WG El Cristiano Con Toda La Armadura de Dios

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97S-1- 84871- 120-4

~1~11rn~11

EL CRISTIANO
CON TODA LA ARMADURA
DE DIOS
WILLIAM GURNALL
Condensado por Ruthanne Garlock, Kay King,
Karen Sloan y Candy Coat

EL ESTANDARTE DE LA VERDAD
3 Murrayficld Road, Edimburgo EH12 6EL, Reino Unido
P O Box 621, Carlisle, PA 17013, EE.UU.
Copyright 1986 por World Challenge, lnc.
Publicado por primera vez en ingls en tres tomos
en 1655, 1658 y 1662 bajo el ttulo

The Christian in Complete Armour


Revisado y reimpreso en 1864 por Blackie & Sons, Glasgow
La edicin ntegra fue reeditada por The Banner of Truth Trust
en 1964 y frecuentemente reimpresa
La edicin condensada en ingls fue publicada por
World Challenge, lnc., David Wilkerson Crusades, Lindale, Texas,
EE.UU., en asociacin con The Banner of Truth Trust en 1986
Primera edicin en espaol: 2011
Copyright 2011 por The Banner of Truth Trust
para la versin espaola
ISBN: 978-1-84871-120-4
Traduccin: M. Anne Crandell de Garrido
Revisin: Ricardo Cerni
Revisin de estilo: Juan Snchez Araujo
La presente edicin se publica en colaboracin con
EDITORIAL PEREGRINO, S.L.
Impreso en EE.UU.

Printed in USA

Recomendaciones del libro


de Gurnall
Si pudiera leer solo un libro aparte de la Biblia, escogera El
cristiano con toda la armadura de Dios".
John Newton (17251807)
Tratante de esclavos convertido
Autor de Sublime gracia... .
Una hermosa caracterstica del libro de Gurnall es su riqueza
en dichos expresivos, directos y epigramticos. A menudo en
contrars en una lnea y media alguna gran verdad, expresada
tan concisa y, al mismo tiempo, tan completamente que te ma
ravillars de veras de que se pueda decir tanto con tan pocas
palabras.
En la iglesia debera valorarse y estudiarse una teologa escri
turaria y slida, como la contenida en estas pginas. Libros en
los que se considera reverentemente la Escritura como la sola
regla de fe y de prctica; libros en los que se les da su oficio de
bido a Cristo y al Espritu Santo; libros en los que se delinean
y exponen con claridad, sencillez y precisin la justificacin, la
santificacin, la regeneracin, la fe, la gracia y la santidad; es
tos son los nicos libros verdaderamente provechosos. Pocas
cosas necesitan ms un avivamiento que el gusto por libros co
mo estos entre los lectores.
J.C. Ryle (1816-1900)
Primer Obispo de Liverpool
La obra de Gurnall no tiene igual y es valiossima. Cada una
de sus lneas est llena de sabidura; cada frase es sugestiva. Es
ta Armadura completa es, por encima de todo, un libro de

[5]

El cristiano con toda la armadura de Dios


predicador. Tiendo a pensar que habr sugerido ms sermones
que ningn otro volumen no inspirado. A menudo he recurri
do al mismo cuando mi propio fuego arda bajo, y pocas veces
he dejado de encontrar algn carbn encendido en el hogar de
Gurnall.
Charles Haddon Spurgeon (1834-1892)
Pastor del London Metropolitan Tabernacle

[6]

ndice
TOMO I
Introduccin a la edicin en ingls
Nota biogrfica

35
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Captulo 1
Llamada a las armas

41

I. LLAMADA AL VALOR CRISTIANO


La cobarda frente al valor
Fuentes del valor cristiano
1. Conocimiento slido de la verdad de Dios
2. Un corazn bien dispuesto

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II. LLAMADA AL SERVICIO


Las directrices
1. Renuncia a tus pecados predilectos
2. Conforma tu vida a Cristo
3. Salta los obstculos
4. Confa en Dios en cada circunstancia
5. Sigue el camino hasta el final de la vida

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III. LA ADMONICIN DE SER FUERTES


EN EL SEOR
La fuente de las fuerzas del creyente
La importancia de la fuerza de Dios
1. La naturaleza de la conciencia del creyente
2. El carcter de la conciencia
3. La naturaleza del plan de Dios
4. La naturaleza de Dios
Un aviso solemne

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El cristiano con toda la armadura de Dios


IV. LA ADMONICIN PARA APROPIARSE DE
EL PODER DE SU FUERZA
Qu es el poder de su fuerza?
Apropiarnos del poder de Dios
Tres razones para confiar en el poder de Dios
1. Su historial
2. Tu dilema presente
3. Su deseo eterno
El quntuple lazo que asegura el poder de Dios
1. Su estrecha relacin con loscreyentes
2. Su gran amor a los creyentes
3. Su pacto eterno
4. Su propio compromiso
5. La intercesin de su Hijo
Ocasiones para hacer uso del poder de Dios
1. Cuando ests abrumado por el pecado
2. Cuando te vence la tentacin
3. Cuando te oprime el deber cristiano
Cuatro razones por que el poder de Dios a veces
se oculta
1. Puede que hayas pasado por alto el poder de
Dios
2. Dios puede demorarse a propsito
3. El estorbo a la bendicin puede estar en ti
4. Dios puede llamarte a perseverar en
situaciones crticas

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Captulo 2
Primera consideracin: La armadura del cristiano 71
I.

EL CRISTIANO DEBE ESTAR ARMADO


El cristiano armado: Su provisin divina
1. Cristo como armadura
2. Las virtudes de Cristo como armadura
El pecador desarmado: Su psimo porvenir
1. Separados de Dios
2. La ignorancia
3. La impotencia

[8]

71
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Indice
4. La amistad con el pecado y Satans
El enemigo y su plan diablico
1. La inclinacin natural del alma humana
2. La malicia sobrenatural de Satans
La armadura y su Creador
1. Dios es el diseador de la armadura
de sus hijos
2. Dios hace la armadura de sus hijos
y los adiestra para utilizarla
La armadura: sus componentes
1. Todos los componentes juntos cubren
al cristiano entero: alma y cuerpo
2. Cada pieza tiene una funcin especial
3. Cada pieza es completa y perfecta
Nuestros dones: Por qu perfeccionarlos
1. Porque nuestros dones pueden deteriorarse
2. Porque Satans sigue perfeccionando su ira
y astucia
3. Porque cumplimos con el propsito de Dios
cuando crecemos en gracia
El uso correcto de la armadura
1. Hay que ponrsela
2. Hay que ponrsela siempre
La armadura: su lugar correcto
Exhortacin final
II. POR QU EL CRISTIANO DEBE ESTAR
ARMADO
El peligro de no estar armado
Satans como tentador
1. Satans decide cundo tentar
2. Satans decide cmo tentar
3. Satans escoge el instrumento o la persona
que utilizar para la tentacin
Aviso
Advertencia
1. Pide el consejo de Dios
2. Conoce tu corazn

[9]

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El cristiano con toda la armadura de Dios


3. Lee la Palabra de Dios con atencin
102
Satans como acusador de pecado
103
1. Satans acusa a los cristianos de sus propios
pensamientos malvados
104
2. Satans exagera los pecados del cristiano
104
3. Satans se nombra juez y jurado para juzgar a
los creyentes
106
4. Satans intenta robar la promesa del pacto
a los cristianos
107
La respuesta correcta del cristiano ante las
acusaciones de Satans
109
1. Que sus acusaciones te hagan ms diligente 109
2. Que te hagan ms humilde
109
3. Que te demuestren la falsedad de su lgica
109
La respuesta perfecta de Dios ante las acusaciones
de Satans
111
1. Dios utiliza las tretas del propio Satans para
hacer sabios a sus hijos
111
2. Dios utiliza las tretas de Satans para hacer
agradecidos a sus hijos
112
3. Dios utiliza las tretas de Satans para hacer
cautos a sus hijos
113
La fortaleza de los cristianos
113
1. Satans como seductor
113
2. Afrrate a la promesa divina de la justificacin 114
3. Evita caer en la trampa
114
4. Mantn la seguridad de tusalvacin
116
Victoria segura si llevamos la armadura
118
La condenacin de Satans
118
1. La maldicin que pesa sobre Satans
119
2. Los lmites que Dios ponea Satans
119
Las intenciones satnicas y la intervencin divina
120
1. La intencin de Satans: enturbiar
la conciencia del cristiano
121
2. La intencin de Satans: corromper a otros
santos
122
3. La intencin de Satans: mancillar la relacin
del cristiano con Dios
123
[10]

Indice
Captulo 3
Segunda consideracin: La naturaleza de la guerra
y el carcter del enemigo

127

I. NATURALEZA DE LA GUERRA
Por qu deben luchar los cristianos
1. La violencia del conflicto
2. La universalidad del conflicto
3. La duracin del combate
Cmo no se debe luchar
1. No luches contra el Espritu de Dios
2. No luches contra la providencia de Dios
3. No luches con tus propias reglas
Cmo luchar
1. Que Dios sea tu ayudador
2. Practica constantemente
3. Utiliza tu ventaja sabiamente
Una palabra de nimo para los luchadores

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134
134

II. EL CARCTER DEL ENEMIGO


135
Adversarios menores del cristiano: sangre y carne
136
1. Las corrupciones interiores son sangre y carne 136
2. Los seres humanos son sangre y carne
137
Los mayores enemigos del cristiano:
los espritus malignos
141
1. Su sistema de gobierno
142
2. Sus poderes
150
3. El reino satnico (las tinieblas de este siglo) 159
4. La naturaleza de los espritus malignos
(malicias espirituales)
180
5. El campo de batalla (en las regiones celestes
o en las cosas celestiales)
212
Captulo 4
Tercera consideracin:
Segunda exhortacin a las armas
I. LA EXHORTACIN Y LA IMPLICACIN

[11]

225
225

EL CRISTIANO CON TODA LA ARMADURA DE DIOS


Primera observacin: Las implicaciones de una
amonestacin repetida
Verdades imperativas
Las verdades principales o fundamentales
Las verdades incidentales
Las verdades prcticas
Segunda observacin: La necesidad de inspeccionar
y reparar las virtudes
1. Por qu tus virtudes deben hallarse en buen
estado
2. Quin resulta ofendido cuando tu gracia
disminuye
3. Cmo saber si tu virtud declina
4. Cmo recuperar la virtud decadente
II. RAZONES PARA LA EXHORTACIN
Primera razn: La hora de la batalla
1. Naturaleza y caractersticas del mal y del
da malo
2. La certeza del da malo
3. Necesidad de la armadura para resistir en el
da malo
4. Instrucciones para prepararse para
el da malo
Segunda razn: Los requisitos para un final feliz
de la guerra
1. La necesidad de perseverar
2. Nuestra necesidad de la armadura divina para
perseverar
3. Por qu los no regenerados no pueden
perseverar
4. La certeza de perseverar si se est armado
5. El resultado prometido de la perseverancia

Captulo 5
Cuarta consideracin:
La postura que se debe mantener en la guerra
[12]

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264

ndice
I. PERMANECE FIRME: NO HUYAS NI CEDAS
264
Es un mandamiento de la Palabra de Dios
265
Dios proporciona una armadura suficiente para la
batalla
266
La seguridad del cristiano estriba en la resistencia 267
Solo se vence
al enemigo por la fuerza
268
1. Satans es un enemigo cobarde
268
2. Satans es un enemigo invasor
268
3. Satans es un enemigo acusador
269
II. PERMANECE EN TU SITIO SIN USURPAR
EL DE OTRO
Cinco consideraciones para persuadirnos
a estar firmes
1. Pierdes la aprobacin de Dios al abandonar tu
puesto y trabajar fuera de tu vocacin
2. Pierdes la proteccin de Dios al pasar por alto
sus restricciones en cuanto a ubicacin y
vocacin
3. Dios no te pide cuentas por el trabajo de otro 274
4. Sufres sin necesidad cuando llevas cargas que
Dios no reservaba para ti
5. Un espritu inestable suele alejar a las personas
de su puesto y vocacin
III. PERMANECE FIRME: NO TE DUERMAS
Por qu el cristiano debe mantenerse despierto
1. Su trabajo es demasiado importante y exigente
para hacerlo medio dormido o de mala gana 278
2. La vigilancia consigue ventajas para el
cristiano de tres formas importantes
Cmo vigilar
1. Hay que vigilar constantemente
2. Hay que vigilar totalmente
3. Hay que vigilar sabiamente

[13]

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El. cristiano con toda la armadura de Dios


TOMO 2
Captulo 6
Quinta consideracin:
El cinturn espiritual de la verdad

287

1. LA VERDAD DOCTRINAL COMO CINTURN


DE LA MENTE
288
El juicio fundamentado en las verdades de Cristo 289
Por qu los cristianos necesitan un juicio
fundamentado en la verdad
290
1. Para proteccin contra la daina naturaleza
de las doctrinas falsas
290
2. Para proteccin contra la naturaleza sutil de
los embaucadores
291
3. El juicio fundamentado en la verdad influye
de modo general en todo el hombre
292
Cmo fundamentar el juicio en la verdad
293
1. Abraza la verdad sinceramente
293
2. Sigue el ministerio de la Palabra
294
3. Evita limitar tu juicio a una sola persona
o grupo
294
4. Cuidado con la curiosidad
295
5. Busca humildemente la sabidura
fundamentada de Dios
295
6. No te ofendan las diferencias de opinin
296
7. Conoce el valor de la verdad en tu corazn
296
Una profesin libre y valiente de la fe
297
1. Mantn una profesin firme de la verdad
297
2. Dios ha confiado su verdad a sus hijos
299
3. Mantn tu profesin de la verdad frente a la
muerte y el peligro
300
Cmo estar ceido con la profesin de la verdad 301
Embaucadores que utilizan la
verdad
302
1. Los que emplean la verdad para su beneficio
carnal
302
2. Los que hablan de la verdadsin vivirla
302
3. Los que no tienen celo contra los enemigos
de la verdad
303
[14]

ndice
Cmo hacer que los corazones ardan de amor
por la verdad
1. Conforma tu corazn a la verdad
2. Que tu corazn se llene continuamente del
amor de Dios
3. Medita con frecuencia en la excelencia de la
verdad
4. Que tu corazn se llene del temor de la ira
de Dios contra la apostasa

304
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309

II. UN CORAZN SINCERO O NTEGRO


COMO CINTURN DE LA VOLUNTAD
309
Qu significa un corazn sincero
309
Por qu la integridad se compara a un cinturn
310
1. Porque cubre las juntas de la armadura
310
2. Porque presta fuerza
310
La sinceridad cubre las deficiencias del cristiano
311
1. La verdad moral
311
2. La rectitud evanglica
312
Las deficiencias que la sinceridad cubre
315
1. Los bienes externos temporales
315
2. La fealdad del pecado
317
Cmo la integridad cubre las deficiencias
del cristiano
317
Por qu la integridad cubre las deficiencias
del cristiano
320
1. La integridad fluye de la gracia del pacto del
evangelio
320
2. La integridad cubre las deficiencias por el gran
amor de Dios
322
Los compaeros inseparables de la integridad
323
1. La integridad predispone el alma
323
2. La integridad abre el alma libremente a Dios 324
Naturaleza de la hipocresa y la repugnancia de Dios 326
Las ofensas de la hipocresa
328
1. La hipocresa viola la luz de la naturaleza
328
2. La hipocresa es la pecaminosidad de los
dems pecados
328

[15]

El cristiano con toda la armadura de Dios


Falsa adoracin y falsas pretensiones
330
1. El hipcrita profana la santa adoracin a Dios 330
2. El hipcrita finge una relacin con Dios y Cristo 332
Busca la integridad
334
1. La eternidad depende de tu integridad
334
2. La hipocresa puede ocultarse en tu corazn 335
3. La bsqueda de la integridad es factible
335
La falsa profesin de fe del hipcrita
336
1. El hipcrita afirma que no soporta la hipocresa 336
2. El hipcrita se jacta de no tener miedo
336
3. El hipcrita revela sus devociones secretas
337
4. El hipcrita dice que declara la guerra al pecado 338
Las caractersticas de la integridad
339
1. El corazn ntegro es un corazn nuevo
339
2. Corazn ntegro, corazn sencillo
341
3. El cristiano sincero es constante
344
4. El cristiano ntegro es progresivo
347
Instrucciones para los insinceros
348
1. Reconoce la naturaleza mortal de tu
insinceridad
348
2. Date cuenta de que no puedes curar tu propia
hipocresa
350
3. Lleva tu hipocresa a Cristo: su destreza
y fidelidad te podrn curar
350
Instrucciones para los sinceros e ntegros
352
1. Camina ante la mirada de Dios
353
2. Acta con amor, no con temor
355
3. Medita en la sinceridad de Dios
357
4. Cuidado con los pecados de presuncin
361
5. Ponte por encima del amor y el temor al
mundo
362
6. Guarda tu corazn con una disciplina estricta 363
Consuelo para el creyente sincero que tiene
dudas
364
1. No pienses que eres hipcrita porque en este
momento no veas evidencias de tu integridad 364
2. Date cuenta de que Satans quiere sembrar
duda y temor en tu corazn
364
3. Busca las evidencias de tu integridad
367

[16]

Indice
La sinceridad fortalece el espritu del creyente
1. La fuerza preservadora de la sinceridad
2. La fuerza restauradora de la sinceridad
3. La fuerza consoladora de la sinceridad
4. La fuerza de la sinceridad contra la tentacin
5. La importancia de luchar por la sinceridad
6. La bendicin de la sinceridad
7. La certeza de la sinceridad contra el miedo
a la apostasa
8. Aviso: No te glores en la sinceridad
9. Teme la hipocresa, no la afliccin
Captulo 7
Sexta consideracin: La coraza del cristiano
El significado de la justicia
1. La justicia legal
2. La justicia evanglica
Por qu se compara la justicia con la coraza
1. La coraza protege la parte central del cuerpo 396
2. La coraza da valor al cristiano
El vnculo entre la coraza y el cinturn
1. La verdad en la doctrina
2. La verdad del corazn
I. POR QU TODO CRISTIANO DEBE PONERSE
SIEMPRE LA CORAZA
1. Dios quiere que sus hijos sean santos
2. Satans desea la impiedad del pueblo de Dios
La excelencia del poder de la santidad
1. Solo ocurre en el ser humano
2. Da evidencias para el Cielo
3. Nos capacita para la comunin con Dios
4. Proporciona paz
5. Tiene mucha influencia en los dems
6. La santidad y la justicia son pilares de las
naciones

[17]

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El cristiano con toda la armadura de Dios


II. CMO EXPRESA EL CRISTIANO EL PODER
DE LA SANTIDAD
415
En el combate contra el pecado
415
1. Evita la apariencia del pecado
415
2. Lucha contra el pecado por las razones de Dios 416
3. Mortifica el pecado
417
4. Crece en la santidad contraria al pecado
418
5. Combate el pecado en la vida de los dems
419
6. Rechaza la vanagloria
419
En la adoracin
420
1. S consecuente en todas las ordenanzas
420
2. Busca las metas de Dios
421
En el trabajo
424
1. Diligencia
425
2. Conciencia
425
3. xito
426
4. Contentamiento
426
5. Prioridades
427
En el trato con los dems
429
1. El poder de la santidad en la familia
429
2. El poder de la santidad en tu vecindario
435
III. DIRECCIN PARA EL CRISTIANO QUE
DESEA LA SANTIDAD
Cmo mantener la santidad
1. Pon buenos cimientos
2. Fija la vista en la regla adecuada
3. Mantn tus motivos puros
4. Toma a Cristo como ejemplo de la vida
santificada
5. Depende de Dios para tu santidad
6. Escoge amistades espirituales
7. Rinde cuentas a un cristiano maduro
8. Contempla la santidad desde la perspectiva
de la muerte
9. Depende del pacto divino de gracia
10. Gurdate del desaliento
La estrategia satnica para despojar al cristiano
de su coraza

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Indice
1. Satans dice que la rectitud estorba al placer 450
2. Satans dice que la rectitud estropea
la prosperidad
3. Satans amenaza a la rectitud con la oposicin
del mundo
Dos rasgos de la vida santificada
1. El pecado y la santidad existen y se
oponen mutuamente
2. Es posible vivir en el poder de la santidad
Amonestacin a los impos
1. Algunos se satisfacen con su impiedad
2. Otros se esconden tras una falsa santidad
3. Muchos se burlan de la justicia
Exhortacin a los cristianos
1. Bendice a Dios por proporcionarte la coraza 469
2. Mantn ceida la coraza
3. S humilde en la santidad
Captulo 8
Sptima consideracin:
El calzado espiritual del cristiano
1. QU SIGNIFICA AQU EL EVANGELIO
La mejor noticia del mundo
1. Dios perdona y luego da
2. No puede haber malas noticias despus que
se ha abrazado la buena noticia de Cristo
Propiedades de un mensaje gozoso halladas en el
evangelio
1. Un mensaje gozoso debe ser bueno
2. El mensaje del evangelio es tan grande como
bueno
3. Un mensaje bueno concierne ntimamente
a sus oyentes
4. La sorpresa aade gozo a la noticia
5. Un mensaje bueno debe ser una verdad
comprobada
Una llamada a nuestra compasin por los que nunca
han odo el evangelio

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El cristiano con toda la armadura de Dios


El mundo rechaza el evangelio
1. Solamente un remanente abraza el evangelio 483
2. La mayor parte de la cristiandad se compone
de discpulos viejos, no de recin convertidos 484
3. Hay divisiones en el pueblo de Dios
Exhortacin a los incrdulos y los creyentes
1. A los incrdulos
2. A los creyentes

482

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485
485
487

II. QU SIGNIFICA AQU LA PAZ


490
La paz de la reconciliacin con Dios
491
1. La necesidad de paz con Dios
491
2. La paz solo proviene del evangelio
493
3. Por qu Dios efecta la paz mediante
el evangelio
495
Superioridad de nuestra naturaleza en Cristo
a la naturaleza de Adn
500
1. Unin del pecador reconciliado con Dios
502
2. La comunin del pecador reconciliado
con Dios
502
Por qu buscar la paz con Dios
504
1. Considera lo ofrecido: la paz con Dios
505
2. Considera quin te ofrece la paz: el Dios santo 507
3. Considera cmo te ofrece Dios la paz
507
4. Considera lo que ocurre cuando rechazas
la paz de Dios
510
Cmo hallar la paz con Dios
512
1. Reconoce que hay enemistad que entre
t y Dios
512
2. Asegrate de tener buenas motivaciones
513
3. Abandona tu rebelin y somtete a la
misericordia de Dios
515
4. Corre humildemente al trono de la gracia
y pdele a Dios que te d la paz
518
Exhortacin a los que ya tienen paz con Dios
521
1. No hagas las paces con el pecado
521
2. Reconcilate con los dems
522
3. Confa en Dios para suplir tus necesidades
522

[20]

Indice
4. Soporta con paciencia la afliccin
5. Que la esperanza se alimente de la gloria
celestial
6. Testifica a los dems
La paz de la conciencia
1. Qu satisface la conciencia?
2. Qu es lo que aplica la satisfaccin a la
conciencia?
Amonestacin a los que niegan que la paz de la
conciencia sea la bendicin del evangelio
1. Algunos niegan laseguridad de la salvacin
2. Algunos piensan cosas vanas acerca
del evangelio
3. Algunos buscan la paz fuera del evangelio
Caractersticas de la paz del evangelio
1. El consuelo del evangelio se derrama en
el corazn quebrantado
2. La paz del evangelio se da a los siervos
obedientes
3. La paz del evangelio fortalece y restaura
al cristiano
4. La paz del evangelio consuela el alma
La paz del amor y la unidad
1. La unidad de corazn entre los primeros
cristianos
2. La perfeccin de esta paz y este amor mutuo
en el Cielo
Solo el evangelio une los corazones y las mentes
en paz
1. El evangelio presenta fuertes razones para
la paz y la unidad
2. El evangelio borra las causas de la contienda
La diferencia entre la paz de los cristianos y de los
pecadores
1. La paz y el amor entre impos
2. El pecado de los pastores que avivan las
contiendas
Exhortacin a mantener la paz

[21]

523
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551
552

555
555
557
560

El cristiano con toda la armadura de Dios


1. Los cristianos deben buscar la paz por amor a
Cristo
2. Los cristianos deben buscar la paz por su
propio bien
3. Los cristianos deben buscar la paz por el bien
de otros
La paz con la creacin
111.EL APRESTO PARA PROCLAMAR
EL EVANGELIO DE LA PAZ
Qu significa este apresto?
Por qu se llama el apresto del evangelio de
la paz?
La preparacin para las pruebas
Por qu los cristianos han de estar preparados
para las pruebas?
1. Cristo exige este espritu
2. Cristo merece este espritu
3. Esta disposicin evidencia un corazn lleno
de gracia
4. Un espritu dispuesto libera a la persona
5. La disposicin a servir prepara al cristiano
para el servicio
6. La disposicin a servir ayuda a disfrutar de
la vida
Por qu tan pocos son cristianos
1. Dios llama a todo cristiano a prepararse para
sufrir
2. Muchos se niegan a ponerse el calzado del
evangelio
Exhortacin a ponernos el calzado de la disposicin 587
1. El sufrimiento puede llegar de repente
2. Si no ests dispuesto a sufrir por Cristo en la
tierra, no llevars corona en el Cielo
Instrucciones para llevar el calzado espiritual
1. Examina la sinceridad de tu obediencia
2. Ora por la capacidad espiritual de sufrir
3. Medita acerca del sufrimiento
|22)

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589
589
590
590
591
592

Indice
4. Acepta la voluntad de Dios diariamente
593
5. La abnegacin debe formar parte de tu vida
594
6. Deja atrs las pasiones mundanas
595
La paz del evangelio prepara al cristiano para
596
las pruebas
Cmo la paz del evangelio prepara al cristiano
598
para el sufrimiento
1. La paz del evangelio eleva al creyente por
encima del peligro
598
2. Quien tiene paz con Dios es hijo de Dios
599
3. El alma que tiene paz con Dios es heredera
de Dios
599
4. La paz del evangelio hace invencible la fe
600
5. La paz con Dios llena el corazn de amor
a Cristo
601
6. La paz con Dios fomenta la abnegacin
601
7. La paz con Dios fomenta el don de la paciencia 603
La paz y la paciencia del evangelio
604
1. Paciencia en la afliccin sin la paz del evangelio 604
2. Puede haber paz del evangelio sin paciencia
en la afliccin?
605
La sensibilidad de la conciencia cristiana
605
1. Los pecados presuntuosos son ladrones
que roban el consuelo
606
2. La negligencia es el xido que estropea la
fortaleza de la paz
606

TOMO III
Captulo 9
Octava consideracin:
El escudo espiritual del creyente

La fe que el apstol alaba


La naturaleza de la fe justificadora
Por qu la fe se compara con un escudo
El significado de la expresin sobre todo

[23]

609
609
610
616
618

El cristiano con toda la armadura de Dios

I. LA PREEMINENCIA DE LA FE SOBRE
LAS DEMS VIRTUDES
La razn de esta preeminencia de la fe
1. Dios busca la fe
2. El favor dado a la fe
3. La importancia de nuestra justificacin
4. La influencia de la fe en las dems virtudes 625
Cmo influye la fe en las dems virtudes
1. La fe da trabajo a las dems virtudes
2. La fe ayuda a las dems virtudes a recibir
fuerza de Cristo
3. La fe defiende al cristiano en el ejercicio de
todas las virtudes
4. Solo la fe gana aceptacin ante Dios para
todas las virtudes y sus obras
5. La fe proporciona ayuda cuando fallan las
dems virtudes
6. La fe conforta al creyente cuando abundan
las dems virtudes
La preeminencia de la incredulidad sobre los
dems pecados
Por qu debemos ser sensatos cuando se pone
a prueba nuestra fe
1. Segn sea tu fe, as sern tus dems virtudes 637
2. La excelencia de la verdadera fe hace ms
repulsiva la fe falsa
3. La fe falsa y halagadora estorba la obra de
la fe verdadera
Cmo juzgar la verdad de la fe
1. Cmo genera el Espritu la fe en el alma
2. Las caractersticas de la fe generada por
el Espritu
Exhortacin a los incrdulos para que obtengan
el escudo de la fe
Instrucciones a los incrdulospara obtener la fe
1. Deja que tu corazn quede convicto de
incredulidad
2. No te resistas al Espritu Santo cuando te
ofrece su ayuda
[24]

619
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651
652

Indice
3. Clama en oracin a Dios por la fe
4. Medita a menudo en la promesa
5. Apremia a tu alma con la fuerte obligacin
de creer
Exhortacin a los creyentes a conservar el escudo
de la fe
La fe debe conservarse con esmero por su
preeminencia sobre las dems virtudes
Instrucciones a los creyentes para conservar la fe
1. La Palabra de Dios es vital para producir
y conservar la fe
2. Examina tu conciencia
3. Practica tu fe
4. Enfrntate a cualquier incredulidad residual
5. Esfurzate por aumentar tu fe
Cmo saber si tu fe es fuerte o dbil
1. Mientras ms plenamente puede el
cristiano confiar en las promesas
de Dios, ms fuerte es su fe
2. Mientras ms se conforma el corazn del
cristiano con los cambios que la Providencia
hace en su situacin en este mundo,
ms fuerte es su fe
3. Mientras ms puede esperar el cristiano las
respuestas, ms fuerte es su fe
4. Mientras ms sufre el cristiano de buen grado
por la promesa, ms fuerte es su fe
5. Mientras ms fcilmente se resiste el creyente
a la tentacin, ms fuerte es su fe
6. Mientras ms obediente y compasivo es el
cristiano en su vida, ms fuerte es su fe
7. Mientras ms templada es la actitud del
cristiano ante la muerte, ms fuerte es su fe 670
El creyente ha de reconocer la fe
Sospechas que llevan a una persona a negar su fe 672
Caractersticas de las dudas que pueden acompaar
a la verdadera fe
1. El creyente verdadero siente vergenza y pena
ante la duda
[25]

655
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673
673

El cristiano con toda la armadura de Dios


2. Un creyente sincero anhela la bondad de Dios
a pesar de las dudas
3. Las dudas motivan al creyente a buscar en
Dios lo que teme que le falta
4. A pesar de las dudas, el verdadero creyente
se apoya en Cristo y an desea aferrarse a l 675
Caractersticas de la fe presuntuosa
1. La fe presuntuosa es fcil
2. La fe presuntuosa es desequilibrada
3. La fe presuntuosa no disfruta de la
comunin con el Salvador

673
674

675
675
676
677

II. UN ARGUMENTO EFICAZ PARA APAGAR


LOS DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO
677
Descripcin del enemigo
678
1. La naturaleza del enemigo
678
2. La unidad del enemigo
679
3. La provisin guerrera del enemigo
680
El poder de la fe sobre el enemigo
682
Los dardos de fuego de las tentaciones agradables 682
El poder de la fe para apagar las tentaciones
684
agradables
1. Los deseos de la carne
685
2. Cmo la fe apaga los deseos de la carne
685
3. Los deseos de los ojos
688
4. Cmo la fe apaga los deseos de los ojos
688
5. La vanagloria de la vida
689
6. Cmo la fe apaga la vanagloria de la vida 690
La victoria de la fe contrastada con la victoria
692
pagana
1. La uniformidad de la victoria dela fe
692
2. La seguridad de la victoria de la fe
692
Cmo utilizar el escudo de la fe para apagar
693
las tentaciones agradables
1. La oracin de fe
693
2. La expectacin de la fe
694
3. La fe confa en Dios
696
Los dardos de fuego de las tentaciones temibles
697
[26]

Indice
El poder de la fe contra los dardos de fuego de
las tentaciones temibles
1. El dardo de fuego del atesmo
2. Cmo la fe apaga el dardo del atesmo
3. El dardo de fuego de la blasfemia
4. Cmo la fe apaga el dardo de la blasfemia
5. El dardo de fuego de la desesperacin
6. Cmo la fe apaga el dardo de la desesperacin 708
La fe se opone al pecado al vislumbrar la grandeza
de Dios
1. La fe ve la grandeza de Dios
2. La fe ve la santidad de Dios y su perdn
La fe alivia el alma que teme la justicia de Dios
1. La propiciacin de Cristo alude a la
misericordia de Dios
2. Dios sella la propiciacin de Cristo
3. La misericordia de Dios declara su justicia 713
4. La propiciacin de Cristo paga toda la deuda
del pecado
5. La justicia solo se glorifica pasivamente en
la condenacin de los pecadores
La fe lucha contra el pecado mediante la grandeza
de las promesas de Dios
La fe ensea la virtud de las promesas de Dios
1. La fe acude a la fuente de las promesas
2. La fe llega al fondo de las promesas
3. La fe busca testigos en quienes Dios haya
cumplido sus promesas
La fe se opone a la desesperacin
Captulo 10
Novena consideracin: El yelmo del cristiano

La conexin del yelmo con el escudo y las dems


piezas de la armadura
1. La conexin entre las virtudes santificadoras
en su nacimiento
2. La conexin entre las virtudes santificadoras
en su crecimiento y deterioro
[27]

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726

El. CRISTIANO CON TODA LA ARMADURA DE DIOS

Inferencias sacadas de la conexin entre las virtudes 727


1. Fuerza para las virtudes dbiles
727
2. Consuelo para la turbacin en cuanto al futuro 728
I. QU ES EL YELMO DE LA SALVACIN?
La naturaleza de la esperanza que forma este yelmo 728
1. El autor de la esperanza
2. La meta de la esperanza
3. El objeto de la esperanza
Por qu se llama la esperanza de salvacin
1. La salvacin abarca todo el objeto de la
esperanza
2. La esperanza de salvacin se distingue de
la esperanza mundana
Por qu la esperanza se compara con un yelmo
1. El yelmo defiende el alma
2. El yelmo alienta el alma
II. EL USO DEL YELMO
La esperanza y las obras excelentes
1. La esperanza libera de los malos deseos
2. La esperanza causa el rechazo de los placeres
mundanos
3. La esperanza da valor al cristiano
4. La esperanza fomenta deseos santos
La esperanza y la diligencia en todo servicio
La esperanza apoya al cristiano afligido
La influencia de la esperanza en el cristiano afligido 740
1. La esperanza tranquiliza al cristiano afligido 740
2. La esperanza llena el alma de gozo
3. La esperanza alienta al alma afligida
La esperanza y el consuelo cuando Dios demora el
cumplimiento de la promesa
1. Dios a menudo demora el cumplimiento
de la promesa
2. El creyente a veces tiene que esperar mucho
tiempo el cumplimiento de la promesa
3. La esperanza facilita la perseverancia
[28]

728
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742
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747
748
749

Indice
La esperanza da seguridad cuando Dios demora
el cumplimiento de la promesa
1. La esperanza afirma que aunque Dios se
demore en cumplir la promesa, no tardar
2. La esperanza afirma que cuando Dios venga,
recompensar con creces la espera
3. La esperanza afirma que mientras Dios se
demora en cumplir una promesa,
proporciona otra

749
749
751
752

III. APLICACIONES DE LA DOCTRINA DEL


YELMO CRISTIANO
753
El metal del yelmo de la salvacin
754
Una exhortacin a los poseedores de esta esperanza 763
1. Agradece este don inefable
757
2. Vive segn tus esperanzas
757
Por qu debemos reforzar la esperanza
763
1. Es tu deber
763
2. Negarte a fortalecer la esperanza demuestra
poca estima por Cristo y su salvacin
764
3. Puedes ver tu esperanza severamente probada 765
Cmo fortalecer la esperanza
763
1. Estudia la Palabra de Dios con diligencia
768
2. Mantn pura la conciencia
770
3. Pide a Dios una esperanza ms fuerte
771
4. Aumenta el amor
772
5. Ejercita la esperanza
772
6. Recuerda las misericordias pasadas
775
Una exhortacin a los que no poseen este yelmo
778
1. La desesperanza causa una gran tristeza
779
2. Es posible obtener la esperanza de salvacin 780
3. La crueldad de atraer voluntariamente sobre
ti la destruccin eterna
780
Captulo 11
Dcima consideracin: La espada del cristiano

El arma del cristiano

782
782

[29]

El cristiano con toda la armadura de Dios

1. Es defensiva
783
2. Es ofensiva
783
La disposicin y el lugar de esta pieza de la armadura 784
1. Las virtudes del Espritu de Dios son necesarias
para emplear bien la Palabra
784
2. El cristiano no est a salvo sin la Palabra
785
I. EL ARMA EN S
785
Qu significa la Palabra de Dios"
785
1. El Hijo eterno de Dios
785
2. La Palabra declarativa de Dios, distinta segn
las varias maneras como l revela su mente 785
Las Sagradas Escrituras: autntica Palabra de Dios 786
La divinidad de la Escritura: su tema principal
787
1. El aspecto histrico
788
2. El aspecto proftico
789
3. El aspecto doctrinal
791
4. El aspecto preceptivo
792
La divinidad de la Escritura: sus efectos
795
sobrenaturales
1. Tiene poder para escudriar
795
2. Tiene poder para convencer
797
3. Tiene poder para consolar
797
4. Tiene poder para convertir
798
II. POR QU A LA PALABRA DE DIOS SE LA
LLAMA LA ESPADADEL ESPRITU
Por qu la Palabra de Dios se compara con
una espada
Por qu se atribuye esta espada al Espritu
1. Dios es su autor
2. El Espritu es el nico intrprete verdadero
de la Palabra
3. Solo el Espritu de Dios puede hacer que la
Palabra acte en el alma
La Palabra escrita es la espada que vence a los
enemigos del cristiano
La Palabra de Dios derrota a los perseguidores
[30]

801
802
802
802
802
802
803
804

Indice
1. La conversin
2. La destruccin
La Palabra de Dios derrota a los herejes
La Palabra de Dios vence las corrupciones
y concupiscencias
La Palabra de Dios vence a la afliccin
La presuncin de los sistemas religiosos que quitan
esta espada espiritual al pueblo
La suficiencia de la Escritura
La perversidad de utilizar la espada en defensa
del pecado
La gratitud por la Palabra
1. Bendice a Dios por la traduccin de las
Escrituras
2. Bendice a Dios por el ministerio de la Palabra 816
3. Bendice a Dios por el poder de las Escrituras
en tu alma
La importancia de estudiar la Palabra de Dios
1. El mandamiento
2. Los medios
Dios puede interpretar su Palabra
III. CMO UTILIZAR LA ESPADA DE LA PALABRA
Cmo utilizar la espada contra los perseguidores
1. Adopta una postura respecto de los principios
y las prcticas que ensea la Biblia
2. Que las Escrituras te enseen ms temor de
Dios y menos temor al hombre
3. Entrega tus concupiscencias a la espada
del Espritu
4. Fortalece tu fe en las promesas divinas en
cuanto a la persecucin
Promesas bblicas para las penas del cristiano
1. Los problemas personales
2. Aflicciones de los creyentes por la causa
de Cristo
Cmo utilizar la espada contra los herejes
1. No acudas a la Palabra con corazn impuro
[31]

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829

El cristiano con toda la armadura de Dios


2. No midas las verdades bblicas por tu propio
razonamiento
829
3. No juzgues de antemano las enseanzas
de la Palabra
830
4. Pide a Dios que te revele los misterios de las
Escrituras
830
5. Coteja versculo con versculo
834
6. Consulta con autoridades fieles dentro
de la iglesia
835
Cmo emplear la espada contra las concupiscencias 836
1. Recoge ejemplos bblicos de la deformidad
del pecado
837
2. Encuentra respuestas bblicas al falso
razonamiento de Satans
842
3. Guarda la Palabra en tu corazn
847
4. Reclama ante el trono de la gracia la
promesa contra el pecado
850
Cmo utilizar la espada de la Palabra contra
851
las aflicciones
1. Conoce tu derecho a las promesas de Dios
852
2. Recoge y examina las promesas segn sus
aplicaciones
855
3. Recoge la totalidad de las promesas de Dios
855
4. Medita en las promesas de Dios
856
5. Reclama las promesas ante el trono de lagracia 858
6. Acta creyendo que Dios cumplir suspromesas 858
Exhortacin a los pastores en cuanto a la espada
860
de la Palabra
1. Conoce la Palabra de Dios
861
2. En el plpito no utilices otra espada que
la Escritura, y esgrmela con fidelidad
862

[32]

Tomo I

Introduccin a la edicin en ingls

eonard Ravenhill, un muy buen amigo mo, me dio un


ejemplar de El cristiano con toda la armadura de Dios
acompandolo de las solemnes palabras: Este libro revolu
cionar tu vida. Ha tenido un profundo efecto en la ma, y creo
que ahora ests listo para recibir su mensaje.
Al principio dej el libro de lado: era demasiado largo, tena
demasiadas palabras y estaba escrito en el ingls del siglo XVII.
Luego, por curiosidad, ech un vistazo a las primeras veinticin
co pginas, y eso fue suficiente para hacerme caer de rodillas.
Gurnall, el piadoso puritano, haba tocado alguna fibra pro
funda de mi ser. Sus palabras eran tan escudriadoras, tan
abrasadoras, tan punzantes que sacudieron mi hombre interior,
y devor con avidez el libro entero.
Inmediatamente orden ms ejemplares para repartirlos en
tre algunos pastores amigos, pensando que ellos tambin se en
tusiasmaran tanto con la obra como lo estaba yo; pero pronto
descubr que pocos ministros se hallaban dispuestos o podan a
dedicar el tiempo necesario a sacar el oro precioso que sus
1200 pginas contenan. Otros se quejaban de que no eran ca
paces de comprender el lenguaje puritano de Gurnall.
Puesto que el libro y su mensaje son tan importantes, deci
dimos devotamente buscar el mejor equipo editorial que pu
diramos conseguir para producir una versin abreviada en in
gls moderno. Los resultados nos emocionaron de veras: nues
tros redactores fueron capaces de conservar la carne del men
saje y lo mejor de los ejemplos de Gurnall.
Creamos que siendo El cristiano con toda la armadura de
Dios un libro tan importante, deba publicarse en una versin
ms breve y moderna para su ms amplia aceptacin.
Estamos encantados de que The Banner of Truth concorda
ra con nuestra evaluacin y decidiera publicar el manuscrito
editado en una versin en rstica de tres volmenes.
La coordinadora del proyecto fue Ruthann Garlock, asisti
da por Kay King, Karen Sloan y Candy Coan. Dedicaron al
[35]

El cristiano con toda la armadura de Dios

mismo ms de un ao de carioso trabajo; y les estamos ms


que agradecidos por su tarea abnegada.
Creo que El cristiano con toda la armadura de Dios, bien en
esta versin abreviada o en la original que The Banner of Truth
an tiene en existencia, debera formar parte de la biblioteca de
cada hombre y mujer de Dios. A ningn dirigente cristiano,
maestro, pastor, evangelista u obrero debera faltarle. Esta obra
respira santidad, pureza y nos mueve a la oracin y a una de
dicacin ms plena a Jesucristo.
De todos los escritores puritanos, pienso que es Gurnall
quien habla ms directamente a esta generacin.
Creo que Dios ha honrado en gran medida a The Banner of
Truth encomendndole la proclamacin del mensaje divino; y,
sin duda alguna, este es uno de los libros ms importantes ja
ms escritos aparte de la Palabra de Dios. Bendecir eterna
mente el da en que lo hicieron llegar a mis manos.

David Wilkerson
Siervo de Jesucristo
Autor de
La cruz y el pual

[36]

William Gurnall
Nota biogrfica
L nombre de William Gurnall aparece pocas veces en la his
toria de la Iglesia del siglo XVII, pero su obra acerca de la
guerra espiritual ha sido editada varias veces a lo largo de ms
de 300 aos y ha bendecido a miles de creyentes desde su pri
mera aparicin.
La investigacin demuestra que naci en noviembre de
1616, en la ciudad costera de Lynn, condado de Norfolk, In
glaterra, a unos 150 km de Londres. Su padre fue primero con
cejal y luego alcalde de Lynn, ciudad principal de la zona ms
profundamente protestante de la Inglaterra del siglo XVII. Los
habitantes de Norfolk y Suffolk eran conocidos por su profun
do amor por las doctrinas de la Reforma.
Excelente estudiante, Gurnall fue premiado con una beca
por la ciudad de Lynn para asistir al Emmanuel College de
Cambridge. Empez sus estudios formales all a los 16 aos,
poco despus de la muerte de su padre. Fue educado segn la
reverencia de los puritanos, los excelentes de la tierra, y es
tudi en un colegio profundamente puritano, por lo que sera
de extraar que no adquiriera opiniones puritanas. Algunos de
sus contemporneos en Emmanuel College se hallaban entre
los autores y dirigentes puritanos ms prominentes de la poca.
Los puritanos formaban un gran segmento del protestantis
mo del siglo XVII, que buscaba purificar la Iglesia anglica
na. Crean que los atuendos sacerdotales y las complicadas ce
remonias eran innecesarios. Muchos seguan un culto sencillo,
sin el uso de breviarios, y usaban de una organizacin eclesis
tica sencilla; la mayora crea que todo el clero deba tener el
mismo rango, y que ningn obispo ni alto dignatario deba
controlar a los pastores de las congregaciones.
A los 28 aos, Gurnall fue nombrado rector de la iglesia de
Lavenham, en Suffolk, ciudad entonces de unos 1800 habitan
tes, la mitad de los cuales eran feligreses suyos. Al ao siguien

El cristiano con toda i a armadura di;. Dios


te se cas con la hija de un pastor, Sarah Mott, que le dio diez
hijos. Gurnall pas el resto de su vida 35 aos ejerciendo
aquel pastorado.
Durante la mayor parte de su vida padeci mala salud. En
los primeros das de su ministerio en Lavenham, fue llamado
una vez a predicar ante la Cmara de los Comunes en Londres.
Solo se peda este servicio a los predicadores ms dotados, lo
cual demuestra la gran estima de que gozaba Gurnall como
predicador. Sin embargo, se excus, diciendo en su carta: Es
una carga demasiado pesada para mis hombros, especialmente
al presente, cuando tantas enfermedades me oprimen que solo
puedo salir por poco tiempo al aire libre sin que peligre mi sa
lud. Tanto menos, entonces, podra hacer un viaje tan largo en
esta poca invernal (Londres estaba a menos de cien kilme
tros).
Los aos del ministerio de Gurnall en la parroquia de La
venham estuvieron llenos de grandes acontecimientos de la his
toria inglesa: una guerra civil, el regicidio de Carlos I, la decla
racin del Protectorado bajo el lder puritano Oliver Cromwell
y, despus, la muerte de este y la restauracin de la monarqua
bajo Carlos II. Pero el acontecimiento ms significativo para
Gurnall fue la aprobacin del Decreto de Uniformidad.
Este decreto, aprobado en 1662, requera que todo ministro
se conformara a las directrices de la Iglesia anglicana en cuan
to a los cultos, uso del Libro de Oracin y la autoridad ecle
sistica. Fue la culminacin de aos de conflictos entre los pu
ritanos y los lderes eclesisticos oficiales (aunque no existe in
dicacin alguna de que Gurnall participara en el conflicto). Co
mo resultado, unos 2000 pastores y maestros puritanos aban
donaron sus cargos, adquiriendo el sobrenombre de inconfor
mistas y, por consiguiente, fueron perseguidos por la intole
rancia de la Iglesia anglicana. Gurnall, en vez de alinearse con
sus colegas puritanos, opt por permanecer dentro de la Iglesia
estatal. Firm la declaracin requerida por el Decreto de Uni
formidad, y fue ordenado presbtero por el obispo evanglico
de Norwich, Reynolds.
He aqu la razn por que se ha escrito tan poco acerca de
William Gurnall en los anales de la historia eclesistica. Aun[38]

Nota biogrfica
que sin duda era puritano en doctrina y prctica, no se uni al
grupo con el cual estaba principalmente de acuerdo. Esta deci
sin no le hizo popular con ninguna de las dos partes en que
Inglaterra estaba dividida en cuestiones religiosas. Un neutral
nunca es popular; cada parte se ofende porque no se une a
ellos. Por tanto fue desestimado por ambos lados.
Pero Gurnall no era neutral en asuntos espirituales. En
aquella poca de lucha y controversia civil y religiosa, predic
a sus fieles estos mensajes acerca de la guerra espiritual.
Con la ayuda de un mecenas, Gurnall edit el material en
tres tomos entre 1655 y 1662. Dedic el primero de dichos to
mos a los habitantes de Lavenham. He aqu un extracto de su
prlogo:
El tema de este tratado es serio: la guerra entre el creyente y Sa
tans. Una guerra tan sangrienta, que la guerra ms cruel en
tre hombres es como un deporte infantil en comparacin. Lee
rs aqu acerca de una guerra espiritual; no de la historia de
una batalla ya terminada de pocas pasadas, sino de una gue
rra actual, pues la tragedia est presente entre nosotros. Y no
ocurre en los confines de la tierra, sino que te incumbe a ti y a
todos los que estn leyendo. El escenario de esta guerra es la
misma alma del hombre. No hay neutrales en esta guerra. To
do el mundo est implicado en la lucha, ya sea por Dios con
tra Satans o por Satans contra Dios.

Gurnall muri el 12 de octubre de 1679, a los 63 aos. El


hecho de que se publicaran seis ediciones de su obra durante su
vida demuestra lo pronto que se reconocieron sus mritos.
Otras obras de teologa del siglo XVII fueron famosas en su
da, pero ahora pocas veces se leen. En cuanto a Gurnall, todo
lo concerniente a l menos su libro parece haber pasado des
apercibido. Solo con este, aunque muri, habla todava (He.
11:4). Las evidencias indican que vivi y muri a 50 km de su
lugar de nacimiento. No tuvo mayor oficio que el de rector de
Lavenham, y hoy da no hay seales de su descendencia.
William Burkitt, conocido comentarista del Nuevo Testa
mento y rector de Milden, cerca de Lavenham, conmemor a

[39]

El cristiano con toda la armadura de Dios


Gurnall en una conferencia dos meses despus de su muerte.
Termin con estas palabras:
Estara por debajo de sus mritos celebrar su muerte con la
mentos verbales; ni se conforma nada a su memoria ms que
lo sagrado y divino, como lo son sus escritos. Que su justa fa
ma por ellos, y sus virtudes, sea preciosa para toda poca ve
nidera; y cuando se borre todo epitafio en el mrmol, como si
se escribiera en el agua, cuando toda pirmide majestuosa se
deshaga en polvo y todo monumento venerable de la antige
dad sea devorado por los dientes corrosivos del tiempo, per
manezca entonces esta corta caracterizacin para describirlo
como retrato mejor y ms pleno:
FUE UN CRISTIANO CON TODA I.A ARMADURA DE
DIOS.

[40]

Captulo 1

Llamada a las armas

l apstol Pablo tena un espritu discernidor. Al escribir a los


creyentes de feso, saba que tena que prepararles para un
sufrimiento sin precedentes. Pero primero quiso alentarlos y
consolarlos, y por ello les record el poder del Seor: Por lo de
ms [...], fortaleceos en el Seor y en el poder de su fuerza (Ef.
6: 10).
Es como si pensara: Algunos de mis queridos amigos esta
rn temblando al ver la fuerza de sus enemigos y su propia de
bilidad; al ver que aquellos son tan numerosos y esta tan poca;
y que los adversarios van bien equipados y son diestros mien
tras ellos son novatos. Saba que un alma atormentada por el
miedo est demasiado preocupada con el sufrimiento actual co
mo para escuchar los consejos de los amigos mejor intenciona
dos. El temor paraliza a su vctima como a un soldado que co
rre temblando a la trinchera ante el primer rumor de ataque,
negndose a salir hasta que haya pasado toda amenaza de pe
ligro.
Por eso Pablo busca un antdoto contra el temor, y pronto lo
encuentra. Es la respuesta milenaria a la situacin paralizadora
sufrida por todo creyente desde Adn en adelante. Nos dice:
No te dejes abrumar por los temores. Sigue adelante con valor
y s fuerte en el Seor. He aqu la gran consolacin: El final
de la batalla depende de Dios, no de tu capacidad ni fuerza!.
Seguramente, toda alma temblorosa suspirar de alivio cuan
do oiga esta buena noticia. Ahora el creyente puede centrarse en
la tarea que tiene entre manos: la de ser fuerte. Es una ex
hortacin asaz frecuente en la Biblia: Esforzaos y animaos (2
Cr. 32:7); Decid a los de corazn apocado: Esforzaos, no te
mis! (Is. 35:4). Esto es como decir: Rene toda la fuerza de
tu alma, porque te va a hacer falta!.

[41]

El cristiano con toda la armadura de Dios

I. LLAMADA AL VALOR CRISTIANO


La cobarda de espritu est por debajo del deber cristiano. Va
a hacer falta valor y determinacin para obedecer al Capitn
celestial. l te manda: S fuerte y muy valiente. Por qu?
Para librar batalla contra naciones guerreras? Para ganar fa
ma y fortuna? No! Sino para cuidar de hacer conforme a to
da la ley que mi siervo Moiss te mand (Jos. 1:7). Para obe
decer fielmente a Dios hace falta un espritu ms valiente que
para mandar un ejrcito, y para ser creyente ms que para ser
capitn. Este reto es superior al valor de los mejores, a no ser
que tengan la ayuda de una fuerza mayor que ellos.
El razonamiento laico contempla al cristiano de rodillas y se
burla de la dbil postura que asume un hijo de Dios cuando sus
enemigos se echan sobre l. Solo la comprensin espiritual pue
de percibir los poderosos preparativos que realmente estn te
niendo lugar entonces. Pero igual que un soldado sin armas no
puede hacer las mismas hazaas que uno bien equipado, tam
poco un cristiano carnal podr llevar a cabo para Dios las
obras que un creyente entregado puede esperar efectuar a tra
vs de la oracin. La oracin es la va principal que nos conec
ta con el trono de Dios. Por ella el creyente se acerca a Dios con
el valor humilde de la fe; se aferra a l; lucha con l; y no lo
suelta sin recibir su bendicin.
Mientras tanto, el cristiano carnal, inconsciente de los peli
gros de su estado pecaminoso, se lanza a la batalla con una
confianza loca que pronto se acobarda cuando su consciencia
se despierta y da la alarma porque su pecado se le viene enci
ma. Entonces, asombrado por el ataque sorpresa, tira las armas
y huye de la presencia de Dios como el culpable Adn, sin atre
verse a mirarle a la cara.
Todo deber para con Dios en la vida del cristiano est pla
gado de dificultades que le acechan desde la maleza en su mar
cha hacia el Cielo. Debe luchar contra el enemigo por cada cen
tmetro de terreno en el camino. Solo aquellas almas nobles que
se atreven a tomar el Cielo por la fuerza son aptas para este lla
mamiento.

[42]

Llamada a las armas

La cobarda frente al valor


Esta analoga guerrera revela la razn de que haya tantos que
profesan a Cristo y tan pocos que son cristianos de hecho; tan
tos que salen a batallar contra Satans y tan pocos que vuelven
airosos. Todos pueden tener deseos de ser soldados de xito,
pero pocos tienen el valor y la determinacin de luchar con las
dificultades que los acosan en el camino a la victoria. Todo Is
rael sigui a Moiss con alegra al salir de Egipto. Pero cuando
apret un poco el hambre, y se aplazaron sus deseos inmedia
tos, estuvieron dispuestos a abandonar enseguida. Preferan la
esclavitud del faran a las bendiciones prometidas por el Seor.
Hoy en da nada es distinto. Cuntos rompen con Cristo en
la encrucijada del sufrimiento! Como Orfa, solo le acompaan
parte del camino (Rt. 1:14). Profesan creer en el evangelio y se
hacen llamar herederos de las bendiciones de los santos. Pero
al llegar la prueba, pronto se cansan del viaje y se niegan a so
portarla por Cristo. A la primera seal de dificultad, besan al
Salvador y se alejan, reacios a perder el Cielo, pero an ms re
acios a comprarlo a tan alto precio. Si tienen que resistirse a
tantos enemigos en el camino, se contentan con sus propias cis
ternas estancadas y dejan el Agua de Vida para otros que se
aventuran ms all. Quin entre nosotros no ha aprendido por
experiencia que hace falta un espritu diferente del mundano
para seguir a Cristo plenamente?
Por tanto, creyente, que esto te incite a pedirle a Dios la de
terminacin y el valor santo que hacen falta para seguir a Cris
to. Sin ellos no podrs ser lo que profesas. Los temerosos mar
chan hacia el Infierno (Ap. 21:8) y los valientes toman el Cielo
por la fuerza (Mt. 11:12). Los cobardes nunca han ganado el
Cielo. No pretendas que has nacido de Dios, con su sangre re
al en tus venas, a no ser que puedas probar tus antecedentes
con este espritu heroico: atreverte a ser santo a pesar del hom
bre y el diablo.
Encontrars gran fuerza y nimo al saber que tu comisin es
divina. Dios mismo te apoya en la batalla y ha nombrado a su
Hijo como Gua de tu salvacin (He. 2:10, BJ). l te llevar al
campo de batalla con valor, y saldrs de all con honor. l vi[43]

El cristiano con toda la armadura de Dios

vi y muri por ti; y vivir y morir contigo. Su misericordia y


amor para con sus soldados no tiene comparacin. Los histo
riadores dicen que Trajano rasg sus propias vestiduras para
vendar las heridas de sus soldados. La Biblia afirma que Cristo
derram su propia sangre como ungento para sanar las heri
das de sus santos, y su carne fue desgarrada para vendarles.
En cuanto a valor, nuestro Seor no tiene igual. Nunca vol
vi la espalda ante el peligro, ni aun cuando el odio infernal y
la justicia divina parecan estar en su contra: Pero Jess, sa
biendo todas las cosas que le haban de sobrevenir, se adelant
y les dijo: A quin buscis? (Jn. 18:4). Satans no poda de
rrotarle; nuestro Salvador nunca perdi batalla, ni cuando per
di la vida. Gan la victoria, llevando el botn al Cielo en el ca
rro triunfal de su ascensin. All lo exhibe abiertamente, para
el gozo inefable de santos y ngeles.
Como parte del ejrcito de Cristo, t marchas entre los es
pritus honrados. Cada uno de tus amigos soldados es hijo del
Rey. Algunos, como t, estn en medio de la batalla, asediados
por todas partes por la afliccin y la tentacin. Otros, despus
de muchos asaltos, repulsas y recuperaciones de fe, ya estn so
bre la muralla del Cielo como vencedores. Desde all observan
y animan a sus camaradas en la tierra a marchar cuesta arriba
tras ellos. Claman diciendo: Lucha a muerte y la Ciudad se
r tuya, como ahora es nuestra! Por unos das de conflicto ten
drs el galardn de la gloria celestial. Un momento de este go
zo divino secar todas tus lagrimas, sanar tus heridas y bo
rrar la dureza de la guerra con el gozo de tu victoria perma
nente.
Es decir: Dios, los ngeles y los santos que estn con el Seor
son espectadores de tu manera de desenvolverte como hijo del
Altsimo. Esta nube de testigos (He. 12:1) grita gozosamente des
de la muralla celestial cada vez que vences una tentacin, supe
ras una dificultad, o recuperas terreno perdido al enemigo. Y si
la lucha es superior a tus fuerzas, tu amado Salvador est listo
con reservas para aliviarte en cualquier momento. Su corazn
salta al ver tu amor y celo por l en tus conflictos. No olvidar
tu fidelidad. Y cuando salgas del campo de batalla, te recibir
con el mismo gozo que tuvo el Padre al volver l al Cielo.
[44]

Llamada a las armas

Quieres ser un soldado valiente? Entonces presta atencin


a lo que se dice a continuacin.

Fuentes del valor cristiano


Si piensas luchar valerosamente contra la oposicin en tu mar
cha hacia el cielo, tus principios deben estar bien fijados. De
otra forma tu corazn ser inestable, y un corazn inestable es
tan dbil como una casa sin vigas; la primera rfaga de viento
lo tirar. Hacen falta dos cosas para fijar tus principios:
1. Conocimiento slido de la verdad de Dios
Al que solo conoce de vista al Rey, fcilmente le persuadirn a
cambiar de lealtad, o por lo menos intentar permanecer neu
tral ante la traicin. Algunos que profesan ser cristianos solo
conocen el evangelio por encima. Apenas pueden dar cuenta de
lo que o en qu esperan. Y si eligen algunos principios que les
agradan, son tan inestables que cualquier brisa los barre, como
tejas sueltas del tejado.
Cuando Satans te golpea y la tentacin te abruma como las
olas, tienes que aferrarte a las verdades de Dios. Son tu refugio
en cada tormenta. Pero debes tenerlas a mano, listas para ser
utilizadas. No esperes a hundirte para remendar la barca. Una
entrega dbil es muy insegura ante la tempestad. Mientras esta
ella hace aguas y se hunde, la santa determinacin fundada en
la Palabra levantar cabeza como una roca entre las olas ms
arboladas.
La Palabra promete: El pueblo que conoce a su Dios se es
forzar y actuar (Dn. 11:32). Un ngel le indic a Daniel los
hombres que permaneceran firmes por Dios ante la tentacin
y persecucin de Antoco. Algunos seran engaados por el so
borno de hombres corruptos; otros seran vctimas de la inti
midacin y las amenazas. Pero unos pocos, bien fundados en la
base de su fe, haran hazaas para Dios. Esto significa que los
halagos no los corromperan, ni seran vencidos por el poder y
la fuerza.

[45]

El cristiano con toda la armadura de Dios

2. Un corazn bien dispuesto


El conocimiento intelectual de Cristo no es suficiente; seguir a
Cristo es principalmente un asunto del corazn. Si tu corazn
no tiene un propsito fijo, tus principios por buenos que sean
se soltarn y no servirn en la batalla ms que un arco sin cuer
da. Una decisin a medias no har mucho por Cristo. Tampo
co un corazn con motivaciones falsas. Un hipcrita puede
mostrar cierta fuerza por el momento, pero pronto abandona
r su profesin cuando se le pise el callo del pie; esto es, cuan
do se le pida que niegue lo que su corazn malvado deseaba ne
gar desde el principio.
Si eres un soldado serio, no coquetees con ninguno de tus
deseos inferiores a Cristo y el Cielo. Sern como rameras que
te roban el corazn. Considera a Jeh, lo valiente y celoso que
pareca al principio. Entonces, por qu le fall la determina
cin antes de terminar siquiera la mitad de la obra? Porque su
corazn nunca estuvo nicamente puesto en Dios! Aquella am
bicin que primero aviv su celo, al final lo ahog. Se compro
meti con hombres malvados para obtener sus fines. Entonces,
al alcanzar el trono, no se atrevi a poner por obra el plan de
Dios por temor a provocar a aquellos mismos malvados y as
perder el reino (2 R. 10:31). Su corazn estaba puesto en los
placeres del mundo ms que en el favor de Dios.
II. LLAMADA AL SERVICIO

Las directrices
Todo soldado est llamado a una vida de servicio activo, igual
que el creyente. La misma naturaleza de ese llamamiento ex
cluye una vida ociosa. Si pensabas ser soldado de verano, con
sidera con cuidado tu comisin. Tus rdenes espirituales son ri
gurosas. Igual que el apstol, no quiero que ignores esto y, por
tanto, cito algunas directrices.
1. Renuncia a tus pecados predilectos
Aquellos pecados ms cercanos a tu corazn deben ahora ser
hollados bajo tus pies. Y se necesita valor y coraje para hacer[46]

Llamada a las armas

lo! Crees que Abraham fue probado al lmite cuando se le pi


di tomar a Isaac tu hijo, tu nico, a Isaac a quien amas
(Gn. 22:2) y ofrecerlo con sus propias manos. Pero no tiene
ni comparacin con esto: Alma, toma tu deseo, el hijo ms
cercano a tu corazn, tu Isaac, aquel pecado del cual piensas
granjear mayor placer. Ponle las manos encima y ofrndalo; de
rrama su sangre ante M; clava el cuchillo sacrificial en su mis
mo corazn, y hazlo con gozo!.
Esto es superior a las fuerzas humanas. Nuestros deseos no
se quedarn quietos sobre el altar con la paciencia de Isaac, ni
como el Cordero que va mudo al matadero (Is. 53:7). Nuestra
carne ruge y chilla, partindonos el corazn con sus horribles
gritos. Quin puede expresar el conflicto, la lucha, las convul
siones de espritu que aguantamos antes de cumplir con esta or
den de corazn? Quin puede explicar plenamente la sutileza
con que tal deseo defender sus derechos?
Cuando el Espritu te convence de pecado, Satans tambin
intentar convencerte. Te dir: No tiene importancia, acpta
lo. O sobornar el alma con una proposicin de secreto: Pue
des quedarte con esto, y tambin con tu buena reputacin. No
se notar para avergonzarte ante los vecinos. Puedes encerrar
lo en el tico de tu corazn, lejos de la miradas, si me dejas de
vez en cuando sentir los abrazos salvajes de tus pensamientos y
tu afecto secreto.
Si no se le permite esto, entonces Satans pide una prrroga
para la ejecucin, sabiendo que en la mayora de estos casos los
pecados al final obtienen el indulto total. Mientras ms lo apla
cemos, ms difcil ser romper con los elocuentes artificios de
este defensor del pecado y la muerte, para llevar a cabo su eje
cucin. En esto los hombres ms valientes de la historia han si
do como arcilla en manos del adversario. Vuelven de la batalla
con banderas de victoria al vuelo, para vivir y morir en su ca
sa esclavos de un deseo rastrero. Son como aquel gran general
romano que, en su paseo triunfal por la ciudad, no poda qui
tar los ojos de una prostituta que iba por la calle; un conquis
tador de imperios, cautivo de la mirada de una sola mujer!

[47]

El cristiano con toda la armadura de Dios

2. Conforma tu vida a Cristo


Se nos manda no conformarnos a este siglo; esto es, no com
prometernos con las costumbres corruptas del da. El creyente
no debe ser un sastre tan complaciente que corte el manto de
su profesin segn la moda. En su lugar, debe plantarse en sus
principios, demostrando abiertamente ser ciudadano del Cielo
al revestirse de la verdad. Hace falta gran coraje para hacer ca
so omiso del menosprecio que sin duda arrostrars por tu dis
conformidad. Tristemente, hay muchos que no pueden sopor
tarlo. Hemos visto muchas veces como un manto de orgullo cu
bre rpidamente el manto celestial de la justicia imputada en
aquel que teme las burlas de los hombres, si se atreve a hablar
abiertamente de Cristo (cf. Jn. 7:13). Cuntos pierden el Cie
lo por vergenza a acudir vestido de tontos!
Mientras algunos se burlan, otros perseguirn a muerte al
creyente que no se conforme a los principios y prcticas de es
te mundo. Esta fue la trampa que se les puso a los tres hebreos
exiliados en Babilonia. Tenan que bailar al son de Nabucodonosor, o morir (Dn. 3:15). Igualmente en el caso de Daniel, que
anduvo de forma tan perfecta que la nica acusacin que sus
enemigos pudieron encontrar contra l fue su entrega a su reli
gin (Dn. 6:5). En tal caso, cuando la decisin es de vida o
muerte, cuando un creyente est ante la alternativa de negar a
su Seor o ser presa de hombres sanguinarios, cuntas retira
das y huidas inventa el corazn cobarde para protegerse! Es un
gran honor para el cristiano si lo nico que pueden decir sus
enemigos es: No vive como nosotros. El cristiano que se en
frenta a tanta oposicin debe aferrarse bien a su fe, si no quie
re ser desmontado enseguida.
3. Salta los obstculos
Siempre hay aquellos en la iglesia que, por medio de graves
errores de conducta y juicio, han puesto piedras de tropiezo an
te los cristianos profesos. Har falta una santa resolucin para
enfrentarse al desnimo. Esfurzate como Josu. Cuando la
mayora de los israelitas se rebelaban y su corazn miraba ha
cia Egipto, Josu mantuvo su integridad. Declar que aunque
ningn otro se le uniera, l igual servira al Seor.
[48]

Llamada a las armas

4.

Confa en Dios en cada circunstancia


A veces el santo ha de confiar en un Dios escondido: El que
anda en tinieblas y carece de luz, confe en el nombre de Jehov, y apyese en su Dios (Is. 50:10). Esto requiere un paso de
cidido de fe: aventurarse a entrar en la presencia de Dios con la
misma temeridad que Ester lo hizo ante Asuero. Aunque no nos
sonra, ni alce su cetro de oro para que nos acerquemos, debe
mos ir adelante con esta noble resolucin: Si perezco, que pe
rezca (Est. 4:16)
Esto nos lleva por la fe un paso ms all: tambin hemos de
confiar en el Dios que nos mata. Hay que declarar con Job:
Aunque l me matare, en l esperar (Job 13:15). Hace falta
una fe sumisa para que el alma siga adelante cuando Dios, con
rostro adusto, parece disparar flechas envenenadas contra ella.
Es muy duro, y pondr a prueba el talante del cristiano. Pero
este espritu se encontraba en la cananea, que recibi las nega
tivas de Jess y, con humilde valor, se las devolvi en su ruego
(Mt. 15:22-28).
5. Sigue el camino hasta el final de la vida
Tu obra y tu vida deben terminar juntas. Persistir hasta el fin
ser el aguijn en tu carne cuando el camino parezca intermi
nable y tu alma pida liberarse antes de tiempo. La constancia
aade peso a todas las dificultades del llamamiento. Hemos co
nocido a muchos que se han unido al ejrcito de Cristo y les ha
gustado ser soldados durante un par de escaramuzas; pero
pronto se han hartado y han terminado por desertar. Se alistan
por impulso en el deber cristiano, se persuaden fcilmente a
profesar la religin, y con la misma facilidad la abandonan.
Como la luna nueva, brillan un poco al empezar la noche, pe
ro se esconden antes del alba.
Perseverar es difcil! Tomar la cruz a diario, orar siempre,
velar da y noche, y nunca quitarse la armadura para descan
sar, hace que muchos se alejen entristecidos de Cristo. Pero es
te es tu llamamiento: hacer de la fe cristiana el trabajo diario,
sin vacaciones cada ao. Estos ejemplos bastan para demostrar
el coraje y valor que necesitas. Cmo obtenerlos ser el prxi
mo tema que tratemos.
[49]

El cristiano con toda la armadura de Dios

III. LA ADMONICIN DE SER


FUERTES EN EL SEOR

La fuente de las fuerzas del creyente


Una vez exhortados todos los santos a la frrea resolucin y al
indmito coraje para la guerra, el apstol nos lleva a buscar la
fuente de nuestra fuerza no en nosotros mismos, sino fuera de
nosotros, en el Seor: Fortaleceos en el Seor...".
La fuerza de un general est en sus hombres: l vuela sobre
las alas de ellos. Si a estos se les cortan las plumas o resulta que
se desnucan, queda desvalido. Pero en el ejrcito de los santos,
la fuerza de toda la tropa se arraiga en el Seor de los ejrcitos.
Dios puede vencer a sus enemigos sin la ayuda de nadie, pero
sus santos no pueden defender el destacamento ms pequeo
sin su brazo fuerte.
Uno de los nombres de Dios es la Gloria [o Fuerza] de Is
rael (1 S. 15:29). Dios era la fuerza del corazn de David. Con
l, aquel pastorcillo pudo desafiar al gigante que retaba a todo
un ejrcito; sin la fuerza de Dios, David temblaba ante la pala
bra del filisteo. Bendito sea Jehov, mi roca escribi Da
vid, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos pa
ra la guerra (Sal. 144:1). El Seor es igualmente tu fuerza en
la guerra contra el pecado y Satans.
Algunos se preguntan si se comete algn pecado sin que Sa
tans tenga parte. Pero si la cuestin fuera si alguna accin san
ta se ejecuta sin la ayuda especial de Dios, est claro: Separa
dos de m, nada podis hacer (Jn. 15:5). Pablo lo expres as:
No que seamos competentes por nosotros mismos para pen
sar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra compe
tencia proviene de Dios (2 Co. 3:5). Los santos tenemos una
reserva de gracia, pero es como el agua en el fondo del pozo,
que no sube por mucho que bombeemos. Primero, Dios tiene
que cebar la bomba con su gracia para despertarnos, y enton
ces brotar como un manantial.
Pablo dice: Porque el querer el bien est en m, pero no el
hacerlo (Ro. 7:18). Tanto la voluntad de hacer como la accin
subsiguiente son de Dios: Porque Dios es el que en vosotros
[50]

Llamada a las armas


produce as el querer como el hacer, por su buena voluntad
(Fil. 2:13). Dios est al pie de la escala y tambin arriba, como
Autor y Consumador, ayudando al alma en cada peldao para
subir hacia el cumplimiento de cualquier accin santa. Y una
vez que emprendemos la obra, cunto aguantaremos? Solo
mientras nos sostenga la misma mano que nos dio poder al
principio. Pronto agotamos la fuerza que nos da, de modo que
para mantenernos en un caminar santo, hemos de renovar la
fuerza celestial a cada momento.
El creyente, como una copa sin pie, no puede mantenerse so
lo ni mantener lo recibido si Dios no lo sostiene en sus manos
fuertes. Sabiendo esto, Cristo, a punto ya de subir al Cielo y
dispuesto para dejar a sus hijos, pidi que el Padre los cuidara
en su ausencia: Padre santo, a los que me has dado, gurdalos
en tu nombre (Jn. 17:11). Es como si dijera: No se les puede
dejar solos. Son nios dbiles y pobres incapaces de cuidarse. A
no ser que los sostengas con fuerza y los tengas siempre bajo
tus ojos, perdern la gracia que yo les he dado y caern en la
tentacin; por tanto, Padre, gurdalos.
Hasta en la adoracin, nuestra fuerza est en el Seor. Con
sidera, por ejemplo, la oracin. Queremos orar? Dnde en
contrar temas de oracin? Qu hemos de pedir como convie
ne, no lo sabemos (Ro. 8:26). Por nuestra cuenta, pronto nos
meteramos en alguna tentacin, y oraramos por aquello que
Dios sabe que no debemos tener. Para protegernos, entonces,
Dios pone las palabras en nuestra boca (cf. Os. 14:2). Pero sin
algn clido afecto que deshiele el grifo del corazn, las pala
bras se congelarn en nuestros labios. Podemos buscar en vano
en los pasillos del corazn y en los rincones del alma sin en
contrar ni una chispa en nuestra propia estufa, a no ser un fue
go extrao de deseos naturales, que no servir. No; el fuego
que deshiela el fro corazn debe venir del Cielo: un don del
Dios que es fuego consumidor (He. 12:29).
Primero, el Espritu se extiende sobre el alma, como el pro
feta sobre el nio; entonces el alma empieza a enardecerse, dan
do algn calor celestial a su devocin. Por fin el Espritu des
hiela el corazn, y la oracin fluye de los labios del creyente tan
naturalmente como las lgrimas de sus ojos. Y aunque hable el
[51]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

santo, el Autor de la oracin es Dios. As vemos que tanto la


fuerza para orar como la misma oracin son de Dios.
Lo mismo se puede decir en cuanto a escuchar la Palabra. Se
nos ha mandado escuchar la predicacin de la Palabra, pero de
qu servira si Dios no nos abriera los odos del entendimiento?
Durante seis meses David escuch hablar de la ley sin conmo
verse. Entonces Dios, por medio de Natn, removi los rescoldos
de su corazn; la Palabra cobr vida y David se arrepinti. Todo
lo dicho antes de la intervencin de Dios puede que fuera bueno
y verdadero, pero David permaneci fro y pasivo hasta que el
Espritu removi los rescoldos de su entendimiento y prendi el
fuego santo. Entonces su corazn arda mientras Dios hablaba.
Lo mismo sucede en nuestra experiencia. Primero el Espritu de
Dios remueve nuestro espritu, y entonces sabemos con seguri
dad que nuestra fuerza est en el Seor. La siguiente explicacin
te ayudar a comprender esta verdad.

La importancia de la fuerza de Dios


1. La naturaleza de la conciencia del creyente
La conciencia del hombre, igual que su cuerpo fsico, fue crea
da por Dios. Por tanto, es propio de su naturaleza depender de
l para existir y actuar. La capacidad de existir y actuar por s
mismo es una propiedad incomunicable de la Deidad. Nunca
puede ser impartida a una criatura. Dios mismo es la fuente y
el sustento de toda vida; por tanto, lo que mantiene viva la con
ciencia es su poder regenerador constante.
La conciencia se puede definir como la influencia divina que
obra en el hombre para frenarlo ante el pecado. Una evidencia
de su origen es que siempre habla en contra del pecado y a fa
vor de la justicia. Por tanto no puede ser producto de nuestro
corazn, que en su estado cado es engaoso [...] ms que to
das las cosas, y perverso (Jer. 17:9). Dios utiliza la conciencia
para dar algn conocimiento de su justicia a todos, a fin de que
nadie pueda estar ante l en el Da del Juicio y alegar ignoran
cia (Ro. 1). Cuando llegas a ser cristiano y te consagras a Dios
incluyendo tu conciencia, el Espritu Santo empieza a per
feccionarte en Cristo.
[52]

Llamada a las armas


Se dice que cuando Dios hizo el mundo termin su creacin;
esto es, que no hizo nuevas especies de criaturas. Pero hasta
hoy no ha terminado su obra providencial. Cristo dijo: Mi Pa
dre hasta ahora trabaja (Jn. 5:17). Es decir, que sigue preser
vando y capacitando a su creacin con la fuerza para ser y ac
tuar. Una obra de arte, una vez terminada, ya no necesita al ar
tista; ni una casa al carpintero, una vez que se ha colocado el
ltimo clavo. Pero la obra de Dios en el exterior e interior del
hombre nunca se termina.
Si la obra del Padre es conservar, la del Hijo es redimir. Am
bas son perpetuas. Cristo no concluy su obra al resucitar de
entre los muertos; al igual que el Padre tampoco lo hizo al ter
minar la creacin. Dios descans al terminar la creacin; y
Cristo, una vez que obr la redencin eterna, y habiendo efec
tuado la purificacin de nuestros pecados por medio de s mis
mo, se sent a la diestra de la Majestad en las alturas (He.
1:3). Desde all contina la obra de intercesin por los creyen
tes y, por tanto, evita su ruina segura.
2. El carcter de la conciencia
La conciencia del cristiano no es solamente una creacin, sino
que tambin es dbil, y constantemente est luchando contra
fuerzas superiores. Es un blanco favorito de Satans, tal vez
porque lo encuentra tan fcil de distraer con los cuidados mun
danos y de aplacar con sus placeres. Aun el creyente ms fuer
te se rendir si no recibe ayuda.
Como si fuera un heredero real en la cuna, la conciencia es
incapaz de defenderse. Satans pronto usurpara el trono si el
Cielo no protegiera al creyente. Para aplastar la insurreccin,
Dios conquista el corazn del creyente y le da su propia volun
tad para gobernar la conciencia. Pero al igual que en una ciu
dad conquistada, algunos se rinden de buen grado al nuevo go
bierno mientras que otros continuamente pretenden derrocar
lo. Algunas partes de nuestra vieja naturaleza se niegan a ren
dirse sin luchar. Por eso, hace falta la misma fuerza para man
tener un corazn que para ganarlo al principio.
Los cristianos tenemos una parte no regenerada desconten
ta por el cambio de gobierno. Quin de nosotros no ha senti[53]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

do la atraccin de su naturaleza inferior que exalta las virtudes


del yo? Damos tantas coces contra la sumisin al cetro de Cris
to como los sodomitas contra la sumisin al juicio de Lot. So
mos tan obcecados y egostas, que si Dios no reforzara conti
nuamente su recin implantada presencia en el corazn, los
mismos nativos las corrupciones que an permanecen sal
dran de sus agujeros y madrigueras para comerse la poca bue
na conciencia que nos queda. Nuestras mejores intenciones se
ran, para estos devoradores, como migas de pan para los p
jaros.
3. La naturaleza del plan de Dios
La tercera razn para depender de la fuerza de Dios reside en
la naturaleza de su plan redentor y preservador. Dios hizo prio
ritario el llevar a los creyentes al Cielo, de manera que fuera re
cuerdo constante de su amor y misericordia. l es un Padre sa
bio, que conoce el temperamento liviano hasta de sus hijos ms
obedientes. Por ello piensa ayudarlos visitndolos a menudo y
poniendo en sus manos vacas esta o aquella gracia, justo cuan
do ms falta hace. Esta comunicacin acenta doblemente su
amor y su gracia; nos recuerda la fuente de toda bendicin, y
nos asegura que nuestras necesidades siempre se cubrirn.
Cuando encuentras algn consuelo en el alma, fuerza en el
deber, apoyo ante la tentacin, ello destila una dulzura especial
en tu vida al considerar a aquel Amigo que ha enviado tales
bendiciones. Estas no salen de tu almacn, ni de otra persona.
Es el Padre celestial quien entra calladamente y deja el dulce
perfume de su consuelo. Es su Espritu bondadoso quien sujeta
tu cabeza y tranquiliza tu corazn en lo ms recio de la prue
ba. Es su aroma penetrante lo que evita que desmayes en la in
credulidad. Qu alma, as consolada, dudara por un instante
del amor y el cuidado de su Padre?
Te pregunto: Qu amigo te ama ms? El que sabiendo de
tu necesidad te extiende de inmediato un cheque, lo echa al co
rreo y considera que ha cumplido con su deber para contigo, o
aquel que lo deja todo, viene a tu casa y no se marcha hasta es
tar seguro de que se han suplido todas tus necesidades? Y an
entonces no ha terminado; vuelve una y otra vez hasta que la
[54]

Llamada a las armas


crisis pasa del todo. A menos que seas demasiado orgulloso pa
ra reconocer a tu benefactor, o ames el dinero ante todo, segu
ramente preferirs el consuelo del segundo.
Dios es esta clase de amigo. Viene a nuestros corazones, mi
ra la despensa, ve lo vaca que est, y enva su provisin para
llenarla. Vuestro Padre celestial sabe que tenis necesidad de
todas estas cosas (Mt. 6:32,33), y las recibiris. l sabe que
necesitas fuerza para orar, or, sufrir por l; confa en l para
mantener llena esa despensa.
Dios escoge este mtodo para asegurar que no nos falten las
fuerzas. Si se dejaran las provisiones en nuestras manos, pron
to seramos negociantes en quiebra. Dios sabe que somos dbi
les, como jarras agrietadas... Si nos llena del todo y nos deja,
pronto se sale el contenido. De manera que nos pone bajo la
fuente de su poder y nos llena constantemente. Esta fue la pro
visin que se le dio a Israel en el desierto: l abri la pea y no
solo se aplac la sed del momento, sino que el agua corri tras
ellos como un arroyo, de forma que ya no se oyeron ms que
jas a causa del agua. Esta roca era Cristo. Todo creyente tiene
a Cristo por respaldo, siguindole en el camino, con fuerzas pa
ra toda situacin y prueba.
4. La naturaleza de Dios
Finalmente el creyente debe depender de la fuerza divina, ya
que esta idea resulta en mayor progreso de la gloria de Dios
(Ef. 1:4,12). Si Dios te diera un suministro vitalicio de su gra
cia al principio, y lo dejara de tu cuenta, lo consideraras muy
generoso. Pero se incrementa an ms en la cuenta corriente
que l abre a tu nombre. Ahora no solo debes reconocer que tu
fuerza viene de Dios en primer lugar, sino que continuamente
ests en deuda por cada entrega de dicha fuerza que recibes en
tu carrera cristiana.
Cuando un nio viaja con sus padres, todos sus gastos los
cubre el padre, no l mismo. Igualmente, ningn creyente dir
al llegar al Cielo: Este es el Cielo que he ganado con el poder
de mi fuerza. No, la Jerusaln celestial es una ciudad cuyo
arquitecto y constructor es Dios (He. 11:10). Cada virtud es
una piedra del edificio, y su coronamiento se coloca en la glo[55]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

ria. Algn da los creyentes vern claramente que Dios no solo


fue el Fundador al principio, sino tambin el Benefactor para
terminarlo. La gloria de la obra no se repartir algo para
Dios, algo para la criatura; todo ser ntegramente de Dios.

Un aviso solemne
Procede la fuerza del cristiano del Seor y no de s mismo? En
tonces la persona fuera de Cristo debe ser una criatura dbil e
impotente, incapaz de hacer nada por su propia salvacin. Si
un rbol no puede crecer sin la savia de la raz, cmo podr
un tronco podrido, sin raz, reavivarse por su cuenta? Es decir,
que si un cristiano dotado con la gracia de Dios debe depender
continuamente de la fuerza divina, entonces, seguramente,
aquel que est fuera de la gracia de Dios, muerto en pecado,
nunca podr producir esta fuerza en s mismo. No ser regene
rado es ser impotente: Cristo, cuando an ramos dbiles, a
su tiempo muri por los impos (Ro. 5:6).
La filosofa del humanismo hace tiempo que ha sido preten
diente del orgullo humano. Se jacta de su fuerza y su sabidura
natural, y lo halaga con promesas de grandes hazaas hoy y del
Cielo despus. Dios mismo ha desbaratado a estos constructo
res de Babel, y ha proclamado su preeminencia por toda la eter
nidad. Malditos sean para siempre tales hijos del orgullo que
confan en el poder de la naturaleza, como si el hombre, con
sus propios ladrillos y cemento de capacidades naturales, pu
diera abrirse camino al Cielo! Los lectores que an siguen en su
estado natural, quieren hacerse sabios para la salvacin? En
tonces hganse primero necios ante sus propios ojos. Renun
cien a esa sabidura carnal que no puede percibir lo espiritual,
y pidan sabidura a Dios, el cual da sin reprensin (cf. Stg. 1:5).
Y en cuanto a los creyentes, sabiendo que su fuerza est en el
Seor enteramente y no en s mismos, permanezcan humildes,
aun cuando Dios ms les est utilizando y bendiciendo. Recuer
da, cuando tienes puesto tu mejor traje, quin lo hizo y lo pag!
El favor de Dios no es hechura de tus manos, ni precio de tu va
lor. Cmo jactarte de lo que no compraste? Si te apropias inde
bidamente del poder de Dios y lo acreditas a tu propia cuenta, l
[56]

Llamada a las armas


pronto har una auditora y volver a tomar lo que siempre ha
sido suyo. Aun cuando parece ms generoso con tu paga espiri
tual, la cuenta sigue estando a su nombre, y podra devolverte a
la ms absoluta pobreza si malversaras su gracia.
Entonces, anda humildemente ante Dios y utiliza bien tus
fuerzas, recordando que son fuerzas prestadas. Qu clase de
persona malgasta lo que mendiga? Y quin dar limosna a un
mendigo que tira lo que se le ha dado? Cmo mirars a Dios
a la cara para pedirle ms, si malgastas lo que ya has recibido
por gracia?
IV. LA ADMONICIN PARA APROPIARSE
DE EL PODER DE SU FUERZA
Pablo contina la exhortacin subrayando de nuevo la fuente de
nuestra fuerza: ...Y en el poder de su fuerza. Dos preguntas
se plantean aqu: 1) Qu quiere decir el poder de su fuerza?;
y 2) Cmo se apropia el creyente de ese poder?

Qu es el poder de su fuerza ?
En trminos sencillos, es su poderosa fuerza. Es como otro pa
saje que dice: Para alabanza de la gloria de su gracia (Ef. 1:6);
y que significa: Para alabanza de su gloriosa gracia. A veces
se describe al Seor como poderoso y fuerte, otras como to
dopoderoso. Lo importante es comprender el significado del
poder infinito y total de Dios.

Apropiamos del poder de Dios


Cmo se conecta el creyente con esa fuente de poder? Fortale
cerse en el poder de la fuerza del Seor requiere dos actos de fe.
Primero, hay que ser firme y estar totalmente persuadido de que
el Seor es todopoderoso. Esta es una verdad fundamental. Y
segundo, no solo hay que creer que el Seor es todopoderoso,
sino tambin que ese poder supremo suyo est disponible para
tu defensa. Dios espera que te enfrentes a toda prueba y tenta
cin apoyado en su brazo.
[57]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

Como un padre da la mano a su hijo cuando pasan por un


camino abrupto, Dios ofrece su poder para que se aferre al mis
mo la fe de sus santos. Lo hizo con Abraham, Isaac y Jacob, cu
ya fe puso a prueba ms que la de la mayora de sus hijos antes
o despus, porque ninguna de las grandes cosas que les prome
ti se cumpli durante su vida en la tierra. Entonces, cmo se
revel Dios a ellos? Lo hizo demostrando este atributo de su po
der (cf. Ex. 6:3). Era todo lo que tenan para mantenerse firmes.
Vivieron fructferamente y murieron triunfantes, legando la pro
mesa a sus hijos. Nunca dudaron, porque era el Dios Todopo
deroso quien haba hecho la promesa.

Tres razones para confiar en el poder de Dios


1. Su historial
A lo largo de la historia Dios ha demostrado la suficiencia de su
poder, pero no resulta fcil creer que l sea todopoderoso. Moi
ss mismo era una estrella de primera magnitud en cuanto a la
gracia, pero mira como parpadea y flaquea su fe hasta superar
las dudas. Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del
cual yo estoy; y t dices: Les dar carne, y comern un mes en
tero! Se degollarn para ellos ovejas y bueyes que les basten?
(Nm. 11:21,22). Este creyente perdi de vista por un momento
el poder supremo de Dios, y empez a cuestionar que l pudie
ra cumplir con su palabra. Igual podra haber dicho lo que ob
viamente pensaba: Dios, no habrs sobrestimado tu poder es
ta vez? No se puede hacer lo que has prometido!. Porque as
interpreta Dios su razonamiento: Entonces Jehov respondi a
Moiss: Acaso se ha acortado la mano de Jehov? (v. 23).
Lo mismo se ve en el caso de Mara en el Nuevo Testamen
to: Seor, si hubieses estado aqu, no habra muerto mi her
mano (Jn. 11:32). Y su hermana Marta aade: Seor, hiede
ya, porque es de cuatro das (v. 39). Ambas eran piadosas, pe
ro tenan serias dudas respecto al alcance del poder de Cristo.
Una lo limitaba en cuanto al lugar si hubieses estado
aqu, como si l no hubiera podido salvar la vida de Lza
ro igual estando ausente que presente! La otra lo limit en cuan
to al tiempo hiede ya, como si Cristo llegara tarde con su
[58]

Llamada a las armas


remedio y la tumba no fuera a entregar a su cautivo al dar la or
den. A pesar de su incredulidad, Dios se mostr fiel.
Ahora bien, creyente, antes de sealar las arrugas de la fe de
ellos, busca primero los agujeros que hay en la tuya. No tengas
tan alta opinin de ti mismo como para pensar que tu propia fe
no necesita un esfuerzo constante para reconocer el poder su
premo de Dios. Cuando ves cmo estos hroes de la fe tropie
zan en esa clase de tentacin, cmo puedes tener ese tipo de
confianza?
2. Tu dilema presente
Sin la fuerza de Dios no puedes resistir en la hora de la prueba.
El desafo supera a la fortaleza humana. Supongamos que toda
tu fuerza est ya comprometida en fortalecer tu alma contra la
tentacin, y que Satans est constantemente debilitando tu re
solucin; qu hars entonces? Que no cunda el pnico. Manda
a la fe que clame ante la ventana de Dios como el hombre de
la parbola que pidi pan del vecino a medianoche, y Aquel
que guarda su pacto eternamente te proveer. Cuando la fe fa
lla, sin embargo, y el alma no tiene a quin enviar en busca de
la intervencin divina, la batalla casi ha terminado y en el mis
mo instante Satans cruzar el umbral.
Cuando ests en medio de la prueba, no te rindas desespera
do. La fe es una virtud obcecada! A no ser que tu alma niegue
rotundamente el poder de Dios, este mensajero la fe reco
rrer el camino bien marcado hasta el Trono. La duda hiere, pe
ro no incapacita a la fe. De hecho, a la vez que vacilas acerca de
la misericordia de Dios y dudas de si acudir en tu rescate, la fe
se abrir camino, aunque sea lentamente, hasta su presencia. Y
el mensaje que all entregue ser: Si quieres, puedes hacerme
limpio.
Pero si finalmente decides que Dios no puede perdonar ni
salvar, ni puede rescatarte, esto le da el golpe mortal a la fe. En
tonces tu alma caer a los pies de Satans, demasiado desani
mada para mantener la puerta cerrada ante la tentacin. Re
cuerda esto: aquel que abandona su fe en medio de la sequa es
piritual se puede comparar con el necio que tira su jarra el pri
mer da que el pozo se seca.
[59]

El cristiano con toda la armadura de Dios


3. Su deseo eterno
Siempre ha sido y ser la voluntad del Padre que solo confiemos
en l. Dios exige que se le llame Todopoderoso; insiste en que
confiemos en l. Un hijo sabio hace la voluntad de su padre. Se
puede llamar al hombre sabio, misericordioso, fuerte; pero solo
Dios es omnisciente, omnipotente, omnimisericordioso. Cuando
quitamos el prefijo omni, rebajamos a Dios llamndolo por el
nombre de una criatura, y l no nos responder. Su insistencia
sobre el particular se acenta de varias maneras...
Primero, por su estricto mandamiento de darle la gloria por
su poder. Dios ha dejado claro en su trato con los hombres que
todo poder es suyo, y que no comparte su gloria con nadie ms:
[No] temis [...]. A Jehov de los ejrcitos, a l santificad (Is.
8:12,13). Y no solo en medio de una demostracin maravillosa
de su poder. En la hora ms oscura, en las circunstancias ms in
adecuadas, la fe debe presentarse ante el Padre con alabanzas
por su grandeza.
La severa disciplina que Dios administra cuando dejamos de
confiar en l tambin demuestra la importancia de reconocer su
omnipotencia. Nuestra fe le importa tanto a Dios que a veces dis
ciplina a sus hijos ms amados cuando tropiezan en esta rea. Es
pera que confiemos en l aun cuando no damos la talla. No de
bemos discutir ni razonar: hemos de someternos y aferrarnos a
la promesa de su poder derramado por nosotros. Zacaras sim
plemente pregunt al ngel: En qu conocer esto? Porque yo
soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada (Lc. 1:18). Por atre
verse a cuestionar la amplitud del poder de Dios, se qued mu
do al instante. Dios anhela que sus hijos crean su palabra, y no
discutan su poder. La marca que distingua la fe de Abraham era
que estaba plenamente convencido de que [Dios] era tambin
poderoso para hacer todo lo que haba prometido (Ro. 4:21).
Para estimular nuestra confianza, el Seor a menudo inter
viene de maneras poderosas a favor de su pueblo. A veces per
mite que surja la oposicin, para que en el momento preciso se
levante un pilar magnfico en memoria suya. Este pilar se alza
r sobre la ruina de aquello que disput su poder. As, cuando
l interviene, todos tienen que decir: Aqu obr el Omnipo
tente!.
[60]

Llamada a las armas

Tal fue el caso de Lzaro. Cristo se mantuvo lejos hasta que


este muri, para dar mayor demostracin de su poder. Dios a
veces empleaba este mismo mtodo en el Antiguo Testamento.
Recuerda el xodo, por ejemplo. Si Dios hubiera sacado a Israel
de Egipto mientras Jos gozaba del favor de la corte, habran sa
lido fcilmente. Sin embargo, l reserv su liberacin para el rei
no de aquel Faran soberbio que los oprima y satisfaca sus de
seos con ellos, a fin de que sus hijos supieran sin lugar a dudas
Quin los haba liberado.
La intervencin precisa de Dios es la confirmacin para que
creas que puedes reclamar su poder supremo para tu defensa y
ayuda en toda prueba y tentacin. Dios sac a Israel milagrosa
mente de Egipto, pero los puso al otro lado del mar Rojo para
que buscaran el camino a Canan por su propia fuerza y habi
lidad? No, los llev, como trae el hombre a su hijo, por todo
el camino (Dt. 1:31).
Dios prepara al alma para salir de entre las garras de Sata
ns, y luego la saca del Egipto espiritual por su gracia regenera
dora. Cuando el creyente emprende la marcha y todos se levan
tan en su contra, cmo cruzar a salvo todas las fronteras del
enemigo? Dios mismo lo rodear con los brazos de su fuerza
eterna. Somos guardados por el poder de Dios mediante la fe,
para alcanzar la salvacin (1 P. 1:5). El poder de Dios es aquel
hombro sobre el cual Cristo te lleva a ti, su oveja perdida, a ca
sa, con gozo en el camino (cf. Lc. 15:5). Los brazos eternos de
su fuerza son alas de guila, sobre las que te lleva segura y amo
rosamente a la gloria (Ex. 19:4).

El quntuple lazo que asegura el poder de Dios


1. Su estrecha relacin con los creyentes
La relacin de Dios con sus santos asegura su poder para con
ellos. Eres su amado hijo, y la mayora de los padres cuidan de
los suyos. Hasta la torpe gallina corre para reunir a sus polluelos bajo sus alas ante el peligro. Cunto ms Dios, Creador de
tales instintos en sus criaturas, emplear toda su fuerza para de
fenderte? Una madre sentada en su casa oye un grito afuera y,
al reconocer la voz, dice al instante: Es mi hijo!. Lo deja to[ 61 ]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

do y corre a l. Dios responde como el corazn de una madre a


la voz de sus hijos.
2. Su gran amor a los creyentes
El amor de Dios para con los santos pone en marcha su poder.
El que tiene el corazn de Dios, no carece de su brazo. El amor
rene todos los dems sentimientos y pone en marcha todos los
poderes del ser. As, en Dios, el amor hace obrar sus otros atri
butos; todos estn listos para ejecutar su voluntad. Dios consi
dera a todas sus criaturas, pero el alma creyente es el objeto de
su amor ms carioso, el mismo que siente por su Hijo (Jn.
17:26).
Cuando un alma cree, entonces el propsito eterno de Dios
y su voluntad para con ella, escogida en Cristo antes de la fun
dacin del mundo, se lleva a trmino. Te imaginas el amor de
Dios por un hijo que ha llevado tanto tiempo en el vientre de su
eterno propsito? Si Dios se deleitaba en su plan antes de dar
forma al mundo, cunto ms se deleita al ver la plena fruicin
de su labor en el alma creyente. Habiendo obrado hasta aqu su
voluntad, seguramente despertar todo su poder para aquel cre
yente, antes que dejarse robar su gloria a pocos pasos del hogar.
Dios nos demostr el valor de un alma por el precio que pa
g. Le cost mucho, y lo que se gana tan duramente no se rin
de con facilidad. l derram la sangre de su Hijo para com
prarte, y derramar su propio poder para guardarte.
Un padre terrenal se goza en ver sus buenas cualidades re
producidas en sus hijos. Dios, el Padre perfecto, anhela ver sus
atributos reflejados en sus santos. Es esta imagen de Dios refle
jada en ti lo que enrabia tanto al Infierno, y contra ella lanzan
los demonios sus armas ms potentes. Cuando Dios te defiende,
tambin se defiende a s mismo. Sabiendo que la lucha es de
Dios, seguramente no te dejar salir a la guerra a tus propias
expensas!
3. Su pacto eterno
El pacto de Dios incluye su poder supremo. Pone su mano y se
llo a la promesa, y como los montes alrededor de Jerusaln, es
firme e inamovible. Como es su Nombre, as es su naturaleza:
[62]

Llamada a las armas

un Dios que mantiene el pacto eternamente. No se reparte a s


mismo como si fuera migas de pan para los pajarillos: unas mi
gas aqu, un mendrugo all... Te permite reclamar todo lo que
tiene. Hace su pacto con todo creyente. Si alguno se quedara so
lo para batallar segn su propia capacidad, los fuertes proba
blemente tendran ms posibilidades de mantenerse, y los dbi
les de caer. Pero en el castillo del pacto todos estn seguros, por
que todos descansan en el poder de su fuerza.
4. Su propio compromiso
Ya que Dios exige nuestra confianza, est obligado a demostrar
su fidelidad. Todas sus promesas son s y amn; por tanto, se ha
comprometido a utilizar su poder en nuestra defensa.
Adonde podemos huir ante la necesidad o el peligro del pe
cado, de Satans o de sus instrumentos, si no es a Dios? En el
da que temo, yo en ti confo (Sal. 56:3). Cuando buscas refu
gio en Dios, puedes estar seguro de que l no te entregar trai
cioneramente al enemigo. Tu dependencia de l despierta su om
nipotente poder en tu defensa, tan cierto como el llanto del re
cin nacido despierte a su madre sin importar la hora. Dios ha
hecho el mayor juramento que pudiera salir de sus sagrados la
bios: todos los que huyen a l encontrarn en l un refugio, una
fuerte consolacin (cf. He. 6:17,18). Esto debe dar a tu fe va
lenta para esperar un refugio tranquilo cuando busques la pro
teccin de Dios. Una vez establecido su Nombre y sus promesas
como torre fuerte, Dios llama a su pueblo a sus cmaras, y es
pera que entren y se sientan como en casa.
5. La intercesin de su Hijo
La presencia y actividad de Cristo en el Cielo recuerdan a Dios
su decisin firme de defender a los santos. l nos ha prometido
que una de las actividades eternas del Salvador en el Cielo es in
terceder siempre ante el Padre por nosotros. La intercesin es
puramente un oficio de misericordia para con los creyentes, a
fin de que se les d lo que necesiten para hacer todo lo que Dios
ha prometido. Jesucristo es nuestro embajador para ver que to
do discurra entre nosotros y Dios segn lo acordado. Aunque
Cristo est sentado en su lugar exaltado al lado del Padre, y fue[63]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ra de la tormenta en cuanto a su propia seguridad, sus hijos se


han quedado atrs, en la batalla con Satans. Ellos permanecen
en su corazn y no los olvidar ni por un momento. Vase la
prontitud con que envi el Espritu Santo a los apstoles des
pus de ascender. Casi en el momento de calentar un poco su
asiento al lado del Padre, Cristo ya haba enviado al Espritu pa
ra consolar no solo a los primeros cristianos, sino a todo cre
yente hasta su regreso.

Ocasiones para hacer uso del poder de Dios


Una vez que te des cuenta de que el Dios omnipotente tiene la
potestad en tu vida, dejars de preocuparte por la forma de ba
tallar contra tus enemigos. No hay asalto lo bastante fuerte pa
ra derrotarle a l, y nada puede penetrar tus defensas sin su per
miso.
El diablo fue lo bastante listo como para pedirle a Dios que
quitara el cerco alrededor de Job antes de lanzar su ataque, pe
ro los hombres generalmente no son tan conscientes del poder
de Dios. Su propia ceguera espiritual los engaa, hacindoles su
poner que el asalto al creyente se lanza contra un mero hombre.
Es posible que no puedan ver ms all de su nariz, pero se lan
zarn contra un creyente esperando terminar pronto con l. No
saben que las tropas que defienden al creyente son innumera
bles, porque la lnea de suministro desde el Cielo no la puede
bloquear nadie sino Dios mismo.
Los egipcios pensaron tener atrapados a los israelitas cuando
los vieron llegar a la orilla del mar. El faran se jactaba: Ence
rrados estn en la tierra (x. 14:3). Y as habra sido si no hu
biera intervenido el poder supremo que los llev a buen puerto.
Pero en cuanto pasaron este peligro, se encontraron en el des
ierto, sin cobijo. All vivieron durante 40 aos sin comercio ni
labranza, sin robar ni pedir de las naciones colindantes.
Qu no podr hacer el poder supremo para protegernos de
la ira y el poder de los enemigos, sean hombres o demonios? La
Biblia est llena a rebosar de relatos de la suficiencia absoluta de
Dios. Igual que su poder se interpuso entre los israelitas y los
egipcios, tambin estuvo con Josu en Jeric, y se enfrent a Go[64]

Llamada a las armas

liat en el valle de Ela. Este mismo poder expuls a los demonios


del gadareno, y resucit al hijo de la viuda.
Acaso su poder se ha debilitado hoy, o se han fortalecido
nuestros enemigos? Ciertamente no, aunque los hombres mal
vados actuales parecen ms descarados que los enemigos de los
santos de atao. Entonces, a menudo huan ante la presencia de
Dios entre su pueblo, mientras que hoy muchos prefieren dar el
crdito de su derrota al mismo Satans en lugar de reconocer a
Dios en el asunto. Consulate con esto: Dios ama tanto a sus hi
jos que no vacilar en dar naciones enteras por su rescate si su
providencia as lo decreta. Abri el vientre mismo de Egipto pa
ra salvar la vida de su hijo Israel (Is. 43:3).
Las demostraciones constantes del poder de Dios para con
sus hijos presentan un fuerte contraste con la impotencia de los
que estn sin Cristo. El poder supremo de Dios es un manjar, e
igual que lo puso delante de Abraham y Moiss, lo ofrece a los
creyentes de toda poca. Y mientras ellos se sacian, el pecador
desvergonzado pide limosna. No puede disponer ni de una gota
de poder celestial para su propio uso. Dios, a travs de su sier
vo Isaas, avisa a los pecadores: He aqu que mis siervos co
mern, y vosotros tendris hambre; he aqu que mis siervos be
bern, y vosotros tendris sed (Is. 65:13).
Dios es omnipotente en el perdn, pero no utilizar su poder
para el pecador desvergonzado. Puede salvar y ayudar en la ne
cesidad, pero si no te has arrepentido, cmo podrs esperar su
ayuda? El mismo poder que Dios derrama en la salvacin del
creyente se derramar para tu condenacin, porque l se ha
comprometido con juramento a destruir toda alma impenitente.
Qu narctico esparce Satans sobre las almohadas de los
no regenerados? Cmo pueden dormir tan bien aun despus de
haberles avisado de las consecuencias de pasar por alto el ulti
mtum de la gracia de Dios? Pecador, Satans puede engaarte
para que creas que hace falta valor o sabidura para rechazar los
trminos de la misericordia de Dios, pero realmente es el colmo
de la necedad. Tu destino eterno est en las manos de Dios. Si
no tratas con l ahora, tendrs que responder ante sus cargos
despus. Sabe bien que horrenda cosa es caer en manos del
Dios vivo! (He. 10:31).
[65]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Y t, creyente, cobra fuerzas sabiendo que el fuerte brazo de


Dios se extiende hacia ti, no con ira sino con amor. Con la mis
ma fe que reconoces la existencia de Dios, cree tambin esto:
que su poder supremo es tu amigo seguro. Puedes ponerlo a
prueba en las siguientes circunstancias...
1. Cuando ests abrumado por el pecado
Puedes estar completamente seguro de que no hay pecado tan
poderoso que sobrepase el poder de Dios. Un Todopoderoso es
ms que muchos fuertes!. l ha demostrado su anhelo de res
catarte una y otra vez. Provocado al lmite por los pecados de
su pueblo, qu hace? Les da una dulce promesa! Declara: No
ejecutar el ardor de mi ira. Y por qu no? Porque Dios soy,
y no hombre (Os. 11:9). Es como si dijera: Te demostrar la
omnipotencia de mi gracia!.
Quin duda de la omnipotencia de Dios? Sabemos que l
tiene poder para perdonar si quiere hacerlo. Pero an hay ms
consuelo para el creyente: el que estriba en su pacto de perdn.
Como nadie puede comprometer a Dios sino l mismo, as na
die puede romper ese compromiso que l hace consigo mismo.
Estas son sus palabras: Ser amplio en perdonar (cf. Is. 55:7).
En otras palabras: Ahogar tus pecados en mi misericordia y
derramar todo lo que tengo, para que no se diga que mi bien
ha sido vencido por tu mal.
Entonces, cuando Satans te aterroriza con sus terribles acu
saciones contra tu alma, puedes decir con confianza, Dios mis
mo es el que me justifica. Ha prometido restaurar mi vida si me
someto a l. Alguna vez ha roto una promesa? Por tanto me he
entregado a l como fiel Creador.
2. Cuando te vence la tentacin
Si temes algn da caer en la tentacin, afrrate a la fuerza de
Dios ahora y refuerza tu capacidad de resistir. Cree que tendrs
victoria en el da de la prueba. Tu Padre vigila estrechamente
mientras ests en el valle luchando; tus gritos de socorro le ha
cen correr en tu ayuda. Josafat pidi socorro en la lucha contra
sus enemigos, y el Seor lo rescat (cf. 2 Cr. 20). Puedes estar
igualmente seguro de su ayuda cuando ests contra la pared.
[66]

Llamada a las armas

Recurdale frecuentemente su promesa: El pecado no se ense


orear de vosotros (Ro. 6:14).
Aunque la palabra omnipotente no aparece en este verscu
lo, est implcita en esta y en todas las promesas. Declraselo a
tu alma: El pecado no se enseorear de ti, dice el Dios Om
nipotente!. Ahora, si vas a cobijarte en este atributo, debes
mantenerte a su sombra. De qu sirve la sombra de la roca
fuerte si nos sentamos al sol? Es decir, si nos alejamos de la pro
teccin divina aventurndonos al calor de la tentacin, no de
bemos sorprendernos cuando nuestra fe se debilita y tropeza
mos, cayendo en el pecado. Somos dbiles en nosotros mismos:
nuestra fuerza est en la roca de la omnipotencia de Dios. l ha
de ser nuestro refugio constante.
3. Cuando te oprime el deber cristiano
Tal vez encuentras el deber de tu llamamiento demasiado pesa
do para tu dbil fe. Busca en Dios la fuerza. Cuando ests har
to de tu trabajo y, como Jons, dispuesto a huir, alintate con
las palabras de Dios a Geden: Ve con esta tu fuerza [...]. No
te envo yo? (Jue. 6:14). Empieza la obra que Dios te ha dado
y tendrs su fuerza de tu parte; huye de tu trabajo, y la tendrs
en tu contra. l enviar alguna tormenta para devolver a su
siervo fugitivo a casa.
Ests llamado a sufrir? No te acobardes. Dios conoce los l
mites de tu fuerza. l puede poner la carga tan equilibrada
mente sobre tus hombros que casi no la sentirs. Pero eso no es
todo: siempre te vigila, y cuando tropiezas te recoge con car
ga y todo y te lleva a tu destino acurrucado en el seno de su
promesa: Fiel es Dios, que no os dejar ser tentados ms de lo
que podis resistir, sino que dar tambin juntamente con la
tentacin la salida (1 Co. 10:13). Cmo vas a lamentarte
cuando ests envuelto en su pacto? Tu Padre celestial anhela
tanto cuidarte que, mientras t le pides tmidamente una miga
ja de paz y gozo, l desea que abras la boca todo lo que pue
das, para poder llenarla. Cuanto ms pidas, mejor; y si ms pi
des, ms cariosamente te acoge.
Ve pronto ahora. Escudria tu corazn entero y rene tus
debilidades. Ponas delante del Todopoderoso, como la viuda
[67]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

puso sus vasijas vacas ante el Profeta. Espera un milagro o la


liberacin de los recursos inagotables de Dios. Si tuvieras ms
vasijas para traer, te las llenara todas.
Dios tiene fuerza bastante para dar, pero no tiene fuerzas
para negar. Lo digo con reverencia: en este aspecto el Todopo
deroso es dbil. Hasta un nio, el ms dbil en la gracia de su
familia, que solo puede susurrar: Padre, puede convencerle.
No dejes que la debilidad de tu fe te aleje de la presencia de
Dios. Al ver las plidas mejillas y el aspecto demacrado de tu
fe, tu amor y tu paciencia, su corazn compasivo se conmove
r y eso ser un fuerte argumento para su ayuda.

Cuatro razones por que el poder de Dios


a veces se oculta
Pero un alma desanimada dice: He orado una y otra vez pi
diendo fuerza ante la tentacin, y hasta hoy tengo las manos
dbiles! Por mucho que me esfuerce, no puedo resistir. Si real
mente me es posible reclamar el poder de Dios, por qu no
tengo la victoria en mi vida cristiana?
1. Puede que hayas pasado por alto el poder de Dios
Mira de nuevo, y sin duda vers alguna fuerza que te ha pasa
do desapercibida antes. Tal vez oraste esperando que Dios res
pondiera de cierta manera; pero mientras lo esperabas miran
do por la ventana delantera, l entr por la puerta de atrs. Es
to es: esperaste un alivio repentino de la prueba, pero en su lu
gar Dios te dio fuerza para orar con mayor fervor. Es eso na
da? Cualquier mdico te dir que cuanto ms fuerte llora un ni
o, ms fuerte es.
No solo esto. No ves que tienes mayor poder de abnega
cin que antes? Es decir, no te humilla cada vez ms la espina
clavada en tu carne? Si es as, has luchado con un fuerte opo
nente tu orgullo y has luchado bien. Qu cosa ms dura
y contra naturaleza hay que obligar al orgullo carnal a doblar
la rodilla delante de Dios?

[68]

Llamada a las armas

2. Dios puede demorarse a propsito


Cuando has esperado todo el tiempo que ests dispuesto a es
perar, y Dios an no ha respondido, no dejes que tu propia im
paciencia le acuse de ser negligente. En su lugar, di: Mi Padre
es ms sabio que yo. Enviar lo necesario cuando haga falta. S
que si retrae su mano al presente, solo es porque sabe ms que
yo".Una razn para aplazar la liberacin es darnos la oportuni
dad de crecer en la fe. Cuando una madre ensea a su hijo a an
dar, se aleja un poco y extiende su mano al nio, llamndolo. Si
ejerce su fuerza acercndose al pequeo, eso no sirve, porque el
nio no puede entonces ejercitar sus piernas dbiles. Si lo ama,
le dejar sufrir un poco al presente para asegurar su salud futu
ra. Igualmente, ya que Dios ama a sus hijos, a veces los deja lu
char para fortalecer las piernas de su fe.
No solo esto; tambin puede utilizar las pruebas como oca
sin de mayor demostracin de su poder. Supongamos que un
nio anda por la orilla de un ro; se resbala, y corre verdadero
peligro. Qu hace su madre? Corre enseguida a salvarlo! Y sus
brazos nunca antes fueron tan fuertes para consolarlo como en
tal circunstancia.
Puede que seas una pobre alma dbil en la fe y a punto de
hundirte; pero hasta hoy perdura tu gracia, aunque haga aguas.
Hay mayor demostracin del poder de Dios que ver cmo se
remolca este barco afligido y fatigado por la tempestad ante una
armada de pecados y demonios, para llegar al buen puerto de
Dios? Qu gran tributo a su poder, el que una nave tan dbil
derrote a todos los acorazados de Satans!
3. El estorbo a la bendicin puede estar en ti
Si tu corazn no est bien seguro cuando clamas por liberacin,
la fuerza no vendr. Pregntate lo siguiente cuando te sientas
alejado del poder de Dios:
Confo realmente en Dios, y nicamente en l, para satisfa
cer mi necesidad? O estoy dependiendo de mi resolucin, de mi

pastor o de otra fuente externa? Todas estas cosas son buenas,


pero solo son servidores de Dios. Pasa por ellas hasta llegar a
Cristo mismo. Tcale, y la liberacin es tuya.
[69]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Doy gracias por la fuerza que tengo? En una carrera de lar


ga distancia, los corredores emplean ms de una velocidad. Tal
vez te desanimas cuando ves a tantos fuertes adelantarte cami
no a la gloria. En lugar de gritar tras ellos, da gracias porque
tienes alguna fuerza! Aun el puesto ms bajo en el ejrcito de los
santos es de un gran honor. Ests en la carrera? Es por la gra
cia de Dios, nicamente; dale gracias por el privilegio. Recuer
da: todos los que terminan la carrera hasta el creyente ms d
bil son ganadores.
Ha bloqueado mi orgullo el fluir del poder de Dios? Dios no
enviar ms poder si lo utilizas para tu propio provecho. Ten en
cuenta lo rpidamente que te alejan de l las alas de tu orgullo.
Porque te ama, te quitar tu porcin de poder si esta te priva de
la comunin con l. Todo esto lo hace por tu bien; para que
cuando se ahogue tu orgullo, eso te obligue a volver a l.

4. Dios puede llamarte a perseverar en situaciones crticas


Tal vez nada de lo expuesto responda a tu caso individual. Tu
corazn est bien con Dios; has esperado sinceramente en ora
cin, pero Dios retrae su mano. Entonces tienes que vivir y mo
rir en la espera, porque puede que sea lo apropiado. Qu ma
yor evidencia de tu fe y de la obra de la gracia de Dios en ti que
perseverar hasta el fin?
Consulate con la promesa de que cuando ests en las lti
mas, llegar la fuerza. La Palabra dice: Los que esperan a Jehov tendrn nuevas fuerzas (Is. 40:31). El Profeta no fue en
viado a la viuda antes de que esta hubiera cocido el ltimo pan.
Job no fue liberado hasta cumplirse el propsito de Dios. Son
tus pruebas mayores que las de Job? Esfurzate por tener su mis
mo corazn, y sabrs que tu vida est en manos de un Dios lle
no de tierna misericordia y compasin (cf. Stg. 5:11).

[70]

Captulo 2

Primera consideracin:
La armadura del cristiano
I. EL CRISTIANO DEBE ESTAR ARMADO
Vestios de toda la armadura de Dios, para que podis estar
firmes contra las asechanzas del diablo (Ef. 6:11).

emos visto que es el poder supremo de Dios, y no nuestra


poca fuerza, lo que fomenta la fe y nos prepara para la ba
talla. Pero cmo apropiarnos de este poder para nuestras vi
das? Pablo nos lo dice: vistindonos la armadura de Dios. Ves
tirte de la armadura de Dios es apropiarte de su poder de for
ma muy personal. Primeramente, es cuestin de un corazn
transformado. El que se jacta de su confianza en Dios, pero re
almente no cree de corazn, nunca estar a salvo en la zona de
guerra que separa el Cielo de la tierra. Si por negligencia o de
cisin deja de vestir la armadura de Dios y corre desnudo a la
batalla, firma su propia sentencia de muerte.
Se cuenta de un fantico de Munster que valerosamente in
tent rechazar a un ejrcito invasor al grito de: En el nombre
del Seor de los ejrcitos, huid!. Pero su alma no regenerada
no haba recibido esa orden del General para quien pretenda
luchar, y pronto pereci. Su ejemplo debe ensearnos el alto
precio que se paga por tal desatino. Omos un lenguaje valero
so, pero necio, que sale de la boca de los ms ignorantes y pro
fanos de entre nosotros. Dicen que confan en Dios y esperan
en su misericordia; y desafan al demonio y todas sus obras. Pe
ro mientras tanto son pobres y desnudas criaturas sin tan si
quiera una parte de la armadura de Dios sobre sus almas. Tal
presuncin no tiene sitio en el campamento del Seor.

[ 71]

El cristiano con toda la armadura de Dios

El cristiano armado: Su provisin divina


La admonicin de Pablo para que nos vistamos de la armadu
ra de Dios tiene dos partes generales. Primera, la instruccin de
lo que debemos hacer: Vestios de toda la armadura de Dios;
y segunda, por qu debemos hacerlo: Para que podis estar
firmes contra las asechanzas del diablo. Entonces, para empe
zar, cada recluta en el ejrcito de Cristo debe tener la armadu
ra debida. La primera pregunta que se suscita es: En qu con
siste esta armadura?

1. Cristo como armadura


Se nos dice en otro lugar: Vestios del Seor Jesucristo (Ro.
13:14); presentando a Jesucristo como armadura. El apstol no
solamente exhorta a los cristianos a vestirse de dominio propio
en lugar de ebriedad, y de castidad en lugar de adulterio. En su
lugar, les manda: Vestos del Seor Jesucristo; implicando
con ello que hasta que se vistan de Cristo, estarn desarmados.
No es el hombre revestido de moralidad ni de virtudes filosfi
cas el que repele la carga de la tentacin disparada por el ca
n de Satans, sino el que tiene puesta la armadura; esto es, el
que est en Cristo.

2. Las virtudes de Cristo como armadura


Ahora hablaremos de el cinto de la verdad, etc. Se nos man
da que nos vistamos del nuevo hombre (Ef. 4:24), compuesto
de todas estas virtudes. Estar sin Cristo y sus virtudes es estar
sin armadura.

El cristiano desarmado: Su psimo porvenir


Una persona sin la gracia de Cristo est desnuda y desarmada,
totalmente incapacitada para la lucha contra el pecado y Sata
ns. En el principio, Dios envi a Adn con la armadura com
pleta, pero por un juego de manos el diablo lo desnud. En
cuanto se acab de cometer el primer pecado, Adn y Eva es
taban desnudos (Gn. 3:7). El pecado les rob la armadura y los
dej como criaturas dbiles. A Satans le cost trabajo abrir la
[ 72]

La armadura del cristiano


primera brecha, pero una vez que el hombre le franque las
puertas para que entrara, se nombr rey y llev a la corte su s
quito de pecados mortales, sin desenvainar espada.
A esto voy: en lugar de confesar su pecado, Adn y Eva in
tentaron esconderse de Dios y lo trataron con evasivas. Se echa
ron las culpas el uno al otro, rechazando la responsabilidad de
su desobediencia en lugar de suplicar misericordia. Qu pron
to endureci sus corazones el engao! La naturaleza humana
bsica no ha cambiado hasta hoy. Esta es la misma condicin
de cualquier hijo de Adn: Satans nos encuentra desnudos y
nos hace esclavos, hasta que Dios, habindonos comprado con
la sangre de su amado Hijo, viene para reclamar cada alma
arrepentida para el servicio en su Reino.
Para mejor comprender la gravedad de estar sin la armadu
ra de Dios, estudia estos cuatro conceptos de encontrarse des
nudo y desarmado.

1. Separados de Dios
Estabais sin Cristo, alejados de la ciudadana de Israel y aje
nos a los pactos de la promesa (Ef. 2:12). Si no eres hijo del
Reino, no tienes ms parte en las promesas del pacto que un
ciudadano de Roma tiene en la Carta Magna de Londres. Ests
solo en el mundo, sin Dios. Si te metes en problemas, habrs de
presentar tu propia defensa. Pero si eres ciudadano del Cielo,
Dios tiene poder para darte una inmunidad especial en cual
quier situacin. Y aunque el rencor del diablo se dirige contra
ti, l no se atreve a pisar el terreno de Dios para tocarte sin su
permiso.
Qu condicin tan desesperada la del alma dejada a su pro
pia defensa contra las legiones de demonios y concupiscencias!
Ser destrozada como una liebre entre los sabuesos; y no esta
r Dios ah para frenarlos, sino Satans para azuzarlos. Si Dios
abandona a un pueblo, por militante que este sea, pronto pier
de el valor y no puede luchar. Un grupo de nios podra levan
tarse y echarlos de su propio patio. Cuando el pnico cundi
entre los israelitas al saber de gigantes invencibles y de ciuda
des amuralladas, Caleb y Josu los apaciguaron diciendo: No
sotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de
[ 73]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ellos (Nm. 14:9). Cunto ms aquella alma que no tiene la


defensa del Altsimo ser pan para Satans!

2. La ignorancia
Solo un alma ignorante es lo bastante necia como para salir des
armada del castillo durante un asedio. Obviamente no ha estu
diado al enemigo, o sabra el peligro que hay fuera de sus puer
tas. Para empeorar las cosas, si lucha sin revestirse de Cristo, lu
char a oscuras. El apstol escribe: En otro tiempo erais tinie
blas, mas ahora sois luz en el Seor (Ef. 5:8). Como hijo de luz,
un creyente puede andar de vez en cuando a ciegas en cuanto a
cierta verdad o promesa, pero siempre tiene la vista espiritual que
le falta al inconverso. El hombre no regenerado es en todo mo
mento demasiado ignorante para resistirse a Satans, mientras
que el conocimiento de la verdad del cristiano lo persigue y res
cata su alma, aun cuando haya sido secuestrada por la tentacin.
No te llames a engao: las tinieblas espirituales nunca sern
expulsadas si no es por la unin con Cristo. Igual que el ojo f
sico una vez destrozado no se puede reconstruir por medios hu
manos, tampoco es posible restaurar el ojo espiritual destro
zado por el pecado de Adn mediante un esfuerzo humano o
anglico. Esta es una de las enfermedades que Jess vino a sa
nar (Lc. 4:18).

3. La impotencia
Porque Cristo, cuando an ramos dbiles, a su tiempo muri
por los impos (Ro. 5:6). Qu puede hacer el alma desarma
da para romper el yugo de Satans? No ms que un pueblo des
armado para liberarse del dominio de un ejrcito vencedor. Sa
tans tiene tal poder sobre el alma que se le llama el hombre
fuerte con el alma como palacio (Lc. 11:21). Si el Cielo no le
molesta, no temer un motn desde dentro. Lo mantiene todo
bajo su control. Lo que hace el Espritu de Dios en el cristiano,
lo hace Satans de forma diablica en el pecador. El Espritu
llena el alma de amor, gozo, deseos cristianos; el diablo llena el
alma del pecador de orgullo, lujuria, mentira... E igual que el
borracho lleno de vino, el pecador lleno de Satans no acta in
dependientemente, sino que es un esclavo impotente.
[74]

La armadura del cristiano


4. La amistad con el pecado y Satans
Un alma que se niega a revestirse de Cristo se declara rebelde y
se convierte en enemiga de Dios. Creo que podemos decir con
seguridad que un enemigo de Dios es amigo de Satans. Y c
mo hacer que alguien pelee contra su amigo? Est Satans di
vidido? Luchar el demonio interior contra el diablo exterior?
A veces parece que el corazn carnal lucha contra Satans,
pero es una farsa, como dos espadachines en un teatro. Parecen
pelear en serio, pero cuando se percibe el cuidado que tienen y
a dnde dirigen los golpes, pronto resulta obvio que no quieren
matarse. Toda duda desaparece al verlos despus de la funcin,
disfrutando juntos de la recompensa del espectculo! Igual
mente, al ver un corazn impenitente que hace grandes gestos
contra el pecado, sguelo al salir del escenario de las buenas
obras, donde ha ganado su reputacin de santo haciendo el hi
pcrita, y all sin duda lo vers junto a Satans, en un rincn,
tan amigos.

El enemigo y su plan diablico


Has visto algunos de los efectos secundarios de estar sin la ar
madura de Dios: la ignorancia, la impotencia, la separacin de
Dios y la amistad con el pecado y Satans. Si vestirnos de Cris
to es la cura ms eficaz para estas aflicciones mortales, por
qu vemos a tantos rechazar la dulce medicina de su gracia?

1. La inclinacin natural del alma humana


Cuando miras alrededor y observas el vasto imperio del diablo
y el pequeo territorio que pertenece a los sbditos de Cristo;
as como los montones de almas preciosas que estn postradas
bajo los pies de Satans y el escaso regimiento de cristianos que
marcha bajo el estandarte de la gracia de Cristo, tal vez te pre
guntes Es el Infierno ms fuerte que el Cielo?; Son las ar
mas de Satans ms victoriosas que la cruz de Cristo?. Pero al
considerar lo que voy a decir, te asombrars de que Cristo ten
ga algn seguidor y no tan pocos.
Toda persona nace en pecado (Sal 51:5). Cuando el prnci
pe de este mundo se acerca a un alma joven con esta o aquella
[75]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

propuesta malvada, la encuentra desarmada y en su estado na


tural, ya conocedora de su poltica. Ceder al control de Satans
entonces, no causar gran revuelo en el corazn del que es pe
cador por naturaleza. Pero cuando Cristo hace campaa por un
alma, propone cambios devastadores; y el alma egosta, a quien
le gustan las cosas tal como estn, le responde con el mismo
desdn que los ciudadanos rebeldes de la parbola: No quere
mos que ste reine sobre nosotros (Lc. 19:14). Es unnime: to
das las concupiscencias votan contra Cristo, y se levantan co
mo los filisteos contra Sansn, al que llamaron destructor de su
pas (Jue. 16:23,24). Si la gracia de Dios no interviniera y so
brepasara el veto, todo el mundo estara en las garras de Sata
ns.
Las conquistas de Satans se limitan a las almas ignorantes
y desgraciadas que no tienen fuerza ni sentido para oponerse.
Nacen presos del pecado; todo lo que el diablo tiene que hacer
es mantenerlos cautivos. Pero cuando asalta a un cristiano, cu
ya libertad se gan en la cruz de una vez por todas, entonces
est poniendo sitio a una ciudad con puertas y murallas. Tarde
o temprano deber retroceder avergonzado, sin poder arreba
tar ni al cristiano ms dbil de la mano del Salvador. Duda de
tu propia fuerza, pero nunca de la de Cristo. En tus peores lu
chas con Satans, confa en l para sacarte del dominio diab
lico con mano firme, a pesar de la fuerza y la furia del Infier
no.

2. La malicia sobrenatural de Satans


No dudes por un momento que Satans lanzar toda su furia
contra los que aman la Palabra de Dios. Hace mucho que co
noce la Buena Noticia de Cristo: desde el amanecer del tiempo.
Ha visto el poder de la misma demostrado una y otra vez, y sa
be que contiene un arsenal de armas y ayudas para el alma aba
tida.
El primer asalto del evangelio contra el reino de las tinieblas
hizo temblar los cimientos de este y huir a las legiones inferna
les. Y an siguen huyendo. Cuando los setenta misioneros co
misionados por Cristo volvieron diciendo que hasta los demo
nios se sometan al poder del evangelio, Cristo respondi: Yo
[76]

La armadura del cristiano


vea a Satans caer del cielo como un rayo (Lc. 10:17,18). En
esencia les estaba diciendo: Lo que me contis no es ninguna
noticia para m; yo vi como echaron a Satans del cielo. Co
nozco bien el poder del evangelio!.
Resulta entonces asombroso que Satans luche para derro
tar al evangelio que le derrota a l? Gracias a la luz del evan
gelio muchos que antes eran sus amigos hallan el camino de la
verdad y la vida. Por esa misma luz, los cristianos se acercan
con confianza bendita a su hogar eterno. Nada le atormenta
ms al diablo que ver a sus antiguos compaeros dejando sus
viejos placeres pecaminosos para dedicar tiempo al estudio de
la Palabra. Sabe que un cristiano sin conocimiento del evange
lio es tan vulnerable como un ejrcito sin municiones; por tan
to, intenta alejarle de la Palabra mediante la persecucin, o le
persuade a alejarla de s por poltica.
Porque es la Palabra lo que nos ensea a revestirnos de Cris
to y de sus virtudes para armarnos debidamente. No te hala
gues pensando que puedes pasarte sin este libro precioso. To
dos conocemos a aquellos que se contentan con profesar a Cris
to y tener un poco de dones y obras, pero no quieren saber si
hay ms en la vida cristiana. Son aquellos cuyas virtudes se hie
lan cuando los vientos invernales azotan su alma. Pero el cris
tiano cuya fe se ha aislado del error con la verdad del evange
lio, podr aguantar todo el viento helado del demonio.

La armadura y su Creador
A estas alturas ya ests avisado de sobra de las consecuencias
de andar desarmado. Miremos ms de cerca la armadura apro
piada. No vale cualquiera; mejor ninguna que una armadura
sin acreditar. Solo la armadura de Dios pasa las pruebas. Dos
cosas lo demuestran.

1. Dios es el diseador de la armadura de sus hijos


Un verdadero soldado solo va al frente con la armadura regla
mentada por su general. No se deja al gusto de cada cual llevar
lo que se quiera; esto dara lugar al caos. El soldado cristiano,
entonces, se sujeta igualmente a las rdenes de Dios. Aunque el
[77]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ejrcito sea terrenal, el Estado Mayor se sienta en los cielos, y


es el que decreta las directrices: Aqu tienes tus rdenes... es
tas son tus armas. Y aquellos que hacen ms de lo debido o
utilizan otra cosa que lo ordenado por Dios, aunque parezcan
tener cierto xito contra el pecado, seguramente se les pedirn
cuentas por su osada.
La disciplina de la guerra humana es muy estricta en este ca
so. Algunos se han enfrentado al tribunal militar y a la muerte
aunque hayan derrotado al enemigo, por haberse olvidado de
su rango o haber actuado contra las rdenes. La disciplina di
vina tambin es muy precisa en este particular. Dir a todos
aquellos que se inventan formas propias de adorarle, o que fa
brican su propia penitencia: Quin te pidi que lo hicieras?.
Esto es realmente ser sabio con exceso (Ec. 7:16), como dice
Salomn, atreverse a corregir la ley de Dios y aadir nuestras
propias reglas. Dios le dijo a Israel que los falsos profetas mal
gastaban su tiempo porque no hacan su obra (Jer. 23:32). T
tambin malgastars tu tiempo si haces algo fuera de la volun
tad de Dios.
Los pensamientos de Dios no son como los nuestros, ni sus
caminos son los nuestros. Si Moiss hubiera dirigido el xodo
de Israel con su propia sabidura, sera de esperar que saquea
ra a los egipcios sus caballos y armas. Pero Dios quera que su
pueblo saliera desnudo y a pie, y Moiss se atuvo a las rdenes.
La guerra era de Dios y, por tanto, era razonable que se some
tieran a su mandato. Acampaban y marchaban bajo sus rde
nes; peleaban cuando l lo mandaba; y las tcticas y armas uti
lizadas eran las prescritas por Dios. Qu aprendemos de este
ejemplo? En la marcha hacia el Cielo, luchando contra los es
pritus malignos y las concupiscencias que nos estorban, tam
bin debemos guiarnos por la regla de Dios, detallada para no
sotros en su Palabra.
Cristiano, ten cuidado de no confiar en la armadura de
Dios, sino en el Dios de la armadura. Todas tus armas son so
lamente poderosas en Dios (2 Co. 10:4). El Arca era el me
dio de seguridad para Israel, pero cuando la gente empez a
gloriarse en ella en lugar de en Dios, aceler su derrota. Igual
mente, los deberes y las ordenanzas, los dones y las virtudes,
[781

La armadura del cristiano


son refugio de defensa para el alma; pero deben mantenerse en
su lugar. Satans tiembla como los filisteos ante el Arca al ver
a un alma diligente en el uso de sus virtudes-, esto es, de la
paciencia, el dominio propio, la virtud, etc. Pero cuando la
criatura confa ms en ellas que en el Seor, est en terreno mo
vedizo.

2. Dios hace la armadura de sus hijos


y los adiestra para utilizarla
Ya hemos visto que lo que hace invencible al alma no es la ar
madura en cuanto tal, sino en cuanto es de Dios. Es la oracin
armadura, o lo son la fe, esperanza y justicia? Solo si constitu
yen el diseo de Dios y han sido decretadas por l. Lo que es
nacido de Dios vence al mundo, ya sea una fe nacida de Dios,
una esperanza nacida de Dios, etc. Pero la camada falsa y adl
tera de deberes y virtudes egostas con las cuales algunos cre
yentes se arman, habiendo brotado de simiente carnal, no pue
den ser divinas.
Escudria la etiqueta para ver si tu armadura es hechura de
Dios o no. Hay muchas imitaciones en el mercado. La poltica
de Satans, si no puede satisfacer al pecador con su estado des
nudo y pecaminoso, consiste en darle algo dbil que, en s mis
mo, ni le hace bien a l ni daa al diablo. Tal vez sea la asis
tencia a los cultos, o las buenas obras, o alguna penitencia autoimpuesta con la cual piensa impresionar tanto a Dios como a
los hombres. Creen estos impostores en Dios? Bueno, esperan
no ser incrdulos. Pero cmo es su armadura, de dnde sali o
si resistir en el da malo, no se paran a preguntarlo. As mue
ren miles que crean estar armados contra Satans, la muerte y
el juicio, y todo el tiempo se hallaban desnudos y miserables.
Esta gente est peor que quienes no tienen ni un trapo de fin
gimiento para ocultar sus vergenzas al mundo.
Para la mayora de nosotros, una copia magistral de alguna
obra famosa es igual de buena que el original. Pero cuando el
pintor mismo viene, puede distinguir en un momento entre lo
verdadero y lo falso. Ocurre lo mismo con el hipcrita, apoya
do en su propia justicia, que pretende tener fe y esperanza en
Dios. He aqu un hombre ataviado con armadura resplande
[79]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ciente, arma en mano... Con la afilada espada de su lengua


mantiene las distancias tanto con el predicador como con la Pa
labra: Quin dice que no soy santo? Nombra un solo man
damiento que no guarde, un deber que descuide!, exclama in
dignado. Muchos se impresionan por su apariencia de piedad.
Hace falta el ojo avizor del Espritu para exponerlo, y aun en
tonces es difcil convencerlo porque Satans lo ha engaado
con tanta sutileza. Primero hay que desarmarlo y desnudarlo de
su inmunda justicia propia, porque la armadura de Dios nunca
se puede poner encima del traje hecho a la medida. Por otra
parte, el alma que se encuentra desnuda y humillada ante Dios
est plenamente consciente de la magnitud de su necesidad y
anhela ayuda. Qu es ms fcil, entablillar un hueso recin
fracturado o intentar corregir uno que se cur torcido?
Hipcrita piadoso: niega el nombre de Cristo bajo cuyo es
tandarte finges marchar, o bien abandona la falsa armadura de
justicia propia y ven a l en verdadero arrepentimiento. No te
atrevas a llamar a ninguna cosa armadura de Dios si no lo
glorifica a l ni te defiende del poder de Satans.

La armadura: sus componentes


Observa que el equipo del cristiano es totalmente suficiente:
Toda la armadura de Dios (Ef. 6:11). Cuando se viste co
rrectamente, la armadura cristiana es completa en tres aspec
tos.

1. Todos los componentes juntos cubren al cristiano entero:


alma y cuerpo
As, pues, los poderes del uno y los sentidos de la otra estn ba
jo proteccin divina. No queda expuesta ninguna parte. De
otro modo, los dardos de Satans podran colarse por una ren
dija, como el que penetr por las junturas de la armadura de
Acab (1 R. 22:34). Si todo va protegido menos el ojo, Satans
puede dirigir sus flechas de lujuria all y prender fuego a toda
la casa. Eva solo mir el rbol, y un dardo envenenado le atra
ves el corazn. Supongamos que el ojo est cerrado, pero el
odo abierto a las conversaciones corruptas. Entonces Satans
[80]

La armadura del cristiano


se colar por ese resquicio. O si los sentidos fsicos se guardan
con diligencia, pero el corazn no, los pensamientos mismos
del hombre pronto lo traicionarn entregndolo en manos de
Satans.
Los enemigos nos rodean, de forma que debemos estar ar
mados a derecha y a izquierda (2 Co. 6:7). El apstol dijo que
el pecado es un enemigo que nos asedia (He. 12:1).
Satans divide sus tentaciones en varios escuadrones. Em
plea uno para asaltarte aqu, otro all. Leemos acerca de la
maldad carnal y espiritual. Mientras repeles la tentacin ene
miga de la maldad carnal, puede entrar por tus puertas la mal
dad espiritual. Pero t dices: Todos mis actos son irreprocha
bles. Entonces, qu armadura tienes para defender tu cabeza,
tu juicio? Si te sorprende en esta rea y planta all semillas de
hereja, estas pronto arraigarn y ahogarn tu fe. As vemos la
falta que nos hace esa armadura universal que cubra todo el
cuerpo.
2. Cada pieza tiene una funcin especial
Dios disea cada pieza de la armadura para un fin especfico;
por tanto, el cristiano debe vestirse correctamente. Es decir, que
de nada sirve cubrir el corazn con el yelmo, ni sujetar el escu
do donde debera ir la coraza. De hecho hay una serie de vir
tudes, cada una con su funcin, para llevar vida y salud al al
ma; igual que la red de venas y arterias que lleva la sangre por
el cuerpo. Si pinchas una vena, la sangre de todo el cuerpo pue
de escapar por la herida; si abandonas un deber, la fuerza de to
das las virtudes se puede perder.
Pedro alent a los creyentes a aumentar todo el conjunto de
la gracia. La verdadera salud, no es cuando prospera todo el
cuerpo? La fe es la gracia que encabeza la procesin. Si tienes
fe, aade la virtud: Aadid a vuestra fe, virtud, dice Pedro (2
P. 1:5). Estas virtudes se benefician mutuamente. Las buenas
obras y los actos de misericordia reciben vida de la fe; la fe, a
su vez, aumenta y se fortalece con las obras. Eso dice Martn
Lutero.
Tus obras pueden llevar un fruto de aspecto delicioso, pero
no estars a salvo de la corrupcin diablica sin aadir a la vir[8 1 ]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tud el conocimiento. Este es para la fe como el sol para el gran


jero. Sin el conocimiento, la fe no ve para poder obrar. Ni la
obra terminada se inspecciona adecuadamente a la pobre luz de
las medias verdades. Si no te instruyes en la verdad del evange
lio, Satans utilizar tu ignorancia para estorbar tu crecimien
to espiritual. l tiene una idea ingeniosa para cada ocasin. En
un caso, puede intentar persuadirte de que no eres lo suficien
temente humilde, y hacer que los abrojos de la autocondenacin ahoguen la seguridad de tu salvacin. En otra, te halaga
r con un sentido falso de orgullo por tu humildad, y la plaga
de la justicia propia destrozar la cosecha de fruto espiritual en
tu vida. A Satans le da igual la mentira que utiliza: una vale
tanto como otra si puede hacrtela creer.
Pero el conocimiento no es el final de la obra de la gracia.
Hay que aadir el dominio propio. Sin l, tanto la fe como la
razn pronto pueden ceder su lugar a los placeres temporales.
El dominio propio es un excelente mayordomo: inspecciona re
gularmente al alma y ordena los deseos del creyente para que
no pase por alto los deberes cristianos para dedicarse a la di
versin. Si permites que tu amor a la comodidad o hasta a
los familiares y amigos sobrepuje el amor al Seor, no podrs
ser soldado victorioso de Cristo. Por tanto, pide el dominio
propio que mantiene seguro el nivel espiritual del corazn y to
ca la alarma cuando este se calienta demasiado en los afectos
temporales, o se enfra para con Cristo.
Imagnate ahora bien equipado y marchando hacia el Cielo,
pero solazndote mientras tanto con la prosperidad. No de
beras tambin prepararte para el mal tiempo, para una poca
de percances? Satans llenar la maleza de mil tentaciones
cuando llegues a los caminos estrechos de la adversidad, donde
no puedes correr como en el da de la bonanza. Tal vez escapes
del mundo atractivo solo para verte aplastado por un proble
ma, a no ser que sepas perseverar. Por tanto, el apstol nos
manda aadir, al dominio propio, paciencia (2 P. 1:6).
Tienes paciencia? Una excelente virtud, pero no suficiente.
Has de ser piadoso tambin. Segn Pedro, hay que aadir a la
paciencia, piedad. La devocin o piedad engloba toda la ado
racin a Dios, interna y externa. Tu vida moral puede ser im[82 ]

La armadura del cristiano


pecable, pero si no adoras a Dios, eres ateo. Si lo adoras devo
tamente, pero no segn la Biblia, entonces eres un idlatra. Si
sigues la letra pero no el espritu del evangelio, eres un hipcri
ta. La nica adoracin que nos lleva a la cmara interior de la
verdadera piedad es aquella que se ofrece en espritu y en ver
dad (Jn. 4:24).
Hemos examinado una buena coleccin de virtudes, y tal
vez te gustara probrtelas. Pero espera, an no te has revesti
do del todo. Tienes hermanos espirituales, herederos de la mis
ma promesa contigo; por tanto, a la piedad has de aadir afec
to fraternal (2 P. 1:7). Este es uno de los grandes mandamien
tos de Dios. Nuestro amor mutuo es seal de nuestra lealtad a
l. Si Satans puede sembrar cizaa entre los hermanos, hiere
profundamente nuestra piedad y toda la causa de Cristo. l sa
be que difcilmente uniremos nuestras manos en la obra si no
podemos unir nuestros corazones en amor.
No solo tienes una responsabilidad dada por Dios hacia la
familia de los creyentes, sino que tu Padre tambin te pide que
andes impecablemente con los que estn fuera de su familia. De
forma que al afecto fraternal, [aade] amor (2 P. 1:7). Esta
virtud te da poder para hacer el bien a los peores hombres.
Mientras ms te maldigan, ms debes orar por ellos. Jess or:
Padre, perdnalos, mientras sus verdugos le traspasaban el
costado en busca de su sangre.
Dnde est hoy la compasin de Cristo por la Iglesia? Es
evidente que la falta de esta pieza de la armadura le da mucha
ventaja a Satans actualmente. Nos hemos hecho avaros de la
misericordia de Dios por temor a ser demasiado dispendiosos
en la caridad; mientras que en el sentido bblico, si esta no es
tan amplia como el mundo, es demasiado estrecha para el man
damiento que dice: Hacer bien a todos (G. 6:10).
Ahora me dirijo a los pastores: Dnde queda la caridad si
todo sermn se dirige nicamente a los cristianos, y no se hace
esfuerzo alguno por sacar a las pobres almas cautivas de las ga
rras de Satans? Este puede arrastrarlas al Infierno por carga
mentos, mientras nos ocupamos consolando a los cristianos y
predicndoles sus privilegios. Que Dios nos d compasin por
las almas perdidas la cual nos mueva a reprenderlas y exhor[83]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tarlas en amor, sacndolas de las garras mortales de Satans. Es


verdad que los pastores son mayordomos para proporcionar el
man a los cristianos, pero significa esto que los dems oyen
tes no deben participar?
3. Cada pieza es completa y perfecta
No solo es perfecta la armadura completa, sino que Dios hace
cada pieza perfecta y completa en s misma. Entonces, el cris
tiano debe mantener su armadura lista para ser usada, relu
ciente... No solo debe buscar todas las virtudes, sino crecer y
madurar en cada una en particular, hasta alcanzar la perfeccin
misma. Como hay que aadir a la fe virtud, tambin hay que
aadir fe a la fe. Las virtudes son preciosas como la plata;
mientras ms se utilizan, ms brillan.
Sed [...] perfectos, como vuestro Padre que est en los cie
los es perfecto (Mt. 5:48). Y purifcate, como Dios es puro. Ah
tenemos el modelo a imitar; no es que podamos igualar la pu
reza y perfeccin de Dios, sino que debemos proseguir hacia
esa meta. Por ejemplo, si tu paciencia gime bajo una carga pe
quea, puedes estar seguro de que una mayor te tirara de es
paldas. Entonces, empieza enseguida a ejercitar y aumentar tu
paciencia para tener fuerza espiritual cuando la carga aumente.

Nuestros dones: Por qu perfeccionarlos


He aqu algunas razones por que debes madurar en los dones
que son tuyos en Cristo.
1. Porque nuestros dones pueden deteriorarse
En un ejrcito en servicio activo, las armas frecuentemente se
rompen o daan. Uno tiene el yelmo abollado, otro la espada
doblada, otro la pistola rota. A menudo hace falta reemplazar
el material. En una tentacin puede que te arranquen el yelmo
de la esperanza, en otra que te aplasten la paciencia o el amor.
Te har falta una armera cercana para reponer las prdidas
cuanto antes, porque es ms probable que Satans te ataque
cuando menos preparado ests para afrontar la carga.
Jess le dijo a Pedro: Simn, Simn, he aqu Satans os ha
[84]

La armadura del cristiano


pedido para zarandearos... (Lc. 22:31). El diablo saba que
los discpulos estaban dbiles en ese momento. Cristo, el capi
tn, les iba a ser quitado del regimiento. Estaban descontentos,
discutiendo entre s quin tendra mejor asiento en el Cielo; y
la fe ms fuerte, que el Espritu les haba de dar, no haba lle
gado an. Entonces Cristo les envi a Jerusaln a esperar la lle
gada de su Espritu (Hch. 1:4). As sabemos a quien pedir su
ministros cuando nuestras virtudes se debilitan.
2. Porque Satans sigue perfeccionando su ira y astucia
Se le llama la serpiente antigua por una buena razn: sutil
por naturaleza, es siempre ms astuto; iracundo por naturale
za, siempre est ms furioso. Como un toro, mientras ms se le
irrita, ms se enfurece. Y considerando el poco tiempo que le
queda, los que tenemos que lidiarlo debemos entrar en la plaza
bien equipados.
3. Porque cumplimos con el propsito
de Dios cuando crecemos en gracia
El fin de la obra de Dios es perfeccionar a los cristianos en vir
tud y consolaciones. l cuida con sabidura de nuestra alma.
Cuando utiliza las aflicciones para podarla, solo lo hace con
objeto de limpiarnos, a fin de que llevemos ms fruto y mejor
(Jn. 15:2). La misma tribulacin que da resultados amargos en
el alma rida del malvado, se utiliza para producir los dulces
frutos del Espritu en la frtil alma del cristiano.
Por qu insiste Dios tanto en perfeccionar a los cristianos?
Para preparar una novia sin mancha para su Hijo y cumplir su
grandioso plan! l ha provisto a la Iglesia de todos los instru
mentos y dones necesarios a fin de perfeccionar a los santos
[...] para la edificacin del cuerpo de Cristo (Ef. 4:12). Si de
jamos de avanzar a pesar de su provisin, anulamos el consejo
de Dios. Por tanto, el apstol amonesta a los cristianos judos
por su pobre rendimiento en la escuela de Cristo: Debiendo
ser ya maestros, despus de tanto tiempo, tenis necesidad de
que se os vuelva a ensear cules son los primeros rudimentos
de las palabras de Dios (He. 5:12).

[85]

El cristiano con toda la armadura de Dios

El uso correcto de la armadura


1. Hay que ponrsela
Dios ha diseado y fabricado la armadura de sus hijos; por tan
to, es perfecta en todos los aspectos. La obligacin del creyen
te es vestirse de toda la armadura de Dios.
En una palabra: qu implica el mandamiento de vestir
nos? Sabemos que es algo ms que una vestimenta de pala
bras. De poco vale decir: Tengo fe, o tengo esperanza, o
tengo amor, si en ese momento no ests creyendo, esperan
do o amando. Una cosa es tener la armadura en casa y otra ce
rtela, poseer el principio de la gracia o la gracia en accin.

2. Hay que ponrsela siempre


La armadura cristiana es para llevarla puesta no te lo quites
hasta acabar la carrera. Tu armadura y tu manto carnal se
quitan juntos. Entonces ya no har falta ni escudo ni yelmo, ni
vigilantes nocturnos. Estos deberes militares y virtudes de ba
talla como pueden ser la fe, la esperanza y dems se des
cargarn honrosamente. En el Cielo aparecers, no con la ar
madura, sino con un manto de gloria.
Sin embargo, en el presente debes vestir el traje de regla
mento da y noche. Has de andar, trabajar y dormir con l
puesto o no sers un verdadero soldado de Cristo. Pablo se
marc una meta: Por esto procuro tener siempre una concien
cia sin ofensa ante Dios y ante los hombres (Hch. 24:16).
Aqu vemos al cristiano con sus armas, entrenndose como ver
dadero soldado, siendo su propio corazn la diana en la cual
ensaya los dones en preparacin para la batalla. Tenemos
abundantes razones para portarnos de igual manera.
De entrada, Cristo lo manda. Nos ordena vestir la armadu
ra de la gracia en accin: Estn ceidos vuestros lomos, y
vuestras lmparas encendidas (Lc. 12:35). Habla como un ge
neral a su tropa: Engrasa la armadura, enciende la antorcha,
y preprate para marchar. Disponte a luchar a la primera alar
ma de tentacin!. Otra vez habla como un amo a sus siervos:
Si el dueo de la casa tiene que viajar y no se sabe cuando vol
ver, cierra un siervo fiel la puerta, apaga el fuego y se acues[86]

La armadura del cristiano

ta? No; se queda vigilando toda la noche, listo para abrir la


puerta a su seor cuando llegue. Esto significa que no es dig
no de nuestro Seor que lo dejemos llamando a la puerta del
corazn, estando nuestras virtudes dormidas.
Cada deber del cristiano exige este esfuerzo constante. Debe
orar, pero cmo? Sin cesar. Regocijarse, pero cundo?
Siempre. Dar gracias, de qu? En todo (1 Ts. 5:16-18).
Debemos sostener el escudo de la fe y el yelmo de la esperanza
hasta el fin (Ef. 6:16,17). Donde se emplaza al soldado, all se
queda y no debe ni moverse ni dormir hasta que lo releven.
Cuando llegue Cristo, solo aquella alma que encuentre velando
tendr su bendicin.
Por qu insiste tanto Cristo en que sus soldados estn aler
ta? Porque lo exigen las acciones de Satans. La ventaja del
enemigo es grande cuando sorprende a los dones dormidos.
Cuando el diablo encontr a Cristo tan dispuesto a repeler su
tentacin, pronto se cans: Se apart de l por un tiempo
(Lc. 4:13). Pero en su retirada vergonzosa parece haberse con
solado con la esperanza de sorprenderle en otra ocasin ms
ventajosa para sus fines. Y vemos cmo acude de nuevo en el
momento ms propicio para haberse salido con la suya; pero
solo si su adversario hubiera sido un hombre y no Dios (Mt.
27:42).
Y si este tentador descarado vigil tan de cerca a Cristo, no
te parece que tambin te acechar a ti, esperando tarde o tem
prano sorprenderte con las virtudes dormidas? Lo que ahora
deja de conseguir por tu vigilancia, puede ganarlo luego por tu
negligencia. De hecho, l anhela que te agotes con el deber
constante. Qu placer ms maligno se granjeara dndoles la
vuelta a tus esfuerzos sinceros por Cristo. Cuando ve un cre
yente sincero, Satans dice: Seguro que no durar. Si lo en
cuentra ms sensible al Espritu y escrupuloso en su conducta,
expresa: Es cosa de poco; no podr mantenerlo. Pronto solta
r el arco y dejar la armadura, y podr darle fuerte. Pero es
to nunca pasar si continuamente le pedimos fuerza de Dios.
Satans no es la nica trampa; la misma naturaleza de nues
tros dones hace necesaria la vigilancia. Si no se vigilan de cer
ca, se esfumarn. Y un alma que se ausente de la escuela de la
[87]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

obediencia no estar muy dispuesta a volver y reanudar sus an


tiguas tareas. La razn es doble: primero, habiendo abandona
do sus obligaciones, le da vergenza enfrentarse al Maestro; y
segundo, sabe lo mucho que ha olvidado por su negligencia, y
las horas que tardar en recuperarlo. Lleva a cabo las tareas co
mo un alumno que hace tiempo que no abre los libros: la lec
cin se le ha olvidado casi del todo. Pero otro, que siempre la
est meditando, la tiene a punto y est deseoso de emprender
la prxima tarea.
No puedo subrayar demasiado la necesidad de mantener la
mecha preparada y la lmpara encendida. Una de las manio
bras favoritas de Satans es el ataque sorpresa. Imagina la con
fusin de una ciudad si de repente, a medianoche, sonara la
alarma porque el enemigo ya estuviera a las puertas, y todos los
soldados acostados en su casa. Qu tumulto! Uno buscara el
pantaln, otro la espada, un tercero no sabra dnde andan las
municiones. Todos corren de un lado a otro y cunde el pnico;
lo cual no pasara si el enemigo los hubiera encontrado prepa
rados. Habr un tumulto parecido si no llevas siempre puesta
la armadura espiritual. Buscars apuradamente este o aquel
don cuando deberas estar ya delante de Cristo para recibir tu
destino activo.
No solo hacen falta las dones activos para tu propia protec
cin, sino tambin para consolar y ayudar a otros creyentes.
Pablo tena esto en mente cuando se disciplin para mantener
la buena conciencia a fin de no ser tropiezo para otros cristia
nos. Saba que la cobarda de uno puede hacer huir a otros; que
la ignorancia de uno puede daar a muchos. Cuntas veces el
error de un cristiano ha seducido a un hermano para dejar el
camino estrecho por aquel ancho que lleva a la destruccin! Es
uno de los ms graves errores, porque se nos manda lo opues
to. Dios orden a los gaditas y rubenitas que fueran delante de
sus hermanos armados para la batalla, hasta conquistar la tie
rra. Y t debes ayudar a tus hermanos que quizs no tengan la
misma medida de gracia o consuelo que t. Ayuda a los dbi
les; lleva su escudo. No podrs hacerlo si no ejercitas tus pro
pios dones y te cies la armadura.
Tal vez eres padre de familia. A los tuyos les va como te va
[88]

La armadura del cristiano

a ti. Si tu corazn se sacia de Cristo, nunca te faltar lo que ne


cesitas para satisfacer las necesidades espirituales de ellos. Por
otra parte, si tu propio corazn pasa hambre, ellos tambin ca
recern del alimento espiritual. De la misma manera que una
madre come ms cuando est dando el pecho a su beb, t de
bes procurar alimentar tus dones y cuidarlos por el bien de tu
casa.

La armadura: su lugar correcto


No solo debes vestir la armadura siempre, sino que esta debe
ser visible para todos. Los hombres se enorgullecen de su fe,
arrepentimiento, amor a Dios: virtudes muy preciosas. Enton
ces, por qu tan pocos nos dejan verlas da a da en su con
ducta? Si tales invitados se alojan realmente en un alma, segu
ramente mirarn por la ventana o por lo menos se darn un pa
seo de vez en cuando, dejndose ver en el cumplimiento del de
ber y en las acciones santas.
La gracia, y con ello me refiero a aquellos atributos divinos
infundidos en el espritu humano por el Espritu Santo, es algo
vivo. No es un recuerdo de tu salvacin, que puedes guardar en
algn oscuro armario del alma. No, la gracia se nota. Te acom
paar adonde vayas. Comprar contigo y vender por ti, y to
mar parte en todas tus actividades. Te alentar cuando seas
sincero y fiel a Dios, y se quejar y te amonestar si no lo eres.

Exhortacin final
Hemos demostrado la tendencia que tienen los dones a dejarse
vencer por el sueo en esta vida. Cristo, aunque despert dos
veces a los discpulos dormidos en la noche de su arresto, los
encontr dormidos por tercera vez. Si no ejercitas el carcter
santo, t tambin te dormirs. El tiempo es corto, el camino
largo; vstete con los dones de Cristo enseguida, para que no te
sobrevenga la noche antes de vislumbrar la casa del Padre.
Hay una doble ventaja en la posesin de estos dones: pri
meramente para ti, y luego para los dems. Mientras ests en la
tierra, los dems estarn mejor cuando tus dones gocen de bue[89]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

na salud. Tu entusiasmo en la carrera celestial ayudar a los


que viajan contigo. Cuando ven la buena medicina que es la
gracia de Dios para tu alma, pronto pedirn su porcin. Es
ms: la fuerte voz de tus virtudes callar los pecados de otros.
Vamos a considerar un ejemplo prctico. El blasfemo patolgi
co no se percata de que existe una curacin tan eficaz cuando
el cristiano cierra la boca y no refleja el carcter de Dios. Pero
si el hombre piadoso tiene preparado el antdoto y el valor pa
ra administrarlo con palabras sabias y compasivas, puede ha
cer que el pecado huya avergonzado a su madriguera.
Dios merece el mejor servicio que puedas darle en tu vida.
Deja entonces que sus atributos divinos se manifiesten en tu ex
periencia ahora. l no te otorga una porcin limitada de su gra
cia, ni te la administra gota a gota. No seas como tantos que la
guardan en el banco, en una cuenta que esperan utilizar algn
da, pero no hoy. Dios no es tan avaro con el Espritu como
para que tengas que presupuestar tus dones! Al contrario, el
ojo de la Providencia nunca se cierra; el que te guarda no se
dormir. El Salmista nos dice: Los ojos de Jehov estn sobre
los justos (Sal. 34:15). l ha fijado la vista para siempre en el
objeto de su afecto y con deleite infinito se complace en el mis
mo. Cundo se cerr su odo a tu clamor o se acort su brazo
para suplir tu necesidad? No ocupa tu bienestar los pensa
mientos de Dios, o no piensa l solo en cosas que son para tu
paz? Unas gotas de este blsamo mantendrn las ruedas de tu
fe en movimiento.

II.

POR QU EL CRISTIANO DEBE ESTAR ARMADO

El peligro de no estar armado


Para mejor comprender la naturaleza del enemigo, observemos
el trmino que utiliza Pablo: asechanzas, o mtodos. La pala
bra griega denota aquel arte y orden observado al esgrimir un
argumento. Implica una extraordinaria habilidad y astucia
para componer esta clase de discurso, de forma que se habla de
asechanzas o artimaas para expresar la sutileza de Satans al
planear sus estrategias contra el creyente. El soldado experto es
[90]

La armadura del cristiano


muy consciente de ese orden, como lo es el erudito. Compren
de que hay un mtodo para formar un ejrcito, al igual que un
argumento.
Ya que el diablo es un enemigo muy sutil, el cristiano debe
estar siempre en guardia. A Satans se le llama la serpiente an
tigua. La serpiente es ms sutil que otras criaturas; y ms an
tigua que las dems. Si Satans fue demasiado listo para el
hombre en su estado perfecto, cunto ms peligroso ser para
nosotros en nuestro estado cado; ya que nunca nos hemos re
puesto de la primera grieta abierta en nuestro entendimiento
por la cada de Adn. Y a medida que hemos perdido sabidu
ra, Satans ha ganado ms experiencia. Es verdad que perdi
su sabidura celestial en cuanto se hizo demonio, pero desde en
tonces ha aumentado en astucia. Y aunque no tiene bastante
sabidura para hacerse bien a s mismo, le sobra para daar a
los dems. Dios nos demostr la fuente de la fuerza de Satans
cuando prometi pisar la cabeza de la serpiente; con la cabeza
aplastada, pronto morir.
Ahora consideremos el asunto de la sutileza de Satans exa
minando sus dos estrategias principales: la tentacin y la acu
sacin.

Satans como tentador


Consideremos primero al diablo como tentador. Ninguno es
ms astuto que este maestro manipulador, que utiliza todo pa
ra alcanzar a su vctima.
1. Satans decide cundo tentar
Todo tiene su tiempo (Ec. 3:1), dijo Salomn. El mismo sa
bio nos dice por qu el hombre yerra con tanta frecuencia y se
ve frustrado en sus empresas: porque tampoco conoce su tiem
po (9:12). Distrados por los cuidados o placeres de esta vida,
son demasiados los que se incorporan a filas cuando ya han
partido las tropas. Satans vigila y sabe que un soldado des
ocupado puede buscar otro entretenimiento. De la misma ma
nera que Cristo dirige al justo a escoger el momento apropiado
para hablar palabras de consuelo y consejo, Satans demuestra
[ 91]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

su astucia al escoger el momento apropiado para hablar pala


bras de seduccin y tentacin. Una palabra a tiempo de Sata
ns es una tentacin a punto de caer.
Al adversario le gusta especialmente tentar al cristiano re
cin convertido. En cuanto nazca el hijo de la gracia, el dragn
fiero le lanzar tentaciones candentes. El primer llanto de la
nueva criatura en Cristo sobresalta a todas las legiones infer
nales. Les molesta tanto como a Herodes y a Jerusaln cuando
el Consejo se reuni para quitarle la vida al Rey recin nacido.
Satans no vacil en tentar a los apstoles mientras eran nios
en Cristo. Saba que su gracia interior era dbil y el alimento
prometido del Espritu no haba llegado an. Cundo es ms
propicio para el enemigo hacerse con una ciudad, que cuando
solo hay nios en casa? Las desventajas son tantas que perde
ramos la esperanza en cuanto a todo nio cristiano si no su
piramos que est envuelto en la gracia del pacto y bien sujeto
en los fuertes brazos de la promesa divina.
Otro momento propicio para los ataques de Satans es
cuando el cristiano pasa por alguna gran afliccin. Satans ob
tuvo primero permiso de Dios para debilitar a Job en lo tem
poral, para luego tentarlo con la impaciencia. Dej que Cristo
ayunara cuarenta das antes de presentarse, y luego ech mano
de las insinuaciones; igual que un ejrcito que bloquea la ciu
dad y espera negociar hasta que falte la provisin y probable
mente est dispuesta a asentir a todo. Si quieres estar firme en
medio del sufrimiento, ten presente este hecho: la tentacin
nunca es tan fuerte como cuando el alivio parece vestirse del
mismo pecado sugerido por Satans. Por ejemplo, supongamos
que tu familia est pasando apuros y no ves salida a la situa
cin. En ese momento Satans te dir al odo: Qu vas a ha
cer? Dios no querr que tus hijos se mueran de hambre! La
huerta de tu vecino est al otro lado de la valla. l tiene de so
bra. Es una noche muy oscura. Quin te ver si pasas y tomas
solo lo necesario?.
Satans tambin vendr cuando ests trabajando en algo
notable para la gloria de Dios. Se levantar como serpiente en
el camino, susurrando mentiras venenosas. La serpiente anti
gua nunca fue amiga de la obra del Reino. Qu buena excusa
[92]

La armadura del cristiano


les dio a los judos: No es el momento!. S que era el mo
mento de Dios, pero no el del diablo; por tanto, este pervirti
el sentir de la Providencia, como si no fuera el momento del
Mesas.
Hay dos etapas destacadas en la vida de Cristo: el comien
zo de su ministerio pblico en su bautismo, y la culminacin
en la Pasin. En ambos momentos tuvo un choque encarniza
do con el diablo. Esto debe hacerte ver cmo trabaja el viejo
tentador. Mientras ms publico sea el puesto y ms eminente
sea tu servicio a Dios, tanto mayor es la probabilidad de que
Satans est meditando en este mismo instante alguna treta
mortal en tu contra. Si hasta los cadetes deben armarse con
tra las balas de la tentacin satnica, cunto ms los coman
dantes y oficiales, que estn al frente de la batalla!
Sin embargo, Satans no siempre esperar a que ests en
una misin importante para tentarte; se aferra a toda oportu
nidad que se presente para emplear sus maas tentadoras. Se
le hace un poco ms fcil si puede encontrar algn objeto que
refuerce la tentacin. As enga a Eva mientras miraba el r
bol. Ya que la haban engaado primero sus propios ojos, fue
fcil que Satans tomara el objeto de su afecto, le diera ms
brillo, y lo utilizara para avivar el deseo que dorma en su co
razn. Si nos asomamos a la ventana para escuchar la sere
nata de la tentacin, Satans puede estar seguro de que al po
co tiempo saldr victorioso. Si no queremos ceder al pecado,
hay que cuidar de no pasar por delante ni sentarnos a la puer
ta de la ocasin. No mires la tentacin con un ojo vago, si no
quieres verte envuelto en ella; ni dejes que tu mente se deten
ga en aquello que no quieres que entre en tu corazn.
En otra ocasin llega el tentador justo despus de una gran
manifestacin del amor de Dios. Tal es la dbil constitucin
de nuestro carcter que no aguanta ni muchas sonrisas ni el
ceo fruncido de Dios. Si Dios sonre y se revela a nosotros
un poco, tendemos a exaltarnos y volvernos orgullosos. Si
frunce el ceo, la fe decae. Lo uno, como el tiempo soleado,
hace brotar los hierbajos de la corrupcin; lo otro, como la
helada, quema y hasta mata las flores de la gracia. Hay un pe
ligro latente en los dos climas; por tanto, Satans se aprove[93]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

cha para tentar al cristiano a un pecado u otro, sabiendo que


marchitar la flor de su gozo celestial.
Finalmente, en la hora de la muerte, cuando la fuerza fsica
del cristiano est postrada, se le echa encima el matn. Es su l
tima oportunidad para una escaramuza, de forma que hace un
ltimo gran esfuerzo. En el momento en que el cristiano est
entrando en la eternidad, el tentador le pisa los talones. Si no
puede hacerlo tropezar para evitar que llegue al Cielo, por lo
menos se asegura de que se despida con dolor.
2. Satans decide cmo tentar
El diablo no solo decide cundo tentar, sino que tambin esco
ge el mejor mtodo para exhibir sus tentaciones.
Una estrategia es el disfraz. Se acerca al cristiano vestido de
amigo, de forma que se le abren las puertas antes de descubrir
su verdadera identidad. Pablo dice que no nos sorprenda en
contrar falsos maestros haciendo de apstoles de Cristo, por
que el mismo Satans se disfraza como ngel de luz (2 Co.
11:13,14). De todas sus tretas tal vez sea esta la ms peligrosa
para los cristianos: cuando aparece bajo el manto de un profe
ta y dora su lengua corrupta con lenguaje hermoso. De esta
manera corrompe a algunos en su juicio, interpretando la ver
dad del evangelio de forma que Dios parezca aceptar los com
portamientos cuestionables. Estos creyentes se ven envueltos en
la moralidad del mundo bajo la guisa de libertad cristiana.
No todos se dejan engaar por estas herejas; por ello Sata
ns les tienta con otras cosas, hasta disfrazndose de cristiano.
Profana la Palabra magnificando la fe hasta excluir toda otra
virtud. O bien, obra para minar el arrepentimiento y exaltar las
buenas obras. Simula apartarse horrorizado por la corrupcin
de los administradores de la iglesia, alejando a las almas ines
tables de la comunidad de los creyentes. Fingiendo celo, en
ciende la ira en el corazn del cristiano y hace que su espritu
hierva con deseos de venganza en situaciones en las que Dios
quiere que perdone. Lucas relata una ocasin cuando los disc
pulos deseaban que descendiera fuego del cielo (Lc.
9:54,55). Pensaban que su celo estaba encendido por una llama
santa, hasta que Cristo les dijo: Vosotros no sabis de qu es[94]

La armadura del cristiano

pritu sois. Hace falta estudiar mucho la Palabra, nuestro co


razn y las artimaas de Satans, para no dar entrada a este
enemigo pensando que es Cristo el invitado.
Otro mtodo del enemigo es vigilar los asuntos del cristia
no. Satans es el mayor espa del mundo. Se ocupa en investi
gar tus tendencias, pensamientos, sentimientos y planes. En
tonces obra en consecuencia: viendo hacia dnde fluye el ro,
abriendo paso a la tentacin y cavando una trampa para tus
sentimientos. Casi no puedes salir del aposento interior de tu
corazn sin que Satans conozca a dnde vas. Alguna que otra
pasin corrupta traicionar tu alma e informar a Satans, di
ciendo: Si quieres sorprenderlo, lo encontrars en el bosque
del empleo mundano, metido hasta las orejas en los deseos y
afanes de la vida.
Es el corazn propenso a la ambicin? Le sacar proyec
tos enormemente placenteros! Es muy fcil, una vez que le ha
ya soplado con esperanza vana, llevarlo a cometer pecados te
rribles. As estimul a Hamn dispuesto a todo por ganar el
favor del prncipe a urdir el complot contra los judos, resul
tando este finalmente mortal para s mismo (cf. Est. 7: 9,10).
Al acercarse al alma sensible, Satans utiliza una estrategia
especialmente sutil. Cuando llega a tentarlo, es modesto y pide
poca cosa. Sabe que puede conseguir con varias peticiones lo
que se le negara pidindolo todo de golpe. As se insinu en el
corazn de Eva. No la anim a comer del fruto al principio. Sa
ba que la asustara con un desafo tan audaz. En su lugar le hi
zo una pregunta provocadora que preparara la escena para su
debut como archienemigo del hombre: Con que Dios os ha
dicho: No comis de todo rbol del huerto?. Esto es: Segu
ro que no te has equivocado? T sabes lo generoso que es
Dios! Te deja comer de todo lo dems del huerto, por qu iba
negarte lo mejor de todo?. As socava y mina la raz de su fe,
y el rbol cae ms fcilmente con el siguiente viento de tenta
cin.
Es sumamente peligroso conversar con Satans. Muchos
han accedido a acompaarlo una milla, si bien no pensaban an
dar con l dos. Pero una vez en camino, se han dejado llevar ca
da vez ms lejos, hasta perderse y confundirse tanto que no sa[95]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

ben cmo abandonar su compaa. Si cedes al principio, re


nuncias a tu fuerza para resistir en lo dems. As Satans hace
bajar a sus vctimas por escaleras tortuosas hasta el abismo del
pecado, de escaln en escaln. Estas corren el peligro de per
derse eternamente si no escuchan la voz de Dios y dan la es
palda enseguida al pecado.
Tal vez t eres de los fuertes, capaz de rechazar todo amago
de una cierta tentacin. No bajes la guardia; Satans no ha ter
minado tan fcilmente contigo. Llamar a su reserva. Como sa
bio capitn que siempre tiene tropas nuevas para los apuros, a
Satans pocas veces le falta personal. Cuando se rechaza una
tentacin, l manda rpidamente otra para cubrir la brecha y
reforzar la lnea. De esta manera tent a Cristo a dudar de la
providencia divina, mandndole transformar piedras en pan.
Insinu que ya era hora de que Jess se defendiera solo. A fin
de cuentas, su Padre le haba dejado cuarenta das abandona
do, sin alivio visible. Ante esto, Cristo respondi tranquila
mente: Escrito est: No slo de pan vivir el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt. 4:4). Pero en
cuanto nuestro Seor apag ese dardo, Satans ya estaba em
puando otro: la tentacin a la presuncin. Le puso sobre el
pinculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, chate aba
jo; porque escrito est: A sus ngeles mandar acerca de ti...
(v. 6). He aqu un argumento muy perspicaz: Si tienes tanta
confianza en Dios y su Palabra como dices, demustralo tirn
dote abajo, porque hay una palabra entre ti y la tierra, si es que
confas en Dios. Cristo ya tena preparada la respuesta, y es
taba listo para recibir la carga de Satans por la derecha y por
la izquierda, tan bien armado que ninguna tentacin penetraba
su armadura.
Satans utiliza el mismo mtodo con nosotros. Cuando he
mos resistido de una manera, ataca de otra. De hecho, planta
la siguiente tentacin sobre nuestra resistencia misma a la an
terior. Has de tener buena vista y habilidad en la gracia para
guardarte.
Otra estrategia del enemigo es una retirada inteligente. No
solo leemos acerca de cmo fue expulsado Satans, sino tam
bin acerca de la huida voluntaria de los espritus malignos con
[96]

La armadura del cristiano

el fin de volver con peores compaeros (Mt. 12:43-45). Satans


no siempre se ve derrotado por el uso y el poder de la gracia
vencedora; a veces se retira voluntariamente para poner su pro
pio asedio. Espera a que el cristiano salga de la trinchera con la
idea de devorarlo en la llanura, si no puede vencerlo en su for
tificacin. Cuando Satans parezca haber reconocido la derro
ta, no des por sentado que la batalla est ganada: su huida de
be fortalecer tu fe, sin que por ello bajes la guardia.
3. Satans escoge el instrumento o la persona
que utilizar para la tentacin
Hemos visto que el diablo decide el momento y la manera de
tentar; ahora veremos que tambin determina qu o a quin
utilizar para su obra.
Como obrero maestro, Satans corta la tentacin y le da for
ma; pero a veces permite que sus peones la terminen. Sabiendo
que la tarea la pueden desempear mejor otros, considera cui
dadosamente quin se puede encargar con mayor ventaja de su
maligna causa. Al igual que no todo poltico sirve para emba
jador, tampoco toda persona vale para el servicio especial del
diablo. l examina a los candidatos con cuidado. En esto es
distinto de Dios, quien no se ve limitado en cuestin de instru
mentos, ya que no necesita a nadie, y le sirve igualmente uno
que otro. Pero el poder de Satans es finito, de forma que tie
ne que remendar los defectos en la piel del len con la del zo
rro.
Los embajadores preferidos de Satans suelen ser de cuatro
clases: personas de poder y preeminencia; personas de intelec
to superior y diplomacia; personas con reputacin de santidad;
y personas influyentes con los poderosos.
Primero: Satans busca personas de preeminencia y poder.
Pueden ser del Estado o de la Iglesia. Si tiene la posibilidad, se
hace tanto con el trono como con el plpito, a modo de dos ge
nerales que mandan sobre todo el ejrcito. Un jefe de Estado
puede influir en millones de personas; por tanto, Pablo le dijo
a Elimas, cuando este intentaba disuadir de la fe al procnsul:
Oh, lleno de todo engao y de toda maldad, hijo del diablo
(Hch. 13:10). Como si dijera: Has aprendido esto de tu padre
[97]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

el diablo: a andar por las cortes reales y ejercer tu influencia so


bre los dems.
Satans redobla su fuerza a fin de ganar a tales dirigentes
para su bando. Primero, estos tienen el poder de arrastrar a
otros. Si se corrompe el capitn, llevar a su tropa consigo. Si
es Jeroboam quien instituye la idolatra, pronto todo Israel ha
br cado en la trampa. Segundo, aunque el pecado se quede en
la corte y no cunda la infeccin, sin embargo todo el reino pue
de pagar un alto precio por el pecado del soberano. David su
cumbi a la tentacin de Satans de contar al pueblo, pero fue
toda la nacin la que padeci la plaga del castigo juntamente
con l (cf. 1 Cr. 21).
Adems de intentar infiltrarse en el gobierno, Satans tam
bin apunta a los mandatarios de la iglesia. Qu mejor ma
nera de infectar a todo el pueblo que envenenando la cisterna
de la que sacan el agua? l se deleita especialmente en co
rromper el corazn de los pastores. Si puede entrar en su co
razn, estar libre para pasearse invisible entre el redil del
Dios: un diablo vestido de pastor. Quin persuadi a Acab
para ir a Ramot de Galaad y caer? Satans lo sabe: Yo sal
dr, y ser espritu de mentira en la boca de todos sus profe
tas (1 R. 22:22). Cmo endurecer a los pecadores en su pe
cado? Que el pastor les ponga cojines de paz bajo su con
ciencia y les cante una cancin de cuna que diga: Paz,
paz..., y ya est hecho. Cmo desacreditar la alabanza de
Dios? Que el mundo observe la conducta escandalosa del pas
tor, y muchos buenos y malos rechazarn la verdad del
evangelio por la mentira de su vida.
Segundo: Satans tambin emplea a personas de gran inte
lecto y diplomacia. Qu hazaa, predicar sus ideologas mal
ditas desde los estrados de las grandes mentes de la historia!
Tan bien se le da, que pocos de este rango se encuentran entre
los discpulos de Cristo: No sois muchos sabios segn la car
ne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles (1 Co. 1:26). Tal
vez sea porque la bendicin del entendimiento se convierte muy
fcilmente en la maldicin del engao. Dios no mantendra su
Reino, ni en el corazn ni en el mundo, bajo principios carna
les. No, l manda que andemos en la sencillez divina! Jacob
[98]

La armadura del cristiano

consigui la bendicin mediante el engao, pero podra haber


la obtenido ms fcilmente siendo justo.
Satans busca las mentes ms agudas un Balaam, un
Ahitofel, un Sanbalat para vender su maldicin y hacer
que la humanidad la compre. Siempre busca a los mejores
vendedores, de tal manera que engaarn, si fuere posible,
aun a los escogidos (Mt. 24:24). Pablo, por su propia expe
riencia, conoca el poder de Satans sobre la mente, y tema
por los corintios, a quienes l haba unido a Cristo. No que
ra que sus [sus] sentidos [fueran] de alguna manera extra
viados de la sincera fidelidad a Cristo (2 Co. 11:3). Si Dios
te ha bendecido con una mente excelente, dale gracias, pero
ten tambin presente el aviso de Pablo!
El gran dolo adorado por el sector ms inteligente del
mundo y que forma el icono de su fe es la razn humana, de
la cual brotan muchas herejas. Orgulloso por naturaleza, al
hombre nada le gustara ms que ser su propio dios (aunque
cay por querer subir tan alto). Si encuentras una doctrina
que alimenta una buena opinin del hombre a sus propios
ojos, vers como el hombre se muestra glotn a esa mesa.
Tambin le gusta saciarse de la libertad carnal otro ape
tito natural, y Satans sabe como fomentar ese deseo. El
hombre sin yugo es hijo de Belial; y si debe llevar alguno, le
agrada ms el que tenga el forro ms suave y roce menos la
carne. Por tanto, cuando los sinceros maestros de la Palabra
hacen hincapi en la obediencia sincera, vienen los encarga
dos de Satans y dicen: Qu duros son tus ayos! Te atan a
un deber interminable. Ven, te ensearemos un camino ms
fcil al Cielo. El que vende ms barato tendr ms clientes;
pero al final, la verdad con la abnegacin es mejor compra
que el error con todo su placer carnal.
Tercero: Prefiere Satans la compaa de personas pode
rosas e intelectuales? Tambin se deleita en entretener a
aquellos que tengan la reputacin de santidad. Qu funcio
na mejor que un pjaro vivo para atraer a otros a la red? Tal
es la astucia de Satans y la fragilidad de los mejores entre
nosotros que los ms santos hayan sido su cebo para atra
par a otros. El gran patriarca Abraham tent a Sara a men[99]

El

c r ist ia n o c o n t o d a l a a r m a d u r a d e

D io s

tir: Di que eres mi hermana, para que me vaya bien por cau
sa tuya (Gn. 12:13). El viejo profeta de Betel desvi al sier
vo de Dios del camino, porque la santidad de su vida y la re
verencia de su edad daban autoridad a su consejo (cf. 1 R.
13:18).
Esto debe hacerte muy vigilante si eres de aquellos cuyo
largo viaje y grandes progresos en los caminos de Dios te han
ganado un nombre eminente en la iglesia. Lo que dices y ha
ces por ser un dirigente, mueve a otros a mirar menos a
s mismos y ms a ti para marcar la pauta y poner las reglas.
Cuarto: Satans escoge a personas capaces de influir en
los poderosos. Si puede ganar familiares o amigos de estos,
tendr fcil acceso al objeto real de su deseo. Algunos pien
san que por eso no acab con la mujer de Job, para enviarle
en su mano la copa envenenada: Maldice a Dios, y mure
te. Sabemos que David no habra recibido de mano de Na
bal lo que acept de Abigail. Satans pens en mandarle a
Adn la manzana por mano de Eva, y envi la derrota a San
sn por medio de Dalila. Asimismo us a Pedro, el discpu
lo, para tentar a Cristo. Algunos mrtires han confesado que
lo ms difcil fue sobreponerse a los ruegos y lgrimas de sus
amigos y parientes. Pablo mismo expres este sentir cuando
dijo: Qu hacis llorando y quebrantndome el corazn?
Porque yo estoy dispuesto no slo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusaln por el nombre del Seor Jess (Hch.
21:13).

Aviso
Estudia las tretas de Satans, y reconoce su tctica. Pablo da
por sentado que todo cristiano las entiende en cierta medida:
Pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Co. 2:11). Se
puede decir lo mismo de ti? Sabes t lo sutil y astuto que es
tu enemigo, y el amigo agradable que puede parecer?
Sintate a mi mesa de juego dice Satans. He aqu
algunos premios tentadores: el estado terrenal, tu vida, tu li
bertad.... Ahora bien, estars de acuerdo con que estas ison
cosas buenas y lcitas. Pero ese es el truco de Satans: ampla
[100]

La armadura del cristiano

las reglas del juego de forma que, si juegas con l, segura


mente violars las leyes irrevocables e inmutables de Dios. Si
no puedes obtener las cosas buenas limpiamente, sino solo
haciendo trampas, sabes que el premio es falso y se volver
basura en tus manos. Qu necio barajar rpidamente con
Dios comprometiendo su verdad! Puede que pienses haber
ganado alguna que otra mano, pero cuando el juego acabe,
te encontrars en la bancarrota.
Si Satans te puede atraer al pecado con lo que asegura
que es un premio digno, te hallas en un grave apuro, pero lo
peor est an por venir. Una vez que te tenga sentado a la
mesa, empezar en serio a ensearte los trucos del oficio. Es
te jugador diablico te ensear a deslizar tus pecados bajo
la mesa, diciendo que nadie ni siquiera Dios lo ver. Ha
estado enseando el mismo truco desde Adn, que pensaba
esconderse tras una hoja de higuera. Qu hicieron los her
manos de Jos cuando lo dejaron por muerto, sino esconder
el hecho bajo la tnica ensangrentada? Y cmo respondi la
esposa de Potifar cuando Jos dio la espalda a su mirada
adltera? Escondi su pecado, de nuevo en la tnica de este,
y lo acus de su propia maldad.
Gurdate de hacer juegos arriesgados con Dios! Ninguna
tnica cubrir tu pecado; ninguna mano es lo bastante rpi
da como para esconderlo bajo la mesa y engaar a la mirada
de Dios. Si no te pide cuentas en esta vida, puedes estar se
guro de que le responders en la eternidad.
El ms grave castigo que Dios puede imponer a este lado
de la eternidad, es dejar al pecador a su aire, yendo camino
del Infierno en compaa de Satans. Uno de los peligros de
jugar con el diablo es que llega a gustarte. Es adictivo como
el vino, y crea una sed insaciable. Si practicas los trucos del
diablo durante mucho tiempo, tu alma ennegrecida empeza
r a inventar jugarretas por su cuenta para satisfacer tu ape
tito ansioso de pecado. Ningn pecado refleja mayor logro
de maldad que aquel que es resultado de la meditacin deli
berada. Si fijas tu corazn en la maldad, Satans te prestar
su propio carruaje y te har de cochero para llevarla a cabo.

[ 101]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Advertencia
Estos son pensamientos solemnes, y nos llenaran de espanto si
no tuviramos una receta poderosa para la salud espiritual escri
ta por la mano de Dios. Lela con cuidado, y sguela al pie de la
letra:...
1. Pide el consejo de Dios
El Cielo tiene vistas al Infierno, y Dios, en cualquier momento,
te puede indicar las conspiraciones que all se urden en tu contra.
El que hace el reloj conoce todos sus engranajes. Dios cre a la
retorcida serpiente (aunque no su retorcimiento), as que la co
noce a fondo. Satans tambin es prisionero de Dios; y el Seor
es su vigilante y siempre lo tiene a la vista.
Toda transaccin en el Cielo o en el Infierno pasa por las ma
nos de Cristo. El Hijo sabe todo lo que sabe el Padre, y est dis
puesto a revelar a sus santos todo lo que necesitan saber en esta
vida (Jn. 15:15). Vivimos una poca de alta intriga poltica. Solo
unos pocos que estn en las alturas del mundo comprenden los
misterios de Estado; los dems sabemos poco ms que lo que le
emos en los peridicos. Es lo mismo con las conspiraciones que
Satans teje furtivamente contra las almas humanas. Pocos tie
nen idea del propsito de Satans en su contra. Se trata de los
cristianos, a quienes el Espritu de Dios no solo revela lo que ha
preparado para ellos en el Cielo, sino tambin la trama de las
maquinaciones mortales de Satans aqu en la tierra.
2. Conoce tu corazn
Ten un conocimiento ntimo de ti mismo, y podrs comprender
mejor los designios de Satans en tu contra. l escoge su mtodo
de tentar segn la inclinacin que encuentra all. Igual que un ge
neral recorre la muralla de la ciudad para examinarla y, luego,
dirige su asalto al punto ms ventajoso, as Satans rodea y con
sidera al cristiano en todos los aspectos antes de tentarlo.
3. Lee la Palabra de Dios con atencin
All se encuentra la historia de las batallas ms destacadas en
tre los grandes soldados de Cristo y su adversario, Satans. Po[ 102]

La armadura del cristiano

drs leer cmo los venci el diablo, y como recuperaron el te


rreno perdido. No hay un deseo que ronde por tu mente, que
no veas all expuesto; ni una tentacin contra la cual no te ar
me la Palabra de Dios. Se dice que cierto hombre planeaba en
venenar a Martn Lutero, pero a este le avis un amigo fiel en
vindole un retrato del presunto asesino. Cristiano, la Biblia te
muestra los rostros de aquellos pecados que Satans emplea pa
ra destruir tu preciosa alma: Tu siervo es adems amonestado
con ellos (Sal 19:11).
Satans como acusador de pecado
A estas alturas conocers bien las tentaciones de Satans. Sin
duda, a menudo las ha ido a vender a tu puerta, porque le en
canta granjearse la clientela fija de un cristiano. Puede ser dif
cil colocarte el gnero, y oro a Dios para que as sea; pero no
pienses ni por un instante que a Satans se le da largas fcil
mente. Si no te gusta su caja de tentaciones, echar mano del
saco de acusaciones y te las mostrar con tal arte que pensars
que las trae a instancias de Dios.
Igual que el Espritu Santo es primero santificador y luego
consolador, Satans es primero tentador y luego perturbador.
La duea de Jos intent primero excitarlo para que satisficie
ra su lujuria; y al romperse esa cuerda, tir de otra para acu
sarlo. Ya hemos visto cmo utiliz la prueba de su tnica para
encubrir su propia malicia. Igualmente, no es difcil que Sata
ns encuentre algn roto en el manto del cristiano, aun cuando
este ande con la mayor prudencia.
Cuando desea tentarnos al pecado, Satans llama a la puer
ta de la voluntad. Si quiere acusarnos del pecado, visita la con
ciencia. Pero no tiene ni un conocimiento ni un poder absoluto
sobre ellas, porque estn cerradas para todos menos para Dios.
El diablo sabe que no puede hacer saltar las cerraduras de las
que Dios tiene las llaves; de modo que maquina trucos astutos
para que el cristiano le abra la puerta.
Satans, como la serpiente, tiene una manera nica de ha
cerlo. Otros animales se mueven derechos hacia delante, pero
la serpiente se desplaza de lado, retorciendo el cuerpo. Cuando
[ 103]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ves arrastrarse a la serpiente, casi no se sabe hacia donde va.


Satans se mueve de forma parecida: girando de ac para all
a fin de ocultar sus intenciones. He aqu algunas maneras que
tiene de acusar a tu alma y nublar tu relacin con el Padre.
1. Satans acusa a los cristianos de sus propios
pensamientos malvados
Deposita sus propias imaginaciones malvadas en la puerta, como
nios abandonados. Qu astuto es en esta maquinacin! Cuan
do entran los pensamientos e inclinaciones contrarias a la volun
tad y los caminos de Dios, muchos amados cristianos toman
errneamente a estos hurfanos por sus propios hijos, y asumen
la plena responsabilidad de esas pasiones carnales. Tan diestro es
el diablo en introducir sus propios pensamientos en la mente del
cristiano que para cuando empiezan a gemir, l ya se ha escondi
do. Y el creyente, que no ve a nadie ms que a s mismo en casa,
supone que estas nociones ilegtimas son suyas. De forma que
carga con la vergenza, y Satans logra su propsito.
Qu recursos tiene un hijo de Dios? Permanecer en comu
nin estrecha con el Padre. Entonces podrs repeler las acusa
ciones del diablo con la espada del Espritu. Pero preprate pa
ra otro asalto. Igual que Nabucodonosor, Satans probable
mente sufrir un arrebato de rabia celosa y atizar los fuegos
de su ira siete veces ms ardientes hasta que las llamas de sus
emociones blasfemas te engullan. Con ello espera asustarte y
enturbiar tanto tus sentidos espirituales que puedas ser persua
dido a llegar a la conclusin errnea; por ejemplo, de que ya no
eres un hijo de Dios. La verdad es que si pecas de algn modo
en esta situacin, es por dudar del poder guardador de Dios y
no de estas emociones deformadas. Mi consejo en tal caso es
que trates a tales emociones como pandillas de forajidos que
andan por el pas acosando a los ciudadanos. Aunque no pue
das evitar que pasen por tu pueblo, puedes asegurarte de que
no se afinquen all.
2. Satans exagera los pecados del cristiano
Satans busca desacreditar a los cristianos, no sus pecados. Su
tctica principal es presentar la acusacin como si viniera del
[104]

La armadura del cristiano

Espritu Santo. Sabe que una descarga de los caones de Dios


hiere profundamente; por tanto, al acusar a un creyente con
cienzudo, falsifica la firma de Dios en el proyectil antes de dis
parar. Supongamos que un hijo desagradara a su padre en algo
serio, y algn malicioso, por acosarlo, le enviara una carta fal
sa llena de acusaciones y amenazas duras, copiando la firma de
su padre al pie. El pobre hijo, tan consciente de sus pecados y
sin tener conocimiento del truco, se sumira en la tristeza. Aqu
vemos un dolor real que brota de una premisa falsa; y esa es la
clase de cosa que deleita a Satans.
Satans es un detective astuto: observa de cerca tu relacin
con Dios. Tarde o temprano te pillar llegando tarde a un deber
o fallando en algn servicio. Sabe que eres consciente de tus fa
llos y que el Espritu de Dios tambin demuestra su desconsuelo
por ellos. De esta forma, compone un caso detallado, incluyen
do todas las agravantes imaginables, para luego entregarte las
acusaciones como si vinieran de Dios. As reaccionaron los ami
gos de Job ante sus tribulaciones. Juntaron todas las pruebas de
sus enfermedades para usarlas en su contra, implicando que eran
enviados por Dios para declararle hipcrita y denunciarle.
Aunque Satans es un maestro inquisidor, sabemos que no
toda reprensin viene de l. La Palabra de Dios dice claramen
te que el Seor al que ama, disciplina (He. 12:6). Entonces,
cmo discernir entre las acusaciones maliciosas de Satans y
las reprensiones compasivas del Espritu de Dios?
Haz la prueba: si tal reprensin contradice una obra ante
rior del Espritu de Dios en tu alma, es de Satans y no del Es
pritu. Satans destaca tu pecado para des-santificarte y per
suadirte de que eres un hipcrita. Ah susurra, ahora has
demostrado como eres de verdad! Ves aquella horrenda man
cha en tu ropa? Ningn cristiano ha cometido tal pecado! To
da tu vida es una comedia! Dios no quiere nada con una per
sona tan mala como t.
Con un solo golpe Satans lo destroza todo. Toda la man
sin de gracia que Dios lleva aos levantando en tu alma, y to
das las consolaciones especiales del Espritu Santo, se ven ba
rridas por una rfaga de su boca maliciosa. Deja tu vida en rui
nas, y te dice que la culpa es tuya.
[105]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

No te desesperes. Tranquiliza tus temores con esta verdad


preciosa: Una vez que el Espritu de Dios ha empezado la obra
de santificacin, hacindote esperar en su misericordia, nunca
podr traer una noticia contraria a tu alma. Su lenguaje no es
S y No, sino S y Amn para siempre. Si haces como el hijo
prdigo, Dios fruncir el ceo y te reir por tu pecado, como
hizo con David por medio de Natn: T eres aquel hombre
(2 S. 12:7). Pero no se dice nada de que Natn le mandara a
David cuestionar la obra de Dios en su alma. El Profeta no re
cibi tal misin del Seor; fue enviado para hacer que David
llorara su pecado, no para cuestionar su estado de gracia que
Dios tantas veces haba reafirmado sin dudas.
Adems de sembrar la duda acerca de la obra santificadora
del Espritu, Satans a menudo enva reprensiones de la con
ciencia que niegan la riqueza de la gracia divina. Cuando en
cuentras que tus pecados se te presentan como excediendo la
misericordia de la naturaleza de Dios o la gracia del pacto, es
to viene de aquel celoso: el diablo. El Espritu Santo, como in
termediario de Cristo, corteja a los pecadores para que se abra
cen a la gracia del evangelio. Qu podra decir entonces para
estropear la relacin o rebajar la estima de Cristo ante su ama
da? Debes saber de donde provienen tales mentiras! Cuando
oyes halagar a uno como sabio o bondadoso, seguido de un pe
ro que lo estropea todo, sabes que no se trata de amigo sino de
un hbil enemigo que, al fingir enaltecer al otro, realmente
quiere desacreditarlo. Entonces, cuando veas que alguien te re
presenta a Dios como misericordioso y lleno de gracia, pero no
para con pecadores tan malos como t; y fuerte y poderoso, pe
ro incapaz de salvar a alguien como t, podrs decir: Fuera,
Satans, tu lenguaje te ha traicionado. Este mensaje no viene
de Aquel que ama mi alma!.
3. Satans se nombra juez y jurado
para juzgar a los creyentes
El diablo va a los cultos tanto como t. Y se pone a la puerta
de tu habitacin para escuchar lo que le dices a Dios en secre
to, estudiando la forma de acusarte. Aquel espritu rebelde que
se atrevi a criticar la forma que tena Dios de regir el Cielo, no
[106]

La armadura del cristiano

vacilar a la hora de juzgar la manera como t riges tu alma.


Es como los que escuchan el sermn solo para criticarlo y lla
mar al pastor infractor por una palabra ms o menos. Sata
ns se deleita en destrozar tus actividades y desfigurarlas tanto
que puedan parecer superficiales, aunque realmente estn lle
nas de celo, o farisaicas, aunque realmente sean sinceras. No
descansar hasta poder pronunciar sobre tu alma una senten
cia de: Culpable!. Cuando has hecho todo lo posible, entra
en accin este crtico persuasivo. All has sido hipcrita; pare
cas noble, pero era para tu provecho. Aqu te has alejado; all
fuiste perezoso; ms all te has hinchado de vanidad. Qu ga
lardn puedes esperar de la mano de Dios, habiendo estropea
do de tal manera su obra?. Esta murmuracin constante ago
ta a muchas pobres almas. Eres t de los espiritualmente ago
tados? Critica el diablo todo lo que haces hasta que ya no sa
bes si orar o no, si escuchar o no? Y cuando has orado y escu
chado, sirve de algo? As tu alma queda suspendida en la du
da, y los das pasan tristemente, mientras tu enemigo est rin
dose en un rincn por la jugada que te ha hecho. Este es su plan
maestro: si no puede robarte tu justicia y rectitud, te quitar el
gozo.
4. Satans intenta robar la promesa
del pacto a los cristianos
Satans viene para alejarte de los verdes pastos del consuelo del
pacto y arrastrarte al abismo de la desesperacin. Lo hace fin
giendo que no te humillas lo suficiente por el pecado. El aps
tol conoca los sofisticados juegos mentales que utiliza el ene
migo. Los llam sus asechanzas o artimaas (2 Co. 2:11),
sus argumentos astutos. Aqu depende Satans de su pico de
oro. Todo lo que dice es mentira flagrante y doblez, pero qu
cristiano no ha sido engaado, al menos por un momento, por
sus estratagemas?
Satans lo razona as: Debe haber una justa proporcin
entre el pecado y la afliccin. Pero no la hay entre tu pecado
y tu afliccin; por tanto, no te has humillado. Parece tan
plausible a primera vista! Adems sabe citar abundantes tex
tos bblicos para probar sus ideas. Manass fue un gran pe[107]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cador, y una afliccin corriente no le serva: se humill gran


demente en la presencia del Dios de sus padres (2 Cr. 33:12).
Satans dir luego: Ahora pesa tu pecado en la balanza, jun
to con tu afliccin; gimes en proporcin a tus pecados? Du
rante aos has guerreado contra el Omnipotente, haciendo lo
que te ha venido en gana de su ley, probando su paciencia al
mximo, hiriendo a Cristo con la daga de tu pecado, entris
teciendo al Espritu y rechazando la gracia. Y ahora crees
que un poco de remordimiento, como una nube pasajera que
deja caer unas gotitas de lluvia, bastar? No; tienes que hun
dirte en la afliccin como te has empapado del pecado.
Para demostrar los fallos de esta tesis, hay que distinguir
entre dos clases de proporcin en el pecado.
Primero, una proporcin exacta de afliccin con la natu
raleza inherente y los demritos del pecado. Esto no es facti
ble: el dao del pecado ms insignificante es infinito, porque
se le hace a un Dios infinito.
Segundo, una proporcin relativa de la afliccin con la ley
y el gobierno del evangelio. Y qu dice la ley del evangelio
en este caso? Que la afliccin genuina y de corazn es la aflic
cin evanglica: Se compungieron de corazn (Hch. 2:37).
Esta afliccin divina es el arrepentimiento para vida, dado
por el Espritu del evangelio para tu socorro. Alma tentada,
cuando Satans dice que no eres lo bastante humilde y que
debes revolcarte en tu afliccin, considera cmo te puedes sal
var: Cristo es el puente por el cual puedes cruzar sin peligro
el ro bravo de tu pecado. Eres hombre muerto si piensas res
ponder por tu pecado con tu propia afliccin; pronto perde
rs el pie, y te ahogars en tus propias lgrimas, sin ser res
catado de la menor de tus transgresiones. La fuerza de la
afliccin no te llevar al Cielo, sino el verdadero arrepenti
miento de corazn.
Una punzada en el corazn es ms que una herida en la
conciencia. El corazn es la sede de la vida. El pecado all he
rido, se muere. Si tu corazn es falso, ni yo ni el evangelio
mismo te podemos ayudar. Pero si eres sincero, te muestras
osado para con Dios (1 Jn. 3:21) y con su promesa de perdn
(1 Jn. 1:9).
[108]

La armadura del cristiano

La respuesta correcta del cristiano ante las


acusaciones de Satans
Si has considerado seriamente la discusin anterior, puede que
te preguntes: Qu cosa prctica puedo hacer para resistir a
Satans cuando viene criticando mi obra por Cristo?.
1. Que sus acusaciones te hagan ms diligente
Este es el propsito de Dios al dejar que Satans te aceche. Un
nio es de lo ms circunspecto cuando el maestro ha llamado a
sus padres a consulta. Igualmente, si sabes que Satans te vigi
la y seguramente piensa llevar sus chismes ante Dios, debes te
ner ms cuidado para mantener la cuenta al da. Esto debe des
afiarte a estudiar bien tu corazn y leer la Palabra con fideli
dad. Entonces, cuando Satans te ataque, tendrs una respues
ta para cada acusacin.
2. Que te hagan ms humilde
Para ser honrados, hay que admitir que muchas de estas acu
saciones son verdad. Si Satans, tan ciego como es, puede acu
sarnos de mucho, qu revelara la luz de Dios! Qu buena
oportunidad para reconocer de nuevo tu propio pecado, y la
misericordia sobreabundante de Dios! Con esta actitud, reco
gemos los mismos ladrillos que nos lanza Satans y los utiliza
mos para edificar un monumento a la gloria de nuestro Seor
de la gracia.
3. Que te demuestren la falsedad de su lgica
Entonces podrs responder sabiamente sus acusaciones. La fal
sedad es doble: primero, te sealar que no eres perfecto, pero
que se espera que lo seas; luego te dir que, ya que no eres per
fecto, Dios no quiere saber nada de tus intiles esfuerzos.
El persuadirte de que tu servicio y t mismo sois hipcritas,
soberbios, egostas, etc., no suele ser tan difcil, ya que algo de
estos pecados se encuentra en todo el mundo, incluyendo a los
creyentes! Tienes que aprender a distinguir entre el orgullo por
una obra y una obra orgullosa; entre la hipocresa en una per
sona y un hipcrita. El mejor cristiano lleva dentro la semilla
[109]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

de tales corrupciones. Consulate con esto: Si hay una voz en


tu corazn que clama a Dios y protesta contra el mal, t y tus
esfuerzos son aceptos delante de l.
Dios ve tus fracasos como sntomas de tu estado terrenal en
fermo y te tiene compasin como la tendra por un nio tulli
do. Cmo despreciamos a aquel que se burla de otro por ser
tartamudo o cojo! Tales son los defectos en tu nueva naturale
za. Observa las palabras de la oracin de Cristo contra Satans:
Jehov te reprenda [...]. No es ste un tizn arrebatado del
incendio? (Zac. 3:2). Es como si dijera: Seor, vas a permi
tir que este espritu envidioso culpe a tu pobre hijo Josu por
estas debilidades de su antigua naturaleza que se aferran an a
su estado perfecto? Est recin sacado del fuego; no es sor
prendente que quede alguna chispa sin apagar, alguna corrup
cin sin mortificar, algn desorden sin reformar. Y lo que
Cristo hizo por Josu lo hace incesantemente por todos los cris
tianos, intercediendo ante el Padre por sus debilidades y pi
diendo misericordia para ellos.
La segunda distorsin del argumento de Satans es razonar
que, dado que los residuos de la antigua naturaleza se pegan
an a nuestros esfuerzos presentes, Dios no acepta estos lti
mos. La pregunta que hace es: Aceptar el Seor de tu mano
una moneda estropeada? Acaso no es un Dios santo?. Aqu
hemos de ejercer discernimiento. Hay dos tipos de aceptacin
que debemos examinar: la aceptacin de algo en pago de una
deuda, y la aceptacin de lo ofrecido como muestra de amor y
agradecimiento. El que no acepta una moneda estropeada, ni
tampoco la mitad de lo debido como pago de una deuda, s que
aceptar con gozo, de mano de su amigo, una moneda dobla
da como prenda de amor. Es verdad que la deuda que tienes
con Dios ha de pagarse con moneda legal. Pero para tu con
suelo, Cristo es tu administrador. Enva a Satans a verle; que
lleve los cargos a Cristo, el cual est preparado, a la diestra de
Dios, para abrir los libros y mostrarle que la columna de los d
bitos est borrada con su propia sangre, y sellada la deuda con
un Pagado.
Desde el da de tu salvacin, tu progreso y obediencia se
apuntan en un libro aparte como muestras de tu amor y grati[110]

La armadura del cristiano


tud a Dios. Y tal es la disposicin de tu Padre celestial, que
acepta hasta tus centavos. El amor no rechaza lo enviado por
el amor. No es el peso ni el valor del regalo lo que cuenta, sino
que el deseo de los justos es solamente el bien (Pr. 11:23).

La respuesta perfecta de Dios ante las


acusaciones de Satans
Es un consuelo incalculable saber que no estamos solos al in
tentar defender nuestra conciencia de los golpes de Satans. Es
listo el diablo? Tu Dios lo es ms an, y te puede hacer volver
a l, sano y salvo, a travs del diablico laberinto de mentiras.
1. Dios utiliza las tretas del propio Satans
para hacer sabios a sus hijos
Con ellas desenmascara al diablo y descubre a los hijos de Belceb, esa jaura del enemigo que demuestra tener el mismo ar
te que su padre infernal para molestar el alma de los cristianos.
Estos son algunos hijos del diablo que enva Satans para
perturbar la paz del cristiano.
Quienes desentierran los antiguos pecados del cristiano, que
Dios ha perdonado y olvidado, simplemente por turbar su al
ma y enturbiar su nombre, demuestran una malicia diablica,
tomndose la molestia de volver muchos aos atrs por un pu
ado de barro que tirarle a la cara al creyente. As Simei deca
maldiciendo a David: Fuera, fuera, hombre sanguinario y
perverso! (2 S. 16:7). Cuando te enfrentas a esta clase de re
proches, respndelos como hizo el telogo francs Beza con
aquellos que, a falta de mejores municiones, le acusaron de ha
ber escrito en su juventud algunos versos profanos. Respondi:
Estos hombres me escatiman la misericordia perdonadora de
Dios.
Tambin los hay que esperan un tropiezo del cristiano para
sealarle con el dedo y hacerle parecer un desgraciado, y a s
mismos mejores por comparacin. Tales peones del diablo
atraen sobre s mismos una maldicin, aunque no lo sepan.
Considera a Amalec, el recuerdo de cuyo nombre amenaz
Dios con borrar de debajo del cielo (cf. Dt. 25:19). Recuerdas
[111]

El cristiano con toda la armadura de Dios

lo que hizo para merecer la ira de Dios? Hizo que sus soldados
mataran a aquellos de la retaguardia de la compaa de Moiss
que por debilidad no podan mantener el paso de los dems.
No podemos imaginar peor crueldad; pero ante Dios es aun pe
or golpear con el filo de una lengua burlona a los dbiles en la
gracia.
Algunos malvados pecan con el fin de perturbar el alma de
los cristianos. Tal vez hayas observado las acciones de un blas
femo. Cuando descubre la presencia de aquellos que aman al
Seor y no aguantan que se tome su nombre en vano, delibera
damente emplea un lenguaje malo que hace zumbar los odos
puros y turba las almas sensibles de sus oyentes. Este sinver
genza golpea a padres e hijos a la vez. Cree que no basta con
deshonrar a Dios, sino que insiste en que los cristianos obser
ven y escuchen el agravio hecho a su Padre celestial.
Tal vez los peores sean aquellos que culpan al hijo de Dios
por las consecuencias de sus propios pecados. Por eso llam
Acab al Profeta el que tuba a Israel, cuando en realidad era
l mismo, y la casa de su padre, los que tenan la culpa. Qu
tristeza para Moiss el que los israelitas le hicieran responsable
de la sangre de quienes murieron en el desierto. Dios mismo
testifica que Moiss era su valedor constante, cuando en cual
quier momento l hubiera levantado su mano para destruirlos.
Los mejores siervos de Dios en esta generacin perversa es
tn bajo la misma maldicin. Podemos agradecerles dicen
los profanos todas las miserias de la nacin; bamos muy
bien hasta que intentaron reformarnos. No culpes a la buena
medicina administrada, sino al cuerpo corrompido de una na
cin incapaz de tragarla!
2. Dios utiliza las tretas de Satans para
hacer agradecidos a sus hijos
Ya sabes qu clase de piedras el diablo interpone en tu camino.
Si hoy el camino es llano, qu alivio y gozo para tu alma! Na
die supera a Satans en crear problemas y, sin embargo, t tie
nes la conciencia en paz. Quin te da esa serenidad espiritual?
Nadie ms que tu Dios, que tiene vigilado a Satans y no le de
jar entrar en el jardn de tu alma. Satans conspira para minar
[112]

La armadura del cristiano


tu consuelo diariamente. Ese ladrn ve tus frutos agradables
colgando del rbol y se le hace la boca agua; pero la valla es de
masiado alta para trepar. Dios lo aleja de tu paraso. No es la
gracia de Dios en ti, sino el favor de Dios que te protege del ma
ligno. Qu ms necesitas or para que tu corazn se llene de
gratitud?
3. Dios utiliza las tretas de Satans
para hacer cautos a sus hijos
No ests tratando con un necio, sino con un ser lo bastante as
tuto como para disipar tu consuelo y malograr tu gozo si no lo
vigilas. Tu paz es aquel bocado delicado que l anhela. Es ms
fcil alejar las moscas de la comida en verano que repeler a Sa
tans de tu conciencia. l ha robado a los cristianos muchos
festines sabrosos, envindolos vacos a la cama; vigila siempre,
porque te ronda a ti tambin.

La fortaleza de los cristianos


Quiz dirs: No me hacen falta ms argumentos para probar
que mi adversario es un perturbador; dime ahora cmo forta
lecerme contra sus ataques.
1. Satans como seductor
Si quieres protegerte contra el perturbador, ten cuidado con sus
seducciones. Puedes estar seguro de que l se fija en ti! El man
go del hacha con el que corta la raz del consuelo cristiano sue
le estar hecho de la propia madera del creyente. Satans es una
mera criatura y no puede obrar sin herramientas. Puede hacer
mucho con poca cosa, pero no puede hacer algo de la nada. Ve
mos esto en su asalto contra Cristo, cuando se molest intil
mente yendo y no encontrando nada en l (Jn. 14:30).
Pero cuando viene a nosotros encuentra los fsiles de la an
tigua naturaleza, que le dicen mucho acerca de la disposicin
de nuestro corazn. Estos son los artilugios que el corazn car
nal antes atesoraba: nuestra fuerza, lujuria, soberbia... Nos los
ofrece, pensando alejarnos de la nueva gracia en Cristo que he
mos hallado. Cuidado con sus hechizos. No bebas de su copa,
[113]

El cristiano con toda la armadura de Dios

porque est envenenada; ni la mires, porque brilla tentadora


mente. Lo que bebes con dulzura, lo vomitars con hiel y amar
gura.
Sobre cualquier otro pecado, gurdate de los relacionados
con la soberbia y la arrogancia. No ests por encima de ellos.
Si te ves envuelto en las redes del pecado de presuncin, clama
pronto a Dios pidiendo su ayuda. Si vacilas, solo le dars tiem
po a Satans para enredarte ms. Pero si clamas a Dios con ver
dadero arrepentimiento, vendr enseguida a rescatarte. Cuanto
antes te rindas al Espritu, menos se daar tu alma.
2. Afrrate a la promesa divina de la justificacin
Otra manera de fortalecerte contra Satans es estudiar la gran
verdad del evangelio de la justificacin del alma ante Dios. Es
tudia esta verdad en cada aspecto: la misericordia gratuita de
la gracia divina; la expiacin por el sacrificio de Cristo; la efi
cacia de la fe para apropiarse estas bendiciones (cf. Ro.
3:24,25). Es una puerta eficaz que, una vez abierta para que el
alma entre a esta verdad, le quitar el negocio al diablo.
Cuando Satans viene a robar tu paz, si no comprendes el
pleno significado de tu justificacin en Cristo, pronto te vers
vencido. Un cristiano sin la seguridad de su salvacin est tan
desamparado como un conejo que corre a la maleza para esca
par del zorro, pero al que fcilmente se sigue por el rastro y las
huellas que deja. En Cristo tienes un refugio al que no puede
llegar el enemigo: los agujeros de la pea, en lo escondido de
escarpados parajes (Cnt. 2:14). Mientras el diablo puede per
seguir activamente tu alma, el aroma de la sangre de Cristo que
te justifica le es repugnante y le parar los pies. Corre derecho
hacia esa torre del pacto evanglico, y lanza esta verdad a la ca
beza de Satans, como la mujer que tir aquella piedra a la ca
beza de Abimelec: Mas al que [...] cree en aquel que justifica
al impo, su fe le es contada por justicia (Ro. 4:5).
3. Evita caer en la trampa
Cristiano, asegrate de permanecer en la llanura. Esto es, no
dejes que Satans te atraiga a las trampas doctrinales en donde
no podrs ni luchar ni huir. Una de sus tcticas es llevarte a un
[114|

La armadura del cristiano


laberinto de preguntas impertinentes para retardar tu progreso
hacia el Cielo. A veces pregunta al alma si acepta el libre albe
dro o la predestinacin. Y responda esta como responda, la
confunde con su respuesta astuta. En otra ocasin, exigir sa
ber la hora y el da exactos de tu salvacin, y si no puedes res
ponder, pondr en tela de juicio tu derecho a reclamar un pa
rentesco con Cristo.
Cuando Satans te acosa con preguntas triviales, no inten
tes razonar con l. Respndele desde tu posicin presente en
Cristo y su obra segura de gracia en tu alma. No olvides que la
sencilla verdad del evangelio reduce todas las artimaas de Sa
tans a un montn de mentiras sin valor.
Supongamos que evitas la trampa de las preguntas necias;
qu hars cuando el diablo lleve tu fe por la senda de los tex
tos bblicos problemticos? Me refiero a aquellos pasajes que
pasan por el entendimiento como un arroyo de montaa pasa
delante de la vista, dejando caer al mareado y desorientado
cristiano, desesperado por su situacin. El vino del evangelio
es muy fuerte! Demasiado estudio de los pasajes difciles puede
confundir tu alma y debilitar tu fe. De nuevo, permanece en la
llanura. Combate el ataque de Satans con los textos sencillos:
los ms aptos para alimentar tu fe y alentar tu alma. Cuando
encuentres versculos claros que hablan a tu situacin, utilza
los para vadear el ro de la tentacin, y no te aventures ms all
de tu profundidad.
Satans intentar alejarte del camino seguro hacia el Cielo
de otra manera: por la presencia de circunstancias que no pue
des comprender. Con ellas argumenta contra el amor de Dios
para capturar tu alma. Primero con el permiso divino des
poj a Job de sus bienes terrenales y, luego, ech mano de su
estado espiritual. Aprovech toda circunstancia y persona a su
disposicin. La esposa de Job culp a Dios; sus amigos lo con
denaron a l. Satans los convenci a todos menos a Job
de que la afliccin y el estado de gracia no son compatibles.
Este es un aviso a tiempo cuando tu alma va a la deriva en
una densa niebla de tribulacin. No acuses neciamente a Dios
por las tretas del enemigo, ni te acuses a ti mismo de pertene
cer al enemigo. Dios puede navegar derecho en la peor tor[115]

El cristiano con toda la armadura de Dios

menta. Es capaz de emplear instrumentos malignos con justi


cia, y actuar con gracia en forma de dura providencia. No re
acciones mal ante los cambios en tu estado temporal: Cristo
nos dijo que espersemos mar gruesa antes de arribar al Cielo.
Tu perspectiva ha de ser muy distinta de la de aquellos no
regenerados. Como nios ingenuos, estos piensan que todo el
que les da golosinas los ama. No se dan cuenta de que la pros
peridad puede ser una maldicin para sumirlos en un sueo
ms profundo de falsa seguridad. Recuerda como Jael le sirvi
a Sisara (Jue. 5:25,26). Le dio leche cuando pidi agua, para
poder con ms seguridad clavarle al suelo; ya que se dice que
la leche tiene efectos somnferos. Pero el creyente afligido po
see la clave para descifrar la providencia divina. El Espritu te
ensear, con la Palabra, a leer la taquigrafa de sus dispensa
ciones: l disciplina a cada hijo que ama. Detrs de los dolores
de parto de toda afliccin hay una bendicin por nacer.
4. Mantn la seguridad de tu salvacin
Otra manera de fortalecerte contra Satans es conservar la es
peranza de la salvacin, prometida por el sacrificio expiatorio
de Cristo. Anota las visitaciones especiales de Dios a tu alma en
la memoria de tu corazn. Pega all los recordatorios de las
ocasiones en que l decret fiesta, y vino a ti vestido de festiva
misericordia, extendiendo el cetro de su gracia con mayor fa
miliaridad que de costumbre. Guarda los antiguos recibos es
critos de su puo y letra por el perdn de tus pecados.
Pero el alma dudosa puede preguntar: Y si no puedo asir
me de esa seguridad ni cotejar esas pruebas que antes conside
raba ciertas?. Entonces intenta seguir estas recetas como tni
co para la fe enferma.
Primero, renueva el arrepentimiento, como si no lo hubieras
hecho antes. Adelanta nuevos actos de fe, como si nunca hu
bieras credo, y le ganars a Satans en su propio juego. Que te
diga que tus actos anteriores eran hipocresa, o que son cadu
cos y sin valor. Qu puede decir contra la afirmacin presente
de tu fe? De esta manera, las mismas acusaciones que utiliza
para alejarte de Dios, te acercan a l.
Si te persigue con temores por tu estado espiritual, solicita
[116]

La armadura del cristiano


ante el trono de la gracia una nueva copia de las antiguas prue
bas que has perdido. El original consta en el archivo de perdo
nes celestial, siendo Cristo el Regidor del mismo. Y si eres un
santo, tu nombre figura en ese registro. Apela a Dios, y oirs la
noticia del Cielo, en lugar de escuchar los chismes de tu enemi
go trados del Infierno. Si discutes menos con Satans y oras
ms a Dios sobre tus temores, pronto se resolvern. Puedes es
perar la verdad de un mentiroso, o el consuelo de un enemigo?
Dale la espalda y acude a Dios. Intenta no preocuparte. Tarde
o temprano recibirs el certificado de seguridad.
Si tu alma est tan mareada que parece imposible or la re
confortante respuesta divina por encima de los aullidos de Sa
tans, pon rumbo al puerto de Dios y aljate del enemigo. Em
prende una retirada honrosa hacia aquellas convicciones y fuer
zas que Cristo provee para sus soldados en peligro. Hay dos en
claves ventajosos adonde pueden retirarse las almas que huyen:
el nombre de Dios y las promesas absolutas del evangelio. Pien
sa en ellos como los refugios hermosos, principalmente tiles
cuando la tormenta es tal que el barco no consigue flotar en al
ta mar. De la misma manera que no haba nada inherente a la
criatura que pudiera conmover al gran Dios para hacer tales
promesas, no puede haber nada en ella que evite que el Omni
potente las cumpla dnde y cuando l quiera. Este acto de fe de
retirarte a las promesas, acompaado del anhelo de la gracia
buscada, aunque no resuelva todas tus dudas, sin embargo evi
tar que te hundas.
Finalmente, si Satans sigue acosndote, clama pidiendo
ayuda y no escuches los consejos diablicos en sentido contra
rio. La misma fuerza de algunas tentaciones estriba en el inten
to de ocultarlas. Comenta tu lucha con algn amigo cristiano
de confianza y esto te aliviar. Bien lo sabe Satans; de mane
ra que, para robar ms fcilmente al alma su paz y su consue
lo, la silencia con el miedo. Vaya, si tus amigos supieran esto,
se apartaran de ti. Mejor que no se enteren nunca!. l ha
mantenido a muchas pobres almas en la miseria obligndolas
al silencio. Te pierdes dos bendiciones al guardar los secretos
del diablo: los consejos de tus hermanos y sus oraciones. Es
una prdida muy grave!
[117]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Victoria segura si llevamos la armadura


Hemos visto el estado de peligro en se encuentra el alma sin
armadura; considera ahora el futuro glorioso del alma debi
damente acorazada. Quin rechazara el honor de servir en
el ejrcito del Rey de reyes? Especialmente cuando la victo
ria ya est declarada! Esta es la seguridad que Pablo da a ca
da creyente que viste toda la armadura de Dios: Para que
podis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Con
ello, vuelve a poner el potencial del enemigo en su debida
perspectiva. Pablo nunca pens en asustar a los cristianos pa
ra que huyeran cobardemente, ni perdieran la esperanza de la
victoria al reconocer el poder enemigo. En su lugar, quiso
alentarlos a la resistencia vigorosa, prometindoles la fuerza
necesaria para la batalla y la seguridad de la victoria postre
ra. Estas dos ideas se implican en la frase: Estar firmes con
tra las asechanzas del diablo. A veces estar firme es una pos
tura de lucha (Ef. 6:14); otras veces de victoria: Yo s que mi
Redentor vive, y al fina se levantar sobre el polvo (Job
19:25). El polvo de la tierra, que hoy es el campo de todas las
batallas sangrientas entre los cristianos y Satans, un da ser
el estrado de Cristo, y ni un solo enemigo se atrever a le
vantar la cabeza.

La condenacin de Satans
Satans, con toda su astucia, nunca derrotar al alma prote
gida con la gracia verdadera, y esa lucha jams terminar en
empate. Examina la Palabra. No encontrars en ella a ningn
siervo fiel zarandeado y agitado por el enemigo que, al fin, no
acabara obteniendo una victoria honrosa. Considera a David,
Job, Pedro y Pablo: los que ms sufrieron de quienes existe
constancia. Y para que nadie atribuya la victoria de estos a su
propia fuerza inherente, la gloria de la victoria solo es atribuible a Dios, en quien los dbiles son tan fuertes como los
ms fuertes. Hay dos razones por que el creyente, que parece
tener tanta desventaja, es tan invencible (cf. 2 Co. 12:9; Stg.
5:11).
[118]

La armadura del cristiano


1. La maldicin que pesa sobre Satans
La maldicin de Dios arrasa donde vaya. Los cananeos, junto
con las naciones colindantes, fueron presa fcil para Israel, aun
siendo guerreros famosos. Por qu? Por tratarse de naciones
malditas. Los egipcios eran astutos Obremos con cuidado,
dijeron, pero la maldicin divina estaba clavada como una
espina en el corazn de Egipto, y finalmente fue su ruina. De
hecho, cuando los israelitas los hijos del pacto pecaron, y
se convirtieron en objetos de la maldicin divina fueron pi
soteados por los asirios.
Hay una maldicin irrevocable que pesa sobre Satans des
de Gnesis 3:14: Y Jehov Dios dijo a la serpiente: Por cuan
to esto hiciste, maldita sers.... Y a la vez que la maldicin ac
ta continuamente contra Satans, obra eternamente a favor de
los cristianos.
En primer lugar, le postra bajo los pies de ellos: Sobre tu
pecho andars. Esta postracin de Satans asegura al creyen
te que el diablo, con sus tretas, nunca levantar cabeza ms al
ta que el pie del cristiano. Puede hacerte cojear, pero no puede
matarte. Y la herida que inflige ser contestada con otra en su
propia cabeza: su completa ruina y la de su causa.
Adems de restringir su postura, Dios tambin limita su co
mida. Satans no puede devorar a quien quiera. El polvo es su
alimento, lo cual parece confinar su poder a los malvados, los
que son de la tierra, terrenales, los que son polvo. Pero las
virtudes de los nacidos del Cielo se reservan para alimentar a
Cristo, y sus almas, con toda seguridad, no son bocado para el
diablo.
2. Los lmites que Dios pone a Satans
El diablo no puede tentar a nadie sin permiso de Dios. Cuando
Cristo march al desierto, fue llevado all, no por un demonio,
sino por el Espritu Santo (Mt. 4:1). Todo sucedi con el per
miso de Dios. Y el mismo Espritu Santo que condujo a Cristo
a la batalla, le dio la victoria. En cuanto hubo rechazado a Sa
tans, le vemos entrando en Galilea con el poder del Espritu
Santo (cf. Lc. 4:14).
Cuando Satans tienta a un cristiano, solo sirve como men[119]

El cristiano con toda la armadura de Dios

sajero de Dios. Pablo llam al aguijn en su carne un mensa


jero de Satans (2 Co. 12:7). Otra traduccin lo denomina el
mensajero, Satans, implicando que el mensajero fue enviado
por Dios al apstol. De veras que su encargo era demasiado
bueno para ser propio de l, porque Pablo mismo dice que ser
va para mantenerlo humilde. El tentador nunca quiso hacerle
tan buen servicio a Pablo, pero Dios le permiti ir a l para eje
cutar su divina voluntad. El diablo y sus secuaces son instru
mentos de Dios; haremos bien en dejar que solo Dios utilice al
uno y maneje a los otros.
Que Lucifer escoja la forma: Dios le derrotar con cada ar
ma. Si asalta al cristiano con la persecucin, se encontrar con
la oposicin de Dios. Si obra con astucia, Dios tambin estar
preparado. El diablo y toda su junta son bufones para Dios.
Mientras ms astucia y artimaas haya en el pecado, tanto pe
or, ya que se emplea contra un Dios omnisciente al que no se
puede engaar. Pablo dice que lo insensato de Dios es ms sa
bio que los hombres (2 Co. 1:25). l es ms sabio en los d
biles razonamientos de sus criaturas que Satans en sus pro
fundas intrigas; ms sabio en sus hijos ignorantes que el diablo
con sus Ahitofel y Sanbalat: [Dios] frustra los pensamientos
de los astutos (Job 5:12). Al mostrar su sabidura persiguien
do a los enemigos de los cristianos, Dios aade dulzura a la li
beracin final de estos. Despus de perseguir al faran por to
das sus madrigueras y escondrijos, l parti el cerebro mismo
de las intrigas del malvado rey y se lo sirvi a su pueblo, ade
rezado con su sabidura y poder.

