Susana Quintanilla

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En la hora de la Revolucin

doce liBros del siglo xx mexicano


iv. el guila Y la serpiente, de martn luis guzmn
78 Letras Libres abril 2010
Martn Luis Guzmn lleg a Madrid en el vera-
no de 1925, proveniente de Nueva York. La espera a que
la gresca de los odios polticos mexicanos se aclarara lo
sufciente para regresar a Mxico sin riesgo de daos irrepa-
rables se haba prolongado ms de lo previsto, y no quera
que sus hijos olvidaran el espaol. Rent un piso cercano
a la calle Torrijos, donde haba vivido durante su primer
exilio madrileo. Cuando iba a la Biblioteca Nacional, al
Retiro, a la Puerta del Sol, a tantos otros sitios, reconstrua
paso a paso las caminatas que haba realizado con Alfonso
Reyes y Jess T. Acevedo en 1915. Guzmn public ese ao
el folleto La querella de Mxico e intent escribir una novela
sobre su experiencia en la Revolucin mexicana. Avanz
slo tres captulos que seran dados a conocer poco despus
de su muerte, en 1976, a los 89 aos de edad.
Guzmn haba tenido que escapar de Mxico un ao y
algunos meses antes de su llegada a Madrid. Dej atrs la
empresa periodstica El Mundo, una radiodifusora comer-
cial, una curul en la xxx legislatura y un lugar sobresalien-
te, aunque an polmico, en el movimiento opositor a la
eleccin de Plutarco Elas Calles como sucesor de lvaro
Obregn en la presidencia. El fracaso de la rebelin armada
en contra de esta imposicin haba producido una estela de
cadveres, que se sum a la de casi quince aos de lucha
fratricida. Prcticamente todos los grandes hombres con los
que Guzmn haba convivido estaban muertos. Ninguno
de ellos por enfermedad u otra causa natural: haban sido
asesinados de muy diversas maneras. Pero lo ms terrible
de todo no era la muerte en s misma sino su inutilidad.
Por qu? Porque en 1924, ao de la eleccin de Calles
como presidente de Mxico, un clan de asesinos se haba
adueado del poder. Eso pensaba Guzmn en septiembre de
1925, cuando le comunic a Reyes que su exilio, convenido
con el gobierno como una medida temporal, perdurara
al menos hasta que concluyera el cuatrienio presidencial
en turno.
Era algo ms que un exiliado: un perseguido poltico
sobre el que pesaban las acusaciones de haber realizado
gestiones en el extranjero para los rebeldes. Su situacin lo
pona al margen del mecenazgo estatal de Mxico, prdigo
con propios y ajenos a fn de fomentar la literatura viril
que tanta falta haca, y de las subvenciones indirectas,
como los cargos diplomticos, de las que gozaban muchos
de sus amigos mexicanos. Viva de escribir artculos para
peridicos de ultramar, El Universal (ciudad de Mxico), La
Prensa (San Antonio), y La Opinin (Los ngeles). En sus
ratos libres redactaba apuntes sin el propsito de publicar-
los de inmediato. Ocho aos antes haba renunciado a la
posibilidad de escribir un libro de verdad. La malhadada
manera como se ganaba el pan no le permita lo anterior.
Manifest a Reyes su desesperacin por ver que su vida se
le escapaba sin haber hecho lo que se esperaba de l y sin
la esperanza de lograrlo en el futuro inmediato. Despus
de seleccionar y transcribir el material para armar su obra
prima, decidi dar marcha atrs porque no era decente
que saliera con eso casi al cumplir treinta aos. Jug con
la posibilidad de suicidarse por el disgusto de no haber
aprendido a calcular su tiempo. La frecuentacin de la
literatura inglesa y estadounidense contempornea era el
mayor de sus gozos.
