Interrupciones Libro Valeria Flores
Interrupciones Libro Valeria Flores
Interrupciones Libro Valeria Flores
interrupciones
valeria flores
[2]
[3]
ndice
El pulso de la interrupcin
19
I
Pedregullo del habla
51
53
69
78
84
II
Aprender
101
103
125
[5]
165
185
III
La infancia lesbiana
209
214
253
270
284
303
318
[6]
[7]
[8]
[11]
[13]
[15]
Morgan Ztardust
Videasta y activista sado queer feminista
[17]
[18]
El pulso de la interrupcin
[19]
[20]
[21]
[23]
[24]
[26]
La lengua del saber, por Diego Tatin, en Pgina/12, 26 de octubre del 2012.
http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-206420-2012-10-26.html
9
[27]
[28]
Idem.
12
Idem.
[29]
13
Conversaciones. Pg. 29
[30]
[31]
15
[32]
Nelly Richard.
Poderes de la perversin.
[33]
[34]
19 El trmino queer ha sido reemplazado en este texto por su versin sudaca: cuir. Sin
dejar de lado los problemas de traduccin, que descarga la cita como injuria histrica, me
interesa retomarla como operacin poltica.
[35]
21
David Halperin, en San Foucault. Para una hagiografa gay, El Cuenco de Plata, 2004.
[36]
[37]
[39]
[40]
Me interesa sealar el anlisis que realiza el colectivo Situaciones del escenario poltico
actual, a partir de la reposicin de un imaginario estatal-nacional, plagado de aoranzas
por las formas salariales. Las formas gubernamentales proponen, por un lado, un retorno
al trabajo y a la produccin (el consumo, la familia, etc) como eje de recomposicin social
tras dcadas de erosin de los derechos laborales y colectivos; y por otro, se convive con
unas condiciones (mediaciones financieras, precarizacin del empleo) que cuestionan la
efectividad de su imaginario y determinan los lmites de su efectuacin. Esto es posible
por la movilizacin de afectividades, a partir de viejos segmentos imaginarios de la
poltica que bloquean, en lugar de reanudar, una dinmica problematizadora. Una sutil
eficacia performativa permite fundar autoridad y producir cohesin en un contexto social
determinado. De la dictadura al triunfo del neoliberalismo vivimos en Argentina la
instalacin de un nuevo tipo de gobierno, cuyo funcionamiento ya no depende de la
soberana nica y preexistente del estado, sino que se desdobla en infinitas instancias de
gestin, a partir de acoplamientos contingentes capaces de intervenir ante cualquier
hiptesis de conflicto. La novedad reside en una invencin permanente de dispositivos
polticos, jurdicos, de mercado, de asistencia y de comunicacin, que son articulados cada
vez para tramitar situaciones puntuales. A esta forma de enraizamiento del gobierno en la
sociedad Foucault la denomin gubernamentalidad. Se trata de la incorporacin de
dispositivos monetarios, de gestin de la opinin pblica, de la influencia meditica y de
reglamentacin de la vida urbana que hacen del neoliberalismo una forma de control
inmanente de las vidas, de su clculo y de su disposicin mercantil, al mismo tiempo que
toma en cuenta el desarrollo de las libertades e iniciativas como valor mximo (19).
Notas sobre el impasse. Colectivo Situaciones. Adems, resido en Neuqun, una provincia
en la que la judicializacin de la protesta es rcord y est primera en todo el pas. A travs
de un informe de la Justicia neuquina, se revela que son ms de 1400 las causas
relacionadas con protestas sociales. Desde el 2008 se iniciaron 281 causas por corte de
ruta y 1100 por delitos catalogados como de usurpacin. 22 de septiembre de 2012.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-203972-2012-09-22.html.
Entre esas
26
[41]
causas, hay 347 mapuches criminalizados por defender el territorio contra la industria
extractivista, las empresas y los terratenientes. Ver Derechos vulnerados en el sur.
Daro
Aranda.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-218515-2013-0422.html -22 de abril del 2013.
[42]
[43]
Terror anal. Apuntes sobre los primeros das de la revolucin sexual. Beatriz Preciado.
Melusina. Pg 161
29
[44]
[45]
31
32
[47]
De este modo se pensaban los Dilogos crticos del activismo lsbico (2011). Sin un
programa predeterminado, los dilogos fueron un espacio contingente gestado como una
apuesta por: fisurar la clausura del debate poltico que, interpretamos, se dio por la
fuerza hegemnica de la demanda del matrimonio igualitario; construirnos como
interlocutoras legtimas entre las propias lesbianas, con nuestras perspectivas, voces,
cuerpos y estticas heterogneas y hasta antagnicas; circular saberes y memorias que de
otro modo quedan minimizados o excluidos de lo pblico; poner a vagar la imaginacin
poltica ms all de lo delimitado por la razn instrumental de las agendas del consenso y
demandas al Estado. En texto de convocatoria a los V Dilogos crticos del activismo
lsbico (2011). Disponible en http://potenciatortillera.blogspot.com
33
34Desarticulaciones,
[48]
[I]
[49]
[50]
[52]
[54]
[55]
[57]
[58]
39
[59]
[60]
[61]
[62]
A diferencia de las luchas de inters, que seala como las luchas econmicas, sociales y
sindicales en el sentido clsico.
