Tran Duc Thao El Materialismo de Hegel
Tran Duc Thao El Materialismo de Hegel
Tran Duc Thao El Materialismo de Hegel
con la Toma de la Bastilla. Por la definicin del humanismo, no es tan slo tinta
lo que corre sino tambin sangre humana. No slo todas las grandes corrientes
ideolgicas modernas
Nietzsche, el existencialismo, el historicismo, el
marxismo, la fenomenologa, el psicoanlisis derivan de Hegel, sino que, del
mismo modo, no hay-uno solo de los grandes acontecimientos polticos y
sociales de nuestro tiempo que no pueda leerse en las enigmticas metforas
hegelianas como en el diario del da. A este respecto tanto Kojve, como
Tran-Duc-Thao, partiendo de puntos de vista distintos, tienen una misma tarea
en comn, la de despojar el estudio de la filosofa hegeliana de todo formalismo
acadmico para establecer sus contactos inmediatos y reales con los
problemas de la vida cotidiana del hombre de carne y hueso. Por eso juzgamos
importante, esta breve pero aguda exgesis de Tran-Duc-Thao, que abre una
nueva y enriquecedora perspectiva para una relectura actualizada y viva del
ms grande pensador del siglo pasado, cuya comprensin
est
indisolublemente ligada con el destino de la filosofa misma, es decir, con el
destino de la humanidad en el problemtico mundo contemporneo.
I
Slo puede compararse a la inmensidad de la influencia de Hegel, el misterio
que envuelve a los textos hegelianos. La dialctica aparece como una magia
cuyo secreto no parece haber sido encontrado por ningn comentador. Si el
concepto se presenta como saber de s, ese saber permanece como un en-s,
que no ha devenido an para-nosotros.
Desde ese punto de vista, es apreciable la publicacin por Raymond Queneau
del clebre curso de Alexandre Kojve sobre la Fenomenologa del Espritu.
Por primera vez, nos encontramos frente a una explicacin efectiva, que da al
texto un sentido concreto relacionndolo con hechos reales. Bajo el devenir de
la conciencia de s, Marx haba reconocido el movimiento de la historia hu
mana: faltaba mostrar el contenido en detalle. El comentario de Kojve nos
ofrece un ensayo de una rara brillantez y de una profunda originalidad.
El motor de la dialctica se presenta en Hegel como una fuerza misteriosa, la
potencia de lo negativo, que asimila el objeto al sujeto y hace pasar cada
trmino a su contrario. Kojve lo interpreta a la manera de Marx como
negatividad real: el deseo y el trabajo negando el dato natural y transfor
mndolo de manera de volverlo humano. La mediacin es la actividad que
permite al hombre independizarse de las condiciones inmediatas y elevarse a
la universalidad en un mundo que l mismo ha elaborado.
Pero el deseo y el trabajo no designan an ms que la relacin exterior del
hombre a la naturaleza. La negacin no toma su sentido espiritual sino como
negacin de s. El hombre se niega a s mismo en un deseo particular a la
especie humana, el deseo de deseo o el deseo de reconocimiento, que lo lleva
a arriesgar voluntariamente su vida en una lucha de puro prestigio, para
demostrarse como independiente de la existencia animal y digna de ser
reconocida. El resultado inmediato es la muerte de uno de los adversarios.
Pero tal negacin es abstracta y suprime las condiciones de un reconocimiento
efectivo. El vencido debe permanecer vivo para reconocer a su vencedor: uno
se transforma en el amo y el otro en el esclavo.
