El documento presenta una conversación entre el Dr. Raymond y su amigo Clarke. Raymond explica que ha dedicado los últimos 20 años al estudio de la medicina trascendental y cree haber descubierto cómo abrir una puerta entre el mundo físico y el espiritual. Esa noche planea realizar un experimento quirúrgico en una mujer llamada Mary para que pueda ver al "Gran Dios Pan". Aunque Clarke tiene dudas, Raymond insiste en que el procedimiento es seguro. Luego los lleva a su laboratorio donde realizará el experimento.
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El documento presenta una conversación entre el Dr. Raymond y su amigo Clarke. Raymond explica que ha dedicado los últimos 20 años al estudio de la medicina trascendental y cree haber descubierto cómo abrir una puerta entre el mundo físico y el espiritual. Esa noche planea realizar un experimento quirúrgico en una mujer llamada Mary para que pueda ver al "Gran Dios Pan". Aunque Clarke tiene dudas, Raymond insiste en que el procedimiento es seguro. Luego los lleva a su laboratorio donde realizará el experimento.
El documento presenta una conversación entre el Dr. Raymond y su amigo Clarke. Raymond explica que ha dedicado los últimos 20 años al estudio de la medicina trascendental y cree haber descubierto cómo abrir una puerta entre el mundo físico y el espiritual. Esa noche planea realizar un experimento quirúrgico en una mujer llamada Mary para que pueda ver al "Gran Dios Pan". Aunque Clarke tiene dudas, Raymond insiste en que el procedimiento es seguro. Luego los lleva a su laboratorio donde realizará el experimento.
El documento presenta una conversación entre el Dr. Raymond y su amigo Clarke. Raymond explica que ha dedicado los últimos 20 años al estudio de la medicina trascendental y cree haber descubierto cómo abrir una puerta entre el mundo físico y el espiritual. Esa noche planea realizar un experimento quirúrgico en una mujer llamada Mary para que pueda ver al "Gran Dios Pan". Aunque Clarke tiene dudas, Raymond insiste en que el procedimiento es seguro. Luego los lleva a su laboratorio donde realizará el experimento.
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El Gran Dios Pan Arthur Machen
El Gran Dios Pan
Arthur Machen El Gran Dios Pan Arthur Machen I. El experimento Estoy contento de que hayas venido, Clarke; de hecho, muy contento. No estaba seguro de que pudieras darte el tiempo. ude hacer algunos arreglos por unos pocos d!as; las cosas no est"n muy activas #ustamente ahora. ero $aymond, %no tienes dudas& %Es absolutamente seguro& 'os dos hombres paseaban lentamente por la terra(a )rente a la casa del doctor $aymond. El sol oriental a*n colgaba sobre la l!nea monta+osa, pero brillaba con un p"lido resplandor ro#i(o que no produc!a sombras, y el aire estaba en calma; una dulce brisa vino desde el bosque en la ladera, colina arriba, y con ella, por intervalos, el suave y murmurante arrullo de las palomas silvestres. ,ba#o, en el largo y hermoso valle, el r!o serpenteaba entre las colinas solitarias y, minetras el sol )lotaba y se desvanec!a hacia el oeste, una suave bruma, de un blanco puro, comen(- a emerger desde las colinas. El doctor $aymond se volvi- seriamente hacia su amigo. %/eguro& or supuesto que lo es. 'a operaci-n es en s! misma una intervenci-n per)ectamente simple, cualquier ciru#ano podr!a hacerla. %0 no hay peligro durante alguna otra etapa& Ninguno; absolutamente ning*n riesgo )!sico. 1e doy mi palabra. /iempre eres tan t!mido, Clarke, siempre, pero t* conoces mi historia. 2e he dedicado a la medicina trascendental durante los *ltimos veinte a+os. 3e sido llamado )arsante, charlat"n e impostor, sin embargo, todo el tiempo supe que me encontraba en el camino correcto. 3ace cinco a+os alcanc4 la meta, y cada d!a desde entonces ha sido una preparaci-n para lo que haremos esta noche. 2e gustar!a creer que todo eso es cierto Clarke )runci- el entrece#o y mir- dubitativamente al doctor $aymond. %Est"s per)ectamente seguro, $aymond, que tu teor!a no es una )antasmagoria por cierto que una visi-n espl4ndida, sin embargo, una mera visi-n depu4s de todo& El 5r. $aymond detuvo su marcha y se volvi- seriamente. Era un hombre de mediana edad, macilento y delgado, de complexi-n amarillo p"lida, sim embargo, mientras le respond!a y en)rentaba a Clarke, un rubor asom- en sus me#illas. 2ira a tu alrededor, Clarke. uedes ver las monta+as, las colinas, como ondulaci-n tras ondulaci-n, puedes ver los bosques y los huertos, los campos maduros de ma!(, y las praderas que se extienden hasta los lechos de ca+a #unto al r!o. uedes verme aqu! a tu lado, y o!r mi vo(; mas te digo, que todas estas cosas s!, desde la estrella que acaba de brillar en el cielo hasta el suelo s-lido ba#o tus pies te digo, que todas son s-lo sue+os y sombras; las sombras que ocultan a nuestros o#os el verdadero mundo. Existe un mundo real, pero trasciende este glamour y esta visi-n, y se encuentra m"s all" de todo esto, tras un velo. No s4 si El Gran Dios Pan Arthur Machen alguna ve( alg*n ser humano ha corrido ese velo; sin embargo, Clarke, s4 que t* y yo lo veremos levantarse esta misma noche, en los o#os de otra persona. 6ui(" pi7enses que todo esto es un sinsentido extravagante; puede ser extra+o, pero es real, y los antiguos sab!an lo que signi)icaba descorrer ese velo. 'o llamaban presenciar al dios an. Clarke se estremeci-; la bruma blanca que se #untaba sobre el r!o estaba helada. Esto es realmente asombroso di#o. Estamos parados al borde de un mundo extra+o, si lo que dices, $aymond, es verdad. %5ebo suponer que el cuchillo es absolutamente necesario& /!. 8na peque+a lesi-n en la sustancia gris, eso es todo; un insigni)icante reordenamiento de ciertas c4lulas, una alteraci-n microsc-pica que escapar!a a la atenci-n de noventa y nueve de cien especialistas. Clarke, no quiero molestarte habl"ndote de mi o)icio; podr!a darte muchos detalles t4cnicos que sonar!an imponenetes, mas t* quedar!as tan iluminado como est"s ahora. /in embargo, supongo que habr"s leido, por casulidad, en las apartadas esquinas de tu peri-dico, acerca de los inmensos pasos que se han dado recientemente en la )isiolog!a del cerebro. El otro d!a divis4 un p"rra)o de la teor!a de 5igby, y de los descubrimientos de 9ro:ne ;eber. <1eor!as y descubrimientos= 5onde ellos se encuentran ahora yo ya estuve hace quince a+os, y no necesito decirte que no he estado inactivo durante los *ltimos quince a+os. 9astar" que te diga que, hace cinco a+os hice el descubrimiento al que alud! cuando di#e que hace die( a+os hab!a alcan(ado la meta. 'uego de a+os de labor, luego de a+os de es)uer(o y de andar a tientas en la oscuridad, luego de d!as y noches de desilusiones y, algunas veces, de desesperaci-n, en los cuales, una que otra ve(, temblaba y me pon!a helado ante el pensamiento de que qui(" otros estaban buscando lo que yo buscaba; pero por )in, depu4s de tanto tiempo, una pun(ada de alegr!a estremeci- mi alma y supe que el largo via#e hab!a llegado a su )in. , trav4s de lo que parec!a y a*n parece suerte, por la sugerencia de un pensamiento )*til desprendido de las l!neas )amiliares y los caminos que hab!a recorrido cientos de veces, la verdad me invadi-, y v!, delineado en l!neas de visi-n, un mundo completo, una es)era desconocida; islas y continentes, y grandes oc4anos, en los cuales barco alguno ha navegado >seg*n creo? desde que el hombre al(- por primera ve( su mirada y vislumbr- el sol y las estrellas del cielo, y la tranquila tierra deba#o. ensar"s que esto es s-lo lengua#e aleg-rico, Clarke, pero es tan di)!cil ser literal. 0, sin embargo, no s4 si acaso lo que estoy insinuando no pueda ponerse en t4rminos sencillos y aislados. or e#emplo, actualmente este mundo nuestro se encuentra completamente conectado con cables y alambres de tel4gra)o; y con algo menor que la velocidad del pensamiento, cru(an como un rel"mpago desde el amanecer al atardecer, desde norte a sur, a trav4s de las inundaciones y los desiertos. /up-n que un el4ctrico de hoy se diera cuenta que 4l y sus colegas han estado meramente #ugando con gui#arros, con)undi4ndolos con las bases del mundo, sup-n que un hombre como aqu4l vislumbrara el espacio in)inito extendi4ndose abierto )rente a la corriente, y las voces de los hombres El Gran Dios Pan Arthur Machen via#ando a la velocidad del trueno hacia el sol y m"s all" del sol, hacia los sistem"s m"s ale#ados, y el eco de la vo( articulada de los hombres en el desolado vac!o que con)ina nuestro pensamiento. En relaci-n a las analog!as, 4sta es una muy buena analog!a de lo que he hecho; puedes entender ahora un poco de lo que sent! aqu! una tarde; una tarde de verano como 4sta y el valle luciendo como ahora. 0o me encontraba aqu! y, )rente a m!, vi el abismo ine)able e impensable que se abre pro)undo entre dos mundos, el mundo de la materia y el mundo del esp!ritu; vi el vac!o y gran abismo extenderse mortecino )rente a m!, y, en aquel instante, un puente de lu( salt- desde la tierra hacia la orilla desconocida, y el abismo )ue unido. uedes mirar en el libro de 9ro:ne ;aber, si lo deseas, y te dar"s cuenta que hasta el d!a de hoy los hombres de ciencia son incapaces de dar cuenta de la presencia, o de especi)icar, las )unciones de un cierto grupo de neuronas del cerebro. ,quel grupo es, as! como era, tierra de nadie, s-lo una p4rdida de espacio para poner teor!as imaginativas. 0o no estoy el la posici-n de 9ro:ne ;aber ni de los especialistas, yo estoy per)ectamente enterado de las posibles )unciones de aquellos centros nerviosos en el esquema de las cosas.Con un toque puedo hacerlas entrar en #uego, con un toque digo, puedo liberar la corriente, con un toque puedo completar la comunicaci-n entre este mundo de los sentidos y... podremos terminar la oraci-n m"s tarde. /!, el cuchillo es necesario; mas imagina lo que ese cuchillo reali(ar". Nivelar" totalmente la s-lida muralla de los sentidos y, probablemente, por primera ve( desde que el hombre )ue creado, un esp!ritu cotemplar" un mundo de esp!ritus. Clarke, <2ary ver" al dios an= ero, %recuerdas lo que me escribiste&. ens4 que era requisito que ella... susurr- el resto al o!do del doctor. No, para nada, para nada. Esas son tonter!as. 1e lo aseguro. 5e hecho, es me#or como est"; estoy completamente seguro de eso. Considera bien el asunto, $aymond. Es una gran responsabilidad. ,lgo podr!a salir mal; ser!as un hombre miserable por el resto de tus d!as. No, no lo creo, a*n si lo peor sucediera. Como sabes, yo rescat4 a 2ary de la cuneta y de una muerte casi segura, cuando era una ni+a; pienso que su vida es m!a, para usarla como estime conveniente. @amos, se est" haciendo tarde, me#or entramos. El doctor $aymond encabe(- la marcha hacia la casa, a trav4s del hall, y hacia aba#o por un largo y oscuro corredor. /ac- una llave de su bolsillo y abri- una pesada puerta, y le indic- a Clarke la entrada a su laboratorio. Aste hab!a sido alguna ve( una sala de billar, iluminado por una c*pula de vidrio en el centro del techo, donde a*n brillaba una lu( triste y gris sobre la )igura del doctor, mientras encend!a una l"mpara de pesada pantalla y la pon!a sobre una mesa en el centro de la habitaci-n. Clarke mir- a su alrededor. Escasamente un pie del muro se manten!a desnudo; por todos lados hab!a estantes atiborrados con botellas y )rasquitos, de todas las )ormas y colores, y a un extremo se encontraba un peque+o librero estilo Chippendale. $aymond le apunt-. %@es aquel pergamino de Bs:ard Crollius& Al )ue uno de los El Gran Dios Pan Arthur Machen primeros en mostrarme el camino, aunque pienso que 4l mismo #am"s lo encontrara. Aste es un extra+o dicho suyo. CEn cada grano de trigo se esconde el alma de una estrellaC No hab!an muchos muebles en el laboratorio. 'a mesa en el centro, en una esquina un mes-n de piedra con un desagDe, las dos butacas en las que $aymond y Clarke estaban sentados; eso era todo, excepto una silla de extra+a apariencia en el extremo m"s ale#ado de la habitaci-n. Clarke la miro y al(- sus ce#as. /!, 4sa es la silla di#o $aymond. 5ebemos ponerla en posici-n. /e levant- y empu#- la silla hacia la lu(, y comen(- a elevarla y a ba#arla, de#ando el asiento aba#o, poniendo el respando en varios "ngulos, y a#ustando la pisadera. /e ve!a bastante c-moda, y Clarke pas- su mano sobre el terciopelo verde, mientras el doctor manipulaba las palancas. Clarke, ponte c-modo. 0o tengo un par de horas de traba#o ante m!, tuve que de#ar algunos asuntos para el )inal. $aymond se dirirgi- hacia el mes-n de piedra, mientras Clarke, melanc-licamente, lo observaba inclinarse sobre una hilera de )rascos y encender la llama ba#o el crisol. El doctor ten!a una peque+a l"mpara de mano, ensombrecida como la m"s grande, en una saliente sobre su instrumental. Clarke, sentado en las sombras, examin- la gran sala en penumbras, asombr"ndose ante los grotescos e)ectos del contraste entre la lu( brillante y la oscuridad inde)inida. ronto tuvo conciencia de un extra+o olor en la habitaci-n, al comien(o la mera sugerencia de un olor, pero al hacerse m"s de)inido se sorprendi- de no evocar una )armacia o un pabell-n. Clarke se encontr- a s! mismo es)or("ndose in*tilmente por anali(ar la sensaci-n y, poco conciente, comen(- a pensar en un d!a, quince a+os atr"s, que pas- vagando a trav4s de los bosques y paderas cercanas a su propio hogar. Era un caluroso d!a de comien(os de agosto, el calor hab!a desdibu#ado con una suave bruma los contornos de todas las cosas y de todas las distancias, y la gente que obeservaba el term-metro hablaba de un registro anormal, de una temeperatura que era casi tropical. Extra+amente, aquel caluroso d!a de los cincuentas emergi- nuevamente en la imaginaci-n de Clarke; la sensaci-n de encandilamiento por la lu( del sol que lo invad!a todo, parec!a anular las sombras y las luces del laboratorio, y sinti- nuevamente el aire caliente golpeando en r")agas sobre su rostro, y vio el resplandor elev"ndose de la turba, y oy- los millares de murmullos del verano. Espero que el olor no te moleste, Clarke; no hay nada da+ino en 4l. 1e pone un tanto so+oliento, eso es todo. Clarke oy- las palabras claramente, y se dio cuenta de que $aymond se dirig!a a 4l, sin embargo, no pod!a salirse de ese letargo. /-lo pod!a pensar en la caminata solitaria que hab!a tomado, quince a+os atr"s; era la *ltima visi-n que ten!a desde que era ni+o de los campos y bosques que hab!a conocido, y ahora, todo eso surg!a en una lu( brillante, como una )otogra)!a, ante 4l. 0 por encima de todo lleg- hasta su nari( el aroma del verano, el olor me(clado de las )lores, de los bosques y de los lugares templados en lo pro)undo de las verdes pro)undidades, emanando El Gran Dios Pan Arthur Machen producto del calor del sol; y el aroma de la buena tierra, yaciendo con los bra(os abiertos y los labios sonrientes, abrum"ndolo todo. /us )antas!as le hicieron vagar, como hab!a vagado hace mucho tiempo atr"s, desde los campos hacia el bosque, recorriendo un peque+o sendero entre la male(a brillante de las hayas; mientras el hilo de agua que goteaba desde la piedra cali(a sonaba como una melod!a de ensue+o. /us pensamientos comen(aron a extraviarse y a )undirse con otros pensamientos; la avenida de hayas se trans)orm- en un sendero entre las encinas, y eventualmente, alguna parra trepaba de rama en rama, con)inando a los oscilantes (arcillos y se inclinaba a causa de sus uvas p*rpuras, y las escasas ho#as verdigrises del olivo silvestre contrastaban con las oscuras sombras de la encina. Clarke, en los pru)undos pliegues del sue+o, estaba conciente que el sendero que part!a de la casa de su padre lo hab!a llevado hacia un pa!s desconocido. $epentinamente, mientras re)lexionaba sobre la extra+e(a de todo esto, el murmullo del verano )ue reempla(ado por un silencio in)inito que parec!a cernirse sobre todas las cosas, el bosque estaba en silencio. 