Innerarity, Daniel - Hegel y El Romanticismo
Innerarity, Daniel - Hegel y El Romanticismo
Innerarity, Daniel - Hegel y El Romanticismo
Daniel Innerarity'
Daniel Innerarity
Hegel
el romanticismo
temos
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siguientes, del Cdigo Penal vigente, podrn ser castigados con penas de mulla y privacin
de libertad quienes sin la preceptiva autorizacin reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte,
una obra literaria, artstica o cientfica fijada en cualquier tipo de soporte.
n d ic e
PRLOGO.................................................................................................................... Pft-
11
INTRODUCCIN........................................................................................................-
13
I.
17
II.
35
38
48
59
66
72
81
82
87
III.
IV.
V.
94
103
109
III
126
137
145
DIALCTICA DE LA REVOLUCIN..................................................................
153
1. Semntica de la revolucin...................................................................................
157
169
[9]
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3.
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187
199
205
NDICE DE NOMBRES...........................................................................................................................................
209
NDICE DE CONCEPTOS.......................................................................................................................................
2 11
VI.
Prlogo
Los captulos que componen este libro tienen en comn el inters de
explorar esa apasionante relacin entre Hegel y los romnticos, una relacin
que no fue siempre crtica y polmica, sino tambin inspiradora de temas, pro
blemas y soluciones. El conjunto de todos ellos pretende servir para entender
algunos aspectos de la discusin intelectual que tuvo lugar en tomo a ese de
cisivo cambio de siglo entre el xviii y el Xix. Ofrecen separadamente diversas
perspectivas, por lo que tiene cada uno de ellos una existencia autnoma que
permite su lectura aislada del resto de los captulos. No obstante, considerados
en su conjunto, pretenden cercar el enigma de una poca y atacarlo fragmen
tariamente, con la esperanza de que, una vez reunidos, se presente el rostro
reconocible de ese perodo tan decisivo para la cultura occidental y, por consi
guiente, para la dilucidacin de nuestra propia identidad.
Esta investigacin ha sido realizada en la Universidad de Munich
entre 1987 y 1991, bajo la direccin del profesor Robert Spaemann y gra
cias a una beca de la Fundacin Alexander von Humboldt. Ambos saben
que cuando se trata de reconocer a un maestro y a una institucin que
ayuda econmicamente al fomento de la investigacin el agradeci
miento de un filsofo es ms profundo de lo que alcanza una solemne
dedicatoria. Cuando la reciprocidad es imposible, consuela saber que
todava existen relaciones como la de maestro y discpulo exone
radas de las leyes econmicas, espacios como el de la filosofa no
avasallados por los imperativos del mercado, en los que se cumple a la
letra aquello de Kant de que hay cosas que no tienen precio, sino valor.
Quiero hacer patente tambin mi agradecimiento a quienes como Rafael
Alvira, Jorge V. Arregui, Harald Bienek, Juan Cruz Cruz, Josef Dohrenbusch, Carlos Durn y Alejandro Llano, entre otros, han sido si se me
permite el uso de la terminologa kantiana algo as como las condi
ciones de posibilidad de este libro.
un
Introduccin
Delicia de las musas del cielo, ven y aplaca
el caos de estos tiempos, reconcilia como antes
todo lo que est en pugna y calma la furiosa discordia
con tu celestial msica de paz.
Que sea el corazn humano un lugar de armona!
Que la primitiva naturaleza del hombre, su alma
tranquila y magnnima, surja de nuevo poderosa
y calme la agitacin de nuestro tiempo! .
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que a travs de la historia han compartido un mismo espacio fsico (Raumgenossen) frente a los contemporneos (Zeitgenossen). Con los Nibelungos,
dice Hegel, tenemos en comn el hecho de estar geogrficamente sobre un
mismo suelo, pero el vnculo geogrfico y espacial no equivale al vnculo
histrico, y no determina en absoluto una identidad cultural inamovible5. A
partir de la era moderna, las entidades naturales han sido definitivamente
subordinadas a la fuerza vinculante de los proyectos histricos.
Siempre resulta esclarecedor tomar en cuenta el escenario cultural
desde el que nace y al que responde toda reflexin. En este caso, el e g o
centrismo hegeliano se formula en un contexto de crisis y cambios que
parece dar la razn a quienes ven en ello el sntoma de agotamiento de
una cultura y abogan en favor de nuevas perspectivas. Quisiera referirme
brevemente a un gnero literario cuyo auge en los siglos xviu y XIX
guarda una estrecha relacin con la crisis de la conciencia europea: la
literatura de viajes. El incremento de las descripciones de otras culturas
es uno de los factores que explican la intensidad con que se discute acer
ca de la polaridad entre naturaleza y razn, mundo salvaje y civilizacin
europea. Herder, Wieland, Goethe, Forster, Kant, Alexander y Wilhelm
von Humboldt fueron algunos de los que recogieron el desafo que los
descubrimientos de la curiosidad planteaban al pensamiento de la poca.
El entusiasmo romntico por la naturaleza y la afanosa bsqueda del
hombre natural resultaran inexplicables sin esta extraversin de la razn
hacia nuevos espacios. Una especie de nostalgia por lo inmediato y origi
nal, por el paraso de lo autntico, se rebelan contra la inercia mecnica
de la imagen moderna del mundo. Se trata de una inquieta bsqueda de
nuevas certezas en un nuevo orden que se ha construido sobre el primado
de la relatividad, la duda y la infinita capacidad de contradicin. Pero, a
su vez, el viajero cumple quizs sin saberlo el mandato de Francis
Bacon, padre del pensamiento cientfico-experimental moderno: ver las
cosas con los propios ojos, verificar y controlar, experimentar de primera
mano, sustituir el testimonio oral por la inmediatez ocular, tal era la invi
tacin de su obra O f travel (1625). El resultado de una aventura semejan
te no poda ser sino la relativizacin de la cultura europea. Al mostrar la
movilidad de los confines del mundo, el viaje revoluciona el espacio de
la experiencia, sacudiendo las certezas que proporcionan la mentalidad y
cultura propias. Descubrir es comparar y relativizar, obtener un contexto
ms amplio y diverso, gracias a la visin de las ideas, conceptos, costum
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det kein Protestiren fuer statt). Cada uno se sabe inmediatamente como algo
general, es decir, renuncia a su particularidad. Pero se trata de la belleza de
lo terrible, de una belleza a la que le falta verdad. La libertad interior es, por
el contrario, el principio ms sublime de los nuevos tiempos, que los anti
guos, que Platn, no conocan, pues en la era antigua la bella vida pblica era
la moral de todos, unidad bella e inmediata de lo general y lo particular, una
obra de arte en la que ninguna parte estaba separada del todo, ya que la uni
dad genial de la particularidad que se sabe como ser absoluto, del absoluto
ser-en-s, no estaba presente [...). Por este principio, los individuos han perdi
do la libertad exterior real, pero han conservado su libertad interior, la liber
tad del pensamiento13. La libertad moderna es el intento de reconstruir la
inmediatez exterior de los griegos por medio de la libertad.
La palabra griega para designar la libertad, eleuthera, significa poder
vivir de acuerdo con la costumbre. La libertad antigua apunta a una incor
poracin; la moderna, a una separacin. La cultura griega contena ya los
grmenes de su propia insatisfaccin. La idea de racionalidad habra de
tener a la larga un efecto disolvente sobre esta totalidad social. A esto se
refiere Hegel cuando habla del resultado revolucionario que se sigue del
principio socrtico de la reflexin, pues lo peculiar de este estado es que
su forma consiste en la costumbre, es decir, que el pensamiento es insepa
rable de la vida real1415. La razn eleva un momento de incondicionalidad
y, en esa misma medida, relativiza toda condicin. Pero esta fuerza desga
rradora slo alcanzar su legitimidad con la religin cristiana, gracias a su
capacidad de relativizacin de las formas socioculturales. En el fondo del
alma griega se alojaba un profundo pesimismo y una resignacin acomoda
ticia. En cambio, Europa es inconcebible sin esa capacidad de cuestionar
toda costumbre y tradicin, con excepcin de la que nos reconoce ese dere
cho de cuestionar13. Ese derecho es lo nico que resulta incuestionable.
Cules son entonces las seas de identidad de lo que Hegel denomin
n JenSyst III, pp. 262-264; cfr. E n .. X, 393 Z, p. 65; PhilOesch.. XII, pp. 137 sil.
14 PhUGesch., XII, p. 329. Segn esta observacin, la separacin de vida y racionalidad
la no deduccin de la razn a partir de un entramado de intereses, costumbres o prejuicios
aparece como una condicin de la libertad. La Ilustracin como desenmascaramiento que triunfa
en la filosofa del siglo xix, con su pretensin de vincular la razn a contextos vitales con
dicionantes, podra ser interpretada como la consideracin de que todo el curso de la historia
puesto en marcha por lo que aquf se entiende como libertad en sentido europeo no es sino un
extravo de la razn. Nietzsche fue el ms clarividente, al achacar al cristianismo este error
histrico sobre el que se ha montado toda la apoteosis de la libertad en el mundo moderno.
15 Cfr. R. Spaemann. Eurozentrismus oder Universalismus. en Merkur. Zeitscltrift
fr europisches Denken, agosto de 1988 (8), pp. 706-712.
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4 Cfr. P. Raabe. Das Protokolboch der Gesellschaft der Freien Manner n lena 17941799. en Festgahe f r Eduard Berend zum 75. Geburtstag, Weimar, 1959, y M. Oesch
(cd.). Aus der Friihzeit des deutschen Idealismos. Texte zur Wissenschaftslehre Fichtes
(1794-11104). Konigshausen & Neumann. Wrzburg, 1987. Algunos textos de Beiger reco
gidos en estos dos libros presentan un estrecho paralelismo con las ideas del System
programm, especialmente las ideas de significacin poltica. Las polmicas en clave
poltica eran del todo ajenas al joven Schelling, peto habituales entre los discpulos de Fichte en lena.
5 Cfr. StA. VI. p. 137.
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1.
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las ciencia positivas han conducido a una era abstracta y fra. La era ana
ltica habla sin fundamento trascendental. Fundamento significa no slo
remisin a una causa como en las explicaciones de la fsica, sino remi
sin a lo sagrado, a lo absoluto, es decir, justificacin. Peto el principio de la
era analtica es la mecnica y su modelo la mquina. Esta mentalidad ha
cristalizado en la legislacin, administracin y forma de gobierno del Esta
do absolutista y en todas las esferas de la vida. Es el resultado de lo que
Herder denomin una razn tarda: la lucidez desmitifcadora, la Ilustra
cin que divide, separa y desgarra, el desenmascaramiento de los sueos, las
ilusiones y las creencias. La luz sola no alimenta: al siglo iluminador le fal
tan corazn, calor, sangre, humanidad, vida; la Ilustracin no es necesaria
mente sinnimo de virtud y felicidad. Para Herder, la luz se encuentra ms
bien en oposicin a la vida lograda. El agotamiento de Europa consiste, por
tanto, en el oscurecimiento de la imaginacin, el lenguaje y la sensibilidad.
La desacralizacin del mito ha conducido al empobrecimiento de nuestras
experiencias, en el trato con los hombres y con las cosas.
Se podran aducir muchos ejemplos de este malestar del que surge la
atmsfera intelectual del Surm und Drang y el romanticismo. La imagen del
mecanismo opuesto a la vida, del individualismo frente a la comunidad, de
las causas frente a los fines es un tpico crtico de la literatura de la poca.
En una poesa del ao 1801 posterior, por consiguiente, al Sysiemprogramm pero clarificadora de su contexto cultural A. W. Schlegel pone en
dilogo al viejo y al nuevo siglo. Aqul se muestra oigulloso de sus enciclo
pedistas, a quienes ha concedido el poder de someter al clculo lo que
pueda ocurrimos y lo que podamos hacer. A lo que el nuevo siglo contesta:
Esto da como resultado un cero.
Pues tales fantasmas podan ser
aglomerados a base de tomos
que interiormente no sirven para nada
y se asustan de ser reales.
