DE CÓMO VIVÍ EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 (Parte 2)

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SEGUNDO ENVO DE MIS RECUERDOS

Juan Antonio Chvez Rivas, uno de los


jotosos que v en el Tucapel y con los que encontr despus en la crcel
de Temuco, Era Secretario Poltico de Cautn y miembro del Comit
Central de las JJ CC de Chile

XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES
El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la
crcel. Un reo comn nos explic que estaban sacando
maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que
haban sido construidos en tiempos del Gobierno Popular.
All nos aislaron. En el saln ms grande fuimos hacinados
ciento veinte marxistas; en otra sala un poco ms chica,
cien; ochenta fueron dejados en un subterrneo.
Desde ese da se normaliz la llegada de lo que nos
enviaban nuestros familiares y amigos. Nos llegaban a
varios de nosotros, los que ramos de la ciudad de
Temuco, viandas. Por ejemplo, mi compaera me enviaba
cada da una vianda que contena unas cuatro raciones.
Los que recibamos alimentacin la compartamos con
otros, pues las raciones de la crcel eran incomibles. Mi
compaera me enviaba ropa limpia. En los calcetines nos
mandbamos pequeos mensajes. Por ejemplo, un da le
puse que hablara con mi amigo el abogado Fernando
Mellado y le dijera que averiguara por que no me llamaban
a declarar. Me respondi, habl con el abogado, dijo que
no fueras huevn y que te quedaras calladito.

XIV.- NUEVA DEMOSTRACIN SOLIDARIA
Por esos das, escaseaban los cigarros en Chile. A
nosotros nos llegaban paquetes de cajetillas de cigarros.
Tambin pollo asado, etc. Era una enorme demostracin de
solidaridad.
Estbamos bien organizados. En cada uno de los tres
dormitorios, haba un jefe, que reciba las ayudas del
exterior del recinto carcelario y la distribua entre todos los
miembros de la comunidad. Yo fui elegido jefe de mi
seccin, la ms grande de las tres. Adems,
organizbamos pichangas con pelotas de trapo y
competencias de rayuela
Nos encerraban a las 17 horas y a las 8 de maana
salamos a un patio, donde haba una letrina infecta y una
llave de agua, para trescientos presos polticos. Las filas
eran interminables para usar los servicios.

XV.- CON LOS JOTOSOS
Ese lunes 17 se acerc el grupo de jvenes comunistas, a
los que yo haba visto en el Tucapel el jueves 13, que
tambin trajeron a la crcel. Estaban felices: Fuimos a
declarar y nos dejaron libres. Afuera seguiremos la pelea.
Ojal usted pronto nos siga, compaero. Entre ellos
estaban Juan Antonio Chvez, Juan Carlos Ruiz, Amador
Montero, Pedro Juan Mardones y Vctor Hugo Valenzuela.
Nos despedimos con un fuerte abrazo.
Martes 18 de septiembre. Nos pasebamos por el patio.
Conversbamos lo relacionado con la fecha. Con nostalgia
mirbamos la copa verde de un rbol que esta en la
cumbre del ielol, era lo nico que nos una con el exterior.
Despus de almuerzo, por ser 18 de septiembre, hubo de
nuevo visitas. La cantidad de gente que vino a vernos
super a la del domingo 16. Fue un verdadero mar
humano. Las autoridades fascistas acusaron el golpe.
Comunicaron que las visitas se suspendan hasta nuevo
aviso. Este no lleg nunca.

XVI.- LAS LISTAS SINIESTRAS
Las noches en la crcel eran horribles. Antes de las 9 de la
noche se abra la puerta de la sala y un grupo de
gendarmes, acompaados de carabineros, lea la siniestra
lista. Cada noche sacaban a dos o tres para interrogarlos.
Volvan muy pocos y llegaban en penosas condiciones. Se
tendan en el suelo. Eran incapaces de levantarse. Pedan
caf, algo para beber. Dorman. Slo despus de tres o
cuatro das podan hablar y moverse. Los que no volvan,
segn la versin oficial, haban sido puestos en libertad.
Muchos de ellos estn desaparecidos hasta hoy.
Jueves 20 de septiembre. Apenas abrieron las puertas, un
compaero vino a informarme que anoche haban trado al
compaero Alberto Molina, Secretario del Partido
Comunista de Cautn y miembro del Comit Central.
Mientras estuvo en la crcel se preocup de todos,
intentando aliviar en lo posible la situacin de los
compaeros. Ambos conversamos mucho.
Arriba de nuestro dormitorio estaba la Escuela de la
Crcel. Desde hace unos das concurran algunos
profesores. Slo uno se haba atrevido a saludarnos, los
otros pasaban con la cabeza gacha. Nos conocan, por eso
mismo no nos saludaban. Tenan miedo.
El jueves 20 notamos mucho movimiento en la escuela,
aunque no haba clases. Los profesores, ayudados por
algunos alumnos reos, bajaban unos paquetes y los
quemaban en un gran tambor metlico. Nos acercamos.
Eran libros. Quema de libros, como en la Alemania de
Hitler. Logramos salvar algunos y con ellos formamos una
biblioteca clandestina.

