WG El Cristiano Con Toda La Armadura de Dios
WG El Cristiano Con Toda La Armadura de Dios
WG El Cristiano Con Toda La Armadura de Dios
~1~11rn~11
EL CRISTIANO
CON TODA LA ARMADURA
DE DIOS
WILLIAM GURNALL
Condensado por Ruthanne Garlock, Kay King,
Karen Sloan y Candy Coat
EL ESTANDARTE DE LA VERDAD
3 Murrayficld Road, Edimburgo EH12 6EL, Reino Unido
P O Box 621, Carlisle, PA 17013, EE.UU.
Copyright 1986 por World Challenge, lnc.
Publicado por primera vez en ingls en tres tomos
en 1655, 1658 y 1662 bajo el ttulo
Printed in USA
[5]
[6]
ndice
TOMO I
Introduccin a la edicin en ingls
Nota biogrfica
35
37
Captulo 1
Llamada a las armas
41
42
43
45
45
46
46
46
46
48
48
49
49
50
50
52
52
53
54
55
56
|7|
57
57
57
58
58
59
60
61
61
62
62
63
63
64
66
66
67
68
68
69
69
70
Captulo 2
Primera consideracin: La armadura del cristiano 71
I.
[8]
71
72
72
72
72
73
74
74
Indice
4. La amistad con el pecado y Satans
El enemigo y su plan diablico
1. La inclinacin natural del alma humana
2. La malicia sobrenatural de Satans
La armadura y su Creador
1. Dios es el diseador de la armadura
de sus hijos
2. Dios hace la armadura de sus hijos
y los adiestra para utilizarla
La armadura: sus componentes
1. Todos los componentes juntos cubren
al cristiano entero: alma y cuerpo
2. Cada pieza tiene una funcin especial
3. Cada pieza es completa y perfecta
Nuestros dones: Por qu perfeccionarlos
1. Porque nuestros dones pueden deteriorarse
2. Porque Satans sigue perfeccionando su ira
y astucia
3. Porque cumplimos con el propsito de Dios
cuando crecemos en gracia
El uso correcto de la armadura
1. Hay que ponrsela
2. Hay que ponrsela siempre
La armadura: su lugar correcto
Exhortacin final
II. POR QU EL CRISTIANO DEBE ESTAR
ARMADO
El peligro de no estar armado
Satans como tentador
1. Satans decide cundo tentar
2. Satans decide cmo tentar
3. Satans escoge el instrumento o la persona
que utilizar para la tentacin
Aviso
Advertencia
1. Pide el consejo de Dios
2. Conoce tu corazn
[9]
75
75
75
76
77
77
79
80
80
81
84
84
84
85
85
86
86
86
89
89
90
90
91
91
94
97
100
102
102
102
Indice
Captulo 3
Segunda consideracin: La naturaleza de la guerra
y el carcter del enemigo
127
I. NATURALEZA DE LA GUERRA
Por qu deben luchar los cristianos
1. La violencia del conflicto
2. La universalidad del conflicto
3. La duracin del combate
Cmo no se debe luchar
1. No luches contra el Espritu de Dios
2. No luches contra la providencia de Dios
3. No luches con tus propias reglas
Cmo luchar
1. Que Dios sea tu ayudador
2. Practica constantemente
3. Utiliza tu ventaja sabiamente
Una palabra de nimo para los luchadores
127
127
127
129
130
130
131
131
132
133
133
133
134
134
[11]
225
225
Captulo 5
Cuarta consideracin:
La postura que se debe mantener en la guerra
[12]
225
226
226
227
228
229
230
231
233
237
240
240
242
245
246
248
250
251
253
253
255
260
264
ndice
I. PERMANECE FIRME: NO HUYAS NI CEDAS
264
Es un mandamiento de la Palabra de Dios
265
Dios proporciona una armadura suficiente para la
batalla
266
La seguridad del cristiano estriba en la resistencia 267
Solo se vence
al enemigo por la fuerza
268
1. Satans es un enemigo cobarde
268
2. Satans es un enemigo invasor
268
3. Satans es un enemigo acusador
269
II. PERMANECE EN TU SITIO SIN USURPAR
EL DE OTRO
Cinco consideraciones para persuadirnos
a estar firmes
1. Pierdes la aprobacin de Dios al abandonar tu
puesto y trabajar fuera de tu vocacin
2. Pierdes la proteccin de Dios al pasar por alto
sus restricciones en cuanto a ubicacin y
vocacin
3. Dios no te pide cuentas por el trabajo de otro 274
4. Sufres sin necesidad cuando llevas cargas que
Dios no reservaba para ti
5. Un espritu inestable suele alejar a las personas
de su puesto y vocacin
III. PERMANECE FIRME: NO TE DUERMAS
Por qu el cristiano debe mantenerse despierto
1. Su trabajo es demasiado importante y exigente
para hacerlo medio dormido o de mala gana 278
2. La vigilancia consigue ventajas para el
cristiano de tres formas importantes
Cmo vigilar
1. Hay que vigilar constantemente
2. Hay que vigilar totalmente
3. Hay que vigilar sabiamente
[13]
270
272
272
273
274
275
277
278
279
280
280
282
282
287
ndice
Cmo hacer que los corazones ardan de amor
por la verdad
1. Conforma tu corazn a la verdad
2. Que tu corazn se llene continuamente del
amor de Dios
3. Medita con frecuencia en la excelencia de la
verdad
4. Que tu corazn se llene del temor de la ira
de Dios contra la apostasa
304
304
305
306
309
[15]
[16]
Indice
La sinceridad fortalece el espritu del creyente
1. La fuerza preservadora de la sinceridad
2. La fuerza restauradora de la sinceridad
3. La fuerza consoladora de la sinceridad
4. La fuerza de la sinceridad contra la tentacin
5. La importancia de luchar por la sinceridad
6. La bendicin de la sinceridad
7. La certeza de la sinceridad contra el miedo
a la apostasa
8. Aviso: No te glores en la sinceridad
9. Teme la hipocresa, no la afliccin
Captulo 7
Sexta consideracin: La coraza del cristiano
El significado de la justicia
1. La justicia legal
2. La justicia evanglica
Por qu se compara la justicia con la coraza
1. La coraza protege la parte central del cuerpo 396
2. La coraza da valor al cristiano
El vnculo entre la coraza y el cinturn
1. La verdad en la doctrina
2. La verdad del corazn
I. POR QU TODO CRISTIANO DEBE PONERSE
SIEMPRE LA CORAZA
1. Dios quiere que sus hijos sean santos
2. Satans desea la impiedad del pueblo de Dios
La excelencia del poder de la santidad
1. Solo ocurre en el ser humano
2. Da evidencias para el Cielo
3. Nos capacita para la comunin con Dios
4. Proporciona paz
5. Tiene mucha influencia en los dems
6. La santidad y la justicia son pilares de las
naciones
[17]
371
372
375
377
386
387
387
388
389
389
391
391
391
392
396
396
397
397
398
399
400
405
408
408
408
409
409
411
413
|18|
438
438
438
439
442
443
444
445
446
447
448
449
450
Indice
1. Satans dice que la rectitud estorba al placer 450
2. Satans dice que la rectitud estropea
la prosperidad
3. Satans amenaza a la rectitud con la oposicin
del mundo
Dos rasgos de la vida santificada
1. El pecado y la santidad existen y se
oponen mutuamente
2. Es posible vivir en el poder de la santidad
Amonestacin a los impos
1. Algunos se satisfacen con su impiedad
2. Otros se esconden tras una falsa santidad
3. Muchos se burlan de la justicia
Exhortacin a los cristianos
1. Bendice a Dios por proporcionarte la coraza 469
2. Mantn ceida la coraza
3. S humilde en la santidad
Captulo 8
Sptima consideracin:
El calzado espiritual del cristiano
1. QU SIGNIFICA AQU EL EVANGELIO
La mejor noticia del mundo
1. Dios perdona y luego da
2. No puede haber malas noticias despus que
se ha abrazado la buena noticia de Cristo
Propiedades de un mensaje gozoso halladas en el
evangelio
1. Un mensaje gozoso debe ser bueno
2. El mensaje del evangelio es tan grande como
bueno
3. Un mensaje bueno concierne ntimamente
a sus oyentes
4. La sorpresa aade gozo a la noticia
5. Un mensaje bueno debe ser una verdad
comprobada
Una llamada a nuestra compasin por los que nunca
han odo el evangelio
|19|
456
459
462
462
463
464
464
465
466
469
471
472
476
476
476
477
477
478
478
478
479
480
480
481
482
485
485
485
487
[20]
Indice
4. Soporta con paciencia la afliccin
5. Que la esperanza se alimente de la gloria
celestial
6. Testifica a los dems
La paz de la conciencia
1. Qu satisface la conciencia?
2. Qu es lo que aplica la satisfaccin a la
conciencia?
Amonestacin a los que niegan que la paz de la
conciencia sea la bendicin del evangelio
1. Algunos niegan laseguridad de la salvacin
2. Algunos piensan cosas vanas acerca
del evangelio
3. Algunos buscan la paz fuera del evangelio
Caractersticas de la paz del evangelio
1. El consuelo del evangelio se derrama en
el corazn quebrantado
2. La paz del evangelio se da a los siervos
obedientes
3. La paz del evangelio fortalece y restaura
al cristiano
4. La paz del evangelio consuela el alma
La paz del amor y la unidad
1. La unidad de corazn entre los primeros
cristianos
2. La perfeccin de esta paz y este amor mutuo
en el Cielo
Solo el evangelio une los corazones y las mentes
en paz
1. El evangelio presenta fuertes razones para
la paz y la unidad
2. El evangelio borra las causas de la contienda
La diferencia entre la paz de los cristianos y de los
pecadores
1. La paz y el amor entre impos
2. El pecado de los pastores que avivan las
contiendas
Exhortacin a mantener la paz
[21]
523
524
525
526
527
527
534
534
535
539
543
543
544
545
546
549
550
551
551
551
552
555
555
557
560
561
564
568
570
571
571
572
572
574
574
576
579
580
581
582
584
584
585
589
589
590
590
591
592
Indice
4. Acepta la voluntad de Dios diariamente
593
5. La abnegacin debe formar parte de tu vida
594
6. Deja atrs las pasiones mundanas
595
La paz del evangelio prepara al cristiano para
596
las pruebas
Cmo la paz del evangelio prepara al cristiano
598
para el sufrimiento
1. La paz del evangelio eleva al creyente por
encima del peligro
598
2. Quien tiene paz con Dios es hijo de Dios
599
3. El alma que tiene paz con Dios es heredera
de Dios
599
4. La paz del evangelio hace invencible la fe
600
5. La paz con Dios llena el corazn de amor
a Cristo
601
6. La paz con Dios fomenta la abnegacin
601
7. La paz con Dios fomenta el don de la paciencia 603
La paz y la paciencia del evangelio
604
1. Paciencia en la afliccin sin la paz del evangelio 604
2. Puede haber paz del evangelio sin paciencia
en la afliccin?
605
La sensibilidad de la conciencia cristiana
605
1. Los pecados presuntuosos son ladrones
que roban el consuelo
606
2. La negligencia es el xido que estropea la
fortaleza de la paz
606
TOMO III
Captulo 9
Octava consideracin:
El escudo espiritual del creyente
[23]
609
609
610
616
618
I. LA PREEMINENCIA DE LA FE SOBRE
LAS DEMS VIRTUDES
La razn de esta preeminencia de la fe
1. Dios busca la fe
2. El favor dado a la fe
3. La importancia de nuestra justificacin
4. La influencia de la fe en las dems virtudes 625
Cmo influye la fe en las dems virtudes
1. La fe da trabajo a las dems virtudes
2. La fe ayuda a las dems virtudes a recibir
fuerza de Cristo
3. La fe defiende al cristiano en el ejercicio de
todas las virtudes
4. Solo la fe gana aceptacin ante Dios para
todas las virtudes y sus obras
5. La fe proporciona ayuda cuando fallan las
dems virtudes
6. La fe conforta al creyente cuando abundan
las dems virtudes
La preeminencia de la incredulidad sobre los
dems pecados
Por qu debemos ser sensatos cuando se pone
a prueba nuestra fe
1. Segn sea tu fe, as sern tus dems virtudes 637
2. La excelencia de la verdadera fe hace ms
repulsiva la fe falsa
3. La fe falsa y halagadora estorba la obra de
la fe verdadera
Cmo juzgar la verdad de la fe
1. Cmo genera el Espritu la fe en el alma
2. Las caractersticas de la fe generada por
el Espritu
Exhortacin a los incrdulos para que obtengan
el escudo de la fe
Instrucciones a los incrdulospara obtener la fe
1. Deja que tu corazn quede convicto de
incredulidad
2. No te resistas al Espritu Santo cuando te
ofrece su ayuda
[24]
619
620
620
622
623
625
625
627
627
628
628
632
633
636
637
638
638
639
643
649
651
651
652
Indice
3. Clama en oracin a Dios por la fe
4. Medita a menudo en la promesa
5. Apremia a tu alma con la fuerte obligacin
de creer
Exhortacin a los creyentes a conservar el escudo
de la fe
La fe debe conservarse con esmero por su
preeminencia sobre las dems virtudes
Instrucciones a los creyentes para conservar la fe
1. La Palabra de Dios es vital para producir
y conservar la fe
2. Examina tu conciencia
3. Practica tu fe
4. Enfrntate a cualquier incredulidad residual
5. Esfurzate por aumentar tu fe
Cmo saber si tu fe es fuerte o dbil
1. Mientras ms plenamente puede el
cristiano confiar en las promesas
de Dios, ms fuerte es su fe
2. Mientras ms se conforma el corazn del
cristiano con los cambios que la Providencia
hace en su situacin en este mundo,
ms fuerte es su fe
3. Mientras ms puede esperar el cristiano las
respuestas, ms fuerte es su fe
4. Mientras ms sufre el cristiano de buen grado
por la promesa, ms fuerte es su fe
5. Mientras ms fcilmente se resiste el creyente
a la tentacin, ms fuerte es su fe
6. Mientras ms obediente y compasivo es el
cristiano en su vida, ms fuerte es su fe
7. Mientras ms templada es la actitud del
cristiano ante la muerte, ms fuerte es su fe 670
El creyente ha de reconocer la fe
Sospechas que llevan a una persona a negar su fe 672
Caractersticas de las dudas que pueden acompaar
a la verdadera fe
1. El creyente verdadero siente vergenza y pena
ante la duda
[25]
655
656
657
659
659
661
661
662
662
663
665
665
665
666
668
668
669
669
671
673
673
673
674
675
675
676
677
Indice
El poder de la fe contra los dardos de fuego de
las tentaciones temibles
1. El dardo de fuego del atesmo
2. Cmo la fe apaga el dardo del atesmo
3. El dardo de fuego de la blasfemia
4. Cmo la fe apaga el dardo de la blasfemia
5. El dardo de fuego de la desesperacin
6. Cmo la fe apaga el dardo de la desesperacin 708
La fe se opone al pecado al vislumbrar la grandeza
de Dios
1. La fe ve la grandeza de Dios
2. La fe ve la santidad de Dios y su perdn
La fe alivia el alma que teme la justicia de Dios
1. La propiciacin de Cristo alude a la
misericordia de Dios
2. Dios sella la propiciacin de Cristo
3. La misericordia de Dios declara su justicia 713
4. La propiciacin de Cristo paga toda la deuda
del pecado
5. La justicia solo se glorifica pasivamente en
la condenacin de los pecadores
La fe lucha contra el pecado mediante la grandeza
de las promesas de Dios
La fe ensea la virtud de las promesas de Dios
1. La fe acude a la fuente de las promesas
2. La fe llega al fondo de las promesas
3. La fe busca testigos en quienes Dios haya
cumplido sus promesas
La fe se opone a la desesperacin
Captulo 10
Novena consideracin: El yelmo del cristiano
697
698
698
700
701
708
709
709
710
711
712
713
714
715
715
716
716
716
719
721
723
724
725
726
728
729
729
729
731
731
731
731
731
732
733
733
734
735
736
736
738
739
741
742
746
747
748
749
Indice
La esperanza da seguridad cuando Dios demora
el cumplimiento de la promesa
1. La esperanza afirma que aunque Dios se
demore en cumplir la promesa, no tardar
2. La esperanza afirma que cuando Dios venga,
recompensar con creces la espera
3. La esperanza afirma que mientras Dios se
demora en cumplir una promesa,
proporciona otra
749
749
751
752
782
782
[29]
1. Es defensiva
783
2. Es ofensiva
783
La disposicin y el lugar de esta pieza de la armadura 784
1. Las virtudes del Espritu de Dios son necesarias
para emplear bien la Palabra
784
2. El cristiano no est a salvo sin la Palabra
785
I. EL ARMA EN S
785
Qu significa la Palabra de Dios"
785
1. El Hijo eterno de Dios
785
2. La Palabra declarativa de Dios, distinta segn
las varias maneras como l revela su mente 785
Las Sagradas Escrituras: autntica Palabra de Dios 786
La divinidad de la Escritura: su tema principal
787
1. El aspecto histrico
788
2. El aspecto proftico
789
3. El aspecto doctrinal
791
4. El aspecto preceptivo
792
La divinidad de la Escritura: sus efectos
795
sobrenaturales
1. Tiene poder para escudriar
795
2. Tiene poder para convencer
797
3. Tiene poder para consolar
797
4. Tiene poder para convertir
798
II. POR QU A LA PALABRA DE DIOS SE LA
LLAMA LA ESPADADEL ESPRITU
Por qu la Palabra de Dios se compara con
una espada
Por qu se atribuye esta espada al Espritu
1. Dios es su autor
2. El Espritu es el nico intrprete verdadero
de la Palabra
3. Solo el Espritu de Dios puede hacer que la
Palabra acte en el alma
La Palabra escrita es la espada que vence a los
enemigos del cristiano
La Palabra de Dios derrota a los perseguidores
[30]
801
802
802
802
802
802
803
804
Indice
1. La conversin
2. La destruccin
La Palabra de Dios derrota a los herejes
La Palabra de Dios vence las corrupciones
y concupiscencias
La Palabra de Dios vence a la afliccin
La presuncin de los sistemas religiosos que quitan
esta espada espiritual al pueblo
La suficiencia de la Escritura
La perversidad de utilizar la espada en defensa
del pecado
La gratitud por la Palabra
1. Bendice a Dios por la traduccin de las
Escrituras
2. Bendice a Dios por el ministerio de la Palabra 816
3. Bendice a Dios por el poder de las Escrituras
en tu alma
La importancia de estudiar la Palabra de Dios
1. El mandamiento
2. Los medios
Dios puede interpretar su Palabra
III. CMO UTILIZAR LA ESPADA DE LA PALABRA
Cmo utilizar la espada contra los perseguidores
1. Adopta una postura respecto de los principios
y las prcticas que ensea la Biblia
2. Que las Escrituras te enseen ms temor de
Dios y menos temor al hombre
3. Entrega tus concupiscencias a la espada
del Espritu
4. Fortalece tu fe en las promesas divinas en
cuanto a la persecucin
Promesas bblicas para las penas del cristiano
1. Los problemas personales
2. Aflicciones de los creyentes por la causa
de Cristo
Cmo utilizar la espada contra los herejes
1. No acudas a la Palabra con corazn impuro
[31]
804
805
806
807
810
812
813
814
815
816
817
818
819
820
821
822
822
823
823
824
825
826
827
828
829
[32]
Tomo I
David Wilkerson
Siervo de Jesucristo
Autor de
La cruz y el pual
[36]
William Gurnall
Nota biogrfica
L nombre de William Gurnall aparece pocas veces en la his
toria de la Iglesia del siglo XVII, pero su obra acerca de la
guerra espiritual ha sido editada varias veces a lo largo de ms
de 300 aos y ha bendecido a miles de creyentes desde su pri
mera aparicin.
