Mitemas Del Heroe
Mitemas Del Heroe
Mitemas Del Heroe
155N: 1139-9368
Para la gente de mi generacin, la heroicidad es de cajn. En el sistema escolar del que soy producto, cada ao se sealaba con el estudio pormenorizado
de una tragedia de Comeille y de otra de Racine. La verdad es que no entendamos gran cosa a los ntimos resortes que movan a estos seres lejanos y mgicos, tan excepcionalmente superiores a nosotros, tan irreales en una palabra,
que los profesores nos tenan que guiar de la mano con cuestionarios y comentarios de texto, para que, a falta de profunda comprensin, sacramos al
menos la satisfaccin de una buena nota. El hroe clsico, el de los textos que
hay que leer y releer, nos acompaaba o mejor dicho nos preceda, a modo de
ideal atractivo por sus hazaas y odiado por incomprensible.
Ms tarde, ya en la universidad, no pudimos ignorar, de la mano de los
grandes maestros cuyas obras leamos, que la naturaleza heroica se fundamenta en estructuras arquetpicas determinadas y que stas aparecen tanto en el
Gilgamesh como en toda a la literatura medieval, y naturalmente tambin, en la
literatura moderna. El mito que estas estructuras construyen, subyace a las estructuras propias de la epopeya, del mismo modo que organiza el relato novelesco en su plenitud. Por ello, se puede hablar de los mitemas del hroe, ya que
van a configurar su naturaleza, su comportamiento, su destino y su razn de ser
en el relato. El primer gran estudio monogrfico dedicado a nuestro tema en
Francia, fue sin duda el de Charles Baudouin, Le eriomplie du Irros. Elude psychanalytique sur le mythe tu hros et les grandes popes (Paris, Plon, 1952).
Le siguieron valiosas aportaciones, quizs de inspiracin ms moderna, aunque
no por ello ms definitivas, entre las que cabe citar, por su especial predicacin
allende los mares y tambin entre nosotros, el estudio de Joseph Campbell, The
hero with a thousand faces 1; por ser muy conocidas, slo recuerdo de paso las
contribuciones magistrales de G. Durand, M. liade, O. Dumzil, entre otros, a
la cuestin que nos ocupa. Hoy en da, las caractersticas estructurales del perTrad. Espaola, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1959 (1993)
153
A/am Verjot
154
A/am Verja!
fanos equipados con medallones, medias monedas u otros signos para un oportuno postrer reconocimiento. La segunda observacin tal vez dar ms que pensar. Sabido es que en la tradicin juda, quien transmite la pertenencia a la raza
es la madre. Pues aqu, quien transmite los potenciales rasgos heroicos es el padre, que es quien se cuestiona en los misterios del nacimiento heroico. De
modo que la heroicidad es de filiacin paterna; la madre est del lado de la tradicin, perpeta la ontognesis, mientras el padre es el responsable de la excepcin, de la filognesis, de la mutacin heroica t La madre es quien engendra
el cuerpo heroico, con todas las funciones comunes al gnero humano y el padre el espritu, un modelo de comportamiento potencial, un carcter, todos los
rasgos que harn de l un ser excepcional. Mime cra a Parsifal y le ensea el
arte del herrero, pero no es su padre; la historia deviene heroica cuando se pone
de manifiesto el malentendido existente entre el padre aparente y el padre real.
No se puede concebir un dios que nazca de un carpintero y es difcil para muchos comprender que el Libro de Mormn se deba a un tal John Smith.