Tan ateas como eran sus obras,
cmo iban a comprender a la naturaleza.
que no es sino manifestacin e imagen de la divinidad.
infinitamente grande y sabia y eterna7.
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ls d.. p. 429.
16HKA, I.l.p p . 183-246.
17
Los artistas, vv. 234-237. (Cito tos versos de las poesas de Schiller segn mi tra
duccin en Friedrich Schiller. Poesa filosfica, Hiperin. Madrid, 1991.)
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contestar. De este modo crey Karit haber dado el golpe decisivo a la concep
cin analtica de la racionalidad de los empirstas y, sobre todo, de los mate
rialistas del siglo xvilt. Slo puede hablar de razn quien oftezca principios
que expliquen la conexin de nuestra comprensin del mundo, por un lado, y
que hagan posible la accin madura y responsable, por otro lado. Para ello, la
metafsica kantiana y esto vale tambin para el romanticismo y el idealismo
que se sitan en continuidad con ella opuso la misma resistencia contra el
sprit danalyse y contra el materialismo mecanicista. A los primeros, porque
rechazaban la existencia de entidades sintticas a priori (como la autoconciencia o la libertad); a los otros, poique rechazaban una explicacin ideolgica
de la naturaleza, sin la cual la libertad resultaba a la taiga inviable. stos eran
los planteamientos que Kanl. Hegel. Schelling o F. Schlegel tenan a la vista
cuando afirmaban que el entendimiento ilustrado deba ser sustituido por la
razn. Y esto es una buena parte de lo que el autor del Systeniprogranim pro
pone como mitologa de la razn.
La crtica del romanticismo y del idealismo al mundo producido por
el entendimiento {Verstand) ilustrado tiene como soporte la afirmacin de
que el entendimiento es una razn incompleta que, elevada al rango del
saber por antonomasia, paga con una vida escindida y alienada el precio
por su grosera unilateral idad. La sociedad emancipada (losgebundene), en
lugar de avanzar hacia la vida orgnica, vuelve a caer en el reino de lo ele
mental, observa Schiller una y otra vez en sus Cartas sobre la educacin
esttica del hombre. Los elementos se separan y enfrentan como pequeas
totalidades en un movimiento ciego y elemental, segn leyes mecnicas,
sin reparar en la ruptura que en el interior del hombre producen. La ver
dadera tarea de la razn consiste, por el contraro, en superar los efectos
desgarradores de la Ilustracin analtica y restablecer el nexo del pensa
miento con la realidad. Todos los productos de la reflexin analtica han
configurado una segunda realidad que el acto mismo de la reflexin no es
capaz de superar en su carcter de realidad opuesta a la conciencia. El
mundo de la civilizacin ilustrada se enfrenta a las realidades originaras
sin reconciliarse con ellas. El entendimiento carece de la libertad de abar
carlo todo en un golpe de vista; su instrumento de trabajo es la divisin
hasta el infinito. En una de sus primeras publicaciones escribe Hegel:
cuanto ms slido y resplandeciente es el edificio del entendimiento,
tanto ms inquieto es el esfuerzo de la vida, que se encuentra en l atrapa
do como parte, por escaparse de l hacia la libertad. Pero, tan pronto como
aparece la razn en la lejana, queda aniquilada la totalidad de las limita
ciones, referidas en esa aniquilacin a lo absoluto, puestas y concebidas al
mismo tiempo como mera apariencia; la escisin entre lo absoluto y la
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totalidad de las limitaciones ha desaparecido21. Desde la pura elementalidad del entendimiento, el edificio de la racionalidad aparece como una
constriccin que no satisface la necesidad de unidad, ya que la unidad
proporcionada por una civilizacin unilateral est conseguida al precio de
la escisin. Es necesario, pues, establecer una nueva unidad que no parta
de la contraposicin rousseauniana entre una unidad inmediata originaria
y el desgarramiento de la civilizacin moderna. sta es la nueva tarea de
una mitologa de la razn.
En una era analtica, la mitologa conserva la unidad ntima del hombre
con la naturaleza y su identificacin con la comunidad poltica. La unidad
del hombre consigo mismo, con la sociedad y con Dios responde a un
mismo principio: el mito debe su fuerza de solidaridad a su naturaleza sint
tica. El idealismo y el romanticismo elaboran este programa de remitologizacin siguiendo la ruta marcada por el Sturm und Drang: sustituir la
separacin que ha sido introducida a travs de la filosofa de la conciencia,
del individualismo moderno y de la fra religiosidad protestante por la unifi
cacin del corazn. La mitologa poltica del idealismo alemn surge, por
tanto, contra la pluralizacin sofstica de los intereses, frente al contractualismo individualista, como respuesta al fracaso que supone el intento fichteano de construir la comunidad poltica desde la subjetividad: estas
concepciones del hecho social tienen el efecto de no permitir ninguna eticidad, de establecer identidades aparentes y forzosas. Lo que ahora se propo
ne siguiendo una idea de Herder es pensar orgnicamente la idea de
identidad y entender la totalidad como estructura cuyos componentes parti
cipan en el fin del todo, de tal manera que este fin no les es ajeno.
Todas las formas de cultura se establecen mediante una cierta uni
ficacin de lo plural. Ahora bien, la sociedad burguesa parece haber
entrado en un proceso de descomposicin, ya que desde la nocin de
individuo es imposible pensar lo comn. S que el cielo ha sido despo
blado, y la tierra, que antes desbordaba de hermosa vida humana, se ha
vuelto casi como un hormiguero22. El romanticismo alemn es el primer
acontecimiento cultural de la era moderna que tematiz el problema de la
identidad en un medio social de alienacin. La nostalgia por el mito
surge desde esta preocupacin. Es posible mantener en la sociedad
moderna una instancia de legitimacin al resguardo de los cambios cultu
rales, de los conflictos de intereses y de la divisin del trabajo? Dnde
21 Differenz des Fichteschen und Schellingschen Systems der Phtlosophie. JenSchr., II,
|>p. 20-21.
22S iA, III, p. 91.
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2.
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programm se considera que Kant con sus dos postulados prcticos, slo
ha dado un ejemplo, sin haber agotado nada, en Schelling encontramos el
planteamiento exactamente inverso: la losofa no ha llegado an a su tr
mino. Kant ha dado los resultados; faltan las premisas2*. En esta carta de
enero de 1795, Schelling critica la utilizacin de los postulados kantianos
para apuntalar la existencia de unos principios que la razn analtica no est
en condiciones de justificar y lamenta el curso de la teologa escolstica
kantiana, en la que todos los dogmas posibles han recibido ya el sello de
postulados de la razn prctica. Por aquellas mismas fechas expone Hlderlin a su hermano la doctrina kantiana de los postulados de un modo que
no est en contradiccin con las tesis del Systemprogramm. Tambin en esa
carta del 13 de abril de 1795 separa el tratamiento de los dos primeros pos
tulados (Dios y la inmortalidad) del de la libertad. La libertad es presupuesta
como la fuerza positiva de nuestra dimensin inteligible que no necesita de
mayor justificacin. Para los otros dos se sigue una argumentacin esen
cialmente kantiana: dado que el fin de la moralidad ms alta no es posible
sobre la tierra, ni puede ser alcanzada en el tiempo, y dado que el progreso
infinito en el bien es una exigencia incontrovertible de nuestra ley, ha de
aceptarse la fe en una duracin infinita, es decir, en una vida eterna. Pero
esta duracin infinita no es pensable sin la fe en un Seor de la naturaleza,
cuya voluntad sea la misma que aquello que la ley moral nos exige2526. Ms
significativo es el uso que frente a Kant hace Holderlin del postulado
de la inmortalidad en su carta a Schiller del 4 de septiembre de 1795. Hol
derlin objeta a Kant el hecho de haber desarrollado este postulado en el
mbito terico la inmortalidad seria necesaria para realizar un sistema de
pensamiento completo y haberlo traspasado al mbito de la accin. Hol
derlin considera que los postulados carecen de sentido y se vacan de conte
nido cuando se los separa por un momento de la actividad moral27. Y Hegel,
por su parte, tambin considera, en su carta a Schelling del 16 de abril del
mismo ao28, que es necesario agotar el sistema kantiano. Desde Berna
declara Hegel su intencin de reelaborar la doctrina kantiana de los postula
dos prcticos y poner en marcha el programa de una filosofa prctica uni
versal. De este proyecto Hegel espera que resulte una revolucin en
Alemania con el mismo pathos que trasluce el Systemprogramm.
En esta carta habla tambin Hegel del supremo placer que le ha
25 Carla a Hegel del 6 de enero de 1795.
26 SlA. VI, pp. 45-46.
27 d.. VI. pp. 10 ss.
28 Sobre el tratamiento hegeliano de la doctrina de los postulados, cfr. FrhSchr., I, pp. 17
y 101-102.
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35 FrhSchr., I, p. 232.
SS H M /l.p. 181.
37 Ros., p. 136.
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de heteronoma fsica. Este malestar de las oposiciones entendimientocorazn. ley-inclinacin, letra-espritu es el que preside la filosofa de
Jacobi. Sturm und Drang, romanticismo e idealismo, coinciden en cues
tionar el valor emancipador de la mera racionalidad. No cabe ninguna
duda de que el ltimo y decisivo impulso para la superacin del dualismo
kantiano se debi a Hlderlin, cuyo Hyperion es el documento de la filo
sofa de la reunificacin como alternativa a la dominacin unilateral. Se
trata de la crtica ms audaz a Occidente, a la represin de la naturaleza
por el despotismo de la ley, y el anhelo de aquella unificacin originaria
de la que hemos cado y a la que hemos de volver. Todas las formas y
organizaciones de la vida son unificaciones de lo subjetivo y lo objetivo,
de lo particular y lo universal. La primera condicin de toda vida y de
toda organizacin es que no hay ninguna fuerza monrquica en el cielo
y sobre la tierra40.
La rehabilitacin de la sensibilidad se presenta como fundamento de una
nueva concepcin de la virtud y de la libertad. La escisin interior del hom
bre, el dominio de una parte sobre otra, por muy bella que puerta aparecer, se
traduce en una esttica que conduce a la muerte. La libertad y la virtud no
deben ser unidimensionales, sino plenas de contenido; han de suponer el
desarrollo de todas las fuerzas que alcanzan su plenitud de manera armnica
Si la sensibilidad es una parte constitutiva del equilibrio armnico entre las
fuerzas del hombre, entonces ya no cabe pensar al hombre de manera aisla
da. sino que debe concebrsele enraizado en un medio natural y social. La
valoracin positiva de la sensibilidad individual abre el paso a una nueva
totalidad. La historiografa de la poca comienza a considerar que el contexto
formado por la cultura, la religin, las costumbres y legislaciones, e incluso
el clima, han de reemplazar a las narraciones picas que describan el aconte
cer histrico como la yuxtaposicin de los destinos individuales. Los nom
bres de Winckelmann, Hender y Montesquieu estn en el origen de esta
nueva concepcin totalizadora y pragmtica de la historia del gnero huma
no. La libertad inhiere y se expresa en un contexto sociocultural, ninguno de
cuyos elementos pueden considerarse aisladamente. Esta concepcin de la
libertad como despliegue de todas las dimensiones humanas forma un entra
mado supraindividual, de tal modo que la tosca identificacin de libertad e
independencia o la de sensibilidad y no-libertad comienza a desacreditarse
desde el momento en que lo que haba sido entendido como limitacin apare
ce como el espacio de realizacin de la libertad. El conjunto de lazos y vn
culos que resultan de este despliegue ya no es un argumento contra la
40 SlA. VI, p. 300.
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3.
LA COMPENSACIN ESTTICA
DEL DESENCANTAMIENTO MODERNO DEL MUNDO
Estoy convencido de que el acto supremo de la razn, en el que
sta abarca todas las ideas, es un acto esttico, y que slo en la
belleza se hermanan la verdad y el bien. El filsofo debe poseer
lana fuerza esttica como el poeta. Los hombres sin sentido est
tico son nuestros filsofos de la letra. La flosof[a del espritu es
una filosofa esttica |...|. La poesa recibe de este modo una dig
nidad superior, al final ser lo que era en el principio: maestra de
la humanidad |SP, 235).
