Cuellar Carlos Filiberto - Donde El Mal Nunca Te Pueda Tocar
Cuellar Carlos Filiberto - Donde El Mal Nunca Te Pueda Tocar
Cuellar Carlos Filiberto - Donde El Mal Nunca Te Pueda Tocar
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DONDE EL MAL
NUNCA TE PUEDA TOCAR
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Carlos Filiberto Cullar
(Guadalajara, Mxico, 1976) Es escritor, psicoterapeuta, psicoanalista, psiclogo social y msico.
Trabaj durante cinco aos como investigador en la Universidad de Guadalajara, en un centro
ubicado en la Sierra Madre Occidental, al Norte de Jalisco, cerca de la Zona Huichola.
Renunciando para dedicarse hoy a la investigacin independiente, la creacin escrita, la
psicoterapia y la msica. Ha publicado las novelas: Histrica y Adorada: Cuentos de Psicoanlisis
en Mxico (deauno.com, 2006), Tristsima (deauno.com, 2008), el libro testimonial: Hombres de a
pi: Dos Chamanes del Occidente Mexicano (deauno.com, 2009). As como el volumen de ensayos:
Subterrneas: Escritos de Psicologa Hbrida (Editorial Acadmica Espaola, 2012) Los cuales
pueden encontrarse en amazon.com Su sitio web es www.carlosfilibertocuellar.blogspot.com
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NDICE
1.) Primera Parte: Las Rutas Ancestrales de los Antiguos Caminantes del
Occidente de Mxico..6
2.) Segunda Parte: Maracame..81
3.) Tercera Parte: La Nia Huichola..123
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A Mara, Madre de Dios y ma.
A la Diosa Madre.
A Khali.
A Tonantzin.
A Mara Magdalena.
A mi esposa Cory y mi hija Caro.
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No puede haber solucin para ninguno de los problemas del
mundo sin una total aproximacin al amor y al sexo. Casi
todas las destrucciones y autodestrucciones, casi todo el odio
y tristeza, casi toda la codicia y ansias de dominio surgen del
ansia de amor y de sexo. Y los manantiales y las fuentes del
amor y del sexo son tan inagotables como el propio Universo.
(JOLAN CHANG El Tao del Sexo y del Amor)
You are raining in
I cant escape that feeling
Youre dripping into the buckets I have placed
Where Damage isnt already done
(THE RADIO DEPT Where Damage isnt already done)
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PRIMERA PARTE:
LAS RUTAS ANCESTRALES DE LOS
ANTIGUOS CAMINANTES DEL OCCIDENTE
DE MXICO
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Sus pechos quedaron al descubierto, provocando aplausos y silbidos del pblico que la
adoraba. Se despoj de la blusa, ajustadsima contra las bubis ms codiciadas de
Uruapan Michoacn. Arrojndola sobre el pblico. Cayendo en manos de uno de sus
clientes consentidos: don Daniel, un mecnico soldador, quien la atrap agradecido,
cual si se tratara de una bendicin.
Sonri, natural y tierna, inundando con el caudal de sus ojos verdes la totalidad
del table dance, induciendo a todos en un rito milenario. Era el retorno de la Noche de
los Tiempos, cuando las mujeres preparaban sortilegios para establecer lazos invisibles
con los hombres a quienes amaban y no los dejaban partir ms. Cuando la Diosa Madre
acuda, rauda, invocada durante las ceremonias en los bosques a las tres de la maana,
escuchando las plegarias y curando los corazones doloridos de sus adeptas, exorcizando
o apoderndose de voluntades a su antojo.
Las otras desnudistas solan decir que si pensaban en una cara bonita, era
precisamente la de ella: Yhajaira. Al mismo tiempo altiva, sexy y plena de ternura.
Tampoco podan envidiarla, porque Yhajaira se haca querer por todas sus compaeras
y sus clientes, a pesar de los pesares.
Cuando recin lleg a trabajar al Manantial, uno de los bules ms conocidos de
la regin, ninguna de las putas la quera por ser ms bonita que todas, ms femenina que
ellas y por nunca quitarse las tangas. Cosa que sus compaeras aborrecan, pues les
pareca que con ello se daba mucho ms a desear, robndoles posibles clientes. Aquello
significaba romper el cdigo tico de los prostbulos, en donde ninguna de las
encueradas deba secuestrar la clientela cautiva de la otra.
No muchos conocan la verdadera causa de su renuencia a mostrar su sexo
durante los bailes.
El precedente se sent el da que un conocido jefe de una banda local de
atracadores y extorsionadores quiso matar con una daga a Queta, la puta ms joven de
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todas: apenas veinte aos. Porque la chica no permiti que le introdujera el dedo en su
tierna vulva.
La msica fue silenciada. La pirujita chillaba, implorando, semejando un puerco
al borde del sacrificio, arrastrndose desnuda en cuatro patas debajo de las mesas de la
disco. Escapando de los ataques de su agresor. Nadie se atreva a hacer nada, pues
teman que las represalias del malandrn no se hicieran esperar contra cualquiera que
siquiera osara hacer algn comentario.
El individuo, ex militar convertido al crimen organizado: una masa obesa de
rostro desfigurado por el acn adolescente y la viruela infantil, acostumbrado a sentirse
dueo de vidas y almas, la persegua con el cuchillo desenvainado, presto a clavrselo,
insultndola y rindose. Las otras putas slo se animaban a gritar, histricas y
solicitando que alguien hiciera algo para salvar a Queta.
Entonces Yhajaira se par frente a l, obstruyndole el paso hacia la indefensa
chica, muy alta y decidida, pues meda ms de un metro setenta y tantos de estatura.
Amenazndolo con su cuerpo semidesnudo y sus ojos verdes.
Si la tocas, el Mal te seguir durante toda tu vida! Te vas a podrir vivo, desgraciado!
T no te metas, puta asquerosa! Es cierto lo que dicen, verdad?, Que en realidad eres
hombre?
El personaje solt una carcajada ronca y nerviosa, un gruido propio de un
Hombre del Croman, que sus seguidores celebraron. Querindose burlar de los
rumores que circulaban sobre Yhajaira e intentando ridiculizarla.
Cuando te violaron de nio, no lo hicieron por maldad! El sacerdote de tu pueblo te
quera mucho de todos modos!
Solt en una oracin relajada la de los ojos verdes, como si hubiera presenciado
el acto en que el prroco de su pueblo natal le introdujo una verga gigantesca al
atracador, desflorando su ano inexperto cuando tena doce aos.
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Perdona al sacerdote y Dios te perdonar inmediatamente! Perdona a esta muchacha y
sers bendecido para siempre!
Agreg la encuerada.
Todos se quedaron en silencio. Cmo era posible que la puta supiese tanto de la
vida de aquel rufin, si ella era mucho ms joven que l y no naci en Michoacn, sino
que provena de un pueblo pauprrimo del Estado de Guerrero? Nadie escuch nunca
que el hombre fuera abusado en la infancia. De hecho nadie ms que el malandrn y el
propio sacerdote, autor de la penetracin, conocan del evento.
El Croman palideci, torpe y paralizado. Se desmoron e inclin su cabeza
chata hacia delante. Guard su arma y pidi a sus secuaces seguirlo hacia la salida del
congal tras liquidar la cuenta. Nunca ms volvi a molestar a las muchachas.
Desde entonces Yhajaira se gan el cario de todas, adems del mote de bruja y
vidente.
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Conforme giraba con discrecin y elegancia sus caderas, dando pequeos pasos hacia
delante y algunos hacia atrs sobre unos tacones de diez centmetros que la hacan
parecer an ms alta de lo que era, la de Ojos Verdes no paraba de sonrer,
reconociendo a sus amigos, a sus clientes ms queridos, tambin a los nuevos que se
sumaran a su redil de admiradores. Bendiciendo con sus mirada en cada parpadeo a los
comensales, al igual que la papisa de alguna inmemorial ceremonia pre-cristiana.
Esa presencia angelical y bondadosa, aunada a sus pechos y caderas, constitua
la mezcla que volva locos a los clientes.
Sus tetas tenan la justa medida: no excesivas, como la mayora de las bailarinas
que se inyectaban silicn hasta inflarlas desproporcionadamente, ni demasiado
pequeas. Con los pezones rosados y erectos por el fro del aire acondicionado artificial.
Sus admiradores las adoraban cuando se contoneaban al ritmo del baile que Yhajaira
segua con una cumbia o un bolero. Su mayor xito lo constituan los boleros, que
encendan a sus clientes, principalmente los que interpretaba la Sonora Santanera o la
vieja orquesta de Mike Laure. As los bailaba: lenta y encantadora.
Un cliente norteamericano le pag los implantes de los senos porque cuando ella
comenz a bailar en un congal de Chilpancingo a los diecisis aos, los tena muy
chiquitos. El gringo estaba enamorado de ella y pretendi sacarla del negocio. Cosa a la
que Yhajaira se neg rotundamente. Su estrellato apenas comenzaba.
Esa noche, mientras finalizaba su baile, descubri al Antroplogo. Nunca lo vio
antes. Por su forma de vestir y de moverse, supo que el sujeto no era de Uruapan y que
su profesin no era comn y corriente. A la chica le atrajo tambin su manera de mirar:
estudiando cada detalle del ambiente, incapaz de de despojarse de su rol de observador
de los grupos humanos. Se notaba a leguas, nada ms por los anteojos redondos, la
postura erecta de su espalda y los ojos decididos, que el tipo era un entendido de la vida
y de los libros. La cuestin era: qu haca en ese tugurio, visitado por michoacanos
desmadrosos, traficantes y admiradores de las putas.
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A su manera Yhajaira tambin se dedicaba a investigar a los hombres. Aunque
su formacin acadmica no pas ms all del segundo de primaria, tena una aguda y
diestra percepcin, entrenada durante aos de trabajo en los bules. No sola irse a la
cama con cualquiera: para acceder a tener sexo con alguien, iniciaba un complejo
proceso de anlisis de la apariencia, los modos, la voz y la personalidad del presunto
cliente, que le permita saber si el usuario sera de fiar, adems de capaz de entender y
apreciar las particularidades corporales que la volvan nica. De ese modo se ahorraba
malos tragos y amarguras cuando un tipo pretenda alguna prctica sexual desagradable
o peligrosa para ella.
El secreto de su sexo estaba reservado para unos cuantos: los puros de corazn.
Exclusivo de los iniciados, los elegidos, los que transitaron por un lento proceso de
purificacin. Y en encontrar amigos y personas de su confianza, Yhajaira era toda una
experta. As como en alejar a los degenerados y a los personajes de intenciones
malvolas.
El Antroplogo encendi uno de los puros veracruzanos que sola comprar en el
Sanborns de los Azulejos, en la Ciudad de Mxico, donde pasaba buena parte de su
tiempo, o en el de Avenida Vallarta y casi Unin, en Guadalajara. Bebi de su vaso Old
Spice un whisky en las rocas y dio una placentera y lenta fumada a su habano. Media
hora antes eligi la mesa ms alejada de la pista de baile, en un rincn que
estratgicamente le permita observar al gusto a todas las encueradas y a sus clientes.
El arte de la percepcin visual era uno de sus grandes placeres. Mirar y admirar
el comportamiento humano lo complaca sobremanera. Adems del desfile de las
desnudistas que contoneaban sus ubres y culos en su andar rtmico por entre las mesas,
olisqueando el dinero, a la caza de clientes que les invitasen las bebidas ms caras, o les
solicitasen sus tentadores servicios sexuales.
Se encontraba solo, interesado y a la vez indiferente hacia el entorno. A ratos
clavaba su mirada anhelante en las curvas de alguna desnudista que le atraa
fugazmente. En otro momento miraba discreto el baile privado que una puta
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proporcionaba a algn obrero o campesino, impdica sobre las piernas del cliente,
dejndose manosear y fingiendo que le agradaban las caricias desesperadas.
El Antroplogo se suma en sus pensamientos. Precedido por un lento suspiro,
dejando caer su mirada en el tabaco y el cenicero, mirndose las manos. Transitando de
un aire de seguridad atrayente para las muchachas, hacia una melancola inocultable que
alejara a cualquiera.
El bolero que bailaba Ojos Verdes era Mucho Corazn, interpretado por la
antigua orquesta de Mike Laure. Yhajaira se senta ya algo desesperada, pues por ms
que busc durante su nmero la mirada del Antroplogo, el hombre no se dignaba a
interesarse en su arte. Ella ignoraba hasta entonces, porqu de entre los ms de cien
comensales que inundaban el tugurio y que hubiesen pagado tres veces las cuotas
exigidas por el dueo del congal para un sexo completo o un servicio VIP, con tal de
acostarse con ella, precisamente se interesaba en ese hombre.
No poda calcular su edad: 28 aos, 30, 35? Se pregunt la encuerada mientras
la orquesta lanzaba las ltimas notas de unos romnticos metales, cerrando el clsico y
bellsimo bolero de Emma Elena Valdelamar, uno de sus favoritos:
Di si encontraste
en mi pasado
una razn para quererme
o para olvidarme.
Pides cario, pides ternura,
si te conviene,
no llames corazn
lo que t tienes.
Le resultaba difcil establecer la edad del tipo: durante unos segundos pareca
demasiado jovial, al inundarse su ser por el deseo, provocado tras la cercana de un
tentador cuerpo desnudo. Ms tarde, cuando la melancola lo abrazaba, pareca un sujeto
mucho ms grande, agobiado por las experiencias de una vida que dejaba la etapa
juvenil superada tiempo atrs. Quebrantado por el peso de una existencia agobiante.
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Yhajaira comenz a descender de la pista, bamboneando sus senos claros,
ostentando sus caderas, agradeciendo los aplausos de sus fans, sonriendo cual diva. Se
acerc a la mesa del Antroplogo, dando a propsito un rodeo extra por entre las mesas,
antes de perderse en los camerinos como usualmente proceda, hasta que por fin los ojos
de ambos se encontraron.
La encuerada disminuyo la velocidad de su paso y bajo levemente su cara
hermosa, de rasgos esculpidos en un himno a la mayor perfeccin del Ser Femenino.
Qu, no te gusto mi nmero?
Pregunt ella. Fingindose ofendida por la distraccin aparente del cliente.
Sintiendo inexplicablemente que su habitual seguridad como bailarina y sexoservidora
vacilaba.
Perdn?
Expres l en tono por dems educado. Causndole a la chica la impresin de un
grave contraste y confundindola otro tanto, sorprendida con la actitud de dueo de s
mismo que ostentaba desde lejos, pero que luego se volcaba en una timidez extrema que
el Cientfico no poda ocultar.
!Que si no te gusto mi baile?!!
Termin de decirle al acercarse a su mesa y detenerse a mirarlo de cerca.
Enfocndolo con unos verdes planetas oculares. Mostrando por su parte un inters
creciente y tambin un nerviosismo inusual que helaba las yemas de sus dedos.
No poda dejar de mirarte.
Respondi el Antroplogo con voz baja, casi abatido.
Pues no parecas muy interesado. No me di cuenta que me pelaras ni una sola vez en
toda la cancin.
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S te estaba observando. Pero yo s mirar de una manera en que parece que no lo estoy
haciendo.
Cmo.?
Se acerco an ms ella. Aumentando su inters. Sonrindole con una boca
lindsima que encogi el corazn del tipo. Fingiendo que no escuchaba, pero
aprovechando el pretexto para verlo an ms de cerca.
Que s mirar de una manera muy discreta en que parece que no lo estoy haciendo, pero
s estoy viendo..! No dej de verte en todo el rato!
Casi le grit el hombre, subiendo la voz ante una ruidosa pieza electrnica que
iniciaba, anunciando a la prxima bailarina.
Y a qu te dedicas?
Solt Yhajaira ya con mayor confianza, dejndose caer confianzuda en el silln
de cuero tras la mesa, donde se encontraba el Antroplogo instalado. Quedando con sus
senos desnudos casi pegados al brazo del hombre. Luego volvi a preguntar:
Ay, me invitas una copa.?
Desde luego!
Le respondi l, sin poder ocultar, por ms que se esforzaba, todo lo que le
intimidaban la cara, los ojos y las bubis al descubierto de la muchacha.
El Antroplogo tom su puro, dio una fumada ansiosa y llam al mesero con un
gesto de su otra mano.
Me dedico a la antropologa, Qu te tomas?
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Acab de decir un poco ms relajado, arrojando el delicioso humo veracruzano.
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El bolero que bailaste es de Mara Grever, o me equivoco?
Cuestion el hombre casi abstrado en la msica.
S te equivocas! Respondi ella. Lo compuso Emma Elena Valdelamar.
Es bellsimo. A mis tos les encantaba. Escupi el Antroplogo junto con un puo de
humo.
Te aseguro que no sabes en qu circunstancias la compuso!?
Volvi a decir ella, hacindose la interesante, fumando a la par de l, bocanada
tras bocanada, pero cigarros con filtro, presa de un entusiasmo por la conversacin que
no muy comnmente experimentaba con cualquier cliente desconocido.
Resulta que la autora era hija de familia
Continu ella en un tono muy dulce, susurrando al odo del Antroplogo,
esforzndose por resultar ms seductora de lo habitual:
De unos paps muy conservadores y tradicionalistas, muy mochos Entonces un
espaol comenz a cortejarla. La artista no tard en entusiasmarse, porque el hombre
deba de ser guapsimo y se vea muy serio y muy formal. Vena de la Capital nada ms
para cortejarla. Ya estaba muy ilusionada, incluso haban hablado de boda y toda la
cosa. Pero luego ella se dio cuenta que el hombre andaba haciendo averiguaciones sobre
su familia. Que si sus paps tenan dinero y propiedades, que si no haba ms
pretendientes. Que si ella era casta y pura. Cuando la compositora se enter de las
averiguaciones de su pretendiente, lo mand al demonio, enojadsima, y compuso esa
cancin.
Qu bonita historia! Grit el Antroplogo.
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Bonita historia? De dnde es bonita? Es cruel e injusta! No me digas que elegiste a
tu novia por ser casta y pura?
Dijo ella en tono demasiado serio, haciendo evidente que se identificaba con la
desilusin amorosa de la autora.
Mi novia? Pregunt el cientfico.
Yhajaira cambi rpidamente la melancola previa por una sonrisa de
satisfaccin, sabiendo de inmediato que el Antroplogo estaba solo. El hombre morda
la primera carnada. De manera que el estar solo significaba para ella el hecho de que
no haba ninguna mujer en su vida. No solo la pregunta ingenua del tipo se lo dejaba en
claro, el tono de voz abigarrado y triste le rebelaba un vaco y una nostalgia que la
incitaban a continuar avanzando. En otro instante se sorprendi a s misma
transgrediendo los lmites de la vida personal que se permitan horadar las
sexoservidoras. Jams sola estar tan interesada en ninguno de sus clientes,
principalmente si no los conoca. El cdigo tico de las encueradas, entre otras cosas, el
Juramento Hipocrtico que asuman las putas al iniciarse en su vida licenciosa, consista
en no rebelar a los clientes jams, ni sus sentimientos, ni su verdadero nombre, mucho
menos involucrarse sentimentalmente con ellos. Por su parte, Yhajaira pareca
aventurarse en un abismo, caminando sobre una cuerda floja encima de las llamas, sin
red de proteccin.
Para entonces la chica se coloc nuevamente su blusa pegadita, ocultando de
nuevo sus pechos llamativos. El Antroplogo no poda dejar de mirarle las piernas que
sobresalan de la diminuta tanga negra, ni los senos de pezones inflamados.
Puedo tocar tu pierna? Le pregunt l con timidez.
Ella le sonri, asintiendo con la cara. Entonces la mano del cientfico comenz a
acariciar con delicadeza la piel del torneado muslo de Yhajaira.
Qu edad tienes? Susurr ella mientras se dejaba llevar por la meloda que emitan las
caricias suaves sobre su pierna, casi embelesada. Disfrutaba demasiado la cercana y el
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contacto con el cliente. Sintiendo con su piel y siguiendo con su mirada la mano
cariosa del Antroplogo.
Qu edad aparento? Cuestion l, tomando creciente control sobre el dilogo.
Soy muy mala para adivinar la edad.
Y al decir esto, la desnudista menta, pues casi siempre, tan solo con escuchar el
tono de voz de alguien, poda establecer sus aos cumplidos, aunque la apariencia del
cliente fuese engaosa. Pero con el Antroplogo era distinto. Sus facultades analticas
comenzaban a fallarle. Su conciencia obnubilaba. La excitacin de su piel la induca en
un trance hipntico.
No s: 28?
32.
Pareces a ratos mucho ms joven, crea que tenas menos de treinta.
No. No, voy a cumplir los 33. Puedo?
Pregunt el Antroplogo antes de acariciar el seno ya excitado de la chica.
Yhajaira asinti con una sonrisa enternecida. Jams nadie le peda permiso antes de
tocarla. Por lo general los clientes al contratar sus servicios o invitarle alguna copa,
asuman de inmediato el derecho a magullarle sus curvas sin siquiera preguntar antes.
Cosa que no le agradaba. Tambin estaban aquellos que se atrevan a intentar
manosearla sin pagar en lo absoluto: pcaros y degenerados oportunistas, con ellos era
dura e implacable.
El Antroplogo tentale el pezn erecto bajo el algodn de la blusa.
Cules partes de tu cuerpo son ms sensibles, quiero decir, ms excitables?
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Pregunt ahora l. Toda su anterior timidez e inhibiciones desaparecan
conforme su cuerpo y el de Yhajaira se hacan crecientemente familiares, hablndose en
un lenguaje lo ms lejano de las palabras, transmitindose extraos mensajes por medio
de hormonas, sudor y caricias. Llamndose y alejndose, hacindose amigos.
En un momento dado, el Antroplogo se desinhibi por completo y se
transform en un amante diestro, hbil con el verbo y el tacto. Un gato de la noche.
Mi espalda.! Casi no dejo que nadie me toque la espalda Recit ella con un sutil
temblor en la voz. Ahora era ella quien ceda en la batalla. Su avanzada retroceda unos
pasos. Tambin el cuello, el cuello! Aadi desvanecindose.
El Antroplogo comenz a acariciarle el cuello y la nuca con los dedos de su
mano derecha, envolvindola al mismo tiempo cariosamente con su brazo. Un aroma
finsimo y varonil del ltimo perfume de verano de Dolce & Gabbana: Light Blue,
eman de la camisa del hombre, fascinando a la chica. No caba duda que el Cientfico
tena buen gusto. Ella cerr sus ojos y ech su cara hacia atrs, sintiendo la palma
gruesa del cliente deslizarse sobre sus curvas. Disfrutando como un gatito arisco las
caricias obtenidas tras una larga disputa. Recargada en el antebrazo del Antroplogo.
En un momento dado, al cerrar los ojos tras un breve parpadeo, Yhajaira perdi
la conciencia, quedndose dormida en los brazos del cliente. Pronto aparecieron
imgenes onricas en su mente. Una parte de ella intent aferrarse a la vigilia por ltima
vez, no deseaba entregarse al sueo, mucho menos a los brazos del Antroplogo.
Aunque pareca haberlo anhelado desde bastante tiempo atrs, aos ha, desde antes de
saber que lo encontrara esa noche en el congal. Desde que era una criatura atormentada
y hurfana que creci en el estado de Guerrero, acosada por las burlas de los nios de su
pueblo. Cuando le gritaban maliciosos que no era ni hombre ni mujer. Tampoco ella
saba con certeza si era una cosa o la otra. Luego la pubertad, la confusin sexual, las
primeras relaciones y acoplamientos, los experimentos erticos, las desilusiones
amorosas, los crueles amantes masculinos y femeninos. Todos los hombres de su pueblo
queriendo sodomizarla. Siendo repudiada y adorada al mismo tiempo.
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De ninguna manera se atreva a negar que necesitara desde lo ms profundo a
alguien como l, aunque tampoco poda asegurar que saba con certeza quin era aquel
extrao cientfico que hoy la abrazaba. Le pidi a Dios durante aos sin descanso, rog
demasiado en plegarias y promesas, y luego, cansada de rezar porque llegara alguien a
su vida que le diera amor, se dio por vencida.
Se hizo el propsito de no ceder ante ningn hombre, haba sido lastimada
bastante en el pasado, la golpearon innumerables veces, la desgarraron por detrs,
amputaron su corazn, la ilusionaron y luego la abandonaron sin decir nada, sin
argumento, razn o explicacin alguna. Alguien intent esclavizarla alguna vez. No
deseaba involucrarse sentimentalmente con nadie. Se convenci y repiti tantas veces
para s misma que nadie sera capaz de tomarla en serio. Era preferible siempre pelear,
jams entregarse y resignarse sin remedio a la soledad, en lugar de resultar herida como
tantas veces.
Esa noche luch y se resisti una ltima vez, intentando en vano movilizar sus
msculos ya en total relajacin y pronunciando una frase ininteligible que el
Antroplogo silenci besndola en los labios. El abismo del sueo la devor y la chica
perdi el conocimiento, cayendo en un suave pozo que al mismo tiempo la urga y
clamaba por su conciencia.
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LA NOCHE
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me
duermo a la orilla de un abismo.
(EDUARDO GALEANO La Noche)
Cuando abri los ojos se sobresalt. Sobre el escenario, Queta se despojaba de una
diminuta tanga de satn al ritmo de La Vida Loca, exponiendo su depilado sexo de
terciopelo. Aquello significaba que haban desfilado otras diez encueradas antes que ella
en se lapso de tiempo, implicando un total de cuarenta y cinco minutos. Cuarenta y
cinco minutos dormida! El Antroplogo iba por su tercer habano y por su cuarto trago.
Continuaba envolvindola con su brazo, sin dejar de admirar las curvas encantadoras y
veinte aeras de Enriqueta.
Estuvo tan cmoda en los brazos del extrao que ni siquiera not el paso del
tiempo. Se estir y trat de abrir los ojos todo lo posible para sacudirse la somnolencia.
Empero, tampoco haca nada por alejarse de aquellos brazos. Su cien derecha ardi,
punitiva. Haba bebido ms rpido y ms de la cuenta, ahora el alcohol la castigaba. El
hombre gir su cuello distradamente hacia donde se encontraba ella y le deposito un
beso en la mejilla. Yhajaira reaccion ante la caricia producida por los labios del sujeto:
le haban ganado la batalla, su infantera y caballera estaban derrotadas. Deba
recuperar terreno, movilizar su ejrcito, rearmarse, lanzar una contraofensiva.
Se liber de los brazos del hombre, aunque ya los adoraba, con un seno a punto
de escaprsele de la blusa, tambalendose por los efectos del whisky, los brazos y las
manos temblorosos. Se puso de pi. Encontrndose a la vez anhelante y violenta.
Caminando insegura sobre los tacones enormes de bailarina.
Vuelvo en un momento Dijo ahogadamente al Cientfico.
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El Antroplogo la mir sin decir nada, sonriendo y dndole a entender que la
esperara, de ser necesario, la noche entera. Luego la observ perderse hacia el
camerino, donde siempre desaparecan todas las encueradas.
Esa noche llova demasiado en Uruapan, era una de las primeras lluvias de
Mayo. En el tocador sus compaeras cuchichearon y sonrieron morbosas al
contemplarla confundida y somnolienta. Descubriendo su inusual debilidad ante el
interesante cliente. El hecho de haberse dormido en brazos del Antroplogo la volvera
la comidilla de sus compaeras durante meses.
Yhajaira las fulmin con un vistazo recio y agresivo, recordndoles su jerarqua
y liderazgo moral sobre ellas. Las putillas bajaron la mirada, continuando con lo suyo.
Se sirvi un enorme vaso de agua hasta el tope, lo bebi de un jaln y se dirigi al
espejo para polvearse la nariz. La imagen que apareci le result desastrosa. Los ojos
desencajados y fuera de rbita. Su sonrisa luci descuadrada y pattica. Desigual la
posicin de sus labios, el gesto poco natural. Se polve la nariz y las mejillas y remarc
el lpiz en su boca. Al recordar al hombre que la esperaba, sinti los latidos apretarse en
su pecho y garganta. Le molestaba la idea de sentirse vinculada de tal manera a un
desconocido. Por otro lado, le agradaba pensar en encontrarse nuevamente entre sus
brazos, aspirando el aroma de su perfume y escuchndolo hablar. Sobre todo su voz la
volva loca. Su charla. Su conversacin cautivadora. Los relatos de sus viajes a travs
del Norte y el Sur de Mxico, los libros ledos, los encuentros con brujos, maracames y
caminantes a quienes haba entrevistado. Todo en l la fascinaba.
Al salir del camerino de regreso a la pista, una corriente de aire fluvial y helado
se col desde la entrada golpendole la cara, volvindole ms agudos los efectos del
alcohol y los estragos de una resaca que se anunciaba severa para el da siguiente. A
pesar de ello se irgui, elegante y segura para retornar a la mesa del cliente.
