencia! espaola: RUBIO LLORENTE, Francisco y otros.
Derechos fundamentales y principios constitucionales. Arie!, Barcelona, 1995,
pp. 164 Y ss.
276 Sobre los mismos, destacando su relacin con los ideales propios del Estado de Derecho
Social y Democrtico: FIANDACA, Giovanni & MUSCO, Enzo. Diritto Penale. Parte Generale.
Cuarta edicin, Zanichelli Editore, Bologna, 2001, pp. 11 ss.; CASTILLO ALVA, Jos Luis.
Principios de Derecho PenaL Parte GeneraL Gaceta Jurdica, Lima, 2002, pp. 209 ss.
Bajo los parmetros propios de la idea de Estado de Derecho 277 y del respeto
de los derechos fundamentales, cuyo elemento ms importante es la dignidad
humana278, la intervencin del Derecho Penal solo es legtima cuando ella se
produce frente a la lesin (o puesta en peligro) de los intereses sociales ms
elementales, esto es, de bienes jurdicos (principio de lesividad). Pero no solo
ello, sino que esta intervencin punitiva protectora de bienes jurdicos debe ser
subsidiaria y debe encontrarse referida nicamente a las ms graves (o ms
potenciales) lesiones (o puestas en peligro) de los bienes jurdicos.
Solo en ese contexto es que se justifica y legitima la utilizacin de la esfera
ms represiva del ordenamiento jurdico. Ahora, con esto no se quiere decir
que los fines de la punicin y del Derecho Penal sean represivos; por el
contrario, en la actualidad existe un claro consenso en el sentido de que solo
son admisibles fines de prevencin. Lo que se afirma es que la esencia del
Derecho Penal es represiva 279, los instrumentos a los que recurre el sistema
penal para lograr sus fines son sustancialmente represivos pues suponen
277 Se habla de "parmetros propios de la idea de Estado de Derecho" debido a que -como
correctamente a destacado el maestro Enrique Bacigalupo- la imposibilidad de obtener una
definicin cerrada y acabada del concepto Estado de Derecho exige recurrir al mismo como
principio directivo; al respecto: BACIGALUPO, Enrique. Justicia penal y derechos
fundamentales. Marcial Pons, Madrid, 2002, p. 81; del mismo modo, da cuenta de las
dificultades de estructurar una definicin de "Estado de Derecho": LARENZ, Karl. Derecho
justo. Fundamentos de tica juridica. Traduccin de Luis Diez-Picaza, reimpresin de la primera
edicin, Civitas, Madrid, 1993, p. 12.
279 Y esto ha sido destacado por la Filosofa del Derecho. Por ejemplo, Hart
sostiene que el contenido de la pena es la privacin de un bien que provoca
"dolor y otras consecuencias normalmente consideradas no placenteras";
citado por: RODRGUEZ MOURULLO, Gonzalo. Delito y pena en la
jurisprudencia constitucional Civitas, Madrid, 2002, p. 97.
Artculo 2
Principio de legalidad en materia penal
Toda persona tiene derecho:
(...)
24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
(...)
d) Nadie ser procesado ni condenado por acto u omisin que al tiempo de
cometerse no est previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequvoca, como infraccin punible; ni sancionado con pena no prevista en la
ley.
(.. .)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 103, 139 incs. 9), 11),200 me. 1); C.P.: arts. n, VI, 6, 46; C.N.A.: art.
189;
D.D.D.H.: arts. 3, 11.2; P.I.D.C.P.: art. 15.1; C.A.D.H.: art. 9
Jos Urquizo Olaechea (*)
1. Generalidades
En un Estado Constitucional de Derecho, los derechos fundamentales y la
dignidad de la persona humana son fundamento y fin de todas las instituciones
jurdico-polticas294. Por ello, la Constitucin, en su artculo 1 establece que: "La
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado". Esto significa que la Constitucin, como norma
jurdica y norma suprema, consagra la exigencia que la cultura de los pueblos y
los derechos universales de la humanidad deben estar orientados a la
salvaguarda de la dignidad y la libertad. De ah el mandato constitucional que la
restriccin de los derechos fundamentales solo se realicen mediante normas
294 (*) Agradezco a Nelson Salazar Snchez, mi discpulo y asistente del rea acadmica,
quien ha colaborado en la elaboracin de este trabajo.
La importancia del Estado constitucional de Derecho se observa en la afirmacin del profesor
espaol Elias Daz, quien sostiene: "(...) es tan importante, tan decisivo, tener un Derecho, una
Constitucin y unas leyes que protejan y realicen tales valores libertades y derechos
fundamentales". Vid. DAZ, Elias. Curso de Filosojia del Derecho. Editorial Marcial Pons,
Madrid-Barcelona, 1998, p. 25.
296 GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. Tiene un futuro la dogmtica jurdico penal? En:
"Estudios de Derecho Penal", 3a edicin. Editorial Tecnos, Madrid, p. 145.
297 Al respecto vase ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo 1
(Fundamentos. La estructura de la teora del delito). Traduccin y notas de
Diego Manuel Luzn Pea, Miguel Daz y Garca Conlledo y Javier De Vicente
Remesal. la edicin, Madrid, 1997,5/2, p. 37. En ese mismo sentido COBO DEL
ROSAL, Manuel y VIVES ANTN, Toms. Comentaros al Cdigo Penal
espaol. Dirigido por Manuel Coba del Rosal. Madrid, 1999, p. 25, refirindose
al principio de legalidad sealan que es: "(...) una autntica garanta de
mltiples proyecciones, pues afecta al propio legislador, al ciudadano, al
justiciable y, muy especialmente, al Poder Judicial, a mantener, en fin, unas
paredes muy significadas de la Constitucin".
298 As, HENKEL, Heinrich. Introduccin a la Filosofa del Derecho. Traduccin de Enrique
Gimbernat Ordeig. Madrid, 1968, p. 546, sostiene: "la seguridad jurdica, y por ende la ley, se
opone a la incertidumbre, al azar, a la arbitrariedad y al desamparo frente a una situacin de
regulacin".
merced de una intervencin irracional y arbitraria por parte del Estado. Sus
esferas de libertad tendran una amenaza permanente de intervencin y, de
esta manera, se restringira al mximo los procesos de participacin de los
ciudadanos. Gracias al principio de legalidad, la institucin jurdico poltica
llamada Estado no puede intervenir en todos los fueros del ciudadano, en virtud
de que cuando quiere hacerla como limitacin a la ley, la cual-mediante sus
cuatro consecuencias o manifestaciones-le pone una barrera infranqueable que
permite no solamente el respeto de las libertades ciudadanas 300, sino tambin
el mantenimiento inclume de los fundamentos del mismo Estado democrtico
de Derecho301.
Es por esta razn que en un Estado de Derecho se debe salvaguardar el
reinado del principio de legalidad. Su vigencia es irrenunciable y su violacin
injustificable302, porque esta institucin jurdica -desde que fue introducida al
Derecho Penal por Feubarch 303 hasta la actualidad- representa la plataforma
ms slida de todo el andamiaje de garantas que el ciudadano tiene frente al
Estado. La vigencia del principio de legalidad es sinnimo de cristalizacin
material del pargrafo 1 de la Carta Jurdico-Poltica, pues permite la
ampliacin y desarrollo de los mbitos de libertad del ciudadano y, por tanto,
del desarrollo pleno de sus potencialidades humanas. Por el contrario, la
violacin, cualquier fisura o relajamiento del principio de legalidad implica el
directo e inmediato aniquilamiento de las garantas penales y constitucionales
Buenos Aires, 1976, pp. 214 Y ss.
300 Vid. CAVERO LATAILLADE, Iigo y ZAMORA RODRGUEZ, Toms.
Introduccin al Derecho Constitucional. Editorial Universitas, Madrid, 1996, p.
145.
301 Sobre los fundamentos o caractersticas del Estado democrtico de
Derecho y su relacin con la ley, la seguridad jurdica y las libertades, vid.
RAMREZ CARDONA, Alejandro. El Estado de la Justicia. (Ms all del Estado
de Derecho). Editorial Temis, Santa Fe de Bogot, 1996, pp. 182 Y ss.
302 As, COBO DEL ROSAL, Manuel y VIVES ANTN, Toms. Ob. cit., p. 25, afirman que: "El
principio de legalidad globalmente considerado, solo puede imaginarse como inatacable, como
el enunciado ms inexorable de los que articulan el Derecho Penal de un Estado democrtico
de Derecho que consagra la justicia como valor superior del ordenamiento".
312 En ese sentido, vid. SALAZAR SNCHEZ, Nelson. Ob. cit., p. 491. Este
autor correctamente seala: "el principio de reserva de la ley consagra la
exigencia impostergable de que -segn los presupuestos y principios
democrticos y constitucionales-la nica norma que puede y debe crear delitos
y penas es la ley ordinaria, pues solo esta norma jurdica est legitimada formal
y materialmente para restringir los mbitos de libertad de los ciudadanos, ya
que es compatible con los fundamentos de! Estado constitucional de Derecho".
313 Al respecto, debemos sealar que en los Estados democrticos la justicia social es e!
presupuesto del reparto equitativo de las funciones del poder poltico entre los rganos
constitucionales. As, BOBBIO, Norberto. Teora general del Derecho. Madrid, 1991. pp. 34 Y
35, precisa que, en un Estado democrtico, para determinar si una norma es vlida se debe
tener en cuenta lo siguiente: "1) Determinar si la autoridad que la promulg tena e! poder
legtimo para expedir normas jurdicas, es decir, normas vinculantes en ese determinado
ordenamiento jurdico (esta investigacin conduce inevitablemente a remontarse a la norma
fundamental, que es la base de la validez de todas las normas de un determinado sistema). 2)
Comprobar si no ha sido derogada, como quiera que una norma puede haber sido vlida, en e!
sentido de haber sido promulgada por un poder autorizado para hacerlo, pero esto no quiere
decir que lo sea todava, lo que sucede con una norma posterior en e!tiempo la ha derogado
expresamente o ha regulado la misma materia. 3) Comprobar que no sea incompatible con
otras normas del sistema 00 que tambin se llama derogacin implcita), particularmente con
una norma jerrquicamente superior (una norma constitucional es superior a una ley ordinaria
en una constitucin rgida) o con una norma posterior, como quiera que en todo ordenamiento
jurdico rige e! principio de que dos normas incompatibles no pueden ser vlidas al mismo
tiempo (as como en un sistema cientfico dos proposiciones contradictorias no pueden ser
vlidas). El problema de la validez jurdica presupone que se haya dado respuesta a la
pregunta: qu se entiende por Derecho? Se trata, queriendo adoptar una terminologa familiar
entre los filsofos del Derecho, de! problema ontolgico de! Derecho".
317 Sostenemos que las leyes que crean delitos y penas deben seguir el
procedimiento diseado para las leyes orgnicas, por cuanto estas ltimas
necesitan de un mayor consenso por parte de los parlamentarios, lo cual
permite que la aprobacin de estas normas (que restringen los derechos
fundamentales), se d despus de un riguroso debate, que desde el punto de
vista material tiene mayor legitimidad social en virtud a que son expresin
autntica de la voluntad popular.
318 La historia ha demostrado la tendencia de la utilizacin del Derecho Penal e incluso de
llegar al "terror penal". A fin de salvaguardar esa tentacin es preferible mantener el principio de
que la ley emana del pueblo, que la ley debe ser deliberada pblicamente y que los
representantes del pueblo asuman su responsabilidad en el dictado de leyes penales.
321 Sobre la forma cmo se realiza el estudio en las comisiones, cfr. in extenso
e! artculo 77 de! Reglamento del Congreso, en cuyo contenido se seala lo
siguiente: "Recibida la proposicin de ley o resolucin legislativa, e! oficial
mayor le enva a una comisin para su estudio y dictamen, previa consulta con
un miembro de la mesa directiva. El estudio en las comisiones tiene un plazo
mximo de treinta das tiles para expedir e! dictamen respectivo, cualquier
otra comisin podr solicitar estudiar e! tema (...)".
En ese sentido, todas las sanciones que aplica el Estado, sea en el campo
penal o administrativo, deben estar vigiladas por la Constitucin. Todo el
sistema punitivo y el Derecho Administrativo -y esto siempre nos ha parecido
indiscutible, y no como un prejuicio sino como consecuencia de una lectura sin
apriorismos del artculo 1 de la Carta Magna- inciden directamente sobre el
desarrollo de los derechos fundamentales (dignidad humana). El Derecho
Penal con sus cuatro instituciones (delito, peligrosidad, pena y medida de
seguridad), as como el Derecho Administrativo con sus sanciones
administrativas (a veces ms duras que las penas) no solamente protegen los
derechos fundamentales y las libertades pblicas sino, sobre todo, las limitan.
De todo lo dicho se colige que la vigencia del principio de legalidad,
consagrado en la Constitucin, se extiende tambin al Derecho Administrativo.
El artculo 104 de la Constitucin debe interpretarse, en materia penal, en los
siguientes trminos: La concentracin de la facultad de expedir leyes por parte
del Poder Ejecutivo no debe afectar la esencia del principio de legalidad, como
es el respetar los principios de humanidad y proporcionalidad. El Poder
Ejecutivo no puede excluir de su programa de poltica criminal los criterios
fundamentales del pensamiento constitucional, por ejemplo, la resocializacin
como criterio de prevencin especial a favor de los reos. Asimismo, bajo la
forma de una ley penal, el Estado no puede menoscabar, bajo ningn punto de
vista, la dignidad de la persona humana.
3.1. Fundamento
Cuando se habla del fundamento del principio de legalidad no solo se debe
hacer un anlisis en funcin a lo sealado en el articulo 2 inciso 24 literal d) de
la Constitucin (texto principal), sino que se debe tener en cuenta los diversos
preceptos constitucionales y legales que complementan el articulo en estudio.
As -a nivel constitucional- es indispensable tomar en consideracin el articulo
103, segundo prrafo (prohibicin de la retroactividad desfavorable), el articulo
139 inciso 9 (prohibicin de analoga in malam partcm), y el articulo 102
(funciones legislativas del Parlamento). Asimismo, se debe tener observancia
de los dispositivos que se encuentran en el Cdigo Penal y en el Cdigo de
Ejecucin Penal. En el primero tenemos a los articulas II, III y VI del Ttulo
Preliminar y 6 de la parte general. En el segundo, al articulo VIII del Ttulo
Preliminar.
De lo dicho, se infiere que el fundamento del principio de legalidad es de
diversa naturaleza. Esto ha hecho que en la doctrina penalista no exista
consenso. As, por ejemplo, autores como Roxin consideran que el fundamento
es tanto jurdico poltico como jurdico penal 322; mientras que Maurach o Mir
Puig lo reconducen a la idea rectora del Estado de Derecho 323. En nuestro
322 As ROXIN, Claus. Ob. cit., 5/11, p. 144, para quien el fundamento jurdicopoltico puede descomponerse en dos bases como son el liberalismo poltico y
la democracia y la divisin de poderes; asimsmo, el fundamento jurdico penal
se bifurca en la prevencin general y en el principio de culpabilidad.
323 De este modo MAURACH-ZIPE Derecho Penal. Tomo 1, p. 154, al
considerar al Estado de Derecho como fundamento constitucional de la pena y
de la ley penal. Tambin GARCA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Derecho
336 Segn LEGAZ y LACAMBRA, Luis. Ob. cit., p. 630, la arbitrariedad como
conducta antijurdica de los rganos del Estado se presenta en cualquiera de
estos tres supuestos: "a) por alteracin del procedimiento con arreglo al cual
debe ser establecida una norma determinada; b) por desconocimiento del
contenido especfico que una norma inferior debe desarrollar por relacin a una
norma superior; c) por trasgresin de la esfera propia de competencia
ejecutiva". Para RECASENS SICHES, Luis. Ob. cit., p. 214, la arbitrariedad
existe cuando "el poder pblico, con un mero acto de fuerza salte por encima
de lo que es norma o criterio vigente en un caso concreto y singular, sin
responder a una regla de carcter general, y sin crear una nueva regla de
carcter general que anule la anterior o la sustituya".
341 En esa misma direccin, BECCARIA, Cesare. De los delitos y de las penas.
Editorial Latinoamericana, Bogot, 1994, p. 10, sostiene que: H(...) toda pena
que no se deriva de la absoluta necesidad es tirnica (h') todo acto de
autoridad de hombre a hombre, que no se derive de la absoluta necesidad es
tirnico".
342 Sobre las consecuencias de! principio de legalidad, cfr. CERERO M1R,
Jos. Curso de Derecho Penal espaol. Parte General. Tomo 1, 6' edicin.
Editorial Tecnos, Madrid, 2004, pp. 198 Y ss.; BUSTOS RAMREZ, Juan. Obras
completas. Tomo 1. Editorial Ara, Lima, 2004, p. 567; SALAZAR SNCHEZ,
Nelson. Ob. cit., p. 529 Y ss.
343 Sobre e! fundamento, contenido y alcance de la prohibicin de aplicar leyes indeterminadas
en el Derecho Penal, cfr. in extenso, ROX1N, Claus. Ob. cit., 5/65, p. 169; seala que: "una ley
indeterminada o imprecisa y por ello poco clara no puede proteger al ciudadano de la
arbitrariedad, porque no implica una auto limitacin del ius puniendi estatal a la que se pueda
recurrir; adems, es contraria al principio de divisin de poderes, porque le permite al juez
hacer cualquier interpretacin que quiera e invadir con ello e! terreno de! legislativo. No puede
desplegar eficacia preventivo-general, porque el individuo no puede reconocer lo que se le
quiere prohibir; y por eso, su existencia tampoco puede ser la base para un reproche de
culpabilidad". Asimismo, M1R PU1G, Santiago.Ob. cit., 4/16, pp. 112 Y 113. En esa misma
direccin ]ESCHECK, Hans-Heinrich y WE1GEND, Thomas. Ob. cit., Cap. 3,15/1, p. 138,
sostiene que: "e! legislador no debera intentar declinar sobre e! juez su responsabilidad en la
delimitacin del comportamiento punible mediante e! empleo de conceptos poco ntidos.
Resulta decisivo que e! primero de ellos (e! legislador) elabore claramente e! tipo de!
comportamiento punible por medio de un juego combinado de generalizacin y diferenciacin".
sean escritas, de tal manera que los ciudadanos de una nacin o pas tengan la
posibilidad de informarse sobre la licitud o ilicitud de sus conductas 344, pues
sera ilgico, irracional e imposible exigir a los ciudadanos que se comporten de
acuerdo a Derecho si no conocen cul es el margen de lo permitido y de lo
prohibido. La tercera -que enarbola el precepto del nullum crimen, nulla poena
sine lege slrcta- establece que el presupuesto (el delito), la fundamentacin y
la agravacin de la sancin (pena, medida de seguridad o consecuencia
accesoria) se realice dentro del sentido literal posible de la ley, mas no fuera de
su significado literal-teleolgico basado en una insignificante semejanza entre
un caso regulado y otro distinto no regulado 345. La cuarta -que patentiza el
principio del nullum crimen nulla poena sin lege praevia- exige que tanto las
consecuencias o sanciones jurdicas como los presupuestos de estas cobren
vida, nicamente, despus de la entrada en vigor de una ley, en virtud a que
esta solo rige para hechos futuros y no para hechos pasados 346, ya que de
aplicar retroactivamente las leyes y, en especial las leyes penales, estaramos
menoscabando uno de los fundamentos del principio de legalidad: la seguridad
jurdica.
El Cdigo Penal, en su artculo II del Ttulo Preliminar establece que: "Nadie
ser sancionado por un acto no previsto como delito o falta por la ley vigente al
momento de su comisin, ni sometido a pena o medida de seguridad que no se
encuentren establecidas en ella". De la presente redaccin es imprescindible
responder la siguiente pregunta: el principio de legalidad, consagrado en el
Cdigo Penal, tiene el mismo alcance que el principio de legalidad penal
regulado en la Constitucin, de tal modo que permita garantizar exitosamente
los mbitos de libertad de los ciudadanos frente a la arbitrariedad estatal, y
conseguir, de esta manera, la materializacin de los fundamentos que inspiran
al Estado democrtico de Derecho? Paralelamente a esta pregunta, de carcter
general, dentro del Derecho Penal se debe responder a la siguiente pregunta:
a qu categoras del Derecho Penal se aplica el principio de legalidad?
Para responder a la primera interrogante tenemos que comenzar analizando la
redaccin que posee el artculo II del Ttulo Preliminar del Cdigo Penal y
compararlo con la redaccin que posee el principio de legalidad en la
344 Acerca de las ventajas que tiene la criminalizacin por medio de la ley, mas
no a travs del Derecho consuetudinario, revsese JESCHECK, Hans-Heinrich
y WE1GEND Thomas. Ob. cit., Cap. 3, 15/1, pp. 136 Y 137; ROXIN, Claus. Ob.
cit., pp. 59 Y ss.; MIR PUIG, Santiago. Ob. cit., 4/15, p. 112, este autor seala
que: "con la exigencia de una ley escrita queda, desde luego, excluida la
costumbre como fuente de delitos y penas".
345 Sobre los diferentes tpicos que abarca la prohibicin de]a analoga in
malam partem, vase in extenso URQUlZO OLAECHEA,]os. Prohibicin de
analoga in malam partcm. En: AA.vv. "Cdigo Penal comentado". Tomo I,
Gaceta Jurdica, Lima, 2004, pp. 74 Y ss.
346 Al respecto, cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas. Ob. cit.,
Cap. 3, 15/IV, p. 147, quienes sostienen que: "La prohibicin de] efecto
retroactivo de las leyes penales supone que una accin que en e] momento de
su comisin era impune, puede ser declarada posteriormente punible; implica,
asimismo, la exclusin de que pueda ser castigada posteriormente con una
pena ms grave, en caso de que ya fuera punible"
anteriores las medidas de seguridad -si bien es cierto no son penas- tienen la
misma naturaleza aflictiva para el sujeto a quien se impone. Tanto pena como
medida de seguridad restringen los derechos fundamentales del ser humano.
Incluso las medidas de seguridad pueden resultar ms drsticas que la pena
para el individuo que carga con ellas, pues no olvidemos que mientras las
penas tienen como fundamento y medida de imposicin a la culpabilidad y a las
necesidades preventivo generales, las medidas de seguridad poseen como
fundamento a la peligrosidad del sujeto, y como baremo a las necesidades
estatales.
En esa lnea, las penas sern drsticas si los requisitos de merecimiento y
necesidad as lo exigen, es decir, tienen que concurrir los dos; en cambio la
imposicin y dureza de las medidas de seguridad se impondrn con la sola
concurrencia de las necesidades preventivo generales aunque no haya
culpabilidad. En consecuencia, si las medidas de seguridad tienen la misma
naturaleza que las penas y, en muchos casos son ms lacerante s, es
inobjetable que tambin estn sometidas a los alcances del principio de
legalidad.
c) El principio de legalidad en las consecuencias accesorias 352
No es totalmente pacfica la problemtica de si tambin las consecuencias
accesorias o jurdico econmicas del delito se rigen por el principio de
legalidad; sin embargo, la opinin dominante, con criterio atinado, sostiene que
el principio nulla poena sine lege consagrado en la Constitucin yen el Cdigo
Penal tambin garantiza el principio de legalidad de las consecuencias
accesorias de la pena.
Esto es as porque los trminos "condena" y "sancin" -utilizados en los
artculos 2, inciso 24, literal d) de la Constitucin Poltica, y II del Ttulo
Preliminar del Cdigo Penal- se pueden interpretar, sin forzado, en el sentido
que abarcan a la pena, medidas de seguridad y consecuencias accesorias.
Con dicha interpretacin, las consecuencias accesorias (v. gr. la reparacin
civil) tampoco se podran aplicar si antes del hecho no han estado establecidas
en una ley. Con esto, si posteriormente se agrava la previsin legal de la pena,
pero no se agrava la regulacin de las consecuencias accesorias, se podr
aplicar solo aquella que estuvo establecida en el momento de la comisin del
hecho delictivo. Tampoco se puede imponer consecuencia accesoria alguna si
se agrava el quantum o la clase de estas -conjunta o separadamente a la penasi no ha estado establecida previamente en la ley.
4.2. El principio de legalidad en el Derecho Procesal Penal
352 Al respecto ROXIN, Claus. Ob. cit, 5/53, p. 163, afirma que la prohibicin
de retroactividad desfavorable: "(...) rige tambin respecto de la pena y sus
consecuencias accesorias". JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas.
Ob. cit., Cap. 3, 15/IV, p. 147, refirindose a la irretroactividad de la ley penal
que perjudica al ciudadano, seala que esta: "(...) se extiende, adems, a otras
medidas posteriores que puedan perjudicar la posicin jurdica del autor".
353 Para tener una visin completa y correcta de la vigencia de! principio de legalidad no
solamente en e! Derecho Penal, sino tambin en e! Derecho Procesal Penal vase el artculo
138,2 prrafo, de la Carta Jurdico-Poltica, e! cual seala que: "En todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la
primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre otra de rango inferior". Cabe precisar, de lo
sealado, que el principio de jerarqua normativa no se aplica solamente cuando existe
incompatibilidad entre la norma constitucional con una ley, o entre una ley y otra norma de
menor rango, sino tambin -y sobre todo- cuando, pese a no existir incompatibilidad, s existe
un vaco (v.gr.) la falta de regulacin expresa del principio de legalidad en e! Derecho Procesal
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DOCTRINA
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Presuncin de inocencia
Artculo 2
Toda persona tiene derecho:
(...)
24.A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
(...)
e) Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 24.d), 139 incs. 10), 12); C.P.:
art. II; D.U.D.H.: art. 11.1; P.I.D.C.P.: art. 14.2; C.A.D.H.: art. 8.2
Ivn Meini Mndez
1. Primera parte
1. El artculo 2.24.e) de la Constitucin contempla el principio de presuncin de
inocencia, y lo hace en trminos similares al artculo 8 de la Convencin
Americana sobre Derechos Humanos: "Toda persona inculpada de un delito
tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad".
Se trata, pues, de un derecho que no solo tiene arraigo nacional, sino que ha
sido adoptado por el Sistema Interamericano de Derecho Humanos.
2. Solo merced a una sentencia judicial, sostiene la Constitucin, se puede
desbaratar la presuncin de inocencia. Esto es coherente con las normas
constitucionales que establecen los fines y objetivos del Poder Judicial y los
principios y derechos de la funcin jurisdiccional. As, por ejemplo, el artculo
138 de la Carta Poltica establece que: "La potestad de administrar justicia (...)
se ejerce por el Poder Judicial (...) con arreglo a la Constitucin y a las leyes".
Y el artculo 139.1 que la unidad y exclusividad de la funcin jurisdiccional es
un principio y derecho de la funcin jurisdiccional. En este orden de ideas, una
declaracin judicial de responsabilidad penal no debe entenderse agotada en la
forma, es decir, con el simple requerimiento de que sea emitida por el Poder
Judicial; sino que, adems, la sentencia judicial ha de ser respetuosa de los
derechos de las personas, adquiriendo as idoneidad para desvirtuar la
presuncin de inocencia.
Dicho planteamiento ha sido recogido por el Tribunal Constitucional, y conforme
a l, ha sealado que las garantas constitucionales no solo se respetan
cuando las resoluciones se emiten dentro de un proceso judicial o por un juez
competente, sino que tienen que haber sido expedidas con respeto de todas
las garantas que comprende el derecho al debido proceso 354. El concepto de
proceso regular, por su lado, est ligado de manera inescindible al desarrollo
354 STC Exp. N 1260-2002-HC/TC,de 09 de julio de 2002.
Artculo 2
Procedencia y requisitos de la detencin
Toda persona tiene derecho:
(...)
24.A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
(...)
f) Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito.
El detenido debe ser puesto a disposicin del juzgado correspondiente, dentro
de las veinticuatro horas o en el trmino de la distancia.
Estos plazos no se aplican a los casos de terrorismo, espionaje y trfico ilcito
de drogas. En tales casos, las autoridades policiales pueden efectuar la
detencin preventiva de los presuntos implicados por un trmino no mayor de
quince das naturales. Deben dar cuenta al Ministerio Pblico y al juez, quien
puede asumir jurisdiccin antes de vencido dicho trmino.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 8, 100, .139 n es. 5), 10), 14), 200 inc. 1);
C.P.Ct.: arts. 25 inc.1), 29, 30; C.P.:
arts. 296 y SS.; C.N.A.: arts. 5, 185, 187;
D.D.D.H.: art. 9; P.I.D.C.P.: arts. 2.3 ne.
a), 9.3; C.A.D.H.: art. 7
Ivn Meini Mndez
1. Primera parte
1. En el artculo 2.24. e) de la Constitucin se plasma el derecho que toda
persona tiene a la libertad ambulatoria. Como todo derecho, su ejercicio
encuentra sus lmites ah donde el inters comn lo exige. As, al derecho que
todos tenemos a la libertad se opone la posibilidad de ser detenido nicamente
en dos supuestos: por mandato judicial escrito y debidamente motivado; y en
caso de delito flagrante por las autoridades policiales. Cualquier otra hiptesis,
que no sea la privacin de libertad como pena impuesta en una sentencia
condenatoria, deviene en inconstitucional y, por ende, queda expedito el
camino para interponer una demanda de hbeas corpus, de acuerdo a lo
establecido en el artculo 25.7 del Cdigo Procesal Constitucional.
2. Segunda parte
1. El primer caso de detencin que prev la Constitucin es la facultad que
tiene el juez de ordenar la detencin de una persona. Dicha facultad es
inherente a su funcin y se encuentra detallada en el artculo 135 del Cdigo
Procesal Penal de 1991. La prisin preventiva (detencin) responde a la
necesidad de garantizar la actuacin de los poderes pblicos en la
investigacin y juzgamiento de los hechos que revisten relevancia penal. El
371 En detalle, MEINI, Ivn. La detencin domiciliaria y su abono para el cmputo de la pena
privativa de libertad. En: "Informativo N 18", Justicia Viva, Lima, junio, 2005. pp. 10 ss.
justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a travs de sus
rganos jerrquicos con arreglo a la Constitucin y a las leyes. Con una debida
motivacin se gana pues en seguridad y se acotan las posibilidades de
actuaciones arbitrarias.
6. La resolucin judicial de detencin habr de contener una correcta
evaluacin jurdica de las circunstancias que a criterio del juez ameritan la
detencin. Ello no significa que se garantice una determinada extensin de la
motivacin, ni que el juez tenga que pronunciarse expresamente sobre cada
uno de los aspectos controvertidos o alegados por la defensa, ni se excluye la
posibilidad de recurrir a la motivacin por remisin 373. No obstante, el propio
Tribunal Constitucional374 ha sentado que toda motivacin judicial que ordena la
detencin de una persona tiene que ser suficiente y razonada. Solo de esta
manera es posible despejar la ausencia de arbitrariedad en la decisin judicial,
a la vez que con ello se permite evaluar si el juez penal ha obrado de
conformidad con la naturaleza excepcional, subsidiaria y proporcional de la
detencin judicial preventiva.
Dos son, en ese sentido, las caractersticas que debe tener la motivacin de la
detencin judicial preventiva. En primer lugar, tiene que ser suficiente, esto es,
debe expresar por s misma las condiciones de hecho y de derecho que sirven
para dictada o mantenerla. En segundo trmino, debe ser razonada, en el
sentido de que en ella se observe la ponderacin judicial en torno a la
concurrencia de todos los aspectos que justifican la adopcin de la medida
cautelar, pues de otra forma no podra evaluarse si es arbitraria por
injustificada.
7. La cuestin suscitada con el mximo de duracin de la detencin preventiva
ha sido tambin resuelta por el Tribunal Constitucional. El artculo 137 del
Cdigo Procesal Penal de 1991 establece los plazos mximos de detencin en
funcin al tipo de proceso (nueves meses para el procedimiento ordinario y
dieciocho meses para el procedimiento especial) y prev tambin la posibilidad
de que dicho plazo se duplique (tratndose de procedimientos por delitos de
trfico ilcito de drogas, terrorismo, espionaje y otros de naturaleza compleja
seguidos contra ms de diez imputados, en agravio de igual nmero de
personas, o del Estado). Este plazo de detencin duplicado puede incluso
prolongarse por un plazo igual cuando existe una especial dificultad o una
especial prolongacin de la investigacin y que el inculpado pudiera sustraerse
a la accin de la justicia.
Estas reglas responden a la necesidad de que la detencin tenga una duracin
razonable. En efecto, el articulo 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Polticos establece que toda persona detenida: "Tendr derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad"; y el articulo
373 STC Exp. N 1230-2002-HC/TC, de 20 de junio de 2002.
374 Cfr. STC Exp. N 1091-2002-HC/TC, de 12 de agosto de 2002, fundamentos de derecho
18, 19 Y 21; STC Exp. N 791-2002-HC/TC, de 21 de junio de 2002, fundamentos de derecho
16; STC Exp. N 1260-2002-HC/TC, de 09 de julio de 2002, fundamento de derecho 7.
los actos punibles del iter criminis. De ah que los actos de inicio de ejecucin
(aquellos posteriores a los actos de preparacin y con los cuales empieza la
tentativa) son actos que tambin quedan abarcados por el concepto de
flagrancia. La razn es hasta cierto punto obvia: los actos de inicio de
ejecucin, a diferencia de los actos de preparacin, son ya punible s de
conformidad con lo dispuesto por el artculo 16 del Cdigo Penal. Aquellos
actos realizados inmediatamente despus de la consumacin del delito deben
ser igualmente incluidos en la flagrancia. Agudas razones de poltica criminal
indican que, por ejemplo, la PNP tiene que tener la facultad de detener a
quienes, habiendo ya asaltado el banco, huyen con el botn.
2. La apreciacin de la flagrancia corresponde a quien efectiviza la detencin,
es decir, al miembro de la PNP que efecta la detencin. Por eso, cuando el
efectivo de la PNP cree errneamente que concurre flagrancia, se dar el
supuesto del error de tipo del artculo 14 primer prrafo del Cdigo Penal, cuya
consecuencia jurdica es tornar en imprudente la infraccin.
4. Cuarta parte
1. El artculo 2.24. f) de la Constitucin establece que el detenido tiene que ser
puesto a disposicin del juzgado correspondiente dentro de las veinticuatro
horas de procedida la detencin o, en su defecto, en el trmino de la distancia.
Las excepciones vienen dadas cuando la detencin se origina en la presunta
comisin de delito de terrorismo, espionaje o trfico ilcito de drogas. La
inclusin del trmino de la distancia como criterio a tener en cuenta para
determinar el tiempo que corre desde que se detiene a una persona hasta que
tiene que ser puesto a disposicin del juzgado indica que no siempre existir un
juez competente ah donde se produzca la detencin. Con todo, le corresponde
al Consejo Ejecutivo del Poder Judicial aprobar el Cuadro de Trminos de la
Distancia (artculo 8 del Texto nico Ordenado de la Ley Orgnica del Poder
Judicial, Decreto Supremo N 017 -93-JUS, modificado por el artculo 2 de la
Ley N 27465), Y determinar, en consecuencia, cuntos das habr que
adicionar a las 24 horas de detencin en aquellos casos en que no exista un
juez competente para asumir competencia.
2. Los delitos de terrorismo se encuentran regulados en el Decreto Ley N
25475 (Ley de Terrorismo) y los delitos de trfico ilcito de drogas en los
artculos 296 y siguientes del Cdigo Penal. En cuanto al delito de espionaje,
en puridad de trminos, existe uno solo, tipificado en el artculo 331 del Cdigo
Penal, que seala:
"El que espa para comunicar o comunica o hace accesibles a un Estado
extranjero o al pblico, hechos, disposiciones u objetos mantenidos en secreto
por interesar a la defensa nacional, ser reprimido con pena privativa de
libertad no menor de quince aos". Ms all de que no se establezca lmite
mximo de la pena de privacin de libertad, y que deba entenderse entonces
que es de treinta y cinco aos378, lo cierto es que el delito de espionaje no es el
nico que forma parte del Captulo 1: Atentados contra la seguridad nacional y
traicin a la patria, del Ttulo XV: Delitos contra el Estado y la Defensa Nacional
378 MEINI, Ivn. La determinacin del lmite superior de la pena privativa de
libertad. En: "Informativo N 10", Justicia Viva, Lima, noviembre 2003.
del Cdigo Penal (CP), sino que existen otros que incluso se encuentran
conminados con una pena superior (por ejemplo, el delito de inteligencia con el
extranjero del artculo 329 del citado Cdigo, que tiene una pena privativa de
libertad no menor de veinte aos). Resulta pues ilgico que en el caso del
espionaje no se haya procedido como en los supuestos de trfico ilcito de
drogas y terrorismo, en los que se hace referencia al gnero de delito y no al
delito en particular379.
3. Las hiptesis de concurso ideal (artculo 48 CP) o concurso real (artculo 50
CP), e incluso el delito continuado (artculo 49 CP) podrn dar lugar a la
detencin del investigado por no ms de quince das siempre y cuando uno de
los delitos en concurso sea de terrorismo, espionaje o trfico ilcito de drogas.
Pero, adems, habr que exigirse que la investigacin que realiza la PNP y por
la que el sujeto permanece detenido, se origine en el delito de terrorismo,
espionaje o trfico ilcito de drogas, y no en el otro u otros delitos que entran en
concurso.
DOCTRINA
MEINI MNDEZ, Ivn. La detencin domiciliaria y su abono para el cmputo de
la pena privativa de libertad, En: "Informativo N 18", Justicia Viva, Lima, junio
2005; MEINI MNDEZ, Ivn. La determinacin del lmite superior de la pena
privativa de libertad. En: "Informativo N lO", Justicia Viva, Lima, noviembre
2003;
SAN MARTN CASTRO. Derecho Procesal Penal. Tomo lI, 2" edicin. Grijley,
Lima, 2003.
graves, y siempre que sea necesario evitar que el detenido pueda comunicarse
con el mundo exterior y perturbe la actividad probatoria.
En nuestro pas la regulacin del derecho a no ser incomunicado adquiere
rango constitucional en 1979, pues la Norma Fundamental en su artculo 2
inciso 20 i) estableca en el artculo referido a la libertad y seguridad
personales, que: "Nadie puede ser incomunicado sino en caso indispensable
para el esclarecimiento de un delito y en la forma y el tiempo previstos por la
ley. La autoridad est obligada a sealar sin dilacin el lugar donde se halla la
persona detenida, bajo responsabilidad." Con redaccin similar es acogido en
la vigente Constitucin en el artculo 2 inciso 24 g); pero la redaccin actual
aade algo muy importante: el lugar donde se halla la persona detenida tiene
que ser expresado por escrito. Exigencia positiva que encuentra explicacin en
los casos que lamentablemente hemos afrontado sobre los detenidos
desaparecidos.
La incomunicacin, segn la Constitucin, ser regulada mediante ley. Mientras
no entre en vigencia el Cdigo Procesal Penal promulgado mediante Decreto
Legislativo N 957 publicado el 29 de julio de 2004 383, lo relativo a este derecho
del detenido sigue rigindose por lo dispuesto en el artculo 133 del Cdigo de
Procedimientos Penales, que establece lo siguiente: a) Es una medida que
dicta el juez instructor; b) Solo se dicta cuando fuere indispensable para los
fines investigatorios, lo que puede ocurrir despus de prestada la instructiva; c)
Es una medida de carcter temporal, ya que no puede prolongarse por ms de
10 das; d) La incomunicacin no impide las conferencias entre el inculpado y
su defensor, en presencia del juez instructor, quien podr denegadas si las
juzga inconvenientes; y e) El juez debe dar cuenta de la medida dispuesta al
Tribunal Correccional, expresando las razones que haya tenido para ordenada.
Como quiera que el Cdigo de Procedimientos Penales es de 1940, la
terminologa a la fecha, luego de promulgada la Ley Orgnica del Poder
Judicial y disposiciones conexas, en relacin a los rganos jurisdiccionales, es
juez en lo penal y Sala Penal Superior.
La norma en mencin, pese a que han transcurrido 65 aos, result en su
momento avanzada, pues estableci el control judicial del detenido
incomunicado, y dispuso que el juez exprese las razones que lo motivaron a
decretar una medida tan grave y de carcter excepcional, con lo cual se
garantiza la interdiccin de la arbitrariedad, pues el juez debe decretada solo
cuando existan motivos lo suficientemente graves que ameriten su imposicin.
La norma procesal penal vigente debe ser interpretada de conformidad con lo
resuelto por nuestro Tribunal Constitucional en la accin de inconstitucionalidad
interpuesta por ms de cinco mil ciudadanos contra el Decreto Ley N 25475 Y
383 La Primera Disposicin Final establece las reglas de vigencia del Cdigo Procesal Penal.
Entrar en vigencia progresivamente en los diferentes distritos judiciales; eli de febrero de 2006
se pondr en vigencia en el distrito judicial designado por la Comisin Especial de
Implementacin que al efecto crear el decreto legislativo correspondiente. Se ha considerado
a Lima como el ltimo distrito judicial en que culmine la aplicacin progresiva del Cdigo.
393 Sobre este tema pueden revisarse: Dos Tratados del gobierno civil de John
LOCKE o el Leviatn de Thomas HOBBES.
Recin entrado el siglo XVIII y -en gran medida- debido a los trabajos de
Beccaria, se proscribira la tortura como medio de castigo, empezando desde
all su prohibicin internacional.
2. Integridad personal: concepto
Segn el Tribunal Constitucional espaol, mediante el llamado derecho a la
integridad personal se "protege la inviolabilidad de la persona, no solo contra
ataques dirigidos a lesionar su cuerpo o espritu, sino tambin toda clase de
intervencin a esos bienes que carezca de consentimiento de su titular" 394.
La defensa de la integridad personal tiene su origen en la proteccin que
otorgamos al derecho a la vida. Sin embargo, dado que el pleno desarrollo de
la personalidad es parte integrante de este derecho, podemos afirmar que el
respeto a la integridad es tributario del concepto de "vida digna". Es pertinente
recordar que los atentados contra el derecho a la vida suelen conllevar en
primer orden, vulneraciones a la integridad personal.
Para Martnez Calcerada395, el derecho a la integridad se identifica con la
"tutela de inmunidad corporal, es decir garanta -aspecto sustancial derivado de
la relevancia jurdica de todo derecho subjetivo- de no dao, perjuicio o erosin
por detraccin o alteracin del cuerpo humano".
Existen situaciones que si bien pueden provocar cierto dao a la integridad
personal, no son consideradas como violaciones a este derecho. Tal es el caso
de la mutilacin voluntaria (o la realizada por prescripcin mdica), el trasplante
de rganos y las lesiones libremente aceptadas (deportes peligrosos,
actividades laborales extremas, etc.)396.
Cabe recordar que todo derecho fundamental posee un doble carcter tanto
"como derechos subjetivos de la persona y como fundamento valorativo del
orden institucional"397. En tal sentido, la proteccin que el Estado debe brindar a
la integridad personal se encuentra fundada en el carcter objetivo de los
derechos fundamentales que debe vincular todo acto que ste realice.
3. Elementos normativos
3.1. Violencia fsica
Definida como todo atentado ilcito a la integridad corprea de un individuo,
tomada en cuenta la condicin primigenia en que este se encuentre.
394 RUBIO LLORENTE, Francisco. Derechos fundamentales y principios
constitucionales. Editorial Ariel S.A., Barcelona, 1995, p. 146.
395 MARTNEZ-CALCERRADA, Luis. Derecho Mdico. Tecnos, Madrid, 1986, p. 443.
396 En el mismo sentido se pronuncia el artculo 6 del Cdigo Civil.
401 El artculo 5 del Cdigo Civil otorga tambin proteccin a este derecho al hacer referencia
a la irrenunciabilidad del mismo.
5. Conclusiones
Aun cuando se ha registrado avances significativos en el lucha contra la tortura
en el pas, es necesario que esta nunca desmaye y que por el contrario, se
profundice a fin de lograr su erradicacin definida.
Un ejemplo claro de trato inadecuado y degradante es la situacin del penal de
"Lurigancho", cuyos niveles de hacinamiento y condiciones de infraestructura
sobrepasan toda consideracin mnima aceptable 411.
DOCTRINA
LANDA ARROYO, Cesar. Tribunal Constitucional
Palestra, Lima, 2003; MARTNEZ-CALCERRADA,
Temas, Madrid, 1986; RUBIO LLORENTE, Francisco.
y principios constitucionales. Editorial Ariel S.A.,
MARTN CASTRO, Csar.
Derecho Procesal Penal. Tomo II, Grijley, Lima, 2003.
y Estado democrtico.
Luis. Derecho Mdico.
Derechos fundamentales
Barcelona, 1995; SAN
Americana".
411 Segn la Defensora del Pueblo "La sobrepoblacin penitenciaria en el
penal de Lurigancho (289%), el nivel de hacinamiento, el estado crtico de la
infraestructura y la insuficiencia de los servicios penitenciarios, convierten a
este penal en un caso especial y de extrema gravedad, en comparacin del
resto de los penales del pais, por cuanto no solamente constituye un lugar que
propicia permanentes conflictos, sino que hace de la pena y de la detencin
provisional un trato cruel, degradante e inhumano, lesivos de los derechos
fundamentales de los internos reconocidos en el artculo 2 inciso 24 literal h) de
la Constitucin Politica de 1993, habiendo perdido las condiciones minimas que
permitan el respeto de la dignidad del ser humano". Segundo Informe sobre la
situacin del Establecimiento Penitenciario de Rgimen Cerrado Ordinario
Lurigancho - 2002.
412 C. ERNST, Carlos. Los derechos implcitos. Lerner editora, Crdova, 1996, pp. 55 Y ss..,
quien plantea sutiles diferencias entre dichos conceptos.Por cerca de dos siglos, la clusula de
los derechos no enumerados no ha sido objeto de preocupaciones en la doctrina y
jurisprudencia norteamericanas. Esta situacin, en gran parte, ha variado desde mitad de la
dcada de los ochenta, de la mano de uno que otro pronunciamiento de la Suprem Couri.
C( entre las monografas ms importantes, BARNETT, Randy, The rights retained by the
people: the history and meaning of the ninth amendment, Fairfax University Press, Virginia
1989. dem, Restoring the lost Constitution: the presumption of liberty, Princenton University
Press, New Jersey, 2004.
413 MCAFFEE, Thomas. Inherents rights, the Written Constitution and popular sovereignty: the
Junders. understanding. Greenwood Press, Westport, 2000. dem, A critical guide to the ninth
amendment. En: "Temple Law Review", 69, 1996, p. 61 Y ss. J\1ARSHALL L., Rosa. The ninth
amendment and the politics of creative jurisprudence. Transaction Publisher, N ew Jersey,
1996. J\1ASSEY, Calvin R., Silent rights: the ninth amendment and the Constitution's
unenumerated rights, Temple Universiry Press, Temple, 1995.LASH, Kurt. The lost original
meaning of the ninth amendment. En: "Texas Law Review", 83, nm. 2, 2004, p. 331 Y ss.
414 Hasta donde conozco los nicos trabajos dedicados a esclarecer la aplicacin del artculo 3
de la Constitucin de 1993 en el mbito de la jurisprudencia y, particularmente, en el del
Tribunal Constitucional, son los que debemos a SOSA, Juan Manuel. Derechos no enumerados
y nuevos derechos segn la jurisprudencia del Tribunal ConstitucionaL En: "Actualidad
Jurdica", nm. 126, Lima, 2004, p.110 Y ss., Y SANZ D VALOS, Luis. La clusula de los
derechos no enumerados y su aplicacin en la jurisprudencia del Tribunal ConstitucionaL En:
"Revista Peruana de Jurisprudencia", nm. 13, Lima, 2002, p. XXI Y ss.
literal, del ltimo prrafo del artculo 32, por virtud del cual pareciera darse la
idea de que en ejercicio del poder de reforma constitucional, no solo se puede
"disminuir" sino tambin "suprimir" derechos fundamentales. Evidentemente, la
hiptesis de la "supresin" de los derechos es inadmisible en una concepcin
segn la cual los derechos son preestatales. No as si estos existen porque as
se ha dispuesto en una norma constitucional; precisamente porque su
existencia est condicionada a su recepcin en el derecho positivo, estos
pueden ser suprimidos mediante otra norma.
Cabe, no obstante lo anterior, inmediatamente reparar en que la hiptesis de la
supresin de los derechos constitucionales no debe entenderse en sentido
literal y amplio. Es decir, como una autorizacin al legislador o, en su defecto,
al poder de reforma constitucional, para suprimidos. No podra llevar a cabo tal
supresin el primero, esto es, el Poder Legislativo, pues comportara realizar
una autntica actividad constituyente, para lo que desde luego no tiene
competencia. Y tampoco el segundo, es decir, que el poder de la reforma
constitucional tenga competencia para "suprimidos", pues, como lo ha
recordado el Tribunal Constitucional, "(...) del hecho que la supresin y
disminucin de los derechos fundamentales no puedan ser sometidas a
referndum, esto es, que se trate de materias que incluso no puedan ser
decididas por el pueblo en cuanto poder constituido, se deriva que, en la
totalidad del Texto Constitucional, las clusulas que reconocen los derechos
fundamentales ocupan una posicin muy especial, en cuanto recogen el plexo
de valores materiales de todo el sistema constitucional y que, en ese sentido,
legitiman toda la organizacin estatal (...)", por lo que "(...) las clusulas que los
reconocen constituyen verdaderos lmites materiales sobre la potestad de
reforma parcial de la Constitucin (...)" [STC N 0014-2002-AI/Tq.
En ese sentido, pensamos que si los derechos fundamentales constituyen el
sistema material de valores del ordenamiento peruano y concretizan exigencias
del valor moral que representa la dignidad humana, la capacidad de
titularizados y ejercerlos no puede estar sujeto a una norma jurdico estatal que
lo autorice417.
5. Por otro lado, no menores problemas interpretativos pueden derivarse del
fragmento de disposicin constituido por el enunciado lingstico:
"La enumeracin de los derechos establecidos en este captulo no excluye los
dems que la Constitucin garantiza (...)"
Este, en efecto, no parece estar vinculado con el propsito general del artculo
3, esto es, con abrir un cauce para el reconocimiento de "nuevos" derechos. La
frase "los dems (derechos) que la Constitucin garantiza" impide que en su
417 Sobre el tema y la necesidad de que los derechos fundamentales, a partir
del principio de dignidad, no deban ser encriptados en una relacin de
derechos naturales o derechos positivos, sino en la "continuidad de la tradicin
filosfica". Ver: HABERLE, Peter. La dignit hf/mana come fondamento de/la
comunit statale. En su libro "Cultura dei diritti e diritti della cultura nello spazio
costituzionale europeo". Saggi. Giuffre editore, Milano, 2003, pp. 36-37.
aquellos que, por decido as, pueden calificarse como derechos "nuevos", y no
sobre para aquellos derechos simplemente relacionados con algunos de los
expresamente reconocidos. Como lo ha recordado el Tribunal Constitucional
(STC N 0895-2001-AA/TC), la utilizacin del artculo 3 de la Constitucin no
debe ser el recurso normal para comprender, en su seno, "contenidos
implcitos" ni "contenidos nuevos" de derechos expresos (cE. infra 4).
Ese es el sentido en el que cabra comprender la apelacin al artculo 3 de la
Constitucin que el Tribunal Constitucional, en algunas ocasiones, ha
efectuado para dotar de una proteccin constitucional a derechos como a ser
juzgado dentro de un proceso que dure un plazo razonable; no ser sancionado
ni juzgado dos veces por un mismo hecho, el derecho a los medios de prueba;
a ser juzgado por un juez imparcial;
a la efectividad de las resoluciones judiciales, etc. 421 Y aunque de estos mismos
derechos podra decirse que, en realidad, constituyen "contenidos implcitos"
de derechos expresos (V gr. del debido proceso y la tutela jurisdiccional,
respectivamente), tambin podra lcitamente pensarse que se trata de
derechos "anlogos" a otros de naturaleza constitucional procesal
expresamente reconocidos por la Norma Suprema del Estado, como pueden
ser los derechos de defensa, pluralidad de instancias, a la presuncin de
inocencia, etc.422.
7. Fuera del supuesto de identificacin de derechos constitucionales implcitos
per relationem con derechos expresos, a los que antes se ha hecho referencia,
el artculo 3 de la Constitucin deja en manos de los intrpretes jurisdiccionales
de la Constitucin la individualizacin e identificacin de otros atributos
esenciales de la persona, con el mismo rango constitucional de los que
aparecen garantizados expresamente, a partir de tres principios
constitucionales de muy diversa naturaleza: el principio de dignidad de la
persona, los del Estado democrtico de Derecho y la forma republicana de
gobierno.
S. La necesidad de que cualquier apertura del catlogo de derechos tenga que
fundarse necesariamente en el principio de dignidad humana, pone de relieve
que este constituye el fundamento de los derechos constitucionales en el
ordenamiento constitucional peruano (artculo 1). Tal funcin que se asigna al
principio presupone una determinada idea de la naturaleza humana, cuyo quid
lo constituye precisamente el principio de dignidad. Pero, en este contexto,
qu puede significar ese principio de dignidad?; cmo despliega sus
alcances en la identificacin de "nuevos" derechos constitucionales',?
421 Cf. sobre ese desarrollo jurisprudencia!, Sanz Dvalos, Luis. Ob. cit.
422 Lo expuesto no deja de ser curioso, si es que se compara este modo de
actuar con lo efectuado con la Novena Enmienda de la Constitucin en la
jurisprudencia norteamericana. All, en efecto, la clusula de los derechos no
enumerados permaneci bajo una "zona de penumbra", mientras que el
proceso de identificacin de nuevos derechos se realiz bajo los alcances de la
clusula del due process of law. Sobre el particular, reclamando un proceso
inverso, Cf. NILES, Mark. Ninth amendment adjudication: an alternative to
substantive due process analysis of personal autonomy 17ghts, En: "UCLA Law
review", nm. 48, 2000, pp. 85 y ss.
DOCTRINA
ABELLN, Joaqun. Sobre el concepto de repblica en las dcadas finales del
siglo XVIII. En "Revista de Occidente". N 247, 2001; ARANGO, Rodolfo y
LEMAITRE, Julieta. Jurisprudencia constitucional sobre el derecho al mnimo
vital.
Ediciones Uniandes, Bogot, 2002; BALDASSARRE, Antonio. Diritti della
persona e valori costituzionali. Giappichelli editore, Torino 1997; BIDART
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BOCKENFORDE, Ernest. La democracia como principio constitucional. En su
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En su libro" Cultura dei diritti e diritti della cultura nello spazio costituzionale
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spazio costituzionale europeo".
Saggi, Giuffre editore, Milano, 2003; LANDA ARROYO, Csar. Dignidad de la
persona humana. En "Cuestiones Constitucionales". Revista Mexicana de
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Repblica del Per, Lima, 2003; NILES, Mark. Ninth amendment adjudication:
constitucionales 'no escritos '. En:AA,vv. "La justicia constitucional en e! Estado democrtico",
Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pp. 240 Y ss. Asimismo, BALDASSARRE, Antonio. Diritti de/la
persona e valori costituzionali. Giappichelli editore, Torino, 1997, pp. 53 Y ss.
CAPTULO II
DE LOS DERECHOS SOCIALES Y ECONOMICOS
Proteccin del nio, madre, anciano y de la familia.
Promocin del matrimonio
Artculo 4
La comunidad y el Estado protegen especialmente al nio, al adolescente, a la
madre y al anciano en situacin de abandono. Tambin protegen a la famia y
promueven el matrimonio. Reconocen a estos ltimos como institutos naturales
y fundamentales de la sociedad. La forma del matrimonio y las causas de
separacin y de disolucin son reguladas por la ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 5, 7, 23; C.C.: arts. 233 y ss.; C.N.A.:
arts. 1, II, Iv, VI, 2, 8, 242 Y ss.;
L.O.M.P.: arts. 1, 85 inc. 1);
Ley 27972: art. 84;
D.S. 006-97-JUS;
D.D.D.H.: arts. 16,25;
P.I.D.C.P.: arts. 23, 24;
P.I.D.E.S.C.: arts. 10, 11;
C.D.N.: arts. 2, 3, 5, 6;
C.AD.R.: arts. 17,19;
P.S.S.: arts. 15, 16
Alex E Plcido Vilcachagua
l. La familia en la Constitucin peruana
1. Introduccin
La familia es una institucin jurdico privada si nos atenemos, como creemos
que es lo ms realista, a un criterio subjetivo en la delimitacin de la suma
divisin del Derecho en pblico y privado, que es, por cierto, tan importante
mantener para garantizar del mejor modo la efectiva sumisin del conjunto
heterogneo de las relaciones interpersonales a lo requerido por la justicia.
Pero es a la vez una institucin cuya gran relevancia social justifica, desde
luego, su vieja comprensin como quasi seminarium rei publicae que es algo
que nada tiene que ver, de suyo, con "una concepcin publicista de la
familia"442. Esa forma de subrayar el papel educativo de la familia se basa en
consideraciones de otro tipo.
442 Contra lo afirmado por PERLINGIERI, Pietro. La familia en el sistema
constitucional espaol Revista de Derecho Privado. Febrero 1988, p. 110.
y, desde luego, el primer deber constitucional que dimana del artculo 4 para los
poderes pblicos es el de proteger jurdicamente a la familia constitucional,
evitando precisamente su desamparo como consecuencia de no hacerla objeto
de un tratamiento jurdico distinto y ms protector que el que se dispense a
formas de convivencia al modo domstico contrarias precisamente al modelo
familiar constitucional. Porque el fondo de la cuestin es que la Constitucin -y
los textos internacionales quieren propiciar y proteger en consecuencia una
forma determinada de producirse y estructurarse las relaciones vinculadas a la
generacin, fundado en ello el mandato de diferenciacin jurdica, de
desigualdad de trato jurdico que comporta el deber de proteger jurdicamente a
la familia, establecido en el artculo 4. El modo en que se produzca la
generacin de vidas humanas y su necesaria atencin subsiguiente no es
indiferente para nuestro orden constitucional: hay solo uno que la Constitucin
estima regular y ordena protegerlo especialmente mediante la institucin
familiar. No prohbe, en principio o directamente, otros; cuenta, incluso, como
luego veremos, con que en la realidad existan otros, a los efectos de garantizar
algunos derechos que puedan quedar comprometidos con ellos. Pero al
ordenar que, en este campo y el que le rodea, solo la familia goce de la
adecuada y suficiente proteccin, prohbe a contrario que se dispense similar
proteccin a estructuras distintas que traten de realizar ms o menos, total o
parcialmente, sus mismas o anlogas funciones.
Ello nos lleva directamente al segundo de los elementos esenciales del modelo
constitucional de familia, que completa necesariamente al de la generacin.
Como venimos diciendo, toda familia ha de basarse en la generacin, pero no
toda relacin basada en la generacin, o relacionada intrnsecamente con ella,
constituye una familia en el sentido constitucional.
2.2. La convivencia de parejas heterosexuales, vnculo fundante de la familia
constitucionalmente protegida y prolongacin o ampliacin de los vnculos
familares: el matrimonio y la unin de hecho
Es muy importante notar que los artculo 4 y 6 de la Constitucin diferencian
ostensiblemente entre lo que debe ser la proteccin de la familia (artculo 4) y
la proteccin integral de los hijos, iguales estos ante la ley con independencia
de su filiacin (artculo 6). Hay una filiacin que para la Constitucin es, por
decido as, matrimonial, producida en el seno de la institucin uxono, y haya
puede haber filiaciones extramatrimoniales, no integradas en la realidad del
matrimonio. Precisamente porque esto es o puede ser as de jacto, es por lo
que la Constitucin --de acuerdo tambin en este aspecto con diversos textos
jurdicos internacionales- quiere garantizar tambin, es decir adems, de la
forma ms completa posible, a la personas humanas en su condicin de hijos
-por razn de la generacin, en consecuencia-, tengan o no tal condicin en el
seno de una familia. Resulta evidente por el contexto que, lo que se quiere
asegurar en el artculo 6 es especialmente la proteccin ms integral posible a
los hijos aun cuando sean extramatrimoniales, es decir, sin perjuicio y adems
de la proteccin que debe dispensarse a la familia.
Por otro lado, resulta implcita la relacin entre el apartado 2 y el apartado 3 del
artculo 6, en cuanto que el 2 viene precisamente a concretar que los padres
deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del
matrimonio, durante su minora de edad y en los dems casos en que
legalmente proceda. Con prescindencia de la existencia o no de matrimonio,
los padres deben ocuparse de los hijos por el hecho de seda, como parte de la
proteccin integral que el apartado 2 del artculo 6 obliga a asegurar a los hijos.
Realizado el deslinde anterior, la redaccin del artculo 4 solo se justifica sobre
la base de entender que, para la Constitucin, la familia guarda inmediata
relacin con el matrimonio448.
Pero ello no significa que exista una plena identificacin entre el concepto de
familia y el de familia "matrimonial". Ciertamente no es as, desde que la ratio
de los artculos 4 -que reconoce los principios de proteccin de la familia y de
promocin del matrimonio- y 5 -que admite el principio de amparo a las uniones
de hecho propias o sin impedimento matrimonial- es sobre todo positiva:
proteger a la nica familia que la constitucin considera tal, sin considerar su
base de constitucin legal o de hecho; prefiriendo el matrimonio antes que a
otras unidades convivenciales more uxono. Tal preferencia advierte que en
nuestra Constitucin no se ha adoptado la teora de la equiparacin al estado
matrimonial, segn la cual la unin de hecho produce los mismos efectos que
el matrimonio. Por el contrario, evidencia que se sigue la tesis de la apariencia
al estado matrimonial, por la que no se trata de amparar directamente a la
unin de hecho, sino de elevada a la categora matrimonial cuando asume
similares condiciones exteriores, esto es, cuando puede hablarse de un estado
aparente de matrimonio por su estabilidad y singularidad; lo que determina que
se le reconozca determinados y exclusivos efectos personales y patrimoniales.
Surgiendo de la unin de hecho una familia, esta merece la proteccin que
confiere el ordenamiento jurdico a la institucin; sin desconocer que debe
promoverse al matrimonio como su base de constitucin 449. En ese mismo
sentido, el Tribunal Constitucional espaol, de manera reiterada, ha precisado
que no podra considerarse inconstitucional la falta de "paridad de trato en
todos los aspectos y en todos los rdenes de las uniones matrimoniales y no
matrimoniales", porque para el orden constitucional espaol "el matrimonio y la
convivencia extramatrimonial no son situaciones equivalentes. El matrimonio es
una institucin social garantizada por la Constitucin, y el derecho del hombre y
448 En el mismo sentido, L. Snchez Agesta citado por LACRUZ BERDEJO,). L.; SANCHO
REBULLIDA, E DE A.; LUNA SERRANO, A.; RIVERA HERNNDEZ, E; y, RAMS
ALBESA).Elementos de Derecho Civil. Volumen IV. Derecho de Familia. Bosch, Barcelona,
1990. p. 27; ALZAGA, o. La Constitucin espaola de 1978 (comentario sistemtico). Ed. del
Foro, Madrid, 1978. p.
311; MARTNEZ CALCERRADA, L.. La familia en la Constitucin espaola. Revista de Derecho
Privado, 1981. p. 975; GARCA CANTERO, G. Comentarios al Cdigo Civil y compilaciones
forales.
Tomo II, Edersa, Madrid, 1982, p. 22; MARTNEZ LPEZ-MUIZ,). L. La familia en la
Constitucin espaola. En: "Revista Espaola de Derecho Constitucional". Ao 20. Nm. 58.
Enero-abril 2000, p. 22.
449 Cfr. PLCIDO v., AleJc Manual de Derecho de Familia. Gaceta Jurdica,
Lima, 2002, pp. 24-25.
del carcter tanto natural como fundamental que tiene para el hombre y el
conjunto de la sociedad.
Resulta importante para la dignididad del ser humano, fundamento ltimo de
todo el Derecho, el modo y circunstancias en que es procreado, dado a luz,
criado, cuidado y educado hasta que adquiere la capacidad de valerse
enteramente por s mismo. La naturaleza revela lo que la filosofa intuye como
sabio designio divino de que todas esas delicadas funciones, vitalmente
necesarias a todos los hombres, se lleven a cabo con la especial actitud de
entrega y dedicacin que es propia del amor, entendido como entrega
incondicionada al otro por ser quien es, por su persona, con el que, en
consecuencia, se experimenta la realidad de una vinculacin indestructible, no
alterable en lo esencial por ninguna circunstancia ni cambio alguno.
Nadie en la familia debera ser nunca objetivado como cosa, ni siquiera fugaz u
ocasionalmente. Debera ser el mbito donde cada uno se experimenta
aceptado y tratado como persona, como quien es, por lo que es y no por lo que
tiene o lo que puede hacer o dar. La generacin humana debera as producirse
en la relacin de amor. y todas las operaciones ulteriores de atencin a la
nueva vida humana deberan ser proyeccin de esa misma afirmacin amorosa
de la persona del otro sentido expuesto. Precisamente por eso mismo, la
familia, constituida sobre tales bases, se encuentra en condiciones de asumir
otras funciones no menos importantes para el bienestar fsico, la estabilidad
psquica y la seguridad de las personas, tambin en su edad adulta, y, desde
luego, en situaciones de enfermedad, minusvalencia o decaimiento por la
vejez. De eso precisamente se hace eco la Constitucin en el citado artculo 4.
