Roberto Zucco

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Roberto Zucco

de Bernard Marie Kolts


PERSONAJES
ROBERTO ZUCCO
SU MADRE
LA CHIQUILLA
SU HERMANA
SU HERMANO
SU PADRE
SU MADRE
EL SEOR MAYOR
LA SEORA ELEGANTE
EL FORZUDO
EL CAFICHO IMPACIENTE
LA PUTA ALTERADA
EL INSPECTOR MELANCOLICO
UN INSPECTOR
UN COMISARIO
GUARDIA PRIMERO
GUARDIA SEGUNDO
POLICIA PRIMERO
POLICIA SEGUNDO
HOMBRES. MUJERES. PUTAS. CAFICHOS.
VOCES DE PRESOS Y DE GUARDIAS

ESCENA 1
LA EVASION
El camino de ronda de una prisin, a ras del tejado. Los tejados de la prisin,
hasta su coronacin. A esa hora en que los guardias, cansados del silencio y
hartos de escrutar la oscuridad, son, a veces, vctimas de alucinaciones.
GUARDIA PRIMERO: Has odo algo?
GUARDIA SEGUNDO: No. Nada de nada.
GUARDIA PRIMERO: T nunca oyes nada.
GUARDIA SEGUNDO: Y t, has odo algo?
GUARDIA PRIMERO: No, pero tengo la impresin de haber odo algo.
GUARDIA SEGUNDO: Has odo o no has odo?
GUARDIA PRIMERO: No he odo por los odos, pero tengo la idea de haber
odo algo.
GUARDIA SEGUNDO: La idea? Sin usar los odos?
GUARDIA PRIMERO: T nunca tienes ideas, por eso nunca oyes nada ni
ves nada.
GUARDIA SEGUNDO: No oigo nada porque no hay nada que or y no veo
nada porque no hay nada que ver. Nuestra presencia aqu es intil, por eso
siempre acabamos discutiendo. Completamente intil: los fusiles, las sirenas
mudas, nuestros ojos abiertos cuando a estas horas todo el mundo los tiene
cerrados. Me parece intil mantener los ojos abiertos para contemplar la nada,
y los odos alerta para no escuchar nada, cuando a estas horas nuestros odos
deberan escuchar el ruido de nuestro universo interior y nuestros ojos
contemplar nuestros paisajes interiores. T crees en el universo interior?
GUARDIA PRIMERO: Yo creo que no es intil que estemos aqu, para
impedir las evasiones.
GUARDIA SEGUNDO: Pero si aqu no hay evasiones. Es imposible. La
prisin es demasiado moderna. Ni siquiera un preso pequeito podra evadirse.
Ni siquiera un preso tan pequeo como una rata. Si llegara a atravesar las rejas
grandes, despus hay otras ms finas, como coladores, y luego otras an ms
finas, como tamices. Habra que ser de lquido para poder cruzarlas. Y una
mano que ha apualado, un brazo que ha estrangulado no pueden estar hechos
de lquido. Al contrario, deben volverse pesados y voluminosos. Cmo crees
que puede ocurrrsele a alguien la idea de apualar o de estrangular, primero la
idea, y despus pasar a la accin?
GUARDIA PRIMERO: Puro vicio.
GUARDIA SEGUNDO: Yo, que llevo seis aos de guardia, siempre he
observado a los asesinos preguntndome donde podra encontrarse lo que los
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diferenciaba de m: guardia penitenciario incapaz de apualar o de estrangular,


incapaz hasta de pensarlo. He reflexionado, he buscado, incluso los he
observado bajo la ducha porque me dijeron que era en el sexo donde se
alojaba el instinto asesino. He visto ms de seiscientos sexos, pues bien, no
hay ningn punto en comn entre ellos; los hay grandes, los hay pequeos, los
hay delgados, los hay chiquititos, los hay redondos, los hay puntiagudos, los
hay enormes, de ah no se saca nada.
GUARDIA PRIMERO: Puro vicio, te digo. No ves algo?
Aparece Zucco, caminando por el borde del tejado.
GUARDIA SEGUNDO: No, nada de nada.
GUARDIA PRIMERO: Yo tampoco, pero me parece ver algo.
GUARDIA SEGUNDO: Veo un tipo caminando por el tejado. Debe ser la
falta de sueo.
GUARDIA PRIMERO: Qu iba a hacer un tipo en el tejado? Tienes razn.
De vez en cuando deberamos cerrar los ojos sobre nuestro universo interior.
GUARDIA SEGUNDO: Yo dira que parece Roberto Zucco, el que han
encerrado esta tarde por el asesinato de su padre. Un animal furioso, un animal
salvaje.
GUARDIA PRIMERO: Roberto Zucco. No me suena.
GUARDIA SEGUNDO: Pero t ves algo all, o solo lo veo yo?
Zucco sigue avanzando , tranquilamente, por el tejado.
GUARDIA PRIMERO: Me parece que veo algo. Pero, qu es?
Zucco empieza a desaparecer tras una chimenea.
GUARDIA SEGUNDO: Es un preso que se evade.
Zucco ha desaparecido.
GUARDIA PRIMERO: Mierda, tienes razn: es una evasin.
Disparos, focos, sirenas.
ESCENA 2
ASESINATO DE LA MADRE
La madre de Zucco, en ropa de dormir, ante la puerta cerrada.
LA MADRE: Roberto, tengo la mano en el telfono, descuelgo y llamo a la
polica.
ZUCCO: Abreme.
LA MADRE: No.
ZUCCO: Si le doy un golpe a la puerta, se cae, t lo sabes, no te hagas la
idiota.
LA MADRE: Pues hazlo, enfermo, loco, hazlo y despertars a los vecinos.
Estabas ms seguro en la crcel, porque si te ven te linchan: aqu no se tolera
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que alguien mate a su padre. En este barrio, hasta los perros te mirarn con
malos ojos.
Zucco golpea la puerta.
LA MADRE: Cmo es que te has escapado? Qu clase de crcel es esa?
ZUCCO: Jams me retendrn en prisin ms de unas horas. Jams. Abre; le
haras perder la paciencia a una ostra. Abre o te derribo la puerta.
LA MADRE: Qu has venido a hacer aqu? De dnde te viene esa
necesidad de volver? Yo ya no quiero verte, no quiero verte ms. Ya no eres
mi hijo, se acab. T para m ya no vales ms que una mosca de mierda.
Zucco tira la puerta abajo.
LA MADRE: Roberto, no te me acerques.
ZUCCO: He venido a buscar mi ropa.
LA MADRE: Tu qu?
ZUCCO: Mi ropa.
LA MADRE: Esa porquera! Qu necesidad tienes de esa porquera de ropa?
Ests loco, Roberto. Hubiramos tenido que darnos cuenta cuando estabas en
la cuna, y arrojarte a la basura.
ZUCCO: Muvete, date prisa, tremela!
LA MADRE: Te dar dinero. Es dinero lo que quieres. Te comprars toda la
ropa que quieras.
ZUCCO: No quiero dinero. Ya te dije lo que quiero.
LA MADRE: No quiero, no quiero. Voy a llamar a los vecinos.
ZUCCO: Quiero mi ropa!
LA MADRE: No grites, Roberto, no grites, me das miedo; no grites o
despertars a los vecinos. No puedo drtela, es imposible; est sucia, est
asquerosa, no puedes ponrtela as. Dame tiempo para que te la lave, para que
te la seque, para que te la planche.
ZUCCO: Yo la lavar. En la lavandera automtica.
LA MADRE: Desvaras, pobre infeliz. Ests completamente chiflado.
ZUCCO: Es el sitio que ms me gusta en el mundo. Es apacible, tranquilo, y
hay mujeres.
LA MADRE: Y a m qu! No quiero drtela. No te acerques, Roberto. An
llevo luto por tu padre. Acaso vas a matarme a m tambin?
ZUCCO: No tengas miedo de m, mam. Siempre he sido dulce y amable
contigo, por qu ibas a tenerme miedo? Por qu no ibas a darme mi ropa?
La necesito, mam, la necesito.
LA MADRE: No seas amable conmigo, Roberto. Cmo quieres que olvide
que has matado a tu padre, que lo has tirado por la ventana, como quien tira
una colilla? Y ahora eres amable conmigo. No quiero olvidar que has matado
a tu padre, Roberto, y tu dulzura me har olvidarlo todo.
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ZUCCO: Olvida, mam. Dame mi ropa, aunque est sucia, aunque est
arrugada, dmela. Y luego me marchar, te lo juro.
LA MADRE: He sido yo, Roberto, he sido yo quien te ha parido? Has
salido realmente de m? Si no te hubiese parido aqu mismo, si no te hubiese
visto salir de m, y seguido con los ojos hasta que te acostaron en tu cuna; si
no hubiese fijado, desde entonces, mi mirada en ti sin desviarla jams,
vigilando cada cambio de tu cuerpo, hasta ser incapaz de ver que se producan
esos cambios, y si no te viera ahora ah, idntico al que sali de m en esta
cama, creera que no es mi hijo el que tengo delante. Pero te reconozco,
Roberto. Reconozco la forma de tu cuerpo, tu cintura, el color de tu pelo, el
color de tus ojos, la forma de tus manos, esas manazas fuertes que no han
servido ms que para acariciar el cuello de tu madre, para apretar el de tu
padre, a quien has matado. Por qu aquel nio, tan sensato durante 24 aos,
se ha vuelto loco bruscamente? Cmo te has descarrilado, Roberto? Quin
ha atravesado un tronco de rbol en ese camino tan recto para hacerte caer al
abismo? Roberto, Roberto, un auto que se estrella en el fondo de un barranco
no tiene arreglo. Un tren que descarrila no puede volver a los rieles. Hay que
abandonarlo, hay que olvidarlo. Yo te olvido. Roberto. Ya te he olvidado.
ZUCCO: Antes de olvidarme, dime donde est mi ropa.
LA MADRE: Est ah. En la cesta. Est sucia y arrugada. (Zucco saca la
ropa). Y ahora mrchate, me lo has jurado.
ZUCCO: S, te lo he jurado.
Se acerca, la acaricia, la abraza, la estrecha, ella gime. La suelta y ella cae,
estrangulada. Zucco se desnuda, se pone la ropa y sale.
ESCENA 3
BAJO LA MESA
En la cocina. Una mesa cubierta hasta el suelo por un mantel. Entra la
hermana de la chiquilla. Se dirige a la ventana, la entorna.
LA HERMANA: Entra, no hagas ruido, qutate los zapatos: sintate ah y
calla. (La chiquilla entra por la ventana.) As que a estas horas de la noche, te
encuentro acurrucada al pie de un muro. Tu hermano est registrando la
ciudad de arriba abajo con el auto, y ten por seguro que cuando te encuentre te
dar unos buenos azotes, porque se ha llevado un susto de muerte. Tu madre
se ha pasado las horas en la ventana, haciendo toda clase de conjeturas, desde
la violacin colectiva a manos de una pandilla de delincuentes, hasta el cuerpo
descuartizado que encontrarn en un bosque, por no mencionar al sdico que
te habra acorralado en el stano, todo ha pasado por su cabeza. Y tu padre
est ya tan seguro de no volver a verte, que no ha parado de beber y duerme la
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borrachera en el sof, roncando con el ronquido de la desesperacin. En