45
ste es el camino que emprende la filosofa romntica de la naturaleza: la bsqueda
de una convergencia entre la moral y la naturaleza. Para Novalis. por ejemplo, el sistema
de la moral ha de llegar a ser el sistema de la naturaleza (Novalis Werke. Beck, Mlinchen,
1981, p. 555). Adam Miiller lamenta as la ruptura entre la fsica y la tica: la concepcin
que acostumbran a mantener nuestros contemporneos divide todos los fenmenos en dos
grandes clases; como si existiera una ley que dominara en el reino de las realidades y otra
ley, enteramente distinta, en el reino de las ideas y de los productos del carcter Intimo del
hombre. Eso fue del lodo distinto en la concepcin de las cosas mantenida por los an
tiguos! La tica y la fsica, ambas tienen el mismo objeto! ( Vorlesungen her deutsche
Wissenschaft und Literatur. Salz, MUnchen, 1920. p. 119).
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46 Dok., p. 384.
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La seca asctica del deber puede ser sublime, pero es incapaz de hablar a
todas las facultades del hombre a la vez, desconoce la libertad estable y
armnica. Eleva a costa de reprimir una dimensin; es una injusticia contra la
variedad de la vida, en la que introduce el antagonismo. Que el acto supremo
de la razn sea un acto esttico significa que es ah donde cabe encontrar un
ejercicio de la libertad que no haya que pagar con el desgarramiento interior.
4.
LIBERACIN POLTICA
Y MECANIZACIN DEL ESTADO
Desde la idea de humanidad quiero mostrar que no existe una
idea del Estado, porque el Estado es algo mecnico, del mismo
modo que tampoco existe una idea de una mquina. Slo lo que
es objeto de la libertad se llama idea. Por tanto, tenemos que ir
ms all del Estado! Pues todo Estado tiene que tratar a los hom
bres libres como engranajes mecnicos y. puesto que no debe
hacerlo, debe desaparecer (SP. 234-235).
Nos encontramos ante uno de los momentos que mayor estupor ini
cial producen en el investigador del Systemprogramm. Una expresin51
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supremo que una imagen antropomrfica (se trata de una obra que. por
cierto, fue leda con entusiasmo por Hegel y Hdlderlin en Tubinga). Y en
su otra clebre novela. Woldemar, contrapone Jacobi la especificidad del
sentimiento moral a las leyes casuales y mecnicas de la sociedad
burguesa. Pero quien ejerci una mayor influencia en el nimo antiestatalista del autor de nuestro texto fue, sin duda, Fichte. Como abonado
de la revista Die Horen, Hegel conoca seguramente el escrito que Fichte
haba publicado con el ttulo ber Belebung und Erhhung des reinen
nteresses f r Warheit. En l se mencionaba como obstculo para la ver
dad el hacer del hombre una mquina representativa. En los Grundlage des Naturrechts declaraba que el fin de todo Estado consiste en
hacerse supcrfluo. Y en su escrito sobre la Revolucin francesa se crtica
la maquinaria poltica artificial de Europa54 que oprime al individuo al
tratarlo como mera pieza de un gigantesco mecanismo.
Resulta curioso comprobar que unos aos ms tarde sea Fichte criti
cado por Hegel como el filsofo del Estado-mquina. En el fondo, lo que
se critica es que Fichte no haya sido capaz de poner las bases para supe
rar una concepcin atomstica de la sociedad, que es la que da origen a la
mecanizacin de la esfera pblica. El Estado que Fichte proyecta en su
obra Der geschtossene Handelsstaat no es una organizacin, sino una
mquina; el pueblo no es el cuerpo orgnico de una vida comn y rica,
sino una pluralidad atomstica, sin vida, cuyos elementos son consi
derados y tratados como sustancias absolutamente contrapuestas. Se
trata, pues, de un Verstandesstaat pensado desde el atomismo analtico
que desemboca necesariamente en un sistema de control y dominio55. El
ideal de Estado que Hegel se ha forjado desde su estancia en Berna es la
repblica antigua, cuya organicidad lo distingue radicalmente del indivi
dualismo en que se basa el Estado moderno. Lo propio de la repblica es
vivir para una idea. Cuando despus de siglos escribe Hegel en Berna
el ao 1794 la humanidad vuelve a hacerse capaz para las ideas, desa
parece el inters por lo individual56. Con esta afirmacin Hegel se refie
re ms a una oportunidad histrica en trance de ser desaprovechada que a
una posibilidad cumplida. El Estado moderno no se entiende a s mismo
como la realidad de una libertad comn como idea, pues el pueblo
es una idea (Novalis)57 , ya que en l lo primero no es la totalidad de
54 Cfr. VI, p. 91
55 Cfr. JenSchr., II, pp. 85-87.
36 FrhSchr., I, p. 100.
57 Novalis Werk, p. 333.
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61 FrhSchr., 1. p. 206.
62 d.. p. 101.
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5.
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Pero asf es el hombre; cuando el bien se presenta e incluso un dios
le ofrece sus dones, ni lo ve ni lo reconoce.
Ha de sufrir primero; pero luego da un nombre a lo ms querido,
y entonces se abren como flores las palabras justas.
Y entonces decide honrar seriamente a los dioses. (...)
Pero llegamos demasiado tarde, amigo! Sin duda las dioses viven todava,
pero all arriba, sobre nuestras cabezas, en otro mundo.
All obran sin cesar y no parece inquietarles
que vivamos o no. Asf nos cuidan los celestes!
Pues no siempre una vasija frgil puede contenerles,
el hombre slo sopona un tiempo la plenitud divina.
Despus, la vida no es sino soar con ellos. Pero el error
es til, como el sueo, y la angustia y la noche fortalecen.
hasta que un nmero suficiente de hroes, crecidos en cunas de bronce,
sean tan valerosos como los dioses.
Entonces vendrn como truenos. Mientras tanto, pienso a menudo
que es mejor dormir que estar sin compaeros
y esperar. |.)
Para qu poetas en tiempos de miseria? (...)
Asf, cuando en un tiempo que ahora nos parece tan lejano,
los que hacan la vida tan hermosa huyeron hacia lo alto,
cuando el Padre apart de los hombres su mirada
y un justificado dolor se extendi por toda la tierra,
un genio apacible, el ltimo de todos,
vino a nosotros con divinos consuelos y anunci el fin del da.
dej al coro celeste como seal de que estuvo y de que habra de volver
algunos dones que humanamente podamos disfrutar, como antao.
Pero el don del espritu excede al hombre y an faltan los fuertes,
capaces para el gozo supremo, aunque alguna gratitud vive oculta.
El pan es el fruto de la tierra, pero la luz lo bendice
y del tronante dios nos llega la alegra del vino.
Estos bienes nos recuerdan a los celestes, que antao
nos acompaaron y vendrn en el tiempo oportuno.
Por eso los poetas cantan al dios del vino con solemnidad
y no resulta vana la alabanza para el antiguo dios71.
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78 FrhSrhr., I. p. 56.
19 d., I. p. 42.
30 Carta a Schelling del 16 de abril de 1795; FrhSchr.. I. p. 182.
*' SSW, 1/6, p. 67; cfr. 1/5, p. 122.
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DANIEL INNERARITY
la filosofa de la identidad se oriente menos hacia la totalidad sociopoltica y ms hacia una nueva concepcin de la naturaleza.
Nos encontramos, qu duda cabe, ante un problema de gran envergadura:
cmo es posible la santidad bajo las condiciones del mundo moderno. La
racionalizacin ilastrada de la religin haba producido una desespiritualiza
cin de las motivaciones humanas favoreciendo la irrupcin de una conducta
calculadora, fra y mecnica, un trato con lo real desencantado y superficial.
Los romnticos haban tratado tambin de detener el proceso de seculariza
cin mediante una nueva mitologa. En este contexto hay que entender la
expresin iglesia invisible que Hegel utiliza como divisa en alguna de sus
cartas de juventud112. Se tratara de recuperar la presencia de lo divino en lo
mundano, que permita el establecimiento de una nueva solidaridad, y hacerlo
sin modificar sustancialmente el contexto cultural del que este dficit se ali
menta: el esplritualismo protestante y racionalista que prohbe cualquier ana
loga entre lo sensible y lo espiritual, entre el ms ac y el ms all. Hegel
quiere poner punto final a esta torpe y estricta separacin, aunque cabra obje
tar si nos encontramos ante una rehabilitacin de la analoga o ante la instau
racin de una equvoca univocidad. En cualquier caso, Hegel se opone a la
consideracin del ideal de santidad como inalcanzable en un mundo que el
protestantismo haba considerado un obstculo para el ejercicio de la virtud.
Efectivamente, Lutero reivindic la mundanidad como el lugar especfico del
hombre, pero no por haber captado el valor que el mundo conserva pese al
pecado original, sino precisamente por la irrelevancia de todo lo humano e
histrico ante la propia salvacin. En este punto, el planteamiento de Hegel
aparece probablemente contra sus intenciones en disparidad absoluta con
el espritu de la Reforma o, considerado desde otro punto de vista, como un
estadio final del proceso por el que todo lo humano se convierte en un equvo
co sustituto de lo divino. Schelling no escapa tampoco a esta ambigedad.
Tambin l rechaza la escisin del mundo y Dios y considera que lo propio
del cristianismo es la visin de Dios en lo finito, aadiendo a continuacin:
el cristianismo como oposicin es slo el camino hacia su plenitud; en la ple
nitud misma se suprime como lo contrapuesto; entonces se ha recuperado ver
daderamente el cielo y se ha anunciado el Evangelio absoluto. Pero este
tiempo de plenitud lo sita Schelling en el futuro: el cristianismo lo prepara,
pero el Evangelio slo ser verdadero en el futuro, cuando las formas exte
riores del cristianismo caigan y se desaparezcan, y en el renacimiento de una
visin simblica de la naturaleza surga la nueva religin83.*
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90 d.. 1. p. 37.
91 d.. I. p. 31.
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La moral burguesa del amor se forma a lo largo de los siglos xvin y XIX
a partir de las discusiones entre puritanos, romnticos y racionalistas. Buena
parte de la historiografa y sociologa de la familia ha mantenido como una
conquista evolutiva de la modernidad la autonomizacin del amor, que deja
ra de ser una virtud pblica, poltica y religiosa para pasar a ser entendido
como pasin individual. En la era moderna segn esta interpretacin el
amor se aparta del control social general y gana una autonoma cuya lgica
es la de ser una emocin no responsable. Ahora bien, la idea del amor como
pasin corresponde ms bien a una rebelda contra la concepcin puritana y
racionalista, como, por ejemplo, la del amor racional de Thomasius, para
quien la decisin de contraer matrimonio haba de ser tomada ante el tribu
nal de la razn. Durante la primera mitad del siglo xvin, el amor haba sido
despojado de su propia lgica y reducido a una institucin social, a la vez
que el matrimonio se entiende slo en trminos de contrato civil. La primera
concepcin especficamente moderna del amor se forma en un contexto
racionalista que exige la socializacin del amor para escapar de la condicin
natural. Desde la concepcin luterana de una disarmona constitutiva del or
den natural, el amor y la familia encuentran su justificacin en su prestacin
social. Con la escisin entre pasin y racionalidad, el amor y la familia pier
den, junto con su fundamento jurdico-natural, su independencia respecto
del contexto sociopoltico. La nica legitimacin del amor es de carcter
social: orientar las pasiones hacia el mantenimiento del orden poltico. Y,
as, Pufendorf convierte la tarea de formar miembros tiles a la sociedad en
su finalidad esencial. La versin alemana de la polmica francesa acerca del
pur amour parece saldada hasta la aparicin del romanticismo con una
derrota de la subjetividad. Nunca se haba cargado sobre el amor tanta
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3.
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como algo afirmativo. El amor crea y resuelve al mismo tiempo dicha con
tradicin: la soluciona en tanto que es una unificacin moral4546.