Los filsofos, moralistas y socilogos sealan la trascendencia que tiene de
hecho la familia as realizada para la felicidad personal y para la buena marcha
social.
El aprendizaje de una convivencia anclada en el respeto a la dignidad de toda
persona y en el servicio a los dems, tiene su mbito apropiado en la familia
as vivida, que por ello recibi desde antiguo la calificacin de quasi
seminarium rei publicae. Cmo no reconocer trascendencia social-y grande- a
lo que pase realmente con la familia en la sociedad?
Ocurre, sin embargo, que la experiencia demuestra que, por muy diversas
causas, la realizacin efectiva de lo que debera ser la familia para que cumpla
sus funciones esenciales resulta permanentemente amenazado por
comportamientos que tienden a separarse de lo que la familia requiere, y que,
no sin frecuencia, tienden adems a justificarse con replanteamientos tericos
tendentes a difuminar o a desfigurar los constitutivos esenciales de la familia,
buscando una aceptacin moral, social e incluso jurdica no inferior a la que
pueda reconocerse a los comportamientos conformes con las exigencias
racionalmente naturales de la familia. Por ser campo, precisamente, que por lo
dicho, afecta a las estructuras ms ntimas del ser personal, y mueve, por ello
mismo, las ms hondas pasiones humanas, provoca y desata actitudes y
confrontaciones de gran densidad emocional y complejidad psicolgica.
De ah la debilidad congnita de la familia y la necesidad de su proteccin
social, econmica y jurdica. El ordenamiento jurdico es un medio limitado que
no podr aspirar con eficacia y sin serias dificultades de todo tipo a imponer sin
ms el orden natural necesario a la familia, y habr incluso de permitir
comportamientos contrarios a ella, al menos algunos. Pero el Poder Pblico no
puede abdicar de su deber de favorecer en cuanto pueda a la familia,
protegindola en la mayor medida posible. De ah el tenor del mandato
constitucional del artculo 4 y el alcance que deba reconocrsele.
Sin que en este momento vayamos a pretender precisar todo su alcance, lo
que no cabe duda es que, adems del cumplimiento de las garantas
constitucionales especficas que la Constitucin concreta en otros preceptos, el
deber de proteccin exige al Estado adoptar las medidas necesarias para el
mejoramiento de la situacin material y moral de la familia, as como impide a
los poderes pblicos homologar de cualquier forma con la familia a relaciones
incompatibles y aun netamente contrarias a ella y a sus funciones esenciales.
Toda amplia regulacin del matrimonio y la especfica de la unin de hecho
propiamente dicha que efecta la legislacin civil solo se justifica en razn del
deber de pblica proteccin de la familia que la Constitucin ha reconocido que
recae sobre los poderes pblicos. La familia resulta tambin particularmente
reconocida y protegida desde la perspectiva general del Derecho Laboral -en la
que el artculo 24 de la Constitucin declara el derecho a que la remuneracin
laboral sea suficiente para satisfacer no solo las necesidades individuales del
trabajador sino tambin las de su familia- como desde la ms especfica del
rgimen de Seguridad Social, en el que los vnculos familiares siempre han
sido fundamento de algunas de sus prestaciones ms importantes, como
reconocimiento a la importancia de la familia de cada trabajador directamente
afiliado y, en el fondo, como algo implcito tambin en la garanta antes citada
del artculo 24 de la Constitucin.
Otras medidas de proteccin de la familia pueden tener y tienen carcter fiscal
o toman la forma de prestaciones y ayudas de diversa ndole, aunque con
frecuencia integradas en actuaciones de asistencia social que toman en
especial consideracin -o deben hacerla-la realidad familiar. Si bien debe
advertirse, desde luego, sobre la conveniencia de diferenciar lo que sea
asistencia social y lo que sea apoyo y proteccin a la familia, para que, cuando
sea necesario integrar una y otra lnea de actuacin, se haga adecuadamente y
no se produzca el efecto -nada hipottico- de que medidas de tipo social
puedan realmente desproteger, marginar o perjudicar a la familia.
No se puede olvidar, finalmente, que la debida proteccin familiar deber
articularse sin lesin de ningn otro derecho fundamental o principio
constitucional456.
Ello ocurre principalmente en relacin con el principio de igualdad, y siendo as,
debe tenerse presente que, como ya hemos explicado, la simple diferencia de
trato entre la familia y las relaciones familiares con respecto a las que
propiamente no lo son, no podra estimarse contrario por s mismo a la igualdad
sin desconocerse el mandato del artculo 4 de la Constitucin, y hasta la
naturaleza misma de las cosas.
456 Vid. MARTNEZ LPEZ-MUIZ,]os Luis. Ob. cit., p.40.
465 De manera coincidente, Julio V. Gavidia Snchez seala que "para que una unin pueda
ser considerada generadora de relaciones jurdicas familiares, considero que ha de consistir en
una comunidad de vida exclusiva y duradera, con cuidados y responsabilidades recprocos, que
vayan ms all del hecho de compartir un mismo hogar y unos gastos o tareas domsticas, con
independencia del sexo, de la orientacin sexual y de que mantengan o no sus integrantes
relaciones sexuales entre s". GAVIDIA SANCHEZ, Julio V. Uniones homosexuales y concepto
constitucional de matrimonio. En:"Revista Espaola de Derecho Constitucional". Ao 21. Nm.
61. Enero-abril 2001, p. 11. Es de similar criterio Mara Berenice Dias, cuando expone que
5.
Derechos relativos a la familia
Los derechos relativos a la familia, incorporados al Derecho Internacional de
los Derechos Humanos, son esencialmente el derecho a fundar una familia, el
derecho a la proteccin de la familia y el derecho a la vida de familia.
5.1. El derecho a fundar una familia
Como se ha expuesto, en los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos del sistema universal existe una esencial vinculacin entre familia y
matrimonio. Tanto la Declaracin Universal de Derechos Humanos como el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos reconocen en trminos
sustancialmente idnticos el "derecho del hombre y de la mujer de contraer
matrimonio y fundar una familia" 466. A partir de ello, se ha sostenido que "este
derecho es privativo de personas que tienen edad para ello o que han
"aunque haya llegado la Constitucin, con aires de modernidad, a otorgar la proteccin del
Estado a la familia, independientemente de la celebracin del matrimonio, sigui ignorando la
existencia de entidades familiares formadas por personas del mismo sexo. Actualmente, no se
define ms a la familia por el acaecimiento del matrimonio. La existencia de prole no es
esencial para que la convivencia merezca reconocimiento, de manera que la proteccin
constitucional es otorgada tambin a las familias monoparentales. Si la prole o la capacidad
procreadora no son esenciales para que la convivencia de dos personas merezca la proteccin
legal, no cabe dejar fuera del concepto de familia a las relaciones homoafectivas (...) Es
indispensable que se reconozca que los vnculos homoafectivos -mucho ms que las simples y
espordicas relaciones homosexuales- configuran una categora social que ya no puede ser
discriminada o marginada por el perjuicio. Es la hora de que el Estado, que se dice democrtico
y que consagra como principio mayor el respeto de la dignidad de la persona, pase a reconocer
que todos los ciudadanos disponen del derecho individual a la libertad, del derecho social de
eleccin y del 'derecho humano a la felicidad". BERENICE DIAS, Mara. Uniones homoaflctivas.
En: '~ctualidad Jurdica", Tomo 122, Gaceta Jurdica, Lima, enero 2004, pp. 27 y 28.
474 Casos 7898 y 7602 (Cuba), Informe Anual 1981-1982, pp. 69-81.
475 Quinteros c. Uruguay (NO 107 /1981), prr. 14, Informe 1983, p. 232.
476 Informe Anual de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos 1982-1983, p. 35. En el caso
Nicholas Blake con Guatemala, la Corte Interamericana de Derechos Humanos seal que "la violacin
de la integridad psquica y moral de dichos familiares, es una consecuencia directa de su desaparicin
forzada. Las circunstancias de dicha desaparicin, generan sufrimiento y angustia, adems de un
sentimiento de inseguridad, frustracin e impotencia ante la abstencin de las autoridades pblicas de
investigar los hechos". Fundamento jurdico 114 de la sentencia de 24 de enero de 1998.
477 Fundamento jurdico 9 de la sentencia de! Tribunal Constitucional de 18 de marzo de 2004, recada
en el Expediente N 2488-2002-HC/TC.
Siendo la diferencia de sexo una de las notas del concepto legal de matrimonio
que incorporaba la legislacin vigente al tiempo de ser elaborada y entrar en
vigor de la Constitucin494, as como del concepto normal o general de
matrimonio495, llama la atencin que el constituyente no se limitara a reconocer
el derecho a contraer matrimonio, ni sacara del concepto legal y normal de
matrimonio entonces vigente una de sus caractersticas, como es la relativa a
la diversidad de sexo de los contrayentes.
La referencia a la plena igualdad de derechos se explica por el propsito de
dejar claro, sin lugar a dudas, que el marido y la mujer tendran los mismos
derechos y obligaciones, frente a una historia de discriminacin y sometimiento
de la mujer, especialmente, la casada. Puede, mejor an, debe entenderse que
esa exigencia de plena igualdad jurdica permite considerar inconstitucionales
cualquier diferencia de trato por razn de sexo en relacin al matrimonio, tanto
en la regulacin del ius connubii, como en el estatuto matrimonial de los ya
casados496.
As las cosas, hay ya que plantear una primera cuestin: la referencia al
hombre y mujer se explica solo como aclaracin de la exigencia de plena
igualdad jurdica, o cumple (tambin) otras funciones? Est claro que la
referencia al hombre y la mujer no era imprescindible para aclarar que la plena
igualdad jurdica se refera a la prohibicin de distinciones por razn de sexo
entre los cnyuges. Una objecin podra hacerse a esta explicacin, y es que el
constituyente quiso con la exigencia de plena igualdad jurdica, referida al
hombre y a la mujer, proscribir no solo cualquier diferencia de trato entre
marido y mujer, esto es, entre quienes ya estn casados, sino tambin entre
quienes van a contraerlo, esto es, entre el hombre y la mujer solteros,
impidiendo as el establecimiento de diferencias, como suceda en la legislacin
anterior a la Ley N 27201. Pero, en tal caso, habra que ver si la exigencia de
plena igualdad jurdica fue introducida con el objeto de comprender toda
regulacin legal del ejercicio del derecho a contraer matrimonio, o solo la
regulacin legal de los derechos y deberes de los cnyuges. Si lo primero, la
referencia al hombre y la mujer podra entenderse, a falta de otros datos, como
una mera aclaracin de que esa exigencia de igualdad mayor que la que
resulta de las clusulas generales de igualdad y no discriminacin, se limitaba
a proscribir diferencias por razn de sexo. Si lo segundo, la referencia al
hombre y la mujer no podran ser explicados solo como una aclaracin de la
proscripcin de diferencias de trato por razn de sexo entre cnyuges.
494 El articulo 234 del Cdigo Civil de 1984 seala que "el matrimonio es la unin
voluntariamente concertada por un varn y una mujer legalmente aptos para ella y formalizada
con sujecin a las disposiciones de este Cdigo, a Hn de hacer vida comn"..
dos personas de sexo diferente, que es la que se garantiza, pero sin excluir
que puedan existir otras del mismo tipo entre personas del mismo sexo.
Ahora bien, la premisa que conduce a esta conclusin dista mucho de ser
incuestionable. Advirtiendo que no pueden esperarse afirmaciones en clave de
evidencia en este punto, sino, ms que nunca, en clave de mayor o menor
plausibilidad, se puede poner de manifiesto dudas razonables sobre la
plausibilidad de la interpretacin que se acaba de exponer del sentido de la
expresin "matrimonio" en el artculo 4. y esas dudas obligan a indagar ms a
fondo en el esclarecimiento del sentido de tales expresiones.
Ante todo, habra que empezar advirtiendo, por si hiciera falta, que no es, en
modo alguno, evidente ni, por tanto, incuestionable, que el concepto de
matrimonio incluya la diferencia de sexo entre los contrayentes, del mismo
modo que no incluye la nota de monogamia ni la de exogamia. S es obvio que
estamos hablando de una unin entre personas 497, y tambin lo es que, si ha
de ser diferenciable de las uniones libres 498, ha de quedar excluida la libre
ruptura, es decir, que no sea disoluble por decisin de uno de sus integrantes
sin necesidad de que concurra una justa causa -como se expone en el ltimo
prrafo del artculo 4-, lo cual requiere necesariamente la intervencin del
Derecho, es decir, de la sociedad jurdicamente organizada, sin la cual solo
habra uniones libres.
Segn lo anterior, habra que preguntarse si nuestra Constitucin ha
incorporado o no elementos adicionales a los esencialmente constitutivos del
matrimonio, como institucin diferente a la unin de hecho, unin entre
personas en la que queda excluida la libre ruptura. Para clarificar la respuesta a
esta cuestin sera conveniente precisar de qu estamos hablando. Me estoy
refiriendo al significado de la expresin "matrimonio" contenida en el artculo 4,
y no a cualquier lmite que se desprenda de ese o de otros preceptos
constitucionales, a la libertad del legislador para regular el ejercicio del derecho
a contraer matrimonio. Pero no olvidemos que el contexto es un elemento
interpretativo de primer orden para esclarecer el sentido de las normas, lo cual
nos permitir precisar si en esta Constitucin -no en otra hipottica en la que se
497 A. De La Hera parece entrever que, si del concepto de matrimonio se extrae su ordenacin
a la procreacin, puede llegar a abarcar uniones que no sean entre dos seres humanos, pues
afIrma: "Si no hay tendencia a la prole, e! matrimonio se transforma en la unin de dos
personas que desean una vida en comn, afectiva, sexual y socialmente hablando, y no hay
necesidad de exigir que se trate de personas de distinto sexo (...) Este cambio de naturaleza
del matrimonio -que se produce en e! mundo de hoy, no solo en las conciencias de amplios
sectores sociales, sino incluso en los ordenamientos jurdicos de determinados Estados- nos ha
de llevar a uno de estos dos caminos:o se conserva el matrimonio como lo han confIgurado por
siglos sus notas esenciales, y las nuevas situaciones de unin personal reciben otro nombre, o
consideramos evaporado e! sentido romanocristiano de! matrimonio y aceptamos que esta
palabra signifIca hoy algo nuevo, por ejemplo, la unin estable de carcter afectivo entre dos
seres humanos (de momento, porque incluso este ltimo requisito puede llegar a desmoronarse
en e! futuro), que en virtud de la misma tienden a establecer una convivencia familiar". DE LA
HERA, A. La definicin del matrimonio en el ordenamiento juridico espaoL ADEE, 1992, p. 14.
498 No ha faltado quien haya sostenido que el matrimonio no tiene por qu ser
algo distinto de la unin libre. Vid. DE REINA, V. Y MARTINELL, J.M. Las
uniones de hecho. Madrid, 1996, pp. 44 a 46.
Afirmar, por otro lado, que con la referencia al hombre y la mujer se pretendi
que la exigencia de "plena igualdad jurdica" no abarcas e solamente al
matrimonio in Jacto esse (el estatuto de los ya casados), sino tambin al
matrimonio in fteri, puede tener ms sentido, pero se queda muy lejos de la
cuestin central. Adems, en ningn momento del proceso de elaboracin de la
norma se puso de manifiesto que fuera ese el sentido principal y, mucho
menos, el nico, que tena esa referencia. En lo relativo a la igualdad, parece
que la intencin del constituyente era excluir cualquier diferencia de trato entre
cnyuges por razn de sexo, frente a la infamante tradicin de sometimiento de
la mujer a la potestad de su marido. Esto es, se trat de asegurar tanto la
igualdad en el estatuto matrimonial, de los ya casados, como controlar posibles
diferencias de trato en lo relativo a la capacidad para contraer matrimonio, con
la clusula general de igualdad y no discriminacin por razn de sexo, aplicable
sin necesidad de referirse al hombre y la mujer en el articulo 2.2 de la
Constitucin499. En trminos actuales esto se traduce en que las diferencias
que eventualmente se establezcan en este punto habrn de superar el
escrutinio ms estricto, tanto por tratarse de un criterio de diferenciacin de los
explcitamente mencionados entre los sospechosamente discriminatorios, como
por afectar al ejercicio de un derecho fundamental 500,
En esa referencia hay que ver, por lo tanto, una prescripcin sobre la diversa
identidad sexual de los contrayentes, Que se trate de un requisito o de un
elemento del concepto constitucional de matrimonio, o de una delimitacin de
la garanta constitucional de la institucin, o de varias de estas cosas a la vez
es otra cuestin, en la que he de entrar inmediatamente. Me parece que la
499 En el segundo prrafo de! artculo 2.2 de la derogada Constitucin de 1979
se precis que: "El varn y la mujer tienen iguales oportUnidades y
responsabilidades. La ley reconoce a la mujer derechos no menores que al
varn". En la vigente Constitucin de 1993, tal referencia ya no aparece.
500 As ocurri con la reforma del inciso 1 del artculo 241 de! Cdigo Civil, cuando se
contemplaba una diferencia de edades para contraer matrimonio entre varn y mujer, en caso
de dispensa judicial de la impubertad. Recurriendo a la clusula general de prohibicin de
discriminacin por razn de sexo se llega tambin a la plena igualdad en lo relativo al requisito
de edad para contraer matrimonio. Si e! escrutinio ha de ser e! ms estricto, quiere esto decir
que solo se salvar la diferencia de trato si esta es la alternativa menos gravosa para satisfacer
una finalidad no contraria a la Constitucin. Si, tras la supresin de la referencia a la edad nbil,
e! criterio al que debe atender e! legislador al regular la capacidad para contraer matrimonio es
la madurez de juicio de los contrayentes, para poder asumir libre y conscientemente e! estatuto
matrimonial, no parece fcil que superase ese test una ley que requiriese para la mujer una
edad inferior que para e! hombre, en funcin de la diferente llegada a la madurez fisiolgica
para la procreacin. Advirtase que esto discriminara tanto a las mujeres que a esa edad
mnima, a la que los varones no pueden contraer matrimonio, no hubieran alcanzado la
madurez de juicio suficiente, por cuanto veran lesionado e! libre desarrollo de su personalidad,
como a los varones que antes de llegar a la edad mnima para ellos, pero teniendo ya la
establecida para las mujeres, tuvieran ya la suficiente madurez de juicio.Era bastante
cuestionable que esta diferencia de trato superase ese control estricto. En ese sentido, resulta
contrario a la prohibicin general de discriminacin por razn de sexo, una norma que no se
limitase a establecer la msma edad mnima para contraer matrimonio, sin establecer diferencia
por razn de sexo; edad que debera no ser inferior a aquella en la que normalmente han
alcanzado la madurez de juicio suficiente cualquier persona, es decir, tambin aquellas que por
su sexo pudieran tardar algo ms en conseguirla.
Dicho con otras palabras: esa referencia al hombre y la mujer, que se contiene
en los tratados internacionales sobre derechos humanos y el artculo 3 de la
Constitucin, es lo que permite entender, en primer lugar, que el matrimonio
solo est constitucionalmente garantizado para que puedan contraerlo dos
personas de sexo diferente y, en segundo lugar, que, en ningn caso, est
constitucionalmente garantizado que puedan contraerlo dos personas del
mismo sexo, tampoco para el caso de que, atendiendo a la legislacin sobre
capacidad e impedimentos para contraer matrimonio y sobre filiacin adoptiva o
derivada de prcticas de fecundacin asistida, resulte discriminatoria la
diferencia de sexo que entraa mantener el matrimonio solo entre dos
personas de sexo diferente.
De acuerdo con ello e interpretando el artculo 4 con los tratados
internacionales sobre derechos humanos en la forma que se ha propuesto
aqu, resulta que en ellos se reconoce el derecho a contraer matrimonio, pero
con una doble incidencia respecto del principio de igualdad sin discriminacin
por razn de sexo, contenida en el artculo 2.2. Por una parte, de la exigencia
de "plena igualdad jurdica" se estara siendo ms estricto en la igualdad en la
capacidad para contraer matrimonio yenlos derechos y deberes de los
cnyuges, lo que resultara de acudir a la clusula general de no discriminacin
por razn de sexo, ya que la plenitud de la igualdad jurdica puede ser
interpretada en el sentido de que quedan prohibidas, sin ms, cualquier
diferencia de trato en este punto por razn de sexo, sin tener que analizar si
estn o no justificadas.
En cambio, por otra, con la referencia al hombre y la mujer se est dejando de
lado lo que pudiera resultar de la prohibicin de discriminaciones por razn de
sexo del artculo 2.2, por cuanto se est diciendo que, en ningn caso, ser
inconstitucional mantener el matrimonio reservado a las uniones entre dos
personas de sexo diferente, ni siquiera aunque resultara discriminatoria la
exclusin del matrimonio entre personas del mismo sexo, en funcin de la
regulacin que hiciera el legislador de la capacidad para contraer matrimonio,
en relacin con la legislacin sobre filiacin derivada de la fecundacin asistida
o de la adopcin502.
502 Vid. RUBIO CORREA, MMcial. Estudios de la Constitucin politira de 1993. PUCP, Lima,
1999, p. 54;VEGA MERE, Yuri. Ob. cit., p. 18.
Dentro de esta lnea, la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos "en sendas
sentencias (caso Rees. 17 de octubre de 1986, y caso Cossey. 27 de setiembre de 1990), ha
declarado que no permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo no implica violacin del
artculo 12 del Convenio de Roma, que al garantizar el derecho a casarse, se refiere al
concepto tradicional de matrimonio entre dos personas de gis tinto sexo" (citado por GAVIDIA
SNCHEZ,Julio V.
Ob. cit., p. 49). No obstante, el 8 de febrero de 1994, el Parlamento Europeo adopt una
resolucin -que no es de cumplimiento obligatorio- por la que recomienda a la Comisin
presentar una propuesta sobre la igualdad de los derechos de los homosexuales; sealando
que debera, como mnimo, tratar de poner fin a "[...] a los obstculos puestos al matrimonio de
parejas homosexuales o bien a un instituto jurdico equivalente, garantizndoles plenamente los
derechos y ventajas del matrimonio y permitindoles el registro de las uniones; a cualquier
limitacin del derecho de los homosexuales a ser padres o bien a adoptar o recibir nios en
custodia".
De otro lado, Holanda ha dado un salto que ha dejado perpleja a la comunidad internacional.
El12 de setiembre de 2000, el Parlamento holands sancion una ley que entr en vigencia en
el 2001 y que consagra el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio, con todos los
503 Resulta interesante citar los pronunciamientos divergentes que existen en la Direccin
General del Registro Nacional de Espaa. Por una resolucin de 2 de octubre de 1991 -en esta
revoc e! auto de! juez encargado de! Registro Civil, que haba autorizado e! matrimonio de un
transexual operado, cuya mencin registral sobre su identidad sexual haba sido rectificadaconsider que la rectificacin registral no implica derecho a contraer matrimonio de acuerdo
con su nuevo sexo legal."Se trata de un cambio sexo (...) que solo produce un cambio social
de! sexo que por s mismo no faculta al interesado, mientras no se decida otra cosa
judicialmente, a contraer matrimonio con otra persona de su mismo sexo fisico. La supresin de
las caractersticas morfolgicas de! sexo masculino, por ms que vaya acompaada de un
tratamiento mdico para aparentar e! sexo femenino, no pasa de ser un remedio artificial que,
sin en aras de! libre desarrollo de la personalidad justifica que e! interesado sea socialmente
considerado como mujer, no es bastante para modificar su sexo biolgico que es e! decisivo
desde e! punto de vista del derecho a contraer matrimonio". En cambio, por otra resolucin de
8 de enero de 2001, admiti e! matrimonio de un transexual. Tras considerar que la prohibicin
de contraerlo no constitua doctrina jurisprudencial, ha considerado suficiente la diferencia de
sexo legal de los contrayentes para autorizar su matrimonio, aunque su sexo gentico sea e!
mismo, con base en que la sentencia que autoriz en su da e! cambio de la mencin de sexo
en e! Registro Civil es firme y no contiene limitacin alguna sobre la capacidad para contraer
matrimonio. "Si e! principio constitucional de desarrollo de la personalidad del artculo 10-1 de
la Constitucin justifica, tras e! sndrome transexual, la correspondiente operacin quirrgica y
e! tratamiento mdico oportuno, e! cambio de sexo judicialmente declarado, sera dejar las
cosas a medio camino, creando una situacin ambigua al modo de reconocimiento de un tercer
sexo, si no se entendiera que ese cambio de sexo habra de ser efectivo en todos sus mbitos".
Citadas por GAVIDIA SANCHEZ, Julio V. Ob. cit., pp. 57 Y 58.
512 Comit de Derechos Humanos. Observacin General 17. Los derechos del
nio (artculo 24), 07/04/1989. CCPR/C/35, para 3.
513 La proteccin especial a la maternidad es expresada en el Pacto
Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales (en particular, en
el artculo 10), en la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre (en particular, en el artculo VII) y en el Protocolo Adicional a la
Convencin Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Econmicos, Sociales y Culturales, "Protocolo de San Salvador", (en particular
en el artculo 15).
514 La proteccin especial de los ancianos es prevista en el Protocolo Adicional
a la Convencin Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Econmicos, Sociales y Culturales, "Protocolo de San Salvador", (en particular
en el artculo 17).
VEGA MERE, Yuri. La familia por venir: entre lo pblico y lo privado. En "Las
nuevas fronteras del Derecho de Familia". Normas Legales, TrujilIo, 2003;
VEGA MERE, Yuri. Homosexualidad, matrimonio y adopcin. En" Actualidad
Jurdica". Tomo 122, Gaceta Jurdica, Lima, enero 2004.
Unin de hecho.
Consecuencias
Artculo 5
La unin estable de un fJar6n y una mujer, libres de impedimento matrimonial,
que forman un hogar de hecho, da lugar a una comunidad de bienes sujeta al
rgimen de la sociedad de gananciales en cuanto sea aplicable.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 4, 7; C.C.: arts. 301 y ss., 326;
D.U.D.H.: art. 16; P.I.D.C.P.: art. 23;
P.I.D.E.S.C.: art. 10.1; C.A.D.H.: art. 17;
P.S.S.: art. 15
Yuri Vega Mere
1. Alcances del texto constitucional
Uno de los aportes ms importantes de la Constitucin de 1979 fue la
consagracin de una norma relativa a la unin de hecho. La actual Constitucin
-tras la acogida y escasa regulacin de la institucin referida por el Cdigo Civil
de 1984- no pudo ni poda sustraerse a la proteccin, siquiera mnima, del
concubinato.
Por tratarse de una norma de rango constitucional, los efectos que establece
no se encuentran previstos a detalle, habiendo quedado tal tarea al legislador
comn, como ocurri, en efecto, con el Cdigo Civil cuyo artculo 326
transcribimos:
"La unin de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varn y una
mujer, libres de impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir
deberes semejantes a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que
se sujeta al rgimen de la sociedad de gananciales, en cuanto le fuere
aplicable, siempre que dicha unin haya durado por lo menos dos aos
continuos.
La posesin constante de estado a partir de fecha aproximada puede probarse
con cualquiera de los medios admitidos por la ley procesal, siempre que exista
un principio de prueba escrita.
La unin de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisin
unilateral. En este ltimo caso, el juez puede conceder, a eleccin del
abandonado, una cantidad de dinero por concepto de indemnizacin o una
pensin de alimentos, adems de los derechos que le correspondan de
conformidad con el rgimen de la sociedad de gananciales.
lo cual se hace intil predicar que, cumplidos los requisitos del concubinato, se
proteger a los concubinas aplicando el rgimen de la sociedad de gananciales
y el artculo 315 del Cdigo.
Cmo puede saber un tercero que los propietarios son consortes si en su
ttulo de adquisicin no aparecen como casados? Todo parece indicar una de
dos cosas: o bien el artculo 315 no tendr efectividad y, por ende, el
conviviente afectado tendr que reclamar una indemnizacin, o bien se hace
necesario modificar el sistema legal y registral para dar adecuada publicidad.
Hasta la fecha el numeral citado resulta, a todas luces, inoperante e intil.
Es claro que un adquirente de buena fe se ver protegido por el artculo 948 del
Cdigo Civil en el caso de bienes muebles o por el numeral 2014 en el caso de
inmuebles. De qu sirvi pregonar la aplicacin del rgimen de la sociedad de
gananciales si nada garantiza a los propios convivientes sus derechos
patrimoniales? Por tal razn, mientras no se encuentra acreditada (o
publicitada) la convivencia, sern improductivas las acciones que pueda seguir
uno de los convivientes cuando un tercero agreda los bienes que figuran solo a
nombre de uno de ellos. Baste ver lo resuelto por la Corte Suprema mediante
fallos de 12 de setiembre de 1996, 4 de junio de 1998 y 10 de marzo de 1999,
en los que el Tribunal exigi que los demandantes debieron hacer reconocer en
un proceso previo la existencia de la unin para poder ejercer sus reclamos
ante terceros.
4. La prueba del concubinato
Un tema que suscita cierta perplejidad es el de la prueba del concubinato. De
acuerdo con el segundo prrafo del artculo 326, la posesin constante de
estado (de convivientes) a partir de fecha aproximada puede probarse con
cualquiera de los medios admitidos por la ley procesal, siempre que exista un
principio de prueba escrita. Explica Cornejo Chvez que la frmula adoptada
por el Cdigo, aunque de alguna manera es posible que haya tenido en cuenta
los intereses de terceros, resulta obligando a las concubinas, en todo caso y
para todos los efectos, a probar dentro de un juicio su condicin de tales. Pero
la ley exige un principio de prueba escrita.
La necesidad de un principio de prueba escrita resulta, como bien dice Plcido,
excesiva, debido a que, como precisa este autor, la posesin constante es una
relacin familiar que se caracteriza por la oralidad o por la simple concurrencia
de circunstancias de comportamiento que revelan su existencia, siendo la
prueba testimonial la que asume mayor relevancia. Por ello, considera que tal
requerimiento debera eliminarse.
Los efectos de la sentencia que reconoce al concubinato deben ser retroactivos
a fin de cautelar de manera adecuada los derechos de los concubinas durante
el plazo 1379 que han vivido juntos y adquirido bienes. No pueden regir
nicamente para el futuro, deben ser necesariamente retroactivos. Pito ha
precisado que los efectos retroactivos podemos situados fundamentalmente en
relacin a la presuncin de paternidad y en lo referente al rgimen econmico,
no as en lo que atae a los derechos personales.
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Artculo 6
Paternidad responsable, derechos y deberes de padres e hijos.
Igualdad de los hijos
La poltica nacional de poblacin tiene como objetivo difundir y promover la
paternidad y maternidad responsables. Reconoce el derecho de las familias y
de las personas a decidir. En tal sentido, el Estado asegura los programas de
educacin y la informacin adecuados y el acceso a los medios, que no afecten
la vida o la salud.
Es deber y derecho de los padres alimentar, educar y dar seguridad a sus hijos.
Los hijos tienen el deber de respetar y asistir a sus padres.
Todos los hijos tienen iguales derechos y deberes. Est prohibida toda mencin
sobre el estado civ de los padres y sobre la naturaleza de la filiacin en los
registros cives y en cualquier otro documento de identidad.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 4, 5, 13, 14, 17;
C.C.: arts. 20,21,235 Y ss., 287, 291, 316, 361, 377,386,418,423,454,472 Y ss.;
C.P.e.: arts. 560 y ss.; C.P.: arts. 145, 147,148, 149, 150;
C.N.A.: arts. 8, 14, 15, 24, 74 Y ss.;
D. U.D.H.: arts. 25, 26;
P.I.D.C.P.: arts. 23, 24;
P.I.D.E.S.e.: arts. 11, 13, 14;
C.D.N.: arts. 5, 17, 18, 28;
C.A.D.H.: arts. 17, 19;
P.S.S.: arts. 13, 15, 16
Oiga Castro Prez-Trevio
La norma constitucional bajo comentario se refiere, en sus dos primeros
prrafos, a los derechos reproductivos, aun cuando no hace mencin a ellos
bajo esa terminologa.
A la dacin de nuestra Constitucin vigente, el concepto de derechos
reproductivos ya haba sido introducido como respuesta a las polticas
demogrficas de algunos pases, pero an no haba sido reconocido en las
declaraciones de las Conferencias Mundiales. Es con el Programa de Accin
formulado por la Conferencia Internacional sobre Poblacin y Desarrollo - CIPD
(El Cairo, 1994), que se reconoce este concepto (Comisin Andina de Juristas):
"Los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya estn
reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos internacionales sobre
derechos humanos y en otros documentos pertinentes de las Naciones Unidas
aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento del
derecho bsico de todas las parejas e individuos a decidir libre y
responsablemente el nmero de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el
intervalo entre estos y a disponer de la informacin y de los medios para ello y
el derecho a alcanzar el nivel ms elevado de salud sexual y reproductiva.
(entindase hijos e hijas) y entre hijos y padres. Ambas partes tienen una serie
de derechos y obligaciones, as como facultades y deberes. La patria potestad
se regula por normas de orden pblico, es indisponible y pertenece nicamente
a los padres y madres e hijos; no puede ser cedido ni renunciado. Por lo tanto,
es intransmisible y es incompatible con la tutela.
En lo relativo a los derechos y deberes de los padres sealados en la norma
constitucional, estos son parte de aquellos que les reconoce el Cdigo de los
Nios y Adolescentes (artculo 74) a los padres y madres que ejercen la patria
potestad. El artculo 24 del mencionado cuerpo legal seala otros deberes de
los hijos, adems de los previstos en la norma constitucional.
De otro lado, la Convencin sobre los Derechos del Nio establece que los
padres tienen una responsabilidad primordial para con el nio, pero que esta
responsabilidad est circunscrita por los derechos que la Convencin otorga al
nio incluyendo su inters superior. El Estado debe proporcionar asistencia
apropiada y cuan- , do los padres no puedan asumir sus responsabilidades,
deber intervenir para proteger los derechos del nio y satisfacer sus
necesidades (artculos 3.2, 5, 18 Y 27). Para efectos de la Convencin se
considera nio a todo ser humano menor de 18 aos (artculo 1).
En su ltimo prrafo, la norma recoge el principio de igualdad o unidad de la
filiacin ya establecido en la Constitucin de 1979.
Debe quedar claro que la norma no se refiere a la filiacin biolgica (hecho
natural) que surge del acto de la procreacin, sino a la filiacin legal (hecho
jurdico) que es aquella que se determina: i) por la ley, como presuncin legal
de paternidad o declaracin judicial; o ii) por la voluntad del hombre, a travs
del reconocimiento, adopcin o posesin constante de estado, adquirindose la
calidad de padre o madre e hijo y establecindose entre ellos el estado de
familia filiatorio. La filiacin biolgica no produce necesariamente la atribucin
de un estado de familia filiatorio.
El estado de familia filiatorio tienen su origen en el vnculo jurdico familiar que
existe entre una persona como hijo o hija de otra, y del cual van a surgir una
serie de derechos subjetivos familiares (alimentos, herencia, educacin, etc.).
No tiene su origen en el matrimonio o no de los padres.
De acuerdo al principio de igualdad de la filiacin, establecido por la norma, los
derechos subjetivos familiares deben ser iguales para todos los hijos. No es
posible sealar derechos diferenciados a los hijos cuyos padres poseen estado
de familia de casados de los que no lo poseen, ya que ello atentara contra el
principio de igualdad y el mandato de no discriminacin (artculo 2, inciso 2 de
nuestra Constitucin).
Finalmente, y en aplicacin del mismo principio, la norma constitucional
establece que est prohibida toda mencin sobre el estado civil de los padres y
sobre la naturaleza de la filiacin en los registros civiles y en cualquier otro
documento de identidad.
La Convencin sobre los Derechos del Nio recoge la "no discriminacin" como
principio general al prescribir que: "Los Estados Partes respetarn los derechos
enunciados en la presente Convencin y asegurarn su aplicacin a cada nio
sujeto a su jurisdiccin, sin distincin alguna, independientemente de la raza, el
color, el sexo, el idioma, la religin, la opinin poltica o de otra ndole, el origen
nacional, tnico o social, la posicin econmica, los impedimentos fsicos, el
nacimiento o cualquier otra condicin del nio, de sus padres o de sus
representantes legales. Los Estados Partes tomarn todas las medidas
apropiadas para garantizar que el nio se vea protegido contra toda forma de
discriminacin o castigo por causa de la condicin, las actividades, las
opiniones expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus
familiares" (artculo 2).
De otro lado, en el artculo 4 establece el denominado principio de efectividad:
"Los Estados Partes adoptarn todas las medidas administrativas, legislativas y
de otra ndole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente
Convencin. En lo que respecta a los derechos econmicos, sociales y
culturales, los Estados Partes adoptarn esas medidas hasta el mximo de los
recursos de que dispongan y, cuando sea necesario, dentro del marco de la
cooperacin internacional".
El Comit de Derechos Humanos encargado de vigilar la aplicacin del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Polticos, en una observacin general,
establece que debe entenderse por "discriminacin" a "toda distincin,
exclusin, restriccin o preferencia que se basen en determinados motivos,
como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religin, la opinin poltica o de otra
ndole, el origen nacional o social, la posicin econmica, el nacimiento o
cualquier otra condicin social, el y que tengan por objeto o por resultado
anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en las condiciones de
igualdad, de los derechos humanos y la libertades fundamentales de todas las
personas".
DOCTRINA
L V AREZ VELEZ, Mara Isabel. La proteccin de los derechos del nio en el
marco de las Naciones Unidas y en el Derecho Constitucional espaol. ICADI:
Estudios Jurdicos, 6. UPCO, Madrid, 1994; BARCIA LEHMANN, Rodriga.
Derecho a la vida del nascituris en Espaa. En: "Revista Ius Et Praxis".
Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad de Talca, Chile,
2000; BELLUCIO, Augusto. Manual de Derecho de Familia. Tercera edicin.
Tomo II, Depalma, Buenos Aires, 1981; BERNALES BALLESTEROS, Enrique.
La Constitucin de 1993, Anlisis comparado. Quinta edicin, Editorial Rhodas,
Lima, 1990; BOSSERT, Gustavo y ZANNONI, Eduardo. Manual de Derecho de
Familia. Quinta edicin actualizada y ampliada, Editorial Astrea. Buenos Aires,
2000; COMISIN ANDINA DE JURISTAS. Proteccin de los Derechos
Humanos de la Mujer. Estndares internacionales. Primera edicin, Lima, 2000;
FERNNDEZ ARCE, Csar y RUBIO CORREA, Marcial. Anticoncepcin oral
de emergencia: enfoque crtico desde la dignidad humana. Serie: Remar Mar
Adentro: Hacia las Profundidades de la Cultura.
Artculo 7
Proteccin y defensa de la salud, el medio familiar y la comunidad
Todos tienen derecho a la proteccin de su salud, la del medio famiar y la de
la comunidad as como el deber de contribuir a su promocin y defensa. La
persona incapacitada para velar por s misma a causa de una deficiencia fsica
o mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a un rgimen legal de
proteccin, atencin, readaptacin y seguridad.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1,4, 6, 9,11,23 200inc. 2);
C.P.ET.: art. 37 inc. 24); C.C.: arts. 43,44;
C.P.: arts. 286 y ss., 305 inc. 1);
C.N.A.: arts. 3, 21, 23;
D. U.D.H.: art. 25.1; P.I.D.E.S.e.: art.
12; C.D.N.: arts. 23, 24; C.A.D.H.: art.
17; P.S.S.: arts. 10, 11
Mara Isabel Sokolich Alva
El presente artculo tiene como antecedentes los artculos 15 y 19 de la
Constitucin Poltica de 1979, que en forma expresa sealaban lo siguiente:
"Artculo 15.- Todos tienen derecho a la proteccin de la salud integral y el
deber de participar en la promocin y defensa de su salud, la de su medio
familiar y de la comunidad".
"Artculo 19.- La persona incapacitada para velar por s misma a causa de una
deficiencia fsica o mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a un
rgimen legal de proteccin, atencin, readaptacin y seguridad. Las entidades
que sin fines de lucro prestan los servicios previstos en este rgimen, as como
quienes tienen incapaces a su cargo, no tributan sobre la renta que aplican a
los gastos correspondientes. Tampoco tributan las donaciones dedicadas a los
mismos fines".
Como se puede advertir, el vigente texto fusiona en un solo artculo el
reconocimiento de dos derechos: de un lado, el inherente a la "salud integral", y
de otro, "el reconocimiento del derecho de la persona discapacitada al respeto
de su dignidad y a un rgimen legal de proteccin".
El derecho a la salud integral evidentemente se encuentra estrechamente
relacionado con el derecho fundamental a la vida, que recoge el inciso primero
del artculo segundo de la propia Constitucin, toda vez que el uno depende del
otro. Sin embargo, qu implica el derecho a la vida?
situacin de la salud en el Per al 2002 -el cual tuvo como contexto poltico la
Ley General de Salud, la Ley de Modernizacin de la Seguridad Social y los
lineamientos de poltica intersectorial para el periodo 2002-2012, y principios
para el plan estratgico sectorial del quinquenio 2001-2006 en los que se
seala la necesidad de la creacin del sistema nacional coordinado y
descentralizado de la salud, extensin y universalidad del aseguramiento en
salud, promocin de la salud y prevencin de la enfermedad, desarrollo de los
recursos humanos con respeto y dignidad y desarrollo de un nuevo modelo de
atencin integral en salud- se seal que la principal causa de muerte en la
dcada 1987 -1997 fue las infecciones respiratorias agudas, en tanto que la
mortalidad infantil en el mismo periodo de tiempo corresponde en un mayor
porcentaje a enfermedades transmisibles y afecciones del periodo perinatal.
Es por tal motivo que si de salud integral se trata debe empezarse justamente
por promocionar la salud y prevenir las enfermedades, para de esta forma
propiciar mejores condiciones de vida. En ese sentido Capra 517 refiere: "El
concepto de salud y los conceptos de enfermedad relacionados con l no se
refieren a entidades bien definidas, sino que son partes integrantes de unos
modelos limitados y aproximativos que reflejan la red de relaciones entre los
numerosos aspectos de ese fenmeno complejo y fluido que es la vida. El
organismo humano es un sistema dinmico con aspectos psicolgicos y
fisiolgicos interdependientes, haciendo parte de sistemas mayores de
dimensiones fsicas, sociales y culturales con los que entabla relaciones
recprocas. Por lo tanto, no se puede hablar de la salud como un derecho
absoluto que se concede, que se otorga y del cual son responsables solo los
mdicos y los servicios de salud".
El segundo derecho recogido por el artculo en anlisis es el relacionado con el
respeto de la dignidad de la persona incapacitada para valerse por s misma.
En principio, cabe recalcar que la "dignidad de la persona", en trminos
generales, impone al Estado el reconocimiento al hombre del derecho de
ocupar el rango inherente a su naturaleza con todas las preeminencias y
consideraciones, adems de promover y establecer las condiciones que
permitan su plenitud y el respeto de sus derechos.
El respeto de la dignidad de la persona no admite excepciones; y por el
contrario, instrumentos internacionales como la Declaracin Universal de los
Derechos Humanos de 1948 establece en su prembulo que: "La libertad, la
justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrnseca y de los derechos iguales e inalienable s de todos los miembros de la
familia humana"; de otro lado, la Declaracin Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre seala que:
"Los pueblos americanos han dignificado la persona humana y que sus
Constituciones nacionales reconocen que las instituciones jurdicas y polticas,
rectoras de la vida en sociedad tienen como fin primordial la proteccin de los
derechos esenciales del hombre y la creacin de circunstancias que le
permitan progresar espiritual y materialmente".
517 CAPRA, Fritjof. El punto inicial. Ciencia, sociedad y cultura naciente.
Troquel, Buenos Aires, 1992. p. 423.
Este sistema, creado en el 2002552, vincula los servicios del MINSA, el seguro
social, las municipalidades, las sanidades de las Fuerzas Armadas y la Polica
nacional del Per y las del mbito privado. Se dispone, en este sentido, la
transferencia gradual y progresiva de los servicios pblicos a los gobiernos
regionales y locales, incluyendo los recursos financieros, tcnicos, materiales y
humanos para asegurar la continuidad y eficiencia.
DOCTRINA
FRANCKE, Pedro. Anlisis independiente del presupuesto pblico 2003 en el
sector salud. Lima, octubre de 2003; INFORME ANUAL 2003. Ao de avances
y retrocesos en la vigencia de los derechos humanos. En:
http://www.dhperu.org (30 de agosto de 2004); MONTOY A MANFREDI, Ulises,
MONTOY A ALBERTI, Ulises y MONTOYA ALBERTI, Hernando. Derecho
Comercial. Tomo 1, na edicin, Grijley, Lima, 2004; V ARSI ROSPIGLIOSI,
Enrique. Derecho Mdico peruano.
Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima, Lima, 2001.
Artculo 10
El derecho universal y progresivo a la seguridad social
El Estado reconoce el derecJw universal y progresivo de toda persona a la
seguridad social, para su proteccin frente a las contingencias que precise la
ley y para la elevacin de su calidad de vida.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 11, 12,24,200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc. 19);
C.N.A.: art. 64;
Ley 26790: arts. 1,2,3;
Ley 27056: arts. 1,2;
D.S. 00997-SA: arts. 1,3;
D.S. 002-99-TR: arts. 3, 4;
D.U.D.H: arts. 22,25.1;
P.I.D.E.S.C.: art. 9;
C.D.N.: art. 26;
P.S.S. art. 9
Csar Abanto Revilla
1. Antecedente nacional
El antecedente inmediato de esta norma lo encontramos en los artculos 12 y
13 de la Constitucin Poltica del Per de 1979, que establecan lo siguiente:
"Artculo 12.- El Estado garantiza el derecho de todos a la seguridad social. La
ley regula el acceso progresivo a ella y su financiacin".
''Artculo 13.- La seguridad social tiene como objeto cubrir los riesgos de
enfermedad, maternidad, invalidez, desempleo, accidente, vejez, muerte,
viudez, orfandad y cualquier otra contingencia susceptible de ser amparada
conforme a ley".
Como se aprecia claramente, entre la Carta Magna de 1979 y la de 1993
existen diferencias que van ms all de la utilizacin de verbos distintos, puesto
que mientras la primera forzaba al Estado a garantizar el derecho de todos a la
seguridad social, la segunda lo plantea como un mero reconocimiento de su
carcter universal, pero a la vez progresivo.
De igual manera, mientras que la Constitucin Poltica de 1993 hace referencia
a la ley como el medio que determinar las contingencias protegidas por la
seguridad social, en el artculo 13 de la Constitucin Poltica de 1979 estas
eran precisadas bajo un sistema de numerus apertus (enfermedad, maternidad,
invalidez, desempleo, accidente, vejez, muerte, viudez, orfandad y cualquier
otra contingencia susceptible de ser amparada).
Cabe destacar que esta norma tambin tiene como antecedente al artculo 48
de la Constitucin Poltica de 1933553, que sealaba expresamente:
"Artculo 48.- La ley establecer un rgimen de previsin de las consecuencias
econmicas de la desocupacin, edad, enfermedad, invalidez y muerte, y
fomentar las instituciones de solidaridad social, los establecimientos de
ahorros y seguros y las cooperativas".
2. Fundamentos bsicos
La seguridad social es, qu duda cabe, un mecanismo de proteccin del ser
humano frente a las situaciones que se presentan en la vida y que originan una
disminucin o, inclusive, la extincin de su capacidad para trabajar. Sin
embargo, en la medida que presenta diversas acepciones dependiendo del
anlisis que se realice, se le considera un concepto complejo.
En efecto, cuando alguien se refiere a la seguridad social generalmente lo hace
desde un ngulo concreto que personalmente se haya adoptado. As, para el
ciudadano comn, ser un derecho; para el Estado, una poltica; para la
Ciencia Jurdica, una rama del Derecho; para la Sociedad, un factor de
solidaridad; para la Administracin, un servicio pblico; para la Economa, un
factor de redistribucin de la riqueza, etctera 554.
Para los fines del presente comentario, partiendo de un enfoque jurdico,
entendemos a la seguridad social como un sistema de proteccin contra las
contingencias humanas que procura la elevacin del nivel de vida y el bienestar
colectivo, en base a la redistribucin de la renta 555. Utilizamos esta definicin,
pues consideramos que abarca los aspectos bsicos y esenciales de su real
campo de comprensin:
1. Es un sistema de proteccin, en la medida que est compuesto por un
conjunto (ms o menos) organizado de normas y entidades (pblicas, privadas
y/o mixtas) que estarn a cargo de su administracin, control, supervisin y
funcionamiento.
553 RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitucin Poltica de 1993. Tomo 2, Fondo
Editorial de la PUCP, Lima, 1999, p. 104. Este autor considera tambin al articulo 47 de la
Constitucin Poltica de 1920 como antecedente del articulo 10 bajo comentario. No coincide:
NEVES MUJICA, Javier.
569 Lo cual tambin fuese reconocido durante las discusiones del CCo. Ver:
Debate Constitucional Tomo 1, Congreso de la Repblica, Lima, 1994, p. 444.
a las prestaciones que esta otorga (salud y pensiones), lo cual siempre estar
supeditado al cumplimiento de los requisitos establecidos por ley (aos de
aportacin o servicio, edad mnima, etc.).
En tal sentido, como veFemos al comentar los otros artculos y disposiciones
relativas a la seguridad social, principalmente las sentencias del Tribunal
Constitucional recadas en los Expedientes Ns. 007-96-I/TC (sobre la
inconstitucionalidad del Decreto Ley N 25967, en el Sistema Nacional de
Pensiones), 008-96-I/TC (sobre la inconstitucionalidad del Decreto Legislativo
N 817 - Ley del Rgimen Previsional del Estado), 001-98-I/TC (sobre la
inconstitucionalidad de la Ley N 26835) y los expedientes acumulados contra
la Ley N 27 617 (que introduca modificaciones al Decreto Ley N 20530), han
fijados los parmetros sobre los cuales se vienen aplicando a nivel judicial los
criterios para otorgar y reconocer derechos en materia de seguridad social,
especialmente los pensionarios.
Finalmente, cabe precisar que en un reciente pronunciamiento del Tribunal
Constitucional recado en el Expediente N 050-2004-AI/TC (acumulados)
-referido a las acciones de inconstitucionalidad contra las Leyes N 28389 (que
aprob la reforma constitucional de los artculos 11, 103 y Primera Disposicin
Final y Transitoria) y N 28449 (que estableci las nuevas reglas pensionarias
del Decreto Ley N 20530), publicado el 12 de junio de 2005 en el diario oficial
"El Peruano"-, dicho organismo ha sealado (ver: fundamento 54) que la
seguridad social es una garanta institucional que se concreta en un complejo
normativo estructurado al amparo de la doctrina de la contingencia, por lo que
requiere de la presencia de un supuesto fctico al que acompaa un estado de
necesidad (cese en el empleo, viudez, orfandad, invalidez, entre otras) que
condiciona el otorgamiento de una prestacin pecuniaria o asistencial.
DOCTRINA
ALMANSA PASTOR, Jos. Derecho de la Seguridad Social. Volumen 1,
Editorial Tecnos, Madrid, 1984; ANACLETO GUERRERO, Vctor. Gua de la
Seguridad Social. la edicin, Gaceta Jurdica S.A., Lima, 2002; BERNALES
BALLESTEROS, Enrique. La Constitucin de 1993: Anlisis comparado. 4a
edicin, Editorial Rao, Lima, 1998; CONGRESO CONSTITUYENTE
DEMOCRTICO (CCD). Debate constitucional. Tomo 1 (primera Legislatura),
Congreso de la Repblica, Lima, 1994; CHIRINOS SOTO, Enrique. La
Constitucin de 1993: Lectura y comentario.
2a edicin, Grfica Nerman, Lima, 1995; FAJARDO CRIBILLERO, Martn.
TlOra general de la Seguridad Social. la edicin, Ediciones Luis Alfredo, Lima,
1992;
FALCN GMEZ-SNCHEZ, Francisco. Manual de Seguridad Social. IPSS
AFP. Volumen 1, Editora Normas Legales S.A., Trujillo, 1994; HEREDIA
MENDOZA, Madeleinc. La accin de amparo y el rgimen de pensiones del
Decreto Ley N" 20530. En: "Gaceta Jurdica" N 3D, Lima, 1996; NEVES
MUJICA, Javier.
La Seguridad Social en la Constitucin. En: "La Constitucin Peruana de 1979
y sus problemas de aplicacin". Eguiguren Praeli, Francisco (Director). Cultural
Cuzco Editores S.A., Lima, 1987; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la
Artculo 11
El libre acceso a las prestaciones de salud y pensiones
El Estado garantiza el libre acceso a prestacwnes de salud Y a penswnes, a
tratJs de entidades pblicas, prWadas o mixtas. Supervisa asimisrrw su eficaz
funcionmniento.
La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que administra los regmenes
de pensiones a cargo del Estado(*).
(*) Prrafo adicionado por el articulo 1 de la Ley N 28389, publicada elI7 de noviembre de
2004.
CONCORDANCIAS:
e.: arts. 2 inc. 1),7,9,10,12,200 inc. 2), la nET., 2a nET.; C.P.ET.: art. 37 inc. 24);
D.U.D.H.: art. 22; P.I.D.E.S.e.: arts. 9,12
Csar Abanto Revilla
1. Antecedente nacional
El antecedente inmediato de esta norma lo encontramos en el artculo 14 de la
Constitucin Poltica del Per de 1979, que estableca lo siguiente:
"Artculo 14.- Una institucin autnoma y descentralizada, con personera de
derecho pblico y con fondos y reservas propios aportados obligatoriamente
por el Estado, empleadores y asegurados, tiene a su cargo la seguridad social
de los trabajadores y sus familiares. Dichos fondos no pueden ser destinados a
fInes distintos de los de su creacin, bajo responsabilidad.
La institucin es gobernada por representantes del Estado, de los empleadores
y de los asegurados en igual nmero. La preside el elegido entre los
representantes del Estado.
La asistencia y las prestaciones mdico asistenciales son directas y libres.
La existencia de otras entidades pblicas o privadas en el campo de los
seguros no es incompatible con la mencionada institucin, siempre que
ofrezcan prestaciones mejores o adicionales y haya consentimiento de los
asegurados. La ley regula su funcionamiento.
El Estado regula la actividad de otras entidades que tengan a su cargo la
seguridad social de los sectores de la poblacin no comprendidos en este
artculo".
La diferencia de enfoque respecto de la entidad que tendra a su cargo
prestaciones de salud y pensiones de la seguridad social entre
Constituciones de 1979 y 1993 se origina en la orientacin econmicaCI)
gobierno que elabor la segunda de las nombradas, ms prximo a
las
las
del
un
576 Cabe destacar que algunos autores consideran, inclusive, que el Sistema Privado de
Pensiones no es una forma de seguridad social: PASCO COSMPOLIS, Mario. Son /os
sistemas privados de pensiones fOrmas de seguridad social? En: "Las reformas de la
seguridad social en Iberoamrica", Secretara General de la OISS, Madrid, 1998, p. 170.Ese
tema fue motivo de una ardua discusin al interior del CCD, como puede verificarse en Debate
Constitucional Tomo 1, Congreso de la Repblica, Lima, 1994, pp. 425-443.
Como veremos en el punto 3 del comentario al presente artculo, si bien las normas primigenias
se dictaron en 1991 (para ambas prestaciones: salud y pensiones), su punto de partida real se
da en los aos 1992 (pensiones) y 1997 (salud). En igual sentido se expresa en: RUBIO
CORREA, Marcial.
por las inversiones efectuadas por la AFP, que servirn para el pago de su
pensin.
En la actualidad existen cinco AFPs (Horizonte, Integra, Profuturo, Unin Vida y
Prima), que cuentan con 3'474,236 de afiliados 587 y un fondo de pensiones que
superara los SI. 25,000 millones, pese a lo cual siguen siendo cuestionadas
tanto a nivel nacional 588 como internacional589, al extremo que actualmente se
debaten en el Congreso de la Repblica varios proyectos de ley para autorizar
la desafiliacin libre y excepcional del SPP para retornar al Sistema Nacional
de Pensiones del Decreto Ley N 19990.
Para concluir con el comentario al artculo 11, debemos sealar que el Estado
ejerce la supervisin del eficaz funcionamiento de las prestaciones de salud y
pensiones a cargo de las entidades privadas mediante la Superintendencia de
Entidades Prestadoras de Salud - SEPS (creada por el artculo 14 de la Ley N
26790) Y la Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras de Fondos
de Pensiones SBS, a partir del 25 de julio del 2000 segn lo dispuesto por la
Ley N 27328590, respectivamente. Las prestaciones de salud y pensiones
atendidas por las entidades pblicas (Es Salud, ONP, Caja de Pensiones Militar
Policial, etc.), si bien son autnomas, estn sometidas a la supervisin de la
Contralora General de la Repblica.
En cuanto a los regmenes privados, la supervisin implica tanto el controlo
fiscalizacin de las actividades de las EPS y las AFP, como la emisin de las
normas generales sobre la estructura del sistema y la normativa interna
(resoluciones de SBS y SAFP) que regulen los aspectos operativos para su
mejor administracin.
4. La justificacin de la reforma constitucional
En los primeros das del mes de abril del 2004, el Poder Ejecutivo present
ante el Congreso de la Repblica un Proyecto de Reforma para modificar los
artculos 11 y 103, y la Primera Disposicin Final y Transitoria de la
Constitucin Poltica de 1993, para permitir la reestructuracin del Decreto Ley
N 20530, que regula las pensiones de los servidores y funcionarios pblicos
del Estado. Dicho Proyecto di lugar a la Ley N 28389.
587 Informacin al 30 de abril del 2005. Fuente: Superintendencia de Banca,
Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones - SBS.
588 Sobre el particular, desde sus orgenes: NEVES MUJICA, Javier. Sistema
nacional y sistema Privado de pensiones: opcin diablica. En: "Themis". N
25, PUCP, Lima, 1993, pp. 7-10.
589 Un reciente informe elaborado por el Banco Mundial (LA promesa de
seguridad de los ingresos en la vejez en Amrica LAtina, mayo del 2004),
establece en sus conclusiones que la cobertura de las pensiones privadas
contina siendo baja en la regin a pesar que los costos de la reforma han sido
ms altos de lo previsto (versin en ingls en: www.bancomundial.org).
590 Mediante esta ley, la SBS reemplaz en sus funciones a la extinta Superintendencia de
AFP.
Cabe recordar que a mediados del ao 2003, con ocasin de ciertas sentencias
del Tribunal Constitucional relativas a dicho rgimen pensionario 591,
subsanadas en parte con un fallo posterior592, se puso en conocimiento de la
ciudadania la verdadera situacin del Decreto Ley N 20530, el gasto enorme
que representaba para el Estado su mantenimiento, el ingreso irregular de una
cantidad de beneficiarios a quienes (de acuerdo a su texto original) no les
corresponda gozar de sus prestaciones, y la particular y excesiva diferencia
que existe entre dicho rgimen y las pensiones del Decreto Ley N 19990 (solo
como muestra, el tope para el Sistema Nacional de Pensiones es de SI. 857,36
mientras que en el rgimen estatal supera los SI. 5 000,00) 593.
En cuanto al artculo 11 bajo comento, el proyecto planteaba agregar un
segundo prrafo al texto original, en el cual se sealara que por ley se
establecera la entidad del Gobierno Nacional que administrara los regmenes
de pensiones a cargo del Estado.
Sobre ese punto resulta importante recordar que el texto original del Decreto
Ley N 20530 estableca (articulo 46) que las pensiones eran otorgadas
mediante resolucin expedida por el titular del pliego correspondiente 594, lo que
origin una serie de criterios dismiles sobre un mismo tema previsional (con
las irregularidades consecuentes), hasta que el 24 de abril de 1996 entr en
vigencia el Decreto Legislativo N 817, que en su articulo 4 deleg a la ONP la
competencia exclusiva para reconocer los derechos pensionario s derivados de
este rgimen, en aplicacin del principio de unidad (que propugna que una sola
entidad sea la encargada de administrar centralizadamente los aspectos de
cada rgimen)595.
El Decreto Legislativo N 817 fue sometido a proceso de inconstitucionalidad
(Expediente N 008-96-I/TC, con sentencia publicada el 26 de abril de 1997),
luego de lo cual se dict la Ley N 26835 que reiter la competencia exclusiva
de la ONP en el reconocimiento de derechos pensionario s del Decreto Ley N
20530, norma que a su vez- tambin fuese declarada (en casi su totalidad)
inconstitucional por el Tribunal Constituclonal, que en esta oportunidad
591 En especial, el Expediente N 156-2001-AA/TC (sentencia publicada el3 de
junio del 2003 en el diario oficial El Peruano) seguido por Rosa Medina Pantoja
contra el Ministerio de Salud y la ONP, que dispuso su incorporacin al rgimen
de pensiones del Decreto Ley N 20530, a pesar que dicha persona no contaba
con los requisitos de ley ni haba aportado al citado rgimen.
592 Expediente N 189-2002-AA/TC, seguido por Carlos Maldonado Duarte con
la Superintendencia de Banca y Seguros - SBS y la ONP sobre nivelacin de
pensin
593 Con relacin a las crticas respecto a los fallos del Tribunal Constitucional ver: "Dilogo con
la Jurisprudencia". N 58, Gaceta Jurdica, julio, 2003. En particular: GONZALES HUNT,
Csar.La esttica jurisprudencia del Tribunal Constitucional en materia previsional y los criterios
de interpretacin constitucional, pp. 45-52; y, GARCA GRANARA, Fernando. Cdula viva,
seguridad social y reforma previsional, pp. 53-64.
594 Existieron algunos casos de delegacin expresa de esta facultad, como las
resoluciones ministeriales del sector Transportes y Comunicaciones a favor de
ENAPU y la Compaa Peruana de Vapores.
595 FAJARDO CRIBILLERO, Martn. Ob. cit., pp. 32-33.
617 Este punto tambin fue observado en el CCD al discutirse el texto de este artculo, razn
por la cual se planteaba que se consigne expresamente "responsabilidad penal" (Ver: Debate
Constitucional.Tomo 1, Congreso de la Repblica, Lima, 1994, p. 423). El resultado hubiera
sido el mismo, de no existir una norma de desarrollo posterior que tipifique dicha conducta
como delito.
Derecho a la educacin.
Libertad de enseanza
Artculo 13
La educacin tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana.
El Estado reconoce y garantiza la libertad de enseanza. Los padres de familia
tienen el deber de educar a sus hijos y el derecho de escoger los centros de
educacin y de participar en el proceso educatifJO.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 6, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 58, 200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc. 17);
C.C.: arts. 235,287,316 inc. 1);
C.N.A.: arts. 14 y SS.;
D.U.D.H.: art. 26;
P.I.D.E.S.C.: arts. 13, 14:
C.D.N.: art. 28;
P.S.S.: arts. 13, 16
Max Salazar Gallegos
1. Introduccin
La Constitucin de 1993 inicia con este artculo los preceptos correspondientes
en materia educativa. El texto actual es menos extenso que el de su
antecedente prximo de 1979, sin que ello deba significar que uno sea ms
valioso que otro, pues su aplicacin juiciosa es la que en uno y otro caso
promueve en ltima instancia el bienestar social.
Debemos desprendemos de la penosa tarea de establecer principios lricos de
poca o nula aplicabilidad. Hay que intentar cohesionar la norma siempre con la
realidad, interpretndola tcnicamente, valorndola en funcin al contenido de
derechos y deberes que revela y que deben respetarse y hacer cumplir en cada
caso.
No obstante, resulta claro que es justo en este acpite en que nos encontramos
con muchas normas constitucionales que no necesariamente se aplican de
manera imperativa, sino que establecen principios que sern concretados en la
medida de las posibilidades y coyuntura de cada administracin. Nos referimos
a las normas de carcter programtico, cuya interpretacin debe ser aunada a
las dems reglas de derecho dispuestas, de tal forma que formen un todo
lgico inescindible.
2. Postulado: "la educacin tiene como finalidad el desarrollo integral de la
persona humana"
El texto reconoce una verdad primigenia y difana. Y es que la educacin
constituye la base fundamental para el desarrollo de la persona natural, y por
Artculo 14
Derecho a la educacin. Fines y contenido.
Promocin del desarrollo cientfico y tecnolgico
La educacin promueve el conocimiento, el aprendizaje y la prctica de las
humanidades, la ciencia, la tcnica, las artes, la educacron fsica y el deporte.
Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad.
Es deber del Estado promover el desarrollo cientfico y tecnolgico del pa(s.
