XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES
El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la cárcel. Un reo común nos explicó que estaban sacando maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que habían sido construidos en tiempos del Gobierno Popular. Allí nos aislaron. En el salón más grande fuimos hacinados ciento veinte “marxistas”; en otra sala un poco más chica, cien; ochenta fueron dejados en un subterráneo. ...
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XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES
El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la cárcel. Un reo común nos explicó que estaban sacando maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que habían sido construidos en tiempos del Gobierno Popular. Allí nos aislaron. En el salón más grande fuimos hacinados ciento veinte “marxistas”; en otra sala un poco más chica, cien; ochenta fueron dejados en un subterráneo. ...
Título original
DE CÓMO VIVÍ EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 (parte 2)
XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES
El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la cárcel. Un reo común nos explicó que estaban sacando maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que habían sido construidos en tiempos del Gobierno Popular. Allí nos aislaron. En el salón más grande fuimos hacinados ciento veinte “marxistas”; en otra sala un poco más chica, cien; ochenta fueron dejados en un subterráneo. ...
XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES
El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la cárcel. Un reo común nos explicó que estaban sacando maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que habían sido construidos en tiempos del Gobierno Popular. Allí nos aislaron. En el salón más grande fuimos hacinados ciento veinte “marxistas”; en otra sala un poco más chica, cien; ochenta fueron dejados en un subterráneo. ...
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SEGUNDO ENVO DE MIS RECUERDOS
Juan Antonio Chvez Rivas, uno de los
jotosos que v en el Tucapel y con los que encontr despus en la crcel de Temuco, Era Secretario Poltico de Cautn y miembro del Comit Central de las JJ CC de Chile
XIII.- NOS AISLARON DE LOS COMUNES El lunes 17 observamos un inusitado movimiento en la crcel. Un reo comn nos explic que estaban sacando maquinarias y bancos carpinteros de tres talleres que haban sido construidos en tiempos del Gobierno Popular. All nos aislaron. En el saln ms grande fuimos hacinados ciento veinte marxistas; en otra sala un poco ms chica, cien; ochenta fueron dejados en un subterrneo. Desde ese da se normaliz la llegada de lo que nos enviaban nuestros familiares y amigos. Nos llegaban a varios de nosotros, los que ramos de la ciudad de Temuco, viandas. Por ejemplo, mi compaera me enviaba cada da una vianda que contena unas cuatro raciones. Los que recibamos alimentacin la compartamos con otros, pues las raciones de la crcel eran incomibles. Mi compaera me enviaba ropa limpia. En los calcetines nos mandbamos pequeos mensajes. Por ejemplo, un da le puse que hablara con mi amigo el abogado Fernando Mellado y le dijera que averiguara por que no me llamaban a declarar. Me respondi, habl con el abogado, dijo que no fueras huevn y que te quedaras calladito.
XIV.- NUEVA DEMOSTRACIN SOLIDARIA Por esos das, escaseaban los cigarros en Chile. A nosotros nos llegaban paquetes de cajetillas de cigarros. Tambin pollo asado, etc. Era una enorme demostracin de solidaridad. Estbamos bien organizados. En cada uno de los tres dormitorios, haba un jefe, que reciba las ayudas del exterior del recinto carcelario y la distribua entre todos los miembros de la comunidad. Yo fui elegido jefe de mi seccin, la ms grande de las tres. Adems, organizbamos pichangas con pelotas de trapo y competencias de rayuela Nos encerraban a las 17 horas y a las 8 de maana salamos a un patio, donde haba una letrina infecta y una llave de agua, para trescientos presos polticos. Las filas eran interminables para usar los servicios.
XV.- CON LOS JOTOSOS Ese lunes 17 se acerc el grupo de jvenes comunistas, a los que yo haba visto en el Tucapel el jueves 13, que tambin trajeron a la crcel. Estaban felices: Fuimos a declarar y nos dejaron libres. Afuera seguiremos la pelea. Ojal usted pronto nos siga, compaero. Entre ellos estaban Juan Antonio Chvez, Juan Carlos Ruiz, Amador Montero, Pedro Juan Mardones y Vctor Hugo Valenzuela. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Martes 18 de septiembre. Nos pasebamos por el patio. Conversbamos lo relacionado con la fecha. Con nostalgia mirbamos la copa verde de un rbol que esta en la cumbre del ielol, era lo nico que nos una con el exterior. Despus de almuerzo, por ser 18 de septiembre, hubo de nuevo visitas. La cantidad de gente que vino a vernos super a la del domingo 16. Fue un verdadero mar humano. Las autoridades fascistas acusaron el golpe. Comunicaron que las visitas se suspendan hasta nuevo aviso. Este no lleg nunca.