XVII.- EL MILICO MORALES
En la tarde de ese jueves fui llevado por un gendarme a la
guardia exterior para buscar unas medicinas. De regreso
me encontr frente a frente con el profesor Rubn Eduardo
Morales Jara, quien ejerca la ctedra de matemticas en la
Universidad de Chile, sede Temuco. Era un activo dirigente
del MIR. Haba sido detenido antes del golpe, el 6 de
septiembre de 1973, por orden del fiscal militar, por estar
supuestamente implicado en una escuela de guerrillas que
funcionaba en Nehuente. Este jueves 20 lo llevaban dos
agentes de civil; iba muy mal, con seales de tortura y de
venir de unas de las celdas de incomunicacin. Nos
miramos sin saludarnos. Me hizo un guio casi
imperceptible, una especie de despedida. Lo llevaban para
asesinarlo. Creo que soy, aparte de sus verdugos, l ltimo
que vio con vida al milico Morales , como le decamos. El
informe Rettig lo dio por desaparecido el 11 de septiembre
de 1973. La versin oficial fue que ese da era llevado por
una patrulla militar y se fug lanzndose desde un puente
al ro Cautn. Otra falsedad de los fascistas. Fui testigo de
que lo sacaban de la crcel de Temuco nueve das
despus de esa fecha.

XVIII.- EL COMPAERO ALMONACID

En la maana del sbado 22, Mario San Martn me dijo
que haban trado al compaero Almonacid, un estudiante
de la sede Temuco de la Universidad de Chile, donde yo
era profesor. Militante del MIR, con el cual en no pocas
oportunidades habamos tenido tensas discusiones. Lo fui a
ver. Estaba casi inconsciente, convertido en una llaga. Se
abri la camisa y vi su pecho y abdomen lleno de crculos
morados, algunos con huellas de sangre. Con enorme
dificultad nos relato: Me tiraron al suelo. Un milico arriba
de cada brazo y de cada pierna. Un quinto golpendome
con todas sus fuerzas con el can de la metralleta.
Tambin me aplicaron electricidad en la boca y genitales.
Al verlo as, lo evoco pleno de energa hablando en las
asambleas de la Universidad.

XIX.- LAS VIANDAS EXTRAVIADAS

El domingo 23 me dijeron: el cura Venturelli anda
preguntando como loco por ti. Lo conoca de vista, saba
que haba sido sacerdote que renunci, que era del MIR.
Pens que se trataba de alguna conversacin poltica y me
dediqu a ubicarlo. Nos encontramos. Se present soy
Omar Venturelli. Yo, Ivn Ljubetic del Partido Comunista.
Oye Ivn, me dijo. Tengo un problema que me preocupa.
Se trata de que se perdi mi vianda y a mi compaera le
dieron la tuya, por tanto supongo que la ma la tiene tu
esposa
Fue as como conoc a Omar Venturelli. Se resolvi lo de
las viandas y nosotros comenzamos a cultivar una amistad
que durara, desgraciadamente, muy poco.


