Habermas y La Pedagogia PDF
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1.
Este texto pretende reivindicar el papel terico de Habermas, sobre todo a travs de su Teora de la
Accin Comunicativa, como referente en la construccin de teoras educativas crticas, para lo cual en primer
lugar se analizan sucintamente sus principios epistemolgicos y su vinculacin con la educacin, para
despus adentrarnos en ofrecer una mirada a algunas de las corrientes ms importantes de la pedagoga
crtica de corte comunicativo de los ltimos 25 aos, de forma que se pueda ver una panormica de las
aportaciones ms importantes y sus implicaciones educativas.
Para ello comenzaremos estableciendo algunos precedentes que le dan sentido y fundamento a las
teoras habermasianas de corte comunicativo crtico. As, durante el siglo XIX, el paradigma cartesiano sobre
la razn, que dej sus huellas en los empiristas ingleses e incluso en Kant, fue puesto en entredicho, sobre
todo en lo concerniente a su nfasis subjetivista, que concibe al pensador solitario como marco ideal para la
reflexin. Fue Hegel quien demostr el carcter histrico-social de la formacin y organizacin de la
conciencia, labor continuada y trascendida por Marx con posterioridad. En palabras de McCarthy (1992,
p.449): el tipo de racionalidad que este modelo lleva anejo es la racionalidad cognitiva instrumental de un
sujeto capaz de obtener conocimiento acerca de un entorno contingente y hacer un uso efectivo de ese
conocimiento adaptndose inteligentemente a, y manipulando, ese entorno. Sin embargo, para Habermas
el concepto de racionalidad tiene menos que ver con el conocimiento o la adquisicin del mismo que con la
forma en que los sujetos capaces de lenguaje y accin hacen uso del conocimiento, por lo que constituye
una visin menos utilitarista y ms procedimental.
Pero, volviendo a Kant, hay que decir que este lleg a relacionar la razn con la capacidad de
utilizar ideas como principios regulativos del pensamiento. Recogiendo y transformando esta concepcin
kantiana, dentro de la filosofa actual la razn sigue siendo un eje fundamental de la reflexin
postmetafsica. De esta manera, herederos de la modernidad tradicional (aunque lo expliciten ms o
menos), postmodernos y creadores de nuevas formas o transformaciones del proyecto ilustrado, s parecen
coincidir en varios puntos en torno a lo racional:
a)
b)
c)
A partir de aqu, y como dice McCarthy (1992), existe un gran desacuerdo entre los que, siguiendo la
estela de Nietzche y Heidegger, atacan de raz las concepciones ilustradas de razn y sujeto racional,
poniendo por el contrario nfasis en lo particular, lo variable, lo mltiple, lo normalizado, lo diferente y lo
contingente, como le sucede al contextualismo de Rorty, la genealoga de Foucault y el deconstruccionismo
de Derrida, lo que a veces lleva a dejar de lado las construcciones sociales en materia de democracia y
derechos humanos, al ejercicio de reduccionismo pesimista que suponen las posturas reproduccionistas o al
cuestionamiento irracional que relativiza las prcticas sociales. Por otro lado estn los que, de la mano de
Hegel y Marx, parten de las mismas para transformarlas mediante procesos sociohistricos. Es aqu donde
podemos situar los intentos de la Teora Crtica mediante su crtica a la razn instrumental y, posteriormente,
la concepcin habermasiana de racionalidad comunicativa. Lo que pretende Habermas es repensar la
interdependencia de las estructuras socioculturales y las acciones individuales, de los cambios globales en
los horizontes de significado y de los procesos intramundanos de aprendizaje. (McCarthy, 1992, p.15)
El propio Foucault consideraba el problema de la razn, en cuanto a sus usos, consecuencias
histricas y lmites, como el problema central de la filosofa contempornea, pero centrndose en la huida
de toda construccin o estructura formal con pretensiones universales, justo lo contrario que Habermas, que
une a sus pretensiones universalistas (aunque sin obviar la contingencia de los procesos socioculturales y la
necesidad de su re-visin crtica permanente) el carcter sustancial de las prcticas sociales y la
responsabilidad que debe ser inherente a nuestro compromiso con dichas prcticas.