Las intenciones Satnicas y la intervencin divina


Satans nunca ha sido ni ser un digno contrincante del Dios
Omnipotente. Nuestro Seor es tan superior al diablo en sabi
dura, que puede tomar las mismas tentaciones que este utiliza
para abofetear a los cristianos y emplearlas para levantar un ta
bernculo de gracia y consuelo para sus hijos. Esta es la con
quista ms noble: quitar las herramientas de la mano del dia
blo y utilizarlas para restaurar aquello que l ha querido derri
bar. Por as decirlo, Dios coloca sus planes bajo las alas de Sa
[120]

La armadura del cristiano


tans y hace que este los incube (recuerda cmo utiliz la intri
ga de los hermanos de Jos para lograr su gran propsito).
Mientras Satans planea el mal, puedes confiar en que Dios es
t preparando tu bien. Si se lo pides, l puede cambiar las ten
taciones del diablo al pecado por la eliminacin del pecado de
tu corazn. As es como lo hace...
1. La intencin de Satans: enturbiar
la conciencia del cristiano
Satans idea toda tentacin para incomodar al mximo al cris
tiano, esperando robarle la paz y crearle dudas sobre su since
ridad. Pero Dios no se queda pasivo. Tenemos la promesa se
gura de que los ojos de Jehov estn sobre los justos (Sal
34:15).
Primero, l utiliza las tentaciones del diablo a pecar, para
evitar otro pecado. El Dios omnipotente atiende el consejo del
diablo y veta los procedimientos en beneficio del cristiano. Per
mite que el diablo moleste al cristiano con ciertas tentaciones
perturbadoras que l sabe que harn ms vigilante al alma. De
esta forma, el aguijn de Pablo evit que cayera en la soberbia.
Dios envi a Satans a asaltar el lado fuerte del apstol para,
mientras tanto, poder fortalecer su debilidad.
Segundo, Dios utiliza la tentacin a pecar como purgante
contra el futuro pecado. Pedro nunca tuvo tanta victoria sobre
su confianza en s mismo, ni tanta firmeza en su fe, como des
pus de su negacin en casa del sumo sacerdote. Este hombre
que se desdijo ante las preguntas de una criada, se convirti en
un testigo valiente de Cristo ante consejos y reyes. Si tropiezas
con una tentacin y caes de cabeza, haz como Pedro: emplea
esa experiencia para descubrir tu debilidad predominante y to
ma medidas a fin de superarla.
Tercero, Dios utiliza la tentacin para fomentar toda la obra
de la gracia en el corazn. Un buen marido que ve una gotera
en un rincn llama al albail para inspeccionar toda la casa.
Una buena esposa que encuentra una mancha en la camisa de
su marido, lava toda la prenda. Esta clase de cuidado por el
propio estado espiritual distingue al corazn sincero del de un
hipcrita, cuyo arrepentimiento es parcial. Judas confes su
[121]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

traicin, pero no su desfalco ni hipocresa. De haber estado re


almente arrepentido, su pena a causa de un pecado le habra
quebrantado el corazn por los dems pecados tambin. Da
vid, derrotado por un solo pecado, renov su arrepentimiento
por todos ellos (Sal. 51).
2. La intencin de Satans: corromper a otros santos
Satans planta la tentacin en un cristiano con la esperanza de
que aquella florezca convirtindose en pecado y su semilla cai
ga en otros corazones llevada por los vientos del conformismo
o la desilusin, para que bien se sientan estimulados a pecar
por el mal ejemplo o bien se vean desalentados en su propio ca
minar por el escndalo.
Una vez ms, Dios confunde a Satans haciendo que tales
pecados sean un aviso a tiempo para los dems, a fin de que vi
gilen su propia firmeza. Cuando ves a un manso Moiss pro
vocado a ira, vigilas ms estrechamente la aparicin de malas
hierbas en tu propio corazn rebelde.
Dios tambin consuela a los cristianos afligidos mostrndo
les el camino rocoso por el cual pasaron algunos de sus hijos
ms amados para llegar al Cielo. Est tu conciencia apesa
dumbrada por tu pecado? Est tu alma acongojada porque Sa
tans te ha convencido de que no hay esperanza de perdn? Las
vidas de algunos de los cristianos ms grandes son una contra
diccin indiscutible para las acusaciones satnicas contra ti. El
pecado de David fue grande, pero hall misericordia. Pedro ne
g su fe, pero ahora est en el Cielo. Te ama Dios a ti menos
que a ellos? No ha prometido perdonar a todo aquel que ten
ga un corazn contrito? (Sal 34:18).
Otra forma en que Dios utiliza los ataques de Satans es pa
ra preparar a los cristianos. El creyente que ha pasado por
pruebas severas, est mejor equipado para ayudar a otros cris
tianos que sufren. El mejor militar instructor no es un general
en su escritorio, sino el hombre que ha combatido en primera
lnea. As se pone la fe por obra sinceramente; y todas las vir
tudes entran en accin. Si caes en la tentacin y quedas bajo el
dominio de Satans por un tiempo, aprendes lo malvado que es
este amo, el cual lleva un cetro de hierro en una mano y un
[122]

La armadura del cristiano


cruel ltigo en la otra, y con ellos piensa llevarse a todos sus
sbditos al Infierno. Pero un hijo de Dios sincero, al pecar y
sentir el latigazo de Satans, sabe cmo escapar: acude a la Pa
labra y a Dios mismo y, abriendo su corazn herido a Cristo,
se rinde al dulce ministerio del Espritu.
Esta clase de experiencia con el pecado y Satans te estimu
lar para avisar a tus hermanos acerca del trato diablico y
tambin te ensear a consolar a los heridos que sangren por
sus azotes. Ninguno trata a las pobres almas con tanta delica
deza como aquellos que recuerdan el dolor de su propia expe
riencia. Estas lecciones de la vida, y no los mentores, ni los li
bros, ni siquiera el conocimiento intelectual de la Palabra, te
equiparn para hablar una palabra a tiempo al alma cansada.
Cristo mismo fue enseado en esta escuela. Sus sufrimientos
(siempre mezclado con tentaciones) fueron la leccin que le
proporcion sabidura y compasin para restaurar y consolar a
las almas turbadas. El diablo debera haber dejado en paz a
Cristo, y tambin a sus hijos, porque Dios vuelve del revs el
designio malvado del enemigo, y usa nuestro sufrimiento tran
sitorio como fuente permanente de consuelo para muchos.
3. La intencin de Satans: mancillar
la relacin del cristiano con Dios
Satans quiere abrir una brecha entre Dios y el cristiano. Los
odia a ambos y, por tanto, se esfuerza para dividirlos. Si pue
do hacer que Fulano peque piensa, Dios se enfadar y lo
castigar duramente. As el diablo da por sentado que el cris
tiano cuestionar el amor de Dios para con l y, por consi
guiente, se enfriar en su relacin con el Seor.
Cmo responde Dios a estas maniobras engaosas? Hace
que las tentaciones satnicas sean un correo de su amor para
los cristianos. El diablo pens haber ganado la partida cuando
consigui que Adn comiera el fruto prohibido. Crea tener al
hombre en la misma situacin apurada en que l mismo esta
ba. Pero tom a Dios por sorpresa? Claro que no! Dios saba
el final antes de empezar, y utiliz la tentacin satnica para
dar paso al gran drama evanglico de la salvacin humana en
Cristo. Por orden divina, Cristo se encarg de sacar a sus cria[123]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

turas cadas de las garras de Satans y restaurarlas a su gloria


original con acceso a ms beneficios que antes.
Y qu consigui Satans con toda la energa gastada en
Job, sino ver cmo aquel creyente entenda por fin lo mucho
que Dios lo amaba? Cuando el maligno derrot vergonzosa
mente a Pedro, no vemos cmo Cristo recupera al apstol con
todo su amor? Pedro fue el nico discpulo a quien Cristo en
vi personalmente la gozosa nueva de su resurreccin; como si
dijera: Consuela a Pedro con esta noticia. Quiero que sepa
que sigo siendo amigo suyo, a pesar de su cobarda. Dios nun
ca consiente el pecado en sus hijos, pero tiene compasin de la
debilidad de estos. Jams ve a un cristiano enlutado sin plane
ar vestirlo con la luz de su amor y misericordia.
De hecho, Dios puede utilizar los fracasos de sus hijos para
fortalecer la fe de ellos, la cual, como un rbol, estar ms fuer
te para la sacudida. Las pruebas revelan la condicin real del
corazn. La fe falsa, una vez derrotada, pocas veces vuelve; pe
ro la verdadera se levanta y lucha con ms valor, como vemos
en el caso de Pedro. La tentacin es para la fe como el fuego
para el oro (cf. 1 P. 1:17). El fuego no solo revela el oro verda
dero, sino que lo purifica. Este sale menos abultado, separado
de la escoria que tena, y de mejor calidad y valor.
Antes de la tentacin, la fe tiene mucha escoria superflua
que se aferra a ella y pasa por fe; pero cuando llega la tenta
cin, la escoria se descubre y el fuego de la prueba la consume.
La calidad de la fe resultante es como el puado de hombres de
Geden: ms fuerte sin todos los accesorios intiles. Y lo ni
co que saca el diablo, en lugar de destrozar la fe del cristiano,
es servir para refinarla, hacindola ms fuerte y preciosa.
El amor de los cristianos tentados se enciende por Cristo
con el fuego de la tentacin. Te acercaste demasiado a las lla
mas, y te has abrasado el alma? Adonde irs a buscar limpie
za, sino a Cristo? Y no volver su ayuda bondadosa a encen
der tu amor por l, por encima de todo lo dems? El amor de
Cristo es combustible para el nuestro: mientras ms manifiesta
l su amor, ms se enciende el que nosotros tenemos. Y despus
del amor expresado en la muerte de Cristo, no hay otro mayor
que su amor que nos rescata en la tentacin. La mayor oportu[124]

La armadura del cristiano


nidad para que una madre demuestre cunto ama a su hijo es
cuando este est mal: enfermo, pobre, preso. Cristo es madre y
nodriza de nuestro amor. Cuando sus hijos estn en la crcel de
Satans, sangrando por las heridas de la conciencia, l se apre
sura a revelar su corazn tierno en la compasin, su fidelidad
en la oracin, su cuidado envindoles ayuda y su amor pro
fundo al visitarlos con su Espritu consolador. Ningn hijo es
ms obediente a su familia que aquel que se ha arrepentido de
la rebelin. Jesucristo, a quien Satans pensaba excluir del fa
vor del alma, al final encuentra un lugar ms alto y seguro que
nunca en lo afecto del cristiano.
Ves ahora por qu Dios permite que sus hijos pasen tenta
ciones? l lo controla todo! Sujeta las riendas de Satans y no
lo dejar que te pisotee. Si nunca experimentsemos el gran po
der de Satans dispuesto contra nosotros, no podramos reco
nocer el poder supremo de Dios desplegado a nuestro favor.
En ese escenario, Dios extiende la panoplia de su sabidura
y te deja mirar mientras reduce toda la astucia y las artimaas
de Satans a la incoherencia total. En la gloria, Dios ser ad
mirado por sus hijos no solo por su amor y fidelidad en la sal
vacin de ellos, sino tambin por su sabidura para conseguir
la. La sabidura es el atributo ms admirado entre los hombres,
y el que Satans escogi como su primer cebo cuando hizo
creer a Eva que sera como Dios en conocimiento y sabidura.
Por tanto, Dios, para hacer la cada de Satans an ms ver
gonzosa, le deja utilizar toda su astucia para tentar y perturbar
a los cristianos. Pero al final, el camino al Trono, donde se
asientan con majestad tanto su sabidura como su misericordia,
estar pavimentado, por as decirlo, con las calaveras de los de
monios.
Descansa tranquilo, creyente preocupado, el duelo no es en
tre la Iglesia y Satans sino entre Satans y Cristo. Estos son los
paladines de ambos bandos. Ven a ver cmo el Dios Omnis
ciente libra combate con su astuto contrincante. Contemplars
cmo el Todopoderoso decapita a ese Goliat con su propia es
pada, y enreda a ese maligno paladn en sus propias trampas.
Aquella fe que atribuye grandeza y sabidura a Dios, reducir
el reto de Satans a la nada. La incredulidad teme a Satans co[125]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mo si fuera un len, pero la fe lo pisotea como si fuera un gu


sano.
Observa cmo trabaja Dios, y estars seguro de que su obra
ser excelente. La sabidura humana puede ser destruida por la
necedad, pero el propsito de Dios nunca ser coartado. Nadie
puede apartarle de su obra. Un constructor no es capaz de tra
bajar en la oscuridad de la noche, y una fuerte tormenta le obli
ga a bajar del andamio; pero todas las conspiraciones inferna
les y los tumultos terrestres ni siquiera han hecho temblar el
pulso de Dios hacindole estropear ni una letra ni una lnea que
l haya trazado. El misterio de su providencia puede ser como
una cortina que oculta su obra para que no veamos lo que ha
ce, pero hasta cuando le rodea la oscuridad, la justicia es el
asiento de su trono para siempre. Dnde est nuestra fe, cris
tianos? Sea Dios sabio y todo hombre y demonio necio. Aun
que parezca ms probable que se erija una Babel que el que una
Babilonia sea derribada, piensa que Dios est acercndose en
secreto y sitiar la fortaleza satnica.
Qu importa que la Iglesia sea como Jons en el vientre del
pez, invisible a causa de la furia humana? No recuerdas que el
pez no pudo digerir al profeta? No te apresures a enterrar a la
Iglesia antes de que est muerta. Ten paciencia mientras Cristo
demuestra su destreza antes de rendirte. Con tus oraciones, trae
a Cristo a la tumba para pronunciar la palabra de resurreccin.
Los antiguos cristianos mostraban una fe admirable en cir
cunstancias igualmente abrumadoras. Jeremas compr un
campo de su to y lo pag aunque el ejrcito caldeo sitiaba Jerusaln, dispuesto a tomar la ciudad y llevarlo a l a la cautivi
dad junto con los dems judos (cf. Jer. 32). Todo esto fue por
decreto divino, para que Jeremas mostrara al pueblo su con
fianza completa en el cumplimiento de la promesa de la vuelta
de la cautividad, a pesar del triste estado de cosas. De hecho,
deshonramos la Palabra de Dios si no aceptamos la promesa
que hace como garanta de su liberacin, cuando el poder de la
Iglesia est en su punto ms bajo.

|126]

Captulo 3

Segunda consideracin:
La naturaleza de la guerra
y el carcter del enemigo

I. NATURALEZA DE LA GUERRA

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra


principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes (Ef. 6:12).

emos estudiado a fondo la necesidad del cristiano de estar


armado, y la naturaleza de su armadura. Examinemos
ahora la naturaleza de la guerra. Aqu Pablo pone las cartas bo
ca arriba: no tiene en poco la virulencia de la batalla, ni la fuer
za del enemigo. En esto difiere de Satans, que no se atreve a
dejar que los pecadores conozcan el verdadero carcter de
Dios, sino que debe llevarlos al campo de batalla con informes
falsos y mantenerlos a su servicio con mentiras y subterfugios.
Pablo, por otra parte, no teme mostrar a los cristianos su ene
migo con todo su poder, ya que la debilidad de Dios es ms
fuerte que todos los poderes infernales.
Veamos ahora la naturaleza de la guerra en tres de sus as
pectos: la violencia del conflicto, la universalidad del conflicto,
y la duracin del conflicto.

Por qu deben luchar los cristianos


1. La violencia del conflicto
Tu estado en esta vida se describe con la palabra lucha. Aun
que a veces este trmino se utiliza para definir una forma de de[127]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

porte, aqu se refiere a la dureza del encuentro con el enemigo.


Pablo lo emplea para dar la idea de una guerra sangrienta y lar
ga entre el cristiano y su oponente implacable. Dos cosas hacen
que esta lucha sea ms recia que otras.
Primero porque es personal. En trminos estrictos, la lucha
libre no es un deporte de equipo, sino principalmente una dis
puta cara a cara en la que los contrincantes se enfrentan so
los en un lugar: como David y Goliat. Cada luchador emplea
toda su fuerza contra el otro. Tal combate es mucho ms duro
que una batalla entre ejrcitos, en la que, aunque dure mucho
tiempo, el soldado no lucha siempre. A veces podr hacer un
alto para tomar un respiro. De hecho, hasta puede terminar sin
un rasguo, ya que en la guerra el enemigo no apunta a un so
lo hombre sino a todo el regimiento. Sin embargo, en la lucha
grecorromana, cada luchador es el nico objeto de la furia de
su contrario, y ha de ser sacudido y probado hasta que uno de
los dos salga victorioso.
Te guste o no, debes entrar en el cuadriltero con Satans.
Este no solo tiene una malquerencia generalizada contra todo
el ejrcito de los cristianos, sino una furia particular en contra
de todos y cada uno de los hijos de Dios. Igual que nuestro Se
or se deleita en la comunin ntima con su hijo, el diablo lo
hace en desafiar al cristiano si lo encuentra solo. Todo tu des
tino espiritual es personal y particular. Le das a Satans una
ventaja peligrosa si crees que su ira se dirige contra los cristia
nos en general y no contra ti en particular: Satans me odia a
m; me acusa a m; me tienta a m.... Igualmente, pierdes mu
cho consuelo si no ves las promesas y la provisin de Dios co
mo disponibles para tus necesidades especficas: Dios me ama
a m; me perdona a m; cuida de m.... El suministro de agua
para la ciudad no te servir personalmente si no tienes una tu
bera que la lleve a tu casa. Srvate de aviso y consuelo el saber
que tu combate espiritual es personal.
Segundo, la lucha es de cerca. Los ejrcitos pelean a cierta
distancia; en la lucha libre es un combate mano a mano. Puede
que esquives una flecha disparada a distancia, pero cuando el
enemigo te tiene asido, o te resistes valientemente o caers des
honrosamente a sus pies. Cuando Satans te quiere a ti, se acer[128]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


ca, se aferra a tu misma carne y naturaleza corrupta, y te sacu
de.
2. La universalidad del conflicto
Nuestra lucha abarca a todos. Habrs notado que el apstol
cambia de la segunda persona del plural en el versculo anterior,
a la primera persona, para incluirse a s mismo. Quiere que se
pas que la lucha va dirigida contra todo cristiano. Satans no te
me asaltar al pastor, ni rechaza luchar contra el menor de los
cristianos de la congregacin. Grande y pequeo, pastor y pue
blo, todos debemos luchar: no es que una parte del ejrcito de
Cristo est en el fragor de la batalla mientras la otra descansa en
el cuartel!
3. La duracin del combate
La duracin del combate del hombre contra Satans es tan larga
como su vida. Como dijo Jeremas acerca de s mismo, el hom
bre nace como hombre de contienda (Jer. 15:10). Cuando lle
ga a ser un santo, aumenta la guerra. Desde el nacimiento espi
ritual hasta la muerte natural, desde el momento en que afir
maste el rostro hacia el Cielo hasta que entres por la puerta, ten
drs guerra con Satans, con el pecado y la carne. La huida de
Israel de Egipto es una figura de la declaracin abierta de guerra
contra las tinieblas. Y cuando tuvieron paz los israelitas? No
hasta llegar a Canan.
Aqu abajo, el cristiano nunca est tranquilo. Tenga prosperi
dad o tenga adversidad, en cualquier caso, ha de emplear mucho
esfuerzo para evitar el orgullo y la complacencia en una situa
cin, y mantener la fe y la paciencia en la otra. El cristiano no es
t en un terreno privilegiado. Lot luch con los habitantes mal
vados de Sodoma, y su alma justa se afliga por el comporta
miento inmundo de estos. Pero qu pas en Zoar? Sus propias
hijas llevaron una chispa de fuego infernal a su cama, y l ardi
de lujuria incestuosa! (Gn. 19:30-38).
Algunos piensan que si estuvieran en esta o aquella familia, o
bajo un determinado ministerio, o apartados de tal o cual tenta
cin, no seran cristianos tan dbiles. Admito que cambiar de ai
res puede ayudar mucho a un enfermo, pero crees que as esca[129]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

paras de la presencia de Satans? Ni hablar! Aunque tomaras


las alas del alba, te perseguira. Un cambio de circunstancias pue
de hacerle cambiar de tctica, pero nada de lo temporal le har
deponer su propsito. Mientras su antiguo colega la carne
viva en ti, llamar a la puerta. Este oponente diablico te des
afiar a cada paso. Le encanta acecharte por detrs, cuando es
ts de rodillas plantando semillas para el Reino. Sabe que una re
yerta con l, por lo menos, te entretendr, si no te para del todo.
Luchas con desventaja porque has de luchar con un cuerpo de
carne. El cuerpo fsico es como un caballo para el jinete: no pue
des salir de viaje sin l. Si a la carne se la mantiene arrogante y
lozana, y se le da rienda suelta, entonces se echa a perder y se ha
ce ingobernable; pero si tiene el bocado demasiado apretado y
oprimindole el espritu, se volver dbil y pronto se cansar,
siendo incapaz de ganar mucho terreno.
Tambin luchas con el cuerpo de pecado tanto como con la
carne fsica, y ambos murmuran cuando el alma emprende una
obra para el Maestro. A veces alejan al creyente de su deber, pa
ra que no haga lo que quisiera. Pablo dijo: Quisimos ir a voso
tros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satans nos es
torb (1 Ts. 2:18). El creyente dir: Quera orar y meditar en
la Palabra, pero este enemigo (es decir, Satans obrando en la
carne) me lo impidi.
Se ve que el creyente es asaltado por todas partes por el ene
migo. Cmo va a ser de otra manera, cuando el ruido de la gue
rra est profundamente arraigado en la naturaleza humana y sa
tnica? Una manada de lobos puede gruirse entre s, pero pron
to calla porque son de la misma intencin. Pero el lobo nunca se
r amigo del cordero: sus diferencias no se pueden reconciliar. El
paralelismo espiritual es este: Satans y tu naturaleza carnal pue
den juntarse, pero el pecado y la gracia, nunca lo harn. El pe
cado lucha contra la gracia y la gracia desenvaina la espada con
tra el pecado cuando se encuentran.

Cmo no se debe luchar


Cuando luchamos contra Satans, luchamos por Dios; enton
ces se entiende que negarnos a luchar contra Satans es una re[130]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


sistencia pasiva contra Dios. Otras veces luchamos activamen
te contra Dios. Isaas nos avisa: Ay del que pleitea con su Ha
cedor! (Is. 45:9). Es fcil imaginar el final! Qu clase de ba
talla es cuando los espinos pelean contra el fuego, o la hojaras
ca contra las llamas? Pero el corazn engaoso nos lleva a ve
ces a esta contienda desigual. Vigila, entonces, que no luches
contra Dios en una de las siguientes maneras:
1. No luches contra el Espritu de Dios
Gnesis 6:3 habla del Espritu que contiende con el hombre. Es
to no significa que Dios intente vencer ni destruir al hombre.
Podra hacer esto con una sola palabra, sin esfuerzo alguno. Pe
ro l contiende con nosotros por su amor: viendo que nos diri
gimos a galope hacia la ruina, enva su Espritu para frenarnos
antes de que nos destruyamos a nosotros mismos. Es la misma
clase de lucha que se observa cuando alguien intenta quitarse
la vida y otro interviene forcejeando para arrebatarle el arma.
Los deseos humanos son esos terribles instrumentos de
muerte con que los pecadores se hacen dao. El Espritu Santo
lucha para quitrnoslos de la mano y sustituirlos por la gracia
y la vida eterna de Cristo. Cuando rechazas esa lucha compa
siva, se considera justamente que ests luchando contra l. Es
teban dijo: Duros de cerviz, e incircuncisos de corazn y de
odos! Vosotros resists siempre al Espritu Santo (Hch. 7:51).
2. No luches contra la providencia de Dios
Cuestionar los actos de Dios, sean de juicio o de misericordia,
es contender o argumentar contra l (Job 40:2). Aquel que se
atreve a nombrarse a s mismo vctima y hace reo a Dios, es te
merario. Dios es el Juez, y te acusar de desacato al tribunal si
llevas tales acusaciones falsas contra l. Contender con el To
dopoderoso? Argumentar contra Dios? Mejor es que digas co
mo Job: He aqu que yo soy vil, qu te responder? Mi ma
no pongo sobre mi boca (Job 40:4). Clama as: Perdona lo
pasado, y no me oirs ms hablar as!.
Cristiano, sobre todo cuidado con esta lucha. La contencin
siempre es penosa, sea entre vecinos, amigos o esposos, pero lo
es ms an contra Dios. Si Dios no te complace y tu corazn se
[131]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

levanta contra l, qu esperanza tienes de agradarle? El amor


no puede pensar mal de Dios, ni tolera or hablar mal de l. De
be ponerse de parte de Dios, como Jonatn habl a favor de Da
vid cuando Sal lo desacreditaba. El amor te permite gemir ba
jo la afliccin, pero no murmurar. Cuando te quejas, revelas un
espritu rebelde contra Dios, y clavas un pual en el corazn del
Amor.
Quejarte de la providencia de Dios es malo. Pero y las veces
que nos oponemos a l queriendo? Dios, en su misericordia, uti
liza todos los medios para atraernos a s, pero al resistirle con
obcecacin luchamos contra l con ambas manos. Nos ofrece su
misericordia, pero no le hacemos caso; nos sobreviene la aflic
cin y nos apartamos. Pero lo primero debera atraernos, y lo
segundo empujarnos hacia l. Si persistimos en nuestra terque
dad, lo peor que puede pasar es que se aparte de nosotros. Su
pongamos que eres incorregible y por fin Dios te dice: Ya no te
molestar ms. Quiere decir: Te lo debo hasta llegar al otro
mundo, en el cual te pagar con creces tu pecado.
3. No luches con tus propias reglas
Luchamos contra Dios cuando menospreciamos sus reglas y las
sustituimos por las nuestras. Quiz no luches contra la provi
dencia divina, y s contra el pecado. Esto parece admirable, pe
ro Dios requiere algo ms: debes luchar sola y nicamente segn
sus reglas. Pablo le dice a Timoteo: Y tambin el que lucha co
mo atleta, no es coronado si no lucha legtimamente (2 Ti. 2:5).
Coteja tu conducta con los errores de algunos que han librado
su propia batalla, no la de Cristo.
Algunos, al luchar contra un pecado, abrazan otro. Nuestros
deseos son variados y lucharn por el primer puesto entre s.
Cuando la malicia quiere venganza, la astucia dice: Esconde tu
ira, pero no perdones. Cuando la pasin manda a buscar pros
titutas, la hipocresa cancela la peticin, pero por temor al mun
do y no a Dios. El hombre que permite que un pecado presida
sobre otro, y as gobierna su alma, no puede ser paladn de
Dios.
Algunos luchan porque se ven obligados a ello. Sus temores
esclavizantes los asustan y los alejan por el momento del deseo.
[132]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Pero el combate real para tal luchador es entre su conciencia y
su voluntad, en lugar de entre su alma y el deseo. En tal caso, la
voluntad prevalece por fin, porque un deseo refrenado sin des
echar se vuelve tan salvaje como un semental encerrado. Por fin
la conciencia no puede sujetar las riendas ni mantenerse en la si
lla, sino que es derribada. Entonces el deseo correr adonde
pueda obtener una comida completa, y se hartar hasta que la
conciencia despierte y acuda a Dios apresuradamente en busca
de ayuda.
Otros luchan contra el pecado sin odiarlo. Luchan en broma,
no en serio. Hasta que se ahogue el amor al pecado en el cora
zn, el fuego no se apagar nunca. Cmo se logra esto? Jer
nimo dice que un amor apaga otro; esto es, que el amor de Cris
to debe ahogar el amor al pecado. Solo entonces se mantendr
firme el decreto del alma contra el pecado.

Cmo luchar
Ahora que conoces algunos errores en la lucha, estas directrices
te servirn para librar el combate.
1. Que Dios sea tu ayudador
Esto es, busca a Dios en oracin para que te respalde. l tiene
un convenio ofensivo y defensivo contigo, pero espera a que lo
llames. Si vas a la batalla sin l, es que crees tener ms valor que
Moiss, que no se mova sin Dios aunque este mandara a un n
gel como lugarteniente (Ex. 33). O te consideras ms sabio que
Jacob, quien para ganar a Esa, huy de l y se arroj sobre
Dios. Saba que si poda luchar con Dios, tambin podra con
fiar en l para tratar con su hermano. Asegrate al Seor, y la
puerta de atrs se cerrar: ningn enemigo se te acercar por la
retaguardia, sino que caer a tus pies. David dijo: Entorpece
ahora, oh Jehov, el consejo de Ahitofel (2 S. 15:31). El Cielo
dijo amn a su oracin, y el enemigo de David se ahorc.
2. Practica constantemente
Tu lucha contra el pecado y Satans no es un deporte de fin de
semana; es la batalla final. No te atrevas a dar a tu enemigo
[133]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ninguna ventaja. Los luchadores intentan asir alguna parte del


cuerpo que les permita tirar ms fcilmente de su contrincante.
Para evitarlo, los atletas antiguos se engrasaban el cuerpo an
tes del combate. T debes hacer lo mismo. Esfurzate para des
pojarte del viejo hombre: aquella corrupcin que David llama
ba mi maldad (Sal. 18:23). Obsrvalo y mortifcalo diaria
mente; es un agarradero favorito de Satans. Este huir igno
miniosamente cuando no encuentre maldad en ti para asirse y
no pueda tocar en ti lo que es santo.
Has mortificado la carne? Unge entonces tu alma con la
meditacin frecuente en el amor de Cristo. Te ayudar a des
preciar el ofrecimiento del pecado y, como el leo, har a tu es
pritu ms flexible y tu voluntad ms gil para esquivar al ene
migo. Satans encuentra poca acogida all donde mora el amor
de Cristo. El amor enciende el amor, y su llama ser como un
muro de fuego para alejar al diablo.
3. Utiliza tu ventaja sabiamente
Si eres un luchador avispado, te lanzars con todo el peso so
bre el enemigo una vez que est en el suelo. Aunque en la ma
yora de deportes el rbitro declarara falta el que pegaras a un
contrincante derrotado, no sucede as en la lucha libre. El ob
jeto es poner al contrincante sobre su espalda y mantenerlo as.
No permitas que el pecado respire ni se levante. No repitas el
pecado de Acab, soltando al enemigo cuando Dios ha decreta
do su destruccin.
Aprende de la sagacidad de los secuaces de Satans: aunque
Cristo estaba de espaldas en el suelo, ellos tomaron sus pre
cauciones. Nunca pensaron que lo tenan seguro, ni aun muer
to. Sellaron la tumba y la vigilaron. T debes hacer lo mismo
para estorbar la resurreccin de tu pecado: sellarlo con prop
sito ms firme y con pactos solemnes, y vigilarlo mediante un
andar circunspecto y despierto.

Una palabra de nimo para los luchadores


Tal vez ests desalentado, no solo por la fuerza del enemigo,
sino por tu evidente debilidad y la lucha constante contra el
[134]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


pecado y el yo. nimo! Hay un fuerte consuelo para el cre
yente que lucha junto a la verdad de la gracia divina en su
propio conflicto contra el pecado. Geden exclam desespe
rado: Si Jehov est con nosotros, por qu nos ha sobreve
nido todo esto? (Jue. 6:13). Comprendemos su perplejidad
porque nos identificamos con su sufrimiento. Nuestro cora
zn tambin exclama: Por qu encuentro esta lucha en m,
que me provoca al pecado y me retrae de lo bueno?.
Dios tiene una respuesta preparada si dejamos de gemir
para orla. l nos dice: Eres un luchador, no un vencedor.
As de sencillo. A menudo equivocamos el estado del cristia
no en esta vida: l no est llamado al triunfo inmediato sobre
sus enemigos, sino a batallar contra ellos. El estado de gracia
es el comienzo de la guerra contra el pecado, no su culmina
cin. Dios mismo entrar en la batalla disfrazado de enemi
go, en lugar de dejarte sin oponente. Cuando Jacob estaba so
lo, Dios envi un mensajero para luchar con l hasta el alba.
Confrtate con la idea de que eres un luchador. Esta bata
lla interior, si se libra con el objetivo y en el terreno adecua
do, solo prueba la existencia de dos naciones dentro de ti: dos
naturalezas contrarias; una terrenal y la otra celestial. Y para
mayor consuelo, sabes que aunque tu naturaleza carnal sea la
ms vieja, servir a la ms joven (Gn. 25:23).
Arropa tu alma cansada en esta promesa: hay un reposo
para el pueblo de Dios. No ests golpeando al aire, sino que
luchas para ganar el Cielo y una corona permanente. En la
tierra, vencemos para volver a luchar. Vencemos una tenta
cin, pero la guerra sigue, y cuando llega la muerte, Dios da
el golpe final. Sabemos que la paz es dulce despus de la gue
rra; el placer despus del dolor. Pero qu lengua expresar el
gozo que llenar al creyente cuando vea a Dios y su hogar
eterno por primera vez? Si conociramos ms del futuro glo
rioso, nos preocuparamos menos por el conflicto presente.
II. EL CARCTER DEL ENEMIGO
Pablo da ciertos detalles acerca de los enemigos que toman las ar
mas contra el creyente. Cuando dice que no son sangre y car[135]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ne, no debemos interpretarlo como una negativa absoluta. Pri


mero, consideremos lo que quiere decir sangre y carne.

Adversarios menores del cristiano: sangre y carne


1. Las corrupciones interiores son sangre y carne
Porque se propagan en nosotros por generacin natural. As se
dice que Adn engendr un hijo a su semejanza: pecaminoso
como l, tanto como mortal. El mejor cristiano de la tierra pa
sa esta naturaleza corrupta y pecaminosa a su propio hijo, igual
que un judo circunciso engendra a un hijo incircunciso y un
grano de trigo, al sembrarlo, brota de nuevo con tallo y hojas.
Tambin podemos llamar carne a nuestras corrupciones
internas por las actuaciones de nuestra naturaleza sin regene
rar, que es carnal. Los pensamientos de la mente corrupta son
incapaces de percibir las cosas de Dios. Todos sus deseos, deli
cias, cuidados y temores abarcan el mundo presente y, por tan
to, son carnales. Igual que el sol esconde el cielo que hay por
encima de l y revela lo que hay por debajo, as la razn carnal
deja a la criatura en tinieblas en cuanto a las verdades espiri
tuales, a la vez que alumbra excelentemente su conocimiento
carnal. Cada especie tiene una dieta adecuada: el len no come
hierba, ni el caballo carne. Igualmente, el alimento del corazn
carnal es veneno para el de la gracia; y lo que es sabroso para
el corazn de la gracia le resulta odioso al carnal.
Segn esta interpretacin de sangre y carne, Pablo no di
ce que la guerra haya terminado entre las dos naturalezas: la
antigua y la nueva. Sabes por experiencia que no es as. El Es
pritu se opone a la carne, y la carne al Espritu, a lo largo de
la vida cristiana. De no haber demonios, an as tendras las
manos ocupadas resistiendo las corrupciones de tu propio co
razn. Lo que Pablo quiere que observes es que tu antigua na
turaleza es solo un soldado raso en la guerra contra tu nueva
naturaleza. Satans acude a la batalla como aliado de la carne
y lanza un ataque generalizado. Es el general que ordena tus in
clinaciones pecaminosas, las hace actuar sin misericordia, y las
enva en un frente unido contra el poder de Dios en tu vida.
Compralo con la siguiente situacin...
[136]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Supongamos que mientras un rey lucha por aplacar a sus
propios sbditos rebeldes, se unen a ellos tropas superiores de
otro pas y toman el mando. Entonces el rey ya no lucha prin
cipalmente contra sus sbditos, sino contra un poder extranje
ro. Esta es la analoga espiritual: cuando el cristiano est lu
chando contra sus corrupciones internas, Satans une su fuer
za al residuo de la antigua naturaleza y asume el mando. Se
puede decir que nuestro pecado es el motor, y Satans el con
ductor.
Saber esto debe hacernos a todos ms diligentes en cuanto a
desarmar a nuestros deseos, porque estarn ms que dispuestos
a declarar su lealtad a Satans cuando venga para tentarnos.
Nuestra propia virtud desnuda no da la talla en estas circuns
tancias, ya que se trata de dos contra uno. Pero si nos aferra
mos a Dios pidiendo sabidura y fuerza, entonces podremos en
frentarnos con fuerza a esta serpiente y su jaura.
2. Los seres humanos son sangre y carne
Porque no tenemos lucha contra sangre ni carne...; esto es,
no peleamos contra otros hombres. Jess dijo: Palpad, y ved;
porque un espritu no tiene carne... (Lc. 24:39). Segn esta in
terpretacin, observa primero el desdn con el cual el Espritu
Santo habla del hombre y, luego, dnde recae el acento de la lu
cha del cristiano: no en resistir a sangre y carne, sino en com
batir a los principados y potestades en el mundo espiritual in
visible.
Primero, observa que el Espritu reduce al hombre a san
gre y carne. El hombre tiene un alma nacida del Cielo, lo que
lo hace pariente de los ngeles; ms an, descendencia de
Dios. Pero esto se pasa por alto en silencio, como si Dios no
reclamara lo que est manchado por el pecado y ya no se pa
rece a la criatura original. El alma, aunque de origen divino,
se halla tan sumergida en la sensualidad que no merece otro
nombre que el de carne para expresar su debilidad. Es la pa
labra utilizada por el Espritu Santo para expresar la impo
tencia de una criatura. Por ejemplo: hombres son, y no Dios;
y sus caballos carne... (Is. 31:3). Al contrario, cuando Dios
quiere subrayar el poder y la fuerza de algo, lo contrasta con
[137]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

la carne: Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino


poderosas... (2 Co. 10:4).
Esto debera humillarte! La carne en la que tanto te gloras
est a un paso de la corrupcin inmunda. Tu alma redimida es
la sal que te conserva, que evita que apestes. Ests orgulloso
de tu belleza? Es vanidad de vanidades! Cunto tardar el
tiempo en hacer surcos en tu cara, o la enfermedad en cam
biarte la piel hasta que tus amantes no quieran mirarte siquie
ra?
Te jactas de la fuerza? Tu brazo es carne que se atrofia
cuando lo extiendes. Pronto la sangre caliente se helar en tus
venas. El tutano se te secar en los huesos, se encogern tus
tendones, y tus piernas se encorvarn bajo el peso de tu dbil
cuerpo.
Tal vez sea la inteligencia lo que ms aprecias: la misma
tumba que cubra tu cuerpo enterrar toda la sabidura de tu
carne. Tus buenas ideas acabarn en nada. Solo aquellos pen
samientos que sean emanaciones santas del alma tendrn senti
do ms all de la tumba.
Tal vez no esperas que te sostengan tu belleza, tu fuerza o tu
sabidura; puede que tengas la esperanza puesta en tu rango y
alcurnia. Seas quien seas, eres un plebeyo hasta que nazcas de
nuevo. La sangre que corre por tus venas es la misma que la del
mendigo callejero (Hch. 17:26). Entramos y salimos del mun
do todos iguales; as como nadie est hecho de una tierra ms
fina, tampoco se desintegra para formar un polvo ms noble.
Siendo as la composicin de toda carne, por qu confiar en
ningn hombre? No confes en los prncipes: no pueden man
tener su propia corona en la cabeza, ni la cabeza sobre los hom
bros. Tampoco confes en los sabios, cuyas ideas tan a menudo
se les vuelven en contra. La sabidura carnal puede predecir lo
que quiera, pero Dios es el que hace girar la rueda y saca ade
lante su providencia. Tampoco te fes excesivamente de los di
rigentes espirituales: tambin son humanos, y no infalibles. El
error de un cristiano te puede hacer errar, y aunque l se arre
pienta, puede que t sigas adelante y te pierdas. No te fes de
ningn hombre: ni siquiera de ti mismo. Proverbios 28:26 dice:
El que confa en su propio corazn es necio.
[138]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Igual que no debes confiar en la carne, tampoco debes te
merla. Ya has visto que es como un cubo oxidado, sujeto a la
corrupcin. David dice al respecto: No temer; qu puede
hacerme el hombre? (Sal. 56:4). Si eres cristiano, hay algo
que temer? No tienes vida alguna que perder si ya te has entre
gado a Cristo. Y aunque Dios no te haya prometido inmunidad
al sufrimiento, s se encarga de sobrellevar tus prdidas y pa
garte cien veces ms, aunque no recibas tu galardn en este
mundo.
Otra consolacin ms: Es el hombre mera carne? Nuestro
Padre celestial lo sabe y hace sitio para nuestra debilidad: Por
que l conoce nuestra condicin; se acuerda de que somos pol
vo (Sal. 103:14). Cuando empiezas a desmayar bajo el peso
del deber o de la tentacin, Dios corre hacia ti como una ma
dre hacia su hijo desalentado, te aviva con su aliento dulce y no
dejar que tu alma muera.
Cristiano, sabes que no debes temer a la carne y la sangre;
sin embargo, tampoco puedes pasarlas por alto. Mientras la se
milla de la corrupcin resida en la naturaleza carnal, Satans
entretejer sus sutiles complots con los del hombre, de manera
que no solo luchemos con el hombre mismo, sino con el hom
bre dirigido por Satans. El creyente pelea contra dos clases de
personas: las buenas y las malas. Satans te golpea con ambas.
Primero, el cristiano lucha contra personas buenas. Muchos
conflictos graves surgen entre los cristianos, luchando a oscu
ras debido a la incomprensin de la verdad y los unos de los
otros. Abraham ri con Lot; Aarn y Miriam disputaron con
Moiss hasta que Dios se interpuso y concluy la disputa aver
gonzando a Miriam (Nm. 12:10). En la presencia de Cristo
mismo, los apstoles discutan acaloradamente acerca de quin
sera mayor entre ellos.
En las guerras civiles entre cristianos Satans es el gran insti
gador invisible. Como Acab, l pelea disfrazado: primero a favor
de una parte y luego de la otra, agravando cualquier injuria in
significante y provocando siempre a la ira y la venganza. Por ello,
el apstol nos advierte: Ni deis lugar al diablo (Ef. 4:27). Esto
es: No discutis entre vosotros a no ser que deseis la compa
a del diablo. l es un mercenario y, por tanto, corre all donde
[139]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

hay esperanza de guerra. Le atrae el calor de nuestra ira como


a una polilla la llama. No puede trabajar bien si no hay fuego; de
forma que l mismo es como un carbn encendido. Se echa so
bre los rescoldos de contencin que encuentra entre los santos y
los aviva hasta hacerlos arder. Luego los emplea en su fragua pa
ra inflamar la ira en nuestra alma. Entonces nos hacemos male
ables, fciles de moldear a su gusto con el martillo.
La contencin abre el alma al caos, y la ley de la gracia no
puede obrar libremente cuando el alma est conmocionada. Aun
el manso Moiss habl neciamente al ser provocado. Por lo me
nos, esta idea debera constituir un toque de retirada para nues
tras insignificantes diferencias que un Joab ayud a crear. l
siembra un mal espritu entre los hermanos. Es una necedad que
nos mordamos y devoremos unos a otros para diversin del dia
blo. Solemos confundir nuestro acaloramiento con el celo, cuan
do normalmente el conflicto entre cristianos es una nave infernal
enviada por Satans para deshacer la unidad y el orden. Unidos
somos una armada invencible, y Satans sabe que no puede hun
dirnos si no es mediante la discordia.
Para ello, no se contenta con crear conflictos entre los hom
bres buenos, sino que tambin azuza a los malos para desafiar al
cristiano. Cristo dice que el mundo te odia porque no eres del
mundo (Jn. 15:19). La naturaleza y la vida del cristiano son ana
tema para el mundo; antes se reconciliarn entre s el fuego y el
agua, el Cielo y el Infierno. De ah las guerras. El fuego de la per
secucin nunca se apaga en los corazones de los malos, que si
guen diciendo en secreto, como antes gritaban en el Coliseo:
Los cristianos a los leones!.
En todas las guerras de los santos contra los malos, Satans
es el comandante en jefe de estos ltimos. Ellos cumplen las r
denes de su capitn, satisfaciendo sus deseos. Los sabeos sa
quearon a Job a instancias de Satans. El hereje difunde doctri
nas corruptas y pervierte la fe de muchos, pero solo es un minis
tro de Satans (2 Co. 11:15), el cul le llama, le paga y le ensea
sus artimaas. Los perseguidores de palabra o de obra son
instrumentos del diablo (Ap. 2:9,10)
Cuando ves a alguien que lucha fieramente contra las verda
des o los siervos de Cristo, tenle compasin como al ms mise[140]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


rabie de la tierra. No temas su poder ni admires sus talentos. Es
un emisario de Satans. Los antiguos mrtires los llamaban es
clavos y carniceros del enemigo. Agustn, en una carta a Licinio
(hombre brillante y malvado que antes haba sido su alumno), le
dice: Cmo lloro al ver tu brillante ingenio prostituido en el
servicio del diablo! Si hubieras encontrado un cliz de oro, lo ha
bras entregado a la iglesia; pero Dios te dio una cabeza de oro,
talento e inteligencia, y con ellos brindas por el diablo.
Cuando veas a hombres poderosos e inteligentes que utilizan
sus talentos contra Dios, llora por sus almas. Mejor hubieran vi
vido y muerto esclavos y necios, en lugar de negociar para el dia
blo con sus capacidades divinamente otorgadas.
Cuando los malvados te reprochen y persigan, mira ms all:
gasta tu ira en Satans, tu enemigo principal. Los hombres solo
son sus tteres. Pueden ser ganados para Cristo hacindose as tus
amigos al final. Anselmo lo explica as: Cuando el enemigo se
acerca en la batalla, el valiente no se enfada con el caballo, sino
con el jinete. Acta para matar al jinete y as poder utilizar su ca
ballo. De este modo debemos hacer con los malvados: no hemos
de dirigir nuestra ira contra ellos, sino contra Satans, el jinete
que los monta y los espolea. Oremos fervorosamente, como Cris
to en la cruz, para que el diablo sea desmontado y estas desdi
chadas almas liberadas. Mayor honor se gana sacando a un al
ma viva de las garras del diablo, que dejando a muchas muertas
sobre el campo de batalla.
Agustn demostr esta misma compasin hacia los malvados:
Erasmo cuenta cmo rogaba a los oficiales del emperador que le
entregaran la custodia de los herejes condenados a muerte por
perseguir a los creyentes. Cul era su motivo? Ministrar a sus
almas como buen medico, para que, de ser posible, pudiera sa
narlas y hacerlas fuertes en la fe.

Los mayores enemigos del cristiano:


los espritus malignos
Si la lucha del cristiano fuera solamente contra la carne, algu
nos podran ganar por sus propios esfuerzos. Pero Pablo des
carta cualquier estpida idea de una victoria independiente al
[

141]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

describir el carcter de nuestros mayores enemigos. Estos no


son sangre y carne, sino huestes de espritus malignos dirigi
dos por Satans mismo, y enviados a guerrear contra los cris
tianos.
Negada para siempre su preeminencia por encima de las es
trellas, Satans se ha decidido a reinar por debajo de ellas. Des
de el da en que fue arrojado del Cielo, l y sus secuaces han
obrado incansablemente para establecer su dominio sobre la
tierra. La Epstola a los Efesios revela la esfera de su influencia:
primero, su sistema de gobierno; segundo, la magnitud de su
poder; tercero, su territorio; cuarto, su naturaleza inherente; y
quinto la razn de su disputa con Dios.

1. Su sistema de gobierno
Se emplea la palabra principados para designar el territorio que
el usurpador Satans reclama. Negar la posicin exaltada del
diablo en el mundo presente es contradecir a Dios mismo. Cris
to lo llam el prncipe de este mundo (Jn. 14:30). Igual que
los prncipes cuentan con un pueblo y un territorio que gober
nar, as Satans tiene los suyos.
Un dictador terrenal ser afortunado si dispone de unos po
cos hombres de confianza. A los dems deber controlarlos por
la fuerza o pronto perder el trono y la cabeza. Pero Satans no
tiene motivo para temer la bala de un asesino: puede confiar en
todos sus sbditos y no ha de preocuparse por la rebelin, a
menos que intervenga el Espritu Santo. De hecho, los malva
dos van ms all de la mera lealtad al diablo; de buen grado do
blan la rodilla e inclinan la cabeza para adorarle (Ap. 13:4). Sin
embargo, esto no es menos de lo que l exige.
Satans es el peor de los dictadores, pues sus leyes son to
talmente malignas. A su voluntad se la llama la ley del peca
do, por tanta autoridad como tiene (Ro. 8:2). l da rdenes a
los pecadores deseosos, que corren a obedecerle. No entienden
que esos decretos se escriben con su propia sangre, ni se perca
tan de que la condenacin es lo nico que se promete por cum
plir los deseos del diablo!
Satans sabe que le hace falta la cooperacin de todos sus
sbditos para hacer prosperar su reino, pero se complace espe[142]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

cialmente en utilizar a los peores. As como los prncipes nom


bran ministros para hacer cumplir sus deseos, Satans enva
emisarios especiales para llevar a cabo sus planes. Tiene sus dis
cpulos escogidos, como Elimas, a quien Pablo llam lleno de
todo engao y de toda maldad, hijo del diablo (Hch. 13:10).
A este crculo ntimo de corazones oscuros les imparte los mis
terios de la iniquidad y las profundidades de la degradacin.
Pero aun con estos escogidos no lo comparte todo. Siempre
se encarga de su propia bolsa y tambin de la del pecador; de
forma que l es el inversor y este ltimo solo un corredor que
trabaja para l. Finalmente, la totalidad de la ganancia desho
nesta va a parar al bolsillo del diablo. Todo lo que tiene el pe
cador tiempo, fuerza, inteligencia, todo se gasta para man
tener al diablo en su trono.
a) La reivindicacin satnica de su trono

Puedes preguntarte: Cmo se hizo una criatura tan vil con un


principado tan poderoso?. No legalmente, puedes estar segu
ro, aunque el diablo sea lo bastante listo como para presentar
una reivindicacin que parezca legtima.
Para empezar, l reclama la tierra por derecho de conquista.
Es en cierto grado cierto que gan su corona por el poder y la
poltica, y que lo mantiene de la misma forma. Pero conquis
ta es un ttulo ridculo.
Un ladrn no tiene derecho legal a la cartera robada de su
vctima simplemente por haberla metido en su bolsillo y decir
que es suya; ni el paso del tiempo puede jams enmendar el
agravio as cometido. Tal vez pasen aos antes de que se des
cubra, pero ser tan culpable en el da de su arresto como en el
del robo. Un ladrn en el trono no es distinto de ese carterista
callejero. Es verdad que hace tiempo que Satans ostenta su t
tulo, pero no es menos criminal por ello que en el da que le ro
b a Dios el corazn de Adn.
La conquista de tu corazn por Cristo es justa, por ser jus
ta la causa de su guerra. l viene para recuperar lo que siempre
fue suyo. Por otra parte, Satans es un contendiente falso y su
conquista es un fraude, porque nunca podr decir de la menor
de las criaturas: Ma es.
[143]

El cristiano con toda la armadura de D ios


El diablo tambin reclama su principado por eleccin. Cuen
ta los votos y vers que l mantiene su posicin presente por l
voto unnime de la naturaleza corrupta del hombre. No impor
ta que entrara en el cargo utilizando una mentira: Adn fue en
gaado y tambin todos sus hijos desde entonces. Cristo lo dijo
claramente: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los de
seos de vuestro padre queris hacer (Jn. 8:44).
La victoria democrtica de Satans tambin es defectuosa,
porque el hombre fue creado sbdito de Dios, sin poder ni au
toridad para destronar al Rey eterno en favor de otro. Podemos
optar por hacer caso omiso de la soberana de Dios, pero no se
la podemos quitar. Aunque el pecado nos haya incapacitado pa
ra guardar la ley de Dios, no nos exime de hacerlo, ni de los tr
minos impuestos por el gobierno divino.
Finalmente, Satans presenta una escritura falsa que pre
tende ser de Dios para reclamar la tierra como suya. Este im
postor es tan descarado que present su reivindicacin invlida
a Cristo mismo, pretendiendo poseer el poder absoluto como
prncipe de este mundo. Mostr al Seor todos los reinos de la
tierra y le dijo: A ti te dar toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a m me ha sido entregada, y a quien quiero la
doy (Lc. 4:6).
Haba cierta verdad en ello, pero era algo ms que la verdad.
En un sentido Dios s que entreg este mundo a Satans, pero
no para que dispusiera de l a su antojo. El diablo es prncipe de
este mundo, pero no por preferencia de Dios, sino con su per
miso. Y Dios puede revocar ese permiso cuando l quiera.
b) La presente concesin de Dios
a la pretensin de Satans

Desde nuestra perspectiva humana limitada, nos preguntamos


por qu Dios permite que esa criatura apstata ostente tal prin
cipado en el mundo. Por qu tolera que este rebelde se exhiba
con pompa y arrogancia ante hombres y ngeles? Hay varias ra
zones para considerar.
Primero, para castigar el pecado. Dejar que Satans chasquee
el ltigo sobre el hombre es una forma de castigar la rebelin:
Por cuanto no serviste con gozo a Jehov tu Dios con alegra y
[144]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

con gozo de corazn [...], servirs a tus enemigos [...] con ham
bre (Dt. 28:47-48). Satans es un capataz de la ira de Dios. El
diablo es esclavo de Dios, y el hombre lo es de Satans. El pe
cado encadena a la criatura humana a Satans, quien ahora la
atosiga sin misericordia.
Una segunda razn por que Dios permite a Satans alardear
de su poder es para demostrar que el poder de Dios es ms gran
de. Nadie dudar de la omnipotencia de Dios cuando le vean
arrojar al poderoso dragn desde la tierra al Infierno como si
fuera un mosquito. Igual que el hombre solo no puede con el
diablo, el diablo con todos sus secuaces no puede con Dios.
Qu nombre ms glorioso se habr hecho Dios para s cuando
haya terminado esta guerra!
El haber creado los cielos y la tierra le otorg a Dios el nom
bre de Creador. Su providencia le da el nombre de Preservador.
Pero su triunfo sobre Satans le confiere un nombre sobre todos
los dems: el de Salvador. Como Salvador, l protege al hombre
redimido de la destruccin y forma una nueva criatura dentro
de l: un hijo de la gracia. Entonces acoge a este pequeo en su
seno y lo aleja de toda la confusin de Satans, hasta llegar por
fin al Cielo.
No hay mayor prueba de la misericordia de Dios que su plan
de redencin. Todas las dems obras divinas fluyen majestuosas
como ros hacia este gran mar poderoso, en cuya orilla los san
tos se regocijarn. Ten esto por seguro: De no haber sido pri
meramente prisioneros de Satans, no comprenderamos ni
apreciaramos la liberacin final.
Finalmente, Dios permite el reino temporal de Satans para
aumentar el gozo eterno del cristiano. Parece una paradoja?
Piensa en tu vida, y vers que a menudo las ocasiones de mayor
gozo surgen de las cenizas del sufrimiento. La Palabra da tres
imgenes del gozo: el de la madre primeriza, el del granjero
prspero, y el del soldado victorioso. La exaltacin de los tres
se cosecha en tierra dura. A la mujer le cuesta gran dolor, al
granjero meses de duro trabajo, y al soldado graves peligros el
obtener el premio. Pero al final se les paga con creces. Y un atri
buto peculiar de la tristeza es que su recuerdo a menudo endul
za el gozo presente.
[145]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

He aqu el corolario espiritual: Si Cristo hubiera venido y


entrado en afinidad con nuestra naturaleza pacficamente, pa
ra luego volver al Cielo con su esposa inmaculada, sin duda
compartiramos el gozo de la boda. Pero la forma en que l de
cidi llevar a sus redimidos al Cielo adornar el gozo y la ado
racin; porque tendremos el recuerdo de los dolores agudos
que le causaron el pecado y Satans, para compararlos con el
gozo inconmensurable de ser su esposa. El canto nupcial se une
a la marcha victoriosa de un conquistador que ha rescatado a
su amada de las manos de su raptor cuando este la llevaba a las
cmaras del Infierno.
c)

Cmo

comprobar

tu

verdadera

lealtad

Mira alrededor y vers cmo florece el imperio de Satans a


diestra y siniestra. Su gobierno abarca continentes y ocanos;
sus sbditos son como la arena del mar. Necesitamos estar se
guros de que no nos contamos entre ellos, porque hasta en el
territorio de Cristo (la Iglesia visible) Satans ha introducido a
sus sbditos. Para descubrir la verdadera lealtad de tu corazn,
estudia los criterios siguientes.
Primero, entrate de a quin perteneces. Recuerda que Cris
to tena sus seguidores en la corte de Nern; pues bien, el dia
blo tambin tiene sus siervos en el atrio exterior del cristianis
mo. Si reivindicas el nombre de Cristo, debes probarlo con al
go ms que una conformidad externa a sus ordenanzas.
Cuando los sbditos de un rey van a vivir en pases extran
jeros, l sabe que aprendern el idioma y se amoldarn a las
costumbres nacionales en lo posible. Esto no mina su lealtad
hacia el rey; al contrario, los hace sbditos ms valiosos. Igual
mente, Satans no se enoja si te pones en el atrio de la Iglesia
visible y aprendes el lenguaje de los cristianos. Cede esto sin
perder nada. De hecho, a veces le sirve mejor un hipcrita que
ofrece una muestra de piedad a la Iglesia reservando su cora
zn para el adversario.
Cristo y Satans crean una dicotoma espiritual imposible de
pasar por alto y que divide al mundo entero. T perteneces a
un grupo, y solo uno. Cristo no admite rival, ni Satans tam
poco. Por tanto no puedes ponerte de parte de los dos. La prue-

[146]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

ba de la lealtad es muy sencilla: eres sbdito de aquel que lleva


la corona en tu corazn; no de aquel a quien halagas con la len
gua.
Para saber si Cristo es tu verdadero Rey, responde a estas
preguntas:
1) Cmo lleg tu rey al trono? Por nacimiento eres sbdi
to de Satans, al igual que todo el gnero humano. Por tanto,
l no va a ceder su lugar en tu corazn de forma voluntaria, y
ya sabes que no puedes resistir su poder con tus esfuerzos. So
lo Cristo, por el Espritu Santo, es capaz de traer un cambio de
gobierno a tu corazn. Has odo alguna vez una voz del Cie
lo que te llamara, como a Pablo, a postrarte a los pies de Dios
y volverte hacia el Cielo? Ha venido Cristo hasta ti, como el
ngel acudi a la crcel de Pedro, para arrancar las cadenas de
las tinieblas de tu mente y tu conciencia, hacindote obediente?
De ser as puedes reivindicar que tienes la libertad.
Pero si en todo esto te parece que hablo otro idioma, y no
percibes ninguna obra as en tu alma, me temo que an sigues
en la crcel. Supones por un momento que una nacin invasora puede derrocar a un gobierno sin que lo sepan los ciuda
danos? Puede ser un rey destronado para coronar a otro en tu
alma sin que oigas ruido alguno? Al coronarse Cristo, la cele
bracin jubilosa de su coronacin resonar en todo tu ser.
Cuando l llegue para arrebatarle tu alma a Satans, lo sabrs.
Debes decir, como el hombre que Jess envi a lavarse en el es
tanque de Silo: Habiendo yo sido ciego, ahora veo (Jn.
9:25). Puedes hacerlo?
2) Qu ley obedeces? Las leyes del prncipe de las tinieblas
y las del Prncipe de paz son tan contrarias como la naturaleza
de ambos: una es la ley del pecado (Ro. 8:2), y la otra la de la
santidad (Ro. 7:12). A no ser que el pecado te haya cegado tan
to que ya no disciernas entre lo santo y lo profano, debes po
der resolver esto sin problemas.
Cuando Satans acude para tentarte, observa tu reaccin.
Cmo respondes a sus sugerencias? Te plantas inamovible en
las ordenanzas de Dios? O abraza tu alma la tentacin como
a una queridsima amiga, contenta con tener una excusa para
hospedarla? De ser as, ests bajo el poder de Satans! Pablo
[147]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

dice: No sabis que si os sometis a alguien como esclavos


para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecis? (Ro.
6:16).
3) A dnde acudes para recibir proteccin? Quin tiene tu
confianza? Un buen prncipe protege de buen grado a sus sb
ditos, y espera que le confen su seguridad. Por tanto, los sb
ditos obedientes entregan los asuntos de Estado a la sabidura
de su prncipe y su consejo. Ante la injusticia, piden justicia;
cuando son culpables, se someten a la pena legal y sobrellevan
el castigo debido.
Confas en la sabidura de Dios para tratarte con justicia?
Un impenitente teme encomendarse al cuidado divino. Sabe
que su alma necesita una limpieza a fondo, pero le gusta la mu
gre y se la quiere quedar; de forma que cierre puertas y venta
nas a lo puro y justo, y sirve un festn inmundo para que su na
turaleza pecaminosa lo engulla en privado. El mismo temor que
aleja al malvado de Dios, estimula al justo a abrir su corazn
cuando el Espritu llama. Acoge la idea de un alma limpia y
comprende que la purga que Dios efecta quita la basura car
nal y hace sitio para una mayor bendicin.
4) Con quin te identificas? Tu prncipe es aquel cuyas vic
torias y prdidas te importan. Qu dices cuando el Espritu de
Dios est a la puerta de tu voluntad e impide el pecado que ins
tiga Satans? Si ests de parte de Cristo, le amars ms por
guardarte de la concupiscencia; de otra manera, te sentirs re
sentido con Dios por evitar el deseo verdadero de tu corazn.
Cuando Satans vuelva (y seguro que lo har), te encontrar
anhelando an el pecado al que se ech de tu puerta. Y l siem
pre gratifica al alma que busca el pecado.
Cuando ves que Dios bendice los esfuerzos de sus hijos, c
mo respondes? Canta con jbilo tu alma al or que el evange
lio prospera? Si sigues siendo un hijo del diablo, cualquier
triunfo sobre el pecado constituir una derrota para tu partido.
El gozo de los cristianos te sonar como una campana de hoja
lata; y volvers a casa murmurando como Amn, furioso por
dentro de que alguno de tus pecados favoritos te haya sido
arrebatado y se haya entregado a Cristo para su destruccin.
Pero si Dios es realmente tu Padre, tu corazn se elevar al or

[148]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

el repicar de las campanas cuando tus compaeros derroten al


pecado.
5) Te has unido a las tropas que luchan para someter las
insurrecciones

de

los

hombres

malvados

instigados

por

Sata

ns? No basta con ponerte a salvo y vitorear a otros cristianos.


T tambin debes correr la carrera que tienes por delante. Si
eres cristiano, perteneces a Dios y corres, no para ti mismo si
no para l. Sus deseos deben anteponerse a los tuyos. Si los sb
ditos pudieran escoger dnde vivir, la mayora escogera vivir
en el palacio con el prncipe. Pero esto no suele ser lo mejor pa
ra su seor, de manera que quienes ms le aman no solo se nie
gan de buen grado las delicadezas de la corte, sino que se pre
sentan voluntarios para el servicio de fronteras, donde el ene
migo es ms fuerte. Y agradecen al prncipe el honor de ser
virle!
Pablo, en estos trminos, estaba dispuesto a postergar el da
de su coronacin en la gloria y prolongar el da de su tribula
cin terrestre para poder seguir sembrando para el Reino. Ser
vir a Dios es lo que cuenta en la vida. Nos da la oportunidad
de probar nuestra gratitud hacia l por habernos redimido del
poder de Satans y llevado al Reino de su amado Hijo. Em
pieza enseguida, cristiano, a redimir el tiempo! Lo que piensas
hacer para Dios, hazlo pronto.
Examina tu corazn. Si encuentras de verdad en l una trasferencia de titularidad a nombre de Cristo, alaba a Dios por ser
ciudadano del Cielo y no del Infierno. Marca el da de tu na
cimiento espiritual en el calendario de tu corazn y haz fiesta!
Es el da de tu boda: Os he desposado con un solo esposo [...],
Cristo, dijo Pablo (2 Co. 11:2). Este mismo Cristo te ha dado
a ti la promesa de la vida eterna. Sabes que desde la hora en
que te sometes a su dominio, todo el dulce fruto del rbol de la
vida es tuyo? Es un don perfecto, concedido en amor perfecto,
a la novia que aun ahora l est perfeccionando.
Amado cristiano, recurdate a menudo a ti mismo el cambio
que Dios ha hecho en ti. Satans te tentar para que dudes de
la sabidura de haber escogido a Cristo como soberano, de for
ma que clava las promesas de Dios en el dintel de la puerta de
tu corazn! Estas guardarn a tu alma en cuarentena, y Sata-

[149]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ns huir de ellas como de la peste. Y no dejes que el tiempo te


haga olvidar la mazmorra en que Satans te mantena preso del
pecado, o l podra incitarte a volver all con sus antiguas men
tiras y promesas incumplidas. Compara este horror con el sa
bor del Cielo, el cual ya has probado, y sabrs que tu mayor
gozo en la tierra es solo un aroma lejano de lo que te espera all.
Aferrarte a un futuro tan maravilloso debe darte el coraje
necesario para servir fielmente a Cristo mientras el principado
satnico prospera a tu alrededor. No puedes esquivar el servi
cio. Aunque no te llame a predicar y bautizar, puedes ayudar a
los que tengan este llamamiento. Tus oraciones afilan la espa
da del ministro; rompen barreras al crecimiento del reino de
Cristo.
Sirves a un prncipe que conoce tu corazn. Nada le com
place ms que tu amor completo. Anhela saber si, de ser libre
para escoger tu propio rey y hacer t las leyes, escogeras al
mismo, y no querras otra ley que las que ya ha decretado.

2. Sus poderes
En la segunda parte de la descripcin paulina del archienemigo, se habla de la fuerza o los poderes con los cuales el demo
nio apoya sus reivindicaciones de soberana. Si fuera un sobe
rano impotente, podramos hacer caso omiso sin ms de su autoexaltacin. Pero adems de las huestes demonacas que son
sus secuaces, tiene cierto grado de poder para respaldarla. Pue
de ser til explorar el poder de los demonios considerando lo
siguiente: sus nombres, naturaleza, nmero, orden y unidad, y
las grandes obras que se les acreditan.
Primero, cmo reflejan sus nombres su poder? Los demo
nios tienen nombres muy poderosos que se les adscriben en la
Palabra. Satans se destaca como el ms poderoso de todos. Se
le llama el hombre fuerte (Lc. 11:21); tan fuerte que guarda
su casa en paz, desafiando a todos los hijos de Adn. Sabemos
por experiencia propia que sangre y carne no pueden con l.
Cristo tena que venir desde el Cielo para destruirlo a l y a sus
obras, o moriramos todos en nuestros pecados.
Tambin se le llama el len rugiente (1 P. 5:8), el rey de la
jungla. Cuando el len ruge, su voz atemoriza tanto a las pre[150]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

sas que puede andar tranquilamente entre ellas y devorarlas sin


resistencia. Tal len es Satans, que se mueve a sus anchas en
tre los pecadores, apresndolos a voluntad (2 Ti. 2:26). Los
atrapa vivos tan fcilmente como el cazador tienta al pjaro
con un trozo de pan hacindolo caer en la red. A decir verdad,
el diablo encuentra tan ingenuos e impotentes a los pecadores
que solo necesita presentarse con una propuesta para que ce
dan sin ms. Solo los hijos del Dios Altsimo se atreven a opo
nrsele, y hasta la muerte si hace falta.
Otro nombre de Satans es el gran dragn escarlata, que
con su cola los hombres malos arrastraba la tercera par
te de las estrellas del cielo (Ap. 12:3,4). Tambin se le llama
el prncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2), porque como
prncipe puede reunir a sus sbditos y llamarlos a filas en cual
quier momento.
Pero el ttulo ms poderoso es el de el dios de este mundo
(2 Co. 4:4). Se le otorga porque los pecadores lo adoran como
a un dios, reverencindolo errneamente igual que hacen los
cristianos con Dios mismo.
La naturaleza de los demonios los hace tambin poderosos.
Recuerda que estas criaturas cadas eran ngeles y an no estn
despojadas de todo su poder. La Palabra confirma la potencia
de los ngeles: Bendecid a Jehov, vosotros sus ngeles, pode
rosos en fortaleza (Sal. 103:20). Tambin se dice que los is
raelitas comieron pan de fuertes o de ngeles (Sal. 78:25,
LBLA). Este poder de la naturaleza angelical se manifiesta an
te todo en la superioridad sobre las dems criaturas. Se coloca
a los ngeles en el pinculo de la creacin. El hombre est por
debajo de ellos, segn Hebreos 2:7. En la creacin, el superior
tiene poder sobre el inferior: las bestias sobre la hierba, el hom
bre sobre las bestias, y los ngeles sobre el hombre.
Adems los ngeles son superiores por la espiritualidad de
su naturaleza. La debilidad del hombre estriba en su carne: su
alma fue hecha para grandes empresas, pero se ve lastrada por
un trozo de carne y tiene que remar al ritmo de su compaero
ms dbil. Los demonios, siendo ngeles por virtud de su crea
cin, no tienen este estorbo, ni el humo del intelecto carnal nu
bla su comprensin; no llevan zuecos en los pies que ralenticen
[

151]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

su marcha. Son como rpidas llamas de fuego arrastradas por


el viento. Siendo espirituales, no se les puede resistir con fuer
za humana. No hay fuego ni espada que los dae. Nadie es lo
bastante fuerte como para atarlos excepto Dios, el Padre de los
espritus.
Por su cada el diablo perdi gran parte de su poder con re
lacin al estado feliz y santo en el cual haba sido creado, pero
no su capacidad innata. Sigue siendo un ngel, y teniendo po
der de ngel.
Adems de sus nombres y su naturaleza, el gran nmero de
los demonios aumenta su poder. Qu hay ms ligero que un
grano de arena? Pero el nmero confiere peso. Qu animal
hay ms pequeo que el piojo? Sin embargo, cunta desdicha
caus a los egipcios una plaga de ellos. Piensa lo formidables
que son los demonios, que por su naturaleza son tan poderosos
y por su nmero semejante multitud. Satans tiene suficientes
demonios para acosar a toda la tierra: no hay un lugar bajo el
cielo donde no cuente con un destacamento, ni persona a la que
alguno de estos espritus malditos no siga adondequiera que va
ya.
Para servicios especiales, Satans puede enviar una legin
con objeto de constituir una guarnicin en una sola persona
(Mr. 5:9). Y si puede permitir a tantos atacar a uno solo, cun
tos habr en todo el ejrcito satnico? No te sorprenda la difi
cultad de tu marcha hacia el Cielo, ya que tienes que atravesar
el territorio mismo de esta multitud demonaca. Cuando Dios
expuls a los rebeldes del Cielo, estos se convirtieron en foras
teros en la tierra. Desde entonces vagan de aqu para all, bus
cando lastimar a los hijos de los hombres, especialmente a
aquellos que van camino al Cielo.
Adems de su gran nmero, la unidad y el orden entre los
demonios los hacen an ms formidables. No se puede decir
que exista amor entre ellos ese fuego celestial no puede arder
en el seno demonaco, pero hay una unidad y un orden res
pecto a su meta comn de vencer a Dios y los hombres. Unidos
no por lazos de amor sino de odio y poltica, saben que no tie
nen futuro si no concuerdan en sus malvados designios.
Son muy fieles a esta maligna hermandad! El Seor testifi[152]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

c de ello cuando dijo: Y si Satans echa fuera a Satans, con


tra s mismo est dividido (Mt. 12:26). Has odo hablar de
algn motn en el ejrcito satnico? O que algn ngel aps
tata ofreciera libremente un alma a Cristo?
Son muchos, pero hay un espritu de maldad en todos ellos.
Un demonio le dijo a Cristo: Legin me llamo, porque somos
muchos (Mr. 5:9). Observa que no dijo: Nos llamamos.
Esos espritus malditos colaboran en sus tretas y se procurarn
la cooperacin humana cuando puedan. No se contentan con
la mera obediencia; obran en las almas ms tenebrosas para ex
traerles un leal juramento, como en el caso de las brujas.
Otra declaracin del poder de los demonios est en sus
grandes obras. Este prncipe de la potestad del aire puede pro
ducir efectos terribles en la naturaleza! No es ningn creador,
de forma que no puede fabricar ni un soplo de aire, ni una go
ta de agua, ni una chispa de fuego. Pero suelto en el almacn de
Dios, usar las herramientas del Creador con tal destreza que
nadie le podr hacer frente. Es capaz de revolver tanto el mar
que sus profundidades hiervan como una olla, y de mover el ai
re para formar tempestades y tormentas que amenacen con de
rribar los mismos cielos. Puede encender la mecha del can ce
lestial y causar truenos y relmpagos tan terribles que no solo
asustan, sino que producen grandes daos. Si lo dudas, lee c
mo mat a los hijos de Job enviando un viento fuerte que los
enterr en las ruinas de su casa (Job 1:19).
Su poder tampoco se limita a los elementos naturales. Tam
bin le da control sobre los animales. Recuerda el hato de cer
dos que arroj al mar. Aparentemente con el permiso de
Dios tiene tambin algn poder sobre los cuerpos humanos;
porque leemos que las llagas de Job no eran una afliccin fsi
ca natural, sino el rastro de Satans en su carne.
Todos estos ataques son poca cosa para Satans. Su gran
malicia se reserva para las almas humanas. l utiliza una mo
lestia fsica para trastornar el equilibrio del alma. Sabe lo pron
to que se perturban su paz y su descanso con los gemidos y que
jas del cuerpo bajo cuyo techo mora. Verdaderamente, aunque
Satans no tuviera otro vehculo para obrar su voluntad en no
sotros que nuestra dbil constitucin, seguira teniendo una
[153]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

gran ventaja. Me entristece ver cmo el alma cae tan por deba
jo de su origen divino. El cuerpo, pensado para ser su siervo, se
ha convertido en su dueo, y la gobierna con mano dura.
Sin embargo, Satans no se limita a hostigar nuestros cuer
pos para llegar al alma. Tiene un atajo para ello. Cuando el pri
mer hombre cay, astill el parapeto de su alma contra el pe
cado y dej abierto el camino para que el espritu de Satans
entrara, con maletas y todo, y se sintiera en su casa. Este no de
jara ni un alma de la tierra desocupada si Dios no pusiera fre
no al desfile. El poder salvador y guardador de Cristo es lo ni
co que nos protege de este intruso.
Satans es astuto y admira la sabidura de Dios; de forma
que obra en los malvados de manera parecida a como Dios lo
hace en sus santos. Dios acta eficazmente en los cristianos
(G. 2:8; 1 Ts. 2:13) y Satans hace lo mismo en los hijos de
desobediencia (Ef. 2:2). Pero los frutos de sus labores no se pa
recen en nada. El Espritu trae conocimiento y justicia al cora
zn de los cristianos (Ef. 5:9); mientras Satans produce envi
dia y toda maldad en el corazn de los malos. El Espritu San
to consuela; Satans aterroriza: como en el caso de Judas, que
primero traicion a su Maestro y luego se ahorc.
Si eres cristiano, no debes temer que Satans infiltre tu al
ma. Dios no lo permitir. Pero el diablo puede atacar y ataca
las fronteras de tu fe. Aunque no seas sbdito directo de su po
der, eres y siempre sers el objeto principal de su ira. Luchar
contra ti en cualquier oportunidad, y solo lo vencers mientras
Dios te d fuerzas. Si Dios se apartara, te encontraras ensegui
da impotente ante este poderoso enemigo. Ha enviado a casa a
los ms fuertes de tus compaeros, temblando y clamando a
Dios, con la sangre de su corazn destilando de sus conciencias
heridas.
Todo este estudio del poder de Satans puede desalentarte,
pero esa no es mi intencin en absoluto. Son lecciones valiosas,
que te ayudarn en la marcha hacia el Cielo y te prepararn pa
ra el Reino.
Al estudiar a Satans, vemos que el poder no constituye ba
se alguna para el orgullo. El orgullo carnal es hijo ilegtimo del
poder. Es una concupiscencia concebida en el vientre de Sata[154]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


ns; y aunque tu corazn pueda henchirse cuando nace la mis
ma, ser para tu alma como Can para Abel: un enemigo mor
tal disfrazado de hermano.
El poder es solamente el atributo legtimo de Dios. Los mor
tales salimos mal parados cuando lo reclamamos para nosotros
mismos, y Satans tambin. De hecho, el diablo es la ms mi
serable de las criaturas de Dios, mxime cuando tiene tanto po
der para emplearlo mal. De haber perdido su potencia angeli
cal cuando cay, habra ganado con la prdida. Tiembla, en
tonces, si tienes algn poder, a no ser que lo utilices para Dios.
Una plaga de langostas no es ms destructiva para un trigal
maduro que el poder orgulloso para la gracia del hombre.
Eres poderoso? Cmo empleas este don de Dios? En su
obra, o para satisfacer tus deseos? He aqu uno de los mejores
instrumentos que Satans tiene para tentar. El poder es ciuda
dano del mundo y desempea cualquier tarea que le asigne Sa
tans. Se viste primero de una forma, luego de otra, todo para
impresionar a los humanos. Y la mayora es tan miope que se
deja engaar por su falsedad. A veces el poder desfila con seda
y joyas, fingiendo que el dinero es la clave de la grandeza; otras
veces se viste de una profesin respetada y rechaza hablar con
los trabajadores inferiores. Tambin puede llevar un uniforme
militar y exigir la obediencia instantnea de cientos de miles
por debajo de su rango. Pero, a pesar de todo su alarde de fuer
za, el poder es una burbuja irisada que flota en el viento: Dios
solo tiene que hacer un gesto con su omnipotente cabeza para
que desaparezca en la nada.
Felices seran los demonios y los potentados terrenales, si en
el Juicio pudieran aparecer vestidos de pobres esclavos para re
cibir la sentencia. En aquel da todos sus ttulos, dignidad y ri
quezas ya no se leern para honrarles, sino para su eterna ver
genza y condenacin.
No dudo ni t tampoco debes hacerlo que el poder de
Satans dificulte el alcanzar el Cielo. Si el diablo es tan pode
roso y el camino hasta all est tan atestado de sus buscapleitos, seguramente nos costar algo llegar a desplegar nuestros
estandartes en los muros de la nueva Jerusaln. Si ves a alguien
que sale solo y desprotegido en un viaje largo y peligroso, lle[

155]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

gas a la conclusin de que no espera encontrarse con bandidos


en el camino y bien podras cuestionar su sabidura. Muchos
que aparentan ser cristianos viajan de forma parecida. Te dirn
que van camino al Cielo, pero demuestran poca disposicin a
viajar en compaa de los santos, como si no les hiciera falta
comunin durante el viaje! La mayora de estos van desprovis
tos de todo lo que se parezca a una armadura. Otros esgrimen
alguna esperanza vana y ligera en la misericordia de Dios, sin
un solo texto de la Escritura como municin. Tal esperanza
es una pistola oxidada y explotar en la cara del necio que in
tente utilizarla.
Estos hombres, muchos de los cuales tienen bastante xito
segn el mundo, nunca consiguieron sus riquezas terrenales
con el poco esfuerzo que piensan invertir para llegar al Cielo.
Saben por experiencia que no se hace fortuna durmiendo, ni se
cuida la familia con las manos en los bolsillos. Mientras ms
avanzas en el camino del xito, tantos ms ladrones hay que in
tentan engaarte. Y mientras ms se acerca el cristiano al Cie
lo, ms son los que intentan engaar a su alma y robarle la co
rona de gloria si pueden. Subraya bien esto: Nunca podrs de
fenderte solo contra Satans, ni con Satans contra Dios. Pero
si te pones al lado de Cristo, sers liberado tanto del yo como
del diablo.
Alabado sea Dios! El poder de Satans es grande, pero no
hay razn para desesperar. Es un gran consuelo que Dios per
mita a sus hijos ver que no tenemos por qu temer a Satans.
Que lo teman los que no temen a Dios. Qu son sus montaas
de poder ante ti, cristiano? T sirves a un Dios que puede ha
cer que un gusano derribe una montaa! (cf. Is. 41:15). Enton
ces es indudable que podr cuidarte a ti. El mayor golpe que
Satans puede dar a tu valor es hacer que le temas excesiva
mente.
Tengo entendido que hay animales salvajes que, aunque ms
fuertes que el len, tiemblan al or su rugido. Cuntas veces
has temblado innecesariamente ante la aparicin de Satans,
cuando en Cristo tienes el poder para hollarlo bajo tus pies! Es
furzate por mantener una perspectiva correcta del poder de
Satans, y este len no resultar tan fiero. Tres consideraciones
[156]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


te aliviarn cuando ests en peligro de creer que l es omnipo
tente.
Primeramente, Satans tiene un poder derivado. No es suyo
por derecho, sino por el permiso de otro, y ese otro es Dios. To
do poder es de Dios, en la tierra o en el Infierno. Si tu fe abra
za esta verdad, podrs ir adonde quieras con la confianza ab
soluta de que Satans no te puede hacer ningn dao perma
nente. Crees por un momento que tu Padre celestial dara a su
archienemigo una espada demasiado fuerte para que lo pudie
ras vencer, t que eres su hijo? Ya que Dios suministra las ar
mas al enemigo, puedes estar seguro de que estas servirn de
poco en tu contra, si te pones bajo la proteccin de Dios.
Cuando Pilato intent asustar a Cristo jactndose de su po
der para perdonar o condenar al preso, Cristo le respondi que
no poda hacer nada si no le era dado de arriba (cf. Jn. 19:11).
Esto significaba: Haz todo el mal que quieras. Yo s quin au
toriz tu misin. Satans golpea, el hombre persigue, pero
Dios es quien les da a ambos el poder.
Otro aspecto del poder de Satans que debes conocer es que
est limitado, y ello en dos sentidos: el diablo no tiene poder
para hacer todo lo que quiere, ni cuenta con el permiso de Dios
para utilizar todo el poder que ostenta.
Sus deseos no tienen lmite, no solo aqu sino en el Cielo.
All su mayor deseo es derrotar a Dios y colocarse l mismo en
el lugar sagrado. Pero no puede cumplir ese deseo, ni muchos
de los otros que arden en su interior. l es solo una criatura y,
por tanto, su correa tiene un lmite. Dios puede limitar y limi
ta a Satans, pero Satans nunca limitar a Dios. Ya que Dios
est a salvo, t tambin lo ests: Porque [...] vuestra vida es
t escondida con Cristo en Dios (Col. 3:3).
Esto es un gran consuelo: Satans no puede ordenarte que
peques contra tu voluntad. Aunque tiene capacidad para acele
rarte en el camino como el viento hace que la marea suba
ms rpidamente, no puede invertir la corriente de tu cora
zn de su propio curso y tendencia.
Igual que Dios decide qu poder puede ostentar Satans,
tambin controla la cantidad del mismo que le es posible utili
zar en un momento dado. Habr veces cuando creas que Dios
[157]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

te ha dejado solo en la lucha. Entonces tu fe tendr que esfor


zarse ms. Afrrate a la seguridad de que Dios vigila cada mo
vimiento de Satans y no le dejar obtener la victoria final.
Cuando Dios lo permita, Satans podr robarle al cristiano
mucho gozo y paz, pero siempre estar bajo rdenes. Si Dios le
dice: Quieto!, tiene que quedarse como un perro bajo la me
sa mientras los cristianos se sacian del consuelo de Dios. No se
atrever a recoger ni una miga, porque el Maestro lo vigila.
Perdemos mucho consuelo cuando olvidamos que la mano de
Dios siempre est levantada sobre Satans, y su mirada tierna
puesta en nosotros.
El poder de Satans no solo es derivado y limitado, sino que
tambin est sometido al poder superior de Dios. Las tretas que
l maquina le son asignadas por Dios para el servicio y benefi
cio final de los cristianos. Se puede decir del diablo, como del
soberbio asirio, que l no lo pensar as, ni su corazn lo ima
ginar de esta manera (Is. 10:7), porque el nimo de Satans
siempre est inclinado a la destruccin de todo hombre.
Pero la intencin de Dios es distinta, como han aprendido
muchos cristianos sabios a lo largo de los siglos. Cuando le di
jeron lo ocurrido en la Dieta de Nuremberg en contra de los
protestantes, Lutero dijo simplemente: Se decret de una for
ma all, pero de otra en los cielos. Para consuelo de los san
tos, los pensamientos de Dios hacia ellos son de paz y conser
vacin, mientras los de Satans son de ruina y destruccin.
Quin duda que los pensamientos de Dios sean ms inteligen
tes que los del diablo?
Ten por seguro que mientras Satans persigue, Dios purifica
(Dn. 11:35). La mayora de las manchas en tus virtudes se pro
ducen mientras te sacias de paz y prosperidad, y nunca recupe
ran su blancura tan bien como al salir de bajo el azote de Sata
ns. Este enva el desnimo, la congoja o la desesperacin para
engullir al cristiano, como el pez se trag a Jons. Pero Dios
utiliza esa tribulacin para lijar y pulir tu fe, a fin de que al fi
nal sea ms fina y preciosa que antes.
Hacemos demasiado poco si nunca tememos a Satans; pe
ro lo halagamos excesivamente si le tememos ms de lo que
confiamos en Dios. Si eres de Cristo, nada puede entrar en tu
[158]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


vida sin permiso de Dios. Aquel que te ha dado la vida, tam
bin te ha dado la muerte. Aquel que te ha dado el Cielo por
heredad, tambin te ha dado el mundo con sus aflicciones: in
cluyendo al prncipe de este mundo y toda su ira y su poder. Es
to ciertamente es amor y sabidura expresados en un acertijo,
pero los que tienen el Espritu de Cristo pueden descifrarlo.
3. El reino satnico (las tinieblas de este siglo)
A Satans le encantara convencerte de que l es seor de to
do, aunque sabe que este ttulo es exclusivo de Dios. El diablo
gobierna las tinieblas de este siglo solamente y, por tanto, es
un subordinado del Seor. Las fronteras de su imperio estn de
limitadas y definidas. Primero, el tiempo que gobierna este
prncipe es este siglo y no ms all. Segundo, el lugar que ri
ge es este mundo y no el Cielo. Y tercero, los sbditos a quie
nes manda son las tinieblas de este siglo y no los hijos de la
luz.
Entonces, para empezar, el imperio de Satans est limitado
por el tiempo. Este siglo es un puntito de tiempo limitado en
cada una de sus fronteras por la vasta eternidad. En este esce
nario, el diablo hace el papel de prncipe. Pero cuando Cristo
baje el teln final sobre este siglo, Satans ser expuesto delan
te de todos, se le quitar la corona y su espada se le romper
en la cabeza. Ser echado del escenario con escarnio, convir
tindose en prisionero eterno del Infierno. Ya no ser una pla
ga para los cristianos, ni gobernar a los malos. En su lugar,
tanto l como los miembros de su compaa, sufrirn la ejecu
cin inmediata de la ira de Dios. Se terminar para siempre su
larga carrera de actos viles.
Esta es la comisin de Cristo, y su obra no se acabar hasta
que haya suprimido todo dominio, toda autoridad y poten
cia (1 Co. 15:24). Entonces, y solo entonces, entregar su rei
no al Padre: Porque preciso es que l reine hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (v. 25). La
cuestin no es si Cristo conseguir someter a Satans, sino
cundo lo har.
El hecho de que los das de Satans estn contados es mala
noticia para los malvados. Los pecadores lo pasan bien al pre[159]

El cristiano con toda la armadura de D ios


sente y parecen creer que las cosas seguirn as siempre. En
cualquier da se les escucha rer, mientras los discpulos de Cris
to lloran y se afligen. Ellos se visten de seda, mientras los cris
tianos se cubren con harapos. El diablo tiene cuidado de grati
ficar su naturaleza sensual, como el prncipe que premia a sus
nobles con rditos y encomiendas. Como dijo Balac a Balaam:
No puedo yo honrarte? (Nm. 22:37).
Parece extrao y sin embargo no es de extraar, conside
rando la naturaleza degenerada del hombre ver cmo Sata
ns lleva a los pecadores por la nariz con su gancho dorado. Si
les pone como cebo el honor, la riqueza o el placer sus corazo
nes lo anhelan como el pez ansia el gusano. Puede conseguir
que pequen por un pedazo de pan. Eso le pas a Demas, quien
abandon el evangelio por el placer mundano.
Un corazn malo est tan ansioso de amontonar los premios
prometidos por el diablo que pasa por alto la terrible paga que
Dios amenaza con darle por la misma obra. Los que caen en las
redes de Satans son aquellos que deciden saciarse del fruto de
la injusticia el cual brilla colgado del rbol de la tentacin. Un
bocado te hace desear ms; pero cuidado!, nada de lo que Sa
tans ofrece est libre de su maldicin. Sus premios se hallan
tan contaminados como l mismo: son veneno para el alma hu
mana (1 Ti. 6:9).
No sera sabio, antes de negociar con el diablo, preguntar
por la garanta de sus promesas? Puede l afianzar el negocio
y evitar un pleito con Dios? Es capaz de garantizar que al mo
rir no quedars desamparado en otro mundo? Quede adverti
do el comprador: el tiempo demostrar que Satans te ha esta
fado. Pero si ya he empezado a cosechar los placeres que l
ofrece. Los disfruto ahora mismo dice el pecador. Tendra
que esperar al Cielo para la mayora de las promesas de Cris
to.
Pecador, tienes razn al decir que tu placer es ahora mismo,
porque no puedes asegurarte de que dure ni un segundo ms.
Tu felicidad presente est pasando, y la de los cristianos, aun
que futura, vendr para no terminar nunca. Como Esa, per
ders la herencia eterna del Reino de Dios por un plato de co
mida y la satisfaccin inmediata? Qu locura desesperada ha[160]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


ce que los pecadores rechacen un poco de tribulacin presente?
Neciamente optan por enfrentarse a la ira eterna de Dios a
cambio del corto festn que Satans les ofrece ahora. Si el dia
blo te trata como un rey en esta vida, qu comparacin tiene
eso con la eternidad?
Que esto aliente a los que pertenecen a Cristo: la tempestad
puede ser recia, pero es temporal. Las nubes que ahora cubren
tu cabeza pasarn, y tendrs buen tiempo, una bonanza eterna
de gloria. No puedes velar una hora con Cristo?
Pdele a la fe que mire por el ojo de la cerradura de las pro
mesas, para ver lo que Dios tiene reservado para aquellos que
le aman. Sirves a un Dios eternamente fiel a su pacto. Una vez
que te has baado en la fuente de sus tiernas misericordias, c
mo puedes parar a este lado de la eternidad, temiendo mojarte
los pies con esos breves sufrimientos que, como un arroyuelo,
corren entre ti y la gloria?
Adems de la limitacin en el tiempo, el imperio satnico es
t tambin limitado en cuanto al lugar. El diablo gobierna ni
camente en este mundo. No puede ascender a los cielos, aun
que llame a filas a todas sus huestes malignas. El rebelde que
antes comparta ntimamente la gloria de Dios, ni siquiera se ha
atrevido a mirar a aquel lugar santo desde que fue expulsado;
por eso vaga de un lado a otro aqu abajo, excomulgado de la
presencia de Dios aunque no de los cristianos que van camino
al Cielo.
Si quieres, puedes tomar este hecho como fuente de gran go
zo: Satans no tiene poder alguno sobre tu felicidad eterna!
Qu tienes de valor que no est en el Cielo? Cristo est all y,
si le amas, tu corazn tambin se encuentra all. Tus amigos y
seres amados, muertos en Cristo, estn all y anhelan tu llega
da. Todo tu servicio para el Seor se halla almacenado como un
tesoro dentro de los muros de la ciudad santa.
Tu salvacin te da derecho al Reino de Dios y te pone fuera
del alcance de ese depredador, si te apropias el poder de Cris
to. Tal fue el caso de Job. El diablo lo saque hasta dejarlo en
la piel y por poco no se la quita tambin. Reducido a huesos y
llagas, Job mir a la muerte y al diablo de frente sin titubear:
saba que Cristo era su Redentor, y se aferr a la promesa de
[161]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

un da mejor en el que estara para siempre fuera del alcance


del enemigo.
Aun mientras ests limitado a esta tierra, puedes confiar en
que tu Padre vela sobre ti. El diablo le rob la bolsa a Job y lo
dej temporalmente arruinado, pero Job tena un Dios en el
Cielo que finalmente restaur su fortuna. Como cristiano,
cuentas con algunas seguridades colaterales: tu capital de fe y
tu escritura de herencia como ciudadano del Cielo. Estas cosas
suponen una gran seguridad tanto para ahora como para el fu
turo. Satans lo sabe, y har todo lo posible por arrebatrtelas.
Pero por mucho que se esfuerce, no lograr borrar tu nombre
del Libro de la Vida. No puede anular tu fe, ni tu relacin con
Dios, ni secar el manantial de tu consuelo, aunque temporal
mente pueda obstruirlo. No le es dado impedir el final glorio
so de toda tu guerra contra el pecado. Dios, de quien se dice
que nos guarda con su poder mediante la fe, para alcanzar la
salvacin que est preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero (1 P. 1:5), guarda todo esto en el Cielo entre las jo
yas de su corona, fuera del alcance de Satans.
El imperio satnico tambin est restringido en cuanto a sus
sbditos. El principado diablico no solo se halla limitado en lu
gar y tiempo, sino tambin por aquellos a quienes se le permite
gobernar. Se los describe como las tinieblas de este siglo; o ms
sencillamente, como aquellos que estn en tinieblas.
La palabra tinieblas a veces se emplea en la Escritura para
expresar la condicin de alguien gravemente afligido (Is.
50:10); otras veces para describir la naturaleza de todo pecado
(Ef. 5:11); y en ocasiones para referirse al pecado de la igno
rancia en particular. Se compara a menudo con la noche o la
ceguera fsica. Para iluminar este pasaje especfico, utilizar las
dos siguientes interpretaciones: 1) las tinieblas como el pecado
en general; y 2) las tinieblas como la oscuridad de la ignoran
cia en particular.
Ntese esta distincin antes de empezar: el diablo gobierna
a aquellos que estn en un estado de pecado e ignorancia, no a
los que a veces pecan o son ignorantes. De otro modo se apo
derara de los cristianos tanto como de pecadores no regenera
dos.
[162]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


a) Por qu se describe el pecado como tinieblas
Una y otra vez en la Palabra el pecado se identifica con las ti
nieblas. Hay varias razones para ello.
1) Las tinieblas espirituales causan el pecado. La causa ex
terna del pecado es Satans, su gran promotor; la causa inter
na es la oscuridad natural del alma humana: la desgraciada
consecuencia de la cada de Adn. Cuando el Espritu ilumina
el alma, se revela la naturaleza mortal del pecado y los hombres
se refugian en Dios. Pero si el alma queda en tinieblas o se es
conde de la verdad, el pecado se disfraza y es aceptado.
2) El pecado causa la ceguera espiritual. Aunque la oscuri
dad del corazn nos lleva primeramente al pecado, es el peca
do lo que nos lleva a una mayor profundidad de tinieblas. El
pecado acta como una droga sobre la conciencia, de forma
que lo que antes era repugnante se vuelve agradable y placen
tero. Puede que hayas conocido a alguno que mostraba un dis
gusto santo por el pecado de los dems, pero una vez catada la
misma copa, ya no vea mal alguno para rechazarlo.
El pecado no solo produce tinieblas en el alma por su pro
pia naturaleza, sino que a veces acta como emisario enviado
de Dios. Dios ha avisado acerca de las graves consecuencias de
rebelarse contra la luz que l ofrece. Su Espritu entra en la
mazmorra negra de tu alma no regenerada con el foco de la ver
dad. Si te niegas a responder, huyendo por la puerta de atrs
hacia Satans, Dios ha decretado que mueras sin sabidura
(Job 36:12); esto es, en tinieblas. Cada vez que le das la espal
da a Dios coqueteas con la condenacin eterna. Por qu iba
Dios a dejar que su vela ardiera continuamente para nada? Lee
el edicto publicado en su Palabra: No contender mi espritu
con el hombre para siempre (Gn. 6:3).
3) El pecado huye de la luz. Para un pecador, la luz de la ver
dad quema ms que el sol del desierto al medioda (Jn. 3:19);
por tanto, huye del lugar donde esta brilla, y cuando se expo
ne a ella, no ahorra en gastos para buscar alivio. Satans siem
pre est a su lado, listo para ayudarle a buscar la forma de es
conderse de sus rayos penetrantes.
Oye la verdad en un sermn poderoso? Satans se sienta
junto a l en el banco y le susurra alguna tontera para dis[163]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

traerle. Puede preguntarle qu planes tiene para la cena, o pa


ra el da de maana. Si el sermn quema demasiado, el diablo
adormece sus sentidos y le hace dormitar hasta el final del cul
to. Supongamos que la conciencia del hombre se est acercan
do a la verdad; entonces Satans puede enviarlo a escuchar a
un predicador fro, cuyas palabras necias le hagan cosquillas en
la mente en lugar de aguijoneaste la conciencia. Puede ser que
dicho predicador predique la Palabra, pero lo hace con corta
pisas: es demasiado cobarde para utilizar la Espada del Espri
tu con toda su fuerza y poder, por miedo a ofender a alguno
de la congregacin. Muchos que se atreven a manejar la verdad
y hasta a admirarla mientras est envainada, se desmayaran
vindola desenvainada y desnuda.
4) Tanto el pecado como las tinieblas causan malestar. Qu
iban a hacer los egipcios bajo la plaga de las tinieblas sino es
perar a que pasara? Un hombre en pecado est bajo la misma
plaga: no puede hacer nada de provecho hasta que Dios levan
te las tinieblas de su alma. El epitafio de todo pecador impeni
tente bien podra rezar: Aqu yace uno que nunca hizo ni una
hora de trabajo para Dios.
Si no puede servir a Dios en las tinieblas, tampoco puede
ayudarse a s mismo en esa situacin. Lstima del hombre cu
yas tinieblas ocultan el mal servicio que presta a su propia al
ma! Es como quien est desamparado en un stano oscuro, cre
yndose atrapado y condenado a morir. Pero si se encendiera
una vela, encontrara la llave de la puerta junto a su mano.
Cristo es la vela que alumbra al hombre para que salga de las
tinieblas. l est con los brazos abiertos, ofreciendo la libertad.
Nada ms que la oracin de arrepentimiento se interpone entre
el pecador y su salvacin; pero las tinieblas de su alma lo man
tienen prisionero en la crcel de Satans.
Esto nos lleva a otra gran causa de afliccin: las tinieblas lle
nan el corazn de terror. Los malvados no tienen paz. Aun
mientras duermen, su conciencia solo descansa a ratos. Comen
y beben con miedo, se alegran con miedo. No tienen ni un pla
cer en esta vida que no se halle contaminado por esta plaga.
5) El pecado da lugar a la oscuridad total. En esta tierra
hay una cierta mezcla de tinieblas y luz, hasta para el pecador
[164]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

ms vil: algo de paz con tribulacin, algn placer con dolor,


alguna esperanza de perdn... Pero en la eternidad existe una
oscuridad completa. All el fuego de la ira arder sin cesar, y
el pecado mantendr el paso con el tormento total.
b) Por qu los que estn en tinieblas se hallan
bajo el dominio de Satans

A Satans se le llama [gobernador] de las tinieblas de este si


glo. Por tanto, todos los que estn en tinieblas se hallan ba
jo su gobierno por decreto divino. La Palabra nos dice que los
pecadores son morada del propio diablo. Recuerdas la his
toria del espritu inmundo que determin: Volver a mi casa
de donde sal (Mt. 12:44)? Es como si dijera: He andado
entre los santos de Dios, llamando a esta y aquella puerta, y
nadie me deja entrar. Pero s de uno que s lo har. Volver a
mi casa, donde seguramente tendr control total. Y efectiva
mente, cuando vuelve la encuentra vaca y lista para ser dis
frutada. Toda tendencia del alma se emplea para arreglar y
disponer la casa para su dueo.
Los que estn en tinieblas no tienen fuerzas para resistir a
Satans. l gobierna al hombre entero, moldeando sus temo
res y distorsionando sus percepciones. Si este lee la Palabra,
el diablo est listo con su propio comentario, retorciendo la
verdad y convirtindola en un laberinto de mentiras. Si de
muestra disgusto por el pecado, Satans se lo hace ver con las
lentes rosadas de la contemporizacin. Y aunque el pecador
crea que ha avanzado mucho en entendimiento, la verdad es
que sigue preso de muchos engaos. De hecho, Satans le
presta tan generosamente este o aquel instrumento de injusti
cia que, a menudo, lo considera un amigo en lugar de un amo
cruel. Pero la persona no puede cortar la cuerda con que el
diablo la mantiene atada al pecado, de la misma forma que un
hacha no puede cortar rbol alguno si no hay leador.
Pero existe una esperanza para todos: Cristo, el Buen Pas
tor, est con nosotros. Si clamas a l, aunque tu clamor no sea
ms fuerte que el balido de un dbil cordero, l lo oir y ven
dr a rescatarte enseguida.
Considera larga y detenidamente la condicin deplorable
[165]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

de todos los que estn en pecado. Qu lengua puede expre


sar, o qu corazn concebir, la miseria de semejante estado?
Qu mayor abominacin hay que los demonios desplieguen
sus banderas en las almas humanas y contaminen el trono he
cho para Dios? No hay pestilencia peor en la tierra que Sata
ns, el cual devora ansiosamente corazn y espritu. Si l es tu
dueo, no esperes nada por tu servicio ms que fuego y tor
mento.
Mira hacia arriba antes de que sea tarde, y vers a Cristo
enviado por Dios para recuperar su trono y tu libertad. Si co
nocieras los privilegios de un siervo de Cristo, diras que los
nicos felices son aquellos que andan siempre con l. Sus le
yes no se escriben con la sangre de sus sbditos, como las de
Satans, sino con la suya propia. Todos sus mandamientos
son actos de gracia. Tener su comisin es un privilegio, y con
tar con una tarea presente que te mantiene en su compaa es
galardn suficiente por el servicio pasado.
Jesucristo es un prncipe a quien le encanta ver que su pue
blo prospera y se enriquece bajo su gobierno. Pero la falsa
propaganda de Satans tiene amplia difusin entre los peca
dores. De hecho, cuando Cristo llega para liberarlos, a veces
se encogen de temor ante el mismo que les ha amado desde el
principio.
Qu gran misterio, que las tristes almas atadas por las ca
denas del deseo y condenadas, camino de la ejecucin, recha
cen la libertad en el Seor. Seguramente, al morir en sus pe
cados, no pueden esperar mejor resurreccin que la muerte.
Me temo que no creen que exista la resurreccin y se suponen
a salvo una vez en la tumba. Pero que sepan los pecadores que
la tumba no los retendr cuando Dios llame a sus prisioneros
a declarar. La muerte no se pens para que fuera el refugio de
los pecadores, sino una prisin para retenerlos hasta el da del
Juicio. Cmo se sorprendern entonces al ver que el Juez es
el mismo a quien rechazaron aqu como Rey! Renunciad al
gobierno del diablo mientras queda tiempo! Suplicad la mi
sericordia y la gracia mientras an estn disponibles! Si dejis
vuestras lgrimas para el otro mundo, no os servirn de na
da.
[166]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


c) Aviso: Cuidado con las tretas de Satans

Antes hemos considerado algunas actividades del Enemigo en


contra de los cristianos. Miremos ahora las tareas que acome
te para mantener a sus siervos pecadores sujetos a las leyes del
pecado y la muerte.
1) Satans intercepta los mensajes de Dios para los perdi
dos. Entiende bien, amigo, que la reflexin es el primer paso
hacia el arrepentimiento. Cuando Faran observ que los pen
samientos de los israelitas se volvan hacia Dios, supo que era
seal de peligro. l supona que podra estorbar la liberacin
espiritual de ellos aumentando su esclavitud fsica, de forma
que aument su trabajo. Satans hace lo mismo con sus escla
vos, mantenindolos demasiado ocupados como para pensar
en el Cielo o en el Infierno. Nunca los deja, y siempre est ac
tivo para interceptar cualquier pensamiento de gracia, miseri
cordia, paz o arrepentimiento enviado por el Espritu Santo.
2) Satans estorba a los mensajeros de Dios. Cuando Dios
envi a Moiss para liberar a Israel, el diablo mand a Janes y
Jambres para resistirle (cf. Ex. 7:11; 2 Ti. 3:8). Cuando Pablo
predicaba la verdad al procnsul, Elimas le respondi con men
tiras (Hch. 13:8). Satans tiene espas en todas partes, vigilan
do las actividades de los cristianos. Cuando Dios enva a sus hi
jos con un mensaje de misericordia para algn pecador, esos es
pas corren para llegar antes y estorbarlos.
Pecador, cudate especialmente de amigos y parientes carna
les cuando te inclinas a seguir a Cristo. Decide que si aun tus
propios hijos se aferran a tus pies para sujetarte, los echars de
tu lado. Y si tu padre y tu madre se echan delante de ti, pasa
rs sobre sus espaldas, si hace falta, para llegar a Cristo. Que
los que quieran se burlen de tu fe. Qu vale el Cielo si no pue
des pasar algo de vergenza por su causa? Si escupen en tu ca
ra, Cristo te la limpiar. Pueden burlarse de ti ahora, pero no
lo harn despus: el final ya est declarado, y te encuentras en
el lado del Vencedor.
3) Satans distrae a los pecadores con demoras. Al diablo no
le preocupan los pensamientos pasajeros acerca del arrepenti
miento. Supongo que hay muchos en el Infierno que en alguna
ocasin pensaron en arrepentirse, pero Satans siempre fue ca[167]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

paz de distraerlos con asuntos ms urgentes. Pecador, si pien


sas escapar alguna vez, corre por tu vida: lejos del diablo, de
tus deseos, de tus placeres presentes si son obra de Satans. El
diablo dice: Maana; Dios dice: Hoy. A quin vas a obe
decer?
4) Satans propone un compromiso. Cuando la conciencia
del pecador sigue revuelta a pesar de todo el esfuerzo diabli
co, Satans est dispuesto a ceder en cosas pequeas. El Faran
por fin decidi dejar que los israelitas fueran al desierto para
ofrecer sacrificio, pero insisti: Con tal que no vayis ms le
jos (Ex. 8:28). As que un pecador puede orar, or la Palabra
o hacer alguna especie de profesin de fe, con tal que no se ale
je mucho de sus pecados. Pero Cristo tiene que ser Rey de to
do tu corazn, o no ser Rey. Igual que Moiss declar que no
quedara atrs ni una pezua cuando los israelitas abando
naran Egipto (Ex. 10:26), el pecador debe despedirse para
siempre de su pecado, sin dejar nada que sea ocasin para una
visita de retorno.
La libertad est en tu puerta si clamas a Cristo. El que escu
ch el clamor de Israel en Egipto tambin te oir a ti, y acudi
r enseguida a tu alma prisionera. No lo dudes! Aunque l es
Prncipe de todos, te escoge a ti para ser su esposa: Porque tu
marido es tu Hacedor [...]; y tu Redentor, el Santo de Israel
(Is. 54:5). Pero debes salir de Egipto antes de la boda. Qu tie
ne Satans para ofrecerte que se compare con esto?
d) El poder cegador de la ignorancia

La ignorancia, por encima de otros pecados, esclaviza el alma


a Satans. Un hombre sabio puede ser su esclavo por propia de
cisin; pero un ignorante no tiene opciones. Su ignorancia pue
de llevarlo a pasar sin peligro por ciertos pecados, pero le de
rribar a los pies de muchos ms. La salida de la ignorancia es
t bien marcada, pero a veces es un camino duro. Tal vez por
ello hay tantos que viven y mueren ignorantes. Qu esperanza
hay para el ignorante? El conocimiento es la clave (cf. Lc.
11:52), Cristo es el camino a la libertad (Jn. 14:6). La ignoran
cia, por otra parte, excluye a Cristo pero le deja la puerta abier
ta a Satans.
[168]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

1) La ignorancia abre la puerta al pecado. Un ignorante es


t en el mismo aprieto que un sonmbulo, que pisa descalzo
una vbora y no siente su picadura. Cae de cabeza en el pecado
y no se da cuenta de su herida mortal. Leemos acerca de algu
nos cargad[o]s de pecados que nunca pueden llegar al co
nocimiento de la verdad (2 Ti. 3:6,7). Sus vidas solo dan fru
tos amargos, alimentados y regados por su propia ignorancia.
2) La ignorancia encierra el pecado en el alma. Ya hemos di
cho que la ignorancia causa tinieblas. La oscuridad suele pro
ducir sueo: una mente ciega y una conciencia adormecida son
compaeras comunes. El ignorante peca sin vacilar. Ay de
aquellos que son de mente tan ligera que nunca se saben cul
pables! Enfrentan la muerte segura con la complacencia de un
nio que corre a jugar en las mismas olas que lo arrastrarn a
mar abierto y lo devorarn de un sediento trago.
Si lo que estoy diciendo te habla, despirtate enseguida. Ve
pronto a negociar con Dios y cambia tu ignorancia por su sa
bidura. Alimenta tu mente con su Palabra. La conciencia es la
alarma de Dios para despertar al pecador, pero solo puede ser
testigo de lo que conoce. Si la verdad no la informa, no sonar
cuando la hereja o el pecado entren con el propsito de incen
diar tu alma. Si no te despiertas para apagar las llamas con un
arrepentimiento a tiempo, arders para siempre.
3) La ignorancia excluye el medio de liberacin. Los amigos
y ministros estn fuera, y no pueden salvar al hombre en llamas
si este no les deja entrar. Cuando se aconseja a un ignorante ob
cecado no sirven ni amenazas ni promesas. Ni le teme a la una
ni desea la otra. Si escribimos: PELIGRO! en letras mays
culas y en rojo, no le servir ms a un ciego que a un buey.
Pero habr momentos en la vida del pecador cuando, por la
gracia del Espritu Santo, sentir la opresin de su alma y an
helar la liberacin. Entonces buscar a tientas la salida. Hay
cosas que al principio le parecern correctas, y Satans le lle
var a un callejn sin salida tras otro para alejarle del camino
al Cielo. Prueba con las buenas obras le dir. Eso te ser
un estmulo. O bien: Haz nuevas resoluciones, y promete
que de aqu en adelante sers mejor persona. Qu ms puede
esperar Dios de ti?. Pero al final, exhausto y desilusionado por
[169]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

su vagabundeo sin fin, el pecador alzar la vista y se encontra


r en el punto de partida, esclavo del pecado y las tinieblas!
El Dios omnisciente siempre ha sabido que el camino al Cie
lo no se puede encontrar a ciegas; por eso envi a su Hijo co
mo Luz del mundo. Solo hay una salida segura de tus tinieblas,
una va de escape: Jesucristo nuestro Seor. Que tu fe se una a
su promesa de la vida eterna para todos aquellos que creen en
l, y l te sacar de las tinieblas a la luz gloriosa del evangelio.
e) Aviso: Cuidado con la ignorancia
1) A los padres de hijos ignorantes. Padres, vuestros hijos

tienen un alma que Dios espera que alimentis con el mismo


cuidado que prodigis a sus necesidades fsicas. Quin les va a
ensear sino vosotros? Nadie se sorprende de que un barco que
zarpa sin brjula se hunda o encalle. Por qu sorprenderse en
tonces de que los hijos se alejen de Dios cuando no han recibi
do direccin espiritual?
Vemos el modelo establecido por los antiguos creyentes. Da
vid, un rey muy ocupado, tomaba muy en serio su responsabi
lidad de instruir a su hijo en los caminos del Seor: Reconoce
al Dios de tu padre y srvele con corazn perfecto y con nimo
voluntario (1 Cr. 28:9). Y qu decir de la madre y la abuela
de Timoteo, que le ensearon la Palabra desde su niez? Creo
que hay que poner en tela de juicio el cristianismo de aquel que
no se molesta en dar a conocer a Dios y su camino a sus pro
pios hijos. Aun dir que nunca he conocido a un verdadero
cristiano que no se preocupara profundamente por la relacin
de sus hijos con el Padre celestial.
Ofrecers un pobre resultado en el Da del Juicio si solo pue
des decir: Seor, he aqu mis hijos. Los eduqu como caballe
ros y los dej ricos. Qu ridculo testimonio de tu propia ne
cedad: hacer tanto por aquello que se enmohece, y nada por el
conocimiento de Dios para la salvacin, que dura eternamente!
Un estudio minucioso de los principios divinos demostrar
la gravedad de este asunto. Si descuidamos la formacin espiri
tual de nuestros hijos, fracasamos de tres formas...
Obviamente les fallas a tus hijos cuando los dejas en la ig
norancia. La fe y la incredulidad son fundamentalmente distin
[170]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

tas, no solo por definicin sino tambin por su forma de obrar.


La fe no crece si no hay siembra, y morir donde est plantada
si no se la riega y abona con la Palabra de Dios. El atesmo, la
impiedad y la inmundicia, por otra parte, no solo crecen sin
plantarlas, sino que no morirn a menos que se las arranque de
raz. De hecho, crecen mejor en el alma desatendida, hasta que
la simple ignorancia e incredulidad del muchacho se convierten
en actitudes voluntarias del hombre.
Qu grave injusticia se comete con la negligencia! Los hijos
no nacen con una Biblia en el corazn o en la mente, pero Sa
tans ya ha hecho su trabajo de sembrar en el vientre, desde el
momento de la concepcin, la semilla de la incredulidad. Los
padres tienen ahora que hacer el suyo. La clase de fe que plan
tas en el corazn de tus hijos ha de ser lo bastante fuerte como
para brotar y ahogar la cizaa de Satans. La mejor tempora
da par sembrar la fe es en la niez.
Tambin te fallas a ti mismo dejando a tus hijos en la igno
rancia, porque te echas encima las consecuencias de sus peca
dos tanto como de los tuyos propios. Cuando un hijo transgre
de un mandamiento de Dios, es su pecado, pero tambin el del
padre si nunca le ense a su hijo ese mandamiento. Los hijos
rebeldes se convierten en cargas muy pesadas para sus padres.
Cuando un padre o una madre reconoce que la fuente de la re
belda est en su propia negligencia para educar a su hijo, una
carga se amontona sobre otra y el peso se hace insoportable.
Puede haber mayor congoja en esta vida que ver a tu propio
hijo corriendo a toda velocidad hacia el Infierno, sabiendo que
t lo equipaste para esa carrera? Haz lo mejor que puedas en
su juventud, mientras est bajo tu cuidado constante, para ga
narlo para Dios y ponerlo en el camino al Cielo.
Ms importante an: cuando cras un hijo ignorante le fa
llas a Dios. La Palabra nos habla de aquellos que con injusticia
detienen la verdad (Ro. 1:18). Entre otros, esto incluye a los
padres que excluyen a sus hijos del conocimiento de la salva
cin. Qu padre robar en la casa de su propio hijo? Pero es
to es lo que haces si descuidas su formacin espiritual, porque
guardas en tu bolsillo el talento de oro que Dios quiere que le
des. Si no dejas una herencia piadosa, qu pasar cuando mue[

171]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ras, y la verdad del evangelio se entierre junto con tus huesos


podridos?
Si eres hijo de Dios, tus hijos tienen una relacin ms estre
cha con el Padre celestial que los hijos de los incrdulos. Dios
te ha llamado a ti para alimentarlos como t has sido alimen
tado, y para protegerlos a toda costa de la educacin del dia
blo. Educar a tus hijos en el camino del Seor no es una suge
rencia casual, sino un mandamiento solemne a todo padre cris
tiano. Negarte a obedecer, ya sea deliberadamente o por negli
gencia, te supondr una amarga paga cuando te presentes ante
el Rey de reyes en el Juicio.
2) A los ministros: Cmo se hacen instrumentos de la igno
rancia. Pastor, tiende la mano de compasin a las almas igno
rantes de tu congregacin, que no distinguen la mano derecha
de la izquierda. Estn enfermos de muerte y no lo saben. La
plaga de la ignorancia es un cncer insidioso que roe en silen
cio sus espritus, indetectable si no entra la luz de la verdad y
lo expone.
Cuando el conocimiento y la conciencia empiezan a extirpar
la ignorancia, el pecador normalmente experimenta cierto do
lor que da paso a la conviccin. Igual que el dolor fsico lleva
al hombre a su mdico, el espiritual dirige al alma enferma a su
pastor para recibir consejo. Desafortunadamente, el alma igno
rante comparte la maldicin del leproso: es insensible al dolor
que causa su enfermedad. Por tanto, constituye el deber del
pastor buscarla y ofrecerle la cura.
No esperes que los ignorantes acudan a ti; ya hemos dicho
que desconocen su enfermedad. Si por casualidad empiezan a
sentir que algo no va bien en su alma, temen ms el remedio
que la enfermedad. Agotarn todas sus fuerzas para esconder
su ignorancia, en lugar de remediarla.
Para los que pastorean grandes congregaciones, bien s lo
duro que parece la tarea de ministrar a cada feligrs ignorante.
Pero hagamos lo que podamos por ellos. El que tiene una gran
casa y pocos ingresos hace bien en repararla poco a poco, en
lugar de dejarla caer por no poder hacerlo todo a la vez.
Es una bendicin como dice Job ser ojos para el ciego
(Job 29:15). Tales son los pastores a los que Dios considera
[172]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

segn [su] corazn (Jer. 3:15). Pero ay de aquellos que son


cmplices de la ignorancia de su pueblo! Como pastor, tienes
varias maneras de contribuir a fomentar la ignorancia.
Primero con tu propia ignorancia. El conocimiento es tan
fundamental para el trabajo y el llamamiento del pastor que es
te no puede funcionar sin l: Por cuanto desechaste el conoci
miento, yo te echar del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de
tu Dios, yo tambin me olvidar de tus hijos (Os. 4:6). La fal
ta de conocimiento en un pastor es un defecto tan grave que na
da lo puede compensar. Por muy humilde, paciente e impecable
que sea, si no tiene la habilidad de usar bien la palabra de ver
dad, no est hecho para ser predicador.
La utilidad de cualquier objeto depende de su capacidad de
hacer la tarea para la cual fue creado. Un cuchillo puede tener
un mango incrustado de diamantes, pero no sirve si no corta.
Una campana puede ser de oro, pero de nada vale si no suena.
El principal llamamiento de un pastor es ensear a los dems.
Entonces, cmo puede reclamar el ttulo si no ha aprendido
bien su materia?
A los pastores se les llama luces. Pero si hasta la luz es ti
nieblas, cun desesperadamente negras sern las tinieblas que
rodean la luz! No es cruel el hombre que acepte el puesto
de piloto de un barco lleno de pasajeros sin siquiera saber uti
lizar la brjula? Pues peor es el predicador que se gana la vida
arruinando las almas por pereza en el estudio de la Biblia.
Segundo: la negligencia del pastor tambin fomenta la igno
rancia. Un beb con una madre que no se preocupa de ama
mantarlo no crece mejor que otro cuya madre no tiene leche
para darle. Pastor, no basta con tu conocimiento de la Palabra.
Tus aos de estudio son intiles si no utilizas tus conocimien
tos para alimentar el rebao de Cristo. Dios promete conse
cuencias serias para el pastor intil (Zac. 11:17). Ser pecado
del pueblo si no come cuando se les ofrece pan; pero ay de no
sotros si no les damos carne en su momento!
Tercero, la predicacin no edificante fomenta la ignorancia.
Cuando un pastor no predica sana doctrina, no perfecciona la
comprensin de las ovejas, sino que la corrompe. Mejor es de
jarlas en la ignorancia que teir sus mentes con colores falsos.
[173]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Algunos sermones son brillantes y emocionantes, pero no


alimentan el alma ms que las algarrobas alimentaban al pr
digo. Otros discursos utilizan una teologa tan complicada que
igual dara que se pronunciaran en una lengua desconocida. Es
ta es una tentacin apetitosa para los pastores instruidos: pre
dicar solo verdades para los maduros y bien ejercitados, pa
sando por alto las necesidades de la mayora de sus oyentes. Es
verdad que quiz encuentres a tres o cuatro creyentes eruditos
que engordan espiritualmente con esos ricos festines; pero
mientras tanto la mayora de la congregacin desmaya por fal
ta de leche, porque sus almas frgiles no pueden digerir tus pe
sados sermones.
Solo un constructor inepto levanta un andamio elevado an
tes de poner los cimientos del edificio. El andamio debe ir su
biendo a la vez que el edificio. El pastor que quiere edificar a
los cristianos debe preparar verdades aptas para el nivel de sus
oyentes. Que los sabios tengan su porcin, pero sean tambin
pacientes para que los dbiles de la familia tambin coman.
Finalmente, la ignorancia engorda con el escndalo de una
vida profana. Si el pastor no anda con cuidado, minar la ver
dad del evangelio como el cocinero cuyo delantal sucio y as
pecto desaliado infunden temor de comer nada que l haya to
cado, por el riesgo de contaminacin. Por otra parte, si el pas
tor siente orgullo carnal por su propia santidad y anda entre su
pueblo mirando a otros por encima del hombro, temern pe
dirle consejo. El que tiene un verdadero corazn de pastor de
be esmerarse, como el pescador, para no asustar a las almas, si
no atraerlas suave y compasivamente para que queden presas
en la red de la gracia divina.
3) Al cristiano ignorante. Hermano ignorante, que esto te le
vante de tu pereza: Toda alma ignorante es esclava voluntaria
de Satans!
Eres joven? Busca pronto a Dios, mientras tus talentos es
tn frescos y tu memoria es fuerte. Aquellos deseos que han lle
vado a millones a la perdicin estn listos para llevarte a ti tam
bin. Qu fcil se lo pones cuando te niegas a abrir los ojos de
tu entendimiento y a fortalecerte con el conocimiento de Dios!
Tal vez pienses levantarte del sueo de tu ignorancia en la
[174]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

hora undcima, que te parece estar a muchos aos vista. Qu


desatino! T no ves las manecillas del reloj divino; por tanto,
no sabes cunto tiempo estars en el mundo. Si mueres igno
rante en cuanto a Dios y su ley, qu ser de ti? No es un por
venir placentero. Las ramas y los troncos elsticos pecadores
jvenes y pecadores viejos y resecos se reunirn y ardern
juntos.
Eres viejo y sigues ignorante? Tal vez oigas que la natura
leza toca la campana de las horas. Sabes que pronto llegars al
final del camino que lleva a la eternidad, pero no puedes ver lo
que hay ms all. Mientras menos tiempo te quede, ms dili
gencia deberas emplear para adquirir conocimiento. Aunque
conocer la verdad del evangelio no es garanta de salvacin, la
ignorancia total s que lo es de condenacin.
Eres pobre e ignorante? Tu pecado no es la pobreza, sino
tu ignorancia del verdadero tesoro. Mejor es un muchacho
pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos
(Ec. 4:13). Si los prncipes del mundo pudieran ver el final des
de el principio, rogaran poder cambiar sus ropas de armio
por los harapos de los santos. Cristiano, en el Cielo se estn fa
bricando tus nuevas vestiduras, pero ellos se quedarn vergon
zosamente desnudos. En aquel gran da ya no lamentars haber
sido pobre en la tierra; sin embargo ellos se vern atormenta
dos por el recuerdo de que habiendo sido tan ricos y grandes
en este mundo han llegado a ser pobres mendigos en el otro.
Eres rico e ignorante? Deja tus campos y trabaja por el co
nocimiento del Altsimo. Salomn tena ms riquezas munda
nas que la mayora de los mortales jams ver, pero lo encon
tramos orando siempre, clamando a Dios por sabidura (2 Cr.
1:10). Muchos ricos se consideran privilegiados y exentos de
aceptar humildemente el ofrecimiento de la misericordia de
Dios, como si l estuviera obligado a salvarlos por ser ricos. Se
encuentra mucho atesmo e ignorancia en aquellos a quienes el
mundo aplaude por sus tierras y riquezas, que tienen siempre
mucho dinero a mano y esperan comprar una parcela en el Rei
no de Dios. Pero el dinero no es moneda de cambio en el Cie
lo. El cristiano ms pobre puede ensearles acerca de los planes
divinos, si quieren escuchar. Si el Cielo se comprara con casas
[175]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

y tierras, los discpulos pobres de Jess no podran entrar en el


mismo. Alabado sea Dios que el Cielo se gana, no con oro ni
plata, sino con el conocimiento que lleva al arrepentimiento:
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el nico Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado (Jn. 17:3).
f) El camino al conocimiento

Cuando la luz de la verdad empieza a despuntar en un alma


entenebrecida, el pecador ve lo suficiente como para darse
cuenta de la gravedad de su apurada situacin. Tal vez le
abrume la magnitud de su necesidad, y pregunte: Cmo
puedo escapar de este barrizal de ignorancia?. Dios propor
ciona instrucciones sencillas para el hombre que se hunde.
1) Reconoce tu ignorancia. Algunos son ciegos, como la
iglesia en Laodicea, y no lo saben (Ap. 3:17). La ignorancia es
una catarata en la vista espiritual, pero el orgullo impide que
esta clase de personas busque al mdico. A menudo el indivi
duo se considera demasiado bueno para aprender de otro, y de
masiado malo para ser enseado por Dios. Escucha esta adver
tencia si eres as: Dios no aceptar ninguna de las dos excusas
para aferrarte a la ignorancia cuando aparezcas ante l.
Cristo manda invitaciones personales a todos para que
vengan y aprendan a sus pies. Pero la puerta de entrada a su
escuela es baja; hay que agachar el orgullo para entrar. El
Maestro mismo es humilde y manso, cmo enseara a un
alumno soberbio? Por tanto, hazte primeramente necio a tus
propios ojos. Cuando agaches la cabeza avergonzado por tu
impiedad personal, estars listo para entrar en la escuela de
Cristo.
2) S fiel con tu conocimiento. Tal vez tienes poca luz pa
ra que esta te lleve a la verdad. De ser as, sguela de cerca.
Cuando hace sombra sobre cualquier cosa por pequea que
sea convencindote de que es pecado, huye enseguida. O si
tu luz te lleva a actuar por el Seor, sguela de corazn. C
mo vas a crecer en el sano conocimiento de la verdad, si no lo
ejerces regularmente?
Una palabra de precaucin: Utiliza tus conocimientos de
bidamente. Dios no bendecir a aquel que emplee el conoci[176]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

miento como excusa para pecar, ni aumentar tu conocimien


to si lo encierras dentro de tu conciencia por temor a recono
cerle ante los hombres. La luz de la verdad en el corazn hu
mano es como la llama de una vela: necesita aire para arder.
Si lo escondes por mucho tiempo, el poco conocimiento que
tengas te abandonar. Aprende de lo que se dice acerca de los
paganos que detienen con injusticia la verdad [...] y su necio
corazn fue entenebrecido (Ro. 1:18,21)
3) Ora por un mayor conocimiento. Dios es el tesoro de
todo conocimiento y sabidura. Para sobresalir en la escuela
de la divinidad, debes estudiar de rodillas. Esta es la manera
de ponerte bajo la tutela de Dios. Puedes asistir a conferen
cias o estudiar en las grandes universidades del mundo para
conocer la Palabra, pero la sabidura para aplicar sus concep
tos solo proviene de Dios. Si quieres ser sabio, ora, ora y ora!
La santa conversacin con el Seor confiere un conocimiento
santificado.
No temas orar con valor. Dios da sabidura a todo aquel
que la pide, y en porciones generosas. Nunca te avergences
de acudir al Seor en tu ignorancia: l no es como esos maes
tros crueles e insensibles que parecen deleitarse burlndose de
la ignorancia de sus estudiantes. l es un buen maestro y tu
deseo de aprender le complace. Aunque no todos alcanzan el
mismo nivel de comprensin en esta vida, todos los que acu
den con corazn sincero y abierto recibirn instruccin para
estar preparados para el Reino de los cielos. Tenemos esta
promesa en los Salmos: Me has guiado segn tu consejo, y
despus me recibirs en gloria (Sal. 73:24).
4) Estudia con regularidad. Dedica un tiempo regular pa
ra buscar la verdad, que como el oro, est en las profundida
des. Cuando Dios expuls a Adn del Paraso, lo sentenci a
una vida de trabajo y sudor. Desde entonces, el hombre no
puede hacer nada sin esfuerzo (menos el pecado, que desgra
ciadamente le es natural). No esperes que el Espritu Santo te
transforme milagrosamente de un pecador ignorante en un
cristiano erudito, a no ser que ests dispuesto a estudiar has
ta tarde. En el Evangelio segn Juan, se nos manda: Escu
driad las Escrituras (Jn. 5:39). Escudriar implica una
[177]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

indagacin esmerada, no una mera curiosidad. Si quieres co


nocimiento, tienes que estar dispuesto a hacer un esfuerzo
aadido.
Y si algo cuesta tanto esfuerzo, lo tiraremos descuidada
mente una vez que lo hayamos obtenido? As demostraramos
nuestra crasa ignorancia de su verdadero valor. Si leemos la Pa
labra y hasta la memorizamos, sin mostrar la disposicin de
utilizarla para nuestro bien o el de los dems, sufriremos gra
ves consecuencias. El conocimiento intelectual como Ra
quel es hermoso pero estril. Un enfermo puede aprender to
do acerca de su enfermedad, aun el remedio para la misma. Pe
ro a no ser que aplique sus conocimientos y la cura, morir
igual que si permaneciera ignorante. El hombre cuya alma est
enferma de muerte, puede estudiar la Palabra y a todos los
grandes telogos del mundo; pero si su fe no toma la sangre
preciosa de Cristo como remedio para su propia condicin
mortal, morir en sus pecados.
Tal vez habrs adivinado que la bsqueda de la verdad de
be empezar por el conocimiento y dar paso a la sabidura. La
Palabra de Dios es lmpara para nuestros pies (no para la len
gua o la mera conversacin): para iluminar el camino. Adqui
rir conocimientos es tarea tuya; pero abrir tu corazn al enten
dimiento es obra del Espritu Santo. Ahora bien, debes pedirle
sabidura y creer que l te la dar. Dios les ha prometido la sa
bidura a aquellos que piden con fe, no dudando nada (Stg.
1:6). Busca la sabidura, no para que los dems te respeten y
admiren, sino para que celebren la grandeza de Dios. El fin de
todo esfuerzo humano debe ser magnificar el nombre del Seor.
Acude a Dios con la oracin de David en tus labios: Hazme
entender el camino de tus mandamientos, y hablar de tus ma
ravillas (Sal. 119:27, RV 1909).
No te rindas cuando las lecciones sean largas y difciles de
comprender. La Palabra promete: Y conoceremos, y prosegui
remos en conocer a Jehov (Os. 6:3). Los misterios de Cristo
no se aprenden en un da. Son demasiados los que leen un ca
ptulo o dos de la Biblia y luego la dejan durante semanas por
falta de inters para no volver a mirarla. Bernardo de Claraval
compar el estudio de la Palabra y su mera lectura con una
[178]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

amistad ntima y un conocimiento casual. Si quieres conocer re


almente segn dice Bernardo, tendrs que hacer algo ms
que saludar cortsmente a la Palabra los domingos o hacerle
una reverencia cuando la veas por la calle. Has de andar y ha
blar con ella todos los das de la semana. Debes invitarla a en
trar en tus aposentos privados, y abandonar otros placeres y
deberes mundanos para pasar tiempo en su compaa.
Anhelas una mayor intimidad con el Padre celestial? Medi
ta entonces largamente y a menudo en su Palabra. David com
para la dulzura de la Palabra con la miel en el panal. Como su
cede con este ltimo, la Palabra es tan rica y plena, que con la
primera lectura alguna sabidura destilar. Pero a no ser que la
exprimas con tu meditacin, dejars atrs la mayor parte de
ella.
Al estudiar, aprende los conceptos bsicos del cristianismo
antes de intentar bregar con los asuntos mayores. En la niez,
primero vamos al parvulario y luego a la escuela; primero
aprendemos los hechos, luego estudiamos los conceptos. Tu
formacin espiritual no es tan diferente. Los creyentes que no
reciben instruccin acerca de los fundamentos del cristianismo,
probablemente no madurarn para llegar a ser cristianos esta
bles. Sinceramente, creo que hoy da la razn de tanta inesta
bilidad es un fundamento deficiente. Cristiano amado, no seas
demasiado orgulloso para volver a los preceptos bsicos del
evangelio, si no los dominas, y aprenderlos. Son demasiados los
que se preocupan ms por su reputacin que por su salvacin.
5) Atiende al ministerio de la Palabra. El apstol previno a
los cristianos hebreos contra el abandonar la asistencia a los
cultos (He. 10:25). Si dices que quieres conocer la verdad de
Dios, pero dejas de asistir a la predicacin de la Palabra, eres
tan insincero como el hombre que dice desear ver la puesta de
sol pero no se molesta en mirar al horizonte.
Para conocer a Dios hay que ir al lugar que l ha designado.
Si hay una iglesia, asiste a ella. Si no la hay, estudia la Biblia
con diligencia y espera el ministerio del Espritu en tu casa.
Puedes confiar en que tu Padre celestial utilizar medidas ex
traordinarias para honrar tu necesidad de alimento espiritual.
l es como un padre que, si no hay colegio en el pueblo, ense[179]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

a a su hijo en casa y le hace un erudito. Dios segn dice Pa


blo por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor
de su conocimiento (2 Co 2:14).
La Palabra de Dios est llena de cosas buenas para tu alma.
El Seor quiere que las tengas todas, as que asegrate de ser
un alumno despierto y atento. Trata de imitar a Lidia, que es
cuchaba atenta lo que Pablo deca (Hch. 16:14). Cuando
asistes al culto, intenta concentrar tu mente distrada, y fjate
en el sermn. Sobre todo, asegrate de que tu corazn se con
suma de amor por Dios, y que tu voluntad se someta a sus de
seos. La mente ejecuta los mandatos de la voluntad: dedicamos
nuestros pensamientos a las propuestas de nuestro corazn.

4. La naturaleza de los espritus malignos


(malicias espirituales)
La naturaleza inherente de los demonios mismos, tanto como
la de sus obras, se incluye en la descripcin, espritus de mal
dad. Esto es verdad en un sentido. Pero se pasa por alto otra
verdad, en el sentido de que la cita no solo se refiere a la natu
raleza espiritual de los demonios mismos, sino tambin y
principalmente a la naturaleza y clase de los pecados perpe
trados. Estos pecados son las manzanas tentadoras que a me
nudo utilizan para envenenar a los cristianos. La versin Reina-Valera de 1909 habla de malicias espirituales. No se tra
ta de los pecados groseros y carnales, en los cuales los pecado
res se revuelcan como cerdos, sino pecados espirituales, mucho
ms sutiles y tal vez ms despreciables.
Esta breve frase contra malicias espirituales, tomada
en su contexto, nos presenta tres conclusiones doctrinales: 1)
Los demonios son espritus; 2) Son espritus sumamente malig
nos; 3) Estos espritus malignos utilizan la malicia espiritual pa
ra perseguir a los cristianos y provocarles al pecado.
1) Los demonios son espritus. La palabra espritu tiene va
rias acepciones en la Palabra. Se emplea a menudo para descri
bir a los ngeles, tanto buenos como malignos (He. 1:14; 1 R.
22:21). A menudo se llama espritu al diablo mismo: el esp
ritu impuro, espritu mentiroso, espritu inmundo.
Entonces, qu son los espritus? Y ms particularmente,
[180]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


cules son las caractersticas especiales de los espritus malig
nos?
Primero, son inmateriales. No estn hechos de la misma sus
tancia que los humanos. Cuando los discpulos de Cristo pen
saron que vean un espritu, el Seor les dijo: Palpad, y ved;
porque un espritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo (Lc. 24:39). No tenemos pruebas de que el pecado alte
rara la sustancia bsica de Satans. Manifestado como Lucifer,
hijo de la maana, su esencia era inmaterial; y como Satans,
prncipe de las tinieblas, sigue sindolo. Si los demonios no fue
ran inmateriales (esto es, espritus) cmo entraran en los cuer
pos para poseerlos? (Lc. 8:30).
Aunque los espritus carecen de cuerpo, no por eso dejan de
ser seres reales, creados. No pienses errneamente que se trata
de meras cualidades o emociones: como algunos suponen de
forma absurda. Tal aseveracin niega la Palabra, donde vemos
el relato de su creacin (Col 1:16), la cada de algunos de ellos
de su primer estado (Jud. 6), y la posicin de otros, llamados
ngeles escogidos (1 Ti. 5:21). La Palabra tambin habla de
la felicidad de los espritus que moran en la corte de Dios y sir
ven a los creyentes (cf. He. 1:14) y la miseria de aquellos que
Dios ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas (Jud.
6) .
Todas estas pruebas indican que los espritus buenos y ma
los son seres personales. Pero el hombre cado, desamparado e
inmerso en la carne, no se presta a creer lo que no ve con sus
ojos mortales. Se podra emplear el mismo argumento para ne
gar la existencia de Dios, por ser invisible.
La astucia de Satans nos hacer creer que si no vemos algo,
no existe. Un pecador puede llevar a Satans en el corazn y
andar todo el da en su compaa sin notarlo. Como un caba
llo con anteojeras, siente el ltigo que lo conduce hacia la am
bicin egosta o la lujuria sin ver el rostro del conductor. Pero
all est Satans, lo veas o no. Cuando tus pasiones se desbo
can, corriendo hacia la destruccin, puedes estar seguro de que
el diablo mismo te espolea a ello.
Otra caracterstica de los espritus es que son sumamente in
telectuales. Son ms inteligentes que otras criaturas, porque
[181 ]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

por creacin se acercan ms a la naturaleza de Dios. Con el es


tudio diligente, el hombre ha acumulado un tesoro de conoci
miento cientfico; sin embargo, el ser humano ms sabio est
tan lejos de la inteligencia angelical como la tierra dista de los
cielos.
Sin duda los ngeles cados perdieron mucho de su conoci
miento celestial: toda su sabidura como ngeles santos, de he
cho. Lo que ahora conocen de Dios ha perdido el sabor, y no
pueden utilizarlo para su bien. Se les puede aplicar el concepto
que tiene Judas de los hombres malvados, quienes hacen mal
uso de su conocimiento para corromperse an ms (v. 10). Co
nocen la santidad de Dios, sin amarlo por ello. Conocen el mal
del pecado, sin amarlo menos. Aunque sean necios por com
pleto en cuanto a su propio destino, los espritus malignos son
ms fuertes que todos los cristianos de la tierra, excepto por lo
siguiente: El Dios Todopoderoso acta a nuestro favor!
Adems de ser inmateriales y altamente intelectuales, los es
pritus tienen la gran ventaja de ser inmortales. Respecto a
otros enemigos se puede llegar a escuchar que han muerto los
que procuraban la muerte del nio (Mt. 2:20), como le dijo el
ngel a Jos. Los hombres malos pasean un poco por el esce
nario, hasta que los llama la muerte; y as terminan sus conspi
raciones. Pero los demonios no mueren. Te acosan hasta la
tumba; y si mueres sin Cristo, te encontrarn en el otro mundo
para seguir acusndote y atormentndote all.
Estos espritus malignos son infatigables. Cuando termina
una lucha entre los hombres, aun el vencedor debe tomarse un
respiro. Su fuerza es limitada. Otros hombres de xito segn los
cuenta humanos, cuando se les priva de sus metas personales,
pierden la voluntad de luchar y se rinden desesperados. Tertu
liano deca de Diocleciano que haba tirado el cetro en un arre
bato de resentimiento por no ser capaz de eliminar el cristia
nismo. No poda matar a todos los seguidores de Cristo antes
de que otros nuevos nacieran en el Reino; as que por fin lo de
j por imposible y busc otra distraccin maligna.
Pero el diablo nunca se desalienta, ni se cansa de hacer da
o a las almas de los hombres. No ha parado ni un momento
desde que empez a vagar por la tierra (cf. Job 1:7). De hecho,
[182]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Dios mismo tiene que atarlo de pies y manos para frenar su fe
bril actividad.
2) Los demonios no solo son espritus, sino que son espri
tus extremadamente malignos. Dios es el Santo porque nadie
hay tan santo como el Seor. El diablo es el malo, porque su
maldad es nica (Mt. 13:19). Lo que sabemos de l por la Pa
labra nos muestra la medida de su maldad, y podemos utilizar
lo para juzgar los grados de pecado y de pecadores entre los
hombres. La frmula es sencilla: mientras ms nos parecemos
a Dios, ms santos somos; mientras ms nos parecemos al dia
blo, nuestra maldad es mayor.
Estos ngeles cados son los inventores del pecado. Fueron
los primeros en tocar el clarn de la rebelin contra su Creador,
y abrieron camino a todo pecado habido y por haber. No exis
te idioma terrestre con adjetivos suficientemente fuertes para
describir la magnitud de semejante pecado.
Dios haba puesto a Lucifer en el pinculo de la creacin, lo
ms cerca posible de s mismo. No le haba reservado nada a
este ngel bien amado, excepto su propia diadema real. Pero es
te favorito de la corte, sin causa ni solicitud de nadie ms, ini
ci un intento audaz y blasfemo de arrebatarle la corona a Dios
y ponerla sobre su propia cabeza. La gravedad de la rebelin de
Satans estriba en el hecho de que pec sin tentador. Eso le
otorga la ignominiosa distincin de llamarse el padre de la
mentira (Jn. 8:44), segn la misma tradicin de aquellos que
por fundar un arte o una profesin son considerados padres
de ella. Aunque los hombres no corren peligro de cometer el ac
to supremo de traicin como Satans, se acercan mucho al mis
mo cuando se hacen inventores de males (Ro. 1:30).
El pecado es una actividad antigua. Pero como otros asun
tos en los que el hombre ingenioso utiliza los inventos de sus
semejantes para crear productos nuevos y mejores, en cada ge
neracin nacen infames que idean nuevos pecados a base de an
tiguas maldades. La perversin sexual es un pecado antiguo,
pero los sodomitas eran viles de una manera nueva, y el peca
do que inventaron lleva su nombre hasta hoy. Algunos inven
tan nuevas herejas; otros, nuevas blasfemias. Los sanguinarios
inventan nuevas maneras de perseguir a los justos. Hasta el fin
[183]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

del mundo, cada poca sobrepasar a la anterior en el grado de


pecado. Ismael y los burladores del mundo antiguo parecen ni
os ineptos comparados con los escarnecedores y perseguido
res de los ltimos tiempos.
Piensa dos veces antes de usar la inteligencia para inventar
nuevos pecados! Puede que provoques a Dios a nuevos juicios.
Sodoma invent un nuevo pecado, y Dios invent un nuevo
castigo para ellos: les envi el Infierno desde lo alto.
Estos mismos demonios inventores del pecado son adems
sus principales promotores. Los ngeles apstatas no solo in
ventaron el pecado, sino que son sus principales emprendedo
res. A estos espritus, por tanto, se les llama el tentador, y al
pecado, las obras del diablo, no importa cul de ellos lo co
meta: igual que el diseo de una casa se le acredita al arquitec
to aunque sea otro quien la construya.
Cuando haces pecar a otro, le quitas el oficio al diablo. D
jalo que lo haga l, si puede, pero nunca seas su asalariado.
Tentar a otro a pecar es peor que pecar uno mismo. Los que
tientan a los dems plantan su propia maldad en tierra frtil y
cosechan nueva simiente para Satans. Cultivar la cosecha del
pecado para el diablo con el mal de tu propio corazn de
muestra que el pecado est muy arraigado en tu ser. Los padres
particularmente deben guardarse de este acto vil. Aquellos que
ensean a sus hijos el catecismo del diablo a blasfemar, men
tir, embriagarse, etc. son demonios encarnados.
No sabes lo que haces al tentar a otros? Te lo dir: haces lo
que tu propio arrepentimiento no puede deshacer. Contaminas
a familiares y amigos con el error, y los envas corriendo a unir
se a las huestes del diablo. Ms tarde puede que comprendas tu
error y te apartes del mal camino, pero puedes forzar a aque
llos a quienes has apartado a luchar contra las presiones mun
danas y llegar a Jess a toda costa? Puedes rogar y llorar, y pos
trarte ante ellos. Tu corazn, como el de Lamec, puede que
brantarse por la pena. Pero desdichadamente su rescate est
ms all de tu poder. Qu dolor para tu alma verlos de cami
no al Infierno sabiendo que t les pagaste el peaje y que no los
puedes hacer volver! Hasta despus de tu muerte, tus pecados
se pueden perpetuar en los vivos, generacin tras generacin.
[184]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Los demonios son maliciosa e incesantemente malvados.
Los ngeles cados no son malvados de forma incidental ni ca
sual, sino voluntaria y constantemente. El nombre del diablo,
el maligno, denota su naturaleza maliciosa, su deseo de mo
lestar y acosar a los dems. Atrae las almas al pecado, no por
tener gusto ni provecho al hacerlo. Posee demasiada luz para
gozarse o tener paz en el pecado. Conoce su sino, y tiembla al
pensar en el mismo. Pero su naturaleza maliciosa le impulsa sin
misericordia. Tiene tanta sed de almas como un perro salvaje
de ovejas. La diferencia es que el perro finalmente cae desfalle
cido, mientras que Satans no se cansa nunca de ser un carni
cero de almas.
Aunque trabaja para obtener la condenacin eterna de toda
alma, la venganza declarada del diablo se dirige ms frecuente
mente contra los cristianos. De ser posible, no dejara ni a uno
de la manada de Cristo con vida. Tal es su malicia contra Dios,
al cual odia con odio absoluto. Ya que no lo puede alcanzar
con un golpe directo, lo golpea indirectamente atacando a los
santos. Sabe que de forma muy real la vida de Dios est entre
tejida con la de ellos. Si ahora mismo paces en los prados ver
des de Dios y bebes del pozo de su misericordia, ten cuidado.
Seguramente Satans te atacar. Ten en cuenta que la honra
que Dios recibe en la tierra se relaciona directamente con el
fluir de su misericordia. Por tanto, el diablo se esfuerza por le
vantar una presa con sus obras malignas y estorbar as el fluir
de la misericordia hacia los cristianos. Esto es lo peor que se
puede decir de los demonios: desprecian a Dios con malicia, y
en l, la gloria de su misericordia.

a) La importancia de comprender la naturaleza


de los demonios
Para qu sirve conocer el alcance de la maldad del diablo? Pa
ra varias cosas, entre ellas las siguientes.
1) Para convencer al pecador que se autojustifica. Si las
buenas obras de alguien son mejores comparadas con las de los
dems esto es, si no son notablemente peores ni ms viles que
las de su vecino, entonces la persona piensa que puede dar la
talla con Dios. Para que el Espritu Santo convenza a tal perso[185]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

na de su necesidad de Cristo, ella debe concordar con Dios en


que toda su justicia es como trapos de inmundicia. Puede que
ver lo contaminado que es el manantial que lo alimenta cons
tantemente le ayude a comprender su propia maldad.
Te puedes imaginar de alguna manera la intensidad de la
iniquidad de Satans? Entonces tendrs idea del potencial que
cada uno tenemos para el mal. El ser humano ms noble, el
cruzado moral o el filntropo ms sincero, lleva dentro las mis
mas semillas de corrupcin, la misma capacidad para el mal
que el propio diablo. Si an no se ha manifestado tu verdadera
naturaleza, es por la intervencin de la gracia de Dios. Porque
hasta que seas una nueva criatura en Cristo, eres de la misma
generacin de vboras que la Serpiente: su simiente est en ti. El
diablo solo es capaz de engendrar hijos como l.
Pecador, si no floreces a imagen de Satans aqu en la tierra,
seguramente lo hars en el Infierno. All las llamas quitarn la
pintura que esconde tu rostro verdadero. En el Cielo, los cris
tianos sern como los ngeles en presteza, amor y constancia
hacia Dios; en el Infierno, los condenados se revelarn como
demonios, tanto en el pecado como en el castigo. Antes de ex
cusarte con tus buenas intenciones, debes saber esto: si tu co
razn es bueno, tambin lo es el del diablo! Su naturaleza es
mala, y la tuya tambin! Las manchas que te parecen tan pe
queas e insignificantes son sntomas de una enfermedad mor
tal que llevas en tu interior. Sin la medicina del evangelio la
sangre de Cristo aplicada personalmente, morirs leproso. El
pecado es un mal hereditario que aumenta con la edad: el pe
cador joven ser un viejo demonio. La enfermedad siempre se
transmite a la siguiente generacin.
2) Para humillar al cristiano que se autojustifica. El cristia
no redimido por Cristo en su juventud debe reconocer el po
tencial de maldad que hay en su propio corazn. Puede verlo
claramente reflejado en el espejo de la naturaleza del diablo.
Realmente, para comprender el significado de la cruz en tu vi
da, has de darte cuenta de que eres tan deudor a la misericor
dia de Dios como el peor de los pecadores. Hasta que aceptas
te el perdn de Cristo, tu alma estaba bajo la misma sentencia
de muerte que la de Judas. Si no has pecado tan gravemente co[186]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


mo otro, ello no significa que seas mejor persona; significa que
Dios ha tenido misericordia. Nuestra vieja naturaleza (cuyos
residuos no se desechan hasta llegar al Cielo) lleva el sello dia
blico de traidor desde el da de nuestro nacimiento. Nues
tro soberano Dios tena todo el derecho de aplastarnos por cau
sa de ella en ese mismo instante, igual que nosotros matamos
las vboras al nacer, no por algn mal que hayan cometido ya,
sino porque conocemos su peligro potencial.
Puedes decir honradamente que cuando Dios te alcanz,
tus pensamientos eran puros y tus intenciones santas? No es
tabas ya armado para la rebelin, con un espritu codicioso, un
corazn engaoso y una lengua mentirosa? Claro que tenas
una naturaleza cargada de enemistad hacia Dios. All estaba,
como plvora almacenada, esperando la llama! Ponte de rodi
llas con gratitud humilde hacia Aquel que envi su Espritu y
su gracia para frenarte, aun cuando tu naturaleza solo medita
ba en la guerra contra Dios y contra sus leyes.
c) Para descubrir los designios de Satans al perpetrar el pe
cado. Una razn por que somos tan fcilmente persuadidos a
pecar es que no comprendemos los fines de Satans. Este hace
con los hombres en el pecado lo mismo que un general con los
hombres en la guerra. Los capitanes tocan el tambor en busca
de voluntarios, prometiendo paga y ascensos a los reclutas. La
garanta de esos beneficios excelentes hace acudir a los solda
dos en masa, sin pensar en la dudosa justicia de la guerra. Sa
tans atrae hacia el pecado haciendo promesas doradas de re
compensa por servirle: poder, fama o fortuna. Muchas almas
necias son ganadas con sus astutos argumentos y el acicate de
su propia naturaleza egosta. Pocos se molestan en preguntar:
Por qu est tan interesado en reclutarme?.
Te lo digo? Crees que est interesado en tu placer o pro
vecho? Ni mucho menos! Sus aspiraciones son todas egostas.
Tiene una inquina personal contra Dios, y te atrae, por medio
del pecado, hacia su bando en la lucha. Lo que no te menciona
es que tu misma alma corre peligro al defender su orgullo y su
codicia. Pero poco se preocupa de tu bienestar. No pierde el
sueo por tu segura condenacin, como un general demente no
lo hace por los hombres a quienes enva a una misin suicida.
[187]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Sabiendo esto, por qu unirte a Satans en su lucha contra


Dios? Te manda a una misin suicida! Este Joab sanguinario
te enviar all de donde nadie sali nunca con vida. Si te pones
ante las balas de Dios, eres hombre muerto; a no ser que tires
las armas y te rindas enseguida.

b) La maldad espiritual en los cristianos:


su causa y su cura
Estos espritus malignos son principalmente responsables de
provocar a los cristianos a la maldad espiritual. No hay peca
do que no tenga consecuencias espirituales; pero algunos peca
dos son ms especficamente espirituales que otros. Dos cla
ses se destacan: 1) los pecados guardados en el corazn; y 2) los
pecados directamente relacionados con cuestiones espirituales:
la idolatra, la soberbia espiritual, el atesmo, las herejas, etc.
Pablo los llama contaminacin del espritu, y los distingue de
la contaminacin de la carne (2 Co. 7:1).
1) La primera clase de maldad espiritual: el pecado del co
razn. Cuando el escenario donde se interpreta el pecado es el
espritu o corazn, entonces se trata de un pecado espiritual; tal
como los pensamientos impuros, los afectos viles y los deseos
que no se manifiestan en una accin abierta pero, sin embargo,
son actos reales del hombre interior. Igual que sucede con todo
pecado, Satans es el gran instigador invisible de cualquier pe
cado del corazn.
Cuando te abruman pensamientos o sentimientos los cuales
sabes que no agradan a Dios, qu puedes hacer? No quieres
criticar, pero lo haces; no quieres codiciar, pero lo haces. C
mo se pueden utilizar estas piedras de ofensa y tropiezo que Sa
tans arroja en tu camino para edificar un monumento a la glo
ria del Padre? Principalmente de dos formas: vigilando de cer
ca tu corazn y resistiendo firmemente a sus pecados.
Primero, vigila de cerca tu corazn. Qu acogida encuentra
Satans al llegar con esas malicias espirituales y pedirte que
les prestes atencin? No te pregunto si tales invitados entran
por la puerta. Si tuviramos la capacidad divina de ver el cora
zn humano, descubriramos los peores pecados agitando el
corazn de todo creyente. Sabemos que ya estn sembrados en
[188]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


el campo del corazn, y sabemos quin lo hizo: ese inmundo
sembrador que es Satans. Lo importante es si encuentran en
nuestro corazn un campo abonado o si con pensamientos san
tos y oracin seria, echamos aceite sobre ellos y les prendemos
fuego, para que el fuego santo los consuma.
Satans es insidioso. Muchos que se apartaran horroriza
dos al ver los pecados espirituales operando a la luz del da co
mo deseos carnales, se han dejado engaar hasta acogerlos en
sus cmaras privadas como invitados de honor. Qu buen
miembro de la iglesia se dejara ver del brazo de una prostitu
ta? Pero en lo secreto de su corazn puede dar rienda suelta a
sus deseos en una lujuria inmunda. La mayora no cometera
mos un asesinato, pero cuntas veces hemos llevado a algn
vecino a un callejn oscuro del pensamiento para all desmem
brarlo con el deseo de vengarnos por una ria insignificante?
Cristiano, es imperativo que te des cuenta de esto: cuando
los pensamientos malos o inmundos se presentan en tu mente
por primera vez, an no has pecado. Eso es obra del diablo. Pe
ro si les ofreces asiento y empiezas a conversar con ellos, te has
hecho su cmplice. En poco tiempo acogers estos pensamien
tos en tu corazn. Tu resolucin de no ceder a una tentacin
que ya has admitido no puede contra Satans y los anhelos de
la carne.
Tu confianza tiene que descansar en este hecho: los pensa
mientos inmundos no permanecen all donde el amor de Cristo
reina supremo. Les da tanto pnico or tus conversaciones con
Cristo como a un asesino fugitivo saber que le han visto en la
ciudad. Bien hacen; porque tus pensamientos santos buscarn
a los malignos y los matarn al momento. Tanto el juicio como
la sentencia sern rpidos.
Segundo, resiste firmemente los pecados del corazn, de
mostrando as tu verdadera lealtad. Necesitamos recordar
constantemente que estos son tan pecaminosos como cualquier
otro: El pensamiento del necio es pecado (Pr. 24:9). Cada lu
gar del Infierno es Infierno. La lujuria, la envidia y el asesinato
son pecados tanto al cometerlos en el corazn como con hechos
externos. Tales pensamientos no pueden correr desbocados en
el creyente sin graves consecuencias. Tu alma es morada del Es[189]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pritu Santo; l ocupa todo el corazn como aposento. Cuando


ve que has arrendado ciertas habitaciones a los deseos diabli
cos, es hora para l de marcharse. Si valoras la presencia del Es
pritu, declara tu lealtad a Cristo ante la primera llamada de
Satans, renunciando a todo pensamiento que no sea volunta
riamente cautivo de Dios.
Ves como los pecados del corazn pueden ser an ms gra
ves que los pecados fsicos? Mientras ms participan corazn y
espritu en una accin maligna, peor resulta. Y cuanto ms lo
hacen en una accin santa, es realmente mejor, aunque los de
ms no opinen as. Segn Cristo, las dos blancas de la viuda
eran la mejor ofrenda, por qu? No porque el acto externo ex
cediera a los otros presentes, sino porque la actitud interna de
su corazn sobrepasaba a todos.
Deja que Satans intente golpear tu corazn con sus viles
imaginaciones. No puedes evitar que sople, como tampoco se
puede frenar un huracn en su camino a la costa. Pero s pue
des tomar precauciones a tiempo ante una tormenta de malos
pensamientos.
Primera precaucin: Sella las ventanas de tu corazn con la
oracin. Si la lengua es tan rebelde y difcil de domar, qu se
r de la mente, de donde los pensamientos salen volando tan
raudos y apretados como las abejas de una colmena volcada?
He aqu el secreto: para controlar tus pensamientos, pide a
Cristo que controle tu corazn.
Cuntas veces clam David por esto! Saba que le era im
posible controlar su corazn. Pero tena la promesa de Dios de
ayudarle, y t tambin la tienes, si eres su hijo (Sal. 37:23; Pr.
30:5). Cmo te sentiras como padre terrenal viendo que una
inundacin sube hacia tu casa, y que tu hijo atrapado se niega
a permitirte que lo lleves a un lugar seguro? As debe sentirse
nuestro Padre celestial cuando la tentacin amenaza con ane
garnos y no queremos aferrarnos a su promesa para que nos
haga pasar por encima del tumulto.
Tendrs que orar ms y con mayor firmeza cuando se te lla
me a cumplir con un deber en el que tengas un contacto ms
estrecho de lo normal con el mundo. Entonces los pensamien
tos diablicos atacarn como una plaga de langostas. Primero,
[190]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


asegrate de que te ests ocupando de los negocios del Padre y
no de los tuyos propios. La promesa de Dios de protegerte es
condicional: Encomienda a Jehov tus obras, y tus pensa
mientos sern afirmados (Pr. 16:3). No intentes defenderte de
Satans con tus propias fuerzas. Dile a Dios que temes lo que
pueda pasar si no intercepta esas imaginaciones malignas. Haz
le censor de tus pensamientos, y no necesitars preocuparte. El
brazo del diablo no te puede alcanzar cuando, con oracin fer
viente, te pones bajo la sombra del Omnipotente.
Segunda precaucin: Pon fuerte guardia a tus sentidos ex
ternos. Satans te sobrevuela buscando un lugar donde aterri
zar, como tus odos u ojos, que le de acceso fcil al hombre in
terior. Igual que el aire viciado contamina todo aquello con lo
que entra en contacto, los pensamientos perniciosos corrompen
a toda la persona. Asegrate de respirar aire puro! Fija la vis
ta en el Cielo. Los objetos lujuriosos provocan pensamientos
lascivos, no provocarn entonces los objetos santos puros
pensamientos?
Tercera precaucin: Inspecciona tu corazn diariamente.
Toma tiempo cada da para reflexionar acerca de los pensa
mientos que han moldeado tus actitudes y acciones en esa jor
nada. Un maestro no llama al orden para luego ausentarse del
aula durante todo el trimestre. Cunto tiempo permaneceran
los alumnos en sus mesas ocupndose en tareas productivas? El
ruido de sus juegos pronto llenara los pasillos de todo el cole
gio. Tu corazn suele ser un alumno rebelde. Gran parte del
ruido profano en que prorrumpe (ira, envidia, impaciencia,
amargura y dems) resulta de haberlo dejado a su aire. La men
te es el aula del cuerpo; el corazn es el alumno. Vigila lo que
all se aprende.
He aqu una forma rpida de revisar el corazn. Son tus
pensamientos buenos o malos? Cuando son buenos, recibe
Cristo el crdito por ellos? Cuando son malos, te horrorizas y
te determinas a expulsar a esos mocosos desagradables? De ser
as, demuestras que tales malicias espirituales son ms de Sa
tans que tuyas.
Adems de los pensamientos malos, hay otros que tampoco
deben albergarse. Estos son las imaginaciones vanas, vacas y
[191]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mundanas. Aunque en s no parezcan tan abominables, te apar


tan de lo mejor. Y quin de nosotros tiene tiempo que mal
gastar en esta vida? Igual que el agua que corre por el molino,
todo pensamiento que no te ayuda en la obra de Dios se mal
gasta. La abeja no se posa en una flor sin nctar. Tampoco el
cristiano debe dar lugar a pensamiento alguno que no alimen
te su alma.
Ni siquiera tus buenos pensamientos son inmunes a la con
taminacin de Satans. Por ejemplo, puede que te abrume la
conviccin de tus pecados y llores sinceramente ante el Seor.
Pero si te consume el remordimiento, corres peligro de perder
la fe en la gloriosa promesa divina de la redencin por gracia.
O tal vez meditas en las necesidades y el cuidado de tu familia.
Proveer para los tuyos es muy bblico; pero si te preocupas tan
to por esta responsabilidad que olvidas que Dios es tu provee
dor, de nuevo demuestras una grave falta de fe.
Se nos ensea que aprendamos y obedezcamos todo el con
sejo de Dios. De qu sirve fijarte en algn mandamiento divi
no como tu favorito, desechando los dems? Tendrs tantos
problemas como la persona cuyo cirujano restaura una vena
menor cortando al hacerlo una arteria principal. Tal descuido
probablemente lisiar al paciente, si no lo mata. Tu alma es una
criatura delicada, y mantener su equilibrio requiere gran des
treza. Gurdate constantemente de centrarte tanto en una o dos
de las ordenanzas de Dios que no tengas tiempo para todas las
dems.
2. La segunda dase de maldad espiritual: el pecado espiri
tual. El pecado se puede llamar espiritual segn el tema que
abarque. Igual que los pecados del corazn, estas malicias espi
rituales corrompen al hombre interior, no el cuerpo. Satans tie
ne gran xito con ellas. Para tu edificacin estudia los dos si
guientes pecados favoritos suyos: los errores en cuanto a princi
pios espirituales, y los errores que resultan en orgullo espiritual.
Primero consideremos los errores en cuanto a principios es
pirituales. Satans ya estaba activo durante la primera siembra
del evangelio, plantando su cizaa entre el trigo de Cristo. Ob
serva la frecuencia con que el apstol tuvo que arrancar erro
res perniciosos que brotaban entre los primeros cristianos.
[192]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


Por qu se obsesiona tanto Satans con la perversin de los
principios divinos? En primer lugar, porque Dios exalta su ver
dad (Sal. 138:2). Es ms escrupuloso en cuanto a ella que res
pecto a todas sus dems obras. Jess declar: El cielo y la tie
rra pasarn, pero mis palabras no pasarn (Mt. 24:35). Dios
puede crear nuevos mundos cuando le plazca, pero no puede
fabricar otra verdad. Por tanto, l no perder ni una jota de
ella. Satans lo sabe, y se dedica a desfigurar esta verdad tan
preciosa para Dios.
Tambin debe ser preciosa para nosotros. La Palabra es el
espejo en que vemos reflejado a Cristo, y al verle, nos transfor
mamos a su imagen por el Espritu Santo. Si el espejo est ro
to, nuestro concepto de l se distorsiona, mientras que la Pala
bra en su claridad real nos muestra a Cristo en toda su gloria.
De lo que se deduce que Satans no solo golpea a Dios cuando
ataca la verdad, sino que tambin golpea a los cristianos. Si
puede llevarlos al error, debilitar si no lo destruye el po
der de la piedad en ellos.
El apstol une el espritu de poder y el de dominio propio
(cf. 2 Ti. 1:7). Se nos exhorta a desear la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcis... (1 P. 2:2). Al igual
que la leche diluida, la Palabra mezclada con el error no es muy
nutritiva. Todo error, por inocente que parezca, es un parsito.
As como la hiedra mina la fuerza del rbol en que se enreda,
el error socava la fuerza de la verdad. El alma que se alimenta
de la verdad contaminada no puede crecer sana.
Para utilizar otra analoga, Pablo habla de los creyentes co
mo la esposa de Cristo. Cuando aceptas un error, llevas a un
extrao al lecho del Seor para cometer adulterio espiritual. Un
aspecto terrible del adulterio es que aparta el corazn del adl
tero de su verdadero cnyuge: concentra sus pensamientos y su
atencin en el asunto ilcito, y lo aparta de su primer amor. Ve
mos cmo esto pasa en la Iglesia moderna, cuando una faccin
abraza un error doctrinal o una hereja abierta, y lucha por ella
con mayor celo que por la sencilla verdad del evangelio que la
llev a Cristo en primer lugar. La prdida entonces es grande,
porque Cristo no puede compartir un amor conyugal verdade
ro con el alma que se une al error.
[193]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

A estas alturas espero que te des cuenta de que el error no


es tan inocente como piensan algunos. No solo interrumpe la
relacin del cristiano individual con el Amado, sino que tam
bin perturba la paz de la Esposa: la Iglesia. Oigo que hay en
tre vosotros divisiones dice Pablo; y en parte lo creo. Por
que es preciso que entre vosotros haya disensiones... (1 Co.
11:18). Implica con ello que las disensiones son hijos ilegtimos
del adulterio con el error. Cuando los creyentes andan en la ver
dad, tambin lo hacen en unidad y amor; cuando caminan en
el error, lo opuesto prevalece.
Una exhortacin para todos los oyentes, especialmente para
aquellos que se llaman cristianos: Eres tan orgulloso que cre
es que todo esto de contaminar la verdad de Dios con el error
no va contigo? De ser as corres gran peligro! El error doctri
nal es la enfermedad moderna. Qu te hace tan seguro de que
ests vacunado contra ella? Debo decirte que para esta aflic
cin no hay una cura rpida.
Mientras ms conocimiento adquirimos, y ms sofisticados
nos volvemos en el estudio de la fe, ms cuidado hemos de te
ner con el error! El gran predicador Pablo se sinti obligado a
subrayar esta idea una y otra vez. Casi nunca predicaba ni es
criba sin rogar a los creyentes que se cuidaran de aquello que
adulterase el evangelio. Consideraba este aviso indispensable
para los cristianos de Galacia, Corinto y Filipos. Hemos lle
gado hoy a no necesitar esta amonestacin? Satans no se can
sa de perpetrar sus mentiras; no nos atrevamos a volvernos in
dolentes en la bsqueda de la verdad divina.
Pero cmo prepararte para esta tarea?
Primero, asegrate de que has tenido una verdadera conver
sin. Persudete de que tu corazn ha sido debidamente prepa
rado para que tu fe en Cristo se arraigue y crezca. Entonces
ahogar el error en cuanto brote. Si ests firmemente estableci
do en Cristo, evitars serios errores. No digo todo error, pero
estoy seguro que te librars del error condenatorio. Una cosa es
conocer la verdad, y otra conocerla enteramente por la uncin
del Espritu Santo. Hasta el diablo puede hacer lo primero; pe
ro solo el cristiano es capaz de hacer lo segundo. La uncin es
lo que da a tu alma el aroma del conocimiento de Cristo; es el
[194]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


ancla que evita que vayas a la deriva y los vientos de doctri
nas diversas y extraas te aparten de la verdad (He. 13:9).
Una vez experimentada la conversin del corazn, crucifica
la carne diariamente. Me atrevo a decir que ninguno se volvi
hereje sin que la carne fuera la causa fundamental de ello: o ser
van a sus apetitos carnales o al deseo del orgullo. Cristiano, si
de una vez por todas puedes romper tu compromiso con la car
ne para hacerte libre en Cristo, la verdad ser tu amiga incon
dicional.
Estudia fielmente la Palabra de Dios. Satans tiene el hbi
to de tapar los odos para que no oigan la sana doctrina antes
de abrirlos con el fin de que escuchen lo corrupto. Cuanto pue
da, alejar al cristiano de la Palabra de Dios y le convencer pa
ra que rechace algn punto de la verdad. Pero quien rechaza la
verdad de una doctrina, pierde la bendicin de todas ellas. Pa
blo predijo cmo ocurrira esto: Apartarn de la verdad el o
do y se volvern a las fbulas (2 Ti. 4:4).
No pretendas que deseas seguir la verdad si no te molestas
en estudiar toda la Palabra de Dios. No seras distinto del nio
que dice que quiere aprender pero hace novillos. Hay que dis
ciplinar a tales nios. Puesto que tu Padre celestial te ama, te
volver a la Palabra avergonzado y triste, en lugar de dejarte
atrapado en las mentiras de Satans.
Al estudiar y crecer, cuidado con las nuevas doctrinas. No
aceptes apresuradamente todo lo que oigas, ni siquiera desde el
pulpito. Admito que rechazar una doctrina por el mero hecho
de no haberla conocido antes es una necedad, pero tenemos de
recho a esperar e investigar antes de abrazarla. Cuando oigas
una nueva idea acerca de la verdad, acude a Dios en oracin y
busca su consejo. Escudria la Palabra. Hblalo con tu pastor
y con otros creyentes en cuya sabidura y madurez confes.
La verdad resistir este escrutinio. Es un fruto que nunca se
estropea ni se pudre por tocarlo. Pero el error, como el pesca
do, empieza a heder al paso de los das. Por tanto, deja reposar
las nuevas ideas antes de tragrtelas. No quieras envenenar tu
alma con caballa podrida cuando puedes saciarte del man ce
lestial!
Una segunda clase de error que Satans siembra entre los
[195]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cristianos es el orgullo. Este fue el pecado que transform a un


ngel bendecido en Satans, el maldito. El diablo conoce mejor
que nadie el poder nocivo del orgullo. Entonces, no es de ex
traar que con tanta frecuencia lo utilice para envenenar a los
cristianos. Su plan se facilita porque el corazn humano de
muestra tener una aficin natural al mismo. El orgullo, como
el licor, embriaga: un par de tragos suelen inutilizar al hombre
para servir a Dios.
Uno de los peligros del orgullo es que, para tirar de su ca
rruaje, utiliza tanto nuestras buenas inclinaciones como las ma
las. Por una parte, trabaja en conjunto con otros pecados. De
hecho, una multitud de pecados trabajar todo el da y parte de
la noche, suponindose sus propios amos, cuando de hecho son
esclavos del orgullo. Observa a aquel que engaa, miente y
oprime a los dems. Cul es su motivo, si no adquirir bienes
para mantener su orgullo?
An peor que unirse a otras maldades, este sinvergenza del
orgullo tambin se ata a lo bueno y coopera con las ordenan
zas de Dios. En tal caso, vemos a un creyente celoso en oracin
y fiel en asistir al culto, y lo tenemos por un cristiano fuerte. Pe
ro todo el tiempo, el orgullo es el amo al que sirve, aunque vis
ta la librea de Dios. El orgullo se puede refugiar en las acciones
ms santas y esconderse bajo los faldones de la virtud misma.
As omos hablar de alguien que da generosamente a los pobres
y admiramos su caridad. Pero el orgullo, que no la compasin,
puede ser el motivo de dispensar su oro tan libremente.
Otro puede resistir firmemente a toda apariencia de mal y
ser respetado como cristiano modelo. Todo el tiempo, sin em
bargo, el orgullo, que no una verdadera conviccin, puede ser
el motivo de su andar circunspecto. Tal fue el caso del fariseo
que haca alarde de su espiritualidad y se jactaba de no ser co
mo el publicano. Cristo nos demostr en dos palabras su re
accin ante esta clase de orgullo!
De las dos clases de orgullo que hay, creo que el espiritual
debe ser mucho ms odioso para Dios, porque est en un pla
no superior al carnal. La vida del cristiano, como tal, es supe
rior a la vida del hombre carnal. Igual que el hombre carnal
siente orgullo por aquellas cosas que le hacen parecer superior
[196]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


en su estado natural (esto es, las riquezas, el honor, la belle
za...), el cristiano tiende a envanecerse cuando percibe sus atri
butos espirituales superiores. Quisiera examinar tres reas res
pecto a esto. Primeramente, el orgullo por los dones; en segun
do lugar, el orgullo por la gracia; y en tercer lugar, el orgullo
del privilegio.
Primero, el orgullo por los dones. Al decir los dones me re
fiero a aquellas capacidades que el Espritu Santo dispensa a los
creyentes para la edificacin del Cuerpo de Cristo en unidad.
El apstol nos habla de la gran diversidad de dones que hay (1
Co. 12:4). Mira alrededor a las distintas especies de plantas y
flores, y tendrs alguna idea del amor de Dios por la variedad
infinita. No ha sido menos creativo con la personalidad huma
na: cada hijo de Dios es nico e importante para el funciona
miento debido del cuerpo de Cristo. Pero cuando se entremete
el orgullo, empezamos a crear jerarquas entre hermanos y do
nes. Esto, inevitablemente, lleva a divisiones y disputas. Sata
ns lo sabe y acta para contaminar todo don con el orgullo.
Al hacerlo tira dos piedras a la vez: con una, golpea la unidad
del Cuerpo; con la otra, lesiona al cristiano individual.
Considera la posibilidad de que por orgullo hagamos muy
poco bien a los dems con nuestros dones. Cuando prevalece el
orgullo, oramos, predicamos, consolamos para ser considera
dos buenos por los dems, en lugar de por hacerles bien. Nos
colocamos en un pedestal espiritual y, por as decirlo, espera
mos que aquellos a quienes servimos adoren en el santuario de
nuestras buenas obras. Honrar Dios tales esfuerzos? l nos
ha informado sin cortapisas que no compartir su gloria con
nadie (Is. 48:11). El hombre humilde puede encontrar a Sata
ns a su derecha para oponrsele, pero el orgulloso est peor si
tuado. Dios mismo le resistir. Si lo dudas, lee la Palabra:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes (Stg.
4:6).
Tambin por nuestro orgullo recibimos tan poco provecho
de los dones de otros creyentes. El orgullo nos llena de ideas
acerca de nuestra suficiencia espiritual. Nos consideramos de
masiado buenos (o santos) para necesitar la ayuda de la mayo
ra de los cristianos. Encontramos a pocos predicadores lo su[197]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ficientemente espirituales para ministrarnos. Si alguien in


tenta corregirnos, cerramos los odos. El orgullo nos engaa
para que pensemos que somos ricos por poseer muchos bienes
y no tener ninguna necesidad (Ap. 3:17). Qu desgracia!
Cunto tiempo vivir un alma que rechace de plano todo ali
mento saludable, y solo quiera un plato exquisito de teoras
altisonantes? Igual que la comida sencilla es ms sana para el
cuerpo que un festn elaborado, una dieta regular de la verdad
pura y las ordenanzas de Dios es mejor para el alma que des
guatar los platos seoriales de la suposicin teolgica.
Si eres de los que se tienen en alta estima espiritual, escucha
esto: muchos creyentes humildes de baja condicin segn el
mundo, tienen mucho que ofrecerte si no eres demasiado orgu
lloso para recibir el alimento espiritual de sus manos. El orgu
llo siempre destruye el amor y separa a los cristianos. Sin amor
para con todos los hermanos, seguramente perderemos mucho
de lo que Dios quiere darnos. La Biblia dice que todo creyente
ha recibido dones para provecho del Cuerpo de Cristo.
He aqu una palabra para aquellos que creen que sus dones
son inferiores a los de otros miembros del Cuerpo: Contntate
con tu condicin. Los grandes dones levantan un poco al cris
tiano a la vista de los hombres, pero tambin le tientan al or
gullo. No envidies a los que tienen grandes dones; en su lugar,
tenles compasin y ora por ellos. Es difcil que eviten caer en el
error de creer que la gracia de Dios en ellos es obra propia. Tie
nes gran ventaja sobre ellos, porque recibes la ayuda de sus do
nes sin la tentacin al orgullo.
Ahora, una palabra para aquellos a quienes Dios ha dado
ms o mejores dones que lo normal.
El orgullo quiere crecer entre los mejores dones. Cuidado
con el orgullo! Lo nico que te defender de l es la humildad.
Recuerda con quines luchas: con las malicias espirituales. Su
idea es levantarte en alto para que tengas una cada ms fuer
te. Intentarn convencerte de que tus hazaas espirituales son
fruto de tu propio esfuerzo y que mereces el crdito por ellas.
Seguramente sabes que no es as! Por si se te ha olvidado, re
cuerda cmo eras antes de que llegara el Espritu Santo con los
dones del almacn de Dios para ti. Cmo sentir orgullo por las
[198]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


riquezas de otro? Puedes impresionar a los hombres con tus do
nes, pero no impresionars a Dios. l sabe de dnde provienen.
Donde florece el orgullo, sufre el cuerpo de Cristo. Si Dios
te hubiera dado los dones para tu propio placer o edificacin,
el orgullo no sera tan malo; pero cuando utilizas tus dones pa
ra exaltarte a ti mismo, derribas el Cuerpo de Cristo. Tus do
nes son necesarios para la salud del Cuerpo entero, pero deben
administrarse correctamente. Tienes que asegurarte de recono
cer que Cristo es el Mdico Supremo; t solo eres el ayudante
que emplea sus instrumentos y cumple sus rdenes.
Donde florece el orgullo, la gracia se marchita. He aqu otra
razn para ser humilde si tienes grandes dones: todo pensa
miento orgulloso que albergues te cuesta una medida de la gra
cia. No es posible que prosperen ambos en el corazn del cris
tiano. De hecho, cuando la gracia y el orgullo se sientan juntos
a la mesa, el orgullo es el glotn y la gracia se marcha con ham
bre. El orgullo exige lo mejor y ms de todo para saciar su ape
tito. Este deseo voraz devorar tu espritu de alabanza: cuando
deberas estar bendiciendo a Dios, estars aplaudindote a ti
mismo. Consumir el amor cristiano y te har despreciar el
compaerismo de otros creyentes. Har que no reconozcas los
dones de otros, porque esto quitara algo de la gloria que quie
res reservarte para ti mismo. Finalmente, el orgullo distorsiona
nuestro gusto de modo que no podamos saborear nada que
provenga del plato de otro.
Donde reina el orgullo, Dios disciplina. l no deja que la ma
leza del orgullo crezca en su huerto sin hacer algo por arrancar
la. Puede permitirte que caigas en pecado para humillarte ante
los hombres y ante s mismo, y obligarte a que te arrastres a ca
sa cubierto de vergenza. Tambin puede usar un aguijn en la
carne para pinchar el globo de tu soberbia. Si tu orgullo ha pues
to en juego su honra, espera sentir pronto la vara de correccin
del Seor. Probablemente se aplicar en el mismo punto donde se
arraiga tu orgullo. Ezequas se jact de su tesoro; y Dios envi a
los caldeos para saquearlo. Jons se envaneci por la planta de
ricino o calabacera, y Dios envi un gusano para destruirla. Es
peras que haga caso omiso de este pecado en tu vida, cuando lo
ha tratado tan severamente en otros de sus hijos?
[199]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Donde hay grandes dones, Dios llama a cuentas. Suponga


mos que se muere un amigo nombrndote albacea de sus bien
es. Pero en lugar de dividir la herencia segn las instrucciones
del testamento, depositas el dinero en tu propia cuenta bancaria, para luego andar por la ciudad jactndote de tus riquezas!
Cunto tiempo engaaras a la gente con esta falsa prosperi
dad? Tarde o temprano aparecern los herederos y no solo te
quitarn lo que les pertenece, sino que probablemente te pon
drn pleito. En el sentido espiritual, t solo eres el encargado
de Dios. Te ha dado dones, con instrucciones especficas para
su uso. Para cuando hayas pagado todos los legados, vers que
queda poco para que te jactes de tus bienes. No olvides por un
instante que tendrs que rendir cuentas por los talentos que te
hayan sido encomendados.
Tal vez no reservas tus dones para ti, sino que sirves incan
sablemente a la iglesia. Eso suena bien. Pero te har una pre
gunta: Quin se lleva la honra por tus actividades? Suponga
mos que el albacea testamentario paga los legados segn las
instrucciones, pero dice que son regalos propios. No le llama
ramos ladrn y estafador? Un alma orgullosa que se atribuye
el mrito de sus buenas obras es tal ladrn. Y lo que es peor, le
roba a Dios mismo!
Cmo puedes saber si corres peligro de cometer el pecado
de orgullo espiritual en cuanto a tus dones? Estas son algunas
seales de aviso:
Corres peligro de caer en el orgullo espiritual si te encuen
tras solazndote con ideas de tus dones con una satisfaccin se
creta: sacndolos de vez en cuando para admirarlos. Un orgu
lloso est consumido de amor propio. El orgullo es la nia de
sus propios ojos. El gran tema de todos sus pensamientos es c
mo su personalidad y bienes son mejores que los de otros. An
tes de afirmar que nunca puedes caer en las garras del orgullo,
permteme decirte que nadie es inmune a ello. Bernardo, el gran
cristiano de la antigedad, confes que aun en medio de un ser
mn, el orgullo le susurraba al odo: Bien, Bernardo; muy
bien dicho!.
Cmo puede el creyente evitar estos pensamientos persis
tentes de autoexaltacin? Huye de ellos como de un oso enfu[200]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo


recido. No te pares a escuchar esas mentiras; si lo haces, pron
to el diablo te har levantarte un monumento a ti mismo para
la gloria de tus dones divinos. Recurdate diariamente lo dbil
que eres y cmo dependes totalmente de Dios para todo don
bueno y perfecto.
Otro indicio de estar atrapado en el orgullo espiritual es la
envidia de los dones de otros. Separar la envidia del corazn es
tan difcil como evitar el encuentro de dos amantes. Aquella fue
la causa del primer homicidio: la envidia de Can dio lugar al
asesinato de Abel.
La envidia es una afrenta al carcter y la persona de Dios.
Cuando envidias a otro, cuestionas el derecho del Seor a ad
ministrar sus dones segn su voluntad. Tambin desprestigias
la bondad divina. Te enfadas porque Dios quiere bendecir a al
guien ms que a ti. No quieres que Dios sea bueno? Di igual
que no quieres que sea Dios; porque no puede cesar de ser bue
no ms que dejar de ser Dios. Cuando tu envidia te hace des
prestigiar los dones de otros creyentes, realmente desprecias al
Dios que los otorga.
La envidia, como su madre la soberbia, es la vanguardia de
una horda de otros pecados. Este pecado del corazn va delan
te y prepara la escena para toda clase de pecado de la carne. Sa
l, primer rey de Israel, cay tan bajo que plane el asesinato
del mismo hombre que haba salvado su reino. Desde el da en
que escuch que las mujeres ponan a David por encima de su
persona en los cnticos, no pudo quitar el ruido de sus odos.
La envidia le hizo odiar, y esto dio paso a que planeara el ase
sinato de David.
Ms tarde, qu hizo la envidia en el corazn de David mis
mo? Le hizo codiciar la esposa de su soldado de confianza, Uras, y lo llev por un laberinto de lujuria, mentira, adulterio y
asesinato. Ninguno de estos se habra cometido si no fuera por
causa de la envidia. Se trata de un pecado sangriento, el vien
tre en el cual se forma toda una camada de otros pecados (Ro.
1:29). Por tanto, si no quieres recibir al diablo con todos sus si
carios, resiste el pecado de la envidia.
Para vencer este pecado, has de pedir ayuda del Cielo. Te
nemos una promesa segura de que el fundamento de nuestra
[201]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

virtud es ms fuerte que el de nuestro deseo, pero solamente si


buscamos la ayuda del Espritu Santo: El Espritu que l ha
hecho morar en nosotros nos anhela celosamente. Pero l da
mayor gracia... (Stg. 4:5,6). No desafes a la envidia a un due
lo con tus propias fuerzas; no tienes ni fuerza ni inteligencia pa
ra ganar. Pero Dios te puede dar ms gracia que pecado tienes,
ms humildad que tu orgullo. Si eres lo bastante humilde para
pedir su gracia, se asegurar que no seas tan orgulloso como
para envidiar los dones y las virtudes que ha dado a los dems.
La segunda clase de orgullo espiritual que crece como ciza
a entre el trigo y que Satans utiliza para asaltar al cristiano
es el orgullo por la virtud. Los dones nos equipan para actuar;
la virtud para ser. Hablo de la medida de la gracia, o de los atri
butos santos, que Dios otorga al ser humano. Sabemos que to
das nuestras posesiones en esta vida estn sujetas a la corrup
cin; nada de lo que el cristiano tiene o hace escapa al gusano
del orgullo. El orgullo es frecuentemente responsable de los
puntos blandos de nuestras virtudes, las cuales se estropean f
cilmente. Lo que conserva su pureza no es la naturaleza de
nuestra virtud, sino la sal del pacto divino.
Entonces, de qu manera puede envanecerse un cristiano
por su virtud?
Primero, dependiendo de la fuerza de dicha virtud. Confiar
en la fuerza de tu propia bondad es orgullo de virtud. As se re
chaza la pobreza en espritu que Cristo encomiaba tan a me
nudo (Mt. 5). Se nos llama a reconocer nuestra propia indi
gencia espiritual y depender de l para cada necesidad. Pablo
fue un hombre as. No se avergonzaba de que todo el mundo
supiera que Cristo llevaba su bolsa: Nuestra competencia pro
viene de Dios (2 Co. 3:5).
Qu le pas a Pedro cuando se jact de la fuerza de su pro
pia virtud? Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escanda
licen, yo no (Mr. 14:29). Se dispuso a competir con el diablo,
y fall aun antes de llegar a la salida. Cristo en su misericordia
dej que Satans pisoteara la virtud propia de Pedro para de
mostrarle su verdadera naturaleza y bajarle de las alturas de su
orgullo.
Ora para que obtengas esta clase de misericordia si Dios te
[202]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

ve trepando por la escalera de tu propio xito espiritual. Joab,


cuando vio a David envanecerse por la fuerza de su reino y que
riendo hacer un censo, le dijo: Aada Jehov tu Dios al pue
blo cien veces tanto como son; mas por qu se complace en es
to mi seor el rey? (2 S. 24:3). Puede un criado envanecerse
al montar el caballo de su amo, o un huerto jactarse por el sol
que lo ilumina? No deberamos mejor decir por cada gota de
virtud, como dijo el joven del hacha: Ah, seor mo, era pres
tada! (2 R. 6:5)?
Apyate en la fuerza de tus propios atributos piadosos, y te
volvers negligente en tu servicio a Cristo. Saber que eres dbil
evita que te alejes demasiado de l. Cuando ves que tu propia
despensa est vaca y todo lo que necesitas es suyo, acudirs a
menudo a l en busca de suministros. Pero un alma que cree
poder arreglrselas sola dir: Tengo de sobra para mucho
tiempo. Que ore el alma fluctuante; mi fe es fuerte. Que el d
bil acuda a Dios; yo me las apao sola. Qu triste es suponer
que ya no necesitamos de la gracia sustentadora de Dios a ca
da momento.
La sobreestimacin de la fuerza de nuestra propia virtud no
solo nos hace rehuir la ayuda de Dios, sino que tambin nos
vuelve imprudentes y temerarios. Los que alardean de su espi
ritualidad probablemente se metern en toda clase de situacio
nes peligrosas, jactndose de que pueden manejarlas. Piensan
que estn tan firmes en la verdad que todo un equipo de here
jes no sera capaz de apartarlos. Irn adonde ningn cristiano
debera aventurarse, escucharn lo que ningn cristiano debe
ra or; insistiendo siempre en que aunque otros bien podran
traicionar a Cristo en tales circunstancias, ellos nunca lo harn.
Pedro demostr esta misma necia confianza la noche antes de
la crucifixin del Seor, y ya sabes como termin. Su fe habra
muerto en el acto si Cristo no le hubiera rescatado con una mi
rada de amor.
Una confianza arrogante en la fuerza de tu propia virtud te
har crtico y despreciativo con los hermanos creyentes que ad
miten su debilidad, y este es un pecado muy indecoroso. Pablo
dice: Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros
que sois espirituales, restauradle con espritu de mansedum
[203]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

bre (G. 6:1a). Si te preguntas por qu t, que te consideras


por encima de tal reproche, debes humillarte para ayudar a un
hermano cado, he aqu una razn excelente: Considerndote
a ti mismo, no sea que t tambin seas tentado (v. 1b).
Dios te advierte contra de la espiritualidad demasiado con
fiada. Por qu la gente es tan desconsiderada con los pobres?
Creen que eso no les pasar a ellos. Qu hace que los creyen
tes juzguen a otros con tanta dureza? Confan demasiado en su
propia virtud, creyendo que no pueden caer. Al or acerca del
pecado escandaloso de un hermano, Bernardo de Claraval di
jo: l cay hoy, yo puedo tropezar maana. Ojal que to
dos pudiramos tener ese espritu humilde!
La segunda manera de enorgullecemos de nuestra virtud es
depender del valor de dicha virtud, pensando que podemos ser
lo bastante buenos para Dios. La Palabra llama a la virtud in
herente justicia propia, y la contrapone a la justicia de Cris
to, que es la nica justicia de Dios (Ro. 10:3). Cuando con
fiamos en nuestra propia virtud, la exaltamos por encima de la
gracia de Dios. Si fuera en realidad superior, el cristiano podra
decir al llegar al Cielo: Esta es la ciudad que yo constru, y que
mi virtud compr. Hara de Dios un inquilino y de su criatu
ra el dueo! Ridculo? Sin embargo, esta es la misma actitud
que demostramos cuando intentamos ganar la aceptacin de
Dios con nuestros esfuerzos. Con qu paciencia el Dios del
universo soporta el orgullo de sus indignas criaturas!
Si comprendes algo de la Palabra de Dios, sabrs que l ha
dispuesto que nuestra salvacin se logre de forma muy distinta
al obtenerla por obras. Es por gracia, nunca por nuestra virtud.
Es por la gracia divina. Cualquier virtud inherente nuestra tie
ne su lugar y oficio como acompaante de la salvacin (He.
6:9), pero no la procura. Esa es la obra de Cristo, y solo suya.
Cuando Israel esperaba en el Seor en el monte Sina, tena
ciertos lmites. Ninguno deba subir al monte para hablar con
Dios, excepto Moiss. Ni siquiera haban de tocar el monte so
pena de muerte. He aqu una metfora espiritual de nuestra vir
tud. Todas las virtudes se nos dan para mejorar nuestro servi
cio a Dios, pero ninguna se yergue para desafiar a la fe como
base de nuestra aceptacin por parte de Dios. La fe, sin el es[204]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

torbo de las obras, es la virtud que debe presentarnos a Cristo


para salvacin y purificacin.
Esta doctrina de la justificacin por la fe ha sido ms ataca
da que ninguna otra enseanza de la Biblia. Muchos otros erro
res fueron simplemente tretas sutiles del enemigo para minarla.
Cuando Satans no puede ocultar esta verdad, obra para es
torbar su aplicacin prctica. As se puede ver a cristianos que
defienden la justificacin por la fe, pero su actitud y sus accio
nes contradicen su profesin. Igual que Abraham con Agar, in
tentan lograr la voluntad de Dios por medios carnales. Todos
estos esfuerzos que parecen tan nobles son en realidad viles,
porque surgen del orgullo.
En el fondo, el orgullo por tus propias habilidades impide
que obres para la justicia. Te esfuerzas por orar ms, ser mejor
cristiano, tener ms fe... Te alientas diciendo: Puedo hacer
lo!. Pero pronto encontrars tu propia virtud insuficiente aun
para la tarea ms sencilla, y tu gozo se escapar por las grietas
de tus deberes imperfectamente cumplidos y tus dbiles virtu
des. El lenguaje del orgullo anhela el pacto de las obras, y la
nica salida de esta trampa es dejar que el nuevo pacto corte el
cordn umbilical del pacto antiguo y reconocer que la gracia de
Cristo reemplaza a las obras de la ley.
Satans emplea dos clases de orgullo para mantener nuestra
confianza en el valor de nuestra propia virtud: a una la llamo
el orgullo corts; y a la otra, el orgullo autosatisfecho.
El orgullo corts entra de puntillas, disfrazado de humildad.
Es el alma que llora y gime por su vil condicin, rechazando to
do consuelo. Ciertamente ninguno puede pintar su pecado lo
bastante negro, pero considera cmo se desacreditan la mise
ricordia de Dios y los mritos de Cristo cuando decimos que es
tas cosas no bastan para comprar nuestro perdn! Acaso no
hay mejor manera de demostrar tu conviccin de pecado que
desprestigiando al Salvador? No ests dispuesto a ser deudor
de Cristo por tu salvacin, o es que tienes demasiado orgullo
para implorar que te perdone?
Es un orgullo terrible que un mendigo se muera de hambre
por no aceptar limosna de parte de un rico, o que un reo opte
por la muerte en lugar de aceptar el perdn de mano de un rey
[205]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

compasivo. Pero esto es an peor: el alma se consume y muere


en el pecado rechazando la misericordia de Dios y la mano de
Cristo tendida para salvarle. Dios dice que no hay alma a la
que l no pueda salvar. Si sigues por este camino considerado
humilde le ests llamando mentiroso. Te ha engaado la idea
de que tus lgrimas son ms purificadoras que la sangre de
Cristo.
Otra forma de orgullo espiritual que demuestra la depen
dencia del valor de la propia virtud es el orgullo autosatisfecho.
Aqu el corazn se exalta secretamente, diciendo: Puede que
no sea perfecto, pero soy mucho mejor que la mayora de los
creyentes que conozco. Cada mirada as del alma es adltera;
o mejor dicho, idlatra. Siempre que ofreces a tu propia justi
cia la adoracin interior de tu confianza y certidumbre, come
tes una gran iniquidad. Acudes para abrir la puerta del Cielo
con una llave vieja, cuando Dios ha puesto cerraduras nuevas.
Si eres realmente creyente, debes reconocer que tu entrada
inicial al estado de justificacin fue por pura misericordia. Fuis
te [justificado] gratuitamente por su gracia, mediante la re
dencin que es en Cristo Jess (Ro. 3:24). Y una vez reconci
liado, de quin eres deudor? De tu propia virtud, tu obedien
cia, de ti mismo, o de Cristo? Si Cristo no manda en todo lo
que haces, seguramente encontrars cerrada la puerta de la gra
cia. La justicia de Dios se revela por fe y para fe, como est
escrito: Mas el justo por la fe vivir (Ro. 1:17). No solo nos
da Cristo la vida, sino que vivimos por Cristo: el camino al Cie
lo est hecho de gracia y misericordia de principio a fin.
Por qu insiste Dios tanto en que utilicemos su gracia en
vez de nuestra virtud? Porque sabe que esta ltima es inade
cuada para el trabajo. La verdad es que confiar en nuestra pro
pia virtud solo trae problemas y dolor; confiar en la gracia de
Dios produce paz y gozo duraderos.
En primer lugar, confiar en tu propia virtud a la larga la des
truir. La virtud inherente es dbil. Si la obligas a soportar el
yugo de la ley, tarde o temprano caer en el camino, incapaz de
llevar la pesada carga de tu antigua naturaleza. Te hace falta el
yugo de Cristo, pero no lo puedes tomar hasta que hayas des
echado el que te ata a las obras.
[206]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

Cmo se consigue esto? Renunciando a toda expectativa en


ti mismo. Si eres de los que llevan aos diciendo ser cristiano,
pero, ves poco fruto en tu vida, tal vez debas cavar hasta la ra
z de tu profesin para ver si la semilla plantada se ha cultiva
do en el suelo yermo del legalismo. De ser as, arrncala de una
vez y replanta tu alma en el campo frtil de la gracia de Dios.
David relat cmo haba llegado a prosperar mientras los ricos
y famosos se marchitaban y moran de repente: He aqu el
hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confi
en la multitud de sus riquezas [...]. Pero yo estoy como olivo
verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confo eter
namente y para siempre (Sal. 52:7,8).
No solo aplastas tu virtud obligndola a cargar con tu sal
vacin, sino que tambin te privas del consuelo verdadero en
Cristo. El consuelo del evangelio brota de la raz bblica, que es
Cristo: Nosotros somos la circuncisin, los que en espritu ser
vimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jess, no teniendo con
fianza en la carne (Fil. 3:3). El primer paso para recibir el con
suelo del evangelio es desechar todo consuelo propio. Un m
dico le pide a su paciente que deje de acudir a los dems mdi
cos que han estado jugando con su salud, y confe en l para la
cura. Como mdico espiritual, el Espritu Santo pide que tu al
ma deseche a todo antiguo doctor todo deber u otro camino
de obediencia y se apoye solamente en l.
Clama tu alma desde lo profundo por la paz interior? Exa
mina el pozo del cual sacas tu consuelo. Si es la cisterna de la
autosuficiencia, constituye un consuelo finito y pronto se seca
r. Est mezclado o diluido y, por tanto, no alimenta mucho.
Sobre todo es robado, si lo reclamas como tuyo propio y no lo
reconoces como un don de Dios. Cunto consuelo puedes es
perar de lo robado? Qu necedad hacer de ladrn cuando el
Padre tiene mucho ms y mejor para darte que lo que t pu
dieras robar en toda una vida! Es un engao satnico muy as
tuto el hacernos dispuestos a robar pero demasiado orgullosos
para rogar la misericordia de Dios.
La tercera clase de orgullo es el orgullo de los privilegios. Es
ta es otra clase de orgullo que emplean los demonios para en
vanecer al creyente. Hay tres clases de privilegio particular[207]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mente tiles para sus fines: el privilegio de la eminencia; el pri


vilegio de la persecucin; y el privilegio de la bendicin.
El orgullo de la eminencia. Para humillar su corazn cuan
do el hombre est en un puesto elevado hace falta una gran me
dida de gracia. Cristo percibi el brote del orgullo en los seten
ta misioneros enviados durante su ministerio terrenal: volvie
ron del viaje obviamente impresionados por sus propias haza
as y ansiosos de extender la nueva de los milagros que haban
hecho. Nuestro Seor les advirti, diciendo: No os regocijis
de que los espritus se os sujetan; sino regocijaos de que vues
tros nombres estn escritos en los cielos (Lc. 10:20).
En otras palabras: No te ciegue tu propia gloria cuando
florezca tu ministerio, ni pienses que el mrito de tus obras es
una medida de tu propio valor. Habr almas en el Infierno que
digan: Seor, Seor [...], en tu nombre echamos fuera demo
nios (Mt. 7:22). No te valores entonces por las obras que ha
yas hecho en mi nombre, sino por las evidencias de mi gracia
redentora en tu alma.
El orgullo de persecucin. Sufrir por la verdad divina es re
almente un gran privilegio: A vosotros os es concedido a cau
sa de Cristo, no solo que creis en l, sino tambin que padez
cis por l (Fil. 1:29). La fe es un gran don; no podemos lle
gar al Cielo sin ella. Pero la perseverancia es mayor, porque sin
ella la fe no durara ni valdra gran cosa. Si la perseverancia en
s vale mucho, cunto ms honorable es si se aplica en el caso
del sufrimiento.
A veces nos imaginamos a los mrtires tan santos que se ha
llan fuera del alcance de Satans. Pero mientras haya un hlito
de vida en el cristiano, Satans intentar destruir su fe. A ma
yor fe, mayor ira satnica. Si no puede evitar que alguien celo
so sufra por Cristo, gastar sus energas en un intento de con
taminar con el orgullo este acto de amor y obediencia.
Para mantenerte humilde, si Dios te concediera el privilegio
de la persecucin, escribe las siguientes amonestaciones en las
tablas de tu corazn:
1) Merezco sufrir. Aunque no merezcas hacerlo a manos
de otros hombres, aun as no puedes decir que no merezcas el
sufrimiento. Acaso no llevaron a la cruz al Salvador tus peca[208]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

dos como los del que ms? Nadie ha sufrido sin pecado aparte
de Cristo; por tanto, ninguno puede gloriarse en el sufrimiento
menos l. Todos debemos clamar con Pablo: Pero lejos est de
m gloriarme, sino en la cruz de nuestro Seor Jesucristo (G.
6:14). John Careless, el mrtir ingls que muri en la crcel a
causa de Cristo, dijo humildemente: Es un honor que no se les
permite a los ngeles; por tanto, Dios perdone mi ingratitud.
2) Solo persevero por la gracia de Dios. Cuando se te lla
ma a sufrir, te apoya tu propia virtud, o la gracia de Cristo?
Hablas tus palabras o las suyas cuando testificas acerca de la
verdad? Y cmo es que eres un sufridor y no un perseguidor?
Lo debes todo a Dios! l no sera tu deudor ni aunque tuvie
ras mil vidas para darle. Podra haberte dejado en paz para que
vivieras y murieras en tus concupiscencias. Podra haber per
mitido que murieras en la horca como mrtir de la causa dia
blica: por asesinato, violacin u otro crimen horrible. O po
dra haber alejado de ti su gracia dejndote que te enfrentaras
solo a tus perseguidores. Cunto tiempo duraras en presencia
de un Nabucodonosor sin el sustento del poder de Dios? Me
jor es seguir el ejemplo de Esteban, que fij la vista en el Cielo
(cf. Hch. 7:55). Si necesitas la fuerza del Espritu Santo a fin de
vivir diariamente para Cristo, cunta ms falta te har si eres
llamado a morir por l?
3) Si me atribuyo el mrito por mi sufrimiento, no puedo
decir que sufra por Cristo. Lo que un mrtir hace para Dios
no es el hecho de sufrir sino la actitud ante el sufrimiento. Pue
des entregar tu cuerpo a la hoguera, pero si te plantas en el fue
go con un corazn orgulloso, mueres por ti mismo, no por
Cristo! Si tu meta secreta es levantar un monumento a tu pro
pia memoria para que la gente alabe tu fe y valor despus de tu
muerte, tu ofrenda no es aceptable ante Dios. El Seor no reci
be ninguna ofrenda del corazn orgulloso; y no rechazar nin
guna ofrenda de la mano humilde.
El orgullo de la bendicin. Si por una parte Satans est a la
puerta de la persecucin ofreciendo el consuelo del orgullo, se
guramente tambin aparecer en la fuente de la bendicin,
ofrecindote el mismo pecado.
Cuando Dios irrumpe con manifestaciones de su amor ms
[209]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

grandes de lo normal, el cristiano corre peligro de que su cora


zn se envanezca. Puesto que Dios parece prestarle una aten
cin especial, empieza a creer que es un hijo predilecto. La
respuesta correcta a las bendiciones especiales de Dios debe ser
la humildad y un profundo sentir de amor y gratitud. Si el co
razn est algo duro y enfriado por los afanes de la vida, se de
be ablandar y derretir al sol de su amor. Pero como siempre, Sa
tans intenta frustrar los propsitos de Dios y el orgullo es lo
que ms fcilmente estropea el don divino.
Verdaderamente, Dios nos deja ver la tendencia al pecado
del orgullo por su corta permanencia con nosotros cuando lle
ga con revelaciones de su amor mayores que lo normal. El Con
solador mora siempre en el seno del cristiano, pero aquel gozo
exuberante en el Espritu Santo aparece y desaparece con la ve
locidad de una gacela. Una revelacin fugaz del Cielo y una vi
sin de amor de vez en cuando alientan el espritu del creyente
desalentado en su ascenso del monte de pruebas y deberes. Pe
ro si el Seor le dejara construir un tabernculo all para mo
rar bajo el sol constante de tal exhibicin de su favor, pronto se
olvidara de donde proviene, y empezara a creerse seor de su
propio consuelo.
Si el apstol Pablo corra peligro de caer en la trampa de la
arrogancia espiritual despus de su corto arrebatamiento (para
prevenir lo cual, Dios le dio un aguijn en la carne), no crees
que sera ms que probable que Satans nos atrapara tambin
a nosotros? Por tanto, cristiano, vigila ms que nunca en los
momentos que Dios ms te mece en los brazos de su amor.
Algunas precauciones que tomar:
1) No midas la virtud por el consuelo. Dios no te manda ne
cesariamente una medida extra de consuelo como premio por
tu virtud. Estas revelaciones de su amor efectivamente testifi
can de su gracia en ti, pero no dicen nada del grado y la medi
da de tu virtud inherente. Por lo general, el nio dbil pasa ms
tiempo en el regazo de su madre que el fuerte.
2) No te descuides en el consuelo. En su lugar, emplea este
tiempo de bendicin para trabajar ms que nunca para el Se
or. Las manifestaciones del amor de Dios nos deben preparar
para el trabajo. Solazarte en su amor es una cosa; salir en el po[210]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

der del consuelo del Espritu es otra. Necio aquel que pasa to
do su tiempo contando su dinero sin invertirlo; sabio aquel que
hace trabajar su dinero y gana intereses. Espiritualmente, el que
amontona sus consuelos los perder, mientras el que los utiliza
para Cristo aumentar su tesoro cinco, diez y hasta cien veces.
3) No te imagines como la fuente de tu propio consuelo. Re
cuerda que dependes de Dios para la paz y el gozo continuos.
Las sonrisas de ayer no te contentarn hoy, como tampoco el
pan que comiste ayer puede saciarte si no vuelves a comer. Ne
cesitas beber diariamente del amor de Dios para estar satisfe
cho. Si Dios esconde su rostro por un instante, pronto olvida
rs el sabor y aspecto de los consuelos del momento anterior.
Nos reiramos del hombre que, mientras el sol brilla en sus
cristales, intentara guardar los rayos en casa cerrando las ven
tanas. Pero somos igualmente necios si recibimos el gozo pre
sente para apartarnos de la presencia de Dios, suponiendo que
ya tenemos de sobra. Se siente el calor del sol nicamente es
tando expuestos a sus rayos; experimentamos el consuelo de
Dios solo mientras tenemos el rostro vuelto hacia l.
El consuelo cristiano es como el man de Israel: cae diaria
mente del Cielo. Se nos dice que Dios dio man a su pueblo pa
ra afligirle y probarle (cf. Dt. 8:16). No creas que los humilla
ba porque fuera comida de pobres, ya que de hecho era pan
de nobles (Sal. 78:25). Pero la forma de entregrselo los man
tuvo humildes. Dios tena la llave de la despensa; los obligaba
a esperar en l y reconocer continuamente que solo l era la
fuente de su vida. Dios comunica nuestros consuelos espiritua
les de la misma manera y con el mismo fin: para humillarnos.
c)ltimos

pensamientos

sobre

las

malicias

espirituales

Satans se esfuerza al mximo por envolverte en malicias espi


rituales por encima de todo lo dems. Ellas te cauterizan la
conciencia, ciegan tu mente y endurecen tu corazn. Si pereces,
ser a manos de estos pecados. Otros pecados preparan el ca
mino para los pecados espirituales. Por tanto, Satans te atrae
al pecado carnal para luego llevarte al pecado espiritual.
Los pecados carnales preparan el camino a los espirituales
de dos maneras. Primeramente, el alma sumida en pecado car
[211]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

nal est ms naturalmente dispuesta para el espiritual. Cual


quier pecado, por su naturaleza, endurece el corazn: Ningu
no de vosotros se endurezca por el engao del pecado (He.
3:13). Tal vez hayas visto un sendero endurecido por los cascos
de los caballos. Aunque no lo veas con los ojos fsicos, el peca
do carnal hace lo mismo con el corazn. El Espritu Santo est
en el sendero, rogando al pecador que deje sus pecados y acu
da al perdn. l puede ablandar el corazn de nuevo; pero si el
pecador se obstina en rechazarlo y permite que estos pecados
galopen por su corazn, Dios por fin lo entregar a sus concu
piscencias. Esta es la segunda manera como los pecados carna
les preparan el corazn para los espirituales. Cuando Dios
aparta su poder restrictivo, el diablo tiene al pecador encerra
do a cal y canto. Si Dios deja tu corazn duro y sin quebrantar,
es triste seal de que no piensa sembrar all su gracia. Ora pa
ra que nada de esto te acontezca. A fin de asegurarte de ello, no
rechaces su ofrecimiento de ablandarte.
El endurecimiento de parte de Dios es consecuencia del en
durecimiento de nuestros propios corazones. Aunque pierdas
tu herencia terrenal contra tu voluntad, no puedes perder la es
piritual si no quieres. Dios no endurece ni condena a nadie que
no rechace voluntariamente su gracia. Un pensamiento solem
ne: Si entras en la eternidad con un corazn duro e impeniten
te, solo t tienes la culpa de ello.
5. El campo de batalla (en las regiones celestes
o en las cosas celestiales)
La ltima parte de la descripcin de nuestro gran enemigo es
algo ambigua en el original. La mayora la traducen en las re
giones celestes, como si el apstol quisiera destacar el lugar
ventajoso del enemigo al estar por encima de nosotros. Pero al
gunos interpretes, antiguos y modernos, la traducen no como
en las regiones celestes sino como en las cosas celestiales.
Esto significa que Pablo quiere decir en esencia: No luchamos
por trivialidades, sino por lo celestial... por el Cielo mismo!.
Esta me parece la interpretacin preferible por varias razo
nes:
Primera: el mismo trmino en otros pasajes de la Palabra se
[212]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

traduce por cosas. Aparece unas veinte veces ms en el Nue


vo Testamento y nunca se interpreta como un lugar en el aire,
sino, siempre como cosas verdaderamente celestiales y espiri
tuales. Si la palabra significara lugar, sera un lugar supracelestial y, por tanto, un lugar vedado al diablo.
Segunda: de qu sirve indicarnos que Satans est en un lu
gar por encima de nosotros? Si sabemos algo acerca de los es
pritus, sabemos que por antonomasia estn por encima de
nosotros. Siendo inmateriales no limitados a carne y hueso
tienen esta ventaja. Pero si interpretamos la palabra como co
sas, eso aade peso a todas las dems ramas de esta descripcin
que hemos estudiado en profundidad. Significa entonces que
luchamos contra principados, potestades y malicias espirituales
por el mayor de los premios: el ofrecido por el mismo Cielo. Tal
enemigo y tal premio deberan hacernos sumamente esmerados
en cmo manejamos el combate.
a) El llamamiento celestial del cristiano

Cul es entonces la premisa de Pablo? Sencillamente, que es


tamos en una lucha de vida o muerte con Satans mismo, con
la mirada fija en el Cielo. Es decir que el mayor deseo de Sata
ns es robarle al cristiano todo lo celestial, dejndolo indigen
te. El cristiano como tal es un extranjero en la tierra: todo lo
que tiene o desea es celestial. De forma que cualquier cosa que
ocurra aqu abajo est muy alejado de su verdadero ser o feli
cidad, y no interfiere ni con su gozo ni con su pena.
Si se colma a un hombre de toda riqueza y honra terrenal,
no por eso ser cristiano. Si se inunda con ellas a un cristiano,
tampoco lo harn un mejor cristiano. Despojado y desnudo, el
cristiano seguir siendo cristiano, y tal vez un cristiano mejor.
Satans podra hacerle poco dao al cristiano sincero si ni
camente dirigiera sus poderes contra los gustos externos de es
te, porque no significan nada en comparacin con su herencia
espiritual. De hecho, el ataque satnico contra los bienes terre
nales del cristiano no le daa ms que si un ladrn desnuda a
alguien y luego le da una paliza al montn de ropa! En tanto
en cuanto prevalezca el espritu de gracia en el corazn del cris
tiano, este se ha despojado del deseo por las cosas mundanas;
[213]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

de ah que el botn que Satans acecha es su tesoro celestial: su


naturaleza, ocupacin y esperanzas.
1) La naturaleza del cristiano es celestial, nacida de arriba.
Igual que Cristo es el Seor venido del Cielo, todos sus hijos
son celestiales. La santidad de Cristo manifestada en ti, le re
cuerda a Satans su primer estado. l ha perdido la hermosura
de la santidad para siempre, y ahora como verdadero apstata
intenta estropearla en ti.
Dios pone el sello de su imagen en el rostro de tu alma. Es
ta belleza es lo que nos hace ms semejantes a Dios. l anhela
ver su clara semejanza reflejada en sus hijos, y sus hijos verda
deros anhelan parecerse a l. Satans lo sabe, y obra incansa
blemente para desfigurar la imagen divina. Malograr la natu
raleza del cristiano avergenza a este y trae ignominia sobre
Dios, al distorsionar su imagen. No vale la pena arriesgar la
vida contra este enemigo que quiere aniquilar aquello que nos
hace ms semejantes a Dios?
2) La ocupacin del cristiano es celestial. Es decir, que Dios
es nuestro director. Podemos sembrar en la tierra pero la cose
cha ser en el Cielo. Esto mantiene el corazn y los deseos en
un plano celestial. En sentido espiritual, los pies del cristiano se
plantan all donde otros ni ven el terreno. Pisa la Luna y se re
viste del sol. Mira abajo a los hombres terrenales como el que
est en lo alto de una colina contempla a los que viven en las
marismas. Mientras l respira el puro aire celestial, ellos se aho
gan en el miasma de placeres y ganancias carnales. l sabe que
una sola perla celestial vale ms que toda una vida acumulan
do bienes terrenales.
La gran ocupacin del cristiano es hacer aquello que haga
progresar el Reino de los cielos. No solamente se interesa por
su propio bienestar, sino que recluta de buen grado a sus ami
gos y vecinos para su empresa eterna. Esto alarma al Infierno:
Qu...? No se contenta con ir solo al Cielo, sino que utiliza
su ejemplo santo y su trabajo fiel para llevarse consigo a otros!
Esto hace salir al len rugiente de su guarida. Tal cristiano se
guramente encontrar al diablo oponindosele en su camino.
3) Las esperanzas del cristiano son todas celestiales. El cris
tiano no espera una satisfaccin duradera de nada en el mun[

214

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

do. De hecho, se considerara la persona ms miserable de la


historia si los nicos premios que esperara de su religin fueran
a este lado de la eternidad. No; l anhela el Cielo y la vida eter
na. Aunque sea tan pobre que no pueda dejar ni un cntimo en
su testamento, se tiene por mayor heredero que el hijo del rey
ms importante de la tierra.
La esperanza es la virtud que nos ensea a regocijarnos en
la promesa de la gloria y nos acompaa en nuestros peores mo
mentos. Cuando la situacin es tan grave que no imaginamos
ninguna forma en que pueda empeorarse, la esperanza levanta
nuestros ojos de los problemas del momento y los fija en el go
zo eterno por venir. Podemos hasta sonrer delante de nuestros
perseguidores, sabiendo que en poco tiempo la cruz se nos qui
tar de los hombros para siempre, y las cabezas de los siervos
del diablo sern despojadas de sus coronas terrenales. Se habr
agotado el gozo de estos, pero el creyente lo disfrutar sin fin.
La comprensin de esta verdad llena al cristiano de tal gozo
que no escucha las mentiras del diablo acerca de la infidelidad
o negligencia hacia Dios. Cerrando los odos a las burlas de Sa
tans, abre su corazn a las promesas de la Palabra de Dios y
descansa en ellas. Su actitud apacible atormenta al diablo que
no soporta ver al cristiano rumbo al Cielo a toda vela, lleno de
la dulce esperanza de una celebracin gloriosa al llegar a puer
to. Por eso Satans levanta todas las tormentas posibles con la
esperanza de causar un naufragio o, al menos, de obligar al
cristiano a arrastrarse hasta el puerto celestial con las manos
vacas.
b) Un llamamiento digno de la lucha

Partiendo de la intensidad del ataque diablico contra la he


rencia celestial, vemos la necesidad de perseverar en la lucha.
Ahora una amonestacin para cuatro clases de personas:
1) Los que se niegan a luchar. Muchos, en lugar de tomar el
Cielo por la fuerza, lo evitan con la fuerza. Cunto tiempo lle
va el Seor clamando en las calles: Arrepentios, porque el rei
no de los cielos se ha acercado!? Pero hasta el da de hoy son
millones los que corren alocadamente hacia el Infierno, y no es
tn dispuestos a dar la vuelta. Se niegan voluntariamente a ser
[215]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

llamados hijos de Dios. Escogen los placeres del pecado por en


cima de las riquezas del Cielo, prefiriendo morir en sus trans
gresiones a admitir la necesidad que tienen del perdn de Cris
to.
Orgullo necio! Un paralelismo histrico ilustra la incohe
rencia de tal pensamiento. Catn y Csar eran grandes enemi
gos. Cuando Csar asumi el poder, Catn supo que tendra
que apelar a su archienemigo para salvar su vida. Pero en lugar
de humillarse, se suicid. Al or la noticia, Csar dijo: Ay, Ca
tn! Por qu me quitaste el honor de perdonarte la vida?.
No andan muchos como escatimndole a Cristo el honor
de salvar sus almas? Qu otra razn puedes dar, t pecador,
para rechazar su gracia? Acaso te son repugnantes el Cielo y
la felicidad? Puedes decir honradamente que no los quieres?
Entonces por qu no aceptarlos? Por el amor de Dios, piensa
lo que ests haciendo! Luchas contra la vida eterna, y al hacer
lo te declaras indigno de ella (cf. Hch. 13:46).
2) Los que se olvidan de luchar. Te costara trabajo encon
trar una persona que no se regocijara finalmente en la salvacin
de su alma. Pero dnde est el cristiano que demuestra su en
trega mediante su gran esfuerzo? Si el deseo trajera la vida eter
na, la mayora estaran contentos de entrar por la puerta del
Cielo; pero si esto significa luchar, y hacer de la fe su prioridad,
entonces no estn tan seguros.
Son demasiados los que malgastan la vida deseando que el
camino al Cielo fuera ms fcil, pero reacios a remangarse y
buscar la gracia necesaria para la empresa. Necesitan entender
que la lucha por el Seor promete una victoria segura, mientras
que pelear contra l garantiza el fracaso.
La desdicha de los condenados se aumentar cuando com
prendan plenamente aquello que perdieron al perder a Dios, y
al recordar todos los medios que se les ofrecieron para obtener
la vida eterna. Cuando ya sea tarde, lamentarn no haber que
rido aceptar el ofrecimiento de Cristo.
3) Los que fingen luchar. Estos son los que arman mucho
ruido con su religin, pero que en secreto han puesto sus cora
zones en metas terrenales. Fingen dirigirse al Cielo, pero su co
razn est lleno de hipocresa. Estos engaadores son como el
[216]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

guila que, al volar ms alto, fija la vista en la presa carnal de


la tierra.
Los hipcritas siempre han sido, y siempre sern, parte de la
muchedumbre que entra a la iglesia y se mezcla con los hijos de
Dios. Su lenguaje es puro, su servicio admirable; pero su cora
zn est revestido de engao. Peor an, se engaan a s mis
mos. El mundo puede llamarlos cristianos equivocadamente,
pero Cristo sabe que son demonios. Qu dijo el Seor de Ju
das, el hipcrita supremo? No os he escogido yo a vosotros
los doce, y uno de vosotros es demonio? (Jn. 6:70).
De todos los demonios, ninguno es tan malo como el que
profesa ser cristiano: el demonio que predica y ora. Dios ha
mostrado repetidamente su desagrado severo cuando su pueblo
ha prostituido lo sagrado para fines mundanos. De todos los
hombres, Dios disciplina antes a aquel que disfraza los asuntos
mundanos y malos con pretensiones santas. El Seor ha hecho
una solemne promesa: Pondr mi rostro contra aquel hombre,
y le pondr por seal y por escarmiento, y lo cortar de en me
dio de mi pueblo; y sabris que yo soy Jehov (Ez. 14:8).
4) Los que estorban la lucha de los dems. Entre los ladro
nes a menudo hay un batidor que indaga dnde puede encon
trarse el botn. Es el cerebro detrs de toda operacin ilcita,
pero nunca arriesga su propia piel cometiendo l mismo el cri
men. El diablo sigue esa misma tctica, vigilando cmo anda el
cristiano, adonde va y en compaa de quin. Luego decide cul
es la mejor forma de despojarle de su virtud.; y una vez traza
do el plan, manda a otro para que lo lleve a cabo. As es como
envi a los amigos de Job y hasta a su mujer para tentar
lo; o mand a la esposa de Potifar para que engatusase a Jos.
Amigo, pregntate a ti mismo si alguna vez has prestado al
diablo un servicio de este tipo. Has tenido quiz un hijo cuyo
corazn se enterneci en cuanto a Dios, pero t estabas dema
siado ocupado para llevarlo al culto o ensearle el camino del
Seor? Tal vez ahora sea adulto y ya no tenga tiempo para los
asuntos de Cristo. O bien tu cnyuge estaba lleno de entusias
mo y fe, pero el convivir con tu espritu fro y tu actitud amar
ga ha ahogado la llama que antes arda tan viva.
Cmo ser la acusacin que se te haga cuando aparezcas
[217]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ante el tribunal en el Da del Juicio? No te bast con rechazar


t mismo a Cristo; tuviste que intimidar a quienes queran ba
tirse por llegar al Cielo. Qu terrible delito! As atesoras pa
ra ti mismo ira para el da de la ira (Ro. 2:5).
c) Aviso para los que desean un premio celestial
1) En cuanto a los bienes terrenales. Si luchas por el Cielo y

las cosas celestiales, aun para tu trabajo terrenal tendrs una


actitud santa de corazn. Toma todas las precauciones a fin de
no desenvolverte como los mundanos. Si siendo creyente recu
rres a las estrategias del mundo en la bsqueda de los bienes
materiales, ello te costar dos cosas valiosas: la gloria de Dios
y la felicidad de tu alma. Muchos amados siervos de Dios han
rechazado la fama o la gloria por tener un precio demasiado al
to. Moiss renunci a todos los privilegios de la corte por re
chazar el ttulo de hijo de la hija del faran. Abraham rehu
s aceptar los regalos del rey de Sodoma por temor a que lo
acusaran de codicia o inters. Todo hijo de Dios debe ser tan
esmerado como l. No lo olvides: nada que provenga de la tie
rra vale la pena cambiarlo por la gloria de Dios o por tu pro
pia paz.
Un cristiano verdadero mostrar celo en sus asuntos diarios,
pero toda su energa estar dirigida hacia el Cielo. Mientras sus
manos se ocupan en el trabajo, su corazn y su mente piensan
en asuntos superiores: cmo agradar a Dios, crecer en la gracia
y disfrutar de una comunin ms intima con Cristo. El hombre
carnal, en cambio, pasa largas horas en su taller y, al volver a
casa, dedica la mitad de la noche a planear cmo puede hacer
que su negocio prospere. Suda en el taller, pero se enfra en la
oracin. No hay temporal que le haga faltar a la plaza, pero si
el camino a la iglesia es resbaladizo o hace un poco de fro, se
excusa de los cultos. Ninguna inconveniencia le estorba para
engrosar su bolsa, pero si el predicador le entretiene un minu
to ms de la hora, se queja. En resumen: en el trabajo pone los
ojos en la caja; pero en la iglesia los pone en el reloj.
Si algo de esto te habla a ti, acude rpidamente a Dios y p
dele un cambio radical de corazn.
2) En el uso de los bienes terrenales. Tal vez tengas un esp[

218

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

ritu celestial en cuanto a la obtencin de los bienes terrenales.


Pero los utilizas con ese mismo espritu? El buen luchador em
plea sus bienes terrenales para fines celestiales.
Cmo empleas los frutos de tu labor? Los utilizas para tu
propio vientre, o para tus perros y tus caballos... o los compar
tes con los pobres? Si eres una persona prominente en la comu
nidad, cmo empleas tu influencia, para bien o para mal? Pa
ra fines egostas o compasivos? Pedir cosas en oracin sin un
fin celestial en mente es casi idolatra. Utiliza tus riquezas mate
riales con temor santo, amado hermano, no sea que la tierra ro
be el Cielo, y tus diversiones temporales hagan peligrar tus inte
reses celestiales. Como Job santificaba a sus hijos ofreciendo sa
crificio por temor a un posible pecado de ellos, el cristiano de
be santificar constantemente sus placeres terrenales con la ora
cin. De esta manera se librar de una posible trampa.
3) Conservando los bienes terrenales. El creyente debe sen
tir la misma indiferencia en cuanto a conservar sus bienes te
rrenales como al obtenerlos. Dios nunca nos hace propietarios
de nada, sino que nos entrega las cosas en depsito. Todo se
quedar atrs cuando l nos llame para volver a casa. Si tiene
a bien dejarnos las cosas hasta entonces, le bendecimos y agra
decemos su generosidad; si nos las quita antes, an as, le ben
deciremos.
La providencia divina llev a Moiss a la corte del faran,
pero Dios nunca se propuso dejarlo all entre la pompa y la
grandeza mundana. Un corazn carnal podra razonar que
Moiss hubiera ayudado mejor a su pueblo (entonces esclavos
del faran) utilizando su posicin y poder para influir en el rey,
o aun aspirando al trono. Pero cuando Moiss renunci a su
puesto de privilegio, su fe y su abnegacin resaltaron an ms.
Por esta fe obediente recibe Moiss tan honorable mencin en
el Nuevo Testamento (He. 11:24,25).
A veces Dios nos colma de bienes, no para que nos aferre
mos a ellos, sino para que tengamos algo que dar mostrando
as nuestro amor por l. Podra haber empleado mejor Mara
su precioso perfume que ungiendo a su Seor? Qu empresa
da mayor ganancia que la inversin de tus bienes en la causa de
Cristo?
[219]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Cristiano, no cierres la mano sobre los bienes materiales que


ms valoras. Est siempre dispuesto a tirarlos por la borda al
momento, en lugar de arriesgarte al naufragio de tu fe. No pue
des trabajar en pro de los bienes celestiales si tienes las manos
y el corazn cargados de asuntos terrenales. Al final, si salvas
algo, ser tu alma, tu inters por Cristo y el Cielo. Si perdieras
todas tus posesiones, aun as deberas poder decir como Jacob:
Tengo mucho [todo] (Gn. 33:11, LBLA).
d) Una nota prctica acerca del desatino de perseguir
los bienes terrenales
1) Los bienes terrenales no son necesarios. Una cosa solo es

indispensable si no se puede reemplazar con otra. Aunque Sa


tans a menudo nos convenza de lo contrario, no hay nada de
que disfrutamos que Cristo no pueda proporcionar, si llegara a
faltarnos. En el Cielo habr luz sin sol, festn sin carne, vesti
menta gloriosa sin ropa. Nada nos faltar, pero ninguna de las
cosas terrenales que tanto estimamos estar all.
Sin embargo no tienes que esperar al Cielo para la recom
pensa. Puede que aqu te falte la salud, y que padezcas una gran
afliccin fsica. Dios te dar mayor consuelo que si tuvieras la
salud. Tal vez segn el mundo seas tan insignificante que nadie
sepa de tu existencia; sin embargo en medio de tu insignifican
cia puedes contar con un excelente informe celestial por tu fe.
Quiz seas tan pobre que no tengas ni un cntimo. Dios te pue
de hacer rico en su gracia. Recuerda lo que Pablo le dijo a Ti
moteo: Gran ganancia es la piedad acompaada de contenta
miento (1 Ti. 6:6).
Supongamos que mueres indigente. Y qu ms da? Pero,
supongamos que te mueres sin la gracia! El Cielo y lo celestial
no se pueden reemplazar con nada. No dejes que Satans te dis
traiga con sus juguetes y chucheras. Mientras te entretiene con
sus astutas ilusiones, mete la otra mano en tu tesoro para ro
barte aquello que no se puede reemplazar. Es ms necesario sal
varse que vivir; mejor no vivir que tener que existir en el In
fierno.
2) Lo terrenal es precario. Por mucho que trabajes por la
ganancia terrenal, no hay garantas de xito. Los hombres lle[

220

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

van milenios negociando, pero nadie ha inventado un plan in


falible para enriquecerse. Pocos se llevan el gordo de la lotera!
La mayora solo obtienen recuerdos amargos y desilusiones a
cambio de las molestias.
Pero para el Cielo y lo celestial, tenemos un plan claro en la
Biblia: A todos los que anden conforme a esta regla, paz y mi
sericordia sea a ellos (G. 6:16). Si uno persigue lo celestial sin
conseguirlo, ser porque no ha seguido las instrucciones de
Dios correctamente.
Si quieres el Cielo pero tambin tus pecados, no esperes el
xito. Tienes que abandonar lo uno o lo otro. Si no sueltas tus
pecados, Dios tendr que soltarte a ti. Si quieres el Cielo pero
insistes en comprarlo con tu justicia propia, no conseguirs
reunir el precio. Eres como el pariente cercano de Rut, que que
ra comprar el terreno de su marido Elimelec pero no estaba
dispuesto a casarse con ella segn mandaba la ley (Rut 4:2-4).
Todo el bien que haces y todos los deberes que cumples solo
son admirables si constituyen actos de amor resultantes del
arrepentimiento. Pero si los ofreces como el precio que ests
dispuesto a pagar por el Cielo, Dios no negociar contigo. Tie
nes que cerrar el trato nicamente con Cristo, o lo perders to
do.
Cmo puedes estar seguro de ganar el Cielo y la vida eter
na? Convncete a ti mismo para renunciar a tus deseos y arro
jar cualquier confianza en tu propia justicia. Luego corre a
Cristo y presntate ante l, necesitado de la salvacin. Anhla
lo ms que la vida misma. l ya est a la puerta de tu corazn,
llamndote por tu nombre, y ha prometido no echar fuera a na
die que acuda a l con corazn contrito. Entonces, aunque si
gas viviendo en la tierra, tu vida eterna ser tan segura como si
ya te hubieras trasladado a la ciudad celestial.
Qu triste es que haya tan pocos que cambien sus esperan
zas precarias en esta vida por la promesa del Cielo! Cmo se
explica esto, si no es por el atesmo del corazn humano? No
se les puede convencer para que crean lo que dice la Palabra.
Quiera Dios abrir los ojos del mundo incrdulo para que la
gente vea que lo espiritual es real y no ficticio. Solo la fe les
puede hacer visible lo invisible.
[221]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

3) No se puede asegurar lo terrenal. Aunque Dios te bendi


ga con riquezas, puedes ser rico hoy y pobre maana. Tal vez
disfrutes de buena salud al acostarte, y te llegue una enferme
dad o la muerte misma antes de la maana. Puedes adoptar
bastantes precauciones como para garantizar que nada destrui
r tu fortuna? Te es posible enriquecerte hasta poder comprar
la salud o aadir un da a tu vida?
La Palabra compara a la poblacin del mundo con un oc
ano. Los reyes y gobernantes se sientan sobre el mismo. Como
un barco flota sobre las olas, as sus vidas lo hacen sobre el fa
vor de la multitud. Qu seguridad hay al navegar sobre las
olas? Durante algn tiempo subirn hasta los cielos, pero lue
go caern a lo profundo. David saba lo mudables que son los
favores del mundo: Entonces respondieron los hombres de Is
rael, y dijeron [...]: Nosotros tenemos en el rey diez partes (2
S. 19:43). Pero en el siguiente versculo la marea ya se haba re
tirado: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con
el hijo de Isa! (2 S. 20:1,2). As, David subi y baj casi en el
mismo instante.
Pero el Cielo es un reino inmutable. Cristo constituye una
heredad permanente que no vara. Sus gracias y consuelos son
aguas seguras que saltan para vida eterna. Las codornices que
alimentaron la codicia de Israel pronto cesaron, pero la roca
que dio de beber a su fe los segua. Esta roca es Cristo. Puedes
perder todo consuelo temporal, incluyendo a tu familia y ami
gos, pero si tu tesoro est seguro en Cristo, sigues siendo rico.
Cristo vendr en tu hora ms oscura con la paz y una prome
sa: No temas a la muerte ni a los demonios. Yo estar a tu la
do hasta que exhales tu ltimo suspiro. Mis ngeles esperan
conmigo. En cuanto el alma deje tu cuerpo, la llevarn al Cie
lo y la pondrn en el seno de mi amor. Entonces te alimentar
con los goces eternos que mi sangre compr y que mi amor ha
perfeccionado para ti.
4) Lo terrenal no satisface. Por muchos bienes terrenales
que tengamos, nunca bastarn. La riqueza a menudo trae mi
seria, jams contentamiento. Qu desatino sera pensar que lo
hiciera! El espritu es inmaterial y no se satisface con los delei
tes perecederos de la carne y la sangre. Los premios terrenales
[222]

La naturaleza de la guerra y el carcter del enemigo

que buscamos ganar son muy inferiores a la naturaleza huma


na. Por tanto hay que buscar mucho ms all si queremos reci
bir la bendicin: en Dios mismo, el Padre de los espritus.
Las posesiones que Dios nos concede son para nuestro uso,
no para nuestro disfrute. Intentar sacarles algo que nunca tu
vieron es intil. Una presin suave sobre las ubres de una vaca
dar una leche dulce, nutritiva y refrescante. Apretar cada vez
con ms fuerza, no asegura mayor cantidad de leche. Perdemos
el bien de lo material al esperar demasiado de l. Los que se es
fuerzan ms en complacerse con lo terrenal encuentran menor
satisfaccin.
Todas nuestras frustraciones se evitarn fcilmente si deja
mos los objetos temporales y buscamos nuestra felicidad en
Cristo. Esto es lo que puedes esperar al hacerlo...
Primero, desaparece la culpa por tus pecados. La culpa es el
alfiler que constantemente deshincha nuestro gozo. Cuando
Cristo te quita los pecados, tambin se lleva la culpa.
Segundo, se renueva y santifica tu naturaleza. La santidad es
simplemente la criatura restaurada al estado de salud que Dios
pretendi al crearla. Cundo est mejor un hombre que es
tando sano?
Tercero, eres adoptado en la familia de Dios. Seguramente
esto no puede por menos de hacerte feliz: ser hijo o hija de un
Rey tan grande.
Cuarto, obtienes una herencia eterna con Cristo. No pode
mos siquiera empezar a comprender el significado de esto en
trminos del gozo eterno. Nuestra actual concepcin del Cielo
no se parece ms al Cielo real que un cuadro del sol se aseme
ja al Astro Rey. Pero nos podemos aferrar a la promesa de que
Dios ha preparado algo para nosotros que supera a nuestros
sueos ms extravagantes (Is. 64:4; 1 Co. 2:9).
e) Una ltima palabra acerca de nuestro premio celestial

Averigua si ests dedicado a lo celestial o a lo terrenal. No pue


des perseguir ambas cosas. Lo terrenal es basura que no sola
mente no nutre, sino que quita el apetito de lo que s alimenta.
Lo celestial no gusta a la persona corrompida por la basura.
Solo cuando llegas al final de ti mismo, como el prdigo, po[223]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

drs juzgar mejor lo celestial. Entonces sabrs que el pan es me


jor que las algarrobas, y la casa de tu Padre mejor morada que
la vida entre los cerdos del campo.
Si quieres el Cielo, tienes que tener a Cristo, quien es todo
en todo. Y si tienes a Cristo, debes aceptar tambin su servicio
tanto como su sacrificio. Sin santidad no hay felicidad. O todo
o nada. Se puede comparar la santidad y la felicidad con las dos
hermanas Lea y Raquel. Superficialmente, la felicidad como
Raquel parece ms deseable (hasta un corazn carnal se en
amora de ella). Pero la santidad como Lea es mayor y tie
ne una belleza especial, aunque en esta vida parezca hallarse en
cierta desventaja: con los ojos enrojecidos por el llanto del arre
pentimiento y la cara surcada por el trabajo de la mortifica
cin.
He aqu la ley del Cielo: La menor no se puede casar antes
que la mayor. No podemos disfrutar de la bella Raquel el
Cielo y la felicidad antes de abrazarnos a Lea: la santidad,
con todos sus exigentes deberes de arrepentimiento y mortifi
cacin. Vivirs t por esta ley? Csate con Cristo y su gracia,
y vive entonces un aprendizaje duro en tentaciones tanto de
prosperidad como de adversidad. Aguanta el calor de lo uno y
el fro de lo otro. Si eres paciente, por fin se te entregar la her
mana ms bella. Es la nica manera de ganar el premio de las
cosas celestiales.

