Martínez Marzoa Felipe - Distancias
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LECTURAS
Serie Filosofa
Director FLIX DuauE
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ISBN 978-84-96775-98-5
depsito legal M-6738-20II
preimpresin EscAROLA LECZINSK
impres
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
1 111111 111111111 1111 11 "" 1111 1111
FEL|PE HAPTNEZHAPZA
Dstancas
PRLOGO
No es casualidad ni novedad que la problemtica que aqu
hay comparezca no de otro modo que en una secuencia de
calas explcitamente hermenuticas . Incluso, ante el hecho
de que a veces se han recibido como ilustraciones de una
<< concepcin general >> las actuaciones interpretativas con
cretas que, sin embargo, en el trabajo del autor son la verda
dera substancia (mientras que lo que a veces se ha tomado
como subyacente concepcin general no es sino maneras de
establecer conexiones y distancias por las que aquellas inter
venciones exegticas se aclaran unas a otras) , en partes del
presente libro se ha preferido dejar formalmente ms sueltas
algunas de las interpretaciones , induciendo a que sea el lec
tor quien, si quiere tomarse el trabaj o, establezca las cone
xiones. En cuanto a la seleccin (por qu precisamente este
o aquel texto) , est en parte (slo en parte) motivada por la
bsqueda de aprovechar la ocasin para ampliar la lista de lo
exegticamente tratado de manera explcita dentro del pro
yecto del que el libro forma parte ; este criterio se ha ejercido
6
DISTANCIAS
cuidando de que en ningn caso ello fuese con merma de la
claridad y dems cualidades que pueden exigirse de un libro.
BARCELONA, OCTUBRE DE 201 0
1. LA VERGENZA EN EL GORGIAS, 1
En dos momentos durante la marcha del << Gorgias>> ocurre
que un interlocutor es relevado por otro en razn de que
por boca de este segundo se hace notar que al primero cierta
<<vergenza>> le habra impedido decir algo que, sin
embargo, era necesario para la consistencia de su posicin o
bien negar el reconocimiento a algo que, sin embargo, pone
al relevado en una situacin insostenible . Defenderemos
(est por ver con qu fortuna) que no se trata de vergenza
en el sentido que trivialmente daramos a este concepto ,
sino que la <<vergenza>> tiene aqu valor fenomenolgico,
s decir, algo tiene que ser dicho en el modo que consiste en
que ello permanezca no-dicho ; pero no podremos hacerlo
sin extendernos considerablemente ms en el examen de
detalle de lo que pasa en el dilogo en cuestin.
Nuestro anlisis corresponde en primer trmino (pre
sente captulo) a aquel tramo del dilogo (desde el comienzo
hasta 46rb2) en el que Gorgias , llevado por preguntas de
Scrates, expone qu es aquello que l ejerce y ensea.
8
DI STANCI AS
Se trata, como tantas otras veces en l os dilogos de Pla
tn, del carcter y estatuto de cierto <<saber>> (khne o epistme)
cuya problematicidad quiz haga problemticos tambin
aquellos saberes que de entrada parecen no serlo (en la
medida en que ellos mismos de algn modo -aunque no
para cualquiera- remiten a ese del que se trata) , pero ello de
manera que es precisamente la pretensin de aquel saber la
que rompe con la obviedad, la que destrivializa. Ciertas par
ticularidades de lo que aqu traducimos por <<saber>> , as
como del sentido en el que en ello reside una remisin al
peculiar saber que ahora es problema, han sido expuestas ya
muchas veces ; si <<saber>> significa aqu siempre ser capaz de
habrselas-con, destreza o pericia, ello es la otra cara de que
en griego habrselas-con, manejar o manipular o usar-de,
siempre es reconocer el peculiar ser de l a cosa con o de la
cual, etctera (cortar o dividir es siempre reconocer partes
en la cosa misma, mientras que cortar simplemente <<por
cualquier parte>> es no cortar, seguramente incluso no
hacer) 1; si ser capaz de habrselas con este o aquel tipo de
cosas (el efdos A es el cmo tratar con un A, el <<ver>> es el ser
capaz de habrselas-con) en definitiva slo es posible dentro
de un ser capaz de habrselas pura y simplemente, ello tiene
que ver con que no cualquier agrupamiento o clasificacin
es un efdos, y, quien supiese por dnde cortar, pura y simple
mente sabra, no de esto o de aquello, sino -y aqu est el
problema- de qu?; aqu es donde el problema del efdos se
vuelve el problema de aquellos ede que estn siempre ya
supuestos en la diharesis misma, no slo en el sentido de que
sean los mayores o ms altos (como si se pudiese por divisin
En cuanto a que en moderno esto no es as, cf. mi El concepto de lo civil (San
tiago de Chile, '008), en especial captulo 6. Insistamos en que no es una
contraposicin de algo parecido a tesis, sino de modos de ser de las cosas.