El hombre la contemplo, altiva y rauda aproximarse hacia su lugar. Su corazn
disminuy de tamao, intimidado, al mismo tiempo que desbocado ante la presencia de
la Diosa de la Feminidad, encarnada como nadie esa noche en Uruapan Michoacn en la
figura de Yhajaira. La chica se dej caer sobre sus piernas de un sentn, rodendolo por
el cuello. Tentndole la inevitable ereccin con el suculento removerse de las nalgas
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pesadas sobre el miembro. El Cientfico no pudo hacer menos que colocar sus brazos
alrededor de la cintura, cindola por encima de las caderas amplias y los muslos
redondos, envolviendo con sus brazos aquel torso semidesnudo. Quedando al fin ambos
entrelazados.
Cabe aclarar que era la primera vez, en varios aos, que el sexo del cientfico se
ergua como palmera del trpico ante los rayos solares y la brisa del mar. Haca mucho
tiempo que le era imposible experimentar una ereccin.
Sus dientes chocaron levemente al impacto de ambas bocas, gimiendo,
respirando hondo y arrojando el aliento hasta el fondo de las entraas del otro.
Las encueradas jams besaban en la boca a nadie. Era mucho ms fcil que el
sexo de las putas se abriese, humedecido ante la incierta verga de un extrao, a que
fuesen capaces de besarlo en la boca. Por la cantidad de plata precisa, podan irse a la
cama con sus clientes. A veces bastaba con que les cayera bien un comensal para que se
animaran a cogrselo por la mitad del precio fijado, a veces por nada, si tenan ganas de
verdad. Pero jams un beso en la boca. Nunca en la vida. La boca estaba reservada para
un solo hombre. The One. A quien en silencio y calladas, a pesar de todo y todas ellas,
esperaban. Aunque en la mayora de las ocasiones no haba tal, pues la inmensa mayora
de las chicas del antro no tenan novio, ni siquiera un padrote que las cuidase o fuese a
recogerlas al terminar la jornada nocturna. Mucho menos un amor sincero y leal.
Alguien que las quisiese y viese por ellas. Que las escuchase y mimase. Un amorcito.
Era un tpico comn en sus conversaciones, y que ellas daban por hecho, que la
mayora de los hombres se negaban a aceptar la vida licenciosa de las muchachas. Otros
ms, snicos y convenencieros, las seguan slo por su dinero, pues los cuantiosos
ingresos econmicos de las chicas resultaban tentadores a ms de alguno. Bastantes
vividores estaran encantados con el hecho de que una bella bailarina los mantuviera y
les pagara todos sus gastos, adems de brindarles sexo diario y gratuito. Por eso mismo
evitaban a este tipo de individuos oportunistas. Las muchachas se resignaban a los
amoros fugaces, a los amantes clandestinos y al placer heterodoxo que les
proporcionaban sus variados clientes. Finalmente, por sexo no paraban.
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Se besaron durante media hora sin decir nada. El Antroplogo la tocaba sin
descanso. No mediante caricias toscas y desesperadas, como la mayora de los usuarios
del congal. Las yemas de sus dedos dibujaban crculos sobre los pechos y las piernas de
Yhajaira, trazando esferas, huevos, tringulos y espirales que nunca acababan. Sin
oprimir demasiado sus msculos ni su piel. Suave y sutil, apenas rozando su tersura.
Quin te ense a acariciar? Pregunt ella desprendiendo su boca de los labios del
hombre, con los ojos cerrados. Y a besar? Dime, Quin te enseo?
Ustedes. Respondi el Cientfico. He tenido algunas amigas de tu profesin.
Debemos agradecer a esas chicas por haberte enseado a acariciar de esa manera, pues
con su labor, nos beneficiamos las dems. As que eres un asiduo visitante de los tables
dance? Luego se ri con una carcajada limpia y cristalina, como una cascada joven, sin
el menor dejo de maldad.
Alguien de la administracin del Manantial grit su nombre desde la barra,
donde se preparaban los tragos y hacan los cobros. El dinero entraba sin cesar, la gente
iba y vena, hombres y bailarinas metidas en sus tangas. La muchacha supo de
inmediato que le tocaba su turno nuevamente para bailar.
Te voy a dedicar este nmero! Susurr al odo del hombre.
Es que ya me tengo que ir. Pronunci l con pesar. Maana debo levantarme a las seis
de la maana para entrevistar a un informante.
Me voy a quedar enojada eh!
Pero porqu? Respondi el Cientfico apesadumbrado. En el fondo no quera separarse
de ella.
Ni siquiera me has preguntado mi nombre, ni me has pedido mi nmero de telfono, ni
me has invitado a salir.
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Iras conmigo a comer algn da?
No puedo responder si no me lo pides. Sonri, maliciosa. Yhajaira recuperaba terreno,
ya no se senta tan vulnerable, su ofensiva se rearmaba, su infantera lanzara un nuevo
ataque. Un escuadrn de lanceros de su ejrcito se preparaba para arrojar sus miles de
jabalinas a travs de su mirada intensa. El hombre pareca caer en la emboscada.
Te gustara ir a comer maana conmigo? Pregunt l un tanto tmido.
Me gustan los mariscos! Respondi la desnudista ponindose de pi. Luego recit un
nmero de telfono mvil de Michoacn que comenzaba con muchos tres y varios
cuatros.
El hombre se apresur a extraer su telfono celular de la bolsa del saco y lo
registr tal cual lo iba escuchando. Volvi a preguntrselo para cerciorarse de que
estuviese correctamente anotado en su lista de contactos. Lo reley como diez veces
ms para asegurarse de que podra efectivamente buscarla al da siguiente. Era evidente
que la muchacha le interesaba.
A qu hora puedo llamarte? Le grit el hombre mientras ella se alejaba hacia la pista
de baile. Pero por respuesta slo obtuvo una sonrisa y un besito que Yhajaira le arroj,
dulce y tierna con uno de sus dedos.
Ms tarde, cuando comenz a retumbar el siguiente bolero que bailara,
interpretado por la legendaria orquesta de Beny More, al sentir en su cuerpo
semidesnudo el hlito fro de las turbinas del aire acondicionado, instaladas cerca del
tubo y la pista de baile, la chica se dio cuenta que de cualquier manera no haba
triunfado del todo. Tampoco sala totalmente ilesa de la justa. El aire artificial sobre su
piel le hizo saber de las heridas infringidas a su ser en el combate. Todo su cuerpo
estaba cubierto por un esmalte leve y hmedo. Toda ella luca plateada por un barniz
suave y acuoso, tibio y sexual. Nunca antes le ocurri cosa parecida con nadie. Su
cuerpo transpir diluvios en aquellos brazos, y ahora brillaba encantador, traicionndola
y tomando una iniciativa sorprendente. Sus hormonas y sus clulas hablaban un idioma
novedoso. Su piel jams olvidara este primer encuentro.
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Hasta las dos de la tarde se dio cuenta que su telfono celular estuvo apagado desde las
cinco del da anterior. Se maldijo por no encenderlo antes. Sola inactivarlo durante sus
horas de trabajo para evitar ser molestada. Aunque tampoco reciba ms llamadas que
las de sus clientes preferidos, a quienes brindaba el honor de darles su nmero. Con
quienes se dejaba invitar a comer, les acompaaba como dama a eventos pblicos o les
satisfaca sus necesidades sexuales con efectividad y discrecin. Jams proporcionaba
su nmero a desconocidos o individuos sospechosos.
De pronto imagin que quiz el sujeto intent llamarla durante toda la maana.
Que a lo mejor crey que ella no quera contestarle. Tal vez el encuentro del da anterior
slo fue algo fugaz y ocasional. Quiz, decepcionado ante el ominoso tono del buzn de
voz, el hombre no volvera a buscarla.
Lo primero que hizo antes de entrar en el bao o poner el caf para espabilarse
fue encender el telfono mvil. Ninguna llamada perdida, ni mensaje. Su corazn
retumbo. Se maldijo. Le cost trabajo reconocer en s misma la presencia de la tristeza.
No quera volver a preocuparse por el abandono de ningn tipo, y ya estaba de nuevo
decepcionada ante la inconstancia del nuevo sujeto.
La posterior actividad de limpiar su habitacin, baarse y ordenar su
apartamento ubicado en una zona bonita del Centro de la Ciudad de Uruapan, le hizo
olvidar al Antroplogo y dejar de esperar su llamada.
Eran ya las tres de la tarde, despus de dos cafs chiapanecos y dos vasos de
agua se dio cuenta que tena hambre. Pens en una lata de atn y una bolsa de galletas
saladas. Cosa rara, pues gustaba de sumergirse en el complejo pero hermoso ritual de la
cocina. Era una experta preparadora de suculentos platillos. Su Madrina le transmiti,
adems de los secretos de la brujera, la frmula para la preparacin de las mayores
delicias de la comida michoacana y guerrerense. Aunque viva sola, dedicaba
diariamente mucho tiempo a la preparacin de albndigas, enchiladas de queso, tortitas
de papas, morisqueta, pescado blanco rebosado con huevo, mole, zopes de carne
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deshebrada con frijoles, tamales, pollo con crema y chile chipotle. Con esos platillos
gustaba de agasajarse a s misma y a alguno que otro amante fortuito. No obstante, el
da de hoy no senta el deseo de preparar nada complicado. Tampoco tena ganas de
arreglarse ni de salir. Se sinti culpable por el descuido. La culpa de todo la tena el
hombre por no haberla llamado. Ms bien nadie era responsable de su temporal
abandono. Finalmente decidi hacer del atn unas croquetas fritas con una ensalada de
repollo y mayonesa.
Su Madrina sola decirle que siempre que despertase triste, desmotivada y
deprimida, en lugar de abandonarse a la melancola, eligiera su mejor ropa, se
maquillara impecablemente y se arreglara lo mejor posible. Segn los consejos de la
entraable bruja, los das ms tristes, deba cocinar los platillos ms suculentos para
acariciar su espritu y sobrellevar la depresin. Ese da Yhajaira no senta los nimos
suficientes para preparar algo sabroso, ni para arreglarse, ni maquillarse.
La tristeza la avasallaba por periodos prolongados desde muchos aos atrs. En
sus veintisis cumplidos sufri muchas recadas. Comenz a los ocho aos, cuando
cobr total conciencia de que su sexo no era similar al del resto de las nias. Aquello
fue un descubrimiento y una revelacin. Represent el resquebrajamiento de su mundo,
la interrupcin abrupta de su infancia. La intromisin de la crueldad del mundo humano
en su vida. Siempre consider lo ms natural, el hecho de que aunque externamente era
una nia, y de hecho muy bonita, contar en la entrepierna no con una vagina como las
dems muchachas, sino con una pequea manguerita sin testculos, a travs de la cual
orinaba. Un mnimo conducto, que por cierto, jams se ergua.
Todo sobrevino cuando la descubrieron sus compaeras de la primaria,
alzndose el vestido para orinar de pi, igual que un nio, por ms que su Madrina le
insisti que siempre se sentara en la taza del mingitorio, como el resto de las mujercitas.
Pero ese da jugaba a los encantados y lo haca muy felizmente, de modo que por la
premura de retornar al juego lo antes posible, decidi orinar de pi. El rumor se esparci
cual cncer maligno. Lleg un punto en que la situacin se volvi insostenible, debido
a las burlas y a la curiosidad de alumnos, padres de familia y profesores, que la chica
tuvo que abandonar la escuela sin finalizar el segundo de primaria.
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Lo peor no slo fueron las burlas y mofas, sino que vino despus, con la
tentacin de los hombres mayores y su morbo insaciable. Uno de los profesores, dos
catequistas misioneros, el prroco, el dueo de la gasolinera de su pueblo. Todos
ansiaban el placer que representara desflorar el culito tierno de la nia con pene. Todos
queran comrsela viva. Ms de alguno ofreci dinero a ella o a su Madrina por tal que
se dejase penetrar. Pero la Bruja, con quien Yhajaira creci desde que sus verdaderos
padres la abandonaron recin nacida en su jardn, lanz un maleficio contra aquel que
intentase hacerle algn dao a su criatura. Ms de alguno muri presa de insoportables
dolores en las entraas, luego de quererla violar, o con horrorosas infecciones en sus
partes pudendas, posedos por ardores fortsimos y altas temperaturas. Castigados por
querer hacerle dao. El Seor Cura termin picado de una viruela morada, purulenta y
desconocida, tras intentar robrsela en su camioneta. Suplicando a Dios que lo
perdonase, sintiendo cmo sus plegarias se extinguan mientras las erupciones
hirvientes y ardorosas desfiguraban su rostro, sexo, axilas y extremidades hasta matarlo.
Su Madrina le dijo que en delante su vida tendra que cambiar. Dejara la escuela
de modo definitivo. Yhajaira se convirti desde entonces en la asistente en el trabajo
que la vieja desempeaba. A su morada de adobe en la sierra de Guerrero, acudan todos
los das muchas personas de diversas clases sociales para ser curados por ella. Desde
humildes campesinos y obreros, hasta seoras catrinas y hombres trajeados provenientes
de la ciudad, que iban para que la mujer los aliviase y les extirpase el Mal. Sus
tratamientos eran de lo ms inverosmil pero efectivos. Desde darle de beber a alguien
agua con clavos oxidados para tratar un cncer de hgado; hacerlos ingerir sus propios
excrementos con la finalidad de sanar una lcera pptica; pasear en un columpio a algn
sujeto para curarlo de esquizofrenia; palpar con sus manos amorosas un apndice
hinchado o una vescula infectada, que se aliviara con la simple presin de su tacto
sagrado. Conmova contemplar a la pequea Ojos Verdes, correr de un lado a otro de la
vivienda, siguiendo las rdenes de la Bruja. Ya fuera poniendo a hervir agua para
desinfectar y lavar una herida, afilando un enorme cuchillo de montaa con el cual se
realizara una profunda incisin, o esterilizando trapos para ungir un vientre hinchado.
Las enseanzas de la bruja, que como un plus, era una excelente y famosa cocinera,
constituyeron su principal escuela.
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Estrepitoso, de su telfono celular emergi el sonido de Nowhere Man de los
Beatles. Su banda de rock predilecta. Era el tono de aviso. Alguien la llamaba. Su
corazn se aceler de la misma manera que la noche anterior. Una molestia emocional
vibro en la boca de su estmago, la fastidiaba sentirse a la vez tan deseosa y angustiada.
Haca mucho que no se entusiasmaba tanto con nadie. Al mirar en la pantalla de su
aparato el nmero que pretenda contactar con el suyo, se puso an ms nerviosa: se
trataba de un telfono desconocido. Con lada de otro estado del pas. Pidi a la Virgen
Mara para que el cdigo fuese de Jalisco, de donde provena el Antroplogo. Antes de
contestar, junto sus manos en una plegaria y se persigno. Encomendndose a su Gran
Madre Protectora.
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Si vuelvo alguna vez por el camino andado
No quiero hallar ni ruinas ni nostalgias
Lo mejor es creer que paso todo como deba
y al final me queda una sola certeza:
haber vivido
(JOS EMILIO PACHECO -Certeza)
El hombre se despert a las cinco de la maana, pese a haber conciliado el sueo hasta
las dos de la madrugada. Tan slo tres horas no eran suficientes para que su cerebro
descansase. A pesar del agotamiento crnico, producto de largas jornadas de trabajo
acumuladas y el desvelo en el bule del da anterior, se puso de pi. Tena una reunin
demasiado importante. Planeada con mucha anterioridad y sumo cuidado con ayuda de
sus contactos.
Sali, ataviado en su abrigo de lana de manufactura purpecha, regalo de unos
informantes indgenas habitantes de la faldas del volcn Paricutn. Dejando con pesar la
comodidad de la habitacin en que usualmente se hospedaba en el Hotel Concordia. Un
establecimiento colonial ubicado en los portales del centro de Uruapan.
La oscuridad an lo gobernaba todo. Una pesada cortina hmeda recubra la
Plaza Central de la ciudad y los rboles gigantescos que la habitaban. El estmago le
rugi hambriento, recordndole que no haba cenado ms que cuatro tragos de Johny
Walker y varios cigarros. Pens en un plato de morisqueta: comida tpica michoacana
elaborada a base de arroz cocinado al vapor, salsa de tomate, caldo de frijoles,
cucharadas de crema y trozos de queso fresco. El cual complementara con un par de
cervezas heladas y sendos trozos de tasajo: carne de res o cerdo, salada y secada al sol
hasta deshidratarse. Saliv y se saboreo. Se lament de que a esa hora no hubiese
ningn establecimiento abierto para comer algo. Como nico consuelo encendi uno de
sus Whintons extra largos, que adquira en el Sanborns de la ciudad de Mxico o en el
del centro de Zacatecas, ciudad a donde tambin era asiduo. Una de sus predilectas.
Camin con el tabaco en la boca y las manos metidas en las bolsas de su rstico abrigo.
La melena negra recortada en capas se agit con el aire hmedo michoacano. Arrug su
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nariz para elevar el armazn de sus anteojos. Su cuerpo se estremeci ante la frialdad
del ambiente. Tuvo que caminar cuatro cuadras ascendiendo por una pendiente, la cual
conformaba la avenida que desembocaba en la entrada del Hotel Concordia, donde
pernoct.
A esas horas la caseta de ingreso al Parque Nacional ya era concurrida por varios
deportistas uniformados para hacer ejercicio. Pag los quince pesos del costo de entrada
y se intern en un sendero rodeado por robles, aguacates, eucaliptos y frondosos
ctricos. El Parque Nacional era un nicho ecolgico protegido y custodiado por el
Gobierno del Estado. Todo en el ambiente lo eran las plantas nativas de Michoacn, los
rboles, quienes robaban su espacio a la poca luz matinal que sobrevena. El rumor
indiscreto de los manantiales naturales, recorridos por el lquido helado e inquieto que
danzaba sobre las rocas de las fuentes y los nacimientos. El chapoteo de las truchas, los
bagres y las carpas, cuyos cuerpos obesos y resbaladizos ensayaban evadindose de las
redes indgenas que ms tarde los arrojaran, suculentos, a las cazuelas de aceite
hirviendo para el desayuno.
El Antroplogo ascendi ahora por una empinada escalera de roca. De no ser por
la suela de neumtico de sus sandalias de cuero, que permitan a sus pies semidesnudos
aferrarse con precisin a los mojados escalones de cantera, habra corrido el peligro de
resbalar y caer al vaco varios metros abajo. Portaba al hombro un morral de hilo, tejido
por manos huicholas en los confines de la sierra de Mezquitic. Trofeo de guerra de sus
viajes e investigaciones a travs de la rida frontera entre Jalisco y Zacatecas. En busca
de la ruta que presuntamente llevo a los pueblos precolombinos desde el Occidente de
Mxico hacia Tenochtitln y luego a Tulum, en el lejano Sureste del pas.
Persegua como un opimano a su droga, desde aos atrs, la incomprendida
hiptesis de que diversas culturas indgenas haban hecho un viaje en boomerang desde
Zacatecas, a travs de Jalisco y luego hacia el Centro de Mxico. Para luego retornar de
nueva cuenta hacia el Occidente del pas, y de nuevo volver a abandonar el Sur de
Zacatecas. En un sin fin de idas y vueltas que dur varios miles de aos. Guiados por las
profecas de Quetzalcatl y Tonantzin. l mismo naci en Colotln, un poblado ubicado
entre el Norte de Jalisco y la frontera con el estado de Zacatecas. En pleno Occidente de
Mxico. Colotln fue lugar de asentamientos humanos desde la Edad de Piedra, frontera
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desde donde los pueblos tolteco-chichimecas se defendieron durante milenios de las
incursiones de los pueblos brbaros del norte, de los que hasta ahora poco se saba, ms
que eran nmadas, fieros guerreros y practicaban el canibalismo. A travs de Colotln
surcaban antiguas rutas sagradas por las que transitaron diversos pueblos nativos de
Amrica con rumbo a sus sitios sagrados y rituales.
El Antroplogo abandon a los diecisis aos su comunidad, al finalizar el
bachillerato y march rumbo a la Ciudad de Mxico para estudiar antropologa en el
Instituto Nacional de Antropologa e Historia. Luego dej la capital del pas, asqueado
de su ambiente intelectual y de sus personajes culturales de inflamados egos. Regreso al
Occidente, igual que sus ancestros chichimecas, toltecas y los nmadas caxcanes, para
estudiar una maestra en historia, en la Universidad Autnoma de su amada Zacatecas.
Ciudad que sola visitar desde su infancia. Pese a las sugerencias de sus profesores
antroplogos e historiadores, se neg a continuar con la educacin universitaria formal.
Repudindola y sintindose asqueado de sus aulas y docentes acartonados.
Abandonando la posibilidad de ingresar a un doctorado, aunque ste le habra permitido
obtener trabajo en cualquier institucin. Abrazando en delante el autodidactismo. Se
dedic a la investigacin independiente. Contra la falta de fe de sus maestros y
compaeros antroplogos, logr obtener un financiamiento internacional para sustentar
su proyecto de la Ruta del Boomerang en el Occidente de Mxico. Como la haba
bautizado. Pese a las cruentas crticas que sin cesar reciba por parte de sus colegas en
los congresos de arqueologa, historia y antropologa, el Antroplogo segua
sosteniendo que la cultura del Centro de Mxico, que tanto exaltaban los capitalinos,
surgi no por generacin espontnea en Tenochtitln, sino que provena del Occidente
Mexicano. En un intercambio de ida y vuelta entre Centro y Occidente de Mxico,
desde Zacatecas y el Norte de Jalisco hasta el Lago de Texcoco, y probablemente luego
hacia el sureste del pas, hacia la Zona Maya en la pennsula de Yucatn, a lo largo de
miles de aos. Una ruta que una a diversos pueblos en una cadena incesante, donde
ocasionalmente se producan encuentros entre razas. Combatindose, sometindose
unos a otros, esclavizndose, exterminndose, comerciando o influyndose
mutuamente.
A la edad de treinta aos gan el Premio Nacional de Periodismo Cultural, por
un impecable artculo donde describa sus primeros hallazgos de la Ruta del
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Boomerang. Lo que le permiti publicar su primer libro y acallar a muchos de sus
detractores. Ahora se encontraba a dos meses de cumplir los treinta y tres. Vena
siguiendo el rastro a un chamn, un hombre de conocimiento mitad purpecha y mitad
huichol, quien representara un informante esencial para su investigacin.
Todo comenz un ao atrs, mientras trabajaba en el trazo de la Ruta del
Boomerang, realizando entrevistas, diseando mapas y midiendo terrenos, cuando se
top con un hombre medicina de la etnia wirrrica: un maracame: un hombre santo de
los huicholes. El afortunado encuentro ocurri en la Sierra del Norte de Jalisco: parte
de la infinita cadena montaosa de la Sierra Madre Occidental. Cuando por casualidad
contact a un anciano que supuestamente tena conocimiento de la ruta seguida por
antiguos caminantes indgenas. La fascinacin por el chamanismo atrap su atencin
por muchos meses y aparentemente le hizo abandonar su investigacin original. Se
dedic durante semanas a devorar textos clsicos sobre medicina tradicional,
consultando autores como Mircea Eliade y Michael Harner. Llegando hasta los
polmicos libros del propio Carlos Castaneda, a quien hasta entonces menospreci,
debido a los prejuicios provenientes del medio universitario donde se form. Los
antroplogos acadmicos repudiaban los textos eclcticos de Castaneda. Y en el fondo
envidiaban su xito. Ahora que el Antroplogo era un individuo libre, igual que
Castaneda, entenda ms y revalorizaba al enigmtico escritor y a su mtico Don Juan
Matus.
Pas muchas horas entrevistando brujos y maracames, transcribiendo
informacin y volvindola a escuchar infinitas veces en su grabadora de reportero. El
Maracame no slo le proporcion bastantes datos, sino que lo inici en un ritual con
peyote: la Planta Sagrada, junto con otros jvenes novicios. Luego de su primer viaje
mstico, lleg a la conclusin de que los chamanes indgenas le proporcionaran una
nueva clave para sustentar su hiptesis de la Ruta del Boomerang. Intuy a partir de
entonces, que el chamanismo mesoamericano consista en un conocimiento inicitico,
de origen tolteco-chichimeca, surgido en el Occidente de Mxico y extendido desde la
frontera entre Jalisco y Zacatecas hasta Alaska y Canad. Pero tambin en sentido
inverso: hasta la punta del Cono Sur de Amrica, con los pueblos de Chile y Argentina.
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Los secretos del chamanismo y su difusin por el continente le hacan sentir que
su Hiptesis del Boomerang no slo pareca cada vez ms palpable, sino que era an
ms trascendental de lo que imagin. Extendindose por toda Amrica, en una ruta
espiritual sin precedentes. De pronto todo estaba conectado y adquira sentido! Su
propia vida, su trabajo, su desarrollo espiritual, sus lecturas y sus escritos! Imagin a los
antiguos caminantes americanos recorriendo miles de kilmetros a pi. Surcando el
continente entero a lo largo de aos para visitar los Sitios Sagrados, realizar ceremonias
y transmitir sus enseanzas. Repentinamente, el Antroplogo se descubra a s mismo
como continuador de una tradicin de viajeros que partan desde el Occidente Mexicano
e inevitablemente regresaban a l.
Por fin subi hasta la cspide de la estructura rocosa donde terminaban las
empinadas y resbaladizas escaleras y se ape sobre un tronco viejo y podrido. Extrajo
de la cajetilla otro de sus Whinstons y lo encendi, dando desesperadas fumadas. Su
condicin fsica no era la misma a la de unos aos atrs, cuando era capaz de caminar
varios das recorriendo la Sierra Huichola sin perder el aliento y apenas comiendo lo
indispensable.
Sobrevivi a infinitas batallas: intelectuales, amorosas, espirituales, acadmicas.
El dao producido a su ser era inevitable. Su presin arterial era rpida y anormal, o
lenta y apesadumbrada, sus pulmones no jalaban el suficiente aire. Su corazn y su
espritu sufran a menudo de una insoportable tristeza y desilusin. Su vida estuvo tan
enfocada al trabajo de investigacin, a los libros y a la lucha por defender sus ideas, que
cuando ocasionalmente su corazn se abra para dejar entrar a una mujer, lo haca
abrupto y sin tregua. Entonces sobrevenan las duras decepciones y el rechazo. Y aquel
corazn, en cierto modo infantil e inexperto que se arriesgara irrefrenable, se replegaba
al final, receloso, herido y desconfiado.
Ya no fume tanto Antroplogo! El cuerpo es la casa del espritu y hay que cuidarlo.
Se escucho surgir una voz burlona de la nada. Era l: el informante a quien tanto
aor encontrar.
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No crea Pedro, no es fcil quitarse los vicios. Respondi el Cientfico, fingiendo
ecuanimidad, ocultando que la presencia de aquel sujeto lo turbaba.
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La maana entera, desde las seis hasta las once anduvieron escalando cerros, subiendo
pendientes, avanzando sobre escaleras de piedra, sumergiendo los pies semidesnudos en
charcos helados. Seguir el paso al informante no resultaba tarea nada sencilla. Deba
caminar tan rpido como l y sostener en todo momento con su brazo izquierdo su
grabadora de reportero para captar la incesante y sinuosa conversacin del sujeto.
Pedro Evangelista, a pesar de los setenta aos que ya sobrepasaba, se desplazaba
demasiado aprisa y responda las preguntas sin perder el aliento, yendo de un tema a
otro, desvindose del tpico central y llevando al Antroplogo hacia rincones
insospechados. De la conversacin barroca y fascinante de un indio autodidacta, al
bramido multisonoro del bosque. El anciano posea una condicin fsica inmejorable
que en mucho superaba a la del joven cientfico.
Al llegar a un claro, encima de un cerro de considerable tamao, luego de
escalarlo sin descanso, el Antroplogo se derrumb.
No se preocupe Antroplogo, ya vamos a desayunar. Anunci el viejo en tono burln.
En los aos de su trabajo de campo, atravesando la Sierra Madre Occidental, el
Cientfico aprendi de los huicholes a caminar en la montaa. Siempre le fascin la
elegancia y destreza con que los indgenas del Norte de Jalisco marcaban sus pasos,
seguros y meditados, como la danza de aves preciosas: cisnes o garzas blancas sobre las
piedras y los matorrales. Su andar por el monte semejaba una marcha alegre y
preconcebida por disciplinados mariscales. A cada paso, los wirras elevaban
moderadamente su pi y la respectiva rodilla, y luego depositaban sobre el suelo sus
plantas desnudas o apenas calzadas por modestas sandalias tejidas con fibra de maguey.
Pateaban el viento con levedad y dejaban caer su pi, como una flecha sutil clavada
sobre la tierra fra. Silenciosos. Discretos, hermosos y humildes. Apenas hacindose
notar en los parajes inhspitos de la cadena de la Sierra Madre Occidental. Como
queriendo no irritar con sus pasos a los espritus de la montaa, ni ofender a Tonantzin:
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la Diosa Madre tolteca quien tambin les era familiar a los miembros de la etnia
wixarika.