El amo consigue la existencia propiamente humana negando en s mismo la
existencia animal mediante la lucha de vida o muerte: el esclavo es reducido al
momento de la cosa. Pero la humanidad del amo permanece siendo inmediata,
puesto que lleva una existencia ociosa. El esclavo sometido al trabajo, realiza,
por el hecho mismo de esa violencia, las condiciones de una liberacin
efectiva. Pero el hombre no es verdaderamente humano sino cuando ha
arriesgado su vida para afirmar el sentido. La historia del trabajo y de las luchas
por el reconocimiento definen el devenir histrico como devenir humano. La
dialctica de la Fenomenologa no hace ms que reproducir, segn Kojve,
ese movimiento real. El primer mundo propiamente histrico es el mundo
griego, donde los amos pasaban su tiempo en la poltica y en la guerra,
dejando el trabajo efectivo a sus esclavos. Pero el imperialismo romano realiza
una nivelacin general, en la sumisin de todos a uno solo. Los viejos esclavos
intentan persuadirse de que han devenido realmente libres, forjando ideologas
II
Es imposible reproducir la riqueza de anlisis concretos que hacen el raro
mrito del comentario de Kojve. Detrs de las asperezas de un texto abstruso,
el intrprete descubre un contenido a la vez objetivo y vivido, de una
asombrosa profundidad y de un realismo sorprendente. Adems se parte de un
punto de vista cuya solidez no deja lugar a la discusin: la dialctica hegeliana
no tiene sentido ms que por el atesmo. Como lo hace notar el R. P. Niel,
"nadie en nuestros das puede negarse a admitir que el pensamiento de Hegel
concluye finalmente por despojar de su sentido religioso a los dogmas
cristianos".
Haremos evidentemente ms reservas sobre el trabajo de realizacin: nos
parece exagerado querer interpretar el contenido de la
Fenomenologa
enteramente por la dialctica del amo y del esclavo. Sin duda la historia est
hecha de luchas y de trabajo humano. Pero esos conceptos son demasiado
vagos y no dan cuenta de las particularidades del movimiento, tal como Hegel
lo ha expuesto. La relacin de dominacin a servidumbre, tal como lo ha
observado el propio Kojve, no explica el reconocimiento de los amos entre s,
ms generalmente el reconocimiento recproco de los individuos en el interior
de la totalidad social, que define la concepcin hegeliana de la espiritualidad.
Las figuras fenomenolgicas, como figuras del espritu, escapan casi com
pletamente a la interpretacin propuesta. As, la ciudad antigua que implica
evidentemente el momento de la esclavitud, se caracteriza en su estructura
espiritual por la oposicin de la familia y del Estado, de las potencias
subterrneas y de las divinidades de la luz: no hay aqu dominacin, ni
servidumbre, sino escisin interna en la comunidad de hombres libres. La
dialctica que lleva a la unidad del mundo, bajo el imperio romano queda
tambin en el misterio, las guerras tenan tantas oportunidades de perpetuar
las divisiones como de suprimirlas. El caso del cristianismo puede parecer ms
favorable, puesto que sera el miedo a la muerte que habra hecho del cristiano
el esclavo de Dios. Pero es fcil de ver que una explicacin de ese gnero
revela un racionalismo abstracto, del tipo del Aufklrung. En fin, si la dialctica
del mundo de la alienacin, desde la Edad Media a la Revolucin, puede
definirse en grueso como la liberacin del esclavo cristiano, se llega
difcilmente a explicar por un concepto tan general el detalle de las figuras que
jalonan el movimiento, y an menos su gnesis completa. En una palabra, si
las nociones de lucha y de trabajo parecen caracterizar a la realidad histrica
en su conjunto, ellas aparecen como formales desde que se las aplica como
quiere Hegel, a la diversidad de contenidos. Resulta una cierta desigualdad en
el comentario; las figuras de la conciencia (captulo I al III) han sido, en
particular, relativamente abandonadas: sera difcil, en efecto, explicarlas
siguiendo el esquema del amo y del esclavo.