La formacron tica y cvica y la enseanza de la Constituci6n y de los derechos
humanos son obligatorias en todo el proceso educativo civ o mitar. La
educaci6n religiosa se imparte con respeto a la libertad de las conciencias.
La enseanza se imparte, en todos sus niveles, con sujecron a los principios
constitucionales y a los fines de la correspondiente institucron educativa.
Los medios de comunicacron social deben colaborar con el Estado en la
educacron y en la formaci6n moral y cultural.
CONCORDANCIAS:
e.: arts. 2 inc. 8), 13, 15, 16, 17, 18, 19, 23, 58, 200 inc. 2);
C.P.ET.: art. 37 ne. 17);
C.N.A.: arts. 14 y SS.;
D.L. 25762: art. 15;
D.S. 002-96-ED: art. 3;
D.U.D.H.: arts.
18, 26, 27; P.I.D.C.P.: arts. 18, 27;
P.I.D.E.S.e.: arts. 13,15; C.D.N.: arts. 30, 31;
C.A.D.H.: art. 12.4; P.S.S.: arts. 13, 14
Max Salazar Gallegos
Postulado: "la educacin promueve el conocimiento, el aprendizaje y la prctica
de las humanidades, la ciencia, la tcnica, las artes, la educacin fsica y el
deporte. Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad"
1. El precepto seala los elementos mnimos indispensables que deben formar
parte de la educacin. Se pretende ser integrador. Visto de esta manera, la
sociedad ha asumido que tales habilidades son requeridas por todas las
personas para su completa formacin. Es promovido el desarrollo de todas las
facultades de las personas, quienes deben perfeccionarse para el adecuado
desenvolvimiento de la sociedad.
El esfuerzo educativo no es en vano. De acuerdo al constituyente, el Estado
cumple un rol promotor y ha de ser el responsable de que tales fundamentos se
cumplan, y exigrselo a s mismo y a los particulares, segn quien sea el
prestador activo del servicio. La supervisin entonces es requerida.
El objeto de tal complemento se encuentra claramente determinado en el texto.
Y es que dichas herramientas cumplen a su vez una funcin integrad ora en la
Cada institucin es libre para fijar sus propios fines, respetando las leyes de la
materia.
Postulado: "los medios de comunicacin social deben colaborar con el Estado
en la educacin y en la formacin moral y cultural"
Se establece el deber de parte de los medios de difusin pblica de colaborar
con la labor educativa. Esto se debe a que los medios tienen un alcance
incomparable en relacin a las aulas; hoy en da las seales y transmisiones a
travs del espacio y la distribucin del material periodstico alcanzan
prcticamente todo el territorio nacional y exteriores. Esto favorece la
integracin y debe ser canalizado, de acuerdo a la norma expresa, a favor de la
sociedad, como un medio idneo para impartir formacin educativa, aunada al
contenido moral y cultural que debe identificar a la nacin.
En ste sentido, los contenidos de dichas comunicaciones no deben violar los
principios constitucionales.
6. La medida no carece de fundamento, y por el contrario, implica distribuir la
responsabilidad de apoyo y desarrollo de la poltica educativa, que tiene que
ver con la integracin social.
Las seales de radio y televisin, por ejemplo, son concesionados a los
particulares bajo determinadas frmulas y condiciones de estricto
cumplimiento, y entre estas debern considerarse las preceptuadas. La norma
especfica tiene que distribuir de manera proporcional esta responsabilidad, y
delimitada, adems de establecer su contenido, control y sancin ante su
incumplimiento.
El precepto constitucional alcanza en mayor grado a los medios conducidos
directamente por el Estado, y aquellos en los cuales tenga alguna participacin.
Si bien es cierto existe responsabilidad por parte de los privados para brindar
esta colaboracin, no es menos cierto que es el Estado a travs de sus
rganos administrativos el encargado de fijar la poltica de colaboracin y de
hacerla cumplir. Esto no quiere decir tampoco que se conculquen derechos
adquiridos conforme a ley.
Debe evitarse el ejercicio abusivo del derecho del que concede y del favorecido
con la concesin.
DOCTRINA
SALAZAR GALLEGOS, Max. La empresa educativa y los sujetos de derecho.
En: Revista "Ius et Praxis". N 33. Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo
Editorial. Lima, 2002; SALAZAR GALLEGOS, Max. Cdigo Civil Comentado.
Tomo I. Derechos de las Personas. Varios autores. Editorial Gaceta Jurdica,
Lima, 2003; SALAZAR GALLEGOS, Max. Unificacin, transformacin, fusin
o creacin de personas jurdicas? A propsito del caso de la adecuacin de
instituciones educativas.
En: Revista" Actualidad Jurdica", Tomo 123, Gaceta Jurdica, Lima, 2004;
Artculo 15
Rgimen del profesorado.
Derechos del educando.
Promocin de la educacin privada.
El profesorado en la enseanza oficial es carrera pblica. La ley establece los
requisitos para desempearse como director o profesor de un centro educatiro,
as como sus derechos y obligaciones. El Estado y la sociedad procuran su
evaluacin, capacitacin, profesionalizacin y promocin permanentes.
El educando tiene derecho a una formacin que respete su identidad, as como
al buen trato psicolgico y fsico.
Toda persona, natural o jurdica, tiene el derecho de promover y conducir
instituciones educativas y el de transferir la propiedad de stas, conforme a ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2incs. 1),19); 6, 13,14,16,17,18, 19, 23, 40, 58, 200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc.
18); Ley 24029; D.S. 19-90-ED;
D.U.D.H.: arts. 18, 26;
P.I.D.C.P.: arts. 18, 27;
P.I.D.E.S.C.: art 13.4;
C.A.D.H.: art. 12
Max Salazar Gallegos
1. Postulado: "el profesorado en la enseanza oficial es carrera pblica"
La educacin es un servicio esencial. Esta puede ser brindada a travs de
entidades privadas, conducidas por particulares, o por entidades pblicas,
conducidas por el Estado. Adicionalmente, debe considerarse la posibilidad de
que todo o parte de los servicios que ofrecen las escuelas pblicas puedan ser
transferidos bajo cualquier modalidad permitida por la ley para ser conducidas y
administradas por privados. No es tampoco ajena a la educacin la
colaboracin asociativa y/o societaria . entre unos y otros. Asimismo, y como ya
se ha expuesto en comentarios anteriores, el Estado puede y debe cumplir una
labor fiscalizad ora y socializadora en las entidades privadas. Esta ltima
funcin puede ser conducida por terceros.
La labor del profesorado se ejecuta, primordialmente, en cualquiera de las
instituciones mencienadas. En este sentido, un profesor tiene el derecho, y por
tanto, la posibilidad de acceder, de acuerdo a sus aptitudes, a la prestacin de
servicios personales en la entidad que lo acoja para tal fin. El Estado debe
procurar que las personas puedan tener la oportunidad de elegir, velando por
las condiciones necesarias para ello.
La persona puede en determinados casos desarrollar su labor, a tiempo
compartido, en diferente tipo de instituciones, pblicas y privadas.
Artculo 16
Sistema y rgimen educativo
Tanto el sistema como el rgimen educatioo son descentralizados.
El Estado coordina la poltica educativa. Formula los lineamientos generales de
los planes de estudios as como los requisitos mnimos de la organizacin de
los centros educatioos. Supervisa su cumplimiento y la calidad de la educacin.
Es deber del Estado asegurar que nadie se vea impedido de recibir educacin
adecuada por raz6n de su situacin econ6mica o de limitaciones mentales o
fsicas.
Se da prioridad a la educacin en la asignacin de recursos ordinarios del
Presupuesto de la Repblica.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 13, 14, 15, 17, 18, 19,23, 58;
D.U.D.R. art. 26; P.I.D.E.S.C.: arts. 13, 15; C.A.D.R.: art. 12
Max Salazar Gallegos
1. Postulado: "tanto
descentralizados"
el
sistema
como
el
rgimen
educativo
son
El precepto contiene varios supuestos. El Estado debe asegurar que todas las
personas reciban educacin. La educacin, como ya se ha expresado en el
artculo 13, cumple un rol fundamental para la persona y debe tender a igualar
las oportunidades entre las mismas.
El seguro que impone el precepto no significa que sea el Estado quien preste
directamente el servicio.
La educacin a que se refiere el precepto es aquella considerada adecuada
para los fines requeridos. Nuevamente surge el tema de la calidad, o de
idoneidad de la oferta si se quiere. Si nos basamos estrictamente en la que
actualmente brinda el Estado, resulta ser un mal parmetro para tomar como
estndar.
Debe tomarse en consideracin que siendo el Estado un agente activo en la
prestacin del servicio, se encuentra sujeto a las mismas obligaciones que los
particulares para el cumplimiento de su funcin.
Las limitaciones a que se refiere la norma tienen que ver con el derecho a la no
discriminacin, y a los derechos fundamentales consagrados en el artculo 2.
Adicionalmente, el Estado debe velar para que aquellos que sufren limitaciones
mentales y fsicas puedan acceder a una educacin adecuada. Cada caso
debe tratarse de manera particular.
Al existir relacin directa entre capital humano y productividad, este principio
estimula, asimismo, el aumento de la riqueza. Tiene que ver tambin con temas
de oferta y demanda insatisfechas, a las cuales ya nos hemos referido en
nuestros comentarios.
4. Postulado: "se da prioridad a la educacin en la asignacin de recursos
ordinarios del Presupuesto de la Repblica"
El precepto se explica por s mismo. De los recursos ordinarios del presupuesto
anual de la Repblica debe darse prioridad a la educacin. La prioridad implica
ocuparse primero de la misma y asignarle la mayor cantidad de recursos enrelacin a los otros sectores.
Esto no significa que deba asignarse un monto que pueda ser libremente
distribuido. Con el derecho viene impuesta la obligacin de dar cuenta respecto
a los recursos destinados y su asignacin valiosa y eficiente. Debe existir un
marco operativo de gestin presupuestaria.
De acuerdo a la cuanta asignada correspondern ciertos resultados. Toda vez
que la educacin es un elemento central para el crecimiento econmico y
social, la asignacin de recursos resulta prioritaria en el sector.
DOCTRINA
Hochman eds, Holt, Rinehart, and Winston. New York, 1968; LOIZAGA,
Eduardo. Responsabilidad civil de los establecimientos educativos. la edicin.
Abeledo Perrol. Buenos Aires, 2000. El crdito educativo como inversin social
permanente.
Apice. la edicin. Colombia. 1999. VARIOS AUTORES: El dificil equilibrio: la
educacin superior como bien pblico y comercio de servicios Columbus. Per,
2003;
AGUILAR BROUGHTON, Renato. Economa y educacin. Vol. 2. N 1. Revista
Enfoques Educacionales. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Chile. 1999; CARLSSON, Ola. Aspects 01 internal organization and
privatization: profit vs. non profit in education and social service. School of
Economics and Management, Lund University, Suecia, 2003.
Artculo 17
Gratuidad y obligatoriedad de la educacin
La educacin inicial, primaria y secundaria son obligatorias. En las instituciones
del Estado, la educacin es gratuita. En las universidades pblicas el Estado
garantiza el derecho a educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan
un rendimiento satisfactorio y no cuenten con los recursos econmicos
necesarios para cubrir los costos de educacin.
Con el fin de garantizar la mayor pluralidad de la oferta educativa, y en favor de
quienes no puedan sufragar su educacin, la ley fija el modo de subvencionar
la educacin privada en cualquiera de sus modalidades, incluyendo la comunal
y la cooperativa.
El Estado promueve la creacin de centros de educacin donde la poblacin
los requiera.
El Estado garantiza la erradicacin del analfabetismo.
Asimismo fomenta la educacin bilinge e intercultural, segn las
caracteristicas de cada zona. Preserva las diversas manifestaciones culturales
y lingsticas del Per. Promueve la integracin nacional.
CONCORDANCIAS:
e.: arts. 2incs. 1), 19); 6, 13, 14, 15, 16, 18, 19, 200 inc. 1);
C.P.ET.: art. 37 incs. 17), 18);
D.UD.H.: arts. 26,27;
P.I.D.E.S.e.: arts. 13, 14;
C.D.N.: arts. 28, 29;
P.S.S.: arts. 13, 16
Max Salazar Gallegos
1. Postulado: "la educacin inicial, primaria y secundaria son obligatorias"
El Estado ha considerado que los niveles de educacin que corresponden a
inicial, primaria y secundaria son los mnimos indispensables a los cuales debe
acceder una persona para su desarrollo integral. En este sentido, ha dispuesto
que sean obligatorios.
La observancia del precepto abarca a todas las personas y es responsabilidad
de los padres y/o apoderados y/o tutores, adems de los centros
especializados que se hacen cargo de nios abandonados o sin padres, el
respetado. El Estado debe velar por su cumplimiento.
La obligatoriedad implica, por una parte, la responsabilidad de quien detenta a
su cargo a un menor, de matriculado y enviado a una institucin educativa
donde adquiera los conocimientos necesarios, y por otra parte, la
responsabilidad del Estado de asegurar de que exista a su alcance la oferta
educativa respectiva, conforme al artculo 16. Es deber del Estado asegurar las
condiciones para que el responsable pueda acceder a una pluralidad de ofertas
y proporcionade la oportunidad de elegir.
crecimiento a nivel macro; adems, coordina el alcance comn del mismo nivel
de eficiencia funcional o uno bastante similar, ubicando a las personas en un
mismo plano existencial, haciendo ms fluida la comunicacin e interaccin a
todo nivel, ayudando a igualar las oportunidades y al mismo tiempo eliminar las
diferencias; o b) solventa en conjunto el sistema porque se ve beneficiada de
manera directa por l, pues el servicio que ofrece el Estado es de alta calidad y
le interesa su acceso al mismo, con preferencia al sistema privado.
Conforme a las razones expuestas, en una sociedad pobre o rica, en cualquier
escenario, no sera razonable justificar que alguien que pueda costear el
servicio no lo haga, pues aquello redunda nuevamente en beneficio de todos.
Por qu se justifica un sistema donde todos acceden de manera gratuita al
servicio, aun cuando puedan costeado? Una respuesta es limitar los costos de
transaccin para la entidad recaudadora, y basndonos en la experiencia,
coyuntura y posibilidades generales, es poco probable que una persona que
pueda costear el servicio en una institucin privada, siendo esta mejor
cualitativamente, prefiera acceder a otro tipo de servicio (estatal).
La solidaridad como elemento comn e inspirador de la norma parece una
respuesta adecuada en cualquiera de los casos.
3. Postulado: "en las universidades pblicas el Estado garantiza el derecho a
educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan un rendimiento
satisfactorio y no cuenten con lo recursos econmico necesarios para cubrir los
costos de educacin"
El texto establece una notable diferencia en el sistema. Y es que a nivel
universitario s se ha tomado en consideracin las posibilidades econmicas
reales de cada persona, y en funcin a estas, el cobro del servicio prestado.
La razonabilidad de la norma estriba justamente en el factor de financiamiento.
La educacin universitaria resulta ms onerosa que la escolar, debido a su
especialidad.
Por lo tanto, el Estado hace una medicin de sus recursos y concluye que los
mismos son escasos. An~ta realidad, el que puede costear sus estudios debe
hacerla.
Otro factor a tomar en cuenta es que el constituyente ha considerado
imprescindible nicamente la educacin primaria y secundaria, mas no la
superior. En este sentido, el Estado har la inversin respectiva en ese campo,
pero est consciente de sus limitaciones.
Parece ser un error por omisin el hecho de haber supeditado el texto
nicamente a la educacin universitaria y no a la superior en general. Desde
nuestro punto de vista, discutible.
Respecto a la educacin posgraduacin universitaria, el texto nada dice, por lo
que queda sujeto a interpretacin, ya que existen y pueden implementarse
adicionalmente nuevas escuelas de posgrado estatales.
Artculo 18
Rgimen universitario
La educacin universitaria tiene como fines la formacin profesional, la difusin
cultural, la creacin intelectual y artstica y la investigacin cientfica y
tecnol6gica. El Estado garantiza la libertad de ctedra y rechaza la intolerancia.
Las universidades son promovidas por entidades privadas o pblicas. La ley fija
las condiciones para autorizar su funcionamiento.
La universidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados.
Participan en ella los representantes de los promotores, de acuerdo a ley.
Cada universidad es autnoma en su rgimen normativo, de gobierno,
acadmico, administrativo y econmico. Las universidades se rigen por sus
propios estatutos en el marco de la Constitucin y de las leyes.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 13,14,15,16,17,19,200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc. 21); D. Leg. 882: art. 5;
D.U.D.H.: art. 26; P.I.D.E.S.C.: art. 13.2 inc. e);
P.S.S.: art. 13.3 inc. e)
Max Salazar Gallegos
Postulado: "la educacin universitaria tiene como fines la formacin profesional,
la difusin cultural, la creacin intelectual y artstica y la investigacin cientfica
y tecnolgica"
El texto nos remite a los fines de la educacin universitaria y no a los fines de
las instituciones. As, encontramos que a lo largo de los artculos
constitucionales no se hace mencin a un fin especfico de las instituciones
educativas, sino que se dilucida, conforme al artculo 14 ya comentado, que la
enseanza se imparte con sujecin a los fines de la correspondiente
institucin.'Se da por sentado, sin mencionado de manera expresa y unvoca,
que la enseanza es el fin principal de cualquier institucin educativa.
1. La temtica resulta en parte extraa al sistema adoptado por el mundo del
Derecho, y en general, a la corriente legislativa imperante en nuestro pas, aun
cuando esto pueda sonar contradictorio tratndose de la Carta Magna, llamada
a delinear estos aspectos justamente.
Antes de verificar el ejercicio de una libertad a nivel constitucional e
institucional (en este caso la de brindar el servicio de educacin) debemos
primero tipificar el fin de la institucin.
Los fines de una institucin deben ser considerados como los objetivos bsicos
y fundamentales para su desenvolvimiento en sociedad. En primera instancia,
la institucin se debe a estos fines y es por ellos mismos por los cuales
adquiere importancia para el Derecho.
especiales por normas del mismo rango, los profesores estaran adscritos al
rgimen de la actividad privada, tambin regulado por ley.
DOCTRINA
SALAZAR GALLEGOS, Max. La empresa educativa y los sujetos de derecho.
En: Revista "Ius et Praxis". N 33. Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo
Editorial. Lima, 2002; SALAZAR GALLEGOS, Max. Cdigo Civil Comentado.
Tomo I. Derechos de las Personas. Varios autores. Editorial Gaceta Jurdica,
Lima, 2003;
SALAZAR GALLEGOS, Max. Unificacin, transformacin, fusin o creacin
de personas jurdicas? A propsito del caso de la adecuacin de instituciones
educativas.
En: Revista" Actualidad Jurdica", Tomo 123, Gaceta Jurdica, Lima, 2004;
SALAZAR GALLEGOS, Max. La acreditacin universitaria. Globalizacin e
intemacionalizacin de la educacin superior. En: "Hacia una nueva
universidad en el Per". Compilacin de ponencias. Editores: UNESCO,
UNMSM, Universidad Ricardo Palma. Per, 2003. INSTITUTO NAOONAL DE
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CHEN, Derek H. C. y DAHLMAN, Carl J. Knowledge and development: A cross
section approach. The World Bank Group. Working paper (No 3366).2004;
Artculo 19
Rgimen tributario de la educacin
Las universidades, institutos superiores y dems centros educativos
constituidos conforme a la legislacin en la materia gozan de inafectacin de
todo impuesto directo e indirecto que afecte los bienes, actividades y servicios
propios de su finalidad educativa y cultural. En materia de aranceles de
importacin, puede establecerse un rgimen especial de afectacin para
determinados bienes.
Las donaciones y becas con fines educativos gozarn de exoneracin y
beneficios tributarios en la forma y dentro de los lmites que fije la ley.
La ley establece los mecanismos de fiscalizacin a que se sujetan las
mencionadas instituciones, as como los requisitos y condiciones que deben
cumplir los centros culturales que por excepcin puedan gozar de los mismos
beneficios.
Para las instituciones educativas privadas que generen ingresos que por ley
sean calificados como utilidades, puede establecerse la aplicacin del impuesto
a la renta.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 13, 14, 15, 16, 17, 18, 79;
D.U.D.H.: art. 26;
P.I.D.E.S.C.: art. 13.2 me. e);
P.S.S.: art. 13.3 me. e)
Max Salazar Gallegos
Postulado: "las universidades, institutos superiores y dems centros educativos
constituidos conforme a la legislacin en la materia gozan de inafectacin de
todo impuesto directo e indirecto que afecte los bienes, actividades y servicios
propios de su finalidad educativa y cultural"
1. El precepto es claro en cuanto a su mandamiento. Las instituciones
educativas ya han sido identificadas como tales y ha sido reconocido su rol en
la sociedad.
El primer prrafo de la norma est dirigido de manera especial para las
instituciones privadas. El Estado es el gran garante constitucional en lo que a
educacin se refiere, y como tal se ha impuesto una labor que por lo pronto
supera sus lmites.
En Per, ya lo hemos acotado, la educacin pblica es de baja calidad.
Adicionalmente, esta no cubre la demanda. El presupuesto del que goza el
sector es insuficiente para resolver los problemas planteados por la realidad.
Sea que se trate de un problema de gestin interna (una administracin
ineficiente no maximiza lo invertido y tampoco interioriza las externalidades
negativas de su accionar al no existir correlacin de titularidades), de poltica
gubernamental (falta priorizar el gasto del sector, a pesar de los ya existentes
mandatos constitucionales en este sentido) u otro que tenga que ver con la
Se trata de una
imperativamente.
norma
constitucional
regla
que
debe
aplicarse
Ahora bien, la garanta constitucional est basada en dos requisitos, que son
los que deben cumplir las instituciones educativas para gozar de la
inafectacin.
El primero de estos requisitos es que los centros educativos (cualquiera de
ellos) se encuentren constituidos conforme a la legislacin en la materia. Es
decir, que respeten las formas de constitucin autorizadas por ley para prestar
el servicio. En el momento en que se redact y puso en vigencia la Constitucin
comentada, solo existan autorizadas unas pocas modalidades corporativas
bajo las cuales brindar el servicio. Sin embargo, a la fecha de estos
comentarios, cualquier forma societaria o asociativa en el Per es considerada
adecuada para prestar el servicio. No obstante, se requiere de la autorizacin
correspondiente para operar como tal.
El segundo de los requisitos es que la inafectacin solo favorezca los bienes,
actividades y servicios propios de la f11lalidad educativa. Esto nos abre la
posibilidad de reglamentar cules sern estos bienes, actividades y servicios.
Las instituciones educativas proyectan sus actividades hacia la comunidad, en
especial las de nivel superior, prestando servicios y transfiriendo bienes. Estos
servicios y bienes, obviamente, deben ser de carcter educativo, pues lo
contrario desnaturalizara el precepto. Esto tambin quiere decir que en
determinadas circunstancias, algunas actividades que presten estos centros
educativos pueden no estar sujetas a la inafectacin y no por ello estar
actuando de manera contraria a Derecho o desnaturalizando su propsito.
El precepto, comprendido bajo argumento en contrario, parece reconocer la
existencia de centros educativos que no se encuentren constituidos conforme a
la legislacin de la materia, cual es aquella emanada de los organismos que
regulan el sector de manera general y especfica, esto es, en primer lugar, el
Congreso de la . Repblica y luego el Ministerio de Educacin, adems de la
Asamblea Nacional de Rectores y el Consejo Nacional para la Autorizacin de
Funcionamiento de Universidades - CONAFU, o aquellas que los reemplacen.
La norma parece as desconectarse del resto de disposiciones constitucionales
sobre la materia, pues no coincide con lo que seala-d penltimo prrafo del
artculo 14 de la Constitucin y el segundo del artculo 16. Se entendera que
pueden existir centros educativos que no se guen por las normas que hemos
estado comentando. Este ltimo razonamiento no parece acertado, pues la
legislacin educativa solo debe reconocer como centro educativos a los
autorizados a funcionar como tales por las autoridades pertinentes.
Bajo nuestro anlisis, no cabe considerar como centro educativo, y por tanto,
sujeto a las leyes de la materia, salvo las de carcter sancionador, a aquellas
instituciones que no han recibido la autorizacin correspondiente luego de
haber cursado por el procedimiento respectivo, respetando los parmetros de
ley y que pretendan po sicionarse ante el pblico como uno formalmente
autorizado. Obviamente, el procedimiento y las leyes para lograr ello no pueden
violar a su vez los principios establecidos por la Constitucin. La va judicial
puede resultar un camino adecuado para salvar el ejercicio abusivo del derecho
o su desconocimiento por parte de las entidades educativas reguladoras, pero
no puede desconocer la autoridad para licenciar funcionamientos ni tampoco
inafectaciones, sino mandar se corrija la infraccin y aplique la norma
correspondiente en cada caso, haciendo transitar a las instituciones bajo el
manto de la ley, sin perjuicio de recurrir a instancias superiores. Resultara
absurdo, por ejemplo, que una entidad pretenda gozar de manera permanente
de la calidad de educativa merced a una accin de amparo, como se ha dado
en otros casos.
Concretamente: i) solo reciben la calificacin de centros educativos aquellas
entidades constituidas formalmente y autorizadas a funcionar como tales por
las autoridades del sector; ii) solo existen dos requisitos para gozar del
beneficio tributario: (a). la constitucin formal y, (b).la realizacin de actividades
y servicios propios, adems de la transferencia de bienes, que sean propios a
la finalidad educativa; iii) todas las leyes que regulan impuestos aplicables al
sector deben respetar la inafectacin, caso contrario, careceran de validez.
2. Postulado: "en materia de aranceles de importacin, puede establecerse un
rgimen especial de afectacin para determinados bienes"
Uase y entindase correctamente. En general, las instituciones educativas
pueden importar cualquier tipo de bienes, bao un rgimen especial, que
favorezca la inafectacin de dichas importaciones. Sin embargo, puede
establecer excepcionalmente un listado de bienes que no gozarn del beneficio
respectivo, por considerarse ajenos a la labor educativa.
El precepto no se encuentra redactado de manera feliz, pues a nuestro pesar,
la inspiracin debi ser justamente al revs, esto es, establecer un grupo de
bienes que s pudieran ser internados en el pas liberados de impuestos.
3. Postulado: "las donaciones y becas con fines educativos gozarn de
exoneracin y beneficios tributarios en la forma y dentro de los lmites que fije
la ley"
Se trata de establecer un tratamiento diferenciado a las donaciones y becas
que con fines educativos realicen los particulares. Aqu se aplican los mismos
principios de solidaridad e integracin que hemos explicado lneas arriba, pero
cambia el tipo de beneficio tributario, pues se reconoce un sistema de
aplicacin temporal que puede ser variado en el tiempo, de acuerdo a la
coyuntura.
4. Postulado: "la ley establece los mecanismos de fiscalizacin a que se
sujetan las mencionadas instituciones, as como los requisitos y condiciones
que deben cumplir los centros culturales que por excepcin puedan gozar de
los mismos beneficios. Para las instituciones educativas privadas que generen
ingresos que por ley sean calificados como utilidades, puede establecerse la
aplicacin del impuesto a la renta"
Artculo 20
Colegios profesionales y colegiacin obligatoria
Los colegios profesionales son instituciones aut6nomas con personalidad de
dereclw pblico. La ley seala los casos en que la colegiacin es obligatoria.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 107, 155 inc. 4),203 inc. 7);
D.L. 26092: art. 1
Fernando Velezmoro Pinto
1. Antecedentes
La consagracin jurdica de los colegios profesionales se realiz incluso desde
los tiempos de la Colonia618; sin embargo, su inclusin a nivel constitucional no
tiene antecedentes anteriores a 1979. En el artculo 33 de la Carta Poltica de
dicho ao se estableci que "los colegios profesionales son instituciones
autnomas con personera de derecho pblico", dejando espacio a la ley para
que a travs de ella se establezcan la formas de constitucin y las rentas de
dichas corporaciones. Asimismo, sealaba que era obligatoria "la colegiacin
para el ejercicio de las profesiones universitarias que seala la ley" 619.
Merece resaltarse, ms bien, que, un ao antes, la Constitucin espaola de
1978 constitucionalizaba ya a los colegios y otras organizaciones
profesionales620. Al parecer, de este antecedente se vali el constituyente
peruano, quien los introdujo en la Carta de 1979, aunque con alcances muy
diversos que tendremos ocasin de sealar ms adelante.
2. Colegios profesionales: un catlogo de interrogantes
Del texto del artculo 20 resaltan tres enunciados:
Son instituciones autnomas.
618 GARCA TOMA, Vctor. Anlisis sistemtico de la Constitucin peruana de 1993. Vol. n.
Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima. Lima, 1998, pp. 75 Y 76 Marcial Rubio
Correa cree encontrar una referencia a los colegios profesionales en el segundo prrafo del
artculo 46 de la Constitucin de 1920 que sealaba: "La ley determinar las profesiones
liberales que requieren ttulo para su ejercicio, las condiciones para obtenerlo y las autoridades
que han de expedirlo". Cfr. RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitucin de 1993.
Tomo 2.
619 Fondo Editorial PUCP. Lima, 1999, p. 190. Sin embargo, como
demostraremos ms adelante, tal conclusin es equivocada.
620 Cfr. los artculos 36 y 52 de la Constitucin espaola de 1978. Debe
aclararse que el texto espaol no hace referencia ni a la personeria de derecho
pblico ni a la autonoma que la Constitucin peruana de 1979 otorgaba a los
colegios profesionales, atributos, ambos, reproducidos en nuestro texto de
1993.
- Son, asimismo, una garantia para el medio social, puesto que velan por el
cumplimiento de normas tcnicas y ticas del ejercicio profesional 623.
3. Los colegios profesionales y el Estado contemporneo
Los colegios profesionales han surgido histricamente como corporaciones
autorreguladas. De hecho, su antecedente ms remoto se encuentra en los
gremios o asociaciones de personas que ejercan el mismo oficio en la Alta
Edad Media, los que gozaban ya de privilegios y de propia jurisdiccin 624. En la
Baja Edad Media, la proliferacin de los gremios fue muy extendida,
reunindose entre s en diversas ciudades europeas, sobre las cuales quisieron
posteriormente tomar el control del gobierno 625.
Los colegios profesionales de la era contempornea son herencia de estas
corporaciones medievales, conservando algunas de las caractersticas de
antao pero transformados por la evolucin del Estado. Se reconoce, pues, que
estas corporaciones son necesarias en el desenvolvimiento de la sociedad y
economa contemporneas, de all que opte por su conservacin, puesto que
encierran sobre s ciertos conocimientos especializados y velan por la correcta
aplicacin de los mismos, por parte de sus propios integrantes. Es importante
sealar la conciencia de la especializacin y el cuidado que ellos mismos
tienen en la aplicacin de los conocimientos adquiridos. Todo esto trae como
lgico correlato el celo frente al ejercicio prctico por personas ajenas a dicha
corporacin. Esta exclusin del resto de personas en asuntos que le son
propios es su caracterstica principal y la base de su histrica autonoma.
Entonces, cmo es posible esta autonoma de los colegios profesionales
dentro de un Estado como el actual? Obviamente las prerrogativas de las que
gozan hoy no son las mismas que las de siglos atrs; sin embargo, la
conservacin del espritu corporativo y la especializacin alcanzada sobre un
conocimiento cada vez ms tecnificado ha hecho que el Estado les reconozca
cierta autonoma, en la medida en que no sean incompatibles con los principios
informadores del Estado contemporneo.
Por la importancia de los conocimientos que estas corporaciones albergan en
su seno, y reconociendo la necesidad de que estas sean unificadas y no
proliferen ocasionando conflictos entre ellos mismos, el Estado decide por su
conservacin. Se perftla, aqu, la opcin por la proteccin de un inters pblico
relacionado a la importancia social y econmica de algunas profesiones,
vinculndolo, asimismo, al correcto desenvolvimiento de quienes legtimamente
623 Cfr. PAREJA PAZ SOLDN, Jos. Derecho Constitucional peruano y la Constitucin de
1979. 3' edicin, Editora y Distribuidora de Libros, Lima, 1987, p. 489.
derechos
fundamentales
otros
bienes
Artculo 21
Patrimonio cultural de la Nacin
Los yacimientos y restos arqueolgicos, construcciones, monumentos, lugares,
documentos bibliogrficos y de archifJO, objetos artsticos y testimonios de
valor histrico, expresamente declarados bienes culturales, y prOfJisionalmente
los que se presumen como tales, son patrimonio cultural de la Nacin,
independientemente de su condicin de propiedad privada o pblica. Estn
protegidos por el Estado.
La ley garantiza la propiedad de dicho patrimonio.
Fomenta conforme a ley, la participacin privada en la conseroacin,
restauracin, exhibicin y di.fwin del mismo, as como su restitucin al pas
cuando hubiere sido ilegalmente trasladado fuera del territorio nacional.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 70; C.C.: art. 936;
C.P.C.: art. 82;
C.P.: arts. 226 y ss., 273, 275 inc. 2);
Ley 26834;
Ley 26962: arts. 2 inc. e), 13, 2a D.F.;
Ley 28296;
D. Leg. 822: arts. 29, 57; D.S.
027-97-RE: arts. 1,2;
R.M. 0235-91-RE;
D.U.D.H.: art. 27
Adriana Arista Zerga
En los ltimos aos el tema del patrimonio cultural se ha incluido de forma
expresa en las Constituciones del mundo, considerando su tutela como labor
del Estado y asegurando que es un derecho el acceso de los ciudadanos a la
cultura.
Al respecto, el espaol Alfonso Prez Moreno seala que la incorporacin en
las Constituciones de conceptos referidos a tesoros culturales, patrimonio
histrico artstico o patrimonio cultural se debe bsicamente a dos causas.
Transformacin en el contenido, significacin y funcin de esas normas
supremas, enmarcadas en la bsqueda de la implementacin de un Estado
social en el que la cultura tendr un lugar importante.
La causa principal radica en el cambio experimentado por la estimacin social
de la cultura, por la vinculacin de los monumentos y de las expresiones del
pasado con el fenmeno cultural, y por la correlativa demanda generalizada de
acceso a los bienes culturales636.
636 PREZ MORENO, Alfonso. El postulado constitucional de la promocin y
conservacin del patrimonio histrico-amstico. En: "EstUdios sobre la
ConstitUcin espaola. Libro homenaje al profesor Eduardo Garca de
Esto significa que existe una relacin, y hasta, en algunos casos, una
superposicin entre la nocin de bienes culturales dentro del concepto amplio
de Constitucin Cultural, situacin que se traduce en la insercin de los
derechos de tercera generacin, como el derecho a la cultura, en los textos
constitucionales.
La proteccin del pattimonio cultural est enmarcada dentro de los derechos
culturales. Es un derecho cultural el tener acceso a los bienes culturales y ser
partcipe de la cultura de nuestro pas. Pero desde un punto de vista dinmico
tambin somos sujetos que podemos crear cultura y enriquecer nuestro
patrimonio cultural.
As, podemos afirmar que existe una relacin entre ese derecho a la cultura y el
disfrute de los bienes culturales, pues como afirma Prez Moreno, esa
posibilidad de acceso a la cultura tiene dos significados:
Es una capacidad para apreciar los productos culturales, la que est vinculada
a la necesidad de recibir formacin adecuada para estimar el mundo cultural.
Capacidad para acercarse a esos bienes y productos para poder conocer,
acceder, visitar y disfrutar ese patrimonio.
Esas capacidades exigirn a los poderes pblicos una actuacin activa
acompaada de una legislacin que sea efectiva. La Constitucin Cultural
deber enmarcar el conjunto de preceptos constitucionales que aseguren a la
persona el ambiente para el desarrollo de sus libertades y derechos, como
afirma Pizzorusso637.
En nuestro pas es en la Constitucin de 1933 en la que por primera vez se
recoge el tema del patrimonio cultural, a pesar que diversas normas especiales
sobre la materia haban sido promulgadas desde el ao 1822. La proteccin de
los bienes culturales arqueolgicos fue una de las primeras preocupaciones de
las legislaciones sobre patrimonio cultural, pero con el transcurrir del tiempo se
han ido incorporando elementos de las pocas Colonial y Republicana.
La Constitucin es la que brindar el marco general para la elaboracin de
posteriores leyes sobre la materia, las que recogern y desarrollaran lo
planteado en el texto constitucional.
El artculo 21 de la Constitucin peruana de 1993, referido al patrimonio
cultural, a pesar de ser un derecho cultural, est incluido dentro del Captulo de
Derechos Econmicos y Sociales, dejndose de lado la categora cultural a
pesar de la unicidad de los tres trminos en la normativa y tratamiento
internacional.
Los puntos ms importantes del artculo materia de comentario son los
siguientes:
Enterra". Tomo II, Civitas, Madrid, 1991.
637 PIZZORUSSO, Alessandro. Lezione di Diritto Costituzionale. Citado por
PREZ MORENO, Alfonso. Ob. cit.
a. Formal. Explica que la tutela de los bienes culturales puede ser emplazada
en el Prembulo, en el Captulo dedicado a los fundamentos de la Constitucin
o entre las tareas del Estado, as como entre los derechos fundamentales.
b. Material. Puede ser contemplada como un fin del Estado, incluso en ltima
instancia, considerado as por el Derecho Penal como en la Constitucin
espaola, o por el Derecho Privado, siendo todo lo opuesto en nuestra
Constitucin.
Incluso propone que las Constituciones nacionales vayan ms all de sus
propios lmites, recepcionando jurdicamente elementos caractersticos de los
propios acuerdos o convenios culturales de la UNESCO, hacindolos suyos de
manera textual, y por lo tanto, garantizar la proteccin tambin a bienes
culturales forneos. A manera de ejemplo cita a las Constituciones de
Guatemala y Ucrania644.
A partir de este anlisis podemos distinguir que nuestra Constitucin no otorga
un lugar importante a los derechos culturales, entre los que se encuentra la
tutela del patrimonio cultural, dejando de lado la proteccin de manifestaciones
de cultura inmaterial, la que s encontrbamos en el artculo 34 de la
Constitucin de 1979.
Por ello es necesario elaborar, a la luz de lo desarrollado por Hiiberle, un plan
de accin cultural que siente las bases de un nuevo texto constitucional en el
que se le otorgue a los derechos culturales, y por ende a la tutela del
patrimonio cultural, el lugar que les corresponde considerando que son la base
de todo Estado Constitucional Cultural.
Concluimos con la siguiente reflexin: la conservacin, tutela y disfrute del
patrimonio cultural son derechos culturales que deben ser recogidos por las
Constituciones que fundan su accionar en un Estado social de Derecho en el
sentido amplio del trmino.
DOCTRINA
ALIBRANDI, Tommaso y FERRI, Pier Giogio. Il dirittto dei beni culturali. 7"
edizione. Carocci Editore, Italia, 2000; ARISTA ZERGA, Adriana. Confusiones,
olvidos y aportes de la nueva Ley General del Patrimonio Cultural de la Nacin.
En: "Actualidad Jurdica". Tomo 129, Gaceta Jurdica, Lima, agosto 2004;
ARISTA ZERGA, Adriana. Hacia una moderna y efectiva tutela jurdica del
patrimonio cultural en el Per. Tesis para optar el ttulo de abogado.
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, junio, 2002; HBERLE,
Peter. Teo.':a de la Constitucin como ciencia de la cultura. Editorial Tecnos,
Madrid, 2000; HABERLE, Peter. Proteccin constitucional y universal de los
bienes culturales. En: "Revista Espaola de Derecho Constitucional" N 54, ao
18, setiembre-diciembre, 1998; PREZ MORENO, Alfonso. El postulado
constitucional de la promocin y conservacin del patrimonio histrico 644 HABERLE, Peter. Proteccin constitucional y universal de los bienes
culturales. En: "Revista Espaola de Derecho Constitucional", N 54, ao 18,
Sep/Dic., 1998.
Artculo 22
Deber y derecho al trabajo
El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de
realizaci6n de la persona.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1,2 inc. 1),23 Y ss., 59, 3" D.F.T.;
C.P.: art. 168; D.U.D.H.: art. 23;
P.I.D.E.S.C.: arts. 6, 7; P.S.S.: arts. 6,7
Jorge Toyama Miyagusuku
1. Marco general
El derecho al trabajo ha terdo una interpretacin constitucional que ha
evolucionado notablemente, a tal punto que es, seguramente, el derecho que
suele ser ms utilizado por el Tribunal Constitucional en las sentencias de
amparo laborales. Diramos que, de un derecho interpretado tradicionalmente
como programtico o de preceptividad aplazada, se ha pasado a un derecho
con un conterdo concreto, inmediato y exigible mediante acciones de garanta.
Se ha pasado, por consiguiente de un conterdo del derecho al trabajo
equivalente a la libertad de trabajo -como concepto genrico- a un conterdo
del derecho al trabajo concreto que se marfiesta en el acceso, desarrollo y
extincin de la relacin laboral.
Conviene precisar que la esfera del deber al trabajo no ser materia de
anlisis.
El deber de trabajo descrito en el artculo 22 viene a ser como una obligacin
general a los ciudadanos sin una sancin concreta, es una suerte de "llamada
a la participacin en el inters general (.. .), de lo que se trata es de vincular
este deber al principio de solidaridad social" 645.
En primer lugar, estamos ante un derecho que aparece recogido en las normas
internacionales sobre derechos humanos. De los instrumentos ms relevantes
para efectos de apreciar los alcances del derecho comentado, tenemos que la
Declaracin Urversal de Derechos Humanos destaca que comprende la
libertad de eleccin del trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias as
como proteccin contra el desempleo (artculo 23); el Pacto Internacional de
Derechos Econmicos, Sociales y Culturales prev que los Estados deben
tomar las medidas adecuadas para garantizarlo, debiendo figurar la orientacin
y formacin profesional, la ocupacin plena y productiva (artculo 6); y el
Protocolo Adicional a la Convencin Americana sobre Derecbos Humanos en
Materia de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales indica que el derecho
del trabajo incluye la oportunidad de obtener los medios para llevar una vida
645 SASTRE MARRECHE, Rafael. El derecho al trab%. Ed. Trota, Valladolid, 1996, p. 95.
laborales: todas estas etapas del contrato laboral estn comprendidas dentro
del contenido. No estamos, por consiguiente, ante un derecho programtico.
Veamos primero la interpretacin sobre el acceso a las instituciones laborales.
En tanto accin de amparo, el demandante debe basarse en una norma
constitucional para interponer la accin. En la gran mayora de ocasiones el
Tribunal ha indicado que el principio de primaca de la realidad se encuentra
implcitamente reconocido en los artculos 22 y 23 de la Constitucin 646 y, sobre
ellos, ha declarado fundadas las acciones de amparo (Expediente N 9912000-AA/TC)647
"El principio de primaca de la realidad es un elemento implcito en nuestro
ordenamiento y, concretamente, impuesto por la propia naturaleza tuitiva de
nuestra Constitucin del Trabajo, que ha visto este como un deber y un
derecho, base del bienestar social, y medio de la realizacin de la persona
(artculo 22) y, adems, como un objetivo de atencin prioritaria del Estado
(artculo 23).
Dicho de otro modo, el tratamiento constitucional de una relacin laboral
impone que sea enfocado precisamente en estos trminos".
Por otro lado, el criterio del Alto Tribunal sobre los alcances del derecho al
trabajo tambin se extiende a los supuestos de ascensos o promociones que
no son otorgados por los empleadores al personal:
"Debe entenderse que la relacin laboral surgida entre el actor y la emplazada
-independientemente de que se haya suscrito un contrato a plazo fijo- es de
duracin indeterminada, toda vez que, como alega el recurrente a fajas 223 de
autos, la convocatoria al mencionado concurso pblico no seal plazo de
contratacin alguno para el puesto sometido a prueba, argumento que no ha
sido contradicho ni desvirtuado por la demandada. Consecuentemente, el
Tribunal Constitucional estima que, al haberse dado por concluida la relacin
laboral, se ha vulnerado el derecho al trabajo previsto por el numeral 22 de la
Carta Magna" (Expediente N 2226-2003-AA/Tq) 648.
una indemnizacin tasada, "sin margen para que el juez estime la cuanta de
los daos y perjuicios que se presumen ex lege causados por el despido o
derivados sin ms de ste, indemnizndose la ruptura culpable del contrato y
no los perjuicios que esta cause, que pueden no existir, aunque normalmente
existan"658.
Para conocer el contenido de un derecho fundamental, se debe acudir a las
normas internacionales y si estas establecen una determinada regulacin, ella
se debe observar por el Alto Tribunal para apreciar la constitucionalidad de un
dispositivo de nivel primario. De no haber regulacin en las normas
internacionales, recin sera posible interpretar el contenido de un derecho
fundamental.
Al existir un tratado internacional que no contempla a la reposicin como una
sola frmula de proteccin contra el despido arbitrario sino que se prev un
contenido genrico, no se puede limitar el criterio de interpretacin y establecer
una excluyente proteccin ante el despido incausado: la reposicin al centro de
trabajo. En suma, para la apreciacin del contenido del derecho al trabajo, el
Tribunal ha inaplicado el Protocolo Adicional y brindado un contenido nico al
despido incausado: la reposicin al centro de trabajo.
Algunos sostienen que el Protocolo Adicional prev la causalidad del despido
como contenido del derecho al trabajo, en la medida que dicho pacto indica que
todo trabajador tiene derecho a "La estabilidad (...) en sus empleos, de acuerdo
con las caractersticas de las industrias y profesiones y con las causas de justa
separacin".
En tal sentido, se indica que el propio Protocolo Adicional contiene la institucin
de la causalidad en el despido659; sin embargo, consideramos que la
instauracin de la causalidad del despido no trae consigo que, en caso de
trasgresin, la proteccin sea exclusivamente la reposicin en el centro de
trabajo. Es el propio Protocolo que prev que la proteccin puede ser la
indemnizacin, reposicin, seguro de desempleo u otra forma prevista
legalmente. Hay, pues, un abanico de proteccin laboral que debe ser
determinado por el legislador en cada pas.
Por lo dems, el Convenio OIT 158 (no ratificado por el Per, pero que tiene el
carcter de una recomendacin) no prescribe la reposicin como medio de
reparacin al centro de trabajo. Al respecto, se ha dicho, en funcin al referido
convenio que: "Nada impide, por tanto, al legislador nacional regular los
aspectos reparadores cuando el empresario incumple la formalidad previa al
658 ALONSO OLEA, Manuel & CASAS BAAMONDE, Ma. Emilia. La
improcetkncia del tkspido (art. 56). En: "El Estatuto de los Trabajadores. Veinte
aos despus". Revista Espaola de Derecho del Trabajo. Madrid, 2000, p.
1167.
659 BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. Derecho al trabajo y despido arbitrario
en la jurispmdencia del T ribunal Constituci1Jtj[En: ''Dilogo con la
Jurisprudencia". N 49. Gaceta Jurdica, Lima, octubre, 2003 p. 30. En la
misma lnea, GARCA GRANARA, Fernando. El derecho al empleo y el despido
arbitrario. En: "Revista Derecho y Sociedad". N 19. PUC, Lima, pp. 251-252.
Artculo 23
Promocin del trabajo.
Empleo productivo y educacin para el trabajo
() El Estado promueve condiciones para el progreso social y econ6mico, en
especial mediante polticas de fomento del empleo productioo y de educacin
para el trabajo. Ninguna relacin laboral puede limitar el ejercicio de los
dereclws constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador.
Nadie est obligado a prestar trabajo sin retribucin o sin su libre
consentimiento.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1,2 inc. 24.b), 4, 22, 59; C.P.: art.
168; C.N.A.: arts. 19,22,40,48 Y ss.; Ley 27240; Ley 28048; D.U.D.H.: art. 23;
C.D.N.: art. 32
Juan Carlos Corts Carceln Fernando Garca Granara Csar Gonzlez Hunt
1. Introduccin
Esta disposicin es una de carcter programtico, que coloca como
responsabilidad del Estado la promocin de condiciones para el progreso social
y econmico, con incidencia en las polticas de empleo productivo y de
educacin para el trabajo.
El marco de esta disposicin trasciende el campo estrictamente laboral y se
complementa con otras disposiciones constitucionales relativas al derecho al
trabajo (artculo 22), la actuacin de los poderes pblicos en cuanto disean y
ejecutan las polticas pblicas, as como con disposiciones del rgimen de
economa social de mercado, en el que el Estado estimula la creacin de
riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa (artculos 58 y
59) Y las polticas educativas y de formacin profesional a fin de mejorar los
niveles de aprendizaje para incorporarse a la actividad laboral.
En efecto, las polticas a cargo de los poderes pblicos se dirigen a cumplir la
previsin del derecho al trabajo que tienen los individuos frente al Estado.
Desde esta perspectiva hay una necesaria complementariedad y desarrollo. Es
ms, el derecho al trabajo resulta ser un presupuesto para la aplicacin de las
polticas de empleo y estas revisten un carcter instrumental para la
plasmacin del derecho al trabajo, como lo anota con precisin Sastre en
referencia a la Constitucin espaola661.
661 SASTRE IBARRECHE, Rafael. El derecho al trabajo. Editorial Trotta, Madrid, 1996, p. 81.
La Constitucin espaola se refiere al pleno empleo, que tiene una connotacin econmica, y
adems en su articulo 40 relativo a los principios rectores de la poltica econmica y social,
establece que: "Los poderes pblicos promovern las condiciones favorables para el progreso
social y econmico y para una distribucin de la renta regional y personal ms equitativa, en el
marco de una poltica de estabilidad econmica. De manera especial realizarn una poltica
orientada al pleno empleo". La frmula es parcialmente recogida en la Constitucin Poltica de
1993, pero el progreso social y econmico se vincula de modo particular a las polticas de
665 Recogido en: Trabajo decente y proteccin para todos. Direccin General
de la OIT, Oficina Internacional del Trabajo, la edicin, 1999
666 Se utiliza el trmino de capacitacin, formacin profesional, formacin
continua y educacin para el trabajo con connotaciones especficas.
667 Al respecto, Marcial Rubio expresa que: "La educacin para el trabajo es
esencialmente aplicada y, en realidad, debe ser prestada a travs de todos los
grados del aprendizaje obligatorio, particularmente en la secundaria. Para
finalmente se indica -en el propio artculo- que su cobro tiene prioridad sobre
otros adeudas del empleador, reconociendo una remuneracin mnima vital 677.
2. Alcances de la remuneracin y de los beneficios sociales
En primer lugar las normas aluden a la remuneracin. En el mbito legal, el
artculo 4 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral (LPCL),
aprobada por Decreto Supremo N 003-97-TR, indica que el contrato de trabajo
se caracteriza por ser subordinado, remunerado y con una prestacin personal
del trabajador.
Consideramos que la remuneracin es todo lo que percibe el trabajador por los
servicios prestados sea en dinero o en especie. La remuneracin comprende
aquellos conceptos que representan una ventaja o beneficio patrimonial 678 para
el trabajador y su familia -ya sea en bienes o servicios- sin tener en cuenta la
condicin, el plazo o la modalidad de entrega 679. No se considera remuneracin
aquellos conceptos que se encuentren excluidos legalmente o que, por
definicin, no ingrese dentro esta institucin.
Las normas laborales tienen una definicin concreta sobre la remuneracin.
As, el artculo 6 de la LPCL seala que es remuneracin "para todo efecto
legal el ntegro de lo que el trabajador recibe por sus servicios, en dinero o en
especie, cualesquiera sean la forma o denominacin que se les d, siempre
que sea de su libre disposicin".
A ello, habra que agregar lo expresado en el artculo 10 del Reglamento de la
Ley de Fomento del Empleo (LFE), aprobado por Decreto Supremo N 001-96TR:
"El concepto de remuneracin definido por los artculos 39 y 40 de la Ley -hoy
artculos 6 y 7 de la LPCL-, es aplicable para todo efecto legal, cuando sea
considerado como base de referencia, con la nica excepcin del Impuesto a la
Renta que se rige por sus propias normas".
La jurisprudencia ha recogido en sus diferentes pronunciamientos lo
mencionado anteriormente. A modo de ejemplo, en la Casacin N 052-2001, la
Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia ha
sealado lo siguiente:
677 Un alcance sobre e! contenido de este artculo puede verse en MARCENARO, Ricardo. El
trabajo en la nueva Constitucin. Ed. Cuzco S.A. Lima, 1995, pp. 113 Y ss.; ZAVALA COSTA,
Jaime. &muneraciones y jornada de trabajo. En: Revista '~sesoria Laboral", Lima, enero, 1994,
pp. 21 Y ss. y; sobre la remuneracin mnima vital en concreto, puede apreciarse la Revista
'Asesoria Laboral", Lima, abril, 2000, pp. 15 Y ss.
678 LPEZ BASANTIA,Justo. El salario. En: AA.W. (coordinadores: Nstor De Buen & Emilio
Morgado). "Instituciones de Derecho de! Trabajo y de la Seguridad Social". AIADTSSUNAM.Mxico, 1997, p. 447.
fondo de garanta salarial), no resulta posible que el crdito laboral ceda ante
uno civil.
Sobre el crdito salarial parece oportuna la amplia frmula al establecerse la
primaca de adeudos laborales ante estados de insolvencia del empleador.
Empero, esta frmula amplia est generando un debate interesante con
relacin a los alcances del crdito laboral; por ejemplo, estn comprendidos
los conceptos no remunerativos, como la gratificacin extraordinaria?
La Constitucin indica que el pago de la remuneracin y de los beneficios
sociales tiene primer orden de prioridad en la jerarqua de acreedores del
empleador (artculo 24). Por ello, cuando menos desde el punto de vista
constitucional es necesario determinar la real naturaleza de los beneficios
sociales.
Enseguida, exponemos las posiciones que se han esgrimido tratando de
delinear los alcances de la expresin beneficios sociales:
2.1. Criterio restrictivo
Solamente los conceptos que se encuentran detallados en la Ley de
Consolidacin de Beneficios Sociales, aprobada por Decreto Legislativo N 688
de 05 de noviembre de 1991. Los beneficios sociales seran la compensacin
por tiempo de servicios (CTS), bonificacin por tiempo de servicios y seguro de
vida. Esta posicin es sostenible por la referencia legal. Empero, excluye del
concepto de beneficio social, por ejemplo, a la participacin anual en las
utilidades y dems beneficios sociales.
2.2. Criterio amplio
Todo complemento y suplemento, con independencia del nombre o modalidad
de entrega, o la fuente (convencional o legal), ingresa como beneficio social.
En la prctica, muchas veces se alude a la liquidacin de beneficios sociales en
la cual se pueden incluir la CTS, las vacaciones y las remuneraciones
mensuales.
2.3. Criterio diferenciado
En este punto, se indica que la remuneracin (normalmente ordinaria, fija y
permanente) es diferente de los beneficios sociales (cobro extraordinario o
peridico, que no es una remuneracin). La Constitucin y las normas laborales
aluden a las remuneraciones y los beneficios sociales.
Esta postura puede ser criticada porque hay beneficios sociales que no son
remuneraciones (CTS) pero otras que s los son (la bonificacin por tiempo de
servicios). Pese a ello, en una oportunidad la Sala de Derecho Constitucional y
Social de la Corte Suprema indic que el plazo de caducidad para demandar
por hostilidad (CTS) era el mismo que el previsto para la hostilidad por
remuneraciones684.
2.4. Criterio excluyente
En tanto que el Texto nico Ordenado de la Ley de Compensacin por Tiempo
de Servicios (LCTS), aprobado por Decreto Supremo N 0Ol-97-TR, indica que
la CTS es un beneficio social de previsin de las contingencias del cese, ste
sera el nico beneficio social propiamente dicho.
Esta posicin no puede ser sostenida dado que el propio Decreto Legislativo N
688 contiene, como otros beneficios sociales, al seguro de vida y la
bonificacin por tiempo de servicios.
2.5. Criterio legal
En esta posicin, se indica que los beneficios sociales son aquellos cuyo origen
es legal o heternomo. En otras palabras, la expresin beneficio social es
idntica a los beneficios de origen legal.
La ltima posicin no debera admitirse pues hay beneficios sociales que
provienen de la costumbre, convenio colectivo, contrato individual o acto
unilateral del empleador.
Desde nuestra perspectiva, los beneficios sociales son todos aquellos
conceptos que perciben los trabajadores por o con ocasin del trabajo
dependiente. No importa su origen (legal-heternomo- o convencionalautnomo-); el monto o la oportunidad de pago; la naturaleza remunerativa del
beneficio; la relacin de gneroespecie; la obligatoriedad o voluntariedad, etc.
Lo relevante es que lo percibe el trabajador por su condicin de tal.
En otras palabras, consideramos que los beneficios sociales se deben apreciar
con independencia de la fuente u origen, la cuanta, la duracin, los
trabajadores comprendidos, etc. Esta es, por lo dems, la posicin que se
aprecia en los procesos laborales donde los jueces emplean una concepcin
amplia sobre el alcance del trmino beneficios sociales. Ciertamente, debe
tener un contenido patrimonial claro, en dinero o en especie.
Sobre los pagos en especie, hay que anotar que se ha determinado que en el I
monto de los beneficios sociales no pueden incluirse al pago por concepto de
Impuesto General a las Ventas (lGV), de tal manera que el trabajador debe
percibir bienes por el equivalente a sus beneficios sociales y sobre dicho valor
se debe calcular el IGV (Casacin N 107-97-Chimbote).
684 Al respecto, puede verse la Casacin N 1562-97. En esta, la Corte Suprema indica que la
falta de pago de la CTS es asimilable a la falta de pagos de remuneraciones y, por tanto,
caduca dentro de los 30 das. No compartimos lo expresado en la sentencia casatoria, la
misma que ser analizada ms adelante.
Jornada de trabajo
Artculo 25
La jornada ordinaria de trabajo es de ocho horas diarias o cuarenta y ocho
horas semanales, como mximo.
En caso de jornadas acumulati1JaS o atpicas, el promedio de horas trabajadas
en el periodo correspondiente no puede superar dicho mximo.
Los trabajadores tienen derecho a descanso semanal y anual remunerados. Su
disfrute y su compensacin se regulan por ley o por convenio.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 nc. 22),22; C.N.A.: arts. 56, 57, 61; D.S. 001-93-PCM: art. 2; D.S.
0072002-TR; D.S. 008-2002-TR: arts. 1, 6;
D.U.D.H.: art. 24; P.I.D.E.S.C.: art. 7 nc.
d); C.D.N.: art. 32.2
Javier Dolorier Torres
1. Introduccin
El desarrollo de la relacin laboral requiere de la delimitacin de un espacio
temporal para su ejecucin, por lo cual, la determinacin del lapso en el cual se
desatrollar la labor del trabajador resulta imprescindible pata conseguir un}1,
<>dec<.lada prestacin del servicio. De este modo, la fijacin de la jornada o
tiempo de trabajo constituye uno de los aspectos ms importantes del vnculo
jurdico laboral, por cuanto constituye el perodo en el cual el trabajador se
obliga a poner su actividad laboral a disposicin del empresario 692.
Este es el origen de la jornada de trabajo, entendida como el tiempo durante el
cual el trabajador debe prestar efectivamente sus servicios de conformidad a lo
pactado en el contrato de trabajo. Actualmente, es uno de los temas ms
debatidos en nuestro pas en mataria laboral, con posiciones que exigen el
irrestricto cumplimiento de la normativa sobre la materia, las mismas que
parten de las organizaciones de trabajadores, y aquella postura del
empresariado, que condiciona su cumplimiento a un mayor desarrollo
econmico, considerando que su normatividad atenta contra la competitividad y
productividad de las empresas693.
692 PALOMEQUE LPEZ, Manuel Carlos. Derecho de/Trab%. 6" edicin, Editorial Cenrro de
Esrudios Ramn Areces S.A., Madrid, 1998, p. 831.
693 Es pertinente recordar que precisamente una de las normas laborales ms importantes en
la actualidad y vigente con algunas modificaciones, es la Ley de Productividad y Competitividad
Laboral (D. Leg. N 728), cuyo ostentoso nombre no necesariamente tiene correlato con lo que
origin una dcada despus de su promulgacin y enrrada en vigencia. Es como denominar
Ley de Amnista a una norma qaec:;;dene el encarcelamiento de los ciudadanos.
696 Se toma nuevamente como referencia el artculo 21 del Cdigo del Trabajo
de Espaa
697 CANESSA MONTEJO, Miguel. Lajornada mxima de trabajo en el Pen:
Un dertcho o una quimera? En la pgina web de la Comisin Andina de
Juristas: www.cajpe.org.pe/rij/bases/doctrina/dhl.htm.
determinado, aquellos momentos pueden ser los mismos todos los das del ao
o variar segn el calendario, con el que el horario forma un todo; pueden
tambin variar de unos a otros, siendo el supuesto ms importante de variacin
el exigido por los turnos de trabajo, si los hay" 698.
La Constitucin Poltica del Estado reconoce expresamente ambas
instituciones en su artculo 25 y su desarrollo legislativo se encuentra en el
Texto nico Ordenado de la Ley de Jornada de Trabajo, Horario y Trabajo en
Sobretiempo aprobadQ por ns. N 007-2002-TR Y en su Reglamento, aprobado
mediante ns. N 0082002- TR, ambos publicados el 4 de julio de 2002.
3. Antecedentes del texto constitucional
En el desarrollo constitucional de nuestro pas no ha existido un reconocimiento
expreso de la jornada y del horario de trabajo. Es recin a partir de la
promulgacin de la Constitucin Poltica de 1979 que se establece la jornada
ordinaria de trabajo en el artculo 44 de dicho texto 699.
Para alcanzar el reconocimiento a nivel constitucional, esta institucin ha
recorrido un largo camino a travs de la historia, el mismo que se inicia en el
ao de 1886 en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, donde 350 mil
trabajadores iniciaron una huelga reclamando una jornada laboral de ocho
horas, siendo brutalmente reprimidos por las autoridades y perdindose
muchas vidas en defensa de sus intereses 700, sacrificio que obtuvo resultados
recin en 1919 con el nacimiento de la Organizacin Internacional del Trabajo
698 ALONSO OLEA, Manuel, citado por ARVALO VELA, Javier. Manual de
legiskuin laboral Tomo 1, Cultural Cuzco, Lima, 2003, p. 376.
699 Dicho artculo enunciaba lo siguiente:Artculo 44.- La jornada ordinaria de trabajo es de
ocho horas diarias y de cuarenta y ocho horas semanales. Puede reducirse por convenio
colectivo o por ley. Todo trabajo realizado fuera de la jornada ordinaria se remunera
extraordinariamente. La ley establece normas para el trabajo nocturno y para el que se realiza
en condiciones insalubres o peligrosas. Determina las condiciones del trabajo de menores y
mujeres. Los trabajadores tienen derecho a descanso semanal remunerado, vacaciones
anuales pagadas y compensacin por tiempo de servicios. Tambin tienen derecho a las
gratificaciones, bonificaciones y dems beneficios que seala la ley o el convenio colectivo".
701 En el caso especfico del sub sistema universal de la OIT, la limitacin de la jornada
mxima de ttabajo fue uno de los temas centrales en la propia conformacin del organismo
internacional, evidencia de ello es que se le menciona en el Prembulo de la Constitucin de la
OIT y en los Principios Generales (artculo 427 del Tratado de Versalles de 1919). El Prembulo
resalta en su segundo considerando que: "Existen condiciones de trabajo que implican para
gran nmero de personas injusticia, miseria y privaciones, lo cual engendra ral descontento que
la paz y la armona universales peligran; y teniendo en cuenta que es urgente mejorar dichas
condiciones, por ejemplo, en lo que respecta a la fijacin de las horas de trabajo, (...)". En los
Principios Generales se seala que es de suma importancia y urgencia: "4. La adopcin de la
jornada de ocho horas, o de la semana de cuarenta y ocho horas, como finalidad que deba
perseguirse dondequiera que no se haya logrado todavia".
Artculo 26
Principios de la relacin laboral
En la relacion laboral se respetan los siguientes principios:
1. Igualdad de oportunidades sin discriminacion.
2. Carcter irrenunciable de los derechos reconocidos por la Constitucion y la
ley.
3. Interpretacion faborable al trabajador en caso de duda insalvable sobre el
sentido de la norma.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 me. 2), 22;
Ley 26636: art. III;
Ley 26772;
D. U.D.H.: art. 23.1;
P.I.D.E.S.C.: art. 7 mc. c)
Jorge Toyama Miyagusuku
1. Principio de igualdad
Los principios suelen ser conceptuados como las pautas generales, las
directrices que informan las normas e inspiran soluciones, sirviendo en diversas
fases de la vida normativa, en particular, en su proceso de conformacin
-inspirando sus contenidos-, interpretacin y aplicacin -integrando lagunas- 705.
La Constitucin de 1993 ha recogido los fundamentales principios que estaban
incorporados en el texto de la precedente Constitucin 706. Sin embargo, hay
algunos cambios importantes.