La investigacin demuestra que naci en noviembre de
1616, en la ciudad costera de Lynn, condado de Norfolk, In
glaterra, a unos 150 km de Londres. Su padre fue primero con
cejal y luego alcalde de Lynn, ciudad principal de la zona ms
profundamente protestante de la Inglaterra del siglo XVII. Los
habitantes de Norfolk y Suffolk eran conocidos por su profun
do amor por las doctrinas de la Reforma.
Excelente estudiante, Gurnall fue premiado con una beca
por la ciudad de Lynn para asistir al Emmanuel College de
Cambridge. Empez sus estudios formales all a los 16 aos,
poco despus de la muerte de su padre. Fue educado segn la
reverencia de los puritanos, los excelentes de la tierra, y es
tudi en un colegio profundamente puritano, por lo que sera
de extraar que no adquiriera opiniones puritanas. Algunos de
sus contemporneos en Emmanuel College se hallaban entre
los autores y dirigentes puritanos ms prominentes de la poca.
Los puritanos formaban un gran segmento del protestantis
mo del siglo XVII, que buscaba purificar la Iglesia anglica
na. Crean que los atuendos sacerdotales y las complicadas ce
remonias eran innecesarios. Muchos seguan un culto sencillo,
sin el uso de breviarios, y usaban de una organizacin eclesis
tica sencilla; la mayora crea que todo el clero deba tener el
mismo rango, y que ningn obispo ni alto dignatario deba
controlar a los pastores de las congregaciones.
A los 28 aos, Gurnall fue nombrado rector de la iglesia de
Lavenham, en Suffolk, ciudad entonces de unos 1800 habitan
tes, la mitad de los cuales eran feligreses suyos. Al ao siguien
Nota biogrfica
que sin duda era puritano en doctrina y prctica, no se uni al
grupo con el cual estaba principalmente de acuerdo. Esta deci
sin no le hizo popular con ninguna de las dos partes en que
Inglaterra estaba dividida en cuestiones religiosas. Un neutral
nunca es popular; cada parte se ofende porque no se une a
ellos. Por tanto fue desestimado por ambos lados.
Pero Gurnall no era neutral en asuntos espirituales. En
aquella poca de lucha y controversia civil y religiosa, predic
a sus fieles estos mensajes acerca de la guerra espiritual.
Con la ayuda de un mecenas, Gurnall edit el material en
tres tomos entre 1655 y 1662. Dedic el primero de dichos to
mos a los habitantes de Lavenham. He aqu un extracto de su
prlogo:
El tema de este tratado es serio: la guerra entre el creyente y Sa
tans. Una guerra tan sangrienta, que la guerra ms cruel en
tre hombres es como un deporte infantil en comparacin. Lee
rs aqu acerca de una guerra espiritual; no de la historia de
una batalla ya terminada de pocas pasadas, sino de una gue
rra actual, pues la tragedia est presente entre nosotros. Y no
ocurre en los confines de la tierra, sino que te incumbe a ti y a
todos los que estn leyendo. El escenario de esta guerra es la
misma alma del hombre. No hay neutrales en esta guerra. To
do el mundo est implicado en la lucha, ya sea por Dios con
tra Satans o por Satans contra Dios.
[39]
[40]
Captulo 1
[41]
[42]
[45]
Las directrices
Todo soldado est llamado a una vida de servicio activo, igual
que el creyente. La misma naturaleza de ese llamamiento ex
cluye una vida ociosa. Si pensabas ser soldado de verano, con
sidera con cuidado tu comisin. Tus rdenes espirituales son ri
gurosas. Igual que el apstol, no quiero que ignores esto y, por
tanto, cito algunas directrices.
1. Renuncia a tus pecados predilectos
Aquellos pecados ms cercanos a tu corazn deben ahora ser
hollados bajo tus pies. Y se necesita valor y coraje para hacer[46]
[47]
4.
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
Un aviso solemne
Procede la fuerza del cristiano del Seor y no de s mismo? En
tonces la persona fuera de Cristo debe ser una criatura dbil e
impotente, incapaz de hacer nada por su propia salvacin. Si
un rbol no puede crecer sin la savia de la raz, cmo podr
un tronco podrido, sin raz, reavivarse por su cuenta? Es decir,
que si un cristiano dotado con la gracia de Dios debe depender
continuamente de la fuerza divina, entonces, seguramente,
aquel que est fuera de la gracia de Dios, muerto en pecado,
nunca podr producir esta fuerza en s mismo. No ser regene
rado es ser impotente: Cristo, cuando an ramos dbiles, a
su tiempo muri por los impos (Ro. 5:6).
La filosofa del humanismo hace tiempo que ha sido preten
diente del orgullo humano. Se jacta de su fuerza y su sabidura
natural, y lo halaga con promesas de grandes hazaas hoy y del
Cielo despus. Dios mismo ha desbaratado a estos constructo
res de Babel, y ha proclamado su preeminencia por toda la eter
nidad. Malditos sean para siempre tales hijos del orgullo que
confan en el poder de la naturaleza, como si el hombre, con
sus propios ladrillos y cemento de capacidades naturales, pu
diera abrirse camino al Cielo! Los lectores que an siguen en su
estado natural, quieren hacerse sabios para la salvacin? En
tonces hganse primero necios ante sus propios ojos. Renun
cien a esa sabidura carnal que no puede percibir lo espiritual,
y pidan sabidura a Dios, el cual da sin reprensin (cf. Stg. 1:5).
Y en cuanto a los creyentes, sabiendo que su fuerza est en el
Seor enteramente y no en s mismos, permanezcan humildes,
aun cuando Dios ms les est utilizando y bendiciendo. Recuer
da, cuando tienes puesto tu mejor traje, quin lo hizo y lo pag!
El favor de Dios no es hechura de tus manos, ni precio de tu va
lor. Cmo jactarte de lo que no compraste? Si te apropias inde
bidamente del poder de Dios y lo acreditas a tu propia cuenta, l
[56]
Qu es el poder de su fuerza ?
En trminos sencillos, es su poderosa fuerza. Es como otro pa
saje que dice: Para alabanza de la gloria de su gracia (Ef. 1:6);
y que significa: Para alabanza de su gloriosa gracia. A veces
se describe al Seor como poderoso y fuerte, otras como to
dopoderoso. Lo importante es comprender el significado del
poder infinito y total de Dios.
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
[68]
[70]
Captulo 2
Primera consideracin:
La armadura del cristiano
I. EL CRISTIANO DEBE ESTAR ARMADO
Vestios de toda la armadura de Dios, para que podis estar
firmes contra las asechanzas del diablo (Ef. 6:11).
[ 71]
1. Separados de Dios
Estabais sin Cristo, alejados de la ciudadana de Israel y aje
nos a los pactos de la promesa (Ef. 2:12). Si no eres hijo del
Reino, no tienes ms parte en las promesas del pacto que un
ciudadano de Roma tiene en la Carta Magna de Londres. Ests
solo en el mundo, sin Dios. Si te metes en problemas, habrs de
presentar tu propia defensa. Pero si eres ciudadano del Cielo,
Dios tiene poder para darte una inmunidad especial en cual
quier situacin. Y aunque el rencor del diablo se dirige contra
ti, l no se atreve a pisar el terreno de Dios para tocarte sin su
permiso.
Qu condicin tan desesperada la del alma dejada a su pro
pia defensa contra las legiones de demonios y concupiscencias!
Ser destrozada como una liebre entre los sabuesos; y no esta
r Dios ah para frenarlos, sino Satans para azuzarlos. Si Dios
abandona a un pueblo, por militante que este sea, pronto pier
de el valor y no puede luchar. Un grupo de nios podra levan
tarse y echarlos de su propio patio. Cuando el pnico cundi
entre los israelitas al saber de gigantes invencibles y de ciuda
des amuralladas, Caleb y Josu los apaciguaron diciendo: No
sotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de
[ 73]
El
D ios
2. La ignorancia
Solo un alma ignorante es lo bastante necia como para salir des
armada del castillo durante un asedio. Obviamente no ha estu
diado al enemigo, o sabra el peligro que hay fuera de sus puer
tas. Para empeorar las cosas, si lucha sin revestirse de Cristo, lu
char a oscuras. El apstol escribe: En otro tiempo erais tinie
blas, mas ahora sois luz en el Seor (Ef. 5:8). Como hijo de luz,
un creyente puede andar de vez en cuando a ciegas en cuanto a
cierta verdad o promesa, pero siempre tiene la vista espiritual que
le falta al inconverso. El hombre no regenerado es en todo mo
mento demasiado ignorante para resistirse a Satans, mientras
que el conocimiento de la verdad del cristiano lo persigue y res
cata su alma, aun cuando haya sido secuestrada por la tentacin.
No te llames a engao: las tinieblas espirituales nunca sern
expulsadas si no es por la unin con Cristo. Igual que el ojo f
sico una vez destrozado no se puede reconstruir por medios hu
manos, tampoco es posible restaurar el ojo espiritual destro
zado por el pecado de Adn mediante un esfuerzo humano o
anglico. Esta es una de las enfermedades que Jess vino a sa
nar (Lc. 4:18).
3. La impotencia
Porque Cristo, cuando an ramos dbiles, a su tiempo muri
por los impos (Ro. 5:6). Qu puede hacer el alma desarma
da para romper el yugo de Satans? No ms que un pueblo des
armado para liberarse del dominio de un ejrcito vencedor. Sa
tans tiene tal poder sobre el alma que se le llama el hombre
fuerte con el alma como palacio (Lc. 11:21). Si el Cielo no le
molesta, no temer un motn desde dentro. Lo mantiene todo
bajo su control. Lo que hace el Espritu de Dios en el cristiano,
lo hace Satans de forma diablica en el pecador. El Espritu
llena el alma de amor, gozo, deseos cristianos; el diablo llena el
alma del pecador de orgullo, lujuria, mentira... E igual que el
borracho lleno de vino, el pecador lleno de Satans no acta in
dependientemente, sino que es un esclavo impotente.
[74]
El
D ios
La armadura y su Creador
A estas alturas ya ests avisado de sobra de las consecuencias
de andar desarmado. Miremos ms de cerca la armadura apro
piada. No vale cualquiera; mejor ninguna que una armadura
sin acreditar. Solo la armadura de Dios pasa las pruebas. Dos
cosas lo demuestran.
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[85]
El
D ios
Exhortacin final
Hemos demostrado la tendencia que tienen los dones a dejarse
vencer por el sueo en esta vida. Cristo, aunque despert dos
veces a los discpulos dormidos en la noche de su arresto, los
encontr dormidos por tercera vez. Si no ejercitas el carcter
santo, t tambin te dormirs. El tiempo es corto, el camino
largo; vstete con los dones de Cristo enseguida, para que no te
sobrevenga la noche antes de vislumbrar la casa del Padre.
Hay una doble ventaja en la posesin de estos dones: pri
meramente para ti, y luego para los dems. Mientras ests en la
tierra, los dems estarn mejor cuando tus dones gocen de bue[89]
El
D ios
II.
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
El
c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e
D io s
tir: Di que eres mi hermana, para que me vaya bien por cau
sa tuya (Gn. 12:13). El viejo profeta de Betel desvi al sier
vo de Dios del camino, porque la santidad de su vida y la re
verencia de su edad daban autoridad a su consejo (cf. 1 R.
13:18).
Esto debe hacerte muy vigilante si eres de aquellos cuyo
largo viaje y grandes progresos en los caminos de Dios te han
ganado un nombre eminente en la iglesia. Lo que dices y ha
ces por ser un dirigente, mueve a otros a mirar menos a
s mismos y ms a ti para marcar la pauta y poner las reglas.
Cuarto: Satans escoge a personas capaces de influir en
los poderosos. Si puede ganar familiares o amigos de estos,
tendr fcil acceso al objeto real de su deseo. Algunos pien
san que por eso no acab con la mujer de Job, para enviarle
en su mano la copa envenenada: Maldice a Dios, y mure
te. Sabemos que David no habra recibido de mano de Na
bal lo que acept de Abigail. Satans pens en mandarle a
Adn la manzana por mano de Eva, y envi la derrota a San
sn por medio de Dalila. Asimismo us a Pedro, el discpu
lo, para tentar a Cristo. Algunos mrtires han confesado que
lo ms difcil fue sobreponerse a los ruegos y lgrimas de sus
amigos y parientes. Pablo mismo expres este sentir cuando
dijo: Qu hacis llorando y quebrantndome el corazn?
Porque yo estoy dispuesto no slo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusaln por el nombre del Seor Jess (Hch.
21:13).
Aviso
Estudia las tretas de Satans, y reconoce su tctica. Pablo da
por sentado que todo cristiano las entiende en cierta medida:
Pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Co. 2:11). Se
puede decir lo mismo de ti? Sabes t lo sutil y astuto que es
tu enemigo, y el amigo agradable que puede parecer?
Sintate a mi mesa de juego dice Satans. He aqu
algunos premios tentadores: el estado terrenal, tu vida, tu li
bertad.... Ahora bien, estars de acuerdo con que estas ison
cosas buenas y lcitas. Pero ese es el truco de Satans: ampla
[100]
[ 101]
Advertencia
Estos son pensamientos solemnes, y nos llenaran de espanto si
no tuviramos una receta poderosa para la salud espiritual escri
ta por la mano de Dios. Lela con cuidado, y sguela al pie de la
letra:...
1. Pide el consejo de Dios
El Cielo tiene vistas al Infierno, y Dios, en cualquier momento,
te puede indicar las conspiraciones que all se urden en tu contra.
El que hace el reloj conoce todos sus engranajes. Dios cre a la
retorcida serpiente (aunque no su retorcimiento), as que la co
noce a fondo. Satans tambin es prisionero de Dios; y el Seor
es su vigilante y siempre lo tiene a la vista.
Toda transaccin en el Cielo o en el Infierno pasa por las ma
nos de Cristo. El Hijo sabe todo lo que sabe el Padre, y est dis
puesto a revelar a sus santos todo lo que necesitan saber en esta
vida (Jn. 15:15). Vivimos una poca de alta intriga poltica. Solo
unos pocos que estn en las alturas del mundo comprenden los
misterios de Estado; los dems sabemos poco ms que lo que le
emos en los peridicos. Es lo mismo con las conspiraciones que
Satans teje furtivamente contra las almas humanas. Pocos tie
nen idea del propsito de Satans en su contra. Se trata de los
cristianos, a quienes el Espritu de Dios no solo revela lo que ha
preparado para ellos en el Cielo, sino tambin la trama de las
maquinaciones mortales de Satans aqu en la tierra.
2. Conoce tu corazn
Ten un conocimiento ntimo de ti mismo, y podrs comprender
mejor los designios de Satans en tu contra. l escoge su mtodo
de tentar segn la inclinacin que encuentra all. Igual que un ge
neral recorre la muralla de la ciudad para examinarla y, luego,
dirige su asalto al punto ms ventajoso, as Satans rodea y con
sidera al cristiano en todos los aspectos antes de tentarlo.
3. Lee la Palabra de Dios con atencin
All se encuentra la historia de las batallas ms destacadas en
tre los grandes soldados de Cristo y su adversario, Satans. Po[ 102]
lo que hizo para merecer la ira de Dios? Hizo que sus soldados
mataran a aquellos de la retaguardia de la compaa de Moiss
que por debilidad no podan mantener el paso de los dems.
No podemos imaginar peor crueldad; pero ante Dios es aun pe
or golpear con el filo de una lengua burlona a los dbiles en la
gracia.
Algunos malvados pecan con el fin de perturbar el alma de
los cristianos. Tal vez hayas observado las acciones de un blas
femo. Cuando descubre la presencia de aquellos que aman al
Seor y no aguantan que se tome su nombre en vano, delibera
damente emplea un lenguaje malo que hace zumbar los odos
puros y turba las almas sensibles de sus oyentes. Este sinver
genza golpea a padres e hijos a la vez. Cree que no basta con
deshonrar a Dios, sino que insiste en que los cristianos obser
ven y escuchen el agravio hecho a su Padre celestial.
Tal vez los peores sean aquellos que culpan al hijo de Dios
por las consecuencias de sus propios pecados. Por eso llam
Acab al Profeta el que tuba a Israel, cuando en realidad era
l mismo, y la casa de su padre, los que tenan la culpa. Qu
tristeza para Moiss el que los israelitas le hicieran responsable
de la sangre de quienes murieron en el desierto. Dios mismo
testifica que Moiss era su valedor constante, cuando en cual
quier momento l hubiera levantado su mano para destruirlos.
Los mejores siervos de Dios en esta generacin perversa es
tn bajo la misma maldicin. Podemos agradecerles dicen
los profanos todas las miserias de la nacin; bamos muy
bien hasta que intentaron reformarnos. No culpes a la buena
medicina administrada, sino al cuerpo corrompido de una na
cin incapaz de tragarla!