cuanto a m, doy vueltas por el barrio como una loca y te encuentro ah,
simplemente acurrucada al pie de un muro. Cuando hubiese bastado con que
cruzaras el patio para tranquilizarnos. Lo ms que te hubiera pasado, es que tu
hermano te diese una buena tunda, y espero que te la d hasta hacerte sangrar.
Pero ya veo que has decidido no hablarme. Has decidido guardar un silencio
total. Silencio. Silencio. Todos discuten a mi alrededor pero yo callo. Punto en
boca. Veremos si sigues callada cuando tu hermano te de una paliza. Cundo
piensas abrir la boca para explicarme por qu has vuelto tan tarde, cuando
slo tenas permiso hasta la medianoche? Porque si no abres el pico, voy a
empezar a asustarme, voy a hacer toda clase de suposiciones yo tambin.
Gorrioncillo mo, habla con tu hermana, soy capaz de escucharlo todo, y te
proteger, te lo juro, de la clera de tu hermano. Has vivido una pequea
aventura de chiquilla, has conocido un chico y se ha portado como un idiota
como todos los chicos, ha sido torpe, te ha tratado con brusquedad?. Eso yo lo
conozco, pichoncito, yo tambin he sido una chiquilla, he ido a esas fiestas
donde los chicos se portan como imbciles. Aunque te hayas dejado besar,
qu ms da? Te dejars besar mil veces ms por unos imbciles, te apetezca o
no; y te dejars tocar el trasero, pobre infeliz, quieras o no. Porque los chicos
son imbciles y lo nico que saben hacer es tocarle el trasero a las chicas. Les
encanta. No entiendo que placer le encuentran, es ms, creo que no le
encuentran ningn placer. Forma parte de su tradicin. No lo pueden
remediar. Pura imbecilidad. Pero no hay que dramatizar. Lo esencial es que no
te dejes robar aquello que nadie te debe robar hasta que llegue el momento.
Pero yo s que t esperars ese momento, que escogeremos, todos juntos - tu
madre, tu padre, tu hermano, y yo misma, y t tambin, por supuesto - O
entonces tendran que forzarte, y quin se atrevera a forzar a una chiquilla
como t, tan pura, tan virginal? Dime que no te han forzado. Dime, dime que
no te han robado eso, verdad, que nadie te debe robar. Contesta. Contesta o me
enfado. Escndete en seguida bajo la mesa. Me parece que ah vuelve tu
hermano.
La chiquilla desaparece bajo la mesa. Entra el padre en pijama, medio
dormido. Cruza la cocina, desaparece unos instantes, vuelve a cruzar la cocina
y regresa a su dormitorio.
Eres una chiquilla, eres una virgencita, eres la virgencita de tu hermana, de tu
hermano, de tu padre y de tu madre. No me digas esa cosa tan horrible. Calla.
Me vuelvo loca. Ests perdida, y todos nosotros nos hemos perdido contigo.
Entra el hermano, con gran estrpito. La hermana se abalanza sobre l.

LA HERMANA: No grites, no te pongas nervioso. No est aqu pero la han


encontrado. La han encontrado pero no est aqu. Tranquilzate o me volver
loca. No puedo con tantas desgracias a la vez y como grites me mato.
EL HERMANO: Dnde est? Dnde est?
LA HERMANA: Est en casa de una amiga. Duerme en casa de una amiga,
en la cama de su amiga, caliente, segura, nada malo puede ocurrirle, nada. Nos
ha ocurrido una desgracia terrible. No grites, te lo suplico, porque puede que
despus te arrepientas e incluso llores.
EL HERMANO: Nada podra hacerme llorar, salvo una desgracia terrible
que le ocurriera a mi hermanita. La he vigilado tanto, y esta noche se me ha
escapado. Se me ha escapado unas horas, frente a aos y aos de desvelos. La
desgracia necesita ms tiempo para caer sobre alguien.
LA HERMANA: La desgracia no precisa tiempo. Llega cuando quiere, y lo
transforma todo en un instante. Destruye en un instante un objeto preciado que
uno guarda durante aos. (Coge un objeto y lo deja caer al suelo). Y no
podemos volver a pegar los pedazos. Ni siquiera gritando, podramos volver a
pegar los pedazos.
Entra el padre. Cruza la cocina como la primera vez y desaparece.
EL HERMANO: Aydame, hermana ma, aydame. Eres ms fuerte que yo.
No soporto las desgracias.
LA HERMANA: Nadie soporta las desgracias.
EL HERMANO: Comprtela conmigo.
LA HERMANA: Ya no puedo ms.
EL HERMANO: Voy a tomar un trago. (Sale)
Vuelve a entrar el padre.
EL PADRE: Lloras hija ma? Me ha parecido or llorar a alguien.
La hermana se pone en pie
LA HERMANA: No. Cantaba. (Sale.)
EL PADRE: Haces bien. Eso aleja la desgracia. (Sale.)
Al cabo de un momento, la chiquilla sale de debajo de la mesa, se acerca a la
ventana, la entorna, dejando entrar a Zucco.
LA CHIQUILLA: Qutate los zapatos. Cmo te llamas?
ZUCCO: Llmame cmo quieras. Y t?
LA CHIQUILLA: Yo no tengo nombre. Me llaman todo el tiempo con
nombres de animales, pollito, pichoncito, gorrioncillo, alondra, estornino,
palomita, ruiseor. Yo preferira que me llamaran rata, serpiente de cascabel o
lechn. Qu haces en la vida?
ZUCCO: En la vida?
LA CHIQUILLA: S, en la vida: tu oficio, tu trabajo, cmo ganas dinero, y
todas esas cosas que hace todo el mundo.
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ZUCCO: Yo no hago lo que hace todo el mundo.


LA CHIQUILLA: Por eso, dime lo que haces.
ZUCCO: Soy agente secreto. Sabes qu es un agente secreto?
LA CHIQUILLA: S lo que es un secreto.
ZUCCO: Un agente adems de ser secreto, viaja, recorre el mundo, lleva
armas.
LA CHIQUILLA: T llevas un arma?
ZUCCO: Por supuesto que la llevo.
LA CHIQUILLA: Ensamela.
ZUCCO: No.
LA CHIQUILLA: Entonces es que no llevas arma.
ZUCCO: Mira. (Saca un pual)
LA CHIQUILLA: Eso no es un arma.
ZUCCO: Con esto puedes matar tan bien como con cualquier arma.
LA CHIQUILLA: Y adems de matar, qu ms hace un agente secreto?
ZUCCO: Viaja, va a Africa. Conoces Africa?
LA CHIQUILLA: Muy bien.
ZUCCO: Hay lugares maravillosos en Africa, montaas tan altas que
siempre nieva en ellas. Nadie sabe que en Africa nieva. Es lo que ms me
gusta en el mundo: la nieve en Africa cayendo sobre los lagos helados.
LA CHIQUILLA: Me gustara ver la nieve en Africa. Me gustara patinar
sobre los lagos helados.
ZUCCO: Tambin hay rinocerontes blancos que atraviesan el lago, bajo la
nieve.
LA CHIQUILLA: Cmo te llamas? Dime tu nombre.
ZUCCO: Jams dir mi nombre.
LA CHIQUILLA: Por qu? Quiero saber tu nombre.
ZUCCO: Es un secreto.
LA CHIQUILLA: Yo s guardar secretos. Dime tu nombre.
ZUCCO: Lo he olvidado.
LA CHIQUILLA: Mentiroso.
ZUCCO: Andreas.
LA CHIQUILLA: No.
ZUCCO: Angelo.
LA CHIQUILLA: No te burles de m o grito. No es ninguno de esos nombres.
ZUCCO: Cmo lo sabes, si no lo sabes?
LA CHIQUILLA: Imposible. Lo reconocera enseguida.
ZUCCO: No puedo decirlo.
LA CHIQUILLA: Aunque no puedas decirlo, dmelo de todos modos.
ZUCCO: Si te lo dijera, morira.
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LA CHIQUILLA: Aunque tengas que morir, dmelo.


ZUCCO: Roberto.
LA CHIQUILLA: Roberto qu ms?
ZUCCO: Confrmate con eso.
LA CHIQUILLA: Roberto qu ms? Como no me lo digas, gritar, y mi
hermano, que est furioso, te matar.
ZUCCO: Me has dicho que sabas lo que es un secreto. De veras lo sabes?
LA CHIQUILLA: Es lo nico que s perfectamente. Dime tu apellido.
ZUCCO: Zucco.
LA CHIQUILLA: Roberto Zucco. Jams lo olvidar. Escndete bajo la mesa:
viene alguien.
Entra la madre.
LA MADRE:
Hablas sola, mi ruiseor?
LA CHIQUILLA: No. Canto para alejar la desgracia.
LA MADRE:
Haces bien. (Ve el objeto roto.) Mejor. Haca tiempo que
quera deshacerme de esta porquera.
Sale. La chiquilla se acerca a Zucco escondido bajo la mesa.
VOZ DE LA CHIQUILLA: T, amigo, me has quitado mi flor y te la vas a
quedar. Ahora ya no habr nadie que me la pueda quitar. La tienes hasta el fin
de tus das, la tendrs incluso cuando me hayas olvidado o hayas muerto.
Ests marcado por m como por una cicatriz tras una pelea. Yo no corro el
riesgo de olvidar, porque no tengo otra que darle a nadie; se acab,
solucionado, hasta el fin de mi vida. La he dado y eres t quien la tiene.

ESCENA 4
LA MELANCOLIA DEL INSPECTOR
La recepcin de un hotel de putas en el Pequeo Chicago.
EL INSPECTOR: Estoy triste, patrona. Siento el corazn pesado y no s por
qu. Estoy triste a menudo, pero esta vez hay algo que falla. De costumbre,
cuando me siento as, con ganas de llorar o de morirme, busco la razn de ese
estado. Repaso todo lo ocurrido durante el da, durante la noche, y la vspera.
Y siempre acabo encontrando un acontecimiento sin importancia que, de
momento, no me ha impresionado, pero que, como un pequeo microbio
repugnante, ha anidado en mi corazn y me lo retuerce en todos los sentidos.
Entonces, cuando descubro cul es ese suceso sin importancia que me hace
sufrir tanto, me ro, el microbio queda aplastado como un piojo bajo la ua, y
todo se arregla. Pero hoy he buscado, me he remontado a tres das atrs,
primero en un sentido y despus en otro, y ahora estoy de vuelta, sin saber de
dnde viene el mal, tan triste como antes y con el corazn igualmente pesado.
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LA PATRONA: Hurga usted demasiado en los cadveres y en los enredos


de los cafichos, inspector.
EL INSPECTOR: Tampoco hay tantos cadveres. Pero cafichos, s, hay
demasiados. Seran preferible ms cadveres y menos cafichos.
LA PATRONA: Yo prefiero a los cafichos: me ayudan a vivir y ellos
mismos estn llenos de vida.
EL INSPECTOR: Tengo que irme, patrona. Adis.
Zucco sale de la habitacin, cierra la puerta con llave.
LA PATRONA: Nunca se debe decir adis, inspector.
Sale el inspector, seguido por Zucco. Al cabo de unos instantes entra una puta
muy alterada.
LA PUTA : Patrona. Patrona, fuerzas diablicas acaban de atravesar el
Pequeo Chicago. El barrio entero est revuelto, las putas han dejado de
trabajar, los cafichos se han quedado con la boca abierta, los clientes han
huido, todo se ha detenido, todo est petrificado. Patrona, ha cobijado al
demonio en su casa. Ese muchacho que lleg hace poco, ese que no abre la
boca, que no responde a las preguntas de las chicas, como si no tuviera voz ni
sexo; ese muchacho, sin embargo, de mirada tan dulce; ese muchacho, tan
guapo, sin duda, ya lo hemos comentado mucho entre nosotras, ha salido
detrs del inspector. Lo observamos, nos remos, nos imaginamos cosas.
Camina detrs del inspector que parece sumido en una profunda reflexin;
camina tras l como su sombra; y la sombra se encoge como al medioda, se
acerca cada vez ms a la espalda encorvada del inspector, y bruscamente saca
un largo pual de entre sus ropas, y lo clava en la espalda del pobre hombre.
El inspector se detiene. No se vuelve. Balancea suavemente la cabeza, como si
la profunda reflexin en que estaba inmerso acabara de encontrar solucin.
Despus todo su cuerpo se balancea, y se desploma en el suelo. Ni el asesino
ni su vctima se han mirado en ningn momento. El muchacho tena los ojos
clavados en el revolver del inspector; se inclina, lo agarra, se lo guarda en el
bolsillo, y se va, tranquilamente, con la tranquilidad del demonio, patrona.
Porque nadie se ha movido, todo el mundo, inmvil, ha contemplado cmo se
marchaba. Ha desaparecido entre la gente. Era el demonio lo que tena bajo su
techo, patrona.
LA PATRONA: De todos modos, con el asesinato de un inspector, el
muchacho est acabado.