[224]

Captulo 4

Tercera consideracin:
Segunda exhortacin a las armas

I. LA EXHORTACIN Y LA IMPLICACIN
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podis
resistir en el da malo, y habiendo acabado todo, estar firmes
(Ef. 6:13).

n este versculo, las palabras tomad toda la armadura de


Dios son un eco de las instrucciones del versculo 11:
Vestios de toda la armadura de Dios. Esta repeticin resalta
su idea. En el versculo 12 se habla de la malicia y el poder de
Satans, y se revelan sus artimaas contra los cristianos. Aho
ra se hace sonar la alarma, y se les manda a estos armarse. Pe
ro si examinamos el versculo, veremos una nueva verdad reve
lada.
Primero trataremos la razn que hay detrs de repetir tan
pronto la exhortacin; en segundo lugar, consideraremos los
resultados consiguientes: 1) para que podis resistir en el da
malo esto es, estar preparados para luchar; y 2) y ha
biendo acabado todo, estar firmes: esto es, vencer.

Primera observacin:
Las implicaciones de una amonestacin repetida
Cuando tu hijo tiene edad de cruzar la calle solo, lo despides
tranquilamente recordndole que tenga cuidado? Por supues
to que no! Le recuerdas una y otra vez exactamente lo que de
be saber para confirmar su seguridad. Pablo conoca muy bien
los peligros que acechaban a los nuevos creyentes; anhelaba
[225]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

avisarlos y armarlos. De la profundidad de su conviccin de


que la armadura de Dios era su nica esperanza, surgi la ne
cesidad de recordarles una vez ms: Revestios de ella!.
Pablo era como un obrero esmerado que fija un clavo con
golpes repetidos antes de tomar el siguiente. Demasiados pre
dicadores se parecen al carpintero que, con la prisa por termi
nar un trabajo, utiliza tachuelas en lugar de tornillos para fijar
las patas de una silla. S, terminar antes, pero cunto durar
la silla? Los predicadores impacientes, antes de rematar una
verdad con seguridad se apresuran a exponer otra. Si fueran
ms sensibles a sus congregaciones, se daran cuenta de que si
no le pegan en la cabeza al clavo, probablemente no tocarn la
conciencia de sus oyentes. La mayora somos espiritualmente
duros de entendederas. Necesitamos que se nos encaje la ver
dad con martillazos repetidos.
Adems, por lo general se retienen mejor las verdades ms
sencillas y menos adornadas con ideas aadidas. Al comprar
ropa, compro ms fcilmente si el vendedor me muestra una
pequea seleccin de artculos selectos. Si saca todo de las es
tanteras y me lo amontona delante, lo nico que hace es con
fundirme, y no puedo ver nada como es debido. Conocer a fon
do una verdad fundamental es mejor que orlas todas sin com
prender ninguna.

Verdades imperativas
Un predicador no debe disculparse por predicar la misma ver
dad una y otra vez. Pablo mismo dice: A m no me es moles
to el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro
(Fil. 3:1). Hay tres clases de verdades que se deben predicar re
gularmente desde el pulpito.

1. Las verdades principales o fundamentales


Estas son verdades que todos deben conocer y creer para la sal
vacin: aquellas verdades sobre las cuales descansa todo el pe
so del cristianismo.
Las verdades fundamentales del evangelio son seales que
nos mantienen a salvo dentro de los lmites puestos por Dios.
[226]

Segunda exhortacin a las armas

Supongamos que tu abuelo posee unas tierras que en su mo


mento fueron cuidadosamente examinadas. l estuvo presente
al poner las marcas y podra haberlas delimitado con los ojos
vendados. Pero nunca se tom la molestia de mostrarle a otro
los mojones. Con el paso de los aos estos se pudrieron, fueron
removidos, o las aguas se los llevaron. Ahora tu abuelo ha
muerto y te ha legado esas tierras. Pero un vecino deshonesto
las reclama como suyas, y da como prueba un trigal que l mis
mo ha plantado all. Descubres que la escritura y la descripcin
de las tierras se han perdido. Ya que t mismo no conoces bien
los lmites de dichas tierras, cmo te defenders ante el juez?
Probablemente terminars por perder las tierras porque nadie
te dijo nunca donde terminan las tuyas y empiezan las del veci
no.
Este es el paralelismo espiritual: Toda verdad fundamental
tiene algn vecino malvado (hereja) en su frontera, ansioso por
sembrar mentiras en la tierra sagrada de la Palabra de Dios pa
ra engaar a los cristianos. El espritu del error ha ganado tan
to terreno a la verdad en los ltimos aos porque los pastores
no han recorrido los lmites del evangelio con su pueblo para
que este conozca las verdades principales.
Adems de las cosas de primera necesidad en nuestras cre
encias, tambin tenemos ciertos lujos, al igual que en nuestras
casas. Los lujos son maravillosos y a menudo aumentan nues
tra apreciacin de lo principal, pero pierden pronto su encanto
cuando nos faltan las cosas esenciales. Qu placer hay en co
mer en loza fina si no hay comida en el plato? De qu sirve
una blusa de seda en invierno si no tienes abrigo?
2. Las verdades incidentales
Un predicador no solo debe predicar las verdades fundamenta
les, sino tambin aquellas que l observa que Satans socava
con mayor frecuencia. Estas suelen ser las ordenanzas de Dios
que deben dictar la respuesta cristiana ante los temas contro
vertidos de la fe y la prctica.
Para saber qu doctrinas estn siendo atacadas en su propia
congregacin, el pastor debe considerar y estudiar a su pueblo
con la misma diligencia que a cualquier libro de su biblioteca.
[227]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Por el tono personal de las cartas de Pablo, sabemos que fre


cuentemente recorra los lmites de la joven iglesia en busca de
errores incipientes. Al descubrir que los falsos apstoles se ha
ban infiltrado en la iglesia en Galacia y estaban predicando de
nuevo la ley, afirm la verdad evanglica de la justificacin por
la fe. Cuando se enter de las divisiones y disputas entre los co
rintios, qu brot de su corazn sino una exhortacin sin par
al amor?
Pastor, a veces tu rebao se volver inquieto y se quejar de
que lo mantienes siempre en los mismos pastos, predicando so
bre el mismo pecado. La culpa no es tuya, sino de ellos, si es
que se alejan del Buen Pastor cada vez que te descuidas. Quin
culpa al perro por ladrar si el lobo sigue merodeando?
Si anhelas crecer y parecerte ms a Cristo, no pidas un pre
dicador que te entretenga con un tema nuevo e interesante ca
da domingo. En su lugar, pide un hombre de principios que
predique contra el pecado y a favor de la verdad sin contem
porizar, hasta que su pueblo se arrepienta y se vuelva de su mal
camino.

3. Las verdades prcticas


Estas son el pan y la sal. No importa qu ms haya en la me
sa; tienen que estar presentes en cada comida. Pedro lo expre
s as: Yo no dejar de recordaros siempre estas cosas, aunque
vosotros las sepis (2 P. 1:12). Hablaba especficamente de las
cosas que necesitamos saber para vivir la vida cristiana diaria.
Nunca debes cansarte de or predicar las verdades prcticas.
Cuando se pierde el gusto por la carne y la verdura y solo se
quiere el postre en cada comida, sabemos que algo va mal. Es
triste que nuestra poca sea tan avanzada en este mal espiritual
que estropea el apetito para todo lo que no sean frases melosas
y doctrinas azucaradas.
Si amas a Dios, ama su verdad! Recibe con gozo las doctri
nas que te equipan para la tarea a la cual te llama. La fe y el
arrepentimiento son doctrinas buenas para predicar y or hasta
el fin del mundo. Igual puedes discutir con Dios por haber he
cho un solo camino al Cielo, que polemizar con el pastor por
predicar el mensaje de la fe y el arrepentimiento una y otra vez.
[228]

Segunda exhortacin a las armas

Tanto los bebs en Cristo como los creyentes maduros necesi


tan or esta verdad.
Si tu corazn fuera humilde y tu paladar espiritual, las anti
guas verdades te seran nuevas cada vez que las oyeras. En el
Cielo, los cristianos sacan todo el vino de su gozo de una sola
espita: Cristo. Pero nunca les sabe agrio. Dios es el solo objeto
que llena sus almas, y nunca se cansan de l. As ser por toda
la eternidad. Cmo podemos cansarnos en la tierra de algo
que hable de Dios y de su amor?
Una vez dicho esto, quiero dejar algo claro: no estoy discul
pando al siervo del evangelio perezoso que envuelve su talento
en la desidia, o que lo entierra mientras l juega toda la sema
na. Tal pastor no tiene nada para poner delante de su gente en
el da del Seor ms que un par de panes mohosos que se ama
saron hace aos. Esto no es buena mayordoma! Necesitamos
or las antiguas verdades, pero ello no significa que no debamos
or algo nuevo. Si el pastor no estudia ni ora para aumentar su
tesoro de conocimiento y sabidura, es el peor ladrn del pue
blo.
Es inexcusable que alguien encargado del cuidado de un
hurfano deje baldas las tierras del nio por la pereza de in
vertir el dinero necesario. Mucho ms lo es que un predicador
no mejore sus dones, que podramos considerar las propieda
des de su gente y los cuales debe invertir para el bien de las al
mas de ellos. Ay de aquel hombre de Dios que malgasta sus d
as en actividades frvolas, o pasa ms tiempo discurriendo la
manera de llenar sus propios bolsillos que la de aumentar los
dones y las virtudes de su pueblo!

Segunda observacin:
La necesidad de inspeccionar y reparar las virtudes
La segunda observacin en cuanto a la repetida exhortacin de
Pablo en Efesios 6:13 se desprende del verbo que no solo signi
fica tomar, sino volver a tomar. Es decir, recuperar algo
que se haba perdido, o reanudar una actividad que se haba
abandonado hasta el presente.
Considerando que Pablo se diriga principalmente a los cre[229]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

yentes de feso, podemos dar por sentado que no les estaba di


ciendo que se vistieran la armadura de Dios por la conversin
a la fe. Eso ya lo haban hecho. En su lugar, Pablo los exhorta
ba a ceir ms la armadura al cuerpo del que se haba soltado,
y reparar los agujeros de sus virtudes.

1. Por qu tus virtudes deben hallarse en buen estado


Quin lleva armadura en tiempo de paz? La armadura fue
pensada para la batalla! No creas que simplemente por reves
tirte de la gracia divina huir el adversario. No le impresionan
las demostraciones de fuerza. Al contrario, el hecho de verte
vestido con la armadura de Dios es como un capote rojo para
Satans. As, pues, mostrarla no es suficiente; hay que cerse
la firmemente en cada parte.
Satans no te desafa a jugar a las batallas; esta guerra es a
vida o muerte. Si no me crees, examina lo que hizo con los sier
vos de Dios en el pasado. Lanzndose furiosamente contra al
gn cristiano bien amado por el Seor, aboll su armadura has
ta que la gracia de Dios en l fuera casi irreconocible. Esto lo
hace cuando encuentra al cristiano desprevenido.
Recuerdas lo que le pas a Jacob cuando afloj el cinto de
verdad y sinceridad, empleando un truco para conseguir la ben
dicin de su padre? S, se hizo con la bendicin, pero Labn le
pag con la misma moneda: le cambi a Lea por Raquel. Pien
sa en el sufrimiento que se habra ahorrado si hubiera tenido
puesta toda la armadura!
Y David? Qu maltrecho qued al quitarse la coraza de la
justicia en el asunto de Uras! Recibi una herida grave, un dis
paro al corazn. Jons, por su parte, cuando Dios quiso en
viarlo a Nnive, no tena puestas las sandalias. Quiero decir que
le faltaba el apresto y la preparacin que deba tener su mente
para haber partido a la primera llamada. Tambin tenemos al
pobre Ezequas: le quitaron de un golpe el yelmo de la espe
ranza y se lo abollaron tanto que clam: No ver a JAH, a Jah
en la tierra de los vivientes (Is. 38:11). Hasta Abraham tuvo
momentos de incredulidad y dudas que se colaban por algunos
puntos oxidados de sus virtudes.
Esta guerra es un holocausto espiritual: o destruyes el poder
[230]

Segunda exhortacin a las armas

de Satans en tu vida vistiendo toda la armadura de Dios y


mantenindola puesta, o Satans te destruir a ti. Los grandes
cristianos de todas las pocas se han visto probados en los fue
gos de la tentacin. Todos han salido chamuscados cuando Sa
tans encontr la rendija ms mnima en sus virtudes. No pa
ses por alto esta verdad que la historia ha demostrado repeti
das veces.
Satans te acechar y, tarde o temprano, te pillar con esta
o aquella virtud abandonada de momento. Entonces atacar.
En esa hora de batalla intensa te har falta toda tu resolucin
para reparar tu armadura, y al momento! No te rindas; Cris
to es un gran artfice y puede renovar todo lo roto en ti.
2. Quin resulta ofendido cuando tu virtud disminuye
Cuando tu virtud mengua, los efectos negativos van mucho
ms all de tu propia situacin, pues llegan hasta Dios mismo.
Examinemos las consecuencias graves de descuidar tu bienestar
espiritual.
a) Deshonras a Dios

El honor de Dios depende ms de las virtudes de sus hijos que


de otra cosa. Los pecados flagrantes del mundo no le deshon
ran tanto como la conducta negligente de un cristiano. Cuando
los mundanos utilizan el talento que Dios les dio para aumen
tar sus riquezas, solo le roban su aceite, su lino y su lana. Pero
cuando el cristiano abusa o descuida su virtud, le quita gloria
a Dios! Dejar que la gloria de Dios se escape por los agujeros
de tus virtudes es muy grave. Demuestra un desprecio total ha
cia su voluntad. l quiere que tus actitudes y acciones aumen
ten su gloria, no que la disminuyan.
Supongamos que alguien confa a un amigo su dinero, y a
otro su hijo. Qu le dolera ms: que le malgastaran el dine
ro o que daaran y descuidaran a su hijo? La virtud es como
un hijo de Dios en ti, la nueva criatura en Cristo. Cuando le
sobreviene algn dao por causa de tu negligencia, esto le lle
ga ms al corazn a Dios que cuando le deshonra un pecador,
porque nunca le confi a aquel el don precioso que te entre
g a ti.
[231]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

b) Deshonras a otros creyentes

Al ser negligente en reparar tu armadura rota. Cuando el cuer


po fsico enferma en alguna de sus partes, las dems se ven
afectadas. Este mismo principio acta en el cuerpo espiritual (1
Co. 12:26). Si hacemos caso omiso de los mandamientos de
Dios (y esto siempre da lugar a una disminucin de la virtud)
demostramos nuestra indiferencia hacia todo el cuerpo de los
creyentes. Se nos manda que nos amemos unos a otros (2 Jn.
5). Cmo demostramos la obediencia a este mandamiento?
Juan lo dice en el siguiente versculo: Y este es el amor, que an
demos segn sus mandamientos (v. 6). Hay una relacin causa/efecto entre la virtud y el pecado: donde disminuye la pri
mera, el ltimo aumenta inevitablemente.
c) Te deshonras a ti mismo

Cuando ves que la bendicin de Dios en ti va a peor, pero no


haces nada para frenar el proceso, sufrirs por tu negligencia.
Un cristiano en declive es siempre un cristiano en duda. Tu vir
tud es como un rbol: mientras est sano, no dejar de crecer;
pero si empieza a secarse, sabes que algo va muy mal. Satans
est pronto para reconocer las primeras seales de una fe mus
tia. Tu condicin debilitada te hace muy susceptible a sus men
tiras.
Te dir lo siguiente: Si fueras realmente cristiano, estaras
creciendo. Los verdaderos creyentes van de poder en poder, pe
ro t... t vas de poder en debilidad! Dices ser salvo, enton
ces por qu ests ms lejos de Dios que en el da de tu supues
ta salvacin?. Las mentiras de Satans contienen cierto ele
mento de verdad: cuando tus virtudes declinan, s que te sien
tes alejado de Dios y del Cielo; s que empiezas a dudar de tu
salvacin.
Imagina que te encargaras de unas tierras por tener la cus
todia de un nio, y que en caso de su muerte estas tierras te hu
bieran de ser quitadas. No me cabe duda de que cuidaras muy
bien del nio. No lo perderas de vista, y un dolor de cabeza te
hara correr al mdico. El nico derecho que tenemos a nues
tras posesiones celestiales es el hijo de la gracia que viene para
morar en nosotros al recibir a Cristo como Seor y Salvador.
[232]

Segunda exhortacin a las armas

Entonces, cuando este hijo de la gracia enferma o se debili


ta, debemos utilizar todos los medios para sanarlo.
Si el favor de Dios en ti est debilitado, tendrs poco gozo
en la vida presente o futura. Un enfermo crnico no siente pla
cer en lo que hace: la comida le resulta insulsa; duerme mal; no
tiene fuerzas para trabajar ni distraerse. Si la imagen de Cristo
en ti se ha deslucido, eres un enfermo crnico. No saborears
la dulzura de la promesa, ni gozars de descanso alguno en l.
Cojears dolorido en cada deber, preguntndote si tienes fuer
zas para cumplirlo. Todo el tiempo tu corazn desconsolado
clamar bajo la pesada carga que le impones.
Qu triste es que nuestra propia negligencia a menudo le d
ventaja a Satans! Por la complacencia espiritual le ponemos la
vara en la mano y un argumento en su boca para cuestionar
nuestra salvacin. Pero qu dulce es la promesa hecha a nues
tra fe cuando est activa y vigorosa! Qu fcil resulta el yugo
cuando el cristiano no se halla escocido por la culpa, ni debili
tado por la virtud en declive! Cuando tu relacin con Cristo va
bien, t y tus hermanos en el Seor os beneficiis por igual, y
tu Padre celestial se glorifica.
3. Cmo saber si tu virtud declina
Demostradas las razones por que el cristiano debe esforzarse en
restaurar sus virtudes decadentes, ser apropiado aconsejarle
para la deteccin temprana de este desorden espiritual. Como
en la mayora de las enfermedades, cuanto antes se asle la cau
sa, antes se podr curar.
a) Sntomas falsos o engaosos

Antes de llegar a la causa raz, primero te aviso acerca de algu


nos sntomas falsos que pueden hacerte creer errneamente que
tu virtud est en declive.
1) Una conviccin de pecado en aumento. Creyente, no
pienses necesariamente que tu virtud se ha debilitado porque tu
conviccin de pecado personal es ms fuerte que antes. Este
error comn, a menudo causa grandes molestias al cristiano.
De repente el santo est terriblemente consciente del orgullo o
la hipocresa, o de alguna otra corrupcin que parece brotar
[233]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

como una mancha horrenda en su propia naturaleza. Le ho


rroriza ver su propio pecado. Satans entonces le carga de cul
pa, y pronto el cristiano se siente casi abrumado por el dolor y
el remordimiento.
Si este es tu caso, djame preguntarte algo: No es muy po
sible que el pecado que ahora te pesa lleve aos en ti, y antes
nunca lo habas notado? De ser as, regocjate porque tu gracia
no se desvanece, sino que florece y ahoga algunos hierbajos pe
rennes que Satans puede haber sembrado hace tiempo. Si si
gues acongojado, afrmate al saber que el pecado no puede ven
cer a aquel cuyo horror ante su presencia va en aumento (cui
dado con emplear esto como excusa para los pecados nuevos,
s sincero contigo mismo y con Dios).
Nadie est tan lleno de remordimiento ante el menor peca
do como los que crecen en su amor por Cristo. A medida que
pasa el invierno y se acerca la primavera, el sol se hace ms
fuerte y derrite la escarcha ms temprano cada da. Una seal
segura del aumento del amor de Cristo en tu corazn es que el
pecado no puede permanecer mucho tiempo antes de derretir
se con pena y arrepentimiento verdaderos. El alma deteriorada
es aquella en que los pecados permanecen congelados y endu
recidos, con poca tristeza aparente por ellos.
2) Disminucin del consuelo. La gracia puede estar obran
do en ti cuando menos sientes su presencia. Cundo triunf
ms la fe que en el momento en que el Salvador clam con to
tal desesperacin: Dios mo, Dios mo, por qu me has des
amparado? (Mr. 15:34). Aqu la fe estaba en su apogeo, aun
que para el gozo era un mal momento. Tal vez acabas de hacer
algo por obediencia y vuelves a casa sin las gavillas de gozo que
sueles recoger despus de trabajar en los campos del Padre. No
creas por ello que algo ha estado mal en tu trabajo. Los senti
mientos no siempre son una medida exacta de tu estado espiri
tual.
El consuelo no es esencial en el cumplimiento del deber; se
trata de una gratificacin que Dios puede dar o no dar. Lo bien
que hayas desempeado el cargo que l te encomend no tiene
nada que ver. Un viajero puede ir tan rpido y llegar tan lejos
con tiempo nublado como con un sol radiante. De hecho, a ve
[234]

Segunda exhortacin a las armas

ces ir ms rpido con nubes: el calor del sol puede darle sue
o y hacer que se pare a descansar; pero con fro y oscuridad
espolear su caballo y llegar antes a su destino. Algunas vir
tudes, como algunas flores, crecen mejor a la sombra: la perse
verancia, la humildad y la dependencia de Dios, por ejemplo.
3) Aumento de la tentacin. Si oyes decir a alguien que est
dbil porque no puede correr tan rpido hoy cargando con 50
kg como corra ayer sin ellos, pronto le dirs que se ha equivo
cado. Pero t puedes cometer el mismo error en cuanto a la ten
tacin. Esta no siempre supone la misma carga para la con
ciencia.
Puedes vencer una tentacin con poco esfuerzo consciente,
mientras que otra te oprime da y noche. Es fcil desalentarse y
llegar a la conclusin de que eres perezoso o insincero. Pero la
gracia puede estar actuando ms fuertemente en ti mientras lu
cha contra esta tentacin obcecada, que cuando vence una me
nor. Un barco con poca carga y navegando viento en popa vue
la sobre las aguas. El mismo barco, en cambio, con carga pesa
da y luchando contra el viento, casi no se mueve. Pero la tri
pulacin tendr que utilizar todas sus energas en esta ltima si
tuacin, mientras en la primera la mitad de los hombres podr
retirarse a descansar.
b) Sntomas genuinos de la virtud en declive
1) Negligencia ante la tentacin. Se ha

vuelto tu conciencia
tan descuidada y adormilada que prestas poca atencin a las re
des del diablo? A David le doli el corazn solo por cortar el
manto de Sal. Pero ms tarde no parece haber sentido ningn
escrpulo al mirar a Betsab con el corazn lleno de lujuria. El
hecho de que fuera tan fcilmente llevado por Satans de un
pecado horrendo a otro, demuestra que la piedad de David se
haba dormido y que su corazn era menos consagrado que an
tes. Cuando la conciencia se hace insensible ante la tentacin,
la gracia se halla en estado crtico.
Si tu conciencia est alerta a la tentacin pero no tiene ni
mo para luchar contra ella, tus virtudes an deben considerar
se muy enfermas. Si permitimos que la tentacin merodee por
las fronteras de nuestra conciencia, ello demuestra que somos
[235]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

malos guardianes de nuestra piedad. Si no tomas las armas con


tra tu enemigo y buscas la liberacin de Dios con fervor, pue
des estar seguro de que la concupiscencia pronto obtendr ven
taja sobre la gracia.
Sin embargo, el hecho de poder resistir la tentacin no sig
nifica que la gracia de Dios sea muy fuerte en ti. Por si te vuel
ves autosatisfecho, pregntate por qu resistes la trampa del
diablo. Tal vez recuerdes una poca en que tu amor por Cristo
habra echado fuego contra Satans por tentarte a pecar. Pero
ahora ese fuego santo est tan cerca de apagarse que lo nico
que evita que peques es un motivo mezquino. Si solamente te
importa tu reputacin, por ejemplo, y te importa poco o nada
la de Dios, tu virtud est muy dbil. A fin de cuentas l es el
ms ofendido por tu pecado. Cada acto de gracia debe ser una
piedra del monumento a su gloria, o se volver en piedra de
tropiezo.
2) Distraccin durante el culto y el servicio. Tal vez en cier
ta poca tu corazn responda de buen grado al Espritu Santo
cuando te llamaba a buscar el rostro de Dios: Tu rostro bus
car, oh Jehov (Sal. 27:8). Anhelabas tanto la llegada del cul
to como el pecador anhela que este se acabe. Atesorabas el
tiempo a solas con tu Padre celestial. El hambre y la sed de jus
ticia son seal de salud, porque un alma hambrienta es alma sa
na. Por otra parte, el alma que no clame constantemente a Dios
por alimento espiritual se debilitar da a da.
Los que ms comunin tienen con Dios saben mejor servir
le. Un capitn solo puede dirigir a sus soldados si estos estn
cerca para poder or su voz. Tus frecuentes retiros para tener
comunin con Dios aseguran que lo oirs cuando hable, y as
recibirs las rdenes directamente de l. No es la frecuencia si
no la espiritualidad del servicio lo que hace crecer la gracia en
el cristiano. Ocuparse haciendo algo para el Seor no basta;
hay que estar seguro de que la obra lleva el sello de la fe, el ce
lo y el amor. Si te encuentras haciendo las tareas espirituales co
mo hbito en lugar de por amor, es hora de reparar tu arma
dura.
Sigue tu corazn recibiendo las mismas porciones genero
sas de alimento espiritual cuando ests en comunin con Dios?
[236]

Segunda exhortacin a las armas

Esa comunin debe fortalecer tanto tu fe como tu obediencia.


O quiz escuchas y oras, pero sin encontrar ya la fuerza para
cumplir con una promesa o vencer la tentacin? Deshonras a
Dios cuando bajas del monte de la comunin y rompes las ta
blas de su ley en cuanto te alejas! No encontrar la fe y la fuer
za renovadas en la comunin con l es seal segura del declive
espiritual.
3) Una actitud obsesiva en cuanto al trabajo. Qu fcil es
dejar que las responsabilidades de trabajo y familia nos dejen
menos espirituales que antes. Si lo permitimos, los afanes de es
te mundo nos seguirn al lugar de oracin y se pegarn al al
ma, dando un olor rancio y mundano a nuestras oraciones y
meditacin.
Una manera como nos oprimen los afanes de este mundo es
dndoles demasiada importancia a los bienes mundanos. Tal
vez trabajas duro sin recibir mucha remuneracin, o predicas
sin obtener reconocimiento. Cuando te convertiste a Cristo, lo
nico que te importaba era conocerle mejor. Los bienes y el
rango no eran nada para ti, y las desilusiones de la vida te un
an ms a Dios. Pero ahora este anhelo de tu corazn por los te
soros y la estima del mundo te atosiga sin misericordia. Nece
sitas urgentemente que se te restaure la gracia! Si laboraras me
nos para mejorar tu estado mundano y oraras ms para mejo
rar la calidad de tus dones espirituales, pronto encontraras paz
en tu alma en cuanto a la providencia de Dios.
4. Cmo recuperar la virtud decadente
La armadura del cristiano se daa de dos maneras. Primero,
por el asalto violento: cuando la tentacin al pecado te vence.
Segundo, por negligencia: cuando dejas de cumplir con aque
llos deberes que, como el aceite, mantienen pulida y brillante tu
armadura. Busca la causa; es probable que sea por ambas co
sas.
a) Cmo recuperarte del pecado
1) Renueva el arrepentimiento.

Este es el consejo de Cristo


a la iglesia en Efeso: Arrepintete, y haz las primeras obras
(Ap. 2:5). En esencia, le dice: Arrepintete para que puedas
[237]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

volver a las primeras obras. Se promete sanidad al alma arre


pentida (Os. 14:2-4); por tanto, examina tu corazn con la di
ligencia que emplearas en tu casa si sospecharas la presencia
de un asesino oculto, esperando la noche para matarte. Cuan
do hayas encontrado el pecado culpable, llena tu corazn de
vergenza e indignacin por ello. Djalo ante el Seor median
te confesin quebrantada.
2) Reafirma tu fe. Una vez renovado el arrepentimiento, re
nueva tu fe en la promesa de Dios en cuanto al perdn (1 Jn.
1:9). El arrepentimiento es un purgante para la tendencia al pe
cado; la fe un tnico que restaura la fuerza. Aun si tu carcter
santo se ha gastado casi del todo, la fe puede restaurar su fuer
za rpidamente. La fe te infunde la paz de la promesa, llamada
la paz en el creer (Ro. 15:13). De la paz fluye el gozo, y el
gozo, segn la Palabra da fuerza: El gozo de Jehov es vues
tra fuerza (Neh. 8:10).
3) Renuncia a tus deseos pecaminosos. Una vez arrepentido,
y reclamada la promesa del perdn de Dios, respalda tus ac
ciones desarraigando el pecado all donde asome. Donde hay
mucha maleza las flores mueren. La gracia que no crece con vi
gor ni florece en profusin est siendo ahogada por un deseo
contrario. Sabes bien lo fuertes que son tus malos deseos! Si no
los mortificas a diario por el Espritu, brotan de la noche a la
maana. Corta de raz todo pecado con el hacha de la mortifi
cacin. Vers cmo Dios bendice y mejora el carcter de tu vir
tud.
b) Cmo recuperarte de la negligencia

Cuando la armadura divina que cubre tu alma est oxidada por


el desuso, en lugar de haberse manchado por el pecado volun
tario, sigue las instrucciones de Dios para reforzar la gracia. Si
un fuego se apaga por falta de lea, la nica solucin es ponerle
ms. Igual pasa con la virtud: si disminuye por abandono de los
deberes cristianos, hay que restaurar aquellos deberes que la in
flamaron en un principio. Te encargo cuatro deberes principa
les:
1) Lee la Biblia. Tal vez dirs: Pero si leo la Palabra!.
Pues, entonces, lela ms. La Palabra te muestra un retrato per[238]

Segunda exhortacin a las armas


fecto del objeto de tu afecto; esto es, de Cristo. Igual que el co
razn del joven salta al ver a su amada, tus dones espirituales
cobran vida al mirar a Cristo, quien te am y dio su vida por
ti. A la vez, cuando consideras el precio que Cristo pag por tus
pecados, ello debera causarte una pena santa y un odio al pe
cado.
2) Medita. La meditacin es para la virtud como el fuelle
para el fuego: aviva el alma cansada con nuevos pensamientos
de Dios. Mientras meditas, un fuego santo arder en tu cora
zn. Decdete a dedicar tiempo cada da a pensar en lo que ha
pasado entre Dios y t.
Primero piensa en las misericordias que has recibido del Se
or. No seas como Pilatos, que plante una pregunta sin espe
rar respuesta (Jn. 18:38). Qudate hasta recibir un informe
completo del trato de Dios contigo, y encontrars que el re
cuerdo de las misericordias nuevas y antiguas inunda tu alma.
Meditar frecuentemente en la magnitud de la bondad divina
nos ensea a regocijarnos hasta en la prueba, porque el poco
mal que nos toca se ahoga en el mar de la abundante miseri
cordia de Dios hacia nosotros.
Y segundo, reflexiona acerca de ti mismo y tu comporta
miento. Cmo ha sido este para con Dios y los dems a lo lar
go del da? Pregntate: Alma, dnde has estado? Qu has
hecho para Dios, y de qu manera?. En ese anlisis no te ex
cuses ni te compadezcas, porque al final Dios te juzgar con to
da justicia.
3) Ora. Un alma sumida en la meditacin va camino de la
oracin. Los dos deberes se unen para llevar al alma a la estre
cha comunin con Dios. La meditacin coloca la lea, pero la
chispa que la enciende viene de lo alto, trada por la oracin.
Cmo arder tu alma con el amor de Dios si nunca te acercas
lo bastante para captar esa chispa divina? Igual que con tu
amor as pasa con tu fe, tu gozo, tu paciencia y todas las dems
virtudes.
Los astrnomos dicen que los planetas ejercen mayor in
fluencia cuando estn en conjuncin con el sol. En lo espiritual,
las virtudes del cristiano funcionan con mayor perfeccin cuan
do se alinean con la oracin, porque as entran en comunin es[239]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

trecha con Dios. A menudo, en los Salmos (p. ej. en el Salmo


56), vemos una nube negra en el alma de David cuando este co
mienza a orar. Pero antes de que termine de hablar con el Pa
dre, su alma ha alcanzado nuevas alturas de fe y grandes cotas
de alabanza!
4) Busca la compaa de otros cristianos. No nos sorpren
de or que una casa ha sido saqueada si estaba a varios kil
metros de su vecino ms cercano. Cuando guardas las distan
cias con los cristianos, Satans te puede sabotear fcilmente.
Pero si andas en compaa, tienes la proteccin aadida de sus
virtudes, que te rodean y sirven en la prueba. El apstol unce
dos deberes al mismo arado: Mantengamos firme, sin fluc
tuar, la profesin de nuestra esperanza [...]. Y considermonos
unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
no dejando de congregarnos (He. 10:23-25). Cuando dejas la
comunin de los santos, te acercas peligrosamente a la apostasa. No olvides lo que le pas a Demas. Pablo dijo de l: De
mas me ha desamparado, amando este mundo (2 Ti. 4:10).

II. RAZONES PARA LA EXHORTACIN


Pablo contina su exhortacin dando una doble razn para re
vestirse de la armadura de Dios: Para que podis resistir en el
da malo, y habiendo acabado todo, estar firmes (Ef. 6:13). La
primera razn tiene que ver con la hora de la batalla en el
da malo, la segunda con los requisitos para la victoria glo
riosa, que es segura si nos vestimos debidamente para el con
flicto.

Primera razn: La hora de la batalla


Que es este da malo que menciona Pablo? Los eruditos bblicos
lo han considerado cuidadosamente. Algunos entienden que el
mismo abarca toda la vida del cristiano en la tierra. Segn esta
interpretacin, la exhortacin dice algo as: Hay que cubrirse
con toda la armadura de Dios para perseverar hasta el final de la
vida, lo que significa un da tras otro de pruebas y tribulaciones.
Jacob testific de esta actitud al revisar su vida: Pocos y malos
[240]

Segunda exhortacin a las armas


han sido los das de los aos de mi vida (Gn. 47:9). Para algu
nos parece que no haya da de sol sin que llueva antes de la no
che. Cada da tiene su mal; no necesitamos tomar prestadas las
penas de maana para completar la carga de hoy!
La Palabra nos habla del pan de cada da; tambin de la cruz
diaria, que se nos manda tomar, no hacernos (Lc. 9:23). No se
refiere a las cruces que nos fabricamos nosotros mismos. Dios,
en su providencia, siempre nos dar una cruz que l mismo haya
escogido para nosotros; la cual, aunque se nos manda explcita
mente tomarla, nunca se nos dice que la soltemos. Nuestras vi
das y nuestras pruebas son igual de largas.
Se ha hablado mucho acerca del lamento de Job en su prue
ba. Pero escucha lo que dice en cuanto a su anterior prosperidad:
No he tenido paz, no me asegur, ni estuve reposado; no obs
tante me vino turbacin (Job 3:26). Aun en su blanda cama Job
daba vueltas, incapaz de dormir bajo la carga de un espritu opri
mido. Nos dice por experiencia que los mayores premios de la
tierra no sacian el anhelo del alma. Como creyentes, hasta los
tiempos mejores son una cruz porque nos alejan de la corona.
Cada da que pasamos en este mundo malo es un da menos en
la presencia de Cristo.
El nico consuelo que tenemos es que este mal es corto. Nues
tra vida, a fin de cuentas, es un da malo. Unos cuantos pasos y
estaremos fuera de la tormenta. En este aspecto, hay un abismo
cada vez mayor entre el creyente y el pecador. Son como dos via
jeros que cabalgan por el mismo pas en direcciones opuestas y
se ven sumidos en una tormenta. Sin embargo, el cristiano se ale
ja de ella y pronto no le llover: a la muerte tendr un buen tiem
po eterno. Pero el pecador se acerca al ojo de la tormenta. Mien
tras ms avanza, peor le va. A lo que se enfrenta en la tierra es a
un chubasco, en comparacin con la tempestad que le sobreven
dr cuando le llegue la muerte. La inundacin de la ira de Dios
tendr lugar en el Infierno, tanto desde lo alto, de su justo furor,
como desde lo profundo, de la conciencia acusadora y atormen
tada del propio pecador.
Otra explicacin del trmino el da malo es que no abarca
toda la vida, sino aquella poca especialmente cargada de sufri
mientos. Aunque ciertamente toda la vida es mala en compara[241]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cin con el xtasis del Cielo, una parte de la vida puede conside
rarse buena, y la otra mala. La tierra es un punto medio entre el
Cielo y el Infierno, y participa de ambos. Subimos y bajamos an
tes de llegar al final del viaje, e inevitablemente encontramos los
pantanos ms profundos cerca de nuestro destino esto es, la
muerte, hacia el cual corren todos los problemas de la vida co
mo los arroyos al gran ro. Siendo la muerte la suma del mal,
considero que a esto se refera Pablo con la expresin el da ma
lo.

1. Naturaleza y caractersticas del mal y del da malo


Para discernir lo que Pablo quera decir, primero debemos com
prender en qu sentido la afliccin es un mal, y en qu sentido no
lo es. Ya que Dios mismo se atribuye el haber concebido el mal
de la afliccin, esta no puede ser ni moral ni intrnsecamente ma
la. El Seor mismo declar: He aqu, yo pienso contra esta fa
milia un mal (Mi. 2:3). Y en Amos leemos que no haba cala
midad en la ciudad que Dios no hiciera (Am. 3:6).
Si la afliccin fuera intrnsecamente mala, entonces no debe
ra ser nunca objeto de nuestro deseo, como a veces puede serlo.
La afliccin es capaz de adoptar la forma de persecucin, por
ejemplo. En este caso, cuando tenemos que decidir entre desobe
decer a Dios o padecer persecucin, hay que escoger lo ltimo.
Cuando llega la prueba, debemos someternos a la mayor aflic
cin en lugar de al pecado menor. Moiss escogi la persecucin
junto con el pueblo de Dios en vez de gozar de los deleites tem
porales del pecado (He. 11:25-27).
Otra clase de afliccin es la tentacin, que segn Santiago es
causa de regocijo! (Stg. 1:12). Cmo podramos tener por su
mo gozo el caer en algo moral e intrnsecamente malo?
Si el trmino mal aplicado al da de la afliccin no signifi
ca pecado ni mal moral, qu significa entonces? En qu aspec
to se puede llamar malo al da de la afliccin para los cristianos?
a) En ese da nos abandona el gozo
La afliccin es un mal en el sentido de que nos roba el gozo.
Como una medicina amarga, la afliccin tiene un efecto des
agradable sobre los sentidos. Por tanto, Salomn, al hablar de
[242]

Segunda exhortacin a las armas


los das de enfermedad, los declara tan desagradables que dire
mos: No tengo en ellos contentamiento (Ecl. 12:1). El gozo
natural es una flor que abunda bajo el sol de la prosperidad y
se marchita al ocultarse este tras la nube de la prueba.
Sin embargo, los cristianos pueden tener su mayor porcin
de gozo en la afliccin, porque la fuente de su gozo no est en
ellos mismos. Dios lo enva, o seran tan desdichados como los
dems cuando vienen los problemas. El hecho de que brote el
consuelo a partir de la afliccin no es ms natural que encon
trar uvas en los espinos o man en el desierto. Pero Dios esco
ge ese momento para resaltar ms la omnipotencia de su amor.
Cuando Elias desafi a los profetas de Baal, primero remoj la
lea y el sacrificio con agua, y se llen la zanja hasta los bor
des. Entonces or y baj fuego del cielo para consumirlo. De
manera parecida, Dios puede permitir que un diluvio de aflic
ciones inunde a sus hijos; entonces enciende aquel gozo interno
en su seno consumiendo todas sus penas. Las mismas aguas de
la afliccin aaden dulzura a su gozo espiritual. Pero Dios es
bueno, y la afliccin es mala.

b) En ese da nos acordamos de pecados pasados


El da de la afliccin trae recuerdos desapacibles de los pecados
de nuestra vida. Los pecados antiguos enterrados hace aos en
la tumba del olvido vuelven a perseguirnos. Sus fantasmas se
pasean por la conciencia e igual que la noche aumenta nuestro
temor de lo invisible, la aproximacin de la muerte incrementa
el terror de los pecados que recordamos. Nunca les pareci tan
terrible a los patriarcas su pecado como cuando vino sobre
ellos la desgracia (Gn. 42:21).
c) En ese da se revela el pecado presente
La afliccin remueve las aguas del alma. Si hay hez de pecado
en el fondo, subir a la superficie. La agitacin de la afliccin
remueve la capa de pintura del hipcrita, lo cual puede ser la
razn de la prueba. Algunos pierden la fe ante la persecucin;
otros maldecirn a su rey y a su Dios (Is. 8:21). Un corazn
falso no puede pensar bien del Dios que lo aflige. Pero aun
cuando alguien parece lleno de la gracia divina, la afliccin
[243]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

puede revelar que la corrupcin es ms fuerte y la gracia ms


dbil de lo que se pensaba. Pedro es un ejemplo, cuando sali
tan valientemente de la barca al agua, para empezar a hundir
se. Al instante vio en su corazn ms incredulidad de la que su
pona.
Las aflicciones duras son para el alma lo que una lluvia fuer
te es para una casa. No notamos las goteras del techo hasta or
caer las gotas y ver los charcos en el suelo. Cuando la tribula
cin oprime tu alma, pronto revela los puntos dbiles de tus
virtudes. Por eso ninguno es ms compasivo y humilde hacia
otras almas doloridas que aquel que mejor conoce la afliccin:
ha recibido tantos golpes que mantiene las velas de la autoesti
ma plegadas, y se muestra ms pronto a compadecer que a con
denar a sus compaeros dbiles.

d) En ese da Satans llega para tentarte


Lo que Marcos llam la tribulacin (Mr. 4:17), lo llam Lu
cas el tiempo de la prueba (Lc. 8:13). Se renen ambas co
sas: pocas veces Dios nos aflige sin que Satans aada la tenta
cin en el desierto. Los sufrimientos de Cristo a mano de los
hombres y la tentacin diablica llegaron juntos. Esta es vues
tra hora y la potestad de las tinieblas (Lc. 22:53), dijo Jess a
los sacerdotes y ancianos. Esa, que odiaba a su hermano por
causa de la bendicin, dijo en su corazn: Llegarn los das
del luto de mi padre, y yo matar a mi hermano Jacob (Gn.
27:41). Los tiempos de afliccin son das de luto; Satans los
espera para hacernos dao.
e) Es el da de la prueba
El refrn dice: A buen fin no hay mal principio. Aunque el
da de la afliccin sea duro, los cristianos sinceros siempre sa
can provecho del mismo. La vara de correccin divina da fru
tos apacibles de justicia. Sin embargo, en los malos, el resulta
do es malo. El da de afliccin los deja ms impenitentes, en
durecidos en el pecado e infames en sus prcticas impas. Cada
plaga de Egipto aadi a la plaga de dureza de corazn del fa
ran. A muchos no los purgan sino que los envenenan sus aflic
ciones. Aunque puede que la afliccin pase, el veneno perma[244]

Segunda exhortacin a las armas


nece y brota en peores pecados que antes. Cada afliccin del
malo produce otra afliccin mayor, hasta que llega la mayor de
todas: el pecador se encuentra en el Infierno, donde se renen
todas sus aflicciones por toda la eternidad.

2. La certeza del da malo


No podemos evitar la hora oscura que se nos viene encima, co
mo tampoco podemos frenar la puesta del sol a su hora. No
hay hombre que tenga potestad sobre el espritu para retener el
espritu, ni potestad sobre el da de la muerte; y no valen las ar
mas en tal guerra (Ec. 8:8). Al acudir a filas en la guerra acti
va, uno puede ser excusado por la edad o la debilidad fsica. O
bien puede intentar sobornar a un oficial o conseguir que otro
ocupe su puesto. Pero en esta guerra personal con la muerte, las
reglas son tan estrictas que no hay escapatoria: debemos salir a
combatir en persona y mirar cara a cara al enemigo.
Algunos viven como si no pensaran morirse nunca. Otros
son tan necios que dicen haber pactado con la muerte y el In
fierno. Cuando la peste recorra las calles ellos esperan ser sal
vados. Por ahora, como deudores que han pagado al cobrador,
pisan fuerte y no temen el arresto. Pero Dios les dice: Ser
anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el
Seol no ser firme (Is. 28:18).
En cuanto al da de la muerte, hay una ley divina que entr
en vigor con el primer pecado de Adn, aquel cuchillo fatal en
la garganta de la humanidad. Dios, para evitar cualquier esca
patoria, ha sembrado la semilla de la muerte en nuestra misma
naturaleza; antes escapamos de nosotros mismos que de la
muerte. No necesitamos a ningn leador para talarnos. Hay
en el rbol un gusano que crece de su misma sustancia y lo des
truir; hay en nosotros ciertas debilidades naturales que nos re
ducirn a polvo. La muerte se uni a nosotros en nuestra con
cepcin. Igual que una mujer no puede frenar el parto, conse
cuencia natural de haber concebido, as no se puede evitar la
muerte que impregna la vida. Cada dolor fsico que sufres es un
gemido de tu naturaleza moribunda, que te avisa de la proxi
midad de la muerte.
Dios le debe algo tanto al primer Adn como al segundo. Al
[245]

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primero le debe la paga de su pecado; al segundo, el premio por


su sufrimiento. Ambos recibirn su paga en el otro mundo. A
no ser que llegue la muerte para llevar all al hombre, los ma
los (la posteridad del primer Adn) perderan la paga comple
ta de su pecado. Tampoco los cristianos (la simiente de Cristo)
pueden recibir el beneficio entero de la sangre de Jess hasta
dejar este cuerpo terrenal. Antes de la fundacin del mundo,
Dios le prometi al Hijo que su sangre derramada comprara la
vida eterna para todos los que confiaran en l. Por eso Dios ha
asegurado el da de la muerte: con l borra ambas deudas.

3. Necesidad de la armadura para resistir en el da malo


Ya que la muerte es inevitable para todos, nos conviene, ante
todo, prepararnos para el da malo en cuanto al deber. Tu fiel
lealtad a Dios es lo que te mantiene seguro. Supongamos que
un sbdito encargado del cuidado del castillo de su prncipe su
piera de la llegada de un poderoso enemigo para sitiar dicho
castillo, pero no tomara precauciones a fin de reunir armas y
provisiones para su defensa, y el castillo fuera tomado. Cmo
absolverlo de traicin? No traicion a su prncipe por negli
gencia?
El alma es un castillo que hay que guardar para Dios. l nos
ha avisado de que Satans le pondr sitio. Al momento en que
este piensa venir con todos sus poderes tenebrosos se le llama
el da malo. Para ser fieles al encargo divino, debemos pla
near la defensa, y equiparnos con el objeto de resistir vigorosa
mente. Si malgastramos aquellas ayudas que el Seor nos pro
porciona para el da malo, ello supondra una ingratitud ver
gonzosa para con nuestro Dios.
Qu diras de un prisionero a quien le enviaran dinero pa
ra comprar su libertad y se lo gastara divirtindose en la cr
cel? En esencia, esto hacemos cuando tomamos los talentos que
Dios espera que utilicemos a fin de prepararnos para la muer
te, y los entregamos a nuestros deseos. Q u provecho encon
traremos en la Biblia o en los pastores, si no los utilizamos pa
ra equiparnos con la armadura de Dios?
En una palabra, por qu alarga Dios nuestros das entre los
vivos? Para darnos tiempo de solazarnos en los placeres vanos
[2461

Segunda exhortacin a las armas


del mundo? Debemos perseguir las riquezas y honras munda
nas como si fueran mariposas? No puede ser: los amos sabios
no dan a sus siervos tareas que no valen ni las velas que que
man al desempearlas. Nada menos que glorificar a Dios y sal
var finalmente nuestras almas puede valer el tiempo precioso
de que disponemos aqu.
El gran Dios tiene una meta ms alta de la que se imagina la
mayora. Para comprenderlo, lee la interpretacin que hace l
mismo de sus propios actos. Pedro nos exhorta: Tened enten
dido que la paciencia de nuestro Seor es para salvacin (2 P.
3:15). Y Pablo lo dice as: O menosprecias las riquezas de su
bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benigni
dad te gua al arrepentimiento? (Ro. 2:4). Ambos versculos
nos ensean lo que hay en la mente de Dios: l nos habla con
cada momento y cada milmetro de paciencia que nos concede.
Ya que es la misericordia de Dios la que nos da cada da que
pasamos en la tierra, esto nos impone una fuerte obligacin de
invertir cada momento sabiamente.
Segundo, hemos de prepararnos para el da malo en sabidu
ra. Un hombre prudente utiliza la mayor parte de su energa en
lo que ms le importa. Solo los necios y los nios se fijan en ju
guetes y naderas: se esfuerzan tanto en hacer una casa de nai
pes como Salomn en construir el templo. Tal es la importan
cia del da malo especialmente el de la muerte, que el hom
bre demuestra ser sabio o necio en su preparacin para el mis
mo. Si los consejos y proyectos perseguidos nos preparan para
una muerte feliz, probaremos ser realmente sabios. Pero si, des
pus de todos nuestros esfuerzos sinceros y planes en cuanto a
otras cosas, no estamos listos para esa hora, al final nos reve
laremos como unos necios.
Quienquiera que seas y cualquiera que fuere tu motivo para
gloriarte aunque parezcas el ms santo de la tierra, sabe
que no hay salvacin del diluvio de la muerte fuera de Cristo.
Aferrarte al arca por fuera con una profesin de fe falsa no te
salvar. Imagnate cmo correran los contemporneos de No
para salvar sus vidas, algunos a una colina y otros a un rbol
alto; pero las olas los persiguieron hasta que por fin el Diluvio
los barri. As ser tu final si te vuelves hacia otra ayuda que
[247]

El cristiano con toda la armadura de Dios


no sea Cristo. Pero el arca te espera, se acerca a tu puerta para
recibirte. No no extendi la mano con ms anhelo para reci
bir a la paloma, que Cristo para recibir a aquellos que huyen a
l en busca de refugio.
Pregntale solemnemente a tu alma: Has provisto para
ese da malo? Puedes pasarte sin lo que aquel da te quitar y
dar la bienvenida a lo que seguramente traer consigo?. La
muerte viene para llevarse todos tus placeres carnales y presen
tarte la factura por los mismos. Eres capaz de decir adis a los
primeros y, con paz y confianza, leer lo que dice la segunda?
Piensa bien la respuesta que le dars a Dios cuando aparezcas
delante de l. Qu le dirs cuando te pregunte: Por qu no
debo dictar sentencia de condenacin eterna contra ti?. No
dudes ni por un instante que el Da del Juicio vendr.

4. Instrucciones para prepararse para el da malo


Eres lo bastante sabio como para prepararte para el da en que
comparezcas ante Dios? Te gustara vivir ahora sin el miedo
terrible a aquel da? Entonces sigue estas instrucciones...

a) Establece una relacin de pacto con Cristo


No puedes esperar afrontar la muerte sin temor a no ser que es
ts seguro de que Cristo te reclamar como suyo. Los herede
ros del Cielo tienen un pacto con Dios. Cmo entras en esta
relacin de pacto? Rompiendo el pacto con el pecado! Eres
por naturaleza siervo del pecado y de Satans mediante pacto.
Si alguna vez vas a entrar en un pacto nuevo con Dios, tendrs
que romper el antiguo. Un pacto con el Cielo y otro con el In
fierno no pueden coexistir.
b) nete a Cristo
Dios concede el pacto de la gracia nicamente a la esposa de
Cristo. Rebeca no recibi las alhajas y los vestidos costosos
hasta haber prometido ser la esposa de Isaac (Gn. 24:53). Por
que todas las promesas de Dios son en l S, y en l Amn, por
medio de nosotros para la gloria de Dios (2 Co. 1:20). Cuan
do recibes a Cristo tambin recibes las promesas: el que posee
el rbol tiene derecho a su fruto. Asegrate de que se halle en
[248]

Segunda exhortacin a las armas


ti aquello que Cristo espera de toda alma con que l se despo
sa.
Considera si puedes amar fervientemente a la persona de
Cristo. Mrale con cario una y otra vez, revelado en toda su
perfeccin espiritual. Te hacen su naturaleza santa y su gracia
perfecta desearlo? Puedes renunciar a todos lo dems y unirte
a Cristo? Sers capaz de poner en sus manos la vida de tu al
ma, para que la salve nicamente por la virtud de su sangre y
la fuerza de su brazo omnipotente? Si tienes suficiente fe en su
provisin para ti ahora y en la vida venidera, puedes estar se
guro de que sus promesas son para ti.
Otra cosa ms: si tienes a Cristo, no solo debes amarlo a l,
sino tambin a tus nuevos parientes; esto es, a todos los cristia
nos. Puedes amarlos de corazn, olvidando las antiguas renci
llas con ellos? Si eres capaz de responder que s, yo os declaro, a
Cristo y a ti, marido y mujer. Ve y consulate con la esperanza de
la venida del Esposo a buscarte. Y cuando se acerque el da ma
lo y la muerte misma se aproxime, no la mires con terror. En su
lugar, avvate, como el anciano Jacob, al ver el carro que te lle
var a los brazos de tu Esposo. Puedes estar seguro de que l es
capaz de hacer que se te d la bienvenida cuando llegues all.

c) Esfurzate por morir continuamente


a esta vida y a sus placeres
El deseo de resistir a la muerte no es tan fuerte en quien lleva
mucho tiempo enfermo y se va consumiendo, como en el que
ha estado enfermo pocos das y tiene fuerzas para luchar. Esta
misma tendencia se encuentra en el cristiano. El santo cuyo
amor a la vida lleva aos desgastndose rendir ms fcilmen
te la existencia terrestre que el que la ama con ms fuerza. No
todo cristiano est mortificado en el mismo grado. Pablo nos
dice que l mora a diario. Enviaba cada vez ms de su corazn
fuera de este mundo, y para cuando llegara el da malo, todos
sus afectos habran partido ya! l anhelaba seguirlos: Yo ya
estoy para ser sacrificado (2 Ti. 4:6). Si hay que sacar una
muela, cuanto ms profundas sean las races ms le doler al
paciente. Si sueltas la raz de tus afectos mundanos, tu vida cae
r con mayor facilidad y menor dolor en el da de la afliccin.
[249]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Recuerda: si eres cristiano, no tienes por qu temer al da


malo. Acerca tu corazn al mismo y ensale a tu alma lo que
Cristo ha hecho para quitarle su aguijn, y las dulces promesas
que te ha dado para ayudarte a vencer el temor. Esto ser todo
el consuelo que necesites.

Segunda razn:
Los requisitos para un final feliz de la guerra
Ahora presentamos el segundo argumento del apstol para su
brayar su exhortacin, el cual proviene de la gloriosa victoria
que sobrevuela al creyente en la lucha y que seguramente lo co
ronar al final. La frase es breve pero contundente: Y habien
do acabado todo, estar firmes. O, como traduce la Biblia de
las Amricas: Habindolo hecho todo, estar firmes.
El Cielo no se gana con buenas palabras ni valiente profe
sin, sino habindolo hecho todo. El sacrificio sin obedien
cia es un sacrilegio. Es vana la religin de aquel cuya profesin
no conlleva testimoniales de una vida santa. El cristiano que
hace se mantendr firme, mientras que el que alardea caer.
Los jactanciosos roban a Dios aquello que l ms aprecia. Un
magnfico capitn golpe en cierta ocasin a uno de sus solda
dos por denostar al enemigo, dicindole que sus rdenes no
eran de gritar e insultar, sino de luchar contra dicho enemigo y
matarlo. No basta con denostar al diablo en oracin y conver
sacin: hay que actuar y mortificarlo para agradar a Dios.
Es tan poca cosa reclamar ser hijo del Rey del Cielo que
crees poder obtenerlo sin una prueba real de tu celo por Dios y
tu odio al pecado? No siendo oidor olvidadizo, sino hacedor
de la obra, ste ser bienaventurado en lo que hace (Stg.
1:25). Observa que no dice por lo que hace, sino en lo que ha
ce. Encontrar la bendicin al andar en obediencia. El hipcri
ta desilusiona a los que, viendo las hojas de su rbol, esperan
frutos sin encontrarlos. Al final se desilusionar l mismo. Es
pera llegar al Cielo, pero lo perder.
Observa tambin que la misericordia de Dios para con sus
hijos es tan grande que l acepta de buen grado los pobres es
fuerzos de ellos por agradarle, siempre que estos se unan a la
[250]

Segunda exhortacin a las armas


sincera perseverancia. Cuando el corazn est bien, Dios acep
ta las obras como si se hicieran en plena obediencia. Por eso se
dice que los cristianos lo han hecho todo. Quin no servira
a un Dios as? A veces los siervos se quejan de que sus amos son
tan irrazonables que nunca se les puede complacer, ni con los
mejores esfuerzos. Esta crtica nunca se levantar contra Dios.
Haz lo mejor que puedas, y Dios te perdonar lo peor. David
conoca la indulgencia del Seor, cuando dijo: Entonces no se
ra yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamien
tos (Sal. 119:6). El corazn que trabaja siempre para acercar
se ms a la plena obediencia a la voluntad de Dios nunca ser
avergonzado.
En esta corta frase de habindolo hecho todo, estar fir
mes, se hallan cuatro doctrinas distintas, pertenecientes a los
siguientes temas: la necesidad de perseverar, la necesidad de la
armadura divina para hacerlo, la certeza de perseverar y vencer
estando armado, y el resultado prometido de la perseverancia.
1. La necesidad de perseverar
La perseverancia es la marca del verdadero soldado de Cristo.
Habindolo hecho todo incluye el conflicto con la muerte.
No lo hemos hecho todo hasta terminar esa batalla campal. La
palabra perseverar significa zanjar un asunto, llevarlo a su
justo termino. No seas un cristiano a medias, sino ntegro.
Merece el nombre de santo no el que gana el campo sino el que
lo defiende; no el que empieza sino el que resiste. No existe la
retirada con honor; no hay ninguna orden en la disciplina mi
litar de Cristo que diga: Retrate y suelta las armas. La or
den, desde el da en que empuas las armas hasta que la muer
te te llama es: Adelante, marchando!.

a) Nuestro pacto exige la perseverancia


Antes los soldados juraban no alejarse de su bandera sino se
guir fielmente a sus jefes. Existe la obligacin de prestar tal ju
ramento para todo creyente. Es tan esencial para ser cristianos
que con l se los identifica: Juntadme mis santos, los que hi
cieron conmigo pacto con sacrificio (Sal. 50:5). No somos
cristianos hasta llegar a suscribir este pacto sin reservas. Cuan[251]

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do profesamos creer en Cristo, nos alistamos en su regimiento


y prometemos vivir y morir con l oponindonos a todos sus
enemigos. Cristo nos dice cules son los trminos para enrolar
nos entre sus discpulos: Si alguno quiere venir en pos de m,
niguese a s mismo, y tome su cruz, y sgame (Mt. 16:24). No
nos aceptar hasta que nos resignemos libremente a su disposi
cin, para que no haya discusin de sus rdenes despus.
b)

La persistencia del enemigo exige nuestra perseverancia

El diablo nunca se retira ni declara tregua. Si un enemigo asal


ta una y otra vez una ciudad, y los residentes dejan de resistir,
ya sabes quin ganar. El profeta enviado a Betel cumpli con
su encargo y soport la tentacin de Jeroboam. Pero de vuelta
a casa el viejo profeta lo apart del camino y finalmente un le
n lo mat [cf. 1 R. 13). As muchos huyen de una tentacin
para ser vencidos por otra. Numerosos siervos valiosos de
Dios, por no haber resistido en sus ltimos das con el mismo
vigor que en el principio, han cado miserablemente, tal como
lo vemos en el caso de Salomn, Asa y otros semejantes.
Ya sabes que es difcil sostener algo en la mano por largo
tiempo sin que se te entumezcan los dedos. Esto tambin es ver
dad en lo espiritual; por tanto, se nos advierte frecuentemente
que debemos aferrarnos a nuestra profesin de fe. Seguramen
te, el ver que nuestro enemigo siempre est al acecho para atra
parnos cuando caemos nos alentar a apretar la mano, en vez
de aflojarla.
c) Nuestro galardn eterno depende de la perseverancia

La corona del cristiano se obtiene en la meta: el que llega al fi


nal de la carrera la gana. Cristo dice: Al que venciere, le da
r... (Ap. 3:21). En su carta a Timoteo, Pablo expres: He
peleado la buena batalla [...]. Por lo dems, me est guardada
la corona de justicia (2 Ti. 4:7,8). Por qu por lo dems?
Acaso no estaba reservada antes? S, pero habiendo perseve
rado y llegado a avistar el hogar, listo para morir, ahora se aferra con mayor seguridad a la promesa. En este sentido, un al
ma en estado de gracia se halla ms cerca de su salvacin des
pus de cada victoria, porque se aproxima ms al final de la ca[252]

Segunda exhortacin a las armas


rrera, cuando recibir la salvacin prometida (Ro. 8:10). Solo
entonces se le pondr en la cabeza la corona.
2. Nuestra necesidad de la armadura divina para perseverar
No puede haber perseverancia sin verdadera gracia en el cora
zn. Un alma sin armadura divina no puede perseverar. La gra
cia santificadora del Espritu de Dios es dicha armadura; el que
carece de ella nunca podr librar todas las batallas necesarias
para obtener la victoria.
Los dones del Espritu ms comunes, tales como la ilumina
cin, la conviccin y el afecto, pueden ayudarnos durante algn
tiempo a parecer celosos por el Seor, pero la fuerza de ellos
pronto se gasta. Los oyentes de Juan Bautista recibieron algo
de luz y calor bajo su ferviente ministerio, pero cunto dura
ron? Vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz
(Jn. 5:35). Sus palabras tieron la conciencia de ellos con bellos
colores, pero al no fijarse estos con leo pronto se borraron.
Las lmparas de las vrgenes insensatas alumbraban tanto co
mo las de las sabias, pero se apagaron antes de la llegada del
Esposo. La tierra pedregosa respondi antes que las otras. La
semilla brot rpidamente, como si la cosecha fuera a llegar
pronto, pero una helada lo cambi todo, y el da de la cosecha
fue de gran tristeza.
Todos estos ejemplos de la Palabra y muchos ms demues
tran que nada menos que una gracia consistente y un principio
de vida divina en el alma, perseverarn. Los librepensadores y
los profesantes superficiales de la fe se prometen esperanzas de
alcanzar el Cielo, pero este ser un paso demasiado largo para
sus almas faltas de aliento.
3. Por qu los no regenerados no pueden perseverar

a) La fuente de su fuerza es frgil


El alma llena de gracia persevera por la fuerza que recibe con
tinuamente de Cristo, igual que el brazo y el pie se mantienen
vivos por la energa vital que reciben del corazn. Pablo dice:
Ya no vivo yo, mas vive Cristo en m (G. 2:20). Esto es: Yo
vivo, pero a costa de Cristo. l mantiene mi alma, y tambin mi
[253]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

virtud en la vida. Sin esta unin, un hombre se consumir; no


tiene raz que lo sostenga. Un cadver, una vez que empieza a
pudrirse, nunca se puede recuperar. El proceso de corrupcin
sigue hasta hacerlo volver al polvo. Ningn ungento puede
hacer dar marcha atrs al proceso de la muerte. Pero donde hay
vida, la naturaleza enva ayuda al ungento para obrar la cura.
La diferencia entre el cristiano y el incrdulo es tan grande
como entre la vida y la muerte. Siete veces cae el justo, y vuel
ve a levantarse; mas los impos caern en el mal (Pr. 24:16).
Al caer, los impos caen ms profundo y no tienen poder para
recuperarse. Cuando Can pec, vemos que sigui cayendo ca
da vez ms como una piedra que rueda cuesta abajo, sin dete
nerse hasta llegar a las profundidades de la desesperacin. Fue
de la envidia a su hermano a la malicia, de la malicia al asesi
nato, del asesinato a la mentira descarada y la osada ante Dios
mismo, y de all a la desesperacin.
La Palabra de Dios sentencia: Mas los malos hombres y los
engaadores irn de mal en peor (2 Ti. 3:13). Cuando el cris
tiano tropieza, se levanta porque tiene fuerzas para clamar a
Cristo. Al empezar a hundirse, Pedro exclam: Seor, slva
me!; y al instante Cristo le tendi la mano. Aunque el Seor
ri a Pedro por su incredulidad, aun as le ayud.

b) Sus dones son transitorios


El alma no regenerada no tiene garanta de mantener los dones
comunes del Espritu que posea en alguna ocasin. Hasta cuan
do su mesa est ms suntuosamente preparada, no puede sea
lar ninguna promesa de Dios que le garantice otra comida.
Dios da estas cosas a los malos como nosotros tendemos a un
mendigo un mendrugo de pan o le damos permiso para pasar
la noche en nuestro establo. Todo lo que Dios opta por dar,
tambin puede optar por negarlo. Si no eres creyente, quiz
tengas conocimiento de las cosas de Dios; pero, aun as, puedes
morir finalmente sin la luz salvadora.
c) Su resolucin es dbil
Un hombre apegado al mundo puede profesar la fe en Cristo;
sin embargo pronto demostrar su verdadera intencin si se le
[254]

Segunda exhortacin a las armas


obliga a escoger entre Cristo y Satans. Cuando Satans lo so
borna con tesoros mundanos para que abandone su confesin
del Salvador, demostrar como Demas qu es lo que realmente
ama. O si sus deseos lo llaman, acudir a pesar de su profesin
de fe, de su conciencia, de Dios y de todo lo dems. Herodes te
ma a Juan el Bautista, pero el amor es ms fuerte que el temor.
Su amor por Herodas pudo ms que su temor de Juan, y no
solamente le hizo cortar a este la cabeza sino que tambin seg
los esperanzadores brotes de su propia conciencia. Si la com
plexin del alma es profana, finalmente se demostrar tal cual
es, aunque durante algn tiempo la apariencia del hombre ten
ga algn color religioso por causas externas.
La falta de un cambio real del corazn es la raz final de to
da apostasa. El apstata no pierde la gracia que tena, sino que
manifiesta que nunca la tuvo. Muchos asumen la santidad ba
jo colores falsos, y utilizan el crdito ganado con la opinin de
otros para establecer su negocio entre los verdaderos santos.
Estos falsos profesantes dan por hecho que son cristianos por
que los dems as lo suponen. Toda su reputacin se cimenta en
una apariencia externa de religin. El hecho de que carezcan
del slido fundamento de la gracia para mantener su profesin
es lo que finalmente los pierde.
Consideremos entonces en qu se basa nuestra declaracin
de fe. Hay algo dentro de nosotros que sea proporcional a
nuestro celo externo? Tenemos unos cimientos slidos? Es la
estructura superior inestable, y se eleva demasiado sobre dbi
les cimientos? La raz del rbol se extiende bajo tierra igual que
las ramas por encima; as sucede con la verdadera gracia.
4. La certeza de perseverar si se est armado
La perseverancia no es posible sin la verdadera gracia en el co
razn. Pero si la gracia de Cristo reina en ti, la victoria es se
gura! Por eso importa tanto revestirnos de la armadura de
Dios; garantiza tu perseverancia y tu victoria final. La gracia
verdadera nunca ser vencida. La Palabra promete que todo
lo que es nacido de Dios vence al mundo (1 Jn. 5:4). La vic
toria se siembra en nuestra nueva naturaleza: la simiente de
Dios, que evita que seamos engullidos por el pecado y Satans.
[255]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Cristo resucit para no morir ms, y levanta el alma del cris


tiano de la tumba del pecado para que no est ms bajo el po
der de la muerte espiritual. As se dice del creyente, en tiempo
presente, que tiene vida eterna (cf. 1 Jn. 5:13).
La ley lleg cuatrocientos aos despus del pacto de Dios
con Abraham, pero no pudo anular la promesa que Dios haba
hecho. Igualmente, nada de lo que le sobreviene al cristiano en
su vida puede anular la promesa de la vida eterna que se le hi
zo a Cristo antes de la fundacin del mundo. Si fuera posible
que un hijo de Dios errara el blanco y perdiera la vida eterna
prometida de alguna manera, tendra que ser por una de estas
causas: porque existiera la posibilidad de que Dios abandona
se al cristiano y retrajera de l su gracia; porque el creyente
abandonara a Dios; o porque Satans tuviera el poder de arran
carlo de la mano de Dios. Pero ninguna de estas causas es fac
tible, por lo siguiente...
a) Porque Dios nunca puede abandonar al creyente
l dijo: No te desamparar, ni te dejar (He. 13:5). Tambin

ha prometido no cambiar de parecer en cuanto a su amor y su


gracia especial para con sus hijos: Irrevocables son os dones y
el llamamiento de Dios (Ro. 11:29). Hasta cuando pecas, no
provocas a Dios para desheredarte. En cambio se ve impulsado
a atraerte otra vez a la comunin con l. Dios dice por medio
del profeta Isaas:
Por la iniquidad de su codicia me enoj, y le her, escond mi
rostro y me indign; y l sigui rebelde en el camino de su co
razn. He visto sus caminos, pero le sanar (Is. 57:17,18).
No dudes ni por un instante que a quien l ama, lo ama has
ta el fin.
Para dar mayores pruebas al corazn dubitativo, Dios sella
su promesa con un juramento:
Con misericordia eterna tendr compasin de ti, dijo Jehov tu
Redentor. Porque esto me ser como en los das de No, cuando jur que nunca ms las aguas de No pasaran sobre la tie[256]

Segunda exhortacin a las armas

rra; as he jurado que no me enojar contra ti [...]. Porque los


montes se movern [esto se refiere al fin del mundo, cuando to
do el marco de cielos y tierra se disuelva], pero no se apartar
de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantar (Is.
54:8-10).
Antes de objetar que la promesa fue solamente hecha a los
judos, lee el resto del pasaje: Esta es la herencia de los siervos
de Jehov, y su salvacin de m vendr, dijo Jehov (v. 17).
Aqu vemos que dicha promesa abarca a todos los hijos de
Dios.
Cristo vino del Cielo para traernos misericordia, y volvi
all a fin de tomar posesin de la herencia prometida que haba
comprado con su muerte. Cabe alguna duda acerca de la fir
meza del amor de Dios cuando vemos que todo el pacto lo ha
cumplido Cristo por nosotros? Dios no solo llam a Cristo, si
no que lo santific y lo apoy en la gran obra a nuestro favor;
tambin lo justific por su resurreccin. Luego lo acogi de
nuevo en el Cielo, donde est sentado a la diestra del Padre en
lo alto como abogado e intercesor para todo cristiano. As que
no solamente tiene posesiones propias, sino tambin pleno po
der para entregar la herencia a todo creyente.
b) Porque el creyente no puede abandonar a Dios,
segn las clusulas del pacto

Sabiendo que el viaje al Cielo es largo y arduo, y nuestra virtud


dbil, a menudo podemos tener miedo de abandonar a Dios an
tes de llegar a nuestro destino eterno. Pero el pacto de Dios des
vanece esa nube de duda haciendo provisin para nuestra de
bilidad.
El Espritu de Dios se nos da para garantizar nuestra llega
da segura al Cielo: Pondr dentro de vosotros mi Espritu, y
har que andis en mis estatutos, y guardis mis preceptos, y
los pongis por obra (Ez. 36:27). Ntese que el versculo no
dice que el cristiano vaya a tener el Espritu si anda segn la ley,
sino que el Espritu le har hacer esto ltimo. El Espritu Santo
es Maestro y Guardin del cristiano. Tal vez temas que si con
tristas al Espritu Santo, l se enoje y te deje morir en tus peca[257]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

dos. Es verdad que el Espritu de Dios es sensible a la desobe


diencia y puede retraerse de tu pecado, igual que se retrajo de
Sansn y lo dej caer en manos de los filisteos. Pero no lo aban
don para siempre. Cuando Sansn clam en su dolor, el Esp
ritu respondi y despleg su fuerza nuevamente en l. Debera
tranquilizar tus temores el saber que el oficio del Espritu es
morar para siempre en los cristianos: Os dar otro Consola
dor, para que est con vosotros para siempre (Jn. 14:16).
Mientras el Espritu mora en el cristiano para guardarlo y
protegerlo, Cristo intercede por l en el Cielo. A Pedro le dijo:
Yo he rogado por ti, que tu fe no falte (Lc. 22:32). Si or por
uno, puedes estar seguro de que orar tambin por los dems.
En este mismo pasaje, el Seor orden a Pedro: Una vez
vuelto, confirma a tus hermanos (v. 32); es decir: Cuando
sientas la fuerza y eficacia de mi oracin por tu fe, dselo a to
dos tus amigos. El or cmo cuido de los mos fortalecer sus
corazones. Con Cristo intercediendo por nosotros, cmo pe
receremos? Supones que se cansar alguna vez de efectuar es
te acto de amor? Su Palabra nos asegura que l est viviendo
siempre para interceder por todos los que le pertenecen (He.
7:25).
c) Porque Satans no tiene poder para arrancar
al creyente de las manos de Dios

Si eres cristiano, ests rodeado por los brazos eternos y omni


potentes. Sin embargo, el diablo est envuelto en cadenas de
condenacin eterna y no puede sacudrselas por mucho que lo
intente. Si no es capaz de librarse de las cadenas que Dios le ha
puesto, cmo va a arrancarte de las manos divinas? Satans
solo puede tentar al cristiano con el permiso de Dios. Si crees
que Dios te ama, ciertamente podrs confiar en su sabidura al
permitir que Satans te asalte. No ser cuando este pueda ser
rechazado sufriendo una mayor humillacin?
El hecho de saber que el poder de Satans est limitado y
que la gracia de Dios es infinita, debe restaurar el nimo de los
creyentes dbiles que temen no poder resistir hasta el final.
Dios le ha concedido a Cristo la vida de toda alma que est
dentro del arca de su pacto. Si eres suyo, tu seguridad eterna es[258]

Segunda exhortacin a las armas

t garantizada. Acaso no te dio la disposicin de marchar ba


jo su estandarte y unirte a su lucha contra el pecado y el In
fierno? El mismo poder infinito que venci tu corazn rebelde,
vencer a todos tus enemigos internos y externos. El Dios que
puede levantar a un puado de hombres heridos y hacer que
conquisten una ciudad, tambin puede hacer que un alma heri
da venza al pecado y a Satans (cf. Jer. 37:10). El Arca estuvo
en medio del Jordn hasta que todo el campamento de Israel
hubo pasado a salvo a Canan (Jos. 3:17). El pacto de Cristo
est representado por el Arca: Cristo y su pacto garantizan el
paso seguro de los creyentes al Cielo.
Una palabra de advertencia: existe gran peligro de que los
creyentes pasen de esta doctrina consoladora a una seguridad
negligente y un atrevimiento presuntuoso. Aunque el cristiano
est a salvo de la apostasa final y total, an puede sufrir una
grave cada que lastime su conciencia, debilite su virtud y man
che el buen nombre del evangelio. El saber que estos peligros
acechan en la sombra, debera bastar para mantener al creyen
te siempre vigilante.
Cuidado con abusar de tu libertad en Cristo como licencia
para pecar! Pecaremos por la abundancia de la gracia? En
ninguna manera, dice Pablo (Ro. 6:2) A qu alturas habr lle
gado el pecado cuando un hombre se siente estimulado a pecar
por el amor eterno de Dios! Podemos conjeturar que la gracia
verdadera no mora en un corazn que saca semejante conclu
sin maldita de la premisa de la gracia divina. El cristiano ge
nuino llegar a la conclusin opuesta; esto es, que la gracia de
Dios no se otorga para que nos revolquemos en el pecado, sino
para que lo venzamos. La nica respuesta aceptable para la
magnitud del amor y la gracia de Dios es limpiarnos de toda
contaminacin de la carne y el espritu (2 Co. 7:1).
As como un hijo debe querer agradar a su padre por algo
ms importante que el temor a ser desheredado, nosotros he
mos de estar por encima del cumplimiento del deber cristiano
por miedo a caer. Estamos bajo la ley de la vida nueva; esto de
be hacer que deseemos naturalmente la comunin con Dios, co
mo el amor de un hijo hace que este desee ver a su amado pa
dre.
[259]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Es natural que la fe, que es el don que trata con las prome
sas, purifique el corazn. Mientras ms ciertas sean las noticias
acerca del amor divino que la fe trae al alma desde las prome
sas, ms purificarn el corazn; porque la fe, estimulada por el
amor, enciende el corazn respecto de Dios. Si ese afecto se in
flama, el ambiente estar demasiado caliente para que el peca
do permanezca all.
5. El resultado prometido de la perseverancia
Esta frase de y habindolo hecho todo, estar firmes incluye
el resultado bendito de la perseverancia del cristiano. Estar fir
mes al final de la guerra recompensar con creces todo peligro
y privacin sufridos durante la contienda contra el pecado y Sa
tans.
En las guerras terrenales, no todos los que luchan participan
del botn. Los beneficiados suelen ser solo unos pocos bolsillos.
El soldado raso que soporta la mayor parte de las privaciones,
sale ganando muy poco. Este soldado lucha para hacer ms
grandes a unos pocos grandes, y a menudo se le despide sin pa
ga suficiente para curar sus heridas. Pero en el ejrcito de Cris
to, el nico soldado que pierde es aquel que deserta. Cada sol
dado fiel recibe un galardn glorioso, expresado en esta frase:
Habindolo hecho todo, estar firmes. Permanecer firmes im
plica tres cosas...
a) Significa ser vencedores

Se dice que un ejrcito vencido cae delante de su enemigo, y


el vencedor permanece firme. Al final de esta guerra espiritual,
todo cristiano aparecer como vencedor de sus propias concu
piscencias, y de Satans que las diriga. Aunque el cristiano dis
fruta de muchas dulces victorias aqu en este mundo, el gozo de
sus conquistas se interrumpe con nuevas alarmas porque el ene
migo se reagrupa. Se obtiene la victoria un da, para empezar
otra batalla al da siguiente. A menudo, hasta sus victorias lo
dejan sangrando por el conflicto. Aunque al final rechace la
tentacin, las heridas que la conciencia recibe en la lucha en
sombrecen la gloria de la victoria.
Para tu consuelo eterno, cristiano, puedes esperar el da en
[260]

Segunda exhortacin a las armas

que se resolver definitivamente la pelea entre t y Satans. Ve


rs el campamento de tu enemigo completamente desmantela
do y destruido, sin un arma en tu contra. Pisars las mismas
fortalezas desde donde el enemigo disparaba sus dardos. Las
vers derribadas y destruidas, hasta que no quede ni una co
rrupcin en tu corazn para que se oculte all el diablo. En
aquel da glorioso, el enemigo que te ha hecho temblar ser ho
llado bajo tus pies.
b) Significa ser justificados y absueltos
en el gran Da del Juicio

La Biblia utiliza frecuentemente el verbo levantarse o man


tenerse en pie en este sentido: Por tanto, no se levantarn los
malos en el juicio (Sal. 1:5). Esto es, no sern justificados.
J ah , si mirares a los pecados, quin, oh Seor, podr mante
nerse [en pie]? (Sal. 130:3). Esto es, quin ser justificado?
El gran Dios, por cuyo encargo venimos al mundo, ha fija
do un da para juzgar a ese mundo por Jesucristo. Ser un da
solemne, cuando todos los que hayan vivido nobles y viles,
buenos y malos se reunirn en una asamblea para compare
cer personalmente ante Cristo y or de su boca el veredicto eter
no. El Seor estar asistido por una guardia de honor de nge
les listos para ejecutar su sentencia. No me maravilla que el ser
mn de Pablo acerca de este tema causara un terremoto en la
conciencia de Flix. Ms bien me asombra que alguien est tan
sumido en la dureza de corazn que el pensar en aquel da no
le haga reaccionar.
No consideras felices a aquellos que sern absueltos por
Cristo en ese da? No quieres saber quines sern esas almas
bienaventuradas? Para saberlo no hace falta ir al Cielo y bus
car en los archivos. Has de saber, aqu y ahora, que los que es
tarn firmes en el Juicio son aquellos que luchan en la tierra las
batallas del Seor contra Satans, vestidos de la armadura del
Seor. Son los creyentes que lo habrn hecho todo. Los pro
cedimientos de aquel da desacreditarn del todo a Satans, su
acusador ante Dios y su conciencia, siempre amenazndolos
con el terror de la condenacin ante el trono del juicio de Cris
to. El mundo malvado se confundir al ver cmo la mano de
[261]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Cristo limpia el barro que tiraron a la cara de los cristianos.


No ser esta recompensa suficiente por todo el desdn y la
opresin que soporta el santo en esta vida? Pero eso no es to
do!
c) Tambin denota el rango de los cristianos en el Cielo 0

Cuando un prncipe quiere premiar a los sbditos que se han


distinguido en el servicio de la Corona, les da un cargo honro
so en la corte. Salomn indica que uno de los mayores honores
que puede recibir un hombre es estar delante del rey. El Cielo
es la ciudad real donde Dios tiene su corte, y el gozo de los n
geles es permanecer delante de Dios: Yo soy Gabriel, que es
toy delante de Dios (Lc. 1:19). Esto es: Soy uno de los esp
ritus benditos que esperan en Dios y estn delante de su rostro,
como los cortesanos delante de su rey. Cada alma fiel tiene la
promesa de este honor.
Nada debe tener un efecto mayor sobre el espritu del cris
tiano que considerar su bendito estado en el Cielo como galar
dn de todos sus conflictos aqu en la tierra. Esta espada debe
ra cortar los nervios mismos de la tentacin y decapitar las
concupiscencias que desafan a huestes enteras de otros argu
mentos. Cmo puede coexistir el pecado con la esperanza de
esta gloria? Cuando el cristiano pierde de vista durante mucho
tiempo los pensamientos del Cielo, olvida su esperanza de
aquel lugar glorioso y empieza a hacerse algn dolo, como Is
rael ador el becerro en ausencia de Moiss. Pero en cuanto
vislumbra el Cielo, su corazn arde con tales reflexiones. Antes
se persuade a un rey para que arroje su corona y se revuelque
en el barro con el manto real, que se convence a un cristiano
para que peque cuando su corazn est lleno de la esperanza de
la gloria celestial.
El pecado es obra de demonios, no de cristianos. El cristia
no espera a cada hora la llamada a comparecer con los ngeles
y santos glorificados ante el trono de Dios. Esto debera alen
tar y sustentar su corazn en el fragor de la batalla, en el peor
de los tiroteos! Si tiene que pasar por agua y fuego para alcan
zarlo, qu es tal incomodidad comparada con el consuelo eter
no del Cielo? Mantener siempre el gozo celestial te ayudar a
[262]

Segunda exhortacin a las armas

correr con paciencia, a soportar las escaramuzas con la tenta


cin y la afliccin. Es ms: te har entender tambin que estos
contratiempos no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse (Ro. 8:18).

[263]

Captulo 5

Cuarta consideracin:
La postura que se debe mantener
en la guerra

Estad, pues, firmes... (Ef. 6:14).

n Efesios 6:13 Pablo deja claro la clase de armadura que el


creyente debe utilizar: la armadura de Dios. Luego, para
que no caigas en la tentacin de fabricar una armadura falsa en
tu propia forja y la llames armadura de Dios, el apstol des
cribe la armadura verdadera pieza por pieza, empezando en el
versculo 14. Tanto los catlicos romanos como los protestan
tes se han hecho culpables de fabricar sus propias armas para
luchar contra el diablo, armas que Dios nunca eligi.
Luego hablaremos de las piezas de la armadura en el orden
citado por el apstol, pero primero vamos a explorar otro
asunto. Ntese que en el versculo 14 Pablo especifica la pos
tura necesaria para el soldado cristiano: Estad, pues, fir
mes.... De qu servir el armarnos debidamente si no pre
sentamos una oposicin valiente ai enemigo?
I. PERMANECE FIRME: NO HUYAS NI CEDAS
Estar firme es lo opuesto de huir o ceder. Un capitn que ve c
mo sus hombres se baten en retirada o estn a punto de ren
dirse, da la orden: Permaneced firmes!; y todo soldado dig
no de ese nombre responde de inmediato. De igual manera, to
do cristiano debe acatar la orden divina de permanecer firme;
esto es, de resistir y no ceder nunca ante los ataques de Satans.
Basten cuatro razones para demostrar la importancia de esto...

[264]

La postura que se debe mantener en la guerra

Es un mandamiento de la Palabra de Dios


Pedro dice respecto a Satans: Al cual resistid firmes en la fe
(1 P. 5:9). Como la palabra firmes implica, hay que sostener
el frente en la batalla contra Satans; combatirlo en cada avan
ce. Los soldados deben cumplir estrictamente las rdenes aun
que les cueste la vida. Cuando Joab envi a Uras al frente de
la batalla por orden de David, no hay duda de que Uras era
consciente del peligro que corra. Pero no discuti con su gene
ral; tena que obedecer, aunque por ello muriera (2 S. 11:1417).
Entre soldados, la cobarda y la desobediencia son las peo
res faltas. Entonces, cmo pueden considerarlas ofensas me
nores los que tienen a Cristo por capitn y al pecado y al dia
blo por enemigos? Resistirnos a ceder a ciertas tentaciones pue
de costamos caro: Porque an no habis resistido hasta la
sangre, combatiendo contra el pecado (He. 12:4). El apstol
quiere decir que la guerra espiritual bien puede llegar a derra
mar la sangre; de ser as, eso no cambia la situacin ni nos da
excusa alguna para optar por el pecado en lugar del sufrimien
to.
Podra ser permisible que un cristiano abandonara su deber
por el peligro que entraa? Para ser soldados eficaces, la pre
servacin del honor de Dios siempre debe estar por encima de
nuestros temores. Igual que el soldado terrenal encarna el ho
nor de su pas en la batalla, el cristiano representa el honor de
Dios cuando se le llama a contender contra la tentacin. Tal
prueba pronto revela hasta dnde estamos dispuestos a llegar
para defender la reputacin de nuestro Soberano. Los sbditos
de David lo valoraban en 10 000 de sus propias vidas; cada
uno estaba dispuesto a morir antes de poner a su jefe en peli
gro. Ciertamente Dios merece lo mismo de sus sbditos. Es in
noble exponer su Nombre bendito al reproche en lugar de
arriesgarnos nosotros a un poco de desprecio, alguna prdida
temporal o dificultad!
Pompeyo, el general romano, se jactaba de que con una so
la seal poda hacer que sus soldados treparan por la roca ms
empinada, aunque fueran derribados a cada paso. Esta es la
[265]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

clase de lealtad que Dios desea de nosotros. Aunque l nunca


juega con la sangre de sus siervos, a veces prueba nuestra leal
tad con servicios duros y agudas tentaciones, para que por me
dio de nuestra fidelidad y valor l triunfe sobre Satans.
Tal vez recuerdes cuando Satans acus descaradamente a
Dios de sobornar a Job, diciendo que este siervo escogido re
almente se serva a s mismo al servir al Seor. Acaso teme
Job a Dios de balde? (Job 1:9). El diablo desafi a Dios a qui
tarle a Job su bendicin, insistiendo en que este le maldecira en
su cara antes que someterse al sufrimiento. Dios le dej hacer
al diablo; y cul fue el resultado? Ya que Job se mantuvo fir
me en la adversidad, vemos al Seor jactarse ante Satans: To
dava retiene su integridad, aun cuando t me incitaste contra
l (Job 2:3). En esencia, lo que Dios dijo fue: Ya ves, cuento
con algunos que me sirven sin necesidad de soborno, que se
aferran a su decisin cuando no les queda nada ms. Le qui
taste a Job sus bienes, siervos e hijos, y l se mantiene firme.
No has podido con su voluntad ni con su integridad!

Dios proporciona una armadura suficiente


para la batalla
Permitir que una fortaleza bien armada cayera en manos del
enemigo sera una vergenza para los soldados defensores. Es
piritualmente hablando, tal derrota resulta an ms vergonzo
sa porque Dios, en Cristo, da a sus soldados todo el poder ne
cesario para resistir siempre al diablo.
No debemos sorprendernos cuando el alma no regenerada
cede fcilmente ante una tentacin que promete placer carnal y
beneficios. Los que estn sin Cristo no tienen armadura que re
pela el ataque del enemigo; no saben nada de la dulzura del Se
or. Es natural que, a falta de mejor alimento, se sienten a la
mesa con el diablo. Decimos que la cabra pacer donde la aten;
el pecador tambin debe alimentarse de lo mundano porque es
t atado a la tierra por su corazn carnal.
Pero el cristiano tiene una esperanza de algo superior a lo
que ofrece este mundo. Su fe presente es un pagar escrito por
la mano del Espritu Santo, asegurndole la victoria final. El
[266]

La postura que se debe mantener en la guerra

yelmo de la salvacin (si lo lleva puesto), y el escudo de la fe (si


lo levanta) repelarn la lluvia de dardos diablicos.
Con mucha razn Dios se disgusta cuando uno de sus hijos,
que podra resistirse utilizando sus dones y pidiendo ayuda al
Cielo, cede ante el enemigo. En el huerto, Dios le pregunt a
Adn: Has comido del rbol de que yo te mand no comie
ses? (Gn. 3:11). Es como si Dios dijera: S que no lo comis
te por tener hambre; tenas todo el Paraso donde escoger!
Cmo pudiste caer estando tan bien equipado para resistir?.
Igualmente, Dios te puede decir a ti: Has estado comiendo
las golosinas del diablo cuando posees la llave de mi abundan
te alacena? Es tan escasa la provisin de tu Padre que te ape
tecen las migajas del diablo?.

La seguridad del cristiano estriba en la resistencia


Dios da la armadura para defender al cristiano en la lucha, no
para protegerlo en la retirada. Mantente firme y ganars; huye
o cede, y todo estar perdido. He ledo acerca de grandes capi
tanes que cortaron a propsito toda va de retirada para que
sus soldados lucharan hasta la muerte. Guillermo el Conquis
tador, en cuanto su ejrcito puso el pie en Inglaterra, despidi
a los barcos a vista de sus hombres. Del mismo modo, Dios
tampoco hace provisin para los cobardes. En su armadura no
hay ni una sola pieza para la espalda. He aqu una verdad
asombrosa: El justo vivir por fe; y si retrocediere, no agra
dar a mi alma (He. 10:38). El que entra en la batalla con
confianza, sale vivo de ella; pero el que huye, solo obtiene el
desagrado de Dios.
Qu msero trueque el de volverse de luchar contra Satans
y poner a Dios por enemigo! Hay consuelo cuando se pelea
contra el pecado y el diablo, aun cuando se llegue a la sangre.
Pero no lo hay en absoluto soportando la ardiente ira de un
Dios vengador. Lo que te imponga Satans, Dios te lo puede
quitar; pero quin te aliviar de lo que Dios te impone? No
prefieres morir en el fragor de la batalla por tu pas a ser eje
cutado por traicin o cobarda?

[267]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Solo se vence al enemigo por la fuerza


Y ello por tres razones...
1. Satans es un enemigo cobarde
Aunque ponga cara de valiente cuando te tienta, realmente tie
ne un corazn medroso. Igual que el ladrn tiembla al ver una
luz u or un ruido en la casa de su vctima, Satans se sobresal
ta cuando encuentra al alma despierta y lista para oponrsele.
Cierto demonio dijo: A Jess conozco, y s quin es Pablo
(Hch. 19:14). Esto es: Los conozco para vergenza ma, por
que ambos me han hecho huir. Si te pareces a ellos, Satans
tambin te temer a ti. Creme que l tiembla ante tu fe. Util
zala para suplicar ayuda contra l y ejrcela vigorosamente a
fin de repeler sus avances; entonces lo vers correr.
Supongamos que los soldados defensores de un castillo su
pieran que el ejrcito invasor era dbil y desorganizado, y que
pronto se dispersara ante cualquier demostracin de fuerza
desde el castillo. No aumentara esto grandemente el valor de
los defensores? El Espritu de Dios, que todo sabe acerca del
enemigo, enva al cristiano un informe de inteligencia con estas
instrucciones: Resistid al diablo, y huir de vosotros (Stg.
4:7). El enemigo no te puede daar si t no lo permites. Tu re
sistencia firme le asesta un duro golpe a su confianza.
En la hora de la tentacin y de la resistencia inconmovible
de Cristo, leemos que Satans se apart de l por un tiempo
(Lc. 4:13). Cuando Satans insiste en tentarte, puede darse el
caso de que aunque no hayas cedido, tampoco hayas repelido
abiertamente sus ataques. Como un pretendiente obstinado,
Satans busca el menor signo de esperanza, y al descubrirlo, si
gue insinundose. La nica forma de deshacerte de l es ce
rrando la puerta con llave, y negndote a prestarle ms aten
cin.
2. Satans es un enemigo invasor
Por tanto, hay que resistirle constantemente. Pablo nos advier
te: No se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al dia
blo (Ef. 4:26-7). Un soldado de guardia en las afueras de una
[268]

La postura que se debe mantener en la guerra

ciudad debe vigilar tan fielmente como la guardia personal del


rey, o el enemigo traspasar los lmites externos, ganando as
acceso al corazn de la localidad.
Si cedes ante la tentacin en el permetro de tu corazn, le
das pie al diablo para perturbar tu espritu interior. Por ejem
plo: te enfadas y escupes palabras amargas irreflexivamente. En
cuanto este lenguaje profano sale de tu boca, el diablo encuen
tra abiertas las compuertas y entra. Entonces salen a raudales
cosas que no soaste siquiera con decir! l es un adversario as
tuto y no cede fcilmente nada del terreno ganado. La estrate
gia ms segura, entonces, es no darle pie ni por un centmetro.
Si titubeas siquiera al pasar junto a la puerta donde mora el pe
cado, le das tiempo a Satans para persuadirte a entrar. Enton
ces estars en su territorio.
Quin entra a una taberna para disfrutar de la compaa de
los borrachos, o frecuenta los lugares de pecado, fingiendo que
no piensa participar? Quin prostituye sus ojos con objetos
sensuales y permanece casto? Quin presta odos a una doc
trina corrupta de este mundo y sigue firme en la fe? Tal perso
na est bajo un fuerte engao. Si no se puede resistir a Satans
en lo menor, cmo se cree poder repeler una tentacin ms
grande? Dices que no eres capaz de evitar el estar rodeado de
aguas profundas de tentacin, y crees tener la fuerza para
mantener la cabeza fuera del agua? Medita entonces sobre este
consejo prctico: es mucho ms fcil evitar caer por la borda
estando en el barco que, una vez en el mar, volver a subir al bar
co.
3. Satans es un enemigo acusador
El necio, sabiendo que el diablo es un acusador, le suministra
municin para su carga. Algunos dicen que una bruja no te
puede hacer dao sin recibir dinero de tu mano. Igualmente el
diablo no te puede daar si no le dejas agarrarse a alguna de
tus debilidades que l pueda aprovechar. Te aconsejo que hagas
tuya la resolucin de Job: Mi justicia tengo asida, y no la ce
der; no me reprochar mi corazn en todos mis das (Job
27:6). Si tu corazn y tu conciencia no te acusan, la acusacin
del enemigo no se podr mantener.
[269]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

II. PERMANECE EN TU SITIO


SIN USURPAR EL DEL OTRO
Estar firme en contraposicin al desorden significa que ca

da soldado mantiene el rango, el orden y el puesto apropiado.


Cuando los soldados rompen filas sin explicacin, su capitn
grita: Firmes!. La disciplina militar no permite que uno se
salga de su puesto sin razn. Cada cristiano debe cuidar de
mantenerse ordenadamente en su puesto. El mtodo del diablo
es poner en fuga para luego aniquilar.
El orden presupone compaa: uno que anda solo no puede
romper filas. Por tanto, el lugar y el rango del cristiano corres
ponden a su compaa. Como creyente, debes relacionarte con
una triple sociedad: la comunidad, la iglesia y la familia. Cada
una de estas tiene sus rangos y posiciones. En la comunidad,
hay cargos pblicos y ciudadanos privados; en la iglesia, pastor
y laicos, responsables y miembros; en la familia, padres e hijos,
marido y mujer. El bienestar de estas sociedades depende de
que cada rueda gire en su puesto y que todos cumplan con su
deber para beneficiar a la colectividad.
Hacen falta tres cosas para ubicarse debidamente. Prime
ro, uno debe comprender el deber particular de su puesto: La
ciencia del prudente est en entender su camino (Pr. 14:8).
De qu sirve preguntar por el camino a York si te diriges a
Londres? Somos muy propensos a indagar acerca del camino y
la obra de otro mientras descuidamos el nuestro. Algunos cris
tianos, por ejemplo, pasan ms tiempo diciendo lo que debera
hacer el pastor que orando por direccin divina para su propia
vida. No pasaremos a salvo por el conflicto conociendo el de
ber de otro y juzgndolo por negligencia, sino cumpliendo con
nuestro propio deber. Y cmo cumplir con nuestro propio de
ber sin conocerlo? Salomn dio la mayor prueba de que era sa
bio al pedirle a Dios sabidura para cumplir con su deber.
Segundo, cuando uno comprende el deber particular de su
puesto, ha de ocuparse diligentemente en l. El consejo de Pa
blo a Timoteo puede aplicarse a todo cristiano: Ocpate en
estas cosas; permanece en ellas (1 Ti. 4:15). Esto es, entrgate
totalmente a tu deber en el lugar y la vocacin que Dios te da.
[270]

La postura que se debe mantener en la guerra


El poder de la santidad estriba en esta consagracin. La religin
que no tiene un impacto prctico en la vida diaria pronto se
convierte en una idea abstracta que no sirve para nada. Pero
muchos solo cuentan con una profesin vaca para demostrar
que son cristianos. Son como el rbol de la canela: la corteza
exterior vale ms que el resto. El apstol habla de tales perso
nas en su carta a Tito: Profesan conocer a Dios, pero con los
hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados
en cuanto a toda buena obra (Tit. 1:16).
El significado de la expresin buenas obras se hace evi
dente en el siguiente captulo (Tit. 2:2-8), donde el apstol pre
senta los deberes del cristiano. Una buena cristiana pero es
posa rezongona, o un hombre de Dios pero padre negligen
te, son contradicciones que no se pueden reconciliar. El que no
anda rectamente en su casa no es ms que un hipcrita en la
iglesia. Si no eres cristiano en tu taller, no lo sers en tu apo
sento, aunque ores all. Si tu fe se marchita en algn punto, no
puede florecer en otro. Algunos que profesan ser cristianos fa
llan en su deber para con sus hermanos, pero mantienen una
apariencia externa de adoracin a Dios. Otros se tambalean en
la adoracin mientras parecen estar firmes en el servicio a los
dems. Ambas inconsecuencias son destructivas para el alma.
El soldado que est en orden se esmera en todo el deber que le
concierne respecto a Dios y el hombre.
Tercero, estar en orden significa atenernos a los lmites de
nuestro puesto y llamamiento. A los israelitas se les orden
acampar cada uno junto a su bandera (Nm. 2:2). Esto signi
fica que deban formar como hacen los soldados. Dios no per
mite rezagados en el ejrcito de sus santos. Como Dios llam
a cada uno, as haga (1 Co. 7:17). Tienes que andar el camino
que tu llamamiento prescribe para ti. El apstol manda: procu
rad ocuparos en vuestros negocios (1 Ts. 4.11). Igual que el
soldado raso no se inmiscuye en los asuntos del general, la con
gregacin no desempea el cargo del pastor. No olvides que lo
que es justicia en manos de un juez, en manos de un ciudadano
es asesinato. Pablo dice que nos ocupemos con diligencia de to
do lo que entra en el mbito de nuestra vocacin particular, pues
si vamos ms all estaremos labrando el campo de otro.
[271]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Qu tranquilidad habra en el mundo si cada uno y cada


cosa ocuparan su puesto! Si el mar se estuviera en su lugar, no
habra inundaciones; si los hombres se ubicaran bien, no expe
rimentaramos las inundaciones de pecado y miseria que casi
han ahogado a esta era nuestra. Para contener nuestros espri
tus variables dentro de sus lmites correctos hace falta una ori
lla muy firme. Pedro mismo fue amonestado por inmiscuirse en
lo que no le importaba. Qu a ti? (Jn. 21:22), le dijo Cris
to; esto es: Pedro, mtete en tus asuntos; esto no va contigo.
Alguien ha dicho que tal amonestacin hizo que posteriormen
te Pedro denunciara este pecado en trminos fuertes, poniendo
al entremetido entre los homicidas y los ladrones (cf. 1 P. 4:15).

Cinco consideraciones para persuadimos


a estar firmes
Para mantener a todo cristiano en su puesto y persuadirlo a es
tar firme, sin romper filas, ofrezco las siguientes consideracio
nes, las cuales sern muy valiosas para todos los que aceptan la
autoridad de la Biblia como gua de sus pensamientos y accio
nes.

1. Pierdes la aprobacin de Dios al abandonar


tu puesto y trabajar fuera de tu vocacin
Por qu? Porque no puedes hacerlo con fe, y sin fe es impo
sible agradar a Dios (He. 11:6). No se puede hacer con fe por
que no has sido llamado para ello. Dios no agradecer aquello
que no te pidi. Tal vez tuvieras buenas intenciones. Tambin
Uza, al sujetar el Arca. Pero lo hiri Dios all por aquella te
meridad (2 S. 6:7). Sal mismo dio una excusa impresionante
para ofrecer sacrificio, pero estaba fuera de su lugar, y Dios lo
rechaz.
No basta con preguntar: Qu debo hacer?. Tambin hay
que inquirir: Quin lo dice?. Seguramente Dios te plantea
r esta pregunta al final, y ser mejor que puedas demostrar
que te lo encarg l.
Ocuparte de algo que no te incumbe significa descuidar tu
tarea. La esposa en Cantar de los Cantares confiesa: Me pu[272]

La postura que se debe mantener en la guerra


sieron a guardar las vias; y mi via, que era ma, no guard
(Cnt. 1:6). No poda ocuparse de las vias de los dems y de la
suya a la vez. No puedes esperar honrar a Dios mientras aban
donas la obra que l te asigna para hacer algo de tu gusto, por
muy digno que parezca. Supongamos que un maestro pregun
tara a uno de sus alumnos por qu falt a las clases, y el au
sentado dijera que haba estado echando una mano en un ta
ller. Sera una excusa satisfactoria? Por supuesto que no! Lo
suyo era estar en la escuela, no en el taller.

2. Pierdes la proteccin de Dios al pasar por alto sus


restricciones en cuanto a ubicacin y vocacin
La promesa dice: A sus ngeles mandar acerca de ti, que te
guarden en todos tus caminos (Sal. 91:11). Cuando te sales
del camino quedas fuera de la cobertura de Dios. Pablo lo ex
presa as: Cada uno, hermanos, en el estado en que fue lla
mado, as permanezca para con Dios (1 Co. 7:24). Subraya es
ta frase: As permanezca para con Dios. Si amas la compa
a de Dios, debes quedarte en tu puesto y vocacin. Cada pa
so que des en otra direccin te alejar de l. Es una bendicin
mucho mayor quedarte en casa en un puesto y una vocacin
humilde, disfrutando de la dulce presencia de Dios, que vivir en
un palacio suntuoso sin l. Verdaderamente, cuando ocupas un
puesto o una obra para el cual no has sido llamado, puedes es
tar seguro de que Dios no estar contigo en la empresa. Va
liente aventura permanecer donde no puedas contar con la pre
sencia de Dios para ayudarte o protegerte!
Al cumplir con el deber de nuestro puesto tenemos la ga
ranta celestial de la seguridad; si desertamos, contamos con la
garanta celestial del peligro. Es tan peligroso hacer algo fuera
de tu vocacin como abandonar tu puesto. Igual que la tierra
no soport la usurpacin de autoridad por parte de Cor y sus
seguidores (Nm. 16:30-33), tampoco el mar acogi a Jons, el
profeta huido. Negndose a servir de escapatoria para el man
damiento de Dios, el turbulento mar hizo que echaran a Jons
por la borda (Jon. 1:14,15). Tampoco acogi el Cielo a los n
geles despus de que abandonaran su puesto y oficio creado
por Dios (Jud. 6).
[273]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

La ruina de muchas almas entra por esa puerta. Primero


rompen filas, para luego ser arrastrados ms adentro en la ten
tacin. Primero Absaln mir por encima de sus lmites con
pensamientos ambiciosos: quera ser rey! Este deseo capricho
so de salirse de su puesto dio paso a los pecados sangrientos de
rebelin, incesto y asesinato, que finalmente le hicieron caer en
manos de la venganza divina. El apstol nos ordena firmeza:
En espritu estoy con vosotros, gozndome y mirando vuestro
buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo (Col. 2:5). So
lo el ejrcito en que cada soldado se mantiene en orden cerra
do, se ocupa de su deber y se contenta con su tarea, es invenci
ble.

3. Dios no te pide cuentas por el trabajo de otro


El rico le dijo a su mayordomo: Da cuenta de tu mayordoma (Lc. 16:2). Le peda que justificara sus propios asuntos,
no que diera cuenta de lo encargado a otro. Ciertamente debe
mos ayudarnos mutuamente, y es un pecado grave no ayudar a
un hermano que Dios ha puesto dentro de la esfera de tu deber.
Pero si al intentar compensar el pecado de otro te sales de los
lmites de tu responsabilidad, corres el peligro real de ser acce
sorio del mismo pecado que quieres prevenir.
Dios no espera que compenses la negligencia de otro cuan
do ello no incumbe a tu puesto y vocacin. Debemos orar por
los jueces, para que juzguen en el temor de Dios; pero si no lo
hacen, no nos corresponde a nosotros ponernos su toga, subir
al estrado y hacer su trabajo. Dios no te requiere ms que la fi
delidad en tu puesto. Seguramente no culparas a un manzano
cargado de manzanas por no producir higos o uvas. Esperamos
estos frutos de la planta debida. Espiritualmente, aquel que da
su fruto en su tiempo (Sal. 1:3) es un rbol fructfero en el
huerto de Dios.
4. Sufres sin necesidad cuando llevas cargas
que Dios no reservaba para ti
Antes de lanzarnos a cualquier empresa, deberamos pregun
tarnos si estamos bien equipados para llevarla a cabo si se des
ata una tempestad. Sera una locura iniciar una misin que pro[274]

La postura que se debe mantener en la guerra


bablemente nos hara naufragar, y tener que pagar los gastos de
las prdidas y los problemas creados. No esperes el consuelo de
Dios si no puedes atribuirle la obra que te hace sufrir. El Sal
mista dijo: Por causa de ti nos matan cada da (Sal. 44:22).
Pero si el sufrimiento viene por desubicarnos de nuestra voca
cin y puesto, no podemos decir por causa de ti somos afli
gidos; sino que hemos de confesar que es por culpa nuestra.
Pedro distingue inequvocamente entre sufrir por entreme
tido y como cristiano (cf. 1 P. 4:15,16). De este ultimo di
ce: No se avergence, sino glorifique a Dios por ello. El car
pintero que se hiere haciendo su propio trabajo acepta el acci
dente mejor que aquel otro que se hace dao por tocar la sie
rra sin necesidad. El que padece sin necesidad aade esto al do
lor: que no puede esperar nada de nadie, excepto una dura re
prensin. Lo mismo se puede decir del cristiano que sufre dao
al meterse en asuntos ajenos. Un nio que se hace dao por es
caparse de casa sin permiso, sufre el dolor adicional de un cas
tigo paterno por la desobediencia. As le sucede al cristiano.

5. Un espritu inestable suele alejar


a las personas de su puesto y vocacin
Sin duda, algunos siervos de Dios tales como Moiss, Geden, Finees y otros reciben un llamamiento especial de los cie
los para llevar a cabo actos extraordinarios. Sin embargo, estos
son raras excepciones; y es peligroso dar por sentado que he
mos recibido un llamamiento divino excepcional cuando Dios
suele dar sus comisiones de forma ms corriente, como a travs
de su Palabra. Igual podramos esperar ser enseados de forma
extraordinaria, sin la Biblia, que recibir un llamamiento ex
traordinario sin confirmacin de la Palabra. Cuando yo vea a
alguno con dones milagrosos como tenan los apstoles y
profetas creer en la autenticidad del llamamiento extraordi
nario que reclame. Consideremos por qu hay tantos que se sa
len de su puesto y llamamiento; la razn no siempre es la mis
ma.
A veces sucede por un espritu de desidia. Si abandonamos
fcilmente lo que debemos hacer, fcilmente somos persuadi
dos a meternos en asuntos que no nos incumben. El cristiano
[275]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

que no quiere servir a Dios en su propio puesto, pronto se ve


r haciendo los mandados del diablo y metiendo la hoz en el
campo de otro. El apstol deja esto muy claro: Aprenden a ser
ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino
tambin chismosas y entremetidas, hablando lo que no debie
ran (1 Ti. 5:13).
Otros abandonan su puesto por un espritu de soberbia y
descontento. Su llamamiento puede ser humilde, pero su esp
ritu es altanero y orgulloso. Cometen el error de querer elevar
su vocacin al nivel del orgullo de su espritu, en lugar de hu
millar su alma conforme a su llamamiento. En el caso de Cor,
no fue tanto que deseara el trabajo del sacerdote como el ho
nor que acompaaba al puesto (cf. Nm. 16). En el caso de Ab
saln, no fue el celo por la justicia lo que hizo que su espritu
anhelara la corona de su padre, sino la ambicin codiciosa
oculta tras una fachada de celo (cf. 2 S. 15). Los puestos pro
minentes en la iglesia y la comunidad son flores tan hermosas
que los espritus soberbios de todas las pocas las han buscado
para sus propios jardines. Pero tales flores no crecen bien fue
ra del suelo debido.
Otro espritu inestable que aleja a algunos de su puesto es la
incredulidad. Esta fue el motivo de que Uza extendiera su ma
no para sujetar el Arca (cf. 2 S. 6:6). Puesto que l solo era le
vita, tena mandamiento de Dios de no tocar el Arca (Nm.
4:15). Pero cuando la misma se tambale, la fe del pobre Uza
sufri una sacudida an mayor; y temiendo la cada del Arca,
fue l mismo quien cay. No haba aprendido una verdad esen
cial: Dios no necesita de nuestro pecado para apuntalar su glo
ria, su verdad o su Iglesia.
En algunos casos ese espritu inestable es por celo mal infor
mado. Muchos creen que dado que son capaces de hacer algo
(p. ej. predicar), pueden hacerlo. Ciertamente los dones de estos
cristianos no tienen por qu perderse. El laico tiene un gran
campo en el cual puede ministrar a sus hermanos, aunque no es
t llamado al ministerio vocacional. Pero no debe hollar el cer
co que Dios ha puesto alrededor del ministerio, causando as
desorden en la iglesia. Segn la ley mosaica, el que quemara ras
trojos y accidentalmente incendiase la cosecha del campo colin[276]

La postura que se debe mantener en la guerra


dante deba hacer restitucin (Ex. 22:6). Aunque no pensara da
ar la cosecha, su acto fue motivo del incendio, de forma que
era responsable. Todos hemos visto cristianos privados que se
han adjudicado el cargo de pastor. Me imagino que la mayora
nunca pensaron causar tal conflagracin en la iglesia como sue
le resultar de esta clase de insubordinacin. Pero han prendido
fuego al cerco que Dios puso entre el llamamiento ministerial y
el del pueblo, de forma que son responsables por los daos.
Si reconocemos el ministerio como un oficio particular de la
iglesia y creo que la Palabra nos lleva a hacerlo, entonces
debemos convenir que solo el que est llamado a trabajar en di
cho oficio debe desempearlo. Hay muchos en cualquier pas
que podran ser diplomticos, pero nicamente se reconoce co
mo embajadores oficiales a los que pueden mostrar sus creden
ciales. Aquellos que no han sido comisionados por el llama
miento de Dios para el ministerio pueden hablar la verdad tan
to como otros, pero observamos que solo quien acta por vir
tud de su llamamiento predica con verdadera autoridad.
Si insistes en predicar sin la comisin divina al ministerio,
eres como aquel que se une al ejrcito en el campo de batalla y
anuncia que ha venido para hacer guerra al enemigo comn,
pero permanece solo, a la cabeza de una tropa que ha reunido,
y se niega a aceptar rdenes de los oficiales o a permitir que su
tropa se una a las de ellos. Dudo que el servicio de ese hombre
prospere contra el enemigo tanto como el dao que causar
distrayendo a todo el ejrcito.

III. PERMANECE FIRME: NO TE DUERMAS


Estar firme es una postura despierta y vigilante. En algunos ca
sos, el hecho de que un soldado se duerma significa la muerte;
por ejemplo, cuando est de guardia. l debe vigilar para que los
dems puedan dormir: descuidar su deber pone en peligro las vi
das de todo el ejrcito, de forma que merece la sentencia de
muerte.
La vigilancia es ms importante para el soldado cristiano que
para ningn otro. En las batallas terrenales los soldados luchan
contra hombres que necesitan dormir tanto como ellos; pero el
[277]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

enemigo del cristiano, Satans, siempre vela y patrulla. Ya que el


diablo nunca duerme, el cristiano corre grave peligro durmin
dose espiritualmente; esto es, descuidndose por sentirse seguro.
O la parte no regenerada de su naturaleza le traicionar, o la vir
tud no estar alerta para descubrir al enemigo y prepararse para
el ataque. Satans se le echar encima antes de que est despier
to para desenvainar la espada. Debes saber que cuando el cris
tiano se duerme, ms fcil es para el diablo tentarlo.
Hasta una mosca se atreve a posarse sobre un len dormido;
si no se despierta, no hay nada que temer. La tentacin ms d
bil basta para derrotar a un cristiano que se mece en su seguri
dad. Mientras Sansn dorma, Dalila le cort el cabello. Mien
tras Sal dorma, le quitaron la lanza sin que se diera cuenta.
No, borracho, se durmi y su descarado hijo se burl de la des
nudez de su padre. Eutico se durmi, se tambale y se cay del
tercer piso, y lo recogieron muerto. As que el cristiano que se
duerma por la falsa seguridad puede ser asaltado por sorpresa.
Puede perder mucha fuerza espiritual que le roben su espada o
armadura (esto es, la virtud) o ver su desnudez descubierta por
hombres ruines, avergonzando as su vida espiritual.
El sueo le viene tan silenciosamente al alma como al cuerpo.
Las vrgenes sensatas se durmieron junto con las necias, pero no
tan profundamente. Cudate de no dar rienda suelta a tu pereza;
anmate a la accin, igual que mandamos a la persona que tiene
sueo que se levante y pasee. Si cedes a la pereza, esta aumenta
r; si te ocupas en tus deberes cristianos, el sueo espiritual se
desvanecer. David despert primero la lengua para cantar y la
mano para tocar el arpa; luego se despert su corazn (Sal.
57:8). Tengo entendido que cuando el len acaba de despertar da
coletazos para alentarse; luego sale tras la presa. Tenemos razn
de sobra para alentarnos a actuar con toda la diligencia posible.

Porqu el cristiano debe mantenerse despierto


1. Su trabajo es demasiado importante y exigente para
hacerlo medio dormido o de mala gana
Si alguna vez has andado por la orilla de un ro turbulento o su
bido a la cima de un monte escarpado, dudo que hayas estado
[278]

La postura que se debe mantener en la guerra


somnoliento. El camino del creyente es tan estrecho y el peligro
que corre tan grave, que exigen un ojo agudo para discernir y fir
me para guiar. El ojo dormido no puede hacer ninguna de las dos
cosas.
Si examinas cualquier deber vers que se mueve entre dos ex
tremos peligrosos. La fe, esa gran obra de Dios, traza su camino
entre el monte de la presuncin y el abismo de la desesperacin.
La paciencia es la virtud necesaria para evitar un golpe de nece
dad dormilona que nos prive de los sentidos o nos arroje enfure
cidos al pozo del descontento privndonos del sentido. El equili
brio es esencial. Cualquier deber que desempeamos en la causa
de Cristo nos lleva muy cerca del cuartel enemigo. No creas que
pasars desapercibido: tu cercana har sonar la alarma, y Sata
ns saldr de inmediato para oponerse a ti. Entonces, es necesa
rio que te mantengas vigilante en todo momento.

2. La vigilancia consigue ventajas para


el cristiano de tres formas importantes
Primeramente, estando vigilante frustras las intenciones de Sata
ns. Acaso no vale la pena mantenerte alerta para evitar que te
roben? Cunto ms para impedir que el diablo invada tu cora
zn. Jess dijo: Velad y orad, para que no entris en tentacin
(Mt. 26:41). Que te corten el cuello es un precio muy alto por
dormir, aunque al final se sane la herida. Es mejor vigilar ahora
y mantenerte fuera de peligro, que dormirte y tener que velar lue
go por la herida sufrida por tu negligencia. David dorma espiri
tualmente cuando se levant de su cama para pasear por la azo
tea de su casa y vio a Betsab (2 S. 11:2). Cay de cabeza en la
trampa de Satans, haciendo mucho dao a su espritu. Cun
tas noches intranquilas le trajo a David aquella herida!, como se
percibe en sus propias quejas por aquel pecado que fue tema de
varios salmos de afliccin.
Segundo, por la vigilancia constante se aprende ms acerca
los peligros del sueo. Un hombre dormido no est consciente
de sus propios ronquidos, ni lo mucho que molesta a los de
ms. Pero el que est despierto s. Si te mantienes espiritual
mente despierto, vers las impropiedades de los que profesan
ser cristianos y no vigilan su corazn. Que te sirvan de adver[279]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tencia para no caer en las mismas tentaciones. El sueo nivela


a todos los hombres: el ms fuerte no est ms seguro que el
ms dbil mientras los dos duermen. Un sabio y un necio dor
midos son igualmente vulnerables; de la misma forma, el sueo
espiritual hace al mejor de los cristianos tan vulnerable como a
cualquier otro.
Tercero, tu vigilancia es una invitacin abierta al Seor mis
mo para acompaarte. Cuando l acude, el tiempo vuela en
dulce comunin. Sus revelaciones acerca de las cosas del Reino
del Padre te evitarn envidiar el aparente descanso de los cre
yentes adormilados, al saber que se pierden la bendita comu
nin que t disfrutas. Si amas a tu alma ms que tu cuerpo, no
prefieres los cnticos de David al sueo de noche? No es me
jor mantener el alma despierta y conocer la presencia consola
dora de Cristo, que dejarla dormir y perderse la visita del Sal
vador? Cristo se deleita en acompaar al alma vigilante, y a ella
le abre su corazn.
No decidimos visitar a los amigos mientras duermen. De he
cho, si estamos con ellos y nos damos cuenta de que tienen sue
o, nos disculpamos y los dejamos para que se acuesten. Cris
to hace lo mismo con su esposa; se aparta de ella hasta que se
despierte y est en condiciones de recibir su amor. Si a un hom
bre adormilado le das una bolsa llena de oro, al da siguiente
apenas recordar lo que le diste. Un cristiano aletargado no re
conocer el verdadero valor de los regalos de Cristo, ni se acor
dar de darle las gracias debidamente. Por tanto, Dios otorga
sus bendiciones especiales al alma bien despierta, no solo para
bendecir a su hijo, sino para que este le bendiga a l hablando
bien de Cristo por ellas.

Cmo vigilar
1. Hay que vigilar constantemente
La lmpara de Dios en el tabernculo deba arder continua
mente (x. 27:20; 30:8). Esto es, da y noche. Y qu es la vi
da en este mundo de principio a fin sino una noche oscura de
tentaciones? Cristiano, es muy importante asegurar que tu lm
para no se apague en esta oscuridad, ni que tu enemigo te sor[280]

La postura que se debe mantener en la guerra


prenda desprevenido. Si te sumes en el sueo espiritual, eres
blanco fcil para su ira. Puedes estar seguro de que si te dejas
vencer por el sueo, el diablo se enterar. Saba cuando dorm
an los apstoles y deseaba zarandearlos] como a trigo (Lc.
22:31). El ladrn se levanta cuando los hombres honrados se
estn acostando. Estoy seguro de que el diablo empieza a ten
tar cuando los cristianos dejan de vigilar. S consistente en la
vigilancia, o lo perders todo.
Algunos creyentes, heridos por una cada grave en el peca
do, se cuidarn mucho durante algn tiempo en cuanto a dn
de andan y con quin. Pero a medida que ceda el dolor de su
conciencia, se les olvidar vigilar y otra vez se volvern distra
dos. Un tendero que acaba de sufrir un robo se cuida muy bien
de cerrar la tienda a cal y canto. Hasta puede quedarse de guar
dia algunas noches; pero con el paso del tiempo baja la guardia
y termina por dejar de prestar atencin.
Josefo en sus Antigedades de los judos, nos cuenta que los
hijos de No vivieron solamente en las cimas de las montaas
durante muchos aos despus del Diluvio, sin atreverse a cons
truir casas en tierras bajas por temor a ahogarse en otra inun
dacin. Pero al pasar el tiempo sin que eso aconteciera, se atre
vieron a bajar al llano de Sinar, en donde su temor dio paso a
uno de los hechos ms atrevidos y arrogantes contra Dios ide
ados por el hombre: intentaron construir una torre que alcan
zara el cielo (Gn. 11:2-4). Los mismos que antes tenan tanto
miedo de ahogarse que no osaban bajar de las colinas, al final
urdieron un plan para protegerse contra todo intento sucesivo
del Dios de los cielos para juzgarlos.
El juicio de Dios a menudo impresiona tanto al espritu del
hombre que durante un tiempo este se aleja del pecado. Pero al
continuar el buen tiempo y observar que no se nubla el cielo, el
hombre vuelve a su antigua maldad y se hace ms osado que
nunca. Si quieres ser un verdadero soldado de Cristo, vigila siem
pre sin ceder. No te acuestes junto al camino como un viajero pe
rezoso; reserva el momento del descanso hasta llegar a casa y es
tar fuera de peligro. Dios no descans hasta terminar la obra del
ltimo da de la creacin; tampoco t debes dejar de velar y tra
bajar hasta poder decir que tu salvacin est completa.
[281]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

2. Hay que vigilar totalmente


El vigilante honrado hace la ronda fielmente y recorre todo el
pueblo. No limita sus cuidados a una o dos casas. T tambin
debes vigilar todo tu ser: un poro de tu cuerpo es puerta sufi
ciente para que entre un enemigo que puede hacer peligrar tu
bienestar espiritual. Es triste que haya tan pocos que vigilen en
cada rea. Puedes poner un freno en tu boca para que no salga
de ella ninguna expresin impura; pero vigilas tambin la puer
ta del corazn para que no lo mancille la lujuria? (cf. 2 Cr. 23:6).
Tal vez apartas tu mano de la bolsa de tu vecino, pero se resiente
tu corazn envidioso por las bendiciones que Dios le ha dado a
l? Un cristiano que sea verdaderamente escrupuloso en cumplir
con un deber puede estar falsamente confiado en cuanto a otros.
Si el apstol nos manda: Dad gracias en todo (1 Ts. 5:18),
tambin es necesario vigilar en todo para que Dios no pierda su
alabanza. Ningn acto es demasiado insignificante para hacer de
l un servicio a Dios o al diablo. No hay nada en toda la crea
cin tan pequeo que no lo cuide la divina providencia, hasta un
gorrin o un cabello. Igualmente, ninguna obra o palabra tuya
debe considerarse demasiado poco importante como para vigi
larla. Jess dijo que seremos juzgados por toda palabra ociosa
que pronunciemos (Mt. 12:36).
3. Hay que vigilar sabiamente
No se debe descuidar el diezmo de menta, eneldo y comino,
pero no dejes que la preocupacin con las cosas pequeas te cie
gue a la maldad en cosas mayores: Esto era necesario hacer, sin
dejar de hacer aquello (Mt. 23:23).
Empieza correctamente tu obra, prestando atencin a tus
principales deberes cristianos. Supongamos que un hombre que
emprende un viaje le pide a su siervo que cuide de su hijo y arre
gle la casa en su ausencia. A la vuelta, premiar al criado por
limpiar la casa si lo encuentra tan absorto en la tarea que deja al
nio caerse en el fuego y hacerse un dao grave? Claro que no!
El nio era el encargo ms importante y deba haber sido priori
tario; el otro deber vena despus. Pero cuando has desempea
do tus deberes principales, no abandones los dems.
Ultimamente se ha prestado mucha atencin a los detalles de
[282]

La postura que se debe mantener en la guerra


la adoracin, pero quin cuida del nio? Esto es, los deberes
principales del cristiano. Ha habido una poca de menos amor,
compasin, abnegacin o poder de santidad que la presente?
Desafortunadamente, estos deberes cardinales como el nio
corren peligro de morir en el fuego de contencin y divisin que
un celo perverso por las cosas menores ha encendido entre no
sotros.
Vigila especialmente aquellas reas donde sabes que tienes
cierta debilidad. La parte ms dbil de la ciudad necesita una
guardia especial; en el cuerpo, las partes ms vulnerables se cu
bren para mantenerlas ms protegidas. Me sorprendera mucho
que el material de tus dones fuera tan consistentemente fuerte
que no hallaras ningn punto dbil.
Acepta mi consejo en este asunto, y vigila especialmente aque
llas reas donde encuentres debilidad. Tienes la cabeza esto
es, el juicio dbil? Asegrate de no relacionarte mucho con
aquellos que solo beben el vino fuerte de las ideas serficas y
las opiniones encumbradas. Son las pasiones tu debilidad? Viglalas como aquel que vive en una casa con techo de paja vigila
cada chispa que sale de la chimenea, por temor a que alguna lle
gue al heno e incendie toda la casa. Cuando la casa del vecino es
t ardiendo, echamos agua en nuestro propio tejado o lo cubri
mos con una lona mojada. Cuando el fuego sale de la boca de
otro, derrama agua sobre tu propio espritu inflamado para evi
tar que el fuego te queme a ti. Para estas situaciones siempre de
bes disponer de algn versculo refrescante que ahogue la ira.
Estas medidas preventivas te ayudarn a asegurar la casa con
tra los ataques del diablo. Cuando el adversario haya sido de
rrotado, t seguirs firme.

[283]

Tomo II
Las diversas piezas de
LA ARMADURA DE DlOS

Captulo 6

Quinta consideracin:
El cinturn espiritual de la verdad
Ceidos vuestros lomos con la verdad (Ef. 6:14).
De qu verdad se trata aqu? Algunos dicen que es Cristo
mismo, llamado la verdad en el Evangelio segn Juan. Pe
ro en esta cita el apstol asigna significados distintos a cada
pieza de la armadura, y Cristo no se puede limitar a ninguna de
ellas. En su lugar, l es la unidad en la que estamos completos,
comparado con toda la armadura: Vestios del Seor Jesucris
to (Ro. 13:14).
Otros creen que el apstol se refiere a la verdad doctrinal o
integridad, y ciertamente ambas cosas son necesarias para com
pletar el cinturn. Ninguna de las dos funciona sin la otra. Cla
ro que es posible tener una especie de integridad sin verdad.
Por ejemplo, Dios no aprobaba el celo de Saulo al perseguir la
Iglesia cristiana, aunque este crea estar hacindole un servicio
a Dios. Tampoco basta tener la verdad de nuestra parte, si no
mora en nuestro corazn. Jeh se opona frreamente a la ido
latra, pero luego arruin su propio testimonio con su hipocre
sa. Entonces ambas cosas son vitales: la integridad que plantea
un propsito correcto, y el conocimiento de la Palabra de ver
dad que nos dirige hasta tal fin.
A qu se refiere Pablo con la palabra lomos? Pedro in
terpreta a Pablo: Ceid los lomos de vuestro entendimiento
(1 P. 1:13; la mente y el espritu se cien con este cinturn de la
verdad. Los lomos son para el cuerpo como la quilla para el
barco. Todo el barco se conecta a la quilla que lo sostiene. El
cuerpo est unido por los lomos; si estos fallan, el cuerpo ente
ro se hunde. Aun cuando nos cansamos fsicamente, el instinto
nos hace apoyar ambas manos en los lomos como refuerzo
[287]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

principal. Por ello, herir los lomos es una frase de destruc


cin: los lomos dbiles debilitan al hombre (cf. Dt. 33:11).
Por consiguiente, en la medida en que las acciones de la
mente y el espritu son fuertes o pasivas, as somos de fuertes o
dbiles como cristianos. Si el entendimiento de uno est claro
en cuanto a la verdad, y su voluntad se cimienta slidamente en
propsitos santos, es un cristiano en proceso de desarrollo. Pe
ro si el entendimiento se tambalea y la voluntad es inestable, el
hombre es torpe y su vida est llena de impotencia espiritual.
La verdad doctrinal para la mente, y la verdad de corazn o
integridad para la voluntad, se unen y refuerzan ambas facul
tades. Esto es exactamente lo que ocurre cuando se cien fuer
temente al alma, como el cinturn a los lomos del cuerpo. Aun
que estos ltimos son la fuerza del cuerpo, necesitan el apoyo
del cinturn para mantenerlos inseparables en su fuerza.

I. LA VERDAD DOCTRINAL COMO


CINTURN DE LA MENTE
Empezaremos por la verdad doctrinal, llamada la palabra de
verdad por ser Palabra de Dios, ya que l mismo es Dios de
verdad (Ef. 1:13). Pedro nos aconseja que resistamos al diablo,
firmes en la fe (1 P. 5:9); esto es, en la verdad. La palabra
fe aqu es el objeto de nuestra fe, la verdad de Dios. En el ver
sculo siguiente Pedro ora fervientemente que Dios os perfec
cione, afirme, fortalezca y establezca (v. 10). La concentracin
de estas distintas expresiones para el mismo fin implica el po
tencial perturbador de Satans y la necesidad de estar inamovi
bles contra l en la fe. En los tiempos revueltos de la Iglesia an
tigua, era imposible que los cristianos evitaran que se les arran
case la fe sin este cinturn que se la cea al cuerpo.
Igual que el diablo tiene el doble plan de robar la verdad a
los cristianos, as tambin hay dos aspectos de estar ceidos con
este don. Primero, Satans se presenta como serpiente por me
dio de los falsos maestros para ofrecernos el error en lugar de la
verdad. Para defendernos contra su conspiracin hemos de ce
irnos el entendimiento con la verdad y fundamentar nuestro
juicio en las verdades de Cristo. Segundo, Satans acude como
[288]

El cinturn espiritual de la verdad


un len por medio de los perseguidores que pretenden separar a
los cristianos de la verdad por temor al peligro y la muerte. La
nica manera de defendernos de este len es ceirnos de la ver
dad y mantener as la profesin de la fe en toda circunstancia.

El juicio fundamentado en las verdades de Cristo


Ya que Satans acude como serpiente a travs de los falsos
maestros para engaarnos sustituyendo la verdad con el error,
cada cristiano necesita un juicio fundamentado en las verdades
de Cristo. Los de Berea estudiaban la Palabra para asegurar su
juicio acerca de la doctrina que Pablo predicaba. Se negaban a
creer nada de lo dicho antes de [escudriar] cada da las Escri
turas para ver si estas cosas eran as (Hch. 17:11). Cotejaron
la doctrina del predicador con la Palabra escrita; y como resul
tado creyeron muchos de ellos (v. 12). Igual que no se atrev
an a creer antes de consultar, as no podan evitar creer despus
de hacerlo.
Tertuliano describi la predicacin de los herejes as: Ense
an con la persuasin, pero no persuaden por su enseanza.
Esto es, apelan a las emociones de los oyentes sin convencer su
mente. Por ejemplo, sera difcil que un adltero convenciera a
su compaera de que la prostitucin de ella es legtima. En su
lugar, apela a su carne con el romanticismo. Pronto se olvidan
las cuestiones legales. El juicio se absorbe rpida y fcilmente
por la pasin ardiente.
As el error entra por la ventana como un ladrn; pero la ver
dad, como duea de la casa, entra por la puerta del entendi
miento y de all pasa a la conciencia, la voluntad y sentimientos.
El que encuentra y profesa la verdad antes de comprender su ex
celencia y belleza no puede apreciar plenamente el valor de su
origen y linaje celestial. Un prncipe que viaja disfrazado no es
honrado porque la gente no se da cuenta de su identidad. La
verdad es amada y apreciada solo por aquellos que la reconocen
personalmente.
Si no deseamos conocer la verdad, ya la hemos rechazado.
No es difcil robarle la verdad a uno que no sabe lo que tiene.
La verdad y el error son iguales para el hombre ignorante que
[289]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

llama a todo verdad. Has odo hablar del avaro que constan
temente se abraza a sus muchas bolsas de oro? Nunca las abre,
ni utiliza el tesoro, de forma que cuando un ladrn le roba el
oro y deja las bolsas llenas de piedras en su lugar, est tan con
tento como cuando tena el oro.

Por qu los cristianos necesitan un juicio


fundamentado en la verdad
1. Para proteccin contra la daina naturaleza
de las doctrinas falsas
Un absceso en la cabeza puede ser tan mortal como en el est
mago. Un juicio corrompido acerca de las verdades fundamen
tales mata tan ciertamente como un corazn podrido.
Muchos dicen que uno puede salvarse en cualquier religin
si sigue la luz. No importa, segn ellos, lo que crees con tal de
que creas algo. Pero su imaginacin fabrica tantos caminos al
Cielo como la Biblia dice que existen hacia el Infierno. Este ra
zonamiento humanista puede parecer bueno, pero al final no
lleva a Cristo, quien dice que no hay otro camino a la vida sino
l: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (Jn. 14:6). Juan de
clara que aquel que no se aferra a la nica y verdadera doctrina
de Cristo est marcado eternamente como perdido. El que no
acepta a Dios antes de morir, ser llevado por el diablo en cuan
to muera.
Por mucha bondad, lgica y religiosidad que se mezclen pa
ra corromper la verdadera doctrina, el que lo hace es un peca
dor obstinado ante Dios y recibir la misma condenacin a ma
nos de Cristo que el borracho o el asesino impenitente. Ambos
van camino al Infierno: los que practican tales cosas no here
darn el reino de Dios (G. 5:21).
Si la ignorancia de los fundamentos ya condena, el error es
mucho ms mortal. Si medio kilo de pecado basta para hundir
te en el Infierno, no cabe duda que diez kilos lo harn ms r
pido. El error est ms lejos de la verdad que la ignorancia, y se
le opone con ms vigor. El error es como la ignorancia con una
guillotina invisible.
Uno que no come se morir, pero el que traga veneno perde[290]

El cinturn espiritual de la verdad


r la vida antes. El apstol nos dice que las herejas destructo
ras y las disoluciones traern una destruccin repentina
(2 P. 2:1,2). Todos los ros, tarde o temprano, desembocan en el
mar, pero algunos corren ms deprisa que otros y llegan antes.
Si quieres un viaje ms corto al Infierno que el que ofrece el pe
cado convencional, zambllete en el ro rpido de la doctrina
corrompida y no tardars en llegar.
2. Para proteccin contra la naturaleza
sutil de los embaucadores
Los malvados embaucadores son bastante hbiles para destro
zar la fe, de manera que hay que reforzar el juicio fundamenta
do en las verdades de Cristo. El apstol describe a las vctimas
de estos brujos como personas que siempre estn aprendiendo,
y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad (2 Ti. 3:7).
Pero al fiel Timoteo le dice: Pero t has seguido mi doctrina
(v. 10). Es como si dijera: No me preocupo por ti; ests dema
siado persuadido para dejarte robar el evangelio ahora.
As, pues, los seductores acechan a los inestables que caen en
la red del diablo por no estar firmes en la Palabra: Porque en
vano se tender la red ante los ojos de toda ave (Pr. 1:17). El
diablo decidi atacar a Eva en lugar de Adn porque era ms f
cil de engaar; y poco ha variado su estrategia desde entonces.
Sigue entrando por donde ms baja sea la valla y menor la re
sistencia. Consideremos tres clases de personas que entran en es
ta categora:
Los ingenuos
Los seductores emplean palabras suaves y convincentes para
engaar los corazones de los ingenuos (Ro. 16:18). Estas per
sonas son bienintencionadas, pero les falta discernimiento. Be
ben descuidadamente de cualquier copa sin sospechar que se les
est envenenando lentamente.
Los nios
Ya no seamos nios fluctuantes, llevados por doquiera de to
do viento de doctrina (Ef. 4:14). Los nios dan por sentado
que cualquier cosa dulce es buena, de forma que no es difcil
[ 291]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tentarlos a comer un veneno endulzado. Como el nio no tiene


mucho conocimiento personal de la Palabra, le influye cual
quier sugerencia, sea buena o mala. Como Isaac, los nios ben
dicen sus opiniones por la emocin y no por la vista, cayendo
en la fosa del engao por no cotejar sus sentimientos con la ver
dad de la Palabra de Dios.
Los inconstantes
Los falsos maestros seducen [con xito] a las almas incons
tantes (2 P. 2:14), cuyo entendimiento no est anclado en la
Palabra. Estos inestables estn a merced del viento y se alejan
cada vez ms, por las corrientes de los fenmenos religiosos de
moda y otras tendencias actuales, como peces muertos en la
marea.
3. El juicio fundamentado en la verdad influye
de modo general en todo el hombre
Examinemos tres reas:

a) La memoria
La memoria es la tesorera donde se almacenan las imgenes re
cibidas. Mientras ms presin se aplica al sello, ms profunda
mente se marca la cera. Mientras ms claro y seguro sea nues
tro conocimiento de algo, ms profunda ser su huella la me
moria.
b) Los sentimientos
Cuanto ms firme est la lente del entendimiento, desde donde
la luz de la verdad brilla sobre nuestros sentimientos, antes se
encendern estos: No arda nuestro corazn en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abra las Es
crituras?, decan los discpulos en el camino de Emas (Lc.
24:32). Sin duda ya haban odo a Cristo predicar lo mismo an
tes, pero nunca quedaron tan satisfechos como cuando les
abri el entendimiento junto con la Palabra.
El sol enva su calor e influencia sobre la tierra aun cuando
la luz no llega visiblemente. Pero el sol de justicia solo da su
influencia cuando su luz llega a extender la verdad a nuestro
[292]

El cinturn espiritual de la verdad


entendimiento. Mientras el creyente permanece bajo estas alas,
se enciende en su corazn un calor que lo aviva. El Espritu
Santo es el Consolador, pero tambin el que redarguye: l nos
consuela por medio de la enseanza.

c) La vida y la conducta
El ojo dirige el pie: no se puede pisar sobre seguro si no se ve
el camino. Tampoco podemos andar si la tierra tiembla bajo
nuestros pies. Los principios de nuestro entendimiento son el
terreno que pisa nuestro comportamiento; si estos se tambale
an, nuestras acciones tambin lo harn. Es tan imposible trazar
una lnea recta con el pulso tembloroso como que un juicio en
clenque se comporte debidamente. El apstol vincula la firme
za y la estabilidad con que estemos creciendo en la obra del
Seor siempre (1 Co. 15:58).
El evangelio lleg a los tesalonicenses con plena certidum
bre (1 Ts. 1:5), esto es, con pruebas de su veracidad. Y obser
vemos como prevaleci en su vida diaria: Vinisteis a ser imi
tadores de nosotros y del Seor, recibiendo la palabra en medio
de gran tribulacin, con gozo del Espritu Santo (v. 6). Esta
ban seguros de que la doctrina era de Dios, y esta confianza los
ayud en la afliccin tanto como en el gozo.
Cmo fundamentar el juicio en la verdad

1. Abraza la verdad sinceramente


Un corazn desobediente y un juicio incorrecto se producen
mutuamente, como el hielo y el agua. Los juicios de algunos
son inestables porque su corazn est lleno de engao. Una
mente estable y un corazn dividido pocas veces se dan juntos:
El propsito de este mandamiento es el amor nacido de cora
zn limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida (1 Ti.
1:5).
Cuando el amor recibe una verdad, la sostiene firmemente,
pero el afn de los intereses mundanos puede hacer que la suel
te de nuevo. Amnn se hasti pronto de Tamar en la misma
medida que la haba deseado. Se pueden desechar las verdades
preciosas con tanto desprecio como Amnn le mostr a Tamar.
[293]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Un corazn errtico fcilmente soborna al juicio para que vote


a su favor. Nos preguntamos si tal persona se habr enamora
do realmente alguna vez de la verdad.
2. Sigue el ministerio de la Palabra
Un gran propsito de la Palabra es el de fundamentarnos en la
verdad: l mismo constituy a unos, apstoles; a otros, pro
fetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros (Ef.
4:11-12). Para qu? Para que ya no seamos nios fluctuantes... (v. 14).
Al recibir la Palabra, presta atencin a la parte doctrinal del
sermn tanto como a la aplicacin. La una hace falta para ha
certe un cristiano slido, la otra para avivarte. Los levitas ha
can entender al pueblo la ley [...], y ponan el sentido, de mo
do que entendiesen la lectura (Neh. 8:7,8). Hay que sembrar
antes de regar, y ensear antes de exhortar.
3. Evita limitar tu juicio a una sola persona o grupo
Has de vivir por tu propia fe, no por la de otro. Busca todo el
tiempo necesario para encontrar la verdad con tus propios
ojos. Un edificio que se apoya en la casa adyacente es demasia
do dbil para mantenerse en pie. No dejes que sea la autoridad
de un hombre lo que decida, sino las evidencias de la Palabra.
Las conclusiones humanas no son ms fuertes que astillas para
apuntalar un edificio, pero la verdad se cimienta en el funda
mento eterno de la slida roca que es la Palabra de Dios.
Cita la Palabra, no al hombre. Al hacerlo, sin embargo, ten
cuidado de no perder el equilibrio. No hay que condenar el jui
cio de un anciano cuya sabidura y entendimiento invitan a la
reverencia. Seguramente, en este asunto Dios ha puesto el ca
mino verdadero justo en medio entre el desafiar al hombre y el
deificarlo. La adoracin a las personas concibe al traidor a la
verdad, que hace clamar a la muchedumbre hosanna cuando
se trata del error, y crucifcala al paso de la verdad. El man
to real de Herodes deslumbr a los espectadores mientras ha
blaba elocuentemente, pero cuando sus halagadores clamaron:
Voz de Dios, y no de un hombre!, fue comido por los gusa
nos inmediatamente (Hch. 12:21-23).
[294]

El cinturn espiritual de la verdad

El brillante barniz que algunos oradores utilizan ciega el jui


cio de sus admiradores hasta llegar a la conclusin de que sus
palabras son de origen divino. Entonces es difcil amar y esti
mar a un hombre como tal, y reverenciarlo, sin correr peligro
de amar sus errores tambin. Por eso Dios no quiere que sus hi
jos llamen a nadie padre en la tierra: para no despreciar a na
die ni adorar a nadie (Mt. 23:9).
4. Cuidado con la curiosidad
Aquel que escucha toda nueva opinin y busca las ltimas no
vedades religiosas se acerca peligrosamente al error. El come
zn de or que Pablo menciona suele formar una fea pstula
de error (2 Ti. 4:3). Tamar perdi su virginidad por ingenua; y
la castidad mental es la firmeza en la fe. As que la gente com
promete su salud espiritual si se entrega a toda doctrina que se
predica.
Seamos primero oyentes, luego discpulos. La curiosidad
acerca de muchas sectas y persuasiones puede hacernos escp
ticos en cuanto a afirmarnos en la verdad. Agustn, por ejem
plo, confiesa que pas por tantas falsas ilusiones que los erro
res le hicieron temer a la verdad misma. Si se tiene demasiada
aficin por los curanderos charlatanes ser difcil fiarse del m
dico competente.
5. Busca humildemente la sabidura fundamentada de Dios
Un viajero el cual est tan seguro de conocer el camino que por
ello no pregunta, puede ser el primero en extraviarse. Cuidado
con el orgullo: por muy alto que se eleve ahora, luego lo en
contrars tirado en la zanja del error. Este es el destino que
Dios le da al orgullo, y l cumplir su sentencia.
El orgullo te puede hacer un extrao ante el trono de la gra
cia y transformar la oracin humilde que busca la verdad, en
argumentos ambiciosos. Es necesario que los orgullosos sean
avergonzados para que, cuando vuelvan en s si la misericor
dia de Dios lo permite, puedan bendecir al Altsimo como
hizo Nabucodonosor (cf. Dn. 4:34).
Guarda esta sabidura en lo hondo de tu corazn: el Dios
que da el ojo para ver la verdad tambin da la mano para suje[295]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tarla. Lo que recibimos de Dios no podemos conservarlo sin l;


atesora tu comunin ntima con el Seor o la verdad no guar
dar la suya contigo por mucho tiempo. Dios es luz, pero en
cuanto el orgullo te sugiere que le des la espalda te diriges a las
tinieblas.
6. No te ofendan las diferencias de opinin
Cmo puede uno estar seguro de lo que es verdad cuando hay
tantas creencias distintas dentro del cristianismo? Algunos han
tropezado con tanta fuerza en la disensin religiosa que han
abandonado la verdad que antes conocan. Aunque no han
naufragado en la isla del atesmo, han ido a la deriva en la in
certidumbre, no dispuestos a anclar sus juicios hasta ver una re
solucin inmediata de toda diferencia de juicio y opinin, para
encontrar la unidad en cada aspecto de nuestra religin. Segu
ramente son tan necios como aquel que se neg a comer hasta
que todos los relojes de la ciudad dieran las doce exactamente
a la vez.
7. Conoce el valor de la verdad en tu corazn
Muchas bibliotecas magnficas han sido destruidas por solda
dos ignorantes que no saban el tesoro que tenan delante. El
destino de la verdad tambin depende de las manos que la en
cuentran. Si la verdad llega a uno que la aprovecha para ex
traer de ella fuerza y dulzura, entonces operar eficazmente en
su corazn. Pero si alguien la recoge sin buscar su consuelo di
vino y su poder santificador, pronto la tirar en algn callejn
como si fuera basura.
Tambin hay personas que bailan alrededor de una vela an
tes de apagarla ellas mismas. Cuando me entero de alguien que
antes tena como verdadera la doctrina del pecado original y
luego la neg, me temo que se haya cansado y haya abandona
do la eficacia de la verdad antes de que su juicio perdiera la ver
dad misma. A veces los creyentes, en los tiempos malos, resba
lan y abandonan los antiguos y preciosos principios de la Pala
bra. Consideremos, por ejemplo, el canto de los Salmos: son
tantos los que han dejado esta prctica que me pregunto si ha
brn disfrutado alguna vez de una comunin preciosa con
[296]

El cinturn espiritual de la verdad

Dios. Ha bailado alguna vez su corazn ante Dios con amor


celestial mientras cantaban con sus labios? Qu extrao resul
ta escuchar a una persona piadosa negar esto! Cristiano, si al
guna vez te has encontrado con Dios en esta puerta del Taber
nculo se enfri acaso tu corazn antes de menospreciar el de
ber de cantar alabanzas al Seor?
Una profesin libre y valiente de la fe

La segunda manera como la verdad se ve asaltada es con la vio


lencia. Satans remienda la piel de zorro de los seductores con
la piel de len de los perseguidores. Las tragedias ms san
grientas del mundo han ocurrido en la Iglesia, y las masacres
ms despiadadas se han cometido contra las ovejas indefensas
de Cristo. El primer asesinado fue un creyente, y muri por sus
creencias. Lutero dijo que Can seguir matando a Abel hasta
el final de los tiempos. Los fuegos de la persecucin no se apa
garn del todo mientras quede una chispa de odio en los cora
zones malvados de la tierra, y un diablo en el Infierno que avi
ve la llama.
Muchos que nunca se hubieran separado de la verdad por
argumentos o errores, lo han hecho a causa de la persecucin.
Entonces, la segunda manera necesaria para el creyente de ce
irse los lomos con la verdad, es mediante una profesin de fe
valiente. La verdad sin coraje hace de un hombre un pez espa
da: tiene la espada en la cabeza, pero no un corazn para utili
zarla. Sin embargo, aquel que est dotado de un valor santo y
celestial para desenvainar la espada del Espritu y abrazar la
verdad manifiesta profesndola libremente ante la muerte es in
vencible. En esto consiste ceirnos con la verdad.
1. Mantn una profesin firme de la verdad
El apstol recalc esta instruccin para todo creyente al decir:
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesin de nuestra es
peranza (He. 10:23). Pablo hablaba contra aquellos que de
jaban de reunirse con los cristianos por temor a la persecu
cin, ya que crea que el hombre que se tambalea espiritual
mente est a la puerta de la apostasa. Por tanto, no debemos
[297]

El cristiano con toda la armadura de Dios


desplegar las velas de la profesin de fe cuando hay calma pa
ra plegarlas en cuanto se levante un poco de viento.
Prgamo fue alabada por su valiente profesin de fe:
Yo conozco tus obras, y dnde moras, donde est el trono de
Satans; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni
aun en los das en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre
vosotros (Ap. 2:13).
En aquel tiempo, el engaador se sentaba en la silla del juez
y los cristianos a menudo eran condenados a muerte. La san
gre derramada ante sus ojos no les hizo negar, sin embargo, la
verdad de la sangre de Cristo que haba sido dada por ellos.
Pablo encarg rigurosamente a Timoteo una profesin fir
me de la verdad: Mas t, oh hombre de Dios, huye de estas
cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia,
la mansedumbre (1 Ti. 6:11). Mientras los que te rodean se di
rigen al mundo, corre t tras las riquezas espirituales ms r
pido que ellos.
Y si esto de buscar la justicia no se puede hacer apacible
mente? Cerramos el taller, guardamos la profesin en la es
tantera y postergamos la santidad hasta que vuelvan los bue
nos tiempos? La solucin de Pablo es: Pelea la buena batalla
de la fe (v. 12). No abandones la profesin de verdad, sino
jugate la vida por mantenerla.
Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de
Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesin delante
de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento (vv. 13,14).
El apstol te avisa: si quieres ver el rostro de Cristo con
consuelo en la resurreccin, a Aquel que escogi perder la vi
da antes que negar la verdad, no abandones tu profesin, sino
mantente firme.
En las Confesiones de Agustn, se relata la historia de Vic
torino, un romano famoso por su retrica. Hacia el final de su
vida recibi a Cristo, y fue a ver a Simpliciano, susurrando:
Soy cristiano . Pero aquel creyente contest sabiamente:
[298]

El cinturn espiritual de la verdad

No lo creer ni te considerar como tal, hasta verte entre los


creyentes en la iglesia. Victorino se ri, y sealando a las pa
redes, pregunt: Estos muros hacen a un cristiano? Hay
que profesarlo abiertamente?. Tena miedo por ser un con
verso reciente, aunque anciano. Pero pas el tiempo, y despus
de confirmarse ms en la fe, consider seriamente que si segua
avergonzndose de Cristo, este se avergonzara de l al volver
en la gloria del Padre. De nuevo fue a ver a Simpliciano, y le
dijo que estaba dispuesto a ir a la iglesia. All decidi profesar
abiertamente su fe, diciendo que, puesto que llevaba aos pro
fesando la retrica, por qu deba temer profesar la Palabra
de Dios?
Dios requiere que el cristianismo sea tanto del corazn co
mo de la boca: Porque con el corazn se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvacin (Ro. 10:10).
Mientras que la confesin oral sin fe de corazn es una gran
hipocresa, imaginarse la fe sin una profesin abierta supone
tanto hipocresa como cobarda.
2. Dios ha confiado su verdad a sus hijos
La verdad es el gran tesoro que Dios entrega a sus hijos con
la seria instruccin de guardarla contra todo lo que intente
minarla. Algunas cosas se las confiamos a Dios y otras l nos
las confa a nosotros. Lo ms importante que ponemos en
manos de Dios para que lo guarde es nuestra alma: [l] es
poderoso para guardar mi depsito para aquel da (2 Ti.
1:12). Dios confa en nosotros para guardar su verdad: Que
contendis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada
a los santos (Jud. 3). Y Pablo exhorta a Timoteo: Retn la
forma de las sanas palabras [...]. Guarda el buen depsito (2
Ti. 1:13,14).
Si el hombre a quien se encomiendan la corona y las joyas
reales debe proteger estos bienes terrenales contra el robo y la
prdida, cunto ms solemne ser la responsabilidad del cris
tiano de defender el tesoro divino! La Palabra de verdad es el
testimonio de s mismo que Dios da a los cristianos, sus testi
gos escogidos llamados a vivir esta verdad con una profesin
libre y santa ante todos.
[299]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

3. Mantn tu profesin de la verdad


frente a la muerte y el peligro
Hoy tenemos la verdad a bajo precio; pero no sabemos cun
do puede subir el coste. La verdad no siempre est disponible
al mismo precio. Hemos de adquirirla, cueste lo que cueste, y
no venderla por ningn dinero.
Siempre ha habido y habr, hasta el fin del mundo, un es
pritu de persecucin en los corazones malvados. As como
Satans investig a Job antes de echarle mano, la persecucin
obra ahora en los espritus de los impos. Los ingenios de la
muerte continuamente inventan pensamientos diablicos con
tra los creyentes profesantes de la verdad. Ya saben exacta
mente qu hacer si consiguen el poder y la oportunidad para
llevar a cabo sus siniestros deseos.
Satans acude primero con un espritu de error y luego de
persecucin; envenena la mente humana con el error y des
pus llena los corazones de ira contra los creyentes. Resulta
imposible que el error traiga paz alguna: es un mocoso del In
fierno que tiene que favorecer a su padre. Lo que viene de
abajo no puede ser ni puro ni pacfico. Dios ha permitido que
este espritu venenoso de error exista, pero nos ha dado el cin
turn de la verdad para protegernos.
No todo aquel que aplaude la verdad la seguir hasta la
crcel. No todo aquel que la predica estar dispuesto a sufrir
por ella. Los argumentos son inofensivos: armas romas que
no sacan sangre. Pero cuando sufrimos se nos llama a luchar
contra los enemigos de la verdad. Esto exige algo ms que
una lengua precisa y un cerebro lgico. Dnde estarn en
tonces los disputadores? Sern como soldados cobardes que,
durante el adiestramiento, sin el enemigo delante, parecan
tan valientes como hroes condecorados. Entonces, estar de
parte de la verdad solo significaba recibir un galardn y una
satisfaccin, pero no peligro y muerte. Pero Dios ha escogido
a los necios para confundir a los sabios en este servicio: al
cristiano humilde por su fe, paciencia y amor a la verdad
para avergonzar a hombres preeminentes y privados de la
gracia.

[300]

El cinturn espiritual de la verdad

Como estar ceido con la profesin de la verdad


Lo peor que pueden hacernos los enemigos es darnos muerte o
prisin; pero fuerte como la muerte es el amor (Cnt. 8:6). Es
te mata el corazn de la muerte misma. El amor no se queja del
sufrimiento: Jacob soport el calor del da y el fro de la noche
por amor a Raquel. El amor es aventurero: Jonatn desech un
reino y se enfrent a la ira de su padre por amor a David. El
amor nunca se considera perdedor mientras conserve a su ama
do; est dispuesto a correr cualquier peligro a fin de poderse sa
crificar por su elegido.
Esta clase de amor ha hecho a los cristianos abandonar
bienes terrenales, relaciones familiares y hasta su propio cuer
po con gozo, sin considerarlo una prdida. Menospreciaron
sus vidas hasta la muerte (Ap. 12:11). La vida misma fue su
enemiga al interponerse entre ellos y la verdad.
Nadie ama su brazo o su pierna lo bastante como para con
servarlo si corre peligro el resto de su cuerpo: estar de acuerdo
en dejar que se lo corten. As mantuvo David valientemente sus
prioridades cuando peligraba su vida: Los impos me han
aguardado para destruirme; mas yo considerar tus testimo
nios (Sal. 119:95). Un corazn carnal considerara el peligro
para su negocio, esposa e hijos, o por lo menos para su propia
vida. Pero el corazn de David estaba fijo en un tema mejor: se
concentraba en los testimonios de Dios y en la dulzura que in
vada su alma al meditar en ellos. Cuanto ms se aferraba a la
verdad, tanto ms pequeos parecan hacerse sus problemas.
Es un misterio para el mundo que uno arriesgue su vida por
lo que segn ellos solo son opiniones. Cuando el Salvador le di
jo a Pilato que haba venido al mundo para dar testimonio a
la verdad, Pilato respondi: Qu es la verdad? (Jn. 18:38).
Es como si le dijera: Es momento de pensar en la verdad
cuando tu vida corre peligro? Qu es la verdad, a fin de cuen
tas, para que aventures tanto por ella?. El cristiano lleno de la
gracia de Dios ms bien preguntara con santo desdn: Qu
son las riquezas, los honores y los placeres temporales de este
mundo engaoso? Qu es la vida misma, para que algunas o
todas estas cosas se opongan a la verdad?
[

301]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Todos se dirigen adonde los lleva su amor. Si el mundo es


dueo de tu amor, entregars tu vida por l; pero si la verdad
es su duea, entonces interpondrs la vida antes que dejarla
mutilar. Cuida de que tu amor a la verdad sea ntegro, o te
abandonar a la puerta de la prisin. Hay tres clases de impos
tores cuyo amor no sobrevivir a la prueba del fuego.

Embaucadores que utilizan la verdad


1. Los que emplean la verdad para su beneficio carnal
A veces la verdad recompensa muy bien en moneda de este
mundo a quienes la cuidan, lo cual es un arreglo provechoso
que hace que muchos la inviten. Estas personas no aman real
mente la verdad, sino solo sus zarcillos de diamante. En la po
ca de Enrique VIII, muchos mostraban celo contra las abadas,
pero amaban ms los terrenos de estas que odiaban su idola
tra.
La verdad encuentra muy pocos que la amen gratuitamente,
por ella misma. Solo estos pocos sufrirn con la verdad y por
su causa. Cuando se acabe la dote mundana, los infieles se abu
rrirn de su unin con la verdad. El fuego del hogar no arde
ms tiempo que la lea con que el provecho lo aviva. Si no pue
des amar la verdad desnuda, no estars dispuesto a ir desabri
gado por ella. Si no puedes amar la verdad en desgracia, no
querrs ser desgraciado por ella.
2. Los que hablan de la verdad sin vivirla
A menudo la gente no deja que la verdad se les acerque. La re
comiendan, pero son como aquella mujer que entretiene a un
galn y habla bien del mismo, sin embargo no se le ocurre ca
sarse con l. Besar y acariciar es una cosa, pero el amor verda
dero es otra. Bucholcerus dijo que muchos besan a Cristo pero
pocos lo aman. El verdadero amor a Jess significa la unin
ms santa. Cuando un alma se rinde por una atraccin interior
a Cristo como esposo, para ser gobernada por su Espritu y di
rigida por su Palabra de verdad, es que realmente lo ama a l y
su verdad.
El que se niega a obedecer la verdad, sin embargo, est tan
[302]

El cinturn espiritual de la verdad


lejos de amarla que termina temindola. La perseguir antes
que padecer por ella. Jernimo lo dice as: Odiamos a los que
tememos, y queremos destruir a los que odiamos. Herodes te
ma a Juan, y ese temor le cost la vida al hombre de Dios. El
temor hace que el corazn duro confine la verdad en su con
ciencia, porque si la verdad tuviera libertad y autoridad en el
alma, ejecutara toda pasin ardiente que gobierna all. El que
encarcela la verdad en su propio corazn nunca ser encarce
lado como testigo de la verdad.
3. Los que no tienen celo contra los enemigos de la verdad
El amor siempre va armado de celo; y est listo para sacar esa
daga contra todos los enemigos de la verdad. El celo es como
el fuego: si se encierra en el corazn de un cristiano y no pue
de salir para castigar la maldad, arde interiormente, entriste
ciendo y consumiendo el espritu del creyente por no rescatar
la verdad de la estampida de la blasfemia y el error.
No es ningn gozo para el amante celoso sobrevivir a su
amada; antes prefiere echarse con ella en la tumba polvorienta
que vivir solitario sin ella. Cuando Cristo le dijo que Lzaro
haba muerto, Toms replic: Vamos tambin nosotros, para
que muramos con l (Jn. 11:16). La melancola por vivir tiem
pos malos suscit la oracin solemne de Elias pidiendo la muer
te: Basta ya, oh Jehov, qutame la vida, pues no soy yo me
jor que mis padres (1 R. 19:4). El santo Profeta vea a los
hombres cortejar a los idlatras y matar a los siervos de Dios.
Y decidi que era abandonar el mundo que vivir el tormento de
ver pisoteado el nombre, la verdad y a los siervos de Dios por
la misma gente que deban mostrarles ms veneracin.
Pero si el celo tiene poder para reivindicar la causa de la ver
dad, sus enemigos sabrn sin duda que no en vano lleva la es
pada (Ro. 13:4). Moiss era manso y mudo en cuanto a su
propia causa, pero su corazn se inflam con demasiada ira pa
ra orar siquiera por su pueblo, aunque lo amaba tanto, hasta
hacer caer el celo de la justicia sobre los idlatras.
Sin embargo, las actitudes neutrales pueden contemplar la
lucha de la verdad con el error manteniendo las distancias, y
negndose a sufrir por la verdad. El pastor que no tiene sufi[303]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ciente amor y valor para defender la verdad en el pulpito, pro


bablemente no lo har tampoco en la hoguera. Si el fuego del
amor se apaga, o se extingue tanto que no puede derretir al
hombre con la tristeza por las vejaciones hechas a la verdad,
dnde estar la llama que le consuma en ceniza a manos de los
hombres sanguinarios? Si no es capaz de derramar lgrimas, no
sangrar por la verdad.

Cmo hacer que los corazones ardan de amor


por la verdad
1. Conforma tu corazn a la verdad
El parecido es la base del amor. Un corazn carnal no puede
amar la verdad porque no se parece a ella. Entonces, cmo es
posible que un corazn terrenal ame la verdad pura y celestial?
Produce tristeza cuando vemos que el entendimiento entra en
conflicto con los sentimientos, y cuando el juicio y la voluntad
andan con yugo desigual. La verdad en la conciencia riendo
a la pasin en el corazn! Como una pareja reida, pueden
convivir durante algn tiempo; pero el descontento pronto ex
pulsar a la verdad, como Asuero hizo con Vasti, para acoger
principios que no rian con la inclinacin de su corazn al pe
cado. Esto ha separado a muchos de la verdad en esta poca li
bertina: no pueden pecar tranquilos y guardar el juicio sano a
la vez.
Pero si el poder de la verdad te ha transformado segn su
imagen por la renovacin de la mente, haciendo que lleves fru
to parecido a ella, nunca te separars de ella. Antes tendras
que separarte de la nueva naturaleza que el Espritu de Dios ha
formado en ti. Pero ahora hay una nueva unin entre t y la
verdad o entre t y Cristo que nunca se podr romper.
Un gran poder acompaa al matrimonio: dos personas que
apenas se conocen pueden abandonar a sus amigos y parientes
para disfrutar uno del otro cuando el amor une sus sentimien
tos y el matrimonio sus personas. Pero un poder mayor acom
paa al matrimonio mstico del alma con Cristo, del alma con
la verdad. La misma persona que antes de su conversin no da
ba ni un cntimo por Cristo y su verdad, ahora, unido a Cris[304]

El cinturn espiritual de la verdad


to por la obra secreta del Espritu, puede abandonar el mundo
entero para unirse a l.
Un perseguidor se burlaba de cierto mrtir preguntndole si
no amaba a su mujer e hijos demasiado para morir. El creyen
te respondi: S, los amo tanto que no los dejara por todos
los bienes de un duque; pero por Cristo y su verdad, adis a
todos ellos!.
2. Que tu corazn se llene continuamente
del amor de Dios
Esto obrar en ti un amor a la verdad. El amor ve aquello que
aprecia su amado, y lo ama por su causa. El amor de David
por Jonatn le hizo preguntar por la descendencia de este pa
ra poderles mostrar su amistad por causa suya. El amor a Dios
hace que el alma busque lo que Dios ama para expresar el de
seo por la verdad y as manifestar su amor a Dios.
Dios ha puesto un alto precio a la verdad: Has engrande
cido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Sal. 138:2).
Miremos algunas de las maneras como Dios valora la verdad:

a) La misericordia de Dios al revelar la verdad


Cuando Dios por su gracia revela su Palabra al pueblo, le da
una de las mayores misericordias que este pueda recibir: la lla
ma las grandezas de mi ley (Os. 8:12). Lo que un pueblo
pueda recibir de manos de Dios sin su verdad, no se puede
comparar con la verdad ms que el pan y agua dado a Agar e
Ismael con la herencia de Isaac. Y Dios, que sabe apreciar sus
propios dones, dijo acerca de la Palabra revelada a Jacob, que
l no ha hecho as con ninguna otra de las naciones (Sal.
147:20); esto es, no con la misma riqueza y gracia.
b) El cuidado de Dios para conservar su verdad
Dios nunca ha dejado que la verdad se pierda. En los naufra
gios la gente no intenta salvar las cosas triviales y de poco va
lor, sino lo ms apreciado. En todas las grandes revoluciones
de reinos e iglesias, Dios ha preservado su verdad. Miles de
cristianos han perdido la vida, pero el diablo odia ms la ver
dad que a los cristianos. Y sigue viva!
[305]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Si la verdad no fuera tan preciosa para Dios, l no permiti


ra que se comprara con la sangre de su pueblo y, ms impor
tante an, con la de su Hijo. En aquel gran da, cuando los ele
mentos terrenales se fundan en el fuego, la verdad de Dios ni
siquiera oler a chamuscado: La palabra del Seor permane
ce para siempre (1 P. 1:25).

c) La severidad de Dios ante los enemigos de la verdad


Hay una maldicin terrible sobre aquel que aada a la verdad
o quite de ella. Lo uno atrae todas las plagas escritas en la Bi
blia; lo otro borra su herencia del libro de la vida y de la ciu
dad celestial. No es asombroso que Dios valore tanto la ver
dad, cuando consideramos lo que es: la sustancia de sus pen
samientos y consejos desde la eternidad hasta la eternidad. Es
la representacin ms plena que Dios mismo pueda otorgar de
su Ser para que podamos conocerlo y amarlo.
Los prncipes solan enviar su retrato por medio de emba
jadores a la muchacha con quien queran casarse. Dios es tan
infinitamente perfecto que ninguna mano ms que la suya pue
de dibujarlo fielmente; y esto es exactamente lo que ha hecho
en su Palabra. Por ello, los cristianos de todos los tiempos le
han entregado sus corazones con gozo.
Al aceptar o rechazar la verdad, aceptamos o rechazamos a
Dios. Aunque los hombres no pueden destronar a Dios ni qui
tarle su divinidad, se acercan lo ms posible a ello cuando ata
can la verdad: ejecutan a Dios en efigie. Pero Dios no cesa de
desear que los que le amamos nos aferremos a su verdad.
3. Medita con frecuencia en la excelencia de la verdad
El ojo es la ventana por donde entra el amor, y el ojo espiri
tual que puede ver la verdad en su hermosura nativa no puede
menos que amarla. As se extasi el corazn de David con el
amor por la Palabra de verdad: Oh, cunto amo yo tu ley!
Todo el da es ella mi meditacin (Sal. 119:97). David en
contr gran diferencia entre la meditacin de las verdades de
la Palabra y lo mejor que pudiera ofrecer el mundo: A toda
perfeccin he visto fin (v. 96). Al poco de pensar vea el fon
do de la gloria del mundo, pero al mirar la verdad de Dios, sus
[306]

El cinturn espiritual de la verdad


pensamientos se expandan en admiracin y dulce meditacin:
Amplio sobremanera es tu mandamiento (v. 96).
Los grandes barcos no navegan por ros estrechos o aguas
poco profundas; tampoco la mente llena del conocimiento ce
lestial de Dios encuentra espacio libre en las filosofas del mun
do. Un alma llena de gracia pronto encalla en esas marismas; pe
ro si se lanza a la meditacin de Dios, su Palabra y las verdades
misteriosas del evangelio, encontrar aguas anchas, y un oca
no para sumergirse. Quiero dirigir tu meditacin hacia algunas
cosas preciosas que encontrars al explorar estas verdades.

a) La verdad es pura
No solo es pura sino que purifica y santifica al alma que la
abraza: Santifcalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn.
17:17). Es el agua pura que Dios utiliza para lavar el alma: Es
parcir sobre vosotros agua limpia, y seris limpiados de todas
vuestras inmundicias; y de todos vuestros dolos os limpiar
(Ez. 36:25).
b) La verdad es segura
La verdad tiene fondo firme; podemos apoyar todo el peso del
alma sobre ella, sabiendo que no se romper. Afrrate a la ver
dad y ella se aferrar a ti. Te acompaar a la crcel y adonde
vayas por su causa: No ha faltado una palabra de todas las
buenas palabras que Jehov vuestro Dios haba dicho de voso
tros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas
(Jos. 23:14).
Sea lo que fuere lo que te promete la verdad, considralo co
mo dinero efectivo en tu bolsillo. Policarpo dijo: Durante se
senta aos he servido a Dios, y lo hallo buen Amo. Cuando
los hombres abandonan la verdad en aras del progreso, estn
pidiendo una desilusin. Los halagan con promesas vanas para
alejarlos de la verdad y no salen mejor parados que Judas des
pus de entregar al Maestro en manos de los judos.
c) La verdad es libre
Y aquel que se aferra a ella tambin: Conoceris la verdad, y la
verdad os har libres (Jn. 8:32). Pero Cristo dijo claramente a los
[307]

El cristiano con toda la armadura de Dios

judos la razn de su esclavitud: Vosotros sois de vuestro padre


el diablo, y los deseos de vuestro padre queris hacer (v. 44). To
do pecador es esclavo de Satans. Aquel que tiene encima el pa
rsito de la lascivia no encuentra descanso, debiendo servirla to
dos los das. Pero si todos los deseos diablicos tuvieran clavado
al pecador al suelo de la prisin de Satans, y la verdad de Cris
to le abriera el corazn, pronto se veran temblar los cimientos
de la prisin, abrirse sus puertas y carsele las cadenas.
La verdad no se puede atar. Tampoco permanecer en un al
ma atada por el pecado. Una vez que la verdad y el alma se po
nen de acuerdo Cristo y el alma, la persona puede levantar
cabeza sabiendo que su redencin y liberacin de la esclavitud es
piritual se acercan. La llave ya est puesta en la cerradura para
sacarlo. Es imposible conocer la verdad como est en Jess y
permanecer extraos a la libertad que la acompaa (cf. Ef. 4:21)
d) La verdad es victoriosa
La verdad prevalecer sobre todo. Es el gran propsito de Dios,
y aunque las muchas conspiraciones constantemente generen
violencia contra el mismo, este propsito divino est firme. A ve
ces los enemigos de la verdad toman las fuerzas de este mundo
terrenal en sus propias manos, y la verdad parece caer al suelo;
y a menudo los que testifican acerca de su belleza mueren.
Pero mejor ser que esos perseguidores no compren mrmol
para grabar en el mismo sus victorias: el polvo les bastar, por
que no durarn. Tres das y medio los testigos pueden yacer
muertos en las calles, y la verdad los velar (Ap. 11:11). Pero des
pus de ese corto tiempo se levantarn de nuevo y la verdad
triunfar con ellos.
Si los perseguidores pudieran matar a los sucesores de sus vc
timas, su obra no sera tan temporal; no tendran que temer que
otro derribara lo que ellos edificaron. Pero aun entonces su obra
estara abierta al Cielo y se podra frustrar tan fcilmente como
la de Babel. Se puede recibir noticia de que la verdad est enfer
ma, pero nunca muere. Es el error el que tiene corta vida: La
lengua mentirosa [permanecer] slo por un momento (Pr.
12:19).
La verdad vive para reinar en paz con los que estn dispues
[308]

El cinturn espiritual de la verdad

tos a sufrir por ella. Cristiano, no quieres ser uno de los vence
dores que acompaarn al carro victorioso de Cristo a la ciudad
celestial y recibir una corona con los santos fieles que se mantu
vieron firmes en los das de su milicia, cuando Cristo y su verdad
luchaban contra Satans aqu en la tierra? Con tus pensamien
tos, limpia la sangre y las lgrimas que ahora cubren la cara de
la verdad sufriente y pona ante tus ojos tal como ser en la Glo
ria.
4. Que tu corazn se llene del temor
de la ira de Dios contra la apostasa
Cuando te has quemado el dedo accidentalmente, lo acercas a la
chimenea; y el fuego ms intenso aliviar el dolor causado por el
menor. De la misma manera, si tu mente est quemada y tu co
razn chamuscado por la ira del hombre, acrcalos al fuego in
fernal que Dios ha preparado para los miedosos que huyen de la
norma de la verdad.
Un mrtir que no tema lo que el hombre pudiera hacerle di
jo: Perdonadme, oh Emperador, si no obedezco vuestro man
damiento; Vos me amenazis con la crcel, pero Dios con el In
fierno. David mismo no tema a aquellos que le perseguan sin
razn: Prncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazn
tuvo temor de tus palabras (Sal. 119:161). La furia humana, aun
en su cenit, es un clima templado en comparacin con la ira del
Dios vivo.
La ira humana nunca ha podido frenar ni detener el amor de
Dios, que ha hecho cantar a los cristianos en la hoguera a pesar
de las teas del enemigo. Pero bajo la ira de Dios, el hombre est
como encerrado en un horno: sin una grieta que deje escapar el
calor ni entrar aire fresco para aliviarlo.

II. UN CORAZN SINCERO O NTEGRO


COMO CINTURN DE LA VOLUNTAD

Qu significa un corazn sincero


La Palabra dice: Acerqumonos con corazn sincero (He.
10:22); esto es, con corazn ntegro. El corazn sincero y el co[309]

El cristiano con toda la armadura de Dios

razn ntegro a menudo van unidos, y el uno explica el otro:


Ahora, pues, temed a Jehov, y servidle con integridad y en
verdad (Jos. 24:14). En el Nuevo Testamento se expresa como
panes sin levadura, de sinceridad y de verdad (1 Co. 5:8).
Lo opuesto a la integridad es la hipocresa, una mentira con
cubierta atractiva. Un corazn insincero est dividido. Como
un reloj cuyo engranaje no coincide con las manillas de la esfe
ra, la obra interior del corazn no encaja con el comporta
miento exterior.

Por qu la integridad se compara a un cinturn


La integridad o verdad de corazn se puede comparar con un
cinturn por el doble propsito del cinturn del soldado.
1. Porque cubre las juntas de la armadura
En la cintura, las piezas de la armadura que defienden la parte
inferior del cuerpo se conectan con las piezas superiores. Ya
que es imposible que encajen perfectamente, habr alguna hol
gura entre las piezas. As que se utiliza un cinturn ancho para
cubrir cualquier hueco.
La integridad hace lo mismo en el cristiano. Los dones del
cristiano no son tan uniformes, ni su vida tan perfecta, que no
haya defecto ni debilidad en su servicio. Pero la integridad los
cubre todos para que no lo expongan a vergenza ni lo dejen
vulnerable al peligro.
2. Porque presta fuerza
Mientras ms se cie el cinturn al cuerpo, ms se refuerzan los
lomos. As, cuando Dios se propone debilitar a un pueblo uti
liza la expresin desatar lomos de reyes (Is. 45:1).
La integridad es la fuerza de toda virtud. Mientras ms hi
pocresa haya en nuestros dones, ms dbiles sern estos. La fe
ntegra es fuerte, el amor ntegro es poderoso. Pero la hipocre
sa es para los dones y frutos del Espritu como el gusano para
el roble o el xido para el hierro: debilita mediante la corrup
cin.

[310]

El cinturn espiritual de la verdad

La sinceridad cubre las deficiencias del cristiano


1. La verdad moral
Esta clase de rectitud es como una flor silvestre que puede crecer
en tierra balda. Puede mostrar una cierta medida de verdad en
sus actos, pero no tiene ni una hebra de la gracia que santifica y
salva. Dios mismo fue testigo a favor de Abimelec cuando este
haba tomado a Sara: Yo tambin s que con integridad de tu
corazn has hecho esto (Gn. 20:6). Es decir, que no pretenda
daar a Abraham, ya que no saba que Sara fuera su esposa.
Aunque esta honradez moral motiva la bondad en las rela
ciones humanas, el consejo del Seor no ha variado desde que se
lo dio a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su es
tatura [...]; porque Jehov no mira lo que mira el hombre (1 S.
16:7). Dios mira con mayor profundidad que los hombres y des
echa los sacrificios de esa clase de rectitud por dos grandes de
fectos:
a) No proviene de un corazn renovado
La falsa rectitud es como la lepra de Naamn: el hecho de que
fuera leproso le restaba honra en la corte y fuerza en la batalla
(2 R. 5:1). Y esto mancha el comportamiento ms noble del
hombre meramente moral de nuestra poca: est sin Cristo.
Tu moralidad aprovecha a tus semejantes en este mundo, pe
ro no te hace aceptable ante Dios en el otro. Pinsalo as: si Dios
no hubiera dejado alguna autoridad en la conciencia para res
tringir a los inconversos con cierta medida de honradez, los cris
tianos no podran ni vivir en un mundo de tales fieras.
As, pues, dichos hombres son dirigidos por un temor pode
roso de la conciencia ms que por un impulso interior de agra
dar a Dios. Abimelec descubri que su honradez provena de la
mano de Dios y no de una bondad suya inherente: Yo tambin
te detuve de pecar contra m, y as no te permit que la tocases
(Gn. 20:6).
b) No llega a la medida de la gracia de Dios
Hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Co. 10:31). El ar
quero puede perder la competicin tanto por tirar corto como
[311]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

largo. El hipcrita tira largo, pero el moralista tira corto. Nor


malmente apunta bien en cuanto a la meta inmediata de la ac
cin, pero nunca llega a tocar su fin ltimo.
As, por ejemplo, un siervo puede ser tan fiel a su amo que
no le engae en un penique, pero eso no vale nada si Dios est
excluido. La Palabra manda a los siervos: Sirviendo de buena
voluntad, como al Seor y no a los hombres (Ef. 6:7); esto es,
no solamente para los hombres. Hay que respetar el puesto del
amo, pero solamente en cuanto lleva a la gloria de Dios. Para
agradar a su amo terrenal, el siervo no se puede sentar al final
del viaje, sino que debe ir ms all como el ojo atraviesa el
aire y las nubes para ver el sol llegando a Dios como razn
ltima de su fidelidad.
Ningn principio puede hacernos apuntar lo bastante alto
para Dios si dicho principio no proviene de Dios mismo:
Para que aprobis lo mejor, a fin de que seis sinceros e irre
prensibles para el da de Cristo, llenos de frutos de justicia que
son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios
(Fil. 1:10,11).
El alma ha de plantarse en Cristo antes de poder ser ntegra
y llevar fruto de justicia para alabanza de Dios. Por ello se di
ce que estos frutos son por medio de Jesucristo.
Lo que uno hace por su cuenta lo hace para s mismo. Co
me su propio fruto, devorando la alabanza de lo que hace. So
lo el cristiano que lo hace todo por medio de Cristo lo hace to
do para l. Se alimenta de l, porque ha sido injertado; y por
eso lleva fruto. Por tanto, reserva la hermosa fruta para el La
brador.
2. La rectitud evanglica
A diferencia de la verdad moral, la rectitud evanglica es una
planta que solo crece en el jardn de Cristo, encerrada en un al
ma de gracia. Su nombre la distingue de la flor silvestre de la
rectitud moral. La podemos llamar integridad piadosa o has
ta divina:

[312]

El cinturn espiritual de la verdad

Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra con


ciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabidu
ra humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido
en el mundo (2 Co. 1:12).
Esta integridad evanglica puede llamarse apropiadamente
integridad divina en dos aspectos: porque proviene de Dios, y
porque apunta a Dios y termina en l.
a) Porque proviene de Dios
La integridad piadosa le pertenece a Dios, concebida en el co
razn nicamente por su Espritu. Ya que esta integridad es hi
ja de la gracia, no llama padre a ninguno en la tierra.
Pero esta integridad piadosa no solamente es de ascendencia
divina; forma parte de la nueva criatura que el Espritu de Dios
forma y obra nicamente en sus elegidos. Es una gracia del pac
to: Les dar un corazn, y un espritu nuevo pondr dentro de
ellos (Ez. 11:19).
b) Porque apunta a Dios y termina en l
La mayor meta que podemos tener es agradar a Dios. Las des
ilusiones y frustraciones no nos molestan ms que a un merca
der el perder un cordn de zapato en el camino, cuando se
apresura hacia su casa cargado con la recompensa de oro y pla
ta que buscaba.
El ojo del amo dirige la mano del siervo. Si el siervo puede
agradar a su amo est contento, a pesar de las duras crticas o
el rechazo de los que le rodean. Esta clase de persona no apun
ta a metas chicas ni grandes buscando la aprobacin de ricos ni
pobres; sus pensamientos apuntan sobre todo a Dios como ob
jeto de su amor, temor y gozo. Como arquero sabio, dirige to
dos sus esfuerzos hacia ese blanco puro: cuando tiene la apro
bacin de Dios, sabe que ha logrado lo mejor. Pablo demuestra
el sentido comn de todo creyente ntegro en cuanto al prop
sito de Cristo para el servicio: Procuramos tambin, o ausen
tes o presentes, serle agradables (2 Co. 5:9).
Segn el mundo, un hombre ntegro es aquel que no daa a
otro. Algunos le recuerdan osadamente a Dios que no robar[313]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

an ni un cntimo del vecino; pero estos mismos son ladrones


en asuntos mucho ms graves que todo el dinero de su prji
mo. Roban tiempo a Dios y continuamente adaptan el da del
Seor a sus planes personales, en lugar de a los de Dios. Deci
den santificar el nombre de Dios, y hasta oran a menudo para
saber su voluntad; pero sus corazones impos insisten en la
contemporizacin aunque sepan que la voluntad divina es la
santificacin.
Pero el verdadero hombre de Dios desea primero ser fiel al
Padre y luego al hombre por causa del Seor. Por ejemplo,
cuando los hermanos de Jos teman que este los tratara bru
talmente, l les liber de la sospecha: Haced esto y vivid: Yo
temo a Dios (Gn. 42:18). Los tranquiliz: No temis nada
de m que no sea correcto. Podis pensar que debido a mi au
toridad no habra nadie que intercediera por vosotros si qui
siera aprovecharme. Pero veo a Uno por encima de m, infini
tamente ms alto de lo que parezco estar yo sobre vosotros, y
le temo.
Una de las palabras griegas para integridad es una met
fora enftica que se refiere a algo examinado a la luz del sol.
Al comprar una tela puedes sacarla de la luz artificial y mirar
la a la luz solar: si en la tela hay el ms mnimo defecto o agu
jero este se ver. El alma piadosa mira al Cielo y quiere que to
do pensamiento, juicio, sentimiento y obra se ponga ante la
luz que brilla desde la Palabra (esta es la gran lmpara en que
Dios ha reunido toda la luz para guiar a los cristianos, como
el sol alumbra nuestros cuerpos en la tierra). Si estas cosas son
segn la Palabra, y pueden mirarla sin avergonzarse, seguire
mos nuestro camino sin tropiezo. Pero si alguno huye de la luz
de la Palabra como Adn intent esconderse de Dios, en
tonces hemos llegado al final del viaje.
Las cosas son verdaderas o correctas si se conforman a su
principio fundamental. Cuando una medida concuerda con el
patrn legal, como el metro o el litro, es verdadera. La volun
tad de Dios es el patrn para la nuestra, y la persona ntegra
gobernar y medir todos sus deseos segn la misma. Por eso
llamaban a David un hombre segn el corazn de Dios, por
que llevaba la imagen del corazn de Dios esculpida en su es[314]

El cinturn espiritual de la verdad

pritu, tal como est grabada en el sello de la Palabra. Consi


deremos ahora qu es lo que cubre este cinturn de integridad.

Las deficiencias que la sinceridad cubre


1. Los bienes externos temporales
El mundo atribuye a la belleza, la herencia, el dinero y los do
nes intelectuales ms prestigio del que les corresponde. Pero la
virtud ntegra los supera a todos y reenfoca la atencin debida
sobre la persona misma. La virtud alcanza mayor honra ante
Dios, los ngeles y los hombres (si son sabios), que la deshon
ra y el desdn causados por la falta de bienes externos ante el
mundo.
a) La belleza
Es un dolo universal que embelesa al mundo. Pero lo que em
bellece el rostro es la sabidura. Quin querra ser una botella
adornada pero vaca en lugar de un envase lleno de rico vino?
Si la virtud ntegra no llena el corazn, la belleza natural del
rostro valdr muy poco. Una persona bella sin verdadera vir
tud es como un hermoso matorral: ms hermoso cuando se mi
ra de lejos. Por otra parte, el corazn ntegro sin atractivo ex
terno es como una dulce flor que no se pinta de tan vivos colo
res: es mejor tenerla en la mano que mirarla, por ser su olor
mejor que su aspecto. Cuanto ms te acercas al hombre nte
gro, ms sientes la vida que irradia su corazn.
b) Orgenes humildes
No importa lo vil que sea tu nacimiento: la gracia te otorga una
cota herldica gloriosa, limpia tu sangre y hace ilustre tu fami
lia: Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable,
y yo te am; dar, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida
(Is. 43:4). La integridad es una brillante marca de honor, y don
de brille esta estrella sobre una casa humilde, te dice que un
gran prncipe mora dentro.
Ms importante, la integridad lleva al hombre a la familia
del Dios Altsimo; esta nueva unin borra su nombre mancha
do y le da el nombre mismo de Dios por apellido. Se une a Dios
[315]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

por la fe sin fingimientos; y quin puede decir que la esposa


del Prncipe de Paz sea de humilde condicin?
c) La pobreza
Esta palabra suena a vergenza para el mundo orgulloso. Pero
aun si uno es muy pobre, puede tener acceso a una rica mina
que le levantar por encima del desprecio mundano si una ve
ta de gracia ntegra corre en su corazn. Quiz tendr que ad
mitir que no tiene dinero en el banco, pero no podr decir que
no tiene un tesoro, pues quien tiene la llave al tesoro de Dios es
el ms rico: Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de
Dios. (1 Cor 3:21, 23)
d) Dones intelectuales
Los hombres, por tradicin, ovacionan el intelecto y aplauden
la excelencia del conocimiento. Ciertamente, la capacidad inte
lectual est ms al nivel de la facultad humana ms noble: la ra
zn. Los dones anteriores belleza, riquezas, linaje se hallan
tan por debajo de la naturaleza espiritual de la razn que son
como los soldados de Geden que no pudieron beber en el
arroyo. No es posible gozarse en ellos a menos que la persona
se rebaje muy por debajo de su alma racional. Pero el intelec
to, las habilidades y la ciencia parecen levantar la cabeza del
hombre y hacer que este se mantenga erguido. Por tanto, los
sabios de este mundo no tratan a nadie con ms desdn que
a aquellos que estn menos dotados intelectualmente.
Veamos ahora cmo puede la integridad cubrir esa desnudez
de la mente. Si lloras porque tu comprensin parece torpe y no
da la talla de aquellos cuyo intelecto brilla ms, contntate con
tu corazn ntegro. Ellos tienen una perla en la cabeza, la cual
hasta un sapo puede llevar; pero la tuya est en tu corazn. Es
ta perla de la virtud es tu perla de gran precio (cf. Mt.
13:46).
Un corazn ntegro te sita ms alto en el corazn de Dios
de lo que tu debilidad pueda rebajarte en la opinin del mun
do. Hasta sin las capacidades de los hombres naturales podrs
encontrar el camino al Cielo; pero ellos caern en el Infierno,
con todos sus logros intelectuales, por su falta de integridad.
[316]

El cinturn espiritual de la verdad

Recuerda: mientras que tus pequeos dones no te incapacitan


para la gloria del Cielo, sus dones no santificados, con toda se
guridad, los habilitarn para una mayor miseria en el Infierno.
Y mientras t obtendrs un mejor intelecto, ellos no poseern
mejores corazones.
2. La fealdad del pecado
Esta es la peor clase de fealdad espiritual porque mancilla alma
y espritu, los cuales Dios deseaba que fueran la fuente de la
hermosura del creyente. Todo aquello que manche o deforme el
alma constituye el estorbo ms grave para la hermosura de la
santidad dibujada en ella por la pluma perfeccionadora del Es
pritu Santo.
El monstruo del pecado ha desfigurado tanto el dulce rostro
del hombre que ya no se parece ms a la hermosura que Dios
cre; como no se parece el demonio del Infierno al santo ngel
que fue en el Cielo. Pero, por su gracia, Cristo se ha encargado
de sanar esta herida del pecado en la naturaleza del hombre: su
poder sanador obra en sus elegidos, pero la cura an no es tan
completa como para borrar las cicatrices; esa es la fealdad que
la integridad cubre.

Cmo la integridad cubre las deficiencias


del cristiano
La misericordia perdonadora abraza la integridad con anhelo.
Cristo es Aquel que cubre nuestros fallos y pecados, pero solo
envuelve con su manto de justicia al alma ntegra: Bienaven
turado aquel cuya transgresin ha sido perdonada, y cubierto
su pecado [...]. Bienaventurado el hombre a quien Jehov no
culpa de iniquidad... (Sal. 32:1,2). A todos les gusta creer es
to, pero observemos el requisito para recibir esta misericordia:
Y en cuyo espritu no hay engao (v. 2). La justicia de Cris
to cubre la desnudez de nuestra vergonzosa injusticia, pero la
fe es la virtud que nos envuelve con este manto.
Dios aprueba al hombre ntegro y lo considera santo y jus
to a pesar de que no est totalmente libre de pecado. E igual
que Dios no confunde el pecado del cristiano con la integridad,
[317]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tampoco le quita la santidad por ello. Por ejemplo, la Escritu


ra consigna que Job cay en el hoyo del pecado, pero Dios vio
la integridad mezclada con su transgresin y lo juzg recto.
La integridad no ciega a Dios para que no vea el pecado del
cristiano, pero hace que lo considere con compasin en vez de
con ira. Es como el marido que sabe que su mujer le es fiel, y
por ello se compadece de sus debilidades y la aprecia como
buena esposa. En todo esto no pec Job, ni atribuy a Dios
despropsito alguno (Job 1:22). Al final del combate, Dios
dio un testimonio favorable acerca de Job: [Mi siervo Job ha
hablado] de m lo recto (42:7). Job mismo vea su propia pru
dencia salpicada de fallos, y esto le hizo confesar su pecado en
lugar de presumir de la misericordia de Dios. Pero Dios vio su
integridad.
La misericordia del Padre para con nosotros es mucho ma
yor que nuestro amor por nosotros mismos. El hijo prodigo
(smbolo del converso) no se atreva ni a pedirle zapatos a su
padre, cuanto menos un anillo. Su peticin se limitaba a poder
ser un humilde siervo. Nunca haba imaginado una reunin pa
recida con su padre aquella primera vez. Poda haber esperado
que corriera tras l con una vara o un ltigo en vez de con un
manto.
Aunque el padre hubiera salido al encuentro de su hijo des
carriado con palabras duras y azotes antes de aceptarlo, ello
habra sido una buena cosa para el prdigo en su estado me
nesteroso. Pero igual que Dios tiene extraos castigos para los
malos, tambin tiene extraas expresiones de amor y miseri
cordia para sus hijos sinceros. Se deleita en exceder las ms al
tas esperanzas con besos, mantos y fiestas el da en que estos
regresan.
Dios tambin nos muestra ms misericordia que nuestro
amor mutuo. A veces estamos dispuestos a condenar a un cris
tiano por un pecado grave, pero Dios lo reclama como hijo su
yo por causa de la integridad. As vemos cmo Dios verifica el
fallo y la perfeccin de Asa en la misma frase: Los lugares al
tos no eran quitados de Israel, aunque el corazn de Asa fue
perfecto en todos sus das (2 Cr. 15:17). Dios era el nico ca
paz de absolver a este hombre, porque si no se supieran ms
[318]

El cinturn espiritual de la verdad

que los hechos escuetos de su vida sin el testimonio de la


aprobacin de Dios su santidad sera unnimemente conde
nada por un jurado de hombres santos.
Como Elias no vea a nadie que adorara al Seor con su mis
mo celo, desafiando la idolatra sin temor, gema ante Dios cre
yendo que la apostasa se haba apoderado de la tierra. Pero
Dios supera la ansiedad de Elias: Yo har que queden en Israel
siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas
no lo besaron, le dice (1 R. 19:18). Dios consol a su profeta
con algo as como: Tranquilzate, Elias, aunque el nmero de
mi pueblo no es grande, no hay tanta escasez de creyentes como
piensas. Es verdad que su fe es dbil, y que no critican severa
mente el pecado de este tiempo como t, pero tu galardn tuyo
es. No voy a desheredar a mis discpulos annimos que llevan
su luz en linternas cubiertas por temor: tienen alguna integri
dad, y esto los ha alejado de los dolos.
Dios nos aconseja que seamos tiernos con sus corderos, pero
nadie puede serlo tanto como el mismo Padre. La Palabra habla
de tres clases de cristianos: padres, jvenes e hijitos (1
Jn. 2:12-14). El Espritu de Dios demuestra su compasin men
cionando a los ms jvenes primero y dndoles la dulce prome
sa de la misericordia: Os escribo a vosotros, hijitos, porque
vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre (v.
12). Dice claramente que sus pecados son perdonados, y a la vez
tapa la boca de la inculpacin para que no se desanimen ni se
opongan al evangelio, pues han sido perdonados por su Nom
bre, un nombre mucho ms poderoso que el peor pecado.
Entonces, la integridad mantiene la reputacin del alma ante
el trono de la gracia, para que ningn pecado ni debilidad pue
da estorbar su acogida por parte de Dios. Consentir la iniquidad
del corazn, no solo tenerla, es lo que estorba el que Dios oiga
nuestras oraciones (cf. Sal. 66:18). Esta es la tentacin con que
luchan tantos cristianos al dejar que su debilidad personal los
aleje de la oracin que prevalece: se retraen como los pobres que
no entran en la iglesia por no tener ropa elegante.
Para resolver este problema Dios ha provisto las promesas,
que en todo caso son nuestra nica base para la oracin, y las
ha adecuado para el menor grado de virtud. Y as como un re[319]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

trato bien conseguido est a la vista de todo el que entre en la


sala, estas promesas del pacto del evangelio sonren a todos
aquellos que miran sinceramente a Dios en Cristo. La Palabra
no dice: Si tuvieras fe como un cedro; sino como un grano
de mostaza (Mt. 17:20). La fe justificadora no es inferior a
aquella que obra milagros en su propia esfera. La fe menos n
tegra en Cristo quita la montaa formada por la culpa del pe
cado en el alma. As todos los cristianos tienen una fe igual
mente preciosa (2 P. 1:1). En el libro de Gnesis casi no se ve
la fe de Sara; pero en Hebreos 11 Dios la menciona honrosa
mente, junto a la fe ms fuerte de Abraham.
Qu clase de amor es este que hace que el favor de Dios des
cienda al hombre? No consiste en gracia a todos los que aman
al Seor Jess con amor angelical, sino con amor ntegro. Tam
poco dice: Bienaventurados aquellos que son tan santos como
Melquisedec, santo en tal o cual grado. No; para que ningn
pobre cristiano pierda su parte de la herencia prometida por
Dios: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
(Mt. 5:6). Esto incluye a todo hijo de Dios, aun al beb de un
solo da en Cristo.
Para resumir, si la integridad no garantizara la entrada al tro
no de la gracia, Dios no aceptara ninguna oracin, porque nun
ca ha habido ni habr un cristiano vivo que no tenga pginas
enteras de faltas en su vida y en quien no se encuentren fallos es
trepitosos. Elias, por ejemplo, hizo grandes maravillas en el Cie
lo y la tierra mediante la oracin, pero el Espritu de Dios nos
recuerda que l era un hombre como nosotros: Elias era hom
bre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y or ferviente
mente [...]. Y otra vez or... (Stg. 5:17,18). Hasta una mano
dbil, con un corazn ntegro, puede hacer uso de la llave de la
oracin.

Por qu la integridad cubre las deficiencias


del cristiano
1. La integridad fluye de la gracia del pacto del evangelio
El pacto del evangelio relaja el rigor de la ley (que exiga obe
diencia completa) y habla en trminos de integridad y verdad
[3201

El cinturn espiritual de la verdad


del corazn. Cuando Dios estableci su pacto con Abraham ex
pres este requisito: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda de
lante de m y s perfecto [o ntegro] (Gn. 17:1). Es como si
Dios dijera: Abraham, ven y te dir lo que espero de ti, y lo
que puedes esperar de m. Si me pones delante y deseas since
ramente agradarme, puedes confiar en lo que un Dios Todopo
deroso puede hacer, protegindote en tu obediencia y perdo
nndote cuando no llegues a la obediencia perfecta. Anda en
integridad de corazn ante m, y en Cristo te aceptar a ti y tus
esfuerzos sinceros con la misma ternura que lo hubiera hecho
con Adn si nunca hubiera pecado.
Amados, si nuestro corazn no nos reprende, confianza te
nemos en Dios (1 Jn. 3:21). Segn el pacto actual, no es la pre
sencia del pecado en nosotros lo que hace que nuestra concien
cia nos condene. La conciencia de Pablo le absolva y hasta
le daba motivos para un santo gloriarse, al encontrar el pe
cado en s mismo.
Dios nos da la conciencia para juzgar, en representacin su
ya, en el tribunal privado del corazn. Est atada por la misma
ley con la cual Cristo mismo absolver o condenar en el Da
del Juicio. Cuando comparezcamos en juicio ante Cristo, la
gran pregunta ser si hemos sido ntegros o no. Al igual que l
no condenar al alma ntegra, aunque se la acuse de mil peca
dos, tampoco nuestro corazn nos condenar.
Cmo podr Dios aceptar una obediencia tan imperfecta
cuando fue tan severo con Adn, hasta el punto de declarar in
aceptable el primer fracaso? En el pacto con la humanidad he
cho en Adn, no haba seguridad para garantizar el cumpli
miento por parte del hombre de su parte en el pacto; o sea, la
obediencia absoluta. Entonces Dios, para recuperar su gloria e
indemnizarse por el dao causado por la ruina del hombre, fue
severo con Adn.
Pero en el pacto del evangelio hay una garanta, Jesucristo el
Justo, responsable ante Dios por todos los pecados de la vida del
cristiano. El Seor cancela no solo las vastas sumas de pecados
anteriores a la conversin de este, sino tambin las deudas conti
nuamente contradas despus por su debilidad y descuido: Y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Je[ 321]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

sucristo el justo. Y l es la propiciacin por nuestros pecados (1


Jn. 2:1,2). Entonces sin menoscabar su justicia, Dios puede tachar
las deudas de sus hijos, pagadas por Cristo. Que Dios haga esto
es misericordia para los santos, pero justicia para Cristo. Qu
unidad tan preciosa cuando la misericordia y la justicia se besan!
Dios tambin exiga la obediencia completa bajo el primer
pacto porque el hombre estaba en estado perfecto, lleno de po
der y capacidad para cumplirlo; de manera que el Seor no es
peraba cosechar ms que lo que haba sembrado. Pero en el
pacto del evangelio, Dios no infunde al creyente la gracia ple
na, sino gracia verdadera; y consecuentemente no espera la
obediencia perfecta, sino ntegra.
2. La integridad cubre las deficiencias
por el gran amor de Dios
El amor, por su naturaleza, cubre las deficiencias, por muchas que
sean. Ester transgredi la ley al acudir a la presencia de Asuero
antes de ser invitada; pero el amor pronto produjo el perdn en
el corazn del rey para perdonarla por su transgresin. Asuero se
deleitaba en la belleza de Ester de la misma manera que Dios lo
hace en la de sus hijos: Los perfectos [ntegros] de camino le son
agradables (Pr. 11:20).
Dios acepta a la persona cuyo corazn est alineado con el su
yo. Con satisfaccin infinita, al ver un rayo de su propia excelen
cia en su hijo, se goza en l y, tomndole de la mano, lo eleva a
las moradas ms ntimas del amor.
Rara vez se refiere la Escritura al hombre recto con una sim
ple alusin a esa rectitud; por lo general suele haber otros de
talles, como los epitafios en las tumbas, que revelan que all ya
ce una persona fuera de lo comn. Dios presenta a Job como
un hombre nico al hablar de su justicia: No hay otro como
l en la tierra, varn perfecto [ntegro] y recto, temeroso de
Dios y apartado del mal (Job 1:8). Tambin leemos acerca de
sus vastas posesiones. Dios se agrad en sealar a su siervo, pe
ro no contaba sus bienes terrenales como dignos de mencio
nrselos al diablo. No dijo: Has considerado a mi siervo Job,
que no hay otro ms rico que l?. En su lugar expres: No
hay otro tan ntegro y recto.
[322]

El cinturn espiritual de la verdad


Dios exalt a Caleb a una posicin destacada al hablar de
su justicia: Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en l otro
espritu, y decidi ir en pos de m, yo le meter en la tierra
(Nm. 14:24). Como si dijera: Este hombre es mi siervo espe
cial, una joya magnfica; tiene ms valor interior que esos mi
les de israelitas murmuradores. Cmo lleg Caleb a alcanzar
este honor? Dios dice: Decidi ir en pos de m.
Fue la integridad de Caleb lo que le honr ante Dios. Des
pus de explorar la tierra de Canan, se vio muy tentado a dar
informes falsos. Diez de los doce exploradores adaptaron sus
informes al descontento de la mayora, y al ser sus informes
contrarios a los otros, Caleb fue mal considerado y arriesg su
vida a manos de la multitud furiosa. Pero el valor y la confian
za en Dios disip su temor, y Caleb fue fiel a su cometido, ha
blando las palabras exactas que haba en su corazn. Por ello,
el Seor le levant un monumento que durar mientras dure la
Escritura.
Un ejemplo final del testimonio favorable de Dios en cuan
to a la integridad lo dio Cristo al ver por primera vez a Natanael: He aqu un verdadero israelita, en quien no hay engao
(Jn. 1:47). El corazn de Jess, como el nio en el vientre de
Isabel cuando Mara la salud, salt a la llegada de Natanael,
dando testimonio de su propia gracia en l. Aunque Natanael
estaba atrapado en un error de su tiempo, el de que ningn pro
feta poda proceder de Galilea y mucho menos de un lugar os
curo como Nazaret, Cristo vio su honradez y no dio cabida en
sus pensamientos a la ignorancia de Natanael, sino que le mos
tr su favor divino.

Los compaeros inseparables de la integridad


1. La integridad predispone al alma
Un corazn perfecto y una mente dispuesta son cosas que van
unidas. David aconsej a su hijo Salomn: Reconoce al Dios
de tu padre, y srvele con corazn perfecto y con nimo volun
tario (1 Cr. 28:9). Un corazn falso aplaza la accin cuanto
puede y merece poco aprecio por el trabajo hecho bajo la vara
de correccin. Pero el alma ntegra est dispuesta a asumir la
[323]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

responsabilidad. Aunque le falte habilidad y fuerza, siempre es


tar dispuesta. Esta disposicin es como el halcn posado so
bre la mano del hombre: en cuanto ve la presa se lanza, y vo
lara de inmediato a no ser por la pihuela que le sujeta.
Los levitas fueron ms rectos de corazn para santificarse
que los sacerdotes (2 Cr. 29:34). Por qu? Estaban ms dis
puestos a trabajar. Tan pronto el rey pronunci algo en cuanto
a la reforma, los levitas se levantaron para purificarse (v. 15).
Pero una reforma es como andar por un sendero helado
donde un cobarde prefiere que otros pasen primero antes de
aventurarse. La integridad est hecha de un metal ms noble.
Es como un verdadero peregrino: ningn mal tiempo le estor
ba despus de que decide emprender el viaje. El hombre recto
no busca excusas ni permite que cunda el desnimo, sino que
recibe rdenes de la Palabra de Dios. Una vez que las tiene, na
da le vuelve atrs excepto un mandamiento contrario del mis
mo Dios. Su corazn se une a la voluntad divina. Cuando el Pa
dre dice: Buscad mi rostro; el corazn responde: Tu rostro
buscar, oh Jehov (Sal. 27:8).
Hasta cuando nuestros mejores esfuerzos terminan en fra
caso, Dios considera la buena disposicin como un xito. Si un
padre le pide a su hijo pequeo que le traiga algo, el nio obe
diente no se queja por la dureza del mandamiento, sino que co
rre a cumplirlo. Aun si emplea todas sus fuerzas pero fracasa
en su sencilla misin, su disposicin conmueve al padre para
ayudarlo. As Cristo cubre los errores de sus discpulos con es
te manto: El espritu a la verdad est dispuesto, pero la carne
es dbil (Mt. 26:41). Esta obediencia candorosa, como miel
que mana del panal, no hay que sacarla a la fuerza; y aunque
haya poca, para Dios es dulce.
2. La integridad abre el alma libremente a Dios
El ntegro no intenta esconderle a Dios sus debilidades. Aunque
pudiera, no lo hara, porque Dios descubre aquello que el alma
esconde: Si confesamos nuestros pecados, l es fiel y justo pa
ra perdonar nuestros pecados (1 Jn. 1:9).
En cierta ocasin, Augusto prometi pagar una gran suma
al que le llevara la cabeza de un famoso pirata. Cuando el mis
[324]

El cinturn espiritual de la verdad


mo pirata, al enterarse de la oferta, acudi en persona para ten
derse a los pies de Augusto, no solo fue perdonado por sus
ofensas pasadas sino premiado por su confianza en la miseri
cordia del emperador. Dios es as: aunque demuestre su ardien
te ira contra el pecado y la injusticia, no castigar a aquel que
acude humilde y libremente para glorificar su misericordia.
A diferencia del alma ntegra, el hipcrita esconde su peca
do como Acn escondi el oro; empolla su lujuria como Raquel
se sent sobre los dolos de su padre. Es tan difcil sacar a un
ave de su nido como persuadir a un hipcrita para que descu
bra sus deseos y los confiese abiertamente a Dios. Cuando un
siervo normal rompe una vasija, la esconde pronto de su amo,
y tira los trozos con la idea de que no se encuentren nunca.
Igualmente, una persona engaada siente alivio por haber re
suelto bien el problema escondiendo el pecado de la vista de
Dios.
No es la traicin misma lo que molesta al hipcrita, sino el
conocimiento pblico de ella. Aunque resulta tan imposible ce
gar el ojo del Omnipotente como evitar que el sol brille tapn
dolo con la mano, esto es lo que intenta el hipcrita. Pero Dios
nos advierte contra tal estupidez: Ay de los que se esconden
de Jehov, encubriendo el consejo! (Is. 29:15).
Llegar un momento, llamado el tiempo [en que] la halla
rn (Jer. 2:24), cuando el clamor de Dios se apoderar del pe
cado, sus terrores saquearn la conciencia y revelarn aquello
que tan enrgicamente se ha negado, obligando a los pecadores
a confrontar su engao al evadir la responsabilidad por su pe
cado. Dios nunca deja de desenmascarar a los disfrazados que
hacen su juego con reglas que ellos mismos inventaron. Pero la
integridad fija mejor rumbo. Un nio obediente no quiere es
perar a que otro cuente a su padre sus errores; acude de volun
tad propia y descarga su corazn dolido con una confesin ple
na y libre. Su sencillez no busca excusas, sino que otorga su im
portancia cabal a cada parte y cada agravante de su pecado, de
forma que si el diablo mismo viniera para recoger los restos,
apenas encontrara un vestigio de tinieblas para formar sus
acusaciones.
La persona ntegra confiesa su pecado con tanta pena que
[325]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Dios, al ver a su amado hijo en peligro de caer en el desalien


to, lo consuela en lugar de reirle.

Naturaleza de la hipocresa y la repugnancia de Dios


Igual que la integridad cubre todo defecto, la hipocresa descu
bre el alma y la deja desnuda ante Dios a pesar del adorno de
otras cualidades. Esa pstula se ceba en las perfecciones ms
dulces y cambia el aspecto de la persona ante Dios ms drsti
camente que la lepra en el rostro ms hermoso.
Es interesante la manera como la Palabra describe los ca
racteres dispares de Asa y Amasias. De Asa dice: Sin embar
go, los lugares altos no se quitaron. Con todo, el corazn de
Asa fue perfecto para con Jehov toda su vida (1 R. 15:14).
Como el oro puro, la integridad admite ligeras imperfecciones.
Las debilidades de Asa no se mencionan como defectos que
mancillen su honor, sino como un lunar que una artista puede
emplear para que resalte la belleza de sus otras facciones.
Aquellos fallos se mencionaron para dar mayor atractivo a su
integridad, la cual, a pesar de sus pecados, obtuvo buen testi
monio de la boca de Dios.
Pero de Amasias se dice: Hizo lo recto ante los ojos de Je
hov, aunque no de perfecto corazn (2 Cr. 25:2). Sus actos
fueron buenos, pero su actitud torcida, convirtiendo su rectitud
en error. As vemos como la rectitud de Asa le apoyaba a pesar
de sus muchas faltas, mientras que la hipocresa conden a
Amasias aun haciendo el bien.
La integridad es la vida de toda virtud y da vida a nuestro
deber, al igual que la vida mantiene el cuerpo clido y bello. La
oracin del corazn ntegro deleita al Cielo. Si desaparece la in
tegridad, Dios dir acerca de la oracin lo que Abraham dijo
de Sara, a quien am en vida: Sepultar mi muerta de delante
de m (Gen 23:4).
No me traigis ms vana ofrenda; el incienso me es abo
minacin; luna nueva y da de reposo, el convocar asambleas,
no lo puedo sufrir (Is. 1:13). Lo que Dios aborreca y que le
hizo hablar tan fuerte contra sus propias ordenanzas era la hi
pocresa. Esta hace de la oracin un dolo que hay que destro
[326]

El cinturn espiritual de la verdad


zar, de la fe una ilusin, del arrepentimiento una mentira a vo
ces. Entonces buscaban a Dios; entonces se volvan solcitos
en busca suya (Sal. 78:34). Pero observa la interpretacin da
da por el Espritu Santo: Pero le lisonjeaban con su boca, y
con su lengua le mentan; pues sus corazones no eran rectos
con l, ni estuvieron firmes en su pacto (Sal. 78:36-37).
La ira de Dios cay sobre los hipcritas y los castig al m
ximo:
Oh Asiria, vara y bculo de mi furor, en su mano he puesto mi
ira. Le mandar contra una nacin prfida, y sobre el pueblo
de mi ira le enviar, para que quite despojos, y arrebate presa,
y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles (Is. 10:5,6).
No hay que hablar con el forense para determinar la causa
de su muerte: era una nacin hipcrita y muri de hipocresa.
Dios prefera ver la abominacin desoladora en su Tem
plo sembrando confusin, antes que la abominacin del disi
mulo burlndose en su cara mientras los hipcritas adoraban
de labios y pecaban de corazn. De los dos, es ms tolerable
para Dios ver un Belsasar, que nunca dijo ser su siervo, de juer
ga profana con sus dolos y bebiendo en los vasos santos, que
a un pueblo que dice ser siervo suyo contaminndose en una
adoracin maldita por la hipocresa. Ay de aquel que deshon
ra a Dios fingiendo honrarle!
Dios seala al hipcrita como el pecador con quien saldar
cuentas en persona, y a quien castigar en esta vida de forma
ms extrema. Ha dispuesto las autoridades civiles para castigar
a ladrones y asesinos, pero solo l descubre los pecados secre
tos:
Porque cualquier hombre de la casa de Israel [...] que se hu
biere apartado de andar en pos de m, y hubiere puesto sus do
los en su corazn [...}, y establecido delante de su rostro tro
piezo de su maldad [...], yo Jehov le responder por m mis
mo; y pondr mi rostro contra aquel hombre, y le pondr por
seal y por escarmiento, y lo cortar de en medio de mi pueblo
(Ez. 14:7).
[327]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Esto es: Mis juicios sern tan terribles que ser un ejemplo
de mi ira para que lo vean los dems.
As que Dios, a menudo, paga al hipcrita por su pecado en
esta vida. Por ejemplo, Ananas y Safira murieron por la mano
de Dios con una mentira atravesada en la garganta. Judas no
compr ms en su trato engaoso que una soga para ahorcar
se; de hecho su hipocresa fue su verdugo.
Pero si el hipcrita marcha de este mundo antes de ser des
enmascarado y castigado por la ira de Dios, esta lo encontrar
a la entrada del Infierno. No ser consuelo alguno saber que
sus amigos confiaban en que arribara al Cielo. La reputacin
que deja atrs no le enfriar las llamas del Infierno. Los dems
pecadores parecen meros hermanos menores de condenacin
para el hipcrita, con el cual, como heredero principal, reciben
su parte de la ira de Dios derivada de su justicia. En el Evange
lio segn Mateo el amo amenaza con destrozar a su siervo ma
lo y dice que pondr su parte con los hipcritas (Mt. 24:51).

Las ofensas de la hipocresa


1. La hipocresa viola la luz de la naturaleza
La misma luz que nos ensea que hay un Dios, nos dice tam
bin que hay que servirle en verdad; si no, todo cristianismo es
vano. La mentira es un pecado acorde con el estilo de vida del
incrdulo, pero la hipocresa es la mentira ms grave de todas,
porque se miente a Dios mismo. As fue que Pedro le hizo a
Ananas la pregunta fatal: Por qu llen Satans tu corazn
para que mintieses al Espritu Santo? [...]. No has mentido a
los hombres, sino a Dios (Hch. 5:3,4).
2. La hipocresa es la pecaminosidad de los dems pecados
La hipocresa es entre los pecados como la integridad entre las
virtudes. La integridad constituye un adorno que embellece a
las dems virtudes. La fe es preciosa por ser no fingida, y el
amor, sin fingimiento. As que el pecado ms odioso de to
dos es aquel que se comete con hipocresa.
David, al describir a sus burlones compaeros que hablaban
de l en la mesa y no podan disfrutar su comida sin sazonarla
[328]

El cinturn espiritual de la verdad


con comentarios picantes en su contra, los llama lisonjeros,
escarnecedores y truhanes (Sal. 35:16). Envolvan su vana
conversacin en un lenguaje sutil que hiciera creer a algunos
que aplaudan al Salmista. Pero la hipocresa es corrupcin del
corazn, y mientras ms podredumbre de esta haya en cual
quier pecado, ms maligno y mortal ser.
David menciona la iniquidad del pecado: Mi pecado te
declar, y no encubr mi iniquidad. Dije: Confesar mis trans
gresiones a Jehov; y t perdonaste la maldad de mi pecado
(Sal. 32:5). Probablemente se trata de su adulterio con Betsab
y el asesinato de Uras. Seguramente lo peor de todo fue que se
hizo con tal hipocresa que David intentaba justificar sus actos
ante Dios y el hombre.
La iniquidad del pecado ti ms oscuro el comportamien
to de David que la sangre inocente derramada. Dios mismo, al
describirnos la gravedad del pecado de David, parece hacerlo
por la hipocresa que supuso. Vemos la confirmacin en el tes
timonio que l dio de este hombre: Por cuanto David haba
hecho lo recto ante los ojos de Jehov, y de ninguna cosa que
le mandase se haba apartado en todos los das de su vida, sal
vo en lo tocante a Uras heteo (1 R. 15:5).
No se descarri la vida de David en ningn paso ms que
este? O es que el Espritu de Dios pas por alto sus otros pe
cados? No, sino que todos se funden aqu, y se menciona la hi
pocresa como nica mancha sobre su vida. Seguramente fue
as porque haba menos integridad y mayor hipocresa en este
solo pecado que en todos los dems juntos.
La hipocresa hiri gravemente la integridad de David, y
aunque no la destruy, la dej desamparada y yerma durante
algn tiempo, como un hombre en estado de coma. La herida
fue grave, ya que la virtud por la que corre la sangre de las de
ms sufri una laceracin mortal. Aunque la misericordia del
pacto de Dios no permiti a su hijo morir de esta herida, haba
una buena razn para sanar la misma de manera que quedara
una cicatriz para sealar a todos nosotros el pecado que Dios
odia.
La abominacin de la hipocresa tambin estriba en el hecho
de que se viste de un manto espiritual y reclama una relacin
[329]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

personal con Dios, comunin con Cristo y su justicia, y el con


suelo del Espritu. Estos crmenes tienen puesto un alto precio
sobre sus cabezas. Segn sea fina o basta la lana, as ser la te
la. El profano no puede utilizar hilo fino, porque sus obras son
solo bastas. El ignorante, que es extrao a los caminos de Dios,
no recibir tanta ira como el hipcrita con sus falsas pretensio
nes de cristianismo.

Falsa adoracin y falsas pretensiones


1. El hipcrita profana la santa adoracin a Dios
Judas se sent confiado entre los dems apstoles en la Pascua,
y se sinti tan acogido como el invitado ms santo. El fariseo
soberbio se puso en el Templo al lado del publicano quebran
tado. Pero las oraciones de tales hombres le suenan a Dios co
mo aullidos de lobo o ladridos de perro. La hbil mano de Da
vid tocaba el arpa con tanta paz que calmaba la ira de Sal. Pe
ro la msica y la falsa adoracin del hipcrita mueven el dulce
Espritu de Dios a la ira y hacen que los castigue.

a) El hipcrita se burla de Dios


Pero Dios no ser burlado. Jess ilustr esta doctrina al mal
decir la higuera, cuyas hojas verdes invitaban a los hambrien
tos a buscar fruta en ella pero los alejaba sin nada. Si tambin
hubieran faltado las hojas, habra escapado de la maldicin de
Cristo.
Toda mentira se burla del que la oye, porque el mentiroso lo
toma por necio y le roba la verdad. Dalila pregunt a Sansn
por qu le haba mentido, como si dijera: Por qu te burlas
de m?. El mandamiento de Dios es que ninguno comparezca
ante l con las manos vacas, pero eso mismo hace el hipcrita,
burlndose as de Dios. Puede acudir con la boca llena, pero su
corazn est vaco.
Sin embargo, en cuanto a la formalidad del culto, a menudo
el hipcrita sobrepasa al cristiano ntegro. Se le puede llamar
maestro de ceremonias, porque intenta entretener a Dios con
lengua y rodilla, con palabras y ritos externos. Pero Dios mira
el corazn. Si el vino es bueno se puede beber en una copa de
[330]

El cinturn espiritual de la verdad


madera. Pero si una copa maravillosamente adornada est va
ca, el anfitrin se burla de su invitado al ofrecrsela.
Cristo acus a Sardis: No he hallado tus obras perfectas
delante de Dios (Ap. 3:2). Perfectas o plenas ante l, segn el
original. La integridad es lo que cumple nuestro deber y todas
nuestras acciones. La frase delante de Dios implica que aque
lla iglesia contaba con una forma externa de devocin y, por
tanto, haba mantenido una reputacin aceptable ante el hom
bre. Tena un nombre que mantener, pero sus obras no eran
perfectas ante Dios. Entonces l las examin ms profunda
mente de lo que el hombre podra y la juzg por lo que encon
tr en su interior.

b) El hipcrita adora por razones egostas


Los motivos egostas hacen la adoracin del hipcrita an ms
abominable para Dios, el cual no permite que se prostituyan
sus ordenanzas santas para servir al deseo del hipcrita. Tal
persona utiliza la adoracin por conveniencia como el agua que
mueve su molino y lleva a cabo sus proyectos carnales.
Cuando Absaln concibi una conspiracin en su corazn
insincero, y estuvo tan henchido de traicin como una serpien
te con un huevo venenoso, corri a Hebrn para pagar un an
tiguo voto que haba hecho a Dios en un momento de afliccin.
Normalmente pensamos que somos honrados cuando empeza
mos a pagar nuestras deudas antiguas. Pero para Absaln este
mandado no era ms que el medio para poner su traicin bajo
las clidas alas de la religin, sabiendo que una conveniente re
putacin de piedad la incubara antes.
Has tenido alguna vez invitados a una cena costosa en tu
casa y visto cmo tiran el plato principal a los perros? El hip
crita echa las cosas santas de Dios a los perros: algunas a su de
seo, otras al orgullo, otras a la codicia. Esto debe entristecer el
corazn tierno de Dios, que nos invita a sus medios de gracia
como a un rico festn, esperando tener dulce comunin con no
sotros. Qu pecado tan horrible cuando el hipcrita solo acu
de a la mesa de Dios para alimentar sus propios deseos! Hamor
y su hijo Siquem, por ejemplo, persuadieron a los hombres de
su ciudad a someterse a la circuncisin, argumentando que los
[331]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

hara ricos: Que se circuncide todo varn entre nosotros [...].


Su ganado, sus bienes y todas sus bestias sern nuestros (Gn.
34:22,23). Por sus argumentos, parece que iban a una feria de
ganado!
La mayora de los hipcritas no son tan estpidos como pa
ra imprimir sus pensamientos ms ntimos a fin de que el mun
do pueda leerlos, pero consideremos las palabras de la reina
Mara Tudor. Una vez ella dijo que si se la descuartizara, se en
contrara grabado en su corazn el suelo francs de Calais: lo
que ms deseaba conquistar. Igualmente, en el corazn de todo
hipcrita se encontraran grabadas cosas tan viles como la
mundanalidad y vanagloria como sus metas religiosas ms al
tas.
2. El hipcrita finge una relacin con Dios y Cristo
Quin es ms rpido para llamarse cristiano y reclamar la gra
cia y los consuelos del Espritu Santo que el hipcrita? Lo ve
mos en los fariseos, cuya ambicin era tener una reputacin, no
debida a sus capacidades o cualidades mundanas, sino a la san
tidad y la santificacin. Y eso era todo lo que obtenan. Cristo
dijo de ellos: De cierto os digo que ya tienen su recompensa
(Mt. 6:2). La gente los consideraba grandes cristianos y aplau
da su santidad superficial hasta tal punto que haba un refrn:
Si solo se salvaran dos personas, una de ellas sera un fariseo.
Algunos profesan conocer a Dios pero sus obras lo niegan;
se jactan de su relacin con Cristo pero su vida est muy lejos
del Cielo. El hipcrita ansia tanto pasar por cristiano que, a
menudo, critica mucho las verdaderas virtudes de otros para
parecer mejor: como Herodes, que quem las antiguas genea
logas de los judos para ocultar su baja cuna. Quin puede
sondear la vulgaridad de este ambicioso pecado de la hipocre
sa? Ofende gravemente a Dios el que semejante canalla recla
me un parentesco con l. Cristo no se avergenza de llamar
hermanos a los cristianos ms pobres (He. 2:11), pero le dis
gusta ver su nombre asociado con un hipcrita de podrido co
razn.
De todos los pecadores, el hipcrita es el que hace ms da
o en este mundo y, por tanto, tendr mayor tormento en el
[332]

El cinturn espiritual de la verdad


otro. Sin embargo, la religin ha demostrado ser el cebo ms
eficaz del hipcrita al intentar capturar a otros con su error y
su pecado, fingiendo ser hijos de Dios. Aod, por ejemplo, no
pudo escoger mejor llave para abrir las puertas de acceso al
rey Egln que diciendo que tena un mensaje de parte de Dios.
Esto cre tal ambiente de confianza y expectacin, que Egln
le dio la bienvenida. Cuando estuvieron los dos solos, el rey
se levant para or la palabra del Seor de boca del mentiro
so, pero en su lugar recibi una muerte brutal (Jue. 3:14-30).
Confieso que el hipcrita puede hacer tan bien su papel
que, sin quererlo, cause algn beneficio. Su brillante profe
sin de fe, sus palabras celestiales y su elocuente predicacin
pueden dar alguna medida de consuelo real al que busca sin
ceramente. Como un actor principal que remueve las pasiones
del pblico con sus falsas lgrimas, el hipcrita, en su papel
religioso, es capaz de encender brevemente las virtudes ver
daderas del creyente. Pero es entonces cuando el cristiano
puede correr el ms grave de los peligros, porque no sospecha
fcilmente de aquel que una vez lo ayud espiritualmente.
Hubiera sido mucho mejor para Sisara el cananeo pasarse
sin la mantequilla y la leche de Jael, que quedar clavado al
suelo de la tienda engaado por la falsa hospitalidad de aque
lla mujer. Igualmente es ventajoso para nosotros no probar
los dones gratuitos y las virtudes regaladas de esos santos de
teatro, aplaudiendo y embriagndonos con su admiracin. A
veces, mantener una distancia calculada del hipcrita es la
forma ms segura de evitar que nos convenzan con errores.
Otro dao causado por el hipcrita es el escndalo ocasio
nado a la iglesia cuando se le cae la mscara. La Palabra dice
de Sansn: Los que mat al morir fueron muchos ms que
los que haba matado durante su vida (Jue. 16:30). Verda
deramente, los hipcritas hacen ms dao al ser descubiertos
que cuando parecen vivir la profesin de su fe. Es como si en
tonces pusieran una gran vara en manos de los malvados que
han buscado la manera de golpear a los cristianos. Qu pron
tos estn estos a causar divisin y manchar el rostro de todo
creyente con el barro que ven en la manga de un solo hip
crita!
[333]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Los que acusan al cristianismo sealan al hipcrita que


hay en la iglesia, y razonan que todos los creyentes son como
l. Por supuesto, esto es tan absurdo como decir que ninguna
moneda tiene valor porque has encontrado una falsa entre
muchas. Pero este lenguaje es cmodo para el discurso del
mundo impo. Ay de aquel cuya hipocresa fabrica las flechas
que luego se disparan contra los cristianos! Sera mejor que lo
echaran al mar con una piedra al cuello, que dejarlo vivir pa
ra dar ocasin al adversario de blasfemar.