XVI.- LAS LISTAS SINIESTRAS Las noches en la crcel eran horribles. Antes de las 9 de la noche se abra la puerta de la sala y un grupo de gendarmes, acompaados de carabineros, lea la siniestra lista. Cada noche sacaban a dos o tres para interrogarlos. Volvan muy pocos y llegaban en penosas condiciones. Se tendan en el suelo. Eran incapaces de levantarse. Pedan caf, algo para beber. Dorman. Slo despus de tres o cuatro das podan hablar y moverse. Los que no volvan, segn la versin oficial, haban sido puestos en libertad. Muchos de ellos estn desaparecidos hasta hoy. Jueves 20 de septiembre. Apenas abrieron las puertas, un compaero vino a informarme que anoche haban trado al compaero Alberto Molina, Secretario del Partido Comunista de Cautn y miembro del Comit Central. Mientras estuvo en la crcel se preocup de todos, intentando aliviar en lo posible la situacin de los compaeros. Ambos conversamos mucho. Arriba de nuestro dormitorio estaba la Escuela de la Crcel. Desde hace unos das concurran algunos profesores. Slo uno se haba atrevido a saludarnos, los otros pasaban con la cabeza gacha. Nos conocan, por eso mismo no nos saludaban. Tenan miedo. El jueves 20 notamos mucho movimiento en la escuela, aunque no haba clases. Los profesores, ayudados por algunos alumnos reos, bajaban unos paquetes y los quemaban en un gran tambor metlico. Nos acercamos. Eran libros. Quema de libros, como en la Alemania de Hitler. Logramos salvar algunos y con ellos formamos una biblioteca clandestina.
XVII.- EL MILICO MORALES En la tarde de ese jueves fui llevado por un gendarme a la guardia exterior para buscar unas medicinas. De regreso me encontr frente a frente con el profesor Rubn Eduardo Morales Jara, quien ejerca la ctedra de matemticas en la Universidad de Chile, sede Temuco. Era un activo dirigente del MIR. Haba sido detenido antes del golpe, el 6 de septiembre de 1973, por orden del fiscal militar, por estar supuestamente implicado en una escuela de guerrillas que funcionaba en Nehuente. Este jueves 20 lo llevaban dos agentes de civil; iba muy mal, con seales de tortura y de venir de unas de las celdas de incomunicacin. Nos miramos sin saludarnos. Me hizo un guio casi imperceptible, una especie de despedida. Lo llevaban para asesinarlo. Creo que soy, aparte de sus verdugos, l ltimo que vio con vida al milico Morales , como le decamos. El informe Rettig lo dio por desaparecido el 11 de septiembre de 1973. La versin oficial fue que ese da era llevado por una patrulla militar y se fug lanzndose desde un puente al ro Cautn. Otra falsedad de los fascistas. Fui testigo de que lo sacaban de la crcel de Temuco nueve das despus de esa fecha.
XVIII.- EL COMPAERO ALMONACID
En la maana del sbado 22, Mario San Martn me dijo que haban trado al compaero Almonacid, un estudiante de la sede Temuco de la Universidad de Chile, donde yo era profesor. Militante del MIR, con el cual en no pocas oportunidades habamos tenido tensas discusiones. Lo fui a ver. Estaba casi inconsciente, convertido en una llaga. Se abri la camisa y vi su pecho y abdomen lleno de crculos morados, algunos con huellas de sangre. Con enorme dificultad nos relato: Me tiraron al suelo. Un milico arriba de cada brazo y de cada pierna. Un quinto golpendome con todas sus fuerzas con el can de la metralleta. Tambin me aplicaron electricidad en la boca y genitales. Al verlo as, lo evoco pleno de energa hablando en las asambleas de la Universidad.
XIX.- LAS VIANDAS EXTRAVIADAS
El domingo 23 me dijeron: el cura Venturelli anda preguntando como loco por ti. Lo conoca de vista, saba que haba sido sacerdote que renunci, que era del MIR. Pens que se trataba de alguna conversacin poltica y me dediqu a ubicarlo. Nos encontramos. Se present soy Omar Venturelli. Yo, Ivn Ljubetic del Partido Comunista. Oye Ivn, me dijo. Tengo un problema que me preocupa. Se trata de que se perdi mi vianda y a mi compaera le dieron la tuya, por tanto supongo que la ma la tiene tu esposa Fue as como conoc a Omar Venturelli. Se resolvi lo de las viandas y nosotros comenzamos a cultivar una amistad que durara, desgraciadamente, muy poco.