Primero, veamos el principio de no discriminacin que supone, siguiendo la
consabida expresin, tratar igual a los iguales que se encuentran en iguales
circunstancias. En el plano especfico del Derecho Laboral, el numeral 1 del
artculo 26 de la Constitucin prev el principio de igualdad de trato 707 al
sealar que, en toda relacin laboral, se respeta el principio de igualdad de
oportunidades sin discriminacin. Con esta frmula se distingue
adecuadamente la igualdad ante la ley (artculo 2,2) de la igualdad de trato,
aprecindose un tratamiento ms adecuado y claro que lo previsto en la
Constitucin de 1979.
705 PLA RODRGUEZ, Amrico. Los principios del Dtrecho del Trabajo. Ed.
Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 9.
706 Al respecto, puede leerse NEVES MUJICA,Javier. Introdllcdn al Dtrecho
del Trabajo. Ed. Ara., Lima, 1997, pp. 107 Y ss
707 En el Derecho Laboral, como contraposicin a la igualdad ante la ley,
cuando se alude al concepto de igualdad, se habla, adems, de una igualdad
de trato. Sobre este tema, puede verse NEVES MUJlCA, Javier. El principio de
igualdad en el ordenamiento laboral. En: "Asesora Laboral". Lima, octubre,
1992, pp. 18-19.
Sobre este tema, el Convenio III de la OIT, ratificado por el Per indica lo
siguiente (artculo 1):
"1. A los efectos de este Convenio, el trmino discriminacin comprende:
a) cualquier distincin, exclusin o preferencia basada en motivos de raza,
color, sexo, religin, opinin poltica, ascendencia nacional u origen social que
tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el
empleo y la ocupacin;
b) cualquier otra distincin, exclusin o preferencia que tenga por ,efecto anular
o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo u ocupacin que
podr ser especificada por el Miembro interesado previa consulta con las
organizaciones representativas de empleadores y de trabajadores, cuando
dichas organizaciones existan, y con otros organismos apropiados.
2. Las distinciones, exclusiones o preferencias basadas en las calificaciones
exigidas para un empleo determinado no sern consideradas como
discriminacin" .
En la misma tinea se puede encontrar el Pacto Internacional de Derechos
Econmicos, Sociales y Culturales (artculo 7) y el Protocolo Adicional a la
Convencin Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Econmicos, Sociales y Culturales (artculo 7).
El principio de no discriminacin o igualdad es una de las piezas esenciales de
toda sociedad. En virtud de este principio, las personas tienen derecho a no
sufrir un trato arbitrario por razones ideolgicas, polticas, raciales, religiosas,
sexuales, etc.
De esta forma, como seala Hueck708 "el igual debe ser tratado de modo igual
yel desigual de modo desigual, pero correspondiendo a su desigualdad".
Como se ha destacado709, toda persona calificada para obtener un trabajo,
debe tener la oportunidad de competir por l, obtenerlo y conservado con
"prescindencia total de su pertenencia a un determinado grupo racial, sexual,
religioso, etc.". Ms todava, como seala el autor citado, no debe permitirse
"aferrarse" de un mrito o calificacin para ocultar un motivo que es
considerado discriminatorio.
Sobre el concepto de discriminacin, el Tribunal Constitucional ha indicado:
"(...) este Tribunal en reiterada jurisprudencia, [ha sealado] que la igualdad se
encuentra resguardada cuando se acredita la existencia de los dos requisitos
708 RODRGUEZ PIERO, Miguel; CRUZ VILLALN, Jess & FERNANDEZ LPEZ,
Fernanda. Derecho del Trabtifo l. Vol. II. Materiales de Enseanza del CUISO de Derecho
Laboral de la Universidad de Sevilla, p. 185.
suponer la alegacin
respectivamente.
del
principio
de
condicin
ms
beneficiosa 716,
Artculo 27
Proteccin contra el despido arbitrario
La ley otorga al trabajador adeczuula proteccwn contra el despido arbitrario.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 15), 22; D.S. 001-96-TR:
arts. 45, 52, 56, 85; D.S. 003-97-TR: arts.
34,36,38; D.U.D.H.: art. 23.1
Javier Dolorier Torres
1. Introduccin
El anlisis de este artculo nos remite inevitablemente a una de las discusiones
doctrinales y jurisprudenciales ms importantes dellaboralismo peruano en los
ltimos tiempos: la proteccin del derecho de los trabajadores a no ser
despedidos de sus empleos y los alcances de dicha proteccin por el marco
constitucional. El punto de inicio de la discusin fueron las sentencias emitidas
por el Tribunal Constitucional sobre casos de despido de trabajadores
producidos en el ao 2001, en las cuales se declararon fundadas las demandas
de amparo por violacin de los derechos a la libertad de trabajo (artculo 22 de
la Constitucin) ya la adecuada proteccin contra el despido arbitrario (artculo
27 de la Constitucin), disponindose su reposicin en el empleo 721.
Ante estos pronunciamientos, la doctrina laboral y constitucional ha mostrado
posiciones encontradas entre quienes se adhieren al sustento de los referidos
pronunciamientos y los que consideran que el Tribunal Constitucional ha
realizado una interpretacin contraria al mandato constitucional 722.
En este artculo se plasma una de las ms importantes modificaciones en
materia laboral a nivel constitucional respecto a su antecedente, el artculo 48
de la Constitucin de 1979, que sealaba lo siguiente:
"Artculo 48.- El Estado reconoce el derecho de estabilidad en el trabajo. El
trabajador solo puede ser despedido por causa justa, sealada en la ley y
debidamente comprobada".
721 Las dos sentencias emblemticas son: sentencia del Tribunal Constitucional del 11 de julio
de 2002, Expediete N 1124-2001-AA/TC, demanda de amparo interpuesta por el Sindicato
Unitario de Trabajadores de Telefnica del Per S.A. y FETRATEL en contra de Telefnica del
Per S.A. y la sentencia del Tribunal Constitucional del 13 de marzo de 2003, demanda de
amparo interpuesta por Eusebio Llanos Huayco en contra de Telefnica del Per S.A.
722 Sobre la interesante discusin producida, recomendamos las siguientes publicaciones:
''Dil9go con la Jurisprudencia" N 49, ao 8, Gaceta Jurdica, Lima, octubre de 2002 y AA.W.
Estudios sobre la jurisprndencia constitucional en materia laboral y prevsional. Academia de la
Magistratura y Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo. Lima, octubre de 2004. Ambas
publicaciones compendian posiciones docttinales con orientaciones contrarias que ilustran de
forma estupenda a los lectores.
726 Sin embargo, el sustento dogmtico de estos pronunciamientos tiene como referente dos
textos:SASTRE IBARRECHE, Rafael. El derecho al trabajo. Trotta, Madrid, 1996 y NEVES
MUJICA, Javier. Libertad de trabajo, derecho al trabajo y derecho de estabilidad en el trabajo.
En: "Derecho & Sociedad", ao XII, N 17, Lima, 2001.
728 Sobre este tema: NEVES MUJICA, Javier. La cuarta disposicin final y transitoria de la
Constitllcin y /os derechos laborales. En: Revista "Ius Et Ventas". N 19, Lima, 1999.
Artculo 28
Derechos de sindicalizacin, negociacin colectiva y huelga
El Estado reC01Wce los derechos de sindicacin, negociacin colectiva y
huelga. Cautela su ejercicio democrtico:
1. Garantiza la libertad sindical.
2. Fomenta la negociacin colectiva y promueve formas de solucin pacfica de
los conflictos laborales.
La convencin colectiva tiene fuerza vinculante en el mbito de lo concertado.
3. Regula el derecho de huelga para que se ejerza en armona con el inters
social. Seala sus excepciones y limitaciones.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 22, 42, 153, 200 inc. 2); C.P.Ct.:
art. 37 inc. 11); C.P.: art. 168 inc. 1);
C.N.A.: art. 66; D.S. 011-92-TR: arts. 4, 9; D.S. 010-2003- TR: arts. 2 y ss.;
D.U.D.H.: art. 23; P.I.D.C.P.: art. 22.3;
P.I.D.E.S.C.: arts. 8.1 inc. d), 8.3
Javier Dolorier Torres
1. Los derechos colectivos: rasgo particular de las relaciones laborales
El reconocimiento constitucional de los derechos colectivos laborales constituye
la confirmacin de una de las etapas del desarrollo de tales derechos, que en
su devenir histrico ha recorrido etapas de prohibicin, tolerancia y
reconocimiento normativo. Esta evolucin se ha marcado por las etapas de
lucha sindical y la aceptacin por parte del Estado de la necesaria existencia de
un marco regulatorio que ya no solo permita, sino que fomente la accin
sindical a travs de sus tres manifestaciones clsicas: la libertad sindical, la
negociacin colectiva y la huelga732.
Doctrinariamente, se reconoce el carcter interdependiente de los derechos
colectivos de trabajo, los cuales deben ser reconocidos en la misma amplitud y
vigencia para que puedan ser ejercidos conjuntamente 733. Del mismo moclo, a
decir de Oscar Ermida, "nos es posible el desarrollo de la libertad sindical sin la
preexistencia efectiva de los dems derechos humanos y que tampoco es
posible el completo ejercicio de stos, sin la vigencia de aquella. En otras
palabras, la libertad sindical no es posible sin el ejercicio de otros derechos
732 Sobre la evolucin histrica de libertad sindica!, recomendamos OJEDA AVILS, Antonio.
Derecho sindical. 7' edicin, Tecnos, Madrid, 1998, p. 92 Y ss. En rdacin a! reconocimiento de
la libertad sindica! en nuestro continente, revisar RODRGUEZ PINERO y BREVO FERRER,
Migud Y VILLAVICENCIO Ros, Alfredo. La libertad sindical en las Constituciones
latinoamericanas. En: "El derecho sindica! en Amrica Latina". Fundacin de Cultura
Universitaria, Montevideo, 1995, pp.11 Y ss.
733 ERMIDA URIARTE, Oscar. La flexibilidad de la huelga. Fundacin de Cultura Universitaria,
Montevideo, 1999, p. 9.
DOCTRINA
ARCE ORTIZ, Elmer. La nulidad de despido lesivo de los derechos
constitucionales.
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima, 1999;
BARBAGELATA, Hctor Hugo. El particularismo del Derecho del Trabajo.
Fundacin de Cultura Universitaria, Montevideo, 1995; BARBAGELATA,
ROSENBAUM y GARMENDIA. El contenido de los convenios colectivos.
Editorial: Fundacin de Cultura Universitaria, Montevideo, 1998; BA YLOS
GRAU, Antonio. Derecho de huelga y servicios esenciales. 2" edicin. Tecnos,
Madrid, 1988;
BOZA PRO, Guillenno. Negociacin y convencin colectiva en la Constitucin
de 1979. En: "Trabajo y Constitucin". AA.VV. Editorial Cuzco, Lima, 1989; DE
LA JARA BASOMBRO, Ernesto. La huelga en el Per: es un derecho
constitucional? En: "Trabajo y Constitucin". AA. VV. Editorial Cuzco, Lima,
1989;
DOLORlER TORRES, Javier. Limitaciones al contenido salarial de la
negociacin colectiva. Estudio Benites, Mercado & Ugaz, Lima, 1994; ERMIDA
URIARTE, Oscar. La flexibilidad de la huelga. Fundacin de Cultura
Universitaria, Montevideo, 1999; ERMIDA URIARTE, Osear. Sindicatos en
libertad sindical. 2" edicin, Fundacin de Cultura Universitaria, Montevideo,
1999; LOV A TN PALACIOS, David. Proteccin de la libertad sindical. Instituto
de Defensa Legal, Lima, 1990;
MARTN V AL VERDE, Antonio. De la huelga como delito al derecho de huelga:
notas para una historia del pensamiento jurdico laboral. En: "Evolucin del
pensamiento juslaboralista" AA.VV. Fundacin de Cultura Universitaria,
Montevideo, 1997; MANTERO AL V AREZ, Ricardo. Lmites al derecho de
huelga. Ediciones Jurdicas Amalio M. Fernndez, Montevideo, 1992; NEVES
MUJICA, Javier. El contenido negocial: la compleja relacin entre la ley y el
convenio colectivo.
Editorial Grafimace S.A. Lima, 1992; NEVES MUJlCA, Javier. Introduccin al
Derecho Laboral. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catlica del Per,
Lima, 2000; NEVES MUJlCA, Javier. Introduccin al Derecho del Trabajo. 1"
edicin, Ara Editores, 1997, Lima; OJEDA A VILS, Antonio. Derecho sindical.
7" edicin, Tecnos, Madrid, 1998; PALOMEQUE LPEZ, Manuel. Derecho
sindical espaol. S" edicin. Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1994; PREZ DEL
CASTILLO, Santiago. El derecho de la huelga. Fundacin de Cultura
Universitaria, Montevideo, 1993; RODRGUEZ PINERO y BREVO FERRER,
Miguel y VILLA VICENCIO Ros, Alfredo. La libertad sindical en las
Constituciones latinoamericanas. En: "El derecho sindical en Amrica Latina".
Fundacin de Cultura Universitaria, Montevideo, 1995; SANGUINETI
RAYMOND, Wilfredo. Lesin de la libertad sindical y comportamientos
antisindicales. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1993; VILLA
VICENCIO Ros, Alfredo. La libertad sindical en el Per. Documento de Trabajo
N 114, Organizacin Internacional del Trabajo, Lima, 1999; VILLA VICENCIO
Ros, Alfredo. El cuestionable continuismo intervencionista o la ausencia de
reforma en la regulacin general de las relaciones colectivas de trabajo y de la
libertad sindical. En: "Balance de la reforma laboral peruana". AA VV. Sociedad
Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Lima, 2001.
Artculo 29
Participacin de los trabajadores en las utilidades de la empresa
El Estado reconoce el dereclw de los trabajadores a participar en las utidades
de la empresa y promueve otras formas de participaci6n.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 2 me. 17),22;
D. Leg. 677: arts. 7, 9;
D. Leg. 892: art. 1 y ss.
Magno Ivn Pardez Neyra
1. Introduccin
Los sistemas retributivos -hoy en da- tienen una gran importancia, por cuanto
impulsan y fortalecen el compromiso del personal, y las empresas aumentan
significativamente su capacidad de organizacin, hacindolas competitivas
para los desafos comerciales actuales.
En nuestro pas, el derecho de los trabajadores a participar en las utilidades y
la promocin de otras formas de participacin estn reconocidos en nuestro
sistema jurdico. La influencia de los trabajadores -desde afuera o desde
adentro- alentara la participacin activa de estos en los diferentes niveles de
produccin y administracin de la unidad productiva o de servicios, como lo es
la empresa.
2. Antecedentes en las Constituciones del Per
Los antecedentes del artculo 29 de la vigente Carta Magna los podemos
encontrar en las Constituciones de 1933 del 29 de marzo de 1933 y en la
Constitucin de 1979 del 12 de julio de 1979.
La Constitucin de 1933 en su artculo 45, ubicado en el Ttulo II "Garantas
Constitucionales" y en el Captulo 1 "Garantas Nacionales y Sociales",
estableca lo sIguIente:
"El Estado favorecer un rgimen de participacin de los empleados y
trabajadores en los beneficios de las empresas, y legislar sobre los dems
aspectos de las relaciones entre aquellos y stas, y sobre la defensa de los
empleados y trabajadores en general".
Entonces, tanto la Constitucin de 1933 como la Constitucin de 1993
reconocen, aunque con redacciones distintas, el concepto comn y difundido
de participacin de los trabajadores en las utilidades de la empresa, lo que no
significa que otras formas de participacin no estn admitidas, sino por el
contrario, al utilizar una clusula general, se intenta incluir otras formas de
participacin que posteriormente podrn ser desarrolladas por la ley.
personal clave que al haber cumplido con los objetivos trazados, se les otorga
estas acciones en calidad de "premio" por el trabajo realizado.
iii) La entrega de obligaciones cambiables en acciones: mediante esta
modalidad el beneficiario ejercitar su facultad para convertir las obligaciones
en acciones si stas no se deprecian, y de acuerdo con el tipo de conversin se
adquieren las acciones en condiciones favorables. Al titular le permite obtener
intereses as como evaluar la situacin en vistas de una futura inversin en
acciones de la compaa.
Entre las compensaciones econmico-monetarias vinculadas a la evolucin del
valor de la accin, tenemos a:
i) Las opciones fantasma (conocidas tambin como phantom share options), el
titular de la opcin virtual no adquiere un derecho de compra ni tampoco
recibir acciones de la empresa:
"Cuando la empresa adjudica opciones fantasma sobre acciones virtuales
asume el compromiso de abonar la diferencia entre un determinado valor de la
accin fijado como referencia y el valor que esta tenga en una fecha posterior,
ii) multiplicado por el nmero de acciones a las que ficticiamente puede optar
cada partcipe en el plan de estas opciones".
Las acciones fantasma (denominadas tambin pbantom stock), son las
asignaciones de un determinado nmero de acciones fictas por las cuales la
empresa asume el compromiso de satisfacer en dinero una suma equivalente a
la revalorizacin que experimentar la accin, adems de los dividendos que
hubiera percibido el trabajador por haber recibido un paquete de acciones
reales y tangibles.
6. Jurisprudencia
En materia jurisprudencial, debemos agregar que la mayora de las ejecutorias
estn referidas solo a una modalidad de participacin: en las utilidades. Por
ello, nos vamos a centrar en la naturaleza de dicha participacin, as como la
determinacin del monto y la aplicacin del beneficio.
La compensacin por prdidas anteriores est reconocida en el Expediente N
6401-96, en cuya resolucin de Sala Laboral del 03 de abril de 1997 establece
que:
"La participacin de los trabajadores en las utilidades de la empresa se
determinar sobre la renta neta de sta, luego de compensar las prdidas del
ejercicio anterior"779.
Por otro lado, en la Casacin N 3432-97-Lima, se establece los criterios para
la determinacin de la renta y la aplicacin del beneficio:
779 En: "Acmalidad Laboral", N 266, Lima, agosto, 1998, p. 73.
CAPITULO III
DE LOS DERECHOS POLTICOS Y DE LOS DEBERES
Ciudadana
Artculo 30
Son ciudadanos peruanos mayores de dieciocho aos. Para el ejercicio de la
ciudadanta se requiere la inscripci6n electoral.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 17), 31, 33, 35, 52;
C.C.: art. 42;
C.N.A.: art. 42;
D.U.D.H.: art. 15;
C.A.D.H.: art. 20
Vctor Guevara Pezo
El artculo 30 de la Constitucin de 1993 establece el concepto de ciudadana,
determinando al mismo tiempo qu condiciones o requisitos se debe reunir
para tenerla.
La ciudadana, al decir de Rubio Correa, "es un vnculo poltico entre un ser
humano y un Estado, mediante el cual dicho ciudadano forma parte de la
comunidad poltica y, en consecuencia, puede ejercitar derechos polticos
dentro de l". Ramella, citado por Borea, considera que la ciudadana "es el
derecho que tienen los nacionales para intervenir en los negocios pblicos y el
de ser electores y elegidos". Prez Serrano, citado tambin, seala que son
ciudadanos "aquellos naturales del pas que tienen la capacidad poltica
legalmente reconocida para intervenir en la cosa pblica".
Borea considera que de esas deftniciones, "fluye que la ciudadana es una
categora dentro de la nacionalidad". Bidart Campos indica que "es una
cualidad jurdica (o condicin jurdica) del hombre, que consiste en un estatus
derivado del derecho positivo, cuyo contenido est dado por el ejercicio de
derechos polticos".
Como puede verse del texto del precitado artculo 30, para ser ciudadano y
ejercer la ciudadana se requiere reunir al mismo tiempo las siguientes
condiciones:
1. Ser peruano. A tenor de lo establecido en el artculo 52 de la Constitucin
actual "Son peruanos por nacimiento los nacidos en el territorio de la
Repblica. Tambin lo son los nacidos en el exterior, de padre o madre
peruanos, inscritos en el registro correspondiente durante su minora de edad.
persona misma que los ostenta y solo pueden ejercerse por esta y no por
terceros subrogados".
DOCTRINA
BIDART CAMPOS, Germn. Derecho Constitucional. Ediar, Buenos Aires,
1966; BOREA ODRIA, Alberto. Tratado de Derecho Constitucional. Estudios
para el Futuro CELES, Lima, 1994; PEREZ SERRANO, Nicols. Tratado de
Derecho Poltico. Civitas, Madrid, 1984; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de
la Constitucin Poltica de 1993. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1999.
Artculo 31
Participacin en asuntos pblicos y derecho al voto
Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos pblicos mediante
referndum; iniciativa legislativa; remocin o revocacin de autoridades y
demanda de rendicin de cuentas. Tienen tambin el derecho de ser elegidos y
de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las condiciona y
procedimientos determinados por ley orgnica.
Es derecho y deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su
jurisdiccin. La ley norma y promueve los mecanismos directos e indirectos de
su participacin.
Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el
ejercicio de este derecho se requiere estar inscrito en el registro
correspondiente.
El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta aos. Es
facultativo despus de esa edad.
La ley establece los mecanismos para garantizar la neutralidad estatal durante
los procesos electorales y de participacin ciudadana.
Es nulo y punible todo acto que proh.iba o limite al ciudadano el ejercicio de
sus derechos(*)
(*) Texto del artculo segn modificatoria efectuada por el artculo nico de la
Ley N 28480, publicada el 30 de marzo de 2005.
.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 17), 30, 32; C.C.: art. 42;
Ley 26859: art. 7; D.U.D.H.: arts. 20, 21;
P.I.D.C.P.: art. 25; C.A.D.H.: art. 23
Jorge Del Castillo Glvez
El derecho del ciudadano a participar en cuanto miembro de una comunidad
poltica hunde sus races en el principio de soberana popular que nuestro
propio Texto Constitucional regula en su artculo 45.
Bidart Campos, cuando hace referencia al derecho de participacin en la vida
poltica del pas que tiene todo ciudadano, expresa que "afirmar que el ser
humano es el protagonista de toda clase de participacin significa reconocerlo
como parte de algo, por lo que le corresponde asimismo tomar y recibir su
parte de aquello en lo que participa" 781.
El trmino participar es un vocablo que se presta a mltiples acepciones.
Nosotros, con el propsito de definido, nicamente tomaremos en cuenta los
cuatro conceptos generalizados por la doctrina constitucional:
781 BIDART CAMPOS, Germn. Ubertad de participacin poltica en el marco de los derechos
humanos. En: "Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos". N 13, San Jos de
Costa Rica, 1991, prr. 5.
decisiones
polticas
mediante
782 Para un mayor desarrollo, vase MESA RAMREZ, Carlos. Derechos de la persona.
Dogmtica constitucional Fondo Editorial del Congreso del Per, lima, 2004, pp. 214-217.Mario
Justo Lpez seala que "las 'formas semidirectas' consisten en diversos mecanismos o
procedimientos mediante los cuales el cuerpo electoral participa directamente en la funcin
constituyente o legislativa realizada por rganos representativos, o adopta decisiones acerca
de los integrantes de los mismos o decisiones polticas fundamentales sobre determinados
problemas".
783 LPEZ, Mario Justo. Introduccin a /os estudios polticos. Volumen 11, 2" edicin,
Depalma, Buenos Aires, 1983, p. 413.
784 CONDORCET, J. N. Sur la ncessit de aire ratijier la Constitution par les Citqyens. En:
"Oeuvres Completes". Tomo Xv, 1804. Citado por AGUIAR DE LUQUE, Luis. Democracia
directay Estado constitucional. Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1977, p. 31.
Haciendo un recuento histrico podremos afirmar que los ltimos aos del siglo
XVIII significaron la elaboracin terica de la democracia semidirecta; por su
parte el siglo XIX se encarg de formalizar las instituciones propias de esa
democracia semidirecta yencuadrarlas dentro del marco jurdico constitucional,
y fmalmente en el siglo XX la tan mencionada democracia semidirecta pas a
ser una tcnica ms del constitucionalismo.
En ese sentido, cabe afirmar que en la actualidad el referndum ha perdido
parte de la connotacin ideolgica con que fue concebido para transformarse
en una pieza ms del constitucionalismo, que busca conciliar los principios de
soberana popular y de supremaca del Derecho. Pero tambin se ha
convertido en una tcnica del Estado Constitucional para controlar el poder y
aliviar las posibles tensiones entre Parlamento y Ejecutivo.
Existen diversos argumentos a favor del referndum como institucin y que a
continuacin pasaremos revista:
Al ser el pueblo el soberano, el referndum se convierte en el mejor
instrumento para expresar su voluntad; ms aun si no existen partidos polticos
slidos y capaces de luchar y materializar los intereses populares.
En la medida que el referndum se torna como un mecanismo de control de la
capacidad deliberativa de los legisladores, obliga a estos a un comportamiento
ms responsable.
El referndum contribuye a una mayor participacin del ciudadano como
miembro de una comunidad poltica.
Al ser el referndum una institucin capaz de propiciar el debate sobre los
asuntos pblicos de inters, contribuye en la educacin del pueblo.
El referndum puede servir de rbitro en los probables conflictos polticos entre
el Parlamento y el Ejecutivo.
En nuestro sistema constitucional el referndum ha sido clasificado atendiendo
a diversos criterios:
Por razn de la materia: es constitucional si pretende ratificar o no la reforma
total o parcial de la Constitucin. Es legislativo; si busca la aprobacin o
desaprobacin de normas con rango de ley, con excepcin de las leyes que
suprimen o disminuyen derechos fundamentales, las normas de carcter
tributario y presupuestal y los tratados internacionales en vigor. Es
administrativo cuando busca la aprobacin o desaprobacin de la creacin de
regiones o para la integracin o cambio de circunscripcin de las provincias y
distritos contiguos.
Por razn del tiempo: puede ser sucesivo si tiene por objeto la desaprobacin
de leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, normas regionales de
carcter general y ordenanzas municipales. Ser preventivo si busca la
Referndum
Artculo 32
Pueden ser sometidas a referndum;
1. La reforma total o parcial de la Constitucin; 2.
La aprobacin de normas con rango de ley; 3.
Las ordenanzas municipales; y 4. Las materias relatims al proceso de
descentralizacin.
No pueden someterse a referndum la supresin o la disminucin de los
derechos fundamentales de la persona, ni las normas de carcter tributario y
presupuestal, ni los tratados internacionales en vigor.
CONCORDANCIAS;
C.arts.2inc. 17),55,56inc. 1);
Ley26300 arts. 37 y ss.;
D.U.D.H. art. 21.3;
P.I.D.C.P. art. 25 inc. b);
C.A.D.H. art. 23.1 inc. b)
Federico Mesinas Montero -Juan Manuel Sosa Sacio
1. Democracia directa, representativa y semidirecta
Mucho se ha escrito y probablemente an queda mucho por escribir sobre la
democracia como sistema poltico; no obstante, a efectos de este comentario,
podemos afirmar que la democracia se caracteriza, a pesar de la aparente
simpleza, por ser "poder del pueblo" 792, en la medida de que se trata del nico
sistema poltico en el que las decisiones de gobierno se sustentan en una
previa declaracin de la voluntad ciudadana.
Ello no significa simplemente que el poder se diluye en abstracto entre todas
las personas, de manera contraria a la concentracin que se evidencia en las
dictaduras o autocracias, sino que existe un conjunto de mecanismos y
principios que hacen posible el ejercicio del poder poltico a travs de la
delegacin, la participacin y el control de los ciudadanos. Tampoco implica la
posibilidad de que una mayora imponga su voluntad frente al resto de la
sociedad, pues la nocin de democracia incluye tambin diversos elementos y
principios que proscriben el abuso en el ejercicio del poder 793.
792 El profesor Giovanni Sartori, recientemente investido con e! premio Prncipe de Asturias,
anota con razn que la definicin etimolgica de la democracia es insuficiente, pues no dice
nada sobre e! destinatario de! poder ni sobre la forma en que este se ejerce; sin embargo,
considera que una primera aproximacin etimolgica es til, sobre todo en este caso.
SARTORl, Giovanni. Teoria de la democracia. Tomo 1. El debate {ontemporneo. Alianza
Editorial, Madrid, 2000, pp. 54-55 Y 41.
793 Sobre la democracia se pronuncian autores clsicos como Bobbio, Sartori, Kelsen,
Touraine, Fayt y un inacabable etctera. Entre los textos publicados en nuestro medio, sobre
los caracteres especficos de la democracia deben consultarse: HABERLE, Peter. El Estado
constitucional UNAM Fondo Editorial PUCP, lima, 2003, pp. 197-200; VANOSSI, Reinaldo. El
asiento de la decisin poltica en el rgimen de la democracia constitucional En: ''Pensamiento
Constitucional". Fondo Editorial PUCP, Ao Iv, N 4, lima, 1997, pp. 61-65; LANDA ARROYO,
795 Se trata de la conocida polmica entre los postulados de Jean Jacob Rousseau y Charles
de Secondet (Barn de Montesquieu). El primero consideraba que a travs del pactum
societatis (contrato social) los individuos cedan sus derechos a la comunidad (que encarnaba
la voluntad general) para defenderse de poderes e intereses particulares; esta voluntad
soberana -no poda ser de otra forma- era entendida como un atributo inalienable, indivisible,
infalible y absoluto de la comunidad (por consiguiente indelegable y ejercida directamente;
afirmacin en determinados casos matizada por el propio Rousseau). Montesquieu, por su
parte, plante la distribucin del poder poltico a travs de un sistema institucional de
contrapesos (check! and balances), en los que participaban el pueblo y la nobleza
representados en las cmaras parlamentarias y la monarqua en el Poder Ejecutivo, de tal
forma que cada estamento social tuviera cierta cuota de poder, apaciguando as los conflictos
entre estos. Como seala Carlos Mesa, en este escenario aparece luego Condorcet, quien
superando la teora del Poder Constituyente de Sieys, formula como alternativa el referndum
constitucional (aprobacin popular de la Constitucin), para desarrollar "por primera vez en la
historia del constitucionalismo la teora de la democracia semidirecta, como una modalidad
complementaria de la democracia representativa". Sobre esto ltimo, vase MESA RAMREZ,
Carlos. Derechos de la persona. Dogmtica Constitucional Fondo Editorial del Congreso del
Per. Lima, 2004, pp. 241 Y ss.
796 FAYT, Carlos S. Historia del pensamiento poltico: La democracia. Editorial Plus Ultra,
Buenos Aires, 1974, pp. 26-31; MIR QUESADA RADA, Francisco. Ob. cit., pp. 25 Y ss.,
asimismo 35 y ss.;
797 ESCOBAR FORNOS, Ivn. El sistema representativo y la democracia semidirecta. En:
"Sistema representativo y democracia semidirecta. Memoria del VII Congreso Iberoamericano
de Derecho Constitucional". Hugo A. Concha Cant (coordinador) IIJ-UNAM, Mxico, 2002, pp.
138 Y ss.; THIBAUT, Bernhard. Instituciones de la democracia directa. En: "Tratado de derecho
electoral de Amrica Latina". Dieter NohIen, Sonia Picado, Daniel Zovatto (compiladores)
Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Universidad de Heidelberg, Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federacin, Instituto Federal Electoral, Fondo de Cultura Econmica.
Mxico, 1998, pp. 65-66.El Tribunal ha dicho contradictoriamente que "el referndum es el
procedirn\ento mediante el cual el pueblo o el cuerpo electoral decide en defInitiva, y en forma
directa alguna~ cuestiones relativas a la legislacin" pero, al mismo tiempo, "que, mediante el
referndum el puC;blo participa de la actividad constitucional, legislativa o administrativa;
colaborando directamente en la formulacin o reforma de una norma constitucional o legislativa
o en la formacin de un acto administrativo". Es decir, que el referndum por defInicin versara
sobre normas, y por defInicin versara tambin sobre normas (constitucionales y legales) y
actos administrativos (STC N 0003-1996- I/TC).
798 Aunque tambin puede referirse a su abrogacin, como explicaremos despus. Adems,
cabe la consulta sobre decisiones polticas pero solo para materias relativas al proceso de
descentralizacin.
no podra referirse a todas las normas del ordenamiento que detenten nivel
legal (leyes ordinarias, leyes orgnicas, decretos legislativos, decretos leyes,
resoluciones legislativas, decretos de urgencia, ordenanzas regionales) sino
solo a algunas cuya naturaleza permite que sean llevadas a consulta.
Sera un contrasentido que normas cuyo principal atributo es la eficiencia, sea
por la urgencia del asunto a ser regulado (decretos de urgencia) o por el nivel
tcnico que demanda el asunto (decretos legislativos, resoluciones legislativas)
se vean postergadas hasta la consulta de la ciudadana, para su incierta
aprobacin804. En estos casos, y solo si fuera pertinente, una vez que la
regulacin hubiera entrado en vigor la poblacin podra impulsar la aprobacin
de otra norma que atene los alcances no deseados o -en su defecto- llevar
adelante un referndum derogatorio con la finalidad de expulsar dicha norma
del ordenamiento jurdico nacional. Para todos los dems casos de aprobacin
de normas con rango de ley sera posible enfrentadas con el dictamen popular
a travs de la refrendacin.
Si bien la funcin del referndum legislativo es prioritariamente la aprobacin
de normas en proceso de formacin, consideramos que este puede tener
adems como hemos anticipado- carcter derogatorio. En otras palabras, a
travs del referndum no solo se lograra la conformacin de leyes por decisin
popular, sino que inclusive cabra someter a referndum normas vigentes, para
decidir sobre su abrogacin o permanencia.
En este sentido, si mediante referndum pueden aprobarse leyes,
definitivamente estas tambin podran derogarse, en la medida -como seala el
artculo 103 de la Norma Mxima- que las leyes son derogadas (solo) por otras
leyes. Entonces, a estos efectos, el resultado aprobatorio de un referndum
derogatorio (que consulta sobre la expulsin del ordenamiento de una norma)
puede equipararse a la sancin de una ley abrogatoria -validada mediante
referndum aprobatorio-.
Adems, debe tenerse en cuenta que el legislador, al cumplir con su importante
misin de desarrollar los derechos fundamentales, coadyuva a la conformacin
de su contenido (desde una perspectiva institucional 805). As visto, el contenido
803 Esto, sin perjuicio de que la ley permita llevar a referndum normas de
diferente jerarqua. En tal sentido, tambin puede entenderse que la lista de
normas previstas en el artculo comentado implica un "estndar mnimo" (en
otras palabras, mnimamente pueden someterse a referndum las reformas
constitucionales, las normas con rango de ley y las relacionadas con el proceso
de descentralizacin, sin perjuicio de otras normas previstas en la ley).
804 El profesor Luis Castillo Crdova explica con ms detenimento la
inconveniencia de llevar algunas normas al referndum, de acuerdo con la
natutaleza de estas. Vid. CASTILLO CRDOVA, Luis. Elementos de una teora
general de los derechos constitucionales. Universidad de Piura, ARA Editores,
Lima, 2003, pp. 82-85.
805 Vide HABERLE, Peter. La Libertad Fundamental en el Estado ConstitucionaL Fondo
Editorial PUCP, Lima, 1997, pp. 163 Y ss., adems 187 y ss. Asimismo, vase el trabajo del
profesor LANDA ARROYO, Csar. Tribunal Constitucional y Estado Democrtico. Segunda
edicin, Palestra Editores, Lima, 2004, quien explica esta teora, e incluso la asume a lo largo
de su importante obra. Cfr.PREZ LUO, Antonio Enrique. Op. cit., p. 300.
810 No obstante que a partir del inciso 4 del artculo 200 de la Constitucin
debiera entenderse que los tratados tienen rango legal, es pertinente acotar
que a consecuencia de los mecanismos formales de aprobacin que prev la
Norma Fundamental-en caso de que versen sobre materias de ndole
constitucional- y sobre todo debido a su condicin de normas interpuestas para
el caso de los tratados sobre derechos humanos (parmetro interpretativo de la
constitucionalidad de las normas) algunos tratados tienen una especial
fortaleza normativa y orientadora del accionar del Estado, lo cual desdibuja los
atributos que caracterizan a las leyes ordinarias.
Apuntes para una teora democrtica en Amrica Latina. Fondo Editorial PUCP,
Lima, 1994; LANDA ARROYO, Csar. Tribunal Constitucional y Estado
democrtico. Segunda edicin, Palestra Editores, Lima, 2004; MARA V
SUMAR, Milagros. Las instituciones de la democracia directa en el Per. En:
"Democracia directa". Martin Krau;;e y Mar~arita Molteni (coordinadores)
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997;
MESIA RAMIREZ, Carlos. Derechos de la persona. Dogmtica constitucional.
Fondo Editorial del Congreso del Per. Lima, 2004; MIR QUESADA RADA,
Francisco.
Democracia directa. Prctica y normatividad. Editorial San Marcos, Lima; MIR
QUESADA RADA, Francisco. La democracia directa en el Per; aspectos
constitucionales y procesales del referndum durante el rgimen dictatorial de
Alberto Fujimori. En:
"Constitucionalismo y Derechos Humanos (Ponencias peruanas al VII
Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional)". Domingo Garca
Belaunde (coordinador) Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional
(Seccin peruana) Lima, 2002; PAREJO ALFONSO, Luciano. Constitucin,
municipio y garanta institucional. Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional, Lima, 2000;
PREZ LUO, Antonio Enrique. Derechos Humanos, Estado de Derecho y
Constitucin. Temos, Madrid, 1999; PEREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho
Constitucional.
Marcial Pons, Madrid, 2000; SENZ D V ALOS, Luis. La posicin del Tribunal
Constitudonal frente a la reforma constitucional (Reflexiones sobre los
alcances, limitaciones e incidencias de la sentenda emitida en el Expediente N
014-2002-AI/TC). En: " Aequum et bonum". Ao 1, N 1, Lima, enero - junio
2003; SART.RI, Giovanni. Teora de la democracia. Tomo 1. El debate
contemporneo. Alianza Editorial, Madrid, 2000;
THIBAUT, Bernhard. Instituciones de la democracia directa. En: "Tratado de
Derecho Electoral de Amrica Latina". Dieter Nohlen, Sonia Picado, Daniel
Zovatto (compiladores) Instituto Interamericano de Derechos Humanos,
Universidad de Heidelberg, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federacin, Instituto Federal Electoral, Fondo de Cultura Econmica. Mxico,
1998; TOURAINE, Alain. Qu es la demacrada? Fondo de Cultura
Econmica, Buenos Aires, 1995; V ANOSSl, Reinaldo. El asiento de la decisin
poltica en el rgimen de la democracia constitucional.
En: "Pensamiento Constitucional". Fondo Editorial PUCP, Ao IV, N 4, Lima,
1997; ZOV ATTO, Daniel. Derechos polticos como derechos humanos. En:
"Tratado de Derecho Electoral de Amrica Latina". Dieter Nohlen, Sonia Picado,
Daniel Zovatto (compiladores) Instituto Interamericano de Derechos Humanos,
Universidad de Heidelberg, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federacin, Instituto Federal Electoral, Fondo de Cultura Econmica. Mxico,
1998.
Artculo 33
Suspensin del ejercicio de la ciudadana
El ejercicio de la ciudadana se suspende:
1. Por resolucion judicial de interdiccion.
2. Por sentencia con pena privativa de la libertad.
3. Por sentencia con inhahilitacion de los derechos politicos.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 30; C.C.: arts. 30,42, 44 inc. 8), 162;
C.P.: arts. 28,29,36 Y ss.;.
Ley 26859: art. 10;
D.U.D.H.: art 15.2;
C.A.D.H.: art 20.3
Anbal Quiroga Len
1. La ciudadana
El concepto de ciudadana es uno de los ms complejos en la doctrina
constitucional, teniendo distintas acepciones. Sin embargo, trataremos de dar
una definicin unvoca a efectos acadmicos. Previamente debemos sealar
que la relacin individuo-Estado no se agota en las relaciones civiles, basadas
esencialmente en el reconocimiento y la garanta de los derechos
fundamentales de libertad, sino que se extiende a aquellas relaciones
caractersticas de la participacin de los ciudadanos en la vida del Estado, lo
que configura las relaciones polticas.
En este contexto, la ciudadana se puede definir como el vnculo poltico entre
el ser humano y el Estado, por medio del cual el primero forma parte de la
comunidad poltica (el Estado). Asimismo, permite a los ciudadanos el ejercicio
de la potestad poltica dentro de una sociedad democrtica. En otros trminos,
permite a los ciudadanos el ejercicio de sus deberes y derechos polticos.
Sin embargo, si la ciudadana genera una serie de derechos (y tambin
deberes) del ciudadano frente al Estado, su ejercicio -por ms que se trate de
un derecho fundamental y bsico, como cualquier derecho- no es irrestricto,
sino sujeto a limitaciones en su ejercicio, como lo establece nuestra Carta
Poltica, conforme detallaremos a continuacin.
2. Limitaciones al ejercicio de la ciudadana
Una expresin de las limitaciones al ejercicio de la ciudadana es la establecida
en la norma constitucional bajo comento. En efecto, el artculo 33 de la
Constitucin Poltica del Estado regula la denominada "Suspensin del ejercicio
de la ciudadana", que consiste en la privacin temporal de los derechos
polticos de una persona, segn se configure alguno de los supuestos de hecho
establecidos en la norma constitucional.
otra persona para acceder a sus derechos, es decir, los puede ejecutar por s
mismo815.
En tal sentido, la incapacidad civil de ejercicio es una declaracin de naturaleza
jurdica, la cual requiere de un procedimiento judicial determinado. En efecto,
para que una persona mayor de edad sea imputada como incapaz absoluto y/o
relativo es necesario seguir un proceso judicial denominado proceso de
interdiccin civil, regulado en los artculos 581 a 584 del Cdigo Procesal Civil.
Solamente despus de una resolucin judicial que declare la incapacidad de
ejercicio de una persona es que se puede denominada interdicta, y por ende,
con la suspensin del ejercicio de sus derechos polticos.
El segundo supuesto es la pena privativa de libertad, que implica la expedicin
de una sentencia condenatoria en un proceso penal regular, respetndose las
garantas del debido proceso legal, cuya condena, observando el principio de
legalidad, expresamente contenga como sancin accesoria la privacin de la
ciudadana, pues de otro modo no se podra llegar a tal sancin sin ley expresa
ni condena expresa que s lo contenga. La pena privativa de libertad implica la
afectacin de un bien jurdico del sujeto que la padece (en este caso la libertad
individual) con la finalidad de lograr la re socializacin del penado 816.
Segn el artculo 29 del Cdigo Penal vigente (modificado por la Quinta
Disposicin Final del Decreto Legislativo N 895 del 23 de mayo de 1998) dicha
pena puede ser temporal (con una duracin mnima de dos das y una mxima
de treinta y cinco aos) o de cadena perpetua (de carcter absoluto), conforme
detallamos a continuacin:
''Artculo 29.- La pena privativa de libertad puede ser temporal o de cadena
perpetua. En el primer caso tendr una duracin mnima de 2 das y una
mxima de 35 aos".
En el primer caso, la suspensin del ejercicio' de la ciudadana estar vigente
hasta que se cumpla el tiempo establecido en la pena. Sin embargo, en el
supuesto de cadena perpetua, la suspensin es de carcter indefinido, salvo
amnista o indulto. Siempre habr discusin en el supuesto de "detencin
domiciliaria" para determinar si constituye o no la causal de "pena privativa de
la libertad". Pero, en esencia, es una figura de restriccin de la libertad, una
detencin corporal que se cumple en un plazo diferente. No tendra por qu dar
lugar a una interpretacin diferente.
El tercer supuesto es la sentencia con inhabilitacin de los derechos polticos,
que es una especie de pena limitativa de derechos regulada en el inciso 3) del
artculo 36 del Cdigo Penal vigente, que seala lo siguiente:
Artculo 36.- Inhabilitacin
815 RUBIO CORREA, Marcial. El ser humano como persona naturaL PUCP,
Lima, 1992, p. 151.
816 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Cdigo Penal comentado. Grijley,
Lima, 2001, p. 159.
Artculo 34
Derecho al voto de militares y policas
Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional tienen derecho
al voto y a la participacion ciudadana, regulados por ley. No pueden postular a
cargos de eleccion popular, participar en actividades partidarias o
manifestaciones ni realizar actos de proselitismo, mientras no hayan pasado a
la situacion de retiro, de acuerdo a Ley.
(*) Texto del artculo segn modificatoria efectuada por el artculo nico de la Ley N 28480,
publicada el 30 de marzo de 2005.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 30,91 inc. 4);
C.A.D.H.: art. 16.3
Alberto Otrola Pearanda
Mediante Ley N 28480, publicada el 30 de marzo del 2005, se ha procedido a
la modificacin constitucional de este artculo, el que ha quedado redactado de
la forma arriba consignada817. En el Per, el consenso por la necesidad de
reconocer el derecho al voto de los militares y policas fue ganando adeptos
recin a partir de los ltimos tres aos, cuando se inici el proceso de reforma
del Ministerio de Defensa y cuando las comisiones de Constitucin y Defensa
del Congreso de la Repblica encararon el debate de manera decidida. Es as
que en el mes de noviembre del 2004 el Legislativo aprob, en primera
legislatura, la modificacin constitucional reconociendo este derecho. La
segunda aprobacin se produjo, sin mayor debate, el 10 de marzo del 2004 818.
Consideramos indispensable dos consideraciones previas, antes del anlisis
constitucional de esta norma. En primer lugar, creemos que se trata de una de
las ms importantes reformas de la historia constitucional del Per, solo
equiparable al derecho al voto otorgado a las mujeres, ya que, en cierto modo,
rompe un molde proveniente de nuestro constitucionalismo histrico moderno,
que ininterrumpidamente consign la prohibicin de ejercer el voto a militares y
policas. Ciertamente, estamos frente a un nuevo escenario de reconocimiento
de derechos, con el que el Per alcanza, finalmente, los estndares legislativos
internacionales, que en las ltimas dcadas han incorporado a favor de estos
funcionarios pblicos el concepto de ciudadana plena. Se trata, sin duda, de
un aporte a la consolidacin del Estado de derecho en nuestro pas y un paso
817 La anterior redaccin estableca: "Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Polica
Nacional en actividad no pueden elegir ni ser elegidos. No existen ni pueden crearse otras
inhabilitaciones"..
partes se arreglan para seguir la orientacin nica emitida desde el alto mando.
La logstica, operaciones, inteligencia, personal y el resto de las agencias de
apoyo, junto a la fuerza, se disponen jerrquicamente para responder a un
mando nico e individualizado 819. Se trata, en realidad, de una institucin no
apta para el cubileteo o para la toma de decisiones conjuntas y consensuadas,
debido a la verticalidad jerrquica de su organizacin y por la misin
constitucional que debe cumplir. Ello obviamente las califica para someterse,
por razones propias de su misin, a las reglas de la democracia representativa
y de los sistemas de control que esta ltima legtimamente implementa.
No se debe olvidar que una de las dificultades que ha tenido que enfrentar el
Per es la difcil insercin del sector militar en una adecuada y democrtica
"gestin" de la democracia, vale decir en la incorporacin de este componente
al interior del marco democrtico-representativo.
Consideramos que gran parte del escenario descrito est ocupado por un
fuerte desarraigo hacia "lo pblico", situacin que tiende a desarticular las
polticas estratgicas y sectoriales que desde el Estado se puedan
implementar. En este contexto, la ciudadana adquiere relevancia especial, toda
vez que es, desde nuestra percepcin, el punto de encuentro entre "lo social" y
"lo pblico" y toda la serie de imbricaciones que esta relacin pudiera generar.
Dentro del escenario descrito, ha persistido en el Per una dicotomia
excluyente entre la ciudadana y el estatus jurdico de los militares, olvidando
-lo repetimos por su importancia- que nuestra primera Constitucin, la de 1823,
los defina como "ciudadanos con el uniforme de la Patria". As consideradas
las cosas, entendemos que, en consonancia con la reforma aprobada, debiera
ms bien revisarse o, mejor dicho, revitalizarse la idea fundacional del "militar
como ciudadano".
Lo anterior nos lleva a sostener que desde el punto de vista normativo, una
primera idea salta a la vista: el reconocimiento constitucional de los derechos
ciudadanos es el mejor escenario para el desarrollo de la ciudadana plena. La
democracia representativa y la participacin activa resultan determinantes para
su consolidacin.
En consecuencia, consideramos vital el definir si lo militares son o no
ciudadanos con derechos y con deberes.
Recientemente, el concepto de ciudadana aparece vinculado a los derechos
humanos internacionalmente reconocidos. La naturaleza de este vnculo tiene
relacin con la "habilitacin" para poseer derechos. No podemos encontrar,
entonces, el concepto de ciudadana nicamente vinculado a la nacionalidad, ni
tampoco a las condiciones formales para su ejercicio (edad, sexo, idioma o
profesin). El Derecho Internacional de los Derechos Humanos explica que
todo ser humano tiene derechos por el solo hecho de ser tal. Si revisamos los
textos ms modernos sobre la materia, encontramos que las condiciones para
819 AGERO, Felipe. Educacin militar y democratizacin. En: ''Educacin
militar en democracia". Instituto de Defensa Legal. Serie Democracia y Fuerza
Armada. Lima, 2005, p. 19.
Creemos por ello que la reforma constitucional sobre esta materia -felizmente
ya concluida- ha enfocado bien todos estos factores. No coincidimos con las
reservas doctrinarias que relacionan este "no derecho" con la disciplina o con el
concepto de "no deliberancia" igualmente inherentes a la formacin militar. Ello
por una simple constatacin de hecho: existen otros sectores, funcionarios o
servidores del Estado -magistrados, diplomticos, empleados pblicos de
confianza- que pertenecen a instituciones jerarquizadas y disciplinadas y que
estn impedidos de afiliarse a un partido o de realizar proselitismo poltico.
Idntica consideracin cabe con los militares, pues ahora pueden votar y estn
al mismo tiempo impedidos, como otros funcionarios, de ejercer actividad
poltico-partidaria y participar en el proselitismo poltico. Ciudadana y derecho
al voto, son pues, elementos de indisoluble relacin.
DOCTRINA
AGERO, Felipe. Educacin militar y democratizacin. En: "Educacin militar
en democracia". Instituto de Defensa Legal. Serie Democracia y Fuerza
Armada, Lima, 2005; CARBONELL, Miguel. Estudio preliminar. La igualdad y
los derechos humanos. En: "El principio constitucional de igualdad". Miguel
Carbonell, compilador. Comisin Nacional de los Derechos Humanos, Mxico,
agosto, 2003;
HESSE, Conrado. Significado de los derechos fundamentales. En: "Manual de
Derecho Constitucional". Instituto Vasco de Administracin Pblica. Marcial
Pons Ediciones Jurdicas y Sociales, Madrid, 1996; VAN BOVEN, Theo. El
proceso de internacionalizacin de los derechos humanos. En: "Estudios sobre
derechos humanos". Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San Jos
de Costa Rica, 1994.
Artculo 35
Partidos y otras organizaciones polticas
Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a travs de
organizaciones polticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a
ley. Tales organizaciones concurren a la formacin y manifestacin de la
voluntad popular. Su inscripcin en el registro correspondiente les concede
personalidad jurdica.
La ley establece normas orientadas a asegurar el funcionamiento democrtico
de los partidos polticos, y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos
econmicos y el acceso gratuito a los medios de comunicacin social de
propiedad del Estado en forma proporcional al ltimo resultado electoral
general.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 13), 30, 200 inc. 2);
C.P.Ct.: art. 37 inc 22);
Ley 28094;
D.U.D.H.: arts. 20,21;
P.I.D.C.P.: art. 25;
C.A.D.H.: art. 23
Jorge Del Castillo Glvez
Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a travs de
organizaciones polticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a
ley. Tales organizaciones concurren a la formacin y manifestacin de la
voluntad popular. Su inscripcin en el registro correspondiente les concede
personalidad jurdica.
La ley establece normas orientadas a asegurar el funcionamiento democrtico
de los partidos polticos, y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos
econmicos y el acceso gratuito a los medios de comunicacin social de
propiedad del Estado en forma proporcional al ltimo resultado electoral
general.
De la lectura de este artculo se puede inferir la presencia de dos derechos: el
de participacin y el de asociacin poltica. El ciudadano, como miembro de
una comunidad poltica, tiene derecho a participar en la toma de decisiones
sobre los designios del pas. Si bien es cierto el trmino "participar" es amplio y
se presta a distintas interpretaciones, en el presente caso nos estamos
refiriendo al ciudadano como partcipe de las fuerzas vivas de la sociedad a
travs de cuerpos intermedios. En lo que respecta al derecho de asociacin
poltica, se debe entender que en virtud de este el ordenamiento legal
imperante en el Estado tiene la obligacin de garantizar la fundacin libre de
los partidos polticos.
Innumerables veces la historia nos ha revelado que el rgimen republicano
adoptado por el Per se ha visto perturbado por la imposicin de dictaduras,
Artculo 36
Asilo poltico
El Estado reconoce el asilo politico. Acepta la calificacion del asilado que otorga
el gobierno asante. En caso de expulsron, no se entrega al asilado al pas
cuyo gobierno lo persigue.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 37,200 ne. 1); C.P.ET.: art. 25 inc.
25); C.P.: art. 30 ne. 2); D.D.D.H.: art. 14; C.A.D.H.: art. 22 ne. 7)
Javier Valle-Riestra
1. El asilo poltico
Entre las grandes reacciones histricas en defensa del asilo aparece la
vanguardista Ley de Asilo, N 27840, cuyo proyecto fue preparado por Luis
Gonzlez-Posada y aprobado por el actual Congreso. La definicin del asilo, la
distincin entre el asilo diplomtico yel territorial, los derechos del asilado, su
inmunidad, la proteccin a su familia, etc. hacen de esta normativa, una leymodelo. Contribuye a dejar sentada, refrendatoriamente, la lnea democrtica
de nuestra Repblica: la del derecho del pas asilante de calificar y conceder el
asilo; pese a las falacias que embajadores fascistas y juristas prevaricadores
sostuvieron en La Haya contra el asilo diplomtico en la Embajada de Colombia
(1949-1954) de Vctor Ral Haya de la Torre. Inclusive, para vergenza de los
rbulas proodristas, debiera el Parlamento emprender la tarea de reproducir,
juntamente con los alegatos colombianos, los talmdicos informes forenses de
la tirana del general Odra.
2. Alfredo V squez Carrizosa
Pero all estn los nombres de Zuleta ngel, ex ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia: de su agente, el internacionalista Jos Mara Ypez, y
de ese gran tribuno que, joven entonces, sacudi los estrados del Tribunal de
La Haya con sus plaidories o alegatos sostenidos oralmente a partir del 26 de
septiembre de mil novecientos cincuenta: Alfredo Vsquez Carrizosa, abogado,
doctor en Derecho, de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, ex ministro
de Relaciones Exteriores de su pas, experto en derecho del mar, pero, sobre
todo, uno de los ms firmes defensores de los derechos del Hombre, en que,
por gonfaloniero recibi vituperios.
Veo a Alfredo Vsquez Carrizosa como el gran gladiador del torneo jurdico en
pro de Haya. Puso sangre en la doctrina que defenda desde el podium forense
del tribunal ms alto de la tierra. De la primera parte o exordio de su informe
oral, sostenido en perfecto francs, fueron las siguientes palabras:
"El 3 de enero de 1949, hacia las nueve de la noche, un hombre cuyas
intenciones nadie poda suponer, se present en la Av. Arequipa, en la sede de
826 El asilado silencioso. Antologa del caso Haya de la Torre. Editorial Preri
S.A. Mxico DE, 1952, pp. 205 Y ss.
827 ZAVALA ALVAREZ, Amalia. La Corte Internacional de Justicia y el asilo
diplomtico. Tesis profesional. Mxico, 1952, p. 88
831 HAYA DE LA TORRE, Vctor Ral. Obras completas. Editorial Jurdica S.A., Tomo III, 1976,
pp. 244 Y ss.
Extradicin
Artculo 37
La extradicin solo se concede por el Poder Ejecutivo previo informe de la
Corte Suprema, en cumplimiento de la ley r de los tratados, r segn el principio
de reciprocidad.
No se concede extradicin si se considera que ha sido solicitada con el fin de
perseguir o castigar por motivo de religin, nacionalidad, opinin o raza.
Quedan excluidos de la extradicin los perseguidos por delitos polticos o por
hechos conexos con ellos. No se consideran tales el genocidio ni el magnicidio
ni el terrorismo.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2),36;
C.P.: arts. 2 inc. 5),4;
D.U.D.H.: art. 18;
P.I.D.C.P.: arts. 13,18, 27;
C.A.D.H.: arts. 12,22.8
Javier Valle-Riestra
Este artculo repite el texto que yo propuse en la Asamblea Constituyente de
1978-1979 y que se incorpor como numeral 1 09. Es reiteracin de lo
sostenido en los tratados multilaterales y bilaterales de extradicin a europeos
e hispanoamericanos de los ltimos veinticinco aos. No procede la extradicin
en delitos polticos ni en delitos comunes real o supuestamente acontecidos si
se solicitan por motivos polticos -permtanme la tautologa-, religiosos,
nacionalistas, racistas o de opinin.
Si la extradicin est entre las angustias de los juristas no es para evitar la
entrega de quien ha delinquido al Estado de la comisin del delito o forum
delicti comissi. No se trata de promulgar una Charla Magna para el delincuente.
El ideal es el juzgamiento del prfugo en el territorio donde delinqui o la
aplicacin del precepto grociano aud dedere aud punire, entregar o juzgar, lo
cual pertenece a la lex ferenda, al futuro, porque hasta hoy no se ha acuado el
ideal de Beccaria de dulcificar los castigos, confinar el poder arbitrario, adecuar
las leyes a los derechos humanos y superar fronteras.
No es as puntual la afirmacin de Pinheiro-Ferreira de considerar a la
extradicin "institucin anticuada y en vas de desaparicin". El mecanismo de
entre ayuda penal internacional mantendr su validez mientras no exista un
estndar democrtico en la comunidad internacional. Deberemos, entre tanto,
como quiere Quintano Ripolls, velar por impedir "las ms arbitrarias y aun
criminales actividades poltico-policiacas" bajo el amparo del prestigio de la
institucin extradicional que es, o debe ser, eminentemente jurdica 832.
832 QUINTANO RIPOLLS, Antonio. Tratado de Derecho Penal Internaaonal e Internacional
Penal Tomo II, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas. Instituto "Francisco de Vitoria".
G.E.H.A. Alfonso XII s.n., Sevilla, Madrid, 1957, p. 196.
Defensa de la Constitucin
Artculo 38
Todos los peruarws tienen el deber de Iwnrar al Per y de proteger los
intereses nacionales, asi como de respetar, cumplir y defender la Constitucion y
el ordenamiento juridico de la Nacion.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 30, 46;
C.P.: arts. 325 y ss., 346 y ss.;
D.U.D.H.: art. 15;
C.A.D.H.: arts. 20 y 32.1
Javier Valle-Riestra
1. Introduccin
Tiene su ancestro en el artculo 14 de la Constitucin de 1823 que haca
indigno el nombre de peruano al que no fuera religioso, no amase a la Patria,
no fuera justo y benfico, faltara al decoro nacional, no cumpliera con lo que se
debe a s mismo. O el de la efmeramente vitalicia de 1826 que preceptuaba
como deber de todo peruano "sacrificar sus bienes y su vida misma, cuando lo
exija la salud de la Repblica".
Pero, el artculo evidentemente que es declamatorio y platnico si no se le
conjuga con el derecho de insurgencia, que pese a ser de derecho natural y no
exigir ley escrita lo introdujo el constituyente Alfonso Ramos Alva, gran aprista,
como artculo 82 en la ultrademocrtica Carta de 1979: "El pueblo tiene
derecho de insurgir en defensa del orden constitucional". Por eso vaya relatar
el caso del general Jaime Salinas Sed, a quien tuve el honor de defender en
la justicia militar en los aciagos das del golpe militar del 5 de abril de 1992.
2. El caso del general Salinas
Esta causa no fue una causa de Derecho Penal sino de Derecho
Constitucional.
y lo fue porque los all condenados actuaron legitimados por los artculos 82 y
307 . de la Constitucin de 1979, que autorizan a cualquier persona, investida o
no de autoridad, a contribuir a la restauracin del orden jurdico quebrantado
por el usurpador, en virtud del derecho de insurgencia.
Algunos se han atrevido a afirmar que el derecho de insurgencia es un derecho
invocable solamente por los civiles. Si as fuera, sera un derecho castrado. La
Constitucin de 1979 dice "el pueblo" y del mismo forman parte civiles y
militares. No necesitbamos tampoco que la Constitucin lo dijera porque el
derecho de resistencia a la opresin no es obra del derecho positivo sino del
derecho natural, aunque sea la Declaracin de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789, el primer texto que lo reconoce.
sin xito) y el delito consumado, que cumple con todos los elementos del tipo
penal.
Los conjurados solo estuvieron, reitero, en la etapa preconspirativa. Y existe un
aforismo: "cogitationes paenam nemo patitur", las ideas no delinquen. El
Cdigo de] usticia Militar declara impunes a los actos preparatorios, posteriores
a la conspiracin, salvo que haya habido confabulacin; y aqu no hubo
confabulacin porque no hubo concierto sino indecisin, abulia, polmica,
deserciones y hasta agentes provocadores; como lo dice ]imnez de Asa lo
que primero reclama la ley en la conspiracin es el concierto de voluntades;
una decisin de ejecutar el delito; es decir, que no solo estn concordes sino
resueltas a realizar el hecho. Agrega el Maestro: "Si esta decisin no se ha
tomado seriamente, resulta dudoso que exista conspiracin"; incluso aquello
sobre lo que se ha decidido de modo categrico, si se aplaza sine die.
Rodrguez Devesa, profesor de Derecho penal militar y coronel togado del
Ejrcito espaol dice:
"Mientras no se toma, o adopta, la decisin de cometer el delito, no hay
todava, tcnicamente, conspiracin. La mera iniciativa de deliberar sobre si se
comete un delito o no, tampoco es punible ttulo de proposicin; y conspiracin
no hay, porque falta la resolucin conjunta".
Odofredo (1265), hace siete siglos, broquel las relaciones entre el elemento
interno y el externo. Las transcribo para ubicar en qu etapa estuvieron Salinas
y sus camaradas de armas:
1: Quien piensa delinquir, acta y perfecciona (delito consumado); 2: Quien
piensa y acta y no perfecciona (tentativa); 3: Quien piensa, pero no acta y no
perfecciona (preconspiracin); 4: Quien acta y perfecciona sin pensar (delito
preterintencional, el caso fortuito, etc.); 5: Quien no piensa, no acta, ni
perfecciona (un hecho atpico, indiferente).
El caso submateria es el tercero, por lo tanto impune y atpico; no poda
alegarse que Salinas, Vctor Obando, Pastor Vives, Soriano Morgan o Carmona
debieron denunciar sus conversaciones simplemente porque son retirados,
apartados definitivamente del servicio, no sometibles a la justicia castrense
segn deca la Ley de Situacin Militar (artculo 12) y por lo tanto -segn la
Constitucin, artculo 282-, sometibles al fuero comn por no poder perpetrar
delito de funcin, ya que, precisamente, carecen de actividad alguna. Estn
apartados definitivamente del servicio.
No tena la Sala ms alternativa que absolver con todos los pronunciamientos
favorables o anular el fallo de la Sala de Guerra y disponer nuevo juicio porque
ese Tribunal no vot en la sentencia las cuestiones de hecho propuestas por la
defensa y porque se ha violado la instancia plural del inciso 18, artculo 233 de
la Constitucin, ya que una excepcin de naturaleza de accin propuesta por
mi, y que deba por atipicidad archivar el caso sin juicio, no fue votada por
dicha Sala.
CAPTULO IV
DE LA FUNCION PBLICA
Artculo 39
Funcionarios y trabajadores pblicos
Todos los funcionarios y trabajadores pblicos estn al seroicio de la Nacin. El
Presidente de la Repblica tiene la ms alta jerarqua en el seroicio a la Nacin
y, en ese orden, los representantes al Congreso, ministros de Estado,
miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo Nacional de la
Magistratura, los magistrados supremos, el Fiscal de la Nacin y el Defensor
del Pueblo, en igual categora; y los representantes de organismos
descentralizados y alcaldes, de acuerdo a ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 40, 41, 42;
C.C.: art. 38;
C.P.: arts.
361 y ss., 425;
Ley 28212;
D. Leg. 216;
D. U.D.H.: art. 21.2;
P.I.D.C.P.: art. 25;
C.A.D.H.: art. 23
Jos Antonio Arstegui Hirano
1. Antecedentes
El artculo constitucional bajo comentario describe concretamente dos
aspectos, uno de los cuales se refiere a quienes se encuentran al servicio de la
Nacin, y de otro lado, la jerarqua que debe existir dentro del referido servicio.
Respecto al primer tema, advertimos algunos antecedentes constitucionales y
legales sobre la denominacin que asume nuestra actual Constitucin, las
mismas que datan desde la Constitucin de 1828 y se prolongan hasta la de
1933, siendo una constante el referirse a quien laboraba en la Administracin
Pblica como "funcionario o empleado pblico".