La aparicin del problema del amor constituye un momento de cambio
de direccin en el desarrollo del pensamiento hegeliano y una ruptura con la
filosofa de la poca, de modo especial con la teologa que se haba elabora
do siguiendo a Kant y que haba sido el ncleo de su formacin durante su
estancia en Tubinga y Berna. Como un decidido kantiano aparece Hegel en
Francfort para ejercer el trabajo de preceptor que su amigo Hlderlin le
haba conseguido. Pero el manuscrito del ao 1797 titulado Moralidad,
amor, religin*** contiene un cambio brusco y significativo. Mientras que en
la primera mitad del texto desarrolla una argumentacin tpicamente kantia
na, la segunda mitad toma una orientacin muy distinta. Aqu comienza a
oponer a la libertad subjetiva de la razn prctica el amor, cuya ms alta
libertad consiste en unirse con su objeto. Este ideal de unificacin parece
poner punto final a la estrategia de separacin que ha guiado a la conciencia
a lo largo de la filosofa moderna. Con esta nueva consideracin de la liber
tad, Hegel se sita en el contexto de una tradicin de pensamiento distinta,
ignorada por Kant, cuando no combatida fuertemente. La contraposicin
entre libertad subjetiva y objetividad, que haba constituido el eje de la crti
ca de Hegel en Berna, es sustituida por un ideal de unificacin en virtud del
cual la verdadera contraposicin estara definida por una objetividad muerta
y una objetividad vivificada. Este singular cambio de perspectiva supone
una renuncia al rgido planteamiento kantiano y la formulacin de un nuevo
horizonte para la accin humana: la ampliacin de la subjetividad mediante
la vivificacin de la objetividad. Como ha sostenido Henrich4748,este repenti
no cambio no se explica ms que por una modificacin de las circunstancias
en las que Hegel se encuentra, especialmente su nueva relacin con el crcu
lo de filsofos que se haba formado en Francfort en tomo a Hlderlin. y en
el que tambin era apreciable la influencia de Schiller y Jacobi. Sin duda,
fue Hlderlin el primero que. despus de haber sido discpulo de Fichte en
Jena, dirigi una crtica implacable a la idea del yo absoluto como principio
de la filosofa. En el amor se hace patente una pobreza y necesidad radical
del yo. El xtasis del amor muestra que el hombre no puede alcanzar su pro
pia identidad a travs de un proceso de introspeccin. Nosotros no somos
nada; aquello que buscamos es todo4*. La reflexin es una operacin que
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DANIEL INNERARITY
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5* d.. I, p. 242. Hegel utilizar en las Lecciones sobre esttico de los alos veinte las
expresiones *Verlorensein des BewufStseins*. Uneigenntzigkeit, Selhstlosigkeit y
Vergessenheit para designar el requisito que exige la constitucin del sujeto del amor (cfr.
Asth., XIV, p. 183). La verdadera esencia del amor consiste en superar la conciencia de sf
mismo, olvidarse en otro yo y, no obstante, slo en ese perderse y olvidarse, tenerse a sf
mismo y poseerse (fd.. p. 155).
59 Cfr. Rechtsphil.. V il. 33 Z. p. 91; SystSitt.. p. 43.
60 sth.. XIV. p. 183.
61 Cfr. Rechtsphil., VII, $ 158. p. 307; Nrn-HeidSchr., IV. 49. p. 264.
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funda que la libertad sin memoria de la pasin, tan encendida como fugaz.
Slo quien no se haya rendido a la pobreza de una libertad inmediata puede
ver en el compromiso y en el tiempo enemigos de la libertad.
Pero la subordinacin de la pasin al amor es entendida por Hegel
como un desidertum, en la medida en que su contingencia no puede ser del
todo superada. El matrimonio debe ser indisoluble, pero tambin ha de
quedarse nicamente en este deber ser66. En ltima instancia lo nico real
mente indisoluble es el Estado, y todo lo que no est mediado por l es
casual y contingente. Esta ambigedad refleja una cierta vuelta a la concep
cin de la familia como instrumento de socializacin. Esta subordinacin
resulta lgicamente inevitable cuando se sostiene que el Estado es la me
diacin por antonomasia, es decir, que slo en l encuentran su plenitud los
precarios vnculos que forman el tejido de la sociedad civil.
4.
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1 0 6 D A N IE L IN N E R A R IT Y
71 Cfr. Beohachtungen htr das Gefhl des Scltnen und Erhahenen, Ak., XX. pp. 28 ss.
77 Cfr. Grundlage des Nalurrechts..., III. 34-38.
73 Rechtsphil., Vil. 166 Z, p. 319.
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1.
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4 Cfr. Das Allgemeine Brouillon (1798/1799), Schriften. ed. R. Samuel, Kohlhammer. Sluugait. 1960,3. p p . 247 SS.
5 Cfr. PhilGesvh.. XII. p. 339.
6 Cfir. Werke. ed. G. Fleischer, Leipzig, 1812-1825, VI, p. 210.
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miento ciego y azaroso con una lgica emancipada de su autor. Lo factum se convierte en fatum y el yo que se haba afirmado como un todo se
experimenta pronto como parte de un contexto inabarcable. La libertad
moderna reivindica unos espacios de accin emancipados de toda lgica
exterior. El mbito de lo econmico y de lo poltico, la religin o el amor
se configuran de acuerdo con su propia lgica y no toleran norma alguna
sobre s. Libertad econmica significa liberacin de toda traba morali
zante a la que se supone ajena al nimo de lucro; la libertad poltica es
entendida como la constitucin de un espacio de puro poder; la religin
rige exclusivamente el mbito de la conciencia, sin pretensiones de vin
culacin intersubjetiva, y obtiene su nuevo rostro tolerante a cambio de
una renuncia a orientar la actividad exterior del hombre; libertad en las
relaciones humanas implica entender el amor como pasin y desvincu
larlo de toda lgica jurdica o religiosa. Ahora bien, en la medida en que
el principio de subjetividad se ha dado a s su propio derecho se des
bordan de cada una de las esferas mencionadas nuevos movimientos que
reclaman al hombre en su totalidad, desprovisto de una instancia superior
que relativice el poder de los nuevos dioses y le proteja frente al
desgarramiento. Las libertades subjetivas constituyen el cauce del retomo
de la necesidad. Poltica, religin, necesidad, virtud, poder, razn, astu
cia y todos los poderes que mueven al gnero humano ponen en marcha
su juego aparentemente violento y catico en el amplio campo de batalla
que les est permitido. Cada uno se conduce como un poder ab
solutamente libre y autosuficiente, sin darse cuenta de que todos ellos
son instrumentos en las manos de un poder superior, del destino origi
nario y del tiempo que todo lo vence, que se ren de aquella libertad y
autosuficiencia12. Hegel no se limita a extender el certificado de una
supuesta defuncin de la libertad subjetiva; una de las preocupaciones de
sus primeros aos es precisamente inventariar las fuentes de esta produc
cin dialctica de la necesidad. En la economa, por ejemplo, es donde
ms claramente se advierte que la emancipacin es tanto una conquista
como un abandono: con la desproteccin econmica del sujeto emancipa
do y las nuevas formas de produccin industrial, aumenta el poder del
destino sobre el hombre. El trabajo abstracto arranca al hombre de la
naturaleza de lo que se supone como el lugar propio de la necesidad.
pero esto no hace sino tomarse en otra forma de azar y generar un
movimiento ciego y elemental13. En este contexto cabra interpretar el
12 FrhSchr., 1, p. 517.
n JenSysl., III, p. 243.
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alcanzar23. Esto no era as entre los griegos, capaces de pactar con la finitud; en ellos no haba descontento, sino simple tristeza ante la necesidad.
Pero ya no es posible volver a la satisfaccin que ofreca la vida antigua:
propiedad limitada, actitud contemplativa, intereses finitos, mundo abarcable. No hay autodeterminacin que sea capaz de controlar todas las de
terminaciones que ella misma ha originado. De este modo, la era moderna
ha disparado el potencial humano de insatisfaccin. Con la elevacin de las
expectativas se ha aumentado el sufrimiento de los hombres24, pero tam
bin se ha abierto un horizonte de posibilidades que ninguna decepcin
puede clausurar y en el que Hegel se propone pensar de nuevo el poder y el
deber que al hombre se le ofrece.
La dialctica de esta asatisfaccin que genera el imperativo de au
todeterminacin se hace manifiesta ante determinadas experiencias. A este
proyecto corresponde originariamente una ontologa que supone el carcter
absolutamente disponible de lo real, peto que. de hecho, acenta la experien
cia de lo no disponible: bajo la forma de una anterioridad irreductible y de
unas consecuencias imprevisibles. Tan pronto como este programa se traduce
en accin, comparece de nuevo la idea de lmite: que soy y qu soy es slo
parcialmente resultado de mi actividad. La autodeterminacin se convierte en
destino. Como tal no hay que entender solamente lo repentino e inesperado
que se presenta como golpe o revs, sin pedir permiso; el destino que trac a la
memoria la propia finitud es, mis bien, condicin. Sus paradigmas son el
nacimiento y la muerte. Permite la configuracin de una identidad bajo una
fianza que garantiza la renuncia a la totalidad. Desde esta perspectiva cabe
interpretar la tesis kantiana de que el nacimiento contiene ya la dialctica de la
insatisfaccin ante el propio lmite25. Kant entiende que engendrar un hijo es
un acto de violencia no puede ser considerado de otra manera cuando se
sostiene unilateralmente el principio de autonoma de la voluntad pues un
nuevo ciudadano es trado al mundo sin su consentimiento. Los padres estar
an obligados a contentar al hijo con esta situacin. El correlato infantil de
esta experiencia en la que se cruzan la libertad y la necesidad es la contin
gencia del comienzo de la vida, sentida como algo que al menos en su ori
gen no est totalmente en el propio poder, la inicial insatisfaccin de
encontrarse existiendo. Indicio de este conflicto es el grito que hace or el
nio recin nacido, un grito en el que tambin Hegel encontrar algo espe
23 VorPhilRel.. 4. p. 129.
24 FrhSchr., l.p .4 5 8 .
25 Cfr. Metaphysik der Sitien. Ak.. VI, 28, pp. 281 ss.; Anthropobgie in pragmatischer Absicht. Ak., Vil, pp. 268 ss.
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121
cial. Venir al mundo gritando tiene algo que ver con aquello que hace de l un
hombre: su grito le distingue de todos los animales. Esa distincin acstica es
expresin de un sentimiento de desagrado que no corresponde a un dolor
corporal, sino a una suerte de irritacin o enfado. Con l se anuncia su
reivindicacin de libertad (Anspruch auf Freiheit). Es el primer anuncio del
conflicto entre la libertad subjetiva y la necesidad objetiva que no dejar de
perseguirle a lo largo de su vida. Ese primer grito es una versin inarticulada
de la tercera antinomia. Cuando Kant llama a la filosofa idealista infantil26
lo hace por considerar que en el origen de la vida est incoado el desarrollo
terico y prctico de la idea de emancipacin. Pero tambin se hace patente la
intolerancia del hombre moderno ante la finitud, su dificultad para soportar
cualquier determinacin que limite su autonoma. Entender la propia condi
cin como destino forma parte del programa de fortalecimiento indirecto de la
idea de lmite que la modernidad promociona involuntariamente.
3. Tras el fracaso de la emancipacin se ensaya una nueva modalidad
de neutralizacin del destino mediante su aprovechamiento moral: el heros
mo. Se trata de transformar una derrota fsica en una victoria moral. Luchar
contra el destino es pese a su fatuidad el verdadero mandato de la exis
tencia humana. Frente a la resignacin, el hroe trgico opone la voluntad
inquebrantable de mantener su libertad contra la preponderancia del todo.
De este modo, la muerte que le derrota le proclama tambin vencedor por
haber mantenido la integridad de la grandeza humana en la mxima adversi
dad. En ese momento aniquilador, el destino concede lo que hasta ahora
haba negado: una libertad sublime e incondicional, inconmovible incluso
ante su propia muerte.
Cantad, terribles dioses del destino! Que vuestro canto,
presagio de desgracias, no deje de sonar en mis odos!