43
[63]
[64]
45
[65]
[66]
[67]
[68]
48
[70]
50
Rizoma, Pg. 8.
51
Idem. Pg. 10
[71]
53
[73]
[76]
[77]
[80]
[81]
58Idem.
Pg.80.
59
60
Derrida, Circonfessin.
[82]
Notas sobre la escritura. valeria flores. Texto elaborado como aporte al XVI Congreso
pedaggico de UTE Por el derecho a la identidad. Hacia una educacin emancipadora,
durante el desempeo en la Coordinacin de tutoras de escrituras (Unin de
Trabajadores de la Educacin- setiembre del 2011- Buenos Aires). En
http://escritoshereticos.blogspot.com.ar/2012/02/notas-sobre-la-escritura.html
61
[83]
[84]
La cita en la evocacin del lenguaje como una iteridad o repeticin infinita de una
autoridad. La cita siempre es historicidad y autoridad que reclama su funcin. En ese
sentido, la cita marica es una narrativa cultural que ha estado mediada por las lecturas
epocales, por las prcticas discursivas hegemnicas que taparon sus pliegues para
constituir un palimpsesto de una memoria literaria bastarda, des-territorializando la
pulsin homosexual, lsbica y transgenrica. Op. Cit. pg. 72.
63
Las Tretas del dbil es un artculo de Josefina Ludmer (1985), que ilustra ciertas
estrategias textuales que el propio feminismo utiliz al intentar construir nuevas
posibilidades en las batallas culturales del siglo XX. En ese marco, se construyen
andamiajes internos en los textos para generar posibilidades otras en su lectura,
textualidades que pueden ser ledas esquivando la omnipresencia de una maquinaria
cultural hegemnica (Sutherland, 2009:83).
64
[85]
[86]
[87]
[88]
68
Rizoma. Deleuze
[89]
En Por amor a Derrida, Mnica B. Cragnolini (comp.) La Cebra, 2008. Prlogo, pg. 11.
[90]
71
72
74
77
En su doble vertiente, por un lado, el libro de poemas de Mal Urriola (Hija de perra,
Editorial Cuarto Propio, 1998), y por otro, la performista trash chilena del underground.
Hija de Perra dice: Yo soy una sobreviviente de este selecto grupo de individuos
marginados y sepultados por el oficialismo que nos sistematiza y gobierna. Soy de una
raza sospechosa y mi trabajo es corromper nuestras tradiciones que nos mantienen
siempre conformes, provocando la reflexin en los cerebros que no quieren remecerse
con nada y prefieren estar ciegos al bombardeo y segregacin del control que existe sobre
nos.
78
[91]
locas, lxs algo79, las pu zomo wekuntu mew80. Y ms, que quedo
en deuda y responsabilidad por no-nombrar.
Si existe la entrelnea por qu no suponer que existe el entrecuerpo? Por qu deberan nuestros cuerpos terminar en la piel
o incluir, en el mejor de los casos, otros seres encapsulados por
la piel?81. La piel como superficie de inscripcin, como soporte
de escritura. Leer entre-lneas, leer entre-cuerpos. Escrituras
entre escrituras. Sentidos entre sentidos. En las entrelneas del
texto hay otro texto mudo, en blanco, por descifrar, por leer, por
interpretar, por olvidar, por desleer, por borrar. Entre los
cuerpos hay otros cuerpos, sobre-entendidos o implcitos. Las
entrelneas son grietas en el texto, pliegues que dan lugar a
hendiduras, estras que alojan los excesos, los restos, los
apndices.
Un tipo de escritura indigesta resalta en mis/las polticas del
texto escrito, y se cie al tema de las relaciones entre saber
acadmico y des-academizacin del saber. La teora como
escritura acadmica realza el dato que reemplaza la espesura
figurativa de la metfora, intensifica la descripcin que amansa y
amaina la insurgencia de los cuerpos. Por el contrario, en un
trabajo de desficcionalizacin, la teora como ficcin
antinormativa anhela abrir lneas de fuga por donde la
subjetividad crtica pueda desviar el ethos del conocimiento til,
para explorar ciertos meandros del lenguaje que recargan los
bordes de la palabra con opaca intensidad. La escritura, en el
sentido actual que puede concederse a la palabra, es una teora.
Tiene una dimensin terica, y ninguna teora debe rehusar la
79
81
Donna Haraway.
[92]
Una
[93]
poltica
regeneradora
para
otros
84
[94]
85
[97]
[98]
[ II ]
[99]
[100]
Aprender
Pero ya que hay que escribir, que al menos no aplastemos con palabras
las entrelneas
Clarice lispector
[102]
[103]
Los gogos son pequeos juguetes de plstico de 2 cm de alto. Hay cientos de personajes
individuales, cada personaje con un rostro y nombre nico, y no tienen un sexo ni gnero
asignado.