1. LA VERGENZA EN EL GORGI AS, 1
9
desde ellos llegar hasta cualesquiera otros , cosa que precisa
mente no ocurre) , sino especialmente en el de que rigen el
proceso mismo de la divisin; se los designar en algn
momento como <<uno>> y <<mismo>>/<< otro>> , pero por de
pronto es importante que , puesto que lo que se juega en
ellos es el ser capaz de habrselas , de conducirse , se los
designe con aquellas palabras que traducimos como el carc
ter o la condicin de <<bueno>> o de <<bell o>> o de <<justo>> ;
no, desde luego, en el sentido de que fuesen primariamente
cualidades <<de un ser humano>> ; se trata del ser de las cosas,
de que cada cosa sea lo que es, pues ni ms ni menos que
esto es lo que podemos, si queremos y si el contexto lo auto
riza, designar como el que uno <<se sirva de>> la cosa.
En cuanto a qu nombres de << asunt o>> o << cosa>>
pudiera tener el problemtico saber del que estamos
hablando , ya ha quedado claro que tendrn que ser de
asunto que a la vez no sea asunto particular o determinado
alguno (lo cual es como decir que no sea asunto alguno) ; lo
que siempre ya est teniendo lugar, donde << siempre>>
quiere decir: en el propio tener lugar de aquello -sea ello lo
que fuere- que en cada caso est teniendo lugar ; el juego
que siempre ya se est jugando . Si decimos << el decir>> , a
estas alturas ya no debe hacer falta insistir mucho en algo que
un griego ciertamente no deca, porque es problema nues
tro el decirlo para sealar la distancia que los separa a ellos
de nosotros, a saber, que el que podamos decir que yo digo
en un sentido en el que ello no puede decirse de una piedra
responde a que yo tengo en lo designado por la palabra lgein
un tipo de implicacin que la piedra no tiene, pero no a que
el lgein mismo sea un atributo o actividad de un ente lla
mado <<yo>> ; lgein, palabra que significa el juntar en cuanto
que es a la vez separar y el separar en cuanto que es a la vez
juntar, es la palabra que se emplea cuando se quiere signifi-
IO DI STANCIAS
car el decir, porque, en efecto, eso es lo que ocurre en el
decir: el que esto sea esto en cuanto que el que esto sea esto
es lo mismo que el que aquello sea aquello; pero entonces lo
que bsicamente se est designando como decir es el que
haya cosas (el que esto sea esto en cuanto que el que esto sea
esto es lo mismo que el que aquello sea aquello) , no la ope
racin de un sujeto. En esta situacin de partida el hecho,
en cierta manera aberrante, de que l o as designado como el
decir pase a ser un asunto del que se trata introducir cierta
mente algunas distorsiones, pero la situacin de partida
(incluso interna y sincrnica) sigue siendo esa.
Tampoco debe ser mucho lo que haya de insistirse en que
la pretensin del problemtico saber del que acabamos de
hablar, o la pretensin de relevancia del juego que siempre
ya se est jugando, es lo mismo que el proyecto plis, pues ya
se han expuesto muchas veces las implicaciones de que la plis
sea aquella comunidad que tiene la pretensin de reconocer
expresamente su propio estatuto como tal , de reconocer el
nmos, donde nmos significa el reparto y, por lo tanto, en el
presente contexto designa el que esto sea esto en cuanto que
el que esto sea esto es lo mismo que el que aquello sea aque
llo. Tambin es conexin reiteradamente expuesta la que hay
entre este carcter de la plis y el papel que en el intercambio
de cosas corresponde al intercambio dentro de la propia
comunidad.
Queda con todo esto esbozada una inicial comprensin
de los caracteres con los que Gorgias define de entrada el
peculiar saber del que l pretende que es el suyo y del que en
el dilogo se hace problema. Primero : es un saber referente
al decir, tiene que ver con pericia en el decir mismo . Los
otros dos caracteres , segn lo dicho , son inseparables del
primero ; son, en efecto, que el saber en cuestin se ocupa
de cosas tales como <<bueno>> , <<bell o>> y <<justo>> , y que es
1. LA VERGENZA EN EL <<GORGI AS, 1 I I
saber habrselas en la marcha de l a plis. El nombre que s e da
a ese saber es exactamente correspondiente a la definicin
que se da de l. De uno de los grupos de formacin de pala
bras de que dispone el griego para decir el decir es nombre
de agente rhtor, y el saber del rhtor no puede sino llamarse
rhetorik (se. epistme o tkhne) . Diremos algunas veces << ret
rica>> por comodidad grfica, pero dndole el sentido de la
palabra griega, definido por lo que acabamos de decir.