El Antroplogo pas muchas horas estudiando a los caminantes indgenas en su
recorrido por las veredas o travs del pleno cerro virgen. Ms tarde, al terminar de
escribir y estudiar sus datos, imitaba aquella marcha suave y gil, levantando
considerablemente cada rodilla, pateando el viento, como el zarpazo de un guila sobre
su presa cada, y luego depositando el pi, sin flexionar su arco en lo absoluto. Esto lo
convirti en un experto caminante de montaa, igual que sus ancestros indgenas: los
huachimontones, quienes tambin iban y venan desde el Occidente hacia el centro de
Mxico. Pronto descubri que esa suerte de marcha indgena, representaba muchas
ventajas para alguien que caminaba durante das con los pies desnudos, por entre rocas
y zarzales. Imagin que aquel estilo de caminar en el monte debi ser transmitido por
generaciones a lo largo de miles de aos. Que los viejos caminantes americanos
marchaban de la misma manera por la tierra agreste del Occidente Mexicano. Comenz
a utilizar siempre sandalias de cuero o yute para recorrer la sierra, igual que los
milenarios viajeros indgenas, o a ir sin zapatos como ellos, durante das y das bajo el
sol punitivo.
Pero esos eran ya otros tiempos perdidos. Luego de muchos aos de
investigacin incomprendida, pobreza y caminatas eternas, viviendo de la caridad de los
campesinos que lo obsequiaban con algn taco de frijoles, gan el Premio de
Periodismo Cultural y un financiamiento internacional. Su vida dio un completo viraje.
Se volvi flojo para caminar, perezoso para desplazarse, dej de hacer ejercicio y subi
de peso. No requiri esforzarse tanto. El dinero que necesitaba lleg a manos llenas y
an ms. Pudo adquirir una cmoda casa en su natal Colotln, donde mont su estudio y
una nutrida biblioteca, comprarse mejores ropas, conseguir todos los libros que
necesitaba y un moderno equipo de cmputo para escribir sus libros. Comer en los
restaurantes caros de las ciudades de Mxico que prefera, contratar hermosas
prostitutas en las noches solitarias y beber deliciosos tragos en elegantes tugurios.
Si los viejos cientficos sociales se negaron en algn momento a escuchar sus
teoras, el da de hoy un nuevo pblico comenzaba a prestarle odos. Los congresos de
humanidades y los foros universitarios se llenaban, ya no de viejos salitrosos y sordos,
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sino de ingenuos pero entusiastas jvenes. Un nuevo indigenismo, entremezclado con
ideas zapatistas, rock and roll, reggae, marihuana, cultura rastafari y talk shows
televisivos, se apoderaba de la escena antropolgica. Aderezado con un post-
anarquismo y una izquierda eclctica de lo ms extraos.
Aunque en lo absoluto se identificaba con estos distrados estudiantes de
antropologa, psicologa social, historia y letras, que le seguan, aprendi a tolerarlos y a
comunicarse con ellos. La mayora de ellos eran hasta ms de diez aos menores que
l, de melenas prolongadas, barba y atuendo hippie. Trataba de escucharlos con
paciencia y sin prejuicios, y saba con exactitud qu decirles para encender su
imaginacin. A cambio, ellos se convirtieron en un pblico fervoroso y fiel que lea sus
artculos y libros. Su primer libro, intitulado: Los Antiguos Caminantes del Occidente
de Mxico, escrito en un estilo que iba entre lo literario y lo antropolgico, mezcla de
novela y diario de campo cientfico, se convirti en un best seller bastante ledo en los
crculos de estudiantes de humanidades en toda Amrica Latina. Agotando pronto las
primeras ediciones y apurando incesantes reimpresiones. Le sorprenda y a la vez
incomodaba que la gente comenzara a reconocerlo en las ciudades que visitaba, en las
libreras y cafs, o en los conciertos a que asista en Zacatecas, Guadalajara, Ciudad de
Mxico o San Cristbal de las Casas. Que de pronto lo abordasen jvenes desconocidos
para saludarlo y pedirle que les autografiase libros. Cuando se presentaba en algn foro
acadmico o un congreso de ciencias sociales, los muchachos abarrotaban las aulas o
auditorios donde el Antroplogo hablaba. En ocasiones, se senta no tanto como un
cientfico social, sino ms bien una personalidad de la literatura de autoayuda o un
artista de rock. Sin saber cmo, sus libros y charlas, ms que como textos cientficos,
parecan ser ledos igual que guas de espiritualidad y recetarios de superacin personal.
La gente no pareca demasiado interesada en sus descubrimientos cientficos en
concreto, tanto como por los relatos de sus viajes y sus vvidas descripciones de las
rutas indgenas, que luego soaban con recorrer los jvenes idealistas al leer sus libros.
Finalmente, la gente necesitaba cosas que estimulasen su imaginacin, les sacasen del
tedio de sus vidas y les brindasen alguna estructura temporal a su existencia sin rumbo.
Aunque no le agradaba que su obra fuese entendida como textos de superacin personal
o de la New Age, finalmente las regalas de sus libros le permitan vivir sin preocuparse
por el dinero. Cuando se saturaba del ambiente de las ciudades y se asqueaba de los
congresos y foros organizados por comits estudiantiles y organizaciones culturales de
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jvenes, retornaba al Occidente: a Colotln, igual que los ancestrales viajeros indgenas.
Ah se refugiaba, escribiendo, escuchando msica y leyendo.
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La comida para Pedro Evangelista resultaba un rito de comunin con la naturaleza, con
los hombres y con el Todo. Contemplarlo masticar cada bocado ms de sesenta veces y
luego ingerir con suavidad el bolo alimenticio, consista en un espectculo al cual era
imposible dejar de asistir.
El anciano, sentado a sus anchas sobre una roca, los pies completamente
desnudos y callosos, la espalda recta, tomaba con sus dedos un puo de frijoles cocidos,
un trozo blanco y carnoso de pescado y una punta suave de tortilla recin hecha.
Posteriormente introduca con lentitud la mezcla aderezada con salsa picante dentro de
su boca. El Antroplogo cont sesenta masticadas a un solo bocado antes de engullirlo.
La escena lo haca por un lado sentirse avergonzado, pues l sola comer demasiado
aprisa y casi tragaba la comida prcticamente sin masticarla. Por otro, lo invitaba a
pensar en un nivel de autocontrol, templanza y seguridad personal sin precedentes por
parte del viejo. Cmo era posible que hasta en la comida, el indio pudiese denotar, sin
la menor muestra de presuncin, natural y fluido, tal como era, un elevadsimo grado de
autodominio?
Pedro Evangelista hablaba muy poco mientras coma. Escuchaba bastante, eso
s. Miraba atento y educado a sus interlocutores. Parpadeaba dulcemente. Apenas
asenta a las preguntas que el Antroplogo le haca, o a la chchara incesante de las
viejas que arrojaban a la manteca de cerdo hirviente el cuerpo regordete y sabroso de
una trucha, o sobre el comal una amarillosa tortilla de maz recin amasado. Pero la
carne: Pedro Evangelista eligi el pez ms pequeo, y a cambio pidi en su plato sendas
cucharadas de frijoles, ensalada de nopales con jitomate y cebolla, hongos con pimienta
y ajo, salsa picante de chile asado, guacamole y una tortilla de papa molida.
No hay que comer tanta carne. Le dijo al cientfico mientras se serva ms salsa picante.
Debes comer tambin otros tipos de alimentos para nutrir tu organismo.
El Antroplogo se maldijo. Haba elegido el pez ms grande y gordo, y adems
de las cucharadas de salsa y un poco de queso, evit en lo posible los vegetales. La
verdad es que se mora de hambre y la caminata lo extenu. Al ver su plato repleto de
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protenas y escaso de verduras y cereales, sinti vergenza por sus costumbres
alimenticias no muy reflexivas ni sanas. Prefera siempre comer ms carne, picante,
tortillas y pan, que todo lo dems. Las ensaladas y los vegetales le repugnaban. Pero no
era del todo su culpa. Era la cultura alimenticia pueblerina en la que creci. En su
comunidad natal, los vegetales no eran demasiado socorridos. A pesar de la escandalosa
pobreza que siempre asol el Occidente de Mxico donde naci, en los poblados de su
regin, la gente prefera la carne de puerco y el chile demasiado picante por sobre todas
las cosas. Las frutas, verduras y cereales eran alimentos de tercera categora que se
evitaban en lo posible, o a los cuales slo se recurra cuando no haba nada ms que
llevarse a la boca. La comida en su regin, para resultar sabrosa en verdad, deba cubrir
los suficientes requisitos de grasa y picante. De lo contrario no resultaba agradable.
Pedro Evangelista extrajo de su morral una botella de dos litros llena de agua
cristalina. En cambio, el Antroplogo mir su botella de un litro de refresco de cola, con
la que se empujaba los sagrados alimentos. De nuevo cay en la cuenta de que su
manera de alimentarse no era precisamente la ms adecuada. Teniendo en cuenta su
estado de salud actual, su elevada presin arterial y sus niveles de colesterol, an a pesar
de tener apenas treinta y dos aos de edad.
Termin de comer ms rpido que el viejo y que el resto de las personas
congregadas alrededor de las dos mujeres, quienes ofrecan sus guisos de comida tpica
michoacana, cocinados sobre brazas de carbn. Trag con voracidad toda la carne del
enorme pez de casi dos kilogramos y cinco tortillas bastante amplias. Al final se decidi
por servirse una porcin grande de frijoles negros cocidos y ms queso fresco. La
verdad es que no coma nada desde casi veinticuatro horas atrs. El estmago le daba
vueltas de hambre, devorndose a s mismo.
Pens en la riqueza y abundancia de la informacin que le proporcion el viejo.
Quien le habl de los orgenes del chamanismo, llegado a Amrica durante la Edad de
Hielo desde Siberia a travs del estrecho de Bering. De cmo probablemente los ritos
chamnicos se consolidaron en el Occidente de Mxico, adquirieron un matiz particular
y nuevos elementos como el peyote, y luego se difundieron por el resto del continente
hacia el Norte y hacia el Sur.
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Record la chica de la noche anterior. Con la caminata agotadora y el copioso
almuerzo la haba olvidado. Busc en su bolsillo su telfono celular y se dio cuenta que
lo dej olvidado en su habitacin del hotel. Se agot nada ms de pensar en todo lo que
tendra que caminar de regreso, atravesando el bosque del Parque Nacional y luego las
largas cuadras hasta el Hotel Concordia para tomar su telfono mvil y llamar a la
muchacha. Se recost sobre la hierba y cerr los ojos. Record la mirada le la de Ojos
Verdes, su cuerpo y su aroma. No pudo esperar ms. Se incorpor y se despidi de
Pedro Evangelista lo ms rpido que pudo. El anciano saboreaba tras su comida un
tabaco sin filtro fabricado con hoja de maz deshidratada. Se tomaron de las manos
prometindose un encuentro futuro en breve tiempo. Pedro lo jal de la mano hacia s y
le dio un abrazo clido, aunque apenas se conocan. El antroplogo se lo devolvi y
finalmente se separaron.
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A las cuatro de la tarde Yhajaira arregladsima se baja del taxi.
Se sorprende a s misma al ver cmo logr vestirse y maquillarse con tal
precisin en el menor tiempo, adems de alcanzar a llegar a la hora exacta de la cita.
Agradece a su oficio de bailarina por la destreza en el arreglo personal obtenida durante
aos de lipstick, sombras, rubores, tangas, minifaldas y tacones. Lleva su pelo rojizo y
alaciado suelto. Los ojos verdes enormes, resaltados con un maquillaje azul y blanco
impecable alrededor de los prpados y bajo las cejas. Un vestido negro muy ceido, por
encima de la rodilla. Infaltables, sus tacones que la elevan ms all de su ya de por s
considerable altura natural: casi un metro setenta y siete centmetros. Por su estatura y
elegancia, es imposible que los conductores que pasan a la orilla de la carretera no dejen
de soltar imprecaciones, piropos o sonidos de claxon.
A la distancia, el Antroplogo la contempla caminar por la orilla de la carretera,
aproximndosele. Lentes oscuros ochenteros enormes, al estilo de piloto aviador Top
Gun. La figura alargada y de curvas voluminosas. Elegante y segura al avanzar.
Quedaron de verse a la salida de la ciudad de Uruapan, en el camino hacia
Ptzcuaro Michoacn, donde se ubicaba un conocido restaurante de mariscos. Para
complacencia del gusto de la muchacha.
No se saludan besndose en la mejilla, sino dndose la mano. El Antroplogo se
muestra notoriamente tmido y serio, en contraste con la cachondez manifestada la
noche anterior. Le ofrece su mano y ella se queda congelada a la mitad de un beso de
cachete con el que pretenda recibirlo. La chica reacciona con incomodidad ante el fro
encuentro del hombre, pero rpidamente se adapta a la personalidad reservada del
sujeto. Ya ha conocido a otros tipos iguales o incluso ms fros y cambiantes, quienes
nicamente se ablandan hasta la segunda o tercera copas. As que se reacomoda
emocionalmente para manejar mejor la situacin.
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El Cientfico viste un pantaln de mezclilla y una camisa color caf. Su cabello
humedecido con fijador y relamido hacia atrs. Los anteojos perfectamente limpios y
cristalinos, la barba que comienza a cubrirle el rostro. Se dio un bao al regresar del
Parque Nacional. Se perfum el cuello y la camisa con otra de sus fragancias
predilectas: un Perry Ellis 360 Red.
Adora coleccionar perfumes, buena parte de sus ingresos los dedica a buscar y
adquirir raros aromas importados. Su sentido del olfato es uno de los principales
rganos, a la par de su visin, con el que contacta de primera mano y con el cual
conoce el mundo. En ms de una ocasin su nariz le salv la vida en la Sierra Huichola,
al detectar el olor a descomposicin de algn alimento pasado. Evitando comer algo que
en un momento dado, pudo causarle la muerte por el desate de una diarrea incontrolable
en medio del campo y de la nada. Incluso es capaz de conocer el carcter de una
persona, sus intenciones y pretensiones, si es de fiar o no, tan slo con la captacin del
aroma corporal y el humor emanados por un personaje desconocido, antes de permitir
siquiera que se le acerque. Olores personales y nicos de cada sujeto, hombre o mujer,
que l percibe desde ms de dos metros de distancia. Suele pensar que un buen aroma
corporal, de tolerable a grato e incluso cautivador, tiene que ver con un corazn limpio
y un carcter templado ante las adversidades. Las personas mal intencionadas,
manipuladoras, cobardes y mentirosas desde su experiencia, desprenden aromas
corpreos agrios, ptridos e infectos. Algo instintivo en el Cientfico lo hace alejarse al
instante de ellos.
Cabe aclarar que desde el inicio, la fragancia emitida por la piel y el cabello de
Ojos Verdes, lo fascin como ninguna otra desde hace muchos aos.
Su corazn late demasiado aprisa mientras acomoda un equipal de cuero para
que Yhajaira se siente. La chica se adelanta, acostumbrada a los buenos tratos y a la
caballerosidad, sincera o falsa de sus clientes, depositando su trasero amplio y compacto
sobre el asiento de baqueta. Luego l toma su lugar, quedando bastante cerca de ella.
Al sentarse establecen de manera natural una cercana, la cual hace que la
muchacha recupere algo de la confianza experimentada junto al Cientfico la noche
anterior. Confianza perdida momentneamente ante la mscara de frialdad con que se
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present hoy el hombre. Los tipos distantes, fros, calculadores y racionales, tienden a
resultarle interesantes de entrada, incluso a fascinarla, pero tambin a ponerla
sobremanera nerviosa. No sera la primera vez que se decepcionara de un
intelectualoide, o de un sujeto quien de pretender pasarse tanto de interesante, luego
resulta poco divertido, hueco y por dems complicado. La muchacha ya no quiere
involucrarse en lo absoluto con intelectuales, seres memorsticos, ostentadores de
discursos montados, y hombres que ignoran por completo lo que sienten y lo que
quieren de la vida. De esos ha encontrado a manos llenas en su camino.
Qu te tomas?
Pregunta l, utilizando un lugar comn desgastado hasta el hartazgo. Mismo que
ella neutraliza con su espontaneidad e irreverencia femeninas:
Ay, ahorita no me hables de bebidas, por favor, me urge comer, son casi las seis de la
tarde! Me muero por un ceviche y un filete de pescado!
Luego se re, contrariando al hombre.
Mesero!
Grita l nervioso, no sabiendo qu hacer ni qu decir.
Mesero, necesito! Me urge, un filete zarandeado con mucha Salsa Valentina! Y una
cerveza oscura!
Grita ahora ella en tono ensayadamente seguro, alzando su mano alargada de
uas de acrlico, decoradas a su vez con piedras de fantasa, tonos azules y amarillos. En
un gesto que es extensin de su desmesurado histrionismo. Tratando de disimular que
tambin ella est nerviosa. Pretendiendo ocultar que se encuentra feliz por que al fin el
hombre se decidi a buscarla en su telfono celular.
Mastican, engullen, se miran, luego evaden las miradas, beben y se vuelven a
mirar furtivamente. Yhajaira saborea cada trozo de su filete de pescado blanco asado
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sobre lea. El Antroplogo devora sendas tostadas de ceviche y bebe sin pensarlo tragos
de cerveza oscura.
Cuando despus de dar cuenta de su filete, la chica le avisa que va al bao, l se
atreve rosar la mano fina y alargada de la fmina antes de permitirle marcharse. Ms
que solamente tocarla, le coge los dedos largos y finos y los sostiene entre los suyos
por una fraccin de segundo. Como queriendo retenerla, que no se vaya.
A ella se le eriza la piel desde el crneo hasta la punta del culo. El Cientfico,
igualmente excitado ante la mezcla de la belleza de la muchacha, de su aroma, aunado a
la ingesta de los camarones y el ceviche, siente un cosquilleo en el ombligo y la ingle: el
anuncio de una cercana y preciada ereccin.
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Todos nosotros somos seres imperfectos que vivimos en
un mundo imperfecto. Y no debemos vivir de una
manera tan rgida, midiendo la longitud con una regla y
los ngulos con un transportador como si la vida fuera
un depsito bancario. No te parece?
Constantemente intentas que la vida se adecue a tu
modo de ver las cosas. Si no quieres acabar en un
manicomio, abre tu corazn y abandnate al curso
natural de la vida.
(HARUKI MURAKAMI -Tokio Blues)
Luego que sus libros comenzarn a enriquecerlo y brindarle popularidad, el
Antroplogo se dedic a contratar los servicios de bailarinas, putas y sexo-servidoras a
granel, a lo largo de casi seis aos en todo el pas. Al fin y al cabo ahora poda
pagrselos.
En cada ciudad que visitaba por motivos de diversin o de trabajo, peda a los
taxistas que lo llevaran a las denominadas zonas de tolerancia, siempre y cuando las
hubiese y fuesen seguras. Las cuales no eran ms que los conglomerados donde los
prostbulos, tables-dance y bules se concentraban, junto con todas las chicas dedicadas
a la mala vida. O solicitaba los nmeros telefnicos de las casas de citas ms notables
y prestigiosas, para pedir que le enviaran a su habitacin de hotel por lo menos una o
dos de sus mejores modelos femeninas.
Una vez encontrndose con ellas en la privacidad de las habitaciones de hotel, se
precipitaba sobre aquellos cuerpos, no en pocas ocasiones esculpidos artificialmente
bajo el bistur del cirujano plstico. Arrancndoles la ropa, chupndoles y mordindoles
los senos con voracidad, sin ningn ritual de cortejo ni seduccin previa. Las penetraba
sin pensarlo, rpido y desesperado, apenas calzndose el obligatorio preservativo que
las pirujas le exigan utilizar por encima de cualquier cosa. Y fornicaba con ellas,
mordisquendoles las bubis implantadas, apretndoles los glteos hasta lastimarlas y
marcarles la piel y convulsionndose como maquina de sodomizar, sobre las caderas de
aquellas mujeres, hasta eyacular sin variacin.
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Mientras tuviese el dinero para contratar aquellos lujosos servicios, se acost
con centenares de mujeres bellas y annimas a quienes pag fortunas de dinero y regal
con esplndidos obsequios. Gastndose buena cantidad de las ganancias producidas por
sus libros.
Le sorprenda a l mismo cmo cambi su vida. Comenz siendo un muchacho
pobre, nacido en la comunidad de Colotln, ubicada al Norte del estado de Jalisco, en
Mxico, un pueblo bastante lejano de la capital tapata. Afanndose desde nio en la
biblioteca municipal, leyendo cada libro de historia y de ciencias sociales cado en sus
manos, puesto que no contaba con ningn dinero para comprarse todos los textos que le
fascinaron en su adolescencia.
En aquel saln hmedo y solitario de Colotln, donde se empolvaban los cientos
de volmenes de humanidades que ley en totalidad, descubri Visin de los Vencidos,
de Len Portilla, Corazn de Piedra Verde, de Madariaga, el Chilam Balam y el Libro
del Consejo, mejor conocido como el Popol Vuh. Tena quince aos de edad cuando se
embebi con estas obras y decidi consagrarse para siempre al estudio de las culturas
precolombinas. Siendo muy pobre, hurfano de padre y madre, criado por un to
campesino quien le transmiti frrea disciplina en todo lo que emprendiese, logr
conseguir una beca proveniente de fondos internacionales. Hbil como era para los
idiomas desde muy joven, logr dominar el ingls traduciendo canciones de Mick
Jagger, Freddy Mercury y Carol King, y repitiendo en voz alta las lecciones
provenientes de unos anacrnicos acetatos de los aos cincuentas para ensear el idioma
de John Lennon y Jim Morrison; sus dolos. Era el inicio de su incursin en las lenguas:
ms tarde lograra dominar el nhuatl, el huichol y el alemn, estudindolos
autodidactamente. La primera carta que redact en ingls la dirigi a la fundacin Henry
Ford, solicitando apoyo para poder marcharse de Colotln tras finalizar el bachillerato y
dirigirse a la ciudad de Mxico a estudiar antropologa. Su ingls surtira el efecto
deseado, porque a los dos meses recibira otra, redactada en la misma lengua, como
respuesta positiva a su peticin.
Siguieron sus aos de estudiante del Instituto Nacional de Antropologa, en la
ciudad de Mxico. Sus correras por la Calle Donceles y Tacuba en busca de libros
usados, los conciertos de los Caifanes y del Tri en el Zcalo. Las horas solitarias en la
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oscura sala de la Cineteca Nacional, mirando los festivales internacionales de cine. Su
retorno al Occidente del pas, cuatro aos ms tarde para estudiar la maestra en historia
en la ciudad de Zacatecas.
A pesar de su gran facilidad para el dominio de las ciencias humanas y los
idiomas, siempre padeci una severa timidez e incapacidad para relacionarse con las
mujeres. Hasta antes de que su primer libro, Las Rutas Ancestrales de los Antiguos
Caminantes le proporcionase un xito econmico inesperado, nunca tuvo novia, ni
jams se acost con mujer alguna. Con los primeros ingresos por las regalas de su
texto, se dirigi a una casa de citas de la Colonia Roma en la Ciudad de Mxico y
perdi su virginidad a manos de una rubia de gigantescos pechos, quien se meti
desnuda con l en una tina de hidromasaje, desvirgndole su miembro de un sentn, no
sin antes habrselo acariciado largo y tendido bajo el agua burbujeante.
Aquella vida excitante, plena de sexo, tabaco, la infaltable mariguana que
tambin le encantaba, y de mujeres quienes representaban cada vez rostros novedosos y
cuerpos tentadores que gozar, termin una noche en la ciudad de Monterrey.
Haba ido hasta aquella ciudad en el extremo norte de su pas, exclusivamente
para asistir a un concierto de una de sus bandas de rock predilectas: Pearl Jam. A
quienes quiz nunca ms tendra ocasin de escuchar en vivo, por sus escasas visitas a
Mxico, adems de los problemas legales del vocalista de la banda con las empresas
internacionales distribuidoras de tickets.
Previamente, el Cientfico se inform del nmero de la casa de citas ms
prestigiosa de la Ciudad Regia, carg con sendas cajetillas de cigarros y contrat a una
chica alta, culona y de enormes senos. Tal como las prefera: bastante dotadas por detrs
y por delante.
Pidi a la muchacha que lo acompaase al concierto y pag tambin por su
boleto de entrada. Esa noche estaba feliz, escuch la voz poderosa de Eddie Vedder y
los acordes de su banda, se ri bastante, fum casi dos cajas de cigarros en cuatro horas,
bebi cinco tequilas, manose, abraz y bes a la bella desconocida, a quien prometi
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buena propina a cambio de acompaarlo al concierto y luego irse a la habitacin a
realizar lo suyo.
Sin embargo, una vez en el cuarto del hotel, su miembro se neg por completo a
realizar la familiar ascensin. Se qued empequeecido y tmido, recogido junto con la
rugosa bolsa del escroto. Jams le ocurri cosa parecida, hasta antes de aquel incidente
en la ciudad de Monterrey, bastaba el aroma del perfume de las putas, o una ojeada a los
ostentosos escotes que lo enloquecan, para que su verga se irguiese, gruesa como
tronco, presta para penetrar un cuerpo nuevo, tibio y perfumado.
Pero esta vez no ocurri as. El Antroplogo se qued recostado, contrariado y
confundido sobre la cama de hotel. Invadido de ansiedad y angustia. Con su pene
achicado y tmido. La bella mujer le dijo que no se preocupara, que en ocasiones ocurra
de tal manera. Recogi su propina y se march, dejndolo solo y deprimido.
Algunos intentos con otras mujeres ms, pero su miembro se neg a responderle.
No lograra acostarse con mujer alguna desde entonces. Comenzara un negro pero
ilustrativo episodio de su vida, en el que se refugiara en el alcohol y el tabaco, dejara
de caminar como sola hacerlo, recorriendo las antiguas rutas indgenas, y subira
bastante de peso, consolndose al visitar restaurantes, taqueras y pescaderas.
Perdiendo el entusiasmo por las rutas indgenas, las caminatas y los viajes en la Sierra
con la finalidad de entrevistar a algn informante. Devorando cada vez nuevos platillos,
engullendo comida con el mismo entusiasmo que en otros tiempos recorriera
prostbulos, bules y casas de citas.
Tambin ley mucho. En esos aos de impotencia sexual y abstinencia forzada,
ley sin parar hasta dos o tres libros por semana. Repas los clsicos de la antropologa
que estudiara durante su licenciatura. Aprendi portugus por su cuenta, estudiando con
unos discos compactos e incursion en el psicoanlisis, pretenda asimilar parte de su
mtodo para incorporarlo a su trabajo antropolgico. Devor muchos textos de historia
de Mxico, obteniendo bastante placer con la triloga de La Cristiada, escrita por Jean
Meyer.
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Y descubri la literatura. En aquella poca de estados de nimo grises, temores,
depresiones y tristezas, ley de principio a fin numerosas novelas y libros de cuentos.
Se fascin con Juan Rulfo y Agustn Yez, identificndose bastante con las obras de
ambos autores, jaliscienses igual que l. Paulatinamente fue concedindole un enfoque
crecientemente literario a sus trabajos antropolgicos. Aunque intuitivamente, desde su
primer libro ya se haba acercado al gnero de la novela antropolgica.
Escuch alguna vez que San Agustn se volvi un erudito despus que la
impotencia sexual se apoderara de su miembro, tras dcadas de orgas, bisexualidad y
sexo desenfrenado. De algn modo se explicaba a s mismo su situacin, comparando su
vida con la de un monje del Medioevo, igual que Agustn de Hipona. Se consolaba
pensando que en delante, su existencia, a pesar de contar apenas con 32 aos, estara
consagrada a la lectura, la escritura y la investigacin. Nada ms de sexo. Aunque a
veces, como la noche anterior en Uruapan, se escapaba ocasionalmente a algn congal
para admirar a las encueradas, recordando sus grandes pocas de placer carnal.
La noche del Manantial con Yhajaira era la primera vez en cerca de cuatro aos
que de manera natural se ergua su miembro. La primera ereccin en aos. Por ello,
adems del atractivo inusual que le despertaba la bailarina guerrerense, es que decidi
buscarla, para averiguar si era posible volver a acostarse y estar con alguna mujer de
nueva cuenta.
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Cuando muri su madrina, Yhajaira contaba diecisis aos. Decidi dejar la casa de la
anciana bruja en Guerrero y marchar con rumbo a la ciudad de Morelia en busca de una
nueva vida y aventuras en algn lugar donde no la conociera nadie. Pensaba en
experimentar una existencia diferente, plena de estmulos citadinos y vida nocturna en
una capital mucho ms movida que su comunidad en la Sierra del Estado de Guerrero.