ESCENA 5
EL HERMANO COMPLICE
La cocina. La chiquilla est apoyada en la pared, aterrorizada.
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EL HERMANO: No tengas miedo de m, pichoncito. No te har dao. Tu


hermana es una estpida. Por qu cree que yo te iba a pegar? Ahora eres una
mujer y yo nunca le he pegado a una mujer. Me gustan mucho las mujeres; es
lo que ms me gusta. Es mucho mejor que una hermana pequea. Una
hermana pequea es una molestia. Hay que vigilarla todo el tiempo, sin
perderla de vista. Para proteger qu? su virginidad? Cunto tiempo hay que
estar vigilando la virginidad de una hermana? Todo el tiempo que he pasado
cuidando de ti es tiempo perdido. Y echo de menos ese tiempo. Echo de
menos cada da, cada hora que he perdido vigilndote. Ms valdra desflorar a
las chiquillas en cuanto son chiquillas, as se dejara en paz a los hermanos
mayores, que no tendran nada que vigilar y podran ocupar su tiempo en otros
asuntos. Me alegro que te hayas dejado violar por un tipo, porque ahora tengo
paz. T vas por tu camino, yo por el mo, ya no te llevo a cuestas como una
cruz. Vente mejor a tomar un trago conmigo. Ahora tienes que aprender a no
bajar los ojos, a no sonrojarte, a atreverte a mirar a los chicos. Todo eso se
acab. S descarada. Levanta la cabeza, mira a los chicos, mralos a la cara,
les encanta. No sirve de nada que sigas siendo recatada ni un minuto ms.
Hazte notar, pequea, y en seguida. Abandnate a la naturaleza, vete a hacer
la calle en el Pequeo Chicago con las putas, hazte puta: ganars plata y no
dependers de nadie. Y si nos encontramos en algn bar, te har una sea y
seremos hermano y hermana de bar, es menos aburrido y te diviertes ms. No
pierdas ms el tiempo bajando la mirada y cerrando las piernas, pichoncito,
eso ya no sirve de nada. De todos modos, ahora, la boda se ha ido al diablo.
Mereca la pena vigilarte para la boda, mereca la pena que bajaras
tmidamente los ojos hasta el da de la boda, pero ahora la boda se fastidi, as
que todo lo dems se fastidi tambin. De un solo golpe, as todo se ha ido al
demonio: la boda, la familia, tu padre, tu madre, tu hermana; y a m me da
igual. Tu padre ronca de pena, y tu madre llora; ms vale dejarlos que lloren y
ronquen y marcharse de casa. Puedes tener hijos: nos da igual. Puedes no
tenerlos, tambin nos da igual. Puedes hacer lo que quieras. He dejado de
vigilarte, y t has dejado de ser una chiquilla. Ya no tienes edad; podras tener
quince o cincuenta aos, es lo mismo. Eres una mujer y a todo el mundo le da
igual.

ESCENA 6
EL METRO

11

Bajo un cartel de "Se busca, con la foto de Zucco en el centro, sin nombre;
sentados uno junto al otro en el banco de una estacin de metro, tras la hora
del cierre, un seor mayor y Zucco.
EL SEOR: Soy un viejo y me he entretenido ms de la cuenta. Me alegraba
de haber tomado el ltimo tren cuando de pronto, en una encrucijada de este
laberinto de pasillos y escaleras, ya no he reconocido mi estacin, la que sin
embargo frecuento tan asiduamente, que crea conocer tan bien como mi
cocina. Ignoraba no obstante que oculta, tras el recorrido ntido que prctico
cada da, un mundo oscuro de tneles, de direcciones desconocidas que
hubiera preferido seguir ignorando, pero que mi necia distraccin me ha
obligado a conocer. Y he aqu que de pronto las luces se apagan y no dejan
ms claridad que la de esos farolillos blancos, cuya existencia yo incluso
ignoraba. Camino entonces, derecho ante m, en un mundo desconocido, lo
ms aprisa posible, que por cierto no es mucho al tratarse de un anciano como
yo. Y cuando al final de interminables escaleras mecnicas detenidas, creo
vislumbrar una salida, zas, unas enormes rejas me cierran el paso. Y entonces
heme aqu, en una situacin harto caprichosa para un hombre de mi edad,
castigado por mi descuido y por la parsimonia de mi paso, a la espera de no s
muy bien qu, y tampoco me interesa demasiado saberlo, ya que a mi edad
ciertas novedades son decididamente duras de tragar. Sin duda es el amanecer,
s, sin duda es lo que espero en esta estacin que me era tan familiar como mi
cocina, y que ahora me atemoriza. Sin duda estoy esperando que las luces
habituales vuelvan a encenderse y pase el primer metro. Pero estoy inquieto
porque ignoro cmo volver a ver la luz del da tras una aventura tan
extravagante, esta estacin nunca me parecer la misma, ya no podr ignorar
la presencia de esos farolillos blancos que antes no existan; y, adems, una
noche en blanco, no s como puede transformar la vida, nunca me haba
ocurrido, todo debe quedar desfasado, los das ya no deben alternarse con las
noches como antes. Me siento muy inquieto ante estas cosas. Pero usted,
joven, parece tener piernas muy giles y el espritu muy claro, s, veo su
mirada clara, y no turbia y necia como la de este viejo, es imposible creer que
se haya dejado confundir por esos pasillos y esas verjas cerradas; no, un joven
de espritu claro como usted atravesara incluso una verja cerrada como una
gota de agua pasara a travs de un colador. Trabaja aqu por la noche?
Hbleme de usted, eso me tranquilizar.
ZUCCO: Soy un chico normal y razonable, seor. Nunca me he hecho
notar. Se habra fijado en m si no me hubiera sentado a su lado? Siempre he
pensado que la mejor manera de vivir tranquilo es siendo transparente como
un cristal, como un camalen sobre una piedra, atravesar las paredes, carecer
de color y de olor; que las miradas de la gente te atraviesen y vean a la gente
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detrs de ti, como si no estuvieras all. Ser transparente es una tarea dura: es
un oficio; es un sueo antiguo, muy antiguo, el de ser invisible. No soy un
hroe. Los hroes son criminales. No existen hroes que no tengan las ropas
empapadas en sangre, y la sangre es lo nico en el mundo que no puede pasar
desapercibido. Es lo ms visible del mundo. Cuando todo haya sido arrasado,
y una bruma de fin del mundo envuelva la tierra, siempre quedarn las ropas
empapadas en sangre de los hroes. Yo he cursado estudios, he sido un buen
alumno. Uno no se vuelve atrs cuando se ha acostumbrado a ser un buen
alumno. Estoy matriculado en la universidad. Tengo mi sitio reservado en los
bancos de la Sorbona, entre otros buenos alumnos y nunca me hago notar. Le
aseguro que hay que ser buen alumno, discreto e invisible, para estar en la
Sorbona. No es una de esas universidades perifricas donde van los vagos y
los que se creen hroes. Los pasillos de mi universidad son silenciosos y los
recorren sombras cuyo paso ni siquiera se oye. A partir de maana volver a
asistir a mi curso de lingstica. Maana es el da del curso de lingstica. All
estar, invisible entre los invisibles, silencioso y atento en la bruma espesa de
la vida corriente. Nada puede alterar el curso de las cosas, seor. Soy como un
tren que atraviesa tranquilamente una pradera y que nada podra hacer
descarrilar. Soy como un hipoptamo hundido en el cieno que se desplaza
lentamente y al que nada podra desviar del camino y del ritmo que ha
decidido tomar.
EL ANCIANO: Siempre se puede uno descarrilar, joven, s, ahora s que
cualquiera puede descarrilarse, en cualquier momento. Yo, que soy un hombre
viejo, yo, que crea conocer el mundo y la vida tan bien como mi cocina,
fjese, aqu estoy fuera del mundo, en esta hora que ni siquiera existe, bajo una
luz desconocida, sumido en la inquietud de qu ocurrir cuando se enciendan
las luces habituales y pase el primer metro, y la gente normal, como lo era yo,
invada esta estacin; y yo, tras esta mi primera noche en blanco, no tendr ms
remedio que salir, cruzar la verja abierta por fin, ver el da cuando no he visto
la noche. Y ahora no s nada de lo que va a ocurrir, de la manera en que ver
el mundo y en la que el mundo me ver o no me ver. Porque ya no sabr cul
es el da y cul es la noche, ya no sabr qu hacer, dar vueltas por mi cocina
en busca de la hora, y todo eso me da mucho miedo, joven.
ZUCCO: Es como para tener miedo.
EL ANCIANO: Tartamudea usted, muy ligeramente, eso me gusta mucho.
Me tranquiliza. Aydeme en la hora en que el ruido irrumpa en este lugar.
Aydeme, acompae a este viejo perdido hasta la salida; y tal vez ms all.
Las luces de la estacin se encienden. Zucco ayuda al anciano a levantarse y
lo acompaa. Pasa el primer metro.