2. Dios utiliza las tretas de Satans para
hacer agradecidos a sus hijos
Ya sabes qu clase de piedras el diablo interpone en tu camino.
Si hoy el camino es llano, qu alivio y gozo para tu alma! Na
die supera a Satans en crear problemas y, sin embargo, t tie
nes la conciencia en paz. Quin te da esa serenidad espiritual?
Nadie ms que tu Dios, que tiene vigilado a Satans y no le de
jar entrar en el jardn de tu alma. Satans conspira para minar
[112]
La condenacin de Satans
Satans, con toda su astucia, nunca derrotar al alma prote
gida con la gracia verdadera, y esa lucha jams terminar en
empate. Examina la Palabra. No encontrars en ella a ningn
siervo fiel zarandeado y agitado por el enemigo que, al fin, no
acabara obteniendo una victoria honrosa. Considera a David,
Job, Pedro y Pablo: los que ms sufrieron de quienes existe
constancia. Y para que nadie atribuya la victoria de estos a su
propia fuerza inherente, la gloria de la victoria solo es atribuible a Dios, en quien los dbiles son tan fuertes como los
ms fuertes. Hay dos razones por que el creyente, que parece
tener tanta desventaja, es tan invencible (cf. 2 Co. 12:9; Stg.
5:11).
[118]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
|126]
Captulo 3
Segunda consideracin:
La naturaleza de la guerra
y el carcter del enemigo
I. NATURALEZA DE LA GUERRA
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Cmo luchar
Ahora que conoces algunos errores en la lucha, estas directrices
te servirn para librar el combate.
1. Que Dios sea tu ayudador
Esto es, busca a Dios en oracin para que te respalde. l tiene
un convenio ofensivo y defensivo contigo, pero espera a que lo
llames. Si vas a la batalla sin l, es que crees tener ms valor que
Moiss, que no se mova sin Dios aunque este mandara a un n
gel como lugarteniente (Ex. 33). O te consideras ms sabio que
Jacob, quien para ganar a Esa, huy de l y se arroj sobre
Dios. Saba que si poda luchar con Dios, tambin podra con
fiar en l para tratar con su hermano. Asegrate al Seor, y la
puerta de atrs se cerrar: ningn enemigo se te acercar por la
retaguardia, sino que caer a tus pies. David dijo: Entorpece
ahora, oh Jehov, el consejo de Ahitofel (2 S. 15:31). El Cielo
dijo amn a su oracin, y el enemigo de David se ahorc.
2. Practica constantemente
Tu lucha contra el pecado y Satans no es un deporte de fin de
semana; es la batalla final. No te atrevas a dar a tu enemigo
[133]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
141]
1. Su sistema de gobierno
Se emplea la palabra principados para designar el territorio que
el usurpador Satans reclama. Negar la posicin exaltada del
diablo en el mundo presente es contradecir a Dios mismo. Cris
to lo llam el prncipe de este mundo (Jn. 14:30). Igual que
los prncipes cuentan con un pueblo y un territorio que gober
nar, as Satans tiene los suyos.
Un dictador terrenal ser afortunado si dispone de unos po
cos hombres de confianza. A los dems deber controlarlos por
la fuerza o pronto perder el trono y la cabeza. Pero Satans no
tiene motivo para temer la bala de un asesino: puede confiar en
todos sus sbditos y no ha de preocuparse por la rebelin, a
menos que intervenga el Espritu Santo. De hecho, los malva
dos van ms all de la mera lealtad al diablo; de buen grado do
blan la rodilla e inclinan la cabeza para adorarle (Ap. 13:4). Sin
embargo, esto no es menos de lo que l exige.
Satans es el peor de los dictadores, pues sus leyes son to
talmente malignas. A su voluntad se la llama la ley del peca
do, por tanta autoridad como tiene (Ro. 8:2). l da rdenes a
los pecadores deseosos, que corren a obedecerle. No entienden
que esos decretos se escriben con su propia sangre, ni se perca
tan de que la condenacin es lo nico que se promete por cum
plir los deseos del diablo!
Satans sabe que le hace falta la cooperacin de todos sus
sbditos para hacer prosperar su reino, pero se complace espe[142]
con gozo de corazn [...], servirs a tus enemigos [...] con ham
bre (Dt. 28:47-48). Satans es un capataz de la ira de Dios. El
diablo es esclavo de Dios, y el hombre lo es de Satans. El pe
cado encadena a la criatura humana a Satans, quien ahora la
atosiga sin misericordia.
Una segunda razn por que Dios permite a Satans alardear
de su poder es para demostrar que el poder de Dios es ms gran
de. Nadie dudar de la omnipotencia de Dios cuando le vean
arrojar al poderoso dragn desde la tierra al Infierno como si
fuera un mosquito. Igual que el hombre solo no puede con el
diablo, el diablo con todos sus secuaces no puede con Dios.
Qu nombre ms glorioso se habr hecho Dios para s cuando
haya terminado esta guerra!
El haber creado los cielos y la tierra le otorg a Dios el nom
bre de Creador. Su providencia le da el nombre de Preservador.
Pero su triunfo sobre Satans le confiere un nombre sobre todos
los dems: el de Salvador. Como Salvador, l protege al hombre
redimido de la destruccin y forma una nueva criatura dentro
de l: un hijo de la gracia. Entonces acoge a este pequeo en su
seno y lo aleja de toda la confusin de Satans, hasta llegar por
fin al Cielo.
No hay mayor prueba de la misericordia de Dios que su plan
de redencin. Todas las dems obras divinas fluyen majestuosas
como ros hacia este gran mar poderoso, en cuya orilla los san
tos se regocijarn. Ten esto por seguro: De no haber sido pri
meramente prisioneros de Satans, no comprenderamos ni
apreciaramos la liberacin final.
Finalmente, Dios permite el reino temporal de Satans para
aumentar el gozo eterno del cristiano. Parece una paradoja?
Piensa en tu vida, y vers que a menudo las ocasiones de mayor
gozo surgen de las cenizas del sufrimiento. La Palabra da tres
imgenes del gozo: el de la madre primeriza, el del granjero
prspero, y el del soldado victorioso. La exaltacin de los tres
se cosecha en tierra dura. A la mujer le cuesta gran dolor, al
granjero meses de duro trabajo, y al soldado graves peligros el
obtener el premio. Pero al final se les paga con creces. Y un atri
buto peculiar de la tristeza es que su recuerdo a menudo endul
za el gozo presente.
[145]
Cmo
comprobar
tu
verdadera
lealtad
[146]
[148]
de
los
hombres
malvados
instigados
por
Sata
[149]
2. Sus poderes
En la segunda parte de la descripcin paulina del archienemigo, se habla de la fuerza o los poderes con los cuales el demo
nio apoya sus reivindicaciones de soberana. Si fuera un sobe
rano impotente, podramos hacer caso omiso sin ms de su autoexaltacin. Pero adems de las huestes demonacas que son
sus secuaces, tiene cierto grado de poder para respaldarla. Pue
de ser til explorar el poder de los demonios considerando lo
siguiente: sus nombres, naturaleza, nmero, orden y unidad, y
las grandes obras que se les acreditan.
Primero, cmo reflejan sus nombres su poder? Los demo
nios tienen nombres muy poderosos que se les adscriben en la
Palabra. Satans se destaca como el ms poderoso de todos. Se
le llama el hombre fuerte (Lc. 11:21); tan fuerte que guarda
su casa en paz, desafiando a todos los hijos de Adn. Sabemos
por experiencia propia que sangre y carne no pueden con l.
Cristo tena que venir desde el Cielo para destruirlo a l y a sus
obras, o moriramos todos en nuestros pecados.
Tambin se le llama el len rugiente (1 P. 5:8), el rey de la
jungla. Cuando el len ruge, su voz atemoriza tanto a las pre[150]
151]
El
D ios
El
D ios
gran ventaja. Me entristece ver cmo el alma cae tan por deba
jo de su origen divino. El cuerpo, pensado para ser su siervo, se
ha convertido en su dueo, y la gobierna con mano dura.
Sin embargo, Satans no se limita a hostigar nuestros cuer
pos para llegar al alma. Tiene un atajo para ello. Cuando el pri
mer hombre cay, astill el parapeto de su alma contra el pe
cado y dej abierto el camino para que el espritu de Satans
entrara, con maletas y todo, y se sintiera en su casa. Este no de
jara ni un alma de la tierra desocupada si Dios no pusiera fre
no al desfile. El poder salvador y guardador de Cristo es lo ni
co que nos protege de este intruso.
Satans es astuto y admira la sabidura de Dios; de forma
que obra en los malvados de manera parecida a como Dios lo
hace en sus santos. Dios acta eficazmente en los cristianos
(G. 2:8; 1 Ts. 2:13) y Satans hace lo mismo en los hijos de
desobediencia (Ef. 2:2). Pero los frutos de sus labores no se pa
recen en nada. El Espritu trae conocimiento y justicia al cora
zn de los cristianos (Ef. 5:9); mientras Satans produce envi
dia y toda maldad en el corazn de los malos. El Espritu San
to consuela; Satans aterroriza: como en el caso de Judas, que
primero traicion a su Maestro y luego se ahorc.
Si eres cristiano, no debes temer que Satans infiltre tu al
ma. Dios no lo permitir. Pero el diablo puede atacar y ataca
las fronteras de tu fe. Aunque no seas sbdito directo de su po
der, eres y siempre sers el objeto principal de su ira. Luchar
contra ti en cualquier oportunidad, y solo lo vencers mientras
Dios te d fuerzas. Si Dios se apartara, te encontraras ensegui
da impotente ante este poderoso enemigo. Ha enviado a casa a
los ms fuertes de tus compaeros, temblando y clamando a
Dios, con la sangre de su corazn destilando de sus conciencias
heridas.
Todo este estudio del poder de Satans puede desalentarte,
pero esa no es mi intencin en absoluto. Son lecciones valiosas,
que te ayudarn en la marcha hacia el Cielo y te prepararn pa
ra el Reino.
Al estudiar a Satans, vemos que el poder no constituye ba
se alguna para el orgullo. El orgullo carnal es hijo ilegtimo del
poder. Es una concupiscencia concebida en el vientre de Sata[154]
155]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
171]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
dos como los del que ms? Nadie ha sufrido sin pecado aparte
de Cristo; por tanto, ninguno puede gloriarse en el sufrimiento
menos l. Todos debemos clamar con Pablo: Pero lejos est de
m gloriarme, sino en la cruz de nuestro Seor Jesucristo (G.
6:14). John Careless, el mrtir ingls que muri en la crcel a
causa de Cristo, dijo humildemente: Es un honor que no se les
permite a los ngeles; por tanto, Dios perdone mi ingratitud.
2) Solo persevero por la gracia de Dios. Cuando se te lla
ma a sufrir, te apoya tu propia virtud, o la gracia de Cristo?
Hablas tus palabras o las suyas cuando testificas acerca de la
verdad? Y cmo es que eres un sufridor y no un perseguidor?
Lo debes todo a Dios! l no sera tu deudor ni aunque tuvie
ras mil vidas para darle. Podra haberte dejado en paz para que
vivieras y murieras en tus concupiscencias. Podra haber per
mitido que murieras en la horca como mrtir de la causa dia
blica: por asesinato, violacin u otro crimen horrible. O po
dra haber alejado de ti su gracia dejndote que te enfrentaras
solo a tus perseguidores. Cunto tiempo duraras en presencia
de un Nabucodonosor sin el sustento del poder de Dios? Me
jor es seguir el ejemplo de Esteban, que fij la vista en el Cielo
(cf. Hch. 7:55). Si necesitas la fuerza del Espritu Santo a fin de
vivir diariamente para Cristo, cunta ms falta te har si eres
llamado a morir por l?
3) Si me atribuyo el mrito por mi sufrimiento, no puedo
decir que sufra por Cristo. Lo que un mrtir hace para Dios
no es el hecho de sufrir sino la actitud ante el sufrimiento. Pue
des entregar tu cuerpo a la hoguera, pero si te plantas en el fue
go con un corazn orgulloso, mueres por ti mismo, no por
Cristo! Si tu meta secreta es levantar un monumento a tu pro
pia memoria para que la gente alabe tu fe y valor despus de tu
muerte, tu ofrenda no es aceptable ante Dios. El Seor no reci
be ninguna ofrenda del corazn orgulloso; y no rechazar nin
guna ofrenda de la mano humilde.
El orgullo de la bendicin. Si por una parte Satans est a la
puerta de la persecucin ofreciendo el consuelo del orgullo, se
guramente tambin aparecer en la fuente de la bendicin,
ofrecindote el mismo pecado.
Cuando Dios irrumpe con manifestaciones de su amor ms
[209]
El
D ios
der del consuelo del Espritu es otra. Necio aquel que pasa to
do su tiempo contando su dinero sin invertirlo; sabio aquel que
hace trabajar su dinero y gana intereses. Espiritualmente, el que
amontona sus consuelos los perder, mientras el que los utiliza
para Cristo aumentar su tesoro cinco, diez y hasta cien veces.
3) No te imagines como la fuente de tu propio consuelo. Re
cuerda que dependes de Dios para la paz y el gozo continuos.
Las sonrisas de ayer no te contentarn hoy, como tampoco el
pan que comiste ayer puede saciarte si no vuelves a comer. Ne
cesitas beber diariamente del amor de Dios para estar satisfe
cho. Si Dios esconde su rostro por un instante, pronto olvida
rs el sabor y aspecto de los consuelos del momento anterior.
Nos reiramos del hombre que, mientras el sol brilla en sus
cristales, intentara guardar los rayos en casa cerrando las ven
tanas. Pero somos igualmente necios si recibimos el gozo pre
sente para apartarnos de la presencia de Dios, suponiendo que
ya tenemos de sobra. Se siente el calor del sol nicamente es
tando expuestos a sus rayos; experimentamos el consuelo de
Dios solo mientras tenemos el rostro vuelto hacia l.
El consuelo cristiano es como el man de Israel: cae diaria
mente del Cielo. Se nos dice que Dios dio man a su pueblo pa
ra afligirle y probarle (cf. Dt. 8:16). No creas que los humilla
ba porque fuera comida de pobres, ya que de hecho era pan
de nobles (Sal. 78:25). Pero la forma de entregrselo los man
tuvo humildes. Dios tena la llave de la despensa; los obligaba
a esperar en l y reconocer continuamente que solo l era la
fuente de su vida. Dios comunica nuestros consuelos espiritua
les de la misma manera y con el mismo fin: para humillarnos.
c)ltimos
pensamientos
sobre
las
malicias
espirituales
El
D ios
El
D ios
214
El
D ios
El
D ios
218
El
D ios
220
El
D ios
El
D ios
[224]
Captulo 4
Tercera consideracin:
Segunda exhortacin a las armas
I. LA EXHORTACIN Y LA IMPLICACIN
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podis
resistir en el da malo, y habiendo acabado todo, estar firmes
(Ef. 6:13).
Primera observacin:
Las implicaciones de una amonestacin repetida
Cuando tu hijo tiene edad de cruzar la calle solo, lo despides
tranquilamente recordndole que tenga cuidado? Por supues
to que no! Le recuerdas una y otra vez exactamente lo que de
be saber para confirmar su seguridad. Pablo conoca muy bien
los peligros que acechaban a los nuevos creyentes; anhelaba
[225]
El
D ios
Verdades imperativas
Un predicador no debe disculparse por predicar la misma ver
dad una y otra vez. Pablo mismo dice: A m no me es moles
to el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro
(Fil. 3:1). Hay tres clases de verdades que se deben predicar re
gularmente desde el pulpito.
El
D ios
Segunda observacin:
La necesidad de inspeccionar y reparar las virtudes
La segunda observacin en cuanto a la repetida exhortacin de
Pablo en Efesios 6:13 se desprende del verbo que no solo signi
fica tomar, sino volver a tomar. Es decir, recuperar algo
que se haba perdido, o reanudar una actividad que se haba
abandonado hasta el presente.
Considerando que Pablo se diriga principalmente a los cre[229]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
ces ir ms rpido con nubes: el calor del sol puede darle sue
o y hacer que se pare a descansar; pero con fro y oscuridad
espolear su caballo y llegar antes a su destino. Algunas vir
tudes, como algunas flores, crecen mejor a la sombra: la perse
verancia, la humildad y la dependencia de Dios, por ejemplo.
3) Aumento de la tentacin. Si oyes decir a alguien que est
dbil porque no puede correr tan rpido hoy cargando con 50
kg como corra ayer sin ellos, pronto le dirs que se ha equivo
cado. Pero t puedes cometer el mismo error en cuanto a la ten
tacin. Esta no siempre supone la misma carga para la con
ciencia.
Puedes vencer una tentacin con poco esfuerzo consciente,
mientras que otra te oprime da y noche. Es fcil desalentarse y
llegar a la conclusin de que eres perezoso o insincero. Pero la
gracia puede estar actuando ms fuertemente en ti mientras lu
cha contra esta tentacin obcecada, que cuando vence una me
nor. Un barco con poca carga y navegando viento en popa vue
la sobre las aguas. El mismo barco, en cambio, con carga pesa
da y luchando contra el viento, casi no se mueve. Pero la tri
pulacin tendr que utilizar todas sus energas en esta ltima si
tuacin, mientras en la primera la mitad de los hombres podr
retirarse a descansar.
b) Sntomas genuinos de la virtud en declive
1) Negligencia ante la tentacin. Se ha
vuelto tu conciencia
tan descuidada y adormilada que prestas poca atencin a las re
des del diablo? A David le doli el corazn solo por cortar el
manto de Sal. Pero ms tarde no parece haber sentido ningn
escrpulo al mirar a Betsab con el corazn lleno de lujuria. El
hecho de que fuera tan fcilmente llevado por Satans de un
pecado horrendo a otro, demuestra que la piedad de David se
haba dormido y que su corazn era menos consagrado que an
tes. Cuando la conciencia se hace insensible ante la tentacin,
la gracia se halla en estado crtico.