El formalismo no es ms que el signo de la abstraccin. El concepto
fundamental de reconocimiento se encuentra separado, en el comentario de
Kojve, de todo el desenvolvimiento anterior: l define aun el principio de la
separacin como dualidad absoluta y totalmente explicable del hombre y de la
naturaleza. El animal no puede desear ms que objetos y permanece de ese
modo l mismo sobre el plano del objeto. El hombre "desea el deseo", pone
sus bienes y sus goces, pero de tal manera que esta relacin es por s misma
una relacin ideal, y se revela como sacrificndose a s misma".
La existencia humana es negacin del ser-ah y disponibilidad constante para
una muerte voluntaria. Pero no se trata de ninguna manera de una propiedad
misteriosa que introduce una diferencia metafsica entre el hombre y la
naturaleza. La libertad humana es un constituyente: la negacin del ser-ah
natural define el ser de la existencia social como resultado del movimiento
mismo de la vida. La familia, que se presenta como la ltima totalidad biolgica,
realiza igualmente la primera forma de la existencia humana, en tanto que
produce sus propios medios de subsistencia1 . Tal situacin se revela como
contradictoria, pues si el trabajo hace surgir un mundo nuevo, como negacin
de la naturaleza, el S permanece siempre sobre el plano del ser natural: yo
pretendo guardar en mi posesin el resultado de mi trabajo, pero ese resultado
en tanto que implica un sentido humano, se encuentra inmediatamente
codiciado por todos. Se provoca un conflicto donde el yo, afirmando su ser
singular, se niega en esa singularidad misma y se pone como universal. Siendo
el producto universal, la apropiacin del reconocimiento, las relaciones
singulares no son mantenidas sino en tanto que suprimidas. El ser como sersuprimido se afirma como ser social, en el cual el hombre se realiza en su
verdad asumiendo el sentido del mundo que produce. El individuo se eleva a la
universalidad, en tanto que su existencia se mantiene en el sentido por el cual
es reconocido, y est siempre pronto a sacrificar su vida para defender su
sentido. No hay relacin verdadera de posesin sino en la medida en que haya
sido negado como simple relacin de hecho, y puesto como relacin ideal de
derecho, en la propiedad. El sujeto, en su existencia social, no es ya una
unidad biolgica, sino una persona, definida en su abstraccin como pura
conciencia de s negadora de todo dato natural.
Las figuras del espritu son las formas histricas donde se constituyen las
relaciones propiamente humanas como la verdad en la cual se absorben las
relaciones naturales, en tanto que reconocidas en su sentido de universalidad.
Tal reconocimiento se define como pasaje de la economa a la ideologa puesto
que la actividad humana sobre el plano natural se define como actividad
econmica. El hombre no vive como el animal, en simbiosis con la naturaleza,
sino que crea un mundo aparte donde consume lo que l mismo produce. El
objeto econmico, como negacin del dato inmediato, implica un sentido de
universalidad, como disponibilidad universal. Resultado
de
la actividad
subjetiva, transforma a su vez el sujeto constituyndolo como sujeto universal.
La vida econmica es el trabajo de lo negativo, que eleva el S a la
universalidad sobre el plano de lo real o del en-s. El reconocimiento de la
esencia social humana, como S universal, define el trastorno dialctico, que
hace pasar a la espiritualidad como verdad de la vida natural o ser-para-s del
en-s.
La exposicin hegeliana expone sobre el plano del concepto un movimiento
real, cuya descripcin correcta no es posible sino en el horizonte del
1
C. Marx: Ideologa alemana: "Se puede diferenciar a los hombres de los animales por la conciencia, por la religin, por lo que se
quiera. Comienzan ellos mismos por diferenciarse de los animales, desde que comienzan a producir sus medios de subsistencia".