Todo esto comenz en Habermas a travs de su obra Conocimiento e inters, que represent su
primera sntesis holstica para tratar de crear una teora crtica de la sociedad a partir de la diferenciacin de
tres intereses (enfoques): tcnico, interpretativo y crtico. Pero, como el propio Habermas (1989a) reconoci
despus, fundamentar una teora crtica de la sociedad por va de una teora del conocimiento fue una
especie de callejn sin salida.
No obstante, y siguiendo a Giroux (1992), no me resisto a caracterizar, completando todo lo anterior,
algunas implicaciones de las tres racionalidades que emergen de los enfoques definidos, dentro del mbito
educativo.
Para la racionalidad tcnica o instrumental, la teora educativa debera operar a favor de
proposiciones empricamente comprobables, as como contribuir al dominio y control del ambiente, por lo
que la observacin y la tcnica se convierten en los puntos de partida para la prctica terica. Por ello el
conocimiento, como la investigacin cientfica, es considerado libre de valor, objetivo y neutral, siendo la
relacin entre las variables puramente emprica y reductible a resultados predecibles. Desde esta
perspectiva, por tanto, los educadores pueden operar libres de valores, de manera objetiva, cual tcnicos
acrticos. Los daos e injusticias que provoca esta concepcin todos las conocemos por haberlas sufrido o
verlas todava desde una indeseada actualidad.
En cuanto a la racionalidad hermenutica (interpretativa), podemos decir que est fundamentada en
la lucha por liberar los conceptos de significado y experiencia de la nocin tecnocrtica de objetividad y su
inters es comprender los patrones de interaccin comunicativa y simblica que dan forma al significado
individual e intersubjetivo. De esta forma, las personas son vistas como elementos activos de produccin de
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significados e interpretacin intencional del mundo que les rodea, lo que provoca que el conocimiento sea
tratado como un acto social especfico, con sus relaciones sociales subyacentes, tan importantes a nivel de
aula. Sin embargo, podemos afirmar desde una dimensin educativa que: La problemtica que caracteriza
En este sentido, no hay que olvidar que el eje central de la obra de Habermas es construir una
respuesta a la crisis de la modernidad, que reconoce como un proyecto inacabado y en el que, sin renunciar
a los valores de la Ilustracin, debe ser la racionalidad comunicativa su principal valedor, puesto que lo que
a l le importaba eran los potenciales de racionalidad de un mundo de vida donde la capacidad de
resistencia y transformacin pudiera regenerarse a pesar de las circunstancias. (Habermas, 1991)
Cabe, a partir de esta idea, resaltar la diferenciacin que hace el filsofo alemn entre los conceptos
de sistema y mundo de la vida, puesto que para l es desde el segundo desde donde parte la accin
comunicativa. El primero sera aquello sobre lo que los participantes en la interaccin se entienden entre s;
mientras, mundo de la vida sera aquello desde donde inician y discuten sus operaciones interpretativas.
(Habermas, 1989a) Es decir, la diferencia fundamental entre sistema y mundo de vida se encuentra en que
mientras el primero supone un marco de referencia para el entendimiento (o no) de los actores sociales, el
segundo implica un marco de reflexin para la accin de los mismos, confluyendo las perspectivas sistmica
y fenomenolgica. Por tanto, el mundo de la vida indica el trasfondo social, lingsticamente articulado y
colectivamente construido, que configura los significados que usamos en la vida cotidiana y que constituyen
la base de nuestro contexto experiencial, por lo que, desde mi punto de vista, debe constituir un punto de
anlisis fundamental en toda tarea educativa.
Para ello, debemos tener claro que el mundo de la vida es un saber implcito que se halla
holsticamente estructurado y que no est a nuestra disposicin voluntaria para ser tematizado, lo cual
ocurre cuando resulta insuficiente para seguir entendindonos o bien se convierte en problemtico (Gimeno
Lorente, 1995). En definitiva, para Habermas (1987, vol I, p.437): La racionalizacin del mundo de la vida hace
posible un tipo de integracin sistmica que entra en competencia con el principio de integracin que es el
entendimiento y que, bajo determinadas condiciones, puede incluso reobrar, con efectos desintegradores,
sobre el mundo de la vida. O sea, que debe poseer una naturaleza autocrtica.