0 por un momento se encontr- cara a cara con una presencia, que no era hombre ni bestia, ni vivo ni muerto, sino todas las cosas a la ve(, la )orma de todas las cosas pero desprovisto de )orma. 0 en ese momento, el sacramento entre el cuerpo y el ama se disolvi- y una vo( pareci- gritar. Cd4#ennos salirC, y entonces vino la oscuridad m"s oscura, de m"s all" de las estrellas, la oscuridad de lo eterno. Clarke se despert- de un sobresalto y vio a $aymond vertiendo unas cuantas gotas de un l!quido oleoso en un )rasquito verde, tap"ndolo apretadamente. Estuviste dormitando le di#o, el via#e debe haberte agotado. 1odo est" listo. Ir4 por 2ary; estar4 de vuelta en die( minutos. Clarke se reclin- en su butaca, re)lexionando. 'e parec!a como si solamente hubiera pasado de un sue+o a otro. Casi esperaba ver las paredes del laboratorio derretirse y disolverse, y depertar en 'ondres, estremeci4ndose )rente a sus propias enso+aciones. ero )inalmente la puerta se abri- y el doctor regres-. 1ras de 4l ven!a una #oven de aproximadamente diecisiete a+os, toda vestida de blanco. Era tan hermosa que Clarke no se extra+- de lo que el doctor le hab!a escrito. /u rostro, cuello y bra(os se hab!an sonro#ado, pero $aymond se manten!a inconmovible. 2ary le di#o, ha llegado el momento. Eres completamente libre. %Est"s dispuesta a con)iarte enteramente a m!& /!, querido. %B!ste eso, Clarke& 1* eres mi testigo. 2ary, aqu! est" la silla. Es bastante simple. /-lo si4ntate y recu4state. %Est"s lista& /i, querido, completamente lista. 94same antes de comen(ar. El doctor se inclin- y la bes- ben4volamente en los labios. ,hora cierra tus o#os le di#o. 'a #oven cerr- sus p"rpados, como si estuviera cansada y anhelara dormir, y $aymond puso el )rasquito verde ba#o su nari(. /u rostro se El Gran Dios Pan Arthur Machen puso blanco, m"s blanco que su vestido; luch- suavemente, mas luego, con el sentimiento de sumisi-n tan )uerte en su interior, cru(- los bra(os sobre su pecho, como una ni+a peque+a a punto de decir sus oraciones. El brillo de la l"mpara cay- de lleno sobre ella, y Clarke observ- los cambios pasar r"pidamente por su rosotro, como cambian las colinas cuando las nubes del verano )lotan sobre el sol. 0 luego all! estaba ella, totalmente quieta y p"lida, mientras el doctor levantaba uno de sus p"rpados. Estaba completamente inconciente. $aymond presion- con )uer(a una de las palancas e instant"neamente la silla se hundi- hacia atr"s. Clarke osberv- c-mo le cortaba el cabello, tra(ando un c!rculo parecido a una tonsura. $aymond acerc- la l"mpara y sac- de su malet!n un peque+o y brillante instrumento, Clarke se volte- estremeci4ndose. ,l mirar nuevamente el doctor estaba vendando la herida que hab!a hecho. 5espertar" en cinco minutos $aymond se manten!a a*n per)ectamente tranquilo. No hay nada m"s que hacer, s-lo podemos esperar. 'os minutos pasaban lentamente; pod!an o!r el lento y pesado tic tac de un antiguo relo# en el pasillo. Clarke se sent!a en)ermo y d4bil; sus rodillas temblaban, casi no pod!a mantenerse en pie. $epentinamente, mientras vigilaban, percibieron un largo suspiro y, de s*bito, el color perdido regres- a las me#illas de la #oven y sus o#os se abrieron. Clarke se amilan- ante ellos. 9rillaban con una lu( impresionante, mirando a la distancia, y un gran asombro se dibu#- en su rostro, y sus bra(os se estiraron como para asir lo invisible; sin embargo, en un instante el asombro se disolvi- y )ue reempla(ado por el m"s abominable terror. 'os m*sculos de su rostro se convulsionaron horriblemente, temblando desde la cabe(a a los pies; su alma parec!a estremecerse y luchar dentro de ese hogar de carne. ;ue una visi-n espantosa, y Clarke se precipit- hacia adelante mientras ella ca!a al suelo, temblando. 1res d!as despues $aymond condu#o a Clarke #unto al lecho de 2ary. Ella se encontraba completamente despierta, moviendo su cabe(a de lado a lado y gesticulando inexpresivamente. /! di#o el doctor, aun completamente sereno, es una l"stima, se ha convertido en una idiota sin remedio. /in embargo, no se pudo evitar y, despu4s de todo, ella ha visto al Eran 5ios an. El Gran Dios Pan Arthur Machen II. 'as 2emorias del /e+or Clarke Clarke, el caballero elegido por el 5r. $aymond para presenciar el extra+o experimento del dios an, era una persona en cuyo car"cter la cautela y la curiosidad estaban peculiarmente me(cladas. En sus momentos de seriedad pensaba en lo inusual y lo exc4ntrico con una abierta aversi-n, sin embargo, en lo pro)undo de su cora(-n, exhib!a una ingenua curiosidad respecto a los elementos m"s esot4ricos y rec-nditos de la naturale(a humana. Esta *ltima tendencia hab!a prevalecido cuando acept- la invitaci-n de $aymond y, aunque su #uicio siempre hab!a repudiado las teor!as del doctor, consider"ndolas como las necedades m"s extravagantes, secretamente abra(aba la creencia en la )antas!a, y se hubiera regoci#ado de ver con)irmada aquella creencia. 'os horrores que presenci- en aquel espantoso laboratorio resultaron, hasta cierto punto, terap4uticos; era conciente de estar involucrado en un asunto no del todo honorable, y por muchos a+os despu4s, se a)err- )irmemente a lo trivial, recha(ando todas las oportunidades de investigaci-n ocultista. 5e hecho, sobre un principio homeop"tico, por alg*n tiempo asisiti- a las sesiones de distinguidos m4diums, esperando que los torpes trucos de aquellos caballeros le llevaran a enemistarse con cualquier tipo de misticismo, sin embargo, el remedio, aunque c"ustico, no era e)ica(. Clarke sab!a que a*n se consum!a por lo invisible, y, poco a poco, la antigua pasi-n comen(- a rea)irmarse, al tiempo que el rostro de 2ary, estremeci4ndose y convulsionado con un desconocido terror, se desvanec!a lentamente en su memoria. Bcupado todo el d!a en labores tanto serias como lucrativas, la tentaci-n de rela#arse por la tarde era muy grande, especialmente durante los meses de invierno, cuando el )uego echaba un c"lido )ulgor sobre su c-modo departamento de soltero, y una botella de alg*n vino escogido descansaba presto a la mano. 8na ve( digerida la cena, har!a una breve pretensi-n de leer el peri-dico de la tarde, sin embargo, el mero cat"logo de noticias palidec!a pronto ante 4l, y Clarke se descubr!a echando vista(os de c"lido deseo en direcci-n de un antiguo escritorio #apon4s, que se ergu!a a una agradable distancia del hogar. Como un ni+o )rente a un armario atestado, por unos pocos minutos lo rondaba indeciso, pero el placer siempre prevalec!a, y Clarke terminaba por acercar su silla, prender una vela y sentarse )rente al escritorio. /us casilleros y ca#ones rebosaban con documentos acerca de los m"s m-rbidos temas, y en su espacio cerrado, descansaba un gran volumen manuscruito, en el cual, esmeradamente, hab!a introducido los tesoros de su colecci-n. Clarke sent!a un magn!)ico desd4n hacia la literatura publicada; la historia m"s )antasmag-rica de#aba de interesarle si resultaba estar impresa; su *nico placer se encontraba en la lectura, compilaci-n y reorgani(aci-n de lo que 4l llamaba, sus C2emorias para probar la Existencia del 5iabloC y, entregado a esta ocupaci-n, la tarde parec!a volar y la noche parec!a muy corta. 5urante una velada en particular, una horrible noche de diciembre oscurecida por la niebla y congelada con escarcha, Clarke apur- su cena y, escasamente, se dign- a observar su acostumbrado ritual de tomar el El Gran Dios Pan Arthur Machen peri-dico y de#arlo nuevamente a un lado. /e pase- dos o tres veces por la habitaci-n, abri- el escritorio, se mantuvo est"tico por un momento, y se sent-. /e reclin-, absorbido por una de esas enso+aciones de las que era ob#eto y, al )in, sac- su libro y lo abri- en la *ltima entrada. ,ll! hab!an tres o cuatro p"ginas densamente cubiertas por la redonda y ornada caligra)!a de Clarke, y al principio, hab!a escrito lo siguiente, a mano y en una letra algo m"s grande. C/ingular narraci-n relatada por mi ,migo, el 5octor hillips. 2e ha asegurado que todos los hechos relatados aqu! son estricta y completamente @erdaderos, pero se niega a entregar, ya sea los ,pellidos de las ersonas ,)ectadas, o los 'ugares donde estos Extraordinarios Eventos sucedieron. El se+or Clake come(- a leer, por d4cima ve(, la narraci-n, dando un vista(o de ve( en cuando a las notas que hab!a hecho a l"pi( cuando su amigo lo suger!a. 8na de sus gracias era enorgullecerse de una cierta habilidad literaria; pensaba bien de su estilo, y se es)or(- en arreglar de )orma dram"tica las circunstancias. 'ey- la siguiente historia. C'as personas involucradas en esta exposici-n son. 3elen @., quien, si a*n est" viva, debe ser una mu#er de veintitr4s, $achel 2., ya )allecida, quien era un a+o menor que la anterior, y 1revor F., un idiota, de GH a+os. Estas personas, durante el per!odo de la historia, habitaban en una villa en los l!mites de Eales, un lugar de alguna importancia durante la 4poca de ocupaci-n $omana, pero ahora un caser!o disperso de no m"s de quinientas almas. /e empalma sobre terreno elevado, aproximadamente a seis millas del mar, y se encuentra protegida por un extenso y pintoresco bosque. C3ace unos once a+os atr"s, 3elen @. lleg- a la aldea ba#o circunstancias peculiares. Era sabido que, siendo hu4r)ana, )ue adoptada en su in)ancia por un pariente le#ano, quien la cri- en su hogar hasta que cumpli- los doce a+os. /in embargo, pensando que ser!a me#or para la ni+a tener compa+eros de #uegos de su misma edad, public- en varios peri-dicos locales avisos buscando un buen hogar para una ni+a de doce en una c-moda hacienda. Este aviso )ue contestado por el se+or $., un gran#ero acomodado, de la adea antes mencionada. /iendo sus re)erencias satis)actorias, el caballero envi- a su hi#a adoptiva con el se+or $. 'a #oven portaba una carta, en la cual se estipulaba que la ni+a deber!a tener una habitaci-n para ella sola y a)irmaba que sus cuidadores no necesitaban preocuparse por el tema de su educaci-n, pues ella estaba lo su)icientemente educada para la posici-n que ocupar!a en la vida. 5e hecho, el se+or $. )ue dado a entender que deb!a permitir a la ni+a encontrar sus propias actividades y pasar el tiempo como ella deseara. untualmente, el /r. $. la recibi- en la estaci-n m"s cercana, a siete millas de su casa, y al parecer no advirti- nada )uera de lo com*n acerca de la ni+a, excepto que se mostraba reservada reapecto a su antigua vida y a su padre adoptivo. /in embargo, ella era di)erente a la gente del pueblo; su piel era de un oliva p"lido y claro, y sus rasgos eran bien marcados, en cierto modo, ten!a un tipo extran#ero. ,l parecer, se acostumbr- )"cilmente a la vida de la gran#a, y se convirti- en la )avorita El Gran Dios Pan Arthur Machen de los ni+os, quienes algunas veces la acompa+aban en sus vagabundeos por el bosque, ya que 4ste era su pasatiempo )avorito. El /e+or $. relata que conoc!a los vagabundeos solitarios de la #oven, sal!a inmediatamente depu4s del desayuno, y no retornaba hasta depu4s del atardecer, y que, sintiendose intranquilo de que una #ovencita se encontrara sola )uera de la casa por tantas horas, se comunic- con su padre adoptivo, qui4n respondi-, en una breve nota, que 3elen deb!a hacer lo que eligiera. En el invierno, cuando los caminos del bosque son intransitables, pasaba la mayor parte del tiempo en su dormitorio, donde dorm!a sola, de acuerdo a las instrucciones de su pariente. ;ue durante una de estas expediciones al bosque cuando sucedi- el primero de los singulares incidentes con los cuales la ni+a est" conectada, siendo aproximadamente un a+o despu4s de su llegada al pueblo. El invierno anterior hab!a sido extraordinariamente severo, la nieve se hab!a acumuldo hasta grandes pro)undidades, y la escarcha se hab!a mantenido por un per!odo sin precedente, y el verano siguiente )ue igual de notable por su calor excesivo. 5urante uno de los d!as m"s calurosos de dicho verano, 3elen @. abandon- la casa para dar uno de sus largos paseos por el bosque, llevando con ella, como era usual, algo de pan y carne para almor(ar. ;ue vista por algunos hombres en los campos dirigi4ndose hacia la antigua Cal(ada $omana, un verde sendero que recorre la parte m"s alta del bosque. /e sorprendieron al observar que la ni+a se hab!a quitado el sombrero, a pesar de que el calor del sol era casi tropical. 2ientras pasaba, un obrero de nombre Ioseph F. traba#aba en el bosque cerca de la Cal(ada $omana. , las doce de d!a su hi#o 1revor le llev- al hombre su comida de pan y queso. 5espu4s de la merienda, el chico, de aproximadamente siete a+os en aquella 4poca, de#- a su padre en el traba#o para buscar )lores en el bosque, y el hombre, que pod!a escucharlo gritar con deteleite ante sus descubrimientos, no se sinti- intranquilo. /in embargo, repentinamente, se horrori(- al escuchar los gritos m"s espantosos, evidentemente producto de un gran terror, que proced!an de la direcci-n en que su hi#o hab!a ido. $"pidamente de#- sus herramientas y corri- para ver qu4 hab!a sucedido. /iguiendo su pista por el sonido, encontr- al peque+o ni+o corriendo precipitadamente, y se encontraba, era evidente, terriblemente asustado. ,l preguntarle, el hombr4 se enter- que el ni+o, luego de recoger un ramillete de )lores se sinti- cansado y se acost- en el pasto qued"ndose dormido. ;ue s*bitamente despertado, como relat-, por un ruido peculiar, una especie de canto as! lo llam- y, atisbando a trav4s de las ramas, vio a 3elen @. #ugando en el pasto con un Cextra+o hombre desnudoC, a quien )ue incapa( de describir con m"s detalle. 5i#o haberse sentido terriblemente asustado y que corri- ale#"ndose y llamando a su padre. Ioseph F. se dirigi- al lugar indicado por su hi#o, y encontr- a 3elen @. sentada en el pasto en el centro de un claro, o de un espacio abierto de#ado por los quemadores de carb-n. Irritadamente la culp- de haber asustado a su peque+o hi#o, pero ella neg- completamente la acusaci-n y se ri- de la historia del ni+o sobre un Chombre extra+oC, historia a la cual 4l mismo no le atribu!a mucho cr4dito. Ioseph F. lleg- a la conclusi-n de que el ni+o hab!a despertado con un s*bito temor, como a veces les sucede a los El Gran Dios Pan Arthur Machen ni+os, mas 1revor persist!a en su historia, y contin*o en aquel evidente estr4s hasta que )inalmente su padre lo llev- a casa, esperando que su madre )uese capa( de consolarlo. /in embargo, por varias semanas el ni+o les dio a sus padres muchas preocupaciones. sus maneras se tornaron nerviosas y extra+as, neg"ndose a abandonar la caba+a solo, y alarmando constantemente a la )amilia al despertar gritando. <El hombre del bosque= <adre= <adre=C Con el transcurso del tiempo, sin embargo, la impresi-n pareci- desgastarse y, cerca de tres meses despu4s, acompa+- a su padre a la casa de un caballero del vecindario para el cual Ioseph F. ocasionalmente traba#aba. El hombre )ue conducido al estudio y el peque+o ni+o )ue de#ado sentado en la recepci-n. ero pocos minutos despu4s, mientras el caballero daba sus instrucciones a F., los dos )ueron espantados por un grito desgarrador y el sonido de una ca!da. recipit"ndose )uera descubrieron al chico sin sentido sobre el suelo, su cara des)igurada por el terror. Inmediatamente llamaron al doctor, quien luego de examaminarlo declar- que el ni+o hab!a su)rido una especie de ataque, producto de un shock inesperado. El ni+o )ue llevado a uno de los dormitorios, y luego de un tiempo recuper- la conciencia, pero solo para pasar a un estado, descrito por el m4dico, como histeria violenta. El doctor le suministr- un sedante )uerte, y en el curso de dos horas, le declaro capa( de caminar a casa. ero al pasar por la recepci-n, los paroxismos de terror retornaron, con m"s violencia. El padre not- que el ni+o apuntaba hacia alg*n ob#eto y oy- el antiguo grito, C<El hombre del bosque=C, y mirando hacia la direcci-n se+alada vio una cabe(a de piedra de apariencia grotesca, que hab!a sido edi)icada en la pared sobre una de las puertas. ,l parecer, recientemente el due+o de la casa hab!a hecho algunas alteraciones en sus establecimientos, y mientras cavaba en las )undaciones de algunas dependencias el hombre encontr- una curiosa cabe(a, evidentemente del per!odo $omano, la que hab!a sido dispuesta en la manera descrita. 