Ahora bien, cualquier decir trata de o con algn deter
minado mbito de cosas ; no hay cosas que no sean unas
determinadas ; no tratar con cosas algunas determinadas es
simplemente no tratar y, por lo tanto, para un decir, es sim
plemente no tener lugar. En consecuencia, para cualquier
decir, esto es, para el decir de unas u otras cosas , si hay una
tkhne de l, ella ser la tkhne referente al mbito de cosas del
que se trate, por ejemplo la del mdico si se trata de la salud
y la enfermedad. Y, sin embargo, al hablar de la retrica,
hemos hablado de una excelencia que lo sera del decir
mismo, una excelencia o pericia o saber que podra en prin
cipio referirse a cualquier asunto precisamente por no serlo
en ninguno en particular, esto es , por no serlo en ninguno.
En consecuencia, se quiera o no, se est hablando de algo
uno y lo mismo en lo cual estara todo y, por lo tanto , a la
vez nada estara.
Este es el precio de plantear la cuestin de lo siempre ya
supuesto o del juego que siempre ya se est jugando. Se
menciona algo as como <<una sola cosa>> . Dicho en clave
plis: el reconocimiento del nmos significa reconocer algo
que es lo mismo para todos los casos y, por lo tanto, estable
cer un espacio uniforme, el cual, por ser uniforme, reclama
ser ilimitado, con lo cual se habra suprimido la propia enti
dad cuyo nmos se pretenda reconocer. O, dicho en clave de
lo que hemos llamado el intercambio de cosas : el carcter
12 DI STANCIAS
interno del intercambio esboza la remisin de la irreducti
ble diversidad de las cosas a diversidad de cantidades de una
misma magnitud, remisin que, sin embargo , eliminara
aquello mismo, la irreductible diversidad de las cosas, que
en el intercambio se trata de reconocer. Otra frmula toda
va: se genera un nivel en el que est todo y en el que a la vez
no est nada.
En efecto -y con esto retornamos a la marcha concreta
del dilogo que nos ocupa-, con el reconocimiento de la
retrica se ha constituido una especie de segunda instancia
ms all o por encima de la representada en el ejemplo por
el mdico ; puede ser el retrico quien haya de convencer al
enfermo de que acepte el remedio que el mdico le ofrece ;
tambin -y esto es ms grave- es el retrico el que convence
a la plis. En virtud de la duplicidad de niveles o instancias
introducida, el retrico convence, no ensea, porque ense
ar es comunicar el saber y no se puede comunicar el saber
que, por definicin, no se tiene. Ms exactamente : el ret
rico puede ensear retrica, pero no medicina; puede hacer
a alguien retrico, pero no mdico. Ahora bien, la preten
sin del retrico, puesto que es la de convencer, es la de
determinar, por lo tanto la de someter al mdico a su
mando. N o debemos plantearnos de entrada la cuestin de
si esto es o no <<justo>> y <<bueno>> , ya que nuestro problema
es precisamente el de entender las nociones griegas que en
traduccin aparecen con esas palabras ; ser mejor (y adems
es en efecto un seguimiento vlido del texto del dilogo) que
lo veamos primero desde el punto de vista de si la situacin a
la que se ha llegado es consistente, teniendo en cuenta que
toda la argumentacin supone en cada uno de sus pasos la
nocin de saber como ser capaz de habrselas-con, por lo
tanto como aptitud, incluso en el sentido de eficacia, con
lo cual no parece compatible el que quien posee un saber
1. LA VERGENZA EN EL GORGIAS. 1 I3
dependa en su actuacin de quien no lo posee. De hecho la
lnea de respuestas que Gorgias adopta desarrolla y hace evi
dente este problema. Por de pronto Gorgias hace notar que
cualquier saber es susceptible de usos perversos, de los cua
les , por lo tanto, no se extrae argumento alguno en contra
de que cierto presunto saber lo sea en efecto. Ntese la
peculiar situacin de la nocin de un uso perverso de un
saber. Por una parte significa que estamos en la nocin
griega de saber, ya que el contrapuesto moderno implica la
neutralidad del conocimient o, de manera que no tendra
sentido alguno decir que ciertos usos son o no son perver
sos ; por otra parte, el considerar esa posibilidad (la del uso
perverso) como inherente en general al saber implica que se
est produciendo la ruptura de la que venimos ocupndonos
a propsito de la cuestin de lo siempre ya supuesto, etc
tera. Los usos perversos lo son porque son opuestos a que
cada cosa sea lo que es, incluido que cada saber sea el saber
que es . Qu es y qu no es perverso tiene, pues, que ver con
aquel <<que esto sea esto >> idntico con <<que aquello sea
aquello >> , aquel juntar en cuanto separar y separar en
cuanto juntar, aquellos ede supuestos en la operacin misma
de reconocer un efdos, que antes encontrbamos representa
dos por nociones como <<bueno>> , <<bell o>> o <<justo>> , lo
cual justificaba el que Gorgias caracterizase un saber del lgein
mismo como un saber de precisamente esas determinacio
nes; es esta conexin la que permite entender que el mismo
Gorgias diga que el aprendizaje de la retrica incluye o
supone el de la capacidad de discernir lo justo de lo injusto,
lo bueno de lo malo , etctera. Ahora bien, estamos
hablando de saber como cualificacin en el propio andar
con las cosas ; ensear a alguien medicina no es nada distinto
d hacerlo efectivamente mdico ; y esa nocin de saber es la
gue nos ha servido de base para toda la argumentacin;
,.;1
DI STANCIAS
luego tampoco ensear a alguien la justicia (el ensearle a
discernir lo justo y lo injusto) puede ser nada distinto de
hacerlo justo, y esto invalida la relacin de mera exterioridad
que en principio se haba establecido entre la retrica y los
posibles usos perversos de ella. Quiz la presuposicin de la
justicia y el bien ocurra en todos los saberes, pero quiz en
los a primera vista triviales no ocurra <<para>> esos mismos
saberes (es decir: de manera que el reconocimiento de esa
implicacin forme parte del saber del caso) ; en cambio, la
pretensin constitutiva de la retrica incluye en s misma el
planteamiento del problema de la justicia. Y, sin embargo,
de manera igualmente inevitable, la posibilidad de los usos
perversos surgi tambin de la pretensin retrica (recur
dese : la dualidad de niveles o instancias , la diferencia entre
convencer y ensear, etctera) .