Busca la integridad
Ya que la integridad cubre toda debilidad del cristiano, hay
varias razones importantes para examinar cuidadosamente el
corazn a fin de ver si en el mismo reina la hipocresa o la in
tegridad.
1. La eternidad depende de tu integridad
Tu valor y tu destino penden de si la posees o no. Esto te edi
ficar o te destruir para siempre. Haz bien, oh Jehov [...]
a los que son rectos en su corazn. Mas a los que se apartan
tras sus perversidades, Jehov los llevar con los que hacen
iniquidad (Sal. 125:4-5). El hipcrita intentar colarse entre
los cristianos en aquel da y pasar por santo, pero Dios lo
llevar con los que hacen iniquidad, que es una compaa
ms de su condicin.
Pablo dice en 1 Corintios: Pero ir pronto a vosotros, si
el Seor quiere, y conocer, no las palabras, sino el poder de
los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no con
siste en palabras, sino en poder. Qu queris? Ir a vosotros
con vara, o con amor y espritu de mansedumbre? (1 Co.
4:19-21). No es Pablo, sino Cristo el que vendr pronto y co
nocer, no las palabras y lenguaje sofisticado de los que se in
flan con una vana profesin, sino el poder de Dios en su pue
blo.
Quieres que Cristo venga con vara para juzgarte por hi
pcrita, o con el Bien hecho! amoroso que tiene reservado
para el siervo fiel? l examinar todo corazn para ver lo que
[334]

El cinturn espiritual de la verdad


contiene: la obra de todos ser un libro abierto en el gran da
de Cristo. Ya que todo lo que hizo el hipcrita se revelar fal
so, este ser encadenado en el Infierno por intentar burlar a
Dios y al hombre.
2. La hipocresa puede ocultarse en tu corazn
Puesto que la hipocresa a menudo comparte habitacin con
la integridad, pasa desapercibida, ya que el alma no espera
encontrar el Infierno tan cerca del Cielo. Hay muchos que
desempean responsabilidades piadosas y expresan tal celo
externo en su profesin que se promocionan equivocadamen
te a la posicin de madurez cristiana. Aunque estos afirman
que todo va bien, en realidad la hipocresa se halla en el fon
do de su dedicacin.
Pero igual que la hipocresa es difcil de descubrir, tambin
lo puede ser la integridad. Esta virtud a menudo est muy
honda en el corazn, cubierta por debilidades como la delica
da violeta del valle tapada por espinos y ortigas. Entonces se
necesita sabidura para no permitir que el rastrojo de la hipo
cresa permanezca, ni arrancar la hierba de la gracia.
3. La bsqueda de la integridad es factible
El corazn humano es como una madeja de seda enmaraa
da; no es fcil desenredarla. Pero con paciencia y habilidad se
puede desenredar y enrollar en la bobina adecuada, sea esta
la integridad o la hipocresa. Satans y sus crueles secuaces
trabajaron duramente para revolver el arroyo del alma de
Job, lanzndole objeciones como piedras, pero Job poda ver
an la preciosa joya de la integridad brillando en el fondo.
Anmate, entonces, amigo mo: Dios te ayudar a buscar la
integridad si lo haces con motivos sinceros. Un juez no solo
firmar su orden de registro de la casa sospechosa, sino que,
de ser necesario, mandar a otros para ayudarle. Tienes al Es
pritu Santo, la Palabra de Dios y sus ministros para ayudar
te en la obra. Pero recuerda que el alma hipcrita merece la
condenacin. Como un polica deshonesto, pasa voluntaria
mente por alto el pecado que busca, y luego dice que no lo en
cuentra.
[335]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La falsa profesin de fe del hipcrita


1. El hipcrita afirma que no soporta la hipocresa
A no ser que ofrezcas pruebas fidedignas, esto no bastar pa
ra absolverte del cargo de hipocresa. Es natural condenar un
pecado de otra persona mientras se alberga el mismo en la
propia vida. Qu duro fue el juicio de Jud contra Tamar!
Tena tanta prisa por hacerla quemar que todos daban por
sentado que l era casto, cuando l mismo la haba mancilla
do (Gn. 38:24).
El celo de algunos se enciende contra el pecado de otro
cuando refleja una vergenza para ellos mismos a la vista del
mundo; especialmente cuando el pecado es pblico y el peca
dor un pariente. Jud, por ejemplo, estaba dispuesto a quitar
a su nuera de en medio para que se llevara lejos de su vista la
mancha que haba puesto sobre la familia.
Otros juzgan las faltas con severidad para ocultar las su
yas propias, a fin de poder lograr sus fines egostas sin sospe
chas. Absaln critic la administracin de su padre para su
bir mejor al poder. Jeh amaba ms la corona que odiaba la
lujuria de Jezabel, aunque esgrimiera su espada afilada contra
ella. El falso celo se vuelve as venganza y arremete contra la
persona en lugar de atacar el pecado; el hipcrita puede odiar
al tirano mientras admira su tirana.
2. El hipcrita se jacta de no tener miedo
Es mejor probar la valenta mediante la integridad que a la in
versa. La verdadera confianza y el espritu que no teme peli
gro ni muerte son gloriosos cuando el Espritu y la Palabra de
Cristo los respaldan. Ciertamente es bueno cuando uno pue
de dar razn de su esperanza, como Pablo al mostrar la fuen
te de la misma en su vida. Este es el valor cristiano, no la in
trepidez romana.
Pero el cristiano debe pasar por muchas moradas antes de
llegar al lugar de esta certeza, que est al lado del Cielo mis
mo. La fe es la llave que le franquea la entrada a todas ellas.
Primero abre la puerta de la justificacin y esta le lleva a la
paz y la reconciliacin con Dios por Jesucristo: Justificados,
[336]

El cinturn espiritual de la verdad


pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nues
tro Seor Jesucristo (Ro. 5:1).
Desde la justificacin, el creyente pasa a otra habitacin, el
aposento del favor de Dios, y es acogido en su presencia: Por
quien tambin tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes (v. 2). No solamente somos perdonados del pe
cado y reconciliados con Dios por la fe en Cristo, sino que aho
ra entramos a la corte real bajo el manto de Cristo como favo
ritos del Prncipe.
No solo gozamos de la gracia, el favor y la comunin con
Dios, sino que llegamos a abrir una tercera puerta: la que da a
la esperanza de la futura gloria celestial firmemente implanta
da en el corazn, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios.
Finalmente Dios lleva al creyente a la morada interior adon
de no se puede llegar sin pasar por las otras primero: Y no s
lo esto, sino que tambin nos gloriamos en las tribulaciones
(v. 3).
Si no has franqueado estas puertas, eres un ladrn; te has to
mado una confianza que no te ha dado la mano de Dios. Es
Dios quien te lleva al Cielo; sin embargo te castigar por esta
clase de descaro como hizo cuando Jacob rob la bendicin pa
triarcal. No te contentes con la mera bravura y confianza ante
el peligro, sino averigua si tiene una base bblica. De otra for
ma sus pilares pueden ser de ignorancia en tu mente y de estu
pidez en tu conciencia.
Si tu conciencia est endurecida, tu valor no durar ms que
el de un borracho. Cuando est embriagado, tiene la seguridad
de poder saltar sobre la luna, y se aventura sin temor entre pre
cipicios y peligros. Pero cuando est sobrio tiembla al ver lo
que hizo en su embriaguez. Nabal, por ejemplo, no tema nada
estando borracho; pero su corazn se volvi de piedra cuando
Abigail le cont la historia al da siguiente, una vez que la em
briaguez se le haba pasado (cf. 1 S. 25:37).
3. El hipcrita revela sus devociones secretas
La marca del hipcrita es que no es nadie fuera del escenario.
Corteja al mundo buscando aplausos, y har cualquier cosa
[337]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

por conseguirlos. Aunque es verdad que el abandono total de


las devociones privadas es seal de hipocresa, el observarlas
nunca garantiza la integridad. En esta esfera, la hipocresa es
como la plaga de ranas en Egipto. Ningn lugar se libr de
ellas, ni siquiera las alcobas; se metan en los aposentos ms n
timos tanto como en el jardn. Aunque el lugar de meditacin
sea secreto, algunos hipcritas tratan el asunto de forma que se
entere todo el mundo. Una gallina se retira a un lugar tranqui
lo para poner sus huevos, pero su cacareo anuncia a toda la ca
sa su paradero y ocupacin.
En todo arte hay artistas ms hbiles que otros; hay apren
dices y maestros. La hipocresa es igual. El hipcrita atrevido
que pretende engaar a los dems vive en un ambiente religio
so sin puertas. Pero el que lucha por tener la conciencia de su
parte correr hasta donde alcance su cadena; har lo que sea
que no le separe de sus amadas pasiones. Y para asegurarse,
hasta se puede inventar una vida de oracin que proteja sus pe
cados. No es el filo de la espada lo que mata, sino la fuerza del
golpe. As el hipcrita puede poner la espada tan suavemente
contra el pecado de su corazn que nunca sienta nada.
4. El hipcrita dice que declara la guerra al pecado
Puede que no titubees al mostrar varios trofeos de tu guerra es
piritual: En otros tiempos no poda pasar por un prostbulo
sin que me empujara mi propio deseo; pero ahora, gracias a
Dios, he vencido este pecado y ni siquiera lo miro al pasar. Pe
ro el Espritu Santo viene para discutir tal victoria con varias
preguntas:

a) Cunto hace que venciste tu pecado?


Djame recordarte que algunos deseos no vuelven tan rpido
como otros. El ro no siempre fluye de la misma manera. A ve
ces sube y a veces baja. Aunque nunca sube cuando baja, no ha
perdido su impulso hacia adelante. La marea del deseo a veces
sube y otras veces baja; puede parecer que el hombre huya de
ella con xito, pero es posible que la misma vuelva a l al do
blar un recodo del ro del pecado.
Quin iba a imaginar que el faran tendra otro arrebato
[338]

El cinturn espiritual de la verdad


despus de su buen talante al autorizar la marcha de Moiss y
su pueblo? Pero esto ocurre cuando llega a nuestro puerto una
crisis o tentacin, como un viento del Este, y arroja la marea de
la concupiscencia sobre nosotros. Nuestra alma puede estar tan
limpia de concupiscencias como la arena est libre del agua; pe
ro en pocos momentos nos pueden cubrir las olas. Mientras
ms tiempo hayan aguantado las orillas, tanto mejor, por su
puesto, pero aunque nunca hayas dado satisfaccin visible
mente a tus pasiones, bastar esto para absolverte de la hipo
cresa? La cuestin es por qu intentas mantenerte libre de es
tos pecados.

b) Cul es tu motivacin?
La razn que te impide entrar en la taberna ahora puede ser pe
or que el deseo que te atraa al principio. El dinero que te aho
rras no tragndote bebidas exticas, lo gastas en frusleras que
solo alimentan tu orgullo? Unicamente te has privado de un de
seo para rendirlo ante otro. Ha sido Dios o el hombre, Dios o
el orgullo, Dios o tu reputacin lo que ha motivado el cambio?
Si otra cosa aparte de Dios ha sido el motivo, el nombre de hi
pcrita encaja contigo ms ahora que cuando eras un borra
cho. Tal vez has vencido este pecado, bien!, pero por qu?
Lo odiaste para amar a Dios, o es que la ira divina te asusta
demasiado para seguir cometindolo?
Has derrotado un mal, pero has empezado el bien? Solo un
granjero necio ara sin plantar. No es un campo limpio, sino
uno fructfero lo que paga las facturas y rinde provecho. En
tonces, no es la falta de borracheras e inmundicia, sino la san
tidad, el amor puro y la fe ntegra lo que prueba tu cordura y
da evidencias de tu parecido con Cristo para el Cielo.

Las caractersticas de la integridad


1. El corazn ntegro es un corazn nuevo
La hipocresa es vieja levadura: Limpiaos, pues, de la vieja
levadura, para que seis nueva masa (1 Co. 5:7). Una vez que
entra la levadura en la masa, nunca se pierde el sabor. O se re
nueva el corazn o este mantendr sus antiguas cualidades.
[339]

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Aunque la simplicidad y la inteligencia pueden ocultar el cora


zn falso y hacerlo ms agradable igual que las flores y los
perfumes que se ponen alrededor del atad, tanto el cadver
como el corazn corrupto permanecen iguales.
Otro corazn y un nuevo corazn son bendiciones del
pacto: Y les dar otro corazn y pondr en ellos un nuevo es
pritu; quitar el corazn de piedra de en medio de su carne y
les dar un corazn de carne (Ez. 11:19, RV95). Dios prome
te dar un espritu nuevo o ntegro hacia Dios y el hombre, al
contrario del corazn dividido, que es seal de hipocresa.
Cmo lo hace Dios? Quitar el corazn de piedra de en
medio de su carne y les dar un corazn de carne. Esto es: Lo
derretir y ablandar y lo moldear de nuevo, como se echan
muchas piezas de plata antigua al fuego para fundirlas y hacer
una cosa nueva.
Por naturaleza, el corazn humano es una cosa dividida y
rota, dispersada y repartida entre diversos deseos y debilidades.
Pero Dios arroja sus vasos elegidos para honra al fuego de su
Palabra, donde su Espritu los derrite y transforma en una san
ta unidad. Por fin el corazn ha sido retirado de todas sus pa
siones y mira hacia Dios con mirada fija en todo lo que hace.
Si te preguntas si eres ntegro, considera: tienes un corazn
nuevo?
Te ha arrojado alguna vez Dios a su horno? Te ha consu
mido su Palabra como fuego, y ha refinado tu espritu impuro
para que la incredulidad, el orgullo y la hipocresa se hagan vi
sibles con objeto de apartarlos como la escoria del oro? Solo
entonces eres libre para apartar el pecado de tu alma y confe
sar tu condicin vil, aunque esta pareciera atractiva a la vista
del hombre. Te entristece recordar la apariencia religiosa que
ofrecas a la comunidad en nombre de Cristo, mientras en pri
vado mantenas un vicio en las cmaras cerradas de tu cora
zn? Pero an ms importante, aparte de entristecerte por tus
sentimientos divididos, te decides tambin de corazn a temer
el nombre de Dios?
Tienes el solo designio de amar a Cristo y ser amado por
l? Si el gran poder del Espritu de Dios ha renovado tu cora
zn y reunido tus sentimientos en este canal nico, haciendo
[340]

El cinturn espiritual de la verdad


que corras tras l con dulce empeo, eres grandemente bende
cido. Las montaas y las rocas de corrupcin pueden surgir en
tu arroyo para estorbar el libre curso de tu alma en su fluir con
Dios, pero aun con estos bloqueos y revueltas que cortan el ca
mino ms directo hacia l, la integridad, como agua hacia el
mar, nunca volver atrs hasta llevarte con l.
2. Corazn ntegro, corazn sencillo
El hipcrita es cra de la serpiente, e igual que ella se encoge o
alarga para tener ventaja, sin estar dispuesto a exponerse ante
los dems. Tiene buenas razones, porque cuenta con mayor
credibilidad donde menos se le conoce. Los hipcritas se es
conden de Jehov, encubriendo el consejo, y sus obras estn en
tinieblas, y dicen: Quin nos ve, y quin nos conoce? (Is.
29:15). Sus palabras piadosas y los motivos malvados de su co
razn estn a gran distancia.
Sin embargo, el corazn ntegro es como un arroyo claro: se
ve el fondo de las intenciones de la persona en sus palabras y
se mide el corazn por la lengua. Pero el que inventara el refrn
Habla, y te dars a conocer, no pensaba en el hipcrita, que
habla para que no lo conozcamos. Porque envuelve su engao
en la niebla ms espesa posible: la vanidad religiosa y la profe
sin de piedad.
Si buscas integridad, busca un corazn franco. Pablo y los
otros fieles mensajeros de Cristo se comportaban entre los co
rintios con sencillez y sinceridad de Dios (2 Co. 1:12). No te
nan un compartimento secreto para esconder ciertos he
chos, como hacan los falsos profetas. Esta sencillez de corazn
se demuestra de tres maneras:

a) El corazn ntegro es franco consigo mismo


Primero, el corazn ntegro se investiga a s mismo con deter
minacin y poder. No se contenta con excusas como la que dio
Raquel a Labn, sentada sobre sus dolos. David se neg a ren
dirse, hasta descubrir que quien perturbaba su paz era l mis
mo. No fue tan tierno y protector de su propia reputacin co
mo para pasar la mano, sino que atac al ladrn y acus a su
pecado, confesndolo hasta justificar a Dios: Enfermedad ma
[ 341]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

es esta; traer, pues, a la memoria los aos de la diestra del Al


tsimo (Sal. 77:10). Como si dijera: Seor, ahora veo al Jons que cre la tempestad en mi corazn y me intranquiliz to
do este tiempo; era la incredulidad que me cargaba y no deja
ba que mirara hacia arriba para recordar las bendiciones anti
guas... y al olvidarlas pensaba mal de Ti.
Eres parecido a David al escudriar tu alma? Lo haces en
serio, como si buscaras a un asesino escondido en tu casa? O
bien evitas hurgar demasiado, intentando pasar por alto aque
llo que no quieres encontrar?
David no se contentaba con su propio testimonio, sino que
dependa de Dios para declarar su alma pura o impura: Exa
mname, oh Dios, y conoce mi corazn; prubame y reconoce
mis pensamientos; y ve si hay en m camino de perversidad, y
guame en el camino eterno (Sal. 139:23). Ni siquiera un m
dico depende de su propio juicio para su salud personal, sino
que acude a otro. Igualmente, despus de que el creyente nte
gro haya orado y abierto su corazn ante Dios, est dispuesto
a or lo que l le diga. Esta es la clase de creyente que se some
te de buen grado al ministerio profundo que desnuda su con
ciencia y expone su corazn. Es como la samaritana que alab
el sermn y al Cristo que le predic, porque le dijo todo lo que
ella haba hecho.
Por otra parte, al engaador no le gusta or con los dos o
dos; acusa al predicador de meterse en asuntos privados cuan
do se acerca a su conciencia y, si pudiera, insistira en que el mi
nistro de Dios abandonase enseguida su puesto. Juan el Bautis
ta puso el dedo en la llaga de Herodes; pero aunque el rey te
ma las palabras no amaba al hombre, y fue persuadido para
cortar la cabeza cuya lengua tena el valor de reprender su pe
cado.
Adems de examinarse con diligencia, al enfrentarse con las
pruebas claras, el corazn ntegro est dispuesto a juzgarse. Ol
vida la autocompasin, da rienda suelta a su conciencia, y no
se excusa con sentimentalismos. He sido orgulloso, impacien
te e iracundo hoy. Esta persona est tan revestida de ira con
tra el pecado, que hace odos sordos al clamor de la carne que
pedira una sentencia menor. David confes: Pequ contra Je[342]

El cinturn espiritual de la verdad


hov [...]. Yo he pecado gravemente por haber hecho esto (2 S.
12:13; 24:10). Tan torpe era yo que no entenda; era como una
bestia delante de ti (Sal. 73:22).

b) El corazn ntegro es franco con Dios.


El hipcrita juega con sus oraciones para pedirle a Dios algo
que ni siquiera desea; y, por tanto, no le molesta en absoluto no
obtener respuesta. A veces el cristiano pide mayor santidad, pe
ro la corrupcin no se desvanece ni crece la virtud. Aqu es
donde se demuestra la hipocresa o la integridad. Si eres nte
gro, cada minuto ser una hora, cada da un ao, hasta tener
noticias del Cielo: La esperanza que se demora es tormento
del corazn (Pr. 13:12).
Ana le dijo a El: Yo soy una mujer atribulada de espritu
(1 S. 1:15). Llevaba aos orando, pero Dios no le haba res
pondido. As uno puede decir: Mi alma est amargada, por
que he pedido un corazn tierno y creyente pero este no ha lle
gado. Tal vez no he sido ntegro. Por qu, si no, ha tardado
tanto la respuesta?. Tal persona est ansiosa, como un merca
der que espera la llegada a puerto de un barco ricamente car
gado. No puede dormir en tierra hasta verlo venir.
Pero si oras una vez y luego te olvidas como el nio que
garabatea en un papel para luego romperlo o si aceptas la ne
gativa de Dios con la insensibilidad del pretendiente fro que no
tiene noticias de la novia a quien no ama realmente, es que en
ti reina un corazn falso. Ten la esperanza de que Dios no ha
ya decidido responder al deseo secreto de tu corazn, porque si
ocurre, te perders para siempre.
Otra seal del corazn falso es que se queda indiferente y
observa la obra de Dios como aquel hombre cuyo carro cay
por un barranco. Pidi socorro sin querer arrimar su hombro a
la rueda. El hipcrita est tan devorado por la cobarda y la
atrofia espiritual que no da un segundo paso hacia la victoria.
El alma ntegra es concienzuda: Levantemos nuestros corazo
nes y manos a Dios en los cielos (Lm. 3:41). La lengua del hi
pcrita se menea, pero los pies del cristiano ntegro andan y sus
manos trabajan siempre hacia su meta.

[343]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

c) El alma ntegra demuestra su sencillez ante los hombres


Pablo dice en 2 Corintios: Con sencillez y sinceridad de Dios,
no con sabidura humana [...] nos hemos conducido (2 Co.
1:12). El cristiano no sujeta su corazn a su cabeza; esto es, su
conciencia a su filosofa. Ya que se entrega a Dios, no teme a
otras personas; tampoco se arriesga a anular su conciencia pa
ra conservar su pellejo, sino que confa abiertamente en Dios,
pase lo que pase.
Sin embargo, el hipcrita cambia sus velas e iza cualquier
pabelln que el mundo le ponga delante. Si no hay inconve
niente, parecer tan religioso como el que ms; pero en cuanto
vea venir un problema cambiar de rumbo, pensando que el ca
mino correcto es aquel que lleva a la seguridad. Pero, el ca
mino de los rectos se aparta del mal (Pr 16:17).
3. El cristiano sincero es constante
La verdad que est en el corazn es una copia exacta de la ver
dad de la Palabra de Dios: concuerdan como la imagen del es
pejo corresponde al rostro de aquel que se contempla en l. Por
tanto, si la verdad de la Palabra es armoniosa, entonces la ver
dad del corazn, que no es ms que el reflejo de ella, tambin
lo ser. Hay una unidad triple en la obediencia del cristiano n
tegro: es uniforme en cuanto al objeto, en cuanto al sujeto y en
cuanto a las diversas circunstancias que condicionan su obe
diencia.

a) El cristiano sincero es constante en cuanto a su objeto


El hipcrita puede aceptar la ley de Dios en un punto en cier
to mandamiento que le agrade pasando por alto lo dems;
pero el corazn ntegro sigue de cerca toda la ley en deseo y ac
cin. El pie del justo se dice que est sobre tierra firme (Sal.
26:12, LBLA), es sensible a toda la voluntad de Dios. Pero se
gn Salomn, las piernas del cojo penden intiles (Pr. 26:7)
y no pueden estar bien plantadas porque una pierna es ms lar
ga que otra.
Los fariseos pretendan tener un gran celo por algunos man
damientos. Ayunaban y oraban, s, pero oraban por la recom
pensa; ayunaban todo el da, pero luego devoraban los bienes
[344]

El cinturn espiritual de la verdad


de las viudas. Triste ayuno el que solo abre un apetito insacia
ble por la propiedad de otros en nombre de la devocin!
Por otro lado, el moralista es puntual en su trato con el
hombre pero es un ladrn en su respuesta a Dios. No robara
ni un cntimo de su vecino, pero no titubea en engaar al Se
or en asuntos mucho mayores. Debe a Dios amor, temor y fe,
pero no le perturba su conciencia el no pagarle nada.
Es bblico describir a un creyente por la virtud especial que
fluye de su vida. A veces su carcter es que teme el juramen
to (Ec. 9:2), otras se trata de alguien que ama a los hermanos
(1 Jn. 3:14). Es significativo, porque all donde se vive ntegra
mente una caracterstica, el corazn se abre a otra. Dios ha da
do todos sus mandamientos con la misma autoridad Habl
Dios todas estas palabras y, por ello, infunde todas las vir
tudes juntas, y escribe toda la ley en los corazones de sus hijos.

b) El cristiano ntegro es constante en cuanto al sujeto


El hombre ntegro, renovado en su espritu, se mueve en una di
reccin. Todo poder y facultad de su alma se unen y disfrutan
de la armona. Cuando el entendimiento descubre una verdad,
la conciencia ejerce su autoridad sobre la voluntad y la manda
actuar en el nombre de Dios. En cuanto la conciencia llama a
la puerta, la voluntad abre. Entonces los sentimientos, como
siervos fieles, la tratan como a una invitada y expresan su dis
posicin de servirla.
Pero no es as para el hipcrita: su voluntad, conciencia y
sentimientos luchan entre s. Cuando hay luz en el entendi
miento, el hombre reconoce la verdad; pero a menudo soborna
a la conciencia y esta deja de castigar a la voluntad por su ne
gligencia. Normalmente la conciencia no estimular al alma a
dejar pasar la verdad. Pero aun cuando la conciencia se abra
camino por la fuerza para rogar por su causa, es una invitada
tan mal acogida que se le brindan negativas y mala cara; como
la esposa contrariada que hace la vida imposible a su marido
cuando trae a casa a alguien que no le gusta. An peor, que es
conde su resentimiento secreto y entretiene fingidamente al in
vitado.

[345]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

c) El alma ntegra es constante en cuanto a las


circunstancias de su andar santo y su obediencia
Se muestra uniforme con respecto al tiempo: su religin no es
un traje para vestirlo dos o tres horas el domingo. Podras pa
sar a verlo sin avisar y encontrarlo revestido de santidad igual
mente un lunes que un jueves: Dichosos los que guardan jui
cio, los que hacen justicia en todo tiempo (Sal. 106:3). No se
puede saber nada del verdadero aspecto de uno que est de ca
ra al fuego: su color puede variar al apagarse la lumbre. Algu
nas personas son como flores; hay que estar presente en la po
ca adecuada para ver su santidad en flor, o no se ver nunca.
El cristiano ntegro puede ver interrumpido su caminar es
piritual, pero en cuanto se quite la tentacin, volver a la prc
tica de la santidad a causa de su nueva naturaleza. Sin embar
go, el hipcrita falla en la misma contextura y hechura de su es
pritu: no tiene el principio de la gracia para mantenerlo en
marcha.
Tambin el cristiano ntegro es uniforme en cuanto al lugar
y la compaa. En pblico o con sus ms allegados, David te
na el mismo propsito. De su esfera privada dijo: En la inte
gridad de mi corazn andar en medio de mi casa (Sal. 101:2).
Pero tambin al salir llevaba consigo su conciencia; no la haca
quedarse atrs hasta su regreso, como Abraham requiri de sus
siervos en el monte (Gn. 22:5).
Los romanos tenan una ley que mandaba a todos llevar en
la ropa o en el sombrero una seal que identificara su ocupa
cin. El cristiano ntegro nunca deja voluntariamente la seal
de su santa profesin. Cuando se ve obligado a estar entre per
sonas sarcsticas o revoltosas, no expone sus creencias a la bur
la echando perlas para que se las pisoteen. Algunos lugares son
tan profanos y malvados que la integridad no tiene oportuni
dad de reprender con seguridad para el creyente. A menudo es
te se halla en una situacin en la que es reacio a reprender el
pecado, y mostrando un necio descuido por su alma, puede ne
garse a abandonar el lugar donde constantemente recibe mal en
lugar de bien. En tal caso hara bien en cuestionar su integridad
ante Dios.

[346]

El cinturn espiritual de la verdad


4. El cristiano ntegro es progresivo
No llega al final del viaje hasta alcanzar el Cielo. Esto lo man
tiene apoyado en Dios, agradecido por todo pequeo favor pe
ro no con aire satisfecho por las grandes medidas de gracia.
David dijo: Estar satisfecho cuando despierte a tu semejan
za (Sal. 17:15). Haba disfrutado muchas horas de dulce co
munin en la casa de Dios, y el Espritu Santo le haba regala
do con platos de la mesa del banquete divino llenos de ntimo
consuelo, platos desconocidos para el mundo. Pero David sa
ba que nunca se saciara hasta que en el Cielo recibiera su por
cin completa.
Cuando los galos probaron por primera vez los vinos de Ita
lia, les impresion tanto su dulzura que no solo desearon co
merciar para obtener dichos vinos, sino que decidieron con
quistar toda la tierra que daba esas uvas. As al cristiano nte
gro no le basta con recibir muestras de gracia y consuelo celes
tial en ocasiones especiales, negociando a distancia con Dios,
sino que medita la manera de apropiarse de aquel lugar santo
y bendito que es la fuente de esta riqueza, y anhela beber el vi
no del Reino en el Reino.
Esta clase de meditacin levanta el alma acercndola cada
vez ms al Cielo. El que apunta al Cielo dispara ms alto que
aquel otro que solo pone la mira en un rbol. Pablo dijo al res
pecto: Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento
de Dios en Cristo Jess (Fil. 3:14). Otros admiraban los logros
espirituales del apstol y se habran contentado con ellos; pero
Pablo quedara muy insatisfecho de no haber escalado las altu
ras de la gracia divina. Admita que no haba alcanzado la me
ta de su carrera. El premio no se recibe a la mitad de la com
peticin, sino al final de esta, y Pablo corra a toda velocidad
para acabarla.
Solo el hipcrita se estafa a s mismo con las cosas de Dios.
Quiere nicamente lo suficiente para hablar de religin entre
los religiosos; de otra forma, lo deja estar. Escoge bastantes
buenas obras y asistencia a los cultos para hacerse ver y respe
tar, evitando los pecados socialmente inaceptables; pero no se
molesta en proseguir hacia una comunin ms profunda con el
Dios Santo. Es como un comerciante irresponsable, a quien no
[347]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

le importan mucho los beneficios, sino que se contenta con


mantener abierta la tienda y conservarse fuera de la crcel, aun
que tenga mil asuntos comprometedores.
Lector, has visto el interior del corazn ntegro; y despus de
examinarte a la luz de estas caractersticas, tu conciencia infor
mar de una de tres maneras: o bien te condenar por hipcri
ta; o confirmar tu integridad; o te dejar en la ignorancia y la
duda porque no te atreves a aceptar tu integridad.

Instrucciones para los insinceros


Algunos habis examinado vuestras conciencias y descubierto
la condenacin de la hipocresa. La evidencia es tan clara y
contundente que tu conciencia no puede anular el veredicto:
Si estas son las pautas de la integridad, t eres hipcrita. En
tonces te doy un consejo que te llevar de la esclavitud a la li
bertad.
1. Reconoce la naturaleza mortal de tu insinceridad
No habr cura hasta que hayas diagnosticado la deplorable en
fermedad de la hipocresa. Un paciente dormido no puede tra
gar la medicina; y la naturaleza de su mal adormece el alma y
vuelve la conciencia insensible por la imagen halagadora de la
hipocresa. El hipcrita cumple con las formalidades religiosas
que brotan en su engaado corazn como vapores placenteros
que van desde el estmago hasta la cabeza, paralizando sus sen
tidos espirituales en una especie de atontamiento. Esas fantas
as lo entretienen con vanas esperanzas y gozos falsos que se
desvanecern en cuanto vuelva en s.
Los soberbios fariseos los hipcritas ms famosas de su
poca estaban tan dormidos en su confianza carnal que no
teman ensalzarse ante el Dios Santo: Dios, te doy gracias por
que no soy como los dems hombres [...], ni aun como este publicano. (Lc. 18:11). As que cuando Cristo trataba con esa
generacin soberbia, su normalmente apacible voz sonara co
mo un trueno. Cayeron sobre ellos tormentas terribles de juicio
de la boca del dulce Salvador: Ay de vosotros, escribas y fa
riseos, hipcritas! (Lc. 11:44). Pero cuntos fariseos se des[348]

El cinturn espiritual de la verdad


pertaron y se convirtieron por el sermn de Jess? Unos pocos
de forma que no pronunciamos incurable la enfermedad;
pero muy pocos: por lo cual temblamos ante la idea de conta
giarnos.
Pedro aprendi del Maestro cmo tratar al hipcrita. Cuan
do habl con Simn el Mago enfermo avanzado de este
mal, sus palabras profirieron juicio cortante: No tienes t
parte ni suerte en este asunto, porque tu corazn no es recto de
lante de Dios (Hch. 8:21). El Padre le haba dado a Pedro un
discernimiento de espritus extraordinario para saber que el co
razn falso de aquel hombre estaba sumido en hiel de amar
gura y en prisin de maldad (v. 24). Lo nico que lo haca me
jor que las almas condenadas en el Infierno era que ellas esta
ban en el fuego y l, como un hato de lea atado y listo para
quemar, no haba llegado an all. Ellas estaban desahuciadas
pero l an tena la oportunidad de arrepentirse.
Otro ejemplo de esta enfermedad espiritual maligna es la
iglesia en Laodicea. El Espritu de Dios la reprendi con fuerza
y no dijo nada bueno de aquella congregacin, por tanto como
la haba envanecido la levadura de la hipocresa. Todo lo que
d sueo es mortal para el perezoso; todo lo tranquilizante es
igual de malo para el hipcrita. Algunos dicen que la mejor cu
ra para el letargo es convertirlo en fiebre. La mejor forma de
tratar al hipcrita es sacudirle su falsa paz y sumirle en autn
tica miseria
Empieza, pues, por aqu: reconociendo el peso de tu pecado
y haciendo que tu alma clame por ello. Cuando el sacerdote del
Antiguo Testamento declaraba leproso a alguno, este deba ras
gar su ropa, descubrirse la cabeza y embozado (ceremonia de
todos los enlutados) clamar: Inmundo! inmundo! (Lv.
13:45). T tambin debes clamar por esta plaga del corazn,
porque no eres digno de acercarte a Dios ni a su familia en tu
estado actual.
Si tu cuerpo tuviera una enfermedad tan repugnante que in
fectara el lugar donde te sientas, tu comida y tu copa, todos
huiran de ti y te dejaran solo con tu dolor. Esto es lo que la
hipocresa te ha hecho espiritualmente. Es una plaga ms ofen
siva para Dios que cualquier enfermedad contagiosa que hicie[349]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ra a la gente cruzar la calle para evitarte. Supura como una lla


ga inmunda, calando toda venda de buena obra que la tape.
Aunque pudieras esconder la hipocresa disfrutando de una
reputacin de santidad hasta la muerte, te consolara en el In
fierno el saber que tus amigos siguieran alabando tu memoria
en la tierra? Alguien lo expres as: Pobre Aristteles! Te
alaban donde no ests, y te queman donde ests!. Poco con
suelo ser para aquel gran filsofo pagano ser admirado por
eruditos que hayan exaltado su reputacin en todas las pocas,
si de hecho su intelecto junto con su cuerpo vive en la agona
del castigo eterno. Hipcrita, vale la pena contarte entre los
cristianos en la tierra, justo antes de ser atormentado entre de
monios en el Infierno?
2. Date cuenta de que no puedes curar tu propia hipocresa
La hipocresa es como una fstula. Parece poca cosa en la su
perficie, pero es una de las heridas ms difciles de curar por no
poderse encontrar su fondo. Tu voluntad tal vez prometa nun
ca mentir ni volver a engaar ms; pero es fcil dejarte embau
car por tus propias intenciones: El que confa en su propio co
razn es necio (Pr. 28:26).
Muchos mueren por no querer pagar a un buen mdico a
tiempo. Cuidado con las resoluciones y la autorreforma. Solo
Dios es capaz de curar el pecado. Si experimentas con tu cora
zn en lugar de buscar la ayuda del Cielo, puedes remendar
una iniquidad abriendo dos pecados peores.
3. Lleva tu hipocresa a Cristo:
su destreza y fidelidad te podrn curar
Si tienes que morir, muere a las puertas del Seor. Pero para tu
consuelo debes saber que nadie se ha cado nunca de su mano
sanadora; y ningn caso es demasiado difcil para l. Culp a
los hipcritas que estaban dispuestos a confiar en cualquier
charlatn que ministrara en su propio nombre sin la autoridad
divina, pero que no confesaban a Aquel que haba venido en el
nombre del Padre. Quien culp a los hipcritas por no acudir
a l, no puede airarse contigo si acudes. l te est llamando.
Cristo vino para sanar las almas enfermas. Los fariseos es[350]

El cinturn espiritual de la verdad


taban tan engredos que el Salvador decidi emplear el tiempo
con quienes admitan su necesidad. Si no puedes ms que gemir
bajo la carga de tu hipocresa y enviar esos gemidos en oracin
a Dios, tu Sanador pronto vendr. Desde que ascendi a los
cielos, Jess nunca ha renunciado a su llamamiento, sino que
sigue ejercindolo, y da el perdn con la fidelidad de siempre.
Cristo aconsej a la iglesia en Laodicea la manera de librar
se de este mal mortal de la hipocresa: Te aconsejo que de m
compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras
blancas para vestirte (Ap. 3:18). La avis dicindole: Laodi
cea, te has engaado a ti misma y a los dems con apariencias
en vez de realidades, y falsas virtudes en lugar de verdaderas;
tu oro es impuro y tus vestidos harapos. No cubren tu ver
genza, sino que la ensean. Ven a m si quieres un tesoro ver
dadero. Aunque Cristo mencion el comprar, en realidad ha
blaba de un espritu de comprador, que valora tanto a Cristo y
su gracia que, de poderlos comprar, estara dispuesto a gastar
lo todo hasta la sangre de sus venas y considerarlo una
ganga. El alma sedienta ser saciada, pero tenemos que asegu
rarnos de que nuestra sed es verdadera y profunda.

a) Asegrate de que tienes sed verdadera


Tu sed ha de ser de corazn y no solo de conciencia, pues cada
una de ellas se enciende por un calor muy distinto. El fuego in
fernal, por ejemplo, puede encender la conciencia, dando al pe
cador sed por la sangre de Cristo para apagar el tormento de la
ira de Dios. Pero solo el fuego celestial calienta el corazn ha
ciendo que rompa en suspiros por Cristo y por su Espritu, con
el dulce roco de la gracia para apagar el fuego de la concupis
cencia y el pecado.
b) Asegrate de que tu sed es profunda
Los mdicos describen una sed causada por la sequedad de la
garganta y no por el gran calor interno del estmago: dicha sed
puede apagarse haciendo grgaras, con un lquido que se escu
pe en lugar de tragarse. Esto es lo que ocurre con algunos que
oyen predicar el evangelio.
A veces se toca el espritu de los hombres con una chispa del
[351]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

evangelio que cae sobre sus emociones y les hace profesar una
gran ansia repentina de Cristo y de su gracia. Pero dado que se
trata solo de diminutas brasas emocionales en lugar de deseos
profundos, el calor se desvanece pronto y la sed se va con tan
solo probar la dulzura de Cristo. Justo cuando estn llegando
a la meta, escupen impulsivamente el sermn y nunca ms dis
frutan de Cristo.
Escudria bien, entonces, tu propia vil hipocresa y la pleni
tud de la gracia de Cristo para tratarla. La sed ardiente no se
sacia con agua menos que abundante, cueste lo que cueste.
Igualmente, no debes contentarte con nada menos que Cristo y
su gracia santificadora: ni con la profesin, ni con los dones, ni
con el perdn mismo si se puede separar de la gracia. Unas go
tas de gracia no bastarn: tienes que anhelar ros para purgar
la hipocresa que te oprime y librarte de ella. Un espritu as te
cobijar bajo la promesa la seguridad celestial de que no
perders tu anhelo por Cristo.
Si los deseos de tu corazn son oro y plata y los amasas con
fervor, Dios puede dejarte dar voces como al rico de la parbo
la en el Infierno, en medio de las llamas encendidas por tu am
bicin, sin traerte ni una gota de agua para refrescar tu lengua.
Pero si deseas a Cristo y su dulce gracia, si te es necesario te
nerlos, seguramente sern tuyos: Bienaventurados los que tie
nen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados (Mt.
5:6).

Instrucciones para los sinceros e ntegros


A aquellos cuya investigacin diligente les ha revelado la inte
gridad de un corazn puro, les aconsejo que se cian bien el
cinto de la verdad y anden en la prctica diaria de la rectitud.
Por la maana no puedes considerarte vestido hasta haberte ce
ido este cinturn, porque es verdadero el refrn que dice: Sin
ceir, sin bendecir.
Las promesas de Dios, como un vaso de ungento precioso,
se juntan para ser derramadas sobre la cabeza del ntegro:
No hacen mis palabras bien al que camina rectamente? (Mi.
2:7). Pero resulta peligroso andar sin una palabra de Dios pa[352]

El cinturn espiritual de la verdad


ra dirigimos. Es necio aquel que sigue adelante cuando la Pa
labra de Dios se interpone en su camino. Si la Palabra no ben
dice, maldice; si no promete, amenaza. Pero la aprobacin de
Dios guardar al justo.
El cristiano ntegro es como un viajero que prosigue su ca
mino de sol a sol; si el dao se le acerca, Dios mismo lo guar
dar. La promesa es para el cristiano, y al reclamarla este po
dra recuperar su prdida a costa de Dios, porque el Padre se
ha obligado a protegerlo. Con esto en mente, consideremos va
rias maneras de ejercer la integridad.
1. Camina ante la mirada de Dios
Lutero dijo una gran verdad: todos los mandamientos se resu
men en el primero. Destac el hecho de que todo pecado es un
desprecio a Dios; de forma que si violamos algn mandamien
to, hemos violado el primero. Pensamos mal de Dios antes de
hacer mal contra Dios. As el Padre dio una palabra soberana
a Abraham para conservar su integridad: Yo soy el Dios To
dopoderoso; anda delante de m y s perfecto (Gn. 17:1).
La justicia ante Dios mantuvo bien ceido a Moiss. No fue
sobornado por los tesoros de Egipto, ni achic su integridad
por la ira del gran rey, porque se sostuvo como viendo al In
visible (He. 11:27). Vea a Aquel que es mayor que el Faran,
y esta visin le indic el sendero correcto.

a) S consciente de la omnisciencia de Dios


Los judos cubrieron el rostro de Jess antes de flagelarlo. As
hace el hipcrita: primero argumenta en su corazn que Dios
no le ve, o por lo menos no lo mira, y este engao le da valor
para pecar contra el Dios Altsimo. Es como el pjaro necio que
esconde la cabeza entre los juncos, convencido de que est a
salvo del cazador, como si este no lo viera si l no le puede ver.
Agustn deca al Seor: Puedo esconderte de mi vista, pero
no puedo esconderme de la tuya. Hombre ignorante, puedes
esconder a Dios con tu ignorancia y atesmo para no verlo, pe
ro nunca te esconders tan bien que l no te encuentre. Todas
las cosas estn desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien
tenemos que dar cuenta (He. 4:13).
[353]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Recuerda a Dios en todo lo que haces: en tu despacho o al


coba, en la iglesia o en la calle. Te ve como eres, y conoce tus
pensamientos antes que t mismo. Igual que las escenas del sue
o de Nabucodonosor, tus pensamientos pueden desvanecerse
como memorias vagas de aqu a 40 o 50 aos. Pero Dios los re
ne a la luz de su rostro, como los tomos permanecen en los
rayos del sol.

b) S consciente del cuidado de Dios


Dios fortaleci la fe de Abraham cuando le mand ser justo:
Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de m y s perfec
to (Gn. 17:1). Deca con esto: Acta por m y yo cuidar de
ti. Una vez que empezamos a dudar de la proteccin de Dios,
nuestra integridad pronto se tambalea. La hipocresa se escon
de en la desconfianza. Los incrdulos judos almacenaban el
man de un da para otro en contra de las instrucciones expl
citas de Dios porque no tenan fe para confiar en l para la si
guiente comida. Nosotros hacemos lo mismo: primero duda
mos de su cuidado, y luego empezamos a confiar en nuestro
propio entendimiento.
Es la misma arma que Satans ha utilizado siempre para ro
bar la integridad de los cristianos. Se burlaba de Job por medio
de su esposa: Maldice a Dios, y murete (Job 2:9). Sus pala
bras estaban llenas de amarga desconfianza: Por qu sigues
guardando el castillo de tu integridad para morada de Dios?
Llevas sitiado mucho tiempo, con dolor por todas partes. Has
ta hoy no has tenido noticias del Cielo de que le importes nada
a Dios. Por qu no maldecirlo y morir?
Jess mismo se enfrent a esta tctica de Satans al ser ten
tado a hacer pan de las piedras. Entonces vemos por qu es tan
importante reforzar la fe en el corazn compasivo de Dios y en
sus acciones. Por eso mismo l ha hecho tan abundante provi
sin para excluir toda duda y temor del corazn de su pueblo.
Dios ha puesto sus promesas como puerto seguro, de forma
que si hay tormenta o el enemigo nos persigue en la oscuridad
de la noche, podemos amarrarnos a ellas y conocer el consuelo
de su plena proteccin.
Porque los ojos de Jehov contemplan toda la tierra, para
[354]

El cinturn espiritual de la verdad


mostrar su poder a favor de los que tienen corazn perfecto pa
ra con l (2 Cr. 16:9). Dios no depende de los dems para vi
gilar; lo hace l mismo. Nos cuida como una madre a su pro
pio hijo. Entonces, los cristianos sinceros son un pueblo del que
Dios se preocupa; su mirada siempre est sobre nosotros.
No hay tentacin ni peligro que sorprenda al Padre dormi
do, sino que, como el vigilante fiel siempre ronda el campa
mento, as los ojos de Dios lo contemplan todo. He aqu,
no se adormecer ni dormir el que guarda a Israel (Sal.
121:4). Uno de estos verbos significa el sueo corto de la sies
ta, el otro el profundo sueo de la noche: esto es, ni poco ni
mucho.

c) El cuidado de Dios se extiende a toda la tierra


Una providencia total rodea al pueblo de Dios: ni un solo indi
viduo ntegro quedar fuera de su cuidado soberano. l ha nu
merado a todos y cuida del mismo modo a todos. Mancillamos
la bella providencia de Dios al imaginar que esto solo es para
sus favoritos, o para los que tienen mayor xito.
d) El cuidado de Dios destruye poderosamente
el peligro de su pueblo
Un centinela despierta a la ciudad para luchar contra la furia
del enemigo que ataca; pero los ojos de Dios hacen ms que vis
lumbrar el ataque, tambin nos salvan del mismo. Los cristia
nos son los nicos realmente felices, porque somos pueblo sal
vo por Jehov (Dt. 33:29). Dios no solo ve con sus ojos, sino
que lucha con ellos. Con una sola mirada suya a los egipcios,
el mar los engull.
2. Acta con amor, no con temor
La integridad y el temor no pueden estar de acuerdo: el uno
ha de menguar y la otra crecer. Porque no nos ha dado Dios
espritu de cobarda, sino de poder, de amor y de dominio
propio (2 Ti. 1:7). Al esclavo que trabaja duramente por te
mor se le convence fcilmente a negar a su amo: lo odia, aun
que le teme. Cuando un sbdito teme a su prncipe en lugar
de amarlo, lo degollar para ganar su libertad. Recibir en el
[355]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

trono, con los brazos abiertos, a cualquiera que le deje hacer


su voluntad.
La persona que se pincha con la espada de la ira de Dios en
lugar de ser atrada por las cuerdas de su amor, pronto traicio
nar la gloria de Dios en un descuido. Israel nos da un ejemplo
sin paralelo de esto: Si los haca morir, entonces buscaban a
Dios [...]. Pero le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le
mentan. Pues sus corazones no eran rectos con l (Sal. 78:
34,36). Teman a Dios pero amaban su concupiscencia.
Debe de haber demasiado de este temor servil en los cristia
nos de hoy; si no, Dios no tendra que emplear tan a menudo
la vara de correccin: Es Israel siervo? es esclavo?Por qu
ha venido a ser presa? (Jer. 2:14). Es como si Dios pregunta
ra: Por qu tengo que darte tantos golpes duros y hacer jui
cios fuertes contigo?. No te acarre esto el haber dejado a
Jehov tu Dios, cuando te conduca por el camino? (v. 17).
Solo podemos culparnos a nosotros mismos si Dios nos tra
ta as. Si un hijo persiste en olvidar que naci libre y solo obe
dece bajo disciplina estricta, entonces su padre tiene que tra
tarlo segn su espritu esclavizado. Cuando Dios llev a Israel
con amor paternal, este se apart de l; y ya que su pueblo no
quiso ser guiado con amor, tuvo que conducirlos con temor.
Cristiano, si actas con amor, le ahorrars a Dios el dolor de
tener que castigarte con su temible juicio. El amor te manten
dr fiel y cerca de l. El carcter del amor es que no busca lo
suyo (1 Co. 13:5). Qu es la integridad, sino que el cristiano
busque los intereses de Cristo y no los suyos propios? Jonatn
amaba tanto a David que incurri en la ira de su padre y se
arriesg a perder el reino por no ser falso con su amigo. San
sn no pudo ocultar el secreto de su fuerza a Dalila, a quien
amaba, aunque ello pusiera en peligro su vida.
El amor es el gran vencedor del mundo. Si ests ardiendo de
amor por Cristo, echars todo atractivo mundano por la bor
da en lugar de mancillar su honor. Igual que Abraham degoll
al carnero para salvar la vida de su precioso Isaac, sacrificars
todo por mantener viva tu integridad. El amor es como un fue
go, que consume todo lo que hay alrededor. Todo se vuelve fue
go y ceniza. Nada que sea extrao a la naturaleza del fuego
[356]

El cinturn espiritual de la verdad


puede permanecer junto a su naturaleza pura y sencilla. Igual
mente, el amor a Cristo no permite la existencia de nada en el
corazn que no se parezca a l.
Abraham amaba a Agar e Ismael, pero cuando empezaron a
burlarse de Sara e Isaac, los expuls a los dos. El amor de Cris
to no dejar transigir con nada que vaya contra l; al contra
rio, se pondr de su parte contra todo enemigo suyo. Este cur
so de accin mantendr tu integridad fuera de peligro.
3. Medita en la sinceridad de Dios
Qu pensamiento ms poderoso puede mantenernos fieles a
Dios que el de su fidelidad para con nosotros? Cuando ves que
tu corazn se est deformando con alguna prctica insincera,
considera que si hay algo de Dios en ti, podr revelarte la hi
pocresa y moldearte a la imagen correcta de nuevo.
Cuando su pueblo peca, Dios pregunta qu ha l hecho pa
ra que le respondan tan framente: As dijo Jehov: Qu mal
dad hallaron en m vuestros padres, que se alejaron de m?
(Jer. 2:5). Justo antes de morir, Moiss culp a la nacin de Is
rael de hipocresa, murmuracin y rebelda contra Dios. Para
dar mayor peso a cada cargo, sus primeras palabras mostraban
el corazn todopoderoso de Dios que haban rechazado: El
nombre de Jehov proclamar. Engrandeced a nuestro Dios l
es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos
son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en l; es
justo y recto (Dt. 32:3). Ya que esta consideracin es una pro
teccin tan confiable contra el pecado en el corazn, comparti
r algunas verdades que nos fortalecen para permanecer rectos
ante Dios.

a) Dios acta con sinceridad, y busca


lo mismo en su pueblo
El amor es el principio de las acciones de Dios, y su meta es el
bien de su pueblo. El fuego del amor nunca se apaga en su co
razn, ni deja de mirar por el bien de ellos. Cada vez que frun
ce el ceo, corrige de palabra o golpea con la mano, aun en
tonces su corazn arde de amor y sus pensamientos meditan la
paz para sus hijos: As mirar a los transportados de Jud, a
[357]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

los cuales ech de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien.
Porque pondr mis ojos sobre ellos para bien... (Jer. 24:5,6).
Este fue uno de los juicios ms severos de Dios sobre su pue
blo, pero l tena planes de misericordia y proyectaba el bien en
su hora ms oscura. Cuando los israelitas clamaban que Moi
ss los haba llevado al desierto para matarlos, sentan ms
miedo que dolor. Dios tena planes para su bien que ellos ni si
quiera imaginaban: pensaba humillarlos para que por fin pu
dieran recibir su bondad.
Dios es tan ntegro que deja su propia gloria como rehn pa
ra la seguridad de sus hijos. Su justicia est vinculada a la sal
vacin y prosperidad de ellos. No puede presentarse en toda su
magnificencia y realeza hasta que todos sus pensamientos de
misericordia se hagan realidad en la vida de su pueblo. Le com
place aplazar su aparicin con toda su gloria ante el mundo
hasta que haya logrado completamente la liberacin de ellos,
para que su pueblo pueda aparecer en gloria juntamente con l
en ese mismo da: Por cuanto Jehov habr edificado a Sion,
y en su gloria ser visto (Sal. 102:16).
El sol siempre es glorioso, aun en el da ms nublado; pero
esta gloria no es evidente si no dispersa las nubes que esconden
sus rayos de la tierra. Dios es glorioso hasta cuando el mundo
no lo puede ver, pero la demostracin de su gloria aparece
cuando su misericordia, verdad y fidelidad se manifiestan en la
salvacin de su pueblo. Qu vergenza deberamos sentir cuan
do dejamos de buscar la gloria de Dios; porque l ama tanto a
sus hijos que vincula su gloria con nuestra fidelidad, para que
nunca pueda perder la una y salvar la otra.

b) La sinceridad de Dios se manifiesta


al abrir su corazn a su pueblo
Un amigo distante y reservado no es fcil de comprender; por
tanto, resulta difcil confiar en l. Pero aquel que tiene una ven
tana de cristal en el corazn, por la cual su amigo puede leer
cada pensamiento claramente, es libre de la menor sospecha de
infidelidad. As es Dios de abierto con sus hijos. La comunin
ntima de Jehov es con los que le temen (Sal. 25:14).
El Espritu Santo es la llave que Dios nos ha dado para en[358]

El cinturn espiritual de la verdad


trar en su mismo corazn y conocer sus pensamientos para con
nosotros, desde antes de la fundacin del mundo. Este Espritu
conoce lo profundo de Dios (1 Co. 2:10), y ha publicado en
la Palabra la sustancia de los propsitos de amor que han cir
culado entre la Trinidad para nuestra salvacin. Para asegurar
que nuestra satisfaccin sea completa, Dios ha designado a es
te mismo Espritu Santo para morar en sus hijos. Cada vez que
Cristo le presenta nuestros deseos en el Cielo, l interpreta sus
pensamientos segn la Palabra que nos ha sido dada. Esta Pa
labra refleja el corazn de Dios como en el agua el rostro co
rresponde al rostro (Pr. 27:19).
De forma trascendente Dios tiene con su pueblo la misma
franqueza de corazn que existe entre los amigos ntimos. Si se
acerca un peligro, no lo esconder. David dice que las palabras
de Dios amonestan a sus siervos (cf. Sal. 19:11). Dios enva un
mensajero que suene la alarma para sus hijos, tanto si la causa
del peligro es un enemigo como si se trata de su pecado perso
nal.
Ezequas corra peligro por su orgullo interior. Dios le envi
una tentacin a fin de revelar lo que haba en su corazn. Ha
ba cado una vez y Dios no quera que le volviera a pasar. l
siempre habla primero a su pueblo de lo que le desagrada, y
luego lo corrige por ello, pero no le guarda rencor.
Aun cuando el Padre ha de afligir a sus hijos, de tanto que
los ama no los puede dejar totalmente desapercibidos de ese
amor suyo que los librar. Para consolarlos en la crcel les abre
antes su corazn, tal como leemos acerca de la Iglesia juda en
Egipto y la Iglesia cristiana bajo el anticristo. Antes de estos su
frimientos, Dios ya haba prometido la liberacin.
Mientras Jess estaba en la tierra explic francamente a sus
discpulos los problemas que les esperaban; pero no call la
bendita conclusin: volvera a ellos. Por qu? Para confirmar
su integridad para con ellos: Si as no fuera, yo os lo hubiera
dicho (Jn. 14:2). Cuando Dios tiene que ocultar temporal
mente la verdad a sus hijos, es porque no podran soportarla en
ese momento.
Cristiano, esta visin de la fidelidad y sencillez del corazn
de Dios, no hace que desees abrirte ms a l? l te revela sus
[359]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pensamientos, por qu le ocultas entonces tus secretos? Aquel


que comparte las fuentes ms intimas de su amor y misericor
dia espera la confianza de su pueblo.

c) La sinceridad de Dios se revela en su amor inmutable


Como no hay sombra de variacin en Dios, tampoco vara
su amor hacia nosotros, su amor es eterno. Como el sol de Gaban, no se pone ni declina, sino que continua con plena fuer
za. Con misericordia eterna tendr compasin de ti, dijo Jehov tu Redentor (Is. 54:8).
Los sentimientos ms ardientes del corazn humano pueden
enfriarse. Su amor es como el fuego de la chimenea: arde, par
padea, se apaga. Pero el amor de Dios es como el fuego del sol:
nunca falla. En la criatura, el amor es como el agua del ro, que
crece y luego vuelve a bajar; en Dios es como el mar, que siem
pre est lleno. Nada puede destruir ni cambiar su amor donde
l lo enva; tampoco puede corromperse ni ser vencido.
1. El amor de Dios no puede corromperse. Siempre hay per
sonas presumidas que intentan sobornar a Dios para que aban
done a su pueblo. Cuando Balaam trat de poner a Dios de
parte de Balac no repar en gastos: levant un altar tras otro e
hizo un sacrificio tras otro, esperando as obligar al Seor a que
se pronunciara contra su pueblo. Pero el Padre fue fiel a sus hi
jos y descarg su juicio sobre aquella nacin por enviar a Ba
laam con una misin tan necia. Mientras tanto, Dios sigui per
suadindolos de su amor fiel: Pueblo mo, acurdate ahora
qu aconsej Balac rey de Moab, y qu le respondi Balaam hi
jo de Beor [por qu recordarlo?], para que conozcas las justi
cias de Jehov (Mi. 6:5).
Esta historia nos recuerda la fidelidad de Dios para con sus
escogidos. Si quieres que tu amor a Dios sea incorruptible, em
balsmalo con la dulce especia de su ntegro amor por ti, que
es inmortal e incorruptible. Si crees que Dios te es fiel, cmo
volvers a serle falso? En el amor es cruel devolver falsedad a
cambio de fidelidad.
2. El amor de Dios no puede ser vencido. La ira y el poder
de los enemigos de su pueblo ni siquiera empiezan a poner a
prueba la omnipotencia de Dios, pero los pecados de su pueblo
[360]

El cinturn espiritual de la verdad


s que lo hacen. Nunca se oye a Dios quejarse de la fuerza de
sus enemigos, pero los pecados y las faltas de sus hijos le que
brantan el corazn. Le hacen padecer ante la opcin de si debe
amarlos o dejarlos, darles muerte o vida. Pero sean cuales fue
ren las expresiones humanas utilizadas en la Palabra para ha
cer que su pueblo se arrepienta y vuelva de su frialdad, l nun
ca est indeciso. El amor mueve sus pensamientos a favor del
pueblo de su pacto, aun cuando los actos y actitudes de este
menos lo merecen.
Cuando el diablo descubri la vestidura sucia de Josu, pen
s que tena pruebas suficientes para presentar un caso man
chado en su contra delante de Dios. Pero se equivocaba, por
que en lugar de provocar la ira divina, conmovi a Dios ha
cindole que declarara la venida del amado Renuevo (cf. Zac.
3:8). Medita sobre esto. El amor de Dios es tan invencible que
ni los peores pecados pueden romper el nudo del pacto que te
ata a l.
Entonces debes esforzarte por tener la imagen del amor de
tu Padre celestial claramente impresa en tu amor hacia l. Na
da puede vencer su amor por ti, de forma que no permitas que
nada perjudique tu amor hacia l. Habla as a tu alma: Me
aferro a Dios aun cuando esconda su rostro, porque no me re
chaz cuando le di la espalda. Testifico de la grandeza de su
Nombre cuando los dems lo reprochan. Dios ha mantenido
ardiendo en su corazn su amor por m mientras yo pecaba.
Voy a entristecer de nuevo a su manso Espritu y hacerle cm
plice de mi pecado, empleando su amor como excusa?.
4. Cuidado con los pecados de presuncin
Estos pecados hieren profundamente la rectitud del hombre
porque son sumamente inconsecuentes con ella: Preserva
tambin a tu siervo de las soberbias; que no se enseoreen de
m: entonces ser ntegro (Sal. 19:13). El pecado de soberbia
de David es la nica excepcin al testimonio que Dios dio de
su justicia: Por cuanto David haba hecho lo recto ante los
ojos de Jehov, y de ninguna cosa que le mandase se haba
apartado en todos los das de su vida, salvo en lo tocante a
Uras heteo (1 R. 15:5). Los otros pecados de David se des[361]

El cristiano con toda la armadura de Dios

contaron porque no causaban tanta herida a su justicia como


este.
Igual que un pecado de soberbia es incompatible con la jus
ticia, la justicia habitual es incompatible con la soberbia habi
tual. Si un sorbo de este veneno infecta gravemente el espritu
de una persona de virtud, qu mortal ser para toda rectitud,
si el cristiano lo bebe a diario! Como Daniel propuso en su co
razn no contaminarse con la porcin de la comida del rey
(Dn 1:8), nosotros debemos ponernos diariamente bajo un san
to compromiso de no contaminarnos con el pecado de la so
berbia.
Agustn dijo: Puedo errar, pero estoy resuelto a no ser un
hereje. Puedo fallar, pero por la gracia de Dios trabajar para
no ser un pecador arrogante. Si no quieres ser un pecador
arrogante, deja de tomar a la ligera aquellos pecados que pare
cen menos graves que otros. Cuando la conciencia de David le
amonest por cortar el manto de Sal, dej lo que estaba ha
ciendo y se retir. El tierno corazn de David le reproch su ac
cin y eso no le permiti asesinar al rey.
Pero en otra ocasin la conciencia de David estaba dema
siado dormida para avisarle del peligro, y mir con deseo a Betsab. Como un alpinista mareado que se desmaya, cay de un
pecado escabroso en otro hasta terminar en la honda fosa del
asesinato.
Cuando se hiela el ro uno se atreve a andar y correr por
donde no pondra el pie de estar el hielo roto o quebradizo.
Cuando el corazn del cristiano est tan endurecido que puede
plantarse en una debilidad sin que su conciencia se quebrante
bajo el peso, quin sabe hasta donde llegar su pecado?
5. Ponte por encima del amor y el temor al mundo
La integridad del cristiano no se eclipsa sin la interposicin de
la tierra entre Dios y su alma.

a) Ponte por encima del amor al mundo


Esa es una terca raz sobre la que no crece la hipocresa. Si tu
corazn se aferra a algo mundano, y lo desea por encima de to
do, sers vulnerable al primer consejo de Satans para conse[362]

El cinturn espiritual de la verdad


guirlo. Al cazador no le importa por donde entra salta vallas
y barrancos, pasa por charcos y barro con tal de cobrarse el
conejo.
Es un misterio que el cristiano, con el corazn ungido con el
precioso leo de Cristo, tenga an gusto por el olor del mun
do. Parece que el dulce perfume de las especias que son las pro
mesas de Dios debera quitarle el deseo de ir tras la caza mun
dana. El hlito de Cristo en ellas debe colmar tanto los senti
dos del cristiano que los burdos gustos mundanales ya no le
plazcan.
Esto es as mientras los sentidos espirituales estn abiertos,
pero igual que un catarro tapona la nariz, la negligencia del
cristiano obstruye las virtudes divinas. Cuando este no puede
disfrutar del sabor divino de Cristo, el diablo aprovecha para
ponerle delante inmediatamente algn atractivo mundano.
Pronto la carne lo olfatea y lleva al cristiano a una caza que ter
mina en dolor y vergenza.

b) Ponte por encima del temor al mundo


El temor al hombre es un lazo. El cobarde se esconde en cual
quier hueco, por sucio que sea, para salvarse. Cuando a los ms
santificados los confronta la tentacin, son como los otros
hombres. Cuando la reputacin de Pedro pareca peligrar un
poco, no [andaba] rectamente conforme a la verdad del evan
gelio (G. 2:14). En su lugar, daba un paso adelante y otro pa
ra atrs, estando a veces dispuesto a comer con los gentiles y a
veces no. Por qu? Porque tena miedo de los de la circunci
sin (v. 12).
6. Guarda tu corazn con una disciplina estricta
El que monta un caballo torpe, debe mantener la vista en el ca
mino y la mano en las riendas. Cristiano, as es tu corazn:
puede tropezar en el camino ms llano aunque no se vea un
problema a kilmetros de distancia. Por tanto, mantn la rien
da corta: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazn; por
que de l mana la vida (Pr. 4:23).
Mira de cerca tu corazn a diario para que pueda rendir
cuentas de s. El amo estimula indirectamente a su siervo a ro[

363]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

bar si no le pregunta de vez en cuando por el dinero que utili


za. Algunos de la poca del rey Jos tuvieron a su cargo el di
nero de la reparacin del Templo, y no tenan que rendir cuen
tas porque se saba que lo hacan fielmente (2 R. 12:15). Pe
ro no actes t as. En su lugar, rinde cuentas a Dios de tu co
razn y tu conciencia a diario, para que las tentaciones sutiles
de Satans no desfalquen las inversiones de Dios en ti.
Dios te ha puesto muchos talentos en las manos para repa
rar tu templo espiritual la salud, la libertad, los das de des
canso y adoracin, los sacramentos, el compaerismo, la
obra de la gracia en ti. Investiga la forma en que gastas cada
uno de ellos y podrs ver cmo se adelanta la obra del Reino.
Es mejor hacerlo a diario porque, aunque no lo creas, tarde o
temprano Dios pedir cuentas a tu corazn.

Consuelo para el creyente sincero que tiene dudas


Puede que seas realmente ntegro, pero la duda te persuade de
que no es as. Tengo algunos consejos para ti, y confo en que
Dios bendiga cada uno de ellos.
1. No pienses que eres un hipcrita porque en este
momento no veas evidencias de tu integridad
Los patriarcas tenan el dinero envuelto en sus sacos, y llegaron
hasta la posada sin saber que lo llevaban hasta abrir los mis
mos. Hay un tesoro de integridad oculto en muchas almas, pe
ro no ha llegado el momento para ellas de abrir el saco y co
nocer sus verdaderas riquezas. Miles de cristianos cuyo viaje es
tuvo marcado por la duda de poseer o no la gracia de Dios, han
cruzado el abismo y arribado al Cielo. La fe sin fingimiento po
ne al creyente en el arca juntamente con Cristo y cierra la puer
ta; pero no evita necesariamente que se maree durante el viaje.
Lo que se manifiesta de forma que lo podamos ver y poseer
es la obra de Cristo, aunque la realidad de nuestra virtud no se
vea tan claramente. Dios ha puesto al Espritu Santo al lado de
la verdad de la gracia para atraer al alma a la luz y mostrar a
sus hijos esa verdad. Solo l es el gran mensajero que anuncie
al hombre su deber (Job 33:23).
[364]

El cinturn espiritual de la verdad


Pero as como el ojo no puede ver en completa oscuridad, y
no obstante sigue siendo un ojo que ve cuando hay luz, tam
bin puede haber verdadera virtud all donde no existe una per
cepcin de esa realidad. La persona puede buscar febrilmente
de culto en culto la integridad que ya tiene, como quien busca
su sombrero frenticamente por toda la casa, cuando en todo
momento lo llevaba puesto.
Subraya lo siguiente como una verdad real: Puede ser que
yo sea justo aunque no lo vea claramente. Si bien esta idea no
da un consuelo pleno, puede suponer un apoyo hasta que lle
gue la seguridad. Aun cuando no consiga remendar la duda
convirtindola en plena fe, la apuntalar hasta que el obrero
maestro el Espritu Santo venga y, con una palabra de bon
dad, te haga fuerte en la promesa, nico fundamento verdade
ro para un consuelo slido.
No seas ms cruel contigo mismo que lo seras con un ami
go, o hasta con un enemigo. Supongamos que alguien a quien
no le tienes mucho cario estuviera en tu casa enfermo, tan en
fermo que si le preguntaras si viva, estara demasiado dbil pa
ra responderte. Lo encerraras sin ms en un atad, y empe
zaras a cavar su tumba, simplemente porque no puede decir
que sigue vivo? Claro que no! Cun poca razn tiene Satans
al meterte en la fosa de la desesperacin porque ahora mismo
tu virtud no es lo bastante fuerte para defenderse.
2. Date cuenta de que Satans quiere
sembrar duda y temor en tu corazn
Le divierte distraerte con falsos temores si ve que no puede ha
lagarte con esperanzas falsas. En otros tiempos vivas en peca
do y te considerabas mejor de lo que eras; pero ahora que tie
nes algunas de las costumbres santas de Cristo en tu alma, Sa
tans te amenaza con apariciones de temor. Si no te llama hi
pcrita, entonces cuestiona la integridad de tu corazn.
Vale la pena investigar quin llama, y ver si no se trata del
mismo viejo acusador llamando a otra puerta. El diablo cuen
ta con ms tentaciones que disfraces tiene un actor para el es
cenario. Uno de sus disfraces favoritos es el de espritu de men
tira, que maltrata tu corazn tierno con las peores noticias po[365]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

sibles, dicindote que realmente no amas a Jesucristo y que al


fingir tal cosa solo te engaas a ti mismo.
As ese espritu inmundo, como una ramera desvergonzada
que abandona a su hijo a la puerta de un hombre puro, lo acu
sa descaradamente de una culpa que no le pertenece. Pero sabe
que algo de su acusacin se adherir al espritu cristiano y for
zar la puerta para dejar entrar otra tentacin. El fin real de la
trama diablica es asustar al cristiano y quitar las ruedas del
carruaje que antes lo llevaba a menudo a la presencia de Dios
mediante sus ordenanzas. Al sospechar de su integridad, razo
na que ser mejor apartarse del pueblo de Dios que no unirse a
ellos con corazn falso. Tena la serpiente una piel ms suave
o una lengua ms lisonjera cuando persuadi a Eva a tomar la
fruta prohibida, que cuando te tienta para que no toques ni sa
borees el fruto que Dios te ha mandado disfrutar de su mano?
Pero, amigo cristiano, tienes razn para bendecir a Dios
cuando deja que el adversario ensanche hasta aqu su mente
malvada y luego te permite caer en la cuenta de esta estrategia
que cuestiona tu integridad. No ves quin fue el primero en
gritar hipcrita en tu mente? Satans no soporta verte crecer
tan rpido a la imagen de Cristo, de forma que te pone ese tro
piezo en el camino de la integridad que te lleva al Cielo. Fija los
ojos en el Autor y Consumador de la fe, y salta los obstculos
del enemigo.
No mordiste el cebo de los otros pecados que Satans te pre
sentaba, por eso recurre a importunar tu imaginacin con te
mores de hipocresa. Es su ltimo esfuerzo antes de tener que
rendirse contigo. Crees que si tu corazn realmente te enga
ara l se molestara tanto? Nunca enva tropas si no hay un
enemigo que le ofende. Las oraciones hipcritas no le molestan
ms que la ausencia total de ellas. Tampoco es lo bastante bue
no como para revelarles a los hipcritas la insinceridad de sus
corazones. Al contrario, los ata con esta cadena, y se la escon
de muy bien, por si su ruido pudiera despertar la conciencia de
ellos y les abriera el camino a la liberacin.
Entonces, consulate; a no ser que la conciencia te d prue
bas bblicas que condenan tu hipocresa, trata la acusacin del
enemigo como una mentira. No ser l quien suba al estrado en
[366]

El cinturn espiritual de la verdad


el juicio de tu vida, ni su testimonio valdr nada en aquel da.
Por qu permites que sus calumnias te perturben ahora?
3. Busca las evidencias de tu integridad
Esta es la piedrecita blanca [que tiene] escrito un nombre nue
vo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe (Ap. 2:17).
Pablo tena esa piedra blanca brillando en su conciencia ms
gloriosamente que todas las joyas del pectoral de Aarn: Por
que nuestra gloria es sta: el testimonio de nuestra conciencia,
que con sencillez y sinceridad de Dios [...] nos hemos conduci
do en el mundo (2 Co. 1:12).
A Job no le faltaba esta prueba cuando apel a los pensa
mientos de Dios mientras l revolva cada rincn de su corazn:
T sabes que yo no soy impo (Job 10:7).
No dijo estar sin pecado, lo cual confes una y otra vez, si
no que saba que no era un hipcrita de corazn podrido. El Se
or permiti que Job fuera investigado y llevado a juicio para
taparle la boca a Satans y avergonzarle por traer cargos de de
lito espiritual contra uno de los elegidos de Dios.
Es verdad que Pablo y Job eran cristianos del rango mayor;
pero el cristiano ms dbil de la familia de Dios tiene el mismo
testimonio interior que ellos: El que cree en el Hijo de Dios,
tiene el testimonio en s mismo (1 Jn. 5:10). Cristo y el Esp
ritu Santo moran en tu corazn tanto como en el creyente ms
santo de la tierra. La misma sangre de Jess y el agua de la Pa
labra te lavan. Estas testificarn acerca de tu virtud e integridad
igual que en el caso de Job y de Pablo. Pero en el tribunal, los
testigos deben esperar a testificar hasta que los llama el juez al
estrado. Puedes estar seguro de que Dios llamar al testigo ade
cuado en su momento. Pero ahora, examinemos tres maneras
de descubrir las pruebas de un corazn fiel.

a) Anhela una mayor gracia


A medida que un nio crece, su cutis se hace ms fino; y as es
con la virtud. Algunos nios nacen con eczema en la cara. Aun
que esto esconda la hermosura del rostro por un tiempo, luego
desaparecer. As el razonamiento espiritual del cristiano ma
dura a medida que crece todo el cuerpo de la gracia: una ma[367]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

duracin que lo capacita para reflexionar sobre sus actos y juz


gar las objeciones de Satans a su integridad. Si no quieres con
siderar todo el espectro variable de integridad o hipocresa dia
riamente, no sigas como un beb en la gracia, sino crece en la
estatura de Cristo. All estars por encima de muchos de tus te
mores y por la misma luz que revela el crecimiento de la virtud
vers la verdad de su presencia.
Al alba es difcil saber si la luz es del da o de las estrellas;
pero cuando vez aumentar esa luz, sabes que ha amanecido.
Los brazos del nio de un retrato no se harn ms fuertes por
colgar all durante aos. Tu amor, humildad, esperanza y tris
teza que es segn Dios aumentan cada vez ms, y sigues an
cuestionando la posesin de la verdadera virtud? El hecho de
no reconocer tu virtud es tan asombroso como que los judos
no reconocieran a Jess cuando hizo ver al ciego.

b) Acepta cualquier llamamiento de Dios


En ciertas temporadas Dios da oportunidad al hombre para co
nocer su propio corazn mejor que en otros momentos de la vi
da. Estas oportunidades vienen envueltas en las ocasiones
cuando Dios nos llama a negarnos por l. Si estamos dispues
tos a obedecer, aprenderemos mucho acerca de nuestros cora
zones, porque en la abnegacin la gracia se manifiesta con glo
ria como el sol en un da sin nubes. Adems, Dios opta por de
mostrar las pruebas de su gracia en el cristiano dispuesto a an
dar en ella donde y cuando sea.
El amo encomia a su siervo con ternura despus de que ha
ya obedecido con diligencia sin importarle la dificultad de la or
den: Bien, siervo bueno y fiel (Mt. 25:21). La llamada de
Dios a la abnegacin puede significar abandonar asociaciones
comerciales, aficiones, casa o tierras; todo esto y ms, hasta
amigos y familiares. Amigo, no enfermes a causa de la provi
dencia que llega a tu puerta. Si vieras todo el propsito de Dios
en ella, la invitaras a pasar como Abraham recibi a los tres
ngeles con quienes comi generosamente en su tienda.
Dios te ha enviado este llamamiento a la abnegacin para
que veas tu propia integridad, y para presentarte su gracia que
por tanto tiempo has anhelado ver en ti mismo. Esta providen[368]

El cinturn espiritual de la verdad


cia te trae un carruaje como los que Jos envi a buscar al an
ciano Jacob, para llevarte al encuentro de esa virtud viva que
tanto tiempo lloraste dndola por muerta.
Te emociona pensar en recibir esta seguridad a pesar de la
lucha que Dios te depare en el camino? Cuando el Padre man
d a Abraham sacrificar a su hijo, el patriarca dio algunos pa
sos dolorosos pero rectos obedeciendo. Dios no ve esta clase de
abnegacin sin honrarla: No extiendas tu mano sobre el mu
chacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios,
por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu nico (Gn. 22:12). Por
supuesto que Dios lo saba desde siempre, pero lo dijo para que
Abraham conociera su propia integridad de la boca del propio
Dios.
Tal vez Dios te pida renunciar a tu formacin, tus ambicio
nes o tus amigos ms valorados para comprender una verdad o
ejecutar una accin, simplemente porque la Palabra te lo man
da. Si puedes hacerlo sin hundirte en el orgullo, aunque fuera
opuesto a todo vestigio de aprobacin por parte de la natura
leza humana, es un acto de profunda abnegacin. Tal vez se es
pere de ti que abandones todo lo que te es familiar y recorras
solo el camino; quiz aprendas a amar tanto la paz que ests
dispuesto a pagar cualquier precio, excepto el pecado, para
conseguirla. Si tu obediencia te lleva a esta clase de abnegacin,
tienes ms razones para esperar que Dios aporte pruebas de tu
integridad.
Tambin puede ser que Dios quiera que niegues tu propia ira
y venganza; aunque quiz escoja una va inusitada para probar
duramente tu orgullo. Por ejemplo, si maniata a tu enemigo y
lo pone bajo tu mano, tu primer impulso tal vez sea invitar tan
to a cristianos como a pecadores para que vean lo que ocurre
cuando Dios decide enviar juicio al que lo merece. Sin duda, en
ese mismo instante la tentacin respaldar tu confianza susu
rrando, en nombre de Dios: He aqu el da de que te dijo Jehov: He aqu que entrego a tu enemigo en tu mano, y hars
con l como te pareciere (1 S. 24:4).
Si soportas esta tentacin y vences tu deseo de venganza,
pagando bien por mal a tu enemigo, escapars del orgullo y
saldrs como humilde vencedor. Consagrars el memorial de
[369]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

esta victoria a la alabanza del nombre de Dios y no del tuyo.


David no guard la espada de Goliat en casa como trofeo de
su hazaa, sino que la puso en el Tabernculo, detrs del
efod, para memorial del acto de Dios por su mano (cf. 1 S.
21:9).
Si puedes aprender humildemente esta abnegacin, te gra
duars con honores, aunque siempre como alumno, en la gra
cia de Dios. La fama de David resuena ms claramente por la
victoria ganada en aquella oscura cueva que por el triunfo so
bre los enemigos muertos en campo abierto. Con las batallas
cruentas gan nombre grande, como el nombre de los gran
des que hay en la tierra (2 S. 7:9), pero por la abnegacin de
perdonarle la vida a Sal obtuvo un lugar honroso en la Pala
bra.
Dios encomi la abnegacin de David con la medalla ms
espectacular que haya recibido militar alguno: por boca de su
enemigo. Sal no pudo retener la verdad de Dios sino que pro
clam su propia vergenza y justific a David: Ms justo eres
t que yo, que me has pagado con bien, habindote yo paga
do con mal (1 S. 24:17).

c) Espera siempre en Dios y sus mandamientos


Aun cuando vislumbres tu integridad, el Espritu Santo ha de
seguir siendo tu amigo, o podras sentarte como Agar al lado
del pozo y no encontrarlo nunca. Podras buscar en todo el
campo sin encontrar el tesoro escondido. La nica forma de
que sepamos lo que Dios nos ha concedido (1 Co. 2:12) es
por medio del Espritu Santo. Este reside en los mandamientos
de Dios como el gobernador que trabaja en su despacho; y hay
que acudir a l si queremos ver sellada la verdad de nuestras
virtudes (evidencias para el Cielo) en nuestras conciencias.
Acude al Espritu Santo y espera. El hecho de llamar a la
puerta adecuada es en s un consuelo. Aun si llamas durante
mucho tiempo sin recibir nada, no debes avergonzarte. Los
siervos de Egln esperaron a un hombre muerto (cf. Jue. 3:25),
pero t esperas al Dios vivo, que oye desde el Cielo todas las
veces que llamas desde la tierra. Es un Dios de amor que oye
tus oraciones y ve tus lgrimas. Y hasta si parece un extrao,
[370]

El cinturn espiritual de la verdad


como Jos lo pareca a sus hermanos, es tan grande en miseri
cordia que pronto te abrazar y solazar su corazn al reco
nocerte y aceptarte, as como su gracia en ti.
Alza tu rostro entonces, pero recuerda que no puedes mar
carle el horario al Todopoderoso. El sol sale a su hora, aunque
quieras decidirla t. A veces Dios te llega en un mandamiento
y su luz celestial irradia tu ser interior mientras aviva su Pala
bra en ti. Pero nunca has pasado noches postrado, luchando
con Dios, y preguntndote por qu no satisfaca tu alma?
Cuando se enciende la luz en una habitacin oscura nos apre
suramos a buscar el objeto perdido y pronto encontramos lo
que llevbamos horas buscando a tientas. Podemos medir nues
tra condicin espiritual mejor en un momento de revelacin di
vina que con das o semanas sin ella.
Vigila con cuidado los momentos cuando Dios llega a ti;
aprovchalos. Pero aun si Dios opta por esconder el tesoro de
tu vista, consulate. Sabe que tu integridad es real, la veas o no.
Di con David: Cuando mi espritu se angustiaba dentro de m,
t conociste mi senda (Sal. 142:3). Dios actuar soberana
mente para tu bien, no segn las falsas acusaciones, sino segn
el testimonio que su ojo omnisciente da de tu virtud.

La sinceridad fortalece el espritu del creyente


Hemos visto la comparacin de la integridad o sinceridad con
el cinturn del soldado. Pasemos ahora al otro uso de este cin
turn: fortalecer la cintura y ceir la armadura. La Palabra uti
liza el ceido para implicar la fuerza: Me ceiste de fuerzas
para la pelea (Sal. 18:39), o para indicar lo contrario: Des
ata el cinto de los fuertes (Job 12:21), o sea, debilita su fuer
za. Es una virtud que establece y fortalece al creyente en toda
su vida; por el contrario, la hipocresa debilita y perturba el co
razn: El hombre de doble nimo es inconstante en todos sus
caminos (Stg. 1:8).
El alma tiene tanta pureza e incorruptibilidad celestial co
mo integridad. Gracia sea con todos los que aman a nues
tro Seor Jesucristo en sinceridad (Ef. 6:24, RV 1909). En
tonces, la fuerza de toda virtud estriba en su medida de inte[371]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

gridad. Pero la integridad no solo cubre toda debilidad, sino


que fortalece el alma para la santa guerra del cristiano.
La integridad de los rectos los encaminar; pero destrui
r a los pecadores la perversidad de ellos (Pr. 11:3). A pesar
de toda su astucia para salvarse, el hipcrita a la larga se
hunde por su propia inestabilidad; pero la integridad pone al
cristiano a salvo de todo peligro.
1. La fuerza preservadora de la sinceridad
La hipocresa de Israel consista en que era una generacin
contumaz y rebelde; generacin que no dispuso su corazn,
ni fue fiel para con Dios su espritu (Sal. 78:8). Las piedras
mal afirmadas de los cimientos no permanecern fuertes mu
cho tiempo.
En el mismo Salmo vemos ms de ese amargo fruto en las
ramas del hipcrita: Se volvieron y se rebelaron como sus
padres; se volvieron como arco engaoso (v. 57). Antes de
tensar un arco defectuoso, no se ve el problema; pero al ten
sarlo del todo, se rompe en pedazos. Esto es lo que le pasa a
un corazn falso bajo presin.
Pero la integridad mantiene pura el alma ante la tenta
cin. El que camina en integridad anda confiado (Pr.
10:9). Sus pasos son firmes, y pasa seguro por el camino ms
agreste; pero el que pervierte sus caminos, aunque escoja
el camino ms llano, tarde o temprano caer.
Ya sabemos que la integridad fortalece al cristiano ante la
tentacin. Veamos ahora algunas maneras como la hipocre
sa lo lleva a la tentacin.

a) La hipocresa se esconde entre la multitud


El hipcrita comprueba su reloj con el del Ayuntamiento, no
por el sol de la Palabra. Hace igual que los dems: la voz del
pueblo es la voz de su dios. Pocas veces se ve a un hipcrita
nadando contra la corriente de la corrupcin. El ro se lleva
las cosas ligeras, y la multitud arrastra a las almas ligeras.
Pero el cristiano ntegro tiene peso y prefiere hundirse antes
que rendirse a la multitud y flotar con ellos en el ro del pe
cado. Ya que el hipcrita no tiene direccin interior, cede an[372]

El cinturn espiritual de la verdad


te la marea como pez muerto. La integridad es un principio
de la vida divina y dirige al alma en su camino, sin apoyarse
en la multitud, y contra la oposicin que seguramente la es
pera.
Josu habl sinceramente hasta cuando diez de los doce
espas dijeron lo que el pueblo quera or. Las palabras de los
falsos profetas que agasajaban el orgullo de Acab no caban
en la boca de Micaas. Este opt por parecer ridculo que
dndose solo, en lugar de mostrarse de acuerdo con los 400
que se equivocaban (cf. 1 R. 22:6-8).

b) La hipocresa acepta el soborno del pecado


Nadie ms que Cristo y los que conocen su verdad pueden
rechazar la mejor oferta del diablo: Todo esto te dar (Mt.
4:9). El hipcrita aun en la cima de su profesin de la verda
dera religin, aprovechar estas oportunidades, aunque sig
nifique dejarse comprar y vender por el pecado, traicionan
do a su alma y a Dios. No hay ms diferencia entre el hip
crita y el apstata que entre una manzana verde y una ma
dura; espera y vers como cae podrido de su profesin. Judas
fue primero un hipcrita oculto, pero pronto se vio como
traidor declarado de Cristo.
El fruto madura con el calor, y algunos hipcritas aguan
tan ms que otros antes de ser descubiertos, porque an no
han encontrado tentaciones lo bastante penetrantes para re
velar su corrupcin. Los frutos terrenales maduran ms en
una semana de sol que durante el mes anterior entero. Cuan
do el hipcrita ve una puerta abierta para conseguir el pre
mio mundano, su deseo interior y la oportunidad externa se
unen para hacerle caer. El anzuelo est cebado y no puede
evitar mordisquearlo.
Pero la integridad conserva el alma en la hora de la tentacin.
David or: No arrebates con los pecadores mi alma, ni mi vida
con hombres sanguinarios [cuya] diestra est llena de sobornos
(Sal. 26:9-10). Y en el versculo 11 declara: Mas yo andar en
mi integridad. El alma que anda en integridad no aceptar so
borno de los hombres ni del pecado. Los pies de David se plan
taron en el lugar espacioso de la justicia.
[373]

El

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D ios

c) El hipcrita cede ante la tentacin cuando


puede pecar sin control humano
Veamos dos ejemplos especficos de esta verdad.
1. El hipcrita abraza el deseo en secreto. Observa como se
porta el hipcrita cuando cree estar a salvo de las miradas. Ananas y Safira intentaron correr el velo del celo entre su hipocre
sa y la vista humana al poner algo del dinero a los pies de los
apstoles. Guardaron el resto sin pensar en la mirada de Dios y
se presentaron ante Pedro como creyentes de buen nombre.
Pero estos dos profesantes del cristianismo no se mantuvie
ron mucho tiempo. El hipcrita se esfuerza ms en salvar su cre
dibilidad ante este mundo que su alma en el venidero. Cuando
su reputacin est asegurada por el momento, se niega a pensar
en la eternidad. Hacer esto lo revelara como ateo o incrdulo
condenado al Infierno. Guarda entonces una distancia cmoda
de cualquier decisin, sin atreverse a permitir que su conciencia
le hable.
La integridad preserva el alma de tales imaginaciones vanas.
El amo de Jos estaba ausente, pero su Dios presente. Cmo,
pues, hara yo este grande mal, y pecara contra Dios? (Gn.
39:9). No contra su amo, sino contra Dios. El cristiano ntegro
es fiel a Dios.
2. Algunos hipcritas pueden estar fuera del alcance de la
justicia humana. Labn era grande en su pas y oprimi a Jacob
con una trama siniestra porque el joven era un pobre extranje
ro que no poda oponerse a las estipulaciones de su propuesta.
Aun Nern, aquel hombre diablico, fue al principio la espe
ranza romana de un gobernante justo y sabio. Si pones el esce
nario de poder y grandeza para la hipocresa, pronto ser des
enmascarada.
La rebelin de Roboam contra Dios fue cuando haba con
solidado el reino, [entonces] dej la ley de Jehov, y todo Israel
con l (2 Cr. 12:1).Ocult sus intenciones hasta asumir el tro
no. Pero una vez que se fortaleci con confianza, rompi con
Dios. Era como ese capitn falso que abastece el castillo de to
da clase de municiones y provisiones, para luego declararse trai
dor, una vez que puede defender su traicin. Aqu la integridad
marca la diferencia para el cristiano.
[374]

El cinturn espiritual de la verdad


Los hermanos de Jos hicieron algo peor que quitarle la vi
da: lo vendieron cruelmente como esclavo a tierra extraa. En
la providencia divina, cayeron luego en manos de Jos estando
este en el cenit de su poder en Egipto. Cuando Jos podra ha
berles pagado por lo que le hicieron sin temor a las autorida
des, su integridad lo puso muy por encima de toda idea de ven
ganza. Redimi la crueldad de ellos con sus propias lgrimas,
no con sangre; y llor de gozo al verlos, cuando el nico gozo
de ellos haba sido deshacerse de l.
Cuando la culpa de los hermanos de Jos les hizo medir las
intenciones de este por sus propios corazones vengativos, l di
sip todo el miedo de ellos expresando el profundo amor que
les tena. Ni siquiera nubl el gozo de aquel da mencionando
su dolor causado por la cruel experiencia. Qu le conserv en
la hora de gran tentacin? Yo temo a Dios, respondi (Gn.
42:18). Como si dijera: Aunque seis mis prisioneros aqu,
tengo algo que detiene mis manos y mi corazn de haceros mal:
yo temo a Dios. Esta fue la proteccin de Jos: el temor reve
rente a Dios.
2. La fuerza restauradora de la sinceridad
La sinceridad no garantiza que nunca caeremos, pero nos ayu
da a levantarnos siempre. Sin embargo, el hipcrita queda ten
dido hasta la muerte. Por eso se dice que caern en el mal (Pr.
24:16). El ntegro tropieza como cualquier viajero, pero se le
vanta y reanuda la marcha con mayor cautela y celeridad que
antes. El hipcrita se desploma como un marinero desde lo al
to del mstil, siendo tragado sin esperanza de rescate por el
mar devorador.
Vemos este principio en la vida del rey Sal. Cuando su co
razn falso se descubri, l rod cuesta abajo sin parar, de pe
cado en pecado. En pocos aos se precipit lejos del lugar don
de haba dejado a Dios. Tan presto en otro tiempo para adorar
a Dios que no poda esperar la llegada de Samuel, ahora esta
ba tan lejos de buscar a Dios que busc los consejos de una
bruja. En el acto final de su sangrienta tragedia, Sal, desespe
rado, se suicida.
El pecado de Sal lo arrastr a la muerte porque su corazn
[375]

El

cristiano con toda la armadura de

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no haba sido recto ante Dios en un principio. Samuel indica es


to al decirle: Jehov se ha buscado un varn conforme a su co
razn (1 S. 13:14). Por supuesto que David cay en un peca
do ms grave que la maldad de Sal, por la cual Dios haba re
chazado al primer rey, pero la diferencia fue que en la vida de
David la integridad era la raz del asunto (Job 19:28).
Hay una doble razn para la fuerza restauradora de la inte
gridad. Una es su misma naturaleza y la otra procede de la pro
mesa de Dios arraigada en el alma del cristiano ntegro.

a) La naturaleza restauradora de la integridad


La integridad es para el alma lo que esta para el cuerpo: la chis
pa de vida divina prendida en el corazn humano por el Esp
ritu de Dios. Es la simiente de Dios que permanece en el cre
yente. Una semilla plantada en la tierra se vivifica por la in
fluencia del cielo y levanta su cabeza fresca y verde en prima
vera, a pesar del mucho fro que ha pasado en el invierno. La
integridad, despus de tentaciones y derrotas, levanta al cre
yente por encima de las duras y sucias barreras cuando Dios lo
contempla con los rayos de su gracia vivificante.
El hipcrita es cristiano solo en apariencia externa, no por
su nueva naturaleza. Un ttere tiene la forma exterior de hom
bre, pero se mueve por las articulaciones y goznes que el fabri
cante le ha puesto; no tiene alma propia. Cuando esta clase de
mueco se gasta con el tiempo o se rompe por el deterioro, no
es posible hacer cosa alguna para renovarlo, sino que se cae a
pedazos hasta quedar reducido a nada. As se desgasta la pro
fesin del hipcrita, porque le falta la verdad vital para aguan
tar la ruina que se le viene encima.
b) La gracia restauradora de las promesas de Dios
La ley del Seor es perfecta, que restaura el alma (Sal. 19:7,
LBLA). El cristiano ntegro es el nico heredero legtimo de la
Palabra de Dios, la cual puede vivificar el alma. El Padre ha
preparado muchas dulces promesas para confirmar a sus hijos
su divina ayuda en peligros y tentaciones: El que en integridad
camina ser salvo; pero observa la verdad opuesta: El de per
versos caminos caer en alguno (Pr. 28:18); Dios no aborre[376]

El cinturn espiritual de la verdad

ce al perfecto, ni apoya la mano de los malignos (Job 8:20).


Entonces, al hipcrita no solo le faltan las promesas de ayuda,
sino que tambin est bajo la maldicin de Dios.
Por mucho que se esfuerce en edificar su casa, el hipcrita se
apoya en su obra terminada y descubre que no permanecer
en pie; con toda su fuerza se asir de ella, mas no resistir
(Job 8:15). Mejor es lo poco del justo que las riquezas de mu
chos pecadores (Sal. 37:16). Dios publica la razn para que
todos lo comprendan: Porque los brazos de los impos sern
quebrados; mas el que sostiene a los justos es Jehov (v. 17).
Un poco de virtud verdadera mezclada con mucha corrup
cin en el cristiano ntegro es mejor que las riquezas del hip
crita: todo el celo, la fe y la devocin de los cuales se jacta. El
hombre ntegro tiene la bendicin de la promesa para restau
rarle cuando decaiga su condicin espiritual; pero la maldicin
de Dios destruir al hipcrita con toda su pompa y gloria. Su
destino solo ir de mal en peor (2 Ti. 3:13).
Las ordenanzas que obran eficazmente para sanar al ntegro
por la bendicin de la promesa de Dios, maldicen y arruinan al
hipcrita. La Palabra que abre los ojos de uno ciega al otro, co
mo en el caso de los judos hipcritas. La Palabra fue enviada
para cegarlos. Derrite y quebranta al alma ntegra, como Josas, pero la verdad solo endurece al corazn engaoso.
Antes de un sermn, el hipcrita habla muy espiritualmen
te: Lo que mande Dios, lo haremos. Pero despus, est ms
lejos de obedecerle que antes. El hipcrita oye, ayuna y ora, pe
ro para su mal. Cada ordenanza es una puerta abierta para que
Satans entre a poseerlo ms plenamente: como Judas descu
bri en la ltima cena.
3. La fuerza consoladora de la sinceridad
La sinceridad levanta la cabeza del cristiano por encima del
agua y lo hace flotar en las olas de la prueba con santa presen
cia y nimo valiente. Resplandeci en las tinieblas luz a los
rectos (Sal. 112:4), no solo cuando haya pasado la noche, si
no en las tinieblas tambin. La afliccin que corroe el corazn
del hipcrita se hace alimento vigoroso para la gracia y el con
suelo del sincero.
[377]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

El gozo del hipcrita, como las cuerdas de un instrumento,


cruje en el mal tiempo; pero la sinceridad mantiene afinada el
alma en todo tiempo. Los inestables dejan que las circunstan
cias controlen su nimo: gozosos al sol, tristes en la lluvia. Es
te es el camino del corazn vacilante. Algunas pruebas debili
tan su alma y la destruyen como el fro invierno mata el cuer
po dbil. Pero la afliccin ayuda al cristiano a crecer, unindo
lo an ms a Cristo. La prueba lo lanza a los brazos del Seor,
como la abeja vuela a la colmena antes de la tormenta. Se go
za aquel que tiene por suave almohada el regazo de Jess.
La sinceridad mantiene abierta la boca del cristiano para re
cibir el dulce consuelo que mana de la Palabra y el Espritu. Re
almente, esta es la meta de todas sus promesas. Pero la hipo
cresa es como un hombre con la garganta inflamada, que arde
interiormente pero no puede tragar nada para apagar ese fue
go que el pecado ha encendido en su alma. Cuando Dios ofre
ce sus preciosas promesas, su conciencia le dice: No pueden
ser para ti; no ests bien con Dios. Seguramente comprenders
que la Palabra de Dios es para los sinceros, pero t qu eres?.
Qu diferencia hay entonces entre el hipcrita y el rico de
la parbola en el Infierno? Este hombre atormentado arde y no
consigue ni una gota para enfriarse la lengua. Cuando el hip
crita arde con la afliccin, no se le ofrece una gota, sino un ro,
una fuente de agua la sangre de Cristo, pero no la puede
beber. Su boca est cerrada y no hay forma de abrirla. Su hi
pocresa acecha como un perro guardin en la puerta y no de
ja que se le acerque el consuelo. Cual est peor, el que no tie
ne pan, o el que lo tiene y no puede comer?
Nadie es ms astuto y listo que el hipcrita. En la prosperi
dad repele con destreza las amonestaciones y evita los consejos
de la Palabra. En la afliccin, cuando se despierta la concien
cia, disputa cualquier aliento que proceda de la Palabra. Aho
ra que es preso de Dios, no se le puede acercar ningn consue
lo. Si Dios habla cosas aterradoras, quin hablar de paz?
Entrgalos al endurecimiento de corazn; tu maldicin caiga
sobre ellos (Lm. 3:65).
La palabra hebrea que aqu habla de endurecimiento su
giere un escudo que cubre; segn cierto comentario, denota una
[378]

El cinturn espiritual de la verdad

enfermedad que segn los mdicos constrie el corazn como


con tapadera, que bloquea todo alivio. Este es el endureci
m iento del hipcrita en la afliccin, una vez avivada la con
ciencia, cuando Dios le llena de una conviccin asombrosa de
su pecado. Pero ahora examinemos algunas clases de afliccin,
mostrando el consuelo que en cada una de ellas ofrece la inte
gridad.
a) La sinceridad apoya al alm a frente
a los reproches del hom bre

No son pruebas nimias; se conocen entre los mrtires como


vituperios, dignos de recordarse entre los sufrimientos de
Cristo (cf. He. 11:36). La grandeza sin par del espritu de Jess
no solo se evidenci en su paso por la cruz, sino menospre
ciando el oprobio que las lenguas viles de sus enemigos san
guinarios amontonaron sobre l (He. 12:2). La mente humana
ambiciosa no puede soportar la vergenza. El dolo que ella
busca y paga a gran precio es el aplauso.
Digenes se puso una vez desnudo sosteniendo un montn
de nieve, atrayendo a los espectadores que admiraban su resis
tencia, hasta que alguien le pregunt si hara lo mismo sin que
nadie le viera. El hipcrita se alimenta de elogios; vive del alien
to de las alabanzas humanas. Cuando estas faltan, su corazn
le duele decepcionado; pero cuando la aprobacin se vuelve es
carnio, muere por no tener la aprobacin de Dios y s los re
proches del hombre.
Sin embargo, la integridad apoya al alma contra el viento de
la vanidad humana, porque tiene a la conciencia y a Dios mis
mo como avales de su carcter en las pruebas. La buena con
ciencia y el Espritu de Dios obran juntos para dar gozo al cris
tiano ante los reproches. No importa que el granizo de la acu
sacin martillee la puerta y el techo; el cristiano est a salvo.
David es un buen ejemplo de la seguridad que ofrece la in
tegridad: En esto conocer que te he agradado, que mi enemi
go no se huelgue de m (Sal. 41:11). Haba cado en grave pe
cado, y la mano de Dios lo disciplinaba cuando sus enemigos
decidieron culparle de hipocresa: Cosa pestilencial se ha apo
derado de l (v. 8). Podra caer ms bajo? Su mejor amigo se
[379]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

haba vuelto contra l y Dios le dejaba sufrir despus de su


error. Pero el alma de David no desfalleci: Dios le dio tal con
suelo interior que desech el desprecio de sus enemigos al ins
tante. Sus reproches eran como la nieve que se derrite al caer.
De dnde obtuvo David esta santa grandeza espiritual?
En cuanto a m, en mi integridad me has sustentado, y me has
hecho estar delante de ti para siempre (v. 12). Como si dijera:
Seor, T no me tratas como mis enemigos; si solo hubiera
una llaga pecaminosa en mi vida, se posaran sobre ella como
moscas. Pero T pasas por alto mis tropiezos y perdonas mi pe
cado. Ves mi justicia y la mantienes con toda mi debilidad. Me
admites a tu presencia y me comunicas amor y favor aun cuan
do la obediencia se mezcla con el pecado. La misericordia de
Dios se une a la integridad, y el Salmo termina con alabanza:
Bendito sea Jehov, el Dios de Israel, por los siglos de los si
glos. Amn y Amn (v. 13).
Cristiano, vivimos una poca muy crucial. El que est tan
preocupado por proteger su nombre que no tolere sufrir por
Cristo ni soportar el barro lanzado por las malas lenguas con
tra l, tendr que buscar su propio camino al Cielo. Pero aun
que la integridad no garantice los lujos de un viaje en primera
clase, libre de problemas, tampoco dejar que el barro en tu
manto contamine tu alma, calando tu gozo y enfriando tu con
suelo interior. Los reproches externos se pueden soportar y lle
var triunfalmente como una corona, si no tienes que luchar con
una conciencia que te reproche desde dentro.
La integridad har ms que consolarte ante la calumnia. No
solo apagar las llamas que te lanzan las lenguas encendidas
por el Infierno, sino que te sostendr ante la persecucin fsica,
si Dios la permite. La integridad te hace temer el pecado. No te
atreves a extender la mano y tocar una brasa viva; pero la in
tegridad te dar valor para arder, y abrazar con gozo las llamas
del martirio. El Libro de los M rtires de Foxe, por ejemplo,
menciona a un siervo de Cristo italiano que escuch a los ofi
ciales discutiendo acerca de quin comprara la lea para que
marlo en la hoguera. Y en una ltima demostracin de virtud
y espritu pacificador, se ofreci para pagar l mismo la factu
ra!
[380]

El cinturn espiritual de la verdad


b) La sinceridad fortalece el alma bajo la afliccin de Dios
El Padre deja que sus hijos justos atraviesen muchas clases de
afliccin. Veamos como nos libra de todas ellas.
1. La sinceridad es un compaero consolador. Sobre todo,
el hipcrita teme caer en manos de Dios; y este temor est jus
tificado, porque la ira de Dios es algo grave. Es como el asesi
no cuya pena de muerte est claramente escrita en la sentencia,
y que se da por muerto una vez encerrado en la prisin. La es
posa de Job le ri por bendecir a Dios cuando su mano lo azo
taba duramente: An retienes tu integridad?. No vea ms
que los duros golpes del Cielo y la ofenda la confianza de Job.
Este la llam insensata, pero no expres ninguna ira ante Dios
(cf. Job 2:9,10).
La integridad capacita al cristiano para pensar y hablar bien
de Dios. El rostro del hombre engaoso se oscurece y su cora
zn se hincha de veneno contra Dios. No le permite salir de su
boca, pero corroe sus pensamientos ntimos. Ya que este infeliz
no ama a Dios, no tiene lugar en su alma para reflexionar so
bre su bondad. Se queja y murmura y olvida las abundantes
bendiciones que Dios le proporcion en el pasado, y se rinde a
la amargura por sus problemas presentes. Prefiere maldecir a
Dios que asumir la culpa.
Pero el cristiano ntegro atesora ideas tan dulces acerca de
Dios que sus meditaciones lo sumen en la paz, y no se le ocu
rre hablar indignamente de la gloria y la bondad divinas. Lo ve
mos en el caso de David: Enmudec, no abr mi boca, porque
t lo hiciste (Sal. 39:9). Tanto su alma como su cuerpo esta
ban afligidos a la vez; se hallaba triste y enfermo, pero se acor
daba de la fuente de su afliccin: Viene de tu mano, Seor, y
yo te amo; de forma que lo acepto sin temor. A fin de cuentas,
T podras haberme lanzado al fuego en lugar de postrarme en
cama; as que acepto con accin de gracias mi correccin. As
acept el golpe sin devolverle a Dios palabras de amargura o de
ira.
La integridad capacita al alma para esperar el bien de Dios.
Hasta un corazn de piedra se rompera al leer los clamores
tristes del alma de David cuando senta la agona de su carne y
su alma. Pero aun en esta tormenta, ech el ancla en Dios:
[381 ]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Porque en ti, oh Jehov, he esperado; t responders, Jehov


Dios mo (Sal. 38:15). Su expectacin del bien de Dios absor
bi la amargura del dolor: Aunque afligido yo y necesitado,
Jehov pensar en m (Sal. 40:17). Su condicin era lastimo
sa, pero mayor era su consuelo: Dios no me ha abandonado.
Piensa en m da y noche, y obra para hacerme bien.
Job demostr su integridad con la confianza en Dios que ex
presaba desde el ms profundo conflicto de afliccin: He aqu,
aunque l me matare, en l esperar; no obstante, defender de
lante de l mis caminos, y l mismo ser mi salvacin, porque
no entrar en su presencia el impo (Job 13:15-16). Job afir
maba: Si no fuera ntegro, no podra creer y apelar a Dios
cuando me mate.
Sin embargo, el hipcrita no se atreve a entregarse a Dios
cuando su cuello est en la picota con el cuchillo divino en su
garganta. De ser posible, nunca volvera ante l, porque su con
ciencia le dice que Dios lo conoce demasiado como para que
rer hacerle bien. Entonces, cuando Dios empieza a afligirlo,
huele el fuego infernal en su alma. Aunque la nube de su aflic
cin no sea mayor que la palma de la mano, se extender has
ta que la noche eterna le rodee con las tinieblas del Infierno.
2. La sinceridad consuela al creyente cuando el xito visible
no corona su vida. Prueba dolorosa es la del pastor que agota
sus fuerzas durante veinte aos predicando el evangelio ante
una congregacin burlona, ignorante y profana, sin ms vida
que los bancos en los que duermen. A una madre le cuesta gran
dolor parir a su hijo, pero mayor es la angustia de la que alum
bra a un hijo muerto. Este es el dolor del pastor que tiene un
pueblo de corazn muerto. Pero Dios siempre ha llamado a sus
siervos ms eminentes para los trabajos ms duros.
La integridad alivia la afliccin y suministra lo necesario pa
ra soportarla. Pablo se dio cuenta de que no poda llevar al Cie
lo a todo aquel que le oyera predicar. Para muchos, el evange
lio era olor de muerte para muerte (2 Co. 2:16). El aroma del
evangelio era una peste fatdica que anticipaba y resaltaba su
condenacin. El mdico amable se duele al ver a sus pacientes
morir entre sus manos, pero da gracias a Dios que le lleva en
triunfo en Cristo Jess (v. 14). Pero cmo va a regocijarse
[382]

El cinturn espiritual de la verdad


el pastor cuando las almas caen en el Infierno bajo su ministe
rio? No se alegra por su muerte, pero tampoco es culpable de
su sangre; no porque estn malditos, sino que invirti todo lo
que Dios le dio en su salvacin. Pues no somos como muchos,
que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sin
ceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en
Cristo (v. 17).
Si Pablo hubiera echado alguna calabaza silvestre de error
en su doctrina, o hubiera mezclado algn ingrediente suyo con
lo que Cristo el gran Mdico orden, no tendra razn para go
zarse. Pero predic el evangelio puro con corazn ntegro, pa
ra poder triunfar primero en el Salvador que lo hizo fiel. Saba
que se encontrara de nuevo con los incrdulos en el Ultimo Da
y testificara en su contra, votando con Cristo para su destruc
cin eterna.
Oigo como todos los fieles pastores de Cristo le rinden cuen
tas en el lenguaje de la oracin de Jeremas: Ni dese da de
calamidad, t lo sabes (Jer. 17:16). Avisamos a aquellos in
felices porque la vida de sus almas nos era preciosa. Hubira
mos sacrificado nuestra vida temporal por salvar sus almas pa
ra la eternidad, pero nada de lo que hacamos ni decamos les
haca cambiar de parecer. Fueron al castigo eterno a pesar de
toda oracin, lgrima y clamor de tu Palabra, que se interpo
na entre ellos y el Infierno. Los pastores sinceros pueden le
vantar la cabeza con gozo, pero los rebeldes atormentados ten
drn que agacharla de vergenza al mirar a Cristo, aunque
ahora miren a los predicadores con resentimiento rebelde por
invadir su terco derecho a decidir.
Cuando no veas brotar la simiente que sembraste con tu
ejemplo santo, con instruccin y correccin oportuna, consu
late. David andaba en medio de su casa con integridad (cf. Sal.
101:2). Pero tambin tuvo fallos: un hijo le sali incestuoso,
otro se lav las manos en la sangre de su hermano, y otro co
dici la corona de su padre. Pero an en la confusin de sus re
laciones familiares, David descans en paz en el lecho de muer
te: No es as mi casa para con Dios; sin embargo, l ha hecho
conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y ser
guardado (2 S. 23:5). Haba hecho lo mejor que pudo; y he
[383]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

aqu la prueba de su inclusin en el pacto divino, que era todo


su deseo y salvacin.
Es decir, que cuando la ira de Dios inunda una nacin como
olas irresistibles por las brechas del pecado, los justos se ponen
en la brecha para rogar por la vida de la nacin y Dios no les
responde. Pero aun entonces, la integridad ser un dulce apoyo
si hay que participar de la adversidad nacional.
Hasta en el caso de los justos amados por Dios como No y
Daniel, a veces Dios niega la liberacin de un pueblo que est
bajo el castigo de su juicio. Jeremas testificaba valientemente
contra los pecados de su poca e intercedi fervorosamente por
el pueblo; pero no pudo convertirlo con su predicacin ni ale
jar la ira de Dios con sus oraciones. Por fin los judos le pidie
ron que no profetizara ms contra ellos, y Dios lo mand dejar
de orar por el pueblo.
El juicio planeaba como el guila que acecha la presa. Lo
nico que consolaba el corazn de Jeremas, henchido de dolor
por el pecado de Israel, era la memoria de su integridad perso
nal ante Dios y el hombre: Acurdate que me puse delante de
ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira (Jer.
18:20). En otras palabras: Seor, no puedo obligar a esta ge
neracin rebelde a arrepentirse de su pecado, y parece que no
soy capaz de convencerte para que anules tu decreto de casti
go, pero he sido fiel en mi puesto delante de ti y de ellos.
Al contrario, el terror y un espritu atemorizado ser la por
cin de los hipcritas ante el juicio. Pasur fue enemigo empe
dernido de Jeremas y del mensaje proftico de Dios. Se esfor
z mucho por tranquilizar al rey con esperanzas vanas de das
dorados que se acercaban. Todo en contra de la Palabra del Se
or en boca de Jeremas! Cuando el juicio de Dios cay como
un torrente, Jeremas derrib el refugio imaginario dicindole a
Pasur que conocera personalmente la ira de Dios en su vida,
adems de compartir la calamidad general del pueblo (Jer.
20: 1- 6).
3. La sinceridad fortalece al creyente que est privado de la
oportunidad de servir a Dios. Si un siervo de Cristo pudiera es
coger su afliccin, escogera cualquier cosa antes que soportar
el dolor de ser un instrumento roto, inservible para Dios. Un
[384]

El cinturn espiritual de la verdad


siervo devoto valora su vida por las oportunidades que se le
brinda de glorificar a Dios.
Cuando Dios hubo promocionado y honrado a Jos en tie
rra extraa, este no pens carnalmente en sus logros persona
les, sino que interpret toda la serie de acontecimientos como
venidos de la mano de Dios. Aun siendo segundo en rango y
poder despus del rey, vio su puesto como una ocasin para ser
vir a Dios preservando a su pueblo, consistente entonces en su
familia paterna: Dios me envi delante de vosotros, para pre
servaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por me
dio de gran liberacin (Gn. 45:7).
Es una triste afliccin cuando desaparecen las oportunida
des de servir a Dios y el creyente queda a un lado. Pero el con
suelo viene al recordar su fiel administracin para Dios del
tiempo y los talentos. Considera como muy penoso que Dios ya
no lo use como antes, pero no lamenta que la obra de Dios si
ga sin l. Aunque muera, Dios vive para cuidar su obra. La ro
tura de una cuerda, o de todas ellas, no puede acallar la msi
ca de la Providencia divina, que es capaz de tocar a placer sin
utilizar ninguna criatura como instrumento.
Al corazn cristiano le duele ser sacado de la obra en la que
puede glorificar a Dios. Pero tiene esta verdad preciosa que nin
gn ladrn terrenal puede robarle: cuando sinceramente desea
servir a Cristo de corazn en alguna obra, Dios lo da por he
cho. El deseo de David de construir el templo estaba tan cum
plido a los ojos de Dios como si hubiera podido terminarlo l
solo.
En el ltimo da, muchos con corazones dadivosos sern re
compensados como grandes benefactores, aunque no tenan ni
ropa que dar ni pan que compartir con los pobres de la tierra:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundacin del mundo. Porque tuve hambre, y
me disteis de comer... (Mt. 25:34,35). No lo dijo a los ricos,
sino a los que compartieron su alma con los hambrientos.
Escucha, querido alma, hecha ntegra por Dios, y consula
te. Puede que tengas una posicin baja segn el mundo, y tus
bienes terrenales no sean casi nada; tu trabajo puede parecer
poco importante, sin prestigio alguno. Pero deseas andar en la
[385]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

verdad del corazn y ser acepto en el Padre en cada momento


de la vida? La integridad es un pjaro que canta tan dulcemen
te en tu seno como si fueras el monarca ms famoso de la tie
rra.
El amor y favor de Dios, la devocin a Cristo, y las precio
sas promesas que en l son s y amn traen consuelo y re
frigerio tanto al mayor de los creyentes como al menor de la fa
milia de Dios. No se trata de cunto hayamos hecho por Cris
to, sino lo que hemos hecho por l con integridad: Bien, sier
vo bueno y fiel (Mt. 25:21). No es: Bien hecho, porque has
llevado a cabo grandes empresas y gobernado reinos; o has si
do un predicador famoso en tu poca. Sino porque: Has si
do fiel, aun en el rincn ms insignificante del mundo.
Cuando Ezequas estaba en su lecho de enfermedad, no le
cont a Dios los grandes proyectos espirituales que haba con
cluido, aunque ninguno haba hecho ms que l. Solo le recor
d la integridad de su corazn: Oh Jehov, te ruego que te
acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con n
tegro corazn, y que he hecho lo que ha sido agradable delan
te de tus ojos (Is. 38:3).
4. La fuerza de la sinceridad contra la tentacin
Tienes poder para repeler la tentacin cuando la nica arma
de defensa que te queda es la prohibicin divina del pecado, o
alguna flecha sacada de la aljaba del evangelio, tal como el
amor de Jess por ti o el tuyo por l?
Tal vez la tentacin se haya urdido tan a tu conveniencia que
puedas pecar y guardar tu reputacin. Ya que la puerta trasera
est abierta, puedes entrar en secreto; nadie se enterar, y en
apariencia no habrs sacrificado nada de tu entrega cristiana.
Pero entonces Dios se levanta y su Espritu te dice que eso va
contra su gloria y es inconsecuente con tu profesin de amor.
Qu haces ahora? Puedes informar a Satans de que el peca
do no te vencer, hasta que puedas reconciliar el pecado con
tra Dios y el amor hacia l? De ser un hipcrita, no podras re
sistirte al pecado ms que el polvo lo hace al viento.
El corazn falso pronto se rinde al vencedor, pero el cristia
no ntegro se alienta aun cuando pierde terreno. La justicia ha[386]

El cinturn espiritual de la verdad


ce subir al alma ms alto en los propsitos santos contra el pe
cado por las mismas cadas. Una vez habl [esto es, con peca
do], mas no responder; aun dos veces, mas no volver a ha
blar (Job 40:5). David pidi a Dios tiempo para recuperar su
fuerza espiritual antes de morir. No quera abandonar el cam
po de batalla derrotado. Deseaba seriamente vivir para recupe
rar lo perdido contra el pecado con arrepentimiento y victoria
sobre l. Solo entonces podra dar la bienvenida a la muerte.
Era como el capitn malherido que pidi a alguien que lo le
vantara el tiempo suficiente para ver al enemigo batirse en re
tirada.
Intenta tratar a tu alma de forma imparcial. Qu efecto tie
nen tus cadas y fallos? Si desgastan el filo de tu conciencia pa
ra que no te reprenda duramente por el pecado, si sobornan tus
emociones para la contemporizacin, tu corazn no est bien
delante de Dios. Pero si meditas venganza contra el pecado que
te derrot, entonces eres ntegro.
5. La importancia de luchar por la sinceridad
Sin la sinceridad no soportamos la tentacin ni nos levantamos
una vez cados. David saba que necesitaba mayor gracia cuan
do dijo: Crea en m, oh Dios, un corazn limpio, y renueva un
espritu recto dentro de m (Sal. 51:10). Qu necedad es cons
truir una casa con las vigas en llamas! Sin embargo es verdad:
lo que edifique el hipcrita quedar en nada. Hay un fuego sin
apagar el poder de la hipocresa intacta que consumir su
profesin.
6. La bendicin de la sinceridad
Las coronas y joyas reales no se pueden comparar con el valor
de la sinceridad, porque la verdad crear en ti un corazn a se
mejanza de Dios. Nada har que te parezcas ms a l en la sen
cillez y pureza de su naturaleza. Cuando le preguntaron a
Amn qu deba hacrsele al hombre a quien el rey se compla
ca en honrar, dio por sentado que el rey se refera a l y vol
hasta donde le llev su ambicin. Escogi vestirse con la ropa
real! Cuando Dios te da la integridad, reviste tu alma con su
propia vestidura: Me vesta de justicia, y ella me cubra; como
[387]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

manto y diadema era mi rectitud (Job 29:14). El manto de la


justicia te hace ms conquistador que Alejandro Magno, quien
triunf sobre un mundo de hombres. Pero t has derrotado a
un mundo de deseos y demonios.
Alguna vez has mirado un sapo y dado gracias a Dios por
que te hizo hombre, y no una criatura tan fea? Tanto ms agra
decido debes estar porque te haya cambiado del hipcrita que
eras por naturaleza, en un cristiano justificado. Lactancio pre
gunt: Si un hombre escogera la muerte en lugar de tener la
cara y la forma de un animal, aunque pudiera conservar el al
ma humana, cunto ms miserable ser que la forma de un
hombre lleve el corazn de un animal!. El hipcrita est peor
an, porque lleva un corazn de bestia bajo el disfraz de santo.
7. La certeza de la sinceridad contra el miedo a la apostasa
Ya hemos sealado que la sinceridad no siempre evitar los tro
piezos y la duda, pero tu pacto de sangre con Cristo te preser
var de la apostasa final. Puesto que el suministro de gracia en
tu mano es pequeo, es fcil poner en duda tu seguridad: Me
llevarn realmente al final del viaje estas dbiles piernas? Es
tas pocas monedas la escasa gracia en mi corazn podrn
pagar todos los gastos hasta el Cielo, las muchas tentaciones y
las costosas pruebas de la fe?.
La respuesta es: No. El pan de hoy no bastar para ali
mentarte toda la vida. Pero tienes un pacto! No te ha ense
ado Dios a orar por el pan de cada da? Si sigues diligente
mente su llamamiento a diario, su bendicin suplir todo lo ne
cesario.
Tienes un Proveedor de pan diario espiritual. Tienes un
Hermano precioso, un Esposo que ha ido a propsito al Cielo,
donde hay gracia de sobra, a fin sostener tu alma en este mun
do exigente de tensin y de presiones. Todo poder est en su
mano: l acude al Suministro y enva lo que necesitas. Podrs
entonces morir de hambre cuando Aquel que tiene la plenitud
de la gracia se encarga de cuidarte?
Las dos monedas que dej el samaritano no bastaban para
pagar la manutencin y recuperacin del herido, de forma que
dio su palabra de pagar lo necesario cuando volviera. Cristo no
[388]

El cinturn espiritual de la verdad


solo da un poco de gracia de su mano, sino mayor gracia
(Stg. 4:6), la necesaria para llevarnos al Cielo consigo: Gracia
y gloria dar Jehov. No quitar el bien a los que andan en in
tegridad (Sal. 84:11).
8. Aviso: No te glores en la sinceridad
Es verdad que la integridad te da poder para resistir la tenta
cin y te levantar del pecado, pero quin da el poder a la in
tegridad? De dnde sale la raz que alimenta tu virtud? No de
tu propio terreno, sino del Cielo. Solo Dios te sostiene a ti y tu
integridad en esta vida: el que la dio, la mantendr. El Seor es
tu fuerza; que l sea tu cancin. Qu puede hacer el hacha, por
muy afilada que est, sin el leador? Se jactar acaso de cor
tar algo? O lo har el cincel de lo que ha tallado? No es por
el arte y la habilidad del escultor? Cuando te resistes a la ten
tacin solo hay una verdad que declarar: Si el Seor no hu
biera estado a mi lado, habra cado.
Aunque el Salmo promete gracia y gloria al recto, Dios no
dar la gloria de su gracia a la rectitud. David, por ejemplo,
afirm su rectitud y coment como le haba preservado: Fui
recto para con l, y me he guardado de mi maldad (2 S.
22:24). Declar de qu manera Dios haba testificado acerca de
su justicia dndole su recompensa: Por lo cual me ha recom
pensado Jehov conforme a mi justicia; conforme a la limpieza
de mis manos delante de su vista (v. 25). Pero para evitar los
aplausos a su propia bondad, pronto matiza: Dios es el que
me cie de fuerza, y quien despeja mi camino (v. 33). Es co
mo si David corrigiera la imaginacin de sus oyentes: No me
interpretes mal: no puedo atribuirme el mrito de mis victorias
y justicia. Dios lo hizo todo; es mi fuerza y mi poder. Me en
contr siendo yo un hombre torcido en un sendero torcido, pe
ro nos ha hecho a m y a mi camino perfectos y rectos.
9. Teme la hipocresa, no la afliccin
Creedme amigos, que la afliccin es inofensiva para el ntegro.
No puede crecer lo bastante para separarlo del consuelo y el
gozo. Aun en la afliccin ms recia, el cristiano lleno de gracia
puede ahorrarse lgrimas para gastarlas en el hipcrita que va
[389]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

camino al Infierno. Se consuela ms en sus aflicciones que los


que lo ven. Un piadoso moribundo pregunt a la criada que es
taba junto a su cama por qu lloraba. No temas le asegu
r, mi Padre celestial no me har dao.
La afliccin no es agradable para la carne, pero despus de
conocer los dulces consuelos que Dios enva a sus prisioneros,
cantamos un cntico nuevo. Al principio, el pjaro lucha con
tra las varillas de la jaula y revolotea para mostrar su disgusto
ante la restriccin, pero luego canta ms dulcemente que en la
libertad.
Entonces, no pienses tanto en la afliccin, sino gurdate de
la hipocresa. Si el lecho de afliccin te es duro e incmodo,
confa en Dios. Qu horrible sera clamar en la hora de la muer
te: Seor, Seor, ten piedad de m!, y que Dios te respondie
ra: Nunca te conoc. No es la voz del cristiano ntegro, sino
la del hipcrita, la que grita en el lecho de angustia.
Qu hars si caes en las manos de Dios, con quien tu reli
giosidad ha jugado y a quien ha intentado manipular en tu pro
vecho? Dios ha sabido en todo momento que realmente no lo
amabas. Si el anuncio de Jos: Yo soy Jos vuestro hermano,
el que vendisteis para Egipto humill tanto a sus hermanos
que no podan seguir en su presencia por el sentimiento de cul
pa, cmo ser or la voz de Dios en la ltima hora? Soy Dios,
de quien te has burlado, de quien has abusado y a quien has
vendido para disfrutar de tus placeres. Por qu acudes ahora?
No tengo para ti ms que un Infierno que te atormente por to
da la eternidad.

[3901

Captulo 7

Sexta consideracin:
La coraza del cristiano
Y vestidos con la coraza de la justicia (Ef. 6:14).

a segunda pieza de la armadura encomendada a todo sol


dado de Cristo es la coraza, hecha del metal de la justicia:
Y vestidos con la coraza de la justicia.

El significado de la justicia
1. La justicia legal
Tres cosas componen la justicia segn la ley que Dios exiga del
hombre bajo el antiguo pacto, el pacto de las obras: De la jus
ticia que es por la ley Moiss escribe as: El hombre que haga
estas cosas, vivir por ellas (Ro. 10:5). Examinemos ms de
cerca esta justicia legal.

a) Obediencia perfecta a la ley de Dios


Esta obediencia tena que ser perfecta de forma extensiva, en
cuanto al objeto; e intensiva, en cuanto al sujeto. Uno tena que
guardar toda la ley de todo corazn, porque el menor fallo lo
negaba todo.
b) Obediencia personal por el hombre justo
En su pacto, Dios no tena otra cosa que el compromiso del
hombre con su acatamiento. No haba avalista ni garante que
lo respaldara. En caso de incumplimiento, era necesario que
Dios exigiera la deuda a cada uno personalmente.
c) Obediencia perpetua
De quebrantarse la ley, aunque fuera por un solo pensamiento
malo, no caba en el pacto el arrepentimiento. Aunque se lle[391]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

vara una vida posterior inmaculada, segua siendo imposible


reparar la desobediencia.
Estaramos desesperados ahora mismo si no pudiramos
entrar en el ejrcito de Cristo sin obtener primero esta clase de
coraza! La justicia de Adn estaba fundida con su ser: su cora
zn y la ley estaban unidos, como un rostro corresponde a su
imagen en un espejo. Le era tan natural la justicia como ahora
lo es para sus descendientes la injusticia. En la creacin, Dios
grab su propia imagen de justicia y santidad en el hombre. Su
diseo era tan perfecto que no cambi ni aadi nada, sino que
lo vio todo muy bueno (Gn. 1:31). Como obra maestra de su
creatividad, Dios hizo al hombre recto, y a imagen de Dios
lo cre (Ec. 7:29; Gn. 1:27).
Pero a causa del pecado de Adn, se contamin nuestra na
turaleza, y ahora esta nos contamina a nosotros. Por ello, la co
raza de Adn esto es, su justicia no le valdra a ningn me
ro hombre. Aunque Dios salvara al mundo entero por un hom
bre realmente justo como en su momento ofreci perdonar a
Sodoma por diez, ese justo no se podra encontrar.
La Palabra divide a toda la tierra en judos y gentiles, y el
apstol no teme arrancar el barniz religioso de cada uno: To
dos estn bajo pecado (Ro. 3.9). Ni siquiera el ms santifica
do que haya vivido jams se considerar santo en aquel tribu
nal. David dice: No entres en juicio con tu siervo; porque no
se justificar delante de ti ningn ser humano (Sal. 143:2). El
hombre nunca ms podr volver a enfrentar la vida contento
con la justicia legal, porque Dios ha clavado la madera de
aquella puerta y abierto un camino mejor.
2. La justicia evanglica
Esta justicia es doble: imputada e impartida. La justicia impu
tada es lo que obra Cristo para el creyente, o sea, la justifica
cin que lo hace justo ante Dios. Esta es la justicia de Dios
(Ro. 3:21). Por otra parte est la justicia impartida, que es la
que Cristo obra en el creyente.

a) La justicia impartida se lleva a cabo en y por Cristo


Aunque esta justicia no sea inherente en los hijos de Dios, reci[392]

La coraza del cristiano


bimos el provecho de ella por la fe, como si la hubiramos efec
tuado nosotros. Por eso Jess se llama Jehov, justicia nues
tra (Jer. 33:16).

b) Dios orden la justicia imputada como base de nuestra


justificacin y fundamento de la aceptacin de la justicia
impartida
Esta justicia pertenece a la cuarta pieza de la armadura el
escudo de la fe, y se la llama la justicia de la fe, porque
se aplica por fe al alma (Ro. 4:11). Por tanto, la justicia que se
compara aqu con la coraza es la justicia de santificacin, im
partida por Cristo al espritu del creyente. Este don es un prin
cipio sobrenatural implantado en el corazn de todo hijo de
Dios por la poderosa obra del Espritu Santo. Es la nica ma
nera como los cristianos podemos buscar la aprobacin de
Dios y del hombre, y la nica manera de cumplir aquello que
exige la Palabra. Ahora estudiaremos esta obra del Espritu de
Dios en mayor detalle.
1. El obrero eficaz: el Espritu Santo. Si el Espritu de Dios
no est en la raz, no se hallar fruto del Espritu alguno (o
sea, santidad) en las ramas (G. 5:22). Ser sensuales y no
[tener] el Espritu van inseparablemente unidos (Jud. 19).
Cuando el hombre cay, perdi tanto el amor de Dios hacia l
como su semejanza con Dios.
Cristo restaura ambas prdidas a los hijos de Dios: la pri
mera, por su justicia imputada a ellos, y la segunda por su Es
pritu que vuelve a impartirles la semejanza de Dios, consisten
te en la justicia y santidad de la verdad. Solo el hombre pue
de impartir su propia naturaleza y engendrar un hijo suyo; y
solo el Espritu de Dios puede producir la semejanza con Dios
haciendo partcipe al hombre de la naturaleza divina.
2. La obra producida: un principio sobrenatural de vida nue
va. Un principio de vida. Aunque el cristiano sea pasivo en la
produccin de esta vida, despus es activo, cooperando con el
Espritu en toda expresin de santidad, no como instrumento
inerte en manos del msico, sino como hijo vivo en manos de su
Padre. Entonces el hijo es guiado por el Espritu de Dios a una
actitud dulce y poderosa inclinada a la santidad (Ro. 8:14).
[393]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Un principio de vida nueva. La obra del Espritu Santo no


consiste en avivar o recuperar lo que est decayendo, sino en
generar vida en lo que est completamente muerto: l os dio
vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados (Ef. 2:1). Cuando el diablo nos tienta, viene como un
orador para persuadirnos con argumentos; pero el Espritu de
Dios viene como Creador al convertirnos. Satans saca y en
ciende la basura que encuentra apilada en el corazn, pero el
Espritu Santo pone en el alma algo que nunca antes estuvo all:
lo que la Palabra llama la simiente de Dios (1 Jn. 3:9). Esto
es Cristo formado en ti, la nueva criatura, y la ley puesta
por Dios en el hombre interior, que Pablo llama la ley del Es
pritu de vida en Cristo Jess (G. 4:19,6:15; Jer. 31:33; Ro.
8: 2) .
Un principio sobrenatural. As lo distinguimos de la justicia
y santidad de Adn, que le eran tan naturales como para noso
tros ahora lo es el pecado. Si no hubiera cado, la justicia nos
habra llegado tan naturalmente como ahora nos llega su peca
do, multiplicado por todas las generaciones. La santidad era
tan normal para el alma de Adn como la salud para su cuer
po, porque ambas haban resultado de los principios puros
concebidos y nacidos del corazn de Dios.
3. La tierra en que el Espritu siembra la santidad. Y por
cuanto sois hijos, Dios envi a nuestros corazones el Espritu de
su Hijo (G. 4:6). No hay ningn hijo en la familia de Dios
que no se parezca a su Padre: Cual el celestial, tales tambin
los celestiales (1 Co. 15:48). Ningn otro pueblo aparte de los
hijos del Seor tiene esta marca de verdadera santidad. Pablo
concluye que no tenemos el Espritu de Cristo si vivimos se
gn la carne (una vida profana), y no podemos ser suyos si
no tenemos el Espritu para santificarnos (Ro. 8:9).
Pero en un sentido ms amplio, existe una santificacin en
los que no son hijos de Dios. La Palabra dice que los hijos de
los creyentes son santos, aunque no sean todos hijos de Dios
(1 Co. 7:14). Hay muchos que pretenden la santificacin sin al
canzarla; pero la obra que la Palabra llama santidad y justicia
solo atae a los hijos de Dios. No santificar a ninguno sino a
aquellos para quienes Cristo pide a su Padre que los santifique:
[394]

La coraza del cristiano


estos son sus elegidos particulares entregados a l por Dios
(Jn. 17:17).
4. La fuerza espiritual de este principio. El corazn, princi
pio de la vida fsica del cuerpo, bombea la sangre desde el mo
mento de infundrsele esa vida. As, en Cristo Jess, la nue
va criatura no nace muerta; la verdadera santidad no es un
hbito tedioso que duerme para evitar confrontar el pecado y
hacer el bien (G. 6:15). La mujer sanada por Cristo se le
vant y les serva (Mt. 8:15).
En cuanto el Espritu Santo implanta este principio de vida
nueva en el corazn, el hombre se levanta para esperar en Dios
y servirle con todas sus fuerzas. La semilla que el Espritu Santificador pone en el alma no se pierde ni muere en tierra, sino
que pronto demuestra su vida por el fruto.
5. La naturaleza imperfecta de este principio. La santidad
evanglica dispone al creyente a la obediencia, pero no garan
tiza la capacidad automtica de hacerlo plenamente. Mara ro
g: Dime dnde lo has puesto (Jn. 20:15), implicando que
quera llevarse el cadver de Jess sobre sus hombros, un deseo
que ella no poda cumplir. Su afecto era mucho ms fuerte que
sus espaldas.
As, pues, el principio de la santidad en el creyente hace que
intente cargar con un deber que casi no puede mover; puede
hacer poco ms que desear de corazn verlo cumplido. Pablo
esboza su propio carcter desde la sinceridad de su voluntad y
su esfuerzo, no desde la perfeccin de sus obras: Orad por no
sotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, dese
ando conducirnos bien en todo (He. 13:18). Estaba tan dis
puesto a seguir a Dios en la santidad, que no vacilaba en rei
vindicar una buena conciencia aunque no lograra todo lo de
seado.
6. La uniformidad de este principio. La verdadera santidad
no separa lo que Dios ha unido: Habl Dios todas estas pala
bras (Ex. 20:1). Dios dio primero los cuatro mandamientos
que ataen a s mismo, y luego los seis que conciernen al hom
bre. Un corazn realmente santificado no quiere saltarse ni bo
rrar ni una sola palabra escrita por Dios, sino que desea cum
plir toda la voluntad divina.
[395|

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

7. El orden de obediencia. A Dios y al hombre: primero


a Dios, luego al hombre. Este es el orden de una vida santifica
da. Pablo dice que los de Macedonia se dieron primeramente
al Seor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios (2 Co.
8:5). El cristiano primero obedece a Dios y, luego, por obede
cer su voluntad, sirve a su hermano.
8. La regla de la justicia. En el cristianismo no escribiremos
ni un rengln recto sin una regla, ni tampoco lo haremos con
una regla falsa. Toda norma fuera de la Palabra es un regla fal
sa: A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es
porque no les ha amanecido (Is. 8:20). Los requisitos de la Pa
labra son las reglas del Espritu de Dios; la santidad apcrifa
(marginal, dudosa o extraa) no es verdadera santidad.
Por qu se compara la justicia con la coraza
1. La coraza protege la parte central del cuerpo
Una pualada es mucho ms mortal cerca de los rganos vita
les que en los puntos ms alejados de la fuente de la vida. Se
puede sobrevivir a una herida en el brazo o la pierna, pero si
est en el corazn es como una sentencia segura de muerte. As,
la santidad y la justicia preservan lo ms importante del cris
tiano: su conciencia y su alma. El dao a sus bienes o sus in
versiones terrenales no toca ni hace peligrar su vida ms que lo
pueda hacer el afeitarse la barba o cortarse las uas.
Una daga espiritual el pecado que busca la preciosa al
ma es el arma letal que Satans utiliza para apualar la con
ciencia (Pr. 6:26). Esta es la saeta [que le] traspasa [el] cora
zn al joven que corre tras la lujuria como el ave que se apre
sura a la red, y no sabe que es contra su vida (Pr. 7:23). La jus
ticia y la santidad son protecciones divinas para defender la
conciencia del creyente de toda herida del pecado.
2. La coraza da valor al cristiano
No hay gran diferencia entre un ejrcito atemorizado y un ejr
cito muerto. Un soldado muerto har tanto efecto como uno
desalentado paralizado por la ansiedad; su corazn ha sido ata
cado y est muerto en vida. Un pecho desnudo expone el cora[396]

La coraza del cristiano


zn palpitante del soldado; pero el torso bien defendido con
hierro templado se aventurar sin temor a primera lnea.
La justicia, al defender la conciencia, llena a la criatura de
valor frente al peligro y la muerte; pero la culpa desnudez del
alma ata al pecador ms fuerte en el cepo del temor: Huye
el impo sin que nadie lo persiga; mas el justo est confiado co
mo un len (Pr. 28:1).
Igual que las ovejas se asustan por el ruido de sus propios
pies al correr, el pecador se abruma por el rugido de su propia
culpa. En cuanto Adn supo que estaba desnudo, tuvo tanto te
mor de la voz de Dios como si nunca antes le hubiera conoci
do. No podemos recuperar el valor hasta recuperar la santidad:
Si nuestro corazn no nos reprende, confianza tenemos en
Dios (1 Jn. 3:21).
El vnculo entre la coraza y el cinturn
La palabra y ata esta pieza de la armadura firmemente al
cinturn, y nos hace conocer la unin benvola de la verdad
con la santidad, como las cortinas del tabernculo. Es abomi
nable separar algo que Dios ha unido as. Recuerda: la verdad
y la santidad van siempre juntas.
1. La verdad en la doctrina
Un juicio ortodoxo que sale de corazn profano y vida carnal,
es tan feo como lo sera la cabeza de un hombre sobre los hom
bros de un animal. El desgraciado que conoce la verdad pero
practica el mal es peor que el ignorante. Si eres esclavo del dia
blo, poco importa por dnde te une con l la cadena, por la ca
beza o por el pie. Te tiene tan firmemente sujeto por el pie (en
los actos) como por la cabeza (en la blasfemia).
Cristiano, tu maldad es mayor por cometerse en presencia
de la verdad. Muchos caen en la iniquidad por errores de jui
cio; pero tu juicio te indica otro camino, a no ser que preten
das amontonar ms pecado engendrando iniquidad con la mis
ma verdad.
Los pecadores pierden en las tinieblas el camino al Cielo,
o son desviados por un juicio errneo que, si se corrige, los
[397]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

puede llevar de nuevo al camino santo. Pero t pecas a la ple


na luz de la verdad, y te encaminas temerariamente al Infier
no a pleno da. Esto hace que favorezcas al mismo diablo,
que distingue la verdad del error como cualquier ngel, pero
se niega a guiarse por aquella.
Si un solista cantara una hermosa meloda con su voz, pe
ro con la mano taera otra cancin, los acordes disonantes
ofenderan ms al odo que si cantara lo mismo que tocaba.
Cantar verdad con el juicio, a la vez que entonamos maldad
con el corazn, es ms abominable a Dios que la armona
que forman el mal juicio y la vida profana.
Hann no habra irritado tanto a David si le hubiera ata
cado con 20 000 hombres, como lo hizo al maltratar a sus
embajadores de forma tan vil. La hostilidad abierta expresa
da por los pecadores en su vida no provoca tanto la ira de
Dios como la deshonra despreciable que infligen a su verdad,
la cual l envi para hacerlos libres. Cuando Dios ve cmo
desprecian los hombres su verdad encarcelndola para que
no ejerza ningn gobierno sobre sus vidas, se enciende el fue
go consumidor de su ira. Andar en oposicin a la luz de la
verdad divina es una decisin peligrosa.
2. La verdad del corazn
La verdad y la santidad deben permanecer unidas. Uno solo
finge ser sincero si su vida no es santa. Dios no reconoce la
sinceridad profana: es una contradiccin en trminos. La sin
ceridad ensea al alma a apuntar hacia el nico fin digno de
todos sus actos: la gloria de Dios. No basta con volverte pa
ra mirar la meta, hay que andar en el camino correcto que se
dirige a ella. Nunca llegaremos si nos salimos del camino que
su Palabra nos indica.
La santidad y la justicia forman el camino de la persona sin
cera, trazado por Dios mismo como la avenida que debe seguir,
tanto para la gloria de Dios como para ser glorificado por l.
Aquel que intente tomar un atajo queda expuesto al dolor y la
derrota. Si dice haber encontrado una forma nueva de glorifi
car a Dios que Dios no ha planeado, entonces tendr que en
contrar un nuevo Cielo que Dios no ha preparado!
[398]

La coraza del cristiano


El Infierno est lleno de buenas intenciones; hay mucha
gente buena all, cuya vida no demostraba su honradez
bsica. Quin creera el argumento de aquel que dice que
su pozo est lleno de agua pura y dulce, cuando su cubo so
lo contiene agua sucia y enlodada? Afirmas tener un cora
zn recto y pensamientos morales, cuando todo lo que sale
de tu vida es malo? Seguramente t mismo no lo crees!
I. POR QU TODO CRISTIANO DEBE
PONERSE SIEMPRE LA CORAZA
Hemos repasado el terreno y trazado los planos; ahora hay
que poner la piedra angular del cimiento y construir una so
la estructura de verdad en cuanto a la coraza de la justicia.
Es esta: El que pretenda ser cristiano ha de mantener el po
der de la santidad y la justicia en su vida y conducta. No bas
ta con tener la coraza de la justicia, tambin hay que ponr
sela.
El justo tiene una obra de gracia y santidad en el corazn,
igual que los vivos poseen el principio de vida en ellos. Pero
el justo mantiene el poder de la santidad al ejercerla con vi
gor en su andar diario, igual que el corazn da fuerza a cada
parte del cuerpo humano para su trabajo. Jernimo describi
as la vida de los primeros cristianos: La sangre de Cristo
estaba an caliente en sus venas. Conocan la importancia
de ir siempre vestidos con la coraza de la justicia, bien cei
da para que no se soltara por negligencia, ni se rompiera por
el pecado de la arrogancia.
En los primeros das del cristianismo, el carcter del cris
tiano se distingua del mundano por su andar santo conti
nuado. Zacaras y Elisabet eran justos delante de Dios, y
andaban irreprensibles en todos los mandamientos y orde
nanzas del Seor (Lc. 1:6). Diariamente Pablo intentaba
tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los
hombres (Hch. 24:16). Los que seguimos esta misma fe de
bemos consagrarnos al comportamiento puro, para andar en
santidad y justicia como ellos.

[399]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

1. Dios quiere que sus hijos sean santos


Esto debe bastar para que todo creyente corresponda al deseo
del corazn de Dios. Uno merece que se borre su nombre del
Libro de Cristo si no permanece dispuesto a marchar o hasta
correr adelante a la orden del Maestro. David, que haba ser
vido a su propia generacin segn la voluntad de Dios (Hch.
13:36), hizo del cumplir los deseos divinos la meta de su vida.
Todo corazn tocado por el imn del amor de Dios desear lo
mismo.
Toda ambicin personal del cristiano sincero se resume en
esta: hacer la voluntad de Dios en su propia generacin. Toda
su oracin es: No se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc.
22:42). Su nico propsito es descubrir y cumplir la buena vo
luntad de Dios, agradable y perfecta (Ro. 12.2). Ahora quie
ro mostraros que la voluntad de Dios es la santificacin de sus
hijos. Esta constituye un hilo de plata que atraviesa todos sus
diseos.

a) En sus decretos
Por qu escogi Dios a algunos, dejando que otros se hundie
ran en el tormento y la miseria? El apstol nos dice: Nos es
cogi en l antes de la fundacin del mundo, para que fusemos
santos (Ef. 1:4). No porque Dios pensara que seramos santos
en nosotros mismos, sino porque resolvi hacernos santos l
mismo. Es como si un hbil carpintero viera un bosque en su
terreno todos los rboles iguales, sin ninguno mejor que
otro y marcara cierto nmero, apartndolos en su mente, de
cidido a hacer con ellos objetos maravillosos.
As escogi Dios a algunos de toda la humanidad y los apar
t para tallar su imagen de justicia y santidad en ellos. Se trata
de una obra de tal calidad que cuando la haya terminado, la en
sear a los hombres y los ngeles, y ser ms bella que el mis
mo universo.
b) Al enviar a su Hijo al mundo
Los ngeles gloriosos que contemplan el rostro de Dios conti
nuamente estn dispuestos a volar al instante adonde l los en
ve. Pero Dios tena una obra tan importante que no confi en
[400]

La coraza del cristiano


sus siervos para hacerla, sino en su Hijo Unignito. Obsrvese
el motivo de su corazn en esta gran empresa: Se dio a s mis
mo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para s un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tit. 2:14).
Si el hombre hubiera conservado la justicia que Dios origi
nalmente cre en l, se habra ahorrado el dolor de Cristo,
porque l vino para recuperar la santidad perdida del hombre.
Ni la gloria de Dios, ni la felicidad del hombre, se podan al
canzar sin que se restaurase esa santidad. De la misma mane
ra que Dios es glorioso en la santidad de su naturaleza y obras,
as tambin es glorificado por la santidad de los corazones de
su pueblo.
Cuando la naturaleza humana carnal cede a la influencia
del pecado, puede glorificar a Dios y desafiarlo a la vez? Si el
propsito de Cristo hubiera sido nicamente perdonar al hom
bre sin restaurar su santidad, sera un ministro del pecado, y
el hombre tendra libertad ilimitada para deshonrar a Dios.
La felicidad del hombre estriba en su semejanza con Dios y
en la comunin con l. Pero debe ser como Dios antes de que
Dios pueda complacerse en l. Adems, Dios ha de agradarse
plenamente en el hombre antes de permitirle tener comunin
con l, de forma que Cristo obra el milagro de santificar a su
pueblo: Sed santos, porque yo soy santo (1 P. 1:16).
Pablo estaba bien justificado al llamar a todos los impos
enemigos de la cruz de Cristo (Fil. 3:18). Cristo vino para
destruir la obra del diablo, pero el caminante descuidado in
tenta destruir la obra de Cristo. El Seor Jess ha derramado
su sangre para redimir a las almas de la mano del pecado y de
Satans, para que puedan servir libremente a Dios sin temor,
en santidad. Pero el cristiano independiente si a tal se puede
considerar cristiano niega al Seor que lo compr y gravita
hacia su antigua esclavitud, de la cual Cristo lo redimi a un
precio inestimable.

c) En la obra regeneradora del Espritu


Ya que es la voluntad de Dios hacer justo a su pueblo, l pro
mete: Os dar un corazn nuevo, y pondr un espritu nuevo
dentro de vosotros (Ez. 36:26). El corazn antiguo bastara
[

401]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

para realizar la obra subyugante del diablo. Pero dado que


Dios tiene un puesto ms alto para su pueblo, su poderoso Es
pritu libera al pecador de la mazmorra del pecado y lo lleva a
su corte personal de servicio. As los despoja de la ropa de con
victo y los hermosea con las virtudes de su Espritu. Esto es la
regeneracin.
Cuando Dios mand edificar el Templo con tanto esmero y
materiales tan costosos, quiso dedicarlo para usos santos. Pe
ro aquella estructura no era ni de lejos tan gloriosa como el
templo espiritual del corazn regenerado, hechura de Dios
mismo (Ef. 2:10). Por qu ha sido Dios un Artesano tan com
pasivo? Leemos que sus hijos son creados en Cristo Jess pa
ra buenas obras, las cuales Dios prepar de antemano para
que anduvisemos en ellas.
Por tanto, el propsito exaltado de Dios para el hombre re
salta la injusticia del cristiano y falla un veredicto ms severo
por su pecado que por el de los dems, ya que se ha cometido
contra tan grande obra de su Espritu. Un pecado cometido en
el Templo era ms grave que el mismo pecado cometido en ca
sa, por ser el Templo un lugar sagrado. Ya que el cristiano es
t consagrado, sus pecados profanan el templo de Dios. El pe
cado del hombre natural es como un robo, al hurtarle a Dios
la gloria debida; pero el pecado del cristiano es un sacrilegio,
pues le roba la santificacin que la profesin de fe le ha pro
metido.
Seguramente es mejor no arrepentirse, que arrepentirse del
propio arrepentimiento. La Palabra dice que es preferible no
prometer sino entregarnos a l, que despus maquinar la for
ma de eludir la promesa (Ec. 5:5). Para hacerlo, el cristiano ha
de mentir gravemente al mundo: decir que ha encontrado al
gn fallo o iniquidad en Dios, el cual le ha hecho cambiar de
opinin y no seguirle.
En resumen, el Espritu Santo consagra a Dios al cristiano
y tambin lo dota de nueva vida procedente de l: [Vosotros]
estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Ef. 2:1). Cuan
do Dios sopl en el hombre un alma racional, determin que
este cumpliera sus propsitos de santidad y justicia, sin seguir
la manera de vivir de los hombres carnales. Dios lo dijo clara[402]

La coraza del cristiano


mente: Por tanto, de la manera que habis recibido al Seor
Jesucristo, andad en l (Col. 2:6).
Pablo culpa a los corintios de vivir por debajo de su llama
miento, como mundanos, en pasiones corruptas: No sois car
nales, y andis como hombres? (1 Co. 3:3). Algunos pecan
contra la luz de Dios en su conciencia; eso es lo peor que pue
den hacer. Pero al comportarte de forma impa, cristiano, pecas
contra la misma vida de Dios que hay en tu corazn.
Mientras ms antinatural sea un pecado, ms horrible es.
No es natural que una madre mate al hijo que hay en su vien
tre. Pero por tu andar impo matas al hijo de la gracia que hay
en tu alma. Se considera a Herodes un criminal sanguinario por
querer matar al Cristo recin nacido; intentars t continua
mente asesinar al Cristo recin formado en tu corazn y, al mis
mo tiempo, escapar a la ira de Dios?

d) En la Palabra y las ordenanzas de Dios


La Palabra de Dios es a la vez semilla para engendrar la santi
dad en el corazn del cristiano y comida para alimentarla; ca
da parte de ella contribuye abundantemente a este plan.
1. En lo preceptivo. Esa parte de la Palabra de Dios pro
porciona una perfecta regla de santidad para el camino, que no
es variable ni ambigua como las reglas humanas. Tales leyes a
menudo se hacen a la medida de mentes torcidas, como un sas
tre arregla una prenda para el cuerpo retorcido que la llevar.
Los mandamientos de Dios son acordes con su naturaleza san
ta, no con los corazones profanos de los hombres.
2. Las promesas. Dios las ha dado como estmulos para
hacernos andar por el camino de la santidad. Pero las prome
sas estn plasmadas con tanto esmero que un corazn profa
no no puede reclamar ninguna. Dios ha puesto la espada ar
diente de la conciencia en el pecador para evitar que guste del
fruto de este rbol de vida. Si un impo osa tocar el tesoro en
cerrado en las promesas, no puede guardarlo mucho tiempo;
tarde o temprano Dios le hace soltarlo como Judas tir las
treinta monedas de plata. Su conciencia le hace saber que no
es dueo legtimo de ellas. Los falsos consuelos obtenidos de
las promesas, como las riquezas, se harn alas [...] y vola[403]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

rn huyendo del impo precisamente cuando cree que son


suyas (Pr. 23:5).
3. Las advertencias. La amonestacin y la advertencia de la
Palabra corren como un ro arrollador a cada lado del camino es
trecho de la santidad y la justicia, listo para hundir a toda alma
que no lo siga. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo con
tra toda impiedad e injusticia de los hombres (Ro. 1:18).
4. Los ejemplos. La bondad de Dios no nos deja sin ejemplos
para que los sigamos. Las promesas divinas se confirman me
diante los cristianos que han abierto camino de santidad para
nosotros, y con fe y paciencia han obtenido estas promesas en
el Cielo. Qu consuelo para nosotros que subimos la cuesta tras
ellos! Pero Dios tambin ha aadido ejemplos de hombres imp
os que condenaron sus propias almas al Infierno. Sus restos apa
recen en las playas de la Palabra, expuestos a la vista por la lec
tura, para que no nos engullan los pecados que los ahogaron a
ellos en el Infierno. Estas cosas sucedieron como ejemplos para
nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codi
ciaron (1 Co. 10:6).
Como el mdico que prepara el mismo medicamento de va
rias maneras para hacerlo ms eficaz y avivar al paciente, el Se
or da su Palabra en las ordenanzas de los sacramentos, la ora
cin, el or o la meditacin. Su Palabra es el tema de todas ellas
y su propsito en cada una es el mismo: santificar a sus hijos. En
tonces, las ordenanzas divinas son las venas y arterias por las que
Cristo lleva su sangre vital de santidad a todo miembro del Cuer
po mstico. La Iglesia es el huerto, Cristo la fuente, y toda orde
nanza un canal para regar los campos, hacindolos ms fructfe
ros para la justicia.
5. En todas sus providencias. A los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su pro
psito son llamados (Ro. 8:28). De la misma manera que Dios
utiliza todas las estaciones del ao para producir la cosecha, tan
to el fro y la nieve del invierno como el calor estival, as tambin
emplea el bien y la desgracia, las providencias gratas y las des
agradables, para fomentar la santidad. La providencia invernal
mata los hierbajos del deseo y la estival hace madurar los frutos
de justicia.
[404]

La coraza del cristiano

Aun cuando Dios nos aflige es para bien, para hacernos par
tcipes de su santidad. Bernardo de Claraval compara las aflic
ciones con la pequea y dura carda que se utilizaba antao pa
ra limpiar y suavizar la tela. Dios ama tanto la pureza de sus
hijos que nos frotar con mucha energa para eliminar la su
ciedad incrustada en nuestra naturaleza: l prefiere ver un roto
antes que una mancha en el manto de sus hijos.
A veces la direccin soberana de Dios es ms suave, y cuan
do permite que su pueblo se siente a la orilla soleada del con
suelo, apartado de los fros vientos de la afliccin, es para ha
cer subir la savia de la gracia y acelerar el crecimiento de la san
tidad. Pablo lo entenda al exhortar a los romanos: Os ruego
por las misericordias de Dios, que presentis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (Ro. 12:1). Esto im
plicaba que Dios espera un rdito razonable de su misericordia
para con nosotros.
Cuando el granjero abona la tierra, piensa recibir una cose
cha mejor; tambin Dios lo espera, al prodigar su misericordia.
Por ello censuraba a Israel por su ingratitud: Y ella no reco
noci que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le mul
tipliqu la plata y el oro, que ofrecan a Baal (Os. 2.8). Dios
se air por el adulterio de Israel a sus expensas.
Ciertamente el Padre no quiere que sus hijos gusten de co
sas inmundas. El alimento que Dios desea para s y para sus hi
jos se compone del fruto agradable de la justicia y santidad, pa
ra saborear el cual Cristo entra en su huerto: Vine a mi huer
to, oh hermana, esposa ma. He recogido mi mirra y mis aro
mas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he be
bido (Cnt. 5:1).

2. Satans desea la impiedad del pueblo de Dios


El designio del demonio contra la santidad es tan fuerte que
siempre tiene un no para el s de Dios. El diablo se deleita en
morar en el hombre. Hasta cuando emple a la serpiente, fue
para engaar a Eva. Si l escogiera una vctima, siempre sera
el ser humano, el nico capaz de pecado e injusticia.
Del mismo modo que Satans prefiere morar en el hombre,
tambin antepone el poseer el alma de este a su cuerpo. Nada
[405]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

menos que la mejor habitacin de la casa le sirve para vomitar


blasfemias y escupir malicia hacia Dios, ya que el alma es el
mbito de la santidad o del pecado.
Entre todas las maneras que Satans utiliz para afligir a
Job, nunca opt por forzar una posesin de su cuerpo. No es
que sintiera lstima de l, sino que esperaba un premio mayor,
que era poseer su alma. Le habra satisfecho mil veces ms que
Job mismo hubiera blasfemado contra Dios (en lugar de hacer
lo l, a travs del cuerpo de Job, escupiendo maldiciones por
boca de este). De ese modo habra sido el pecado de Job, y no
de Satans.
El diablo quiere robarte la santidad. No considera haber ob
tenido la victoria hasta hacer que el cristiano pierda su justicia.
Permite que el creyente tenga de todo, y que sea lo que quiera,
pero que no sea verdadera y firmemente santo. No codicia tus
bienes y placeres mundanos, sino tu santidad. Que sepamos,
Job podra haber disfrutado de sus bienes, hijos y siervos sin
perturbacin infernal alguna, si Satans no lo hubiera recono
cido como santo, temeroso de Dios y apartado del mal (Job
1: 1) .

Pero cuando la rectitud de Job encendi el malvado espritu


de Satans, su ira ardi como una antorcha. Intent quitarle a
Job la coraza de justicia matando a su familia, destruyendo sus
bienes, y castigando su cuerpo con llagas. Tortur a Job como
lo hacen los ladrones con sus vctimas para obligarles a ceder
sus tesoros. Si Job hubiera entregado su bolsa (su integridad)
en cualquier momento a Satans, este le habra desatado ense
guida, sin importarle que recuperara sus bienes, hijos y siervos.
Los lobos desgarran el velln para poder comer la carne de
la oveja y lamer su sangre. Lo que este asesino infernal busca
sorber del corazn cristiano es la sangre de la santidad. Satans
denigra, no una forma de santidad, ni las falsas muestras de
ella, sino su poder. No es el nombre sino ms bien la naturale
za nueva en s lo que saca al len de su guarida.
El diablo puede vivir en paz y confianza como vecino tran
quilo del hombre que se contenta con la reputacin de una pro
fesin vaca. Bien saba que la profesin de Judas no lo alejaba
ni un paso del camino al Infierno: el sutil engaador puede lle[406]

La coraza del cristiano

vare a uno a la condenacin aun con las ordenanzas del culto


cristiano. El corazn codicioso de Judas lo ataba al diablo has
ta mientras escuchaba los sermones de Jess. Por tanto, Sata
ns le dio libertad al traidor para guardar su reputacin por un
tiempo. No le importaba el tiempo que los otros discpulos lo
consideraran devoto; el diablo conoca a su esclavo personal.
En resumen, la santidad supersticiosa no le molesta a Sata
ns. Cmo lo har, si l es el padre de la misma? Desde siem
pre ha sido su propsito minar la santidad genuina del corazn,
pero la Iglesia ha descubierto la maligna conspiracin tramada
contra Cristo y su pueblo. Su falsedad ha sido para el poder de
la santidad como la hiedra para el roble. Los abrazos intempe
rantes de esta santidad hueca propinados a la religin, han aho
gado el corazn de la santidad bblica all donde haya prevale
cido.
Ni siquiera la abundancia religiosa molesta al diablo; l so
lo es enemigo jurado de la santidad en su pureza absoluta, ba
sada en la Biblia y alimentada por el Espritu Santo.
Entonces, la santidad sencilla es la bandera del alma que
desafa abiertamente a Satans y declara su amistad con Dios,
y aquella que el diablo intenta derribar. He aqu el terreno de
la disputa, que no terminar mientras Satans sea un espritu
inmundo y el cristiano un hijo santificado de Dios: Todos los
que quieren vivir piadosamente en Cristo Jess padecern per
secucin (2 Ti. 3:12).
Los perseguidores a menudo intentan disfrazar su malicia
con buenas obras; pero el Espritu de Dios traspasa sus disfra
ces de hipcritas y conoce las instrucciones que reciben del In
fierno. El Espritu de Dios nos dice que la santidad es el blan
co de los dardos de Satans. Por supuesto que hay ms de una
clase de piedad en el mundo, pero el diablo solo se opone a
aquella que es verdadera: Todos los que quieren vivir piado
samente en Cristo Jess.
La sangre cristiana es dulce para Satans, pero mucho ms
la de su piedad. Prefiere separar al cristiano de la piedad antes
que masacrarlo por ella. Pero para no hacerse notar demasia
do, a menudo utiliza artimaas sutiles y expresa su crueldad en
el cuerpo de los cristianos; pero solo cuando no puede cautivar
[407]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

sus almas: Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba,


muertos a filo de espada (He. 11:37). Lo que ms queran los
perseguidores era arrastrarlos al pecado y la apostasa; as pro
baban duramente a los cristianos antes de matarlos. El diablo
lo considera un triunfo total si puede arrebatar la armadura del
cristiano y sobornar su firmeza en la santa profesin de su fe.
El diablo prefiere ver a los cristianos profanados por el pe
cado y la injusticia que por la sangre y el dolor, porque ha
aprendido que la persecucin solamente poda a la Iglesia y
pronto la hace brotar an ms fuerte; pero la injusticia es la
ruina de ella. Entonces, los perseguidores no hacen ms que
arar los campos de Dios mientras l los siembra con la sangre
de los cristianos.

La excelencia del poder de la santidad


1. Solo ocurre en el ser humano
Las criaturas inferiores poseen cierta bondad propia; pero ni
camente las racionales son capaces de una santidad interior. Si
entregamos la corona de la santidad, nos hacemos peores que
las bestias; la rectitud diferencia a un hombre de otro delante
de Dios.
Todos ellos son iguales ante Dios, hasta que se aade el ele
mento de la santidad. Los reyes terrenales cuentan con poder y
prerrogativa para valorar justamente cada moneda. Entonces,
seguro que el Dios soberano tiene ms derecho an a decir: El
justo hace ventaja a su prjimo [...]. Plata escogida es la lengua
del justo; mas el entendimiento de los impos es como nada
(Pr. 12:26; 10:20, RV 1909).

2. Da evidencias para el Cielo


Seguid la paz [...], y la santidad, sin la cual nadie ver al Se
or (He. 12:14). Antes de ser arrebatado al Cielo, Enoc an
duvo en la tierra con Dios; por eso Dios lo quera en el Cielo
con l, porque el Cielo es la morada de toda justicia. Espera
mos llegar all cuando no nos importa el comportamiento san
to ni el ejercicio de la piedad? Lo que Dios ha escrito acerca de
la santidad perdurar; l no borrar ni cambiar su Palabra pa[408]

La coraza del cristiano

ra nadie. O bien renunciamos a la esperanza del Cielo, o deci


dimos seguir el nico camino que nos llevar all. Vana aspira
cin es aquella que no dirige los sentimientos y los pies hacia el
destino deseado.

3. Nos capacita para la comunin con Dios


La comunin con Dios es tan maravillosa que muchos fingen
tenerla sin saber siquiera lo que es. Son como aquel que se jac
ta de conocer al rey sin haberlo visto. El Espritu Santo llama
mentiroso a quien dice conocer al Seor pero tambin mantie
ne la injusticia: Si decimos que tenemos comunin con l, y
andamos en tinieblas, mentimos (1 Jn. 1:6). La comunin es
triba en la unin, y la unin en la similitud. Andarn dos jun
tos, si no estuvieren de acuerdo? (Am. 3:3). Hay una gran di
ferencia entre la comunin con Dios y el conocimiento de las
ordenanzas. Se puede convivir a diario con las ordenanzas y ser
ajeno a Dios. No todos los que andan por palacio tratan al
prncipe.
Las ordenanzas son una especie de lonja donde los cristia
nos establecen acuerdos con Dios mediante su Espritu para los
tesoros celestiales; son una plenitud enriquecida de gracia y
consuelo. Pero dado que el corazn incrdulo no tiene nada pa
ra negociar con Dios, el Padre no le comunica su pura gracia.
Aun la persona santa bajo el poder de la tentacin no puede te
ner comunin con Dios hasta vencer el pecado.
Salomn lo explica as: Como fuente turbia y manantial
corrompido, es el justo que cae delante del impo (Pr. 25:26).
Cunto ms si el cristiano cae delante del impo y cede a la ten
tacin, con su alma enturbiada por la inmundicia! Ninguno be
bemos de un manantial turbio, aunque sea de agua potable, si
no que aguardamos a que se aclare y asiente, cmo podemos
esperar que Dios guste de la comunin con una persona piado
sa antes de que el arroyo de esta fluya claro con arrepenti
miento por el pecado?

4. Proporciona paz
No digo que la paz est fundada en nuestra santidad o justicia,
sino que estas la apoyan y ayudan. No hay paz para los ma[409]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

los, dijo Jehov (Is. 48:22). Tan fcil sera obligar al mar a es
tar siempre quieto como aquietar el corazn incrdulo. La gue
rra en el corazn humano empieza con sus deseos, y parece par
tirlo en dos. Se rompe la paz y esto lo mantiene en tormento
continuo. Pero si el espritu de santidad viene y el cetro de jus
ticia de Cristo controla suavemente la vida, la tempestad se
calma cada vez ms.
Pero la conducta impa de los hombres injustos se pasea por
sus pensamientos como el fantasma de Juan inquietaba a Herodes. Dormidos o despiertos, estn rodeados de los terrores y
miasmas del fuego infernal. Este desasosiego inquieta al hom
bre en toda situacin; no puede disfrutar de los placeres ms
dulces, ni soportar las amargas aflicciones. Por supuesto que
hay formas de adormecer la conciencia y vendar los sentimien
tos del corazn impo temporalmente, pero el efecto de este
narctico pronto pasa, y vuelve el horror con mayor fuerza.
Veamos un ejemplo. Un conocido borracho se sacuda las
amonestaciones de los cristianos que apelaban a su conciencia
tan fcilmente como Pablo se sacudi la vbora de la mano. En
lugar de rendirse a Dios, se apresuraba a pecar ms; fortale
ciendo su mente con una pretendida esperanza de misericordia
divina en Cristo. Pero con el paso de los aos, enferm; y cuan
do le visitaban sus compaeros, se mostraba tan contento y
confiado en la misericordia divina que su falsa esperanza im
pulsaba a estos a entregarse ms an a sus malos deseos. Justo
antes de su muerte, se despert plenamente la conciencia cul
pable del viejo pecador, y el pobre arda en las llamas de sus an
tiguas prcticas mundanas. Al morir clam desesperado: Me
haba preparado una proteccin, y pensaba que todo iba bien,
pero ahora no me sirve!. Su conciencia condenada le arran
caba la esperanza de sus temblorosas manos tan pronto como
estas la aplicaban.
La sangre de Cristo mismo no se adhiere a un alma impeni
tente que mantiene algn pecado en su corazn. Dios arranca
r del altar a quienes corren al mismo pero no huyendo de su
injusticia. Luego les dar muerte ante el mismo santuario en
que tan osadamente haban confiado.
Conocemos el mensaje de Salomn a Adonas: Si fuere
[410]

La coraza del cristiano

hombre de bien, ni uno de sus cabellos caer en tierra; mas si


se hallare mal en l, morir (1 R. 1:52). Es intil creer que po
demos escondernos del clamor de la conciencia acusadora bajo
las alas de Cristo si tenemos iniquidad en el alma. Dios no pen
s nunca afirmarnos en la injusticia, sino salvarnos de ella.

5. Tiene mucha influencia en los dems


Cuando este poder de santidad obra en las vidas cristianas,
afecta intensamente a los espritus de los hombres. Tapa la bo
ca de los impos dispuestos a reprochar la religin y tirar el ba
rro del pecado de un cristiano al rostro de toda profesin de fe
que oyen. Se dice que las ranas dejan de croar al acercarse la
luz. La luz de la vida santificada sirve de candado para los la
bios profanos y obliga al pecador a reconocer a Dios en el cris
tiano: As alumbre vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que est en los cielos (Mt. 5:16). El poder de la santidad no
solo cierra sus bocas, sino que abre sus corazones para que
abracen a Cristo y su gracia.
Una razn de que tantas almas cayeran en la red del evan
gelio en la antigedad es que la divinidad de la doctrina evan
glica era evidente en las vidas santificadas de los cristianos.
Justino Mrtir, al escribir sobre su propia conversin, dijo: La
santidad que brillaba en las vidas de los cristianos, y la pacien
cia que triunfaba sobre la crueldad de sus enemigos a la hora
de la muerte, me hizo llegar a la conclusin de que la doctrina
del evangelio es verdad. Aun Juliano, tan apartado del Reino,
dijo que el cristianismo creca porque los cristianos eran un
pueblo que haca bien a todos y mal a ninguno.
Pero en esta poca, cuando el escndalo salpica el manto de
la justicia del cristianismo, es difcil atraer a los de fuera a la
red del evangelio. Hay animales que, por el mero hecho de de
jar su rastro en la tierra, ahuyentan a los dems durante un
tiempo. Es un hecho triste que, mientras no se borre la mala re
putacin de orgullo, disensin, error y negligencia no habr
mucha esperanza de que corran al cristianismo multitudes de
conversos.
El pastor no puede predicar da y noche puede pasar dos
[411]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

o tres horas a la semana en el pulpito sosteniendo el espejo del


evangelio ante su congregacin, pero la vida de los cristianos
predica toda la semana. Si estn santificados, sirven como re
peticin de los sermones del pastor ante las familias del mun
do, haciendo resonar continuamente el evangelio en los odos
de estas.
Nadie disfruta hablando con uno que tiene mal aliento, y as
pensamos de aquel que nos amonesta. Los cristianos necesitan
una vida perfumada si tienen que reprender y aconsejar. Las
amonestaciones son una medicina buena y fuerte, pero es dif
cil no vomitarla en la cara del mdico. Nada surte mayor efec
to para evitar que se vomite la amonestacin que la santidad
del que reprende: Que el justo me castigue ser un favor, y que
me reprenda ser un excelente blsamo que no me herir la ca
beza (Sal. 141:5). La amonestacin se recibe ms fcilmente
por la autoridad que acompaa la santidad.
Solo el pecador endurecido luchar contra el justo que lo ha
amonestado suavemente como aplicando ungento a una in
feccin, con compasin y amor por el enfermo. As que resulta
fcil ver la gran influencia que el poder de la santidad tendra
en la vida del impo. Y no es menos eficaz cuando se trata de
cristianos.
Cuando un cristiano ve brillar la santidad en la vida de otro,
su propia gracia salta como Juan en el vientre de Elisabet al es
cuchar la voz de Mara. Un cristiano basta para dar vida a to
da una sociedad; por el contrario, la negligencia de un solo cris
tiano profesante pone en peligro a todos sus conocidos. Por
tanto, Dios nos ha encomendado estrictamente: Seguid la paz
con todos, y la santidad [...]. Mirad bien, no sea que alguno de
je de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raz de
amargura os estorbe, y por ella muchos sean contaminados
(He. 12:14-5).
La sarna del lobo no supone peligro para la oveja, ya que no
pasa suficiente tiempo con l para contagiarse. Pero si una in
feccin se introduce en el redil, entre cristianos que se alimen
tan, oran, escuchan, hablan y andan juntos en comunin, hay
gran peligro de contagio. Un cristiano negligente ayuda al dia
blo de forma ms eficaz que tropas enteras de incrdulos. De
|412]

La coraza del cristiano

hecho, Satans tena un puado de pecados y errores con los


que no saba qu hacer, hasta que encontr la forma de con
tratar a profesores impos de la fe como agentes suyos para re
comendarlos y dispensarlos a otros.
En resumen, el que no mantiene el poder de la santidad en
su vida, en cierta medida, se vuelve intil para Cristo. Quieres
orar por los dems? Un pagano podra decir a un hombre mal
vado que callara y no dejase que los dioses supieran de su pre
sencia en un barco al desatarse una tormenta. Quieres conso
lar a los tristes? O aconsejar a un amigo? Pensarn que ests
de broma hasta que no unas a tu recomendacin de la santidad
la santificacin en tu propia vida; esto es, hasta que no te la re
comiendes a ti mismo.

6. La santidad y la justicia son pilares de las naciones


Los justos son los nicos que evitan que el techo de la nacin
se derrumbe encima del pueblo. La presencia de diez justos
podra haber evitado el fuego y azufre que consumi Sodoma y
enterr el pueblo en ceniza. De hecho, se aplaz aquel juicio y
los ngeles destructores retuvieron la mano mientras segua all
el justo Lot: Date prisa, escpate all; porque nada podr ha
cer hasta que hayas llegado all (Gn. 19:22).
Dios nos da otros ejemplos de injusticia y justicia que cam
bian el curso de la historia. Roboam y su reino se fortalecieron
durante tres aos, y podran haber seguido durante otros vein
te, pero su injusticia lo derrumb todo sobre el pueblo y su rey;
esta derrota empez el mismo da que se alejaron de Dios (cf.
2 Cr. 11, 12).
Por otra parte cuando Josas fue coronado, encontr Jud
en pedazos; pero por tener su corazn puesto en Dios, y pre
parado para andar en su presencia, Dios acept la plegaria de
Josas por un pueblo bajo arresto y a las puertas de la crcel.
Su seguridad se vinculaba a la vida del rey, porque pronto des
pus de la muerte de Josas, otra vez la nacin qued sumida
en la ruina (cf. 2 R. 23:25-27).
Cuando Martn Lutero vaticin la nube negra del juicio di
vino contra Alemania, coment a sus amigos que hara lo que
pudiera para alejarla durante su vida; y crey poderlo lograr.
[413]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Pero concluy: Cuando me haya ido, que los que queden atrs
tengan cuidado.
El poder de la santidad se ha deteriorado entre nosotros, en
comparacin con la anterior generacin. El cristianismo est tur
bio y lleno de impurezas, adulterado y profanado entre los cre
yentes profesantes. Sabemos que Dios no lo permitir mucho
ms tiempo. Si Egipto sabe que se avecina una sequa por el ba
jo nivel del Nilo, seguramente podremos ver el juicio inminente
por la cada del poder de la santidad.
Omos como muchos lloran sus prdidas: algunos por amigos
muertos en la guerra, otros por sus bienes y dinero. Pero el gru
po que debe tener el primer puesto entre los que lloran son los
asistentes a la iglesia que han perdido su primer amor. Ha empe
zado un deterioro serio entre ellos por haber perdido la devocin
por Cristo, su verdad, la adoracin, sus consiervos y el andar
santo delante de Dios y del hombre.
Somos un pueblo redimido de incontables peligros y muertes.
En mala hora un hombre rescatado empieza a robar y engaar
de nuevo, en cuanto se le quita la soga del cuello. Ciertamente el
pecado de No aument por emborracharse casi en cuanto lleg
a salvo a la orilla, tras ver que se inundaba toda la tierra ante sus
ojos. Este era el nico justo que Dios haba dejado para sembrar
su mundo de nuevo con semilla santa.
La tierra casi no puede tragar los ros de sangre derramada en
el mundo, y los pueblos siguen quitando los escombros apilados
por las miserias de la guerra. El llanto de las viudas y los hurfa
nos a causa de la espada se oir hasta que mueran. Una vez nos
aterroriz ver a esta nacin como una vela encendida por ambos
cabos, ardiendo diariamente con llamas que se acercaban cada
vez ms. Pero ahora, los que invocan el nombre de Cristo se ol
vidan y se alejan de Dios, prefiriendo el orgullo y el vicio.
Con qu derecho celebramos nuestra paz, cuando el resulta
do de nuestra liberacin es un libertinaje an peor? Es como el
que se cura de la malaria, pero las secuelas le dejan ms dbil que
la misma enfermedad. Sin duda nuestro Dios se entristece vien
do el intercambio: ser librados de la guerra, la pestilencia y el
hambre, e hinchndonos de egosmo, error y un comportamien
to desafiante e impo.
[414]

La coraza del cristiano

Somos un pueblo que ha tenido ms pretensiones de santi


dad y justicia que nuestros antepasados. Si no, qu queran de
cir todas las oraciones a Dios y peticiones al hombre? Hicimos
un pacto de reforma personal y nacional. Estas intenciones tu
vieron tanto eco en otras naciones que nuestras iglesias vecinas
se preguntaban cmo maduraran esos principios gloriosos. Pe
ro ahora, despus de brotar las hojas que dicen a Dios y el
hombre que pueden esperarse frutos nuestros, nuestra condi
cin yerma nos lleva ms cerca de la maldicin que antes, por
desilusionar las justas esperanzas de ambos.
Nada puede salvar la vida de una nacin ni alargar su paz
mediante la misericordia, sino la recuperacin del tan deterio
rado poder de la santidad. Este brote de justicia sera como una
transfusin de nueva sangre para un cuerpo moribundo, que lo
aviva y trae ms das felices que nunca. Pero vamos de mal en
peor, y una muerte lenta llega para nosotros. Cada da respira
mos peor. Si la espada se desenvainara entre nosotros, tendr
amos fuerzas para sobrevivir?

II. CMO EXPRESA EL CRISTIANO


EL PODER DE LA SANTIDAD

En el combate contra el pecado


I. Evita la apariencia del pecado
Andar en santidad significa negarte a pecar, y huir hasta de la
apariencia del pecado. La Palabra de Dios nos manda odiar
hasta la ropa contaminada por su carne (Jud. 23). Una per
sona limpia y cuerda no se lavara las manos en aguas negras;
eso solo lo hara un loco. Pero tampoco se acercara a un des
age como para mancharse en lo ms mnimo mientras est co
miendo. Entonces, el cristiano debe mantener el nombre tan
puro como la conciencia.
Vale la pena plantearnos las tres preguntas de Bernardo de
Claraval ante la duda acerca de cualquier accin. Primero: Es
lcito? Se puede hacer sin pecar? Segundo: Es digno de un
cristiano? El comportamiento de la gente comn es digno del
prncipe? Nehemas saba que su relacin con Dios le haca es[415]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pedal: Un hombre como yo ha de huir? (Neh. 6:11). Final


mente: Es necesario? Se puede hacer sin ofender al hermano
ms dbil?
Aunque alguien pueda montar a caballo a galope sin hacer
se dao, puede causar daos irreparables si galopa por calles
llenas de nios. Hay cosas que se podran hacer si no hubiera
cristianos ms dbiles en el camino, cuyas conciencias tiernas
se pudieran ver atropelladas y magulladas.
Desgraciadamente el sendero cristiano parece demasiado es
trecho para muchos profesantes actualmente: estos necesitan
ms espacio para su actitud liberal, o dejarn atrs del todo su
supuesta fe. La libertad es la diosa Diana de nuestra genera
cin. Vemos la amplia aceptacin de la apariencia profana: pei
nados elaborados y mundanos, modas llamativas y sensuales,
caras pintadas, pechos desnudos. En otros tiempos los cristia
nos slidos censuraban la apariencia y ropa inmodesta, pero
ahora el jurado declara inocentes esas prcticas cuestiona
bles. Muchos se encuentran tan ligados a lo mundano que cre
en que est mal trazar la raya de la libertad cristiana a favor de
Cristo.
Algunos llamados cristianos estn tan lejos de una vida
santa que casi concursan por ver quin se puede acercar ms al
abismo del pecado sin caer. Pero el aviso de Pablo era fuerte y
directo: Apartaos de toda apariencia de mal (1 Ts. 5:22,
LBLA, margen). El que se aventura a la apariencia de mal en el
nombre de la libertad en el Espritu puede encontrarse co
metiendo pecados groseros bajo la apariencia de bien.

2. Lucha contra el pecado por las razones de Dios


Algunos luchan contra el pecado por motivos tan huecos que
Dios casi no nota su victoria. Cuando hemos ayunado y orado,
l nos pregunta: Habis ayunado para m? (Zac 7:5). Pero
si somos abnegados y buenos con los dems, un vaso de agua
fra dado como discpulo (Mt. 10:42, LBLA) vale ms para
Dios que una copa de oro con fines egostas.
Dios quiere que lo que nos hace renunciar al pecado sea su
amor. Los prncipes encabezan sus documentos con su escudo
de armas y sus ttulos reales antes de enviarlos; Dios pone su
[416]

La coraza del cristiano

Nombre glorioso delante de sus mandamientos: Y habl Dios


todas estas palabras... (Ex. 20:1). l quiere que sus hijos san
tifiquen su Nombre en todo lo que hagan.
Igual que el Padre manda a su familia que se aleje del mal,
tambin quiere que por amor a su Nombre lamentemos los pe
cados que cometemos. A veces la pena puede ser tan egosta
que nos contentamos con rescatar nuestra alma de la eterna
condenacin, aunque de alguna manera difamemos la gloria de
Dios. Pero el lamento de un alma salvada corre por otra va:
Contra ti, contra ti slo he pecado (Sal. 51:4).
Hay una gran diferencia entre el que trabaja para otro y el
que es su propio jefe. El independiente asume todas sus prdi
das, pero el siervo que negocia con los bienes de su amo debe
poner toda prdida en esa cuenta. Cristiano, t eres siervo. To
do lo que tienes no es tuyo, sino de Dios. Cuando caes en el pe
cado, debes lamentar el dao que le has infligido a l: He des
honrado a mi Dios y malgastado los talentos que me dio; he he
rido su Nombre y contristado su Espritu.

3. Mortifica el pecado
Una herida oculta puede cubrirse sin que llegue a sanar; es po
sible que el mdico empeore la enfermedad si no elimina la cau
sa. En este caso, la corrupcin, como cal viva, queda dentro de
la persona y arde, aunque ahora est latente como la plvora
en el barril.
Los historiadores dicen que solo por abrir un bal de ropa
que no haba sido oreada y limpiada de la infeccin que hubo
en la casa, se desencaden una terrible peste en Venecia; aun
que la ropa llevaba aos guardada sin causar peligro. As tam
bin, hay algunos que durante aos estuvieron haciendo el pa
pel de cristianos irreprochables antes de tropezar en ciertas
abominaciones como en el caso de la apertura del bal apa
rentemente inofensivo, todo por no haber mortificado el pe
cado. Nada que no sea arrancar la raz del pecado puede satis
facer la vida del cristiano santificado y a su Dios.
Escucha a Pablo, que andaba en el poder de la santidad:
Cada da muero (1 Co. 15:31). El pecado es como la bestia
que casi muere de la herida pero que, con el paso del tiempo,
[417]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

se recupera misteriosamente y vuelve a la actividad. As mu


chos cristianos que mantienen un control rgido sobre la laten
te corrupcin han sido derribados del caballo y arrastrados
precariamente a la tentacin. No siendo capaces de rechazar la
furia del deseo, cuando este gana ventaja resultan quebranta
dos y aplastados por una cada trgica en el pecado.
Si quieres crecer en el poder de la santidad, cristiano, no
abandones nunca la obra de mortificar el pecado, aun cuando
no haya tentacin a la vista. El que sufre alergias toma los me
dicamentos, no solamente despus de un ataque, sino siempre,
para evitarlos. El cristiano debe intentar mantener su alma sa
na a diario, a pesar de lo que digan sus sentimientos. Final
mente, evita la prctica de aquellos que se alimentan bien un
da pero que tragan suficiente basura al siguiente como para re
trasar seriamente su crecimiento en la santidad.

4. Crece en la santidad contraria al pecado


Al igual que todo veneno tiene su antdoto, tambin todo pe
cado tiene una virtud opuesta. El cristiano que quiere andar en
el poder de la santidad, no solo debe intentar evitar el pecado,
sino poseer la virtud contraria. La Palabra nos habla de una ca
sa que permaneci vaca porque no entr en ella el Espritu
Santo despus de haberse echado al maligno. Un cristiano me
ramente negativo dejar el pecado que antes practicaba, sin
acercarse por ello a la santidad. Esto es perderse el Cielo por
disparar corto. Dios no nos preguntar dnde no estuvimos,
sino dnde estuvimos! No basta con no jurar ni tomar el nom
bre de Dios en vano. Dios preguntar: Has santificado mi
Nombre?. No bastar con no haber perseguido a Cristo; Dios
inquirir: Lo recibiste?. Tal vez no odiamos a sus hijos, pe
ro les hemos mostrado amor? Est bien que nunca te hayas em
borrachado, pero te has llenado del Espritu Santo?
Un mdico competente acaba con la enfermedad y fortalece
a la persona. Y el verdadero cristiano no se contentar con de
jar atrs las malas decisiones, sino que intentara seguir ejerci
tndose en las virtudes correspondientes. Ests frustrado e im
paciente por la afliccin? No basta callar tu disputa con Dios;
no pares hasta llevar tu corazn a la dependencia de l. David
[418]

La coraza del cristiano

hizo algo ms que castigar su alma por inquietarse: la mand


confiar en Dios y alabarle.
Tienes algn rencor secreto contra tu hermano? Dios quie
re que apagues esa chispa infernal, pero tambin espera que en
ciendas un fuego celestial de amor que te haga orar por l fer
vorosamente. Cuando tienes pensamientos envidiosos o negati
vos (y quin es tan santo que no los tiene a veces?), acude al
trono de la gracia y protesta con fuerza contra tus pecados, pi
diendo de todo corazn el aumento del bien.

5. Combate el pecado en la vida de los dems


Un ciudadano leal es aquel que no solo trabaja para vivir tran
quilamente bajo el gobierno, sino que est dispuesto a servir a
esa autoridad contra los que se niegan a obedecerla. La verda
dera santidad, como el verdadero amor, empieza en casa; pero
no se queda all. Toma las armas contra el pecado all donde
asome.
Aquel que es tan neutral que no le importa cunto deshon
ran a Dios sus compaeros, bien puede cuestionar su propia ac
titud hacia el pecado. David dice al respecto: No odio, oh Jehov, a los que te aborrecen, y me enardezco contra tus enemi
gos? Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos
(Sal. 139:21,22). Luego le pide a Dios que escudrie su cora
zn: Examname, oh Dios, y conoce mi corazn; prubame y
conoce mis pensamientos; y ve si hay en m camino de perver
sidad... (vv. 23,24). Esta oracin es un modelo de integridad.
Es como si dijera: Seor, hasta aqu llega mi plomada; pero si
fuera posible que el pecado se ocultara donde yo no llego, bs
calo y guame en el camino eterno.

6. Rechaza la vanagloria
Todo cristiano que combate sinceramente el pecado debe re
chazar cualquier tentacin a vanagloriarse por sus triunfos. La
excelencia de la santidad evanglica consiste en la abnegacin:
Si fuese ntegro, no hara caso de m mismo (Job 9:21); esto
es: No me vanaglorio ni me jacto de mi inocencia.
Cuando el talento de un hombre merece atencin y su orgu
llo aumenta en consecuencia, decimos: Ha hecho un buen tra[419]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

bajo, pero lo sabe. Reflexiona demasiado acerca de s mismo


y disfruta excesivamente de su imagen en el espejo de la satis
faccin. Mientras ms alto suben los alpinistas, ms agachan el
cuerpo para mantenerse firmes; el Espritu de Cristo ensea a
los cristianos ese mismo principio: cuanto ms trepamos para
vencer el pecado, ms debemos inclinarnos en abnegacin.
La Palabra manda que nos mantengamos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro Seor Jesucristo
para vida eterna (Jud. 21). Debemos sembrar en justicia y
segar en misericordia (Os. 10:12). Esto es, que los cristianos
sembramos en la tierra para segar en el Cielo. La semilla es la
justicia; y una vez sembrada, no debemos esperar recompensa
de la mano de nuestra santidad, sino de la misericordia divina.

En la adoracin
La misma luz que nos revela la existencia de Dios, nos ensea
que hay que adorarle en santidad. Bajo la ley, Dios era exigen
te en todo aspecto de la adoracin. El Tabernculo, por ejem
plo, se hizo de los mejores materiales; los obreros estaban do
tados de raros talentos; solo se aceptaban los sacrificios exce
lentes; y los que ministraban ante Dios tenan que ser particu
larmente santos. Dios es maravilloso en su adoracin!

1. S consecuente en todas las ordenanzas


Dios odia la parcialidad, especialmente en las ordenanzas res
pecto a la adoracin, todas las cuales proceden de l. Y cierta
mente no debemos rechazar nada que Dios escoja como bendi
cin para sus hijos. l se comunica a s mismo mediante una
variedad asombrosa para mantener alentados nuestros corazo
nes. La esposa busca al Amado en secreto, en casa, sin encon
trarlo; as que sale a la plaza y all encuentra, dice, al que ama
mi alma (Cnt. 3:4).
Sin duda Daniel haba acudido a menudo al trono de la gra
cia, pero Dios reserv la plenitud de su amor, y la revelacin de
algunos misterios, hasta que uni el ayuno a sus oraciones. So
lo entonces l envi un mensajero celestial para darle a conocer
su mente y corazn.
[420]

La coraza del cristiano


El Espritu Santo a veces otorga mayor bendicin en unos
deberes que en otros, para llenar al cristiano de un estmulo ex
traordinario. Un beb mama primero de un pecho, luego de
otro. Mientras David meditaba, un fuego celestial se encendi
en su corazn, hasta que finalmente dicho fuego prendi y se
extendi. El eunuco lea la Palabra cuando Dios envi a Felipe
junto a su carro. Cristo se revel a los apstoles mientras par
tan el pan. Se uni a los discpulos camino de Emas cuando
estos conversaban. Cornelio oraba en su casa y entonces la vi
sin celestial le indic el camino que deba seguir.
Cristiano, cudate de rechazar ningn privilegio de la ado
racin: podra ser la puerta por donde Jess espera entrar a tu
alma! El Espritu es libre. No lo ates a un solo deber, sino es
pera en l efectuando cada uno de ellos. No es sabio dejar pa
sar agua por tu molino que pueda ser til para encaminar tu al
ma al Cielo.
Tal vez no recibes tanta luz como deseas cuando buscas a
Dios en los cultos pblicos. Qu clase de comunin tienes con
l en secreto? He aqu un agujero lo bastante grande como pa
ra que pierdas todo lo que ganas en pblico, si no lo reparas.
Samuel no se sent a la mesa con Isa y sus hijos hasta que Da
vid, el ms joven de estos, estuviera con ellos. Si deseas la pre
sencia de Dios en alguna ordenanza, tienes que recuperar la que
desechaste; puede parecerte la menos importante, pero ser la
que Dios ha escogido para coronarla con su bendicin ms es
pecial para tu alma.

2. Busca las metas de Dios


Dios tiene dos propsitos con la adoracin. Primero, pretende
que lo honremos como Seor soberano. Segundo, la adoracin
es la forma en que comunica su presencia y sus bendiciones a
sus hijos.

a) El homenaje a nuestro Seor soberano


Sin adoracin, cmo declaramos que en l vivimos, nos mo
vemos y somos? Una de las primeras cosas que Dios ense a
Adn y a sus hijos fue la adoracin divina. El que es santo po
ne como lo ms importante en su vida santificar el nombre de

[421]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Dios y darle a l gloria. Un sbdito puede ofrecer un presente


a su prncipe de forma tan ridicula que el gobernante se sienta
ms desdeado que honrado; los soldados se arrodillaron ante
Jess, pero sus corazones se burlaban del Dios Santo.
Nuestro comportamiento revela la opinin que tenemos de
Dios. El que cumple con su deber espiritual en un espritu de
santa reverencia, lleno de fe y temor, gozo y temblor, declara
abiertamente que cree que Dios es grande y bueno, glorioso y
majestuoso. Pero el que adora de forma descuidada y negligen
te, le dice claramente a Dios lo poco y mal que piensa de l.
Los errores en la adoracin ocurren porque la persona no
conoce al Dios que adora. Lo que est grabado en el sello se im
primir en la cera. Los conceptos que tenemos de Dios se re
producen en el culto que tributamos. Abel demostr ser piado
so, mientras que Can revel su maldad. Abel apunt al fin que
Dios le haba indicado para la adoracin: la santificacin del
nombre de Dios.
1. Abel le dio lo mejor a Dios. No ofreci el primer animal
que tena a mano, sino que llev las primicias. No le dio a
Dios lo flaco, guardndose lo gordo, sino que ofreci lo mejor
de lo mejor. Por otra parte: Can trajo del fruto de la tierra
una ofrenda a Jehov (Gn. 4:3), pero la Palabra no especifica
si fueron primicias o lo mejor.
2. Abel dio su corazn a Dios. No esperaba que l se con
tentara con un par de animales. Juntamente con ellos, le entre
g su corazn. Por la fe Abel ofreci a Dios ms excelente sa
crificio que Can (He. 11:4). El culto interior del alma de Abel
fue lo que Dios acept con agrado. Como resultado, Abel ob
tuvo el precioso testimonio de la propia boca de Dios acerca de
su justicia. Por otra parte, Can opinaba que bastara y aun
sobrara que le diera a Dios algo del fruto de la tierra. De ha
ber considerado la identidad de Dios y su propsito al pedirle
una ofrenda, no podra haber razonado que l apreciara un pu
ado o dos de grano, sino como una seal de aquella adoracin
espiritual que espera que acompae al rito exterior.
Cristiano!, cuando te preparas para honrar a Dios recuer
da que l ha de ser adorado como lo que es: Maldito el que
engaa, el que teniendo muchos en su rebao, promete, y sa[422]

La coraza del cristiano


crifica a Jehov lo daado. Porque yo soy el Gran Rey, dice Jehov de los ejrcitos, y mi nombre es temible entre las nacio
nes (Mal. 1:14).
David fue muy concienzudo en cuanto al templo que haba
propuesto en su corazn edificar, porque no era para el hom
bre, sino para el Seor; de forma que prepar a fondo la casa
de su Dios (cf. 1 Cr. 29:1). Nosotros debemos prepararnos pa
ra la adoracin con la misma seriedad y humildad: No minis
tro al hombre tenemos que decirnos, sino al Seor Dios
Todopoderoso.

b) La comunicacin de las bendiciones de Dios


El Salmista habla del monte de Sion, el lugar para adorar a
Dios, donde estaba el Templo. All enva Jehov bendicin, y
vida eterna, dice (Sal 133:3): gracia y consuelo que brotaron
para vida eterna y fluyeron de Dios al hombre. Los cristianos
siempre han sacado su agua de estos pozos: Buscad a Dios, y
vivir vuestro corazn (Sal. 69:32).
Pero las almas que no buscan a Dios en el monte de Sion de
ben morir. El granjero no puede esperar cosechar donde no ha
arado y plantado; el comerciante no se har rico si nunca abre
sus puertas a los clientes. Es igualmente ilgico que alguien es
pere los beneficios de la gracia cuando se niega a seguir los ca
minos de Dios.
Dios hace grandes cosas para los que tienen comunin con
l. El poder de la santidad aparece cuando uno considera prio
ritario el buscar y encontrar a Dios en la adoracin. El estu
diante diligente que va a la universidad, deja las diversiones pa
ra poder entregarse al estudio. El cristiano entregado es movi
do por el Espritu Santo para ir de un aspecto de la adoracin
a otro, como la abeja que va de flor en flor, buscando almace
nar mayor virtud.
El hombre santo no busca a Dios para tener una reputacin
admirable entre los cristianos, o sea, no por las emociones. En
su lugar, es como el mercader que va de puerto en puerto, no
de turismo, sino buscando perlas costosas. El cristiano debe
avergonzarse ms que el mercader que vuelve vaco, sin tesoro.
Observas como los dems se enriquecen en virtud por su
[423]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

participacin en las santas ordenanzas mientras t sales para


do como un pordiosero? Dios ve un hambre preciosa en aque
llos que valoran a Cristo y su gracia como lo ms necesario pa
ra su vida: A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que
no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin
dinero y sin precio, vino y leche (Is. 55:1).
El Espritu Santo alude aqu a la costumbre de los pueblos
martimos: cuando un barco arribaba a puerto, sus mercaderes
iban por la ciudad proclamando la llegada de sus mercancas.
Todo aquel que busque ciertos artculos, venga al puerto don
de pueden comprarse a tal precio, decan. As llama Cristo a
todo aquel que reconoce su necesidad de l y de sus virtudes,
para que acuda a las ordenanzas en donde estos dones se en
cuentran gratis.

En el trabajo
La santidad debe estar escrita en la vocacin profesional del
cristiano tanto como en su culto. El capataz de obra que obe
dece el cdigo municipal es tan esmerado al montar la cocina
como el saln. Por la ley del cristianismo hay que ser tan es
merados en el trabajo secular como en la adoracin. Sed vo
sotros santos en toda vuestra manera de vivir (1 P. 1:15). No
hay que dejar la profesin de fe, como algunos dejan la Biblia,
en el banco de la iglesia.
La capacidad ms sofisticada del hombre la de razonar
gua sus actos ms sencillos, tales como el comer, beber y dor
mir. Igualmente, en el cristiano, la gracia el principio ms al
to debe guiar todo su comportamiento. El cristiano no ha de
comprar y vender como hombre carnal, sino como cristiano.
El cristianismo no es como un uniforme oficial que se deja a
un lado cuando el alto funcionario sale a jugar: Bueno, seor
Tesorero, qudate ah un rato. No; donde est el cristiano, de
be andar vestido de santidad. No debe hacer nada que no de
muestre que es cristiano. El poder de la santidad brilla en nues
tros trabajos respectivos de varias maneras. Mirando el espec
tro completo se ver la hermosura de la santidad (Sal. 96:9)
en la simetra de todas las partes.
[424]

La coraza del cristiano


1. Diligencia
Cuando Dios nos llama a ser cristianos, lo hace para que nos
apartemos del mundo pero no del trabajo. Es verdad que al lla
mar a Eliseo, este abandon el arado; y los apstoles dejaron
sus redes, pero no porque fueran santos. Ellos fueron llamados
a desempear un ministerio en la Iglesia. En la actualidad, al
gunos estn dispuestos a enviar a su pastor de vuelta al arado;
pero ciertamente este se halla sumamente ocupado dando ms
a las almas durante la semana que el laico proporciona a los
cuerpos.
Pero ahora hablo del cristiano privado. Es imposible ser fiel
si no eres diligente en tu trabajo. La ley humana llama vaga
bundo a aquel que no tiene casa; y la Palabra de Dios llama
desordenado a aquel que se niega a trabajar para la gloria de
Dios en su puesto: Porque hemos odo que algunos de entre
vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada (2
Ts. 3:11).
Dios quiere un pueblo de provecho, como ovejas que hacen
bien a los pastos que comen. Toda la gente debera ser mejor
por conocer a un cristiano. Cuando Onsimo se convirti, se
hizo til tanto para Pablo como para Filemn: para Pablo
como cristiano, y para Filemn como siervo (Flm. 11). La gra
cia hizo un siervo diligente de un fugitivo. Un creyente vago es
intil; y mientras el que no trabaja no hace bien a nadie, se ha
ce un ms dao a s mismo.
2. Conciencia
Muchos no necesitan que se les exhorte a ser diligentes. Lo ha
ce su conciencia, por ser este un mandamiento de Dios? No;
porque de ser as, oraran tanto como trabajan; iran cuando
Dios dice: Ve, y pararan cuando l se lo mandara. Si la con
ciencia fuera la llave que abriera su taller el lunes, estara ce
rrado el domingo.
Algunos son como halcones, que vuelan tan bajo tras la pre
sa del mundo que no aceptan los dones ms preciosos de Dios.
Aunque la conciencia los llamara en el nombre de Dios, y les
dijera: Aprtate un tiempo y espera en Dios un da en tu c
mara, seguiran yendo tras el mundo con diligencia codiciosa.
[425]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Se ve claramente el motivo de esta empresa: no es la concien


cia, sino sus propias concupiscencias.
Si quieres andar en el poder de la santidad, debes ser dili
gente en tu trabajo por la presencia de Cristo en ti. Lo mismo
que te hace ferviente en espritu, debe evitar que seas pere
zoso en lo que requiere diligencia (Ro. 12:11). Tu actitud se
r una decisin humilde de agradar al Padre: El Seor me ha
puesto aqu. Soy su siervo en mi taller y debo servirle como
quiero que mis hijos me sirvan y an mejor, porque no son m
os de la misma forma que yo pertenezco a Dios.
3. xito
La persona mundana que no acude a su negocio a diario con
oracin, rara vez vuelve a casa por la noche para dar gracias a
Dios. Empieza el da sin Dios, y sera extrao que lo terminara
con l. La araa que teje su tela de su propio cuerpo, vive en
ella cuando termina; y aquel que lleva su empresa con su pro
pia inteligencia, tiene derecho a ser reconocido como un hom
bre que se ha hecho a s mismo. As es ms fcil para tal per
sona adorar su propia sabidura en vez de a Dios.
Una vez un hombre oy a su vecino dar gracias a Dios por
el buen trigo que creca en sus campos, y reaccion diciendo:
Gracias a Dios? Ms bien gracias al carro del estircol!.
Hablaba como un espritu de la cloaca, ms inmundo que la
carga de su propio carro. Si quieres ser cristiano, debes reco
nocer a Dios en todos tus caminos y no apoyarte en tu propia
sabidura (cf. Pr. 3:6). Esta actitud abnegada te llevar a coro
nar a Dios con alabanza ante el xito en tu trabajo.
Jacob trabaj tanto como cualquier hombre de negocios pa
ra conseguir sus bienes; pero la base de su diligencia fue la ora
cin y la esperanza de una bendicin del Cielo. Atribua sus va
liosos bienes a la verdad y la misericordia de Dios, quien pro
meti proveerle de todo, cuando an era un pobre peregrino
camino de Padan-aram (cf. Gn. 28:2-4).
4. Contentamiento
La necesidad es la maestra que ensea el contentamiento al pa
gano, pero la fe es la maestra del cristiano. La fe ensea al cris[426]

La coraza del cristiano


tiano a disfrutar del suministro de la Providencia con dulce
complacencia, al saber que se trata de la voluntad de Dios pa
ra l. Esa es la santidad triunfante: cuando el cristiano puede
tener contentamiento en la providencia divina, sin importarle el
plato que se le ofrece. Si rene poco, se contenta con una co
mida ligera. Y si mucho, no es ms de lo que puede digerir y
aprovechar para alimentar su virtud. De todas formas, no so
bra nada para engordar su orgullo.
Pablo saba tanto tener abundancia como [...] padecer ne
cesidad (Fil. 4:12). Si a la santidad le quitas el contentamien
to, le robas una de las joyas ms hermosas que lleva sobre el
corazn: Gran ganancia es la piedad acompaada de conten
tamiento (1 Tim 6:6), que no con bienes terrenales impresio
nantes.
5. Prioridades
El mundo es tan invasivo que nos cuesta ser amigos suyos sin
vernos cautivos y atados. Cuando Abraham mostr ms respe
to a Agar de lo normal, ella empez a insolentarse con Sara. Y
nuestra vocacin mundana dar de lado las citas espirituales si
no la controlamos con mano dura. Teniendo esto presente, ve
amos dos maneras importantes de proteger el poder de la san
tidad.

a) El cristiano no permite que su vocacin le robe


el tiempo de comunin con Dios
Podemos ver cmo se desenvuelve a diario la intriga de Sata
ns. Has notado alguna vez que es casi imposible pensar en
servir a Dios y a su pueblo sin que se presente alguna excusa
para estorbarte? Salomn plante as la tctica diablica de la
manipulacin: El que al viento observa no sembrar; y el que
mira a las nubes no segar (Ecl. 11:4). En tanto que uno es
cuche a las distracciones mundanas de la carne, nunca tendr
tiempo de orar, meditar ni tener comunin con Dios.
Es triste cuando el amo tiene que preguntarle al esclavo qu
debe hacer, o el cristiano recibir sus rdenes del mundo pidiendo
el permiso de este para esperar en Dios. El poder de la santidad
puede romper las excusas que lo separan de Dios tan fcilmente
[427]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

como Sansn rompi las cuerdas de lino que lo ataban. La san


tidad libera al cristiano para abrirse camino hasta la presencia
del Seor, aun atravesando los numerosos estorbos mundanos.
David dijo al respecto: He aqu, yo con grandes esfuerzos he
preparado para la casa de Jehov cien mil talentos de oro, y un
milln de talentos de plata (1 Cr. 22:14). Seguramente habra
docenas de causas justas, incluyendo los gastos militares de su
gobierno, que clamaban por el dinero de David; pero igual que
Roma demostr su confianza enviando dinero a las tropas en Es
paa cuando Anbal estaba a las puertas, David prob su con
fianza en Dios planeando la edificacin del Templo en tiempos
de necesidad nacional.
El verdadero creyente aparta un tiempo generoso a diario,
aun en medio de un horario apretado, para tener comunin con
su Padre. Aunque quienes tuviera que pedir a alguien la exten
sin de un crdito, no se atrevera a intentar servir a Dios a me
dias. Cierto hombre devoto sola disculparse con sus invitados
cuando le tocaba el tiempo de su comunin con Dios, diciendo
que le esperaba un Amigo.

b) El creyente no permite que su horario absorba


sus deseos de Dios
Un marido trata con gente todo el da, y le prodiga su energa e
inteligencia; pero no hay nada en su agenda que le haga amar
menos a su esposa y a sus hijos. Cuando llega a casa por la no
che, les lleva su amor tan intacto y vibrante como cuando sali.
De hecho, le supone un alivio alejarse de las presiones del traba
jo y volver a la familia. Esta es una actitud agradable, aunque di
fcil de mantener.
Realmente puedes decir, despus de pasar el da entre ga
nancias y prdidas en el mundo laboral, que le llevas a Dios tu
corazn intacto cuando vuelves a su presencia para esperar en l?
No es fcil estar en el mundo todo el da y sacudrnoslo de no
che para disfrutar de la intimidad con Dios. El mundo trata al
creyente como un nio a su madre; si no puede evitar que se va
ya, llora pidiendo acompaarla. Si el mundo no puede impedir
que entremos en el servicio de Dios, llorar por ir con nosotros
al mismo.
[428]

La coraza del cristiano

En el trato con los dems


1. El poder de la santidad en la familia
No sirve hablar de la santidad si no tenemos el testimonio prc
tico de la santificacin en la familia que Dios nos ha dado. Es
triste cuando los que mejor nos conocen no ven la santidad en
nuestra vida. Pocos tienen la poca vergenza de salir desnudos
a la calle; si cuentan con qu taparse, se visten antes de salir.
Qu clase de persona eres en casa? El marido negligente gasta
su dinero libremente en pblico, pero no alimenta a su familia.
Ser entonces buen creyente si derrocha su fuerza espiritual
por todas partes, dejando poco o nada de Dios para que fluya
de l a su familia?
Algunos hombres famosos que disfrutan de una reputacin di
nmica entre los cristianos, son peores que los inconversos que
cuidan de su esposa e hijos de forma honrada y prctica. Qu
clase de creyente es aquel que acta como un tirano y amarga tan
to el espritu de su esposa que la hace cubrir el altar de Jehov
de lgrimas, de llanto, y de clamor? (Mal. 2:13). Muchas espo
sas que estn lejos de tener una obra de gracia verdadera en el co
razn son obedientes a sus maridos; pero es posible que una es
posa cristiana ande en santidad si perturba toda la casa con su
egosmo sutil y su explosivo mal genio? La autoridad de una con
ciencia natural evita que los criados maltraten con malas lenguas
a sus amos, no estar la gracia a la altura de la naturaleza?
David saba lo unida que est esta responsabilidad cristiana
al corazn de la santidad, cuando dijo: En la integridad de mi
corazn andar en medio de mi casa (Sal. 101:2). Considere
mos cuatro facetas especficas de este poder de la santidad en
las relaciones familiares.
a) Escoger las autoridades

A veces no podemos escoger las relaciones: un hijo no escoge a


su padre, ni el progenitor a su hijo. Pero cuando Dios nos per
mite la libre eleccin, espera que siempre escojamos sabiamen
te.
1. Elige amos espirituales. Cuida de demostrar tu santidad
en la autoridad que escoges para poner sobre ti. Primero, in[429]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

vestiga si el aire de puertas adentro es tan sano para tu alma co


mo el de afuera lo es para tu cuerpo. Te someters volunta
riamente a hombres carnales? Es bastante difcil servir a dos
amos, hasta cuando ambos tienen personalidades parecidas;
pero es imposible servir al Dios Santo y a un hombre carnal
siendo de agrado para ambos.
Si ya ests bajo el techo de una mala autoridad, no olvides
tu responsabilidad hacia ella, aunque esta olvide por completo
a Dios. Tu fidelidad bien podra hacer que buscara al Seor por
tu causa, como hizo Nabucodonosor en el caso de Daniel. Ade
ms, los pecadores sin duda tomarn ms en serio los caminos
de Dios si hay mayor belleza en la vida de los creyentes para
atraerlos al Reino.
Solemos escoger un libro con letra clara y atractiva, pa
sando por alto aquel que tiene la letra borrosa o muy peque
a. Cuntos jefes desechan toda idea de cristianismo porque
sus empleados creyentes trabajan con negligencia y orgu
llo? Se sigue la conclusin inevitable: Pues si este es el re
sultado de tus creencias, Dios me libre de tal religin!.
Cristiano, tu comportamiento intachable es la mejor forma
de dejar ver a los jefes carnales o impos los caminos de Dios.
Aado una sugerencia prctica: Tal vez ests haciendo todo
lo posible por llevar la verdad divina a ese lugar, pero el te
rreno es tan duro y fro que no hay esperanza visible de sem
brar para l all. Entonces, es el momento de pensar en tras
plantarte; si el campo resulta demasiado malo para que siem
bres el cristianismo, tampoco puede ser bueno para tu creci
miento.
2. Elige siervos espirituales. Cuando empleas a una perso
na, escgela tanto para Dios como para ti. Cmo encajar con
tus planes si no encaja con los de Dios? Por supuesto, quieres
que su trabajo sea fructfero, pero en qu anclas esta esperan
za si la mano que hace el trabajo insiste en pecar mientras ac
ta? Altivez de ojos, y orgullo de corazn, y pensamiento de
impos, son pecado (Pr. 21:4).
Pero el siervo santificado es una bendicin. Puede trabajar
duramente, y luego buscar a Dios para hacerte bien: Dios de
mi seor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuen
[430]

La coraza del cristiano

tro, y haz misericordia con mi seor Abraham (Gn. 24:12).


Esta oracin seguramente ayud a Abraham tanto como el
buen criterio de su siervo.
Si plantaras un huerto, buscaras los mejores rboles en lu
gar de malgastar las tierras cultivando espinos. Se pierde mu
cho ms empleando a una persona sin virtud, que teniendo un
rbol estril en el huerto. Mientras David estuvo en la corte de
Sal, vio la desventaja de tener siervos impos. Sin duda este re
conocimiento del mal en una casa desordenada le determin a
exigir el mximo cuando Dios lo pusiera como cabeza de aque
lla familia real: No habitar dentro de mi casa el que hace
fraude; el que habla mentiras no se afirmar delante de mis
ojos (Sal. 101:7).
3. Elige una pareja santificada. El rea especfica en que los
creyentes con mayor frecuencia han revelado su debilidad, aun
histricamente en la Biblia, ha sido al escoger para si cnyuges
inconversos. Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hom
bres eran hermosas, tomaron para s mujeres, escogiendo entre
todas (Gn. 6:2). Sera mejor que los hijos de Dios buscaran la
gracia del corazn en lugar de la belleza fsica, pero hasta ellos
son capaces de desviarse por la hermosura exterior sin exami
nar el espritu.
Recuerda que Dios no dej constancia de los errores de sus
elegidos para que los siguiramos, sino para que los aborreci
ramos. Solo el simple se traga toda experiencia de los santos de
la Palabra. Es verdad que los malvados se rompen el cuello tro
pezando con los pecados de los cristianos, pero quieres t tro
pezar con ellos y romperte las piernas?
No seales a una creyente que crees que Dios est usando y
des por sentado que estuvo bien que se uniera a una familia in
conversa y se desposara con un hombre impo. En su lugar, mi
ra a lo alto, al listn de Dios, si quieres conservar el poder de
la santidad. Est tan claro como un rayo de sol, escrito en la
Palabra: No os unis en yugo desigual con los incrdulos; por
que qu compaerismo tiene la justicia con la injusticia? (2
Co. 6:14). Hasta cuando Dios da permiso a una viuda para vol
ver a casarse con quien quiera, aade esta condicin vital:
Con tal que sea en el Seor (1 Co. 7:39).
|431]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

El que no tenga fe est sin Dios en el mundo (Ef. 2:12).


Ya que la familia de Dios est en la Iglesia, si te casas fuera de
Dios, te casas fuera de su familia. Tambin en el Seor pue
de significar con su bendicin. Estamos de acuerdo en que el
consentimiento de los padres es importante, pero y tu Padre
celestial? Dar su consentimiento para que te entregues a un
inconverso?
A lo largo de los tiempos, los santos han pagado un alto pre
cio por las uniones profanas. Dalila fue una plaga terrible para
Sansn. Tampoco Mical ayud a David. Sera mejor que se hu
biera casado con la ms pobre de todo Israel, sin ms que la ro
pa que vesta, en lugar de aquella compaera arrogante que se
burlaba de l por celebrar la fidelidad de Dios.
b) Interceder por la familia

Un cristiano no puede legarle la gracia de Dios a su hijo, ni unir


su esposa a su propia santidad; pero debe hacer todo lo posible
para atraerlos al Padre. Dios mand que toda la casa de Abraham se circuncidara para poder acercarse ms al deseo de su
corazn para ellos. La gracia transforma el amor por la familia
en un canal espiritual que nos hace orar y trabajar para su eter
no bien.
Qu es lo que ensalza el amor cristiano por encima del
mundano? Acaso los paganos no apartan una herencia para
sus hijos? No cuidan a sus empleados como los dems? Nues
tro amor debe ir ms all. Agustn se quejaba cuando sus ami
gos encomiaban la diligencia de su padre al educarle: Pero mi
padre no me educ para Dios. Su proyecto era hacerme un ora
dor elocuente, no un cristiano.
Hermano, si Dios es todo para ti, no debera conocerle
tambin tu familia? Ahora convives con ellos en una casa; no
quieres estar unido a ellos en un Cielo por toda la eternidad?
Puedes pensar sin temblar en la pena que sentiras si los que
aqu forman tu familia fueran separados de ti por la muerte,
yendo algunos al Cielo y otros al Infierno?
Por la ley de Licurgo, el padre que dejara de educar a su hi
jo en su juventud perda el derecho a la ayuda filial en su vejez.
No ratifico la justicia de esta ley, pero s dir que los que no en[432]

La coraza del cristiano

sean a sus hijos la relacin correcta con Dios pierden la reve


rencia y honor debidos de sus hijos.
c) Librarnos de las trampas

Algunas familias son rebeldes porque no hacen ms que ten


tarse unos a otros, aumentando mutuamente la corrupcin de
ao en ao. Cmo llamaremos a estos hogares, sino infiernos
terrenales?
Satans siempre est dispuesto a aprovechar las pasiones fa
miliares para crear problemas, provocando la contaminacin
mutua hasta de los miembros piadosos. El temor de Abraham
le puso lazo a Sara, que se dej persuadir fcilmente a mentir
por el marido que tanto amaba (cf. Gn. 12:13). El vehemente
afecto de Rebeca por Jacob, junto con la reverencia de este ha
cia ella, lo cambi de un hombre llano en un sutil tramposo,
para engaar a su padre y su hermano. Al principio el pecado
era demasiado grande para aceptarlo: Quiz me palpar mi
padre, y me tenga por burlador, y traer sobre m maldicin y
no bendicin (Gn. 27:12). Pero la hbil presin de su madre
hizo que este pecado abultado entrara hasta lo ms ntimo de
la vida de Jacob, aunque al principio le costase tanto pasarlo.
Recuerda que eran santos que tropezaron y cayeron.
Cuidado no hagas t pecar a tu familia. Sera trgico ver a
tu hijo sufrir y sangrar por una herida infligida por tu mano.
Pero hasta una afliccin as sera mejor que una infeccin de
pecado y de culpa causada por ti.
Ahora te recuerdo que pongas el mismo cuidado en prote
gerte del posible contagio por tus familiares, que de contagiar
los a ellos. Amas mucho a tu esposa, y eso est bien. Pero no
permitas que te haga ms deseable la manzana de la tentacin,
cuando sus manos te la tiendan. Tienes en poco a ti mismo y a
Dios si pecas por causa de ella. Aun si vosotras esposas os so
metis a vuestros maridos, obedecedles en el Seor: no pon
gis el sptimo mandamiento antes que el primero. Obedece a
Dios antes que a tu marido. Puede que tengas que cuestionar a
tu alma para hacerlo: Me es posible guardar el mandamien
to de Dios obedeciendo los deseos de mi marido?.
En un negocio se pagan primero las deudas vencidas ms
[433]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

elevadas. Ests ms en deuda con Dios, o con tu marido? Ve


hasta donde puedas con tus familiares en compaa de Dios,
pero no ms all, porque no debes dejar atrs la santidad y la
justicia. Ni familiares ni nadie podr pagarte la prdida de esos
tesoros.
d) Recibir instruccin de parientes santificados

Un padre santificado, un cnyuge creyente, hasta una criada o


un jardinero piadoso: el provecho de su santidad es como un
gento precioso que se percibe adonde vaya. Cristiano, si hay
una persona santa en tu familia, aprende lo que puedas obser
vando su comportamiento bajo la afliccin, su adoracin y su
aceptacin de las misericordias de Dios, as como su conducta
en la vida diaria.
Eliseo le pidi a la viuda que llevara todas las vasijas que en
contrase o tomara algunas prestadas para echar en ellas el acei
te que sala de la cazuela de su casa. Los pobres en la gracia de
ben aprovechar el ungento santo de la virtud que gotea de los
labios y vidas de sus parientes santificados. Abre tu memoria,
tu conciencia, tu corazn y tus sentimientos para recibir todas
las expresiones de santidad que salen de ellos.
Guarda en tu memoria las instrucciones, amonestaciones y
consuelos sacados de la Palabra de Dios por estos cristianos; y
que tu conciencia las aplique a tu alma hasta destilar afecto y
enamorarte ms de la santidad de Cristo. Es triste ver lo que
hace el corazn malvado con las virtudes y dones de su familia,
envidiando y calumniando a los cristianos. En lugar de sacar
provecho de ellos, se vuelve peor. Cuando Jos relat su sueo
proftico a sus hermanos, los rescoldos de su envidia se pren
dieron y ardieron con crueldad desnaturalizada contra ese so
ador. Fue lo nico que hicieron con la profeca.
Cristiano, esto es entonces lo que puedes hacer con el hlito
justo del Espritu en los santos con quienes vives. Anota los pa
sajes de su vida santa como si fueran un libro excelente que te
han prestado. Nuestros amigos y parientes nos han sido pres
tados por un tiempo, y tanto si aprendemos como si hacemos
caso omiso de ellos, Dios los recoger pronto.
Un ministro de Dios, el Rvdo. Bolton, reuni a sus hijos en
[434]

La coraza del cristiano

torno a su lecho de muerte para darles una ltima palabra de


sabidura: Hijos mos, no os reunis conmigo en el gran da
ante el tribunal de Cristo sin la gracia del Seor. Podemos es
tar seguros de que Dios lleva cuentas exactas de todos los me
dios que nos da para la salvacin, y las vidas de sus siervos no
son los menores. Has visto que la Palabra menciona con parti
cular exactitud el tiempo que vivieron sus fieles en la tierra. Se
guramente una razn para ello es que est echando cuentas con
los que vivieron con ellos: cada ao, hasta cada da y hora que
pasaron en compaa de los profetas: padres santificados, ma
dres, hermanos, hermanas, etc.
2. El poder de la santidad en tu vecindario
Dios no te ha otorgado el poder de la santidad para que est
confinado detrs de unas puertas cerradas, sino para que salga
a la calle y visite a los vecinos. Tu comportamiento y conversa
cin con los dems deben ser santos y justos. En la Biblia, jus
ticia y vida recta a menudo implican toda la responsabili
dad del cristiano ante los que le rodean. Estos trminos se dife
rencian de la piedad que tiene como objeto inmediato a
Dios; y de la templanza respecto de nosotros mismos. En
conjunto la gracia de Dios [que] se ha manifestado para sal
vacin nos ensea a vivir en este siglo sobria, justa y piado
samente (Tit. 2:11,12). Si se hiere una de estas virtudes, todas
ellas mueren, y la vida de santidad se escurre por la herida
abierta.
Es verdad que existe una justicia moral que nos acerca a la
verdadera santidad, pero no existe una verdadera santidad que
nos acerque a la justicia moral. Tambin es verdad que no hay
un mal cristiano que no sea hipcrita. O reniegas de tu bautis
mo, o maldices todo pensamiento de iniquidad. Hasta tal vez
salieras mejor librado si dieras a conocer al mundo que no pre
tendes tener relacin alguna con Cristo antes de practicar el pe
cado.
Algunos se preguntan si Arstides, Scrates, Catn y otros
paganos famosos por su justicia moral estarn en el Cielo o en
el Infierno. Pero cabe alguna duda acerca del destino de un
cristiano impo en el otro mundo? El Infierno se abre ms para
[435]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

recibirlo a l que a ningn otro. Pablo dice: No sabis que los


injustos no heredarn el reino de Dios? (1 Co. 6:9). Igual po
dra decir: No creas que hay sitio para esa clase de persona
en el Cielo!. Qu esperanza queda, entonces, para la salva
cin de estos, cuya injusticia tiene mil veces ms maldad y re
belda que la de nadie?
Por su injusticia, los paganos sern acusados y condenados
como rebeldes ante la ley de Dios. Pero el cristiano impo
tambin ser hallado culpable por el evangelio. El peor de los
cargos ser el que presenta el evangelio contra aquellos cuya in
justicia, mientras profesaban la fe, los hace enemigos de la
cruz de Cristo (Fil. 3:18). Si alguien buscara afanosamente la
mayor expresin de desprecio contra la cruz de Jess, Satans
mismo no podra ayudarle a expresarlo mejor que vistindose
de una llamativa profesin de fe, para luego revolcarse en el ba
rro de actos srdidos y vulgares de injusticia. Eso hace que
mundo profano blasfeme el nombre de Cristo y aborrezca toda
profesin de fe, al ver esta clase de suciedad en el comporta
miento de uno que ha tomado el nombre de santo.
En un momento la lengua ora fervorosamente a Dios, y en
el siguiente le miente al hombre. Los ojos leen las Sagradas Es
crituras poco antes de correr tras un inconfesable deseo. A ve
ces las manos que se alzaban devotamente al Cielo son las mis
mas que roban al vecino. Cmo te llevarn los pies al culto el
domingo para luego llevarte al trabajo el lunes, con el objeto de
estafar a tus clientes?
En resumen, crees que podrs persuadir al Cielo a pasar
por alto tus actos injustos hacia el hombre por ejercer una apa
riencia externa de celo divino? Borrar tu amor verbal y arti
ficial hacia el Padre la malicia de tu corazn contra tu vecino?
Desplaza la devocin a Dios tu obligacin de pagar tus deu
das a los hombres? No quiera Dios que te engaes de esta for
ma! Pero si lo haces, te doy el consejo de Pedro a Simn el Ma
go: Arrepintete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si
quizs te sea perdonado el pensamiento de tu corazn (Hch.

8: 22) .

En el nombre de Dios, encomiendo a todos los que llevan la


armadura de Cristo, que tomen esta justicia a conciencia si no
[436]

La coraza del cristiano

quieren caer bajo la venganza divina por las blasfemias que el


mundo profiere a causa de la hipocresa. Es ms, el poder de la
santidad para con los dems se conservar cuando el cristiano
vigile lo siguiente:
a) La santidad debe ser uniforme

Nuestra santidad hemos de vivirla a diario, distribuida unifor


memente entre todas las responsabilidades para con los dems.
La justicia corre, como la sangre por las venas, por todas las le
yes de la segunda tabla de los Diez Mandamientos. El quinto
mandamiento exige obediencia a los padres naturales, civiles y
espirituales; el sexto trata de la conservacin de la vida del ve
cino; el sptimo destaca la pureza; el octavo tiene que ver con
la propiedad; el noveno protege el buen nombre; y el dcimo
nos ensea a frenar debidamente nuestros deseos.
La salud corporal se conserva manteniendo abiertos los con
ductos vitales, para que la sangre y otros fluidos esenciales cir
culen libremente. Si una obstruccin los bloqueara, pronto to
do el cuerpo estara en peligro. Del mismo modo, el espritu y
la vida de santidad se preservan con la diligencia del cristiano
en mantener el corazn libre y dispuesto para desempear las
distintas responsabilidades que le debe a su prjimo, mientras
avanza por las diferentes sendas de cada mandamiento.
b) La santidad debe ser evanglica

La obediencia externa a la ley es un camino donde se encuen


tran judos, cristianos y paganos caminando juntos. Cmo
distinguir al cristiano de los otros, cuando judos y paganos
tambin son hijos obedientes, ciudadanos leales y buenos veci
nos?
El motivo y la meta marcan la diferencia. Es habitual que los
hombres deshonren a Cristo a la vez que tratan al vecino con
respeto y honradez; y escogen portarse bien pero no por amor
a Cristo. Sin este amor, se puede ser un pagano honrado y mo
ral, pero nunca un cristiano.
Supongamos que alguien confa en su empleado para pagar
cierta cantidad a un acreedor. El empleado lo hace, no por res
peto al encargo ni por amor a su jefe, sino por temor a ser te[437]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

nido por ladrn. Para el acreedor, l ha cumplido, pero ya est;


su actitud deshonra a su jefe. Muchos deshonran as a Cristo
diariamente: son minuciosos y justos en sus transacciones con
vecinos y clientes, pero lo insultan a l. El amor hace justicia
por agradar al santo Hijo de Dios.
Cristo llam al amor evanglico por el prjimo un nuevo
mandamiento (Jn. 13:34). Este amor al prjimo se enciende
con el amor de Dios para con nosotros. Es imposible cumplir
un mandamiento sin amar primero a Cristo y hacerlo por l:
Si me amis, guardad mis mandamientos (Jn. 14:15).
As como Dios puso su Nombre delante de los Diez Man
damientos, tambin Cristo puso el suyo ante la obediencia del
cristiano a esos mandamientos. Debemos guardarlos, porque
son Palabra y ley de Cristo, para ejemplificar nuestro amor por
Aquel que nos ha redimido de la maldicin, y sacado de la pe
or esclavitud.
III. DIRECCIN PARA EL CRISTIANO
QUE DESEA LA SANTIDAD
Cmo mantener la santidad
1. Pon buenos cimientos
Solo hay un fundamento para edificar la bella estructura de la
justicia: un corazn transformado por el poder santificador del
Espritu de Dios en ti. Tienes que ser santificado antes de poder
vivir en santidad. Si un barco no est bien construido, nunca
navegar bien; si tu corazn no ha sido moldeado por la obra
del Espritu y formado segn la ley de la nueva criatura (2
Co. 5:17) nunca tendrs un andar santo. Es el aceite de la gra
cia en el corazn lo que alimenta la llama de la vida cristiana
en la lmpara, la santidad de vida! Esta transformacin com
pleta del corazn debe examinarse con dos preguntas:
a) Qu opinas del pecado?

En otro tiempo el pecado te atraa tanto como a Adn cuando


Eva le tendi el fruto prohibido. A no ser que se transforme tu
mente, el pecado siempre te parecer atractivo. Las circunstan[438]

La coraza del cristiano

cias pueden evitar que expreses este anhelo secreto de pecado,


pero tu corazn siempre lo ansiar. Cuando dos amantes estn
separados por sus amigos, tarde o temprano uno se escapar
para ir al otro, siempre y cuando su amor se mantenga fuerte.
El deseo te atraer una y otra vez, a no ser que te convenzas de
odiarlo en la misma medida que antes lo amabas.
b) Ests contento de vivir en Cristo?