'os arque-logos m"s experimentados del distrito hab!an declarado que la cabe(a era la de un )auno o de un s"tiro. >El doctor hillips me cuenta que 4l ha visto la cabe(a en cuesti-n, y me asegura que nunca ha percibido una mani)estaci-n tan v!vida de intensa maldad?. ero cualquiera haya sido la causa, este segundo golpe pareci- demasiado severo para el #oven 1revor, y actualmente su)re de una debilidad del intelecto, que o)rece escasa esperan(a de recuperaci-n. El asunto, en aquel tiempo, caus- una gran de sensaci-n, y 3elen )ue detenidamente interrogada por el se+or $., pero sin resultados, pues ella negaba resueltamente que habia asustado o molestado a 1revor de alguna )orma. El segundo suceso con el que el nombre de la ni+a est" conectado tuvo lugar hace aproximadamente seis a+os, y es de un car"cter a*n m"s extraordinario. , comien(os del verano de GHHJ, 3elen trab- una amistad, de caracter!sticas peculiarmente !ntimas, con $achel 2., la hi#a de un pr-spero gran#ero de la vecindad. Esta #oven, un a+o menor que 3elen, era considerada por la mayor!a como la m"s linda de las dos, a pesar de El Gran Dios Pan Arthur Machen que los rasgos de 3elen se hab!an suavi(ado en gran medida mientras crec!a. 'as dos ni+as, que estaban #untas cada ve( que )uera posible, exhib!an un singular contraste, la una con su clara y oliv"cea piel, casi de apariencia italiana, y la otra con el proverbial ro#o y blanco de nuestros distritos rurales. 5ebe mencionarse, que los pagos que se+or $. hac!a para la mantenci-n de 3elen, eran conocidos en la villa por su excesiva generosidad, y era de impresi-n general que alg*n d!a ella heredar!a de su pariente una gran suma de dinero. 5e esta )orma, los padres de $achel no se opon!an a la amistad de su hi#a con la #oven, e incluso )omentaban la intimidad, aunque ahora se arrepienten amargamente de haberlo hecho. 3elen a*n conservaba su extraordinaria inclinaci-n por el bosque y, en varias ocasiones $achel la acompa+aba. ,mbas amigas sal!an temprano por la ma+ana y se quedaban en el bosque hasta el crep*sculo. 8na o dos veces despu4s de aquellas excursiones la se+ora 2. not- algo peculiar en el comportamiento de su hi#a; se la ve!a ida y l"nguida, como ha sido expresado, Cdi)erente a s! mismaC, sin embargo, estas peculiaridades le parecieron demasiado insigni)icantes como para ser comentadas. 2as una tarde, luego del retorno de $achel al hogar, su madre oy- un ruido que sonaba como un llanto reprimido en la habitaci-n de la #oven, y al entrar la encontr- tirada sobre su cama, medio desnuda, evidentemente presa de una gran angustia. 1an pronto como vio a su madre exclam-. C,h, madre, madre, %por qu4 me permitiste ir al bosque con 3elen&C. 'a se+ora 2. se sorprendi- )rente a tan extra+a pregunta, y procedi- a indagar. $achel le relat- una extravagante historia. Cont- que...C Clarke cerr- el libro con un estruendo y volvi- su silla hacia el )uego. 'a tarde en que su amigo se encontraba sentado en esa misma silla, narrando su historia, Clarke lo hab!a interrumpido en un punto algo posterior a este, cortando sus palabras en un paroxismo de horror. C<5ios m!o= exclam- iensa, piensa en lo que est"s diciendo. Es demasiado incre!ble, demasiado monstruoso; cosas como esas no pueden suceder en este modesto mundo, donde los hombres y mu#eres viven y mueren, y luchan, y conquistan, o qui(" caen ba#o el dolor y el arrepentimiento, y su)ren de extra+as suertes por varios a+os; pero no esto, hillips, no cosas como estas. 5ebe haber alguna explicaci-n, alguna salida de este terror. orque, hombre, si tal situaci-n )uera posible, nuestra tierra ser!a una pesadilla.C /in embargo, hillips hab!a contado su historia hasta el )inal, concluyendo. C/u hu!da permanece hasta hoy como un misterio; se desvaneci- a plena lu( del sol; la vieron caminado por una pradera y, pocos minutos despu4s, ya no estaba all!C. Clarke trat- de imaginarse el asunto una ve( m"s, sentado #unto al )uego, y su mente nuevamente se estremeci- y retrocedi-, consternada ante la visi-n de tales horribles e innombrables elementos, entronados como estaban, triun)antes en la carne humana. ,nte 4l se extend!a la oscura visi-n de la verde cal(ada en el bosque, como su amigo la hab!a descrito; vio las ho#as oscilantes y las temblorosas sombras sobre el El Gran Dios Pan Arthur Machen pasto, vio la lu( del sol y las )lores, y, en la distancia, ambas )iguras se acercaban hacia 4l. 8na era $achel, %y la otra& Clarke ha tratado de no creer en ello, sin embargo, al )inal del relato, como est" escrito en su libro, puso la siguiente inscripci-n. E1 5I,9B'8/ INC,$N,1E E/1. E1 3B2B ;,C18/ E/1. El Gran Dios Pan Arthur Machen III. Ciudad de $esurrecciones <5ios m!o, 3erbert= %Es esto posible& /!, mi nombre es 3erbert. Creo que cono(co su cara tambi4n, pero no recuerdo su nombre. 2i memoria est" estropeada. %No recuerdas a @illiers de Fadham& ,s! es, as! es. $uego me disculpes @illiers, nunca pens4 que le estaba mendigando a un antiguo amigo de universidad. 9uenas noches. 2i querido amigo, esta prisa es innecesaria. 2is habitaciones est"n cerca de aqu!, pero no iremos all! inmediatamente. %6u4 te parece si caminamos un poco por /ha)tesbury ,venue& ero 3erbert, %c-mo en nombre del cielo llegaste a esta situaci-n& Es una larga historia, @illiers, y extra+a tambi4n, pero puedes escucharla si as! lo deseas. @amos, entonces. 1oma mi bra(o, no luces muy )uerte. 'a dispar pare#a se movi- lentamente por la calle $upert; el uno en sucios y )unestos andra#os, y el otro, ataviado en el uni)orme reglamentario de un hombre de ciudad, ordenado, lustroso y distinguidamente acomodado. @illiers hab!a salido de su restaurant luego de una excelente cena de muchos platos, asistido por un congraciador )rasco de Chianti. 2as, en aquel marco mental que casi era cr-nico en 4l, se hab!a demorado #unto a la puerta, atisbando alrededor en la mortecina lu( de la calle, en busca de aquellos misteriosos incidentes y personas que abundan en las calles de 'ondres a cada hora. @illiers se enorgullec!a de s! mismo por ser un h"bil explorador de aquellos oscuros laberintos y desv!os de la vida londinense, y en esta improductiva ocupaci-n desplegaba una asiduidad que era digna de actividades m"s serias. 5e esta )orma, se encontraba #unto al poste de lu( examinado a los transe*ntes con una abierta curiosidad y con la seriedad s-lo conocida por el comensal sistem"tico, cuando, habiendo reci4n enunciado en su mente la siguiente )-rmula. C'ondres ha sido llamada la ciudad de los encuentros; pero es m"s que eso, es la ciudad de las $esurreccionesC, sus re)lexiones )ueron s*bitamente interrumpidas por un lastimero gemido #unto a 4l, y un lamentable pedido de limosna. 2ir- a su alrededor con eno#o, y con un s*bito impacto se vio con)rontado con la prueba encarnada de sus pomposas )antas!as. ,ll!, a su lado, la cara alterada y des)igurada por la pobre(a y desgracia, el cuerpo escasamente cubierto por unos grasientos y mal traidos andra#os, se encontraba su antiguo amigo Charles 3erbert, qui4n se hab!a matriculado el mismo d!a que 4l, con el cual hab!a sido )eli( y saga( por doce revueltos per!odos acad4micos. Bcupaciones di)erentes y diversos intereses hab!an interrumpido la amistad, y hac!a seis a+os que @illiers no ve!a a 3erbert; y ahora lo encontraba, a esa ruina de hombre, con dolor y desaliento, me(clado con una cierta curiosidad respecto a qu4 espantosa cadena de circunstacias lo habr!an arrastrado a tan triste situaci-n. @illiers sinti- El Gran Dios Pan Arthur Machen #unto con la compasi-n, todo el deleite del a)icionado a los misterios, y se )elicit- por sus pausadas especulaciones )uera del restaurant. Caminaron en silencio por alg*n tiempo, y m"s de alg*n transe*nte mir- sorprendido aquel ins-lito espect"culo de un hombre bien vestido con un indiscutible mendigo a)errado a su bra(o. @illiers, d"ndose cuenta de esto, dirigi- los pasos hacia una oscura calle en el /oho. ,qu! repiti- su pregunta. %C-mo diablos sucedi-, 3erbert& /iempre cre! que asumir!as una gran posici-n en 5orsetshire. %,caso tu padre te deshered-& %/eguramente no& No, @illiers; obtuve toda la propiedad cuando mi pobre padre muri-, )alleci- un a+o despu4s que de#4 Bx)ord. ;ue un buen padre para m!, y lament4 su muerte sinceramente. ero t* sabes c-mo son los #ovenes; pocos meses despu4s me vine a la ciudad y entr4 en sociedad. 1uve, por supuesto, presentaciones excelentes, y logr4 divertirme mucho de una )orma sana. Iugaba un poco ciertamente, pero nunca a grandes riesgos, y las pocas apuestas que hice en las carreras me dieron dinero s-lo unos cuantos peniques, t* sabes, pero su)iciente para pagar los puros y aquellos placeres insigni)icantes. ;ue durante mi segunda temporada que la marea cambi-. %or supuesto supiste que me cas4& No, nunca escuch4 nada sobre eso. /i, me cas4 @illiers. Conoc! a una #oven, una muchacha de la m"s maravillosa y extra+a belle(a en la casa de ciertas personas que conoc!a. No podr!a decirte su edad; nunca la supe. 3asta donde puedo imaginarme, debo pensar que tendr!a cerca de diecinueve cuando trabamos conocimiento. 2is amigos la hab!an conocido en ;lorencia; les hab!a contadoque era hu4r)ana, hi#a de padre Ingl4s y madre Italiana, y los cautiv- tal como me cautiv- a m!. 'a primera ve( que la vi )ue durante una velada nocturna. 0o estaba #unto a la puerta, conversando con un amigo cuando de repente, sobe el murmullo y barullo de la conversaci-n, escuch4 una vo( que pareci- estremecer mi cora(-n. Estaba cantando una canci-n italiana. 2e la presentaron esa tarde, y a los tres meses me cas4 con 3elen. @illiers, esa mu#er, si es que puedo llamarla mu#er, pervirti- mi alma. En la noche de bodas me encontr4 sentado en su habitaci-n de hotel, escuch"ndola. Ella estaba sentada sobre la cama, mientras yo la escuchaba hablar con su hermosa vo(. 3abl- de cosas que a*n ahora no me atrever!a a susurrar en la noche m"s oscura, aunque estuviera en medio del desierto. @illiers, puedes creer que conoces la vida, y 'ondres, y lo que sucede d!a y noche en esta horrorosa ciudad; podr"s haber escuchado las palabras de los m"s viles, pero te digo, que no puedes concebir lo que yo s4, ni siquiera en tus sue+os m"s )ant"sticos y repugnantes podr!as imaginar una p"lida sombra de lo que yo he o!do... y visto. /!, visto. 3e visto lo incre!ble, horrores tales que incluso yo mismo algunas veces me detengo en medio de la calle, y me pregunto si es posible que un hombre sea testigo de tales cosas y sobreviva. En un a+o, @illiers, era un hombre arruinado, en cuerpo y alma... en cuerpo y alma. ero, 3erbert, %tu propiedad& 1en!as tierras en 5orset. El Gran Dios Pan Arthur Machen 'a vend!; los campos y los bosques, la querida y antigua casa... todo. %0 el dinero& /e lo llev- todo. %0 luego te de#-& /i; desapareci- una noche. No s4 ad-nde )ue, pero estoy seguro de que si la viera otra ve( eso me matar!a. El resto de mi historia no interesa; s-rdida miseria, eso es todo. 6ui(" pienses que he exagerado y he hablado para causar e)ecto, @illiers; pero no te he contado ni la mitad. odr!a contarte ciertas cosas que te convencer!an, pero nunca m"s tendr!as un d!a )eli(. asar!as el resto de tu vida como yo, un hombre maldito, un hombre que ha visto el in)ierno. @illiers llev- al desa)ortunado a sus habitaciones, y le dio alimento. 3erbert logr- comer un poco, y escasamente toc- el vaso de vino dispuesto ante 4l. /e sent- taciturno #unto al )uego, y pareci- aliviado cuando @illiers lo despidi- con un peque+o presente en dinero. , prop-sito, 3erbert di#o @illiers, mientras se separaban en la puerta, %cu"l era el nombre de tu esposa& Creo que di#iste 3elen. %3elen cu"nto& El nombre por el que pasaba cuando la conoc! era 3elen @aughan, pero cu"l ser!a su verdadero nombre, no podr!a decirlo. No creo que tuviera alg*n nombre. /-lo los seres humanos tienen nombres, @illiers, no podr!a decirte nada m"s. ,di-s. /!, no de#ar4 de llamar si necesito algo en lo que puedas ayudarme. 9uenas noches. El hombre sali- a la amarga noche, y @illiers regres- #unto al )uego. 3ab!a algo acerca de 3erbert que lo impact- inexpresadamente; no sus pobres andra#os ni las marcas que la pobre(a hab!a impreso en su rostro, sino m"s bien un terror inde)inido que colgaba de 4l como una niebla. 3ab!a reconocido que 4l mismo no estaba desprovisto de culpa; la mu#er, hab!a declarado, lo hab!a pervertido en cuerpo y alma, y @illiers sinti- que este hombre, alguna ve( su amigo, hab!a actuado en escenas de una maldad que est" m"s all" del poder de las palabras. /u histroria no necesitaba de con)irmaci-n, 4l mismo era la prueba encarnada de ella. @illiers medit- con curisidad acerca de la historia que hab!a o!do, y se pregunt- si hab!a o!do tanto el principio como el )inal de ella. No pens- , ciertamente no el )inal, probablemente s-lo el comien(o. 8n caso como este es como un nido de ca#as Chinas; abres una tras otra y descubres un ex-tico arti)icio en cada ca#a. /eguramene el pobre 3erbert no es m"s que una de las ca#as exteriores; hay algunas m"s extra+as que le siguen. @illiers no pudo desligar su mente de 3erbert y su historia, la que pareci- m"s desen)renada a medida que pasaba la noche. El )uego parec!a arder d4bilmente, y el )r!o aire de la ma+ana se )iltraba dentro de la habitaci-n; @illiers se levant- dando una mirada sobre su hombro y, estremeci4ndose ligeramente, se )ue a la cama. 8nos d!as despu4s encontr- a uno de sus conocidos en su club, se llamaba ,ustin y era )amoso por su !ntimo conocimento de la vida El Gran Dios Pan Arthur Machen londinense, tanto en sus )ases tenebrosas como luminosas. @illiers, a*n repleto de su encuentro en el /oho y sus consecuencias, pens- que qui(" ,ustin podr!a echarle algo de lu( a la historia de 3erbert, y as!, luego de un poco de charla in)ormal, lan(- la pregunta. %or casualidad sabes algo de un hombre llamado 3erbert Charles 3erbert& ,ustin se volte- seriamente y mir- a @illiers con asombro. %Charles 3erbert& %No estabas en la ciudad hace tres a+os& No; %entonces no o!ste acerca del caso de aul /treet& Caus- gran sensaci-n en aquel tiempo. %Cu"l )ue el caso& 9ueno, un caballero, un hombre de muy buena posici-n )ue hallado muerto, tiesamente muerto, en el terreno de cierta casa en aul /treet, le#os de 1ottenham Court $oad. or supuesto que la polic!a no hi(o el descubrimiento; si te pasas despierto toda la noche y tienes lu( en tu ventana, el polic!a llamar" a tu puerta, sin embargo, si sucede que yaces muerto en el patio de alguien, te de#an solo. En este caso, como en muchos otros, la alarma )ue dada por una suerte de vagabundo; no me re)iero a un vago com*n, o a un harg"n de alguna taberna, sino a un caballero, cuyo negocio o placer, o ambos, lo convirtieron en un espectador de 'ondres a las cinco de la ma+ana. Este individuo estaba, como di#o, Cyendo a casaC, no se supo desde d-nde ni hacia d-nde, y tuvo la ocasi-n de pasar por aul /treet entre las cuatro y las cinco a.m. ,lgo capt- su mirada en el n*mero JK; bastante absurdamente di#o, que la casa ten!a la )isonom!a m"s desagradable que hab!a visto, pero que de todas )ormas hab!a mirado. /e sorprendi- bastante al ver a un hombre yaciendo sobre las piedras, sus extremidades completamente aga(apadas, y su rostro vuelto hacia arriba. , nuestro caballero el rostro le pareci- extra+amente espectral y, de esta )orma, parti- corriendo en busca del polic!a m"s cercano. ,l comien(o, el alguacil se inclinaba a tratar el caso ligeramente, sospechando una borrachera com*n; sin embargo, se dirigi- al lugar y, luego de mirar el rostro del hombre, cambi- su tono, bastante r"pidamente. El madrugador, quien hab!a recogido este CgusanitoC, )ue enviado en busca del doctor, mientras el polic!a golpeaba y llamaba a la puerta de la casa, hasta que una desali+ada sirvienta, luciendo m"s que un poco dormida, abri- la puerta. El alguacil le se+al- el contenido del terreno a la sirvienta, quien grit- lo su)icientemente )uerte para despertar a toda la calle, mas no sab!a nada acerca del hombre; nunca lo hab!a visto en la casa, etc4tera. 2ientras tanto, el descubridor original hab!a regresado con el m4dico, y lo siguiente )ue ingresar al "rea. 