2. LA VERGENZA EN EL GORGIAS, 11
No entraremos por el momento en si la inconsistencia que
en el tramo hasta aqu comentado se ha puesto de manifiesto
es o no slo relativa. En todo caso , ese resultado es a tri
buido, por boca de Polo, a que a Gorgias la <<vergenza>> le
ha impedido desvincularse de la aceptacin de que la ret
rica y su aprendizaj e presuponen o incluyen el discerni
miento de lo justo y lo injusto. Veamos qu puede significar
esta <<vergenza>> .
De lo que Gorgias no puede desvincularse es de que haya
en efecto un discernimiento, una discriminacin, de que
esto sea irreductiblemente esto y aquello irreductiblemente
aquello. No puede dejar en la estacada esa suposicin, por
que, como hemos recordado a lo largo del captulo anterior,
es precisamente la relevancia de esa irreductibilidad lo que
pone en marcha la reduccin: que esto no es en manera
alguna aquello y aquello no es en manera alguna esto, que
sean irreductibles el uno al otro o a cualquier tercero, com
porta a la vez que el ser-esto de esto (su irreductibilidad) s
16 DISTANCIAS
es <<lo mismo>> que el ser-aquello (la irreductibilidad) de
aquello ; hemos contemplado esto tanto empleando la clave
plis como la clave <<intercambio>> y la clave << decir>> ; la rele
vancia (el reconocimiento) de que <<todo est lleno de dio
ses>> va de la mano con la huida de lo divino. El nuevo nivel
que con esto se produce slo es posible como segundo nivel o
segunda instancia 2; es as porque la cuestin que lo genera es
cuestin de <<ser>> y no de cosas que son, cuestin, pues, de
lo que nunca es aquello de lo que se trata, cuestin de lo que
siempre ya ha quedado atrs, de lo que slo en su substraerse
comparece, por lo cual una retencin y detencin, una
<<vergenza>> , es en efecto inherente a esa referencia.
Ante una ambigedad interna, esto es, inherente a la
cosa misma, por lo tanto ante una ambigedad que debe ser
desplegada, pero que no puede ser superada, una de las
cosas que quiz puedan contribuir al necesario despliegue es
que momentneamente , a saber, en momento adecuado y
limitado , se desdoble la ambigedad, por ej emplo desig
nando (momentneamente, insistimos) con palabras distin
tas uno y otro trminos . Esto hace Scrates , invitado por
Polo a dar l mismo una definicin de la retrica que eli
mine la inconsistencia. El resultado del desdoblamiento es
que la peculiaridad del segundo nivel o segunda instancia
resulta interpretada como el carcter de , no saber (tkhne,
epistme) , sino ficcin de saber, y en verdad mera prctica o
empiria, mientras que para cierta correspondiente primera
instancia se supone la condicin de saber, pero sin entrar
en cmo pueda serlo. Para aquellas cuestiones que concier
nen al bienestar del << cuerpo>> , esto es , a una y otra y otra
de las cosas que pueden pasarnos, -se nos dice entonces-
2 Cf. mi El saber de la comedia, en especial captulo 5.
2. LA VERGENZA EN EL GORGIAS>>, 11
fccin de saber son el adorno y la cocina, frente a los sabe
res que seran respectivamente la gimnstica y la medicina
(stas seran tambin del << cuerpo>> , pero verdaderos sabe
res) ; y, de manera correspondiente, estando concernida la
entera figura, esto es , en cuestiones del bienestar del
<<alma>> , hay una denominacin de conjunto del saber, que
es la de politik (se. epistme o tkhne) , con dos partes , la fijacin
de leyes y la administracin de justicia, en relacin entre
ellas como la que haba entre las dos partes a propsito del
cuerpo, siendo las correspondientes ficciones de saber (en
verdad meras prcticas o empirias) respectivamente la sofs
tica y la retrica.