XX.- EL DELATOR OCULTO
Lunes 24 de septiembre. Tres de la tarde. Se notaba gran despliegue en el patio de la Crcel. Numerosos gendarmes, varios oficiales de carabineros. Nos formaron y nos hicieron pasar uno a uno ante una pequea ventana. Desde adentro alguien delataba. Haban sacado de la fila ya a dos estudiantes de la Universidad, cuando me toc a m. Me tuvieron un buen rato. De frente, de perfil, de nuevo de frente... Al fin me hicieron pasar. En total, se llevaron a cuatro estudiantes. Tres del MIR y uno de las Juventudes Comunistas. En la tarde volvi slo este ltimo. Era Mario San Martn, que haba sido alumno mo en el Liceo de Nueva Imperial. Me cont: Nos llevaron a los cuatro a la segunda Comisara. Nos pegaron brutalmente, preguntando sobre armas y planes. Varias horas ms tarde me sacaron de la celda donde nos tenan y me devolvieron a la crcel. Por el camino, uno de los pacos me dijo: No sabs de la que te libraste, cabrito. Tiempo despus supimos que los otros tres estudiantes haban sido asesinados. XXI.- LA CRUZ ROJA NOS VISITA Martes 25. Desayunamos y nos dieron la orden de arreglar y limpiar todo. A las 10, un pitazo: a formar. Hicieron su entrada, resguardados por una fuerte escolta armada, los miembros de la Junta Provincial de gobierno: el Intendente, coronel de Ejercito, Hernn Ramrez Ramrez; el coronel y Comandante del Regimiento Tucapel, Pablo Iturriaga Marchese; el jefe del siniestro Grupo 3 de helicpteros, comandante de la Base Area de Maquehue, Andrs Pacheco Crdenas, y el Prefecto de Carabineros, Jos Gregorio San Martn. Estos responsables de tantos crmenes perpetrados en Cautn no venan solos. Les acompaaban dos personas de aspecto extranjero. Nos fueron presentados como miembros de la Cruz Roja Internacional que nos visitaban para conocer la situacin de los presos polticos. Tuvimos, en un comienzo, mucha desconfianza. Seria un nuevo truco para engaarnos? Alguien dijo que desebamos conversar a solas con ellos. Los militares dijeron que no se retiraban. Entonces uno de los dos les aclar que el Derecho Internacional daba esa garanta a los presos polticos. Los fascistas debieron retirarse. Entonces nos soltamos. Les mostramos los dormitorios, la letrina, la nica llave, les relatamos lo de las torturas. Quedaron impresionados. XXII.- LA CONTRASEA DE VIDA El mircoles 26 trajeron a Jos Ortigoza. Alto, buena pinta, elegante, con acento argentino, con mucha labia, elocuente. Sobre l corrieron muchas versiones y hubo variadas opiniones: que era un revolucionario, que tenia un predio cerca de Villarrica en donde encontraron armas, que era muy amigo de Allende, que era un infiltrado. Fue bautizado como el momio, ms que nada por su pinta. Este da, como en otros anteriores, han salido en libertad algunos prisioneros. Casi todos han enviado, como hemos acordado, su contrasea : cualquier cosa con la palabra clave, una distinta para cada uno. Esto, para saber si realmente estaban libres. Jueves 27. Cumpl 14 das en la crcel. Calculo que en ese tiempo han pasado por ac unos 600 compaeros. Debemos quedar unos 350. He visto a decenas de compaeros que han vuelto en muy mal estado despus de los interrogatorios . Varios no volvieron nunca ms. Lunes 1 de octubre. En la tarde ingres otro preso. Era el compaero Rojas, de Lautaro. Nos cont que haban asesinado a dos camaradas comunistas de esa ciudad: al turco Julio Hadad, que tenia un pequeo restaurante y a Anbal Burgos, empleado del banco de esa localidad. Los mataron por no revelar donde estaba Fernando Teillier, Gobernador de Lautaro. Y tambin una buena: el querido viejo Teillier, padre del poeta Jorge Teillier, haba logrado burlar el cerco de los agentes de la dictadura.
XXIII.- MATELUNA Martes 2. Por la tarde trajeron a Daniel Mateluna despus de un interrogatorio. Me envi el recado que quera hablar conmigo. Fui al subterrneo, donde tenia su residencia. Su estado era desastroso, hablaba muy bajo y casi no abra los ojos. Me sent en el suelo para escucharlo: - Camarada Ivn, estoy muy mal. Me han torturado salvajemente. La electricidad es ya un juguete de nios para mMe han golpeado en las uas de las manos, en las plantas de los piesPero lo ms terrible, el aguaTendido de espalda, me han hecho tragar grandes cantidades. Me he ahogado, perdido el conocimiento. Entonces respiracin artificial. Luego sigue la tortura. Lo nico que deseaba era morir, pero puchas que tenemos el cuero duro . Haba lgrimas en sus ojos. Lo trate de consolar: Ahora te dejaran tranquilo . Faltaba poco para el encierro, cuando lleg corriendo Mario San Martn: Dejan libre a Mateluna y al momio Ortigoza. Fuimos rpidamente. Era verdad. Les ayudamos a arreglar sus pocas cosas. A Mateluna lo tuvimos que llevar en brazos, no poda caminar. Nos despedimos con alegra. No ves, Daniel -le digo- te dije que iban a terminar tus sufrimientos.