2.
Todo esto emerge de la ya mencionada Teora de la Accin Comunicativa, que ha supuesto la gran
sntesis del pensamiento habermasiano y una de las obras filosficas clave del ltimo cuarto del siglo XX.
Los propsitos de Habermas al desarrollar la Teora de la Accin Comunicativa l mismo los expone de la
siguiente manera (Habermas, 1987, vol. I, p.10):
Desarrollar un concepto de racionalidad comunicativa que sea capaz de hacer frente a las
reducciones cognitivo-instrumentales con que se ha presentado al concepto de razn.
Construir un concepto de sociedad articulado en dos niveles, que asocie los paradigmas de
investigacin fenomenolgico (mundo de la vida) con el sistmico (sistema).
Bosquejar, sobre este trasfondo, una teora crtica que analice y explique las patologas sociales
existentes desde las paradojas de la modernidad.
Es en este sentido que la propuesta del filsofo alemn aparece como defensora de los principios
de la Ilustracin y en especial para ampliar el marco reducido de la racionalidad con arreglo a fines (que
Weber llam racionalidad teleolgica) y la degeneracin acrtica de la racionalidad instrumental (tan
estudiada sobre todo por Horkheimer y Adorno) por medio de la racionalidad comunicativa, con
aspiraciones emancipatorias.
Para esta reconstruccin de la racionalidad, Habermas se basa en los planteamientos de Weber,
Lkacs, Horkheimer y Adorno, principalmente, estableciendo un cambio, como comentaba anteriormente, en
el modelo de la filosofa de la conciencia centrado en el sujeto que se manifiesta como conocimiento por un
modelo comunicativo de accin caracterizado por el uso del conocimiento a travs del uso del lenguaje,
como medio de coordinacin de las acciones entre los sujetos. As, ntimamente ligado a esto se encuentra
el concepto de accin, que ya desde Aristteles en su tica para Nicmaco se ha planteado como objeto de
comprensin. Weber distingua cuatro tipos de acciones sociales:
1. Racional con arreglo a fines: determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos del mundo
exterior como de otros hombres, y utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro de
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fines propios racionalmente sopesados y perseguidos. 2. Racional con arreglo a valores: determinada por la
creencia consciente en el valor tico, esttico, religioso o de cualquiera otra forma como se le interpretepropio y absoluto de una determinada conducta, sin relacin alguna con el resultado, o sea puramente en
mritos de ese valor. 3. Afectiva: especialmente emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales
actuales, y 4. Tradicional: determinada por una costumbre arraigada. (Weber, 1944, p.20)
Habermas discrepa de l, manifestando distintos tipos de racionalidad en las acciones hasta llegar
a la de la accin comunicativa:
La racionalidad instrumental de una accin se mide por la eficacia en la planificacin del empleo de medios
para fines dados; la racionalidad electiva de una accin se mide por la correccin del clculo de los fines para
valores articulados con precisin y para medios y condiciones de contorno dados; y la racionalidad normativa
de una accin se mide por la fuerza sistematizadora y unificante y por la capacidad de penetracin que tienen
los patrones de valor y los principios que subyacen a las preferencias de accin. (Habermas, 1987, vol I, p.233)
Pero aclaremos antes de nada estos conceptos. Habermas llama acciones a las manifestaciones
simblicas en las que los actores entran en relacin con el mundo de manera significativa. Y cuando habla
de mundo, l mismo distingue tres, basndose y reconceptualizando los definidos por Popper (1986) desde
una teora de la constitucin de la experiencia (Habermas, 1984):
a)
b)
c)
Los actores, por tanto, construyen su relacin con el mundo desde la interaccin con los objetos
(mundo objetivo), con otros actores (mundo de las relaciones sociales) y con su propia conciencia (mundo
subjetivo).
Estos tres mundos se encuentran presentes en todo tipo de interacciones sociales, como las que se
dan en la escuela. Para Habermas, la manera en que los miembros de una comunidad se ven a s mismos y
a los otros como interlocutores con el mundo objetivo implica estructuras comunes de relacin entre los
mundos y determina la variedad de formas de interpretacin y validez sobre las que puedan hacer juicios.