S que al final soy vuestro, lo s, pero antes
quiero pertenecerme y alcanzar vida y gloria2728.
Fatum y virtus son los dos ejes sobre los que se articula la identidad
del hombre moderno. El peligro suscita las fuerzas del hombre211. La
virtud se afirma en la adversidad, pero no de tal modo que un automatis
26 Cfr. Anthropologie in pragmatischer Absicht, Ak., VII, p. 172; Pmegomeaa zu #/
ner knftigen Metaphysik. Ak., IV. p. 292. Schelling definir como la latea especfica de la
libertad la recuperacin del estado de felicidad posedo en la infancia de la razn (cfr.
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1 2 4 DANIEL INNERARITY
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3* FrhSchr., I. p.324.
39 d., p. 457.
40 d., p. 458.
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2.
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12 7
43 Das eigene Schicksal, Smltichr Werke. ed. B. Suphan. Berln. 1885, XVIII, p. 420.
44 Hlderiin. StA. III. p. 82
45 fd.. p. 116.
46 An Herkules. StA, I. p. 199.
1 2 8 DANIEL INNERARITY
sabios a los que tanto les gusta figurar entre vosotros los alemanes, esos
miserables para los que el alma que sufre es justamente lo que necesitan
para aplicarle sus consejos, bondadosamente se prestaron a ayudarme y me
dijeron: no te lamentes, acta!47. El imperativo fichteano de la accin
comienza a ser visto por Hlderlin como un remedio moral incapaz de re
componer la totalidad destruida. Esa sutura del alma no se consigue por
medio de una afanosa actividad la accin hace ms profundo el desgarra
miento y, por tanto, requiere ser pensada de otra manera.
Hacia finales del 93 o principios del 94 escribe Hlderlin la poesa
El destino. Forma parte del mundo cantado en ios Himnos de Tuhinga,
universo potico del que nacer su gran obra Hyperion. En ella puede
percibirse ya el giro que dar origen a esa novedosa concepcin de la
libertad que el idealismo alemn convirti en ncleo de su reflexin
filosfica. Pese a su amplitud, vale la pena recogerla aqu ntegramente.
Est encabezada por la cita del Prometeo de Esquilo: los que postrados
veneran ai destino son sabios. Y contina as:
Cuando de los valles sagrados de la paz.
donde el amor trenzaba coronas de flores,
desapareci el encanto de la dorada antigedad
al marcharse ms all donde los dioses celebran sus banquetes;
cuando la frrea ley del destino,
la gran maestra, la necesidad,
dio orden a la poderosa estirpe
de emprender un largo y amargo combate.
Entonces l sall de la cuna materna;
entonces encontr el bello surco
que conduce a la difcil victoria de su virtud;
l, el hijo de la sagrada naturaleza.
El ms alto don del espritu,
la fuerza felina de la virtud, emprendi
la victoria, arrebatada a los colosos
por un nio, hijo de los dioses.
El placer de la dorada cosecha
slo puede madurar bajo un sol abrasador,
y slo en su sangre aprendi
el guerrero a ser libre y orgulloso.
Triunfo! Los parasos desaparecieron;
como llamas de las entraas de las nubes,
como astros surgiendo del caos,
emergen los hroes entre las tormentas.
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1 3 0 DANIEL INNERARITY
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1 3 2 DANIEL INNERARITY
33 FrhSchr., I. p. 243.
34 Cfr. Ros., p. 87.
55 Cfr. StA, IV, l,p , 158.
36 FrhSchr., I, p. 305.
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133
57 d.. p. 347.
* d., p. 345.
59 id., p. 301.
60 id., p. 458.
61 id., pp. 352-353.
1 3 4 DANIEL INNERARITY
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135
66 sth.. XV, p. 556. Una observacin muy similar parece poner pumo final a la con
cepcin de la libertad del primer Schelling y abrir el paso hacia la filosofa de la identidad:
todo lo objetivo limita, por su propia naturaleza. Incluso aquello que es nuestra propia
obra, tan pronto como ha salido del alma y se ha hecho objetivo, se nos convierte en limite,
y desaparece el sentimiento creador del que habla surgido [Abhandlungen zur Erlauterung
des Idealismos der Wissenschaftslehre (1796/1797), SSW. 1/1, p. 403].
67 Cfr. Differenz des Fichteschen und Schellingschen Systems der Philosophie (1801),
JenScHr., II. p. 20.
1 3 6 DANIEL INNERARITY
por imponerse lo que poda haber sido una libre colaboracin. Pero libertad
significa totalidad, unidad y concrecin; en una palabra: vida. El hombre
ha de convencerse de que tiene la libertad de darse un destino, no la liber
tad de vagar por encima de l haciendo de su libertad un atributo tan etreo
como irreal. La absoluta fragilidad de la sustancia se pulveriza al chocar
con la realidad, igualmente dura, pero continua68. La individualidad pura
mente singular que slo tiene por contenido el concepto puro de la razn,
se precipita en el abismo de una interioridad carente de vida, en donde
encuentra aquella realidad muerta y extraa de la que haba querido esca
par. Pero el hundimiento del individuo puede evitarse si toma conciencia
de su unilateralidad y se decide a ejercer realmente su libertad. El derecho
de lo tico de que la realidad no es en s nada en oposicin a la ley absolu
ta, experimenta que su saber es unilateral, que su ley es solamente la ley de
su carcter, que solamente ha captado uno de los poderes de la sustancia.
La accin misma es esta inversin de lo sabido en su contrario, el ser, es la
inversin del derecho del carcter y del saber en el derecho de lo contra
puesto, con el que se encuentra vinculado en la esencia de la sustancia69.
En este texto est resumido todo el programa hegeliano de restauracin
dialctica de la unidad. Lo que en l se califica como unilateral no es sino
la moderna despotenciacin de lo real, su privacin de contenido sustancial
en nombre de una libertad subjetiva que se constituye ella sola en fuente y
origen de toda significacin. La dialctica peculiar de esta forma de eman
cipacin ha puesto de manifiesto su grosera parcialidad, su carcter unilate
ral, especialmente en el paso a la accin. Es en ella donde el sujeto advierte
que no puede constituirse como absoluto, que la soberana se le escapa
entre las manos. La imposibilidad de expresar la libertad desde la separa
cin aconseja completar el movimiento de la libertad en otra direccin:
pensar la libertad tambin como sustancia y no slo como sujeto.
No se vence al destino acentuando la separacin. Entender la totalidad
como vida y sustancia significa pensarla en su unidad y abandonar las con
traposiciones entre lo interior y lo exterior, el todo y las partes, lo originario
y lo inerte, que haban delimitado el campo de juego para la estrategia de la
emancipacin. La hostilidad es slo un momento, al que precede la totalidad
de la vida y contina la totalidad recuperada. La reconciliacin no es a
diferencia del desenlace fatal de la tragedia moderna una victoria entrega
da al objeto, pues recoge tambin en s la abolicin de la positividad del
objeto que ha tenido lugar en virtud de la separacin y elevacin de la con
68 Phn.. III. p. 273.
w id., p. 538.
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
137
ciencia. El destino necesita el conflicto de los opuestos, pero en la heteronoma domina uno de ellos sin que haya una resistencia real por parte del otro.
La reconciliacin con el destino aparece como el cumplimiento de la li
bertad moderna: slo el hombre autnomo es capaz de erigir una ley que
pueda ser considerada como producto de la actividad vital. Evidentemente,
esta autonoma tiene ya muy poco que ver con la que Kant esperaba obtener
por medio de un frentico movimiento de desvinculacin; est pensada, ms
bien, por analoga con la vida, como superacin de la heteronoma mediante
la constitucin de una totalidad integradora. La forma resultante sera la
necesidad puesta, esto es, la forma de la libertad. Puesta, es decir, ya no slo
esta totalidad en s, sino fuera de s, para otro y, en la medida en que la nece
sidad es la superacin de esta realidad y determinacin, su unidad es para s.
Por eso la necesidad puesta es libertad: ser en s mismo en el ser otro como
tal (i/w Anderssein ais solchem bei sich selbst seiri)10.
Contra el primado de la autodeterminacin, Hegel parece apelar a la
colaboracin de la alteridad, la compaa de lo real y el pacto con el poder
ajeno, como medios para completar la propia libertad. No obstante, esto
debe interpretarse como culminacin y no como despedida de la mo
dernidad. El signo distintivo de la madurez es el reconocimiento de los
propios lmites. Si la razn no fuera capaz de hacerse cargo de stos y
ponerlos de alguna manera a su servicio, habra fracasado el programa de
reconstruccin de la totalidad a partir del sujeto. La libertad slo ser abso
luta si acoge en su seno el destino que inevitablemente la enreda.
3.
Por lo que hemos visto hasta ahora, es fcil adivinar el inters filosfico
que mueve a Hegel a elaborar una esttica de la tragedia. Evidentemente, no
se trata de un mero juicio de gusto acerca de un controvertido gnero litera
rio. La esttica alemana del xvril haba planteado un problema de profunda
significacin filosfica, al entender el drama como sntesis de la naturaleza
objetiva de la pica clsica y de la libertad subjetiva de la lrica moderna en
la representacin de la lucha entre la libertad y la necesidad, la humanidad y
el destino. Esta conjuncin de la realidad externa y el mundo interior es pre
cisamente el ncleo inspirador del sistema hegeliano, por lo que no poda
dejar de valorar el alcance real de dicha aspiracin. La intencin esttica de
la tragedia moderna parece al menos escapar a la acusacin de que el arte*
70
VorPhilRel.. 4, p. 50.
1 3 8 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
139
1 4 0 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
141
1 4 2 DANIEL INNERARITY
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143
1 4 4 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
14 5
4.
1 4 6 DANIEL JNNERAR1TY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
147
91 id., p. 35.
92 d., p. 26.
148 D A N IE L IN N E R A R IT Y
H E G E L Y E L R O M A N T IC IS M O
14 9
150 D A N IE L IN N E R A R IT Y
Phan.. IU .p.347.
VorPhilRel, 4, pp. 45 ss. y 345 ss.
9* Cfr.
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
151
V. Dialctica de la revolucin
No aguanto ms tiempo consumindome en la mazmorra de
esta fundacin teolgica; ha llegado el tiempo de que cada cual
sea ciudadano libre del mundo. He comprado una caja de lata
para empacar los escritos de Kant y, acompaado por ellos, mar
char a Pars1.
154 D A N IE L IN N E R A R IT Y
H E G E L Y E L ROMANTICISMO
15 5
8 Cfr. Vom Ich ais Prinzip der Philosophie. SSW, l/l pp. 156-157.
9 Auch eirte Philosophie tur Geschichle der Bildung der Mensehheii (1774), Sdmllirhe
Werke, IV. p. 565.
10 Erziehung des Menschengeschlechts (1780), Smtliche Werke. ed.. K. Lachmann.
Snntgait. 1886. Abs. 85.
156 D A N IE L IN N E R A R IT Y
religin dentro de los lmites de la simple razn (1793) haba hablado Kant
del establecimiento del Reino de Dios como algo que no debe esperarse de
una revolucin exterior, sino mediante una reforma que sea obra humana".
La realizacin de esta comunidad tica resultaba un sueo indemostrable
para la filosofa kantiana de la historia, pues la significacin moral de los
hechos empricos es un secreto que la razn no est en condiciones de desve
lar. La plenitud de la revolucin es tan slo objeto de la esperanza. El trnsito
de la filosofa kantiana al idealismo tiene aqu, como en otros muchos
aspectos- el carcter de una incursin en terreno prohibido. La desvelacin
terica del en-s de lo real se corresponde con la penetracin en su sentido escatolgico. No existe ya dicotoma entre el sentido externo de las acciones y
su significado interior: todo lo que acontece se caiga de significacin. Pero,
como el desvelamiento del en-s de lo real es asunto de la razn practica, la
esperanza se convierte en escatologa intrahistrica. cuya realizacin corre a
cargo del hombre mismo.