Su primer trabajo fue en la trastienda de una librera esotrica, leyendo la baraja
espaola y el tarot a variados clientes. Aprendi a manipular ambos tipos de cartas bajo
la tutela de la bruja desde que era nia, y a estudiar la personalidad de los
consultantes desde la primera ojeada. Pronto crecieron sus admiradores, que asistan
con la hermosa pitonisa para que les predijera el futuro y les proporcionara consejos
para sus vidas. Ah conoci a un sex dealer que se dedicaba a acomodar muchachas
hermosas en diversos congales del pas y la invit a trabajar como desnudista,
prometindole dinero rpido a cambio de vender sus encantos.
Durante un sueo se le apareci su difunta madrina, proporcionndole la
anuencia para convertirse en bailarina, siempre y cuando la msica que acompaase sus
nmeros fuesen boleros, que tanto gustaban a la bruja. Cansada de las bajas propinas
que reciba por las lecturas de cartas y con el deseo de encontrar una vida mejor, decidi
convertirse en desnudista.
En su carrera de ms de diez aos como bailarina, Yhajaira conoci a muchos
hombres y mujeres, y se convirti en amante de varios de ellos, al inicio sin discriminar.
Pero con el tiempo se volvi ms y ms exigente.
Hasta hace poco se dio cuenta que en cada encuentro sexual se entregaba y
desbocaba toda su alma en busca de algo intangible y etreo, con la esperanza de
encontrar un amor. Pero fallaba en cada intento. Luego se volvi cada vez ms selectiva
con sus clientes y sus amantes. Se haba decepcionado de demasiados hombres y
mujeres, cada uno le prometa el cielo y todas las estrellas en un palmo, y luego se
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marchaban, o pretendan controlar su vida, procurando esclavizarla y cortarle sus
preciadas alas.
El ltimo gran intento de luchar por el amor fue cuando se lig a un apuesto
traficante proveniente de Sonora. Era algo ms joven que ella, con hermosa sonrisa y
ojos azules. Mova buena parte del mercado de alcohol ilegal y autos robados, adems
organizaba peleas de gallos. l le llev serenata una madrugada con un prestigioso
mariachi y le declar su amor a la mexicana. La muchacha crey que al fin encontraba
lo que desde aos atrs busc con tantas ansias. Dej los congales y el baile y se march
con l a vivir a la ciudad de Culiacn. Dispuesta a convertirse en ama de casa y amarlo
sin condiciones para siempre.
No pasaron ms de seis meses cuando el joven pretendi controlar la vida de
Ojos Verdes en su totalidad. No le permita salir de la casa, la tena amedrentada y
amenazada con la promesa de matarla si se atreva a dejarlo o lo engaaba. El hombre
jur amarla desde el inicio, pero desarroll unos celos enfermizos que le hacan pensar
todo el tiempo que Yhajaira se acostaba con otros hombres. La muchacha intent huir
en una ocasin, ms su novio le propin una dura golpiza luego de encontrarla en la
central de autobuses, a punto de marcharse de la ciudad, y la subi tirndola por los
cabellos a una camioneta. Casi la manda al hospital por las lesiones. Llegando un punto
en que no le permita siquiera salir a la esquina.
Desesperada, tras ocho meses de reclusin, desengaada de su amor, record el
nombre de un antiguo cliente norteamericano con quien sostena una cercana amistad.
El extranjero la quera y le rog varios aos para que se casara con l y se fuese a los
Estados Unidos. Era su amigo al fin y al cabo. Yhajaira se acord del nmero de celular
que sola marcar en la ciudad de Morelia para contactar al gringo en Michoacn.
Ignoraba si el americano se encontrara en aquellos momentos en Mxico, o
posiblemente estuviese de viaje en el extranjero, como sola hacerlo. Era la persona en
quin ms poda confiar en ese entonces.
En la casa del traficante no se le permita realizar llamada alguna. El telfono
estaba clausurado y la puerta cerrada con candado la mayor parte del tiempo. El joven
utilizaba a la chica como esclava sexual. Le compraba tentadoras y minsculas piezas
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de lencera: tangas, sostenes, babydolls y ligueros, obligndola a esperarlo por las
noches, vestida con aquella ropa sensual, nada ms para llegar y penetrarla por el culo.
La chica pasaba el resto de los das mirando la televisin, ojeando revistas,
llorando o leyendo algunos libros que los asistentes del muchacho le llevaban, y
conversando con aquellos hombres. A tal grado de hacrselos amigos y ganarse cierta
confianza de parte de ellos.
En otro sueo volvi a aparecrsele su madrina, dicindole que era el tiempo de
regresar a Michoacn y retomar su carrera de bailarina, tras casi un ao de reclusin.
A la maana siguiente uno de los colaboradores de su novio olvid su telfono
celular en la sala de aquella casa. Yhajaira supo guardarlo entre su escote y esperar
hasta encontrarse por completo sola. El muchacho y sus hombres tardaban a veces
varios das en regresar, dejndole vveres y agua para que pudiese subsistir. Quedndose
sola la mayora del tiempo.
En un inicio temi que el telfono mvil estuviese interceptado por aquellos
hombres malvados, capaces de cualquier cosa. Ms tarde, tras tomar una breve siesta
sobre un silln, la invadi un sentimiento de seguridad sin precedentes. Llor
demasiado, prcticamente la violaron en bastantes ocasiones en los ltimos meses, la
golpearon y le desgarraron por detrs al poseerla. No tena nada que perder. Ya no
amaba al hombre, incluso lo detestaba, nada la retena a su lado.
Marc de memoria el nmero de su amigo gringo y antes que transcurrieran
cinco minutos, estaba saludndolo y ponindose de acuerdo con l para que la recogiese
la maana siguiente en un centro comercial de la ciudad de Culiacn.
Desde varios das atrs medit sobre la posibilidad de escalar una frondosa
palma que se elevaba por encima de una de las bardas del jardn y salir de la casa a
travs de ella. Tom del closet apenas dos cambios de ropa y algo de dinero que tena
guardado de otras pocas, puso todo en una mochila mediana de tirantes, junto con su
cepillo de dientes y un ejemplar de Los Evangelios para Sanar de Jodorowsky, libro
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que mand comprar con uno de aquellos hombres quienes le tenan secuestrada, un
texto que le proporcion bastante consuelo en los ltimos meses de aislamiento.
An con miedo a que llegaran aquellos sujetos y la descubriesen, Yhajaira subi
por el tronco de la palmera, resbalndose y lastimando sus manos, pero cogindose con
bastante fuerza. Todo el trabajo fsico desempeado durante su infancia y adolescencia
en casa de su madrina la bruja, amn del fortalecimiento durante su baile como
desnudista en el tubo, fortalecieron sus extremidades lo suficiente como para no olvidar
que nada la hara caer hacia el vaco de ms de cuatro metros que representaba la barda.
Tena la seguridad de que saldra ilesa y se librara de modo definitivo de aquel asunto,
a pesar de los obstculos.
Una vez casi en la cumbre, Yhajaira se sujet poderosamente con su brazo de un
arco de cantera que se extenda por encima de la barda del jardn. Elev su pierna todo
lo que pudo raspando su rodilla contra la roca, y cuando menos acord, ya tena medio
cuerpo fuera de aquella casa que la tuvo prisionera durante casi un ao. Una patrulla
policial que realizaba su ronda en aquella zona residencial pas a unos cuantos metros
de la chica, sin que los oficiales la vieran. Cuando se alej, la muchacha columpi su
cuerpo hacia el exterior, sujetndose de unos helechos silvestres nacidos sobre la barda
de roca, arrancndolos sin quererlo, pues no podan sostener su cuerpo alto y macizo de
piernas largas. Cay amortiguando el golpe sobre el csped del jardn exterior,
lastimndose de cualquier manera el tobillo, pero pudindose levantar y caminar todo lo
rpido que le permita su torcedura, alejndose de aquella colonia. Enfilndose a toda
prisa hacia su libertad.
Temblorosa, adolorida, magullada, murindose de miedo, se coloc sobre el
rostro sus gafas color caf oscuro para ocultar algunas lgrimas y su cutis sin maquillar.
Reacomod su cabello, atndolo con una dona de algodn en una bella cola rojiza y
renqueando, se aproxim a una avenida grande de cuatro carriles en donde consigui
detener un taxi. Nadie la vio salir, nunca ms pisara la ciudad de Culiacn de nuevo.
Logr encontrarse con el gringo una hora ms tarde. El hombre haba llegado
hasta aquella ciudad manejando durante toda la noche en una camioneta ltimo modelo.
Yhajaira lo abraz y comenz a llorar. No estuvo con un rostro ni una voz amiga desde
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hace meses. El Gringo enfil su vehculo con rumbo a la ciudad de Guadalajara y de ah
al Distrito Federal.
Se ocult con la Ciudad de Mxico por casi tres meses en casa del
norteamericano, con el temor a que su ahora ex novio la buscase o diera con su pista y
la de su amigo. Si aquel joven descubriera su rastro, no tardara en hacerles sufrir su
venganza, torturndola y matndola junto con su cmplice. Pero como cosa
providencial, quiz la ayuda de su madrina desde el Ms All, escuch una maana en
el noticiero que su joven ex amante fue secuestrado mientras sala de su casa,
precisamente la de Culiacn, de donde huyo la chica semanas antes. Lo golpearon y
subieron a la fuerza a la cajuela de un vehculo desconocido. La muchacha lament la
suerte de su ahora ex novio, aunque en cierto modo agradeca al cielo que aquel hombre
perverso desapareciera del panorama, permitindole retomar su carrera como bailarina
sin temor alguno.
Regres a la farndula, esta vez ya no en la ciudad de Morelia, sino en Uruapan,
como a una hora y media de la capital del estado. Fue cuando comenz a trabajar en el
Manantial, donde ms tarde conocera al Antroplogo.
Un ao antes de su encuentro con el Cientfico, alguien le cont que finalmente
haba aparecido el cuerpo de su ex. Al parecer, al joven delincuente lo mantuvieron
encerrado durante meses, torturndolo horriblemente, hasta que al final alguien se
compadeci de l y le dio un tiro en la cabeza. Encontraron su cadver desnudo y
magullado en Guamchil, una pequea ciudad ubicada como a dos horas de Culiacn.
Al parecer los autores del homicidio eran miembros de una banda contraria al grupo con
el cual colaboraba el joven.
Yhajaira sinti algo de tristeza, pero, principalmente, liberacin.
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Antes de cruzar la avenida, el Antroplogo pas su brazo alrededor de la cintura de la
muchacha. Lo hizo de modo natural, consecuencia de la comida, que al final result
suculenta y grata. Tras la ingesta de los pescados asados sobre brasas de lea
michoacana, de las tostadas de carnoso ceviche, cortado en blandos y regordetes trozos,
curtidos previamente al limn y al perejil. De la conversacin enriquecida con la risa
sexy y blanca de la fmina, y del oscuro humor del hombre. Quien gustaba burlarse
sobremanera de s mismo, riendo y contemplndose ante el espejo tragicmico de su
borrada autoimagen, ya desgastada y derrumbada por las vivencias y los tropezones de
la vida. Luego tambin de los espumosos cafs capuchinos y del pastel de las tres
leches, el favorito de Yhajaira, ordenados al finalizar el copioso festn.
La muchacha se sorprendi no slo riendo, sino carcajendose con las
ocurrencias del Cientfico. As que acordar ir al cine para pasar el resto de aquella tarde-
noche juntos, era algo automtico y fcil.
Se dej rodear por el brazo del hombre, complacida, sintiendo un calorcito que
le reconfortaba su cintura. Luego avanzaron hacia la plaza comercial donde se ubicaban
las cerca de veinte salas cinematogrficas.
Djame escoger la pelcula a m, S.?
Le susurro la chica mientras continuaban abrazados, mirando los letreros
gigantes donde se presentaban cerca de veinte opciones distintas para elegir en diversos
horarios durante el resto de la tarde ya oscurecida.
Una de Tarantino estara bien.
Lanz el Cientfico sin desear presionarla, pero evidenciando que no estaba
dispuesto a someterse a dos horas de tortura, aguantando un churro hollywoodense
irrespirable.
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Yhajaira vacil, medit la opcin que le brindaba el hombre: Inglorious
Bastards, la ltima pelcula de Quentin Tarantino. Quera complacerlo, pero tema por
otro lado verse abrumada con un filme hiperviolento que la hara sentirse nerviosa
incluso durante varias horas despus de salir del cine. Lo pens mucho, mir al hombre,
casi aburrido por su indecisin, y decidi darle por su lado.
Yhajaira era una chica inteligente, aunque no termin sus estudios primarios
ley todos los libros que caan en sus manos, muchos recomendados por clientes
bastante cultos, como buenas novelas, best sellers, y respetables libros de autoayuda.
Convers igualmente durante sus aos de bailarina con todo tipo de hombres, de los
ms variados estratos sociales y niveles culturales, desde campesinos y chferes de
camin hasta profesores universitarios, artistas, cientficos e intelectuales. Todos
cautivados por sus encantos. De todos ellos aprendi o se qued con algo. As que en su
haber se encontraban almacenadas y concentradas un sinnmero de experiencias propias
y de otros que enriquecan su vida interiormente y la volvan una mujer bastante
perspicaz y aguzada. Amn de la rica experiencia y sabidura oral transmitidas por su
madrina la bruja durante su infancia y adolescencia. Conoca algo de cine, entre un
millar de comedias rosas norteamericanas y unas cuantas de terror, tuvo la suerte de
contemplar algunas buenas piezas de cine-arte y del cine clsico mundial en compaa
de sus cultos clientes. As que Tarantino no le resultaba del todo desconocido, aunque
en su interior prefera las comedias romnticas.
El filme result ciertamente sangriento, pero a la vez divertido, incluso bastante
inteligente, cosa que ella supo apreciar, pese a sus nervios.
Hacia el final de la pelcula, el cientfico se acerc a su cuello perfumado y lo
bes. Ella volte su rostro mientras aparecan los crditos finales y uni su boca con la
del hombre, que le resultaba insoportablemente varonil e irresistible. Se besaron con el
mismo ahnco de la noche anterior. l no logr evitar acariciar uno de sus pechos bajo
la oscuridad, lo fascin el tamao del seno, su temperatura, consistencia y forma. Algo
se anunci presuroso en su entrepierna, anhelado en todo su esplendor desde aos atrs.
Si seor! Se trataba de una ereccin amplia, dura, voluminosa y plena, como
las de antao!
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Esa noche l se encarg de llevarla hasta su apartamento en un taxi. Pidi al
chofer que lo esperara mientras la acompaaba hasta su puerta en el cuarto piso de su
edificio.
Ella era un ser de luz de tan contenta. l emanaba entusiasmo por todos los
poros, la barba crecida y oscura. Quiz en ese frenes de deseo y alegra, la sinceridad
los arrastr hasta el lmite de sus actos al despedirse. El Cientfico ya se crea
enamorado. Por su parte, Yhajaira pretenda mostrar todas sus cartas desde un inicio y
no esconder nada. Sus numerosas experiencias con el sexo y el amor le ensearon que si
quera que las cosas salieran bien, antes que nada deba ser lo ms sincera posible.
Durante muchos aos Dijo tmidamente el Antroplogo. He tenido problemas de
ereccin. Y creo que por fin me estoy curando.
Ella sonri sin ninguna malicia al escucharlo, luego pronunci, serena pero un
tanto conmovida:
Yo nac con un pequeo pene, pero soy una mujer de pies a cabeza.
No lo dudo ni por un momento. Agreg el Cientfico.
Y se besaron en la oscuridad del pasillo.
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La maana volvi a transcurrir rpida y con mucha agitacin, ascendiendo por
interminables escaleras de roca, escalando cerros, trepando el tronco de viejos rboles,
corriendo y sumergiendo los pies en charcos y riachuelos. Todo era por seguir el paso al
viejo Pedro Evangelista, pero en esta ocasin no pretenda entrevistarlo ni obtener sus
testimonios como chamn para redactar algn libro.
Ay, ya no puedo ms!
Se quej el Antroplogo.
Aguanta! Si quieres curarte de tu sexo tendrs que hacer lo que yo te pida.
Orden el anciano.
Ya tengo hambre y no me quedan nada de fuerzas.!
Insisti el Cientfico.
Parte de las prescripciones del brujo para que el Antroplogo superase su
impotencia sexual, consistan en practicar bastante ejercicio todos los das y muy
temprano, pese al fro y la lluvia. As como erradicar por completo de su vida el vicio
del cigarro. Segn el indio, bastante de su problema de ereccin se deba al consumo de
tabaco excesivo, mismo que min en los ltimos aos el trabajo de su corazn y de su
circulacin sangunea, incluyendo en su sexo y en todos los vasos que irrigaban la
totalidad de su cuerpo. El Cientfico saba que hasta sus ojos comenzaban a sufrir las
consecuencias del dao a la circulacin de su sangre, mermando su capacidad visual y
poniendo en riesgo su valorada percepcin de imgenes variadas, paisajes, colores y luz,
a los cuales tanto amaba. La graduacin requerida por sus anteojos aument en un
tiempo relativamente corto, junto con el grosor de los cristales. Senta tristeza al tomar
de repente conciencia de cmo permiti que su salud fsica y espiritual se deteriorase
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tanto en los ltimos aos a causa de tonteras, decepciones y apegos que no valan la
pena, tambin de hbitos alimenticios deplorables.
Para que su pene se irguiese de nuevo con normalidad, deba oxigenar la
totalidad de sus clulas, echar a andar los msculos y fortificar el corazn y los
pulmones. De modo que la sangre pudiese irrigar con la suficiente presin su verga,
tanto como para conseguir una ereccin firme y poderosa, durante el tiempo adecuado y
disfrutar de nueva cuenta del sexo.
As mismo, deba abandonar casi por completo la ingesta de carne,
principalmente de vaca y cerdo, tambin la leche y los quesos que tanto le gustaban. El
exceso de grasas y protenas animales contribua del mismo modo, segn le sealara el
brujo, a la obstruccin de sus venas y arterias y al enlentecimiento de su flujo
sanguneo. En su lugar, ingerir vegetales y cereales. Dejar del todo los refrescos
embotellados y cualquier tipo de alimentos procesados, a los cuales Pedro Evangelista
sola llamar comida basura. El panorama futuro en cuestin de su fascinacin por la
comida y el tabaco se presentaba triste. Pero todo aquello vala la pena si es que lograba
que su miembro se echase a andar de nuevo. La posibilidad de estar en la intimidad con
Yhajaira lo estimulaba demasiado.
Desayunaron sentados sobre rocas volcnicas, arrojadas por el nacimiento del
volcn Paricutn hace casi cien aos y acomodadas igual que asientos en derredor del
fuego. Congregados en torno a la lata de manteca calentada con brasas de carbn que
serva como estufa a la indgena purpecha, quien venda pescados fritos, tortillas
hechas a mano y diferentes guisos michoacanos. Junto a ellos se encontraban otros
indgenas, campesinos, turistas curiosos de la comida michoacana y deportistas
mestizos que echaban un taco de frijoles con chile y queso o un pescado frito en
manteca de puerco despus del ejercicio fsico matinal en los linderos del Parque
Nacional.
El hombre se vio obligado a comer un plato de verdolagas con jitomate, cebolla
y chile serrano, tambin unos tacos de ensalada de nopales con cilantro y una trucha
pequea hervida al vapor. En lugar de refresco embotellado, apuro sus bocados con
tragos de helada agua natural, extrada de los manantiales del Parque Nacional. Su
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lengua y sus papilas gustativas extraaron el estmulo fuerte, excitante y adictivo para
su gusto, de la manteca enchilada y la carne con mucha sal que lo enloquecan a diario.
A pesar de ello, su paladar mal educado y consentido durante toda una vida con los
antojitos mantecosos y salados, comenz a apreciar las ensaladas de vegetales crudos
con tortillas y chile, y la carne blanca de pescado con poca sal y cero grasas.
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Se mir al espejo y contempl sus mejillas y cuello cada vez ms oscurecidos y
poblados por la barba azulosa y negra. El cabello en su rostro, la melena prolongada
azabache le llegaba a los hombros y los anteojos gruesos, comenzaban a proporcionarle
un aspecto crecientemente rudo, viril y a la vez inusual. Pens en dejarse crecer an
mucho ms la barba y el cabello.
Se sonri, complacido de s mismo: por primera vez le gustaba lo que vea
cuando se colocaba ante al espejo. Era la primera ocasin en su vida que lograba
parecerse fsicamente a lo que soara desde siempre que quera llegar a ser. Se gustaba,
su imagen era cada vez ms cercana a su ideal. Y eso lo haca sentirse fuerte y feliz
sobremanera.
Pedro Evangelista le deca que la barba crecida y abundante era seal del
aumento de virilidad, el incremento de una actitud masculina y de seguridad en s
mismo creciente. De seguro, el fortalecimiento fsico y espiritual de un hombre
incrementaba no slo las fuerzas psquicas y emocionales, sino la produccin de
hormonas masculinas en su organismo. Notaba que desde que practicara los ejercicios
prescritos por el brujo, le naca ms cabello en el rostro, las mejillas y el cuello.
Tambin perda peso paulatinamente, volviendo su cuerpo ms gil y flexible.
Llevaba varias semanas ejercitndose a diario bajo la tutela del brujo y
encontrndose por las tardes con Yhajaira para besarla y estar con ella. Estaba a punto
de cumplir los 33 aos de edad y segua crecindole la barba pese a ya no ser un
adolescente y haber detenido su desarrollo fsico hace ms de una dcada. O por lo
menos creyendo que su crecimiento corporal ya no continuara hasta ahora. Ante esto,
Pedro Evangelista le repeta que cada quince aos, segn las tradiciones indgenas del
Occidente de Mxico, el hombre y la mujer renacan de nueva cuenta despus de cierto
periodo de aos, renovando la totalidad de clulas de sus organismos. Contrario a la
teora evolucionista, en la cual fue formado acadmicamente el Cientfico en la escuela
de antropologa, la cual sealaba que el ser humano, conforme transcurren los aos, se
encaminaba hacia la vejez, la corrupcin de sus funciones y la muerte irremediable.
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El Antroplogo estaba a punto de entrar a la edad del Mecas: Jesucristo. Un
perodo de la vida que deba aprovechar a toda costa, segn enfatizara el brujo, para
hacer resurgir su virilidad, hombra y fuerzas interiores. Extirpando de su corazn todos
los miedos, egosmos, rencores e inmadurez. Las tradiciones indgenas del Occidente
parecan indicarle que era posible renacer en cada nueva etapa de la vida, siempre y
cuando sortease con xito las pruebas correspondientes a cada nuevo estadio de su
desarrollo. Empero, a pesar de contemplar las evidencias innegables del renacer de su
organismo y de su sexo, an le costaba asimilar la idea de la renovacin y recreacin
celular, propuesta por las culturas precolombinas, misma que contradeca todo el
racionalismo y el darwinismo que impregnara su visin de la vida y el hombre. A l le
haban enseado que las neuronas moran una vez daadas por el paso de los aos y el
uso de las drogas, y que no se regeneraban de ningn modo. Los acadmicos y tericos
occidentalizados crean fehacientemente que una vez iniciado el proceso de corrupcin
de la mente y la carne, nada sera capaz de detenerlo hasta su destino ltimo en la
tumba.
Contrario a todo el pensamiento occidental de antroplogos y psiclogos con
quienes haba estudiado y quienes crean ciegamente en una visin lineal y fatalista del
desarrollo humano, los indgenas del Occidente de Mxico consideraban que era posible
volver a nacer y renovarse por completo en cada nueva etapa de la vida de un hombre.
Los ejercicios trasmitidos por el brujo consistan en caminatas rpidas y
prolongadas, marcando el paso y resintiendo el arco del pie en el suelo y en cada
zancada. Realizar giros rtmicos de la cintura y las piernas. El brujo le aseguraba que
unas piernas fuertes y una cadera poderosa, eran garanta de una vida sexual plena. La
gente que mostraba poca movilidad y gracia en sus caderas al andar, de seguro no se
haba desarrollado sexualmente lo suficiente como para experimentar una gran
sensibilidad y recibir placer al mximo. Es decir, no maduraban ni crecan desde el
punto de vista ertico. Unas piernas endebles y flacas, aunadas a unas caderas dbiles,
un culo seco y poco grcil, constituan seales de una menguada vida sexual. Amn de
unas fuerzas vitales y espirituales subdesarrolladas e incluso extintas. Estos individuos,
quienes mostraban un paso poco firme, inseguro y titubeante, probablemente tampoco
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podan disfrutar demasiado del sexo ni mucho menos proporcionar placer a sus amantes,
aunque pretendiesen con ingenuidad ser infalibles en la cama.
El Antroplogo tambin deba dar determinados golpes con el puo cerrado,
hacia delante y contra el viento, as como patadas atacando al aire y codazos hacia atrs,
enfrentando a un enemigo invisible y liberndose de su abrazo maligno. Enfrentando a
un presunto contrincante espiritual: luchando contra su propia sombra. Ms bien
encontrndose con ella como con un rival invencible pero a la vez necesario. O
reencontrndose con ella. No haba peor enemigo que l mismo cuando libraba batallas
en su interior.
Repentinamente se sinti como iniciado en algn tipo de arte marcial del
Oriente. Al preguntarse por los orgenes de los ejercicios indicados por Pedro
Evangelista, cobr conciencia de estar practicando una disciplina corporal milenaria, la
cual lo llevara poco a poco a expandir los centros energticos de todo su organismo.
Fortificndolo, permitindole respirar mejor y desempearse sexualmente de modo
infalible.
Cobr conciencia de encontrarse al alba de una tradicin marcial antiqusima
practicada desde la Noche de los Tiempos por los brujos que cohabitaron y surcaron el
Occidente de Mxico. Record los testimonios de algunos hombres de poder,
maracames y practicantes de la brujera mexicana, quienes le hablaron de las exigencias
del hombre de conocimiento. Las cuales urgan a cualquier brujo, curandero, hombre de
poder o tlamantini, a incrementar su poder. Debiendo cultivar a diario no slo su
espritu, sino su cuerpo en totalidad: su sexo, su pensamiento, sus msculos, sus
sentidos y su inteligencia.
Sin quererlo, las recurrentes Rutas Ancestrales de los Antiguos Caminantes del
Occidente de Mxico que le dieran para vivir y lo llevaran al descubrimiento de un
mundo fascinante, volvan a atraerlo a su sendero como un imn a los fragmentos
metlicos extraviados aos atrs. Rejuvenecindolo y hacindolo nacer de nueva cuenta
para recuperar su sexo.
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Notaba que las erecciones se volvan poco a poco ms frecuentes. Por las
madrugadas, al despertar tras un sueo profundo, para su sorpresa, encontraba su
miembro erigido hasta su mxima capacidad. Se lo acariciaba con ternura, a veces con
lgrimas en los ojos, agradecido, y luego se volva a quedar dormido.
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No existe el azar en el desarrollo de la vida
humana
Siento que se libra una batalla
que provocar mayores o menores sufrimientos
dependiendo de nuestra capacidad para entender
nuestro destino
y la direccin hacia la cual debamos enfocar
nuestros esfuerzos.
(JACOBO GRINBERG La Conquista del
Templo)
Esa tarde la chica desempolv su Tarot de Marsella, heredado de su madrina la bruja,
quien le ense multitud de mtodos y maneras posibles de leerlo e interpretarlo. Tena
ms de dos aos sin abrirlo, sin tirar lecturas en lo absoluto ni barajarlo. Las
desilusiones en el amor y en la vida, as como las preocupaciones materiales por el
dinero y el cmo mantener e incrementar la belleza fsica, como buena bailarina, la
absorbieron de tal forma en los ltimos meses, que sus intereses por la magia, la brujera
y el esoterismo, adquiridos de su Madrina desde edades tempranas, casi desaparecieron.
Extrajo el Tarot de una bolsita color rojo, segn le indicara su Madrina que deba
mantenerse las cartas para evitar que perdiesen su energa y resultasen ms poderosas en
cada consulta. Se sent ante la mesa de madera de su apartamento, donde tomaba sus
comidas y beba a menudo caf y t escuchando sus discos de los Beatles. Cogi cuatro
cartas, sin ver por debajo de ellas y formo una hilera vertical sobre el mantel del
comedor. Cada una de ellas representara un punto de su cuerpo: la ms alta
simbolizara el centro de su frente, instalada a la altura del Tercer Ojo, por encima de las
cejas. La segunda representara su corazn, ubicada en su pecho, junto con las
emociones ligadas a l: el amor, las pasiones profundas y el entusiasmo vital. La tercera
se ubicara simblicamente a la altura de su ombligo, designando sentimientos muy
bsicos, las ganas de vivir, el coraje para enfrentar la adversidad y la fuerza para asumir
decisiones importantes. Tambin los miedos estaran ubicados en el vientre y el
ombligo, y los enojos y resentimientos.