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ESCENA 7
DOS HERMANAS
En la cocina. La chiquilla, con una bolsa. Entra la hermana.
LA HERMANA: Te prohibo que te marches.
LA CHIQUILLA: T no puedes prohibirme nada. De ahora en adelante soy
mayor que t.
LA HERMANA: Qu dices? Eres un gorrioncillo posado en una rama. Y yo
soy tu hermana mayor.
LA CHIQUILLA: T eres una virgen perenne, no sabes nada de la vida, bien
que has cuidado de ti misma, bien que te has protegido. Yo soy mayor, he sido
violada, estoy perdida, tomo mis decisiones yo sola.
LA HERMANA: No eres t mi hermana pequea, la que me contaba todas
sus confidencias?
LA CHIQUILLA: No eres t una solterona que no sabe nada de nada, y
debera callarse ante mi experiencia?
LA HERMANA: De qu experiencia hablas? La experiencia de la desgracia
no sirve de nada. Slo sirve para que la olvidemos lo antes posible. Tan slo la
experiencia de la felicidad sirve de algo. Siempre recordars las hermosas
veladas tranquilas que has pasado con tus padres, tu hermano y tu hermana;
las recordars hasta que seas vieja. Mientras que la desgracia que ha cado
sobre nosotros, esa la olvidars pronto, pajarillo mo, bajo la mirada de tu
hermana, de tu hermano y de tus padres.
LA CHIQUILLA: Lo que olvidar y estoy olvidando ya, es a mis padres, a mi
hermano y a mi hermana; pero no mi desgracia.
LA HERMANA: Tu hermano te proteger, mi pequeo vencejo: te querr
como nadie te quiso nunca, porque siempre te ha querido como no ha querido
a nadie. El slo ser todos los hombres que t puedas necesitar.
LA CHIQUILLA: No quiero que me quieran.
LA HERMANA: No digas eso. No hay ninguna otra cosa en la vida que
valga la pena.
LA CHIQUILLA: Cmo te atreves a decir eso? Nunca has tenido un hombre.
Nunca te han amado. Te has quedado sola toda tu vida, y has sido muy
desgraciada.
LA HERMANA: Nunca he sido desgraciada hasta tu desgracia.
LA CHIQUILLA: S, yo s que has sido muy desgraciada. Muchas veces te he
sorprendido llorando detrs de las cortinas.

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LA HERMANA: Lloro sin motivo, siempre a la misma hora, para ganar


ventaja, y ahora, nunca volvers a verme llorar; ya he sacado mucha ventaja.
Por qu quieres marcharte?
LA CHIQUILLA: Quiero encontrarlo.
LA HERMANA: No lo encontrars.
LA CHIQUILLA: Lo encontrar.
LA HERMANA: Imposible. Sabes que tu hermano lo ha intentado durante
das y noches, para vengarte.
LA CHIQUILLA: Pero como yo no quiero vengarme, lo encontrar.
LA HERMANA: Y qu hars cuando lo encuentres?
LA CHIQUILLA: Le dir una cosa.
LA HERMANA: Qu cosa?
LA CHIQUILLA: Una cosa.
LA HERMANA: Dnde piensas encontrarlo?
LA CHIQUILLA: En el Pequeo Chicago.
LA HERMANA: Por qu quieres perderte, paloma inocente? No, no me
abandones, no me dejes tan sola. No quiero quedarme sola con tu hermano y
con tus padres. No quiero quedarme sola en esta casa. Sin ti mi vida no valdr
nada, y nada tendr sentido. No me abandones, te lo suplico, no me
abandones. Detesto a tu hermano, y a tus padres, y esta casa; slo te quiero a
ti, paloma, paloma; slo existes t en mi vida. Entra el padre furioso.
EL PADRE: Su madre me ha escondido la cerveza. Tendr que pegarle como
haca antes. Por qu habr dejado de hacerlo? Me dola el brazo, pero hubiera
debido esforzarme, hacer ejercicio, o encargarle a otro que lo hiciera por m.
Hubiera debido seguir como antes, pegndole todos los das, a la misma hora.
Pero el caso es que he sido negligente, y ahora ella me esconde la cerveza, y
estoy seguro de que ustedes son sus cmplices. (Mira bajo la mesa) Quedaban
cinco botellas. Le pegar cinco veces a cada una como no las encuentre.
Sale.
LA HERMANA: Mi tortolita en el Pequeo Chicago! Qu infeliz debes ser,
y cunto ms lo sers.
Entra la madre.
LA MADRE:
Su padre est otra vez borracho. Se ha soplado una cerveza
tras otra. Y ustedes, tan complacientes con ese viejo loco? Dejan que me
enfrente sola con ese borrachn. Les importa un bledo, dejan que nos arruine
en alcohol. Son dos tontas que solo hablan de bobadas, y me dejan solas con
ese borracho. Qu significa esa bolsa?
LA HERMANA: Va a pasar la noche en casa de su amiga.
LA MADRE:
Su amiga, su amiga... A qu viene tanta amiga? A qu
vienen esas historias entre chicas? Acaso necesita pasar la noche con su
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amiga? Las camas son mejores que las nuestras? La noche es ms negra all
que aqu? Si an tuvieran edad, y yo fuerza, les pegara a las dos.
Sale
LA HERMANA: No quiero que seas desgraciada.
LA CHIQUILLA: Soy desgraciada y soy feliz. He sufrido mucho, pero ese
sufrimiento me ha dado mucho placer.
LA HERMANA: Y yo morir si me abandonas.
La chiquilla toma su bolsa y sale.

ESCENA 8
JUSTO ANTES DE MORIR
Un bar de noche. Una cabina telefnica. Zucco sale disparado por la ventana,
con gran estrpito de cristales rotos. Gritos en el interior.
Aglomeracin en la puerta.
ZUCCO: "As yo fui creado como atleta,
Hoy tu clera enorme me completa,
Oh mar, y soy grande sobre mi zcalo divino
De toda tu grandeza mordiendo mis pies en vano.
Desnudo, fuerte, la frente hundida en una sima de bruma.
UNA PUTA:
Hace un fro horrible. Ese muchacho va a pescar un resfro
mortal.
UN TIPO: No sufras por l. Est sudando, debe estar muy caliente por
dentro.
ZUCCO: "Envuelto en ruido y en granizo y en espuma
Y en la noche y viento chocando furiosos,
Alzo mis brazos al ter tenebroso.
UN TIPO: Est borracho.
UN TIPO: Imposible. No ha bebido nada.
UNA PUTA:
Est chiflado, eso es todo. Hay que dejarlo en paz.
FORZUDO: Dejarlo en paz? Lleva horas jorobndonos y an tenemos que
dejarlo en paz? Que me busque de nuevo y le rompo la cabeza.
UNA PUTA:
(Se acerca a Zucco para levantarlo) No busques ms pelea,
chico, no busques ms pelea. Esa carita tan guapa ya est bastante destrozada.
Quieres que las chicas no se vuelvan ya a mirarte? Es una cosa muy frgil la
carita, nene. Te crees que es tuya para toda la vida y de pronto te la destroza
un atorrante que nada tiene que perder con la suya. T tienes mucho que
perder, nene. Una cara destrozada y tu vida entera se derrumba como si te
hubieran cortado el rabo. No lo piensas antes, pero te juro que lo pensars
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despus. No me mires as, que voy a llorar, eres de la raza de los que te dan
ganas de llorar slo con mirarlos.
Zucco se acerca al forzudo y le pega un puetazo
UNA PUTA:
No irn a empezar otra vez.
FORZUDO: No me busques, pequeo, no me busques.
Zucco le pega otro puetazo. El forzudo se lo devuelve. Pelean.
UNA PUTA:
Voy a llamar a la polica. Lo va a matar.
UN TIPO: Ni se te ocurra.
UN TIPO: De todos modos, ya lo ha tumbado otra vez.
Zucco se incorpora y persigue al forzudo que se alejaba. Se le acerca y le pega
en la cara.
UNA PUTA:
No respondas, djalo en paz, ya no se tiene en pie.
ZUCCO: Pelea, cobarde, maricn, no tienes cojones!
El forzudo lo lanza por los aires.
FORZUDO: Una vez ms, y lo aplasto como a un mosquito.
Zucco vuelve a incorporarse, buscando de nuevo pelea.
UNA PUTA:
( Al forzudo ) No lo toques, no lo toques, no le hagas dao.
El forzudo tumba a Zucco de un puetazo.
UN TIPO: Lo ha derribado, que brbaro.
UNA PUTA:
Era fcil. Tiene razn cuando dice que son unos cobardes.
FORZUDO: Un hombre no debe dejarse morder dos veces por el mismo perro.
Entran en el bar. Zucco se incorpora, se acerca a la cabina. Descuelga, marca
un nmero, espera.
ZUCCO: Quiero marcharme. Hay que marcharse en seguida. Hace
demasiado calor, en esta mierda de ciudad. Quiero ir a Africa, bajo la nieve.
Tengo que marcharme porque voy a morir, De todos modos, nadie se interesa
por nadie. Nadie. Los hombres necesitan a las mujeres y las mujeres necesitan
a los hombres. Pero lo que es amor, no hay. Me excito con las mujeres por
compasin. Me gustara volver a nacer perro, para ser menos desgraciado.
Perro callejero, buscador de basuras; nadie se fijara en m. Me gustara ser un
perro amarillo, rodo por la sarna, del que uno se aparta sin prestarle atencin.
Me gustara ser un buscador de basuras por toda la eternidad. Creo que no hay
palabras, no hay nada que decir. Hay que dejar de ensear palabras. Hay que
cerrar las escuelas y ampliar los cementerios. De todos modos, un ao, cien
aos, da igual; antes o despus todos tenemos que morir, todos. Y eso, eso es
lo que hace que los pjaros canten, que los pjaros ran.
UNA PUTA:
(En la puerta del bar) Ya les deca yo que estaba loco.
Habla por un telfono que no funciona.
17

Zucco suelta el auricular, se sienta apoyndose en la cabina. El forzudo se


acerca a Zucco.
FORZUDO: En qu piensas, pequeo?
ZUCCO: Pienso en la inmortalidad del cangrejo, de la babosa y del
abejorro.
FORZUDO: Sabes, no me gusta pelearme. Pero me has buscado tanto
pequeo, que uno no puede quedarse sin responder. Por qu has buscado
tanto la pelea? Cualquiera dira que quieres morir.
ZUCCO: No quiero morir. Voy a morir.
FORZUDO: Como todo el mundo, pequeo.
ZUCCO: No es una razn.
FORZUDO: Tal vez.
ZUCCO: El problema con la cerveza es que no la compramos, slo la
alquilamos. Tengo que ir a orinar.
FORZUDO: Anda, antes de que sea tarde.
ZUCCO: Es verdad que hasta los perros me mirarn con malos ojos?
FORZUDO: Los perros jams miran a nadie con malos ojos. Los perros son
los nicos seres de los que te puedes fiar. O te quieren o no te quieren, pero
nunca te juzgan. Y cuando todo el mundo te haya dado la espalda, pequeo,
siempre quedar un perro que deambule por all para lamerte la planta de los
pies.
ZUCCO: "Morte villana, di piet nemica,
di dolor madre antica
giudizio incontrastabile gravoso,
di te biasmar la lingua saffatica.
FORZUDO: Tienes que ir a mear.
ZUCCO: Es demasiado tarde.
Amanece. Zucco se duerme.

ESCENA 9
DALILA
Una comisara de polica. Un inspector, un comisario. Entra la chiquilla,
seguida por su hermano. Este se queda en la puerta, en penumbra. La chiquilla
avanza hacia la foto de Zucco y lo seala con el dedo.
LA CHIQUILLA: Lo conozco.
COMISARIO:
Qu es lo que conoces?
LA CHIQUILLA: Ese chico. Lo conozco muy bien.
EL INSPECTOR: Quin es?
18

LA CHIQUILLA: Un agente secreto. Un amigo.