Pero esto es visto desde una ptica desde la cual la diferencia es solamente una posibilidad para los
participantes de acercarse y explorar el mundo de los otros, incorporando a su interpretacin la del otro de
manera que las discrepancias se revisen continuamente, buscando as no el relativismo de las posiciones y
argumentos, ni tampoco una artificial coincidencia o negacin mutua absoluta, sino ms bien una
comunicacin dinmica en constante fase de reconstruccin, ya que lo que provoca la comunicacin es una
extensin y cualificacin de nuestro mundo de significados, de lo que se deduce su importancia vital para los
procesos educativos. El mundo de relaciones e interacciones simblico-comunicativas en general, en
particular en la educacin, cobra as un especial valor, determinando la propia calidad de la misma. En este
sentido, comenta el propio Habermas:
El punto de vista de que las personas como tales son iguales a todas las dems no se puede hacer valer a
costa del otro punto de vista segn el cual como individuos son al tiempo absolutamente distintos de todos los
dems. El respeto recproco e igual para todos exigido por el universalismo sensible a las diferencias quiere
una inclusin no niveladora y no confiscadora del otro en su alteridad. (Habermas, 1999, p.72)
Otra aportacin al respecto es que el conjunto de interrelaciones que se dan entre estos mundos
ofrece diferentes tipos de acciones significativas entre los comunicantes. En el mbito escolar debemos tener
en cuenta, en este sentido, tanto el carcter social de todas las acciones (que no por ello tiene que ser al
mismo tiempo comunicativo ni educativo) como, a consecuencia de esto, su estructura teleolgica, que bien
puede estar orientada a fines instrumentales (acciones burocrticas, no educativas) o comunicativos
(acciones potencialmente educativas), tal y como describe Gimeno Lorente (1995, p.461 y ss.). Desde este
anlisis vamos a ver los cuatro tipos bsicos de acciones que define Habermas en su Teora de la Accin
Comunicativa:
Acciones estratgicas, que son las que se efectan para conseguir un fin determinado, de
manera instrumental y sin que tengan porqu casar los medios con los fines. La mayora de las
acciones en el modelo didctico hegemnico son de este tipo, as como todas las relacionadas
con la gestin burocrtica de las instituciones, las interacciones de los profesionales en los
rganos de decisin o las que, de manera ms o menos simblica, contribuyen al
conservadurismo institucional y a sus fines de reproduccin. Se trata, por tanto, de acciones que
se dan en un marco de relaciones estrictamente funcional.
Acciones comunicativas, que remiten a la situacin en que los actores tratan de entenderse
desde lo comn de sus posiciones, a fin de llegar a acuerdos que les permitan coordinar la
accin. Se las llama tambin acciones conversativas y se las asocia a la investigacin racional,
al tener la suficiente flexibilidad como para plantear una revisin constante de las posiciones de
los comunicantes, de su cultura, para llegar a posturas donde prime la interculturalidad como
paradigma cada vez ms necesario en la sociedad en que vivimos, y ms todava si cabe si
nos circunscribimos al mbito de la educacin social. Se trata, al contrario que las otras, de
acciones orientadas al entendimiento y situadas en un marco social, puesto que en la accin
comunicativa los participantes no se orientan al xito, sino bajo la condicin de que sus
respectivos planes de accin puedan armonizarse entre s sobre la base de una definicin
compartida de la situacin.
Por lo tanto, se puede afirmar que para Habermas la racionalidad de la accin es la manera en que
los sujetos con capacidad de expresarse, hacerse entender y actuar, hacen uso del conocimiento a travs de
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la manifestacin simblica y significativa de sus relaciones con el mundo objetivo, con otros sujetos y consigo
mismos. Esto significa que la coordinacin de la accin puede conseguirse bien fruto de influencias externas
de unos actores sobre otros (accin monolgica) o bien fruto de un saber comn y, por lo tanto, dialgico
(accin comunicativa).
En sntesis, podemos entender que la Accin Monolgica:
Esa instrumentalizacin de las relaciones hace ver a los dems actores como medios o
limitantes para el logro del xito del plan establecido.