La ltima, ubicada en su sexo, sera la base que sostendra el conglomerado de
su existencia, los impulsos que alimentaran al resto del edificio sagrado de su cuerpo y
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su alma. Eros: el amor carnal y la energa que alimentaba el universo y animaba a todos
los seres.
Con aquellas cuatro cartas boca abajo conformara, cuando las descubriese, una
especie de espejo espiritual ante el cual mirarse de frente, sin tapujos y sin censura.
Radiografa temporal y relativa de su alma para escudriarse a s misma.
Las destap, con algo de nerviosismo.
En la carta primera, correspondiente a su frente y a su visin de la vida,
apareci, agraciado, elegante y a la vez incomprensible: Le Mat: El Loco. Un
vagabundo trotador de caminos inesperados. Indicndole que su sendero espiritual la
seguira llevando por parajes sorprendentes y cada vez ms desconocidos. Que nada con
respecto a su misin de vida y su destino estaba escrito. De ningn modo terminara sus
das bailando en un tugurio pleno de malvivientes: un cambio de vida se aproximaba. Su
corazn le lati al intuir a partir de esta carta, que su vida dara vuelcos por completo
desconocidos en breve tiempo. Se pregunt si acaso el apuesto Antroplogo sera un
factor determinante en los giros que tomase su destino.
Al destapar la carta del corazn, la siguiente en un sentido descendente despus
del Tercer Ojo, ubicada ms bien a la altura del pecho, en el Plexo Solar, sinti un
pnico que le hel las yemas de los dedos, mostrndole un personaje tenebroso: La
Muerte. Al instante se esforz por recordar las palabras de su madrina, quien le indicara
una y otra vez que la presencia de la carta La Muerte no presagiara necesariamente la
prdida fsica de la vida de alguien. Sino ms bien una muerte psicolgica, un cambio
de sentimientos, de vocacin, de creencias o de identidad, que generalmente no era para
mal. Aunque doliese cualquier cambio anunciado por ella y produjese angustia de
cualquier manera. Constat, comparando con la primera carta, que un giro muy fuerte
en su vida y en sus sentimientos se gestaba sin tregua, avecinndose, e incluso ya estaba
dado.
Se hizo la valiente, trag saliva y respir profundo para continuar destapando las
cartas que le faltaban. Todo nuevo rumbo siempre le propiciaba miedo y angustia.
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Se sinti aliviada al encontrar a la altura de la que representara su ombligo, una
carta esperanzadora: La Fuerza. Pudo intuir que al parecer, la energa y el coraje
necesarios para afrontar lo nuevo que se presentase, sea cual fuere, no le haran falta. Si
se acercaban cambios rotundos en su vida, o si estaban iniciados de antemano, Yhajaira
tendra la suficiente entereza para afrontarlos, adaptarse a ellos e incluso sacarles la
mejor partida.
La cuarta y ltima carta, al quedar descubierta boca arriba mostr al ngel
Cado: Belceb, Baal, Lucifer, El Acusador: El Diablo.
Siempre supo que al aparecer el Diablo en las lecturas de Tarot, ste presagiaba
la aparicin de nuevos puntos de vista, que aunque en otro tiempo fuesen considerados
perturbadores, malos, contradictorios e incluso revolucionarios, tambin llegaban a ser
verdaderos, tiles y legtimos. Belceb del Tarot mostraba una perspectiva subterrnea
que en muchas ocasiones terminaba siendo una visin valedera y justa aunque se le
temiese. Al ubicarse el Diablo a la altura del sexo, anunciaba una verdadera sublevacin
de los instintos y un cambio de perspectiva radical en su vida sexual. Al final Belceb
no era malo en lo absoluto como el sentido comn pudiese temer, igual que La Muerte.
Pero inquietante, perturbador y sinnimo de cambios sustanciales, vuelcos y giros
inesperados, eso sin duda s.
Record que en algunas tradiciones ocultistas antiguas, segn le enseara su
madrina, a la primera carta: El Loco o Le Mat, se le asociaba con Jesucristo. Supo de
inmediato que el Antroplogo se encontraba a punto de cumplir los 33 aos, la misma
edad que Jess de Nazaret. Su destino a su lado pareca sellado.
Sus conclusiones acerca de la lectura de hoy se resuman en las siguientes: su
mirada y su visin se dirigan hacia el joven Antroplogo, a nivel del corazn y de su
sexualidad se encontraba a punto de iniciar un giro de 180 grados en su vida. Al inicio
de una relacin de pareja estable y profunda con el Cientfico. Por otro lado contara con
la fuerza suficiente para asumir cualquier cambio de rumbo y de vida que se presentase.
Sinti que efectivamente, su vida y la del Cientfico avanzaran por rumbos semejantes.
Se encontraba an nerviosa pero contenta al pensarse vinculada con el hombre en un
futuro, casi vuelto presente.
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Solemos convencernos de que nuestro destino est cerrado y clausurado de antemano,
sin posibilidad alguna de cambio o desenlace distinto al imaginado. Nos repetimos
obsesionados, a cada momento, reparando en nuestro pattico sino, que lo que nos toc
en suerte debe ser aceptado con resignacin y a quemarropa. No alcanzamos a
vislumbrar las mltiples bifurcaciones, quiebres, recovecos, vueltas, trampolines y
columpios que puede tomar la propia existencia. Basta una pequea sacudida en la
seguridad de nuestro mediocre existir, el tambaleo tembloroso del andamio pueril de
nuestras expectativas, creencias errneas y sueos vanos, para convencernos, ciegos,
sordos y anestesiados en nuestros sentimientos, que nos encontramos atravesando una
crisis que nos desgaja por completo. Convencidos en nuestras cortas miras,
ahogndonos en el cuenco diminuto de agua de nuestra cotidianidad, de que no tenemos
por el momento salida. Olvidando que aquella sacudida existencial puede representar la
anhelada oportunidad para encontrar el verdadero rumbo.
Se nos olvida que es necesario violentar nuestras propias creencias,
transgredirnos y superarnos a nosotros mismos para llegar a estar vivos de verdad.
Yhajaira se crea condenada a trabajar como desnudista durante el resto de vida
productiva que le quedase, obligada a responder benvola ante los jalones y manoseos
de sus clientes, quienes no desaprovechaban la oportunidad para meterle mano a su
cuerpo en bikini sin soltar propina alguna.
Cuando llegase ms all de los treinta y dos aos de edad, si es que lograba
conservar su fsico lo mejor posible para continuar gustando a sus clientes, o no era
infectada con alguna enfermedad de transmisin sexual, no le quedara ms remedio que
verse forzada a dejar el escenario. Los clientes quienes pagaban las ms sustanciosas
propinas, preferan a las jovencitas, y a aquellas quienes aparentaban ser recin iniciadas
en la vida licenciosa, aunque esto fuera pura apariencia. Abundaban bailarinas quienes
entendan muy bien su negocio y a su mercado, hacindose la lucha por parecer
estudiantes de secundaria ingenuas y extraviadas que cayeron por accidente a trabajar en
el table dance.
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Un batalln de hbiles fminas de entre los diecisis y los veintitrs aos haba
llegado en los ltimos meses, captando la atencin de los clientes ms adinerados.
Pareca que los comensales preferan tentalear el culo en tanga de una chica
disfrazada de colegiala, vistiendo su minifalda de cuadritos. Incluso pagar una fortuna
para sacarla del congal y acostarse con ella en el ms prximo motel. A contratar los
servicios de una desnudista experimentada en las artes amatorias y en proporcionar el
mximo placer a sus clientes. Las chicas ms maduras y entradas en aos, si no
cultivaron previamente una clientela fiel, o aunque la tuviesen, se iban quedando atrs,
olvidadas en los sillones de espera, a un lado del escenario en donde desfilaba la
bailarina en turno. Aguardando a que algn visitante urgido se apiadase de ellas,
esperando a que alguien atinara a descubrirlas y les invitase un trago.
Yhajaira tena entre sus planes ahorrar el suficiente capital como para regresar a
la ciudad de Morelia y comprar su propio apartamento, dejando de pagar renta para
siempre. En aquel sitio, cuando lo adquiriese, pretenda volver a ejercer los
conocimientos de brujera que le transmiti su Madrina desde que era nia y dedicarse a
curar a sus consultantes, leyndoles tambin el Tarot y la Baraja Espaola a quien se lo
solicitase y vivir de sus consultas. El giro de su clientela, segn soaba, cambiara
totalmente.
Pero la verdad es que se haba acostumbrado a gastar mucho dinero en vestuario,
pelucas, accesorios, costosos perfumes y zapatos, de tal suerte que sus ahorros no eran
de ningn modo los suficientes como para pensar en retirarse de la farndula. Tena
deudas en dos bancos y prestaba buenas cantidades de dinero a varios de sus conocidos,
incluso a algunos clientes, sin inters alguno. Lo haca de buena fe y la mayora de las
veces sus amigos no le devolvan la cantidad de capital prestado. De modo que la
posibilidad de retirarse y adquirir su departamento an resultaba lejana. Para liquidar
sus deudas y acumular la suma suficiente como para dejar la vida nocturna, tendra que
trabajar como mnimo cuatro aos ms. Llegar a los treinta, arriesgndose a los
contactos sexuales inseguros con desconocidos, bajo el peligro de que algn da se
rompiese el preservativo, por ms precauciones que tomaba. Conviviendo con
traficantes y gatilleros, al igual que su antiguo novio, quien la secuestr y la mantuvo
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cautiva casi un ao. Si no la mataba alguien en un tiroteo o le cortaba el cuello algn
desquiciado admirador, se arriesgaba a contagiarse de SIDA o hacerse vieja en el
negocio. Deba pensar en una frmula para salir lo antes posible de aquel tugurio,
finiquitar sus deudas y buscar una nueva vida.
El Antroplogo por su parte, lleg a resignarse con el hecho de que su miembro
no se levantara nunca ms. De pronto se encontraba en manos de Pedro Evangelista,
quien lo guiaba da a da en su recuperacin sexual. Repentinamente no slo recobraba
su energa sexual y su ereccin, sino que volva a escribir un nuevo libro, ahora sobre la
sexualidad en el mundo prehispnico del Occidente de Mxico. Tomando notas y
redactando a mano en un grueso cuaderno, sentado en la plaza principal de Uruapan,
reflexionando y garabateando sobre su libreta en algn restaurante o caf de la ciudad.
Decidi volver a escribir, inspirndose en sus experiencias con el brujo y recopilando
datos directamente de la voz de Pedro Evangelista. Adems de dar cuenta en su
manuscrito, como buen antroplogo, de sus propias vivencias, tropiezos, cadas y
descubrimientos al estar en contacto con una sabidura antigua y luchar por recuperar su
sexo.
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Qutatelo.
Le pidi el Cientfico al mirar las enormes bubis sujetas y resguardadas por el
sostn.
La muchacha obedeci y desabroch por detrs de su espalda el seguro del
chichero, liberando como un torrente contenido durante mucho tiempo aquellos senos,
que rebotaron varias veces contra el vaco al verse desaprisionados de sus riendas de
holanes y varilla. Como dos caballos impetuosos.
El hombre mordisque los pezones regordetes y los estmulo con avidez,
utilizando su lengua y labios, hacindolos endurecerse sin la menor dificultad.
Vindolos tan de cerca, aunque anteriormente ya estuvo en contacto con ellos, esos
pechos y sus pezones eran an ms gordos de lo que supusiera.
Se besaron. Yhajaira slo traa puesta su tanga de niln color rosa, casi
transparente, tras la cual se vislumbraba un diminuto bultito carnoso en la entrepierna.
Le acarici las nalgas y palp con sus dedos los limites de aquel culo, hermoso, amplio
y natural.
La muchacha se despoj tambin de la tanga, mostrando el pubis ligeramente
poblado por una sombra vellosa color rojizo. En el centro de su blanca carne: la
diminuta manguerita, casi inerte, por la que Yhajaira orinaba,
Nunca se erecta. Nunca se para
Coment ella ante la curiosidad con que el Cientfico examinaba su pequeo
miembro, rosado y casi inerte que nicamente le serva para expulsar la orina. Se lo
toc: blando y plido, y aquel conducto casi microscpico pareci no responder en lo
absoluto al estmulo de sus dedos, que lo tentalearon cuidadosamente.
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Yhajaira le desaboton el pantaln, desliz la trusa color rojo que portaba el
hombre y descubri la verga morena, casi negra, erguida hasta su mxima capacidad. Le
acarici el glande con uno de sus dedos, ensalivado previamente con la boca, formando
crculos sobre su punta y logrando que aquella serpiente vibrase de excitacin.
De su bolsa de mano, la muchacha extrajo un frasquito de vaselina, lo destap y
se remoj los dedos con aquella jalea resbalosa. Luego, ungi en su totalidad el rgano
sexual del hombre.
La sensacin acuosa lo regocij. El Cientfico supo que el encuentro ntimo con
ella llegaba a su clmax. La sustancia con que cubran su pene servira para facilitar la
insercin del rgano por entre las nalgas de la chica, lubricando el ano y el conducto del
recto, por donde sera penetrada.
Yhajaira se incorpor, echada boca abajo en el silln, ofrecindosele como el
ms hermoso presente. Mostrndole la curva de su espina dorsal y el brillo de su
estilizada espalda. Irgui su enorme culo plido, abriendo intencionalmente las nalgas
en un movimiento experto de su coxis y sus caderas, dilatando el ano rosado con
maestra. El cual sonri, igual que una boquita anhelante. Invitando al Antroplogo a
entrar en ella de inmediato.
El corazn del hombre lati angustioso. Los viejos temores y ansiedades que le
perseguan desde hace aos, hacindolo fracasar en cada acto sexual, volvan a aparecer.
Deseaba por sobre todas las cosas a Yhajaira, comenzaba incluso a enamorarse de ella,
practic mucho de la mano de Pedro Evangelista, pero segua teniendo miedo.
Trag saliva. A pesar de los temores, que no eran pocos ni leves, se acerco,
inclinndose lo suficiente como para que su pelvis quedase ubicada a la altura del
trasero de la muchacha. Su miembro entr en contacto con el orificio anal, una parte de
la punta del pene comenz a deslizarse hacia el interior de aquel conducto anillado.
Pero sus angustias lo derribaron de nueva cuenta. Por un momento la ansiedad y
el miedo al fracaso fueron ms fuertes que su deseo por Yhajaira, hacindolo perder la
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excitacin en su cuerpo y la fuerza en la ereccin que originalmente fuera dura y
suficiente como para lograr cogerse a la chica.
El cientfico se derrumb, alejndose de la muchacha, quedando echado junto a
ella en el sof, con su rgano sexual cada vez ms pequeo y arrugado, retrotrayndose
hacia la bolsa del escroto con sus testculos, tambin avergonzados por el fracaso.
Qu te pasa, mi hermoso?
Hermoso. As lo llamaba la muchacha desde hace un tiempo con cario. Yhajaira
estaba enterada de los problemas sexuales del hombre. A lo largo de las ltimas
semanas en que se entrenaba bajo la tutela del brujo, ella lo estimulaba con halagos y le
proporcionaba nimos y caricias. Comenzaba a quererlo, ya no slo le pareca un
individuo interesante y misterioso, sino tierno y entraable. Necesitaba cada da de su
compaa y de sus charlas, anhelaba en cada momento el brazo fuerte del hombre
rodeando su cintura y envolvindola para cruzar las calles. Entre ambos se estableca un
vnculo poderoso y creciente que los una cada vez ms. Ella pensaba en l por las
noches, cuando trabajaba en el congal y ya no poda mirar a ningn otro hombre. El
Antroplogo respiraba su perfume an cuando no se encontraba a su lado. Soaba con
ella an cuando se dedicara a escribir en la soledad de un caf o en su cuarto de hotel,
inclinado sobre su libreta. Parafraseando oraciones y estrofas incansables.
Yhajaira se recost desnuda junto a l en el silln y le ech su brazo encima del
pecho, envolvindolo cariosamente como a un gatito.
Tranquilo Hermoso, podemos esperar.! Vas a ver que no tardar en parrsete de
nuevo tu pene y podremos hacer el amor.
La idea de perder el inters de la muchacha debido a su impotencia sexual lo
atac. Le cost mucho esfuerzo salir adelante desde los tiempos en que abandonara su
pueblo natal. Siempre fue diferente a los otros, nunca obtuvo la simpata de sus
profesores ni de sus colegas. Sus libros tuvieron que emprender una tortuosa lucha por
s mismos para darse a conocer, reciba crticas infames donde quiera que llegara para
mostrar los resultados de sus investigaciones. Jams cont con el apoyo de una familia
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que le diese nimos o le brindase estmulo moral, mucho menos econmico. Siempre se
relacion con prostitutas, quienes reciban gustosas la paga a cambio de sus servicios
sexuales. Le faltaba el cario sincero de una chica. De pronto toda su vida le pareci
una desgracia. Olvidndose por completo del xito innegable cultivado por sus libros,
de sus avances espirituales, ganados literalmente a punta de golpes, luchando contra
instituciones, vacas sagradas de las ciencias sociales y del mundo editorial que
recelaban contra los escritores ms jvenes. Hacindose con demasiado trabajo, un
espacio en el mundo de los escritores y lectores; an ms dura su lucha en el mundillo
agreste de la antropologa en Mxico.
Tema por sobre todas las cosas nunca lograr hacer el amor con ella y que por su
parte, Yhajaira se aburriese de estar con un hombre impotente y temeroso.
Su cara se arrug, los ojos se le cristalizaron y humedecieron, la boca se abri
hasta la mxima apertura, desfigurando sus muecas y distorsionando su rostro. El llanto
de un nio de cinco aos apareci, lanzando gritos y berridos desconsolados. Una
tristeza inmensa se asomaba por sus rasgos faciales morenos y mestizos, casi indgenas,
ahora infantiles e inocentes. Era el regreso ineludible a la infancia ms temprana.
La mueca enorme de su boca abierta retuvo por un instante el llanto silencioso y
el alarido gutural de la tristeza, acallados desde aos atrs, conteniendo un dolor
inmenso y una melancola avasallante. Luego continu berreando y derramando
lgrimas.
Yhajaira lo envolvi an ms con sus brazos. Sus bubis quedaron a la altura de
aquella cara, anegada en gotas de llanto y melancola. De un modo u otro, la escena
resultaba cmica y pattica, a pesar de la tragedia momentnea, volviendo al Cientfico
igual a un beb en la etapa oral, llorando sobre el pecho de su madre antes de
amamantarse. El Antroplogo se descubri a s mismo como un nio desamparado,
ahora no de cinco, sino de un ao de edad. Pequeo, desvalido y vulnerable.
Comenz a carcajearse, a rerse y a sonrer de s mismo. La muchacha lo sigui,
contagiada ya no por su desnimo ni su tristeza, sino por aquel repentino cambio en los
sentimientos del Antroplogo. Se rieron en coro durante algunos minutos. La risa, las
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carcajadas y el buen humor le hicieron mucho bien al hombre. Cunto necesitaba
aprender a rerse y burlarse de s mismo! Pens. Desde nio se tomaba la vida y a s
mismo demasiado en serio. Sus lectores y la gente que asista a sus conferencias amaban
escucharlo. Las personas parecan conectarse con l cuando hablaba, oyndolo con
fascinacin exponer alguna historia sobre los indgenas de Mxico o disertando en la
estacin de radio de alguna localidad, narrando la trama de su ltimo libro.
Siempre tena la sensacin de resultar en extremo ceremonioso, hasta el grado de
mostrarse grave y hosco. En el fondo se tena asco a s mismo y no le agradaba en lo
absoluto su propia seriedad excesiva.
Lo urga la necesidad de sentirse ms a s mismo, de escuchar su propia voz y
sus pensamientos, de mantenerse cerca de su propio cuerpo, de sus msculos, de sus
huesos y de su sexo, de sus propios deseos, dolores, alegras y anhelos. De quererse un
poco ms a s mismo. Luego se abraz an ms hacia el cuerpo desnudo de la
muchacha. Aprovechando al mximo la belleza y bondad del ngel que le acompaaba,
cual regalo celestial.
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Al sonrerse y carcajearse, los pechos de Yhajaira se sacudieron convulsamente al ritmo
de su risa cristalina e inocente. Grandes, rosados, posean la forma de peras sacudidas
por el viento en los extremos de la rama de un rbol. En un momento, sin esperarlo y sin
proponrselo, resultaron nuevamente interesantes para el Antroplogo, quien se
precipit a chuparlos.
A la chica la excitaba sobremanera que le acariciasen con delicadeza y le
lamiesen sus senos. Comenz a gemir quedamente mientras el Cientfico recorra con
sus labios la enorme circunvolucin de aquellas bubis, desde el pezn hasta el vientre.
Cuando acord, su miembro ya estaba erecto de nuevo. La muchacha no le permiti
prestarle demasiada atencin a aquella verga caprichosa, ni pensar mucho en la
necesidad de mantener la ereccin. Sigui besndolo en la frente y abrazndolo, sin
dejar que la boca del hombre se separase de sus pechos. Yhajaira saba por experiencia
previa que cuando las personas se preocupaban demasiado por el hecho de que las
relaciones sexuales resultasen lo ms exitosas posibles, perdan su espontaneidad y
naturalidad en el acto amatorio. Tensndose y haciendo fracasar el instante amoroso. El
cual deba ser ante todo, espontneo y natural. Casi inspirado por voluntades divinas.
As es que urgi al Cientfico a seguir embebido con sus bubis. Permitiendo que el pene
del hombre tuviese la libertad necesaria para mantenerse hinchado y listo por s solo.
El Antroplogo ni siquiera repar en el instante que Yhajaira se coloc encima
de l, acomodando sus nalgas justo encima de su miembro perfectamente erguido, en un
ngulo en que estableciera contacto con el culo enorme, y se sent de un golpe sobre l.
Aprovechando la lubricacin que an conservaba por efecto de la vaselina y del lquido
pre seminfero, secretado por el pene de manera espontnea, fruto de la excitacin que
de ningn modo era poca. Fungiendo como lubricante natural.
La muchacha inici un gimoteo quedo y suave, cerrando sus ojos, presa de un
xtasis de posesin demonaca. Se levantaba, apoyada en sus rodillas, elevndose sobre
el Bastn de Poder del Cientfico, hasta el punto de extraerlo y casi sacarlo por
completo de entre sus nalgas, sin llegar al glande, evitando en lo posible dejar de
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encontrarse penetrada por l. Luego volva a descender, deslizndose con ligereza, de
modo que la totalidad del falo volva a desaparecer. Y de nuevo Yhajaira retomaba el
lento ascenso de su culo y sus caderas, masajeando y apretando con intencionalidad y
destreza de su esfnter experto. Para dejarse caer interminablemente y rebotar de nueva
cuenta en la base del pene y las talegas del sujeto.
El hombre llevaba aos sin estar dentro de ninguna chica, los movimientos de su
pelvis haban perdido destreza y flexibilidad por falta de prctica, y su cadera se volvi
torpe. A pesar de ello comenz a golpetear con su pubis las nalgas de la muchacha, en
una accin de meter y sacar su miembro, hasta llegar a un punto de hacerla gritar y
gemir con potencia.
Un cosquilleo iniciado en su pecho, delicado y sutil, se extendi de manera
descendente desde el esternn hacia la boca del estmago, el vientre, la ingle y los
muslos, sacudindolo y convulsionndolo.
Ya vente chiquito!
Musit Yhajaira, con el rostro humedecido por el sudor, el cabello desarreglado
y mojado, previendo que el estallido orgsmico del Cientfico se aproximaba.
Ahhhhh!!!
Gimi el hombre casi inaudible, arrojando su aliento extenuado sobre el cuello
enrojecido y los pechos mascullados de la chica.
Sobrevino la explosin biolgica, lenta y prolongada. Su miembro se paraliz
por un instante, tan slo para iniciar un bombeo paulatino, vaciando en su totalidad el
contenido gelatinoso que albergaran los testculos desde mucho tiempo atrs. Fue un
orgasmo largo y pasmoso que se le vino en oleadas, suaves, incesantes, hasta evacuar
por completo la sustancia contenida por la bolsa de su escroto. Anegando de lquido las
entraas de la bailarina hasta el ltimo rescoldo de sus rganos internos.
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Su conciencia se desintegr, hacindolo perderse. No posea Ego en lo absoluto.
Del hombre que fuera con anterioridad no quedara nada. Slo restaban emociones
acfalas y sin direccin: cuerpo y humedad inconscientes. Tragado y absorbido por las
nalgas de su amada como en un abismo.
Despus de vaciarse y quedar por completo inmvil y hueco, su miembro se
mantuvo erecto unos segundos, presa de algn espasmo aislado o de un breve torrente
de semen que alcanz a escupir la uretra, pues segua estando dentro de ella.
Las respiraciones de ambos se escucharan a kilmetros de distancia,
unificndose en un solo vahdo y jadeo extenuado.
En el condominio donde habitaba la chica, en el centro de Uruapan Michoacn,
todos los vecinos deban escuchar los latidos del corazn incansable de ambos amantes
y su respiracin descontrolada.
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SEGUNDA PARTE:
MARACAME
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En ocasiones las mujeres que no son perfectas resultan ms
interesantes; han hecho ms o han aprendido algo.
(JEAN M. AUEL -El Valle de los Caballos)
Una mujer de carcter con una especie de fuerza en parte
oculta Cmo dira? No astucia sino sutileza. Algo que
trabaja por debajo. Una atraccin, una torsin. Como un
mar de fondo: amenazante. Una dama de cabello entrecano
y brusca, de grandes ojos claros e imaginativos.
(VIRGINIA WOOLF Citada por JULIA KRISTEVA El
Genio Femenino)
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Entre los pueblos huicholes, los cuales son una serie de grupos tnicos ubicados en los
parajes inhspitos de la Sierra Madre Occidental, existen hombres santos, que se
encargan de cuidar, curar y guiar a su gente. Un maracame es un hombre nacido para
sanar a sus hermanos. En otras culturas su homlogo sera llamado chamn; tlamantini,
en el nhuatl; hombre medicina, en Canad y Alaska; hougan, en la tradicin vud afro
caribea; brujo, curandero, mdico tradicional, hombre de conocimiento, caminante,
hombre de poder, en algunas regiones distintas.
El maracame nace para convertirse en brujo. Es un carisma vivido desde
tempranas pocas en su vida. Incluso es elegido desde antes de nacer por sus abuelos y
la gente de su comunidad. O llamado para tomar el lugar de un brujo ms viejo y sabio
quien le precedi, entren y form en las artes curativas y los ritos mgicos indgenas.
Normalmente, el maracame ms viejo y experimentado eligi a su aprendiz
antes de iniciarlo. Tal vez lo vio cuando era nio y descubri caractersticas especiales
en l, o un sueo le indico a quin elegir y llamar para transmitirle sus conocimientos.
Algunos casos de maracames decidieron serlo por vocacin propia, iniciativa personal o
a travs de sueos y pesadillas que no les dejaron tregua hasta acudir con un brujo y
ponerse a su servicio. No quedndoles ms remedio que optar entre convertirse en
hombres de poder y magos, o morir destruidos por fuerzas incomprensibles, como
mnimo volverse locos.
Al inicio, el aprendiz comienza cargando los objetos rituales y curativos con los
que trabaja su maestro, desplazndose a pi junto con l para ayudarlo a moverse de un
lugar de las montaas a otro. Limpiando su casa, cumpliendo misiones incomprensibles
encargadas por su mentor. Su preparacin al inicio parece no tener ningn sentido por lo
arduo e inverosmil de las tareas. A lo largo de grandes distancias cubiertas a pi,
acompaa a su maestro, como ayudante al practicar ceremonias, recogiendo plantas y
materiales tiles. Haciendo encargos y buscando objetos anmalos que se encuentran en
lugares muy lejanos a los que tiene que llegar por sobre todas las cosas.
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Deber observar cmo trabaja el sabio y escuchar durante largas horas el relato
de sus enseanzas y experiencias. Las cuales no se encuentran escritas ni sistematizadas
bajo un orden lineal y plano, como ocurre con los libros de la medicina y ciencia
occidental. Sus experiencias y conocimientos son contenidos e hilvanados casi
artesanalmente en historias, relatos, aventuras y andanzas recopilados por el maracame
a lo largo de su biografa vital. La cual desde luego no comparte por ningn motivo con
cualquiera, ms que con sus allegados, aprendices y familiares muy cercanos.
En su formacin, el maracame debe pasar por una serie de ritos por dems
duros, prolongados y dolorosos de ms de cinco aos de duracin. Recorriendo lugares
sagrados, participando en ceremonias, confesndose y ponindose a prueba en distintos
rituales donde no queda exento el uso del peyote o vegetal mgico, amn del riesgo de
perder la cordura y el alma en el intento. El abuelito, como suelen llamar los
indgenas cariosamente a la cactcea alucingena.