'a re#a estaba abierta, por lo que el cuarteto completo ba#- pesadamente las escaleras. El doctor escasamente necesit- un momento de inspecci-n; di#o que el pobre tipo hab!a estado muerto por varias horas. Entonces )ue cuando el caso se puso interesante. El muerto no hab!a sido asaltado, y en uno de sus bolsillos estaban sus papeles identi)ic"ndolo como...bueno, como un hombre de buena )amilia y medios, un )avorito de la sociedad, un enemigo de nadie, hasta donde se puede saber. No te digo su nombre, @illiers, El Gran Dios Pan Arthur Machen porque nada tiene que ver con la historia, adem"s no es nada bueno desentra+ar estos asuntos de los muertos cuando no hay )amiliares vivos. El siguiente punto curioso )ue que el m4dico no pudo acordar c-mo encontr- su muerte. 3ab!an algunos ligeros moretones en los hombros, pero eran tan tenues que parec!a como si hubiese sido empu#ado rudamente )uera por la puerta de la cocina, y no arro#ado por sobre la re#a desde la calle o, m"s a*n, arrastrado escaleras aba#o. /in embargo, no hab!a absolutamente ninguna otra marca de violencia en 4l, por cierto ninguna que diera cuenta de su muerte; y cuando hicieron la autopsia, no hab!an rastros de veneno, de ning*n tipo. 'a polic!a, obviamente, quer!a saber todo acerca de las personas del n*mero JK de aul /treet, y aqu! nuevamente, como he escuchado de )uentes privadas, surgieron uno o dos puntos muy curiosos. ,l parecer los ocupantes de la casa eran el se+or y la se+ora Charles 3erbert; se dec!a que 4l era un terrateniente, lo que impact- a la gente pues aul /treet no era exactamente un lugar en el cual buscar a la burgues!a hacendada. En cuanto a la se+ora 3erbert, nadie parec!a saber qui4n o qu4 era y, entre nosotros, imagino que los que se sumergieron tras la historia, se encontraron en aguas m"s bien extra+as. or supuesto que ambos negaron saber algo acerca del )allecido y, por )alta de evidencia en contra de ellos, )ueron de#ados en libertad. /in embargo, algunas cosas muy extra+as salieron respecto a ellos. , pesar de que eran entre las cinco y las seis de la ma+ana cuando el muerto )ue removido, un gran gent!o se reuni-, y varios de los vecinos corrieron a ver qu4 estaba sucediendo. Eran bastante desatados en sus cometarios, en todo caso, y de estos apareci- que el n*mero JK ten!a muy mala )ama en aul /treet. 'os detectives trataron de rastrear estos rumores hacia alg*n )undamento s-lido de los hechos, pero no pudieron agarrarse de nada. 'a gente negaba con su cabe(a y elevaban sus ce#as pues los 3erberts les parec!an m"s bien CrarosC, Cme#or no ser visto entrando a su casaC, y etc4tera. ero no hab!a nada tangible. 'as autoridades estaban moralmente convencidas que el hombre hab!a encontrado su muerte, de alguna u otra )orma, en la casa y que hab!a sido arro#ado )uera por la puerta de la cocina, pero no pod!an probarlo, y la ausencia de indicios de violencia o envenenamiento los de#- impotentes. 8n caso singular, %no es cierto&. ero curiosamente, hay algo m"s que no te he dicho. $esulta que cono(co a uno de los m4dicos que )ue consultado acerca de la causa de muerte, y alg*n tiempo despu4s de la investigaci-n me lo encontr4, y le pregunte acerca del tema. C%$ealmente quieres decirme le di#e, que te viste desconcertado con el caso, y que realmente no sabes de qu4 muri- aquel hombre&C C5isc*lpame respondi- cono(co per)ectamente bien la causa de la muerte. 9lank muri- de miedo, de un verdadero y espantoso terror; nunca durante el curso de mi pr"ctica he visto rasgos tan terriblemente des)igurados, y le he visto las caras a un sinn*mero de muertosC. El doctor era usualmente un tipo bastante sereno, pero un cierta intensidad en sus modos me impresion-, sin embargo, no pude sonsacarle nada m"s. /upongo que 3acienda no encontr- la manera de procesar a los 3erberts por asustar a un hombre hasta matarlo; de cualquier )orma, nada se hi(o, y el caso se retir- de la mente de los hombres. %or casualidad, sabes t* algo sobre 3erbert& El Gran Dios Pan Arthur Machen 9ueno contest- @illiers, era un antiguo amigo de universidad. No me digas. %@iste alguna ve( a su esposa& No, nunca. erd! de vista a 3erbert por muchos a+os. Es extra+o, %verdad&, separarse de un hombre en la puerta de la universidad o en addington, no saber nada de 4l por a+os, y luego, encontrarlo asomando su cabe(a en tan extra+o lugar. ero a m! me hubiera gustado ver a la se+ora 3erbert; se dicen cosas extraordinarias acerca de ella. %6u4 clase de cosas& 9ueno, casi no s4 c-mo cont"rtelo. 1odos los que la vieron en la corte policial di#eron que era, al mismo tiempo, la mu#er m"s hermosa y la m"s repulsiva, sobre la que hayan )i#ado sus o#os. 3abl4 con un hombre que la hab!a visto, y te lo aseguro, realmente se estremec!a mientras trataba de describirme a la mu#er, mas no pod!a decir por qu4. arece que ella era una especie de enigma; y yo creo que si aquel muerto hubiera podido contar cuentos, habr!a narrado unos extraordinariamente raros. 0 nuevamente nos encontramos )rente a otro acerti#o, %que podr!a haber querido el se+or 9lank >lo llamaremos as!, si no te molesta? en una casa tan extravagante como la del n*mero JK&. Es un caso del todo extra+o, %no lo crees&. $ealmente lo es, ,ustin; un caso extraordinario. Nunca pens4, al preguntarte por mi antiguo amigo que me encontrar!a )rente a tan extra+o metal. 9ueno, debo irme, buen d!a. @illiers se ale#-, pensando en su propia idea ingeniosa de las ca#as Chinas; aqui hab!a un arti)icio ex-tico, de hecho. El Gran Dios Pan Arthur Machen I@. El 5escubrimiento en aul /treet ocos meses despu4s del encuentro entre @illiers y 3erbert, el se+or Clarke se encontraba, como era usual, sentado #unto al hogar despu4s de la cena, cuidando resueltamente que sus )antas!as no erraran en direcci-n a su escritorio. or m"s de una semana hab!a logrado mantenerse le#os de sus C2emoriasC, abrigando esperan(as de una completa autoLre)ormaci-n; sin embargo, a pesar de sus es)uer(os, no pod!a acallar el inter4s y la extra+a curiosidad que el caso que hab!a escrito, excitaba en 4l. 'e hab!a expuesto el caso, o m"s bien un resumen de 4l , en )orma de supuesto, a un amigo cient!)ico, quien mene- su cabe(a pensando que Clarke se estaba volviendo exc4ntrico, y durante esta noche en especial, Clarke se es)or(aba en racionali(ar la historia, cuando un repentino golpe a la puerta lo sac- de sus meditaciones El se+or @illiers le busca, se+or. <5ios m!o=. @illiers, es muy amable de tu parte venir a visitarme, no te hab!a visto en muchos meses, debo pensar que cerca de un a+o. Entra, entra. %C-mo est"s, @illiers& %Necesitas alg*n conse#o sobre inversiones& No, gracias, creo que todo lo que tengo en ese sentido est" completamente a salvo. No, Clarke, vine m"s bien a consultarte sobre una materia realmente curiosa de la cual me enter4 no hace mucho. 2e temo que puedas encontrarla del todo abusurda cuando te la cuente. , veces yo mismo lo hago, y por esa ra(-n decid! recurrir a t!, pues s4 que eres un hombre pragm"tico. El se+os @illiers ignoraba las C2emorias para probar la existencia del 5iabloC. 9ueno, @illiers, estar4 )eli( de darte mi conse#o, si mi habilidad lo permite. %Cu"l es la naturale(a del caso& Es un asunto del todo extraordinario. 1* me conoces, siempre mantengo los o#os abiertos en las calles, y durante mi vida me he encontrado con tipos relamente extra+os, y casos extra+os tambi4n, pero creo que 4ste, los sobrepasa a todos. 3ace cerca de tres meses ven!a saliendo de un restaurant una desagradable noche de invierno; hab!a consumido una cena importante y una buena botella de Chianti, y me detuve un momento en la acera, pensando acerca del misterio que hay alrededor de las calles de 'ondres y de los visitantes que las recorren. 8na botella de vino ro#o da alas a estas )antas!as, Clarke, y me atrevo a decir que debo haber pasado a trav4s de una p"gina pero )ui interrumpido por un mendigo que hab!a aprarecido tr"s de m!, y hac!a las peticiones usuales. os supuesto mire a mi alrededor y este mendigo result- ser lo que quedaba de un vie#o amigo m!o, un hombre llamado 3erbert. 'e pregunt4 c-mo hab!a llegado a tan miserable pasar, y me lo di#o. Caminamos por una de aquellas largas y oscuras calles del /oho, y all! escuch4 su historia. 5i#o que se hab!a casado con una mu#er hermosa, algunos a+os m"s #oven que 4l y, seg*n di#o, lo hab!a pervertido en cuerpo y alma. No entr- en detalles; di#o que no se atrev!a, que lo que El Gran Dios Pan Arthur Machen hab!a visto y o!do lo acechaba d!a y noche, y al mirar en su rostro supe que dec!a la verdad. 3ab!a algo respecto al hombre que me hac!a estremecer. No s4 por qu4, pero estaba all!. 'e di algo de dinero y lo desped!, y te aseguro que cuando se )ue #ade4 al respirar. /u presencia parec!a congelar la sangre. 0o creo que el pobre tipo contra#o un matrimonio imprudente, y, en ingles llano, se )ue por las malas. 9ueno, esucha esto @illiers le cont- a Clarke la historia que hab!a o!do de ,ustin. 0a ves )inali(- casi no hay duda de que este se+or 9lank, quienquiera que haya sido, muriera de un verdadero terror; presenci- algo tan espantoso, tan terrible, que le arrebat- la vida. 0 lo que vio, seguramente lo vio en aquella casa, la cual, de una u otra )orma, tiene una mala reputaci-n en el vecindario. 1uve curiosidad de ir y ver el lugar por m! mismo. Es una calle del tipo deprimente; las casa son su)ucientemente antiguas para ser despreciables y terribles, pero no lo su)icientemente vie#as para ser extravagantes. 3asta donde pude observar, la mayor!a de ellas eran hospeda#es, amobladas y no amobladas, y casi cada casa ten!a tres campanillas en su puerta. ,qu! y all", los primeros pisos hab!an sido trans)ormados en negocios de la clase m"s corriente; es una calle l*gubre, en todos los sentidos. Encontr4 que el n*mero JK estaba en alquiler, y )ui donde el agente y obtuve la llave. or supuesto que no hubiera escuchado nada de los 3erberts en ese cuarto, pero le pregunt4 al hombre, directamente, hace cu"nto hab!an de#ado la casa y si hab!an habido otros inquilinos mientras tanto. 2e miro extra+amente por un minuto, y me di#o que los 3erberts la hab!an abandonado inmediatamente depu4s de lo eno#oso, como lo llamaba, y desde entonces la casa ha permanecido vac!a. @illiers se detuvo por un momento. /iempre me he sentido atra!do por entrar a las casa vac!as, hay una suerte de )ascinaci-n en los desolados cuartos vac!os, con los clavos en las paredes, y el polvo acumulado sobre los a)e!(ares de las ventanas. ero no goc4 entrando al n*mero JK de aul /treet. 5i)!cilmente hab!a puesto un pie dentro del pasa#e, cuando not4 un extra+o y pesasdo sentimiento en el aire de la casa. or supuesto que todas las casas vac!as son so)ocantes, y otras cosas, pero esto era algo totalmente di)erente; no te lo puedo describir, pero parec!a cortar la respiraci-n. ;ui a la habitaci-n delantera y a la trasera, y a las cocinas escaleras aba#o; todas estaban su)icientemente sucias y polovorientas, como esperar!as, mas hab!a algo extra+o en todas ellas. No podr!a de)inirlo, s-lo se que me sent! raro. /in embargo, una de las habitaciones del primer piso era la peor. Era una habitaci-n m"s bien grande, y alguna ve( el papel mural debi- haber sido alegre, pero cuando yo la vi, la pintura, el papel, y todo eran de lo m"s l*gubre. 0 la habitaci-n estaba llena de horror; sent! rechinar mis dientes al poner la mano sobre la puerta, y cuando entr4, pens4 que iba a desmayarme. /in embargo, me domin4 y me situ4 #unto a la pared del )ondo, pregunt"ndome qu4 diablos podr!a haber en esa habitaci-n que hac!a temblar mis extremidades y hac!a latir mi cora(-n como si estuviera en la hora de la muerte. En una esquina hab!a un mont-n de per!odicos El Gran Dios Pan Arthur Machen esparcidos por el suelo; comenc4 a mirarlos. Eran peri-dicos de hace tres o cuatro a+os, algunos de ellos medio rasgados y algunos arrugados, como si hubieran sido usados para embalar. 5i vuelta toda la pila, y entre ellos encontr4 un curioso dibu#o te lo mostrar4 inmediatamente. ero no pude quedarme en la habitaci-n, sent!a que me aplastaba. ,gradec! haber salido de all! al aire abierto, sano y salvo. 'a gente me miraba mientras caminaba por la calle, y un hombre di#o que estaba borracho. 2e tambaleaba de un lado a otro de la acera, y lo m"s que pude hacer )ue llegar donde el agente con la llave e irme a casa. Estuve en cama por una semana, su)riendo de lo que mi doctor diagnostic- como impacto nervioso y agotamiento. 8no de esos d!as estaba leyendo el per!odico y me top4 por casualidad con el siguiente titular. C2uri- de hambreC. Era lo usual, un hospeda#e t!pico en 2arleybone, una puerta cerrada durante varios d!as, y un hombre muerto en su silla cuando )or(aron la puerta.CEl )allecido dec!a el p"rra)o era conocido como Charles 3erbert, y se cree que alguna ve( )ue un pr-spero hacendado. /u nombre )ue )amiliar para el p*blico tres a+os atr"s en conexi-n con la misteriosa muerte en aul /treet, 1ottenham Court $oad, siendo el di)unto el inquilino de la casa n*mero JK, en cuyo terreno )ue encontrado muerto un caballero de buena posici-n, ba#o circunstancias no desprovistas de sospechasC. 8n tr"gico )inal, %verdad&. ero despu4s de todo, si lo que me cont- era verdad, y estoy seguro que lo era, la vida de aquel hombre era una completa tragedia, y una tragedia de la suerte m"s extra+a que la que pusieron en las tablillas. 0 esa es la historia, %no es cierto& /!, esa es la historia. 9ueno, @illiers, realmente no s4 que decir al respecto. No hay duda que existen circunstancias en el caso que parecen peculiares, el descubrimiento de un muerto en el terreno de la casa de 3erbert, por e#emplo, y la extraordinaria opini-n del m4dico respecto a la causa de la muerte; sin embargo, despues de todo, es posible que todos esos hechos puedan ser explicados de una )orma directa. En relaci-n a tus propias sensaciones cuando visitaste la casa, sugiero que pudieron deberse a una imaginaci-n v!vida; debes haber estado meditando, en un estado semiconciente, sobre lo que hab!as escuchado. No veo exactamente qu4 m"s podr!a decirse o hacerse al respecto; evidentemente crees que hay un misterio de alg*n tipo, pero 3erbert est" muerto; %d-nde propones buscar&. ropongo buscar a la mu#er; la mu#er con la que se cas-. Ella es un misterio. 'os dos hombres estaban en silencio #unto al )uego; Clarke se )elicitaba por haber mantenido el persona#e de abogado del lugar com*n, y @illiers se envolv!a en sus oscuras )antas!as. Creo que )umar4 un cigarrillo di#o )inalmente, y pas- su mano por el bolsillo palpando la ca#etilla de cigarros. <,h= di#o, sobresalt"ndose ligeramente. 3ab!a olvidado que ten!a algo que mostrarte. %$ecuerdas que te di#e que hab!a encontrado un El Gran Dios Pan Arthur Machen curioso bosque#o entre el mont-n de per!odicos vie#os en la casa de aul /treet&. ,qu! est". @illiers sac- un peque+o paquete de su bolsillo. Estaba cubierto con un papel marr-n, y asegurado con un cordel, y los nudos o)rec!an problemas. , pesar de s! mismo, Clarke sinti- curiosidad; se inclin- en su silla mientras @illiers deshac!a con es)uer(o el cordel, y desenvolv!a la cubierta exterior. 