Posteriormente, los artculos 58 y 60 de la Constitucin de 1979 sustituyen el
concepto de "empleado pblico" por el de "servidor pblico" y determina por
primera vez en un texto constitucional la jerarqua funcional en la
administracin pblica, encabezada por el Presidente de la Repblica. Sobre
dicha base constitucional, se expidi el Decreto Legislativo N 276, Ley de
Bases de la Carrera Administrativa y de Remuneraciones del Sector Pblico del
Como observamos, las definiciones que brindan estas dos Convenciones son
muy amplias y comprenden a cualquier funcionario, empleado o servidor que
desempea actividades o funciones pblicas, involucrando en el desarrollo de
sus textos una connotacin penal, y que si bien ha sido aprobado y ratificado
por el Per, sostenemos que tal tendencia debera rescatarse en esencia, a
efectos de adoptar una moderna definicin dentro del Derecho Administrativo
nacional, y por ende, en una reforma constitucional.
De otro lado, el ao 2004 el Congreso de la Repblica sancion la Ley N
28212, Ley que desarrolla el artculo 39 de la Constitucin Poltica en lo que se
refiere a la jerarqua y remuneraciones de los altos funcionarios y autoridades
del Estado, que luego fue sujeta a la interposicin de una accin de
inconstitucionalidad resuelta por el Tribunal Constitucional en marzo del
2005858, en la que se indic que la norma legal cuestionada no constituye
propiamente una de desarrollo constitucional.
En efecto, si bien la Ley N 28212 no constituye, a criterio del Tribunal
Constitucional, una disposicin de desarrollo constitucional, incorpora una
nueva denominacin a los conceptos antes expresados, tal como "altos
funcionarios"859, generando aparentemente una categora no prevista dentro de
las clasificaciones del trmino "funcionario pblico", y detallando
acertadamente y con precisin el orden jerrquico que la propia Constitucin no
abord a plenitud.
Por tanto, el concepto de "funcionario pblico" es uno de los ms imprecisos
que existen en la doctrina, debido principalmente a la discrepancia existente
entre su sentido tcnico y su sentido vulgar, as como a los diversos criterios
que se emplean en las diversas legislaciones. En la mayora de los pases,
"empleado pblico" es sinnimo de "funcionario pblico", y en algunas
repblicas hispanoamericanas, el "funcionario" implica el ejercicio de mando
cualificado, y "empleado pblico" se entiende tan solo los peldaos iniciales e
intermedios en la jerarqua administrativa oficial 860, es decir, el empleado no
representa al Estado, no exterioriza la autoridad ni la voluntad del Estado 861,
convirtindose luego en funcionario cuando se inviste de autoridad por
designacin.
Consecuentemente, podemos sostener que el trmino "funcionario" que
consigna nuestro Texto Constitucional alude fundamentalmente a labores de
preeminencia poltica o representacin del Estado, ejercidos por eleccin,
nombramiento o designacin. Sin embargo, tal como lo sostuvimos
858 Expediente N 0038-2004-AI/TC. Sentencia de fecha 8 de marzo de 2005
859 Este nuevo concepto comienza a emplearse con la Ley N 27588, Ley que
establece prohibiciones e incompatibilidades de funcionarios y servidores
pblicos, reiterado en la Ley N 27594, Ley que regula la participacin del
Poder Ejecutivo en el nombramiento y designacin de funcionarios pblicos
860 CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopdico de Derecho Usual
Tomo 111, Editorial Heliasta, Buenos Aires, 1984, p. 424
861 BIELSA, Rafael. La funcin pblica. Roque Depalma Editor, Buenos Aires,
1960, p. 191
Artculo 40
La carrera administrativa
La ley regula el ingreso a la carrera administrativa, y los derechos, deberes y
responsabilidades de los servidores pblicos. No estn comprendidos en dicha
carrera los funcionarios que desempean cargos polticos o de confianza.
Ningn funcionario o servidor pblico puede desempear ms de un empleo o
cargo pblico remunerado, con excepcin de uno ms por funcin docente. No
estn comprendidos en la funcin pblica los trabajadores de las empresas del
Estado o de sociedades de economa mixta.
Es obligatoria la publicacin peridica en el diario oficial de los ingresos que,
por todo concepto, perciben los altos funcionarios, y otros servidores pblicos
que seala la ley, en raz6n de sus cargos.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 15, 41, 92;
C.P.: art. 382 y ss;
L.O.P.].: art. 184 incs. 8), 15);
D.U.D.H.: art. 21.2;
P.I.D.C.P.: art. 25 inc. e);
C.A.D.H.: art. 23.1 inc. e)
Juan Carlos Morn Urbina
1. Aspectos generales
La absoluta impropiedad con que fue redactado el Captulo IV del Ttulo 1 de la
Constitucin Poltica del Per, se manifiesta tambin en el presente artculo.
Para empezar, es titulado "De la Funcin Pblica", cuando se refiere
-concretamente- a los funcionarios y servidores pblicos. Luego, a su interior,
emplea indistintamente y de manera desprolija, los trminos "funcionarios
pblicos" "trabajadores pblicos", "servidores pblicos", "altos funcionarios", lo
cual ha conducido a que la legislacin de desarrollo opte por dar definiciones
dismiles a cada uno de estos conceptos, e incluso atribuir contenidos diversos
a un mismo trmino (por ejemplo a "funcionario pblico") segn sea el contexto
en el cual se aplica (por ejemplo, para fines de la comisin de delitos, de la
carrera administrativa, de la aplicacin de las normas de control, o de
contrataciones y adquisiciones del Estado).
En este estado de cosas, el artculo bajo comento no contribuye a dilucidar
algunas de las controversias existentes, puesto que si bien opta,
aparentemente, por una distincin clsica entre funcionarios y servidores
pblicos, luego alude a los "trabajadores de las empresas del Estado" para
excluidos de la funcin publica869, y luego diferencia al interior de la categora
869 Resulta un contrasentido afIrmar que un funcionario de una empresa de!
Estado de derecho pblico (ej. FONAFE) o de derecho privado (pETROPERU,
SEDAPAL, ENAPU, etc.) no cumple una funcin pblica, cuando cumplen un
servicio pblico, sus designaciones provienen de los actos de designacin de la
Para cautelar la vigencia del derecho luego del acceso a la funcin, las
causales de separacin deben ser expresadas en la legislacin, la
interpretacin para su aplicacin, ha de ser del modo que menos restrinja la
existencia de este derecho.
3. La prohibicin constitucional de acumulacin de empleos y cargos pblicos
remunerados
Contrariamente a lo que podra pensarse inadvertidamente, la norma tiene
larga data en nuestro Derecho Constitucional. La prohibicin apareci en la
Constitucin de 1920 (artculo 12), que estableci: "Nadie podr gozar ms de
un sueldo o emolumento del Estado sea cual fuese el empleo o funcin que
ejerza. Los sueldos o emolumentos pagaderos por instituciones locales o por
sociedades dependientes en cualquiera forma del Gobierno, estn incluidos en
la prohibicin". Luego, la Constitucin Poltica de 1933 (artculo 18) ratifica la
decisin con el siguiente texto: "Nadie puede percibir ms de un sueldo o
emolumento del Estado, cualquiera que sea su funcin o empleo, salvo uno
ms por razn de la enseanza. Los sueldos o emolumentos pagaderos por
corporaciones locales o por sociedades dependientes de cualquier forma del
Poder Ejecutivo, estn incluidos en esta prohibicin" 871.
Posteriormente, la Constitucin Poltica de 1979 (artculo 58), ratific que:
"Ningn funcionario o servidor pblico puede desempear mas de un empleo o
cargo pblico remunerado, con excepcin de uno ms por funcin docente". A
su sombra fue dictado el artculo 7 del D. Leg. N 276, Ley de Bases de la
Carrera Pblica y del Sistema nico de Remuneraciones estableciendo que:
"Ningn servidor pblico puede desempear ms de un empleo o cargo pblico
remunerado, inclusive en las empresas de propiedad directa o indirecta del
Estado o de economa mixta. (..) La nica excepcin a ambos principios est
constituida por la funcin educativa en la cual es compatible la percepcin de
pensin y remuneracin excepcional". En va reglamentaria, el artculo 139 del
D.S. N 005-90-PCM dispuso que: "Mientras dure su relacin laboral con la
Administracin Pblica, a travs de una entidad, tanto los funcionarios como los
servidores estn impedidos para desempear otro empleo remunerado y/o
suscribir contrato de locacin de servicios bajo cualquier modalidad con otra
entidad pblica o empresa del Estado, salvo para el desempeo de un cargo
docente".
Nos encontramos frente a una prohibicin que ha sido asimilada a las
incompatibilidades funcionales, sin serio verdaderamente, pues a diferencia de
ellas, la no acumulacin de cargos remunerados es una absoluta incapacidad
de goce para generar una segunda relacin jurdica retribuida con el Estado.
En efecto, se dice que es connatural a la capacidad para establecer una
relacin de empleo pblico, que solo pueda ser provista una funcin pblica por
alguna persona natural que no ejerza otra funcin pblica o privada con la que
871 El Anteproyecto de Constitucin elaborado por la Comisin Villarn, contena un texto con
el mismo propsito en los siguientes trminos: "Ningn empleado pblico podr servir ms de
un cargo ni percibir ms de un sueldo del Estado, salvo las excepciones establecidas por la Ley
por motivo de inters pblico".
872 DIEZ, Manuel Mara. DerechoAdministrativo. Tomo IIl, Editorial Plus Ultra,
Buenos Aires, p. 566
Como bien establece Sayagus Laso 873, hay que distinguir la acumulacin de
cargos, de sueldos y de funciones pblicas, pues son supuestos distintos, que
pueden coexistir o no segn los casos. La acumulacin de cargos apareja
generalmente la acumulacin de sueldos. Pero esto puede no ocurrir si uno de
los cargos es honorario o cuando la acumulacin procede pero a condicin de
cobrar un solo sueldo. En cuanto a la acumulacin de funciones, no siempre
implica ejercicio simultneo de dos cargos pblicos.
En nuestro caso, el legislador constituyente de 1993 ha prohibido el segundo
ingreso por parte del Estado, lo que comnmente se denominaba la "doble
percepcin". Para esto, ha prohibido el segundo ingreso cualquiera sea su
denominacin, incluyendo expresamente, la remuneracin, retribucin,
emolumento, y las dietas. En este sentido, ha avanzado ms que las normas
preexistentes, que se satisfacan con prohibir el segundo cargo remunerado, lo
cual no inclua cuando se trataba simplemente de una funcin y no un cargo
propiamente, si se retribua con una contraprestacin no remunerativa, o
simplemente, si no se perciba una remuneracin por este cargo (los
denominados ad honrem).
La excepcin de un ingreso adicional por funcin docente apareci
conjuntamente con la restriccin misma. Segn el debate constituyente del ao
1931, la excepcin se sustent en una doble necesidad: i) La inconveniencia
del Estado de privarse de buenos -e incluso insustituibles- docentes, por el solo
hecho de ocupar alguna otra funcin publica; y, ii) Los exiguos emolumentos de
los docentes estatales, que haca necesario autorizarles al pluriempleo. Se
deca incluso -en afirmacin totalmente actual- que si la prohibicin se aplicara
sin excepciones, extensas zonas del pas se quedaran sin maestros, pues de
ordinario son tambin profesionales o tcnicos en otras dependencias locales.
Ahora bien, la situacin excepcional debe satisfacer tres exigencias 874.
Por la exigencia de la actividad docente, el segundo ingreso autorizado debe
provenir del desempeo de funciones docentes estricto sensu cumplidas en
una entidad pblica (docencia universitaria, escolar, tcnica, etc.). Por la
exigencia de compatibilidad de regmenes jurdicos, es necesario tambin que
el rgimen jurdico aplicable a la funcin docente permita su coexistencia con
otra tarea. En estricto, no es aplicable la excepcin si por la jerarqua o
importancia de la labor docente implica un rgimen de dedicacin exclusiva o a
tiempo completo. Finalmente, por la exigencia de compatibilidad horaria, debe
tenerse presente que el desempeo de la segunda labor no perturbe la
dedicacin y contraccin al servicio requerida por la primera funcin. Por tanto,
873
874 La normativa brasilea agrega para la procedencia del segundo ingreso la
exigencia de "correlacin de materias", entendida como la necesidad que la
labor docente verse sobre alguna materia vinculada con la actividad pblica, de
suerte que no es procedente la acumulacin cuando la funcin docente verse
en materias ajenas al primer cargo. Con este requisito se busca controlar que
el segundo empleo no se convierta en un simple medio para la obtencin de
recursos, y que ms bien se preserve como un mecanismo para aprovechar las
capacidades pblicas, en funcin de la idoneidad de la persona
Artculo 41
Responsabilidad de los funcionarios y servidores pblicos
Los funcionarios y servidores pblicos que seala la ley o que administran o
manejan fondos del Estado o de organismos sostenidos por este deben hacer
declaracin jurada de bienes y rentas al tomar posesin de sus cargos, durante
su ejercicio y al cesar en los mismos. La respectiva publicacin se realiza en el
diario oficial en la forma y condiciones que seala la ley.
Cuando se presume enriquecimiento ilcito, el Fiscal de la Nacin, por denuncia
de terceros o de oficio, formula cargos ante el Poder Judicial.
La ley establece la responsabilidad de los funcionarios y servidores pblicos,
as como el plazo de su inhabilitacin para la funcin pblica.
El plazo de prescripcin se duplica en caso de delitos cometidos contra el
patrimonio del Estado.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 40, 76, 92;
C.C.: arts. VII, VIII;
C.P.: arts. 36 me. 1),2), 38, 39,80;
L.O.P.J.:
arts. 105, 184 me. 15);
L.O.M.P.: att. 80;
D. Leg. 276: arts. 22, 25, 34;
D.S. 005-90PCM: arts. 150, 163;
D.U.D.H.: art. 21.2;
P.I.D.C.P.: art. 25 me. e);
C.A.D.H.: arts. 23.1 me. e), 32
Christian Guzmn Napur
1. Introduccin
En el mbito administrativo, y en especial en el contexto del control
administrativo y el comportamiento de los funcionarios pblicos, existen dos
conceptos de particular importancia. Uno de ellos es el de la responsabilidad,
por la cual los funcionarios y servidores pblicos deben asumir las
consecuencias de sus actos al interior del Estado. Asimismo, la doctrina y las
normas legales hacen referencia a un concepto adicional que es el de la
llamada "responsabilidad" (traduccin del ingls accountability) y que hace
referencia a la obligacin del funcionario o servidor de dar cuenta de sus actos.
El Titular, los funcionarios y servidores deben rendir cuenta ante las
autoridades competentes y ante el pblico por los fondos o bienes del Estado a
su cargo y/o por una misin u objetivo encomendado.
Y es que el Titular de la entidad de la que se trate, los funcionarios y los
servidores pblicos tienen el deber de desempear sus funciones con eficacia,
economa, eficiencia, transparencia y licitud, a lo cual debe agregarse que
desempean el cargo en representacin de la poblacin. Los Titulares,
servidores y funcionarios pblicos tienen el deber permanente, personal e
Artculo 42
Derechos de sindicacin y huelga de los servidores pblicos
Se reconocen los derechos de sindicacin y huelga de los servidores pblicos.
No estn comprendidos los funcionarios del Estado con poder de decisin y los
que desempean cargos de confianza o de direccin, as como los miembros
de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 20); 24, 28, 40,41;
C.P.: art. 168 inc. 1);
D. Leg. 276: arts. 24, 44;
D.D.D.H.: arts. 20, 23;
P.I.D.C.P.: art. 22.2;
P.I.D.E.S.C.: art. 8.2;
C.A.D.H.: art. 16.3
Carlos E. Margary Brignole
Si nos detenemos un instante para revisar con algo de atencin el texto
consagrado en la actual Constitucin peruana, podremos advertir que el
Derecho del Trabajo ha merecido de parte del Derecho Constitucional una
atencin importante, incluso, usando palabras de Rodrguez-Piero, mayor y
ms intensa que otras ramas del Derecho 883. La constitucionalizacin del
Derecho del Trabajo, y con ello la consagracin de diversos enunciados de
carcter social en la Carta Magna, ha permitido que se reconozca un espacio
relevante para las relaciones laborales, lo que constituye un logro de innegable
valor, pues es a travs de dicho evento como se ha generado un marco jurdico
fundamental para la estructura y funcionamiento de dichas relaciones y en
virtud del cual, adems, se sientan las bases mismas del Derecho del
Trabajo884.
De esta forma, aun cuando nuestra actual Constitucin no consagra en su
texto, derechos fundamentales de naturaleza estrictamente laboral, como s lo
hace, por ejemplo, la Constitucin espaola, al precisar en su artculo 28 que
todos tienen derecho a sindicarse y a ejercer el derecho de huelga 885, aquella s
883 RODRGUEZ-PIERO y BRAVO-FERRER, Miguel. En el prlogo a la obra
de DURN LOPEZ, Federico. Jurisprudencia constitucionaly Derecho del
Trabajo. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1992, p. 1 t.
884 RODRGUEZ PIERO y BRAVO-FERRER, Miguel. Justicia constitucional y relaciones
laborales. En: "Temas Laborales". Nmero 19-20, 1991, p. 12.
885 Constitucin espaola: "Artculo 28.- 1) Todos tienen derecho a sindicarse
libremente. La ley podr limitar o exceptuar el ejercicio de este derecho a las
Fuerzas o Institutos Armados o a los dems cuerpos sometidos a disciplina
militar y regular las peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios
pblicos. La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y a
afiliarse al de su eleccin, as como el derecho de los sindicatos a formar
confederaciones y a formar organizaciones sindicales internacionales o a
Llegados a este punto, no podemos sino confirmar que los derechos laborales
tambin se han extendido al sector pblico por efecto de los cambios sociales,
el reconocimiento de la ciudadana del trabajador y el innegable aporte del
Derecho del Trabajo. No podemos confirmar, sin embargo, que tales derechos
se hayan otorgado sin especiales restricciones o limitaciones cuando de los
servidores y funcionarios pblicos se trata. Y es que, ciertamente, esta dotacin
de derechos, tratndose de los servidores pblicos, no vendr asignada por el
contrato de trabajo, sino por un acto administrativo supeditado al Derecho
Pblico. Baste en este sentido revisar la normativa legal que ha existido 889 y la
que probablemente exista en el futuro 890, para entender las grandes asimetras
que existen entre los derechos y obligaciones del servidor, frente a aquellos
que le corresponde al Estado-empleador.
No estamos pues, frente a una relacin en la que el individuo cuente con la
libertad de negociar sus condiciones contractuales. La relacin laboral del
servidor se instala bajo las limitaciones de la soberana de la voluntad, que si
bien aplicables en el mercado privado, no lo son as dentro del mbito pblico,
en donde ser la Administracin, la que desde un principio establezca, en
funcin del ya conocido inters pblico, la determinacin unilateral de las
condiciones del servicio891.
Ahora bien, estemos o no a favor de un rgimen estatutario en el cual el
Estado-empleador se impone como un "administrador del contrato de trabajo",
disponiendo sus cauces y lineamientos, lo cierto es que nos enfrentamos a una
relacin jurdica bastante especial, en la que se encuentran presentes algunas
limitaciones que, en ciertos supuestos, como los prescritos por el artculo 42 de
la Constitucin, no podran ser tildado s de excesivos, tal como veremos.
En efecto, tal como se desprende del artculo bajo comentario, no se reconocen
los derechos de sindicacin y huelga a los funcionarios del Estado con poder
de decisin y a los que desempean cargos de confianza o de direccin, as
como a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional. Cabe
indicar que en igual sentido se pronunciaba el artculo 61 de la Constitucin de
1979, con algunas variaciones, como lo es la inclusin de los cargos de
direccin, ahora s regulado.
Se advierte pues, que en virtud del texto constitucional, y al contrario de lo que
ocurre con el grueso de personas que laboran en la funcin pblica, existe un
grupo especfico892 a los que, no obstante prestar sus servicios al Estado, se les
sustrae de determinados derechos que s les asiste a otros vinculados al
889 Entre otros, el Decreto Legislativo N 276 de 24 de marzo de 1984 y el
Decreto Supremo N 00590-PCM de 18 de enero de 1990 antes citados.
890 Se advierte as del ahora dictamen del Proyecto de Ley General del
Empleo Pblico, que integra los proyectos de Ley de Carrera Administrativa,
Gestin en el Empleo, de Funcionarios Pblicos y Personal de Confianza y de
Incompatibilidades y Responsabilidades, gestionado por la Ley N 27658, Ley
Marco de Modernizacin de la Gestin del Estado, y que a la fecha de esta
publicacin se encuentra en el Congreso para su revisin
891 VALDS DAL-R, Fernando. Contrato de trabajo, empleo pblico y
negociacin colectiva. En: "Relaciones Laborales". N 2, 2005, pp. 6-7
Por ltimo, en lo que toca referir a este artculo, cabra sealar que a diferencia
de lo prescrito por el artculo 28 de la Constitucin, aplicable a los trabajadores
que prestan servicios bajo el rgimen de la actividad privada, sea que laboren
en el sector privado o pblico, el artculo 42 no hace referencia al derecho a la
negociacin colectiva de los servidores pblicos, dejando este derecho en
manos de la regulacin infraconstitucional. Cabe indicar que esta misma
exclusin se dio bajo los alcances del artculo 61 de la Constitucin de 1979.
Sin desconocer las razones de carcter presupuestario que afectan de manera
importante la negociacin colectiva del sector pblico y lo someten a las leyes
de la materia, lo cierto es que no existe una razn para que dicho derecho se
excluya del alcance constitucional, mxime cuando el Per forma parte del
Convenio 151 de la OIT que en su artculo 7 prev el estmulo y el fomento del
"pleno desarrollo y utilizacin de procedimientos de negociacin entre las
autoridades pblicas competentes y las organizaciones de empleados pblicos
acerca de las condiciones de empleo, o de cualesquiera otros mtodos que
permitan a los representantes de los empleados pblicos participar en la
determinacin de dichas condiciones".
DOCTRINA
RODRIGUEZ-PIERO y BRAVO-FERRER, Miguel. En el Prlogo a la obra de
DURN LPEZ, Federico. Jurisprudencia constitucional y Derecho del Trabajo.
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1992; Rodrguez PIERO y
BRA VO-FERRER, Miguel. Justicia constitucional y relaciones laborales. En:
"Temas Laborales". Nmero 19-20, 1991; V ALDS DAL-R, Fernando.
Contrato de trabajo, empleo pblico y negociacin colectiva. En: "Relaciones
Laborales". N 2, 2005.
que hubieren ratificado dicho Convenio sobre Libertad Sindical y Proteccin del
Derecho de Sindicacin, no estn obligados a reconocer a favor de las Fuerzas
Armadas y de la Polia los derechos previstos en el Convenio. Recopilacin de
Decisiones, 1996, prrafo 220. http./ /www:;loorg/;]olex/span;sh/dip,J'stq htm
TTULO II
DEL ESTADO Y LA NACION
CAPTULO I
DEL ESTADO, LA NACIN Y EL TERRITORIO
Estado social y democrtico de Derecho actual son las mismas a que dieron
lugar en el momento en que Bodin y Hobbes elaboraron sus bases tericas.
Sin embargo, ello no nos puede llevar a desconocer la relevancia jurdica de la
soberana; pues "quien abandona, a la soberana, desconoce no slo la
realidad social, sino tambin el contenido jurdico del concepto, as como la
simple necesidad que tienen las comunidades polticas de contar con una
capacidad, competencialmente garantizada, de actuacin y configuracin" 898.
En tal sentido, se puede sealar que un Estado es soberano porque es un
poder nico dentro de sus fronteras y porque es un poder independiente en
relacin con los dems Estados899.
Por ello, se suele afirmar que la soberana posee una doble dimensin dentro
de su unidad: externa e interna. En su dimensin externa, la soberana se
manifiesta en las relaciones internacionales de los Estados, e implica para el
Estado soberano la exclusin de toda subordinacin, de toda dependencia
respecto de otros. En su manifestacin interna, la soberana significa que el
Estado posee una autoridad suprema en relacin con sus miembros o con los
que se hallan en su territorio900.
No obstante, ello no quiere decir la defensa de la soberana sea una defensa
totalmente cerrada y absoluta, sino relativa, lo cual se ve reflejada en la
necesidad de la creacin y consolidacin de estructuras e instituciones
supranacionales de ndole jurdica, poltica, econmica o cultural. Existe, pues,
un reclimensionamiento de la soberana en lo que se refiere a las relaciones
internacionales901.
Pero es en referencia a la proteccin de los derechos fundamentales en el
plano internacional donde se puede apreciar palmariamente esta relativizacin
de la soberana del Estado. De ah que un Estado no puede escudarse en su
soberana cuando se trate de la proteccin de dichos derechos; solamente una
concepcin instrumental de la soberana al servicio del ser humano puede
justificar cualquier forma de ejercicio del poder. Soberana no quiere decir, hoy,
poder absoluto del Estado, sino que se funda ms bien en la autodeterminacin
de la persona humana como elemento central de su dignidad y de su papel
898 KOTZUR, Markus. La soberana hqy. Palabras clave para un dilogo
europeo-latinoamericano sobre un atributo constitucional moderno. En:
HABERLE, Peter y KOTZUR, Markus. "De la soberana al Derecho
Constitucional comn: palabras clave para un dilogo europeo latinoamericano". Universidad Autnoma de Mxico, Mxico D.F., 2003, pp. 8788.
899 PREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho ConstitucionaL 7' edicin, Marcial
Pons, Madrid, 2000, p. 75
900 CARR DE MALBERG, R. Teora general del Estado. 2' edicin en
espaol, Fondo de Cultura Econmica, Mxico D.F., 1998, pp. 80 Y ss.;
PIZZORUSSO, Alessandro. Lecciones de Derecho ConstitucionaL Volumen 1.
Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984, p. 242.
901 LUCAS VERD, Pablo. Curso de Derecho Poltico. Volumen II, 3a edicin,
Tecnos, Madrid, 1986, p. 132
como equidad. Materiales para una teora de la justicia. Tecnos. Madrid, 1986;
RODRGUEZ MANZANO, Irene. El Tratado-marco de seguridad democrtica
en Centroamrica: un modelo para la seguridad en Amrica Latina? En:
"Aproximacin a las cuestiones de seguridad en el Continente americano".
Monografas del CESEDEN N 73, Santiago de Compostela, 2004; RUBIO
CORREA, Marcial y BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Constitucin y
sociedad poltica. 2" edicin, Mesa Redonda Editores, Lima, 1985; SMEND,
Rudolf. Constitucin y Derecho Constitucional. Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1985.
Artculo 45
Origen y ejercicio del poder estatal
El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las
limitaciones y responsabilidades que la Constitucin y las leyes establecen.
Ninguna persona, organizacin, Fuerza Armada, Polica Nacional o sector de la
poblacin puede arrogar se el ejercicio de ese poder. Hacerlo constituye
rebelin o sedicin.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 169;
C.P.: arts. 346, 347;
C.J.M.: arts. 101 y ss.;
D.D.D.H.: art. 21.3
Ray Meloni Garca
La primera parte de este artculo ratifica la doctrina poltica y la forma de
gobierno adoptada por el Estado peruano, consagrada adems expresamente
en el propio Prembulo y en el artculo 43 de nuestra Constitucin.
Dicho precepto enuncia que el poder del Estado deriva del pueblo -su
detentador originario- y que quienes lo ejercen estn sometidos a los lmites y
responsabilidades que establece el ordenamiento jurdico. Es decir, el artculo
45 corrobora que el Estado peruano es una Repblica democrtica.
Como bien afirma Marcial Rubio923, el Per ser una repblica porque tiene
organizacin basada en autoridades todas emergentes de la sociedad, sin
privilegio alguno de carcter monrquico, guiado por los principios antedichos;
y ser democrtico porque la manera de asignar el poder es la de decisin del
pueblo a travs de elecciones peridicas y con posibilidad de participacin
mediante procedimientos de democracia directa.
Nuestra Constitucin reconoce expresamente, a travs de distintos artculos, la
obediencia al mandato del pueblo ya sus representantes. De la lectura de los
principios filosficos que inspiran nuestra Constitucin, se advierte que nos
encontramos dentro de un marco normativo constitucional que consagra una
democracia representativa, a travs de la cual el pueblo elige y los gobernantes
elegidos ejercen el poder en representacin del pueblo. En resumen, los
representantes no son los titulares del poder y lo ejercen exclusivamente en
representacin del pueblo que los elige.
Artculo 46
Usurpacin del gobierno y derecho de insurgencia
Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asumen
funciones pblicas en violaci6n de la Constituci6n y de las leyes.
La poblaci6n civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden
constitucional. .
Son nulos los actos de quienes usurpan funciones pblicas.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 38,45;
C.P.: arts. 361 y ss.;
C.J.M.: art. 193;
D.U.D.H.: art. 30;
C.A.D.H.: art. 29 inc. a)
Fernando Velezmoro Pinto
1. Introduccin
La existencia de este tipo de clusulas tienen por finalidad evitar los golpes de
Estado, o tcnicamente hablando, rupturas del orden constitucional. Sin
embargo, y tal como opina Bernales, pese a su inveterada presencia en
nuestros Textos Constitucionales, no han podido impedir el uso desnudo de la
fuerza para derrocar gobernantes, usurpar funciones o modificar fcticamente
la distribucin del poder de los rganos del Estado, tal como ocurri el 5 de
abril de 1992930, por citar el ejemplo ms reciente.
Si lo que se pretende es que no existan golpes de Estado lo menos adecuado
parece ser proscribirlas a travs de amenazas como las del presente artculo
(sancionando con nulidad sus actos y legitimando la insurgencia) o como las
mencionadas en el artculo 307 de la Constitucin de 1979, que en su
oportunidad no impidieron el autogolpe de Fujimori 931, o las que se encuentran
presente en los proyectos de reforma constitucional preparados por el
Congreso de la Repblica932 en el ao 2002.
930 Cfr. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitucin de 1993:
Anlisis comparado. CiedlaKas, Lima, 1996, p. 281
931 Constitucin de 1979: "Artculo 307.- Esta Constitucin no pierde vigencia
ni deja de observarse por acto de fuerza o cuando fuera derogada por cualquier
otro medio distinto del que ella misma dispone. En estas eventualidades todo
ciudadano investido o no de autoridad tiene el deber de colaborar en el
restablecimiento de su efectiva vigencia
932 Son juzgados, segn esta misma Constitucin, y las leyes expedidas en conformidad con
ella, los que aparecen responsables de los hechos sealados en la primera parte de! prrafo
anterior. Asimismo, los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen
subsecuentemente si no han contribuido a restablecer e! imperio de esta Constitucin.El
Congreso puede decretar, mediante acuerdo aprobado por la mayoria absoluta de sus
miembros, la incautacin de todo o de parte de los bienes de esas mismas personas y de
quienes se hayan enriquecido al amparo de la usurpacin para resarcir a la Repblica de los
perjuicios que se le hayan causado".
934 Cfr. PREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. Marcial Pons,
Madrid, 200~8
935 Cfr. DE VEGA, Pedro. En torno a la legitimidad constitucional. En: "Estudios en homenaje a
Hctor Fix-Zamudio". UNAM, Mxico, 1988, pp. 803-818. Se cita aqu la versin aparecida en
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos; LANDA ARROYO, Csar y RUBIO CORREA,
Marcial.Derecho Constitucional General (Materiales). Tomo 1, PUCP. Anota adems De Vega:
"Para que histricamente maduraran los dos supuestos bsicos sobre los que habra de
formarse la nocin moderna de Constitucin, la humanidad tendra que recorrer un largo
proceso cuyas fuerzas generadoras dificilmente pueden encontrarse en e! mundo clsico. La
conviccin, de una parte, de que e! hombre puede crear, esto es, constituir su propia
comunidad poltica y, de otro, la idea de que e! hombre tiene unos derechos y una libertad que
puede hacer valer frente al Estado, exigan previamente la consolidacin histrica de dos
postulados ideolgicos que, como es sabido, no se producen hasta e! triunfo definitivo de la
concepcin de! mundo propia de la burguesa. Me refiero por un lado, al proceso de
desacralizacin de! Estado y de! mundo poltico en general y, por otro, al reconocimiento de la
tica individual e inmanente frente a las concepciones objetivas de moralidad". DE VEGA,
Pedro. Ob. cit, p. 255.
938 La segunda parte del mencionado artculo 4S expresa que nadie puede arrogarse el
ejercicio del poder del Estado. Ms expresiva es an el texto del artculo 169 de la Constitucin
de 1828:''Ningn individuo, ni reunin de individuos, ni corporacin legal puede hacer
peticiones a nombre del pueblo, y menos arrogarse el ttulo de Pueblo Soberano (...)"
Idiomas oficiales
Artculo 48
Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, tambin
lo son el quechua, el aimara y las dems lenguas aborgenes, segn la ley.
CONCORDANCIAS:
C: art. 2 inc. 19);
C.P.C.: art. 130 inc. 7);
L.O.P.J.: art. 15;
P.I.D.C.P.: art. 27
Domingo Garca Belaunde
El tema de los idiomas de un pas, no es en rigor un tema constitucional. De
hecho, las Constituciones de fines del siglo XVIII y las del XIX, lo ignoran
totalmente. Y si hacen referencia a ello, lo es de manera tangencial, tal como
se aprecia en la Constitucin federal suiza de 1878. Y esto por la sencilla razn
de que el uso de la lengua es un problema sociolgico e histrico, antes que
jurdico. Cuando la lengua alcanza un nivel constitucional, es porque ha surgido
algn problema o se busca resolverlo o existe una identidad en maduracin, o
simplemente se quiere dejar constancia de alguna realidad socio-histrica, que
se quiere reivindicar.
Las Constituciones peruanas no trataron, pues, este dato. Es cierto que hubo,
por parte del oficialismo, gestos favorables a las lenguas vernculas, en
especial del quechua, y as consta en las proclamas de los primeros congresos
constituyentes.
Ya avanzada la Repblica, se acept, sobre todo en el mundo del proceso
judicial, que las partes pudieran expresarse en su propio idioma, y aun ms,
que se les proporcionase un intrprete, si era necesario.
Y algunas medidas ms se hicieron en los aos siguientes, sobre todo a nivel
educativo. Pero lo que sin lugar a dudas motiv la incorporacin de las lenguas
indgenas a nivel constitucional fue la oficializacin del quechua en el ao 1975,
mediante Decreto Ley N 21156, promovido por el general Velasco Alvarado,
quien declar al quechua idioma oficial de la Repblica. Cabe sealar, que a
ese momento, no exista una normativa en el mismo sentido con respecto al
castellano. Pero en ese momento; los medios oficiales, tanto escritos como
radiales y televisivos, empezaron a propalar versiones bilinges de las noticias
oficiales, as como de las principales normas. Y esto dur algunos meses.
Todo lo anterior trajo una intensa polmica que dur algunos meses sobre el
alcance de la lengua quechua (y en menor medida del aimara), y sobre todo,
de su utilidad y de los medios geogrficos en donde debera utilizarse y
promocionarse. Hubo aceptacin general en lo relativo al mbito judicial, que
recordar que Cuzco fue el centro del imperio americano de mayor extensin, y
que an conserva gran parte de la infraestructura tanto incaica como colonial.
Cuzco es con justa razn patrimonio histrico y cultural de la humanidad;
constituye, adems, el principal atractivo turstico de nuestro pas. Atribuirle a
nivel constitucional la condicin de capital histrica es un reconocimiento no
solo a su riqueza arquitectnica y cultural, sino tambin una reivindicacin con
nuestra propia historia.
A diferencia de la capital de la Repblica, la capital histrica no influye sobre la
forma de Estado; sin embargo, ambas capitales comparten una investidura
conferida por el constituyente debido a sus peculiaridades sociales, culturales e
histricas.
2. Los smbolos de la patria
Son representaciones, alegoras sobre la patria. Pero, qu se entiende por
patria? La nocin de patria es bastante compleja por inasible; podramos decir
que es la identidad en un territorio comn y el orgullo nacional forjados con el
sacrificio de nuestros compatriotas a lo largo de la historia.
Como se aprecia, la patria tiene una connotacin casi combativa; vinculada a la
lucha por los intereses nacionales, la territorialidad, la soberana. Contiene una
fortsima carga emotiva y manifiesta indeterminacin, por ello se hace difcil
comprender qu entendemos por sus smbolos.
En el caso peruano, la nocin de patria no puede separarse de la nocin de
Estado. La patria a la que la Constitucin se refiere equivale al territorio del
Estado peruano, acentuado en su contenido pico. Por tanto, los smbolos
patrios pareceran ser "representaciones del Estado", o "de la heroicidad de los
forjadores y defensores del territorio nacional".
Rudolf Smend, autor de la Teora de la integracin, explicaba la funcin de
estos smbolos. Les atribua una eficacia integradora, es decir, que permiten la
actualizacin del espritu colectivo que forma el Estado 952. Se trata de una
integracin de tipo material, a la cual pertenecen aquellos fenmenos que
significan participacin de los individuos en un contenido de valores estatales o
encarnados por el Estado 953. Smend considera que la intensidad y extensin de
estos fenmenos "impide muchas veces al individuo que forma parte del
Estado tener una visin completa de su eficacia integradora y su racionalidad le
resulta a menudo tan extraa, que lo siente como algo ajeno, algo en lo que no
952 Para Smend e! Estado existe como parte de la realidad espiritual, que se
encuentra en constante actualizacin funcional, en continuo proceso de
configuracin social. Para nuestro autor, e! Estado existe y se desarrolla
exclusivamente "en este proceso de continua renovacin y permanente
reviviscencia", al que denomina "integracin". Vide. SMEND, Rudolf.
Constitucin y Derecho Constitucional. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1985, pp. 62-63
953 GARCA PELAYO, Manuel. Derecho Constitucional comparado. 6' edicin.
Manuales de la Revista de Occidente, Madrid, 1961, p. 83
participa vitalmente", y por tanto para "participar vitalmente en ella, para que
acte integradoramente, hace falta, por as decir, que quede concentrada en un
momento concreto, que sea representada por este. Ello se produce de modo
institucional por medio de la representacin de los valores histricos que tienen
vigencia actual en los smbolos polticos tales como las banderas, los escudos,
los jefes de Estado (en especial, los Monarcas) las ceremonias polticas y las
fiestas nacionales"954
Los smbolos patrios, en el sentido expuesto, permitiran renovar nuestros
vnculos espirituales con el Estado, ya que representa al propio proceso de
integracin. Nosotros somos de otra opinin. Sin descartar que en la realidad
existan fenmenos que integren a los individuos con la colectividad 955,
consideramos que los smbolos de la patria tienen la finalidad de proyectar
contenidos de identidad en la poblacin. La Constitucin no tiene por finalidad
mediatizar al ser humano para integrado con el Estado; por el contrario, el fin
de este y la sociedad es la persona humana y el respeto de su dignidad.
No puede negarse la carga valorativa y vinculante de la Constitucin, y ese es
el sentido que merece la constitucionalizacin de los smbolos patrios. Visto
as, los smbolos haran de "seas de identidad" 956: hacia el exterior permitiendo
la identificacin del Estado y, dentro, coadyuvando a la identificacin de la
comunidad (que no es lo mismo que integrarse con el Estado) y admitiendo la
apertura hacia nuevos contenidos y valores compartidos. Con acierto Peter
Hiibede apunta que las banderas, los himnos y los escudos no "simbolizan" al
Estado, sino que apuntan a las dimensiones culturales de la comunidad poltica
y deben ser entendidos como elementos sustantivos del espacio pblico 957.
Dicho esto, parecen irrazonables las medidas represivas ante "delitos contra
los smbolos y valores de la patria" previstos en los artculos 344 y 345 del
Cdigo Penal.
Los smbolos patrios, reiteramos, no pueden interpretarse como que
"encarnan" al Estado, ni colocarse por sobre la dignidad de las personas. Al
contrario, los derechos fundamentales tienen una eficacia superior, desde la
cual debe interpretarse las "seas de identidad" del Estado.
Los mencionados delitos colisionan con diversos derechos fundamentales
como las libertades de expresin, opinin, conciencia; en tal sentido, quemar
una bandera debe ser entendida como una expresin simblica 958 protegida
954 SMEND, Rudolf. Ob. cit., pp. 96-97.
955 Difcilmente puede aceptarse que la existencia de! Estado se explica solo
por la integracin, como enseaba Smend
956 PREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. 7' edicin. Marcial
Pons, Madrid, 2000, p.218.
957 HABERLE, Peter. El Estado constitucional. Traduccin de Hctor Fix-Fierro.
UNAM-PUCP, Lima, 2003, pp. 32 Y 35
958 CARBONELL, Miguel. Los derechos fundamentales en Mxico. UNAM, Mxico, 2004, p.
421.
Iglesia Catlica
Artculo 50
Dentro de un rgimen de independencia y autonoma, el Estado reconoce a la
Iglesia Catlica como elemento importante en la formacin histrica, cultural y
moral del Per, y le presta su colaboracin.
El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboracin
con ellas.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 2 inc. 3);
D.D.D.H.: art. 18;
P.I.D.C.P.: art. 18;
C.A.D.H.: art. 12
Edgar Carpio Marcos Juan Manuel Sosa Sacio
1. Aproximacin al Texto Constitucional. El Estado aconfesional
Como estn presentadas, dos parecen ser las finalidades de este artculo. En
primer lugar, se tratara de hacer un reconocimiento a la Iglesia Catlica al
mximo nivel y de vincular al Estado a proporcionarle ayuda.
Solo despus se deja ver una segunda finalidad, que explicita un deber estatal
que se desprende de la libertad de creencia y religin: el respeto de las
diversas confesiones, inclusive las diferentes a la religin Catlica, con las
cuales se prev nicamente posibles formas de colaboracin.
Este artculo es una copia casi literal del numeral 86 de la Constitucin de
1979, al que se ha agregado la palabra "respeto" en relacin con las
confesiones no catlicas959. Vale la pena recordar que todas las Constituciones
peruanas del siglo XIX e inicios del XX establecieron la profesin exclusiva de
la religin Catlica, apostlica y romana, a la cual se le brindaba proteccin
estatal960. Recin la Constitucin de 1933, que tambin protega de manera
especial a la religin Catlica, contempl expresamente la libertad de practicar
964 Como se sabe, e! cristianismo cuenta con varias vertientes. Si bien no fue
e! catolicismo apostlico y romano, e! cristianismo puritano y, en general, las
luchas por las libertades religiosas en Inglaterra y las colonias americanas han
coadyuvado a la consolidacin de la teoria de los derechos naturales, e!
contrato social y e! reconocimiento escriturado de los derechos de! hombre.
Vide JELLINEK, Georg. La Declaracin de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano. Traduccin de Adolfo Posada
965 UNAM, Mxico, 2000, pp. 115-125
966 Sobre el tema, consltese el breve ensayo del maestro argentino, recientemente fallecido,
BIDART CAMPOS, Germn. La doctrina social de la Iglesia y el Derecho ConstitucionaL En:
"Revista Jurdica del Per". Ao XLVI, N 4, Trujillo, octubre-diciembre, 1996, pp. 195 Y ss.Es
conocida la participacin de la Iglesia Catlica en nuestro pas, e inclusive desde antes de
nuestra existencia como Estado. As, podemos destacar su intervencin en asuntos de
educacin, salubridad, asistencia social, registro de estado civil, entre las principales.
Artculo 51
Jerarqua y publicidad de las normas
La Constitucin prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de
inferior jerarqua, y as sucesivamente. La publicidad es esencial para la
vigencia de toda norma del Estado.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 109, 138;
C.C.: arts. I, III;
C.P.: arts. 6, 7, 8
Domingo Garca Belaunde
El artculo materia del presente comentario tiene, en realidad, dos partes. La
primera est referida a lo que genricamente puede ser calificado como
jerarqua normativa. La segunda, con la publicidad de las normas. Del por qu
dos temas distintos han sido incorporados en un solo artculo, sin hacer
siquiera un punto aparte entre ambas ideas, es algo propio del atropellamiento
y falta de tcnica con que se procedi durante el ao 1993, cuando funcion el
pomposamente denominado "Congreso Constituyente Democrtico".
La primera parte, como ya lo indiqu, est vinculada con la jerarqua normativa.
Es, si se quiere, algo que va de suyo con la doctrina constitucional, y que en
rigor, no necesitaba ser explicitada.
Sin embargo, este principio, que nace propiamente con el constitucionalismo
moderno a fines del siglo XVIII, viene a decir que dentro del ordenamiento no
todos sus componentes son iguales, sino que estn dispuestos en un orden de
menor a mayor, coronados, como se sabe, por la Constitucin, como la mxima
norma del ordenamiento jurdico.
Todo esto que era implcito y sabido fue divulgado por Kelsen a la altura de los
aos 1920, sobre la base del concepto de "pirmide jurdica", que tom de su
discpulo Adolf Merkl, y que tanta fortuna ha tenido en la literatura
especializada. Hoy por hoy el concepto de la pirmide no deja de ser til, si
bien se emplea con matices y actualizaciones, vista la realidad de los
ordenamiento s federales, comunitarios e internacionales, que cada da
avanzan ms y tienden a ser expansivos.
Ninguna Constitucin anterior la haba considerado, con la salvedad de la de
1979, que s lo estableci en su artculo 236. Anteriormente, el artculo 8 del
Decreto Ley N 14605, Orgnica del Poder Judicial, lo haba expresado de la
misma manera (1963) y antes que esta, apareci por vez primera en el artculo
vigsimo segundo del Ttulo Preliminar del Cdigo Civil de 1936, hoy
reemplazado por el de 1984 que, como es obvio, no toca el tema.
Derecho a la nacionalidad
Artculo 52
Son peruanos por nacimiento los nacidos en el territorio de la Repblica.
Tambin lo son los nacidos en el exterior de padre o madre peruanos, inscritos
en el registro correspondiente durante su misma de edad.
Son asimismo peruanos los que adquieren la nacionalidad por naturalizacin o
por opcin, siempre que tengan residencia en el Per.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 21), 53;
D.D.D.H.: art. 15;
C.A.D.H.: art. 20;
Claudia Del Pozo Goicochea
Como ya hemos revisado, el artculo 2 numeral 21 de nuestra Constitucin
regula en abstracto el derecho de toda persona a su propia nacionalidad, la
prohibicin de despojo de la misma, y como consecuencia del derecho a la
nacionalidad, el derecho de obtener y renovar su pasaporte.
Ahora, el artculo bajo comentario precisa quines son los individuos que
pueden ser considerados como nacionales peruanos. El artculo 52 hace una
distincin entre los peruanos por nacimiento y los peruanos por naturalizacin u
opcin, la misma que no implica desigualdad entre los derechos de los
individuos, salvo en ciertos casos, como veremos ms adelante.
En cuanto a los denominados peruanos por nacimiento, nuestra Constitucin
reconoce como nacionales tanto a los nacidos en el territorio nacional (ius
solis), con independencia de la nacionalidad de los padres, como a los nacidos
de padre o madre peruanos (ius sanguinis), siempre y cuando estos se
encuentren inscritos en el registro correspondiente durante su minora de edad.
La disposicin constitucional referida a los peruanos de nacimiento es
desarrollada por lo contenido en el artculo 2 de la Ley de Nacionalidad, Ley N
26574, el mismo que seala:
"Artculo 2.- Son peruanos por nacimiento:
1. Las personas nacidas en el territorio de la Repblica.
2. Los menores de edad en estado de abandono, que residen en el territorio de
la Repblica, hijos de padres desconocidos.
3. Las personas nacidas en territorio extranjero, hijos de padre o madre
peruanos de nacimiento, que sean inscritos durante su minora de edad en el
respectivo Registro del Estado Civil, Seccin Nacimientos, de la Oficina
Consular del Per.
975 Convencin sobre los Derechos del Nio "Articulo 7.1. El nio ser inscrito
inmediatamente despus de su nacimiento y tendr derecho desde que nace a un nombre, a
adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible a conocer a sus padres y a ser cuidado
por ellos.
2. Los Estados Partes velarn por la aplicacin de estos derechos de conformidad con su
legislacin nacional y las obligaciones que hayan contrado en virtud de los instrumentos
internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el nio resultara de otro modo
aptrida".
que establecen la Constitucin y las leyes". Las limitaciones a las que hace
referencia la ley se encuentran vinculadas, principalmente, al ejercicio de
ciertos cargos pblicos, en los que el vnculo de nacionalidad peruana
originaria se considera indispensable. Tal y como sealamos en el comentario
relativo al artculo 2 numeral 21 de la Constitucin, los cargos que contienen
una reserva constitucional expresa para ser ejercidos por peruanos de
nacimiento son: el de Presidente y Vicepresidente de la Repblica, el cargo de
congresista, el de ministro de Estado, el de magistrado de la Corte Suprema, el
de magistrado del Consejo Nacional de la Magistratura y el de Fiscal Supremo.
DOCTRINA
CARRASCOSA GONZLEZ, Javier y SNCHEZ JIMNEZ Ma. Angeles.
Legislacin sobre nacionalidnd y extranjera; comentadn y con jurisprudencia.
Colex, Madrid, 2002; EDITORA NORMAS LEGALES. Compendio legislativo
sobre nacionalidad. Trujillo, 1997; GARCA CALDERN KOECHLIN, Manuel.
Derecho Internacional Privado. UNMSM, Lima, 1%9; LETE DEL RO, Jos
Manuel. La nueva regulacin de la nacionalidad. Civitas, Madrid, 1987;
MARCHAND STENS, Luis. Instituciones de Derecho Internacional. Vol. 1. La
nacionalidad en el Per. Ediciones Peruanas, Lima, 1965; MlLLER, David.
Sobre la nacionalidad: autodeterminacin y pluralismo cultural. Paidos,
Barcelona, 1997; PREZ V SQUEZ, Csar.
La nacionalidad de las personas naturales en el Per. Tesis PUCP, Lima, 1983;
PESQUIERA REBAGLIATTI, Jos Manuel. La mltiple nacionalidad de las
personas naturales. Tesis PUCP, Lima, 1988; REY DE CASTRO, Alejandro. El
pensamiento poltico y la formacin de la nacionalidad peruana, 1780-1820.
Tesis PUCP, Lima, 2004; RUDA SANTOLARIA, Juan Jos. Algunas reflexiones
en materia de nacionalidad. En: "Ius et Veritas", N 9, Lima, noviembre 1998;
URIBE IREGUI, Luis Fernando. La doble nacionalidad en el Derecho
Internacional. Universidad Javeriana, Bogot, 1977.
Artculo 54
El territorio nacional
El territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo, el
subsuelo, el dominio martimo, y el espacio areo que los cubre.
El dominio martimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, as
como su lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas marinas
medidas desde las lneas de base que establece la ley.
En su dominio martimo, el Estado ejerce soberana y jurisdiccin, sin perjuicio
de las libertades de comunicacin internacional, de acuerdo con la ley y con los
tratados ratificados por el Estado.
El Estado ejerce soberana y jurisdiccin sobre el espacio areo que cubre su
territorio y el mar adyacente hasta el lmite de las doscientas millas, sin
perjuicio de las libertades de comunicacin internacional, de conformidad con la
ley y con los tratados ratificados por el Estado.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 44, 56 inc. 2)
Vctorhugo Montoya Chvez
1. Introduccin
Cuando pas el ser humano de homo vagus a homo manens, se percat que
requera de un asiento terrestre para mantenerse y conservarse. Este espacio,
con el paso del tiempo, se ha llegado a convertir en la conditio sine qua non
para la formacin del Estado 983. En su configuracin actual, son tres los
factores que han posibilitado definir la naturaleza del territorio nacional y su
delirnitacin984, razn que impulsa al intrprete constitucional a concretar qu
elementos lo componen (acpite 3), no sin dejar de observar cmo se ejerce su
soberana y jurisdiccin (acpite 2) y la forma en que esta se salvaguarda
(acpite 4).
2. La trascendencia del territorio en el Estado
El Estado, en tanto sujeto y soporte de la convivencia social, aparece como
personificacin jurdica de la nacin, de aquel grupo de seres humanos con una
ascendencia superior a las voluntades individuales. La autoridad con la que el
Estado interviene y con la que se desenvuelve requiere ser independiente de
cualquier influjo superior o concurrente en cuanto a las relaciones que regula.
Este poder es el que se conoce como soberana, concepto proveniente del latn
superanitas-ms exactamente del francs souverainet- que implica un poder
de mando para definir y reconducir la voluntad de la nacin. Para Kelsen, la
983 En una ocasin, el Estado de Atenas vivi sin territorio cuando por rdenes
de Temstocles y ante la invasin de los persas, su poblacin se refugi en
naves, siendo este el nico espacio territorial con el que cont. La
peregrinacin forzosa, en la actualidad, ya no es permitida.
984 La demarcacin territorial es elaborada por el Congreso a propuesta del
Ejecutivo (artculo 102.7 de la Constitucin).
estatal, derivada del orden pblico 987. En el caso nacional, tras una intervencin
gubernamental988, la demarcacin nacional debe ser realizada por el
Congreso989. El territorio se convierte, por tanto, en una zona de integracin
nacional a travs de diversas causas o circunstancias que actan sobre las
comunidades humanas en l asentadas. Con relacin a la funcionalidad del
territorio y sobre la base que nos proporciona, algunos cometidos estatales
pueden ser ejercidos, a la vez que ciertas prohibiciones suelen ser impuestas.
Polticamente, dentro del territorio debe plasmarse el gobierno del pases 990;
econmicamente, desde l se utilizarn de manera adecuada los recursos
naturales991; y, jurdicamente, en l los derechos fundamentales deben ser
ejercidos992.
3. Configuracin del territorio nacional
Con 1 285216 km2, el Per es el tercer pas de mayor extensin en Amrica
del Sur, y entre los treinta ms amplios del planeta. Posee adems doscientas
millas marinas y derechos territoriales sobre una superficie de sesenta millones
987 La percepcin estricta o alemana de la ordenacin se acerca a la
planificacin sica del territorio con independencia de otras consideraciones
como la poltica de intervencin econmica, a diferencia de la amplia o
francesa, que es una visin amplia y global del amenagenent du territorie,
desvinculada del urbanismo clsico, que se encuentra ms cercana a la
utilizacin del territorio, de sus recursos naturales y de la planificacin
econmica.
988 Dentro de l es la Presidencia del Consejo de Ministros que debe "normar,
coordinar, asesorar, supervisar y evaluar las iniciativas en asuntos de
demarcacin territorial" (artculo 3.9 del Decreto Supremo N 067-2003-PCM,
Reglamento de Organizacin y Funciones de la PCM), teniendo como eje la
cartograa bsica oficial (artculo 9 de la Ley N 27292, Ley del Instituto
Geogrfico Nacional).
989 Le corresponde "aprobar la demarcacin territorial que proponga el Poder
Ejecutivo (artculo 102.7 de la Constitucin), funcin que ha sido recientemente
reforzada en la STC del Expediente N 007-2004-AI/TC, Caso Municipalidad
Provincial de Caete - Regin Lima.
990 As, "cuando el Presidente sale del territorio nacional" el vicepresidente
asume el mximo cargo (artculo 115 de la Constitucin), pero si lo hace "sin
permiso del Congreso o no regresa a l dentro del plazo fijado" (artculo 113.4
de la Constitucin) vaca su cargo.
991 Ejercicio libre y provechoso reconocido en el punto 5 de la Resolucin 1803
(XVII) de la Asamblea General, de 1962, Soberana Permanente sobre los
Recursos Naturales. En el plano nacional, existe una obligacin estatal de
"promover la conservacin de la diversidad biolgica y de las reas naturales
protegidas" (artculo 68 de la Constitucin), sabiendo que "el Estado es
soberano en su aprovechamiento" (artculo 66 de la Constitucin). De esta
forma, el territorio debe ser privilegiado con el "fin de proteger, conservar y
explotar con exclusividad todos los recursos y riquezas naturales" (artculo 6 de
la Constitucin costarricense).
992 A los peruanos se reconoce el derecho "a transitar por el territorio nacional
y a salir de l y entrar en l" (artculo 2.11 de la Constitucin).
Constitucin hondurea).
1008 El subsuelo est protegido por el Estado, en tanto se presente como yacimiento (artculo
21 de la Constitucin) (al ser dominio pblico [artculo 12 de la Constitucin venezolana]), sea
plausible de ser transferido (al igual que las minas, canteras y depsitos de hidrocarburos)
(artculo 885 del Cdigo Civil), y sea promocionado su racional aprovechamiento, si es un
recurso geotrmico (norma II de la Ley N 26848, Ley Orgnica de Recursos Geotrmicos).
1019 Por eso, e! Presidente debe "adoptar las medidas necesarias para la
defensa de la Repblica, de la integridad de! territorio y de la soberana de!
Estado" (artculo 118.15 de la Constitucin), pudiendo decretar, con acuerdo
de! Consejo de Ministros, un estado de sitio en caso de guerra exterior (artculo
137.2 de la Constitucin). Al mismo tiempo, se ha encargado a las Fuerzas
Armadas, como parte de la Defensa Nacional, "garantizar la independencia, la
soberana y la integridad territorial de la Repblica" (artculo 165 de la
Constitucin).
1020 Pues "es deber del Estado establecer y ejecutar la poltica de fronteras y
promover la integracin, particularmente latinoamericana, as como el
desarrollo y la cohesin de las zonas fronterizas, en concordancia con la
poltica exterior" (artculo 44 de la Constitucin), tal como se concretiza con la
existencia de la Comunidad Andina de Naciones (Acuerdo de Cartagena). Si
bien en e! pas se enfatiza a las municipalidades de frontera (artculo 198 de la
Constitucin), debera vivificadas a travs "de las regiones, su desarrollo
cultural, econmico, social y la integracin" (artculo 15 de la Constitucin
venezolana).
1021 Cuando los tratados versen sobre soberana, dominio o integridad de!
Estado deben aprobarse "por el Congreso antes de su ratificacin por e!
Presidente de la Repblica" (artculo 56.2 de la Constitucin).
eso, contamos con acuerdos internacionales 1022 con los pases de Bolivia 1023, de
Brasil1024, de Chile1025, de Colombia1026 y de Ecuador1027.
Por tanto, como fundamento material indispensable del Estado, la indivisibilidad
del territorio se erige como su distintiva forma de custodia y deferencia, al
sealarse que cualquier tipo de segmentacin o afectacin a su superficie
menoscabara la esencia y personalidad misma del Estado. La soberana
territorial transita como un anticuerpo protector frente a agresiones exgenas, y
se exterioriza como un mecanismo potencial para defenderse de estratagemas
y sorpresas, entindase como vlido broqucl en el que se refugian los pases
para reclamar el reconocimiento de su autonoma o aminorar su dependencia
econmica, cultural, tecnolgica y poltica. En la prctica, ningn pas puede
dejar de demandar firmemente el respeto a su soberana cuando ve afectados
sus intereses, proscribindose todo pacto que se oponga a su integridad 1028.
1022 Aparte de los tratados tambin son importantes los "laudos arbitrales"
(artculo 101 de la Constitucin colombiana), pero no las normas internas, al
estar ahora lejos de la determinacin legal que previera e! artculo 5 de la
Constitucin de 1826. Ahora no se seala en la Constitucin cul es nuestra
frontera, pero en un momento se busc normar la frmula que al Per "lo
delimitan los tratados con las Repblicas de Bolivia, Brasil, Colombia, Chile y
Ecuador" (Debate constituyente de 1979, Proyecto), tendencia no ajena al
Constitucionalismo Comparado, como se observa en los artculos 5 de la
Constitucin costarricense; 9 de la hondurea; 10 de la panamea; y, 84 de la
salvadorea.
1023 Tratados sobre Demarcacin de Fronteras (La Paz, 1902) y de su rectificacin (La Paz,
1909); as como, Protocolo Ratificatorio de la Demarcacin de la Segunda Seccin de la
Frontera (La Paz, 1932).
CAPTULO II
DE LOS TRATADOS
Tratados
Artculo 55
I Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho
nacional.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 56, 57; 4a nF.T.
Fabin Novak Talavera
1. De la denominacin y alcances del trmino tratado
Un primer aspecto de importancia a ser analizado es el referido al trmino
"tratado" empleado no solo en el artculo 55 bajo comentario, sino en todo el
Ttulo II, Captulo II de la Constitucin de 1993, denominado precisamente "De
los Tratados".
Al respecto, cabra referir que existe consenso entre los publicistas en entender
por "tratado" el acuerdo de voluntades celebrado en forma verbal o escrita,
entre dos o ms sujetos del Derecho Internacional, destinado a producir efectos
jurdicos y regulado por dicho ordenamiento 1033; es decir, se entiende que el
vocablo "tratado" abarca todo acuerdo de voluntades entre sujetos del Derecho
Internacional, independientemente de su procedimiento de celebracin
(simplificado o complejo) o de su denominacin particular.
Sobre esto ltimo, a travs de la historia, los tratados han recibido diversas
denominaciones, establecidas bsicamente en funcin de su contenido. De la
Guardia nos cita algunos ejemplos:
Modus vivendi: acuerdos provisionales destinados a regir mientras se llega a
un acuerdo definitivo;
Protocolo: instrumento aclaratorio o complementario de un acuerdo principal;
Acta: instrumento en el que constan las resoluciones adoptadas en una
conferencia internacional;
Convencin: acuerdo multilateral adoptado en una conferencia internacional
convocada especialmente para tal efecto;
Concordato: acuerdo celebrado por la Santa Sede con el objeto de regular la
situacin jurdica de la Iglesia Catlica en un determinado Estado;
1033 Vase entre otros a REUTER, Paul. Introduction au droit des traits. Presses
Universitaires de France. 3ra. Ed. Pars, 1995, p. 26; FINCH, George. Les sources modernes
de Droit InternationaL En: "RCADI", 1935-III, t. 53, p. 590; CARRILLO SALCEDO,Juan Antonio.
Curso de Derecho Internacional Pblico. Tecnos, Madrid, 1992, pp. 105-106; VIRALLY, Michael.
Fuentes del Derecho InternacionaL En: SORENSEN, Max. "Manual de Derecho Internacional
Pblico". Fondo de Cultura Econmica. Mxico, 1978, pp. 135-136, DIEZ DE VELASCO,
Manuel. Instituciones de Derecho Internacional Pblico. Tomo II, Tecnos, Madrid, 1984, p. 96.
habla de "normas que tienen rango de ley" y, entre ellas, incluye a los tratados,
sin distinguir aquellos aprobados por el Congreso va resolucin legislativa de
los celebrados por el Ejecutivo va decreto supremo. Por tanto, no hay que
distinguir donde la ley no distingue.
En segundo lugar, porque la formalidad empleada para aprobar internamente
un tratado tiene poca importancia para atribuir o no rango de ley a los tratados,
en tanto esta formalidad no determina propiamente la incorporacin del tratado
a nuestro ordenamiento jurdico. En efecto, la incorporacin del tratado es
-como ya lo sealamos- automtica y no requiere de procedimiento alguno,
segn lo dispone el artculo 55 de la Constitucin de 1993, cuando
expresamente seala que: "Los Tratados celebrados por el Estado y en vigor
forman parte del derecho nacional". De esta norma se desprende que,
cumplidas las condiciones de celebracin y entrada en vigor del tratado, este
se incorpora al Derecho nacional.
Finalmente, en tercer lugar, porque en todo caso estaramos ante una norma
constitucional (artculo 200, inciso 4) que prima sobre cualquier otra norma de
inferior jerarqua que le sea opuesta, como sera el caso de la Ley N 26647, en
la hiptesis negada de que esta ltima tenga como propsito establecer una
topologa diferente de tratados a la consagrada en la Constitucin.
En todo caso, se debe reconocer que quiz lo ptimo hubiera sido que, al igual
que en los artculos 80 y 81 de la Constitucin, se hubiera autorizado al
Presidente de la Repblica a aprobar tratados mediante decreto legislativo sin
delegacin del Congreso, en cuyo caso el rango de ley del tratado en todos los
casos sera internamente indiscutible.
De otro lado, otro aspecto que requiere ser analizado, es el referido al rango
que internamente poseen las normas contenidas en tratados sobre derechos
humanos.
En el artculo 105 de la Constitucin de 1979 ya derogada, se estipulaba que:
"Los preceptos contenidos en los tratados relativos a derechos humanos,
tienen jerarqua constitucional. No pueden ser modificados sino por el
procedimiento que rige para la reforma de la Constitucin".
Se estableca entonces una regulacin preferente ratione matenae, buscando
privilegiar de forma espacialsima determinadas normas de los tratados, en
virtud de que regulaban aspectos relativos a los derechos humanos. Entonces,
en caso de colisin normativa entre una ley cualquiera y un precepto contenido
en un tratado relativo a derechos humanos, la solucin era la primaca de este
ltimo, al ser una norma de mayor jerarqua. Es por esta razn que no solo se
dejara inaplicada la norma opuesta, sino que podra atacarse su validez con el
de lograr su expulsin del ordenamiento jurdico interno peruano, siguiendo los
cauces que la Constitucin implcitamente prevea para estos casos; nos
referimos concretamente, a la accin de inconstitucionalidad.