Cuando su aprendizaje finaliza, al morir su maestro, a menudo el joven
maracame hereda el sombrero sagrado de su predecesor, cuyo tamao y colguijes en los
bordes de las alas dependen de los mritos, sabidura y presunto poder ganado por su
anterior portador. Un poder y una sabidura logrados tras aos de aprendizaje,
dursimas pruebas espirituales, morales y fsicas. El nefito podr reclamar con pleno
derecho la posesin del sombrero sagrado de su maestro cuando deje ste mundo. La
casa, las tierras, si el brujo ms viejo las tena, los animales y el resto de las posesiones
de su antecesor y gua pasarn a ser de su propiedad ahora, con la finalidad de hacer
buen uso de ellas. Continuando la labor espiritual de su maestro. No es raro enterarse
por boca de los propios brujos y sus consultantes, que las chozas y terrenos donde
actualmente viven y trabajan, fueron habitadas y pertenecieron a su vez a otros
maracames desde hace ms de 100 aos. Habiendo pertenecido a un linaje de brujos
que se pierde en el pasado hasta desaparecer en la memoria de los ancianos curanderos.
Un maracame aprende a soar. A travs de sus sueos viaja, remontando
tiempos y lugares desconocidos e inaccesibles para los profanos. Por medio de sus
sueos ingresa en las mentes y cuerpos de quienes lo necesitan: parientes, amigos,
consultantes y vecinos, con la finalidad de ayudarlos en el confuso y angustiante
transcurso de sus vidas. Sumergindose en los infiernos de sus subconscientes para
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rescatar algn alma apresada. Buscando liberar un espritu guardin relegado por su
portador. Quien se debilit y enferm al perder el contacto con su parte sagrada.
Ayudndole a despertar sus propias fuerzas fsicas y emocionales para protegerse por s
mismo de las enfermedades y del Mal.
El maracame canta en un lenguaje proscrito, hermtico y vedado para la
mayora. El cual slo pueden entender otros brujos e incluso, slo le sirve para
comunicarse consigo mismo. Resultando inaccesible para los dems, aunque tambin
sean maracames.
El maracame baila y su baile sirve para conciliar las fuerzas del mundo material
con las del mundo espiritual. Toca el tambor, canta, entona y se mueve creando una
atmsfera esterilizada y libre de maldad. A donde el mal es incapaz de ingresar y tocar a
quienes se encuentran bajo los auspicios y proteccin de sus ritos.
Antes de las ceremonias precedidas por el brujo, los participantes,
principalmente los maracames, debern confesarse. Sacar hasta la ltima gota de
maldad albergada en los corazones, contando los propios pecados frente a los dems
miembros de la comunidad, sin ningn temor a ser censurados. Si quedase un solo
resquicio de maldad en algn que otro pecado inconfesado, los poderes desencadenados
por el maracame podran matar a quienes estn cerca del brujo, o a l mismo.
El rito curativo y espiritual precedido por un maracame, implica una vuelta
abrupta, en ocasiones positivamente traumtica, hacia los fundamentos emocionales
ms bsicos de los participantes en sus ceremonias. En especial si se le solicit su
intervencin para sanar o exorcizar a alguien.
Pero, cmo puede resultar algo positivamente traumtico? Bastantes
intervenciones espirituales, psicolgicas y fsicas de la medicina tradicional, conllevan
el estigma del dolor y el sufrimiento como requisitos indispensables para lograr la salud
y la madurez. Las anestesias artificiales de la medicina occidental no hacen ms que
ocultar a la conciencia ilusa, un dolor que es necesario vislumbrar de frente y
desentraar a toda costa para sanar y crecer. Mucha de la medicina occidental no cura,
sino atonta, embota los sentidos y aliena, incluso enferma ms a la larga. Si se desea
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mejorar y curarse, es necesario un verdadero esfuerzo. Los mismos brujos dicen a la
gente que acude con ellos, que si no estn muy convencidos de querer curarse, mejor no
vuelvan.
El consultante se ver obligado a mirar hacia su intimidad ms recndita.
Debiendo encarar directamente sus malignidades y vilezas mejor disfrazadas bajo la
mscara de una santidad y perfeccin falsas, con la que tantos seres se cubren.
Reconcilindose con sus sombras por la fuerza, quebrantndosele sus defensas de golpe.
Sin dejar de encontrarse desde luego, acompaados por la solvencia moral y la
personalidad inquebrantable del brujo, que en bastantes casos, no es poca. Por algo fue
elegido y por algo lleg a convertirse en maracame.
Conforme el sombrero utilizado por el maracame es de mayor tamao y penden
de l ms colguijes y diminutos trofeos, se presupone en l un poder espiritual mayor.
Sus mritos morales y espirituales mayores. Sus conocimientos de enorme alcance y
profundidad.
Qu significa el hecho de que un conocimiento posea alcance espiritual?
Cundo una verdad se vuelve verdad espiritual? Son preguntas imposibles de
responder en cortos y limitados prrafos, escritos por un ser limitado y penante, al igual
que el 99.9% de los mortales. Pero el maracame irradia fuerza de todo su cuerpo,
sabidura. Inspira respeto cuando se le encuentra de frente. Es un placer tranquilizante
mirarlo masticar pepitas en alguna estacin de autobuses. Simplemente estar cerca de l,
cuando es un buen brujo. Su energa llega a ser sentida como del tamao de una casa.
Quiz, el maracame ha vivido sus ideales espirituales no slo a nivel racional,
sino que los ha encarnado en su corazn, en sus vsceras. El conocimiento que ha
logrado con tanto esfuerzo y sufrimientos ha permeado todas sus clulas, sus cabellos,
su piel, su sexo. Hasta llegar a las uas de sus pies, sus talones y callos. sta
corporeidad y naturalidad de sus conocimientos, posiblemente sea lo que vuelve ms
sencillas, pero a la vez poderosas y profundas sus verdades. En cambio, qu pleno de
seres memorsticos, recitadores y repetidores de ideas no vividas y nada encarnadas, se
encuentra el mundo occidental con sus cientficos, profesores, expertos especializados,
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obispos, papas, popes, rectores, universitarios y predicadores de una racionalidad
aprendida mecnicamente, de una ortodoxia ciega y cuadriculada!
Cuando los mestizos; cristianos y laicos por igual, en su ignorancia y lejana de
la cultura indgena, los encuentran en las calles, plazas y estaciones de autobs de las
grandes ciudades, no imaginan lo que esconde el humilde indio, descalzo y mal vestido,
bajo su mala traza. Todo es una apariencia cuya bruma oculta algo ms. Lo imaginan
muerto de hambre, limosnero, tramposo, mentiroso, incluso pendenciero.
Ms an, pues el maracame infunde miedo a la primera ojeada. Ha permanecido
tanto tiempo en la soledad de su cabaa en la sierra, que sobradamente es distinto a la
mayora. Ignoran que aquella austeridad excesiva fue elegida y preparada por l mismo
con cuidado. Es una broma hacia todo el mundo y hacia Dios. Una tomada de pelo hacia
s mismo para aniquilar al Ego.
Que si anda descalzo es porque fue entrenado durante dcadas para atravesar el
pas en sandalias de yute o descalzo. Venciendo montaas, desiertos, caones y ros con
sus plantas desnudas. Con la finalidad de asistir a sus lugares sagrados y obtener poder
espiritual.
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Despert en la madrugada, cerca de las tres. La hora de la brujera. Presa de una
conocida angustia, la cual le acompaaba en sus periodos depresivos de adolescencia.
En aquellos aos al lado de su madrina la bruja, o luego, en sus inicios como bailarina,
la falta de amor, la marginacin y el rechazo por parte de la comunidad, eran los
causantes de su dolor emocional. Ahora que por fin encontraba un amor bueno, le
preocupaba an ms el no conocer los orgenes de su opresin psquica.
La angustia la sorprendi con la misma intensidad una vez. Cuando haba dejado
la escuela y viva con la bruja. Perseguida por la gente de su pueblo, acosada por el
prroco. Rechazada, a la vez observada, codiciado su cuerpo y vilipendiada su persona.
En los tiempos actuales, para una mujer era mucho ms duro convertirse en
maga, bruja o curandera. No era como en la poca de los celtas y de las papisas paganas,
donde la mujer era vista como diosa, admirados sus atributos ocultos, buscado y
promovido su poder y encanto natural. A partir de los tiempos cristianos, la magia
innata de la mujer y sus poderes espirituales fueron perseguidos y proscritos. Si alguna
chica decida en un momento dado convertirse en una mujer de conocimiento, una
chamana o curandera, esto la volva de facto en un ser marginal, ms marginal que
ningn otro maracame, despreciada e incomprendida incluso en el gremio de los
tlamantinis y los brujos tradicionales. Que de por s ya vivan casi siempre en las
antpodas. Donde los hombres contaban con bastantes consideraciones, preferencias,
ventajas y privilegios por sobre las mujeres.
Probablemente al brujo y al chamn se les tema, al mismo tiempo que se les
respetaba e incluso se les procuraba para solicitar sus servicios, cuidados y conjuros. En
cambio, a la bruja se le repudiaba y evitaba por sobre todas las cosas. La gente acuda
con un brujo o mago cuando saba que se trataba de un varn, con mucha mayor
frecuencia que con una mujer.
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La mujer hechicera tena que trabajar y sufrir sobremanera, antes de poder
hacerse de una clientela y de un buen grupo de consultantes que confiaran en ella y la
solicitaran por sus servicios.
El Antroplogo le explicaba que en el Mxico precolombino hubo, aunque
pocos casos, algunas mujeres de conocimiento o chamanas. Principalmente en la zona
de la Sierra de Oaxaca, en donde el gnero femenino posea un papel dominante y
preponderante en sus sociedades, por encima de los hombres. Pero no era una situacin
generalizable en el resto de Mesoamrica.
Yhajaira siempre supo que su destino iba mucho ms all que el de terminar sus
das como bailarina, por eso ansiaba cada vez ms retirarse para siempre del Manantial.
Tampoco pretenda por nada del mundo, sobre todo tras sus experiencias al lado de su
ex novio, acabar vieja, maltratada, como esclava sexual, sirvienta y cocinera sin sueldo
de algn malandrn o un troglodita abusador, de los que haban abundado en su camino.
Se vea a s misma en el futuro leyendo el Tarot, la Baraja Espaola y ejerciendo
los conocimientos de brujera que adquiriera de su madrina para curar a todo aquel que
lo solicitase.
Hace mucho tiempo que no soaba con la bruja. Cuando menos tena dos aos
sin saber nada de su parienta. Yhajaira ignoraba que no volvera a saber nada de ella en
sus sueos. Evolucionaba hacia una nueva etapa de su desarrollo emocional y espiritual.
Un nuevo estadio de la vida que le permitira extraer y pulir las facultades mgicas
heredadas y adquiridas de la anciana.
Al da siguiente por la maana se encontrara con el Antroplogo en la plaza
central de Uruapan, afuera del banco. El Cientfico le dara el dinero necesario con el fin
saldar todas sus deudas antes de lograr retirarse del table dance para siempre. Yhajaira
accedi a regaadientes a tomar el dinero de su hombre, haciendo nfasis en que se
trataba slo de un prstamo, que le devolvera en cuanto pudiera.
No tena claro el futuro que le deparaba la vida al lado de aquel sujeto, haban
hablado de irse en pocos das de Uruapan. El Antroplogo estaba en Michoacn con la
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finalidad de obtener datos para su investigacin y de reunir informacin para escribir
sus nuevos libros. De hecho llevaba bastante avance con la redaccin de su ltima obra,
relacionada con la sexualidad, sus enfermedades y tratamientos en las culturas
precolombinas. Su estancia en la ciudad de Uruapan era desde luego temporal, por ello
se hospedaba en un hotel y coma siempre en restaurantes, cafeteras y mercados. De
ningn modo tena la intencin de establecerse en aquel hermoso estado de la Repblica
Mexicana, aunque lo amaba y lo haba recorrido muchas veces desde su adolescencia,
pues le quedaba de paso entre la Ciudad de Mxico y su regin natal en el Occidente
Mexicano.
Por su parte, Pedro Evangelista se dispona a regresar a la Sierra Huichola con
los grupos wixrrikas o huicholes, con quienes se haba formado como brujo durante su
juventud. El anciano curandero se preparaba para transitar a una etapa fundamental en
su desarrollo como hombre de conocimiento. Al entrar a la ancianidad, los maracames
se enfrentaban a pruebas an ms duras que las superadas durante sus aos juveniles y
de formacin. La vida de un brujo indgena no tena tregua ni descanso. Conforme se
ascenda en la escalera del espritu y se avanzaba en edad y poder espiritual, las pruebas
exigidas a los caminantes y hechiceros, eran cada vez ms difciles y cruentas. Si
algunos ancianos se haban convertido en brujos poderosos y carismticos cuando eran
jvenes, ayudando a mucha gente con su sabidura y conocimientos, al llegar a la
ancianidad tenan que sufrir radicales transmutaciones y prepararse para periodos de su
vida an ms difciles. Un anciano maracame quien haba disfrutado de conocimientos
y popularidad, realizando una obra aceptablemente buena con su pueblo, poda perderlo
todo al llegar a los sesenta o setenta aos. Cayendo en la derrota, la desesperanza, la
mediocridad, identificndose sobremanera con su fama y posesiones materiales.
Anhelando unos aos de gloria ya pasados y perdidos, seducido por la vanidad y el
reconocimiento de los dems. O derrotado por los miedos y temores, los cuales
retornaban con mucha mayor fuerza en la senectud, si es que el indio no haba
desarrollado los recursos suficientes para asumirlos y minimizarlos en su vejez.
Apenas la conoci, Pedro Evangelista identific en Yhajaira un aura especial
que anunciaba en la muchacha grandes posibilidades de convertirse en una mujer bruja.
El anciano maracame le sugiri a la chica, si ella as lo quera, que l podra convertirse
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sin dudarlo en su maestro y gua personal, para ayudarla a desarrollar sus poderes
interiores y convertirse en una mujer de conocimiento.
La muchacha se senta bastante emocionada por el hecho de haber encontrado al
mismo tiempo el amor de un hombre y el apoyo incondicional de un maestro para llegar
a convertirse en curandera.
En pocos das se iran el Antroplogo y Pedro Evangelista juntos rumbo a la
Sierra Norte de Jalisco. En la puerta de la Zona Huichola se ubicaba Colotln, el pueblo
natal del Cientfico, donde ste pasaba largas temporadas estudiando y escribiendo. A
unas horas de camino por breca, se hallaba el corazn de la Sierra Wixrrika, hacia
donde se diriga el maracame. Yhajaira haba aceptado irse con el Antroplogo a vivir a
Colotln, no tena idea de lo que ella acabara haciendo all ni de los planes de Pedro
Evangelista para prepararla como bruja, pero la simple posibilidad de realizar un giro
radical en su vida, dando un salto en el vaco al seguir a aquel hombre a quien no hace
mucho acababa de conocer, la pona por un lado contenta y por el otro nerviosa y
excitada en demasa.
Se levant de su cama y avanz en la penumbra. Todo era silencio de madrugada
en su apartamento, siempre tuvo miedo de levantarse sola en la oscuridad para ir al
bao. Orin copiosamente, pues aquella noche en el congal haba bebido demasiada
agua natural. Por solidaridad con el Antroplogo, decidi dejar de fumar y reducir la
ingesta de alcohol ella tambin, tomando nicamente agua cristalina durante su trabajo.
Se lav la cara con jabn lirio y se mir al espejo. Descubrindose a s misma
inquieta y emocionada. La imagen en el espejo le habl de miedos, tambin de nuevos
captulos en su vida que se aproximaban y la beneficiaran.
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El nombre de Yhajaira no era el verdadero, sino un prstamo. Se apropi de aquel
nombre falso como homenaje una nia quien la molestaba en la escuela.
La adopcin de aquel pseudnimo se convirti en una forma mgica de
venganza ante la crueldad de su compaera de clases. Un acto de brujera blanca con el
cual se curaba un poco y se resarca de las heridas infringidas a su ser durante la niez y
la etapa escolar.
La compaera de escuela no paraba de burlarse de ella, calificndola de mutante
por sus particularidades fsicas, monstruo, incluso nombrndola perversa, desviada, hija
de bruja Cosa que en el sentido literal tampoco era falsa. La verdadera Yhajaira lleg
a agredirla, a pegarle y hacer que las dems chicas tambin la odiaran. Para entonces
toda aquella comunidad rural en el Estado de Guerrero saba que la nia posea un
pequeo pene y que no era como las dems. Muchos la detestaron slo por el hecho de
ser fsicamente diferente. Otros la desearon con perversos y desviados impulsos.
Su madrina la registr con el nombre de Zulema cuando la encontr abandonada
en su jardn y decidi adoptarla como hija suya. En aos posteriores y cuando la nia
pronunciara sus primeras palabras, la curandera nunca le permitira llamarla mam.
Siempre le dej en claro que era su madrina y que sus verdaderos padres la dejaron en el
jardn de la entrada de su casa. Este tema fue tratado por la bruja de un modo tan natural
y transparente, sin vergenza ni malicia en lo absoluto hacia su pequea, que Yhajaira
jams sinti dolor o pena por haber sido una nia abandonada. En el fondo, la cercana
fiel y amorosa de la curandera jams permiti que la nia se sintiese hurfana o carente
del amor materno.
Yhajaira naci en un pueblo de la Sierra de Guerrero llamado Atoyac de
lvarez, muy cerca de la costa del Pacfico. Era un lugar hermoso, pleno de parajes
naturales, montaa, playas, plantas y animales silvestres, del que la chica posea
recuerdos de su primera infancia muy gratos. Los cuales fueron transformndose en
dolorosos conforme creca y reciba el rechazo de la comunidad.
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Al decidir dedicarse por completo a la vida de la farndula, ejerciendo como
bailarina, el nombre de Yhajaira constituira una eficaz manera de curarse de aquellas
vivencias traumticas que hicieron desdichada su niez. De la nia Zulema a quien
todos deseaban, se burlaban y agredan, no quedaran ni siquiera rastros. Al convertirse
en teibolera, borrara casi por completo su identidad y vida anteriores. Se transmutara
en un ser nuevo, bello, absolutamente femenino y sensual. Yhajaira: la candente
desnudista, reina del Table Dance.
Nunca comprendi qu haba de malo en el hecho de que aunque externamente
fuera como las dems chicas, incluso ms bella y atractiva que las otras, tuviese en sus
genitales un pene diminuto, como un duendecito inmvil que le obligaba a orinar de pi
al igual que sus compaeros varones. Para ella era normal y lo aceptaba desde el punto
de vista fsico.
En sus bsquedas amorosas descubri que emocionalmente s era como el resto
de las dems mujeres. Aunque lleg a sentirse atrada en alguna ocasin por una
compaera bailarina y a dormir con ella despus de salir del trabajo y hacer el amor,
nada la cautivaba tanto como los hombres especialmente masculinos, fuertes e
inteligentes. Sin importar que no fueran guapos del modo comn y corriente, en el
sentido que se concibe por parte de la mayora, a un hombre bello. A Yhajaira la atraan
los hombres masculinos y viriles, aunque no fueran como los que aparecan en las
telenovelas y los canales televisivos. La cautivaban las personas que sobresalan por su
inteligencia. Si esta combinacin, no tan comn, entre masculinidad, fortaleza e
inteligencia elevada se daba en algn hombre, era seguro que la bailarina caa
enamorada.
Por ello el Antroplogo la llen en todos los aspectos. Era el hombre a quien
esperara desde su ms temprana juventud, antes de convertirse en bailarina.
El Cientfico por su parte, desde que estaba con ella se detena de vez en cuando
a meditar acerca de las particularidades de su cuerpo. En un buscador de Internet
averigu que los seres como Yhajaira se deban a errores genticos ocurridos durante la
concepcin, e incluso a enfermedades hereditarias. Era probable que algn pariente
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lejano o ancestro de la muchacha fuera como ella. Quiz sus padres la abandonaron en
casa de la bruja en cuanto se dieron cuenta que la pequea era distinta.
El Antroplogo descubri a un genetista del Reino Unido, quien indicaba que los
pacientes como ella eran externamente iguales a una mujer, pero interiormente tenan
los rganos sexuales y el cuerpo de un hombre. Lo ms seguro, segn reflexionaba el
hombre, es que la muchacha tuviese unos testculos ocultos al interior de su ingle, los
cuales no haban logrado desarrollarse adecuadamente, permaneciendo dentro de su
vientre.
En su visin hasta cierto punto machista del amor y el sexo, el Antroplogo
lleg a quedarse pasmado al caer en la cuenta de que probablemente haba elegido como
pareja a un ser que exteriormente era una hermossima chica, pero que al interior y
biolgicamente era un hombre.
Afortunadamente estos pensamientos no duraban mucho y conforme su relacin
con Yhajaira se estrechaba, se dejaba llevar por su fascinacin y deseo hacia ella.
En las primeras relaciones con Ojos Verdes, volva a experimentar repentinos
ataques de disfuncin sexual, inhibindose su pene cuando quera penetrarla. Pero
Yhajaira siempre se tornaba paciente, tierna y sensual con l, de manera que no tardaba
en recuperar la ereccin para volver y finiquitar el acto amoroso. Llegando un punto en
el cual su rgano sexual no volvi a relajarse nunca ms antes de tiempo durante la
intimidad. Fue Pedro Evangelista quien le confirm su salud sexual, al encontrarse con
ellos un da en el centro de Uruapan y verlos juntos:
Se nota que ustedes dos se entienden muy bien en el sexo y en todo! Puedo decirte,
joven antroplogo, que tu miembro ya est por completo curado
Dijo el anciano maracame antes de decirles adis con la mano y perderse entre
la muchedumbre michoacana rumbo al mercado indgena, donde sola comprar hiervas
medicinales y amuletos para sus curaciones.
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El banco estaba ubicado al frente de la Plaza Central.
Uruapan era una ciudad pequea, conservando an fuertes aires pueblerinos.
Casi todos sus habitantes an se conocan, aunque fuera de vista. De modo que
bastantes personas se enteraban y fisgoneaban cuando alguien retiraba fuertes
cantidades de dinero o las ingresaba a las instituciones de crdito. Las bandas de
extorsionadores y asaltantes merodeaban los comercios y las plazas pblicas a la caza
de incautos que acabaran de hacer cuantiosos retiros bancarios o de hacer compras,
gastando fuertes sumas de dinero. De modo que si se daban cuenta que alguien posea
algn capital o ahorro, se dedicaban a amenazarlo y presionarlo para arrebatarle sus
riquezas.
Yhajaira era bastante conocida en la ciudad debido a su profesin, ubicaba muy
bien a la mayora de los miembros del crimen organizado, pues eran asiduos clientes del
congal donde trabajaba. As es que deambul de la mano del Cientfico, dando vueltas
alrededor de la Plaza Central y los comercios. Observando a los oportunistas que
andaban a la zaga de nuevas vctimas, esperando el momento preciso, cuando nadie los
estuviese viendo, para entrar rpidamente al banco y retirar la cantidad de dinero que le
dara el Antroplogo con el fin de saldar todas sus deudas.
El Croman, lder de una banda de sinvergenzas con quien Yhajaira se
confrontara en una ocasin por defender a Queta en el bar, daba vueltas incesantes en su
camioneta de lujo por el centro de la ciudad y las calles importantes. Sintindose dueo
de todo, asechando cada detalle que le permitiese dar la orden de caer sobre alguna
posible vctima. Algunos de sus hombres se ubicaban en esquinas y lugares estratgicos
de la plaza, cuando detectaban algo que pudiese interesarles se comunicaban con sus
radios, se organizaban con discrecin y seguan a su vctima para atacarla en un lugar
poco visible, como una manada de lobos bien coordinados.
Yhajaira los estudiaba con sumo cuidado, pues era infinitamente ms lista que
ellos, caminaba de la mano de su hombre y haca como que paseaba en su compaa. Se
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coma un helado, luego daba una mordida al pan horneado previamente en fogones de
lea indgena, el cual le comprara su novio minutos atrs. Nadie pareca prestar
demasiada atencin a ella ni a su pareja.
En eso, en un instante en que el Croman pasaba frente a una calle donde
terminaba una pronunciada cuesta empedrada, como por mandato divino, un camin de
volte descendi a ms de cien kilmetros por hora, sin detenerse en el semforo en alto
que le indicara pararse antes del cruce de una de las avenidas de la Plaza. El volteo se
haba quedado sin frenos, impactndose con fuerza demoledora contra la camioneta del
malandro, golpendolo justo del lado del piloto, donde se encontraba el pobre hombre.
Arrastrando su vehculo varios metros e impactndolo contra el inmenso arco de cantera
de una vieja iglesia.
La muchedumbre y el trfico se paralizaron al escuchar el estruendo del
incidente. Las viejas indgenas que vendan frutas y dulces tradicionales en el jardn
comenzaron a gritonear y cuchichear. Una ambulancia se escuch a pocos kilmetros de
distancia. Los autos se detuvieron, obstruyendo todo paso por las callejuelas y avenidas
centrales. La gente se arremolinaba alrededor del accidente, estorbando el trabajo de los
paramdicos, oficiales de trnsito y policas, quienes intentaban auxiliar al individuo. El
chofer del camin no paraba de excusarse, tembloroso, rindiendo declaraciones delante
de cientos de mirones. En breve se supo que el Croman haba muerto casi al instante,
prensado su cuerpo entre su propio vehculo, los muros de cantera y el volteo.
Durante todo ese tiempo Yhajaira pudo ingresar con su novio al banco y realizar
su trmite en pocos minutos. Toda la atencin estaba puesta en el siniestro. El
Antroplogo le entreg veinte mil pesos, con los cuales alcanzara para finiquitar todos
sus pendientes.
En el tiempo en que sacaban el cadver hecho picadillo del accidentado y se
llevaban al conductor del camin, Yhajaira ya haba pagado la totalidad del saldo
pendiente de su tarjeta de crdito y la cancel de manera definitiva. Sali del banco y
abordo un taxi con su novio, sin que nadie los viera, para dirigirse a liquidar sus ltimos
pendientes financieros con algunas amistades a quienes an deba algo de dinero.
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Pedro Evangelista era un mestizo: mitad indgena purpecha y mitad espaol. Su padre
haba sido un respetado profesor de castellano, nacido en el Viejo Continente y
emigrado a Michoacn, quien vivi en las Montaas del Paricutn un siglo atrs. Ya
muy anciano haba decidido irse a vivir con los indios para estudiar su lengua y sus
danzas sagradas, brindndoles a cambio sus conocimientos de latn, espaol, medicina
occidental y matemticas. En la sierra eligi a una indgena como esposa y se
matrimoni con ella cuando casi tena ochenta aos. De aquella inusual unin naci
Pedro Evangelista, a finales de la dcada de los treinta. Durante el auge de la Guerra
Cristera.
Cuando era apenas un nio de cuatro aos, su abuelo, quien tambin haba sido
un hombre de conocimiento y bailarn de danzas sagradas, so que Pedro se convertira
en un brujo de enorme poder espiritual. Lo llevaron a un sitio sagrado, cerca de la
cumbre del Paricutn y lo encomendaron a la Diosa Madre de los rboles y los
Bosques. Apenas tena cinco aos cuando recibi su iniciacin en la magia y la brujera
purpechas. Pero al poco tiempo fue arrasada su comunidad por el movimiento cristero.
Un batalln de soldados federales atac su pueblo por la noche, incendindolo todo,
creyendo que en sus chozas se escondan rebeldes cristeros. Sus padres y abuelos se
perdieron durante la madrugada, probablemente murieron. El nio fue llevado a la
fuerza por los hombres del gobierno a un internado donde obligaban a permanecer a los
hijos de los indgenas, para ser educados bajo la cultura occidental. Pedro Evangelista
nunca olvidara la ceremonia en el bosque con sus abuelos, ni a sus padres ni a la gente
de su comunidad. Permaneci cerca de seis aos, aprendi a leer en aquella escuela y a
conocer a los ladinos y mestizos, observando cmo los estudiantes indgenas perdan
paulatinamente sus tradiciones y conocimientos milenarios, abandonndolos al preferir
y abrazar la cultura mestiza. A los doce aos se jur que dedicara su vida entera a
rescatar y preservar las tradiciones y sabidura de sus hermanos indgenas. En aquel
entonces no pensaba en convertirse precisamente en un brujo, sino ms bien en un
defensor de los derechos de los pueblos tradicionales.
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Escap de aquel internado y regres a su aldea, no encontrando ms que ruinas y
a algunos indios sobrevivientes, vencidos y quebrantados, quienes preferan no volver a
hablar del conocimiento ancestral y trataban de ahogar sus tristezas con alcohol y
tabaco. Una dolorosa crisis emocional y espiritual lo sacudi, inundndolo de tristeza al
ver perdida a su familia, cortndose cualquier posibilidad de recuperar la conexin con
la sabidura milenaria de su pueblo. Acabo viviendo en las calles, vagabundo y
delirante, durmiendo en las plazas y los mercados. Lo encerraron en un manicomio de la
ciudad de Morelia, diagnosticado y etiquetado de loco.