Si tu conciencia est alerta a la tentacin pero no tiene ni
mo para luchar contra ella, tus virtudes an deben considerar
se muy enfermas. Si permitimos que la tentacin merodee por
las fronteras de nuestra conciencia, ello demuestra que somos
[235]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
cin con el xtasis del Cielo, una parte de la vida puede conside
rarse buena, y la otra mala. La tierra es un punto medio entre el
Cielo y el Infierno, y participa de ambos. Subimos y bajamos an
tes de llegar al final del viaje, e inevitablemente encontramos los
pantanos ms profundos cerca de nuestro destino esto es, la
muerte, hacia el cual corren todos los problemas de la vida co
mo los arroyos al gran ro. Siendo la muerte la suma del mal,
considero que a esto se refera Pablo con la expresin el da ma
lo.
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Segunda razn:
Los requisitos para un final feliz de la guerra
Ahora presentamos el segundo argumento del apstol para su
brayar su exhortacin, el cual proviene de la gloriosa victoria
que sobrevuela al creyente en la lucha y que seguramente lo co
ronar al final. La frase es breve pero contundente: Y habien
do acabado todo, estar firmes. O, como traduce la Biblia de
las Amricas: Habindolo hecho todo, estar firmes.
El Cielo no se gana con buenas palabras ni valiente profe
sin, sino habindolo hecho todo. El sacrificio sin obedien
cia es un sacrilegio. Es vana la religin de aquel cuya profesin
no conlleva testimoniales de una vida santa. El cristiano que
hace se mantendr firme, mientras que el que alardea caer.
Los jactanciosos roban a Dios aquello que l ms aprecia. Un
magnfico capitn golpe en cierta ocasin a uno de sus solda
dos por denostar al enemigo, dicindole que sus rdenes no
eran de gritar e insultar, sino de luchar contra dicho enemigo y
matarlo. No basta con denostar al diablo en oracin y conver
sacin: hay que actuar y mortificarlo para agradar a Dios.
Es tan poca cosa reclamar ser hijo del Rey del Cielo que
crees poder obtenerlo sin una prueba real de tu celo por Dios y
tu odio al pecado? No siendo oidor olvidadizo, sino hacedor
de la obra, ste ser bienaventurado en lo que hace (Stg.
1:25). Observa que no dice por lo que hace, sino en lo que ha
ce. Encontrar la bendicin al andar en obediencia. El hipcri
ta desilusiona a los que, viendo las hojas de su rbol, esperan
frutos sin encontrarlos. Al final se desilusionar l mismo. Es
pera llegar al Cielo, pero lo perder.
Observa tambin que la misericordia de Dios para con sus
hijos es tan grande que l acepta de buen grado los pobres es
fuerzos de ellos por agradarle, siempre que estos se unan a la
[250]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Es natural que la fe, que es el don que trata con las prome
sas, purifique el corazn. Mientras ms ciertas sean las noticias
acerca del amor divino que la fe trae al alma desde las prome
sas, ms purificarn el corazn; porque la fe, estimulada por el
amor, enciende el corazn respecto de Dios. Si ese afecto se in
flama, el ambiente estar demasiado caliente para que el peca
do permanezca all.
5. El resultado prometido de la perseverancia
Esta frase de y habindolo hecho todo, estar firmes incluye
el resultado bendito de la perseverancia del cristiano. Estar fir
mes al final de la guerra recompensar con creces todo peligro
y privacin sufridos durante la contienda contra el pecado y Sa
tans.
En las guerras terrenales, no todos los que luchan participan
del botn. Los beneficiados suelen ser solo unos pocos bolsillos.
El soldado raso que soporta la mayor parte de las privaciones,
sale ganando muy poco. Este soldado lucha para hacer ms
grandes a unos pocos grandes, y a menudo se le despide sin pa
ga suficiente para curar sus heridas. Pero en el ejrcito de Cris
to, el nico soldado que pierde es aquel que deserta. Cada sol
dado fiel recibe un galardn glorioso, expresado en esta frase:
Habindolo hecho todo, estar firmes. Permanecer firmes im
plica tres cosas...
a) Significa ser vencedores
El
D ios
[263]
Captulo 5
Cuarta consideracin:
La postura que se debe mantener
en la guerra
[264]
El
D ios
[267]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Cmo vigilar
1. Hay que vigilar constantemente
La lmpara de Dios en el tabernculo deba arder continua
mente (x. 27:20; 30:8). Esto es, da y noche. Y qu es la vi
da en este mundo de principio a fin sino una noche oscura de
tentaciones? Cristiano, es muy importante asegurar que tu lm
para no se apague en esta oscuridad, ni que tu enemigo te sor[280]
El
D ios
[283]
Tomo II
Las diversas piezas de
LA ARMADURA DE DlOS
Captulo 6
Quinta consideracin:
El cinturn espiritual de la verdad
Ceidos vuestros lomos con la verdad (Ef. 6:14).
De qu verdad se trata aqu? Algunos dicen que es Cristo
mismo, llamado la verdad en el Evangelio segn Juan. Pe
ro en esta cita el apstol asigna significados distintos a cada
pieza de la armadura, y Cristo no se puede limitar a ninguna de
ellas. En su lugar, l es la unidad en la que estamos completos,
comparado con toda la armadura: Vestios del Seor Jesucris
to (Ro. 13:14).
Otros creen que el apstol se refiere a la verdad doctrinal o
integridad, y ciertamente ambas cosas son necesarias para com
pletar el cinturn. Ninguna de las dos funciona sin la otra. Cla
ro que es posible tener una especie de integridad sin verdad.
Por ejemplo, Dios no aprobaba el celo de Saulo al perseguir la
Iglesia cristiana, aunque este crea estar hacindole un servicio
a Dios. Tampoco basta tener la verdad de nuestra parte, si no
mora en nuestro corazn. Jeh se opona frreamente a la ido
latra, pero luego arruin su propio testimonio con su hipocre
sa. Entonces ambas cosas son vitales: la integridad que plantea
un propsito correcto, y el conocimiento de la Palabra de ver
dad que nos dirige hasta tal fin.
A qu se refiere Pablo con la palabra lomos? Pedro in
terpreta a Pablo: Ceid los lomos de vuestro entendimiento
(1 P. 1:13; la mente y el espritu se cien con este cinturn de la
verdad. Los lomos son para el cuerpo como la quilla para el
barco. Todo el barco se conecta a la quilla que lo sostiene. El
cuerpo est unido por los lomos; si estos fallan, el cuerpo ente
ro se hunde. Aun cuando nos cansamos fsicamente, el instinto
nos hace apoyar ambas manos en los lomos como refuerzo
[287]
El
D ios
El
D ios
llama a todo verdad. Has odo hablar del avaro que constan
temente se abraza a sus muchas bolsas de oro? Nunca las abre,
ni utiliza el tesoro, de forma que cuando un ladrn le roba el
oro y deja las bolsas llenas de piedras en su lugar, est tan con
tento como cuando tena el oro.
El
D ios
a) La memoria
La memoria es la tesorera donde se almacenan las imgenes re
cibidas. Mientras ms presin se aplica al sello, ms profunda
mente se marca la cera. Mientras ms claro y seguro sea nues
tro conocimiento de algo, ms profunda ser su huella la me
moria.
b) Los sentimientos
Cuanto ms firme est la lente del entendimiento, desde donde
la luz de la verdad brilla sobre nuestros sentimientos, antes se
encendern estos: No arda nuestro corazn en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abra las Es
crituras?, decan los discpulos en el camino de Emas (Lc.
24:32). Sin duda ya haban odo a Cristo predicar lo mismo an
tes, pero nunca quedaron tan satisfechos como cuando les
abri el entendimiento junto con la Palabra.
El sol enva su calor e influencia sobre la tierra aun cuando
la luz no llega visiblemente. Pero el sol de justicia solo da su
influencia cuando su luz llega a extender la verdad a nuestro
[292]
c) La vida y la conducta
El ojo dirige el pie: no se puede pisar sobre seguro si no se ve
el camino. Tampoco podemos andar si la tierra tiembla bajo
nuestros pies. Los principios de nuestro entendimiento son el
terreno que pisa nuestro comportamiento; si estos se tambale
an, nuestras acciones tambin lo harn. Es tan imposible trazar
una lnea recta con el pulso tembloroso como que un juicio en
clenque se comporte debidamente. El apstol vincula la firme
za y la estabilidad con que estemos creciendo en la obra del
Seor siempre (1 Co. 15:58).
El evangelio lleg a los tesalonicenses con plena certidum
bre (1 Ts. 1:5), esto es, con pruebas de su veracidad. Y obser
vemos como prevaleci en su vida diaria: Vinisteis a ser imi
tadores de nosotros y del Seor, recibiendo la palabra en medio
de gran tribulacin, con gozo del Espritu Santo (v. 6). Esta
ban seguros de que la doctrina era de Dios, y esta confianza los
ayud en la afliccin tanto como en el gozo.
Cmo fundamentar el juicio en la verdad
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[300]
301]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
a) La verdad es pura
No solo es pura sino que purifica y santifica al alma que la
abraza: Santifcalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn.
17:17). Es el agua pura que Dios utiliza para lavar el alma: Es
parcir sobre vosotros agua limpia, y seris limpiados de todas
vuestras inmundicias; y de todos vuestros dolos os limpiar
(Ez. 36:25).
b) La verdad es segura
La verdad tiene fondo firme; podemos apoyar todo el peso del
alma sobre ella, sabiendo que no se romper. Afrrate a la ver
dad y ella se aferrar a ti. Te acompaar a la crcel y adonde
vayas por su causa: No ha faltado una palabra de todas las
buenas palabras que Jehov vuestro Dios haba dicho de voso
tros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas
(Jos. 23:14).
Sea lo que fuere lo que te promete la verdad, considralo co
mo dinero efectivo en tu bolsillo. Policarpo dijo: Durante se
senta aos he servido a Dios, y lo hallo buen Amo. Cuando
los hombres abandonan la verdad en aras del progreso, estn
pidiendo una desilusin. Los halagan con promesas vanas para
alejarlos de la verdad y no salen mejor parados que Judas des
pus de entregar al Maestro en manos de los judos.
c) La verdad es libre
Y aquel que se aferra a ella tambin: Conoceris la verdad, y la
verdad os har libres (Jn. 8:32). Pero Cristo dijo claramente a los
[307]
tos a sufrir por ella. Cristiano, no quieres ser uno de los vence
dores que acompaarn al carro victorioso de Cristo a la ciudad
celestial y recibir una corona con los santos fieles que se mantu
vieron firmes en los das de su milicia, cuando Cristo y su verdad
luchaban contra Satans aqu en la tierra? Con tus pensamien
tos, limpia la sangre y las lgrimas que ahora cubren la cara de
la verdad sufriente y pona ante tus ojos tal como ser en la Glo
ria.
4. Que tu corazn se llene del temor
de la ira de Dios contra la apostasa
Cuando te has quemado el dedo accidentalmente, lo acercas a la
chimenea; y el fuego ms intenso aliviar el dolor causado por el
menor. De la misma manera, si tu mente est quemada y tu co
razn chamuscado por la ira del hombre, acrcalos al fuego in
fernal que Dios ha preparado para los miedosos que huyen de la
norma de la verdad.
Un mrtir que no tema lo que el hombre pudiera hacerle di
jo: Perdonadme, oh Emperador, si no obedezco vuestro man
damiento; Vos me amenazis con la crcel, pero Dios con el In
fierno. David mismo no tema a aquellos que le perseguan sin
razn: Prncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazn
tuvo temor de tus palabras (Sal. 119:161). La furia humana, aun
en su cenit, es un clima templado en comparacin con la ira del
Dios vivo.
La ira humana nunca ha podido frenar ni detener el amor de
Dios, que ha hecho cantar a los cristianos en la hoguera a pesar
de las teas del enemigo. Pero bajo la ira de Dios, el hombre est
como encerrado en un horno: sin una grieta que deje escapar el
calor ni entrar aire fresco para aliviarlo.
[310]
El
D ios
[312]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Esto es: Mis juicios sern tan terribles que ser un ejemplo
de mi ira para que lo vean los dems.
As que Dios, a menudo, paga al hipcrita por su pecado en
esta vida. Por ejemplo, Ananas y Safira murieron por la mano
de Dios con una mentira atravesada en la garganta. Judas no
compr ms en su trato engaoso que una soga para ahorcar
se; de hecho su hipocresa fue su verdugo.
Pero si el hipcrita marcha de este mundo antes de ser des
enmascarado y castigado por la ira de Dios, esta lo encontrar
a la entrada del Infierno. No ser consuelo alguno saber que
sus amigos confiaban en que arribara al Cielo. La reputacin
que deja atrs no le enfriar las llamas del Infierno. Los dems
pecadores parecen meros hermanos menores de condenacin
para el hipcrita, con el cual, como heredero principal, reciben
su parte de la ira de Dios derivada de su justicia. En el Evange
lio segn Mateo el amo amenaza con destrozar a su siervo ma
lo y dice que pondr su parte con los hipcritas (Mt. 24:51).
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Busca la integridad
Ya que la integridad cubre toda debilidad del cristiano, hay
varias razones importantes para examinar cuidadosamente el
corazn a fin de ver si en el mismo reina la hipocresa o la in
tegridad.
1. La eternidad depende de tu integridad
Tu valor y tu destino penden de si la posees o no. Esto te edi
ficar o te destruir para siempre. Haz bien, oh Jehov [...]
a los que son rectos en su corazn. Mas a los que se apartan
tras sus perversidades, Jehov los llevar con los que hacen
iniquidad (Sal. 125:4-5). El hipcrita intentar colarse entre
los cristianos en aquel da y pasar por santo, pero Dios lo
llevar con los que hacen iniquidad, que es una compaa
ms de su condicin.
Pablo dice en 1 Corintios: Pero ir pronto a vosotros, si
el Seor quiere, y conocer, no las palabras, sino el poder de
los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no con
siste en palabras, sino en poder. Qu queris? Ir a vosotros
con vara, o con amor y espritu de mansedumbre? (1 Co.
4:19-21). No es Pablo, sino Cristo el que vendr pronto y co
nocer, no las palabras y lenguaje sofisticado de los que se in
flan con una vana profesin, sino el poder de Dios en su pue
blo.
Quieres que Cristo venga con vara para juzgarte por hi
pcrita, o con el Bien hecho! amoroso que tiene reservado
para el siervo fiel? l examinar todo corazn para ver lo que
[334]
El
D ios
b) Cul es tu motivacin?
La razn que te impide entrar en la taberna ahora puede ser pe
or que el deseo que te atraa al principio. El dinero que te aho
rras no tragndote bebidas exticas, lo gastas en frusleras que
solo alimentan tu orgullo? Unicamente te has privado de un de
seo para rendirlo ante otro. Ha sido Dios o el hombre, Dios o
el orgullo, Dios o tu reputacin lo que ha motivado el cambio?
Si otra cosa aparte de Dios ha sido el motivo, el nombre de hi
pcrita encaja contigo ms ahora que cuando eras un borra
cho. Tal vez has vencido este pecado, bien!, pero por qu?
Lo odiaste para amar a Dios, o es que la ira divina te asusta
demasiado para seguir cometindolo?
Has derrotado un mal, pero has empezado el bien? Solo un
granjero necio ara sin plantar. No es un campo limpio, sino
uno fructfero lo que paga las facturas y rinde provecho. En
tonces, no es la falta de borracheras e inmundicia, sino la san
tidad, el amor puro y la fe ntegra lo que prueba tu cordura y
da evidencias de tu parecido con Cristo para el Cielo.
El
D ios
El
D ios
[343]
El
D ios
[345]
El
D ios
[346]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
evangelio que cae sobre sus emociones y les hace profesar una
gran ansia repentina de Cristo y de su gracia. Pero dado que se
trata solo de diminutas brasas emocionales en lugar de deseos
profundos, el calor se desvanece pronto y la sed se va con tan
solo probar la dulzura de Cristo. Justo cuando estn llegando
a la meta, escupen impulsivamente el sermn y nunca ms dis
frutan de Cristo.
Escudria bien, entonces, tu propia vil hipocresa y la pleni
tud de la gracia de Cristo para tratarla. La sed ardiente no se
sacia con agua menos que abundante, cueste lo que cueste.
Igualmente, no debes contentarte con nada menos que Cristo y
su gracia santificadora: ni con la profesin, ni con los dones, ni
con el perdn mismo si se puede separar de la gracia. Unas go
tas de gracia no bastarn: tienes que anhelar ros para purgar
la hipocresa que te oprime y librarte de ella. Un espritu as te
cobijar bajo la promesa la seguridad celestial de que no
perders tu anhelo por Cristo.
Si los deseos de tu corazn son oro y plata y los amasas con
fervor, Dios puede dejarte dar voces como al rico de la parbo
la en el Infierno, en medio de las llamas encendidas por tu am
bicin, sin traerte ni una gota de agua para refrescar tu lengua.
Pero si deseas a Cristo y su dulce gracia, si te es necesario te
nerlos, seguramente sern tuyos: Bienaventurados los que tie
nen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados (Mt.
5:6).
El
D ios
El
D ios
El
D ios
los cuales ech de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien.
Porque pondr mis ojos sobre ellos para bien... (Jer. 24:5,6).
Este fue uno de los juicios ms severos de Dios sobre su pue
blo, pero l tena planes de misericordia y proyectaba el bien en
su hora ms oscura. Cuando los israelitas clamaban que Moi
ss los haba llevado al desierto para matarlos, sentan ms
miedo que dolor. Dios tena planes para su bien que ellos ni si
quiera imaginaban: pensaba humillarlos para que por fin pu
dieran recibir su bondad.
Dios es tan ntegro que deja su propia gloria como rehn pa
ra la seguridad de sus hijos. Su justicia est vinculada a la sal
vacin y prosperidad de ellos. No puede presentarse en toda su
magnificencia y realeza hasta que todos sus pensamientos de
misericordia se hagan realidad en la vida de su pueblo. Le com
place aplazar su aparicin con toda su gloria ante el mundo
hasta que haya logrado completamente la liberacin de ellos,
para que su pueblo pueda aparecer en gloria juntamente con l
en ese mismo da: Por cuanto Jehov habr edificado a Sion,
y en su gloria ser visto (Sal. 102:16).
El sol siempre es glorioso, aun en el da ms nublado; pero
esta gloria no es evidente si no dispersa las nubes que esconden
sus rayos de la tierra. Dios es glorioso hasta cuando el mundo
no lo puede ver, pero la demostracin de su gloria aparece
cuando su misericordia, verdad y fidelidad se manifiestan en la
salvacin de su pueblo. Qu vergenza deberamos sentir cuan
do dejamos de buscar la gloria de Dios; porque l ama tanto a
sus hijos que vincula su gloria con nuestra fidelidad, para que
nunca pueda perder la una y salvar la otra.