Lamentablemente, esta norma fue suprimida por la nueva Constitucin, lo que
constituye un error. Precisamente, una de las normas que significaron un gran
Artculo 56
Tratados aprobados por el Congreso
Los tratados deben ser aprobados por el Congreso antes de su ratificaci6n por
el Presidente de la Repblica, siempre que versen sobre las siguientes
materias:
1. Derechos Humanos.
2. Soberana, dominio o integridad del Estado.
3. Defensa Nacional.
4. Obligaciones financieras del Estado.
Tambin deben ser aprobados por el Congreso los tratados que crean,
modifican o suprimen tributos; los que exigen modificaci6n o derogaci6n de
alguna ley y los que requieren medidas legislativas para su ejecuci6n.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 57, 102mc. 3),200 mc. 4);
C.P.Ct.: art. 77
Fabin Novak Talavera
1. Distincin entre tratados complejos y simplificados
Este artculo, concordado con el primer prrafo del artculo 57 de la
Constitucin, realiza una clara distincin entre los denominados tratados
simplificados (o convenios ejecutivos) y los tratados complejos (o solemnes),
atendiendo al procedimiento de conclusin de los mismos. As, los primeros,
seran potestativos del Presidente de la Repblica, es decir, celebrados a sola
firma. Los segundos, en cambio, por la importancia de las materias que
regulan, requeriran de un control parlamentario previo.
La necesidad de esta distincin y de establecer dos procedimientos de
celebracin de tratados segn la materia, data de muy antiguo. Locke,
Rousseau y Tocquevi. le reconocan en su tiempo que la accin exterior del
Estado precisaba de mayor libertad y flexibilidad para el Poder Ejecutivo, por lo
que el Parlamento -debido al nmero de representantes, su inestabilidad y
heterogeneidad, adems de su tradicional lentitud- deba abstenerse de
participar salvo en aspectos puntuales y de importancia sustantiva 1066.
Precisamente la actual Constitucin busca dejar clara esta distincin.
El sistema de "lista positiva" adoptado en el artculo 56, plasmado tambin en
el artculo 94(1) de la Constitucin espaola; 53 de la Constitucin francesa; 80
de la Constitucin italiana; 59(2) de la Ley Fundamental de Bonn; entre otros,
delimita claramente las competencias del Poder Ejecutivo y del Poder
Legislativo en materia de celebracin de tratados, eliminando as los problemas
que existan en la Constitucin Poltica del Per de 1979 para diferenciar los
1066 FERNNDEZ MALDONADO, Guillermo. Los tratados internacionaksy /os
sistemas defuentes de Derecho en el Per. En: "Derecho", N 43-44, Lima,
1989-1990, p. 344.
tratados que requeran la aprobacin previa del Congreso de los que podan
ser aprobados y/o ratificados sin este requisito.
En efecto, la Constitucin del 79 estab1eda en su artculo 102 que los tratados
deban ser aprobados por el Congreso antes de su ratificacin por el
Presidente de la Repblica; mientras el artculo 104 sealaba que el Presidente
poda celebrar y ratificar tratados, sin la previa aprobacin del Congreso "en
materias de su exclusiva competencia". La referencia a "materias de su
exclusiva competencia" origin una serie de problemas de competencia entre el
Parlamento y el Ejecutivo, tal como ocurri cuando este ltimo celebr a sola
firma los denominados Convenios Pesqueros con la Unin Sovitica en 1988, o
cuando suscribi el conocido Convenio Antidrogas en 1991.
La frmula utilizada por la Constitucin de 1979 era muy ambigua, generando
algunos problemas de interpretacin. As surgi un gran debate en la doctrina
nacional para determinar los alcances de la expresin "materias de su
exclusiva competencia". En este sentido, Fernndez Maldonado encontr que
la Constitucin de 1979 sealaba las competencias exclusivas del Presidente
en forma dispersa y poco clara.
Ms an, comprob que dichas materias no eran del todo exclusivas del
Presidente, entrando tambin dentro del campo de accin del Congreso. Como
ejemplo citaba el caso de la potestad reglamentaria, como atributo del Poder
Ejecutivo (artculo 211, inciso 11) pero cuya regulacin corresponda al
Parlamento. Para De la Lama, la frmula "materias de exclusiva competencia"
implicaba ms bien los acuerdos meramente ejecutivos, administrativos y
reglamentarios; que no modificaran la legislacin nacional ni exigieran leyes
complementarias para su ejecucin.
Al parecer, el constituyente juzg que con esta frmula "materias de exclusiva
competencia", no podra generarse un conflicto normativo, pues tanto el
Presidente de la Repblica como el Parlamento actuaran dentro de materias
reservadas. Sin embargo, se equivoc. Por ello, en la actual Constitucin, se
decidi corregir este error, distinguiendo claramente los tratados que deban ser
previamente aprobados por el Congreso antes de su ratificacin presidencial,
de aquellos que podran ser directamente ratificados por el Presidente de la
Repblica, a travs de la consagracin de una lista de materias positivas. Esto,
en nuestro concepto, ha eliminado o, al menos reducido, las posibilidades de
duda o confusin. En este mismo sentido, concluye Bernales:
"La adopcin de este criterio resuelve los problemas que creaba la frmula
demasiado general de la Constitucin de 1979, para que fuera el Congreso el
que aprobara los Tratados internacionales... Cules eran esas materias de
exclusiva competencia del Presidente de la Repblica? En la dcada del
ochenta fue este un asunto que provoc discusiones entre parlamentarios que
sostenan que no habiendo stricto sensu ningn asunto de exclusiva
competencia del Presidente, todos los tratados internacionales deban ser
aprobados por el Congreso, pues se trataba de acuerdos expresivos de la
soberana. Pero en el mismo Parlamento y en el Ejecutivo no faltaron opiniones
que sostuvieron que cuando los asuntos del tratado no eran materia que a nivel
1071 Vase GRANDA, Ana Mara. Ob. cit., Anexo N 2, pp. 430 Y ss.
Universidad Catlica del Per, Lima, 1992; RUIZ MORENO, Isidoro. Citado en
ENCICLOPEDIA JURDICA OMEBA. Tomo IX, Buenos Aires; ULLOA SOTOMA
YOR, Alberto. Derecho Internacional Pblico. Tomo 1, Ediciones
Iberoamericanas, Madrid, 1967.
Artculo 57
Tratados no aprobados por el Congreso, denuncia de tratados
El Presidente de la Repblica puede celebrar o ratificar tratados o adherir a
stos sin el requisito de la aprobacin previa del Congreso en materias no
contempladas en el artculo precedente. En todos esos casos, debe dar cuenta
al Congreso.
Cuando el tratado afecte disposiciones constitucionales debe ser aprobado por
el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitucin, antes de ser
ratificado por el Presidente de la Repblica.
La denuncia de los tratados es potestad del Presidente de la Repblica, con
cargo de dar cuenta al Congreso.
En el caso de los tratados sujetos a aprobacin del Congreso, la denuncia
requiere aprobacin previa de este.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 118 inc. 11),200 inc. 4).
Fabin Novak Talavera
1. Los tratados simplificados
El primer prrafo de la norma en cuestin consagra el proceso de celebracin
de los tratados simplificados. Estos acuerdos son celebrados y concluidos
directa y nicamente por el Poder Ejecutivo. Generalmente se celebran por
canje de notas, minuta aprobada, memorndum de entendimiento, etc. En
nuestro pas suelen ratificarse por el Presidente de la Repblica mediante
Decreto Supremo, siendo cada vez mayor el nmero de tratados concertados
en virtud de este procedimiento gil y menos formal. .
Sobre los trminos "celebrar", "ratificar", o "adherir" cabe precisar lo siguiente:
cuando el Presidente celebra tratados, estos surten efectos jurdicos en la
fecha de la suscripcin. El Presidente ratifica un tratado, cuando luego de
reexaminar los efectos generales del mismo sobre los intereses nacionales,
decide finalmente asumir las obligaciones y derechos all consagrados. Y
finalmente, el Presidente se adhiere a un tratado, cuando el Estado no ha
participado en la etapa de formacin del mismo pero quiere incorporarse a l
posteriormente.
Este artculo se complementa entonces con la norma prevista en el artculo 56,
al sealar que los tratados que no requieren aprobacin previa del Congreso
son aquellos no previstos en el artculo anterior. Pero, cules pueden ser
estas materias?
Por ejemplo, aquellos que versen sobre materias administrativas (visas, trnsito
de personas, etc.), comerciales, consulares, aduaneros, turismo, promocin,
cooperacin, donacin, tcnicos, entre otros.
2. Caso de colisin entre un tratado y una norma constitucional
urgencia. Los trmites en el Congreso suelen ser dilatorios. Por lo dems en qu pie queda el
tratado -para el Estado concelebrante- cuya denuncia el Presidenn; del Per ha solicitado ante
el Congreso, aunque este deniegue su aprobacin?".
1080 BELAUNDE MOREYRA, Antonio. La Constitucin Peruana de 1979 y el Derecho
Internacional En:''Revista Peruana de Derecho Internacional". Tomo XXXIv. Sociedad Peruana
de Derecho Internacional, Lima, 1982, pp. 41-45.
TTULO III
DEL REGIMEN ECONOMICO
CAPTULO I
PRINCIPIOS GENERALES
Iniciativa privada y economa social de mercado
Artculo 58 I La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economa social de
mercado.1081
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 9, 11, 13;
D. Leg. 716: art. 2; D.
Leg. 757: art. 2;
D.S. 002-97-TR: art. 46
Walter Gutirrez Camacho
l. La Constitucin econmica
1. Normas de contenido econmico han existido desde los orgenes mismos de
la Constitucin. En el fondo la aparicin de la primera Constitucin y el
surgimiento de las posteriores, respondieron a la necesidad de controlar el
poder econmico del Estado, y ms puntualmente el poder fiscal de este. En tal
sentido, la Constitucin fue, y en gran medida sigue siendo, un estatuto de
poder econmico. Solo despus comprender otros derechos fundamentales
que luego adquirieron enorme importancia e incluso un mayor estatus jurdico
del que han llegado a alcanzar los derechos econmicos.
Las Constituciones liberales del siglo XIX no contenan normas econmicas
como parte de un sistema econmico, aunque s establecan derechos y
libertades (propiedad, libertad de contratacin, libertad de comercio, etc.) con
un claro contenido patrimonial. Los derechos econmicos eran concebidos
como parte de los derechos generales de la personalidad, no haban alcanzado
el desarrollo que hoy tienen.
De ah que en gran medida el orden poltico estatal y el orden econmico
fueran considerados como dos sistemas de funcionamiento substancialmente
independientes, cada uno orientado por sus propios fines y realizndose por la
operacin de leyes de distinta naturaleza Jurdicas en un caso, econmicas en
otro!).
Solo a partir del siglo XX y ms puntualmente luego de la Segunda Guerra
Mundial, las Constituciones alojan de una manera sistemtica normas y
libertades vinculadas al ordenamiento econmico. El fenmeno es producto de
1081 Cfr. GARCA PELAYO, Manuel. Consideraciones sobre las clusulas
econmicas de la Constitucin. En: "Estudios sobre la Constitucin espaola
de 1978". Libros Prtico. Zaragoza, 1979. pp. 29, 30.
1088 VERD, Pablo Lucas. Curso de Derecho Poltico. Vol. II, 23 edicin.
Editorial Tecnos. Madrid, 1977, pp. 423 Y 428
1089 FONT GALN, Juan Ignacio. Ob. cit., pp. 131,132.
1090 FONT GALN, Juan Ignacio. Ob. cit. p. 132.
1091 BIDART CAMPOS, Germn. Lo Constitucin econmica. (Un esbozo dmle
el Derecho Constitucional argentino). En: "Cuestiones Constitucionales, Revista
Mexicana de Derecho Constitucional", N 6, enero-julio, 2002.
1092 DE LOVENDIO, Ignacio Mara. Ob. cit., pp. 82 Y 83
Vol. I. 5" edicin. Editorial Civitas. Madrid, 19%; FONT GALN, Juan Ignacio.
Constitucin econmica y Derecho de la Competencia. Editorial Tecnos.
Madrid, 1987; GARCA PELAYO, Manuel. Consideraciones sobre las clusulas
econmicas de la Constitucin. En: "Estudios sobre la Constitucin espaola
de 1978". Libros Prtico. Zaragoza, 1979; HABERLE, Peter. El Estado
constitucional. UNAMPUCP Fondo Editorial, Lima, 2003; HA YEK, Friedrich A.
Los fundamentos de la libertad. Unin Editorial, Madrid, 1991; HA YEK,
Friedrich A. Derecho, legislacin y libertad. Unin Editorial, Madrid, 1985; PF
ALLER, Alfred. El concepto de la economa social de mercado y la nueva 'decivilizacin' del capitalismo en Europa. En: http:j jlibrary.fes.dej fulltextj
stabsabteilungjOOO71.htm; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la
Constitucin Poltica de 1993. Tomo III. Fondo Editorial de la PUCP, Lima,
1999; VERD, Pablo Lucas. Curso de Derecho Poltico. Vol. II, 2" edicin.
Editorial Tecnos. Madrid, 1977; ZANNONI, Eduardo. En el prlogo del libro de
DE LA FUENTE, Horacio. Orden pblico. Editorial Astrea. Buenos Aires, 2003.
Artculo 58
Estado orientador y promotor
(...) Bajo este rgimen, el Estado orienta el desarrollo del pas, Y acta
principalmente en las reas de promocin de empleo, salud, educacin,
seguridad, servicios pblicos e infraestructura.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 9, 11, 13;
D. Leg. 716: art. 2; D.
Leg. 757: art. 2;
D.S. 002-97-TR: art. 46
Jorge Santistevan de Noriega
1. Un Estado orientador y limitadamente promotor
Una de las mayores expresiones del cambio" en el captulo econmico que
trajo la Carta de 1993 est graficada en la segunda parte del artculo 58 que,
tras afirmar que la iniciativa privada es libre y se ejerce dentro de una
economa de libre mercado (a la letra de la primera parte del texto que se
comenta), concibe un Estado puramente orientador del desarrollo econmico
del pas. Lejos, muy lejos en verdad, del modelo consagrado en la Constitucin
de 1979 en el que -a decir de Kresalja 1102 se le entregaron al Estado "facultades
muy significativas para intervenir en la marcha econmica, lo que por cierto
desdibujaba, hasta hacerlo difcil de identificar, a un sistema de economa de
mercado". Aqu, por lo dems, se han centrado muchas criticas al modelo
constitucional vigente que han sido expresadas por Domingo Garca Belaunde
y Pedro Planas1103, Manuel Moreyra Loredo y Enrique Bernales 1104.
Efectivamente, la segunda parte del artculo 58 de la Constitucin expresa la
reconcepcin del papel del Estado en la economa. La Carta vigente se
distancia ostensiblemente del modelo consagrado en la de 1979 -en la que el
Estado era concebido como Un promotor del desarrollo econmico (artculo
110), como planificador de la economa (artculo 111), as como capaz de
declarar la reserva de determinadas actividades productivas y de servicio a
favor del Estado (artculo 114)-. La nueva Constitucin concibe a un Estado
minimalista en lo econmico, exclusivamente, puramente "orientador" del
desarrollo del pas, que concentra su funcin "promotora" en seis reas
1102 KRESALJA ROSELL, Baldo. La reserva de las actividades econmicas a
favor del Estado y el rgimen de monopolios en las Constituciones de 1979 y
1993. En: "Ius et Ventas" N 22, p. 274.
1103 Vid. PLANAS, Pedro. La Constitucin traicionada:pgina de historia
reciente. Seglusa, Lima, 1993.
1104 Vid. BERNALES BALLESTEROS, Ennque.. La Constitucin de 1993:
anlisis comparado. Editora Rao, Lima, 1999; que contiene el anlisis del autor
y el prlogo de la segunda edicin del ex senador Moreyra
La seguridad: que para Rubio debe entenderse como seguridad social (en
concordancia con los artculos 10, 11 y 12 de la Constitucin), a lo que este
autor tendra que aadir la seguridad ciudadana, de creciente preocupacin en
nuestros das, al amparo del artculo 195.
Los servicios pblicos esenciales: en los que podr tambin intervenir el sector
privado; sin embargo, el Estado tiene la obligacin de suplidos en caso que el
sector privado no los brinde adecuadamente o no intervenga.
La infraestructura fsica del pas: el Estado debe facilitar el ingreso de
empresas privadas y deber asumir la inversin en infraestructura esencial
donde no exista esta (por ejemplo carreteras, puertos, aeropuertos, caminos,
etc.).
Para Bernales Ballesteros, el rol del Estado no es el de intervenir directamente
en la vida econmica del pas sino orientarla, comprendiendo en dicha
orientacin su actividad reguladora. Considera que la orientacin, permite al
Estado canalizar iniciativas hacia sectores prioritarios. En consecuencia,
sostiene, el Estado podr fijar objetivos y prioridades a las cuales orientar el
desarrollo del pas. Al igual que Rubio Correa, sostiene que el Estado debe
orientar el desarrollo de los sectores prioritarios antes referidos 1109.
Garca Toma1110 afirma que la Constitucin, en lo relativo al rgimen econmico,
establece que el Estado es responsable de realizar actividades subsidiarias en
el campo de la actividad empresarial, por razn de inters pblico o
conveniencia nacional, y que debe intervenir -subsidiariamente- en reas
econmicas que por su baja rentabilidad o excesiva inversin y moderada
ganancia no resulten atractivas para el sector privado.
Por su parte, Landa Arroyo 1111 seala que la intervencin del Estado debe darse
al servicio de los derechos fundamentales, entendida como una finalidad
normativa y de alcance material de los derechos para todos. Para l, la
economa social de mercado busca integrar razonable y proporcionalmente el
principio de libertad individual y el de subsidiaridad del Estado, permitindole
intervenir en la vida productiva bsica y en los servicios pblicos, con el fin de
hacer a un lado las desigualdades entre los ciudadanos.
Quispe Correa,1112 por su parte, sostiene que nuestro rgimen econmico se
funda en la libertad humana, en donde prima la iniciativa privada libre, la
economa social de mercado, la ausencia de planificacin, la actividad
1109 BERNALES BAILESTEROS, Enrique. Ob. cit., pp. 352-353
1110 GARCA TOMA, Vctor. Anlisis sistemtico de la Constitucin peruana de
1993. Tomo II, Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima, Lima,
1998, pp. 118-119.
1111 LANDA, Csar. Reforma de la Constitucin econmica. En: "Revista
Peruana de Derecho Pblico Administrativo y Constitucional". Ao 2, N 3,
Lima, julio-diciembre 2001, pp. 56-60.
1112 QUISPE CORREA, Alfredo. La Constitucin econmica. Grfica Horizonte. Lima, 2002, pp.
42-57.
el inters de los consumidores y usuarios'. Para tal efecto, garantiza 'el derecho
a la informacin sobre los bienes y servicios que se encuentran a su
disposicin en el mercado', as como vela, 'en particular, por la salud y la
seguridad de la poblacin'.
10. El consumidor -o usuario- es el fin de toda actividad econmica; es decir, es
quien cierra el crculo econmico satisfaciendo sus necesidades y
acrecentando su bienestar a travs de la utilizacin de una gama de productos
y servicios. En puridad, se trata de una persona natural o jurdica que adquiere,
utiliza o disfruta de determinados productos [como consumidor] o servicios
[como usuario] que previamente han sido ofrecidos al mercado".
Es del caso advertir que los pronunciamientos del Tribunal Constitucional
citados en primer lugar estn contenidos en sendas sentencias de
inconstitucionalidad, en tanto que el ltimo lo est en una de amparo. Ms all
de esta formalidad, sin embargo, esta doctrina del deber especial de proteccin
asignado a los organismos reguladores de la inversin privada en los servicios
pblicos ha sido ciertamente discutida, pues les quita el papel arbitral de
mercado que en teora se les asigna. De aceptarse ello, cabra en
consecuencia asignar a otro organismo este deber especial de proteccin: la
Defensora del Pueblo, las comisiones especializadas de INDECOPI o las
propias autoridades jurisdiccionales, sin dejar de lado el papel singularmente
importante que corresponde a las asociaciones de consumidores y usuarios
que como la Asociacin Peruana de Consumidores y Usuarios (ASPEC) vienen
ganando legitimidad incuestionada en este terreno.
5. Conclusin
El papel del Estado orientador y tmidamente promotor consagrado en el
artculo 58 de la Constitucin de 1993 resulta a todas luces insuficiente 1113. Por
ello, es concebible que el Estado, en el marco de una economa de mercado,
asuma prioritariamente su responsabilidad en los servicios bsicos como la
1113 Por ser uno de los temas ms debatidos de la Constitucin de 1993, cabe registrar las
propuestas de cambio al artculo 58, provenientes del proyecto de reforma constitucional
discutido en el Congreso de la Repblica, aunque su aprobacin haya quedado pendiente. Se
propone ahora el siguiente texto:''Artculo 97.- El rgimen econmico de la Repblica se
fundamenta en la economa social de mercado. Esta se orienta a lograr el desarrollo humano
sostenible y la justicia social. La iniciativa privada es libre"; y "Artculo 98.- El Estado promueve
el desarrollo econmico y social, estimula la creacin de riqueza, garantiza la libertad de trabajo
y la libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser
lesivo a los derechos fundamentales de la persona, a la moral, ni a la salud o seguridad
pblicas. La accin del Estado est dirigida principalmente a:
Garantizar el bien comn, y actuar prioritariamente en las reas de salud, educacin, seguridad
y justicia.
Promover la generacin de oportunidades de empleo y la capacitacin laboral.
Garantizar la prestacin de servicios pblicos y supervisar su funcionamiento.
Promover la inversin privada y la competitividad en la economa.
Garantizar la libre circulacin de bienes y la prestacin de servicios en todo el territorio.
Fomentar la investigacin en ciencia y tecnologa.
Proteger el desarrollo del medio ambiente y la utilizacin sostenible de los recursos naturales.
Proveer de infraestructura fsica.
Promover la integracin continental, social, econmica, poltica y cultural".
Artculo 59
Libertad de empresa, libertad de comercio, libertad de trabajo
El Estado estimula la creaci6n de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la
libertad de empresa, comercio e industria.
El ejercicio de estas libertades no debe ser lesionado a la moral, ni a la salud,
ni a las seguridades pblicas. El Estado brinda oportunidades de superaci6n a
los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las
pequeas empresas en todas sus modalidades.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 22, 23, 58;
D. Leg. 701;
D.L. 26122: art. 1
Walter Gutierrez Camacho
1. Libertad de empresa y Constitucin econmica
1. La determinacin de los alcances de las libertades econmicas consagradas
en la Constitucin no es tarea sencilla. Generalmente tales derechos alojan una
ardua problemtica jurdica, admitiendo ser abordados desde ms de una
perspectiva. Por ejemplo, la libertad de trabajo puede observarse desde la
ptica del Derecho Laboral Constitucional, como desde una mirada
mercantilista que privilegie la libertad de empresa. Es inevitable, por tanto, que
las libertades econmicas, aun cuando en lo fundamental conformen un
sistema, en no pocas ocasiones compitan entre s, o incluso lo hagan con otros
derechos fundamentales que no forman parte del orden pblico econmico.
Esta problemtica se complica an ms cuando comprobamos que estas
libertades por lo general nos remiten a conceptos econmicos, sobre cuyos
alcances no hay unanimidad. Tal es el caso de la empresa, concepto que de
ningn modo puede ser calificado de lineal o sencillo, pues en realidad se trata
de un epifenmeno, es decir, necesita de otros elementos para existir y, desde
luego, para comprenderse.
2. Para el orden pblico econmico consagrado por la Constitucin, el centro
de la actividad econmica recae en la empresa privada, de esta manera se
deja en manos de los particulares la organizacin y direccin del proceso
econmico. Son ellos los encargados de crear riqueza, siendo el Estado el
responsable de generar las condiciones para que el mercado funcione. Por
consiguiente, no es tarea del Estado participar directamente en la actividad
econmica; su funcin es ms bien reguladora.
3. Pero la conduccin de la economa por los particulares solo es posible donde
existe libertad de empresa, derecho de propiedad, libertad de iniciativa privada,
libertad de contratacin, libre competencia y proteccin al consumidor,
garantas que en buena cuenta forman parte del ncleo duro de la Constitucin
econmica, y son lo que podramos llamar los principios fundamentales del
sistema constitucional econmico. La interdependencia que existe entre estas
"La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten (...) es una
experiencia eterna, que todo hombre que tiene poder siente la inclinacin de
abusar de l, yendo hasta donde encuentra lmites. Quin lo dira! La misma
virtud necesita lmites" .
6. Pero como veremos luego, las limitaciones a la libertad de empresa no son
solo para proteger a los consumidores; aunque parezca paradjico, tambin
benefician a los propios empresarios, sobre todo a los pequeos, quienes, sin
la libertad de empresa, veran limitadas sus posibilidades de ingresar al
mercado o de permanecer en l; es en este sentido una proteccin contra los
propios empresarios.
Esta libertad tampoco es, como se podra pensar, un derecho individualista,
que favorece a unos cuantos -los empresarios-, en realidad su trascendencia
social es enorme. Cuando en una sociedad la libertad de empresa no se
respeta, los afectados son muchos, peor aun si tal violacin conduce a cerrar o
impedir la apertura de una empresa. Estos hechos inciden en la vida de
numerosas personas: consumidores, trabajadores, proveedores e incluso el
propio Estado. Por estas razones, la libertad de empresa no debe ser protegida
solo por los empresarios, pues en rigor la empresa es un fenmeno colectivo.
No existe violacin de la libertad empresarial que solo afecte a los empresarios.
II. La empresa
7. La empresa es el elemento organizador de la economa, capaz de coordinar
y dirigir todos los factores que concurren en la produccin de bienes y
servicios. La razn de ser de la empresa, as como su justificacin residen en el
hecho de que la participacin en el mercado tiene un costo, ms an si dicha
participacin es recurrente como en el caso de los empresarios; este costo se
reduce cuando se utiliza la organizacin empresarial 1117. Esta organizacin
consiste en un conjunto de relaciones, contratos, que aparecen en cada etapa
de la produccin. Pinsese en los contratos de sociedad, para formalizar la
empresa; los de trabajo, para el personal; los de suministro o afines, para
vincularse con los proveedores; los de distribucin en sus distintas
modalidades, para comercializar los bienes que produce la empresa; los
financieros, para conseguir fondos econmicos; los asociativo s, que permiten
vincularse con otras empresas y emprender muchos negocios; y muchos otros
ms que tienen que ver con diversos aspectos del funcionamiento de la
empresa.
8. Pese a su importancia la empresa no tiene una definicin unvoca, tanto
desde el punto de vista econmico como jurdico es extremadamente difcil
conceptuarla. Se trata de uno de esos conceptos fugitivos que se resisten a ser
1116 MONTESQUIEU, Charles - Louis de Scondat. Del espritu de las Iqes.
libro XI, Caps. lII, IV Tecnos. Madrid, 1985, p. 106.
1117 La naturaleza de la empresa, as como su funcin en la economa, han
sido magistralmente expuestas por Ronald Coase en su artculo: La naturaleza
de la empresa. En: WILLIAMSON, Oliver y WINTER, Sydney. "La naturaleza de
la empresa. Orgenes, evolucin y desarrollo". Fondo de Cultura Econmica.
Mxico, 1996
la demanda, es decir la parte afectada ser quien deba invocar este contenido;
debe interpretarse que con esta norma se ha diferenciado el contenido esencial
de el contenido constitucionalmente protegido.
Este ltimo, evidentemente, es ms amplio que el primero, pues involucra
todos los derechos regulados nuestra Constitucin.
21. De otro lado, conviene precisar que el concepto de contenido esencial
proviene en sus orgenes del Derecho alemn (Ley Fundamental de la
Repblica de Alemania de 23 de mayo de 1949 1128. Asimismo, como lo
sealamos lneas arriba, el Tribunal Constitucional espaol es uno de los que
con mayor frecuencia se ha referido al mencionado contenido esencial de los
derechos y libertades, sin embargo a diferencia del Tribunal nacional, aquel s
se ha ocupado de definirlo:
"Para tratar de aproximarse de algn modo a la idea de contenido esencial
(...) cabe seguir dos caminos. El primero es tratar de acudir a lo que se suele
llamar la naturaleza jurdica o el modo de concebir o de configurar cada
derecho. Segn esta idea hay que tratar de establecer una relacin entre el
lenguaje que utilizan las disposiciones normativas y lo que algunos autores han
llamado el metalenguaje o ideas generalizadas y convicciones generalmente
admitidas entre los juristas, los jueces y, en general, los especialistas en
Derecho. Muchas veces el nomen y el alcance de un derecho subjetivo son
previos al momento en que tal derecho resulta recogido y regulado por un
legislador concreto. El tipo abstracto del derecho preexiste conceptualmente al
momento legislativo y en este sentido se puede hablar de una
recognoscibilidad de ese tipo abstracto en la regulacin concreta. Los
especialistas en Derecho pueden responder si lo que el legislador ha regulado
se ajusta o no a lo que generalmente se entiende por un derecho de tal tipo.
Constituyen el contenido esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades
o posibilidades de actuacin necesarias para que el derecho sea recognoscible
como pertinente al tipo descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese tipo y
tiene que pasar a quedar comprendido en otro desnaturalizndose, por decido
as. Todo ello referido al momento histrico de que en cada \caso se trata y a
las condiciones inherentes en las sociedades democrticas, cuando se trate de
derechos constitucionales.
El segundo posible camino para definir el contenido esencial de un derecho
consiste en tratar de buscar lo que una importante tradicin ha llamado los
intereses jurdicamente protegidos como ncleo y mdula de los derechos
subjetivos. Se puede entonces hablar de una esencialidad del contenido del
derecho para hacer referencia a aquella parte del contenido del derecho que es
absolutamente necesaria para que los intereses jurdicamente protegibles, que
dan vida al derecho, resulten real, concreta y efectivamente protegidos. De este
modo, se rebasa o se desconoce el contenido esencial cuando el derecho
queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan ms all
de lo razonable o lo despojan de la necesaria proteccin.
contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado.
1128 El artculo 19, inciso 2), de la Ley Fundamental alemana establece que en
ningn caso un derecho fundamental podr ser afectado en su contenido
esencial
Los dos caminos propuestos para tratar de definir lo que puede entenderse por
contenido esencial> de un derecho subjetivo no son alternativos, ni menos
todava antittico s, sino que, por el contrario, se pueden considerar como
complementarios, de modo que, al enfrentarse con la determinacin del
contenido esencial de cada concreto derecho pueden ser conjuntamente
utilizados para contrastar los resultados a los que por una u otra va pueda
llegarse (.. .)"1129.
22. En esta lnea, se debe tener presente que la iniciativa privada en general y
la libertad de empresa en particular constituyen el alma del sistema de
economa de mercado, que consagra nuestra Constitucin, por lo que hay que
tener especial cuidado cuando se establecen limitaciones a la libertad de
empresa. La jurisprudencia y la literatura jurdica extranjera han encarado este
problema determinando lo que se considera contenido esencial de este
derecho. As, toda limitacin que se le imponga solo puede hacerse siempre
que no afecte su contenido esencial; o dicho en otros trminos, las limitaciones
solo pueden versar sobre el contenido no esencial de esta libertad. Lo que
previamente nos impone la tarea de determinar el contenido esencial de la
libertad de empresa.
23. Como hemos visto, la libertad de empresa supone un conjunto de derechos
que la perfilan y le dan contenido; sin embargo, desde nuestro punto de vista,
su ncleo est conformado por las facultades de creacin, acceso al mercado y
gestin de empresa; as la esencia de este derecho se encuentra en estas
libertades; porque sin ellas no solo se desdibuja, sino se vaca de contenido.
Sin ellas no hay posibilidades de actividad empresarial alguna. Lo que no
quiere decir que el Estado no pueda relativizar razonablemente estas
facultades. No es que las otras libertades no sean importantes; sucede que en
gran medida se hallan contenidas en estas tres. Pero si quisiramos concentrar
en una sola de ellas todas las facultades que representa la libertad de
empresa, optaramos por la libertad de gestin, porque en ella se encuentra
fijada la posibilidad de hacer empresa. De este modo, el Estado deber tener
especial cuidado en restringir las facultades propias de la libertad de empresa,
y habr de abstenerse completamente de imponer objetivos, mtodos de
gestin o cualquier tipo de control que perturbe la libertad de gestin.
Sin embargo, en determinados sectores el Estado puede prohibir de manera
absoluta la actividad empresarial, en tales casos, desde luego, no hay libertad
de empresa. No obstante, en aquellas reas donde la actividad empresarial
esta permitida --que a nuestro juicio, en una recta interpretacin de la
Constitucin, deberan ser todos los sectores econmicos-, el derecho de
libertad de empresa debe ser aplicable, cuando menos, en su contenido
esencial.
24. El contenido esencial cumple as una funcin importante en la proteccin de
un derecho fundamental. En el caso de la libertad de empresa determina qu
elementos o facultades concretas constituyen el ncleo duro e irreductible de
1129 Sentencia del Tribunal Constitucional espaol N 11/1981 del 8 de abril de
1981
temporal y de un modo indirecto, esto es, con una gestin en manos de los
particulares.
36. Queda claro entonces que, de acuerdo a la Constitucin, el Estado
moderno debe defender la libertad econmica y no pervertirla compitiendo con
los particulares. Es precisamente en esta norma (artculo 61 de la
Constitucin), junto con la que consagra el principio de subsidiariedad (artculo
60 de la Constitucin) en las que se basa la constitucionalidad de las
privatizaciones. Un modelo de libertad de competencia como el que ha
adoptado nuestra Constitucin, excluye necesariamente al Estado de la
participacin directa --como actor- en el mercado, reservndole un rol
regulador. No es ms un Estado intervensionista y distorsionador de la
economa, pero tampoco indiferente o ausente de la actividad econmica,
confiado de que todo lo hagan los particulares. Para cumplir con sus funciones
el Estado no tiene por qu convertirse en empresario. Recordemos que si todo
mercado es limitado, cada vez que el Estado participa en l como empresario,
recorta con su presencia el derecho de los ciudadanos de concurrir
empresarialmente, al disminuir su acceso al mercado, as como sus
posibilidades de generar riqueza. Segn nuestra Constitucin los particulares
tienen el deber y la responsabilidad de crear la riqueza nacional, y en sntoma
con este encargo se les garantiza la libre iniciativa privada, la libertad de
empresa, la propiedad privada, la libre competencia, la libertad de contratacin,
y todo el conjunto de libertades econmicas que recoge nuestra Carta
Fundamental.
VII. Libertad de comercio
37. El artculo 59 tambin habla de la libertad de comercio. Ha de entenderse
entonces, que esta tiene una diferencia, un matiz frente a la libertad de
empresa. La libertad de comercio es la capacidad que el Estado reconoce a los
particulares para intercambiar bienes y servicios de manera onerosa y con
propsito de lucro. Se trata del trfico mercantil, es decir, las transacciones que
realizan los operadores en el mercado. El vnculo entre este derecho, la libertad
de contratacin y la propiedad privada, es inocultable, al punto que sin el
respeto de cualquiera de estos ltimos, el primero seria inviable. De otro lado,
la libertad de transaccin no debe confundirse con la libertad de comercio, y
esta, a su vez, con la libertad de empresa. La primera de ellas se refiere a la
facultad que tiene cualquier particular de comprar o vender en el mercado, la
segunda alude a la libertad o facultad que tienen los particulares de hacer de
las transacciones de determinados bienes un comercio, una actividad frecuente
con nimo de lucro, por ltimo la tercera hace referencia al conjunto de
facultades que implica la creacin de una organizacin empresarial para
dedicarse a una determinada actividad econmica. '
38. Una expresin infraconstitucional de la libertad de comercio la hallamos en
el artculo 8821136 del Cdigo Civil, norma que prohbe los pactos de no
enajenacin.
1136 Este artculo establece el principio de libertad de disposicin de los bienes
y seala que no se puede establecer contractualmente la prohibicin de
enajenar o gravar, salvo que la ley lo permita
Principio de subsidiariedad
Artculo 60
El Estado reconoce el pluralismo econmico. La economa nacional se sustenta
en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa.
Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente
actividad empresarial, directa o indirecta, por razn de alto inters pblico o de
manifiesta conveniencia nacional.
La actividad empresarial, pblica o no pblica, recibe el mismo tratamiento
legal.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 58, 63, 70, 71;
D. Leg. 662; D.
Leg. 757: art. 5
Walter Gutierrez Carnacho
I. Estado, Constitucin y economa
1. En el presente artculo la Constitucin adopta su posicin respecto del rol del
Estado en la Economa. Su postura tiene coherencia con la que ha adoptado
respecto a la persona. Para la Constitucin la dignidad de la persona es el eje
de toda norma. Ella se conecta con todo el conjunto de reglas que componen
nuestra Carta Poltica, y en definitiva es la razn ltima de todas ellas. As, toda
norma constitucional tiene como punto de partida y destino a la persona, en
este sentido toda la organizacin jurdica la tiene como su presupuesto y fin.
En materia econmica esta idea no cambia, la persona es tambin el centro del
bloque econmico de la Constitucin y, como veremos luego, la lgica de su
texto, los derechos y libertades que consagra se hallan enderezados a proteger
a la persona y facilitar su desarrollo. En ltima instancia el plano econmico es
un aspecto de la libertad humana, no obstante, es un mbito fundamental, sin
cuya proteccin es muy difcil el desarrollo integral del sujeto.
2. Pero el Estado ha sido siempre uno de los grandes temas del
constitucionalismo y una de las mayores preocupaciones de toda Constitucin.
La razn es obvia, el Estado es la personificacin del poder; el gobierno, la
titularidad legislativa, la administracin de justicia son solo algunos de los
rostros de su enorme poder. Pero el Estado no solo concentra el poder poltico,
tambin posee un gran poder econmico. En este mbito sus modos de actuar
son principalmente tres: proveyendo el marco legal en el que funcionar el
mercado, interviniendo en el mercado directamente mediante actividad
empresarial o mediante medidas que controlen el accionar de los actores
econmicos, y por ltimo a travs de entes reguladores en mercados de
servicios pblicos o en aquellos donde existan monopolios.
algn ttulo crediticio. Por la misma razn, tampoco hay incoherencia cuando se
protege la microempresa o las grandes inversiones como ya se dijo.
111. Diversas formas de propiedad y empresa
5. El vnculo entre libertad econmica y propiedad privada es inocultable,
aquella solo es posible si la persona tiene el poder de disponer de su
patrimonio, y determinar su vida en funcin de tales decisiones. De ah que no
resulte incoherente que la Constitucin incluya en su artculo 60, el
reconocimiento de diversas formas de propiedad, pues en gran medida todas
las libertades econmicas descienden del respeto de la propiedad.
6. Nuestra Constitucin reconoce y protege las diversas formas de propiedad
que modernamente el Derecho ha inventado. Hoy, la propiedad conceptual y
funcionalmente se ha diversificado. No cabe hablar ya de propiedad sino de
propiedades.
La propiedad moderna conoce nuevas formas y contenidos que responden
mejor a las necesidades econmicas de nuestro tiempo. La propiedad a la que
se refiere el Derecho comn es la civil, que es aquella que encierra el concepto
de dominio sobre un bien, esto es el mayor poder jurdico posible sobre una
cosa que el ordenamiento le reconoce al individuo. No obstante, como ha
quedado dicho, la propiedad civil ya no es la nica, convive con otros tipos de
propiedad. Pinsese por ejemplo en la llamada propiedad intelectual con ms
de un siglo de vida y que en nuestra Constitucin se reconoce expresamente
(art. 2, inc. 8); el denominado tiempo compartido o aprovechamiento por turnos,
como lo conoce la legislacin espaola; las concesiones mineras (propiedad
minera); las concesiones en telecomunicaciones, etc. Desde luego estas
ltimas no deben ser vistas con una retina civilista, ya que en tal caso no
calificaran como propiedades; de ah que algunos prefieran hablar de
titularidades1142.
De lo expuesto se colige que en nuestros das no es posible postular un
concepto unitario de propiedad, sus mltiples formas y contenido atentan
contra esta pretensin; y sin embargo es necesario vincular legalmente todas
estas relaciones de pertenencia. El hecho de que nuestra Constitucin las
reconozca y proteja es ya un avance importante.
Estas nuevas propiedades conocen tambin nuevas limitaciones, como las de
duracin en el caso de derechos intelectuales que buscan impedir que esta
propiedad sea perpetua. Recurdese el caso de los derechos de autor, cuya
propiedad se traslada a los herederos de este con un lmite de setenta aos. La
razn que palpita en esta limitacin es la necesidad que tiene el hombre y la
sociedad de conciliar el legtimo derecho que tienen los autores de explotar
econmicamente su obra y la necesidad que tiene la sociedad de liberalizar el
conocimiento.
14. Por su lado, la funcin de garantizar la seguridad que tiene Estado, es vital
para el desarrollo de la economa. Esta tarea va ms lejos que la tradicional
visin que tenemos de ella, dicha funcin es una suerte de mecanismo que
mejora la eficiencia distributiva al compartir mejor los riesgos. La funcin del
Estado de brindar seguridad implica el mejoramiento de la productividad
econmica a mediano y a largo plazo, alentando el comportamiento de riesgo
en general la antigua y benfica "socializacin del riesgo" para las actividades
de inversin).
Las sociedades donde el Estado no resuelve los problemas adecuadamente,
rehusarn arriesgarse o comprometer sus activos en inversiones especficas y,
por tanto, puede perjudicarse el dinamismo de la economa. Los ejemplo de los
pases en desarrollo donde la falta de un mecanismo confiable para resolver
problemas desalienta las inversiones industriales (que por lo general incluye
inversiones especficas) y alienta la retencin de activos lquidos 1150.
Esta visin de la seguridad la convierte en un factor clave en el desarrollo
econmico, y obliga a que el Estado oriente sus esfuerzos y recursos en
generar este ambiente de seguridad, y no los distraiga en funciones, como la
actividad empresarial, para la que no solo no est diseado sino para la que no
est jurdicamente autorizado. La lgica burocrtica con la que toda
Administracin Pblica se mueve no es la lgica empresarial. Las empresas del
Estado inevitablemente estn imbuidas de una dinmica asistencial y
burocrtica, adems de estar permanente amenazadas por decisiones e
intervenciones polticas. Quien mejor que los propios particulares para conocer
y atender sus necesidades de una manera eficiente.
15. Por otro lado, es una falacia considerar de que cuando el Estado acta en
igualdad de condiciones que los particulares, sin privilegios y sin exclusivismos
(esto es, respetando la competencia), entonces la iniciativa pblica resulta
siempre lcita, como un agente ms del mercado. Y lo es, porque la empresa
pblica acta siempre -aunque otra cosa se diga- en situacin de privilegio
respecto a la privada: privilegios de financiacin con fondos pblicos, privilegios
crediticios (en condiciones especiales y con aval del Estado), ampliaciones de
capital para absorber los dficit y, en no pocos casos, tambin privilegios
jurdicos1151.
Creer que el Estado acta en condicin de paridad cuando participa
empresarialmente en la economa es una ingenuidad. El Estado nunca
participa en condicin de igualdad, sencillamente porque no puede. El solo
hecho de constituir una sociedad para realizar una determinada actividad
empresarial significar la distraccin de fondos pblicos para este propsito. Y
si hace actividad empresarial sin constituir una sociedad, realizndola a travs
de un organismo estatal, como actualmente lo hace el Ministerio de Justicia con
el negocio del SPIJ, no solamente violar la ley sino que actuar en situacin
de privilegio, pues no solo utiliza los recursos humanos y materiales del Estado,
1150 Cfr. CHANG, Ha-Joon. Ob. cit, pp. 80 Y 81
1151 ARIO, Gaspar. Ob. cit., p. 78
sino que adems no paga impuesto a la renta como lo hacen todas las
sociedades comerciales que realizan actividad empresarial.
VI. Normatividad infraconstitucional en materia de intervencin del Estado en la
economa
16. El artculo 60 de la Constitucin, como lo referimos anteriormente,
establece que solo subsidiariamente el Estado puede participar directa o
indirectamente en la actividad econmica. Al requisito de subsidiariedad se
suma el de ley expresa, y el que la actividad a emprender sea de alto inters
pblico o de manifiesta conveniencia nacional.
No obstante, pese a la claridad del dispositivo constitucional, en la prctica
diversas entidades estatales continan ejerciendo actividad empresarial sin
observar los mencionados requisitos, distrayendo de esta forma recursos
pblicos y generando adems graves distorsiones en la economa, pero sobre
todo relegando la iniciativa privada. Y es precisamente este hecho lo que
motiv que durante el Gobierno de Transicin del ex Presidente Valentn
Paniagua se expidiera el ns. N 088-2001PCM (complementado luego por el
ns. N 098-2001- PCM), cuya finalidad era bsicamente controlar que en las
actividades de comercializacin de bienes y servicios realizadas directamente
por las entidades del Sector Pblico, se cumplan las exigencias
constitucionales, sin transgredir las normas de libre competencia.
As, el artculo 1 del ns. N 088-2001-PCM establece que para desarrollar
actividades de comercializacin de bienes y servicios, y para efectuar los
cobros correspondientes a los ciudadanos, las entidades del Sector Pblico
requieren contar con autorizacin de ley expresa, sealndose que el titular de
la entidad correspondiente cautela que dichas actividades se sujeten a las
limitaciones y condiciones impuestas por la Constitucin y la ley que autoriza
su desarrollo. Por su parte, el artculo 8 prescribe que la utilizacin de recursos
pblicos o del patrimonio del Estado para la realizacin de actividades
comerciales no autorizadas por ley expresa por parte de las entidades del
Sector Pblico, se encuentra prohibida. Y finalmente, el artculo 10 seala que
para los efectos de la referida norma se entiende por "actividades comerciales",
la venta o alquiler de bienes o servicios que no son suministrados en
exclusividad por las entidades del Sector Pblico, independientemente de que
sean o no producidos por la misma entidad, y que generalmente se brindan en
condiciones de competencia con el sector privado.
Posteriormente se emiti el ns. N 098-2001-PCM, cuyo artculo 1 precisa que
solo para el caso de la comercializacin de bienes y servicios en el marco de
cooperacin financiera y tcnica internacional, no se requerir la expedicin de
una nueva ley autoritativa.
17. Con estas normas se pretendi armonizar la actividad empresarial del
Estado con lo establecido en el segundo prrafo del artculo 60 de la
Constitucin, para lo cual se intent desarrollar los tres requisitos necesarios -y
concurrentes- que facultan al Estado a participar en la actividad empresarial del
pas, los cuales son:
Artculo 61
La regulacin constitucional de los monopolios y las polticas de competencia
El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda prctica que la
limite y el abuso de posiciones dominantes o monoplicas. Ninguna ley ni
concertacin puede autorizar ni establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisin y los dems medios de expresin y
comunicacin social; Yo en general, las empresas, los bienes y servicios
relacionados con la libertad de expresin y de comunicacin, no pueden ser
objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente,
por parte del Estado ni de particulares.
CONCORDANCIAS:
C.: 8" nET.;
C.P.: art. 232;
D. Leg. 701;
D. Leg. 757: art. 4;
D. 285
Alfredo Bullard Gonzlez
La Constitucin de 1979 prohibi los monopolios 1152, consagrando con ello una
norma no solo incumplida, sino imposible de cumplir. Los monopolios existieron
durante toda la vigencia de la Constitucin, y hubiesen seguido existiendo en
economas pequeas como las nuestras aun en el caso que la norma hubiera
seguido vigente. La Constitucin de 1993 corrigi este error en su artculo 61,
que no prohbe el monopolio, sino que manda promover la competencia.
Si bien el monopolio puede tener consecuencias negativas para los
consumidores, su prohibicin puede generar daos a esos mismos
consumidores. El proceso competitivo se alimenta de la aspiracin de todo
empresario por aumentar su participacin en el mercado. El esfuerzo de todo
empresario por reducir costos y bajar precios, mejorar la calidad de sus
productos o el servicio a los consumidores se orienta precisamente a aumentar
la participacin que dicha empresa tiene en el mercado.
Como dijimos, el artculo 133 de la Constitucin de 1979 prohiba los
monopolios. Y nada perjudica ms la conciencia de que la Constitucin debe
cumplirse, que los incumplimientos de la misma. Cuando se prohbe algo
imposible de prohibir entonces la Constitucin se des prestigia en su integridad.
Podemos todos coincidir que la congestin de trfico en las calles es una
situacin indeseable y todos quisiramos que no se diera; genera prdida de
tiempo, desperdicio de recursos, accidentes de trnsito, contaminacin
1152 Artculo 133.- "Estn prohibidos los monopolios, oligopolios,
acaparamientos, prcticas y acuerdos restrictivos en la actividad industrial y
mercantil. La ley asegura la normal actividad del mercado y establece las
sanciones correspondientes".
As, puede caer dentro de esa prohibicin de monopolio legal una ley que
establece que solo podr entregarse una actividad productiva a un nmero
determinado de competidores, o crear reglas que exijan requisitos tan absurdos
para desarrollar una actividad que solamente un nmero limitado de empresas
pueden cumplirlas.
Por su parte el Tratado de Roma, virtualmente la Constitucin de la Unin
Europea tampoco prohbe el monopolio, sino la prctica monoplica. Con una
estructura similar a la Sherman Act, regula en su artculo 85 los acuerdos entre
competidores, y en el 86 el tema del abuso de posicin de dominio en el
mercado. Este ltimo artculo, ms pertinente al tema del monopolio, tampoco
lo prohbe, y solo sanciona el aprovechamiento indebido de una posicin de
dominio1156.
El Estado, por definicin, tiene el monopolio de las decisiones estatales. La
mayora de monopolios o concentraciones dainas para los consumidores
provienen precisamente de la "transferencia" de dicho poder a empresas que
se benefician de ello. As el Estado, en uso de sus facultades normativas y
administrativas, suele crear barreras de acceso para permitir que unos pocos
se queden en el mercado. Esto le da a las empresas beneficiarias de tales
barreras la posibilidad de cargar precios ms altos y reducir las opciones de los
consumidores. Permitir que esos monopolios se creen, es abrir el camino para
que las presiones impropias, el loby) o incluso la corrupcin, permitan a las
empresas obtener privilegios que eliminan la posibilidad de competencia
efectiva, en perjuicio de los consumidores.
Por ello, son de una precisin admirable las palabras del jurista peruano
Francisco Garca Caldern quien en 1879 (hace ms de un siglo y varios aos
antes de la promulgacin de la Sherman Act en los Estados Unidos) al hablar
de la causa principal de los monopolios, seal:
"...toda medida que limita la libertad de industria, trae como consecuencia el
monopolio: la formacin de gremios y matrculas, la imposicin de
contribuciones industriales, las vejaciones hechas a los vendedores en las
ferias y mercados, y otras disposiciones emanadas del sistema restrictivo, traen
inmediatamente el monopolio; y si entonces se reduce el precio de las
mercancas por una ley, se comete una nueva injusticia, y se hace un nuevo
ataque a la libertad. La libre concurrencia, que permite que los precios suban y
bajen segn su ley natural, es el nico medio de impedir los monopolios: las
disposiciones directas o indirectas del gobierno y de las actividades son
ineficaces para conseguir ese objeto: as lo acredita la experiencia de todos los
das"1157.
Libertad de contratacin
Artculo 62
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar vlidamente
segn las normas vigentes al tiempo del contrato. (...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76;
C.C.: arts. 1354, 1355;
D. Leg. 662: art. 10
Walter Gutirrez Camacho
l. Introduccin
1. Toda Constitucin contiene una declaracin de principios bsicos que la
sociedad considera necesario preservar y respetar, sobre cuya base convivirn
y se relacionarn sus miembros. El ordenamiento jurdico ha de ser
necesariamente una expresin de estos ideales, de manera que toda creacin,
interpretacin y aplicacin legal se haga en coherencia con estos principios.
Uno de estos valores o reglas fundamentales es la libertad de contratacin. Al
declarar nuestra Constitucin esta libertad, declara tambin que la nuestra es
una sociedad contractual, es decir, que en materia econmica prima la
autonoma de la voluntad y el consentimiento, que no es otra cosa que la
inteligencia o entendimiento de dos voluntades. De ah que en nuestro
ordenamiento el contrato solo se forma cuando hay pleno acuerdo entre las
partes. De esta manera nuestras transacciones y, por tanto, nuestro Derecho
Econmico, se hallan basados en la libertad. Por eso cuando se pasa revista a
los principios fundamentales de la contratacin, en todos ellos puede hallarse la
huella de este primer y principal principio.
Pero si en materia contractual es fundamental el respeto de la libertad, es
preciso tener presente que los hombres solo pueden ser libres si son iguales.
La declaracin de libertad de contratacin en una sociedad y en una economa
con desigualdades, no pasara de ser una libertad formal y en muchos casos
generara ms desigualdad y poder econmico o de mercado para quienes ya
lo tienen. De ah que no sea contradictorio que nuestra propia Constitucin
imponga lmites a la libertad. Lmites al ejercicio de la libertad de los
particulares, pero principalmente lmites al accionar del propio Estado.
As, las limitaciones que la Constitucin impone a este principio deben
interpretarse como un esfuerzo por ordenar la libertad de las transacciones. Si
en el plano econmico, la libertad se ejerce por medio del contrato, no hay que
perder de vista que todo contrato se ejecuta en un mercado, y no hay
economa ni mercado sin un orden jurdico que les permita funcionar. El
contrato no puede superar o rebalsar al ordenamiento jurdico que le da vida y
permite su realizacin. Los lmites de la libertad contractual son precisamente
en defensa del contrato. Son para evitar que actores con poder de mercado
contrato, sera intil todo ejercicio de voluntad; la voluntad por s sola es estril
para crear derecho.
La formacin, ejecucin y conclusin de un contrato estn determinadas por el
ordenamiento legal; este establece las consecuencias del acuerdo adoptado y
complementa lo convenido por las partes. Es decir, el acuerdo contractual
nunca es solo tal acuerdo; el texto contractual se completa siempre con el
contexto legal. As, por ejemplo, segn las normas referidas a la compraventa,
luego de celebrado el contrato por las partes, no solo se generan los efectos
queridos por estas, sino tambin se producen consecuencias legales que no
han sido acordadas por los contratantes y que incluso ni siquiera fueron
pensadas por ellos.
Ciertamente la mayor parte de las normas en materia contractual son
dispositivas, esto es, son susceptibles de ser sustituidas por las partes. Sin
embargo, concurrentemente el ordenamiento jurdico tambin contiene normas
imperativas que no pueden ser soslayadas por la voluntad de los contratantes.
Estas normas imperativas pueden dotar al acuerdo contractual de un
significado y alcance distinto al establecido por los contratantes en el
clausulado contractual. Pero igual puede suceder con las normas dispositivas,
porque si bien los contratantes pueden prescindir de ellas, si no lo hacen estas
normas adquieren un carcter imperativo en tanto no sean "derogadas" por las
partes. As pues, el ordenamiento jurdico despliega tambin un papel de
carcter positivo en relacin con el contrato, incluso contradictorio con el sentir
de quienes contratan, acreditando que la voluntad de estos -pese a ser un
presupuesto ineludible del contrato- no es omnmoda ni todopoderosa 1162.
De esta manera, la autonoma privada exige conceptualmente la existencia
correlativa del ordenamiento jurdico. Los particulares solo pueden configurar
relaciones jurdicas propias del ordenamiento jurdico, y la configuracin
autnoma de las relaciones solo puede tener lugar mediante actos que sean
reconocidos por el ordenamiento legal como tipos de actos de configuracin
jurdico-negocial. La configuracin autnomo-privada de relaciones jurdicas
est determinada, por tanto, por el ordenamiento jurdico en su forma y en su
posible contenido1163.
III. Derechos que comprende la libertad de contratacin
7. La libertad de contratacin est compuesta por otras dos libertades: la de
contratar y la contractual.
a) Libertad de contratar, conocida tambin como libertad de conclusin,
consiste en la facultad que tiene toda persona de celebrar o no un contrato, y si
finalmente decide contratar, determinar con quin contrata.
b) Libertad contractual, conocida tambin como libertad de configuracin, est
referida a la libertad de determinar el contenido del contrato. Esta se compone
a su vez de las siguientes facultades:
1162 Cfr. FLUME. Ob. cit., p. 24.
1163 Cfr. FLUME. Ob. cit., p. 24.
artculo que ahora se comenta. Lo acordado por las partes hace el contenido
del contrato, determinando los derechos y obligaciones que dimanan de tal
acuerdo; se trata de la lex contractus, que se completa con el ordenamiento
jurdico, tanto con las normas imperativas --que no son negociables para las
partes-, como con las normas supletorias, las cuales s son prescindibles por
los contratantes, sin embargo, como ya se dijo, estas pueden llegar a tener
fuerza imperativa en determinadas circunstancias.
As, en el ejercicio de la libertad contractual, las partes se convierten en
legisladores de sus reglas contractuales modificando, si as lo disponen, la
regulacin dispositiva de la ley, alterando los tipos -contratos mixtos y
complejos-, regulando otros no previstos -contratos atpicos-, o combinando los
existentes.
IV. Lmites a la libertad de contratacin
10. Los beneficios de la libertad de contratacin son innegables; sera
redundante repetirlos aqu. Sin embargo, no hay que perder de vista que la
experiencia ha demostrado que la libertad de contratacin, paralela a sus
grandes beneficios ha propiciado tambin la concentracin de poder econmico
en manos de los particulares; poder que debe limitarse cuando se abusa de l,
cuando se rompe el equilibrio de intereses que persigue la ley para que el
mercado funcione adecuadamente.
Si la libertad de contratacin que proclama la Constitucin no es absoluta, es
preciso entonces conocer las fronteras de este principio, que nuestro
ordenamiento ha materializado en regla legal. A las clsicas limitaciones
derivadas de la moral y el orden pblico, hoy se suman lmites ms puntuales
expresados en leyes basadas en la razones de convivencia social y eficiencia
econmica, que buscan un equilibro bsico en el mercado, limitando la accin
de los actores con un excesivo poder de mercado poniendo lmites al poder
econmico.
11. Las numerosas y cada vez mayores limitaciones de la libertad de
contratacin, que incorpora el ordenamiento jurdico, pueden parecer a primera
vista un contrasentido a la proclamacin constitucional de la libertad de
contratacin e incluso hacer creer, como les pareci a algunos autores 1165, que
el contrato se halla en crisis o que, incluso, ha muerto. En realidad no existe
conflicto para la convivencia del principio de libertad de contratacin con las
crecientes limitaciones de esta libertad.
La razn jurdica para poner lmites a las distintas libertades o derechos
consagrados por la Constitucin, es la necesaria coexistencia de distintos
principios constitucionales, que recogen valores que la sociedad considera
preciso preservar para la existencia de un equilibrio social. As, por ejemplo, es
igualmente indispensable que se respete tanto el principio de libertad de
1165 Al respecto puede consultarse a DE BUEN LOZANO, Nstor. La
decadencia del contrato. 2" edicin. Porra. Mxico, 1986. Tambin a RISOLIA,
Marco Aurelio. Soberana y crisis del contrato en nuestra legislacin
civi/.Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1958
1854 del CC). Igualmente, quedan fuera las expropiaciones, por tratarse de
actos administrativos unilaterales, o la "venta forzada" del bien del deudor 1166.
14. Otra de las figuras interesantes dentro de las limitaciones a la libertad de
contratacin son los contratos reglados, dictados o reglamentados. Esta figura
es otra de las que ha dado pbulo a que se hable de crisis de la autonoma
privada o crisis del contrato. Se trata de contratos cuyo contenido se halla
predeterminado por la ley.
Como lo seala Luis Dez-Picazo y Ponce de Len 1167 estas figuras suponen
solo la sustitucin del precepto privado que todo contrato normalmente
contiene, por un "precepto pblico" -la norma, la ley-, en la reglamentacin de
las relaciones privadas. Son ejemplos de este fenmeno el contrato de seguro,
el arrendamiento, el contrato de trabajo, el contrato de afiliacin a AFP, etc. En
todos ellos las obligaciones de las partes se encuentran en gran medida
preestablecidas, quedando muy poco espacio para que las partes ejerzan su
autonoma. La razn de estos contratos reside en que el ordenamiento legal
reconoce que en una situacin de poder desigual, ha de sustraerse la facultad
de regulacin a los contratantes y la relacin jurdica se reglamenta en todo o
en parte mediante normas imperativas1168.
Por otro lado, similar situacin se presenta en los casos de monopolio, posicin
de dominio en el mercado o cualquier otra manifestacin de poder de mercado,
en los que la ley entiende que el margen de autodeterminacin de los
contratantes es nulo o muy reducido, a causa precisamente del poder del
monopolista. De ah que en estas situaciones el Derecho no solo "obligue" a
contratar, sino que tambin participe en la configuracin de lo que se contrata.
En la medida en que exista un deber de contratar, en realidad no se contrata,
sino que el contrato solo es un medio tcnico de cumplimiento de la ley.
15. De las figuras que representan limitaciones a la libertad de contratacin, sin
duda una de las ms interesantes es la referida a las condiciones generales de
negocios, conocida tambin como clusulas generales de contratacin. De los
numerosos problemas que plantea a la moderna contratacin la formulacin de
las condiciones generales, la limitacin a la libertad de contratacin es una de
las ms importantes, pues representa una evidente restriccin a los derechos
del adherente.
Las condiciones generales no pueden ser justificadas como una expresin de
la autonoma privada, pues en realidad son un instrumento utilizado por el
empresario para 'agilizar las operaciones en el mercado. Estos formularios de
contratacin los elabora y propone una de las partes, que es la ms fuerte
desde el punto de vista econmico; y la otra se somete o no a lo dispuesto en
ellos. Como esa aceptacin por medio de sumisin se lleva a cabo, en la
1166 Para mayores ejemplos sobre contratos forzosos, vase nuestro trabajo
La libertad de contratacin. En: AA.W. "Cdigo Civil comentado". Tomo VII.
Gaceta Jurdica, Lima, 2004.
1167 DEZ-PICAZO, Luis. Los llamados contratos forzosos. En: "Derecho Civil
Patrimonial" II. Universidad de Lima. Facultad de Derecho y Ciencias Polticas.
Lima, p. 45
1168 Cfr. FLUME, Werner. Ob. cit., pp. 33 Y 34
1169 Cfr. SANTOS BRIZ, Jaime. Los contratos civiles. Nuevas perspectivas.
Comares. Granada, 1992, p. 46
1170 SANTOS BRIZ, Jaime. Ob. cit., p. 47
los negocios jurdicos que la ley establece y crea nuevas figuras sin limitacin
alguna1171.
Conclusiones
De lo expuesto hasta aqu se advierte que el problema fundamental de la
libertad de contratacin est en sus lmites. Las restricciones que se les
imponga a los particulares en sus relaciones contractuales, determinan en gran
medida el tipo de sistema econmico y jurdico de un pas. Y es que si bien la
libertad de contratacin permite el desarrollo de las personas, igual abre la
posibilidad de que surjan en el mercado actores econmicos con un gran poder
de mercado.
Por ello, modernamente se reconoce el derecho de la sociedad de poner atajo
a cualquier abuso, declarando en principio que no hay libertad contractual
absoluta.
En relacin a la llamada crisis del contrato, para nosotros no existe tal crisis. El
incremento de limitaciones al principio de libertad de contratacin est asociado
a un aumento de operaciones econmicas que hasta hace unos aos eran
impensables y que, por tanto, los legisladores no pudieron prever. Las diversas
posibilidades, no exentas de complejidades, que presenta la economa
moderna no pueden ser comparadas con las operaciones de mercado que
conocieron nuestros abuelos, como probablemente las del futuro no se
comparen con las nuestras. El contrato en su versin clsica respondi a una
poca y estado de la economa, de modo que era perfectamente previsible que
el contrato, figura jurdica econmica por excelencia, necesariamente vare con
los cambios del mercado. Estos cambios se expresan en las nuevas fronteras
que se le han impuesto al contrato como instrumento de transacciones de
mercado, as como en las posibilidades que se le abren con las modernas
operaciones contractuales que se realizan a travs de mquinas automticas y
sobre todo por medios telemticos.
Otra conclusin de lo expuesto es que el Derecho no admite que los
particulares creen ordenamientos contractuales equiparables al ordenamiento
legal; el reconocimiento de la libertad de contratacin solo alcanza a las
relaciones particulares de las partes. No est admitido a los contratantes el
establecimiento de un rgimen jurdico contractual para regir en un nmero
indefinido de contratos que excluyan derechos positivos consagrados en el
ordenamiento, ni est permitido que puedan deformar los tipos contractuales
impuestos por la ley. Se le da, de esta manera, al derecho dispositivo, una
doble funcin: determinar el contenido de los contratos masivos y establecer
lmites a esta clase de contratos.