III
Sin entrar en el detalle de las figuras particulares de la Fenomenologa, se
puede esbozar de manera relativamente simple el paso general del
desenvolvimiento. La vida humana se presenta, en primer lugar, como relacin
del hombre con la naturaleza, en otros trminos, como relacin del yo con el
objeto, o conciencia del objeto. El concepto de economa definiendo las
relaciones del hombre con la naturaleza, la dialctica de la conciencia
(captulos I a III) constituye li exposicin idealizada de la historia econmica de
la humanidad. Por la actividad econmica se elabora un mundo nuevo, cuyo
significado propiamente humano se impone en una toma de conciencia
revolucionaria como negacin de la vida inmediata y afirmacin de un modo
ms elevado de existencia. La historia de la humanidad revolucionaria se
presenta como el devenir de la conciencia de s, donde el S rechaza el mundo
dado para ponerse a s mismo como la realidad verdadera. Las significaciones
nuevas aparecen en las edades primitivas en la existencia singular misma,
donde la lucha de vida o muerte y la relacin de dominacin o servidumbre
mediatizan las formas inmediatas de la vida social. En la Antigedad, las
revoluciones urbanas hacen triunfar la universalidad abstracta que define la
civilizacin en su lucha contra la barbarie: el movimiento se acaba con el
Estoicismo, el escepticismo y el Cristianismo revolucionario (captulo IV). En el
perodo moderno, el individuo se afirma como llevando la universalidad en su
individualidad misma: la conciencia de s, segura de ser ella misma toda la
verdad, se presenta como Razn (captulo V). La negacin revolucionaria del
mundo dado termina con la toma de poder y con la organizacin de un mundo
nuevo, especficamente humano, definido como mundo del espritu. El objeto
es objeto universal, elaborado por el trabajo de todos y reconocido por el
sujeto, l mismo universal, como su propia realidad objetiva. La dialctica del
espritu expuesta en el captulo VI, describe el devenir de la esencia social
humana como universalidad efectiva. Pero tal esencia no se realiza plenamente
sino por la conciencia, en el individuo, de la verdad de su ser como ser
universal. En la conciencia de s del espritu, el S toma conciencia del sentido
de su existencia como sentido de eternidad. Este define el proyecto humano
que se encuentra, en primer lugar, representado exteriormente por la religin
(captulo VII). Pero el desenvolvimiento histrico termina en un mundo que
realiza plenamente la universalidad en cada uno de sus momentos : el S se
reconoce en la singularidad misma de su existencia efectiva como S universal,
en el Saber absoluto (captulo VIII).
IV
abstracta y se afirma como tal en las luchas de puro prestigio , del tipo de
potlatch.
salido
La disolucin de las formas antiguas hace surgir las condiciones del nacimiento
de una civilizacin ms elevada. "El ser sensible y la visin del aqu reposan
ellos mismos en la percepcin. . . pero no de la misma manera que la primera
vez. Ella ha hecho precisamente la experiencia de que el resultado y la verdad
de ese acto de percibir son su resolucin o la reflexin volviendo lo verdadero a
s mismo". La vuelta de la civilizacin a la vida agrcola inmediata "la reflexin
volviendo lo verdadero a s mismo" implica a pesar de la disminucin de los
cambios, la mantencin de los resultados del movimiento anterior: las tcnicas
artesanales, el uso de la moneda, la supresin de la esclavitud. Las ciudades
antiguas se desenvuelven sobre el mundo natural de la barbarie. La
reconstitucin, en la Edad Media, de la vida urbana y de las formas de
racionalidad, parte de los fundamentos de una economa monetaria, puestos
como elementos universalmente adquiridos.
El objeto se presenta, ya
implcitamente como objeto de cambio, e implica virtualmente, el sentido de la
universalidad. Este se encuentra representado en su abstraccin por la
dominacin universal de la Iglesia. En tal horizonte, el trabajo no puede
desenvolverse sino bajo la forma del trabajo asalariado. El asalariado realiza el
sujeto en el objeto y lo eleva a una universalidad efectiva.