La madre slo ofrece espacio y tiempo presente: el del hogar, la casa de
pastores en la que se cri Edipo. Pero quien da pasado y futuro, es la figura paterna; cualquier hroe es hijo de otra sangre, de otro tiempo, de otra familia. El
mundo en el que se le ha dado nacer no es el suyo, sea porque le viene grande,
y l es pequeo, sea porque l es grande para los estrechos limites que se le imponen (Julien Sorel, en el aserradero, leyendo). Es un error reducir la dimensin
heroica al mero cumplimiento de grandes hazaas. Obsrvese que cuando se
hace as, enseguida surge la figura contraria, el anti-hroe, pronto la anti-novena
(y el anti-teatro) para que las cosas funcionen. Los hechos sealados que configuran el destino heroico slo son una forma de materializar la problemtica de
su destino. El hroe aparece como el que, a travs del papel de protagonista, (y
eso es una funcin narrativa todava vaca de contenido) viene a anunciar algo,
que es propiamente la semantizacin narrativa del personaje. Es lo que podramos llamar el carcter herldico del protagonista. Para simplificar, da lo mismo que uno sea Rubempr o Vautrii, Julien Sorel o Lucien Leuwen, Frdric
Moreau Bouvard o Pcuchet. Este carcter herldico, de proclamador frente a
los mudos, los que no dicen nada de peso, demuestra palpablemente que la estructura narrativa en la que se inscribe la heroicidad es necesariamente de corte dualista; de ah que la heroicidad nos aparezca como una facultad para realizar hazaas superiores a las de la mayora de los mortales corrientes.
Baudouin prefiere limitarse porque su corpus as se lo aconsejaa un tipo de
hroe nietzscheano, es decir un superhombre. Lon Cellier y despus Durand,
que disponan en su momento de modelos ms finos, como es la nocin de rgimen nocturno de la imagen, no hacen sin embargo otra cosa y limitan la heroicidad al destino solar del protagonista. Creo que se puede ganar algo si tra,
El caso de Perceval es ejemplar al respecto: la madre no le quiere dejar marchar para convenirse en caballero, mientras que las hazaas paternas son el modelo a seguir, lo que le lamzar
a la aventura y a la bsqueda del Grial.
155
A/am Verjat
156
A/am Verjat
que es una mujer liberada, olvidando, porque es lo ms cmodo, que es una gitana procedente del norte, concretamente de Navarra). Mientras que el verdadero hroe debe activar imgenes arquetpicas para ser semnticamente rentable. Si el capitn Nemo es estupendo, es simplemente porque es un dios in y
ex machina.
Pero el hroe no existe, adems, en la abstraccin de un mundo sin dimensiones. Sin embargo, uno de los puntos que ni Baudouin, ni Cellier ni Durand
toman en consideracin, es el que hace referencia a la dimensin espacio-temporal que le acompaa y que incluso preside a su nacimiento como ser de excepcin, o que tambin afectan al decorado mtico que es bsicamente su adjetivo calificativo.
La historia del tiempo es la historia de la cada y de la aparicin del mal en
accin, es decir de todos los grandes terrores miticos en contra de los cuales el
hombre y el hroe ejemplar el primero, tanto si es de tipo solar como si es de
tipo lunar estmctura su imaginario y emprende su camino. Los hroes sirven
para conjurar las fuerzas amenazantes que nos rodean, para poner orden en el
caos. Luego el tiempo tiene un papel fundador de la heroicidad en el relato. Da
sentido orienta y significado semantiza el destino ejemplar del protagonista. La novela de Balzac Les chouans nos ofrece un buen ejemplo de ello.
