EL DESARROLLO DEL LENGUAJE DE LOS 0 A Los 6 Años
EL DESARROLLO DEL LENGUAJE DE LOS 0 A Los 6 Años
EL DESARROLLO DEL LENGUAJE DE LOS 0 A Los 6 Años
El lenguaje es una de las conductas primarias que separa a los humanos de las
especies animales, ya que este es el gran instrumento de hominización. Es una
habilidad de gran significación en las oportunidades de éxito del niño en la escuela.
Además de ser el vehículo, para la adquisición de nuevos conocimientos y es, sobre
todo, la expresión en su máximo esplendor del pensamiento.
a) Del nacimiento al mes y dos meses de edad: Desde que nace hasta más o
menos, el final, del primer mes, la única expresión que se oye del bebé es el
llanto, que es la primera manifestación sonora puramente mecánica o refleja y,
como tal, indiferenciada en cuanto al tono, sea cual fuere la razón de su estado.
Con el llanto, el bebé pone en funcionamiento el aparato fonador, permitiéndole
también la necesaria oxigenación de la sangre y el establecimiento de la
respiración normal.
Al inicio del segundo mes, el llanto ya no es un fenómeno o manifestación
mecánica e indiferenciada, sino que el tono del sonido cambia con el contenido
afectivo del dolor, el hambre u otra molestia; es decir, la variación de la tonalidad
está relacionada con el estado de bienestar o malestar del bebé. De esa manera
el bebé va comunicándose con su entorno próximo, especialmente con su
madre, comprendiendo cada vez mejor lo que ésta le comunica, aunque sea
incapaz de expresarlo.
b) De tres a cuatro meses de edad: Al inicio del tercer mes el bebé produce
vagidos, sonidos guturales y vocálicos que duran de 15 a 20 segundos.
Responde a sonidos humanos mediante la sonrisa y, a veces, con arrullo o
murmullo. Aquí la forma característica del grito del bebé puede ser una llamada
expresiva relacionada con alguna necesidad, tal como el grito de incomodidad.
Ya distingue entre los sonidos: /pa/, /ma/, /ba/, /ga/. Sus vocalizaciones pueden
mostrar alegría; sus manifestaciones de placer las expresa mediante
consonantes guturales "ga.ga", "gu.gu", "ja.ja", mientras que su displacer
mediante consonantes nasalizadas como "nga", "nga".
El bebé sabe distinguir, también, las entonaciones afectivas, reaccionando con
alegría, sorpresa o temor ante el tono de voz, especialmente de sus padres.
A los tres meses aparece el balbuceo, que consiste en la emisión de sonidos
mediante redoblamiento de sílabas como "ma.ma", "ta.ta" y otras.
El interés del niño por las personas, así como su comunicación comienza a
ampliarse hacia los objetos entre el 3er. y 4to. Mes.
De esa forma el niño va aumentando sus vocalizaciones que ya son cercanas a
la palabra y, como tal, van cargadas de intención comunicativa con la madre.
Estos variados sonidos vocales y fonaciones deben ser atendidos, entendidos,
interpretados y contestados por ella de manera reiterativa, estimulando y
propiciando así su desarrollo lingüístico.
La madre tiene en sus manos la posibilidad de incrementar a su "gusto" el nivel
de comunicación verbal y afectiva con su niño, favoreciendo el desarrollo de su
inteligencia, de su lenguaje, de sus posibilidades de interacción social y la
capacidad de expresión de sus deseos y sentimientos propios.
c) De cinco a seis meses de edad: El balbuceo o primer intento de comunicación
que apareció alrededor de los tres meses de edad, se extiende hasta el octavo o
noveno mes, progresando en el quinto y sexto mes hacia aquello que se
denomina "imitación de sonidos". Esto comienza en forma de imitaciones de los
sonidos que el mismo niño produce (reacción circular). Más tarde empieza a
repetir sonidos que el adulto u otro niño produce.