La libertad del ciudadano antiguo se funda sobre la explotacin del esclavo; su
experiencia vivida se limita, por un lado, a la singularidad del existente, el
momento del Uno exclusivo tomado en el goce, por el otro lado, a la
universalidad abstracta necesaria para ejecutar las tareas de direccin. Las
formas son percibidas aparte, separadas del trabajo real que los constituye en
su devenir efectivo. Una orden del amo basta para imponerse a la materia.
Representadas en su idealidad, ellas se encuentran aisladas las unas de las
otras, y la produccin que se regula sobre ellas supera difcilmente el estadio
del taller. El objeto as fabricado define lo verdadero en tanto que percibido. La
inteligibilidad es impotente para dar cuenta de la individualidad.
En la Edad Media, el hombre libre de las ciudades es el hombre que trabaja.
Definido en trminos de dinero, la actividad subjetiva se integra a la
universalidad constitutiva del objeto. La experiencia de S como S universal se
identifica con el proceso real donde se elaboran las formas ideales. El
momento mismo del goce se presenta en el objeto, como consumacin
determinada por el salario, y no es sino un momento del movimiento universal
de la mercanca. Esta se constituye en totalidad racional, como ciclo del capital,
y envuelve todas las fases de la vida econmica. El dinero se transforma en
mercancas que producen ellas mismas otras mercancas, y se vuelve al
punto de partida. La mercanca no es sino el trabajo humano, en accin o
realizada en su resultado. El movimiento del capital se objetiva en la
manufactura, donde los momentos particulares se absorben en la inteligibilidad
de un proceso universal. El existente, en su singularidad, no existe sino en su
relacin con los otros, y gracias al dinero que sirve de denominador universal,
esa relacin se encuentra determinada por un clculo riguroso. Los momentos
contradictorios de la cosa, el Uno exclusivo y la pura universalidad,
desaparecen en la relacin, puesta como constitutivo de la objetividad del
VI
El pasaje del taller a la manufactura hace surgir el mundo capitalista moderno.
En el proceso de la produccin capitalista, el objeto se constituye por la
objetivacin de la actividad humana en un movimiento estrictamente racional.
Lo real no es sino la realizacin de la subjetividad, el S reflexivo en s mismo,
el concepto como negatividad constituyente. Pero el sujeto no es tomado sino
como una realidad exterior donde no se reconoce a s mismo. El mundo
capitalista es el mundo de la esencia humana alienada: las relaciones son
puramente humanas, pero bajo la forma inhumana del dinero. "Ese universal
incondicionado que es, en lo sucesivo, el objeto verdadero de la conciencia, es
an, no obstante, objeto de esa misma conciencia; no es an, comprendido su
concepto como concepto. Las dos cosas son esencialmente a distinguir; la
conciencia sabe que el objeto ha vuelto a s mismo a partir de la relacin con
otro y ha devenido de ese modo, concepto en s; pero la conciencia no es an
para s-mismo el concepto, es porque ella no se conoce a s misma en ese
objeto reflexivo".
El proceso del capital aparece, desde luego, bajo su forma exterior, como
movimiento real del dinero y de la mercanca. Esta se presenta en su variedad
multiforme, aquel en la unidad del puro ser-para s. El valor se constituye en un
cambio perpetuo, como la fuerza universal que se distribuye pasando
continuamente de lo Uno a lo Mltiple y de lo Mltiple a lo Uno. El dinero se
exterioriza en la diversidad de las Mercancas y de sus metamorfosis en la
Produccin, pues vuelve a s mismo para retomar el mismo circuito . "Las
diferencias puestas en su independencia pasan inmediatamente en su unidad,
y su unidad inmediatamente en su despliegue, y su despliegue a la vez en la
reduccin a la unidad. Es ese movimiento precisamente lo que se llama fuerza;
uno de los momentos de esta, a saber la fuerza como expansin de las
materias independientes en su ser, es su exteriorizacin; otro momento, la
fuerza como ser-desaparecido de esas materias, es la fuerza que, de su
exteriorizacin, es rechazada en s misma, o es la fuerza propiamente dicha".