El rendimiento inmediato que este modelo tiene para la
marcha del dilogo consiste en el planteamiento de la cues
tin que ahora pasamos a formular. La denegacin del
carcter de saber a la retrica, en un contexto donde saber es
ser capaz de habrselas-con, por lo tanto aptitudncluso en
el sentido de eficacia, implica el compromiso de enfrentarse
a la tesis del <<poder>> que supuestamente tendra la retrica.
Es indispensable que la mera ficcin de saber sea tambin
una mera ficcin de poder. La figura tpica de esta cuestin
en los dilogos de Platn es la del tirano, del que una y otra
vez se nos dice que no tiene en verdad poder alguno. La
naturalidad con la que, tratndose en principio del retrico,
se transita al tirano como paradigma de la impotencia
requiere por nuestra parte alguna mayor justificacin, ya
que, en traduccin moderna de las palabras griegas, despa
chamos demasiado fcilmente la distincin entre << poder
hacer lo que a uno le parece>> y <<poder hacer lo que uno
quiere>> (Scrates , en efecto, admite que al tirano y al ret
rico les ocurre lo primero, pero no lo segundo) mediante la
distincin entre la posicin de objetivos y el clcu
.
lo de estra
tegias, siendo lo segundo conocimiento ; esto, sin embargo,
'
1
:
18 DI STANCIAS
expresa un postulado moderno, no griego ; la motivacin
griega es de otra ndole.
De manera paradjica, pero coherente, lo que acabamos
de decir comporta, sin embargo, a la vez un elemento de
mayor abundancia de recursos por nuestra parte para decir
la situacin en la que el dilogo se encuentra. Tenemos, en
efecto, la posibilidad de hacer notar el carcter especfica
mente moderno del supuesto de la, en principio, neutrali
dad de la cosa, neutralidad, por lo tanto, de la presencia de la
cosa, del conocimiento, con respecto a la posibilidad de ser
empleado para lo uno o para lo otro. Esa neutralidad sera
en cambio para el griego la antes por nosotros aludida
imposibilidad (incluso carencia de sentido) de un << por
dnde cortar>> , imposibilidad, pues , de un saber qu es lo
que uno quiere, carcter meramente accidental de qu sea
lo que como tal (como <<qu quiere uno>>) en cada caso fun
cione. Tanto el tirano como el retrico, que no son figuras
modernas , sino griegas , expresan a la vez , sin embargo , la
tendencia, que el griego no puede admitir, hacia la neutra
lizacin. Habamos visto, en efecto, cmo el amago de refe
rencia a un << lo mismo >> que hay en la pretensin de un
decir relevante en su condicin de tal comporta tambin el
amago de reduccin de la irreductibilidad; o, lo que es otra
manera de decir lo mismo, la relevancia del nmos esboza un
espacio uniforme, el cual, como uniforme, exige ser ilimi
tado; o , dicho todava de otra manera, el intercambio en el
seno de la propia comunidad inicia el vuelco hacia una pre
sencia de las cosas como suma de ellas . La igualacin, hacia
la que se est apuntando , comporta que la diferencia, al
girar hacia lo cuantitativo, gire hacia l o ilimitado, con ello
que las diferencias puedan ser de una enormidad que cues
tiona tanto el comn inters en la plis como la posibilidad,
por parte de sta, de controlar todo lo que tendra que con-
Z. LA VERGENZA EN EL GORGIAS, 11 1
9
trolar; por ello, la mencionada tendencia a la igualacin no
se ejerce de manera simplemente gradual , sino que la inicial
pretensin isonmica es contradicha desde su mismo inte
rior por el desarrollo de una tirana y es la cada de sta lo
que deja ser la demokrata. Segn esto, el tirano es la figura
primera del aplanamiento y la ilimitacin, esto es , del <<no
tener por dnde cortar>> y, por lo tanto, no poder cortar,
no ser capaz de de-cidir. Lo que de entrada querramos lla
mar las decisiones del tirano se ha hundido ya de antemano
en el <<lo mismo da por aqu que por aqu>> .