EL INSPECTOR: Quin es ese tipo, detrs de ti?
LA CHIQUILLA: Mi hermano. Me ha acompaado. El me ha dicho que
viniera a verlos porque he reconocido la foto en la calle.
EL INSPECTOR: Sabes que lo buscamos?
LA CHIQUILLA: S. Yo tambin lo busco.
EL INSPECTOR: Es un amigo, dices?
LA CHIQUILLA: Un amigo, s, un amigo.
EL INSPECTOR: Un asesino de policas. Te vamos a detener y acusar de
complicidad, por ocultar armas y no denunciar a un malhechor.
LA CHIQUILLA: Mi hermano me ha dicho que viniera a decirles que lo
conozco. Yo no oculto nada, no denuncio a nadie, lo conozco, eso es todo.
EL INSPECTOR: Dile a tu hermano que salga.
EL COMISARIO: No has odo? T, fuera.
El hermano sale.
EL INSPECTOR: Qu sabes de l?
LA CHIQUILLA: Todo.
EL INSPECTOR: Francs? Extranjero?
LA CHIQUILLA: Tena un poco de acento extranjero, muy gracioso.
EL COMISARIO: Germnico?
LA CHIQUILLA: No s que quiere decir germnico.
EL INSPECTOR: As que te ha dicho que era un agente secreto. Es extrao.
En principio, un agente secreto tiene que permanecer secreto.
LA CHIQUILLA: Le dije que le guardara el secreto pasara lo que pasara.
EL COMISARIO: Bravo. Si todos los secretos se guardaran as, nuestro
trabajo sera fcil.
LA CHIQUILLA: Me dijo que se iba de misin a Africa, a las montaas, all
donde hay nieve todo el tiempo.
EL INSPECTOR: Un agente alemn en Kenia.
EL COMISARIO: Las suposiciones de la polica no eran tan errneas, despus
de todo.
EL INSPECTOR: Eran exactas, comisario. (A la chiquilla) Su nombre, ahora.
Lo sabes? Deberas saberlo si era amigo tuyo.
LA CHIQUILLA: S, lo s.
EL COMISARIO: Dilo.
LA CHIQUILLA: Lo s muy bien.
EL COMISARIO: Te burlas de nosotros, chiquilla. Quieres una cachetada?
LA CHIQUILLA: No quiero una cachetada. Lo s, pero no consigo decirlo.
EL INSPECTOR: Cmo es eso de que no consigues decirlo?
LA CHIQUILLA: Lo tengo aqu, en la punta de la lengua.
19

EL INSPECTOR: En la punta de la lengua, en la punta de la lengua. Quieres


que te demos de cachetadas, o de puetazos, o tirones de pelo? Aqu tenemos
salas equipadas para esas cosas, sabes.
LA CHIQUILLA: No, no, si lo tengo aqu mismo. Ya va a salir.
EL INSPECTOR: Su nombre de pila, por lo menos. Tienes que acordarte,
bien que se lo habrs chupeteado en las orejas.
EL COMISARIO: Un nombre, un nombre. Cualquiera, o te llevo a rastras a la
sala de torturas.
LA CHIQUILLA: Andreas.
EL INSPECTOR: (Al comisario) Tome nota: Andreas. (A la chiquilla) Ests
segura?
LA CHIQUILLA: No.
EL COMISARIO: Yo la mato.
EL INSPECTOR: Suelta de una vez ese maldito nombre o te parto la cara.
Date prisa, o te acordars.
LA CHIQUILLA: Angelo.
EL INSPECTOR: Un espaol.
EL COMISARIO: O un italiano, un brasileo, un portugus, un mexicano: yo
conoca un berlins que se llamaba Julio.
EL INSPECTOR: Cunto sabe, comisario. (A la chiquilla) Me estoy
empezando a poner nervioso.
LA CHIQUILLA: Ya lo siento en los labios.
EL COMISARIO: Quieres un golpe en la boca, para que salga?
LA CHIQUILLA: Angelo, Angelo, Dolce, o algo as.
EL INSPECTOR: Dolce? Como dulce?
LA CHIQUILLA: Dulce, s. Me dijo que su apellido se pareca a un nombre
extranjero que quera decir dulce, o azucarado. (Llora) Era tan dulce, tan
amable.
EL INSPECTOR: Hay muchas palabras para decir azucarado, supongo.
EL COMISARIO: Sucr, zuccherato, sweetened, gezuckert, ocukrzony.
EL INSPECTOR: Ya lo s, comisario.
LA CHIQUILLA: Zucco. Zucco. Roberto Zucco.
EL INSPECTOR: Ests segura?
EL COMISARIO: Zucco. Con zeta?
LA CHIQUILLA: Con zeta, s. Roberto. Con una zeta.
EL INSPECTOR: Acompela para que haga la declaracin.
LA CHIQUILLA: Y mi hermano?
EL COMISARIO: Tu hermano? Qu hermano? Para qu quieres un
hermano? Ya estamos nosotros.

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ESCENA 10
EL REHN
En un parque, a plena luz del da. Una seora est sentada en un banco. Entra
Zucco.
LA SEORA:
Sintese a mi lado. Hbleme. Me aburro; conversemos.
Detesto los parques. Parece tmido. Acaso lo intimido?
ZUCCO: No soy tmido.
LA SEORA:
Sin embargo, le tiemblan las manos como a un muchacho
ante su primera chica. Tiene una cara simptica. Es un chico guapo. Le
gustan las mujeres? Es casi demasiado guapo para que le gusten las mujeres.
ZUCCO: Me gustan las mujeres, s, mucho.
LA SEORA:
Seguro que le gustan esas ruquitas de dieciocho aos.
ZUCCO: Me gustan todas las mujeres.
LA SEORA:
Eso est muy bien. Ha sido alguna vez duro con una
mujer?
ZUCCO: Jams.
LA SEORA:
Pero y las ganas? Ya ha debido sentir ganas de ser
violento con una mujer, no es cierto? Todos los hombres han sentido esas
ganas alguna vez, todos.
ZUCCO: Yo no. Soy dulce y pacfico.
LA SEORA:
Es usted un tipo curioso.
ZUCCO: Ha venido en taxi?
LA SEORA:
Por supuesto que no. No soporto a los taxistas.
ZUCCO: Entonces ha venido en auto.
LA SEORA:
Es evidente. No he venido caminando; vivo en la otra punta
de la ciudad.
ZUCCO: De que marca es su auto?
LA SEORA:
Tal vez piensa que tengo un Porsche? No, slo tengo una
porquera de auto. Mi marido es un tacao.
ZUCCO: Qu marca?
LA SEORA:
Mercedes.
ZUCCO: Qu modelo?
LA SEORA:
280 SE
ZUCCO: No es una porquera de auto.
LA SEORA:
Tal vez. Pero mi marido sigue siendo un tacao.
ZUCCO: Quin es ese? No hace ms que mirarla.
LA SEORA:
Es mi hijo.
ZUCCO: Su hijo? Es muy mayor.
21

LA SEORA:
Catorce aos, ni uno ms. No soy un vejestorio.
ZUCCO: Parece mayor. Hace deporte?
LA SEORA:
No hace otra cosa. Le pago todos los clubes de la ciudad,
todas las canchas de tenis, de hockey, de golf y encima me exige que lo
acompae a los entrenamientos. Es un mocoso.
ZUCCO: Parece muy fuerte para su edad. Deme las llaves de su auto.
LA SEORA:
Claro, claro. Tal vez tambin quiera el auto.
ZUCCO: S, lo quiero.
LA SEORA:
Cjalo.
ZUCCO: Deme las llaves.
LA SEORA:
No me fastidie.
ZUCCO: Deme las llaves. (Saca la pistola, la deja en sus rodillas.)
LA SEORA:
Est loco. No se juega con esos armatostes.
ZUCCO: Llame a su hijo.
LA SEORA:
De ninguna manera.
ZUCCO: (La amenaza con la pistola.) Llame a su hijo.
LA SEORA:
Est chiflado. (Grita a su hijo.) . Vuelve a casa.
Arrglatelas por tu cuenta.
El hijo se acerca, la mujer se levanta, Zucco le coloca la pistola en la garganta.
LA SEORA:
Dispare, imbcil. No le dar las llaves, aunque slo sea
porque me toma por idiota. Mi marido, me toma por idiota, mi hijo me toma
por idiota, la criada me toma por idiota, puede disparar, habr una idiota
menos. Pero no le dar las llaves. Peor para usted, porque es un auto
magnfico, asientos de cuero y tablero de raz de nogal. Peor para usted. Deje
de armar escndalo. Mire: esos imbciles se van a acercar, van a hacer
comentarios, van a llamar a la polica. Mire: ya se estn relamiendo. Les
encantan estas cosas. No soporto los comentarios de esa clase de gente. As
que dispare. No quiero orlos, no quiero or.
ZUCCO: (Al chico) No te acerques.
UN HOMBRE: Miren como tiembla.
ZUCCO: No te acerques, maldita sea. Trate al suelo.
LA MUJER:
Le tiene miedo al nio.
ZUCCO: Y ahora pega las manos al cuerpo. Acrcate.
LA MUJER:
Pero cmo querr que se arrastre con las manos pegadas al
cuerpo?
UN HOMBRE: Se puede, se puede. Yo lo hara.
ZUCCO: Despacio. Las manos a la espalda. No levantes la cabeza. Quieto.
(El chico hace un movimiento) Como hagas un solo movimiento mato a tu
madre.
22

UN HOMBRE: Es capaz.
LA MUJER:
Seguro. Lo va a hacer. Pobre nio.
ZUCCO: Juras que no te movers?
EL CHICO: Lo juro.
ZUCCO: Apoya la cabeza en el suelo. Voltea lentamente y gira la cabeza
hacia el otro lado. Voltate, no quiero que nos veas.
EL CHICO: Por qu tiene miedo de m? No puedo hacer nada. Soy un nio.
No quiero que mate a mi madre. No tiene por qu tenerme miedo: es usted
ms fuerte que yo.
ZUCCO: S, soy ms fuerte que t.
EL CHICO: Entonces, por qu me tiene miedo? Qu puedo hacerle yo? Soy
muy pequeo.
ZUCCO: No eres tan pequeo, y no tengo miedo.
EL CHICO: S, est temblando, est temblando. Lo oigo perfectamente.
UN HOMBRE: Ah viene la polica.
LA MUJER:
Ahora s va a tener motivos para temblar.
UN HOMBRE: Nos vamos a rer. Nos vamos a rer.
ZUCCO: (Al chico) Cierra los ojos.
EL CHICO: Estn cerrados. Estn cerrados. Dios santo, es usted un maricn.
ZUCCO: Cierra tambin la boca.
EL CHICO: De acuerdo, lo cierro todo. Pero eres un maricn. Ests asustando
a una mujer. Ests amenazando con tu pistola a una mujer.
ZUCCO: Qu auto tiene tu madre?
EL CHICO: Un Porsche, quiz.
ZUCCO: Calla. Cierra el pico. Cierra los ojos. Hazte el muerto.
EL CHICO: No s cmo se hace el muerto.
ZUCCO: Lo vas a saber. Voy a matar a tu madre y vers como se hace el
muerto.
LA MUJER:
Pobre nio.
EL CHICO: Me hago el muerto, me hago el muerto.
UN HOMBRE: Los policas no se acercan.
LA MUJER:
Se mueren de miedo.
UN HOMBRE: Qu va. Es una estrategia. Saben lo que hacen. Tienen
medios que no conocemos. Pero saben lo que hacen, cranme. Ese tipo est
perdido.
UN HOMBRE: La mujer tambin, no cabe duda.
UN HOMBRE: No se hace una tortilla sin romper los huevos.
LA MUJER:
Pero que no toque al nio, el nio sobre todo, por Dios.
Zucco se acerca al chico empujando a la mujer, a la que sigue apuntando en el
cuello con la pistola. Despus pisa con un pie la cabeza del chico.
23