5entro hab!a una segunda envoltura de papel que @illiers sac-, y sin una palabra, le alcan(- el peque+o peda(o de papel a Clarke. 3ubo un silencio mortal en la habitaci-n durante cinco minutos. 'os dos hombres estaban tan quietos que pod!an o!r el sonido del anticuado relo# que se encotraba a)uera en el hall, y en la mente de uno de ellos, la lenta monoton!a del sonido despert- una memoria le#ana. 2iraba intensamente el boceto a tinta y l"pi( de la cabe(a de la mu#er; era evidente que hab!a sido dibu#ado con gran ciudado y por un verdadero artista, ya que el alma de la mu#er asomaba por sus o#os, y los labios se abr!an en una extra+a sonrisa. Clarke observaba inm-vil el rostro; le tra#o a la memoria una tarde de verano, hace mucho tiempo; nuevamente presenci- el largo y hermoso valle, el r!o serpenteando entre las colinas, las praderas y los mai(ales, el p"lido sol ro#i(o, y la blanca y )r!a bruma elev"ndose del agua. Escuch- una vo( habl"ndole a traves de las oleadas de a+os, diciendo. CClarke, <2ary ver" al 5ios an=C , y luego se encontraba en la siniestra habitaci-n #unto al doctor, escuchando el pesado tic tac del relo#, esperando y observando, observando la )igura que se encontraba tendida en la silla verde ba#o la l"mpara. 2ary se levant-, 4l mir- en sus o#os y su cora(-n se en)r!o en su interior. %6ui4n es esta mu#er& di#o )inalmente. /u vo( era seca y rasposa. Es la mu#er con la que 3erbert se cas-. Clarke mir- nuevamente el boceto; no era 2ary despu4s de todo. Indudablemente era el rostro de 2ary, pero hab!a algo m"s, algo que no hab!a visto en los rasgos de 2ary cuando entr- al laboratorio vestida de blanco con el doctor, tampoco en su horrible despertar, ni cuando yac!a gesticulando en la cama. ;uera lo que )uera, la mirada que ven!a de aquellos o#os, la sonrisa en los labois llenos, o la expresi-n del rostro entero, hi(o estremecer a Clarke en lo m"s rec-ndito de su alma, y re)lexi- de manera inconciente sobre las palabras del doctor hillips. Cel presentimiento de maladad m"s v!vido que he vistoC. 2ec"nicamente volte- el papel en su mano y mir- la parte de atr"s. <5ios m!o, Clarke= %6ue sucede& Est"s p"lido como la muerte. @illiers salt- violentamente de su silla, mientras Clarke se reclinaba con un que#ido, de#ando caer el papel de sus manos. No me siento muy bien, @illiers, soy ob#eto de estos ataques. /!rveme un poco de vino; gracias, esto servir". 2e senti4 me#or en unos minutos. @illiers recogi- el ca!do boceto y lo volte- como Clarke hab!a hecho. %@iste eso& di#o. ,s! )ue como la identi)iqu4 como el retrato de El Gran Dios Pan Arthur Machen la esposa de 3erbert, o debo decir su viuda. %C-mo te sientes ahora& 2e#or, gracias, )ue s-lo un mareo pasa#ero. No creo que te entienda claramente. %6u4 di#iste que te permiti- identi)icar la imagen& Esta palabra 3elen estaba escrita atr"s. %No te di#e que su nombre era 3elen& /!, 3elen @aughan. Clarke lan(- un gemido; no hab!a ninguna sombra de duda. ,hora di#o @illiers, %no estas de acuerdo que en la historia que te he contado esta noche, y el papel que esta mu#er #uega en ella, hay algunos puntos muy extra+os& /!, @illiers musit- Clarke, realmente es una historia extra+a; una extra+a historia, realmente. 5ebes darme tiempo para re)lexionar sobre ella, y qui(" pueda ayudarte y qui(" no. %1e retiras ahora& 9ueno, buenas noches @illiers, buenas noches. @en a visitarme en el transcurso de una semana. El Gran Dios Pan Arthur Machen @. 'a carta de advertencia %/abes ,ustin di#o @illiers, mientras ambos amigos paseaban serenamente a lo largo de icadilly una agradable ma+ana de mayo sabes que estoy convencido que lo que me contaste acerca de aul /treet y de los 3erberts es un mero episodio de una historia extraordinaria& ,dem"s, debo co)esarte que cuando te pregunt4 por 3erbert hace unos meses atr"s, reci4n me lo hab!a encontrado. %'o hab!as visto& %5-nde& 2e pidi- limosna una noche en la calle. /e encontraba en la condici-n m"s lamentable, pero reconoc! al hombre y lo tuve cont"ndome su historia, o por lo menos un esbo(o de ella. En resumen, lleg- a lo siguiente. hab!a sido arruinado por su mu#er. %5e qu4 )orma& No me lo di#o; s-lo di#o que ella lo hab!a destruido, en cuerpo y alma. El hombre est" muerto ahora. %0 que )ue de su mu#er& ,h, eso es lo que me gustar!a saber, y pretendo encontrarla tarde o temprano. Cono(co a un hombre llamado Clarke, un tipo seco, de hecho, un hombre de negocios, pero su)icientemente despierto. 1* comprendes a lo que me re)iero, no despierto en el mero sentido comercial de la palabra, sino que un hombre que realmente sabe algo acerca del hombre y la vida. 9ueno, le expuse el caso y realmente se impresion-. 5i#o que necesitaba ser considerado y me pidi- que volviera en el transcurso de una semana. ocos d!as despu4s, recib! esta extraordinaria carta. ,ustin tom- el sobre, extra#o la carta y ley- con curiosidad. 5ec!a lo siguiente. C2I 68E$I5B @I''IE$/, he pensado en el caso sobre el cual me consultaste la otra noche, y mi conse#o es el siguiente. ,rro#a el retrato al )uego, borra la historia de tu mente. Nunca le dediques otro pensamiento, @illiers, o te arrepentir"s. ensar"s, sin duda, que poseo alguna in)ormaci-n secreta, y hasta cierto punto ese es el caso. ero s-lo cono(co un poco; s-lo soy como un via#ero que ha atisbado sobre el abismo y se ha retirado con horror. 'o que s4, es su)icientemente extra+o y terrible, sin embargo, m"s all" de mi conocimiento hay pro)undidades y horrores a*n m"s espantosos, m"s incre!bles que cualquier cuento narrado una noche de invierno #unto al )uego. 3e resuelto no explorar ni un "pice m"s all", y nada conmover" tal resoluci-n, y si valoras tu )elicidad tomar"s la misma determinaci-n. @en a verme de todos modos; pero hablaremos de temas m"s alegres que 4ste. ,ustin dobl- met-dicamente la carta, y se la devolvi- a @illiers. Ciertamente es una carta particular di#o %a qu4 se re)iere el hombre con el retrato& El Gran Dios Pan Arthur Machen <Bh= 3ab!a olvidado mencionar que estuve en aul /treet e hice un descubrimiento. @illiers relat- su historia como lo hab!a hecho con Clarke, miestras ,ustin escuchaba en silencio. arec!a intrigado. <6u4 curioso que experimentaras una sensaci-n tan desagradable en aquella habitaci-n= di#o )inalmente. 5i)!cilmente creo que haya sido una mera cuesti-n de la imaginaci-n; en resumen, un sentimiento de repulsi-n. No. Era m"s )!sico que mental. Era como si en cada inhalaci-n, respirara alguna emanaci-n mort!)era, que parec!a penetrar en cada nervio, hueso y tend-n de mi cuerpo. 2e sent! tironeado de pies a cabe(a, mis o#os comen(aron a oscurecerse, )ue como la entrada a la muerte. /!, s!, realmente muy extra+o. Como ves, tu amigo con)es- que hay una historia muy oscura conectada con esta mu#er. %ercibiste alguna emoci-n particular en 4l cuando le relatabas tu experiencia& /!. /e puso muy d4bil, pero me asegur- que no era m"s que un ataque pasa#ero de los cuales era ob#eto. %'e cre!ste& En el momento lo hice, pero ahora no. Escuch- lo que yo ten!a que decir con bastante indi)erencia, hasta que le mostr4 el retrato. Entonces )ue cuando el ataque del que hablo le sobrevino. 1e aseguro que luc!a cadav4rico. Entonces debe haber visto a la mu#er alguna ve(. /in embargo, puede haber otra explicaci-n; puede haber sido el nombre y no el rostro, el que le era )amiliar. %6u4 crees t*& No podr!a dec!rtelo. 3asta donde creo, )ue luego de voltear el retrato en su mano que cas! se cae de la silla. El nombre, como sabes, estaba escrito en la parte de atr"s. <Correcto= 5espu4s de todo, es imposible llegar a una conclusi-n en un caso como este. Bdio el melodrama, y nada me choca m"s que la trivialidad y el tedio de las historias comerciales de )antasmas; pero @illiers,realmente parece que hay algo muy extra+o en en )ondo de todo esto. /in darse cuenta, los dos hombres hab!an doblado por ,shley /treet, dirigi4ndose al norte de icadilly. Era una calle larga, y m"s bien sombr!a, mas aqu! y all", un gusto m"s brillante hab!a iluminado las oscuras casas con )lores, y cortinas alegres, y una agradable pintura en las puertas. @illiers observaba al tiempo que ,ust!n terminaba de hablar, y mir- una de aquellas casas; de cada al)4i(ar colgaban geranios, ro#os y blancos y cada ventana estaba cubierta con cortinas de color narciso. /e ve alegre, %no te parece& di#o. /!, y el interior es a*n m"s alegre. 8na de las casas m"s agradables de la temporada, as! he o!do. 0o mismo no he estado all!, pero he conocido a varios hombres que s! lo han hecho, y me cuentan que es El Gran Dios Pan Arthur Machen notablemente #ovial. %5e qui4n es la casa& 5e una tal se+orita 9eaumont. %0 qui4n es ella& No sabr!a decirte. 3e escuchado que viene de /ud ,m4rica, pero despu4s de todo, qui4n es ella es de poca importancia. Es una mu#er muy rica, no cabe duda de ello, y algunas de las personas m"s distinguidas se han asociado con ella. 3e escuchado que posee un claret espl4ndido, un vino verdaderamente maravilloso, que debe haberle costado una suma )abulosa. 'ord ,rgentine me estaba contando al respecto; estuvo all! la tarde del domingo pasado. 2e ha asegurado que nunca hab!a probado un vino como ese y, como sabes, ,rgentine es un experto. , prop-sito, eso me recuerda, debe ser una mu#er del tipo singular, esta se+ora 9eaumont. ,rgentine le pregunt- acerca de la antiguedad del vino y, %qu4 crees que le respondi-&. C,l rededor de unos mil a+os, creoC. 'ord ,rgentine pens- que lo estaba enga+ando, t* sabes, pero cuando se r!o ella le di#o que hablaba totalmente en serio y le o)reci- mostrarle la #arra. or supuesto que luego de eso no pudo decir nada m"s; pero me parece algo anticuado para una bebida, %no te parece& 9ueno, ya llegamos a mis habitaciones. %6uieres pasar& Eracias, creo que lo har4. No he visto la tienda de curiosidades hace un buen tiempo. Era una habitaci-n ricamente amoblada, aunque extravagantemente, donde cada #arr-n, armario y mesa, y cada al)ombra, #arra y ornamento parec!an ser una cosa aparte, preservando cada una su propia individualidad. %,lgo )resco *ltimamente& di#o @illiers luego de un rato. No; creo que no. %0a viste esos c"ntaros extra+os, no es cierto& 2e lo imaginaba. No creo haberme topado con nada durante las *ltimas semanas. ,ustin examin- la pie(a de aparador en aparador, de estante a estante, en busca de alguna nueva rare(a. ;inalmente, sus o#os se posaron sobre un extra+o co)re, agradable y exquisitamente tallado, que se encontraba en una oscura esquina del cuarto. ,h di#o lo estaba olvidando, tengo algo que mostrarte. ,ustin abri- el co)re, extra#o un grueso volumen empastado, lo de#- sobre la mesa, y retom- el cigarro que hab!a de#ado a un lado. @illiers, %conociste a ,rthur 2eyrick, el pintor& ,lgo. 'o vi una o dos veces en la casa de un amigo m!o. %6u4 ha sido de 4l& No he escuchado la menci-n de su nombre por alg*n tiempo. 2uri-. <5!os m!o= 1an #oven, %verdad& /i, ten!a s-lo treinta cuando muri-. El Gran Dios Pan Arthur Machen %5e qu4 )alleci-& No lo s4. Era un !ntimo amigo m!o, y un tipo realmente bueno. ,costumbraba a venir y hablar conmigo durante horas, era uno de los me#ores conversadores que he conocido. Incluso pod!a hablar de la pintura, y eso es m"s de lo que se puede decir de la mayor!a de los pintores. 3ace aproximadamente dieciocho meses comen(- a sentirse estresado, y en parte siguiendo mi conse#o, se embarc- en una especie de expedici-n errante, sin un )inal ni un ob#etivo muy de)inidos. 2e parece que Nueva 0ork ser!a uno de sus primeros puertos, pero nunca supe de 4l. 3ace tres meses recib! este libro, acompa+ado de una cort4s nota de un doctor ingl4s traba#ando en 9uenos ,ires, a)irmando que hab!a atendido al )allecido se+or 2eyrick durante su en)ermedad, y que el di)unto hab!a expresado el intenso deseo de que el paquete sellado deb!a serme enviado luego de su muerte. Eso era todo. %0 no escribiste para pedir nuevos pormenores& 3e pensado en hacerlo. %1* me aconse#ar!as escribirle al doctor& Ciertamente. %0 el libro& Estaba sellado cuando lo recib!. No creo que el doctor lo haya mirado. %No es algo muy extra+o& %Era 2eyrick un coleccionista& No, no lo creo, di)!cilmente un coleccionista. 5ime, %qu4 es lo que piensas de estas vasi#as ,inu& /on singulares, pero me gustan. ero, %no me vas a mostrar el legado del pobre 2eyrick& /i. /!, por cierto. 'o que sucede es que es un ob#eto bastante peculiar y no se lo he mostrado a nedie. /i yo )uera t*, no dir!a nada al respecto. ,qui est". @illiers cogi- el libro y lo abri- a a(ar. No es un volumen impreso, entonces di#o. No. Es una colecci-n de dibu#os en blanco y negro hechos por mi pobre amigo 2eyrick. @illiers dio vuelta la primera p"gina, estaba en blanco; la segunda llevaba una peque+a inscripci-n que dec!a. C/ilet per diem universus, nec sine horror secretus est; lucet mocturnis ignibus, chorus ,eipanum undique personatur. audiuntur et cantus tibiarum, et tinnitus cymbalorum per oram maritimamC. En la tercera p"gina hab!a un dise+o que sobresalt- a @illiers y mir- imediatamente a ,ustin; 4ste miraba abstraidamente por la ventana. @illiers volte- p"gina tras p"gina, absorto, a pesar de s! mismo, en las epantosas Noches de Falpurgis de la maldad, una maldad extra+a y monstrousa, que el artista hab!a plasmado en duro blanco y negro. 'as )iguras de ;aunos, /"tiros y ,egipos bailaban )rente a sus o#os, la oscuridad de la espesura, la dan(a en las cumbres, las escenas de costas solitarias, en verdes vi+edos, en lugares desiertos y rocosos, pasaron El Gran Dios Pan Arthur Machen )ente a 4l. un mundo )rente al cual el alma humana se retrae y se estremece. @illiers pas- r"pidamente las p"ginas restantes; hab!a visto su)iciente, mas el dibu#o de la *ltima p"gna capt- su mirada, cuando casi cerraba el libro. <,ustin= 9ueno, %qu4 sucede& %/abes qui4n es& Era el rostro de una mu#er, sola en la p"gina blanca. %6ue si la cono(co& No, por supuesto que no. 0o s!. %6ui4n es& Es la se+ora 3erbert. %Est"s seguro& Estoy per)ectamente seguro de ello. <obre 2eyrick= Es un cap!tulo m"s en su historia. %6u4 te parecen los dise+os& /on terribles. /ella el libro nuevamente, ,ustin. /i yo )uera t*, lo quemar!a; debe ser una horrible compa+!a a*n estando en un co)re. /!, son unos dibu#os singulares. ero me pregunto, %qu4 conexi-n hab!a entre 2eyrick y la se+ora 3erbert, o qu4 v!nculo hab!a entre ella y estos dise+os& %6ui4n podr!a decirlo& Es posible que este asunto termine aqu!, y nunca sepamos, sin embargo, en mi opini-n, esta 3elen @aughan o se+ora 3erbert, es s-lo el principio. @olver" a 'ondres, ,ustin; pierde cuidado, ella regresar", y entonces sabremos m"s acerca de ella. 5udo que sean noticias muy agradables. El Gran Dios Pan Arthur Machen @I. 'os /uicidios 'ord ,rgentine era un gran )avorito en la sociedad londinense. , los veinte a+os hab!a sido un hombre pobre, adornado por el apellido de una ilustre )amilia, sin embargo, )or(ado a ganarse el sustento como )uera, y ni el m"s especulativo de los prestamistas le hubiera con)iado M peniques sobre la eventualidad de que alguna ve( cambiara su nombre por un t!tulo y su pobre(a por una gran )ortuna. /u padre hab!a estado lo su)icientemente cerca de la )uente de las cosas buenas como para asegurar a uno de los miembros vivos de la )amilia, pero el hi#o, a*n si hubiera tomado los votos, no hubiera obtenido m"s que eso, adem"s, no ten!a vocaci-n para la orden eclasi"stia. 5e esta )orma, en)rent- al mundo con una armadura no me#or que la toga de bachiler y el "nimo de un #oven nieto del hi#o, equipamiento con el cual se las ingeniaba de alguna )orma para hacer de esa una batalla bastante tolerable. , los veinticinco el ser+or Charles ,ubernon era a*n un hombre de luchas y contiendas contra el mundo, sin embargo, de los siete que se encontraban antes que 4l en los lugares m"s altos de su )amilia, s-lo quedaban tres. Estos tres,aunque Cbien vivosC, no eran a prueba de la lan(a Nulu ni de la )iebre ti)oidea, por lo que, una ma+ana, ,ubernon despert- siendo 'ord ,rgentine, un hombre de treinta a+os que hab!a en)rentado las di)icultades de la existencia, y las hab!a conquistado. 