Diez aos ms tarde Guzmn tena que sobrevivir de la
escritura. Hasta entonces haba compartido esta actividad
con muchas otras, la poltica en primer trmino. Debido
a que esta le resultaba cada vez ms atrayente en Madrid,
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donde formaba parte de la tertulia republicana del Caf
Regina, decidi trasladarse a Pars. Fue recibido por Reyes, a
quien llevaba diez aos sin ver. Las diferencias que pudiera
haber entre ellos respecto del Mxico circunstancial eran
menores que sus acuerdos en relacin con la Republica
ideal trazada en comn en los inicios de la Revolucin y
parcialmente lograda, para ser destruida ms tarde, a lo largo
de ms de una dcada de esfuerzos. Jos Vasconcelos, el ms
esforzado de todos los amigos del Ateneo de Mxico, estaba
tambin en Francia, desarrollando una campaa en contra
de la perpetuacin del militarismo a la mexicana.
Durante los primeros meses de su estada france-
sa, Guzmn envi a Amrica artculos para la columna
Epstola parisiense. A partir del lunes 8 de noviembre de
1926 comenz a aparecer en La Prensa y La Opinin la serie
de entregas De mis das revolucionarios, que durara hasta
octubre de 1927. Tras una interrupcin de tres semanas,
esta fue reanudada de domingo a domingo con el ttulo
La vida mexicana. Las mismas entregas eran publica-
das en la primera pgina de la tercera seccin dominical
de El Universal, dedicada a la arquitectura de aqu y de
all, la radio, los automviles y la maquinaria. Los textos
iban acompaados por ilustraciones de Francisco Gmez
Linares. En algunas estaba Guzmn, en diferentes pasajes
de sus andanzas revolucionarias. Si alguien se dejara llevar
slo por la iconografa y lograra identifcar al autor, pen-
sara que este estuvo en el centro mismo de la Revolucin.
Imaginara tambin que el protagonista era un hombre
alto (lo que no era) y apuesto (lo que a m siempre me ha
parecido) que vesta de traje entallado y encaraba todos los
peligros con una sonrisa. Nada que ver con la persona real
que en diciembre de 1928 confes a Reyes haber actuado
ms veces como un cobarde que con valenta. Distante, sin
duda, del hombre de apariencia enfermiza, retrado, poco
locuaz pero afectuoso que supo ganarse la amistad de varios
de los redactores del peridico madrileo El Debate, entre
los que era conocido con el sobrenombre de el Generalito
por su pasado revolucionario.
En cuanto regres a Madrid, en octubre de 1927, Guzmn
se reintegr a la redaccin de El Debate, que iba a con-
tracorriente de los dems diarios capitalinos respecto a
la situacin poltica en Mxico. El historiador mexicano
Carlos Pereyra y su esposa, Mara Enriqueta Camarillo,
quienes llevaban una dcada de exilio forzado en Madrid
por sus antecedentes contrarrevolucionarios, se encarga-
ban de desmentir la propaganda a favor de la persecucin
religiosa y de difundir a autores acosados en Mxico, entre
ellos Victoriano Salado lvarez y Federico Gamboa. Igual
labor realizaban La Prensa y La Opinin entre la comunidad
hispanohablante del sur de Estados Unidos y de la poblacin
del norte de Mxico, as como El Universal en la capital de la
repblica. El gobierno mexicano prohibi la distribucin
de los primeros allende la frontera y estrech la censura
sobre el segundo.
El Debate public a lo largo de varios meses de 1928
la serie Bajo la sombra de Pancho Villa (episodios de la
Revolucin Mejicana), ttulo genrico con el que fueron
rebautizadas las entregas de Guzmn para los peridicos
americanos. En la parte inferior se anunciaba que los episo-
dios eran parte de un libro prximo a aparecer. Cuando esto
sucedi, el manuscrito haba sido denominado de nuevo.
Segn Guzmn, el editor lo convenci de la inconveniencia
poltica y mercadotcnica del ttulo inicial, A la hora de
Pancho Villa. Entonces record que el escritor Vicente
Blasco Ibez, autor de El militarismo mejicano (1920), se refe-
ra a Mxico como el pas del guila y la serpiente. Adems
de una referencia directa al Escudo Nacional de los Estados
Unidos Mexicanos y una metfora de la coexistencia brutal
entre dos seres opuestos, estos sustantivos implicaban un
homenaje a Blasco Ibez, cuya obra Los cuatro jinetes del
Apocalipsis (1916) haba establecido todo un canon en la
literatura de guerra.
