Apuntes para Una Lectura de Los Santos Inocentes
Apuntes para Una Lectura de Los Santos Inocentes
Apuntes para Una Lectura de Los Santos Inocentes
acia 1981, la publicacin de Los Santos Inocentes fue seguida por un discreto y casi
Hgeneral
silencio de la crtica especializada. La causa de ello tal vez deba ser buscada
en la notable magnitud de la obra novelstica de Miguel Delibes, cuyo constante y
decidido ritmo creativo provoca que apenas suponga ya ningn acontecimiento la
aparicin en las libreras de una nueva novela suya. La reaparicin de esta obra en una
coleccin de gran tirada, as como la llegada a los cines de la adaptacin cinematogrfica
de Mario Cams fueron los verdaderos motivos que reavivaron el inters por la novela.
Actualmente, sin embargo, ni siquiera se puede contar con un estudio suficientemente
detallado y apenas con unos pocos artculos del ms diverso inters.
Esta desatencin, en absoluto justificada por la tradicional falta de inters que la
novela corta ha suscitado entre la crtica de este pas, no obsta para considerar Los
Santos Inocentes como una obra importante, tanto por su xito de pblico como por su
calidad literaria, y, en cualquier caso, creo no eq~ivo~aarme
al considerarla merecedora
de estudios mucho ms detallados.
El primer aspecto al que quiero aludir, tal vez por la evidencia conque se
manifiesta, es la aparente sencillez de esta novela. Adems de su brevedad, la utilizacin
de una temtica de la ms larga tradicin literaria -la pobreza y la humildad opuestas al
poder y la opresin- ayuda a crear en el lector una idea de simplicidad. La renuncia a la
originalidad, en favor de un tema tpico y de una ambientacin -el campo y la cazaabundantemente repetida en las otras novelas del mismo autor pueden crear una falsa
idea acerca de su inters. Bajo esa aparente sencillez subyace una tcnica narrativa muy
elaborada y un intenso estudio sobre el hombre, evidenciado por la profundidad
psicolgica de los protagonistas, y de sus relaciones sociales. La obra, adems de
representar un eficaz testimonio social y de plantear una muy interesante reflexin
Sabido es que el tema de la caza, parn iin autor que se ha calificado como un
cazador que escribe, es una de las bases sobre I,I qiie se fundamenta buena parte de su
novelstica. Profundizar en las significaciones realistas que ello tiene; extenderse en lo
que supone de apuesta por la naturaleza; o testimoniar la presencia de este tema en otras
obras de Delibes, como los Diarios, El libro de la caza menor, La caza de la perdiz roja,
Viejas historias de [Castilla la Vieja, etc. sera incidir en aspectos ya ampliamente
recogidos en la mayor parte de trabajos que analizan la obra de este escritor. Baste tener
presente algunas de las palabras con las que el propio autor introduce el segundo
volumen de su obra completa:
El hombre cazador aparece en mi iiterahlra con harta frecuencia.
Comjwenda que, en aparencia, la caza es una actividad secundaria,
maqinal, pero a tn me vale como terna. En ella se dan, suficientemente
perjil,ados, esos tres itzgredientes que yo considero inexcusables para la
nover'a: Una Hombre, irn Paisaje, una Pasin.
otra, los personajes-instrumento, que jams cazan y gracias a los cuales los anteriores
pueden practicar su aficin. Esta diferenciacin sirve para establecer los dos grandes
grupos de personajes cuyo enfrentamiento genera la tensin del texto: los pobres y
dbiles, los nacidos sin culpa, los inocentes y los ricos, los que ostentan el poder y cargan
con la culpa moral de su privilegio.
del libro. Prueba de ello la tenemos en que el relrasatlo, tras la jornada de caza -Libro
Primero-, se marcha rpidamente con su bho, sin esperar a nadie pues no le importan
en absoluto, pertenecen a otro nivel de existencia que l ignora. Ms tarde, cuando ve
comer al animal, sonre y babea de pura satisfaccin. Obsrvese, adems, el significativo
paralelismo que se produce entre dos situaciones que nos brinda el texto:
-la primera se da cuando la milana del captulo inicial, el bho, da muestras de
enfermedad y el seorito, a pesar de la insistencia y la pena de Azaras, comprende que
ya no le servira para la caza y hace la siguiente observacin: est vieja, habr que buscar
opa -Libro primero-; sin embargo Azaras no entiende que se pueda buscar otra, porque
aquel animal es nico, no un mero instrumento;
-la segunda se produce cuando Paco, a quien los aos han restado destreza, tiene
el accidente que le impide circunstancialmente continuar siendo un til de caza. La
reaccin del otro seorito, reaccin que le costar la vida, vuelve a ser la misma: buscar a
otro, primero a Quirtx y despus a Azaras.