'a situaci-n lo divert!a inmensamente, y resolvi- que la rique(a ser!a tan agradable para 4l como lo hab!a sido siempre la pobre(a. 'uego de algunas consideraciones, ,rgentine lleg- a la conclusi-n de que la cena, mirada como una de las bellas artes, era qui(" la ocupaci-n m"s entretenida abierta a la humanidad arruinada, de esta )orma, sus cenas se hicieron )amosas en 'ondres, y una invitaci-n para su mesa era algo codiciosamente deseado. 'uego de die( a+os de se+or!a y cenas, ,rgentine a*n rehusaba a cansarse y sigui- dis)rutando de la vida , y, como una suerte de in)ecci-n, era reconocido como causa de alegr!a para los dem"s, en suma, como la me#or de las compa+!as. 5e este modo, su repentina y tr"gica muerte caus- una extensa y pro)unda sensaci-n. 'a gente di)!cilmente lo cre!a, a*n teniendo el per!odico )rente a sus o#os y el grito de C2isteriosa muerte de un nobleC resonando por las calles. 2as all! estaba el p"rra)o. C'ord ,rgentine )ue hallado muerto esta ma+ana por su asistente ba#o circunstancias intranquili(antes. /e ha a)irmado que no hay duda de que su se+or!a se habr!a suicidado, aunque no se ha encontrado un motivo para el acto. El )allecido caballero era ampliamente conocido en sociedad, y muy querido por sus #oviales maneras y su regia hospitalidad. 3a sido sucedido por...C etc, etc. 'entamente los detalles salieron a la lu(, pero el caso era a*n un misterio. El testigo principal del interrogatorio era el ayudante del di)unto, quien a)irm- que la noche anterior a la muerte 'ord ,rgentine hab!a cenado con una se+ora de buena posici-n, cuyo nombre )ue suprimido por los per!odicos. 'ord ,rgentine hab!a regresado aproximadamente a las once y hab!a in)ormado a su hombre que no requerir!a de sus servicios hasta la ma+ana siguiente. 8n poco m"s tarde, el sirviente tuvo la El Gran Dios Pan Arthur Machen oportunidad de pasar por el hall y asombrarse al ver a su amo saliendo tranquilamente por la puerta principal. /e hab!a cambiado la tenida de noche y vest!a un abrigo Nor)olk, unos bombachos, y un sombrero ba#o color marr-n. El ayudante no ten!a ninguna ra(-n para suponer que 'ord ,rgentine lo hab!a visto, y aunque su amo rara ve( se quedaba hasta tarde, #amas pens- en lo que ocurrir!a a la ma+ana siguiente al llamar a su puerta un cuarto para las nueve, como era usual. No recibi- respuesta, y luego de golpear una o dos veces, entr- a la habitaci-n y vio el cuerpo de 'ord ,rgentine inclinado en "ngulo desde los pies de la cama. 5escubri- que su amo hab!a atado )irmemente una cuerda a uno de los postes cortos de la cama, y luego hi(o un nudo corredi(o y se lo desli(- al redor del cuello, el pobre hombre debe haberse de#ado caer resueltamente, para morir lentamente estrangulado. @est!a el delgado tra#e con el que el sirviente lo hab!a visto salir, y el doctor que )ue llamado declar- que la su vida se hab!a extinguido hac!a m"s de cuatro horas. 1odos los papeles, cartas, y demases, estaban en per)ecto orden, y no se descubri- nada que apuntara remotamente a alg*n escandalo, )uera grande o peque+o. 3asta aqu! llegaba la evidencia; nada m"s pudo ser descubierto. @arias personas se encontraban presentes en la cena a la que 'ord ,rgentine hab!a asistido, y a todas ellas les pareci- que se encontraba de un humor a)able, como siempre. /in embargo, el asistente a)irm- que su amo le hab!a parecido algo agitado al llegar a casa, mas la alteraci-m era a su manera muy tenue, de hecho, di)icilmente perceptible. 9uscar m"s pistas parec!a in*til, y la sugerencia de que 'ord ,rgentine hab!a su)rido de un repentino ataque de man!a suicida aguda, )ue ampliamente aceptado. /in embargo, result- de otra manera, cuando dentro de las tres semanas siguientes, otros tres caballeros, uno de ellos un noble, y dos hombres m"s de buena posici-n y abundantes medios, perecieron atro(mente en casi la misma )orma. 'ord /:anleigh )ue encontrado una ma+ana en su vestidor, colgando de un gancho )i#ado a la pared, y el se+or CollierL/tuart y el se+or 3erries hab!an elegido morir como 'ord ,rgentine. Ninguno de los casos ten!a explicaci-n; uno cuantos hechos conocidos. un hombre vivo en la tarde y un cad"ver con el rostro hinchado y amoratado, en la ma+ana. 'a polic!a se vio obligada a decalrarse impotente para arrestar o explicar los s-rdidos asesinaos de Fhitechapel; sin embargo, ante los horribles suicidios de icadilly y 2ay)air se encontraban at-nitos, porque ni siquiera la sola )erocidad que hab!a servido como explicaci-n de los cr!menes del East End, pod!a servir en el Fest. 1odos estos hombres que hab!an resuelto morir una muerte tormentosa y vergon(osa eran ricos, pr-speros y, seg*n las apariencias, enamorados del mundo, y ni siquiera la investigaci-n m"s detallada pudo descubrir en alguno de los casos alguna sombra de un motivo latente. 3ab!a horror en el ire, y los hombres se miraban unos a otros al encontrarse, cada uno pregunt"ndose si el otro ser!a la v!ctima de la quinta tragedia sin nombre. 'os periodistas revisaban en vano sus apuntes en busca de material con el cual me(clar art!culos anteriores.0 el per!odico matutino era abierto en m"s de alg*n hogar con un sentimiento de terror; nadie sab!a cu"ndo o d-nde atacar!a el pr-ximo golpe. El Gran Dios Pan Arthur Machen oco tiempo despu4s del *ltimo de estos terribles sucesos, ,ustin )ue a visitar al se+or @illiers. /ent!a curiosidad por saber si @illiers hab!a tenido 4xito en descubrir alguna pista )resca de la se+ora 3erbert, ya )uera a trav4s de Clarke o de otra )uente, y a penas se hubo sentado hi(o la pregunta. No di#o @illiers, le escrib! a Clarke pero sigue inexorable, y he tratado por otros canales sin resultados. No he podido saber qu4 ha sido de 3elen @aughan despu4s de de#ar aul /treet, pienso que deber haberse ido al extran#ero. ero para serte )ranco ,ustin, no le he prestado mucha atenci-n al tema durante las *ltimas semanas; conoc!a !ntimamemnte al pobre 3erries, y su terrible muerte ha sido un gran golpe para m!, un gran golpe. 'o creo contest- ,ustin solemnemente, t* sabes que ,rgentine era amigo m!o. /i recuerdo correctamente, estuvimos hablando de 4l ese d!a que viniste a mis habitaciones. /!; era en relaci-n a aquella casa en ,shley /treet, la casa de la se+ora 9eaumont. 5i#iste algo acerca de ,rgentine cenando all". 5e hecho. /eguramente sabr"s que )ue all! donde ,rgentine cen- la noche antes... antes de su muerte. No, no hab!a escuchado eso. Bh, si; el nombre )ue exclu!do de los per!odicos para ahorrarle molestias a la se+ora 9eaumont. ,rgenitne era un gran )avorito suyo, y se comentaba que ella se encontraba en un terrible estado. 8na curiosa expresi-n asom- en el rostro de @illliers; parec!a indeciso acerca de hablar o no. ,ustin comen(- nuevamente. Nunca experiment4 tal sentimiento de horror como cuando le! el in)orme de la muerte de ,rgentine. En el momento no lo comprend!, y tampoco ahora. 'o conoc!a bien, y mi entendimiento se ve completamente superado al pregutnarme por qu4 posible causa 4l o cualquiera de los otros podr!a haber resuelto morir a sangre )r!a, de aquella espantosa manera. 1* sabes c-mo los hombres murmuran sobre cada persona#e de 'ondres, y te aseguro que cualquier esc"ndalo enterrado o esqueleto escondido habr!a aparecido en un caso como este; pero nada por el estilo ha sucedido. 0 respecto a la teor!a de man!a, bueno, eso est" muy bien para la improvisaci-n del )orense, pero todos sabemos que es una tonter!a. 'a man!a suicida no es una peque+a in)ecci-n. ,ustin se hund!- en un oscuro silencio. @illiers tambi4n estaba en silencio, observando a su amigo. 'a expresi-n de indecisi-n a*n se mov!a por su rostro; parec!a sopesar sus pensamientos en una balan(a, y las consideraciones que estaba tomando lo manten!an en silencio. ,ustin trat- de quitarse de encima las memorias de tragedias tan imposibles y con)usas como el laberinto de 54dalo, y comen(- a hablar con vo( indi)erente de sucesos m"s agradables y de las aventuras de la temporada. Esa se+ora 9eaumont di#o de la cual habl"bamos, es un gran 4xito; ha tomado 'ondres casi por asalto. 'a conoc! la otra noche en El Gran Dios Pan Arthur Machen ;ulham; realmente es una mu#er extraordinaria. %Conociste a la se+ora 9eaumont& /!; estaba rodeada por un verdadero s4quito. /upongo que podr!a decirse que es muy atractiva, sin embargo, hay algo en su rostro que no me agrad-. /us rasgos son exquisitos, pero la expresi-n es extra+a. 0 durante todo el tiempo que la estuve observando, y luego, cuando me dirig!a a casa, tuve la curiosa sensaci-n de que me era )amiliar, de alguna u otra )orma. 'a debes haber visto en la calle. No, estoy seguro que nunca hab!a visto a la mu#er; eso es lo que lo hace misterioso. 0 seg*n creo, nunca he visto a nadie como ella; lo que sent! )ue como un recuerdo le#ano y velado, vago pero persistente. 'a *nica sensaci-n con la que puedo compararlo es ese extra+o sentimiento que se tiene a veces en los sue+os, cuando las ciudades )ant"sticas, las tierras maravillosas y los persona#es )antasmales nos parecen )amiliares y habituales. @illiers asinti- y ech- un vista(o sin direcci-n al rededor de la habitaci-n, posiblemente en busca de algo sobre lo que continuar la conversaci-n. /us o#os se posaron en un antiguo co)re situado deba#o de un escudo g-tico, parecido en cierta )orma a aqu4l en que el artista hab!a escondido su extra+o legado. %'e escribiste al doctor acerca del pobre 2eyrick& pregunt-. /!, le escrib! pidi4ndole todos los pormenores respecto a su en)ermedad y su muerte. No espero recibir respuesta durante otras tres semanas o un mes. ens4 que tambi4n deber!a indagar si 2eyrick conoc!a a alguna mu#er inglesa apellidada 3erbert, y si ese era el caso, si el doctor pod!a entregarme in)ormaci-n sobre ella. /in embargo, es muy posible que 2eyrick se halla encontrado con ella en Nueva 0ork, o 24xico, o /an ;ranciasco. No tengo idea del alcance o direcci-n de sus via#es. /!, y es muy posible que esta mu#er tenga m"s de un nombre. Exactamente. 3ubiera deseado pensar en pedirte el retrato de ella que posees. odr!a haberlo incluido en mi carta al doctor 2atthe:s. odr!as haberlo hecho; nunca se me hab!a ocurrido. 5ebemos enviarlo ahora.<Escucha= %6u4 est"n gritando esos ni+os& 2ientras los dos hombres conversaban, un ruido con)uso de gritos hab!a aumentado gradualmente en intesidad. El ruido se elevaba desde la parte este y cobraba )uer(as en icadilly, acerc"ndose m"s y m"s, como un torrente de sonido; agitando las calles usualmente tranquilas, y haciendo de cada ventana el marco para una cara, curiosa o excitada. 'os gritos y las voces reverberaban a lo largo de la silenciosa calle donde viv!a @illiers, haci4ndose m"s claras a medida que avan(aban, y mientras @illiers hablaba, la respuesta subi- desde la acera. C<'os 3orrores del Fest End; otro espantoso suicidio; in)orme completo=C El Gran Dios Pan Arthur Machen ,ustin se se precipit- escaleras aba#o y compr- un peri-dico, y le ley- a @illiers, mientras el alboroto en la calle se elevaba y deca!a. 'a ventana estaba abierta y el aire parec!a estar lleno de ruido y terror. CBtro caballero ha ca!do v!ctima de la terrible epidemia de suicidios que, durante el *ltimo mes, ha prevalicido en Fest End. El se+or /ydney Crasha:, de /toke 3ouse, ;ulhan y OingPs omeroy, 5evon, )ue hallado muerto a la una de esta tarde, luego de una prolongada b*squeda, colgado a la rama de un "rbol en su #ard!n. El di)unto caballero cen- anoche en el Club Carlton y su salud y humor se ve!an como siempre. ,bandon- el club cerca de las die( y, algo m"s tarde )ue visto caminando sin prisa por /t. Iames /treet. 'uego de esto, se le pierde el rastro a sus movimientos. ,penas encontrado el cuerpo se llam- al m4dico, pero era evidente que la vida se hab!a extinguido hace tiempo. 3asta donde se sabe, el se+or Crasha: no ten!a ning*n tipo de problema o ansiedad. Este doloroso suicidio, como se recordar", es el quinto de su clase en el *ltimo mes. 'as autoridades de /cotland 0ard son incapaces de sugerir alguna explicaci-n para estos terribles sucesos.C ,ustin de#- el peri-dico con un mudo horror. 5e#ar4 'ondres ma+ana declar-, esta es una ciudad de pesadilla. <6u4 espantoso es esto, @illiers= El se+or @illiers estaba sentado #unto a la ventana, tranquilamente mirando a la calle. 3ab!a escuchado atentamente al in)orme del per!odico, y la huella de indecisi-n hab!a desaparecido de su rostro. Espera, ,ustin replic- he decidido mencionarte un asunto que sucedi- anoche. %Creo que se a)irmaba que Crasha: hab!a sido visto con vida en /t. Iames /treet, poco despu4s de las die(& /!, eso creo. 2irar4 nuevamente. /i, est"s en lo cierto. Correcto. Entonces, me encuentro en la posici-n de contradecir completamente el relato. Crasha: )ue visto despu4s de eso; de hecho, considerablemente m"s tarde. %C-mo lo sabes& orque por casualidad vi a Crasha:, cerca de las dos de esta madrugada. %@iste a Crasha:& %1*, @illiers& /!, lo vi claramente, de hecho, nos separaban tan s-lo unos pocos pasos. %5-nde, en nombre del cielo, lo viste& No le#os de aqu!. 'o v! en ,shley /treet. recisamente cuando sal!a de una casa. %$econociste cu"l era la casa& /!. Era la de la se+ora 9eaumont. <@illiers= iensa en lo que est"s diciendo; debe haber alg*n error. %C-mo podr!a Crasha: haber estado en casa de la se+ora 9eaumont a las El Gran Dios Pan Arthur Machen dos de la ma+ana& /eguro, seguro debes haber estado so+ando, @illiers; siempre has sido algo )antaseoso. No; estaba completamente despierto.Incluso si hubiera estado so+ando, como t* dices, lo que v! me hubiera despertado e)ectivamente. %'o que viste& %6u4 viste& %3ab!a algo extra+o en Crasha:& ero no lo puedo creer, es imposible. 9ueno, si lo deseas te contar4 lo que vi, o si te place, lo que creo haber visto. uedes #u(gar por t! mismo. 2uy bien, @illiers. El ruido y el clamor de la calle se hab!an extinguido, aunque algunos sonidos de gritos a*n llegaban repentinamente desde la distancia, y el apagado y pesado silencio se parec!a a la calma que sigue al terremoto o a la tormenta. @illiers dio la espalda a la ventana y comen(- a hablar. ,noche yo estaba en una casa cerca de $egentPs ark y al de#arla, me asalt- la idea de caminar a casa en ve( de tomar un cabriol4. Era una noche lo su)icientemente clara y agradable, y luego de unos minutos ya ten!a las calles para m! solo. Es curioso, ,ustin, estar solo en 'ondres de noche, las l"mparas alarg"ndose en perspectiva, y el silencio sin vida, y qui(" de repente, la acometida y estruendo de un coche sobre las piedras y los cascos de los caballos echando chispas. Caminaba vigorosamenete pues me sent!a algo cansado de estar )uera en la noche, y cuando los relo#es daban las dos, dobl4 por ,shley /treet, la que, como sabes, est" en mi camino. Estaba m"s tranquila que nunca y eran pocas las l"mparas; en resumen, luc!a tan oscura y tenebrosa como un bosque en invierno. 3ab!a recorrido casi la mitad de la calle cuando o! el sonido de una puerta cerr"ndose suavemente y, como es natural, mir4 para ver qui4n andaba all! como yo, a tales horas. or casualidad hay una l"mpara cerca de la casa en cuesti-n y vi a un hombre en el portal. $eci4n hab!a cerrado la puerta y su cara estaba hacia m!, inmediatamente reconoc! a Crasha:. Nunca lo conoc! tanto como para hablarle, sin embargo, lo hab!a visto )recuentemente, por lo que estoy seguro que no con)und! a mi hombre. 