Por lo tanto, los acuerdos no se dan unilateralmente sino a travs de un saber vlido a travs
de argumentos y vinculado intersubjetivamente.
Pero no podemos olvidar que las acciones (monolgicas o comunicativas) se dan dentro de
sistemas sociales concretos. En este sentido, y siguiendo nuevamente a Habermas, Gimeno Lorente (1995)
manifiesta que las propiedades constitutivas de los sistemas sociales son las siguientes:
a)
b)
El sistema social altera sus patrones normativos al modificarse sus imgenes del mundo.
c)
Esto quiere decir que para construir una ciencia social crtica, una teora crtica de la sociedad, es
fundamental la educacin social, al ser esta la que determina los mecanismos de socializacin, permite la
reestructuracin de los enfoques normativos y resulta fundamental para la transformacin de las
instituciones base de dicha sociedad. En este sentido, Habermas no niega el carcter conservador de las
instituciones y el uso reproductor de los agentes sociales hegemnicos: Los modelos culturales se
conservadurismo deja paso a una concepcin dinmica de la sociedad y del crisol cultural emergente en la
misma: La peculiaridad de la crtica, en su doble funcin, consiste en disolver por medio de la crtica de las
ideologas o analticamente las pretensiones de validez que no pueden justificarse por medios discursivos,
pero al mismo tiempo en desligar la tradicin de sus potenciales semnticos. (Habermas, 1989b, p.91)
Y es ese componente crtico de la razn comunicativa lo que tambin le da identidad y coherencia,
adems de su carcter procedimental y discursivo. En definitiva, se trata de trascender la feroz crtica a la
razn surgida sobre todo desde las posiciones postmodernistas y neoconservadoras: El concepto de razn
comunicativa (...) que apunta ms all de la razn en el sujeto, tiene como fin sacarnos de las paradojas y
nivelaciones en que por su carcter autorreferencial se ve envuelta la crtica radical a la razn. (Habermas,
1989c, p.400)
De esta manera, partiendo de todo lo anterior surge inmediatamente una pregunta: cmo se
puede desvelar la racionalidad de la accin por medio del anlisis del uso del lenguaje que se manifiesta
mediante actos de habla, tal y como vimos anteriormente? Para dar respuesta a esta cuestin el filsofo
alemn desarroll lo que se conoce como pragmtica formal del lenguaje, partiendo para ello de la
filosofa analtica y, ms especficamente, de la teora del significado. La intencin era, como expresa el
propio Habermas (1987, vol.I, p.318), elaborar una teora de la comunicacin que pudiera utilizarse para una
teora sociolgica de la accin si se logra mostrar de qu forma los actos comunicativos, esto es, los actos de
habla, o las manifestaciones no verbales equivalentes, cumplen la funcin de coordinar la accin
contribuyendo as a la estructuracin de las interacciones. De ah que esta pragmtica podamos
considerarla como un conocimiento transdisciplinar que se refiere a una reconstruccin racional de los tipos
de actos de habla que se vinculan a una tipologa de acciones globales, con el fin de modelar una teora de
la accin comunicativa que sirva de teora crtica de la sociedad postindustrial e informacional.
Ahora bien, el anlisis de la pragmtica formal conjuga las pretensiones de validez de los
enunciados o actos de habla con las diferentes condiciones de significado, y dichas pretensiones de validez
(formadas bajo los aspectos universales de verdad, veracidad y exactitud) estn conectadas internamente
con razones, puesto que tal pretensin slo puede ser rechazada en forma de una crtica argumentada y as
sucesivamente. Es aqu donde cobra tambin total vigencia lo explicitado aos atrs por Adorno (1973, p.82):
La educacin en general carecera absolutamente de sentido si no fuese educacin para una autorreflexin
crtica.