89
[104]
[105]
91
[106]
http://potenciatortillera.blogspot.com
[107]
[108]
[109]
[110]
[112]
[114]
[115]
Sabsay. Pg. 39
[116]
101
Idem.
[117]
103
[118]
[119]
[121]
106
107
[122]
[123]
110
[124]
[125]
[126]
[127]
Donna Haraway, Las promesas de los monstruos: Una poltica regeneradora para otros
inapropiados/bles.
116
[128]
[130]
lesbianismo, afirma Mauro Cabral: bajo su apariencia de restauracin del orden natural
violentado por un sndrome u otro, trabajan el temor a la homosexualidad (un hombre
con un pene demasiado pequeo o disfuncional no terminar convirtindose en
homosexual? un cltoris demasiado largo no abre el camino al lesbianismo?), el temor a
una sexualidad femenina emancipada (acaso es posible que una mujer goce sexualmente
de algo distinto, algo ms que el sexo vaginal? cmo seran aprendidas, contenidas,
controladas las mujeres con otros cuerpos?), el temor a la destruccin de ese mismo
orden que le sirve de fundamento. Ninguno de estos supuestos es inocuo: las personas
sometidas a cirugas correctivas sufrimos durante aos, y muchas veces durante toda la
vida, las secuelas de la intervencin destinada a normalizar nuestros genitales:
insensibilidad, cicatrices internas y externas, infecciones urinarias a repeticin,
hemorragias, traumas post quirrgicos. Pero las cirugas intersex no solamente conllevan
una prdida irreparable e innecesaria- de la integridad corporal sino tambin, en
muchos casos, y deliberadamente, la de la historia personal. Pensar la intersexualidad
hoy, en Sexualidades migrantes. Gnero y transgnero. (Diana Maffa, compiladora).
Feminaria Editora (Argentina). Para ms bibliografa sobre intersexualidad ver: Iain
Morland, Morgan Holmes, Margriet van Heesch, Paula Machado, Ellen Feder, Fausto
Sterling, Beatriz Preciado, Judith Butler, entre otrxs.
119
120
[131]
121
122
[132]
Idem.
[133]
Jos Miguel G. Corts. Cartografas disidentes. Sociedad Estatal para la Accin Cultural
Exterior de Espaa, SEACEX (2008).
125
[134]
127
[135]
[136]
Preciado examina las limitaciones de las cartografas identitarias -o del len-, en las
que el cartgrafo ideal es un etngrafo desencarnado que, haciendo abstraccin de su
propia posicin identitaria, aparece como neutro. En este mapeo, la lesbiana se ve
desmaterializada, como una identidad visual que se mide ms por su capacidad de
escapar de la representacin y, por tanto, por su ausencia ms que por su presencia. De
modo que su inscripcin en el espacio es fantasmtica, tiene la cualidad de una sombra,
posee una condicin transparente o produce el efecto antireflejo del vampiro. El carcter
topofbico de la identidad lesbiana tal como ha sido representada por la mayora de los
estudios, hace de la nocin de cartografa lesbiana un curioso oxmoron: la lesbiana en
cuanto identidad vendra definida precisamente por esta ausencia de localizacin
espacial, presentndose como un elemento radicalmente anticartogrfico.
Cartografas queer: El flneur perverso, la lesbiana topofbica y la puta multicartogrfica,
o cmo hacer una cartografa "zorra" con Annie Sprinkle.
130
[137]
Y Cronos que, por el contrario, es el tiempo de la medida, que fija las cosas y las
personas, desarrolla una forma y determina un sujeto. Mil mesetas. Pg. 265
131
[138]
Las promesas
inapropiadas/bles.
132
de
los
monstruos: Una
poltica
regeneradora
para otros
[139]
136
Idem 87.
[140]
138
Actriz porno que, en una entrevista realizada en los 70, se presentaba a s misma
como una minusvlida cachonda.
140
141
[141]
[142]
143
[143]
[144]
[145]
146
Manifiesto Cyborg.
147
[146]
[148]
[149]
[150]
[151]
153
Notas sobre dilemas del impasse. Colectivo Situaciones. Cuando la realidad funciona
segn operadores de conexin que simulan o clonan esa cercana, la ambivalencia que
rige lo promiscuo es traducida de manera inmediata como nuevo cdigo, secuestrndole
su potencia innovadora, gobernando su devenir. Las y que comunicaban
heterogeneidades dejan lugar a otras y que ponen en serie, sobre un mismo cdigo
meditico, diferencias recortadas y recombinadas en el terreno de la imagen y del
lenguaje prefabricados.
154
[152]
[153]
[154]
[155]
que sea pensada como algo que nos pasa a cada paso a tod*s 159,
entre muchas e infinitas otras inquietudes.
Promiscuidad y contagio que lejos de la lgica de unidad y
consenso, de un relato nico y lineal, habilite una articulacin sin
premisas de pureza ni promesas sin fallas, sino que incite a la
multiplicidad en la dispersin, haciendo de la vulnerabilidad
corporal su plataforma de accin y resistencia comn. Un pasaje
de una semitica poltica de la representacin a una semitica
poltica de la articulacin, porque cuando la diferencia poltica es
reconstituida en trminos de opciones binarias, la experiencia
constituyente termina siendo reemplazada por una
representacin codificada de la misma.