En esta edad se dan estructuras de entonación claramente discernibles en
ciertas vocalizaciones en las que pone énfasis y emoción. Las emisiones
vocálicas son realizaciones fonéticas que aparecen en el siguiente orden:
• /a/ y variantes próximas al fonema /e/, aunque antes suelen emitir sonidos
similares a /oe/
• Posteriormente aparece la /o/ y
• Finalmente la /i/, /u/.
Los sonidos de las consonantes aparecen posteriormente en el orden siguiente:
• Labiales : p (pa-pa), m (ma-ma), b (ba-ba)
• Dentales : d (da-da), t (ta-ta)
• Velopalatales: g (ga-ga), j (ja-ja)
De esta manera el niño al sexto mes suele emitir los primeros elementos
vocálicos y consonánticos. Posteriormente, a medida que el niño progresa, poco
a poco irá sustituyendo la comunicación gestual por el lenguaje verbal.
a) De los siete a los ocho meses de edad: Hasta los 6 ó 7 meses el niño se
encuentra "polarizado" (vigilante y pendiente del adulto). Pero, cambia
notablemente a partir de los 7 u 8 meses debido al desarrollo de sus habilidades
motoras y posturales, "abandonando" un poco al adulto, iniciando su
autoafirmación, basado en los logros que obtiene con su nueva capacidad
exploratoria, tanto en su propio cuerpo como en los elementos próximos a su
entorno. Los intercambios vocales que se dan entre la madre y el niño tienen un
carácter de "protoconversación". El niño va pasando progresivamente de la
"modalidad de demanda" a la “modalidad de intercambio y reciprocidad” en las
interacciones madre-niño. El dar y el recibir objetos pronunciando el nombre de
cada uno, mientras se miran a la cara madre e hijo y miran conjuntamente el
objeto, logra multiplicar y enriquecer la aptitud lingüística y comunicativa del niño,
constituyendo un buen ejercicio de entrenamiento para el habla, así como para
su socialización naciente.
b) De los nueve a los diez meses de edad: puede que el niño empiece a decir
palabras cortas, pero esto no es más que la repetición de lo que dicen los
demás, pues es todavía imitación. Aquí las respuestas del niño son ajustes
diferenciales entre la muestra y la expresión de los interlocutores que entran en
relación con él, mostrando de una manera patente la comprensión de algunas
palabras y/o expresiones aisladas. El niño manifiesta comportamientos
claramente intencionados y, por tanto, inteligentes. La incorporación de los
músculos accesorios del habla y de la masticación aumenta la destreza de la
lengua y de los labios, favoreciendo la vocalización articulada. El niño muestra
especial interés por imitar gestos y sonidos y por comunicarse, lo cual le induce
a aprender rápidamente el lenguaje. Esto hace que sus vocalizaciones sean
mucho más variadas (tres a cinco palabras articuladas). Pero, dado que el
pequeño no dispone todavía de la aptitud necesaria para la expresión oral, se ve
obligado a simplificar el lenguaje adulto.
La simbiosis afectiva madre-niño va disminuyendo gradualmente a partir de los
nueve meses, permitiendo al niño "ser" y conocerse como "uno entre otros". En
esta edad es cuando comienza entonces la conquista de sí mismo, de su "yo",
viéndose el niño en la necesidad de aprender más rápidamente el lenguaje.
a) De los doce a los catorce meses de edad: Durante el primer año de vida el
niño ha ido estableciendo toda una red de comunicación gestual, vocal y verbal
con la familia. El niño comienza a producir secuencias de sonidos bastante
próximos a los elementos lexicales de la lengua adulta, o sea las palabras. Estas
formas verbales próximas a la palabra, van precedidas de producciones fónicas
estables que contienen elementos de significación, constituyendo estas
emisiones un anticipo de la capacidad del niño para utilizar un significante que
comunique un significado. Empieza también a utilizar las formas fonéticamente
convencionales de la comunidad lingüística; sin embargo, aunque el niño de un
año emplea idénticas palabras que el adulto, todavía no le atribuye el mismo
significado a las cosas, debido precisamente a su escaso repertorio lexical.