Escap tambin de aquel lugar para enfermos mentales, temiendo que si
permaneca demasiado tiempo ah, lejos de curarse y aclararse su mente, terminara an
ms enfermo y deteriorado, debido a las condiciones insalubres y a la estrecha visin de
la salud, la mente y el ser humano con que imperaban los mdicos.
Comenz a recorrer el pas, trabajando como campesino, limosnero, cargador,
secretario de un juzgado, escribano, pues saba redactar y leer muy bien. Se uni a una
guerrilla en el estado de Guerrero y combati al gobierno. Abandon aquel grupo de
rebeldes para volverse maestro alfabetizador en las montaas del Sureste de Mxico. Se
hizo inmigrante ilegal y cruz la frontera con los Estados Unidos en un tren de carga,
dirigindose a la pisca de algodn y la cosecha manzana en California. Visit las
bibliotecas pblicas de muchas ciudades por las que pasaba y ley todos los materiales
que pudo sobre la historia de Mxico, el deambular itinerante y en muchas ocasiones
desolador de los pueblos precolombinos e indios a lo largo de quinientos aos de
dominacin y exterminio. Tambin aprendi por su cuenta la filosofa y la medicina
occidentales, la historia de todo el mundo y la cultura universal. Se hizo actor de una
caravana ambulante, aprendi a tocar el violn y la guitarra.
Cumpla los veintitrs aos de edad cuando encontr en una central de autobuses
durante uno de sus innumerables viajes, a un extrao anciano indio. Vestido de manta,
cubierto con un inusual sombrero de piel de venado y colguijes en las alas. La gente lo
evitaba, pues su imagen a simple vista inspiraba terror. No tena un ojo, y con el nico
que le quedaba sano miraba a los mestizos y al resto del mundo con sobrada
indiferencia.
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Pedro Evangelista aguardaba por la llegada de un transporte que lo llevara a la
Ciudad de Monterrey, donde sus compaeros msicos y actores lo esperaban para
unrseles y continuar con su espectculo callejero. Secuestr su atencin contemplar al
anciano comer unas simples semillas de calabaza, mascando con sumo cuidado,
utilizando gestos finos y precisos. El viejo masticaba ms de cien veces cada bocado de
pepitas, transmitiendo un autocontrol y un dominio de s mismo que impact al
muchacho. Si alguien poda procesar y deglutir algo con semejante calma y serenidad,
pens el joven actor, entonces ser capaz de enfrentar al propio Belceb y derrotarlo.
En eso, el nico ojo del indgena descubri a Pedro a la distancia. El rostro del
viejo enfoc al muchacho, ladendose para apreciarlo mejor. Levant la mano despacio
y lo llam con un gesto de los dedos, indicndole que se acercara. Pedro Evangelista no
resisti el impulso de acudir a aquel llamado, no sabra explicarlo en aquel momento,
pero todas sus bsquedas, confusiones y tribulaciones estaban a punto de encontrar una
respuesta.
El anciano era un maracame, un sabio y brujo de la etnia huichola,
autodenominada como wixarika. Aquel da lo adoptara como su discpulo y asistente,
decidiendo prepararlo como su sucesor. Los huicholes se convertiran en su familia
durante veinte aos, con ellos Pedro Evangelista adquirira sus principales
conocimientos como brujo. Sus compaeros artistas no volveran a saber nada de l.
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Yhajaira eligi un par de huevos revueltos acompaados de chilaquiles para desayunar.
El Antroplogo se permiti comer una buena porcin de tasajo frito en aceite y unos
frijoles con manteca. Se acompaaron de enormes tortillas blancas echas a mano sobre
el comal y la lea michoacana. Solan desayunar casi a diario en el Mercado de los
Antojitos, muy popular en Uruapan, ubicado tan solo a una cuadra de la Plaza Central
de la ciudad. Ah acudan toda una fauna de comensales provenientes de cualquier lugar
a llenar el estmago y saciar el antojo por la comida michoacana tradicional: indgenas,
comerciantes, viajeros, turistas, estudiantes, incluso empleados del gobierno y del banco
metidos en sus trajes recin planchados. Las clases sociales desdibujaban sus lmites
fcilmente en aquel lugar, borrando toda distincin de castas cuando el funcionario bien
vestido mordisqueaba la gorda de frijoles con requesn, o el indio vagabundo devoraba
con discrecin un obeso tamal de pollo con verduras, sorbiendo ruidosamente los tragos
de su atole de cacahuate.
Yhajaira sinti que algo o alguien presionaban con suavidad su tobillo. Al
principio no hizo mucho caso, pues aquel contacto resultaba casi imperceptible. Cuando
iba a dar un buen bocado a su taco de huevo con salchichas, la presencia de ese algo
annimo que la buscaba y clamaba por su atencin, se hizo manifiesta. La chica desvi
su mirada hacia debajo del puesto del mercado, donde descansaban los pies de los
comensales mientras coman, calzados por sus huaraches, zapatos de charol, sandalias
de hule o las plantas desnudas. Encontrando a una perra color caf an cachorra, quien
la miraba con harto inters por los bocados que ella ingera.
El Antroplogo intent ahuyentarla, amenazndola con uno de sus pies, metidos
en sandalias de yute. El animalito haca como que se alejaba, daba algunos pasos
dubitativos alrededor de ellos y luego volva a refugiarse debajo de la muchacha.
Que te largues, animal del demonio! Qu no entiendes?
Grit el Cientfico, habiendo perdido la paciencia y molesto al extraviar la
concentracin en su exquisito almuerzo.
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Pobre animalito, se ve que est muerto de hambre! Pronunci la chica.
Por su historia personal como nia abandonada, Yhajaira sola experimentar
demasiada solidaridad y comprensin por los seres desvalidos, tanto humanos como
animales. As es que sumergi una tortilla completa en el caldo de frijoles de su plato y
se lo arroj a la cachorra, quien lo devor en segundos, tragando prcticamente todo el
alimento de un solo bocado, casi sin masticarlo. Estaba de veras demasiado hambrienta,
probablemente llevaba das sin probar nada.
Ay! Ahora no te la vas a quitar de encima! Manifest el hombre ya con poco inters
en la escena, hablando ms bien en automtico, recuperando la atencin en su preciado
plato de carne.
Pobrecita! Repeta la muchacha slo para s misma. Se vea en cada animal o nio
hurfano que encontraba por los pueblos de Mxico.
Probablemente le mataron a su madre. Y a sus hermanosDijo el Cientfico,
masticando al mismo tiempo un bien dotado taco, al cual haba surtido previamente de
su porcin de salsa mexicana. Todava est en edad de amamantarse, debe tener apenas
poco ms de dos meses de nacida. Es hembra
Al Antroplogo tambin le interesaban los animales, pero ms bien desde un
punto de vista cientfico y terico. Desde su formacin en antropologa haba
profundizado bastante en el comportamiento y la fisiologa de muchas especies, con la
finalidad de contrastarlas con la sociedad humana.
Los ojos de Yhajaira se humedecieron levemente. Le resultaba imposible dejar
de sentir empata hacia los animales abandonados y los nios hurfanos. Se reflejaba
como en un espejo en cada uno de ellos cuando era apenas una criaturita, dejada en el
jardn de su madrina por sus padres. No ces de arrojar nuevas tortillas con frijoles y
huevo a la cachorra. El animal tragaba con desesperacin todo lo que le daban,
estrechndose cada vez ms un lazo con la muchacha. A primera vista era fea, color
marrn, unas orejas enormes y erguidas: de lobezno salvaje, la cara cubierta por un
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desigual tono caf con negro an ms oscuro, como manchada. Era mestiza del todo,
con sangre de muchos tipos de perros callejeros, pero con algunos rasgos de pastor
alemn o polica.
Cuando terminaron su desayuno y pagaron a la cocinera india sus platos, la
cachorra se repleg hacia los pies de Ojos Verdes, aferrndose a su presencia y no
queriendo perderla ms.
Vmonos por la parte trasera del mercado! As podremos extraviarla!
Adelant el hombre.
Extraviarla.? No podemos abandonarla de ningn modo!
Yhajaira se precipit a cargar al animalito, quien comenz a lamerla en la cara y
el cuello. Sin importarle que probablemente nunca la haba aseado nadie y que estara
con seguridad infestada de parsitos.
Busca un buen nombre para ella.!
A poco la vas a adoptar, mujer? No te van a dejar entrar al hotel con ella.
Vas a ver que s va a entrar!
El hombre ya no logr oponrsele. Hace das que vendieron los muebles y
posesiones de la chica para ir saldando algunas ltimas deudas que le quedaban
pendientes. Se haba ido a vivir con l al Hotel Concordia tan slo con unos cambios de
ropa, su reproductor de msica en mp3 con todos los archivos comprimidos de rock
que le encantaban, su Tarot de Marsella y algunos libros. Tenan casi dos semanas
viviendo juntos, a la maana siguiente se iran con Pedro Evangelista rumbo al estado
de Jalisco. Uno de los hijos del anciano maracame llegara de madrugada por ellos para
llevarlos en su vehculo.
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La voz se corra por toda la pequea ciudad. Se saba que Yhajaira haba dejado
definitivamente el congal para irse con el Antroplogo. Por ms que se esforzaran en
actuar con discrecin, muchos de los pobladores, prestamistas, comerciantes y
amistades quienes conocan a Ojos Verdes, ya estaban enterados de la prxima partida
de la pareja en compaa del brujo. Los rumores no haban dejado de llegar a la banda
de extorsionadores, quienes ahora sin su lder, ponan los ojos sobre la muchacha y su
hombre. Se saba que Yhajaira haba saldado todas sus deudas y que pronto emigrara.
La gente supona y especulaba que ella tendra buena cantidad de ahorros guardados a lo
largo de sus aos como bailarina, o que el hombre con quien se haba vinculado era
alguna especie de millonario desconocido.
La pareja intentaba moverse con el mayor cuidado por la ciudad. Ojos Verdes
resultaba por dems astuta cuando se trataba de evadirse de criminales y hombres
desalmados, pues en sus aos como desnudista tuvo la oportunidad de aprender a
medirlos y a conocerlos muy de cerca. El Antroplogo por su parte tampoco era ningn
ingenuo: durante dcadas de vivir y trabajar en la soledad de la sierra haba aprendido a
rastrear cualquier cosa y a sobrevivir en las peores circunstancias, a moverse en los
terrenos ms peligrosos y a reconocer a la gente malvada tan slo con echarle una
ojeada. De la misma manera que lograba realizar un rpido anlisis a la personalidad e
intenciones de los desconocidos, el Cientfico saba despistar y ocultarse de cualquiera
cuando era necesario. Adems el hombre posea una personalidad sobradamente recia,
curtida en las situaciones ms duras, haba enfrentado incluso sus propios problemas
sexuales y los venci. Las gentes solan sentirse impresionadas tan slo cuando lo vean,
a muchos les inspiraba un miedo inexplicable cuando estaban cerca de l. Por eso el
Antroplogo slo era amigo de unos cuantos indios y de sus libros. Adems de que casi
nadie lo conoca en la ciudad, ni saba quien era, los malandrines se la pensaban ms de
una vez antes de meterse con l.
Para evitar ser ubicados fcilmente se cambiaron con sus cosas del Hotel
Concordia, ubicado en la bonita Plaza Principal, donde vivan muy cmodos, hacia un
hotelucho cercano a la Central de Autobuses, en las afueras de la ciudad. Ah nadie les
objet que entraran con la cachorra envuelta en una toalla a la recmara, ni nadie se
opuso a que Yhajaira la baara en la regadera durante la tarde entera.
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Por la noche, al encontrarse con l para ponerse de acuerdo sobre los ltimos
detalles del viaje del da siguiente, fue Pedro Evangelista quien la bautiz:
Llmenla Unechi. Les dijo el anciano, sonriendo conmovido al mirar al animalito,
quien luca ya muy limpio y con su correa nueva, acompaando a la pareja por toda la
ciudad.
Unechi? Qu significa esa palabra Cuestion la muchacha.
Es en lengua huichola, quiere decir niita o nia chiquita.
El viejo volvi a mirar al cachorro, acarici su cabecita inquieta y luego agreg,
dirigindose expresamente a Yhajaira:
Para llegar a convertirse en un hombre de conocimiento o un maracame, no slo es
necesario conocer y saber muchas cosas, tambin se requiere una gran compasin y
comprensin hacia todos los seres del universo, y parece que t tienes esa cualidad
sobrada
Y luego se despidi de sus amigos.
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Lo primero que aprendi de los wirras fue su msica. Aunque Pedro era ya un buen
intrprete del violn y la guitarra, los indgenas del Norte de Jalisco posean un estilo
muy especial de tocar el mariachi. El joven jams haba escuchado ningn tipo de
msica verncula, ni siquiera remotamente parecida a la que ahora apreciaba de sus
hermanos huicholes.
Al inicio, la nueva etapa de su vida fue dura, pues el viejo a quien encontrara en
la estacin de autobuses varios meses atrs, le ordenaba realizar las tareas ms difciles
y pesadas: buscar y cortar la lea para que no faltase en la cabaa donde vivan, cuidar y
alimentar a sus cabras, cerdos y gallinas. Lo segua a pie por toda la sierra, caminando
durante das, llevando a cuestas todos los utensilios y pesados instrumentos rituales del
brujo. Encontrndole poco a poco el encanto a la cultura de aquellas gentes inusuales,
tan distintas a los purpechas y a los habitantes de Michoacn.
El viejo se llamaba Don Aureliano. Pronto surgi un cario muy entraable y
una relacin de bastante intimidad entre ambos. El brujo se mostraba hostil de inicio,
pero cuando se le conoca a fondo y se entraba en confianza, incluso se descubra en l
un raro y contagioso sentido del humor. Pedro Evangelista haba decidido en sus aos
de viajes y excursiones, dedicarse por completo a la msica, nunca, ni siquiera cuando
ya viva en la casa de Don Aureliano tuvo en mente la idea de convertirse l mismo en
un maracame. Siempre pens que aquella profesin milenaria era exclusiva de los
nacidos en la cultura wixarika, de los propios huicholes.
Su ingreso en el mundo de la magia y la brujera ocurri lentamente, primero
atendiendo todas las demandas del viejo, luego ayudndole a realizar sus rituales,
curaciones e intervenciones mdicas y espirituales.
Luego de dos aos de vivir con los huicholes en medio de la sierra, se hizo
consiente de encontrarse probablemente con el maracame ms poderoso de todos los
pueblos de la Sierra. Quiz don Aureliano fuese en aquel tiempo el brujo ms
importante de todos los pueblos tradicionales de Mxico. Hasta l acudan gentes de
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todas los rincones de la nacin wixarika, para pedir sus consejos, practicar los
exorcismos ms difciles, consultarlo e incluso prepararse los jvenes maracames.
Sin apenas darse cuenta, ya estaba participando en las ceremonias de iniciacin
junto con un grupo de huicholes novicios, ms o menos de su edad, guiados todos por el
ojo sabio y certero de Don Aureliano. Se les forz a una etapa de abstinencia sexual de
seis aos, sin poder tocar, ni siquiera mirar a mujer alguna durante este tiempo.
Tampoco coman un solo grano de sal, muy poca carne. No podan hablar con nadie que
no fuese el brujo maestro, pasaban la mayor parte del tiempo recluidos en cavernas o en
jacales aislados en la cima de las montaas, orando, cantando y tocando el tambor ritual.
Su cuerpo se purificaba, preparndose para la ingesta de la planta sagrada.
En la primera ceremonia se le incit a comer cinco cabezas de peyote. Conforme
pasaron los das, la racin fue en aumento. Acab ingiriendo cuarenta cactceas
alucingenas en tres das. Casi se vuelve loco en el proceso, de no ser por la poderosa
presencia de don Aureliano, quien le gritaba y le ordenaba con su fuerza moral
incuestionable, a veces insultndolo, a volver a poner los pies en la tierra y no dejarse
llevar por sus miedos o sus deseos.
Durante un transe inducido con peyote, contempl cmo una planta de nopal y
otra de peyote se transformaban, fusionndose hasta crear una imagen antropomorfa.
Era una mujer enorme, sensual y de amplias curvas. Pedro Evangelista hizo el amor con
ella, la penetr y ella se lo trag a besos. El cuerpo de aquel ser, mitad vegetal y mitad
humano llen su alma de una vitalidad y una energa que jams haba posedo. Al
despertar del viaje, dos das ms tarde, reflexionando sobre su experiencia con Don
Aureliano y sus compaeros huicholes, record la primera ceremonia de iniciacin con
sus abuelos, en las montaas del Paricutn, cuando tena cuatro o cinco aos. Su
comunidad lo haba encomendado a la Diosa Madre de la Naturaleza. El anciano
maracame le dijo que haba recuperado el contacto con su espritu protector, y que en su
caso, se trataba de una situacin especial y privilegiada, pues la Diosa no escoga con
frecuencia a los varones para volverlos sus adeptos y sus hijos.
Cuando transcurrieron siete aos de haber llegado a vivir con los huicholes y de
andar de ceremonia en ceremonia, Pedro Evangelista decidi tomar como esposa a una
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de las sobrinas de Don Aureliano: una muchacha de diecisiete aos que siempre andaba
cerca de la casa del brujo cuando ellos estaban ah, procurando no perderse nunca la
oportunidad de verlo o saludarlo, aunque fuera de lejos. A Pedro tambin le gustaba
desde que la conoci, cuando l recin lleg a la comunidad, y Perla, la muchacha, era
apenas una nia que ya se fijaba y pasaba todo el da mirando al purpecha.
Dejaron la vida en la Sierra y se fueron a vivir a una pequea ciudad llamada
Andrs Cohamiata, en el Norte de Jalisco: era la Capital Huichola, ubicada al pie de un
acantilado altsimo, en la cumbre de una montaa. Con Perla tuvo tres hijas seguidas,
las cuales nacieron en San Andrs. Trabaj como msico durante diez aos, form un
mariachi huichol con varios de sus colegas y vecinos. Los ayud a construir un hotel en
la orilla del mirador, con cabaas para que cientos de turistas de todo el mundo
acudieran a la Zona Huichola a estudiar y conocer su cultura y tuviesen donde
hospedarse. Tard mucho tiempo en asimilar las experiencias y enseanzas transmitidas
por Don Aureliano. Ni siquiera entonces pens por un momento en ponerse a trabajar
como maracame y comenzar a curar personas o dirigir rituales y curaciones. Segua
concibindose a s mismo como un msico, ms que como curandero.
Un buen da agarr su violn, su guitarra, apresur a su mujer y sus hijas a
empacar sus cosas, y dej con todo y familia la Sierra Huichola para regresar a
Michoacn. Sin una razn clara ni motivo particular se fueron a Uruapan. Pedro
Evangelista anduvo durante otro tiempo de mariachero, caminando de un lado a otro de
los pueblos michoacanos, cantando y tocando sus instrumentos, tambin se hizo maestro
de msica con jvenes y nios purpechas. Sus hijas crecan, hacan sus vidas con
hombres nacidos en Uruapan, dos de ellas se matrimoniaron con indgenas y la ltima
con un maestro mestizo de piel blanca. Un ltimo hijo naci cuando Pedro sobrepasaba
los cincuenta aos. Su esposa Perla muri en el parto.
El dolor por la prdida de su mujer y el verse solo de nueva cuenta frente al
mundo, con la responsabilidad de seguir trabajando y luchando por criar a un nio
recin nacido, le produjeron una nueva crisis, de la que pudo salir ms fcilmente.
Acompaado por los llantos de su pequeo, una maana se levant de su jacal en las
faldas del Paricutn, con la mirada lcida y los ojos radiantes. Decidi en delante
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dedicarse a curar a las personas y ejercer los conocimientos de brujera que se le haban
transmitido aos atrs. Finalmente estaba listo para convertirse en maracame.
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Joaqun era el hijo ms joven de Pedro. Tena veinte aos de edad, los ojos de un tenue
color verde aceitunado, apenas perceptible. Un indgena con los ojos claros. Manejaba
un viejo jeep safari del ao 70, sin placas que apenas poda mantenerse encendido.
Haba que darle constantes y violentos acelerones para mantener su motor funcionando.
Porqu tus hijos nacieron con los ojos verdes, Pedro? As los tena tu esposa?
Cuestion Yhajaira sin la menor malicia. El Antroplogo se sinti incmodo, a
l no le gustaba hacerle preguntas personales, menos hablarle de t al maracame,
aunque eran bastante amigos. Lo llamaba maestro, y al anciano no le molestaba.
Tampoco le desagradaba que lo llamaran de t, como si fuera un hombre mucho ms
joven. Sobre todo si lo hacan las muchachas bonitas como Yhajaira.
Es que mi padre era espaol. A m no me toc nada de sus rasgos, pero mis hijos
nacieron con los ojos claros como l, y de gran estatura.
Respondi el anciano sin la menor muestra de haberse molestado. Y de hecho
menta, pues tambin sus ojos posean un aura griscea y verdosa discreta en las
pupilas.
Eran las cuatro de la maana. La ciudad de Uruapan se encontraba en completo
silencio, a excepcin de algunos ladridos de perros o el canto aislado de un gallo. Una
oscuridad espesa y de alta densidad cubra los edificios, las casas y los cerros aledaos
que la rodeaban. Haban elegido semejante horario en la madrugada, para iniciar su
viaje, evitando ser notados por los habitantes de la ciudad, sobre todo procurando llamar
la menor atencin posible de los grupos de extorsionadores.
Subieron algunas pocas pertenencias: libros y tres mochilas, al safari. Pedro
Evangelista slo portaba un amplio morral de lana y los estuches de su guitarra y violn,
los cuales guardaron en la cajuela.
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El Antroplogo haba hablado con el maracame de la posibilidad de iniciar
clases de guitarra con l, quedando en tomar dos sesiones por semana apenas llegaran a
Colotln. Pedro Evangelista le insista que el desarrollo de sus habilidades musicales le
ayudara a despertar una mayor sensibilidad, as como a convertirse en una persona
mucho ms flexible. La rigidez y estreches emocional era lo que le haba llevado a una
vida de aislamiento e impotencia sexual. El Cientfico siempre se dedic a ejercitar su
intelecto y su pensamiento crtico, ejerciendo habilidades tericas, analticas y
racionales, aunque siempre deseo aprender a tocar algn instrumento, pues amaba
sobremanera la msica. Se emocionaba tan slo de imaginarse interpretando boleros y
canciones de rock con una guitarra acstica. Tena pensado hacer un alto en la ciudad de
Paracho, todava en el estado de Michoacn, donde fabricaban unos de los mejores
instrumentos de cuerdas del pas, y comprarse alguno antes de llegar a Jalisco.
Yhajaira fue la primera en subirse al destartalado vehculo, llevando a la perrita
Unechi en sus brazos, envuelta en una toalla. El safari no tena techo ni capote, sus
pasajeros viajaran expuestos al viento helado de la sierra cuando menos cinco horas
ms, hasta que no amaneciese y el sol los calentara. En el asiento trasero, prcticamente
sin tapicera y sobre las tablas, se ubicaron el Antroplogo y ella, abrazados y
cubrindose con un grueso edredn de lana del fro michoacano. En el lugar del copiloto
estaba Pedro Evangelista, vestido con un sencillo pantaln de manta, sus guaraches de
cuerda y una camisa desfajada. Pareca no afectarle en lo absoluto el fro que descenda
de las montaas o que provena del Parque Nacional. Joaqun llevaba una sencilla
chamarra de mezclilla, era apenas un muchacho de veinte aos que no hablaba
demasiado, bastante respetuoso de su padre y sobremanera amable con la pareja.
Tambin era msico, haba aprendido el oficio de su padre.
El safari produjo una sonora explosin al momento que el hijo del maracame lo
encendi. Sus pretensiones de no ser notados por los vecinos y la gente de la ciudad
fracasaron, despertando a todos en el barrio. El Antroplogo y la muchacha se
sobresaltaron, temiendo ser descubiertos y observados por ojos malvados. Al brujo
pareci no importarle en lo absoluto, era dueo de una calma completa, de la cual nadie
podra sacarlo.
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Arrancaron haciendo an ms ruido, dirigindose por todo el bulevar principal
que iba de la Central de Autobuses a la salida de la ciudad, rumbo a Guadalajara.
Antes de abandonar Uruapan, el automvil tuvo que ascender trabajosamente
por una empinada cuesta que luego se transform en sinuosas curvas por las que se
giraba al recorrerlas como en un espiral. El safari casi deja su motor en la ltima subida,
antes de poder tomar la Carretera Libre a Jalisco. Fue un milagro que el carrito no se
infartara en el jaln final, al iniciar una recta cubierta por los dos lados de plantos de
aguacates. La oscuridad reinaba en los cuatro puntos cardinales y se abri como una
boca que los trago con todo y su vehculo al adentrarse en el camino.
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Dos horas ms tarde, cuando ya amaneca y los viajeros pensaban en detenerse a
desayunar unas carnitas de puerco con tortillas recin hechas en la Ciudad indgena de
Chern, se dieron cuenta que los seguan.
La camioneta lobo color rojo no se les despegaba, manteniendo cierta distancia
por detrs de ellos y sin acelerar, aunque con lo nuevo del vehculo y la potencia de su
motor, en comparacin con el pobre safari de Joaqun, hubiese podido rebasarlos desde
hace rato y dejarlos atrs. Era evidente que vigilaban cada uno de sus movimientos, pero
que tampoco se decidan a atacarlos ni hacerles nada todava. Probablemente se lo
pensaban bastante antes de meterse con ellos, sobre todo con el poderoso brujo, quien
era famoso en todo Michoacn. La pareja se senta asustada, el joven chofer tampoco
poda ocultar su nerviosismo al sentir la presencia constante del vehculo desconocido a
sus espaldas. Slo Pedro Evangelista mantena una calma inalterable:
No tiemblen de miedo, muchachos, nada nos va a pasar El miedo los puede hacer
perderse...
Dijo secamente al mirar de reojo la camioneta que permaneca obsesiva cerca de
ellos.
Prefirieron esperar por el desayuno y seguir de largo por la Carretera Libre a
Guadalajara. Por ms que Joaqun trataba de imprimir velocidad al carrito, su
maquinaria responda cada vez menos, hacindose crecientemente lento, y la distancia
entre el vehculo que los segua y el suyo, ms corta. Saban muchas historia de
desaparecidos y de gente a quien la pandilla de malandrines secuestraba y de quienes no
se volva a saber nada, aunque pagaran sus rescates y les dieran lo que queran. Por lo
general, cuando se empeaban en quitarle su dinero a alguien, nadie poda detenerlos.
Era evidente que contaban con la complicidad de las autoridades, pues cuando caa en la
prisin uno de sus miembros, o sus vctimas presentaban denuncias en su contra,
siempre salan libres.
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Lograron llegar a la Ciudad de Paracho, Michoacn, a las diez de la maana.
Justo en el momento en que el viejo safari daba su ltima bocanada de vida. Joaqun
alcanz a meter el automvil en un depsito de chatarra, perdiendo antes por una de las
calles de las afueras de la ciudad a la camioneta que los persegua. El maracame y su
hijo vendieron ah el safari por dos mil pesos. De seguro lo desmantelaran para
revenderlo como refacciones. Caminaron por las calles de Paracho ya mucho ms
tranquilos, pues sin su automvil sera ms difcil que los descubrieran los malandrines.
Se detuvieron por fin a desayunar en un puesto callejero. Antes de engullir sus
sagrados tacos de carnitas, vsceras y chicharrn de puerco, sobre una mesa
destartalada, Pedro Evangelista bendijo la comida, lanzando un sortilegio preciso e
incuestionable, acompaado de plegarias y cnticos sutiles en lengua purpecha y
huichola:
Gracias, mi amada Diosa Madre, por esta sabrosa comida, bendcela, bendcenos a
nosotros y cudanos tambin. Abrzanos bajo tu seno, como en un crculo donde el mal
no pueda daarnos, donde el mal nunca nos pueda tocar.!
Y comenzaron a degustar sus sabrosos tacos de carne de puerco, acompaados
de tortillas hechas a mano y chiles curtidos en vinagre.
El brujo masticaba lento y cuidadoso cada bocado, los tres jvenes engulleron
mucho ms rpido sus tacos y frijoles.
Mientras el viejo degustaba con suma paciencia un enorme chile jalapeo y lo
saboreaba con su lengua y boca, a la distancia descubri a los extorsionadores. Eran tres
hombres obesos, metidos en gruesas chamarras, de seguro andaban armados. Pedro los
conoca y ellos de vista a l tambin. Se haban bajado de su camioneta y ahora se
desplazaban a pie por las calles de Paracho. Hace algunos aos el brujo alivi de un
cncer incurable a la mam del ms gordo de ellos. Al morir el Croman en el
accidente de la Plaza de Uruapan, el Gordo se haba quedado en su lugar, asumiendo el
liderazgo de la banda, a la que de cualquier manera ya no le quedaban muchos de sus
miembros. Los haban ido matando poco a poco: en tiroteos o en venganzas efectuadas
por los familiares de sus numerosas vctimas.