LA MUJER:
Ah, Dios mo, los nios ven cada cosa hoy en da...
UN HOMBRE: Nosotros tambin hemos visto cada cosa, cuando ramos
nios...
LA MUJER:
A usted tambin lo ha amenazado un loco, por casualidad?
UN HOMBRE: Y la guerra, seora, ya no se acuerda de la guerra?
LA MUJER:
Y qu? Acaso los alemanes le ponan un pie en la cabeza
y amenazaban a su madre?
UN HOMBRE: Peor que eso, seora, peor que eso.
LA MUJER:
En todo caso, ah est usted vivito y coleando, viejo y bien
gordo.
UN HOMBRE: Es usted una grosera, seora.
LA MUJER:
Yo solo pienso en el nio, slo pienso en el nio.
UN HOMBRE: Oiga, djese ya de tanto nio. Quien tiene la pistola en la
garganta es ella.
LA MUJER:
S, pero el que va a sufrir es el nio.
LA MUJER:
A ver, seor, esto es lo que llama la tcnica especial de la
polica? Conque tcnica. Quedndose en la otra punta. Lo que tienen es
mieditis.
UN HOMBRE: He dicho que es una estrategia.
UN HOMBRE: Estrategia mis cojones!
LOS POLICIAS: (Desde lejos.) Suelte el arma.
LA MUJER:
Bien dicho.
LA MUJER:
Estamos salvados.
UN HOMBRE: Dichosa estrategia.
UN HOMBRE: Preparan un golpe, ya lo he dicho.
LA MUJER:
Yo al nico que veo preparando un golpe es a ese.
UN HOMBRE: Adems, el golpe ya est prcticamente hecho.
LA MUJER:
Pobre nio.
UN HOMBRE: Seora, como siga con lo del nio le doy un golpe.
UN HOMBRE: Les parece este momento de discutir? Un poco de
dignidad. Somos testigos de un drama. Estamos ante la muerte.
LOS POLICIAS: (Desde lejos) Le ordenamos que arroje el arma. Est
rodeado. (El gento rompe en carcajadas.)
ZUCCO: Dganle que me entregue las llaves del auto. Es un Porsche.
LA SEORA:
Imbcil.
LA MUJER:
Dele la llave, dele la llave.
LA SEORA:
Jams. Que la coja l mismo.
UN HOMBRE: Le va a reventar la cara, querida seora.
LA SEORA:
Mejor, as ya no ver las suyas. Mejor.
LA MUJER:
Qu mujer tan horrible.
24

UN HOMBRE: Es mala. Hay tanta gente mala y cruel.


LA MUJER:
Qutele las llaves a la fuerza. No hay aqu un hombre que
le registre los bolsillos y le quite las llaves?
LA MUJER:
A ver, usted, que sufri tanto de nio, cuando los alemanes
le pisaban la cabeza amenazando a su madre, demuestre de una vez que tiene
cojones, demuestre de una vez que por lo menos le queda uno, aunque sea
pequeo, aunque est reseco.
UN HOMBRE: Seora, se merece usted una cachetada. Suerte que soy un
hombre de mundo.
LA MUJER:
Pues entonces regstrele los bolsillos, coja las llaves, y
luego me pega la cachetada.
El hombre se acerca temblando, extiende el brazo, rebusca en los bolsillos de
la seora, y extrae las llaves.
LA SEORA:
Imbcil.
UN HOMBRE: (Triunfante.) Ha visto? Ha visto? Que traigan el Porsche.
(La seora re)
LA MUJER:
Se re. Cmo podr rerse cuando su hijo va a morir.
LA MUJER:
Qu horror.
UN HOMBRE: Est loca.
UN HOMBRE: Dele las llaves a los policas. Que se ocupen ellos de eso,
por lo menos. Espero que por lo menos sepan conducir un auto.
El hombre regresa corriendo.
UN HOMBRE: No es un Porsche. Es un Mercedes.
UN HOMBRE: Qu modelo?
UN HOMBRE: 280 SE, creo. Muy bonito.
UN HOMBRE: Un Mercedes, ese es un buen auto.
LA MUJER:
Pues traigan de una vez ese auto de la marca que sea. Ese
va a matar a todo el mundo.
ZUCCO: Quiero un Porsche. No quiero que nadie se burle de m.
LA MUJER:
Dgale a los policas que busquen un Porsche. No discutan.
Si est loco, est loco. Hay que encontrarle un Porsche.
UN HOMBRE: Por lo menos eso sabrn hacer los policas.
UN HOMBRE: Por supuesto. Se mantienen apartados. Van hacia los
policas.
UN HOMBRE: Que nos miren, a nosotros, que somos hombres del pueblo.
Somos ms valientes que ellos.
LA MUJER:
(Al chico.) Pobre pequeo. No te hace dao ese pie tan
malo?
ZUCCO: Cllese. No quiero que nadie le hable. No quiero que abra la
boca. T, cierra los ojos. No te muevas.
25

UN HOMBRE: Y usted, seora, cmo se siente?


LA SEORA:
Bien, gracias, bien. Pero me sentira muchsimo mejor si
cerraran el pico y regresaran a sus cocinas a pegarles a sus hijos.
LA MUJER:
Qu dura es, Qu dura es.
EL POLICIA:
(Desde el otro lado de la gente) Aqu estn las llaves del
auto. Es un Porsche. Est ah. Puede verlo desde aqu. (A la gente) Psenle las
llaves.
UN HOMBRE: Psenselas ustedes. Los asesinos son cosa de ustedes.
EL POLICIA:
Tenemos nuestras razones.
LA MUJER:
Razones del culo.
UN HOMBRE: No pienso tocar esas llaves. No es asunto mo. Soy padre
de familia.
ZUCCO: Voy a liquidar a la mujer, y me pego un tiro en la cabeza. Mi vida
me importa un bledo. Les juro que me importa un bledo. Hay seis balas en el
cargador. Me llevo por delante a cinco y luego me mato.
LA MUJER:
Que lo hace. Que lo hace. Vmonos.
EL POLICIA:
No se muevan. Lo van a poner nervioso.
UN HOMBRE: Ustedes s que nos ponen nerviosos de no hacer nada.
UN HOMBRE: No los molesten. Djenlos tranquilos. Seguro que tienen un
plan.
EL POLICIA:
No se muevan. (Deja las llaves en el piso y las empuja con
un bastn entre las piernas de la gente hasta los pies de Zucco. Zucco se
inclina lentamente, recoge las llaves, se las guarda en el bolsillo.)
ZUCCO: Me llevo a la mujer. Aprtense.
LA MUJER:
El nio est a salvo. Gracias, Dios mo.
UN HOMBRE: Y la mujer? Qu le va a ocurrir a ella?
ZUCCO: Aprtense.
Todos se apartan. Sujetando la pistola con una mano, Zucco se inclina, agarra
por los cabellos la cabeza del chico, y le dispara un tiro en la nuca. Gritos,
fuga. Sujetando la pistola contra la garganta de la mujer, Zucco, en el parque
ahora casi desierto, se dirige hacia el auto.

ESCENA 11
EL TRATO
En la recepcin del hotel, en el Pequeo Chicago. La patrona en su butaca, y
la chiquilla a la espera.
LA CHIQUILLA: Soy fea.
LA PATRONA: No digas tonteras, patito.

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LA CHIQUILLA: Estoy gorda, tengo papada, dos tripas, unos pechos como
balones de ftbol, y en cuanto a las nalgas, menos mal que las tenemos detrs,
as no las vemos. Pero estoy segura de que son como jamones que se
balancean a cada paso que doy.
LA PATRONA: Te quieres callar, bobita.
LA CHIQUILLA: Estoy segura, estoy segura; ya veo a los perros, por la calle,
seguirme con la lengua fuera y las babas colgando de la boca. Si los dejase,
me morderan ah como en el mostrador de una carnicera.
LA PATRONA: Pero de dnde sacas eso, tontina? Eres bonita, eres
redonda, ests rellenita, tienes formas. Crees que a los hombres les gustan las
ramas de rbol seco, que parece que se van a romper cuando las coges con la
mano? Les gustan las formas, pequea, les gustan las formas que les llenen
bien la mano.
LA CHIQUILLA: Me gustara ser delgada. Me gustara ser una rama de rbol
seco que parece que se va a romper.
LA PATRONA: Vaya, pues a m no. Y adems eres redondita hoy, puedes
ser delgada maana. Una mujer cambia a lo largo de su vida. No tienes que
preocuparte por eso. Cuando yo era una chiquilla como t, estaba delgada,
delgada, era casi transparente, slo un poco de piel y unos cuantos huesos. Ni
sombra de pecho. Lisa como una tabla. Eso me enfureca, porque en esa poca
ya me gustaban los chicos. Soaba con redondearme, soaba con tener unos
senos preciosos. Entonces me colocaba unos pechos de cartn que me haca
yo misma.. Pero los chicos se daban cuenta, y siempre que pasaban por mi
lado me daban cada codazo en el pecho que me lo dejaba completamente
aplastado. Al cabo de unas cuantas veces, clav una aguja dentro del pecho, y
los gritos se oyeron en todo el pueblo, puedes creerme. Despus, ya sabes,
todo empez a redondearse, a llenarse, y yo estaba muy contenta.
Tranquilzate, gorrioncillo; eres redondita hoy, puedes ser delgada maana.
Entra el hermano, conversando con el cafichoo. Ni siquiera miran a la
chiquilla.
EL CAFICHO: (Impaciente.) Demasiado caro.
EL HERMANO: No tiene precio.
EL CAFICHO: Todo tiene un precio, y el tuyo es demasiado alto.
EL HERMANO: Cuando se le puede poner precio a algo, es que no vale gran
cosa. Quiere decir que se puede discutir, rebajar, subir el precio. Yo he fijado
el precio en abstracto porque no tiene precio. Es como un cuadro de Picasso.
Le has odo decir a alguien que es caro? Has visto alguna vez a un vendedor
bajando el precio de un Picasso? El precio que se fija en estos casos, es una
abstraccin.