Entre los 13 y 14 meses, el niño inicia la conocida etapa "holofrástica" (palabra-
frase), en la que emite frases de una sola palabra o elementos con varios
significados. Por ejemplo, la palabra "abe" (abrir) lo utiliza para expresar
diferentes acciones: Abre la puerta, Pela la naranja, Pon a un lado las cosas
para…
Los primeros pasos de comunicación verbal se caracterizan por un incremento
en la "denominación", pues, ya sabe utilizar el nombre de las personas de la
familia y otros próximos a él, y cuando comienza su "conversación" emplea
palabras que sirven de reclamo o llamada: "¡mía, mía!" (Mira, mira), etc.
La indicación o señalización va acompañada de la palabra que se refiere al
objeto. El niño dice palabras que designan bien el objeto de la acción, la acción
misma o la persona que ha de realizarla, aunque todo esto lo hace apoyándose
todavía en los gestos.
El niño comienza a comprender también los calificativos que emplea el adulto.
Comprende la negación y la oposición del adulto, e incluso la interrogación como
actitud.
b) De los quince a los dieciocho meses de edad: el niño se encuentra en plena
etapa holofrástica (palabra-frase). Dentro de su repertorio léxico cuenta con 5 a
15 ó 20 palabras, y cada vez demostrará mayor incremento en su vocabulario
por medio de las inflexiones de su voz al querer identificar algo. Aquí surge el
habla verdadera y el niño utiliza palabras para producir acontecimientos o llamar
la atención de los demás.
Suele observarse el empleo de algunas frases con dos palabras, principalmente
de objetos o acciones, sin descartarse el uso de adjetivos (calificadores). Sin
embargo, seguirá empleando una sola palabra para referirse a muchos objetos.
A medida que vaya incrementando su léxico y evolucionando su habla, irá
reduciendo progresivamente tal extensión semántica.
Desde los 17 meses hasta los dos años de edad, hará cada vez más
frecuentemente el uso de combinaciones espontáneas de varias palabras y
frases, incrementando el caudal de palabras en su expresión.
a) De los dos a los tres años de edad: se produce un incremento rápido del
vocabulario, incremento que es mucho mayor que lo que ocurrirá posteriormente,
llegando a tener un promedio de 896 palabras y a los tres años y medio 1222
palabras. El niño en sus expresiones verbales ya emplea verbos auxiliares
"haber" y "ser" y da cierta prevalencia al artículo determinado. En el curso de
esta edad comienza a utilizar las proposiciones y el niño ya tiene un lenguaje
comprensible, incluso para personas ajenas a la familia, manifestando un
dominio de la mayor parte de la gramática de su lengua materna (sintaxis), por lo
que los especialistas suelen denominarlo como el período de la "competencia
sintáctica".
c) De los seis a los siete años de edad: se inicia la etapa escolar, en la cual el
niño manifiesta una madurez neuropsicológica para el aprendizaje y un lenguaje
cada vez más abstracto.
Debido al "dominio" del lenguaje el niño puede percibir distintas unidades
lingüísticas dentro de una lectura o discurso, percibiéndolo como un todo.
El niño supera también el período egocéntrico y su pensamiento se torna lógico-
concreto. Ahora es capaz de tomar en cuenta los comentarios y críticas de los
demás con respecto a su persona, lo cual no ocurría en edades anteriores. Esta
capacidad de descentración hace que el niño tome conciencia de sí mismo,
asumiendo un autoconcepto y una autoimagen adecuada o inadecuada, lo que
influirá en su adaptación y desarrollo de personalidad.
PRINCIPALES HITOS EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE