Texto Espiritualidad Juvenil Salesiana
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NDICE
Resumen ejecutivo..
Palabras claves....
Objetivos y Metodologa.
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3.2.1.
Medios disponibles para fomentar la espiritualidad cristiana
4. El Cristianismo y su influencia en la cultura actual
4.1. La experiencia de la Espiritualidad Cristiana 40
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ABREVIATURAS Y SIGLAS
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DOCUMENTOS ECLESIALES.
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DOCUMENTOS DE LA UPS-ECUADOR
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BIBLIOGRAFA.
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Recursos Recomendados
Aguinaldo 2007 sobre La familia del Rector Mayor
Aguinaldo 2008 Eduquemos con el corazn de Don Bosco
Memorias de un viaje (Visita del Rector Mayor) Video
Don Bosco (Video)
Salesianos en el Ecuador (Video)
Los chicos del Coro Los coristas (Video)
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RESUMEN EJECUTIVO
Palabras Claves:
Acompaamiento, ascesis, arriesgar, alma, actividad, asistencia salesiana, animacin,
amabilidad, autonoma, cario, caridad pastoral, carisma, Comunidad Educativa
Pastoral (CEP), comunidad, cultura, cuerpo, convocacin, clima educativo, Dicasterio,
dinamismo, dimensiones, Don Bosco, ecumnico, educacin, educar en la fe,
espiritualidad, espiritualidad Cristiana, Espiritualidad Juvenil Salesiana, estrategia,
experiencia, espritu, tica, esttica, evaluacin, Gracia de Dios, historia, identidad,
ndices, incluyente, identidades juveniles, Iglesia, Jesucristo, jvenes, juventud,
mediacin, mstica, misin, modernidad, propuesta salesiana, postmodernidad, new age,
ncleo animador, objetivos, orientaciones, oratorio, persona, proyecto, recuerdo,
religin, Reino de Dios, salvacin, Salesiano, salesianidad, sintona, sistema preventivo,
sueo, Teofana, unidad, Valdocco, Valores, vinculacin, vigor, vocacin, visin.
OBJETIVOS Y METODOLOGA
1. Objetivos
a) Objetivo General
Vivenciar la espiritualidad Cristiana y salesiana como un estilo de vida en el contexto
juvenil universitario mediante la profundizacin de sus races, para que desde la
realidad el estudiante se convierta en protagonista y co-responsable de los procesos
histricos de cambio personal y social.
b) Objetivos Especficos:
Unidad 1.
Profundizar las races histricas de la espiritualidad humana y cristiana dentro del
contexto juvenil, cultural y social actual.
Unidad 2.
Desarrollar la dimensin espiritual del ser humano desde un ambiente rico en valores
humanos y de fe para la construccin del hombre y del Reino de Dios.
Unidad 3.
Experimentar la Propuesta de vida de Don Bosco dedicada a la juventud ms necesitada,
asumiendo un claro compromiso social.
Unidad 4
Posibilitar el encuentro formativo del estudiante universitario con su realidad desde la
experiencia del oratorio.
2. Metodologa
El mtodo que tratamos e seguir en la reflexin es el crtico propositito, pues, de esa
manera a la vez que recorremos cientficamente las fuentes principales de la
espiritualidad planteamos propuestas vivenciales en un clima de sinergia y pro
actividad.
Adems utilizaremos una metodologa activa, cooperativa y participativa que
comprende: trabajos en grupo, discusiones o debates, juego de roles, simulaciones y
dramatizaciones. Como refuerzo de los contenidos y para la vivencia de los mismos el
curso tendr una convivencia.
Unidad 1.
LA ESPIRITUALIDAD HUMANA Y LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
(Acentuacin Histrico Contextual)
Introduccin
La Universidad Politcnica Salesiana tiene como misin: La formacin de honrados
ciudadanos y buenos cristianos, con excelencia humana y acadmica. El desafo de una
propuesta educativa liberadora como es la de formar actores sociales y polticos con una
visin crtica de la realidad, socialmente responsables, con voluntad transformadora, y
dirigida de manera preferencial a los pobres.
Con esta realidad macro de la universidad el mdulo de Espiritualidad Juvenil Salesiana
constituye parte de la formacin humana que se lleva a cabo en las aulas de clase, desde
la experiencia acadmica, desde la experiencia de hacer ciencia, en el crecimiento
multidimensional del estudiante que busca crecer en cada uno de sus aspectos.
Este mdulo contina en la reflexin de la realidad del ser humano, al cual se ha
intentado definir con la iluminacin de la Antropologa Cristiana, en un contexto social,
psicolgico y trascendente que nos ponga ante un compromiso vital desde la fe que cada
uno profesa en una sociedad determinada que necesita de actores comprometidos y que
transmitan experiencias de involucramiento en la participacin grupal en la
transformacin de la sociedad.
Es as como retomamos ciertos aspectos de la realidad del estudiante a nivel general y
los diferentes tipos de expresiones que un grupo determinado de esta sociedad tiene para
buscar definir su identidad y roles frente a la misma y de esta forma ir profundizando en
un conocimiento personal y social.
Objetivo:
Profundizar las races histricas de la espiritualidad humana y cristiana dentro del
contexto juvenil, cultural y social actual.
Contenidos de la unidad:
1.
2.
3.
4.
1 La frase atribuida a Andr Malraux es, como se sabe, el siglo XXI ser religioso o no ser;
citacin al parecer apcrifa.
La Revolucin Francesa.
La Ilustracin.
La Revolucin Industrial.
Marx. Contribucin a la Crtica de la Filosofa del Derecho de Hegel en Marx y el Derecho. Escritos
de Juventud. Bogot: Argumentos, Febrero-Marzo, Abril-mayo de 1983, p. 130.
3
Norbert Lechner. Los Patios Interiores de la Democracia. Subjetividad y Poltica. Chile: Fondo de
Cultura, 1988. p.156.
5
Ibd.
6
Jrgen Habermas. El Discurso Filosfico de la Modernidad. Madrid, Taurus, 1989, p. 16.
a la belleza con que se lo puede adornar, sino tambin a su calidad esencial de ser
presente7.
1.2 La Postmodernidad
Al finalizar la dcada de los sesentas, la reflexin postmoderna empieza a abrirse campo
en el terreno de las Ciencias Sociales8 . Algunos de los tericos ms representativos de
este debate son el socilogo de la Universidad de Harvard Daniel Bell, el filsofo
alemn y representante de la Escuela de Frankfurt, Jrgen Habermas y el filsofo
Francois Lyotard. Para 1979 este ltimo publica en Francia su libro, La Condicin
Postmoderna.
Concebido inicialmente como un informe sobre el saber en las sociedades ms
desarrolladas propuesto al Conseil des Universits del gobierno de Qubec, muy pronto
se convierte en una suerte de manifiesto de este movimiento. En sus pginas
introductorias, el autor define el postmodernismo como el estado de la cultura despus
de las transformaciones que han afectado a las reglas del juego de la ciencia, de la
literatura y de las artes a partir del siglo XIX9. Cabe sealar que es justamente Lyotard
quien acua el uso del trmino y generaliza su uso, para referirse en concreto a la crisis
de los grandes relatos.
En las lneas siguientes nos ocuparemos de la POSTMODERNIDAD de forma breve y
profunda a la vez:
La hiptesis central que plantea Lyotard en su obra es que el saber cambia de estatuto
al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las
culturas en la edad llamada postmoderna. Este paso ha comenzado cuando menos
desde fines de los aos 50, que para Europa sealan el fin de su reconstruccin.
La tesis de Lyotard est apoyada, en buena medida, en el desarrollo de la sociedad
informatizada, donde la interaccin social ha sufrido una fuerte evolucin y han
irrumpido nuevos lenguajes y juegos de lenguaje con base en una heterogeneidad de
reglas. Lyotard destaca la transformacin de la naturaleza del saber con la hegemona de
la informtica: El antiguo principio de que la adquisicin del saber es indisociable de la
formacin del espritu, e incluso de la persona, cae y caer todava ms en desuso. Esa
relacin de los proveedores y de los usuarios del conocimiento con el saber tiende y
Charles Baudelaire, The Painter of Modern Life en C. Baudelaire The Painter of Modern Life and
Other Essays, pag.1, Londres: 1964, citado por David Frisby, Fragmentos de la Modernidad, Madrid:
Visor, 1992, pg.43.
8
El debate postmoderno hunde sus races en las discusiones suscitadas en el campo de lo esttico a
finales del siglo XIX y comienzos del s. XX. Es en este perodo cuando las corrientes modernistas
cuestionan las reglas sobre las que el arte se haba fundamentado hasta el momento y tratan de mirar el
mundo con ojos nuevos, colocando su acento en la creatividad e imaginacin personal: el escritor
abandona el relato lineal y secuencial para dar vida a una narrativa caracterizada por una simultaneidad
de experiencias, donde se entremezclan el pasado, el presente y el futuro; el artista transforma su objeto
formal en un juego de percepciones mltiples, asimilando todos los temas y materiales; El urbanista,
modifica las dimensiones espacio-temporales de la ciudad, propiciando un ambiente de mayor libertad.
9
tender cada vez ms a revestir la forma que los productores y los consumidores de
mercancas mantienen con estas ltimas, es decir, la forma de valor10.
El debate posmodernista avanza en la dcada de los ochentas, reuniendo en torno a su
alrededor diferentes corrientes de pensamiento, estrechamente relacionadas entre s y
que apuntan a sealar el fin de la modernidad.
Para algunos autores sta se expresa en la superacin de valores asociados con las
sociedades modernas y, en particular, un desencanto hacia la idea de progreso que
caracteriz el pensamiento Ilustrado. En la prctica, esto supone un reconocimiento del
mundo y de las culturas que fueron negadas y marginadas por el proyecto civilizatorio
occidental, pese a encarnar desarrollos diferentes y alternativos a la idea de modernidad
europea, que termin imponindose como dominante en el mundo actual 11. El mundo
postmoderno se concibe as, como un universo plural, multicultural y fragmentado,
donde no existe una historia nica, ni un punto de vista comprehensivo capaz de
unificar todos los dems sino imgenes del pasado propuestas desde diversos puntos
de vista12.
En otra de sus versiones, el postmodernismo se plantea como una crtica al modernismo
social y poltico y aparece asociado a la crisis de la izquierda revolucionaria, el fin del
socialismo real -en los aos ochenta- y, el triunfo de las concepciones econmicas y
polticas neoliberales13. En clara oposicin al pensamiento Ilustrado, esta vertiente
postmoderna rechaza los conceptos de razn, modernizacin, emancipacin humana y
sujeto histrico. Rechaza la construccin de imgenes del mundo como elemento ms
significativo de la modernidad y niega la diferenciacin funcional entre los mbitos de
la vida social y el empleo en ellos de la razn instrumental. Ni el yo ni la cultura tienen
unidad propia, se produce, entonces, una completa escisin de la instrumentalizad y el
sentido: la instrumentalidad est administrada por empresas, econmicas o polticas,
que compiten entre s en los mercados, el sentido se ha hecho puramente privado
subjetivo14.
10
Ibid., p. 16
11
Esta visin del postmodernismo se opone al universalismo de la ideologa modernista, sobre todo en su
fase de conquista y en los pases que ms se identificaron con la modernidad y con valores universales,
como Francia durante la revolucin y Estados Unidos en el reciente perodo.
12
Para el socilogo norteamericano Jeffrey Alexander "La victoria de la derecha neoliberal tuvo y
continua teniendo enormes repercusiones polticas, econmicas e ideolgicas a lo largo y ancho del
globo. "El acontecimiento ms decisivo para la derecha fue el declive del comunismo que no se trataba de
una victoria poltica, militar y econmica sino un triunfo en el nivel de la propia imaginacin histrica".
(p. 95). Jeffrey Alexander. Sociologa Cultural, ANTHROPOS. 2000, pp. 23-25.
14
En esta perspectiva se ubica Lipovetsky, para quien todos los gustos, todos los comportamientos
pueden coexistir sin excluirse, todo puede escogerse a gusto, en una poca sin puntos de referencia
estables, sin coordenadas. Esta disociacin de lo pblico y lo privado es visible en todas partes. Los
actores dejan de ser sociales, se vuelven hacia s mismos en la bsqueda de su identidad, sobre todo
cuando no estn integrados en la clase media.
15
16
Ibid, p. 14.
17
Ibid., p. 57.
19
Es evidente aqu la presencia del concepto de cultura de Raymond Williams. El trmino cultura como
lo entiende Williams est referido a un modo de vida diferenciado, dentro del cual un sistema significante
caracterstico se considera no slo como esencial, sino como esencialmente implicado en todas las formas
de actividad social, y tambin como actividades intelectuales y artsticas, definidas con mayor amplitud,
para incluir no slo las artes y formas tradicionales de produccin intelectual, sino tambin todas las
prcticas significantes (desde el lenguaje, pasando por las artes y la filosofa, hasta el periodismo, la moda
y la publicidad). La reproduccin cultural, en su sentido ms simple, ocurre esencialmente en el nivel
cambiante de lo dominante. Lo residual (esto es la obra realizada en sociedades y pocas anteriores y a
menudo diferentes, pero todava accesibles y significativas), aunque sus procesos inmediatos son
reproductivos, es con frecuencia una forma de alternativa cultural a lo dominante en sus formas
reproductivas ms recientes. En el extremo opuesto, lo emergente (esto es la obra de diversos tipos
nuevos) est relacionado pero no es idntico con lo innovador. Algunos tipos de innovacin son
movimientos y ajustes dentro de lo dominante, y se convierten en sus nuevas formas. Raymond Williams.
Sociologa de la Comunicacin y del Arte. Buenos Aires: 1981, p.13 y p. 190.
20
21
Jeffrey Alexander. Moderno, anti, post y neo: cmo se ha intentado comprender en las teoras sociales
el nuevo mundo de nuestro tiempo en Jeffrey Alexander. Sociologa Cultural. Formas de
Clasificacin en las Sociedades Complejas. Barcelona: Antrhopos, Mxico: Flacso, 2000, p. 84.
POSTMODERNIDAD
1. Entiende las actuales transiciones en
trminos epistemolgicos o disolucin de
la epistemologa
2. Se centra en las tendencias centrfugas
de las transformaciones actuales y su
carcter dislocante.
3. Percibe al yo disuelto por la
fragmentacin de la experiencia.
4. Discute la contextualizacin de las
pretensiones a la verdad o las ve como
histricas.
5. Teoriza la impotencia que sienten los
individuos frente a las tendencias
globalizadoras.
6. Ve el vaciamiento de la vida
cotidiana como resultado de la intrusin de
los sistemas abstractos.
Se ha visto en Europa una primera gran expansin de sectas tras la Segunda Guerra
Mundial. Esta difusin sigui al desembarco de las tropas americanas que estaban
acompaadas por misioneros de grupos religiosos, principalmente Testigos de Jehov y
mormones. Los Testigos de Jehov, movimiento fundado por el presbiteriano americano
Charles Russel (1852-1916), predican una renovacin del mundo dominado por
Satans. Esta renovacin se inspira en ciertos textos bblicos. La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los ltimos Das, fundada por el pastor metodista Smith (1805-1844)
pretende referirse a mormn, rey de Israel, y anuncia el retorno de Cristo. Este anuncio
se hace por medio de una fraseologa bblica.
La segunda ola de sectas es la de las Jugendreligionen, religiones de los jvenes, cuyo
origen se sita tambin en los Estados Unidos pero despus de 1968, en el mbito de la
respuesta al reto de la sociedad occidental. Se trata, sobre todo, de la Conciencia de
Krsna, del gur-Maharaj Ji, de los Neosannyas, de la Meditacin Trascendental, de los
Hijos de Dios, de la Iglesia de la Cienciologa. Hay que aadir a stas la Iglesia de la
Unificacin del Cristianismo Mundial, de Moon.
Estas nuevas religiones tienen una estructura especial: un maestro divino, el gur, es el
que detenta la autoridad, el jefe, el gua. l conoce la frmula de la salvacin, la verdad
sobre el hombre, el modo de transmitir el mensaje (llamado tambin "principios
divinos"). Todo se lleva a cabo a travs de la iniciacin, en grupos que unen a los
jvenes, ofrecindoles seguridad y un mundo mejor. La inspiracin es oriental: India,
Corea, China, Japn. Las doctrinas derivan del hinduismo, del budismo, del taosmo,
con algn elemento tomado del Evangelio. Estos ltimos sirven, sobre todo, para que la
mercanca (no tenga que pagar la aduana) traspase la aduana a su paso por occidente.
1.3.1 La formacin del movimiento llamado New Age
En 1980 en Estados Unidos, Marilyn Ferguson publica un libro que ser todo un
acontecimiento, "Los hijos de Acuario", para un nuevo paradigma. Hacia finales del
siglo XIX, los astrlogos haban anunciado la era del Acuario para fines del siglo XX.
Ferguson habla de la puesta en marcha de una revolucin planetaria. Suea con un
nuevo milenio, una poca de liberacin del espritu. De la misma forma que el
descubrimiento del fuego, de la rueda, de la escritura y de la imprenta han cambiado la
cultura, la civilizacin y al hombre; tambin los espectaculares descubrimientos
modernos cambiarn el mundo, al hombre, al espritu humano. Ser un nuevo marco, un
nuevo paradigma (paradeigma, segn el trmino griego). Estos nuevos individuos sern
los hijos de Acuario, transformados por la ciencia y por la mstica, por los hechos
biolgicos, por la sociologa y por lo sagrado. Esta transformacin del hombre viejo en
hombre nuevo ser rapidsima, si el movimiento contina y se ampla. Los medios de
comunicacin y distintas fuerzas ocultas actan en este sentido. Las ideas son
difundidas por crculos ocultistas, por sectas orientales, por tesofos y por antropsofos,
por grupos ecologistas, por movimientos de religiosidad pagana. Estos sueos,
difundidos en primer lugar en el crisol californiano, han conquistado profundamente los
Estados Unidos y han pasado rpidamente a Europa, donde son muchos los adeptos de
la reconciliacin de la razn y el corazn, de la inteligencia y la emocin. La lista de
grupos, de asociaciones y de publicaciones que actan al servicio del New Age aumenta
continuamente. En 1990, existan en Francia 25 peridicos, 15 grupos y un centenar de
libros.
1.3.2
Esta antropologa tiene una particular visin de la funcin del cerebro del que deriva el
potencial humano. Cada uno de los hemisferios cerebrales -se dice- puede trabajar y
desarrollarse independientemente como un centro de conciencia separado. El cerebro
derecho es el del corazn, el del instinto, el de la fantasa, de los sueos y de las
percepciones totalizantes. El cerebro izquierdo es el de la razn, el del lenguaje, el de la
organizacin. Est mucho ms desarrollado en los occidentales. El New Age preconiza
la armona de los dos cerebros gracias a la meditacin, a los encantamientos, a la poesa,
a la espiritualidad que proviene de India.
La antropologa del New Age opta por un cuerpo sacralizado, lugar de exploracin de
una dimensin que va ms all del cuerpo. Se considera que ms de 500 terapeutas
hacen de grandes sacerdotes de las tcnicas teraputicas. Se trata de una terapia
verdadera y apropiada, pero que se prev onerosa para quien se compromete en ella. El
engranaje es sutil. A estas terapias se sobreponen tcnicas para conocerse mejor y para
vivir mejor: bioenerga, psicoterapia, gimnasias de relajacin orientadas a la plenitud,
sofropsique o bsqueda de la armona de la conciencia, meditacin zen y disciplinas
orientales. El yoga se usa como mtodo que favorece el equilibrio y la concentracin.
Los estados msticos seran explicables por el mero funcionamiento del cerebro. Para
algunos protagonistas, el acceso a la dimensin mstica puede realizarse a travs de la
droga, considerada como medio de iluminacin. Con esto se explica la moda del LSD
en los Estados Unidos.
1.3.3.2
En la New Age no existe teologa, es decir, discursos sobre Dios. Dios no es una
persona, sino la "suma de la conciencia que existe en el universo", el Espritu universal
e impersonal. Dios es conciencia csmica y cada hombre posee un potencial divino. El
hombre debe conquistar una conciencia interior de su propia divinidad. Dios, el hombre
y el mundo tienen el mismo origen. Presentndose como la era de Acuario, poca no
slo postcristiana sino que acaba con el reinado de todas las religiones, la New Age
elimina el yugo de Dios y hace libre al hombre. La conciencia divina de la que se
beneficiar el hombre debe asegurarle el amor fraterno, la felicidad y la paz.
As, segn la New Age, la futura religin es una universal, en la que cada uno sigue su
camino en un proceso de transformacin personal. Cada uno tiene su despertar mstico
que es prolongacin de la conciencia. Algunos hablan de conciencia crstica, de
despertar de la energa universal, de la unidad. Dios es el principio unificador que rene
a los seres y a las cosas. Los seres excepcionales como Buda, Krishna, Jess, son
grandes portadores de lo divino.
En una tal visin inmanentista, el culto es la meditacin. Se prevn algunas fiestas: por
ejemplo, la fiesta de Navidad. Se mantienen lugares de peregrinacin, como Delfos,
Chartres, Stonehenge, Carnac.
1.3.3.3
Se puede decir que el nico credo de la Nueva Era es la primaca del espritu sobre la
materia. Este rasgo fundamental nos permite colocar este movimiento en la lnea
gnstica en la cual se encuentra la mayora de las sectas o movimientos llamados
heterodoxos desde hace dos mil aos. Por el contrario, la Nueva Era es una dulce
conspiracin contra la violencia del paradigma mecanicista. Ensea que para salir de
este mal paso, hay que invertir los valores y volver a poner lo espiritual encima de la
materia.
Este acrecentamiento de la conciencia es sumamente importante para los discpulos del
nuevo paradigma. Dicho movimiento empieza por una concentracin cuya prctica nos
lleva a la conciencia de nuestra propia conciencia (conciencia trascendental). Poco a
poco, llegando a esta interiorizacin mxima de su conciencia, el hombre alcanza el
punto extremo en el cual su conciencia ya no se distingue de la conciencia del universo
(conciencia csmica). En fin, el conocimiento exttico con la conciencia del universo se
identifica como experiencia mstica, es decir, como encuentro amoroso con la realidad
ltima, el Espritu de Dios (conciencia divina).
1.4 La realidad juvenil
Hablar en todo este contexto revisado anteriormente de la juventud entraa algunas
dificultades a nivel terico. Es decir a quin se considera joven? O por qu se le
considera as? Y qu caractersticas debe de tener alguien para ser catalogado dentro de
la palabra juventud?
Una primera idea que puede surgir al respecto es que el factor biolgico es el
determinante principal de esta categorizacin. Sin embargo, no puede ser todo tan fcil.
Cuenta de esto nos lo brinda Margaret Mead, nos da fe del proceso por el que los
varones al llegar a la pubertad son sometidos a diferentes ritos iniciticos que les
marcan su vida como adultos, atribuyndoles ciertas obligaciones y deberes
correspondientes. Estas situaciones siguen siendo bastante comunes en los grupos
tribales y constatan que la categora de juventud es inexistente e innecesaria. As,
habr que cuestionar por qu en occidente se ha clasificado la evolucin y crecimiento
de la persona humana en estratos bien delimitados, al menos en el imaginario colectivo
(niez, adolescencia, juventud, adultez y senectud).
El concepto de joven ha variado en el transcurso de la historia. En las sociedades
primitivas se consideraban pberes, en las sociedades antiguas efebos, mozos en
el antiguo rgimen, muchachos en las sociedades industriales. Cada una de estas
denominaciones, tiene una conceptualizacin diferente de la nocin de juventud (desde
las edades dentro de las cuales se encasilla la etapa juvenil, hasta la forma de afrontar el
momento).
La segunda mitad del siglo XX, ha presenciado la irrupcin de la juventud 22y de esta
forma, aparece el concepto de joven como ahora lo conocemos, la juventud y lo
juvenil son conceptos post industriales, y nacen en una sociedad donde la base
econmica es la produccin de servicios, aqu el individuo ya no es pasivo, sino es actor
y protagonista en la escena pblica.
Segn Feixa, cinco son los factores de cambio fundamentales que generan la
modificacin profunda de las condiciones sociales para que aparezcan las culturas
juveniles.
22
Feixa, 1998
Crecer en una sociedad postindustrial, implica sobre todo, crecer en un ambiente lleno
de cambios constantes, los cambios introducidos por el sistema capitalista, la
modernizacin social, tecnolgica e industrial el paso de una sociedad agraria y rural, a
una sociedad industrial y casi inmediatamente una sociedad de servicios, hacen que todo
el ambiente de vida est en constante cambio. La consecuencia: una crisis socio cultural
que trae consigo profundos cambios de valores que se expresan en conceptos como
pluralizacin o individualizacin de las formas de vida.
Ante esta situacin social, el adolescente o el joven, est frente a una fuerte exigencia
con relacin a sus propias competencias, se ve obligado a asumir una nueva forma de
responsabilidad ante sus xitos o fracasos, es decir decisiones como a qu escuela ir,
qu estudiar, a dnde salir, dnde vivir, etc., son libertades que al ser individualizadas,
confrontan a cada individuo con un nmero cada vez mayor de riesgos, por ello algunos
autores llaman a nuestras sociedades actuales sociedades de riesgo.
La libertad de la que se habl antes se mezcla con el miedo del fracaso, es por eso que
hoy se aprecian corrientes juveniles contradictorias: algunos apasionados actores
sociales, otros eternos desencantados. Es por ello que Feixa define a la generacin
actual como generacin X, y asegura que la cultura juvenil posmoderna, ya no es el
resultado de la accin de los jvenes marginales (minoras revolucionarias), sino del
impacto de los modernos medios de comunicacin en un capitalismo cada vez ms
transnacional. Ms all de la actitud de los jvenes hay que comprender quin es joven
hoy. En 1900, una mujer no se consideraba muy joven cuando a los 17 aos tena dos
hijos, como explica Beatriz Sarlo, hoy lo juvenil se puede extender a cualquier edad;
Orson Wells, no era muy joven cuando filmaba El Ciudadano Kane, as como Greta
Garbo y Mara Felix nunca fueron adolescentes, siempre proyectaron una imagen de
mujeres adultas y maduras.
En cambio hoy parece que cualquiera que viva una cultura de consumo simblico
juvenil se inscribe dentro de la juventud; Frank Sinatra nunca fue tan joven como los
Beattles, ni Jimmi Hendrix tuvo nunca la juventud de Mick Jagger el vocalista de los
Aerosmith; ser joven es una cuestin de estilo
Para ello se ha creado un mercado joven, tiendas, bares, moda, etc., solo para jvenes;
la juventud es ms prestigiosa que nunca es un territorio en el que todos quieren
vivir indefinidamente23 y sin embargo, las culturas juveniles son elitistas para quienes
no cumplen con sus condiciones y expulsan a los falsificadores, se crea as una guerra
generacional, consagrada en la crisis de las instituciones y de la autoridad.
23
Sarlo, 1995
24
Etapa o crisis
psicosocial de
Erikson
12 a 20 aos
Identidad contra
confusin de roles
20 a 40 aos
(adulto joven)
Intimidad contra
aislamiento
ibid
Por otro lado debe tomarse en cuenta los que trabajadores precoces, por la razn de sea,
las nias madres, etc. Adems de los que desarrollan retrocesos, escondindose en los
grupos como refugios afectivos, un espacio infantilizado para ser querido. Hay que
reconocer con Coleman (1985) la existencia de identidades mltiples en los jvenes y
en la construccin de identidad estados o condiciones distintas.
c) La Juventud como cultura.
Se asocia a modos de pensar, sentir y percibir y actuar que atraviesan las actividades de
un grupo y lo distinguen de otros, lo que desde ya ubica a la juventud en coordenadas
espacio-temporales, en un tiempo histrico especfico y en una realidad socioeconmica
particular. Dentro de la cultura juvenil se pueden encontrar numerosas expresiones
culturales propias por lo que se les denomina culturas juveniles.
En este contexto la juventud es una construccin social, es una forma de
comportamiento resultante de una realidad histrica, que se asocia a la formacin de la
sociedad industrial moderna. Segn Feixa (1988) es posible diferenciar a travs de la
historia modelos diferentes, asociados a su vez, a diferentes modelos sociales: pberes,
en las sociedades primitivas son estado; efebos en los estados antiguos; mozos en las
sociedades campesinas preindustriales; muchachos en la sociedad de la primera
industrializacin; y jvenes en las sociedades modernas y postindustriales.
Surgen pequeos grupos o micro sociedades juveniles, que logran cierto nivel de
autonoma de los adultos. Carlos Feixa (1998) las valora como la manera en que las
experiencias sociales de los jvenes son expresadas colectivamente mediante la
construccin de estilos de vida distintos, localizados en el tiempo libre, o en espacios
intersticiales de la vida institucional. Cada diferenciacin de cada micro sociedad
implica un bricolage donde se resignifican los smbolos u objetos, sin bsqueda de
burla.
Por otro lado se acenta lo que se denomina Tribus urbanas. Que compensan la
atomizacin y la disgregacin de las grandes urbes, ofreciendo pertenencia a grupos,
principalmente para quienes no logran la integracin social, a travs de la educacin y el
trabajo. Los tpicos de asociacin pueden ser (siguiendo a Juan Claudio Silva 2002):
Comunidades emocionales, que se fundamentan en las comunidades emocionales
intensas, a veces efmeras y sujetas a la moda;
Energa subterrnea, lo que se refiere a las resistencias y las prcticas alternativas que se
oponen a la pasividad e hiper receptividad;
Nuevas formas de sociabilidad, se alude a que lo fundamental es vivir con el grupo,
alejarse de lo poltico para adentrarse en la complicidad de lo compartido al interior del
colectivo y
1.4.1
Hay una fuerte tendencia a aumentar la influencia de esta cultura sobre los valores y
comportamientos de los jvenes. Esta cultura es propagada por los medios electrnicos
de comunicacin y por la industria de la msica.
Al entrar en el nuevo milenio el ideal de vida presentado es el joven. El joven simboliza
energa, fuerza fsica, emociones fuertes, autenticidad, espritu de aventura, espritu de
libertad y coraje para cuestionar.
Los valores y tambin los antivalores son transmitidos a travs de tres elementos
importantes:
El culto de los hroes: Los jvenes buscan hroes que sirvan como modelo y
mapas para mostrar por donde caminar en tierra extraa. La industria aprovecha
de esta necesidad profunda presente en el psquico del joven para presentarle
dolos, artificialmente producidos, y vender sus productos. Algunos hroes
tienen efectos negativos.
El mito de la juventud homognea: Hay que tomar como horizonte los diversos
sectores juveniles a los que sus espacios de desarrollo los diversifica. El joven que se
ubica en la extrema pobreza, donde el hacinamiento habitacional, el dficit econmico y
de oportunidades, la amenaza de enfermedades infectocontagiosas as como la oferta de
drogas y alcohol implican un sector donde lo arriba expuesto se manifiesta con
caractersticas muy propias. La mujer en situacin de extrema pobreza tiene solo el
horizonte de ser madre, ser esposa y duea de casa. Tiene una tendencia a buscar un tipo
de religin que acenta la resignacin y reproduce la dominacin.
La tendencia al deterioro social Una juventud con pocas perspectivas para el futuro.
El mundo de cambio del milenio ofrece pocas perspectivas para los jvenes de
Latinoamrica. Solamente los jvenes altamente formados y especializados pueden
mirar el futuro con confianza26.
25
Revista Medelln Vol XXIV No 94 Junio de 1998 ITEPAL P. Jorge Born, cssp. Las grandes
tendencias de la situacin juvenil: El futuro de la juventud en el contexto del tercer milenio. Pp. 178
205.
26
A finales de 1995, en una reunin a puertas cerradas, 500 representantes de las lites mundiales
debatieron las perspectivas del mundo para el siglo 21. La evaluacin fue devastadora: bastar un 20% de
la fuerza de trabajo para hacer girar la rueda de la economa. El restante 80% de la fuerza de trabajo
deber contentarse con un poco de pan y circo M. Hans Peter S. Harald, A armadilha da
globalizacao: o assato a democracia e ao bem-estar social. Sao Paulo, 1996, Globo.
La tendencia a la globalizacin
forma, el estilo se forma por fragmentos tomados de aqu y all que se integran
en un universo esttico nuevo vinculado a uno u otro grupo. Lejos de ser
arbitraria, la bsqueda de sentidos, puede ser clave en sociedades como las
nuestras, ya que se convierte en el motor de la produccin de identidades y en
fundamento de la identificacin social, los jvenes as se vuelven protagonistas
de la produccin de smbolos culturales.
El estilo se conforma por el lenguaje, msica, producciones culturales, actividades
focales y esttica; es esta ltima, la que se enfoca cuando se habla de un tema tan
especfico tatuaje y piercing.
Estas prcticas se inscriben dentro de los procesos de identidad que Jos Valenzuela,
(1998) define como identificaciones gregarias, es decir, aquellas comprendidas en
expresiones y gustos definidos por imitacin, conductas de agregados de jvenes que
participan de elementos comunes sin que existan vnculos entre ellos, estas prcticas
pueden considerarse como procesos rituales de identificacin, y es precisamente este
carcter global- personal el que define las prcticas estticas en cuestin (tatuaje y
piercing), porque van ms all de la conformacin de grupos especficos, por ejemplo,
roqueros, ravers, hippies, todos aparentemente dismiles, comparten estas prcticas de
tatuado y perforacin, sin necesariamente estar vinculados directamente entre ellos o
mantener ningn tipo de relacin social. Estos son rituales que aparentemente tienen
un amplio carcter generacional ms que grupal.
1.5.2.2 Identidad y Rito
En cuanto a la presencia del rito en la configuracin de identidades, Aug (1994)
plantea el ritual como una manera de generar un sentido social. El rito est formado de
dos ejes: el que va de lo individual a lo colectivo, constituyndose como un eje de
identidad; y el que va del s mismo al otro, donde se genera el eje de la alteridad y
la identificacin; El rito introduce la mediacin entre la pertenencia y la apariencia.y
en la interseccin de los dos ejes, individual y colectivo, y el s mismo y el otro (Aug,
M. 1994) Esta relacin de alteridad, es la que mantiene vivas las lgicas de interaccin
social.
Refirindonos a las ciencias antropolgicas, recordamos a Turner quien retoma la
definicin de rito planteada por Van Gennep, al explicar que son ritos de paso, aquellos
que acompaan a cualquier tipo de cambio de lugar, posicin social, de estado o de
edad (Turner, V. 1980). Estos ritos poseen tres fases: separacin, marginalidad, y
agregacin.
La primera implica la separacin de las personas del grupo para comenzar a pasar de un
estado al siguiente y luego reincorporarse con la tercera fase de agregacin; pero es la
segunda fase, la de marginalidad o limen la que ms se acerca a nuestro tema, en esta, el
individuo transita de un estado a otro, y se trata de una especie de limbo, ya que no
estn ni en el estado inicial ni en el final; a esto se le denomina fase liminar del rito;
lo ms sobresaliente de esto, es el estado emocional-espiritual de la persona, quien en
este proceso ocupa una posicin social ambigua.
La persona liminar, tiene caractersticas ambiguas, con pocos atributos, es casi
invisible en este sentido, a la vez, puede estar marcada por una serie de contrastes con
relacin a la vida social regular, los smbolos que lo constituyen, son extraos y
complicados porque su condicin propia es la de la ambigedad y la paradoja, una
confusin de todas las categoras (Turner, V. 1980).
El estado liminar es la negacin de todos los estados concretos y definidos, pero al
mismo tiempo es la raz de ellos, y genera de esta forma nuevas ideas pensamientos y
costumbres ya que transita por un momento de reflexin acerca del yo.
Otra caracterstica de las personas liminares, es que no tienen nada. No tienen
estatus, ni propiedad, ni insignias, ni vestidos normales, ni rango, situacin de
parentesco, nada que los deslinde estructuralmente de sus compaeros. (Turner, V.
1980) por ello vive un momento de intenso sentido comunitario, de solidaridad, respeto
e igualdad.
Los jvenes en estados liminares (debido a la prctica de ciertos rituales de carcter
juvenil, entre los que estn el tatuado y el perforado) actan de una manera similar, se
identifican porque viven este momento colectivamente, como ya se explic antes la
apropiacin que en algn momento se hace del otro, facilita la existencia de este estado,
El grupo liminar es una comunidad o comitiva de camaradas y no una estructura de
posiciones jerrquicamente dispuestas trasciende distinciones de rango, edad e
incluso , indeterminados grupos culturales, de sexo (Turner, V. 1980)
La antropologa explica que en algunas sociedades este estado, puede convertirse en
caracterstica de grupos particulares. Los ritos, son ms recurrentes en sociedades de
pequea escala, y es por ello que estn tan presentes dentro de las culturas tribales
juveniles, los jvenes estaran entonces entrando y saliendo de una serie de ritualidades
de tiempos cortos, como explica Barbero, donde dura ms el estado liminar que las otras
fases, por ello se identifican tanto entre s, por ello parecen estar encerrados en s
mismos, solo abiertos a sus semejantes.
La simplicidad de estado individual del joven liminar, contrasta con la complejidad
cultural del momento, es por ello que los fenmenos juveniles resultan tan difciles de
comprender.
En todo este contexto de la juventud se hace necesario rescatar ciertas caractersticas
ms trascendentales como la espiritualidad que trasciende y trastoca ciertos aspectos e la
vida llegando a cuestionarlos y proyectarlos en una diferente realidad social, cultural,
poltica, coadyuvando con algunos elementos sustanciales para la construccin de una
sociedad con ms esperanza.
2 El surgir de la Espiritualidad en el ser humano
La palabra espiritualidad es considerada por muchos como fruto de la modernidad,
debido a que su origen se remite a la escuela espiritual francesa del siglo XVII y se
refiere a la relacin personal del ser humano con Dios. Sin embargo, la forma abstracta
de espiritualidad tiene su origen en la poca patrstica. En este contexto encontramos un
texto atribuido a Jernimo, pero que en realidad pertenece a Pelagio, donde aparece la
siguiente frase: Age ut in spiritualitate proficias: designando con esta expresin el
concepto de espiritualidad como vida segn el Espritu de Dios y como progresin
abierta a realizaciones ulteriores. Posteriormente, en el siglo VI, Dionisio, al traducir a
Gregorio de Niza hizo el cambio del trmino griego pneumatk por el latino
spiritualitas, con la explicacin siguiente: Consiste en la perfeccin de la vida segn
Dios.
En el judasmo la palabra ruah (espritu, respiracin, viento, es decir lo que da vida y
nimo) designaba una doble dimensin, la fuerza de la vida individualizada y el podero
de Javh que acta sobre su pueblo como don proftico y como sabidura personificada.
La Biblia no presenta una teora sobre la espiritualidad sino contenidos, especialmente
en Pablo.
A continuacin se presentan ciertos aspectos relevantes sobre el significado de la
espiritualidad desde la ptica del rescate del aspectos espiritual que sostiene a la persona
como lo expresa Vctor Frankl, haciendo de la espiritualidad una realidad trascendente
de la persona por la bsqueda del sentido de vida.
2.1 Fundamentos antropolgicos de la Espiritualidad
El termino espiritualidad ha sido adoptado y adaptado a las diferentes ciencias que se
acercan al ser humano, tambin ha comenzado a usarse nivel ms popular. Al ser una
palabra usada fuera del mbito religioso, se le ha dado una gran variedad acepciones su
concepto esta muy relacionado con trminos como religin, sagrado, secular
Los estudios seculares han enfocado a la espiritualidad desde un ngulo estrictamente
acadmico desconectndolo del compromiso de fe, a tales estudios se acercan muchos
autores como Marx Freud Durkheim, el Catorceavo Dalaylama que hablan de
una espiritualidad laica. Este tipo de estudios cientficos van de la mano con varias
investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo, y a pesar de la diversidad
geogrfica presentan algunos rasgos comunes sobre todo en la juventud.
En ellos se muestra que hay un florecer de experiencias espirituales, sagradas y
religiosas de los jvenes. La nueva religiosidad se desliga de dogmas rgidos y de
instituciones religiosas y prefiere la psicologa y la religiosidad oriental. Espiritualidad
es una de las palabras preferidas de la nueva religiosidad y las diferencias en edad
marcan tambin notablemente las diferencias en espiritualidad.
La espiritualidad es una realidad intrnseca a la naturaleza humana y es el recurso ms
profundo y potente que tiene la persona. Cada ser humano es capaz de desarrollar en
forma gradual su espiritualidad.
Las necesidades espirituales y el mantenimiento del bienestar espiritual son
componentes importantes del ser humano, pero con frecuencia es un aspecto
desatendido en el estudio holstico, el aspecto espiritual es parte integral del ser humano
caracterizado por el significado de la vida y la esperanza. La espiritualidad ampla la
dimensin de la visin holstica de la humanidad.
El concepto espiritualidad es multidimensional que penetra la totalidad del ser humano.
Muchas veces se piensa que esta parte del cuidado lo proveen sacerdotes, pastores o
personal clerical, esto de acuerdo a las prcticas religiosas de cada persona.
Hay que establecer definiciones que aclaren y amplen el significado del concepto para
tener en una visin amplia. A travs de la revisin de la literatura se encontr amplias
definiciones del concepto espiritualidad. Se encontr que la palabra espiritualidad se
deriva del latn espritu, que se refiere a aliento, aire, viento. ONeill (1998), en su
artculo Spirituality and chronic illness, hace referencia a la definicin de Domberck
(1995), que plantea que el espritu es lo que anima o da vida a una persona. El
diccionario de la Lengua Espaola lo define como el alma racional, vigor natural y
virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar. Segn Burkhardt (1993), establece
que la espiritualidad es una creencia religiosa o una relacin con una fuerza superior,
fuerza creativa o un ser divino o fuente de energa infinita. Espeland (1999), en su
artculo Achieving spiritual wellness, menciona que de acuerdo a Wright (1998), la
espiritualidad es la dimensin de una persona que envuelva su relacin con l mismo,
con otros, con un orden natural y con un ser o fuerza superior que se manifiesta a travs
de expresiones creativas y envuelve prcticas religiosas.
La espiritualidad es una cualidad o esencia que integra o transciende la naturaleza
biopsicosocial del individuo. Es todo aquello que le da significado a la vida. Implica
una cualidad de trascendencia, una fuerza que gua, algo fuera del ser, ms all del
individuo. Son creencias o sistemas de valores que proveen fuerzas, esperanza y
significado a la vida, la espiritualidad es una energa creativa e integradora que se basa
en las creencias y el sentido de estar interconectado con una fuerza mayor que la
persona misma. Es una fuente de fortaleza interior y paz que ayuda a expresar los
puntos de vista del individuo y el comportamiento mientras el individuo busca
esperanza y significado de su vida. La Enciclopedia Britnica define espiritualidad
como una filosofa, una caracterstica de cualquier sistema de pensamiento que afirma la
existencia de una realidad inmaterial imperceptible a los sentidos.
Todas las personas son espirituales, pero existe descuido por la afiliacin a una religin
o devocin. Las creencias religiosas y espirituales son importantes en la vida de los
individuos y pueden influir en los estilos de vida, actitudes, sentimientos acerca de la
enfermedad y la muerte.
Las creencias religiosas o espirituales asumen gran importancia en el momento de la
enfermedad y en momentos transcendentales en la vida del individuo. Estas ayudan al
individuo a aceptar su enfermedad y poder compartir con otras personas sobre su
condicin de salud. Otros individuos ven la enfermedad como una prueba de fe y
piensan que si sta es suficientemente grande van a sentirse mejor. Vindolo desde otra
perspectiva, la enfermedad es aceptada usualmente por todos, pero no mezclan sus
creencias religiosas. Usualmente las creencias religiosas o espirituales ayudan los
individuos a aceptar sus enfermedades y a planificar su futuro. La religin puede servir
de ayuda al individuo en el proceso de la muerte, y lo ayuda a fortalecerse durante la
vida (Kozier, 1995).
Como tercer atributo est que la espiritualidad es una energa constante pero
dinmica. Esta energa dinmica hace que la persona vaya en busca de bienestar,
propsito y significado de la vida. Esto a su vez hace que se supere la realidad
material.
Otros conceptos asociados a espiritualidad son: esperanza, aceptacin y la autotrascendencia. La esperanza enfoca el factor tiempo, se proyecta hacia el futuro
proveyendo al individuo energa para la bsqueda y persigue una meta o resultado
esperado. Una vez el individuo establece sus metas, esto le sirve como fuerza
motivadora. Aunque la esperanza es positiva, el no conocer lo que el futuro determinar
crea incertidumbre y sentido de incomodidad; pero el individuo basado en sus
conocimientos y acciones mira el futuro de forma positiva.
En el concepto aceptacin el individuo esta satisfecho y/o acepta situaciones pasadas y
presentes. Est satisfecho con el mismo y con otras personas. La aceptacin lleva al
individuo a tener paz y sentido. Por otro lado la auto-trascendencia se define como la
experiencia de una extensin introspectiva y sentir inters por otras personas. Esta
tendencia de buscar ms all del individuo mismo y sentir inters en mirar hacia otras
personas, provee para la bsqueda de significado y propsito de la vida.
Existen varios factores que estn presentes tanto en el concepto espiritualidad como en
el concepto esperanza, aceptacin y auto-trascendencia. Estos son la energa,
sentimiento, la relacin con otras personas y la relacin con la misma persona. En
resumen, el proceso de aceptacin y los aspectos de trascendencia del individuo pueden
resultar en un sentimiento de conexin o de relacin con la espiritualidad.
El concepto espiritualidad puede ser utilizado para describir otros conceptos del ser
humano. Estos pueden ser una interrelacin armoniosa, una fuerza interior, tener
conocimiento, el hacer, ser, bienestar espiritual, trascendencia, salud espiritual. Estos
pueden ser una forma de definir como se sienten los individuos. Estas son diferentes
formas de identificar experiencias y sentimientos de las personas.
Este concepto tiene diversos usos que en conjunto a las creencias religiosas ayudan a los
individuos a movilizarse hacia altos niveles de bienestar. Entre los usos esta el que las
creencias espirituales sirven de gua a los aspectos del diario vivir. Estas creencias son
fuente de soporte y fortaleza interior que promueven al individuo hacia un ptimo nivel
de bienestar. Otro de sus usos es que las creencias espirituales ayudan a resolver
conflictos internos del individuo y aun cuando puede estar influenciado o no por el
aspecto religioso, ayuda a la solucin de conflictos en la vida de los seres humanos.
Siguen resonando aquellas palabras de Pablo VI en, 20: La ruptura entre Evangelio y
cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo. Una fe que no encuentra
medios para poder expresar su contenido a la cultura de su tiempo o que sigue haciendo
uso de unas categoras propias de otro momento histrico, difcilmente podr ser vivida
como buena noticia. Una cultura donde la presencia de Dios ya no es una suposicin
sostenible y donde Su ausencia ya no es un peso sentido y, de hecho abrumador, ya no
puede alcanzar ciertas dimensiones del pensamiento y de la creatividad27.
Desde el Vaticano II hasta nuestros das muchos han sido los anlisis que, desde
distintas instancias, se han hecho sobre la cultura actual, poniendo de manifiesto los
retos y las posibilidades que dirigen a la evangelizacin. Aunque siempre hay un riesgo
27
de olvidar los valores positivos de la cultura actual -que los hay y hay que destacarlosconviene enumerar algunos de los retos que nos obligan a entrar en dilogo con ellos.
28
Los retos anteriores tienen un eco especial en el mbito universitario, al ser ste un
espacio que atiende a la formacin integral de la persona por medio de una transmisin
orgnica, sistemtica y crtica de la cultura. Esta formacin integral exige que la
transmisin de la cultura no se reduzca slo a aquellos saberes fundamentados en una
racionalidad instrumental, pues as se estara impidiendo, al menos como pregunta, la
posible relacin del hombre con Dios. Es en el marco de esta formacin integral donde
hay que situar la necesidad del saber religioso en la universidad, pues sta no slo debe
instruir en conocimientos y destrezas, sino tambin educar, algo que no se puede
realizar sin el cultivo de las diversas dimensiones de la personalidad de los alumnos,
entre las que se encuentra la religiosa. Es esta inculturacin del evangelio la que nos
obliga a estar atentos a las claves culturales que definen dicho mbito, pues slo as nos
29
Cf. Cons. Pont. De la Cultura Cons. Pont. Para el Dilogo Interreligioso, Jesucristo, portador del
agua de la vida. Una reflexin cristiana sobre New Age, Palabra, Madrid 2003.
encontramos con los desafos que nos dirigen cuando queremos presentar el mensaje
cristiano.
a) Frente a los que se empean en oponer a Dios y al hombre hay que afirmar que
en la revelacin cristiana la Gloria de Dios y la gloria del hombre se suman y
consuman juntas. Lo propio del evangelio no es el aut del atesmo (Dios o el
hombre) sino el et-et (Dios y el hombre).
b) Frente a la exaltacin del conocimiento cientfico, como hace el cientifismo, hay
que decir con Juan Pablo II que ste lleva al empobrecimiento de la reflexin
humana, que se ve privada de los problemas de fondo que el animal rationale se
ha planteado constantemente, desde el inicio de la existencia terrena (Fides et
ratio, 88). La mentalidad utilitarista, que se deriva del uso exclusivo de una
razn cientfica, nos empuja a concebir nuestra relacin con Dios desde una
clave funcional, lo que supone hacer de l un objeto del que disponemos a
nuestro antojo. La recuperacin de la dimensin trinitaria de Dios es
fundamental para desterrar el dolo que hemos levantado en funcin de nuestros
intereses.
c) La moral en el cristianismo es el resultado de una experiencia religiosa en la que
convergen la llamada de Dios y la respuesta humana. Siendo cierto que del
evangelio emanan una serie de exigencias y de valores que, con el correr del
tiempo, han entrado a formar parte del patrimonio tico comn de la humanidad,
sin embargo, conviene preguntarse si la desaparicin en el horizonte de Dios no
convierte a la tica en un fardo demasiado pesado para ser cargado por el
individuo.
d) Nos encontramos ante una forma de religiosidad sin un Dios personal. El
regreso o el despertar de lo religioso en Occidente exige sin duda un
discernimiento exigente. Si bien se trata, en la mayor parte, ms de un regreso
del sentimiento religioso que de una adhesin personal a Dios en comunin de fe
con la Iglesia, no se puede negar, por otra parte, que muchas personas en nmero
creciente, vuelven a estar atentos a una dimensin de la existencia humana que
caracterizan, segn los casos, como espiritual, religiosa o sagrada30. Pero, frente
al optimismo de algunos, el retorno de lo sagrado no significa, necesariamente,
el retorno de lo cristiano. Ms bien, retorna la religin, pero bajo su figura
pagana.
e) El dilogo con los otros no puede llevarse a cabo ocultando la verdadera
identidad de cada una de las partes, en aras de un consenso que oculte las
diferencias. El dilogo, dice Juan Pablo II, no puede basarse en la indiferencia
religiosa, y nosotros como cristianos tenemos el deber de desarrollarlo
ofreciendo el pleno testimonio de la esperanza que est en nosotros. No debemos
temer que pueda constituir una ofensa a la identidad del otro lo que, en cambio,
es anuncio gozoso de un don, para todos, y que se propone a todos con el mayor
respeto a la libertad de cada uno: el don de la revelacin del Dios-Amor31.
f) El cristiano est convencido de que existe la verdad, que sta tiene rostro
concreto, Jesucristo, y que en la Iglesia y por la Iglesia se hace l mismo
presente al mundo. Ahora bien, el ofrecimiento de esta verdad de Dios quedara
en el vaco si no fuera aceptada en la fe y testimoniada, lo que no invalida el
esfuerzo de la razn por conocerla, pues la tentacin fidesta olvida siempre que
30
31
Cf. Consejo Pontificio de la Cultura, Para una pastoral de la cultura, Edice, Madrid 1999, 36.
Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 56.
Cf. J. A. Prez Tapias, Internautas y nufragos. La bsqueda del sentido en la cultura digital, Trotta,
Madrid 2003, 178-179.
33
U. Eco, A todos los efectos, en Vv. Aa., El fin de los tiempos, Anagrama, Barcelona 1999, 238.
Pues bien, conociendo mejor qu entendemos por experiencia y cmo sta se desarrolla
y adquiere valor o, por el contrario, se debilita y pierde control sobre s misma,
podemos comprender mejor lo que ha pasado y el reto de cambio que ahora se presenta.
Ante el mismo reto estamos ahora, solamente que ms profundo y radical: hacer al
cristianismo experiencial, hacerlo vida, camino y mtodo de experiencia y de vida. El
reto de la cultura actual en lo que ms tiene de matricial a la espiritualidad cristiana es
hacer la experiencia de Jess. El desafo se nos presenta en estos trminos
innegociables: o hacemos la experiencia de Jess o no somos cristianos. A este objetivo
se subordina todo lo dems, comenzando por la misma fe en Jesucristo, en su divinidad,
en que es el Hijo de Dios hecho hombre. A este mismo objetivo se subordina toda la fe
soteriolgica o salvfica y redentora en Jesucristo.
Es en la recreacin hoy de la experiencia de Jess, vivida gracias a El y con El pero por
nosotros, que nos realizaremos como hijos de Dios en Cristo, que seremos salvos y
redimidos, y no al revs. No es el dogma por el dogma, ni la adhesin terica del mismo
lo que nos realiza, es la realizacin misma de lo que creemos, es la experiencia. Dicho
de otra manera, lo primero que tenemos que ver en Jess no es un salvador ni un
redentor, frente al cual de raz ya nosotros nos sentimos objeto de redencin, sino un
mstico, frente al cual nosotros nos sentimos sujetos invitados, en igualdad de
condiciones, a hacer la misma experiencia. Experiencia que, como en Jess, implicar
gracia y encuentro personal con un Dios personal. Nosotros no somos cristianos por
conocimiento personal elitista -gnosticismo, New Age- ni por una experiencia y
sentimiento pantesta -New Age-. El encuentro cristiano con Dios es inseparable del
encuentro con el hermano. La experiencia religiosa de Jess y, en consecuencia, la
experiencia del cristiano, es una experiencia religiosa de Dios en el otro, la experiencia
ms grande y comprometedora que se pueda tener del ser humano. Por ello una
experiencia as no le teme a la accin, a la solidaridad y al compromiso. Contra lo que
normalmente creemos, jams es sospechosa de traicin o dimisin. Si es experiencia
cristiana, no puede renunciar a ella misma, a la identificacin con el otro, al gape. La
sospechosa es la teora, que sin embargo tanta seguridad parece darnos, seguridad
terica por cierto. El reto, como se ve, supone una relectura en clave de experiencia de
todo, comenzando por el evangelio, la vida y palabra de Jess, de la transmisin que de
ellas nos hicieron las primeras comunidades. Supone igualmente la relectura profunda
en clave de experiencia de la celebracin de la fe. La funcin terica ha penetrado la
misma celebracin hacindola racional y abstracta. Y, supone, como ya queda dicho,
una relectura crtica en la misma clave de toda la teologa.
La experiencia cristiana no es automtica ni est a salvo de peligros y riesgos. Conoce
los mismos peligros y riesgos que cualquier otra experiencia religiosa. De ah la
prioridad que habr de concederse al acompaamiento, orientacin y gua en este
camino, algo que se dej por siglos a las diferentes formas de vida monstica y a sus
imitaciones y prolongaciones. Los cristianos tenemos que ser hombres y mujeres de
experiencia de Dios y nos tendr que ser connatural el saber compartirla, el incitar a
otros a hacerla, el mostrarles que es posible, que vale la pena, el darles confianza y
seguridad. Solamente hay una cosa que, como Jess, no podremos hacer, porque,
adems de hacerlo imposible la naturaleza misma de las cosas, implicara una posicin
inviable y dogmtica: hacer la experiencia por otros.
Cada quien tiene que hacer la experiencia por s mismo. Por ello tampoco, aun teniendo
que ser en nuestro caso todos caminos cristianos, no habr dos iguales, cada quien
tendr que hacer el suyo.
Unidad II
LA VIVENCIA PERSONAL DE JESUCRISTO
(Acentuacin espiritual)
Introduccin
Al abordar el contenido de esta segunda unidad, es preciso tener en cuenta, la
imposibilidad de un estudio exhaustivo, tanto del personaje central del tema: Cristo,
como de su obra; porque son inagotables. Razn por la cual, en el presente captulo,
presentaremos algunas cuestiones fundamentales de Cristologa, de Mariologa, de
Eclesiologa, de Sacramentos y procuraremos dar orientaciones para continuar, cada
uno, por su cuenta con el esfuerzo personal que supone, el estudio, la investigacin, la
reflexin, la aplicacin en la vivencia personal, nica e irrepetible, anterior, durante y
posterior al desarrollo, de este apasionante intento, de vivenciar, de actualizar nuestra
experiencia vital de Jesucristo.
Ante este acontecimiento real, y por tanto, un hecho concreto en la historia humana y de
cada hombre, que es la persona de Cristo, a quien lo experimentamos en todo encuentro,
por el que se nos invita a salir de nosotros mismos, a desarrollarnos desde dentro, desde
nuestra propia naturaleza, as como Dios nos ha hecho, desde el corazn, que tiene
como exigencia la unidad, la verdad, la bondad, la belleza, la justicia, la felicidad, que al
ser plenamente satisfechas, alcanza el hombre su realizacin ms plena: su perfeccin,
que lo alcanza tambin como un don gratuito de Dios al igual que su exigencia original.
La educacin, especficamente la salesiana, por su parte, confirma y desarrolla el
corazn34 del hombre, en cuanto percibe que la conciencia del yo vive como exigencia
esencial de una totalidad. Por lo que, un punto menos del todo no aplaca mi bsqueda,
esto es, no aplaca mi corazn inquieto35, en el sentido agustiniano. Pues, la educacin
viene a ser como la introduccin a la totalidad de lo real. El horizonte ltimo al que el
yo apunta como su objeto entero es la totalidad de lo real, lo real en todos sus factores:
dimensiones, ambientes y planos.
De ah la necesidad, para comprender tan alto misterio y hacerlo ms inteligible, ms
asequible al ser humano, el hacer dos consideraciones previas a modo de premisas
metodolgicas.
La primera: que la educacin significa el desarrollo de todas las estructuras del
individuo hasta su realizacin integral, y, al mismo tiempo, la afirmacin de todas las
posibilidades de conexin activa de esas estructuras con toda la realidad. El mismo
fenmeno desarrollar la totalidad de las dimensiones constitutivas del individuo y la
34
Don Bosco. Carta 10.05.1884. El que se sabe amado, ama y el que es amado lo consigue todo,
especialmente de los jvenes, o aquella que es ms conocida de todas las frases : La educacin es cosa
del corazn
35
San Agustn. Confesiones, Libro I. 1, a. Pensamiento profundo que constituye, en clave de interioridad,
la explicacin de ese fenmeno religioso denominado conversin. Cfr. BAC Minor, 2 ed., Madrid, 1988.
Su efecto, viene descrito en: Libro X, 27: El impacto del encuentro con Dios.
36
37
1. La predicacin de Jess.
No se puede dudar de que Jess, cuando comenz a predicar, tena un nico tema
central: la cercana, la proximidad, la inminencia del reino de Dios. Las primeras
palabras de la predicacin de Jess en san Marcos, que resumen todo lo siguiente, dicen
as: Se ha cumplido el plazo, est cerca el reino de Dios: convertos y creed en el
Evangelio (Mc 1, 15). Pero el Evangelio, la buena noticia, no es otra cosa que este
estar cerca del reino de Dios. El Bautista tambin haba invitado a la penitencia; pero no
se haba referido al juicio venidero y definitivo de Dios. Para Jess, la meta de la
conversin del hombre es que para l, en lugar del juicio por los pecados, el anuncio
gozoso es ste: el reino de Dios est cerca, y t ests invitado a entrar en l. Pero un
segundo punto diferencia el mensaje de Jess de la predicacin del Bautista: ste remite
a algo poderoso, ante lo cual l queda muy atrs. Para Jess, en cambio, sus palabras,
sus obras y todo su ser son completamente inseparables de su mensaje. A l no slo le
est encomendada la predicacin del reino prximo, sino que, adems, esta proximidad
se reconoce slo en l, e incluso se tiene slo en l. Ya en el primer captulo de san
Marcos sus oyentes se preguntan todos estupefactos: Qu es esto? Este ensear con
autoridad es nuevo (Mc 1,27). Lo nuevo, lo que produce estupefaccin, es
precisamente esa autoridad que se hace visible y sensible en las palabras y la conducta
de Jess. Esta unin indisoluble de la predicacin del reino con la persona de Jess es
confirmada por todas las percopas de los Evangelios; no hay un solo pasaje que sea
contrario a ella. Ni siquiera necesitamos recurrir a pasajes tan claros como los del
Sermn de la Montaa, donde Jess, interpretando la palabra de Dios, supera antiguas
interpretaciones de la Ley: Habis odo que se dijo; pero yo os digo. Sin embargo, si
el reino de Dios y el mismo Jess forman una unidad de este tipo, por qu habla
entonces meramente de un estar cerca del reino? Por qu no dice simplemente: yo
soy el reino? La respuesta es que esta proximidad del reino ocurre de un modo
misterioso. De alguna manera est ya realmente aqu. Por eso, l puede decir: Si por el
Espritu de Dios expulso yo a los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de
Dios (Mt 12,28). Pero, por qu entonces est slo cerca? Digmoslo con toda
claridad: porque el mismo Jess no est sino llegando. l es como una palabra que hay
que pronunciar hasta el final, para que se pueda entender. Realmente, una palabra de
tres slabas: vida-muerte-resurreccin. nicamente despus de la ltima slaba, la
resurreccin, podrn comprender los discpulos toda la Palabra, y entonces la cercana
del reino se habr transformado en un haber venido total.
Ahora comprendemos tambin de golpe la doctrina central del evangelio de san Juan
sobre Jess como la Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento, Dios haba dicho
muchas palabras. Pero, en Jess, la Palabra se hace carne, es decir, Hombre. Sus
discursos y sus obras, su pasin y su ser como hombre es la Palabra ltima y que lo
sintetiza todo, que Dios tiene que decirnos. Todo lo dicho antes es verdad, pero la
unidad de la Palabra en el hombre Jess lo hace todo nuevo, le da a todo un sentido
inesperadamente unitario, trascendente, admirable. Y por san Juan comprendemos ahora
tambin por qu Jess no se predica a s mismo, sino el reino de Dios, al que l llama
tambin su Padre. l no es una palabra cualquiera, una palabra proftica, que habla
sobre Dios. Es la Palabra en la que se expresa Dios mismo. Una palabra humana nunca
habla de s misma, no se anuncia a s misma, sino que se refiere a algo, a un contenido.
Por esta razn, Jess puede decir: Si yo doy testimonio de m mismo, mi testimonio no
es valido (Jn 5,31). Al contrario, l anuncia algo, a Alguien, al Padre, a cuyo servicio
se entrega completamente, con todo su ser, He bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado (Jn 6,38). Pero, por otro lado, esta
Palabra que anuncia el reino del Padre es inseparable de su contenido, como hemos
dicho. Sera separable de l si no fuera otra cosa que el administrador de Dios en el
mundo (como dice H. Kng). No, el contenido reino y Padre no tiene en el Evangelio
_ en los cuatro Evangelios!_ ningn otro recipiente que la Palabra, el Hijo. Por eso se
dice con lgica aplastante: Mi doctrina no es ma, sino del que me ha enviado (Jn 7,
16). Pero esto con una reciprocidad singular, incomparable, entre el que habla y lo
hablado: El que me ve a m ve al que me ha enviado (Jn 12,45). Tan singular, que
ninguna otra relacin entre Dios y hombre es comparable con ella. Hablar de una causa
de Jess es equvoco, porque el Padre, que est en l y acta en l, es su verdadera
inquietud, su deseo ms vivo, pero no su causa.
San Juan no hace ms que transmitir lo que est va claramente presente en los
Sinpticos y en la predicacin ms antigua de Jess. Jess exige, pues, desde el
principio la fe en l. Segn esto, cmo alguien que no cree en l podra comprender su
inquietud y a l mismo? Pero, cmo puede tambin un creyente ver internamente que
aqu se abre una visin completamente nueva del Dios vivo, todava nunca vista? Se
hace visible algo tan deslumbrante, que el judasmo y el islam retroceden, horrorizados,
como ante el peor escndalo: Dios no slo en el cielo, sino como hombre en la tierra!
Y Dios no slo como el que habla y lo hablado, Padre e Hijo, sino, adems, tambin
como Espritu, como el amor libre y personal de ambos, dados al mundo! Dios como
amor trinitario, absolutamente en s mismo, y esto demostrado al mundo mediante el
envo del Hijo y su entrega por todos nosotros hasta la muerte. El dogma de la Trinidad
de Dios y de la redencin del mundo est presente en todas partes, implcita o
explcitamente, en los escritos neotestamentarios, encerrado en el ser concreto de Jess,
que siempre se refiri al Padre eterno con autoridad y a la vez con reverencia y llev
sobre s el Espritu eterno de Dios, para seguirle y, en ltimo trmino, para disponer de
l.
2. La interpretacin de Jess por la Iglesia
Con lo que hemos dicho anteriormente hemos dado ya, en el fondo, la respuesta
esencial a las mltiples objeciones contra las interpretaciones, aparentemente arbitrarias,
de las palabras de Jess por parte de la comunidad pospascual. Resumida a modo de
eslogan la objecin principal dice lo siguiente: del predicador nace el que ha predicado,
es decir, del que slo anunci el reino de Dios y no a s mismo naci el que ahora pasa a
ser el centro del contenido de la predicacin: Jesucristo, Hijo de Dios, redentor del
mundo de la misma naturaleza que el Padre, verdadero Dios y verdadero hombre en una
persona... Pero, por qu no iba a ser as para l, si, como hemos dicho, el reino de Dios
que predic estaba unido indisolublemente a su persona? Si con la consumacin de su
destino, es decir, con su muerte en la cruz y su resurreccin, llev a cumplimiento
tambin su predicacin, y as, el reino que al principio estaba slo cerca, se ha
convertido al final en el reino que ya ha llegado y est presente en l?
Conviene sealar al respecto que la predicacin de la Iglesia no se limita en modo
alguno a la persona de Jess, sino que se refiere siempre al Dios total: como cuya
epifana visible se ve y se comprende ahora a Jess. El mismo Jess predic el reino de
Dios, es decir, ms exactamente, el reino de aquel Dios al que Israel conoca como su
creador y Seor de la alianza y al que Jess, en un sentido completamente nuevo, nico,
llam su Padre, su Padre amado, Abba. Ese Padre tambin que da su Espritu Santo a
todos los que se lo pidan (Lc 11,13). Un Dios que tena los atributos ms hermosos, ms
vivos, del Dios de la alianza veterotestamentaria los oyentes saban perfectamente de
Quin hablaba y en cuyo rostro resplandecan rasgos admirablemente profundos,
profundizados por el modo de proceder y la conducta humana del propio Jess. Sin
formular un dogma sobre Dios, l les mostr con su vida, la Trinidad de Dios y su amor
infinito al mundo. El reino que predic no era una abstraccin incomprensible, sino algo
enfoques han sido tan poco contrarios entre s, que sera insensato construir desde ellos
un pluralismo cristolgico, que hara imposible la doctrina de la Iglesia. Es claro que la
elevacin de Cristo de siervo de Dios a Seor del mundo no es en absoluto contraria al
hecho de que l, tambin en el estado de humillacin, de knosis, fue siempre el Hijo
de Dios. Uno no se hace Dios, si no lo es desde siempre.
Por lo que respecta, sin embargo, a la idea que la Iglesia tiene de s misma, siempre
estuvo y sigue estando ante el misterio profundo de su origen. En la medida en que
Jess es el Mesas de Israel, la nueva y eterna alianza de Dios no es una segunda alianza
junto a la pactada con Israel, sino su plenitud, cosa que ya los mismos profetas haban
anunciado solemnemente. Pero en la medida en que Jess es algo ms que slo un mero
Mesas humano, y la nueva alianza se fund en su sacrificio, su carne y su sangre, la
realidad de la Iglesia trasciende al Israel preliminar, como el cuerpo a la sombra, dice
san Pablo (Col 2,17; Hb 8.5).
Toda teologa de Dios, de Cristo, de la Iglesia, de sus sacramentos y, finalmente, del
hombre y del mundo en general es siempre slo aproximacin a la Palabra, que en el
principio estaba en Dios, que era tambin Dios, que se hizo carne y en la que Dios se ha
revelado, dando gracia sobre gracia. Qu hermoso es sin duda que esta Palabra viva sea
siempre ms grande que todo lo que nosotros podemos dominar con palabras y
conceptos! Toda reflexin y expresin de la Iglesia sobre Dios debe ser en todo
momento slo motivo para la oracin, para la adoracin postrada, en la que confesemos
que la majestad y la condescendencia misericordiosa de Dios es siempre ms grande de
lo que nosotros podemos concebir.
3. La autoconciencia de Jess
No existe, ciertamente, una psicologa de Jess (como Guardini ha subrayado
repetidamente); y, sin embargo, la pregunta por su autoconciencia es inevitable para los
telogos, para los creyentes en general. Esto se ve leyendo algunas de las
investigaciones exegticas recientes, que creen poder demostrar que en un principio
Jess no supo absolutamente nada de su muerte inminente en la cruz las predicciones
se habran interpolado ms tarde y que, cuando vio que esta muerte era inevitable,
tampoco dijo nada sobre su fuerza salvfica para Israel, y menos an para todo el
mundo, y por tanto tampoco supo nada sobre ella.
Esta tesis, naturalmente, es contraria al texto de los Evangelios, en los que Jess no slo
predice su muerte y su resurreccin en muchos y muy centrales pasajes. Literalmente,
por ejemplo, cuando llama Satans a Pedro, porque quiere apartarle de la pasin; y con
metforas, cuando habla del bautismo que tiene que recibir y que le causa ya angustia,
del cliz (de la ira de Dios por los pecados) que ha de beber, Jess dice tambin, sobre
todo, que su muerte es lytron, rescate (Mc 10,45), y por todos, es decir, sin duda no
por Israel solo, sino verdaderamente por todos. Esta afirmacin se repite en las palabras
de la institucin de la Eucarista, en las que intilmente se quieren hacer reducciones; si
se critican estas palabras hasta prescindir de ellas, toda la fe de la Iglesia en la
Eucarista, en la ltima cena, y por tanto la presencia consiguiente de Cristo, queda
convertida en nada.
Por otra parte, tanto en los Sinpticos como, mejor an, en san Juan se ve que Jess
vive para una hora misteriosa, futura, que, segn san Lucas, ha deseado
enormemente y que ha comenzado con la ltima cena (Lc 22,15), una hora a la que
tambin tiene miedo y que, sin embargo, de ningn modo se puede evitar: Ahora mi
alma est agitada, y qu dir?: Padre, lbrame de esta hora. Pero si por esto he
venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre (Jn 12,27s.).
Desde cundo tuvo conciencia Jess de la hora que le esperaba? La respuesta es: desde
el principio. Esta no es slo la doctrina de los Padres de la Iglesia, que repiten a porfa
que Jess naci en ltimo trmino para poder morir, y precisamente para esta muerte
salvfica, sino que es lo que est tambin presente en toda su forma de vivir: en el riesgo
que implican sus palabras, palabras que slo puede atreverse realmente a pronunciar si
previamente las ve garantizadas con el patrn de oro de su pasin, y todava ms: en la
manera en que por adelantado predica el perdn del Padre y perdona l mismo los
pecados en nombre de Dios, algo que slo puede hacer porque est inspirado, tambin
previamente, por la reconciliacin entre Dios y el mundo por la cruz; finalmente, en la
manera en que obra milagros de curacin en los cuerpos y las almas, todos los cuales
son como un prstamo a cuenta de la pasin expiadora. l sabe que tiene que pagar todo
lo que prodiga anticipadamente como tesoros. En modo alguno le sobrevino la pasin
slo desde fuera, porque tuvo la desgracia de irritar contra s a las autoridades judas y
romanas, lo que desde luego hubiera sido evitable, si, por ejemplo, los escribas, los
fariseos y los saduceos se hubieran relacionado algo ms profundamente con l. Es
demasiado poco decir que Jess provoc su muerte. Tampoco la dese de ninguna
manera por s mismo; esto se manifiesta claramente cuando esquiva, huyendo o
escondindose, a los que quieren matarle, precisamente porque su hora no ha llegado
todava.
Pero a esto se objeta: su misin como Mesas de Israel era desde luego reconducir el
pueblo a Dios, y que hizo todo lo posible para cumplir esta tarea suya se ve de un modo
conmovedor claramente por sus lgrimas sobre Jerusaln, obstinada en su rechazo:
Cuntas veces he querido reunir a tus hijos,... y no habis querido! (Mt 23,37; Lc
13,34). Hubiera alegado realmente todo este esfuerzo y este celo, si hubiera sabido
previamente que iba a fracasar? La respuesta es: s, desde luego que s. La prueba de
esto son las vocaciones de los grandes profetas: Isaas, Jeremas, Ezequiel, a los que
desde el principio, en la primera llamada, se les dice que todo su esfuerzo ser intil, y
que, a pesar de todo, se dedican a su tarea con todas sus fuerzas, e incluso con toda
esperanza. Esto, por lo que yo s, apenas ha sido tenido en cuenta por los exegetas.
Pero tenemos que intentar penetrar an ms profundamente en la conciencia de Jess. El
Hijo de Dios vino para ensearnos, en lugar de la obstinacin y la desobediencia de
Adn, cul es la verdadera actitud ante Dios: la obediencia a la bondad y el amor
absolutos de Dios, la obediencia por amor, la obediencia hasta la muerte en la cruz, y
esto significa, para l, hasta la hora de las tinieblas, hasta beber el cliz de la ira de Dios
por los pecados del mundo. Por esta obediencia estamos reconciliados con Dios.
Obediencia es ms que sacrificios, se dice en el Antiguo Testamento; obediencia es
tambin ms que disponer de s mismo, que conocimientos propios. La obediencia del
Hijo es un bien mucho mayor que lo que los Padres de la Iglesia y los escolsticos _por
reverencia, naturalmente_ quisieron atribuirle a Jess: una visin bienaventurada
permanente del Padre, adems de un conocimiento exhaustivo de todas las cosas del
mundo, particularmente de su propio destino. Si uno lo sabe todo mejor que cualquier
verdadero Dios, puede ser a la vez verdadero hombre. Slo as el pensamiento sobre la
fe cristiana reproduce fielmente la imagen que nos es presentada por Jesucristo.
coloca esta aparicin a l en la misma lnea que las apariciones a San Pedro y a los
doce. No: slo a la luz de las apariciones de la Pascua se les pudo abrir a los discpulos
el sentido, ahora evidente, de la vida, las enseanzas y los milagros, pero sobre todo de
la pasin, del Jess terrenal. Ahora, cuando la Palabra haba sido pronunciada hasta el
final, se hizo comprensible el comienzo desde la totalidad.
Naturalmente, se necesita un tiempo hasta que en el espritu de los discpulos se ponga
en orden de alguna manera el tremendo torbellino: la obra de Jess, en s acabada,
contina, sin embargo, en ellos; la alianza con Abrahn y Moiss es a la vez superada y
llevada a su plenitud con l; lo comenzado en la vida de Jess recibe su sentido
definitivo con el futuro que ahora empieza, dure ste poco o mucho. Los discpulos, de
mes en mes y de ao en ao, experimentan cada vez ms intensamente estas palabras:
Cuando venga l, el Espritu (Santo) de la verdad, os guiar hasta la verdad plena.
Pues lo que bable no ser suyo,... porque recibir de m lo que os ir comunicando (Jn
16,13s.). Comprenden que al principio no es este el Espritu Santo el que establece la
continuidad entre Jess y la Iglesia; ellos fueron elegidos ya por Jess y enviados a
predicar y curar, y ya entonces lo dejaron todo por l. Y se piense exegticamente lo que
se piense de las palabras de Jess: Haced esto en memoria ma, por la ltima Cena y
tambin por la fraccin del pan del resucitado entre ellos comprenden que tienen que
transmitir sus gestos, que stos no son menos importantes y actuales para el tiempo
futuro que para el presente. Y de qu modo tan extra ordinario adquiere toda su
trascendencia, despus de la Pascua, el poder que les ha sido dado de perdonar los
pecados en la tierra, de tal modo que quedan perdonados en el cielo! En su predicacin
debern referirse no slo al hecho nico de la reconciliacin en la cruz, sino que podrn
actualizarla con acciones muy personales de perdonar los pecados, o tambin, cuando
sea inevitable, de retenerlos, para que ms tarde puedan ser perdonados ms
eficazmente. Las cartas de san Pablo y los Hechos de los Apstoles nos ofrecen
ejemplos elocuentes de esto.
De qu modo tan natural, por lo dems, sucede todo esto! No se entablan discusiones o
debates sobre si a los discpulos de Jess les seguirn perteneciendo siempre estos
poderes que se les dieron una vez, sobre si Pedro seguir teniendo siempre una primaca
en el colegio apostlico, sobre si los Apstoles pueden delegar sus poderes en otros
como lo hace, por ejemplo, san Pablo en las cartas a los Corintios con toda naturalidad,
de modo que tampoco tenemos por qu asombrarnos de que los Apstoles, ms tarde,
transmitan tambin a sus sucesores sin problemas las atribuciones necesarias para la
direccin de la Iglesia. Y stos a su vez las transmitirn sin problemas, como lo
demuestra, por ejemplo, este pasaje de la carta a Tito: Mi intencin al dejarte en Creta
era que pusieras en regla lo que faltaba y establecieses presbteros en cada ciudad,
siguiendo las instrucciones que te di (Tt 1.5). Del mismo modo que se desarrolla sin
problemas toda la estructura misteriosa de la Iglesia, que desde luego no es comparable
con ninguna forma mundana de sociedad. No es contestada ni la autoridad de los
dirigentes, fundada por el mismo Jess Quin a vosotros os escucha a m me
escucha, ni la comunin ininterrumpida de todos: Todos pensaban y sentan lo
mismo y Uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos (Mt 23,8).
Tambin la Iglesia, de nuevo incomparablemente, se mueve en el mbito de lo visible y
en el de lo invisible: la predicacin, los sacramentos, el ministerio y la confesin son
visibles; pero la mayor parte de la vida de la Iglesia y tambin de los cristianos es
invisible: Vuestra vida est con Cristo escondida en Dios (Col 3,3). Del mismo modo
que la Iglesia y sus miembros viven de toda la vida de Cristo, de su existencia terrenal,
43
su sentido47. Sin embargo, parece difcil negar que tambin en ellos se vincula
esencialmente a Jess y a su Reino con los pobres y su causa. En los pobres y ms
humildes, en su bienaventuranza y liberacin, se juega la presencia del Reino y el
destino de Dios mismo encarnado, es decir, la causa de Jess en la historia. Por otra
parte, de nuevo se hace referencia aqu al menos en la versin lucana de las
bienaventuranzas y en el captulo 25 de Mateo a los pobres reales y materiales a los que
tienen hambre y sed, estn desnudos, enfermos, abandonados o encarcelados. En
principio es en ellos, en los crucificados de la historia, cualquiera que sea su situacin
subjetiva o su disposicin espiritual, en donde estn los destinatarios preferentes del
Reino y el signo privilegiado que permite reconocer la inhabitacin de Dios entre los
seres humanos, la presencia continuada de Jess viviente entre nosotros.
Es preciso subrayar que Jess est al servicio de la causa liberadora del Reino no slo
con su proclamacin verbal, sino tambin con su vida entera, no slo con su palabra
anunciadora, sino con signos histricamente eficaces que liberan de las fuerzas
demonacas o de las potencias del mal que esclavizan y conceden la vista a los ciegos o
el andar a los cojos. Dicho de otra manera: Jess no se limit a anunciar el escandaloso
y parcial amor de Dios a los pobres, sino que trat adems de liberarlos de su miseria
real. Ejerci, en efecto, una actividad liberadora con sus milagros y exorcismos, cuyo
sentido teolgico ltimo no reside en su carcter de obras prodigiosas, en su supuesta
miraculosidad cientfica, sino en ser signos del Reino, sacramentos de la liberacin real
que est ya en proceso en la historia. Actividades liberadoras de Jess tambin lo fueron
su solidaridad inequvoca de vida con los pobres reales y marginados sociales, sus
escandalosas comidas con ellos y su denuncia comprometida de toda accin, actitud y
estructura que mantenga a los seres humanos divididos en lobos y corderos, en
opresores y oprimidos48.
En su concreta parcialidad hacia los pobres de la tierra y en su dimensin socio-histrica
y terrenal radica la significacin liberadora escandalosa y subversiva del reinado de
Dios, realizado y proclamado por Jess, que aqu queremos subrayar, sabiendo, por lo
dems, que a ella no se reduce el alcance significativo de su obra salvfica: Cuando
Jess dice, en su predicacin, que llega el reinado de Dios, lo que en realidad quera
decir es que, por fin, se va a implantar la situacin anhelada por todos los descontentos
de la tierra; la situacin en la que va a realizarse efectivamente la justicia, es decir, la
proteccin y la ayuda para todo el que por s mismo no pueda valerse, para todos los
desheredados de la tierra, para los pobres, los oprimidos, los dbiles, los marginados y
los indefensos Est claro que aqu se describe lo que podramos llamar el ideal de una
nueva sociedad. Una sociedad digna del hombre en la que finalmente se implanta la
fraternidad, la igualdad y la solidaridad entre todos... De ah que el reinado de Dios tal
como Jess lo presenta, representa la transformacin ms radical de valores que jams
47
Cf., por ejemplo, J. DUPONT: Les Beatitudes, T. I (Brujas-Lovaina, 1958), T. II (Pars, 1969) y T. III
(Pars, 1973); X. PIKAZA: Hermanos de Jess y servidores de los ms pequeos (Mt 25, 31-46), Ed.
Sgueme, Salamanca, 1984.
48
Cf. Jesucristo liberador. Una visin, art.cit., 190-193. Como advierte J. SOBRINO lo importante
aqu es observar la estructura de esa liberacin que lleva a cabo Jess, sin buscar anacrnicamente en
Jess los mecanismos concretos de liberacin que hoy, con toda necesidad y derecho, buscan muchos
cristianos. El problema de fondo, por lo tanto, no son las mediaciones concretas de la liberacin de Jess,
sino si Jess correspondi a la cercana del Reino, suscitando slo una esperanza o tambin a travs de
una determinada praxis encaminada objetivamente a cambiar la situacin de los pobres (cf. Jess y el
Reino de Dios. Significado y objetivos ltimos de su vida y misin, en d., Jess en Amrica Latina,
UCA editores, San Salvador, 1982, 106.)
se haya podido anunciar. Porque es la negacin y el cambio desde sus cimientos del
sistema social establecido49.
Liberacin escandalosa, decimos, para subrayar el escndalo que supone su parcialidad
en favor de los pobres50. Liberacin subversiva adems, para destacar igualmente su
exigencia de cambio radical de la sociedad, que incide en el nivel infraestructural, con
claras implicaciones socioeconmicas y polticas.
Jess no puede considerarse propiamente un reformador social, ni menos un lder
poltico revolucionario. Es un hombre enteramente de Dios, el Hijo encarnado cuyo
nico alimento es hacer la voluntad de su Padre, el profeta escatolgico devorado por la
causa del Reino. Precisamente su singular experiencia religiosa fue la que le llev a
subvertir todos los valores y a conmover los cimientos no slo del orden religioso, sino
tambin del socioeconmico y poltico. Fue la fidelidad y entrega incondicional al Dios
Padre del Reino que se acerca, la que le condujo como ya vimos a optar
preferentemente por los pobres y pecadores; a comer con ellos, designndolos as como
los invitados preferentes al banquete de ese Reino anunciado; a denunciar a los jefes y
grandes de este mundo que oprimen y tiranizan con su poder dominante; a condenar a
los ricos y su riqueza injusta, en tanto que dialcticamente relacionada con la
explotacin del pobre... De esta manera, el anuncio y la praxis de Jess al servicio del
reinado de Dios adquieren un carcter liberador inequvocamente pblico y social, que
dice ciertamente relacin con las estructuras religiosas, pero tambin con las socioeconmicas y polticas de su tiempo, tan estrechamente vinculadas entre s en una
ordenacin de la sociedad de naturaleza teocrtica como era la propia del mundo judo
de entonces.
Quin puede negar la relevancia social y pblica de las actitudes de vida de Jess?
Cmo no ver en ellas una exigencia de conversin personal y de cambio tambin
estructural, que alcanza todos los niveles de la sociedad? Desde luego sa fue la lectura
que hicieron los que detentaban en su tiempo el poder religioso, econmico y poltico
que captaron la amenaza que para todos ellos y sus intereses, amparados por el status
vigente, representaba el profeta de Galilea. Por eso decidieron crucificarlo.
De nuevo podemos explicitar la perspectiva trinitaria en que nos hemos movido:
Toda la actividad liberadora de Jess en favor de los pobres de la tierra es expresin
sacramental de la voluntad del Padre y por eso nos revela que ese Dios Padre es el Dios
liberador de los pobres51. La vinculacin esencial de Jess con los pobres nos muestra la
parcialidad constitutiva de Dios hacia ellos, que configura radicalmente su imagen,
49
Cf. J.Ma. CASTILLO: El proyecto de Jess, Ed. Sgueme, Salamanca, 1985, 36-37; Cf., tambin J.
DUPONT, op. cit., T. II, 53-90.
50
Esta parcialidad de Jess a favor de los pobres y su causa es, paradjicamente, la expresin de la
universalidad y trascendencia de su amor: Que la vida se ofrezca a los pobres, que la salvacin de Dios
se dirija a ellos, ms an, nicamente a los pobres (Jeremas) es lo que produce escndalo en las minoras
y lo que ocasionar la persecucin de Jess. Pero por otra parte, slo desde la parcialidad de Dios hacia
los sin vida se garantiza que Dios sea un Dios de vida para todos (cf. J. SOBRINO: La aparicin del
Dios de vida en Jess de Nazaret, en AA.VV., la lucha de los dioses, Ed. DEI, San Jos de Costa Rica,
1980, 91).
51
Mientras que en el orden del conocer nosotros sabemos que Dios es el Dios de los pobres porque as se
nos ha manifestado en la historia y de forma culminante y definitiva en Jess de Nazaret, en el orden del
ser hay que decir que si Dios se nos ha manifestado as es precisamente porque es un Dios de los pobres.
distinta al dios de los seores. Si los pobres van a ser bienaventurados con la llegada
del Reino es porque el Padre-Dios est con ellos y su causa52 (60). Jesucristo es, pues,
liberador porque nos sita ante un Dios Padre-Madre que no nos cita en lugares de
evasin, ni nos distrae de la lucha por la justicia y de la tarea de transformar la realidad,
sino que nos cita all donde se encuentran los crucificados de la historia y nos conduce
claramente, si queremos ser hijos suyos, al compromiso liberador para conseguir una
sociedad justa y de hermanos53.
La fuerza para compartir ese compromiso liberador de Jess, la capacidad para optar
por los pobres y su causa, la energa que nos puede permitir participar en la lucha contra
la miseria real e injusta de los pobres que les acerca a la muerte, nos la da el Espritu de
vida. Jesucristo es liberador porque no se limita a situarnos ante la voluntad liberadora
del Dios Padre de los pobres y a mostrarnos, como Hijo, ejemplarmente el camino que
debemos seguir para responder a esa voluntad. Nos enva adems el Espritu, que es el
que nos hace libres para liberar. Jess no nos indica slo el deber, sino que donndonos
el Espritu nos concede tambin el poder: lo que es imposible para nosotros es posible
para el Espritu, que ha sido derramado ya en nuestros corazones (cf. Rom 5, 5).
Loa autores del pueblo judo pensaban lograr la unidad favoreciendo el orgullo
nacional, los privilegios de las castas ms concientizadas, el rencor contra los
extranjeros. Jess, en cambio, rene a su pueblo por la sola atraccin de su persona: es
suyo todo aquel que da crdito a su palabra y reconoce su voz.
Los hombres suelen agruparse en torno a grandes figuras, sean lderes o santos. Pero la
presencia de un Pastor se hace ms necesaria todava cuando un pueblo no tiene
fronteras, ni armas, ni idioma, ni leyes que lo defiendan contra los ataques del exterior y
las disensiones internas. La fe en Cristo es la que nos une, mejor que la fidelidad a las
tradiciones del pasado o la solidaridad entre correligionarios.
El pueblo de Cristo no es una masa; no es la Humanidad con mayscula. Est
compuesto de personas que valen cada una por s misma y que han empezado con l una
aventura hecha de confianza y de amor mutuo: Yo las conozco y ellas conocen mi voz.
Al hablar de pastor, la Biblia designaba a veces a Dios mismo, nico Rey de Israel; a
veces pensaban en el rey-Mesas enviado por Dios. Ahora bien, Jess no habla sino de
un solo pastor. Pues, siendo otro distinto al Padre, no hace sino uno solo con l. La
Biblia, en algunos lugares, llamaba hijos de Dios a los ngeles, y dioses a los jefes,
como lo recuerda Jess. Ya dijimos por qu Jess no se proclamaba Hijo de Dios. Se
define con mucha ms fuerza diciendo: el Padre est en m, y yo en el Padre: de igual a
igual. Pero, al mismo tiempo que recalca su poder divino (versculos 15, 18, 27 y 38),
mantiene su total dependencia del Padre: en esto reconocemos a Dios Hijo.
1. Salesianos y seglares
En el origen de la historia salesiana est el amor de predileccin de san Juan Bosco por
la juventud pobre y su atencin a las clases populares. Animado por la caridad del Buen
Pastor, rene en torno a s a un gran nmero de personas, porque la nueva condicin
juvenil, tal como se le presenta en la ciudad de Turn, pide una respuesta inmediata y
nueva. As nace el Oratorio de Valdocco, verdadero laboratorio en el que san Juan
Bosco y otros sacerdotes, seglares adultos, jvenes y algunas mujeres entre las que
figura en primer lugar su madre- viven el original y simptico estilo de predileccin por
los jvenes que llamamos Sistema Preventivo. Tal sistema, en Valdocco primero y
despus en Mornese y otros lugares, es una verdadera espiritualidad que une a
educadores y jvenes en el mismo camino de santidad54.
Seguimos el mtodo de la caridad del Buen Pastor
Todo esto lo hacemos a ejemplo del Seor y siguiendo el mtodo de su caridad de Buen
Pastor (cfr. Const. 11) en el camino de Emas (cfr. Lc 24, 13-36). Repetimos sus
actitudes: tomamos la iniciativa del encuentro y nos ponemos al lado de los jvenes;
con ellos hacemos el camino escuchando y compartiendo sus inquietudes y anhelos; les
explicamos con paciencia el exigente mensaje del Evangelio; y con ellos nos
detenemos, para repetir el gesto de partir el pan y suscitar en ellos el ardor de la fe, que
los transforma en testigos y anunciadores crebles55
De la caridad pastoral nace la fuerza de sntesis unitiva
54
55
XXIV CG, n. 3
XXIII CG, n. 93
d) Sentido pastoral
El salesiano, hombre de fe, aprende a leer en la historia el plan de salvacin que, da
tras da, estimula y santifica la vida de los hombres, y ve su trabajo como humilde
aportacin a esta obra divina. Vive las actitudes de Cristo, comunicador del Padre y de
su Espritu60.
60
RATIO FUNDAMENTALIS, 75
Muchos hombres estn hoy hartos de la cultura moderna y buscan esta libertad.
Manifiestan su aversin a esta cultura en el descuido acentuado de su aseo personal, de
sus vestidos, de su vivienda, de sus costumbres en el trato con otros. Se les puede
comprender. Pero hay que preguntarse si sta es la libertad que Jess anunci: la
libertad del reino. A veces puede serlo. Por ejemplo, cuando la libertad que se ha
conseguido es un dar desinteresado, sin motivo, al que no se llega sin una seria
superacin de s mismo. Para comprender el reino, no slo tenemos que liberarnos de la
ambicin de bienes terrenos, ni tampoco se puede aceptar que basta la actitud de
indiferencia y de desprecio, de indolencia frente a lo terrenal. El centro de la
generosidad y de la abnegacin cristiana, como Jess la piensa, es el amor. La viuda se
priva de lo que ms necesita, para mostrarse agradecida a Dios, porque se trataba de una
ofrenda para el templo. No da algo para un fin humanitario, para los pobres, como
ayuda al desarrollo; da en cierto modo al azar, no algo, sino todo lo que tiene, a s
misma.
Exactamente a este punto tenda toda la predicacin de Jess a propsito del reino. Dios
no nos da algo, sino que se da a s mismo: su corazn, su palabra, sus sentimientos ms
ntimos. Y como respuesta no quiere de nosotros algo, sino toda nuestra entrega, el
compromiso de nuestra palabra, de nuestro corazn. Y del mismo modo que Dios, con
su entrega por el mundo en la profunda soledad del sufrimiento en la cruz, cambia la
situacin del mundo y la convierte en algo contrario, transformando su orientacin sin
salida en un camino y una esperanza, as tambin el hombre, con la entrega de su
corazn, y en ltimo trmino con ninguna otra cosa, puede contribuir a cambiar el
mundo eficazmente, desde el lugar oculto en que muere el grano de trigo, para producir
mucho fruto. Venga a nosotros tu reino, oramos por mandato de Jess. Viene por
Dios y de Dios. Y, sin embargo, no viene sin nosotros; pero no haciendo del mundo un
pedestal terrenal, una torre de Babel de cultura, de progreso para el cielo, sino en la
medida que con Dios y con la misma actitud que Dios hacemos bajar del cielo el
Espritu de la entrega total a la tierra dura, rida, egosta del campo de este mundo. Y
esto no con obras grandiosas, espectaculares que asombren al mundo, sino tan
modestamente como la viuda que pone sus pequeas monedas en el cepillo. Para ella
misma no son nada especial, y nadie las ve sino Jess solo.
Ella cumple as, con su accin oculta, en el sentido de la oracin de Jess, que l nos
pone en los labios y en los corazones. No empieza con las palabras Padre mo, sino
Padre nuestro, tuyo lo mismo que mo, de tal modo que en la comunidad del Padre
poseemos tambin todos sus bienes. No fue bueno desde luego que el hijo ms joven
pidiera a su padre que le entregara por adelantado la parte de herencia que le
corresponda; despus vio que hubiera sido mejor poseerla junto con el patrimonio
indiviso del Padre y no carecer de nada.
Luego vienen las tres grandes splicas, todas las cuales dicen en el fondo lo mismo: que
el nombre de Dios sea santificado en la tierra como en el cielo, que su reino no se
establezca slo en el cielo, sino en la tierra, que se haga su voluntad en la tierra como en
el cielo. Nombre, reino y voluntad son lo mismo: el ser oculto e ntimo de Dios y, con el
ser, sus sentimientos, su corazn. Esto es lo que debe comenzar a palpitar en medio de
este mundo sin corazn.
Pero, qu contradiccin! El mundo est en general sin corazn, porque nosotros los
hombres somos muy limitados y porque cada uno piensa primero en su propio ser
bautizado con este bautismo de fuego; pero no quiso saber cundo llegara esa hora. Ya
dara el Padre la seal. Esta es la actitud ejemplar para todos los cristianos. Es cristiana
slo si nos arrojamos, como nios y confiadamente, en los brazos del Padre, sin la
convulsin de la angustia, que quisiera determinarla, verla, dirigirla, lo cual en el fondo
es una sublevacin contra la providencia divina. Esto es vlido para los cristianos de
toda poca, tambin de la nuestra, que es una poca de crecientes revueltas sociales y
polticas y que afronta un futuro en el que ciertamente pueden ocurrir cosas
apocalpticas. Acontecimientos que no podremos presenciar, porque nos incluirn
tambin a nosotros en su curso, sin cumplidos. Es natural que sintamos angustia ante lo
que nos amenaza de un modo incierto; pero esta angustia natural que tambin Jess la
experiment ante su pasin inminente la debemos poner siempre como verdaderos
nios en las manos del Padre.
Pero despus el texto nos ensea una segunda cosa. Jess sabe que el final est a la
puerta, e incluso que esta generacin lo vivir. Para comprender esto, hay que tener
en cuenta que, con la pasin y muerte de Jess, el mundo ha llegado para l a su final.
l ha llevado sobre s todas sus culpas, las de las gene raciones pasadas, presentes y
futuras. El prncipe de este mundo ha sido echado fuera; yo he vencido al mundo.
Este mundo viejo, que durar todava milenios, est para l superado; y la seal de que
ha llegado a su final para l y con l es su resurreccin de entre los muertos, con la que
comienza el mundo nuevo, el eterno. sta es la pura verdad, que no slo le interesa y le
afecta personalmente a Jesucristo, sino tambin a nosotros con l. El gran poder y fuerza
de Dios se ha manifestado ya en la cruz, porque las culpas del mundo fueron cargadas
sobre el Cordero de Dios y la seal del Hijo del hombre ha quedado instaurada para
siempre en las nubes, entre el cielo y la tierra. Ya entonces fue el fin del mundo, porque
Dios limpi todo su desorden, despach definitivamente con el mundo, sald las
cuentas con l. No es casualidad que los evangelistas describan lo sucedido en la cruz
con colores escatolgicos, apocalpticos: el sol se oscurece de la hora sexta hasta la hora
nona, la tierra se estremece, los sepulcros se abren es un escenario propio del Da del
Juicio. Ninguna hora intramundana escapar jams de esta hora del balance de Dios;
la historia un versal, que sigue corriendo, con la que tambin nosotros corremos, no
puede hacer otra cosa que avanzar siempre siguiendo esta hora. El Juicio que est ante
nosotros es el Juicio que tuvo lugar una vez para siempre en la cruz; nos presentaremos
ante el Crucificado y tendremos que justificarnos ante l. Ante su gran poder y majestad
y ante la gloria de la cruz. Y nadie podr justificarse a s mismo; todos obtendrn su
justificacin slo por l, por su intercesin, su intervencin por nosotros, su sustitucin
vicaria.
En esta situacin nos encontramos tambin hoy. Porque se nos dice: El cielo y la tierra
pasarn, mis palabras no pasarn. Ya conocemos la diferencia entre el mundo que
pasa y la Palabra que permanece, que perdura eternamente. Lo que est pasando, lo que
pasa lo experimentamos en toda su vanidad e inconsistencia; se lo ve en que
formalmente no tiene solidez, en que hoy mismo se puede contar con l como algo ya
pasado. Incluso se podran eliminar el cielo y la tierra en caso de que no tuvieran una
oportunidad de sobrevivir en la Palabra de Dios, que no pasa. Es lo contrario de lo
que parece: el cielo y la tierra no son una especie de mbitos eternos, dentro de los
cuales, bajo otras innumerables formas mortales, apareci una vez la figura de
Jesucristo, para volver a desaparecer, sino que Jesucristo es la expresin definitiva de
Dios. Como su Palabra eterna, permanente, l es lo envolvente, y slo dentro de esta
ltima esfera inmvil vienen y van el cielo y la tierra, y vuelven otra vez transformados.
Esta Palabra de Dios baja al tiempo y sale de nuevo del tiempo, resucitando; sella de
este modo en s mismo el sentido de todo tiempo. Slo dentro de esta Palabra adquieren
un sentido real el cielo y la tierra y toda la historia universal. Si se les quita esta palabra,
el cielo y la tierra son astros extraviados que vagan de ninguna parte hacia ninguna
parte, sin sentido y sin orden. No podemos sino admirarnos de que los hombres que
rechazan o no conocen en absoluto el sentido envolvente de Cristo, piensen sacarle un
sentido a la existencia. Antes del cristianismo, esto era ms o menos posible, porque los
pueblos crean todava en un ser divino; pero, cmo puede ser posible, despus del
cristianismo, puesto que no se da una vuelta a las representaciones ingenuas del mundo
de las culturas antiguas? El cielo y la tierra estn vacos, la luna es un pedregal, el
hombre est solo en este desierto, y todo esto pasar.
Y ahora viene la tercera enseanza: Aprended de esta parbola de la higuera. En esta
extraa situacin, entre la resurreccin que ya ha ocurrido y el Juicio que est todava
ante nosotros, hay ciertos indicadores, sealizaciones, orientaciones, seales de
reconocimiento. Deducs que el verano est cerca. Hablemos por una vez
metafricamente: a toda la atmsfera de la historia de la humanidad se le nota que las
agujas del reloj del mundo avanzan de prisa. Nos damos cuenta de que es ms tarde de
lo que pensbamos, de lo que nos hubiera gustado. Muchas cosas hermosas, muchas
cosas no decididas tambin, quedan para siempre detrs de nosotros, y no podemos
prever casi nada de los caminos de la historia que todava nos quedan por delante.
Caminos de la tcnica, caminos de la concentracin del poder, del uso de la fuerza, y
ojal que sean slo para sobrevivir! Difcilmente aprender la humanidad a evitar cosas
que ella puede hacer, porque consta de demasiadas cabezas. Y porque fuera de los
caminos de Jesucristo cada vez tendrn menos sentido los caminos de la historia, por
mucho que pretendamos arreglarlos; y, por eso, se producirn cada vez ms explosiones
de este sentimiento de absurdo a no ser que se transforme a los hombres realmente en
ese rebao de ovejas que no ve sino hasta a hierba ms prxima, como aquellos
hombres ltimos que Nietzsche nos ha descrito. Somos sin duda, en este aspecto, muy
diligentes en planificar. Pero hoy no planificamos ya con la grandiosa actitud
prometeica del siglo XIX, que crea en el desarrollo ilimitado, en inventos siempre
nuevos, que, ante la humanidad asombrada, aumentaran cada vez ms. Qu ingenua
nos parece hoy ya esta ilusin de progreso! Hoy planificamos febrilmente para seguir
sobreviviendo un poco. Para que la mitad de la humanidad no se muera de hambre muy
pronto. Para no asfixiarnos todos en una atmsfera irrespirable, no ser envenenados por
mares malolientes y ros contaminados. Y, a pesar de todo, planificamos tambin
febrilmente cmo podemos aniquilarnos mutuamente con armas cada vez ms terribles.
Nuevos records de velocidad en los aviones, nuevas superaciones de distancias, nuevos
vuelos planetarios. Los hombres ya no se quedarn con la boca abierta cuando oigan
que se han conseguido. Esto terminar aburriendo, sobre todo si se expresa en trminos
tan supermodernos y futuristas. Muchos jvenes lo han comprendido ya: que la
felicidad no puede estar delante, sino que, si se la puede encontrar en algn sitio, est
ms bien detrs, en la vida sencilla que llevaron nuestros antepasados. Tampoco
estamos aqu muy seguros, sobre todo porque el camino de vuelta nos parece
radicalmente condenado, porque no parece viable sin violencia, quiz ni siquiera sin
estupefacientes que nos hagan desaparecer del hoy como por arte de magia.
Dan ganas de dejarlo todo y marcharse, pero nadie se atreve a pronunciar la palabra
nostalgia sin una sonrisa indulgente, distanciadota, como si fuera slo un estado de
nimo caprichoso. En el fondo, tras alguna resistencia, se termina cayendo otra vez en la
prisin de la poca actual, que no tiene un maana autntico, un ayer autntico, que
huele claramente a poca final. Las grandes opciones en realidad se nos imponen; hay
que excluir que en el futuro puedan aparecer nuevas soluciones. Vemos el horizonte
desnudo. La palabrera del periodismo internacional, que atonta los odos, que lo anubla
todo no puede cambiar nada. Ciertamente, esta palabrera simula un pluralismo de
opiniones, de puntos de vista, de propuesta de soluciones, que parece que es mucho ms
rico que en las pocas en que, al menos en Europa, poda hablarse de cultura cristiana.
Todo parece posible. Sin embargo, visto en su conjunto, slo es posible muy poco. Y
nos preguntamos, por eso, no tanto por el futuro que ha de regirse por la tcnica, cuanto
por lo que pueda dar sentido a todo el devenir. Hay muy pocas posibilidades. Del
absurdo del presente se puede huir hacia delante, tratando de conseguir una distribucin
ms justa de los bienes; pero, sern entonces los hombres ms felices? Se puede
intentar, como el hombre religioso de Oriente, una evasin del absurdo de toda la rueda
del mundo, que gira sin fin; pero, qu sentido ha tenido entonces el mundo? Como
tercera posibilidad permanece tan solo el camino de Jesucristo, que no nos explica,
ciertamente, el origen del sufrimiento del mundo --nadie lo hace; pero que nos
muestra que Dios se ha declarado solidario con nuestro sufrimiento y le ha dado un
carcter positivo, e incluso una revalorizacin total, en la cruz y en la resurreccin de su
Hijo. Tan desnudas, tan escatolgicamente recubiertas estn ante nosotros las posibles
decisiones de la humanidad. Los bastidores se levantan ya, los actores estn ya,
temblando de fro, en el desnudo escenario. Representan el ltimo acto de la historia
universal, siendo completamente indiferente hasta cundo pueda durar sta todava.
Ahora entendemos algo mejor la parbola: Cuando las ramas de la higuera se pongan
tiernas y broten las yemas, sabis que el verano est cerca. Y cuando todo esto suceda
ante vuestros ojos, sabis que el final est a la puerta. Est a la puerta. Puede llamar
en cualquier momento, ahora o ms tarde, sin que se pueda saber cundo. Estar
preparado es lo importante.
2.3. El Rey del Reino
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jess: Eres t el rey de los judos?. Jess le contest:
Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de m?. Pilato replic: Acaso soy
yo judo? Tu gente y los sumos sacerdotes te ha entregado a m, qu has hecho?.
Dilogo extraamente fluctuante. Las preguntas se contestan con otras preguntas. La
pregunta del gobernador slo puede hacerse desde la perspectiva del poltico y
administrador romano. Jess pudo contestar a ella desde el principio con un rotundo no:
en ese terreno l no tiene ninguna pretensin de soberana. Pero, cmo se le pudo
ocurrir a Pilato esa pregunta, si detrs de ella no estaba un tercero, para el que la
expresin rey de los judos tena un significado completamente distinto, religioso,
mesinico: el pueblo elegido de Dios? Te lo han dicho otros de m?. Se incluye en
tu pregunta su punto de vista, su problemtica, su pregunta por m? Pues, si los dos, los
judos y los gentiles, hacis juntos la pregunta, entonces sta adquiere un significado
nuevo. Entonces es realmente el mundo entero el que pregunta por mi esencia, por mi
poder.
La respuesta de Pilatos es extraa. Admite indirectamente que l no pregunta por s
mismo: Tu gente te ha entregado a m, clara mente con el ttulo de rey, que para los
judos tiene una resonancia mesinica y para los gentiles debe tener un sentido poltico.
Por otra parte: Acaso soy yo judo?. Pilato rechaza toda solidaridad con los judos.
No le interesa lo que stos entiendan en el fondo con la palabra rey. l es
representante de Roma. Por eso cae en la trampa y consiente que los judos le lleven al
terreno que ellos queran: al significado poltico-mundano del reino de Jess. Y no era
esto tambin, a pesar de todo, lo que les interesaba a los judos? La poltica contra
Roma? La lucha de Israel por su liberacin? Qu otra cosa esperaban ellos del Mesas
prometido? Y por qu otra razn haban entregado a Jess al gobernador romano, sino
porque la forma de ser y de comportarse de Jess no era suficiente para ellos en sentido
civil, ni poltico, ni tampoco en su sentido mesinico? El pueblo le haba querido
proclamar rey desde haca mucho tiempo, cuando haba repartido pan a las masas. Unos
das antes incluso le haba exaltado cuando entr triunfalmente en Jerusaln. Pero para
los dirigentes del pueblo era un idealista extraviado, que se opona a sus metas polticas
realistas, vena con exigencias morales que no servan de nada, porque no haca en
absoluto una teologa poltica. Para qu les servan sus milagros de curacin, que le
colocaban en la lnea de los antiguos profetas? En el fondo, ahora no se necesitaban
profetas, sino hombres de la ortopraxis, decididos, perseverantes. Y, naturalmente,
tambin Jess ha hecho proezas; pero stas no eran las adecuadas para las
personalidades determinantes de Israel. Basndose en sus proezas, le insinan a Pilato
que Jess es un perturbador de la paz, que amotinaba al pueblo. Qu has hecho?, le
pregunta Pilato. Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi
guardia habra luchado para que no cayera en manos de los judos. Pero mi reino no es
de aqu. Pilato le dijo: Con que, t eres rey?. Jess le contest: T lo dices: soy
rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la
verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
A la pregunta: Qu has hecho?, Jess contesta con las palabras: Mi reino no es de
este mundo. Pasa por alto muchas cosas. No dice que no ha hecho nada. Que no ha
hecho nada en este mundo. Porque ha venido expresamente a este mundo para hacer
algo, y para hacerlo en l. Sus acciones son acciones en este mundo. Y son acciones que
estn pensadas para este mundo. El mundo debe ver y percibir el testimonio que l da
en l. Hay que tener presente toda la tensin que subyace en las palabras: No es de este
mundo, por una parte, y he nacido y he venido al mundo para fines muy concretos,
por otra. l no es uno que se encuentra desde un principio en el mundo y que, oprimido
por su estrechez, anhela salir de l. No es un ser que huye del mundo, un budista. El
mundo no es el punto de partida de su salto nostlgico a un trasmundo: Para esto he
venido al mundo. El mundo es el punto final de un movimiento, de un viaje; viene de
fuera y de lo alto, para mostrarle al mundo algo, para anunciarle algo que l no conoce.
Que no es tampoco simplemente una confirmacin de su nostalgia de evasin. Ha
venido porque tena que hacer algo en la tierra, algo que los judos de buena gana
habran explotado polticamente y que ahora Pilato se esfuerza por comprender y juzgar
con categoras polticas, pero ese algo, dice Jess, no es de este mundo.
Como prueba de ello aduce el hecho de que su guardia no ha luchado para protegerle de
caer en manos de los judos. Es cierto que al caer en manos de los judos se ha
producido tambin una tmida escena de teologa poltica: el golpe de la espada de
Pedro, que ridculamente slo pudo cortar una oreja y fue desautorizado inmediatamente
por Jess. Porque esta teologa poltica de Pedro, sin que l lo supiera y quisiera, le
hacia solidario con las ideas pseudo-religiosas de los judos, que slo deseaban un
Mesas poltico.
Pero no: Mi reino no es de este mundo. Y, sin embargo, Jess ha venido a este
mundo. Al reino de su Padre, al reino de Dios, del cual l es rey. Esto lo dice una nica
vez, aqu, delante del tribunal y poco antes de su muerte. Plenamente instalado en su
reino lo estar en la cruz, cuando se ponga sobre su cabeza la famosa inscripcin en las
tres lenguas del orbe. Para que todo el mundo lo sepa. Y ahora se dice categricamente:
Rey de los judos, y no como los judos lo deseaban: pretendiente al reino de los
judos. No, en verdad rey de los judos. Para esto he venido, para ser testigo de la
verdad. Y esto como rey.
Qu forma tan curiosa de hablar! Qu tiene que ver este ser rey con el testimonio de la
verdad? Es una sola y la misma cosa. Y las dos son una misma cosa con las palabras:
Mi reino no es de este mundo. Cmo es posible esto? La verdad es que Dios am tan
infinitamente al mundo, que entreg por l a su Hijo nico. Definitivamente en la cruz,
cuando tom sobre s los pecados del mundo y los quit como el Cordero, como el
chivo expiatorio. Este cargar con los pecados es el testimonio que l da por la verdad.
Por la verdad del amor divino. Es el nico testigo que puede testimoniar de un modo
creble este amor. El mundo es un ocano de sufrimiento y de injusticia, y Dios afirma
que lo ama? No me haga usted rer! Pero la cruz no es para rerse; Dios demuestra que
su amor es algo serio: entrega a su Hijo. Y el Hijo demuestra que su testimonio es algo
serio: grita por el abandono de Dios de los pecadores. Esto es lo ms extremo, lo ms
expuesto, que poda imaginarse y realizarse; y Dios lo ha hecho. Por eso, en la cruz es
vencido el mundo que se mofa de Dios. Tened valor; yo he vencido al mundo. Y por
esto mismo: S, yo soy rey. Pero no dentro del mundo que ha sido vencido, sino desde
un trono elevado sobre el mundo. Elevacin de la cruz. Y, naturalmente, el mundo que
ha sido vencido pertenece a este reino, aunque el reino no es de este mundo.
Jess hace que el mundo, que l conquist en la cruz para Dios, no siga existiendo como
era. Inserta el reino de Dios en l. En los corazones de los hombres. El amor divino se
ha hecho algo familiar en la tierra por l. En los corazones de los pobres, de los nios,
de los misericordiosas, de los mansos, de los perseguidos, en los corazones puros. En
los santos, canonizados y muchos otros. Los hay. Y ellos forman juntos un reino, del
que aqu y all se llega a ver o a sentir una pequea parte. Y cualquiera comprende que
no estn interesados en la conquista del mundo, que ni siquiera puedan organizarse
juntos para formar un poder considerable en trminos mundanos. Tampoco conciben
ningn plan para cambiar de tal modo el mundo, que en las generaciones posteriores el
mayor nmero posible tenga la mayor felicidad posible. Su plan se dirige al presente.
Que ahora, hoy, aqu, en lo cercano y ms prximo se llegue a realizar a travs de ellos
algo del amor de Dios. Se suavice algo el sufrimiento, se experimente algo de la
felicidad de la entrega. Porque el amor de Dios es generoso, desinteresado y entra en el
mundo sobre todo cuando el mundo ha recibido algo del espritu de la generosidad, del
dar gratuitamente.
Se podra pensar que este mensaje de Dios viene de tan lejos y de tan alto, que el
hombre no puede comprenderlo. El cristianismo parece una enseanza que no es para
este mundo. Es muy poco realista. Pero Jess dice como conclusin: Yo he venido al
mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Todos. No slo el que ha estudiado teologa, ni tampoco slo el que ha aprendido el
catecismo, ni tampoco slo el que ha odo un sermn. Todos. Este rey tiene un modo
peculiar de hacerse comprensible a cualquiera. Quiz todo el sufrimiento humano ha
recibido de la cruz un colorido nuevo, algo que procede de la cruz y que hace or
todava su voz. Sin embargo, slo la escuchar el que es de la verdad. El que lleva ya en
s de algn modo, quizs inconscientemente, algo del misterio del amor divino, el que
sabe que en ltimo trmino slo el amor puede darle un sentido a la existencia. Todos
pueden or esta voz. Los cristianos no tienen ningn monopolio; slo tienen la tarea
especial de prolongar en el mundo, de un modo muy explcito y conscientemente, el
testimonio de lo que saben y han experimentado en s. No tienen que asombrarse, por
otra parte, si en este mundo y en muchos lugares se encuentran ya con huellas de la
verdad que ellos anuncian abiertamente. Muchas veces, huellas tan claras, que
avergenzan a los cristianos. Porque el mundo en su totalidad pertenece ya al reino de
Dios, que no es de este mundo. El mundo pasajero, en el que nosotros vivimos, est
inserto en el reino permanente y ms grande, en el que vive Dios, que lo es todo en
todas las cosas.
3. El Reino de Dios contina entre nosotros
3.1. El Dios que ama la vida
Desde las primeras pginas del Gnesis hasta la ltima pgina del libro del
Apocalipsis, la Sagrada Escritura manifiesta la fe y la conviccin profunda del Pueblo
de Dios de que la vida proviene de Dios y es preciso vivirla delante de l, que la tutela y
la protege. Es una bendicin de Dios que hace brillar en este don su amor y su
generosidad. Es el mayor de los bienes que Dios puede conceder.
Por eso, lo primero que hay que hacer es gozar del mismo hecho de vivir. El primer
mandamiento que recibimos de Dios es el de vivir: un mandamiento que no est escrito
en tablas de piedra, sino esculpido en lo ms profundo de nuestro ser. Nuestro primer
gesto de obediencia a Dios es el de amar la vida, acogerla con corazn agradecido,
cuidarla con solicitud, desarrollar todas las posibilidades que se encuentran contenidas
en ella.
La Biblia pone continuamente de relieve la relacin directa de la vida con Dios. La vida
del hombre viene de Dios; es, como haca ver Juan Pablo II, un don con el que Dios
comparte algo de s mismo con la criatura61. Dios es el nico Seor de la vida; el
hombre no puede disponer de ella. Vida y muerte estn en las manos de Dios: l tiene
en su poder el hlito de todo viviente y el espritu de todo ser humano (Jb 12,10). Toda
vida viene de Dios y Dios la protege. No crea al hombre para dejarlo morir, sino para
que viva (cfr. Sab 2,23).
Precisamente por esto, el Dios de la vida es el Dios de los pobres, que apenas logran
sobrevivir; es el Dios de la justicia, que defiende a los que estn amenazados por los
abusos y por las injusticias de los fuertes y de los poderosos (cfr. Cdigo de la Alianza,
en Ex 21,1 23,9). Slo el Dios fiel a la vida puede revelarse a lo largo de la historia
como defensor de la vida del pobre, del dbil, de la viuda, del extranjero, del indefenso.
Conocer a este Dios significa practicar la justicia que produce vida y luchar contra la
injusticia que mata. Creer en l quiere decir promover la solidaridad con quien sufre y
muere abandonado. Escuchar su voz es abrir el odo y el corazn a su constante
llamada: Qu has hecho de tu hermano? (cfr. Gn 4,9-10).
61
EV 34
Este evangelio culmina en la resurreccin. El Dios que resucita a Jess es un Dios que
pone vida donde los hombres ponen muerte. As lo predican los apstoles: Vosotros lo
matasteis... pero Dios lo resucit (Hch 2,23-24). El que cree en este Dios resucitador,
Dios de los vivos, comienza a amar la vida de modo radicalmente nuevo y con un
amor total. La fe pascual impulsa al creyente a ponerse de parte de la vida donde sta se
encuentre agraviada, ultrajada o destruida. Su lucha contra la muerte no nace slo de
algn imperativo tico, sino de la fe en este Dios resucitador, que quiere que el hombre
participe por siempre de su misma vida divina. As alcanza su culmen la verdad
cristiana sobre la vida. Su dignidad no slo est ligada a sus orgenes, a su procedencia
divina, sino tambin a su fin, a su destino de comunin con Dios en su conocimiento y
amor. A la luz de esta verdad San Ireneo precisa y completa su exaltacin del hombre:
el hombre que vive es gloria de Dios, pero la vida del hombre consiste en la visin
de Dios62.
3.2. Dejmonos guiar por el amor de Dios a la vida
El amor de Dios por la vida nos estimula al compromiso: a testimoniar, proclamar y
amar el valor de la vida humana. Juan Pablo II ha escrito: Es necesario hacer llegar el
Evangelio de la vida al corazn de cada hombre y mujer e introducirlo en lo ms
recndito de toda la sociedad63. Tal anuncio exige proponer con claridad y decisin el
carcter inviolable de la vida.
La vida del ser humano es frgil, precaria y efmera, pero es una realidad sagrada e
inviolable. Dios ha infundido su propio espritu en el hombre, lo ha creado a su imagen
y semejanza (Gn 1,27). Nadie puede disponer de la vida a su capricho, ni de la propia
ni de la de los dems. Esta vida recibida de Dios es el fundamento de la dignidad
constitutiva e indestructible de todo hombre, el primer valor en el que se basan y se
desarrollan todos los dems valores y derechos.
El mandamiento de Dios es claro e inequvoco: No matar (Ex 20,13). Aunque est
formulado de modo negativo, expresa el sentido fundamental del valor de la vida y
sigue estimulndonos a reafirmarlo hoy.
Frente a los numerosos atentados contra la vida adquiere una importancia decisiva el
compromiso de promover una educacin ms sensible al valor de la vida, a su respeto y
a su defensa; una educacin capaz de ofrecer una visin integral de la vida y de la salud
y de aportar sentido tico a la persona. Las nuevas generaciones tienen necesidad de
encontrar padres y educadores que sean verdaderos maestros de vida. Tienen
necesidad de que se les ensee a ser agradecidos por la vida, a vivir de modo sano y
moderado, a asumir la responsabilidad de la propia existencia, a construirla, a integrar
fracasos, dificultades, renuncias, sufrimientos, a celebrar la vida y al Dios que nos la da,
a vivirla en el amor y en la entrega.
Para cumplir este compromiso es necesario recordar la vocacin y la misin de la
familia. Su responsabilidad educativa brota de su misma naturaleza y de su misin
especfica; es decir, el hecho de ser comunidad de vida y de amor y de estar destinada a
62
63
EV 38
EV 80
64
No dudo en decir, con Juan Pablo II, que la perspectiva en la que debe situarse el
camino pastoral es la de la santidad71; es el fundamento de la programacin
pastoral72. Ante todo viene nuestra santidad! Nos lo ha dicho desde el comienzo de su
ministerio de Rector Mayor y escrito en su primera carta73. Y nos lo repite hoy con ms
conviccin y urgencia: la santidad es el don ms precioso que podemos ofrecer a los
jvenes (Const. 25); es la meta ms alta que debemos proponer con valor a todos.
Solamente en un clima de santidad vivida y experimentada, tendrn los jvenes la
posibilidad de hacer opciones valientes de vida, de descubrir el designio de Dios sobre
su futuro, de apreciar el don de las vocaciones de especial consagracin74.
Adems de presentar un modelo comunitario de santidad atrayente, debemos suscitar y
sostener en los jvenes un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversin
y de renovacin personal en un clima de oracin cada vez ms intensa y de solidaria
acogida del prjimo, especialmente del ms necesitado75. Como verdaderos educadores
debemos ofrecer una verdadera y propia pedagoga de la santidad76, que proponga
itinerarios adaptados a los ritmos de cada uno, nos capacite para ser guas expertos del
camino espiritual y haga que nuestras comunidades sean lugares para la escucha y el
compartir la palabra, la celebracin litrgica, la pedagoga de la oracin, el
acompaamiento y la direccin espiritual77.
b) Testimoniar a Cristo: la evangelizacin como misin prioritaria
Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y odo (Hch 4,20),
respondieron Pedro y Juan ante la primera prohibicin de evangelizar, que las
autoridades de Jerusaln trataron de imponerles en seguida despus de la Pascua.
Nosotros salesianos estamos presentes en pases de vieja evangelizacin, donde est
decayendo una condicin de sociedad cristiana, y en pases que acogen con alegra la
primera evangelizacin. Hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orgenes,
dejndonos impregnar por el ardor de la predicacin apostlica despus de Pentecosts.
Hemos de revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba: Ay
de m si no predicara el Evangelio! (1 Cor 9,16)78.
Quien ha descubierto a Cristo deca Benedicto XVI a los jvenes en la conclusin de
la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia debe llevar a otros hacia l. Una gran
alegra no se puede reservar para uno mismo. Es preciso transmitirla. En amplias zonas
del mundo existe hoy un extrao olvido de Dios. Parece que todo funcione igualmente
tambin sin l. Pero, al mismo tiempo, existe tambin un sentimiento de frustracin, de
insatisfaccin de todo y de todos79. Y a los religiosos de Roma: Vuestro primer y
supremo anhelo sea testimoniar que Dios ha de ser escuchado y amado con todo el
corazn, con toda el alma, con todas las fuerzas, antes que cualquier otra persona y
cualquier cosa. No tengis miedo de presentaros, an visiblemente, como personas
71
Ib., 30
Ib., 31
73
Cfr. P. CHAVEZ, Queridos Salesianos, sed santos, ACG 379 (2002) pp. 3-38.
74
P. CHAVEZ, Discurso en la clausura del CG25, ACG 378 (2002), n. 196
75
VC, 39
76
NMI, 31
77
CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 8
78
NMI, 40
79
BENEDICTO XVI, Homila en la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, Colonia, 21
de agosto de 2005. OR 21-22 de agosto de 2005, p. 11
72
BENEDICTO XVI, Discurso a los religiosos, a las religiosas y a los miembros de Institutos Seculares
y de Sociedades de Vida Apostlica de la Dicesis de Roma, Vaticano, 10 de diciembre de 2005. OR 11
de diciembre de 2005, p. 5
81
NMI, 43
82
Se pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en comunin, y que vivan la
respectiva espiritualidad, como testigos y artfices de aquel proyecto de comunin que constituye la cima
de la historia del hombre segn Dios (VC, 46; Cfr. tambin n. 51).
83
JUAN PABLO II, Christifideles Laici, n. 31
84
VC, 51; cf. Caminar desde Cristo, n.28
85
VC, 51
86
Ibd..
87
CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 29
88
BENEDICTO XVI, Discurso a los religiosos, a las religiosas y a los miembros de Institutos Seculares
y de Sociedades de Vida Apostlica de la Dicesis de Roma, Vaticano, 10 de diciembre de 2005. OR 11
de diciembre de 2005, p. 5
6,34), no debemos darles otra cosa que, como Jess, el evangelio de Dios (ib.), y no
tenemos otra cosa que hacer que, como Jess, preocuparnos de sus necesidades (cf. Mc
6,37). Hay una juventud que expresa un deseo profundo, a pesar de posibles
ambigedades, de aquellos valores autnticos que tienen su plenitud en Cristo...Si a los
jvenes se les presenta a Cristo con su verdadero rostro, ellos lo experimentan como una
respuesta convincente y son capaces de acoger el mensaje, incluso si es exigente y
marcado por la Cruz89. Como Juan Pablo II, tampoco nosotros deberamos dudar en
pedirles una opcin radical de fe y de vida, sealndoles una tarea estupenda: la de
hacerse centinelas de la maana (cf. Is 21,11-12) en esta aurora del nuevo milenio90.
Su evangelizacin, mediante la presencia amable y propuestas adaptadas y exigentes,
nos obliga a dar nuevo impulso, coraje y profundidad de fe a la pastoral juvenil, que
puede correr el peligro de quedarse en una pastoral de entretenimiento, o de sola
educacin cvica, de formacin cultural, o de genrica apertura a lo trascendente. El
reclamo directo a los destinatarios de nuestra misin nos compromete a reflexionar y a
realizar opciones a partir de los jvenes y no de nuestros problemas, y a volver a los
jvenes, que son la patria de nuestra misin, el templo de nuestra experiencia de
Dios.
A los jvenes les ofrecemos, adems del anuncio de la Palabra (kerygma-martyria) y la
celebracin de los Sacramentos (leiturgia), el servicio de la caridad (diakonia), el cual
es para nosotros educacin, no una especie de actividad de asistencia social que se
podra tambin dejar a otros, sino un servicio que pertenece a la naturaleza misma de la
Iglesia, expresin irrenunciable de su misma esencia91.
Un verdadero desafo que nos interpela seriamente e implica tambin a toda la Iglesia es
el problema de las vocaciones. Queremos estimular a los jvenes a tomar conciencia de
la propia responsabilidad activa en la vida eclesial. Junto con el ministerio ordenado,
pueden florecer otros ministerios, instituidos o simplemente reconocidos, para el bien
de toda la comunidad, atendindola en sus mltiples necesidades92. Es la primera
tarea de todos nosotros proponer valerosamente, con la palabra y con el ejemplo, el
ideal del seguimiento de Cristo, alimentando y manteniendo posteriormente en los
llamados la respuesta a los impulsos que el Espritu inspira en su corazn93.
3.4. Articulaciones esenciales de la praxis eclesial
Hablando de praxis eclesial, se quiere indicarla accin y el testimonio de todos los
cristianos en cuanto Iglesia, aunque sin menoscabo de la diversidad de ministerios y de
articulaciones diferentes del cuerpo eclesial. Por otra parte, el trmino praxis sugiere
el estilo de una accin transformadora y segn un proyecto, aportando dinamismo y
proyeccin de futuro a la accin eclesial.
Si se considera el conjunto de la praxis eclesial, un primer criterio de articulacin
considera los diversos niveles de importancia de la accin de la Iglesia, segn el grado
89
NMI, 46
Ib.
91
BENEDICTO XVI, DCE, 25
92
NMI, 46
93
VC, 64
90
BALTHASAR, Hans Urs von. Mara hoy, Ediciones Encuentro, Libros de bolsillo 46, Madrid 1988,
pp. 5-10.
La Iglesia catlica puede ser un modelo iluminador para la cultura en general. Si Cristo,
el Hombre-Dios, es el fundador de la Iglesia, en esta su fundacin dos personas tienen
una importancia decisiva: Mara y Pedro. Mara, en cuanto absolutamente exenta de
pecado, es la figura central de la Iglesia, en la medida en que esta ltima es inmaculada
(Ef 5,27). Pedro, en cuanto cabeza del organismo eclesial en el mundo, ha recibido de
Cristo, sobre la base de su fe (Mt 16, 18) y a pesar de su traicin, los plenos poderes de
gobierno. Por dignidad, Mara se encuentra por encima de Pedro: es la Iglesia sin
mancha>>. Pedro es, en cuanto representante de Cristo, slo el siervo de los
siervos (servus servorum), un pecador entre hermanas y hermanos pecadores. Por eso
es ciertamente sensato que los ltimos papas, de modo especialsimo el actual, hablen
de Mara en tono reverente y confiado.
Esto, como se ha dicho, podra ser en cierto modo un modelo para nuestra cultura, que
olvida continuamente cun deudora es de la mujer y de la feminidad que la distingue.
No es en absoluto una desventaja el hecho de que no sea posible comprender en las
estadsticas machistas esta fuerza femenina. Al contrario, es indudablemente un punto a
favor y un signo de su superioridad. Naturalmente no pretendemos poner en el mismo
plano este fundamento materno y virginal de toda la cultura humana y la unicidad de la
dignidad y santidad de Mara. No obstante, sigue siendo vlido un punto de
comparacin: toda nuestra cultura, demasiado machista y demasiado tcnica, olvida
fcilmente su primitivo fundamento femenino. Individualmente, los hombres estn
prestos a reconocer cunto deben a la mujer, sea sta madre o esposa. Pero nuestra
civilizacin, dominada casi exclusivamente por varones, no est dispuesta a lo mismo,
lo que indudablemente revela su unilateralidad y su desvaro.
El moderno feminismo suele rebelarse contra el relato de la creacin del Gnesis porque
en l se dice que la mujer fue formada de la costilla del varn y dada a ste como
ayuda. Esto es comprensible, pero no deja de ser sobremanera superficial. En realidad
en dicho relato se dice tambin esto otro: el hombre sin la mujer se siente abandonado.
Puede ciertamente dar nombre a los animales, revestirlos con una etiqueta inventada por
l; pero en todo esto, para s, para su propia realizacin y felicidad, no encuentra a
nadie. La mujer dada como ayuda, le ayuda a conseguir una plena humanidad. Para
qu sirve el propio semen, si no posee el campo en el que poder germinar? Para qu
sirve la propia inteligencia creadora, si no encuentra el suelo espiritualmente fecundo
en el que poder desarrollarse sensatamente?
BALTHASAR, Hans Urs von. A los creyentes desconcertados, Nancea S.A de Ediciones, Madrid
1980, pp. 61-66
Astart, Cibeles. En la filosofa antigua el hombre aparece por eso como el nmero uno,
la mujer como el dos. Eva es sacada del costado de Adn para que su fuerza creadora no
sea en vano. En este contexto csmico hay que colocar la frase de san Pablo: El
hombre es imagen y reflejo de Dios; la mujer en cambio, es reflejo del hombre (1 Cor
11,7). En ella reflejo (doxa) se puede y se debe entender en la ltima parte como
gloria y el hombre es el glorificado. Dios no necesita de Adn para tener en s su gloria.
Pero Adn es pobre y estril si no tiene aquello en que traer su fruto corporal-espiritual
y lo que, como principio de la fecundidad, le hace a l mismo fecundo. Pues lo mismo
que la mujer sali del hombre, tambin el hombre nace por la mujer, y todo (hombre y
mujer) viene de Dios (1 Cor 11,12). De Dios, que lleva en s como creador la imagen
original de hombre y mujer, pero que es siempre el primer engendrante y al que hay que
honrar, pues, como padre. En todo caso se puede decir que el Hijo eterno en el que
Dios cre todas las cosas, es en cierto modo, como sabidura frente al padre,
femenino. Y sin embargo, al hacerse hombre en el mundo tiene que representar al
Padre y eso slo puede hacerlo como varn.
Varn, s, pero nacido de mujer (del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, que
culmina en Mara) y fecundo en la mujer (en el mismo pueblo de Dios que en Mara se
hace Iglesia).
Ahora se trata, completando la unidad procedente de la antigua Alianza y Mara, de
poner atencin en la conexin de Maria y de la Iglesia. El s al ngel de la humilde
sierva a la que Dios ha mirado con clemencia es el acto central de toda su vida y por
eso encierra en s todo lo que Dios quiere realizar por medio de ella y de su Hijo.
Incluida la espada que la traspasa, incluida la cruz intolerable. En la presentacin en el
templo, fundamentalmente ha ofrecido y restituido su hijo a Dios. En la cruz en el
mismo abandono de Dios que su hijo: Mujer, he ah a tu hijo esta restitucin se
convierte en pieza secreta pero indispensable de la nueva creacin o nacimiento. Ambas
cosas son verdad: la Iglesia nace de la exhalacin del espritu en la muerte de Jess y
de su costado abierto, pero nace tambin en el momento en que el s de la mujer a todo
lo que Dios quiera se convierte en la fecundidad inagotable de la nueva Eva. Aquella
Iglesia que Pablo llama inmaculada (Ef 5, 27) y que en ltimo trmino en la tierra
slo lo es verdadera y literalmente en su modelo original Mara. La cruz (a la que
pertenecen indisolublemente Pascua y Pentecosts) es la culminacin de una total
nupcialidad entre el hombre y la mujer, entre el cielo y la tierra.
Esta nupcialidad queda como el misterio ms ntimo de la Iglesia, bienaventurado y a la
vez doloroso, puesto que vuelve a encontrar su origen en la actualidad de la cruz. El
Nuevo Testamento (y no slo la carta a los Hebreos) pinta la pasin de Cristo en la cruz
como el cumplimiento y la superacin de todos los sacrificios anteriores. Por eso es
ocioso discutir si la palabra sacrificio est aqu indicada o no. Lo mejor es decir con
san Agustn: el nico sacrificio pleno en toda a acepcin del trmino es precisamente la
entrega de Cristo por nosotros a Dios y todos los dems sacrificios judos y paganos son
slo sombras y presagios de l. Pero el s de la Madre (y de las dems santas mujeres
bajo la cruz) est integrado sin ruido en ese super-sacrificio del cual nace la Iglesia en
los ms grandes dolores.
En el interior de esa femineidad abarcante de la Iglesia descansa el misterio eucarstico,
que Jess confa anticipadamente a sus apstoles y tambin el poder de atar y desatar
los pecados, que les confiere el da de Pentecosts. La Edad Media contemplativa y las
96
97
XXV CG, 22
Ibid., 21
explicitando el valor humanizador de las virtudes para vivirlas con gozo y con
coherencia;
verificando en comunidad su prctica con evaluaciones peridicas. Para ello, el
Departamento de Pastoral para la Formacin Humana preparar lneas gua
concretas;
educando a sus miembros en el uso apropiado de los medios de comunicacin
social, incluyendo los ms recientes como Internet, DVD, sistemas virtuales, online, etc., y evaluando su uso positivo y apostlico.
d. Centralidad de la obediencia
La Comunidad Educativa Pastoral favorece una profunda vida en el Espritu, el sentido
de la misin y una eficaz insercin de cada hermano en el proyecto pastoral y educativo
comunitario institucional:
e. Pobreza concreta
f. Esplendor de la castidad
La Comunidad Educativa Pastoral irradia su testimonio de castidad y lo ofrece a los
jvenes de hoy como un signo proftico del Reino de Dios y proclamacin de la
dignidad de toda persona:
98
102
Unidad III
LA EXPERIENCIA HISTRICA DE DON BOSCO
(Acentuacin experiencial)
Introduccin
Para poder establecer un desarrollo de la Espiritualidad Juvenil Salesiana es
fundamental establecer un parmetro desde el cual se determina lo especfico de esta
forma de vida en el espritu.
En este captulo consideramos necesario comunicar la experiencia de una persona que
en confrontacin con la fe y con la realidad que lo rodeaba, desarroll una forma de
comprender el ser cristiano de manera muy original, pues pudo combinar el ser
profundamente religioso, y ser profundamente incisivo en la historia que le
correspondi vivir, sin que eso implicara renunciar a ninguno de los dos polos de la vida
humana, diramos que supo hacer la sntesis entre fe-vida, entre cultura-fe. Esta persona
es San Juan Bosco, quien es conocido simplemente como Don Bosco, que es Padre y
amigo de la juventud.
Para los, estudiantes de la Universidad Politcnica Salesiana es importante estudiar a
Don Bosco y su propuesta de vida, porque la tenemos como nuestro padre y quin
no quiere tener un conocimiento completo de su padre? Adems porque nosotros somos
la prolongacin de su espritu a lo largo de la historia y al conocerlo mejor a l, nos
conocemos mejor a nosotros. Estamos envueltos en su misma misin, sus mismos
pensamientos, criterios, estilo de vida y sueos que nos permitan llegar a ser Buenos
Cristianos y Honrados Ciudadanos para hacer posible en el da a da el Reino de Dios
mediante la formacin del hombre nuevo.
Don Bosco, relacionndose con sus muchachos crea el Oratorio y haciendo del Oratorio
(casa, escuela, parroquia, patio),de forma sistemtica y orgnica a su accin educativa
que es nuestra accin, en la que las relaciones se hacen una modalidad de encuentro y
de reciprocidad pedaggica, como un conjunto orgnico de intervenciones pastorales y
educativas para la promocin integral de los jvenes desde la ptica de la preventividad
que no es otra cosa que la vigilancia prevista de todo lo que a tiempo, hay que evitar y
de todo lo que hay que impulsar, y promover de suerte que el joven aprenda de la vida a
defenderse y a desarrollar todas sus potencialidades que tiene en s mismo como ser
humano y como creyente en quien acta vivo y palpitante el Espritu.
Es as como este captulo se convierte en un referente de meditacin y reflexin
pedaggica desde Don Bosco para un ambiente histrico, cultural, social, poltico y
religioso en el que vive el joven, ante el cual tiene que dar respuestas coherentes a la
sociedad desde su propia realidad, as como lo hizo Don Bosco en la suya.
Se trata entonces de trasmitir y asimilar valores fundamentales de nuestra identidad
salesiana, mediante el conocimiento y reflexin de la figura de Don Bosco y su
propuesta de vida. Quiera l mismo quien es siempre actual, hacerse presente en la vida
de todos quienes hacen parte de este proceso, de tal manera que se pueda hacer presente
entre los jvenes ms necesitados como Padre y Amigo.
Objetivo:
Experimentar la propuesta de vida de Don Bosco dedicada a la juventud ms necesitada,
asumiendo un claro compromiso social.
Contenido de la Unidad
1. La persona de Don Bosco.
2. El Oratorio como fuente de vivencia personal.
3. El sistema preventivo y su vivencia.
3. Las races de la vida cristiana segn Don Bosco.
105
Juan Melchor Bosco es hurfano de padre desde los 2 aos de edad. Su Madre Margarita Occhiena se
hace responsable de su hijastro Antonio, su primer hijo Jos, su suegra invlida y el pequeo Juan. Ellos
son colonos de viedos en la campia italiana. Margarita no se casar de nuevo para dedicarse totalmente
a sus hijos.
106
Sus motivaciones son totalmente vocacionales desde un sueo que tuvo desde los nueve aos.
107
Se vive la era pos napolenica que se le llama la Restauracin, en donde los conflictos sociales recaen
en la vida de la gente sencilla: hambre, reclutamientos forzados, impuestos, etc.
108
En esta etapa desarrolla la experiencia de la Sociedad de la Alegra con sus amigos con dos reglas
nicas: cumplir con los deberes diarios sin protestar y estar siempre alegres (o sea, vivir en gracia de
Dios).
Para la realizacin de sus proyectos don Bosco asocia en torno a s, ante todo una fuerza
secular de agentes pastorales que llama Salesianos Cooperadores (1844-1852;1876);
luego, una Congregacin Religiosa (1859), compuesta de sacerdotes y laicos, que lleva
el nombre de Salesianos, y un Instituto femenino, las Hijas de Mara Auxiliadora
(1872), que gracias a la presencia excepcional de la cofundadora, Mara Mazzarello,
tambin piamontesa, tiene la capacidad de interpretar con intuicin y genialidad
operativas femeninas, la ndole y los dinamismos pedaggicos de su Sistema
Preventivo.
Don Bosco muere el 31 de enero de 1888 a los 72 aos en Turn. La Iglesia reconoce la
santidad de su vida, y lo eleva al honor de los altares el 1 de abril de 1934.
La labor social de Don Bosco tuvo como centro la promocin social del joven a travs
de la educacin, informal y formal.
Su obra educativa se especifica en una propuesta educativa que puede atravesar todo
tipo de pedagoga didctica pues no plantea una teora pedaggica, sino un ambiente
que surge de la persona del educador, que vive una experiencia de unin con Dios y por
lo tanto pone al educando en el centro de la realidad educativa, pues no se busca a s
mismo, sino nicamente acompaar el que se pueda realizar la voluntad de Dios en la
vida del joven.
Por ello, para entender el actuar de Don Bosco es necesario comprender sus sistema
educativo, el SISTEMA PREVENTIVO o al menos los elementos fundamentales que
pueden determinar su perfil de accin vital.
b) Qu hace la Iglesia?
La Iglesia no est preparada para discernir las causas socio econmicas del
pauperismo. En la primera mitad del siglo XIX, cuando el problema se ha extendido a
toda Europa, la Iglesia est atendiendo a los cambios polticos de la restauracin. Se ha
enseado a justificar la desigualdad social dentro de la mentalidad clsica y paternalista
de la poca. Sin embargo ya a partir de 1840 algunos obispos en Francia empiezan a
hacer or su voz para mitigar el trabajo de los nios. Se promulgan algunas leyes que los
protegen.
El Papado en la mitad el siglo, est involucrado en la problemtica del despojo de los
Estados Pontificios. La cuestin social, creada por la industria no se les presenta como
un asunto pastoral. Su primer gran pronunciamiento social es la Encclica Rerum
Novarum de Len XIII (1891).
c) Qu hacen los gobiernos?
En Inglaterra, Francia, Blgica y algunas regiones de Alemania, ya durante los primeros
decenios del siglo XIX, empiezan a darse las leyes que protegen a los obreros, como la
reduccin de horas de trabajo, el derecho a asociarse, etc. Nacen diversos tipos de
socialismos desde el de 1817 en Inglaterra, y el Socialismo Catlico en Francia,
Blgica, y Alemania en la dcada de 1830.
Desde el manifiesto Comunista de Karl Marx (1848) se desatarn las reivindicaciones
incontenibles de los proletarios, con brotes revolucionarios que llevarn a cambios
profundos en las estructuras del capitalismo industrial.
d) En el contexto Italiano y Turines.
Italia presenta, hacia 1860, el aspecto de un pas relativamente atrasado con perspectivas
de desarrollo muy limitadas, es que en aquellos aos Italia apenas se estaba fraguando
como nacin; luego se abrir al comercio europeo y emprender su desarrollo industrial.
Turn, sufre el mayor incremento de la poblacin entre los aos 1838 y 1858, debido a
la aparicin de la industria manufacturera, a los movimientos migratorios desde el
campo, producidos por las calamidades naturales, las devastaciones de las guerras, la
escasez de recursos para trabajar la tierra.
e) Condiciones del trabajador.
Cuando Don Bosco llega a Turn para quedarse en 1841, el 40% de los habitantes son
analfabetos. En todo el Piamonte los analfabetos son el 65%. Los muchachos llegan a la
ciudad en ondas crecientes, en los meses muertos para la agricultura, a ofrecer su mano
de obra barata. En los primeros 22 aos del internado del Oratorio de Valdocco, los
muchachos sern originarios de 885 municipios.
Estos chicos son albailes, limpiabotas, tejedores, limpiachimeneas, cargadores,
curtidores, etc., que mendigan trabajo por los palacios, hoteles, ferrocarriles, canteras,
etc. Segn las memorias del Oratorio, son bielenses, saboyardos, suizos, de Novara, de
Lombardia Generalmente son analfabetos y casi desprovistos de instruccin religiosa;
han quedado desvinculados de su parroquia de origen, de modo que sern tambin presa
fcil de las sectas.
Trabajan jornadas hasta de 16 horas, el alimento es psimo y escaso, los salarios son de
hambre, los alojamientos son insalubres, viven en la promiscuidad, los adultos ofrecen
psimos ejemplos109. No hay ni solidaridad obrera ni leyes que los protejan, por eso la
necesidad de los contratos de trabajo que los hace Don Bosco110.
Por los aos en que Don Bosco empieza su trabajo apostlico en Turn, hay en la ciudad
1200 muchachos desocupados que acuden diariamente al mercado de mano de obra
infantil de Porta Palazzo, a unos cuantos metros de Valdocco.
f) La opcin de Don Bosco.
Esta es la situacin juvenil, de pobreza y abandono que provocar la opcin vocacional
de Don Bosco, joven sacerdote del Convitto, entre los aos 1841 y 1844. Esta situacin
lo convenci de que estaba llamado por Dios para dedicarse a este tipo de muchachos
abandonados por la fuerza de las circunstancias a la delincuencia y a la crcel. A estos
muchachos, que no gozan de ningn derecho en la sociedad liberal de su tiempo y
corren grabes peligros, los rehabilitar desde sus experiencias negativas y les propondr
ser honestos ciudadanos y buenos cristianos, con una educacin preventiva e integral.
Cuando Don Cafasso le presiona a definirse sobre su inmediato ministerio sacerdotal, y
estando ya para salir del Convitto Eclesistico, le pregunta:
Qu es lo que llena en este momento su corazn, qu se agita en su mente?.
Don Bosco le responder: En este momento me parece encontrarme en medio de una
multitud de muchachos que me piden ayuda 111
Al terminar los tres aos de Convitto Eclesistico Don Bosco opta por un tipo de
destinatarios de su misin sacerdotal. Los jvenes ms pobres y abandonados, y ante
todo los que se hallan en mayores situaciones de riesgo fsico, moral y espiritual, por un
tipo de sacerdote pastor y educador al estilo de San Francisco de Sales112 y por un tipo
de relacin educativa que l llamar Sistema Preventivo.
Finalmente, hay que tener en cuenta que en sus ltimos aos Don Bosco quera que sus
hijos hicieran una sntesis entre Espritu Salesiano y Sistema Preventivo. De suerte que
su Pedagoga fuese la acentuacin en la relacin los jvenes de la manera de vivir y de
tratarse los salesianos entre si y con toda clase de personas. Ambos se inspiran en la
misma pedagoga de Dios para con nosotros, como nos la revela Cristo en la imagen del
Buen Pastor que conoce y apacienta con amor solcito y preventivo a sus ovejas y busca
unir en un mismo rebao an a las que se hallaren ms alejadas demostrndoles con
seales concretas el amor que les tiene.
109
113
La CASA que tena en el PATIO. Ms an, Don Bosco parece insinuar la prioridad de
este respecto a la casa en la dinmica trayente y facilitadota del Sistema cuando la
llama la casa aneja al Oratorio y a la Iglesia. PATIO E IGLESIA, plaza y parroquia,
eso era ya un oratorio para l. Era un espacio suficiente en el que cada da viviendo en
ese patio y en esa iglesia de la casa Pinardi, era un da festivo, que rememoraba a los
chicos los domingos y las fiestas religiosas de sus pueblos rurales.
El PATIO era, pues, su ms espontnea expresin juvenil de su Sistema, el centro de
una expansin fsica y espiritual en la que los educandos se abran a la confianza en el
ambiente informal y festivo, en el trato familiar y en el juego; y conocindose
recprocamente como personas y expresndose el mutuo aprecio, realizaban, como en
ningn otro lugar, el proverbial aforismo salesiano segn el cual LA EDUCACIN
ES COSA DEL CORAZN 119 y sin ste todo es incierto y difcil. Con esta frase
Don Bosco hablaba como educador y como hombre, aleccionado por la experiencia,
agrega el padre Caviglia.
Esa casa, tena una alma Cristiana, que era la CARIDAD PASTORAL hecha AMOR
EDUCATIVO y expresada en la medida del muchacho con peculiares formas de
AMABILIDAD Segn don Bosco, la amabilidad debera ser empata y afecto que debe
ser percibido concretamente por el joven. As lo expresaba la carta escrita por l en
Roma en mayo del 1884.
-Pero, es que mis jvenes no son suficientemente amados?, t sabes
cunto los amo Qu falta entonces?...
- que los jvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta
de que son amados.
-Acaso no tienen ojos para ver?, no son capaces de darse cuenta de
las cosas?, No comprenden que todo lo que se hace por ellos se hace
por amor?
- No, lo repito, eso no basta! 120
119
La Vita di Besucco Francesco scrita da Don BOSCO e il suo contenuto spirituale, un documento
inexplorado. Studio (Don Bosco, Opere e scritti edi te ed enediti, Vol VI, a cura de Alberto Caviglia, SEI,
1964. Pg. 165. Hoy en el Libro del Sistema preventivo, P. Fernando Peraza, pg, 24.
120
Epistolario di S. Giovanni B osco. Vol. IV. SEI. A cura di Eugenio Ceria, 1959. pp. 264 265.
Por otra parte el oratorio no era una isla, no era una estructura que se encerraba en s
misma. La calle segua siendo Oratorio, y la calle terminaba en el Patio. Ambos en una
secuencia lgica, eran Oratorio. A las crceles mismas llegaba el Oratorio, cuando
llegaba Don Bosco. Los Chicos recluidos saban muy bien que ya el Oratorio les
perteneca, desde el momento que aceptarn la propuesta educativa del sacerdote que
los tena por amigos.
La realidad social. La misma realidad social se haca presente en forma educativa en el
Oratorio. Don Bosco lo haba ligado a la beneficencia diocesana por medio de la
Sociedad de San Vicente de Pal, en cuya mesa directiva l tena un puesto honorario.
El arzobispo Lus Fransoni vea el Oratorio como Parroquia de los muchachos sin
parroquia, y haba bajado desde 1847 a celebrar el sacramento e la Confirmacin que
era un derecho exclusivo de las parroquias turinesas-, en la Capilla Pinard. Al Oratorio
convergan, bajando por la calle de la Consolata a la periferia urbana, nobles y
burgueses de la ciudad; profesores y obreros voluntarios a prestar su colaboracin,
insignes educadores y profesionales que haban llegado a sentirlo como propio. El
cannigo Lorenzo Gastaldi y su madre, Margarita Volpato lo haban hecho parte de su
familia y cuando ste viaj a Inglaterra para hacer el noviciado Rosminiano (1815
1862), no dud en dejarle a su madre por hijos suyos a Don Bosco y a sus pobres
muchachos. Cuando el sentido patritico se apoder del Piamonte, con miras a la
unidad nacional, y se dieron las guerras con Austria, hubo ejrcito con armas de juguete
en Valdocco, para amonestar, por medio de ingenuas escaramuzas, a sus pequeos
disfrazados de soldados, sobre el sentido de lo que en verdad estaba pasando; pero, al
mismo tiempo, nunca permiti Don Bosco que sus Oratorios fueran manipulados
polticamente, participando en manifestaciones de las que ellos no entendan el alcance.
Siempre evangelizar. Don Bosco evangelizaba a sus jvenes promoviendo su
crecimiento humano integral. Es un dato histrico comprobado. Plasmaba su conciencia
moral mientras los habilitaba en el trabajo. Don Bosco era para los jvenes tanto su
sacerdote como el maestro que les enseaba los elementos bsicos de formacin
intelectual y de su capacitacin tcnica y profesional: aspectos, laical y presbiterial,
inseparables de su fisonoma personal, que bifurc luego en estas dos facetas
complementarias del rostro de su Congregacin Religiosa: La del coadjutor o Religioso
Laico y la del Presbtero. Tambin sacerdotes seculares y Seglares integran la unin de
sus Cooperadores. Dos presencias y ministerios complementarios que necesitaban los
jvenes en el proceso de su crecimiento humano y de fe en su preparacin profesional
para la vida.
2.4. Una pedagoga proletaria
Trabajando en aquellos inicios de su Misin por la JUVENTUD POBRE Y
ABANDONADA, padre que les daba hogar en su propia Casa y por Madre a su misma
madre; Margarita Occhiena, cre para ellos una verdadera PEDAGOGA DEL POBRE,
que ya Alberto Caviglia lleg a llamar proletaria
Se trata de una pedagoga que parte de la vida y de la psicologa del pobre y se
identifica con l, para promover su nivel moral y espiritual, usando aquellos enfoques,
principios y mtodos adecuados a la ndole de los pobres
b) Asociacionismo Universitario122
El asociacionismo para los salesianos es la praxis sine qua non se entiende el Proceso
Educativo Pastoral, Don Bosco comenz con el trabajo en los grupos de muchachos, a
los que denomin asociaciones, compaas o sociedades, estando entre las mas
conocidas la sociedad de la alegra, la asociacin de San Luis o la compaa de Mara
Inmaculada; es desde esta perspectiva en la que se desarrolla el asociacionismo.
121
Ciertos datos son tomados de la Tesis de maestra de los Msc. Ricardo Cobos y Ramiro Rubio, ao
2006.
a) Caractersticas:
a. Interaccin recproca. Para que se pueda hablar de grupo social, es preciso que
sus miembros mantengan entre s relaciones regulares que se ajusten a pautas
normadas y que tengan una duracin para que tales pautas cristalicen en una
estructura interna de roles.
b. Existencia de objetivos, valores y actividades compartidas. La existencia de
objetivos, valores, actitudes y sentimientos compartidos, es otro rasgo esencial
en la definicin de grupo. La cohesin del grupo depende del grado de
aceptacin de estos objetivos y valores cuya funcin suele ser reforzar la
conciencia de grupo y afirmar la vigencia de los mismos.
c. Estabilidad y duracin relativa. Esto distingue al grupo de una mera reunin
accidental de personas. Desde el grupo que se forma para la realizacin de una
tarea concreta y se disuelve una vez finalizada sta, hasta la estabilidad y
permanencia del grupo familiar.
d. Conciencia de grupo. En segundo lugar, la existencia del grupo exige que sus
miembros se identifiquen a s mismo como tales. En expresin de F. H. Giddins
(1998), es necesario que entre sus miembros exista una conciencia particular
de grupo, de modo que, en virtud de ella, se vean a s mismo formando una
unidad discernible.
e. Reconocimiento como tal. Esta caracterstica es la complementaria a la de
conciencia del grupo; aqu no se trata de asumir desde dentro del grupo un
nosotros, sino que desde fuera sea el resto de la sociedad, o al menos el
entorno ms cercano, el que reconozca un ustedes. La identidad de los grupos
sociales nace de la interrelacin entre la conciencia de grupo y el reconocimiento
exterior.
b) Enfoques tericos en el estudio de los grupos sociales
Tanto desde el mbito de la psicologa social como de la sociologa han existido ricas
aportaciones al estudio de los grupos sociales, cuatro de ellas son:.
a) Psiconaltico (Freud): Antes de hacer referencia al enfoque de Freud sobre los
grupos, expuesto fundamentalmente en la Psicologa de masas y el anlisis del
Yo. En general, pues, el psicoanlisis enfoca las relaciones e influencias de los
otros sobre el individuo, pudiendo afirmarse que el otro aparece integrado en la
vida anmica del individuo (atraccin y odio; amor y muerte). Ahora bien, al
Proponer a los jvenes, en el caso de este estudio los universitarios, grupos que
respondan a las necesidades especficas, con programas progresivos y
continuados;
Cuidar de modo especial en los grupos la formacin y el compromiso
Cualificar y formar continuamente a los educadores y animadores;
Ofrecer tiempos intensivos de convivencia como momentos de sntesis y de
relanzamiento de la carga asociativa y formativa de los grupos;
Hacer objeto de reflexin y de revisin en la comunidad educativa el
funcionamiento, la eficacia educativa y las actuaciones de los grupos juveniles.
Estas opciones se traducen en algunos elementos operativos que guan la vida de grupo
del movimiento:
123
CAVIGLIA, Alberto, Savio Domenico e Don Bosco, en Opere e scitti editi e inediti, vol iv, sei,
Torino, Ristampa, Giungno 1977, O:C, 70 71; pg. 286.
la representacin. Pueden ser realistas y an duras algunas escenas, pero nunca crueles;
y las expresiones, ni procases o poco cristianas.
El teatro en Don Bosco, en el ambiente oratoriano, no slo es un medio educativo, un
original e irremplazable medio de comunicacin, sino que tambin crea un espacio de
relacin interpersonal vital y una circulacin de valores, se vuelve tambin un
instrumento de socializacin.
Don Bosco fue un poeta de Dios; y quiz pocos valores como los estticos, pueden
llevar al educando a resistir la belleza de las realidades humanas y a presentir las cosas
de Dios.
En conclusin, en el Oratorio, a travs del canto, de la msica y del teatro Don Bosco
quera formar el sentido esttico de sus muchachos, como por medio de la gimnasia
buscaba su desarrollo fsico. De suerte que sus muchachos jugaban, salan de paseo,
tocaban sus instrumentos, organizaban representaciones o competencias deportivas; y
todo esto creaban un ambiente en el que ellos dejaban de ser slo destinatarios de su
educacin sino los principales protagonistas. Protagonistas de una pedagoga sana y
serena, llena de valores, de expresiones humanas, de modalidades expresivas, de
recursos de comunicacin y de dilogo. De ah que ellos no podan no encontrarse en la
casa de Don Bosco como en su propia casa.
3. El sistema preventivo y su vivencia
SISTEMA:
Indica un conjunto unitario y coherente de contenidas; vitalmente unidos
que se proponen al educando, y una serie de mtodos y de procedimientos que los
hacen posibles y facilitan comunicrselos.
La versin en espaol es del Sac. Basilio Bustillo sdb, en la M.B. XIII, 777-781.
Diverso, y casi dir opuesto, el sistema preventivo. Consiste en dar a conocer las
prescripciones y reglamentos de un instituto y vigilar despus, de manera que los
alumnos tengan siempre sobre s el ojo vigilante del director o de los asistentes, los
cuales, como padres amorosos, hablen, sirvan de gua en toda circunstancia, den
consejos y corrijan con amabilidad; que es como decir: consiste en poner a los nios en
imposibilidad de fallar.
Este sistema descansa por entero en la razn, en la religin y en el amor; excluye, por
consiguiente, todo castigo violento y procura evitarlos por ms suaves que sean....
3.1. La preventividad
El Sistema Preventivo concentra todas sus energas en la fase de la prevencin porque
es ms simple y eficaz. Para actuarlo hay que acoger las valoraciones culturales y los
valores que viven los jvenes.
Prevenir significa poner las condiciones para que la persona, a su manera, pueda
crear, hacer, realizar y desarrollar sus energas, segn las exigencias de la verdad, de la
bondad y de la justicia.
Prevenir no significa eliminar el riesgo, sino calcular su peso con relacin a la edad,
a los peligros, para que la autonoma decisional, la confianza en s, el sentido del deber,
la apertura social, el autocontrol, la libertad interior puedan realmente progresar y
evolucionar.
Prevenir significa estar cerca del / la joven con modalidades distintas segn los
ritmos del desarrollo, con una fuerte disponibilidad al dilogo y a la bsqueda humilde y
continua, porque los dos polos de la relacin educativa necesitan crecer en humanidad.
Prevenir no significa manejar a los destinatarios del compromiso educativo, sino
hacer de ellos los protagonistas, los colaboradores, los futuros animadores responsables,
personas que actan por conviccin, ciudadanos honestos y buenos cristianos en la
construccin del hombre y del Reino de Dios y a su vez expertos en educacin, un da
como padres de familia... todo esto es posible sobre la base de los criterios
experimentados por Don Bosco: la razn, la religin, la amabilidad125.
3.2. De la prevencin al optimismo educativo
El concepto de prevencin manejado por Don Bosco no es de carcter puramente
asistencial y protectivo. Sin dejar esta ptica, que responde a situaciones que la
hacen muchas veces imprescindible, tiende a la capacitacin para superar los
factores negativos que pueden destruir a la persona. Es promocional.
La intervencin educativa que mira a impedir la experiencia nociva, evitndola,
neutralizndola o contraponiendo a ella motivaciones y reacciones de carcter
reactivo, liberador y teraputico, se proyecta hacia la estimulacin de dinamismos
constructivos de la persona, de sus dones y posibilidades en vista de un protagonismo
siempre mayor de carcter comunitario y social. Todo lo que incluye Giancarlo
125
128
Jaime Rodrguez F. SDB, La asistencia salesiana sabidura del corazn.. Editorial Centro
Don Bosco. Bogot Colombia. Pgs. 77-85
131
Memorias del Oratorio de S. Francisco de Sales, Dc. 2, 11; 12; 13; 13, 21 (San Juan
Bosco, Obras fundamentales, BAC, Madrid,1979. Pg. 413; 414, 416; 417; 418; 419; 436).
132
Un ambiente sereno altamente educativo: El vivir entre muchos que practican el bien
nos estimula sin apenas darnos cuenta. Es lo que percibi un periodista de Pekn cuando
visit la obra de Don Bosco con ms de 800 estudiantes, y expres:
Hemos contemplado un sistema en accin. En Turn lo estudiantes forman un gran
colegio en el que no se conocen las filas, sino que de una parte a otra se va como en
familia. Cada grupo rodea a su maestro, sin alborotos, sin rias, sin altercados. Hemos
contemplado los rostros serenos de aquellos muchachos, y no pudimos menos de
exclamar. Aqu est la mano de Dios. Y el estilo de familia se convierte en estructura de
una organizacin de relaciones. Estas confluyen en la autoridad paternal del director,
verdadero pater familias, que cuenta con la incondicional colaboracin y consejo de
los educadores y con la confianza de los muchachos 133.
Una sntesis hermosa de lo que Don Bosco entiende por amabilidad est en sus propias
palabras: Recomiendo a todos los nuestros encauzar sus esfuerzos hacia dos puntos
cardinales: hacerse amar y no hacerse temer. Para tratar con los jovencitos propngase
firmemente tratarlos con buenos modos, hagan que los amen y no los teman 134.
La Amorevolezza
Desde el punto de vista metodolgico, el amor se trata de una actitud cotidiana, que
no es simple amor humano, ni slo caridad sobrenatural. Denota una realidad compleja
e implica disponibilidad, criterios sanos, y comportamientos adecuados.
La amorevolezza es la marca salesiana. Es su rostro, su identidad. Es una energa
espiritual conquistada diariamente que nace de la mstica del amor de Dios hacia los
jvenes. Amor que se expresa en una convivencia gozosa, en un clima corresponsable
de dilogo, amistad, comunicabilidad, alegra por el don de la vida,
La caridad pastoral se plasma en el contacto con los jvenes en el esfuerzo de ayudarlos
a valorizar la vida, implicndolos en su crecimiento. El afecto o la bondad
(amorevolezza) se convierte en lo esencial de la caridad de la accin educativa.
La amorevolezza, empea al educador a desarrollar en plenitud su capacidad de ser
humano, de ser sensible al corazn de las personas, de tejer relaciones solidarias.
Remite a comprometerse, a ir al encuentro del otro en una disponibilidad incondicional
a la escuela y al dilogo. La mirada del otro exige de mi la renuncia a la indiferencia
para mirarlo con bondad y ver especial, mente sus posibilidades.
El amor educativo abre el corazn y la inteligencia del joven al educador, lo estimula a
ser protagonista de su formacin, crecer en iniciativa y creatividad. La razn y la
experiencia demuestran que, sin verdadero cario, es intil el ministerio del educador.
La primera alegra de un muchacho es saber que se lo quiere.
133
134
A) Como Pedagoga
B) Como Pastoral
C) Como
Espiritualidad
El sistema preventivo es
tambin
una
pedagoga
caracterizada por:
La voluntad de estar entre los
jvenes compartiendo su vida,
mirando con simpata su
mundo,
atentos
a
sus
verdaderas
exigencias
y
valores;
la
acogida
incondicionada,
que
se
convierte
en
fuerza
promocional y capacidad
incansable de dilogo; el
criterio preventivo, que cree
en la fuerza del bien que hay
en todo joven, an en el ms
necesitado,
y
trata
de
desarrollarla
mediante
experiencias positivas de bien;
la centralidad de la razn , que
hace razonable las exigencias,
que hace razonable las
exigencias y las normas, que
es flexibilidad y persuasin en
las propuestas; de la religin,
entendida como desarrollo del
sentido de Dios innato en cada
persona y esfuerzo de
evangelizacin cristiana; del
amor que se expresa como un
amor educativo que hace
crecer
y
que
crea
correspondencia; un ambiente
positivo tejido de relaciones
personales, vivificado por la
presencia
amorosa
y
solidaria,
animadora
y
promotora de actividades de
los
educadores
y
del
protagonismo de los mismos
jvenes con un estilo de
animacin que creen en los
recursos positivos del joven.
El sistema preventivo
encuentra su fuente y
su centro en la
experiencia de la
caridad de Dios, que
proviene de
toda
creatura
con
su
providencia,
la
acompaa con su
presencia y la salva
dando su vida.
Esta
experiencia
dispone al educador
para acoger a Dios en
los
jvenes,
convencido de que en
ellos Dios les ofrece la
gracia del encuentro
con l y lo llama a
servirle
en
ellos,
reconociendo
su
dignidad, renovando
la confianza en sus
recursos de bien y
educndolos para la
plenitud de la vida.
Esta caridad pastoral
crea una relacin
educativa a la medida
del adolescente y del
adolescente
pobre,
fruto de la conviccin
de que toda vida, an
la
ms
pobre,
compleja y precaria,
tiene en s misma, por
la presencia misteriosa
del espritu, la fuerza
de la liberacin de la
semilla de la felicidad.
Dentro de la metodologa didctica inventadas por Don Bosco (arte, teatro, la msica,
la danza, el dibujo, la poesa), se acenta el proceso educativo puesto en las
motivaciones necesarias para la educacin, entonces el Sistema Preventivo llega a ser
una espiritualidad. Si el acento esta puesto en las tres columnas de la razn, religin y
cario, entonces el Sistema Preventivo llega a ser un compromiso asctico, un cuadro de
valores y un proceso de vida. Si el acento esta en la relacin del educador con el
educando, el Sistema Preventivo postula una fuerte mstica. Si el acento est puesto en
el proyecto de vida que el educando debe madurar en su corazn, entonces el Sistema
preventivo es evangelizacin completa, porque intenta formar al honrado ciudadano y al
buen cristiano, para decirlo con la Christifideles Laici, capaz de vivir el evangelio
sirviendo al hombree y a la sociedad. 135
En definitiva, el Sistema Preventivo transforma tanto al educador como al educando en
un protagonismo consciente, responsable del deber de defender y promover los derechos
humanos, para el desarrollo humano personal y del mundo entero.
3.6. Caractersticas fundamentales del sistema preventivo.
a) Joven
- El joven, en el sistema preventivo, es el sujeto educativo que polariza toda la
accin formativa, Pero el joven concreto, que llega al centro educativo. 136.
b) Preventivo
- Previene, acelerando la intervencin oportuna para que el joven no tenga una
experiencia negativa.
- Previene tambin sustrayendo del mal al joven que haya cado en el mismo.
- Prevenir para Don Bosco era llegar a tiempo a la vida del muchacho con toda
la carga de valores y metodologas educativas del Sistema, para impedirle ser
marcado fatalmente por las experiencias negativas del ambiente.
- Prevenir es llegar al educando con la compresin del amigo para ganar la
confianza, fundamentar una indispensable seguridad afectiva y moral.
- Prevenir es despertar aptitudes latentes, capacitar, emprender con l la bsqueda
de reales posibilidades para ubicarse dignamente en la sociedad.
c) Educador
- El educador es la respuesta educativa para el joven, porque est siempre con l.
- Tiene una visin optimista que se tiene del joven, que siempre ofrece
posibilidades de ser educado.
- El Educador aplica el SP para alejar a los jvenes del mal.
- El Educador tiene que actuar de tal manera que los jvenes se den cuenta que son
amados
- La Educacin es cosa del corazn - Asegura Don Bosco-137
Aguinaldo 2008 Eduquemos con el corazn de Don Bosco, Pg. 48 - 49.
PERAZA L, Fernando, Sistema preventivo de Don Bosco (2003), "Sistema Preventivo de
Don Bosco", Centro Salesiano de Formacin Permanente, Quito. Pg. 33.
137
San Juan Bosco, Obras Fundamentales, o. c, Centro Regional De formacin Permanente,
Quito, Pg. 503.
135
136
les daba su bendicin. Dejad deca, dejad que los nios vengan a m, demostrando as
claramente como vosotros, los jvenes, sois las delicias de su corazn 142.
Puesto que el Seor os ama tanto a vuestra edad, no debierais formular un firme
propsito de corresponderle, haciendo cuanto le agrade y procurando evitar lo que
pudiera disgustarle?
3. La salvacin del cristiano depende ordinariamente de los aos de la juventud
Dos son los lugares que en la otra vida tenemos preparados: el infierno para los malos,
donde se sufre todo mal, y el paraso para los buenos, donde se disfruta de todo bien.
Pero el Seor os advierte que, si comenzis a ser buenos en la juventud, lo seris en el
resto de la vida, que ser coronada con una felicidad de gloria. Al contrario, una mala
vida, empezada en la juventud, fcilmente durara hasta la muerte y acabara por
introduciros inevitablemente en el infierno.
Por consiguiente, cuando veis hombres de edad avanzada dados a los vicios de la
embriaguez, el juego o de la blasfemia, podis creer en general que han adquirido esos
malos hbitos desde la juventud. El hombre sigue en la vejez el mismo camino que
emprendi en la adolescencia. Ah, hijo mo! -dice el Seos. Acurdate de tu creador en
los das de tu juventud.
Y en otro pasaje llama bienaventurado el hombre que desde su adolescencia empez a
llevar el yugo de sus mandamientos.
Los santos han conocido esta verdad, especialmente Santa Rosa de Lima y San Lus
Gonzaga, quienes, habiendo comenzado a servir fervorosamente a Dios desde la ms
tierna edad, no encontraron placer ms tarde sino en las cosas de Dios, llegando as a ser
grandes santos. Lo mismo puede decirse del hijo de Tobas, el cual fue en todo y
siempre obediente y sumiso a sus padres; y al morir ellos, l sigui viviendo
virtuosamente hasta la muerte.
Pero algunos dirn: Si empezamos a servir ahora al Seor, nuestra vida ser triste y
melanclica. De ninguna manera. Puedo contestaros que quien vivir en la tristeza ser
el que sirva al demonio, pues, por ms que se esfuerce en mostrarse contento, el corazn
lo llorar dicindole: Eres infeliz porque eres enemigo de Dios. Quin ms afable y
feliz que San Lus Gonzaga? Quin ms alegre (y de mejor humor) que San Felipe
Neri? No obstante, sus vidas fueron un continuo ejercicio de todas las virtudes.
Animo, pues, hijos mos, comenzad todos a practicar la virtud y, (yo os aseguro que)
vuestro corazn estar alegre y contento y experimentareis cuan dulce (y agradable) es
servir al Seor143.
As como una tierna planta, aunque est colocada en un jardn bien cultivado, tiene
necesidad de un soporte hasta que alcance cierto grosor, de lo contrario se tuerce, se
desarrolla defectuosamente, as vosotros, amados jvenes, os doblegareis seguramente
al mal si no os dejis conducir por quien tiene el encargo de dirigiros.
Encontraris esta gua en la persona de vuestros padres (y en los que hacen sus veces), a
quienes debis obedecer dcilmente. Honra a tu padre y a tu madre y tendrs larga vida
en la tierra, dice el Seor. Pero Cmo se les ha de honrar? 144.
A) OBEDIENCIA.- Cuando os manden alguna cosa, hacedla prontamente, sin
mostraros remolones. Evitad comportaros como los que, protestando, levantan los
hombros, menean la cabeza y, lo que es peor, contestan con insolencias. Estos hacen
una injuria grande a sus padres y al mismo Dios, que por medio de ellos manifiesta su
voluntad. Nuestro Salvador, a pesar de ser todopoderoso, para ensearnos a obedecer se
someti en todo a la Santsima Virgen y a San Jos, ejerciendo el humilde oficio de
artesano. Para obedecer despus a su Padre celestial, se ofreci a morir entre tormentos
en la cruz. (Se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz).
B) RESPETO.- Tened adems un respeto grande al padre y a la madre, y no
emprendis nada sin su permiso, ni os mostris nunca impacientes en su presencia, ni
manifestis sus defectos. San Lus no hacia nada sin permiso y, cuando no estaban sus
padres en casa, peda permiso a sus (mismos) sirvientes.
El joven Lus Camello se vio una vez obligado a permanecer fuera de su casa ms de
los que le haban permitido; en cuanto volvi, pidi perdn con humildes lgrimas de
una desobediencia cometida involuntariamente.
C) ASISTENCIA.- Hay que asistir a los propios padres en sus necesidades, no
slo con los trabajos domsticos de que seis capaces, sino sobre todo entregndoles
cualquier dinero, regalo u objeto que llegue a vuestras manos o haciendo de ellos el uso
que os indiquen. Rogad a Dios por ellos por la maana y por la noche para que les
conceda todo bien espiritual y temporal.
Lo que estoy diciendo de vuestros padres se ha de aplicar tambin a vuestros superiores,
eclesisticos y seglares, incluso a los maestros; de ellos habis de recibir de buena gana,
con humildad y respeto, sus instrucciones, consejos y correcciones, convencidos de que
todo lo hacen para vuestro mayor bien; la obediencia prestada a vuestros superiores
tenedla por prestada a Jesucristo, a la Virgen y a San Lus.
Dos cosas os recomiendo con toda el alma. Primera: ser sinceros con las personas
mayores, no ocultando nunca vuestras faltas con disimulo o, lo que sera peor, negando
haberlas cometido. Decid siempre con franqueza la verdad, porque las mentiras (adems
de ofender a Dios) nos hacen hijos del diablo, prncipe de la mentira, y harn que
perdis la confianza y la reputacin cuando vuestros superiores y compaeros lleguen a
descubrir la verdad.
Segunda: Tomad como regla de vida y de conducta los consejos y advertencias de los
superiores. Dichosos vosotros si as lo hacis; vuestros das sern felices y todas
vuestras acciones sern siempre acertadas y ejemplares. Concluyo dicindoos: Dadme
un joven obediente y llegar a santo. El que no es obediente no tiene ninguna virtud145.
providencia, siempre y cuando no descuides los medios oportunos para que actes con
una prudente determinacin
Medio fundamental es pasar en la inocencia la infancia y la juventud; o reparar con una
penitencia sincera los aos que, por desgracia, se hayan pasado en el pecado.
Otro medio es la oracin humilde y perseverante. Te convendr repetir como San Pablo:
Seor, Qu quieres que haga?. O como Samuel Habla, Seor, que tu siervo
escucha. O con el salmista Ensame hacer tu voluntad, pues eres mi Dios, u otras
expresiones semejantes de confianza.
Cuando llegue el momento de tomar una decisin dirgete a Dios con especiales y
frecuentes oraciones. Acude tambin a Mara, que es la Madre del buen consejo.
Proponte seguir la voluntad de Dios suceda lo que suceda, aunque los mundanos
desaprueben tal determinacin, es ah donde debe platicarse el aviso del Seor
obedecer antes a Dios que a los hombres. No dejes por supuesto, de respetar y amar
a los que te contradigan; respndeles y trtales con mansedumbre, pero sin poner en
riesgo los supremos intereses de tu alma. Aconsjate sobre el modo de proceder y
confa en quien todo lo puede. Consulta tus decisiones con personas piadosas y sabias
que puedan guiar tu espritu para alcanzar tu vocacin.
a) El joven, fiel a su vocacin
Para que el joven cristiano permanezca fiel a su vocacin de vida, Don Bosco ilustra
este consejo desde el testimonio de fidelidad vocacional de San Francisco de Sales,
quien en cierto momento de su vida manifest a sus padres que Dios le llamaba al
sacerdocio, recibiendo como respuesta, que como primognito en la familia, haba de
ser su apoyo; que tal inclinacin al estado eclesistico era efecto de una devocin
indiscreta. Es ms para obligarle en cierta manera a seguir sus intenciones, le
propusieron un matrimonio noble y ventajoso.
Pero nada pudo disuadirlo de su santo propsito. Siempre coloc la voluntad de Dios
por delante de la de sus padres, a quienes amaba con ternura y respetaba profundamente,
y prefiri renunciar a todas las ventajas temporales antes que dejar de corresponder a la
gracia de la vocacin.
b) Llamados a la santidad
Don Bosco nos entrega como experiencia de vida que informa nuestra relacin con
Dios, el trato personal con los dems y la vida de comunidad en la prctica de una
caridad que sabe hacerse amar 147. De esta forma l sigue estando entre nosotros ya
que l marc su obra con un estilo singular de santidad. Y hoy el mundo tiene tanta
necesidad de santidad! Como la inicial respuesta a los desafos del mundo
contemporneo. Se trata, en definitiva, no tanto de aprender nuevas actividades e
iniciativas de vivir y testimoniar el evangelio sin componendas, de manera que estimule
a la santidad a los jvenes que acepan esta propuesta.
147
Constituciones No. 20
BOSCO, Teresio, (2007), Don Bosco Una Biografa Nueva, Editorial Don Bosco,
Cuenca.pag. 263.
149
BOSCO, Teresio, (2007), Don Bosco Una Biografa Nueva, Editorial Don Bosco,
Cuenca.pag. 264.
150
Unidad IV
ELEMENTOS DE LA ESPIRITUALIDAD JUVENIL SALESIANA
(Acentuacin carismtica)
Introduccin
Esta cuarta y ltima unidad quiere poner una mayor atencin y acentuacin en la
dimensin carismtica de la propuesta institucional sobre la Espiritualidad Juvenil
Salesiana, segn los lineamientos propios de la Congregacin, vlidos a nivel mundial,
y desde luego con claras aplicaciones al mundo juvenil de hoy y siempre, desde los
cuatro grandes aspectos de la maduracin cristiana, a saber: humanizacin, sentido de la
vida, eleccin de valores y el compromiso eclesial y social.
Dentro de stas reas, tendremos que: cultivar algunas actitudes, que habrn de revisarse
con frecuencia; individuar algunos ncleos de conocimientos imprescindibles para
comprender adecuadamente la vida cristiana; elegir experiencias capaces de favorecer el
resultado y, proponer actitudes y conocimientos, que nos acerquen a lo esencial de la
propuesta, a partir de la admirable armona de gracia y naturaleza que existe entre la fe
que reclama la vida, y la vida que siente necesidad de la fe.
Por todo lo dicho anteriormente, se hace imprescindible la referencia directa a la fuente
del Documento Capitular: Educar a los jvenes en la fe, del XXIII Captulo General
de la Sociedad de San Francisco de Sales, celebrado en Roma, del 9 de marzo al 5 de
mayo de 1990, en el que se trabaj de forma extensa e intensa, integral, el tema que
ahora nos ocupa.
Objetivo:
Posibilitar el encuentro formativo del estudiante universitario con su realidad desde la
experiencia del Oratorio
Contenidos de la unidad:
1.
2.
3.
4.
es espiritualidad juvenil
El protagonismo juvenil hall en Valdocco un espacio amplio en todos los sectores de la
vida, hasta el punto de que los jvenes fueron llamados por Don Bosco a ser
cofundadores, con l, de una nueva Congregacin.
Por su parte, los jvenes le ayudaron a iniciar, en la vida de cada da, un estilo de
santidad nueva, acomodada a las exigencias tpicas del desarrollo del chico. Fueron, as,
de algn modo simultneamente discpulos y maestros.
En todas las comunidades salesianas hoy, igual que ayer en el oratorio de Don Bosco, el
compromiso espiritual nace de un encuentro que hace brotar la amistad, de la que
manan la referencia continua y la compaa buscada para ahondar en la vocacin
bautismal, y el camino hacia la madurez de fe.
El dicho quiero estar siempre con Don Bosco156 indica la opcin de un modo
particular de crecer en la vida del Espritu: la experiencia de vida cristiana es anterior a
la reflexin sistemtica.
es, por lo tanto, una espiritualidad educativa
Poner al joven, con sus dinamismos interiores, en el centro de la atencin del educador
y como criterio prctico para establecer los itinerarios que hay que seguir, es la
caracterstica fundamental de la espiritualidad juvenil: es una espiritualidad educativa.
Se dirige a todos los jvenes indistintamente, pero da la preferencia a los ms pobres.
Asumir los retos de quienes estn lejos o son ajenos a la fe y la irrelevancia de sta en la
vida, pide que los educadores acompaen y compartan la vida de los jvenes. Amad lo
que agrada a los jvenes repite Don Bosco a los salesianos en la situacin actual-, y los
jvenes amarn lo que es del gusto de los superiores157.
La meta del trabajo del salesiano es hacer que los jvenes crezcan en plenitud, hasta la
medida de Cristo, el hombre perfecto158.
1.2. Presentacin sinttica
Ncleos fundamentales
Con objeto de ayudar a las comunidades en una lectura rpida de la propuesta y
estimularlas a una profundizacin posterior, se ofrece una descripcin de los ncleos de
la espiritualidad juvenil salesiana.
1.2.1. Espiritualidad de lo cotidiano
Lo cotidiano inspirado en Jess de Nazaret159 es el lugar donde el joven
reconoce la presencia activa de Dios y vive su realizacin personal.
1.2.2. Espiritualidad de la alegra y el optimismo
156
Cf.MB V, 526; MBe V, 375; cf. tambin MB VI, 334-335; MBe VI, 257
Cf. MB XVII, 111; MBe XVII, 102
158
Cf. Ef 4, 13. 15.
159
Cf. Const. 12
157
167
Const. 15
Const. 14
169
RECTOR MAYOR en Confrontacin DB 88.
168
Don Bosco es el santo de la alegra de vivir. Sus chicos aprendieron tan bien la leccin,
que afirmaban, con lenguaje tpicamente oratoriano, que la santidad consiste en estar
muy alegres170.
Don Bosco ofreci a los jvenes marginados de tiempo la posibilidad de experimentar
la vida como fiesta y la fe como felicidad.
La msica, el teatro, las excursiones, el deporte y la alegra cotidiana de un patio
siempre han sido valorizados por la pedagoga salesiana como elementos educativos de
importancia capital. Suscitan numerosas energas de bien, que se orientarn hacia un
compromiso de servicio y de caridad.
La fiesta salesiana nunca es manifestacin de un vaco interior que busca
compensaciones; ni ocasin para distraer de una realidad que muchas veces es dura y
que, por tanto, se desea esquivar; es ocasin para construir amistad y desarrollar cuanto
hay de positivo en los jvenes.
Este estilo de santidad podra maravillar a ciertos expertos de espiritualidad y
pedagoga, temerosos de que disminuyan las exigencias evanglicas y los compromisos
educativos. Sin embargo, para Don Bosco la fuente de la alegra es la vida de gracia,
que impone al joven un difcil tirocinio de ascesis y de bondad.
y el esfuerzo del crecimiento
Don Bosco, durante toda su vida, encamin a los jvenes por la senda de la santidad
sencilla, serena y alegre, uniendo en una sola experiencia vital el patio, el estudio serio y
un constante sentido del deber.
Hoy ofrece, como respuesta fiel al amor gratuito de Dios, una valiosa lectura del
Evangelio con el espritu de las bienaventuranzas, las cuales proclaman, ante todo,
quin es Dios para nosotros y cul debe ser nuestro compromiso de creyentes para
edificar su Reino. Al estimular a vivir en unidad la alegra y el deber, nos ensean
tambin a asumir, en el seguimiento de Cristo, la cruz en cuanto dimensin pascual de
la opcin evanglica y, por consiguiente, del desarrollo en humanidad segn la talla de
Cristo, muerto y resucitado.
Fuera de un camino seriamente comprometido, el crecimiento resulta cada vez ms
difcil. El salesiano lo recordar con frecuencia a sus jvenes, cuando tengan la
impresin de que reestructurar la propia vida a la luz del Evangelio requiere el
alejamiento de bienes irrenunciables.
La libertad, la justicia, la solidaridad y la corporeidad pondrn muchas veces al joven
creyente ante una alternativa: o estar con Jesucristo el Seor aceptando la tribulacin de
la fe, u optar por realizar la vida fuera de su zona de influencia.
Es un momento crucial, un paso arduo pero necesario, para llegar a la sntesis donde se
experimenta la dicha de contemplar simultneamente al Seor de la vida y de la historia.
170
Juan Pablo II, con intuicin feliz, defini el lugar de la infancia y adolescencia de
Juanito Bosco como colina de las bienaventuranzas juveniles, porque de ella parte un
mensaje de alegra y responsabilidad para los jvenes que miran a Don Bosco como a
padre y maestro.
1.2.3. Espiritualidad de la amistad con Jesucristo el Seor
Encuentro con Jesucristo resucitado
Vivir el espritu de las bienaventuranzas con el estilo de Valdocco es hacer surgir una
amistad ntima entre Jesucristo y el joven. Ya no se contenta con el primer encuentro ni
con la simpata hacia el Seor; se quiere ahondar su conocimiento y la adhesin a su
persona y a su causa. Se busca una respuesta concreta a su amor, correspondiendo
mediante el compromiso y la generosidad. Cuando los jvenes llegan a esta relacin con
Jesucristo el Seor, se abren a la radicalidad evanglica.
La experiencia del oratorio con la historia personal y comunitaria de Domingo Savio,
Francisco Besucco y Miguel Magone dice que todos los jvenes pueden recorrer la
senda de esta amistad con Cristo.
Amigo, maestro y salvador son trminos que describen la centralidad de la persona de
Jesucristo en la vida espiritual de los jvenes con estilo salesiano.
La dimensin personal de la relacin Jess es mi amigo y compaero171, afirma
Francisco Besucco, estimula a conocer la totalidad del misterio de Cristo, muerto y
resucitado.
para adquirir un corazn nuevo
Era preocupacin constante de Don Bosco el educar en la fe caminando con los
jvenes para llevarlos a la persona del Seor resucitado, de modo que [crecieran]
como hombres nuevos172.
Le gustaba repetir que la educacin es cosa del corazn. Tambin el camino de la
espiritualidad requiere un corazn nuevo. Si no se llega a ese centro que mueve la vida
humana, no se lograr ninguna conversin profunda y duradera.
En contacto con el Seor resucitado, los jvenes adquieren un amor ms intenso a la
vida. En amistad con el Seor resucitado se forja un corazn oratoriano que vibra con la
alborozada sensibilidad juvenil y con la fuerza silenciosa pero eficaz del Espritu Santo.
1.2.4. Espiritualidad de comunin eclesial
Deseo de vivir en compaa
Sostenidos por una espiritualidad que nace de la relacin entre personas que tienen en
Cristo un amigo comn, los jvenes de los ambientes salesianos sienten una necesidad
grande de estar juntos. Como amigos comparten y celebran la alegra de vivir, para
ayudarse unos a otros. As son levadura en medio de los dems chicos y jvenes.
171
172
JUAN BOSCO, El Pastorcillo de los Alpes, Obras fundamentales, BAC, Madrid 1987.
Cf. Const. 34.
de los deberes personales; sostener la conversin y renovacin del corazn, para que el
joven pudiera darse a Dios con un propsito eficaz.
Por ltimo, se prolongaba en la direccin espiritual, para reforzar la adhesin al Seor,
y en el encuentro fraterno con el educador compartiendo gozosamente la vida.
Los frutos educativos del sacramento de la Reconciliacin son muchos:
-
Es la oracin del buen cristiano, sencilla y popular: ahonda sus races en la vida. Le
gusta el clima festivo de los encuentros de jvenes, pero sabe encontrar tambin el
momento para un dilogo personal con el Seor. Se expresa con frmulas breves y
espontneas, tomadas de la palabra de Dios y de la liturgia.
Cada generacin est llamada a inventar su oracin, con fidelidad a la tradicin y en
confrontacin valiente con la cultura y sus problemas.
Por ello, la oracin salesiana sabe aceptar las nuevas modalidades que ayudan a los
jvenes a encontrar al Seor en la vida cotidiana. O sea, es flexible y creativa, siempre
atenta a las orientaciones renovadoras de la Iglesia.
Don Bosco empleaba con ms frecuencia el trmino piedad que el de oracin. La
piedad expresa la conciencia de estar inmersos en la paternidad de Dios, y mira, ms
que a las palabras, a los gestos del amor de quien desea agradar en todo al Seor.
Mara, Madre y Auxiliadora de la Iglesia
La espiritualidad juvenil salesiana da un puesto de privilegio a la persona de Mara.
Don Bosco, desde el principio de su vocacin en el sueo de los nueve aos, la recibi
como gua y apoyo174. Con su ayuda materna cumpli el plan que el Seor tena sobre
su vida. Al final, pudo decir con verdad: Todo lo ha hecho Mara175.
Los jvenes, en contacto con la comunidad salesiana, aprenden a mirar a Mara como a
la que infunde esperanza176 y les sugiere algunas actitudes tpicamente evanglicas:
la escucha, la fidelidad, la pureza, la donacin, el servicio.
Todos los jvenes tienen algunas pocas difciles de transformacin, pero tambin de
entusiasmo, por la novedad que los espera y que desean con toda su alma. Mara,
invocada y honrada bajo el titulo de Auxiliadora, es para ellos signo de esperanza
cierta y de consuelo177.
Cuando los jvenes que viven en el ambiente salesiano llegan a una devocin mariana
motivada, descubren los horizontes hacia donde los impulsa Mara Auxiliadora: un
ardiente celo apostlico en la lucha contra el pecado y contra una visin del mundo y
del hombre contrarias a las bienaventuranzas y al mandamiento nuevo.
1.2.5. Espiritualidad de servicio responsable
Hacerse ciudadanos honrados y buenos cristianos
El joven creyente, impulsado por el Espritu, est al servicio del hombre, como hace la
Iglesia, experta en humanidad. El servicio mide el camino de la espiritualidad.
174
Cf. Const. 8.
Cf. SANTIAGO COSTAMAGNA, o.c. pg. 165.
176
Cf. Const. 34.
177
LG 68.
175
Don Bosco, padre y maestro de la juventud, instaba a sus jvenes a ser ciudadanos
honrados y buenos cristianos. La sntesis de ambos elementos es el fruto ms maduro
de la espiritualidad juvenil. La simplicidad de la frmula esconde la labor que debe
hacerse y el compromiso nunca realizado del todo.
Ser ciudadano honrado supone hoy, para un joven, promover la dignidad de la persona y
sus derechos, en todos los contextos; vivir con generosidad en la familia y prepararse
para formarla sobre bases de donacin recproca; favorecer la solidaridad,
especialmente para con los ms pobres; realizar el propio trabajo con honradez y
competencia profesional; promover la justicia, la paz y el bien comn en la poltica;
respetar la creacin; favorecer la cultura178.
con la creatividad del amor
La historia de los jvenes en el oratorio, cuando an viva Don Bosco, es rica en este
aprendizaje de la vida cristiana: estar al servicio de los dems, de manera ordinaria y a
veces con formas extraordinarias.
Hoy da se abren ante el joven nuevos campos de servicio. Por ejemplo, la animacin
educativa y cultural en el territorio para vencer la marginacin y defender una cultura
de participacin, y el voluntariado civil y misionero para colaborar con otros
organismos en la promocin humana en la evangelizacin.
El amor a la vida, en el signo del Espritu y con el estilo de Don Bosco, sabe encontrar
cauces adecuados para dar salida a las mejores energas del mundo juvenil.
hasta comprometer toda la vida como y con Don Bosco
Muchos jvenes son ricos en recursos espirituales, presentan grmenes de vocacin
apostlica y llegan hasta hacer madurar el encuentro y simpata inicial por Don Bosco
en voluntad de darse a l para continuar su misin.
El conocimiento de los problemas que viven a diario sus compaeros, encuentra en
muchos jvenes la primera respuesta de actuacin educativa.
Muchas vocaciones nacen, de hecho, de una experiencia de servicio en un barrio, en
arrabales pobres, en una catequesis del oratorio, en la visita a los enfermos, en tareas de
voluntariado y de educacin. Los jvenes se preguntan: A qu espacios sociales y
eclesiales puedo ir para demostrar mi amor a la vida y al Seor de la vida? Para algunos
es cierta a llamada a formar una familia y a ejercer una profesin, como servicio
178
CL 37 y 44.
responsable a la Iglesia y a los hombres. Otros tienen cada vez ms clara su opcin por
el sacerdocio y la vida religiosa.
Todos, en uno y otro caso, guiados por el Espritu del Seor y animados por los valores
de la espiritualidad salesiana, acogen y viven la propia existencia como vocacin.
2. Opciones de la Espiritualidad Juvenil Salesiana
2.1. La comunidad interpelada
La comunidad salesiana se siente interpelada por los retos. Los capta con humildad y
pasin pastoral, y se deja retar. Est convencida de que no se trata slo de simples
problemas juveniles, sino de signos de los tiempos. El Seor se manifiesta por medio de
ellos y la interpela.
La comunidad responde verificando su vida y las perspectivas y proyectos que han
guiado hasta ahora su quehacer pastoral, convencida de que puede ir al encuentro de los
jvenes, pues en la tradicin salesiana se manifiesta una coincidencia feliz entre lo que
piden los jvenes y lo que nuestra consagracin apostlica se siente estimulada a darles.
reconsidera la misin recibida
En la raz de esta esperanza hay algunas convicciones. La misin juvenil, donde todo
hermano y comunidad experimentan la alegra del propio servicio, nos permite caminar
al paso de los tiempos. Colaboramos en la obra de Dios, y para ello l nos da su gracia y
su luz.
Mediante sus solicitaciones, los jvenes nos impiden quedarnos en el pasado, nos
educan y nos apremian a encontrar respuestas nuevas y valientes.
La aurora de una nueva evangelizacin179nos convoca a trabajar en la edificacin de una
sociedad ms humana, y nos pide, sobre todo, renovar en contextos nuevos, casi con un
salto de calidad, nuestra fe en la Buena Noticia trada al hombre por Jesucristo, el Seor.
se esfuerza por dar una respuesta
Estamos convencidos de que Dios acta en la historia, de que el Espritu del Seor
resucitado est presente dondequiera se realiza el bien y llama a la comunidad a
confesar a Cristo y despertar su propia fe.
No tenemos respuestas puntuales ni de eficacia segura para el conjunto de los retos ni
para algunos en particular. Estos retos no son dificultades pasajeras, sino indicaciones
de un cambio de poca que debemos aprender a discernir a la luz de la fe.
inspirndose en la experiencia de Don Bosco
A esta conviccin nos lleva tambin nuestra experiencia espiritual vivida tras las
huellas de Don Bosco. El Espritu, presente en su corazn, atraa a los jvenes, ms all
179
CL 34.
180
Creemos que Jess quiere compartir su vida con los jvenes, que son la esperanza de un
futuro nuevo y llevan dentro de s, ocultas en sus anhelos, las semillas del Reino.
Creemos que el Espritu se hace presente en los jvenes y que por su medio quiere
edificar una comunidad humana y cristiana ms autntica. l trabaja ya en cada uno y
en los grupos: les ha confiado una tarea proftica para que la realicen en el mundo, que
es tambin el mundo de todos nosotros.
Creemos que Dios nos est esperando en los jvenes para ofrecernos la gracia del
encuentro con l y disponernos a servirle en ellos, reconociendo su dignidad y
educndoles en la plenitud de la vida.
La tarea educativa resulta ser, as, el lugar privilegiado de nuestro encuentro con l.
en toda situacin juvenil
En virtud de esta gracia, ningn joven puede quedar excluido de nuestra esperanza y de
nuestra accin, sobre todo si sufre pobreza, derrota y pecado. Tenemos la certeza de que
en cada uno de ellos Dios ha depositado el germen de su vida nueva.
Esto nos impulsa a procurar que sean conscientes de tal don y a trabajar con ellos para
que desarrollen la vida en plenitud. Cuando nuestra entrega parece no alcanzar su
objetivo, seguimos creyendo que Dios precede nuestro sufrimiento como Dios de la
esperanza y de la salvacin.
2.2.1. Punto de partida
ir a los jvenes
Nuestro compromiso de educar a los jvenes en la fe choca a menudo contra un
obstculo: a muchos jvenes no les llega ni nuestro mensaje ni nuestro testimonio. Entre
nosotros y la mayora de ellos hay una distancia, que muchas veces es fsica, pero que es
sobre todo psicolgica y cultural.
Eliminar distancias, hacernos cercanos, aproximarnos a ellos es, por consiguiente, el
primer paso. Tambin aqu Don Bosco es nuestro maestro. Siento, queridos jvenes
escriba desde Roma en 1884 el peso de estar lejos de vosotros: el no veros ni oros
me causa una pena que no podis imaginar185. Buscaba a los jvenes: iba por calles y
plazas; entraba en obras y lugares de trabajo. Se acercaba a ellos y los invitaba a ir a su
oratorio.
Este amor y los gestos que le acompaaban no pertenecan slo a un mtodo
pedaggico, sino que eran la expresin original de su fe en el Seor y de su voluntad de
anunciar a Cristo a los jvenes.
ir a donde se hallan
185
MB XVII, 107.
Const. 40.
MB XVII, 114; MBe XVII, 105.
Hay que trazar, pues, el camino teniendo en cuenta dos referencias: el trabajo que los
jvenes deben hacer para formar su personalidad, por una parte; y por otra, el
llamamiento preciso de Cristo, que los invita a construirla segn la revelacin que se
manifest en l.
La vida de los jvenes es, a la vez, punto obligado de donde partir para un camino de fe,
referencia continua en su desarrollo y punto de llegada, cuando ha transformado y
encauzado hacia la plenitud de Jesucristo.
El anuncio de Jesucristo, renovado continuamente, es el aspecto fundamental de todo el
camino; no es algo ajeno o yuxtapuesto a la vivencia del joven. En dicha vivencia se
hace camino, verdad y plenitud de vida.
Tenemos, as, un verdadero camino hacia la fe y un camino preciso de fe, que parte de
esta conviccin: Jesucristo se manifest como el verdadero hombre, slo por l entra
plenamente en la vida todo ser humano. El camino tiende definitivamente a asegurar y
consolidar el encuentro con l, realizado en la comunidad eclesial y en una intensa vida
cristiana.
Hay que tener en cuenta que se trata de un camino educativo, que toma a los jvenes en
la situacin en la que se hallan y se compromete a sostenerlos y orientarlos en sus pasos
hacia la plenitud de humanidad que les es posible.
Cabe, por tanto; recorrerlo tambin en situaciones donde el anuncio explcito de Cristo
resulta difcil, irrealizable, o donde todava hay que crear las condiciones mnimas para
que pueda ser escuchado. En semejante situacin de precariedad, la referencia al
integrante, y han de asumirse con actitud de comprensin. En algunos casos son fruto de
las graves condiciones en que viven ciertos jvenes.
Resulta, pues, evidente que el camino se ha repensar como nico, porque nica es la
meta hacia la que avanza, nicas las indicaciones ligadas a la naturaleza de la fe y
constantes algunas caractersticas de la vivencia juvenil.
Pero no es difcil comprender que hay que determinar progresivamente itinerarios
particulares, proporcionados a los jvenes que los recorren.
Los itinerarios se presentan precisamente como determinaciones ms detalladas de
experiencias, contenidos y metas, segn los jvenes y las situaciones particulares.
d) que se realiza en comunidad
Hay un aspecto que no podemos descuidar: la comunidad educativa, formada en su
conjunto por jvenes y adultos. Es el sujeto que hace el camino hacia la fe y de fe. No
caben distinciones como la siguiente: los jvenes son nicamente destinatarios de la
propuesta, mientras que los adultos slo han de ser considerados sus autorizados
elaboradores tcnicos. Semejante perspectiva llevara todo esto al mbito de unos
servicios profesionales desconectados de la vida. Es san Pablo en persona quien nos
recuerda cmo se nos engendra a la fe!
El camino es nico e implica a todos y siempre. Aunque interpela a cada persona de
cara a sus responsabilidades especficas ante Dios, sin embargo la propuesta es apoyada
por todos los que reconocen en Jesucristo el fundamento y el sentido de la vida.
En la comunidad educativo-pastoral son educadores de los jvenes en la fe todas las
personas, tanto las que desempean tareas de educacin y desarrollo humano como las
que trabajan ms explcitamente en la vertiente de la fe.
Su mayor alegra es comunicarles las insondables riquezas de Cristo188. Todos los
medios y actividades deben confluir en servir a la misma persona, a fin de ayudarle a
crecer en la vida y en el encuentro con el Seor resucitado.
3. Un compromiso por la nueva evangelizacin en el mundo de hoy
Algunos ncleos ms importantes de la educacin en la fe
El camino de fe y la espiritualidad juvenil salesiana asumen con seriedad el compromiso
del joven que trabaja por construirse una identidad conciliando dinmicamente los
impulsos de sus energas internas, los numerosos y variados mensajes o propuestas que
surgen del contexto y los horizontes que le permite vislumbrar la hora actual.
L fe en Cristo se sita en el centro de esta tarea como fuente de sentido, esperanza de
vida futura, don de Dios y energa que transforma la historia.
188
189
Cf. GS 55.
Existe, ante todo, una norma que se ha de tener en cuenta en las orientaciones y
decisiones personales.
Contamos tambin con la experiencia de la Iglesia, que recoge de la vida de los
creyentes iluminados por la palabra de Dios, de la atencin inteligente a los signos de
los tiempos y de la historia de la santidad reconocida y oculta, las lneas fundamentales
de una existencia cristiana.
El camino no es fcil. Requiere contacto diario con la vida del joven, amplia
disponibilidad para el dilogo y la direccin espiritual, y gran estima y experiencia vital
del sacramento de la Reconciliacin.
3.2. Educacin en el amor
Situacin
Nuestro contexto sociocultural estimula y facilita la comunicacin y el intercambio
afectivo.
Por su parte, los jvenes apuestan por el amor con gran resolucin, desafiando
prejuicios y censuras culturales, estimulados por la edad, deseosos de colmar carencias
afectivo-familiares y sensibles al valor de encuentro-intercambio corno expresin de
donacin y confianza.
Anhelan vivir este don. Sin embargo, por una serie de condicionamientos internos y
externos, slo logran hacer de l un uso consumista.
El amor es, ciertamente, una dimensin fundamental de la persona. Es el resorte que
hace saltar la vida.
Es lo que da sentido a la existencia, abrindola a la comprensin y a la oblatividad.
Los jvenes lo viven con totalidad y exclusividad, hasta el punto de posponerle
cualquier otro valor y compromiso.
La radicalidad con que se entregan no corresponde, sin embargo, a la duracin del
ofrecimiento. Lo viven en su fugacidad. Y, si bien el encuentro tendera a realizar un
deseo de autenticidad, a menudo la fuerza del sentimiento se ve arrollada por la carga
sexual.
La bsqueda de la persona a quien amar asla necesariamente de los dems y del grupo,
y pronto lo abandonan.
Consecuencias para el camino de fe
Todo esto se refleja en plano del la construccin de la personalidad y en el ms
especfico de la maduracin de la vida cristiana.
Cuando el amor se vive de manera conflictiva y su contenido sexual llega a ocupar el
puesto preeminente, frena el crecimiento global. Realizado de forma egosta, el gesto
del amar no abre al futuro, porque se concentra slo en el sentimiento presente y tiende
a prescindir de la evolucin de las personas.
Efectos similares produce, en algunos contextos, la situacin de muchos jvenes que
acusan la ausencia de la figura paterna o incluso la falta de progenitores.
No tienen ninguna experiencia de una relacin equilibrada con padres y hermanos.
Llevan en s carencias difcilmente colmables, y no tienen defensas ante las
provocaciones de la sociedad.
En su proceso de desarrollo, sustituyen valores por gustos, ya que confunden felicidad y
placer. Les falta un proyecto que defina el sentido de su realizacin personal.
Tambin el ambiente, formado por personas que viven una experiencia anloga,
constituye una forma de cultura generalizada que, en vez de corregir dichas tendencias,
de hecho las estabiliza y sanciona.
En tales situaciones, la comprensin autntica del amor, para el cristiano, slo puede
darse en el horizonte de Dios. Es Dios quien ha querido la persona en la reciprocidad
hombre-mujer, llamndolos a una comunin profunda, capaz de significar la realidad
misma de Dios.
Intervencin educativa
El salesiano, atento en su labor educativa a favorecer y promover la maduracin de los
jvenes, siente hoy un compromiso especial para educar en el amor. Est convencido
de que el misterio de Cristo, su vida y sus hechos, son propiamente la revelacin plena y
normativa del amor autntico.
La tpica vivencia de Don Bosco y el contenido educativo espiritual del sistema
preventivo le orientan hacia algunas opciones sencillas pero eficaces.
Como primera cosa, es fundamental crear alrededor de los jvenes, en todos los
ambientes, un clima educativo rico en intercambios comunicativo-afectivos. El sentirse
acogido, reconocido, estimado y querido es la mejor leccin sobre el amor. Cuando se
debilitan los signos y gestos de fami1ia, los jvenes fcilmente se alejan, no slo de
forma material, sino tambin y sobre todo afectivamente.
La educacin completa de la persona y el apoyo de la gracia levarn a chicos y chicas a
apreciar los valores autnticos de la pureza (respeto de s mismo y de los otros,
dignidad de la persona, transparencia en las relaciones...) como anuncio del Reino y
como denuncia de cualquier forma de instrumentalizacin y esclavitud.
Cuando la comunicacin entre chicos y chicas se vive como momento de
enriquecimiento mutuo, abre al dilogo y a la atencin hacia el otro. Hace descubrir la
riqueza de la reciprocidad, que llega hasta el nivel del sentimiento y de la inteligencia,
del pensamiento y de la accin. Nace, as, el descubrimiento del otro, acogido en su ser
y respetado en su dignidad de persona.
Una educacin adecuada, por tanto, hace captar la sexualidad como valor que madura a
la persona y como don que se ha de intercambiar en una relacin definitiva, exclusiva,
total y abierta a la procreacin responsable.
El trato con personas que viven este amor tiene la fuerza del testimonio. Ciertas
actitudes nacidas de la donacin y gratuidad se intuyen y se asimilan con fuerza. El
gozo de una vocacin vivida con conviccin repercute en los jvenes, y les facilita una
apertura seria y serena al amor que sabe aceptar las exigencias que implica.
El testimonio del salesiano que vive de manera lmpida y gozosa su donacin en la
castidad hace comprender al joven la posibilidad de vivir as el amor. El joven que
camina a su lado se preguntar por el Seor de la vida, que llena el corazn de una
criatura de todo tan total. Comprender que el amor resulta, a ttulo pleno, proyecto de
vida que puede expresarse de mil formas diversas.
El mismo servicio fraterno a los pequeos y a los pobres, as como el contacto gradual y
guiado con situaciones de sufrimiento, educan para vivir un amor desinteresado.
Una catequesis cuidadosa har comprender al joven la realidad y las dimensiones de
este amor; lo guiar hacia la aceptacin del proyecto de Dios, amor fuente de todo amor,
y lo preparar para vivirlo en el matrimonio cristiano.
3.3. Dimensin social de la caridad
Situacin
El XXIII Captulo General de los salesianos ha vivido el significado mundial de la
vocacin salesiana. Lo que ms llegaba a la mente y al corazn era la narracin viva y
cotidiana de la historia de miles de salesianas que da a da se ven solicitados por la
tragedia de los pobres, la afrontan y dan la vida por ellos. El desafi es continuo, tanto
porque la pobreza material parece dilatarse sin medida en muchos pases, como porque
en los contextos de bienestar econmico nacen y estallan nuevas y trgicas formas de
pobreza: desvo, marginacin, explotacin de personas y droga.
190
EN 29-39.
Cf. Const. 33.
192
Cf. CGE nm. 72.
191
Siempre y en todas partes a ejemplo de Don Bosco, que reivindicaba con fuerza el
alcance social de su obra es necesario educar a los jvenes para que se esfuercen por
implicar a los responsables en los niveles social, poltico y religioso. Slo as los
proyectos podrn ser ejemplares y, ocasionalmente, imitados y multiplicados.
193
AA 8.
CL 42.
Cf. Const. 33.
al Rector Mayor, sucesor del Santo, que escribiera a los jvenes una carta-mensaje,
interpretando los sentimientos de los capitulares y de todos los salesianos.
La carta, enviada oportunamente a las inspectoras se publica ahora en este texto de
Espiritualidad Juvenil Salesiana.
A vosotros, jvenes,
a ti, que lees esta carta:
Tengo la alegra de ponerme en contacto con cada uno de vosotros en nombre de
Don Bosco, padre, maestro y amigo.
Soy portavoz de los numerosos salesianos esparcidos por los cinco continentes,
cuya patria y compaa sois los jvenes.
El Seor ha infundido en el corazn salesiano una gran pasin: estar con los
jvenes, comprenderlos en lo ms intimo de su ser y compartir sus fatigas y esperanzas,
sus sueos y proyectos. Don Bosco es el genial modelo de este corazn que late por los
jvenes: transform su predileccin por la Juventud en misin, hacindola la razn de
ser de su existencia y lanz el mtodo de la bondad, manifiesto por el que todo salesiano
apuesta su trabajo en favor de los Jvenes.
1. T, querido amigo, tratas de abrirte cada da a las maravillas de la vida: exploras el
mundo que te rodea, te entregas a la amistad, saboreas la alegra de existir, construyes tu
futuro que deseas Feliz, y te comprometes en las cosas que valen. S, quieres realizar en
plenitud el don de la vida.
Pues bien, precisamente por eso, Don Bosco se hizo tu amigo. Pero su generosa
pasin se remonta al Supremo Maestro de amor que da sabor, sentido y energa a la vida
de todos. La amistad de Don Bosco hacia los jvenes, y tambin la nuestra, tiene su raz
en la fascinante personalidad de Jesucristo que vino y viene con el poder de Dios a
hacer nuevas todas las cosas, a llenar el devenir humano de esperanza, de justicia, de
grandes ideales y valores y de felicidad verdadera. En l se intuye la grandeza del
hombre: es el Dios cercano que se hace compaero de viaje y se convierte realmente en
camino, verdad y vida nueva.
2. Sin embargo, ahora la humanidad est viviendo cambios profundos. Tambin los
jvenes os preguntis por los numerosos y grandes problemas que afligen a personas y
sociedades.
Asistimos a algo imprevisto: se desploman mitos que tenan decenios de vida, se
derrumban ideologas que hasta ayer eran moda; al mismo tiempo aparecen en
lontananza preocupantes fenmenos que, a pesar de todo, seducen. No pocos jvenes
son los primeros en sacudirse las cargas que oprimen su libertad y no dejan que florezca
la vida: buscan nuevos caminos para proclamar valores que hay que robustecer.
Pero estn al acecho nuevos dolos y recientes espejismos que cautivan: hay que
tener una conciencia vigilante y un corazn atento, para que no triunfe lo efmero, el
Un pacto educativo obliga, pero hace crecer. Proponerse caminar juntos requiere
atencin y simpata hacia los compaeros de viaje; pide inters reciproco para sintonizar
en la misma longitud de onda, disponibilidad para individuar valores autnticos y deseo
de compartir las razones que llenan de sentido la vida.
Para realizar todo esto, los salesianos necesitamos de los jvenes. A vosotros, a
ti, os corresponde, una aportacin insustituible: el vigor de la juventud, las ganas de
vivir, la ilusin de esperar, la fantasa de buscar, la generosidad de actuar y el
entusiasmo por compromisos concretos de accin.
Las reas de inters son variadas, pero complementarias: no hay monotona ni
uniformidad; se camina hacia una meta comn a la que se llegar con Velocidad
distinta, pero teniendo siempre clara a ruta. Todos miramos al objetivo.
El XXIII Captulo General ha mandado a los salesianos un documento muy
interesante, que sea las diferentes posibilidades de este camino, segn las mltiples
situaciones de salida. Acrcate a alguno de ellos y pdele que te muestre sus valiosas
sugerencias, anlisis, reflexiones y orientaciones.
Es un don de actualidad para caminar hacia el ao dos mil para enriquecer de
juventud la historia, que evidentemente ir ms all, adentrndose con una esperanza
mas fuerte en el tercer milenio de la fe cristiana.
4. Pero hay un tema fundamental que ofrezco a tu consideracin. Nuestra fe se centra en
la historia concreta del hombre: no es en absoluto la religin opio del pueblo
ironizada y combatida por ciertas ideologas.
En la poca de los antiguos mitos politestas, se tena a la fe cristiana como una
especie de atesmo, porque nunca aceptaron los dioses del Olimpo ni los dolos de la
ciudad. Ms recientemente, en el clima de un atesmo arrollador, siempre ha profesado
un realismo tan fuerte, que salta los estrechos horizontes del materialismo proclamando
nada menos que la resurreccin de la carne y la llegada de una tierra nueva.
Esta fe pone su mirada en el hombre de Nazaret, Jesucristo, hecho Seor de la
historia en Jerusaln mediante la Pascua de la Nueva Alianza. El nos revel quin es
Dios: amor y slo amor! Padre, que cre el mundo para nosotros y nos acompaa con
misericordia infinita; Hijo, que se hizo uno de nosotros hacindose punto omega de la
humanidad por los siglos; Espritu Santo, que es portador de verdad y potencia de
novedad! Un Dios uno y trino, fuente y corona de todo.
Amor, pues, que nos invita a participar como protagonistas, para que la creacin
progrese gracias a nuestro trabajo, con la ciencia, la tcnica, la ecologa...; que nos
seala la historia como patria de su aventura de donacin para luchar junto a l contra el
mal a favor de la justicia, la solidaridad, la paz; que nos acompaa y ayuda a construir
el verdadero proyecto de hombre mediante el primado de los valores de la resurreccin.
As, el portador de esta fe, el autntico creyente aprecia en el mundo los valores
de la verdadera laicidad; en las vicisitudes histricas, los de la genuina liberacin; en los
cambios y signos de los tiempos, los de la autntica evolucin.
No digas que todo esto resulta difcil y abstracto; es la realidad suprema, tanto
ms fascinante cuanto ms se cala en ella. Aqu est la verdad que anhela la inteligencia
y que abre vastos horizontes al protagonismo del hombre.
Mira, la fe cristiana tiene los ojos abiertos a todo; no se refugia en la oscuridad
ni se complace en ritos ocultos; busca la luz del misterio del Amor goza participando en
sus riquezas. Todo hombre siente en lo profundo de su ser al instinto y la nostalgia de
este misterio y de su plenitud de verdad, luz y belleza. Se parece al sol que, aunque no
puedes fijar en l tus ojos, ilumina y calienta todo, incitando a celebrar la gran fiesta de
la vida.
Te deca que la fe dirige su mirada al acontecimiento de Cristo. De verdad,
Cristo no te es extrao: tiene sumo inters en que te realices plenamente; te interpela
para hacerte crecer. Te ama: muri y vive para ti; te pide una relacin de amistad
personal como respuesta al dilogo empezado por l: dilogo amplio, objetivo e
implicante. Estara de hecho terriblemente distrado quien no se percatara de su amor y
de su verdad.
.Adems, como la amistad de fe no es un mito, fantasa o ideologa, sino historia,
te ofrece ayuda y modelo en una mujer, Mara, su madre, la que crey, puesta por el
seor mismo como auxiliadora de todos los creyentes. Ella te acompaa maternalmente
a lo largo del camino que se te propone.
5. Pero, cmo podrs avanzar por este camino? Siguiendo las huellas de Don Bosco, el
XXIII Captulo General te ofrece el modo salesiano de hacerlo mediante una propuesta
concreta de espiritualidad juvenil.
Aqu tienes el gran secreto del xito. La espiritualidad es una energa interior
que no deja de crecer y te pone gradualmente en sintona con el Espritu del Seor,
realmente presente en la vida de cada uno con la suavidad de su poder. Con l se
progresa de forma increble: fjate en Domingo Savio, Laura Vicua y Pedro-Jorge
Frassati Con la energa de una espiritualidad, el Seor te ayuda a realizar y testimoniar
aquella sntesis de Fe y vida que es el contenido propio de la santidad.
Se trata de vivir la fe sumergindose en lo cotidiano como lugar privilegiado
donde escuchar con realismo las invitaciones del Espritu. Lo que Don BOSCO,
maestro de espiritualidad juvenil, indica pedaggicamente no es slo oracin o
compromiso en cosas excepcionales, sino propuesta que abarca la totalidad de la
existencia en sus ms diversas y mltiples expresiones.
De ese modo, la vida transcurre en la alegra y en el trabajo, pues el Espritu no
te quiere triste ni extranjero en tu patria. Tu juventud es un gran valor: tiene rasgos de
semejanza con su presencia creadora En tu camino debes conjugar alegra y esperanza,
anhelo de donacin y responsabilidad, voluntad de preparacin a la vida y solidaridad.
El tipo de espiritualidad que te ofrece San Juan Bosco educa en la formacin de una
conciencia personal atenta a la vivencia progresiva del misterio, hasta hacer que brote
en energa de vida. Tal es el sentido en que la espiritualidad se hace fuerza impulsora
que da dinamismo cristiano a la existencia.
II. Luego de leer la carta del P. Vigan correspondiente al punto 4 de la presente unidad:
elabora un mapa conceptual sobre los contenidos que en ella se expresan, y poner por
escrito el mensaje que le deja.
III. Observar la pelcula Les Choristes o en su traduccin Los Coristas o los chicos
del Coro, responder a las siguientes preguntas:
1. Qu elementos de espiritualidad salesiana rescata de esta pelcula?
2. Cules son los elementos que rescata de los contenidos de la pelcula y de la
presente unidad para el ejercicio profesional que realiza?
ABREVIATURAS Y SIGLAS
art.
can.
cap.
cfr.
ib., ibd..
nm., nms.
p., pg.
pp.
s., ss.
v.
artculo (s)
canon (es)
captulo (s)
confrntese
ibidem
nmero (s)
pgina
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siguiente (s)
ver
DOCUMENTOS ECLESIALES
CIVCSVA
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DV
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GS
NMI
OR
VC
DCE
SC
de Educacin Superior
Polticas para la presencia salesiana
en la educacin superior
PSES
DOCUMENTOS DE LA UPS-ECUADOR
CN
RGF
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