All donde, en trminos griegos , se discute que el
<<injusto>> pueda ser <<feliz>> , huelga decir (y, sin embargo,
hay que recordarlo siempre de nuevo) que <<feliz>> , incluso
con ms de una posible palabra griega para esta traduccin,
no puede significar estado alguno del nimo o de la mente o
de lo interior, sino que significa algo referente a cmo tiene
lugar el <<andar con las cosas>> de uno , a cmo a uno le va,
donde el irle a uno <<bien>> no quiere decir, una vez ms ,
nada referente a situaciones <<anmicas>> , sino algo tal como
que uno en efecto se las ha con las cosas; la cuestin es enton
ces la de si esto puede tener lugar sin dke, donde esta palabra
significa el ensamble o la trabazn, el que esto sea esto en
cuanto lo mismo que el que aquello sea aquello, frente a lo
cual la adika del dikos es el predominio y la unilateralidad; ya
hemos sugerido cmo precisamente la relevancia de la dke
comporta en cierta manera adika ; en todo caso, lo ya dicho a
propsito del tirano se manifiesta ahora en que aquella remi
sin a lo ilimitado es, una vez ms , la prdida de cualquier
<<por dnde cortar>> , esto es, de nuevo, el <<lo mismo da por
aqu que por all>> . El <<padecer injusticia>> (la injusticia de
otro) , si bien es malo, pues significa que no has sido lo bas
tante capaz para evitarla, en todo caso es menos malo que ser
t mismo quien la cometa; y, en el supuesto de que t mismo
20 DI STANCIAS
cometas injusticia, es menos malo reparar (didnai dken) que
no hacerlo, es, pues, preferible sufrir el castigo a no sufrirl o,
pues el sufrirlo es, en una clave en la que saber es aptitud y
reside en el habrselas-con, lo que constituye reconocimiento
del error y, por lo tanto, abandono del mismo. Durante un
buen tramo del dilogo (473b2-479d6) la estrategia adop
tada por Scrates consiste en llevar a Polo, en contra de la
propia intencin inicial de ste, a decir lo que ahora acaba
mos de recordar acerca de padecer y cometer injusticia y de
sufrir o no el castigo. El llevar a Polo a decir esto comporta
dos momentos : por una parte, se muestra que Polo mismo
no es capaz de (y Scrates sostiene que nadie lo sera, que
simplemente no es posible) decir o pensar consistentemente
sin, por de pronto, estar reconociendo cierta dimensin en
la que , en efecto , cometer injusticia est por detrs de
sufrirla y no pagar la pena de la injusticia cometida est por
detrs de pagarla; esa dimensin, que Scrates mismo, para
poder referirse a ella, ha de designar con alguna palabra, es
en efecto designada con el predicado kaln, y, a continuacin,
Scrates, siguiendo con su exigencia de un decir y pensar
consistentes, hace notar que tampoco puede Polo (y tambin
ahora Scrates piensa que se trata de algo imposible para
cualquiera) pensar ni decir consistentemente sin que, al
menos en contexto como este (y est por ver si en cualquier
otro) , kaln haya de comportar aathn, esto es , <<bien>> en el
ya indicado sentido de aptitud y utilidad.
Es ahora cuando tiene lugar la segunda aparicin, ya
anunciada por nosotros desde el comienzo, de la referencia
a la <<vergenza>> . Calicles afirma que es esto ltimo (<<ver
genza>>) lo que ha llevado a Polo a admitir en la dimensin
aqu designada como la de kaln la disimetra a favor de los
trminos que hemos dicho y en contra de los que tambin
hemos dicho.
3. LA VERGENZA EN EL GORGIAS, 11 1
La <<vergenza>> , como ya hemos indicado, tiene que ver con
que el <<segundo>> u <<otro>> decir, el de la tendencia a la
reduccin y a la ilimitacin, surge de no otra cosa que la rele
vancia de aquello mismo, a saber, la irreductibilidad y el dis
cernimiento, que tiene lugar en el <<primer>> decir, esto es,
pura y simplemente en el decir, de manera que el <<segundo>>
u <<otro>> no puede pasar a ser el <<primero>> ni el <<uno>> .
Se <<pone en el medio>> la medida, y de ah sale la desmesura,
pero lo que se <<pone en el medio>> es la medida, no la des
mesura 3 As se puso de manifiesto en anlisis tanto sobre la
emergente contraposicin de pfsis a nmos como sobre la de
rgon a lgos, esta ltima especialmente en Tucdides4 . En el
dilogo que ahora nos ocupa, Calicles quiere prescindir de
3 Sobre <<poner en el medio>>, cf. mi libro La cosay el relato (A propsito de Tucdi
des) (2009).
4 !bid.
22 DI STANCIAS
la vergenza, es decir, efectuar una asuncin positiva de eso
que, segn acabamos de recordar, slo puede aparecer como
lo << otro>> y lo <<segundo>> . Calicles no es , pues, un repre
sentante de lo que acabamos de llamar la emergente contra
posicin, sino ms bien alguien que pretende hacer de ella
lo que ella no es, alguien, pues, frente a quien es el propio
dilogo quien pone la contraposicin en su sitio.