El guila y la serpiente fue publicado en Madrid por la
editorial Aguilar en junio de 1928, con la vieta de una for
impresa en la portada. Contena diez episodios ms que la
versin de El Universal, casi todos ellos relacionados con
la relacin entre el autor y Villa. Sus 402 pginas fueron
organizadas en dos partes, cada una con siete libros. La
primera, Esperanzas revolucionarias, consta de 27 episo-
dios; la segunda, En la hora del triunfo, de 35.
La proximidad temporal entre la aparicin de las ltimas
entregas periodsticas y el libro obliga a suponer que Guzmn
improvis a toda prisa, sin detenerse en los primores de estilo,
el procedimiento, muy recurrido en la escritura decimon-
nica de folletn, de ir avanzando por partes aisladas entre s
hasta dar con la trama esencial y despus armar esta ya sea
mediante la supresin de algunos sucesos, la inclusin de
otros o el cambio en el orden inicial. En relacin con lo ltimo,
el autor reorden los fragmentos con base en la secuencia
cronolgica de los sucesos narrados: desde octubre de 1914,
cuando el propio Guzmn parti de la ciudad de Mxico en
pos de Venustiano Carranza, hasta las primeras derrotas de
las tropas de la Convencin, en febrero de 1915. Es decir, del
desarrollo de la lucha constitucionalista en contra del intento
restaurador de Victoriano Huerta a la pugna fratricida entre
las distintas fuerzas revolucionarias; de la unin en pos de
un ideal a la dispersin generada por las ambiciones perso-
nales de los caudillos. Entre uno y otro extremo, el intento
unionista de la Convencin y el fracaso del gobierno provi-
sional designado por esta. Detrs de todo esto el asesinato de
Francisco I. Madero, cuya rebelin en contra de la reeleccin
de Porfrio Daz haba causado de manera indirecta la muerte
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del coronel de infantera Martn Luis Guzmn Rendn, pa-
dre del escritor, en diciembre de 1910. A la postre, un sacrifcio
tan vano como el del propio Madero.
Escrito en primera persona, con el propio autor como
protagonista, testigo o escucha de los sucesos narrados, El
guila y la serpiente fue ensamblado como un reportaje vvido
de un periodo crtico de la Revolucin mexicana. Sigue la
ruta de Guzmn por la geodesia revolucionaria: primero de
sur a norte y despus en el sentido opuesto. En estos esce-
narios, el joven iluso que haba pasado de las aulas al pleno
movimiento armado vive un dilema existencial crnico en
la historia de Mxico: el de los civiles que se meten a pol-
ticos y terminan como instrumentos adscritos a criminales
disfrazados de gobernantes. Entonces decide romper sus
nexos con los distintos bandos en pugna y escapa del pas.
En cuanto El guila y la serpiente sali de la imprenta,
Guzmn hizo una lista de amigos y crticos de Amrica
y Europa para enviarles ejemplares. Reyes fue uno de los
primeros en recibir el suyo. La carta en la que coment sus
impresiones de la lectura se ha perdido, pero de la respuesta
de Guzmn se puede inferir que no fue complaciente: envi
al autor una extensa fe de erratas (en realidad errores y
quejas) sealando cada una de las pginas en las que estas
se encontraban, quince en total.
Guzmn realiz las correcciones que consider perti-
nentes para la segunda edicin del libro, que sali a la luz
en diciembre de 1928 por la Compaa Iberoamericana de
Publicaciones. A los 41 aos de edad logr lo que ningn
escritor mexicano del siglo xx haba alcanzado: agotar la
edicin original en slo seis meses y transitar de una ca-
sa editora marginal a la primera gran corporacin editorial
espaola. El xito acall, por fn, las sornas de los amigos
del Ateneo de Mxico tras el anuncio que hizo Reyes en
1913 de que Guzmn estaba preparando un libro inspirado
en las rfagas de aliento humano que brotan de la obra de
Edith Wharton.