3
(M-P-M)->A.
dem, p. 107-108; I, p. 109-110. El primer movimiento define el capitalismo comercial: A-> ( M - > P - > M ) ->A. En el
pasaje al capitalismo industrial se obtiene la equivalencia: A-> ( M - P - > M ) - A = ( M - P - M ) - > A - > ( M - * P - > M ) .
inteligible del capital, como puro devenir recproco del dinero y de la mercanca.
El movimiento real se suprime para elevarse a la verdad, como concepto. "Las
dos tuerzas existen como esencias siendo para s; pero su existencia es un
movimiento de la una relativamente a la otra tal que su ser es ms bien un puro
ser-puesto-por-un-otro, es decir que su ser es ms bien la pura significacin del
desaparecer. . . La fuerza como efectivamente real es nicamente en la
exteriorizacin, que no es al mismo tiempo nada ms que una supresin de s
misma. . . Sin ningn reposo los momentos de su realidad efectiva, sus
sustancias y su movimiento se hunden en una unidad sin diferencia. . . esa
unidad es el concepto de la fuerza como concepto. La realizacin de la fuerza
es as, al mismo tiempo, prdida de la realidad".
El desenvolvimiento del capitalismo moderno eleva la conciencia a la
concepcin de un universo inteligible, donde la pura relacin matemtica define
el ser del existente. La intuicin del mundo que inspira la fsica mecanicista se
constituye sobre una prctica racional: el clculo de elementos de la empresa
capitalista como momentos del devenir del objeto. Conviene evidentemente no
entenderlo en un sentido psicologista. Las relaciones de produccin no definen
simples formas sociales en el sentido en que ellas seran exteriores a la
realidad misma. El trabajo humano no se aplica desde fuera de la naturaleza:
en tanto que el hombre pertenece a la totalidad natural, su actividad no es sino
el momento por el cual la naturaleza obra sobre s misma. La forma de la
produccin define pues la forma misma de lo real en tanto que se produce a s
mismo. En un movimiento de este gnero, es la constitucin misma de las
cosas que se revela a la conciencia. El S es el ser reflexionando sobre s
mismo; la reflexin es interior a la sustancia: ella define el momento de la
subjetividad. Si la actividad humana fuera un movimiento exterior a la
naturaleza, no se comprendera cmo las formas de la conciencia que se
elaboraran podran tomar un valor de verdad. El objeto constituido no
corresponde necesariamente a la realidad de las cosas y su universalidad sera
relativa a la organizacin social de la cual se ha desarrollado. Pero el porvenir
humano no es justamente sino un momento del devenir total. La vida humana
no es sino el movimiento mismo de lo real, en su devenir-verdad. Por tanto los
valores que implican se encuentran plenamente fundados como valores
autnticos. El ser del objeto para la conciencia define el ser del existente,
puesto que el devenir del objeto para la conciencia no es sino el movimiento
por el cual lo real se constituye para s-mismo. Es pues perfectamente absurdo
querer separar el materialismo histrico como "teora psicolgica del
conocimiento" del materialismo dialctico como "teora filosfica del universo".
El materialismo histrico no tiene justamente nada que ver con el psicologismo.
La referencia a la economa no es sino una simple explicacin emprica del
curso de la representacin: no lo es justamente si no la separamos
artificialmente de la filosofa materialista como concepcin general del mundo.
En tanto que ella se integra en la dialctica universal de la naturaleza, la
dialctica de las formas sociales asegura al movimiento de la conciencia su
fundamento trascendental, como fundamento de verdad. "Si lo negativo
aparece en primer lugar como diferencia entre el yo y el objeto, es tambin
diferencia de la sustancia con ella misma. Lo que parece producirse fuera de
ella, como una actividad dirigida contra ella, es en realidad su propia operacin:
y ella muestra que es esencialmente sujeto".
VII