En la materialidad de las vidas concretas, situadas, diarias,
encontramos -o no- las condiciones para desplegar nuestras
posibilidades
corporales,
siempre
en
un
marco
epistmico/discursivo hegemnico de inteligibilidad genrica
que otorga coherencia y estabilidad a los cuerpos. Los cuerpos ya
no se definen por su independencia y soberana sino por su
constitutiva relacionalidad, al expropiar las tecnologas de
produccin corporal y de la subjetividad de la tutela jurdica y
mdica, y reclamar su uso crtico y redefinicin colectiva. Esta
situacin nos conduce a poner en prctica un feminismo
molecular contra un feminismo de Estado, que desborde las
polticas de identidad y de la representacin. Si la medicina es el
modo hegemnico de regulacin y construccin de los cuerpos,
Cada vez que se da por sentado que todas las mujeres tienen vagina, o que todos los
hombres pueden orinar de pie, cada vez que alguien afirma que los nicos cromosomas
humanos son XY XX, cada vez que se dice que slo los hombres tienen testculos y
ovarios slo las mujeres, cada vez que se asume que los genitales normales hacen a la
felicidad, cada vez que se cree que esa normalidad debe pagarse a cualquier precio... la
intersexualidad nos pasa. Y forma parte de lo que somos, aunque ni remotamente se nos
pase por la cabeza o el cuerpo que, entre otras cosas, eso somos. Mauro Cabral,
Interdicciones.
159
[159]
[160]
[161]
[162]
[164]
[165]
[166]
165
166
[168]
polticas, mostrando
contradicciones167.
los
conflictos,
antagonismos
[169]
[170]
[171]
[172]
Idem.
176
[173]
Recuerdo que al hacerme visible en el aula como lesbiana, entre lxs chicxs surga el
interrogante: Prostituta es lo mismo que lesbiana?, En Desandar los caminos del
silencio, Notas lesbianas. Reflexiones desde la disidencia sexual. Pag 48.
178
[174]
[175]
180
Kari Kesler.
[176]
182
Halberstam, Judith (2008) Masculinidad femenina. Editorial Egales, Madrid. Pg. 137
184
[177]
Que define de este modo. Quiero que la otra me desee y sepa que la deseo, y al mismo
tiempo, quiero que dude. Quiero que sepa que algo pasar entre nosotras de un momento
a otro, pero al mismo tiempo busco que ese momento nunca llegue. Quiero que sea
insoportable el deseo de pasar ese lmite. Que se vuelva dolorosamente obsesiva y
excitante la fantasa de lo que vendr o de lo que quizs nunca ocurra. Texto
presentado en Conflicto C. Celebracin de las amantes. Jornadas de orgullo y disidencia
lesbiana.
Crdoba,
abril
del
2012.
Texto
disponible
en:
http://potenciatortillera.blogspot.com
186
[178]
[179]
les gusta que le aprieten los pezones con pinzas? 187, desafa
Lynda Hart. Histricamente, al interior del feminismo se
estableci una jerarquizacin o estratificacin ertico-sexual
que, de manera vigorosa, fue limitando, condicionando y
regulando el deseo legtimo, la prctica deseable, el apetito
habilitado, excluyendo as un sinfn de prcticas y modos de
desear. Esta codificacin del deseo correcto se modula en un
contexto particular como el de nuestros das, en el que las
diversas polticas sexuales que se han implementado en nombre
del reconocimiento de derechos, tambin han resituado a las
identidades no heteronormativas en el escenario reproductivo,
monogmico y heterosexualizado de la familia tradicional. Estas
polticas vuelven ilegibles e ilegtimos determinados modos de
experiencia ertico-afectivo-sexual, expulsndolos de las
agendas de debate, lo que provoca el desplazamiento y
menosprecio de ciertos cuerpos, ciertas prcticas, ciertos deseos,
maximizando su vulnerabilidad, fabricando estereotipos
identitarios y forcluyendo otros modos de ser.
Es mi cuerpo siempre el mismo?... Cuando me relaciono
sexualmente con alguien o alguienes Puedo decir que mi cuerpo
acaba cuando comienza el del otre? Qu constituye el lmite de
mi cuerpo? Y el lmite de mi deseo?188, interpela Noe Gall. Si los
masoquistas son grandes educadores, afirmaba Deleuze qu
lugar ocupan en el ethos feminista ciertas formas de sufrimiento
o su intensificacin sobre la superficie del cuerpo
suficientemente severas como para llevar a una prdida del
lenguaje? qu podran ensearnos esas formas sobre nuestros
propios cuerpos y las regulaciones culturales del deseo? En
particular, las prcticas sexuales S/M se aproximan
Identidad y seduccin: Lesbianas en la corriente principal por Lynda Hart. Traducido
por: Gisela Coiset y Paula Soler. Correcciones: Javier Macas. En
http://royalcaute.blogspot.com.ar/2008/05/identidad-y-seduccin-lesbianas-en-la.html
187
188
En Tomar la palabra/concha .