XX.- EL DELATOR OCULTO

Lunes 24 de septiembre. Tres de la tarde. Se notaba gran
despliegue en el patio de la Crcel. Numerosos gendarmes,
varios oficiales de carabineros. Nos formaron y nos hicieron
pasar uno a uno ante una pequea ventana. Desde adentro
alguien delataba. Haban sacado de la fila ya a dos
estudiantes de la Universidad, cuando me toc a m. Me
tuvieron un buen rato. De frente, de perfil, de nuevo de
frente... Al fin me hicieron pasar. En total, se llevaron a
cuatro estudiantes. Tres del MIR y uno de las Juventudes
Comunistas. En la tarde volvi slo este ltimo. Era Mario
San Martn, que haba sido alumno mo en el Liceo de
Nueva Imperial. Me cont: Nos llevaron a los cuatro a la
segunda Comisara. Nos pegaron brutalmente,
preguntando sobre armas y planes. Varias horas ms tarde
me sacaron de la celda donde nos tenan y me devolvieron
a la crcel. Por el camino, uno de los pacos me dijo: No
sabs de la que te libraste, cabrito. Tiempo despus
supimos que los otros tres estudiantes haban sido
asesinados.
XXI.- LA CRUZ ROJA NOS VISITA
Martes 25. Desayunamos y nos dieron la orden de arreglar
y limpiar todo. A las 10, un pitazo: a formar. Hicieron su
entrada, resguardados por una fuerte escolta armada, los
miembros de la Junta Provincial de gobierno: el Intendente,
coronel de Ejercito, Hernn Ramrez Ramrez; el coronel y
Comandante del Regimiento Tucapel, Pablo Iturriaga
Marchese; el jefe del siniestro Grupo 3 de helicpteros,
comandante de la Base Area de Maquehue, Andrs
Pacheco Crdenas, y el Prefecto de Carabineros, Jos
Gregorio San Martn. Estos responsables de tantos
crmenes perpetrados en Cautn no venan solos. Les
acompaaban dos personas de aspecto extranjero. Nos
fueron presentados como miembros de la Cruz Roja
Internacional que nos visitaban para conocer la situacin de
los presos polticos. Tuvimos, en un comienzo, mucha
desconfianza. Seria un nuevo truco para engaarnos?
Alguien dijo que desebamos conversar a solas con ellos.
Los militares dijeron que no se retiraban. Entonces uno de
los dos les aclar que el Derecho Internacional daba esa
garanta a los presos polticos.
Los fascistas debieron retirarse. Entonces nos soltamos.
Les mostramos los dormitorios, la letrina, la nica llave, les
relatamos lo de las torturas. Quedaron impresionados.
XXII.- LA CONTRASEA DE VIDA
El mircoles 26 trajeron a Jos Ortigoza. Alto, buena pinta,
elegante, con acento argentino, con mucha labia,
elocuente. Sobre l corrieron muchas versiones y hubo
variadas opiniones: que era un revolucionario, que tenia un
predio cerca de Villarrica en donde encontraron armas, que
era muy amigo de Allende, que era un
infiltrado. Fue bautizado como el momio, ms que nada
por su pinta.
Este da, como en otros anteriores, han salido en libertad
algunos prisioneros. Casi todos han enviado, como hemos
acordado, su contrasea : cualquier cosa con la palabra
clave, una distinta para cada uno. Esto, para saber si
realmente estaban libres.
Jueves 27. Cumpl 14 das en la crcel. Calculo que en ese
tiempo han pasado por ac unos 600 compaeros.
Debemos quedar unos 350. He visto a decenas de
compaeros que han vuelto en muy mal estado despus de
los interrogatorios . Varios no volvieron nunca ms.
Lunes 1 de octubre. En la tarde ingres otro preso. Era el
compaero Rojas, de Lautaro. Nos cont que haban
asesinado a dos camaradas comunistas de esa ciudad: al
turco Julio Hadad, que tenia un pequeo restaurante y a
Anbal Burgos, empleado del banco de esa localidad. Los
mataron por no revelar donde estaba Fernando Teillier,
Gobernador de Lautaro. Y tambin una buena: el querido
viejo Teillier, padre del poeta Jorge Teillier, haba logrado
burlar el cerco de los agentes de la dictadura.


XXIII.- MATELUNA
Martes 2. Por la tarde trajeron a Daniel Mateluna despus
de un interrogatorio. Me envi el recado que quera hablar
conmigo. Fui al subterrneo, donde tenia su residencia.
Su estado era desastroso, hablaba muy bajo y casi no
abra los ojos. Me sent en el suelo para escucharlo:
- Camarada Ivn, estoy muy mal. Me han torturado
salvajemente. La electricidad es ya un juguete de nios
para mMe han golpeado en las uas de las manos, en
las plantas de los piesPero lo ms terrible, el
aguaTendido de espalda, me han hecho tragar grandes
cantidades. Me he ahogado, perdido el conocimiento.
Entonces respiracin artificial. Luego sigue la tortura. Lo
nico que deseaba era morir, pero puchas que tenemos el
cuero duro .
Haba lgrimas en sus ojos. Lo trate de consolar: Ahora te
dejaran tranquilo . Faltaba poco para el encierro, cuando
lleg corriendo Mario San Martn: Dejan libre a Mateluna y
al momio Ortigoza. Fuimos rpidamente. Era verdad. Les
ayudamos a arreglar sus pocas cosas. A Mateluna lo
tuvimos que llevar en brazos, no poda caminar. Nos
despedimos con alegra. No ves, Daniel -le digo- te dije
que iban a terminar tus sufrimientos.

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