'e mir4 a la cara por un momento, y entonces debo decir la verdad emprend! una buena carrera y segu! corriendo hasta que estaba en mi propia puerta. %or qu4& %or qu4& orque verle la cara a ese hombre me congel- la sangre. Nunca habr!a imaginado que una combinaci-n de pasiones como aquella podr!a haber )ulgurado en los o#os de ning*n hombre. Casi me desmay4 al mirar. /ab!a que hab!a atisbado en los o#os de un alma perdida, ,ustin. El exterior de ese hombre permanec!a, pero todo el in)ierno estaba detro de 4l. 8na lasciva )uriosa y un odio que era como el )uego, m"s la p4rdida de toda esperan(a y la completa oscuridad de la desesperaci-n parec!an dar alaridos a la noche, aunque su boca estaba cerrada. Estoy seguro que no me vio; no ve!a nada de lo que t* o yo podemos ver, sin embargo, lo que prensenciaba espero que #am"s lo veamos. No s4 cu"ndo muri-; supongo que dentro de una hora, o qui(" dos, pero cuando pas4 por ,shley /treet El Gran Dios Pan Arthur Machen y o! la puerta cerr"ndose, el hombre ya no pertenec!a a este mundo. 'o que v! )ue la cara de un demonio. 3ubo un intervalo de silencio en la habitaci-n cuando @illiers termin- de hablar. 'a lu( estaba menguando y todo el tumulto de una hora atr"s se hab!a acallado por completo. ,ustin hab!a inclinado su cabe(a al )inal del relato, y las manos cubrian sus o#os. %6u4 puede signi)icar todo esto& di#o )inalmente. 6ui4n sabe, ,ustin, qui4n sabe. Este es un asunto oscuro, pero creo que ser" me#or que quede entre nosotros por ahora, sea como sea. @er4 si puedo saber algo acerca de esa casa a trav4s de algunos canales privados de in)ormaci-n, y si me encuentro con algo, te lo har4 saber. El Gran Dios Pan Arthur Machen @II. Encuentros en el /oho 1res semanas m"s tarde ,ustin recibi- una nota de @illiers, pidi4ndole que lo visitara aquella noche o la siguiente. Eligi- la )echa m"s cercana. Encontr- a @illiers sentado, como era usual, #unto a la ventana, aparentemente perdido en meditaciones en el adormecedor tr")ico de las calles. , su lado hab!a una mesa de bamb*, un ob#eto )ant"sico, enriquecido con oropel y ex-ticas escenas pintadas, y sobre ella hab!a una pila de papeles arreglados y rotulados tan pulcramente como cualquier cosa en la o)icina del se+or Clarke. 9ueno, @illiers, %has hecho algunos descubrimientos durante las *ltimas tres semanas& Eso creo. aqu! tengo uno o dos apuntes que me impactaron por su singularidad, y hay un in)orme sobre el cual quisiera llamar tu atenci-n. %0 estos documentos se relacionan con la se+ora 9eaumont& %Era realmente Crash: a quien viste esa noche en la puerta de la casa de ,shley /treet& En relaci-n a ese asunto mi creencia se mantiene inalterada, sin embargo, ninguna de mis indagaciones ni sus resultados tiene alguna especial relaci-n con Crasha:. ese a eso, mis inventigaciones han tenido un extra+o resultado. <3e descubierto qui4n es la se+ora 9eaumont= %, qu4 te re)ieres con qui4n es ella& 2e re)iero a que t* y yo la conocemos me#or ba#o otro nombre. %Cu"l es ese nombre& 3erbert. <3erbert= ,ustin repiti- esta palabra aturdido por la sorpresa. /!, la se+ora 3erbert de aul /treet, o 3elen @aughan, cuyas anteriores aventuras desconoc!a. 1uviste ra(-n al reconocer la expresi-n de su rostro; al llegar a casa observa el rostro del libro de horrores de 2eyrick, y conoceras la )uente de tus recuerdos. %1ienes pruebas de esto& /!, la me#or de las pruebas. 3e visto a la se+ora 9eaumont, %o debo decir la se+ora 3erbert& %5-nde la viste& En un lugar donde di)!cilmente esperar!as ver a una dama que vive en ,shley /treet, icadilly. 'a vi entrando a una casa en una de las calles m"s despreciables y de peor reputaci-n del /oho. 5e hecho, yo hab!a concertado una cita, aunque no con ella, y ella estaba precisamente all!, en el mismo lugar y al mismo tiempo. 1odo esto parece muy sorprendente, pero no puedo llamarlo incre!ble. 5ebes recordar @illliers, que yo he visto a esta mu#er en la corriente aventura de la sociedad londinense, conversando y ri4ndose, El Gran Dios Pan Arthur Machen sorbiendo su ca)4 en un sal-n com*n y corriente, con gente com*n y corriente. ero t* sabes lo que dices. 'o s4; no me he permitido ser guiado por con#eturas ni )antas!as. No era con la intenci-n de descubrir a 3elen @aughan que buscaba a la se+ora 9eaumont en las oscuras aguas de la vida londinense, sin embargo, ese ha sido el resultado. 5ebes haber estado en lugares extra+os, @illiers. /!, he estado en lugares bastante extra+os. Como sabes, hubiera sido in*til dirigirme a ,shley /treet y haberle pedido a la se+ora 9eaumont que me hiciera un corto esbo(o de su historia pasada. No; asumiendo que, como tuve que asumir, sus antecedentes no eran de los m"s limpios, era bastante seguro que en alg*n per!odo pasado debi- haberse movido en c!rculos no tan re)inado como los actuales. /i ves lodo en la super)icie del arroyo, puede estar seguro que alguna ve( estuvo en el )ondo. 0 yo )ui hacia el )ondo. /iempre me he sido a)icionado a sumergime en la Calle Extra+a por placer, y me di cuenta que mi conocimiento de la localidad y sus habitantes me era muy *til. 1al ve( sea innecesario mencionar que mis amigos #am"s hab!an escuchado el apellido 9eaumont, y como yo #am"s hab!a visto a la dama y no pod!a dar su descripci-n, tuve que ponerme a traba#ar de una manera indirecta. 'a gente del lugar me conoce; eventualmente he podido prestarles alg*n servicio, asi que no pusieron ninguna di)icultad en darme su in)ormaci-n; estaban concientes que yo no ten!a ninguna comunicaci-n directa o indirecta con /cotland 0ard. /in embargo, tuve que eliminar una buena cantidad de l!neas antes de obtener lo que quer!a, y cuando pesqu4 el pe( no pens4 ni por un momento que ese era mi pe(. /in embargo escuch4 lo que me dec!an desde un constitucional aprecio por la in)ormaci-n in*til, y me encontr4 en posesi-n de una historia muy curiosa, aunque como imagin4, no la historia que buscaba. $esult- ser lo siguiente.. ,rpoximadamente cinco o seis a+os atr"s, una mu#er de apellido $aymond apareci- repentinamente en el barrio al que me re)iero. 2e la describieron como una mu#er bastante #oven, probablemente de no m"s de diecisiete o dieciocho, muy atractiva, y luciendo como sui vienera del campo. 2e equivocar!a si di#era que ella encontr- su nivel entrando a este barrio en particular, o asoci"ndose con esta gente, pues por lo que me contaron, pensar!a que la peor pocilga de 'ondres es demasiado buena para ella. 'a persona de la cual obtuve la in)ormaci-n, no un gran puritano como puedes suponer, se estremeci- y se puso p"lido al contarme acerca de las in)amias sin nombre de las que se le acusaba. 5espu4s de vivir all! por un a+o, o qu(" un poco m"s, desapareci- tan repentinamente como hab!a llegado, y no supieron nada de ella hasta la 4poca del caso de aul /treet. ,l principio ven!a a su guarida ocasionalmente, luego con m"s )recuencia y )inalemente, se estabeci- all! como antes, y premaneci- por seis u ocho meses. No tiene sentido que entre en detalles acerca de la vida que la mu#er llevaba; si quieres detalles puedes mirar en el legado de 2eyrick. ,quellos dise+os salieron de su imaginac-n. Ella desapareci- nuevamente, y nadie del lugar la vio hasta hace unos pocos meses atr"s. 2i in)ormante me cont- que hab!a tomado algunas habitaciones en una casa que me El Gran Dios Pan Arthur Machen indic-, y que ten!a el h"bito de visitarlas una o dos veces a la semana, siempre a las die( de la ma+ana. Esperaba que reali(ara una de esas visitas cierto d!a de la semana pasada, y de acuerdo a ello logr4 estar vigilando, acompa+ado de mi cicerone un cuarto para las die(, y la hora y la dama llegaron con igual puntualidad. 2i amigo y yo nos encontrabamos ba#o un pasa#e abovedado, algo retirado de la calle, sin embargo, ella nos vio y me dirigi- una mirada que me tomar" tiempo olvidar. ,quella mirada )ue su)iciente para m!; sab!a que la se+ora $aymond era la se+ora 3erbert; mientras que la se+ora 9eaumont se hab!a ido completamente de mi cabe(a. Entr- a la casa, y vigil4 hasta las cuatro de la tarde, cuando sali-, y luego la segu!. ;ue una larga cacer!a, y tuve que mantener gran cuidado de mantenerme a lo le#os, en un segundo plano, pero sin perder de vista a la mu#er. 2e llev- por el /trand, luego hacia Festminster, para continuar por /t IamePs /treet, y a lo largo de icadilly. 2e sent! de lo m"s extra+o cuando la vi doblar por ,shley /treet; la idea de que la se+ora 3erbert era la se+ora 9eaumont vino a mi mente, pero parec!a demasiado imposible para ser verdad. Esper4 en la esquina, sin perderla de vista en ning*n momento, poniendo especial cuidado en identi)icar la casa en la que se hab!a detenido. Era la casa de las cortinas alegres, la casa de las )lores, la casa de la cual Crasha: sali- la noche en que se colg- en su #ard!n. Casi me estaba yendo con mi descubrimiento, cuando vi que un carrua#e vac!o vir- y se detuvo )rente a la casa, llegu4 a la conclusi-n que la se+ora 3erbert tomar!a un paseo, y ten!a ra(-n. ,ll!, de casualidad, me enconr4 con un hombre que conoc!a, y estuvimos conversando a poca distancia del camino por donde pasar!a el carru#e, que se encontraba a mis espaldas. No hab!amos estado all! ni die( minutos cuando mi amigo se quit- el sombrero, di un vista(o a mi alrededor y all! vi a la dama a la que hab!a estado siguiendo todo el d!a. C%6ui4n es ella&C le pregunt4. 0 su respuesta )ue. C'a se+ora 9eaumont; vive en ,shley /treetC. 5espu4s de eso no cab!a ninguna duda. No s4 si ella me vio, pero creo que no lo hi(o. Inmediatamente regres4 a casa y, consider"ndolo, pens4 que ten!a un caso su)icientemente bueno como para presentarme donde Clarke. %or qu4 donde Clarke& orque estoy seguro de que Clarke conoce hechos acerca de esta mu#er, hechos de los que yo no s4 nada. 9ueno, %qu4 pas- entonces& El se+or @illiers se reclin- en su butaca y mir- a ,sutin re)lexivamente un momento antes de contestar su pregunta. 2i idea era que Clake y yo deber!amos visitar a la se+ora 9eaumont. %Iam"s ir!as a una casa como esa& No, no, @illiers, no puedes hacerlo. ,dem"s, considera qu4 resultado... ronto te lo dir4. ero iba decirte que mi in)ormaci-n no terminaba aqu!; sino que )ue completada de una )orma extraordinaria. 2ira este lindo paquetito manuscrito; est" compaginado, como ves, y El Gran Dios Pan Arthur Machen tuve que perdonar la atenta coqueter!a de una banda de cinta ro#a. %Cierto que tiene un aire casi legal& 5esli(a tus o#os por 4l, ,ustin. Es la relaci-n de las diversiones que la se+ora 9eaumont prodigaba a sus invitados )avoritos. El hombre que escribi- esto escap- con vida, pero pienso que no vivir" muchos a+os. 'os doctores le han dicho que debe haber su)rido alg*n severo impacto nervioso. ,ust!n cogi- el manuscrito pero nunca lo ley-. ,l abrir sus elegantes p"ginas al a(ar, su mirada )ue atrapada por una palabra y una )rase que le segu!an; y, angustiado, con los labios p"lidos y un sudor )r!o corriendo como agua por sus sienes, arro#- los papeles al suelo. 'l4vatelo, @illiers, nunca menciones esto nuevamente. %Est"s hecho de piedra, hombre& orque ni el temor ni el horror de la misma muerte, ni los pensamientos del hombre que se encuentra en el aire pun(ate de la ma+ana sobre la oscura plata)orma, condenado, escuchando el ta+ido de las campanas, esperando que el severo rayo retumbe, no son nada comparados con esto. No lo leer4; y #am"s podre conciliar el sue+o. 2uy bien, puedo imaginarlme lo que viste. /!, es lo su)icientemente horrible; pero despu4s de todo es una vie#a historia, un antiguo misterio representado en nuestros d!as, en las oscuras calles de 'ondres en ve( de entre los vi+edos y los #ardines de olivos. ,mbos sabemos lo que le ocurre a aquellos que llegan a conocer al Eran 5ios an, y aquellos que son prudentes saben que todos los s!mbolos son s!mbolo de algo, no de nada. 5e hecho, )ue ba#o un s!mbolo exquisito que los hombres velaron, hace mucho tiempo, su conocimiento de las )uer(as m"s terribles y m"s secretas, )uer(as que se encuentran en el cora(-n de todas las cosas; )uer(as ante las cuales el alma de los hombres se marchita y muere, y se enegrece, como sus cuerpos al electrocutarse. 1ales )uer(as no pueden ser nombradas, no se puede hablar de ellas, no pueden ser imaginadas excepto ba#o un velo y un s!mbolo, un s!mbolo que a la mayor!a nos parece una imagen ex-tica y po4tica , mientras para otros es un disparate. 5e todos modos, t* y yo hemos conocido algo del terror que debe habitar en el secreto lugar de la vida, mani)estado en carne humana; aquello que no tiene )orma tomando para s! una )orma. Bh, ,ustin, %c-mo eso puede puede existir& %C-mo es que la misma lu( del sol no se oscurece )rente a esta cosa ni la s-lida tierra se derrite y hierve ba#o tal carga& @illiers se mov!a de un lado a otro por la habitaci-n, y las gotas de sudor resaltaban en su )rente. ,ustin se mantuvo en silencio por un rato, sin embargo, @illiers lo vio reali(ando un signo sobre su pecho. Nuevamente te digo, @illiers, %no ser"s capa( de entrar en una casa como esa& Iam"s saldr!as de ella con vida. /!, ,ustin. /aldr4 con vida... y Clarke conmigo. %, qu4 te re)ieres& No puedes, no te atrever!as... Espera un momento. Esta ma+ana el aire estaba muy )resco y agradable; soplaba una brisa, incluso por esta calle deprimente, pens4 entonces en dar un paseo. icadilly se extend!a clara )rente a m!, el sol El Gran Dios Pan Arthur Machen destellaba sobre los carrua#es y sobre las ho#as temblorosas del parque. Era una ma+ana alegre, los hombres y las mu#eres miraban hacia el cielo y sonre!an mientras se dirig!an a su traba#o o a sus placeres, y el viento soplata tan despreocupadamente como lo hace sobre las praderas y el arom"tico to#o. ero de una u otra manera me ale#4 del bullicio y del alboro(o, me descubr! caminando lentamente a lo largo de una tranquila y oscura calle, donde parec!a no existir la lu( del sol ni el aire, y donde los pocos peatones vagabundeaban al caminar, y merodeaban indecisos por las esquinas y las arcadas. /egu! caminando, sin saber realmente hacia d-nde me dirig!a o qu4 estaba haciendo all!, mas me sent!a empu#ado, como a veces uno se siente, a explorar a*n m"s all", con la vaga idea de alcan(ar alguna meta desconocida. 5e esta )orma avanc4 por la calle, notando el movimiento en la lecher!a, y sorprendido por la incongruente me(cla de pipas de un penique, tabaco negro, dulces, y canciones c-micas, que aqu! y all" se empu#aban unas a otras en el reducido espacio de una sola ventana. Creo que un escalo)r!o que me recorri- repentinmente )ue lo que en un principio me indic- que hab!a encontrado lo que quer!a. 2ir4 desde la acera y me detuve )rente a un polvoriento negocio sobre el cual la inscripci-n se hab!a borrado, donde los ladrillos de doscientos a+os se hab!an ti(nado, donde las ventanas hab!an acumulado el polvo de los innumerables inviernos. @i lo que necesitaba; sin embargo, creo que pasaron cinco minutos antes de que me calmara y pudiera entrar y pedir con una vo( tranquila y un rostro impasible. Creo que a*n as! hubo un ligero temblor en mis palabras, pues el vie#o que sali- de la recepci-n, tambale"ndose lentamente entre su mercanc!a, me observ- de un manera extra+a al envolverme el paquete. 'e pagu4 lo que ped!a, y me mantuve inclinado sobre el mostrador con un extra+o recha(o a tomar mi mercader!a e irme. 'e pregunt4 por el negocio y me entr4 que las ventas no estaban buenas y que los bene)icios hab!an ba#ado deprimentemente; que la calle no era la misma que antes de que el tr")ico )uera desviado, pero eso hab!a sido hace cuarenta a+os, C#usto antes que mi padre murieraC di#o. ;inalmente me ale#4 y camin4 solemnemente; era realmente una calle l*gubre y estuve )eli( de volver a bullicio y al ruido.