[180]
189
Lynda Hart.
190
Idem.
[181]
[183]
Rubin, Gayle (1989) Reflexionando sobre el sexo: notas para una teora radical de la
sexualidad, en Vance, Carole (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad
femenina. Editorial revolucin. Madrid.
193
[184]
Para Gayle Rubin, butch es una una categora de gnero lsbico que es constituida
mediante el despliegue y manipulacin de cdigos de gnero y smbolos masculinos, en
"Of Catamites and Kings: Reflections on Butch, Gender, and Boundaries." The Persistent
Desire: A Femme-Butch Reader. ed. Joan Nestle. Boston: Alyson, 466-482 (1992).
Traduccin provisoria de Mara Luisa Peralta. A su vez, para Cornwall y Lindisfarne, la
identidad sexual de la lesbiana butch no representa justamente una identidad masculina
superimpuesta o un cuerpo femenino descontextualizado, sino la desestabilizacin del
modo en que ambos trminos se presentan en el juego ertico (1996: 38), citadxs en
Lacombe, Andrea (2006) Para hombre ya estoy yo. Masculinidades y socializacin
lsbica en un bar del centro de Ro de Janeiro. Antropofagia, Buenos Aires. Pg. 65
194
[186]
[187]
Si el gnero es una tecnologa, tal como planteaba Teresa de Lauretis, podemos seguir
en la lnea de las figuraciones tecnolgicas y hacer una analoga entre el cdigo de la
masculinidad y el software libre. El cdigo es el material en el cual estn escritos los
programas informticos y, por ende, para poder ser modificado, apropiado, reutilizado
debe ser accesible, estar abierto. Esto otorga a sus usuarixs la libertad para usar, copiar,
modificar y redistribuir sin restricciones el programa de gnero a partir de la alteracin
del cdigo. La filosofa del software libre tiene implicaciones polticas rad icales al ofrecer
la libertad de modificar y mejorar las versiones anteriores, plantendose como una serie
de desarrollos posibles en un espacio desjerarquizado y mltiple.
196
197
[188]
199
Halberstam, pg. 51
200
Idem. Pg. 64
Esto vale tambin para las propias comunidades lsbicas y sus controles de
credenciales identitarias. Al respecto seala Gayle Rubin, la cultura lsbica
contempornea tiene un profundo surco de xenofobia. Cuando nos vemos confrontadas
con fenmenos que no se ajustan claramente a nuestras categoras, las lesbianas hemos
respondido con histeria, intolerancia y un deseo de destrozar a las realidades confusas y
ofensivas. Un sndrome de club privado prevalece a veces, en la cual la comunidad
lsbica es tratada como enclave exclusivo del cual el lumpenaje debe ser
202
[189]
[190]
Donna Haraway, Las promesas de los monstruos: Una poltica regeneradora para otros
inapropiados/bles.
204
[191]
Gayle Rubin
[193]
[194]
Judith Halberstam, (2008) Masculinidad femenina. Editorial Egales, Madrid. Pg. 108.
Sobre las diferencias que nos vuelven vulnerables segn los contextos, a personas con
identidades sexuales y expresiones/identidades de gnero no heteronormativas, dice
Judith Halberstam en referencia al asesinato de la joven negra lesbiana Sakia Gunn:
Queremos ser especficos acerca de qu sujetos queer enfrentan cul amenaza, de quin
y en qu geografa. Mientras en la ciudad, por ejemplo, podemos ver, que la persona gay o
transexual de color corre un riesgo mayor de ser objeto de violencia en manos de la
208
[195]
[196]
[197]
[198]
[199]
[200]
216
http://www.news-medical.net/news/20120803/28717/Spanish.aspx
[201]
217
218
Halberstam, 2008; 43
[202]
[203]
Haraway, Las promesas de los monstruos: Una poltica regeneradora para otros
inapropiados/bles.
219
[205]
[206]
[ III ]
[207]
[208]
La infancia lesbiana
[211]
[213]
[214]
[215]
cosas que otros nos han dado, o sea, a travs de lo que hemos
estudiado. Estudiar es operar con lo que nos han dado [] El que
no la estudia, se quita a s mismo la posibilidad de apropiarse de
otras instrucciones, otros lxicos, y, por lo tanto, tiene menos
cosas para ensear [] El desprecio por la teora que suele
hallarse entre los aspirantes a profesores es slo esa idea de que
basta para ensear lo que uno tiene. Es decir, pensar que uno
tiene lo suficiente, o que uno sabe dnde est aquello que es
suficiente para ensear222.
Partiendo de que la teora queer/cuir no es un corpus
homogneo y coherente de contenidos, sino un conjunto de
reglas y dinmicas metodolgicas tiles para leer, pensar e
implicarse en la vida diaria, para m la prctica docente ha sido -y
contina siendo- un incesante movimiento de reflexin y
deconstruccin, de trabajar en contra de mis propios
pensamientos. Ser por eso, y por nuestras agobiantes
condiciones de trabajo, que las maestras tenemos una sonrisa
malditauna fisonoma de morgue223 en nuestros rostros.