El
D ios
363]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[3901
Captulo 7
Sexta consideracin:
La coraza del cristiano
Y vestidos con la coraza de la justicia (Ef. 6:14).
El significado de la justicia
1. La justicia legal
Tres cosas componen la justicia segn la ley que Dios exiga del
hombre bajo el antiguo pacto, el pacto de las obras: De la jus
ticia que es por la ley Moiss escribe as: El hombre que haga
estas cosas, vivir por ellas (Ro. 10:5). Examinemos ms de
cerca esta justicia legal.
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[399]
El
D ios
a) En sus decretos
Por qu escogi Dios a algunos, dejando que otros se hundie
ran en el tormento y la miseria? El apstol nos dice: Nos es
cogi en l antes de la fundacin del mundo, para que fusemos
santos (Ef. 1:4). No porque Dios pensara que seramos santos
en nosotros mismos, sino porque resolvi hacernos santos l
mismo. Es como si un hbil carpintero viera un bosque en su
terreno todos los rboles iguales, sin ninguno mejor que
otro y marcara cierto nmero, apartndolos en su mente, de
cidido a hacer con ellos objetos maravillosos.
As escogi Dios a algunos de toda la humanidad y los apar
t para tallar su imagen de justicia y santidad en ellos. Se trata
de una obra de tal calidad que cuando la haya terminado, la en
sear a los hombres y los ngeles, y ser ms bella que el mis
mo universo.
b) Al enviar a su Hijo al mundo
Los ngeles gloriosos que contemplan el rostro de Dios conti
nuamente estn dispuestos a volar al instante adonde l los en
ve. Pero Dios tena una obra tan importante que no confi en
[400]
401]
El
D ios
El
D ios
Aun cuando Dios nos aflige es para bien, para hacernos par
tcipes de su santidad. Bernardo de Claraval compara las aflic
ciones con la pequea y dura carda que se utilizaba antao pa
ra limpiar y suavizar la tela. Dios ama tanto la pureza de sus
hijos que nos frotar con mucha energa para eliminar la su
ciedad incrustada en nuestra naturaleza: l prefiere ver un roto
antes que una mancha en el manto de sus hijos.
A veces la direccin soberana de Dios es ms suave, y cuan
do permite que su pueblo se siente a la orilla soleada del con
suelo, apartado de los fros vientos de la afliccin, es para ha
cer subir la savia de la gracia y acelerar el crecimiento de la san
tidad. Pablo lo entenda al exhortar a los romanos: Os ruego
por las misericordias de Dios, que presentis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (Ro. 12:1). Esto im
plicaba que Dios espera un rdito razonable de su misericordia
para con nosotros.
Cuando el granjero abona la tierra, piensa recibir una cose
cha mejor; tambin Dios lo espera, al prodigar su misericordia.
Por ello censuraba a Israel por su ingratitud: Y ella no reco
noci que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le mul
tipliqu la plata y el oro, que ofrecan a Baal (Os. 2.8). Dios
se air por el adulterio de Israel a sus expensas.
Ciertamente el Padre no quiere que sus hijos gusten de co
sas inmundas. El alimento que Dios desea para s y para sus hi
jos se compone del fruto agradable de la justicia y santidad, pa
ra saborear el cual Cristo entra en su huerto: Vine a mi huer
to, oh hermana, esposa ma. He recogido mi mirra y mis aro
mas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he be
bido (Cnt. 5:1).
El
D ios
El
D ios
4. Proporciona paz
No digo que la paz est fundada en nuestra santidad o justicia,
sino que estas la apoyan y ayudan. No hay paz para los ma[409]
El
D ios
los, dijo Jehov (Is. 48:22). Tan fcil sera obligar al mar a es
tar siempre quieto como aquietar el corazn incrdulo. La gue
rra en el corazn humano empieza con sus deseos, y parece par
tirlo en dos. Se rompe la paz y esto lo mantiene en tormento
continuo. Pero si el espritu de santidad viene y el cetro de jus
ticia de Cristo controla suavemente la vida, la tempestad se
calma cada vez ms.
Pero la conducta impa de los hombres injustos se pasea por
sus pensamientos como el fantasma de Juan inquietaba a Herodes. Dormidos o despiertos, estn rodeados de los terrores y
miasmas del fuego infernal. Este desasosiego inquieta al hom
bre en toda situacin; no puede disfrutar de los placeres ms
dulces, ni soportar las amargas aflicciones. Por supuesto que
hay formas de adormecer la conciencia y vendar los sentimien
tos del corazn impo temporalmente, pero el efecto de este
narctico pronto pasa, y vuelve el horror con mayor fuerza.
Veamos un ejemplo. Un conocido borracho se sacuda las
amonestaciones de los cristianos que apelaban a su conciencia
tan fcilmente como Pablo se sacudi la vbora de la mano. En
lugar de rendirse a Dios, se apresuraba a pecar ms; fortale
ciendo su mente con una pretendida esperanza de misericordia
divina en Cristo. Pero con el paso de los aos, enferm; y cuan
do le visitaban sus compaeros, se mostraba tan contento y
confiado en la misericordia divina que su falsa esperanza im
pulsaba a estos a entregarse ms an a sus malos deseos. Justo
antes de su muerte, se despert plenamente la conciencia cul
pable del viejo pecador, y el pobre arda en las llamas de sus an
tiguas prcticas mundanas. Al morir clam desesperado: Me
haba preparado una proteccin, y pensaba que todo iba bien,
pero ahora no me sirve!. Su conciencia condenada le arran
caba la esperanza de sus temblorosas manos tan pronto como
estas la aplicaban.
La sangre de Cristo mismo no se adhiere a un alma impeni
tente que mantiene algn pecado en su corazn. Dios arranca
r del altar a quienes corren al mismo pero no huyendo de su
injusticia. Luego les dar muerte ante el mismo santuario en
que tan osadamente haban confiado.
Conocemos el mensaje de Salomn a Adonas: Si fuere
[410]
El
D ios
El
D ios
Pero concluy: Cuando me haya ido, que los que queden atrs
tengan cuidado.
El poder de la santidad se ha deteriorado entre nosotros, en
comparacin con la anterior generacin. El cristianismo est tur
bio y lleno de impurezas, adulterado y profanado entre los cre
yentes profesantes. Sabemos que Dios no lo permitir mucho
ms tiempo. Si Egipto sabe que se avecina una sequa por el ba
jo nivel del Nilo, seguramente podremos ver el juicio inminente
por la cada del poder de la santidad.
Omos como muchos lloran sus prdidas: algunos por amigos
muertos en la guerra, otros por sus bienes y dinero. Pero el gru
po que debe tener el primer puesto entre los que lloran son los
asistentes a la iglesia que han perdido su primer amor. Ha empe
zado un deterioro serio entre ellos por haber perdido la devocin
por Cristo, su verdad, la adoracin, sus consiervos y el andar
santo delante de Dios y del hombre.
Somos un pueblo redimido de incontables peligros y muertes.
En mala hora un hombre rescatado empieza a robar y engaar
de nuevo, en cuanto se le quita la soga del cuello. Ciertamente el
pecado de No aument por emborracharse casi en cuanto lleg
a salvo a la orilla, tras ver que se inundaba toda la tierra ante sus
ojos. Este era el nico justo que Dios haba dejado para sembrar
su mundo de nuevo con semilla santa.
La tierra casi no puede tragar los ros de sangre derramada en
el mundo, y los pueblos siguen quitando los escombros apilados
por las miserias de la guerra. El llanto de las viudas y los hurfa
nos a causa de la espada se oir hasta que mueran. Una vez nos
aterroriz ver a esta nacin como una vela encendida por ambos
cabos, ardiendo diariamente con llamas que se acercaban cada
vez ms. Pero ahora, los que invocan el nombre de Cristo se ol
vidan y se alejan de Dios, prefiriendo el orgullo y el vicio.
Con qu derecho celebramos nuestra paz, cuando el resulta
do de nuestra liberacin es un libertinaje an peor? Es como el
que se cura de la malaria, pero las secuelas le dejan ms dbil que
la misma enfermedad. Sin duda nuestro Dios se entristece vien
do el intercambio: ser librados de la guerra, la pestilencia y el
hambre, e hinchndonos de egosmo, error y un comportamien
to desafiante e impo.
[414]
El
D ios
3. Mortifica el pecado
Una herida oculta puede cubrirse sin que llegue a sanar; es po
sible que el mdico empeore la enfermedad si no elimina la cau
sa. En este caso, la corrupcin, como cal viva, queda dentro de
la persona y arde, aunque ahora est latente como la plvora
en el barril.
Los historiadores dicen que solo por abrir un bal de ropa
que no haba sido oreada y limpiada de la infeccin que hubo
en la casa, se desencaden una terrible peste en Venecia; aun
que la ropa llevaba aos guardada sin causar peligro. As tam
bin, hay algunos que durante aos estuvieron haciendo el pa
pel de cristianos irreprochables antes de tropezar en ciertas
abominaciones como en el caso de la apertura del bal apa
rentemente inofensivo, todo por no haber mortificado el pe
cado. Nada que no sea arrancar la raz del pecado puede satis
facer la vida del cristiano santificado y a su Dios.
Escucha a Pablo, que andaba en el poder de la santidad:
Cada da muero (1 Co. 15:31). El pecado es como la bestia
que casi muere de la herida pero que, con el paso del tiempo,
[417]
El
D ios
6. Rechaza la vanagloria
Todo cristiano que combate sinceramente el pecado debe re
chazar cualquier tentacin a vanagloriarse por sus triunfos. La
excelencia de la santidad evanglica consiste en la abnegacin:
Si fuese ntegro, no hara caso de m mismo (Job 9:21); esto
es: No me vanaglorio ni me jacto de mi inocencia.
Cuando el talento de un hombre merece atencin y su orgu
llo aumenta en consecuencia, decimos: Ha hecho un buen tra[419]
El
D ios
En la adoracin
La misma luz que nos revela la existencia de Dios, nos ensea
que hay que adorarle en santidad. Bajo la ley, Dios era exigen
te en todo aspecto de la adoracin. El Tabernculo, por ejem
plo, se hizo de los mejores materiales; los obreros estaban do
tados de raros talentos; solo se aceptaban los sacrificios exce
lentes; y los que ministraban ante Dios tenan que ser particu
larmente santos. Dios es maravilloso en su adoracin!
[421]
En el trabajo
La santidad debe estar escrita en la vocacin profesional del
cristiano tanto como en su culto. El capataz de obra que obe
dece el cdigo municipal es tan esmerado al montar la cocina
como el saln. Por la ley del cristianismo hay que ser tan es
merados en el trabajo secular como en la adoracin. Sed vo
sotros santos en toda vuestra manera de vivir (1 P. 1:15). No
hay que dejar la profesin de fe, como algunos dejan la Biblia,
en el banco de la iglesia.
La capacidad ms sofisticada del hombre la de razonar
gua sus actos ms sencillos, tales como el comer, beber y dor
mir. Igualmente, en el cristiano, la gracia el principio ms al
to debe guiar todo su comportamiento. El cristiano no ha de
comprar y vender como hombre carnal, sino como cristiano.
El cristianismo no es como un uniforme oficial que se deja a
un lado cuando el alto funcionario sale a jugar: Bueno, seor
Tesorero, qudate ah un rato. No; donde est el cristiano, de
be andar vestido de santidad. No debe hacer nada que no de
muestre que es cristiano. El poder de la santidad brilla en nues
tros trabajos respectivos de varias maneras. Mirando el espec
tro completo se ver la hermosura de la santidad (Sal. 96:9)
en la simetra de todas las partes.
[424]
8: 22) .
451]
[453]
[475]
Captulo 8
Sptima consideracin:
El calzado espiritual del cristiano
Y calzados vuestros pies con el apresto del evangelio de la
paz (Ef. 6:15).
El calzado espiritual del cristiano ngel del Seor dijo: Os doy nuevas de gran gozo (Lc. 2:10).
Tiene que ser gran gozo, porque es un gozo completo; el Seor
Jesucristo ha trado unas noticias de tal plenitud que no queda
nada ms que aadir. Si piensas que al evangelio le falta algo,
tendrs que buscar ms alto que Dios, porque l se entrega por
medio de Cristo a los creyentes en el pacto de gracia. Estamos
plenamente persuadidos de que el argumento de Pablo se sos
tendr: Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de
Dios (1 Co. 3:22,23).
El evangelio acerca nuestras vasijas a la fuente misma de la
bondad; ciertamente lo tenemos todo si nos unimos a Aquel
que lo tiene todo. Llegar alguna buena noticia a los santos
glorificados que no venga del Cielo? Tenemos la prueba de es
ta gloria en la Palabra: Nuestro Salvador Jesucristo [...] quit
la muerte y sac a la luz la vida y la inmortalidad por el evan
gelio (2 Ti. 1:10). El sol oculta el cielo de la vista, a la vez que
nos revela la tierra. Pero el evangelio revela ambos a la vez: la
piedad tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera
(1 Ti. 4:8).
3. Un mensaje bueno concierne ntimamente a sus oyentes
El pblico debe tener un inters personal antes de considerar un
anuncio como buena noticia. Podemos alegrarnos de saber que
algo bueno le ha ocurrido a otro, pero nos afecta ms si se vuel
ca directamente en nuestro corazn. Un enfermo no siente el
gozo de la recuperacin de otro enfermo con la misma fuerza
que de la suya propia.
El evangelio no nos informa de lo que Dios ha hecho por los
ngeles, sino por nosotros: Os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es Cristo el Seor (Le. 2: 11). Si los
ngeles se regocijan por nuestra felicidad, seguramente nuestro
propio bien nos da an mayor razn a nosotros para alegrar
nos. Extrao sera que cantara el mensajero, que solo trae la
noticia, mientras el destinatario siguiera indiferente. Puedes es
tar seguro de que este evangelio es para ti, si abrazas a Jesu
cristo con los brazos de la fe.
En un reino, todo sbdito, por humilde que sea, tiene parte
en el prncipe; es un bien comn de todos. As es Cristo para
[479]
2. A los creyentes
Por el placer se hace el banquete, dice Salomn (Ec. 10:19).
Estoy seguro de que Dios pretende que sus hijos se gocen en el
festn del evangelio de Cristo. En el Antiguo Testamento, no se
permita la presencia de enlutados a la mesa de Dios. Ya que la
congoja del cristiano refleja una actitud inamistosa hacia Dios
mismo, cmo recomendaremos su delicioso amor si no nos sa
cia a nosotros? El mundo opina que la vida cristiana es de por
si deprimente, una comida seca con poco vino para el gozo.
Por qu confirmas su engao? Por qu ponerte como eviden
cia contra Jess y su Palabra, que promete gozo y paz para to
dos los que acuden a esta mesa?
No quiera Dios que tu comportamiento, que debe revelar
la palabra de vida (Fil. 2:16) y su realidad ante el mundo, es
t en desacuerdo ni ponga en tela de juicio su Palabra. Es un
grave error ensear que Roma ensee que no se puede conocer
la Escritura como Palabra de Dios sino por el testimonio de la
Iglesia. El testimonio prctico de las vidas de los creyentes tie
ne gran autoridad sobre la conciencia de los hombres para per
suadirles de la verdad del evangelio. Estos pueden creer la bue
na noticia cuando la leen claramente en una vida gozosa.
[487]
[490]
El
evangelio
predicado
publicado
efecta
la
paz
Dios
para
com pr
proteger
nuestra
los
paz
creyentes
por
del
m edio
de
Cristo
orgullo
501
El
D ios
Por supuesto que Adn era hijo de Dios, pero estaba ms dis
tanciado de l que el alma reconciliada. Aunque era hijo por
creacin, el Hijo de Dios an no haba llegado a ser Hijo del
Hombre mediante la encarnacin; y esta es la nica puerta
por donde entra la atesorada unidad del creyente con Dios.
Cada vez que el creyente levanta los ojos de la fe a Dios, ve
su propia naturaleza en pie ante el Trono en la persona de Je
sucristo. Si los Patriarcas corrieron a su anciano padre con la
gozosa noticia al ver a Jos a la diestra del faran, con el man
to del poder y honor real, qu abundante mensaje lleva la fe al
cristiano despus de cada visin de amor en la comunin con
Dios. Anmate, alma ma, veo a Jesucristo, tu pariente ms
cercano, en gloria a la diestra de Dios. No temas ms, porque
l tiene toda potestad [...] en el cielo y en la tierra (Mt.
28:18), y su sangre te relaciona tan estrechamente con l que
no podr olvidarte, si no se esconde de su propia carne.
Mientras ms desciende un rey al nivel del sbdito ms
humilde, ms familiar se hace para todos. Fue una maravi
llosa condescendencia de su parte cuando el Dios Todopode
roso y sin igual, primero, cre al hombre y, luego, estableci
tan cordial pacto con l. Pero en el nuevo pacto divino, l
desciende de su trono y cambia su manto majestuoso de glo
ria por los harapos de la dbil carne. Deja su palacio para
[502]
El
D ios
El
D ios
a) La ofrece sinceramente
Consulate: sabes que es el Dios de verdad que te ofrece la
paz sin fraude ni traicin. Nunca ha derramado sangre en nom
bre de la paz, ni entregado a nadie a la espada de su ira despus
de concederle dicha paz: Si confesamos nuestros pecados, l es
fiel y justo para perdonar (1 Jn. 1:9). Las promesas de Dios
no son s y no, como las del diablo, que las dispone para
aprovecharse de todas maneras. El corazn de Dios se ve como
por un cristal en estas promesas: todas ellas son s y amn en
Cristo (2 Co. 1:20).
[507]
El
D ios
nes como las nuestras,- cuya naturaleza los pone bajo las mis
mas limitaciones y tentaciones que a los dems. Puesto que co
nocen sus propios corazones, pueden revelarnos libremente la
vileza de los nuestros. El fuego de la ira de Dios que los ha cha
muscado por sus pecados, puede indicar el peligro que corre
mos por la misma clase de impiedad. Por otra parte, el perfu
me del amor de Cristo en sus vidas nos invita a saciarnos de esa
misma abundancia.