Los lmites a la libertad de contratacin representan una clara expresin de los
derechos que se reserva el Estado moderno frente al poder econmico de
ciertos actores en el mercado, atribuyndose la facultad de restablecer el
equilibrio de la vida social y econmica, lo que de ningn modo significa que el
Estado intervenga en todo contrato y menos en un contrato en particular. Solo
cuando se abandona el terreno del contrato individual entre particulares y se
1171 SANTOS BRIZ,Jaime. Ob. cit., p. 61
Artculo 62
Intervencin de los contratos en curso de ejecucin
(.. .). Los trminos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras
disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relacin
contractual solo se solucionan en la va arbitral o en la judicial, segn los
mecanismos de proteccin previstos en el contrato o contemplados en la ley.
(...)
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76;
C.C.: arts. 1354, 1355;
D. Leg. 662: art. 10
Walter Gutirrez Camacho
I. Introduccin
Una segunda norma que contiene el artculo 62 es la referida a la intervencin
de los contratos en curso de ejecucin. Este dispositivo intenta consagrar en su
amplio sentido la santidad de los contratos, pero al hacerla incurre en un error
vitando que colisiona no solo con la ciencia jurdica sino con la propia realidad.
Dicho error se refiere a la pretensin de sancionar la intangibilidad de los
contratos en curso de ejecucin. Como veremos, la manera cmo ha sido
diseado el referido articulo contradice los principios consagrados en la propia
Constitucin y hace necesario que en una eventual reforma esto sea corregido.
II. Santidad de los contratos
La santidad de los contratos consiste en que una vez celebrado el contrato este
es intangible, es decir, no podr ser afectado por normas que sean aprobadas
posteriormente a su celebracin y mientras se encuentre vigente. Detrs de la
santidad de los contratos hay una posicin ideolgica: considerar la autonoma
de la voluntad como un dogma que purifica y convierte en equitativas todas las
conductas; el concepto superior de Justicia y las consideraciones de
solidaridad social son irrelevantes. "El principio de la autonoma de la voluntad
se basta a s mismo", en lugar de exigir una justificacin, l sirve para justificar
los dems principios jurdicos.
Salta a la vista que la identidad de lo contractual con lo justo es una falacia.
nicamente en circunstancias de real igualdad entre los contratantes, podra tal
idea tener alguna verosimilitud1172.
Se explica entonces por qu un importante sector ha credo e incluso cree, que
la autonoma de la voluntad no solo es fuente de las relaciones jurdicas, sino
que le atribuye un valor axiolgico. Se parte de la conviccin de que si los
1172 LPEZ SANTA MARA, Jorge. Los contratos. Editorial Jurdica de Chile. Santiago, 1986.
pp. 168 Y ss.
Artculo 62
El contrato-ley
(.. .). Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantas y otorgar
seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la
proteccin a que se refiere el prrafo precedente.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76;
C.C.: arts. 1354, 1355;
D. Leg. 662: art. 10
Walter Gutirrez Camacho
l. Derecho, economa e inversin
1. Los contratos de estabilidad jurdica surgen en nuestro pas en un contexto
de transformacin de la economa nacional y mundial. Las reformas iniciadas
en los aos noventa apuntaban a fortalecer la participacin privada en la
economa, lo que implicaba una apertura del mercado acompaada de un
replanteamiento del rol del Estado en la economa y la eliminacin de barreras
de acceso al mercado. A todos estos cambios se les llam reformas de primera
generacin.
Estas reformas deban continuar con el diseo de mecanismos e incentivos
orientados a fomentar la inversin privada (reformas de segunda generacin).
En el marco de estas reformas, y como parte de un conjunto de mecanismos
diseados para generar condiciones favorables a la inversin privada, se
crearon los convenios de estabilidad jurdica y otras herramientas que buscan
garantizar la seguridad legal en el tratamiento de la inversin, principalmente a
travs de la suscripcin de acuerdos internacionales de proteccin de la
inversin1178.
La necesidad de estos convenios en pases subdesarrollados est ms que
probada, pues el vnculo entre Economa y Derecho, as como la ligazn entre
inversin e institucionalidad han sido demostradas por numerosos trabajos. El
subdesarrollo institucional, que es el peor de los subdesarrollos, consiste en la
ausencia de un Estado de Derecho, esto es, un pas carente de instituciones
capaces de hacer cumplir la ley o, peor an, un pas en el que las propias
instituciones incumplen la ley. En estos pases se ha instrumentalizado al
mximo la norma, olvidando que el ordenamiento legal es una condicin
esencial para el funcionamiento y desarrollo de la economa.
As, las sociedades subdesarrolladas no han aprendido a controlar
debidamente la ley ya evitar con ello los grandes males que esta tambin es
capaz de producir.
1178 C&. BUSTAMAN1E, Pablo; COM Mnica V DE LA CRUZ, Ricardo. Impacto econmico de
la inversin asociada a los convenios de estabilidad jurdica en el pas. En: "Revista de
Economa y Derecho". Upc. Lima, 2004, p. 61.
la economa. En ese sentido, debe entenderse que cuando el prrafo final del
artculo 62 seala: "Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer
garantas y otorgar seguridades", lo que en realidad est haciendo es
materializar la proteccin de la iniciativa privada, pues estos contratos estn
pensados para ofrecer salvaguardas a la inversin privada.
Nosotros consideramos que si el orden pblico econmico peruano tiene como
piedra angular la iniciativa privada, esto es la libertad econmica de los
particulares, ha de entenderse que la mayora de garantas econmicas
contenidas en la Constitucin estn orientadas a hacer posible esta libertad. En
este sentido, cuando la Carta Magna dice que el Estado puede otorgar
garantas y seguridades, debe interpretarse en el sentido que ms favorezca su
realizacin, lo que permitira no solo estabilizar cierta normatividad sino otras
variables jurdicas como la jurisprudencia vigente al tiempo de celebrar el
contrato ley.
III. Concepto y naturaleza del contrato-ley
3. Con los contratos-ley el Estado busca garantizar a los inversionistas la
estabilidad jurdica, manteniendo la vigencia de las normas que fueron
determinantes para la inversin, de este modo, si durante la vigencia del
contrato dichas normas fueran modificadas por el Estado, estos nuevos
dispositivos no se aplicaran a los inversionistas que celebraron estos
contratos. As, mediante el contrato-ley el Estado congela un conjunto de
normas que se mantendrn vigentes e inalteradas, y que le sern aplicables al
inversionista en tanto dure el contrato. De esta manera, aun cuando estas
normas se modifiquen para el resto de ciudadanos, tales modificaciones no
alcanzarn al inversionista, dotando al conjunto normativo estabilizado
mediante el contrato-ley, de una eventual vigencia ultractiva.
Ahora bien, como la gran mayora de autores sostiene, los convenios de
estabilidad jurdica son contratos, llegndose incluso a afirmar que son
contratos privados, tal como afirma la propia norma. En efecto, el artculo 39
del D. Leg. N 757, Ley Marco para el Crecimiento de la Inversin Privada,
seala que: "Los convenios de estabilidad jurdica se celebran al amparo del
artculo 1357 del Cdigo Civil y tienen calidad de contratos con fuerza de ley,
de manera que no pueden ser modificados o dejados sin efecto unilateralmente
por el Estado. Tales contratos tienen carcter civil y no administrativo, y solo
podrn modificarse o dejarse sin efecto por acuerdo entre las partes".
4. Para determinar la verdadera naturaleza de esta figura legal es preciso
conocer mejor dos de sus elementos: la causa y el objeto de este contrato. En
cuanto a lo primero, es evidente que tratndose de un contrato de inversin, su
fin sea promover o hacer posible una inversin, de manera que no hay lugar
para el debate sobre la causa fin de este contrato. El problema central estara
en su objeto, porque de l depender su naturaleza. Como sabemos el objeto
de un contrato est compuesto por el conjunto de obligaciones que se generan
como consecuencia de su celebracin. Las obligaciones en este contrato son
bsicamente dos: para el inversionista, la obligacin de realizar cierto monto de
inversin en un plazo determinado; y para el Estado, una obligacin omisiva
Artculo 63
Igualdad de trato entre inversin extranjera y nacional. Solucin de
controversias
La inversin nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones. La
produccin de bienes y servicios y el comercio exterior son libres. Si otro pas o
pases adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el
inters nacional, el Estado puede, en defensa de este, adoptar medidas
anlogas.
En todo contrato del Estado y de las personas de derecho pblico con
extranjeros domiciliados consta el sometimiento de estos a las leyes y rganos
jurisdiccionales de la Repblica y su renuncia a toda reclamacin diplomtica.
Pueden ser exceptuados de la jurisdiccin nacional los contratos de carcter
financiero.
El Estado y las dems personas de derecho pblico pueden someter las
controversias derivadas de relacin contractual a tribunales constituidos en
virtud de tratados en vigor. Pueden tambin someterlas a arbitraje nacional o
internacional, en la forma en que lo disponga la ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 62;
Ley 26702: arts. 5, 6;
Ley 27342;
D. Leg. 662;
D. Leg. 757: arts. 12, 38
Vctor Avila Cabrera
1. Introduccin
Dentro de los principios generales del rgimen econmico del Per en la
Constitucin se encuentra el presente artculo 63, en el cual se desarrollan
algunos conceptos fundamentales de los artculos anteriores, como el principio
de libertad econmica de los artculos 58 y 59, tratamiento no discriminatorio
del artculo 60, admisin del arbitraje como solucin de conflictos del artculo
62, y complementa y fortalece los otros principios, precisndolos con relacin a
los intereses extranjeros.
En este Captulo I sobre principios generales del Ttulo III de la Constitucin,
correspondiente al rgimen econmico, es notorio el esfuerzo del legislador de
tratar constitucionalmente de neutralizar riesgos polticos para los inversionistas
mediante la declaracin de principios, algunos de los cuales ameritaron un
desarrollo constitucional previo, como en el caso de la proteccin a las
inversiones privadas; o posterior, como el caso de la Ley General de Arbitraje.
Es claro que un pas en donde el corpus juris deliberadamente trata de reducir
riesgos polticos ser percibido ms atractivo, tanto para los inversionistas
nacionales como para los extranjeros.
El problema radica en que ese monto no garantiza el cien por ciento de lo que
se ahorra".
10. El Congreso de la Repblica 1197 nos informa las propuestas ciudadanas y
las propuestas legislativas en relacin a este artculo 64. Veamos: Propuestas
recibidas: Propuestas ciudadanas: Hernn Figueroa Bustamante: El Estado
garantiza la libre tenencia y disposicin de moneda extranjera. No podr
adoptar medidas que impliquen afectacin o limitacin a los depsitos, as
como conversiones y fijaciones confiscatorias del tipo de cambio aplicable a los
depsitos. Alejandro Eleodoro Hinojo Asta: El Estado garantiza el ahorro tanto
en moneda nacional como en moneda extranjera, as como su uso libre. La
garanta de los ahorros son inembargables por el Estado y bajo ningn motivo
ni modalidad, puede disponer, del todo ni de parte de estos. Las empresas que
recepcionan los ahorros de las personas, bajo responsabilidad, no pueden
evitar el retiro de estos, por los ahorristas ya sean de manera parcial o total.
Sub Grupo de trabajo sobre Rgimen Econmico. Augusto Alvarez Rodrich y
otros: El Estado garantiza la libre tenencia y disposicin de moneda extranjera.
Propuestas legislativas: Congresista Pedro Morales Mansilla: El Estado
garantiza la libre tenencia y disposicin de moneda extranjera. Congresista
Jess Alvarado Hidalgo: El Estado promueve el ahorro de las personas
naturales y jurdicas, en todas sus modalidades como nico mecanismo para
lograr el crecimiento sostenido y estable de la inversin. En tal sentido se
garantiza la libre tenencia y disposicin de cualquier instrumento de ahorro y de
moneda extranjera. Asimismo, el Estado no adoptar medidas que atenten
contra el ahorro o que tengan carcter confiscatorio del mismo o del patrimonio.
11. Existe un despliegue impresionante de normativa o leyes de desarrollo
constitucional que se han promulgado a partir y con relacin al uso y
disposicin de moneda extranjera, que contemplan, por ejemplo, la Ley
General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros N 26702 1198, la Ley
de Ttulos Valores N 27287, la Ley del Mercado de Valores, cuyo Texto nico
Ordenado fue aprobado por Decreto Supremo N 093-2002-EF del 15.06.2002,
entre otras. A nuestro juicio, no es posible ya caminar en sentido contrario al
impuesto por este mundo globalizado, con la presencia de la Internet y el
fenmeno informtico, la competitividad empresarial, el neoliberalismo y la
lucha por los mercados mundiales. La libre tenencia y disposicin de moneda
extranjera resulta algo tan evidente y obvio que para nada figura en las vitrinas
del debate poltico ni econmico nacional ni mundial.
En efecto, y por ejemplo, la Constitucin Poltica espaola del 27 de diciembre
de 1978, en sus 169 artculos, 9 Disposiciones Transitorias y 3 Disposiciones
1197 Aportes ciudadanos al debate del Anteproyecto de Ley de Reforma de la
Constitucin. Participacin sistematizada. Volumen n, Comisin de
Constitucin, Reglamento y Acusaciones Constitucionales del Congreso, Lima,
2002, p. 331.
1198 Revisar arts. 221 incisos 6), 14), 23) Y 24); 236 inc. 3) y en el Anexo-Glosario las
definiciones de Cartera Negociable y Riesgo de Mercado.
1216 GARCA CANCLIN, Nstor. Consumidores y ciudadanos. Grijalbo. Espaa, 1995, p. 13.
control sea un falso dilema, porque no hay libertad sin control, sin regulacin.
An el mercado ms libre no puede escapar de las limitaciones y el control; la
pretensin de una sociedad, de una economa sin control es ingenua,
insensata. Un pensador insospechadamente calificado de intervencionista
como Popper ha dicho: "... un mercado sin intervencin no existe ni puede
existir"1229.
Convenimos en que es vlido utilizar el concepto de consumidor o usuario
como un control de entrada al manto de proteccin de la legislacin de
consumo.
Esta posicin es plausible, pues no es dable que la ley proteja
indiscriminadamente a todo consumidor, sino tan solo a aquel que rena los
requisitos objetivos de la ley. Caso contrario estaramos rebasando las
fronteras impuestas por la propia lgica del sistema, pasando a proteger a
quien no es necesariamente dbil. Sin embargo, en la tarea de interpretar los
alcances del concepto de consumidor, debe tenerse especial cuidado, pues un
error nos podra llevar a desproteger un amplio sector de consumidores. Tal es
el peligro que se ha generado con la figura del "consumidor razonable".
En primer lugar, como ya se dijo, el concepto de consumidor razonable es una
"creacin" de nuestra jurisprudencia administrativa, pues en ningn lado la ley
se refiere a l, lo cual no quiere decir que la jurisprudencia no deba ser creativa
y solo extraer de la ley interpretaciones que se agoten en su literalidad. Lo que
acontece en este caso es que esta interpretacin jurisprudencial es
peligrosamente limitativa, introduce un elemento subjetivo en el anlisis del
concepto de consumidor; en efecto, a partir de este nuevo elemento no ser
suficiente que el consumidor cumpla con los requisitos objetivos que la ley le
exige para ser calificado como tal, sino que ser necesario que sea un
"consumidor razonable". Es decir que guarde cierta diligencia;
pero cul? En realidad, el concepto de "consumidor razonable" no es
propiamente una creacin de nuestra jurisprudencia, sino una importacin del
Derecho anglosajn y que incluso en esa realidad no est exento de
cuestionamiento. The reasonable man, de donde desciende el consumidor
razonable, es una construccin mtica del Derecho comn ingls. Es un ideal,
la materializacin de todas las cualidades que demandamos en un buen
ciudadanos1230.
Si bien es verdad que, en principio, resulta deseable y conveniente para el
funcionamiento del mercado contar con un consumidor diligente, este ideal no
siempre es posible, pues el problema estar permanentemente en el nivel de
1229 ) "... Imagine solo un intento de establecer lo que se llama capitalismo sin un sistema
legal, terminara inevitablemente en corrupcin y robo. Por eso la diferencia entre ms o menos
intervencin del Estado es despreciable en comparacin con la diferencia entre una sociedad
con y una sociedad sin un sistema legal" (...) "Solo el caos se puede desarrollar sin un sistema
legal: esa es mi tesis principal. Pero todo esto se pas por alto porque la gente est muy
influenciada por el marxismo; piensa que la economa lo es todo. No piensa en el sistema legal
porque, segn Marx, la legalidad es un robo disfrazado. Pero esa es una forma muy
equivocada de considerarla". POPPER, Kart.La leccin de este sigkJ. Temas. Argentina, 1998,
pp. 59 Y 60.
CAPTULO II
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES
Recursos naturales
Artculo 66
Los recursos naturales, renovables y TW renovables, son patrimonio de la
Nacin. El Estado es soberano en su aprovechamiento.
Por ley orgnica se fijan las condiciones de su utilizacin y de su otorgamiento
a particulares. La concesin otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha
norma legal.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 77;
C.P.: art. 304 y ss.;
C.M.A.;
Ley 26821;
P.I.D.C.P.: arts. 1.2, 47;
P.I.D.E.S.C.: art. 2S
Oswaldo Hundskopf Exebio
Para poder analizar el tratamiento de los recursos naturales dentro del Texto
Constitucional vigente, resulta necesario partir de su concepcin.
Doctrinariamente, se suele distinguir entre elementos naturales y recursos
naturales. Estos ltimos constituyen una especie dentro del gnero de los
elementos naturales, destinados a satisfacer las necesidades humanas.
En efecto, los elementos naturales son todas las cosas que la naturaleza
brinda, independientemente de su utilidad, pues el entorno natural ofrece al
hombre un conjunto de elementos de origen animal, vegetal, mineral, qumico y
energtico, que constituye parte del ambiente en que transcurre su existencia.
Sin embargo, no todos estos elementos son utilizados o aprovechados por el
hombre para el desenvolvimiento de sus actividades.
Cabe agregar que no todos los elementos naturales satisfacen las necesidades
humanas, por lo que no pueden ser considerados como recursos naturales. En
ese orden de ideas, para que cada uno de los elementos naturales ingrese a la
categora de recursos naturales, resulta indispensable el aporte de una utilidad
fsica o esttica, actual o potencial, vale decir, que la humanidad pueda
utilizados en su provecho.
Sobre este tema, la doctrina coincide con un concepto bsico de los recursos
naturales, al considerados como todos aquellos bienes existentes en la
naturaleza que sirven para que el hombre, directamente, o transformndolos,
Poltica ambiental
Artculo 67
I El Estado determina la poltica nacional del ambiente.
Promueve el uso sostenible de sus recursos naturales.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 66;
C.MA.;
Ley 26793: art. 1;
Ley 26821;
D. Leg. 818
Jorge Caillaux Zazzali
1. Nota introductoria
Antes de entrar en materia, resulta importante subrayar el ttulo asignado al
Captulo II del Ttulo III que desarrolla constitucionalmente el rgimen
econmico de la Repblica del Per. En efecto, el captulo reza "Del Ambiente
y los Recursos Naturales" para enfatizar la importancia que tiene el ambiente
(el ecosistema) donde se ubican los recursos naturales cuya explotacin son la
base de la economa del pas.
En la Constitucin de 1979, el mismo captulo se circunscriba al tratamiento
"De los Recursos Naturales". As el artculo 119 de la Constitucin derogada
estableci dos conceptos: la funcin del Estado de evaluar y preservar los
recursos naturales y el de fomentar su aprovechamiento racional.
Adicionalmente el artculo 123 cre el derecho ciudadano "de habitar en
ambiente saludable, ecolgicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo
de la vida y la preservacin del paisaje y la naturaleza (...)".
La diferencia puede resumirse en que la Constitucin de 1993 incorpora el
concepto de uso sostenible de los recursos naturales intercambindolo por el
de uso racional, y al hacerlo la obligacin del Estado y del concesionario al
administrar los recursos naturales renovables y no renovables no se
circunscribe al recurso en s, pues se extiende al patrimonio natural en su
conjunto, es decir, tanto a lo que hoy consideramos como recursos tiles como
a los elementos de la naturaleza que todava no les hemos asignado un valor
de uso. Es ms, una concepcin sistmica de las relaciones hombre-naturaleza
llevara a postular que, en verdad, todos los organismos vivos cumplen una
funcin (aunque no sean aparentemente tiles para el ser humano) que est
directamente relacionada con el mantenimiento del equilibrio ecolgico de los
sistemas naturales (ecosistemas) que, a su vez, son la fuente de los bienes y
servicios bsicos necesarios para el mantenimiento de la vida en el planeta,
incluyendo la vida de los seres humanos.
Desarrollar un anlisis exegtico de los artculos 67, 68 Y 69 de la Constitucin
Poltica del Per de 1993, referido a temas tan importantes como uso
Ello fue reiterado por uno de los autores mencionados (BERNALES, 1996) al
sealar que los recursos naturales pertenecen al conjunto del pas como
elementos que hay que preservar y utilizar racionalmente para beneficio no
solo de la presente generacin sino tambin de las futuras y como un recurso
que sirva para el progreso de la Nacin en su conjunto, agregando que la
responsabilidad de conducir este aprovechamiento corresponde al Estado y
concluyendo que, nadie sino el Gobierno que ejercita el poder, podra
establecer las condiciones en que ello se lleve a cabo.
Vemos en esta segunda definicin una doble aproximacin al concepto de
Patrimonio de la Nacin referido a un inters superior, que es el inters de la
Nacin, y que el aprovechamiento se haga en beneficio de toda la colectividad;
y una segunda referencia, que est ms asociada a la facultad del Estado para
regular su aprovechamiento. Es justamente esta aproximacin la que permite al
Estado establecer condiciones cuyo objetivo central es que el aprovechamiento
de los recursos se haga bajo reglas claras de sostenibilidad, a lo que
expresamente se refiere el artculo 671240.
Otro tema fundamental tiene que ver con el tratamiento del concepto de
soberana del Estado en el aprovechamiento de los recursos naturales. Aunque
pareciera una verdad de perogrullo es, sin embargo, una afirmacin
constitucional que deriva de la tendencia internacional referida al
aprovechamiento de los recursos naturales.
Debe considerarse que la Constitucin de 1993 fue elaborada y promulgada
con posterioridad a los acuerdos internacionales derivados de la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD)
realizada en Ro de Janeiro en el ao 1992. En dicha conferencia el nfasis
puesto en el derecho soberano de los Estados para el aprovechamiento de los
recursos naturales fue probablemente uno de los elementos centrales no solo
de la Declaracin de Ro sino de los Convenios Internacionales ah suscritos.
En efecto, en los aos previos a la CNUMAD la comunidad internacional vena
debatiendo sobre la conveniencia que los recursos genticos 1241 se sigan
considerando como patrimonio comn de la humanidad, pues esta concepcin
haba generado situaciones de injusticia. En efecto, bajo el manto del desarrollo
1240 En el ao 1996, durante e! debate de la Ley Orgnica para el
Aprovechamiento Sostenible de los Recursos Naturales, el Dr. Jorge Avendao
Valdez, en ese entonces congresista de la Repblica, seal claramente que e!
Estado mantena sobre los recursos naturales un dominio a partir de! cual
conceda facultades para e! aprovechamiento de los mismos a los particulares,
sujeto a ciertas exigencias y condiciones. Seal que este dominio de! Estado
es el que se denomina "dominio eminencial", a travs de! cual e! Estado
conserva un dominio latente sobre e! recurso natural y le confiere a los
particulares e! derecho de usar y disfrutar. Dicho de otra manera, agregaba, le
concede a los particulares el derecho de beneficiarse econmicamente con los
frutos que obtenga de la explotacin de! recurso
1241 Los recursos genticos, segn la definicin de la Decisin 391 de la
Comunidad Andina de Naciones que establece e! Rgimen Comn sobre
Acceso a los Recursos Genticos, se refiere a "todo material de naturaleza
biolgica que contenga informacin gentica de valor o utilidad real o
potencial".
a) Que el recurso natural debe utilizarse de acuerdo al ttulo del derecho para
los fines para los cuales fue otorgado garantizando el mantenimiento de los
procesos ecolgicos esenciales.
b) Que se debe cumplir con las obligaciones legales dispuestas por la
legislacin especial y con los procedimientos de Evaluacin de Impacto
Ambiental (EIA) y los planes de manejo del recurso; y,
c) Que el titular del derecho debe cumplir con la retribucin econmica y
mantener al da el derecho de vigencia.
La misma ley seala que el incumplimiento de las condiciones se sujete
claramente a causales de caducidad y esto felizmente ha sido reconocido por
el artculo 30 de la ley antes mencionada, lo que implica que en caso ella opere
revierte al Estado la concesin o el ttulo a partir del cual se otorg el derecho
de aprovechamiento a un particular.
2. Anlisis exegtico
El artculo 67 signific una novedad respecto al tratamiento que sobre la
materia hizo la Constitucin de 1979. La incorporacin del concepto de "poltica
nacional del ambiente" no se recogi en la Constitucin del 1979 aunque
posteriormente el Cdigo del Medio Ambiente y los Recursos Naturales del ao
1990 (Decreto Legislativo N 613) estableci en su Captulo I nueve
lineamientos de poltica ambiental1242. Por su parte, la nocin de "uso
sostenible" deriva de la evolucin conceptual dada especialmente a partir de la
Cumbre de la Tierra de Ro del ao 1992.
a) La poltica nacional del ambiente
Siempre puede resultar complejo determinar qu constituye la poltica nacional
del ambiente y cmo asegurar que incorpora los elementos centrales que nos
permitan confirmar su existencia y aplicacin. Dicho de otra manera, debe
deferirse a fin de lograr una aplicacin efectiva del texto constitucional, los
elementos que sustentan una poltica nacional del ambiente y a su vez la
institucin o autoridad que tiene a su cargo su diseo y aplicacin.
Pareciera existir consenso que los elementos que configuran la existencia de
una poltica nacional ambiental coherente deben estar referidos a:
1. La existencia de una legislacin ambiental o con relevancia ambiental capaz
de enfrentar no solo los retos de la sostenibilidad sino a su vez promover
conductas responsables con el medio ambiente.
Una institucionalidad ambiental coherente, en los distintos niveles de gobierno,
capaz de gestionar la aplicacin y el cumplimiento de la legislacin ambiental Y
1242 Encontrndose en prensa esta obra, se public en el diario oficial El
Peruano la nueva Ley General del Ambiente (Ley N 28611) que recoge en su
artculo 11, los lineamientos ambientales bsicos de las polticas pblicas (nota
del editor).
Artculo 68
Diversidad biolgica y reas naturales protegidas
El Estado est obligado a promover la conservacin de la diversidad biolgica y
de las reas naturales protegidas.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 66; C.P.: art. 304;
Ley 26834: art. 1;
Ley 26839
Jorge Caillaux Zazzali
1. Introduccin
La diversidad biolgica (la variabilidad gentica existente entre los seres vivos)
se concentra en ciertas regiones del mundo y, en particular y de manera
notable, en los llamados "pases megadiversos". Por circunstancias
geogrficas, ecolgicas y climticas, pases como Australia, Bolivia, Brasil,
Colombia, Ecuador, China, India, Indonesia, Mxico, Per, EE.UU. de
Norteamrica y Venezuela concentran casi el 80% de la diversidad biolgica
del planeta. Salvo Australia y EE.UU., todos son pases en desarrollo.
En el caso de Per (y segn datos aportados por la "Estrategia Nacional de la
Diversidad Biolgica", aprobado por Decreto Supremo N 102-2001-PCM), el
pas concentra 84 zonas de vida y 11 eco-regiones naturales, representando
adems una gran diversidad de flora (aproximadamente 25,000 especies o
10% del total mundial, de las cuales un 30% son endmicas). Es el quinto pas
en el mundo en nmero de especies, primero en especies como propiedades
conocidas y utilizadas por la poblacin (4,400 especies) y primero en especies
domesticadas nativas.
La importancia de la diversidad biolgica se manifiesta de distintas maneras.
Por ejemplo, casi el 80% de la poblacin mundial utiliza componentes de la
diversidad biolgica (especialmente plantas medicinales) para satisfacer
necesidades bsicas de salud. Un 25% de las drogas anualmente prescritas
derivan de la diversidad biolgica y sus componentes. En trminos de
alimentos, todos los habitantes del planeta dependen de esta diversidad para
su supervivencia. Las pesqueras y los cultivos alimenticios son un ejemplo
evidente de ello.
Desde hace muchos aos, los diferentes componentes de la diversidad
biolgica, tales como especies particulares, material gentico utilizado en el
mejoramiento de cultivos y eco sistemas considerados importantes por sus
caractersticas biolgicas y ecolgicas, han recibido un tratamiento jurdico
sectorial tanto a nivel internacional como nacional. Instrumentos internacionales
como la Convencin sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas
de Fauna y Flora Silvestres - CITES (Decreto Ley N 21080), el Convenio
1246 El Cdigo de! Medio Ambiente fue una norma muy innovadora en su
momento. El Cdigo se propuso reunir, regular y proponer principios jurdicos
en materia ambiental en general, integrando as reglas bsicas (y principios de
aplicacin) dispersas en una frondosa legislacin ambiental (o con contenido y
relevancia ambiental) desarrollada en el pas desde principios del siglo XX
1247 Encontrndose en prensa esta obra, se public en el diario oficial El
Peruano la nueva Ley General del Ambiente (Ley N 28611) en cuyos artculos
97-106, se regula lo relativo a la conservacin de la diversidad biolgica, y en
los articulas 107-110 lo referente a las reas naturales protegidas (nota del
editor).
biolgicos o las tierras donde estos se encuentran); y una autorizacin final que
faculta iniciar las actividades de acceso.
Por su parte, la Ley N 27811; Ley que establece el rgimen de proteccin de
los conocimientos colectivos de los pueblos indgenas asociados a la
diversidad biolgica (promulgada el 8 de agosto de 2002) tiene por finalidad
regular quin y bajo qu condiciones puede accederse y utilizarse el
conocimiento colectivo de los pueblos indgenas asociados a la diversidad
biolgica. Para ello, se prev la utilizacin de una serie de instrumentos y
herramientas tales como contratos de licencia de uso (de conocimientos),
registros para el mantenimiento de estos conocimientos, secretos
empresariales, un fondo compensatorio y principios de la proteccin de la
competencia desleal. Esta norma es aplicable a conocimientos que se
encuentran en el dominio pblico y aquellos que no lo estn.
5. reas naturales protegidas
Finalmente, en lo referido a las reas naturales protegidas 1251, las mismas
constituyen patrimonio de la Nacin y su condicin natural debe ser mantenida
a perpetuidad pudiendo permitirse el uso regulado del rea y el
aprovechamiento de los recursos naturales, o determinarse la restriccin de los
recursos directos, segn lo establecido por la Ley de reas Naturales
Protegidas - Ley N 26834.
DOCTRINA
CHASE SMITH, Richard y PINEDO, Danny. Comunidades y reas naturales
protegidas en la amazona peruana. En: "Debate Agrario", N 36, diciembre,
2003; DAM, Chris. La equidad en el convenio sobre diversidad biolgica:
transitando un campo minado. En: "Debate Agrario", N 33, setiembre, 2001;
DIAZ PINEDA, Francisco; DE MIGUEL, Jos Manuel y CASADO, Miguel ngel
(coord.). Diversidad biolgica y cultura rural en la gestin ambiental del
desarrollo. Comit Peruano de la Unin Mundial para la Conservacin. Lima,
2001; INRENA. Per: reas Naturales Protegidas. Lima, 2000; INRENA /
RODRGUEZ, Lily O. (ed.). Diversidad biolgica del Per: zonas prioritarias
para su conservacin. Ministerio de Agricultura. Lima, 1996; INRENA /
MINISTERIO DE AGRICULTURA. Sistema Nacional de reas Naturales
Protegidas. Lima, 1996; PORTILLA, Alfredo. Economa ambiental y diversidad
biolgica. En: "Debate Agrario", ~ 33, setiembre, 2001.
1251 La Unin Internacional para la Conservacin de la Naturaleza (UICN)
define a las reas protegidas como un segmento de tierra o mar dedicado
especialmente a la proteccin y mantenimiento de la biodiversidad, y de
recursos naturales y culturales conexos y gestionado con medios efectivos
legales o de otra ndole. Por su parte, la Ley de reas Naturales Protegidas las
define como los espacios continentales y/o marinos del territorio nacional,
expresamente reconocidos y declarados como tales, incluyendo sus categoras
y zonificaciones, para conservar la diversidad biolgica y dems valores
asociados de inters cultural, paisajstico y cientfico, as como por su
contribucin al desarrollo sostenible del pas.
CAPTULO III
DE LA PROPIEDAD
Artculo 70
Derecho de propiedad. Expropiacin
El derecho de propiedad es inviolable. El Estado lo garantiza. Se ejerce en
armona con el bien comn y dentro de los lmites de ley. A nadie puede
privarse de su propiedad sino, exclusivamente, por causa de seguridad
nacional o necesidad pblica, declarada por ley, y previo pago en efectivo de
indemnizacin justipreciada que incluya compensacin por el eventual
perjuicio. Hay accin ante el Poder Judicial para contestar el valor de la
propiedad que el Estado haya sealado en el procedimiento expropiatorio.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 16), 88;
C.C.: art. 923 y ss.;
C.P.C.: art. 519 y ss.;
Ley 27117;
D.D.D.H.: art. 17.1;
C.A.D.H.: art. 21
Jorge Avendao Valdez
Esta norma tiene tres partes bien marcadas: (i) la declaracin expresa de que
la propiedad es inviolable, (ii) el sealamiento de los lmites al ejercicio de la
propiedad, y (iii) la regulacin de la expropiacin. Veamos cada una por
separado.
1. Inviolabilidad de la propiedad
Qu quiere decir que la propiedad en inviolable? Dicho sea de paso, lo mismo
decan las Constituciones de 1979 (artculo 125) y 1933 (artculo 29). Inviolable
significa que nadie la puede afectar, desconocer o cuestionar. Inviolable quiere
decir que el propietario no puede ser privado de su derecho, salvo que sea por
una decisin judicial. No puede violar la propiedad un particular y tampoco el
Estado. Este, por el contrario, "la garantiza", es decir, asegura que respetar la
propiedad y que la har respetar.
Hay pues una evidente relacin entre la inviolabilidad de la propiedad que,
repito, el Estado garantiza o asegura, y su inclusin como derecho fundamental
en el artculo 2, inciso 16 de la Constitucin. Por cierto, es perfectamente
coherente que este derecho fundamental tan reconocido y protegido pueda ser
defendido a travs de la accin de amparo.
Artculo 71
Igualdad y lmites a extranjeros en cuanto a la propiedad
En cuanto a la propiedad, los extranjeros, sean personas naturales o jurdicas,
estn en la misma condicin que los peruanos, sin que, en caso alguno,
puedan invocar excepcin ni proteccin diplomtica.
Sin embargo, dentro de cincuenta kilmetros de las fronteras, los extranjeros
no pueden adquirir ni poseer por ttulo alguno, minas, tierras, bosques, aguas,
combustibles ni fuentes de energa, directa ni indirectamente, individualmente
ni en sociedad, bajo pena de perder, en beneficio del Estado, el derecho as
adquirido. Se excepta el caso de necesidad pblica expresamente declarada
por decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros conforme a ley.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 70;
Ley 26505: art. 4;
D. Leg. 662: art.4
Jorge Avendao Valdez
El primer prrafo de esta norma declara la igualdad entre peruanos y
extranjeros en cuanto a la propiedad. El texto dice luego que los extranjeros no
pueden invocar excepcin ni proteccin diplomtica. Es decir, no pueden
pretender un estatus superior al de los peruanos. Sin embargo, puede ocurrir al
revs: los extranjeros son a veces excluidos de algunas actividades
econmicas, las cuales quedan reservadas, exclusiva o mayoritariamente, a
peruanos. Esto tampoco es posible conforme a la norma constitucional bajo
comentario.
Las Constituciones de 1933 y 1979 contenan anlogas disposiciones. La
primera en su artculo 32, la de 1979 en el artculo 126. En ambos casos, al
igual que en la presente, se estableca que los extranjeros no pueden invocar
situaciones de excepcin ni proteccin diplomtica.
Pero conforme a la Norma Constitucional los extranjeros, sean personas
naturales o jurdicas, tampoco pueden ser prohibidos de la propiedad de ciertos
bienes o de su participacin en determinadas actividades. Por esta razn, no
son conformes con la Constitucin aquellas normas de menor rango que
excluyen a los extranjeros de determinadas actividades econmicas o que
restringen el porcentaje de su titularidad.
En su segunda parte, la norma bajo comentario excluye la propiedad y
posesin de extranjeros de los bienes que all se indican, y que estn ubicados
dentro de los cincuenta kilmetros de las fronteras. La misma regla estaba
incluida en las Constituciones de 1933 y 1979.
La prohibicin obedece a razones de seguridad nacional. Los extranjeros no
pueden adquirir ni poseer, por ttulo alguno, minas, tierras, bosques, aguas,
combustibles o fuentes de energa dentro del rea indicada. No pueden hacerla
DOCTRINA
BIDART CAMPOS, Germn. Tratado elemental de Derecho Constitucional
argentino. Tomo 1, Ediar, Buenos Aires; BORDA, Guillermo A. Manual de
Derechos Reales. Cuarta edicin. Editorial Perrot, Buenos Aires, 1994;
CASTAEDA, Jorge Eugenio. Instituciones de Derecho Civil. Los Derechos
Reales. Tomo 1. Editorial Castrilln Silva S.A., Lima, 1952; MAISCH VON
HUMBOLDT, Lucrecia. Los Derechos Reales. Tercera edicin. Librera
Studium, Lima, 1984; PEA BERNALDO DE QUIROZ, Manuel. Derechos
Reales. Derecho Hipotecario. Segunda edicin, editado por la sesin de
publicaciones de la Universidad de Madrid, 1986; PUIG BRUTAU, Jos.
Fundamentos de Derecho Civil. Tomo III. Segunda edicin, volumen 1, Casa
Editorial Bosch, Barcelona, 1974; ROMERO ROMAA, Eleodoro. Derecho
Civil. Los Derechos Reales. Tomo I. Segunda edicin. Lima; VALENCIA ZEA,
Arturo. Derecho Civil. Derechos Reales. Tomo 11.
Quinta edicin. Editorial Temis, Bogot, 1958.
Artculo 72
Restricciones por seguridad nacional
La ley puede, solo por raz6n de seguridad nacional, establecer temporalmente
restricciones y prohibiciones especficas para la adquisici6n, posesi6n,
explotaci6n y transferencia de determinados bienes.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 88, 89;
C.C.: art. 925;
Ley 26834: art.4
Martn Mejorada Chauca
Nuestra Constitucin es un cuerpo normativo joven an. En tal sentido
examinar de entrada la voluntad del constituyente es til para tener un
panorama general sobre el sentido de esta norma. De la revisin de las actas
de debate de la Comisin de Constitucin del Congreso Constituyente
Democrtico, se aprecia claramente que esta norma gener polmica entre los
legisladores, pero finalmente se aprob en el pleno el texto propuesto por la
Comisin de Constitucin. No debemos perder de vista que el nimo general
era proteger especialmente a la propiedad privada, como una garanta para los
inversionistas y como pieza clave del rgimen econmico que se establecera
en la Constitucin, marcando as grandes distancias con la Carta Magna de
1979.
Tenemos expresiones como las del constituyente Carrin Ruiz, quien al
referirse a esta norma sealaba: "Estamos propiciando, seor presidente, dar
confianza para la inversin, y no podemos dejar una puerta abierta que pueda
ser invocada tal vez arbitrariamente para expropiar o para limitar la propiedad".
Por su parte el constituyente Chirinos Soto indicaba en respuesta: "(...) resulta
pues que hay bienes respecto de los cuales el Estado tiene que prohibir su
adquisicin (...). Por ejemplo, este material que se empleaba para los coches
bombas, por ejemplo tanques, por ejemplo ametralladoras (...) La garanta aqu
(...) es que el concepto es solo de seguridad nacional y que la restriccin
solamente puede nacer de la ley. Es un artculo al revs que el de la
expropiacin. En la expropiacin el Estado gana propiedad; aqu el Estado
prohbe la adquisicin o transferencia".
Finalmente acot el presidente Torres y Torres Lara: "(...) la Constitucin actual
(se refera a la 1979), dice que la ley puede, por razn de inters nacional,
establecer restricciones. En consecuencia, cualquier cosa podra ser declarada
de inters nacional (). Entonces en la propuesta se trata de limitar ese inters
solamente a un campo, que es el de la seguridad nacional, y, por lo tanto, el
artculo tiene el sentido positivo de decir que exclusivamente por razones de
seguridad nacional pueden hacerse esas limitaciones (...) Suprimir el artculo
totalmente puede dejar abierta la posibilidad de que, por inters social,
nuevamente se ingrese en una poltica de intervencionismo. Entonces es un
artculo que abre una sola puerta y que, en segundo lugar, limita cualquier otra
posibilidad; tiene ese doble sentido"1260.
La norma que comentamos difiere deliberadamente de su antecedente en la
Constitucin de 19791261. Ahora existe una causa habilitante ms delimitada
para las restricciones y prohibiciones referidas a la adquisicin, posesin,
explotacin, y transferencia de bienes determinados; se trata de la "seguridad
nacional". No existe definicin, normativa constitucional que d cuenta de este
concepto1262, pero sin duda es una causa habilitante que da mucho menos
espacio a la interpretacin extensiva que otras vinculadas a las restricciones a
la propiedad, como la "necesidad pblica" o el "bien comn" (artculo 70 de la
Constitucin) o los viejos conceptos de la Constitucin de 1979: "inters social,
inters nacional y utilidad pblica".
Es un valor deseable que la Nacin est exenta de peligro, dao o riesgo. Para
lograr ese objetivo material la norma permite una intromisin en la esfera de la
propiedad privada.
Se trata de resolver una situacin que podra poner en peligro la seguridad de
la Nacin o de un sector de ella, o que de hecho ya hubiese generado un
estado de inseguridad. Por ejemplo, si existe una amenaza de un cataclismo
que va a afectar a todo el pas o parte de l. Lo mismo ocurre naturalmente con
los conflictos blicos internacionales (guerras) o los enfrentamientos internos
(convulsin poltica derivada de algunos hechos concretos). Estos hechos
pertenecen a la esfera de la seguridad nacional y pueden dar lugar a las
restricciones sealadas en la norma.
Ahora bien, la norma en comentario contiene ciertas precisiones, que
acentuando distancias con su antecedente, son adems centrales para
entender la naturaleza de esta habilitacin. Son restricciones temporales, dice
la norma. Esta precisin es til para ubicar mejor el alcance de la seguridad
nacional. Las restricciones que se pueden imponer son temporales, por tanto
se entiende que las causas de seguridad nacional que habilitan dicha
imposicin no son las ordinarias que siempre estn presentes en la vida de un
pas, sino causas extraordinarias (inadvertidas) que se presentan y deben ser
atendidas urgentemente con medidas temporales. En tal sentido, por ejemplo,
las restricciones que se requieren imponer a las viviendas colindantes a los
cuarteles militares (por razones de seguridad nacional), no estn comprendidas
1260 CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRTICO. "Diario de debates del
Debate Constitucional1993". Comisin de Constitucin y Reglamento. Tomo IV
(21-04-93 al 25-05-93). Publicacin Oficial, Lima, Per. p. 1968.
1261 El artculo 127 de la Constitucin de 1979 sealaba: "La ley puede, por razn de inters
nacional, establecer restricciones y prohibiciones especiales para la adquisicin, posesin,
explotacin, y transferencia de determinados bienes por su naturaleza, condicin o ubicacin".
Artculo 73
Bienes pblicos
Los bienes de dominio pblico son inalienables e imprescriptibles. Los bienes
de uso pblico pueden ser concedidos a particulares conforme a ley, para su
aprovechamiento econmico.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 89; C.C.: arts. 136; Ley 26856
Roberto Jimnez Murillo
1. Los bienes de dominio pblico y su tratamiento en las Constituciones
Polticas del Per
Las Constituciones Polticas del Per, por lo general, no le han dedicado
significativos espacios normativos al tema de los bienes de dominio pblico. En
base a esta premisa, podramos indicar que el tema de los bienes del Estado
en su concepto lato no ha cautivado a los constituyentes de cada poca 1263.
En el caso de los bienes de dominio pblico y los bienes de propiedad estatal,
tenemos el siguiente repaso a travs de las Constituciones Polticas 1264.
La Constitucin Poltica de 1856 se ocup de los bienes estatales de la
siguiente manera (que fue recogida por el artculo 7 de la Constitucin de 1860
y por el artculo 6 de la Constitucin de 1867):
Constitucin Poltica de 1856. Artculo 7.- "Los bienes de propiedad nacional
solo podrn enajenarse para los objetos y en los casos y forma que exprese la
ley".
En la Constitucin de 1920 se encuentra una norma referida a los bienes
pblicos dentro del artculo 38, y otra referida a los bienes de propiedad pblica
y de comunidades indgenas (hoy campesinas y nativas) en su artculo 41:
Constitucin Poltica de 1920. Artculo 38.- "(...) No pueden ser materia de
propiedad privada las cosas pblicas cuyo uso es de todos, como los ros y los
caminos pblicos (.. .)".
Constitucin Poltica de 1920. Artculo 41.- "Los bienes de propiedad del
Estado, de instituciones pblicas y de comunidades de indgenas son
1263 Sobre el tema de los bienes del Estado y su tratamiento en las
Constituciones del Per, vase el trabajo de CUADROS VILLENA, Carlos. La
Constitucin debe ocuparse de los bienes nacionales. En: "Revista del Foro".
Julio-diciembre. Lima, 1992, pp. 82 Y ss.
1264 Seguimos el decurso constitucional desarrollado por el profesor Rubio.
Vase RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitucin Poltica de 1993.
Tomo 3. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima,
1999. pp. 387-388
patrimonial los bienes de dominio pblico (y los bienes de uso pblico tambin).
Los bienes de dominio pblico son inalienable s mientras continen en el
dominio pblico, ms no cuando se produce su desafectacin. Pero mientras
tanto, cualquier decisin administrativa en contrario debe reputarse nula de
pleno derecho, pues su objeto sera absolutamente ilcito 1273. Nuestra doctrina
constitucional ya ha admitido de antao que los bienes de uso pblico
-entendidos estos como bienes de dominio pblico que estn afectados a dicho
uso- "son inalienables e imprescriptibles". Pero el Estado puede desvincular del
uso pblico un terreno que ya no presta utilidad y transferirlo a su dominio
privado, como en el caso de un camino antiguo. Una vez desafectado, el bien
es enajenable y sigue las normas del Derecho Privado 1274. En efecto, nuestra
legislacin nacional tambin admite excepciones relativas a la disposicin de
los bienes de uso pblico reconocidos como tales por ley expresa 1275.
b) La imprescriptibilidad.- El principio de la imprescriptibilidad tiene una
procedencia antigua. Dicho principio se refiere a la res comunes omnium del
Derecho Romano. Tambin tiene su origen en el inters primordial de impedir la
merma de los bienes de la Corona y su inevitable consecuencia, el aumento de
las contribuciones fiscales de los sbditos 1276. Posteriormente, al crearse la
categora dogmtica del dominio pblico como opuesta a la propiedad privada
de la Administracin (bienes patrimoniales), estas reglan se relacionan con el
carcter de extra commercium de los bienes de dominio pblico.
e) La inembargabilidad.- La formulacin de la inembargabilidad se realiza con
carcter excepcional, en relacin con todos los bienes de la propiedad de la
administracin, como una exencin jurisdiccional derivada de la separacin
entre la Administracin y la Justicia. El fundamento de la inembargabilidad se
sita en el principio de auto tutela de la Administracin y del cumplimiento de
sus fines1277.
1273 SNCHEZ MORN, Miguel. Los bienes pblicos. Editorial Tecnos,
Madrid, 1997, p. 73
1274 FERRERO REBAGLIATTI, Ral. Obras completas. Tomo l, p. 134. Citado
por MARTNEZ COCO, Elvira. Ob. cit., p. 119).
1275 La Ley N 26856, de fecha 05/09/96 declara que las playas del litoral de la
Repblica son bienes de uso pblico, inalienables e imprescriptibles (artculo
1). La ley considera como zona de dominio restringido a la franja de 200 metros
ubicada a continuacin de la franja de 50 metros descrita en el artculo anterior
siempre que exista continuidad geogrfica en toda esa rea (artculo 2). Esta
ley admite que un bien de uso pblico, especficamente una zona de dominio
restringido, puede ser materia de desafectacin mediante decreto supremo
refrendado por el Ministro de Transportes, Comunicaciones, Vivienda y
Construccin y por el Ministro de Defensa (artculo 3).
1276 PARADA Ramn. Ob. cit., p. 73.
1277 Al respecto, resulta conveniente resear la sentencia de fecha 30 de
enero de 1997, por la cual el Tribunal Constitucional declar fundada en parte
la demanda de inconstitucionalidad contra la Ley N 26599, en cuanto ella
introdujo el inciso primero en el artculo 648 del Cdigo Procesal Civil que
declar que: "Son inembargables 1.- Los bienes del Estado. Las Resoluciones
judiciales o administrativas, consentidas o ejecutoriadas que dispongan el pago
de obligaciones a cargo del Estado, solo sern atendidas con las partidas
aquel que indica el rol de propietario del Estado de los bienes de dominio
pblico1280.
El actual contexto constitucional desarrolla la digresin en los conceptos de
bienes de dominio pblico y los bienes de uso pblico 1281. El referente conexo
de la utilidad de los bienes de uso pblico en el contexto de las actividades
econmicas se ubica en el artculo 58 de la Constitucin Poltica, cuando se
indica que el Estado orienta el desarrollo nacional y acta en las reas de
servicios pblicos e infraestructura, conforme se anot anteriormente. En esa
lnea de razonamiento, conviene indicar que el uso pblico se sustenta, en
principio, sobre un presupuesto de hecho, y es que determinados bienes son
susceptibles de esa utilizacin caracterstica que realiza la colectividad en su
conjunto, mediante el aprovechamiento indiscriminado de sus integrantes, en la
medida en que cada uno lo necesite.
Ese presupuesto de hecho es, en unos casos, consecuencia del modo de ser
del propio bien: el mar, la atmsfera. En otros casos, es producto de las
necesarias obras de transformacin de la realidad fsica, como ocurre en el
caso de las carreteras o las vas urbanas. Pero en todo caso, el bien de que se
trate cubre una necesidad comn, una necesidad sentida por todos los
integrantes de una determinada colectividad.
Teniendo en cuenta estos dos requisitos, el Derecho positivo o la
Administracin en base al ejercicio de sus potestades, otorga a determinados
bienes de un destino o afectacin: la del uso general, la del uso pblico por
todos y para todos1282.
4. A manera de conclusin
El tema de los bienes de dominio pblico, como categora de los derechos
reales administrativos, est encuadrado en el marco de referencia general de
los bienes del Estado. Los bienes de dominio pblico no constituyen, en
estricto, propiedad del Estado, como s lo constituyen los bienes de dominio
privado o bienes patrimoniales del Estado, debido al rgimen excepcional que
Administrativo". Universidad Complutense, Madrid, 1989, p. 19
1280 No deja de llamar la atencin el comentario realizado por Martn-Retortillo, cuando en el
desarrollo de sus fundamentos sobre la autonoma del Derecho Administrativo indica que el
Estado ejerce sobre los bienes que lo integran (del dominio pblico) una verdadera relacin
dominical, no una simple funcin de vigilancia o tutela: sobre tales bienes posee la
Administracin la accin reivindicatoria, que solo a los propietarios corresponde como
exteriorizacin directa de la misma esencia del derecho de propiedad. La afectacin,
condiciona todo el rgimen demanial que presenta siempre esta vertiente teleolgica
determinante. MARTN-RETORTILLO BAQUER, Sebastin. Ob.cit, pp. 52-53. Respecto de la
accin reivindicatoria, el Estado en cualquiera de sus expresiones gubernamentales podr
ejercer la capacidad procesal de recuperacin de los bienes de dominio pblico, lo cual no es
incompatible con las potestades administrativas que ejercen sobre dichos bienes.
1281 Constitucin 1993. Artculo 73.- "Los bienes de dominio pblico son
inalienables e imprescriptibles. Los bienes de uso pblico pueden ser
concedidos a particulares conforme a ley, para su aprovechamiento
econmico".
1282 MORELL OCAA, Luis. Ob. cit., p. 52
CAPTULO IV
DEL REGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL
Artculo 74
Principio de legalidad y principio de no confiscatoriedad
Los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece una exoneracin,
exclusivamente por ley o decreto legislativo en caso de delegacin de
facultades, salvo los aranceles y tasas, los cuales se regulan mediante decreto
supremo.
Los Gobiernos Regionales y los Gobiernos Locales pueden crear, modificar y
suprimir contribuciones y tasas, o exonerar de estas, dentro de su jurisdiccin,
y con los lmites que seala la ley. El Estado, al ejercer la potestad tributaria,
debe respetar los principios de reserva de la ley, y los de igualdad y respeto de
los derechos fundamentales de la persona. Ningn tributo puede tener carcter
confiscatorio.(*)
(*) Texto de! artculo segn modificatoria efectuada por la Ley N 28390, publicada e!17 de
noviembre
CONCORDANCIAS:
C.: art. 192 inc. 3);
C. T.: norma IV;
D. Leg. 757: art. 14
Luis Hernndez Berenguel
1. Principio de reserva de ley
Entre las limitaciones al ejercicio del legtimo poder tributario del Estado el
segundo prrafo del artculo 74 de la Constitucin vigente establece la "reserva
de ley". Esta limitacin constituye uno de los principios jurdicos de la
tributacin que la Constitucin enuncia como principio de reserva de ley.
Una parte del contenido de este principio implcitamente ya es anticipado en el
primer prrafo del citado artculo 74, en cuanto seala que: "Los tributos se
crean, modifican o derogan, o se establece una exoneracin, exclusivamente
por ley o decreto legislativo en caso de delegacin de facultades, salvo los
aranceles y tasas, los cuales se regulan mediante decreto supremo". Este
primer prrafo es, pues, una descripcin parcial del contenido del principio de
reserva de ley, al establecer que en materia tributaria, cuando se trata de la
creacin, modificacin o derogacin de un tributo o del establecimiento de una
exoneracin del tributo, los nicos instrumentos legales constitucionalmente
idneos son la ley y el decreto legislativo, salvo en el caso de los tributos
el
instrumento
legal
los gobiernos regionales, con los alcances que de dicho poder gozan los
gobiernos locales. Esto significa que los gobiernos regionales podrn crear,
modificar y suprimir contribuciones y tasas y exonerar de ellas, en la medida en
que tales tributos tengan como origen actividades, obras o servicios realizados
o prestados por dichos gobiernos.
De esta manera, el principio de reserva de ley a que se contrae el artculo 74
de la Constitucin, en cuanto lmite formal del ejercicio del poder tributario del
Estado, est distribuyendo competencias y precisando los instrumentos legales
que deben usarse en ejercicio de dicho poder tributario. As, seala que el
poder tributario puede ser ejercido tambin por los gobiernos locales y los
gobiernos regionales. Que tratndose de impuestos -con excepcin de los
derechos arancelarios que gravan la importacin de mercaderas- y de
contribuciones, corresponde al Congreso el ejercicio del referido poder
utilizando la ley, pudiendo tambin el Legislativo, mediante un dispositivo,
limitar el poder tributario de los gobiernos locales y de los gobiernos regionales.
Que el Poder Ejecutivo, mediante decreto legislativo, previa delegacin
mediante ley autoritativa del Congreso, puede ejercer el poder tributario con los
mismos alcances del Congreso. A su vez, le permite al Poder Ejecutivo hacer
uso del poder tributario mediante decreto supremo tratndose de derechos
arancelarios que gravan la importacin de mercaderas -autnticos impuestosy de tasas.
Los gobiernos locales y los gobiernos regionales tienen poder tributario limitado
a contribuciones y tasas por actividades, obras o servicios que ellos realizan o
prestan, debiendo, en el primer caso, usar exclusivamente la ordenanza
municipal como instrumento para hacer uso de dicho poder, y en el segundo
caso -en va de interpretacin-, las ordenanzas regionales dictadas por el
Consejo Regional, dado que estas ltimas, a tenor de lo que dispone el artculo
38 de la Ley N 27867, Ley Orgnica de los Gobiernos Regionales, norman
asuntos de carcter general.
La Constitucin de 1979, al establecer los principios de la tributacin en el
artculo 139, se refera ms bien al principio de legalidad, dndole sin embargo
los mismos alcances que el artculo 74 de la Constitucin vigente concede al
principio que hoy llama de reserva de ley.
Es cierto que en la doctrina se hace una distincin entre el concepto de
legalidad y el concepto de "reserva de ley", pero basta comparar el contenido
de uno y otro principio en nuestros dos ltimos Textos Constitucionales -el
primero de ellos en el artculo 139 de la Constitucin de 1979 y el segundo en
el artculo 74 de la Constitucin vigente-, para apreciar que en ambos casos el
contenido de uno y otro principio es exactamente el mismo. En otras palabras,
nuestra Constitucin, en lo que a materia tributaria se refiere, no refleja
diferencia alguna entre "legalidad" y "reserva de ley". Estrictamente, sin
embargo, ms que reserva de ley lo que la Constitucin postula es una reserva
de "acto legislativo" que, como se ha visto, independientemente de la ley dada
por el Congreso, puede consistir en decreto legislativo, decreto supremo,
ordenanza municipal y ordenanza regional.
Artculo 74
La potestad tributaria de los gobiernos regionales y locales
(...) Los Gobiernos Regionales y los Gobiernos Locales pueden crear, modificar
y suprimir contribuciones y tasas, o exonerar de estas, dentro de su
jurisdiccin, y con los lmites que seala la ley. El Estado, al ejercer la potestad
tributaria, debe respetar los principios de reserva de la ley, y los de igualdad Y
respeto de los derechos fundamentales de la persona. (*) (...)
(*) Texto del artculo segn modificatoria efectuada por la Ley N 28390, publicada el 17 de
noviembre de 2004.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 192 inc. 3);
C.T.: norma IV;
D. Leg.757: art. 14
Daniel Yacolca Estares
1. El poder financiero y la potestad tributaria
El poder de imperio que tiene el Estado, en cuya virtud se ejerce la actividad
financiera, puede llamarse "poder financiero". Su manifestacin se encuentra
en la soberana que tiene el Estado para exigir contribuciones coactivas a los
ciudadanos o particulares que se hallan bajo su jurisdiccin (potestad
tributaria), pero esa no es su nica expresin.
En efecto, cuando un Estado proyecta su actuacin financiera decidiendo qu
gastos van a efectuarse, cmo se distribuirn en el espacio y en el tiempo,
mediante cules fuentes se lograrn ingresos, qu medidas financieras son por
s mismas capaces de producir resultados directos, as como cundo
concretamente procede a obtener ingresos y a empleados en sus destinos
prefijados, se est tambin ejerciendo poder financiero. Es decir, est utilizando
el poder de mando que le ha sido conferido por la comunidad para atender
debidamente las necesidades, que segn la concepcin del Estado moderno
son consideradas como pblicas e imprescindibles para su - propia existencia.
Ahora bien, el modo en que se estructura el poder financiero depender en
gran medida de cmo se organiza polticamente cada Estado. As, cuando se
trate de una comunidad poltica organizada en un Estado centralizado, su
Constitucin atribuir la titularidad del poder financiero en exclusiva al Estado.
Por el contrario, si se trata de una comunidad poltica organizada en un Estado
descentralizado, en el que se reconozcan diversos entes de base territorial con
autonoma poltica a los cuales su Constitucin haya atribuido el ejercicio de
determinadas competencias, ser lgico que tales entes subestatales tengan
Artculo 74
Complementacin e integracin del principio de reserva de ley
(...)
Las leyes de presupuesto y los decretos de urgencia no pueden contener
normas sobre materia tributaria. Las leyes relativas a tributos de periodicidad
anual rigen a partir del primero de enero del ao siguiente a su promulgacin.
No surten efecto las normas tributarias dictadas en violacin de lo que
establece el presente artculo. (*)
(*) Texto del articulo segn modificatoria efectuada por la Ley N 28390, publicada el 17 de
noviembre de 2004
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 103, 109, 118, 192 inc. 3);
C.T.: norma IV, art. 29;
D. Leg. 757: art. 14
Lorgio Moreno De la Cruz
1. Introduccin
Sobre el tema que es materia de este comentario existe, sin duda, abundante
doctrina extranjera, as como enjundiosos estudios a nivel de doctrina nacional,
circunstancia que nos obliga a no quedamos en comentarios superficiales.
Nuestro anlisis es efectuado, por ello, sobre la base de los principios e
instituciones que constituyen el fundamento de la disposicin tratada, en la
procura de ir ms all de la letra del texto constitucional.
Si bien es cierto que nuestra tarea podra verse facilitada por todo lo ya
publicado a la fecha y tambin por el derecho aplicado en la jurisprudencia, no
deja de resultar difcil el compromiso asumido, puesto que no en vano el poder
tributario y los principios constitucionales tributarios (reserva de ley, igualdad,
no confiscatoriedad y respeto a los derechos fundamentales), constituyen
temas de actuales investigaciones.
Asimismo, viene al caso precisar que la encomienda que nos ha tocado
desarrollar, est constituida por las disposiciones normativas contenidas en los
dos ltimos prrafos del artculo 74 de la Constitucin. Estas normas se
encuentran referidas a la complementacin e integracin del principio de
reserva de ley (en lo que concierne a la prohibicin de regular materias
tributarias por la va de los decretos de urgencia y leyes de presupuesto); a la
ineficacia de las normas tributarias que se hubieran dictado transgrediendo
dicha prohibicin; y, por ltimo, al inicio de la vigencia de las normas tributarias.
Todos estos tpicos son de una importancia sumamente relevante en sede de
Derecho Tributario Constitucional.
.
1302 EGUIGUREN PRAELI, Francisco Jos. La legislacin delegada y los decretos de urgencia
en lo Constitucin de 1993. En: "La Constitucin de 1993". Comisin Andina de Juristas,
Lima,1994, p. 183.
de necesidad y urgencia que requieren una accin rpida y directa del ente
administrador, y no por ello se transgredira los fundamentos en los que se
apoya dicho principio, que es conciliar los intereses del Estado con los del
ciudadano a efectos de obtener una exaccin justa del tributo, que bien puede
hacerla el Poder Ejecutivo en situaciones de excepcin, como se le permite con
sendas libertades en caso de delegacin de facultades legislativas (decretos
legislativos), dado que en gobiernos democrticos, este tambin goza de la
representacin del pueblo, ya que es elegido por l a travs del voto.
Negar la regulacin en materia tributaria va decretos de urgencia en casos
excepcionales y de urgencia, es legislar sin previsibilidad, ya que ningn pas
est libre de desastres naturales o de situaciones econmicas imprevisibles
que hagan peligrar el equilibrio fiscal, en circunstancias que el Congreso entre
en receso o que requieran una pronta decisin; celeridad que como sabemos
no caracteriza al Poder Legislativo.
En estas circunstancias, donde no cabe discusin respecto a la presencia del
Ejecutivo, debe permitirse la regulacin de la materia tributaria va decretos de
urgencia. Claro est que estos deben cumplir con los caracteres que
expusiramos en prrafos precedentes. Esta ltima opinin la comparte un
grueso sector de la doctrina nacional, entre los que destacan los profesores
Armando Zolezzi Mller1307, Alberto Luis Araoz Villena1308, Luis Hernndez
1309 HERNND EZBERENGUEL, Luis. El poder tributario y la nueva Constitucin. En: "Revista
de! Instituto Peruano de Derecho Tributario", volumen 24, Lima, junio, 1993, pp. 20 Y 21. "(...)
no constituye un extremo deseable prohibir que e! Poder Ejecutivo pueda, mediante decretos
de urgencia, crear, modificar o suprimir tributos o eximir de ellos. Nos parece que hay
situaciones temporales, de extrema necesidad, que ameritan una intervencin rpida del Poder
Ejecutivo -casos de guerra, calamidades pblicas, etc.- para hacerles frente usando el Poder
Tributario que en principio debera ser ejercido a travs del Congreso, con medidas de vigencia
temporal y cuando el Congreso est en receso. Empero, esta facultad tendra que ser regulada
de manera que solo pueda ser ejercida en casos excepcionales y bajo el cumplimiento de
requisitos muy puntuales que impidan el abuso en su ejercicio que se pudo observar en
gobiernos anteriores".