No hay razn para temer la degeneracin despus de que Cris


to te haya atado a su servicio con cuerdas de amor. El diablo
puede separar fcilmente a una persona de la obra del Reino si
en realidad nunca le ha gustado hacerla. Un estudiante apren
de ms en una semana cuando le agrada aprender, que en un
mes cuando solo asiste a clase por complacer al maestro. So
mos diligentes en lo que nos satisface. Si el corazn de una per
sona est puesto en su jardn, por ejemplo, este ser un lugar
hermoso. Por satisfaccin, pasar horas trabajando arduamen
te para cultivar las flores raras y delicadas que le agradan.
As tambin, el alma que realmente ama a Cristo se deleita
en la santidad y emplea en ella todas sus fuerzas. Si puede san
tificarse ms, no le importa quedar atrs en lo dems.
2. Fija la vista en la regla adecuada
Todo llamamiento tiene su regla peculiar para seguir, y hay que
estudiarla a fin de poderla comprender. Los medios y los mto
dos varan en las diversas profesiones terrenales; y hasta en la
misma profesin siempre hay una excepcin o aadido a la re
gla. Ningn llamamiento cuenta con un modelo tan seguro y
perfecto como el cristiano. El santo tiene una regla fija, la Pa
labra de Dios, que le puede perfeccionar.
Si quieres ser excelente en el poder de la santidad, debes es
tudiar la Biblia. El mdico consulta con su Galeno, el abogado
con su Littleton, el filsofo con su Aristteles, que son maes
tros respectivos de sus artes. Cunto ms debe entonces el cris
tiano consultar la Palabra para buscar respuestas y soluciones!
Hermano, probablemente te sientas estirado en todas las direc
ciones: los negocios exigen una cosa, los amigos te recomien
dan otra, el sentido comn razona de otra manera, y el placer
[439]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

es ms atrayente que todos. Entonces tienes que considerar en


serio la pregunta de Josafat: Hay an aqu algn profeta de
Jehov, por el cual consultemos? (1 R. 22:7). No me abre
Dios el entendimiento de su Palabra para mostrarme adnde
puedo acudir para encontrar la verdad?
Los hombres pierden la direccin de Dios de tres maneras,
y cada una de ellas es un atajo peligroso hacia el poder de la
santidad. Algunos andan sin regla alguna; otros por una regla
falsa; otros an por la regla verdadera, pero solo en parte. La
primera es la ramera rebelde; la segunda, el fantico supersti
cioso; la tercera, el hipcrita. Lbrate de los tres si no quieres
poner un cuchillo en la garganta de la santidad.
a) No pases por alto la regla de Dios

Los liberales intentan extender su libertad diciendo que la ley


no es una regla para los cristianos. Pero Jess cristianiz la ley
y la hizo evanglica, predicndola como regla de santidad en
sus sermones y guiando su vida por ella.
Cualquier principio que menoscabe la pauta de una vida jus
ta se puede sealar como asesino de la santidad. Esa es la for
ma sutil de Satans para sorprender al peregrino cristiano. Si
puede hacer que este se canse de su Gua de modo que prescin
da de l, no tardar en salir del camino al Cielo y caer en el que
va al Infierno. El apstol habla de una generacin que, prome
tindose libertad, son ellos mismos esclavos de corrupcin (2
P. 2:19). Los que se quitan el yugo del mandamiento divino ba
jo disfraz de libertad pronto caen en una esclavitud mucho pe
or: el pesado yugo del pecado.
b) No te gues por una regla falsa

Lo contrario a la Palabra de Dios es falso. A la ley y al testi


monio! Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha ama
necido (Is. 8:20). Pero no debemos excedernos de lo escrito; la
Palabra llama a esto ser sabio en exceso (Ec. 7:16). Recuer
da que el que tiene tres manos es tan deforme como el manco!
La maldicin espera tanto a aquel que aade algo a la Pala
bra como a quien quita de ella. Esa es una de las tretas ms an
tiguas de Satans: minar la santidad propugnada por la Palabra
[440]

La coraza del cristiano

de Dios exaltando una falsa santidad. Bien sabe el maligno que


como la olla hirviendo apaga el fuego, l puede apagar la ver
dadera santidad haciendo que el celo se derrame en falsa santi
dad. Al final el fervor se desvanece y es reemplazado con fro
atesmo.
El fariseo tiene que aadir las tradiciones humanas a los
mandamientos divinos; y sus seguidores y partidarios viven por
rdenes sacerdotales, doctrinas no escritas y reglas para una vi
da mucho ms dura de la que Dios pensara exigirles. Te amo
nesto de manera estricta: evita la santidad y la adoracin salida
de tu propia voluntad. Dios habl claramente en contra de su
pueblo escogido por causa de su obstinacin: Olvid, pues, Is
rael a su Hacedor, y edific templos (Os. 8:14). Cmo puede
uno olvidar a Dios pero ser lo bastante devoto para edificar
templos? Israel los edific sin Dios, porque l se considera olvi
dado cuando la gente olvida vivir por su Palabra.
La santidad producida por nuestro propio corazn no es san
tidad segn la voluntad de Dios. El gran pecado de Jeroboam
consisti en que sacrific [...] sobre el altar que l haba hecho
en Bet-el, a los quince das del mes octavo, el mes que l haba
inventado de su propio corazn (1 R. 12:33). La pena para es
tos atrevidos es que Dios los entrega a la depravacin total por
fingir tener ms santidad de la que realmente tienen.
Dios no permite que sus hijos anden segn sus propias reglas.
Es peor pecado hacer lo que no se nos manda, que no hacer lo
que Dios manda. Un ciudadano se convierte en mayor criminal
al suponer que puede idear su propia ley, que cuando no obe
dece la ley de su gobernante. Ya que Dios es el nico capaz de
declarar la santidad, cada vez que intentamos fabricar una san
tidad propia es como arrebatarle su cetro real.
c) No utilices solo una parte de la regla verdadera

Si no cuadras cada uno de los aspectos de la vida con la regla


verdadera, todo se tuerce. Pesa falsa y medida falsa, ambas co
sas son abominacin a Jehov (Pr. 20:10). Un empresario hon
rado emplea la misma medida legal para todos sus asuntos; y el
cristiano utiliza una sola regla, la Palabra de Dios, para todos
sus actos.
[441]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Qu odiosa debi ser para Dios la hipocresa de los judos


cuando no se atrevieron a entrar en la sala donde se juzgaba a
Jess por temor a contaminarse y, sin embargo, corrieron para
lavarse las manos en la sangre de Cristo! Los fariseos observa
ban la ley al pie de la letra, diezmando el eneldo y el comino,
pero pasaban por alto lo ms importante de la ley: la justicia,
la misericordia y la fe (Mt. 23:23).
Cmo te sentiras t con un cliente que te comprara 1 cn
timo de gnero, pero te robara por valor de 100? O con el
deudor que pagara lo trivial puntualmente, estafndote una
gran cantidad? Es una maldad terrible obedecer la Palabra de
Dios en asuntos nimios, como parte de una estratagema para
cometer grandes pecados contra Dios en secreto.
3. Mantn tus motivos puros
No creas nunca que tu justicia compra nada de Dios: el Cielo
no se vende. Porque la paga del pecado es muerte, mas la d
diva de Dios es vida eterna en Cristo Jess Seor nuestro (Ro
6:23). Dios nos da lo que le vendi a Jesucristo! Los creyentes
son herederos de aquello que el Hijo de Dios compr de su Pa
dre. Al reclamar algo de Dios por nuestra propia justicia, nos
excluimos de beneficio alguno de su justicia. No es posible es
tar en dos sitios a la vez: si estamos apoyados en nuestra pro
pia fuerza no podemos permanecer en Cristo.
La artimaa de Satans consiste en agrietar la coraza de la
justicia golpendola hasta que el metal ya no se resista. Cada
vez que confas en esta distorsin destruyes la naturaleza y el
propsito de la armadura: tu justicia se vuelve injusticia, y tu
santidad, maldad.
Hay algo peor que el orgullo, que desprecia el camino que
Dios mismo ha trazado para salvar las almas? Si realmente
quieres ser santo, s humilde, porque las dos cosas han de ir
juntas. Qu pide Jehov de ti: solamente hacer justicia, y amar
misericordia, y humillarte ante tu Dios (Mi. 6:8). Dios no te
ha pedido que ganes el Cielo con tu propia santidad, sino que
muestres amor y gratitud a Cristo, que lo gan para ti. As
comprendemos la forma en que Cristo persuadi a sus discpu
los a andar en santidad: Si me amis, guardad mis manda[442]

La coraza del cristiano

mientos (Jn. 14:15). Es como si dijera: Sabis por qu vine y


por qu me marcho del mundo: pongo mi vida y la vuelvo a to
mar para interceder por vosotros. Si valoris estos hechos y el
bendito fruto que se saca de ellos, probadlo amndome lo sufi
ciente para guardar mis mandamientos.
Cuando todo lo que hace el cristiano en unin con Cristo se
ofrece como accin de gracias, entonces eso es santidad evan
glica criada y alimentada con su amor. Ya que Cristo nos am
con amor fuerte como la muerte, respondemos como la es
posa: Te dar mis amores (Cnt. 8:6; 7:12). Esta esposa ex
plica el contenido de su amor: Toda suerte de dulces frutas,
nuevas y aejas, que para ti, oh amado mo, he guardado (v.
13).
La esposa de Cantares haba confesado su fe en Cristo y par
ticipado de su amor por ella. Ahora, para devolver su amor con
gratitud, se ocupa en entretenerle con el fruto agradable de sus
propias virtudes, recogidas de su santo comportamiento. No
almacena estos frutos para alimentar su orgullo y arrogancia,
sino que los reserva para su Amado, para que l reciba toda la
alabanza.
4. Toma a Cristo como ejemplo de la vida santificada
Si nos fijamos en ejemplos inferiores, nunca podremos esperar
sobrepasarlos. El cristiano ms santo de la tierra es demasiado
bajo para ser nuestro modelo, ya que la perfeccin en santidad
no puede hallarse en el siervo ms sincero del mundo. Ni si
quiera Pedro, portavoz de los apstoles, andaba siempre segn
el evangelio, y los que insisten en seguir a tal o cual hombre in
evitablemente se descarriarn. El buen soldado solo sigue a su
jefe de pelotn cuando este est siguiendo a su capitn. Pablo
dice: Sed imitadores de m, as como yo de Cristo (1 Co.
11: 1) .
Solo se debe seguir una doctrina en la medida en que con
cuerda con la Palabra de Dios. El maestro no le da simplemen
te papel pautado al alumno, sino que tambin le propone un
modelo a seguir. El mandamiento de Cristo es nuestra regla, y
su vida nuestro modelo. Si quieres vivir una vida santa, no so
lo debes hacer lo que Jess manda; hay que actuar como l ac[443]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

tuaba. Debemos esbozar cada letra (o acto en la vida) en santa


imitacin de Cristo. Mediante la santidad, somos imagen del
Hijo de Dios, representantes de Cristo, revelndolo a todos los
que nos ven.
Dos aspectos hacen que una cosa sea imagen de otra: pri
mero, el parecido; segundo, la fuente. La leche y la nieve am
bas son blancas, pero no podemos decir que sean imgenes la
una de la otra, porque ninguna de las dos deriva su parecido de
la otra. Pero un retrato sacado trazo por trazo de un rostro, se
puede llamar su imagen. As que la verdadera santidad se deri
va del Hijo de Dios, cuando la persona pone delante a Cristo
en su Palabra y ejemplo.
Se trata de una forma dulce de guardar el poder de la san
tidad! Cuando ests tentado a acercarte a la vanidad, mira el
andar santo de Cristo y pregntate: Soy como l en mis pen
samientos y en el uso del tiempo? Si l estuviera fsicamente
presente en la tierra ahora, hara esto? No escogera sus pa
labras con mayor cuidado? Dira tonteras? Le gustaran mis
amigos? Gastara tanto para complacer el cuerpo, engullendo
de una vez tanta comida que bastara para alimentar a los ham
brientos durante una semana? Le importara la moda, aunque
su aspecto resultante fuera ofensivo y ridculo? Ocupara sus
manos en pasatiempos que matan el tiempo? Debo hacer co
sas que me hacen distinto de Cristo?
A veces nos gusta justificar nuestras prcticas con el nombre
de alguna persona bien considerada a la que le parecen bien.
Esto nos lleva a la tentacin. Cristiano, si tu conciencia te dice
que a Cristo no le gustan ciertas cosas, sultalas, aunque el cris
tiano ms eminente del pas las practique. Cuanto ms estudies
la vida de Cristo, mejor podrs reparar la tuya!
5. Depende de Dios para tu santidad
La vid dar frutos mientras tenga un muro o un poste donde
apoyarse, pero sin esa ayuda ser pisoteada y no producir na
da. Si quieres practicar el poder de la santidad, no te apoyes
en tu propia prudencia (Pr. 3:5). Dios est dispuesto a ayudar
a todo aquel que se lo pida, pero no garantiza ayudar a nadie
que no dependa de l.
[444]

La coraza del cristiano

El camino cristiano al Cielo se parece a aquellas playas don


de el mar bate todos los das, y las cambia tanto que sera peli
groso que el viajero que las atraves un mes antes se aventura
ra de nuevo por el mismo camino sin llevar un gua. Donde an
tes pisaba tierra firme, ahora hay arenas movedizas.
As, el cristiano que anda por un camino llano y liso puede
encontrarse luego en el mismo sendero con una tentacin que
podra destruirlo, si no tiene la ayuda celestial que lo ampare.
Cristiano, te aviso: No arriesgues ni un paso sin apoyar la ma
no de la fe en el brazo de tu Amado. Si confas en tus propias
piernas, caers; utiliza tus piernas, pero confa en el brazo del
Seor para tu seguridad.
6. Escoge amistades espirituales
Evita los amigos impos; estropearn el poder de la santidad.
Usaras la misma copa que uno que tuviera una enfermedad
infecciosa? El pecado es tan contagioso como la peste!
No tiene sentido que un limpiador comparta casa con un
minero del carbn. Lo que uno limpia, el otro lo llena inme
diatamente de manchas de grasa negra. Deja de fingir; no pue
des estar entre impos por mucho tiempo sin que se contamine
tu alma, la cual el Espritu Santo ha purificado. No te lav pa
ra ver cmo corres a baarte en los pecados ms pestilentes del
mundo.
No debemos escoger un ambiente donde no podamos espe
rar mejorar a la gente ni a nosotros mismos. El Espritu de Dios
dijo que Abraham por la fe habit como extranjero en la tie
rra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa (He. 11:9).
No convivi con los nativos de aquella tierra pagana, ni con
temporiz para ganar su aceptacin, sino que vivi con la fa
milia de Dios, que comparta la misma promesa que l ateso
raba. En lugar de trabar amistades o intentar mezclarse con los
paganos, Abraham estuvo dispuesto a vivir como un extrao
entre ellos.
Los cristianos son un pueblo aparte. Se dice de Pedro y
Juan que puestos en libertad, vinieron a los suyos (Hch.
4:23). Los creyentes nunca deben unirse con los incrdulos.
[445]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Pablo tena esto en mente al preguntar a los corintios: No


hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre
sus hermanos, sino que el hermano con el hermano pleitea en
juicio, y esto ante los incrdulos? (1 Co. 6:5-6). Te hago la
misma pregunta: No hay ningn cristiano en la ciudad a
quien consultar? Te es forzoso formar parte de un crculo in
converso? Por eso tu santidad no se fortalece! Cuando respi
ras el aire viciado, es como viento de Levante, que no deja que
nada crezca ni prospere.
7. Rinde cuentas a un cristiano maduro
A veces el espectador ve ms que el actor. Quien tiene un ami
go franco que se atreve a hablar claro, tiene una fuente mara
villosa de estmulo para el poder de la santidad. Algunas veces
el amor al yo nos ciega tanto que no vemos ni una sola falta;
otras veces, la autocondenacin nos hace vernos peor de lo que
somos. Mantn el corazn tierno, dispuesto a recibir la repren
sin con verdadera mansedumbre.
Quien no soporta la franqueza y el trato llano se hace ms
dao a s mismo que a nadie, porque pocas veces escucha la
verdad. Si no tienes suficiente humildad para aceptar la re
prensin, eres un escarnecedor (Pr. 9:8). Por otra parte, el
que no ama lo suficiente para reprender a tiempo a su herma
no, no es digno de llamarse cristiano, y revela que aborrece a
su hermano (Lv. 19:17).
David dijo: Que el justo me castigue, ser un favor, y que
me reprenda ser un excelente blsamo (Sal. 141:5). l acep
taba la reprensin como si un hermano hubiera derramado
un frasco de ungento precioso sobre su cabeza, lo cual era
una alta expresin de amor para los judos. Sus actos respal
daban su palabra. Tanto Abigail como Natn tuvieron un ce
lo santo al reprender a David. Abigail le advirti acerca de sus
traicioneras intenciones en cuanto a Nabal y su familia; y Na
tn le reprendi por su pecado contra Uras. Mientras Abigail
evit, por su amonestacin a tiempo, que el rey pecara, Na
tn lo oblig a descubrirse y arrepentirse del terrible asesina
to que ya haba cometido. Observa esto: que no solamente
prevalecieron estos dos en sus desagradables misiones, sino
[446]

La coraza del cristiano

que se ganaron el amor de David por ser obedientes a Dios y


fieles para con su amigo. David se cas con Abigail y nombr
a Natn su consejero personal (cf. 1 S. 25; 2 S. 12).
Una razn por que muchos cristianos profesantes caen, y
pocos se mantienen en pie, es que solo un pequeo resto de
santos es lo bastante fiel como para reprender a otros en su
justa medida. Prefieren murmurar con los dems, trayendo
deshonra en lugar de ayuda. Cuando andamos en chismes, re
nunciamos a toda esperanza de ayudar al implicado. Es dif
cil hacer creer a un cristiano que vienes a sanar su alma des
pus de haber herido su buen nombre.
8. Contempla la santidad desde
la perspectiva de la muerte
Conoces a personas que no les importa la necedad de su con
versacin, creen que no cuenta lo que hacen y, en la prctica,
pasan por alto a Dios? Estos son los que desprecian a los cris
tianos que se niegan a s mismos por el evangelio y sonren
burlones ante el celo: Estos cristianos se dicen no en
cuentran un paso ms cmodo que ir al galope para llegar al
Cielo?.
Pero vendr la noche inevitable, cuando la muerte se acer
que para ensearles su rostro. Cuando esos presuntuosos ve
an que no les queda otra eleccin que ir a la eternidad, estn
listos o no para ello, se enfrentarn a su sentencia de vida o
muerte con una actitud bien distinta. De repente, la rectitud
no les repugnar tanto como antes.
Algunos clrigos profesionales pueden opinar que sus ves
timentas clericales son inadecuadas para la vida cotidiana en
comunidad. Pero estos mismos hombres tienen enorme inte
rs en que se les entierre con todo su ropaje. Aunque esto es
un retrato formal de la vanidad llevada a sus extremos, nos
proporciona una imagen muy clara. Los que viven disipada
mente en esta vida desearn la cobertura de un hbito reli
gioso al entrar en el otro mundo.
Cierto joven aficionado al placer, despus de ver como
Ambrosio triunfaba sobre la muerte, le dijo a su compaero
de juergas: Ojal pudiera vivir contigo y morir con Ambro[447]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

sio!. Vano deseo! Plantas cizaa, y quieres cosechar trigo?


Llenas tu arca de tierra y buscas oro al abrirla? Te puedes en
gaar da y noche y convencerte de que podras ganar; pero
Dios nunca ser burlado. En tu muerte el Seor te pagar con
la misma moneda que atesoraste toda la vida.
En resumen, pocos son tan malos y endurecidos que des
conozcan la realidad de la muerte. Les pesa tanto la misma
que tienen que evitar pensar en ella antes de pecar otra vez.
Cristiano, que el conocimiento de la muerte sea tu compae
ro mediante una seria meditacin cada da; vers como supo
ne una diferencia al final de la semana en cuanto a quines eli
ges como compaeros.
9. Depende del pacto divino de gracia
Te das cuenta de que la santidad de Moiss vena del evan
gelio, y no de la ley? Sus actos de santidad se atribuyen a la
fe. Por la fe Moiss [renunci a] gozar de los deleites tem
porales del pecado. Por la fe dej a Egipto... (He. 11:24-27).
Para que t tambin puedas conservar la santidad por este
pacto, considera tres verdades particulares en cuanto a la gra
cia.
a) Dios nos da poder para vivir la vida santificada

Pondr dentro de vosotros mi Espritu, y har que andis en


mis estatutos (Ez. 36:27). Una madre toma la mano de su hi
jo para guiarlo, pero no puede ponerle fuerza en sus piernas
para que ande. Un capitn da rdenes a sus hombres, pero no
puede proporcionarles el valor para luchar.
Ya que Dios ha incorporado su poder en sus promesas, se
habla de ellas como las preciosas y grandsimas promesas
que Dios nos dio para que por ellas llegaseis a ser partici
pantes de la naturaleza divina (2 P. 1:4). As nos influyen pa
ra la santidad, no solo los mandamientos divinos, sino las
promesas: As que, amados, puesto que tenemos tales pro
mesas, limpimonos de toda contaminacin de carne y de es
pritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Co.
7:1). Cuando Dios mismo nos acompaa, y promete pagar to
dos los gastos hasta llegar a casa, el viaje es maravilloso.
[448]

La coraza del cristiano


b) Dios suministra plenitud de gracia en Jesucristo

El Padre ha puesto un tesoro rico y pleno de gracia en su Hijo


para cubrir tus necesidades: Por cuanto agrad al Padre que
en l habitase toda plenitud (Col. 1:19). Toda plenitud habi
ta en Cristo! No la plenitud de una inundacin, que sube y lue
go baja, ni la plenitud de una vasija para beber, que solo calma
la sed de un hombre. La Palabra habla de una fuente que pro
porciona arroyos para que los dems beban sin menguar sus
propias aguas.
Es una plenitud que existe para regalar. Ya que el sol no
alumbra para s mismo sino para el mundo que tiene debajo, es
como un siervo que da su luz a la tierra. Cristo es el Sol de Jus
ticia, que difunde su gracia en los corazones de su pueblo. Dios
derram la gracia en sus labios, pero no para que la guardara
para s mismo, sino para impartirla: Porque de su plenitud to
mamos todos, y gracia sobre gracia (Jn. 1:16).
c) Dios espera que recibamos de Cristo

Cada hijo de Dios tiene derecho a esta plenitud en Cristo, pero


eso no es todo: el instinto de la nueva criatura es absorber de
su gracia como el feto se alimenta de la madre en el vientre por
el cordn umbilical. Si tienes hambre de mayor santidad, reci
be ms gracia de Cristo.
Cuando David record la fidelidad de Dios al liberarlo de
sus problemas y opresiones, envi el mensaje ms fuerte para
dar gracias al Cielo: su determinacin de llevar una vida santa.
Andar delante de Jehov en la tierra de los vivientes (Sal.
116:9). Pero como no quera que se pensara que esta decisin
estaba basada en su confianza en s mismo, aadi: Cre; por
tanto habl (v. 10). Primero ejerci su fe en Dios para recibir
fuerza y luego le prometi lo que hara.
10. Gurdate del desaliento
La depresin es una de las armas ms dinmicas de Satans pa
ra alejarte del propsito divino para tu vida. Si puede esparcir
un poco de desnimo aqu y all en tus pensamientos, y hasta
en tus oraciones, podr convencerte para que te quites la cora
za de justicia, por ser pesada y en contra de tus intereses tem[449]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

porales y materiales. No te rindas tan fcilmente! Primero des


cribir algunas armas demonacas para desalentar a los cristia
nos. Luego quiero ayudarte un poco para que le obligues a ren
dir sus armas a tus pies. Dios quiere que sepas que, por causa
de la coraza de justicia que l te ha dado, ninguna arma for
jada contra ti prosperar [...]. Esta es la herencia de los siervos
de Jehov, y su salvacin de m vendr, dijo Jehov (Is.
54:17).
La estrategia satnica para despojar
al cristiano de su coraza
1. Satans dice que la rectitud estorba al placer
El diablo retrata la vida santa con un aspecto tan austero y
amargo que nadie podra amarla. Si vas a ser as de santifica
do, despdete del gozo argumenta el astuto engaador. Los
que no tienen la conciencia tan estrecha lo pasan muy bien, pe
ro t vas a perdrtelo todo. Cristiano, en verdad, si quieres
ver el rostro de la santidad con todo su color y vitalidad reales,
no confes en los talentos carnales de Satans para pintrtelo.
De acuerdo que algunos placeres son incongruentes con el
poder de la santidad; y el que quiera vivir una vida recta debe
conocerlos.
a) Los placeres pecaminosos en s

La santidad no dejar que te alimentes del mal. Es cruel el pa


dre que evita que su hijo beba veneno contra las ratas? Si te has
rendido a la obra nueva del Espritu Santo, espero que llames
al pecado por otro nombre que placer. Satans argumenta
que la conciencia te ata en la santidad y restringe tus pensa
mientos. Pero los santos de la Iglesia siempre han hallado que
la esclavitud resulta de servir a tales placeres, y la libertad de
ser salvado de ellos.
Pablo lamentaba el tiempo malgastado en ser insensatos,
rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites
diversos (Tit. 3.3), y daba gracias a Cristo por haberle li
brado de esa esclavitud con el evangelio. La misericordia de
Dios nos salv, no solo por el perdn, sino tambin por el
[450]

La coraza del cristiano


lavamiento de la regeneracin y por la renovacin en el Esp
ritu Santo (v. 5).
El diablo hace que sus vctimas esperen placer al pecar, su
surrndoles promesas insinuantes. Pero el beneficio del pecado
es parecido al lujo ofrecido por una isla de las Indias. Hay all
frutos deliciosos, pero estos manjares van acompaados por un
calor intolerable de da y enjambres de mosquitos de noche. As
es imposible que los residentes disfruten de los frutos suculen
tos, porque no pueden comer a gusto ni dormir tranquilos. Los
colonizadores llamaron a esta adversidad confites en el Infier
no. Es verdad: qu son los placeres del pecado sino dulces en
el Infierno?
Los placeres carnales deleitan el apetito sensual, pero adere
zados con la ira de Dios y la intranquilidad de una conciencia
culpable. Este temor y esta angustia ciertamente consumirn el
poco placer que proporcionan al deseo carnal.

b) Los placeres no inherentemente pecaminosos


Algunos placeres no son en s pecados, sino que el pecado es
triba en su abuso. Este abuso adopta dos formas:
1. El uso indebido del placer. Nadie puede vivir una vida
recta sin sobriedad. La santidad puede permitirte probar cier
tos placeres como guarnicin, pero no alimentarte de ellos co
mo plato principal. Es triste decir que algunos viven del placer
como si no pudieran existir sin l.
Una vez el aroma de la incitacin sube al cerebro y embria
ga el juicio, el individuo queda tan fascinado que no se imagi
na pasarse sin l. Cuando los judos empezaron a prosperar en
tierra babilnica, se mostraron dispuestos a quedarse all en lu
gar de volver a la vida santificada en Jerusaln. Un amo quiere
que su siervo tenga suficiente comida y bebida, pero no le gus
ta que se emborrache cuando debe estar trabajando. El cristia
no cargado de comodidades y fascinacin mundanas fracasar
en el intento de servir a su Dios en santidad, igual que el sier
vo borracho en despachar los asuntos de su amo.
2. El placer inoportuno. La fruta fuera de su tiempo sienta
mal. La Palabra de Dios nos habla de que hay tiempo de abra
zar, y tiempo de abstenerse de abrazar (Ec. 3:5). En ciertos
[

451]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

momentos el poder de la santidad no admite algo que en otros


momentos es aceptable.
Por ejemplo, en el da del Seor, todo placer carnal es in
apropiado. Dios nos llama a placeres superiores, y espera que
dejemos lo dems para poder saborear su bondad:
Si retrajeres del da de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en
mi da santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehov; y
lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando
tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te de
leitars en Jehov (Is. 58:13-14).
Es imposible saborear la dulce comunin con Dios y hon
rarlo santificando su da, a no ser que te niegues los placeres
carnales.
Supongamos que un rey invitara a algunos sbditos pobres
a un festn en la mesa real. Te imaginas la deshonra que estos
invitados haran a su anfitrin y a s mismos, si llevaran su pro
pia comida a la corte? Los cristianos glorificados en el Cielo,
acaso echan de menos las delicias carnales al alabar a Dios y
alimentarse del deleite de verlo cara a cara?
En tiempos de ayuno y oracin, o de sufrimiento para la
Iglesia, en los que Cristo sangra, el cristiano debe negarse los
placeres y pagar la deuda de compasin para con sus herma
nos. Cuando un miembro del cuerpo de Cristo sufre, todos su
fren.

c) Los verdaderos placeres en Cristo


Mientras que una vida santa negar a la persona ciertos place
res para que agrade a Dios y edifique el cuerpo de Cristo en la
tierra, nunca privar al cristiano de los verdaderos placeres de
la creacin. De hecho nadie, puede experimentar los placeres
ms profundos hasta andar en el poder de la santidad.
1. El cristiano tiene un paladar ms exquisito. Una mosca
no encontrar ni una gota de miel en la misma flor que acaba
de visitar una abeja. Tampoco el corazn profano gustar la
dulzura que saborea el cristiano en la provisin material de
Dios. El incrdulo se deleita en los burdos placeres carnales; pe[452]

La coraza del cristiano


ro el corazn lleno de gracia saborea algo ms. Todo Israel be
bi de la Roca, y la roca era Cristo (1 Co. 10:4). Pero apre
ciaron el sabor de Cristo todos los que disfrutaron de la dulzu
ra natural del agua? No, solo lo experimentaron unos pocos
creyentes que tenan sed espiritual. Los padres de Sansn tam
bin comieron miel del cadver del len, pero l sac mayor sa
tisfaccin que ellos: l sabore la dulzura de la providencia di
vina que primero lo libr del mismo len, y luego le dio la miel.
2. La copa del cristiano contiene mayor placer verdadero.
El placer terrenal alcanza al cristiano de forma ms purificada,
pero el impo bebe las heces del pecado y de la ira.
Las heces del pecado. Mientras ms oportunidades encuen
tre el hombre carnal, ms pecar; esas oportunidades son lea
para el fuego de sus deseos. Corre tan veloz con sus placeres
mundanos como el prdigo con sus bolsas de egosmo aferra
das al cuerpo. Nadie es tan malvado como los que se alimen
tan de placeres carnales. Para los impos, esos placeres son co
mo el estircol para los cerdos, donde se revuelcan muy a gus
to. Los corazones impos se endurecen y sus conciencias se
vuelven ms insensibles hacia el pecado por sus placeres. Pero
los consuelos y deleites que Dios da al cristiano a travs de lo
creado, sirven de alimento espiritual para las virtudes y las
mueven a la accin.
Las heces de la ira. En cuanto se sirve el festn del pecador,
el juicio divino se lo estropea, pasndole pesada factura. Los is
raelitas disfrutaron muy poco de la carne venida del cielo, por
que la ira de Dios cay sobre ellos antes de que pudieran tra
garla.
Pero el alma llena de gracia festeja en un festn gratuito. No
hay temor de peligro venidero que la haga perder ningn con
suelo o bendicin. Puede decir con David: En paz me acosta
r, y asimismo dormir; porque slo t, Jehov, me haces vivir
confiado (Sal. 4:8). Dios no romper nuestro descanso. Igual
que el unicornio, que segn la leyenda, al mojar el cuerno sa
naba las aguas para que todos los animales bebieran sin temor,
Cristo ha sanado los placeres de sus hijos: no hay muerte en la
copa del cristiano.

[453]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

d) Los placeres singulares de la vida santa


El poder de la santidad est lejos de privarnos del gozo. De he
cho proporciona otras alegras interiores que el alma encuentra
en el sendero de la justicia, y las cuales nadie puede estorbar.
Ya que estos deleites son interiores e invisibles, el mundo habla
de ellos con ignorancia. No creen en tales placeres hasta po
derlos ver, pero nunca los vern sin creer.
Cuando los soldados romanos entraron en el Templo hasta
el Lugar Santsimo, no encontraron la clase de imgenes que
solan tener en sus templos idlatras, de forma que se burlaron
diciendo que los judos adoraban a las nubes. Ya que los pla
ceres de la santidad y rectitud no son visibles para ser exami
nados por los sentidos carnales del mundo, los impos se ren
de los cristianos como si estos abrazaran el humo en lugar de
la belleza de alguna Juno.
Que estos paganos sepan que sus propios corazones llevan
algo que podra hacerles ver los placeres de la vida santa como
ms reales que un dolo tangible. La culpabilidad de sus vidas
impas magullar su conciencia, y ningn latigazo en la espal
da ni dolor de la carne les dir que la paz de una conciencia
tranquila da un gozo que la carnalidad no puede brindar.
1. Es vida que viene de Dios. Lo que Dios crea es bueno y
agradable, y la vida es una de sus obras selectas. En este aspec
to, la mosca ms pequea es mayor que el sol en toda su gloria
esplendorosa. Toda criatura disfruta ms de la vida cuando go
za de buena salud. La santidad es la condicin ideal del alma,
igual que la salud lo es para el cuerpo; as que la vida santa es
una vida agradable. Antes de que el pecado malograra a Adn,
este viva cmodamente en el Paraso. Cuando uno es santifi
cado, empieza a volver a su estado primitivo y con ello, a su go
zo primitivo. Muchos llegan a estar descontentos con su posi
cin y rango en el mundo, pero la falla es mucho ms grave que
un simple problema externo. La causa se encuentra en lo hon
do de la persona. El zapato est bien hecho, pero el pie que lo
calza est torcido.
2. Es la vida con Dios. El alma llena de gracia anda en la
presencia y la comunin con Dios. Si te encuentras con un san
to, puedes saber la clase de amigos que tiene: Para que tam
[454]

La coraza del cristiano


bin vosotros tengis comunin con nosotros; y nuestra comu
nin es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3). Los
hombres santos no te llevarn a una compaa dudosa; en su
lugar te llevarn a Dios, su nica gran fuente de vida.
La conversacin de un animado compaero de viaje entre
tiene y alivia el tedio del camino. Pero an mejor: si este com
paero te ama, te deleitars en su compaa. Qu gozo dar
Dios al cristiano a quien acompaa! Cun bienaventurado es
el pueblo que sabe lo que es la voz de jbilo! Andan, Seor, a
la luz de tu rostro. En tu nombre se regocijan todo el da (Sal.
89:15-16, LBLA). El sonido del clarn que llamaba al pueblo de
David a las asambleas religiosas se conoca como la voz de j
bilo, porque Dios demostraba especialmente su presencia a su
pueblo durante la adoracin. El Cielo es la morada del Seor;
entonces, ciertamente la porcin de su presencia que el cristia
no disfruta en la tierra en la adoracin, basta para llenar la vi
da de este de gozo.
Es dulce andar con Dios aqu abajo en su presencia conso
ladora: se trata del mismo Dios Todopoderoso que se mani
fiesta en toda su gloria all en el Cielo! Esto es algo inigualable
en la tierra: que Dios ande con sus hijos como un amigo, ma
nifestndose y llevndolos dulcemente por el camino de la san
tidad que los guiar al Cielo.
En contraste, los deseos del impo endulzan su boca con
fragmentos de placeres efmeros, pero en cuanto estos se esfu
man de su lengua, y su sabor se olvida, le muestran las tinieblas
que le esperan. Lo llevarn all y lo dejarn para que se arre
pienta de sus costosos placeres con tormentos interminables.
3. Es la vida de Dios mismo. Una vida santa es la vida de
Dios, muy parecida a la que Dios mismo vive. La santidad es la
vida de su vida. Amigo, no crees que Dios vive una vida pla
centera? Qu es el placer de su vida, sino la santidad?
Dios se goza en las virtudes de sus hijos, cunto ms en su
propia santidad inherente, de la cual salieron dichas virtudes
como bellos rayos de rectitud! Por tanto, si eres capaz de sacar
algn placer verdadero de la impiedad, estars haciendo algo
que Dios mismo no puede hacer. No es la ms vil de las blas
femias decir que el sendero de la justicia es enemigo del verda[455]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

dero placer? En esta acusacin se dice que a Dios mismo le fal


ta el gozo; porque el verdadero placer no existe fuera de la san
tidad.
Hasta los demonios que odian a Dios con odio absoluto, no
se atreven a decir que l que no tiene gozo. Ellos saben que
Dios es magnfico en santidad y que el deleite del cristiano
consiste en compartir esta misma santidad que hace a Dios tan
bienaventurado (Ex. 15:11). Cristiano, esta es la mxima ex
presin de felicidad, ya sea en la tierra o el Cielo: lo mismo que
te hace glorioso es lo que hace glorioso a Dios. Tu gozo y pla
cer son la misma sustancia que deleita a Dios: T los abreva
rs del torrente de tus delicias (Sal. 36:8). Subraya bien esto:
Del torrente de tus delicias. Dios tiene sus delicias, y las
comparte con los cristianos!
Cuando un rey manda a sus siervos que lleven a un visitan
te a su bodega para que cate el vino, su husped se siente hon
rado por el gesto generoso de su anfitrin. Pero si el rey lo sien
ta a su mesa y le deja beber de su propio vino, esa es una ex
periencia an ms estimada. Del mismo modo, cuando Dios
concede al hombre los placeres fsicos de bienes, comida, acei
te y vino, lo entretiene en esa bodega comn. Pero cuando su
gracia y misericordia embellecen al alma con la santidad, le da
el mejor regalo posible. Dios nunca reviste a alguien con el
manto de la justicia si no piensa sentarlo a su mesa en la gloria
celestial.
2. Satans dice que la rectitud estropea la prosperidad
Aunque no te hayas tambaleado con la primera pedrada de Sa
tans (la mentira de que la santidad estorba el placer), l tiene
otra piedra a mano para lanzarte. Es demasiado astuto para sa
lir a la batalla con una sola flecha; puedes esperarte otra, en
cuanto vea que ha fallado la primera.
As dice la siguiente: Realmente no debes comprometerte
en esa clase de vida santa a no ser, por supuesto, que ests dis
puesto a perder todo lo que te ha costado tanto trabajo ganar.
Y no olvides a la gente que cuenta contigo. Mira a los ms pro
minentes del mundo: acaso viene su riqueza de la santidad? Si
hubieran sido tan estrictos como tu conciencia, ligada a las re[456]

La coraza del cristiano


glas de la vida santa, no habran llegado a tener xito. Si quie
res algo de su prosperidad, lo primero que tienes que hacer es
quitarte la coraza de justicia, o por lo menos desabrochrtela a
fin de tener suficiente soltura como para emplear tu ingenio. Si
no, ya puedes cerrar el taller, porque no obtendrs provecho de
todo tu trabajo.
Aunque las palabras del diablo son armas mortferas, l no
tiene la ltima palabra en la guerra espiritual. La ltima pala
bra la tiene Dios. Veamos cuatro facetas de ella desde el punto
de vista divino.

a) La santidad, que no la riqueza,


es necesaria para la felicidad
Puedes volar al Cielo sin un cuarto en el bolsillo, pero no lle
gars all sin santidad en el corazn y la vida. La sabidura te
insta a cuidar primero este importante requisito.
b) El cielo vale toda la pobreza del mundo
Hay un remanente de personas que aceptan agradecidas el don
de la salvacin, si por ella pueden llegar a las puertas del Cie
lo. Dios no tiene que sobornarlos con la prosperidad y un ca
mino sin problemas; deciden ser cristianos a toda costa. No
consideres siquiera lo que puedas estar perdiendo; si amas a
Dios, abandonars el mundo entero para no romper con l.
c) La santidad crece en el contentamiento con Cristo
A un hombre sano y fuerte le basta con poca ropa. El calor de
la sangre es mejor que el de la mucha vestimenta. Cunto me
jor ser entonces el contentamiento que da la santidad al cris
tiano pobre que el contentamiento si es que este existe en el
mundo proporcionado por las riquezas!
Gran ganancia es la piedad acompaada de contenta
miento (1 Ti. 6:6). El cristiano es el nico satisfecho en la
tierra. Pablo aprendi a contentarse en cualquier circunstan
cia. Si le preguntaras quin le haba enseado esta dura lec
cin, te dira que no la aprendi por sentarse a los pies de Ga
maliel, sino a los de Cristo. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece (Fil. 4:13). Cuando el cristiano est en su momen[457]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

to ms bajo y pobre, puede testificar que su corazn puede


con las circunstancias.
El mundo considera feliz a aquel que se puede mantener sin
pedir prestado de nadie, y que paga al contado todo lo que
compra. Si anhela cierto manjar, no necesita buscarlo en el mer
cado, porque lo tiene disponible en sus tierras. La piedad es tan
rica que es ms que capaz de cubrir, de su propio almacn, to
do deseo del cristiano. El santo nunca tendr que pedir a la
puerta del mundo, ni arriesgarse a perder su santidad para ob
tenerlo.

d) Los que empean su coraza pagan un precio altsimo


El verdadero precio de esta ganga se ve en el pecado que su
pone, y en la pesada maldicin que entra tras ese pecado.
1. Es un gran pecado. El diablo no malgastara su tiempo
tentando al Hijo de Dios con pecados nimios. En su lugar ex
puso ante Jess un cebo de oro, cuando le mostr en un mo
mento todos los reinos de la tierra, prometiendo drselos to
dos si le adoraba (Lc. 4:5). El maligno pensaba hacer que Cris
to lo reconociera como seor del mundo y que esperara cosas
buenas de su mano, y no de la de Dios.
As tambin, todos los que buscan los premios del mundo
mediante la injusticia, acuden al diablo y, en efecto, lo adoran.
Bien podran reconocer a Satans como seor, porque han co
locado al diablo en el puesto de Dios. Quin no prefiere la po
breza de Dios a las riquezas del diablo? Es un pecado atrevido
quitarle a Dios la soberana y drsela al diablo.
2. Es un pecado necio. Porque los que quieren enriquecer
se [esto es, por las buenas o por las malas] caen en tentacin y
lazo, y en muchas codicias necias y daosas (1 Ti. 6:9). Qu
tontera robar algo que ya te pertenece! Si eres cristiano, todo
lo que hay en el mundo es tuyo. Pero la piedad [...] tiene pro
mesa de esta vida presente, y de la venidera (4:8). Si las ri
quezas te hacen bien, las tendrs; pero es Dios quien lo decide;
y si ve que la opulencia no va a beneficiar a tu alma, te pagar
con otra moneda. Sean vuestras costumbres sin avaricia, con
tentos con lo que tenis ahora; porque l dijo: No te desampa
rar, ni te dejar (He. 13:5).
[458]

La coraza del cristiano


Si Dios te da prosperidad, pero luego te pide que la dejes
por su Nombre, te otorga junto con la peticin su garanta
de que recuperars la prdida cien veces ms en esta vida,
adems de obtener la vida eterna (Mt. 19:29). Solo el necio
abandona las promesas de Dios por la seguridad del dia
blo.
3. Es un trato costoso. A las ganancias deshonestas siem
pre va unida una pesada maldicin: La maldicin de Jehov est en la casa del impo [...]. En la casa del justo hay gran
provisin (Pr. 3:33; 15:6). Puedes visitar la casa del justo
sin encontrar dinero, pero seguramente hallars un tesoro.
En casa del impo hay mucho oro y plata, pero nunca un te
soro; la maldicin divina consume todas sus ganancias: El
aventador de Dios sigue al rastrillo del impo.
Los impos traen vergenza sobre sus casas: La piedra
clamar desde el muro, y la tabla del enmaderado le respon
der (Hab. 2:11). El clamor de su injusticia le sigue por to
da la casa, y hace eco, hasta que puede or como las piedras
y las vigas chirran bajo el peso del pecado que las coloc.
Este pecado es tan abominable para el Dios justo que no
solamente el que rene ganancias deshonestas, sino tambin
sus instrumentos para avanzar sus proyectos, resultan mal
decidos. El siervo que colabora en el fraude de su amo tam
bin cobra la paga de parte de Dios: Asimismo castigar en
aquel da a todos los que saltan la puerta, los que llenan la
casa de sus seores de robo y de engao (Sof. 1:9).
3. Satans amenaza a la rectitud con
la oposicin del mundo
El tercer tropiezo que el diablo pone en el camino de la jus
ticia es una presin muy astuta de sus coetneos: No te das
cuenta de que perders el respeto de amigos y vecinos si an
das vestido con esa coraza? Ya sabes que la Palabra dice que
es importante vivir en paz con tus semejantes. O es que te
gusta que se burlen de ti como de Lot entre los sodomitas y
de No en el viejo mundo? Debes saber ya que eso de la san
tidad hace mala sangre en todas partes. Si la tienes, atraers
los golpes del mundo entero.
[459]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Aunque sea un argumento dbil, lleva bastante peso como


para constituir una tentacin peligrosa cuando tropieza con
una persona de carcter flojo y una fuerte inclinacin a la vi
da apacible. Aarn probablemente tropez con esta misma
piedra al fabricar el becerro de oro. No lo empez por gus
to, sino para tranquilizar al pueblo revuelto: No se enoje mi
seor; t conoces al pueblo, que es inclinado al mal (x.
32:22). Esta fue su defensa: No saba a qu podra llegar el
pueblo si rechazaba sus exigencias. Solamente lo tranquilic
para evitar mayores problemas.
As que vemos la necesidad de armarnos contra esta ten
tacin diablica. Un buen comienzo ser examinar las si
guientes verdades:

a) Dios controla a todos


Cuando Dios quiera, puede darte favor ante los que ms te
mes: Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehov, aun a sus enemigos hace estar en paz con l (Pr. 16:7).
Labn y Jacob son un buen ejemplo de esto. Labn estaba fu
rioso al perseguir a Jacob, decidido a vengarse, pero Dios se
encontr con l en el camino y le hizo cambiar de parecer. La
transformacin afect tanto a Labn que confes a Jacob la
razn de que su ira se hubiera calmado: Poder hay en mi
mano para haceros mal; mas el Dios de tu padre me habl
anoche... (Gn. 31:29). Labn tena poder para daar a Ja
cob, pero Dios no lo permiti!
Cuando Mardoqueo neg a Amn la reverencia requerida
por la realeza, pareci haber escogido la forma ms rpida
de airar al rey, pero su conciencia no le permita doblar la ro
dilla. Pero despus de que Amn intentara de todas las for
mas posibles castigar a Mardoqueo, l mismo fue llevado al
cadalso levantado para el fiel judo. La soberana de Dios pu
so a Mardoqueo en el puesto de Amn en el favor del rey.
Dios, que tiene la llave del corazn de los reyes, de repente
cerr el de Asuero contra el amalecita maldito, y lo abri pa
ra dejar pasar a Mardoqueo a la sala del trono. Entonces,
por qu vacilamos en esmerarnos, cuando Dios cuida tan
fielmente de la seguridad de sus hijos?
[460]

La coraza del cristiano


b) Hay ms misericordia en el odio de
los pecadores que en su amor
Los cristianos suelen aprovechar ms la ira de los malos que su
amistad. David fue movido a orar para que Dios abriera el ca
mino, porque sus enemigos lo buscaban con odio destructivo.
La dependencia de Dios siempre es ms segura que el favor de
los impos, que fcilmente atrapan a los creyentes en el com
promiso. Lutero dijo que no deseaba para nada el honor de
Erasmo; la complicidad de este con las grandes mentes natura
les del mundo lo haca anmico en la causa de Dios.
Los moabitas no podan derrotar al pueblo de Dios a dis
tancia, pero despus de aliarse con Israel pudieron subyugarlo.
No fueron sus maldiciones, sino sus abrazos los que dieron la
victoria a Moab. Te aseguro que nunca podemos perder el
amor ni heredar la furia de los hombres por mejor razn que
por mantener bien ceida la coraza de la justicia.
1. Al perder el amor del hombre ganamos la bendicin de
Dios. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen
y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, min
tiendo (Mt., 5:11). La providencia divina es un cobijo perfec
to para defendernos de la tormenta de la ira humana. Pero es
distinto cuando el cristiano cae en el pecado y da oportunidad
de hablar mal a los impos. El hombre menosprecia entonces, y
Dios frunce el ceo. El refugio de su Palabra no se abre enton
ces para esconderte del asalto de las malas lenguas. Pero cuan
do los malos te odian por tu santidad, Dios est obligado por
su promesa a devolverte amor por el odio de ellos, y bendicin
por sus maldiciones. Nos podemos quejar por la deshonra de
los hombres cuando la obediencia y santidad nos hacen pro
gresar en el favor del Rey?
2. Al perder el amor del mundo ganamos su respeto y ho
nor. Los que no te aman por tu santidad, no pueden menos que
respetarte y temerte por esa misma razn. Pero cada vez que
abandonas un poco de santidad por ganar el falso amor de los
pecadores, pierdes la reverencia que sus conciencias secreta
mente rendan a tu vida. Como Sansn, el cristiano que ande
en el poder de la santidad ser muy temido por los impos; pe
ro si el pecado saca a la luz un espritu impotente, entonces
[461]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

queda cautivo y cae bajo el ltigo de sus lenguas y el desprecio


de sus corazones.
La pobreza y baja clase social no te pueden hacer desprecia
ble en tanto mantengas puesto la coraza de justicia. La majes
tad puede reinar en un corazn santo, aunque se vista de hara
pos. La justicia de David causaba la reverencia de Sal, y el rey
rindi homenaje al sbdito exiliado: Y alz Sal su voz y llo
r, y dijo a David: Mas justo eres t que yo, que me has paga
do con bien, habindote yo pagado con mal (1 S. 24:16-17).
As es como debe ser: los carnales deben quedarse atnitos an
te la vida de los cristianos. Esto ocurrir a medida que te por
tes de la forma distintiva y singular que Dios pide, haciendo lo
que aun nuestros mejores vecinos inconversos no pueden hacer.
Mientras los magos del faran igualaban los milagros de Moi
ss, se daban por tan buenos como l. Pero la plaga de piojos
los fren; aun los ms hbiles no podan hacer lo mismo que
Moiss, y tuvieron que admitir que lo haca por el dedo de
Dios (Ex. 8:19). Cristiano, siempre debes hacer ms que los
inconversos, y tu justicia, como un llamamiento de Dios, debe
exceder a la suya. Esta idea nos lleva a aplicar todo lo apren
dido hasta aqu acerca del andar en el poder de la santidad.
Dos rasgos de la vida santificada

1. El pecado y la santidad existen y se oponen mutuamente


Vivimos en una generacin que trata el pecado y la santidad co
mo delirios melanclicos de los temerosos. Algunos hasta se
jactan de ser libres de la tirana de la santidad, y de poder mal
decir, mentir y robar sin tener que rendir cuentas a una con
ciencia severa. Argumentan que el pecado solo existe en la
mente. Estos son ms necios que aquel descrito por David: Di
ce el necio en su corazn: No hay Dios (Sal. 14:1). Estos van
ms all, anunciando sin cortapisas su necedad al mundo ente
ro.
No menciono a estos impos simplemente por rebatirlos; eso
sera tan intil como demostrar la existencia del sol en un da
despejado porque algn loco lo negara. Solo quiero hacerte ver
la poca abominable en que vivimos.
|462]

La coraza del cristiano


Hemos dormido profundamente, para que el enemigo haya
podido entrar y sembrar tal cizaa entre nosotros. Tal vez da
mos por sentado que esa simiente mortal no crecer en nuestro
suelo, donde los siervos de Cristo se han esforzado tanto, y a
tan alto precio, por limpiarnos. Cuando un espritu engaoso
cae sobre los que han disfrutado ms del evangelio, cunde co
mo una epidemia.
Me hace temblar ver las ortigas y la maleza que brotan en
Inglaterra, que durante tanto tiempo fue uno de los campos
ms fructferos de Cristo. Cuando los hombres se alejan tanto
de la profesin del evangelio, cegndose hasta no poder dife
renciar la luz de las tinieblas, no corren hacia el atesmo? Es
ta no es una ceguera natural, porque hasta los paganos dife
rencian el bien y el mal, y ven la santidad y el pecado sin la luz
bblica. No; esta ceguera es una plaga de Dios que les ha veni
do por rebelarse contra la luz que tenan.
2. Es posible vivir en el poder de la santidad
Dios no mandara hacer algo a su pueblo sin darle el poder de
cumplirlo. Aun as, debemos recordar la distincin entre la jus
ticia legalista y la evanglica. Por supuesto que no todo hijo de
Dios tiene la misma estatura y fuerza: algunos andan en santi
dad con mayor facilidad que otros. Pero nunca hubo un cris
tiano dotado de nueva vida en Cristo que no tuviera tanto un
verdadero deseo como cierto xito en la justicia evanglica, y
que no deseara hacer ms de lo que puede.
La semilla es pequea, pero contiene la grandeza y altura del
rbol maduro; prodiga cada vez ms fuerza al crecer y madu
rar. El primer principio de la gracia plantada en la conversin
contiene, en cierto sentido, la gracia completa y perfecta. Tiene
el deseo de crecer hasta esa perfeccin que Dios le ha asignado
en Cristo Jess.
En resumen, cuando se te sugieren ideas de la imposibili
dad de tener esta santidad aqu en la tierra, debes rechazarlas
y devolverlas a Satans. Ten en cuenta que tus esfuerzos por
la santidad le harn a l mentiroso. Que tu meta sea siempre
la santidad; fija los ojos en la promesa de la ayuda divina. No
hay que temer, porque sol y escudo es Jehov Dios; gracia y
1463]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

gloria dar Jehov. No quitar el bien a los que andan en in


tegridad (Sal. 84:11). Subraya esas palabras: gracia y glo
ria. Esto es: gracia para la gloria. Dios te dar mayor
gracia por la que ya tienes, hasta que la gloria que posees en
la tierra se funda con la gloria celestial (Stg. 4:6).
Amonestacin a los impos

Vivimos en medio de una generacin torcida y perversa. Por


tanto, es necesario reconocer tres clases de iniquidad que bro
tan a nuestro alrededor.
1. Algunos se satisfacen con su impiedad
Este es el estado natural de todo humano, pero hay muchos
que estn tan lejos de andar en el poder de la santidad que su
alma se paraliza bajo el poder del pecado. Sus deseos dictan
y moldean todo su trabajo, exigiendo cada hora del da y de
la noche para terminarlo. Es una vida triste y malgastada la
que se emplea en la obra bestial del pecado.
Pedro vincul la hiel de amargura y la prisin de mal
dad (Hch. 8:23). El que siembra pecado e injusticia con la
intencin de obtener algo ms que frutos amargos por su es
fuerzo, reclama un conocimiento superior a Dios mismo. Por
que l garantiza que los frutos naturales que broten de esa ra
z sern hiel y ajenjo (Dt. 29:18).
El diablo, como jefe de cocina milenario, puede aderezar el
bocado amargo de la iniquidad con unos engaos tan sutiles
que no se capte su sabor verdadero. Pero como Abner le pre
gunt a Joab: No sabes t que el final ser amargura? (2
S. 2:26). El Infierno derretir todo el azcar que doraba la pl
dora. Entonces, si no antes, saborears la verdadera amargu
ra de lo que tan fcilmente tragaste. Cuntos hay en el In
fierno hoy que maldicen su festn, y al que los convid!
Crees que alivia el dolor de los malditos contar los place
res, las ganancias y la diversin carnal que obtuvieron por su
dinero en la tierra, cuando han de pagarlos eternamente con
indecible tormento? Ciertamente la agona empeora al pensar
en lo barato que vendieron su alma y perdieron el Cielo, to[464]

La coraza del cristiano


do por decidir que la carga de la santidad era demasiado pe
sada!
Mientras al cristiano no le resulta difcil percibir la falsa pla
nificacin del engao satnico, muy pocos consideran lo que
ocurre en la eternidad. Ven morir a los pecadores en sus peca
dos a diario. No piensan ms en ellos ardiendo y clamando en
el Infierno, que los peces del ro se preguntan por sus compa
eros que picaron el cebo. Aunque se echara vivos a esos peces
en la sartn o en la olla hirviente, sus necios compaeros esta
ran dispuestos a picar el mismo anzuelo. Igualmente, los des
cuidados seres humanos persiguen de buen grado los placeres
pecaminosos que han llevado al Infierno a millones de almas
antes que ellos.
2. Otros se esconden tras una falsa santidad
Hay personas tan impas como las que se contentan con su pe
cado, pero que se revisten de algo parecido a una coraza, una
falsa santidad que salva su reputacin ante el mundo. Estos ya
tienen su recompensa (Mt. 6:2). Qu msera recompensa la
suya! Haces doble servicio al diablo, y doble deshonra a Dios,
al entrar en la batalla armado de hipocresa. Primero, mueves
al prncipe a creer que sers un soldado que intente hazaas
por su causa. Pero cuando no haces nada, solo ve a un traidor
que ocupa el sitio de un sbdito fiel armado para la victoria. Le
haces ms dao a tu Prncipe que el cobarde que se queda en
casa, o huye en rebelda hacia el campamento enemigo y le di
ce claramente sus intenciones.
Seamos serios, amigo: si buscas santidad, que sea la verda
dera. Vestios del nuevo hombre, creado segn Dios en la jus
ticia y santidad de la verdad (Ef. 4:24). Observemos este pa
saje: la santidad es el nuevo hombre creado segn Dios; esto
es, a su imagen. Esta imagen se copia del ser divino, como el ar
tista copia el rostro de un hombre. La santidad de la verdad
significa una santidad verdaderamente bblica, no una doctrina
farisaica y tradicional; tambin es una santidad que tiene como
punto de referencia el corazn, sede de la verdad o la falsedad.
Entonces, para tener santidad verdadera, el cristiano debe
poseer santidad y justicia en el corazn. Muchos tienen hermo[465]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

sura de santidad parecida a la del cuerpo, que no pasa de la su


perficie. Si se abre el cuerpo ms hermoso del mundo no se en
cuentra ms que sangre y fetidez; igualmente, al exponerse la
falsa santidad, vemos que solo contiene abundancia de impu
reza e inmundicia espiritual.
Pablo dijo al sumo sacerdote: Dios te golpear a ti, pared
blanqueada! (Hch. 23:3). Si eres un hipcrita, debo hacerme
eco del aviso apostlico: Dios te golpear como sepulcro blan
queado; porque la cal de la religiosidad que has aplicado a tu
profesin de fe no har que los dems admiren tu santidad tan
to como tu corrupcin te har ser aborrecido por todos los que
te vean.
3. Muchos se burlan de la justicia
Algunos estn tan lejos de ser santos que se burlan de los que
lo son. Creen que la coraza de justicia es tan ridicula que sea
lan entre risas al cristiano que la lleva a diario: Mira! All
va un hermano santo, uno de los puros!. Pero sus burlas son
algo ms que un desprecio a la santidad: revelan la maldad de
sus duros corazones.
Un grado ms de impiedad se ve cuando se hace burla de la
santidad de otro en vez de solo cobijar uno mismo la iniquidad.
Muy impo es aquel que no solamente se niega a participar de
la naturaleza divina, sino que tampoco soporta ver a otros que
optan por seguir la santidad de Cristo. El mero rastro de santi
dad levanta tan fuerte oposicin en la persona, que la hace vo
mitar su amargura de espritu contra ella.
El Espritu Santo reserva plaza para esta clase de pecador
por encima de todos sus hermanos infames: Bienaventurado el
varn que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en cami
no de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado
(Sal. 1:1). En este caso, el escarnecedor preside el consejo de los
pecadores.
Algunos interpretan el trmino escarnecedores como
burlones retricos, porque ciertamente hay una perspicacia
diablica en algunos burlones. Estos se precian de pulir los dar
dos que disparan contra los santos. La Septuaginta rinde la fra
se como la silla de los pestilentes. Como la peste es la ms
[466]

La coraza del cristiano


mortal de las enfermedades, as es el espritu burln entre los
pecados. Pocos se recuperan de esta transgresin, porque la Bi
blia habla de tales pecadores como casi sinnimos de muertos.
Dios nos advierte contra el malgastar el ungento sanador de
la reprensin: No reprendas al escarnecedor, para que no te
aborrezca (Pr. 9:8). Solo podemos escribir en su puerta: Se
or, ten misericordia; u orar por l, pero no intentemos razo
nar con l.
Tal vez el ejemplo ms triste de la burla sea cuando los es
carnecedores se mezclan con los cristianos. Ntese la forma en
que el Espritu de Dios interpreta el sarcasmo de Ismael en la
familia de Abraham: Pero como entonces el que haba nacido
segn la carne persegua al que haba nacido segn el Espritu,
as tambin ahora (G. 4:9).
El mundo no llama persecucin a la malicia si esta no lle
ga a la sangre, pero Dios quiere que el escarnecedor sepa de
antemano cul ser su ttulo en el juicio de Cristo: el ttulo se
r perseguidor. Burlarse de la santidad es un pecado grave,
porque conlleva la sangrienta semilla de la opresin. Los que
ridiculizan generosamente y muestran los dientes con amargu
ra, destrozaran la justicia a bocados si tuvieran poder para
hacerlo.
Igual que Ismael persegua a su hermano que haba nacido
segn el Espritu, as tambin ahora. El espritu burln corre
por las venas de todo impo, aunque Dios en su misericordia
gue a algunos con un freno en la boca. Mientras estos ltimos
no abran su corazn a Cristo, la fuerte conviccin de la verdad
hace que sus conciencias lleguen a la conclusin de la esposa de
Pilato: No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he
padecido mucho [...] por causa de l (Mt. 27:19).
Aunque siempre ha habido burlones de la santidad, el Esp
ritu de Dios ha profetizado que una clase especial de burln lle
gar en los ltimos das. Los que se rean de la justicia antes,
eran los que abiertamente se rebelaban contra Dios para revol
carse en el pecado, pero el Espritu de Dios revela que habr
una caterva nueva que se burlar de la santidad en el nombre
de la santidad. Algunos sern tan impos como los anteriores,
pero cubrirn su mal con un manto de religin:
[467]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que an


tes fueron dichas por los apstoles de nuestro Seor Jesucristo;
los que decan: En el postrer tiempo vendrn burladores, que
andarn segn sus malvados deseos (Jud. 17-18).
No los vemos nicamente entre los paganos y los crimina
les; la Palabra nos da una imagen tan clara como si llevaran el
nombre escrito en la frente: Estos son los que causan divisio
nes; los sensuales que no tienen al Espritu (v. 19).
Cierto pastor interpreta esto como los creadores de cismas,
carnales, sin el Espritu. Creadores de cismas, los que causan
divisiones! Mi corazn tiembla al ver las flechas del burln dis
paradas por esta ventana. Estos son los que dicen que deben
apartarse, porque su conciencia les indica que tienen un culto
ms puro que los otros; y no soportan tocar a los impuros,
unindose a las ordenanzas de ellos. Son estos burladores y
carnales? Verdaderamente, si el Espritu de Dios no nos hubie
ra dicho esto, podramos haber entrado a su tienda, como hizo
Labn con Raquel, sin sospechar que era morada de escarnece
dores de la santidad. Si alguien es un burln ateo o un burln
de la verdadera santidad, vestido de falsario: No os engais;
Dios no puede ser burlado (G. 6:7).
Tampoco dejar Dios que se desprecie su gracia manifesta
da en sus hijos. Recuerda lo que les cost a los jvenes que se
burlaron de Eliseo: Calvo, sube! Calvo, sube! (2 R. 2:23).
No solo se burlaron del Profeta de Dios con este mote, sino del
arrebatamiento de Elias al Cielo. Es como si retaran a Eliseo:
Si crees que tu amo ha subido al Cielo, por qu no subes t
tras l, para quitarnos a los dos de encima?. Es difcil creer
que estos muchachos se hundieran tanto en la impiedad, hasta
recordar su procedencia: Betel, la ciudad idlatra.
Dios trat severamente a Mical por despreciar la danza de
David ante el Seor, un acto que su orgullo consideraba dema
siado ignominioso para su marido. Recuerdas su castigo? Y
Mical hija de Sal nunca tuvo hijos hasta el da de su muerte
(2 S. 6:23). Por opinar que la alabanza a Dios era indigna de
un rey, no dio a luz heredero que llevara la corona.
Adems, es pecado grave burlarse del afligid: El que escar[468J

La coraza del cristiano


nece al pobre afrenta a su Hacedor (Pr. 17:5). Rerse del pe
cado de un cristiano, ya de por s es un mal grave. Aquellos hi
jos de Belial que se divertan al ver a David caer en la tentacin
de adulterio y asesinato fueron acusados por Dios de blasfemia.
Cunto ms critico es, entonces, mofarse de una persona
por su santidad! El pecado conlleva cierta causa de vergenza,
y da ocasin a los impos a reprochar especialmente al cristia
no por su comportamiento impropio. Pero la santidad no es so
lamente la nobleza del ser humano, sino la honra del Dios Al
tsimo mismo. Quin como t, magnfico en santidad? (x.
15:11). Nadie puede burlarse de la santidad sin mofarse an
ms de Dios, porque l tiene infinitamente ms santidad que to
dos los hombres y ngeles juntos. Nadie deshonra ms a Dios
que aquel que se mofa de la santidad de sus hijos.
Cuando los romanos queran difamar a alguien importante,
lo despreciaban ordenando que todo retrato y estatua suya en
la ciudad fueran destruidos. Cada creyente es la imagen viva de
Dios, y mientras ms santificado, tanto ms se parece a l. Si
uno se burla de un santo, mancilla el honor de Dios. Una mal
dad devastadora y demonaca de los paganos veterotestamentarios caus lo que cuenta el Salmista: Con hachas y martillos
han quebrado todas sus entalladuras. Han puesto fuego a tu
santuario (Sal. 74:6,7). El pueblo de Dios vio esta destruccin
y clam: Hasta cundo, oh Dios, nos afrentar el angustia
dor? Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
(v. 10). Cmo ver Dios entonces la malicia que no se gasta en
madera y piedra, sino en la talla delicada de su Espritu que es
la santidad de sus templos vivientes?
Exhortacin a los cristianos

1. Bendice a Dios por proporcionarte la coraza


Centenares de personas son destruidas por el diablo a diario por
no tener la coraza de la justicia para defender su corazn contra
sus dardos mortales. Si Dios te hubiera hecho rico y famoso en
el mundo, pero no santo, no te habra dado ms que lea para el
Infierno. Cmo olvidaremos entonces darle gracias por su pre
ciosa coraza de justicia?
[469]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Cuando el enemigo se acerca a una ciudad sin murallas ni


defensas, cuanto ms rica sea la ciudad, tanto peor ser la des
truccin. Cada vez que Satans se aproxima a uno que tiene
mucho del mundo pero nada de Dios en el alma para defen
derle, lo convierte en una vil ruina. Saquea todo lo que quiere
y hace su antojo con estas almas. El saqueo del diablo es tan
completo que el cautivo no piensa siquiera en aplazar o ne
garse algn deseo. Aunque sepa lo que su satisfaccin le cos
tar en el Infierno, sigue adelante y condena su alma en lugar
de resistirse a las exigencias ardientes de la tentacin.
Herodes tir medio reino a los pies de una muchacha mali
ciosa; y cuando esta no se content con ello, lo sacrific todo.
Si la sangre de Juan Bautista le cost a Herodes su trono en es
ta vida, eso no es nada comparado con la paga de la divina
Providencia que recibi inmediatamente despus de la muerte.
Que los cristianos exclamen humildemente: Aleluya!.
Cuando Dios te hizo santo, te dio puertas y cerrojos para tu
ciudad. Ahora, por su gracia, puedes defenderte con las conso
laciones continuas que el Cielo te enva para que resistas el po
der de Satans. Antes eras un tmido esclavo suyo, pero ahora
lo tienes bajo tus pies. El da que Dios te salv, plant tu pie
firmemente sobre la cabeza de la serpiente. Tus deseos, aquellas
fortalezas que le proporcionaron fcil control, le han sido arre
batadas de la mano. Una ciudad celebra cuando el cuartel ene
migo que la controlaba se conquista. Satans ha sido despoja
do y nunca ms podr sentarse como rey de tu alma.
En resumen, cuando Dios te justific, empez el Cielo en tu
alma. En cuanto naciste de nuevo, naci un heredero del Cie
lo. Piensa en las fiestas que celebran el nacimiento de un here
dero a la corona, aunque sea de un territorio pequeo en la
vasta creacin de Dios. No tienes an ms razn de regoci
jarte cuando la gloria del Cielo desciende sobre ti, especial
mente al recordar la herencia que tenas antes de ser adoptado
en la familia de Dios? Pablo une estos dos aspectos en una doxologa:
Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de
la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la
[470]

La coraza del cristiano


potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado
Hijo (Col. 1:12,13).
Bendito cambio, salir de la mazmorra oscura del diablo don
de te ataban cadenas de injusticia como a un prisionero rumbo
al Infierno, y pasar al Reino de la gracia de Cristo, donde la ca
dena dorada de la justicia que hay en tu cuello informa a Sata
ns y a todo el mundo que eres un heredero del Cielo!
2. Mantn ceida la coraza
Hay que recordarle al soldado que se ponga la armadura cuan
do sale a la batalla? Sera fcil persuadirle de que no se la pu
siera? Muchos lo han hecho, pagando caro su falsa valenta.
Aunque el peso de la armadura te estorbe, es mejor luchar con
ella que recibir una herida mortal en el pecho. Si se cae esta pie
za, no podrs ponerte el resto de la armadura por mucho tiem
po.
Si permites que la iniquidad penetre, tu conciencia cuestiona
r tu sinceridad. Es verdad que Pedro reivindic ser justo poco
despus de haber negado al Maestro: Seor, t lo sabes todo; t
sabes que te amo (Jn. 21:17). Hasta despus de que el Seor le
preguntara tres veces, Pedro sigui declarando su sinceridad. Pe
ro hay que considerar dos cosas: que el pecado de Pedro no fue
deliberado, y que hubo una grande y amarga tristeza entre su ne
gacin y la renovacin de su arrepentimiento. En el caso de Da
vid, fue mucho ms difcil recuperar la tranquilidad de concien
cia despus de que pecara deliberadamente. l rog ferviente
mente: Crea en m, oh Dios, un corazn limpio, y renueva un
espritu recto dentro de m (Sal. 51:10).
El calzado del evangelio no se amolda al pie hinchado por el
pecado y la iniquidad. Es imposible calzrselo si no se ha extir
pado la injusticia mediante el arrepentimiento y el perdn. Con
sidera esto: Eres lo suficientemente fuerte para sufrir con gozo
y paciencia por Dios en tu estado actual? No ms que un sol
dado enfermo y postrado en cama podra emprender una larga
marcha! La impureza debilita el alma tanto o ms que la enfer
medad debilita el cuerpo, evitando que pase privaciones.
David expres honda tristeza por la impureza de su vida:
[471]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Djame, y tomar fuerzas, antes que vaya y perezca (Sal.


39:13). No quera morir hasta que la santidad volviera a gober
nar su corazn. La iniquidad es un veneno que absorbe toda se
renidad de conciencia y los manantiales de gozo interior. Si tiras
una piedra a un arroyo claro, este pronto se enlodar: Porque
hablar paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a
la locura (Sal. 85:8).
El descuido en cuanto a andar en santidad arriesga grave
mente tu fe, que se guarda en la buena conciencia como una jo
ya en una caja fuerte. La fe es un ojo, y el pecado lo nubla. Para
la fe, la vida santificada es como el aire puro para la vista; vemos
ms lejos en un da despejado. La fe ve mejor las promesas de
Dios cuando mira a travs de una vida santa y ordenada.
La fe es un escudo. Soltara un soldado su proteccin a me
nos que haya recibido una grave herida? Si la fe falla, qu ser
de la esperanza que se aferra a ella y saca fuerzas como el nio
de pecho lo hace de su madre? Si la fe no ve el perdn en la pro
mesa, la esperanza no podr aguardar la herencia. La fe informa
al alma de que tiene paz para con Dios y entonces ella se re
gocija en la esperanza de la gloria de Dios (Ro. 5:1,2).
Intentas esgrimir la espada del Espritu? Cmo la empuas
cuando la iniquidad ha herido gravemente la mano de la fe que
debe llevarla? Esta espada es de doble filo: uno sana, el otro hie
re. Con uno salva, con el otro condena. La Palabra no habla ni
una buena palabra de aquel que practique el pecado. Piensa una
y dos veces: Vale algn pecado toda esta confusin que inevita
blemente ahogar tu alma?
3. S humilde en la santidad
Por donde intente entrar el orgullo, como el viento que abre
puertas y ventanas, rechzalo! Nada es ms pernicioso para tu
santidad; el orgullo vuelve la justicia en veneno, y la santidad en
pecado. Nunca ests ms lejos de parecerte a Cristo que cuando
te hinchas de orgullo. Cuando vemos alguno hinchado por un
edema, entendemos que est enfermo, aun sin hacerle un anli
sis. Mientras ms camino se abra el orgullo en tu vida, menos
sangre pura de santidad correr por las venas de tu alma: He
aqu que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece (Hab. 2:4).
[472]

La coraza del cristiano


La frase he aqu, es como un letrero pintado en la puerta del
orgulloso para que todos sepan que all mora un impo.
Si no quieres daar el poder de la santidad ni cuestionar su
existencia, gurdate del orgullo. Alguna vez has tenido ganas de
separarte de otros cristianos por no ser tan santos como t? Cui
dado: eso apesta a farisasmo. Por su naturaleza, la santidad
otorga, de entrada, todo beneficio a los hermanos: [Actuad] con
humildad, estimando cada uno a los dems como superiores a l
mismo (Fil. 2:3).
Tal vez hayas notado cmo los microbios del mal de la justi
cia propia invaden tus pensamientos; tu corazn se apoya fuer
temente en su propia justicia hasta que la confianza te hace es
perar la salvacin por ella. En tal caso, te amonestar as: Pon
tu escalera, pues, y escala t solo hasta el Cielo; porque ningn
otro ha llegado as. Realmente crees que podrs ser el nico
del Cielo que haya comprado su propia paz? Ve y mide la esca
lera por la santidad del evangelio divino. Si falta aunque sea un
solo peldao, eso te faltar para alcanzar el Cielo!
Si dependes de tu propia justicia cuando ha brillado en pbli
co y de tu propia santidad cuando ha andado en esplendor, es co
mo si te hubieras besado la mano con tu propia boca. Eres cul
pable de rendir el aspecto ms alto del culto divino a un ser hu
mano, a ese sol creado de tu santidad supuestamente inherente,
cuando Dios lo ha designado y reservado nicamente para el no
creado Sol de Justicia: Jehov, justicia nuestra (Jer. 33:26).
Solo hay dos opciones segn la Palabra: declararte culpable y
renunciar a todo esfuerzo humanista, o abandonar completa
mente la vida y la salvacin. Para ayudarte a suprimir la rebelin
del orgullo y la soberbia contra la santidad, considera seriamen
te estas ideas acerca de la humildad...

a) Medita en la santidad de Dios


Uno que est en alto no se marea hasta que mira abajo. Si se per
mite echar una ojeada condescendiente a los que son menos san
tos que l, la cabeza empezar a darle vueltas. Mirar hacia arri
ba es la nica cura para este mal. El ms santo de la tierra, una
vez que vislumbra la santidad infinita de Dios, se reconoce tal
cual es, y se humilla. La visin de Isaas revel a Dios sentado en
[473]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

su trono rodeado de ministros celestiales que se cubran la cara


y clamaban: Santo, santo, santo, Jehov de los ejrcitos.... Pe
ro la escena celestial tambin descubri al profeta su propia vile
za; al escuchar a los serafines que clamaban santo delante de
Dios, l clam inmundo en cuanto a su propia espiritualidad
(Is. 6:3,5).
Job es otro que se dio cuenta de la impureza de su alma al ver
la santidad de Dios. Ahora mis ojos te ven. Por tanto, me abo
rrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 42:5,6). En un
cuarto oscuro parecemos estar limpios; pero si pudiramos ro
dearnos de los rayos de la gloriosa santidad y majestad de Dios,
ella nos convencera de pecado, como los rayos del sol revelan las
motas de polvo en el aire. Pero la poltica del orgullo es no apa
recer all donde pueda deslucirse; prefiere ir adonde lo adoren a
la luz tenue de la autoexaltacin.

b) Medita en la santidad del estado de inocencia del hombre


Es verdad que si eres creyente, llevas implantado el principio de
la santidad. Pero y la naturaleza que tenas antes de que Adn
pecara? Los israelitas que vieron el segundo Templo, sin poder
recordar el primero, lo consideraban esplndido. Pero aquellos
que haban visto los muros del primero el Templo de Salo
mn, mezclaban las lgrimas con su gozo al recordar la des
truccin del mismo:
Muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas
paternas, ancianos que haban visto la casa primera, viendo
echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz (Esd. 3:12).
Que esto nos recuerde lo que le acaeci al primer hombre con
toda su gloria al caer en la trampa diablica. En el Cielo tendrs
los mismos placeres que Adn tena en el Paraso, pero hay que
dar muchos pasos a travs de obstculos de concupiscencia, ten
tacin y pecado para llegar a la cima.
El camino del cristiano al Cielo es duro: Y si el justo con di
ficultad se salva, en dnde aparecer el impo y pecador?(1 P.
4:18). Las vrgenes sensatas no tenan aceite de sobra. Recurda
le esto al orgullo, y vers como se le caen sus arrogantes plumas.
[474]

La coraza del cristiano


c) Medita en tu propia fragilidad humana
Pablo tena una manera eficaz de ahuyentar el orgullo cuando es
te le persegua demasiado de cerca. Se humillaba con el recuerdo
de lo malvado que haba sido antes de su salvacin. No se atre
va a decir palabra acerca de su santidad antes de cerrar con lla
ve la puerta al orgullo y recordar toda la historia de los captu
los ms negros de su vida. Ningn enemigo podra dibujar el re
trato de Pablo con colores ms sombros. Una y otra vez, el or
gullo fue apaleado con la descripcin que el apstol hizo de s
mismo: Porque yo soy el ms pequeo de los apstoles, que no
soy digno de ser llamado apstol, porque persegu a la iglesia de
Dios (1 Co. 15:9).
Solo despus de lavarse abiertamente en el estanque de sus an
tiguos pecados, menciona Pablo su purificacin por la misericor
dia de Dios: Por la gracia de Dios soy lo que soy [...]; he tra
bajado ms que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo (v. 10). l saba que la mejor manera de matar las ma
las hierbas del orgullo era quebrantando su corazn y volvin
dolo del revs, humillndose por toda abominacin. El orgullo
no puede sobrevivir fcilmente en un terreno arado regularmen
te por la humildad sincera. El orgullo es una oruga que consume
el mismo corazn de la gracia. Cristiano, tmate esta amarga
medicina de la humildad y el arrepentimiento segn necesidad, y
con la bendicin de Dios sers sanado.
Pero no creas nunca que este parsito se ceba nicamente en
los nios y los cristianos dbiles. Es una enfermedad comn en
tre ellos, pero los cristianos maduros tampoco son inmunes. En
la vejez, David se vio infectado por ella, cuando orden a Joab
contar al pueblo. Te has encontrado alguna vez haciendo me
moria de las buenas obras que has llevado a cabo y de los sufri
mientos que has pasado por Dios, o disfrutando de un poco de
aplauso personal (aunque sea con sordina) de vez en cuando?

[475]

Captulo 8

Sptima consideracin:
El calzado espiritual del cristiano
Y calzados vuestros pies con el apresto del evangelio de la
paz (Ef. 6:15).

ste versculo presenta la tercera pieza de armadura que pro


tege al cristiano: el calzado espiritual, a la medida de su pie,
diseado para usarse mientras luche contra el pecado y Sata
ns. Y calzados vuestros pies con el apresto del evangelio de
la paz. Estudiaremos ahora tres trminos distintos, sacados de
la Escritura, en cuanto a este calzado: primero, lo que significa
aqu el evangelio; segundo, lo que quiere decir la paz; y
tercero, lo que significa la palabra pies, as como la virtud
que se da a entender con el apresto del evangelio de la paz.
I. QU SIGNIFICA AQU EL EVANGELIO
El evangelio, segn el trmino original, significa buenas no
ticias o mensaje gozoso. Normalmente, en la Biblia este trmi
no se reserva para la doctrina de Cristo y para su salvacin. El
ngel les dijo a los pastores: No temis, porque he aqu os doy
nuevas de gran gozo (Lc. 2:10), y luego aadi: Os ha naci
do hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Se
or (v. 11). Entonces, el evangelio, en el Nuevo Testamen
to, suele llevar la connotacin de gozo y buenas noticias, y aqu
emplearemos este mismo significado.
La mejor noticia del mundo

La revelacin de Cristo y la gracia de Dios en l es, sin compa


racin, la mejor noticia para el pecador. Es un mensaje nico;
[476]

El calzado espiritual del cristiano


ningn otro puede tomar precedencia ni borrarlo alguna mala
noticia posterior. La misericordia divina va delante de su bendi
cin a los pecadores: Dios tenga misericordia de nosotros, y nos
bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros (Sal. 67:1).
1. Dios perdona y luego da
Hasta que Dios perdona por gracia nuestros pecados a causa de
Cristo, no puede mirar a los pecadores con benevolencia. Todos
nuestros beneficios no son ms que bendicin en potencia, hasta
que la gracia evanglica de la misericordia perdonadora los selle
con la salvacin y los actualice. Dios no mostrar su buena vo
luntad hasta que Cristo haga la paz por nosotros: Y en la tierra
paz, buena voluntad para con los hombres (Lc. 2:14). Qu cla
se de gozo sera, aun para el pecador heredero de un reino, si no
pudiera reclamar el mismo del gozo y el favor del corazn de
Dios?
2. No puede haber malas noticias despus de que se ha
abrazado la buena noticia de Cristo
La misericordia divina en Cristo cambia la misma naturaleza del
mal para el creyente. Toda plaga y juicio que pueda llegar al que
se ha bautizado en el ro de la gracia evanglica, recibe un nue
vo nombre. Llega con un encargo nuevo de la soberana divina y
tiene otro sabor para el creyente, como el agua filtrada a travs
de minerales tiene un sabor y virtud medicinal que antes no te
na: No dir el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en
ella le ser perdonada la iniquidad (Is. 33:24). El Profeta no dijo
que no enfermaran, sino que estaran tan llenos del gozo de la
misericordia perdonadora de Dios, que no se quejaran por la en
fermedad. La afliccin es un velo demasiado fino para ocultar el
gozo de la buena noticia de Jesucristo.
El mensaje del evangelio trae tal gozo, que Dios abri una
grieta para dejar que algn rayo brillara aun sobre Adn. Este
fue el mensaje que Dios utiliz para consolar a su pueblo cuan
do las cosas iban mal y sus vidas estaban en un punto bajo: Por
tanto, el Seor mismo os dar la seal:He aqu que la virgen
concebir, y dar a luz un hijo, y llamar su nombre Emanuel
(Is. 7:14). Pero t, Beln Efrata, pequea para estar entre las fa[477]

El cristiano con toda la armadura de Dios

milias de Jud, de ti me saldr el que ser Seor en Israel; y sus


salidas son desde el principio, desde los das de la eternidad [...].
Y ste ser nuestra paz (Mi. 5:2,5).
Este es el precioso secreto que Dios susurra, por el Espritu,
solo al odo de aquellos a quienes abraza con un amor especial:
En aquella misma hora Jess se regocij en el Espritu, y dijo: Yo
te alabo, oh Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has es
condido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revela
do a los nios. S, Padre, porque as te agrad (Lc. 10:21).
Nosotros no hemos recibido el espritu del mundo, sino el Es
pritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos
ha concedido (1 Co. 2:12). Por otra parte, que se le oculte el
evangelio a un alma es seal trgica pero cierta de estar marca
da para el Infierno: Pero si nuestro evangelio est an encu
bierto, entre los que se pierden est encubierto (2 Co. 4:3).
Esto nos lleva a las caractersticas de un mensaje gozoso, to
das ellas encontradas en el evangelio. Estudiemos cinco de ellas
ahora...
Propiedades de un mensaje gozoso halladas
en el evangelio

1. Un mensaje gozoso debe ser bueno


Nadie se alegra de una mala noticia. El gozo ensancha y abre el
corazn para que salga
y reciba a sus deseos ms especiales; pero una mala noticia en
cuentra la puerta cerrada.
El evangelio trae promesas que anuncian el bien que Dios tie
ne reservado para los pecadores, mientras que las amenazas son
la lengua nativa de la ley. La ley no puede hablar ms que juicio
para los pecadores; pero el evangelio de la gracia de Cristo les
sonre y alisa las arrugas de la frente de la ley.
2. El mensaje del evangelio es tan grande como bueno
Si escuchamos una noticia insignificante, probablemente la ol
videmos. Pero si es importante y muy buena, causa regocijo. El
[478]

El calzado espiritual del cristiano ngel del Seor dijo: Os doy nuevas de gran gozo (Lc. 2:10).
Tiene que ser gran gozo, porque es un gozo completo; el Seor
Jesucristo ha trado unas noticias de tal plenitud que no queda
nada ms que aadir. Si piensas que al evangelio le falta algo,
tendrs que buscar ms alto que Dios, porque l se entrega por
medio de Cristo a los creyentes en el pacto de gracia. Estamos
plenamente persuadidos de que el argumento de Pablo se sos
tendr: Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de
Dios (1 Co. 3:22,23).
El evangelio acerca nuestras vasijas a la fuente misma de la
bondad; ciertamente lo tenemos todo si nos unimos a Aquel
que lo tiene todo. Llegar alguna buena noticia a los santos
glorificados que no venga del Cielo? Tenemos la prueba de es
ta gloria en la Palabra: Nuestro Salvador Jesucristo [...] quit
la muerte y sac a la luz la vida y la inmortalidad por el evan
gelio (2 Ti. 1:10). El sol oculta el cielo de la vista, a la vez que
nos revela la tierra. Pero el evangelio revela ambos a la vez: la
piedad tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera
(1 Ti. 4:8).
3. Un mensaje bueno concierne ntimamente a sus oyentes
El pblico debe tener un inters personal antes de considerar un
anuncio como buena noticia. Podemos alegrarnos de saber que
algo bueno le ha ocurrido a otro, pero nos afecta ms si se vuel
ca directamente en nuestro corazn. Un enfermo no siente el
gozo de la recuperacin de otro enfermo con la misma fuerza
que de la suya propia.
El evangelio no nos informa de lo que Dios ha hecho por los
ngeles, sino por nosotros: Os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es Cristo el Seor (Le. 2: 11). Si los
ngeles se regocijan por nuestra felicidad, seguramente nuestro
propio bien nos da an mayor razn a nosotros para alegrar
nos. Extrao sera que cantara el mensajero, que solo trae la
noticia, mientras el destinatario siguiera indiferente. Puedes es
tar seguro de que este evangelio es para ti, si abrazas a Jesu
cristo con los brazos de la fe.
En un reino, todo sbdito, por humilde que sea, tiene parte
en el prncipe; es un bien comn de todos. As es Cristo para
[479]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

los creyentes. Las promesas se plasman como un buen retrato;


son para todos los que las miran con el ojo de la fe. El gozo del
evangelio es tu gozo si tienes fe para recibirlo.
4. La sorpresa aade gozo a la noticia
La gozosa noticia del evangelio era desconocida para los hijos
de los hombres y ni siquiera la buscaban. El corazn humano
nunca podra concebir tal noticia, hasta que Dios revelara el
dictamen de su voluntad. Durante el reinado de Enrique VIII de
Inglaterra, se envi un indulto a cierto noble que horas antes
esperaba ser decapitado; la noticia fue tan inesperada que el
hombre muri de gozo! La vasija de la naturaleza humana es
tan frgil que aun el vino de un gozo inferior a veces la que
branta. Pero las noticias divinas exceden a las naturales, en la
misma medida que la misericordia divina sobrepasa la del hom
bre mortal; como la liberacin del Infierno eterno difiere de la
muerte temporal, que se pasa antes de siquiera sentir el dolor.
5. Un mensaje bueno debe ser una verdad comprobada
No se trata de un rumor de procedencia desconocida. El evange
lio proviene de Dios mismo, que no puede mentir. El Rey del Cie
lo garantiza su verdad: Este es mi Hijo amado; a l od (Lc.
9:35). Todos los milagros de Cristo confirmaron la validez del
evangelio. Los escpticos que negaban la doctrina de Jess se vie
ron obligados una y otra vez a reconocer la divinidad de sus mi
lagros, revelando as el desatino de su incredulidad ante el mun
do entero. Los milagros de Cristo eran para el evangelio como
los sellos en un documento. Los incrdulos no podan negar que
Dios obraba en ellos, pero tampoco podan verlo en la doctrina.
Como si Dios fuera a poner su sello sobre una mentira!
Esto es lo que colma el gozo de la buena noticia: no enga
ar a nadie que ponga toda su confianza en ella. Palabra fiel
y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jess vino al mun
do para salvar a los pecadores (1 Ti. 1:15). El puente que tien
de el evangelio, sobre el abismo de la ira divina, para que pa
sen los pecadores desde sus pecados hasta el Reino de Dios, se
apoya en los arcos de su divina sabidura, poder, misericordia
y fidelidad. El creyente no tiene que temer verlos doblarse o
[480]

El calzado espiritual del cristiano


quebrarse. Se le llama el evangelio eterno (Ap. 14:6). Aun
cuando se derrumben la tierra y el cielo, ni un tomo de nin
guna de las promesas de Dios quedar enterrado bajo los es
combros: La palabra del Seor permanece para siempre. Y es
ta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada (1
P. 1:25).

Una llamada a nuestra compasin por


los que nunca han odo el evangelio
Puesto que la noche lgubre de la pobreza y ceguera espiritual
se extiende sobre naciones enteras, estas se encuentran bajo el
ataque continuo del carnicero malvado del Infierno. Este devorador de almas conquista fcilmente a los que estn en tinie
blas. Pone un cuchillo a su garganta y no encuentra resistencia,
ya que estn profundamente dormidos en su ignorancia, sin la
nica luz que puede revelar la va de escape.
Los cristianos que han saboreado la dulzura de la gracia
evanglica, tiemblan ante la condicin lastimera de los incon
versos. Que Dios nos perdone por no clamar ms por ellos. No
vivimos tan alejados de esos inconversos como para que no los
compadezcamos, oremos por ellos y deseemos fervientemente
su salvacin. No te engaes: no hacerlo nos salpica de la culpa
por su sangre, derramada constantemente por el asesino de la
humanidad.
Aunque no puedes dar a estos ignorantes una parte de tu
salvacin, recuerda que mueren de hambre porque nunca se
han saciado del Pan de Vida. Algunos hasta han abrazado la
falsa esperanza de que los paganos puedan encontrar a Cristo
conociendo el sol, la luna y las estrellas, viendo la grandeza de
la creacin. Los que comparten esta idea tal vez parezcan me
jores para con los paganos, pero me temo que al final se ver
que son ms crueles que los otros por no obrar y orar para que
la luz de la proclamacin del evangelio surja con poder en las
naciones.
Cuando el personal militar considera adecuada la defensa de
un campamento, los refuerzos y la ayuda llegan ms lentamente.
Por eso, ojal que Satans no hubiera engaado a tantos de es[481]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ta misma manera! Si se pudiera aprender esta maravillosa leccin


de las estrellas, a estas alturas sabramos de alguno que se salv
por esta va. Por supuesto que la estrella llev a los magos hasta
Cristo, pero el predicador celestial les explic su significado; de
otra manera, no habran comprendido lo observado.

El mundo rechaza el evangelio


Cuando el nacimiento del Salvador se anunci en Jerusaln, to
do corazn debera haber latido de gozo, al ver como el bendito
Mesas cumpla la esperanza de todas las generaciones. Pero ocu
rri lo opuesto: la llegada de Cristo alarm a los hombres como
la llegada de un enemigo, en vez de cmo el arribo del Salvador.
Se podra razonar que aunque tropezaran al aceptar el naci
miento y parentesco humilde de Cristo, seguramente lo adorar
an cuando su divinidad empezara a dejarse ver en todos los mi
lagros y seales que seguan a aquel Hombre. Cuando sus labios
demostraran su autoridad al anunciar el gozoso mensaje trado
del Padre, no aceptaran ansiosos la salvacin que se les predi
caba? No, persistieron en la perversa incredulidad y rechazo obs
tinado de Cristo.
Aunque la Palabra, supuestamente tan adorada por los jud
os, testificaba plenamente de Cristo y los acusaba ante sus con
ciencias, aun as, rechazaron a Jess. Cristo los amonest: Es
cudriad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas
tenis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de m; y
no queris venir a m para que tengis vida (Jn. 5:39,40). Que
ran la vida, pero preferan perderla antes que acudir a l.
Ha cambiado el mundo desde entonces? Se acoge mejor el
evangelio de Cristo en la actualidad? La invitacin sigue siendo
la misma: Venid a m, todos los que estis trabajados y carga
dos, y yo os har descansar (Mt. 11:28). Lo peor que Cristo ha
ce a los que acuden, es darles vida y salvacin; pero miles espe
ran de alguna manera escuchar mejores noticias del mundo, re
legando el evangelio a una lengua desconocida que no les con
cierne, por lo menos por ahora. Prefieren mantener una distan
cia cmoda con l, dando por sentado que habr tiempo para en
cargarse de eso al entrar en la otra vida.
[482]

El calzado espiritual del cristiano


Pero el evangelio de Cristo nunca se ide para acomodar los
deseos carnales; no atrae a la gente con honores y placeres mun
danos. Si Cristo hubiera satisfecho unos pocos deseos, aunque
ello significara prometer menos en el mundo venidero, habran
acogido la noticia los que prefieren las ancdotas masculladas de
un borracho antes que el mismo mensaje celestial.
Qu har Dios entonces, con esta poca degenerada en que
vivimos? Me temo que un juicio terrible. Si se rechaza tan mara
villoso evangelio, la tragedia no puede tardar. Dios viene a los
hombres porque quiere; entonces, por qu quedarse donde no
es bienvenido? Cuando no hay nadie que compre su gnero, o
son pocos los que lo hacen, es hora de que el mercader junte sus
cosas y se vaya.
No vemos cmo sangran los nombres de los fieles mensaje
ros de Cristo bajo los reproches y ataques lanzados contra ellos?
Las verdades preciosas del evangelio estn casi cubiertas por el
barro de los errores y blasfemias que las mentes corrompidas pa
gadas por el diablo mismo han tirado a la cara de Cristo y de su
buena noticia. Dnde est el valiente que frene las lenguas viles
para que dejen de vomitar veneno contra el Seor Jesucristo?
Cuando se opone alguno, es tan dbil que los enemigos de Cris
to se envalentonan. La justicia se esparce tan livianamente, como
gotas de roco sobre el fuego, que en realidad aumenta la llama
de la ira de ellos en lugar de apagarla.
Pero bendito sea nuestro Dios: hay un remanente de cristia
nos que creen y saben que Cristo es precioso, que abrazan gozo
sos su evangelio y lloran en secreto por el desprecio de los pro
fanos. Si no quedara algn creyente vencedor entre nosotros, la
crisis sera mucho ms desesperada de lo que es. Si estos cristia
nos no se hubieran aferrado a los pies de Cristo todos estos aos,
rogndole con fuerza que se quedara con ellos, su presencia se
habra marchado hace tiempo. Aun as, hay consideraciones de
la actitud mundana hacia el evangelio de Cristo que nos hace
preguntarnos qu har Dios ahora.

1. Solamente un remanente abraza el evangelio


Si se pusiera a votacin, no decidiran a millares deshacerse de
Cristo y su evangelio? La historia misma profetiza el futuro de
[483]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

esta gran probabilidad. Cada vez que Dios se ha retirado de un


pueblo, ha habido unos pocos santos mezclados con los imp
os. Sardis contaba con varios que no haban manchado sus
vestidos, pero, aun as, se le quit el candelero. Lo nico que
aquellas personas tuvieron fue una promesa para s mismas:
Andarn conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas
(Ap. 3:4), pero no se prometi proteccin alguna para toda la
iglesia. Dios puede derribar una casa a la vez que proporciona
seguridad para los santos que encuentra dentro.
Unas pocas voces se ahogan fcilmente entre los gritos de la
muchedumbre, y una docena de copas de vino apenas se perci
ben en un barril entero. As, a veces, un remanente de cristia
nos poco puede hacer para salvar a los millones de desgracia
dos incrdulos que los rodean. Cuando la enfermedad contro
la un cuerpo dbil, la naturaleza se esfuerza al mximo, pero
no puede sanarlo; tal vez sus mejores esfuerzos solo consigan
prolongarle un poco la vida. Unos pocos santos encerrados en
una poca de malvados que desprecian a Cristo, pueden obte
ner una prrroga del juicio; pero si los mismos incrdulos no
deciden cambiar, inevitablemente llegar la ruina.

2. La mayor parte de la cristiandad se compone


de discpulos viejos, no de recin convertidos
La matriz del evangelio ha sido cerrada para no alumbrar al
mas mediante una slida obra de conversin. Por supuesto que
si se cuentan los que se bautizan a s mismos en nuevas emo
ciones religiosas, con buenas intenciones y sanas opiniones, hay
muchos cristianos. Pero en esta poca de profesiones de fe
marchitas y una prctica de la santidad an ms dbil, cuesta
encontrar a un verdadero converso!
Naturalmente que Dios se complace en traer de vez en cuan
do dolores de parto a nuestras iglesias, para que sus desprecia
dos siervos tengan el sello divino que confirma su ministerio y
as frenar el ardiente ultraje al evangelio. Pero su escasez es un
aviso solemne a la nacin.
Al ver un rbol antiguamente cargado de frutos, que ahora
produce unas pocas manzanas de vez en cuando en contadas
ramas, damos por sentado que el rbol se est muriendo. Por
[484]

El calzado espiritual del cristiano


su fecundidad, Lea pensaba que Jacob se unira ms a ella. Por
el contrario, no abandonar Dios al pueblo que se ha vuelto
estril bajo su abundante cobertura de gracia? El Seor mismo
lo promete: Corrgete, Jerusaln, para que no se aparte mi al
ma de ti. Y si Dios quita su presencia, la Palabra confirma lo
peor: Para que no te convierta en desierto, en tierra inhabita
da (Jer. 6:8).
Cuando los entierros superan los nacimientos, se est per
diendo la batalla. Hay una triste lista de nombres que se dan de
baja cada da; pero dnde estn los que nacen en Dios? Si los
buenos se van y los que quedan van de mal en peor, tenemos
razones para temer que Dios est limpiando el campo para dar
paso al juicio.

3. Hay divisiones en el pueblo de Dios


Las contenciones siempre evidencian problemas. Cristo nos da
la luz del evangelio para alumbrar nuestro camino y trabajo, no
nuestras rias y disputas. No debemos sorprendernos entonces
si l decide apagar y terminarlo todo. Si la tempestad contra la
Iglesia hiciera que todos los creyentes remaran en la misma di
reccin, como aquella en Galilea hizo con los primeros disc
pulos, cabra esperar que Jess se acercara con misericordia pa
ra llevarnos a buen puerto. Pero cuando tiramos el remo y em
pezamos a pelearnos en la barca mientras ruge el viento, tene
mos ms probabilidades de ahuyentar a Jess que de invitarle
a entrar. Entonces corremos ms peligro de hundirnos que de
salvar la embarcacin.

Exhortacin a los incrdulos y los creyentes


1. A los incrdulos
Convncete de recibir el mensaje del evangelio con fe en el co
razn; es la mejor noticia que puedes enviar al Cielo como ac
cin de gracias por la buena noticia de Cristo. El anuncio de
haber abrazado a Jesucristo ser tan bueno para el Cielo como
el mensaje de la salvacin en l lo fue para ti: Habr ms go
zo en el cielo por un pecador que se arrepiente... (Lc. 15:7).
Los ngeles que aclamaron la llegada de Cristo al mundo no se
[485]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

quedarn mudos cuando lo recibas en tu corazn, porque para


eso vino.
El Hijo de Dios descendi cuando vino a la tierra, pero aho
ra asciende. Su venida fue un acto de humillacin, pero tu sal
vacin es su exaltacin. El trono m s alto de Dios es el alm a
del creyente.

Podemos comprender el regocijo del Cielo por la salvacin,


al ver el gozo que esta le proporcion a Cristo en la tierra. Te
na que ser una gran noticia para hacer sonrer al varn de do
lores (Is. 53:3). Leemos que cuando los discpulos que fueron
enviados a predicar el evangelio volvieron con noticias de la
victoria, Jess se regocij en el Espritu, y dijo: Yo te alabo,
oh Padre, Seor del cielo y de la tierra (Lc. 10:21). De todos
los aos de su vida, fue en ese momento cuando Cristo expre
s su gozo. El cuidado del Espritu Santo al hacer constar este
pasaje nos dice lo mucho que le importaba a Cristo la salvacin
de las almas. Entonces, si queremos darle una buena noticia,
debe ser la de la autoridad de su evangelio en nuestros corazo
nes. Esto hizo a Cristo regocijarse en medio de sus dolores aqu
en la tierra, y ahora, en el Cielo, le alegrar an ms, ya que to
dos sus sufrimientos han sido sanados, han quedado atrs y
desaparecido.
Si la aceptacin del evangelio es tan buena noticia para Cris
to, imagina el disgusto que le causar su rechazo. Igual que se
goza en el Espritu al saber que el evangelio prevalece, tambin
debe airarle profundamente cuando el mundo incrdulo lo des
precia. De hecho, esta verdad la ilustr con la parbola de los
siervos y la cena: Entonces enojado el padre de familia....
Cuando sus siervos enviados a invitar a la gente (esto es, a pre
dicar el evangelio) volvieron trayendo corteses excusas, tanto
se air que pronunci un juicio terrible sobre cada uno de los
que haban rechazado la invitacin: Ninguno de aquellos
hombres que fueron convidados, gustar de mi cena (Lc.
14:21,24).
Los incrdulos que no acudieron cuando la cena del evan
gelio estaba en la mesa, tuvieron que irse a dormir con hambre
y morir en su pecado. Al cerrar ellos la puerta de su corazn a
Cristo, l ech el cerrojo de justicia para la eternidad. La nica
[486]

El calzado espiritual del cristiano

venganza de Jess contra aquel que lo rechace, es condenarlo a


su propio deseo.
Lo que Dios menos tolera es el desprecio de su gracia. Aun
que los judos han experimentado graves consecuencias por su
idolatra y errores a lo largo de los siglos, nunca han sufrido
mayores calamidades que aquellas que conlleva el haber recha
zado a Cristo. Bajo los antiguos juicios se haban ablandado un
poco sus actitudes; pero los juicios postreros han endurecido su
corazn.
Inconverso, si no aceptas a Cristo ahora, no lo tendrs des
pus. Te han hecho muchos ofrecimientos, por qu quieres
morir sin l? No ves que corres hacia la condenacin? Nadie
se hunde tanto en el Infierno como aquel que tropieza en el Hi
jo de Dios. El mismo evangelio que hoy te trae buenas noticias
se repetir en el da del juicio como la peor sentencia que hayas
odo jams.

2. A los creyentes
Por el placer se hace el banquete, dice Salomn (Ec. 10:19).
Estoy seguro de que Dios pretende que sus hijos se gocen en el
festn del evangelio de Cristo. En el Antiguo Testamento, no se
permita la presencia de enlutados a la mesa de Dios. Ya que la
congoja del cristiano refleja una actitud inamistosa hacia Dios
mismo, cmo recomendaremos su delicioso amor si no nos sa
cia a nosotros? El mundo opina que la vida cristiana es de por
si deprimente, una comida seca con poco vino para el gozo.
Por qu confirmas su engao? Por qu ponerte como eviden
cia contra Jess y su Palabra, que promete gozo y paz para to
dos los que acuden a esta mesa?
No quiera Dios que tu comportamiento, que debe revelar
la palabra de vida (Fil. 2:16) y su realidad ante el mundo, es
t en desacuerdo ni ponga en tela de juicio su Palabra. Es un
grave error ensear que Roma ensee que no se puede conocer
la Escritura como Palabra de Dios sino por el testimonio de la
Iglesia. El testimonio prctico de las vidas de los creyentes tie
ne gran autoridad sobre la conciencia de los hombres para per
suadirles de la verdad del evangelio. Estos pueden creer la bue
na noticia cuando la leen claramente en una vida gozosa.
[487]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Cuando los incrdulos ven a los cristianos tristes con la co


pa de la salvacin en la mano, sospechan que el vino no es tan
bueno como dicen los predicadores. Si los mercaderes de Indias
volvieran ms pobres que cuando zarparon, sera difcil con
vencer a otros a aventurarse a tal sitio, sin importar las monta
as de oro que all hubiera. Cristiano, no des pie para que los
incrdulos se imaginen, vindote cojear en la carrera, que de
ben renunciar a toda felicidad si se convierten, pasando el res
to de la vida en una casa de luto, con un equipo de perdedores.
Est el evangelio de Cristo lleno de vida abundante o no?
Entonces, no te endeudes con el mundo para aprovechar sus
ganancias carnales; no tienes que salir de la casa de Dios para
alegrarte. l dispone de tanto gozo, que no es posible gastarlo
todo. Abraham no quiso ni un hilo ni una correa de calzado del
rey de Sodoma, para que no dijera luego que l lo haba enri
quecido. Un cristiano debe estar dispuesto a rechazar los delei
tes del mundo para que los paganos no digan: Sac su gozo
de nuestro pozo.
El Espritu de Dios ha cavado el canal por el que quiere que
fluya el gozo de sus hijos. Est alguno alegre? Cante alaban
zas. Por otra parte: Est alguno entre vosotros afligido? Ha
ga oracin (Stg. 5:13). Dios ha provisto el medio de expresar
tanto el gozo como la pena.
De la misma manera que la distraccin de un prncipe difie
re de la del pobre, as el gozo cristiano no se debe parecer al
carnal. Si alguna vez hay necesidad de alimentar la lmpara
cristiana con leo santo (esto es, aceite espiritual de la fuente
evanglica), es ahora. Muchos cristianos profesantes actuales
se amoldan a las modas, diversiones y codicias mundanas y
hasta incitan a otros a alcanzar sus metas de libertad carnal. Su
inters por el mundo demuestra que el gozo espiritual sacado
del pozo de la salvacin no los satisface. De ser as, no beber
an de los charcos contaminados que antes solo utilizaban aque
llos que no haban bebido de la copa de Cristo.
Por qu los llamados cristianos abandonan el vino puro
del gozo evanglico en favor del veneno adulterado que la ra
mera mundana les tiende sonriente en su cliz de oro? Es por
que el mensaje del evangelio que antes brillaba en la Palabra
[488]

El calzado espiritual del cristiano

predicada, y consolaba a los tristes, ahora se ha vuelto rancio?


O porque el ro del gozo espiritual que durante tantas genera
ciones ha corrido por las vidas de los cristianos, sin mezclarse
con los placeres contaminados del mundo, ha acabado cayen
do en ellos perdiendo su naturaleza divina? No, el evangelio si
gue inmutable; el gozo que trae es tan refrescante y restaurador
como siempre. Ser hermoso mientras Dios y Cristo sean la vi
da, porque fluye y se alimenta de su corazn.
El problema no est en la Palabra; sino en aquellos que di
cen aferrarse a ella. Los que insisten en que obedecen al evan
gelio, no son como los hombres y mujeres santos primitivos. El
mundo se ha endurecido y las prioridades y sentimientos de los
hombres se han enfriado. El paladar ya no es exigente; no pre
fiere an el alimento celestial del evangelio. El placer es tan vi
vo como siempre, pero los invitados se han endurecido por el
constante contacto con el mundo. Se nos ha pervertido el juicio
y corrompido los principios; no resulta sorprendente que nues
tro gozo sea carnal.
El error es una ramera que aleja el corazn de Cristo y de
sus gozos espirituales. Una vez confundida la mente por el
error, empieza a calumniar la verdad, envenenando el corazn
con sentimientos carnales. Esta es la raz de la miseria contem
pornea.
Satans ha llevado a cabo astutamente su juego entre noso
tros al convertir a sus instrumentos en ngeles de luz, haciendo
a los crdulos pensar que encontrarn mayor gracia y poder en
esta luz artificial que en la revelacin divina. Pero entonces les
pone la zancadilla y, con una maniobra astuta de sus deseos
carnales, los hace caer tanto como para aceptar los placeres
mundanos por nica y plena paga de sus promesas. Espero que
la divulgacin de esta trampa monstruosa del diablo te haga
amar an ms el evangelio y permanecer en sus brazos eternos
toda la vida.
Cristiano, bendice a Dios por las buenas noticias del evan
gelio, y no escuches sucedneo alguno, a no ser que quieras de
jar la verdad y asir una mentira empapada de veneno mortal!
Ten cuidado; saca todo tu consuelo del pecho del evangelio.
Cuando alguien carnal quiere divertirse, no toma la Biblia ni
[489]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

corre a las promesas, andando en tranquila meditacin. Y cier


tamente no le alegra pensar en Cristo sentado en el Cielo. En
su lugar, compra libros triviales que corroen el alma, y busca
compaeros de juerga, para ayudarle a matar el tiempo y saciar
su hambre inquieta con provisiones infernales. La clase de bue
na noticia que le interesa sale de la plaza: chismorreos comer
ciales, lo que ganar con su ganado, cosechas o acciones, y las
novedades que puede comprar.
Dnde est tu camino, cristiano? Adonde te lleva el alma
en busca del gozo? Acudes a la Palabra y lees lo que Cristo ha
hecho por ti en la tierra, y lo que hace por ti all en el Cielo?
Te llegas al Trono de la Gracia en busca de buenas noticias de
aquel pas lejano donde est todo tu tesoro y viven tus mejores
amigos? Ests atento a la siguiente promesa que la paz de
Cristo susurra a tu corazn? De ser as, no llevas el nombre en
balde: eres un cristiano verdadero.
Erasmo dijo que cuando un estudiante verdadero se cansa
de estudiar, se refresca con ms estudios, pero de un tema ms
fcil y placentero. De la misma manera, cuando el espritu del
verdadero creyente se fatiga de los ejercicios ms recios del cris
tianismo, como son el ayuno y la oracin, puede recuperarse en
el festn del amor de Dios en Cristo, donde ve el agua conver
tida en vino y las lgrimas con las que el pecado ha baado su
rostro se lavan con la sangre de Jess. Cuando el temor hace
tambalearse al cristiano, al reconocer la justicia de Dios y su
juicio del pecado, la meditacin de las dulces promesas le avi
va. Encuentra sanidad en la misma Palabra que le hiri; donde
tuvo pena, ahora recibe el gozo de Cristo.

II. QU SIGNIFICA AQU LA PAZ


es un trmino amplio: Esperamos paz, y no hubo
bien (Jer. 8:15). La paz conlleva bien, como el sol da luz al
mundo. Cuando Jess expres su mayor deseo para los disc
pulos, envolvi toda la felicidad de su gran corazn y la envi
con esta bendicin: La paz os dejo, mi paz os doy (Jn.
14:27). La paz en su mayor grado, si no es falsa, surge siempre
de esta raz evanglica. Entonces, la verdadera paz es nicaLa paz

[490]

El calzado espiritual del cristiano


mente la bendicin del evangelio. La bendicin de la reconci
liacin con Dios constituye la primera clase de paz que hay que
examinar.

La paz de la reconciliacin con Dios


1. La necesidad de paz con Dios
Los actos abiertos de hostilidad entre las naciones anuncian el
principio de una guerra. Igualmente, a pesar del hecho de que
dispara corto (aunque no falla a propsito), el hombre lanza
andanadas de pecado e iniquidad contra Dios. Aun los cristia
nos ms maduros recuerdan la antigua vida antes de que la
nueva les diera la gracia transformadora: Porque nosotros
tambin ramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extravia
dos, esclavos de concupiscencias y deleites diversos... (Tit.
3:3). Es decir, esclavos de Satans: estbamos dispuestos a lu
char contra Dios y ponernos del lado de su nico enemigo.
No hay parte ni facultad del hombre inconverso que no se
resista y luche contra Dios. Pablo dice al respecto: Los desig
nios de la carne son enemistad contra Dios (Ro. 8:7). Si la
guerra estalla en la mente, tampoco habr paz en el fondo del
alma. Por naturaleza, la enemistad contra Dios est en las fa
cultades superiores del alma. Los soldados rasos a menudo se
interesan ms por las ganancias personales recibidas de la ba
talla, mientras que los oficiales miran los principios que estn
en juego, y entran en combate llenos de desprecio por el ene
migo. Las facultades inferiores solo buscan saciar su apetito
sensual con la excitacin del pecado, mientras que las superio
res de la mente se enfrentan ms directamente con Dios opo
nindose a su soberana. De hecho, si fuera posible quitarle a
Dios la misma vida, odio de sobra hay en la mente carnal para
hacerlo.
No solo est el hombre en guerra con Dios, sino que Dios
tambin lo est con el hombre malvado: Dios est airado con
tra el impo todos los das [...]. Armado tiene ya su arco, y lo ha
preparado. Asimismo ha preparado armas de muerte (Sal. 7:1113). Dios ha levantado su estandarte real para desafiar a todos
los hijos e hijas de Adn, traidores a su corona. Ha salido a com[491]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

batir con fuego y espada contra todo rebelde a su Palabra. Dios


testifica suficientemente de su ira al revelar cmo juzga a los pe
cadores, aplastados por su justo pie: un destino adecuado para
su viperino amo en el pecado.
En toda puerta por donde el pecado entra, la ira de Dios le sa
le al encuentro. Ya que toda facultad del alma y miembro del
cuerpo se usa como arma impa contra Dios, todos, hasta la pun
ta de la lengua, reciben su parte de la ira divina. Igual que el
hombre es totalmente pecaminoso, tambin es completamente
maldito: dentro y fuera, alma y cuerpo por igual. Las maldicio
nes y los castigos estn escritos en l tan apretadamente que no
cabe ni uno ms.
En resumen, el desagrado del Seor con el pecador es tan ar
diente que toda la creacin lo comparte. Aunque Dios apunta al
hombre, y dirige sus flechas principalmente contra l, estas tam
bin hieren a otras criaturas. De modo que la maldicin divina
golpea a toda la creacin a causa del hombre, y parte de la mi
seria humana se paga con la creacin cada, con todas las fuer
zas y criaturas del mundo natural que originalmente se ordena
ron para servir al hombre y contribuir con sus gotas a llenar la
copa humana de gozo.
Podemos comparar las plagas divinas con un ejrcito iracun
do que saquea la tierra enemiga, destruyendo sus bienes, enve
nenando el agua y quemando sus casas. Nada escapa a su furia.
El pan que comemos, el aire que respiramos, el agua que bebe
mos, estn envenenados con la maldicin divina; de forma que
aun el anciano ms sano, con el tiempo, morir.
Todas estas expresiones de la ira divina contra el pecado no
se pueden comparar con el Infierno; como tampoco se puede
comparar una compaa de soldados con un ejrcito entero. Dios
no tiene ms que escaramuzas con los pecadores aqu abajo; so
lo enva una muestra de su juicio para que sepan que cuentan con
un enemigo vivo, que lo ve todo y puede derrotarlos cuando
quiera. Solo en el Infierno liberar Dios toda la furia de su poder
como Juez, porque all castigar a los pecadores, los cuales su
frirn pena de eterna perdicin, excluidos de la presencia del Se
or y de la gloria de su poder (2 Ts. 1:9). Esto entonces confir
ma el hecho de que existe una disputa entre Dios y el hombre.
[492]

El calzado espiritual del cristiano


2. La paz solo proviene del evangelio

La Palabra de Dios presenta primero los artculos del tratado


de paz evanglica y luego sirve como instrumento, por la Es
critura predicada y publicada, para efectuar esta bendicin.
a) La Palabra presenta los artculos del tratado de paz

El evangelio es el corazn de Dios puesto por escrito; y sus pre


ciosas promesas son verdades celestiales traducidas al idioma
humano. En ellas vemos los propsitos de amor y misericordia
acordados por Padre, Hijo y Espritu Santo para que Jess re
dimiera a la humanidad perdida. Estas promesas se exponen a
la vista de nuestra fe para que las creamos, sabiendo que el Pa
dre autoriz a su Hijo a predicar su paz y comprarla con la
muerte en la cruz. Finalmente, Dios envi al Espritu Santo pa
ra sellar estas promesas a todos los que crean en las credencia
les de Jess (los milagros confirmadores y el testimonio bbli
co), recibindole como Salvador, con fe no fingida.
El pecador est rodeado de un diluvio de ira, sin esperanza
ni ayuda, hasta que el evangelio, como paloma, trae la rama de
olivo de la paz, y le dice que la marea ha cambiado y el torrente
de ira volcado sobre l por su pecado ha cado sobre Cristo. Ya
que este se hizo maldicin por nosotros, el abismo que estor
baba nuestro viaje hacia Dios se ha cerrado, y donde antes ha
ba mar ahora vemos tierra seca y segura descrita como el ca
mino vivo (He. 10:20), por el cual todo pecador creyente y
arrepentido puede cruzar. Jess se ofrece como puente para
cambiar el juicio de Dios por su amor y su favor: Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nues
tro Seor Jesucristo (Ro. 5:1).
Estamos totalmente en deuda con la Palabra por estas ver
dades de justicia y paz. Filsofos como Cicern y Aristteles
guardan profundo silencio acerca del tema; no pueden decirle
al pecador la forma de encontrar paz con Dios. Tampoco se en
cuentra esta reconciliacin en el pacto divino con Adn, que
encierra al transgresor en una mazmorra oscura de desespera
cin, y le manda no esperar ms que la ira de un Dios justo.
Pablo reconoce que solo Cristo trae la vida y la inmortalidad
por el evangelio (2 Ti. 1:10). Estaban ocultas en el vientre del
[493]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

propsito divino hasta que vino el evangelio para darlas a cono


cer; como la luz del sol revela lo que estaba ya presente, pero era
invisible sin su luz. Por tanto, la paz de Dios no solo se describe
como el camino vivo, sino como el camino nuevo y vivo que
l nos abri a travs del velo, tan nuevo que el corazn huma
no no supo nada de l hasta que el evangelio lo abri: Guiar a
los ciegos por camino que no saban, les har andar por sendas
que no haban conocido (He. 10:20; Is. 42:16).
b)

El

evangelio

predicado

publicado

efecta

la

paz

Antes de completarse la paz entre Dios y el hombre, ambos de


ben ponerse de acuerdo en lo siguiente: Dios perdona, y el peca
dor acepta y abraza la paz segn los trminos de Dios. Cmo se
logra esto? El corazn humano tiene una enemistad tan arraiga
da contra Dios, que hace falta una fuerza como para arrancar
montaas y llevar piedras de un lado a otro, a fin de arrancar el
corazn de ese terreno malvado. El evangelio predicado es la he
rramienta poderosa de Dios para lograr esto: Porque no me
avergenzo del evangelio declar Pablo, porque es poder de
Dios para salvacin (Ro. 1:16). Es el carro que lleva victorioso
al Espritu Santo cuando entra en el corazn humano, y se le co
noce como el ministerio del Espritu (2 Co. 3:8). Renueva el
corazn de la misma manera que afirm el mundo en el princi
pio: por su Palabra hablada.
Este es el da del poder divino, cuando gana la voluntad de su
pueblo y hace que sean amigos suyos aquellos que llevaban en su
naturaleza la simiente de la guerra. Poder inaudito! Es como si
el son de los tambores del ejrcito tuviera una influencia asom
brosa que obligara a los soldados enemigos a soltar sus armas y
buscar la paz en aquel a quien haban resistido con tanta rabia
furiosa. Ese es el poder secreto que acompaa al evangelio. No
solo le quita la espada al pecador que la desenvaina contra Dios,
sino que cercena la enemistad de su corazn y obliga a arrodi
llarse al ms rebelde, hacindole anhelar la paz publicada en el
evangelio. Hace al pecador tan obediente al llamamiento de Dios
en este ltimo, que de repente abandona y olvida los abrazos de
sus amados deseos, para no seguir apartado de Dios ni un mo
mento ms.
[494]

El calzado espiritual del cristiano

3. Porqu Dios efecta la paz mediante el evangelio


Dios ha decidido reconciliar consigo mismo a los pecadores por
medio de Cristo:
Y por medio de l reconciliar consigo todas las cosas [...], ha
ciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros tam
bin, que erais en otro tiempo extraos y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros san
tos y sin mancha e irreprensibles delante de l (Col. 1:20-22).
Algunos dicen que Dios no tena otra forma de conseguirlo.
Pero qu lastimero es cualquier intento de la criatura para
comprender la sabidura omnipotente e insondable de Dios, y
para decir lo que l puede y no puede hacer! No obstante, po
demos decir con toda reverencia para con la Majestad celestial,
que Dios no poda encontrar mejor forma de exaltar su Nom
bre glorioso y de comprar la paz del pecador, que reconcilin
dolo consigo mismo por Cristo, el precioso Pacificador.
Este intercambio misterioso tiene en s mismo la capacidad
de resolver todas dificultades que entraa la enemistad entre el
hombre y Dios, y es ms maravilloso aun que la obra divina de
creacin del mundo. Esta creacin es tan perfecta y gloriosa,
que dice a toda criatura que Dios es su Creador; conocimiento
que avergenza al ateo en su conciencia por no creer. Aun as,
el plan de reconciliacin excede a la creacin del cielo y de la
tierra tanto como el reloj supera al cristal que lo cubre. Dios se
propuso, al atraer as a los pecadores, hacer que tanto los n
geles como los santos admirasen el misterio de su sabidura, po
der y amor desde ahora y por toda la eternidad.
Cuando por fin se encuentren los ngeles y los creyentes en
el Cielo, se les revelar toda la preciosa sabidura de Dios. En
tonces veremos como se secaron los mares de incredulidad y se
rompieron las peas de imposibilidad por la gracia omnipoten
te de Dios, antes de poder afianzar la paz del pecador. Apren
deremos como el Padre obr para completarlo todo. Segura
mente nos sumiremos en la adoracin de su profunda sabidu
ra, que puso los cimientos de toda esta paz segn la ciencia
[495]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

eterna de su propia voluntad. Como el sol sobrepasa la fuerza


de nuestra vista natural, la gloria de la paz divina ir ms all
de nuestra capacidad para entenderla.
Esta es la obra maestra que Dios traz deliberadamente, me
diante su artesana descomunal, para embellecer el Cielo.
Cuando Cristo volvi al Padre, no se llev ni corona, ni plata
ni oro de esta tierra. Por supuesto que algunos arriesgan su vi
da a diario por estas cosas, pero cmo comparar las riquezas
terrestres con el Cielo? Las glorias terrenales no son ms ade
cuadas para la Gloria que los mendrugos del pordiosero para
la mesa de un prncipe, ni que un abrigo remendado para un
ajuar real.
El Seor Jesucristo vino con un propsito muy superior a to
do plan terrestre: emprendi negociaciones de paz entre Dios y
los rebeldes justamente dignos de la venganza divina. Dios no
conoca a nadie ms digno que su propio Hijo para llevarlo a
cabo. Jess se qued aqu hasta terminar el negocio de su Pa
dre, y luego llev el gozoso informe de su obra acabada al Cie
lo. Permteme ahora dar razones ms detalladas de por qu
Dios adopt este mtodo de reconciliacin por medio del evan
gelio.
a) Dios m anifiesta un odio perfecto al pecado y un am or
perfecto hacia los pecadores

Nada demuestra tanto la misericordia como el perdn. Recibir


a un pecador reconciliado en el Cielo no es tan gran obra co
mo reconciliarlo en primer lugar. Los trminos son muy distin
tos, ya que hay muchas razones para esperar lo primero, y nin
guna para esto ltimo. Cuando Dios lleva a cabo el acto de re
conciliacin, hace que el pecador vea su odio hacia el pecado
en su rostro de amor. Y esto es necesario si consideramos lo di
fcil que resulta para nuestro corazn corrupto comprender la
misericordia de Dios sin una reflexin avergonzada en cuanto
a su santidad.
Cuando Dios dijo: Yo he callado, a qu conclusin lle
g el malvado acerca de l? La Palabra de Dios responde:
Pensabas que de cierto sera yo como t (Sal. 50:21). Esto
es: Creiste que yo tolero el pecado igual que t. Si un texto
[496|

El calzado espiritual del cristiano

tan franco referente a la misericordia divina se interpreta para


perjuicio de su santa naturaleza, cunto ms abusar el peca
dor de la misericordia perdonadora de Dios? Algunos miran
fijamente la verdad consoladora de la misericordia tanto tiem
po que no estn dispuestos a examinar ningn otro atributo de
Dios.
Al reconciliarse con los pecadores por medio de Cristo,
Dios tiene maneras formidables para convencerles de su odio
implacable al pecado. Es verdad que la Biblia dice que el pe
cado no encuentra favor alguno en el corazn de Dios; el pe
cado confirma el tormento de la conciencia culpable que per
sigue la paz y proclama la condenacin de su prisionero. La
Palabra tambin describe los juicios ardientes de este mundo;
y el horno que se calienta en la eternidad para los incrdulos
muestra cun furioso est el corazn de Dios contra el pecado
de ellos. Todo esto es muy convincente. Pero cuando vemos
cmo el Padre clava el cuchillo mortal de su ira en el corazn
de Jess en medio del dolor y de las splicas mismas de este,
vaciando la vida de su cuerpo, ello revela el odio divino hacia
el pecado ms que todos los gritos de tormento del Infierno.
Las espaldas de toda la poblacin condenada en el Infierno
no son lo bastante anchas para llevar todo el peso de la ira de
Dios a la vez, porque esta es infinita y ellos finitos. Y si esto
fuera posible, no estaran retorcindose an en esa lgubre pri
sin por no pagar. Pero mira a Aquel que carg con la maldi
cin total por el pecado. Los sufrimientos de los pecadores
condenados son infinitamente extensivos por eternos; pero los
de Cristo fueron infinitamente intensivos. l pag de una vez
lo que ellos estarn pagando eternamente, sin acabar jams.
Toda la maldicin del pecado se uni en Jess, como todo
arroyo corre hacia el mar; se junt en l la paga completa de
pecado y muerte. El castigo de nuestra paz fue sobre l [...].
Jehov carg en l, el pecado de todos nosotros (Is. 53:5,6).
Ve ms all y considera el amor indescriptible de Dios por su
amado Hijo mientras lo ve entrar solo en el escenario de
aquella tragedia sangrienta. Qudate quieto ah y reconoce el
precio doloroso que tanto Dios como su Hijo pagaron para
que fueras uno con l. Creo que as estars en el escaln ms
[497]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

alto que puedes alcanzar por medio de la Palabra de Dios en


la meditacin de su amor.
Imagnate a un padre con un solo hijo y que no puede te
ner ms enviando a ese hijo a la crcel y condenndolo a muer
te con su propia boca. Entonces, para asegurarse de que la eje
cucin se lleve a cabo con el tormento ms horrible posible, ob
serva la muerte de aquel con los ojos llenos, no de pena, sino de
ira. Si estudias el semblante de este padre, llegas a la conclusin
de que seguramente odia, o bien a su hijo o el crimen que come
ti. Esto es lo que se ve en la actitud del Padre hacia el Hijo, por
que el causante de la muerte de Cristo fue Dios ms que ningn
hombre o demonio.
Jess saba que su sentencia de muerte haba sido firmada y
sellada por su Padre, porque or diciendo: Padre mo, si no
puede pasar de m esta copa sin que yo la beba, hgase tu vo
luntad (Mt. 26:42). Pero el alma del Varn de Dolores se rego
cijaba en obedecer a Dios, y su sangre era el nico vino que ale
graba el corazn del Padre: Jehov quiso quebrantarlo, suje
tndole a padecimiento (Is. 53:10). Cuando Cristo muri en la
cruz, Dios se complaci, no porque no amara a su Hijo, ni por
que este le hubiera desobedecido, lo cual Jess no hizo ni siquie
ra una vez. Pero Dios odiaba el pecado, y en su resolucin de
exaltar su misericordia para con los pecadores, satisfizo su justi
cia en su nico Hijo.
b)

Dios

para

com pr

proteger

nuestra
los

paz

creyentes

por
del

m edio

de

Cristo

orgullo

El orgullo es la piedra que hizo tropezar a hombres y ngeles. Pa


ra que el hombre se volviera a levantar, Dios apart esta piedra
y depuso el arma con que se heran sus hijos. Para proteger a su
familia de las huestes infernales que en el futuro intentaran en
trar por esa puerta, Dios escogi este modo de salvarlos, tan se
guro que, cuando acude el prncipe de este mundo para tentarlos
con el orgullo, no encuentra nada en ellos que responda al ofre
cimiento. Nos preguntamos cmo puede crecer el orgullo, entre
todos los pecados, ya que su nica raz proviene de la imagina
cin y la fantasa humanas. Y sin embargo se desarrolla como un
hongo o musgo entre piedras, donde tiene poca o ninguna tierra
[498]

El calzado espiritual del cristiano

para fijar la raz. Con esta manera evanglica de reconciliar a los


pecadores por medio de Cristo, Dios obliga a Satans a traer la
tierra desde fuera.
Quieres la paz con Dios? No esperes encontrarla en la peni
tencia: El castigo de nuestra paz fue sobre l (Is. 53:5). Ten
por seguro que nunca podrs hacer tu propia paz! Es por el nom
bre de Cristo, y l hizo la obra solo: Porque l es nuestra paz,
que de ambos pueblos hizo uno (Ef. 2:14). Judo y gentil son
uno con Dios y entre s.
Quieres justicia? No aparezcas ante Dios con tu propia ves
timenta. Alguien ha provisto tu justicia: Y se dir de m: Cier
tamente en Jehov est la justicia y la fuerza (Is. 45:24). Dese
as el derecho a la gloria celestial? Tu plata y tu oro no bastan pa
ra comprarlo. El precio no puede salir de tu bolsillo; tiene que sa
lir del corazn de Cristo. l nos lo ha comprado, no con plata ni
oro sino con su sangre preciosa, una herencia tan gratuita como
los bienes de un padre legados a sus hijos (cf. Ef. 1:14).
Dios escogi darnos este tesoro de reconciliacin para humi
llarnos, para que se doblegara nuestra soberbia y l pudiera ser
exaltado en el da de nuestra salvacin: Porque el pan de Dios
es aquel que descendi del cielo y da vida al mundo (Jn. 6:33).
Observa la razn por que Dios escogi alimentar as a sus hijos
en el desierto: En el desierto te aliment con el man que tus pa
dres no haban conocido, para humillarte (Dt. 8:16, LBLA).
Examinemos esmeradamente este proceso de humillacin. Na
turalmente, damos por hecho que los israelitas se volveran tanto
sabios como humildes, cuando Dios mismo los alimentaba con
pan de ngeles (Sal. 78:25, LBLA). Pero el hombre es soberbio,
y prefiere ser su propio proveedor; no disfruta tanto de una co
mida enviada por caridad, a costa de otro, como de la comida que
l mismo ha ganado. Este orgullo hizo que los israelitas anhela
ran las cebollas de sus huertas egipcias: una comida inferior, pero
comprada con su propio dinero en lugar de procedente de Dios.
c) La reconciliacin de Dios con los pecadores apunta
a una unin m s perfecta que la que tuvo con Adn

Dios no habra permitido que su primera obra se deteriorara


tanto con el pecado de no haber planeado edificar algo ms
[499]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

magnifico sobre sus ruinas. Ya que pensaba escribir la felicidad


humana en la segunda edicin con una letra ms perfecta que
la primera, utiliz a Cristo como nico instrumento digno de
lograr este fin: Yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia (Jn. 10:10). No vino para darles a los
muertos condenados una paz yerma, una vida desnuda, sino vi
da ms abundante de la que nunca tuviera el hombre antes de
separarse de Dios por el pecado.
Cristo fue el que llen el segundo templo con una gloria ma
yor que la primera; Cristo, en la segunda creacin del hombre,
es quien levanta su cabeza sobre su primera felicidad. Igual que
Adn fue el patrn para toda su simiente (lo que l era, habr
an sido ellos, de haber permanecido inocente), Cristo es el pa
trn para la suya de esa gloria con que los revestir: Amados,
ahora somos hijos de Dios, y an no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando l se manifieste, sere
mos semejantes a l, porque le veremos tal como l es (1 Jn.
3:2). Nuestro cuerpo terrestre ser semejante al cuerpo de la
gloria suya (Fil. 3:21), y nuestra alma se parecer a su alma
gloriosa. Mientras tanto, la condicin de un pecador reconci
liado en Cristo sobrepasa la primera condicin de Adn, por la
unin y comunin con Dios del redimido.

Superioridad de nuestra naturaleza en Cristo


sobre la naturaleza de Adn
1. Unin del pecador reconciliado con Dios
a) Es m s estrecha

La unin es ms estrecha porque Dios y el hombre componen


una persona en Cristo. Por supuesto que Adn en toda su glo
ria, nunca conoci tal misterio. Tena un pacto de amistad
con Dios, la mejor joya de su corona, pero no poda reclamar
la relacin de sangre que el reconciliado tiene con Dios. Esta
solo procede de la unin de las dos naturalezas, divina y hu
mana, en la persona de Jesucristo. Dicha unin es la base de
otra: la unin mstica entre Cristo y todo creyente. En esa
unin, los cristianos y su Cabeza se hacen uno en Cristo:
[500]

El calzado espiritual del cristiano

Porque as como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros,


pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un
solo cuerpo, as tambin Cristo (1 Co. 12:12). La Iglesia es
simplemente la manifestacin de Cristo. Esta unin deja a
Adn, junto con los mismos ngeles, por debajo de todo pe
cador reconciliado.
Al principio, Adn fue creado un poco menor que los n
geles, pero Dios ha levantado al cristiano reconciliado por en
cima de ambos, porque Cristo no tom la naturaleza angelical,
sino que se hizo de la descendencia de Abraham, causando
que el mayor [sirviera] al menor (Sal. 8:5; He. 2:16; Gn.
25:23). Los ngeles ministran al cristiano ms humilde, here
dero escogido de su Seor.
b) Es ms fuerte

Mientras ms se juntan las piedras, ms fuerte resulta el edifi


cio. La unin entre Dios y Adn en el primer pacto no tena
fuerza suficiente para evitar la cada de Adn, aunque la gloria
de Dios siguiera firme e inmutable; pero la unin entre el Hijo
de Dios y sus santos es tan estrecha y fuerte que Cristo no pue
de ser Cristo sin sus miembros. l prometi: Porque yo vivo,
vosotros tambin viviris (Jn. 14:19). Esto implica que su vi
da est vinculada a la nuestra; con ello Jess quiere decir que
es tan fcil expulsarlo a l del Cielo, como evitar que sus hijos
entraran en l!
A la Iglesia se la llama el Cuerpo de Cristo, la plenitud de
Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23). Un cuerpo no est
completo sin cada miembro y articulacin, por pequeo y apa
rentemente insignificante que sea, y sin cada uno en su integri
dad. La virtud del cristiano es la gloria de Cristo. Y aunque su
gloria esencial como Dios no sea en absoluto deficiente (no ne
cesita a los cristianos para completar su gloria), lo vemos en su
puesto como Cabeza de la Iglesia, y as en cierto sentido se
completa su gloria cada da, a medida que sus escogidos son
llamados y crecen hasta llegar a la estatura debida en l. En
tonces, desde esta perspectiva, Cristo no llega a su plenitud has
ta alcanzar los cristianos su perfeccin y virtud en la gloria ce
lestial.
[

501

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

2. La comunin del pecador reconciliado con Dios


La palabra comunin proviene de unin. Mientras ms
unin, mayor amor. Mientras ms unido ests a una perso
na, ms la amas. Si la unin del pecador con Dios es ms
fuerte que aquella de Adn, su comunin tambin ser ms
dulce. La comunin entre esposos es ms plena que entre
amigos, porque tienen una unin ms ntima. La unidad de
Dios con Adn era la que existe entre los amigos, pero con el
pecador perdonado es como la que existe entre los esposos:
Porque tu marido es tu Hacedor (Is. 54:5). Hay un doble
beneficio peculiar de la comunin entre el pecador perdona
do y Dios.
a) Cristo es el fundamento para
edificar la comunin con Dios

Por supuesto que Adn era hijo de Dios, pero estaba ms dis
tanciado de l que el alma reconciliada. Aunque era hijo por
creacin, el Hijo de Dios an no haba llegado a ser Hijo del
Hombre mediante la encarnacin; y esta es la nica puerta
por donde entra la atesorada unidad del creyente con Dios.
Cada vez que el creyente levanta los ojos de la fe a Dios, ve
su propia naturaleza en pie ante el Trono en la persona de Je
sucristo. Si los Patriarcas corrieron a su anciano padre con la
gozosa noticia al ver a Jos a la diestra del faran, con el man
to del poder y honor real, qu abundante mensaje lleva la fe al
cristiano despus de cada visin de amor en la comunin con
Dios. Anmate, alma ma, veo a Jesucristo, tu pariente ms
cercano, en gloria a la diestra de Dios. No temas ms, porque
l tiene toda potestad [...] en el cielo y en la tierra (Mt.
28:18), y su sangre te relaciona tan estrechamente con l que
no podr olvidarte, si no se esconde de su propia carne.
Mientras ms desciende un rey al nivel del sbdito ms
humilde, ms familiar se hace para todos. Fue una maravi
llosa condescendencia de su parte cuando el Dios Todopode
roso y sin igual, primero, cre al hombre y, luego, estableci
tan cordial pacto con l. Pero en el nuevo pacto divino, l
desciende de su trono y cambia su manto majestuoso de glo
ria por los harapos de la dbil carne. Deja su palacio para
[502]

El calzado espiritual del cristiano

morar durante algn tiempo en la choza humilde de una cria


tura; y all padece persecucin a manos de aquellos que vino
a salvar.
Cuando terminan sus aos en la tierra, vuelve al Cielo, no
para quejarse de los malos tratos recibidos, ni para alinear
las tropas divinas contra sus atormentadores, sino para pre
parar el palacio celestial para aquellos que antes lo odiaban
pero ahora estn llenos de su gracia.
Cristo hace algo ms: a fin de que los que estn sobre la
tierra no teman que su recuperada realeza pueda excluirlos
de su corazn, demuestra ser el mismo en el cenit de su ho
nor que era en lo profundo de su humillacin. Demuestra es
ta inmutabilidad al volver a la gloria celestial con la misma
ropa que tom prestada de su naturaleza. As el Hijo de Dios
incorpora esta vestidura a su vida glorificada, y marca el pa
trn de lo que sern los cuerpos de los cristianos en el Rei
no. Ninguna parte de esta identificacin de Cristo con el
hombre estaba presente en el trato de Dios con Adn.
b) La misericordia perdonadora y el amor de Cristo
endulzan la comunin con Dios

Adn no tena este terrn de azcar en su copa; conoca el


amor de un Dios dador, pero le era desconocida la miseri
cordia del Dios perdonador. El pecador reconciliado experi
menta ambas cosas.
El amor del padre consuela al hijo obediente, pero esta de
mostracin de ternura no se puede comparar con la compa
sin que siente el padre para con su hijo rebelde. Ciertamen
te el prdigo que vuelve a los brazos abiertos de su padre tie
ne mayor razn para devolver ese amor paternal que el her
mano que nunca abandon su casa. Sin duda, la misericordia
perdonadora y el amor de Cristo que la procur, son el fru
to ms dulce y sano sobre el cual el cristiano puede meditar
en la tierra.
Quin es capaz de concebir la esplndida msica que to
carn los santos glorificados en esta clave de amor y miseri
cordia divinos? Seguramente sus arpas estarn afinadas con
el cntico del Cordero (Ap. 15:3). La celebracin plena de
[503]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

los cristianos en la gloria celestial est compuesta de los me


jores ingredientes posibles, dispuestos por la mano de Dios
para no perderse ninguno; y el sabor de cada uno no se con
funde con otro. Pero la misericordia perdonadora y el amor
insuperable de Dios en Cristo, ponen un dulce remate al fes
tn y su sabor destaca sobre todo lo dems.

Por qu buscar la paz con Dios


Sabemos que la paz de Dios es de desear; si no, es que se
equivoc al mandar a los ngeles cantar: Gloria a Dios [...]
y en la tierra paz (Lc. 2:14). Si la paz del pecador con Dios
no es del precio y el valor ms altos, Cristo mismo estaba en
gaado y tiene poca recompensa por derramar la sangre de
su corazn. Pero esto no se puede creer.
Al ver lo libremente que Dios ofrece esta paz y este per
dn en Cristo, y la indiferencia humana ante el ofrecimiento,
los ignorantes podran creer que Dios intenta deshacerse de
una mercanca barata y mal hecha, y por eso est tan dis
puesto a dar y el hombre tan reacio a recibir. Quin es el
consejero malvado que endurece el corazn humano para
que no acoja las misericordias de Dios? Nadie excepto el dia
blo puede odiaros tanto a ti como a Dios.
Piensa, pecador: Qu respuesta mandars al Cielo cuan
do Dios llame a casa a sus embajadores para nunca ms ex
tender ni renovar su tratado de paz? La lucha de Satans con
Dios est demasiado avanzada como para que te mire dos ve
ces. Adems, podr el maligno darte una armadura que de
tenga el fuego del juicio divino? Cmo lo har, cuando esos
dardos de fuego estn clavados en su propio corazn, cau
sndole tormentos indecibles? Te enviar su compasin
cuando te hayas destruido finalmente por seguir sus conse
jos? Por supuesto que no; como tampoco el lobo rabioso
compadece a la oveja despus de descuartizarla y beber su
sangre.
Para que nunca puedas decir que no comprendas como
encontrar la paz con Dios por medio del evangelio, sopesa
con cuidado estas cuatro ideas...
[504]

El calzado espiritual del cristiano

1. Considera lo ofrecido: la paz con Dios


Esta paz es tan indispensable como cabal. No puedes conten
tarte con menos que la paz, pero no hace falta ms que la paz
para llenarte del verdadero gozo. De todos los platos en el
men espiritual de Dios, su racin de paz es el ms indispen
sable. Si lo quitas, todo el festn se estropea, aunque una paz
externa bien condimentada la reemplace en el centro de la
mesa real.
Escucha, pecador! Esta controversia entre t y Dios, no
es como un sapo hinchado en el fondo de tu copa de miel? Tus
pecados no estn perdonados y ests condenado a muerte por
ellos, por mucho que bailes en la sombra de tu prisin. Qu
opinaras de alguien que pasara las ltimas horas antes de ser
ahorcado jugando a su deporte favorito? Dios ser miseri
cordioso si prorroga tu ejecucin un da ms!
Confieso que cuando veo a alguien cuya vida lo revela co
mo un pecador no perdonado, y cuyo placer proviene de te
ner vestidos caros e invitar a otros con aire soberbio de opu
lencia, me sorprende que no le importen ni Dios ni l mismo.
Cunto ms crees que el Seor le observar mientras apila
toda esa basura en torno a s mismo, antes de arrimarle una
tea?
Un acreedor se disgusta cuando ve al deudor pasndolo
bien con su dinero prestado, sin pensar en cancelar la deuda.
Cunto ms grave es, entonces, que Dios vea a los pecadores
dilapidando lo que l les da, viviendo alegremente y pasando
por alto la necesidad real que tienen de hacer la paz con
Aquel a quien tanto deben!
Hubiera sido una necedad que los judos se pusieran a
sembrar campos, pintar sus casas y jugar en las calles despus
de que Asuero sell el decreto de su aniquilacin. En su lugar,
hicieron todo lo posible para que se desestimara aquella or
den sanguinaria. Eres peor que un borracho inconsciente en
un callejn lleno de basura, si vas brincando por la vida mien
tras llevas en la conciencia la sentencia de muerte dictada por
la misma boca de Dios.
Cuando Toms Moro estaba en la Torre, se neg a cortar
se la barba, recordando a los dems la controversia que haba
[505]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

entre l y el rey por su cabeza; y jur que hasta resolverse el


asunto no pensaba malgastar tiempo afeitndose. Todo el
gasto y esfuerzo que inviertes en ser feliz es un despilfarro
hasta saber el destino de tu cuerpo y de tu alma.
Primero, debes hacer las paces con Dios. El refrn lo resu
me as: El que paga las deudas se hace rico. El alma recon
ciliada nunca ser pobre. En cuanto se haga la paz, habr ca
mino libre entre la persona y Dios. Una vez perdonado, pue
des entrar en cualquier puerto del dominio de Dios y ser bien
venido. El tesoro de todas sus promesas est abierto para ti.
Carga con todo lo que tu fe pueda llevar; nadie te lo impedi
r. Como se saca todo el vino del barril por una misma espi
ta, la fe extrae consuelo de todo el pacto por la sola promesa
de la reconciliacin.
Por esta puerta de la reconciliacin, entras en comunin
con Dios en todas sus ordenanzas. De esta forma puedes an
dar de acuerdo con l en cualquier direccin, mientras que
antes tu presencia alejaba su corazn como la vista de un ene
migo, dispuesto a luchar contra el pecado con el juicio. El
herrero y su dinero negros son, dice el refrn. As eras t en
compaa de tus obras muertas antes de reconciliarte con
Dios en Cristo. Pero ahora, para l, dulce es la voz tuya, y
hermoso tu aspecto (Cnt. 2:14).
Todo lo de Dios es tuyo: sus carros y caballos tambin, co
mo Josafat le dijo a Acab. Aun cuando el peor enemigo te d
miedo, sabrs dnde encontrar un Amigo que siempre estar
de tu parte. De hecho, las providencias divinas pueden pare
cer abejas que vuelan de ac para all, a veces movindose de
maneras que aparentemente contradicen a otras, hasta hacer
se imposible trazar su curso. Pero todas ayudan a tu bien! Tu
alma es la colmena en donde por fin descargarn el dulce fru
to de su labor, aunque puede hacerse de noche llegar el oca
so de tus das antes de que lo descubras.
En resumen, si ests reconciliado, te hallas a un paso del
Cielo: A los que justific, a stos tambin glorific (Ro.
8:30). Llegars all en cuanto la muerte rasgue el velo de tu
carne, que es lo nico que te separa de la plenitud de la glo
ria de Dios en Cristo.
[506]

El calzado espiritual del cristiano


2. Considera quin te ofrece la paz: el Dios santo

Es difcil saber qu milagro es mayor: que Dios te ofrezca la


paz, o que t la rechaces. No resulta anormal que el hombre
condenado se postre ante su prncipe para rogar el indulto. Pe
ro que un traidor abra la puerta de su mazmorra y se encuen
tre all a su prncipe con el solo propsito de rogarle que acep
te ser indultado, es un misterio.
En trminos prcticos, el amor propio es a menudo el moti
vo principal de esta aparente abnegacin. El padre que se re
baja para volver a ganarse a su hijo se ama a s mismo, porque
el hijo lleva gran parte de la vida de su padre en su persona. La
seguridad del gobernante puede estar tan unida a la vida del
traidor, que no le sea posible ejecutarlo sin poner en peligro su
corona.
Ninguna de estas dos condiciones oblig a Dios a buscar la
paz para sus hijos; esta es consecuencia de su amor condescen
diente y libre. Cmo esperas vivir si rechazas un don as? Si el
vecino ms pobre del pueblo viene para hacer las paces despus
de ofenderte, no te redarguye tu conciencia si le das la espal
da? Entonces, cmo mirars a Dios y a tu conciencia de fren
te si rechazas la paz que l te ofrece? Tiene un poder absoluto
y perfecto sobre tu vida. Su ofrecimiento de paz no lo hace por
tener la espada rota. l no est en desventaja: trae esta paz aun
cuando su juicio podra haberte ya encadenado en tinieblas en
tre los malditos.
3. Considera cmo te ofrece Dios la paz

a) La ofrece sinceramente
Consulate: sabes que es el Dios de verdad que te ofrece la
paz sin fraude ni traicin. Nunca ha derramado sangre en nom
bre de la paz, ni entregado a nadie a la espada de su ira despus
de concederle dicha paz: Si confesamos nuestros pecados, l es
fiel y justo para perdonar (1 Jn. 1:9). Las promesas de Dios
no son s y no, como las del diablo, que las dispone para
aprovecharse de todas maneras. El corazn de Dios se ve como
por un cristal en estas promesas: todas ellas son s y amn en
Cristo (2 Co. 1:20).
[507]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

b) La ofrece con afecto

El corazn de Dios est absorto con las formas tiernas de mos


trar misericordia a los pecadores, y esta compasin se revela de
tres maneras:
1 . En su forma de reconciliar a los pecadores consigo mis
mo. Los hombres se esfuerzan al mximo por conseguir el de
seo de su corazn. Dios ha inventado una forma nica de re
conciliar a los pecadores consigo mismo, de forma que hasta
los ngeles estudian este misterio de la misericordia divina pa
ra conocer la multiforme sabidura de Dios (Ef. 3:10).
2. En la temprana revelacin de la salvacin a los hijos de
los hombres. En cuanto el primer hombre se rebel contra su
Hacedor, el corazn del Seor tuvo compasin de l, y no dej
que el sol se pusiera sobre su enojo. En el mismo da que pec
el hombre, Dios predic la paz por medio de la simiente de la
mujer (cf. Gn. 3:15).
Adn no se imaginaba que Dios tendra un mensaje seme
jante para l cuando lo escuch acercarse y decir: Dnde es
ts t?. Para sus odos culpables la voz sonaba como la de un
Dios vengador; pero ese sonido result ser la llamada de un Pa
dre de gracia, que deseaba aliviar la conciencia dolorida de su
hijo con la compasin y la misericordia que haba concebido
por l (Gn. 3:9).Sin duda el corazn de Dios rebosaba de esta
misericordia, o no habra aparecido tan pronto.
3. En la ordenanza del ministerio evanglico. Se podra pen
sar que bastara con que Dios imprimiera sus pensamientos y
propsitos de misericordia en la Palabra, y los encerrara en un
libro. Cuando los gobiernos promulgan una ley, se espera que
todo ciudadano la busque, la lea y la obedezca plenamente. No
envan a un mensajero por todo el pas persuadindolos a so
meterse a ella. Pero esto es exactamente lo que hace Dios: en
va ministros para convencer a los pecadores para que se re
concilien con Dios. Observa estos detalles en cuanto a los mi
nistros de Dios:
Las personas que Dios enva a predicar. Aunque los ngeles
ministran a los herederos de la salvacin, siguen siendo extra
os para nosotros. En lugar de utilizarlos a ellos para predicar
el evangelio, Dios enva a hombres, seres humanos con pasio[508]

El calzado espiritual del cristiano

nes como las nuestras,- cuya naturaleza los pone bajo las mis
mas limitaciones y tentaciones que a los dems. Puesto que co
nocen sus propios corazones, pueden revelarnos libremente la
vileza de los nuestros. El fuego de la ira de Dios que los ha cha
muscado por sus pecados, puede indicar el peligro que corre
mos por la misma clase de impiedad. Por otra parte, el perfu
me del amor de Cristo en sus vidas nos invita a saciarnos de esa
misma abundancia.
Los requisitos para los ministros del evangelio. Porque el
siervo del Seor no debe ser contencioso, sino amable para con
todos, apto para ensear, sufrido; que con mansedumbre corri
ja a los que se oponen (2 Ti. 2:24-5). Dios no quiere que haya
nada en el predicador que predisponga el juicio del pecador, ni
endurezca su corazn, contra el ofrecimiento de la gracia. Si el
siervo es soberbio y exigente, cmo va a saber la gente que su
Amo es manso y paciente? La brecha no debe hacerse ms an
cha de lo que ya es; de hecho, el que caza el ave no la debe asus
tar. Adems, no se lleva a los pecadores a Cristo lanzndoles
duras y provocadoras piedras de retrica, sino que se les atrae
y se les encandila con exhortaciones que ablanden el corazn.
La comisin de Dios para sus embajadores. Las dos partes
principales del llamamiento de Dios incluyen su amplitud y su
rigor. Primero, la amplitud dice: Id [...] y predicad el evange
lio a toda criatura (Mr. 16:15). Jess quera decir: Ofrece la
paz a todos. No hagas distinciones: rico o pobre, pecadores em
pedernidos, viejo o joven. Invtalos a todos, porque tengo sitio
para todo aquel que se arrepienta y crea.
Por otra parte, el rigor de Dios subraya la importancia de
proclamar su mensaje fielmente. Pablo temblaba al pensar en la
pereza: Ay de m si no anunciare el evangelio! (1 Co. 9:16).
Cristo busc en lo profundo de su corazn para persuadir a Pe
dro: Me amas? [...] Pastorea mis ovejas (Jn. 21:16). Como
si dijera: Pedro, lloras y te sientes culpable porque tu cobar
da te hizo negarme; pero hay una manera de demostrar tu
amor: pastorea mis ovejas. Hazlo y deja de preocuparte por la
traicin del pasado. De nuevo, Cristo mostr mayor cuidado
por sus ovejas que por s mismo.
El gozo que Dios expresa cuando los pecadores aceptan su
[509]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

paz. El gozo es el mayor testimonio de nuestra paz. El amor es

para el gozo como la lea para el fuego. Si el amor solo rene


algunas astillas (pequeos deseos del corazn), la llama del go
zo no calentar mucho. Pero puesto que Dios se goza tanto en
perdonar a los pecadores, su afecto tambin es grande en su
ofrecimiento de paz. De hecho, el motivo por que Dios perdo
na a los impos es que se deleita en [la] misericordia: Qu
Dios como t, que perdona la maldad, y olvida el pecado del
remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo,
porque se deleita en misericordia (Mi. 7:18).
Si preguntas a un pescador por qu est con el anzuelo en
el agua toda la noche, responder que le gusta la pesca. Por
eso sabemos el por qu Dios espera a los pecadores durante
meses o aos, predicndoles: se complace en perdonarlos por
su gracia y misericordia. De vez en cuando, un funcionario
perdona a algn criminal ms por complacer a otros que a s
mismo, pero Dios perdona para alegrar su propio corazn.
Por eso, cuando Cristo vino a reconciliar a los pecadores con
Dios, su ministerio se identific con la voluntad de Jehov
(Is. 53:10).
Dios se empe tanto en la misin de reconciliacin de Je
ss, que solo le satisfizo la muerte de su Hijo: Jehov quiso
quebrantarlo, sujetndole a padecimiento (Is. 53:10). Los pa
dres terrenales lloran profundamente la muerte de un hijo; pe
ro el gozo de Dios por aquel acto violento de obtencin de la
paz, surgi porque as se abra un camino para que l pudiera
tomar a los pecadores en sus brazos. Viendo lo mucho que
Dios desea que acudas a l, te pido que consideres otro asun
to, antes de decidir si tomas el camino de su paz o sigues tu
propio sendero hacia el Infierno.
4. Considera lo que ocurre cuando rechazas la paz de Dios

La declaracin de guerra o de paz suele ser resultado de una


deliberacin y un consejo madurados. Entonces, qu haces
cuando no aceptas el tratado divino de paz? No ests dando
meramente ms trabajo al arrepentimiento cuando el mismo
no valdr ya para nada? Si no eres lo bastante fiel a Dios y a
tu alma como para dejar que tu conciencia hable libremente en
[510]

El calzado espiritual del cristiano

este asunto, yo lo har por ti, y te dir exactamente qu es lo


que haces cuando rechazas la paz.
Primero: cualquiera que rechaza el perdn, o bien est ne
gando que ha hecho mal o, peor an, est defendiendo dicho
mal. Tus acciones dicen que no quieres ser amigo de Dios, y en
trminos prcticos pretendes seguir con la guerra. Amlcar Bar
ca fue tan enemigo de Roma que al morir leg su odio a su hi
jo Anbal. No basta con que hayas luchado tanto aqu en la
tierra contra tu Creador? Vas a seguir con la lucha en el otro
mundo tambin, donde no cabe ms posibilidad de terminar
con ella que con la eternidad misma?
Adems, ests despreciando a Dios mismo, como si su amor
y su ira fueran tan triviales que no pudieran inclinar la balan
za de tus pensamientos ni hacia la confianza ni hacia el temor.
En resumen, que consientes en tu propia condenacin y te lan
zas al horno abrasador del juicio divino.
Por supuesto que te das cuenta de que el Seor ha jurado
destruirte si mueres as. La muerte es la trampilla por la que te
baja a la mazmorra del Infierno; una vez all, tendrs tiempo de
sobra para lamentar tu decisin, aunque aqu no te molestas en
trabar amistad con Dios. Los recuerdos de sus ofrecimientos de
paz sern como sal y vinagre, con los que tu conciencia acusa
dora te aderezar continuamente mientras te asas en las llamas
infernales. Si eres pecador, ya s que este lenguaje te crispa los
nervios, pero es mucho menos horrible que el crujir de dientes
en el Infierno.
He ledo acerca de una ley tonta y cruel que haba entre los
espartanos, la cual deca que nadie poda recibir malas noticias
en cuanto a s mismo de otra persona. En su lugar, cada cual te
na que descubrirlas por su cuenta. Tristemente, muchos hoy
estaran contentsimos de que tal ley cerrara las bocas de los
pastores para evitar que asustaran a los pecadores hablndoles
del pago del pecado y de la muerte. La mayora de los impos
se ofenden ms porque se les hable del Infierno que por el es
tado pecaminoso que los lleva all.
Cundo vamos a mostrar el amor de Dios a los pecadores,
si no lo hacemos ahora mismo? En el Infierno el amor no po
dr hacer nada por ellos; ya que aquel es la peor clase de casa
[511]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

de apestados, no podremos escribir en sus puertas: Seor, ten


piedad de los aqu residentes. No; aquellos que oran por su
salvacin ahora, y lloran por su estado perdicin, un da ten
drn que votar juntamente con Cristo por la condenacin de
los impenitentes, sean estos sus maridos, esposas o hijos. Cui
dado pecador!, ahora es el tiempo aceptable para hacer las pa
ces con Dios, antes de que te despiertes en el Infierno y veas los
corazones de Dios y de tus seres queridos endurecidos contra
ti.

Cmo hallar la paz con Dios


1. Reconoce que hay enemistad entre t y Dios

Vayas donde vayas, un Dios airado te rodea; su ira es como una


gran nube de maldicin que te cubre, lista para ser derramada
sobre ti. Debes reconocer esta verdad. Los hombres pueden ad
mitir que son pecadores, pero no llegan a considerarse enemi
gos de Dios.
Como los ladrones, los pecadores confesarn algunos fallos
menores pero evitarn cuidadosamente todo lo que sugiera la
necesidad de juicio. Pecador es un mote aceptable. Quin
no peca alguna vez? Pero confesar una enemistad abierta con
Dios, los acerca demasiado al cadalso. Son como los judos que
exigan que el Rabsaces no hablara en hebreo a odos del pue
blo para no asustarlo (cf. Is. 36:11). Demandaban que hablase
en otro idioma. Tambin los pecadores prefieren que no se les
diga llanamente la verdad a odos de su conciencia. Prefieren
que se les hagan cosquillas en los odos, antes que enterarse de
lo peor.
Podras tener todos los imperios del mundo en tu mano, y a
las naciones arrastrndose a tus pies, como los animales se pre
sentaron delante de Adn. Tu vida podra ser el doble de larga
que la de Matusaln para disfrutarlo todo, sin ni siquiera una
nube que lo oscureciera. Pero si te falta la paz, yo preferira ser
un gusano bajo tus pies o un sapo en una zanja, que t mismo
en tu palacio. Un pensamiento acerca de la muerte cercana y
del tormento que te aguarda puede destruir al instante toda tu
felicidad presente.
[512]

El calzado espiritual del cristiano

Rechazar la paz de Dios en los trminos evanglicos hace


que los grandes dirigentes del mundo de hecho todo pecador
no reconciliado de la condicin que sea vayan a la tumba co
mo un oso baja una colina: andando hacia atrs. Mirar ade
lante podra matarlos del susto, viendo hacia donde se dirigen.
Van hacia all sin una coraza: la seguridad de la paz con Dios.
Qu deberas hacer entonces? Encerrarte como un peca
dor condenado, apartado de los amigos halagadores que con
suelan tu alma con una falsa seguridad, lo cual constituye la cu
na en que el diablo mece a las almas hasta su destruccin? Ms
bien, busca a aquellos que se atreven a ser fieles, como Samuel,
para decirte toda palabra de Dios que haya contra ti, sin tapu
jos.
Lee tu propia sentencia con los ojos puestos en la Palabra;
acepta tu sentencia de la boca de Dios, no del hombre: No hay
paz, dijo mi Dios, para los impos (Is. 57:21). Medita la Pala
bra hasta que se adhiera a tu alma como la venda a una heri
da, y saque la costra de orgullo y confianza carnal que han en
durecido tu corazn. Para entonces, la angustia de propio esp
ritu te impulsar a desear la paz con Dios por encima de todo.
Esto es lo que Dios ha estado esperando or de ti.
2. Asegrate de tener buenas motivaciones

Nada es tan odioso para Dios como las blandas palabras de


paz, mientras en el corazn se mantiene la guerra fra. Cuida
do que no tengas intenciones indignas cuando pides la paz de
Dios, porque l las escudria todas. Dios nunca ha cambiado
de parecer acerca de nadie al que haya perdonado y acogido en
su paz, porque nunca ha sido engaado como a veces nos en
gaan los falsos hermanos. Cuando Joab mat a Amasa, este
no se haba percatado de la daga que Joab llevaba en la mano
(2 S. 20:9,10). Pero Dios escudria el corazn para ver lo que
lleva dentro; por tanto, asegrate de tener claro en la mente tu
motivo verdadero.
Dios permite que te pongas de su parte porque es seguro.
Nadie ha hecho las paces con l sin que este motivo fuera uno
de los factores para ello. Si Jacob hubiera estado seguro en su
casa, nunca habra acudido a Labn. De alguna manera, a to[513]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

dos se les arranca de su propia autoconfianza antes de que se


entreguen a Dios. Cuidado que no sea este tu nico motivo;
Dios no permite la paz cuando el tratado solo se hace por ego
smo. Un hombre sorprendido por la tormenta bien puede co
bijarse bajo el techo de su peor enemigo sin cambiar para nada
de actitud hacia l. Hay dos cosas ms importantes que la su
pervivencia cuando buscas la paz.
a) La reconciliacin debe buscar honrar a Dios

Si Dios no se glorificara en perdonarnos ms que en condenar


nos, sera egosta que lo deseramos. Pero no pierde nada por
sus actos de misericordia: Aydanos, oh Dios de nuestra sal
vacin, por la gloria de tu nombre; y lbranos y perdona nues
tros pecados por amor de tu nombre (Sal. 79:9).
Dios es libre de escoger lo que complace a su corazn y exal
ta su nombre. Vemos en la Palabra que l ama la misericordia
y no el sacrificio (cf. Mt. 12:7). Se complace ms en la miseri
cordia mostrada a un pecador que en la sangre de todos los
condenados que se han de sacrificar a su justicia.
Pero Dios tiene un fin ms alto que el sufrimiento en la con
dena de los pecadores: magnificar la gloria de su misericordia
en los hijos salvados. Esto es lo que deleita a Dios, y el juicio es
solo la sombra de ello.
Puedes buscar la paz con Dios cuando tu corazn est dis
puesto a colmarlo de honra, porque la alabanza es un motivo
que Dios no rechaza. Abigail le dijo a David: No tendrs mo
tivo de pena ni remordimientos (1 S. 25:31). Quera decir que
nunca se lamentara de haber evitado el derramar sangre. El
cristiano ora entonces: Seor, cuando est en el Cielo entre
hombres y ngeles alabndote por el perdn y la gracia, no te
lamentars de que tu misericordia haya evitado el que conde
naras mi alma al Infierno.
Hoy en da est claro que muchos que persiguen la paz es
peran el perdn de Dios, aunque no les importa para nada su
honra, y son totalmente ignorantes de l y de su Hijo Jess.
Quieren que Dios haga las paces con ellos mientras ellos hacen
guerra contra l y su Palabra. Como un ladrn ante el tribnal,
esta clase de personas ruega al juez que le perdone la vida co[514]

El calzado espiritual del cristiano

mo sea, para bien o mal, de forma legal o ilegal. Qu le im


porta a l, mientras se le perdone? Considera acaso la honra
del juez? No te engaes, Dios no despreciar sus propios atri
butos para hacer las paces contigo.
b) La reconciliacin debe buscar la comunin con Dios

Supongamos que Dios te dijera: Soy tu amigo; he mandado


que nunca vayas al Infierno. Tengo en mi mano tu indulto, pa
ra que jams seas arrestado por tu deuda conmigo. Pero en
cuanto a la comunin, no la esperes; he acabado contigo y nun
ca vas a conocerme mejor. Si le escucharas esto al Padre,
cunto te agradara la paz? Aunque se apagaran los fuegos del
tormento, la angustia infernal permanecera en las lgubres ti
nieblas sin la presencia de Dios.
Absaln no conceba trmino medio entre ver el rostro de su
padre y morir: Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en m
pecado, mteme (2 S. 14:32). Jur diciendo: Si no soy digno
de disfrutar del amor y la presencia de mi padre, no quiero vi
vir. Por otra parte, el corazn inconverso busca la paz sin an
helar la comunin con Dios. Como el traidor, est dispuesto a
prometerle al rey lo que sea, con tal de salvarse de la ejecucin.
3. Abandona tu rebelin y somtete
a la misericordia de Dios

Dios no te hablar mientras empues la espada: Venid luego,


dice Jehov, y estemos a cuenta (Is. 1:18). Observa cuando en
tra realmente en negociaciones: Dejad de hacer lo malo (v.
16). Solo entonces vas camino a la paz.
a) Dios es un gran Dios

El Seor Todopoderoso es demasiado glorioso para encontrar


se con sus humildes criaturas de igual a igual. Un rey puede ha
cer la paz con otro, o puede conseguirla por la fuerza. Pero pa
ra vencer a un sbdito rebelde, encadenado y desamparado, el
rey solo tiene que mandarlo ahorcar por traicin. El gran Dios
quiere que comprendas esto. Que regateen y pongan condicio
nes aquellos que pueden usar la fuerza y vivir sin paz. Pero, pe
cador, espero que t no te creas en posicin de enfrentarte a
[515]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Dios en batalla. La nica manera de vencerlo a l es de rodillas,


mientras postrado confiesas: Seor, mi vida es tuya. Ser tu
cautivo, y escojo morir por mano de tu justicia en lugar de lu
char contra tu misericordia.
Aquel que rinde su vida a los pies de Jess pronto descansa
en sus brazos: Humillaos delante del Seor, y l os exaltar
(Stg. 4:10). Aunque el Alto y Sublime se incline para abrazar al
penitente con su misericordia perdonadora, no deshonrar su
soberana razonando con uno que discuta con l. Hay un im
portante aspecto del carcter de Dios, y es que de ningn mo
do tendr por inocente al malvado (Ex. 34:7).
b) Dios es santo

El pecado fue lo que alej a Dios de sus hijos. Cmo esperas


entonces hacer las paces con tu Padre si hay pecado la fuen
te de todo el problema en tu corazn? Dios est dispuesto a
reconciliarse contigo, pero no puedes esperar que l se una a tu
pecado. Qu seguridad puede tener de tu amor si no renuncias
a lo nico que l desea que abandones?
El pecado es deicida. Mientras te gobierne, Dios se negar a
considerar la paz. Los dos no pueden reinar juntos; tienes que
escoger. Tampoco te engaes, suponiendo que puedes alejar por
un tiempo la concupiscencia, para volverla a llamar cuando ter
mine la controversia. Dios no ser burlado de esta manera; l
mantiene su promesa: Deje el impo su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vulvase a Jehov, el cual tendr de
l misericordia, y al Dios nuestro, el cual ser amplio en per
donar (Is. 55:7). Ves lo completa que es la Palabra de Dios?
No deja escondrijo para el pecado; tenemos que abandonarlo
todo. Este absoluto implica una decisin deliberada de no vol
ver a admitir el pecado.
1. Abandonar el pecado es una decisin deliberada. Algu
nos pecados te abandonan a ti; el espritu inmundo a veces se
marcha sin ser expulsado. Tal vez cesa la ocasin de pecar, o
falta la capacidad fsica de la persona para ceder a ella. En cual
quier caso, no ha habido un abandono del pecado. Pero la san
ta determinacin e indignacin para romper con el pecado
cuando la tentacin es ms fuerte, eso s que es abandonarlo.
[516]

El calzado espiritual del cristiano

Cuando los enemigos de David lo rodearon, empez a resistir


se y a repelerlos en el nombre del Seor. La dignidad de la ala
banza de Moiss estriba en su abandono de la corte del Faran,
no durante la vejez como Barzilai, sino mientras la sangre jo
ven an calentaba sus venas.
2. Abandonar el pecado es dejarlo sin reservas y para siem
pre. Cuando vamos en viaje de negocios, no abandonamos
nuestra casa, sino que pretendemos volver. Pero si alguien em
paqueta todos sus bienes, echa la llave y se marcha a otro lu
gar, decimos que ha abandonado su casa. Si un borracho est
sobrio de vez en cuando, no significa que ya no es bebedor. Se
abandona el pecado cuando se echa fuera el mismo y se cierra
la puerta con llave, con el propsito de no volverla a abrir:
Efran dir: Qu ms tendr ya con los dolos? (Os. 14:8).
Antes de poderse sellar el perdn, la persona tiene que ha
cer algo ms que alejarse de un par de pecados: debe abando
nar todo el camino del pecado. Un viajero puede cambiar de
sendero y seguir en la misma direccin; puede abandonar un
camino rocoso por otro ms cmodo. Esto ocurre cuando al
guien entra en un camino ms aceptable porque sus pecados in
quietan a su conciencia. Pero solo consigue un camino ms lla
no hacia el Infierno. Para abandonar el camino del pecado, tie
nes que dar la vuelta y dejar el mal camino totalmente. Has de
cambiar de direccin. En resumen, es necesario abandonar aun
el camino ms oculto del pecado, hasta el que hay entre la ma
leza: Y el hombre inicuo sus pensamientos. Si no, llamas en
vano a la puerta de Dios en busca del perdn. Abandona todo
pecado, o no te molestes para nada; cuando se salva una con
cupiscencia, se pierde un alma.
Si los hombres estn tan decididos a ir al Infierno, por qu
ser tan educados y precisos al respecto? Contemporizar con el
pecado es ridculo. Es tan absurdo como la peticin de aquel
condenado que iba camino al cadalso y que pidi que no pasa
ran por cierta calle por temor a contagiarse de la peste! De qu
te servir si llegas al Infierno por el camino del orgullo espiri
tual y de la ignorancia, en lugar de por la avenida de la iniqui
dad declarada?
Qu deseo es tan valioso que valga la pena arder en el In[517]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

fiemo? Cuando Daro se escap de Alejandro Magno, tir la


pesada corona para poder correr ms aprisa. Es la concupis
cencia tan preciosa para ti que no puedes dejarla atrs en lugar
de caer en manos de un Dios iracundo? Esa es una idea estpi
da.
4. Corre humildemente al trono de la gracia
y pdele a Dios que te d la paz

Puedes estar seguro de que Dios se halla ms dispuesto a darte


la paz, que t a recibirla. Pero no pongas nunca tu confianza
en el arrepentimiento ni en la reforma personal; esto sera un
trapicheo pecaminoso delante de Dios. l no espera un a mer
cachifle que venga a tratar con l, sino a un humilde adorador
que suplique su amor y su gracia.
Pero es un error igual de flagrante presumir acerca de la mi
sericordia absoluta de Dios. Esto sera tomar la espada por el
filo en lugar de por el mango. Los que lo hacen, encontrarn
muerte y condenacin en la misma misericordia que les hubie
ra salvado de haberla ellos aceptado en la forma que Dios la
dio: por medio de Cristo. O forzar alguien mi fortaleza?
Haga paz conmigo paz; s, haga paz conmigo (Is. 27:5). Dn
de encuentras la fuerza salvadora de Dios sino en Cristo? El Pa
dre ha puesto su fuerza sobre Uno que es poderoso y que pue
de tambin salvar perpetuamente a los que por l se acercan a
Dios (He. 7:25). No dejes que te engae el razonamiento na
tural; no son el poder y la misericordia absolutos de Dios los
que te ayudar, sino su fuerza y misericordia pactadas en Cris
to. Afrrate a Cristo, y estars asido al brazo de Dios.
La bondad esencial del Padre es un slido argumento para
depender de la promesa de Cristo para el perdn, cuando con
sideramos que la misma naturaleza de Dios es perdonadora y
misericordiosa. Pero si no existiera la promesa de aplicar esta
misericordia a los pecadores por. medio de Cristo, el hecho de
la bondad divina sera un fro consuelo. A fin de cuentas, po
dra haber condenado a toda la simiente de Adn sin desmere
cer para nada su bondad.
No es mancha alguna para la omnipotencia divina el no
hacer todo lo posible dentro de su capacidad divina. Podra
[518]

El calzado espiritual del cristiano

hacer ms mundos, si lo deseara; pero no es menos poderoso


si no los hace. Podra haber salvado a los ngeles cados jun
to con los hijos de hombre perdidos, si le pareciera oportuno.
Pero sin haber sacado a la luz promesa alguna referente al te
ma, la bondad de Dios da poca esperanza a los demonios de
que har tal cosa.
La bondad divina contina. Los que por simple ignorancia
del evangelio o por mentalidad soberbia que los aleja de l,
rechazan la paz ofrecida por Dios en la expiacin de Cristo,
para luego confiar en la bondad y misericordia absolutas de
Dios en el ltimo da, parece que sacarn tan poco beneficio
de esta misericordia sin Cristo como los mismos demonios
han encontrado. Su destino final solo confirmar la inutilidad
de rechazar una salvacin tan grande por la sangre del Hijo
de Dios.
Supongamos que un prncipe libremente hace una ley que
gobierne al pueblo, y luego jura solemnemente mantenerla y
apoyarla. Podra un criminal condenado a muerte por esa ley
esperar liberalidad alguna apelando segn la ley a la bondad
y misericordia de su prncipe? Si algunos a lo largo de la his
toria han salvado la vida de esta forma, es porque su gober
nante o fue imprudente al hacer la ley, o infiel a su juramen
to. Ninguna de estas faltas se puede imputar a nuestro Dios
infinitamente sabio y santo.
El Seor ha decretado una ley la ley de la fe para sal
var a los pecadores por medio de Cristo; est bajo juramento
de cumplirla en la salvacin de todos aquellos que creen en
Jess, tanto como en la condenacin de todos los que no lo
hacen. Para asegurar el perfecto funcionamiento de su plan,
Dios ha dado juramento de fidelidad a su Hijo, confiando en
l como sacerdote para procurar la redencin, y como juez
para dictar sentencia en el gran da de la victoria o la conde
nacin.
No permitas que nada te aleje de poner tu completa con
fianza en Cristo, Hijo del Altsimo, Dios y hombre en una
Persona, que puso su vida para expiar el pecado del mundo
entero. Ahora l ofrece su sangre como precio para que la lle
ves por fe al Padre en busca de perdn y paz.
[519]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Aun si vinieran falsos maestros para llamarte de un Cristo


a otro, del Cristo fuera de ti a un Cristo interior, puedes sa
ber que esta instruccin no es de Dios. La boca de esos cris
tianos reputados pueden citar la Escritura, pero su propsito
es tan peligroso como astuto. Cuando alguien te llame para
alejarte del Cristo fuera de ti e ir a un Cristo interior, despo
ja a esa doctrina de su bonito disfraz. Dicho llanamente, el
maestro falso te llama para que dejes de confiar en la justicia
de Cristo (su obra objetiva hecha a favor tuyo y dada a ti por
la fe para tu justificacin) y confes en una supuesta obra del
Espritu en ti. No eres nueva criatura en Cristo, ni salvo, si
sueltas al Cristo viviente para depender de algo dentro de ti,
de alguna criatura, aunque sea nueva. A no ser que tu con
ciencia ya se haya entregado a una mentira, puedes saber que
esta nueva criatura es solo una veta de oro envuelta en mu
cho barro e imperfeccin; y esas impurezas externas nunca se
purgarn del todo hasta entrar en el crisol refinador de la
tumba.
Cudate, cristiano; es cosa de vida o muerte. Por supuesto
que hay que valorar la gracia de Cristo que hay en ti. Pero
tambin es verdad que no tienes esa gracia si no la valoras por
encima del oro que el mundo amontona. Ni siquiera confes
en esa gracia de Cristo para salvacin; si lo haces, atesoras al
go creado por Dios por encima de Dios mismo. Digmoslo de
esta forma: Una novia hace bien en guardar el retrato de su
esposo que este le ha confiado, especialmente si es muy pare
cido a l, y an ms si l mismo lo ha pintado. Pero qu rid
culo sera si llegara a despreciar a su esposo por el retrato. Si
ella necesitara comida, ropa o dinero, sera tan necia como
poco honorable si acudiera al retrato y no al hombre.
La virtud del cristiano se llama el Cristo interior porque
es su retrato, y hace al cristiano semejante a Cristo. Merece
ser atesorada por su gran parecido con la santidad de Cristo,
que la dibuj en tu corazn por el dedo de su mismo Espri
tu. Pero qu tragedia si le das la espalda al Seor Jesucristo
mismo, tu Esposo por la fe, esperando consuelo, felicidad y el
Cielo, no de l, sino de la virtud que te ha dado!

[520]

El calzado espiritual del cristiano

Exhortacin a los que ya tienen paz con Dios


1. No hagas las paces con el pecado
El pecado es lo que rompi la paz con Dios en primer lugar; de
forma que deja que esta paz con l, emprenda ahora una gue
rra interminable contra el pecado. Ciertamente no debes olvi
dar el dao inestimable que has sufrido a causa de este. De he
cho, cada momento que disfrutas del dulce amor de Dios, debe
ser el impulso que mantenga ardiendo en tu corazn el fuego
contra aquel enemigo maldito que te separ tanto tiempo de l.
Ahora que, segn espero, Dios ha ganado tu corazn con su
misericordia perdonadora, habrs empezado a amarlo porque
l primero te am a ti. Entonces cmo puedes contemplar pa
cientemente a la concupiscencia saltar de su trinchera tu co
razn desafiando abiertamente a tu Padre y su gracia dentro
de ti? No se perturba tu espritu al ver como se burlan de Dios
el orgullo y la incredulidad bajo el mismo techo de tu alma?
Cristiano, solo hay una manera de frenar la invasin del pe
cado. Para fortalecer tu corazn contra todo compromiso con
el mal, tienes que llevar a la batalla por la fe la sangre del Sal
vador. Igual que la vista de la ropa ensangrentada de Csar en
manos de Antonio air a los romanos contra sus asesinos, la
meditacin en las heridas de Cristo enfurecer tu corazn con
tra la concupiscencia.
Recuerda cmo el pecado mat al precioso Seor de la glo
ria, lo enterr en una tumba obscura, y sell esta con una mal
dicin merecida por todo pecador: un sello ms fuerte que nin
gn invento humano. Nunca hubiera podido romperlo ningn
poder menor que el brazo omnipotente de Cristo!
Las victorias militares de Alejandro no se podan comparar
con su hazaa de vengar la muerte de su padre Filipo. En cuan
to asumi el trono, mat a los asesinos sobre la tumba de su
padre. De la misma manera, no descanses hasta triunfar sobre
toda pasin por la que se derram la sangre del Salvador. Has
ta hacerlo, seguirs asintiendo a la misma crueldad que se ceb
en su mansa vida. Esta es la honra que tendrn sus hijos: Dios
nos da la espada de doble filo para vengarnos del pecado.

[521]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

2. Reconcliate con los dems


Dios lo espera as. Y t tienes toda la razn del mundo para
perdonar a tu hermano por causa de Dios. l te perdon por
pura misericordia, as que, al perdonar solamente cumples con
tu deber para con tu prjimo; pero cuando Dios te perdon, no
te deba ms que ira. No creas que te deshonras a ti mismo aun
que perdones al mendigo ms humilde de la ciudad. Tu Dios se
rebaj an ms cuando te reconcili consigo, persuadindote a
aceptar el perdn del Altsimo.
Cuando ests lleno de un espritu de venganza, no solo te re
bajas de tu naturaleza celestial, sino tambin caes por debajo de
la humana. Solo el diablo y los que llevan su sello son enemi
gos implacables. El fuego infernal es inextinguible. Pero la sa
bidura que es de lo alto es [...] pacfica (Stg. 3:17). Te lla
mas cristiano y llevas ese fuego infernal dentro de ti? Cuando
vemos a un hijo de padres cristianos que obra con ira, nos pre
guntamos de donde sac esa impa disposicin; sus padres no
eran as. Pues, quin te ense a ti, cristiano, a ser inmisericorde? No lo aprendiste de tu Padre Celestial.

3. Confa en Dios para suplir tus necesidades


Si Dios ha hecho las paces contigo y ha perdonado tus pecados,
siempre podrs confiar completamente en l para todas tus ne
cesidades. Dos cosas te ayudarn a ejercer la fe.

a) Dios da a sus hijos mucho ms de lo que necesitan


Cuando Dios te perdon, te dio su Hijo, cmo no nos dar
tambin con l todas las cosas? (Ro. 8:32). Cuando un padre
le regala un huerto a su hijo, es absurdo que este le pida una
manzana. Dios afirma: Todo es vuestro, y vosotros de Cristo,
y Cristo de Dios (1 Co. 3:22,23).
Por otra parte, un padre sabio bien puede legar grandes tie
rras a su hijo, sin permitirle que controle de la herencia ms de
lo que pueda gobernar bien. De la misma forma, Dios da al cre
yente derecho a todas las comodidades de la vida, pero su sa
bidura infinita proporciona las cantidades apropiadas para el
uso, segn la necesidad de cada alma. Si tienes mucho menos
que otro, eso no significa que Dios ame ms a aquel que a ti,
[522]

El calzado espiritual del cristiano


sino que te quiere tanto que te suministra lo que puedes apro
vechar bien. La bebida se sirve segn el tamao de la copa; el
vino que llena toda la copa se derramara al echarlo en un re
cipiente ms pequeo.

b) Dios da cosas temporales aun a aquellos


a quienes niega su paz
Aunque los incrdulos pronto han de caer en el Infierno, la pro
videncia de Dios los beneficia an en la tierra. No alimenta re
almente a esos cuervos inmundos y hace tambin llover sobre
sus campos? Cmo pasar entonces por alto al creyente? Si el
rey regularmente alimenta al traidor prisionero en su celda, se
guro que su propio hijo que est en el castillo no morir de
hambre.
En resumen, si la hierba del campo que hoy es, y maana
se echa en el horno [smbolo del hombre impo], Dios la viste
as [por su providencia], no har mucho ms a vosotros, hom
bres de poca fe? (Mt. 6:30).

4. Soporta con paciencia la afliccin


No te desanimes cuando Dios permite alguna cruz o afliccin
en tu vida. Si te trae primero su misericordia, tambin puedes
confiar en su bondad cuando te traiga su vara. Tienes la miel
que endulza la copa ms amarga.
Cuando Samuel fue a Beln, los ancianos de la ciudad sa
lieron a recibirle con miedo, y dijeron: Es pacfica tu venida?
l respondi: S (1 S. 16:4,5). As, cuando una afliccin gra
vosa recae por un tiempo sobre el cristiano, puede causarle te
mor, hasta que sepa la razn de ella. Si has hecho las paces con
l, el temor se desvanecer; puedes estar seguro de que la aflic
cin ha venido de Dios en una misin de misericordia.
Cristiano, qu hay que te pueda separar del gozo de la paz
de Dios? Temes la ira de los hombres? Tal vez tienes muchos
enemigos, y poderosos. Que den rienda suelta a su ira! Est
Dios entre ellos, o no? Toma l prestada la venganza de ellos
para derramarla sobre ti? Si no, te preocupas intilmente. Y
afrentas a Dios, cuya misericordia te puede proteger de su fu
ria, al no santificar su Nombre en tu corazn: Si Dios es por
[523]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

nosotros, quin contra nosotros? (Ro. 8:31). Aunque te ro


deen, no hace falta temerlos ms que una paja al viento. Tam
bin te afrentas a ti mismo, porque mientras ests esclavizado
a este temor paralizante de la pasin humana, nunca probars
la verdadera dulzura del amor de Dios.
Puede que seas pobre, o ests enfermo y atribulado. Evita
r la misericordia reconciliadora de Dios que murmures contra
l, y frenar tus miradas envidiosas a la prosperidad de los im
pos? Recuerda que tienes un tesoro maravilloso que nadie pue
de reclamar, aun en la cima de la gloria mundana: Puede que
sea pobre y est enfermo, pero por la misericordia de Dios ten
go su paz. Si esta palabra se medita, lo cambia todo: la felici
dad del pecador prspero en luto, y la pena del cristiano en go
zo.

5. Que la esperanza se alimente de la gloria celestial


Consulate con esta verdad: si tienes paz con Dios ahora en la
tierra, no tardars en celebrar su amor en el Cielo con l: A
los que justific, a stos tambin glorific (Ro. 8:30). Antes de
pensar que es demasiado bueno para ser cierto, una palabra de
nimo para ti: Los santos glorificados en el Cielo son todos pe
cadores justificados. No hay ms de unos que de otros.
Eres alguien justificado por la fe? Regocjate con tus her
manos santos en la esperanza de la gloria de Dios. La tienes de
lante. Cada da te acercas, y nada te puede retener de llegar ms
a ella: ni siquiera tus pecados ms temidos. Aquel que pag el
precio completo en tu conversin tendr suficiente misericordia
para pasar por alto las pequeas deudas que la sutileza de Sa
tans y tu debilidad hayan puesto en tu contra. Eras un enemi
go cuando Dios cancel tu primera deuda, pero ahora eres su
amigo. Dios garantiza que proveer para tus obligaciones pos
teriores, ya que no piensa perder su primera inversin.
Cristo muri para hacer de los enemigos de Dios amigos en
el Cielo: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con
Dios por la muerte de su Hijo, mucho ms, estando reconcilia
dos, seremos salvos por su vida (Ro. 5:10). En otras palabras:
Puedes creer que Dios ha llevado a sus enemigos sanguina
rios a un lugar de paz y favor divinos? Entonces es ms fcil
[524]

El calzado espiritual del cristiano

que tu fe proceda lgicamente desde la reconciliacin hasta la


salvacin, que desde la hostilidad y enemistad hasta el perdn
y la paz.
Si Cristo obtuvo la reconciliacin con su muerte, cuando es
taba ms dbil y humillado, cunto ms salvar a aquellos que
ha reconciliado desde su Trono poderoso en el Cielo? l utiliza
las llaves de la muerte y del Hades libremente, para abrir y
cerrar las puertas de la paz a su antojo a favor del creyente (Ap.
1:18).

6. Testifica a los dems


La casa del Padre todava no est llena: An hay lugar (Lc.
14:22). No hay nadie que ames tanto como para hablarle de
la misericordia divina en Cristo? El esposo carnal que est a tu
lado, los hijos de tu vientre, los vecinos que ves todos los das;
si mueren hoy tal como viven, su alma preciosa se perder pa
ra siempre. Pero estos ciegos espirituales no se imaginan el tor
mento que se les viene encima, como una oveja no se pregunta
por qu el carnicero afila el cuchillo justo antes de segarle la vi
da.
Mientras ms implacables sean los pecadores con sus pro
pias almas, ms compasin debes tenerles. Cuidamos ms a
aquellos que menos pueden cuidarse. Si la enfermedad de un
amigo fuera tan grave que no pudiera valerse, lo cuidaras o
lo dejaras morir? Supongamos que se condenara a muerte a un
nio, y no se intentara conseguir el indulto, haras todo lo po
sible por no ver terminar sus das de forma tan lamentable? En
definitiva: si tu vecino se encerrara para suicidarse, derribar
as la puerta por salvarlo?
Dnde est la santa violencia necesaria para salvar las al
mas? Observamos como corren al Infierno padres, maridos, hi
jos y vecinos ante nuestros ojos sin preguntarles siquiera por
qu. Por amor al Seor, ten ms misericordia de las almas pe
cadoras. Has encontrado el banquete, vas a dejar a otros mo
rir de hambre sin saber dnde est la mesa?
Ve e invita a todos a la casa de Dios. As lo hizo David:
Gustad, y ved que es bueno Jehov (Sal. 34:8). No temas en
viar ms invitados de los que Dios quiere; l dice que desea
[525]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ms: Y no queris venir a m para que tengis vida (Jn. 5:40).


Adems, Dios amenaza a aquellos que impiden que los peca
dores hagan las paces con l halagndolos con una falsa paz:
Habis fortalecido las manos del impo para que no se aparte
de su mal camino a fin de preservar su vida (Ez. 13:22,
LBLA).
Es una gran obra ganar almas para Cristo! Un mdico nun
ca se enfada con alguien que le trae un paciente, porque al cu
rarle se extender el conocimiento de su dedicacin y pericia. Y
es el gran propsito que Cristo ha tenido desde hace mucho, y
por el cual ha orado: Para que el mundo crea que t me en
viaste (Jn. 17:21). Su objetivo al reunir a las almas por la gra
cia del evangelio, es tomar de ellos [los pecadores] pueblo pa
ra su nombre (Hch. 15:14). Dios quiere escoger un pueblo
particular, mostrarles su misericordia, y hacer que su nombre
sea exaltado.

La paz de la conciencia
La paz de la reconciliacin reconcilia al hombre con Dios; pe
ro la paz de la conciencia lo reconcilia consigo mismo. Desde
que el hombre rompiera la paz con Dios no ha podido ser ami
go de su propia conciencia. Esta segunda clase de paz es tan ne
cesaria que no se puede saborear la dulzura de la reconciliacin
con Dios, ni otra misericordia, sin ella.
La paz de la conciencia es para el alma lo que la salud para
el cuerpo. Ni siquiera un traje de tis de oro es cmodo para el
enfermo. Nada alegra la conciencia intranquila. Cuando Moi
ss trajo buenas noticias a los israelitas afligidos en Egipto,
ellos no escuchaban a Moiss a causa de la congoja de espri
tu (Ex. 6:9). Ana acudi a la fiesta en Jerusaln con su mari
do, pero lloraba, y no coma (1 S. 1:7). As el alma herida
acude a escuchar el sermn pero no participa del mismo; oye
muchas preciosas promesas, pero no puede recibir la vida que
ofrecen.
Poner un banquete real delante de un hombre afligido no
alienta a este, que prefiere ir a un rincn apartado y llorar:
Quin soportar el nimo angustiado? (Pr. 18:14). Las en[526]

El calzado espiritual del cristiano

fermedades incurables son el reproche del mdico. La perpleji


dad espiritual de la conciencia acusadora avergenza al mundo
en su intento vano de aplicar un remedio.
La paz de la conciencia es nicamente la bendicin del
evangelio. La conciencia conoce a Jess, y el evangelio de Je
ss. Se niega a obedecer a otro. Hay dos temas en particular
que ejemplifican esta verdad: primero, qu es lo que satisface
la conciencia, y segundo, qu es lo que aplica esta satisfaccin
a la conciencia.

1. Qu satisface la conciencia?
El pecado causa convulsiones de terror que distorsionan y
atormentan la conciencia de una persona. Si esa pequea pa
labra que representa tan gran plaga pudiese alguna vez bo
rrarse de la mente humana, la tormenta pronto se calmara y
el alma tendra bonanza inmediata, tranquila y llana, sin la
menor ola que perturbara su superficie. Pero el pecado es ese
Jons que causa la tormenta; vaya adonde vaya, le sigue la
guerra.
Cuando Adn pec, se bebi de golpe esa dulce paz de la
conciencia. No es sorprendente que casi se le atragantara en
seguida: Y conocieron que estaban desnudos (Gn. 3:7). Lo
que traiga verdadera paz a la conciencia, primero deber ven
cer a ese monstruo del pecado para que se termine la guerra.
Es verdad: la punta envenenada de la flecha del pecado,
que arde en la conciencia del pecador, es la culpa. Le roba el
descanso, sonando la alarma del juicio que viene y del casti
go inevitable. Ya que el hombre teme lo que pasar cuando
esta ira infinita del Dios eterno y viviente se le venga encima,
vive con temor y expectacin angustiosa.
Si quieres consolar a una conciencia que se asa en las bra
sas de la ira de Dios encendidas por su propia culpa, primero
tendrs que apagarlas y darle la noticia de que Dios perdona
el pecado, y de que se reconciliar con los pecadores que se
arrepientan y crean. Nada sino este evangelio puede ofrecerle
al hombre la verdadera paz con sus propios pensamientos. Je
ss le dijo al paraltico: Ten nimo, hijo; tus pecados te son
perdonados (Mt. 9:2). No dijo: Alintate, porque te de[527]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

vuelvo la salud aunque tambin le restaur esta ltima,


sino: Tus pecados te son perdonados.
En nada ayudara al reo que va camino de su ejecucin que
alguien le pusiera una rosa en la mano, aconsejndole que olie
ra su perfume y cobrara aliento. Vera el cadalso all delante.
Pero si un mensajero real le pusiera en la mano un indulto, se
llenara de gozo. Eso es lo nico que cambiara el nimo del
hombre. Cualquier cosa que no sea la misericordia perdonadora, es tan insignificante para la conciencia afligida como lo se
ra aquella rosa para el condenado.
La conciencia es el sargento divino que arresta al pecador.
Este sargento no tiene poder para liberar a su preso mediante
un arreglo privado; debe recibir notificacin oficial de que se
ha pagado la deuda o se ha satisfecho al acreedor. Solo enton
ces puede dejar libre a su preso.
a) La fuente del pacto divino de paz

No hay ms forma de que los pecados sean perdonados y el al


ma reconciliada con Dios que por el evangelio de Cristo. Solo
este pacto de la paz puede mediar entre Dios y los pecadores;
ese es el sacrificio que compra el perdn. Si los israelitas que
fueron mordidos por las serpientes hubieran mirado a otra co
sa distinta que la serpiente de bronce, no se habran sanado.
Tampoco se alivia la conciencia mordida por el pecado miran
do a algo distinto de Cristo en la promesa del evangelio.
Tanto el sacerdote como el levita de la conocida parbola
del samaritano vieron al herido, pero no se acercaron a l; no
les importaba que muriera all en su propia sangre. Solo el buen
samaritano lav sus heridas. No es por la ley, sino por la san
gre de Cristo, que la conciencia herida se lava y se sana. Todo
el aceite del mundo no vale nada para sanar; solo sirve aquello
que Dios ha guardado en el frasco de su evangelio.
Los judos ofrecan muchos sacrificios, pero la sangre de to
dos aquellos animales no tranquilizaba ninguna conciencia, ni
limpiaba un solo pecado. La conviccin de pecado, o sea, la
culpa, permaneca indeleble, al separarse del significado espiri
tual de los holocaustos (cf. He. 10:2). El apstol nos da la ra
zn: Porque la sangre de los toros y de los machos cabros no
[528]

El calzado espiritual del cristiano

puede quitar los pecados (v. 4). No hay relacin redentora en


tre el pecado y la sangre de animales, aunque se llenara con ella
un ocano. El pecado del hombre merece su muerte: la muerte
eterna de cuerpo y alma en el Infierno. Este es el precio puesto
por Dios a la cabeza de todo pecado.
Pero el evangelio nos trae la gozosa noticia de la sangre pre
ciosa de Jesucristo, la cual l derram libremente en la cruz,
logrando as un rescate eterno (He. 9:12, NVI). Esa es la ni
ca puerta por la que pueden entrar a la conciencia la paz y el
gozo verdaderos. Por eso, Dios nos manda anclar nuestra con
fianza y consolarnos solo con ella: Acerqumonos con cora
zn sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los cora
zones de mala conciencia (He. 10:22).
b) El oficio de la conciencia

Dios designa a la conciencia para juzgar el estado espiritual del


hombre, sea bueno o malo, est perdonado o no. Si su estado
es bueno, la conciencia te absuelve y consuela; si es malo, te
acusa y condena. Por tanto, la Biblia llama a la conciencia acu
sadora mala conciencia.
La mala conciencia condena al pecador al castigo divino y
justo por el pecado; pero aquel que ha sido lavado por la san
gre de Cristo y ha aplicado esta ofrenda a su corazn por el Es
pritu, es libre de disfrutar del perdn y la reconciliacin con
Dios. En la ley, la aspersin significaba que la persona estaba
limpia de toda impureza legal. Por tanto, ahora comprendemos
la esencia de la oracin de David: Purifcame con hisopo, y se
r limpio; lvame, y ser emblanquecido ms que la nieve (Sal.
51:7). Esto es: Aplica la sangre de Jess a mi conciencia doli
da, como los sacerdotes empleaban el hisopo mojado en sangre
de animales para limpiar al leproso. El pecado que mancha mi
conciencia se lavar y tendr paz, como si nunca hubiera peca
do.
El Espritu Santo alude a esta aspersin de sangre al decir:
Os habis acercado [...] a Jess el Mediador del nuevo pacto,
y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel (He.
12:22,24). Habla mejor a la conciencia. La culpa de la san
gre de Abel, rociada en la conciencia de Can, hablaba para
[529]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

condenacin; pero la sangre de Cristo rociada en la conciencia


del pecador arrepentido habla de perdn y paz. As se conside
ra como la demanda de una buena conciencia delante de
Dios (1 P. 3:21, RV 1909).
Por supuesto que una demanda implica una causa; y la de
manda delante de Dios presupone que es Dios el que interro
ga y juzga. Le pregunta para el pecador es: Qu dirs cuan
do seas condenado por la maldicin de mi justa ley? Por qu
no has de sufrir la misma muerte anunciada contra todo peca
dor en todas las pocas?.
El que ha odo hablar de Cristo, y lo ha acogido en el cora
zn por la fe, es el nico que puede responder de forma que d
satisfaccin tanto a Dios como a s mismo. El Espritu Santo
dio la respuesta para todo creyente, por medio del apstol Pa
blo: Quin es el que condenar? Cristo es el que muri; ms
aun, el que tambin resucit, el que adems est a la diestra de
Dios, el que tambin intercede por nosotros (Ro. 8:34). Ya
que esta confesin es una respuesta que Dios no rechazar, Pa
blo representa a todo creyente al regocijarse en la fuerza in
vencible que tenemos contra los enemigos de nuestra salvacin:
Quin nos separar del amor de Cristo? (v. 35). El apstol
desafa a la muerte y a los demonios con todos sus secuaces, a
hacer lo peor que puedan contra los creyentes armados con la
coraza de Dios. Finalmente deja la batalla, lleno de la santa
confianza de que ninguno, haga lo que haga, podr daar al
creyente: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vi
da, ni ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni
lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa cre
ada nos podr separar del amor de Dios, que es en Cristo Jess
Seor nuestro (Ro. 8:38,39). En resumen, el cristiano iza to
das sus banderas de lealtad a Cristo y pone toda su confianza
en l. Si he dedicado mucho tiempo a este tema, hermanos, es
porque se trata de la veta ms rica en toda la mina del tesoro
del evangelio.

2. Qu es lo que aplica la satisfaccin a la conciencia?


La conciencia es una cerradura que no se abre fcilmente. Aun
que la llave encaje, una mano dbil no la puede girar. As que
[530]

El calzado espiritual del cristiano

cuando un mero hombre tiene la llave del consuelo, la con


ciencia se niega a abrir; sus dudas y temores no se resuelven sin
una obra del Espritu de Dios.
La conciencia es un polica de Dios; aunque la deuda se ha
ya pagado completamente desde el Cielo, este polica no libera
al alma hasta tener la autorizacin del Espritu de Dios en una
orden divina: Si l diere reposo, quin inquietar? Si escon
diere el rostro, "quin lo mirar? (Job 34:29). Sgueme en la
demostracin de por qu una paz abundante de conciencia no
se puede hallar aparte del evangelio y de la obra del Espritu
Santo.
a) Solo el evangelio presenta al Espritu
de Dios como Consolador

El consuelo del Espritu Santo descansa sobre la expiacin de


Jesucristo. Despus de derramar su sangre y pagar todo el pre
cio de la paz del pecador con Dios, Jess volvi al Cielo para
pedirle al Padre que enviara al Consolador. Cristo no podra
haber hecho esta peticin, ni el Padre la hubiera concedido, si
su muerte no hubiese protegido la justicia de Dios de sufrir da
o cuando los creyentes recibieran consuelo del Espritu. Cris
to dijo a sus discpulos: Os conviene que yo me vaya; porque
si no me fuese, el Consolador no vendra a vosotros; mas si me
fuere, os lo enviar (Jn. 16:7).
El Espritu fue enviado a los creyentes en cuanto Jess apa
reci en el Cielo, con su sangre, como Intercesor. Te pregunta
rs cmo podan los creyentes del Antiguo Testamento tener es
ta paz y este consuelo, ya que vivan antes del regreso de Cris
to al Cielo, aun antes de que viniera por primera vez a la tierra.
Encontraron consuelo en la misma Persona que compr su re
dencin. Fueron perdonados por la sangre de Cristo, el Corde
ro inmolado desde antes de la fundacin del mundo; y se con
solaban por su Espritu. Todo su perdn se apuntaba en la
cuenta de Cristo, que aun entonces estaba dispuesto a poner su
vida una vez llegado el cumplimiento de los tiempos; y de esa
misma cuenta, les llegaban las consolaciones del Espritu San
to.
As que el Espritu es Consolador por el pacto evanglico de
[531]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Dios; nunca podra haber dicho palabra alguna sin esta pro
mesa del evangelio. Por tanto, cuando el Padre lo enva para
consolar, viene en el nombre de Cristo, que se ha puesto en la
brecha entre l y los pecadores; esto es, por su causa y a peti
cin suya.
Qu dice el Espritu Santo cuando consuela? La alegre no
ticia que trae es la revelacin evanglica: No hablar por su
propia cuenta, sino que hablar todo lo que oyere (Jn. 16:13).
Es decir, que su enseanza no traer nueva luz, distinta de la
que brilla en el evangelio, sino que ensear la misma verdad
que Cristo predicaba.
Cuando el Espritu Santo consuela, los ingredientes de sus
refecciones que reaniman el alma se han recogido en el huerto
del evangelio: El me glorificar; porque tomar de lo mo, y
os lo har saber (v. 14). Esto es: la muerte de Cristo, su dig
nidad, resurreccin, ascensin e intercesin, as como las pro
mesas compradas y selladas con su sangre.
b) El Espritu Santo tiene poder para consolar

El evangelio posee poder suficiente para satisfacer a la con


ciencia ms perturbada del mundo: la plena satisfaccin que la
preciosa sangre de Cristo ha hecho por los pecadores. Pero si
uno tuviera que comprender y aprovechar este plan por su
cuenta, habra de seguir con el dolor de una conciencia reque
mada por falta de una gota de blsamo para sanarla. Igual que
el amor y la sabidura de Dios proveyeron un Salvador para
comprar nuestra eterna redencin, tambin enviaron a un Con
solador para aplicarnos la redencin comprada. A esta obra di
vina se la llama acertadamente un fortsimo consuelo (He.
6:18).
Cristo demostr su fuerza cuando abri las puertas de la
muerte y sali de su oscura prisin en su resurreccin gloriosa.
Por esta demostracin fue declarado Hijo de Dios con poder
(Ro. 1:4). Se necesita ese mismo poder para abrir la mazmorra
en donde se confina a la conciencia culpable. De hecho, la mis
ma piedra que sellaba la tumba de Cristo para evitar su resu
rreccin a la vida, pesa sobre la conciencia del pecador para
evitar que resucite al consuelo. Recuerda que el sello ms fuer[532]

El calzado espiritual del cristiano

te sobre la tumba de Jess no era la piedra que colocaron los


hombres, ni el sello que pusieron los judos, sino la maldicin
de la ley, por causa del pecado, que le impuso la justicia divina.
Ni siquiera el ngel que removi la piedra podra haber borra
do esa maldicin.
Supongamos que examinramos la tumba de una conciencia
afligida, en donde la culpa la ha enterrado, y sintiramos su te
mor y aprensin infernales: Estoy condenado, es la frase que
resuena continuamente en sus odos. Qu es lo que mantiene
cautiva su conciencia? Por qu no se puede levantar de esa fo
sa de terror? En vano derramas el leo del consuelo, porque la
maldicin divina es como una daga en su corazn; la ira de
Dios ira pesa como una montaa de plomo sobre la conciencia
del pecador. A no ser que puedas quitar esta maldicin y esa
ira, la paz y el consuelo son imposibles: la misma lpida cubre
a los dos.
Pero viene el Consolador trayendo buenas noticias. El mis
mo Espritu que evit que Jess viera corrupcin en la tumba,
que evit que la muerte se cebara en l, que aviv su cuerpo
muerto y lo levant no solo a vida sino a inmortalidad, es
Aquel a quien Cristo llama para satisfacer, con su amor, tu con
ciencia acongojada.
Este bendito Espritu Santo tiene todas las caractersticas de
un Consolador. Es tan puro y santo que no puede engaar; su
nombre es el Espritu de verdad (Jn. 14:17). Si l dice que tus
pecados son perdonados, puedes creerlo; l no te halagar. De
no ser as te lo dira, porque sabe reir tanto como consolar;
puede convencer de pecado igual que de justicia. El Espritu
Santo es tan sabio que no se le puede engaar; nunca llama a
la puerta equivocada ni da un mensaje errneo, sino que cono
ce el propsito exacto del corazn de Dios para cada persona
en la tierra. El Espritu todo lo escudria, aun lo profundo de
Dios (1 Co. 2:10).
Lo profundo de Dios son los consejos del amor divino
que estn en el fondo de su corazn, hasta que el Espritu los
saca de all y los revela a hombres y mujeres. l tambin cono
ce perfectamente el corazn humano. Sera extrao que el car
pintero que hizo el armario no conociera cada compartimento
[533]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

secreto del mismo. A pesar de su prolongado estudio, ni el


hombre ni el diablo se acercan siquiera a un conocimiento ple
no de ese pequeo mundo: el microcosmos del alma humana.
Pero, como en todas las cosas, Dios conoce este campo a la per
feccin, y a l no se le puede engaar.
En resumen, el Espritu de Dios es tan irresistible que nadie
puede hacer frente al poder de su paz. El perdn que Natn lle
v a David no era todo lo esperado, de forma que David rog
al Consolador que aliviara su dolor. Se arrodill y or que se le
restaurara el gozo perdido, y se afirmara su corazn quebran
tado por el Espritu de Dios. Se puede asombrar al hombre, y
hasta hacer trampas para eludir las verdades que traen los cris
tianos para consolarte; pero cuando viene el Espritu Santo
mismo, toda disputa termina. Ante l, Satans no puede apelar
a su rango ni a la falsa lgica. La confusin se desvanece, y con
ella nuestro temor, como las tinieblas ante el sol. El Espritu
Santo rebosa del corazn con tal dulzura y fuerza, que el alma
ya no ve el pecado o la culpa ms de lo que No vea los hor
migueros cuando toda la tierra se cubri de agua.

Amonestacin a los que niegan que la paz de la


conciencia sea la bendicin del evangelio
1. Algunos niegan la seguridad de la salvacin
Si no pudiramos saber en esta vida que somos hijos de Dios,
la incertidumbre quebrara la vasija que l molde para conte
ner nuestro gozo y paz. Por supuesto, no es posible tener paz
con nuestra propia conciencia aparte del conocimiento de nues
tra paz con Dios:
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Seor Jesucristo; por quien tambin tenemos
entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Ro. 5:1,2).
Si el evangelio no puede resolver la cuestin de tu destino,
sea el Cielo o el Infierno, olvdate de la paz interior. En tal ca
so se podra describir la bsqueda espiritual del cristiano con
[534]

El calzado espiritual del cristiano

las palabras de Juan: Anda en tinieblas, y no sabe a dnde


va (1 Jn. 2:11). Tal evangelio se podra considerar un evan
gelio de duda y temor, en lugar del evangelio de la paz.
Acaso lo que hay casi en el fondo de la maldicin de la ley
sobre los pecadores o sea, que tendrs tu vida como algo
que pende delante de ti [...] y no tendrs seguridad de tu via
(Dt. 28:66) pasar a ser la cima de la bendicin que el evan
gelio trae a los creyentes? No lo quiera Dios! Los hombres
ensean a partir de una premisa de necia osada, cuando de
forman de tal manera el dulce rostro del evangelio, que pre
sentan a Cristo como si predicara sus preciosas promesas de
forma tan dudosa para sus hijos como el diablo, que atrae a
sus seguidores con vaga incitacin. Ya que su hipocresa les
hace cuestionar su propia salvacin (y con razn), ciegan
tambin los pozos de la salvacin para los creyentes sinceros,
echando as la culpa de sus propias dudas al mismo evange
lio.
Pero hay un misterio de iniquidad en la raz de esta doc
trina falsa e inquietante. Esos lderes religiosos se parecen a
Judas, el ladrn que llevaba la bolsa. Los que propugnan es
ta enseanza meten en su tesoro ms oro y plata de los que
Judas pensara echar en el suyo. Aunque la doctrina del evan
gelio de la paz trae paz a la conciencia del pecador, estos pre
dican un temor supersticioso que obliga a los parroquianos
ignorantes a darles cada vez ms dinero en busca de consue
lo. Lo peor es que este principio de dar para recibir est tan
cerca del corazn de su religin, que el evangelio, el cielo, y
hasta Cristo mismo, deben inclinarse ante l.

2. Algunos piensan cosas vanas acerca del evangelio


Hay quienes profesan creer en el evangelio, pero no tienen
ms paz y consuelo que los inconversos. De hecho, puede que
tengan mayor afliccin de espritu que antes.
No todo aquel que profesa creer el evangelio es cristiano,
pero eso no es culpa de Dios. l no abre su tesoro eterno pa
ra todo aquel que conoce los hechos de la salvacin. El Esp
ritu de Dios es demasiado sagaz como para firmar un cheque
en blanco.
[535]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Los ministros ofrecen la paz del evangelio a todo aquel que


lo acepta. Pero esta paz no permanece en un corazn insince
ro: Si la casa fuere digna, vuestra paz vendr sobre ella; mas
si no fuere digna, vuestra paz se volver a vosotros (Mt.
10:13). Igual que la paloma volvi al arca al encontrar la tie
rra inundada, el Espritu de Dios retira su consuelo del alma
que an nada en el pecado, empapada de lujuria y mundanalidad.
a) Muchos son sinceros, pero ignorantes
de las doctrinas del evangelio

Si la luz, el gozo y el consuelo faltan de la conciencia de la


persona sincera, puede ser que esta tenga nublado el entendi
miento. Pero la ignorancia del artista no desacredita el arte;
el arte en s es mucho ms que los logros de un solo artista.
La plenitud de consuelo en los principios del evangelio es una
realidad accesible, pero no todo creyente ha alcanzado todas
las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el mis
terio de Dios el Padre y de Cristo [...] para que sean consola
dos sus corazones (Col. 2:2).
b) Algunos no andan en la doctrina evanglica

Algunas personas comprenden la doctrina de la salvacin por


fe en Cristo nico fundamento para edificar el verdadero
consuelo de la conciencia, pero dejan de andar cuidadosa
mente en el evangelio, y se privan de la dulce paz que dan las
promesas de Dios: A todos los que anden conforme a esta re
gla, paz y misericordia sea a ellos (G. 6:16). Podemos cul
par entonces al evangelio por la falta de paz? No importa la
calidad que tenga la pluma, aun en mano de un hbil escri
bano, pues no escribir sobre papel mojado. La culpa no es
de la pluma, ni de la mano, el problema est en el papel.
Si el corazn de un cristiano,.por famoso y respetado que
sea, se contamina por una concupiscencia que no se ha rendi
do al arrepentimiento, la promesa de Dios no le proporciona
r paz. Esta persona anda desordenadamente; ni la paz ni el
gozo la pueden alcanzar en la prisin que ella misma se ha
construido. El Espritu sabe emplear la vara de correccin.
[536]

El calzado espiritual del cristiano


c) Muchos no comprenden el significado de la paz

En cuanto a los que se acercan todo lo posible al evangelio sin


recibir consuelo, puede que tengan la paz sin reconocerla. El
gozo del cristiano no es una tonta y frvola excitacin como la
del mundo: el gozo verdadero es real. El saln donde el Espri
tu de Cristo recibe al cristiano es un aposento interior, no un
porche con vistas a la calle, por donde todo el que pasa huele
el banquete: El extrao no se entremeter en su alegra (Pr.
14:10). Cristo y el cristiano pueden estar cenando dentro, aun
que no se haya visto entrar ningn plato, ni odo la msica que
suena tan esplndida para los creyentes. Algunos daran por
sentado que el alma no tiene paz porque no se ha colgado una
seal visible en el rostro que la anuncia.
Al contrario, a veces no hay mayor paz y consuelo en el co
razn de un santo que cuando su rostro se baa en lgrimas. Si
oyes a un cristiano gimiendo y clamando por sus pecados, po
dras irte a casa pensando que el cristianismo es una religin
melanclica y triste. Pero el compadecido no abandonara su
pena por todo el gozo superficial que regala el mundo. Hay un
misterio en estas lgrimas que la comprensin humana no al
canza a desvelar.
La angustia de corazn estriba en la culpa por el pecado y
el temor a la ira de Dios. Pero otra clase de pena fluye, no del
temor ni de la culpa, sino de la conciencia de pecado que per
manece en el alma y que hace que el cristiano deshonre a Dios,
el cual le ha amado libremente y perdonado sus pecados. Esta
es la pena que a veces hace que el santo parezca triste o inco
modo, cuando su corazn rebosa seguridad en la misericordia
perdonadora de Dios. Su congoja es semejante a una lluvia de
verano, que desaparece al sentir el amor de Dios, como un c
lido sol, y deja el alma como un hermoso jardn, refrescado por
la suave lluvia.
En resumen, que a algunos cristianos que han abrazado el
evangelio les puede faltar an el reposo de la conciencia. Mien
tras en su espritu tal vez estn afligidos por un tiempo, todo
verdadero creyente goza sin embargo de paz de conciencia en
tres formas: como precio, promesa y semilla.
1. Como precio. El evangelio nos pone en la mano el precio
[537]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

de la paz: la sangre de Jess. Se dice que todo lo que vale oro,


es oro; esto es, lo que por oro se puede cambiar. As sucede
con la sangre de Cristo: es paz para la conciencia, porque el al
ma que la tiene puede canjearla por esa paz. Dios nunca podr
rechazar la siguiente oracin: Seor, dame paz de conciencia;
aqu est la sangre de Cristo que la paga. Lo que pague la deu
da seguramente garantizar el recibo.
La paz de conciencia es simplemente el sello con el que la
mano de Dios certifica que la deuda con la justicia divina se ha
pagado plenamente. Puesto que la sangre de Jess ha compra
do el don mayor de todos, que es la salvacin, tambin podr
comprar la paz. Si hubiera una medicina que produjera infali
blemente la salud, diramos que el enfermo tiene salud en cuan
to la tomase, aunque no sintiera necesariamente sus efectos de
inmediato. Estos llegaran en su momento.
2. Como promesa. Un bono del Estado vale tanto como el
dinero en el banco. Si Dios est decidido a dar la paz a sus hi
jos, quin lo evitar? Jehov bendecir a su pueblo con paz
(Sal. 29:11). Este Salmo demuestra las grandes cosas que Dios
puede hacer; no le cuesta ms crear la paz que hablar la pala
bra: Voz de Jehov con potencia; voz de Jehov con gloria
(v. 4).
Dios promete bendecir a su pueblo con paz interior y exte
rior. Sera una triste paz la que nos proporcionara calles tran
quilas, pero con asesinatos en las casas. Pero an es peor tener
paz en calles y casas con guerra en la conciencia culpable. Por
tanto, Cristo compr la paz del perdn para otorgar la paz de
conciencia a los perdonados; y luego nos leg dicha paz en la
promesa: La paz os dejo, mi paz os doy (Jn. 14:27). En ella
escribe y ejecuta su propio testamento; y entrega con mano
propia su legado de amor a los creyentes. Por tanto, no hay te
mor: su voluntad se cumplir plenamente, ya que l vive para
hacerlo por el poder de su Espritu.
3. Como semilla: Luz est sembrada para el justo, y ale
gra para los rectos de corazn (Sal. 97:11). Se planta en el
creyente cuando el Espritu de Dios siembra los principios de la
gracia y la santidad. Por eso se le llama fruto apacible de jus
ticia (He. 12:11). Brota tan naturalmente de la santidad como
[538]

El calzado espiritual del cristiano

cualquier fruto de su simiente. Es verdad que esta semilla ma


dura antes en unos que en otros: la cosecha espiritual no ocu
rre a la vez en todos. Una cosa es segura: el que tenga una siem
bra de gracia en su corazn, tambin cosechar con gozo.
Dios no habra cumplido su promesa si un solo cristiano ca
reciera de cosecha: Ir andando y llorando el que lleva la pre
ciosa semilla; mas volver a venir con regocijo, trayendo sus
gavillas (Sal. 126:6). Si crees que el evangelio es defectuoso
porque la paz de cierto cristiano no ha madurado, debes saber
que va en camino de hacerlo, y que cuando llegue ser eterna.
No te fijes en los comienzos de un creyente, sino en cmo ter
mina: Observa a los que son ntegros y rectos: hay porvenir

para quien busca la paz (Sal. 37:37, NVI).

3. Algunos buscan la paz fuera del evangelio


Uno se engaa si intenta sanar la conciencia con otra cosa que
el leo refrescante del evangelio. En ese caso se aparta de las
aguas del consuelo vivo que fluyen de esta fuente abierta por
Cristo, e intenta sacar paz y consuelo de pozos que ha excava
do por su cuenta; ya sea de una cisterna carnal o una legal.
a) La cisterna carnal

Los pecadores renen gran cantidad de remedios engaosos pa


ra evitar el temor de la ira de Dios en la conciencia culpable. Si
llegan a despertar, aunque sea livianamente, por medio de la
Palabra, sus corazones se enfran con un poco de seria medita
cin acerca de su condicin perdida, y echan mano de la mis
ma alternativa que Flix. En cuanto el sermn de Pablo hasti
a su conciencia, Flix se apresur a deshacerse del predicador y
los ruidos molestos que haca: Flix se espant y dijo: Ahora,
vete; pero cuando tenga oportunidad, te llamar (Hch.
24:25).
As que muchos dan la espalda a Dios y huyen de aquellos
que irritan su conciencia ya inflamada y les recuerdan su triste
condicin. Un pobre hombre se negaba a asistir a los funerales,
y hasta se tea las canas porque no soportaba pensar en la
muerte. Pero esta cobarde estrategia era todo lo que tena entre
l y un infierno en la tierra, dentro de su conciencia.
[539]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Otros tienen la conciencia tan fuerte que su luz los ciega da


y noche, aunque evitan adrede todo contacto con la Biblia, los
cristianos y los sermones. Estn tan afligidos por su propia cul
pa que no solo [salen] de delante de Jehov, como Can, si
no que invierten sus fuerzas en construir una ciudad y eludir
la conciencia en sus muchos negocios mundanos (Gn 4:16,17).
Las ocupaciones son como un monstruo que engulle todo
pensamiento de Cielo e Infierno. La gente ocupada se entretie
ne con proyectos tan complicados y horarios tan apretados que
la conciencia no tiene oportunidad para hablar. Adems, esta
resulta tan ofensiva entre los pecadores como el sueo de Jos
para sus hermanos. El mensaje de la verdad hace que sobornen
a su conciencia con promesas mundanas de ganancia.
Aun la treta ms sofisticada para evitar la luz del evangelio
es demasiado dbil como para funcionar sin falla; los pecado
res a menudo recurren al arpa de Sal y al banquete de Nabal
para ahogar sus cuitas y adormecer su frentica conciencia. As
hay muchos que empapan su percepcin espiritual con los
cruentos placeres del pecado; y mientras aquella duerme en
tontecida, pueden pecar sin lmite. Pero esa es toda la ayuda
que una receta carnal puede prestarle al pecador: un somnfero
que embrutezca por un breve momento los sentidos de la con
ciencia, dndole un corto tiempo para olvidar; porque el horror
de su condicin pronto vuelve para asfixiar su paz con ms per
sistencia que nunca.
Dios evite que utilices tal cura para la afliccin de la con
ciencia! Es mil veces peor que la enfermedad. Sin duda es me
jor tener un perro que ladra sin cesar para delatar al ladrn,
que uno que se queda quieto y deja que nos roben antes de que
nos enteremos del peligro.
b) La cisterna legal

Otros, sedientos de paz, no tienen alivio excepto en su pro


pia moralidad; se bendicen con una buena obra cada vez que
sienten inquietud. El elixir que toman para reavivarse no
proviene de la expiacin por la muerte de Cristo, sino de la
justicia de sus actividades cuidadosamente disciplinadas. Ese
vino no se exprimi de la preciosa intercesin de Cristo en el
[540]

El calzado espiritual del cristiano


Cielo, sino de sus propias oraciones terrenales. En resumen,
aunque las chispas de la agitacin prendan en su conciencia
(lo cual es inevitable, habiendo tanta lea para una hoguera)
no es la sangre de Cristo lo que utilizan para apagarla, sino
sus propias lgrimas.
No importa quien seas: si edificas la paz de tu conciencia
con madera, heno y hojarasca, te acuso de ser enemigo de Je
sucristo y de su evangelio. Si en tu propia huerta creciera una
hierba capaz de sanar tu conciencia herida, por qu habra
recetado Dios un ungento tan singular como la sangre de su
Hijo Unignito? Por qu llama a los pecadores a apartarse
de todo lo que no sea l? Puedes estar seguro de esto: o Cris
to era un impostor y el evangelio una fbula y espero que
no seas tan impo, peor an que Satans, para pensar tal co
sa, o no empleas el remedio adecuado para sanar tu con
ciencia y obtener la paz.
En cuanto a poner un buen cimiento para tener una paz
slida en el corazn, eso no se puede completar sin oraciones
y lgrimas; esto es, sin arrepentimiento. Pero por s solos es
tos remedios nunca crearn la paz con Dios. La paz de con
ciencia no es ms que el eco de la misericordia perdonadora
que lleva el alma al dulce descanso, mientras hace sonar su
suave msica en la conciencia. Este eco es la misma voz re
petida; si las oraciones, lgrimas y buenas obras no pueden
comprar la paz del perdn, tampoco pueden dar la paz del
consuelo. Recuerda lo que digo: no puedes tener paz interior
sin estas cosas; pero tampoco nicamente por medio de ellas.
Una herida normal no se sana si no se venda y se mantie
ne limpia; pero estas medidas no la sanarn, solo la medici
na. No quiero que dejes de orar y de servir, sino que no es
peres que la paz brote de esa nica raz. Si dependes de ella,
te aslas de cualquier provecho de la verdadera paz ofrecida
por el evangelio. Lo uno resiste a lo otro como dos ros fa
mosos de Alemania, cuyas aguas no se mezclan all donde se
unen.
La paz del evangelio no se mezcla con ninguna otra: hay
que bebera pura y sin diluir, o no bebera. Hablando para s
mismo y para los dems creyentes sinceros, Pablo testific:
[541]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Porque nosotros somos la circuncisin, los que en espritu


servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jess, no tenien
do confianza en la carne (Fil. 3:3). Estaba diciendo algo as:
No nos quedamos atrs en ningn deber ni servicio santo.
Vamos ms all, porque adoramos a Dios en espritu; pero ni
siquiera esto es la fuente de nuestro gozo y consuelo. Nos go
zamos en Cristo Jess, y no en la carne. Pablo llama car
ne a cualquier cosa que se oponga a Cristo y a nuestro go
zo en l.
Hay muchos que utilizan el ungento de la misericordia
del evangelio para sanar la conciencia herida, pero no siguen
la receta bblica al aplicarlo. En su lugar, se aferran presun
tuosamente a una promesa, y la raptan en vez de esperar el
consentimiento de Cristo. Frecuentemente son como Sal,
que tena tanta prisa que no poda esperar a que Samuel lle
gara para hacerle los sacrificios; sino que se adelant, des
obedeciendo a Dios en cada minuto de su servicio.
Los impulsivos no esperan la llegada del Espritu Santo
para rociar su conciencia con la sangre de Cristo segn el
evangelio; lo hacen ellos mismos, aplicando el consuelo de
promesas que no les pertenecen an. Qu opinas del que no
esperara la receta del mdico, sino que corriera a la farmacia
y empezara a componer su propia medicina? Esto es lo que
hace todo aquel que se roca solo con la sangre de Cristo, y
se bendice en la misericordia perdonadora de Dios antes de
alejarse del pecado.
Sepan esto todos los profanos: Igual que la sangre del cor
dero pascual no se aplicaba a las puertas de los egipcios, si
no a las de los israelitas, tampoco se rociar la sangre de
Cristo sobre el pecador obstinado, sino sobre el penitente
sincero. Esa sangre no se pona en el umbral de las puertas
de los israelitas, donde la fueran a pisar, sino en el marco,
donde su huella se hizo sagrada. Tampoco se reserva la san
gre de Cristo para el que sigue practicando el pecado: esto se
ra pisotear el sacrificio sacrosanto. Recuerda que David tu
vo que confesar su pecado con vergenza antes de que Natn
pudiera consolarlo con noticias de perdn.