La otra relacion que este personaje establece a lo largo del texto es con la Nia
Chica, la hija anormail de Paco y Rgula. Ella, que para sus padres representa el perenne
recuerdo de la miseria, es constantemente objeto de las atenciones de Azaras. Si ste es
el nico inocente capaz de actuar con plena libertad, la Nia Chica ser tambin la nica
que, a travts de su grito animal, se atreva a evidenciar y denunciar el horror de la
situacin circundantie. Con ella comparte el retrasado la mugre y los piojos y hasta le
permite acariciar a su ms preciada amiga, la milana. Adems, tras la muerte del bho,
en el Libro Primero, Azaras slo hace partcipe del entierro a la Nia Chica, que lanza
uno de sus berridos lastimeros; ms adelante -Libro sexto-, cuando el retrasado llega al
cortijo con el anuncio de que le han matado a sil grajeta, la Nia Chica lanza otro de sus
terribles gemidos. T'al vez sea ese solidario grito de dolor el argumento que decida
definitivamente a Azaras a cometer el crimen.
tras la dura jornada de trabajo para aprender que la "e"y la "i" reciben un trato especial
tras la "g" o la "c"; o que en el universo de las letras, los lugares de preferencia estn
reservados para las letras maysculas; que la " h es muda, como la Nia Chica; etc. A
travs del retrato de estas lecciones y de la arbitrariedad de los caprichos grarnticos,
Delibes construye una eficaz metfora de la desigualdad social.
En el cortijo, la estructura social permanece tan frrea como en el resto de la
sociedad espaola. Paco el Bajo y los suyos forman parte de un escaparate de ostentacin
de poder. Ni su funcin social, ni su vida, ni sus ambiciones son importantes. Ellos, el
cortijo entero, asumen existir nicamente para las caceras que practican sus seores;
viven, por tanto, para el entretenimiento de sus amos.
No es extrao, dado este tipo de relacin casi feudal, que Azaras sea despedido
tras 61 aos de ininterrumpido servicio; ni cabe sorprenderse por las risas de los
comensales ante la pretensin de Nieves de celebrar su primera comunin -Libro
Segundo-; etc. El colmo del desprecio que el grupo de los poderosos manifieta hacia el
de sus sirvientes llega en le Libro Quinto, ante las muestras de crueldad e insensibilidad
que el seorito Ivn da tras la aparatosa cada de Paco.
Los personajes aceptan, pues, el mundo tal y como lo han recibido y se someten a
una jerarqua de poderes que parece inquebrantable. Es necesario subrayar este punto
para comprender el juego de poderes que Delibes establece al dar el nombre de Gran
Duque al bho que Azaras cuida, en el Libro Primero, y que l denomina milana. En
este caso, el animal muere ante la indiferencia del seorito y la desesperacin de Azaras.
Ms adelante, ya en el otro cortijo, ste ltimo consigue la amistad de una grajilla a la
que identifica con el animal anterior mediante el mismo nombre de milana. Es por eso
que, cuando en el captulo final el seorito dispare sobre la grajeta, estar disparando
tambin sobre el Gran Duque, de manera que, segn el juego literario urdido por el
autor, Ivn, hijo de marquesa, estar trangrediendo el orden que sustenta la misma
estructura social quie le otroga privilegios. Con esa accin de Ivn, se legitima
simblicamente el asesinato final.
Con toda seguridad, los campos sobre los cuales podra extenderse el estudio de
esta obra son mucho ms numerosos que los aqu escasamente apuntados. Sin embargo,
creo dejar suficiente constancia de la profundidad y la estudiada elaboracibn de este
texto, en evidente contradiccin con aquella apariencia de sencillez que al principio de
este artculo se comentaba y que tal vez haya sido la causa verdadera de que Los Santos
Inocentes no dispongan hoy de la merecida consideracin de novela fundamental dentro
de la obra creativa de Miguel Delibes.
NOTAS