De esta forma, para Habermas, cuando entendemos una razn es inevitable no tomar una postura
ante ella y frente a las interpretaciones que emerjan de la misma por parte del resto de los participantes
sociales. Como hemos visto, para el filsofo alemn todo conocimiento est siempre sujeto a la crtica
racional abierta de sus pretensiones de validez y deber ser aceptado como vlido mientras no se pruebe
su invalidez completa o parcial. La reflexividad no es un privilegio de ninguna persona o grupo, y el
conocimiento previo no puede constituir una razn de exclusin de ningn posible participante en procesos
de anlisis y toma de decisiones de inters comn, lo cual debiera tenerse muy presente en las relaciones
educativas, puesto que desde este punto de vista: Una norma es vlida cuando todos pueden aceptar
libremente las consecuencias y efectos colaterales que se producirn previsiblemente del cumplimiento
general de una norma polmica para la satisfaccin de los intereses de cada uno. (Habermas, 1985a, p.116)
3.
La racionalidad tiene as, como hemos visto, un carcter no sustantivo, sino procedimental y
comunicativo. Dicho de otra manera, no hay (ni, desde mi punto de vista, debiera haber) ningn saber que
permita resolver las cuestiones polticas como cuestiones tcnicas, ni existe ningn colectivo que pueda
reivindicar la pertenencia en exclusividad de la comprensin de las situaciones sociales y las respuestas a
las mismas, sobre todo teniendo en cuenta el creciente grado de complejidad que estn adquiriendo los
procesos sociales y polticos actuales. Existe, en todo caso, un saber comn, pero con unos prerrequisitos y
caractersticas muy determinadas:
Un saber comn tiene que satisfacer condiciones bien exigentes. Pues no slo estamos ante un saber comn
cuando los participantes concuerdan en algunas opiniones; tampoco cuando saben que concuerdan en ella.
Llamo comn a un saber que funda un acuerdo, teniendo tal acuerdo como trmino de un reconocimiento
intersubjetivo de pretensiones de validez susceptibles de crtica. Acuerdo significa que los participantes aceptan
un saber como vlido, es decir, como intersubjetivamente vinculante. (Habermas, 1989a, p.481)
En este sentido, con anterioridad analizamos los cuatro tipos de acciones que distingue Habermas:
comunicativas, estratgicas, reguladas por normas y dramatrgicas. Desde el punto de vista educativo slo
las acciones susceptibles u orientadas al entendimiento pueden considerarse como acciones que
desarrollan las habilidades comunicativas que, a su vez, dependen para su desarrollo de habilidades
construidas colectivamente, a travs del consenso proporcionado por la coordinacin de acciones que
conlleva el dilogo intersubjetivo. Como dice el propio autor:
La competencia cognitiva se forma en el trato manipulativo con los objetos de la naturaleza externa; las
competencias interactiva y lingstica se forman en el trato con los sujetos comunicativamente socializados y
con sus emisiones y manifestaciones. (Habermas, 1989a, p.167)
Esta afirmacin, desde mi punto de vista, tiene mucho que ver tambin con los principios histricoculturales de L. S. Vigotsky (a pesar de que desde el punto de vista del desarrollo evolutivo de los individuos
Habermas se bas sobre todo para sus anlisis en Piaget y Klberg, principalmente en los estadios del
desarrollo moral que defini el segundo, con todo su valor psicolgico pero tambin con las limitaciones
inherentes a sus concepciones etapistas), pero posteriormente desarrollar un anlisis de sus puntos en
comn o convergentes. Por ahora, lo que podemos afirmar es que el aprendizaje que se deriva del uso y
desarrollo de las habilidades comunicativas es el aprendizaje dialgico (Aubert y otras, 2004).
En todo caso, hay que insistir en la consideracin de la modernidad como un proyecto inacabado, a
la manera habermasiana. La postmodernidad implica filosficamente determinados impulsos y perspectivas
10
de anlisis que es necesario tener en cuenta y resultan muy valiosos, pero siempre, y sobre todo en el
mundo educativo, sin dejar de lado las pretensiones de igualdad, libertad y justicia social.
Con este panorama surge la pedagoga crtica actual, y fundamentalmente el que ha sido
denominado enfoque crtico comunicativo, a travs del cual se nos plantea una nueva visin de la
Modernidad sustentada en la razn comunicativa a partir del desarrollo de una nueva teora de la crtica y
una tica procedimental basada en el dilogo y en la profundizacin de la democracia radical como medio
de favorecer el progreso social y el desarrollo de los individuos. De esta manera, como comentan Giroux y
Flecha (1992), la nueva teora crtica se fundamenta en una visin poltica amplia que permita la resistencia y
la lucha contra las desigualdades e injusticias.
