Instante Eterno
Instante Eterno
Instante Eterno
Ins Marful
El instante eterno
Fragmentos para una potica del retrato fotogrfico
Tempus fugit
Ya desde el instante mismo en que sus rasgos empiezan a
prefigurarse, en el seno materno, todo rostro ha iniciado su viaje hacia
la muerte. Entre ambos momentos, una sucesin de mutaciones, en
ocasiones drsticas, como cuando somos vctimas de una enfermedad,
un accidente o una emocin devastadoramente intensa, pero en general
imperceptibles, van tallando en la carne la historia de una vida. Testigo
del tiempo, de su avance implacable, de su firme y pausada condicin de
escultor, como apuntaba con acierto Marguerite Yourcenar, la
materialidad del rostro fluye hacia adelante en un despliegue infinito de
apariencias. Sorprenderlo en un punto, entre la apertura y el cierre de un
diafragma que nos permitir fijarlo en el xtasis de una fulguracin
certero que el que el poeta John Keats redact para su tumba: Here lies
one whose name was writ in water 1, lo que sin duda vale tambin para las
fugaces apariencias que envolvieron su imagen. Muchos siglos antes, el
emperador Marco Aurelio le haba dado la razn al escribir: Muy
pronto no ser ms que un nombre. Y, sin embargo, cunto amamos los
nombres y las imgenes! De qu modo nos aprovisionamos de nombres
y de imgenes y los guardamos, con cndida avaricia, en las maletas de
un corazn que late apresurado hacia la muerte.
Nos lo deca Antonio Muoz Molina, sentado en el sof de su
casa con ese gesto de tmido irredento que no s si nuestras humildes
fotografas han sabido arrancar de entre la niebla del tiempo: la
fotografa es un arte funeral. Y miraba a la cmara, con los ojos quin
sabe si abroquelados tras las gafas de pasta. Y en su boca haba ese gesto
del que huye riendo, como las truchas, sabiendo que nuestras pobres
cmaras nunca podran levantar el velo que esconde lo inasible, ese velo
de piedras y de races que se remontan calladas hacia la noche lenta de
la especie, las ramas del alerce, del aliso, el alfabeto ignorado de los
rboles con que nuestros antepasados se escriban versos que iban de
un lado a otro, mecidos por el viento o escribiendo en el agua los
nombres y los rostros que juegan a mostrarse para esconderse luego
bajo el perejil de las riberas.
Pequea alma ma
En la primera frase de su ensayo Sobre la fotografa, Susan
Sontag advierte que la humanidad contina viviendo en la caverna
platnica, disfrutando an de la ancestral costumbre de contemplar
O
Por Tingzou nace el ro Ba, un ro cuyas aguas atraviesan toda vasija
con la que se las quiera coger, ya sea sta de oro de plata o de cualquier
metal. Slo con hojas de calabaza puede uno cogerlas.
imperativo de Verdad que llevaba implcita una slida alianza entre tica
y esttica, a vivir sumergidos en un mundo de imgenes. A medida que
su manumisin de los prejuicios religiosos iba en aumento, la humanidad
postilustrada empezaba a escuchar los tenues avisos de una autonoma
que recortaba de cuajo su silueta ontolgica: con su incierta fecha de
caducidad inscrita a un tiempo en las caractersticas de la especie y en
los caprichos de la historia individual, el ser era, al fin, dbil trama de
tiempo8, como acierta a decir Francisco Brines. La bsqueda de la
belleza -ha escrito Umberto Eco-, abandona el cielo y lleva al artista a
sumergirse en las profundidades de su propia materia9: es el tiempo
paladeable de Bergson, el de Proust abismado en el sabor, que es espesor
existencial y es nostalgia, de su magdalena, el tiempo caleidoscpico de
Joyce o de Virginia Woolf, el que empezaba a abrirse a las tonalidades
de su propio transcurso en las pinturas de Manet, Van Gogh, Monet o
Czanne, el tiempo abocado a su propia y significativa fragmentacin en
el puntillismo y el cubismo, el del heideggeriano Dasein, arrojado como
un despojo a la miseria de la caducidad como a los cndidos fosfenos del
evento, el tiempo de los replicantes que, en Blade runner, de Ridley Scott,
dan muerte a un creador incapaz de prorrogar su estancia en este
mundo. Tiempo que huye en los relojes. La manecillas, como en un
cuento de Cortzar, se nos antojan perladas por un sudor helado y
metafsico. Anticipado por la intuicin visionaria de Hegel, el martillo
antimetafsico de Nietzsche haba procedido a la liquidacin definitiva de
lo suprasensible en aras de una apuesta por lo sensible que, encerrado en el
frreo estuche de la Razn, tal como anotaba Max Weber, no dejara
de mostrar su lado humano e, incluso para quien haba asestado el golpe,
demasiado humano. En adelante, el individuo moderno tendra que
pagar el peaje de su autonoma como sujeto con la moneda de lo que
Hegel llam la conciencia desdichada.
El seor Wilkinson.
Retrato a la silueta.
Londres. H. 1790.
son los fenmenos que, fechando sus inicios en 1793, los revolucionarios
franceses tomaron como el comienzo de una nueva era.
La Modernidad se inicia, pues, con una apuesta por la
racionalidad cientfica que exiga, de suyo, una ruptura cada vez ms
profunda con los fundamentos platnico-cristianos que haban venido
sosteniendo la cultura occidental. En adelante, privadas de soporte
metafsico en virtud de un proceso de secularizacin imparable, las ideas
de Verdad, de Bien y de Belleza, que haban sido consideradas como las
leyes inmanentes de un mundo creado por Dios, iniciaran un
vagabundeo sin retorno en busca de un asidero firme al que aferrarse,
vagabundeo de cuyas aporas y perplejidades sigue dando cuenta nuestra
historia reciente.
En ella, la Razn y la Ciencia toman el relevo de la religin y
el sujeto moderno, liberado para el ejercicio de la conciencia
autorreflexiva y la autonoma moral, empieza a ser capaz de crear
rplicas del mundo cuyo realismo rebasa con mucho el realismo de la
pintura o de la escultura. Hija de un dios menor, la fotografa se ofrece
como la metfora ms certera de una apropiacin del mundo que muy
pronto dejara ver su rostro jnico.
Aunque convencionalmente se tiene a Louis-Jacques-Mand
Daguerre por el inventor de la fotografa, y 1839 por el ao oficial de su
nacimiento, la primera imagen fotogrfica, el negativo del Punto de vista
tomado desde la ventana de Le Gras (1826), donde Nipce tena su estudio,
haba sido obtenida ms de una dcada antes. La invencin de la
impresin sobre placa de cobre chapada en plata o daguerrotipo, parece
ser uno de los balances finales que arroj la colaboracin entre ambos,
Punto de vista tomado desde la ventana de Le Gras. Joseph Nicphore Nipce. 1826.