El triunfo de El guila y la serpiente se debi en parte a
la intensa labor de difusin realizada por la prensa y las
revistas espaolas. Enrique Dez-Canedo inaugur la moda
mexicana con una resea en El Sol, de Madrid; le seguiran
Juan Chabs en La Gaceta Literaria y otros comentarios en El
Debate y La Voz Nueva. La novedad se extendera rpidamente
a otros pases de habla hispana, mientras que en Mxico la
recepcin fue ms lenta y escasa: slo se tienen registradas
dos notas en 1928, una de Carlos Gonzlez Pea en El Universal
y la otra de Jaime Torres Bodet en la revista Contemporneos.
Poco, si se toma en cuenta que el libro sera considerado
como el equivalente para la Revolucin de las crnicas de
la Conquista y su autor un moderno Fray Bernardino
de Sahagn. Por el momento, fue valorado como un testimo-
nio crudo del Mxico revolucionario. As fue anunciado en
la prensa norteamericana ms infuyente (The New York Times
Books Review, por ejemplo), donde fueron publicados en ingls
algunos episodios sueltos. El libro comenz a circular en 1931,
editado por Dolphin Books (Nueva York) y con prlogo de
Federico de Ons. La traduccin fue realizada por Harriet de
Ons, esposa del prologuista, quien tiene entre sus mritos
el de haber dado a conocer en el mbito anglosajn a Alejo
Carpentier, Jorge Amado, Germn Arciniegas y Jos Mara
Gironella, entre otros.
Al igual que ocurri en Estados Unidos, la versin en
francs de El guila y la serpiente fue precedida por la publica-
cin de algunos fragmentos en peridicos y revistas. El pre-
facio fue hecho por Blaise Cendrars, seudnimo del escritor
originario de Suiza y naturalizado francs Frdric-Louis
Sauser, toda una leyenda en la literatura europea de la poca.
Algunas de las pginas de He matado son consideradas entre
las ms bellas y escalofriantes de cuantas se hayan podido
escribir acerca de la guerra. No resulta imprudente suponer
que la lectura de su obra, y probablemente el trato ocasional
con el autor, hayan inspirado a Guzmn para desarrollar en
espaol lo que un lector entusiasta defni como una nueva
esttica de la violencia.
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El guila y la serpiente fue declarado por el semanario
Estampa el suceso literario de 1929 en Espaa. Poco antes
de que terminara el ao, sali de la imprenta La sombra
del caudillo por la renombrada editorial Espasa-Calpe. La
versin preliminar haba aparecido completa en La Prensa
y La Opinin, y de manera inconclusa en El Universal. En este
ltimo formaba parte del conjunto de entregas dominica-
les reunidas en El guila y la serpiente. Ser concisa: lo que
despus sera La sombra del caudillo fue publicado en Mxico
como la prosecucin de su antecesor. Decir esto es fcil,
pero imagine el lector de ahora lo que pudo haber sentido
su igual de 1928 al pasar de la maana en la que el narrador
se despide de Villa en la estacin de Aguascalientes poco
antes de subir al tren que lo conducira a la frontera con
Estados Unidos, a la descripcin de un general de treinta
aos llamado Ignacio Aguirre recientemente nombrado
secretario de Guerra. Todo ello de un domingo a otro y sin
explicacin alguna ni de adnde haba ido a parar el viajero
ni de quin era Aguirre!
El solape entre una y otra obra no es mera casualidad.
Guzmn explic en varias ocasiones que en octubre de 1927
estaba trabajando en una triloga sobre la Revolucin hecha
gobierno. Entonces llegaron a sus manos los peridicos
mexicanos con las fotografas de los cadveres del general
Francisco R. Serrano y sus acompaantes, asesinados a
sangre fra en un tramo de la carretera a Cuernavaca cer-
cano al poblado de Huitzilac. El entendimiento de que el
crimen constitua el momento culminante de la historia
reciente de Mxico lo oblig no slo a apresurar su trabajo
sino a modifcar la estrategia narrativa: de personajes reales
a fcticios, pero inspirados en los primeros; del yo narrador
directo a la creacin de uno omnipresente; de los episodios
independientes, aunque entrelazados entre s, a la defni-
cin de una trama novelstica en forma. En pocas palabras,
de la crnica histrica (salpicada de matices tragicmicos)
a la gran tragedia nacional.