[542]

El calzado espiritual del cristiano

Caractersticas de la paz del evangelio


Sea esta doctrina la prueba de tu paz y tu consuelo. Ya que Sa
tans falsifica el consuelo tanto como la gracia, hay que consi
derar seriamente algunas caractersticas de la paz que Cristo
anuncia para su pueblo desde el evangelio.
1. El consuelo del evangelio se derrama
en el corazn quebrantado
El consuelo del evangelio se conoce por la vasija que lo contiene:
Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y hu
milde de espritu, para hacer vivir el espritu de los humildes, y
para vivificar el corazn de los quebrantados (Is. 57:15). La co
misin del Padre para Cristo tambin limita su consuelo a tales
personas: El Espritu de Jehov el Seor est sobre m, porque
me ungi Jehov; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los
abatidos, a vendar a los quebrantados de corazn (Is. 61:1).
As vemos el orden bblico para consolar el alma. Como en un
tapiz, se pone el fondo oscuro y grave antes de aadir los bellos
colores. Al igual que el escultor que corta y talla su estatua antes
de cubrirla de oro, el Espritu de Cristo empieza con la tristeza
que reprende el pecado y termina con el gozo que libera de te
mor. Primero hiere, para luego sanar y envolver el alma en paz y
consuelo.
Espero que no pienses que yo limito al Santo de Israel a obrar
en el mismo grado y la medida en todos. Pero en todo caso, la
obra humilladora del Espritu debe convencer a la persona antes
de que vengan la paz y el consuelo para vaciar el alma de la fal
sa confianza all almacenada. Entonces el corazn se convierte en
una vasija con el fondo quebrado, que deja salir toda el agua.
Odia los pecados que antes amaba. Las esperanzas que le com
placan y sostenan se desvanecen, y la persona queda desolada y
solitaria.
El alma se da cuenta de que no hay nada entre ella y el In
fierno sino Cristo; y por no morir, clama a l, dispuesta a seguir
sus instrucciones. El alma es como el paciente convencido de la
destreza y el cuidado personal de su mdico. Esto es lo que lla
mo el corazn quebrantado.
[543]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Te ruego que no descanses hasta que tu conciencia respon


da ciertas preguntas: Era tu vino agua? Surge tu luz de ti
nieblas? Es tu paz un producto del conflicto y la afliccin del
alma? Has sangrado antes de sanar? De ser as, bendice a
Dios que ha cambiado tu lamento en baile.
Por otra parte, si bebiste vino antes de llenar tus vasijas de
agua; si tu amanecer lleg antes que la noche; si tu paz se fir
m sin que se rompiera la falsa paz; si tu conciencia estaba sa
na antes de ser abierta y vaciada del orgullo y la confianza
carnal, puede ser que poseas una paz muy efmera. Jess nie
ga que todo esto sea su sanidad. Es necesario un poder mu
cho mayor para producir la verdadera tristeza segn Dios,
que el gozo falso. Estaras mejor gimiendo por la pena de una
conciencia turbada, que bailando en torno al dolo diablico
de la paz.
2. La paz del evangelio se da a los siervos obedientes
a) En el camino de la obediencia y la santidad

A todos los que anden conforme a esta regla, paz y miseri


cordia sea a ellos (G. 6:16). Esta regla es el andar santo
de la nueva criatura segn la Palabra de Dios (v. 15). Los
principios de la gracia plantados en el alma del creyente son
tan apropiados para ella como el acuerdo entre el ojo y la luz.
No basta con que uno sea nueva criatura y tenga el princi
pio de la gracia en el corazn; debe andar segn esta regla. Si
falla, no tendr verdadera paz de conciencia. Sabemos que no
puede haber verdadera paz fuera de la que el Consolador trae
al cristiano. Es bblicamente seguro que Aquel que nos man
da: Que os apartis de todo hermano que ande desordena
damente (2 Ts. 3:6), apartar su consuelo de los desobe
dientes.
Si prefieres una vida carnal, no digas nunca que el Espri
tu te trae consuelo. l no te deseara el bien en tal carrera.
No, el Espritu apart su consuelo en el momento en que t
te apartaste de su santo camino. Toda la paz que finges pose
er es ilcita; y mayor razn tienes de avergonzarte de ella que
de gloriarte. No es motivo de orgullo el que una mujer d a
[544]

El calzado espiritual del cristiano

luz un hijo cuando su marido, estando fuera, no puede ser el


padre de la criatura. Pero es peor an que t reclames un con
suelo que no proviene del Espritu de Cristo.
b) En el camino del servicio

Y el mismo Seor de paz os d siempre paz en toda manera


(2 Ts. 3:16). Esto es, l bendecir todo medio y oportunidad de
bidos para llenar tu alma de paz interior. El que nunca busca a
Dios, pero se jacta de su paz personal, hace que los creyentes
sobrios cuestionen la verdad de su testimonio. Por supuesto
que Dios, por un ministerio especial de su Espritu Santo, pue
de pasar por alto la labor de escuchar, orar y meditar del cris
tiano, pero dnde est escrito que lo haga?
Por qu esperamos la paz sin buscar a Dios? No pensamos
en cosechar antes de arar y sembrar. Si furamos como Israel en
el desierto, donde se les retiraron las oportunidades de hacerlo,
y si luchramos contra la pereza y el orgullo, entonces no me
sorprendera ver que las consolaciones caan sobre el alma tan
abundantes como el man alrededor de las tiendas hebreas. Pe
ro Dios dej de dar el man en cuanto los israelitas tuvieron tri
go para hacer su pan. Tampoco el Seor consolar milagrosa
mente cuando el alma pueda obtener consuelo por medio de las
ordenanzas: la adoracin, la predicacin, la Santa Cena, etc.
Dios bien podra haber enseado personalmente al eunuco, y
haberlo iluminado con una luz del Cielo. En su lugar, envi a
Felipe para predicarle la Palabra; sin duda a fin de honrar el
ministerio de su evangelio.
3. La paz del evangelio fortalece y restaura al cristiano
Esa paz da fuerzas al cristiano para luchar contra el pecado y
Satans. El santo se reanima al saborear un poquito de esa
miel, pero qu destruccin es capaz de causar entre sus enemi
gos cuando ha comido hasta saciarse! Puede salir a la batalla
como un gigante refrescado con el vino, y nadie ser capaz de
hacerle frente.
La paz tambin fortalece al cristiano para trabajar. Pablo se
acord de la misericordia de Dios, y la conciencia de su amor
ardi en su corazn hasta infundirle un celo por el evangelio
[545]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

por encima de aquel de sus compaeros. Esta misma paz hizo


a David orar con tesn para volver a beber de ese vino que se
le haba negado por tanto tiempo. Vulveme el gozo de tu sal
vacin, y espritu noble me sustente. Entonces ensear a los
transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirn a ti
(Sal. 51:12,13). El motivo principal que tena para pedir la paz
no era su ferviente anhelo por el dulce sabor de ese vino; lo que
l deseaba era el poder para la obra de Dios.
Te animo a considerar cuidadosamente lo que la paz ha he
cho en tu vida. Eres humilde u orgulloso a causa de ella? An
das ms unido al evangelio? Cmo es tu adoracin? Anhelas
la comunin con Dios, o te sientes formalista y sin vida? En re
sumen, puedes mostrar que la paz y la virtud crecen juntas en
tu espritu? O mengua la primera porque finges tener la se
gunda? As sabrs si tu paz proviene del Prncipe de Paz o de
este mundo, del Dios de la verdad o del padre de la mentira.
4. La paz del evangelio consuela el alma
La paz del evangelio fortalece el alma cuando esta no tiene otro
consuelo. Es una bebida muy rico en s mismo y no le hace fal
ta otro ingrediente. De forma parecida, la devocin de David se
dirigi nicamente hacia Dios: A quin tengo yo en los cie
los sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra (Sal. 73:25).
Teniendo a Dios, su amor y su favor, David contaba con todo
lo necesario. As la paz del cristiano le da las mayores ganan
cias de gozo, cuando los goces externos apenas le proporcionan
nada, o hasta le causan conflictos.
David se fortaleci en Jehov su Dios (1 S. 30:6). Si la paz
de David no hubiera estado sana le habra costado pensar en
Dios en medio de sus dems congojas. Mucha paz tienen los
que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo (Sal. 119:165).
Esto distingue la paz del cristiano de aquella del mundano y el
hipcrita.
a) La paz del mundano

Su paz desaparece totalmente en cuanto la desgracia o la po


breza toca su vida. Si lo nico que se ve son las tinieblas en lu
gar de la luz, Cristo viene para contrastar su paz con la del
[546]

El calzado espiritual del cristiano

mundo: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como


el mundo la da. No se turbe vuestro corazn, ni tenga miedo
(Jn. 14:27). Estaba preparando a sus discpulos para su parti
da, sabiendo que sera una dura prueba para la paz de ellos.
Es como si Cristo dijera: Si la paz que recibs de m consis
te en lo mismo que la paz mundana (dinero, comodidad y feli
cidad carnal), tendris toda la razn del mundo para lamenta
ros en mi funeral. No!, podis esperar problemas y persecu
cin. Pero siempre estaris seguros de que la paz que os dejo no
reside en las propiedades, sino en los corazones. Mi consuelo
no estriba en oro y plata, sino en el perdn de pecados y la es
peranza de gloria. La paz que os dar el Consolador, que viene
de m para morar en vosotros, durar ms que todo el gozo del
mundo.
Ningn padre dej tal herencia para sus hijos. Por supuesto
que muchas despedidas en el lecho de muerte han deseado la
paz de la familia, pero solo Cristo poda enviar un Consolador
y hacer morar la paz en los corazones humanos pasara lo que
pasase.
b) La paz del hipcrita

A veces alguien finge encontrar su consuelo en Dios en lugar de


en las personas, posesiones y situaciones. Parece gozarse en
Cristo y en las promesas preciosas del evangelio; pero al llegar
la prueba verdadera y perder todo consuelo terrenal, se le ve
como es, y Dios lo juzga por fraude espiritual.
Y t? Te acompaa tu paz solo hasta la puerta de la cr
cel o la cama del hospital? Es fcil confiar en la salvacin mien
tras se tiene salud; pero en cuanto se avista la muerte, te mues
tra tu conciencia que tu paz es fingida?
S que la afliccin es dura de llevar. Aun el creyente ms sin
cero puede verse alejado de sus defensas por un tiempo, y dar
la impresin de que Satans hubiera apresado su confianza. Al
gunos magnficos cristianos han sido arrastrados por la co
rriente de violentas tentaciones, hasta llegar a cuestionarse si su
antigua paz era del Espritu Santo o del engaador malvado.
Hay una gran diferencia entre las dos.
1. Difieren sus causas. Las tinieblas que a veces rodean el es[547]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pritu del cristiano sincero que se encuentra en grave angustia,


provienen de haber apartado Dios su presencia luminosa. Pero el
horror del tormento del hombre engaado procede directamen
te de la conciencia culpable que la prosperidad y la distraccin
han adormilado. A medida que la mano de Dios despierta a la
conciencia aletargada, se revela la falsedad de su profesin de fe.
Es verdad que la conciencia del cristiano puede acusarlo justa
mente de descuido o contemporizacin por la fuerte tentacin,
pero no puede de tener un motivo hipcrita en todo su andar
cristiano.
2. Difieren las cosas que las acompaan. Las obras vivas de
la gracia son visibles, aun cuando el cristiano est afligido. Cuan
to menos se goce en el conocimiento del amor de Dios, con ms
intensidad lamentar el pecado que ha nublado su gozo. Cuanto
ms se haya alejado Cristo de su vista, tanto ms se aferrar al
amor por el Salvador y clamar a l con la oracin de Hemn:
Mas yo a ti he clamado, oh Jehov (Sal. 88:13). Su splica sin
cera asciende a Dios al amanecer.
El alma atribulada enva al Cielo las oraciones ms fervientes,
mientras su afecto arraigado sube ante Dios deseando la vista de
su rostro y su favor. Ningn hijo expulsado de la presencia de su
padre dese ms el abrazo de ese padre airado, que el santo atri
bulado que anhela sentir la luz del rostro divino de nuevo. Escu
dria su corazn, estudia la Palabra y lucha con Dios por la gra
cia que restaure su consuelo y su paz. Por otra parte, el hipcri
ta no desea el amor, la gracia o la santidad por su excelencia in
trnseca; considera estas cualidades meros vales para salir de la
mano del atormentador.
3. Difieren en sus resultados. El cristiano es como una estre
lla en el firmamento, que cruza la nube que ha ocultado su con
suelo durante algn tiempo. Pero el hipcrita es como un mete
oro que arde en el aire para caer en la cuneta, donde pronto se
apaga. As los distingue el Espritu de Dios: La luz de los justos
se alegrar; mas se apagar la lmpara de los impos (Pr. 13:9).

En este versculo, el gozo del cristiano sincero se compara con la


luz del sol, que sube cada vez ms aunque las nubes la oculten de
la vista. Finalmente irrumpe an con ms gloria que nunca, y se
regocija por encima de la niebla que pareca esconderla.
[548]

El calzado espiritual del cristiano

Pero el gozo de los impos se gasta y consume como una ve


la alimentada por la prosperidad externa. En poco tiempo se
desvanece, y el consuelo del engaado se extingue, sin esperan
za de volverse a encender.
El alma atribulada del cristiano tambin se ha comparado
con una persona que se desmaya: es algo temporal y pronto se
recupera. El corazn del santo se inquieta a causa de su peca
do: Porque me han rodeado males sin nmero; me han alcan
zado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han au
mentado ms que los cabellos de mi cabeza, y mi corazn me
falla (Sal. 40:12). Pero antes del final del Salmo, el creyente gi
me profundamente en oracin, y de nuevo recupera la fortale
za de su fe en Dios: Aunque afligido yo y necesitado, Jehov
pensar en m. Mi ayuda y mi libertador eres t (v. 17). Sin
embargo, la esperanza del hipcrita se tambalea y se muere:
Pero los ojos de los malos se consumirn, y no tendrn refu
gio; y su esperanza ser dar su ltimo suspiro (Job 11:20).

La paz del amor y la unidad


Solo el evangelio podr unir los corazones y las mentes huma
nas en un amor y una paz consistentes. Adems de reconciliar
nos con Dios y unos con otros, Cristo ide personalmente esta
bendicin para completar la felicidad del cristiano. De otra for
ma, Dios tendra que hacer un Cielo distinto para cada cristia
no.
El ministerio de Juan el Bautista, prefacio al evangelio, tena
dos partes: el retorno de muchos hijos de Israel al Seor su Dios
y hacer volver los corazones de los padres a los hijos (Lc.
1:17); esto es, hacerlos amigos de Dios y unos de otros. Ese es
el efecto natural del evangelio all donde se recibe sinceramen
te: unir los corazones en un amor poderoso y en paz.
Isaas profetiz esta extraa metamorfosis bajo el efecto del
evangelio: Morar el lobo con el cordero, y el leopardo con el
cabrito se acostar (Is. 11:6). Aquellos que se hayan aferrado
egostamente a la disensin durante dcadas, se pondrn de
acuerdo y descansarn unidos. Por supuesto que este fenmeno
es imposible sin la obra poderosa del evangelio en los creyentes.
[5491

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Prosigue el profeta: Porque la tierra ser llena del conoci


miento de Jehov (v. 9). En las tinieblas la gente se ataca con fie
reza vengativa, pero al llegar la luz del evangelio, pronto envai
nan la espada. El dulce espritu del amor no permitir jams que
el odio permanezca en su morada; esta bendicin es tan peculiar
al evangelio, que Dios la ha escogido como la marca de los ver
daderos cristianos: En esto conocern todos que sois mis disc
pulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Jn. 13:35). El sier
vo de un noble destaca de los dems por el color y corte de su li
brea; Jess dice que los extraos distinguirn a los cristianos de
los otros por su amor mutuo, que adscriben a Cristo y su evan
gelio.
Si se quiere determinar las cualidades de un vino en particular,
hay que catarlo no solo despus de haber sido limpiado de sus im
purezas, sino antes de que los mercaderes lo rebajen. La mejor
forma de juzgar el evangelio y sus frutos es considerndolo cuan
do fue recibido y aceptado con la mayor sencillez, libre de duda y
corrupcin. Sin duda, el perodo que debemos examinar es el de
la Iglesia primitiva. Tambin se podr catar cuando tenga su ple
no efecto en los corazones humanos en el Cielo. En ambos casos,
esta paz aparecer como el fruto natural del evangelio.
1. La unidad de corazn entre los primeros cristianos
La paz de Cristo hizo que los santos de la Iglesia primitiva vivie
ran y se amaran como si cada uno hubiese abandonado su propio
corazn para penetrar en el seno de su hermano. Abandonaron el
provecho personal para mantener este amor sano, y tomaron el
pan de su propia mesa para alimentar a los hermanos hambrien
tos. Aun cuando el amor hacia sus hermanos les costaba ms,
aquellos creyentes no se resentan:
Vendan sus propiedades y sus bienes, y lo repartan a todos se
gn la necesidad de cada uno. Y perseverando unnimes cada da
en el templo, y partiendo el pan en las casas, coman juntos con
alegra y sencillez de corazn (Hch. 2:45-6).
Tertuliano deca que el amor de los cristianos primitivos era
tan notorio que los paganos los destacaban diciendo: Mirad
[550]

El calzado espiritual del cristiano

como se aman!. Aquellos creyentes eran ms felices entregn


dolo todo por caridad, que llenndose los bolsillos de ganan
cias mundanas. Si los cristianos modernos tienen menos paz y
amor, la culpa no es del evangelio, sino de sus propias actitu
des. El evangelio est tan lleno de paz como siempre; pero los
cristianos de hoy se hallan muy lejos de manifestar su espritu.
2. La perfeccin de esta paz y este amor mutuo en el Cielo
Despus de cumplirse plenamente las promesas de la paz en la
Gloria, esta clase de paz ser uno de los adornos principales del
Cielo. En el mundo la paz nos recuerda a un capullo en prima
vera: cuando hace buen tiempo, se abre un poco; pero en el fro
anochecer, sus ptalos vuelven a cerrarse.
El silencio de ese cielo inferior (la Iglesia terrenal) solo
dura como por media hora (Ap. 8:1). Aunque hay amor y
paz entre los creyentes, surgen diferencias que alejan la dulce
primavera, la cual en el Cielo es plena y as seguir siendo du
rante toda la eternidad. No solo se sanarn las heridas de la
contencin, sino que no se ver cicatriz alguna que afee el ros
tro de la paz celestial. Djame mostrarte ahora cmo une el
evangelio los corazones y las mentes en paz.

Solo el evangelio une los corazones


y las mentes en paz
1. El evangelio presenta fuertes
razones para la paz y la unidad
Los lazos de amor que atraen y unen a las almas no se tejen en
el telar de la naturaleza; solo los fabrica la revelacin divina.
De forma que Pablo exhorta confiadamente a los cristianos a
guardar la unidad del Espritu en el vnculo de la paz (Ef.
4:3).
Despus el apstol le recuerda al pueblo de Dios que solo
hay un cuerpo (v. 4); no una entidad filosfica ni natural, si
no mstica la Iglesia, que consiste en muchos cristianos. Si
no es normal que uno de los miembros del cuerpo fsico bata
lle contra los dems, ya que su unin los preserva en vida a to
dos ellos, cunto menos lo ser en el cuerpo mstico.
[551]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Tambin hay nicamente un Espritu que aviva a todo cris


tiano verdadero, y es para todo el cuerpo de creyentes como el
alma para el hombre entero. Sera una extraa violencia contra
la naturaleza, que los miembros del cuerpo fsico batallaran en
tre s para echar fuera al alma, que les da vida en su unidad. Y
ciertamente an sera ms perverso que los cristianos expulsaran
al Espritu Santo por la fuerza, a causa de sus contenciones. No
se puede abrir una puerta ms amplia para su salida.
Adems, el apstol persuade a los cristianos a conservar la
unidad por una misma esperanza de vuestra vocacin. Esta es
la felicidad que todos esperamos en el Cielo. Vendr el da y
no puede estar muy lejos, cuando nos encontraremos en amor en
el Cielo para sentarnos juntos al banquete, sin envidiar lo que
tenga el vecino en su plato. La plenitud de Dios ser el festn, y
la paz y el amor, la dulce msica que lo acompae. Entonces qu
necedad es pelearnos en la tierra cuando en el Cielo festejaremos
juntos. El evangelio nos invita al banquete y nos llama a esta uni
dad. Otras verdades estn grabadas en la misma santa invitacin
y orden: Un Seor, una fe, un bautismo (v. 5), pero dejo estas
para tu propio estudio.
2. El evangelio borra las causas de la contienda
Existen dos causas principales de divisin entre los hijos de los
hombres: la maldicin de Dios, y sus propios deseos.
a) La maldicin de Dios

La hostilidad entre las personas forma parte de la maldicin que


pesa sobre la humanidad a causa de la apostasa. Leemos, por
ejemplo, cmo Dios maldijo la tierra por causa del hombre: Es
pinos y cardos te producir (Gn. 3.18). Pero la maldicin fue
an mayor cuando un hombre se convirti en tan cruel espino
que lleg a derramar sangre ajena. Las ortigas que tan abundan
tes brotan en la naturaleza belicosa del hombre de hoy, dan cla
ra evidencia de la gravedad de la maldicin divina. Algunos su
ponen que las rosas crecan sin espinas en el Paraso. Ciertamen
te, si el hombre no hubiera pecado, nunca se habra convertido
en el cardo que es ahora aun la persona ms espiritual de nues
tros das!
[552]

El calzado espiritual del cristiano

El primer hombre que naci en el mundo result ser un ase


sino; y el primero que muri fue a la tumba por la mano en
sangrentada del primero. La gravedad de la maldicin divina
sobre la naturaleza humana apareci en el corazn malicioso
de Can de forma tan irrevocable como se marchit aquella hi
guera con la maldicin de Cristo. Dios estaba justificado al
mezclar un espritu perverso entre los que haban manifestado
un espritu falso delante de l; merecan que su lengua se con
fundiera y se contaminaran sus relaciones con las luchas y las
peleas por su desobediencia a Dios.
Una vez roto el cayado Gracia, que representaba el pacto
divino con los judos, tambin se rompi el cayado Atadu
ras, smbolo de la unidad entre Jud e Israel (Zac. 11:10,14).
Cuando la gente rompe el pacto con Dios, no se puede esperar
que tengan paz entre s.
Sabemos que una maldicin es un decreto de Dios que con
dena a los rebeldes a algo malo; y para que pueda haber una
esperanza de paz entre ellos, esa maldicin se debe anular. So
lo el evangelio puede lograrlo, porque no hay ninguna conde
nacin para la persona que est en Cristo Jess (Ro. 8:1). La
maldicin se borra, y ya no hay flecha en el arco de la amena
za, porque se dispar al corazn de Cristo y nunca penetrar el
de los creyentes.
A veces, sin embargo, Dios puede disciplinar a su pueblo
permitiendo que reciban un trato duro a manos de otros, como
una vara fuerte de castigo para hacerles caer en la cuenta de la
gravedad de la desobediencia. Aun as, la maldicin est anu
lada, y el pueblo verdadero de Dios vive bajo la promesa de la
paz y la unidad.
b) La concupiscencia de los corazones

La razn interna de la contencin que hay entre los hombres es


la concupiscencia que mora en ellos. Esta es la raz que da fru
to amargo de rivalidad en el mundo: De dnde vienen las
guerras y los pleitos entre vosotros? No es de vuestras pasio
nes, las cuales combaten en vuestros miembros? (Stg. 4:1). Las
pasiones rompen la paz con Dios, con nosotros mismos y con
los dems.
[553]

El cristiano con toda la armadura de D ios


Si observamos algo como fuego en las nubes, esperamos
una tormenta con rayos y truenos. Si hay concupiscencia en el
corazn, tarde o temprano se manifestar, aunque rompa la
paz de la familia, la comunidad o el reino. Antes de que pueda
haber un fundamento para una paz slida, tienen que vencerse
las pasiones rebeldes. Qu paz y tranquilidad puede haber
cuando el orgullo, la ambicin, la envidia y los celos siguen dic
tando el comportamiento humano?
Pero no creas que basta con frenar estas pasiones rebeldes y
atarlas por la fuerza. Si la paz no surge de los corazones, la tre
gua no vale de nada. La cadena que ata al perro rabioso se
rompe con el tiempo; igualmente, los lazos que parecen unir a
la gente se rompern, si no se atan con los lazos del corazn o
se quita la causa del desacuerdo.
Solo el evangelio ser suficiente para sacar la plaga de la
contencin del corazn. Pablo testifica de la forma en que l y
sus hermanos fueron sanados de las actitudes maliciosas:
Porque nosotros tambin ramos en otro tiempo insensatos, re
beldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites di
versos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborre
cindonos unos a otros (Tit. 3:3).
Y a continuacin da detalles de la curacin:
Pero cuando se manifest la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con los hombres, nos salv, no por las obras de
justicia que nosotros hubiramos hecho, sino por su misericor
dia, por el lavamiento de la regeneracin y por la renovacin
en el Espritu Santo (vv. 4,5).
Quera decirnos con eso: De no haber aparecido este amor
de Dios en Cristo por nosotros, de no habernos lavado por su
Espritu regenerador, seguiramos paralizados bajo el poder de
nuestras concupiscencias.
La mortificacin es obra del Espritu: Si por el Espritu ha
cis morir las obras de la carne, viviris (Ro. 8:13). El evan
gelio es el cuchillo del sacrificio en manos del Espritu; es la
[554]

El calzado espiritual del cristiano

espada de Dios para matar el pecado existente en el corazn


de su pueblo (Ef. 6:17).
c) La gracia para parecemos a Cristo

Igual que el evangelio detiene la contencin y arranca su raz


amarga, tambin llena los corazones de aquellos que lo abra
zan con principios que llevarn a la paz y la unidad. Algunos
de dichos principios son la abnegacin, el desinters y la man
sedumbre. La abnegacin hace que uno prefiera honrar a otro
antes que a s mismo. La paciencia es lo que evita que uno cai
ga en la provocacin fcilmente. Y si la mansedumbre padece
injusticia, abre la puerta para que vuelva a entrar la paz.
Podemos ver cmo crece el macizo de esas suaves hierbas en
el mismo arriate: Mas el fruto del Espritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza
(G. 5:22,23). Ese fruto no brota por su cuenta, sino de la se
milla del evangelio. Los cedros del bosque no hubieran encaja
do perfectamente en el Templo, si no se hubieran cortado y ta
llado expresamente para ese uso. Tampoco podan los rboles
darse a s mismo aquella belleza; esta operacin fue obra de
hombres dotados por Dios para ese fin.
As que es imposible que las personas, con toda su capaci
dad y sus medios morales, formen su corazn con suficiente
amor como para convertirse en un templo santo. Esta es la
obra del Espritu Santo, y l la termina de forma nica con el
instrumento del evangelio, en parte suprimiendo los nudos du
ros de nuestra naturaleza con su gracia mortificante y, en par
te, tallando, puliendo y suavizando esta con el poder que sale
de l mismo.

La diferencia entre la paz de los cristianos


y de los pecadores
1. La paz y el amor entre impos
Las personas mundanas no pueden experimentar verdadera
paz y amor por ser extraas al evangelio que une los corazones.
Entonces cmo denominaremos su paz? En algunos, es una
mera organizacin u obra del deseo de pertenecer a un grupo.
[555]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

No llamis conspiracin a todo lo que este pueblo llama cons


piracin (Is. 8:12). Otras veces la gente se une por un odio co
mn hacia los santos en lugar de por un amor entre s. Como
las zorras de Sansn, se juntan para daar a los dems en lugar
de para hacerse bien a s mismos. Dos perros pueden dejar de
pelearse para perseguir a un conejo, pero cuando termina la ca
za, vuelven a pelearse como antes. Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel da; porque antes estaban enemistados en
tre s (Lc. 23:12).
La paz y la unidad de algunos se fundan en las bajas pasio
nes que los une. As se puede ver a un grupo de buena gente,
como ellos se llaman, tomando copas juntos con una gran sa
tisfaccin. Y como una cuadrilla de ladrones, claman: Ven
con nosotros [...]. Echa tu suerte entre nosotros; tengamos to
dos una bolsa (Pr. 1:11,14). Aqu vemos una unidad, pero so
lamente porque sus miembros son hermanos en el pecado.
Otros se unen por algo ms que el odio y el robo; y aunque
no hayan conocido el poder del evangelio, manifiestan una cier
ta medida de amor mutuo. Estn muy en deuda con el evange
lio por esa capacidad de expresar la compasin, porque a me
nudo civiliza y suaviza aun all donde no santifica. Pero esa
unidad es tan fundamentalmente defectuosa e incompleta que
no merece el nombre de verdadera paz.
a) La paz de los impos es superficial

En la paz de los impos las pasiones se refrenan de la guerra


abierta, pero los corazones no se transforman por un amor in
terior. Los no regenerados son como los animales en el arca de
No: aunque mantengan la paz durante un tiempo, retienen su
naturaleza salvaje.
b) La paz de los impos no est santificada

Aunque los impos parecen experimentar una paz entre s, no


tienen paz para con Dios; y la paz con l es la nica manera de
anular la maldicin. Es decir, que su paz procede de corazones
no santificados. Solo el corazn renovado puede santificar la
unin.
Hace siglos, un pagano dijo que el amor y la amistad ver[556]

El calzado espiritual del cristiano

daderos solo pueden aparecer entre hombres buenos, pero des


afortunadamente no saba qu es lo que hace bueno al hombre.
Cuando la misericordia divina quiere crear la unidad, primero
renueva a las personas: Les dar un corazn, y un espritu
nuevo pondr dentro de ellos (Ez. 11:19). La paz genuina es
fruto del Espritu, que inevitablemente santifica antes de unir.
Finalmente, vemos que cada aspecto y propsito del amor
del pecador es carnal y no espiritual. Agustn de Hipona com
padeca ms a Cicern por no haber tenido a Jesucristo en su
vida, que lo que le admiraba por su elocuencia. Esto es lo que
tacha con una lnea gruesa y negra la paz y la unidad del car
nal: no tiene nada de Dios ni de Cristo.
Buscan la gloria de Dios los de mente carnal? Los une el
mandamiento de Cristo? No, se oye un silbo apacible y deli
cado, pero no es de Dios. Su propio ocio o gusto carnal es el
motivo principal. La paz y la unidad son invitadas bien acogi
das, y pagan tan bien su estancia que motivan a los hombres
sin virtud alguna a mantener una paz externa entre ellos. En re
sumen, la paz de los impos no dura, porque falta el cemento.
Las piedras sin cemento pueden mantenerse juntas algn tiem
po, pero no mucho. El nico cemento duradero para el amor
es la sangre de Jess.

2. El pecado de los pastores que avivan las contiendas


El evangelio de la paz es un texto extrao para predicar la con
tencin, pero Pablo nos habla de esta manera: Algunos, a la
verdad, predican a Cristo por envidia y contienda (Fil. 1:15).
Estos parecen haber olvidado que el Seor que los enva es el
mismo Prncipe de Paz! Su trabajo no es tocar la trompeta de
confusin o de alarma para la batalla, sino llamar a una gozo
sa retirada de la terrible lucha contra Dios y contra los dems.
Sin embargo, hay una guerra que los pastores s deben pro
clamar: la guerra contra el pecado y Satans; pero los cristia
nos no estarn listos para salir al combate contra el diablo y sus
huestes hasta que se pongan de acuerdo entre s. Qu har un
prncipe con aquel capitn que fomente la divisin entre sus
soldados, en lugar de estimularlos a cerrarse en banda contra el
enemigo comn? Seguramente lo ahorcar por traidor.
[557]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

En estos das, cuando hay tanta discordia en la Iglesia, deci


mos un amn de corazn a la oracin de Lutero: Dios libre a
su Iglesia de un doctor vanaglorioso, de un pastor contencioso
y de cuestiones nimias. La mayora de las verdades evangli
cas se pierden para los que tienen los ojos cegados por el polvo
de las divisiones y disputas. Compadezco a los viles que han
prostituido el evangelio para tales fines diablicos! La miseri
cordia divina puede volver a las almas engaadas al amor de la
verdad; pero los embusteros mismos estn demasiado cerca del
Infierno para que podamos esperar su regreso.
He aqu la razn de la falta de paz y unidad entre cristianos.
No se puede culpar al evangelio, que es fuente de paz. Es por
causa de los cristianos, los evangelizadores que no estn an
completamente evangelizados. Mientras ms creyentes parti
cipen de verdad del espritu del evangelio, menos se vern opri
midos por el espritu maligno de contencin y lucha. Hasta los
santos ms entregados, estn en parte inevangelizados en
dos reas, y esto causa todas las rias y competencia entre
ellos.
a) En sus juicios

Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos (1 Co.


13:9). El que pretende saber ms que esto, revela lo que est ne
gando: su ignorancia del evangelio. Este defecto de juicio en los
santos los expone al peligro de absorber principios que no son
bblicos, perturbando as la paz entre ellos. Toda verdad es re
ducible a una unidad: como lneas que se unen amorosamente
en el centro el Dios de verdad, no pueden chocar entre s,
igual que las piedras de un arco que se sostienen mutuamente.
Las verdades bblicas que concuerdan tan armoniosamente
unas con otras nunca pueden ensearnos la divisin.
Ese intruso llamado error entra a hurtadillas para daar la
salud espiritual del cristiano. Las comidas sanas no trastornan
el cuerpo saludable, pero las corrompidas causan fiebre y ma
lestar. Y como es lgico, cuando la persona se pone enferma, su
comportamiento se vuelve deplorable, con prejuicios mseros y
trivialidades egostas. Lo hemos observado en la prctica. La
misma persona que vive solamente para dar bondad mientras
[558]

El calzado espiritual del cristiano

se alimenta de la verdad evanglica, se vuelve extraordinaria


mente irritable el da que absorbe una enseanza que no es b
blica. Los que antes eran tan pacficos, ahora se muestran tan
sensibles e irascibles que es difcil hablar con ellos. Muchos re
accionan con un comportamiento inadecuado a la mera men
cin de la Escritura, como si cada palabra los enfermara.
Que nadie intente culpar al evangelio por el desacuerdo en
tre los cristianos. Pablo nos dice exactamente dnde buscar al
padre del bastardo llamado contienda: Mas os ruego, her
manos, que os fijis en los que causan divisiones y tropiezos en
contra de la doctrina que habis aprendido, y que os apartis
de ellos (Ro. 16:17). El espritu de divisin es contrario al
evangelio, y sus vctimas nunca lo aprendieron en la escuela de
Cristo. El apstol implica tcitamente que lo adquirieron en
otra parte, de maestros falsos con doctrinas falsas. Fijaos en
ellos expresa, como queriendo decir: Examinadlos y nota
ris que estn requemados. Se han calentado a la lumbre de Sa
tans, y sacan de ella las brasas del error que causan el dao.
b) En su corazn y vida

Ya que toda la raz del pecado no se arranca de cuajo, no nos


sorprende que a menudo permanezca un regusto amargo en el
fruto producido por los cristianos. En el Cielo seremos sola
mente gracia y amor, sin mezcla de pecado; pero dado que aqu
nuestras corrupciones nos acompaan, el amor que tenemos
an no es perfecto. Entonces, cmo se unirn los cristianos
mientras no estn plenamente reconciliados con Dios en cuan
to a su santificacin? Mientras menos haya progresado el evan
gelio en nuestros corazones para mortificar las pasiones y for
talecer la paz, ms dbiles sern esa paz y el amor entre noso
tros.
Debido a las contenciones entre los cristianos de Corinto, Pa
blo concluy que no haban crecido en la gracia: Os di a beber
leche y no vianda; porque an no erais capaces, ni sois capaces
todava, porque an sois carnales (1 Co. 3:2-3). Su comporta
miento era una prueba clara: Pues habiendo entre vosotros ce
los, contiendas y disensiones, no sois carnales y andis como
hombres?. A medida que la gracia fortalece a los cristianos, y el
[559]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

evangelio prevalece en sus corazones, el amor y el espritu de uni


dad aumentan.
Decimos: A ms aos, mayor sabidura. Cuando los nios
son pequeos rien y se pelean, pero la edad y la sabidura dan
fuerzas para superar las diferencias insignificantes. En la contro
versia entre los siervos de Abraham y Lot, Abraham, como el
creyente ms experimentado y fuerte, estaba decidido, cualquie
ra que fuera el precio, a hacer las paces con su sobrino que le era
inferior en todo. Pablo es otro ejemplo de lo mismo. Como cris
tiano que sobrepasaba cabeza y hombros a los dems, dijo de s
mismo: Pero la gracia de nuestro Seor fue ms abundante con
la fe y el amor que es en Cristo Jess (1 Ti. 1:14).
Calvino subraya que la fe de Pablo se opona a su anterior in
credulidad obstinada como fariseo: su amor a Jess super la
crueldad expresada contra los cristianos en su viaje de persecu
cin a Damasco. Estaba tan lleno de fe como antes lo haba es
tado de incredulidad; y tan lleno de amor ardiente como antes de
odio. Esto es lo que quiero resaltar: estas dos virtudes crecen y
florecen juntas; el cristiano que tiene fe abundante tambin
abundar en amor.

Exhortacin a mantener la paz


Profesas que ests bautizado en el espritu del evangelio de Cris
to, pero ese evangelio que hace las paces entre el lobo y el cor
dero, nunca ensear al cordero a volverse lobo para devorar a
otros corderos. Jess dijo a los dos discpulos que se airaban, que
no conocan cul era la fuente de su ira: Vosotros no sabis de
qu espritu sois (Lc. 9:55). Esa amarga pasin no encaja con el
manso Seor al que sirves, ni con el evangelio de paz que l pre
dica.
Ahora bien, as como el evangelio no nos permite pagar a
nuestros enemigos con su propia moneda, devolviendo ira por
ira, ciertamente tambin nos prohbe que un hermano escupa
fuego en la cara de otro. Cuando esas brasas de contencin em
piezan a humear entre los cristianos, podemos estar seguros de
que Satans ha encendido la chispa: l es el gran inflamador de
toda ria.
[560]

El calzado espiritual del cristiano

Cuando se levanta una tormenta en el alma de los santos, y


los vientos de sus emociones soplan con fuerza y estruendo, es
fcil saber quin ha avivado la tempestad. El diablo practica su
arte tenebroso con las pasiones no mortificadas, que le capaci
tan para suscitar fcilmente muchas tormentas de divisin entre
creyentes. Pablo y Bernab salieron juntos en bonanza, pero Sa
tans envi una tempestad para separarlos a mitad del viaje:
Hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del
otro (Hch. 15:39).
No hay nada, aparte de Cristo y del Cielo, que Satans abo
rrezca ms de los creyentes que su paz y su amor entre s. Si no
puede separarlos de Jess, impidiendo que vayan al Cielo, se
complace siniestramente en verlos navegar en la tormenta.
Quiere que sean como una flota maltrecha, cristianos separados
y privados del consuelo de otros hermanos en el camino. Cuan
do el diablo puede dividir, tambin espera arruinar, sabiendo
que un solo barco es ms fcil de hundir que toda una escuadra.
Me encanta el aire claro y tranquilo; pero me gusta ms an
en la iglesia. Confieso que estoy ms consciente de la grandeza
de este acto de misericordia cuando veo los tristes resultados de
las divisiones que han perturbado a los creyentes en estos lti
mos aos. A qu comparar el error mejor que al humo, y la
contencin que al fuego? Es el emblema del mismo Infierno,
donde las tinieblas y las llamas se unen para intensificar el te
rror. Permteme darte tres razones por que el creyente debe de
dicarse a la paz y la unidad.
1. Los cristianos deben buscar la paz por amor a Cristo

Cada vez que ores a Dios en el nombre de Jess, ciertamente


obtendrs respuesta. Pero cmo utilizars con fe ese Nombre
como fuerza para abrir el corazn del Padre, cuando el mismo
tiene tan poca influencia sobre ti para moverte a obedecerle en
este gran asunto de la unidad que l desea fomentar en su pue
blo?
a) El mandamiento solemne de Cristo

Jess encarg a sus discpulos: Un mandamiento nuevo os


doy: Que os amis los unos a otros; como yo os he amado, que
[

561]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tambin os amis unos a otros (Jn. 13:34). Observa cmo pre


par sus corazones para que estos se abrieran a fin de acoger el
mandamiento. Lo puso bajo su Nombre: Un mandamiento
nuevo os doy. Estaba diciendo: Este mandamiento lo firmo
yo. Despus que haya partido y los fuegos de la contencin
irrumpan entre vosotros, recordad las palabras que os digo
ahora y dejad que apaguen las llamas.
Adems, en este mensaje de despedida, Cristo resalt que su
mandamiento tambin era un regalo: sus labios nunca haban
pronunciado palabras ms dulces. Dej el mejor vino para el fi
nal. Entre otras cosas que Jess leg a los discpulos en su Tes
tamento, escogi este mandamiento como el padre que se qui
ta el anillo con su sello para entregrselo a su hijo. Finalmente,
aadi la razn ms fuerte, en el Cielo y en la tierra, para que
sus seguidores obedecieran este mandamiento: Como yo os he
amado, que tambin os amis unos a otros.
Cristiano! No tiene el amor de Cristo derecho a pedirte
hacer cualquier cosa todas las cosas por l? Si te pidiera
poner la vida por Aquel que te am hasta la muerte, se lo ne
garas? Entonces, no te persuadir su amor para deponer tus
contenciones y divisiones? Cristo resalt esto, como si su pro
pio gozo y el de sus discpulos estuvieran entretejidos en este
mandamiento de amor mutuo: Estas cosas os he hablado, pa
ra que mi gozo est en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido
(Jn. 15:11).
Pero no hemos llegado an al ltimo eslabn de esta cade
na de oro de la enseanza de Cristo. l expres su gran amor
por los discpulos, un amor que le capacitaba para morir por
cada uno de ellos. Luego les dijo valientemente que seran sus
amigos si se daban cuenta de lo que dejaba en sus manos: Vo
sotros sois mis amigos, si hacis lo que yo os mando (v. 14).
Finalmente, dando por sentado que andaran en unidad y amor
segn sus rdenes, abri an ms su corazn a ellos, sin reser
vas. Los invit a abrir sus corazones a Dios y a ser tan sinceros
con l, como l lo era con ellos. Una nueva intimidad los una:
Ya no os llamar siervos, porque el siervo no sabe lo que ha
ce su seor (v. 15). Esto es, desde el momento en que andis
en obediencia ante m y en armona unos con otros.
[562]

El calzado espiritual del cristiano


b) La oracin ferviente de Cristo por este amor

Si un pastor resaltara con fuerza desde el pulpito para su gente


una virtud o un deber, y luego entrara en su cuarto para rogar
le a Dios que concediera esa virtud a su rebao, sabras que era
sincero. Nuestro bendito Salvador ense a los pastores adon
de deban acudir al salir del pulpito, y lo qu haban de hacer
all.
En cuanto Cristo termin su sermn, fue a orar por sus dis
cpulos. La unidad y la paz eran el legado que deseaba dejarles,
y tal fue la peticin que ahora present al Padre: Padre santo,
a los que me has dado, gurdalos en tu nombre (Jn. 17:11).
Luego aadi: Para que sean uno, as como nosotros. Es co
mo si preguntara Padre, alguna vez ha habido desacuerdo
entre T y Yo? Entonces, por qu estos, que son nuestros, van
a contender ahora?. Cristo sigue rogando esta misma miseri
cordia, no por la dificultad de arrancarle tal bendicin a Dios,
sino porque su deseo de unidad y amor entre su pueblo es por
el bien de ellos. Ntese tambin que Jess no dijo palabra al
guna a favor de su propia vida mientras redoblaba sus oracio
nes por esta unidad. Cmo pasar entonces por alto su valor?
A sus hijos les dijo lo que podan esperar de manos del mun
do: toda clase de tribulacin. Pero no or tanto por su inmuni
dad ante el sufrimiento, como contra las contenciones entre
ellos. Saba que si sus santos podan concordar en compasin,
este fuego celestial del amor apagara las llamas del fuego per
seguidor, o por lo menos el terror del mismo. En resumen, los
cristianos que viven entre rias y contiendas estn pecando
contra las vigorosas oraciones de Cristo mismo a su favor.
c) El precio que Cristo pag por la paz

Igual que Jess pas de predicar la paz a hacer que la paz celes
tial descendiera mediante la oracin, as tambin pas de orar por
la paz a pagar por ella; pero sus oraciones no eran las peticiones
de un mendigo, como las nuestras. l or que Dios le diera ni
camente aquello por lo que haba pagado. Y estaba en camino al
lugar del pago: el Calvario, donde su sangre fue el precio que en
treg de buen grado por la paz. Se trataba principalmente de
nuestra paz con Dios, pero Cristo tambin tena presente la paz
[563]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

del amor entre los hermanos. Por tanto, el sacramento de la San


ta Cena, el banquete memorial de la muerte de Cristo, sella nues
tra paz con Dios a la vez que significa nuestro amor mutuo.
Necesito mostrarte ahora por qu nuestro Seor utiliz este
modelo para vincular a su pueblo en unidad de espritu? Verda
deramente Cristo quiso que la Iglesia fuese su casa, donde l pu
diera descansar. Pero qu descanso habr en una casa incendia
da? Se trata de su Reino, pero cmo se guardarn sus leyes si to
dos sus seguidores discuten y se pelean? Las leyes callan cuando
la gente est en pie de guerra.
En resumen, la Iglesia de Cristo es un pueblo llamado afue
ra del mundo para serle alabanza ante las naciones. Pedro lo di
jo as: Dios visit por primera vez a los gentiles para tomar de
ellos pueblo para su nombre (Hch. 15:14). Esto es, un pueblo
para su honra. Pero un pueblo envidioso y dividido no trae ala
banza al nombre de Cristo. Cuando Jess or que su pueblo se
perfeccionara en la unidad, emple este argumento: Para que
el mundo crea que t me enviaste (Jn. 17:21). Me sangra el
corazn al or a tantos labios profanos blasfemar a Cristo. Las
divisiones entre los cristianos es lo que ms ha causado tanta
maledicencia.
2. Los cristianos deben buscar la paz por su propio bien

a) Tus relaciones requieren la unidad

Pablo dice de los creyentes: Todos sois hijos de Dios por la fe


en Cristo Jess (G. 3:26). No solo hijos de Dios por creacin,
sino por la fe en Cristo Jess. Puesto que l es el fundamento
de una nueva hermandad de creyentes, Cristo os ha unido a
otros cristianos. Todos habis sido concebidos en el mismo
vientre de la Iglesia, y engendrados por la misma simiente de la
Palabra, por lo cual como hemos dicho habis venido a ser
hermanos de sangre. El corazn de Jos se apeg ms a Benja
mn que a sus hermanastros, porque era su hermano por padre
y madre. Si el cuerpo de Cristo est dividido, quin estar de
acuerdo? Cristo se ha esmerado en quitar toda ocasin de dis
puta entre los cristianos, lo cual hace sus disensiones tanto in
fantiles como pecaminosas.
[564]

El calzado espiritual del cristiano

A veces un nio se entristece si el afecto de sus padres se da


a otros que no sean l; entonces siente envidia de ellos y ellos
lo desprecian. No existe tal favoritismo en la familia de Dios:
cada uno es igualmente precioso para el Hijo de Dios. Andad
en amor, como tambin Cristo nos am, y se entreg a s mis
mo por nosotros (Ef. 5:2). Cristo es para la Iglesia lo que el
alma para el cuerpo: cada miembro de su Cuerpo tiene la tota
lidad de l, todo su amor y corazn, como si fuera la nica per
sona que disfrutara del Salvador.
Un padre natural a menudo demuestra gran injusticia en la
distribucin de sus bienes. No todos sus hijos son herederos, y
esto siembra cizaa entre ellos, como en el caso de Jacob. Cris
to ha hecho su testamento de forma que todos hereden por
igual; una provisin llamada nuestra comn salvacin y la
herencia de los santos en luz (Jud. 3; Col. 1:12). Cada cual
puede disfrutar su felicidad sin molestar a los dems, as como
millones de personas miran el mismo sol a la vez. Nadie estor
ba a nadie.
Jess acall todo malentendido y preferencia al orar: La
gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno (Jn.
17:22). Nadie puede envidiar a otro por tener ms que l, cuan
do ve que la gloria tambin es suya. Es verdad que hay dife
rencias en los dones externos o naturales entre creyentes: algu
nos tienen muchos, otros pocos. Pero son esos dones tan im
portantes como para provocar una guerra entre los que esperan
el mismo Cielo?
b) Considera de quin es el territorio que pisas

No vives en medio de enemigos? La rivalidad entre los pasto


res de Abraham y Lot se agrav por la presencia de los vecinos
paganos: Hubo contienda entre los pastores del ganado de
Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra (Gn. 13:7). Que el pueblo
de Dios discuta en presencia de idlatras da lugar a chismorreos vulgares que los deshonra a ellos y a su profesin de fe.
Dime, quines son estos que han estado en nuestra tierra
todo el tiempo mientras los hombres de Dios discutan entre s?
Los espas de Satans han observado con curiosidad todo com[565]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

portamiento indigno entre creyentes y lo han publicado por to


do el mundo. Estas personas carnales estn equipadas con su
ficiente capacidad maliciosa como para utilizar esta disputa pa
ra sus fines impos. De hecho, anhelan seguir con la obra de in
capacitar totalmente a aquellos cristianos que se han herido
mutuamente. Esperan sinceramente destruirnos as; entonces
nos sanarn las heridas hacindonos otra tan profunda que
traspase el corazn de nuestra vida, y el evangelio mismo.
Cristianos, dejaris que Herodes y Pilato os avergencen?
Ellos se unieron bajo una fachada pacfica para fortalecer sus
manos contra Cristo. No estn los creyentes dispuestos a unir
se ante el enemigo comn del Seor Jess? Es una tragedia que
los marineros discutan mientras el enemigo abre una brecha en
la quilla del barco.
c) Considera las consecuencias de la desunin

Ahora debemos examinar cinco resultados principales de la di


sensin entre creyentes.
1. Se frena el crecimiento de la virtud. El alma no puede
prosperar cuando est inflamada por la lucha; como tampoco
el cuerpo fsico puede disfrutar de la fiebre. Al igual que ese
fuego en el interior debe apagarse para volver a la temperatura
normal, as hay que apagar el fuego impropio entre los cristia
nos.
Pablo demuestra que los dbiles en la gracia pueden flore
cer; y la cura que l propone es un compuesto de sinceridad y
amor. Si estas cualidades se conservan, todo el cuerpo es capaz
de ir edificndose en amor (Ef. 4:16). Ruego que en estos l
timos tiempos, los creyentes se levanten del barro del egosmo
y lleguen a [hablar] la verdad en amor; esto es, a ser ntegros
en el amor. Es el deseo de Cristo que todos sus hijos crezca
mos en todo en aquel que es la cabeza (v. 15).
2. Se cortan las comunicaciones con el trono de la gracia. Es
imposible pasar de la disensin a la oracin con un espritu li
bre. Aunque te atrevas a llamar a la puerta divina, tendrs una
fra recepcin: Deja all tu ofrenda delante del altar, y anda,
reconcliate primero con tu hermano, y entonces ven y presen
ta tu ofrenda (Mt. 5:24). Dios no probar nuestro pan leuda[566]

El calzado espiritual del cristiano

do; esto es, el sabor de la oracin agriada por la amargura es


piritual. Primero se renov la paz y se hizo un pacto de amor y
amistad entre Labn y Jacob, y despus Jacob inmol vctimas
en el monte, y llam a sus hermanos a comer (Gn. 31:54).
Hasta los paganos perciban que no se puede hacer ningn
negocio serio con espritu conflictivo. Por eso los senadores ro
manos solan visitar sus templos y dejar a un lado sus contro
versias antes de entrar al Senado para dirigir los asuntos de Es
tado. Nos atrevemos nosotros a acercarnos al trono de Dios e
inclinarnos en oracin mientras tenemos el corazn henchido
de ira y envidia? Seor, humllanos!
3. Se cortan las comunicaciones con otros cristianos. As co
mo ninguna nacin produce todo lo que necesita, sino que de
be importar algunas cosas de otros pases, ningn cristiano
puede vivir sin tomar algunas cosas prestadas de sus hermanos.
Existe tal cosa como las coyunturas que se ayudan mutua
mente, segn la actividad propia de cada miembro (Ef. 4:16).
Realmente las mayores ganancias de los cristianos provienen de
compartir entre s la gracia, el ministerio y el poder. Pablo dijo
a los cristianos romanos que deseaba verlos para poder impar
tirles algn don espiritual, para ser mutuamente confortados
por la fe que nos es comn a vosotros y a m (Ro. 1:12).
Las divisiones bloquean toda comunicacin entre creyentes;
son tan destructivas para la comunin cristiana como la plaga
para el comercio de la plaza. La comunicacin fluye de la co
munin fundada en la unin. La Iglesia crece bajo la persecu
cin y las pruebas. Los creyentes siembran en todo el campo,
llevando el evangelio a lugares donde nunca haba llegado an
tes. Pero las divisiones, como fuerte tormenta, arrastran la se
milla.
4. Te arriesgas al deterioro de la gracia y al crecimiento
del pecado. La disensin abre la puerta a un pecado cada vez
mayor: Pero si tenis celos amargos y contencin en vuestro
corazn, no os jactis (Stg. 3:14). Esto es, no te creas tan
buen cristiano; porque aunque tuvieras el conocimiento y los
dones de los seres celestiales, este pecado te hara parecer
ms a los demonios que a los ngeles. Santiago da la razn
de esto en el versculo 16: Porque donde hay celos y conten[567]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cin, all hay perturbacin y toda obra perversa. La disen


sin es la fragua de Satans, y si puede calentar en ella al cre
yente, lo ablandar para que su martillo de la tentacin ha
ga su obra. Cuando el nimo de Moiss se calent, habl sin
pensar. No es pecado insignificante aquel que imposibilita a
los que se traban en sus redes para hacer siquiera un acto jus
to: La ira del hombre no obra la justicia de Dios (Stg.
1 : 20 ) .
5. Las disensiones son precursoras de juicio. Un cielo nu
blado pronostica lluvia; los marineros esperan tormenta
cuando las olas empiezan alborotarse. El juicio se acerca
cuando las caras de los creyentes se nublan de descontento,
como los truenos lejanos antes de la tempestad. Cuando los
nios pelean, su padre pronto vendr a separarlos con su va
ra de correccin. El profeta de Dios har volver [...] el co
razn de los hijos hacia los padres, no sea dice el Seor
que yo venga y hiera la tierra con maldicin (Mal. 4:6).
La disensin acerca al pueblo a la maldicin, porque Dios
manda juicio severo al pueblo que l abandona. Las Escritu
ras implican que los murmuradores no pueden esperar que
Dios permanezca con ellos por mucho tiempo. Si el capitn
abandona el barco, este con seguridad se hundir pronto. Pa
blo ense.- Sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios
de paz y de amor estar con vosotros (2 Co. 13:11).
Dios envi por mano de Moiss una gran liberacin a los
israelitas. Como muestra de todo el bien que Dios les hara,
Moiss intent poner en paz a dos hermanos. Pero su bon
dad no fue aceptada, y el rechazo result en muchos aos
ms de miseria en Egipto para los israelitas. Al or esta pa
labra, Moiss huy, y vivi como extranjero en tierra de Madin (Hch. 7:29). Despus no se menciona la liberacin du
rante 40 aos. No ha hecho nuestro rechazo de la paz sa
nadora de Dios que la misericordia huyera, dejndonos gi
miendo por lo mal que lo estamos pasando?
3. Los cristianos deben buscar la paz por el bien de otros

Agustn de Hipona aconsej a los cristianos que no estima


ran como imposible la salvacin de los impos, sino que se
[568|

El calzado espiritual del cristiano

entregaran a la paz y la unidad para estimularlos a ir tras la


piedad. Recuerda que del nico lugar de donde Dios puede
llamar a sus hijos es del mundo. Es posible para nosotros
abrir camino a la salvacin de los impos dejndoles con
templar la verdad y los caminos de Dios en nuestro amor por
nuestros hermanos en Cristo. Esta es la semilla que atrae a
las almas como palomas a la ventana; es el oro que dora el
templo de Dios su Iglesia para que la amen aquellos que
vean su belleza.
La gente teme vivir en un lugar plagado de espritus ma
lignos. Pero puede el Infierno albergar algo peor que el es
pritu de divisin? Cristianos, poneos de acuerdo y aumenta
ris en nmero. Los antiguos creyentes perseveraban unni
mes cada da en el templo, y partiendo el pan en las casas,
coman juntos con alegra y sencillez de corazn (Hch.
2:46). Observa los resultados de su compaerismo: Tenien
do favor con todo el pueblo [...]. Y el Seor aada cada da
a la iglesia los que haban de ser salvos (v. 47).
El mundo desconoca tanto el verdadero amor, que pro
bablemente primero se rea, para luego sentir curiosidad por
esta doctrina celestial capaz de ablandar los corazones hu
manos, pulir su naturaleza y unirlos en aquella familia de
amor. Estas cosas ayudaron a persuadir a muchos a salir del
mundo y entrar en la Iglesia. Pero trgicamente el oro perdi
su brillo quiero decir que la paz entre los creyentes se des
vaneci, y se abrieron grandes grietas en la comunidad
cristiana. Estos fallos eran tan obvios que los de fuera tem
an entrar en ella. En algunos sitios, los gentiles casi se deci
dan a abrazar la fe juda, pero eran cautos por las divisiones
y ofensas que conllevaba.
Cristiano, no dejes que pecados como la divisin y la di
sensin endurezcan tu vida! No basta tu temor de Dios pa
ra evitar poner una trampa que desnuque a los dems? O
para colocar la lpida en la tumba del pecador, encerrndo
lo all? Igual que te mantienes libre de la sangre de los que
mueren en pecado, cudate de contribuir al endurecimiento
de las almas impenitentes por disensiones dentro del Cuerpo
de Cristo.
[569]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La paz con la creacin


En sus primeros tiempos sin pecado, Adn era feliz viendo co
mo acudan a l los animales para que les pusiera nombre; lo
reconocan como seor cuando ejerca la autoridad que Dios le
haba dado sobre ellos. Pero en cuanto el hombre fall en su
obediencia a Dios, todo animal olvid la sumisin y causaba
constantemente problemas para su amo.
Cuando el hombre y Dios se renen de nuevo en el feliz
pacto de la paz, Dios borra su ira contra sus hijos rebeldes y
termina la guerra entre ellos: En aquel tiempo har para ti
pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con
las serpientes de la tierra (Os. 2:18). Aquel tiempo es
cuando Dios se despose con nosotros en fidelidad (cf. v. 20).
Entonces, la paz con la creacin se hace mediante la paz con
l.
Pero te recuerdo que, en la soberana de Dios, los piadosos
no disfrutan perfectamente de la paz con sus criaturas. De he
cho, el Padre es libre de disciplinar con severidad a sus recon
ciliados, y a menudo sus criaturas le sirven de vara. El agua
puede ahogar a un cristiano, mientras el fuego reduce a otro a
cenizas; pero estos elementos en s mismos estn en paz con los
creyentes. Dios no los enva expresamente para daar a sus hi
jos, sino que los manda actuar para bien contra los cristianos
que pecan.
Dios utiliza los elementos de la creacin entre los impos co
mo el prncipe que enva a un general contra una banda de trai
dores, con autoridad de justicia sobre ellos por rebelarse con
tra su Hacedor. Pero a causa del nuevo pacto en la sangre del
Seor Jesucristo, esta comisin cambia de rumbo y corre en
otra direccin: Ve, fuego!, y s el carro que traiga al cristia
no a m en la gloria celestial. Ve, agua!, treme a otro creyen
te. Es verdad que los elementos de la creacin a veces pueden
infligir una fuerte disciplina; pero tambin estn llenos de mi
sericordia, y sirven al cristiano por las buenas intenciones del
corazn de Dios: Y sabemos que a los que aman a Dios, to
das las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propsito son llamados (Ro. 8:28).
[570]

El calzado espiritual del cristiano

III. EL APRESTO PARA PROCLAMAR


EL EVANGELIO DE LA PAZ

Qu significa este apresto?


Comprenderemos mejor lo que es el apresto considerando la
parte del cuerpo para el que est pensado: los pies, nica
parte que lleva calzado. Tratndose de calzado de soldado, es
ta pieza de la armadura fue diseada ms para defensa que pa
ra adorno. Es una pieza tan necesaria que un soldado se ve in
capaz de servir sin su proteccin para las largas marchas sobre
las piedras del camino. Cunto tiempo podr andar por esos
senderos sin lesionarse? Aunque el camino sea llano, sus pies
descalzos resultarn vulnerables al tiempo fro y hmedo, con
posible enfermedad de todo el cuerpo. Como resultado, su fal
ta de apresto le har guardar cama cuando debera estar en el
campo de batalla. Actualmente, casi tantos soldados mueren
por la fiebre como por el fuego enemigo.
Lo que el pie es para el cuerpo, es la voluntad para el alma.
El pie carga con todo el cuerpo, y la voluntad soporta a toda la
persona: alma y cuerpo. Iremos all donde nos lleve la volun
tad. Lo que el zapato es para el pie, as es esta apresto o dis
posicin espiritual del cristiano para la voluntad. El que va bien
calzado no teme pasar por un camino bueno o malo, limpio o
embarrado, de piedra o de paja; todo le es igual. Pero el que va
descalzo, o mal calzado, se encoge ante el barro, y grita al tro
pezar con una piedra. Entonces, cuando la voluntad y el cora
zn de alguien estn dispuestos para la obra, la persona se ha
lla calzada y armada para cualquier contratiempo.
Se dice que hay personas que andan con tanta agilidad que
pueden pasar sobre las arenas movedizas que tragan a los de
ms. Los corazones dispuestos pueden hacer lo mismo; otros
no son capaces ni siquiera de andar por donde corren estos
cristianos. No se hunden, sino que cantan en la afliccin. Da
vid nunca estuvo ms satisfecho que cuando se escondi en la
cueva: Pronto est mi corazn, oh Dios, mi corazn est dis
puesto; cantar, y trovar salmos (Sal. 57:7). Si el corazn de
David no hubiera estado preparado para la crisis, se hubiese
[571]

El cristiano con toda la armadura de Dios

visto atrapado por el temor en lugar de sentirse movido a can


tar mientras sus enemigos buscaban su vida.

Por qu se llama el apresto


del evangelio de la paz?
Se llama as porque el evangelio es el gran instrumento divino
por el cual Dios apresta o prepara la voluntad del hombre para
el sufrimiento. Es nuestra tarea, si predicamos el evangelio, pre
parar al Seor un pueblo bien dispuesto (Lc. 1:17). Como un
capitn hace sonar el tambor en la plaza para llamar a una com
paa de voluntarios a armarse y salir al campo de batalla en una
hora, siguiendo a su prncipe, as el evangelio llama a los hom
bres a prepararse para el servicio de Dios, cueste lo que cueste.
Entonces, este evangelio de la paz trae las buenas noticias
de la paz entre Dios y el hombre sellada con la sangre de Cristo.
Es un valioso regalo para los pecadores arrepentidos que han pa
sado sus das en una horrenda expectacin de juicio, y de her
vor de fuego (He. 10:27) que haba de devorarlos. En cuanto
oyen la paz en la predicacin del evangelio, y esta se confirma en
sus conciencias por el Espritu, aparece en ellos nueva vida. Los
que antes temblaban ante cualquier amenaza menor, ahora estn
calzados con el apresto del evangelio de la paz, y dicen son
rientes, como dijo Jess a los que llegaron con espadas y lanzas:
A quin buscis? (Jn. 18:4). Justificados, pues, por la fe, te
nemos paz para con Dios por medio de nuestro Seor Jesucris
to (Ro. 5:1).
Esta paz del evangelio obra con tal fuerza que hace a los cre
yentes [gloriarse] en las tribulaciones (v. 3). Vemos que estas
palabras de la Escritura descubren por lo menos dos puntos de
doctrina: primero, que es deber del cristiano prepararse para
afrontar cualquier prueba; segundo, que la paz del evangelio pre
para al creyente para enfrentarse a cualquier afliccin.

La preparacin para las pruebas


Es nuestro deber como creyentes prepararnos para hacer fren
te a cualquier prueba o privacin que Dios disponga en nues[572]

El calzado espiritual del cristiano

tro camino. Los cristianos nunca carecern de estas pruebas.


Como Cristo dijo acerca de los pobres, ellas siempre estarn
con nosotros. Agustn afirm que el sudor de sangre que Jess
derram representaba los sufrimientos de su cuerpo mstico.
Igual que todo el cuerpo de Cristo fue levantado en la cruz, nin
guno de sus miembros puede esperar evitar la cruz ahora.
Cuando nos llegue a cada uno, no glorificaremos al Salvador si
nos rendimos pasivamente a la voluntad de Dios; tenemos que
estar preparados para obedecer con paciencia santa y activa,
para bajar a las mismas cmaras de la muerte, si es la voluntad
de Dios.
Me hablaron de un epitafio que nunca debe figurar en la l
pida del cristiano: Aqu yace uno contra su voluntad. Pablo
tena la mente santa de Cristo cuando confes: Yo estoy dis
puesto no slo a ser atado, mas aun a morir en Jerusaln por el
nombre del Seor Jess (Hch. 21:13). Los escpticos pueden
pensar que el valor del apstol floreca solo cuando estaba le
jos del enemigo, pero que sentira miedo al tener que enfren
tarse a la muerte. No; Pablo mantuvo su anterior profesin:
Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi par
tida est cercano (2 Ti. 4:6).
Si escuchas con atencin, oirs a Pablo hablar como si ya
hubiera muerto. Estuvo muerto antes de recibir el golpe, no por
temor, sino por completa sumisin. Un criminal est muerto
en sentido judicial en cuanto el juez pronuncia sentencia, aun
que el condenado puede sobrevivir durante semanas. En senti
do evanglico, entonces, llamamos muertos aquellos que vo
luntariamente se someten a la autoridad del Padre, y estn pre
parados para la muerte.
La serenidad de espritu de Pablo era an ms notable si
consideramos lo cerca que estaba la muerte. Tal vez saba que
lo decapitaran, ya que hizo alusin al derramamiento de san
gre o vino como sacrificio. El sacrificio que ofreci voluntaria
mente en servicio de Cristo y su iglesia era como la libacin de
rramada ante Dios. Pero ahora dar algunas razones por las
que todos debemos estar preparados para esta obra de sufri
miento.

[573]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Porqu los cristianos han de estar preparados


para las pruebas?
1. Cristo exige este espritu

La actitud sumisa va implcita en todo lo que Dios pide a los cris


tianos. Como el sello en la moneda, los convalida en la cuenta di
vina: Dispuestos a toda buena obra (Tit. 3:1). La palabra em
pleada en este pasaje implica una vasija formada para el uso de
su dueo. Nadie quiere lavar un vaso para encontrarlo sucio otra
vez cuando lo va a usar; sino que busca una vaso limpio, listo pa
ra ser usado. As Dios espera que mantengamos el corazn puro
de la contaminacin del pecado, pero con nuestro afecto elevn
dose hacia l: As que, si alguno se limpia de estas cosas, ser
instrumento para honra, santificado, til al Seor, y dispuesto
para toda buena obra (2 Ti. 2:21).
Dios llama a sus redimidos a prepararse, no solamente para
el servicio, sino para el sufrimiento: Si alguno quiere venir en
pos de m, niguese a s mismo, tome su cruz cada da, y sgame
(Lc. 9:23). Estas palabras se pueden considerar el contrato del
cristiano, sellado por el Espritu de Dios; porque todo aquel que
quiera ser siervo de Cristo deber aceptar esta relacin antes de
llamarlo Seor. La estipulacin principal del Seor para sus sier
vos es que sufran en paz. Cristo se ha esmerado en alcanzar los
corazones de aquellos que le sirven, porque si le aman profun
damente, no solamente soportarn privaciones en su servicio, si
no que demostrarn su disposicin de hacerlo. Por tanto, Dios
ha incluido cuatro pasajes en las Escrituras con este mismo fin.
a) El cristiano debe negarse a s mismo

Cristo le pide al santo que deje de controlar su propia voluntad


y se la entregue a l. A partir del da que entra en el servicio de
Cristo, debe responder a la llamada del Salvador con un: Lo ha
r.
b) Cristo da al creyente una cruz para que
la tome antes de darle una corona

No solamente quiere que el cristiano la soporte ya que los


impos logran hacer esto contra su propia voluntad, sino que
[574]

El calzado espiritual del cristiano

la tome voluntariamente. Por supuesto que no nos pide que


fabriquemos nuestra propia cruz y corramos locamente hacia el
peligro, pero s quiere que aceptemos la cruz que l haya hecho
para nosotros. No debemos esquivarla mediante ningn movi
miento engaoso para evitar los problemas, sino aceptar la car
ga que Dios ha escogido para nosotros como un favor que nos
hace al permitir que suframos por l. Nadie se agacha para re
coger algo sin valor; pero Cristo pide a su pueblo que tomemos
la cruz como quienes recogen una perla que encuentran en el
suelo.
c)

Cristo quiere que el creyente tome su cruz cada da

Aunque el cristiano no lleve una carga a sus espaldas, deber


llevarla en el corazn, preparndose continuamente para res
ponder a la primera llamada. Cuando Pablo dijo: Cada da
muero, quiso decir que estaba dispuesto a morir; no dejaba
que la preocupacin por los servicios o placeres del momento
le hicieran temer las pruebas por venir.
Dios mand a los judos que comieran la Pascua con los lo
mos ceidos, los pies calzados y el bordn en la mano (cf. x.
12:11). Mientras el Padre agasaja al cristiano con consuelos,
este debe llevar puesto el calzado del evangelio y recordar que
no cena en casa, sino que come en una posada, listo para seguir
el viaje en cuanto descanse un poco.
d)

El cristiano debe seguir a Cristo mientras lleva la cruz

Dios no quiere que el santo se quede quieto murmurando, ni


que l tenga que instigarlo para que se mueva, sino que siga vo
luntariamente a Cristo, como un soldado a su capitn. Cristo
no es como aquel general que obliga a sus soldados a luchar,
quieran o no. En lugar de exigir, l invita: Pero he aqu que yo
la atraer y la llevar al desierto, y hablar a su corazn (Os.
2:14).Un corazn lleno de gracia seguir a Cristo al desierto de
la afliccin de tan buen grado como la amante que sigue a su
amado a un jardn tranquilo para disfrutar de su presencia.
Con su Palabra y su Espritu Cristo satisface al cristiano, ha
ciendo que desee estar con l donde sea.

[575]

El cristiano con toda la armadura de Dios

2. Cristo merece este espritu

Consideremos ahora dos razones especficas, entre las muchas


que hay, por que el Hijo de Dios merece nuestra disposicin a
sufrir.
a) Cristo sufri dolor por nosotros

Cuando Dios le llam para ser mediador, Jess encontr su ca


mino cubierto de piedras mucho ms afiladas que las que no
sotros encontraremos en el nuestro. Tuvo que caminar sobre
espadas y lanzas, todas ellas afiladas con la ira de Dios, y esta
era la piedra ms dolorosa de todas, sin embargo, nos la quit
del camino. Si no hubiera estado calzado de amor por nosotros,
bien podra haberse vuelto atrs declarando que el viaje era im
posible.
Pero Cristo escogi padecer por nosotros. Le dijo al Padre:
He aqu, vengo [...]. El hacer tu voluntad, Dios mo, me ha
agradado, y tu ley est en medio de mi corazn (Sal. 40:7,8).
Jess respondi al llamamiento de Dios como el eco que res
ponde dos o tres veces a las palabras. Estaba tan dispuesto a sa
crificar su vida para salvar a los pecadores que, en la Santa Ce
na, rompi de forma sacramental su propia carne, y dej que
brantar su corazn para derramar su preciosa sangre, antes de
que sus enemigos lograran tocarle siquiera. Por ello, no pode
mos llamar su muerte solo la muerte de un inocente; fue un sa
crificio libremente ofrecido a Dios a favor de todos los creyen
tes.
Cuando lleg el momento de la tragedia, Cristo sali preci
samente adonde saba que estara el traidor, y se ech en bra
zos de la muerte. Qu pena si no estamos dispuestos a andar
un par de millas para compartir los sufrimientos de nuestro
dulce Salvador! As que no habis podido velar conmigo una
hora? (Mt. 26:40). Nos estaba diciendo: No podis seguir
conmigo mientras acepto los amargos dolores de muerte por
vosotros?.
Cristo cuida tiernamente de los cristianos que sufren

Mientras ms compasivo sea el capitn con sus soldados, ms


libremente entregarn estos sus vidas a su control. Veamos en1576]

El calzado espiritual del cristiano

tonces algunas de las misericordias que Cristo tiene para con


cada cristiano.
1. Al hacer la carga proporcional a la espalda que la ha de
llevar. La misma carga que amenaza con hundir un barco, es
normal para otro. Un cristiano puede navegar sin dificultad
con un sufrimiento que otro sera incapaz de soportar. Ya que
Cristo sabe esto, suaviza personalmente la carga del cristiano
dbil, poniendo mayor peso sobre el ms fuerte. Pablo haba
trabajado ms que todos ellos. Su testimonio asegura di
ce que su gracia no ha sido en vano para conmigo (1 Co.
15:10). Dios derram tanta gracia sobre Pablo que podra ha
ber sido en vano, si no hubiera dividido la obra del Reino de
forma desigual, dndole a l ms que su parte. Cristo tiene co
nocimiento perfecto de las capacidades espirituales de todo
cristiano, y mide las cargas con tal exactitud que nadie se sien
te oprimido.
El que es rico en la gracia paga su moneda con tanta facili
dad como el pobre entrega su cntimo. Pablo expuso su cabe
za por la causa de Cristo tan libremente como el cristiano d
bil paga unas monedas de su bolsillo. Soport la muerte de for
ma mucho ms aceptable que otros aguantan el reproche por el
nombre de Cristo. Claro que no todos tienen la fe de los mr
tires; esta vanguardia se escoge de entre todo el ejrcito de los
cristianos.
2. En los consuelos que da a los que sufren. Aquella parte
del ejrcito que acta en primera lnea seguramente recibir su
paga, mayor recompensa que los que esperan en el cuartel. En
tonces, estoy seguro de que hay ms oro y plata (esto es, ms
gozo y consuelo) en el campamento de los que sufren por Cris
to, que en los hogares de prosperidad y reposo.
Las promesas de Dios son como vino fuerte, reservado para
la necesidad: Invcame en el da de la angustia (Sal. 50:15).
Ciertamente podemos invocar a Dios en momentos de reposo,
pero l quiere que seamos ms atrevidos en el da de la an
gustia; nadie encuentra socorro tan inmediato del trono de la
gracia como el cristiano que sufre. David testifica acerca de es
ta verdad al decir: El da que clam, me respondiste; me for
taleciste con vigor en mi alma (Sal. 138:3). Puede que no re[577]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cibamos demasiado bien una visita pasada la medianoche, pe


ro no nos pesa si es un enfermo que nos necesita a esa hora. En
las emergencias acudimos de buen grado al que nos llama, y
Dios tambin. Pedro llam a la puerta donde sus amigos ora
ban por l casi al instante en que la splica de estos llamaba a
las puertas del Cielo.
Las tentaciones del afligido son grandes; para l, toda de
mora parece abandono y olvido. Por tanto, Dios opta por mos
trar una maravillosa medida de gracia en estos momentos:
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones
de Cristo, as abunda tambin por el mismo Cristo nuestra con
solacin (2 Co. 1:5). A medida que alguien lucha con las prue
bas, Cristo le da consuelo. Ambas mareas suben y bajan juntas.
Igual que aliviamos a los pobres en su necesidad extrema,
Cristo consuela a su pueblo en medio de mltiples pruebas.
No merece nuestro Seor un espritu dispuesto para enfren
tarse a cualquier sufrimiento que conlleve su dulce gracia, y es
to cuando podras esperar que te venciera la pena ms dolorosa?
El siervo se alienta cuando su amo le cuida hasta llevarle el
alimento al campo de batalla. El cristiano no tiene que esperar
al Cielo para experimentar el gozo en sus pruebas. S, habr un
gran banquete algn da; pero ahora mismo hay un desayuno,
hecho con las refacciones que Cristo te da a medida que le sir
ves. Est ah para disfrutarlo, en el mismo lugar donde sopor
tas las pruebas ms duras de la fe.
a) En la ayuda que Cristo enva para llevar
a los cristianos al hogar celestial

Cristo no solamente nos consuela en la prueba, sino que nos li


bera de ella. Siempre hay una puerta en la crcel del cristiano
que el ojo natural no ve, sino que la abre la mano de Cristo pa
ra facilitar la salida. Qu ms esperamos? Qu mayor seguri
dad queremos de la promesa del Dios Todopoderoso, que no
puede mentir? Espero que su pueblo le crea lo bastante como
para aceptar a primera vista todo lo que l traiga, a cambio de
sus tesoros ms preciados, incluyendo la vida misma.
El hombre podra y Satans ciertamente lo har dejarte
[578]

El calzado espiritual del cristiano

desamparado aun despus de haber cumplido esmeradamente


las tareas que te asigna. Pero puedes tener la seguridad de que
si Dios te enva, te traer a casa sano y salvo. Nunca debes te
mer que Dios te diga: Arrglatelas solo!, si fue tu fidelidad
lo que te llev a encontrarte entre espinos.
El Dios que prefiere hacer un milagro antes que dejar morir
a un profeta rebelde en su huida (ya que en el fondo era un
buen hombre), seguir amontonando milagros antes que dejar
que te hundas en tu deber por l. No te preocupes si te tiran por
la borda antes de ver la provisin de Dios para tu seguridad. l
siempre est ah, y a menudo muy cerca, como el pez de Jons:
Dios lo envi para llevarlo a la orilla (bajo el agua, en su vien
tre), antes de saber dnde estaba. Aquello que crees que ha ve
nido para destruirte puede ser el mismo mensajero enviado por
Dios para llevarte sano a tierra.
Ests calzado, cristiano? Listo para marchar en cuanto oi
gas la voz de Cristo? Seguramente no temers tropezar con las
piedras teniendo una suela tan gruesa.
3. Esta disposicin evidencia un corazn lleno de gracia

Un espritu de gracia es un espritu excelente. Carne y sangre


nunca han dispuesto a nadie a sufrir por Dios. Aquel que pue
de hacerlo tiene ese otro espritu que indic que Caleb era
superior a este mundo (Nm. 14:24). Un corazn carnal nunca
sufrir voluntariamente; Lutero dijo que la voluntad humana
no es ms libre que la libertad que da la gracia.
Mientras ms carnal sea el cristiano, ms torpe ser para lle
gar a los pies de Dios. Y donde no hay ms que carne, no pue
de haber otra cosa que indisposicin para motivarle. Pero aquel
cuyo corazn arde gozosamente al mandamiento de Dios, pue
de estar seguro de quin ha obrado en l; esta es la lnea que so
lo Dios puede trazar en el alma.
Los egipcios decan que las mujeres israelitas eran tan vigo
rosas que paran a sus hijos antes de que llegara la partera. De
modo que el corazn vigoroso en la gracia est dispuesto a ha
cer lo que Dios pida. Cumplir con su deber no requiere la pre
sencia de parteras en forma de argumentos y persuasiones
menores. El corazn lleno de gracia ya se ha ejercitado en el
[579]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

amor puro de Dios, la obediencia a su voz, y la fe en la seguri


dad de su promesa, tan continuamente que hasta el trabajo f
sicamente duro no entristece su espritu. Mira hacia arriba y
disponte a decir: No sea como yo quiero, sino como t (Mt.
26:39).
El apstol nos dice que rendirnos a la mano de Dios que dis
ciplina, demuestra el espritu de hijo: Si soportis la discipli
na, Dios os trata como a hijos (He. 12:7). Observa que no di
ce: si sois disciplinados; sino si soportis la disciplina. El
sufrimiento sin ms nunca demuestra la adopcin. Pero sopor
tarlo con pleno valor, presto el hombro a llevar la carga con pa
ciencia, y la esperanza de un galardn futuro, demuestran el es
pritu del hijo. Esa seguridad tranquiliza, especialmente cuando
el hacendado del Infierno se esfuerza por emplear la afliccin
del cristiano como prueba en contra su adopcin como hijo. He
aqu la respuesta que tapar la boca del acusador: Satans, si
no soy hijo de Dios, por qu me rindo tan fcilmente a su dis
ciplina?.
4. Un espritu dispuesto libera a la persona

La libertad se compra por un precio. Un pjaro prefiere volar


entre los rboles del bosque, aun en los meses de fro y hambre,
a vivir en una jaula de oro con abundante cuidado. Algunos es
tn tan atados por su estilo de vida terrenal, que pronto per
miten que este les dicte las normas de la felicidad, y al poco
tiempo son esclavos del materialismo: El corazn de ellos an
da en pos de su avaricia (Ez. 33:31), y ya que el dinero es su
amo, su corazn lo espera como un perro a los pies de su due
o.
Otros hacen reverencias a su propia reputacin; no pueden
disfrutar sin tener el lugar de honor all donde vayan. Amn
era de esa forma: era el favorito del rey, y recibi su anillo pa
ra sellar un decreto que matara a miles de inocentes solo para
satisfacer su ambicin. Tanto se le revolva el estmago de or
gullo al ver que un pobre judo se negaba a postrarse ante l,
que todos sus logros no parecan importarle: Pero todo esto
de nada me sirve cada vez que veo al judo Mardoqueo senta
do junto a la puerta del rey (Est. 5:13).
[580]

El calzado espiritual del cristiano


El tercer grupo est atado por el placer; todo lo que hacen
es por pasarlo bien. Como crecen los juncos en el barro y el
pez vive en el agua, estos no pueden vivir sin sus diversiones. Si
los separas del ocio y el deporte, su corazn, como el de Nabal,
muere como una piedra dentro de su pecho.
La libertad de espritu de que hablamos aqu rompe todas
estas cadenas y saca al cristiano de toda clase de esclavitudes;
le ensea a aceptar lo que Dios le enva. Si llega la prosperidad,
sabe vivir en abundancia (Fil. 4:12). Pero si de repente se cae
de la silla del placer, su pie no se engancha en el estribo; su al
ma no lo arrastra tras el placer con egosmo quejumbroso. Por
la gracia es libre y puede prescindir de todo lo creado, mientras
tenga la compaa de Cristo.
Pablo permaneci en esta libertad, que solo viene del Esp
ritu Santo que mora en el creyente: Todas las cosas me son l
citas, mas yo no me dejar dominar de ninguna (1 Co. 6:12).
l era indiferente ante las cosas de esta vida: honra y deshon
ra, abundancia y necesidad, vida y muerte. Estaba convencido
de que un siervo de Cristo no debe estar tan enamorado de la
riqueza que no acepte la necesidad, ni tener tal gusto por la vi
da terrenal que huya del mero pensamiento de la muerte. Tam
poco Pablo se dej cansar tanto por el sufrimiento que deseara
el descanso de la muerte. Un creyente rige su vida con espritu
excelente si decide afrontar y soportar las experiencias des
agradables en lugar de eludirlas o evadirse de ellas.
5. La disposicin a servir prepara
al cristiano para el servicio
Un cristiano no puede servir si no est dispuesto a padecer. Es
to es as porque todo siervo tiene una cruz que acompaa a su
llamamiento. Si nos asusta la cruz, cmo vamos a servir a
Cristo?
La oracin es tarea diaria del cristiano, pero no hay forma
de complacer a Dios con ella si no decimos: No se haga mi vo
luntad, sino la tuya (Lc. 22:42). Pablo fue enviado a predicar
la gracia de Dios al mundo y a soportar la ira del mundo por
Dios. El Seor le dijo a Ananas que haba elegido a Pablo pa
ra llevar su nombre ante los gentiles y padecer grandes cosas
[

581 ]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

por su nombre. Si la predicacin de Pablo, aun con su extraor


dinaria habilidad para endulzarla, no complaca al mundo in
grato, sera casi imposible que los que no llegamos al nivel de
sus dones ganramos al mundo sin algn reproche, desprecio y
hasta persecucin abierta.
Entonces, este calzado espiritual debe formar parte del equi
po normal para el pie del predicador que tiene que andar entre
tantas serpientes. Quin sino Pablo, que venci tanto el amor
a la vida como el temor de la muerte, estara dispuesto a pre
dicar el evangelio en la misma fosa de los leones? Me refiero a
Roma, sede del cruel Nern: As que, en cuanto a m, pronto
estoy a anunciaros el evangelio tambin a vosotros que estis
en Roma. Porque no me avergenzo del evangelio... (Ro.
1:15,16).
En resumen, es el deber de todo cristiano hacer una profe
sin abierta de Cristo, y a menudo esto no se puede hacer sin
correr un peligro real. Si el corazn no est decidido en cuanto
a esto, la primera tormenta le har buscar cualquier puerto an
tes que aventurarse en la tempestad. Aun de los gobernantes,
muchos creyeron en l; pero a causa de los fariseos no lo con
fesaban, para no ser expulsados de la sinagoga (Jn. 12:42).
Tal vez lo habran intentado si no hubiera habido oposicin,
pero no tenan valor para afrontar el posible desprecio.
No sirve confesar a Dios si no estamos dispuestos a poner
lo todo a sus pies. Tampoco vale la pena salir en pos de Cristo
si no queremos terminar el camino con l, sin volvernos atrs
por el mal tiempo.
6. La disposicin a servir ayuda a disfrutar de la vida
Es imposible saborear la vida si no se est dispuesto a perder
la. Dos consideraciones nos revelan esta paradoja:

a) Ausencia del temor


Donde hay temor, siempre habr tormento. Hasta un ciervo
que viva rodeado de pasto estar flaco a causa de su ansiedad.
Y todos los que permitan que este buitre se cebe continuamen
te en ellos, tambin estarn espiritualmente delgados. Nada
destruye el gozo como el temor a perder lo que ya se tiene; por
[582]

El calzado espiritual del cristiano

esta inseguridad la persona se vuelve su peor enemigo. El ase


sino mata una vez, pero el que medita en sus miserias se mata
mil veces, cada vez que el temor entra en su mente.
Una vez que el cristiano se pone esta pieza de la armadura
llamada el evangelio de la paz, su alma est preparada para
el peligro y la muerte. Se encuentra sentado en el banquete di
vino que Dios le ha dado por su providencia, y lo disfruta ple
namente sin temer la llegada de un mensajero con malas noti
cias. Hasta puede hablar de la hora de la muerte sin que su go
zo disminuya un pice, como creen los carnales que debe de ser.
Para estos, la mera mencin de la muerte en una charla nor
mal, es como el pao mojado que Hazael ech sobre el rostro
del rey. El impacto del tema disipa los pensamientos placente
ros que dominaban la conversacin haca escasos momentos.
Por otra parte, el cristiano con corazn preparado nunca sa
borea mayor dulzura en los consuelos de la vida que al mojar
estos bocados en meditaciones de la muerte y la eternidad. No
le causa mayor pena pensar en perder la vida, que apartar el
primer plato para dar lugar al principal. David estaba tan po
co atado a este mundo que pudo decir: No temer mal algu
no; aun en el valle de sombra de muerte (Sal. 23:4).
Y Pedro? Conoca el secreto de la paz? Durmi tranquilo,
atado entre dos soldados en la crcel, la noche antes de que Herodes iba a sacarlo para ser ejecutado (Hch. 12:6). Cierta
mente, no son condiciones idneas para el descanso, pero esta
ba tan dormido que el ngel tuvo que tocar su costado para
despertarlo. Pongo seriamente en tela de juicio que Herodes
durmiera tan bien aquella noche como su prisionero. Sin duda
este apresto del evangelio de la paz le daba a Pedro tan divi
no descanso. Por su disposicin a morir le era posible dormir.
Por qu preocuparse si lo peor que poda hacerle la muerte era
llevarlo al descanso eterno en los brazos de su amado Seor?
b) Seguridad del cuidado de Dios

Mientras ms dispuesto est el cristiano a sufrir por Dios, o a


causa de lo que Dios permite, ms se complace l en cuidarlo.
Un buen general se ocupa ms de aquel soldado que menos va
lora su propia vida. Cuanto menos valiosos considere el cris[583]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

tiano su propia vida y sus intereses por causa de Cristo, ms


cuida Dios de evitarle el sufrimiento, o de guardarle en medio
del mismo. Cristo tena ambas bendiciones en mente cuando
dijo: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perder; y
todo el que pierda su vida por causa de m, la hallar (Mt.
16:25).
Abraham estaba dispuesto a ofrecer a su hijo, y Dios al fi
nal no se lo permiti. Pero aunque el Seor deje que el enemi
go d muerte a sus hijos, separando el alma del cuerpo, l de
muestra su cuidado esmerado. El Padre recoge la sangre y de
clara al mundo cruel que la derram: Estimada es a los ojos
de Jehov la muerte de sus santos (Sal. 116:15).
As vemos que al rendirnos a la voluntad de Dios asegura
mos su cuidado, pase lo que pase. No resulta la vida ms c
moda cuando nos quitamos de los hombros la pesada carga del
temor para pasrsela al Padre? Aquella pobre viuda nunca
prosper ms que cuando el profeta le pidi toda la comida
que tena. Como premio de su fe, Dios hizo un milagro (1 R.
17:12-13). Cuando uno por fin llega a los pies de Dios y pue
de rendirse sinceramente, dice: Seor, aqu estoy, dispuesto a
darte todo lo que soy y tengo; mi voluntad se har cuando tu
voluntad se haga en m; y entonces el Seor se obligar a cui
dar de aquel alma.

Por qu tan pocos son cristianos


1. Dios llama a todo cristiano a prepararse para sufrir
La genuina disposicin a sufrir reduce el nmero de verdaderos
creyentes en las filas de cristianos profesantes; elimina aquellos
cuyo andar no va ms all de una profesin barata. Cualquie
ra que mire hoy los centros del cristianismo atestados de gente
y encuentre multitudes que van en pos de la Palabra, bien pue
de preguntarse por qu los pastores dicen que dicha compaa
de cristianos es tan pequea, y puede pensar que los que dicen
tales cosas no ven el bosque por causa de los rboles. Esta mis
ma situacin hizo que uno de los discpulos le preguntara a Je
ss: Seor, son pocos los que se salvan? (Lc. 13:23). En esa
poca Cristo pasaba por ciudades y aldeas, enseando, y en[584]

El calzado espiritual del cristiano

caminndose a Jerusaln (v. 22). Cuando sus seguidores ob


servaban que predicaba libremente en cada lugar, y cmo le se
gua la gente con expresiones de esperanza, pareca casi incre
ble que pocos se salvaran.
Fijmonos en cmo el Salvador resolvi esta dificultad: Es
forzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que mu
chos procurarn entrar, y no podrn (v. 24). Cristo dijo que
sus discpulos medan con la regla equivocada. En esencia de
ca: Si ir en pos de sermones, testimonios y emociones fuera
suficiente para salvarse, el Cielo ya estara lleno. Pero no sepa
ro a los puros de los impuros con un cedazo tan grueso. Esfor
zaos para entrar; luchad y arriesgad cuerpo y sangre para no
quedar fuera del Cielo. Os digo que muchos procurarn en
trar, y no podrn. Esto es, que buscan una religin barata y
una fcil profesin.
Casi cualquiera est dispuesto a pasar por la puerta del Cie
lo si nunca tiene que arriesgar su orgullo en pblico, ni peligran
sus intereses cotidianos por inconveniencia ni oposicin del
mundo. Pero no podrn pasar porque sus corazones no es
tn dispuestos a resistir hasta la sangre. Si tomamos como nor
ma el esforzarnos, y no solo el buscar, el nmero de cristianos
menguar como el ejrcito de Geden, para quedar en una tro
pa reducida. De hecho, hay varias clases de cristianos (en el
sentido ms amplio del nombre) que nunca se han puesto este
calzado del evangelio y, por tanto, con toda seguridad tropeza
rn en el camino.
2. Muchos se niegan a ponerse el calzado del evangelio
a) El cristiano ignorante

Es triste, pero hay muchos creyentes que no tienen luz en


cuanto a la identidad de Cristo y su obra por ellos. Entonces,
cmo van a amar lo suficiente a un Cristo que ni siquiera co
nocen como para seguirlo a travs de privaciones? Nabal pen
s que haba dado una respuesta racional a los siervos de Da
vid cuando estos le pidieron ayuda: He de tomar yo ahora
mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esqui
ladores, y darla a hombres que no s de dnde son? (1 S.
[585]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

25:11). Decidi que el regalo que le pedan era demasiado


grande para un desconocido. Es casi imposible que el igno
rante ofrezca su propia vida si se le llama a sufrir por man
damiento de Cristo.
Pablo dice que su conocimiento de Cristo fue la razn de
no avergonzarse del sufrimiento: Porque yo s a quien he
credo (2 Ti. 1:12). Los samaritanos, un pueblo mezclado
tanto en raza como en religin, reclamaban un parentesco
con los judos mientras todo iba bien. Pero cuando el pueblo
de Dios empez a sufrir, se separaron de nuevo. Haba este
mismo espritu cobarde en la gente a quien Jess reprendi:
Vosotros adoris lo que no sabis (Jn. 4:22). El cristianis
mo los atrae temporalmente porque se aferran a l a ciegas.
b) Los mundanos

Estos insisten en mantener sus pasiones y profesar a Cristo a


la vez; son una generacin sin ms prueba de su cristianismo
que lo superficial. No hay prueba alguna que demuestre que
sean seguidores de Cristo. Podemos dar por sentado que es
tn dispuestos a sufrir por el evangelio? Por supuesto que no,
ya que ni siquiera llevan el yugo de Cristo, cunto menos su
carga. Los que se niegan a hacer nada por Cristo, segura
mente nunca morirn por l; seguro que no lucharn hasta la
sangre si no quieren sudar siquiera.
c) El profesante aprovechado

El credo fundamental de este es salvarse, no solo del pecado,


sino del peligro. Estudia los tiempos ms que la Palabra, y ur
de estrategias para trazar su rumbo y ordenar su profesin en
consecuencia; igual que el erizo de bosque, su casa siempre
est orientada hacia el sol!
d) El profesante codicioso

Algunos estn tan llenos de proyectos mundanos que sufrir


por Cristo les es muy ajeno. Recordars lo que dijeron los
egipcios acerca de Israel: Encerrados estn en la tierra, el
desierto los ha encerrado (Ex. 14:3). Este es el caso de los
profesantes codiciosos: estn atrapados por el mundo y el
[586]

El calzado espiritual del cristiano

desierto les cierra el paso. Por tanto, no pueden seguir a Cris


to, como no puede andar el que tiene el pie en un cepo.
Nuestro Salvador, hablando de las miserias futuras de Jerusaln, avis: Ay de las que estn encintas, y de las que cren
en aquellos das! (Mt. 24:19). Obviamente les costara ms es
caparse del peligro inminente. Cunto peor ser el juicio de
aquellos que estn sumidos en el mundo cuando llegue el da de
la persecucin! Les ser casi imposible huir de la tentacin en
las pruebas que amenazan la vida. Realmente, estas personas
ya han escogido; su corazn est puesto en el mundo, y no po
drn abandonarlo por Cristo.
e) El profesante arrogante

La arrogancia no es el calzado del evangelio: Nadie ser fuer


te por su propia fuerza (1 S. 2:9). El que tiene una gran opi
nin de s mismo est lejos de la santidad y la humildad. Du
rante una poca de persecucin de los creyentes, un hombre ju
r que estaba tan liberado de la carne por amor a Cristo, que
prefera dejarse quemar vivo a volver a caer en el error. Pero la
carne pudo ms que el juramento, y la cobarda al final le hizo
renegar de la fe para salvar su piel. Los que se gloran en el va
lor personal al vestirse la armadura, seguramente se la quitarn
avergonzados. Engaoso es el corazn, ms que todas las co
sas (Jer. 17:9); es como un Jacob que se suplanta a s mismo.
El que no sabe la talla de su propio pie no podr ponerse bien
este calzado espiritual.

Exhortacin a ponemos el calzado de la disposicin


Todo aquel que invoca el nombre de Cristo ha de ponerse este
calzado de apresto y llevarlo puesto a fin de estar preparado
para seguir el llamamiento de la Providencia divina aunque le
conduzca al sufrimiento. Te dar dos razones para estar prepa
rado.
1. El sufrimiento puede llegar de repente
A veces los soldados tienen que salir al campo de batalla de in
mediato. T tambin puedes ser llamado a sufrir por Dios, o
[587]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

por su causa, cuando menos lo esperes. Abraham tuvo poco


tiempo para consultar con su corazn y decidir obedecer a Dios
ofreciendo a su hijo. Toma ahora tu hijo, tu nico, Isaac a
quien amas (Gn. 22:2); no el ao que viene, ni el mes prxi
mo, ni la semana siguiente, sino ahora. Este mandamiento le
lleg de noche, y muy de maana sali camino del monte (v.
3).
Cmo hubiera podido Abraham afrontar esta crisis de no
haber luchado antes con su propia disposicin o la falta de ella
para obedecer a Dios en todo? Dios ya tena todo el corazn de
su siervo, y a este solo le quedaba obedecer. A veces Dios hace
cambios repentinos en nuestra vida personal. Cmo recibiras
la notificacin de tu propia muerte, como cuando Dios avis a
Moiss? Este no tuvo la preparacin gradual de una larga en
fermedad, sino que recibi el aviso cuando an gozaba de per
fecta salud: Sube a este monte [...]; y muere en el monte al
cual subes (Dt. 32:49-50). Estamos dispuestos nosotros para
un viaje de este tipo?
Pero Dios puede cambiar el entorno pblico tan rpidamen
te como el personal. Tal vez ahora mismo las autoridades son
ren a la Iglesia; pero de pronto pueden fruncirle el ceo. En
tonces las iglesias tenan paz por toda Judea, Galilea y Samaria (Hch. 9:31). Ese fue un tiempo de bendicin para todo
cristiano; pero no dur mucho: En aquel mismo tiempo el rey
Herodes ech mano a algunos de la iglesia para maltratarlos
(12:1). En aquella persecucin, Jacobo, hermano de Juan, mu
ri a espada y Pedro fue encarcelado. Toda la Iglesia se puso
orar de noche: los que antes tenan paz, ahora estaban amena
zados con una muerte violenta a cada paso.
En ciertas islas, el tiempo es mucho ms impredecible que
en los continentes. Normalmente sabemos cmo ser el da
durante varias horas; pero en esas islas no hay manera de sa
ber lo que traer la tarde. Verano e invierno a menudo se en
cuentran en el mismo da. Claro que toda esta incertidumbre
es por causa del mar. Los cristianos en el Cielo viven, por as
decirlo, en un continente que disfruta de una paz sin interrup
cin. Su descanso actual es la misma felicidad que experimen
tarn durante toda la eternidad. Pero aqu en la tierra, la Igle[588]

El calzado espiritual del cristiano

sia de Cristo es como una isla flotante, rodeada por el mundo


como un mar turbulento. A veces los elementos de este mun
do son mansos y tranquilos, pero a menudo se vuelven des
piadadamente crueles, en la medida que Dios refrena o desata
su ira.
Cristiano, no vale la pena prepararte para el sufrimiento,
ya que no sabes de un momento a otro si los vientos favorece
rn al evangelio o intentarn destruir tu situacin en l? Por la
maana pueden llenar las velas de tu vida con nimo, pero an
tes de la noche pueden lanzar un fro glacial sobre tu rostro.
2. Si no ests dispuesto a sufrir por Cristo en la tierra,
no llevars corona en el Cielo
Y si [somos] hijos, tambin [somos] herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo pero sigue leyendo, si es
que padecemos juntamente con l, para que juntamente con l
seamos glorificados (Ro. 8:17). Es verdad que no todo cris
tiano muere en la hoguera; pero todo cristiano debe tener es
pritu de mrtir y un corazn dispuesto a sufrir. Dios nunca
quiso que Isaac muriera como sacrificio, pero s que Abraham
pusiera el cuchillo en el cuello de su hijo. Igualmente, quiere
que pongamos el cuello en el tajo y estemos, como Pablo dijo
de s mismo, ligados en espritu para rendirnos ntegramen
te a la voluntad de Dios. La Escritura nos insta inequvoca
mente: Que presentis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional (Ro.
12:1).
Igual que los judos presentaban un animal vivo al sacerdo
te para cumplir con los mandamientos de Dios, nosotros de
bemos presentar nuestros cuerpos vivos a Dios en obediencia
activa y pasiva. El que se niegue a sufrir por Cristo ahora, se
niega a reinar con l ms tarde.
Otra costumbre juda era quitarse el zapato como seal de
renunciar al derecho de herencia, como el pariente de Elimelec
renunci a su heredad (cf. Dt. 25:9-10; Rut 4:6-8). Cristiano,
si te quitas el calzado del evangelio, pierdes el derecho a tu he
rencia celestial. Pablo escribi que las persecuciones que su
fren los cristianos por el evangelio son indicio de salvacin.
[589]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Entonces, seguramente, negar a Cristo para evitar el sufri


miento debe ser indicio de perdicin (Fil 1:28). Amados,
no merece la gloria del Cielo alguna breve afliccin?
La via de Nabot no era gran cosa como terreno, pero l co
noca su valor como herencia de la familia delante de Dios. En
lugar de venderla en su valor comercial, o cambiarla por un te
rreno mejor, su dueo opt por perder la vida provocando a un
poderoso rey. A pesar de su celo, Nabot perdi tanto la vida co
mo esa parte de la herencia de su padre. No hay comparacin
entre su via terrenal y el paraso celestial del cristiano, que no
se pierde y es de valor infinito, pero debemos emular la dispo
sicin de Nabot a sufrir. Cuando tus enemigos te hacen inad
vertidamente el favor de robarte la vida fsica, solo te ayudan a
entrar en la plena posesin de tu herencia eterna en el Cielo.

Instrucciones para llevar el calzado espiritual


La pregunta que espero ahora del verdadero cristiano no es c
mo evitar estos problemas, sino cmo calzarse para poderlos
vadear con paz y gozo verdaderos. Es correcto que el soldado
cristiano pida armadura para pelear la buena batalla; pero el
cobarde tira su proteccin y pregunta hacia donde debe correr.
Te dar el mejor consejo que pueda para llevar el calzado espi
ritual.
1. Examina la sinceridad de tu obediencia
Los mismos sanos motivos que llevan al cristiano al servicio de
Cristo lo guiarn en el sufrimiento que Dios permita. Cuando
los hijos de Efran salieron a pelear estaban completamente ar
mados, pero volvieron las espaldas en el da de la batalla
(Sal. 78:9). Esto parece extrao, si no lees el versculo anterior:
eran de una generacin contumaz y rebelde; generacin que
no dispuso su corazn, ni fue fiel para con Dios su espritu (v.

8) .

Los soldados pueden llevar una armadura completa y vivir


en un castillo cimentado en la roca y con muros de bronce, pe
ro si su corazn no est bien dispuesto para con el prncipe, a
la menor tormenta abrirn las puertas de par en par y saldrn
[590]

El calzado espiritual del cristiano

huyendo. La sinceridad es el nico candado que asegura la


puerta.
Todos hemos visto corazones honrados con poco apoyo des
de fuera que han guardado la ciudad, mientras que ningn mu
ro es lo bastante fuerte para defenderla contra la infidelidad y
traicin. Pregntate por qu practicas el cristianismo de la for
ma que lo haces. Si la mano de la fe que obra es sincera, la ma
no que lucha ser valiente. El poder de la fe que capacit a los
antiguos creyentes para hacer justicia esto es, para vivir vi
das santificadas se evidencia por los sufrimientos que pasa
ron: Por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanza
ron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impe
tuosos, evitaron del filo de espada... (He. 11:33,34).
2. Ora por la capacidad espiritual de sufrir
Este no es un don comn de los cristianos carnales, sino un fa
vor peculiar que Dios otorga a pocas almas sinceras: A voso
tros os es concedido a causa de Cristo, no slo que creis en l,
sino tambin que padezcis por l (Fil. 1:29).
Es sorprendente que si un nio se cae jugando, pocas veces
llora. Sin embargo, aunque la disciplina corporal de su padre
no le duela ni la mitad que los accidentes, llorar y no se deja
r consolar fcilmente. De la misma manera, los hombres se
crean problemas y aprenden a vivir con ellos sin queja. Alguien
puede dilapidar su salud con prostitutas, o acortar su vida con
borracheras, y soportarlo con paciencia. Si tuviera su salud y
dinero de nuevo, volvera a hacer lo mismo; no se arrepiente de
sus pasiones, sino que lamenta no poder alimentarlas conti
nuamente. De hecho, estas pasiones le quitan todo, hasta el pan
de la boca y la ltima gota de sangre de las venas. Ni siquiera
teme arder en el Infierno a causa del pecado. Pero si le pides a
esta persona tan liberal con su dinero, carne y alma, que pon
ga su vida durante unos momentos por la causa de Cristo, en
durecer su corazn y te dar la espalda.
Ora entonces por un espritu capaz de sufrir por Cristo. Los
cristianos deben clamar a Dios por este don, ya que el sufri
miento no entra fcilmente en nuestra mentalidad. A la carne
le gustan los mimos, no la crucifixin. Cuesta muchas horas de
[591]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

ardua oracin el poder entregarnos voluntariamente al sufri


miento, pero aquel que aprende a luchar con Dios nunca teme
r el peligro ni la muerte.
La oracin trae fuerza y sabidura divinas. Hay algo dema
siado difcil para aquel que tiene a Dios de su parte? Se nos
manda considerar como sumo gozo cuando tenemos pruebas:
no tentaciones al pecado, sino pruebas para justicia (Stg. 1:2).
Te aseguro que si Cristo te lleva a esta prueba, estar dispues
to a guiarte a travs de ella. Por tanto, si alguno de vosotros
especialmente los que sufren tiene falta de sabidura, pda
la a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y
le ser dada (v. 5).
No hay muchos amos que reprendan a sus siervos por pe
dirles humilde consejo al emprender una tarea peligrosa por
amor. Cunto menos debes temer pedirle sabidura al Padre
Celestial! Si tienes fe para aventurarte en el mar del sufrimien
to a las rdenes del Seor, l tendr misericordia para evitar
que te ahogues. Si sientes que te hundes, clama como hizo Pe
dro: Seor, slvame! (Mt. 14:30). Aunque te sumerjas del
todo, la oracin te sacar a flote.
Hay un refrn que dice: El que quiera aprender a orar, que
se haga a la mar. Creo que sera ms exacto decir: El que
quiera hacerse a la mar del sufrimiento, que aprenda a orar an
tes de zarpar.
3. Medita acerca del sufrimiento
El alumno que saca mejor nota en el examen es aquel que ha
pensado mucho acerca de la leccin antes de que el profesor le
ponga siquiera la prueba. De hecho podemos aprender un prin
cipio importante de los mozos de carga que llevan fardos pesa
dos: los levantan una y otra vez antes de cargar con ellos. T
puedes hacer lo mismo. En tu meditacin, sopesa las pruebas
que pueden venirte por amor a Cristo, a ver si eres capaz de so
portarlas si Dios las permite.
Por una parte pon delante de ti la pobreza, la crcel, el ais
lamiento y el fuego, y por otra las verdades preciosas de Cris
to, junto con las dulces promesas de Dios para los que se aferran a la exhortacin a la paciencia en la hora de la tentacin.
[592]

El calzado espiritual del cristiano

Supongamos que tuvieras que escoger una de las dos partes


ahora mismo; estudia esta cuestin seriamente hasta que tu
conciencia pueda dar una respuesta clara. Hazlo a menudo pa
ra que la autocompasin de la carne no se satisfaga, ni trates el
aliento de la Palabra con duda. Hay que estar seguro de la ver
dad de una promesa antes de poner la vida por ella.
Agustn de Hipona resumi la urgencia de prepararse para
la batalla: Es difcil encontrar las tropas necesarias durante la
guerra si no las hemos buscado mientras haba paz. Las pro
mesas de Dios son nuestra fortaleza en el peligro; pero no es f
cil correr hasta ellas en la crisis si no las conocemos tambin en
la paz. Un desconocido que corre en busca de refugio a una ca
sa de noche, probablemente no podr abrir la puerta si no ha
visto de da dnde estaba el cerrojo, y su enemigo bien pudiera
destruirlo mientras se esfuerza por abrirla. Pero el que vive en
la casa, o la conoce, podr entrar fcilmente: Anda, pueblo
mo, entra en tus aposentos, dijo Dios (Is. 26:20). l nos
muestra nuestra morada en sus promesas mucho antes de que
llegue la prueba, para que las encontremos fcilmente en la os
curidad.
4. Acepta la voluntad de Dios diariamente
La voluntad de Dios es el cerrojo de la noche y la llave de la
maana; debemos abrir y cerrar los ojos pensando en poner
nuestra vida en sus manos. Toda resistencia a las pruebas bro
ta de la raz de la desconfianza. Un corazn incrdulo se plan
tea las promesas como un hombre que pisa el hielo, al princi
pio con temor y dificultad, preguntndose si se romper. Esta
entrega diaria te llevar a la unidad con el poder, la fidelidad y
bondad de Dios, y te permitir experimentar la realidad de sus
promesas, para que puedas depender de ellas en el futuro.
Cada maana, confa todo tu corazn y tus caminos a Dios:
A ti se acoge el desvalido; t eres el amparo del hurfano (Sal.
10:14). Cada noche, mira atrs para ver lo perfectamente que
Dios te ha guardado en esta confianza. No te duermas hasta
abrir el corazn para que su fidelidad te inunde, y decide con
fiar en su proteccin durante la noche. Entonces, si llega la des
ilusin, espera que Dios llene el vaco. No descanses hasta que
[593]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

el nombre de Dios haya sido plenamente reivindicado en tu co


razn. Es importante no dejar entrar el descontento en tu esp
ritu a causa de sus soberanas decisiones. En su lugar, mantn la
rienda corta a tus pensamientos, como David: Por qu te
abates, oh alma ma, y por qu te turbas dentro de m? Espera
a Dios; porque an he de alabarle, salvacin ma y Dios mo
(Sal. 42:11). Una vez hecho esto, la bendicin de Dios manten
dr el aliento de tu fe y aumentar tu vitalidad para una carre
ra mayor cuando llegue el momento.
5. La abnegacin debe formar parte de tu vida
Y si Dios te pidiera que lo rindieras todo, hasta la libertad o
la vida? Te parecera poco razonable? Veamos tres considera
ciones que te ayudarn a decidir:
a) Dios te pide lo que ya es suyo

Solo te ha prestado la vida terrenal durante algn tiempo. Es


malo que le pidas al vecino el dinero que le prestaste hace dos
o tres aos? Por supuesto que no; l debe agradecrtelo y no
quejarse por tener que pagarte.
b) Es imposible que Dios te pida tanto como ya te ha dado

Jess tena ms gloria y honra en el Cielo de lo que podemos


imaginar. [l] no estim el ser igual a Dios como cosa a qu
aferrarse, sino que se despoj a s mismo (Fil. 2:6,7). Te pre
ocupa el dolor? Mira la cruz donde estuvo clavado el Seor de
la vida por nuestro pecado. Solo entonces podremos tomar la
cruz y agradecerle a Dios por haberla hecho tan liviana y fcil,
cuando a su amado Hijo Jess le dio una pesada cruz de tor
mento.
c) Dios te puede devolver cualquier cosa
que entregues por su verdad

Cuando Moiss se dio cuenta de esto, dej las riquezas de Egip


to por el vituperio de Cristo, porque tena puesta la mirada en
el galardn (He. 11:26). Un hombre carnal se pasar de mu
chas cosas por conseguir lo que quiere. Es capaz de estar en ve
la media noche buscando maneras de ganar dinero, y madru[594]

El calzado espiritual del cristiano

gar para ponerlas en prctica. Prescindir voluntariamente de


ropa elegante y de comidas refinadas por sacar adelante su ne
gocio; la esperanza del beneficio quita importancia a las mo
lestias.
Cristiano, compara los beneficios de los mundanos con las
promesas que t tienes si te niegas a ti mismo por Cristo, y con
sidera qu vergonzoso resulta que ellos renuncien tan fcil
mente a su comodidad por una meta tan incierta y temporal.
Mientras tanto, a ti te cuesta dejar algunos placeres efmeros
que Dios te puede devolver al cntuplo aqu, y con riquezas in
calculables cuando vayas a la gloria celestial.
6. Deja atrs las pasiones mundanas
La savia es lo que dificulta la combustin de la madera, y la co
rrupcin no mortificada del cristiano lo que estorba su disposi
cin a sufrir. Pero un corazn limpio de las pasiones mundanas
lo soporta todo por Cristo: arde tan pronto como la madera se
ca. Pablo nos habla de creyentes que fueron atormentados, no
aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurreccin (He.
11:35). No amaron tanto el mundo como para querer volver
atrs en su viaje al Cielo, por muy difcil que fuera. Ten cuida
do de no dejar ninguna pasin sin mortificar en tu alma, ya que
nunca consentir que soportes el menor sufrimiento por causa
del Salvador.
Pocos barcos se hunden en alta mar; la mayora se rompen
en los escollos y bajos. El que puede apartarse de los peascos
del orgullo y la incredulidad, y escaparse de las arenas movedi
zas del temor a los hombres y el amor al mundo, pasar a sal
vo por la mayor tempestad: As que, si alguno se limpia de es
tas cosas, ser instrumento para honra, santo, til al Seor, y
dispuesto para toda buena obra (2 Ti. 2:21). Ojal pudira
mos conocer el Cielo a travs del alma que se ha crucificado a
las pasiones mundanas!
Aquel que est muerto al pecado vive por encima de toda
perturbacin de las pasiones carnales. Cuando entra en comu
nin con Dios no hay intrusin de pensamientos rudos y peca
minosos entre l y su Padre. Si est en la crcel por causa del
evangelio, no tiene llanto ni deseo que lo ahogue en la auto[595]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

compasin. Su corazn est libre, y acoge la crcel como veh


culo que le da el privilegio de testificar de la verdad de Dios.
Un corazn sin mortificar est tan repleto de hbitos de
mundanalidad que es imposible escaparse de sus abrazos para
entrar en la disposicin a sufrir. Un viajero que duerme en po
sada desconocida se puede levantar y marcharse cuando quie
ra; nadie le ruega que se quede un poco ms. Pero es mucho
ms difcil salir de casa de los amigos. Como el suegro de aquel
levita, insisten en que su husped se quede un da ms, y otro y
otro.
Un anciano se traslad desde Roma a una casa en el campo
para poder pasar sus ltimos aos libre del caos de la ciudad.
Cuando otros romanos pasaban por all, pensaban que l era el
nico que realmente saba vivir. Pero saba librar realmente su
corazn de los problemas del mundo? Muchos corren al cam
po sin dejar atrs la ciudad; su mente sigue entre la muche
dumbre mientras sus cuerpos estn solos en el desierto. Si aquel
pobre hubiera conocido el evangelio, este le habra mostrado la
salida de toda confusin mundana en el centro mismo de Ro
ma, con todos sus problemas y placeres. Solo aquel que ha
aprendido a morir al mundo sabe vivir en l.

La paz del evangelio prepara al cristiano


para las pruebas
La paz que el evangelio da al corazn prepara al santo para pa
sar toda prueba que se le presente en la vida cristiana. El que
vive en esta paz es el nico que va calzado y est preparado. So
lo Cristo puede calzar al cristiano para que transite fcilmente
por un camino duro, porque lo recubre de la paz del evangelio.
Aun cuando hay piedras en el camino, este calzado se interpo
ne entre ellas y el pie, y los obstculos no se sienten apenas.
Salomn nos dice que los caminos de la sabidura esto es,
de Cristo son caminos deleitosos. Pero cmo ser siempre
as cuando sabemos por experiencia que algunos de esos cami
nos conducen al sufrimiento? La Escritura responde: Y todas
sus veredas [son] paz (Pr. 3:17). Debido a la paz con Dios y
con la conciencia, al justo no le falta el placer. David, por ejem[596]

El calzado espiritual del cristiano

po, se acostaba satisfecho sin haber cenado otra cosa que la


alegra que Dios haba dado a su corazn. De hecho, se pro
meti mejor descanso que los que estn ahitos de placer mun
dano:
T diste alegra a mi corazn mayor que la de ellos cuando
abundaba su grano y su mosto. En paz me acostar, y asimis
mo dormir; porque solo t, Jehov, me haces vivir confiado
(Sal. 4:7,8).
La paz que disfrutaba la conciencia de David tambin re
confortaba su cuerpo: Yo me acost y dorm, y despert, por
que Jehov me sustentaba (Sal. 3:5). David tena este dulce
descanso no solamente en su palacio real de Jerusaln, sino
tambin cuando hua de su desnaturalizado hijo Absaln para
salvar su vida y, posiblemente, se acostaba en el campo abier
to. Buena almohada debi de haber sido aquella que le haca
olvidar el peligro personal, cuando un ejrcito desleal le perse
gua.
Esta paz del evangelio es tan trascendente que hace que el
creyente se acueste y disfrute al dormir, tanto en la tumba co
mo en la mejor cama. Algunos hijos de Dios han deseado que
el Seor les diera el descanso de la tumba, no por estar hartos
del dolor como Job, sino por la profunda paz triunfante de su
corazn: Ahora, Seor, despides a tu siervo en paz, conforme
a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvacin, canta Si
men (Lc. 2:29-30). Este siervo de Dios habl como el merca
der que por fin carga su gnero en el barco y llama al capitn
para izar velas y zarpar hacia casa. Por qu el cristiano, que es
un extrao y un advenedizo aqu, quiere permanecer en este
mundo, si no es para completar la carga para el Cielo? La se
guridad de la paz con Dios es el viento que hincha la vela y lle
va la carga al hogar.
La paz del evangelio y el conocimiento del amor de Dios dan
tanto poder a los creyentes que el Padre a menudo les hace pro
bar este fuerte licor antes de llevarlos al calor de la batalla. Por
ejemplo, Dios hizo salir a Abraham de su tierra natal, pero pro
meti llevar el corazn de su siervo hasta sus mismos pies divi[597]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

nos. Jacob huy a Padan-aram para escapar de la ira del her


mano cuyos pensamientos ya lo haban asesinado. Pero Dios
consol a aquel peregrino con una dulce visin evanglica al
mostrarle un smbolo de Cristo y de su obra reconciliadora.
Entonces, la suma de toda la obra de Dios por su amado Ja
cob fue esta: Tu hermano Esa te odia, pero en Cristo t y Yo
somos uno. S, tu to quiere hacerte mal, pero no le temas. Es
toy en paz contigo, y por Cristo tendrs el cuidado especial de
mis ngeles para defenderte adonde vayas.
Antes de que los israelitas estuvieran listos para marchar de
Egipto hacia el desierto, donde su fe se vera grandemente pro
bada, Dios los agasaj con un festn para prepararles: la Pas
cua, que era un tipo de Cristo. Cuando los mismos discpulos
de Jess se encontraban al borde del momento de tristeza que
su muerte inevitablemente iba a aumentar, los invit al sacra
mento de su preciosa Cena. El perdn de sus pecados, sellado
en sus almas por este sacramento, los fortaleci para acoger el
sufrimiento con corazones preparados.
Entonces, ciertamente la provisin ms importante de Cris
to para sus discpulos no fue dejarles un mundo tranquilo, sino
armarlos contra el mundo voltil y problemtico. Lo hizo al sa
tisfacerles con el amor del Padre; les leg su paz y derram sus
dulces consuelos en sus corazones. Prometi que en cuanto lle
gara al Cielo pedira al Padre que enviara al Consolador. Ob
srvese que no los envi antes a luchar con el mundo airado, si
no que los mand que se quedaran en Jerusaln hasta recibir el
poder del Espritu Santo. Ahora te mostrar algunas de las ma
neras como esta paz del evangelio prepara al cristiano para el
sufrimiento.

Cmo la paz del evangelio prepara


al cristiano para el sufrimiento
1. La paz del evangelio eleva al creyente
por encima del peligro
Si alguien estuviera persuadido de que poda pasear tan tran
quilamente por el fuego como por su jardn, no temera lo uno
ms que lo otro. O si tuviera una armadura secreta a prueba de
[598]

El calzado espiritual del cristiano

todo golpe o municin que viniera contra l, no vacilara en po


nerse ante las armas ms formidables del mundo.
El cristiano que tiene paz para con Dios est investido de
una proteccin mucho ms eficaz. Venga el sufrimiento de
Dios, del hombre o del diablo, la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardar vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jess, dice Pablo (Fil. 4:7). El creyen
te est completamente rodeado de benditos beneficios, de mo
do que se encuentra tan seguro como el morador de un castillo
inexpugnable.
2. Quien tiene paz con Dios es hijo de Dios
Una vez que el creyente experimenta el precioso amor de Dios,
no teme la afliccin ni el sufrimiento; sabe que el Padre no da
ar a sus propios hijos. A veces he meditado acerca de la paz
y la paciencia de Isaac, al permitir que le ataran como sacrifi
cio y ver el cuchillo tan cerca de su garganta. Sabemos que no
era un nio pequeo, ya que Abraham le pidi que llevara el
hato de lea. Algunos dicen que puede haber contado ms de
20 aos, y seguramente tena edad para temer a la muerte. Pe
ro el hijo confiaba tanto en la autoridad de su padre que no se
resisti, sino que confi su vida en sus manos. Si otro hubiera
empuado el arma, no habra confiado as. Hay que recordar
que, sea quien sea el instrumento de la prueba para un cristia
no, la espada siempre est bajo control divino. Cristo vio la co
pa en la mano de su Padre, y la acept voluntariamente.
3. El alma que tiene paz con Dios es heredera de Dios
El parentesco con el Cielo conlleva este beneficio: Y si hijos,
tambin herederos; herederos de Dios y coherederos con Cris
to (Ro. 8:17). Este privilegio pone al creyente por encima de
todo temor del sufrimiento que pueda tener. Un poco de dulce
meditacin en esta verdad levant el alma de Pablo hasta el
punto de que las pruebas de esta vida no podan desanimarlo:
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente
no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha
de manifestarse (v. 18). Se negaba a permitirse a s mismo o a
cualquier otro creyente rebajar la herencia o el amor de Dios
[599]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

que le leg esta gloria, mirando exclusivamente la severidad del


sufrimiento. Es como si preguntara: Nos ha hecho Dios sus
herederos y nos ha dado el Cielo para que nos sentemos a llo
rar por unos problemas menores en esta corta vida? Qu im
portancia puede tener el sufrimiento, comparado con la vasta
eternidad que pasaremos adorando a los pies de Jess?.
Estaramos limitados a un espritu pordiosero si fusemos
derrotados por uno o dos contratiempos: msero cristiano
aquel que llora y se queja por la cruz que lleva en esta vida!
Hay que concluir que tal persona, o no heredar nada en la
eternidad, o tiene poco conocimiento de lo que realmente le es
pera.
4. La paz del evangelio hace invencible la fe
Nada hay demasiado difcil de creer para el cristiano que lleva
el perdn en la conciencia y la paz en el espritu. Puesto que
Dios saba que Moiss se enfrentara a problemas insuperables
(en trminos humanos) al conducir a Israel a Canan, revel su
gran poder al principio de la obra de su siervo. La vara que se
convirti en serpiente para volver a ser vara, la mano leprosa
restaurada, fueron santas manifestaciones del favor de Dios pa
ra con sus elegidos en la crisis ms desesperada.
Cuando Dios comisiona a un creyente, lo hace con tal testi
monio de su gran poder y amor que la fe de la persona no se
puede destruir. La misericordia perdonadora ha convertido la
serpiente de la ley, con su amenaza de mordedura mortal para
el pecador, en la vara florida del evangelio, que da dulce fruto
de paz y vida. A fin de cuentas, cul es el mayor milagro, la
restauracin de la mano leprosa de Moiss o la purificacin del
corazn leproso del pecador cuando es lavado en la sangre de
Cristo?
Este gran milagro de la misericordia, all donde sea acepta
do, facilita para el creyente la confianza en Dios en un mar de
sufrimientos temporales, y el seguirle por el desierto del dolor.
Ya que la seguridad de la misericordia perdonadora de Dios
guiaba la fe de David como el timn controla el barco, su con
fianza sigui su rumbo durante el proceso de la liberacin di
vina. Encontramos evidencias de su paz con Dios en este testi[600]

El calzado espiritual del cristiano


monio de reconciliacin: Dije: Confesar mis transgresiones a
Jehov; y t perdonaste la maldad de mi pecado (Sal. 32:5).
Ntese a qu alturas llega David aun en los momentos de an
siedad: T eres mi refugio; me guardars de la angustia; con
cnticos de liberacin me rodears (v. 7). La mayor liberacin
espiritual le da confianza para las pruebas menores de la vida.
5. La paz con Dios llena el corazn de amor a Cristo
El amor del cristiano por Cristo se enciende con el amor de
Cristo por l. Mientras ms arda el amor de Cristo en su cora
zn, ms fuerte ser la corriente de este amor hacia l. Jess di
jo que a quien mucho se le perdona, mucho ama. Y cuanto ms
ama, menos teme el sufrimiento.
La mayora haramos cualquier cosa por un buen amigo.
Cuando Cristo les dijo a sus discpulos que Lzaro haba muer
to, Toms quiso morir juntamente con l. El amor es tan fuer
te como la muerte. Pablo dijo: Pudiera ser que alguno osara
morir por el bueno (Ro. 5:7). Cunto ms, entonces, la per
sona llena de gracia estar dispuesta a sacrificar su vida por su
buen Dios: Tu nombre es como ungento derramado; por eso
las doncellas te aman (Cnt. 1:3). El nombre de Cristo se di
funde cuando el amor de Dios en l se derrama en el corazn;
y cuando esta caja preciosa se rompe, su dulce olor impregna
el corazn y quita el hedor aun de la crcel ms infame de la
tierra.
El fuego celestial del amor de Cristo, irradiando con fuerza
en el alma, no solo apagar el fuego del amor carnal, sino tam
bin el fuego infernal del temor. Qu es lo que hace que los
pensamientos de la muerte sean tan repulsivos cuando nos vie
nen junto con las intrigas de la persecucin? Seguramente este
temor estriba en la culpa y el desconocimiento de todo lo que
Cristo ha hecho para librar a todos los que por el temor de la
muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre
(He. 2:15).
6. La paz con Dios fomenta la abnegacin
La abnegacin es una virtud tan necesaria para el sufrimiento,
que Cristo carga sobre ella todo el peso de la cruz: Si alguno
[601]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, y tome su cruz,


y sgame (Mr. 8:34). Algunos creyentes, como Simn de Cirene, pueden verse obligados a llevar la cruz de Cristo solo una
parte del camino. Pero el cristiano abnegado caer de rodillas
y esperar que Cristo le ponga esta carga. Hay dos formas en
que la paz con Dios da poder al cristiano para la clase de ab
negacin que ha de prepararle para el sufrimiento.

a) Esta paz ayuda al cristiano a negarse


a s mismo en su ser carnal
El pecado bien se puede llamar el yo, porque est tan unido
a nosotros como el propio cuerpo humano. Es tan difcil mor
tificar una pasin como cortarse una pierna o brazo. Pero
cuando Cristo y el creyente tienen juntos un banquete con el
man secreto del perdn y la paz, l puede pedir la cabeza de
la concupiscencia ms soberbia de todas, y recibirla con menos
dolor por parte del creyente del que Herodas sinti al exigir la
cabeza de Juan Bautista.
No hay otra llave como el amor para abrir el corazn.
Cuando el amor llama a la puerta y manifiesta la bondad, hay
poco temor de rechazo. Ester persuadi el corazn de su mari
do en contra de su enemigo Amn, mostrando su fuerte amor
por Asuero en el banquete. Dios demuestra su amor por el cris
tiano cada vez que lo invita al festn de su evangelio. Cierta
mente ese es el momento cuando triunfa con sus hijos para en
viar al maldito amalecita al cadalso; esto es, para hacer morir
la carne.
Despus de que las benditas palabras del perdn de Jess ca
yeran en el corazn apenado de Mara Magdalena, crees t
que alguien la habra persuadido a abandonar a su amor y
abrirle la puerta a alguno de sus antiguos amantes, volviendo a
la prostitucin? Escogera primero el martirio! Aquel amor
que hace al cristiano negarse una pasin le hace aceptar la cruz.
b) Esta paz capacita al cristiano para rechazar
los placeres carnales
El grado en que uno arda en deseo por los placeres mundanos,
ser el grado en que temblar de frustracin cuando Cristo le
[602]

El calzado espiritual del cristiano


exija que los abandone. Los placeres carnales debilitan al gue
rrero cristiano ms valiente hasta no poder enfrentarse al ene
migo.
La paz del evangelio insensibiliza el corazn cristiano a las
tentaciones mundanas, de forma que puede rechazar los bene
ficios ms tentadores que le ofrezca la carne. Pablo lo expres
de esta manera: Pero lejos est de m gloriarme, sino en la cruz
de nuestro Seor Jesucristo, por quien el mundo me es crucifi
cado a m, y yo al mundo (G. 6:14). Su corazn estaba muer
to para el mundo, y la cruz de Cristo era el arma que haba in
fligido una herida mortal a sus pasiones carnales.
Tiempo hubo cuando Pablo amaba al mundo como el que
ms. Pero cuando la misericordia de Dios perdon sus pecados
y lo recibi en favor y comunin consigo, abandon sus pasio
nes para dejar que el Rey y Seor celestial reinara con paz en
su alma.
Nadie puede desechar la sed de placeres carnales tan pron
to como aquel que acerca la boca a la fuente del amor de Dios
mismo. Una esposa amante puede olvidar a sus amigos y la ca
sa de su padre para seguir a su marido hasta el desierto o la cr
cel. Con cunta ms facilidad debera despedirse un cristiano
de la vida misma para seguir a Cristo, especialmente cuando el
Consolador derrama en l la dulce presencia del gozo en las si
tuaciones ms crticas?
7. La paz con Dios fomenta el don de la paciencia
El sufrimiento no es gravoso para un cristiano paciente. De he
cho, se ha dicho que la paciencia es la virtud que digiere la
afliccin y la convierte en alimento sano. Los estmagos dbi
les prefieren una dieta blanda, pero los fuertes nunca rechazan
lo que se les ponga delante; toda comida les es igual.
Algunas cosas son duras de digerir espiritualmente: la afren
ta, la crcel y la muerte, por nombrar algunas. Pues al venir
la afliccin o la persecucin por causa de la palabra, luego tro
pieza (Mt. 13:21). Normalmente esta clase de afliccin no cae
bien en el estmago de una persona de espritu dbil, sino que
le hace vomitar el alimento ms vital que debera esforzarse por
retener: su profesin de fe en Cristo.
[603]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Pero el humilde se alimenta de lo que le traiga la soberana


de Dios. Si se sirve la paz y prosperidad con el evangelio, da
gracias y disfruta de la abundancia mientras dure. Pero si Dios
las reemplaza con hierbas amargas de afliccin y persecucin,
no enferma de desesperacin por eso. Simplemente come ma
yor racin del evangelio, para pasar las hierbas amargas en
vueltas en consuelo divino.
El creyente que quiere ser siempre paciente, debe depender
de las consolaciones que fluyen de la paz del evangelio. Sera
imposible que los hijos de Dios soportaran las persecuciones de
hombres y demonios sin la dulce ayuda del amor de Dios en
Cristo brillando en su corazn con paz y gozo interiores. De
hecho, el apstol revela el secreto de la paciencia del cristiano,
su esperanza y gloria en la tribulacin: Porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espritu
Santo que nos fue dado (Ro. 5:5).
Por otra parte, el pecado hace intolerable el sufrimiento. Un
carro ligero pasa fcilmente por las marismas, pero el que va
muy cargado se hunde y se encalla. De la misma manera, la cul
pa sobrecarga el alma y la hunde en el sufrimiento. Pero cuan
do se quita esa culpa agobiante y Dios le habla de paz al alma,
la persona que antes se enfureca como un loco bajo la cruz, la
llevar sin un lamento. Vale la pena repetir aqu: La paz de
Dios [...] guardar vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jess (Fil. 4:7).

La paz y la paciencia del evangelio


1. Paciencia en la afliccin sin la paz del evangelio
A veces vemos a ciertas personas ajenas a este evangelio, e ig
norantes de Cristo nuestra Paz, que sin embargo permanecen
tranquilas bajo la afliccin. Si tuvieran idea de la gravedad de
su condicin espiritual, no mostraran ni rastro de paciencia,
al saber que Dios los echar finalmente en el Infierno si no se
arrepienten y creen. Cuando veo a alguno que corre descalzo
sobre piedras rugosas sin quejarse, no admiro su resistencia,
ms bien tengo lstima de l por haber endurecido sus pies,
llenos de callosidades muertas, de tal manera que ha perdido
[604]

El calzado espiritual del cristiano

toda sensibilidad y no siente el dolor que le seala un peligro


real.
De qu le sirve la medicina al muerto? Si uno no est con
vencido de su condicin crtica, aun el mayor esfuerzo por res
taurar su salud no servir de nada. Si la afliccin, la medicina
ms fuerte de todas, le deja insensible a su necesidad espiritual,
no queda mucha esperanza.
2. Puede haber paz del evangelio
sin paciencia en la afliccin?
Ya que el creyente tiene paz al conocer el amor de Dios en Cris
to que mora en l, puede someterse a cualquier sufrimiento que
Dios le permite pasar. Por eso debemos poner a prueba nuestra
paz y nuestro consuelo. Si no tienes fuerzas para sufrir por
Dios, sino que eliges un pecado a fin de evitar una cruz, tu paz
es falsa. Si solo posees una paz limitada bajo las aflicciones nor
males, si luchas para evitar que tu espritu murmure y tu cora
zn se hunda, tu fe en la promesa es muy dbil: Si fueres flo
jo en el da de trabajo, tu fuerza ser reducida (Pr. 24:10).

La sensibilidad de la conciencia cristiana


Mantn ntegra esta paz, y ella mantendr ntegro tu corazn
cuando el mundo se te venga abajo. Mientras la paz del evan
gelio gobierne tu corazn, estars a salvo de todo temor, ya sea
en la crcel o en la hoguera. Pero si dejas que resulte herida, tus
enemigos se echarn sobre ti como Simen y Lev sobre los
hombres de Siquem (cf. Gn. 34:25,26). Es triste entrar en el su
frimiento con una conciencia herida e infectada. Una espina pe
quea en el pie dificulta el andar por el camino ms llano; y la
conciencia culpable trae gran dolor a cualquier cristiano, espe
cialmente a aquel que sufre.
Si quieres asegurar que tu paz queda intacta, ponle una sal
vaguarda. Las flores ms bellas exigen mayores cuidados, y
mientras ms rico sea el tesoro, mejor lo guardamos. Segura
mente estars de acuerdo en que la preciosa paz de Dios vale lo
que sea por conservarla. El Salvador nos ense que los bienes
terrenales como la plata y el oro se pueden perder de dos ma[605]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

neras: por el robo o por el deterioro. Hay dos formas parecidas


en que el creyente puede perder la paz interior.
1. Los pecados presuntuosos son ladrones
que roban el consuelo
Cuando un creyente toma decisiones pecaminosas voluntaria
mente, pensando que puede luego consolar su conciencia dolo
rida con su condicin de perdonado y su herencia en Cristo,
hallar la puerta a la cmara de los consuelos divinos cerrada
a cal y canto. Cristo se habr apartado, llevndose las llaves.
Por su soberbia, inmundicia, y mundanalidad, la persona po
dr hasta clamar con gran llanto, como Mara cuando no en
contraba el cadver de Jess: Se han llevado a mi Seor, y no
s dnde le han puesto (Jn. 20:13).
Entonces, cudate de estos ladrones que son los pecados de
presuncin. Lmpara de Jehov es el espritu del hombre (Pr.
20:27). Ha encendido Dios tu lmpara, calentando tu espritu
con su amor? Si se permite a un ladrn infernal tocar esta lm
para, tu consuelo se apagar. Has cado en manos de pecados
de presuncin que te han robado la paz? No pierdas ms tiem
po; enva el arrepentimiento sincero tras ellos y levanta un fuer
te espritu de oracin y splica a Dios.
Ya he advertido que no hay tiempo que perder. Mientras
ms tiempo permanezcas en estos pecados sin arrepentirte, ms
te costar recuperar tu gozo y tu paz de sus manos. Pero has de
saber que en la medida en que te vuelvas humildemente a Dios,
l estar dispuesto a restaurarte el gozo de su salvacin y tu jus
ticia sobre los enemigos de tu alma por su gracia mortificante.
2. La negligencia es el xido que estropea
la fortaleza de la paz
Es imposible que el creyente negligente o infrecuente en su co
munin con Dios disfrute de paz y consuelo verdaderos duran
te mucho tiempo. Tal vez no ests derramando pecados de pre
suncin sobre tu gozo para apagarlo; bien, pero no eres digno
de alabanza, pues no avivarlo con el aceite de la comunin con
Dios basta para suprimir tu consuelo. Puedes matar tu propia
paz tanto por inanicin como clavndole un pual.
[606]

Tomo III
Las diversas piezas de
LA ARMADURA DE DlOS
(continuacin)

Captulo 9

Octava consideracin:
El escudo espiritual del creyente
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podis apagar
todos los dardos de fuego del maligno (Ef. 6:16).

a cuarta pieza de la armadura cristiana se presenta en es


te versculo: el escudo de la fe. Esta es una virtud de vir
tudes. Es como el corazn en medio del cuerpo, o como Da
vid cuando Samuel lo ungi en medio de sus hermanos (1
S. 16:13). El apstol, al hablar de esta virtud, la unge por en
cima de sus compaeras: Sobre todo, tomad el escudo de la
fe.

La fe que el apstol alaba


Descubrimos la clase de fe que el apstol alababa al conside
rar el fin para el cual se prescribe la misma: capacitar al cre
yente para apagar todos los dardos de fuego del maligno;
esto es, del diablo. Consideremos las diversas clases de fe. En
tre ellas debe figurar la fe que capacita al cristiano para de
fenderse de los ataques de Satans.
La fe histrica no servir. Esta clase de fe, lejos de apagar
todos los dardos de fuego de Satans, es la que tiene Satans
mismo: Tambin los demonios creen (Stg. 2:19).
La fe temporal tampoco servir. Ms que apagar los dar
dos de fuego de Satans, es apagada por ellos. Exhibe un
buen fuego de profesin externa y aguanta por algn tiempo
(cf. Mt. 13:21), pero pronto desaparece.
La fe milagrosa se queda tan corta como las otras. La fe
milagrosa de Judas, al igual que a los otros apstoles, lo ca
pacit para expulsar demonios de otras personas, pero lo de
j posedo por los demonios de la codicia, la hipocresa y la
[609]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

traicin. Una legin de concupiscencias le despearon deses


perado al abismo sin fondo de la perdicin.
Solo queda una clase de fe: la fe justificadora. Esta es una
virtud que hace al que la posee vencedor del diablo. Satans no
tiene tanta ventaja sobre el cristiano por la superioridad de su
capacidad natural, como tiene el cristiano sobre l por esta ar
ma de la fe. El apstol est tan seguro de ello que otorga la vic
toria al cristiano antes de terminarse la batalla: Habis venci
do al maligno (1 Jn. 2:13). Es decir: vencers tan ciertamente
como si ya estuvieras montado en el carro triunfal en el Cielo.
El caballero vencer al gigante; el santo vencer a Satans. El
mismo apstol nos cuenta como ocurre esto: Esta es la victo
ria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn. 5:4).

La naturaleza de la fe justificadora
La fe justificadora no es un mero asentimiento a las verdades
del evangelio. Judas conoca las Escrituras, y sin duda asenta a
su verdad cuando era un celoso predicador del evangelio; pero
nunca tuvo ni un pice de fe justificadora en su alma: Pero
hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jess saba des
de el principio quines eran los que no crean, y quin le haba
de entregar (Jn. 6:64).
Aun el maestro de Judas, el diablo mismo (lejos, supongo,
de ostentar una fe justificadora) asiente a la verdad de la Pala
bra. Va en contra de su conciencia al negarla. Cuando tent a
Cristo, no disput en contra las Escrituras sino a partir de ellas,
sacando sus flechas de la misma aljaba (cf. Mt. 4:6). En otra
ocasin confiesa tan plenamente la soberana de Cristo como
Pedro (cf. Mt. 8:29; 16:17). El asentimiento a la verdad de la
Palabra es un mero acto intelectual que pueden hacer los re
beldes y los demonios. Pero la esencia de la fe justificadora es
t tanto en el intelecto como en la voluntad; por tanto, se hace
referencia a ella como a creer con el corazn (Ro. 10:10).
Felipe dijo: Si crees de todo corazn, bien puedes (Hch.
8:37). Esta fe abarca todas las potencias del alma.
Hay un doble objetivo en la promesa, relacionado con en el
intelecto y con la voluntad. Como la promesa es verdad, exige
[610]

El escudo espiritual del creyente

un acto de asentimiento del intelecto; y como es tan buena co


mo verdadera, exige un acto de la voluntad para abrazarla. Por
tanto, la persona que conoce la verdad de la promesa solo in
telectualmente, sin aferrarse a ella, no cree para salvacin: no
recibe ms provecho de la promesa que aquel que sabe que la
comida alimenta, pero se niega a comer.
La fe justificadora no es lo mismo que la seguridad de la sal
vacin. De serlo, Juan podra haberse ahorrado las molestias de
escribir: Os he escrito a vosotros que creis en el nombre del
Hijo de Dios, para que sepis que tenis vida eterna (1 Jn.
5:13). Y sus lectores bien podran haber dicho: Ya lo hace
mos. No es fe el creer que estamos entre los perdonados por
Cristo, y que seremos salvos por l?. Pero esto no puede ser
as. Si la fe fuera seguridad de la salvacin, entonces los peca
dos de una persona seran perdonados antes de que creyera,
pues ciertamente tenemos que ser perdonados para poder saber
que lo hemos sido. Hay que encender la vela con anterioridad
a poder ver que est encendida. El objeto ha de ser anterior al
acto.
La seguridad de salvacin no es la fe en s, sino el fruto de
la fe. La seguridad est en la fe como la flor en la raz. Con el
tiempo, la fe, despus de mucha comunin con Dios, conoci
miento de la Palabra y experiencia del compaerismo divino
con el alma, se convierte en seguridad. As como la raz vive re
almente antes de que brote la flor, y sigue viva despus de que
caigan los bellos ptalos de esta, la verdadera fe justificadora
vive antes de que llegue la seguridad y sigue viva despus de su
desaparicin. La seguridad es como el girasol, que se abre de
da y se cierra por la noche. Pero la fe es una planta que crece
a la sombra, una virtud que encuentra el camino al Cielo en
una noche oscura: Anda en tinieblas; y aun as [confa] en
el nombre de Jehov (Is. 50:10).
Para decirlo en trminos positivos, la fe justificadora es
aquel acto del alma por el cual se descansa en el Cristo crucifi
cado para recibir perdn y vida, y se confa en la garanta de
esa promesa. El objeto de la fe justificadora es toda la verdad
de Dios: tiene que ver con la totalidad de la Palabra y asiente
firmemente a ella; pero en su acto justificante, elige al Cristo
[611]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

crucificado como objeto. La seguridad dice: Creo que mis pe


cados son perdonados por medio de Cristo. El lenguaje de la
fe es: Creo en Cristo para el perdn de mis pecados. La Pa
labra de Dios dirige nuestra fe a Cristo y la acaba en l; por tan
to, se hace referencia a dicha fe como a un venir a Cristo
(Mt. 11:28), recibirle (Jn. 1:12) o creer en l (Jn. 17:20).
La promesa es solo el plato en que se sirve a Cristo, verda
dero alimento del alma; y si la fe echa mano de esa promesa, es
como el que acerca el plato para comer. La promesa es el ani
llo de matrimonio en el dedo de la fe: no estamos casados con
el anillo, sino unidos a Cristo por medio de l. Pablo dice: Por
que todas las promesas de Dios son en l S, y en l Amn (2
Co. 1:20). Tienen su excelencia de l y su eficacia en l; quiero
decir en la unin de una persona con l. Huir con una prome
sa y no unirse con Cristo y por fe hacerse uno en l, es como
aquel que arranca una rama del rbol con la idea de que d fru
ta sobre la estantera. Las promesas, separadas de Cristo, son
ramas muertas. Pero cuando el alma se une por la fe con l, en
tonces participa de toda su vida y cada promesa rinde su dul
zura.
Cuando decimos que Cristo es el objeto principal de la fe,
nos referimos al Cristo crucificado. No a Cristo en toda su ex
celencia personal, porque como tal es el objeto de nuestro amor
en lugar de nuestra fe, sino a aquel sangrando bajo la mano de
la justicia divina para expiar por mandato de Dios los pecados
del mundo. Igual que la criada observa la mano de su seora
para recibir direccin, as el ojo de la fe mira cmo Dios se re
vela en su Palabra; y adonde esta dirige al alma, all va la mis
ma. En la Palabra, la fe encuentra a Dios listo para salvar a los
pecadores, y se aferra a Cristo que obra y consigue esta salva
cin. Entonces la fe opta por apoyar su confianza en aquel
Hombre divino a quien Dios confi su obra.
Tambin la fe observa cmo hizo Cristo esta gran obra re
dentora, y cmo la promesa nos lo presenta para que lo apli
quemos a nuestro perdn y salvacin. La fe descubre que, al
derramar su sangre, l pag a la justicia divina todo el precio
por el pecado. Todos los actos anteriores de su humillacin fue
ron la preparacin para este. Naci para morir; fue enviado al
[612]

El escudo espiritual del creyente

mundo como cordero sacrificial, atado con las cuerdas de un


decreto irreversible. Cuando Cristo mismo vino al mundo,
comprendi que este era su cometido: Por lo cual, entrando en
el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me prepa
raste cuerpo (He. 10:5). Cristo fue el sacrificio de expiacin.
Sin esto, toda su obra sera en vano. No hay redencin sino por
la sangre de Jess: En quien tenemos redencin por su sangre,
el perdn de pecados (Ef. 1:7).
Igual que la redencin es imposible sin la sangre de Jesu
cristo, tampoco la Iglesia puede existir sin ella: La iglesia del
Seor, la cual l gan por su propia sangre (Hch. 20:28). La
Iglesia sale del costado de Jesucristo moribundo, como Eva sa
li del cuerpo de Adn. Cristo no redimi y salv al hombre
sentado en majestad en su trono celestial, sino clavado en la
vergonzosa cruz, bajo la mano atormentadora de la furia hu
mana y la ira divina. Por tanto, aquel que desee el perdn de
sus pecados debe poner su fe no solo en Cristo, sino en el Cris
to sangrante: A quien Dios puso como propiciacin por me
dio de la fe en su sangre (Ro. 3:25).
As, pues, la fe se hace activa cuando descansa en Cristo cru
cificado para recibir perdn y vida. Hay muchos actos del al
ma que deben preceder a este, porque nadie podr nunca ejer
cer de verdad la fe a no ser que tenga primero conocimiento de
Cristo y dependa de su autoridad. Solo entonces podr decir:
Porque yo s a quin he credo (2 Ti. 1:12). La mayora des
confa de un desconocido. Abraham no saba adonde iba, pe
ro saba Quin le acompaaba! Dios obr en Abraham para
ensearle a conocerlo en su gloria, su identidad; para que su hi
jo pudiera depender de su palabra, asintiendo a su verdad por
dura, improbable e imposible que pareciera: Yo soy el Dios
Todopoderoso; anda delante de m y s perfecto (Gn. 17:1).
Dios quiso tambin que Abraham reconociera su propio va
co e incapacidad, y quiere que nosotros comprendamos lo que
merecemos: el Infierno y la condenacin. Pero tambin quiere
que reconozcamos nuestra propia impotencia y lo poco o nada
que podemos contribuir a nuestra propia reconciliacin. Re
no estos conceptos, porque el uno lleva al otro. Nuestro senti
do de impotencia surge del profundo temor que experimenta[613]

El cristiano con toda la armadura de D ios


mos al ver la plenitud de Dios y nuestra propia insuficiencia.
Nunca se encuentran la confianza y la humillacin unidas en la
misma persona. La conciencia no puede estar llena de convic
cin del pecado y, al mismo tiempo, el corazn estarlo de so
berbia. Dos cosas son necesarias para la fe: la conviccin de pe
cado, como el dolor de la herida que le hace buscar la medici
na para curarla; y el sentido de impotencia e insuficiencia, que
le hace volverse a Cristo para la cura. No saldramos a pedir
aquello que ya tuvisemos en casa.
Sin embargo, no son estos preliminares, sino el recibir a
Cristo y descansar en l, lo que constituye el acto de fe al que
se promete la justificacin: El que en l cree, no es condena
do; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
credo en el nombre del unignito Hijo de Dios (Jn. 3:18). No
todo aquel que asiente a la verdad de lo que dice la Biblia acer
ca de Cristo, cree en l. Esta fe en Cristo implica una unin del
alma con l y la confianza que descansa en l. Por tanto, se nos
manda aferrarnos a Cristo: O forzar alguien mi fortaleza?
Haga conmigo paz; s, haga paz conmigo (Is. 27:5). Tambin
se llama a Cristo el brazo de Dios: lo que salva al que se es
t ahogando no es el ver un brazo extendido sobre las aguas,
sino el aferrarse a l.
Otra leccin que Abraham tuvo que aprender fue la de la
absoluta seguridad y fiabilidad del pacto que Dios haba hecho
con l. No se puede comprender que Dios tenga una deuda
con una de sus criaturas, a no ser por su promesa. Los hombres
pueden convertirse en deudores sin mediar promesa alguna. Un
padre es deudor para con su hijo, pues le debe amor, cuidado y
provisin, y el hijo es deudor para con su padre, ya que le de
be honra y obediencia, y esto aunque no se hayan prometido
nada el uno al otro. Cunto ms ser deudora la criatura pa
ra con Dios! Se debe a s misma, y todo lo que tiene, a Dios su
Creador, aunque no cuente con la gracia de hacer estas prome
sas y pactos voluntariamente con Dios. Pero el gran Dios es un
Soberano tan absoluto que nadie sino l puede hacer una ley
que le obligue. Hasta que l tenga a bien efectuar un acto de
gracia por voluntad propia, de dar tal o cual cosa buena a sus
pobres criaturas, nadie puede reclamar la menor misericordia
[614]

El escudo espiritual del creyente

de sus manos. Por tanto, hay dos requisitos que debemos cum
plir para poder creer: primero, hemos de buscar una promesa
para nuestra fe, y la autoridad que nos haga esperar tal miseri
cordia de las manos de Dios; segundo, cuando hayamos en
contrado la promesa y observado sus trminos, no hemos de es
perar mayor aliento, sino poner por obra nuestra fe en funcin
de la promesa en s.
Hemos de buscar la promesa y observar sus trminos. Creer
sin que haya promesa, o creer una promesa sin cumplir sus
condiciones, sera presuncin. Un prncipe tiene tanta razn de
enfadarse con alguien que no obedece sus rdenes, como con
aquel que acta sin recibirlas. Muchos que atrevidamente se
apoyan en el brazo de Dios para el perdn y la salvacin, nun
ca tienen en cuenta que la promesa que les presenta a Cristo co
mo apoyo y Salvador, tambin lo presenta para que se le exal
te como Seor! Los israelitas rebeldes se atrevieron a utilizar a
Dios y sus promesas para sus propios fines: Porque de la san
ta ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confan (Is. 48:2).
Eran ms atrevidos que bien recibidos. Dios rechaz la con
fianza de ellos y abomin su descaro. Aunque un prncipe no
titubee al tomar en sus brazos a un pobre herido, dbil y des
angrado, en lugar de dejarlo morir en la calle, rechazara la
misma peticin de un borracho sucio y tambaleante. El alma
humilde que se duele por sus pecados a las puertas del Infierno
ser acogida por Dios cuando acuda con el aliento de la pro
mesa para apoyarse en Cristo. Pero el desgraciado profano que
corre a Cristo por sus propios mritos, ser rechazado por el
Dios Santo por abusar de sus promesas.
Cuando un pobre pecador halla una promesa y observa sus
trminos con un corazn dispuesto a cumplirlos, debe emple
arse en un acto de fe confiando en la promesa desnuda, sin bus
car ms aliento que ese. El anciano Jacob no crey a sus hijos
cuando le contaron que Jos an viva y gobernaba todo Egip
to. Esa noticia era demasiado buena y grande para que la cre
yera, por tanto tiempo como llevaba considerndolo muerto:
Y el corazn de Jacob se afligi, porque no los crea (Gn.
45:26). Pero cuando vio los carros que Jos haba enviado pa
ra trasladarlo, entonces su espritu revivi (v. 27). De forma
[615]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

parecida, la promesa le dice al pecador humilde que Cristo vi


ve y gobierna el Cielo mismo, con todo poder, all y en la tie
rra, para dar vida eterna a todos los que creen en l. Por tanto,
se anima al pecador a descansar en Cristo y en la promesa; pe
ro su corazn desmaya y no cree: insiste en ver los carros, al
guna expresin tangible del amor de Dios. Si supiera que es
amado de Dios, entonces creera. El Seor tiene pocos motivos
de complacerse en l mientras tanto, por dejar en suspenso su
fe hasta obtener pruebas tangibles.

Por qu la fe se compara con un escudo


El apstol compara la fe con un escudo por el doble parecido
entre este don y esa pieza de la armadura. La primera semejan
za es que el escudo, a diferencia de las otras piezas, no es para
defensa de una sola parte del cuerpo. El yelmo est hecho para
la cabeza, y la coraza diseada para el torso, pero el escudo se
entiende para defensa del cuerpo entero. Por tanto, se haca
muy grande y se le llamaba la puerta, ya que era tan largo y
ancho que cubra todo el cuerpo. El Salmista alude a este sig
nificado cuando dice: Porque t, oh Jehov, bendecirs al jus
to; como con un escudo lo rodears de tu favor (Sal. 5:12). Si
el escudo no bastaba para cubrir todo el cuerpo a la vez, el sol
dado hbil lo mova de un lado a otro, para detener la espada
o las flechas de donde vinieran. Esta semejanza nos recuerda la
importancia de la fe en la vida cristiana: defiende al hombre en
tero y preserva cada parte del creyente.
A veces la tentacin se dirige contra la cabeza, o el razona
miento del cristiano. Satans disputa la verdad, y si puede ha
r que el creyente cuestione la validez de la fe solo porque su
entendimiento no la abarca. A veces prevalece en ello, borran
do la creencia de la persona en la divinidad de Cristo y en otras
grandes y profundas verdades del. evangelio. Pero la fe se colo
ca entre el creyente y ese dardo, acudiendo en defensa del dbil
entendimiento del cristiano.
Abraham no se debilit en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto (Ro. 4:19). Si el razonamiento se
llevaba la palma en este asunto, si aquel santo varn hubiera
[616]

El escudo espiritual del creyente

puesto a prueba la promesa por los sentidos y la razn, habra


estado en peligro de cuestionar su veracidad, aun siendo Dios
mismo el mensajero. Pero la fe lo sac de la prueba. El creyen
te dice: Confiar en la Palabra de Dios, y no en mi ciego ra
zonamiento.
El tentador tambin puede asaltar la conciencia. A menudo
Satans dispara sus dardos de terror contra ella. Pero la fe pue
de aguantar el golpe: Hubiera yo desmayado, si no creyese,
dijo David (Sal. 27:13). Cuando se presentaron contra l testi
gos falsos con palabras crueles, la fe fue su mejor defensa con
tra las acusaciones humanas. Tambin lo es contra los cargos
que presenta Satans, y aun la conciencia misma.
No hay nadie ms desgraciado que aquel carcelero filipense.
Lo nico que evit que se suicidara fue la fuerte determinacin
de los presos. Al verlo caer a los pies de Pablo y Silas pregun
tado: Seores, qu debo hacer para ser salvo? (Hch. 16:30),
quin hubiera pensado que aquella profunda herida de su con
ciencia se sanara tan pronto. El terremoto de terror que haba
sacudido su conciencia se calm, y su temblor se volvi regoci
jo. Obsrvese la causa de esta bendita calma: Cree en el Seor
Jesucristo, y sers salvo [...], y se regocij con toda su casa de
haber credo a Dios (vv. 31,34). La fe calm la tempestad le
vantada por el pecado. La fe cambi su lamento en gozo y ale
gra.
Y si la tentacin se dirige contra la voluntad? Algunos
mandamientos no se pueden obedecer sin abnegacin, porque
nos llevan la contraria en circunstancias donde la voluntad de
sea con vehemencia gobernar. Por tanto, hay que negar la vo
luntad propia antes de poder ejecutar la de Dios. Una tentacin
se hace muy fuerte cuando va con la corriente de la voluntad
humana. Satans te dir: Qu, no sirves a un Dios que te fas
tidia en todo?. Parece que Dios siempre te pide que rindas
aquello que ms amas. Ningn cordero de todo el redil serva
para el sacrificio, solo Isaac, el nico hijo de Abraham.
Dios no se content hasta que Abraham fue a servirle a un
pas de destierro. Satans se burlaba: Ceders a condiciones
tan duras?. La fe es el don que sirve admirablemente al alma
durante tales crisis. Puede acallar el tumulto que la tentacin re[617]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mueve en el alma, y finalmente desechar todo pensamiento de


rebelda. Adems, la fe puede mantener tan dulcemente la paz
del Rey de los cielos en el corazn del cristiano, que cuando lle
gue tal tentacin, no encontrar acogida: Por la fe Abraham
[...] obedeci [...], y sali sin saber a dnde iba (He. 11:8). No
leemos que mirara ni una vez hacia su tierra natal con nostalgia,
ya que la fe le satisfizo.
Fue duro para Moiss despojarse del manto de juez y dejar
que otro asumiera ese puesto cosechando el honor de plantar la
bandera de Israel en Canan, despus de todo el esfuerzo que l
haba hecho por llevarlos hasta all. Pero la fe lo dispuso: vio
mejores mantos en el Cielo que los que tuvo que dejar aqu en
la tierra. El lugar ms bajo en la gloria es sin duda mucho ms
alto que el mayor puesto en la tierra. Para Moiss, estar ante el
Trono y ministrar a Dios en el Cielo era ms deseable que un
trono terrenal y el homenaje del mundo.
El segundo parecido entre la fe y el escudo es este: el escudo
no solo protege el cuerpo entero, sino tambin el resto de la ar
madura. Defiende de las flechas el yelmo adems de la cabeza,
y el pecho con su coraza. Entonces, la fe es una armadura sobre
la armadura, una virtud que preserva a las dems.

El significado de la expresin sobre todo


Hay varias ideas entre los intrpretes acerca del significado de
esta frase. Jernimo la entiende as: En todo deber, empresa,
tentacin o afliccin, en toda actividad o sufrimiento, toma la
fe. La fe para el cristiano es como el fuego para el qumico; no
se puede hacer nada en el nombre de Cristo sin ella: Pero sin
fe es imposible agradar a Dios (He. 11:6). Cmo podr el
cristiano agradarse a s mismo si no agrada a Dios? Otros in
terpretan el pasaje como: Sobre todo, toma el escudo de la fe
para cubrir todas tus virtudes. Cada virtud deriva su seguri
dad de la fe; cada una de ellas est segura bajo la sombra de la
fe, como un ejrcito se encuentra protegido en un fuerte casti
llo con caones. Pero seguir la traduccin que me parece ms
completa: Sobre todo, toma; esto es, entre todas las piezas de
armadura que llevas para tu defensa, que sea esta la que desees
[618]

El escudo espiritual del creyente

conseguir con mayor persistencia, y una vez conseguida, gur


dala con el mayor cuidado. Entonces, vemos que el apstol
comparaba la fe con el escudo porque quera darle gran pree
minencia.
Antiguamente el soldado atesoraba su escudo por encima de
toda la armadura. Era ms vergonzoso perder el escudo que per
der la batalla; por tanto, no lo dejaba ni aun estando bajo los
pies del enemigo, sino que le era honroso morir con el escudo en
la mano. Esto era lo que una madre encomendaba a su hijo que
parta a la guerra: Trae tu escudo de vuelta contigo, o que te
traigan de regreso sobre l. Prefera ver a su hijo muerto con
su escudo que vivo sin l.
El apstol aade a la fe otro noble efecto. Nos manda tomar
el cinturn de la verdad, la coraza de la justicia, etc., pero no es
pecifica la funcin de cada pieza. Sin embargo, al hablar de la
fe, Pablo le adscribe toda la victoria: la misma apaga todos los
dardos de fuego del maligno. Por qu es as? Son intiles las
dems virtudes, y es la fe la que lo hace todo? En tal caso, por
qu armarse de alguna otra pieza?
Cada pieza tiene su uso vital en la guerra cristiana. Ninguna
parte se puede obviar en el da de la batalla. Pero la razn de
que no se atribuya un efecto particular a cada pieza, sino que to
do se adscriba a la fe, es para que sepamos que estas virtudes (su
poder y el beneficio que sacamos de ellas) deben actuar en con
juncin con aquella.
Est claro que es el designio del Espritu de Dios dar prece
dencia a la fe sobre todas las virtudes que se nos confan. Pero
cuidado! No te vuelvas indiferente ni descuidado en cuanto a las
dems virtudes porque te emociona ms conseguir y guardar la
fe. Podemos advertir a un soldado contra las heridas en el co
razn, y dejar que olvide protegerse la cabeza? Verdaderamen
te, se merecera que le hirieran para curarse de tal simpleza.
L LA PREEMINENCIA DE LA FE SOBRE
LAS DEMS VIRTUDES
De todas las virtudes la fe es la ms importante. El cristiano de
be luchar por mantenerla por su peculiar preeminencia. Es en[619]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tre las dems como el sol entre los planetas, o como la mujer
virtuosa de Salomn entre las dems jvenes.
En un pasaje de la Escritura el apstol da la precedencia al
amor y pone la fe en un nivel inferior: Y ahora permanecen la
fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es
el amor (1 Co. 13:13). En este caso, el que Pablo anteponga
el amor a la fe seala hacia el hogar celestial del creyente, en
donde permanece el amor y la fe desaparece. En ese aspecto el
amor es mayor, por ser el fin de nuestra fe. Vemos mediante la
fe para disfrutar mediante el amor.
Antes de que el cristiano pueda disfrutar de los galardones
del Cielo, debe vivir en un estado espiritualmente militante
aqu en la tierra. Desde esta perspectiva prctica, el amor debe
ceder ante la fe. Es verdad que el amor es la virtud que triun
far en el Cielo; pero la fe, no el amor, es la virtud que sale ven
cedora en la tierra: Esta es la victoria que ha vencido al mun
do, nuestra fe (1 Jn. 5:4).
Ciertamente, el amor tambin tiene su lugar en la batalla, y
lucha con valor, pero se mueve bajo la direccin de su jefe, la
fe: La fe que obra por el amor (G. 5:6). Como el capitn lu
cha por medio de los soldados que manda, la fe obra mediante
el amor que despierta. El amor es la virtud que en ltima ins
tancia posee la herencia, pero la fe le otorga al cristiano el de
recho a la misma. Sin la fe nunca podra disfrutarla.
El amor es la virtud que une a Dios y los santos glorificados
en el Cielo; pero la fe los une primero con Cristo mientras es
tn en la tierra: Para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones (Ef. 3:17). Si Cristo nunca habitara en ellos por la
fe en la tierra, ellos jams podran habitar con Dios en el Cie
lo.

La razn de esta preeminencia de la fe


Por qu tiene la fe esta preeminencia sobre las dems virtudes?
1. Dios busca la fe
Ninguna otra cosa demuestra la importancia que para nosotros
tienen las personas u objetos como la frecuencia con que pre[620]

El escudo espiritual del creyente


guntamos por ellos. Nos interesamos ms por los que ms ama
mos. Jos pregunt: Vuestro padre, el anciano que dijisteis,
lo pasa bien? Vive todava? (Gn. 43:27). Tambin le intere
saban los dems, pero por el gran afecto que senta por su pa
dre, quera saber acerca de l primero.
Ahora nos referiremos al gran inters que Dios demuestra
por la fe: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, hallar fe
en la tierra? (Lc. 18:8). Esto implica que la fe es la virtud que
l desea especialmente hallar en su pueblo.
Cristo ejemplifica la preeminencia de la fe al restaurarle la
vista a aquel ciego en Silo. Esta curacin enfureci tanto a los
maliciosos fariseos que excomulgaron al hombre solo por dar
gloria a su Mdico misericordioso. La presencia y ternura de
Jess le compens con creces por su marginacin. Para nuestro
propsito ahora, observemos las palabras de Cristo en su pri
mer encuentro con l: Crees t en el Hijo de Dios? (Jn.
9:35). Este hombre ya haba expresado cierto entusiasmo al rei
vindicar a Cristo y hablar bien de l ante sus peores enemigos
en la tierra. Pero lo que Cristo apreci ms que su lealtad fue
su fe, segn demuestra cuando le pregunta: Crees t?; como
si dijera: Todo este celo al hablar a mi favor, y tu paciencia en
el sufrimiento, no valen nada sin la fe.
En este encuentro de Jess con el ciego vemos que Dios tra
ta ms frecuentemente con su pueblo acerca de la fe: la fuerza
o la presencia de ella. Hasta cuando nos aflige, es para probar
nuestra fe (cf. 1 P. 1:7).
Las aflicciones son el azadn que Dios emplea para cavar en
el corazn de su pueblo en busca del oro de la fe. No es que no
busque tambin las dems virtudes; pero la fe es la ms precio
sa de todas. Aun cuando l tarda y parece apartar su mano an
tes de llegar con la misericordia prometida, es para poder es
cudriar nuestra fe.
Jess examin a fondo la fe de la cananea mientras esta lu
chaba por creer: Oh mujer, grande es tu fe; hgase contigo co
mo quieres (Mt. 15:28). Al responder a su peticin de cura
cin para su hija, Jess le dio la prueba de que tena fe y mu
cha ms misericordia de la esperada.

[621J

El cristiano con toda la armadura de Dios

2. El favor dado a la fe
Aun cuando otras virtudes trabajan juntamente con la fe en la
vida del cristiano, la fe recibe la corona suprema. No leemos
casi nada acerca de otro don excepto la fe en Hebreos 11: Por
la fe Abraham, por la fe Jacob, y por la fe el resto de
aquellos creyentes hicieron sus hazaas. En cada una de ellas
estuvieron presentes las dems virtudes junto con la fe, pero
aqu todas llevan el nombre de la fe. Cada soldado del ejrcito
lucha en la batalla, pero el honor de la victoria es para el gene
ral o el capitn.
La fe es el capitn de los dones. Todos los actos notables de
los creyentes se citan como logros obtenidos bajo su gobierno.
As dice Cristo del centurin: De cierto os digo, que ni aun en
Israel he hallado tanta fe (Mt. 8:10). Adems de la fe, en el
centurin haba otras virtudes eminentes, tales como el aprecio
por su siervo, al que cuidaba con tanto esmero como si fuera
su hijo.
La humildad del centurin se manifest primero en la acti
tud abnegada que expres: Seor, no soy digno de que entres
bajo mi techo (v. 8). Cuando consideramos la prominencia
militar de aquel hombre como comandante, su humildad des
taca an ms. El poder pocas veces es compaero de la humil
dad. Ciertamente el centurin era un hombre de carcter poco
comn que se humill al acercarse a Cristo; pero la fe destaca
por encima de la humildad como su mayor virtud. Cristo no di
jo: No he hallado tanta humildad, sino tanta fe Como si
dijera: Conozco la medida exacta de fe de todo creyente en Is
rael; pero no he hallado tal cantidad de ese tesoro celestial en
otro aparte del centurin.
Los tesoros ms valiosos del cristiano los sustenta la fe:
No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que se
an ricos en fe? (Stg. 2:5). Por qu dice Dios ricos en fe en
lugar de en paciencia, amor u otro don? Cuando un pecador re
clama el perdn del pecado, el favor de Dios y el Cielo mismo,
no es el amor ni la paciencia, sino solo la fe la que paga el pre
cio de todos esos beneficios. No es: Seor, perdname y sl
vame, y toma a cambio mi amor y paciencia; sino: He aqu
Cristo y el precio de su sangre, que la fe presenta para pagarlo
[622]

El escudo espiritual del creyente


todo. Entonces, esta idea nos lleva a una tercera razn acerca
de la preeminencia de la fe.

3. La importancia de nuestra justificacin


Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Seor Jesucristo (Ro. 5:1). No nos justifica
el amor, ni el arrepentimiento, ni la paciencia ni ninguna otra
virtud que la fe. Justificados por el arrepentimiento, justifi
cados por la paciencia, qu mal le suena esto al cristiano! En
su lugar, vemos que nos apropiamos de la justificacin por la
fe, excluyendo a las dems virtudes de este acto, aunque se in
cluyan y den por descontadas las mismas en la persona justifi
cada.
La tarea de Pablo era probar que la fe justifica sin obras. Pe
ro la fe que justifica no es esttica ni muerta, sino una fe viva
que obra, segn se observa en el captulo 2 de la Epstola de
Santiago. De la misma manera que Dios destac a Cristo de los
dems para ser el nico mediador entre s mismo y el hombre,
y su justicia como la causa digna de nuestra justificacin, ha
destacado la fe de entre las dems virtudes como instrumento
para que nos apropiemos esta justicia de Cristo. A dicha justi
cia se la llama la justicia de Dios en oposicin a nuestra
propia justicia, aunque Dios la obre en nosotros (cf. Ro.
10:3). Cristo la consigue para nosotros.
Tambin se la llama la justicia de la fe (Ro. 4:11,13). Por
qu la llama Dios as, y no la justicia del amor o del arrepenti
miento? Ciertamente, la fe misma no es nuestra justicia; si fue
ra as, seramos justificados por obras y por fe. Seramos justi
ficados por justicia propia; porque la fe sera una virtud inhe
rente en nosotros, y tan obra nuestra como otra virtud cual
quiera. Pero esto es contrario a la doctrina del apstol, en la
que contrasta claramente la fe y las obras. La Escritura expone
la justicia de la fe por esta sola razn: la fe es la nica virtud
que debe echar mano de Cristo, asegurndose as su justicia pa
ra nuestra justificacin.
Cristo y la fe son parientes inseparables. Cristo es el tesoro,
y la fe la mano que lo recibe. La justicia de Cristo es el manto,
y la fe la mano que lo viste. Es por su sangre, no por nuestra
[623]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

fe, que l paga nuestra deuda. Nuestra parte es recibir a Cristo


por la fe para que se haga nuestro. La justicia de Cristo es el
manto que cubre nuestra desnudez y nos hace hermosos ante
Dios; la fe tiene el honor de colocarnos el manto.
Dios bendijo a Moiss por encima de los otros israelitas al
llamarlo al monte para recibir la ley de su boca, mientras los
dems tuvieron que esperar a que l se la llevara. De igual ma
nera, Dios honra la fe como virtud por la cual comunica el glo
rioso privilegio de la justificacin. Pero por qu opta por la fe
en lugar de por otra virtud para completar este acto de justifi
cacin? Hay por lo menos dos razones...
Primera, ninguna virtud aparte de la fe es tan apta para es
te fin. Por qu ha designado Dios el ojo para ver en lugar del
odo? Por qu la mano en lugar del pie para asir los objetos?
Esto es fcil de responder: porque estos miembros son particu
larmente aptos para sus funciones. La fe tiene una aptitud pe
culiar para esta obra. Somos justificados, no al darle algo a
Dios, sino recibiendo de l lo que Cristo ya hizo por nosotros.
La fe es la nica virtud que recibe y, por tanto, la nica apta pa
ra la justificacin.
Segunda, no hay virtud a la cual Dios pudiera confiar su ho
nor con tanta seguridad como a la fe en la justificacin. El gran
designio de Dios al justificar a un pecador desamparado es
magnificar su generosa misericordia ante esa criatura.
Ya que Dios est decidido a que su misericordia reciba toda
la honra, protege al ser humano de cualquier pretensin de co
laboracin con l en cuanto a la justificacin. No hay nada co
mo la justificacin por la fe para asegurar y salvaguardar la
gloria de la libre gracia de Dios. Cuando el apstol habla de la
libre justificacin de un pecador ante Dios, demuestra cmo es
ta corta de raz todo pensamiento de autoexaltacin: Dnde,
pues, est la jactancia? Queda excluida. Por cul ley? Por la
de las obras? No, sino por la ley de la fe (Ro. 3:27).
A lo largo de la historia los reyes han guardado celosa
mente su propia reputacin y la de sus reinas en cuanto a la
pureza sexual. Han sido tan cautos en este aspecto que han
evitado las posibles acusaciones empleando eunucos para
atender a sus esposas. Por la misma naturaleza de la discapa[624]

El escudo espiritual del creyente


cidad del eunuco, se excluye toda sospecha. Dios es an ms
celoso de la gloria de su gracia, para que esta no sea violada
por el orgullo y la autoglorificacin; y a fin de defenderla de
tales abusos, ha elegido la fe, esta virtud emasculada, para
estar cerca de l y trabajar en la salvaguardia de la gloria de
su gracia.
La fe tiene dos manos: con una arranca su propia justicia
y la echa lejos, como David apart la armadura de Sal, y con
la otra se reviste de la justicia de Cristo para tapar las ver
genzas de su alma. Un erudito bblico dice:
Esto hace imposible concebir que la fe y las obras se unan en
la justificacin. La fe atribuye todo a la libre gracia de Dios,
pero las obras llaman la atencin sobre s mismas. La fe no
aspira ms que a ser instrumento del perdn gratuito; las
obras no pueden rebajarse, sino que insisten en que se las
considere como la fuente de la justificacin.

4. La influencia de la fe en las dems virtudes


El sol es glorioso porque da luz y calor a toda la tierra. La fe
es la virtud que Dios utiliza para bien del mundo espiritual,
en la nueva criatura, como el sol para el mundo fsico (G.
6:15). Igual que nada se oculta del calor del sol, ninguna vir
tud queda fuera del mbito de la influencia de la fe.
Cmo influye la fe en las dems virtudes

1. La fe da trabajo a las dems virtudes


La fe es como un rico mercader de lana que proporciona ma
terial a los tejedores. Cuando el mercader no tiene suminis
tros, los hiladores ya no pueden trabajar. As la fe entrega a
cada virtud lo que necesita para obrar.
Repasemos algunas virtudes como ejemplos de las dems.
El arrepentimiento es una dulce virtud, pero la fe debe hacer
la trabajar. El arrepentimiento de Nnive se considera funda
do en la fe: Y los hombres de Nnive creyeron a Dios, y pro
clamaron ayuno, y se vistieron de cilicio (Jon. 3:5). Su arre
pentimiento puede que no fuera ms que legalismo, pero va[625]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

la tanto como su fe. Si su fe hubiera sido mejor, su arrepen


timiento tambin habra sido de mayor calidad.
Igual que la luz hace que enfoquemos la vista sobre un ob
jeto, la fe revela el pecado en la conciencia. Los pensamientos
pronto surgen como nubes y forman una tormenta hasta llenar
el alma de negro terror y temblor por el pecado. Pero en ese
momento la persona est perdida y no puede adentrarse ms en
el arrepentimiento hasta que la fe enve mayor apoyo desde la
promesa del perdn. Cuando el pecador oye y cree la promesa,
el arrepentimiento puede continuar. Finalmente, la nube de te
rror que el temor de la ira haba formado en la conciencia se
desvanece en una suave lluvia.
El amor es otra virtud celestial, pero la fe consigue el com
bustible que lo hace arder. Arda siempre tu alma de amor por
Dios como lo hace ahora? Sin duda hubo un momento en que
tu alma estaba fra. No se encontraba en ella ni chispa de este
fuego. Cmo es que amas tanto a Dios ahora? Seguramente
has recibido buenas noticias del Cielo!
La fe es el nico mensajero que puede traer buenas noticias
del Cielo al corazn. Ella anuncia la promesa, abre los tesoros
de Cristo, y derrama su nombre para aumentar el amor en los
creyentes. Cuando la fe nos muestra el carcter de Cristo en la
Palabra, y nos presenta a este en toda su hermosura, nos senti
mos dulcemente atrados por l: Para vosotros, pues, los que
creis, l es precioso (1 P. 2:7).
No podemos dar de veras nuestro amor al Salvador hasta
verlo como l es. Si estuviramos junto a nuestro mejor amigo
en un cuarto oscuro, no le prestaramos ms atencin que a
cualquier desconocido. Pero si alguien nos susurrara que se tra
ta de aquel que puso su vida para salvar la nuestra, hacindo
nos luego herederos de todos sus bienes, no le mostraramos
respeto? Nuestro corazn latira enseguida con el anhelo de
demostrarle un gran afecto!
Mientras los ojos de la fe estn cerrados o dormidos, el cris
tiano puede estar muy cerca de Cristo, al calor de su divino cui
dado, sin experimentar efecto alguno. Pero cuando la fe lo ve y
revela la dulzura de su amor redentor, el creyente no puede me
nos que responder con amor personal.
[626]

El escudo espiritual del creyente

2. La fe ayuda a las dems virtudes


a recibir fuerza de Cristo
La fe no es solamente el instrumento para recibir la justicia de
Cristo para nuestra justificacin, sino tambin el gran instru
mento para obtener su gracia para la santificacin: Porque de
su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia (Jn. 1:16).
Hay que recibir esta plenitud por la fe. La fe que une el alma
con Cristo es como un conducto en la boca de una fuente, que
lleva el agua a varias casas para su distribucin a todos los ve
cinos. Jess dijo acerca del creyente: De su interior corrern
ros de agua viva (Jn. 7:38).
El Salvador ofreci a sus discpulos una leccin muy dura
cuando les ense a avivar el amor para perdonar al hermano
siete veces en un da (Lc. 17:4, NVI). Ya que sus seguidores
se dieron cuenta enseguida de que les sera casi imposible obe
decer esta enseanza, le pidieron al Seor que les aumentara la
fe. Por qu no dijeron: Aumenta nuestro amor? Si tuvieran
ms fe en Cristo, tambin podran amar ms al hermano.
Mientras ms creyeran en Jess por el perdn de sus propios
pecados (setenta veces en un da) ms fcilmente seran capaces
de perdonar a su hermano que pecara contra ellos siete veces
en un da.
Obsrvese cmo respondi Cristo a la oracin de sus disc
pulos que pedan ms fe: Si tuviereis fe como un grano de
mostaza, diris a este monte: Psate de aqu all, y se pasar
(Mt. 17:20). Es como si dijera: Habis encontrado la clave de
un espritu perdonador: es la fe lo que os ayudar a vencer la
dureza de vuestros corazones. Aunque esta se halle tan arrai
gada como ese monte en la tierra, vuestra fe la podr mover.

3. La fe defiende al cristiano en el ejercicio


de todas las virtudes
T por la fe ests en pie (Ro. 11:20). Un soldado aguanta ba
jo la proteccin de su escudo y cumple aun cuando el enemigo
dispare para ahuyentarlo. Si la fe le fallara, toda virtud le aban
donara. La paciencia de Job result herida cuando su mano se
cans de sostener el escudo de la fe como defensa.
Ninguna virtud est a salvo si se sale de la proteccin que le
[627]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

brindan las alas de la fe. En el momento que el celo de Pedro


sobrepas su fe, Cristo evit que cayera de toda virtud dicindole: Yo he rogado por ti, que tu fe no falte (Lc. 22:32). La
fe de Pedro fue la reserva que el Salvador guard bien para que
se pudieran recuperar las otras virtudes del apstol cuando el
enemigo lo derribara, y para librarle, magullado y quebranta
do, de aquel choque violento.
Cristo no pudo hacer muchos milagros por sus propios pai
sanos a causa de la incredulidad de ellos (Mt. 13:58). Por
otra parte, Satans no puede lesionar gravemente al creyente si
la fe est en su sitio. Es verdad que el diablo busca hbilmente
combatir la fe por encima de todo, por ser esta la virtud que le
impide conquistar las dems. Aunque un santo sea humilde,
paciente y devoto, Satans puede fcilmente abrir una brecha
en estas virtudes y entrar, si la fe no cubre por completo cada
pieza de la armadura. El propsito de Dios es siempre nuestra
mejor defensa: l hace que la fe sea la virtud que pone en fuga
a Satans.

4. Solo la fe gana aceptacin ante Dios para todas


las virtudes y sus obras
Ni siquiera el cristiano obediente que trabaja duramente todo
el da espera llevar sus logros a casa por la noche y hallar la
aceptacin de Dios por sus esfuerzos humanos. Solo por la fe
los puede presentar mediante Cristo a Dios. Nosotros ofrece
mos sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Je
sucristo (1P. 2:5); esto es, por la fe en Cristo. La fe puede pre
valecer de tal manera con Dios que l acepte aun los pedazos
rotos del menor esfuerzo humano de mano de ella; pero no
aceptar nada que no venga de la mano de la fe.

5. La fe proporciona ayuda cuando


fallan las dems virtudes
Hay dos maneras como las virtudes del cristiano pueden fallar:
en su actividad y en su demostracin.
A veces las diversas virtudes funcionan con tal fuerza ven
cedora que el cristiano rompe las cadenas de la tentacin como
Sansn parti las cuerdas de lino; otras veces, el santo sigue
[628]

El escudo espiritual del creyente


preso porque no puede ni empezar a sacudrselas. La fe forta
lece al cristiano especialmente en la debilidad. Igual que Jos
atrajo a s mismo a sus hermanos y los aliment de sus alma
cenes durante el hambre, la fe sustenta al cristiano cuando su
suministro de virtud parece agotarse.
En la necesidad, el cristiano puede reclamar la plenitud de la
gracia de Cristo como algo suyo. Su fe pregunta: Por qu te
abates por la debilidad de tu virtud? Toda plenitud est en Cris
to, y hay bastante en l para suplir tu vaco. Igual que las nu
bes no llevan lluvia para su propio bien sino para el beneficio
de la tierra, Cristo nos ofrece a nosotros la plenitud de su gra
cia: Mas por l estis vosotros en Cristo Jess, el cual nos ha
sido hecho por Dios sabidura, justificacin, santificacin y re
dencin (1 Co. 1:30).
La fe tambin apoya al cristiano aplicando a su caso las pro
mesas para la perseverancia en la gracia. Aunque un enfermo
est dbil y desamparado, se consuela cuando el mdico le dice
que no morir. La debilidad de la virtud es triste, pero ms lo
es el temor a apartarse del camino. La fe, y solo la fe, es el men
sajero que trae al alma la buena noticia de que puede perseve
rar.
En esta cuestin de la perseverancia, el sentido comn y la
razn se ven superados. Les parece imposible que semejante ca
a cascada soporte los vientos contrarios del Infierno. Ya que
esta parece tan rebasada por el poder y la poltica de Satans,
creen que lo razonable es concederle la victoria al lado ms
fuerte. Pero cuando la fe ve sntomas de muerte en las virtudes
del creyente, halla vida en la promesa y consuela al alma. Nues
tro Dios es fiel y no dejar que su favor se corrompa; l se en
carga de proteger la vida eterna de sus santos.
Cuando el creyente consulta a su fe y le pregunta si su dbil
virtud fallar o aguantar, la respuesta de la fe es: Tu dbil vir
tud muy bien podra morir y apartarse, pero el Seor me ha
mostrado que vivir y perseverar. Por su propia debilidad y
la mutabilidad de la naturaleza humana, la virtud del cristiano
podra ciertamente morir, pero Dios le ha mostrado a la fe en
la promesa que se recuperar hasta de la peor enfermedad.
Cuando hemos de admitir que nuestra virtud dista mucho
[629]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

de ser suficiente, Dios enva su Palabra para alentarnos. Escu


cha las ltimas palabras de David en cuanto a su casa:
No es as mi casa para con Dios; sin embargo, l ha hecho con
migo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y ser guar
dado, aunque todava no haga l florecer toda mi salvacin y
mi deseo (2 S. 23:5).
Vio el pacto eterno que Dios haba hecho con l como equi
valente a toda su salvacin, aunque no viera la solucin de su
problema en ese momento.
Este pacto perpetuo preserva nuestra dbil virtud de la
corrupcin. El Salmista pregunta: Por qu te abates, oh alma
ma, y por qu te turbas dentro de m? Espera en Dios; porque
an he de alabarle, salvacin ma y Dios mo (Sal. 43:5). La
salud del semblante de David no estribaba en su punto de vis
ta humano ni en su situacin en la vida, sino en su Dios; esta
seguridad hace que la fe acalle los temores.
La segunda manera como las virtudes del cristiano pueden
fallar es en su demostracin. A veces las virtudes desaparecen
como estrellas en una noche nublada. Cuando el cristiano se ve
tentado dice: No s si amo a Dios sinceramente o no; no pue
do decir que tenga una verdadera tristeza por el pecado. No s
qu pensar, pero a veces estoy dispuesto a pensar lo peor. Aun
en esta clase de tinieblas, la fe asegura la nave del alma y pone
dos anclas inconmovibles para rescatar al creyente de las vora
ces arenas movedizas de la desesperacin.

a) La fe encuentra rica misericordia en Cristo e invita


al pecador a contemplarla cuando pierda de vista su
propia virtud
Dios est lleno de gracia y misericordia; si has perdido la evi
dencia de tu virtud, l est dispuesto a restaurarla. Pero David
pidi algo ms que una restauracin: or para que Dios crea
ra... Crea en m, oh Dios solicita, un corazn limpio, y
renueva un espritu recto dentro de m (Sal. 51:10). La fe di
ce: Si fuera verdad lo que temes que, para empezar, tu vir
tud nunca fue real, hay misericordia suficiente en el corazn
[630]

El escudo espiritual del creyente


de Dios para perdonar aun tu hipocresa, si acudes a l arre
pentido.
Entonces, la fe persuade al alma para que, en un acto atre
vido, se apoye en Dios por medio de Cristo. No se encuentra
por encima de la misericordia de Dios el perdonar muchas in
justicias, falsedades y una gran infidelidad cuando un pecador
humildemente confiesa su pecado. El mundo est lleno de pa
dres que hacen lo mismo por sus hijos. Es difcil para Dios lo
que resulta fcil para los humanos? La fe reivindica el nombre
de Dios. Mientras no perdamos de vista el corazn misericor
dioso de Dios, mantendremos la cabeza fuera del agua, aunque
no veamos evidencia alguna de nuestra propia virtud.

b) Cuando el cristiano no ve evidencia alguna de virtud en


s mismo, la fe la descubre en la promesa de la Palabra
El que no tiene pan en casa, se tranquiliza al saber que lo hay
en el mercado. Un cristiano puede lamentar su dureza de cora
zn por no sentir una pena genuina por su pecado. Razona en
su interior que si pudiera experimentar el quebranto, podra
correr a Cristo y consolarse con su promesa: Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirn consolacin (Mt. 5:4).
La fe interviene, insistiendo: No solo hay promesas para
los que lloran y los quebrantados, sino tambin para los que
necesitan el quebranto y el espritu de arrepentimiento. Dios
revela de qu manera atrae al pecador:
Os dar un corazn nuevo y pondr un espritu nuevo dentro
de vosotros. Quitar de vosotros el corazn de piedra y os da
r un corazn de carne. Pondr dentro de vosotros mi espritu,
y har que andis en mis estatutos (Ez. 36:26-7).
As la fe saca al cristiano de sus atribulados pensamientos,
donde se esconde sin esperanza, y vuelve su queja en oracin fer
viente por la gracia que tanto necesita. Hay pan en la promesa
dice la fe. No te quedes aqu sentado, desalentado, sino pon
te de rodillas y con valor humilde, pide la virtud que necesitas.
El cristiano tendr nueva evidencia de su virtud al recordar y
creer la promesa de Dios antes que cediendo a los pensamientos
[631]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

de incredulidad. Satans se deleita al ver cmo la fuerza y el tiem


po del cristiano se malgastan en amargura, sin que este se d
cuenta de que tiene a mano lo necesario. Pero Dios quiere que el
creyente busque ayuda y la convierta en accin libremente.

6. La fe conforta al creyente cuando


abundan las dems virtudes
De todas las virtudes, la fe es el copero del cristiano. El santo to
ma el vino del gozo de mano de la fe, y no de ninguna otra vir
tud: Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el
creer, para que abundis en esperanza por el poder del Espritu
Santo (Ro. 15:13).
El apstol Pablo da preeminencia a la fe, atribuyendo el gozo
del cristiano a su fe en lugar de a su amor; y lo mismo hace Pe
dro: A quien amis sin haberle visto, en quien creyendo, aun
que ahora no lo veis, os alegris con gozo inefable y glorioso
(1 P. 1:8). Observa la palabra clave en este versculo: En quien
creyendo [...] os alegris. Esta es la puerta por donde entra el
gozo del creyente: Porque nosotros somos la circuncisin, los
que en espritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jess,
no teniendo confianza en la carne (Fil. 3:3).
La sangre de Cristo es el nico vino que alegra el corazn de
Dios y satisface su justicia a la vez. Por tanto, es lo nico que
puede alegrar verdaderamente el corazn del hombre. Cuando
Cristo promete el Consolador, habla con sus discpulos de la va
sija que utilizar para sacar el vino del gozo: Tomar de lo mo,
y os lo har saber (Jn. 16:15). Ninguna uva de nuestra vendi
mia se exprime en esta dulce copa. Es como si Cristo dijera:
Cuando l venga para consolarte con el perdn de tus pecados,
tomar de lo mo, no de lo tuyo. He comprado tu paz para con
Dios con mi sangre, no con tus lgrimas de arrepentimiento ni
con tu pena por los pecados.
El gozo del cristiano fluye nicamente de Cristo, no de algu
na fuente humana. Pero la fe descubre riquezas insondables en
Cristo, y revela al creyente todo lo que ve y conoce de l. Y es la
fe la que abre nuestros corazones a las promesas, y luego derra
ma en ellos las dulces realidades de la Palabra de Dios (cf. Ro.
10:17).
[632]

El escudo espiritual del creyente


La fe no solamente ensea al alma las maravillas de Jesu
cristo y los deleites de las promesas divinas, sino que tambin
hace que Cristo sea real para el alma de formas prcticas: apar
ta dulces raciones de viandas vivificantes de la Palabra de Dios,
las pone en la boca del alma, y tritura bien las promesas para
que el creyente reciba fuerza y estabilidad (Jn. 6:63). Por la fe
el cristiano disfruta de este alimento agradable al gustar cada
plato de la mesa que el Padre le pone delante.
La preeminencia de la incredulidad
sobre los dems pecados

La incredulidad merece tan alto puesto entre los pecados como


la fe entre las virtudes. La incredulidad es el Belceb, el prnci
pe de los pecados, que hace pecado a los dems. Dios marc a
Jeroboam como quien pec, y ha hecho pecar a Israel (1 R.
14:16). La incredulidad es un pecado que fomenta el pecado.
El primer hlito venenoso que Eva recibi del tentador le lle
g con estas palabras: Conque Dios os ha dicho: No comis
de todo rbol del huerto? (Gn. 3:1). Es como si dijera: Pin
salo bien: Crees realmente que Dios te privara del mejor fru
to de todo el huerto?. Esta fue la puerta del traidor por don
de los dems pecados se precipitaron adentro del corazn de
Eva; y an hoy Satans mantiene esa puerta abierta de par en
par.
El diablo pone una cortina de incredulidad entre el pecador
y Dios para que aquel no tema el aviso y la disciplina del Pa
dre, los cuales intentan tocar su corazn. Una vez alzada la ba
rricada entre l y esas balas de misericordia, el pecador puede
ser osado con sus concupiscencias. La incredulidad no sola
mente desva las balas airadas que salen de la boca ardiente de
la ley, sino que tambin retarda la funcin de la gracia que pro
viene del evangelio. Toda oferta de amor divino al corazn in
crdulo cae como chispas al ro; se apagan en cuanto lo tocan.
No les aprovech el or la palabra, por no ir acompaada de
fe en los que la oyeron (He. 4:2). El secreto de la fortaleza del
pecado en la persona es la incredulidad. No hay forma de con
trolar a un pecador mientras la incredulidad lo tenga en su po[633]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

der. Este pecado echar abajo todo razonamiento tan fcilmen


te como Sansn derrib las puertas de la ciudad de Gaza y sus
pilares, con su cerrojo y todo (Jue. 16:3). Es el ltimo pecado
que se rinde en el campo de batalla, del que menos conciencia
tiene el pecador y, normalmente, el ltimo en ser vencido por el
creyente. Constituye una de las principales fortalezas a las cua
les se retira el diablo cuando los dems pecados han sido de
rrotados.
Con cunta frecuencia el pobre pecador confiesa otros pe
cados en su vida, pero no acepta la misericordia de Cristo! Le
rogamos que crea en Cristo y se salve, segn la doctrina predi
cada por Pablo y Silas al pobre carcelero temeroso (cf. Hch.
16:31). Pero es difcil persuadirle a que lo haga cuando el dia
blo ya ha conquistado esta ciudad con puertas y cerrojos, y
monta guardia en ella. Para mantener a los pecadores cautivos,
Satans utiliza el pecado que superficialmente parece ms plau
sible: el temor de pecar con fe presuntuosa. El diablo pretende
emplear este pecado para calumniar a Dios y desplegar de gol
pe toda su enfermiza malicia contra l.
Es por la fe como todos los creyentes han alcanzado buen
testimonio (He. 11:39). Por la fe de los creyentes, Dios man
tiene el buen testimonio ante el mundo. Pero por la increduli
dad, el diablo hace lo peor que puede para levantar calumnias
contra Dios. En resumen: el Infierno abre la boca bien grande
para engullir el pecado de la incredulidad.
Hay dos pecados que reclaman la preeminencia en el Infierno:
la hipocresa y la incredulidad. Por tanto, se amonesta a los peca
dores a que no tengan su parte con los hipcritas (Mt. 24:51)
ni con los incrdulos (Lc. 12:46, LBLA). Parece que las man
siones infernales se reservan principalmente para los pecados de
la hipocresa y la incredulidad, y que los dems son presos de ran
go inferior. De estos dos, el mayor es la incredulidad, porque es el
pecado que condena: "El que no cree, ya ha sido condenado (Jn.
3:18). El incrdulo lleva su propia orden de arresto a la crcel; en
cierto sentido ya est preso, porque ha sido marcado como reo.
El apstol dijo que los judos haban sido encerrados en incre
dulidad (Ro. 11:32, RV 1909), y seguramente no hay crcel ms
cerrada que esa para los presos del diablo.
[634]

El escudo espiritual del creyente


Por otra parte, la fe encierra al alma en la promesa de vida
y felicidad como Dios encerr a No en el arca: Y Jehov le
cerr la puerta (Gn. 7:16). As la fe encierra al alma en Cris
to y en el arca de su pacto, a salvo de todo temor de peligro de
Cielo o Infierno. Por el contrario, la incredulidad encierra el al
ma en la culpa y la ira. Una vez esclavo de la incredulidad, no
es posible que el incrdulo escape de la condenacin, como
tampoco alguien encerrado en un alto horno se puede librar de
morir abrasado. No hay ayuda para el pecador mientras la in
credulidad mantenga cerrado con llave su corazn.
Igual que nuestra salvacin se atribuye a la fe y no a otras
virtudes, aunque no falte ninguna de ellas en la persona salva
da, la condenacin del pecador se achaca a la incredulidad, si
bien se hallan otros pecados en el condenado. El Espritu de
Dios pasa por alto la hipocresa, la murmuracin y la rebelin
de los judos, atribuyendo su destruccin a este pecado de in
credulidad. Supongamos que un juez ofrece la vida a un con
denado con la condicin de que este lea un salmo de miseri
cordia. Si el reo se niega a ello, ser ahorcado por su rechazo.
La promesa del evangelio es ese salmo de misericordia, que
Dios les ofrece en su Elijo a los pecadores condenados bajo la
ley. Creer es leer este Salmo de misericordia. Si te niegas a creer
y eres condenado, vas al Infierno por tu incredulidad, no por
otro pecado. Se te ofrece la libertad si recibes a Cristo y crees
en l. Que esto nos haga a todos levantarnos contra este peca
do como los filisteos contra Sansn, a quien llamaron el des
truidor de nuestra tierra! (Jue. 16:24). La incredulidad es el
destruidor de las almas, y lo que es peor, las destruye con ma
no ms sanguinaria que los otros pecados.
Hallamos dos acusaciones principales que condenarn a los
pecadores en el gran Da del Juicio. Los que caen bajo la sen
tencia condenatoria de Cristo son los que no conocieron a
Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Seor Jesucristo (2
Ts. 1:8). La incredulidad ignorante de los paganos ante el evan
gelio no ser utilizada en contra suya, ya que nunca se les pre
dic. Sern enviados al Infierno por no conocer a Dios, esca
pando as con menor castigo que los judos y gentiles que s han
odo el evangelio.
[635]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

El cargo solemne contra estos ser el de no haber obedecido


al evangelio de Jesucristo. Debe haber un tormento ms severo
en el Infierno para los que rechazan el evangelio que para aque
llos a quienes nunca se ofreci la gracia. Estos incrdulos re
chazan la mayor medida de gracia de Dios y, por tanto, deben
esperar mayor medida de su ira. Ya que su incredulidad aver
genza a Cristo y su gracia divina, es justo que Dios los enve
con su incredulidad a la mayor vergenza delante de hombres
y de ngeles.
Por qu debemos ser sensatos cuando
se pone a prueba nuestra fe

Algunas cosas son de tan poco valor que no valen las molestias
que tomamos para conseguirlas. Pero otras cosas valen tanto
que solo un necio se arriesgara a perderlas. Supongamos que
un enfermo terminal solo puede salvar la vida tomando una
medicina muy escasa. Cunto se esforzara en obtenerla? Pre
fieres suplir tu necesidad con las drogas mortferas del diablo,
cuando Dios mismo te ofrece una rica medicina que te sanar
del todo? El apstol llama a este don vivificante la fe de los es
cogidos de Dios (Tit. 1:1).
Cuando uno compra ropa, busca la mejor calidad. En el
mercado espera conseguir la mejor carne; del abogado, el me
jor consejo; del mdico, el mejor cuidado para la salud. Bus
cas lo mejor para todo menos para tu alma? Si alguien acepta
dinero falso, a quin estafa, sino a s mismo? Si te dejas enga
ar por una fe falsa, t pierdes.
Cuando llegues al lugar del Juicio, Dios exigir que pagues
la deuda que le debes o te enviar a la dolorosa prisin del In
fierno. Si tienes una fe falsa en el corazn, no aceptar tu pa
go, aunque digas creer en Cristo mismo. Te entregar al tor
mento no solo por no creer, sino por falsificar la moneda del
Rey Celestial acuando su nombre en tu falsa divisa. La idea
misma del Juicio debe bastar para alentar en todos la seria de
terminacin de obtener una fe real. Hay tres importantes razo
nes por las que el cristiano debe ser sensato en la prueba de su
fe.
[636]

El escudo espiritual del creyente

1. Segn sea tu fe, as sern tus dems virtudes


Como es un matrimonio, as sern los hijos, ya sean legtimos
o ilegtimos. De la misma manera, segn sea nuestro matrimo
nio con Cristo, as sern nuestras virtudes. Estamos unidos a
Cristo por la fe: Os he desposado con un solo esposo, dijo
Pablo a los corintios (2 Co. 11:2). Por la fe el alma acepta a
Cristo por Esposo. Si nuestra fe es falsa, entonces tambin lo es
nuestro matrimonio con Cristo; y si el matrimonio es ilcito, to
das nuestras presuntas virtudes tambin lo son.
Por muy hermoso que sea el rostro de un bastardo, ilegti
mo es. Nuestra humildad, paciencia y dominio propio son to
dos ilegtimos. Igual que no entrar bastardo en la congrega
cin de Jehov (Dt. 23:2), ninguna virtud bastarda llegar a
formar parte de la congregacin de los redimidos en el Cielo.
Alguien que tenga hijos propios no pondr al bastardo de otro
por heredero. Dios tiene hijos propios para heredar la gloria ce
lestial. Por su Espritu ha engendrado virtudes celestiales en los
corazones de ellos, que se asemejan a su naturaleza santa. Cier
tamente l nunca dar su gloria a extraos: creyentes falsos que
son rapazuelos del diablo.

2. La excelencia de la verdadera fe
hace ms repulsiva la fe falsa
Ya que el hijo de un rey tiene una posicin nica, es un delito
grave que uno de la plebe se haga pasar por l. Es por fe como
podemos ser hechos hijos de Dios (Jn. 1:12). Entonces, aquel
que finge ser hijo de Dios sin tener sangre celestial en sus venas
blasfema. Tal persona es de la estirpe de Satans y debe esperar
reunirse con los suyos en el Infierno. Ya que un falso amigo es
peor que un enemigo declarado, Dios aborrece al Judas hip
crita ms que al sanguinario Pilato.
El mono tiene cara de humano, pero no su alma, y por en
de nos parece el ms ridculo de los animales. De todos los pe
cadores, ninguno ser ms avergonzado en el ltimo da que
quien haya imitado a los creyentes en su profesin pero sin ha
cer ningn acto de fe. En cuanto a los soberbios que aparentan
piedad, el Salmista nos dice que Dios menospreciar su apa
riencia (cf. Sal. 73:20).
[637]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Pero hay otra clase de persona cuya apariencia Dios aborrece


an ms que estos, y es el creyente temporal que tiene una fe ima
ginaria, la cual alza como un dolo en su propia imaginacin. En
su momento ese dolo complaciente ser quebrantado, y sus ado
radores hundidos en el Infierno.

3. La fe falsa y halagadora estorba


la obra de la fe verdadera
Has visto hombre sabio en su propia opinin? Ms esperanza
hay del necio que de l (Pr. 26:12). De todos los necios, el arro
gante es el peor, ya que la soberbia le hace incapaz de recibir con
sejo. El espritu de Nabucodonosor se endureci en su orgullo
(Dn. 5:20). Un soberbio se encastilla en la opinin que tiene de
s mismo y all se encierra para defenderse contra todo razona
miento. Da gracias a Dios porque no tiene que buscar la fe, y se
recrea con la falsa esperanza de hallarse en estado de gracia. Dios
sabe que este hombre de ceniza se alimenta; su corazn enga
ado le desva, para que no libre su alma (Is. 44:20).
No es difcil que el pecador ignorante admita que no mere
ce ms que el Infierno, pero aquel que finge tener fe, vive una
mentira. Satans se deleita en estorbar su bsqueda de realiza
cin, hacindolo errar el camino con una fe falsa. Los israelitas
anhelaban el verdadero culto a Dios en Jerusaln, pero Jeroboam les impidi que fueran all estableciendo algo parecido al
culto religioso en su territorio. Lo sustituy por becerros de
oro, y content a muchos israelitas hasta tal punto que nunca
dieron el primer paso para ir a Jerusaln.
Cuidado que Satans no os engae con una falsa fe. S que to
dos preferimos tener por nuestro el nio vivo y no el muerto, co
mo ocurri en el juicio de Salomn. Todos queremos fe verdade
ra. Pero no seis vuestros propios jueces; apelad al Espritu de
Dios y que l decida la controversia utilizando la espada de su Pa
labra. Dices que tienes fe, pero de qu clase? verdadera o falsa?
Cmo juzgar la verdad de la fe

A estas alturas querrs saber cmo es tu fe y de qu manera juz


gar su autenticidad. Hay dos direcciones que puedes seguir en
[638]

El escudo espiritual del creyente


tu bsqueda: una, preguntndote cmo genera el Espritu la fe
en el alma; y la otra, indagando cules las caractersticas de di
cha fe.

1. Cmo genera el Espritu la fe en el alma


La fe es la mayor obra que el Espritu de Cristo hace en el es
pritu humano. El apstol la llama la supereminente grandeza
de su poder para con nosotros los que creemos (Ef. 1:19). Ob
serva las expresiones que se utilizan para describir esta obra del
Espritu: poder, grandeza de poder, supereminente gran
deza y la supereminente grandeza de su poder. Qu ngel
del Cielo puede comprender la fuerza del poder de la fe en el
espritu humano?
Dios emplea todo su ser en esta obra. Se compara la misma
con la operacin del poder de su fuerza, la cual oper en Cris
to, resucitndole de los muertos y sentndole a su diestra en los
lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder
(Ef. 1:19-21). Resucitar a un muerto es una obra poderosa; pe
ro levantar a Cristo de la muerte implica ms autoridad que re
sucitar a ningn otro. La lpida que lo mantena abajo era ms
pesada: la carga del pecado del mundo que llevaba sobre s. Pe
ro a pesar de esto, el Espritu lo resucit con poder, no solo sa
cndolo del sepulcro sino elevndolo a la Gloria. El poder que
Dios dispensa al obrar la fe en el alma es como la resurreccin
de Cristo, porque el alma del pecador est tan muerta en peca
do como el cuerpo de Cristo en la tumba a causa del mismo.
Muchos que buscan la verdadera fe descubren que no la tie
nen. Han dado por sentado que recibir a Cristo en su alma es tan
fcil como meterse un trozo de pan en la boca. Como nunca han
experimentado el poder de Dios humillndolos por su pecado
personal, nunca le han entregado sus vidas vacas a l. No han
sido efectivamente atrados a Cristo por el Espritu Santo. Si se
les cuestiona acerca de la experiencia del arrepentimiento y la fe
salvadora, tendrn que dar la misma respuesta que oy Pablo al
preguntar a los efesios si haban recibido el Espritu Santo: Ni
siquiera hemos odo si hay Espritu Santo (Hch. 19:2). De igual
manera, estas personas podran decir: Ni siquiera sabamos que
haca falta tal poder para que obrara la fe.
[639]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Para entender cmo Dios genera la fe en el alma, hay que


considerar dos aspectos particulares de la obra del Espritu
Santo: la condicin del alma cuando el Espritu de Cristo em
pieza su obra de gracia, y la manera como l termina esta obra.

a) La condicin del alma cuando el Espritu


empieza su obra de gracia
El Espritu halla al pecador tan espiritualmente desamparado
que no quiere ni puede contribuir nada a esa obra. Igual que
el prncipe de este mundo no encontr ninguna cosa en Cris
to que favoreciera su propsito al tentarle, el Espritu de Cris
to tampoco halla cooperacin alguna por parte del pecador. Al
contrario, la respuesta frecuente a la suave llamada de Dios es:
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Jn. 1:11). Nin
gn baluarte militar ha peleado contra bateras enemigas con
ms fiereza que el corazn carnal se resiste a los esfuerzos de
Dios por someterlo a la obediencia. Ya que aun las operaciones
ms nobles del alma son terrenales, animales, diablicas
(Stg. 3:15), si el Cielo y la tierra no se unen (Dios y el diablo
concuerdan), no hay esperanza de que un pecador sea ganado
para Cristo por sus propios esfuerzos.
b) Cmo se acerca el Espritu al alma y completa su obra
El Espritu se dirige a varias facultades del alma, las ms im
portantes de las cuales son el entendimiento, la conciencia y la
voluntad. Estos atributos son como tres fortalezas, una dentro
de otra, que deben tomarse todas antes de conquistarse la ciu
dad, sometiendo al pecador a la obediencia de la fe. El Espri
tu tiene que demostrar por lo menos tres actos de omnipoten
cia sobre cada una de ellas.
1. El Espritu ilumina el entendimiento. El Espritu Santo
no trabaja en un taller oscuro: lo primero que hace para pro
ducir la fe es abrir una ventana en el alma y dejar entrar la luz
del Cielo. Las Escrituras nos mandan: Renovaos en el espritu
de vuestra mente (Ef. 4:23). Por la naturaleza humana sabe
mos poco de Dios y nada de Cristo, o del camino de salvacin
que hay en l. Por tanto, es necesario abrir los ojos de la cria
tura humana para que vea el camino de la vida y pueda em[640]

El escudo espiritual del creyente


prenderlo por la fe. Dios no transporta las almas al Cielo como
pasajeros de un barco encerrados bajo la cubierta, sin que pue
dan ver nada durante todo el viaje hasta llegar a puerto.
Igual que la fe no es simplemente un consentimiento ciego
sin apoyarse en Cristo, tampoco es un asenso sin algo de cono
cimiento. Si prefieres tu propia ignorancia y no sabes quin es
Cristo, ni lo que ha hecho por tu salvacin, ests lejos de creer.
A menos que esta luz del da haya despuntado en tu alma, tam
poco el sol de justicia habr amanecido por fe para llevar a tu
espritu la salvacin sanadora.
2. El Espritu de Dios convence de pecado. Cuando venga
el Consolador, convencer al mundo de pecado (Jn. 16:8).
Esta conviccin de la conciencia no es ms que el reflejo de la
luz en el entendimiento. Por ello, el pecador siente el peso y la
fuerza de aquellas cosas de su vida que sabe que estn mal. La
mayora de los que oyen el evangelio perciben que la increduli
dad es un pecado condenatorio y que no hay otro nombre me
diante el cual pueden salvarse que el nombre de Cristo, pero
cuntos se convencen de ello hasta aplicar el arrepentimiento a
su conciencia?
Segn la ley, alguien es un delincuente convicto si un claro
testimonio y la autoridad legal competente lo declaran as.
Igualmente, se es un pecador convicto cuando, por la clara evi
dencia de la Palabra alegada en su contra por el Espritu, es de
clarado como tal por su propia conciencia, que es el represen
tante de Dios en su corazn.
Ha venido el Espritu de Dios para probarte de esta forma?
Hay por lo menos cuatro maneras de determinar si eres o no
un pecador convicto.
Primera, el pecador convicto est convencido no solamente
de un pecado en particular, sino de la maldad de todo pecado.
Es mala seal cuando se condena apasionadamente un pecado,
pero se pasa por alto otro. Una conciencia medio endurecida
(blanda en un rea y dura en otro), no est bien. El Espritu de
Dios es uniforme en su obra.
Segunda, el pecador convicto est convencido del estado pe
caminoso tanto como de los actos de pecado. Le afecta no sola
mente lo que ha hecho (una norma transgredida, un don mal
[641]

El cristiano con toda la armadura de Dios

utilizado) sino su condicin presente. Pedro conduce a Simn el


Mago desde el hecho vil que haba cometido, hasta el reconoci
miento de algo mucho peor: su peligrosa situacin. En hiel de
amargura y en prisin de maldad veo que ests, le dice (Hch.
8:23). Mientras muchos estn dispuestos a admitir que han pe
cado, no se les ocurrira admitir que viven en un estado de pe
cado y de muerte. Sin embargo, el alma convencida de pecado
acepta libremente su sentencia de muerte y admite su condicin:
Soy un vstago de Satans, lleno de pecado. Toda mi naturale
za est sumida en la maldad como un cadver podrido en la in
mundicia y la corrupcin. Por ser un hijo de ira, la nica heren
cia que merezco es un Infierno de fuego; y si Dios me manda
all, no hay argumento justo contra su decisin. Aun estando
condenada, mi conciencia reconoce que Dios no me ha hecho
mal alguno.
Tercera, el pecador convicto no solamente se condena por lo
que ha hecho y lo que es, sino que se da cuenta de su impoten
cia para salvarse a s mismo. Aunque muchos condenados esta
rn dispuestos hasta a confesar su pecado y su maldad, an es
peran cortar la soga de su cuello en el ltimo momento con el
arrepentimiento y las buenas obras. Quieren recuperar su crdi
to con Dios, y el favor divino. Esta actitud aparece porque el
arado de la conviccin no ha profundizado lo suficiente para
arrancar las races secretas de confianza que atenazan el cora
zn de todo pecador.
Por el contrario, el pecador plenamente convencido por el
Espritu se considera un reo sujeto con tantas cadenas que cual
quier escapatoria resulta imposible. Lo que mata a los pecado
res no es su mal, sino su mdico: piensan curarse ellos solos; y
ese engao los hace incurables. Si te aferras a la confianza en ti
mismo para el arrepentimiento y la reforma, estas cosas te trai
cionarn entregndote en manos de la justicia y la ira de Dios.
Pero si te has apartado de esa autoconfianza religiosa, has esca
pado de uno de los ardides ms refinados que pueda tejer la as
tucia infernal.
Cuarta, el pecador convicto no solamente est convencido de
su desamparo, sino que acoge de buen grado la plena provisin
de Cristo para l. Esta actitud es un antecedente tan necesario
[

642]

El escudo espiritual del creyente

para la fe como las otras tres. Sin ella, el alma convencida de pe


cado es ms probable que vaya al cadalso con Judas, o que se
tire sobre la espada de la ley, en vez de ir corriendo a Cristo.
3. El Espritu renueva poderosa, pero dulcemente, la volun
tad rebelde para que pueda escoger deliberadamente a Cristo
como Seor y Salvador. Durante una tormenta, alguien puede

optar por cobijarse en el refugio de su enemigo, en el que ni si


quiera reparara durante el buen tiempo. Te agrada escoger a
Cristo? Acudes a l no solo por seguridad sino tambin por de
leite? La enamorada dijo de su esposo: Bajo la sombra del de
seado me sent (Cnt. 2:3). Debe haber una decisin delibera
da, en la cual el alma sopesa seriamente el pacto que Cristo le
ofrece para luego escogerlo. Aun cuando Noem habl negati
vamente para desanimar a su nuera, Rut disfrutaba demasiado
de la compaa de su suegra como para abandonarla, a pesar de
las privaciones que pudiera acarrearle su decisin.
Ha puesto el Espritu de Dios su llave dorada en el cerrojo
de tu voluntad para que le abras la puerta de tu corazn a Cris
to, el Rey de la gloria, y le dejes entrar? Ha abierto los ojos de
tu entendimiento, como despert a Pedro en la crcel, haciendo
que las cadenas de la torpeza caigan de tu conciencia? Ha
abierto la puerta de hierro de tu voluntad para sacarte de la pri
sin de impenitencia que te encerraba? Has llamado a la puer
ta del Cielo como hizo Pedro en casa de Mara, donde estaba
reunida la Iglesia? Consulate, Dios no ha enviado a su ngel si
no a su propio Espritu para librarte de la mano del pecado, de
Satans y de la justicia implacable.

2. Las caractersticas de la fe generada por el Espritu


Podemos saber cmo es la fe generada por el Espritu, y cmo
juzgarla, al examinar varias caractersticas. Consideraremos
tres de ellas: primera, la fe verdadera es obediente; segunda, es
dada a la oracin; tercera, es uniforme en su accin.
a) La verdadera fe en la promesa obra
en obediencia al mandamiento

Abraham es famoso por su obediencia. No desobedeci ningn


mandamiento, por difcil que fuera Qu caus esta obediencia
[

643]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

de Abraham hacia Dios? Por la fe Abraham, siendo llamado,


obedeci para salir al lugar que haba de recibir como herencia;
y sali sin saber a dnde iba (He. 11:8). Igual que es imposi
ble agradar a Dios sin la fe, es imposible desear agradarle si no
se tiene fe. En cuanto Cristo san a la suegra de Pedro de la fie
bre, ella se levant, y les serva (Mt. 8:15). As el alma cre
yente se levanta y sirve a Cristo con gratitud y obediencia.
La fe no es perezosa; no adormece el alma, sino que la esti
mula a trabajar; no enva al creyente a la cama, sino al campo.
La noche de ignorancia e incredulidad fue el tiempo de dormir;
pero cuando amanece el sol de justicia en el alma, el creyente
se levanta para trabajar. Las primeras palabras de la fe son las
de Saulo en su conversin: Seor, qu quieres que yo haga?
(Hch. 9:6). No finjas tener fe si no te humillas voluntariamen
te bajo el yugo de la obediencia. El diablo mismo se puede ha
cer pasar por un creyente tanto como el alma desobediente.
b) La fe verdadera se entrega a la oracin

La oracin es hija de la fe. La oracin es la respiracin natural


de la fe, y los dos elementos de la oracin son la splica y la
gratitud. Con la splica, el creyente absorbe la misericordia de
Dios y la exhala con alabanza. Sin fe, esto no puede hacerlo.
No puede absorber la misericordia divina, porque es necesa
rio que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He. 11:6). Tampoco podr dar
alabanza a Dios si no tiene fe. La accin de gracias es un acto
de abnegacin, y solo la fe nos ayuda a salir de nuestro egos
mo. Por tanto, igual que el cristiano no puede orar aceptable
mente sin fe, con fe no puede evitar el orar.
La nueva criatura, como todo recin nacido natural, entra
en el mundo llorando; por tanto, Cristo le dijo a Ananas acer
ca del recin convertido Saulo: He aqu, l ora (Hch. 9:11).
Tan extrao es que uno educado a los pies de Gamaliel, fari
seo estricto, se arrodillara en oracin? No, su secta se jactaba
del ayuno, la oracin y las buenas obras; pero nunca tuvo el es
pritu de oracin hasta que el Espritu de la gracia le hizo creer
en Jesucristo.
Si quieres probar tu fe, tienes que hacer algo ms que orar.
[644]

El escudo espiritual del creyente

Tambin debes comprender cmo la fe infunde su poder en la


oracin. Para entender esto, analicemos tres relaciones entre la
fe y la oracin.
1. La fe aviva el deseo de orar del creyente. Para provocar
la oracin en el alma, la fe revela a esta su condicin desampa
rada y la plenitud de la provisin divina en Cristo. Los lepro
sos se preguntaron por qu deban sentarse a esperar la muer
te. La fe los despert a la oracin. Si te quedas en la puerta de
tu propia alma, seguramente morirs de hambre. Qu ves en
ti mismo ms que hambre y necesidad? No tienes pan, ni dine
ro para comprarlo. Levntate, y acude a Dios. Tu alma vivir.
Te sientes desanimado por tu debilidad? Acude al trono de
la gracia como nica fuente de fuerza espiritual. La fe es el or
den de la nueva vida; Pablo dice: Vivo en la fe del Hijo de
Dios (G. 2:20).
Tambin, la fe despierta a la persona para orar por un de
leite interior que proviene de la comunin con Dios. El Salmis
ta dice: El acercarme a Dios es el bien (Sal. 73:28). Y obser
va como sigue: He puesto en Jehov el Seor mi esperanza.
Es un placer mirar a menudo el lugar donde hemos guardado
nuestro tesoro. Por la fe David confi su alma y todos sus bien
es a Dios, para que se los guardara con seguridad; y ahora se
goza en estar con el Padre. Por la fe el alma se une a Cristo. Es
tando casada con l, no es asombroso que desee esta comunin.
Ya que la oracin es el lugar de encuentro del alma con Cristo
en este lado del Cielo, el creyente a menudo acude all. Te pue
de satisfacer alguna cosa ms, o menos? Ciertamente, Dios va
lora tu fe; de otra manera no podras darle tan libremente tu
amor y deleitarte en l.
2. La fe ayuda activamente en la oracin. Lo hace de dos
maneras. Primera, ayuda al alma con persistencia. La fe es una
virtud luchadora. Se acerca a Dios, le tiende la mano, y no
acepta fcilmente la negativa. La fe es el ojo del alma con el
cual esta ve la basura y el Infierno en cada pecado. Este discer
nimiento entristece el corazn al extender el alma sus abomi
naciones ante el Seor. Las lgrimas fluyen como un manantial
cuando la fe halla a Jess con su amor y gracia, reflejado en el
espejo de la promesa.
[645]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Nunca antes haba podido saber el cristiano qu hacer con


una promesa en oracin, hasta que la fe le ense a acercar
se ms a Dios con ella, humilde pero valiente. El fiel Josu
pregunt: Qu hars t a tu grande nombre? (Jos. 7:9). Es
como si dijera: Ests tan inseparablemente vinculado a tu
pueblo por la promesa, que no podrs dejarlos morir sin que
tu nombre sufra con ellos.
La segunda manera como la fe ayuda en oracin, es dando
poder al alma para perseverar. As como la rueda se gasta has
ta romperse girando, tambin el hipcrita ora hasta que se
cansa. Tarde o temprano algo le har abandonar el deber que
nunca le gust. Pero es imposible que el creyente sincero deje
de orar sin dejar tambin de creer. La oracin es el hlito mis
mo de la fe. Si le cortas la respiracin a un ser humano, qu
pasar?
Te ves constreido a orar? Al igual que un beb no puede
dejar de llorar cuando tiene dolor o necesidad, como nica
manera de conseguir ayuda, as el cristiano no puede menos
que orar por las necesidades, los pecados y las tentaciones
que lo abruman. Desde el cabo de la tierra clamar a ti, di
ce David (Sal. 61:2). Deca en efecto: Donde yo est te en
contrar. Aunque me encarceles o destierres, nunca te desha
rs de m. Yo habitar en tu tabernculo para siempre (v.
4). Cmo podra hacer esto David si fuera desterrado? Segu
ramente habla de la oracin, porque el cristiano que ora lle
va su tabernculo consigo. Mientras David pueda acudir al
Tabernculo, no lo abandonar; pero cuando no pueda ir
all, adorar a Dios tan devotamente en los campos abiertos
como si estuviera en el Templo: Suba mi oracin delante de
ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de
la tarde (Sal. 141:2).
3. La fe estimula al alma a esperar una respuesta de gra
cia. Oh Jehov, de maana oirs mi voz; de maana me pre
sentar delante de ti, y esperar (Sal. 5:3). La fe llena el al
ma de expectacin. Un mercader que tasa sus bienes suma lo
que ha enviado a ultramar a lo que tiene en casa; de la misma
manera, el creyente reclama aquello que ha enviado al Cielo
en oracin sin haberlo recibido, junto con las misericordias
[646]

El escudo espiritual del creyente

que tiene en la mano. Adems, la fe aviva la expectacin con


el poder de tranquilizar el alma hasta que el barco de la ora
cin vuelva a casa con su rico cargamento.
El descanso depende de la fuerza de la fe. A veces la fe sa
le triunfante de la oracin gritando: Victoria!. Concede
tanta sustancia a la respuesta antes de que esta aparezca a los
sentidos y la razn, que el cristiano acalla todas sus dudas con
esta esperanza. Ana or as y no estuvo ms triste (1 S.
1:18). La fe hace que el cristiano pague su deuda de alabanza
antes de recibir la misericordia pedida. Esta fe obraba eficaz
mente en el corazn de David, quien confes: En el da que
temo, yo en ti confo (Sal. 56:3). David alab a Dios por su
promesa, cuando esta solo exista en la fidelidad de Dios y en
su propia fe.
Aunque no lleguemos al nivel heroico de la fe de David,
podemos ser soldados fieles de Cristo y ejercer la medida de
fe que tenemos. Hay un acto menor de fe que no alivia al al
ma inmediatamente de todo pensamiento molesto, como hizo
la fe de David, pero que mantiene su cabeza por encima de las
olas de la ansiedad hasta que la marea de la prueba baja.
Cuando Dios retir el Diluvio de la tierra, no lo hizo en un
momento: Y las aguas decrecan gradualmente de sobre la
tierra (Gn. 8:3). Esto es, el agua fue bajando da a da hasta
desaparecer del todo. No encuentras paz al enviar tus pen
samientos molestos por el canal de la oracin, vaciando tu co
razn triste en el de Dios? Mientras la oracin no siempre ha
r que se evaporen todos tus temores, evitar que te ahogues.
Un alma completamente carente de fe ora sin dejar nada de
su carga con Dios; sino que vuelve a recoger todos sus pro
blemas. Clamar a Dios no le alivia ms a tal persona que un
ancla sin garras ayuda a un barco que se hunde. Si echas el
ancla de tu fe en oracin y esta se aferra tanto a Cristo en la
promesa que evita que la furia de las tentaciones de Satans,
o tus propios pensamientos desesperados, te arrastren, bendi
ce a Dios por ello. Aunque el barco anclado pueda verse za
randeado a veces, sin embargo, estar a salvo. No te desani
mes si tu fe no tiene suficiente fuerza para librarte de todo te
mor. Recuerda que te salvar del Infierno.
[647]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

c) Adems de su naturaleza obediente y orante, la fe


verdadera respeta todos los preceptos divinos por igual

As como la obediencia sincera no acepta un mandamiento para


dar a otro de lado, sino que respeta todo precepto de Dios, tam
bin la fe respeta todas las verdades divinas. Cree en una pro
mesa tanto como en otra. Dios ha comprometido su honor tan
profundamente en cumplir una promesa como otra. Igual que la
transgresin de un mandamiento nos hara culpables de toda la
ley, si Dios dejara de cumplir una promesa consideracin asaz
blasfema tambin l quebrantara todo su pacto. Las prome
sas, como los mandamientos, se funden en el Ser divino: Dios no
puede cumplir una sin cumplir las dems. Tampoco nosotros po
demos creer una sin creerlas todas. Dios ha dado estas promesas
neotestamentarias igual que dio los preceptos del Antiguo Testa
mento: su sello figura en todas ellas, y l espera que recibamos
cada una con fe.
Observa cmo David testifica de toda la verdad de Dios: La
suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justi
cia (Sal. 119:160). Prueba tu fe a la luz de este pasaje. Puedes
creer la promesa de Dios de perdn, y disfrutar meditando en
ella, pero cunta fe pones en su promesa de obrar la santifica
cin en tu vida diaria?
David hizo ms que asentir a toda la verdad de Dios: or fer
vientemente y esper que Dios cumpliera su promesa: Ordena
mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseoree de
m (v. 133). David estaba decidido a no perder ningn privile
gio de los que Dios ha prometido para sus hijos: Mrame, y ten
misericordia de m como acostumbras con los que aman tu nom
bre (v. 132). Esto es como una conversacin familiar: Haz lo
que has prometido a todos los que amas; y no me dejes peor ves
tido que a mis hermanos.
Puedes tener fe para la salvacin eterna, pero tienes suficien
te para depender de Dios en las circunstancias cotidianas de la vi
da? Extrao creyente aquel que vive por fe para el Cielo, pero ur
de con su propia astucia el xito mundano. Cristo reprendi a los
judos incrdulos por negarse a confiar en l para sus problemas
terrenales (cf. Jn. 5:44). Si no podemos confiar en l para las co
sas pequeas, cmo lo haremos para las cosas grandes?
[648]

El escudo espiritual del creyente

Hasta el cristiano con fe suficiente para el Cielo a veces tro


pieza y halla que su fe se frustra en cuanto a una promesa tem
poral. No debemos juzgar esta prueba como un indicador exac
to de la salud espiritual del creyente, porque Dios deja aun a sus
hijos ms estables en dificultades durante algn tiempo para hu
millarlos y fortalecerlos. Aunque en cierta ocasin Abraham fin
gi para salvar la vida, otras veces sus actos demostraron que
confiaba en Dios tanto para las situaciones temporales como
para la salvacin eterna. As que no cuestiones la verdad de tu
fe cada vez que veas asomarse la debilidad. En la guerra, el po
der del enemigo puede desposeer de parte de su propiedad a al
guien durante un tiempo, y en ese perodo su dueo no sacar
provecho de ella; pero sigue sabiendo que es suya. Y aunque su
prdida presente le moleste, intentar recuperarla cuanto antes
de mano del enemigo. Cuando Satans enva tentaciones y Dios
aparta su ayuda, el creyente puede sentir poco apoyo en cierta
promesa; pero aun as la considera porcin suya y busca conso
lidarla con nuevas fuerzas celestiales para vivir en ella y utili
zarla para su consuelo.
Por otra parte, es an ms trgico pretender que se confa
en Dios para las cosas de esta vida, y no recibir a Cristo como
Seor y Salvador. Cmo tendr una mujer derecho legal a los
bienes de su marido si no es por el pacto matrimonial? Qu
opcin verdadera tiene la criatura a estas promesas, o a algu
na otra en el pacto de gracia, sino por su unin con Cristo? El
primer acto del amor divino hacia el pecador es escogerlo co
mo propio y apartarlo, en su propsito inmutable, como obje
to de su especial amor en Cristo. Por tanto, a esta eleccin de
Dios se le llama el fundamento sobre el cual edifica todas
sus otras misericordias: Pero el fundamento de Dios est fir
me, teniendo este sello: Conoce el Seor a los que son suyos
(2 Ti. 2:19).

Exhortacin a los incrdulos para que


obtengan el escudo de la fe
La fe es una virtud preciosa. Acaso puedes conocer esta perla
sin quererla para ti? Por qu ha hablado el Espritu cosas tan
[649]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

gloriosas en la Palabra acerca de la fe, si no es para hacerla ms


deseable a tus ojos?
Hay forma de tener a Cristo aparte de la fe? Existe una ge
neracin de hombres en el mundo que casi nos hara pensar
que s. Su estilo de vida corrupto y profano se ha decorado con
las flores de la moralidad, dejando as una amable reputacin
entre sus vecinos. Pero por qu pasan por alto continuamente
el evangelio de Cristo? Ciertamente no es porque estn ms dis
puestos a ir al Infierno que los dems, sino porque creen que su
moralidad los llevar al Cielo. Estn engaados.
Vino Cristo solo para ayudar a los pecadores sensuales y
mancillados a encontrar el Cielo? Los borrachos, los mentiro
sos o las prostitutas? Dej a los hombres cultos y morales que
anduviesen como mejor pudieran? La Palabra de Dios abre un
solo camino al Cielo: Porque hay un solo Dios, y un solo me
diador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1 Ti.
2:5). Ya que Cristo es el nico puente sobre el abismo entre la
tierra y el Cielo, juzga lo que le pasar al hombre hipcrita y a
su vida perfumada, si se queda sin este puente nico.
El que cree que para aceptar el ofrecimiento de la salvacin
en Cristo no necesita tanta fe como el asesino ms sanguinario
o el peor sodomita del mundo, anda en un engao sin esperan
za. Si un grupo de hombres y nios estuvieran vadeando un ro
no ms profundo que la altura de un hombre, los hombres ten
dran clara ventaja sobre los nios. Pero al intentar cruzar el
ocano, tanto hombres como nios necesitan un barco que los
lleve. Solo un loco intentara vadearlo sin la ayuda de una na
ve, simplemente por ser un poco ms alto de lo normal.
Nada merece la precedencia sobre la fe en tus pensamientos.
David decidi: No dar sueo a mis ojos, ni a mis prpados
adormecimiento, hasta que halle lugar para Jehov, morada
para el Fuerte de Jacob (Sal. 132:4,5). La morada que ms
complace a Dios es tu corazn, pero debe ser un corazn cre
yente: Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones
(Ef. 3:17).
Cmo puedes dormir de noche en esa casa donde no mora
Dios? l no mora en ti si tienes un corazn incrdulo. Cada vez
que oyes un sermn del evangelio, Dios est a la puerta para
[650]

El escudo espiritual del creyente

que le dejes entrar. Ya que la incredulidad sigue cerrando la


puerta cuando Cristo llama, cmo puedes estar seguro que
Dios no te encerrar de repente en una incredulidad definitiva?

Instrucciones a los incrdulos para obtener la fe


Te preguntars cmo puedes obtener este precioso don de la fe
para ti. Te dar cinco instrucciones para encontrarla.