Los requisitos para los ministros del evangelio. Porque el
siervo del Seor no debe ser contencioso, sino amable para con
todos, apto para ensear, sufrido; que con mansedumbre corri
ja a los que se oponen (2 Ti. 2:24-5). Dios no quiere que haya
nada en el predicador que predisponga el juicio del pecador, ni
endurezca su corazn, contra el ofrecimiento de la gracia. Si el
siervo es soberbio y exigente, cmo va a saber la gente que su
Amo es manso y paciente? La brecha no debe hacerse ms an
cha de lo que ya es; de hecho, el que caza el ave no la debe asus
tar. Adems, no se lleva a los pecadores a Cristo lanzndoles
duras y provocadoras piedras de retrica, sino que se les atrae
y se les encandila con exhortaciones que ablanden el corazn.
La comisin de Dios para sus embajadores. Las dos partes
principales del llamamiento de Dios incluyen su amplitud y su
rigor. Primero, la amplitud dice: Id [...] y predicad el evange
lio a toda criatura (Mr. 16:15). Jess quera decir: Ofrece la
paz a todos. No hagas distinciones: rico o pobre, pecadores em
pedernidos, viejo o joven. Invtalos a todos, porque tengo sitio
para todo aquel que se arrepienta y crea.
Por otra parte, el rigor de Dios subraya la importancia de
proclamar su mensaje fielmente. Pablo temblaba al pensar en la
pereza: Ay de m si no anunciare el evangelio! (1 Co. 9:16).
Cristo busc en lo profundo de su corazn para persuadir a Pe
dro: Me amas? [...] Pastorea mis ovejas (Jn. 21:16). Como
si dijera: Pedro, lloras y te sientes culpable porque tu cobar
da te hizo negarme; pero hay una manera de demostrar tu
amor: pastorea mis ovejas. Hazlo y deja de preocuparte por la
traicin del pasado. De nuevo, Cristo mostr mayor cuidado
por sus ovejas que por s mismo.
El gozo que Dios expresa cuando los pecadores aceptan su
[509]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[520]
[521]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
La paz de la conciencia
La paz de la reconciliacin reconcilia al hombre con Dios; pe
ro la paz de la conciencia lo reconcilia consigo mismo. Desde
que el hombre rompiera la paz con Dios no ha podido ser ami
go de su propia conciencia. Esta segunda clase de paz es tan ne
cesaria que no se puede saborear la dulzura de la reconciliacin
con Dios, ni otra misericordia, sin ella.
La paz de la conciencia es para el alma lo que la salud para
el cuerpo. Ni siquiera un traje de tis de oro es cmodo para el
enfermo. Nada alegra la conciencia intranquila. Cuando Moi
ss trajo buenas noticias a los israelitas afligidos en Egipto,
ellos no escuchaban a Moiss a causa de la congoja de espri
tu (Ex. 6:9). Ana acudi a la fiesta en Jerusaln con su mari
do, pero lloraba, y no coma (1 S. 1:7). As el alma herida
acude a escuchar el sermn pero no participa del mismo; oye
muchas preciosas promesas, pero no puede recibir la vida que
ofrecen.
Poner un banquete real delante de un hombre afligido no
alienta a este, que prefiere ir a un rincn apartado y llorar:
Quin soportar el nimo angustiado? (Pr. 18:14). Las en[526]
1. Qu satisface la conciencia?
El pecado causa convulsiones de terror que distorsionan y
atormentan la conciencia de una persona. Si esa pequea pa
labra que representa tan gran plaga pudiese alguna vez bo
rrarse de la mente humana, la tormenta pronto se calmara y
el alma tendra bonanza inmediata, tranquila y llana, sin la
menor ola que perturbara su superficie. Pero el pecado es ese
Jons que causa la tormenta; vaya adonde vaya, le sigue la
guerra.
Cuando Adn pec, se bebi de golpe esa dulce paz de la
conciencia. No es sorprendente que casi se le atragantara en
seguida: Y conocieron que estaban desnudos (Gn. 3:7). Lo
que traiga verdadera paz a la conciencia, primero deber ven
cer a ese monstruo del pecado para que se termine la guerra.
Es verdad: la punta envenenada de la flecha del pecado,
que arde en la conciencia del pecador, es la culpa. Le roba el
descanso, sonando la alarma del juicio que viene y del casti
go inevitable. Ya que el hombre teme lo que pasar cuando
esta ira infinita del Dios eterno y viviente se le venga encima,
vive con temor y expectacin angustiosa.
Si quieres consolar a una conciencia que se asa en las bra
sas de la ira de Dios encendidas por su propia culpa, primero
tendrs que apagarlas y darle la noticia de que Dios perdona
el pecado, y de que se reconciliar con los pecadores que se
arrepientan y crean. Nada sino este evangelio puede ofrecerle
al hombre la verdadera paz con sus propios pensamientos. Je
ss le dijo al paraltico: Ten nimo, hijo; tus pecados te son
perdonados (Mt. 9:2). No dijo: Alintate, porque te de[527]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Dios; nunca podra haber dicho palabra alguna sin esta pro
mesa del evangelio. Por tanto, cuando el Padre lo enva para
consolar, viene en el nombre de Cristo, que se ha puesto en la
brecha entre l y los pecadores; esto es, por su causa y a peti
cin suya.
Qu dice el Espritu Santo cuando consuela? La alegre no
ticia que trae es la revelacin evanglica: No hablar por su
propia cuenta, sino que hablar todo lo que oyere (Jn. 16:13).
Es decir, que su enseanza no traer nueva luz, distinta de la
que brilla en el evangelio, sino que ensear la misma verdad
que Cristo predicaba.
Cuando el Espritu Santo consuela, los ingredientes de sus
refecciones que reaniman el alma se han recogido en el huerto
del evangelio: El me glorificar; porque tomar de lo mo, y
os lo har saber (v. 14). Esto es: la muerte de Cristo, su dig
nidad, resurreccin, ascensin e intercesin, as como las pro
mesas compradas y selladas con su sangre.
b) El Espritu Santo tiene poder para consolar
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[542]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
561]
El
D ios
Igual que Jess pas de predicar la paz a hacer que la paz celes
tial descendiera mediante la oracin, as tambin pas de orar por
la paz a pagar por ella; pero sus oraciones no eran las peticiones
de un mendigo, como las nuestras. l or que Dios le diera ni
camente aquello por lo que haba pagado. Y estaba en camino al
lugar del pago: el Calvario, donde su sangre fue el precio que en
treg de buen grado por la paz. Se trataba principalmente de
nuestra paz con Dios, pero Cristo tambin tena presente la paz
[563]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[573]
El
D ios
[575]
El
D ios
El
D ios
581 ]
8) .
El
D ios
El
D ios
El
D ios
Tomo III
Las diversas piezas de
LA ARMADURA DE DlOS
(continuacin)
Captulo 9
Octava consideracin:
El escudo espiritual del creyente
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podis apagar
todos los dardos de fuego del maligno (Ef. 6:16).
El
D ios
La naturaleza de la fe justificadora
La fe justificadora no es un mero asentimiento a las verdades
del evangelio. Judas conoca las Escrituras, y sin duda asenta a
su verdad cuando era un celoso predicador del evangelio; pero
nunca tuvo ni un pice de fe justificadora en su alma: Pero
hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jess saba des
de el principio quines eran los que no crean, y quin le haba
de entregar (Jn. 6:64).
Aun el maestro de Judas, el diablo mismo (lejos, supongo,
de ostentar una fe justificadora) asiente a la verdad de la Pala
bra. Va en contra de su conciencia al negarla. Cuando tent a
Cristo, no disput en contra las Escrituras sino a partir de ellas,
sacando sus flechas de la misma aljaba (cf. Mt. 4:6). En otra
ocasin confiesa tan plenamente la soberana de Cristo como
Pedro (cf. Mt. 8:29; 16:17). El asentimiento a la verdad de la
Palabra es un mero acto intelectual que pueden hacer los re
beldes y los demonios. Pero la esencia de la fe justificadora es
t tanto en el intelecto como en la voluntad; por tanto, se hace
referencia a ella como a creer con el corazn (Ro. 10:10).
Felipe dijo: Si crees de todo corazn, bien puedes (Hch.
8:37). Esta fe abarca todas las potencias del alma.
Hay un doble objetivo en la promesa, relacionado con en el
intelecto y con la voluntad. Como la promesa es verdad, exige
[610]
El
D ios
de sus manos. Por tanto, hay dos requisitos que debemos cum
plir para poder creer: primero, hemos de buscar una promesa
para nuestra fe, y la autoridad que nos haga esperar tal miseri
cordia de las manos de Dios; segundo, cuando hayamos en
contrado la promesa y observado sus trminos, no hemos de es
perar mayor aliento, sino poner por obra nuestra fe en funcin
de la promesa en s.
Hemos de buscar la promesa y observar sus trminos. Creer
sin que haya promesa, o creer una promesa sin cumplir sus
condiciones, sera presuncin. Un prncipe tiene tanta razn de
enfadarse con alguien que no obedece sus rdenes, como con
aquel que acta sin recibirlas. Muchos que atrevidamente se
apoyan en el brazo de Dios para el perdn y la salvacin, nun
ca tienen en cuenta que la promesa que les presenta a Cristo co
mo apoyo y Salvador, tambin lo presenta para que se le exal
te como Seor! Los israelitas rebeldes se atrevieron a utilizar a
Dios y sus promesas para sus propios fines: Porque de la san
ta ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confan (Is. 48:2).
Eran ms atrevidos que bien recibidos. Dios rechaz la con
fianza de ellos y abomin su descaro. Aunque un prncipe no
titubee al tomar en sus brazos a un pobre herido, dbil y des
angrado, en lugar de dejarlo morir en la calle, rechazara la
misma peticin de un borracho sucio y tambaleante. El alma
humilde que se duele por sus pecados a las puertas del Infierno
ser acogida por Dios cuando acuda con el aliento de la pro
mesa para apoyarse en Cristo. Pero el desgraciado profano que
corre a Cristo por sus propios mritos, ser rechazado por el
Dios Santo por abusar de sus promesas.
Cuando un pobre pecador halla una promesa y observa sus
trminos con un corazn dispuesto a cumplirlos, debe emple
arse en un acto de fe confiando en la promesa desnuda, sin bus
car ms aliento que ese. El anciano Jacob no crey a sus hijos
cuando le contaron que Jos an viva y gobernaba todo Egip
to. Esa noticia era demasiado buena y grande para que la cre
yera, por tanto tiempo como llevaba considerndolo muerto:
Y el corazn de Jacob se afligi, porque no los crea (Gn.
45:26). Pero cuando vio los carros que Jos haba enviado pa
ra trasladarlo, entonces su espritu revivi (v. 27). De forma
[615]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
tre las dems como el sol entre los planetas, o como la mujer
virtuosa de Salomn entre las dems jvenes.
En un pasaje de la Escritura el apstol da la precedencia al
amor y pone la fe en un nivel inferior: Y ahora permanecen la
fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es
el amor (1 Co. 13:13). En este caso, el que Pablo anteponga
el amor a la fe seala hacia el hogar celestial del creyente, en
donde permanece el amor y la fe desaparece. En ese aspecto el
amor es mayor, por ser el fin de nuestra fe. Vemos mediante la
fe para disfrutar mediante el amor.
Antes de que el cristiano pueda disfrutar de los galardones
del Cielo, debe vivir en un estado espiritualmente militante
aqu en la tierra. Desde esta perspectiva prctica, el amor debe
ceder ante la fe. Es verdad que el amor es la virtud que triun
far en el Cielo; pero la fe, no el amor, es la virtud que sale ven
cedora en la tierra: Esta es la victoria que ha vencido al mun
do, nuestra fe (1 Jn. 5:4).
Ciertamente, el amor tambin tiene su lugar en la batalla, y
lucha con valor, pero se mueve bajo la direccin de su jefe, la
fe: La fe que obra por el amor (G. 5:6). Como el capitn lu
cha por medio de los soldados que manda, la fe obra mediante
el amor que despierta. El amor es la virtud que en ltima ins
tancia posee la herencia, pero la fe le otorga al cristiano el de
recho a la misma. Sin la fe nunca podra disfrutarla.
El amor es la virtud que une a Dios y los santos glorificados
en el Cielo; pero la fe los une primero con Cristo mientras es
tn en la tierra: Para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones (Ef. 3:17). Si Cristo nunca habitara en ellos por la
fe en la tierra, ellos jams podran habitar con Dios en el Cie
lo.
[621J
2. El favor dado a la fe
Aun cuando otras virtudes trabajan juntamente con la fe en la
vida del cristiano, la fe recibe la corona suprema. No leemos
casi nada acerca de otro don excepto la fe en Hebreos 11: Por
la fe Abraham, por la fe Jacob, y por la fe el resto de
aquellos creyentes hicieron sus hazaas. En cada una de ellas
estuvieron presentes las dems virtudes junto con la fe, pero
aqu todas llevan el nombre de la fe. Cada soldado del ejrcito
lucha en la batalla, pero el honor de la victoria es para el gene
ral o el capitn.
La fe es el capitn de los dones. Todos los actos notables de
los creyentes se citan como logros obtenidos bajo su gobierno.
As dice Cristo del centurin: De cierto os digo, que ni aun en
Israel he hallado tanta fe (Mt. 8:10). Adems de la fe, en el
centurin haba otras virtudes eminentes, tales como el aprecio
por su siervo, al que cuidaba con tanto esmero como si fuera
su hijo.
La humildad del centurin se manifest primero en la acti
tud abnegada que expres: Seor, no soy digno de que entres
bajo mi techo (v. 8). Cuando consideramos la prominencia
militar de aquel hombre como comandante, su humildad des
taca an ms. El poder pocas veces es compaero de la humil
dad. Ciertamente el centurin era un hombre de carcter poco
comn que se humill al acercarse a Cristo; pero la fe destaca
por encima de la humildad como su mayor virtud. Cristo no di
jo: No he hallado tanta humildad, sino tanta fe Como si
dijera: Conozco la medida exacta de fe de todo creyente en Is
rael; pero no he hallado tal cantidad de ese tesoro celestial en
otro aparte del centurin.
Los tesoros ms valiosos del cristiano los sustenta la fe:
No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que se
an ricos en fe? (Stg. 2:5). Por qu dice Dios ricos en fe en
lugar de en paciencia, amor u otro don? Cuando un pecador re
clama el perdn del pecado, el favor de Dios y el Cielo mismo,
no es el amor ni la paciencia, sino solo la fe la que paga el pre
cio de todos esos beneficios. No es: Seor, perdname y sl
vame, y toma a cambio mi amor y paciencia; sino: He aqu
Cristo y el precio de su sangre, que la fe presenta para pagarlo
[622]
Algunas cosas son de tan poco valor que no valen las molestias
que tomamos para conseguirlas. Pero otras cosas valen tanto
que solo un necio se arriesgara a perderlas. Supongamos que
un enfermo terminal solo puede salvar la vida tomando una
medicina muy escasa. Cunto se esforzara en obtenerla? Pre
fieres suplir tu necesidad con las drogas mortferas del diablo,
cuando Dios mismo te ofrece una rica medicina que te sanar
del todo? El apstol llama a este don vivificante la fe de los es
cogidos de Dios (Tit. 1:1).
Cuando uno compra ropa, busca la mejor calidad. En el
mercado espera conseguir la mejor carne; del abogado, el me
jor consejo; del mdico, el mejor cuidado para la salud. Bus
cas lo mejor para todo menos para tu alma? Si alguien acepta
dinero falso, a quin estafa, sino a s mismo? Si te dejas enga
ar por una fe falsa, t pierdes.
Cuando llegues al lugar del Juicio, Dios exigir que pagues
la deuda que le debes o te enviar a la dolorosa prisin del In
fierno. Si tienes una fe falsa en el corazn, no aceptar tu pa
go, aunque digas creer en Cristo mismo. Te entregar al tor
mento no solo por no creer, sino por falsificar la moneda del
Rey Celestial acuando su nombre en tu falsa divisa. La idea
misma del Juicio debe bastar para alentar en todos la seria de
terminacin de obtener una fe real. Hay tres importantes razo
nes por las que el cristiano debe ser sensato en la prueba de su
fe.
[636]
2. La excelencia de la verdadera fe
hace ms repulsiva la fe falsa
Ya que el hijo de un rey tiene una posicin nica, es un delito
grave que uno de la plebe se haga pasar por l. Es por fe como
podemos ser hechos hijos de Dios (Jn. 1:12). Entonces, aquel
que finge ser hijo de Dios sin tener sangre celestial en sus venas
blasfema. Tal persona es de la estirpe de Satans y debe esperar
reunirse con los suyos en el Infierno. Ya que un falso amigo es
peor que un enemigo declarado, Dios aborrece al Judas hip
crita ms que al sanguinario Pilato.
El mono tiene cara de humano, pero no su alma, y por en
de nos parece el ms ridculo de los animales. De todos los pe
cadores, ninguno ser ms avergonzado en el ltimo da que
quien haya imitado a los creyentes en su profesin pero sin ha
cer ningn acto de fe. En cuanto a los soberbios que aparentan
piedad, el Salmista nos dice que Dios menospreciar su apa
riencia (cf. Sal. 73:20).
[637]
642]
643]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
2. Examina tu conciencia
La buena conciencia es el barco en que navega la fe. Si la con
ciencia se va a pique, cmo estar la fe segura? T sabes cu
les son los pecados que destruyen la conciencia: los pecados
deliberados o repetidos sin arrepentimiento. Gurdate de es
tos pecados deliberados! Cual piedra lanzada a un claro arro
yo, enturbiarn la conciencia hasta que no puedas ver el re
flejo de la promesa.
Pero aunque hayas cado en la fosa del pecado, no te que
des all. La oveja puede caer a una zanja, pero solo el cerdo
se revuelca en ella. Por tanto, ser muy difcil fomentar la fe
en la promesa si tu manto est sucio y tu rostro embarrado de
pecado. Es peligroso beber veneno, pero mucho ms letal es
dejarlo permanecer en el cuerpo por mucho tiempo. Aunque
seas creyente, no puedes actuar con fe hasta que limpies tu co
razn con el arrepentimiento.
3. Practica tu fe
Vivimos por la fe, y la fe vive por el ejercicio. Algunas perso
nas fuertes no estn contentas si no tienen mucho trabajo. Si
las obligas a quedarse sentadas, las matars. Igualmente, si
estorbas la obra de tu fe, ests amenazando su vida.