27

EL CAFICHO: Entretanto, es una abstraccin que va a pasar de mi bolsillo


al tuyo, y el vaco que se va a formar en mi bolsillo no me parece tan
abstracto.
EL HERMANO: Un vaco semejante se vuelve a llenar. Lo volvers a llenar
muy aprisa, creme, y olvidars el precio que has pagado en menos tiempo del
que empleas discutiendo. Pero yo no pienso discutir. Lo tomas o lo dejas.
Haces el negocio del ao, o sigues en la miseria.
EL CAFICHO: No te impacientes, no te impacientes. Estoy reflexionando.
EL HERMANO: Pues reflexiona, reflexiona, pero no tardes mucho. Tengo
que acompaar a mi hermana a casa de su madre.
EL CAFICHO: De acuerdo, hecho.
EL HERMANO: (A la chiquilla) Te brilla la nariz, pichoncito. Conviene que
te la empolves un poco. (La chiquilla sale. La miran.) Qu te parece mi
Picasso?
EL CAFICHO: De todos modos me parece caro.
EL HERMANO: Te har ganar tanto dinero que olvidars el precio.
Intercambio de dinero.
EL CAFICHO: Cundo estar disponible?
EL HERMANO: No te impacientes, no te impacientes; tenemos todo el
tiempo del mundo.
EL CAFICHO: No,no tenemos todo el tiempo del mundo. T tienes el
dinero, yo quiero a la chica.
EL HERMANO: La tienes, la tienes, es como si la tuvieras.
EL CAFICHO: Ahora que tienes el dinero, te arrepientes.
EL HERMANO: No me arrepiento de nada, de nada. Pienso.
EL CAFICHO: Qu piensas? No es momento de pensar. Entonces,
cundo?
EL HERMANO: Maana, pasado maana.
EL CAFICHO: Por qu no hoy?
EL HERMANO: S, por qu no hoy? Esta noche.
EL CAFICHO: Por qu no ahora?
EL HERMANO: Te impacientas, te impacientas. (Se oyen los pasos de la
chiquilla) Ahora mismo, de acuerdo. (El hermano desaparece y se oculta en
una habitacin.)
Entra la chiquilla.
LA CHIQUILLA: Dnde est mi hermano?
EL CAFICHO: Me ha encargado que me ocupe de ti.
LA CHIQUILLA: Quiero saber dnde est mi hermano.
EL CAFICHO: Anda, ven conmigo.
LA CHIQUILLA: No quiero ir con usted.
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LA PATRONA: Obedece inmediatamente, pava. No se discuten las rdenes


de un hermano.
La chiquilla y el caficho salen. El hermano sale de la habitacin y se sienta
frente a la patrona.
EL HERMANO: Yo no quera, patrona, se lo juro. Ha sido ella la que ha
insistido, ha sido ella la que ha querido venir a este barrio a hacer la calle. Est
buscando a no s quin, y quiere encontrarlo. Est segura de que lo va a
encontrar aqu. Yo no quera. He cuidado de ella como ningn hermano ha
cuidado nunca de su hermana. Mi pollito, mi pequea adorada, jams he
querido a nadie como la he querido a ella. No puedo evitarlo. La desgracia ha
cado sobre nosotros. Ha sido ella quien lo ha querido, yo slo lo he
consentido. Nunca he podido dejar de consentirle todo a mi hermanita. Es la
desgracia que nos ha escogido y se ceba en nosotros.
LA PATRONA: Eres una basura.

ESCENA 12
LA ESTACION
En una estacin de ferrocarril
ZUCCO: Roberto Zucco.
LA SEORA:
Por qu repite todo el tiempo ese nombre?
ZUCCO: Porque tengo miedo de olvidarlo.
LA SEORA:
Nadie olvida su propio nombre. Debe ser lo ltimo que se
olvida.
ZUCCO: No, no; yo lo olvido. Lo veo escrito en mi cerebro, cada vez peor
escrito, cada vez menos claro, como si se borrase; tengo que mirar cada vez
ms de cerca para conseguir leerlo. Tengo miedo de encontrarme de pronto sin
saber mi nombre.
LA SEORA:
Yo no lo olvidar. Ser su memoria.
ZUCCO: (Despus de un tiempo) Me gustan las mujeres. Me gustan
demasiado las mujeres.
LA SEORA:
Nunca es demasiado.
ZUCCO: Me gustan, me gustan, todas. No hay bastantes mujeres.
LA SEORA:
Entonces, yo le gusto.
ZUCCO: S, claro, es una mujer.
LA SEORA:
Por qu me ha trado con usted?
ZUCCO: Porque voy a tomar el tren.
LA SEORA:
Y el Porsche? Por qu no se va en el Porsche?
ZUCCO: No quiero hacerme notar. En un tren, nadie se fija en nadie.
LA SEORA:
Se supone que debo tomarlo con usted?
29

ZUCCO: No.
LA SEORA:
Por qu no? No tengo ningn motivo para no tomarlo con
usted. Desde que lo vi no me ha desagradado. Voy a tomarlo con usted.
Adems, es lo que desea, de otro modo me habra matado o abandonado en
cualquier parte.
ZUCCO: Necesito que me d dinero para tomar el tren. No tengo dinero.
Mi madre tena que drmelo pero se olvid.
LA SEORA:
Las madres siempre se olvidan de dar dinero. Dnde
quiere ir?
ZUCCO: A Venecia.
LA SEORA:
Venecia? Qu ocurrencia.
ZUCCO: Conoce Venecia?
LA SEORA:
Por supuesto. Todo el mundo conoce Venecia.
ZUCCO: All es donde he nacido.
LA SEORA:
Bravo. Siempre he pensado que nadie naca en Venecia, y
que todo el mundo mora all. Los bebs deben nacer cubiertos de polvo y
telaraas. En todo caso, Francia lo ha limpiado a fondo. No veo ni rastro de
polvo. Francia es un detergente excelente. Bravo.
ZUCCO: Tengo que marcharme, es indispensable; tengo que marcharme.
No quiero que me cojan. No quiero que me encierren. Me da pnico estar
entre toda esa gente.
LA SEORA:
Pnico? Prtese como un hombre. Tiene un arma; los
pondra en fuga slo con sacarla del bolsillo.
ZUCCO: Precisamente porque soy un hombre tengo pnico.
LA SEORA:
Pues yo no lo tengo. Despus de todo lo que usted me ha
hecho ver, ni lo tengo ni lo he tenido nunca.
ZUCCO: Es precisamente porque nunca ha sido un hombre.
LA SEORA:
Es usted complicado, muy complicado.
ZUCCO: Si me cogen, me encerrarn. Si me encierran, me volver loco.
Adems, ya me vuelvo loco ahora. Hay policas por todas partes, hay gente
por todas partes. Ya estoy encerrado entre toda esa gente. No los mire, no mire
a nadie.
LA SEORA:
Acaso doy la impresin de querer denunciarlo? Imbcil.
Lo habra hecho hace tiempo. Pero esos idiotas me repugnan. Usted, usted me
gusta mucho ms.
ZUCCO: Fjese en todos esos locos. Fjese en el aspecto tan malvado que
tienen. Son asesinos. Jams haba visto tantos asesinos juntos. A la ms
mnima seal en su cabeza, se lanzaran a matarse entre ellos. Me pregunto
por qu la seal no se dispara ah, ahora, en sus cabezas. Porque todos estn
listos para matar. Son como ratas en jaulas de laboratorio. Tienen ganas de
30

matar, se les nota en la cara, y en la manera de andar; veo sus puos cerrados
en sus bolsillos. Reconozco a un asesino a primera vista; tienen las ropas
manchadas de sangre. Aqu, estn por todas partes; hay que quedarse
tranquilo, sin moverse; debemos ser transparentes. Porque si no, si los
miramos a los ojos, si se dan cuenta que los miramos, si se ponen a mirarnos y
a vernos, la seal se dispara en sus cabezas, y matan, matan. Y como haya uno
que empiece, todos van a matar a todos. Todos esperan tan solo esa seal en
sus cabezas.
LA SEORA:
Basta. No ir a tener un ataque de nervios. Voy a comprar
los dos billetes. Pero tranquilcese, o nos haremos notar. (Al cabo de un
tiempo) Por qu lo mat?
ZUCCO: A quin?
LA SEORA:
A mi hijo, imbcil.
ZUCCO: Porque era un mocoso.
LA SEORA:
Quin se lo ha dicho?
ZUCCO: Usted. Dijo que era un mocoso. Dijo que la tomaba por idiota.
LA SEORA:
Y si a m me gustara que me tomen por idiota? Y si me
gustaran los mocosos? Y si me gustaran los mocosos ms que nada en el
mundo, ms que los mayores? Si odiara todo, todo menos los mocosos?
ZUCCO: Lo hubiera dicho.
LA SEORA:
Lo he dicho, imbcil, lo he dicho.
ZUCCO: No haca falta negarme las llaves. No haca falta humillarme. Yo
no quera matarlo, pero todo se ha ido encadenando solo por culpa del asunto
del Porsche.
LA SEORA:
Mentiroso. No se encadenaba nada, todo se atraves. Era a
m a quien apuntaba con su arma. Por qu le vol a l la cabeza, con toda esa
sangre?
ZUCCO: Si hubiese sido su cabeza, tambin habra saltado sangre.
LA SEORA:
Pero yo no la habra visto, imbcil, yo no la habra visto.
Mi sangre me importa un bledo, ya no me pertenece. Pero la de mi hijo, he
sido yo quien se la meti en las jodidas venas, es asunto mo, era mo, no se
pueden derramar mis asuntos de cualquier manera, en un parque, a los pies de
una pandilla de imbciles. Ya no tengo nada mo, ahora. Cualquiera puede
caminar sobre lo nico que me perteneca. Los jardineros lo limpiarn todo
maana por la maana. Qu me queda, ahora, que me queda?
Zucco se pone en pie.
ZUCCO: Me marcho.
LA SEORA:
Voy con usted.
ZUCCO: No se mueva.

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LA SEORA:
No tiene ni con qu tomar el tren. Ni siquiera me ha dejado
el tiempo de drselo. No le deja a nadie tiempo de ayudarlo. Es usted como
una navaja automtica que de vez en cuando cierra y guarda en su bolsillo.
ZUCCO: No necesito ayuda.
LA SEORA:
Todo el mundo necesita ayuda.
ZUCCO: No vaya a llorar. Tiene el aspecto de una mujer a punto de llorar.
Lo detesto.
LA SEORA:
Me ha dicho que le gustan las mujeres, todas las mujeres,
incluso yo.
ZUCCO: Menos cuando ponen cara de mujeres que van a llorar.
LA SEORA:
Le juro que no llorar.
Llora. Zucco se aleja.
LA SEORA:
Y su nombre, imbcil? Es capaz de decrmelo ahora?
Quin lo recordar por usted? Ya lo ha olvidado, estoy segura. Estoy sola,
ahora, para recordarlo. Se va a marchar sin su memoria.
Zucco sale. La seora permanece sentada y contempla los trenes.

ESCENA 13
OFELIA
El mismo lugar, de noche. La estacin est desierta. Se oye caer la lluvia.
Entra la hermana.
LA HERMANA: Dnde est mi paloma? A qu inmundicia ha sido
arrastrada? En qu infame jaula ha sido encerrada? Qu animales perversos
y viciosos la rodean? Quiero encontrarte, tortolita ma, te buscar hasta que
me muera. (Tiempo.) El macho es el animal ms repugnante entre todos los
animales repugnantes que produce la tierra. Hay un olor en el macho que me
asquea. A ratas en las cloacas, a cerdos en el lodo, un olor a estanque donde se
pudren cadveres. (Tiempo.) El macho es sucio, los hombres no se lavan,
dejan que la suciedad y los lquidos repugnantes de sus secreciones se
acumulen en sus cuerpos, y no los tocan, como si fueran bienes preciados. Los
hombres no se huelen entre ellos porque todos tienen el mismo olor. Por eso
se relacionan entre ellos, todo el tiempo, y andan con putas, porque las putas
aguantan ese olor por dinero. He lavado tanto a esa pequea. La he lavado
tantas veces antes de la cena, y la he baado por la maana, le he frotado la
espalda y las manos con el cepillo, y le he cepillado las uas por dentro, le he
lavado el pelo todos los das, y le he cortado las uas, la he lavado de arriba
abajo todos los das con agua caliente y jabn. La he tenido blanca como una
paloma, le he peinado las plumas como a una tortolita. La he protegido y
guardado en una jaula siempre limpia para que no manchara su blancura
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inmaculada, en contacto con la suciedad de este mundo, con la suciedad de los


machos, para que no se dejara apestar por la peste del olor de los machos. Y
ha sido su hermano, esa rata entre las ratas, ese cerdo apestoso, ese varn
corrompido, el que la ha ensuciado y hundido en el cieno y arrastrado por los
cabellos hasta su estercolero. Hubiera debido matarlo, hubiera debido
envenenarlo, hubiera debido impedir que rondara la jaula de mi tortolita.
Hubiera debido levantar alambradas en torno a la jaula de mi amor. Hubiera
debido aplastar a esa rata con el pie y quemarla en la estufa. (Tiempo.) Todo
est sucio aqu. Toda la ciudad est sucia y poblada de machos. Que llueva,
que siga lloviendo, que la lluvia lave un poco a mi tortolita en el estercolero
donde se encuentra.