1. Deja que tu corazn quede convicto de incredulidad


Hasta que no hayas hecho esto, tus esfuerzos por tener fe sern
torpes e impotentes. Cuando un borracho se convence de que
lo es y se aparta de las borracheras, siente alivio. Disfruta de la
mejora, porque ese pecado era lo nico que turbaba su con
ciencia. Cuando el Espritu de Dios convence al pecador de su
incredulidad, se interpone entre l y todo escondrijo justifica
dor de fabricacin humana. Su alma no descansa con los es
fuerzos de reforma que antes lo tranquilizaban y evitaban que
acudiera a Cristo.
Muchos intentan cambiar sus hbitos para parchear la paz
en su conciencia, como aquel que arregla una casa desvencija
da tapando agujeros con una loseta ac y una piedra all, has
ta que viene un fuerte viento y derriba toda la casa. Cuando el
espritu del ser humano est cargado de incredulidad, no le
ayuda nada el recordar que ya no es un borracho. El Espritu
de Dios le dice: Tu estado presente es tan condenatorio como
si siguieras borracho, porque eres un incrdulo. Lo que eras,
lo sigues siendo; y en el Da del Juicio te hallarn borracho y
ateo, sin contar la reforma, a no ser que la fe te haya hecho
adoptar un nuevo nombre. Y qu, si no te emborrachas ms?
La culpa te sigue manchando hasta que la fe la lave con la san
gre de Jess. No te engaes: Dios se cobrar, ya sea de ti, o de
Cristo por ti. Pero Cristo no paga el precio de los incrdulos.
Si sigues incrdulo, tu culpa permanece mientras dure el po
der de tus concupiscencias, aunque exteriormente estas hayan
desaparecido. En tal caso, tu corazn no se vaca de un solo pe
cado, sino que la salida queda taponada por la gracia restrictiva.
Cmo es posible que hieras mortalmente a una concupiscencia
[651]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

en particular, permitindola ser la nica victoria vlida en el


mundo, si sigues sin fe? En resumen, si quedas convicto de in
credulidad, hallars mayor mal en este pecado que en todos los
dems.
Has sido mentiroso? Es un pecado grave. El Infierno se abre
de par en par para todo aquel que ama y dice mentira (cf. Ap.
22:15). Pero la mentira ms grave que puedes contar es lo que tu
incredulidad dice. Aqu das falso testimonio contra Dios mismo
y mientes, no al Espritu Santo, como Ananas y Safira, sino acer
ca del Espritu Santo. La incredulidad acta como si ninguna pa
labra de lo que l promete en el evangelio fuera verdad.
Has sido un asesino? Por supuesto que tambin es un peca
do grave. Pero la incredulidad te declara un asesino an ms san
guinario, porque la sangre de Cristo es ms preciosa que la de
meros hombres. Por tu incredulidad, matas de nuevo a Cristo y
pisoteas su sangre; an peor: la echas a los pies de Satans.

2. No te resistas al Espritu Santo


cuando te ofrece su ayuda
Nunca podrs creer si el Espritu Santo no te da el poder de ha
cerlo. Ya que el Maestro no quiere ser controlado ni manipula
do, es importante que veamos dos maneras como podemos estar
oponindonos al Espritu de Dios.
a) No te opongas al Espritu negndote a prestar
atencin a la manera como obra por la fe

Normalmente, las ovejas de Cristo conciben mientras estn be


biendo el agua de vida, el ministerio de la Palabra. Al or el evan
gelio se le llama el or con fe (G. 3:2), porque cuando omos
la doctrina de la fe, el Espritu obra en nosotros la virtud de la
fe. Con voz queda, l habla al alma de los pecadores Tus ojos
vern a tus maestros dice Isaas. Entonces tus odos oirn a
tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por l
(Is. 30:20-21). Aqu ensean juntos Dios y el hombre; si descui
das la enseanza humana, tambin resistes a la instruccin del
Espritu. En cuanto a esta indiferencia el apstol amonesta: No
apaguis al Espritu; y aade: No menospreciis las profecas
(1 Ts. 5:19-20).
[652]

El escudo espiritual del creyente

La forma ms grave de menospreciar las profecas o la pre


dicacin es dndoles la espalda. Cuando Dios levanta el minis
terio de la Palabra en un lugar, su Espritu abre su escuela y es
pera que acudan a ella los que quieren aprender. Es ms apro
piado que el alumno espere a su maestro en la escuela, o que el
maestro corra tras su alumno remoln en el patio? Juzga t.
b) Cudate de estorbar al Espritu Santo cuando
produce la fe en tu alma

No hay nada que podamos hacer para ganar la gracia, pero el


Espritu Santo tiene su manera de preparar al alma para esta
virtud. Es extremadamente importante que te sometas al acer
camiento gradual del Espritu a tu alma desde la Palabra, ya
que la resistencia a su obra puede resultar en su alejamiento
temporal o permanente.
Leemos acerca de Moiss que le vino al corazn el visitar
a sus hermanos, los hijos de Israel (Hch. 7:23). Empez a
mostrar su celo por ellos matando al egipcio que haba maltra
tado a un israelita. Por eso, pensaba que sus hermanos com
prendan que Dios les dara libertad por mano suya (v. 25).
Pero, en lugar de cooperar con l, se le opusieron; por tanto, se
apart y no supieron ms de Moiss ni de su liberacin duran
te 40 aos. De la misma manera, el Espritu de Dios puede di
rigir una palabra a tu situacin especfica, para que compren
das que est dispuesto a ayudarte a salir de tu esclavitud. Tu
parte en su obra es escuchar su consejo y obedecer. Pero si te
rebelas, puede que nunca lo escuches llamar de nuevo a la puer
ta.
Dios termina pronto con algunos de sus procesos judiciales:
Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron
convidados, gustar mi cena (Lc. 14:24). Estos invitados fue
ron notificados una sola vez, pero por su negativa Dios los cas
tig con una terrible maldicin. No dijo que nunca acudiran a
la cena, sino que no la probaran. Muchos oyen las preciosas
verdades del evangelio pero, por tener el corazn cerrado por
la incredulidad, nunca gustan al Cristo presentado ante ellos.
Hay una clase de enfermedad mental cuya vctima habla de
forma racional hasta que se menciona el tema que caus su
[653]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

trastorno original; entonces pierde la razn y no puede seguir


con una conversacin coherente. Cuntos que asisten regular
mente a los cultos pueden hablar sensatamente de cualquier te
ma del mundo; pero en cuanto les hablas de Dios, Cristo y el
Cielo, de repente parecen sordomudos! Algunos que han odo
el evangelio y han sido atrados por el Espritu llevan esta car
ga como consecuencia de una maldicin por haber rechazado
las formas de obrar del Espritu Santo.
Te aviso de nuevo: cuidado con oponerte al Espritu. Est
iluminando su Palabra tu entendimiento? Cuidado con lo que
haces con esa lmpara del Seor; no te enorgullezcas de este
nuevo discernimiento, o puede apagarse al instante. Si el Esp
ritu Santo est confirmando esta luz en tu entendimiento, de
forma que tu conciencia arde con la conviccin del pecado, no
le resistas. Por su misericordia prende el fuego en tu alma para
salvarte del fuego infernal. Pero es de esperar que Satans, cu
ya casa arde sobre su cabeza, haga todo lo posible por apagar
lo; tu mayor peligro estriba en escucharle a l. En su lugar, ex
trae agua abundante de la Palabra de Dios para controlar las
llamas.
Satans quiere que apagues el Espritu intentando calmar tu
propia conciencia. Hay ms esperanza para un enfermo al des
cubrirse su enfermedad que cuando est oculta en el corazn y
no se ve exteriormente. Satans teme tanto perder su dominio
sobre ti, que intenta ahogar tu conciencia con tibieza carnal,
apagando as la obra de conviccin del Espritu Santo. Pero la
bondad de Dios enva estas convicciones para liberar tu espri
tu, y debes acogerlas como la mujer acepta los dolores al dar a
luz. Sin ellos, nunca tendr a su hijo; y tampoco har Dios que
nazca la nueva criatura en tu alma sin el arrepentimiento.
A veces el Espritu de Dios no solamente alumbra la mente
y enciende fuego en la conciencia, sino que tambin trae el fue
go celestial a tus sentimientos. La Palabra da a conocer a Cris
to en sus excelencias y suficiencia para todas tus necesidades,
de forma que empieces a buscarlo. Estos reflejos de Jess y su
misericordia divina son tan deliciosos que comienzas a gustar
la dulzura cuando los captas, lo cual fomenta un mayor anhe
lo en tu corazn, y clamas: Necesito a Cristo!. Posiblemen[654]

El escudo espiritual del creyente

te la vehemencia de tus sentimientos te har renunciar a tus pa


siones y a Satans, que son los obstculos que tanto tiempo te
han apartado de Cristo.
Ahora el Reino de Dios est realmente cerca. Solo te hallas
a un paso de la nueva vida en Cristo; pero ten cuidado de no
desviarte. Si estos deseos maduran en una decisin deliberada
por Cristo, y esos propsitos se afirman en la decisin perma
nente de renunciar a tus pecados y a la carne para unirte a Cris
to, entonces saludo con gozo el nacimiento en tu alma de ese
infante de la gracia que es la fe.

3. Clama en oracin a Dios por la fe


Puede orar un incrdulo? Algunos piensan que no. Richard
Baxter explica que la oracin es el movimiento del alma hacia
Dios, y prohibir a un incrdulo orar es decir al hombre perdi
do en la maldad que no debe obedecer la instruccin divina de
buscad a Jehov mientras puede ser hallado, llamadle en tan
to que est cercano (Is. 55:6). Baxter sigue diciendo: El de
seo es el alma de la oracin. Y quin se atreve a decir al im
po: No desees la fe, ni desees a Cristo ni a Dios?.
Es verdad que un incrdulo peca cada vez que ora. Su peca
do no estriba en la oracin, sino en orar sin creer. Por tanto, pe
ca menos al orar que al no hacerlo. Cuando ora, su pecado es
t en la manera de hacerlo; pero cuando no ora, rechaza el de
ber que Dios le ha mandado y el camino de Dios para hallar la
gracia. Pobre pecador, te urjo a que contines orando; pero si
gue consciente de tu condicin. Solo el ms malvado de los pe
cadores se acerca al trono de la gracia decidido a seguir pecan
do.
Tal vez no puedes ver cmo un pecador como t es capaz de
llegar a creer en Cristo. No es el amor a algn pecado presen
te en tu corazn, sino el temor de tus pecados pasados sobre tu
conciencia, lo que te impide creer. Djame reunir los mejores
estmulos que puedo encontrar en la Palabra de Dios, para
abrirte camino al trono de la gracia.
Pobre pecador, no temas orar por la fe. Dios no me reir
por enviarle tales clientes. Tienes un Amigo en el mismo seno
de Dios que asegura tu acogida. El que envi a Cristo antes de
[655]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

que nadie orara est ms que dispuesto a darte la fe si se la pi


des. Recuerda que lo que t pides que Dios te d, l te lo man
da hacer: Y este es su mandamiento: Que creamos en el nom
bre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos
lo ha mandado (1 Jn. 3:23). Dios se complace mucho en res
ponder la oracin que cumple su mejor propsito para ti.
A estas alturas, ya puedes esperar una respuesta gozosa a tu
oracin. Para alentarte an ms, recuerda que esta virtud que
tanto anhelas y pides a Dios, es esencial en la transaccin de
Cristo. Su sangre, el precio del perdn, es tambin el precio de
la fe. No solamente ha cancelado l la deuda humana del peca
do, sino que tambin ha abierto el camino para que nos llegue
mos al banco de la gracia de Cristo abierto a aquellos pecado
res que reconocen su necesidad: Subiste a lo alto, cautivaste la
cautividad, tomaste dones para los hombres, y tambin para
los rebeldes, para que habite entre ellos Jehov Dios (Sal.
68:18).
Las Escrituras nos da la razn de estos dones: Para que ha
bite entre ellos Jehov Dios. Solo la fe puede hacer de un al
ma rebelde una morada aceptable para el Dios Santo. Este es el
don para conceder el cual l recibi todos los dems dones.
Que esto te d el valor de humillarte y pedirle a Dios lo que
Cristo ya ha comprado: Seor, he sido rebelde, pero no reci
bi Cristo nada para los tales? Poseo un corazn incrdulo, pe
ro tengo odo que la fe est pagada en tu pacto. Cristo derra
m su sangre para que T derramaras tu Espritu sobre un pe
cador como yo.
Cuando clamas as a Dios y empleas el nombre de su Hijo
en la oracin, Cristo mismo oye, est de acuerdo y favorece tu
oracin. Si pides fe a causa de la muerte de Cristo, l interce
der por ti: subi al Cielo para que tuvieras all un Amigo que
pudiera recibir y comprender tu oracin (cf. He. 7:25).

4. Medita a menudo en la promesa


Afianzar tu alma en la promesa y vivificar su Palabra por la fe
en tu corazn es nicamente obra del Espritu. T no puedes
hacerlo. Igual que el fuego baj del Cielo sobre el sacrificio de
Elias, el Espritu de Dios vendr para avivar la promesa en tu
[656]

El escudo espiritual del creyente

corazn despus de haberla meditado diligentemente. Porque


cuando Elias termin de prepararlo todo or, esperando que
Dios actuara por l (1 R. 18:36). No conozco manera ms dig
na de solicitar la ayuda del Espritu de Dios.
Igual que aquel que cede a las concupiscencias invita la ten
tacin, aquel que fija sus pensamientos en temas celestiales in
vita la perfecta paz del Espritu Santo. El Espritu de Dios est
tan dispuesto a fomentar cualquier buen motivo como el ma
ligno lo est a alimentar las malas intenciones.
Vemos a la esposa sentada a la sombra de su Amado, como
bajo un manzano, y pronto dice: Su fruto fue dulce a mi pa
ladar (Cnt. 2:3). El hecho de sentarse a su sombra representa
a un alma descansando bajo los pensamientos de Cristo y de
sus preciosas promesas, simbolizadas por las ramas del rbol.
Cristiano, qudate ah por algn tiempo, y ve si el Espritu no
sacude sobre tu regazo algn fruto de las mencionadas ramas.
Igual que Isaac encontr a su esposa al salir al campo para me
ditar, t tambin podrs encontrar a tu Amado paseando en es
te jardn de promesas.

5. Apremia a tu alma con la fuerte obligacin de creer


Muchos pecadores humillados tiemblan por una conciencia
sensible ante otros pecados, pero expresan poca o ninguna tris
teza por su incredulidad. Creen que ofenden a Dios con dichos
pecados, pero que solo se daan a s mismos no creyendo. Si es
te es tu caso, tus pensamientos te engaan sobremanera; por
que se deshonra ms a Dios con la incredulidad que con todos
los dems pecados juntos!
Posiblemente preferiras conservar tus pecados y disfrutar
tambin de Cristo. Te parece demasiado difcil dejar esas con
cupiscencias y tenerlo a l? Dios mismo no podra obviar este
requisito y amarte de verdad. Poco valora el oro quien se que
ja de que el trabajo para conseguirlo es excesivo, igual que
aquel que no est dispuesto a dejar sus concupiscencias para
hacer de Cristo su tesoro. Ciertamente puedes confiar que Cris
to recompensar con creces lo que dejes por l.
Prefieres perder la presencia de Dios y de Cristo en el Infier
no, adonde indudablemente te llevarn tus concupiscencias, o no
[657]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

tener la compaa de tus pasiones en el Cielo, adonde la fe en


Cristo tan ciertamente te llevar? Escoge entonces; pero si esco
ges mal, de nada te servir el arrepentimiento una vez que ests
en el Infierno.
Pero tal vez no sea la eleccin entre Cristo y el Infierno lo que
te impide creer. Aunque asientes a los trminos del pacto de Cris
to, no te parece posible que Dios cumpla su promesa para una
persona tan indigna como t. De las dos opciones, es mejor que
el obstculo para ir a Cristo sea la dificultad concebida en tu en
tendimiento, y no la negativa de tu voluntad a recibir aquello que
Dios te ofrece en l. La consideracin cuidadosa de dos obras es
peciales en tu alma, apaciguar tus dudas y disipar tus temores
en cuanto a esta piedra de tropiezo para ir a Cristo.
a) Esfurzate por conseguir un conocimiento
correcto de Dios

Cuando esto ocurra, no te parecer extrao en absoluto que un


Dios grande haga grandes cosas por los pecadores. Si un pordio
sero te promete un milln de dlares, echars en saco roto su
oferta y le preguntas de dnde sacara semejante suma. Pero si
un prncipe te garantiza una suma mayor, no dudas en creerle, ya
que tiene riquezas proporcionadas a la promesa. Dios nunca pro
mete nada que su misericordia, su poder y su fidelidad infinitos
no puedan cumplir: Estad quietos, y conoced que yo soy Dios
(Sal. 46:10). En momentos de gran confusin en la Iglesia, Mar
tn Lutero dijo acerca de este Salmo: Cantemos el Salmo 46, a
pesar del diablo y de sus instrumentos. El cristiano humillado
tambin puede cantar consolado, a pesar de Satans y el pecado:
Estate quieta, alma ma, y entiende que el que te ofrece miseri
cordia es Dios.
b) Estudia las garantas que Dios da al creyente
en cuanto al cumplimiento de sus promesas

Esas garantas son muchas, aunque su sola Palabra merece valo


rarse ms que nuestras almas. No te satisface que el Dios ver
dadero y fiel d su Palabra como aval? Su verdad es tan inmuta
ble que es ms posible que la luz proporcione oscuridad, que el
que una mentira salga de sus benditos labios.
[658]

El escudo espiritual del creyente

Exhortacin a los creyentes a conservar


el escudo de la fe
Hago ahora una doble exhortacin a los creyentes. Primero, ya
que la fe es una virtud tan especial, anmate a conservarla; se
gundo, si la tienes, no niegues lo que Dios ha hecho por ti.

La fe debe conservarse con esmero por su


preeminencia sobre las dems virtudes
Guarda tu fe, y ella te guardar a ti y tus dems virtudes. La fe
te sostiene; si falla, caers. Entonces, estars bajo los pies de tus
enemigos. Ten presentes los peligros potenciales que hay para
tu fe, como aquel capitn griego que, al ser derribado en la ba
talla, busc su escudo en cuanto recuper el conocimiento.
La fe es la virtud principal por la que Dios quiere que nos
valoremos, ya que existe menor peligro de orgullo en esta cua
lidad abnegada:
Digo, pues, por la gracia [de Dios] que me es dada, a cada cual
que est entre vosotros, que no tenga ms alto concepto de s
que el que debe tener, sino que piense de s con cordura, con
forme a la medida de fe que Dios reparti a cada uno (Ro.
12:3).
Los romanos haban recibido diversos dones de Dios, pero
l quera que se juzgaran por su fe, para que pensaran con cor
dura acerca de s mismos.
Las dems virtudes se deben medir por nuestra fe: si no son
fruto de esta, no tienen un valor real. Esa es la diferencia entre
el cristiano y el pagano honrado. El pagano se valora a s mis
mo por su paciencia, templanza, liberalidad y otras virtudes
morales. Mientras viva, se jactar de su moralidad; y espera
que Dios lo encomie y le garantice la felicidad despus de mo
rir. Pero el cristiano ha hallado Cristo, cuya justicia y santidad
son ahora suyas por la fe; y se valora a s mismo por estas ms
que por ninguna propiedad inherente suya.
Lo ejemplificar con dos hombres: uno un cortesano, el otro
[659]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

un aldeano extrao a la corte. Ambos tienen bienes considera


bles, pero el cortesano muchos ms. Pregntale al aldeano, sin
relacin alguna con la corte ni lugar en el favor del prncipe, lo
que l vale, y te responder con la suma de sus tierras y su di
nero. Se valora a s mismo por estas cosas. Pero si preguntas al
cortesano lo que vale, aunque tiene ms propiedades y dinero
que el primero, te dir que se valora a s mismo por el favor del
prncipe ms que por sus dems bienes. Dice: Los bienes de mi
prncipe mos son, exceptuando su corona y su realeza; y su te
soro es mo para cuidarme, su amor para acogerme y su poder
para defenderme.
El pobre pagano, extrao a Dios y a su favor en Cristo, se
bendice solo con sus recursos naturales y el cmulo de valores
morales que rene con gran esfuerzo. Pero el creyente, tenien
do acceso por la fe a esta gracia, porque goza de alto favor con
Dios por Jesucristo, se valora por su fe en lugar de por otra vir
tud. Atesora esta virtud divina en s mismo ms que todo el te
soro y el placer mundanos; prefiere ser un santo en harapos que
un pecador bien vestido. Antepone la seguridad de su vida es
piritual a su estabilidad en la vida natural, la cual est dispues
to a perder sin considerarse damnificado.
No solamente participa el creyente de la naturaleza divina
por la santidad infundida en l; tambin es heredero de todas
las gloriosas perfecciones de Dios mismo. Puede llamar suyo
propio todo lo que Dios es, hace y tiene. l se complace en lla
marse Dios de su pueblo: el Dios de Israel (2 S. 23:3). Igual
que casa y tierras llevan el nombre de su dueo, Dios se agra
da en que su pueblo lleve su nombre, para que el mundo lo se
pa. Dios no ha retenido nada de su pueblo ms que su propia
corona y su gloria. Estas no se las dar a ningn otro (Is. 42:8).
Si el cristiano necesita fuerza, Dios quiere que utilice la su
ya; y puede hacerlo con valor y confianza, porque el Seor se
llama a s mismo la fuerza o gloria de su pueblo: El que es la
Gloria de Israel no mentir (1 S. 15:29). Si al creyente le falta
justicia y santidad, las puede conseguir, ya que Cristo Jess
[...] nos ha sido hecho por Dios sabidura, justificacin, santi
ficacin y redencin (1 Co. 1:30). Necesita amor y miseri
cordia? Toda la misericordia divina est a su servicio: Cun
[660]

El escudo espiritual del creyente

grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen


(Sal. 31.19). Subraya esta frase: Que has guardado para los
que te temen. La misericordia y la bondad de Dios son para
sus escogidos, de la misma manera que un padre guarda dine
ro, escribiendo en el sobre, Para mi hijo.
Lo que hace hijo al creyente, tambin le hace heredero. La
fe es aquello que lo convierte en hijo de Dios: Mas a todos los
que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potes
tad de ser hechos hijos de Dios (Jn. 1:12). Estudiemos ahora
cinco instrucciones para conservar la fe.

Instrucciones a los creyentes para conservar la fe


1. La Palabra de Dios es vital
para producir y conservar la fe
As como fue la semilla de tu conversin, ahora la Palabra de
Dios es la leche que conserva tu fe. Alimntate frecuentemente
de ese pecho. Los nios no pueden mamar largamente ni dige
rir gran cantidad de comida a la vez; necesitan alimentarse con
frecuencia: Rengln tras rengln, lnea sobre lnea, un poqui
to all, otro poquito all (Is. 28:10).
El que ense a los creyentes a orar por su pan de cada da
saba que ellos lo necesitaban; y seguramente no se refera so
lamente al pan natural. En el mismo captulo dice: Buscad pri
meramente el reino de Dios (Mt. 6:33). Atesora la Palabra,
cristiano, alimntate de ella, ya sea mediante un sermn, una
charla privada con un amigo o en tu tiempo de meditacin per
sonal.
Ojal los creyentes que se quejan de su dbil fe investigaran
la causa de esa debilidad! Es porque la fe no se ha alimentado
de la Palabra. Antes soportabas muchas presiones por mante
nerte en la comunin de la Palabra de Dios, y siempre te bene
ficiaba el quitar el tiempo de otras cosas. Pero ahora que gra
dualmente has dejado de acudir a Dios en su Palabra, hay un
triste cambio: no te es fcil confiar en l; y tienes poca autori
dad sobre tu incredulidad.
El mejor consejo que puedo darte es lo que los mdicos re
comendaban para tener un cuerpo sano: averiguaban dnde
[661]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

haba nacido el paciente y lo enviaban all. Te pregunto: Si al


guna vez tuviste fe, dnde naci y creci esta? No fue en el
dulce ambiente del or, meditar y orar sobre la Palabra? Co
rre cuanto antes adonde primero cobraste vida, donde tu fe
prosper y creci en un principio.

2. Examina tu conciencia
La buena conciencia es el barco en que navega la fe. Si la con
ciencia se va a pique, cmo estar la fe segura? T sabes cu
les son los pecados que destruyen la conciencia: los pecados
deliberados o repetidos sin arrepentimiento. Gurdate de es
tos pecados deliberados! Cual piedra lanzada a un claro arro
yo, enturbiarn la conciencia hasta que no puedas ver el re
flejo de la promesa.
Pero aunque hayas cado en la fosa del pecado, no te que
des all. La oveja puede caer a una zanja, pero solo el cerdo
se revuelca en ella. Por tanto, ser muy difcil fomentar la fe
en la promesa si tu manto est sucio y tu rostro embarrado de
pecado. Es peligroso beber veneno, pero mucho ms letal es
dejarlo permanecer en el cuerpo por mucho tiempo. Aunque
seas creyente, no puedes actuar con fe hasta que limpies tu co
razn con el arrepentimiento.

3. Practica tu fe
Vivimos por la fe, y la fe vive por el ejercicio. Algunas perso
nas fuertes no estn contentas si no tienen mucho trabajo. Si
las obligas a quedarse sentadas, las matars. Igualmente, si
estorbas la obra de tu fe, ests amenazando su vida.
No experimentamos las gloriosas victorias en oracin por
que a menudo no permitimos que ore la fe. Si un nio ve muy
poco a sus padres, no se emocionar mucho al verlos. Por
qu somos incapaces de vivir de una promesa durante una cri
sis? Seguramente porque no vivimos de esa promesa todos los
das. Mientras ms consultemos la promesa, mayor confianza
le concederemos. No confiamos en los extraos tanto como
en un buen amigo.
Cuntas aventuras se emprenden sin invitar siquiera a la
fe, ni considerar la promesa desde el principio hasta el fin del
[662]

El escudo espiritual del creyente

asunto! Por tanto, cuando nos hace falta la fe en una emer


gencia determinada, nuestra fe no aparece. Es como aquel
siervo que se escapa porque su amo pocas veces le da traba
jo. Cuando su dueo lo llama en alguna situacin extrema, no
lo encuentra. Cristiano, que tu fe no se quede mucho tiempo
inactiva. Si no la utilizas cuando debieras, puede que te falle
cuando ms falta te haga.

4. Enfrntate a cualquier incredulidad residual


El arrepentimiento recupera aquello que la fe pierde por la in
credulidad. David se avergonz sobremanera de su increduli
dad, y confes: Tan torpe era yo [...]. Era como una bestia
delante de ti (Sal. 73:22). Por esta humilde confesin, la fe
de David recuper el control y afirm: Con todo, yo siem
pre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has
guiado segn tu consejo, y despus me recibirs en gloria
(vv. 23,24).
Tienes un juez en el corazn al que Dios mismo ha comi
sionado para reprenderte y avergonzarte cuando pecas. No
hay pecado que ms deshonre a Dios que la incredulidad; y
esa espada desgarra su Nombre ms profundamente cuando
la maneja un creyente. La herida en casa de sus amigos afec
ta dolorosamente al corazn tierno de Dios. Comprendere
mos mejor por qu el pecado de la incredulidad lastima el co
razn de Dios, si consideramos los estrechos lazos de familia
que existen entre el creyente y el Seor.
Pinsalo una y otra vez, cristiano: con la incredulidad tes
tificas falsamente acerca de Dios. Cuando el mundo te oye ha
blar mal de tu Padre, ello puede endurecer la opinin que tie
ne de Dios, hasta llegar a la incredulidad final y a la impeni
tencia. La manera de degradar al mximo la reputacin de al
guien es decir: Ni siquiera sus hijos confan en l, ni hablan
bien de l. Pregntate a ti mismo si ests dispuesto a ser un
instrumento para mancillar el buen nombre de Dios ante el
mundo. Tu corazn debe estremecerse ante esa mera idea; y
la incredulidad que te llev a hacer esto tan a menudo herir
tu corazn. As no volvers a empuar esa espada contra
Dios.
[663]

El cristiano con toda la armadura de Dios

5. Esfurzate por aumentar tu fe


Ninguno corre ms peligro de perder la fe que aquel que se
conforma con la que ya tiene. Una chispa se apaga antes que
una llama, una gota se seca ms fcilmente que un ro. Mien
tras ms fuerte sea tu fe, ms segura estar contra los ataques
enemigos. Cuando el espionaje descubre una fortaleza mal pro
tegida, normalmente el enemigo la ataca enseguida. El diablo es
cobarde, y le encanta pelear en el punto donde tiene ms ven
taja; y no hay ventaja mayor que la fe dbil de un cristiano.
Si supieras las muchas ventajas de la fe fuerte sobre la dbil,
no descansaras hasta poseerla. La fe fuerte vence aquellas ten
taciones que pueden apresar a la dbil. Cuando la fe de David
prevaleci, se enfrent a la muerte sin temor: El pueblo ha
blaba de apedrearlo [...], mas David se fortaleci en Jehov su
Dios (1 S. 30:6). Pero cuando su fe se debilit, estuvo dis
puesto a huir y esconderse para salvarse (1 S. 21:13).
La fe fuerte libera al cristiano de aquellos pensamientos que
oprimen a la dbil: T guardars en completa paz a aquel cu
yo pensamiento en ti persevera (Is. 26:3). Mientras mayor sea
la fe, mayor ser la quietud y paz interior; con poca fe, hay po
ca paz y serenidad en las tormentas que seguramente atraern
los temores incrdulos.
La fe dbil llevar al cristiano al Cielo tan seguramente co
mo la fuerte, porque es imposible que perezca el menor vesti
gio de verdadera virtud, siendo esta una simiente incorruptible.
Pero el cristiano inseguro no tendr un viaje tan placentero co
mo el fuerte. Aunque todos los pasajeros del barco llegarn a
salvo a puerto, el que se marea en el mar no disfrutar tanto de
la travesa como el sano. El enfermo se pierde las agradables
sorpresas que deparan las gratas etapas del viaje. El fuerte lo
juzga todo con gran expectacin, y mientras anhela de corazn
llegar a casa, su gozo acorta y endulza el camino.
As que, cristiano, hay muchos deleites que los creyentes en
cuentran en el camino al Cielo, adems de aquello que Dios tie
ne para ellos al final. El cristiano cuya fe es fuerte para actuar
basndose en la promesa, encuentra y posee estos placeres. El
que ve las glorias espirituales de la promesa canta durante to
do el camino; pero el ojo de la fe del cristiano inseguro est tan
[664]

El escudo espiritual del creyente

cegado por el temor incrdulo que no ve nada que le produzca


gozo, sino que suspira a causa de sus pensamientos apesadum
brados y perturbados. Si no quieres tener un camino pesado y
melanclico al Cielo, esfurzate por aumentar tu fe. P u e d e
que quieras saber con seguridad si tu fe es fuerte dbil. Las si
guientes caractersticas te mostrarn la diferencia.
Cmo saber si tu fe es fuerte o dbil

1. Mientras ms plenamente puede el cristiano confiar


en las promesas de Dios, ms fuerte es su fe
Cuando confiamos en Dios simplemente por su promesa, y
confiamos en l a causa de su carcter; esto s que es fe. El que
anda sin muletas es ms fuerte que aquel que las necesita. La
promesa es el terreno que pisa la fe, pero el sentimiento y la ra
zn son las muletas que necesita la fe dbil.
a) Puedes creer sin la muleta del sentimiento y la emocin?

Tal vez en el pasado te hayas solazado en el amor de Dios y en


su favor: mientras brillaba el sol en tu ventana, tu corazn se
gozaba. Pensabas que nunca podras desconfiar de Dios ni es
cuchar ideas incrdulas. Pero cmo anda tu corazn ahora
que las manifestaciones de su favor se han desvanecido? Cuan
do ya no ves su amor, pierde tu fe de vista su misericordia y la
verdad de la promesa?
Un nio pequeo cree que su madre se ha perdido si sale de
la habitacin donde l se encuentra; pero a medida que crece y
aprende, se da cuenta de que no es as. Este es el caso del cre
yente. Cristiano, bendice a Dios por las experiencias que te die
ron a probar su amor; pero has de saber que no podemos juz
gar la fe, sea fuerte o dbil, por ellas. Dice Parisiensis1 que las
experiencias son como las muletas del cojo: le ayudan a andar,
pero no le hacen fuerte ni sano. Para ello se requiere comida y
ejercicio. Esfurzate entonces por apoyarte ms en la promesa,
y menos en las expresiones tangibles del amor de Dios.
Aunque el hombre fuerte no necesita descansar siempre en
su bastn como el cojo en su muleta, puede utilizarlo de vez en
cuando para defenderse de un ladrn o perro en el camino. El
[665]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cristiano maduro puede echar mano de sus experiencias en al


gunas tentaciones, aunque no descanse todo el peso de su fe en
ellas, sino en la promesa.
b) Puedes creer cuando la razn falla ?

Cae a tierra tu fe con la muleta rota de la razn? Fuerte es la


fe que puede pisar sobre las improbabilidades e imposibilidades
que adelanta la razn en contra de la promesa. No se esforz
en construir el arca porque crea que Dios hablaba en serio, y
nunca se molest en aclarar el asunto razonando cmo aque
llas cosas extraas podran ocurrir.
Los buenos nadadores no temen saltar al agua profunda,
mientras los principiantes quieren hacer pie y permanecen cer
ca de la orilla. La fe fuerte no teme cuando Dios lleva a la cria
tura a una profundidad mayor que aquella de la razn. Josafat
dijo: No sabemos qu hacer, y a ti volvemos nuestros ojos (2
Cr. 20:12). Es como si dijera: Estamos hundidos en el mar. No
sabemos cmo salir de este problema, pero fijamos los ojos en
Ti. No nos rendiremos mientras haya fuerza en tu brazo, ter
nura en tu corazn y verdad en tu promesa.
La fe dbil, que busca algn apoyo para la razn, intenta
desesperadamente reconciliar la promesa de Dios con la razn
humana. La fe dbil cuestiona mucho. Cuando Cristo dice:
Dadles vosotros de comer, sus discpulos le preguntan:
Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios?
(Mr. 6:37). Como si la mera palabra de Cristo no bastara pa
ra ahorrarles ese gasto y ese trabajo! Zacaras le dijo al ngel:
En qu conocer esto? Porque yo soy viejo (Lc. 1.18). Su fe
era demasiado dbil para aceptar la buena noticia.

2. Mientras ms se conforma el corazn del cristiano con


los cambios que la Providencia hace en su situacin en este
mundo, ms fuerte es su fe
El cuerpo dbil no soporta los cambios de tiempo como el
fuerte. El calor y el fro, el buen tiempo y el malo, no cam
bian mucho la situacin del hombre fuerte, pero el dbil se
queja de ellos. La fe fuerte puede vivir en cualquier clima,
viajar con cualquier tiempo, y afrontar cualquier situacin
[666]

El escudo espiritual del creyente

inesperada. Pablo dice: He aprendido a contentarme, cual


quiera que sea mi situacin (Fil. 4:11). Desafortunadamen
te, no todo seguidor de Cristo se parece a Pablo en esto; y la
fe dbil no ha aprendido esta dura leccin.
Cuando Dios vuelve tu salud en enfermedad, tu abundan
cia en pobreza, y tu honra en desprecio, cmo le hablas?
Est tu espritu amargado y descontento? Te desahogas
murmurando y quejndote? O te conformas con la sobera
na de Dios en tu situacin actual, no por ignorancia de la
afliccin, sino seguro de que l est obrando estas cosas pa
ra tu bien porque te ha llamado y lo amas?
a) El que est contento demuestra
que Dios reina en tu corazn

Reverencias la autoridad de Dios y confas en su soberana,


o no obedeceras sus rdenes: Enmudec, no abr mi boca,
porque t lo hiciste (Sal. 39:9). Si el golpe hubiera venido
de otra mano, David no lo habra aceptado tan calladamen
te. Cuando un criado abofetea a un nio, este corre para de
cirlo enseguida a su padre; pero aunque el padre mismo cas
tiga a su hijo con mayor severidad que el criado, el nio no
se queja por respeto a la autoridad paterna. Igualmente, tu
consuelo solo proviene de Dios: Estad quietos, y conoced
que yo soy Dios (Sal. 46:10). Hay que conocer a Dios por
la fe antes de que el corazn pueda estar quieto.
b) Un corazn rendido confa en la misericordia y la
bondad de Dios en los problemas

Crees que Dios puede obrar en tu prueba para bien; de otra


manera, no seras capaz de sacrificar tan fcilmente tus pla
ceres inmediatos. El nio se acuesta de buen grado mientras
los dems acuden a cenar si la madre promete dejarle algo
para el da siguiente. El nio cree en la promesa y se confor
ma con obedecer a su madre.
El ojo de la fe ve algo que recompensar tus prdidas pre
sentes, y esto te dispone a ayunar mientras los dems feste
jan, o a sufrir la enfermedad mientras otros gozan de buena
salud. Pablo nos dice por qu l y sus hermanos afligidos no
[667]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

desmayaban: vean cmo se les acercaba el Cielo a medida


que la tierra se alejaba: Por tanto, no desmayamos [...].
Porque esta leve tribulacin momentnea produce en noso
tros un cada vez ms excelente y eterno peso de gloria (2
Co. 4:16-7).

3. Mientras ms puede esperar el cristiano


las respuestas, ms fuerte es su fe
Solo un mercader pobre exige el pago en metlico en cada
venta. La fe dbil es para el presente; si no puede ver cubier
tos sus deseos de inmediato, se llena de celos y llega a tristes
conclusiones como que la oracin no ha sido oda, o bien que
Dios no ama al que ora. Pero la fe que es lo bastante fuerte
para tratar con Dios, sabe esperar: El que creyere, no se
apresure (Is. 28:16). Su inversin est en buenas manos, y
no ansia demandar los intereses, sabiendo que los viajes ms
largos tienen mejores ganancias.

4. Mientras ms sufre el cristiano de buen grado


por la promesa, ms fuerte es su fe
Si alguien renuncia a una buena herencia, abandona su fa
milia y sigue a un amigo en peligrosas y extraas aventuras,
damos por sentado que lo ama mucho. Pero si renuncia a to
das sus posesiones presentes por un amigo a quien nunca ha
visto, basndose en una invitacin escrita que le promete
grandes cosas en el futuro, su confianza nos asombra an
ms.
Pero no es tan fantstico como parece. En las Escrituras
leemos acerca de este Amigo a quien amis nos dice Pe
dro sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no
lo veis, os alegris (1 P. 1:8). El contexto de este pasaje es
en diversas pruebas (v. 6), pero ya que el camino del cre
yente atraviesa el escabroso desierto para llegar a disfrutar
de Cristo, este creyente pasar con gozo por las tentaciones
ms profundas. Esta s que es una fe gloriosa. No se trata de
alabar el Cielo y desear estar all, sino de abandonar place
res predilectos y aceptar grandes sufrimientos cuando Dios
nos llama a ello. Esto prueba que la fe es verdadera y fuerte.
[668]

El escudo espiritual del creyente

5. Mientras ms fcilmente se resiste el creyente


a la tentacin, ms fuerte es su fe
Un gran pez rompe fcilmente la misma red que captura a uno
pequeo. La fe del cristiano es fuerte o dbil segn le sea fcil
o difcil romper con la tentacin. Cuando una tentacin normal
te atrapa como una telaraa a una mosca, tu fe es muy dbil.
La fe de Pedro era dbil cuando la voz de una muchacha lo lle
v a negar a Cristo; pero se fortaleci al resistir y refutar las
amenazas de todo el Concilio (Hch. 4:20). Hasta cuando la fe
no tiene manos para derribar al enemigo, las tiene para defen
derse, y una voz para pedir ayuda al Cielo. La fe verdadera
siempre encuentra la manera de combatir el pecado.
Cristiano, comprate contigo mismo. Atrapan las concu
piscencias tu corazn y lo apartan de Dios con la misma fuer
za que hace unos meses? O puedes decir honradamente que tu
corazn las va venciendo? Ahora que sabes ms de Cristo y has
vislumbrado sus glorias espirituales, puedes pasar por la puer
ta de dichas concupiscencias sin mirar adentro? Cuando la ten
tacin llama a tu puerta, eres capaz de cerrrsela en la cara?
Si el poder del pecado muere, puedes estar seguro que tu fe es
t viva y vigorosa. Mientras ms fuerte sea el golpe, ms fuer
te es el brazo que lo da. Un nio no puede hacer una herida tan
grave como un hombre. Aunque la fe dbil no es capaz de dar
el golpe mortal al pecado, la fuerte est dispuesta y capacitada
para hacerlo.

6. Mientras ms obediente y compasivo es el cristiano


en su vida, ms fuerte es su fe
La fe obra por el amor; por tanto, su fuerza o su debilidad pue
de juzgarse por la fuerza o la debilidad del amor expresado en
el comportamiento del creyente. La potencia del brazo que ten
sa el arco se prueba por la fuerza con que vuela la flecha. Cier
tamente la fuerza de nuestra fe se conoce por el impulso con
que nuestro amor sube a Dios. Es imposible que una fe dbil,
incapaz de tensar la promesa como la fuerte, impresione tanto
al corazn para que ame a Dios como la ms fuerte.
Por tanto, si tu amor a Dios te hace abandonar el pecado,
cumplir con el deber y obedecer los mandamientos del Seor,
[669]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ests graduado en el arte de la fe. El amor del cristiano avanza


a la par que su fe, como el calor aumenta con la fuerza del sol;
mientras ms sube el sol hacia el meridiano, ms calor hace.
Igualmente, mientras ms exalta la fe a Cristo en el cristiano,
ms intenso es su amor de Cristo.
Al principio, cuando el cristiano deploraba sus pecados, el
temor lo conmova y su rostro se desfiguraba por el remordi
miento, como aquel que toma una medicina amarga. Pero aho
ra su arrepentimiento no le es tan desagradable, ya que la fe ha
hallado la realidad personal de la misericordia de Dios. Ya no
odia la palabra arrepentimiento como haca Lutero en otros
tiempos, sino que echa mano de la obra del arrepentimiento
con dulce actitud hacia el buen Dios que le aguarda con una es
ponja empapada en la misericordia de Cristo para borrar sus
pecados en cuanto los confiese.
Lo mismo se puede decir de otro aspecto de la fe y del amor.
La fe fuerte libera el alma. No cumple con su deber como el
sbdito oprimido ha de pagar sus impuestos, con pena, pen
sando en lo mucho que pierde. Da con la misma liberalidad con
que un nio presenta a su padre una manzana del huerto fami
liar. En su niez, obedeca y serva a su padre ms por temor al
castigo que por amor. Pero al desarrollarse la relacin con l,
con plena conciencia de que su padre espera la obediencia de
su parte, su egosmo se desvanece y su afecto natural prevalece
para agradar a su progenitor. As es el cristiano cuya fe crece y
madura.

7. Mientras ms templada es la actitud del cristiano


ante la muerte, ms fuerte es su fe
Las comidas picantes o agrias requieren mucho azcar para
suavizarlas. La muerte es algo que deja mal gusto en el alma.
Solo la fe fuerte puede hacer que los pensamientos graves sobre
este tema sean dulces y deseables. Algunos, cuando se cansan
de su situacin actual, dicen querer morir. Pero el que conoce
la inmutabilidad de la muerte, sea para gozo o para desdicha,
nunca la llama hasta comprender lo que puede esperar de Dios
al llegar al otro mundo. La fe dbil nunca ser capaz de hacer
lo sin un aluvin de dudas y temores.
[670]

El escudo espiritual del creyente

Sin embargo, a veces el cristiano de fe dbil afronta la muer


te con tan poco temor como el que tiene una fe mucho ms
fuerte, y hasta con ms gozo que este, porque lo sostiene una
especial medida de consolacin divina. Pero si Dios la retirara,
volveran los temores del moribundo y de nuevo sentira la tris
teza, como un enfermo temporalmente fortalecido por un fuer
te brebaje.
Pero la forma normal de que los corazones de los cristianos
se eleven por encima del temor para desear ardientemente la
muerte, es alcanzando una fe fuerte. Dios puede hacer un fes
tn con pocos panes, multiplicando al instante la parca fe del
creyente para poner una mesa abundante con variedad de con
solaciones, pero me temo que no har este milagro por aquel
que se contenta con la poca fe que ya tiene sin intentar aumen
tar su acopio para el momento de la necesidad.
El creyente ha de reconocer la fe

Cul es peor, el pecador que oculta y niega su pecado, o el cris


tiano que oculta y niega su fe? El primero parece peor, si con
sideramos su intencin: porque el pecador oculta su pecado
con un mal fin. El alma insegura es bienintencionada: tiene
miedo de ser hipcrita y mentirosa al decir que posee algo que
sospecha no posee. Pero si consideramos la consecuencia de
que un creyente no reconozca la gracia de Dios, y cmo Sata
ns aprovecha esto para llevarle a otros pecados, no es tan f
cil saber cul de las dos situaciones es peor.
La intencin de Jos fue pura al decidir divorciarse de su es
posa Mara, pensando que esta haba cado en un pecado de in
fidelidad sexual. Pero hubiera sido trgico que persistiera en
esa idea, especialmente despus de que el ngel le inform de
que ella haba concebido por el Espritu Santo.
Podra ser que estuvieras pensando en abandonar tu fe co
mo si esta fuera una virtud falsificada y vil, concebida en tu co
razn hipcrita por el padre de la mentira. No has tenido una
visin (no necesariamente de un ngel o de revelacin inmedia
ta, sino del Espritu Santo) que te anima a aceptar y reconocer
tu fe como algo concebido en ti por el Espritu? Ciertamente
[671]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

esa fe no es ningn bastardo creado por la ilusin de Satans


en el vientre de tu propia imaginacin; no te defraudes a ti mis
mo retrayndote de esta virtud cuando en realidad puedes sa
car una provisin inagotable de tu rico tesoro en Cristo.
Sospechas que llevan a una persona a negar su fe

Nuestro bendito Salvador dice a sus discpulos las maravillas


que harn si creen y no dudan (cf. Mt. 21:21); y la fe sin duda
mencionada en Mateo, es la fe como un grano de mostaza a
que se refiere Lucas (cf. Lc. 17:6). La duda contra la que Cris
to previno a sus discpulos es de la clase que intenta robar a es
tos la seguridad en cuanto a lo autntico de su fe.
Puedes tener paz interior sin gozo, y esta aparente paradoja
es susceptible de hacerte dudar de tu fe. El da puede ser tran
quilo aunque no brille un sol glorioso. Y a pesar de que el Con
solador no venga con consolaciones emotivas, ya ha calmado
la tempestad de tu alma perturbada. La verdadera paz, tanto
como el gozo, es prueba de la fe no fingida (2 Ti. 1:5).
Otra manera como la duda intenta engaar al cristiano y
aguijonearlo para que niegue su fe, es por la misma ausencia
de paz. Tenemos paz con Dios en cuanto creemos en Cristo,
pero no siempre la tenemos con nosotros mismos. El indulto
puede estar aprobado y sellado por el prncipe, sin haber lle
gado an a manos del preso. No consideras temerarios a los
que acusaron a Pablo de ser un asesino porque la serpiente se
haba aferrado a su mano? Entonces, por qu te condenas
por incrdulo cuando las aflicciones y angustias interiores se
aferran al alma de un hijo tan apreciado por Dios en la tierra
como t?
Las Escrituras relacionan la duda con la fuerza de la fe, no
con su existencia. Hombre de poca fe! Por qu dudaste?
(Mt. 14:31), le dijo Cristo a Pedro cuando este se hunda; re
prendiendo la duda a la vez que reconoca la realidad de la fe,
por dbil que fuera. Toda duda es mala por naturaleza; pero al
gunas dudas, aunque sean malas en s mismas, evidencian la
gracia en la persona que duda.
La irritabilidad en un enfermo que antes estaba inconscien[672]

El escudo espiritual del creyente

te, es seal segura de su recuperacin. Es bueno que el alma se


pa que sus dudas le pueden decir si su fe es real, aunque dbil,
o si est ausente. Por ello, indicar cuatro caractersticas de las
dudas que pueden acompaar a la verdadera fe.
Caractersticas de las dudas que pueden
acompaar a la verdadera fe

1. El creyente verdadero siente vergenza


y pena ante la duda
Cuando consideras lo mucho que realmente desconfas de Dios
en lugar de creerle, no te dan ganas de llorar? De dnde pro
cede esta pena? Llora la incredulidad por s misma? No, sino
que demuestra la fe de tu alma que llora porque la incredulidad
mancilla el nombre de Dios.
Igual que la ley absolva a la mujer que daba voces en el
campo (cf. Dt. 22:27), el evangelio te absuelve cuando te arre
pientes de la incredulidad. El Salmista se vio casi consumido
por la duda: Podr poner mesa en el desierto? (Sal. 78:19).
A menudo esta clase de incredulidad pone en tela de juicio la
fidelidad de Dios. Como si cuestionara la existencia de Dios!
Pero al final admite su necedad: Dije: Enfermedad ma es es
ta (Sal. 77:10). Como si dijera: Gracias, incredulidad! Eres
mi enemiga y la de Dios; y quieres asustarme. Pero lo que has
conseguido es probar la existencia de la fe en el fondo de mi in
credulidad.

2. Un creyente sincero anhela la bondad


de Dios a pesar de las dudas
El creyente dbil puede cuestionar el amor de Dios para con l,
pero lo anhela ms que la duda. As habla el alma suplicante:
Mejor es tu misericordia que la vida (Sal. 63:3). Duda si
Cristo le pertenece; pero si le preguntas lo que vale Cristo, y lo
que dara por tenerlo, dir que no hay precio demasiado alto:
Para vosotros, pues, los que creis, l es precioso (1 P. 2:7).
En resumen, duda si es santo o falsificado; pero su alma anhe
la y busca aquellas virtudes que apenas ve.
Este deseo da buen testimonio de virtud en el corazn. Las
[673]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

palabras de David evidencian esta virtud al decir: Quebran


tada est mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. Su
mamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo (Sal.
119:20,140). Puedes realmente dejar que tu corazn vaya
tras Cristo y su gracia, sin observar tu inters en ambos? An
mate, porque tus dudas no provienen de una falta total de fe
sino de tu insatisfaccin con la calidad dbil de tu fe.
El amor excesivo suele producir un temor exagerado. La
esposa que ama grandemente a su marido teme en su ausen
cia que no vuelva a verlo. Una duda le dice que estar enfer
mo y otra, que ha muerto; as su amor la atormenta sin cau
sa, porque su marido est bien y va camino a casa. Si no en
contramos cierto anillo costoso, tememos que se haya perdi
do. Las pasiones fuertes por naturaleza perturban la razn y
ocultan cosas que normalmente vemos claramente. As, mu
chas almas inseguras buscan aquella fe que ya tienen en el
corazn: les ha estado oculta por su fuerte deseo de ella.
Rode de gozo no abri la puerta a Pedro, porque su go
zo la hizo olvidar lo que haban estado pidiendo (Hch.
12:14). Entonces, el alto valor que el cristiano inseguro atri
buye a la fe, junto con su excesivo anhelo, no le dejan ver
que ya tiene la joya que tanto ansia.

3. Las dudas motivan al creyente a buscar


en Dios lo que teme que le falta
El cristiano inseguro tiene tanto tumulto en el alma que no pue
de descansar hasta que deja que la Palabra de Dios decida las
cuestiones por l. Igual que Asuero no era capaz de dormir y pi
di las crnicas de su reino, el alma insegura acude a las crni
cas del Cielo. Rebusca en la Palabra y en su propio corazn al
go que corresponda a la descripcin de la fe bblica, como la
imagen del espejo corresponde al rostro humano.
Cuando las dudas de David asfixiaban su fe, no se renda de
jando que el barco navegara a la deriva. En lugar de dudar del
amor de Dios para con l, meditaba en su corazn y su alma in
dagaba con diligencia: Al Seor busqu en el da de mi angus
tia (Sal. 77:2). Uno no debe conformarse con su duda sin re
solver, como no lo hara aquel que oliendo humo en la casa se
[674]

El escudo espiritual del creyente

acostara a dormir. Ms bien buscar en todas las habitaciones y


rincones hasta quedar satisfecho de su seguridad.
El alma insegura teme despertarse rodeado de las llamas del
Infierno; pero la que est presa de la incredulidad siente una se
guridad falsa y se descuida. El mundo antiguo no crea en la in
minencia del Diluvio, y los hombres en su letargo se negaban a
considerar el aviso de Dios. El agua entr por sus ventanas an
tes de que pudieran escapar.

4. A pesar de las dudas, el verdadero creyente


se apoya en Cristo y an desea aferrarse a l
Mientras Pedro se hunda en el agua, clamaba a Cristo; y esto
probaba la realidad de su fe. Aunque Jons sufri muchos te
mores, en medio de ellos su fe se aferraba secretamente a Dios:
Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas an
ver tu santo templo (Jon. 2:4); Cuando mi alma desfalleca
en m, me acord de Jehov (v. 7). Tambin David, aunque no
se poda deshacer de todos los temores que entraban por su d
bil fe como un barco que hace aguas, levant firmemente su ma
no para cortar con ellos: En el da que temo, yo en ti confo
(Sal. 56:3).
La duda del cristiano dbil es como el vaivn del barco an
clado: se mueve, pero no deja de aferrarse a Cristo; las dudas del
incrdulo, en cambio, son como el movimiento de las olas que
no tienen ancla y estn a merced del viento: Pero pida con fe,
no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a
otra (Stg. 1:6).
Caractersticas de la fe presuntuosa

Sin embargo, a veces el cristiano inseguro teme que su fe sea pre


suntuosa. Para los que luchan con este problema, plantear tres
caractersticas de esa falsa fe.

1. La fe presuntuosa es fcil
Ya que Satans no se molesta en oponerse a la fe presuntuosa,
esta crece como un hierbajo en tierra frtil. El diablo se com[675]

El cristiano con toda la armadura de D ios


place en que el pecador ande dormido, en un paraso vano de
esperanzas falsas en cuanto a Cristo y la salvacin. No se le
ocurre a Satans despertarlo, sino que cierra las cortinas para
que ninguna luz ni ruido perturbe su conciencia adormecida.
Acaso grita el ladrn de noche para avisar a su vctima del ro
bo y la muerte inminentes? No, porque el sueo de esta le con
viene.
El diablo es enemigo de la verdadera fe. La persigue en la cu
na, como hizo Herodes con el Cristo recin nacido en el pese
bre; derrama sobre ella un torrente de ira en cuanto anuncia su
nacimiento llorando por el Seor. Si tu fe es legtima, su nom
bre podra ser Neftal, y puedes decir: He luchado con Sa
tans y con mi corazn, y al final he prevalecido. Ya conoces
la respuesta que recibi Rebeca cuando le pregunt a Dios la
razn de la lucha de los nios en su vientre: Dos naciones hay
en tu seno (Gn. 25:23). Cristiano, si percibes que hay lucha en
tu alma, consulate; esta disputa proviene de dos principios
contrarios: la incredulidad, el mayor de ellos, por mucho que
intente ganar, servir a la fe, que es el menor.

2. La fe presuntuosa es desequilibrada
Tiene una mano paralizada. Cuenta con una mano para recibir
el perdn de Dios, pero ninguna para entregarse a l. La fe ver
dadera posee dos manos: Mi amado es mo, [aqu el alma
acepta a Cristo] y yo suya [aqu se rinde a sus propsitos]
(Cnt. 2:16). Te has entregado libremente a l? Todos profesan
haberlo hecho, pero el alma presuntuosa, como Ananas, mien
te al Espritu Santo y retiene la parte ms importante de lo que
prometi poner a los pies de Cristo. El disfrute de la concupis
cencia est entretejido en su corazn, y no se decide a rendirlo
a la justicia divina. Su vida le va en ello, y si Dios se lo quita
ra, tendra que hacerlo por la fuerza; no hay posibilidad de que
consienta en entregarlo. Es este el retrato de tu fe? De ser as,
te has bendecido con un dolo; has confundido un rostro atre
vido con un corazn creyente.
Por otra parte, si consideras un privilegio el que Cristo ten
ga un trono en tu corazn, como t tienes un lugar en su mise
ricordia, resultas ser un creyente sano. Igual podra Satans lla[676]

El escudo espiritual del creyente

marse cristiano que acusarte de fe presuntuosa. Que el diablo


te censure a ti y a tu fe cuando quiera; el perfume de rosas no
es menos suave por llevar escrito en la etiqueta: vinagre. El
Seor conoce a los suyos y sus virtudes, y los reclama como ver
daderos hijos, como el dulce fruto de su Espritu, aunque Sata
ns y el mundo les den un ttulo falso. Ningn padre repudia a
su hijo cuando este, delirando de fiebre, niega que sea su padre.

3, La fe presuntuosa no disfruta
de la comunin con el Salvador
Cuando un corazn falso pretende tener fe en Cristo, gusta po
co de su dulzura. De ser honrado, admitira su preferencia por
la mesa de los criados, con sus sobras de tesoros carnales, a los
placeres de la santa comunin con Cristo y sus hijos.
El que tiene una fe presuntuosa se jacta de su parte en Dios,
pero no desea estar en su presencia; no bebe el vino del gozo de
la copa celestial. No le consuelan los pensamientos del Cielo,
sino sus posesiones terrenales y mundanas; estos posos son su
gozo.
Sin embargo, la verdadera fe cambia los apetitos de la per
sona. Ningn festn es tan agradable para el creyente como
Cristo. Si Dios aparta los dems platos de la mesa, dejando so
lo Cristo, el creyente tiene lo nico que desea. Pero si las prio
ridades mundanas salud, amigos, dinero permanecen y
Cristo se retira, el hombre exclamar: Quin me ha quitado
a mi Seor!. Solo Cristo sazona los gustos del creyente, en
dulzndolos a su paladar.

II. UN ARGUMENTO EFICAZ PARA APAGAR


LOS DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO
Estamos plenamente persuadidos de la preeminencia de la fe;
veamos ahora la razn para empuar el escudo de la fe. El ar
gumento ms poderoso se contiene en estas palabras: Con
que podis apagar todos los dardos de fuego del maligno
(Ef. 6:16). Podis no es un incierto tal vez puedas, sino
una afirmacin absoluta. Puedas hacer qu? Apagar; no
solo resistir y repeler, sino extinguir. Entonces, qu apagare[677]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mos? No solamente las tentaciones normales, sino las flechas


ms mortferas que tenga el diablo en su aljaba: los dardos
de fuego; y no unos pocos, sino todos los dardos de fuego
del maligno. La segunda parte explora dos aspectos en parti
cular de la guerra espiritual: una descripcin del enemigo (el
maligno) y el poder de la fe para vencerlo.
Descripcin del enemigo

Las Escrituras describen tres aspectos del enemigo del creyente:


su naturaleza, su unidad y sus dardos de fuego.

1. La naturaleza del enemigo


En Efesios 6:12 se le llama a Satans huestes espirituales de
maldad. Dios debe de tener una leccin especial para su pue
blo con este atributo del diablo, al representarlo con ese nom
bre. Vemos por lo menos dos razones para el uso de la palabra
maldad en la descripcin del enemigo de todo cristiano.
Primera, Dios utiliza esta palabra para recordar a sus hijos
que deben odiar el pecado y resistir a Satans. El nombre que
ms exalta a Dios es Santo. En consecuencia, la Escritura le
pone al diablo la marca ms negra e infame al llamarle el ma
ligno. Si se pudiera separar la santidad de las dems caracte
rsticas de Dios (lo cual sera la peor blasfemia), se disipara la
gloria de estas. Si fuera posible disociar la maldad del diablo de
sus tormentos y desdicha, tambin cambiaran mucho las cosas.
Hay que detestarlo con odio perfecto.
Si no te da vergenza vivir en pecado, te pareces al mismo
diablo. No pretendas burlarte del nombre de Satans o te
merlo, pues en ti est su retrato ms verdico, impreso en el
pecado que eliges. Se dice que Can era del maligno (1 Jn.
3.12). Si eres malo, eres del diablo. Cada pecado cometido es
un nuevo trazo diablico en tu alma. Si la imagen de Dios en
el creyente, que el Espritu tarda aos en grabar en l, acaba
r constituyendo un retrato asombroso de Cristo cuando se
haya plasmado la ltima lnea all en el Cielo, imagnate lo
temible y terrible que podra ser tu aspecto despus de los es
fuerzos del diablo por imprimir sobre ti su apariencia, ha[678]

El escudo espiritual del creyente

lindote en el Infierno, donde tendrs tiempo para ver la ple


nitud de la muerte y la maldad reflejadas inequvocamente en
tu ser.
Qu lstima de las almas terrenales que estn controladas por
el poder de este maligno! David clasifica esto entre otras grandes
maldiciones: Pon sobre l al impo, y Satans est a su diestra
(Sal. 109:6). Prefiere ser el ms miserable prisionero de la nacin
que el mejor siervo del pecado y Satans. Salomn dice: Cuan
do domina el impo, el pueblo gime (Pr. 29:2). Los pecadores en
gaados ren cuando seorea el diablo, pero t puedes gemir por
quienes se ren del pecado y van al Infierno por su causa.
Recuerda que Satans es el maligno y no puede hacer ningn
bien. Ya que conoces la felicidad de servir al Dios Santo, tendrs
preparada la respuesta cuando este maligno venga para incitar
te al pecado. Quieres mancharte las manos en su vil servicio
despus de haberlas utilizado para el puro y noble servicio de
Dios? Ni escuches siquiera las excusas de Satans, si no quieres
llevar el sobrenombre de maligno.
La segunda razn por que Dios llama a Satans el maligno
es para alentar a los creyentes en el combate. Es como si Dios
dijera: No le tengas miedo; te enfrentas a una compaa mal
vada. Y sus defensores tambin son malvados. Esto le dara va
lor a un cobarde para pelear contra esa chusma.
La maldad es necesariamente cobarde. La culpa de los de
monios les dice que su causa est perdida antes de luchar si
quiera. Te temen, cristiano, por tu santidad; no tienes que tener
t miedo de ellos. Cuando los consideras sutiles, poderosos, y
numerosos, tu corazn late con fuerza; pero tenlos por espritus
viles e impos que odian a Dios ms que a ti. La nica razn por
que se molestan en odiarte es por tu relacin con l. De parte
de quin est Dios? Antiguamente reprendi a los reyes por to
car a sus ungidos. Se quedar parado ahora dejando que estos
malvados amenacen su vida que est en ti sin rescatarte? Impo
sible.

2. La unidad del enemigo


Todas las legiones de demonios y las multitudes de hombres
malvados forman un solo cuerpo mstico de maldad; igual que
[679]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Cristo y sus santos son tambin un solo cuerpo mstico de san


tidad. Un Espritu une a Cristo y a sus santos, y un espritu une
a los demonios y a los impos. Todos los dardos los dispara el
mismo arco con la misma mano. Entonces, la batalla del cre
yente es un duelo con un gran enemigo; pero este enemigo re
ne todas sus fuerzas para armarse con dardos de la peor clase.

3. La provisin guerrera del enemigo


Los dardos diablicos son tentaciones que apuntan con exacti
tud asombrosa a las almas humanas. Estas tentaciones se lla
man dardos por tres razones.
a) Los dardos son veloces

El Salmista llama saetas divinas a los relmpagos por su ve


locidad: Envi sus saetas, y los dispers; lanz relmpagos, y
los destruy (Sal. 18:14). Las tentaciones diablicas vuelan
como rayos. Satans no necesita ms que un instante para en
viar una tentacin: David mira a Betsab, y la saeta diablica
se clava en su corazn antes de que pueda apartar la mirada.
A veces una palabra o dos aceleran la saeta diablica de la
tentacin. Cuando sus siervos le informaron de que Nabal le
haba agraviado, la ira de David fue lo que hizo que el dardo
de la venganza se clavara en su corazn. Qu es ms rpido
que un pensamiento? Una idea necia surge, y nuestro corazn
de repente corre tras ella como un perro tras la presa que salta
delante de l cuando va a la zaga de su amo. Si una tentacin
no hiere, Satans manda otra enseguida; ni bien se dispara un
dardo, el astuto arquero coloca otro en la cuerda.
b) Los dardos vuelan en secreto

Lo mismo sucede con las tentaciones. La flecha viene de tan le


jos que podemos encontrarnos heridos sin llegar nunca a ver
quin nos dispar. Los malos lanzan sus dardos a escondidas
(Sal. 64:4). Satans dispara una tentacin: a veces utiliza la len
gua de la esposa para sus fines, otras se pone tras el marido o
el amigo y no se le ve actuar. Quin habra sospechado que
Abraham sera instrumento de Satans para incitar a su esposa
al pecado?
[680]

El escudo espiritual del creyente


A veces el diablo es tan taimado que falsifica el arco divino
para disparar sus dardos, y el cristiano cree que es Dios quien
le est riendo. Job clama a causa de las saetas del Todopo
deroso y de su veneno (Job 6:4), cuando es Satans quien
se ha ensaado con l. Dios era buen amigo de aquel hombre,
pero permiti que el diablo lo probara. El pobre Job protesta
ba como si Dios hubiera abandonado su amistad con l para
hacerse su enemigo.
Los dardos de Satans no solo son veloces y furtivos, sino
que hacen poco ruido en su vuelo; no avisan de su llegada. La
tentacin se acerca imperceptiblemente: el ladrn entra antes
de que pensemos en cerrar las puertas. El viento se mueve en
secreto, como dice nuestro Salvador: Ni sabes de dnde viene,
ni a dnde va, pero oyes su sonido (Jn. 3:8). Con el mismo si
lencio Satans urde tentaciones insospechadas contra el cristia
no.

c) Por naturaleza, los dardos hieren y matan


Esto es especialmente cierto cuando los dispara, con un arco
fuerte, un arquero que tiene la fuerza necesaria para tensarlo.
Las tentaciones de Satans son as: estn apuntadas con mali
cia mortal, y tensadas con una fuerza sobrenatural. Si Dios no
nos proporcionara una buena armadura, nos sera imposible
resistir el poder del diablo y llegar a salvo al Cielo.
Jess quiere que seamos conscientes de la fuerza de los ata
ques seductores del diablo, porque nos ensea a pedir al Padre:
No nos metas en tentacin (Mt. 6:13). Cuando Cristo or
as, acababa de probar la astucia y fuerza tentadoras de Sata
ns; a quien con su sabidura y poder es bien capaz de vencer,
pero las cuales sabe que pueden derrotar aun a los santos ms
fuertes!
Exceptuando a Cristo, Satans ha logrado engaar a todos
los seres que han vivido en este mundo. Solo Jess tuvo la pre
rrogativa de ser tentado sin caer en la tentacin. Job, un jefe del
ejrcito de Dios, descrito por el Padre como perfecto y recto
(Job 1:1), recibi graves heridas de los dardos de Satans. Pe
ro, en su momento, Dios fue fiel para sacarlo de las garras del
diablo y traer sanidad y restauracin a su siervo.
[681]

El cristiano con toda la armadura de Dios


El armamento de guerra de Satans no solo incluye flechas
sino dardos de fuego. Algunos eruditos creen que este fue
go se refiere a cierta clase de tentacin, como podran ser la
blasfemia o la desesperacin, pero ya que la fe es el escudo pa
ra toda tentacin, vemos que cualquier dardo de Satans es in
cendiario. Entonces por qu la Escritura los llama dardos de
fuego?
Primero, Satans los dispara con ira ardiente. Este dragn
escupe fuego de indignacin contra Dios y todos sus santos.
Saulo respiraba amenazas y muerte contra los discpulos del
Seor (Hch. 9:1). Como el que arde interiormente, su aliento
quemaba: un chorro calcinante de rabia perseguidora sala de
l como de un horno candente. Tal tentacin es el hlito de la
furia diablica.
Adems, estos dardos son incendiarios porque si no se apa
gan, llevan a la persona al fuego del Infierno. Hay una chispa
infernal en cada tentacin. Toda tentacin se dirige al Infierno
y la condenacin, segn el propsito y la intencin de Satans.
Finalmente, y lo que es ms importante, los dardos diabli
cos son incendiarios por sus efectos malignos en el espritu hu
mano: prenden fuego en el corazn y la conciencia. El apstol
alude a la costumbre de ciertos enemigos crueles que mojaban
la punta de los dardos en veneno, convirtindolos en an ms
mortferos. No solo heran la parte que penetraban, sino que
infectaban todo el cuerpo, haciendo casi imposible la curacin.

El poder de la fe sobre el enemigo


Los dardos de Satans, que el cristiano puede apagar por la fe,
es posible describirlos segn dos de sus caractersticas: los que
seducen con falsas promesas de satisfaccin, y los que conlle
van temor y terror.

Los dardos de fuego de las tentaciones agradables


Los dardos de Satans consistentes en tentaciones fascinan
tes producen ampollas. Cada corazn tiene tendencia al pe
cado. Las tentaciones no nos caen como bolas de fuego sobre
[682]

El escudo espiritual del creyente


la nieve helada, sino como chispas y relmpagos sobre un te
jado de paja, que pronto arde en llamas. Satans tienta, pe
ro el pecado se nos cobra a nosotros: Cada uno es tentado,
cuando de su propia concupiscencia es atrado y seducido
(Stg. 1:14). El diablo tienta, pero es nuestra concupiscencia
la que nos atrae. El cazador pone la red, sin embargo el de
seo de la propia ave la lleva a caer en la trampa.
El corazn humano es vulnerable al fuego de los dardos
de Satans: Sin lea se apaga el fuego (Pr. 26:20). Ya que
Cristo extingui los dardos de fuego, estos no pudieron da
arle. Satans no encontr combustible de corrupcin en l.
Pero nuestros corazones se calentaron una vez en Adn, y
desde entonces no se han enfriado. El Antiguo Testamento
compara el corazn del pecador con un horno: Todos ellos
son adlteros; son como horno encendido por el hornero
(Os. 7.4). El corazn humano es el horno, el diablo es el hor
nero, y la tentacin, el fuego que lo calienta.
David dice: Estoy echado entre hijos de hombres que vo
mitan llamas (Sal. 57:4). Y quin las enciende? Santiago
resuelve la cuestin diciendo que el infierno (Stg. 3:6).
Cuando el corazn arde con la tentacin, es difcil apagar ese
fuego, aun en un hijo de la gracia. David mismo, bajo el po
der de una tentacin tan evidente para la simple vista carnal,
fue responsable de la muerte de 70 000 hombres. Un solo pe
cado tuvo un alto precio. Si el Infierno ruge as en un David,
qu daos no har cuando no hay gracia en el corazn pa
ra apagarlo? El alma poseda por las llamas de la tentacin
corre a la boca de la muerte y el Infierno, y no se frena fcil
mente.
Debemos temer el abrazo de la tentacin cuando es tan se
ductora. Algunos se confan demasiado, como si tal enfer
medad no pudiera infectarlos, y respiran cualquier aire que
se presenta. A veces Dios permite que les llegue un dardo dia
blico, para que conozcan su propio corazn. Quin se
compadece del hombre cuya casa estalla, si guarda la plvo
ra cerca de la chimenea?
Aprtate de la diana del diablo si no quieres que te clave
una de sus flechas! Aljate en lo posible de los blancos de la
[683]

El cristiano con toda la armadura de Dios


tentacin. Si Satans logra cautivarte, pronto te sentirs
aturdido; y un pecado enciende otro, como la broza la lea.
Ya que esto es as, no debemos dejar que Satans utilice un
pecado como combustible para prender fuego a otra persona.
Los idlatras decoran sus templos y altares con cuadros de oro
y plata para atraer las miradas. Estn embelesados con sus do
los como el amante con su amada. El borracho contagia al pr
jimo dndole de beber (cf. Hab. 2:15). Es ilegal prender fuego
a la casa del vecino, pero qu de aquel que incendia un alma
con fuego infernal?
Algunos son pirmanos, pero es posible causar un incendio
por error. Un nio tonto que juega con cerillas incendia una ca
sa, la cual no son capaces de apagar muchos hombres sabios.
Satans puede utilizar tu negligencia para encender la tentacin
en el corazn de otro. Tal vez sea mediante una palabra ocio
sa, que para ti carece de peligro; pero una rfaga de tentacin
puede llevar esa chispa al corazn de tu amigo, prendiendo en
l un fuego mortal. O quiz lo hagas por un atuendo inconve
niente que, aunque lo lleves con corazn puro, solo porque es
la moda, se convierte en un lazo para otra persona. Seguro que
el alma de tu hermano es ms importante para ti que la moda.
La Escritura nos amonesta a que no seamos orgullosos en
nuestras decisiones para vencer la tentacin: As que, el que
piensa estar firme, mire que no caiga (1 Co. 10:12). Cualquier
tentacin que resistimos es comn a todos; pero fiel es Dios,
que no os dejar ser tentados ms de lo que podis resistir, si
no que dar tambin juntamente con la tentacin la salida (v.
13). Dios abre esa salida por el poder de la fe.

El poder de la fe para apagar


las tentaciones agradables
La fe capacita al alma para apagar las tentaciones placenteras
del maligno. Esta es la victoria que ha vencido al mundo,
nuestra fe (1 Jn. 5:4). La fe planta su estandarte triunfal en la
cabeza del mundo. Juan nos explica lo que quiere decir aqu el
mundo: No amis al mundo [...]. Porque todo lo que hay en
el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la va[6841

El escudo espiritual del creyente


nagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo
(2:15-16). Todo lo que hay en el mundo alimenta y enciende las
pasiones. La fe capacita al alma para apagar los dardos que Sa
tans moja en el veneno de las concupiscencias mundanas.

1. Los deseos de la carne


Esta tentacin promete un placer carnal. Es tan ardiente que
cuando halla un corazn carnal, pronto lo enciende con pasio
nes desenfrenadas y burdos afectos. El adltero arde de lujuria
y el borracho con su vino.
Ninguna tentacin obra con mayor afn que las que pro
meten deleite carnal. Se dice que los pecadores comete[n] con
avidez toda clase de impureza; esta avidez es una especie de
codicia, porque la Palabra sugiere que ellos nunca se saciarn
(Ef. 4:19). Ninguna bebida sacia la sed del hombre envenena
do. Solo la fe puede ayudar al alma que arde con tales llamas.
En el Infierno el rico se quema sin una gota de agua para re
frescar su lengua. El pecador incrdulo est en un Infierno te
rrenal; arde en sus concupiscencias, por falta de fe, sin agua al
guna que apague ese fuego.
Por fe los mrtires apagaron fuegos impetuosos (He.
11:34).
Porque nosotros tambin ramos en otro tiempo insensatos, re
beldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites di
versos [...]. Pero cuando se manifest la bondad de Dios nues
tro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salv (Tit.

3:3-5).
Nadie puede deshacerse de los antiguos acompaantes de la
concupiscencia hasta que, mediante la fe, llega a intimar con la
gracia de Dios revelada en el evangelio.

2. Cmo la fe apaga los deseos de la carne


La fe descorre el velo de los ojos del cristiano, para que vea el
pecado al desnudo antes de que Satans lo disfrace con atuen
do halagador. El ojo avizor de la fe tiene la conviccin de lo
que no se ve (He. 11:1); penetra la cortina de los sentidos y ve
[685]

El cristiano con toda la armadura de Dios


el pecado antes de que se vista para salir al escenario: un en
gendro del Infierno que lleva oculto el tormento. Que venga Sa
tans y presente una concupiscencia seductora; el cristiano res
ponder: No me dejo engaar por un espritu mentiroso. Te
ensea una hermosa Raquel, pero pretende entregarte una Lea
miope; promete gozo, pero paga con tristeza.
Los disfraces que hacen tan atractivos a estos deseos no son
suyos. La mujer de Endor dijo: Por qu me has engaado?
Pues t eres Sal (1 S. 28:12). La fe tambin puede reconocer
al pecado y a Satans por sus nombres aunque vayan disfraza
dos. La fe dice: T eres Satans, por qu intentas engaarme?
Dios ha dicho que el pecado es amargo como hiel y ajenjo. No
puedes hacerme creer que recoger frutos dulces de tus races
de amargura, ni uvas de tus espinos!.
La fe capacita al alma para reconocer, no solo la naturaleza
del pecado, vaco de todo placer, sino la calidad temporal de su
frvola exaltacin. La fe nos persuade de que no abandonemos
las seguras misericordias de Dios por la excitacin efmera de
Satans. Esta persuasin hizo que Moiss huyera de los encan
tos de la corte egipcia al fuego de la afliccin porque los re
conoca como deleites temporales (He. 11:25). Si vieras a al
guien saltar al mar desde un barco, al principio lo tomaras por
loco; pero luego, si lo ves de pie en la orilla y el barco hundi
do, sabras que haba hecho bien.
La fe ve cmo el mundo y todo atractivo del pecado se hun
den; tienen una fuga que la sabidura humana no puede repa
rar. No es mejor nadar por la fe en el ocano de las pruebas,
para arribar a salvo al Cielo, que sentarse en el regazo del pla
cer pecaminoso hasta hundirse en el lago de fuego?
El deleite del pecado no puede durar, porque no es natural.
Lo artificial pronto se corrompe. El azcar es dulce por natu
raleza y, por tanto, mantiene su dulzura; pero el vino edulcora
do artificialmente pierde el buen sabor en pocos das. El delei
te del pecado es extrao a su naturaleza y corrompe la vida que
toca. Nada de la dulzura que ahora satisface a los pecadores se
saborear en el Infierno: all la copa del pecador se sazonar
con amargura.
Otra razn por que la excitacin del pecado es breve es que
[686]

El escudo espiritual del creyente


la vida misma es corta, y ambas terminan juntas. Muchas veces
el placer del pecado muere antes que su vctima. Los pecadores
sobreviven a su deleite mundano. El gusano se cra en su con
ciencia antes que en su carne con la muerte. Puedes estar segu
ro que las ventajas del pecado nunca sobreviven a este mundo.
Dios ha proferido la palabra: Dios en su ira les reparte dolo
res (Job 21:17). El clima del Infierno es demasiado caluroso
para que sobrevivan los deleites malignos.
La fe es la sabia virtud que hace al alma considerar cmo
pasar la eternidad. El corazn carnal vive en el presente: hun
de el morro en la pocilga y, mientras se revuelca, cree que aque
llo no acabar nunca. Pero la fe anda a pasos agigantados: con
un zanco pasa por toda una vida y ve el final desde el princi
pio. David dice: A toda perfeccin he visto fin (Sal. 119:96).
Se imagina a los malvados, mientras an se revuelcan en sus le
chos sensuales, cortados y ardiendo en el horno de Dios como
si ya estuviera hecho (Sal. 37:2). Segn su fuerza, la fe agudi
zar la vista de todo cristiano. Quin envidia el festn del reo
que va camino al patbulo?
Finalmente, la fe no se deja engaar por las gangas de Sa
tans y le muestra al alma dnde puede disfrutar de goces de
calidad a un precio mucho menor. Los clientes compran all
donde encuentran lo mejor. Este principio es verdad tambin
para los pecadores. El borracho acude a la mejor cerveza, el
glotn al plato ms lleno. Pero la fe premia el alma con galar
dones sin parangn. Abre el camino a la promesa y entretiene
all al creyente a cuenta de Cristo con todos los manjares del
evangelio.
La fe deja al cristiano gustar el banquete que disfrutar ple
namente en el Cielo. Aun este pequeo bocado se deshace en
gozo inefable y glorioso (1 P. 1:8). Esta verdad de seguro
apagar el apetito de la tentacin. Cuando Satans invita al
cristiano a su deslumbrante orga, el alma puede decir: Deja
r estos placeres que sacian todo deseo, para corromperme con
el mohoso pan del pecado? Entonces sera como Judas, que se
levant de la mesa de su Maestro para sentarse a aquella del
diablo.

[687]

El cristiano con toda la armadura de Dios

3. Los deseos de los ojos


Aqu el apstol hace referencia a las tentaciones extradas del
tesoro del mundo. El ojo primero adultera con ellas. Como el
ojo impuro mira a la esposa de su prjimo, el ojo codicioso se
fija en los bienes de otro y los desea. Considera los efectos
trgicos de esta tentacin en Acab, cuando codici la via de
Nabot. Compr aquellas hectreas, que no aadan gran co
sa a la renta del rey, al precio de la sangre de su dueo legti
mo. Solo la fe puede cerrar permanentemente los ojos codi
ciosos y dar una percepcin clara de la suficiencia de la gra
cia de Dios.

4. Cmo la fe apaga los deseos de los ojos


Satans atrae al alma para que se aventure en la mentira y to
me el lingote de oro como la zanahoria que se le tiende al bu
rro; pero la fe simplemente convence el alma del cuidado pa
ternal de Dios. As la fe ensea el alma a responder: Ya es
toy abastecida, Satans; no me hace falta lo tuyo; por qu
robar algo que Dios ha prometido darme?. Sean vuestras
costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenis ahora;
porque l dijo: No te desamparar, ni te dejar (He. 13:5).
Cmo te faltar alguna cosa cuando la promesa de Dios
manda sobre sus riquezas? Aquel que est sin Dios en el mun
do lucha por sobrevivir haciendo la vil voluntad de Satans;
pero t, cristiano, eres libre para vivir de la herencia de tu fe.
Otra manera como la fe apaga los deseos de los ojos es en
sendonos que nuestro consuelo estriba en la bendicin de
Dios, no en la abundancia material: El hombre de verdad
tendr muchas bendiciones; mas el que se apresura a enrique
cerse no ser sin culpa (Pr. 28.20). La fe amonesta: Si ama
sas fortuna mundana de mala manera, nunca te contentar en
la medida que esperabas. Es imposible robar algo y luego pe
dir la bendicin de Dios. Satans no te dar posesin tran
quila de las ganancias del pecado, ni tampoco te absolver de
los cargos judiciales que seguramente Dios presentar contra
ti.
Finalmente, la fe estimula al cristiano a buscar metas ms
altas que todo lo que el mundo ofrece: descubre que la mer[688]

El escudo espiritual del creyente


canca de la fe se halla ms all de los cielos y deja el barro
de esta tierra para conseguir gracia y gloria. La fe puede traer
sus tesoros desde muy lejos.
David considera necio a aquel que se preocupa tanto por na
da. Dice as: Ciertamente en vano se afana; amontona rique
zas, y no sabe quin las recoger (Sal. 39:6). Luego, da las es
paldas al mundo como algo indigno de esfuerzo, y expresa: Y
ahora, Seor, qu esperar? (v. 7). Se pregunta: Es este mi
premio? Acumular ms riquezas que mi vecino?. Y aade:
Mi esperanza est en ti. Lbrame de todas mis transgresiones
(vv. 7-8). Su actitud es: Los que aman el mundo, que tomen el
mundo; Seor, no me des paga en oro y plata, sino en perdn
de pecados.

5. La vanagloria de la vida
Hay un lugar en el corazn humano que anhela la honra del
mundo; y el diablo se esfuerza por irritar la carne orgullosa con
sus fascinantes ofertas. Cuando por fin se unen la tentacin y
el deseo, Satans logra sus fines.
Aun despus de que los judos se convencieran de la verdad
de la doctrina de Cristo, se apartaron de l y permanecieron es
clavos de su orgullo: Porque amaban ms la gloria de los
hombres que la gloria de Dios (Jn. 12:43). La fe apaga esta
tentacin al orgullo y, con santo desdn, se aparta de todo lo
que el mundo ofrece como soborno por el pecado.
Pero el orgullo no ha cautivado a todos a lo largo de los si
glos. Por la fe Moiss, hecho ya grande, rehus llamarse hijo
de la hija de Faran (He. 11.24). Aunque su adopcin le ha
ca heredero de la corona, la rechaz. Los honores se acercaban
a l como la marea; y fue admirable que resistiera este diluvio
de privilegios. No rechaz un puesto en la corte por otro, sino
que lo hizo por unirse a un remanente de gente pobre y vitupe
rada. Al rechazar el favor real, incurri en la ira del rey; pero
la fe lo llev por las alturas y profundidades de la desgracia y
el favor, de la honra y la deshonra. Y hoy, donde esta gracia de
la fe se halle, en fortaleza o debilidad, sucede lo mismo.
Tambin se han visto tentados los creyentes ms moder
nos. A punto ya de sufrir, se les ofrecieron a estos hombres y
[689]

El cristiano con toda la armadura de Dios


mujeres alternativas atractivas para doblegarlos segn los
tiempos y hacer que se retractaran de su valerosa profesin de
fe; pero escogieron las llamas del martirio en lugar del favor
principesco bajo los trminos de Satans. Cmo puede la fe
apagar tentaciones tan fuertes?

6. Cmo la fe apaga la vanagloria de la vida


Hay varias maneras caractersticas como la fe apaga la vana
gloria de la vida: quitando el combustible que alimenta la ten
tacin; haciendo que el cristiano espere toda honra de la ma
no de Cristo; revelando el peligro de negociar la gloria mun
dana con Satans; y mostrando a los creyentes los preceden
tes.

a) La fe quita el combustible que alimenta la tentacin


El orgullo es ese combustible. Si se retira el aceite, la lmpa
ra se apaga. Donde se encuentre vigoroso este deseo, los ojos
de la criatura se cegarn al ver algo que complace los deseos
del corazn. Con esta tentacin, el diablo da salida a lo que
est llenando el corazn. Simn el Mago tena un espritu so
berbio; cuando vio la primera oportunidad de quitarle prota
gonismo al apstol, se encendi su deseo de tener el don de
milagros. Por el contrario, un hombre humilde ama el asien
to de menor importancia; no ambiciona destacar por encima
de las ideas de otros. Y cuando se rebaja en su propia opi
nin, por encima de su cabeza vuela la misma bala que im
pacta en el pecho del soberbio. La fe sosiega el corazn. El or
gullo y la fe son opuestos; como los platillos de una balanza,
si el uno sube, el otro ha de bajar: He aqu que aquel cuya
alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivir
(Hab. 2:4).
b) La fe es la favorita de Cristo y hace que el cristiano
espere toda honra de su mano
Cuando la tentacin se presenta, la fe echa al alma sobre Cris
to como suficiente para proporcionarle la felicidad. Si la ten
tacin te promete honra por permitirte un pecado, la fe de
tiene la bala. Recuerda a quin perteneces. Los prncipes no
[690]

El escudo espiritual del creyente


consienten que sus sbditos contraigan deudas con otro prn
cipe, y menos con uno hostil. La fe declara que la honra o los
aplausos que provienen del pecado te hacen sbdito del mis
mo diablo: el mayor enemigo de Dios.

c) La fe revela el peligro de negociar con Satans


la gloria del mundo por un pecado
La fe te insta a comprender que la gloria mundana jams po
dr satisfacerte. Puede darte sed, pero no la saciar; provoca
mil temores, pero no los tranquiliza. El pecado que compra
estas glorias tiene poder para atormentar a tu alma eterna
mente.
d) La fe recuerda al cristiano las hazaas de los antiguos
creyentes, que renunciaron a los honores del mundo
Aquellos creyentes se negaron a prostituir su alma vendin
dola al pecado. La fe repasa la lista bblica de aquellos cre
yentes y las hazaas de su propia fe, para alentar al cristiano.
Este era el claro propsito del apstol al recordar las decisio
nes de aquellos santos junto con los trofeos de su fe (cf. He.
11). Por tanto dice luego, nosotros tambin, teniendo
en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojmo
nos de todo peso y del pecado que nos asedia (He. 12:1).
Cmo alienta al soldado ver que su compaero se lanza a
la batalla! Eliseo, habiendo visto los milagros de Dios efec
tuados por Elias, golpea las aguas del Jordn con su manto,
diciendo: Dnde est Jehov, el Dios de Elias? (2 R. 2.14).
La fe utiliza las hazaas de los creyentes de la antigedad pa
ra estimularnos a orar.
Oh Seor, T eres el Dios de los valles de los santos
ms pequeos tanto como de las montaas: de los hroes
ms famosos. No corre la misma sangre por las venas de to
do creyente? Ellos fueron victoriosos, y ser yo el nico es
clavo que se encoja bajo la carga de corrupcin sin liberarme
de ella? Aydame, Dios mo! La fe dice: Despierta, cris
tiano! Demuestra el parentesco que tienes con aquellos san
tos, que has nacido de Dios igual que ellos, mediante tu vic
toria sobre el mundo.
[691]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La victoria de la fe contrastada
con la victoria pagana
Algunos dicen que la victoria de la fe sobre el mundo no es ma
yor que la de algunos paganos bienintencionados. Estos han
dejado los placeres mundanos y resistido la tentacin de enga
ar a sus coetneos, pero estn tan aventajados por la victoria
de la fe como ellos superan el triste ejemplo de algunos cristia
nos indignos; y esto de las siguientes maneras...

1. La uniformidad de la victoria de la fe
La escritura habla del cuerpo del pecado (Ro. 6:6), com
puesto por muchos miembros, y formado por tantas tropas y
regimientos como las fuerzas militares. Una cosa es derrotar a
una divisin y otra muy distinta vencer al ejrcito entero. Los
principios morales de los paganos pueden ganar alguna victo
ria menor y derrotar a algn pecado superficial, pero son ven
cidos estrepitosamente por otra ala de las huestes del pecado.
Cuando parecen triunfar sobre los deseos de la carne y de
los ojos (el provecho y el placer mundanos), se hacen esclavos
de la vanagloria de la vida: son encadenados por el renom
bre y los aplausos del mundo.
As como se dice que el mar pierde tanta arena en una ori
lla como la gana en otra, los principios morales de los paganos
obtienen una supuesta victoria sobre un pecado pero pierden
de nuevo al hacerse esclavos de otro. Sin embargo, la fe es uni
forme, y vence a todo el cuerpo del pecado para que ninguna
concupiscencia permanezca inexpugnable.
El pecado no se enseorear de vosotros; pues no estis ba
jo la ley, sino bajo la gracia (Ro. 6.14). Esto es: ningn peca
do te gobernar. El pecado puede retorcerse como un soldado
herido de rodillas, y muchos de ellos pueden reagruparse como
una tropa dispersada, pero nunca conquistarn el campo de ba
talla donde se mueve la verdadera fe.

2. La seguridad de la victoria de la fe
Muchos dicen creer, y dan gracias a Dios porque no son im
pos. Pero qu puede hacer tu fe? Es capaz de defenderte en
[692]

El escudo espiritual del creyente


la batalla y proteger tu alma cuando los dardos de Satans
vuelan a tu alrededor? O es un escudo frgil, que deja pasar
toda saeta de tentacin para que hiera tu corazn?
Si Satans te manda mentir o engaar en los negocios, y tu
fe pasivamente no ofrece resistencia, no solo pecas contra tu
prjimo sino contra ti mismo. Quiera Dios que no creas que
esa clase de fe te salvar. Te llevar al Cielo la fe que no te
puede sacar del Infierno? No te aventures por la vida con se
mejante escudo de papel; para conseguir una fe fuerte y segu
ra, acude al Hacedor de la Fe; esto es, a Dios.
No es la posesin del escudo lo que defiende al cristiano;
este tiene que levantarlo y utilizarlo en la batalla contra los
dardos de fuego de Satans. No dejes que el diablo te sor
prenda cuando no tienes la fe a mano, como le sucedi a Sa
l aquella vez que David lo encontr desarmado en la cueva,
con la lanza en tierra cuando debera haberla estado empu
ando.

Cmo utilizar el escudo de la fe para apagar


las tentaciones agradables
Tu fe puede pedirle a Dios que venga y te defienda contra los
dardos de fuego de Satans. Hay tres actos particulares de fe
que demandan la ayuda de Dios (dicho con reverencia) por
que l se ha comprometido a hacerlo.

1. La oracin de fe
Exponle a Dios tu caso en oracin y pide la ayuda del Cielo:
como el comandante de un destacamento que se ve atacado
manda mensajes secretos para informar a su general de la gra
vedad de su situacin. Santiago dice: Combats y luchis, pe
ro no tenis lo que deseis, porque no peds (Stg. 4:2). Cual
quier victoria nuestra vendr del Cielo, pero se quedar all
hasta que la oracin sincera vaya a buscarla.
Aunque Dios quera sacar Israel de Egipto, no hubo seal
de su intervencin hasta que el gemido de su pueblo lleg a
sus odos. Esto alert al Cielo: Subi a Dios el clamor de
ellos [...]. Y oy Dios el gemido de ellos, y se acord de su
[693]

El cristiano con toda la armadura de Dios


pacto (x. 2:23-24). Para prevalecer en este acto de fe, apli
ca los siguientes principios bblicos a tu oracin.

a) Recurdale a Dios su promesa


La oracin es simplemente una promesa al revs: la Palabra de
Dios hecha peticin y devuelta con fe a l. Mustrale a Dios su
propia mano en promesas como estas: El pecado no se ense
orear de vosotros (Ro. 6:14); Sepultar [Dios] nuestras in
iquidades (Mi. 7.19). Un hombre bueno cumple su palabra, y
no lo har Dios?
b) Clama a Dios como hijo suyo al orar contra el pecado
Te ha aceptado Dios en su familia? Lo has escogido a l co
mo tu Seor? Quin cuida del hijo sino el Padre? Dios no re
cibe gloria cuando un hijo suyo es esclavo del pecado: Orde
na mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseoree
de m (Sal.119:133).
c) Reclama ante Dios la sangre de Jess
para liberarte de tus pasiones
Cristo muri para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para s un pueblo propio (Tit. 2:14). No obtendr l pleno
provecho del pago efectuado con su sangre y de lo adquirido
por su muerte? En resumen, por qu ora Cristo en el Cielo?
Por lo mismo que pidi estando en la tierra: que su Padre nos
santificara y guardara del mal en este mundo. Acudes en el mo
mento oportuno para pedirle a Dios algo que Cristo ya le ha
pedido para ti en el Cielo.

2. La expectacin de la fe
Cuando has estado con Dios, espera algo bueno de l: De ma
ana me presentar delante de ti, y esperar (Sal. 5:3). Si no
crees, por qu oras? Y si crees, por qu no esperas resulta
dos? Al orar pareces depender de Dios; pero al no esperar na
da, vuelves a renunciar a esa confianza y deshaces tu oracin.
Qu es esto, sino tomar en vano su nombre y jugar con Dios?
Es como cuando alguien llama a tu puerta y se marcha antes
que puedas abrir.
[694]

El escudo espiritual del creyente


El que entra en tu casa a pesar de estar la puerta cerrada es un
atrevido; pero si lo invitas a refugiarse contigo de la tormenta, no
lo es. As es la gracia. Si Dios no abre la puerta de su promesa co
mo refugio para el pecador humillado que huye de la ira por su
pecado, no conozco a ninguno en este mundo que pueda esperar
ser acogido. Dios ha prometido ser el Rey de su pueblo; y no es
ningn atrevimiento que los sbditos se cobijen bajo la sombra de
su prncipe esperando su proteccin. Dios dice que ser Jehov
para con nosotros fuerte, lugar de ros, de arroyos muy anchos,
por el cual no andar galera de remos, ni por l pasar gran na
ve (Is. 33:21).
Los creyentes antiguos te sirven de precedente. En el combate
contra la corrupcin ellos actuaron con fe y esperaron que Dios
desbaratara a aquellos enemigos que los invadan. Cuando estos
parecan estarlos venciendo, la fe de ellos vea a Dios destruyn
dolos.
David no hablaba solo de su propia fe sino de la de todo cre
yente; y supongo que t eres uno de ellos: Mas nuestras rebelio
nes t las perdonars (Sal. 65:3). Fjate en la razn de su con
fianza: Bienaventurado el que t escogieres y atrajeres a ti, para
que habite en tus atrios (v. 4). Es como si dijera: Ciertamente el
Padre no dejar a sus ms allegados morir bajo el poder del pe
cado sin la ayuda de su gracia. Este es el argumento de Cristo
contra Satans a favor de su pueblo: Jehov te reprenda, oh Sa
tans; Jehov que ha escogido a Jerusaln te reprenda (Zac. 3:2).
Este esperanzado acto de fe debe estimularte a reconocer aque
llo para lo que Dios ya te ha dotado. Si eres creyente, el pecado
no tiene la misma fuerza en tu alma que antes de conocer a Cris
to, su Palabra y sus caminos. Aunque no seas lo que quieres ser,
ya no eres como antes.
Antes el pecado haca las veces de rey en tu corazn. Acudas a
l como la nave al mar antes del viento y la marea; desplegabas tus
sentimientos para recibir el viento de la tentacin. Ahora la marea
ha cambiado y encuentras una fuerza secreta para luchar contra la
tentacin. Dios mismo te ayuda, y Satans no puede hacer su vo
luntad en ti. Este es un buen comienzo, y promete una disposicin
por parte de Dios a perfeccionar la victoria. Pero l quiere que tu
fe mejore, convirtindose en confianza de liberacin total.
[695]

El cristiano con toda la armadura de Dios


El creyente dice: Dios quebrant mi corazn cuando era co
mo pedernal, y me trajo a casa mientras andaba en el orgullo de
mi corazn en oposicin a l, pero podr dar pan para alimen
tar mi dbil virtud? He salido de Egipto; pero podr Dios some
ter a los gigantes con carros de hierro que me cortan el camino a
Canan? Me ayud en una tentacin, pero qu har en la prxi
ma?. No entristezcas al buen Dios con estas preguntas tan in
gratas. Tienes la lluvia temprana, por qu cuestionar la tar
da?. La gracia que Dios te ha dado es promesa segura de la lle
gada de ms bendicin.

3. La fe confa en Dios
Despus de que Josafat hubo orado y anclado su fe en la palabra
de la promesa, parti bajo este estandarte victorioso contra sus
enemigos (2 Cr. 20). Cristiano, haz lo mismo; apresrate como l.
Te doy el mismo consejo que David le diera a su hijo Salomn:
Levntate, y manos a la obra; y Jehov est contigo (1 Cr.
22:16). La misma fe que hizo que actuaras contra tus pecados co
mo enemigos de Dios, sin duda lo mover a l para obrar a tu fa
vor en contra de ellos.
Aquellos leprosos del evangelio se sanaron, no quedndose
sentados, sino a medida que iban andando. Encontraron sanidad
en la obediencia al mandamiento de Cristo. La promesa dice: El
pecado no se enseorear de vosotros (Ro. 6:14). Adelante, en
tonces, y esfurzate valerosamente contra tus concupiscencias;
cumpliendo con tu deber descubrirs que Dios es fiel a la prome
sa.
La razn por que tantos creyentes se quejan de la fuerza de sus
corrupciones estriba en una de dos races: o bien intentan vencer
el pecado sin actuar sobre las promesas, o solo fingen creer. Utili
zan la fe como ojo, pero no como mano; esperan que la victoria
baje del Cielo sobre ellos, pero no luchan en oracin para conse
guirla. Para ellos, la fe es una ficcin; pero aquel que cree que
Dios har que algo ocurra, tambin creer que l prosperar la
forma que ha elegido para ello.
Por tanto, cristiano, no te quedes sentado diciendo que tu pe
cado caer. S realista, y vstete la armadura; empua las armas
para derrotarlo. Dios, que te ha prometido la victoria, piensa uti[696]

El escudo espiritual del creyente


lizar tus manos en la batalla: Jehov dijo a Josu: Levntate;
por qu te postras as sobre tu rostro? (Jos. 7:10). Dios recibi
su oracin, pero antes de poder vencer a los amorreos, Josu tu
vo que hacer algo ms que orar y llorar. Dios quiere que t tam
bin hagas algo ms con tu fe que orar y esperar que tus pasiones
se desvanezcan sin ms. Examina con cuidado tu corazn para
ver si hay algn pecado oculto que pueda hacerte huir ante cada
nueva tentacin.

Los dardos de fuego de las tentaciones temibles


Dejando la primera clase de dardo de fuego (las tentaciones atrac
tivas), ahora pasamos a la segunda clase: las que atemorizan al
cristiano. Solo el poder de la fe podr apagar esta clase de dardo
de fuego.
Este tipo de arma es la tctica que el enemigo guarda en reser
va. Cuando las tentaciones agradables fallan, l abre su aljaba y
enva una lluvia de estas flechas para incendiar el alma: si no pue
de con el pecado, entonces lo har con el temor. Cuando no le sea
posible llevar al alma alegremente al Infierno con el engao de las
tentaciones agradables, intentar hacerla ir al Cielo lloriqueando
por este otro ataque.
Paradjicamente, cuando Satans recurre a las tentaciones que
producen miedo en el cristiano, es seal segura que est perdien
do la batalla. El enemigo que guarda un castillo lo conserva mien
tras es suyo; pero cuando ha de retirarse, lo destruye a fin de de
jarlo intil para los que vengan despus. Mientras el hombre fuer
te controla su propia casa, apaga aquellas bolas de fuego de la
conviccin que el Espritu a menudo dispara contra la conciencia;
pero cuando oye susurros traicioneros de plena rendicin a Cris
to, incendia el alma con tentaciones de temor.

El poder de la fe contra los dardos de fuego


de las tentaciones temibles
El diablo tiene que esforzarse an ms cuando Cristo toma el
castillo y lo guarda por el poder de su gracia. Es obvio que to
dos los dardos disparados contra Job eran de esta clase. Cuan[697]

El cristiano con toda la armadura de Dios


do Dios le permiti al diablo practicar su habilidad, por qu
no tent este a Job con alguna manzana dorada de provecho o
de placer? Seguramente el alto testimonio que Dios haba dado
de su siervo decidi a Satans en contra de este mtodo; sin du
da ya haba probado la hombra de Job encontrndolo inex
pugnable. No le quedaba otra salida que esta. Estudiemos aho
ra tres ejemplos de esta clase de dardo de fuego, y veamos c
mo la fe puede apagarlos todos: las tentaciones al atesmo, la
blasfemia y la desesperacin.

1. El dardo de fuego del atesmo


La primera tentacin temible de Satans es su dardo del ates
mo: una flecha que l apunta con atrevimiento al Ser del pro
pio Dios. Es verdad que el diablo, que no puede volverse ateo
l mismo, tampoco es capaz de convertir en ateo a un hijo de
Dios, porque este no solo tiene, al igual que otros hombres, el
sello indeleble de la Deidad en su conciencia, sino tambin una
imagen de la naturaleza divina en su corazn que irresistible
mente le muestra a un Dios Santo. Es imposible que el corazn
santificado sea completamente vencido por esta tentacin, ya
que la imagen de Dios en l prueba que fue creado segn Dios
en la justicia y santidad de la verdad (Ef. 4:24).
Los impos no son absueltos del atesmo por una seca pro
fesin de creencia en Dios mientras sus dbiles pensamientos
no produzcan obediencia a l. La iniquidad del impo me di
ce al corazn: No hay temor de Dios delante de sus ojos (Sal.
36:1). David atribuye la maldad de la vida del pecador a su co
razn ateo. Al contrario, la vida santa del creyente salvado por
la gracia dice que el temor de Dios est delante de sus ojos y su
fe en Dios es evidente. Aunque el cristiano nunca morir por la
tentacin al atesmo, esta puede perseguirle. Ahora te mostrar
cmo es posible para la fe del cristiano apagar este dardo de
fuego.

2. Cmo la fe apaga el dardo del atesmo


Por qu nos hace falta fe para ello? No bloquear la razn es
tas mentiras diablicas? Acaso ver a Dios el ojo de la razn
sin mirar por la lente de la fe?
[698]

El escudo espiritual del creyente


La razn es en s un don de Dios que puede demostrar su
existencia. Hasta all donde la Escritura nunca ha llegado, el
pueblo reconoce alguna deidad: Todos los pueblos anden ca
da uno en el nombre de su dios (Mi. 4:5). Pero bajo el furio
so asalto de la tentacin, solo la fe podr apagar el fuego de es
te dardo.
La razn es vaga y hace poco ms que demostrar la existen
cia de Dios; nunca demostrar quin ni cmo es este Dios. Has
ta que Pablo dio a conocer al Dios verdadero a los atenienses,
estos tenan poca luz, aunque su ciudad era el centro mundial
de la sabidura. Las Escrituras ensean el plan divino para co
nocerlo, no por cultura avanzada ni conocimientos mundanos,
sino por la verdad: Es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay (He. 11:6). La fe cuenta plenamente con el
aval de la Palabra y acepta todo bajo su autoridad. Debe creer
que le hay, no solo sabiendo que Dios existe, sino que es Dios,
un paso que la razn nunca podr dar por s misma.
La naturaleza humana es tan ciega que hemos deformado
nuestro concepto de Dios, hasta que podemos ver su rostro en
el espejo de la Palabra. Con la excepcin de Jess, todos son
ateos por naturaleza, porque a la vez que reconocen un Dios
niegan su poder, presencia y justicia. Solo le permiten ser lo que
les agrade a ellos: Pensabas que de cierto sera yo como t
(Sal. 50:21).
Aun si la razn pudiera demostrar todo lo que es Dios, se
ra peligroso disputarlo con Satans. l razona con mayor as
tucia que t. Hay ms diferencia entre t y Satans que entre el
idiota ms incompetente y el mejor telogo del mundo. Pero en
la Palabra hay una gran autoridad divina que levanta un trono
hasta en la conciencia del diablo mismo.
Aunque Cristo puede asombrar al diablo con su razona
miento, elige vencerlo de la misma manera que debemos em
plear nosotros en las escaramuzas con Satans. Lo repeli sen
cillamente levantando el escudo de la Palabra: Escrito est
(Mt. 4:4,7,10). No se puede negar el poder de las Escrituras
que Cristo utiliz para dejar a Satans aturdido; el enemigo as
tuto no tena respuesta para la Palabra, sino que su mera men
cin lo call.
[699]

El cristiano con toda la armadura de Dios


Si Eva se hubiera mantenido firme en su primera respuesta:
Dios ha dicho (Gn. 3:3), tambin ella habra callado a Sata
ns. El cristiano debe soportar el ardor de la tentacin ponien
do la Palabra de Dios entre l mismo y los golpes de Satans:
Creo que Dios existe, aunque no comprenda su naturaleza;
creo la Palabra. Entonces, Satans podr molestarlo, pero no
daarlo; y probablemente ni siquiera lo moleste por mucho
tiempo. El diablo odia tanto la Palabra que no quiere orla. Pe
ro si tiras este escudo de la Palabra e intentas cortar la tenta
cin a fuerza de razonamientos, pronto te vers cercado por tu
sutil adversario.
Entre los que reclaman ser ateos, la mayora han dado de la
do la Palabra, dejando que su propio entendimiento soberbio,
junto con el juicio justo de Dios, los lleven al atesmo. Han da
do la espalda a Dios y a su Palabra, hurgando en los secretos
de la naturaleza, para ser admirados por sus conocimientos. Pe
ro como los mineros que llevan una luz bajo tierra hasta que se
apague, los juicios secretos de Dios apagan la luz que llevan
consigo: Dnde est el disputador de este siglo? No ha en
loquecido Dios la sabidura del mundo? (1 Co. 1:20).
Ciertamente el don divino del razonamiento puede confir
mar ese otro don de Dios que es la verdad. Pero si el razona
miento no se queda en su lugar, mantiene la incredulidad del
hombre. La fe no depende del razonamiento, sino este de la fe.
No debo creer la Palabra meramente porque concuerde con mi
razonamiento, sino que debo confiar en mi razonamiento si
concuerda con la Palabra. Un carpintero pone la regla en una
tabla para ver si es recta o torcida; pero la regla, que no el ojo,
lo determina. Siempre puede confiar en su regla.
Por tanto, deja que la Palabra, como la piedra de David en
la onda de la fe, venza la tentacin, y luego, igual que aquel uti
liz la espada de Goliat para cortarle la cabeza al gigante, po
drs emplear el razonamiento para redondear la victoria con
tra los ataques ateos de Satans.

3. El dardo de fuego de la blasfemia


Satans emplea el dardo de la blasfemia para incordiar al cris
tiano. En sentido general, todo pecado es blasfemia; cuando
[700]

El escudo espiritual del creyente


uno hace, habla o piensa cualquier cosa contra la naturaleza y
las obras santas de Dios con intento de reprocharle, es blasfe
mia. La esposa de Job era el agente del diablo para provocar a
su marido a este pecado: Maldice a Dios, y murete (Job
2:9).
El diablo incit a Cristo mismo a la blasfemia, al invitarlo a
postrarse y adorarlo a l. Pero solo pudo ofender el santo odo
del Hijo de Dios con tales impertinencias: la santidad de Cris
to no le permita acercarse ms. Le es ms fcil a Satans apro
ximarse al cristiano, as que dispara este dardo ardiente contra
la imaginacin del creyente y aviva en l pensamientos indignos
acerca de Dios; aunque normalmente sean tan mal acogidos
por el cristiano como lo fueron las ranas que entraron en la al
coba del faran.

4. Cmo la fe apaga el dardo de la blasfemia


Satans intenta difamar a Dios apuntando a la tendencia natu
ral del impo de blasfemarlo. El diablo estaba tan seguro de la
hipocresa de Job, que se esforz mucho en urdir esta mentira:
Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y vers
si no blasfema contra ti en tu misma presencia (Job 1:11).
Cuando el pecador se ve provocado, la frustracin interior de
su corazn enciende pensamientos groseros acerca de Dios, y
en su conjunto estos aparecen en la obscenidad del lenguaje que
emplea: Ciertamente este mal de Jehov viene. Para qu he
de esperar ms a Jehov? (2 R. 6:33). Esa es una grave blas
femia, y la semilla de la misma se halla en todo inconverso.
Hay un espritu de maldad en los pecadores, igual que hay
un espritu de gracia en los creyentes. Todo inconverso tiene un
espritu amargado contra Dios y todo lo que lleva su Nombre.
Si el len se escapa de la jaula, pronto reluce su naturaleza sal
vaje. El inconverso no tiene ms poder para apagar esa tenta
cin que la madera seca para apagar el fuego que se le acerca.
Veamos lo que puede hacer la fe para extinguir este dardo.

a) La fe pone a Dios ante la vista y el odo del cristiano


Esto mantiene al alma tan embelesada que no puede albergar
secretamente pensamientos impuros contra Dios. David dice
[701]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

por qu los malos son tan descarados: No te pusieron delan


te de s (Sal. 86:14). Los que difaman a otros lo hacen a las es
paldas de estos, y el pecado pocas veces blasfema contra Dios
en su cara; ese es el lenguaje del Infierno. El atesmo se mez
clar con la blasfemia mientras haya pecadores en la tierra. Le
dan a Dios el mismo trato que aquellos cobardes dieron a Cris
to: cubriendo su rostro antes de azotarlo.

b) La fe ve cmo Dios vigila al alma para protegerla:


Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de
tu cmara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarn
la voz, y las que tienen alas harn saber la palabra (Ec. 10:20).

La fe advierte: No blasfemes al Santo Dios; no podrs ba


jar bastante la voz como para que no te oiga. Est ms cerca de
ti que t mismo. As rompe la fe los cepos del diablo. Cuan
do Dios se present a Job en su majestad, todos los discursos
de este se desvanecieron y el santo cubri su rostro humillado
ante el Seor: Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me abo
rrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 42.5-6).

c) La fe no acepta informes acerca de Dios


si estos no vienen de su propia boca
Aquel cuya comprensin de Dios viene nicamente de su Pala
bra, no puede pensar profanamente acerca de l. Ese el nico
espejo que lo refleja fielmente, porque solo ella lo presenta co
mo es: en toda su gloria.
La fe adquiere todo su concepto de Dios de la Palabra; re
suelve cualquier caso de conciencia, e interpreta los misterios,
por esa misma Palabra. Ya que la astucia de Satans no puede
hacer esto, el diablo lleva al que est pasando por apuros a al
bergar ideas equivocadas acerca de Dios. As, critica la justicia
de Dios cuando no se juzga con prontitud a los pecadores fla
grantes; o dice que no est dispuesto a servir a un Dios que per
mite que sus siervos vayan en harapos. Estos son los espejos ro
tos en que Satans refleja a Dios, para poder distorsionar su
bondad ante el ojo inseguro. Si juzgamos a Dios por el aspecto
[702]

El escudo espiritual del creyente


que presenta en los fragmentos desiguales de los engaos del
diablo, bien podramos condenar al Santo y vernos atrapados
en una peligrosa vorgine de tentaciones.

d) La fe alaba a Dios aun en condiciones penosas


La bendicin y la blasfemia son melodas contrarias. No se
pueden tocar en un mismo instrumento sin cambiarle todas las
cuerdas. Es imposible que Satans propine el golpe rudo de la
blasfemia a un alma afinada para la alabanza: Mi corazn es
t dispuesto dice David, mostrando su fe. Cantar, y tro
var salmos (Sal. 57:7). La fe haba afinado su espritu y pre
parado sus sentimientos para la alabanza.
La fe puede alabar a Dios porque ve su misericordia en la
mayor afliccin. Job apag este dardo que Satans le dispar a
travs de la lengua de su esposa: Qu? Recibiremos de Dios
el bien, y el mal no lo recibiremos? (Job 2:10). Dejaremos
que unos pocos problemas presentes se conviertan en una tum
ba para enterrar la memoria de todas sus misericordias pasa
das? Lo que Dios nos quita es mucho menos de lo que le debe
mos; pero lo que nos deja es ms de lo que debiera.
La fe tiene buena memoria y puede relatarle muchas miseri
cordias al cristiano. Cuando su actual comida es parca, entre
tiene al alma con un plato de sobras y no se queja de ello:
Enfermedad ma es esta; traer, pues, a la memoria los aos de
la diestra del Altsimo. Me acordar de las obras de JAH; s,
har yo memoria de tus maravillas antiguas (Sal. 77:10-11).

Por tanto, cristiano, cuando ests en profunda afliccin y


Satans te tiente a maldecir a Dios como si l te hubiera olvi
dado, no le dejes hablar: No, Satans, Dios no ha olvidado
mis necesidades; yo soy el que ha olvidado su misericordia pa
sada; si no, cmo podra cuestionar su cuidado paternal aho
ra?. Repasa tus antiguas lecciones, cristiano. Alaba a Dios por
su misericordia pasada y l no tardar en darte un cntico nue
vo.
Igual que la fe ve la misericordia divina en toda afliccin,
tambin espera siempre mayor misericordia. Esta confianza ha
[703]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

ce que el creyente alabe a Dios como si dicha misericordia fue


ra ya presente. Cuando Daniel estaba en la mismsima sombra
de muerte, se arrodillaba tres veces al da, y oraba y daba gra
cias delante de su Dios (Dn. 6:10).
La misericordia es a la promesa lo que la manzana a la se
milla: la fe la ve crecer y madurar. El alma que espera libera
cin pronto desprecia los pensamientos blasfemos. Cuando un
destacamento sitiado sabe que la ayuda viene de camino, esta
confianza alienta su esperanza y as rechazan la tentacin a ser
traidores. Pero cuando la incredulidad es el comandante, el al
ma duda de las intenciones del corazn de Dios, y Satans en
cuentra las puertas abiertas.
La fe mantiene al creyente en espera, pero la incredulidad
urge al pecador a culpar a Dios y al hombre. Nadie queda
exento de la maldicin del blasfemo, ni siquiera Dios. Se hallan
ejemplos de ambos extremos en la misma cita bblica. La fe
puede esperar en Dios pacientemente, aun estando en apuros:
Esperar, pues, a Jehov, el cual escondi su rostro de la casa
de Jacob, y en l confiar (Is. 8:17). Pero la incredulidad blas
fema contra el Creador con igual fervor: Acontecer que te
niendo hambre, se enojarn y maldecirn a su rey y a su Dios,
levantando el rostro en alto (v. 21).

e) La fe ensea al cristiano a distinguir entre las tentaciones


de Satans y el pecado personal
Aunque Satans no encuentre un cristiano que acoja estas ten
taciones blasfemas y les d cobijo por su causa, l sabe que per
turbar el descanso del alma haciendo que las mismas llamen
continuamente a la puerta. Cuando no puede desalentar al cris
tiano hacindole dar su consentimiento a estas tentaciones, aun
entonces espera acusarle del pecado que se niega a cometer. Sa
tans quera hacer el papel principal del corruptor, pero tiene
que contentarse con dos papeles inferiores: el de acusador fal
so e infamador.
Igual que los judos obligaron a Simn de Cirene a llevar la
cruz de Cristo, Satans obliga al cristiano tentado a llevar por
l la culpa de su pecado. A menudo se la pasa tan hbilmente
a los hombros del cristiano, que la pobre criatura lucha bajo la
[704]

El escudo espiritual del creyente


vileza de su propio corazn. El cristiano humilde con frecuen
cia teme lo peor de s mismo, aun cuando es inocente. Cuando
se encontr la copa en el saco de Benjamn, los patriarcas asu
mieron la culpa aunque eran inocentes: los pensamientos del
cristiano lo culpan por los pecados que pertenecen a Satans.
Cuando alguien se convierte de su antiguo camino pecami
noso para abrazar a Cristo, y declara a favor de este contra el
pecado y Satans, entonces empiezan a surgir las insinuaciones
blasfemas. Son como enviados de Satans para vengarse del al
ma que le rechaza. El diablo trata con el nuevo cristiano de la
misma forma que las brujas expresan su perfidia contra quien
las haya insultado. Pero la fe puede localizar esa perfidia como
el origen del problema, y no el descuido del cristiano.
En resumen, no es extrao que cuando el cristiano era ene
migo de Dios no se atreviera a este pecado por su naturaleza
monstruosa, pero ahora, que empieza a amarle, esas blasfemias
que antes eran demasiado grandes y horribles pudieran lle
nar su boca?
La entrada violenta de estas tentaciones blasfemas en la
mente del cristiano delata su origen en Satans, no en el cora
zn de la persona. Son como rayos que entran en los pensa
mientos antes de que uno sepa lo que est pasando. Por otra
parte, la concupiscencia que rebosa del corazn es normalmen
te ms gradual en su manera de persuadir.
No es solo su repentina violencia, sino tambin su incohe
rencia con los pensamientos anteriores del cristiano, lo que re
salta la probabilidad de sean dardos lanzados por el arco del
diablo. A Pedro lo reconocieron como miembro de la compa
a de Cristo por su forma de hablar: Tu manera de hablar es
semejante a la de ellos (Mr. 14:70). Hablaba igual que ellos, y
lo juzgaron igual a ellos. Por el contrario, podemos decir de es
tos pensamientos blasfemos: No son del cristiano. Su lengua
je los delata como eructos de un demonio, no como el habla de
un creyente. Si pertenecieran al alma, habra un parecido fami
liar con ella. Normalmente hay cierta continuidad en los pen
samientos, como las ondas que surgen una dentro de otra en el
agua removida.
A veces, cuando el cristiano est adorando a Dios, un pen[705]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

samiento blasfemo se cuela como un intruso grosero. El inqui


lino nunca invitara a un ladrn. Si un pensamiento santo nos
sorprende cuando estamos lejos de la meditacin celestial, po
demos tomarlo como un movimiento puro del Espritu de Cris
to. Quin ms podra aparecer tan repentinamente en medio
del alma estando la puerta cerrada, aun antes de que podamos
desviar nuestros pensamientos para abrrsela?
Las blasfemias que acosan a tu alma mientras oras y alabas
a Dios provienen del maligno, y son enviadas para interrum
pirte en la obra que l ms teme y odia.

f) La fe ayuda al cristiano cuando las ideas blasfemas


estriban en su propio pecado
Aun cuando estos pensamientos blasfemos tengan su origen en
el corazn de la persona misma, y no en las falsas acusaciones
de Satans, la fe confirmar al alma, por la slida autoridad de
la Palabra, que su pecado tiene perdn: Todo pecado y blas
femia ser perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra
el Espritu no les ser perdonada (Mt. 12:31). El perdn se ha
lla en el tribunal de la misericordia, por perjudiciales que sean
las pruebas. Si la criatura lo cree, se apaga el dardo de Satans,
porque su designio es que estas tentaciones sean como una
trampilla por la cual poder arrojar a tu alma a una fosa inson
dable de desesperacin.
La blasfemia de blasfemias (esto es, el pecado contra el Es
pritu Santo) nunca tocar al verdadero creyente. Aunque el
cristiano no tenga inmunidad ni proteccin absoluta contra
otro pecado excepto este, todo el cuerpo del pecado est debi
litado en cada creyente, y la gracia divina ha herido fatalmen
te su naturaleza corrupta, la cual acabar muriendo.
Un rbol moribundo puede dar cierto fruto, y el hombre
agonizante an es capaz de mover sus extremidades, si bien no
con la fuerza de uno sano. El pecado que queda en el creyente
manifestar su fruto, aunque inmaduro y de mala calidad. Pe
ro no te desanimes cuando se agite. Da gracias de que no pue
da hacer mucho ms! Aunque Satans est listo para caer en su
tumba, an levanta la mano contra ti para mostrarte su odio
permanente, hasta cuando su poder no cumple su deseo.
[706]

El escudo espiritual del creyente


La fe revela claramente al alma que el cristiano experimen
ta ms culpa por unos pocos pensamientos soberbios o codi
ciosos que por muchas ideas blasfemas. Los dardos de la blas
femia pueden asustar al cristiano, pero las pasiones ardientes le
hieren antes y con mayor profundidad. El calor del sol hace que
el viandante se desabroche el abrigo, pero el fuerte viento le
mueve a abrochrselo rpidamente. Las tentaciones al placer
seducen el corazn para que las reciba, mientras que la terrible
naturaleza de las tentaciones temibles obliga al cristiano a re
sistirlas con valor.
Las concupiscencias son como el veneno mezclado con vino
dulce, que el cristiano se traga sin darse cuenta, envenenando
as su alma. Pero las tentaciones a la blasfemia se parecen al ve
neno muy amargo: o se escupen antes de tragarlas, o el cristia
no las vomita sin que lleguen a contaminar su voluntad. El pe
cado es grande o pequeo segn la participacin de la voluntad
en ejecutarlo. Los pensamientos blasfemos suelen tener menos
parte de la voluntad del cristiano que las concupiscencias, as
que no son un pecado mayor que estas.
La fe le dice al alma que existe una razn para su sufri
miento con estas tentaciones; de otra manera Dios no permiti
ra que Satans las enviara. Posiblemente l vea otro pecado
ms peligroso, de forma que permite a Satans molestarte para
que no te pueda vencer con tentaciones ms graves. Es mejor
temblar ante los pensamientos blasfemos que jactarte con so
berbia de tus dones espirituales. Lo primero te har conside
rarte tan vil como el propio diablo; pero lo segundo te har
malvado y como el diablo mismo a los ojos de Dios.
Finalmente, la fe asigna al cristiano algunas nobles hazaas
por Dios que desestiman los cargos del diablo. Esta es la mayor
venganza que puede tomar el cristiano: contra Satans por mo
lestarlo; o contra su propio corazn por producir ros tan im
puros. Cuando David se refugi en la cueva prefiri preservar
la vida de Sal a apoderarse del reino lo cual se hubiera ase
gurado con un buen golpe, y demostr que todos sus acusa
dores eran unos mentirosos. Cristiano, prefiere entonces la
honra de Dios, si est compitiendo con el pecado y el ego, y le
tapars la boca al diablo. Estos actos heroicos de celo y abne[707]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

gacin hablarn ms a favor de tu santidad delante de Dios y


de tu conciencia, que los repentinos pensamientos blasfemos en
tu contra.

5. El dardo de fuego de la desesperacin


Satans trabaja horas extra para rebajar a las almas a la con
dicin de demonios y pecadores condenados que padecen bajo
la ira abrasadora de Dios en el Infierno, carbonizndolos con
la negra desesperacin. Otros pecados son solo introductorios,
y hacen ms vulnerable a la persona a esta tentacin. Igual que
se tie la lana de un color claro antes de poderle dar un tono
ms oscuro, Satans empieza con sus pecados ms agradables
a fin de poder atrapar despus, con mayor seguridad, a su vc
tima. Pero es demasiado listo para tender la red de la desespe
racin a la vista del pjaro. Otros pecados la cubren; y una vez
que halaga a su presa para que entre, la ha atrapado por la eter
nidad.
La desesperacin, ms que otros pecados, hace del hombre,
de alguna manera, una presa del propio Infierno. Igual que la
fe confiere sustancia a la palabra de la promesa, la crueldad de
la desesperacin da vida a los tormentos del Infierno en la con
ciencia. Esto agota el espritu, y la criatura se convierte en su
propio verdugo.
La desesperacin deja totalmente desamparada al alma: el
ofrecimiento del perdn llega tarde. La fe y la esperanza pue
den abrir una ventana par que salga el humo que molesta al
cristiano en cualquier circunstancia, pero el alma se ahogar
cuando se encierra en la meditacin desesperada de su propio
pecado, sin resquicio alguno de esperanza que deje salir el des
asosiego que la asfixia.

6. Cmo la fe apaga el dardo de la desesperacin


La principal fuerza de Satans es la gravedad y la multitud de
los pecados de la persona, las cuales puede utilizar para llevar
al alma a tal grado de desesperacin que no vea escapatoria del
juicio divino. Cuando la conciencia se quebranta, y las olas de
culpa inundan el alma, pronto anegan todo esfuerzo de la cria
tura como el Diluvio cubri los rboles y los montes ms altos.
[708]

El escudo espiritual del creyente

Igual que entonces no qued nada visible excepto el mar y el


cielo, as el alma desesperada no ve ms que pecado e Infierno.
Sus pecados la enfrentan a los ojos de mil demonios, listos pa
ra arrastrarla al abismo.
Una simple mosca se atreve a pisar al len dormido: un ani
mal cuyo temible rugido hace temblar a los dems animales.
Los necios se burlan sin reparos del pecado en cuanto se les cie
rra el ojo de la conciencia. Pero cuando Dios arma el pecado
con la culpa, y permite que esta serpiente muerda a la concien
cia, entonces el pecador ms soberbio huye. Solo la fe trata el
pecado en toda su fuerza, dejando que el alma tenga una vis
lumbre del Gran Dios.

La fe se opone al pecado al vislumbrar


la grandeza de Dios
1. La fe ve la grandeza de Dios
La razn de que el pecador presuntuoso tenga tan poco temor,
y que el alma desesperada tema tanto, es que no conocen la
grandeza de Dios. La Escritura tiene curacin para ambos: Es
tad quietos, y conoced que yo soy Dios (Sal. 46:10). El Padre
dice aqu: Conoce que yo soy Dios, y que puedo perdonar el
peor pecado; deja de deshonrarme con tus pensamientos incr
dulos. La fe demuestra que Dios es Dios.
Para poder conocer a Dios tal como es, hay que concebir su
infinitud: l no solo es sabio, sino inconmensurablemente sa
bio; no solo es poderoso, sino todopoderoso. Unicamente la fe
puede establecer este principio en el corazn de una persona
para que sus actos empiecen a concordar con la grandeza de
Dios.
Algunos dicen creer en la infinita misericordia de Dios, pe
ro si siguen llevando el fuego infernal en sus desesperados co
razones, es que no han visto a Dios en la grandeza de su mise
ricordia. La desesperacin de la criatura estriba en decir que su
pecado es infinito, pero Dios no lo es. Entonces se vuelve como
los israelitas incrdulos, que no se acordaron de la muche
dumbre de tus misericordias [de Dios], sino que se rebelaron
junto al mar, el Mar Rojo (Sal. 106:7). No vieron la suficien[7091

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cia divina para ayudarles en semejante crisis. Solo divisaban


una multitud de egipcios que venan para matarlos y la inmen
sidad de las aguas que los ahogara. De la misma manera, las
almas desesperadas ven la multitud de pecados que las conde
nan, sin considerar la inmensidad de la misericordia de Dios.
La razn es bajita, como Zaqueo, y no encuentra a la mise
ricordia entre una multitud de pecados desbocados. Solo la fe
puede ascender hasta la promesa; y solo entonces el alma ver
a Jess. La fe adscribe misericordia sobreabundante a Dios: Al
Dios nuestro, el cual ser amplio en perdonar (Is. 55:7); El
volver a tener misericordia de nosotros; sepultar nuestras in
iquidades, y echar en lo profundo del mar todos nuestros pe
cados (Mi. 7:19). Este es el lenguaje de la fe: Dios perdona
con misericordia sobreabundante. Una piedra lanzada al mar
no sobresale, sino que cae en las profundidades. Dios perdona
r tus mayores pecados dice la fe, como el mar engulle la
piedrecilla tirada al agua. Unos cuantos pecados volcados en la
conciencia, como un cubo de agua derramada en tierra, pare
cen una gran inundacin, pero el mayor pecado echado a la
mar de la misericordia de Dios no se volver a ver jams. As
dicen las Escrituras que en aquellos das y en aquel tiempo
[...] la maldad de Israel ser buscada, y no aparecer; y los pe
cados de Jud, y no se hallarn (Jer. 50:20).
Sin embargo, a veces la persona puede estar plenamente
convencida de la misericordia de Dios y an temer que la san
tidad de Dios le corte su perdn por tales pecados graves.

2. La fe ve la santidad de Dios y su perdn


La santidad de Dios le hace fiel en todas sus promesas. Cuan
do el inseguro lee las preciosas promesas dadas a los pecadores
arrepentidos, por qu no se puede consolar con ellas? Sin du
da ser porque no est seguro de la fidelidad de Dios para cum
plirlas.
El mayor argumento de la fe para eliminar esta duda, ha
ciendo que el pecador acepte la promesa como verdica, des
cansa en la santidad de Dios, Hacedor de promesas. Dios per
suade amablemente a la persona a confiar en l, precediendo
sus promesas con el atributo de la santidad: Yo soy tu soco[710]

El escudo espiritual del creyente

rro, dice Jehov; el Santo de Israel es tu Redentor (Is. 41:14).


La palabra hebrea para misericordia a menudo se traduce
por cosas santas, y dado que la misericordia de Dios se fun
damenta en su santidad, es una misericordia segura (cf. Is.
55:3). Cuntas veces cambi Labn la paga de Jacob despus
de haberle dado su palabra? Pero el pacto de Dios con Jacob se
guard siempre, aunque Jacob no fuera fiel por su parte. Por
qu? Por tratarse del Dios Santo.
Otro atributo de Dios que enciende el temor en el pecador
sensibilizado, es la justicia. El alma no ve otra manera de que
Dios reivindique su justicia sino con el Infierno. Pero la fe da
poder al alma para entrar en ese ardiente atributo sin que su
consuelo se queme, igual que aquellos hebreos no recibieron
dao en el horno de fuego (cf. Dn. 3).

La fe alivia el alma que teme la justicia de Dios


Cabe preguntar si Dios puede ser a la vez justo y recto al per
donar al pecador. La fe muestra que Dios es capaz de perdonar
el pecado por grave que sea, y salvaguardar su justicia. Esta
cuestin la decidi Dios mismo en un concilio celestial y l ha
expresado su decisin en forma de una preciosa promesa: Y
te desposar conmigo para siempre; te desposar conmigo en
justicia, juicio, benignidad y misericordia (Os. 2:19).
Con quin se desposar Dios? Con una que ha hecho de ra
mera. Qu significa desposar?. Que Dios perdonar nues
tros pecados y nos recibir en los brazos de su amor y favor
personal. Cmo un Dios justo puede desposarse con una no
via ramera? Dice que lo har en juicio y justicia. Es como si
Dios nos amonestara: No intentes absolver a mi justicia; eso
lo har Yo. Es mi santa voluntad hacerlo as.
Cuando Satans viene contra el creyente y cuestiona cmo
un hombre tan vil puede hallar favor con Dios, la fe responde
confiadamente: S, Satans, Dios puede ser tan justo al perdo
narme como lo es al condenarte a ti. Me dice que es en juicio
y justicia. Disputa t con Dios, que l bien puede justificar sus
propios actos.
Mayor evidencia de la vindicacin del juicio y la justicia de
[711]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Dios al perdonar se halla en la plena satisfaccin de Cristo por


todos los pecados del creyente. Fue el gran propsito de Cristo
llevar la justicia a que besara a la misericordia. Por tanto, antes
de que Cristo exponga el caso del pecador ante Dios, asegura la
satisfaccin de su justicia por su propio sacrificio. Paga y luego
intercede por lo pagado: presenta su peticin por los pecadores
creyentes, escrita con su propia sangre, para que la justicia pue
da leerla con atencin y aceptarla.
Dios confiere as nuestra salvacin para que aun los dbiles
podamos justificarlo, al justificarnos l, ante el demonio ms ma
licioso del Infierno.
Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la re
dencin que es en Cristo Jess, a quien Dios puso como propi
ciacin por medio de la fe en su sangre, para manifestar su jus
ticia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pe
cados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su jus
ticia, a fin de que l sea el justo, y el que justifica al que es de la
fe de Jess (Ro. 3:24-26).

Obrando diestramente con las verdades de este pasaje, la fe


edifica una torre de absoluta seguridad alrededor del creyente.

1. La propiciacin de Cristo alude a la misericordia de Dios


Dios prometi encontrarse y hablar con su pueblo de forma que
el terror de su majestad no cayera sobre ellos. Igual que el pro
piciatorio cubra totalmente la santa ley de Dios dentro del Ar
ca, la propiciacin de Cristo cubre toda la ley que, de otra ma
nera, acusara al creyente. Ninguna amenaza puede ahora dete
ner al creyente, mientras la fe sea capaz de interponer esa corti
na entre la ira de Dios y el alma. Dios no puede ver al pecador
porque Cristo lo oculta; y la justicia no puede condenar al cre
yente que acude a Cristo y se refugia en su satisfaccin por el pe
cado. La cuerda escarlata en la ventana de Rahab alej la espa
da destructora de su casa; y por la fe, la sangre de Cristo man
tiene al creyente siempre fuera del alcance de la ira divina. La sa
tisfaccin de Cristo, de la que nos ataviamos por la fe, es la se
al que distingue a los amigos de Dios de sus enemigos.
[712]

El escudo espiritual del creyente


2. Dios sella la propiciacin de Cristo
Cristo es Aquel a quien Dios puso como propiciacin por me
dio de la fe en su sangre (Ro. 3:25); Aquel que el Padre ha se
llado y separado de entre todos los dems como el Elegido pa
ra expiar los pecados de todos, como el cordero apartado para
la Pascua.
Por tanto, cuando Satans alinea los pecados contra el cre
yente y lo enfrenta con la gravedad de los mismos, la fe corre a
refugiarse en esa Roca, y dice: Estoy segura de que mi Salva
dor es infinitamente mayor que mis peores pecados. Al dudar,
estara rechazando la sabidura de la eleccin de Dios. l sa
ba la pesada carga que iba a poner sobre hombros de Cristo,
pero estaba persuadido de la fuerza que tena su Hijo para lle
varla. La fe dbil puede salvar, pero un Salvador dbil no pue
de hacerlo. La fe cuenta con la intercesin de Cristo, pero Cris
to no tuvo quien intercediera por l. La fe se apoya en el brazo
de Cristo, pero Cristo estuvo solo. Si la carga de nuestros pe
cados hubiera prevalecido contra l, ninguno en el Cielo ni en
la tierra podra haberlo ayudado a mantenerse en pie.
3. La misericordia de Dios declara su justicia

Todos creen que Dios es misericordioso para perdonar; pero es


ms difcil creer que pueda ser justo al perdonar a los pecado
res. Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin
de que l sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Je
ss (Ro. 5:26). Dios estaba diciendo con esto: S que parece
increble que perdone todas tus iniquidades. Crees que ya que
soy Dios Justo, prefiero condenar a mil mundos de pecadores
antes que poner mi Nombre bajo la ms leve sospecha de in
justicia. S, los condenara una y otra vez, en lugar de mancillar
el honor de mi Justicia, que soy Yo mismo. Pero te mando a ti
y a los peores pecadores de la tierra que lo creis; puedo ser
Justo y Justificador de aquellos pecadores que creen en Jess.
Qu testimonio ms slido de su justicia puede dar un juez,
que condenar a su propio hijo y absolver a un extrao? Cuan
do Dios no escatim a su propio Hijo, sino que lo entreg por
todos, declar su supremo odio al pecado y su amor inflexible
por la justicia.
[713]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

4. La propiciacin de Cristo paga toda la deuda del pecado

Si uno intentara pagar su propio pecado, gastara toda la vida


y la eternidad trabajando en vano para cancelar la deuda. Pero
Dios recibe toda la paga de Cristo de una vez, a fin de poder
decir verdaderamente: Consumado es (Jn. 19.30). Con esto,
Jess estaba diciendo: En pocos minutos se terminar la obra
de la redencin. Ahora tengo en la mano toda la cantidad ne
cesaria para pagar a Dios; en cuanto baje la cabeza, y el alien
to salga de mi cuerpo, todo estar hecho.
La prueba de la conciliacin de Cristo con la justicia proce
de de la triunfante Palabra en boca de Dios mismo: Cercano
est de m el que me salva; quin contender conmigo? (Is.
50:8). Pero la muerte expiatoria de Cristo hizo algo ms que
borrar nuestra antigua deuda. Por la misma sangre l ha hecho
una nueva adquisicin para sus elegidos. As que Dios antes
el acreedor ahora es deudor a su criatura por nada menos
que la vida eterna, la cual Cristo ha pagado, y ha dado a todo
creyente la humilde autoridad de reclamarla en su nombre. As
vemos la deuda pagada y la nueva adquisicin de la vida en el
mismo Salvador.
Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
de ah en adelante esperando hasta que sus enemigos sean
puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda
hizo perfectos para siempre a los santificados (He. 10:12).

No solo borr la deuda de los creyentes, sino que los per


feccion para siempre. Ha provisto tan ciertamente su perfec
cin en la Gloria como su salvacin del castigo en el Infierno.
Desde este refugio de su obra consumada, nos llama a acercar
nos en plena certidumbre de fe (He. 10:22). Esta seguridad
proviene del atributo de Dios que temamos antiguamente: su
justicia. Pero la Escritura dice: Si confesamos nuestros peca
dos, l es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y lim
piarnos de toda maldad (1 Jn. 1:9). No dice misericordioso,
sino justo. La misericordia de Dios hace la promesa, pero su
justicia cumple lo prometido por la misericordia.
[714]

El escudo espiritual del creyente

5. La justicia solo se glorifica pasivamente


en la condenacin de los pecadores

La justicia y la misericordia se encontraron en el sufrimiento de


Cristo. La justicia nunca es ms radiante en Dios o en el hombre
que en conjunto con la misericordia. En la muerte del Seor Je
sucristo, ambas brillaron en toda su gloria y se complementaron
mutuamente. Aqu lo blanco y lo rojo, como rosas y lirios, flo
recieron en tal unidad que es difcil decir cul presenta ms her
mosamente el rostro de la justicia: si la ira de Dios sobre Cristo
por nosotros, o su misericordia hacia nosotros en l.
Dios exige su gloria de los demonios y almas condenadas que
no pagan este tributo voluntariamente. Reconocen la justicia di
vina solo por obligacin, pero a la vez odian a Aquel a quien re
vindican.
En la satisfaccin de Cristo, la justicia se glorifica activamen
te. Cristo no fue arrastrado a la cruz, sino que se entreg a s
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios (Ef. 5:2). Pa
deci por nosotros tan libremente como nosotros pecamos con
tra l. Las almas creyentes ahora cantan las alabanzas de la jus
ticia y la misericordia de Aquel que las redimi, y las cantarn
por siempre. Cunto mejor son los sufrimientos voluntarios de
Cristo que los tormentos impuestos a los condenados! Y las me
lodiosas alabanzas de los santos en el Cielo que el reconocimien
to forzado de las almas en el Infierno!

La fe lucha contra el pecado mediante


la grandeza de las promesas de Dios
Solo la fe puede ver a Dios en su grandeza; por tanto, solo ella es
capaz de reconocer las promesas en su grandeza, porque su va
lor estriba en Aquel que las ha hecho. Por ello, las promesas tie
nen tan poco efecto en el corazn incrdulo para evitar que pe
que o para consolarlo ante el tormento del pecado. Donde hay fe
para tratar de alcanzar las promesas, estas darn consuelo y paz
en abundancia: sern como vino dulce que conforta al creyente
con gozo interior. Pero en el corazn incrdulo la promesa resul
ta fra e ineficaz. No tiene mayor efecto en esa alma que la me
dicina en la boca de un muerto.
[715]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Las promesas no consuelan real y formalmente, como el ca


lor del fuego; de ser as, nos consolaramos con solo pensar en
ellas. Las promesas consuelan de forma virtual: como el fuego
que reside en el pedernal pero para sacarlo del mismo se re
quiere esfuerzo y habilidad al golpearlo. Solo la fe puede ense
arnos esta habilidad de extraer la dulzura y la virtud de la
promesa, y lo hace de tres maneras.

La fe ensea la virtud de las promesas de Dios


1. La fe acude a la fuente de las promesas

Aqu el cristiano puede beneficiarse de la mejor forma de ver


las preciosas cualidades de dichas promesas. Comprendemos
poco una cosa si no la rastreamos hasta su origen y considera
mos sus comienzos. El alma sabe que sus pecados son graves
cuando los ve fluir de una naturaleza envenenada que rebosa
enemistad contra Dios. El pecador tiembla ante las amenazas
que rugen como truenos sobre su cabeza, al ver de donde pro
ceden y el odio perfecto de Dios contra el pecado.
Igualmente es verdad que la persona se dar cuenta del in
menso valor de las promesas al ver la fuente de la que proce
den: el corazn de la misericordia gratuita de Dios. Este es el
origen de todas las promesas. El pacto mismo, que las abarca
todas, se llama misericordia por ser producto de esta: Para
hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su san
to pacto (Lc. 1:72).
La fe argumenta que si las promesas fluyen del mar de la mi
sericordia de Dios, entonces deben ser tan infinitas e ilimitadas
como lo es su misericordia. Si rechazamos la promesa, o cues
tionamos la suficiencia de la provisin divina solo por causa de
nuestros pecados, deshonramos la misericordia que concibi la
promesa.
2. La fe llega al fondo de las promesas

La Palabra de Dios, la luz que gua a la fe, revela el doble pro


psito de las promesas: exaltar las riquezas de la misericordia
gratuita de Dios, y consolar al creyente.

[716]

El escudo espiritual del creyente


a) La exaltacin de la libre gracia de Dios

Dios mismo se propone perdonar y salvar a una multitud de


pecadores perdidos, por amor a Cristo; lo hace mediante las
promesas del evangelio. Dios cumple este plan misterioso de
reunir a sus hijos y formar con ellos un coro glorioso que llene
los cielos de alabanzas triunfantes por la misericordia que los
salv y perdon. Cuando la fe ve que el propsito divino es la
alabanza de su misericordia, le dice al alma turbada que no es
posible que el Padre rechace al pecador arrepentido. Dios ha de
ser fiel a sus propios pensamientos y mantener la vista en la me
ta que l mismo se ha trazado.
La fe dice que al prometer perdn para los pecadores Dios
busca la exaltacin de su misericordia. Y qu exalta ms esa
misericordia, el perdonar pecados nimios o graves? Quin le
alabar ms? Seguramente aquel a quien se le haya perdonado
ms. Dios est dispuesto a perdonar al pecador ms vil si se
arrepiente de verdad.
Un mdico no despide a los que necesitan desesperadamen
te su ayuda para atender solo las enfermedades de poca grave
dad. Las grandes curas le darn mayor fama. Cuando un en
fermo terminal recobra la salud bajo su cuidado, recomienda
de buena gana su mdico a todos los que le escuchen, gann
dole mayor reputacin que un ao de curas corrientes.
Los que han recibido el perdn de pecados graves pagan
grandes tributos de alabanza a Dios. Cristo afirma que aquel a
quien le ha sido perdonada una deuda de quinientas monedas
amar ms que otro que solo deba cincuenta. Donde hay ms
amor, hay ms alabanza. La voz de un Manass, una Magdale
na o un Pablo, destacar por encima de las dems en el con
cierto celestial.
La gravedad del pecado dista tanto de estorbar el perdn
hacia el pecador arrepentido en el pensamiento de Dios, que
l nicamente perdona a aquellos que confiesan que sus pe
cados son graves. Por tanto, Dios utiliza la ley para abrir ca
mino, por la conviccin de la conciencia, a fin de que su mi
sericordia perdonadora suba al trono en el corazn del peca
dor arrepentido: Cuando el pecado abund, sobreabund la
gracia (Ro. 5:20). Si temblamos ante la gravedad de nuestros
[717]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pecados, debemos exultar ante la misericordia que tanto so


brepasa dicha gravedad. Aquel que se maravilla de la altura
de una montaa majestuosa, mucho ms se asombrar al con
siderar la cantidad de agua que sera necesaria para ocultarla
para siempre de la vista. Examinemos ahora el segundo pro
psito de la promesa.
b) Consuelo para el creyente

La Palabra de Dios se escribi a fin de que por la paciencia


y la consolacin de las Escrituras, tengamos esperanza (Ro.
15:4). Dios da a los pecadores seguridad en cuanto a la reali
dad de su misericordia para salvar a aquellos que aceptan a
Cristo en los trminos planteados por el evangelio. Cristo
abre su corazn y hace pblicos los propsitos de su amor en
muchas preciosas promesas que surcan como venas todo el
cuerpo de la Escritura.
Segn el propsito de su Palabra, Dios sella todo el con
suelo que su sabidura pudiera hallar o el incrdulo pudiera
necesitar, creando un refugio en Jess para los que son perse
guidos por sus vociferantes pecados. El Nuevo Testamento
garantiza la perfeccin de este refugio:
Para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible
que Dios mienta, tengamos un fortsimo consuelo los que he
mos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de
nosotros (He. 6:18).

Te dejar perplejo un argumento basado nicamente en la


gravedad de tu pecado la cual recibe respuesta en casi cada
pgina de la Biblia por el se proporcionan refugios seguros
adonde la fe puede retirarse? La fe y el temor son como el ca
lor y la humedad naturales en el cuerpo, el cual no est sano
si no se mantienen ambos: Se complace Jehov en los que le
temen, y en los que esperan en su misericordia (Sal. 147:11).
Quiero avisarte, cristiano, de que no debes esperar el favor
de Dios para tus problemas si piensas seguir siendo amigo de
la concupiscencia. Aunque la misericordia sea un refugio que
protege al pecador humillado de la maldicin del pecado, no
[718]

El escudo espiritual del creyente

extender sus alas sobre un pecador desvergonzado ni sobre


sus pasiones. No peques simplemente porque las promesas de
la misericordia exceden a tus pecados como la grandeza Dios
sobrepasa a la criatura. Es como si tu siervo entrara en tu bo
dega para emborracharse con el vino que t guardas para
ayudar a encontrar sanidad a los enfermos. Cuidado con ha
cer mal uso de los vasos santos del templo de la misericordia
divina. Ese vino del consuelo est destinado al alma contrita,
no al pecador reincidente.
3. La fe busca testigos en quienes Dios
haya cumplido sus promesas

Dios ratifica sus promesas cumplidas citando los historiales


de la nube de testigos fieles. No hubiera dejado en la Es
critura, a la vista de todas las generaciones sucesivas, los
grandes borrones en las vidas de los antiguos creyentes, si no
pensara ayudar con ellos a las almas tentadas a dudar de su
promesa de misericordia.
Pablo cita esta misma razn para dejar constancia de tales
actos de misericordia perdonadora para con los grandes pe
cadores. Primero, nos muestra su propia vileza y la de otros
creyentes antes de participar de la gracia del evangelio: En
tre los cuales tambin todos nosotros vivimos en otro tiempo
en los deseos de nuestra carne (Ef. 2:3). Y a continuacin,
alaba la misericordia abundante de Dios que los rescat de la
condenacin en que se encontraban: Pero Dios, que es rico
en misericordia, por su gran amor con que nos am [...] nos
dio vida juntamente con Cristo (Ef. 2: 4-5).
No obstante, Dios dise su plan de misericordia para
abarcar a ms generaciones que los contemporneos de Pa
blo, para mostrar en los siglos venideros las abundantes ri
quezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cris
to Jess (v. 7). Adonde vaya el evangelio, hasta el fin del
mundo, la misericordia de Dios tapar la boca de los incr
dulos. Entonces, esa flecha diablica quedar despuntada e
inofensiva.
Dios mand a Josu que sacara doce piedras del Jordn y
las amontonara...
[719]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Para que esto sea seal entre vosotros; y cuando vuestros hijos
preguntaren a sus padres maana, diciendo: Qu significan es
tas piedras? les responderis: Que las aguas del Jordn fueron di
vididas [...]; y estas piedras servirn de monumento conmemo
rativo a los hijos de Israel para siempre (Jos. 4.6-7).

La misericordia perdonadora de Dios ha sacado a algunos pe


cadores notorios del abismo infernal del pecado para levantarlos,
en su Palabra, como un monumento a su fidelidad ligada al arre
pentimiento. Estos ejemplos son seal de que lo que Dios ha he
cho en el pasado, podr hacerlo aun ahora por ti.
Temes que Dios no tenga suficiente misericordia para ti? Mi
ra la lista de pecadores perdonados: un Manass, una Magdale
na, un Pablo, un Adn... Son hitos que te muestran las anchas
fronteras de la misericordia divina y hasta dnde llega la misma
para perdonar a los peores pecadores. Ser un paseo saludable
para ti el que sigas este sendero y veas las piedras ms antiguas
de la misericordia perdonadora de Dios.
Si, despus de todo esto, tus pecados parecen exceder la gra
vedad de los de todos aquellos a quienes ves perdonados en las
Escrituras, la fe te mostrar el camino ms all de estos ejemplos
para rescatar tu alma: puedes mirar a Cristo, que nunca pec pe
ro puso su vida para obtener el perdn de todos los elegidos.
La fe dice: Supongamos que tus pecados fueran de verdad
ms graves que ningn otro; son tan graves como todos los pe
cados de todos los elegidos juntos?. No podr Cristo procurar
tu perdn como lo ha hecho con millones de sus escogidos? Aun
si tus pecados pesaran tanto como todos los de ellos, la suma se
ra la misma, y Dios podra perdonarlos si se amontonaran jun
tos. Cristo es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mun
do (Jn. 1:29). Aqu se atan en un solo fardo los pecados de los
elegidos del mundo entero, y Dios an los lleva como nada a la
tierra del olvido! La fe te dice que se te est ofreciendo toda la
virtud y todo el poder de la sangre de Cristo, por los que se re
dimi el mundo. Cristo te los trae personalmente: l no raciona
su sangre un poco para cada uno, sino que se entrega total
mente a la fe de cada creyente. Perteneces al Redentor, y l te per
tenece a ti.
[720]

El escudo espiritual del creyente

La fe se opone a la desesperacin
El mayor mandamiento de toda la Escritura es creer. Cuando los
judos preguntaron al Seor Jesucristo: Qu debemos hacer
para poner en prctica las obras de Dios? Respondi Jess y les
dijo: Esta es la obra de Dios, que creis en el que l ha enviado
(Jn. 6:28-9). Como si dijera: Recbeme en tu corazn por la fe.
Si haces esto, lo has hecho todo. Eso es la suma de todo. Todo
lo que hagas es intil hasta completar este asunto; pero cuando
has credo, Dios lo aprecia tanto como si guardaras toda la ley.
De hecho, se acepta la fe en lugar de la ley: Al que no obra, si
no cree en aquel que justifica al impo, su fe le es contada por jus
ticia (Ro. 4:5).
La fe en Cristo se acepta como justicia; esto es: que en el Jui
cio la persona evitar la sentencia como si no se hubiera desvia
do ni un paso del sendero de la ley. Si la fe es la obra de Dios por
excelencia, la incredulidad es la del diablo. Este se esfuerza ms
para volvernos incrdulos que borrachos o asesinos. La desespe
racin es la peor forma de incredulidad. Entre los pecados, la in
credulidad es como la peste, la ms peligrosa de las enfermeda
des; pero cuando llega hasta la desesperacin, trae muerte segu
ra. La incredulidad es el pimpollo de la desesperacin, la flor ple
namente formada.
Cada pecado hiere a la ley y al Nombre de Dios. Esta herida
se sana cuando el pecador arrepentido acude por fe a Cristo y se
une con l. Por medio de Cristo, Dios recibe al pecador en pleni
tud de justicia y reivindica su Nombre de la deshonra de nuestras
iniquidades. Es una obra completa y gloriosa de la misericordia
de Dios. Qu opinas del pecador que no est dispuesto a ver sa
nadas las heridas de la ley, y que ha deshonrado a Dios? El des
esperado no permite que Cristo satisfaga el agravio de sus pro
pios pecados contra Dios.
Como los sanguinarios judos y los soldados romanos que
ejercieron su crueldad sobre todo el cuerpo de Cristo, ponindo
le la corona de espinas, clavndole la lanza en el costado y los
clavos en manos y pies, as el pecador desesperado maltrata el
Nombre entero de Dios. Ese pecador pone una falsa corona a la
sabidura de Dios, y clava las manos de su inmenso poder, pen[721]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

sando mientras tanto que sus pecados le han puesto fuera del al
cance del poder que Dios posee para salvarlo. Este hombre atra
viesa la tierna misericordia del Dios, que no solo tiene compasin
y ternura, sino que es la misericordia y el amor mismos.
Cul es la suma de toda esta desesperacin? Seguramente re
presenta el mayor cargo de intentar asesinar a Dios mismo. Por
que la plenitud del amor, el poder, la sabidura y la misericordia
de Dios son ms intrnsecos a su Ser, que la sangre lo es a la vi
da de un hombre. Tiembla y arrepintete, porque estn pecando
igual que los moradores del Infierno.
Es significativo que la desesperacin aparezca claramente en
el mismo diablo, quien sabe que no puede obtener perdn y, por
tanto, peca con tanta rabia que llega hasta el Cielo. Este pecado
tiene el mismo efecto en el hombre que en Satans: Y dijeron:
Es en vano; porque en pos de nuestros dolos iremos (Jer.
18:12). A veces un mendigo frustrado empieza a maldecir al due
o de una casa que se niega a abrirle la puerta. Igualmente, la
desesperacin ensea al pecador a jurar con blasfemias ante el
Dios de los cielos. Una vez que la desesperacin ha entrado, es
casi imposible evitar la entrada de la blasfemia.
T que pasas la vida llorando y suspirando por tus terribles
crmenes, por qu sigues luchando contra Dios? Encuentras al
gn amor hacia l en tu corazn, aunque no sientas ahora nin
gn soplo de amor que venga de l hacia ti? Eres tierno, y temes
pecar contra l aun cuando no parece haber esperanza de su mi
sericordia? De ser as, consulate: tu fe ser dbil, pero ests le
jos de hallarte sujeto al poder de la desesperacin.
Judas no fue condenado solamente por su traicin y asesina
to, ya que otros que participaron en estos pecados fueron perdo
nados por la fe en aquella sangre que haban derramado cruel
mente. La muerte comenz su dominio eterno en l cuando la
desesperacin y la impenitencia final llenaron su corazn. Sien
do as la desesperacin, alejmonos de ese abismo maldito!

1 Alberto Parisiensis, cantor en la catedral de Notre Dame de Pa


rs y compositor francs del siglo XII que dej varios libros litrgicos
catedralicios.

[722]

Captulo 10

Novena consideracin:
El yelmo del cristiano
Y tomad el yelmo de la salvacin... (Ef. 6:17).

stas palabras nos presentan otra pieza de la armadura del


cristiano: el yelmo de la salvacin, que cubre su cabeza en
el da de la batalla. Este yelmo, en conjunto con la mayora de
la armadura, es un arma defensiva, que protege al cristiano del
pecado, pero no evita el sufrimiento.
Solo una pieza de la armadura es para el ataque: la espada.
La Escritura indica que la guerra del cristiano es principalmen
te defensiva y, por tanto, requiere armas tambin defensivas.
Dios ha depositado un rico tesoro de gracia en el corazn de
cada creyente que el diablo intenta robarle en guerra sangrien
ta. El creyente vence a su adversario sin ser vencido. Gana
cuando no pierde su virtud, siendo su tarea mantener lo que
tiene en lugar de conseguir lo del adversario. Ya que la guerra
del creyente es principalmente defensiva, debemos instruirle
para combatir contra Satans y sus armas.
Como soldado cristiano, siempre debes estar en postura de
fensiva, vestido de la armadura, listo para defender el tesoro
que Dios te ha confiado y repeler los asaltos del diablo. Pero no
traspases los lmites que Dios ha puesto a tu llamamiento: deja
que Satans sea el atacante, y que venga a tentarte, pero no sal
gas a tentarlo t a l.
Aun cuando las armas de guerra diablicas ataquen al cre
yente, el evangelio no le permite a este utilizarlas para devolver
golpe por golpe:
Sed todos de un mismo sentir, compasivos, amndoos frater
nalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por
[723]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mal, ni maldicin por maldicin, sino por el contrario, bendi


ciendo (1 P. 3:8-9).

Tienes el cinturn y la coraza para defenderte de sus dardos;


esto es, el consuelo de tu propia integridad y santidad. Con es
tas cosas puedes repeler el srdido arsenal empleado contra ti,
pero no hay arma para la venganza. Tienes el escudo para apa
gar estos dardos de fuego, pero no debes replicar con palabras
amargas. Ests calzado de paz, para poder andar seguro aun
con las heridas que te causen, sin dolor en el alma, pero tam
bin sin orgullo para pisotear a los que te hieren.
La mayor parte de la armadura es para defenderte en el su
frimiento, no para protegerte de l. Debes prepararte para un
sufrimiento aun mayor, porque Dios te ha dado armadura su
ficiente para soportarlo. No se lleva la armadura para estar por
casa, sino en la batalla. Cmo alabaremos al fabricante si no
se ponen a prueba sus armas? Dnde las probaremos sino en
tre espadas y balas? El que quiera vivir en una isla de placer
donde siempre es verano, nunca ser un buen cristiano. Prep
rate para privaciones, o depon tus armas. Por eso tan pocos
acuden a la llamada de Cristo para izar su bandera, y muchos
alistados con promesa de palabra lo abandonan: no quieren su
frir. Muchos son ms compasivos con su carne que con su con
ciencia. Desean que el evangelio les proporcione la armadura
para proteger su cuerpo del peligro y de la muerte, en lugar de
su alma del pecado y de Satans.
Despus de observar la palabra y, que vincula el yelmo de
la salvacin al resto de la armadura, seguimos considerando
tres aspectos de este yelmo: primero, la pieza en s; segundo, su
uso; y tercero, las aplicaciones de la doctrina de este yelmo de
la salvacin.

La conexin del yelmo con el escudo


y las dems piezas de la armadura
Observa la palabra y: Y tomad el yelmo de la salvacin....
Cada pieza se une a su compaera, y todas forman un traje, co
mo muchos eslabones forman una cadena. Los dones santifica[724]

El yelmo del cristiano

dores y salvadores del Espritu de Dios estn vinculados de for


ma inseparable unos con otros; se conectan entre s en su naci
miento, crecimiento y deterioro.
1. La conexin entre las virtudes
santificadoras en su nacimiento

Donde hay una virtud santificadora, las dems tambin estn


presentes. Esto no es as con las virtudes y los dones comunes,
que se distribuyen como los dones que Abraham entreg a los
hijos que engendr con sus concubinas (Gn. 25:6). Ellos tuvie
ron varios dones, pero ninguno los recibi todos. Las virtudes
santificadoras son como la herencia que Dios le dio a Isaac: ca
da creyente verdadero las tiene todas. De modo que si alguno
est en Cristo dice Pablo, nueva criatura es [...]; he aqu,
todas [las cosas] son hechas nuevas (2 Co. 5:17).
Igual que la corrupcin natural es un principio universal de
pecado que amarga la naturaleza humana, la gracia santifica
dora es un principio universal que endulza y renueva todo su
ser, aunque no enteramente. La gracia entra en el alma como el
alma en el cuerpo. Crece paso a paso, pero nace de una vez. To
das las partes de la nueva criatura se forman juntas, pero no en
el mismo grado. Una parte del mundo se descubri bastante
tiempo despus que las otras; pero todo el mundo fue creado a
la vez. As, el cristiano puede notar que una virtud se mueve en
su vida antes que otra. Esta conexin de las virtudes en su na
cimiento tiene un doble propsito.
a) Aliviar al cristiano ntegro de la duda

Tal vez hayas buscado la fe sin encontrarla. No te desanimes;


enva espas en busca de otra virtud, como por ejemplo tu amor
por Cristo. No has visto cmo tu amor hacia l repela la ten
tacin de la misma forma que Jos rechaz a la esposa de Potifar? Cmo, pues, hara yo este gran mal expres aquel,
y pecara contra Dios? (Gn. 39:9).
Tienes el sincero deseo de agradar a Jesucristo, o una pro
funda tristeza cuando has hecho algo para entristecerlo? Es
tas son dos venas llenas de la sangre vital del amor de Cristo.
Tu amor podr darte noticias de tu fe. Dice Cristo: El que
[725]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

me ha visto a m, ha visto al Padre (Jn. 14:9). Si has visto tu


amor por Cristo, tambin has visto la fe en el aspecto de este
amor.
Y si tu amor hacia Cristo est oculto en una nube? Entonces,
busca algn arrepentimiento, desprecindote a ti mismo a la vis
ta de tus pecados y avivando el odio que sientes hacia ellos co
mo los enemigos que te han llevado a la rebelin contra Dios.
Ellos son el arma sanguinaria que hiri el Nombre de Dios y ase
sin a su Hijo. Tienes delante de ti la virtud que buscabas: qu
es el amor a Dios sino la pasin contra el pecado como enemigo
suyo?
A veces no puedes ver el amor a causa del celo, ni el fuego a
causa de las llamas. Al tirar de un eslabn, se puede sacar toda
una cadena que est sumergida en el agua; igualmente, al descu
brir una virtud, se pueden encontrar todas las dems. Mientras
esta gracia santificadora alivia la duda del cristiano ntegro, aver
genza al hipcrita que se aferra a una virtud rechazando otra.
b) Avergonzar al hipcrita

El Espritu de Dios no viene al alma con la mitad de sus virtudes


santificadoras, sino con todas ellas. Si tu corazn se opone a una
virtud, eso prueba que eres un extrao para las dems. El amor
y el odio pertenecen a todas. El que ama u odia a un cristiano los
ama o aborrece a todos; el que abraza una virtud considerara
preciosas al resto; porque todas estn tan relacionadas como un
rayo de sol con otro.
2. La conexin entre las virtudes santificadoras
en su crecimiento y deterioro

Si se aumenta una virtud, se refuerzan todas; si se impide algu


na, todas pierden; porque han de ayudarse recprocamente.
Cuando se enfra el amor, la obediencia tropieza, porque le falta
la uncin del amor. Cuando la obediencia tropieza, la fe se debi
lita: cmo puede haber mucha fe con poca fidelidad? A su vez,
la fe dbil hace vacilar la esperanza, porque esta depende del
buen informe de la fe para esperar el bien de la mano de Dios. Al
vacilar la fe, la paciencia se quebranta y ya no puede mantener
se, porque depende de la fuerza que le presta la esperanza.
[726]

El yelmo del cristiano

El cuerpo consta de muchos miembros, pero todos forman


un nico cuerpo; y cada miembro es el apoyo de los dems. En
el creyente hay muchas virtudes, pero solo una nueva criatura.
El ojo del conocimiento no puede decir a la mano de la fe: No
te necesito, ni puede la mano de la fe decir lo mismo al pie de
la obediencia; sino que todos ellos se conservan por el cuidado
mutuo.
As como una ciudad puede caer por una pequea brecha en
su muralla, y la herida infligida a un miembro es capaz de oca
sionar la muerte de todo el cuerpo, tambin la ruina de todas
las virtudes puede ser consecuencia de la ruina de una de ellas.
Hay un vnculo de necesidad entre las virtudes del alma an
ms fuerte que entre los miembros del cuerpo fsico. Es posible
cortarse una mano sin que muera todo el cuerpo; porque no to
dos los miembros son vitales. Pero cada virtud es parte vital de
la nueva criatura, y tan esencial que su ausencia no se puede su
plir con otra. En el cuerpo fsico la otra mano puede asumir el
trabajo de la amputada, pero es imposible que la fe sustituya al
amor, ni este a la obediencia. Si falla un engranaje, el reloj ya
no marcha.

Inferencias sacadas de la conexin entre las virtudes


1. Fuerza para las virtudes dbiles

Una persona negligente pone en juego la seguridad de toda su


familia al no reparar uno o dos agujeros en el techo. Es mejor
aquel que deja de reparar alguna de sus virtudes? Cuando te ve
as tentado a pecar, no lo consideres como cometer un solo pe
cado, sino como la puerta a todos los dems. Mira bien lo que
haces antes de servir a Satans con un solo acto; porque con un
nico pecado se fortalece todo el cuerpo del pecado. Si le das a
un pecado, acudirn ms mendigos a tu puerta, y ms insisten
tes que el primero. Mientras piensas que solo atiendes a uno,
todos los otros vienen detrs. Lo mejor es mantener la puerta
cerrada.
Aunque se pudiera romper esta conexin del pecado, y se
parar el eslabn que ms te complace sin arrastrar toda la ca
dena, recuerda la conexin de la culpa: Porque cualquiera
[727]

El cristiano con toda la armadura de Dios

que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace


culpable de todos (Stg. 2:10). No se puede herir una parte
del rostro sin desfigurar el resto, hiriendo as al hombre ente
ro. As que la ley es acumulativa: el mal hacer en un punto la
deshonra toda; y Dios, cuya autoridad est en cada punto, se
enoja.
2. Consuelo para la turbacin en cuanto al futuro

Puede que dudes de si tu fe, paciencia y dems virtudes su


frientes tendrn la fuerza necesaria para encarar las olas tur
bulentas sin hundirse. Cristiano, si las virtudes que Dios te
llama a ejercer ahora en tu prosperidad son slidas, puedes
confiar en que las dems virtudes sufrientes estn ocultas de
trs del teln: tambin saldrn adelante cuando Dios cambie
tus circunstancias y las llame al escenario para actuar.
Mientras ms humilde seas ahora en la abundancia, ms
paciente sers en la necesidad. Si tu corazn est ahora por
encima de los gustos mundanos, entonces podrs superar las
adversidades. Se dice que los rboles desarrollan sus races
bajo tierra en proporcin directa a la altura de su tronco. El
cristiano sincero echar fuertes races respecto a las virtudes
divinas.
I. QU ES EL YELMO DE LA SALVACIN?

El apstol nos da la clave para comprender esta pieza de la ar


madura: La esperanza de salvacin como yelmo (1 Ts. 5:8).
Hay tres lmparas en la entrada a los varios aposentos de es
ta virtud: primera, en qu consiste esta esperanza; segunda,
por qu se la llama la esperanza de salvacin; y tercera, por
qu se la compara con un yelmo.

La naturaleza de la esperanza que forma este yelmo


La esperanza es una virtud sobrenatural y divina por la cual
el creyente en Cristo aguarda todo lo bueno de la promesa
que an no ha recibido en su plenitud.

[728]

El yelmo del cristiano

1. El autor de la esperanza

Se le llama el Dios de toda gracia (1 P. 5:10); esto es, el da


dor y obrador de toda virtud, tanto en su simiente como en su
crecimiento. El ser humano no puede crear ni una brizna de
hierba, ni hacerla crecer. Es igualmente imposible que produz
ca la menor semilla de virtud en el corazn o que la haga ma
durar. Dios es el Creador, y como es el Padre de la lluvia que
hace brotar la hierba del campo, tambin lo es del roco espiri
tual y de las influencias que hacen florecer toda virtud.
La esperanza divina es sobrenatural, y la distinguimos de la
esperanza de los impos que, junto con sus otras virtudes de
tener alguna, realmente se originan en Dios. Todo aquel que
entra en el mundo est en deuda con Dios por el grado de la luz
que tenga. Es el remanente del don puro de Dios: como la to
rre derruida que se ve en medio de un palacio en ruinas. Solo
sirve para ayudarnos a visualizar el bello edificio que antes se
levantaba en aquel solar.
2. La meta de la esperanza

La verdadera esperanza es una joya que solo puede llevar la es


posa de Cristo, porque los que no tienen a Cristo no tienen es
peranza (Ef. 2:12). Ya que la fe y la esperanza son hermanas,
miremos ahora a la relacin entre ellas. La una no precede a la
otra en lo temporal, pero la fe tiene precedencia por su natura
leza y operacin.
La fe se aferra a la verdad y fiabilidad de la promesa; en
tonces la esperanza estimula al alma a aguardar su cumpli
miento. Quin sale afuera corriendo a recibir a alguien que no
cree que haya de venir? La promesa es una carta divina de
amor para la Esposa, en la que Dios derrama su corazn y le
dice todo lo que har por ella. La fe lee esa carta y la acoge con
gozo, mientras la esperanza mira por la ventana anhelando la
llegada del Esposo.
3. El objeto de la esperanza

Huimos de lo malo, pero esperamos lo bueno. La fe y la es


peranza proceden de esta misma fuente de la promesa, con
una importante diferencia: la fe cree lo malo juntamente con
[729]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

lo bueno, pero la esperanza solo quiere hablar de lo bueno.


La esperanza sin una promesa es como un ancla sin tierra
que la sujete; lleva la promesa en su nombre. David muestra
donde amarraba su barco y echaba el ancla: Espero en tu
palabra (Sal. 119:81). El plan de Dios colma las ms altas
esperanzas del cristiano: No quitar el bien a los que an
dan en integridad (Sal. 84:11).
As como Dios ha encerrado todo bien en la promesa, l
tambin promete nicamente lo bueno. El objeto de la espe
ranza es todo aquello que una promesa contiene. Dios mis
mo es el sumo Bien, y se promete su plenitud como gozo su
premo del creyente. Por tanto, la verdadera esperanza mira
a Dios y acerca el alma a l, esperanza de Israel y ma
nantial de aguas vivas. (Jer. 17:13).
El objeto de la esperanza no solo es el bien prometido, si
no el futuro cumplimiento de la promesa: La esperanza que
se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, a qu esperarlo?(Ro. 8:24). El futuro es la base del objeto de la es
peranza y la distingue de la fe, que da forma actual a la pro
mesa y es la certeza de lo que se espera (He. 11:1). A cau
sa de la fe, la vitalidad de la promesa existe, y en cierta ma
nera une al cristiano con el Cielo como si ya hubiera llega
do all. Aqu, por la fe abraza la promesa (cf. He. 11:13).
La fe habla en tiempo presente: Somos ms que vencedo
res. Pero la esperanza es para el futuro. Dios dice: Lo ha
r.
La esperanza extiende la mano hacia el cumplimiento de
la promesa, pero cuando obtiene todo lo prometido, se su
merge en gozo y amor. El cumplimiento de la promesa, o la
ejecucin del juicio, excluye toda esperanza. En el Cielo, se
entrega lo prometido y se desvanece la esperanza, porque te
nemos lo esperado; en el Infierno se cumple el juicio y ya no
cabe ms esperanza de liberacin.
Jesucristo ayuda a la esperanza, porque esta espera obte
ner todo lo prometido en l y por l. Se le llama nuestra es
peranza (1 Ti. 1:1) porque por medio de Jesucristo, en am
bos casos como comprador, esperamos lo que se ha prome
tido: por su muerte el recibir libremente el bien de Dios; y
[730]

El yelmo del cristiano

por su Espritu la capacidad de esperar. Entonces, la espe


ranza es nuestra por la autoridad de la sangre de Cristo y
por el poder de su Espritu en nosotros.

Por qu se llama la esperanza de salvacin


Hay dos razones obvias para llamar a la esperanza del cris
tiano la esperanza de salvacin.
1. La salvacin abarca todo el objeto de la esperanza
La palabra salvacin implica un estado de bienaventu
ranza en que se unen las misericordias y los goces de todas
las promesas. En la creacin, primero la luz se difundi por
el firmamento, y luego esta fue unida con el sol. Suma las
cantidades respectivas de todo lo bueno prometido en el
pacto, y el total de ello es la salvacin. Luego la salvacin es
la meta final de la esperanza del cristiano, y abarca todo lo
dems.
2. La esperanza de salvacin se distingue
de la esperanza mundana
La esperanza del hombre natural es para la vida presente. El
hombre est tan aferrado a este mundo que desea que Dios
nunca lo saque de aqu. Aun cuando afirma que espera sal
varse, su conciencia le dice que prefiere quedarse aqu aba
jo. Desea la salvacin ms por temor al Infierno que por es
perar el Cielo. Por supuesto que no est tan loco como para
preferir la condenacin del Infierno a la vida celestial, pero
la verdad es que le gusta ms este mundo que ninguna de las
dos cosas.

Por qu la esperanza se compara con un yelmo


1. El yelmo defiende el alma
Como el yelmo protege la cabeza, parte principal del cuer
po, esta esperanza de salvacin resguarda el alma, parte
principal del ser humano. El yelmo protege al ser humano
de las impresiones peligrosas y mortales provenientes del pe[731]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cado y de Satans. Defiende al cristiano porque es difcil que


la tentacin atrape aquel que se satisface con el favor del
Rey y se queda en la escalera de la esperanza, esperando a
que l lo llame al puesto ms alto que le pueda dar.
Por otra parte, las armas de la rebelin suelen forjarse en
el descontento. Cuando los sbditos creen que su prncipe
les ha abandonado, son ms propensos a recibir la marca de
la deslealtad de manos del enemigo. Una vez que el alma te
me que Dios no tiene herencia para l, cometer cualquier
pecado, grande o pequeo, a instancias del tentador.
2. El yelmo alienta el alma
Como el yelmo defiende la cabeza del soldado contra las he
ridas, tambin protege el corazn del cristiano contra el des
aliento. El que tenga este yelmo nunca se avergonzar de ha
blar de su Dios. Dios mismo le permite hacerlo y confirma
el gozo de su esperanza: Conocers que yo soy Jehov, que
no se avergonzarn los que esperan en m (Is. 49:23). La
confianza en Dios dio valor a David ante sus enemigos:
Aunque un ejrcito acampe contra m, no temer mi cora
zn (Sal. 27:3). Tena puesto el yelmo de la salvacin, y po
da declarar: Luego levantar mi cabeza sobre mis enemi
gos que me rodean (v. 6).
Uno no puede ahogarse con la cabeza fuera del agua. La
esperanza sostiene al cristiano en el peligro: Cuando estas
cosas comiencen a suceder, erguos y levantad vuestra cabe
za, porque vuestra redencin est cerca (Lc. 21:28). Solo
Cristo puede mandar a sus discpulos que levanten la cabe
za, al ver desfalleciendo [a] los hombres por el temor y la
expectacin de las cosas que sobrevendrn en la tierra (v.
26). Pero sol de ellos amanece cuando el de los dems se po
ne y los cubren las tinieblas. Dos cosas hacen que se agache
la cabeza: el temor y la vergenza. La esperanza libera al
cristiano de ambos, y le prohbe mostrar cualquier signo de
abatimiento por su rostro decado.
Esta explicacin del significado del yelmo de la salvacin
nos lleva a un punto general de doctrina del cual sacamos
todo el estudio de esta pieza de la armadura.
[732]

El yelmo del cristiano

II. EL USO DEL YELMO


La esperanza es una virtud que los cristianos necesitan conti
nuamente, mientras dure la guerra contra el pecado y Satans.
No se nos manda tomar el yelmo de la salvacin para una oca
sin especial, colgndolo luego hasta que haya otra emergen
cia, sino tomarlo y no soltarlo hasta que Dios nos quite el yel
mo y nos ponga una corona en su lugar. Ciertas armas solo se
utilizan de vez en cuando: despus se guardan y no se echan en
falta. Pero el consejo de Pedro es: Sed sobrios, y esperad por
completo... (1 P. 1:13).
El cristiano tiene esperanza mientras tenga vida, y no estar
por encima de ella hasta que se encuentre en el Cielo. Una vez
que entre por las puertas de aquella ciudad gloriosa, podr de
cir: La armadura para la tierra; el manto para el Cielo. La es
peranza sale a combatir y espera al cristiano hasta que termine
la ltima batalla. Entonces la esperanza y la fe juntas lo entre
gan en manos del amor y del gozo, listos para llevarlo a la pre
sencia de Dios. Para reflexionar con mayor profundidad en
cuanto al servicio que la esperanza le presta al cristiano, consi
derar cinco temas en particular: primero, la esperanza y las
obras excelentes; segundo, la esperanza y la diligencia en todo
servicio; tercero, la esperanza y la paciencia en el sufrimiento;
cuarto, la influencia de la esperanza en el cristiano afligido; y
quinto, la esperanza y el consuelo cuando Dios tarda en cum
plir la promesa.

La esperanza y las obras excelentes


La esperanza de salvacin capacita al cristiano para obras
dignas y excelentes. Es una virtud concebida para efectuar ha
zaas. As como la esperanza carnal mueve a los hombres car
nales a proezas que les proporcionan gran reputacin en el
mundo, esta esperanza celestial influye en las obras del cris
tiano.
Qu es lo que hace que el intrpido soldado corra a la
misma boca de la muerte? Espera rescatar el honor de las fau
ces de esta. La esperanza es el yelmo y la proteccin que tran[733]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

quilizan a ese soldado ante cualquier peligro. Qu es lo que


le hace a un hombre destrozarse las manos trepando por una
montaa, para llegar a un lugar inhspito y sin hermosura?
All arriba lo envuelven las nubes y puede mirar por encima
de las cabezas de los dems, viendo ms lejos que ellos. Si es
tas esperanzas, motivadas por la ambicin y la imaginacin
humanas, impulsan tales proezas, cunto ms la esperanza
de la vida eterna impulsar al creyente a nobles hazaas! Mi
remos algunos ejemplos de ello...
1. La esperanza libera de los malos deseos
Cuando Moiss fue a llevar a Israel la esperanza de la prxi
ma salvacin de Dios, su pueblo experiment un gran cam
bio. Haban temblado bajo la opresin egipcia sin intentar sa
cudirse el yugo; pero ahora lo rompieron y marcharon hacia
el reposo prometido. No pareca importarles que el Faran
los persiguiera con rabiosa determinacin; los fortaleca la es
peranza.
Qu desamparado est aquel que no tiene esta esperanza
celestial! Satans lo esclaviza y sujeta a toda vil pasin. El
diablo lo lleva adonde y cundo quiere. Ningn charco es de
masiado sucio para que Satans lo arrastre por l. El desgra
ciado le sigue porque no conoce mejor amo, ni mejor paga
que los placeres sensuales de sus concupiscencias.
Una vez que esta persona haya odo las nuevas de la sal
vacin y pueda ver la gloria trascendente de Dios, con el ofre
cimiento de la esperanza que heredar si cambia a Satans
por Cristo, har un holocausto con sus concupiscencias. In
mediatamente buscar la forma de darles muerte: Todo
aquel que tiene esta esperanza en l, se purifica a s mismo, as
como l es puro (1 Jn. 3:3). Como un prncipe cautivo, con
sidera sus malas pasiones como viles secuestradores. Ah, si
pudiera escapar para disfrutar de su corona y su reino! Por
tanto, planea la venganza suprema contra sus raptores.
Tienes algn pecado que se niegue a humillarse? Te ha
atrapado la pasin por el dinero? Sea tu esperanza del Cielo
lo bastante fuerte como para expulsar a este demonio! Podr
el oro controlarte ahora que esperas heredar una ciudad don[734]

El yelmo del cristiano

de el oro no vale nada? Esa ciudad est pavimentada con oro;


Dios dice que andaremos sobre l. Ocupa el oro un lugar en
tu corazn ahora, cuando algn da estar bajo tus pies?
2. La esperanza causa el rechazo de los placeres mundanos
El materialismo mundano esclaviza a los seres humanos y los
sujeta como una cadena. Pero cuando la fe descubre la he
rencia del cristiano en el Cielo, y la esperanza le dice lo pron
to que abandonar esta tierra, el valor de los bienes munda
nos decae rpidamente. El creyente puede renunciar a los
bienes terrenales que tiene cuando Dios se lo ordene, porque
su esperanza del Cielo hace que los valore tan poco como Sa
l, una vez ungido, apreciaba las asnas de su padre.
Aquellos que han tenido una visin de la Gloria no temen
a la muerte. Simen no quera vivir ni un da ms despus de
haber visto la salvacin de Dios. Abraham tambin tena es
ta esperanza de salvacin, por ello habit como extranjero
en la tierra prometida como en tierra ajena [...], porque es
peraba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios (He. 11:9-10). Canan podra haberle
agradado, si Dios no le hubiera hablado del paraso que pen
saba darle. En comparacin con este, la tierra Prometida pa
reca un desierto. El que mira hacia al Cielo quita los ojos del
mundo: Mas nuestra ciudadana est en los cielos, de don
de tambin esperamos al Salvador, al Seor Jesucristo (Fil.
3:20).
Uno invierte all donde cree que tendr mayor beneficio.
El publicano se sentaba a recaudar impuestos. El aristcrata
permanece cerca del trono de su prncipe. El empresario tra
baja en su almacn. Pero la esperanza del cristiano le hace
dar todo esto de lado. Mi esperanza no est aqu, y este no
es mi hogar, se dice. Mi esperanza se encuentra en el Cie
lo, y espero la llegada del Salvador. Mi salvacin est en l.
Ah vivo, ando y espero.
Nada excepto la firme esperanza de salvacin es capaz de
reemplazar la esperanza mundana. Uno no puede vivir sin es
peranza alguna. Si no tiene esperanza del Cielo, tendr que
adoptar una terrenal. Qu mejor para el corazn carnal que
[735]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

la esperanza mundana? No es fcil abandonar la esperanza,


por parca que sea. El que se est ahogando se aferra a un d
bil junco, y morir agarrado a l con tal de no soltarlo.
Flix es un buen ejemplo de esto. Pablo le predic un gran
sermn, y aunque el predicador estaba preso y Flix haca de
juez, Dios arm la Palabra de forma que el segundo tembla
ba al or al apstol hablar acerca de la justicia, la templanza
y el Juicio venidero. Aunque su conciencia luchaba con el te
mor del Juicio, Flix an persegua algn soborno. Lo cual
no le sali bien; la vana esperanza de dinero le hizo negarle
la libertad a Pablo, pero la bendita esperanza del Cielo que
este tena le llev a rechazar la compra de su libertad con el
soborno.
3. La esperanza da valor al cristiano
Pedro la llama una esperanza viva (1 P. 1:3), y los que la
poseen son valientes. Se puede esperar ms de ellos que de
muchos otros. Por qu son algunos torpes y lentos en el ser
vicio de Dios? Porque su esperanza tambin est aletargada.
La falta de esperanza y la falta de vida van juntas.
El que cree que trabaja gratis, no trabaja con ganas. El
vendedor atiende primero y mejor al cliente que paga bien. Si
tratramos a Dios de esta misma manera, dejaramos todo lo
dems por sus intereses. Esta idea le hizo a Pablo entregarse
tanto al evangelio que perdi sus amigos mundanos y dio la
vida por la esperanza de la promesa (Hch. 26:6).
4. La esperanza fomenta deseos santos
Mientras ms crece nuestra esperanza de salvacin, ms an
hela nuestro corazn los deseos santos: Nosotros mismos,
que tenemos las primicias del Espritu, nosotros tambin ge
mimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopcin, la
redencin de nuestro cuerpo (Ro. 8:23). La esperanza espe
ra y no deja descansar al alma hasta que toda la mies en el
campo de la promesa haya sido cosechada y guardada. Mien
tras ms plazos de pago recibe el cristiano, ms clama su al
ma por la herencia completa.

736]

El yelmo del cristiano


a) Estas muestras dan a conocer
al cristiano los gozos celestiales

A medida que aumenta la percepcin del Cielo, crecen los de


seos del cristiano que se expresan en su anhelo por el dulce fes
tn que disfrutan los creyentes en la Gloria. Aqu abajo, solo
puede gustar lo suficiente para despertar su sed sin saciarla. Es
ms difcil vivir a este lado del Cielo ahora, que antes de ha
berlo vislumbrado. Pasa lo mismo que con aquel que halla a la
puerta y oye la gran fiesta que se est celebrando dentro. Por el
ojo de la cerradura puede ver la gran abundancia de que dis
frutan los comensales. Huele la comida deliciosa y degusta las
sobras de la mesa. Nadie anhela ms el Cielo que aquellos que
ms lo disfrutarn. Su clamor continuo es: Por qu tarda tan
to en venir?.
El cristiano nunca podr perder del todo la esperanza. Tal
vez esta se vea recortada y retrasada por los das invernales que
aparecen en medio de la primavera, los cuales resultan ms da
inos porque el sol ha hecho ya brotar las flores. De la misma
manera, la tardanza de Dios impresiona tristemente a quienes,
por encima de los dems, han avanzado en sus expectativas
hasta llegar a gozarse en la esperanza de gloria. La espera pue
de ser una gran prueba para el alma.
b) La gracia y el consuelo actuales alientan
al cristiano a esperar ms

Porque has sido mi socorro, y as en la sombra de tus alas me


regocijar (Sal. 63:7). La gracia presente de Dios hace que Da
vid se goce en la esperanza de lo que est por venir, y esta es
peranza le hace anhelarlo ms an: Est mi alma apegada a
ti (v. 8). Dios da a su pueblo experiencias con el fin de au
mentar las expectativas de este de mayor misericordia de su
mano: Y le dar sus vias desde all, y el valle de Acor por
puerta de esperanza (Os. 2:15). Dios nos dice las bendiciones
que dar al alma que entra en pacto con l y se une a Cristo.
Habla de su trato con Israel, la cual sali del desierto donde ha
ba vagado y sufrido privaciones indecibles durante cuarenta
aos, para entrar en la tierra agradable y frtil donde se en
contraba Acor.
[737]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Acor era un territorio de poco valor, porque Dios no quiso


que los israelitas se deleitasen en la tierra en s, sino solo como
puerta de entrada a la posesin de su gloriosa herencia. Josu
crey a Dios, y adelant el estandarte de Israel con gran valor
contra sus peores enemigos, sabiendo que el hombre no puede
cerrar la puerta que Dios ha abierto.
Toda ayuda especfica de Dios al cristiano contra una tenta
cin en particular es como un Acor: una puerta de esperanza
desde donde el creyente puede esperar la derrota total de esa se
milla maldita que hay en su corazn. Y cuando Dios aade un
mnimo grado de fortaleza a su gracia y su consuelo, nos est
dando un Acor, una puerta de esperanza en cuanto a que con
sumar ambas cosas en la Gloria.
Pablo tena muchos enemigos en Efeso, pero al contar con el
estmulo de una puerta abierta sigui sirviendo a Dios con va
lenta. Una vez abiertas las puertas de cualquier ciudad sitiada,
los atacantes entran en ella gritando. De la misma manera,
cuando despus de haber buscado en Dios el perdn del peca
do o la fuerza para resistir a este, se abre la puerta de la pro
mesa y Dios entra por ella con su presencia consoladora, la es
peranza se aviva y hace que el alma se apresure hacia su re
compensa con mayor celo.

La esperanza y la diligencia en todo servicio


Dios coloca a algunos en altos puestos terrenales y les presenta
retos emocionantes. Pero a otros les manda poner sus tiendas
en tierras bajas y no avergonzarse de su tarea, por inferior que
parezca. A fin de estimular a todo cristiano a la fidelidad en su
puesto, Dios ha hecho promesas que son para todos. Y sus pro
mesas, como los rayos del sol, brillan tanto en la ventana del
pobre como en el palacio del rey.
Las promesas divinas fortalecen manos y corazones contra
el desaliento que nos debilita en su servicio. Nos apoyan y
guardan contra la furiosa oposicin de un mundo airado. No
te dejar, ni te desamparar. Esfurzate y s valiente (Jos.
1:5,6). Esta fue la promesa de Dios para el juez de Israel; y la
promesa para el ministro del evangelio concuerda con ella, en[738]

El yelmo del cristiano

frentndose este como lo hace a pruebas, enemigos y desalien


tos parecidos: Por tanto, id, y haced discpulos a todas las na
ciones [...], y he aqu yo estoy con vosotros todos los das, has
ta el fin del mundo (Mt. 28:19-20).
La tentacin que suele turbar a los que tienen llamamientos
ms humildes es la de la envidia, vindose en lo bajo y a sus
hermanos elevados a puestos superiores. A veces esta tentacin
produce desaliento, cuando el creyente se siente como un eu
nuco que no da gloria a Dios, como un rbol seco que no es
provechoso para su Reino.
A fin de equipar al cristiano contra el descontento y el des
nimo, Dios promete igual galardn por la fidelidad en el ser
vicio ms humilde que por el servicio ms valorado. Hay algo
ms degradante que ser esclavo? Sin embargo, al siervo fiel no
se le promete nada menos que el Cielo: Y todo lo que hagis,
hacedlo de corazn, como para el Seor y no para los hombres;
sabiendo que del Seor recibiris la recompensa de la herencia,
porque a Cristo el Seor servs (Col. 3:23).
Dios honra el trabajo del siervo humilde, porque sirve al Se
or Jesucristo. Es como si el Seor le dijera: No dejes de amar
tu tosca tarea, hijo mo. Aunque tu trabajo ahora no sea el mis
mo que el de aquel que tiene un oficio superior, tu aceptacin
es igual, y tambin lo ser tu recompensa.
Donde se eleva la esperanza, el cristiano no puede menos
que gozarse. Jacob sirvi con esperanza y aguardando su ga
lardn de un mejor amo que Labn; esto lo hizo fiel a un hom
bre ingrato. Jos no quiso engaar a su amo, aunque su patrona le incit a hacerlo. Opt por soportar la ira injusta en lugar
de aceptar un amor ilcito. La evidencia de esta virtud en un
siervo es el mayor aval de su fidelidad.

La esperanza apoya al cristiano afligido


La esperanza de salvacin apoya al creyente en la peor aflic
cin. La paciencia del cristiano es lo que le ayuda a soportar las
cargas: algunas aflicciones son tan pesadas que se necesitan
buenas espaldas para llevarlas. Pero si la esperanza no pone la
almohadilla de la promesa entre su espalda y la carga, la ms
[739]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

pequea cruz ser demasiado onerosa para el que la lleva. Por


tanto, a esta virtud se la llama constancia en la esperanza en
nuestro Seor Jesucristo (1 Ts. 1:3).
Algunos se obligan a la resignacin en medio de la prueba
por falta de alternativa; no ven esperanza alguna. Esto es una
especie de paciencia desesperada, y puede durar por algn
tiempo. Pero si la desesperacin fuera una cura para las prue
bas, los condenados podran relajarse. Otro tipo de paciencia
muy comn en el mundo es la paciencia del necio, que como el
gozo de Nabal no dura ms que la borrachera. En cuanto la
persona se da cuenta de su verdadera situacin, su corazn des
fallece.
Pero la constancia en la esperanza es una virtud sobria
que permanece mientras hay esperanza; cuando la esperanza
est sana, flota y hasta baila sobre las aguas de la afliccin co
mo un barco slido y fuerte que navega en mares tempestuo
sos. Si la esperanza hace agua, las olas rompen sobre el cora
zn del cristiano y este se hunde hasta que la esperanza, con
gran trabajo por parte de la bomba de la promesa, lo saca de
nuevo a flote. Este fue el caso de David: Slvame, oh Dios,
porque las aguas han entrado hasta el alma (Sal. 69:1). Y ob
serva de donde surgi esta prueba, y por donde entraron las
aguas: Dios, t conoces mi insensatez, y mis pecados no te son
ocultos (v. 5). La culpa de David lo incomod en su afliccin,
porque vio su pecado y reconoci el desagrado de Dios. Pero al
humillarse y confesar su transgresin, pudo discernir el camino
abierto hacia el Cielo; fue capaz de cantar de nuevo en la aflic
cin.
Ahora quiero mostrarte en mayor detalle cmo influye la es
peranza en el cristiano afligido.

La influencia de la esperanza en el cristiano afligido


1. La esperanza tranquiliza al cristiano afligido
El alma desesperada clama de ansiedad, pero la esperanza con
serva la paz del Rey en el corazn. La desesperacin no puede
descansar porque no tiene esperanza que la arrulle. Pero la es
peranza apacigua el espritu turbado como ninguna otra cosa:
[740]

El yelmo del cristiano

como la madre acalla al nio dndole el pecho. Cuando el al


ma de David se turb por la prueba, l se abraz a la promesa:
Por qu te abates, oh alma ma, y por qu te turbas dentro
de m? Espera en Dios (Sal. 43:5). Su alma durmi tan tran
quila como un nio saciado.
El alma de Moiss se entristeci cuando Aarn y Miriam lo
censuraron con palabras duras. Pero l call y esper que Dios
demostrara su inocencia. Sin duda su paciencia hizo que l se
enojara an ms viendo a uno tan manso maltratado por su
causa. Por ello se apresur a quitar el barro que le haban tira
do al rostro, antes de este que pudiera manchar su buen nom
bre en la mente de los dems. Esperar la liberacin de Dios en
la prueba est estrechamente ligado al silencio santo: En Dios
solamente est acallada mi alma; de l viene mi salvacin (Sal.
62:1). El original hebreo dice literalmente: Mi alma guarda si
lencio.
2. La esperanza llena el alma de gozo
La esperanza proporciona tal consuelo que el alma afligida
puede sonrer aun entre las lgrimas. Esto es gloriarnos en la
esperanza (He. 3:6). La esperanza produce mayor gozo en la
afliccin. El sol da bellos colores al arco iris sobre un fondo de
nubes. Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y
no slo esto, sino que tambin nos gloriamos en las tribulacio
nes (Ro. 5:2-3). Gloriarse es gozarse de forma incontenible; es
una expresin externa que da a conocer a los dems la fiesta
que el cristiano lleva dentro. Los manantiales del consuelo re
bosan cuando el gozo fluye de la boca del creyente. Todo el go
zo que sostiene al cristiano en la prueba proviene de la espe
ranza que adquiri para nosotros Cristo, quien nos ha prepa
rado una gloria inefable en el Cielo. Vamos a lamentarnos por
las pruebas que pasamos por el camino que nos lleva a la Glo
ria celestial?
Cuando las dificultades opresoras nos asaltan, las prome
sas misericordiosas nos ungen con su bendicin. La esperan
za rompe el frasco de alabastro de las promesas sobre la ca
beza del cristiano, y enva consolaciones a toda el alma. Co
mo leo precioso estas consolaciones alientan y refrescan el
[741]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

alma, sanan las heridas y quitan el dolor: La esperanza no


avergenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espritu Santo que nos fue dado
(Ro. 5:5).
La fe y la esperanza son las dos virtudes que Cristo utiliza
ms para llenar el alma de gozo, porque ambas salen afuera a
obtener su vino. La fe le cuenta al alma lo que Cristo ha he
cho, y la esperanza la aviva con la noticia de lo que har en
el futuro. Pero ambas sacan el dulce vino de la misma fuente:
Cristo y su promesa.
Hay otras fuentes de consuelo que le dicen al cristiano
lo mucho que ha sufrido por Cristo, en lugar de lo que este
hizo por l. Pero ni agrada a Cristo, ni es seguro para el cre
yente que beba el gozo de esas vasijas. Acaso se pone el sier
vo la corona del rey? Por qu gritar Hosanna a esa virtud
de Cristo que hay en nosotros, cuando solo existe por la mi
sericordia de Dios? La alabanza es para Aquel que nos da el
gozo; por ello nos gloriamos en Cristo Jess, no teniendo
confianza en la carne (Fil. 3:3). Es engaoso confiar en la
carne, por la inestabilidad del corazn y la inconsecuencia de
nuestras virtudes, que bajan y suben como la marea. El gozo
humano no puede ser constante, porque no lo son ni nuestras
virtudes ni nuestros dones: como sube y baja un manantial
natural, as sube y baja el nivel de estos. Inevitablemente be
beramos ms agua que vino; nos faltara el gozo ms veces
que lo tendramos.
La copa del cristiano no tiene por qu estar vaca, porque
l saca el vino de una Fuente inagotable que nunca aleja a na
die avergonzndolo, como lo hara tarde o temprano el arro
yo de nuestra propia virtud inherente.
3. La esperanza alienta al alma afligida
Tres ingredientes de la esperanza hacen esto posible:
a) La esperanza trae noticias del final feliz, sanando
las heridas del sufrimiento presente

A veces, cuando Dios viene para liberar a sus siervos afligi


dos, los sorprende antes de que ellos le busquen: Porque yo
[742]

El yelmo del cristiano

s los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehov, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que
esperis (Jer. 29:11).
La esperanza es una virtud indagadora: mira ms all de
los actos exteriores de Dios. Con la ayuda de la promesa, pue
de ver el mismo corazn divino y leer los propsitos all es
critos acerca de las circunstancias particulares del cristiano.
Luego, transmite el mensaje que estimula a este a no turbarse
cuando Dios habla palabras duras en el lenguaje de su provi
dencia. La esperanza le asegura al creyente: Dios quiere ben
decirte, por extrao que parezca. Igual que la ley, que vino si
glos despus de la promesa hecha a Abraham, no pudo anu
lar aquella promesa, tampoco las aflicciones podrn destruir
los pensamientos de amor que llevan tanto tiempo en el cora
zn de Dios para tu liberacin y salvacin.
Durante un aguacero, el viajero espera pacientemente bajo
un rbol mientras llueve, ya que espera que se trate solo de un
chubasco pasajero; y ve cmo una parte del cielo se va acla
rando mientras las nubes siguen en otra. La Providencia nun
ca est demasiado nublada, para que la esperanza pueda ver
la bonanza de la promesa: Cuando estas cosas comiencen a
suceder, erguos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra re
dencin est cerca (Lc. 21:28).
Cuando las cosas van peor para el cristiano, este puede no
tardar en encontrarse con un cambio feliz. Porque el gozo de
aquel da bendito vendr en un momento, en un abrir y ce
rrar de ojos, a la final trompeta [...], y nosotros seremos
transformados (1 Co. 15:52). En un momento estamos ves
tidos con los harapos de la carne mortal, y al siguiente nos re
vestimos del manto de la inmortalidad, bordado con una glo
ria mil veces mayor que la del sol. Un mrtir dijo a su com
paero cuando iba camino de la hoguera: En un instante ter
minar nuestro dolor.
La esperanza es un ungento que sana a distancia. La es
peranza del cristiano est en el Cielo, pero cura todas las he
ridas recibidas en la tierra. Eso no es todo. La esperanza pro
fetiza el final feliz de la afliccin del creyente, y le asegura que
se le cuidar en medio de la prueba. Si Cristo enva a sus dis[743]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cpulos al mar, estar con ellos en su necesidad: Cuando pa


ses por las aguas, yo estar contigo (Is. 43:2).
La esperanza es el mensajero divino que habla a aquel que
ha llegado a la conclusin de que no podr sobrevivir a la
afliccin severa. La esperanza levanta su cabeza por encima
de las olas, y dice: Ve, pues tu Dios estar contigo. No es
Cristo tu Esposo? l te ensear a sufrir, ya que fue educado
en el sufrimiento desde la cuna hasta la cruz. Hasta viene a tu
encuentro, se alegra de verte y est dispuesto a comunicarte
algo de su sabidura en el sufrimiento. Por cuanto la espe
ranza sana el corazn, el sufrimiento es inofensivo, no peli
groso.
b) La esperanza asegura al cristiano que el sufrimiento
presente no es comparable con el gozo venidero de la
salvacin

Esta seguridad evit la desesperacin de los antiguos creyen


tes cuando sus enemigos derramaban su sangre. El perfume
de esta esperanza reaviv sus almas: Por tanto, no desma
yamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va des
gastando, el interior no obstante se renueva de da en da (2
Co. 4:16). No es extrao que su valenta creciera mientras
perdan la vida? Aceptaban el fuerte vino de la esperanza:
Porque esta leve tribulacin momentnea produce en noso
tros un cada vez ms excelente y eterno peso de gloria (v.
17).
Aquel que compra la reluciente esperanza del mundo a ex
pensas de su conciencia, paga demasiado. Pero el Cielo se ga
na a bajo precio, aunque tengamos que perder todos nuestros
intereses carnales o aun la vida misma. Quin renuncia de
mala gana la explotacin de una finca alquilada de poco va
lor, a pocos das del trmino del contrato pues as es la vi
da temporal, para recibir la herencia eterna de los santos en
luz? Esta esperanza ha hecho que los fieles siervos de Dios lle
varan su propia vida en sus manos, dispuestos a entregarla:
No mirando nosotros las cosas que se ven dice Pablo,
sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son tempo
rales, pero las que no se ven son eternas (v. 8).
[744]

El yelmo del cristiano


c) La esperanza ensea la necesidad del sufrimiento
mientras avanzamos hacia la salvacin

No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que


entrara en su gloria? (Lc. 24:26). Es como si Cristo dijera:
Por qu lloras la muerte del Maestro como si tu esperanza
se desvaneciera? Acaso haba otra manera de volver al Cie
lo y tomar posesin de la gloria que le aguardaba all?.
El verdadero camino a la salvacin es el mismo que sigui
Cristo: Si es que padecemos juntamente con l, para que
juntamente con l seamos glorificados (Ro. 8:17). Pero este
camino sera imposible de seguir si Cristo no nos lo hubiera
abierto de antemano. Si comprendemos la necesidad de las
aflicciones para llevarnos a la gloria como las aguas que lle
van el barco a puerto, podemos reconciliarnos con ellas y de
leitarnos en viajar por ese camino.
Algunos filsofos dicen que Dios nos bendice al sol de la
prosperidad, y nos maldice cuando nuestro cielo se nubla
con adversidades. Pero la esperanza ve el Cielo en el da nu
blado; espera el bien que resulta del mal. Los judos abran
sus ventanas cuando haba rayos y truenos, esperando la ve
nida del Mesas. Y ciertamente la esperanza abre la ventana
de par en par en la tempestad. Y dejar en medio de ti un
pueblo humilde y pobre dice Dios, el cual confiar en el
nombre de Jehov (Sof. 3:12); Mas yo a Jehov mirar, es
perar al Dios de mi salvacin; el Dios mo me oir (Mi.
7:7).
Dios no toma el hacha de su soberana para hacer astillas:
cuando ha podado con severidad y cortado profundamente,
su pueblo puede esperar una bella obra al final.
Es dulce meditar en Romanos 8:28: Y sabemos que a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propsito son llamados. Si te le
vantas por la maana y oyes a unos obreros derribando el te
jado con picos y mazos, bien podras pensar que ha llegado
un grupo de enemigos para destruir tu casa. Pero en cuanto
comprendes que son obreros enviados por tu Padre para re
formar esa misma casa, soportas de buen grado el ruido y los
problemas, y agradeces a tu Padre su cuidado y sus gastos.
[745]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

La esperanza del bien resultante de la reparacin te dispone


para soportar por un tiempo los escombros de la antigua ca
sa.
La promesa asegura al creyente que su Padre celestial no le
quiere hacer mal, sino bien, al reformar su alma maltrecha pa
ra que sea un templo glorioso. Y las aflicciones ayudan en esta
obra. Esta idea te libera para orar: Seor, pdame y molda
me como quieras, segn el patrn que tu amor tiene para m!.
Algunas personas ignorantes temen que la leja les estropee la
ropa, pero el que comprende lo que es la limpieza no temer.

La esperanza y el consuelo cuando Dios demora


el cumplimiento de la promesa
La esperanza tranquiliza el alma del cristiano cuando Dios tar
da en cumplir la promesa. Ya he dicho que la paciencia es la es
palda sobre la cual el santo lleva las cargas, y la esperanza la
almohadilla que hay entre la espalda y la carga. La paciencia
tiene dos hombros: uno para llevar el mal presente y otro para
esperar el bien futuro prometido, pero an no cumplido. Y a
medida que la esperanza aligera la carga del sufrimiento pre
sente, tambin hace parecer corto el ms largo retraso del bien
prometido.
Donde falta la esperanza, falta la fuerza: Perecieron mis
fuerzas, y mi esperanza en Jehov (Lm. 3:18). Dios protegi a
Israel y provey para ella en el desierto, pero al agotarse los v
veres trados de Egipto, los israelitas se enojaron contra Moiss
y contra Dios. Por qu? Porque su esperanza se basaba en la
ayuda humana.
Moiss subi al monte y estuvo pocos das fuera de la vista
de los israelitas, pero estos sintieron la necesidad de hacer el be
cerro de oro. Pensaban que no volveran a verle, y lo dieron por
perdido. Dios quiere que sus siervos aguarden aquello que l
desea darles; pero pocos lo esperan, porque la mayora tiene
poco nimo.
Noem dijo a sus nueras: Y aunque dijese: Esperanza ten
go, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,
habais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes?
[746]

El yelm o del cristiano

(Rut 1:12-13). La promesa lleva la salvacin en el vientre, pe


ro aguardar el incrdulo hasta que esa promesa madure y
crezca la felicidad? No, l prefiere juntarse con cualquier vil pa
sin que le pague con placer presente a esperar mucho tiempo,
aunque sea el Cielo mismo.
Tamar hizo de ramera porque no se le entreg el marido
prometido en cuanto ella quiso ( c f . Gn. 38). Actualmente, mu
chas almas se lanzan a los brazos del mundo adltero porque
el consuelo y el gozo de la promesa se les retienen temporal
mente, y Dios quiere que aguarden su recompensa. Demas me
ha desamparado, amando este mundo, dice Pablo (2 Ti. 4:10).
Solo el alma que tiene esta esperanza divina aguarda con pa
ciencia el bien de la promesa. Al tratar este servicio de la espe
ranza, quiero mostrarte tres cosas: primera, que Dios a menu
do tarda bastante antes de cumplir la promesa; segunda, que es
nuestro deber esperar; y tercera, que la esperanza nos ayuda a
perseverar.
1. Dios a menudo demora el cumplimiento de la promesa
Esperar sin que medie alguna promesa es como reclamar una
deuda que no existe. Las cosas buenas de la promesa no se re
ciben de golpe; si as fuera, las promesas no tendran sentido.
Dios le prometi un hijo a Abraham, pero este lo esper du
rante muchos aos despus de que se le hiciera la promesa.
Tambin prometi la tierra de Canan a Abraham y sus des
cendientes, pero pasaron siglos entre la promesa y su cumpli
miento. Todos los patriarcas, hasta la tercera generacin des
pus de Abraham, murieron [...] sin haber recibido lo prome
tido (He. 11:13). Simen recibi la promesa de que no vera
la muerte antes que viese al Ungido del Seor (Lc. 2:26), y es
to no ocurri hasta casi el final de su vida.
Entonces, estas promesas, que son la porcin de todo cre
yente y por tanto las puede reclamar, tienen una fecha exacta
en la agenda de los propsitos de Dios. En su promesa, sin em
bargo, Dios no hace constar la fecha de cumplimiento, sino so
lo el compromiso de que cumplir el deseo de los que le te
men (Sal. 145:19). A menudo viene un largo y duro invierno
entre la siembra en oracin y la cosecha prometida. Dios nos
[747]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

oye en cuanto oramos: las oraciones no tardan en llegar al Cie


lo, sino en volver de all con una respuesta completa. Aun Cris
to, en el Cielo mismo, no tiene todava la respuesta plena a al
gunas de las oraciones que hizo en la tierra. An est espe
rando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus
pies (He. 11:13).
Tenemos promesas de que el pecado y Satans sern some
tidos bajo nuestros pies, pero esos enemigos an nos acosan:
nos quedan muchas escaramuzas antes de desterrarlos de nues
tro corazn. A veces el cristiano, heredero de todo gozo y con
suelo, no tiene ni un cntimo de ese tesoro celestial en el bolsi
llo. Y ya que no confan en los caminos de Dios, los hay que
caen en la tentacin de cuestionarlo: Algunos tendrn sus pro
mesas se dicen, pero no me las da a m. No responde mis
oraciones. Otros cristianos vencen sus deseos, pero yo soy vc
tima de los mos. Aqu estoy, a las puertas del Infierno, sumido
en el temor. Todo esto se podra evitar si el creyente tuviera fe
para creer este principio verdadero de que Dios no cum ple to
das sus prom esas de golpe, y que el cum plim iento deseado est
en cam ino.

2. El creyente a veces tiene que esperar mucho


tiempo el cumplimiento de la promesa
Cuando Dios tarda en cumplir su promesa, es deber del cris
tiano el esperar a que suceda: Aunque tardare, espralo
(Hab. 2:3). Dios lo cumplir en su momento. Es difcil esperar
cuando no se divisa la llegada del Seor despus de das de ora
cin y noches de vigilia. Es duro para la carne y la sangre. La
fe dbil se desalienta y puede volverse atrs despus de recorrer
un largo camino para encontrarse con Dios en la respuesta mi
sericordiosa. Por eso el apstol anuncia este deber con una ora
cin llena de afecto: Y el Seor encamine vuestros corazones
al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo (2 Ts. 3:5).
En el captulo anterior, Pablo haba puesto una buena base
de consolacin para los cristianos: ellos fueron escogidos des
de el principio para salvacin [...], a lo cual os llam dice
mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro
Seor Jesucristo (2 Ts. 2:13,14). Y aade: Fiel es el Seor,
[748]

El yelm o del cristiano

que os afirmar y guardar del mal (2 Ts. 3:3). Pablo no que


ra que los creyentes se quedaran a poca distancia de la gloria
prometida, pero al mismo tiempo tenan que saber que les se
ra difcil mantener su esperanza hasta el final a causa de su
propia debilidad, de la apostasa de otros y de los ataques de
Satans. Es como si dijera: Nunca podrs hacerlo solo, as que
espera con paciencia hasta que Cristo venga y traiga la plena
recompensa; que el Seor encamine tu corazn.
3. La esperanza facilita la perseverancia
Bueno es esperar en silencio la salvacin de Jehov (Lm.
3:26). La esperanza gime, pero no se queja cuando la miseri
cordia prometida no llega enseguida. Los gemidos de la espe
ranza brotan del espritu en oracin y alivian la carga de temor
en el alma. Pero los gemidos del alma desesperada expresan ira
contra Dios: son como un fuerte viento que aviva el fuego.
Donde hay esperanza, el corazn se tranquiliza pronto. La
esperanza es el pauelo que Dios utiliza para secar las lgrimas
de su pueblo: Reprime del llanto tu voz, y de las lgrimas tus
ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehov, y volve
rn de la tierra del enemigo (Jer. 31:16). Las promesas de Dios
en la visin dada a Jeremas llenaron su corazn de gozo y lo
consolaron como el descanso al enfermo: En esto me desper
t, y vi, y mi sueo me fue agradable (v. 26).
Cuando la promesa parece tardar demasiado, la esperanza
alienta al cristiano de tres maneras: primera, le recuerda al al
ma que aunque Dios espere antes de cumplir la promesa, no
tardar en hacerlo; segunda, que cuando l venga, nos recom
pensar abundantemente la espera; y tercera, que aunque espe
re para cumplir una promesa, nos consolar con otra.

La esperanza da seguridad cuando Dios demora


el cumplimiento de la promesa
1. La esperanza afirma que aunque Dios se demore
en cumplir la promesa, no tardar
Aunque la visin tardar an por un tiempo, mas se apresura
hacia el fin, y no mentir; aunque tardare, espralo, porque sin
[749]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

duda vendr, no tardar (Hab. 2:3). Cmo reconciliamos es


to de que aunque tarde, no tardar? Aunque la promesa tarde
basta el momento justo, no pasar el momento sin que se cum
pla! Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que
Dios haba jurado a Abraham, el pueblo creci y se multiplic
en Egipto (Hch. 7:17). La raz de las hierbas y flores duerme
escondida bajo tierra todo el invierno, pero brota al llegar la
primavera. La promesa se cumplir en su momento.
Cada promesa tiene fecha, pero no la podemos leer; y dado
que no comprendemos la cronologa de Dios, creemos que l
nos ha olvidado. Es como aquel que fija la hora del reloj segn
el hambre que siente, en lugar de por el sol, diciendo que es me
dioda y quejndose por no tener comida. Anhelamos el con
suelo y esperamos que la promesa se cumpla segn nuestro im
paciente deseo. El sol no corre ms aprisa porque adelantemos
el reloj, ni la promesa se cumplir antes porque le pongamos
una fecha anterior.
Es muy cierto que, aunque Dios pocas veces acude segn
nuestro horario ya que no calculamos bien, nunca falta en
su da. El apstol exhort a la iglesia en Tesalnica: No os de
jis mover fcilmente de vuestro modo de pensar, ni os contur
bis [...] en el sentido de que el da del Seor est cerca (2 Ts.
2:2). Pero por qu necesitaban tal exhortacin cuando su ma
yor gozo iba a llegar con aquel da? No era la llegada de ese da
lo que los alarmaba, sino el hecho de que algunos queran per
suadirlos de que lo esperaran antes de cumplirse muchas de las
profecas. No vendr dice Pablo sin que antes venga la
apostasa, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de per
dicin (v. 3). La promesa tena que esperar hasta se cumplie
ran aquellas verdades intermedias ms inmediatas; entonces
nada podra estorbar su cumplimiento.
Puede ser que tu alma herida est sangrando, sumida en l
grimas a causa de tu pecado. La promesa te dice que Dios se
encuentra cerca para reavivarte a ti, personalmente (cf. Is.
57:15). Pero terminas la oracin o el sermn sin verlo, ni or
otra palabra de seguridad ms que esa promesa. Ten cuidado
de no medir las distancias de Dios por tu propia escala, ya que
su cerca puede ser lejos para ti. Bien podra Dios haber
[750]

El yelm o del cristiano

dado a su pueblo la fecha exacta en que se cumplira cada pro


mesa. Pero la ha ocultado para edificar nuestra fe, y para que
podamos expresar plena confianza esperando recibir lo que l
est dispuesto a darnos.
La fe de Abraham era lo bastante fuerte como para seguir
a Dios aun sin saber adonde le llevaba. Se necesita gran fe pa
ra descansar satisfecho con la promesa, no sabiendo cundo
esta se cumplir. Pero al considerar en Quin confiamos, no
hay razn para temer que l vaya a fallar ni a tardar un mi
nuto ms que el tiempo justo.
2. La esperanza afirma que cuando Dios venga,
recompensar con creces la espera
Los impos no se benefician en nada de la paciencia de Dios
mientras l no cumple sus amenazas, salvo para almacenar
ms ira para s mismos. Los creyentes no pierden nada no
viendo de inmediato el cumplimiento de la promesa, sino que,
por su paciencia en la espera, hacen acopio de gozo para
aquel da: Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad (Ro. 2:7). No basta
con hacer el bien, hay que perseverar en ello con paciencia
mientras Dios aguarda su momento.
Arar el campo da mucho apetito, pero a causa de la espe
ranza de obtener una buena cosecha de alimentos, el agricul
tor no flaquea. La esperanza dice: Aunque quieras comer
ahora mismo, aguanta un poco y a la tarde tendrs comida y
cena juntas. Una vez que el creyente se sienta para disfrutar
del festn, se olvida del dolor y la debilidad pasados en el
campo: La esperanza que se demora es tormento del cora
zn; pero rbol de vida es el deseo cumplido (Pr. 13:12).
Dios ha marcado el tiempo de maduracin de los frutos de
la tierra; igualmente, hay un plazo para el cumplimiento de
las promesas, y debemos esperar y no recogerlas a destiempo,
como si fueran manzanas verdes. Muchos que no tienen fe ni
esperanza para acallar el alma roban antes de tiempo lo que,
en el momento de Dios, caera maduro en su regazo. Qu
consiguen estos impulsivos? Una cosecha parca y dura, como
el trigo cortado antes de granar. Debemos esperar: Por tan[751]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

to, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Seor (Stg.


5:7).
Espera en Dios el tiempo necesario, hasta que venga segn la
promesa y te saque de tu sufrimiento. No corras para salir del
apuro:
Mirad cmo el labrador espera el precioso fruto de la tierra,
aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y
la tarda. Tened tambin vosotros paciencia, y afirmad vuestros
corazones; porque la venida del Seor se acerca (vv. 7-8).
Aunque el labrador anhela ya la cosecha, espera a que ma
dure segn la providencia de Dios. Se alegra con la lluvia tem
prana, pero tambin desea la tarda, y la espera aunque tarde en
llegar. No sabes que la lluvia cercana a la cosecha hace engor
dar la espiga? Las misericordias mayores son las que ms tar
dan. Jess no dio enseguida el vino en las bodas de Can, como
haba pedido su madre, sino que tuvieron mayor cantidad por
haber esperado.
3. La esperanza afirma que mientras Dios se demora
en cumplir una promesa, proporciona otra
Este consuelo basta para acallar el alma de aquel que compren
de la dulzura de los caminos de Dios. El creyente no est priva
do ni por un instante de consuelo. Siempre hay alguna promesa
para ministrarle hasta que llegue otra. El enfermo no se queja si
sus amigos no le visitan todos juntos, si vienen en turnos para
no dejarlo solo.
Leemos acerca de un rbol que produce doce frutos, dando
cada mes su fruto (Ap. 22:2). Este rbol es Cristo mismo, que
da toda clase de frutos en sus promesas, y consolaciones para
cada momento y situacin. El creyente nunca acudir a l sin
hallar alguna promesa que le d fuerzas hasta que otra madure.
Cuando Jess volvi al Cielo, consol a sus discpulos di
ciendo que volvera de nuevo para llevarlos consigo a la casa de
su Padre, en donde ahora mora en gloria. Esto s que es hermo
so. Pero, entre tanto, cmo podran soportar las muchas tor
mentas que seguramente se interpondran entre esta promesa y
[752]

El yelm o del cristiano

su cumplimiento? Nuestro Salvador tambin pens en esto, y les


dijo que no los dejara sin consuelo, sino que les dara otra pro
mesa para sustentarlos: la compaa de su Espritu en la tierra
hasta que se los llevara consigo al Cielo.
El cristiano nunca est tan desamparado como para que la
esperanza no lo ayude:
Bendito el varn que confa en Jehov, y cuya confianza es Jehov. Porque ser como el rbol plantado junto a las aguas, que
junto a la corriente echar sus races, y no ver cuando viene el
calor, sino que su hoja estar verde; y en el ao de sequa no se
fatigar, ni dejar de dar fruto (Jer. 17:7-8).
Estas aguas son las promesas que dan consuelo continuo al
creyente. Como el rbol plantado junto al ro florece, sin im
portar el tiempo que haga, as le suceder a l. Posiblemente es
tar afligido, y la liberacin prometida no llegar. Entonces, su
esperanza lo sustentar con otra promesa. Aunque Dios no lo li
bere ahora de la afliccin, lo sustentar en medio de la prueba.
Si el dolor del creyente no permite que la promesa le libre de
la impaciencia y la desconfianza, la esperanza le ofrecer la gra
cia del perdn divino: Los perdonar, como el hombre que per
dona a su hijo que le sirve (Mal 3:17); Qu Dios como t,
que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su
heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en
misericordia (Mi. 7:18). Dios no hubiera permitido que Job
expresara tal impaciencia, si su misericordia perdonadora no
hubiese estado segura de durar hasta el final de la afliccin de
este. Y durante todo el tiempo l haba estado preparando un
testimonio amoroso de Job para darlo ante sus severos amigos.
III. APLICACIONES DE LA DOCTRINA
DEL YELMO DEL CRISTIANO
Hemos mostrado en qu consiste el yelmo de la salvacin, y su
utilidad para el cristiano. Ahora veremos cmo aplicar esta
doctrina a los que lo poseen, y a los que no. Aplicar esta doc
trina en cinco reas: primera, el metal del yelmo de la salva[753]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cin; segunda, una exhortacin a los poseedores de esta espe


ranza; tercera, razones para fortalecer esta esperanza; cuarta, la
manera de hacerlo; y quinta, una exhortacin a los que no po
seen el yelmo.

El metal del yelmo de la salvacin


La mayora se contenta con un yelmo barato que no beneficia
ms que una gorra de papel. Examina el metal de tu yelmo pa
ra saber de qu est hecho; porque hay uno que intenta defen
der su propia cabeza (esto es, la serpiente) y quiere herirte la tu
ya. Solo los nios y los necios edifican sobre la arena. Los sa
bios anclan sus esperanzas de salvacin con el mismo cuidado
que el capitn prudente lo hace con su barco.
Nada humilla ms a los hombres que verse defraudados en
sus esperanzas: Pero fueron avergonzados por su esperanza;
porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos (Job 6:20).
No hay una vergenza mayor que la falsa esperanza de salva
cin eterna de los pecadores, los cuales resucitarn para con
fusin perpetua (Dn. 12:2). Se levantarn de la tumba para
ver, en lugar del Cielo esperado, la boca ardiente del Infierno
que los aguarda.
Qu harn estos ilusos en el da de la ira del Seor, al ver
el mundo entero en llamas y or a Dios, cuyos ojos penetrantes
los examinarn, llamndolos a juicio ante hombres y ngeles?
Agitarn desesperadamente su esperanza ante Cristo? Cierta
mente sus corazones desfallecern. En aquel da Dios usar sus
propias lenguas para mostrar la necedad de su falsa esperanza
ante el mundo entero; no habr nada ms severo que sus pro
pias conciencias. La Palabra profetiza acerca de un tiempo en
que los falsos profetas se avergonzarn de su visin cuando
profetizaren; ni nunca ms vestirn el manto velloso para men
tir. Y dir: No soy profeta; labrador soy de la tierra (Zac.
13:4-5).
El falso profeta ms notorio, el que ms engaa, es la vana
esperanza de salvacin de algunos. Profetiza paz, perdn y una
porcin en el Cielo para los que nunca fueron herederos de
Dios. Pronto viene el da en que ese falso profeta ser confun[754]

El yelm o del cristiano

dido. Entonces el hipcrita confesar que nunca tuvo esperan


za de salvacin verdica, excepto un dolo de su propia imagi
nacin; la persona religiosa desechar aquella profesin de fe
con la que se engaaba, y se ver desnuda en su pecado. Esto
es suficiente para hacernos escudriar nuestros corazones y
averiguar en qu se apoya nuestra propia esperanza.
La esperanza correcta tiene buen fundamento. Estad siem
pre preparados nos dice Pedro para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razn
de la esperanza que hay en vosotros (1 P. 3:15). Todo cristia
no, por dbil que sea, ha fundado su corazn en la Escritura
para la esperanza que profesa. Qu es lo que te da derecho a
heredar el Reino de Dios sin su promesa? Si otro reclamara tu
casa y tus tierras, se las entregaras simplemente por que te las
pida? Pero muchos esperan salvarse aunque no pueden aducir
mejor razn que esta.
As como el cristiano vence el temor preguntando a su alma
por qu se turba, la misma pregunta puede derribar al pecador
insolente de sus altivas esperanzas. Qu razn encuentras en
toda la Biblia para esperar salvarte, cuando vives ignorante de
Dios?. Ciertamente su alma callar como aquel de la parbo
la que no estaba vestido para la boda. Por eso algunos ni se
atreven a pensar en la salvacin, sabiendo que el hacerlo per
turbara su conciencia por mucho tiempo. O si se lo plantean,
lo hacen como Pilato, que pregunt a Cristo por la verdad, sin
intencin siquiera de esperar una respuesta.
Tal vez no sabes quin es Cristo ni cmo fundar tu esperan
za en l; o tal vez esperas a ciegas que Dios sea demasiado bue
no como para mandarte al Infierno. Esta esperanza es infunda
da, y no te puede ayudar. Si l te salvara tal como ests in
crdulo e impenitente, tendra que inventar un nuevo evan
gelio especialmente para ti; porque la Biblia te condena sin es
peranza ni amparo. El evangelio, entre los que se pierden est
encubierto (2 Co. 4:3).
T tienes mucho conocimiento. Pero muchos no emplean me
jor su conocimiento de las Escrituras que los ladrones el conoci
miento que tienen de la ley: la investigan solo para poderla trans
gredir, no para guardarla. Muchos estudian la Palabra espe
[755]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cialmente los pasajes acerca de la misericordia de Dios hacia los


pecadores para llenar una almohada con esos consuelos y
echarse a dormir, cuando el clamor de sus abominaciones em
pieza a turbar su descanso. Dios te libre de semejante esperan
za! Seguramente querrs dar mejor respuesta en el Juicio de Cris
to. Acaso tu conocimiento har una defensa ms slida para tu
salvacin, que la acusacin de tus pecados no abandonados, los
cuales testifican en tu contra? Si hubiera esperanza para una per
sona as, entonces Judas y Jezabel, y aun los demonios, se unir
an a tan buena compaa.
Tal vez unes la reforma al conocimiento, habiendo dejado tu
antigua vida corrupta. Pero si quieres ser fiel a tu propia alma,
no descanses en la buena opinin de otros. No juzgues tu espe
ranza del Cielo por la opinin que ellos tienen de tu comporta
miento externo. Tienes que mirar hacia dentro y preguntarte de
qu manantial brota este nuevo ro de tu nueva manera externa
de vivir. Solo esto decidir la controversia, y juzgar tu esperan
za verdadera o falsa.
No es un nuevo rostro lo que influye en nuestro comporta
miento, sino un nuevo principio que transforma el corazn y
prueba que nuestra esperanza es genuina: Bendito el Dios y Pa
dre de nuestro Seor Jesucristo, que segn su grande misericor
dia nos hizo renacer para una esperanza viva (1 P. 1:3). El nue
vo nacimiento nos da derecho a una nueva esperanza. Si el alma
est muerta, no puede haber esperanza viva. Es posible para el
alma estar muerta y an llevar puesta una reforma atractiva, co
mo un cadver puede estar revestido de ropas elegantes. El hijo
de un mendigo vestido con ropas de rico, tiene la misma espe
ranza de heredar las tierras de este como tu alma de heredar la
gloria divina nicamente con reformas externas. Las esperanzas
de un hijo provienen de su padre, no de un desconocido.
Qu has heredado de tu padre Adn, sino una naturaleza pe
cadora y una expectacin temerosa de muerte? El corazn de
Ana estuvo turbado hasta que Dios le envi un hijo, y t tienes
ms razn para estar turbado hasta llegar a ser un hijo de Dios.
Es mil veces mejor morir sin hijos, que sin Padre. Es mucho pe
or no tener un Padre que te d una herencia celestial, que no te
ner hijos que hereden tus bienes terrenales.
[756]

El yelm o del cristiano

Una exhortacin a los poseedores de esta esperanza


Para los que s poseen el yelmo de la salvacin, quiero destacar
dos deberes: primero, agradecer este don inefable; y segundo,
vivir segn tus esperanzas.
1. Agradece este don inefable
No creo que lo tengas, si tu corazn no lo agradece.
Bendito el Dios y Padre de nuestro Seor Jesucristo, que segn
su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza vi
va [...], para una herencia incorruptible, incontaminada e in
marcesible (1 P. 1:3-4).
Tienes esperanza del Cielo? Es mejor que tener todo el
mundo en las manos. El mayor rey de la tierra cambiara de
buen grado su corona por tu yelmo en la hora de su muerte. Su
corona no le comprar este yelmo, pero tu yelmo te dar una
corona, no de oro sino de gloria, que una vez puesta no se te
quitar ms.
Cristiano, recuerda que no hace tanto que solo tenas una
terrible expectacin del Infierno en lugar de la esperanza de la
salvacin. Pero Dios quit las cadenas de culpa que ataban tu
alma desesperada y te dio favor ante su corte celestial. De to
dos los hombres del mundo, eres el que ms debes a la miseri
cordia divina. Si le agradeces el pan y el vestido, cunto ms
esa corona?
Despus de alabarle en espritu, debes reunir adems las ala
banzas a Dios de tus amigos y, una vez en el Cielo, seguir ala
bndole por toda la eternidad a causa de este yelmo de la sal
vacin. Nunca podrs pagar esa deuda.
2. Vive segn tus esperanzas
Haya un acuerdo entre tus principios y tus prcticas; esto es,
entre tu esperanza del Cielo y tu vida en la tierra. Mientras bus
cas la salvacin, anda hacia donde se dirige tu vista. Si el cris
tiano deja de vivir dignamente segn su llamamiento, traiciona
la esperanza de Dios para l. La Palabra destaca la necesidad
[757]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

de esto. Nos estimula a vivir como es digno de los santos


(Ro. 16.2), y como es digno del evangelio de Cristo (Fil.
1:27).
Cuando uno quiere hacer el payaso, lo visten de harapos
con un manto real, para que con la mezcla de vileza y majes
tuosidad falsa, haga an ms el ridculo. El diablo quiere aver
gonzar el nombre de Cristo y su evangelio, persuadiendo al
hombre a profesar una gloriosa esperanza celestial a la vez que
vive de manera totalmente indigna de semejante herencia real.
Qu opinas de aquel que sale a la batalla con yelmo de bron
ce, espada de palo y escudo de papel? Dars por sentado que
no puede hacer nada al enemigo... si no matarlo de risa.
Entonces, cmo viviremos a la altura de esta esperanza?
Exploremos seis maneras especficas de hacerlo:
a) En las am istades

El hombre est hecho para relacionarse. Pero con quin? Con


los que tienen igual esperanza! Los creyentes somos una socie
dad distinta del mundo. Y aprendan tambin los nuestros a
ocuparse en buenas obras, dice Pablo (Tit. 3.14). Los nues
tros son los hermanos. Cuando Pedro y Juan salieron de la
crcel, enseguida vinieron a los suyos (Hch. 4:23). Pero
cuando tenan que estar entre profanos, saban que no estaban
entre amigos, y se quedaban all el mnimo tiempo posible.
Seguramente haba muchos en Canan que podran haberse
relacionado con Abraham, pero l saba que no deba trabar
amistad ntima con ellos. Por tanto, habit como extranjero
en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tien
das con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa (He.
11:9).
Considera adonde te lleva tu esperanza. No buscamos
compaeros en el camino al Cielo? Acaso van all contigo los
impos? A menos que el camino al Cielo y al Infierno se unan
en una sola va, esto nunca ser as. Si tu compaero no va ca
mino al Cielo, qu consigues andando con l? Contempori
zars andando en su camino? En una palabra, cristiano, tu es
peranza te dirige al Cielo, y una de las cosas que esperas es ser
librado de la presencia de todo mal. Oras para que se cumpla
[758]

El yelm o del cristiano

esta promesa? El objeto de tu esperanza es el tema de tus ora


ciones. Cuando dices: Venga tu reino, eso es lo que ests pi
diendo. Es coherente tener amistad con los impos junto con
esta esperanza y oracin para ser librado de ellos?
b) En tu estilo de vida

Cmo no debis vosotros andar en santa y piadosa manera


de vivir, esperando y apresurndoos para la venida del da de
Dios! (2P. 3:11-12). Cada alma creyente forma parte de la Es
posa de Cristo. El da de su conversin es el da de su compro
miso con Cristo por la fe; por tanto, vive esperando el da de la
boda, cuando l vendr para llevarla a la casa de su Padre, co
mo Isaac llev a Rebeca a la tienda de su madre. All vivirn
entre los dulces abrazos de su amor por toda la eternidad.
Cuando venga el Esposo, querr la esposa que la vea con el
vestido sucio? Se olvida la virgen de su atavo, o la desposa
da de sus galas? (Jer. 2:32). Alguna vez ha olvidado la novia
preparar el vestido de boda a tiempo, o deja de ponrselo cuan
do espera la llegada del novio?
La santidad es el vestido bordado con el que sers lleva
da al rey: el Esposo (Sal. 45:14). Por qu se ha aplazado la
boda durante tantos aos? El vestido de la novia ha tardado
mucho en terminarse. Pero cuando se acabe de preparar, y te
vistas con l, llegar aquel da gozoso: Han llegado las bodas
del Cordero, y su esposa se ha preparado (Ap. 19:7).
Cristiano, no hay argumento ms eficaz para vencer la ten
tacin que esta esperanza. Por supuesto que es bueno vencerla
sea cual sea el arma utilizada, pero los israelitas escogieron mal
al acudir a los herreros filisteos para afilar cada uno [...] su
hacha o su hoz (1 S. 13:20). El cristiano tambin juzga mal al
utilizar el argumento del impo para vencer la tentacin. Su es
pritu es ms puro. El argumento inocente de la esperanza te
pondr en una torre contra el pecado ms fuerte que cualquier
arma sofisticada del mundo inconverso.
La concupiscencia del pecador le asusta debidamente con el
terror de fuego y azufre, pero tu esperanza de la gloria celestial
te pone fuera del alcance de los malos deseos. Ataca tu casti
llo un pecado sensual? Pregntale a tu alma: Pondr ahora la
[759]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

cabeza en el regazo de Dalila, cuando antes quera descansar en


el seno de Abraham? Acceder a contaminar mi cuerpo con lu
jurias cuando es el mismo vestido que mi alma espera llevar en
el Cielo? Fuera, Satans! No quiero tener nada que ver conti
go ni con tus ofrecimientos, los cuales me haran indigno de ese
lugar bendito y ese santo estado que anhelo.
c) En tus sentim ientos hacia el Cielo

Sed sobrios, y esperad por completo en la gracia (1 P. 1:13).