La Revolucin francesa estimul estos presentimientos. Apareca,
por un lado, como culminacin de la Ilustracin francesa en un Estado
presidido por la razn. Mas, por otro lado, se presentaba como el comien
zo de una nueva era cuyo principio configurador haba de ser la idea de
humanidad. La exigencia de culminar la revolucin para lo que Fran
cia se vena mostrando cada vez ms incapaz pareca poner punto final
a la hegemona cultural francesa y reclamar un nuevo protagonista. La
tarea de Alemania vendra definida como una verdadera emancipacin
del espritu, ante la que la liberacin material y poltica alcanzada resul
taba trivial. El deseo de profundizar en la revolucin impona mantener
una distancia frente al compromiso poltico concreto, anteponer la discu
sin de los principios a la accin inmediata, lo que dio a la polmica un
tono apasionado e intelectualista. La filosofa marxista ha entendido el
idealismo alemn como una compensacin ideal de la renuncia a hacer
efectiva la revolucin. Pienso que esta crtica no hace justicia a la problematicidad que haba adquirido la idea de revolucin tras la experiencia
que el idealismo tena a la vista. El problema consista en que al deseo de
hacer efectiva la revolucin no acompaaba ya ninguna evidencia acerca
de los medios que deban ponerse. Pero en cualquier caso, el propio
Hegel entendi el entusiasmo desmedido como la otra cara de la pasivi
dad, y lamentaba el hecho de que en Alemania cualquier ocurrencia es
transformada rpidamente en algo general, convertida en dolo del da y
su proclamacin en pasto de charlatanes, de modo que se olvida con la*
"C fr./t* ., VI. p. 122.
HEGEL Y EL R O M A N T IC IS M O
157
misma rapidez y se pierde el fruto que habra dado si hubiera sido mante
nida en sus lmites12. Los franceses quisieron llevar a la prctica el prin
cipio de la autonoma de la voluntad, lo que para los alemanes no pas de
ser una pacfica teora. Dicho de otra manera: los franceses tienen la
cabeza caliente debido al entusiasmo; los alemanes, porque se ponen el
gorro de dormir13.
1.
SEMNTICA DE LA REVOLUCIN
,2JenSchr II, pp. 565-566. Cfr. PhilGesch., XII. p. 525; GeschPhil., XX. p. 297.
13 Cfr. GeschPhil., XX. p. 332.
1 5 8 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
159
18Cfr. Das die Magisirale von den Brgem gewhlt werden mssen fber die neliesten inneren Vcrhltnisse WUntembeigs, besonders ber die Gebrechen der Magistratsver-
1 6 0 DANIEL INNERARITY
que aqu se exige tiene una clara resonancia aristotlica: un hombre libre es
aquel que no est bajo la voluntad de otro19. La correspondencia que Hegel
mantiene con Schelling desde Berna est llena de expresiones que reivindi
can la superacin de la arbitrariedad individual por un espacio poltico libre
definido en trminos de derecho, es decir, la universalidad de la razn contra
la particularidad del arbitrio. El Estado aparece as como la forma poltica de
la libertad en la medida en que sustituye los mandatos unipersonales por nor
mas de carcter universal. El principio de obediencia a leyes y no a hombres
exige la constitucin de una memoria que se sustraiga al capricho del mo
mento. Aparece aqu un concepto que tendr una especial significacin a lo
largo del pensamiento hegeliano: la libertad solamente es posible si el ejerci
cio de la soberana est subordinado al derecho. Como es evidente, esta con
cepcin de la libertad est muy alejada de la idea de revolucin como
ejercicio ilimitado de la soberana hacia la que deriv la poltica francesa a
partir de 1792. Nos encontramos as ante un nuevo elemento de continuidad
entre el joven Hegel y el maduro. La supuesta contraposicin entre un joven
jacobino y un viejo adulador del Estado prusiano no se compadece con un
dato esencial que ha de presidir toda interpretacin evolutiva de la filosofa
hegeliana: el inters por dar una forma a la libertad es el trasfondo, supuesto
y comn denominador de toda su reflexin poltica.
El hombre moderno ha opuesto a lo que es la nocin de lo que debe ser.
La razn que se subleva no es la de un hecho que se enfrenta contra otro, un
conflicto de intereses, sino la razn como tal, el deber y la libertad reivindi
cando su derecho a regir el mundo de los hechos. El sujeto ha comenzado a
pedir razones y el primer resultado de su reflexin es la sospecha generali
zada respecto de todo aquello que ha obtenido vigencia, faclicidad o valor
sin su intervencin. La confianza y la costumbre detienen su ingenuo curso
y son sometidas a una discriminacin racional. El principio de la libertad
de la voluntad se hizo valer contra el derecho existente20, se observa
retrospectivamente en el apartado sobre la Revolucin francesa de las lec
ciones de Berln sobre filosofa de la historia. Pero Hegel ha elaborado tam
bin una patologa de este sujeto moderno y ha tratado de analizar los
requisitos para que esta libertad no se revuelva contra sus propias con
diciones de supervivencia. Hegel detect desde el principio la incomplecin
de la libertad subjetiva (lo cual era perfectamente compatible con el hecho
fassung], FrOhSchr., I, pp. 268 ss. (El manuscrito se interrumpe en la p. 271 y es continua
do por R. Haym, Hegel und seine Zeit, Berln, 1857, pp. 65 ss y 483 ss.)
19 Cfr. Met., 1,2 , 982b 25.
20 PhilGesch., XII, p. 528.
H EG EL Y E L R O M A N T IC IS M O
161
21 Cfr. Tur slhetik Schillers. Werke. Neuwied/Berlin. 1969, X. p. 22. y Der junge
Hegel und die Prohleme der kaplrallsllschen Gesellschaft. Berln. 1954.
22 Cfr. G. W. F. HegelsLehen. Berln. 1844, p. 29.
162 D A N IE L IN N E R A R IT Y
HEGEL Y EL R O M A N T IC IS M O
163
1 6 4 DANIEL INNERARITY
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HEGEL Y EL ROMANTICISMO
16 9
se refugian los valores que han sido expulsados de la sociedad civil. Pero la
crtica de la poca no haca sino despertar las expectativas de una futura era
dorada en la que habran de reconciliarse lo finito y lo infinito.
Algunos de estos trminos aparecen precisamente en los primeros
escritos de Hegel. Schelling y Holderlin. Es cierto que Hegel se dis
tingua de sus compaeros por carecer de influjo pietista. Para un hijo de
funcionario de la capital podra incluso resultar incomprensible lo que
formaba parte de las convicciones religiosas de los provenientes de
pequeas aldeas del campo. Pero la idea de libertad como Versdhnung
debe ms a la aspiracin religiosa de reconciliacin que al ideal moderno
de subjetividad autnoma. Y, aunque la posterior evolucin del pensa
miento hegeliano parezca alejarse de estos ideales, no cabra interpretar
la sntesis dialctica de la libertad el gnosticismo poltico de su con
cepcin del Estado como realizacin de la libertad como una teora del
cumplimiento ntramundano de aquellas expectativas escatolgicas?
En la comprensin idealista de la revolucin se advierten la grandeza y
la ambivalencia de la idea de libertad que alienta los primeros pasos del
pensamiento de Hegel. Schelling y Holderlin. El proyecto de rectificar sus
tancialmente la mera emancipacin es una empresa cuya necesidad histrica
y valor filosfico estn fuera de toda duda. Pero la valiosa intuicin de que
la libertad slo es posible si su contexto tambin lo es si el espritu objeti
vo es obra slo de la libertad llevar al idealismo a una acentuacin de la
exterioridad de la libertad que resulta insatisfactoria. El idealismo alemn
no se detuvo ante los lmites de toda teologa poltica. No quiso resignarse a
que el espritu objetivo se mostrara difcilmente penetrable en todos sus ex
tremos por la libertad. Pero la realizacin poltica de la libertad participa
siempre de la fnitud de todo proyecto histrico. Y, mientras la libertad total
sea un valor que no se compadece con ninguna concrecin finita, todava
tendr sentido mantener una cierta reserva de la libertad subjetiva frente al
todo social, hacer imposible la satisfaccin absoluta con un estado de
hechos y dar cauce a la rebelin y la protesta. Gracias a que toda realizacin
de la libertad es finita, puede mantenerse la diferencia entre exterioridad y
autodeterminacin que la hace posible. Y, en ltimo caso, su infinitud con
siste en la resistencia a aceptar como definitiva una de sus expresiones.
2.
1 7 0 D A N IE L IN N E R A R IT Y
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
171
mismos, sin que por ello se imponga la parte peligrosa, omnvora, desp
tica del hombre41.
La noticia del terror caus en la filosofa alemana una profunda de
cepcin. Adquiri la forma de una indignacin ante los acontecimientos sin
que ello pusiera en cuestin los ideales traicionados. Hubiera podido llegar
a ser algo grande y nuevo!...)44, recuerda F. Schlegel con un acento de nos
talgia en el que se advierte una esperanza que los hechos no han conseguido
borrar por completo. Hegel no se ahorra calificativos para despreciar estos
procedimientos y habla de la vileza de los robespierristas45. Hlderlin cali
fica a Marat de vil tirano46 y aprueba como justa la ejecucin de Robespierre47. Pero, entre los idealistas, este desencanto no arroj ninguna sombra de
duda sobre la reivindicacin de libertad; contribuy, eso s, a perfilar el
nuevo principio de libertad como unificacin y reconocimiento que haba de
sustituir a la ya desacreditada libertad que se supona resultado de un movi
miento de desvinculacin.
La fenomenologa hegeliana del terror gravita sobre dos ejes: la ra
cionalidad abstracta y el desierto ontolgico. Hegel rastrea las causas que
han contribuido a la constitucin de este sujeto absoluto en la filosofa
moderna y advierte en ella una conciencia de la libertad pura que no es ms
que el resultado de un proceso de desvinculacin. La libertad subjetiva ha
sido dialcticamente alcanzada en virtud de un proceso de destruccin de
todo lo fijo. La pur raison, la seule raison de Mirabeau slo es un pro
ducto negativo, y esta negatividad esencial forma tambin parte de su accin
exterior. El terror es la esencia negativa de esta libertad. Nos encontramos
ante la ms profunda rebelin contra todo lo que pretende hacerse valer
como poder extrao a la conciencia. La razn no ha problematizado an esta
capacidad de destruccin48. Esta sustancia indivisa de la libertad absoluta
asciende al trono del mundo sin que poder alguno le pueda oponer resisten
cia49. El terror es un vaciamiento ontolgico consistente en someter la reali
dad a las normas de la razn y consagrar as su dominio sobre la alteridad
natural e histrica. La libertad absoluta del yo se convirti en una conspira-
1 7 2 DANIEL INNERARITY
x Id., p. 437.
51 d.,pp. 435-436.
52 Rtchtsphil., VII. 5. p. 50.
53 Cfr. >12.. XX, p. 177. Tambin Kunt haba visto una forma de locura en el empleo con
vistas a fines buenos de medios que les son completamente opuestos (cfr. Ak., VIII, p. 336).
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
173
1 7 4 DANIEL INNERARITY
fruto porque estar solo, como nosotros, que... oh. sacad a vuestros hijos de
la cuna y arrojarlos al ro, al menos para sustraerlos a vuestra vergenza!