Aun as, dado que no hay segundo decir si no es sur
giendo en esa condicin de segundo, el proyecto de Calicles
no es posible sin reconocer de alguna manera el carcter de
primero del primero ; y, en efecto, que es la medida lo que
se <<pone en el medio>> es reconocido en cuanto que el decir
de la medida es el que el propio Calicles atribuye a <<la mul
titud>> , mientras que el segundo decir slo puede ser el de
algunos, slo que stos sern los sabios, los capaces, los fuer
tes . Que esto no es lo que hay en la contraposicin misma,
tal como la encontramos en las fuentes y anlisis que acaba
mos de citar, se ve ya en que, si tomamos totalmente en serio
el decir de Calicles , el nmos resulta no ser ni siquiera nmos,
puesto que no puede serlo << en verdad>> (lo que querra
decir en definitiva <<por pisis>> , 483e3 -4) , sino que queda
relegado a la trivial condicin de una complicidad entre los
dbiles e incapaces ; ello con la evidente contradiccin,
puesta de manifiesto por Scrates (488d5-48gb6) , de que,
sin embargo, sera ese nmos, el de los presuntamente dbiles
e incapaces , el que valdra y se impondra como tal , de
manera que la alienidad de los presuntamente capaces y
fuertes estara siendo la impotente protesta de los en verdad
incapaces y dbiles 5. Calicles no puede salir de esta imposi-
5 Cuando se nos habla de << decir fuerte>> y <<decir dbil>> a propsito del
verdadero fondo de la cuestin, y no de una trivializacin que se quiere
3. LA VERGENZA EN EL GORGIAS>>, 111 23
bilidad sin que sea precisamente l, no Scrates , quien pro
ponga una distincin entre , por una parte, capacidades o
poderes que tendran que ver con una contingencia y otra y
otra, esto es , con el << cuerpo>> , y, por otra parte, los que
slo pueden atribuirse a la figura unitaria, es decir, al
<< alma>> ; aunque Calicles no emplea expresamente la con
traposicin en esos trminos , lo cierto es que la distincin
que establece es esa y lo lleva a introducir, como exgesis de
su ya anterior <<ms fuerte>> (kretton), palabras que reclaman
inequvocamente una traduccin del tipo <<saber>> . Estamos,
pues, en el ya conocido << ser capaz de habrselas (con) >>
como reconocimiento del ser de la cosa, el << saber por
dnde cortar>> , etctera. La aparicin de esta nocin hace
que quede introducido el inevitable tema socrtico de qu
saber es ese, ya que no puede ser ni el del mdico, ni el del
cocinero , ni el del zapatero , ni ... etctera; en el presente
dilogo se ha admitido ya, y el propio Calicles hace tambin
suyo ahora, que se est tratando de un saber concerniente a
la plis, esto es , de un <<ser capaz de habrselas>> en los asun
tos de sta; ello no es, evidentemente, respuesta alguna que
libere de algn problema, sino una identificacin de la
cuestin ahora en marcha con la cuestin plis, esto es, con
la problemtica relevancia de lo siempre ya supuesto . Tal
situacin se manifiesta en que es precisamente la caracteriza
cin como saber de la plis lo que obliga a Scrates a plantear
una pregunta que tocar el verdadero fondo de la posicin
de Calicles.
desmontar, entonces (por ejemplo en o a propsito de <<Las nubes>>, cf.
mi El saber de la comedia) el decir que ahora hemos llamado <<segundo>> es y
sigue siendo siempre el <<dbil>> y su fuerza consiste en que siga siendo el
dbil y en que el fuerte sea en todo caso el <<primero>> .
24 DI STANCIAS
En efecto, una vez que se ha mencionado un saber que
sera la aptitud y capacidad en los asuntos de la plis, Scrates
no puede sino preguntar si el carcter rector que se atribuye
a ese saber incluye que el sabio mismo sea regido. N os equi
vacaramos por completo si visemos en esto algn trnsito a
la problemtica de la vida individual , a la cuestin del
<< autodominio>> , etctera; de lo que se trata, por el contra
rio , es de si aquel o aquello que es capaz de reconocer la
medida queda por ello de alguna manera por encima de ella,
o sea: de si eso que arriba y en otras ocasiones hemos lla
mado el <<segundo>> decir puede tener entidad propia y ser
algo distinto del (ciertamente inevitable) << segundo>> de un
<<primero>> . Sabemos que la eliminacin de la <<vergenza>>
es ahora el ejercicio de la respuesta positiva a esta pregunta.
Calicles es, pues, consecuente cuando dice que el portador
de la medida es, l mismo, desmesurado. El sabio (el capaz,
el apto) tiene deseos y los satisface. No es cierto, segn Cali
cles, que la felicidad o bienandanza pueda consistir en <<no
necesitar>>, pues seran felices las piedras y los muertos . Lo
que queda es, por el contrario, la dinmica necesidad-satis
faccin o deseo-placer.
