Cuento para Pensar
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Cuento 63
MELONES SIN SEMILLAS
por Mamerto Menapace, osb
Monasterio Santa Mara de Los Toldos
Nemesio le gustaban los melones. Cuando, de visita en un rancho era convidado con un buen
meln, no omita el ritual de pedir semillas de esa variedad a fin de sembrarlas en su chacrita.
De esta manera haba conseguido no slo almacenar cuanta especie de meln hubiera aparecido
por la zona, sino tambin conseguir algunas variedades nuevas, gracias a los cruces hechos por
l mismo con distintas especies.
Pero como para el que busca nunca faltan motivos de asombro, lleg un da que se top con algo
realmente increble. Le regalaron un sabroso ejemplar de meln sin semilla. Al principio qued
perpejlo. No poda negar que aquello fuera un meln. Y desde el momento que exista, tendra
que haber nacido. De ah a proponerse producir la variedad no hubo ms que la distancia de una
decisin.
Y Nemesio aquel ao se propuso destinar toda la superficie de su chacrita a producir esa nueva
variedad tan original de cucurbitcea. Ar todo su terreno, y prolijamente desarraig de l los
rizomas de las gramillas. Con el rastrillo emparej y desterron lo arado, y finalmente midi las
distancias a fin de ubicar los surcos. De punta a punta traz las lneas rectas como renglones de
un cuaderno.
Cuando tuvo todo preparado, comenz la verdadera tarea. Colocndose en la cabecera del
primer surco, abri con la punta del pie un pequeo hoyo en la tierra, y metiendo la mano en el
bolsn que formaba con el poncho, hizo ademn de sacar algo que simul colocar delicadamente
en el hoyito. Luego se incorpor un poco, y con el borde de la zapatilla volvi a colocar la tierra
en su lugar, apisonndola suavemente con la planta del pie.
Dos pasos ms adelante realiz la misma operacin con idntica meticulosidad, y repitiendo los
gestos habituales en la siembra de melones. Slo que en esta especialsima circunstancia haba
un detalle omitido: la semilla. Y as recorri toda la extensin del surco, y de la misma manera la
de todos los dems. Una jornada entera le llev el trabajo. Trabajo prolijamente realizado.
Precisin y destreza se derrochaban por igual.
Lo nico que falt fue la semilla. Y bast ese solo detallito para que aquel ao Nemesio se
quedara sin melones. Porque para conseguir lo que pretenda, Nemesio haba ingenuamente
credo que se le exiga realizar todo el esfuerzo de la siembra, suprimiendo simplemente aquel
elemento.
Cuando recuerdo a Nemesio, siempre me vienen a la memoria aquellos que pretenden conseguir
frutos del apostolado realizando un enorme esfuerzo, pero se olvidan de la oracin.
publicado en el libro Madera Verde, Editorial Patria Grande.
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