No experimentamos las gloriosas victorias en oracin por
que a menudo no permitimos que ore la fe. Si un nio ve muy
poco a sus padres, no se emocionar mucho al verlos. Por
qu somos incapaces de vivir de una promesa durante una cri
sis? Seguramente porque no vivimos de esa promesa todos los
das. Mientras ms consultemos la promesa, mayor confianza
le concederemos. No confiamos en los extraos tanto como
en un buen amigo.
Cuntas aventuras se emprenden sin invitar siquiera a la
fe, ni considerar la promesa desde el principio hasta el fin del
[662]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
1. La fe presuntuosa es fcil
Ya que Satans no se molesta en oponerse a la fe presuntuosa,
esta crece como un hierbajo en tierra frtil. El diablo se com[675]
2. La fe presuntuosa es desequilibrada
Tiene una mano paralizada. Cuenta con una mano para recibir
el perdn de Dios, pero ninguna para entregarse a l. La fe ver
dadera posee dos manos: Mi amado es mo, [aqu el alma
acepta a Cristo] y yo suya [aqu se rinde a sus propsitos]
(Cnt. 2:16). Te has entregado libremente a l? Todos profesan
haberlo hecho, pero el alma presuntuosa, como Ananas, mien
te al Espritu Santo y retiene la parte ms importante de lo que
prometi poner a los pies de Cristo. El disfrute de la concupis
cencia est entretejido en su corazn, y no se decide a rendirlo
a la justicia divina. Su vida le va en ello, y si Dios se lo quita
ra, tendra que hacerlo por la fuerza; no hay posibilidad de que
consienta en entregarlo. Es este el retrato de tu fe? De ser as,
te has bendecido con un dolo; has confundido un rostro atre
vido con un corazn creyente.
Por otra parte, si consideras un privilegio el que Cristo ten
ga un trono en tu corazn, como t tienes un lugar en su mise
ricordia, resultas ser un creyente sano. Igual podra Satans lla[676]
3, La fe presuntuosa no disfruta
de la comunin con el Salvador
Cuando un corazn falso pretende tener fe en Cristo, gusta po
co de su dulzura. De ser honrado, admitira su preferencia por
la mesa de los criados, con sus sobras de tesoros carnales, a los
placeres de la santa comunin con Cristo y sus hijos.
El que tiene una fe presuntuosa se jacta de su parte en Dios,
pero no desea estar en su presencia; no bebe el vino del gozo de
la copa celestial. No le consuelan los pensamientos del Cielo,
sino sus posesiones terrenales y mundanas; estos posos son su
gozo.
Sin embargo, la verdadera fe cambia los apetitos de la per
sona. Ningn festn es tan agradable para el creyente como
Cristo. Si Dios aparta los dems platos de la mesa, dejando so
lo Cristo, el creyente tiene lo nico que desea. Pero si las prio
ridades mundanas salud, amigos, dinero permanecen y
Cristo se retira, el hombre exclamar: Quin me ha quitado
a mi Seor!. Solo Cristo sazona los gustos del creyente, en
dulzndolos a su paladar.
El
D ios
El
D ios
3:3-5).
Nadie puede deshacerse de los antiguos acompaantes de la
concupiscencia hasta que, mediante la fe, llega a intimar con la
gracia de Dios revelada en el evangelio.
[687]
5. La vanagloria de la vida
Hay un lugar en el corazn humano que anhela la honra del
mundo; y el diablo se esfuerza por irritar la carne orgullosa con
sus fascinantes ofertas. Cuando por fin se unen la tentacin y
el deseo, Satans logra sus fines.
Aun despus de que los judos se convencieran de la verdad
de la doctrina de Cristo, se apartaron de l y permanecieron es
clavos de su orgullo: Porque amaban ms la gloria de los
hombres que la gloria de Dios (Jn. 12:43). La fe apaga esta
tentacin al orgullo y, con santo desdn, se aparta de todo lo
que el mundo ofrece como soborno por el pecado.
Pero el orgullo no ha cautivado a todos a lo largo de los si
glos. Por la fe Moiss, hecho ya grande, rehus llamarse hijo
de la hija de Faran (He. 11.24). Aunque su adopcin le ha
ca heredero de la corona, la rechaz. Los honores se acercaban
a l como la marea; y fue admirable que resistiera este diluvio
de privilegios. No rechaz un puesto en la corte por otro, sino
que lo hizo por unirse a un remanente de gente pobre y vitupe
rada. Al rechazar el favor real, incurri en la ira del rey; pero
la fe lo llev por las alturas y profundidades de la desgracia y
el favor, de la honra y la deshonra. Y hoy, donde esta gracia de
la fe se halle, en fortaleza o debilidad, sucede lo mismo.
Tambin se han visto tentados los creyentes ms moder
nos. A punto ya de sufrir, se les ofrecieron a estos hombres y
[689]
La victoria de la fe contrastada
con la victoria pagana
Algunos dicen que la victoria de la fe sobre el mundo no es ma
yor que la de algunos paganos bienintencionados. Estos han
dejado los placeres mundanos y resistido la tentacin de enga
ar a sus coetneos, pero estn tan aventajados por la victoria
de la fe como ellos superan el triste ejemplo de algunos cristia
nos indignos; y esto de las siguientes maneras...
1. La uniformidad de la victoria de la fe
La escritura habla del cuerpo del pecado (Ro. 6:6), com
puesto por muchos miembros, y formado por tantas tropas y
regimientos como las fuerzas militares. Una cosa es derrotar a
una divisin y otra muy distinta vencer al ejrcito entero. Los
principios morales de los paganos pueden ganar alguna victo
ria menor y derrotar a algn pecado superficial, pero son ven
cidos estrepitosamente por otra ala de las huestes del pecado.
Cuando parecen triunfar sobre los deseos de la carne y de
los ojos (el provecho y el placer mundanos), se hacen esclavos
de la vanagloria de la vida: son encadenados por el renom
bre y los aplausos del mundo.
As como se dice que el mar pierde tanta arena en una ori
lla como la gana en otra, los principios morales de los paganos
obtienen una supuesta victoria sobre un pecado pero pierden
de nuevo al hacerse esclavos de otro. Sin embargo, la fe es uni
forme, y vence a todo el cuerpo del pecado para que ninguna
concupiscencia permanezca inexpugnable.
El pecado no se enseorear de vosotros; pues no estis ba
jo la ley, sino bajo la gracia (Ro. 6.14). Esto es: ningn peca
do te gobernar. El pecado puede retorcerse como un soldado
herido de rodillas, y muchos de ellos pueden reagruparse como
una tropa dispersada, pero nunca conquistarn el campo de ba
talla donde se mueve la verdadera fe.
2. La seguridad de la victoria de la fe
Muchos dicen creer, y dan gracias a Dios porque no son im
pos. Pero qu puede hacer tu fe? Es capaz de defenderte en
[692]
1. La oracin de fe
Exponle a Dios tu caso en oracin y pide la ayuda del Cielo:
como el comandante de un destacamento que se ve atacado
manda mensajes secretos para informar a su general de la gra
vedad de su situacin. Santiago dice: Combats y luchis, pe
ro no tenis lo que deseis, porque no peds (Stg. 4:2). Cual
quier victoria nuestra vendr del Cielo, pero se quedar all
hasta que la oracin sincera vaya a buscarla.
Aunque Dios quera sacar Israel de Egipto, no hubo seal
de su intervencin hasta que el gemido de su pueblo lleg a
sus odos. Esto alert al Cielo: Subi a Dios el clamor de
ellos [...]. Y oy Dios el gemido de ellos, y se acord de su
[693]
2. La expectacin de la fe
Cuando has estado con Dios, espera algo bueno de l: De ma
ana me presentar delante de ti, y esperar (Sal. 5:3). Si no
crees, por qu oras? Y si crees, por qu no esperas resulta
dos? Al orar pareces depender de Dios; pero al no esperar na
da, vuelves a renunciar a esa confianza y deshaces tu oracin.
Qu es esto, sino tomar en vano su nombre y jugar con Dios?
Es como cuando alguien llama a tu puerta y se marcha antes
que puedas abrir.
[694]
3. La fe confa en Dios
Despus de que Josafat hubo orado y anclado su fe en la palabra
de la promesa, parti bajo este estandarte victorioso contra sus
enemigos (2 Cr. 20). Cristiano, haz lo mismo; apresrate como l.
Te doy el mismo consejo que David le diera a su hijo Salomn:
Levntate, y manos a la obra; y Jehov est contigo (1 Cr.
22:16). La misma fe que hizo que actuaras contra tus pecados co
mo enemigos de Dios, sin duda lo mover a l para obrar a tu fa
vor en contra de ellos.
Aquellos leprosos del evangelio se sanaron, no quedndose
sentados, sino a medida que iban andando. Encontraron sanidad
en la obediencia al mandamiento de Cristo. La promesa dice: El
pecado no se enseorear de vosotros (Ro. 6:14). Adelante, en
tonces, y esfurzate valerosamente contra tus concupiscencias;
cumpliendo con tu deber descubrirs que Dios es fiel a la prome
sa.
La razn por que tantos creyentes se quejan de la fuerza de sus
corrupciones estriba en una de dos races: o bien intentan vencer
el pecado sin actuar sobre las promesas, o solo fingen creer. Utili
zan la fe como ojo, pero no como mano; esperan que la victoria
baje del Cielo sobre ellos, pero no luchan en oracin para conse
guirla. Para ellos, la fe es una ficcin; pero aquel que cree que
Dios har que algo ocurra, tambin creer que l prosperar la
forma que ha elegido para ello.
Por tanto, cristiano, no te quedes sentado diciendo que tu pe
cado caer. S realista, y vstete la armadura; empua las armas
para derrotarlo. Dios, que te ha prometido la victoria, piensa uti[696]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[716]
El
D ios
El
D ios
Para que esto sea seal entre vosotros; y cuando vuestros hijos
preguntaren a sus padres maana, diciendo: Qu significan es
tas piedras? les responderis: Que las aguas del Jordn fueron di
vididas [...]; y estas piedras servirn de monumento conmemo
rativo a los hijos de Israel para siempre (Jos. 4.6-7).
La fe se opone a la desesperacin
El mayor mandamiento de toda la Escritura es creer. Cuando los
judos preguntaron al Seor Jesucristo: Qu debemos hacer
para poner en prctica las obras de Dios? Respondi Jess y les
dijo: Esta es la obra de Dios, que creis en el que l ha enviado
(Jn. 6:28-9). Como si dijera: Recbeme en tu corazn por la fe.
Si haces esto, lo has hecho todo. Eso es la suma de todo. Todo
lo que hagas es intil hasta completar este asunto; pero cuando
has credo, Dios lo aprecia tanto como si guardaras toda la ley.
De hecho, se acepta la fe en lugar de la ley: Al que no obra, si
no cree en aquel que justifica al impo, su fe le es contada por jus
ticia (Ro. 4:5).
La fe en Cristo se acepta como justicia; esto es: que en el Jui
cio la persona evitar la sentencia como si no se hubiera desvia
do ni un paso del sendero de la ley. Si la fe es la obra de Dios por
excelencia, la incredulidad es la del diablo. Este se esfuerza ms
para volvernos incrdulos que borrachos o asesinos. La desespe
racin es la peor forma de incredulidad. Entre los pecados, la in
credulidad es como la peste, la ms peligrosa de las enfermeda
des; pero cuando llega hasta la desesperacin, trae muerte segu
ra. La incredulidad es el pimpollo de la desesperacin, la flor ple
namente formada.
Cada pecado hiere a la ley y al Nombre de Dios. Esta herida
se sana cuando el pecador arrepentido acude por fe a Cristo y se
une con l. Por medio de Cristo, Dios recibe al pecador en pleni
tud de justicia y reivindica su Nombre de la deshonra de nuestras
iniquidades. Es una obra completa y gloriosa de la misericordia
de Dios. Qu opinas del pecador que no est dispuesto a ver sa
nadas las heridas de la ley, y que ha deshonrado a Dios? El des
esperado no permite que Cristo satisfaga el agravio de sus pro
pios pecados contra Dios.
Como los sanguinarios judos y los soldados romanos que
ejercieron su crueldad sobre todo el cuerpo de Cristo, ponindo
le la corona de espinas, clavndole la lanza en el costado y los
clavos en manos y pies, as el pecador desesperado maltrata el
Nombre entero de Dios. Ese pecador pone una falsa corona a la
sabidura de Dios, y clava las manos de su inmenso poder, pen[721]
El
D ios
sando mientras tanto que sus pecados le han puesto fuera del al
cance del poder que Dios posee para salvarlo. Este hombre atra
viesa la tierna misericordia del Dios, que no solo tiene compasin
y ternura, sino que es la misericordia y el amor mismos.
Cul es la suma de toda esta desesperacin? Seguramente re
presenta el mayor cargo de intentar asesinar a Dios mismo. Por
que la plenitud del amor, el poder, la sabidura y la misericordia
de Dios son ms intrnsecos a su Ser, que la sangre lo es a la vi
da de un hombre. Tiembla y arrepintete, porque estn pecando
igual que los moradores del Infierno.
Es significativo que la desesperacin aparezca claramente en
el mismo diablo, quien sabe que no puede obtener perdn y, por
tanto, peca con tanta rabia que llega hasta el Cielo. Este pecado
tiene el mismo efecto en el hombre que en Satans: Y dijeron:
Es en vano; porque en pos de nuestros dolos iremos (Jer.
18:12). A veces un mendigo frustrado empieza a maldecir al due
o de una casa que se niega a abrirle la puerta. Igualmente, la
desesperacin ensea al pecador a jurar con blasfemias ante el
Dios de los cielos. Una vez que la desesperacin ha entrado, es
casi imposible evitar la entrada de la blasfemia.
T que pasas la vida llorando y suspirando por tus terribles
crmenes, por qu sigues luchando contra Dios? Encuentras al
gn amor hacia l en tu corazn, aunque no sientas ahora nin
gn soplo de amor que venga de l hacia ti? Eres tierno, y temes
pecar contra l aun cuando no parece haber esperanza de su mi
sericordia? De ser as, consulate: tu fe ser dbil, pero ests le
jos de hallarte sujeto al poder de la desesperacin.
Judas no fue condenado solamente por su traicin y asesina
to, ya que otros que participaron en estos pecados fueron perdo
nados por la fe en aquella sangre que haban derramado cruel
mente. La muerte comenz su dominio eterno en l cuando la
desesperacin y la impenitencia final llenaron su corazn. Sien
do as la desesperacin, alejmonos de ese abismo maldito!
[722]
Captulo 10
Novena consideracin:
El yelmo del cristiano
Y tomad el yelmo de la salvacin... (Ef. 6:17).
El
D ios
El
D ios
[728]
1. El autor de la esperanza
El
D ios
736]
s los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehov, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que
esperis (Jer. 29:11).
La esperanza es una virtud indagadora: mira ms all de
los actos exteriores de Dios. Con la ayuda de la promesa, pue
de ver el mismo corazn divino y leer los propsitos all es
critos acerca de las circunstancias particulares del cristiano.
Luego, transmite el mensaje que estimula a este a no turbarse
cuando Dios habla palabras duras en el lenguaje de su provi
dencia. La esperanza le asegura al creyente: Dios quiere ben
decirte, por extrao que parezca. Igual que la ley, que vino si
glos despus de la promesa hecha a Abraham, no pudo anu
lar aquella promesa, tampoco las aflicciones podrn destruir
los pensamientos de amor que llevan tanto tiempo en el cora
zn de Dios para tu liberacin y salvacin.
Durante un aguacero, el viajero espera pacientemente bajo
un rbol mientras llueve, ya que espera que se trate solo de un
chubasco pasajero; y ve cmo una parte del cielo se va acla
rando mientras las nubes siguen en otra. La Providencia nun
ca est demasiado nublada, para que la esperanza pueda ver
la bonanza de la promesa: Cuando estas cosas comiencen a
suceder, erguos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra re
dencin est cerca (Lc. 21:28).
Cuando las cosas van peor para el cristiano, este puede no
tardar en encontrarse con un cambio feliz. Porque el gozo de
aquel da bendito vendr en un momento, en un abrir y ce
rrar de ojos, a la final trompeta [...], y nosotros seremos
transformados (1 Co. 15:52). En un momento estamos ves
tidos con los harapos de la carne mortal, y al siguiente nos re
vestimos del manto de la inmortalidad, bordado con una glo
ria mil veces mayor que la del sol. Un mrtir dijo a su com
paero cuando iba camino de la hoguera: En un instante ter
minar nuestro dolor.
La esperanza es un ungento que sana a distancia. La es
peranza del cristiano est en el Cielo, pero cura todas las he
ridas recibidas en la tierra. Eso no es todo. La esperanza pro
fetiza el final feliz de la afliccin del creyente, y le asegura que
se le cuidar en medio de la prueba. Si Cristo enva a sus dis[743]
e) En el gozo de la esperanza
Un corazn triste no es digno de una esperanza viva. Solo el
siervo sin esperanza de paga sirve con semblante apesadum
brado. Pero ya que este no es tu temor, deshonras a Dios y a ti
mismo si demuestras un espritu abatido.
Cristo no quiere morar en un corazn triste ms que t en
una casa sombra: La cual casa somos nosotros, si retenemos
firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza
(He. 3:6). Abre todas las ventanas y deja entrar la luz radiante
de su promesa para ti. No invitamos a los amigos a un cuarto
sin luz, ni los recibimos con mala actitud, ya que pensaran que
nos aburre su compaa. Cristo trae la buena noticia y merece
mejor acogida que un espritu abatido. Si a los condenados se
les susurrara la menor esperanza de salvacin, brillara la luz
en el Infierno y habra regocijo en medio del tormento. Aver[761]
[767]
4. Aumenta el amor
El amor tiene una fuerte influencia secreta sobre la esperanza.
Moiss mostr su hermandad con aquel israelita al matar al
egipcio que haba luchado con l. El amor mata el temor servil
(uno de los peores enemigos de la esperanza), fortaleciendo as
las manos de esta. El que arranca las malas hierbas ayuda a cre
cer al trigo. El temor oprime el espritu del creyente impidin
dole que acte o espere con vigor: El perfecto amor echa fue
ra el temor (1 Jn. 4:18). La libre echar fuera a la esclava. El
temor es de la raza de Agar, esclavizando a todos los que par
ticipan de l.