ESCENA 14
LA DETENCION
El barrio del Pequeo Chicago. Dos policas. Unas putas, entre ellas la
chiquilla.
POLICIA PRIMERO: Has visto a alguien?
POLICIA SEGUNDO: Es de idiotas. El nuestro es un trabajo de idiotas.
Quedarnos aqu plantados, como seales de estacionamiento. Ms nos valdra
volver a trfico.
POLICIA PRIMERO: Es normal. Aqu fue donde mat al inspector.
POLICIA SEGUNDO: Por eso. Es el nico sitio donde no volver.
POLICIA PRIMERO: Un asesino vuelve siempre al lugar del crimen.
POLICIA SEGUNDO: Volver aqu? Para qu iba a volver? No ha dejado
nada, ni equipaje, ni nada. No est loco. Somos dos seales de
estacionamiento completamente intiles.
POLICIA PRIMERO: Volver.
POLICIA SEGUNDO: Mientras tanto, podramos tomar un trago con la
patrona del hotel, y comentar el caso con las seoritas en otra parte, entre toda
esa gente tan apacible y tranquila, el Pequeo Chicago es el barrio ms
tranquilo de la ciudad.
POLICIA PRIMERO: Hay un fuego bajo las cenizas.
POLICIA SEGUNDO: Un fuego? Qu fuego? Dnde ves t el fuego?
Hasta las seoritas son apacibles y tranquilas como secretarias; los clientes se
pasean como por un parque, y los cafichos recorren su territorio como libreros
controlando si todos los libros estn en las estanteras y no les falta ninguno.
Dnde ves t el fuego? Ese tipo no volver, te apuesto lo que quieras, te
apuesto un trago con la patrona.
POLICIA PRIMERO: Pues bien que volvi a su casa tras matar a su padre.
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POLICIA SEGUNDO: Porque tena algo que hacer all.


POLICIA PRIMERO: Y qu era lo que tena que hacer?
POLICIA SEGUNDO: Matar a su madre. Y cuando lo hizo, ya no volvi. Y
como aqu ya no hay ningn inspector al que matar, no volver. Me siento
como un idiota; siento que me crecen races y hojas por los brazos y las
piernas. Siento que me estoy hundiendo en el asfalto. Vamos a tomarnos un
trago con la patrona. Todo est en calma; todo el mundo se pasea
tranquilamente. T ves a alguien con pinta de asesino?
POLICIA PRIMERO: Un asesino nunca tiene pinta de asesino. Un asesino
se pasea tranquilamente entre los dems como t y como yo.
POLICIA SEGUNDO: Tendra que estar loco.
POLICIA PRIMERO: Un asesino est loco por definicin.
POLICIA SEGUNDO: No ests tan seguro, no ests tan seguro. A veces casi
siento ganas de matar yo tambin.
POLICIA PRIMERO: Pues bien, a veces debes estar casi loco.
POLICIA SEGUNDO: Puede ser, puede ser.
POLICIA PRIMERO: Estoy seguro.
Entra Zucco.
POLICIA SEGUNDO: Pero jams - aunque estuviera loco, aunque fuera un
asesino - jams me paseara tranquilamente por el lugar de mi crimen.
POLICIA PRIMERO: Mira ese tipo.
POLICIA SEGUNDO: Cul?
POLICIA PRIMERO: El que se pasea tranquilamente, ah.
POLICIA SEGUNDO: Aqu todo el mundo se pasea tranquilamente. El
Pequeo Chicago se ha convertido en un parque donde hasta los nios podran
jugar a la pelota.
POLICIA PRIMERO: El de la ropa sucia.
POLICIA SEGUNDO: S, ya lo veo.
POLICIA PRIMERO: No te recuerda a alguien?
POLICIA SEGUNDO: Puede ser, puede ser.
POLICIA PRIMERO: Parece l.
POLICIA SEGUNDO: Imposible.
LA CHIQUILLA: (Al ver a Zucco.) Roberto. (Corre hacia l y lo abraza.)
POLICIA PRIMERO: Es l.
POLICIA SEGUNDO: No hay duda.
LA CHIQUILLA: Te he buscado, Roberto, te he buscado, te he traicionado,
he llorado, llorado hasta convertirme en una isla pequeita en medio del mar,
y las ltimas olas me estn ahogando. He sufrido tanto, que mi sufrimiento
podra inundar los abismos de la tierra y desbordar los volcanes. Quiero
quedarme contigo, Roberto; quiero vigilar cada latido de tu corazn, cada
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aliento de tu pecho; con la oreja pegada a ti escuchar el ruido de los


engranajes de tu cuerpo, vigilar tu cuerpo como un mecnico vigila su
mquina. Guardar todos tus secretos, ser el cofre de tus secretos; ser la
bolsa donde ocultars tus misterios. Velar tus armas, las proteger de la
herrumbre. Sers mi agente y mi secreto y yo, en tus viajes, ser tu equipaje,
tu cargador y tu amor.
POLICIA PRIMERO: (Se acerca a Zucco.) Quin es usted?
ZUCCO: Soy el homicida de mi padre, de mi madre, de un inspector de
polica y de un nio. Soy un asesino.
Lo detienen.

ESCENA 15
ZUCCO AL SOL
Los tejados de la prisin, a medioda. No se ve a nadie a lo largo de toda la
escena, exceptuando a Zucco, cuando trepa al tejado. Voces mezcladas de
guardias y presos.
UNA VOZ: Roberto Zucco se ha escapado.
UNA VOZ: Otra vez.
UNA VOZ: Pero quien lo vigilaba?
UNA VOZ: Quin lo tena a su cargo?
UNA VOZ: Parecemos tontos.
UNA VOZ: Parecen tontos, s. (Risas.)
UNA VOZ: Silencio.
UNA VOZ: Tiene cmplices.
UNA VOZ: No; precisamente porque no tiene cmplices siempre consigue
escaparse.
UNA VOZ: Solo.
UNA VOZ: Solo, como los hroes.
UNA VOZ: Hay que buscar en los recovecos de las galeras.
UNA VOZ: Estar escondido en alguna parte.
UNA VOZ: Estar acurrucado en un escondrijo, temblando.
UNA VOZ: Seguro que no est temblando, sino rindose de ustedes.
UNA VOZ: Zucco se re de todo el mundo.
UNA VOZ: No ir muy lejos.
UNA VOZ: Es una prisin moderna. Nadie puede evadirse.
UNA VOZ: Es imposible.
UNA VOZ: Estrictamente imposible.
UNA VOZ: Zucco est perdido.
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UNA VOZ: Zucco estar perdido, pero por el momento, est trepando al
tejado y rindose de ustedes.
Zucco, con el torso y los pies desnudos, alcanza la coronacin del tejado.
UNA VOZ: Qu est haciendo ah?
UNA VOZ: Baje inmediatamente. (Risas.)
UNA VOZ: Zucco est perdido. (Risas.)
UNA VOZ: Zucco, Zucco, dinos como te las arreglas para no quedarte en
prisin ni una hora.
UNA VOZ: Cmo lo haces?
UNA VOZ: Por dnde te has largado? Dinos el truco.
ZUCCO: Por arriba. No hay que tratar de atravesar los muros, porque
detrs de los muros hay otros muros, y siempre est la prisin. Hay que
escapar por los tejados, hacia el sol. Jams alzarn un muro entre el sol y la
tierra.
UNA VOZ: Y los guardias?
ZUCCO: Los guardias no existen. Basta con no verlos. De todos modos, yo
podra agarrar a cinco con una sola mano y aplastarlos de un golpe.
UNA VOZ: De dnde te viene tu fuerza, Zucco, de dnde te viene tu fuerza?
ZUCCO: Cuando avanzo, me ciego, no veo los obstculos, y, como no los
miro, caen solos ante m. Soy solitario y fuerte, soy un rinoceronte.
UNA VOZ: Pero tu padre, y tu madre, Zucco. No hay que tocar a los padres.
ZUCCO: Es normal matar a los padres.
UNA VOZ: Pero un nio, Zucco; no se mata a los nios. Se mata a los
enemigos, se mata a la gente capaz de defenderse. Pero a un nio, no.
ZUCCO: No tengo enemigos y no ataco. Aplasto a los otros animales, no
por maldad, sino porque no los veo y les pongo el pie encima.
UNA VOZ: Tienes dinero? Dinero escondido en alguna parte?
ZUCCO: No tengo dinero, en ninguna parte. No necesito dinero.
UNA VOZ: Eres un hroe, Zucco.
UNA VOZ: Es Goliat.
UNA VOZ: Es Sansn.
UNA VOZ: Quin es Sansn?
UNA VOZ: Un rufin de Marsella.
UNA VOZ: Yo lo conoc en la crcel. Una autntica mala bestia. Capaz de
romperles la cabeza a diez hombres a la vez.
UNA VOZ: Mentiroso.
UNA VOZ: Slo con los puos.
UNA VOZ: No, con una quijada de asno. Y no era de Marsella.
UNA VOZ: Y se dej joder por una mujer.
UNA VOZ: Dalila. Un asunto de pelos. Lo conozco.
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UNA VOZ: Siempre hay una mujer que traiciona.


UNA VOZ: Estaramos todos en libertad sin las mujeres.
El sol asciende, brillante, extraordinariamente luminoso. Se alza un fuerte
viento.
ZUCCO: Miren el sol. (En el patio se hace un silencio total.) No ven
nada? No ven como se mueve de un extremo a otro?
UNA VOZ: No se ve nada.
UNA VOZ: El sol nos lastima los ojos. Nos deslumbra.
ZUCCO: Miren lo que sale del sol. Es el sexo del sol; de ah surge el
viento.
UNA VOZ: Qu? El sol tiene sexo?
UNA VOZ: Cllense!
ZUCCO: Muevan la cabeza; vern cmo se mueve con ustedes.
UNA VOZ: Qu es lo que se mueve? Yo no veo que se mueva nada.
UNA VOZ: Cmo quieres que se mueva algo ah arriba? Todo est colocado
ah desde la eternidad, y bien clavado; y bien atornillado.
ZUCCO: Es la fuente de los vientos.
UNA VOZ: Ya no vemos nada. Hay demasiada luz.
ZUCCO: Vuelvan el rostro hacia Oriente y se desplazar hacia all y si
vuelven el rostro hacia Occidente, los seguir.
Se alza un viento huracanado. Zucco vacila.
UNA VOZ: Est loco. Va a caer.
UNA VOZ: Detente, Zucco; te vas a romper la cabeza.
UNA VOZ: Est loco.
UNA VOZ: Va a caer.
El sol asciende, tornndose cegador, como el resplandor de una bomba
atmica. No se ve nada.
UNA VOZ: (Gritando.) Cae.
Fin

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