[...] No, no! No se pregunta si queris! Vosotros, esclavos y brbaros, no
queris nunca! Tampoco se pretende mejoraros, no tendra sentido!; slo
pretendemos ocupamos de que no impidis la marcha triunfal de la humani
dad. Oh. que me enciendan una antorcha, que quiero quemar las malas
hierbas del monte! Que me prepare alguien la azada, que voy a arrancar de
la tierra las cepas intiles! (,..| Mi alegra est en el futuro. Otro personaje
revolucionario aade: Si nadie quiere habitar lo que nosotros construi
mos. no es culpa nuestra, ni nos molesta. Hemos hecho lo que tenamos que
hacer. Hiperin es seducido por el cuadro de intenciones y no exige argu
mentos; se compromete en tan generosa empresa e inicia la marcha. Su esta
do de nimo podra resistir cualquier desaliento que la turbia realidad le
sugiera al odo, como una tentacin de traicionar los ideales. Oh cielos y
tierra exclam, esto es alegra! Estas son otros tiempos, ste no es el
tono de mi siglo pueril, ste no es el suelo donde el corazn del hombre
jadea bajo la fusta de su arriero. S! S, con tu alma magnfica de hombre,
t y yo salvaremos a la patria!. Pero su entusiasmo no es tan ciego como
para impedir un pavoroso descubrimiento: el discurso que le haba seducido
no estaba exento de rencor. Haba un profundo despreci en sus labios. Se
notaba que aquel hombre no poda ocuparse de nada de poca importancia
La sublimidad de un ideal no puede estar en funcin de su aislamiento de la
finitud. Hay una trampa escondida en un valor cuya sublimidad procede de
la difamacin de toda existencia limitada. Pues, si la realidad no tiene senti
do, tampoco el sentido tiene realidad. Los ideales forjados por oposicin a
lo real no pueden lamentar su falta de realidad. La decepcin adquiere tonos
patticos: me sent como una novia que se entera de que su amado vive en
secreto con una prostituta. Pero la desilusin se convierte en experiencia y
aviso. El hombre ha hecho del Estado un infierno siempre que lo ha queri
do convertir en su cielo. Hiperin se da cuenta de que la indignacin ante
la injusticia puede reproducir el mal que tan fogosamente dice combatir. Por
eso reprocha al fantico revolucionario: Me parece que concedes dema
siado poder al Estado. En esta figura, el poeta critica el subjetivismo de
Kant y de Fichte que opone sin ms el ser al deber, por lo que no escapa a la
trgica conversin de las intenciones abstractas en realidades perversas. El
mundo potico de Holderlin formula de este modo la aspiracin de superar
la ruptura entre el ser y el deber como la nueva tarea que los hombres tienen
que resolver en el futuro.
En todo fanatismo hay algo de lo que Jacobi haba llamado el terro
rismo del imperativo categrico, una deduccin inmediata de la idea de
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
175
1 7 6 DANIEL INNERAR1TY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
177
3.
Son escasas las ocasiones en que Hegel se refiere a Fichte para criticar
sus ideas polticas. La confrontacin es ms radical y atae al fondo de la
idea de libertad sobre la que se levantan los cimientos de la comunidad pol
tica; quizs por eso no necesitara dirigir sus crticas sobre lo que tiene ms
bien el carcter de una derivacin a partir de los principios fundamentales.
Lo que separa a ambos es una muy diferente concepcin de la libertad
humana. Para Fichte la emancipacin se destaca como un principio de evi
dencia inmediata; para Hegel es un problema que hay que resolver y cuyas
condiciones de realizacin no se deducen inmediatamente de su mera rei
vindicacin. Un acontecimiento histrico separa ambas concepciones: la
problematicidad que se apodera de la idea moderna de libertad tras el fraca
so de la Revolucin francesa.
Desde 1790 erara por Alemania un vendaval de literatura anture
volucionaria61. El surgimiento del terror en Francia no haba hecho sino
proporcionar ms argumentos a quienes se oponan a la realizacin de un
61
Los escritos crticos de mayor influencia fueron los de Emst Brandes. Poiitische
Betrachiungen her die franzsische Revoiutinn (1790). Oher einige bischerige Fotgen der
franzosischen Remltaion n Rcksicht auf Deulzchland (1792) y el de Augusi Wilhelm Rehberg. Uruersuchungen her die Franzsische RevoUdm nehst kritischen Nachrichlen von den
meriavrdigsten Srhriften welche darber in Franbeich erschienen sind (1793). Rehberg era
secretario de la Cancillera de Hannover, por aquel entonces protectorado britnico, disc
pulo de Justus Moser y, como Brandes, amigo de Burke y admirador de las instituciones polti
cas inglesas. Las Refleclions on the revoiutUm in France haban salido a la luz en Londres el I
de noviembre de 1790. La primera traduccin alemana es de febrero de 1791. En 1793 aparece
la traduccin de F. Gentz. cuya segunda edicin es del ao siguiente.
1 7 8 DANIEL 1NNERARITY
experimento similar a este lado del Rin. e incluso daba cierta credibilidad a
los que rechazaban cualquier tipo de reformas. Con su Contribucin quiso
Fichte intervenir en una discusin que pareca a punto de saldarse con el
descrdito de la idea de revolucin, especialmente desde el 10 de agosto de
1792, en que comienza el terror. El libro de Fichte sobre la revolucin est
escrito entre el invierno de 1792 y el verano de 1793. Su estilo apasionado y
polmico corresponde a un escritor a quien no le gustan especialmente los
en cierto modo y toda la familia de expresiones similares6263, pero sobre
todo a unas circunstancias polticas, sociales y culturales cada vez ms dis
tanciadas de los principios revolucionarios. Fichte anunci una segunda
parte relativa a cuestiones concretas acerca de la revolucin que nunca lleg
a ser escrita. Es posible que ello se debiera a su cambio de posicin, tras
conseguir la ctedra de Jena. Pero tampoco es necesario recurrir a este tipo
de explicaciones que podramos llamar polticas para interpretar el abando
no del proyecto a medio camino: una manera de pensar como la de Fichte
difcilmente podra hacer de la revolucin un tema prudencial, prctico, y
valorar las circunstancias concretas que la justifiquen o desaconsejen. Fichte
se encontraba mucho ms a gusto, sin duda, en el reino de los principios que
en el de los medios y las circunstancias.
La Revolucin francesa no interesa a Fichte en su facticidad. Su pro
yecto de legitimar la revolucin no es la apologa de ningn suceso histrico
determinado. Lo que atrae su inters es la nueva situacin a la que el hom
bre se ha elevado una vez que ha subvertido las antiguas estructuras de la
realidad social y ha reivindicado el derecho de la libertad a penetrar en
todos los mbitos de la realidad. La Revolucin francesa es importante
para toda la humanidad6*precisamente en este sentido. El derecho de revo
lucin es una dimensin ms del desarrollo del yo como sujeto autnomo.
El propio Fichte llama la atencin en una carta de 1795 sobre el nexo que
vincula a un mismo principio las expresiones terica y prctica de la liber
tad humana. Mi sistema es el primer sistema de la libertad. Lo mismo que
esta nacin [Francia] ha roto las cadenas polticas del hombre, mi sistema
libera al hombre en la teora de las cadenas de la cosa-en-s y de su influen
cia [...] y le confiere un sublime impulso, la fuerza de desasirse tambin en
la praxis. Esto surgi en los aos en los que dicha nacin luchaba con una
nueva fuerza interior contra los viejos prejuicios arraigados; la visin de
aquella fuerza me dio la energa que necesitaba para ello, y mientras investi
62 Cfr. Beilrag tu r Berchtigung der Urteile des Publikums ber die franzosische
Revoltuion. Ersie Teil. Zur Beurteilung ihrer Rechtmfiigkeit. FW, VI. p. 83.
63 Cfr. id., p. 39.
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
179
gaba y defenda los principios sobre los que se haba apoyado la Revolucin
francesa suigieron con claridad los primeros principios de mi sistema64.
As pues, el propio Fichte concedi una importancia decisiva a esta obra,
que le pondra en camino de la concepcin del yo como lo absoluto, tal
como es formulada en la Wissenschaftslehre de 1794.
El destinatario inmediato de la polmica de Fichte es Rehberg, quien
haba elaborado una crtica de la revolucin derivada de Burke. Los ar
gumentos de carcter poltico separan dos concepciones enfrentadas desde
un principio. Si Burke consideraba innecesaria la revolucin para Inglate
rra, no lo apoyaba solamente en motivos polticos, sino en una crtica ms
radical de la abstracta racionalidad moderna cuya realizacin prctica
adquira necesariamente la forma de una imposicin poltica, una disolu
cin del sentido para lo institucional y una ruptura de la continuidad hist
rica. Como es evidente, en la Alemania recelosa de las nuevas libertades
polticas estos argumentos tenan un efecto favorable hacia la conservacin
del marco poltico. Pero el fondo de la cuestin gravita sobre la idea de
racionalidad. Burke y Rehberg se negaban a establecer una oposicin radi
cal entre la historia y la razn, y buscaban elementos de enlace para salvar
el dualismo a que la filosofa moderna conduca inexorablemente. La
enfermedad de la poltica especulativa65 les pareca una manifestacin
ms de la euforia de una razn que instaura el sentido y no reconoce nada
fuera de s.
La rplica de Fichte suige desde la resistencia a suavizar un dualismo
que aparece como condicin de posibilidad de la libertad. El ser y el deber
han de continuar en oposicin, si es que todava queremos pensar en la dig
nidad humana. Por este motivo, todo argumento contra el derecho del hom
bre a la revolucin a decretar la supremaca de la razn sobre la inercia de
la historia, esgrimido desde el plano de los hechos, carece de validez. La
cuestin de los derechos no pertenece en absoluto al tribunal de la histo
ria66. La historia no es un argumento; lo nico que puede ser invocado son
las leyes de la razn, de carcter supraemprco y universal. La historia es
una acumulacin de prejuicos. Todo lo que en ella tiene un valor es porque
el hombre lo ha hecho valer en ella. El derecho consiste precisamente en la
capacidad de detener su curso inconsciente y someterla a una implacable
revisin, escapar de la lgica inercial del tiempo y decretar la soberana de
1 8 0 DANIEL INNERARITY
67 d.. p. 65.
68 Dcr Mcnsch kann, was e r sol: und wenn e r sagt: ch kann nichl. so will er nichl*
(fd.. p. 73).
d ..p .6 7 .
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
181
1 8 2 D A N IE L IN N ERAR 1TY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
183
como tal de capacidad de decisin. Evidentemente, Fichte est muy lejos del
totalismo de la nacin defendido por los jacobinos bajo la apelacin a la
voluntad general como titular del derecho a la revolucin o del ardor con el
que las mantagnards defendan la unidad de Francia frente a los girondinos,
a los que acusaban de querer disolver la unidad de la nacin en particularis
mos localistas. Aun cuando Rousseau es el nico pensador moderno citado
en la Contribucin, no comparte en absoluto su teora de la alination totale.
Su concepcin del contrato es ms bien una radicalizacin del pathos de la
libertad propio de la tradicin liberal que arranca de Locke y rechaza el
momento sinttico de una totalidad social constituida como sujeto colectivo
nico o como delegacin de la libertad.
Ms tarde reconocer Fichte que el tono de su polmica con Rehberg
no haba sido adecuado73. El hecho de que nunca se decidiera a escribir la
segunda parte que haba prometido puede ser un indicio de que estos prin
cipios no ofrecan un camino transitable para la configuracin de una autn
tica comunidad poltica. De hecho, su filosofa poltica discurrir en ade
lante por senderos bien distintos. Es posible que tambin hicieran mella en
l las crticas de Reinhold y Bagessen, quienes le acusaron de no haber
defendido correctamente la causa de la revolucin. De hecho, la teora fichteana del contrato es jurdicamente inservible. Si la ltima instancia es la
mera conciencia individual, tampoco hay manera de vincular al gobernante.
Schelling ya advirti la paradoja de que un contrato infinitamente revisable
se convierte en un obstculo para la autonoma del yo. La contingentizacin
universal, la relativizacin de toda forma histrica pueden conducir a que
tambin los supuestos sobre los que esta libertad se basa caigan en el flujo
del tiempo. Qu sentido puede tener una soberana del yo sobre toda forma
poltica si el yo tambin est sometido a la historizacin? Fichte puede
intentar la ltima y desesperada estrategia de inmunizar al yo frente al cam
bio histrico, pero su contrapartida inevitable es la configuracin de un
curso histrico en el que el yo nunca puede penetrar.