El amor no tolera el temor. El alma amorosa dice: Tendr
temor de que me haga dao Aquel que ms me ama? Fuera,
temor y duda! No hay lugar para vosotros en mi corazn.
Mientras ms ames a Cristo, ms fuerte ser tu esperanza en
l y lo esperars con mayor tranquilidad. Estas dos virtudes a
menudo van unidas en la Palabra: Y el Seor encamine vues
tros corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo (2
Ts. 3:5). Si lo amas, esperars en l: Conservaos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro Seor Jesucristo pa
ra vida eterna (Jud. 21).
5. Ejercita la esperanza
La repeticin fortalece la costumbre. No tienes ms dinero al
terminar el ao que lo que ahorraste. Por supuesto que est
bien no haberlo perdido, pero podras haberlo invertido para
obtener beneficios. Cristo dijo al siervo perezoso: Debas ha
ber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera re
cibido lo que es mo con los intereses (Mt. 25:27).
[772]
[ 781]
Captulo 11
Dcima consideracin:
La espada del cristiano
Y la espada del espritu, que es la palabra de Dios
(Ef. 6:17).
[ 782]
1. Es defensiva
Por muy gloriosas que sean las dems piezas de la armadu
ra del cristiano, pronto se vera desarmado si no llevara la
espada en la mano. Al creyente lo despojaran de todas sus
virtudes sin esta espada para defenderlas y defenderse con
tra la furia de Satans: Si tu ley no hubiese sido mi delicia,
ya en mi afliccin hubiera perecido (Sal 119:92).
Es algo parecido a la espada ardiente que Dios puso pa
ra impedir que Adn volviera al Paraso. A menudo se com
para al creyente con el huerto y el jardn de Cristo; con la
espada de la Palabra, este ltimo impide que Satans, con
sus constantes incursiones, robe las dulces consolaciones y
virtudes de Dios que posee el cristiano. La Palabra de Dios
atemoriza a Satans, que no puede superar el terror que le
causa. Solo con decir: Escrito est, Cristo ahuyenta al
diablo confundido y aterrorizado. Los creyentes han halla
do que el arma que mejor los defiende de las peores tenta
ciones de Satans, es esta frase que Cristo mismo emple.
Pregunta a David qu arma utiliz para desviar los gol
pes del enemigo; y te dir que fue la Palabra de Dios: En
cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios yo
me he guardado de las sendas de los violentos (Sal. 17:4).
Esto es: Con la ayuda de tu Palabra me he preservado de
las malas obras que destruyen a aquellos que no tienen esta
arma.
2. Es ofensiva
A la vez que defiende al soldado, la espada tambin hiere a
su enemigo. La Palabra de Dios mata tanto como protege.
No solamente impide que creyente se rinda a la tentacin
externa, sino que mata sus pasiones internas y consigue la
victoria. Alguien puede escapar de su enemigo un da, y ver
se derrotado al siguiente. Algunos son capaces de evitar con
taminarse con el mundo temporalmente, pero al final los
mata su enemigo secreto: aquella pasin que nunca fue des
truida por el poder de la Palabra.
[ 783]
I. EL ARMA EN S
En primer lugar esgrimo la espada desnuda, para luego volverla
a envainar. Me refiero a la Palabra de Dios en sus dos aspectos:
primero, el Hijo Eterno de Dios; segundo, la Palabra declarativa
de Dios, distinta segn las varias maneras como l revela su men
te.
1. El aspecto histrico
En esta seccin consideraremos: primero, la antigedad del
contenido; segundo, la sencillez e integridad de los autores.
2. El aspecto proftico
Predicciones tan maravillosas como las de la Palabra solo pue
den fluir de una pluma guiada por la mano divina, ya que to
das acontecieron en el momento exacto de Dios. De dnde
provenan sino de l? Las cosas secretas pertenecen a Jehov
nuestro Dios (Dt. 29:29). Esta es una prerrogativa incomuni
cable del nico Dios Verdadero, que ve todo desde la eternidad
en su verdadera perspectiva, y para cuyo entendimiento infini
to todo es presente.
Satans es ambicioso y quiere que pensemos que l tambin
puede profetizar; por tanto, ha nombrado falsos profetas para
cada poca a fin de dictar insultos al mundo ignorante. Pero
sus predicciones no son profecas verdaderas, ni sus milagros
verdaderos milagros. Estos vaticinios son oscuros y astutamen
te torcidos. Llevan dos caras bajo una sola capucha, y la sutil
serpiente se oculta a su sombra para mantener las apariencias,
salga lo que salga de la profeca. Teniendo esto presente, f
cilmente podremos identificar algunas caractersticas de las fal
sas profecas de Satans.
3. El aspecto doctrinal
Me refiero nicamente a los principios de la fe plasmados en la
Escritura para ser credos y aceptados por todo aquel que des
ee la vida eterna. Bastarn unos pocos ejemplos.
Primero, Dios mismo, objeto principal de nuestra fe. Solo l
puede revelarnos su Ser y naturaleza. El razonamiento natural
seala a la existencia de un Dios, y su poder se percibe en la na
turaleza. Pero cmo llegan los incultos al conocimiento ver
dadero de Dios, cuando los grandes filsofos van dando tum
bos tras un sinfn de teoras sin encontrar la puerta? El apstol
responde: El mundo no conoci a Dios mediante la sabidura
(1 Co. 1:21).
Dios mismo debe revelar la trinidad de personas que consti
tuyen la Divinidad, porque el corazn humano nunca alcanza
r por s solo esta verdad. Lo mismo se puede decir del evan
gelio: Jesucristo, el Dios-hombre, la justificacin por la fe en su
sangre y todo el mtodo de la gracia y la salvacin por medio
de l. Estas verdades nunca penetrarn en el corazn del ms
erudito del mundo; pero un nio, al or la predicacin del evan
gelio, cree estos misterios que hasta Platn y Aristteles pasa
ron por alto.
Una vez revelados tales misterios por la comunicacin di
vina, nuestra razn los contempla como algo desconocido pa
ra la mente natural. Es como si el bho dijera que el sol no da
[791]
4. El aspecto preceptivo
El aspecto preceptivo de la Palabra contiene mandamientos e
instrucciones. Lleva en s la marca de la divinidad, y esto se
ve claramente si consideramos: primero, el vasto mbito cu
bierto por los mandamientos bblicos; y segundo, la pureza de
los mismos.
La divinidad de la Escritura:
sus efectos sobrenaturales
Nada puede causar un efecto mayor que s mismo. Si hallamos
efectos mayores que la capacidad de cualquier criatura, y resul
tan ser producto de la Palabra, es evidente que ella misma es so
brenatural. Lo que dijo el Salmista acerca del trueno, podemos
aplicarlo a la voz del Todopoderoso en el Cielo: Voz de Jehov
con gloria [...] que quebranta los cedros [gobernantes y rei
nos...], derrama llamas de fuego (Sal. 29:4,5,7). Con un cubo
de agua de este ro espiritual, los mrtires apagaron las llamas del
fuego al cual los haban lanzado sus enemigos: Hace temblar el
desierto del mundo, y los pecadores ms soberbios tiemblan co
mo hojas al viento (v. 8). Desnuda los bosques (v. 9) y descu
bre a los pecadores en su mentira, donde se esconden de la ven
ganza divina.
Ms especficamente, hay cuatro efectos poderosos de la Pa
labra en el corazn humano cada uno de los cuales prueba su ori
gen divino. Primero, la Palabra escudria el corazn; segundo,
convence la conciencia; tercero, consuela el alma abatida; y cuar
to, tiene poder para convertir.
1. Dios es su autor
Fue su mano la que forj esta arma; no sali de forja humana, si
no que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espritu Santo (2 P. 1:21).
[ 803]
1. La conversin
A veces los elegidos de Dios, por ignorancia y prejuicio, estn
unidos a los enemigos de los santos. Pero la espada del Espri
tu es un cuchillo sacrificial que desgarra sus corazones y vaca
la sangre caliente de su pecado que los alej de la Iglesia, a fin
de prepararlos para ser una ofrenda aceptable a Cristo.
Los asesinos de nuestro Seor oyeron el sermn de Pedro, y
con un solo pinchazo de la espada del Espritu que tena en su
mano, empezaron a vomitar la sangre de Jess. Estaban hastia
dos de sus pecados, y arrojaron inmediatamente las armas de
la persecucin para alistarse en el ejrcito de Dios.
El enemigo ms furioso de Cristo fue Pablo, cuyo corazn
arda con tal odio contra la Iglesia que respiraba muerte como
un horno candente. Qu armas necesit Jess, sino solo la Pa[ 804]
2. La destruccin
Si los enemigos de Dios se endurecen continuamente contra la
verdad, y se niegan a arrepentirse, solo pueden esperar ser des
truidos. Son como animales, nacidos para presa y destruc
cin (2 P. 2:12). Pueden saber de antemano lo que los des
truir, que no es otra cosa que la Palabra de Dios: Si alguno
quiere daarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus
enemigos; si alguno quiere hacerles dao, debe morir de la mis
ma manera (Ap. 11:5). Aquellos enemigos de los creyentes los
mataron y quemaron libremente, pero la Palabra que estos pre
dicaban los destruir. La Palabra de Dios sobrevive para ven
gar a los cristianos y dar a sus enemigos el golpe de gracia.
La espada de la Palabra es de largo alcance y apunta al pe
cho de todos los enemigos de Dios. Aunque estos se sientan se
guros y poderosos, tarde o temprano Dios abrir una u otra
puerta para que entre por ella su destruccin. El Profeta expre
s la ruina venidera de los filisteos de esta manera: Ay de los
que moran en la costa del mar [...], Jehov ha pronunciado es
ta palabra contra vosotros (Sof. 2:5). Es como si dijera: Sois
un pueblo perdido; el mundo entero no podr salvaros ahora,
pues la Palabra del Seor est contra vosotros. Como un ra
yo, la maldicin de la Palabra quema hasta la raz del pecado.
Las siete naciones de Canan cayeron en la boca de Israel co
mo la fruta madura cae en aquella del que sacude el rbol. La
Palabra del Seor haba ido delante de ellos, y el destino de sus
enemigos estaba sellado.
Con demasiada frecuencia consideramos a los gobiernos co[ 805]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
La suficiencia de la Escritura
Hay peor blasfemia ante Dios que la implicacin de que su
Palabra no contiene todo lo necesario para la salvacin?
Acaso enviara l a su pueblo a la batalla con una espada
tan mellada que no pudiera defenderle ni abrirse camino en
tre sus enemigos hasta el Cielo? Por qu haba de dar el Pa
dre armas que no bastaran para hacer frente a cualquier ene
migo, siendo as que puede proporcionarnos las mejores?
Acaso nos dar armas dbiles e insuficientes para defender
nos, advirtindonos luego de que no debemos emplear nin
guna otra cosa? Sera como enviar a sus ignorantes ovejas al
matadero del enemigo.
Dios mismo recomend encarecidamente esta espada de
las Escrituras a su pueblo, cuando le dijo a Timoteo: Las
cuales te pueden hacer sabio [como creyente] para la salva
cin, y como hombre de Dios [ministro del evangelio],
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2
Ti. 3:15,17). Y l nos prohbe emplear cualquier otra arma
que no sea la que nos proporcionan las Escrituras, conside
rando como una renuncia a la lealtad el hecho de acudir a
otra fuente de consejo o proteccin aparte de su Palabra. La
Escritura es suficiente para los propsitos de Dios, y puede
dar a todo verdadero creyente la sabidura suficiente para en
contrar la salvacin de su alma.
[813]
El
D ios
El
D ios
El
D ios
del que ama; pero importunos los besos del que aborrece (Pr.
27:6). Las heridas de Dios curan, pero los besos del pecado son
mortales. Dice el refrn: El juego, el vino y las mujeres consu
men al hombre entre risas. Es verdad; el pecado mata al pe
cador entre risas, pero Dios salva al alma que sangra por las he
ridas hechas por la Palabra. Algrate si has podido librarte de
las concupiscencias seductoras que te mataran a besos y te en
tregaran a la ira de Dios. La sangre que l te hace derramar
ahora salvar tu alma para siempre.
No hay otra espada parecida en todo el mundo, que cure
cortando; ni otro brazo puede hacer lo mismo con ella que el
Espritu de Dios. Solo el Espritu es capaz de traspasar la con
ciencia, herir y cortar las pasiones pecaminosas tan fuertemen
te arraigadas, como Dios mismo. Pero no creas que hace esto
por todos los que leen la Biblia; aqu debes alabar su dulce mi
sericordia para contigo. Haba muchas viudas en Israel cuando
Dios envi a su Profeta a la mujer de Sarepta. Por qu enton
ces fue a morar con ella? No ha habido nunca sentado a tu la
do en la iglesia un borracho o un mentiroso, en el instante en
que Dios ha armado su Palabra para derribarte a ti y traspasar
tu corazn con la conviccin de pecado? Clama con gratitud
por su gran misericordia: Seor, por qu te has revelado a
m?.
1. El mandamiento
Escudriad las Escrituras (Jn. 5:39). Este mandamiento no
puede ser ms claro. Pero aunque Dios no hubiera expresado
tan claramente este deber, el hecho de tener su Palabra por es
crito nos comunica su propsito. La ratificacin de una ley bas
ta para obligar a los ciudadanos a obedecerla. De nada sirve
alegar la ignorancia, ya que la promulgacin de dicha ley con
lleva la obligacin de enterarnos de su significado y aplicacin.
Cristo condena la ignorancia de los hombres, puesto que l
mismo ha suministrado el conocimiento: Y esta es la conde
nacin: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron ms
las tinieblas que la luz (Jn. 3:19). Muchos huyen de la luz por
que no quieren andar en ella. Si la ignorancia de la Palabra se
condena all donde hay luz, ciertamente Dios nos manda que
abramos los ojos para recibir la sabidura que aquella derrama;
porque antes de que pueda fallarse sentencia condenatoria ha
de transgredirse la ley. Ya que vives donde se predica este evan
gelio, sers juzgado por l, lo conozcas o no.
A los judos se les entreg la Palabra: Les ha sido confiada
la palabra de Dios (Ro. 3:2). Esta Palabra les fue dada a ellos,
y ahora a nosotros, como el padre moribundo le entrega su tes
tamento a su hijo, no para que lo tire, sino para que lo estudie
y haga todo lo que manda.
A la Palabra de Dios se la llama la fe que ha sido una vez
dada a los santos (Jud. 3). Fue entregada para su estudio y
cuidado. De haber nosotros vivido durante la vida fsica de
Cristo, si l nos hubiera dejado una ltima tarea especial, no
lo abandonaramos todo por cumplir la ltima voluntad de
nuestro Salvador? Por l guardamos y transmitimos esta fe de
generacin en generacin, mientras dure el mundo.
[819]
2. Los medios
La Palabra contiene toda la sabidura de Dios para llevar a los
pecadores a la vida eterna. Pero si te niegas a escudriar la Es
critura sentado a los pies del Espritu, que utiliza este nico
libro para preparar a sus discpulos para el Cielo, dnde en
contrars otro Maestro que tenga palabras de vida eterna?
Dios nos lleva a su presencia por medio de la Palabra. En
otros viajes podramos desviarnos un poco, llegando al final
a nuestro destino; pero no hay otro camino a Dios sino por
su Palabra. Y cmo tomaremos ese camino si no lo conoce
mos? Aunque fracases en todo lo dems, estudia la Biblia. A
fin de cuentas, qu es lo ms importante? Puedes leer mu
chos libros de filosofa sin encontrar por ello a Dios. l ha
permitido que esos sabios en su propia opinin creen su pro
pia religin para poderlos desmentir; quiere que todo el mun
do aprenda esta leccin en otra escuela: el ministerio del
evangelio, que solo viene por el or y poner en prctica la Pa
labra. Pues ya que en la sabidura de Dios, el mundo no co
noci a Dios mediante la sabidura, agrad a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicacin (1 Co. 1:21).
Quieres llegar al conocimiento verdadero del pecado? So
lo la Palabra disecciona el cuerpo entero del pecado, dndo
nos una perfecta leccin de anatoma acerca de sus secretos.
Descubre las lceras que hay en nuestros corazones perversos,
las cuales dan muerte a miles de personas que, por ignorancia
de la Palabra, nunca llegan a conocer su enfermedad. Si la
concupiscencia no se manifiesta en llagas abiertas, los filso
fos declararn que la persona est sana: la dolencia del cora
zn, aunque sea una enfermedad antigua, nunca fue diagnos
ticada ni tratada debidamente sino por el Libro sagrado. La
Escritura, adems de diagnosticar el pecado, nos dice cmo
nos contagiamos en un principio: por Adn. Qu gran pen
sador mundano admitira esta genealoga? Sin la Escritura, el
brillante y pattico erudito caer al final en el abismo del pe
cado sin saber quin lo lanz all.
Quieres salir de este abismo? Tu propia cuerda es dema
siado corta y dbil para sacarte. A menos que te aferres a la
cuerda de amor que Dios te tiende, no hay salida del mismo.
[820]
821]
822]
823]
El
D ios
[826]
El
D ios
do, oiga lo que el Espritu dice a las iglesias (Ap. 2:7). Aqu
Dios da un mandamiento, no hace una sugerencia. Hay que es
cuchar lo que dice el Espritu en la Palabra al leerla u orla, por
que aquel que tenga odo para el Espritu no escuchar al se
ductor.
A fin de buscar y encontrar mejor el significado de la Pala
bra, mira a travs de las seis ventanas siguientes...
El
D ios
por ello or, y su oracin hizo venir al ngel para darle ms luz.
Orar en lugar de obcecarse trae la comprensin de la Palabra.
Pero cuando venga el Espritu de verdad, l os guiar a to
da la verdad (Jn.16:13). El Espritu es fruto de la intercesin
de Cristo: Y yo rogar al Padre, y os dar otro Consolador
(Jn. 14:16). Hay que unir nuestra oracin a su intercesin;
mientras Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, ofrece el incienso
en el Lugar Santsimo, nosotros debemos estar orando fuera.
Consideremos, entonces, cmo orar ms fervientemente para
que el Espritu nos gue a toda la verdad.
a) Experimenta el terror de las Escrituras
al condenar la falsa doctrina
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
El
D ios
[860J
El
D ios
El
D ios
[864]