El trnsito de una forma literaria a otra no es tan claro ni
fue algo ajeno a las circunstancias en las que los escritos fue-
ron realizados. Guzmn quera, y seguramente necesitaba,
que su obra fuera publicada en Mxico. De haber puesto los
nombres y los apellidos de los protagonistas, lo ms seguro
es que sus entregas hubieran sido censuradas. No slo por el
recuerdo incmodo de los sucesos del pasado, sino debido
a las circunstancias inmediatas. A partir de noviembre de
1927, fecha en la que Guzmn reanud la serie periodstica,
Obregn era, ahora s, el candidato nico a la presidencia.
Realizaba su campaa electoral en medio del descrdito
y de un intento vano por distanciarse de Calles y de los ase-
sinatos ocurridos unos meses antes. El Universal estaba en la
mira por sus relaciones con los sectores catlicos. Escritores
mucho menos inoportunos que Guzmn no tenan garan-
tizadas ni la publicacin ni la paga de sus artculos en es-
te peridico. Algunos de los personajes involucrados en
los impresos frmados por Guzmn, como Vasconcelos y
Miguel Alessio Robles, escriban en El Universal sobre el
retroceso que representaba la reeleccin en un pas que
se haba levantado en armas precisamente por ese motivo.
Obregn fue reelecto en junio de 1928, cuando sali a la
luz El guila y la serpiente. Sera asesinado unas semanas ms
tarde, mientras celebraba su triunfo.
La historia de lo que sucedi inmediatamente despus
de la difusin en Mxico de La sombra del caudillo ha sido
contada de muy diversas maneras: Calles se puso frentico
por el contenido del libro y pens en prohibir su distri-
bucin; Genaro Estrada lo convenci de que lo anterior
slo aumentara la lectura del impreso y la fama del autor;
el gobierno mexicano presion a los dueos de la edito-
rial Espasa-Calpe para que silenciaran a Guzmn y este
acept no escribir ms acerca de la poltica en Mxico.
Slo lo hara de piratas, corsarios, flibusteros y hroes de
la Independencia.
Esta leyenda pasa por alto que Guzmn haba dicho ya
prcticamente todo lo que tena que decir sobre los acon-
tecimientos recientes en Mxico. Sus palabras eran ledas
por miles de lectores en tres idiomas diferentes, a los que
se agregaran el italiano, el alemn, el portugus, el checo,
el holands y el japons. De este modo no slo cumpla las
expectativas que se haban forjado en torno a l sino que
exorcizaba sus propios temores y, sobre todo, mantena
vivo el recuerdo de sus muertos. Mientras El guila y la
serpiente siguiera leyndose perdurara la historia del propio
Guzmn; tambin la de su padre y la de aquellos valientes
que en momentos diferentes se rebelaron en contra de las
imposiciones de los militares en turno. Ah estn, vivos an,
bajo la sombra de los grandes caudillos, Felipe ngeles,
Jos Isabel Robles, Lucio Blanco, Vito Alessio Robles y
Adolfo de la Huerta. Cerca de ellos, Rafael Buelna, Manuel
Diguez y Salvador Alvarado. Estos ltimos acudieron al
postrimero llamado para detener la perpetuacin del cau-
dillismo, la rebelin delahuertista de 1924. Guzmn no lo
hizo: pact su salida de Mxico y, tras un escape milagroso,
err por distintas ciudades europeas para despus asentarse
en Nueva York. De ah viaj a Madrid, adonde lleg el
verano de 1925. Si llevaba o no consigo los cuadernos en
los que, supuestamente, haba escrito a mano todo cuanto
vio y escuch durante su paso por los campamentos revo-
lucionarios resulta secundario frente a la frmeza de narrar,
bajo el manto de hazaas que se suponan estrictamente
histricas, las revelaciones esenciales de la guerra; una
guerra tan cruel como inacabable, casi eterna en un pas
que haba devorado a lo mejor de s mismo.
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