4.
11
b)
c)
d)
12
e)
f)
g)
Como deca, esta concepcin requiere entonces de un proceso dialctico que se debe apreciar en el
hecho de que los niveles nuevos de aprendizaje no slo implican la ampliacin de las posibilidades de
opcin, sino tambin la aparicin de problemas nuevos. (Habermas, 1985b, p.166)
5.
A modo de conclusin
Por ltimo, cabe incidir en el carcter crtico-ideolgico de la racionalidad comunicativa al estar libre,
por definicin, de situaciones de dominio e injusticias y, a su vez, hacer de la intersubjetividad y del consenso
bases epistemolgicas y axiolgicas del quehacer educativo. Ignorar esto es ignorar nuestras ansias
emancipatorias, nuestros deseos de libertad y de respuesta frente a la opresin y a la violencia de las
acciones orientadas al poder y la segregacin. Es cierto que muchas crticas a este modelo se basan en la
irrealidad o visin utpica que suponen las condiciones ideales de comunicacin que esta perspectiva exige,
pero yo considero que se trata de establecer referentes tericos crticos claros en la educacin social, a nivel
epistemolgico, axiolgico e incluso ontolgico, como los que supone la Teora de la Accin Comunicativa,
para que nos ayuden a ir construyendo prcticas sociales y educativas crticas coherentes con dichos
planteamientos y las condiciones que plantean, preadas de tica e interculturalidad, planteadas desde
cuestiones como las siguientes:
La racionalidad, que como hemos visto para Habermas (1987) tiene menos que ver con el
conocimiento y su adquisicin que con el uso que hacen del mismo las personas, el cual puede
tanto estar supeditado a unos fines (uso instrumental) como al entendimiento (uso
comunicativo), factor este ltimo fundamental en el terreno educativo.
La accin comunicativa, en la cual presuponemos desde el inicio una visin comunicativa crtica
donde los participantes pueden llegar a acuerdos de manera intersubjetiva y sobre la base de
un mutuo entendimiento en sus relaciones con el mundo.
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La preocupacin en torno a la colonizacin de los mundos de vida por los sistemas que estos
mismos han ayudado a generar, sobre todo en lo referente a la lucha contra las desigualdades
y el cumplimiento de los derechos humanos, especialmente con respecto a las personas
socialmente marginadas o desfavorecidas.
Desde el punto de vista de la accin educativa, esto supone adems, incluir en nuestras
reflexiones las realidades descriptivas, las normativas y las transformativas, explicitando de esta
manera la esencia del pensamiento dialctico que, tal y como dijera Vigotsky (1995), debe tener
en cuenta el pasado para comprender el presente y vertebrar un futuro mejor.
De ah que haya que insistir en la construccin polivocal de la realidad social y educativa, generada
desde nuestras distintas percepciones en situaciones dialgicas de aprendizaje y formacin continua, as
como desde la construccin de discursos propios a partir de las historias, experiencias, intereses,
diferencias, confluencias, pasiones, conflictos, consensos y realidades que se pueden dar en el espacio de
convivencia en el que nos encontramos inmersos y los significados que compartimos a travs del mismo.
Por tanto, desde este compromiso personal y colectivo resulta imprescindible profundizar en los
fundamentos interdisciplinares, desde los tamices ya aludidos de la epistemologa y la axiologa como
referentes primeros e imprescindibles en el anlisis y puesta en prctica de todo acto educativo, que
constituyen nuestra base para seguir mejorndola y, sobre todo, para ir creando, desde la recreacin de
esas teoras, interpretaciones de las mismas contextualizadas en el mundo educativo. Generar un saber
debe significar, como dijo Bourdieu (2002) en su ltimo discurso pblico, generar un saber comprometido y
comprometer un saber. Es pues mi deseo el que estas palabras sirvan para aportar algo de luz a ese contar
incesante, a esa gran narracin en constante desarrollo que suponen la cultura y la educacin desde el
paradigma crtico para la convivencia y la justicia social en una poca tan poco preclara para estas lides.
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