La dialctica de esta peculiar emancipacin hace de Fichte un filsofo
de la necesidad. Por eso podr calificar Hegel al Estado de Fichte como algo
Geistesloses, como una falta de espritu debida a que la libertad slo tiene
en l la forma de lo individual. La prisin, los vnculos, son cada vez
mayores, en lugar de concebir el Estado como la realizacin de la liber
tad7576. Las normas que el sujeto se da a s mismo no configuran una eticidad real, encamada vivamente en la polis, pues proceden de una afirmacin
75 Cfr. su carta a Reinhold del 13 de noviembre de 1793 (GA, III. 2, p. 12).
76 GeschPhil., XX, p .4 !3 .
1 8 4 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
185
1 8 6 DANIEL 1NNERARITY
1 8 8 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
189
6 F. Schlegets Briefe an seiner Bruder Augusl Wilhelm, ed. O. Walzel, Berln, 1890, p. 233.
1 KA. XVIU, p. 53.
1 9 0 D A N IE L IN N ERAR 1TY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
191
12 XA. p. 343.
13 d.. p. 346; cfr. d., XVIII. pp. 57-58 y 217-218.
14 Schriften, II, p. 649.
15 KA. XI, p. 220.
1 9 2 DANIEL INNERARITY
Heine compar la poesa de Tieck con la finura de la msica de Mendelssohn. Por algo se sinti ste impulsado a poner msica a diversas
poesas de aqul. Escuchando a Mendelssohn se tiene siempre la impre
sin de que la msica es demasiado suave. Pero esto no es una cuestin
de tmida orquestacin o bajo volumen; en ella est sugerida irnicamen
te la disonancia y esto es lo que la hace completamente romntica. Cuan
do la modulacin se emancipa de la constriccin mtrica, esto responde a
que de este modo se expresa la ruptura de una subjetividad descentrada.
Esta experiencia necesita un principio de composicin distinto de los tra
dicionales. El alma sin patria ya no est en condiciones de distinguir con
certeza lo sustancial de lo accidental. Incluso la constancia del tema el
carcter voltil de la vida ya slo se realiza como la continuidad de un
devenir. En la desaparicin de la distincin de tema y variacin en
Brahms, entre otros Adomo crey ver un nominalismo del lenguaje
musical. La irona romntica pasa as de ser un tema central de la esttica
romntica a convertirse en el estilo caracterstico de un tipo de arte. Nin
gn discurso, ninguna secuencia de sonidos se encuentran amortiguadas
por una repeticin regular que los redima de su naturaleza de fragmento
aislado (como era el caso del discurso y la composicin simblico-clasicos). El devenir infinito tiene ms bien como consecuencia que cada uno
de los elementos se relativiza en relacin con todos los dems, pero de tal
modo que sobre todos ellos oscila una serenidad un espritu etreo,
dira Tieck que todo lo sobrevuela y aniquila, que no toma partido por
un particular frente a otro. sta es la nica manera de optar por un abso
luto que no puede ser adecuadamente representado por ninguna cosa par
ticular, salvo por la escenificacin de la incompetencia de todo lo parti
cular. Cada disonancia, cada irregularidad, cada paradoja desmienten y
corrigen las falsas pretensiones de universalidad. Su aniquilacin abre la
visin de aquello que ya no puede ser llamado finito.
La irona est ntimamente emparentada con el humor. Y precisamente
el humor tiene en su origen el contraste entre lo finito y lo infinito, que se
hace patente en las miserias humanas. Enfrentarse a stas con humor no
tiene por qu significar su desprecio, sino, las ms de las veces, la indul
gencia ante la pequeez. El humor expresa una superioridad vital que mira
indulgentemente las debilidades humanas y escpticamente sus grandezas.
El humor dice Jean Paul ensalza lo pequeo y denigra lo grande por
que ante la infinitud todos somos iguales y nada16. El origen de toda
expresin satrica es la crtica a las formas finito-temporales en que el
16 Vorschule zur sthehk. SmtHche Werke, cd. E. Berend, Weimar, 1935, XI, p. 112.
HEGEL Y EL ROMANTICISMO
193
1 9 4 D A N IE L IN N E R A R IT Y
AM.n.p. 160.
23 Vorlesungen ber sthetik. ed. K. W. L. Heyse, Leipzig, 1829, p. 242.
24 KA, XX, p. 447.
H E G E L Y E L ROMANTICISMO
19 5
1 9 6 DANIEL INNERARITY
H E G E L Y E L R O M A N T IC ISM O
197
Eplogo.
La razn insuficiente:
entre el absoluto y la finitud
Finalizar este libro tomando pie en el ltimo tema que nos ha ocupa
do puede ser una buena manera, si no de concluir la filosofa no cono
ce este tipo de finales felices , s al menos para recapitular el alcance de
la contraposicin entre idealismo y romanticismo de la que este libro ha
tratado de ofrecer diversas perspectivas. Pocos aspectos son tan ilustrati
vos como el problema de la irona para determinar qu nos esta permitido
esperar cuando tan patente resulta la insuficiencia de la razn a la hora de
apresar lo absoluto.
Como hemos visto, Hegel tom una decidida posicin crtica frente a
la irona romntica y la rechaz expresamente con los calificativos ms
duros que puedan encontrarse en toda su obra. Queda en pie la pregunta
contestada negativamente por Tieck de si la entendi adecuadamen
te. Cuando la irona fragmenta las totalidades asfixiantes y solemnes no
es para renunciar a lo infinito; lo que ocurre es que sabe muy bien que a
este plano no se accede por va acumulativa, que una totalidad abierta
slo puede abordarse de forma alusiva. A Hegel parece faltarle una dis
posicin espiritual hacia ese tipo de juego y humor en el mbito del arte.
Lleno de una penetrante seriedad en la bsqueda de la verdad y en la
objetividad de un conocimiento elevado a sistema absoluto de la razn,
careci del espacio de juego para la arbitrariedad aparente de la subjetivi
dad artstica. La filosofa del arte de Hegel, especialmente sus Vorlesungen ber sthetik, est ya desde un principio en abierta oposicin al
subjetivismo romntico. Su pensamiento se apoya en el ideal clsico y
aspira a una concepcin lo ms objetiva posible de la belleza esttica. La
armona es el ideal artstico en la esttica de Hegel, mientras que el pen[199]
2 0 0 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO 2 0 1
2 0 2 DANIEL INNERARITY
HEGEL Y EL ROMANTICISMO 2 0 3
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97, 102, 104-106, 111, 117, 118. 120122, 124, 126,133, 137, 138, 153, 155158, 165-167, 172, 174. 180-182.
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1 5 3 - 1 6 9 ,1 7 1 .1 8 3 ,1 8 5 ,1 8 7 ,2 0 0 ,2 0 1 .
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5 3 . 5 5 , 6 0 -6 4 , 6 6 . 6 8 . 7 7 , 8 1 , 8 9 . 9 2 ,
9 7 , 9 9 , 104, 1 06, 111, 119, 1 24. 126,
1 2 7 ,1 3 8 - 1 4 0 .1 4 4 .1 6 6 ,1 8 5 .
Schlegel, A . W .: 3 9 . 6 8 . 1 2 2 , 1 2 3 . 1 9 3 .
Schleoel, F .: 1 5 , 1 6 , 2 9 , 3 9 , 4 1 . 4 2 , 4 4 , 4 6 .
6 8 , 7 2 . 9 1 -9 4 , 9 6 . 1 0 6 -1 0 8 , 1 2 2 , 123,
1 3 4 ,1 5 3 ,1 6 4 , 1 6 8 ,1 7 1 , 1 8 1 ,1 8 7 -2 0 3 .
Schleiermacher, F. D. E.:
Schlzer, A . L . : 6 7 .
1 5 ,7 9 ,9 2 .
Scrates:
1 5 ,2 0 2 .
Sfocles: 105.
Napolen: 1 1 2 .
Nieizsche , F.: 25.
Solger, K . W .
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Nohl, H .: 1 6 8 .
Novalis ( E L . v o n
H a rd c n b e rg ): 1 5 ,2 9 ,5 9 ,
F .: 1 8 7 , 1 9 0 , 1 9 3 - 1 9 5 .
1 1 ,2 5 .
T homasius, C .
Tieck, L
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82.
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Oesch, M .: 37.
O o t in o e r , F. C .: 1 6 8 .
Platn: 2 5 , 9 6 , 1 8 8 , 2 0 2 .
Voltaire, F .
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PG G E L E R , O . : 3 6 , 7 9 .
W ieland, C . : 2 0 , 26,37,92.
W inckelmann.J. J.: 56,77.
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R a u m e r , F . von: 193.
Wolf, C . :
R e h b e r o , a . W .: 1 7 7 , 1 7 9 , 1 8 2 - 1 8 4 .
68.
n d ic e d e c o n c e p to s
Absoluto: 1 6 ,4 3 .4 6 .4 7 .8 9 ,1 4 6 . 190,191,194,199-204.
Alegora: 42, 190, 191.
Amor: 31,66.76.79,81-108.115.116.
Arte: 43,5 2,59-66.68.74,77,137-145, 187-200.
Cristianismo: 18.24,25.28.29,32.33,4 0 ,7 2 -8 0 ,1 1 0 ,1 4 8 ,1 5 0 ,1 5 1 ,1 6 7 -1 6 9 .
Derecho: 27.28,83-86.91-95,101,102,159,160,166,179,180-183.
Destino: 31,109-151.
Espritu: 18,31.40.99-102.146.158.164.
Estado: 16. 22. 39. 66-72, 79. 83. 103. 104. 106. 109. 116. 160. 164. 166. 167. 170, 173,
174.177,182,183.
Europa: 17-33.153.154,182.
Geografa: 18-21.
Grecia: 2 4 -2 7 .3 1 .3 2 ,6 0 -6 3 .7 7 ,9 0 .110.120.
Historia: 13-19, 27. 4 4 .4 9 ,5 0 . 56. 109, 110-112. 117. 118. 141, 144-ISI. 155, 156. 169.
172.179.180.183.194.201- 204.
H um or 192,193,195.196.199.
Ihistracidn: 1 8 .1 9 ,2S, 37 -4 2 .4 4 -4 6 ,4 8 .5 8 ,6 7 ,7 2 ,7 5 .7 8 .7 9 ,8 9 ,9 4 ,1 1 6 .1 6 1 .1 6 3 .
Irona: 96,134,187-204.
Judaismo: 7 4,75,133.
Libertad: 13-33.48-59,66-72, 84. 8 7 ,9 0 , 9 1 ,9 3 .9 4 .9 6 -9 9 , 102, 103. 108-151, 153-189,
191.193.194.197.201203.
Mecanicismo: 2 3 ,4 4 -4 6 ,4 8 .4 9 ,5 2 .5 3 ,6 0 -6 2 ,6 5 -7 0 .7 2 .7 3 ,7 5 ,7 8 ,8 0 ,8 4 ,1 0 5 .1 3 1 ,1 5 8 .
Mitologa: 19.20.38-48,70.72.77-80.
Modernidad: 1 3 .1 4 .1 7 -3 3 .4 0 .4 1 .4 3 .4 4 ,4 8 ,5 7 ,5 8 ,6 0 .6 1 .6 7 .7 2 -7 8 ,8 1 ,8 2 .8 6 ,8 8 ,8 9 ,
96.97,99.103,109,112-115.119,137,144,148.158.160.
M ujer IOS. 106.
(211)
2 1 2 DANIEL INNERARrTY
Msica: 191,192.
Naturaleza: 18-21,39-41,43-66.73,75-78,84.86. 87, 118, 131, 157-159.
Protestantismo: 2 3 ,2 9 ,4 2 ,4 7 ,5 1 ,7 4 ,7 6 -7 8 , 115, 162,168.
Providencia:75, 144-151.
Razn: 27-31 ,4 2 -4 7 ,4 9 ,5 1,5 7 ,5 9 ,6 6 .7 5 ,8 7 . 100, 140.
Reconciliacin: 14. 15. 44-48, 50, 56-58, 61. 65. 75. 77, 78. 87, 88, 97, 99, 100. 103, 104.
132. 136.139, 141-145, 164-166, 176.
Revolucin: 21.22.28,67-69, 104, 144,153-186.
Tenor: 70,71. 142. 164,169-178.
Tragedia: 114, 121-124, 126, 131, 133, 137-145, 150, 185, 187, 203.
Verdad: 2 5 -2 7 ,4 2 -4 4 ,5 9 ,6 0 .6 3 ,6 4 ,6 6 .7 6 ,9 9 , 100,144, 190,203.