1310 (14) EGUIGUREN PRAELI, Franciso Jos. Ob. cit., pp. 189 a 190. "La nueva Carta ha
omitido tambin sealar expresamente qu tpicos quedan incluidos y excluidos dentro de las
materias econmica y financiera asignadas corno mbito de los decretos de urgencia. Tan solo
se dispone la exclusin de la materia tributaria, criterio que nos parece errado e inconveniente.
En primer lugar, porque las investigaciones realizadas demuestran que la mayora de 'medidas
extraordinarias' que se dictaron al amparo del inciso 20 del artculo 2110 estaban referidos a la
creacin, modificacin, suspensin o exoneracin de tributos. Y en segundo lugar, porque
habindose establecido la fuerza de ley de los decretos de urgencia, se respeta el principio de
legalidad que es bsico en materia tributaria.Cierto es que se deban corregir los excesos
cometidos en todos estos aos, pero para hacerlo resultaba conveniente mejorar la regulacin
que fija los requisitos, alcances y el control de los decretos de urgencia. Excluir la materia
tributaria corno susceptible de regulacin extraordinaria, por este mecanismo excepcional, solo
conlleva una peligrosa restriccin que a la postre puede dar pie a nuevos excesos y
distorsiones. Y es que muchas veces las medidas extraordinarias a dictar mediante decretos de
urgencia, requieren tener un contenido tributario para conjurar situaciones apremiantes. No se
trataba pues de prohibir su utilizacin en este campo, sino de normarla y limitarla".
1311 DANS ORDEZ, Jorge. El rgimen tributario en la Constitucin. Estudio preliminar. En:
"Themis" N 29,1994, pp. 132 Y 133. "(...) esa rotunda prohibicin puede traer graves
consecuencias, no solo entorpecer el accionar del gobierno en un instrumento de poltica
econmica tan importante corno el tributario, sino porque no permitir hacer frente con la
diligencia necesaria a verdaderas situaciones de emergencia o circunstancias imposibles de
prever que requieran que el Congreso se rena y adopte una solucin.(...) Hubiera sido mejor
que los constituyentes, sin duda recelosos del uso abusivo de los Decretos de Urgencia, los
contrarrestaran con la incorporacin de mecanismos efectivos de control parlamentario, lo que
sin embargo no se produjo, limitndose ms bien a sealar que el Congreso los puede
modificar o derogar".
1312 GARCA MULLN, Roque. Hacia una redefinicin del principio de reserva de ley. En:
"Revista del Instituto Peruano de Derecho Tributario", volumen 25, Lima, diciembre, 1994, p.
18. "Cada vez son ms numerosas las Constituciones que admiten una participacin decisiva
del ejecutivo en el dictado de la norma tributaria. Esa participacin puede producirse segn los
casos, por el dictado de las normas con fuerza de ley en situaciones de emergencia".
3. Las leyes relativas a tributos de periodicidad anual rigen a partir del primero
de enero del ao siguiente a su promulgacin
Las leyes tributarias no son ajenas a la regla de vigencia que establece el
artculo 109 de la Constitucin de 1993 para la generalidad de las normas, esto
es, que la leyes obligatoria desde el da siguiente de su publicacin en el Diario
Oficial, salvo disposicin contraria de la misma ley que postergue su vigencia.
Sin embargo, tratndose de leyes tributarias existe un supuesto adicional para
la postergacin de su vigencia que ha previsto el artculo 74 de la Constitucin
de 1993, en caso que se trate de leyes relativas a tributos de periodicidad
anual, las cuales regirn a partir del primero de enero del ao siguiente a su
promulgacin.
Aunque en rigor tcnico debi indicarse "a partir del primero de enero del ao
siguiente a su publicacin", la finalidad de la disposicin bajo comentario
resulta bastante clara, que es generar seguridad jurdica y confianza al
inversionista, ya que siendo el Impuesto a la Renta el mximo representante de
los tributos de periodicidad anual, permite durante el ejercicio fiscal que las
empresas planifiquen esta carga tributaria, determinando sus obligaciones y
beneficios.
De no existir esta disposicin correramos el peligro que leyes tributarias
referidas a tributos de periodicidad anual entren en vigencia en el transcurso
del ejercicio, situacin que traera una nueva crisis al principio de seguridad
jurdica, toda vez, y tal como advierte el maestro argentino Hctor Villegas 1314,
su aplicacin resulta inmediata.
(...) Si bien la doctrina de emergencia da sustento a un acaecimiento de poder,
el principio esencial en materia de divisin de poderes indica que el poder que
acrece debe situarse siempre en las zonas de competencias propias del rgano
que lo acrecienta, y no asumir facultades inherentes a otro poder. Ello porque,
1313 SPISSO, Rodolfo R. Derecho Constitucional Tributario. Ediciones
Depalma. Buenos Aires, 1991, pp. 214 Y 216: "En situaciones en que se
configura una situacin de grave perturbacin econmica, social o poltica que
representa un mximo peligro para el pas, el Estado tiene la potestad y aun el
deber imperioso de poner en vigencia el derecho de excepcin, o sea, un
conjunto de remedios extraordinarios destinados a asegurar la autodefensa de
la comunidad y el establecimiento de la normalidad social que el sistema
poltico de la Constitucin presupone.
1314 VILLEGAS, Hctor. Curso de finanzas. Derecho Financiero y Tributario. 8'
edicin. Editorial Astrea, Buenos Aires, 2003, p. 242: "Si el hecho imponible es
de 'verificacin peridica', ello significa que tal hecho generador es el resultante
de un conjunto de actos que se desarrollan en un periodo temporal (p. ej. El
impuesto a las ganancias que grava los ingresos que se van produciendo
durante el ejercicio). En este caso, se tiene por acaecido el hecho imponible en
el ltimo instante del perodo en el cual se computan los ingresos. Si se
produce una modificacin legislativa durante el curso del ejercicio, la alteracin
es vlida y no retroactiva, puesto que el hecho imponible no se tuvo an por
realizado".
Artculo 75
Deuda pblica
El Estado s6lo garantiza el pago de la deuda pblica contrada por gobiernos
constitucionales de acuerdo con la Constitucin r la ley.
Las operaciones de endeudamiento interno r externo del Estado se aprueban
conforme a ley. .
Los municipios pueden celebrar operaciones de crdito con cargo a sus
recursos r bienes propios, sin requerir autorizacin legal.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 78, 82, 192 inc. 1)
D.S. 310-89-EF: art. 9;
D.S. 072-96-EF: arts. 2, 4.
Julio A. Fernndez Cartagena
La deuda pblica es el conjunto de pasivos reconocidos por el Sector Pblico y
generados por operaciones del pasado. Conforme al Glosario de Trminos del
Sistema de Gestin Presupuestaria del Estado, aprobado por Resolucin
Directoral N 007-99-EF-76.01, publicada el 23 de febrero de 1999, la deuda
pblica puede ser de dos tipos, de acuerdo a la procedencia del respectivo
acreedor: (i) interna, si las obligaciones fueron contradas con agentes
econmicos residentes en el pas; y, (ii) externa, cuando dichas obligaciones
fueron concertadas con agentes econmicos no residentes en el pas.
El tema de la deuda pblica tiene incuestionable importancia para nuestra
economa. Al respecto Miguel ngel Ekmekdjin seala que "(...) La deuda
pblica es un captulo importante del presupuesto nacional. Ms an, los
intereses y amortizaciones gravosos en extremo que tal deuda genera, llega a
influir hondamente en la economa del pas e incluso en su estabilidad social y
poltica"1322. Si bien esta conclusin se refiere a Argentina, es claro que la
misma situacin se presenta en casi todos los pases de Latinoamrica, en
donde una gran cantidad de los fondos pblicos se destina al pago de la deuda
externa. .
La norma que nos ocupa establece en primer trmino que el Estado garantiza
nicamente la deuda que haya sido contrada por gobiernos constitucionales,
conforme a la Constitucin y a la ley. De acuerdo con el profesor Marcial Rubio
Correa, esta norma tiene un gran valor formal pero de difcil aplicacin en la
prctica. Al respecto sostiene que: "(Se trata de) una provisin constitucional
cumplida muy escasamente porque, en general, las deudas contradas por
gobiernos de facto son asumidas por los siguientes gobiernos constitucionales
ya que significan compromisos reales con pases extranjeros o con organismos
internacionales que no se pueden desconocer abiertamente, aunque ellos
hayan actuado impropiamente facilitndolos" 1323.
1322 EKMEKDJIN, Miguel ngel. Tratado de Derecho Constitucional Tomo Iv,
Ediciones Depalma, Buenos Aires, 2001, p. 462
Artculo 77
Presupuesto del Sector Pblico
La administracin econmica y financiera del Estado se rige por el presupuesto
que anualmente aprueba el Congreso. La estructura del presupuesto del sector
pblico contiene dos secciones: Gobierno Central e instancias
descentralizadas.
El presupuesto asigna equitativamente los recursos pblicos, su programacin
y ejecucin responden a los criterios de eficiencia de necesidades sociales
bsicas y de descentralizacin. Corresponden a las respectivas
circunscripciones, conforme a ley, recibir una participacin adecuada del total
de los ingresos y rentas obtenidos por el Estado en la explotacin de los
recursos naturales en cada zona en calidad de canon (*).
(*) Texto segn modificatoria efectuada por el artculo nico de la Ley N 26472, publicada el 13
de junio de 1995
CONCORDANCIAS:
C: arts. 78, 79, 82, 101 inc. 4), 102 inc. 4), 193 incs. 5) y 6);
C.T.: art V;
T.U.O. Rgmto Congreso: art. 81 inc. c);
P.I.D.C.P.: art. 1.2;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.2 y 25
Daniel Echaiz Moreno
1. Introduccin
El artculo 77 constituye la norma constitucional bsica en materia de rgimen
presupuestario porque se pronuncia respecto a tres cuestiones fundamentales
concernientes al presupuesto: primero, su finalidad; segundo, su estructura; y,
tercero, sus principios. En tal sentido, all se estipula que la finalidad del
presupuesto es ordenar la administracin econmica y financiera del Estado,
que la estructura del presupuesto del sector pblico abarca al Gobierno central
y las instancias descentralizadas y que los principios rectores atinentes a la
programacin y ejecucin del presupuesto son la asignacin equitativa de los
recursos pblicos, la eficiencia, la satisfaccin de las necesidades sociales
bsicas y la descentralizacin.
2. La finalidad del presupuesto
La doctrina contempornea aboga por la naturaleza tripartita del presupuesto,
puesto que se le concibe, a la vez, como una institucin poltica, una institucin
econmica y una institucin jurdica. Si bien las tres facetas reseadas se
presentan vinculadas, resulta menester avocarnos con especial inters a esta
ltima que muestra al presupuesto como una institucin jurdica por las
particulares consecuencias que ocasiona en el escenario legal.
embarque, lavado, calcinacin, etc." 1346. Lo destacable del canon es que, como
acota Alberto Otrola Pearanda, permite redistribuir los ingresos fiscales y
favorecer a la poblacin de los territorios en los que se ubican los yacimientos
naturales1347; podemos observar la razn comprensible en que se fundamenta
tal derecho, aunque claro est ello no siempre es entendible, especialmente
por aquellas circunscripciones que carecen de valiosos recursos naturales o
que distan ostensiblemente de circunscripciones aledaas.
5. Corolario
El artculo 146 del texto constitucional boliviano indica que las rentas del
Estado se invertirn en relacin al plan general de desarrollo econmico y
social del pas.
Y es que tanto la administracin econmica como la administracin financiera
del Estado deben enmarcarse dentro de la poltica gubernamental del pas,
dictada por el Gobierno, con visin de futuro y en la cual se aprecien las lneas
matrices de desarrollo nacional. Precisamente as lo ha entendido Argentina y
en una reforma constitucional modific el artculo 75 inciso 8, aadiendo que la
fijacin del presupuesto ser en base al programa general de Gobierno y al
plan de inversiones pblicas. Comentando esta iniciativa reformista, Roberto
Dromi y Eduardo Menem, afirman que esa incorporacin manifiesta una
seriedad institucional, convirtiendo al presupuesto en un autntico instrumento
de gobierno y de control1348. Esto tambin debemos procurar con nuestro
presupuesto, a efectos que responda realmente a las necesidades del Estado,
atendiendo a los ingresos con que cuenta y a la maximizacin de los recursos
pblicos, sin que ello signifique agravar la presin tributaria sobre los
contribuyentes; lo ms importante, ya para finiquitar, es comprender que la
administracin econmica y financiera del Estado debe formar parte de la
visin general como pas y de las metas que nos trazamos a niveles macro y
micro econmico en el corto, mediano y largo plazo.
DOCTRINA
DROMI, Roberto y MENEM, Eduardo. La Constitucin reformada. Ediciones
Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1994; GARCA BELAUNDE SALDAS,
Domingo. El Derecho Presupuestario en el Per. Luis Alfredo Ediciones. Lima,
1998; GARCA TOMA, Vctor. Anlisis sistemtico de la Constitucin peruana
de 1993. Tomo II, Fondo Editorial de la Universidad de Lima, Lima, 1998;
OTROLA PEARANDA, Alberto. La Constitucin explicada: Editora Osbac,
Lima, 1997; REAL ACADEMIA ESPAOLA. Diccionario de la Lengua Espaola.
Vigsimo segunda edicin, Madrid, 2001, http:j jwww.rae.es; RUBIO CORREA,
Marcial. Estudio de la Constitucin Poltica de 1993. Tomo III. Fondo Editorial
de la Pontificia Universidad Catlica del Per. Lima, 1999; RUIZ ELDREDGE,
1346 REAL ACADEMIA ESPAOLA. Diccionario de la Lengua Espaola.
Vigsimo segunda edicin, Madrid, 2001, http://www.rae.es
1347 OTAROLA PEARANDA, Alberto. La Constitucin explicada. Editora
Osbac, Lima, 1997, p. 140.
1348 DROMI, Roberto y MENEM, Eduardo. La Constitucin refonnada.
Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1994, p. 228.
Artculo 78
1. Introduccin
Trmite de aprobacin del presupuesto
El Presidente de la Repblica enva al Congreso el proyecto de Ley de
Presupuesto dentro de un plazo que vence el 30 de agosto de cada ao.
En la misma fecha, enva tambin los proyectos de ley de endeudamiento y de
equilibrio financiero.
El proyecto presupuestal debe estar efectivamente equilibrado.
Los prstamos procedentes del Banco Central de Reserva o del Banco de la
Nacin no se contabilizan como ingreso fiscal.
No pueden cubrirse con emprstitos los gastos de carcter permanente.
No puede aprobarse el presupuesto sin partida destinada al servicio de la
deuda pblica.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 75,77, 82 , 84, 85, 101 inc. 4), 102 incs. 4) y 5), 118 incs. 17), 18):
T.U.O. Rgmto. Congreso: arts. 73, 76 inc. 1b;p.I.
D.C.P.: art.l.l;
P.I.D.E.S.C.: art. 1.1
Vctor Andrs Belaunde Gutierrez
El articulo 78 de la Constitucin y sus normas relacionadas establecen los
principios que rigen la formulacin y aprobacin del presupuesto y el orden
financiero de la Repblica.
Dichos principios pueden resumirse en los siguientes:
La iniciativa del Poder Ejecutivo en la formulacin del presupuesto.
Dignidad presupuestal.
Equilibrio fiscal o presupuestal.
Anticipacin.
Obligatoriedad del pago de la deuda pblica.
1. Analizaremos cada uno de ellos en detalle a continuacin.
2. Iniciativa y unidad presupuesta!
Una de las principales caractersticas del rgimen tributario y presupuestal de
la Constitucin vigente es la de iniciativa del Poder Ejecutivo en la formulacin
del proyecto de presupuesto, al establecer que este y solo este es quien debe
elaborado para su presentacin ante el Congreso a efectos de su aprobacin
posterior. Dicho principio surge de la lectura conjunta del artculo 78 con el
artculo 79 de la Constitucin. Este ltimo seala que: "Los representantes ante
Artculo 79
Beneficio y exoneracin tributaria
Los representantes ante el Congreso no tienen iniciativa para crear ni aumentar
gastos pblicos, salvo en lo que se refiere a su presupuesto.
El Congreso no puede aprobar tributos con fines predeterminados, salvo por
solicitud del Poder Ejecutivo.
En cualquier otro caso, las leyes de ndole tributaria referidas a beneficios o
exoneraciones requieren previo informe del Ministerio de Economa y Finanzas.
8610 por ley expresa, aprobada por dos tercios de los congresistas, puede
establecerse selectiva y temporalmente un tratamiento tributario especial para
una determinada zona del pas.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 19,32, 74, 77, 78, 103, 105, 107, 206,:
Rgto Congreso arts. 72 me d), 76 me. l)b: C.1r.: arts. IV, V; IX;
D. Leg. 668: Seg; De.;
D. Leg. 842: art. 2
Csar M. Gamba Valega
1. Introduccin
El artculo 79 de la Constitucin Poltica del Per forma parte de la denominada
"Constitucin Econmica". Como sabr anotar el lector, el precepto regula una
serie de tpicos dismiles cuyo comn denominador es la necesidad de
establecer restricciones y limitaciones a la iniciativa legislativa en materia
presupuestaria y tributaria. Se trata, pues, de consagrar en el ms alto nivel
normativo -el constitucional, qu duda cabe- cul de los poderes del Estado
tiene -o no tiene- la iniciativa en el gasto pblico, as como de regular
determinados requisitos formales para la tramitacin de normas de carcter
tributario que podran afectar al Presupuesto General, por significar una
disminucin en la recaudacin (exoneraciones o beneficios tributarios
sectoriales) o una afectacin al principio de unidad de caja (parafiscalidad).
En este punto conviene recordar -aun cuando pueda parecer ocioso- que el
hecho de que estos preceptos hayan sido elevados a un rango constitucional
implica que todos los poderes del Estado se encuentran vinculados a estos con
carcter absoluto. Diferente hubiera sido el caso, por ejemplo, si la norma solo
hubiera tenido el rango de "ley", pues es sabido que el legislador no se
encuentra obligado por la legislacin comn, pudiendo derogar sus preceptos
con carcter expreso o tcito.
1358 Sobre este precepto, el profesor Fernando Prez Royo observa lo siguiente: una "(...) de
las limitaciones al derecho de enmienda es la que requiere conformidad del Gobierno para la
tramitacin de enmiendas que supongan minoracin de ingresos. Se trata de una cautela (...)
que afecta fundamentalmente a las modificaciones tributaras contenidas en el articulado de la
Ley de Presupuestos.Es una limitacin importantsima, habida cuenta de la significacin que
tienen dichas modificaciones tributaras. Tngase presente, por poner un ejemplo, que la Ley
de Presupuesto suele contener la tarifa del IRPF (Impuesto a la Renta de las Personas
Fsicas). De acuerdo con esta regla, el Parlamento no puede ni siquiera someter a votacin
enmiendas a la baja sin contar con la conformidad del Gobierno". PREZ ROYO, Fernando.
Derecho Financiero y Tributario. Parte General Civitas, Madrid, 1997, p. 372.
de la Repblica que los apruebe sin mediar una previa solicitud de parte del
Poder Ejecutivo.
Es preciso indicar que nos encontramos ante "tributos" cuyas notas distintivas
son que su recaudacin no constituye ingreso del Tesoro Pblico, por estar
afectados al sostenimiento exclusivo de determinados entes estatales con
autonoma propia o su recaudacin se encuentra afectada a fines concretos,
infringindose, de este modo, el principio presupuestario de unidad de caja.
En efecto, uno de los principios presupuestarios es el de "Unidad de Caja" 1360,
segn el cual los recursos de la Hacienda Pblica no deben quedar afectados a
un fin determinado, pues el manejo de los mismos se centraliza desde una caja
nica, la del Tesoro Pblico.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte hemos podido apreciar una
propagacin de determinados entes estatales con personera jurdica propia,
cuya finalidad es controlar las actividades de los particulares en determinados
sectores -de ah que se les llame organismos reguladores-, como por ejemplo,
Osiptel, Osinerg, Ositran, Sunass, entre otros. Precisamente, la creacin de
tales organismos determina la aplicacin de un "tributo parafiscal" sobre el
sujeto materia de control.
Tambin constituyen "tributos parafiscales" -desde nuestro punto de vista-las
aportaciones al Seguro Social de Salud - EsSalud, las cuales, se regulan por
sus normas especficas y por el Cdigo Tributario.
Ahora bien, el hecho que las "exacciones parafiscales" se encuentren
afectadas a un fin especfico no puede llevamos al error de considerar que
estas no se hallan sometidas a los principios tributarios, pues como cualquier
otro tributo, su regulacin y establecimiento se encuentra sometido a la
Constitucin, y en especial, a los principios tributarios recogidos en el artculo
74, as como los que se derivan de aquellos. A este respecto, conviene
recordar que un tributo tiene la condicin de tal con prescindencia de la
denominacin adoptada por el legislador-, atendiendo a sus caractersticas de
obligatoriedad (coactividad) y de imposicin por parte del Estado.
En efecto, resulta indiscutible que un "tributo parafiscal" constituye una
prestacin impuesta por el Estado, por lo que su creacin debe efectuarse
mediante una norma con rango de ley (reserva de ley), lo cual incluye la
regulacin (suficiente) de sus elementos esenciales, tales como el presupuesto
1360 Vid., los artculos V y VI de la Ley General del Sistema Nacional de Presupuesto, cuyos
textos son los siguientes:
Artculo V: Universalidad y unidad.- Todos los ingresos y gastos del Sector Pblico, as como
todos los Presupuestos de las Entidades que lo comprenden, se sujetan a la Ley de
Presupuesto del Sector Pblico.
Artculo VI: De no afectacin predeterminada.- Los fondos pblicos de cada una de las
Entidades se destinan a financiar el conjunto de gastos pblicos previstos en los Presupuestos
del Sector Pblico.
1365 No obstante ello, resulta sintomtico -por decir lo menos- que a tan solo 27 das de la
vigencia de la nueva Norma VII del Ttulo Preliminar del Cdigo Tributario aprobada por el
propio Poder Ejecutivo mediante facultades delegadas, por Decreto Supremo N 036-2004-EF,
se ampli la exoneracin del IGV a los servicios de transporte interprovincial de pasajeros, con
lo cual no solo se vulner la reserva de ley en materia de exonemciones tributarias, sino
tambin la referida Norma VII.Ntese que la Norma Constitucional no establece un qurum
"mnimo" para la aprobacin del rgimen tributario especial, sino que exige que sean "dos
tercios de los congresistas"; ni ms ni menos que dicha cantidad (80 congresistas). Sin
embargo, desde el punto de vista lgico, debemos entender que la norma establece un qurum
mnimo
Artculo 80
Sustentacin del presupuesto pblico
El Ministro de Economa y Finanzas sustenta, ante el Pleno del Congreso, el
pliego de ingresos. Cada ministro sustenta los pliegos de egresos de su sector.
El Presidente de la Corte Suprema, el Fiscal de la Nacin y el Presidente del
Jurado Nacional de Elecciones sustentan los pliegos correspondientes a cada
institucin.
Si la autgrafa de la Ley de Presupuesto no es remitida al Poder Ejecutivo
hasta el treinta de Noviembre, entra en vigencia el Proyecto de ste, que es
promulgado por decreto legislativo.
Los crditos suplementarios, habilitaciones y transferencias de partidas se
tramitan ante el Congreso tal como la Ley de Presupuesto. Durante el receso
parlamentario se tramitan ante la Comisin Permanente. Para aprobarlos, se
requiere los votos de los tres quintos del nmero legal de sus miembros.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 77, 78, 101 ines. 3) y 4), 102 inc. 4), 119,130,145,160, 1622prr., 178
3er. prr.;
T.U.O. Rgrnto. Congreso: arts. 73 y 81;
C.T.: arts. V, VII, XVI;
L.O.E: art. 370;
L.O.J.N.E.: art. 40; Ley 27209;
P.I.D.C.P.:art. 1.1;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.1,2.3
Julio A. Fernndez Cartagena
El artculo 80 de la Constitucin aborda 3 temas: (i) la sustentacin del
presupuesto; (ii) el plazo para la aprobacin del mismo; y, (iii) el procedimiento
a seguir para la aprobacin de los crditos suplementarios, habilitaciones y
transferencias de partidas.
1. La sus tentacin del presupuesto
El proceso presupuestario consta de las siguientes etapas: programacin,
formulacin, aprobacin, ejecucin y evaluacin del presupuesto. La sus
tentacin del presupuesto se ubica dentro de la etapa de la aprobacin del
presupuesto, que se inicia con la remisin del proyecto elaborado por el
Ejecutivo al Congreso. A ello se refiere el artculo 78 de la Constitucin que
dispone que el Presidente de la Repblica deba remitir dicho proyecto al
Congreso, a ms tardar el 30 de agosto de cada ao.
Dentro de las 48 horas de recibido el proyecto, el Presidente del Congreso
convoca a una sesin extraordinaria destinada a la sus tentacin de las
referidas iniciativas de gasto, a cargo del Presidente del Consejo de Ministros y
el Ministro de Economa y Finanzas, luego de lo cual se deriva el proyecto a la
Comisin de Presupuesto para su dictamen. El acto que sigue es la
Pues bien, a propsito del "Proyecto de Ley Anual de Presupuesto del Sector
Pblico para el ao 2005", preparado por el Ejecutivo, el Presidente de la Corte
Suprema plante una demanda de conflicto de competencias contra el Poder
Ejecutivo pues consideraba que dicho Poder del Estado haba recortado
indebidamente el proyecto de presupuesto presentado por el Poder Judicial.
Una de las pretensiones demandadas consisti en que el Tribunal
Constitucional declare que el Poder Ejecutivo no es competente para modificar
el proyecto de presupuesto elaborado por el Poder Judicial.
El Tribunal Constitucional fall declarando "fundada la demanda en el extremo
de la competencia que confiere el artculo 145 de la Constitucin al Poder
Judicial.
En consecuencia, interprtese que es competencia del Poder Judicial presentar
su proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo, sin que este ltimo lo
modifique, para su posterior sustentacin ante el Congreso de la Repblica,
conforme a los Fundamentos Ns. 40 a 45 de la presente sentencia" las
cursivas son nuestras)1372. Es decir, de acuerdo con esta interpretacin del
Tribunal Constitucional, el Ejecutivo no puede modificar el presupuesto
elaborado por el Poder Judicial sino que debe limitarse a incluido en el proyecto
de presupuesto que remite al Congreso. En tal sentido, el Presidente de la
Corte Suprema sustenta ante el Pleno del Congreso el mismo proyecto que en
su momento present al Ejecutivo y que debi ser remitido ntegramente al
Legislativo.
Empero, el Tribunal Constitucional precisa que tanto el presupuesto elaborado
por el Poder Judicial, como el que presenta el Poder Ejecutivo, pueden ser
modificados por el Congreso, rgano en el que reside la facultad de aprobar el
presupuesto. Al respecto seal que: "(...) si bien el principio de colaboracin
presidente del Poder Judicial ejerce la Titularidad del Pliego del Presupuesto del Poder
Judicial.En los fundamentos jurdicos a los que alude el fallo, el Tribunal Constitucional seal
que:
(i) corresponde al Poder Judicial fijar autnomamente sus objetivos institucionales, los mismos
que tienen un componente presupuestario.
(ii) el artculo 145 de la Constitucin habilita al Poder Judicial para que participe en el proceso
presupuestario presentando su proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo sin que este ltimo
lo modifique, para su integracin al proyecto general de presupuesto y posterior sustentacin
ante el Congreso de la Repblica.
(iii) esta competencia es garanta de "la independencia del Poder Judicial pues, de no ser as,
tal garanta se convertira en ilusoria.
(iv) el Poder Judicial debe formular su proyecto en coordinacin con el Poder Ejecutivo, a fin de
determinar los montos fijados observando los lmites y principios impuestos por la Constitucin,
en especial el principio de equilibrio financiero previsto en el artculo 78 de la Carta Magna.
Para tal fin, a juicio del Tribunal Constitucional, es responsabilidad inexcusable del Poder
Judicial plantear una propuesta de asignacin de recursos econmicos acorde con la realidad
de la caja fiscal y con las posibilidades reales de una ejecucin eficiente y eficaz; y, .
(iv) es necesaria una ley mediante la cual se establezcan los mecanismos especiales de
coordinacin entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, en lo relativo a la elaboracin del
presupuesto de este ltimo.
1378 El inciso 3 del artculo 101 de la Constitucin establece que: "(...) Son atribuciones de la
Comisin Permanente:(...)
3. Aprobar los crditos suplementarios y las transferencias y habilitaciones del Presupuesto,
durante el receso parlamentario".
Artculo 81
Cuenta General de la Repblica
La Cuenta General de la Repblica, acompaada del informe de auditora de la
Contralora General, es remitida por el Presidente de la Repblica al Congreso
en un plazo que vence el quince de noviembre del ao siguiente al de
ejecucin del presupuesto.
La Cuenta General es examinada y dictaminada por una comisin revisora
dentro de los noventa das siguientes a su presentacin. El Congreso se
pronuncia en un plazo de treinta das. Si no hay pronunciamiento del Congreso
en el plazo sealado, se eleva el dictamen de la Comisin Revisora al Poder
Ejecutivo para que este promulgue un decreto legislativo que contiene la
Cuenta General.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 82, 101 inc. 4), 102 inc. 4) y 104;
Ley 26848: arts. 1 y ss.;
Ley 27209; Ley 27312;
P.I.D.C.P.: art. 1.1;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.1, 2.3
Julio A. Fernndez Cartagena
Como ya sealamos, una de las principales funciones del presupuesto consiste
en establecer de qu manera y hasta qu monto las entidades y rganos del
Estado pueden disponer de fondos para cumplir sus funciones. Para ello la
Constitucin prev la realizacin del proceso presupuestario a fin de que los
fondos pblicos sean utilizados de acuerdo con la autorizacin otorgada por el
Congreso, mediante la Ley de Presupuesto.
Dicha previsin constitucional no servira de nada si despus de la ejecucin
del presupuesto, no existieran mecanismos que permitieran la revisin de los
actos de ejecucin, dejndose en manos del Ejecutivo la libre aplicacin de los
fondos pblicos.
De ah que todos los aos sea necesario contar con un instrumento de control
posterior de la ejecucin del presupuesto. Dicho instrumento no es otro que la
Cuenta General de la Repblica, la misma que permite la revisin de los gastos
y de la inversin efectuados por las entidades y rganos del Estado en un
determinado ejercicio fiscal, sometindolos a consideracin del Congreso de la
Repblica. A decir de Ekmekdjian se trata de "(...) la rendicin de cuentas que
deben hacer todos los organismos del Estado de la forma y modo en que
recaudaron y emplearon los dineros pblicos, conforme a las disposiciones del
presupuesto"1379
1379 EKMEKDJIAN, Miguel Angel. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo IV, Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 2001, pp. 470 Y 471.
nicamente se limita a contrastar que los fondos pblicos hayan sido gastados
conforme a lo dispuesto en la Ley Anual de Presupuesto respectiva. Por tal
razn, dichos actos de gestin se encuentran sujetos a un examen posterior
ms profundo por parte de los rganos de control correspondientes.
Al respecto el artculo 21.1 de la Ley de Gestin de la Cuenta General de la
Repblica, Ley N 27312, publicada en el diario oficial El Peruano el 20 de julio
de 2000, precisa que la aprobacin de la Cuenta General de la Repblica es un
acto formal de ordenamiento administrativo que no implica la aprobacin de la
gestin ni de los actos administrativos que aquella sustenta. Dicha disposicin
legal establece que: "La aprobacin de la Cuenta General de la Repblica es
un acto formal de ordenamiento administrativo y jurdico que no implica la
aprobacin de la gestin ni los actos administrativos que aquella sustenta, los
que son objeto de acciones de control por parte de los rganos del sistema
nacional de control y de fiscalizacin por el Poder Legislativo".
En la actualidad el control de la ejecucin del presupuesto por parte del
Congreso es muy difcil en la prctica. Como bien seala Giuliani Fonrouge,
"(...) el presupuesto ha asumido tal magnitud y complejidad tcnica, que el
Parlamento, absorbido por problemas de otra ndole, no puede realizar un
control efectivo"1383. En tal sentido, es ampliamente aceptado que el rgano
tcnico de control es el que debe ocuparse de revisar escrupulosamente los
gastos e inversin efectuados por las entidades y organismos del Estado
durante el ejercicio fiscal, dejando ms bien al Congreso la aprobacin poltica
de la Cuenta General, sin que ello signifique la liberacin de responsabilidad
por la ejecucin incorrecta del presupuesto.
As se sostiene que si bien "la Cuenta General del Estado podra convertirse,
pues, en el instrumento idneo para un exacto conocimiento de la gestin
presupuestaria, interviniendo a lo largo de su tramitacin todos los rganos
implicados, en una u otra fase, en la vida de los presupuestos. No obstante se
trata de un mecanismo cuya virtualidad se sita mucho ms all de su efectiva
relevancia en los momentos actuales como medio de control" 1384.
Es claro que la aprobacin de la Cuenta General por parte del Congreso no
solo se sustenta en el dictamen que elabora la comisin correspondiente, sino
que tambin se considera el informe tcnico de auditora que elabora la
Contralora General de la Repblica y que se remite junto con la Cuenta
General al Congreso. Sin embargo, como hemos sealado, dichos
instrumentos no aseguran que el gasto efectivamente se haya ejecutado de
acuerdo con los lineamientos aprobados por el Congreso mediante el
presupuesto.
DOCTRINA
Artculo 82
La Contralora y el sistema de designacin del contralor
La Contralora General de la Repblica es una entidad descentralizada de
Derecho Pblico que goza de autonoma conforme a su ley orgnica. Es el
rgano superior del Sistema Nacional de Control. Supervisa la legalidad de la
ejecucin del Presupuesto del Estado, de las operaciones de la deuda pblica y
de los actos de las instituciones sujetas a control.
El' Contralor General es designado por el Congreso, a propuesta del Poder
Ejecutivo, por siete aos. Puede ser removido por el Congreso por falta grave.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 77,78 Y 91 inc. 1), 99, 101 inc 1), 199;
C.C: art. 1368;
T.U.O. Rgmto. Congreso: art. 6;
Ley 27594: art. 1 inc. 6);
Ley 27785;
D. L.: 26162: arts. 2, 4, 11 Y ss.;
R. 238-85-CG;
R 341-92-CG: arts. 1 al 3;
R. 016-2002-CG
Csar Ochoa Cardich
1. Introduccin
Los antecedentes en materia de revisin del gasto pblico se remontan al
perodo colonial. El rey espaol Felipe II promulg la creacin de tres
Tribunales de Cuentas en 1605, cuyas oficinas principales se ubicaron en Lima,
Ciudad de Mxico y en Santa Fe, Colombia. Estos Tribunales de Cuentas
devinieron en instituciones para el control poltico y econmico de las colonias
americanas durante los siguientes dos siglos.
Iniciado el perodo republicano en nuestra primera Carta Constitucional, la de
1823, en el inciso 13 del artculo 60 se estableci como una de las atribuciones
exclusivas del Congreso: "Examinar y aprobar la inversin de los caudales
pblicos". En la Constitucin de 1834 se previ, en el numeral 8 del artculo
101, entre las atribuciones del Consejo de Estado 1385 la de: examinar la cuenta
1385 La primera Carta Constitucional que previ el Consejo de Estado fue la de
1828, que actuara como comisin permanente del cuerpo legislativo en receso
del Congreso. Asimismo, tena una naturaleza de cuerpo consultivo del Poder
Ejecutivo. En la Carta de 1828 se estableci que estaba compuesto por diez
senadores elegidos por ambas Cmaras (senadores y diputados) a pluralidad
absoluta. Deba velar por la observancia de la Constitucin y las leyes y deba
formar expediente sobre cualquier infraccin para dar cuenta al Congreso.
Vase: SORIA LUJN, Daniel. Los mecanismos iniciales de defensa de la
Constitucin: el poder conservador y el Consejo de Estado (1839-1855),
resumen de la tesis para optar el ttulo de abogado. En: ''Pensamiento
ellos son los elementos ideales para fundamentar una ejemplar poltica
hacendara. El Per no los tuvo entonces; tampoco los haba tenido ms tarde.
La Contralora ha sido, por desgracia, una oficina demasiado subalterna,
demasiado mediatizada dentro del Ministerio del ramo".
Es as que la Constitucin de 1933, en su artculo 10, estableci que un
departamento especial, cuyo funcionamiento estar sujeto a la ley controlar la
ejecucin del Presupuesto General de la Repblica y la gestin de las
entidades que recauden o administren rentas o bienes del Estado. Se previ
que el jefe de este Departamento ser nombrado por el Presidente de la
Repblica con acuerdo del Consejo de Ministros. Obviamente aluda a la ya
creada Contralora General de la Repblica, la cual es especialmente
potenciada en sus atribuciones durante el periodo del Gobierno Revolucionario
de las Fuerzas Armadas con el Decreto Ley N 19039 (1968-1980) 1389.
Recin esta nueva Contralora es reconocida por primera vez en la Carta de
1979 como un organismo autnomo de relevancia constitucional en el artculo
146.
Se le encomend supervigilar la ejecucin de los presupuestos del Sector
Pblico, de las operaciones de la deuda pblica y de la gestin y utilizacin de
bienes y recursos pblicos.
En un Estado Democrtico de Derecho el control de las finanzas pblicas es
una de las manifestaciones nucleares del balance de poderes. Asimismo, la
fiscalizacin de las finanzas pblicas influye en el diseo de las polticas
pblicas, para vigilar su implementacin y combatir la mala administracin
estatal y la corrupcin.1390
2. La Contralora y el sistema de designacin del contralor
La Contralora General de la Repblica es definida por la Constitucin de 1993
como una entidad descentralizada de Derecho Pblico que goza de autonoma
conforme a su ley orgnica. Es el rgano superior del Sistema Nacional de
Control. Se le asigna como competencias constitucionales supervisar la
legalidad de la ejecucin del Presupuesto del Estado, de las operaciones de la
deuda pblica y de los actos de las instituciones sujetas a control. Su titular es
el Contralor General designado por el Congreso, a propuesta del Poder
1389 Durante el rgimen militar con la expedicin, en 1971, del Decreto Ley N 19039, Ley
Orgnica del Sistema Nacional de Control, en la gestin del general Oscar Vargas Prieto se
fortaleci institucionalmente a la Contralora General. Sirvi como modelo para leyes y reformas
similares en otros pases de Amrica Latina. Cabe sealar que esta norma cre las Inspectorias
como rganos de control de las entidades pblicas a cargo de la realizacin de auditoras
internas. El artculo 10 estableci que los inspectores no podan ser separados de sus cargos
sino por causa justificada y comprobada, previo informe de la Contralora General de la
Repblica. Antes de la Ley Orgnica del Sistema Nacional de Control de 1971 se aplicaban
sistemas de control en base de cuentas; su revisin estaba a cargo de personal emprico que
segua las prcticas de los Tribunales de Cuentas:que continuaron funcionando aun despus
de la Misin Kemmerer hasta los aos 70.
1390 UGALDE, Luis Carlos. Vigilando al ejecutivo. Miguel ngel Porma y Cmara de Diputados.
Mxico, 2000, p. 33.
Ejecutivo, por siete aos. Puede ser removido por el Congreso por falta
grave1391.
Sobre el rgano de control del gasto pblico, en el Derecho comparado
prevalece el modelo de una entidad de auditora especializada y tcnica frente
al arcaico modelo espaol del Tribunal de Cuentas. En el artculo 136 de la
Constitucin espaola de 1978 lo prev y establece que las cuentas del Estado
y del sector pblico estatal se rendirn al Tribunal de Cuentas y sern
censuradas por este. Asimismo, se prev que el Tribunal de Cuentas remitir a
las Cortes Generales un informe anual en el que, cuando proceda, comunicar
las infracciones o responsabilidades en que a su juicio se hubiere incurrido. Se
reconoce a sus miembros las garantas de independencia e inamovilidad de los
magistrados judiciales1392.
El modelo que inspira a nuestra Contralora General de la Repblica y la de
muchos pases latinoamericanos es el estadounidense de la GAO
(GeneralAccounting OJfice) creada por la Ley de Presupuesto y Contabilidad
(Budget andAccountingAct) en el ao de 1921. Esta ley confiri al Congreso el
rol de principal agente de control parlamentario a cargo de un Contralor
General1393.
1391 Consideramos que no puede sino interpretarse como conducta punible
apreciable por el Congreso con criterio de conciencia, en tanto no est
debidamente tipificada. Puede considerarse como tal: falta de honestidad,
abandono notable de sus deberes, ineficiencia manifiesta, irregularidad en el
desempeo de sus funciones. A nuestro juicio, la Constitucin debiera
adicionalmente prever como causas de remocin la incapacidad fsica o
mental.
1392 En Amrica Latina cabe destacar en la direccin del modelo espaol a la Constitucin
uruguaya de 1967 que prev en su artculo 208 un Tribunal de Cuentas de siete miembros,
designados por la asamblea general, por dos tercios de votos del total de sus miembros. Se
reconoce en el artculo 210 que el Tribunal de Cuentas actuar con autonoma funcional. La
Carta Fundamental prev las siguientes atribuciones del Tribunal de Cuentas uruguayo: a)
Dictaminar e informar en materia de presupuestos; b) Intervenir preventivamente en los gastos
y los pagos, conforme a las normas reguladoras que establecer la ley y al solo efecto de
certificar su legalidad, haciendo en su caso las observaciones correspondientes; c) Dictaminar
e informar respecto de la rendicin de cuentas y gestiones de los rganos del Estado, inclusive
gobiernos departamentales, entes autnomos y servicios descentralizados, cualquiera sea su
naturaleza, as como tambin, en cuanto a las acciones correspondientes en caso de
responsabilidad, exponiendo las consideraciones y observaciones pertinentes; d) Presentar a la
asamblea general la memoria anual relativa a la rendicin de cuentas;e) Intervenir en todo lo
relativo a la gestin financiera de los rganos del Estado, gobiernos departamentales, entes
autnomos y servicios descentralizados, y denunciar, ante quien corresponda, todas las
irregularidades en el manejo de fondos pblicos e infracciones a las leyes de presupuesto y
contabilidad; f) Dictar las ordenanzas de contabilidad, que tendrn fuerza obligatoria para todos
los rganos del Estado, gobiernos departamentales, entidades autnomas y servicios
descentralizados, cualquiera sea su naturaleza; y g) Proyectar sus presupuestos que elevar al
Poder Ejecutivo, para ser incluidos en los presupuestos respectivos. El Poder Ejecutivo, con las
modificaciones que considere del caso, los elevar al Poder Legislativo, estndose a su
resolucin.
1393 PRETEI, Humberto. Ob. cit., pp. 26-27. En ese sentido, Pretei, ob. cit., p.
44 anota que: "La ley de presupuesto y control de 1921, ya mencionada, crea
DOCTRINA
BASADRE, Jorge. Historia de la Repblica del Per. Tomos X y XII; BET
ANCOUR RODRIGUEZ, Andrs. Las administraciones independientes, 2001;
DELGADO GUEMBES, Csar. Qu parlamento queremos. Cultural Cuzco,
Lima, 1992;
EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Las comisiones de investigacin
parlamentaria: alcances, atribuciones y funcionamiento. En: "Los retos de una
democracia insuficiente". Comisin Andina de Juristas, Lima, 1990;
FORSTHOFF. Tratado de Derecho Administrativo. Instituto de Estudios
Polticos, Madrid, 1958; MADARIAGA, Mnica. Seguridad jurdica y
Administracin Pblica en el siglo XXI. Editorial Jurdica de Chile, Santiago,
1993; OCHOA CARDlCH, Csar.
Propuesta para un nuevo rgimen econmico constitucional; SORIA LUJAN,
Daniel.
1406 Francisco Eguiguren seala que los orgenes de la comisiones
investigadoras parecen encontrarse en las prcticas del Parlamento britnico,
pues ya desde el siglo XIV (durante los reinados de Eduardo II Y Eduardo III)
se tiene conocimiento de la conformacin de comisiones -posteriormente
denominadas 'Select Committees'- para indagar sobre las necesidades del
Estado, sus finanzas y el empleo de los subsidios aprobados (EGUIGUREN
PRAELI, Francisco. Las comisiones de investigacin parlamentaria: alcances,
atribuciones y funcionamiento. En: "Los retos de una democracia insuficiente".
Comisin Andina de Juristas, Lima, 1990, p. 250). En el Derecho Parlamentario
peruano, Csar Delgado Guembes cita que los dos primeros casos de
comisiones investigadoras de las que se tiene antecedentes corresponden a
los aos de 1895 y 1896, respectivamente. El primero para investigar las
defraudaciones cometidas en las oficinas fiscales desde el ao de 1884 y el
segundo sobre la inculpacin formulada por la Peruvian Corporation de haber
invertido fuertes sumas de dinero en facilitar la aprobacin por las Cmaras del
Congreso peruano del contrato celebrado por dicha compaa sobre
cancelacin de la deuda externa (DELGADO GUEMBES, Csar. Qu
parlamento queremos? Cultural Cuzco, Lima, 1992, pp. 288-289).
CAPTULO V
DE LA MONEDA Y LA BANCA
Artculo 83
El sistema monetario y la emisin de billetes y monedas
La ley determina el sistema Monetario de la Repblica. La emisin de billetes y
monedas es facultad exclusiva del Estado. La ejerce por intermedio del Banco
Central de Reserva del Per.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 78, 84 al 86, 96 Y 101 inc. 2);
C.P.: arts. 252-259;
D. Leg. 183: art. 59;
LO.B.C.R: arts. 24 inc. h), 42 al 49;
P.I.D.C.P.: art. 1.1;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.1,2.3
Rolando Castellares Aguilar
1. Introduccin
Nuestra actual Carta Poltica consta de dos partes. La primera trata acerca de
la Persona, Estado y Economa; mientras que en la segunda parte se regula la
Estructura del Estado y el Rgimen Poltico. Dentro del Captulo V; Ttulo N
(Del Rgimen Econmico) de la primera parte, se regula la Moneda y Banca,
entre los artculos 83 al 87, esto es, se dedica a ambos temas solo cinco
artculos.
Si solamente revisamos las dos ltimas Constituciones que precedieron a la
actual, esto es, las Constituciones Polticas de 1933 y de 1979, vemos que
trataron estos mismos temas de la Moneda y Banca en tres y ocho artculos,
respectivamente, ms o menos con el mismo tenor que .actualmente contiene
la Constitucin vigente de 1993, por lo que no podemos sostener que esta
parte del actual Texto Constitucional haya sufrido sustanciales cambios desde
el siglo pasado o que la infraccin del Estado de Derecho del 5 de abril de
1992, que dio lugar a la vigente Carta, haya originado modificaciones
sustanciales en estas dos materias.
A continuacin, formularemos nuestros comentarios, crticas y sugerencias,
sobre los artculos referidos a la Moneda y Banca de la actual Constitucin, en
oportunidad en que existen iniciativas y propuestas de modificar o sustituir el
Texto Constitucional, de 1993.
ejercitado por los Estados modernos a travs del Banco Central, o la Casa de
la Moneda o entidades pblicas o privadas similares (v.g. la FED -Federal
ResenJe System- en los EE.UD.), generalmente en un rgimen de monopolio
estatal. Por ello, estimamos que el artculo 83 de la Constitucin vigente del
Per no requiere a nuestro juicio de mayor modificacin o ajuste.
Este texto constitucional remite acertadamente a la ley respectiva la
determinacin del sistema monetario del Per, lo que ha sido desarrollado por
la actual Ley N 25295, que establece en el sistema monetario peruano el
Nuevo Sol como la unidad monetaria nacional, dividido en 100 cntimos,
rigiendo esta unidad monetaria, por disposicin del Banco Central de Reserva
del Per (Regulacin Nuevo Sol N 001-91-EF /90, Ley N 25295 del 03 de
enero de 1991), desde el 1 de julio de 1991.
Igualmente, el artculo 83 de la vigente Constitucin, que dispone el monopolio
estatal en materia de emisin de billetes y monedas y que impide, por tanto,
que los particulares realicen tal funcin, delega en un ente de derecho pblico
como es el Banco Central de Reserva del Per, dicha facultad, reservada al
Estado, de emitir billetes y monedas de curso legal y aceptacin forzosa en el
Per; convirtiendo as a dicho Banco Central en un banco de emisin que no
tiene competencia de parte de las empresas del sistema financiero nacional,
cuando hasta inicios del siglo XX existan bancos privados que podan tambin
emitir billetes, juntamente con la Casa de la Moneda que acuaba monedas
con garanta y ley comprobables.
Este texto constitucional, que se viene repitiendo casi textualmente desde hace
tres Constituciones, y que no tiene tampoco ninguna variacin en el
Anteproyecto de Ley de Reforma de la Nueva Constitucin aprobado por la
Comisin de Constitucin con fecha 5 de abril de 2002, en adelante el
Anteproyecto de la Constitucin, debera mantenerse tal cual, por ser un texto
general; salvo la posibilidad de incluir algn texto adicional, para la eventual
posibilidad de que en el futuro, el Estado peruano decida adoptar como
moneda de curso legal dentro de su territorio, una unidad monetaria de pas o
regin extranjero, como podra ser el dlar americano o el euro de la
Comunidad Econmica Europea u otra moneda. Dichas medidas ya no son
improbables ni lejanas pues diversos pases de nuestra esfera como Panam,
El Salvador, Ecuador y Argentina ya lo han realizado. De ese modo, en tal
eventual situacin y decisin, no ser necesario modificar la Constitucin, sino
simplemente expedir la respectiva ley o disposicin reglamentaria del BCR, si
su ley orgnica ya as lo estableciera, facilitando as concretar tal eventual
medida monetaria. Esta es una propuesta que merece un mayor estudie;> y
anlisis.
DOCTRINA
BERNALES BALLESTEROS, Enrique; RUBIO CORREA, Marcial y otros. La
Constitucin de 1993: anlisis y comentario. En: "Lecturas sobre temas
constitucionales". N 10. Lima, 1994; BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La
Constitucin de 1993: anlisis comparado. Ciedla. Lima, 1996; CHANDLER,
Artculo 84
Banco Central de Reserva
El Banco Central es persona jurdica de derecho pblico. Tiene autonoma
dentro del marco de su Ley Orgnica.
La finalidad del Banco Central es preservar la estabilidad monetaria. Sus
funciones son: regular la moneda y el crdito del sistema financiero, administrar
las reservas internacionales a su cargo, y las dems funciones que seala su
ley orgnica.
El Banco informa al pas, exacta y peri6dicamente, sobre el estado de las
finanzas nacionales, bajo responsabilidad de su Directorio.
El Banco est prohibido de conceder financiamiento al erario, salvo la compra,
en el mercado secundario, de valores emitidos por el Tesoro Pblico, dentro del
lmite que seala su Ley Orgnica.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 78, 83, 85, 86, 91 inc. 3), 96, 101 inc. 2);
C.P.: arts. 242, 260, 261;
D. Leg. 183: art. 59;
L.O.B.C.R.: arts. 1 al 3, 74, 77, 78;
C.A.D.H.:art.13.1;
D.U.D.H.:art.19;
P.I.D.C.P.: art. 19.2
Rolando Castellares Aguilar
1. El Banco Central de Reserva del Per
El Banco Central de Reserva del Per (BCR), fue creado el 9 de marzo de
1922, por Ley N 4500, con un capital de dos millones de libras peruanas, bajo
la denominacin de Banco de Reserva del Per, iniciando sus actividades el 4
de abril de ese ao. Tom la denominacin de Banco Central de Reserva del
Per el 18 de abril de 1931, conforme al Decreto Ley N 7.137, expedido
siguiendo las recomendaciones de Edwin Kemmerer, profesor de la
Universidad de Princeton, que encabez un equipo de expertos americanos en
temas financieros que brind asesora en varios pases latinoamericanos, entre
ellos el Per.
El Banco, en sus orgenes, tena tres clases de acciones: A, B Y C, suscritas
respectivamente por bancos comerciales, por el pblico en general y por el
Estado. La administracin estaba a cargo de un Directorio de 10 miembros, tres
designados por el Presidente de la Repblica, otros tres por las acciones A,
uno por las acciones B, designando a los otros tres la Sociedad Nacional
Agraria, Sociedad Nacional de Industrias y la Federacin de Cmaras de
Comercio, logrando tener as una representacin plural.
Dentro de la legislacin comparada y los regmenes monetarios del mundo, la
finalidad esencial de un Banco Central es cuidar o mantener la estabilidad de la
moneda, lo que se logra a travs de la aplicacin de diversas medidas de
que sea dicha norma la que regule estos aspectos con detalle reglamentario o
estatutario, en cuanto al nmero de directores titulares, suplentes o alternos,
forma de su designacin, duracin en el cargo, reeleccin, requisitos para
ocupar tal cargo, impedimentos, causales para destituirlos o vacar, entidades y
autoridades que los designen y dems aspectos de detalle estatutario.
En cuanto al periodo de gestin del directorio, estimamos que dentro de un
rgimen de mandato presidencial y congresal de 5 o 6 aos, los miembros del
directorio del BCR debera tener una duracin de 6 o 7 aos, evitando as que
ambas gestiones coincidan; sumado a nuestra propuesta de que las entidades
que designen a los directores no se limite a los Poderes Ejecutivo y Legislativo,
sino que lo hagan tambin los gremios empresariales, profesionales y
acadmicos. La propuesta que contiene el Anteproyecto de la Constitucin, que
fija en 5 aos el periodo de duracin del directorio, no nos parece acertado,
pues en ese caso, habrn Gobiernos que designen hasta por dos veces a los
miembros del directorio, hacindolos an ms subordinados y sumisos a estos
que en el actual rgimen, salvo que el mandato presidencial sea reducido a 4
aos.
A continuacin, para facilitar que el lector aprecie el tratamiento que las tres
ltimas Constituciones Polticas han dado al tema de la Banca y Moneda,
transcribimos dichos textos constitucionales que, como podrn ver, en muchos
casos no tienen mayores diferencias. Lo propio hacemos con el Anteproyecto
de la Ley de Reforma de la Constitucin, de fecha 5 de abril de 2002,
elaborado por la Comisin de Constitucin de Congreso de la Repblica,
anteproyecto que no contiene ninguna variacin respecto a la actual
Constitucin en materia de Banca y Moneda, por lo que nuestras sugerencias
pueden servir para incorporar algunas modificaciones al actual texto.
Anteproyecto de la Ley de Reforma de la Constitucin (texto para debate) de 5
de abril de 2002, elaborado por la Comisin de Constitucin, Reglamento y
Acusaciones Constitucionales
Ttulo III Captulo VI De la Banca y la Moneda
Articulo 144.- La ley determina el sistema monetario de la Repblica. La
emisin de billetes y monedas es facultad exclusiva del Estado. La ejerce por
intermedio del Banco Central de Reserva del Per.
Artculo 145.- EL Banco Central es persona jurdica de derecho pblico. Tiene
autonoma dentro del marco de su Ley Orgnica. La finalidad del Banco Central
es preservar la estabilidad monetaria. Sus funciones son: regular la moneda y
el crdito del sistema financiero, administrar las reservas internacionales a su
cargo, y las dems funciones que seala su ley orgnica. El Banco informa al
pas, exacta y peridicamente, sobre el estado de las finanzas nacionales, bajo
responsabilidad de su Directorio. El Banco est prohibido de conceder
financiamientos al erario, salvo la compra, en el mercado secundario, de
valores emitidos por el Tesoro Pblico, dentro del lmite que seala su Ley
Orgnica. EL Banco puede efectuar operaciones y celebrar convenios de
crdito para cubrir desequilibrios transitorios en la posicin de las reservas
Artculo 87
Proteccin del ahorro y del crdito
El Estado fomenta y garantiza el ahorro. La ley establece las obligaciones y los
lmites de las empresas que reciben ahorros del pblico, as como el modo y
los alcances de dicha garanta.
La Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos
de Pensiones ejerce el control de las empresas bancarias, de seguros, de
administracin de fondos de pensiones, de las dems que reciben depsitos
del pblico y de aquellas otras que, por realizar operaciones conexas o
similares, determine la ley.
La ley establece la organizacin y la autonoma funcional de la
Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de
Pensiones.
El Poder Ejecutivo designa al Superintendente de Banca, Seguros y
Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones por el plazo
correspondiente a su perodo constitucional. El Congreso lo ratifica. (*)
(*) Texto segn modificatoria efectuada por la Ley N 28484, publicada el 05 de abril de 2005.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 2inc. 16),60,70,71,88,91,96,101 inc. 2);
C.C.: arts. 1366, 1368; C.P.: arts.
242 y ss.; C.P.: arts. 242 y ss.;
Ley 26702: art. 99, 107, 130 al 134,138;
D.Leg. 183: art. 60; D.L. 26126;
T.U.O. Rgmto. Congreso: art. 6;
C.A.D.H.: art. 21;
D.U.D.H.: art. 17
Hernando Montoya Alberti
1. Introduccin
El Ttulo Tercero de la Constitucin Poltica del Estado regula el Rgimen
Econmico aplicable en nuestro pas, y, dentro de este, se incluye el Captulo
Quinto relativo a la Moneda y la Banca. As, el artculo 83 que forma parte de
este Captulo Quinto, se encuentra referido al sistema monetario peruano; los
artculos 84, 85 Y 86 a la identificacin, finalidad, limitaciones y gobierno del
Banco Central de Reserva; en tanto que en el artculo 87 se regula la funcin
del Estado frente a la actividad bancaria y de seguros, y a la intermediacin,
conteniendo un enunciado protector del ahorro. Dentro del contexto de las
operaciones bsicas de intermediacin, procederemos a desarrollar breves
comentarios sobre el contenido del artculo 87 de la Constitucin Poltica del
Estado.
2. El fomento y la garanta del ahorro
CAPTULO VI
DEL REGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y
NATIVAS
Rgimen agrario
Artculo 88
El Estado apoya preferentemente el desarrollo agrario. Garantiza el derecho de
propiedad sobre la tierra, en forma privada o comunal o en cualquiera otra
forma asociativa. La ley puede fijar los lmites y la extensin de la tierra segn
las peculiaridades de cada zona.
Las tierras abandonadas, segn previsin legal, pasan al dominio del Estado
para su adjudicacin en venta.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 2 inc. 16), 21, 60, 70, 71, 72, 73,89, 149;
C.C: arts. 134, 136, 2024 inc. 5);
C.P.: art. 204 inc. 4);
C.M.A.: arts. 29, 54;
Ley 26505: arts. 2, 3, 5;
Ley 27908; D.L.: 22175;
D.L.: 25891;
D.S. 011-91-AG: arts. 1 y 2;
D.S. 002-94-AG;
D.S. 011-97-AG: art. 3;
C.A.D.H.:arts.16,21;
D.U.D.H.:arts.17 y 20;
P.I.D.C.P.: art. 22
Guillermo Figallo Adrianzn
1. Introduccin
Aunque la Constitucin de 1993 lleva solamente el nombre de "poltica", un
examen preliminar permite advertir que, como la anterior de 1979, sigue el
modelo de la Carta Fundamental espaola de 1978, la que segn M.
Bassols1408, es caracterstica del moderno constitucionalismo en cuyo seno
parece albergarse cierto dualismo: la Constitucin Poltica, que sera el instituto
fundamental de las relaciones polticas entre el Estado y los ciudadanos; y la
Constitucin econmica que atendera a la ordenacin jurdica de las
estructuras y relaciones econmicas. As, el Ttulo III, dedicado al Rgimen
Econmico, comprende seis captulos, uno de los cuales -el Captulo VI,
1408 BASSOLS COMA, Martn. Constitucin y sistema econmico. Editorial
Tecnos S.A., Madrid, 1985, p.17
La tercera parte del acpite primero del artculo 88 establece que: "La ley
puede fijar los limites y extensin de la tierra segn las peculiaridades de cada
zona". Se trata de una norma de carcter ecolgico, que involucra los principios
anti-latifundista y anti-minifundista as como el ordenamiento territorial, por lo
que no debe tener carcter meramente facultativa.
2.2. Abandono de la tierra
El segundo acpite del artculo 88 establece que: "Las tierras abandonadas,
segn previsin legal, pasan al dominio del Estado para su adjudicacin en
venta". Esta norma, en primer lugar, reafirma la figura del abandono de la tierra
y ha sido incorporado a nuestro Derecho Constitucional por la Carta de 1979.
El abandono en general es una figura compleja que puede darse con relacin a
toda clase de bienes. El abandono de la tierra tiene numerosos antecedentes
en la tradicin jurdica peruana y de los otros pases andinos. Los incas no
concibieron que alguien pudiera dejar la tierra arable sin cultivar. En la
legislacin colonial encontramos numerosas disposiciones dictadas para
promover "el poblamiento y Cultivo de los campos en los nuevos territorios". A
inicios de la Repblica el Libertador Simn Bolvar dict el Decreto de 14 de
diciembre de 1825 que dispuso la entrega de tierras del Estado a los naturales
del pas, condicionada a la prdida de la posesin y la propiedad si no
emprendan el trabajo que demandaban. Luego, se han dictado numerosas
leyes sobre tierras de montaa de acuerdo con la misma doctrina. Los Cdigos
Civiles de 1936 y 1984 Y el Decreto Ley N 17716 han reconocido el abandono
como un modo de extincin del derecho de propiedad privada.
La norma comentada exige que el abandono se establezca "segn previsin
legal", con la evidente finalidad de proteger al propietario contra cualquier
arbitrariedad administrativa. Pero no significa que se reduzca el "abandono" de
las concesiones, como seala el artculo 5 de la Ley N 26505 -Ley de la
inversin privada en el desarrollo de las actividades econmicas en las tierras
del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas-, que
constituye una manera de eludir la reversin al dominio del Estado de las
tierras de propiedad privada que se encuentren abandonadas, que pervierte el
instituto y es inconstitucional, ya que el concesionario no es propietario y si no
cumple las condiciones de la concesin esta caduca.
Por ltimo, en relacin a este segundo acpite del artculo 88 de la Constitucin
de 1993, segn el cual las tierras abandonadas pasan al dominio del Estado
"para su adjudicacin en venta", se est concediendo igual oportunidad tanto al
gran propietario como al campesino sin tierras.
DOCTRINA
BASSOLS COMA, Martn. Constitucin y sistema econmico. Editorial Tecnos
S.A., Madrid, 1985; GROSSI, Paolo. La propiedad y las propiedades un anlisis
histrico.
Editorial Civitas, Barcelona, 1992. Traduccin al castellano de La propieta y le
propiet en la Officina de lo Strico, Ed. A. Giuffre, Miln, 1988; JOSSERAND,
Louis. Derecho Civil. Tomo 1, Volumen IlI. Traduccin de Andr Brun, del Cours
de Droit Civil positif francais. Editorial Bosch y Compaia Editores, Buenos
Aires, 1952; RODOT, Stefano. El terrible derecho: estudios sobre la propiedad
privada. Editorial Civitas, Barcelona, 1986.
Como bien se ha dicho "El territorio representa para los pueblos indgenas de
la Amazonia su fuente de vida y su cultura" 1414.
3.1. Abandono de las tierras comunales
La tercera parte del primer acpite del artculo 89 reitera que "la propiedad de
las tierras comunales es imprescriptible", pero aade "salvo el caso de
abandono previsto en el artculo anterior". Creemos que no se puede equiparar
la propiedad privada con la propiedad comunal porque de ser as no habra
motivo para distinguirlas. La tierra comunal no es un bien econmico transable
en el mercado; ms bien, se acerca al concepto de territorio como asiento de la
nacin o de una autonoma y, por ende, no puede caer en abandono, lo que
lleva a concluir que dicho dispositivo concurre a una poltica de extincin de las
comunidades.
Resulta as que el "abandono de la tierra" se proyecta como una sombra sobre
el paisaje legal de las comunidades nativas.
DOCTRINA
AROCA MEDINA, Amrico Javier. Comunidades campesinas y nativas en el
nuevo contexto nacional. Editorial CAAAP. Lima, 1993; BERNALES
BALLESTEROS, Enrique; RUBIO CORREA, Marcial y otros. La Constitucin de
1993: anlisis y comentario. En: "Lecturas sobre temas constitucionales". N
10. Lima, 1994;
BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitucin de 1993: anlisis
comparado. Ciedla. Lima, 1996; CHIRINOS SOTO, Enrique. Constitucin de
1993: lectura y comentario. 4a edicin. AntoneIla Chirinos Montalbetti. Lima,
1997.
CONTRERAS, Carlos. Comunidades campesinas y nativas: normatividad y
desarrollo. Fundacin Friedrich Naumann. Lima, 1989; DE TRAZEGNIES
GRANDA, Fernando. Comunidades campesinas y nativas en el nuevo contexto
nacional. Editorial CAAAP. Lima, 1993; FIGALLO, Guillermo. Las comunidades
campesinas y nativas en la Constitucin Poltica. En: "Socialismo y
participacin". N 39, Lima, setiembre 1987.