Como trabajadora cultural y poltica precarizada con una
identidad sexual disidente tortillera- y una expresin de gnero
inadecuada masculina- para los cnones femeninos vigentes,
me encuentro en permanente tensin con las polticas y estticas
de normalizacin sexo-genrica y constreida por los modos en
que las docentes se hacen inteligibles. Ejercitarse en la
experimentacin de un pensamiento pedaggico-poltico
articulado por una perspectiva queer/cuir, lo que intento desde
hace algn tiempo, no consiste en definir identidades ni
representarlas como un objetivo en s mismo, sino que llama a
resistir las prcticas normales y las prcticas de la normalidad,
En Antelo, Estanislao (1999), Instrucciones para ser profesor. Pedagoga para
aspirantes, Buenos Aires, Santillana, pg. 135.
223 Dice la protagonista de Los hermosos aos del castigo, novela de Fleur Jaeggy.Pg. 41
222
[216]
[218]
[219]
[220]
Siglas en ingls que significan Trastorno por dficit de atencin con hiperactividad.
Al respecto, El auge de la patologizacin de chicos inquietos y desatentos en la escuela ha
llegado a tal punto que ya se est indicando medicacin a nenes de jardn de infantes.
Tambin se estn prescribiendo psicofrmacos a alumnos de primaria que son
desafiantes y rebeldes en el aula. El inquietante dato fue revelado en el simposio
internacional sobre el tema que termin ayer en Buenos Aires y en el que particip ms
de un millar de psiclogos, docentes, pediatras, psiquiatras y psicopedagogos
preocupados por el sobrediagnstico del llamado sndrome ADD en la Argentina, en El
problema del ADD, por Mariana Carbajal.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-86337-2007-06-10.html 10 de junio del
2007.
229 La ms usada es la ritalina, que disminuye el comportamiento impulsivo y,
supuestamente, promueve la concentracin.
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En este sentido, los derechos no son una meta, no son un lugar de llegada, sino q ue son
una conquista de un plano de legitimidad ciudadana para seguir sosteniendo en nuevos
espacios nuestras luchas cotidianas para deshacer esa ficcin de las democracias liberales
capitalistas de que efectivamente vamos a poder neutralizar el conflicto y vivir en una
suerte de armona ciudadana. La adecuacin poltica del estatuto de derecho que permite
transformar nuestras prcticas cotidianas demanda acciones reflexivas de impacto
micropoltico, es decir, en los procesos de subjetivacin y configuracin de los deseos.
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ruptura epistemolgica -y no una confesin de verdad algunaque surge de desordenar la llamada distancia cientfica que
marc la tradicin centroeuropea y colonial de las ciencias
humanas y que condujo a la produccin del homosexual como
figura poltica de la degeneracin, estratgicamente situada en
una cartografa de los anormales junto con otras figuras
liminares como la mujer violenta, la prostituta, el hombre
criminal, el enfermo mental o el discapacitado241. Pero no basta
para conseguirlo, con contentarse con dar la palabra a los
sujetos concernidos, sino que es necesario crear las condiciones
de un ejercicio, quizs paroxstico, de esta enunciacin.
En todo este proceso, la tiza ha sido reemplazada por el dildo, la
asamblea sindical por la cama abierta, la planificacin por la
deconstruccin de las metforas escolares, la didctica por la
micropoltica, el borrador por la escritura bastarda, el
guardapolvo por la genealoga poltica.
Contra los(as) rdenes de la explicacin
Contra la lgica de un saber explicativo, el saber interrogativo de
una pedagoga cuir busca perforar el orden de las pruebas y
certezas de cientificidad con el tajo especulativo- de la duda, de
la conjetura o bien de la utopa. En su lucha acadmicoinstitucional, este saber busca operar sobre tramas concretas de
sentido y referencias para intervenir el soporte de la institucin
en su materialidad concreta, que censura la escritura del cuerpo
y el cuerpo de la escritura en nombre de una moral acadmica.
Por eso, desde esta prctica y poltica de conocimiento se asume
el desafo de una afirmacin o de una negacin que, por
provisorias que sean, se atreve a decidir y a ejercer la
responsabilidad prctica de un acto de sentido. Se pronuncia a
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valeria flores, Escribir las prcticas, leer los cuerpos, desarmar violencias: una potica
del derecho, http://escribirlaspracticasdocentes.blogspot.com.ar/ y
http://utecongresopedagogico.blogspot.com.ar/
246
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otros
Para Jorge Daz, la mirada disidente u ojo desacatado trata ah donde lo autoevidente
deja de ser natural y se da la posibilidad de restarse de la mirada positivista de la
clasificacin, la claridad, la precisin y exactitud. Pretender cuestionar qu o cmo
vemos me parece una necesidad radical, una ramificacin desde lo focal que permite
comprender de qu forma vamos a incluir en el anlisis de la visin totalizante una
discusin sobre lecturas contextuales. Feminismo decapitado. Ficciones pticas y
sobresaturacin travesti. Jorge Daz Fuentes III Circuito de Disidencia Sexual (2011),
Chile.