T que esperas tener tanto en el otro mundo, bien te puedes
contentar con poseer poco en este; nada es ms indigno de la
esperanza celestial que un corazn carnal. No te parecera in
adecuado que un rico con vastas tierras recogiera los restos de
jados en los campos para los pobres? No te enfades, cristiano,
si te digo que haces algo mucho peor al correr tras la basura
mundana.
Mientras ms sube el sol de verano, ms intensamente brilla
y da calor. Si tu esperanza de salvacin se ha elevado algo en tu
alma, dispersar los indignos deseos de este mundo y crear un
sentimiento ms clido por el Cielo.
Agustn de Hipona, refirindose a una conversacin que una
vez sostuvo con su madre acerca del Cielo, prorrumpi: Se
or, qu despreciable se hizo este triste mundo a nuestros ojos
el da en que nuestros corazones se caldearon con la mencin
de aquel lugar bendito!. Mientras ms nos acercamos al Cie
lo en nuestras esperanzas, ms nos alejamos de la tierra y sus
deseos. Al plantarnos en las alturas celestiales podremos mirar
al mundo lejano como una nadera, como un montn de tierra.
d)

En el dom inio de la esperanza sobre el tem or a la m uerte

Por qu temer la muerte cuando esperas llegar a la vida? Aca


so teme el corredor arribar antes a la meta? Llora la novia al
acercarse la boda? Para ti la muerte es todo esto y ms an.
Con ella llegar el jubileo. Sers libre. Habrs terminado la ca
rrera y obtenido la corona; Dios mismo te coronar en cuanto
tu alma abandone tu cuerpo.
No importa lo duro que haya sido el viaje, este terminar, y
la muerte ser tu amiga que abre el arca de tu cuerpo para lle[760]

El yelmo del cristiano


var a tu alma a salvo hasta la orilla de la eternidad, a las puer
tas del Padre celestial. En resumen, tu Esposo vendr a buscar
te, llamando, por mano de la muerte, para que salgas. As po
dr cumplir la promesa hecha en el da de tus esponsales. No
amas mucho al Seor si no ests dispuesto a salir de aqu y dis
frutar de su presencia bendita en el palacio real del Cielo, don
de se han hecho preparativos para recibirte que aqu ni siquie
ra te imaginas.
Los impos dicen que no creen que los cristianos estemos tan
convencidos de la gloria celestial como profesamos; porque de
ser as, no temeramos tanto el llegar all. Todo temor de la
muerte revela una gran incredulidad y poca esperanza. Cuando
no tenemos un concepto correcto de la muerte, esta nos asusta.
Si la fe viera ms all para asegurarnos del bien, estaramos tan
tranquilos como ahora nos asustamos.
El caballo disfruta del mismo heno en el establo que lo asus
taba al verlo amontonado en el camino. Entonces no saba lo
que era. Cristiano, si comprendes el mensaje de la muerte, el te
mor de ella se desvanecer. Te sacar de las experiencias cono
cidas de esta vida, pero te llevar a gozos incomparablemente
superiores. En un banquete nadie critica al criado que se lleva
el primer plato, para poder traer el segundo.

e) En el gozo de la esperanza
Un corazn triste no es digno de una esperanza viva. Solo el
siervo sin esperanza de paga sirve con semblante apesadum
brado. Pero ya que este no es tu temor, deshonras a Dios y a ti
mismo si demuestras un espritu abatido.
Cristo no quiere morar en un corazn triste ms que t en
una casa sombra: La cual casa somos nosotros, si retenemos
firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza
(He. 3:6). Abre todas las ventanas y deja entrar la luz radiante
de su promesa para ti. No invitamos a los amigos a un cuarto
sin luz, ni los recibimos con mala actitud, ya que pensaran que
nos aburre su compaa. Cristo trae la buena noticia y merece
mejor acogida que un espritu abatido. Si a los condenados se
les susurrara la menor esperanza de salvacin, brillara la luz
en el Infierno y habra regocijo en medio del tormento. Aver[761]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

gncense los creyentes negligentes si unas pocas nubes de cor


ta afliccin los envuelven en tales tinieblas y la esperanza ce
lestial no basta para cambiar su lamento en gozo y consuelo.
f) En el temor de Dios

Se complace Jehov en los que le temen, y en los que esperan


en su misericordia (Sal. 147:11). Con demasiada frecuencia
los hijos pierden el respeto hacia sus padres una vez entregada
la herencia. Aunque no se puede acusar justamente a la doctri
na de la seguridad de salvacin de producir este fruto amargo,
somos demasiado propensos a abusar de ella. Aun los mejores
cristianos pueden verse fuertemente tentados despus de recibir
el amor de Dios y la vida eterna bajo el sello de la seguridad de
su esperanza, cayendo en graves pecados.
Dios abri la profundidad de su corazn y demostr su
amor para con David y Salomn en gran medida antes de que
los dos cedieran al pecado. Una mancha en su historial mues
tra las sombras oscuras de su pecado a la luz de este amor di
vino. Su historia nos deja ejemplos de debilidad humana, pero
tambin revela una esperanza inalterable; esta esperanza se ex
presa en sumo gozo por la certeza de nuestra gloria venidera, y
debemos alimentar un santo temor de Dios en el corazn.
El diablo se complace si puede hacer pecar a los cristianos,
pero se glora ms cuando puede echarlos por tierra con sus
trajes reales, hacindolos contaminar su manto de salvacin. Si
lo logra, intentar insultar a Dios mostrndole el dilema de su
hijo y burlndose juntamente con el mundo de la conviccin
del cristiano. Despus de lanzar al cristiano a algn pecado in
mundo, Satans le pregunta a Dios: Es esta la garanta que le
diste del Cielo? Es este el manto de salvacin que le diste? Mi
ra dnde lo ha puesto, y cmo ha abusado de tu gracia. Tem
blamos al pensar en dar pie a que el diablo blasfeme de esa ma
nera del Dios vivo!
Los hijos amados de Dios no deben holgazanear al sol del
amor divino, sino seguir adelante en el camino del deber, ya
que Dios ha tenido la bondad de sembrarlo de gozo. Pero no
debemos perder el temor reverente a Dios por su familiaridad
con nosotros.
[762]

El yelmo del cristiano

Moiss es un buen ejemplo de esto. Cundo trat el Todo


poderoso a nadie con mayor familiaridad y confianza que a l,
con quin habl cara a cara? Cmo reaccion Moiss ante este
acto trascendente de la gracia? Acaso se insolent, olvidando la
distancia que haba entre l y Dios, cuando su Divina Majestad
se rebaj para hablarle de forma tan humilde? No; su corazn se
llen ms que nunca de reverencia. Toda la bondad de Dios, es
pecialmente su misericordia perdonadora, no pudo por menos de
aumentar su gozo y llenar su alma de dulce amor por ese Dios
tan lleno de gracia. Pero el temor reverente de Moiss no se per
di en la marea de sus preciosos sentimientos: Entonces Moi
ss, apresurndose, baj la cabeza hasta el suelo y ador (Ex.
34:8). Este favorito del Cielo mostr su temor de Dios cuando
Dios le expres su amor.

Por qu debemos reforzar la esperanza


Igual que existe la fe dbil, tambin existe la esperanza inestable.
Debemos establecer y consolidar la esperanza con el uso diligen
te de todos los medios a nuestro alcance. La esperanza es firme
y slida cuando el cristiano no teme a la oposicin. El anclaje de
la esperanza en la promesa evita que se caiga en el desaliento y
en temores que engullen a los que carecen de esperanza.
Mientras ms se purifique el oro de la escoria y de todo lo que
le es ajeno, ms slido y valioso ser. Mientras ms se purifique
la esperanza, quitando la presuncin infundada por una parte, y
el temor y la desconfianza abyectos por otra, ms fuerte se har.
La Escritura llama a esto la plena certeza de la esperanza (He.
6:11). Para provocarte al celo santo en cuanto a establecer esta
esperanza, considera estos tres argumentos: primero, es tu deber;
segundo, el negarte a fortalecer la esperanza demuestra poca es
tima por Cristo y su salvacin; y tercero, puedes ver tu esperan
za probada con severidad.
1. Es tu deber
Algunos dicen que no hay que luchar por la seguridad. Pero juz
gue el cristiano si es mejor creer a estos o a Dios. El Espritu San
to dice:
[763]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solici


tud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que
no os hagis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la
fe y la paciencia heredan las promesas (He. 6:11-12).
Dios mismo exhorta al creyente a buscar plena certeza de
la esperanza. Aquel que tenga poca esperanza navega a sota
vento, pero Pablo prefiere que el cristiano corra empujado por
el viento fuerte que lo llevar al Cielo. Esto solo es posible
cuando el alma, como una vela desplegada, se llena tanto de la
bondad y verdad de la promesa, que se goza en la certeza de lo
que tendr al arribar a la eternidad, aunque ahora pase tem
pestades de mil tentaciones y pruebas en la travesa.
A quin asigna el Espritu este deber? A todo creyente. Es
pecado que un pobre codicie los bienes del rico para s, sin con
tentarse con menos; pero en la vida espiritual, es aceptable que
el cristiano anhele todas las riquezas de la gracia. Pablo mismo
no pensar mal de ti si trabajas para obtener mayor fe y una es
peranza tan vigorosa como la suya. No te conformes con me
nos!
Finalmente, observa que la Escritura interpreta la dbil vir
tud de los creyentes como pereza. As expresa Pablo su deseo:
No os hagis perezosos (He. 6:12). La mano diligente acu
mula tesoros en el mundo y tambin en el Cielo.

2. Negarte a fortalecer la esperanza demuestra


poca estima por Cristo y su salvacin
Nos esforzamos por conseguir lo que ms atesoramos. Si un
prncipe perdiera un centavo y le dijeran que lo haban encon
trado, le dara igual por su poco valor. Pero si su reino estuvie
ra en juego en la guerra, y le informaran de la derrota del ene
migo, anhelara la confirmacin del mensaje.
Vale tan poco para ti el Cielo, que te contentas con escasas
probabilidades y un quiz llegue? Si no te interesa ms que
eso, desprecias aquel santo lugar. Cuando Acab gui a su ejr
cito contra Ramot de Galaad, Micaas le profetiz la victoria:
Sube y sers prosperado (1 R. 22:15). Pero el rey sospecha
ba correctamente que el Profeta le menta, y lo reprendi:
[764]

El yelmo del cristiano

Hasta cuntas veces he de exigirte que no me digas sino la


verdad en nombre de Jehov? (v. 16).
Si tienes alguna esperanza del Cielo, y crees que de ella de
pende tu felicidad o tu desdicha eterna, debes escudriar tu co
razn a la luz de la Palabra de Dios. Y despus de un repaso
imparcial de lo que leas en ella, manda a tu conciencia que te
diga la verdad sin tapujos: cul es tu verdadero estado espiri
tual y si tienes o no esta esperanza de salvacin.
Cuando Pedro se enter de la resurreccin de Cristo, no lo
crey del todo; pero corri rpidamente para ver la tumba, de
mostrando as su gran amor al Seor. Cristiano, aunque la pro
mesa de vida eterna no haya producido an en ti tal seguridad
que puedas disfrutar de la esperanza sin dudas, puedes mostrar
tu aprecio por ella intentando fortalecer tu esperanza y apartar
la duda.

3. Puedes ver tu esperanza severamente probada


El marinero entendido prepara su barco para lo peor. Se anti
cipa al mal tiempo y a los vientos que puedan crear problemas.
Al final tal vez sea una travesa agradable, pero l sabe que es
ms fcil cargar provisiones antes de zarpar que conseguirlas
en alta mar. La proteccin no se suele hallar en la prueba si no
se ha buscado en la bonanza. Dios mismo nos dice: Os es ne
cesaria la paciencia [esto es, de antemano], para que habiendo
hecho la voluntad de Dios, obtengis la promesa (He. 10:36).
Tambin hay que hacer acopio de esperanza, ya que la pacien
cia carga todo sobre las espaldas de esta.
No sabemos las aflicciones y tentaciones que Dios pondr
sobre nosotros, de forma que jams debemos dejar de fortale
cer nuestra esperanza. Hay deberes difciles que cumplir y du
ras pruebas que soportar, las cuales requieren una esperanza
proporcional. Se nos dice que retengamos firme hasta el fin la
confianza y el gloriarnos en la esperanza (He. 3:6).
Puede gozarse el cristiano que tiene una esperanza dbil?
No; es como un barco que hace agua, cargado de riqueza; el te
mor al naufragio quita el gozo del dueo del tesoro. Si le man
daras gozarse en su herencia celestial, te dir que a lo mejor ni
siquiera llega a poseerla.
[765]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

Es duro tener que esperar pacientemente la misericordia de


Dios por mucho tiempo, pero bueno es esperar en silencio la
salvacin de Jehov (Lm. 3:26). Una esperanza dbil est fal
ta de aliento y no puede esperar con tranquilidad. Los impa
cientes suelen ser difciles de complacer; se quejan si no consi
guen exactamente lo que quieren cuando lo quieren.
Cuando la fe y la esperanza de David estaban debilitadas,
rea con todos. Ni siquiera el profeta que le llev noticias del
reino escap a la censura, solo porque la promesa tard ms de
lo que l esperaba: Y dije en mi apresuramiento: Todo hom
bre es mentiroso (Sal. 116:11). La promesa no lleg ni con un
da de retraso sobre su tiempo debido, pero David se perdi la
plenitud del cumplimiento de esta por su impaciencia. Piensa
en el Salmista cuando su fe y esperanza estaban fuertes. Enton
ces no se apresuraba a pedir la misericordia de Dios, sino que
saba que su victoria se encontraba tan segura en las manos de
Dios como si estuviera en las suyas propias: Oh Dios [...], es
peramos ante ti alabndote en silencio (Sal. 65:1, La Biblia al
da). Es como si dijera: Seor, espero tranquilamente el mo
mento de alabarte; mi alma no se turbar por tu demora. No
murmuro, sino que afino el arpa y los instrumentos con con
fianza, para poder cantar cuando venga la noticia de mi liberacion .
No es fcil que un nio espere pacientemente la cena cuan
do ve los preparativos de un gran festn; pero el adulto espera
aunque aquella tarde ms de lo normal. Nuestra inmadurez y
debilidad en la virtud (especialmente en la esperanza) nos ha
cen impacientes esperando el momento de Dios. Fortalece tu
esperanza, y tu paciencia tambin crecer.
En resumen, cristiano, puede que tengas que pasar por mu
chas pruebas y tentaciones antes de entrar en el Cielo y reves
tirte de salvacin. Defiende ahora tu esperanza y ella te defen
der en la prueba; fortalece tu esperanza y te apoyar. Todo el
cuerpo ayuda a proteger la cabeza. Las manos desvan los gol
pes, y los pies corren para sacarla del peligro. La boca toma de
buen grado medicinas para curar el dolor. La salvacin es para
el alma como la cabeza para el cuerpo: es lo que ms se debe
proteger. La esperanza representa para la salvacin lo que el
[766]

El yelmo del cristiano

yelmo para la cabeza. El necio que se pone un yelmo frgil en


la batalla, es como aquel que arriesga su salvacin con una es
peranza dbil. Cristiano, el resultado de la batalla contra el
enemigo depende de tu esperanza: fallando esta, lo pierdes to
do.
La esperanza libra batalla contra las tentaciones y el sufri
miento como el prncipe en medio de su ejrcito. Alienta a sus
hombres observndolos y aplaudindolos. Pero si se informa de
la muerte del rey, el coraje del ejrcito se tambalea. Por eso
Acab insisti en que le apoyaran en su carro para ocultar sus
heridas mortales ante la tropa.
Satans apunta sus dardos contra tu esperanza. Si dan en el
blanco, tu alma sangrar mucho y empezar a derramar pre
guntas por la herida: Se pueden perdonar pecados tan viles
como los mos? Alguna vez se sanarn estas llagas de lujuria
tan infectadas? Se quitarn estas aflicciones que por tanto
tiempo he aguantado, o podr soportarlas ms?. Lucha por tu
vida y sostn tu esperanza herida en el carro de la promesa; no
te doblegues en la desesperacin, dejando que el diablo pisotee
tu alma. En cuanto se rinda tu esperanza, ese maldito demonio
tomar venganza completa y tu alma estar desamparada. Es
ta derrota te lastimar tanto que preguntars desesperado:
Por qu he de pensar en orar, escuchar o meditar cuando no
queda esperanza?.
Llamamos al mdico despus de muerto el amigo? De qu
sirve refregar las extremidades, si se le ha cortado la cabeza? El
ejrcito se desband en cuanto supieron de la muerte de Acab.
T tambin abandonars la idea de ganar terreno contra el pe
cado y Satans si se desvanece tu esperanza. Entonces, caers o
en el atesmo de Can o en el terror de Judas, enterrando los
pensamientos acerca de tu condicin desesperada bajo un mon
tn de proyectos mundanos.
Ahora te explicar algunas maneras de fortalecer tu espe
ranza: primera, estudia la Palabra de Dios con diligencia; se
gunda, mantn pura la conciencia; tercera, pide mayor espe
ranza a Dios; cuarta, aumenta el amor; quinta, ejercita la espe
ranza; y sexta, recuerda las misericordias pasadas.

[767]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Cmo fortalecer la esperanza


1. Estudia la Palabra de Dios con diligencia
El cristiano crece por la Palabra y debe alimentarse de ella, o su
virtud se marchitar y morir. El nio de pecho come muy a
menudo. Dios ha provisto en su Palabra el alimento para cada
virtud, y la Escritura criar una esperanza slida y fuerte: A
fin de que por la paciencia y la consolacin de las Escrituras,
tengamos esperanza (Ro. 15:4). El diablo lo sabe tan bien que
se esfuerza por privar al cristiano de la ayuda almacenada en la
Palabra. Tiene razn, porque mientras fluya libremente ese ro
que alegra la Ciudad de Dios con el consuelo de sus preciosas
promesas, nunca podr poner sitio a la Ciudad.
El diablo priva a algunos de este alivio bblico por la mera
pereza de ellos. Se quejan de dudas y temores como los holga
zanes que lloran su pobreza, tendidos en la cama. Pero no se le
vantan para escudriar la Palabra y satisfacer su necesidad. Es
tos, ms que ninguno, venden barato su consuelo. Quin se
compadece del hambriento que tiene el pan delante pero se nie
ga a levantar la mano para tomarlo?
Satans presenta a algunos cristianos aplicaciones falsas de
la Palabra para turbar su alma. El diablo es un estudioso de la
teologa excepcionalmente inteligente, y solo emplea su conoci
miento de la Escritura para atraer al creyente al pecado, o a la
desesperacin por haber cado en l. Es como un abogado des
honesto que utiliza su habilidad legal nicamente para poner
en apuros a los hombres honrados con el enmaraado pleito
que presenta contra ellos.
Si Satans manipula con tanta eficacia la Palabra para debi
litar tu esperanza y privarte de tu herencia, has de adquirir una
santa destreza para mantener el derecho y defender tu esperan
za. Por tanto, en tu estudio de la Palabra de Dios, debes perse
guir con ahnco dos metas hasta que las alcances:
a) El conocimiento de las condiciones para la salvacin
y vida eterna explicadas en la Palabra

Porque hay ciertas condiciones; si no, la salvacin sera gratis


para todos, fueran creyentes o no. Si Dios no hubiera puesto l[768]

El yelmo del cristiano

mites en el Sina, especificando quin deba subir al monte, to


dos hubiesen podido acompaar a Moiss. Si Dios no pone
condiciones, el pecador ms abominable, al igual que el cre
yente ms humilde, podr tocar el santo monte de Dios. En
cuanto a la salvacin, la Palabra pone dos condiciones, segn
los dos pactos.
1. El pacto de la naturaleza o pacto de la ley. Dios hizo es
te pacto con Adn con la condicin de una obediencia perfec
ta. Esto no se requiere ya, y aquel que se detenga ante esa puer
ta con la esperanza de encontrar vida, la encontrar cerrada a
cal y canto. A la vez, se privar de la verdadera puerta que es
t abierta: De Cristo os desligasteis, los que por la ley os jus
tificis; de la gracia habis cado (G. 5:4). Por tanto, hemos
de descubrir el otro pacto.
2. El pacto de gracia. La condicin del nuevo pacto son el
arrepentimiento y la fe. En el mismo Dios y el hombre vuelven
a ser amigos; como si Dios hubiera querido impedir que sus
amigos se alejaran nunca de l. Intenta creer estas promesas y
aferrarte, como a principio inmutable, a la verdad de que aquel
que se arrepiente de veras de sus pecados, y recibe a Cristo co
mo Seor y Salvador con fe no fingida, tiene la Palabra y el
juramento de Dios garantizndole el perdn de sus pecados y
la salvacin de su alma.
El peso de toda la casa del cristiano descansa tan completa
mente sobre el arrepentimiento y la fe, que el Espritu de Dios
ha borrado toda duda en cuanto a su certeza: Ciertamente lle
v l nuestras enfermedades, y sufri nuestros dolores (Is.
53:4). No hay duda: fue l quien pag nuestra deuda. Por qu
si no, el Hijo de Dios habra sufrido hasta la muerte? Para dar
nos un modelo de paciencia? Ciertamente s, pero esa no es la
nica razn, porque algunos cristianos han sido grandes ejem
plos de paciencia. Haba algo ms: Mas l herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados (v. 5). Esta
empresa era tan enorme que ningn santo hubiera podido lle
varla a cabo por nosotros; solo el Hijo de Dios: Palabra fiel y
digna de ser recibida por todos: que Cristo Jess vino al mun
do para salvar a los pecadores (1 Ti. 1:15).
Si confesamos nuestros pecados, l es fiel y justo para per[769]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

donar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Jn.


1:9). Qu temer, pues, el arrepentido? Por lo cual, querien
do Dios mostrar ms abundantemente a los herederos de la
promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento
(He. 6:17). No podemos pedir mayor seguridad que la que, en
su fidelidad, nos da nuestro Dios por voluntad propia. El go
bierno romano no exiga juramento a sus magistrados, dando
por sentado que el honor de estos era garanta suficiente de su
justicia. La Palabra de Dios merece, por tanto, la ms absoluta
confianza, ya que l se rebaj a hacernos un juramento que pe
netrara en nuestras mentes como una verdad indiscutible.
b) Asegrate de ser un pecador arrepentido y creyente

En la Biblia leemos acerca de una seguridad triple: primera


mente, la seguridad del entendimiento (Col. 2:2); en segundo
lugar, la certidumbre de la fe (He. 10:22); y en tercer lugar, la
certeza de la esperanza (He. 6:11). El conocimiento plantea la
hiptesis, la fe formula la proposicin, y la esperanza llega a la
conclusin.
Entonces, el cristiano puede decir: S por la Palabra que el
pecador arrepentido y fiel se salvar; mi conciencia me muestra
que yo estoy arrepentido y creo. Aunque sea indigno, tengo cer
teza de la salvacin. En la misma medida que el creyente con
cuerda con la verdad de Dios y se arrepiente, as de fuerte o d
bil es su esperanza. Si su asentimiento a la verdad de la prome
sa es dbil, o vacilantes sus pruebas de poseer la fe y el arre
pentimiento, la esperanza que nacer de ellos heredar las de
bilidades de sus progenitores.

2. Mantn pura la conciencia


La vida santa en este mundo presente va unida a la bsqueda
de la esperanza bienaventurada (Tit. 2:12-13). Un alma sin
santificar est privada de toda esperanza verdadera, y el cre
yente negligente en su andar cristiano pronto ver vacilar su es
peranza.
Todo pecado trae consigo temores y temblor de corazn al
pecador. Pero los pecados deliberados son un veneno mortal
para la esperanza del cristiano, y tarde o temprano la destrui
[770]

El yelmo del cristiano

rn. El pecado consume la vida del cristiano, y hace que este


tenga miedo de pensar en Dios: Me acordaba de Dios, y me
conmova (Sal. 77:3). Teme mirar al Dios de justicia. A fin de
cuentas, qu criado quiere que su amo lo encuentre borracho?
Cuando los amigos de Calvino intentaron hacerle dejar sus
estudios nocturnos, les pregunt si queran que su Seor lo en
contrara ocioso. Ojal que la muerte no te sobrevenga cuando
ests tirado en el charco de algn pecado sin confesar o del que
no te hayas arrepentido! En esas condiciones, te llevar tu es
peranza a la eternidad con gozo? Puede volar un pjaro con
un ala rota? La fe y la buena conciencia son las dos alas de la
esperanza. Si el pecado ha herido tu conciencia, renueva el arre
pentimiento para poder recibir el perdn con fe y recuperar la
esperanza.
Si un israelita empeaba su vestido, Dios en su misericordia
provea para su devolucin antes del anochecer: Porque slo
eso es su cubierta [...]. En qu dormir? (x. 22:27). La es
peranza es el abrigo del cristiano, que envuelve su cuerpo cuan
do lo acuesta a dormir en la tumba. David dice: Mi carne tam
bin reposar confiadamente (Sal. 16:9). Cristiano, recupera
tu esperanza antes del anochecer de tu vida, o ciertamente te
dormirs con dolor. El que no tiene esperanza de resucitar a la
vida lo pasa mal al acostarse en la tumba.

3. Pide a Dios una esperanza ms fuerte


As alentaba Pablo a los cristianos de Roma: Y el Dios de es
peranza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abun
dis en esperanza por el poder del Espritu Santo (Ro. 15:13).
Dios es el Dios de la esperanza, no solo de la primera semilla,
sino de todo el crecimiento y la cosecha de la misma en noso
tros. l no entrega al creyente la primera gracia de la conver
sin para dejar la conclusin de esta enteramente en manos de
su habilidad humana.
Asegrate de reconocer humildemente a Dios esperando
constantemente de l tu crecimiento espiritual: Los leoncillos
[buscan] de Dios su comida (Sal. 104:21). Dios les ha ensea
do a expresar su necesidad cuando tienen hambre, y as apren
den que su Creador tambin es su Sustentador. Al principio, el
[771]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

nio solo expresa su necesidad con el llanto, pero en cuanto re


conozca a su madre, dirigir a ella sus reclamaciones.
Cristiano, el Padre siempre puede encontrarte. Sabe lo que
quieres; pero espera hasta que clames a l para drtelo. No
cuida Dios de los animales del campo? Entonces, ciertamente
cuidar de ti, el hijo de su casa. Puede que veas negada la peti
cin de mayores riquezas, pero el que pide mayor gracia pron
to obtendr respuesta.

4. Aumenta el amor
El amor tiene una fuerte influencia secreta sobre la esperanza.
Moiss mostr su hermandad con aquel israelita al matar al
egipcio que haba luchado con l. El amor mata el temor servil
(uno de los peores enemigos de la esperanza), fortaleciendo as
las manos de esta. El que arranca las malas hierbas ayuda a cre
cer al trigo. El temor oprime el espritu del creyente impidin
dole que acte o espere con vigor: El perfecto amor echa fue
ra el temor (1 Jn. 4:18). La libre echar fuera a la esclava. El
temor es de la raza de Agar, esclavizando a todos los que par
ticipan de l.
El amor no tolera el temor. El alma amorosa dice: Tendr
temor de que me haga dao Aquel que ms me ama? Fuera,
temor y duda! No hay lugar para vosotros en mi corazn.
Mientras ms ames a Cristo, ms fuerte ser tu esperanza en
l y lo esperars con mayor tranquilidad. Estas dos virtudes a
menudo van unidas en la Palabra: Y el Seor encamine vues
tros corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo (2
Ts. 3:5). Si lo amas, esperars en l: Conservaos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro Seor Jesucristo pa
ra vida eterna (Jud. 21).

5. Ejercita la esperanza
La repeticin fortalece la costumbre. No tienes ms dinero al
terminar el ao que lo que ahorraste. Por supuesto que est
bien no haberlo perdido, pero podras haberlo invertido para
obtener beneficios. Cristo dijo al siervo perezoso: Debas ha
ber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera re
cibido lo que es mo con los intereses (Mt. 25:27).
[772]

El yelmo del cristiano

Las promesas de Dios son la base para la actuacin de la es


peranza. Igual que es imposible que alguien viva sin aire, as la
fe y la esperanza no pueden vivir sin la promesa, y sin alimen
tarse de ella frecuentemente. Por tanto, aparta un tiempo para
meditar acerca de la Palabra de Dios. Si aprecias tu salud, no
te contentes con el aire que entra en tu lugar de trabajo, sino
sal de vez en cuando al campo para tomar el aire fresco en ple
na libertad. Si eres un creyente sabio, no te bastar con pensar
de vez en cuando en las promesas de Dios entre tus preocupa
ciones, sino que buscars un lugar tranquilo para disfrutar me
ditndolas.
Sin embargo, a veces, cuando el cristiano recuerda los peca
dos del pasado, su esperanza se ve apabullada por las memo
rias que la enfrentan. Es el mejor momento para buscar una
promesa en la cual la esperanza triunfa sobre el problema. Da
vid hizo esto en una situacin dolorosa: Si mirares a los peca
dos, quin, oh Seor, podr mantenerse? (Sal. 130:3). Pero l
sac su alma de este temor sacando esta conclusin como ver
dad inalterable: Pero en ti hay perdn, para que seas reveren
ciado (v. 4). Es decir: Seor, el perdn forma parte de tu mis
ma naturaleza; por tu corazn misericordioso, hay perdn en
tu promesa. Tu misericordia no solo te hace pensar en perdo
nar, sino que tu fiel promesa te obliga a perdonar a todo aquel
que lo pide con humildad. David puso el cimiento de la mise
ricordia y la fidelidad de Dios para luego volver a empezar a
edificar su esperanza sobre el mismo: Esper yo en Jehov, es
per mi alma; en su palabra he esperado (v. 5). Deca: Seor,
recibo tu Palabra y por tu gracia esperar a la puerta de la pro
mesa; no la dejar hasta que el perdn de mis pecados salga a
mi encuentro. Esta prueba de la bondad de Dios era tan dul
ce que David no quiso guardrsela para s, sino que invit a
otros creyentes a compartirla con l: Espere Israel a Jehov,
porque en Jehov hay misericordia, y abundante redencin con
l; y l redimir a Israel de todos sus pecados (vv. 7-8). Ya que
haba aprendido a esperar en la fidelidad de Dios, David luch
contra la desesperacin hasta vencerla.
Cuando Satans viene para robarnos la esperanza, la duda
a menudo lo acompaa con fuerza, a causa de la grandeza de
[773]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

las cosas que esperamos. El alma se abruma tanto que clama:


Un rebelde como yo tiene derecho realmente a esperar que
Dios me haga su hijo y heredero? Puedo yo tambin recibir su
perdn y favor? Realmente me dar un manto de gloria en el
Cielo, donde le servir, despus de no haberlo servido mejor
ahora en la tierra? Es demasiado bueno para ser verdad. Nos
quedamos atnitos, igual que los discpulos ante el primer
anuncio de la resurreccin del Seor.
Cristiano, para ayudarte a pasar por alto este tropiezo, ob
serva las huellas de la grandeza de Dios en su promesa. A veces
las expresa con el fin de liberar nuestro pensamiento y ayudar
nos a creer con mayor facilidad. Cuando Dios hizo las grandes
promesas a Abraham, aadi: Yo soy el Dios Todopoderoso
(Gn. 17:1). Y al Profeta, le dijo: Deje el impo su camino, y el
hombre inicuo sus pensamientos, y vulvase a Jehov, el cual
tendr de l misericordia, y al Dios nuestro, el cual ser amplio
en perdonar (Is. 55:7).
Cmo se extiende esta gran misericordia a hijos tan indig
nos? Dios tiene una manera de perdonar los pecados que el
hombre no puede imitar; est tan por encima de nosotros co
mo los cielos sobre la tierra. Si comprendes esto, tendrs la lla
ve que abre las mayores promesas de la Biblia y que te dar en
trada a su infinito tesoro.
Cuando lees alguna promesa, recuerda a Aquel que la ha he
cho: se trata de la Palabra de Dios. Cuando piensas en l, no lo
limites a tu comprensin finita, sino imagnalo siempre como el
Ser Infinito cuyo centro est en todas partes y su circunferencia
en ninguna. Una vez que hayas elevado tus pensamientos a lo
ms alto, sabrs que distas ms de alcanzar su gloria e inmen
sidad que aquel que intenta tocar el sol con la mano desde la
cima de una montaa. Esto es atribuir grandeza a Dios.
Supongamos que un rey prometiera adoptar a un pobre tu
llido y hacerlo heredero de la corona. Este mensaje le parecera
increble al pobre hombre, considerando la distancia que hay
entre su msera cabaa y el palacio real. Le sera ms fcil de
creer si el rey le hubiera otorgado una residencia hospitalaria
privada o una paga vitalicia. Pero si reconociera el gran poder
creador del rey necesario para levantarlo de la nada hasta el
[774]

El yelmo del cristiano

mayor honor, eso le ayudara a comprender que ese extrao su


ceso no era del todo imposible.
Si solamente pensamos en nuestra indignidad para ir al Cie
lo, nunca nos daremos cuenta de que somos de los elegidos pa
ra disfrutarlo. Pero cuando creemos en el placer que Dios tiene
en demostrar su grandeza, proporcionando felicidad a las mi
serables criaturas en lugar de prolongar su desdicha en conde
nacin eterna, y consideramos el precio que pag para que su
misericordia nos alcanzara, entonces lo vemos como el Dios Al
tsimo. Sopesando estas verdades y meditando en ellas, el cora
zn ms endurecido se abre para creer aquello que l ha dicho.

6. Recuerda las misericordias pasadas


Cuando el descanso de un creyente vigoroso se ve perturbado
por grandes temores acerca del futuro, puede leer el historial
del trato de la gracia de Dios con l. As soportar la noche de
afliccin con esperanza y consuelo. Los que no han hecho me
moria de los ejemplos destacados del tierno favor de Dios para
con ellos, perdern la dulce compaa de este consuelo.
A veces un papelito con apuntes encontrado sobre el escri
torio de un hombre ayuda a salvar sus tierras; mientras que sin
aquella informacin hubiera pasado el resto de su vida en la
crcel. A menudo, el recuerdo de una experiencia libera el al
ma de la desesperacin: aquella crcel donde el diablo quiere
apresar al cristiano. El trato de Dios con David, con frecuencia,
fue el tema de sus meditaciones y cnticos; cuando su esperan
za vacilaba, la recuperaba recordando la bondad de Dios para
con l: Dije: Enfermedad ma es esta; traer, pues, a la memo
ria los aos de la diestra del Altsimo (Sal. 77:10).
Cuando un perro pierde el rastro, vuelve sobre sus pasos pa
ra recuperarlo, y sigue tras la presa con mayor confianza que
antes. Cristiano, si tu esperanza flaquea y cuestionas tu salva
cin eterna, mira hacia atrs para ver lo que Dios ha hecho por
ti en esta vida.
El pago de algunas promesas lo recibimos aqu, pero hay que
esperar al Cielo para disfrutar de otras. Dios cumple algunas
promesas como garanta para nuestra fe de que las dems tam
bin se cumplirn en su momento. Cada juicio que cae sobre los
[775]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

impos es un adelanto de la suma de la ira divina que se desata


r en el Infierno. Pero l ha prometido: El pecado no se ense
orear de vosotros (Ro. 6:14), ni siquiera en esta vida. Com
prueba tus recibos.
Se ha roto el poder del pecado en tu vida? Ha sido destro
nado de tu corazn el prncipe de este mundo, a quien antes
obedecas de buen grado? Entonces tienes la garanta de poseer,
dentro de poco, el dominio completo sobre el pecado en el Cie
lo, ya que ha empezado a perder su poder sobre ti aqu en la tie
rra.
Observa la forma en que David alent su esperanza de la per
fecta santidad celestial con la evidencia de su santificacin em
pezada en la tierra. Primero declara su fe en Dios, y luego lo que
espera de l: En cuanto a m, ver tu rostro en justicia; estar
satisfecho cuando despierte a tu semejanza (Sal. 17:15).
Has sentido cmo la mano de Dios evitaba que te hundie
ras en la tentacin y las pruebas? David s lo haba hecho, y ali
mentaba su esperanza de salvacin eterna con el reconocimien
to de esta ayuda divina: Me tomaste de la mano derecha (Sal.
73:23). Esta esperanza le acercaba cada vez ms a su deseo:
Me has guiado segn tu consejo, y despus me recibirs en glo
ria (v. 24).
Igual que la memoria de la bondad de Dios fortalece la espe
ranza de salvacin del cristiano, tambin levanta su cabeza en
medio de las peores batallas. David se hubiera aterrorizado ms
con las fieras miradas y la jactancia de Goliat, de no haber sido
por el recuerdo del len y el oso que l haba matado. Hablan
do en sentido figurado, David ya haba dado muerte al gigante
incircunciso cuando despedaz a las otras fieras. Por tanto,
cuando sali a pelear contra Goliat, tena este escudo para cu
brirse: Jehov, que me ha librado de las garras del len y de las
garras del oso, l tambin me librar de la mano de este filisteo
(1 S. 17:37).
Las experiencias anteriores con Dios son un cimiento fuerte
para la esperanza en las pruebas futuras y un poderoso argu
mento en la oracin. Los creyentes utilizan estas experiencias
para recordar lo que el Padre ya ha hecho por ellos, y esperar su
cuidado continuado: Slvame de la boca del len, y lbrame de
[776]

El yelmo del cristiano

los cuernos de los bfalos (Sal. 22:21). El cristiano puede orar


con fe por experiencia, esperando una respuesta favorable, por
que las misericordias antiguas le ayudan a orar en el presente.
Dios quiere dar ms consuelo con cada misericordia del que
la misericordia en s representa. Supongamos que estabas oran
do por una sanidad, y Dios respondiera sacndote de las fauces
de la muerte cuando estaba a punto de tragarte. El consuelo de
esta misericordia recibida en particular, por bueno que sea, es lo
menos que Dios tiene para ti. Tambin quiere que te apoyes en
l cuando tu fe y esperanza se tambaleen en las crisis futuras:
Magullaste las cabezas del leviatn, y lo diste por comida a los
moradores del desierto (Sal. 74:14). En su misericordia junto
al mar Rojo, Dios estaba pensando en lo que Israel necesitara
para vivir durante cuarenta aos en el desierto. No solo quera
que los israelitas se gozaran de aquella misericordia recibida, si
no que la recordaran con claridad; entonces no les faltara ali
mento para su fe en el desierto durante toda su peregrinacin. A
veces el cristiano no tiene en la mesa ms que la promesa y su
propia experiencia pasada; y cualquiera que no pueda hacer con
estos dos platos una comida que restaure su alma, merece pasar
hambre.
Dios compara su promesa con la lluvia que riega la tierra,
y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan
al que come (Is. 55:10). Por qu te conformas con la mitad de
los beneficios de la misericordia divina? Cuando el Seor cum
ple su promesa y te libera de la prueba, te consuelas, y tu cora
zn derrama gratitud. Esto es pan al que come, algo que te
satisface en el momento. Y la semilla al que siembra?. El
granjero nunca gasta todo el trigo cosechado, sino que guarda
una parte para sacar otra cosecha. No te sacies del gozo de la
misericordia sin guardar memoria de ella como simiente de es
peranza, para fortalecerte en Dios y esperar mayor misericordia
y ayuda en tu necesidad.
Has visto cmo Dios extenda la mano para ayudarte. Si
no crees que l haya perdido su fuerza y su destreza, la espe
ranza an tiene una base para actuar y levantar tu cabeza por
encima de las aguas. Nadie se hunde en la desesperacin si no
se aleja del poder de Dios.
[777]

El cristiano con toda la armadura de D ios


Otra manera de permitir que Dios te rescate de la desespe
racin es recordando las veces que l ha demostrado que tu
incredulidad era un falso profeta. No ha llamado a tu puer
ta con consuelo interior y liberacin externa despus de que
apagaras la vela de la esperanza y dejaras de buscarlo? Acu
di a Ezequas cuando este se haba dado por desahuciado (Is.
38:10-11). Alguna vez te has sentido solo ante el temor, co
mo si la noche fuera eterna, sin otro amanecer posible? Aun
entonces, Dios revel como mentirosos todos esos pensa
mientos de desesperacin con la repentina sorpresa de su dul
ce misericordia, cuando entr a hurtadillas para trartela. En
tonces, por qu te dejas asustar una y otra vez por los pen
samientos de desconfianza que Dios con tanta frecuencia ha
revelado como mentirosos? Deja de alimentar tus esperanzas
con los cadveres de esos temores liquidados!
Recuerda tambin que hasta cuando te has impacientado y
desesperado en la afliccin, la misericordia ha obrado entre
bastidores para librarte. David es un ejemplo de ello: Y dije
en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso. Qu pa
gar a Jehov por todos sus beneficios para conmigo? (Sal.
116:11-12); Deca yo en mi premura: Cortado soy de delan
te de tus ojos; pero t oste la voz de mis ruegos cuando a ti
clamaba (Sal. 31:22). Lo que quera decir era: Oraba con
tan poca fe, que negaba mi propia oracin! Daba por senta
do que mi situacin no tena remedio; pero Dios perdon mi
impaciencia y me otorg la misericordia que casi no tena fe
para esperar. Con esta experiencia David alienta la esperan
za turbada de todo creyente: Esforzaos todos vosotros los
que esperis en Jehov, y tome aliento vuestro corazn (v.
24).

Una exhortacin a los que no poseen este yelmo


Si an no tienes el yelmo de la salvacin, y posees algo de sen
tido comn, procurars obtener dicho yelmo antes que nada.
Empieza la bsqueda dando lugar en tu mente a estas tres
consideraciones: primera, que la desesperacin causa una
gran tristeza; segunda, que es posible obtener la esperanza de
[778]

El yelmo del cristiano

salvacin; y tercera, que debes pensar en la crueldad que su


pone atraer voluntariamente sobre ti la destruccin eterna.

1. La desesperacin causa una gran tristeza


Pablo dice que el hombre sin Dios tampoco tiene esperanza:
Sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef. 2:12). Y Salomn
expres: Es nada el corazn de los malvados (Pr. 10:20).
Por qu? Porque no tienen a Dios para darles valor. Si Dios (la
Luz) no brilla en tu entendimiento, ests ciego. Si Dios no con
suela tu conciencia, sers un demonio rabioso o un necio ateo.
Si Dios no mora en ti, el diablo lo hace; porque el corazn del
hombre es una casa que nunca se queda vaca.
No se puede estar sin esperanza ni en la vida ni en la muer
te. Es triste el testamento que excluye al hijo rebelde de su he
rencia. Pero aunque tengas riquezas, es lo nico que posees.
No te inquieta el pensar que toda tu recompensa la recibes
aqu, y que ya la habrs gastado cuando los creyentes empiecen
a recibir la suya?
Sin embargo, es mucho peor estar sin esa esperanza cuan
do llega la muerte. El reo condenado prefiere permanecer en
la crcel, antes que librarse de ella yendo a las manos del
verdugo. El alma desamparada tiene mayor razn para prefe
rir pasar su eternidad en la peor mazmorra de la tierra que
cambiar su dolor presente por el tormento del Infierno. He
aqu la triste confusin en los pensamientos de los hombres
culpables cuando su alma abandona el cuerpo. Si los sollozos
de los amigos que acompaan a un moribundo hacen an ms
difcil el trnsito de este, cunto ms le asustar el terror de
su propia conciencia al ver las inevitables llamas de su desti
no que se acerca!
Ests fragmentando tu corta vida con tonteras, cuando
an no has resuelto tu salvacin? Mimas y adornas tu cuerpo,
dejando que tu alma se hunda en el Infierno? Es como pintar la
puerta de la casa durante un incendio. Sera mucho mejor cla
mar a Dios, postrarte a sus pies con lgrimas de arrepenti
miento por tus pecados, que revolcarte en placeres sensuales,
dejando que tu conciencia dormida olvide temporalmente la te
rrible idea del castigo que se avecina.
[779]

E l cristiano con toda la armadura de D ios

2. Es posible obtener la esperanza de salvacin


No digo en tu estado actual, porque es tan imposible que vayas
al Cielo sin la salvacin como que Dios mienta. Si un demonio
tuviera mil mundos a su disposicin, los dara todos por esta es
peranza, y lo considerara como una verdadera ganga.
Pero t tienes muchas promesas especficas de la boca fide
digna de Dios, dicindote que si lo buscas como l quiere, y en
su momento, tan cierto como que Dios est hoy en el Cielo, vi
virs all con l en gloria: Buscad a Dios y vivir vuestro cora
zn (Sal. 69:32). Hay millones de almas ahora en el Cielo que ex
perimentan la verdad de esta Palabra, y que antiguamente no te
nan mayor derecho a ese Cielo que t. El Cielo no est dema
siado lleno para admitirte a ti, si quieres ir all.
Una oracin de Cristo en la tierra mantiene abierta la puerta
del Cielo para todos los que crean en l hasta el fin del mundo:
Mas no ruego solamente por stos, sino tambin por los que
han de creer en m por la palabra de ellos (Jn. 17:20). Esto de
be hacer que tu alma se goce al or la invitacin del evangelio, co
mo Juan que salt en el vientre de Isabel cuando Mara la salu
d.
Pecador, no digas nunca que los pastores te piden que trepes
una colina imposible o ataques una ciudad inexpugnable. Sata
ns y tu propio corazn incrdulo son los que te lo dicen. Mien
tras los escuches a ellos, probablemente los obedecers. Digan lo
que digan, si te pierdes el Cielo, el Seor ser inocente de tu san
gre: t mismo habrs labrado tu propia condenacin.
Dios est dispuesto a dar lo prometido, pero t te has apar
tado voluntariamente de la vida eterna. No importan tus argu
mentos en sentido contrario: tu corazn no quiso aceptar sus
condiciones. Entonces, cuando el jurado celestial pregunte cmo
recibi tu alma asesinada su miserable muerte, sers hallado cul
pable de tu propia condenacin. Ninguno pierde a Dios, sino el
que est dispuesto a separarse de l.

3. La crueldad de atraer voluntariamente


sobre ti la destruccin eterna
Qu epitafio ms triste!: Aqu yace uno que se suicid. He
aqu alguien que no quiso ser redimido. Vio el Infierno delan[780]

El yelmo del cristiano


te y se tir de cabeza a l, haciendo caso omiso de las invita
ciones de Cristo por medio de su Espritu y de los ministros del
evangelio.
Sera cruel el hombre que dejara morir de hambre a su pro
pio caballo en el establo, teniendo heno y trigo de sobra para
darle; y an peor sera negarle el pan al siervo que suplica el
sustento. Y si fuera su hijo o esposa? Ya que la naturaleza cla
ma por sobrevivir, la mayor violacin posible de la ley natural
es olvidarnos de la responsabilidad que tenemos por nuestra
propia vida. El que un pecador deje morir su alma de hambre
rechazando a Cristo, el pan de vida, es una crueldad extre
ma
Solo los desequilibrados se suicidan fsicamente, pero el sui
cidio espiritual es muy comn. Apenas se puede entrar en una
casa cualquier da de la semana, sin hallar a gente dispuesta a
matar su propia alma. Llevan el cuchillo esto es, sus pecados
predilectos que ellos mismos se clavan. Algunos estn dis
puestos a gastarlo todo en mdicos si peligra su vida fsica; pe
ro son tan crueles con sus almas moribundas que rechazan a
Cristo, el mejor Mdico, que vino para sanarlos gratis.
En resumen, la sabidura y la discrecin se gastan generosa
mente en los asuntos mundanos, pero no se tiene el mismo cui
dado con el Cielo y la salvacin del alma. Es como aquel que
proporciona comida a todos sus criados, pero estos, a su vez,
le niegan el alimento, y es el nico de la casa que pasa hambre.
La gente busca ropa y comida, casa y familia, pero mientras
tanto se muere de hambre. El poder de algunas concupiscencias
les impiden utilizar el entendimiento para buscar la salvacin.
Cmo puede esperar su alma sobrevivir ni prosperar?

[ 781]

Captulo 11

Dcima consideracin:
La espada del cristiano
Y la espada del espritu, que es la palabra de Dios
(Ef. 6:17).

legamos a la sexta y ltima pieza de la armadura del cris


tiano: la espada del Espritu. A lo largo de la historia, la
espada ha sido la pieza ms necesaria del equipo del solda
do, y se ha utilizado ms que ninguna otra arma. Un piloto
sin mapas, un estudiante sin libros, un soldado sin espada;
todos hacen el ridculo. Pero ms que cualquiera de estos, es
absurdo llamarse cristiano sin el conocimiento de la Palabra
de Dios o alguna destreza en el uso de esta arma.
Normalmente al hablar de la guerra, la Escritura mencio
na la espada: Porque espada traigo sobre todos los mo
radores de la tierra (Jer. 25:29). Esto es, traer guerra. La
Palabra de Dios es una espada en manos del cristiano; con
ella derrota a sus enemigos y logra sus hazaas: Y ellos le
han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la pa
labra del testimonio de ellos (Ap. 12:11). Antes de tratar a
fondo la espada del Espritu, veamos la clase de arma que se
presenta aqu para el uso del cristiano, su lugar y disposi
cin.

El arma del cristiano


Esta arma es ofensiva y defensiva a la vez. El resto de la ar
madura se compone de piezas defensivas: el cinturn, la co
raza, el escudo, el calzado y el yelmo. Pero la espada defien
de al cristiano a la vez que hiere a su enemigo.

[ 782]

La espada del cristiano

1. Es defensiva
Por muy gloriosas que sean las dems piezas de la armadu
ra del cristiano, pronto se vera desarmado si no llevara la
espada en la mano. Al creyente lo despojaran de todas sus
virtudes sin esta espada para defenderlas y defenderse con
tra la furia de Satans: Si tu ley no hubiese sido mi delicia,
ya en mi afliccin hubiera perecido (Sal 119:92).
Es algo parecido a la espada ardiente que Dios puso pa
ra impedir que Adn volviera al Paraso. A menudo se com
para al creyente con el huerto y el jardn de Cristo; con la
espada de la Palabra, este ltimo impide que Satans, con
sus constantes incursiones, robe las dulces consolaciones y
virtudes de Dios que posee el cristiano. La Palabra de Dios
atemoriza a Satans, que no puede superar el terror que le
causa. Solo con decir: Escrito est, Cristo ahuyenta al
diablo confundido y aterrorizado. Los creyentes han halla
do que el arma que mejor los defiende de las peores tenta
ciones de Satans, es esta frase que Cristo mismo emple.
Pregunta a David qu arma utiliz para desviar los gol
pes del enemigo; y te dir que fue la Palabra de Dios: En
cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios yo
me he guardado de las sendas de los violentos (Sal. 17:4).
Esto es: Con la ayuda de tu Palabra me he preservado de
las malas obras que destruyen a aquellos que no tienen esta
arma.

2. Es ofensiva
A la vez que defiende al soldado, la espada tambin hiere a
su enemigo. La Palabra de Dios mata tanto como protege.
No solamente impide que creyente se rinda a la tentacin
externa, sino que mata sus pasiones internas y consigue la
victoria. Alguien puede escapar de su enemigo un da, y ver
se derrotado al siguiente. Algunos son capaces de evitar con
taminarse con el mundo temporalmente, pero al final los
mata su enemigo secreto: aquella pasin que nunca fue des
truida por el poder de la Palabra.

[ 783]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La disposicin y el lugar de esta pieza de la armadura


El apstol entrega las dems piezas de la armadura al cristiano,
y al final le da la espada. Aunque el Espritu de Dios no siem
pre se limita a ciertos mtodos, quisiera resaltar el doble signi
ficado del lugar y la disposicin de esta espada.

1. Las virtudes del Espritu de Dios son


necesarias para emplear bien la Palabra
De nada se ha abusado ms que de la Palabra, ya que los hom
bres acuden a ella con corazones sin santificar. El hereje la uti
liza para probar su doctrina falsa, pero cmo puede engendrar
su monstruosa prole a partir de la casta y pura Palabra de
Dios? Seguramente porque acude a ella sin el cinturn de la in
tegridad, y Dios no permite que capte la verdad.
Otros leen la Palabra y se endurecen an ms en sus concu
piscencias. Adoptan una falsa seguridad por las imperfecciones
de algunos santos, y siguen revolcndose presuntuosamente en
su pecado. Estos desvergonzados acuden a la Palabra con co
razn impuro, esperando que la coraza de justicia los defienda
de las tentaciones peligrosas.
Otros, sin la fe que da vida a la verdad y las amonestacio
nes de su conciencia, se lanzan atrevidamente sobre esta espa
da, y desafan a Dios a que los golpee con ella: Dnde est la
palabra de Jehov? Que se cumpla ahora! (Jer. 17:15). Se
burlan de esta sagrada espada, y exclaman desafiantes: Tus
amenazas temibles dicen que se acerca el Juicio. Que se vea!
Est oxidada la espada de Dios y por eso tarda tanto en des
envainarla?.
El alma desesperada, sin yelmo de la esperanza que la cubra,
no sale mejor parada. En lugar de defenderse con la Palabra
contra los temores de su conciencia culpable, se lanza sobre la
espada que se le entreg para matar a su enemigo, destruyendo
as su propia alma. Por eso el apstol nos visti primero con las
otras piezas, para entregarnos luego la espada a fin de que hi
ciramos buen uso de ella. La espada en manos de un loco,
igual que la Palabra de Dios en boca de un impo, solo hace da
o al que la empua y a sus amigos.
[ 784]

La espada del cristiano

2. El cristiano no est a salvo sin la Palabra


Aun despus de que el cristiano se cia la coraza de justicia, em
pue el escudo de la fe, y se cubra con el yelmo de la salvacin,
ha de tomar la espada del Espritu, que es la Palabra de Dios. Es
ta no es un libro solamente para los alumnos ms torpes de la es
cuela de Cristo, sino tambin para los ms eruditos de la acade
mia celestial. Es como la regla del arquitecto, tan necesaria para
colocar la ltima piedra en el edificio al final de su vida, como
para poner los cimientos de su conversin. Solo el constructor
necio tira la plomada antes de terminar la casa.
Ahora quiero hablar de esta arma: La espada del Espritu,
que es la Palabra de Dios. La discusin se divide en tres partes:
primera, el arma en s; segunda, por qu se llama la espada del
Espritu; y tercera, cmo utilizarla.

I. EL ARMA EN S
En primer lugar esgrimo la espada desnuda, para luego volverla
a envainar. Me refiero a la Palabra de Dios en sus dos aspectos:
primero, el Hijo Eterno de Dios; segundo, la Palabra declarativa
de Dios, distinta segn las varias maneras como l revela su men
te.

Qu significa la Palabra de Dios


1. El Hijo eterno De Dios
El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Jn. 1:1). Estaba
vestido de una ropa teida en sangre; y su nombre es: El Verbo
de Dios (Ap. 19:13). Aqu se habla de una persona, Jesucristo
mismo, el Hijo de Dios. Pero en el presente caso, el Espritu es la
espada de Cristo, en lugar de ser Cristo la espada del Espritu:
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las na
ciones (v. 15).

2. La Palabra declarativa de Dios, distinta segn


las varias maneras como l revela su mente
Cuando en el mundo haba poca gente, y vivan muchos aos,
Dios revelaba su pensamiento con sueos, visiones y revelaciones
[ 785]

El cristiano con toda la armadura de Dios

inmediatas a testigos fieles, que a su vez instruan a los dems.


Vivan tanto tiempo que tres hombres santos pudieron conservar
la pureza de la religin, mediante tradicin, desde la muerte de
Adn hasta justo antes de que los israelitas descendieran a Egip
to. Dios demor el poner por escrito su voluntad porque estaba
guardada con seguridad por unos hombres de confianza.
Despus de acortarse la vida del hombre y multiplicarse la po
blacin, Dios escribi los Diez Mandamientos con su propio de
do en tablas de piedra, para evitar que su pueblo cayera en la
idolatra y el culto falso. Luego mand a Moiss escribir todo lo
dems que haba odo en el Sina; y mientras tanto, Dios sigui
manifestando su voluntad con revelaciones sobrenaturales.
Al final, le complaci que Cristo, el gran Maestro, completa
ra su sagrada Palabra a travs de los apstoles para el uso de los
creyentes hasta el final de los tiempos. Una maldicin de la mis
ma boca de Cristo caer sobre aquel que aada o quite de la Pa
labra escrita de Dios:
Yo advierto a todo aquel que oye las palabras de la profeca de
este libro: Si alguno aade a estas cosas, Dios traer sobre l las
plagas que estn escritas en este libro. Y si alguno quita de las
palabras del libro de esta profeca, Dios quitar su parte del li
bro de la vida y de la santa ciudad y de las cosas que estn es
critas en este libro (Ap. 22:18-19).
Este libro de la Escritura da fe de todas las maneras como
Dios se ha revelado directamente al hombre, y debemos recibir
lo como la autntica Palabra de Dios. Contiene el camino per
fecto de la fe y la vida. Los ltimos tiempos se llaman as por
que no debemos esperar ms revelacin de su pensamiento:
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en
otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros d
as nos ha hablado por el Hijo (He. 1:1).

Las Sagradas Escrituras: autntica Palabra de Dios


Al hablar de las Sagradas Escrituras me refiero a ambos
Testamentos que componen la Biblia. Ellos son el nico ci[786]

La espada del cristiano


miento sobre el que se asienta nuestra fe: Edificados sobre
el fundamento de los apstoles y profetas (Ef. 2:20). Las Es
crituras salieron, verdadera e inmediatamente, de la mente
inerrante y del corazn de Dios, como el aliento sale del cuer
po: Toda la Escritura es inspirada [esto es, exhalada] por
Dios (2 Ti. 3:16).
Tanto el asunto como las palabras provienen de Dios, ya
que ellos hablaban no con palabras enseadas por sabidu
ra humana, sino con las que ensea el Espritu (1 Co.
2:13). En la Palabra, Dios no dio un tema para que lo des
arrollramos, sino que lo limit a lo que haba dicho. Por
ello, no se debe dar una interpretacin personal a la Palabra,
sino extraer su significado de ella misma. Un pasaje ilumina
otro, porque no sali del espritu humano, sino que los san
tos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Esp
ritu Santo (2 P. 1:21).
Los seres humanos necesitan argumentos para respaldar
nuestras palabras, pero la Palabra de Dios es testigo sufi
ciente para s misma. La verdad pura da un testimonio sobe
rano. Cristo consider desdeoso tomar prestados testimo
nios humanos, y habl de s mismo segn la Palabra, estan
do bien dispuesto a que sus enemigos le aceptaran o recha
zaran a la luz de este testimonio escrito.
El Espritu de Dios estimula el corazn para que crea la Pa
labra de Dios, dando su peso a las razones all expuestas. En
tonces deja estas verdades selladas en el alma. Quiero compar
tir algunas de las razones de la Escritura que prueban el origen
divino de esta. Mis dos asuntos generales sern: primero, el te
ma de las Escrituras; y segundo, sus efectos sobrenaturales.

La divinidad de la Escritura: su tema principal


El tema principal de las Escrituras demuestra el origen divi
no de estas, ya que no puede ser producto del hombre. Vea
mos si todas ellas llevan grabada la imagen de Dios. Exami
naremos varios aspectos de la Palabra: primero, el histrico;
segundo, el proftico; tercero, el doctrinal; y cuarto, el pre
ceptivo.
[787]

El cristiano con toda la armadura de Dios

1. El aspecto histrico
En esta seccin consideraremos: primero, la antigedad del
contenido; segundo, la sencillez e integridad de los autores.

a) La antigedad del contenido


Con qu fuente de sabidura humana podra el hombre haber
escrito la historia de la creacin? Los paganos, por la curiosi
dad natural, han descubierto que el mundo tuvo un principio,
y que solo puede ser obra de Dios. Pero cmo se compara su
descubrimiento con la compilacin de una historia especfica
de la obra de Dios para producir el mundo, el orden de crea
cin de toda criatura, y el tiempo necesario para llevarlo a ca
bo? A fin de lograrlo, uno tendra que ser anterior al mundo
entero y testigo de cada da de trabajo. El hombre, creado en el
ltimo da, no puede hacer esto.
Pero hay una historia an ms antigua que la creacin en las
Escrituras, que cuenta lo que se efectu en el Cielo antes de la
fundacin del mundo. Quin podra traernos informacin
acerca de los decretos eternos que se decidieron entonces, y de
las promesas que el Padre le hizo al Hijo de vida eterna para
sus elegidos llegado el momento?

b) La sencillez e integridad de los autores


Algunos autores humanos conservan ntegra la historia de
otros, reflejando sus fallos y debilidades adems de sus haza
as. Pero dnde estn los que informan objetivamente acerca
de los fallos de su propia familia? En este punto, la pluma a me
nudo se niega a escribir toda la verdad. Pueden hacer un bo
rrn en su historia, pero no sobre sus propios nombres: aunque
mencionen las cicatrices, estas se escribirn con letra muy pe
quea.
Pero nada de este amor propio aparece en los anales bbli
cos. Los autores exponen libremente su vergenza y miseria an
te el mundo. Moiss marc con imparcialidad a su propia tri
bu con el sanguinario asesinato cometido en Siquem. Nada es
cap a su pluma: relat el comportamiento soberbio de su pro
pia hermana y el severo castigo que Dios le infligi a esta; y
hasta habl del incesto de sus propios padres (cf. Ex. 6:20).
[788]

La espada del cristiano


Moiss no protegi mejor su propia honra que la de su fa
milia, sino que detall una y otra vez sus fallos: la indisposicin
a obedecer a Dios; la impaciencia y murmuracin ante los pro
blemas que acarreaba el llamamiento; y la incredulidad despus
de recibir confirmaciones milagrosas de la promesa de Dios.
Escribi al dictado de un Espritu superior al humano.

2. El aspecto proftico
Predicciones tan maravillosas como las de la Palabra solo pue
den fluir de una pluma guiada por la mano divina, ya que to
das acontecieron en el momento exacto de Dios. De dnde
provenan sino de l? Las cosas secretas pertenecen a Jehov
nuestro Dios (Dt. 29:29). Esta es una prerrogativa incomuni
cable del nico Dios Verdadero, que ve todo desde la eternidad
en su verdadera perspectiva, y para cuyo entendimiento infini
to todo es presente.
Satans es ambicioso y quiere que pensemos que l tambin
puede profetizar; por tanto, ha nombrado falsos profetas para
cada poca a fin de dictar insultos al mundo ignorante. Pero
sus predicciones no son profecas verdaderas, ni sus milagros
verdaderos milagros. Estos vaticinios son oscuros y astutamen
te torcidos. Llevan dos caras bajo una sola capucha, y la sutil
serpiente se oculta a su sombra para mantener las apariencias,
salga lo que salga de la profeca. Teniendo esto presente, f
cilmente podremos identificar algunas caractersticas de las fal
sas profecas de Satans.

a) l llama sobrenaturales las causas naturales


Si alguien te dice que tu amigo se morir en pocos meses, y
efectivamente se muere, podras creer en un primer momento
que fue una profeca. Pero al darte cuenta de que quien te dio
la noticia era mdico y haba diagnosticado la enfermedad, ya
no lo consideras profeta, sino mdico experto. Al considerar
los muchos aos de experiencia que tiene Satans en el estu
dio del conocimiento natural, no aceptaremos sus prediccio
nes como profecas, sino que lo consideraremos un naturalis
ta hbil que utiliza una corta y turbia lista de causas natu
rales.
[789]

El cristiano con toda la armadura de Dios

b) l llama milagrosas a las causas polticas y morales


Lo que el diablo mostr a Sal en cuanto al destino de su ejr
cito no fue ms que una conclusin razonable a partir de las
premisas que tena delante; puesto que Dios haba rechazado a
Sal como rey, ungiendo a otro en su lugar, ello, unido a la
enormidad de los pecados de Sal (que culminaron en su visita
a una bruja en busca de consejo), a un gran ejrcito filisteo que
vena en su contra y a la conciencia atormentada del rey, dio
como resultado que pareciera que el diablo, sin don de profe
ca, hubiera previsto exactamente el destino de Sal.

c) Dios puede revelar el futuro a Satans


como instrumento suyo que es
El verdugo no es un profeta. No puede decirle a uno la fecha
de su ejecucin, hasta recibir la orden del rey. Satans podra
haberle informado a Job de antemano de las aflicciones veni
deras sobre sus bienes, siervos, hijos y su propio cuerpo, por
que Dios permiti que l fuera el instrumento que derramara
todas aquellas pruebas sobre Job. Pero ni Satans ni ninguna
otra criatura es capaz de vaticinar los acontecimientos que no
surjan de causas naturales o sigan las probabilidades morales y
polticas.
Las profecas de la Palabra estn encerradas en el armario
de la voluntad de Dios para demostrar su origen divino. Vienen
de Dios, que puede decirnos lo que solo l conoce. Quin sino
Dios podra haberle dicho a Abraham, por ejemplo, dnde es
taran sus herederos y qu les ocurrira cuatrocientos aos des
pus de su muerte?
Finalmente, considera las maravillosas profecas acerca de
Cristo el Mesas! Su persona, nacimiento, vida, y muerte se de
tallan tan especficamente antes de su venida como si los pro
fetas hubieran visto personalmente lo ocurrido.
Algunas profecas de Cristo parecen demasiado poco im
portantes para merecer un lugar en la profeca sagrada. Por
ejemplo, el hecho de que el Salvador montara sobre un pollino;
las treinta monedas de plata; el que sus huesos se conservaran
intactos, mientras que los de los hombres que murieron con l
fueran quebrados. Estas referencias aparentemente de poca im[790]

La espada del cristiano


portancia han ayudado a fortalecer la fe en la profeca. Gran
parte del peso del argumento que prueba la verdad divina de
esta ltima, gira sobre esas menudas bisagras: mientras ms
pequeas sean en s mismas, ms aguda ser la visin que de
tecte semejantes detalles a tanta distancia! Solo una mente infi
nita los podra haber percibido.
Estas profecas se han ledo y conocido desde hace tanto
tiempo que es imposible que el diablo las desconociera y no hi
ciera todo lo posible por evitar que se divulgasen. Sin embargo,
todas sus mentiras y sus ataques persistentes no bastaron para
evitar el cumplimiento de cada una de ellas en su momento. La
sabidura y el poder de Dios iluminan con tal fuerza que nin
gn oscuro enemigo de la Palabra puede prevalecer contra ella.

3. El aspecto doctrinal
Me refiero nicamente a los principios de la fe plasmados en la
Escritura para ser credos y aceptados por todo aquel que des
ee la vida eterna. Bastarn unos pocos ejemplos.
Primero, Dios mismo, objeto principal de nuestra fe. Solo l
puede revelarnos su Ser y naturaleza. El razonamiento natural
seala a la existencia de un Dios, y su poder se percibe en la na
turaleza. Pero cmo llegan los incultos al conocimiento ver
dadero de Dios, cuando los grandes filsofos van dando tum
bos tras un sinfn de teoras sin encontrar la puerta? El apstol
responde: El mundo no conoci a Dios mediante la sabidura
(1 Co. 1:21).
Dios mismo debe revelar la trinidad de personas que consti
tuyen la Divinidad, porque el corazn humano nunca alcanza
r por s solo esta verdad. Lo mismo se puede decir del evan
gelio: Jesucristo, el Dios-hombre, la justificacin por la fe en su
sangre y todo el mtodo de la gracia y la salvacin por medio
de l. Estas verdades nunca penetrarn en el corazn del ms
erudito del mundo; pero un nio, al or la predicacin del evan
gelio, cree estos misterios que hasta Platn y Aristteles pasa
ron por alto.
Una vez revelados tales misterios por la comunicacin di
vina, nuestra razn los contempla como algo desconocido pa
ra la mente natural. Es como si el bho dijera que el sol no da
[791]

El cristiano con toda la armadura de Dios

luz porque sus dbiles ojos no aguantan mirarlo. Debemos


creer estas verdades por la confianza que tenemos en Aquel
que las plantea, sin aceptarlas o rechazarlas segn concuerden
o no con nuestro razonamiento. El que intente tratar esta doc
trina segn su razn en lugar de por la fe ser como el herre
ro que toma un hierro candente en la mano sin usar las pin
zas. Solo cabe esperar que se queme!

4. El aspecto preceptivo
El aspecto preceptivo de la Palabra contiene mandamientos e
instrucciones. Lleva en s la marca de la divinidad, y esto se
ve claramente si consideramos: primero, el vasto mbito cu
bierto por los mandamientos bblicos; y segundo, la pureza de
los mismos.

a) El vasto mbito de los mandamientos bblicos


Acaso un prncipe dicta leyes para toda la humanidad sin
considerar las naciones y pueblos que se hallan en el mbito
de su poder? El Imperio romano fue el ms grande del mun
do, pero aun cuando el guila romana estaba en su apogeo,
solo abarcaba una parte relativamente pequea del mundo.
Qu vanidad sera que un emperador dictara leyes para
aquellas naciones que ni siquiera lo conocen!
Pero la Escritura contiene leyes para toda la humanidad,
en todas partes, hasta donde nunca se ha visto una biblia. Su
sonido resuena en toda la tierra, y sus palabras llegan al fin
del mundo. Muchas de estas leyes son una segunda edicin de
lo que se hallaba escrito en las conciencias humanas aun an
tes de producirse la Escritura. Si las leyes indelebles impresas
en las conciencias humanas son de Dios, la Palabra tambin
proviene de l.
Los preceptos de la Escritura son para todos: ricos y po
bres. Tambin sus mandamientos abarcan al hombre entero:
tanto el corazn de este con sus pensamientos ms nti
mos como su persona exterior se ven atados con estas ca
denas. Aquellos textos que se refieren a nuestro deber para
con Dios requieren que hagamos todo con nuestro corazn y
nuestra alma. Si oramos, debe ser en espritu (Jn. 4:23). En
[792]

La espada del cristiano


las relaciones humanas, el corazn es vital: No aborrecers
a tu hermano en tu corazn (Lv. 19:17).
Igual que las venas siguen a las arterias en el cuerpo, las
promesas y los castigos que acompaan a los mandamientos
bblicos se ajustan a la naturaleza espiritual de estos. Los ga
lardones y castigos coinciden con la actividad espiritual o la
carencia de ella: Bienaventurados los de limpio corazn,
porque ellos vern a Dios (Mt. 5:8). No dice: Bienaventu
rados los que tienen manos limpias y corazn inmundo.
Maldito el que engaa, el que teniendo machos en su re
bao, promete, y sacrifica a Jehov lo daado (Mal. 1:14).
El engaador es un hipcrita, que da en sacrificio a Dios el ve
lln, el cascarn del deber en lugar de su sustancia, una obe
diencia externa en vez de la obediencia de corazn. Las leyes
de Dios apuntan principalmente a la obediencia o desobe
diencia del corazn. El alma y el espritu son la vasija que re
cibe las bendiciones o maldiciones, segn su obediencia o des
obediencia: Alabarn a Jehov los que le buscan; vivir
vuestro corazn para siempre (Sal. 22:26). De otra forma,
entrgalos al endurecimiento de corazn; tu maldicin caiga
sobre ellos (Lm. 3:65).
Quin ser capaz de idear leyes para dirigir los corazones,
o preparar recompensas para alcanzar el alma y la concien
cia? Un rey terrenal caera en ridculo si decretara que sus
sbditos tuvieran que amarlo o confesar sus pensamientos in
fieles. Adems, qu rey mortal podra suponerse capaz de
mantener bajo su jurisdiccin el corazn y la mente de sus
sbditos?
A lo largo de los aos, ha habido hombres que han plane
ado asesinatos y se han visto atacados por su propia concien
cia antes de que nadie pudiera acusarlos. Se entregaron, no
por causa de alguna ley, sino por temor al arresto de su con
ciencia por haber violado la ley de Dios. Esta ley no solo fre
na las manos asesinas, sino que impide al corazn que maldi
ga. Rige las conciencias de los viles como el bocado, para con
trolar cual caballo a los pecadores ms obcecados, y los re
frena para que no se lo puedan quitar de la boca enteramen
te.
[793]

El cristiano con toda la armadura de Dios

b) La pureza de los mandamientos bblicos


Dios es el Santo de Israel (Is. 43:3). Solo l es perfectamente
santo: Ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos (Job
15:15). Dios es el nico Santo, y la Biblia el nico santo Libro.
En los escritos ms santos de los creyentes aparecen fallos cuan
do se los somete al escrutinio del ojo crtico. Tambin la Escritu
ra ha sido expuesta al examen de toda clase de hombres, pero
nunca revela la menor impureza. Es tan pura que purifica al al
ma inmunda: Santifcalos en tu verdad; tu palabra es verdad
(Jn. 17:17). No hay nada en la Palabra que alimente la carne ni
avive ningn mal deseo. Mata a espada todo pecado y traspasa
la carne de todo pecador, sea rico o pobre: Porque el ocuparse
de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espritu es vida y paz
(Ro. 8:6).
Bien lo dijo Atengoras: Nadie puede ser un cristiano mal
vado, a menos que sea un hipcrita. La Palabra que profesa co
mo regla de su fe y de su vida no le permitir abrazar una doc
trina falsa ni prctica inmunda alguna. Solo el cristianismo pue
de gloriarse de esto, porque los paganos cayeron en muchas abo
minaciones por causa de sus dioses falsos. Pero el cristiano no
puede culpar a Dios de sus propios pecados, ya que l no tienta
a nadie al mal, sino que aborrece tanto la obra como al obrador
de pecado. Tampoco puede culpar a la Biblia, que condena todo
pecado, y a aquel que lo practica, al abismo: Tribulacin y an
gustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judo prime
ramente y tambin el griego (Ro. 2:9).
Quin ser el autor de este libro bendito, sino el Santo Dios?
De haberlo compuesto alguna criatura, tendra que ser o malva
da o santa.
1. Ninguna criatura malvada hubiera podido escribir la Bi
blia. Ciertamente los malvados no se hubiesen tomado las mo
lestias de derribar su propio reino de tinieblas, como es el men
saje principal de la Palabra de principio a fin. Y, desde luego, nin
gn espritu u hombre inmundo exaltara la santidad. Por osado
que sea Satans, no tendr la desvergenza de reclamar como su
ya esta santa obra. Aunque pudiera hacerlo, la gloriosa belleza
de la santidad que brilla en la Palabra de Dios impedira que nin
guno en su sano juicio creyese que su autor fuera un demonio.
[794]

La espada del cristiano


Toda criatura engendra una descendencia semejante a ella mis
ma. Qu semejanza hay entre la luz y las tinieblas?
2. Ninguna criatura santa puede ser el autor de la Escritura.
Cmo sera capaz una criatura con una mnima chispa de amor
por Dios atreverse a falsificar y blasfemar su Nombre poniendo
el as dice el Seor bajo el suyo propio? La tierra que se trag
a Cor por fingir que era una autoridad divina, no hubiera sal
vado a Moiss de haber hablado este algo en nombre de Dios
que no hubiera recibido de l. Nadie ms que Dios tiene la auto
ra de la Palabra; y la ha reclamado con bastantes milagros co
mo para convencer de su origen divino a ateos endurecidos.

La divinidad de la Escritura:
sus efectos sobrenaturales
Nada puede causar un efecto mayor que s mismo. Si hallamos
efectos mayores que la capacidad de cualquier criatura, y resul
tan ser producto de la Palabra, es evidente que ella misma es so
brenatural. Lo que dijo el Salmista acerca del trueno, podemos
aplicarlo a la voz del Todopoderoso en el Cielo: Voz de Jehov
con gloria [...] que quebranta los cedros [gobernantes y rei
nos...], derrama llamas de fuego (Sal. 29:4,5,7). Con un cubo
de agua de este ro espiritual, los mrtires apagaron las llamas del
fuego al cual los haban lanzado sus enemigos: Hace temblar el
desierto del mundo, y los pecadores ms soberbios tiemblan co
mo hojas al viento (v. 8). Desnuda los bosques (v. 9) y descu
bre a los pecadores en su mentira, donde se esconden de la ven
ganza divina.
Ms especficamente, hay cuatro efectos poderosos de la Pa
labra en el corazn humano cada uno de los cuales prueba su ori
gen divino. Primero, la Palabra escudria el corazn; segundo,
convence la conciencia; tercero, consuela el alma abatida; y cuar
to, tiene poder para convertir.

1. Tiene poder para escudriar


La Palabra de Dios conoce nuestros secretos y nos revela lo que
hacemos en los lugares y momentos ms secretos. Entra donde
ningn agente de polica puede registrar; esto es, en el corazn.
[795]

El cristiano con toda la armadura de Dios

Cristo vino a sus discpulos estando las puertas cerradas [...]


y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros (Jn. 20:19). As en
tra la Palabra en el corazn sin pedir permiso y se pone en me
dio de los pensamientos ocultos de este. A menudo la Palabra
predicada revela los motivos del pecador como si el pastor es
tuviera mirando por la ventana de su casa. Dios mismo es la
Palabra, y puede dividir coyunturas y tutanos; solo a l le es
posible reclamar este atributo: Yo Jehov, que escudrio la
mente, que pruebo el corazn (Jer. 17:10).
Si solo Dios es capaz de escudriar el corazn, la Palabra
que hace lo mismo no puede provenir sino de l. Quin po
dra hacer una llave para este cerrojo del corazn, sino el mis
mo que fabric tambin el cerrojo? Supongamos que dejas un
dinero bajo llave, y que nadie ms que t sabe dnde escon
des esa llave. Si luego encuentras la caja abierta y la llave qui
tada, pronto descubres quin lo hizo. Tu corazn ha sido ex
puesto y su secreto revelado por la Palabra. Dios est en ello;
l hizo la llave. Miremos ahora dos secretos revelados por la
Palabra.

a) Lo que solo uno mismo sabe


Cristo le dijo a la samaritana lo que no saban ni sus mejores
amigos. Por su revelacin, ella concluy que era profeta, un
hombre de Dios. Nosotros tambin podemos saber que la Bi
blia es Palabra de Dios cuando hace lo mismo en nuestras vi
das.

b) Lo que uno mismo no sabe


Mayor que nuestro corazn es Dios, y l sabe todas las cosas
(1 Jn. 3:20). Sabe ms acerca de nosotros que nosotros mismos.
Su Palabra profundiza en el corazn y saca a luz la suciedad
que el ojo de la conciencia nunca ha visto: Tampoco conocie
ra la codicia, si la ley no dijera: No codiciars (Ro. 7:7).
Si la Palabra encuentra algo que nuestro examen de con
ciencia pasa por alto, no prueba eso la intervencin divina? El
apstol nos persuade a conocer el poder de la Palabra predica
da para revelar el corazn: Lo oculto de su corazn se hace
manifiesto; y as, postrndose sobre el rostro, adorar a Dios,
[796]

La espada del cristiano


declarando que verdaderamente Dios est entre vosotros (1
Co. 14:25).

2. Tiene poder para convencer


La conciencia es un castillo a salvo de todo ataque si Dios no
le hace guerra. Ningn poder podr doblegarla sino Aquel a
quien obedecen el Cielo y la tierra. El que ata al hombre fuer
te tiene que ser an ms fuerte que l. El Seor de la concien
cia ha de ser mayor que ella. La Palabra puede quebrantar es
ta potencia del alma que se niega a humillarse ante nadie que
no sea Dios.
Mientras Job estaba seguro bajo la mano de Dios, disfru
taba de su prosperidad y daba por sentado que su riqueza es
piritual igualaba la material. Pero cuando la ley lo acus de
pecado, dej a su conciencia tan desnuda como luego lo esta
ra l exteriormente. Por primera vez vio su total carencia de
santidad. La Palabra tena tal poder sobre l que lo dej tem
blando al filo del abismo de su propia injusticia con su her
mosa fachada de rigidez farisaica.
Qu hay que pueda conmover como la Palabra de Dios?
Cuando Pablo, prisionero, predic ante Flix, el juez tembl
bajo su poder de conviccin. Y solo Dios pudo atemorizar a
los que derramaron la sangre de Cristo y despreciaron su doc
trina, de forma que clamaran durante el sermn de Pedro:
Varones hermanos, qu haremos? (Hch. 2:37). Esta evi
dencia lleva una huella divina tan evidente como el momento
en que Moiss hendi la pea con su pequea vara.

3. Tiene poder para consolar


La conciencia es la crcel divina en el corazn humano, y na
die puede soltar al preso sino Aquel que lo encerr all. Solo
un rey dbil carece de mejor lugar para encerrar a los ofenso
res que una crcel fcil de abrir. Pero cuando Dios ata a al
guien con las cadenas de la conviccin de pecado, nadie ms
puede liberarlo: Quin soportar al nimo angustiado?
(Pr. 18:14).
El dolor de la conciencia herida proviene de un fuerte sen
tir de la ira de Dios contra el pecado. Nadie puede sanarla si[797]

El cristiano con toda la armadura de Dios

no Aquel que es capaz de asegurarle al alma la misericordia


perdonadora. Este poder est tan hondo en el corazn de
Dios que solo l puede ser el mensajero de esa noticia. Por
tanto, la Palabra que ofrece este consuelo solo puede prove
nir de Dios.
Adems de asegurarnos el perdn divino, la Palabra llena
el alma de gozo inefable y glorioso (1 P. 1:8). No hay que
esperar mayor confirmacin del Cielo: el Espritu que prime
ro trajo la Palabra la ha sellado en el corazn de un sinfn de
creyentes.
Todos los cristianos reconocen que su consuelo y su paz se
sacan de estos pozos de la salvacin: En la multitud de mis
pensamientos dentro de m, tus consolaciones alegraban mi
alma (Sal. 94:19). Por otra parte, fueron afligidos los in
sensatos, a causa del camino de su rebelin (Sal. 107:17).
Qu podra aliviarlos? No hay otro alivio que la oracin y
las lgrimas: Clamaron a Jehov en su angustia, y los libr
de sus aflicciones (v. 19). Observa la llave que Dios usa pa
ra abrir su celda: Envi su palabra, y los san (v. 20).
La Palabra hace grandes hazaas: apaga las mismas llamas
del Infierno. La luz de su gozo es tan pura y poderosa en el
corazn del santo, que apaga el gozo carnal con sus rayos, co
mo el sol anula la luz del fuego en el hogar. La Palabra piso
tea escorpiones y serpientes, y los deja sin poder para daar a
los creyentes. Derrota el temor de la muerte. Los demonios
conocen la Palabra y la rehuyen, abandonando sus fortalezas
y las conciencias para que la Palabra entre con sus dulces y
eficaces consuelos. La Palabra hace salir ilesa al alma que es
taba atada por la desesperacin y arrojada al horno de la ira
divina. Hace bajar el Cielo a la tierra y da al alma creyente
una visin tan clara de la Jerusaln celestial como si ya se pa
seara por sus calles. Finalmente, la Palabra sacia al creyente
con el mismo festn que disfrutan los santos en gloria.

4. Tiene poder para convertir


Cuando los discpulos de Juan preguntaron a Cristo si era el
Mesas, l no les respondi directamente, sino que les permi
ti sacar su respuesta de las maravillosas obras que haca:
[798]

La espada del cristiano


Id, y haced saber a Juan las cosas que os y veis. Los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,
los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el
evangelio (Mt. 11:4-5).
El hombre es transformado en la naturaleza misma del evan
gelio y regenerado por el Espritu que se manifiesta en este.
Hemos dejado para el final el poder de convertir que tiene
la Palabra por ser el ms maravilloso de todos. Al convertirse
el alma, los ciegos ven. Antes estaban en tinieblas, pero ahora
son luz en el Seor. Los cojos andan; los pies del alma corren
libremente tras el Seor.
La Palabra moldea de nuevo el corazn y cambia tanto a la
persona que ya no es la misma. Compara a un cordero con un
lobo: el uno es manso, el otro fiero. Esto tiene que venir de
Dios. Cuntos fueron antes prisioneros de sus concupiscen
cias, dominados por tantos demonios como pecados y arras
trados por ellos, pero al or el evangelio se sentaron a los pies
de Jess, libres y en plena posesin de sus facultades? Espero
que puedas decir con el apstol:
Porque nosotros tambin ramos en otro tiempo insensatos, re
beldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites di
versos [...]. Pero cuando se manifest la bondad de Dios nues
tro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salv [...]
por su misericordia, por el lavamiento de la regeneracin y por
la renovacin en el Espritu Santo (Tit. 3:3-5).
T, que eres carta de Cristo escrita no con tinta sino con el
Espritu del Dios vivo, puedes dudar que la Palabra capaz de
llevarte de nuevo a Dios, haya venido de l? Sin embargo, al
guien puede pasar mucho tiempo a los pies de un filsofo sin
abandonar su viejo corazn lujurioso ni verlo reemplazado por
un corazn nuevo y santo.
Pero aun el mejor filsofo de todos tiene pecados como las
malas actitudes que se revelan a puerta cerrada en lo ms nti
mo del hombre. Los dems nunca conocern estos pecados, pero
la Palabra pisa en las alturas de la maldad espiritual y no deja for[799]

El cristiano con toda la armadura de Dios

taleza sin tomar. Persigue al pecado y a Satans hasta sus escon


drijos y saca de sus escondites a las concupiscencias. El mismo co
razn no es refugio seguro para el pecado: la Palabra lo sacar de
all, como sac a Joab de los cuernos del altar para matarlo.
No puedo dar mejor ejemplo del poder de la Palabra para
convertir que sus milagrosas conquistas cuando los primeros
apstoles salieron a predicar el evangelio de Cristo. All donde
iban, el mundo se armaba contra ellos, y el diablo a la cabeza de
la tropa resista este ministerio de la Palabra. Pero volvieron el
mundo del revs sin desenvainar otra espada que el evangelio
eterno. Nada menos que el brazo del Todopoderoso podra lo
grar estos triunfos. Los pecadores renunciaron a los dolos que
los haban engaado toda su vida; es ms, recibieron a un nuevo
Seor: Jesucristo crucificado. Consideremos ahora tres circuns
tancias nicas que destacan la verdad de la conversin por la Pa
labra de Dios.

a) La humildad de los que predicaron la conversin


Los seguidores de Cristo eran tan sencillos de intelecto como ca
rentes de sofisticacin mundana. Pero esto fue lo que confundi
a sus enemigos, que reconocan que aquellos pobres no podan
contribuir ms personalmente al xito que los segua que el rui
do de las bocinas a la cada de los muros Jeric, o la msica de
Josafat a la derrota de sus formidables enemigos. La nica expli
cacin posible es que el aliento de Dios hizo sonar el clarn del
evangelio, y su dulce Espritu quebrant el corazn de los oyen
tes.

b) La naturaleza de esta doctrina


El mensaje de ellos no era solamente nuevo y extrao, sino con
trario a la naturaleza humana corrupta. No contena nada que
agradara a la concupiscencia del pecador. Se abraza fcilmente el
cristianismo si se le presenta vestido de ramera, si se ha adulte
rado la pureza del mismo. Pero la doctrina excelente del cristia
nismo puro pone el hacha a la raz de todo pecado y desafa a los
que participan en la maldad.
El ver abrazada y creda una doctrina que es pura necedad pa
ra la razn carnal, la cual nos ensea a salvarnos por la justicia
[800]

La espada del cristiano


de otro, bien puede ser que nos apartemos, atnitos como Moi
ss ante la zarza ardiente. La razn presenta objeciones aparen
temente insalvables contra la doctrina de la fe en Cristo para li
brarnos del pecado y Satans, pero multitudes de creyentes a lo
largo de la historia se han entregado a ella mediante el bautismo,
como soldados que juran bandera.

c) El escaso aliciente mundano que ofrece


la Palabra a sus discpulos
Si la Palabra prometiera el favor de reyes y puestos de honra, no
nos sorprendera ver a muchos entregarse al cristianismo. Pero el
evangelio predicado por los discpulos no conllevaba soborno al
guno: no se arrojaban apetitosas manzanas doradas por el cami
no para atraer a los pecadores. Cristo manda a sus discpulos
agacharse no para recoger coronas para sus cabezas, sino una
cruz para sus hombros: Si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, y tome su cruz, y sgame (Mt. 16:24). Las pa
labras del Salvador enseadas por sus discpulos no conducan a
palacio, sino a la crcel. Ellos no soaban con un tesoro munda
no, sino que se preparaban para entregar todo lo que posean.
Cuando los creyentes estn dispuestos a olvidar sus intereses
terrenales (bienes, hijos, cnyuge) y a recibir la peor muerte ima
ginada por sus enemigos, debe de haber un poder celestial en el
altar donde se sacrifican de buen grado. Los discpulos no bus
caban la fama histrica, ni comprar la gloria celestial con el mar
tirio. Su doctrina no permita ninguna de ambas cosas, sino que
les enseaba que cuando hubieran hecho lo mejor posible y su
frido la ira de los malvados por causa de Dios, deban renunciar
a toda gloria y considerarse siervos. Todas estas consideraciones
juntas forman una cuerda fuerte que te atraer, a pesar de las du
das, a una firme conviccin del origen divino de la Palabra.

II. POR QU A LA PALABRA DE DIOS SE


LA LLAMA LA ESPADA DEL ESPRITU
La primera parte de este captulo ha presentado el arma enco
mendada al cristiano: la Palabra de Dios. Esta segunda parte des
cribe esa arma como la espada del Espritu. Hay, por tanto, dos
[ 801]

El cristiano con toda la armadura de Dios


importantes cuestiones que merecen nuestra atencin en este es
tudio: primera, por qu se compara a la Palabra de Dios con una
espada; y segunda, por qu dicha espada es atribuida al Espritu

Por qu la Palabra de Dios se compara


con una espada
La espada es el arma que emplean los soldados para defenderse
de sus enemigos y herirlos, e ilustra el mejor uso de la Palabra de
Dios: con la que el creyente se defiende a la vez que derrota a sus
enemigos.

Por qu se atribuye esta espada al Espritu


Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios (2 Co. 10:4). Satans es un espritu, y hay que luchar con
tra l con armas espirituales. La Palabra es una espada espiritual.
Consideremos ahora tres razones por que la Palabra escrita se lla
ma la espada del Espritu.

1. Dios es su autor
Fue su mano la que forj esta arma; no sali de forja humana, si
no que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espritu Santo (2 P. 1:21).

2. El Espritu es el nico intrprete verdadero de la Palabra


Las Escrituras deben leerse y comprenderse por medio del Espri
tu que las compuso. Solo Aquel que dise el cerrojo puede ayu
darnos a encontrar la llave: Ninguna profeca de la Escritura es
de interpretacin privada (1 P. 1:20). Por qu no? Porque no la
dio ningn espritu privado: Porque nunca la profeca fue trada
por voluntad humana (v. 21). Quin sino el Espritu conoce la
mente de Dios?

3. Solo el Espritu de Dios puede hacer


que la Palabra acte en el alma
Si el Espritu Santo no pusiera su peso en las verdades ledas
y odas, para grabar la imagen de estas en la mente y el cora[ 802]

La espada del cristiano


zn, no dejaran mayor huella que un sello sobre una piedra.
Lo que calm la tempestad y llev a los discpulos a buen
puerto no fue que ellos remaran, sino que Cristo acudi en su
auxilio. El estudio de la Palabra no podr convencer la men
te ni satisfacer el corazn hasta que el Espritu Santo lo re
fuerce.
Cristo dijo: Ahora creis? (Jn. 16:31). Esta misma pre
gunta haba llamado a la puerta de ellos a menudo, pero no
la pudieron recibir hasta que el Espritu abri la puerta.

La Palabra escrita es la espada que


vence a los enemigos del cristiano
El Espritu no har nada por los creyentes sin la Palabra, y
ellos a su vez no pueden hacer nada sin el Espritu. La Pala
bra es la espada, y el Espritu de Cristo el brazo que la esgri
me en favor de los cristianos. Todas las conquistas de Cristo
y sus discpulos en el mundo se hacen con esta espada. Cuan
do l va contra sus enemigos, lleva esta espada ceida: Cie
tu espada sobre el muslo, oh valiente (Sal. 45:3). Su victoria
se le adscribe a ella: En tu gloria s prosperado; cabalga so
bre palabra de verdad; esto es, sobre la Palabra de Dios (v.
4).
En Apocalipsis 1:16 vemos que Cristo tena en su diestra
siete estrellas. Esto indica su cuidado personal de sus hijos.
Y cmo los protege? De su boca sala una espada aguda de
dos filos. Este es el maravilloso privilegio que el pacto de
gracia proporciona al creyente ms humilde. Adn no tena
este beneficio bajo el primer pacto; cuando cay, una espada
ardiente impidi que volviera al Paraso. Pero no haba espa
da para impedir que pecara cuando an era inocente; tuvo
que guardarse l mismo.
Ahora, la Palabra de Dios se interpone entre los creyentes
y cualquier peligro. Esta verdad quedar an ms clara si se
leccionamos a los peores enemigos del cristiano y mostramos
la manera como todos ellos han de recibir el golpe mortal y
caer ante la Palabra.

[ 803]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La Palabra de Dios derrota a los perseguidores


Los cristianos sufrirn persecucin mientras el diablo tenga hi
jos en el mundo para heredar su reino de tinieblas. Estos crue
les adversarios no temen pisotear las mismas estrellas del Cie
lo, cuya luz revela a los hombres mundanos sus terribles peca
dos.
Por tanto, los fuegos del martirio se han encendido y se han
concebido matanzas de cristianos de modo que muchos cre
yentes inocentes permanezcan en las dolorosas fauces de la
muerte el tiempo suficiente para sentir la muerte. Qu me
dios utiliza Dios para escalar esas montaas de soberbia sat
nica? Dnde estn las armas para que el pueblo de Dios resis
ta y venza a esos hombres monstruosos que desafan abierta
mente al Seor?
Hallamos poderosas armas para ello en la torre de David: la
Palabra de Dios. All hay escudos y paveses, espadas y flechas
con los cuales los cristianos de todas las pocas se han defendi
do contra sus furiosos enemigos y triunfado sobre las potesta
des ms altas de estos. El ejrcito de Dios vence a todo enemi
go de una de dos maneras: por la conversin o por la destruc
cin. Y la Palabra de Dios es la espada que hace ambas cosas,
ya que tiene doble filo.

1. La conversin
A veces los elegidos de Dios, por ignorancia y prejuicio, estn
unidos a los enemigos de los santos. Pero la espada del Espri
tu es un cuchillo sacrificial que desgarra sus corazones y vaca
la sangre caliente de su pecado que los alej de la Iglesia, a fin
de prepararlos para ser una ofrenda aceptable a Cristo.
Los asesinos de nuestro Seor oyeron el sermn de Pedro, y
con un solo pinchazo de la espada del Espritu que tena en su
mano, empezaron a vomitar la sangre de Jess. Estaban hastia
dos de sus pecados, y arrojaron inmediatamente las armas de
la persecucin para alistarse en el ejrcito de Dios.
El enemigo ms furioso de Cristo fue Pablo, cuyo corazn
arda con tal odio contra la Iglesia que respiraba muerte como
un horno candente. Qu armas necesit Jess, sino solo la Pa[ 804]

La espada del cristiano


labra de Dios, para cautivar el corazn de Pablo? Le predic un
sermn tan contundente desde su pulpito celestial que humill
hasta la tierra a aquel hombre soberbio, convirtindolo en un
humilde prisionero. Entonces el Espritu comenz su obra de
conversin.
Aquel enemigo furibundo de los santos fue domado por los
terrores de la ley y renovado por la dulce misericordia del evan
gelio. Entonces Pablo estuvo ms dispuesto a dar su propia vi
da en defensa de ese evangelio, que jams lo haba estado para
quitar la vida a los que lo profesaban.

2. La destruccin
Si los enemigos de Dios se endurecen continuamente contra la
verdad, y se niegan a arrepentirse, solo pueden esperar ser des
truidos. Son como animales, nacidos para presa y destruc
cin (2 P. 2:12). Pueden saber de antemano lo que los des
truir, que no es otra cosa que la Palabra de Dios: Si alguno
quiere daarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus
enemigos; si alguno quiere hacerles dao, debe morir de la mis
ma manera (Ap. 11:5). Aquellos enemigos de los creyentes los
mataron y quemaron libremente, pero la Palabra que estos pre
dicaban los destruir. La Palabra de Dios sobrevive para ven
gar a los cristianos y dar a sus enemigos el golpe de gracia.
La espada de la Palabra es de largo alcance y apunta al pe
cho de todos los enemigos de Dios. Aunque estos se sientan se
guros y poderosos, tarde o temprano Dios abrir una u otra
puerta para que entre por ella su destruccin. El Profeta expre
s la ruina venidera de los filisteos de esta manera: Ay de los
que moran en la costa del mar [...], Jehov ha pronunciado es
ta palabra contra vosotros (Sof. 2:5). Es como si dijera: Sois
un pueblo perdido; el mundo entero no podr salvaros ahora,
pues la Palabra del Seor est contra vosotros. Como un ra
yo, la maldicin de la Palabra quema hasta la raz del pecado.
Las siete naciones de Canan cayeron en la boca de Israel co
mo la fruta madura cae en aquella del que sacude el rbol. La
Palabra del Seor haba ido delante de ellos, y el destino de sus
enemigos estaba sellado.
Con demasiada frecuencia consideramos a los gobiernos co[ 805]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mo fuerzas que controlan los acontecimientos en la tierra, pe


ro ellos no son ms que un engranaje de la mquina. La Pala
bra de Dios decide todo lo que sucede en el escenario mundial:
Mira que te he puesto en este da sobre naciones y sobre rei
nos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edi
ficar y plantar (Jer. 1:10). Toda la tierra es de Dios, y quin
tiene poder para edificar o derribar en sus terrenos, sino solo
l? En su Palabra ya ha revelado sus propsitos: lo que har
exactamente a sus enemigos y a favor de sus santos.

La Palabra de Dios derrota a los herejes


El perseguidor solo mata el cuerpo, pero el seductor envenena
el alma. Es mejor morir al instante por la espada que caer pre
so, como dice el apstol, en lazo del diablo (1 Ti. 3:7).
Cuando Pablo fue atrapado en las cadenas del perseguidor,
se goz de haberse escapado del lazo: He peleado la buena ba
talla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo dems,
me est reservada la corona de justicia (2 Ti. 4:7-8). Haba
triunfado, como si la batalla ya hubiera acabado y l hubiera
salido victorioso, cuando en realidad estaba a punto de morir
a manos del verdugo de Nern: Yo ya estoy prximo a ser sa
crificado... (v. 6).
Cmo poda Pablo cantar victoria en su desesperada situa
cin? Porque haba conservado la fe. De haberla abandonado
por cobarda o sacrificado por una doctrina falsa, habra per
dido su alma. Pero al escoger guardar la fe, entreg su vida pa
ra recibir de manos de Dios una vida mejor que la que el hom
bre le haba arrebatado. Aunque la espada de guerra en mano
de un cruel enemigo es un duro juicio, mucho peor es propagar
el error: este es el aguijn de ese juicio. Muchos piadosos pue
den caer ante la espada de su enemigo, pero nicamente aque
llos que no fueron sellados por Dios sentirn el dolor del vene
no del error. Por tanto, solo ellos resultarn heridos. La es
pada del enemigo puede matar sin daar; pero no es posible
tomar ni siquiera una gota de su doctrina y permanecer ileso.
Cuando Pablo aconsej a Timoteo que se defendiera contra
los seductores, lo mand aferrarse la Palabra: Pero persiste t
[806]

La espada del cristiano


en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quin has
aprendido (1 Ti. 3:14). Podemos sobrecargarnos de otras ar
mas al tropezar con muchos escritores, pero aquel que tiene la
espada del Espritu cuenta con todo lo necesario para enfren
tarse al ms feroz paladn del error adiestrado por el diablo.
Los que andan en el error no pueden esgrimir esta espada con
tra nosotros, como tampoco un nio con una espada de palo es
capaz de hacer frente a un gigante armado.
Todo error teme la luz de la Palabra, y ser examinado por
esta, ms que el ladrn teme al juez insobornable. Descubrir las
doctrinas herticas es derrotarlas. Cuando estas se enfrentan a
la Palabra, deben agachar la cabeza como Can, avergonzadas.
Esa es la nica manera de probar las enseanzas sospechosas:
si son capaces de caminar sobre las llamas de esta ley sin sufrir
dao ni reprensin, pueden pasar por verdades.
Pablo nos dice que algunos no soportarn la sana doctri
na (1 Ti. 4:3): quieren una doctrina que se ajuste a sus gustos,
y la Palabra no har nunca eso. Bernardo de Claraval dijo:
Aquel que es su propio maestro, tiene a un necio por direc
tor. Y Dios nos amonesta del mismo modo por medio de Sa
lomn: El camino del necio es derecho en su opinin; mas el
que obedece el consejo es sabio (Pr. 12:15). Aquel que toma
consejo de la Palabra de Dios es verdaderamente sabio.

La Palabra de Dios vence las corrupciones


y concupiscencias
Estos dos enemigos resultan ms formidables que los anterio
res, ya que estn dentro de nosotros: son pasiones que surgen
y conspiran con el mismo diablo para perturbar nuestra carne.
La chispa del deseo es nuestra, pero la llama la enciende Sata
ns; porque sus tentaciones son los vientos que la propagan.
Cuando el fuego cuenta con tales vientos para avivarlo, adon
de nos llevar?
Es ms fcil expulsar una legin entera de demonios del
cuerpo que del alma una sola concupiscencia. A Satans le gus
ta ms alojarse en el corazn que en la casa: sali de buen gra
do del gadareno para meterse en los cerdos, porque al abando[807]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

nar aquel cuerpo y contentarse por un tiempo con una casa de


menos valor, esperaba encontrar la forma de poseer ms plena
mente las almas humanas.
La Palabra de Dios es la nica arma del creyente: como la
espada de Goliat, derriba y corta las tercas concupiscencias del
hombre. Puede enseorearse de nuestros deseos cuando se le
vantan en su soberbia. Las concupiscencias tienen mayor fuer
za cuando la sangre joven es caliente e impetuosa. El sol del jo
ven va siempre en ascenso, y este da por sentado que an que
da mucho para que llegue la noche. Brazo fuerte es aquel que
desva al joven de su pasin cuando su apetito est decidido a
saborear todo placer sensual del pecado.
Pero deja que la Palabra de Dios se enfrente a este testaru
do joven en toda su osada, con el festn de deleites sensuales
por delante, y comprueba lo que pasa. Si le susurras unas po
cas palabras del evangelio al odo, y pinchas su conciencia con
la punta de esta espada, vers como huye! David tiene la rece
ta para curar a este joven de sus concupiscencias. Cmo pue
de quedar limpio un joven sumergindose en este Jordn?
Con qu limpiar el joven su camino? Con guardar tu pala
bra (Sal. 119:9). La Palabra se basta y se sobra, pues se la lla
ma la vara de tu poder [el poder de Dios] (Sal. 110:2).
Con esta vara en mano de Moiss, Dios hizo grandes mila
gros para turbar a los egipcios y liberar a los israelitas. Dom
al soberbio Faran, obligndolo a dejar libre a Israel. Cunto
se alegraron los egipcios de verlos marchar! Con esta vara di
vidi el mar para que Israel pasara, ahogando a los egipcios. Y
con la vara de su Palabra Dios sigue tocando las conciencias de
los hombres, quebrantando sus corazones duros como el pe
dernal, dividiendo las olas de sus concupiscencias, y liberando
a los pecadores del poder del pecado y de Satans.
Agustn de Hipona no se pudo liberar de sus pasiones peca
minosas hasta que oy una voz que deca: Toma y lee!.
Abri la Biblia en Romanos 13, y su lectura caus un terremo
to en su alma. Las puertas de la crcel de su corazn se abrie
ron enseguida y las cadenas de sus pasiones, que su propio es
fuerzo nunca haban podido romper, cayeron en pedazos. Con
fes que haba sido esclavo de estas concupiscencias, atado por
[808]

La espada del cristiano


ellas con cadenas indestructibles de placer ligado a la culpa. Se
haba revolcado en sus viles deseos como si se echara en un le
cho perfumado; pero esta palabra lleg con tal poder y autori
dad que los arranc todos de su corazn, convirtiendo el amor
que les tena en un odio desafiante hacia ellos.
Del mismo modo que la Palabra es el arma con que Dios sa
ca a los pecadores del poder del diablo a la libertad, tambin es
su instrumento para defender a sus hijos de las tentaciones que
intentan devolverlos al pecado. Satans, echado de su reino, se
esfuerza por reclamar al pecador perdonado.
Pero aquellos reinos que ganamos por la espada, hay que
conservarlos con la espada. David relata cmo se mantuvo fir
me y se guard contra el enemigo: En cuanto a las obras hu
manas, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las
sendas de los violentos (Sal. 17:4). Como si dijera: Quieres
saber cmo evito yo las cosas inmundas que les gustan a la ma
yora? Es por la Palabra de Dios, la cual me guarda de las ten
taciones que llevan a los hombres a una lenta destruccin.
Puede alguien afrontar el pecado y a Satans con mejor ar
ma que la que utiliz Cristo para luchar contra el tentador? Por
supuesto que le hubiera sido fcil derrotar al diablo con un so
lo rayo de su deidad, de haberlo querido hacer as, pero opt
por esconder su divina majestad y permitir a Satans que se
acercara, para vencerlo con la Palabra y demostrar as el valor
de la espada que legaba a sus seguidores para librar esa misma
batalla.
Dios promete castigar al leviatn (Satans) con su espa
da dura, grande y fuerte (Is. 27:1). Este pasaje del Antiguo
Testamento se refiere a la ballena, el cetceo devorador, que no
teme a ningn pez en el mar sino solo al pez espada, por quien
muchas veces resulta muerta; porque recibir una sola estocada
de la espada de este hace que la ballena se apresure a la orilla
y se golpee contra ella hasta morir.
As el diablo, el gran devorador de las almas, se divierte en
el mar de este mundo, como el leviatn en el ocano, tragn
dose a la mayora de la humanidad que no le puede hacer fren
te. Pero al enfrentarse a un cristiano armado que sabe utilizar
la Palabra de Dios, encuentra en l un adversario ms fuerte.
[809]

El cristiano con toda la armadura de Dios

La Palabra de Dios vence a la afliccin


Otro enemigo que invade al cristiano es el ejrcito sin fin de
las aflicciones. A veces le ataca una afliccin externa y la si
gue de cerca una interna; otras veces, toda una tropa dispara
al unsono contra el creyente. Este era el caso de Pablo, cuan
do dijo: De fuera, conflictos; de dentro, temores (2 Co.
7:5). Pablo soport aflicciones externas y conflictos de cora
zn a la vez. Es terrible que una ciudad est ardiendo mien
tras el enemigo ataca sus muros. Pero aun el cristiano ms
santificado a veces siente la vara sobre su espalda al tiempo
que Dios reprende a su espritu: Con castigos por el pecado
corriges al hombre, y deshaces como polilla lo ms estimado
de l (Sal. 39:11).
A veces Dios corrige a sus hijos con una cruz externa, pe
ro le sonre con manifestaciones interiores de gracia; es como
si castigara con una fragante vara de romero. Lo uno suavi
za lo otro. Pero otras veces, puede enviar la cruz con enojo.
Castiga con afliccin exterior y, como un padre disgustado,
le dice a su hijo: Esto por este mal, aquello por el otro.. Y
cuando el cristiano est bajo la mano correctora de Dios, Sa
tans no anda muy lejos, ansioso de echar sal y vinagre en la
herida del creyente para llevarlo an ms lejos en la tenta
cin.
A menudo Dios enva tantas tropas de varias aflicciones
contra el creyente, que a este le cuesta soportar; pero la Pala
bra de Dios le da una fe fresca y paciencia para evitar que su
alma se ciegue con la desesperacin. La Palabra le lleva al sol
dado cristiano todo suministro necesario: es su Consolador y
su Consejero en la batalla o fuera de ella.
David afirma que su corazn hubiera muerto de no ser por
la Palabra: Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi
afliccin hubiera perecido (Sal. 119:92). La Palabra era su
Abisag espiritual, que calentaba su alma bajo la peor prueba.
Todos los placeres del mundo le habran dejado fro si la Pa
labra no hubiera llevado la paz interior a su corazn: Ella es
mi consuelo en mi afliccin, porque tu dicho me ha vivifica
do (Sal 119:50). Una promesa es ms necesaria para el alma
[810]

La espada del cristiano

que tiembla bajo la afliccin que un abrigo para el cuerpo en


el peor invierno.
Cuando Adn fue expulsado desnudo del Paraso al fro de
este mundo, con su conciencia culpable dentro y su cruz por
fuera, Dios le dio una promesa para sustentar el alma antes
de darle abrigo para su cuerpo. El Seor bien saba lo necesa
ria que le sera esta palabra para evitar que cayera de nuevo
presa del diablo, y fuera engullido por la miseria y el dolor
que le rodeaban. Dios no lo dej abierto a los asaltos de estas
cosas ni por un da, sino que le dio la espada de la promesa
para defender y consolar su corazn atribulado.
Cierto creyente dijo que prefera pasar hambre y sed, estar
sin luz, aire ni vida, antes que carecer de las dulces palabras
de Dios que le abran la crcel de su alma turbada y le saca
ban a la luz del gozo interior: Venid a m todos los que es
tis trabajados y cargados, y yo os har descansar (Mt.
11:28). Si una sola promesa, frotada como una espiga de tri
go en la mano de la fe y aplicada por el Espritu de Cristo,
puede dar alimento que sacie tanto de gozo al alma ham
brienta, qu precio no tendr el campo entero de la Palabra,
llena de promesas tan preciosas como esta!
Adems del valor consolador de las promesas de Dios,
consideramos las mismas como el granero de toda provisin
espiritual del cual nuestro Jos, el amado Seor Jesucristo,
alimenta y preserva a sus hermanos durante los tiempos de
hambre. Ellas son la dulce colmena donde el creyente perma
nece abrigado durante el invierno de la afliccin y vive de la
abundante misericordia all almacenada. Son el buen puerto
en que el alma tentada se refugia hasta que pase la tempestad
trada por el mundo, el pecado y Satans.
Aun cuando la muerte se acerca y el diablo tiene una lti
ma escaramuza para ganar o perder para siempre, la fe en la
promesa lleva al alma del cristiano con gozo triunfal, desde su
cuerpo el destacamento donde ha resistido tan duro sitio
hasta el Cielo, dejando su cuerpo como nico botn para la
muerte. Pero al partir, el creyente se lleva la bendita seguridad
de que su cuerpo ser pronto redimido, en el da de la resu
rreccin.
[811]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

La presuncin de los sistemas religiosos que quitan


esta espada espiritual al pueblo
No es la Palabra la espada del Espritu con que el creyente
puede vencer a sus adversarios? Entonces tenemos que consi
derar cruel aquel sistema religioso que le quita al pueblo la ni
ca arma que lo puede defender de los enemigos que buscan su
muerte eterna. Es verdad que estos lderes tienen algunas hojas
de higuera para ocultar su tradicin vergonzosa, haciendo creer
al mundo que por misericordia no quieren que sus feligreses se
hieran con esta arma. Hasta apelan al testimonio de Pedro en
su defensa, porque una vez este habl de estas cosas, entre las
cuales hay algunas difciles de entender, las cuales los indoctos
e inconstantes tuercen (como tambin las otras Escrituras) pa
ra su propia perdicin (2 P. 3:16).
Acaso Pedro prohibi la lectura de la Palabra porque al
gunos inestables la torcieran? Al contrario, ya que en otros
versculos manda a los creyentes que no se dejen desviar por
el error de los malvados, antes bien dice, creced en la
gracia y el conocimiento de nuestro Seor y Salvador Jesu
cristo (v. 18).
La luz es el vehculo de la influencia del sol; de la misma ma
nera, el conocimiento de Cristo transmite la influencia de su
gracia al corazn. Y cmo esperaba Pedro que el pueblo cre
ciera en el conocimiento de Cristo sino leyendo la Escritura, el
nico libro donde se puede encontrar? Grave error, que los
maestros quieran que el pueblo obtenga este conocimiento ni
camente de la predicacin, y no de la Biblia! Cmo puede es
tar segura la congregacin de que oye la verdad si no tiene la
Palabra, nico aval de la pureza de una doctrina? Dios mismo
dirige su Palabra a todos, no solo a un grupo selecto (cf. Ro.
1:7; 2 Co. 1:1). Para qu hacer leyes que no se pueden pro
mulgar? Y para qu se escribi la Palabra, sino para ser leda
y conocida por todos? Por la misma autoridad con que el aps
tol escribi sus epstolas, las mand leer en la iglesia. Acaso
los primeros ministros de la Iglesia ocultaron la Palabra de
Dios al pueblo, en lugar de animarlos a guardarla en su cora
zn?
[812]

La espada del cristiano

Es verdad que algunos tuercen la Palabra para su propia


destruccin, de la misma forma que alguien se puede atragan
tar con un trozo de pan si no tiene cuidado. Pero han de mo
rir todos de hambre por temor a atragantarse? Algunos se cor
tan con las armas afiladas, pero debe desarmarse todo el ejr
cito, dejando la espada para unos pocos oficiales? Si este argu
mento bastara para sellar la Biblia, habra que negrsela a los
intelectuales igual que al hombre comn, porque se sabe que
las peores herejas salen de las mentes ms agudas. Cuando los
soberbios insisten en ser ms sabios que Dios, su mente necia
se vuelve cada vez ms oscura, hasta acostumbrarse tanto a las
tinieblas que ya no ven la soberana divina.

La suficiencia de la Escritura
Hay peor blasfemia ante Dios que la implicacin de que su
Palabra no contiene todo lo necesario para la salvacin?
Acaso enviara l a su pueblo a la batalla con una espada
tan mellada que no pudiera defenderle ni abrirse camino en
tre sus enemigos hasta el Cielo? Por qu haba de dar el Pa
dre armas que no bastaran para hacer frente a cualquier ene
migo, siendo as que puede proporcionarnos las mejores?
Acaso nos dar armas dbiles e insuficientes para defender
nos, advirtindonos luego de que no debemos emplear nin
guna otra cosa? Sera como enviar a sus ignorantes ovejas al
matadero del enemigo.
Dios mismo recomend encarecidamente esta espada de
las Escrituras a su pueblo, cuando le dijo a Timoteo: Las
cuales te pueden hacer sabio [como creyente] para la salva
cin, y como hombre de Dios [ministro del evangelio],
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2
Ti. 3:15,17). Y l nos prohbe emplear cualquier otra arma
que no sea la que nos proporcionan las Escrituras, conside
rando como una renuncia a la lealtad el hecho de acudir a
otra fuente de consejo o proteccin aparte de su Palabra. La
Escritura es suficiente para los propsitos de Dios, y puede
dar a todo verdadero creyente la sabidura suficiente para en
contrar la salvacin de su alma.
[813]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

La perversidad de utilizar la espada


en defensa del pecado
El hereje emplea la Palabra de Dios para justificar sus costum
bres corruptas, volvindola contra s misma. Muchos profanos
se atreven a proteger del reproche sus vidas inicuas con la Pa
labra, que solo conocen intelectualmente. Si le dices al hombre
sensual que sus decisiones son equivocadas, puede citarte estas
palabras de Salomn: No tiene el hombre bien debajo del sol,
sino que coma y beba y se alegre (Ec. 8:15). Como si Dios
mismo, que dirigi la pluma de Salomn, fuera amigo de glo
tones y borrachos! En su correcto contexto, este pasaje se re
fiere al servicio a Dios con gozo en la abundancia de los bien
es que proporciona.
El corazn humano revela su perversidad al robar estas dul
ces porciones de la Palabra para disfrazar sus pasiones. Los ver
sculos que declaran la libre gracia de Dios, pensados para de
rretir el corazn del pecador y acercarlo a Cristo, a menudo se
emplean como una cua para evitar que el corazn endurecido
se doblegue ante el Salvador. Dios ha dejado ejemplos de las ca
das de algunos hombres santos para estimularnos a temer y a
mantenernos firmes, cobrando esperanza en su misericordia.
Pero muchos prefieren revolcarse como animales en sus vidas
corrompidas, insistiendo en que todo saldr bien porque algu
nos creyentes muy destacados sufrieron terribles cadas, y fue
ron perdonados y salvados al final.
Satans aprovecha al mximo los pocos ejemplos de arre
pentimiento tardo que figuran en la Palabra, para hacer que el
pecador permanezca un poco ms en la Sodoma de su pecado.
Le persuade diciendo: La ltima hora an no ha llegado. Por
qu arrepentirte antes de tiempo?. Satans es un embustero
tan hbil que la historia del ladrn arrepentido que fue de la
cruz al Cielo se ha utilizado, en contra de la voluntad de Dios,
para condenar a muchos pecadores en el otro mundo.
Pecador, no te basta con retener tus concupiscencias, sino
que has de citar la Escritura para alentarte, falsificando la fir
ma divina en el aval de tu pecado? El diablo manipul as la Pa
labra al intentar que Cristo aceptara su inmundo ofrecimiento
[814]

La espada del cristiano

en el desierto. Por qu andas en el camino del engaador? Eso


duplica tu pecado.
Ningn pecado es pequeo, pero el menor pecado se con
vierte en blasfemia al cometerlo fingiendo que tiene un funda
mento bblico. El diablo se glora an ms al herir el nombre
de Dios con su propia espada. Tienta al hombre a pecar, y lue
go se jacta de que Dios le llev a hacerlo. Si Dios seleccionara
alguna vez a un hombre para derramar sobre l su mxima ira,
sera aquel que ampara su pecado bajo el ala de la Sagrada Es
critura.

La gratitud por la Palabra


En lugar de permitir que Satans nos arrebate la Palabra con
sus maas, bendigamos a Dios por la espada que nos ha dado
por su gracia. Si alguien posee un reino, si no tiene una espada
que defienda su corona, no podr disfrutarlo por mucho tiem
po. En este mundo no estamos a salvo si no vamos armados.
No se puede llegar al Cielo sin pasar por territorio enemigo,
qu esperanza tiene entonces el alma desarmada de arribar fi
nalmente all?
Cuando el pueblo de Israel sali de Egipto camino a la tie
rra Prometida, pocos o ninguno confiaban en que los israelitas
pasaran por su territorio sin levantar armas contra ellos. La
marcha del cristiano ser an ms peligrosa, porque Satans no
se ha amansado desde entonces, ni el mundo es ms bondado
so con el pueblo de Dios. Por su gran misericordia, Dios nos ha
dado una espada para guardarnos del peligro de todos ellos. La
tienes en tu mano ahora mismo, cristiano, como Moiss la va
ra. Aunque un ejrcito de demonios te persiguiese y hubiera un
mar de pecados delante de ti, esta espada esgrimida por tu fe
puede abrirte camino. Ciertamente la Escritura es una miseri
cordia incomparablemente mayor que el sol en el cielo. Ms f
cilmente podemos prescindir del calor y de la luz solar que de
la Palabra de Dios en la Iglesia. Si faltara el sol, perderamos la
vida fsica; pero al eclipsarse la Palabra de Dios, nuestras almas
seran arrojadas al Infierno. Entonces, debemos bendecir a
Dios por tres misericordias particulares en cuanto a su Palabra.
[815]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

1. Bendice a Dios por la traduccin de las Escrituras


La Palabra traducida es como la espada desenvainada. De qu
le sirve a un cristiano, conocedor solo de su lengua materna, te
ner esta espada envainada en hebreo o en griego? Llorara co
mo Juan al ver el libro sellado, sin poderlo leer. Bendigamos, en
tonces, a Dios que envi hombres, que no ngeles, dotados de
la uncin de Dios sobre su trabajo y la capacidad de apartar la
piedra de la boca del pozo.
Cristiano, si tienes que quedarte en casa a causa de tus aflic
ciones, contars con la compaa de la Palabra de Dios en tu so
ledad. Aunque no puedas sentarte con tus hermanos a la mesa
de comunin del Padre, no tiene por qu faltarte el buen ali
mento. A pesar de que no seas capaz de prepararte platos tan ri
cos como los de tu pastor, podrs tener algn consuelo con la
ayuda del Espritu Santo. Dios ha colgado las verdades ms ne
cesarias de las ramas inferiores del rbol de la vida, al alcance
de cualquier creyente afligido.

2. Bendice a Dios por el ministerio de la Palabra


Recuerda las pocas en que los perseguidores blandan espadas
sangrientas para evitar que el pueblo de Dios se acercara a este
rbol, y brotar con facilidad tu accin de gracias. Y recuerda
los muchos aos de ignorancia espiritual, cuando este manantial
de agua viva estaba encerrado en su lenguaje original y no ha
ba llave para abrirlo en toda la ciudad. Bien podemos alabar a
Dios por traer su Palabra hasta nuestro entendimiento.
Dios ha abierto una escuela pblica para que sus hijos apren
dan a utilizar su arma. Si alguien cree que ya no necesita asistir
a la escuela del Espritu, ha emprendido el camino ms seguro
para privarse de la instruccin del Espritu en casa: No apa
guis al Espritu. No menospreciis las profecas (1 Ts. 5:1920). Ambas van juntas: si menosprecias la una, pierdes las dos.
Si eres demasiado orgulloso para aprender de un laico, eres in
digno de la instruccin del pastor.
Pero t cristiano, que te sientas en tu sano juicio a los pies
de Jess, vale siempre vale la pena hacerlo? Se te recompen
sa esta inversin de tiempo? Si eres creyente, permanecers en
la Palabra de Dios en casa, alimentndote de manjares dulces
[816]

La espada del cristiano

en tu meditacin secreta. Alguna vez te ha dejado l insatisfe


cho?
Bien saba David pasar las horas solitarias provechosamente,
pero en su soledad anhelaba la compaa de los hermanos. Lle
vaba la Palabra de Dios consigo al desierto: Mi alma tiene sed
de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y rida donde no hay
aguas (Sal. 63:1). Por qu, David? Cmo puedes llamara es
ta tierra tierra seca y rida donde no hay aguas? No puedes
bajar el cubo vaco para sacar agua del pozo de la Palabra? Pe
ro lo que el corazn de David anhelaba era el Santuario: Para
ver tu poder y tu gloria, as como te he mirado en el santuario
(v. 2).
Dios amenaza con traer hambre de or la palabra de Jehov (Am. 8:11). No de la lectura de la Palabra, sino de orla.
Aunque tengamos una Biblia para leer en casa, pasamos ham
bre si no se predica. Llmalo por su nombre! La palabra de
Jehov escaseaba en aquellos das; no haba visin con frecuen
cia (1 S. 3:1). Otra versin dice que era preciosa por su es
casez. Sin el ministerio pblico de la Palabra, hasta el cristiano
ms fuerte pasar tiempos de sequedad.
Supongamos que el enemigo pusiera sitio a una ciudad bien
abastecida. Cuando cada casa se vea obligada a moler a mano
todo el grano necesario, pronto tendr dificultades. Los cristia
nos ms maduros, al no contar con ms Palabra que la molida
en sus meditaciones privadas para sustentar su alma, echarn en
falta al pastor y reconocern la misericordia de Dios al ponerlo
a moler y a interpretar la Palabra toda la semana para ellos.
Si los cristianos ms fuertes no pueden pasar sin el ministe
rio de la Palabra, qu diremos de los dbiles que necesitan
alguien para interpretrsela? Dejarlos que se las arreglen solos
sera como poner una barra de pan y un cuchillo afilado en el
cuarto de los nios, invitando a los pequeos a servirse. La ma
yora se haran dao en lugar de llenar su boca de pan.

3. Bendice a Dios por el poder de las Escrituras en tu alma


Alguna vez esta espada ha rasgado tu corazn para separar
una concupiscencia de tu vida? Alabado sea Dios por el dolor
de esta operacin de fe. Salomn dice: Fieles son las heridas
[817]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

del que ama; pero importunos los besos del que aborrece (Pr.
27:6). Las heridas de Dios curan, pero los besos del pecado son
mortales. Dice el refrn: El juego, el vino y las mujeres consu
men al hombre entre risas. Es verdad; el pecado mata al pe
cador entre risas, pero Dios salva al alma que sangra por las he
ridas hechas por la Palabra. Algrate si has podido librarte de
las concupiscencias seductoras que te mataran a besos y te en
tregaran a la ira de Dios. La sangre que l te hace derramar
ahora salvar tu alma para siempre.
No hay otra espada parecida en todo el mundo, que cure
cortando; ni otro brazo puede hacer lo mismo con ella que el
Espritu de Dios. Solo el Espritu es capaz de traspasar la con
ciencia, herir y cortar las pasiones pecaminosas tan fuertemen
te arraigadas, como Dios mismo. Pero no creas que hace esto
por todos los que leen la Biblia; aqu debes alabar su dulce mi
sericordia para contigo. Haba muchas viudas en Israel cuando
Dios envi a su Profeta a la mujer de Sarepta. Por qu enton
ces fue a morar con ella? No ha habido nunca sentado a tu la
do en la iglesia un borracho o un mentiroso, en el instante en
que Dios ha armado su Palabra para derribarte a ti y traspasar
tu corazn con la conviccin de pecado? Clama con gratitud
por su gran misericordia: Seor, por qu te has revelado a
m?.

La importancia de estudiar la Palabra de Dios


Dios ha legado un solo libro a la Iglesia, y nos negaremos a es
tudiarlo? Hay un inmenso tesoro en una mina cercana, pero a
menudo permanecemos pobres por no ponernos la ropa de tra
bajo y cavar. El xido de nuestro oro y nuestra plata, que ga
namos con mucho mayor esfuerzo, se levantar en el Juicio pa
ra decirnos: Hiciste horas extraordinarias por dinero que se
consumi, pero paseaste por el campo de la Palabra, donde se
encontraba un tesoro incorruptible, y fuiste demasiado perezo
so para hacer nada al respecto.
Qu fue del hambre de los creyentes por estudiar la Escri
tura? Antiguamente lo daban todo, aun la sangre de sus venas,
por comprar algunas pginas de ella. O eran unos necios por
[818]

La espada del cristiano

pagar tanto por esta sabidura, o ms lo eres t por rechazar


aquello que tan fcilmente puedes obtener. Pero para que no
creas que te quiero persuadir a que consideres hacer un traba
jo que es opcional, has de comprender la doble necesidad in
dispensable que tenemos de conocer la Palabra: el mandamien
to y el medio.

1. El mandamiento
Escudriad las Escrituras (Jn. 5:39). Este mandamiento no
puede ser ms claro. Pero aunque Dios no hubiera expresado
tan claramente este deber, el hecho de tener su Palabra por es
crito nos comunica su propsito. La ratificacin de una ley bas
ta para obligar a los ciudadanos a obedecerla. De nada sirve
alegar la ignorancia, ya que la promulgacin de dicha ley con
lleva la obligacin de enterarnos de su significado y aplicacin.
Cristo condena la ignorancia de los hombres, puesto que l
mismo ha suministrado el conocimiento: Y esta es la conde
nacin: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron ms
las tinieblas que la luz (Jn. 3:19). Muchos huyen de la luz por
que no quieren andar en ella. Si la ignorancia de la Palabra se
condena all donde hay luz, ciertamente Dios nos manda que
abramos los ojos para recibir la sabidura que aquella derrama;
porque antes de que pueda fallarse sentencia condenatoria ha
de transgredirse la ley. Ya que vives donde se predica este evan
gelio, sers juzgado por l, lo conozcas o no.
A los judos se les entreg la Palabra: Les ha sido confiada
la palabra de Dios (Ro. 3:2). Esta Palabra les fue dada a ellos,
y ahora a nosotros, como el padre moribundo le entrega su tes
tamento a su hijo, no para que lo tire, sino para que lo estudie
y haga todo lo que manda.
A la Palabra de Dios se la llama la fe que ha sido una vez
dada a los santos (Jud. 3). Fue entregada para su estudio y
cuidado. De haber nosotros vivido durante la vida fsica de
Cristo, si l nos hubiera dejado una ltima tarea especial, no
lo abandonaramos todo por cumplir la ltima voluntad de
nuestro Salvador? Por l guardamos y transmitimos esta fe de
generacin en generacin, mientras dure el mundo.

[819]

El cristiano con toda la armadura de Dios

2. Los medios
La Palabra contiene toda la sabidura de Dios para llevar a los
pecadores a la vida eterna. Pero si te niegas a escudriar la Es
critura sentado a los pies del Espritu, que utiliza este nico
libro para preparar a sus discpulos para el Cielo, dnde en
contrars otro Maestro que tenga palabras de vida eterna?
Dios nos lleva a su presencia por medio de la Palabra. En
otros viajes podramos desviarnos un poco, llegando al final
a nuestro destino; pero no hay otro camino a Dios sino por
su Palabra. Y cmo tomaremos ese camino si no lo conoce
mos? Aunque fracases en todo lo dems, estudia la Biblia. A
fin de cuentas, qu es lo ms importante? Puedes leer mu
chos libros de filosofa sin encontrar por ello a Dios. l ha
permitido que esos sabios en su propia opinin creen su pro
pia religin para poderlos desmentir; quiere que todo el mun
do aprenda esta leccin en otra escuela: el ministerio del
evangelio, que solo viene por el or y poner en prctica la Pa
labra. Pues ya que en la sabidura de Dios, el mundo no co
noci a Dios mediante la sabidura, agrad a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicacin (1 Co. 1:21).
Quieres llegar al conocimiento verdadero del pecado? So
lo la Palabra disecciona el cuerpo entero del pecado, dndo
nos una perfecta leccin de anatoma acerca de sus secretos.
Descubre las lceras que hay en nuestros corazones perversos,
las cuales dan muerte a miles de personas que, por ignorancia
de la Palabra, nunca llegan a conocer su enfermedad. Si la
concupiscencia no se manifiesta en llagas abiertas, los filso
fos declararn que la persona est sana: la dolencia del cora
zn, aunque sea una enfermedad antigua, nunca fue diagnos
ticada ni tratada debidamente sino por el Libro sagrado. La
Escritura, adems de diagnosticar el pecado, nos dice cmo
nos contagiamos en un principio: por Adn. Qu gran pen
sador mundano admitira esta genealoga? Sin la Escritura, el
brillante y pattico erudito caer al final en el abismo del pe
cado sin saber quin lo lanz all.
Quieres salir de este abismo? Tu propia cuerda es dema
siado corta y dbil para sacarte. A menos que te aferres a la
cuerda de amor que Dios te tiende, no hay salida del mismo.
[820]

La espada del cristiano


Tienes delante la vida y la muerte, escoge t. Pero quiero avi
sarte de que si ests decidido a rechazar al Todopoderoso y
lanzarte a la eternidad sin su Palabra para guiarte, has de pre
pararte para encallar en el Infierno. Disponte a endurecer tu
corazn, si es que puedes, contra las llamas eternas encendi
das para los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evan
gelio de nuestro Seor Jesucristo (2 Ts. 1:8). Sabrs para te
rror tuyo que, a pesar de tu ignorancia elegida y profesa, un
buen da comprenders la Palabra perfectamente, y esta com
prensin solo avivar el fuego del tormento.
El Infierno sale a tu encuentro cuando te diriges all. Sus
prisioneros te rodearn con reproche burln: Somos paga
nos, pero no tenemos motivo para culpar a Dios por este cas
tigo, aunque nunca omos el evangelio. Nos condenamos so
los, rebelndonos contra todo rayo de luz enviado por Dios.
Pero t rechazaste la Palabra de Dios, y tuviste que que
brantar todas sus promesas para llegar hasta aqu!.

Dios puede interpretar su Palabra


Nadie puede llegar a conocer la Palabra de Dios si su Espri
tu no le abre la puerta. Aunque fueras un genio, seras tan cie
go como los de Sodoma, que tanteaban la puerta de Lot sin
poder hallar el camino al conocimiento salvador. Aquel que
lleva la llave equivocada est tan lejos de entrar en la casa co
mo el que no la lleva, o an ms. Por lo menos el que no tie
ne llave puede llamar al que est dentro, mientras que el otro
confa en una llave falsa. Los fariseos tenan abundante co
nocimiento intelectual, pero tropezaron en toda la verdad de
Cristo enseada por Moiss y los profetas.
Muchos de los que estos fariseos consideraban ignorantes,
empezaron a ver al Mesas. No te llames a engao, nadie es
demasiado inteligente para que Dios lo ciegue; por otra par
te, no hay ciego tan ignorante a quien su Espritu no pueda
abrirle los ojos. Dios se mova sobre las aguas en la creacin,
y transform una masa informe en la belleza que ahora dis
frutamos; y este mismo poder puede moverse sobre tu alma
oscurecida e iluminarla para que le contemples: La exposi[

821]

El cristiano con toda la armadura de Dios

cin de tus palabras alumbra; hace entender a los simples


(Sal. 119:130).
En cuanto entras en la escuela del Espritu, empiezas a ha
cer progresos. Luego, l nos manda alentar a aquellos que sue
len desanimarse solos: Fortaleced las manos cansadas, afir
mad las rodillas endebles (Is. 35:3). Por qu? Porque...
Los ojos de los ciegos sern abiertos, y los odos de los sordos
se abrirn [...]. Y habr all calzada y camino, y ser llamado
Camino de Santidad; no pasar inmundo por l, sino que l
mismo estar con ellos; el que anduviere en este camino, por
torpe que sea, no se extraviar (vv. 5,8).
Mientras ms consciente seas de tu debilidad, ms apto se
rs para que el Espritu te moldee segn Cristo; porque un es
tudiante soberbio y un maestro humilde nunca estarn de
acuerdo: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humil
des (1 P. 5:5). l no se complace en el arrogante, antes bien
tiene paciencia con el humilde y diligente. Recuerda que Jess
nunca se impacient con sus discpulos, sino que les repiti la
misma leccin una y otra vez, hasta que por fin dijeron: He
aqu ahora hablas claramente (Jn. 16:29).

III. CMO UTILIZAR LA ESPADA


DE LA PALABRA
Estars pensando: Nos has explicado la importancia de esta
arma para defender al cristiano en la lucha contra los enemigos
de Dios, pero no te detengas ah: de qu nos sirve la espada
envainada, la Biblia en la mano o en la boca, si no sabemos uti
lizarla?. Te mostrar cmo has de tratar a los distintos enemi
gos que seguramente te confrontarn.

Cmo utilizar la espada contra los perseguidores


El cristiano no tiene por qu rendirse ante el sanguinario es
tandarte del enemigo cuando este respira venganza y lanza ata
ques violentos contra el redil de Cristo. No hay que dejarle que
[

822]

La espada del cristiano


pisotee nuestra gloria, contaminando nuestra conciencia y ha
ciendo que renunciemos a nuestra fe por exigencia suya; pero
as como esta decisin no siempre es fcil, tampoco es autom
tica. Abarca tres aspectos distintos de la voluntad del cristia
no...

1. Adopta una postura respecto de los principios


y las prcticas que ensea la Biblia
Es importante que sepas que el cristianismo no es un camino de
rosas. Aun el ms valiente pierde el coraje cuando lucha en la
niebla sin poder distinguir entre amigos y enemigos. Pero es
an ms urgente que el cristiano sepa por qu principios sufre.
Primero, debes hacer caso omiso de las acusaciones que el
perseguidor esgrime contra ti: no son ms que la fachada de sus
motivos ms ntimos para destruir tu paz. Siempre ha sido y se
r la estrategia de Satans desfigurar las hermosas verdades por
las cuales los cristianos son perseguidos, para poder maquillar
las de dura justicia haciendo creer al mundo que los hijos de
Dios sufren por haber hecho el mal.
No podrs soportar estas acusaciones si no ests plenamen
te persuadido en tu propia conciencia de que sufres por causa
de la justicia. Lo que digan o piensen los dems no importa. Un
reproche de tus propios pensamientos hiere mucho ms que to
das las reprensiones del resto del mundo juntas. El evangelio
lleg a los tesalonicenses en plena certidumbre; solo as po
dan recibirlo con gozo, aunque fuera acompaado de aflic
cin y persecuciones (1 Ts. 1:5-6).

2. Que las Escrituras te enseen ms temor


de Dios y menos temor al hombre
A cualquier hombre le aterroriza caer en las manos que ms te
me; pero si Dios ha logrado la supremaca sobre tu miedo, pre
ferirs lanzarte al fuego ms ardiente de tu perseguidor antes que
convertirte en enemigo suyo: Prncipes me han perseguido sin
causa, pero mi corazn tuvo temor de tus palabras (Sal.
119:161).
David pes la ira humana y encontr ms pesada la mano de
Dios. La Palabra revela tan claramente la debilidad de la amena[

823]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

za de la ira humana comparada con el poder de Dios, que el cre


yente ya no teme lo peor que le pueda hacer el hombre: Dejaos
del hombre, cuyo aliento est en su nariz; porque de qu es l
estimado? (Is. 2:22). Y no temis a los que matan el cuerpo,
mas el alma no pueden matar; temed ms bien a aquel que pue
de destruir el alma y el cuerpo en el infierno (Mt. 10:28).
Los nios temen a los monstruos imaginarios que no pueden
hacerles dao; sin embargo, juegan con el fuego que es capaz de
quemarlos. Resulta igualmente inmaduro asustarse de las ame
nazas de un enemigo que solo ostenta el poder que le otorgamos
nosotros mismos, a la vez que jugamos con el verdadero fuego
infernal al cual Dios puede consignarnos para siempre. Qu hi
zo Juan Hus cuando sus enemigos le pusieron el capirote? No
pudieron quitarle el yelmo de la esperanza que llevaba debajo.
Se acerc este mrtir ms al Infierno porque sus perseguidores
lo condenaran? No ms de lo que se aproximaron al Cielo algu
nos de su propia compaa por figurar como santos en el calen
dario papal.
Melanchton dijo que Lutero y otros siervos fieles estaban do
blemente malditos por llevar la maldicin del Papa, pero qu di
ce el Salmista? Maldigan ellos, pero bendice t (Sal. 109:28).
Si tienes la buena Palabra de Dios, no hay por qu temer las ma
ledicencias del mundo: un perro ladra toda la noche, pero la lu
na nunca vara de color por ello. El cristiano no debe cambiar su
semblante por los abusos de sus enemigos.

3. Entrega tus concupiscencias a la espada del Espritu


El que no soporta que la espada del Espritu mortifique sus ma
las pasiones, no estar libre de su propia carne para la causa de
Cristo cuando llegue la persecucin. Puedes estar dispuesto a
dar tu vida por Cristo, teniendo alojado al mismo tiempo en tu
corazn a un enemigo que intenta quitarle a l la vida constan
temente?
Los perseguidores tientan tanto como torturan: prometen ho
nor al igual que amenazan con dolor y fuego. Si tu amor por el
mundo an no ha sido destronado, es fcil predecir la decisin
que tomars ante la persecucin: te abrazars al mundo presen
te, dejando a Cristo fuera de tu aposento.
[824]

La espada del cristiano


Pero es enteramente posible morir por Cristo sin ser su mr
tir. Aunque entregaras tu cuerpo a la hoguera, si albergas una
concupiscencia, habrs ofrecido un sacrificio impuro. El nico
verdadero mrtir cristiano padece por Cristo como l mismo
padeci:
Mas si haciendo lo bueno sufrs, y lo soportis, esto cierta
mente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis lla
mados; porque tambin Cristo padeci por nosotros, dejndo
nos ejemplo, para que sigis sus pisadas [...]; quien cuando le
maldecan, no responda con maldicin; cuando padeca, no
amenazaba (2 P. 2:20-21,23).
Es difcil mantener el espritu sereno en el fuego, libre de ira
y de venganza contra los que sin misericordia han abierto la
puerta del horno. Pero a causa de la gracia, el que puede man
tener la calma en esta situacin se convierte en un vencedor
glorioso. La carne y la sangre incitaran a un hombre corriente
a pedir que cayera fuego del cielo sobre sus enemigos, en lugar
de misericordia y perdn.
El que perdona gana la batalla; porque los golpes del ene
migo solo duelen en la carne, pero las heridas del amor atra
viesan el alma y la conciencia. Sal confes que David, a quien
haba perseguido tanto, era mejor hombre que l: Ms justo
eres t que yo (1 S. 24:17).
Cuando dos opuestos compiten, el ganador es aquel que
conserva su naturaleza y transforma al otro a su semejanza. El
fuego, por ejemplo, transmite su calor al agua y obliga al lqui
do a ceder al mismo. Cuando el que padece ama a su enemigo,
su perdn tal vez no cambie el odio de este en amor, pero s vol
ver su conciencia en contra de s mismo y le obligar a justifi
car a aquel a quien ha perseguido injustamente.

4. Fortalece tu fe en las promesas divinas


en cuanto a la persecucin
La fe es la victoria del cristiano sobre el mundo. Cuando Sal
expuls a David de la corte a una cueva, la fe del Salmista
triunf y este cant tan gratamente como un sabanero: Pron[825]

El cristiano con toda la armadura de D ios


to est mi corazn, oh Dios, mi corazn est dispuesto; canta
r, y trovar salmos (Sal. 57:7). Aparentemente, Sal haba
ganado, pero su corazn no poda cantar como el de David.
Mil temores lo opriman; mientras que David viva libre de te
mor aunque sus enemigos buscaran su vida.
La fe en la promesa, como el aceite de la viuda, no sola
mente cancela la deuda con las preocupaciones mundanas, si
no que da mucho motivo para el gozo. Aun as, no pasemos
por alto los pesares que intentan robarnos este gozo en el su
frimiento.

Promesas bblicas para las penas del cristiano


1. Los problemas personales
Las promesas de Dios son muchas, adecuadas exactamente a
cada problema personal en particular, pero hace falta un estu
dio diligente para reunirlas todas. Dios ha esparcido estas pro
mesas por toda su Palabra, en lugar de ponerlas todas juntas,
para que tengamos rebuscar cada rincn de la Biblia y nos re
gocijemos cuando las encontramos!
No te engae la paz presente de los cristianos. No sabemos
cundo se puede presentar una gran persecucin de la Iglesia.
A veces el invierno llega temprano, y a quin le supone mayor
problema? Seguramente a aquel que recibi la Palabra en la
prosperidad sin hacer provisiones para el mal tiempo.
Qu temes? La prisin o la tortura? Consulate. Si eres de
masiado dbil para soportarlas nunca sers llamado a este ca
mino. La garanta escrita de Dios dice: Fiel es Dios, que no os
dejar ser tentados ms de lo que podis resistir (1 Co. 10:13).
Cuando el pueblo de Dios abandon Egipto, l los llev por
el camino ms largo. Por qu? A causa de su debilidad! Por
que dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea
la guerra, y se vuelva a Egipto (Ex. 13:17). Saba que no esta
ban listos para la guerra, y no se la permiti hasta que tuvieron
fuerzas para soportarla.
Por otra parte, si Dios te llama a pruebas duras, su prome
sa te absuelve de toda responsabilidad:

[826]

La espada del cristiano

Mas cuando os entreguen, no os preocupis por cmo o qu


hablaris; porque en aquella hora os ser dado lo que habis de
hablar. Porque no sois vosotros los que hablis, sino el Espri
tu de vuestro Padre que habla en vosotros (Mt. 10:19-20).
No hay boca que Dios no pueda hacer elocuente, ni espalda
tan dbil que no la pueda reforzar. l ha prometido acompa
arte adonde te obliguen a ir tus enemigos: ni fuego ni tor
menta te podrn apartar del Padre. Estas promesas forman una
almohada tan suave para los creyentes que muchos han experi
mentado un descanso milagroso an siendo cruelmente maltra
tados por sus enemigos. Un cristiano perseguido fech una car
ta desde el jardn delicioso de su prisin; otro firm como
tu tierno amigo, que alegremente se encamina hacia el Cielo.
Gente as, lejos de compadecerse por sus sufrimientos, ha indi
cado principalmente su contrariedad por no poder expresar
mayor gratitud. De dnde proceden esta fuerza y este gozo so
brenaturales? El Espritu Santo les ha aplicado las promesas de
Dios en su necesidad!

2. Aflicciones de los creyentes por la causa de Cristo


El arca puede tambalearse, pero no caer; la nave de la Iglesia
puede sacudirse, pero no se hundir, porque Cristo va a bordo
y l despertar a tiempo para salvarla. Por tanto, no hay que
despertarlo con gritos de incredulidad cuando la tempestad
azota a la Iglesia. En tales momentos nuestra fe peligra ms que
Cristo y su Iglesia. Las promesas de Dios los mantienen a sal
vo de hombres y demonios.
Nuestra fuente de seguridad es el evangelio eterno (Ap.
14:6). El cielo y la tierra pasarn, pero ni una palabra de este
evangelio ser cancelada: Mas la palabra del Seor permane
ce para siempre (1 P. 1:25). El evangelio vivir para hollar las
tumbas de todos sus enemigos y asistir al funeral del mundo en
tero, cuando en el gran da del Seor sea enterrado en sus pro
pias ruinas. La Iglesia est fundada sobre la roca, y las puer
tas del Hades no prevalecern contra ella (Mt. 16:18). La han
lanzado muchas veces al mar bravio sin lograr ahogarla, y al
fuego sin que se consumiera; a veces se la ha tragado la razn,
[827]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

pero, como con Jons en el vientre del pez, la ha vuelto a vo


mitar por ser demasiado pesada para la digestin del ms vi
goroso perseguidor.
La fe en este evangelio ha apoyado con gozo a mrtires ca
mino de la tumba, aun ensangrentados, porque saban que fi
nalmente la Iglesia obtendr la victoria. Dejaron atrs a otros
para luchar por ella en la tierra, mientras ellos abandonaban la
batalla por el triunfo en el Cielo.
Algunos de estos mrtires profetizaron que las verdades que
sus enemigos pretendan enterrar con ellos se veran gloriosa
mente resucitadas. Juan Hus se consolaba, y confunda a sus
perseguidores, diciendo que aunque quemaran al ganso [l
mismo], vendra un cisne para llenar el aire con un dulce cn
tico de liberacin. Lutero cumpli luego esta profeca, plantan
do la verdad de la gracia divina en todas partes.
Otro alemn, Hiltenius, soport mltiples miserias en una
crcel hedionda hasta que finalmente muri por frotar dema
siado fuerte las llagas de los monjes. Antes de acabar su vida
terrenal, nombr el ao exacto (1516) en que otro dirigente
destruira el reino de sus perseguidores. Adems, profetiz que
no podran resistir su poder ni encadenarlo. Esta profeca tam
bin la cumpli Lutero, que siempre se escapaba de las manos
de sus enemigos, a pesar de que estos buscaran su muerte.

Cmo utilizar la espada contra los herejes


Ya que es mucho ms peligroso perder la verdad de Dios que la
vida, los herejes o seductores son mucho ms temibles que los
perseguidores. Es muchsimo peor que Dios condene nuestra
alma que el hombre mate nuestro cuerpo. Si los mrtires hu
bieran temido a la muerte ms que a la hereja, nunca podran
haber entrado de buen grado en el fuego.
La espada del Espritu en la mano de otro no te defender a
ti. Para que puedas empuarla con victoria contra este peligro
so enemigo, primero debes entregarte enteramente a la direc
cin del Espritu en la Palabra de Dios. La manifestacin ex
terna de la Palabra no es ms que una concha; el significado es
la perla que hay que buscar hasta encontrarla: El que tiene o[828J

La espada del cristiano

do, oiga lo que el Espritu dice a las iglesias (Ap. 2:7). Aqu
Dios da un mandamiento, no hace una sugerencia. Hay que es
cuchar lo que dice el Espritu en la Palabra al leerla u orla, por
que aquel que tenga odo para el Espritu no escuchar al se
ductor.
A fin de buscar y encontrar mejor el significado de la Pala
bra, mira a travs de las seis ventanas siguientes...

1. No acudas a la Palabra con corazn impuro


La nica manera de conocer la mente de Dios en su Palabra es
por revelacin del Espritu. Pero el Dios Santo no tomar tu
mano si est sucia para llevarte a la comprensin: Ninguno de
los impos entender (Dn. 12:10). El ngel que meti a las hi
jas de Lot en la casa, ceg a los sodomitas para que tantearan
la puerta sin encontrarla; as son los que acuden a la Palabra
con corazn impuro. Los impos tienen la Palabra de Dios, pe
ro solo los santificados poseen la mente de Cristo (1 Co.
2:16).
Pablo persuade a los creyentes con estas palabras:
No os conformis a este siglo, sino transformaos por medio de
la renovacin de vuestro entendimiento, para que comprobis
cul sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro.
12: 2) .

Si invitamos a la verdad, hay que prepararle morada en un


corazn santificado. Cuando David clam por entendimiento,
se bas en su deseo de santidad: Ensame, oh Jehov, el ca
mino de tus estatutos, y lo guardar hasta el fin. Dame enten
dimiento, y guardar tu ley, y la cumplir de todo corazn
(Sal. 119:33-34).

2. No midas las verdades bblicas


por tu propio razonamiento
La Palabra nos revela cosas que ojo nunca vio ni odo oy, las
cuales estn muy por encima de la razn: Ni han subido en
corazn de hombre (1 Co. 2:9). De hecho, todas las verdades
del evangelio hablan en una lengua desconocida para la razn;
[829]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

esta no sacar provecho alguno si no tiene a la fe como intr


prete.
La Palabra es como el mar Rojo: los israelitas cruzaron a
salvo, pero los egipcios se ahogaron, porque les faltaba la di
reccin de la fe. El humilde creyente pasa por los profundos
misterios de la Palabra sin caer en errores peligrosos; pero los
soberbios que dejan la fe y toman a la razn como piloto, se
ahogan en terribles errores.
El ms peligroso de todos los errores engendrados a partir
de la Palabra ha salido de ese vientre: fue el razonamiento de
los saduceos que negaban la resurreccin de los muertos, ya
que les pareca imposible que el cuerpo, una vez convertido en
polvo, volviera a la vida. Y puesto que su intelecto se rea de
esta verdad, el Salvador pronunci contra ellos una acusacin
grave: Erris, ignorando las Escrituras y el poder de Dios
(Mt. 22:29).

3. No juzgues de antemano las enseanzas de la Palabra


Muchas personas leen la Escritura, no para informarse, sino
para confirmar sus propias ideas. Seleccionan algunas opinio
nes porque les agradan, y luego intentan hacer cuadrar la Pala
bra con ellas. Los judos adoptaron el culto a los dolos prime
ro, y luego pidieron el consejo de Dios. Cuando la gente se nie
ga a ver la verdad que tiene delante, Dios la entrega a un cora
zn perverso: Yo Jehov responder al que viniere conforme a
la multitud de sus dolos, para tomar a la casa de Israel por el
corazn (Ez. 14:4-5). Los necios son presa desesperada de su
propio corazn, atrapados en el error que ha urdido su propia
mente.

4. Pide a Dios que te revele los misterios de las Escrituras


Hay un Dios en el Cielo que revela los secretos de su Palabra
en el trono de la gracia. El ngel le dijo a Daniel: Desde el pri
mer da que dispusiste tu corazn a entender y a humillarte en
la presencia de tu Dios, fueron odas tus palabras; y a causa de
tus palabras yo he venido (Dn. 10:12). El mensajero celestial
vino para abrirle ms plenamente las Escrituras. Aquel hombre
piadoso haba aprendido algo por el estudio de la Palabra, y
[830]

La espada del cristiano

por ello or, y su oracin hizo venir al ngel para darle ms luz.
Orar en lugar de obcecarse trae la comprensin de la Palabra.
Pero cuando venga el Espritu de verdad, l os guiar a to
da la verdad (Jn.16:13). El Espritu es fruto de la intercesin
de Cristo: Y yo rogar al Padre, y os dar otro Consolador
(Jn. 14:16). Hay que unir nuestra oracin a su intercesin;
mientras Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, ofrece el incienso
en el Lugar Santsimo, nosotros debemos estar orando fuera.
Consideremos, entonces, cmo orar ms fervientemente para
que el Espritu nos gue a toda la verdad.
a) Experimenta el terror de las Escrituras
al condenar la falsa doctrina

Una faceta del plan maestro de Satans es reducir drsticamen


te el precio del error en la mente de los hombres. Muchos pien
san que no tendrn que pagar tanto por un error de juicio co
mo por un pecado activo. Hasta se cree que cualquier religin
basta para salvarse; estas personas se vuelven negligentes y pa
sivas al tratar con la conviccin de pecado.
Los pecados que algunos creen que nunca tendrn que pa
gar, siempre son populares. Ay de los tenderos de Satans, que
tientan al pecado ponindole precios ms bajos que los marca
dos en la Palabra de Dios! Una vez apaciguado el temor al pe
cado en la conciencia, la gente salta sobre l como las ranas del
cuento, que saltaron sobre el cocodrilo pensando que era un
tronco, por estar tan quieto en el agua. El temor hace el cuer
po ms susceptible a la infeccin, pero un temor santo de Dios
protege el alma de la infeccin ms grave del pecado.
Ahora que conoces el peligro de beber el veneno de la doc
trina falsa, reflexiona sobre algunos versculos que muestran su
naturaleza maligna. Glatas 5:19-20 llama la hereja obra de
la carne, un pecado que excluye del Cielo al que lo comete:
Los que practican tales cosas no heredarn el reino de Dios
(v. 21). 1 Timoteo 4:1 llama estas herejas doctrinas de demo
nios. De ser as, adonde te llevarn sino al Infierno?
Lo que se oponga a los principios fundamentales del evange
lio est fuera del amor y del favor de Dios. De hecho, aquel que
no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios (2 Jn.
[831]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

9). Si esta fuera la nica cita en contra de la hereja, bastara pa


ra atravesar el lomo del hereje y hacer temblar las rodillas de to
do seductor.
Habr entre vosotros falsos maestros, que introducirn encu
biertamente herejas destructoras, y aun negarn al Seor que
los rescat, atrayendo sobre s mismos destruccin repentina (2
P. 2:1).

Si alguien quiere abrirse camino al Infierno y llegar all antes


que nadie, solo tiene que desplegar sus velas al viento de una
doctrina hertica. Su viaje al Infierno ser breve y seguro, una
destruccin repentina.
Dios ha dejado tres ejemplos temibles en su Palabra como
aval y patrn de su venganza divina sobre esta clase de peca
dor: al expulsar a los ngeles apstatas del Cielo; en el diluvio;
y en la destruccin de Sodoma y Gomorra por el fuego que ca
y del cielo. Pero la Palabra no solo avisa y condena al hereje;
tambin alienta al cristiano que intenta andar en la pureza de
la verdad.
b) Fortalece tu fe en las Escrituras, que nos aseguran que no
se permitir que ningn creyente ntegro caiga en el error
fatal

Cristo como Profeta, Rey y Sumo Sacerdote nos preserva tanto


de los principios que son dignos de condenacin como de las
prcticas que merecen igual suerte. De nada nos servira prote
gernos de un enemigo, si el hacerlo nos dejara a merced de otro.
Cristo ha garantizado la seguridad total de sus amados.
Salomn dice: Fosa profunda es la boca de la mujer extra
a; aquel contra el cual Jehov estuviere airado caer en ella
(Pr. 22:14). As es la boca del seductor que viene con extraas
doctrinas y opiniones carnales. Si la examinamos, veremos que
esta fosa es una trampa diablica tendida para el creyente, por
que engaarn, si fuere posible, aun a los escogidos (Mt.
24:24). Su mayor ambicin es contaminar a los hijos que Dios
ha lavado en la sangre de Jesucristo.
Dios piensa castigar a los hipcritas y falsos maestros que
1832]

La espada del cristiano

nunca abrazarn a Cristo ni su verdad. Los deja en la fosa, pre


sos de las doctrinas corruptas:
No recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto
Dios les enva un poder engaoso, para que crean la mentira, a
fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la ver
dad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Ts. 2:10-12).
Como ciervos que corren por el campo abierto, estos hom
bres reciben balazos, pero aquellos que estn dentro de la valla
estn a salvo. El patio de afuera se dej para ser hollado por los
gentiles, y aunque Dios entrega a los hipcritas para que sean
engaados por los falsos maestros, consuela a los elegidos. El
mismo decreto que les design para la salvacin, provey que
abrazaran la verdad:
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a
vosotros, hermanos amados por el Seor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvacin, mediante la santifi
cacin por el Espritu y la fe en la verdad (2 Ts. 2:13).
Si Dios ha decidido reinar en nuestra mente con el poder de
su verdad, y tomar nuestro corazn con la suficiencia de su gra
cia santificadora, tambin impedir que ambos caigan en manos
de Satans.
Reclama, por tanto, sus promesas para tu preservacin. Lle
vadas por la fe al trono de la gracia, sern tu mejor antdoto
contra la infeccin de las tentaciones diablicas. No temas ja
ms correr demasiado, cuando la promesa te manda ir y pros
perar. La gracia es tuya antes de pedirla: Dios solo quiere que la
reclames en oracin. l ha escrito dulces promesas para fortale
cer tu fidelidad y tu fervor en la oracin:
Mas al extrao no seguirn, sino huirn de l, porque no cono
cen la voz de los extraos (Jn. 10:5).
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las pue
de arrebatar de la mano de mi Padre (v. 29).
[833]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para


que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados
(1 Co. 11:19).
Para que seis [...] hijos de Dios sin mancha en medio de una
generacin maligna y perversa, en medio de la cual resplande
cis como luminares en el mundo (Fil. 2:15).
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hu
biesen sido de nosotros, habran permanecido con nosotros;
pero salieron para que se manifestase que no todos son de no
sotros (1 Jn. 2:19).

5. Coteja versculo con versculo


Las doctrinas falsas, como testigos falsos, no concuerdan entre
s. Se las podra llamar Legin, pues son muchas. La verdad es
ntegra, y un versculo armoniza suavemente con otro. Aunque
Dios utiliz a muchos hombres para transcribir su sagrada Pala
bra, se asegur de que todos dieran una misma voz: Como ha
bl por boca de sus santos profetas que fueron desde el princi
pio (Lc. 1:70). Entonces, la mejor manera de conocer el prop
sito de Dios en un pasaje particular es comparndolo con otro.
El tallador de joyas emplea un diamante para labrar el otro. Co
mo los vasos de cristal colocados uno al lado de otro, cada tex
to de la Escritura arroja una luz particular sobre los dems.
Al comparar un texto con otro, asegrate de interpretar el
ms oscuro por el ms claro, y no al revs. El error se refugia en
los lugares sombros: Hay algunas [cosas] difciles de entender,
las cuales los indoctos e inconstantes tuercen (2 P. 3:16). No re
sulta sorprendente que alguien tropiece en la sombra, estando de
espaldas a la luz de pasajes ms claros que ofrecen guiarle.
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica
el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y
el maligno no le toca (1 Jn. 5:18). Algunos salen corriendo con
este texto y razonan que pueden reivindicar la perfeccin y la li
beracin total del pecado en esta vida; pero hay multitud de ver
sculos claros como 1 Juan 1:8 que testifican contra tal con
clusin: Si decimos que no tenemos pecado, nos engaamos a
[834]

La espada del cristiano

nosotros mismos, y la verdad no est en nosotros. Hay que


comprender que, en un sentido limitado, el que es nacido de
Dios, no peca; es decir, no cae definitivamente en el pecado, co
mo el hombre carnal. Observa otro ejemplo ms: El maligno no
le toca (1 Jn. 5:18). Esto significa que Satans no puede tras
fundir al cristiano su naturaleza, como el fuego al tocar la ma
dera o el hierro los cambia y absorbe en su propia naturaleza.
Bendito sea Dios, que ha optado por domar nuestra soberbia
con algunos pasajes difciles en la Palabra; pero las verdades ne
cesarias para la salvacin son fciles de comprender, aun para el
menos capacitado. Hay suficiente en los pasajes sencillos de las
Escrituras para impedir que los dbiles mueran de hambre, y en
los oscuros para exaltarlas por encima del desprecio del ms
fuerte.

6. Consulta con autoridades fieles dentro de la iglesia


Aunque no hemos de depositar nuestra fe en el pastor, lo cierto
es que de su boca el pueblo buscar la ley; porque mensajero es
de Jehov de los ejrcitos (Mal. 2:7). Dios gua a sus hijos para
su seguridad, a fin de que no caigan en manos de falsos maestros,
diciendo: Ve, sigue las huellas del rebao, y apacienta [...] jun
to a las cabaas de los pastores (Cnt. 1:8).
La estrategia de Satans funciona demasiado bien: el aleja al
pastor para poder as atrapar a las ovejas. Cundo se ha respe
tado menos que hoy a los ministros del evangelio? El corazn del
pueblo es tan inestable que hace que corran tras los extraos que
corrompen a sus oyentes con doctrinas falsas, en lugar de seguir
a los siervos escogidos de Dios, que tendrn que rendirle cuen
tas.
Si realmente quieres protegerte del error, utiliza la espada de
la Palabra que tienes en la mano. Suplica que Dios derrame su
divina revelacin sobre el ministerio de tu pastor, y espera que l
lo haga. Si predica algo que te causa dudas, pregntale en priva
do. Si cumple con su cargo de fiel ministro del evangelio, agra
decer tu inters; pero ve para aprender de l y edificarlo, no pa
ra acosarlo ni derribarlo.
Nuestro Salvador estaba muy dispuesto a responder las pre
guntas de sus discpulos en cuanto a la doctrina que predicaba
[835]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

en pblico; a solas les abra las Escrituras ms plenamente.


Cuando venan con cuestiones de poco valor, los reprenda: Si
quiero que l quede hasta que yo venga, qu a ti? Sgueme t
(Jn. 21:22). No titube en cambiar el tema de una cuestin tri
vial y sealarle a Pedro un ministerio necesario.

Cmo emplear la espada contra las concupiscencias


El tercer enemigo en la batalla es el ejrcito de las pasiones pe
caminosas, capitaneado por Satans y enviado para cautivar
nuestro corazn. Si crees que tienes un alma que se puede per
der o salvar, cmo rechazas luchar contra esta maldita combi
nacin de demonios y concupiscencias? Los romanos lucharon
contra algunas naciones para obtener honor y gloria; pero con
tra Cartago lo hicieron para preservar la vida. En el combate
contra el pecado y Satans estn en juego tanto el honor como
la vida, convirtindolo en la ms noble de las guerras.
La guerra espiritual es noble por ser justa. Es verdad que la
mayora se une a las batallas polticas y militares sin saber por
qu, pero no hay duda acerca de la causa de la guerra santa
contra el nico enemigo de Dios que reclama el derecho de go
bernar su mundo. Por ello, Dios llama a toda la humanidad, al
gunos por la voz de la conciencia natural, otros por el clarn de
su Palabra, a unirse a l contra los fuertes (Jue. 5:23). Lo ha
ce, no porque necesite nuestra ayuda, sino porque prefiere re
compensar la obediencia a castigar la rebelin.
Esta noble guerra no solo es justa, sino tambin difcil. El to
zudo enemigo es fuerte y har todo lo posible para probarnos
hasta el lmite. Los cobardes nunca podrn vencerlo; el pecado
pierde terreno por centmetros, y no cede fcilmente.
La guerra espiritual contra las pasiones pecaminosas es una
batalla de por vida. Si tienes espritu aventurero, he aqu lo que
buscabas. Luchar con los hombres es un juego de nios en
comparacin con repeler a los demonios y concupiscencias:
Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se en
seorea de su espritu, que el que toma una ciudad (Pr. 16:32).
Es triste que algunos de los mejores soldados del mundo,
que arriesgaron su vida por la libertad, hayan muerto esclavos
[836]

La espada del cristiano

del pecado. Anbal disfrut de la victoria en sus expediciones al


extranjero, pero fue derrotado en su propio pas. Demasiados
hroes de contiendas en ultramar han sido pisoteados y derro
tados por sus propias corrupciones.
No temas la fuerza y el nmero de tus enemigos; mayor se
r la victoria. Tampoco te preocupes al ver a los emperadores
despojados de sus insignias y muertos encadenados por sus pa
siones: recuerda que solo el mundo incrdulo, sin armas espiri
tuales y abandonado por Dios, ser presa de Satans.
Tienes un Dios de tu parte que te da la espada consagrada
de su Palabra para tu defensa, y Satans ya ha sentido el filo de
ella: tiembla cada vez que la fe la desenvaina. El que cre este
monstruo proporciona la espada que lo conquista. Ahora quie
ro ensearte a vencer el enemigo con el uso eficaz de esta arma,
de cuatro maneras especficas.

1. Recoge ejemplos bblicos de la deformidad del pecado


Al juntar muchos ejemplos y pasajes bblicos podrs ver el ver
dadero retrato, trazado por una mano hbil, de esa dama fas
cinante cuya belleza Satans quiere hacerte abrazar. El ingenuo
peca porque cree que Satans le ofrece algo bueno, y lo acoge
como Jacob admiti en su lecho a una esposa antes de exami
nar su rostro. Por la maana se encontr con Lea en lugar de
con la bella Raquel. Cuando se despierta la conciencia del pe
cador ya es demasiado tarde. Con amarga desilusin se en
cuentra en el Infierno en lugar de en el Paraso. Cristiano, para
que no pierdas el Cielo, cntrate en la Palabra de Dios y reco
nocers al deforme pecado sin sus mscaras de engao.
a) El nacimiento del pecado

Quin es el padre del pecado? El Dios Santo lo repudia. El sol


producir tinieblas antes de que el Padre de la luz sea el autor
del pecado: Toda buena ddiva y todo don perfecto viene de
Dios (Stg. 1:17). Un padre terrenal ama a su hijo sin importar
le el aspecto que tenga; cunto ms nos amar nuestro Padre
Celestial! l miraba la creacin a cada paso y se complaca con
toda su obra: Era bueno en gran manera (Gn. 1:31).
La Palabra de Dios da su opinin acerca del pecado:
[837]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Seis cosas aborrece Jehov, y aun siete abomina su alma: los


ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de
sangre inocente, el corazn que maquina pensamientos ini
cuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que
habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos (Pr.
6:16-18).
Dios ha expresado tal odio hacia el pecado que su santsima
ley amenaza con terribles plagas y juicios contra todas las ma
nifestaciones del mismo.
Dios deja el pecado en la puerta del diablo, para que en
cuentre all a su padre: Vosotros sois de vuestro padre el dia
blo, y los deseos de vuestro padre queris hacer [...]. Cuando
habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de
mentira (Jn. 8:44). El pecado es un bastardo que llama padre
y madre a Satans. Satans engendr el pecado en el vientre de
su libre albedro, y en cuanto el pecado naci, lo dej para que
la humanidad lo alimentara. Qu lastima! Aunque Dios cre
al hombre para servirlo a l y disfrutar de su presencia, este op
ta por llevar en brazos al engendro del maligno.
b) Los nombres del pecado

Dios nunca ha cometido un error. Si algo es dulce, no lo llama


amargo; si es bueno, no lo llama malo. No esperes encontrar
miel en un tarro donde Dios ha escrito veneno. Digamos del
pecado lo que Abigail dijo de su marido; tal como lo llama la
Palabra, as es.
Pero Satans ensea al pecador a ocultar su pecado con apo
dos aceptables: la supersticin se llama devocin; la codicia,
economa; la soberbia, autoestima; la negligencia, liber
tad; las palabras necias, humor. Naturalmente los pecado
res se ven obligados a hacerlo: un bocadillo de carne de burro
les dara asco, de saber lo que contena. Los perseguidores an
tiguamente vestan a los cristianos con pieles de animales para
que las fieras los devoraran antes; y Satans aviva el apetito
con pecados guarnecidos de tentaciones deliciosas que la con
ciencia no puede reconocer ni rechazar fcilmente.
Ests dispuesto a dejarte engaar de esta manera? Tu ma[838]

La espada del cristiano

no se quemar igual si recoges una brasa del fuego aunque el


enemigo te prometa que no pasar nada. Escucha los nombres
que Dios le da al pecado: vmito de perros; veneno de serpien
te; peste de tumbas podridas; llaga, gangrena y plaga. Aunque
a los mismos horrores infernales les resulta difcil encontrar pa
ra l un nombre lo bastante repulsivo, la peor expresin de su
naturaleza podrida es su propio nombre: El pecado [...] so
bremanera pecaminoso (Ro. 7:13). Qu haremos con lo que
el gran Dios tanto aborrece y carga de nombres deshonrosos?
Hay que perseguirlo con la espada que l nos leg, hasta ejecu
tar la sentencia: destruccin total!
c) La naturaleza del pecado

La Palabra de Dios lo define as: El pecado es infraccin de la


ley (1 Jn. 3:4). Estas palabras bastan para hundir al alma pe
cadora en el Infierno por toda la eternidad, o para matar al
mismo pecado en el corazn del creyente, si este considera se
riamente tres verdades en cuanto a la naturaleza del pecado:
1. De quin es la ley que se transgrede? No se trata de la
ley de un prncipe menor que se venga apresuradamente de
cualquier transgresor que amenace su reputacin. El pecado es
deicida: Satans quiere destruir la vida misma de Dios con el
pecado. La gloria de Dios es una parte tan integral de su Ser,
que l no podra sobrevivir a su prdida. Por supuesto que la
vida y la gloria de Dios estn muy por encima del corto brazo
del pecador, pero esto no honra a este ltimo: su pecado apun
ta deliberadamente a deshonrar a Dios, aunque no pueda al
canzar su santo blanco con el proyectil.
2. Qu clase de ley es? No es ningn edicto cruel, escrito
con la sangre del pueblo, como las leyes de algunos dictadores.
La ley de Dios es buena, y los que la guardan encuentran la vi
da. No tiene fallos ni artculos innecesarios. Qu maldad ha
llaron en m vuestros padres, que se alejaron de m? (Jer. 2:5),
pregunta Dios. l se digna a razonar con los pecadores, pre
guntando por qu han abandonado su justicia; pero ellos no
tienen ms razn vlida que un toro apacentado en ricos pas
tos que rompe la valla y se escapa al desierto, o se va por ca
mino polvoriento donde solo le espera el hambre.
[839]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

3. Quin fomenta la transgresin? Cuando el peor enemi


go de un padre le da un arma al hijo rebelde y lo persuade a he
rir a su padre, se aade dolor a la herida. As haces t, cristia
no, cada vez que transgredes la ley de Dios. No tiemblas cuan
do l te muestra tu pecado y dice: Queridsimo hijo, este es el
enemigo que intenta quitarme la gloria y la vida. T, por mi
gracia, me lo debes todo y debes estar dispuesto a morir por
exaltar mi nombre. Cuando el amor de Dios arde en el cora
zn, podemos vomitar llamas al rostro del diablo que nos tien
ta a pecar contra Dios.
d) Las propiedades del pecado

Las tres caractersticas del pecado segn la Palabra de Dios es


que contamina, perturba y condena.
1. El pecado contamina. Se le llama contaminacin de car
ne y de espritu, porque daa lo uno y lo otro (2 Co. 7:1).
Todo el mundo yace bajo el poder del maligno (1 Jn. 5:19,
NVI), como el animal que se revuelca en la suciedad o el cad
ver que se pudre en su propio flujo. Se trata de una lepra que
contamina al hombre y la casa en que vive. Dios envi el Dilu
vio para que barriera de la faz de la tierra a la perversa gene
racin de No. Pero ya que este lazareto del mundo an no se
ha limpiado del todo, tiene reservada para l una purga com
pleta por fuego en el ltimo da.
Has pensado alguna vez en la hermosura del hombre antes
de que fuera estropeado por el pecado? Has pensado en la glo
ria de toda la creacin antes de que el pecado la contaminara
con sus efluvios venenosos? Este veneno ha difundido tanto su
mortandad por el cuerpo y el alma del hombre, filtrndose ha
cia toda la creacin visible, que esta nunca volver a su antigua
hermosura hasta que, como una pieza de metal abollado, sea
fundida y refinada en el fuego universal.
Se dice que el armio prefiere morir antes que ensuciar su
preciosa piel en la tierra. Y t, cristiano, volvers a revolcarte
en la cinaga del pecado despus de que Cristo ha derramado
su preciosa sangre para que el Espritu pudiera limpiarte? Ezequiel tema tanto comer pan contaminado, cocido con excre
mento humano, que clam: Ah, Seor Jehov! he aqu que mi
[840]

La espada del cristiano

alma no es inmunda (Ez. 4:14). Te resulta ms pura a ti, cris


tiano, la pasin inmunda despus de haberte sentado a la mesa
de Cristo y gustado su bondad y su pureza? Deberamos clamar
como el Profeta: Ah, Seor Jehov! No dejes que mi alma se
contamine con esta cosa abominable.
2. El pecado perturba. El pecado rompe la paz del alma y
del mundo entero; causa confusin y guerra adonde vaya. La
Palabra avisa de que un ejrcito de males acampa alrededor
del pecado y lo acompaa: Si no hicieres bien, el pecado es
t a la puerta (Gn. 4:7). Entonces, Dios firma la sentencia y
condena al pecador a la angustia de una conciencia atormen
tada.
Quin describir las convulsiones que sufre el alma peca
dora? No hay paz, dijo mi Dios, para los impos (Is. 57:21).
El clamor de los pecadores condenados prueba la turbacin in
herente a los pecados que ellos mismos escogen: Nada hay sa
no en mi carne, a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos, a
causa de mi pecado (Sal. 38:3); Grande es mi castigo para ser
soportado (Gn. 4:13). Tal vez Judas sea el ejemplo ms desta
cado de esto: no pudiendo soportar ms su culpa, huyendo de
ella, se ahorc, lanzndose al Infierno en un intento de apaci
guar el tormento de su pecado.
Igual que el pecado turba la paz interior del alma, tambin
trastorna la paz exterior del mundo. El pecado ha sido la cau
sa de tanta confusin: De dnde vienen las guerras y los plei
tos entre vosotros? No es de vuestras pasiones, las cuales com
baten en vuestros miembros? (Stg. 4:1). Dalila entreg a su
propio marido en manos del enemigo; Absaln intent quitar
le la vida a su padre... El pecado es la serpiente sutil que sepa
ra a amigos, familiares y aun la dulce comunin de los cristia
nos.
El pecado es tan incendiario que sus chispas mortales no so
lo vuelan de casa en casa, sino de nacin en nacin. Toda el
agua del mar no puede apagar las guerras encendidas entre un
reino y otro por el pecado, que hace que quienes viven en un
lado del mundo tengan sed de la sangre y los bienes de los que
viven en otro. La tierra es un circo lleno de luchas y muerte.
Acoges t a este husped en tu corazn?
[841 ]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

3. El pecado condena. Si se pudiera limitar el dao del peca


do a este mundo, ya sera bastante malo; no obstante, conside
rando nuestra corta estancia aqu, podramos consolarnos sa
biendo que pronto acabara. Pero que nos perturbe aqu y nos
condene al tormento eterno en la otra vida es demasiado! Apar
taos de m, malditos, al fuego eterno (Mt. 25:41). Estas palabras
deberan hacernos cuestionar seriamente que los deseos pecami
nosos valgan la pela a la luz de los enormes rditos de nuestra in
versin.
Los pecadores ya conocen lo mejor de sus placeres, pero no
por eso conocen lo peor de su castigo. Este es tan severo que pier
de fuerza al traducirse a nuestro lenguaje. Qu es el fuego y azu
fre que ahora vemos y tememos, comparado con aquel lago de
fuego? Poco ms que un fuego pintado en un cuadro comparado
con la lea de la chimenea! El fuego terrestre se puede encender
con una leve brisa, y apagarse con unas gotas de agua, pero el
soplo de Jehov, como torrente de azufre lo enciende [el Tofet]
(Is. 30:33). Dnde encontrar el hombre agua suficiente para
apagar el fuego de Dios?
Es sano respirar aire puro, pero inhalar el olor del lago de azu
fre tambin podra serlo a largo plazo. Si ms personas hubieran
avistado el Infierno estando an en la tierra, tal vez sus almas no
habran ardido al caer sus cuerpos en la tumba. Cristiano, anda a
la luz de las Escrituras, las cuales describen los sufrimientos de los
condenados en el Infierno. Esta es la casa del luto, y visitarla en
seria meditacin es una buena manera de tomarse la amonesta
cin a pecho. Por qu arriesgarse a ir all, cuando una mansin
celestial te espera a cambio de la fe y el arrepentimiento?

2. Encuentra respuestas bblicas al falso


razonamiento de Satans
El diablo exhibe astutamente el pecado bajo una falsa apariencia
de racionalidad, instando al alma a aceptar su mejor oferta.
Cuando el pecado se acerca con paso de gigante, no ser la ar
madura de Sal, sino las piedras lisas del arroyo (1 S. 17:40)
(esto es, no el razonamiento, sino los argumentos infalibles de las
Escrituras) lo que te proteger y te dar la victoria sobre tu ene
migo.
[842]

La espada del cristiano

Dnde encontraremos una respuesta para repeler el sofisti


cado engao de Satans? Solo si escogemos ser poderosos en
las Escrituras, como Apolos, podremos taparle la boca al dia
blo y parar sus dardos con una palabra interpuesta a tiempo
entre nosotros y la tentacin. Y yo veo por lo menos tres ma
neras de hacer esto.
a) Satans minimiza la gravedad del pecado
A veces el padre de la mentira engendra el pecado utilizando le
ves insinuaciones: Qu te puede hacer este pequeo pecado?
Un lunar no estropea la belleza del rostro; un solo pecado no
afear tu alma. Si te pidiera que acogieras varias tentaciones su
cias, podras intuir las dificultades; pero por qu tanto temor
a que se vea la nica mancha de tu manto? Aun la joya ms her
mosa tiene fallos, y el ms santo tambin los tiene. El engao
teje una red en torno al cristiano, tan apretada que solo la ver
dad de la Palabra de Dios puede romper el lazo.
1. Ningn pecado permanece solo. No es posible abrazar
un pecado y evitar los dems. Porque cualquiera que guarda
re toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de
todos (Stg. 2:10). Igual que el cuerpo entero sufre por una so
la herida, todas las leyes estn vinculadas al tierno corazn del
Padre Santo: Y habl Dios todas estas palabras (Ex. 20:1).
Son diez mandamientos, pero una sola ley.
Como consecuencia, el que viola su conciencia con un solo
pecado, no puede apelar a ella contra otro: Cmo, pues, ha
ra yo este grande mal, y pecara contra Dios? (Gn. 39:9), pre
gunt Jos ante una tentacin muy atractiva. Ciertamente su
respuesta hubiera sido la misma si su ama le hubiera pedido
que mintiese que cuando le tent para que acostase con ella.
As es que el apstol nos urge: Ni deis lugar al diablo (Ef.
4:27). Esto implica que al ceder en algn punto perdemos te
rreno, y lo que nosotros perdemos lo gana el diablo. Cuando
una pequea chincheta ha penetrado en la madera, el carpinte
ro diestro podr hincar un clavo la prxima vez.
Si asientes a un pecado, Dios te entregar a otros. Los
gentiles se dieron a la idolatra y Dios los entreg a pasio
nes vergonzosas (Ro. 1:26). Cuando Judas empez a robar,
[843]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

dudo que pensara convertirse en traidor. Pero la traicin fue


el castigo del robo: l se permiti un pecado oculto, y Dios
lo entreg a uno ms visible y horrendo.
2. No puedes servir al pecado y a Dios a la vez. Sois es
clavos de aquel a quien obedecis (Ro. 6:16). Eres siervo de
Satans si defiendes su reino en un pequeo castillo contra
Dios tu Rey. De nada servir decir que no pensabas pecar; tal
vez pensaras en ganar dinero, y no en situarte con Satans en
contra de Dios. Aunque la codicia no era tu intencin, el re
sultado del pecado cometido ser un cargo contra ti en el l
timo da.
Acab se vendi para hacer lo malo delante de Jehov (1
R. 21:20). No leemos acerca de ningn pacto suyo directa
mente con el diablo, pero sus acciones llegaron a ser lo mis
mo. Saba que si pecaba, su alma tendra que pagar; pero aun
conociendo el precio, deseaba hacerlo. El significado claro de
este pacto invisible, pero vlido, es que vendi su alma para
disfrutar de su pecado.
Ninguno puede servir a dos seores [...]. No podis ser
vir a Dios y a las riquezas (Mt. 6:24). Ms fcilmente po
dra un cuerpo tener dos almas, que un alma dos seores. El
alma cuenta con un solo amor, de forma que no puede ser go
bernada por dos. Cierto hombre se jactaba de que tena un
alma para Dios y otra para el pecado; pero si una de ellas es
tuviera en el Infierno, nunca hallara a la otra en el Cielo.
No te dejes engaar; un pecado te condenar igual que
mil:
No erris; ni los fornicarios, ni los idlatras, ni los adlteros,
ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los la
drones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los estafadores, heredarn el reino de Dios (1 Co. 1:9).

La Palabra no excluye a aquel que hace todas estas cosas,


sino cualquiera de ellas. Todos morirn, pero no de la misma
enfermedad. Seguro que los pecadores impenitentes se con
denarn: unos por un pecado, otros por otro. Todos se reu
nirn en el mismo Infierno.
[844]

La espada del cristiano


b) Satans tienta con pecados secretos
Sal tuvo vergenza de ir a Endor con su manto real, por ha
ber hecho pblico su odio contra la brujera castigndola con
la muerte, pero no temi acudir a una bruja disfrazado. El dia
blo aadi peso a su siniestro motivo de tentar a Cristo en el
desierto, pidindole un reconocimiento secreto, entre los dos.
Pero cunto mayor fue la gloria de Cristo en su victoria aquel
da! Gan la batalla contra Satans con la espada de la Pala
bra, y ya es hora de que nosotros empuemos su arma para lu
char con el mismo enemigo. Esta defensa se expresa de varias
maneras especficas.
1. La Palabra dice que Dios conoce los pecados ocultos:
Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la
luz de tu rostro (Sal. 90:8). Dios ve los pecados ocultos tan
claramente como los que se cometen a la luz del sol. No solo
los conoce, sino que los pone por blancos de su venganza.
Los ojos de Jehov estn en todo lugar, mirando a los ma
los y a los buenos (Pr. 15:3). Te ve cuando cierras tu puerta
para orar en secreto, y recompensa tu sinceridad; pero tambin
ve cuando esa puerta se cierra para pecar en secreto, y no de
jar de retribuir tu hipocresa. Sera mejor que lo viera el mun
do entero en lugar de Dios, porque el mal va contra l, un juez
justo no puede dejar impune ningn pecado.
2. La Palabra informa a tu conciencia del pecado. No pue
des pecar sin que la conciencia te siga, vea lo que haces y lo ar
chive para el tribunal. El lpiz de la conciencia deja profunda
huella en el alma del pecador, porque no hay tormento como el
de una conciencia acusadora: El nimo del hombre soportar
su enfermedad; mas quin soportar al nimo angustiado?
(Pr. 18:14). Como Rgulo en el barril lleno de clavos, adonde
vaya encontrar heridas y dolor. Despus de leer lo que le ocu
rri a Can, Sal y Judas, seguramente temers pecar con la
conciencia como testigo.
3. La Palabra suele avergonzar abiertamente por el pecado
oculto. Uno de los nombres de Dios es el que revela los mis
terios (Dn. 2:47). l nunca olvida aclarar lo oculto de las ti
nieblas (1 Co. 4:5), aquellos pecados forjados en el ms oscu
ro taller. El que es culpable de pecados ocultos que se porta
[845]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

como si hubiera Dios de da pero no de noche, como si nadie


ms que sus compaeros lo supiera cuestiona la omniscien
cia de Dios. Para hacer temer a los hombres, Dios saca a esas
zorras de sus madrigueras y expone su pecado ante el mundo.
Ananas y Safira cometieron un pecado oculto; y qu paso co
mo resultado de ello? Y vino gran temor sobre toda la iglesia,
y sobre todos los que oyeron estas cosas (Hch. 5:11).
Hace mucho tiempo que se ha considerado un arte el ocul
tar el pecado ante el mundo. Giezi minti descaradamente a su
amo, sin soar siquiera que Eliseo ya conoca su pecado. Ex
traa providencia la que revel todo esto! Giezi haba robado
ropa mintindole a Naamn, y Dios retribuy su ganancia con
la lepra; no ocult su vergenza sino que se la mostr a todos.
A diferencia de las vestiduras sirias, este manto no se estro
pe, sino que le dur toda la vida; y hasta sus hijos lo hereda
ron.
Por mucho que alguien intente disimular la vergenza del
pecado, el engao en que est prepara un camino directo para
su descubrimiento. La muerte de Uras era un medio de salvar
la reputacin de David si se llegara a conocer pblicamente su
encuentro con Betsab. Pero este complot sirvi de detonante,
porque nuestro Dios cuida de su propia reputacin: Porque t
lo hiciste en secreto; mas yo har esto delante de todo Israel y
a pleno sol (2 S. 12:12). David aborreci entonces su pecado:
estuvo ms dispuesto a reconocerlo que lo haba estado en su
momento a ocultarlo. Cuando el pueblo de Dios lee el Salmo
51, an recuerda el arrepentimiento de David.

c) Satans tienta con el ejemplo de otros


Un ejemplo es un argumento falso, pero tiene mucho peso
cuando el que favorece el pecado se considera muy piadoso. A
veces hay tantos que estn a favor del pecado que arrastran a
los dbiles, como el ro arrastra los peces muertos. Necesitan
que se les una mucha gente para quitar su vergenza. Cuando
todos andan desnudos, nadie se sonroja.
Si peca el que ocupa un lugar de respeto y sabidura, a Sa
tans le encanta remover y extender el testimonio de la trans
gresin. Se asegura de difundir la noticia, atrayendo a otros pa[846]

La espada del cristiano


ra que sigan su ejemplo. Entonces, debes abrir la Palabra, con
fiando en que te alejar de la tentacin con dos amonestacio
nes especficas:
1. Las Escrituras nos mandan poner a prueba los ejemplos
con la Palabra. Se citan muchas opiniones? A la ley y al tes
timonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido (Is. 8:20). Seguimos a aquel que lleva la luz; pero
si su luz se apaga, lo abandonamos. Esta cita certifica que la
persona no puede tener luz alguna si su opinin no est funda
da en la Palabra. Si ella no sabe adonde va, cmo sabremos a
dnde nos llevar?
Los ejemplos son preceptos, no autorizaciones: No segui
rs a los muchos para hacer mal (Ex. 23:2). Un ejemplo no te
absolver por ser precedente de pecado. Adn lo intent al de
cir que la mujer le haba dado el fruto, pero eso no lo absolvi
de pagar el precio con ella. Eva lo llev a pecar, pero el castigo
cay sobre ambos. Estaras dispuesto a comer veneno si otro
se ofreciera a gustarlo primero? Lo hace menos daino ele
ejemplo de ese otro?
2. La Palabra nos muestra que el creyente ms entregado
puede pecar. Cuando Pablo pidi a otros que fueran seguidores
suyos, les aconsej que estuvieran atentos para ver si l segua
a Cristo: Sed imitadores de m, as como yo de Cristo (1 Co.
11:1). La vida santificada del mejor cristiano es una traduccin
imperfecta de la pauta perfecta que marca la Palabra de Dios,
y hay que compararla con ella. La integridad mira el camino,
no a la gente: El camino de los rectos se aparta del mal (Pr.
16:17).
As la espada de la Palabra, como la que esgrima el queru
bn a las puertas del Paraso, se puede girar en todas direccio
nes para evitar que el cristiano caiga en el pecado, por admisi
ble que parezca.

3. Guarda la Palabra en tu corazn


Este fue el refugio de David: En mi corazn he guardado tus
dichos, para no pecar contra ti (Sal. 119:11). No era la Biblia
que llevaba en la mano, ni la Palabra que estaba en su lengua
y su pensamiento, sino la Palabra guardada en su corazn lo
[847]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

que impidi que pecara. La carne no alimenta estando en la


mesa, sino en el estmago. La Escritura utiliza la palabra co
razn para referirse al alma entera, pero su doble significado
principal es la conciencia y las emociones.

a) La Palabra a menudo emplea corazn


para referirse a la conciencia
Pues si nuestro corazn nos reprende, mayor que nuestro co
razn es Dios, y l sabe todas las cosas (1 Jn. 3:20). Es triste
cuando la conciencia nos condena justamente, pero Dios sabe
ms sobre nosotros que nosotros mismos, y puede acusarnos de
muchos ms pecados que la conciencia pasa por alto. Guarda
la Palabra de Dios en tu conciencia; que tenga all su trono pa
ra preservar tu temor reverente.
1. La Palabra lleva el sello de la autoridad divina. El peca
do es la daga traidora que apuala a Dios mismo. A veces los
asesinos que pensaban matar al prncipe se han quedado tan
aturdidos por una mirada majestuosa, que han abandonado la
idea. Cunto ms, entonces, el temor de la majestad del gran
Dios que sale de su Palabra y se instala en la conciencia, evita
que el pecador traicione a su Creador: Prncipes me han per
seguido sin causa, pero mi corazn tuvo temor de tus palabras
(Sal. 119:161). Quera decir: Prefiero afrontar la ira de ellos
por mi santidad, que convertirme en enemigo de tu Palabra por
mi pecado.
2. La Palabra te juzgar en el ltimo da. Dios juzgar por
Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evange
lio, dice Pablo (Ro. 12:6). Tu conciencia se cotejar con la Pa
labra, y Cristo el Juez te sentenciar a vida o muerte. Pero no
hay que esperar para conocer la sentencia: si no puedes enfren
tarte a la Palabra hoy, cuando la abre el pastor y la aplica a tu
conciencia, qu hars cuando la abra el Hijo de Dios? Tu con
ciencia puede condenarte por la Palabra, pero no definitiva
mente; si te arrepientes y tienes fe, ese tribunal privado est ca
pacitado para revocar la sentencia de muerte y justificarte de
lante de Dios. Pero, en el Da del Juicio, la decisin divina ser
irreversible.
Si el juicio entonces decide en tu contra, estars perdido pa[848]

La espada del cristiano


ra siempre. No podrs esperar una conmutacin de pena ni el
indulto. Cuando la Palabra salga de boca del Juez, el pecador
ir directamente a manos del atormentador. Ahora que has vis
to las cadenas eternas que la Palabra de Dios reserva para el pe
cador, puedes an acoger la concupiscencia?

b) La Escritura a menudo emplea la palabra corazn


para referirse a la voluntad y las emociones
Cuando Dios dijo: Dame, hijo mo, tu corazn (Pr. 23:26),
peda amor. Si guardas la Palabra en tu corazn, tienes a mano
el antdoto del pecado; porque los lazos del amor son ms fuer
tes que las cadenas del temor. El amor de Herodes por Herodas era ms fuerte que su temor a Juan. La conciencia le fren
durante un tiempo, pero la mujer contaba con su afecto, y el
corazn le desat las manos. Su amor por ella pudo ms que su
respeto hacia Juan, y al final se lav las manos en la sangre de
este.
El que est preso del mandamiento, obligado a una conduc
ta por las cadenas del temor en la conciencia, puede verse suel
to de repente; y entonces dejar de obedecer. Pero aquel que
ama la Palabra y la pureza de sus preceptos no la puede trai
cionar. Cuando peca, hiere tanto su propio corazn como a la
ley, y tiembla al desagradar a Dios: Yo he amado tus testimo
nios. Mi carne se ha estremecido por temor de ti (Sal.
119:119-120). Este bendito temor es hijo del amor. Para avivar
el amor de la Palabra de Dios en tu corazn, debes meditar en
estas dos verdades: La Palabra es tu ayo ms fiel y el ms dul
ce consuelo que tienes en el mundo.
1. La Palabra es tu ayo ms fiel. La Escritura te muestra cla
ramente tus fallos y no te dejar en el pecado; en vez de ello, te
seala al enemigo que busca la vida de tu alma y descubre ca
da treta que urden Satans y tus pasiones pecaminosas en con
tra tuya. Esta proteccin fue lo que hizo que David amara tan
to la Palabra: Tu siervo es adems amonestado con [tus jui
cios] (Sal. 19:11).
Adems de avisar del peligro, la Palabra de Dios te ensea a
evitarlo. Asuero dio favores a Mardoqueo por haberle salvado
la vida de los traidores. Cunto ms debemos reverenciar la
[849]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Palabra que nos ha salvado tantas veces del enemigo! David


agradeci tanto la sabidura de Abigail, que recompens su
bondad hacindola su esposa. La Palabra de Dios te ofrece dia
riamente consejos tan ntimos que no debes avergonzarte de en
amorarte plenamente de ella.
2. La Palabra es tu ms dulce consuelo. Cuando ests abru
mado por la culpa, qu nimios resultan los placeres y tesoros
mundanos! Nadie te puede consolar; es como el hombre que
desde la orilla ve ahogarse a su amigo, sin poder llegar hasta l.
Solo la Palabra puede andar sobre esas aguas y socorrer al al
ma.
Puede que ests tan desesperado como esos marineros que se
encontraban a punto de perecer; entonces, la Palabra se pone
de pie como Pablo y trae socorro: Debas haberme escu
chado en primer lugar, y no haber soltado tu obediencia del
buen puerto de Dios. Arrepintete de tu pecado y vulvete a
Dios en Cristo Jess; si lo haces no perders la vida.
Hay perdn en el Seor Jess. No importa el problema, es
ta verdad consuela a los cristianos. Sabes lo placentero que re
sulta un manantial fresco en el desierto. Al recordar el dulce
frescor del pozo de la salvacin divina, clamars como David:
Nunca jams me olvidar de tus mandamientos, porque con
ellos me has vivificado (Sal. 119:93). No es sorprendente que
Satans intente cegar el pozo de tu consolacin, pero es ms
que trgico que pueda persuadirte a hacerlo t mismo.

4. Reclama ante el trono de la gracia


la promesa contra el pecado
Como las venas del cuerpo reciben vida de las arterias, as los
preceptos de la Palabra tienen promesas para animar y fortale
cer a los cristianos con objeto de que cumplan sus compromi
sos con Dios. El mandamiento de orar lleva consigo una pro
mesa:
Y de igual manera el Espritu nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qu hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero
el Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos indeci
bles (Ro. 8:26).
[850]

La espada del cristiano


Te pide Dios el corazn? La promesa dice: Os dar cora
zn nuevo (Ez. 36:26). Requiere que crucifiquemos la carne?
No sin darnos su promesa: El pecado no se enseorear de vo
sotros (Ro. 6:14). Pero para que la promesa cubra tu necesi
dad, debers reclamarla con humildad y valor ante el trono de
la gracia. La oracin de fe reclama y recibe el mandamiento del
precepto. Es decir: conquista primero el Cielo, y no tendrs que
temer para vencer al Infierno.
No olvides que la guerra corre por cuenta de Dios, no por
la tuya. David era un militar que saba afrontar a cualquier
enemigo, pero no se atreva a prometerse el xito hasta or la
voz de Dios: Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna in
iquidad se enseoree de m (Sal. 119:133). Si has decidido
conseguir la victoria con tus propias fuerzas, entonces espera la
derrota. Ser un acto de misericordia: porque la derrota te hu
millar, pero la victoria solo aumentara el orgullo en tus fuer
zas.
Josafat escogi sabiamente el plan de batalla al admitir de
lante de Dios que no saba qu hacer. Dispona de casi un mi
lln de hombres, pero clam a Dios pidiendo ayuda como si es
tuviera solo: Porque en nosotros no hay fuerza contra tan
grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qu ha
cer, y a ti volvemos nuestros ojos (2 Cr. 20:12). Si Csar hu
biera encabezado tal ejrcito, probablemente habra sabido qu
hacer. Pero aquel hombre humilde fue ms prudente: saba que
un gran ejrcito no es nada si Dios no lo acompaa.

Cmo utilizar la espada de la Palabra


contra las aflicciones
El cristiano es vulnerable a las tempestades que vienen por to
dos lados. No es como una casa vallada, tan protegida por bos
ques o colinas, que el viento solo entra por una parte. Como
aquel extrao viento que azot las cuatro esquinas de la casa
del hijo de Job, las aflicciones del cristiano no dejan intacto ni
un rincn. A menudo le atacan a la vez problemas econmicos,
fsicos y anmicos. Al unirse tantos ros de afliccin, no es fcil
que su corazn se mantenga firme ante las olas.
[851]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

Mi tarea consiste en indicar al cristiano dbil cmo puede


utilizar la espada de la Palabra para defenderse y consolarse an
te cualquier afliccin que le ataque. No puedo limitar esta en
seanza a unos ejemplos detallados, sino que dar unas reglas
generales aplicables a toda circunstancia.

1. Conoce tu derecho a las promesas de Dios


Esta es la bisagra sobre la cual girar la disputa entre t y Sa
tans en el da de la afliccin. Es trgico que el cristiano se que
de parado a la puerta de la promesa en la noche ms oscura de
la afliccin, temiendo abrirla! Ese es el momento de entrar y
buscar refugio como el nio corre a los brazos de su padre:
Anda, pueblo mo, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus
puertas; escndete un poquito, por un momento, en tanto que
pasa la indignacin (Is. 26:20).
Cuando un creyente tiene el certificado de una promesa, ga
rantizado ante su conciencia por la Palabra, no se le roba fcil
mente su consuelo. Job testific ante el Cielo: Hasta que mue
ra, no quitar de m mi integridad (Job 27:5). Satans hizo to
do lo posible porque Job rompiera su ttulo de propiedad, pe
ro ese ttulo era claro y Job lo saba. Aun cuando Dios pareca
abandonarlo, testific ante Cielo e Infierno que se negaba a que
Satans le disputara su derecho: T sabes [Dios] que no soy
impo (Job 10:7). Esta seguridad lo mantuvo firme en el duro
camino del sufrimiento: su carruaje temblaba y cruja, pero no
se volc.
Cmo podemos estar seguros de que realmente tenemos
derecho a las promesas de Dios? Descubriremos la respuesta
despus de plantear otras tres preguntas:

a) Ests unido a Cristo por la fe?


Las promesas no son una pocilga, sino el redil de Cristo donde
l apacienta sus ovejas: Y si vosotros sois de Cristo, cierta
mente linaje de Abraham sois, y herederos segn la promesa
(G. 3:29). La promesa es la unin que se produce solo cuan
do nos casamos con la persona de Cristo. Y la fe es el don me
diante el cual el alma recibe a Cristo segn lo ofrece el evange
lio. A esta unin se la llama recibir a Cristo.
[852]

La espada del cristiano


Habrs odo en cuanto a Jess la misma pregunta que se le
plante a Rebeca respecto de su matrimonio con Isaac: Irs
t con este varn? (Gn. 24:58). En la Palabra de Dios has vis
to a Cristo en su gloria, as como los votos matrimoniales ne
cesarios antes de poder acompaarlo como amada suya a la c
mara nupcial de su corazn.
1. Desecha a cualquier otro amante. Cristo no tolera ningn
competidor ni rival de tus sentimientos. Primero quit los nom
bres de los baales de la boca de Israel, y luego se cas con este
pueblo.
2. Abraza su ley tanto como su amor. Cristo no ser tu Es
poso sin ser tambin tu Seor.
3. Acptalo para bien o para mal, con su cruz juntamente
con su corona. El Seor quiere que ests dispuesto tanto a su
frir como a reinar con l. Te es Cristo tan precioso que ardes
con un deseo insaciable de l? Puedes rechazar libremente to
da concupiscencia y placer carnal para dejarte abrazar por l?
Ests tan enamorado de l que no puedes vivir ni disfrutar de
nada sin l? Tu corazn est herido por las flechas de su amor
y hermosura, y solo l tiene el ungento que te puede sanar.
Hars todo lo que l te pida. Si te manda abandonar la ca
sa de tu padre, lo seguirs hasta el fin del mundo. Si te manda
ser pobre segn el mundo por amor a l, te alegrars de men
digar con l en lugar de reinar sin l, o de morir por l, por no
vivir lejos de l.
Sal ahora, bendita esposa del Seor, y ponte los brazaletes
de las promesas: son prendas de amor que te entrego de parte
de Cristo y en su nombre, para prometerte a l en matrimonio,
l se ha comprometido contigo, as que aparta tus temores in
crdulos. El Salvador no piensa rechazar tu amor una vez en
tregado.

b) Qu efecto produce la promesa en tu alma?


Aquel que tiene derecho a la promesa es transformado por ella.
Satans sembr su venenosa simiente en el corazn de Eva con
una falsa promesa: No moriris (Gn. 3:4); y ella concibi
con el pecado y fue transformada segn la malvada naturaleza
del mismo diablo. Cunto ms, entonces, utiliza Dios las pro[853]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

mesas del evangelio, llamadas la herencia incorruptible, pa


ra engendrar su imagen en los corazones de sus elegidos. Ellas
son dice Pedro preciosas y grandsimas promesas, para
que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divi
na (2 P. 1:4).
Cuando el Espritu Santo aplica las promesas al cristiano, su
virtud purifica el corazn y tranquiliza la conciencia. Cristo di
jo a sus discpulos: Ya vosotros estis limpios por la palabra
que os he hablado (Jn. 15:3). Te han santificado las prome
sas de Dios?
Algunos intentan utilizar las promesas como proteccin
contra el pecado, en lugar de como argumento en su contra. Ya
que el pecado obra toda clase de maldad en la mente carnal,
muchos pecan con mayor libertad por tener la promesa, como
los charlatanes de feria que se tragan el veneno teniendo a ma
no el antdoto. Cmo funciona la promesa en tu corazn? Si
no lleva el sello de Dios, no te sirve. Y si no produce la santi
dad, tampoco te traer gozo. Pero si encuentras dentro la ima
gen de Dios, ella te asegurar su favor y amor por ti.

c) Cmo responde tu corazn al mandamiento de Dios?


No es difcil sonrer ante la promesa, pero vara tu semblante
cuando recuerdas la necesidad de obedecer el mandamiento di
vino? Ni que fuera un duro amo que rompe las espaldas de sus
siervos con cargas pesadas! Algunos piensan: Ah si se pudie
ra pasar por alto algn que otro mandamiento sin renunciar al
derecho a su promesa! Si esa es la horma de tu zapato, te has
alejado del suave regazo de las promesas de Dios.
Por otra parte, puede que no te ofenda en nada el manda
miento, sino tu propio fracaso al intentar obedecerlo perfecta
mente. Aunque tropieces con frecuencia, tu corazn ama los
mandamientos divinos y no te quedas tirado, sino que te le
vantas, resuelto a cuidarte ms. Entonces, has de saber que tu
sincero respeto por el mandamiento es una gran prueba de tu
derecho a la promesa.
Cuando David confes su amor por la ley de Dios, no cues
tion su derecho a la promesa: Aborrezco a los hombres hi
pcritas; mas amo tu ley (Sal. 119:113). No dijo estar libre de
[854]

La espada del cristiano


pensamientos hipcritas, sino que odiaba la hipocresa. No di
jo que obedeca completamente la ley, sino que la amaba, aun
que, a veces fracasara totalmente en la obediencia. Por el testi
monio de su conciencia en cuanto a su amor para con la ley, la
fe de David resolvi la cuestin: Mi escondedero y mi escudo
eres t. En tu palabra he esperado (v. 114).

2. Recoge y examina las promesas segn sus aplicaciones


Dios permite que sus hijos pasen por diversas pruebas y tenta
ciones: Muchas son las aflicciones del justo (Sal. 34:19). Pe
ro la Palabra es un huerto donde crece una promesa para cada
pena. El cristiano sabio recoge una de cada clase y la anota, co
mo el mdico archiva las recetas probadas para las enfermeda
des.
Por supuesto, es mejor prepararse antes de que llegue la ne
cesidad. El pescador remienda sus redes en puerto, y despus
zarpa. El cristiano sagaz almacena las promesas para la enfer
medad mientras est sano, y en tiempos de paz para las crisis
venideras. Cuando ya est lloviendo, es tarde para volver a ca
sa corriendo en busca del abrigo: El avisado ve el mal y se es
conde; mas los simples pasan y reciben el dao (Pr. 22:3).

3. Recoge la totalidad de las promesas de Dios


Cristo tiene hijos de todas las edades: algunos cristianos son be
bs, otros son adultos. El pacto de gracia recoge a dbiles y
fuertes: Y si hijos, tambin herederos (Ro. 8:17). La Escritu
ra no especifica respecto a miembros maduros o inteligentes, si
no en cuanto a hijos. Aunque ests todava en la cuna espi
ritual, la promesa de Dios es tu porcin tanto como la de Pe
dro y Pablo: Todas las promesas de Dios son en l S, y en l
Amn (2 Co. 1:20).
Cada vez que intentamos ajustar las promesas de Dios a un
creyente s y a otro no, las distorsionamos, ya que pertenecen a
todo el cuerpo de Cristo: El que cree en el Hijo tiene vida eter
na (Jn. 3:36). Dice acaso la Palabra que Cristo da vida eter
na nicamente a los creyentes que nunca dudan? No; l nos
manda recibir a los dbiles en la fe porque l mismo no los re
chaza.
[855]

El cristiano con toda la armadura de Dios

4. Medita en las promesas de Dios


Es muy humano pensar ms en nuestro problema que en la
promesa de Dios, pero la promesa encierra en s el poder mis
mo para restaurar el espritu. Cuando un nio que llora de
hambre recibe la comida que necesita, se duerme enseguida. El
cristiano deja de murmurar por su afliccin en cuanto se aferra
a la promesa y disfruta de la dulzura de esta en el corazn: En
la multitud de mis pensamientos dentro de m, tus consolacio
nes alegraban mi alma (Sal. 94:19).
Un enjambre de abejas revuelto vuela sin orden, hasta re
gresar a la colmena. Termina la perturbacin y vuelven a su vi
da tranquila de antes. Es as con el corazn del cristiano: Dios
en la promesa es la colmena del alma. Si el cristiano deja suel
tos sus pensamientos, estos se revuelven por temor a la aflic
cin o tentacin que le confrontan. Pero en cuanto el santo re
ne sus pensamientos desordenados y se centra en la promesa,
recupera su consuelo. El Espritu de Dios llama al creyente a re
tirarse de pensamientos perturbadores para venir a l, donde
hay quietud y confianza: Guarda silencio ante Jehov, y espe
ra en l (Sal. 37:7).
El corazn del cristiano adquiere el color de sus pensamien
tos ms habituales. Las ideas pasajeras, aunque sean conforta
blemente neutrales, no tienen gran efecto en el alma para mal
ni para bien. El veneno no mata, ni la comida alimenta, si no
permanecen en el cuerpo. Pero cuando los pensamientos de uno
se empapan de pena diariamente, y su corazn rezuma amargo
temor, probablemente ser doblegado por un espritu de en
fermedad (Lc. 13:11). Entonces no podr dejar de pensar en
su cruz a fin de meditar en la alentadora promesa de la resu
rreccin.
Por otra parte, la promesa de Dios es eficaz cuando el cre
yente se despierta con ella y anda con ella atada a su corazn.
Ningn dolor ni peligro puede quitrsela, sino que como San
sn prosigui su camino comiendo del panal, el cristiano se ali
menta de la dulzura de la promesa. Podr pasar las horas de su
afliccin cantando, mientras otros suspiran, y alabando, mien
tras ellos murmuran.
Cuida bien, cristiano, de practicar este deber de la medita[856]

La espada del cristiano


cin. No charles simplemente con la promesa de paso, sino co
mo Abraham hizo con los ngeles, invtala a entrar en tu casa
para disfrutarla plenamente. As los creyentes de todos los
tiempos han hecho triunfar su fe sobre las peores tragedias:
Mi amado es para m un manojito de mirra, que reposa entre
mis pechos (Cnt. 1.13). Cuando el dolor causa temor, la ama
da pasa la noche meditando en el amor y la hermosura de Je
ss, y en su belleza y ternura para con ella. Cuando hayas
aprendido a hacer esto, no sentirs la dureza de la afliccin ms
de lo que se siente el viento del Norte estando sentado junto al
fuego del hogar.
Julius Palmer, un mrtir ingls, habl de la forma de elevar
sus pensamientos por encima del sufrimiento con la meditacin
celestial acerca de estas preciosas y grandsimas promesas de
Dios: Para los que tienen la mente atada a la carne, como el
pie del ladrn en el cepo, es difcil morir. Pero si uno puede se
parar su alma de su carne, con la ayuda del Espritu Santo, no
le cuesta ms hacerlo que vaciar una copa. Un alma en el Cie
lo no siente las luchas que tenemos en la tierra. Este es un cua
dro glorioso!
Cuando el cristiano se para sobre este monte Pisga de la me
ditacin, mirando por la fe el panorama de las cosas precio
sas y grandsimas que el Dios fiel le ha preparado, es fcil pa
ra l pasar por alto el rechazo y el amor del mundo. Pero a al
gunos nos cuesta llegar ah, porque nos cansamos despus de
dar unos pocos pasos cuesta arriba. Entonces, hemos de cla
mar: Llvame a la roca que es ms alta que yo (Sal. 61:2).
Quin nos pondr sobre este santo monte de la meditacin,
ms alto que las olas que nos vapulean desde abajo? El Espri
tu Santo ser quien nos recoja en sus brazos eternos y nos lle
ve all.
Si pudiramos emplear mejor las horas pasadas en placeres
mundanos inferiores, seguramente el Espritu se encontrara
con nosotros. Pero si damos cobijo a una sola concupiscencia,
aunque sea por un momento, Satans est al acecho. En su lu
gar, debemos desplegar nuestras velas para que el Espritu San
to las llene con su propio aliento.
Si somos sacerdotes serviciales, y disponemos la lea y el sa[857]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

crificio, bajar el fuego del Cielo. Asegrate de suministrar la


lea: rene la verdad para la meditacin a partir de las prome
sas, para que tus pensamientos la trabajen. Entonces, el Espri
tu Santo encender tu amor: En mi meditacin se encendi
fuego, y as profer con mi lengua... (Sal. 39:3).

5. Reclama las promesas ante el trono de la gracia


Cargamos el rifle en balde si jams apretamos el gatillo. La me
ditacin llena el corazn de lo celestial, pero la oracin la de
rrama ante Dios y le mueve a l a dar el alivio necesario para
el cristiano.
Aunque a veces al pobre le consuele consultar su cuenta y
ver que alguien le debe dinero, esto no le dar pan para comer:
lo conseguir al cobrar la deuda. Meditando en las promesas
de Dios, vemos que hay liberacin para los afligidos, pero esta
no ocurrir hasta que la oracin de fe reclame el pago: Bus
cad a Dios, y vivir vuestro corazn (Sal. 69:32); Los que
miraron a l fueron alumbrados (Sal. 34:5). Si retienes la ora
cin, Dios retendr su misericordia.
La meditacin es como un abogado que prepara un caso pa
ra defenderlo ante el tribunal. Una vez examinada la promesa,
y dispuesto el corazn para recibir sus riquezas, debes ir al tro
no de la gracia para extenderla ante el Seor, como hizo David:
Acurdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has he
cho esperar (Sal. 119:49).

6. Acta creyendo que Dios cumplir sus promesas


La seguridad del cristiano estriba en la fidelidad y la fuerza de
Dios, que es quien promete; pero esta seguridad no se har re
alidad hasta que la fe crea que l cumplir su Palabra. La ra
zn puede intentar desanimarte, y si tu fe es dbil o est ba
sada nicamente en el sentido comn y la razn, sacars po
ca satisfaccin de la promesa. Todo creyente est fuera de pe
ligro en cuanto a lo peor posible (esto es, la separacin eter
na de Dios en el Infierno), pero demasiados estn atados por
el temor, porque su fe obra dbilmente ante el Dios Todopo
deroso.
Por qu temis, hombres de poca fe? (Mt. 8:26). Aqu
[858]

La espada del cristiano


se ve la brecha por donde entraba el agua para hundir los es
pritus de ellos: la poca fe. Lo que marca la diferencia entre la
victoria y la derrota no es el carcter de Dios, sino nuestro
concepto de l. Si alguien cree que su casa se caer en una tor
menta, aunque sea tan slida como una roca, probablemente
preferir exponerse al temporal antes de confiar en ese refu
gio.
Para mantener la fuerza de la fe en el poder de las prome
sas de Dios, hay que rechazar de alguna manera el sentido co
mn y la razn como asesores. Por qu no tropez Abraham
en la fe, aunque la promesa era tan inusitada? Y no se debi
lit en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como
muerto (Ro. 4:19). Por otra parte, por qu tropez Zacar
as? Escuch el consejo de la razn, y dio por sentado que era
demasiado viejo para tener un hijo. Como Toms, somos pro
pensos a llevar la fe sujeta con la punta de los dedos: confia
mos en Dios solo hasta donde alcanzan nuestros sentidos. A
menudo l est en vas de cumplir una promesa y dar gozosas
noticias a sus siervos afligidos, cuando el sentido comn y la
razn cierran el caso declarndolo perdido.
El sentido, la razn y la fe son entidades distintas, y no se
deben confundir entre s. Sabemos ciertas cosas por los senti
dos, pero no las comprendemos con la razn. Otras realida
des las aceptamos con la razn, pero el sentido no las discier
ne. El sol tiene una circunferencia mayor que la de la tierra,
pero a juzgar por la vista, se cubre con el propio sombrero.
Algunas cosas que eclipsan tanto el sentido como la razn, es
tn claras para la fe. Por la fe saba Pablo, an en una situa
cin desesperada, que nadie iba a morir a causa de la tem
pestad: Tened buen nimo; porque yo confo en Dios que se
r as como se me ha dicho (Hch. 27:25).
Cuando el ngel toc a Pedro y le dijo: Levntate pronto
[...] y sgueme, l no dej que su razn respondiera que se
trataba de algo imposible (Hch. 12:7-8). Cmo iba a andar
deprisa encadenado? Y qu me dices de la puerta de hierro?
No dio lugar a que el sentido comn lo cuestionara, sino que
se levant y se cayeron las cadenas justo antes de que se
abriera la puerta! No digas que es imposible soportar tu aflic[859]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

cin ni escapar de una tentacin determinada. Deja que la fe


siga libremente a la promesa, y Dios soltar los nudos que
han atado el sentido comn y la razn.
Lutero aconsej a los creyentes en todas partes que crucifi
caran la palabra cmo: Cmo puedes pasar por esta difi
cultad o soportar tal ataque? No ha sido fiel Dios dando mu
chas promesas para que se interpongan entre ti y todo dao po
sible? No te desamparar, ni te dejar (He. 13:5); Bstate
mi gracia (2 Co. 12:9); Nada nos podr separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jess Seor nuestro (Ro. 8:39).
Dice un refrn judo: Cierra las ventanas y habr luz en la
casa. Esto significa: No juzgues por los sentidos sino por la
fe en el Dios Omnipotente. La cumbre de la fe es creer lo que
parece ms improbable; y es amor supremo soportar paciente
mente el dolor, por amor a Cristo. En esto negamos el razona
miento carnal que disputa contra el poder y la fuerza de Dios.

Exhortacin a los pastores en cuanto


a la espada de la Palabra
Dios ha puesto la espada de la Palabra en manos de sus pasto
res de forma especial: Nos encarg a nosotros la palabra de la
reconciliacin (2 Co. 5:19). Eres un embajador del gran Dios
que lleva la paz eterna del evangelio a los pecadores; eres su
obrero, que edifica su templo en el corazn humano, poniendo
cada piedra con la plomada y la regla de la Palabra; eres su ma
yordomo, que da a su familia su porcin sacada del almacn en
su momento; en resumen, eres un pastor de Dios que gua y
apacienta a su rebao en sus pastos.
Si los trminos de la paz no se han concretado, seguramen
te tendr que responder por ello el embajador; si la casa est
mal hecha, se culpar al obrero negligente. Qu har el ma
yordomo si la familia muere de hambre? Mientras que si las
ovejas se pierden o mueren por negligencia, el pastor deber
pagar. Para ayudarte a cumplir este cometido pblico, resalto
dos deberes especficos: uno para que lo cumplas en tu estudio,
y el otro en tu plpito.

[860J

La espada del cristiano

1. Conoce la Palabra de Dios


Lo que en el caso del laico puede ser un escrutinio diligente de
la Biblia, en el del pastor puede constituir una negligencia. Nin
gn trabajador utiliza ms sus herramientas que el pastor que
excava en la mina de la Palabra. No basta con leer un captulo
de vez en cuando segn lo permita el horario seglar, ni robar
una hora de los estudios acadmicos para mirar la Biblia de pa
so. Ha de ser el ejercicio normal, una labor esmerada. Todo lo
dems debe inclinarse ante esta obligacin.
Aunque conocieras todo lo escrito por Platn, Aristteles y
otros prncipes del saber mundano, si no conoces a fondo la Pa
labra de justicia, seguirs siendo indigno de ministrar, como el
abogado no sirve para practicar la ciruga. No recomiendo, co
mo hacen algunos fanticos, que quemes todo libro que no sea
la Biblia; pero s que la prefieras a todos ellos. La abeja va por
todo el jardn y lleva la miel de cada flor a la colmena; el pas
tor debe aplicar lo que saque de otras fuentes a la edificacin
de su conocimiento de la Biblia.
Los pastores somos solamente hermanos menores de los
apstoles. Cristo les leg dones a ellos, como el padre deja la
herencia a su hijo mayor y su heredero. Pero nosotros tenemos
que trabajar para ganarnos el pan. Como a Jacob le sucedi
con el venado, su conocimiento de la Palabra les fue concedido
sin buscarlo; pero si nosotros deseamos conocer la mente de
Dios, tendremos que perseguirla con diligencia, siempre llevan
do con nosotros la oracin mientras lo hacemos. Esto fue lo
que encomend Pablo a Timoteo: Ocpate en la lectura [...].
Ocpate en estas cosas; permanece en ellas (1 Ti. 4:13,15).
Cmo crecer espiritualmente el pueblo, si su pastor no es
t creciendo? Y cmo crecer l, si no bebe diariamente ms
de lo que vierte hacia afuera? Estudia y ora; ora y estudia. Pe
ro no pienses haber terminado tu tarea cuando haya pasado el
domingo. Respira y vuelve al trabajo, como el granjero que se
sienta a descansar despus de plantar una fila, para luego le
vantarse de nuevo y proseguir su tarea.
Se supone que un padre debe cuidar de sus bienes y su tiem
po, y proveer para sus hijos. No tendr el padre espiritual un
afecto parecido para con su pueblo? El llamamiento del pastor
[861]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

es duro, fsica y mentalmente, y si su congregacin compren


diera esto, seguramente lo alentaran y le daran ayuda prcti
ca. De otra forma, la comodidad del pueblo le obliga a salir al
mundo a buscar pan para su familia cuando debera estar pro
porcionando pan para las almas de ellos.

2. En el pulpito no utilices otra espada que


la Escritura, y esgrmela con fidelidad
Recuerda para quin trabajas; y hazlo con pureza y libertad.

a) Emplea la espada de la Palabra con pureza


Trabaja para mantener tu ministerio puro en tres aspectos: evi
tando el error, la concupiscencia y la vanidad.
1. Evita el error. Cada palabra de tu sermn debe reivindicar
la Palabra como fuente. No prediques tus propios sueos y vi
siones en nombre de Dios: Aquel a quien fuere mi palabra,
cuente mi palabra verdadera (Jer. 23:28). Hazlo con pureza, sin
la aleacin de tus propias opiniones: Qu tiene que ver la pa
ja con el trigo? dice Jehov (v. 29).
Lo repito: No acues moneda propia con la imagen de Dios.
Muchos no se contentan con las llanas verdades de la Palabra y
exaltan sus propias ideas tan alto que vuelan fuera de la vista de
la Escritura y son arrastrados por la corriente a peligrosos erro
res. Asegrate de que es pura verdad antes de entregarla al pue
blo.
No uses el pulpito como un laboratorio para experimentar
con el pueblo. No entregues nada dudoso, sin refinarlo en el hor
no. Siempre es mejor darles un plato sencillo de sana doctrina
que crear un plato extico guarnecido con ideas propias. Solo se
necesita una calabaza silvestre para envenenar la dieta espiritual.
2. Evita la pasin. Cuidado con el fuego extrao de desaho
gar el descontento personal en el pulpito. El hombre de Dios de
be ser manso y bondadoso, hablando con sabidura. Un poco de
aceite ayuda a clavar el clavo sin partir la madera, y la Palabra
entra mejor con suavidad: Cabalga sobre palabra de verdad, de
humildad y de justicia... (Sal. 45:4).
De vez en cuando hay que tomar la vara de la correccin, pe
ro deja ver al pueblo que lo haces por amor y no por ira. Las no[862]

La espada del cristiano


drizas tienen cuidado de no calentar su leche, sabiendo que da
ara al nio; igualmente, la Palabra no entra nunca mejor en los
corazones que cuando fluye con suavidad. Una excitacin febril
crear prejuicio en los oyentes y les har vomitar la leche.
No advierto contra el celo si es puro y pacfico, pero resrva
lo para la causa de Dios y no lo gastes en la tuya propia. Consi
dera la mansedumbre de Moiss: aunque recibi un amargo in
sulto de Aarn y Mara, no los vituper. Eso habra servido pa
ra justificarse a s mismo, pero bastaba con que lo supiera Dios.
Sin embargo, la ira de este hombre manso arda cuando se peca
ba contra Dios: Quin est por Jehov? (Ex. 32:26). Recuer
da que el pastor que puede amonestar el pecado del pueblo con
tra Dios con mayor fuerza es aquel que, callada y confiadamen
te, cava una tumba para las injurias dirigidas contra l.
3. Evita la vanidad y la trivialidad. La Palabra de Dios es de
masiado sagrada para jugar con ella. Algunos ministros emplean
el sermn para hacer alarde de su sentido del humor y persona
lidad original. Es como una mueca de trapo: si desprendes la
ancdota, sueltas los rizos, eliminas la introduccin chocante y la
conclusin llamativa, solo queda dentro serrn. Si queremos ha
cer la obra de Dios, no solo debemos venir con palabras, sino
con demostracin del poder del Espritu Santo.
Mil chistes y frases gastadas no acabarn con el dominio de
Satans. Pero si desenvainas la Palabra y golpeas con el filo des
nudo, atravesars la conciencia del pueblo, derramando la san
gre de su pecado. No pretendo que dejes de intentar ser un buen
orador; ese es uno de tus deberes: Y cuanto ms sabio fue el
Predicador [...], procur el Predicador hallar palabras agrada
bles (Ec. 12:9-10). El mdico receta medicinas fciles de tragar,
a veces placenteras, pero se cuida de no debilitarlas mezclndo
las con demasiado azcar: las palabras agradables tambin de
ben ser palabras de verdad (v. 10).

b) Utiliza la espada de la Palabra con libertad


No sea la Palabra de Dios un esclavo de la preferencia de los
ms pudientes de la comunidad. Se requiere que el mayordomo
sea hallado fiel (1 Co. 4:2). El pastor es fiel para con Aquel
que lo ungi. Es muy improbable que, en la distribucin de
[863]

El

cristiano con toda la armadura de

D ios

provisiones, el mayordomo agrade a todos los criados. Si bus


cas agradar a todos, tu tarea ser interminable. El mdico sa
bio intenta curar, no complacer al paciente. Aun es posible que
el enfermo se queje por lo amargo de la medicina, hasta que es
ta le sane; entonces la agradecer.
Pablo pas por alto la crtica de los dems camino al premio
del alto llamamiento de Dios: Yo en muy poco tengo el ser
juzgado por vosotros (1 Co. 4:3). Quera decir: Mi Seor de
cidir si he sido fiel o no; entonces habr tiempo para limpiar
mi nombre: cuando l venga a reivindicar a los suyos. Micaas se mantuvo firme en la libertad que Dios desea para sus pas
tores: Vive Jehov, que lo que Jehov me hablare, eso dir (1
R. 22:14).
Irnicamente, Pablo podra haber seguido siendo un hom
bre libre, en lugar de convertirse en un prisionero, si se hubie
ra contentado con atar la Palabra ocasionalmente en su minis
terio. Pero era demasiado fiel para comprar su libertad encar
celando la verdad con un silencio pecaminoso: Sufro penali
dades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de
Dios no est presa (2 Ti. 2:9).
Si alguna vez ha habido un tiempo de tentacin para los pas
tores, y la necesidad de estimularlos a aferrarse a la paciencia
de la Palabra de Dios, es en estos ltimos das tumultuosos,
cuando la mayora no sufrirn la sana doctrina (2 Ti. 4:3).
Para retener la verdad en una generacin tan perversa, los mi
nistros deben contar un poder y un valor superiores a los que
pueden proporcionar la carne y la sangre.
No es ninguna prueba que un pastor hable la verdad libre
mente entre sus amigos, sino entre los que la desprecian y se
enojan con el mensajero por traer la revelacin de su Seor sin
contemporizaciones. Esto hace an ms gloriosa la confesin
de nuestro Seor ante Poncio Pilato, su enemigo mortal. Aun
que a veces nuestro mensaje tenga que perturbar la conciencia
de los oyentes, hemos recibido nuestra comisin directamente
del Dios Altsimo: Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por
torre; conocers, pues, y examinars el camino de ellos (Jer.
6:27).

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