%6uisieras ver mi adquisici-n& ,ust!n no di#o nada, pero asinti- suavemente con su cabe(a; a*n se ve!a p"lido y en)ermo. @illiers abri- uno de los ca#ones de la mesa de bamb* y le enxe+o a ,ustin un largo rollo e cuerda, nueva y resistente; y en un extremo hab!a un nudo corredi(o. Es la me#or cuerda de c"+amo di#o @illiers, tal como las que se hac!an antes, seg*n me di#o el hombre. Ni una sola pulgada de yuta de punta a cabo. ,ustin apret- los dientes y mir- a @illiers, palideci4ndo cada ve( m"s. No deber!as hacerlo murmur- )inalmente. <or 5ios= No te ensuciar!as las manos con sangre exclam- con una repentina vehemencia, %no hablas en serio, @illiers, eso te convertir!a en un verdugo& No. B)recer4 la opci-n, de#ar4 a 3elen @aughan sola con esta soga El Gran Dios Pan Arthur Machen por quince minutos en una habitaci-n cerrada. /i cuando entre la cosa no est" hecha, llamar4 al polic!a m"s cercano. Eso es todo. 5ebo irme. No puedo quedarme ni un minuto m"s, no puedo soportar esto. 9uenas noches. 9uenas noches, ,ustin. 'a puerta se cerr-, pero se abri- nuevamente en un momento. ,ustin estaba en la entrada, p"lido y cadav4rico. /e me estaba olvidando di#o, que yo tambi4n tengo algo que contarte. $ecib! una carta del doctor 3ardon desde 9uenos ,ires. 2e dice que 4l atendi- a 2eytick durante los tres meses anteriores a su muerte. %0 menciona qu4 se lo llev- a la tumba en la )lor de su vida& %No )ue la )iebre& No, no )ue la )iebre. 5e acuerdo al doctor, )ue un colapso total del sistema, probablemente causado por alg*n shock severo. ero asegura que el paciente no le mencion- nada, por lo que se encontraba en cierta desventa#a para tratar el caso. %3ay algo m"s& /!, el doctor 3arding concluye su carta diciendo. CCreo que esta es toda la in)ormaci-n que puedo darle acerca de su pobre amigo. No estuvo mucho tiempo en 9uenos ,ires, y casi no conoc!a a nadie, a excepci-n de una persona que no ostentaba el me#or de los car"cteres, y que desde entonces se ha marchado... una tal se+ora @aughan. El Gran Dios Pan Arthur Machen @III. 'os ;ragmentos Q3o#a de un manuscrito, cubierta con anotaciones hechas a l"pi(, encontrada entre los papeles del conocido m4dico, doctor $obert 2atheson, de ,shley /treet, icadilly, quien muri- repentinamente de un ataque de apople#!a, a comien(os de GHRJ. 'as notas se enontraban en lat!n, muy abreviadas y, evidentemente escritas con gran prisa. El manuscrito )ue desci)rado con gran di)icultad y algunas palabras han evadido, hasta ahora, todos los es)uer(os de los expertos contratados. 'a )echa, SS@ de #ulio de GHHH, est" escrita en el costado superior derecho del manuscrito. 'o siguiente es la traducci-n del manuscrito del doctor 2athesonT No s4 si acaso la ciencia se ver!a bene)iciada por la publicaci-n de estas notas, en caso de que pudieran ser publicadas, mas lo dudo. ero ciertamente, nunca tomar!a la responsabilidad de publicar o divulgar ninguna palabra de lo que aqu! escribo, no s-lo en consideraci-n del #uramento que prest4 libremente a aquellas dos personas que estuvieron presentes, sino adem"s porque los detalles son demasiado abominables. robablemente, luego de una consideraci-n madura y luego de sopesar el bien y el mal, destruir4 este texto, o por lo menos se lo entregar4 sellado a mi amigo 5, con)iando en su discresi-n, para usarlo o quemarlo, como 4l estime apropiado. Como era apropiado, hice todo lo que mis conocimientos me suger!a para estar seguro de que no me encontraba delirando. asmado en el comien(o di)!cilmente pod!a pensar, pero en poco tiempo estuve seguro que mi pulso era estable y regular, y que yo me encontraba en mis cabales. 5espu4s de eso )i#4 tranquilamente mis o#os en lo que estaba )rente a m!. , pesar que dentro de m! surgieron el horror y la n"usea, y un hedor de podredumbre so)oc- mi respiraci-n, me mantuve )irme. ;ui entonces privilegiado o maldito, no me atrevo a decir cu"l de las dos, de ver aquello que se encontraba sobre la cama, yaciendo negro como la tinta, trans)orm"ndose )rente a mis o#os. 'a piel, la carne, los m*sculos, los huesos y la )irme estructura del cuerpo humano que yo hab!a cre!do invariable y permanente como el diamante, comen(- a derretirse y disolverse. /4 que el cuerpo puede ser dividido en sus elementos por agentes externos, pero me hubiera negado a creer lo que vi. orque all! hab!a alguna )uer(a interna, de la cual nada s4, que causaba la disolucui-n y el cambio. ,qu! tambi4n se econtraba todo el traba#oa trav4s del cual )ue creado el hombre, recreado )rente a mis o#os @i aquella )orma oscilando de sexo a sexo, dividi4ndose a s! mismo de s! mismo, y luego nuevamente reunido. 'uego vi el cuerpo descender hacia las bestias desde donde ascendi-, y aquello que estaba en las alturas ba#ar a las pro)undidades, incluso hasta el abismo de todo ser. El principio de la vida, que crea al El Gran Dios Pan Arthur Machen organismo, se mantuvo siempre mientras la )orma exterior cambiaba. 'a lu( del cuarto se hab!a trans)ormado en oscuridad, no la oscuridad de la noche donde los ob#etos se perciben di)usamente, pues yo pod!a ver claramente y sin di)icultad. /in embargo, era la negaci-n de la lu(; los ob#etos se presentaban a mi visi-n, si puedo decirlo de esta manera, sin ninguna mediaci-n, de tal manera que si hubiera habido un prisma en la habitaci-n no hubiera visto ning*n color representado sobre 4l. 2ir4 y al )inal no vi nada m"s que una sustancia gelatinosa. 'uego ascendi- nuevamente el escala)-n... Qaqui el manuscrito se hace ilegibleT ... por un momento vi un ;orma, per)ilada )rente a m! en la oscuridad , la cual no describir4 en detalle. /in embargo, el s!mbolo de esta )orma puede ser vista en antiguas esculturas y en las pinturas que sobrevivieron a la lava, demasiado obsenas para ser nombradas... como una horrible e indescriptible )igura, ni hombre ni bestia, )ue cambiando hasta tomar )orma humana, cuando )inalmente lleg- la muerte. 0o, que presenci4 todas estas cosas, no sin el gran horror y aversi-n de mi alma, escribo aqu! mi nombre, declarando que todo lo que puse en este papel es verdad. $B9E$1 2E13E/BN, 2ed. 5r. UUU ...$aymond, este es el relato de lo que se y he visto. 'a carga era demasiado pesada para llevarla yo solo y, sin embargo, no pod!a cont"rselo a nadie m"s que a t!. @illiers, quien se encontraba conmigo en el )inal no sabe nada de aquel terrible secreto del bosque, de c-mo aquello que ambos vimos perecer sobre la verde y suve hierba, entre las )lores del varano, mitad en la lu( mitad en penumbra, sosteniendo la mano de la #oven $achel, llam- y convoc- a aquellos compa+eros que adoptaron la )orma de s-lidas )iguras sobre la tierra que pisamos, convoc- al terror que nosotros s-lo podemos insinuar, aquel que s-lo podemos nombrar ba#o una )igura. No le contar4 a @illiers de esto, ni tampoco acerca de aquel parecido que me impact- como un golpe en el cora(-n al ver el retrato, que colm- en el )inal la copa del terror. No me atrevo a adivina qu4 puede sigini)icar esto. Estoy seguro de que lo que vi perecer no era 2ary, sin embargo, en la *ltima agon!a )ueron los o#os de 2ary los que me miraron. No s4 si existe alguien que pueda mostrarme el *ltimo eslab-n de la cadena de este horrible misterio, pero si hay alguien que puede hacerlo, ese eres t*, $aymond. 0 si conoces el secreto, depende de t! si lo revelas o no, como pre)ieras. 1e escribo esta carta inmediatamente al regresar a la ciudad. 3e estado en el campo durante los *ltimos d!a; posiblemente seas capa( de adivinar d-nde. 2ientras en 'ondres el terror y asombro estaban en su punto m"ximo pues la se+ora 9eaumont, como te hab!a contado, era conocida en sociedad, le escrib! a mi amigo el doctor hillips, d"ndole un breve resumen, m"s bien una insinuaci-n, de lo que hab!a sucedido, y pidi4ndole que me revelara el nombre de la aldea donde sucedieron los eventos que me hab!a relatado. 2e dio el nombre, pues como di#o sin el menor titubeo, los padres de $achel hab!an )allecido, y el resto de la El Gran Dios Pan Arthur Machen )amilia se hab!an marchado donde un pariente en el estado de Fashington, seis meses atr"s. 2e di#o que los padres hab!an muerto, indudablemente, debido al dolor y el espanto causados por la terrible muerte de la hi#a, y por aquello que hab!a acontecido antes de esa muerte. 'a misma tarde del d!a que recib! la carta de hillips, ya me encontraba en Caermaen 0 ba#o las desmoronadas murallas romanas, blancas por los inviernos de diecisiete siglos, mir4 hacia la pradera donde alguna ve( se irgui- el templo al C5ios de los ,bismosC, y v! una casa brillando en la lu( del sol. Era la casa donde 3elen hab!a vivido. 2e qued4 en Caermaen por varios d!as. 'a gente del lugar, descubr!, poco sab!an y a*n menos hab!an adivinado. ,quellos con los que habl4 sobre la materia parec!an asombrarse de que un anticuario >asi )ue como me present4? se preocupara por la tragedia del pueblo, sobre la cual me dieron una versi-n muy trivial y, como puedes imaginarte, no les revel4 nada de lo que yo sab!a. as4 la mayor!a del tiempo en el gran bosque que se eleva #usto sobre la aldea, escalando la ladera, y se descuelga hacia el r!o en el valle; otro hermoso y extenso valle, $aymond, como aquel que observamos una noche, yendo de un lado a otro )rente a tu casa. or varias horas me extraviaba en el laber!ntico bosque, ahora virando hacia la derecha y ahora hacia la i(quiera, caminando lentamente a lo largo de pasadi(os de male(a, sombr!os y helados, incluso ba#o el sol del mediod!a y deteni4ndome ba#o los inmensos robles. 0aciendo en la hierba rala de alg*n claro donde el suave y dulce aroma de las rosas silvestres me era tra!do por el viento, me(clado con el )uerte per)ume del sa*co, cuyos aromas me(clados se parecen al hedor que hay en la habitaci-n de un muerto, un vaho de incienso y podredumbre. Estuve en los con)ines del bosque, observando toda la pompa y des)ile de las dedaleras, elev"ndose entre los helechos y brillando ro#i(as en el pronunciado atardecer, y m"s all" de ellas, hac!a la espesura de la male(a abigarrada, donde los manantiales bullen desde la roca, regando los #uncos, h*medos y nocivos. /in embargo, durante todos mis vagabundeos, evit4 una parte del bosque; no )ue sino hasta ayer que ascend! hasta la cima de la colina, y me par4 sobre la antigua cal(ada romana que se abre paso a trav4s de la cresta m"s alta del bosque. or aqu! hab!an caminado ellas, 3elen y $achel, a lo largo de esta tranquila cal(ada, sobre el pavimento de hierba verde, encerrada a ambos lados por bancos de tierra ro#a y protegida por los elevados setos de hayas. 0 por aqu! segu! sus pasos, una y otra ve( mirando a trav4s de los espacios entre las ramas, viendo a un lado el alcane del bosque, extendi4ndose le#os hacia la derecha y hacia la i(quierda, y sumergi4ndose en el valle. 0, m"s all", el oce"no amarillo, y la tierra allende del mar. ,l otro lado se encontraba el valle y el r!o, y colina tras colina como onda tras onda, y el bosque, y la pradera, y los mai(ales, las brillantes casa blancas, la gran pared monta+osa, y los le#anos picos a(ules en el norte. 3asta que )inalmente llegu4 al lugar. 'a huella ascend!a por una suave pendiene y se ensanchaba hacia el espacio abierto, rodeada por una espesa muralla de male(a, y se estrechaba nuevamente, para perderse en la distancia y en la tenue y a(ulosa niebla de verano.0 en este agradable claro estival $achel le entreg- y le de#- algo a una #oven, qui4n sabe qu4. No me qued4 all! por mucho tiempo. El Gran Dios Pan Arthur Machen En un peque+o pueblo cercano a Caermaen hay un museo, que contiene la mayor parte de los vestigios romanos que se han encontrado durante todas las 4pocas en los alrededores. El d!a siguiente a mi llegada a Caermaen me dirig! al pueblo en cuesti-n, y aprovech4 la oportunidad de inspecconar el museo. 'uego de haber visto la mayor parte de las esculturas en piedra, los baules, anillos, monedas y )ragmentos de pavimento teselado que contiene el lugar, )ui llevado ante un peque+o pilar rectangular de piedra blanca, el cual hab!a sido recientemente decubierto en el bosque sobre el cual he estado hablando y, como me enter4 indagando, en aquel espacio abierto donde la cal(ada romana se ensancha. , un lado del pilar hab!a una inscripci-n, de la cual tom4 nota. ,lguna de las letran han sido borradas, sin embargo pienso que no cabe duda sobre las otras que puedo proveer. 'a inscripci-n es la siguiente. 5E@B2NB5EN1i ;',vI@//ENI'I/B//vit $B1E$N@tias qua/@I5I1/@9@2ra C,l gran dios Nodens >el Eran 5ios de las ro)undidades o de los ,bismos?, ;lavius /enilis ha erguido este pilar en consideraci-n del matrimonio que presenci- ba#o esta sombraC El guardia del museo me in)orm- que los anticuarios locales se encontraban muy intrigados, no por la isncripci-n, o por alguna di)icultad en traducirla, sino por la circunstancia o rito al que se alude. UUU ... 0 ahora, mi querido Clarke, acerca de lo que me cuentas sobre 3elen @aughan, a quien me dices que viste morir ba#o ciscunstancias de lo m"s y del m"s incre!ble horror. 2e sent! interesado por tu relato, sin embargo, de lo que me contaste yo ya sab!a, si no todo, una buena parte. Comprendo el extra+o parecido que notaste entre el retrato y el rostro mismo; t* viste a la madre de 3elen. $ecuerdas aquella tranquila noche de verano, hace muchos a+os atras, cuando te habl4 del mundo m"s all" de las sombras y del dios an. $ecuerdas a 2ary. Ella era la madre de 3elen @aughan, quien naci- nueve meses depu4s de aquella noche. 2ary #am"s recobr- la ra(-n. 1odo el tiempo yaci- en cama, como t* la viste, y pocos d!as despu4s del parto muri-. 1engo la idea de que #usto al )inal me reconoci-; me encontraba #unto a su cama cuando la antigua mirada asom- en sus o#os por un segundo, y luego se estremeci- y gimi-, y estaba muerta. 3ice un )unesto traba#o aquella noche en que estuviste presente; )orc4 la entrada a la casa de la vida, sin saber o sin importarme lo que suceder!a al entrar all!. 1e recuerdo en ese momento dici4ndome, solemne y correctamente tambi4n, que, en cierto sentido, hab!a arruinado la ra(-n de un ser humano a causa de un rid!culo experimento basado en una teor!a absurda. 3iciste bien en culparme, sin embargo, mi teor!a no era del todo absurda. 'o que di#e que 2ary ver!a, lo vio, pero olvid4 que ning*n o#o humano puede presenciar tal visi-n sin impunidad. 0, como reci4n mencion4, olvid4 que cuando la casa de la vida es echada aba#o de esa manera, puede entrar aquello para lo cual no poseemos un nombre, y la carne puede convertirse en un velo de horror que uno no se atrever!a a expresar. Iugu4 con energ!as que no comprend!a, tu viste el resultado de El Gran Dios Pan Arthur Machen ello. 3elen @aughan hi(o bien al atarse la cuerda al rededor de su cuello y morir, a pesar de que la muerte )ue horrible. 'a cara amoratada, la obsena )orma sobre la cama, cambiando y disolvi4ndose )rente a tus o#os, de mu#er a hombre, de hombre a bestia, de bestia a algo peor que las bestias, todos estos extra+os horrores que presenciaste, no me sorprenden en lo absoluto. ,quello )rente a lo que el doctor que mandaron a buscar vio y )rente a lo que se estremeci-, yo ya lo hab!a conocido hace tiempo; supe lo que hab!a hecho desde que la ni+a naci-, y cuando escasamente ten!a cino a+os la sorprend!, no una ve( ni dos, sino muchas veces, con un compa+ero de #uegos.....t* puedes adivinar de qu4 tipo. ara m! era una constante, un horror encarnado, y luego de unos pocos a+os sent! que no pod!a soportarlo m"s, por lo que mand4 a 3elen le#os. ,hora sabes qu4 asust- al ni+o en el bosque. El resto de esta espantosa historia, y todo lo dem"s que me has contado que tu amig- descubri-, me las he ingeniado para conocerlo, de tiempo en tiempo, hasta casi el *ltimo cap!tulo. 0 3elen ahora est" con sus compa+eros...