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puedes estar afuera, porque aquellos que alguna vez gozaron del
privilegio epistemolgico de saber que no sabes lo que ellos
saben, se niegan a renunciar a tal privilegio e insisten en
construir tu sexualidad como un secreto al que tienen un acceso
especial, un secreto que se descubre ante su mirada lcida y
superior.
La epistemologa del armario es no slo un modo de
conocimiento, sino tambin una forma de ignorancia en la
medida en que oculta la naturaleza poltica de su inters en
preservar y mantener la construccin epistemolgica de la
heterosexualidad como un hecho obvio que puede ser conocido
universalmente sin ostentaciones, y una forma de vida personal
que puede ser protegida como algo privado sin constituir una
verdad secreta. Esta epistemologa vertebra la cultura occidental
desde la modernidad, por lo tanto, suministra los andamios
discursivos de todas las disciplinas, entre ellas la pedagoga. El
secreto pblico es una forma de conocimiento y constitucin de
saber socialmente disponible que, en el propio sentido comn de
los gneros entrelazados significativamente con las sexualidades,
regula los sentidos de legitimacin de la verdad de la propia
identidad.
De este modo, la institucionalidad del armario produce efectos
ideolgicos y polticos de encierro y/o intemperie que
capilarmente, desde materialidades discursivas, prcticas
pedaggicas y rituales institucionales, obligan a una verdad
sexual, La Verdad, exigida como naturaleza primaria y definitoria
de lxs sujetxs, al mismo tiempo que dispensan cartas de legalidad
y legitimidad que regulan sus experiencias y percepciones
cotidianas de la sexualidad y el gnero.
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En las instituciones educativas y en la familia, esta dessexualizacin adopta la forma especfica de una represin de la
homosexualidad. De esta manera, la pedagoga asume su
condicin de disciplina heteronormativa destinada a transformar
el cuerpo en sujeto heterosexual, a travs de la produccin de la
masculinidad y la feminidad normativas. Para aprender y para
ensear (a ser heterosexual), por lo tanto, es necesario cerrar el
ano, evitar la pasividad; por eso la relacin de aprendizaje debe
ser una relacin de transferencia de saber viril.
Qu sucede con las nias que no tienen pene ni parecen
masturbarse aunque lo hagan-?. La nia como vscera hueca,
lesbiana, marimacho, parece caer fuera del circuito
masturbacin-escritura-educacin que preside la pedagoga
masculina. La institucin educativa es, ante todo, una industria
poltica de genderizacin del cuerpo, para decirlo en trminos
de Teresa de Lauretis. La pedagoga y su dispositivo
tecnopoltico, la escuela, son espacios altamente performativos
donde el cuerpo del alumnx (tubo drmico ms que nio o nia)
aprende, ensaya y pone a prueba modelos discursivos, estticos y
biopolticos de normalidad y de desviacin de gnero260.
La experiencia de la niez como invencin de un cuerpo
obediente implica el aprendizaje de la discrecin como
neutralizacin de la potencia del deseo, como trabajo de
ocultamiento de su sin fin. Un cuerpo acatado es un cuerpo
rescatado, recuperado o sustrado de su indecencia, de su
sospechosa perversidad polimorfa, de la enfermedad de sus
instintos, de su desafo a la autoridad.
La doctrina heterosexual impone una idea de infancia como
desmesura, como indiscrecin moral, osada del deseo, audacia
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Sobre las prescripciones de gnero sobre la vestimenta, cito: Si la ropa es, sobre todo,
un artefacto social, una forma de comunicacin (Lek, 2005; 183), el modo de vestir sigue
siendo un potente comunicador de mi gnero sexual, de mi orientacin ertica y de mi
resistencia a la heteronorma, as como tambin lo son mi forma de caminar, sentarme,
pararme. A su vez, en una ocasin, en que varias docentes nos encontrbamos reunidas
en la sala de maestras/os, una de ellas comenta que necesita una par de zapatillas para
una nia de su grado. La directora le contesta que cuenta con unas, pero que no es para
nenas, porque son botines para jugar al ftbol. flores, valeria (2008) El armario de la
maestra tortillera. Polticas corporales y sexuales en la enseanza. IX Jornadas
Nacionales de Historia de las Mujeres y IV Congreso Iberoamericano de Estudios de
Gnero Rosario.
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Idem. Pg. 14. Pensemos que el tono afectivo de las ciudades se encuentra definido hoy
por los miedos y angustias, que no son una condicin natural sino que pueden ser
concebidos como el resultado de un conjunto de dispositivos de control cotidiano sobre la
vida. Organizados en capas diversas y entrelazadas del gobierno de la subjetividad a
travs de la gestin de la moneda, la informacin y el mundo del trabajo, con
prolongaciones en los tratamientos teraputicos y las medidas de seguridad, coordinan
sentimientos privados (fobias, pnicos, paranoias, etc.) que forman el paisaje del
neocapitalismo contemporneo.