En las primersimas lneas de la obra se oponen dos tiempos (tempos) distintos:
el tiempo revolucionario, que obedece al nuevo calendario, y el tiempo tradicional del calendario gregoriano. Por un lado, las cosas siguen como siempre y
todo est bien tal y como est, y, por el otro, el mundo necesita reformas,
progreso, lo cual remite a un referente que no es el mundo mismo, sino el hombre que lo habita. Si esto se lleva hasta la paranoia, tenemos el principio de la
novela de Anthony Burgess, La sinfona Napolen donde un inspirado reformador fascinado por el sistema mtrico, decide que en adelante, los aos tendran diez meses divididos en diez das de diez horas cada uno; que cada hora
tendra diez minutos de diez segundos, y as sucesivamente. Qu tipo de hroe
puede engendrar tamaa visin del mundo y de las cosas que lo rigen? Como
Balzac escribe, un poco como Chateaubriand, entre dos mundos, y por tanto
dos tiempos, no le queda ms remedio, al enunciar las fechas que encontrar un
sistema de relacin consistente en la frmula o, lo cual es lo mismo. La aparente diferencia de tiempo, ritmo y punto de vista, que separa a los protagonistas en los bandos blancos y azules, monrquicos y revolucionarios, encubre una profunda similitud; o, dicho de otro modo, la opinin del seor Balzac,
que los hroes se encargarn de manifestar, respecto de la revolucin se enuncia as: para este viaje, no necesitbamos alforjas. La herona, la seorita de
Verneuil, que no puede integrar esta relacin de equivalencia, pondr de manifiesto la inutilidad del proceso revolucionario y del sacrificio de los hroes de
ambos bandos.
Ahora bien, si slo consideramos al factor tiempo aisladamente, sin su correlato espacial, slo se comprende la mitad del drama que est a punto de empezar. El espacio tambin pesa lo suyo porque va a determinar el mbito en el
157
2000,15: t53-164
A/am Verja/
tiguas provincias para engendrar los departamentos. Los grandes funerales del
devenir humano que son tambin sus dolorosos alumbramientos, requieren titanes que se enfrenten a los dioses del Edn. Para que la transicin sea viable,
en todo hroe ha de haber un psicopompo, un 1-lennes servicial y desinteresado,
158
A/am Verjat
del tiempo. Para el primero el tiempo es cclico, es decir que no pasa, para el
otro es dramtico, es el ingrediente necesario e ingrato de toda evolucin.
Cuntos westerns recogen esta oposicin fundadora! Tiempo y espacio son
pues inseparables y deben considerarse en una interrelacin conflictiva recproca. De no ser as, se obtiene la novela imposible de la que tanto se burlaba
Valery, la puesta en relato de un espacio y un tiempo no problemticos entre si:
La marquise sor/it
a cinq heures...!
A/am Ver/a/
Es la diferencia entre Los hijos del capitn Grant y Veinte mil leguas bajo el
mar. Por otra parte, Marthe Robert deja de lado los ascendentes miticos clsicos, porque sus lecturas son modernas, y esto la priva de poder descifrar qu
imgenes arquetpicas se transmiten de padre adoptivo a hijo adoptado y qu
papel van a jugar en la narracin; aqu, el punto de vista psicoanaltico, con sus
perspectivas patolgicas referenciales, es el rbol que podra esconder el bosque. El destino accidentado de Hefaistos, por ejemplo, sus repetidas cadas, su
cojera, el rechazo del que es objeto por parte de los dioses, y todo lo que debe
hacer para conseguir ser finalmente aceptado, pese a sus imperfecciones. constituye una matriz narrativa particularmente rentable y fecunda.
Se suele exaltar la heroicidad reduplicando el personaje principal mediante
un acompaante, confidente, servidor, o doble, cuya funcin vara segn los casos. El caso de los gemelos perfectos, Cstor y Plux, es el ms sencillo: funcionan como ecos repetidos el uno del otro, y sus hazaas respectivas adquieren
las propiedades de un desato constante para el otro: el problema es parar la historia. La estructura es pobre, pero tiene el inters de poner de manifiesto el hecho de que la heroicidad no tiene porque ser un fenmeno individual. Se puede
concebir una heroicidad colectiva, infraccionable, como en Les hommes de
bonne volont de Jules Romains, o como en Germinal de Zola. Incluso se
puede llegar al hroe no humano, caso de La bte humaine, del mismo autor, o
de muchas de las fantsticas mquinas de Julio Verne. En cualquier caso, la reduplicacin del hroe, su colectivizacin, su carcter no humano, pueden considerarse como procedimientos diversos destinados a marcar la ya sealada diferencia en la que se asienta la heroicidad y lo que pretende pregonar. Los
segundones son mquinas narrativas de puesta en valor del protagonista, sea
porque su mediocridad contrasta con la superioridad del personaje principal,
sean porque los traicionan vilmente (y hacen de ellos una vctimas dignas de
compasin), sea porque son, en nombre de la normalidad, sus enemigos mortales. Es el caso de Judas con Jess, de Sancho con Don Quijote, y de muchos
de los personajes stendhalianos que Gilbcrt Durand evoca en Figues rnythiques
et visoges de loeuvre. Marcel Aym pensaba que los verdaderos hroes trgicos eran los confidentes del teatro clsico por cuanto tenan que aguantar educadamente, durante cinco actos, con resignacin y lo ms a menudo en silencio.