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Cuando el Gordo observ desde lejos el rostro sereno de Pedro Evangelista, se
paraliz. El maracame lo enfoc desde una cuadra de distancia, sin dejar de masticar su
jalapeo, sonriendo. Tampoco quiso alarmar a sus amigos y a su hijo, no les dijo nada y
les dej desayunar y conversar a placer. El Gordo tena trece aos de edad cuando casi
muere su madre de un cncer que le atac los intestinos en medio de la sierra. Pedro
Evangelista la oper con un cuchillo de montaa y le extrajo tres grandes tumores,
salvando su vida. La familia siempre estuvo agradecida con l, sobre todo porque no les
cobr honorario alguno por sus servicios, ya que eran demasiado pobres. De modo que
el Gordo se senta en deuda con Pedro, y se lo pensaba mucho antes de meterse con l.
Sobre todo porque el anciano nunca le haba hecho nada a nadie y se dedicaba a curar a
los indgenas y a la gente ms pobre.
De pronto, el rostro del Gordo qued congelado, toda la sangre se le fue de la
cara. Cay al suelo, agitndose con desesperacin. Sus secuaces se precipitaron a
auxiliarlo y ver qu le pasaba: era un infarto. La gente se congreg alrededor de ellos,
ayudndolos a levantar el enorme cuerpo del delincuente y llevarlo en busca de ayuda
mdica. Los maleantes se perdieron por entre las calles y la multitud para no verse ms.
Paracho era un pueblo de indios artesanos, ah se fabricaban las mejores
guitarras, mandolinas, arpas y laudes de Mxico. Los amigos terminaron su desayuno y
se olvidaron de los malandrines. Deambularon relajados por las callejuelas de la ciudad,
contemplaron a los indios, a los comerciantes, la Catedral. El Antroplogo se compr
por fin una hermosa guitarra de cedro blanco junto con su estuche duro. En breve
iniciara sus clases de msica de la mano de Pedro Evangelista. Yhajaira les pidi
detenerse para beber una copa de tepache, bebida autctona fabricada con jugo de pia
fermentado. Mientras disfrutaban su bebida, el maracame y su hijo extrajeron la guitarra
y el violn, Pedro era un magistral violinista y su hijo ms joven sola acompaarlo con
la guitarra. El lquido no tardo en surtir su efecto estimulante. En plena calle, en el
puesto de tepache, los indgenas se pusieron a interpretar La Feria de las Flores al son
del mariachi huichol, mientras la muchacha y el Antroplogo beban y disfrutaban su
msica:
Me gusta cantarle al viento
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Porque vuelan mis canciones
Y digo lo que yo quiero,
Por toditos los lugares
Ayer vine que vine,
A la Feria de las Flores
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A las doce del da abordaron con todo y sus cosas un autobs de tercera que vena desde
la Ciudad de Morelia, repleto de indgenas, el cual los llevo durante cinco horas ms por
territorio michoacano, desde Paracho, a travs de La Piedad, Zamora y luego Lagos de
Moreno, ya en el Estado de Jalisco. Los caminos estaban por completo cubiertos de
color verde, llenos de flores silvestres de matices amarillos, lila, rojo. La primavera
estaba en su apogeo y un vvido y caluroso paisaje les acompa durante todo el
trayecto a lo largo del estado de Michoacn hasta que entraron en Jalisco y se
aproximaron a su capital.
Permanecieron unas horas en la Ciudad de Guadalajara, comieron ya entrada la
tarde en las Nueve Esquinas, sendos platos de birria tapata acompaados de tacos de
panza de puerco guisada con chile. La muchacha llevaba a la perrita Unechi atada con
su correa, siguindola a todas partes donde ella iba. Siempre que poda le arrojaba una
tortilla y trozos de carne o sopa de arroz que el animal jams desaprovechaba. En poco
tiempo haba recuperado bastante peso e incluso engordado bajo los cuidados de
Yhajaira.
A las ocho de la noche estaban subindose en la terminal de Zapopan a un
autobs de segunda que los llevara hacia la Zona Huichola. Tuvieron que apretujarse
con todo y su equipaje en los asientos, pues el transporte iba a reventar. El Antroplogo
dio cien pesos de propina extra al chofer del viejo vehculo para que dejara pasar a la
perrita, pues no estaba permitido viajar con animales. Cosa que luego pudieron
comprobar como falsa, pues Unechi no era de ningn modo el nico perro ni tampoco el
nico animal abordo.
Para dirigirse a la Sierra Wixarika deban seguir una solitaria carretera que
entraba y sala de los estados de Jalisco y Zacatecas varias veces antes de llegar a su
destino. Primero pasaron por un pequeo poblado llamado San Cristbal de la Barranca,
en la cuenca del Ro Santiago, que otrora fue un paraso donde abundaron aos atrs los
camarones y peces. Ahora el ro estaba infestado por los desages de la Ciudad de
Guadalajara, la mayora de los habitantes nativos se haba ido hace mucho tiempo,
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quedndose slo los viejos melanclicos. Un hedor insoportable a drenaje y aguas
negras lo invadi todo desde pocos kilmetros antes de llegar a la comunidad. Cuando
se detuvieron en aquel poblado, ms de la mitad del transporte se vaci, pues cerca de
cuarenta indgenas huicholes y nhuatl se bajaron. Era bien sabido que toda aquella
gente venda su mano de obra y su trabajo en San Cristbal, para laborar en la
agricultura de la regin por los sueldos ms bajos del pas.
El autobs se puso en marcha y se intern por entre los barrancos y la oscuridad
desoladora. Pasaron por unos acantilados bastante pronunciados, donde se les revolvi
el estmago con sus curvas. Luego de una hora estaban en el Estado de Zacatecas.
Cruzaron la primera comunidad zacatecana llamada Garca de la Cadena y se
aproximaban a un destino que el maracame deseaba por sobre todas las cosas que
visitaran.
Al principio Joaqun y el Antroplogo se oponan a abandonar el transporte a
aquellas horas de la noche y bajarse en medio de la carretera y la nada, pues ya eran las
doce, pero el anciano se les impuso, pidindoles a todos que tomaran de nuevo sus cosas
y lo siguieran. Haban llegado al Tehul de Gonzlez Ortega, una comunidad zacatecana
donde se haba descubierto haca pocos aos un importante sitio arqueolgico del
desaparecido pueblo indgena de los caxcanes. Segn el viejo, al da siguiente
retomaran su camino rumbo a Colotln, pero por ahora deseaba que hicieran lo que les
peda.
El antroplogo se haba detenido en el Tehul varios aos atrs, cuando trazaba
los mapas de las rutas de caminantes milenarios indgenas y escriba su primer libro,
crea que el sitio no tena mucho que ofrecerle desde el punto de vista cientfico. La
verdad es que el lugar nunca consigui llamar demasiado su atencin.
Pedro Evangelista le pidi al chofer detenerse justo en las faldas de un cerro
ubicado en la entrada del pueblo. El camin los dej en mitad de la noche, en un paraje
por completo desolado.
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En medio de la oscuridad ms absoluta, Yhajaira, Joaqun, el Antroplogo,
Unechi y el maracame se dirigieron a pie, cargando sus pertenencias hacia aquel cerro,
que a esas horas se apreciaba como una gigantesca sombra helada, negra y amenazante.
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Desde que el Antroplogo inici su trabajo con Pedro Evangelista, comenz a perder la
fe en la racionalidad y la ciencia occidentales. Hace unos aos particip con otro brujo
huichol en una ceremonia con peyote en los confines de la Sierra de Jalisco. Aunque en
aquella ocasin se comi dos cabezas de la planta de poder, el trance haba sido
demasiado leve. En trminos del curandero, el peyotito lo haba tratado muy bien. De
cualquier manera, aquella experiencia fue el inicio de la ruptura. Si durante sus aos de
estudios en antropologa e historia haba dudado ya de todo aquello que la ciencia y la
razn occidentalizadas sealaban como hechos incuestionables, al saberse curado de su
sexo por el brujo y profundizar ms en la sabidura y la medicina indgenas conforme
escriba su nuevo libro, casi haba desechado la mayor parte de los preceptos y creencias
con que haban llenado su cabeza los profesores y cientficos acartonados en sus aos
universitarios.
Se dio cuenta que los investigadores y docentes extraan sus verdades de los
libros escritos por los filsofos, socilogos, antroplogos, psiclogos y matemticos
occidentales, y luego las recitaban en las aulas universitarias del pas sin siquiera
cuestionar realmente sus fundamentos. Dndolas por hecho simplemente como dogmas
cuasi religiosos, que los jvenes estudiantes deban tragarse sin procesar ni rechistar. Y
cuando algn muchacho, todava inocente osaba estar en desacuerdo con ellas, era
tachado de subversivo, esquizofrnico o reaccionario.
Toda una serie de conceptos sobre el tiempo, el espacio, la vejez, la vida, la
muerte, el sexo, el espritu, el amor, el pensamiento, la evolucin, se sacudan al interior
del Antroplogo y se desquebrajaban, para dejar en su lugar slo un vaco incontenible
y ntido.
Notaba que su propio estilo de escribir se haba modificado y segua
evolucionando cada da. Cuando diez aos atrs public su primer libro donde describa
las costumbres y ritos de los pueblos precolombinos, tenda a hablar de cosas que haba
ledo o que principalmente le contaron los informantes a quienes entrevist. Ahora su
escritura y su nuevo libro sobre la sexualidad indgena eran muy distintos: por primera
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vez comenzaba a escribir no sobre cosas que decan o redactaban otros, sino sobre
experiencias que l mismo vivi y que ahora, aunque sorprendentes y difciles de
explicar en trminos de los ingenuos acadmicos, profesorcillos e investigadores a
quienes haba conocido en el pasado, resultaban para l incuestionables por haberlas
vivido en su propia piel.
Tardaron una hora y media en escalar la totalidad del cerro hasta su cumbre. El
maracame puso de manifiesto su condicin fsica innegable, al ir caminando a paso
rpido al frente del grupo, portando dos instrumentos musicales y un amplio morral que
no deban pesar poco. Tras de l iba Yhajaira con una mochila de tirantes y la perrita a
su lado. Luego el Antroplogo y Joaqun con otras dos guitarras y sus respectivas
mochilas.
En la cumbre se ubicaba una explanada donde haca tiempo se realizaban
excavaciones por parte de arquelogos y antroplogos. Desde las alturas de aquella
montaa podan apreciarse no slo las luces del Tehul y de Garca de la Cadena, sino el
reflejo de los alumbrados nocturnos de la Ciudad de Guadalajara. La cual se encontrara
ya a unos ochenta kilmetros de distancia.
El maracame les explico que hace cuatrocientos aos, aquel lugar haba sido una
enorme y poderosa fortaleza de origen prehispnico an ms antiguo. Cuando los
pueblos caxcanes se rebelaron contra la Corona Espaola e iniciaron una guerra de diez
aos para librarse de sus opresores, se atrincheraron en aquel lugar, sitiados por los
cuatro costados por un ejrcito de espaoles y portugueses. El sitio dur cinco aos,
pues los guerreros indgenas podan defenderse perfectamente desde las alturas de la
inexpugnable fortaleza. Los europeos pretendan trepar por ella con sus armaduras,
caballos y espadas, pero eran repelidos sistemticamente por los pedernales, hondas y
flechas caxcanas. No fue sino hasta que el Virrey de la Nueva Espaa mand a un
ejrcito indgena proveniente del Centro de Mxico, conformado por los fieros
tlaxcaltecas, quienes haban ayudado a Hernn Corts a derrotar a los aztecas, que los
caxcanes encontraron su taln de Aquiles.
Cuando los amigos llegaron a la explanada en la cumbre, donde acamparan,
Pedro Evangelista sigui describindoles la historia del sitio:
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Este lugar est lleno de los espritus indgenas que lucharon y murieron guerreando
contra los espaoles! En la base hay tneles secretos por donde los caxcanes se
reabastecan de agua y vveres para resistir el sitio. Los espaoles los rodearon creyendo
que los mataran de hambre, pero se dieron cuenta que tras aos de tenerlos cercados,
los indios no se moran y se hacan ms fuertes cada da. Hasta que lleg un ejrcito de
tlaxcaltecas, imagnense: indios contra indios. Y como podrn suponer, los tlaxcaltecas
s lograron someter a los caxcanes. Esa es la triste historia de nuestros pueblos: la
traicin entre hermanos y el servilismo ante los poderosos para obtener privilegios.!
Se lament tristemente el maracame. Luego los organiz para encender una
hoguera enorme que ilumin la totalidad de la explanada. Bajo su gua formaron un
crculo perfecto hecho con piedras y rocas recolectadas en las cercanas. La fogata
qued ubicada en medio del crculo. Joaqun aviv el fuego an ms, hasta que las
llamas alcanzaron ms de tres metros de altura. El muchacho pareca estar familiarizado
con las ceremonias y ritos precedidos por su padre, pues saba perfectamente qu hacer
para auxiliarlo en cada instante. Encendi tambin unas varas de copal, el perfume
precioso prehispnico que lo inund todo. El maracame los invit a entrar al crculo
mgico y les pidi que por nada del mundo se atrevieran a salir de su circunferencia,
pues se trataba de un campo espiritual protector.
Pedro Evangelista comenz a hablar:
Hermanos, no se alejen de aqu! Pronunci con una voz ronca y amplificada que ni
la pareja ni su propio hijo le haban escuchado jams. Deberemos formar un campo
energtico donde nada pueda daarnos. Estando aqu adentro, el Mal nunca nos podr
tocar. Luego extrajo de su morral diez cabezas de peyote. Era evidente que en algn
momento, sin que los dems lo vieran, Pedro Evangelista ya haba ingerido ms de
alguna planta sagrada y ahora experimentaba sus efectos transformadores.
Joaqun les dio agua fresca, extrada de un garrafn de barro y con ella bebieron
y se lavaron el rostro, purificndose.
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Para que el abuelito nos trate bien, deberemos estar limpios del cuerpo, del espritu y
de la mente! Observ el brujo al mismo tiempo que se acercaba hacia Yhajaira.
Los huicholes y los purpechas solan llamar cariosamente abuelito a la
planta psicoactiva.
Sin pensarlo, dio una de las plantas de poder a la chica y la inst a masticarla y
tragarla. Yhajaira moli el vegetal con sus dientes, el cual le result amargoso e irrit su
lengua.
Te encomiendo a mi Madre Protectora! Dijo el anciano. Desde ahora Ella te cuidar,
pero debers trabajar duro para convertirte cada da en una digna hija suya, de ahora en
adelante Ella velar por ti, Ella te llevar hacia un sitio, dentro de ti, donde el Mal nunca
te pueda tocar
Joaqun y el Antroplogo miraban sorprendidos cmo la hermosa mujer adquira
una dignidad espiritual sin precedentes, enamorndose los dos de ella, pero de una
forma distinta. Sintiendo deseos por la Mujer Universal, la madre de todos los seres, la
otorgadora de perdn y compasin: quien repentinamente se encarnaba en Yhajaira. En
unos instantes ellos tambin ingeriran, aunque en una racin menor, la sustancia
psicoactiva.
Y la muchacha sinti como con un cuchillo abrirse su garganta y su trquea,
cuando la planta sagrada se desliz hacia sus entraas, semejante a una tarntula que la
invada por dentro, habitndola, estallando en su interior y emulsionndolo todo.
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TERCERA PARTE:
LA NIA HUICHOLA
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Todos los libros han perdido su importancia. Podis
consultar el Bhagavad Gita o la Biblia, o el ltimo tratado
sobre poltica o psicologa, y veris que han perdido ese
timbre, esa cualidad de la verdad; que se han vuelto meras
palabras. Vosotros mismos, que sois los repetidores de esas
palabras, estis confusos e inseguros, y la simple repeticin
de palabras nada os sugiere. Las palabras y los libros, por
consiguiente, han perdido su valor.
(JIDDU KRISHNAMURTI La Libertad Primera y
ltima)
Cuando encuentras a tu Dios interior, es l quien siembra y
al mismo tiempo eres t quien recolecta en ti, y ambos estn
juntos. No hay un proceso que anteceda al otro. T vas a
cosechar lo que siembras en cada segundo, esta agua que
sale del pozo! A cada segundo el agua fluye, fluye y,
simultneamente, t cosechas y cosechas. Se hace al
mismo tiempo! Sembrar y cosechar son actos simultneos:
no hay ningn desfase, ninguna distancia temporal entre
uno y otro.
(ALEJANDRO JODOROWSKY Los Evangelios para
Sanar)
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Cmo sera la vida si pudisemos borrar nuestras ideas acerca de los dems, nuestros
juicios inquisitoriales cuando condenamos a los otros por su comportamiento, las
heridas que nos han hecho, las cosas horribles que nos dijeron y ms an las que les
dijimos? De qu naturaleza seran nuestras interacciones con las personas, con los
animales y con el mundo, si consiguisemos anular nuestras ideas preconcebidas acerca
de todo, y si logrsemos dejarnos de identificar con nuestro pasado y con un futuro
inexacto e incierto que acaso no exista? Era esto lo que quera decir el Evangelio,
cuando afirmaba que al cielo slo entraran aquellos que consiguiesen volver a ser como
nios?
Eran preguntas que ltimamente se planteaba la muchacha, conforme pasaban
los meses y ella segua participando en las ceremonias, ejercicios y entrenamientos que
le encomendaba Pedro Evangelista.
Al inicio el cambio no fue claro. Nada de lo que le peda el brujo, ni siquiera la
ingesta de sustancias alucingenas, ni los baos de purificacin en los ros, ni las
caminatas hacia el ocano en Nayarit o hacia el desierto en Durango, parecan tener un
fin preciso ni consistente. Yhajaira viaj mucho en los ltimos meses al lado del
maracame y en compaa de otros brujos novicios. Fueron a San Blas, en el Estado de
Nayarit, caminando desde San Andrs Cohamiata a travs de la Sierra durante das,
hasta llegar al ocano, a un sitio ritual milenario que slo conocan los huicholes.
Con el paso de las semanas de aislamiento y de caminatas interminables y
extenuantes, se le fueron haciendo claras algunas cosas. Repentinamente lograba mirar a
las personas bajo una ptica por completo novedosa: las gentes que la maltrataron en su
infancia, sus compaeros de escuela, el sacerdote del pueblo quien casi la viola, los
malandrines y degenerados del bar donde bail durante aos. An ms profundo: los
secuestradores, asesinos y traficantes con quienes trat en algn momento, ya no le
parecan verdaderamente malos, sino simples nios sufrientes que sobre todo se hacan
dao a s mismos al lastimar y herir a los dems. Incluso los rufianes ms desalmados
tenan un alma, o cuando menos eran tambin hijos de la Diosa Madre, quien ahora
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protega y guiaba a la muchacha. Poco a poco aprenda a mirar las cosas desde el punto
de vista de su Espritu Gua, con una compasin universal por todos y una comprensin
que jams experiment por nadie.
En ocasiones volva a lamentarse al pensar en su pasado, como hizo la mayor
parte de su vida. Cuando recordaba a los cientos de delincuentes con quienes convivi y
todas sus fechoras, tambin resurga en ella el rencor y la tendencia a enjuiciar, incluso
a los seres ms contradictorios y difciles de comprender. Ms luego se encomendaba de
nueva cuenta a su Diosa Madre Protectora, y ella le proporcionaba el enfoque, el
sentimiento general de paciencia y compasin hacia todos, incluso hacia los ms
complejos individuos de la creacin. Todo pareca tener un fin, difcil de encontrar en
ocasiones.
Siempre que retornaba de algn viaje o una ceremonia mgica volva con su
hombre, que la esperaba invariablemente en Colotln.
San Andrs Cohamiata se ubicaba a seis horas por breca de la Ciudad de
Colotln, ambos en la Sierra Norte de Jalisco. El maracame y su hijo Joaqun se
quedaron radicando en la Capital Huichola, donde tenan una cabaa, mientras que el
Cientfico permaneca trabajando en su casa en Colotln.
En su comunidad natal el Antroplogo se haba enfocado con toda su energa en
los ltimos meses en el trmino de su libro. Estaba a unas cuantas pginas de finalizarlo.
Le escribieron recientemente de una editorial alemana, interesados en su nueva obra,
urgindolo a mandrselas hasta el Viejo Continente apenas la terminase.
Cada que se encontraban, se abrazaban y hacan el amor durante noches enteras,
amanecindose mientras se acariciaban, se penetraban y complementaban. Observando
la luz del nuevo da aparecer, sorprendindolos entrelazados y acurrucados en la cama,
viendo cmo un sentimiento ms fuerte y hondo se eriga el rededor de ellos.
La perra Unechi haba crecido y se convirti en una especia de coyote sano y
muy hbil para vigilar y cuidar la casa del Antroplogo. El hombre acab aceptando y
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encarindose con el animal. Al final pasaban largas temporadas el uno con el otro,
mientras la chica estaba en San Andrs, preparndose para convertirse en hechicera.
Yhajaira haba vivido hasta los diecisis aos en una comunidad rural parecida a
Colotln, de manera que no fue tan difcil para ella adaptarse a la vida en una ciudad
pequea ubicada en la Sierra. De pronto la muchacha encontr una cotidianidad al lado
del Cientfico y de su perra, largamente anhelada durante muchsimos aos de su vida
como desnudista y hurfana. Cuando estaban juntos en su casa de Colotln, ella se
encargaba de preparar la comida, mientras el hombre pasaba largas horas tecleando en
su computadora, o tomando notas en una gruesa libreta sobre la que plasmaba sus
primeros manuscritos en sucio. Antes de transcribirlos en limpio, como libro, en su
ordenador. La perra los cuidaba y pareca capaz de dejarse matar antes de permitir que
les ocurriese algo, convirtindose de pronto no slo en su mascota, sino en una especie
de hija.
No pareca haber una desconexin o una ruptura radical entre su vida cotidiana
con su novio y su perra, y su entrenamiento como bruja. Todo lo contrario, pues a la
Diosa Madre pareca agradarle el hecho de que sus hijas tuviesen marido, hijos, y no
desatendiesen en ningn momento las labores domsticas como la cocina y los cuidados
de la casa. Siempre y cuando supiesen apartarlas momentneamente cuando Ella les
solicitase que actuaran en su nombre para cuidar o exorcizar a alguien.
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Hace das que sentan que alguien los vigilaba. La muchacha experimentaba fuertes
presentimientos de que algo ocurrira en breve. Era difcil comunicarse desde San
Andrs hasta Colotln con el Antroplogo, las seales de telfono celular no eran
recibidas del todo bien en los confines de la Sierra. Hace ms de cuatro das que no
saba nada de su hombre, ni lograba comunicarse con l, pues ella se encontraba
participando de una importante ceremonia, precedida por Pedro Evangelista.
El brujo tambin lo senta, alguien tena los ojos puestos en l y en la muchacha
desde hace tiempo, aunque no atinaba a descifrar de quin se trataba ni cules eran sus
intensiones. Por medio del ejercicio de la intuicin, los hombres de conocimiento
lograban aprender a prever y anticipar sucesos que la mayora de las veces tomaban por
sorpresa a la gente comn y corriente.
Aquella noche Pedro Evangelista le pidi que lo acompaase para ayudar a parir
a una indgena, quien viva con su familia a unas cuatro horas de camino a pie de San
Andrs Cohamiata. Caminaron toda la tarde por un terreno donde no haba camino, ni
siquiera para que entrasen las mulas, subieron cerros y no se detuvieron hasta llegar al
jacal donde los aguardaba la paciente. Tardaron otras tres horas en lograr que pariera a
unos cuatitos. El brujo tuvo que practicar una operacin, abriendo su vientre para
permitir que nacieran los dos bebs indgenas. Con la ayuda de Yhajaira le cocieron la
herida con hilo y aguja esterilizados. La limpiaron y reanimaron con cnticos y
oraciones.
De regreso, a la media noche, no dejaron de experimentar la sensacin de que
alguien se encontraba al pendiente de cada uno de sus movimientos. Llegaron a la casa
del maracame, Yhajaira qued dormida al instante al caer sobre el petate que el anciano
le prestaba para que durmiera en su jacal en la sierra.
No fue sino hasta cerca de las cinco de la maana que unos gemidos lejanos y
famlicos la despertaron. Algo o alguien lloraba o maullaba en la penumbra. Yhajaira
sali del jacal, Pedro Evangelista pareca no encontrarse por ningn lado, pues no
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respondi al llamado de la muchacha por ms que lo busc. Tom un machete de la
cocina y sali en medio de la oscura madrugada, empuando el arma. Estaba muerta de
miedo, pues desde das atrs haba sido presa de extraos presentimientos, sintiendo que
alguien vigilaba sus pasos.
Cuando se acerc a la huerta donde al anciano tena algunos rboles de aguacate
y ctricos, la encontr. Alguien haba dejado abandonado el bultito de una nia recin
nacida, quien lloriqueaba y berreaba, suplicando por comida, brazos y amor.
La muchacha sinti una espada rebanarla por la mitad, desde la cabeza hasta el
sexo. Se derrumb. En cuanto amaneciese, dentro de dos o tres horas, partira en el
destartalado autobs que la llevara hasta Colotln para reencontrase con su hombre.
Pero aquella impresin la hizo desvanecerse y olvidarse de todo.
No se atrevi a aproximarse todava. Por el llanto supo que se trataba de una
nia. Eso era seguro, sus gemidos eran inconfundiblemente los de un ser femenino. De
pronto se vio a s misma en su pueblo natal, casi treinta aos atrs, cuando sus
verdaderos padres la dejaron en el jardn de su Madrina abandonada en el Estado de
Guerrero. Irrumpi en ella un llanto tremendo e inexplicable, llor un diluvio con el que
reg y fertiliz todos los rboles y hortalizas que Pedro Evangelista tena en su huerto.
Cay al suelo, golpe la tierra con los puos, se retorci y manch de lodo su cuerpo,
extrayendo de su ser una tristeza y una amargura acalladas durante muchos aos.
Su Madre Protectora le impeli a levantarse, a no quedarse en el suelo ni
compadecerse de s misma ni un instante ms. Record que el mayor obstculo para el
desarrollo de un brujo era la lstima por uno mismo, era uno de los sentimientos contra
los que deba lucharse por sobre todas las cosas hasta extirparlo. No haba peor cosa que
la autocompasin, se dijo a s misma. Yhajaira se puso de pie, escuchando a su Madre y
avanz hacia la criatura. Hace tiempo que los mandatos de la Diosa Madre se haban
fusionado con sus voces interiores, rebelndole e indicndole la verdad oculta en cada
circunstancia de la vida. La envolvi en sus brazos, como lo hubiese hecho Ella misma,
o como de hecho Ella lo estaba haciendo, al actuar a travs de la hermosa muchacha.
Acerc la cara de la pequea a su rostro y la acarici con su mejilla: era una indita, una
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pequea huicholita, quien la necesitaba. Comenz a darle calor con su cuerpo y besos en
el rostro y la frente.
Miro hacia el cielo, aun no amaneca. La luna estaba por completa llena y
luminosa como nunca esa madrugada. No haba nadie despierto, se encontraba por
completo sola con la nia. Comprendi ahora el porqu de sus presentimientos de que
alguien los observaba desde hace das. Los padres de la criatura debieron haber estado
merodeando la casa del brujo, contemplndolo a l y a la muchacha, espindolos, con la
intensin de encontrar el momento preciso de dejar a la nia en su casa. Era una
tradicin ms o menos comn y muy antigua, entre los pueblos indios, que cuando
algunos nios nacan con cierto signo, o con algunas malformaciones, la gente
acostumbraba dejrselos a los brujos y hechiceros para que se hicieran cargo de ellos.
Era usual que con el tiempo, estos nios especiales y con malformaciones o
caractersticas extraas de nacimiento, acabaran convirtindose despus ellos mismos en
hombres de conocimiento, entrenados por los maracames con quienes se les haba
dejado durante los primeros das de nacidos. Haba sido precisamente el caso de
Yhajaira.
La muchacha se precipit a desnudar a la huicholita en medio de la madrugada,
despojndola de los harapos con que la haban envuelto sus padres antes de dejarla.
Las manos le temblaban, la nia no paraba de llorar. Busc en su rostro, en su
abdomen, hasta llegar a los confines de su sexo. Encontrando el signo inequvoco que
las asemejaba. La nia, la huicholita, su homloga. En delante ella la cuidara, estaba
segura que el Antroplogo no podra negarse a recibirla en su casa. Haba visto que era
un buen hombre. Ellos se haran cargo de ella. Yhajaira procurara todo lo que le hiciera
falta, la protegera, hara todo lo que estuviera en sus manos para evitar que el Mal la
pudiera tocar.