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El trmino postpornografa fue empleado por Wink van Kempen para definir un tipo
de producto pornogrfico cuya intencin no era exclusivamente masturbatoria sino la
crtica, el humor o la poltica (Mara Llopis, El postporno era eso, 22). En 1990, cuando
Annie Sprinkle -trabajadora sexual y actriz porno norteamericana - utiliz por primera
vez la expresin postpornografa para presentar su espectculo The Public Cervix
Announcement, en el que invitaba al pblico a explorar el interior de su vagina con la
ayuda de un espculo, naci un nuevo gnero de representacin del sexo, crtico tanto con
la imagen del sexo generada por la medicina como con la generada por los cdigos de la
pornografa tradicional. A la verdad del sexo pornogrfico -recogiendo una frmula de
Foucault- Sprinkle opona la produccin teatral y artstica de diversas ficciones del sexo.
Con esta accin, puso en tela de juicio esa verdad del sexo y desnaturaliz de forma
pardica la relacin entre los dispositivos de visualizacin de la medicina y de la
pornografa. Su trabajo, situado en la tensin entre lo esttico, lo poltico y lo terico,
conceptualiza la pornografa y las representaciones del gnero y del sexo como un
espacio a intervenir en dos direcciones: (a) para romper con la naturalidad y el
esencialismo del sistema binario de gnero y de heterosexualidad obligatoria en el marco
del capitalismo actual y (b) para proponer representaciones y vivencias del gnero y de la
sexualidad diferentes a esta norma. Durante los ltimos aos, la iniciativa de Sprinkle ha
encontrado una prolfica continuidad, desde diferentes mbitos y con diversas
inscripciones tericas y estticas. Todos ellos comparten una misma perspectiva: quienes
hasta ahora haban sido el objeto pasivo de la representacin pornogrfica (mujeres,
actores y actrices porno, putas, maricas y tortilleras, perversos, etc.) aparecen ahora
como los sujetos de la representacin, cuestionando as los cdigos (estticos, pol ticos,
narrativos) de visibilidad de sus cuerpos y prcticas sexuales, la estabilidad de las formas
de hacer sexo y las relaciones de gnero que estas proponen. Mara Llopis hace un amplio
mapeo de los grupos que se dedican al postporno en Europa, en su libro El Postporno era
eso (Melusina, 2010).
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mandato hacia las propias comunidades de la disidencia sexogenrica: travestis decentes y no escandalosas, lesbianas que
parezcan mujeres y no camioneras, maricas casados y padres de
familia y no promiscuos, trans que se ajusten a las tipologas
visuales de la feminidad o masculinidad normativa y no que
generen ambigedad o confusin y as nos controlaremos lxs
unxs a los otrxs, premindonos con el privilegio de la
integracin si logramos armar un currculum corporal
aceptable para la diversidad. De esta manera, la diversidad
constituye una poltica de gestin de la multiplicidad identitaria
de los aparatos gubernamentales, que rechaza todo aquello que
perturbe la fantaseada armona de las clasificaciones, y que sigue
discriminando entre prcticas e identificaciones ms y menos
legtimas, entre respetables y menos respetables, entre buenos y
malos, entre aceptables e inaceptables disidentes sexuales.
A su vez, la diversidad se esfuerza por anular la pertinencia, la
credibilidad o la posibilidad misma de las estrategias de
contestacin autnomas a que da lugar el activismo sexopoltico. Al subsumir los conflictos de poder inherentes a los
procesos de agenciamiento poltico en una tipologa de
identidades definible y definida de antemano, desplaza del
centro de atencin, inters e interpelacin a la norma
(hetero)sexual y (bio)poltica con sus brutales efectos de
violencia y exclusin, relegndola a una zona de penumbras. Los
discursos que apelan a la diversidad como modelo de la
integracin son tambin rpidamente apropiados por un
liberalismo universalista. No tienen ninguna politicidad en s
mismos, ms que gestionar un campo virtual donde las
identidades subalternas se renen: negros, mapuches, gays,
mujeres, pueden convivir ms como valor patrimonial de unas
identidades reconocidas, que como un conjunto de polticas que
se enlazan y comunican para producir transformaciones
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mujeres con dao, de Jorge Daz Fuentes (CUDS) en la presentacin del libro Nudos
Feministas: Poltica, filosofa, democracia de Alejandra Castillo. Chile, 2011
304 El sufrimiento es el combustible de la mquina cristiana de la salvacin.
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Las emociones, las pasiones, los afectos, los sentimientos, estn inscriptos en
relaciones sociales histricamente situadas, se construyen, se formatean, se regulan, se
educan. Los horizontes sociales, culturales, conceptuales y valorativos condicionan
nuestros repertorios de sentimientos, es decir, los afectos que sentimos no son naturales,
ni nacen del corazn o las entraas. Ana Abramowski, Maneras de querer. Los afectos
docentes en las relaciones pedaggicas. Paids, 2010. Pag. 33-34.
319 El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipacin intelectual. Jacques
Rancire. Editorial Tierra del sur. 2006
320No saber, en La felicidad, el erotismo y la literatura. George Bataille. Ensayos 19441961. Adriana Hidalgo. 2008. Pg. 249
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Lazzarato, Mauricio (2006) Por una poltica menor. Acontecimiento y poltica en las
sociedades de control. Traficantes de Sueos, Madrid. Pg. 189
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