los delirantes discursos, para ellos incomprensibles, de unos inadaptados. Porque el hroe no pacta con su destino, mientras que quien le reduplica se acomoda. Cunto ms estable y segura la condicin del uno, ms frgil e inquietante la del otro. Ah est el principal ingrediente de la diferencia: el hroe
contesta a las preguntas que el otro ni se formula; es la respuesta mtica al mitologema ajeno, esta difusa sensacin de peligro que extiende sobre el relato el
sutil manto corrosivo de la ansiedad sin rostro.
El hroe ms puro, sin embargo, es un llanero solitario; no le acompaa nadie, y su diferencia nace de la oposicin con la colectividad de la que sale. Puede ser un lder para el futuro, un pionero, un iniciador como Prometeo, pero
puede ser tambin un paladn del pasado, un defensor de las tradiciones, un
Tit//me. Revista Complutense dc Fatudios Franceses
2000,15:153-164
160
A/am Verja/
Lo cual seala que no debe confundirse heroicidady moral, sea sta del signo que sea.
Este esquema fue uno de los preferidos de V. Hugo y es e motor principal de Los MiserabIes,
En el sentido que da Wladimir Janklvitch a este concepto en Laventure, lennui, le sreox,
V.gr. Po/yeucte,
161
A/am Verjat
algunos ejemplo de los modelos que puede adoptar. Y se entiende que la heroicidad tenga mucho que hacer aqu, porque aqu hay mucho que perder. El
hroe que mejor habla a nuestro imaginario es, en efecto, aqul que sabe perder
para ganar, el que acepta sembrar para cosechar, el que es el lugar de un intercambio entrpico a escala csmica, y recibe, transforma y reemite, como la triple Diosa de la mitologa ms primitiva. Cierto es que en muchos casos se oblitera en esta su funcin: la crucifixin forma parte de la historia...
En esta trayectoria de transformacin personal y del mundo, sin embargo,
varios peligros o tentaciones acechan. Para simplificar pueden definirse como
las distintas epifanas del deseo. Deseo carnal, que en las sociedades heterosexuales, ofrece la mujer como fuente de desviaciones perversas caso de la historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, aunque a estas alturas no
debera limitarse a ella8. Deseo material, que en todas las sociedades, adopta las
formas del oro. De hecho, se trata de distintas formas de poder. El primer caso
atae a un poder domstico que clasifica a los individuos entre dominados y dominadores; el segundo es un poder social, perfectamente encarnado por el dios
dlar, que clasifica a los individuos en ganadores y perdedores, y atiende ms a
lo que se tiene que a lo que se es. El hroe puede caer en la tentacin por eso
es hombre- pero si lo hace de manera duradera, decae, resulta odioso o lamentable. El reposo del guerrero seala su otoo, y no pasa de ser una dilatada
escena de alcoba. Y difcilmente puede aprobar La asignatura de perder quien se
9
empea en amontonar
La buena aventura, la que ser capaz de consolidar la naturaleza trascendente del hroe al hilo de sus hazaas, es pues la que asegura su conversin,
la prdida paulatina de sus caractersticas excepcionales, la que le permite
producir algo nuevo, y no ya la repeticin de lo mismo Ul~ Rmulo produce
Roma y San Agustn Las confesiones. Chateaubriand produce Renc=(que desde
este punto de vista es un fracaso) y Las Memorias de Ultratumba (y mejor aun
Lo vie de Ronc) que son un xito porque sealan el momento en que las armas
solares se han vuelto obsoletas: las tinieblas ya han sido vencidas. Mientras el
anti-hroe sucumbe, se hunde en la degradacin fsica o moral, atesora o seduce, el hroe ha cumplido con su destino y vuelve a su punto de partida idntico y sin embargo distinto; de ah la importancia de los mitos de iniciacin.
La visin y descubrimiento del tesoro se corresponde con la visin de la feminidad y la conversin al amor; es una frmula frecuente en la literatura del
siglo xix. Ch. Baudouin seala que ver, saber y amar son sinnimos. El comV.gr. M. Tournier (passim), o Gide, Lirnrnoraliste.
Por esto debe explotar la isla misteriosa; al haberse hundido com cl Nautilus, el capitn Nemo
haba traspasado los trastos de la heroicidad a los moradores de la isla. Pero su afn acumulador
los haca inviables como hroes del futuro; todo deba volver a empezar. Rohinsn tambin
vuelve a su isla; pero ya ha dejado de interesar.
Taj es la gran leccin de la oposicin entre Perceval y Ganvain en el ornan de Chrien
de Troyes.
TitO/me. Revista Complutense de Estudios Franceses
2000,15:19-164
162
Alain Verjat
163
A/am Verja/
mujer al hombre, el uno su parte femenina, la otra su parte masculina, los padres a los hijos, los hijos a los padres. El narrador secuestra a Albertine y Don
Jos acaba matando a la Cannencita.
La tercera ley prohbe transportar materia hacia otras estructuras. Transgredira lleva a actitudes salvadoras en el pano material; el hroe acta como
una madre universal que siente la necesidad de socorrer a todos los que no se lo
piden. Pero para repartir mucho hay que tener mucho: el Zorro, Arsne Lupin y
otros bandidos de gran corazn robaban asiduamente para poder repartir generosamente. El caso admite variantes, que van desde el que acumula sin repartir
(Grandet) hasta quien reparte sin acumular (El jugador, de Dostoievsky).
Finalmente la cuarta ley prohbe exportar energa hacia otras estructuras.
Para nosotros, energa es informacin e informacin es pensamiento. Los hroes no son, como los anteriores, alimenticios sino idelogos, todos los Mesas
portadores de la buena palabra, todos los sermoneadores que en el mundo
hubo y sigue habiendo, y que se llamaron Zaratustra, Buda, Jess y sus profetas, Marx y sus continuadores, Freud y sus disidentes, hasta cualquiera de los
que nos dedicamos a profesar con mayor o menor buena conciencia segn si
nos cae bien o mal el incmodo Jean-Jacques Rousseau. Estos hroes crean quimeras mentales, llamadas generalmente ideales. La novela de J. Verne, Los
nufragos del Jona/hon convencer al lector que un anarquista retirado del
mundo y sus barricadas, puede muy bien, llegado el caso, dictar leyes y construir crceles para hacerlas cumplir.
Luego, el triunfo del hroe no es otro que su fracaso como tal. Lo que reconocemos en l es la superacin de su condicin heroica, sea porque desemboca en soluciones sostenibles, sea porque manifiesta que nuestros problemas
no tienen solucin. Y la literatura, que se nutre de hroes en los que podemos
reconocer nuestros actos y nuestros deseos, nuestras frustraciones y nuestros anhelos, no es ms que la suma de todos los errores cometidos por la humanidad
desde el homo erectus, faber, sapiens y sapiens sapiens. En ningn caso puede
ser un modeio a seguir o, de lo contrario, no es literatura, pero no queda ms remedio que continuar explicndola.
164