L
a situacin dialgica sera otra si a la frmula que ahora
aparece (deseo-placer) no se hubiese llegado como conse
cuencia de la discusin precedente , sino que el placer o
deleite o agrado hubiera aparecido directamente como un
hipottico candidato al papel del bien. Entonces el trata
miento consecuente con el sentido de los dilogos de Platn
hubiera podido consistir en hacer ver que eso por s solo no
produce discernimiento, puesto que los placeres , no slo
diferenciados por su naturaleza, sino tambin por sus pla
zos, estn en competencia unos con otros, etctera; proce
der as no hubiera sido aceptar el <<principio hedonista>> ,
salvo en el sentido en el que la hiptesis para un movimiento
3. LA VERGENZA EN EL GORGIAS>>, 111
dialgico ha de ser en efecto aceptada para que la refutacin
sea interna. Ahora bien, en el momento del << Gorgias>> que
nos ocupa, el placer, o la frmula deseo-placer, no ha apa
recido de la manera directa a que acabamos de referirnos ,
sino ya como resultado de un acontecer dialgico y definida,
en consecuencia, por lo que ese acontecer ha pro-ducido (la
medida y la desmesura, etctera) . El modo de tratamiento,
pues, no puede ser aqu la observacin directa, sino que ha
de ser algo ms sofisticado . De hecho es que la cuestin del
bien y el fenmeno del placer (tal como resulta de la prece
dente averiguacin dialgica) reclaman estructuras diferen
tes y no puede ser <<lo mismo>> lo uno que lo otro aquello
que ni siquiera es isomorfo lo uno con lo otro . El hetero
morfismo se manifiesta en que no es posible encontrar en la
cuestin del bien nada correspondiente al hecho de que a
deseo-placer es inherente el que del placer es elemento
constitutivo simultneo la misma carencia que constituye el
correspondiente desplacer (comer slo es placer mientras se
sigue teniendo hambre, etctera) .
Si el reconocimiento de que no es posible identificar
placer con bien se asume como un resultado positivo (lo
cual, como ya sabemos, es algo que debe ocurrir con cada
paso del proceso dialgico, pero que es slo un aspecto de
dicho proceso) , entonces la expresin de ese resultado es
que se tomar en consideracin placer (o desplacer)
<<mejor>> o <<peor>> , o bien placer (o desplacer) <<bueno>> o
<<malo>> . Estamos con ello en la misma posicin que encon
trbamos cuando (en el captulo 2) constatbamos un pro
cedimiento de desambiguacin empleado por Scrates y
que, segn decamos , formaba parte del despliegue de la
ambigedad misma. Lo que all apareca como ficcin de
saber y en verdad mera prctica o empiria es ahora el placer
(la gestin o administracin de placer) sin problema de bien
DISTANCIAS
(esto es : de utilidad, aptitud, provecho) , mientras que el
saber khne) comporta la referencia a bien.
Esto ltimo reclama al menos dos observaciones. La pri
mera empieza en que , segn lo que acabamos de decir y
segn lo que por lo dems sabemos, el que haya cuestin de
bien es lo mismo que el que haya referencia a un eidos, la cual
es en efecto lo que distingue las tkhnai de las meras prcticas
o empirias . Aora bien, la comparecencia de un efdos con
lleva el problema de la distincin entre presencia del efdos y
presencia de lo propiamente presente , que es la cosa. Por
eso, si la condicin de saber (khne), la cuestin de bien, la
referencia a efdos, produce la desambiguacin e introduce
akrbeia, a la vez ocurre que esa desambiguacin tiene en su
interior el problema del efdos como tal, el cual tiene su trata
miento precisamente en el continuado substraerse a la fija
cin. Estamos ante lo que ya en otras ocasiones hemos
expuesto mediante el puente tendido entre, por una parte,
la doble <<locura>> del << Fedro>> y, por otra parte, el antes y
el despus con respecto al bloque de las dos partes superpo
nibles entre s de la lnea del smil de << Repblica>> 6, sin
olvidar el correlato que para la misma cuestin hemos sea
lado en el <<Timeo >> 7
La segunda observacin parte de que el momento de la
cuestin del efos al cual pertenece el postulado de desambi
guacin o de univocidad es aquel que en << Repblica>>
hemos identificado con la educacin de los guardianes ; por
lo cual la interpretacin que estamos sugiriendo resulta con
firmada por el hecho de que , en << Gorgias >> como en
<<Repblica>> , sea a ese punto, en el que se sita la exigencia
6 Cf mi Muestras de Platn, captulo 2.
7 !bid. , subcaptulo 34
3. LA VERGENZA EN EL GORGI AS, 111
de desambiguacin, a donde pertenezca el rechazo de lo
<<msico>>, donde mousikn significa cualquiera de los aspec
tos o componentes de lo que hemos llamado la pretensin
de un decir que fuese relevante en su misma condicin de
decir, sin olvidar que precisamente el desarrollo de esa pre
tensin llega, como reiteradamente hemos hecho notar y
analizado, hasta incluir las problemticas del politiks, el rheto
riks y el sophists. El momento o tramo al que acabamos de
referirnos es en << Repblica>> el << constructivo>> , el cual
hace posible la posterior y decisiva crisis del constructo. Ello
est representado en << Gorgias>> por el hecho de que, llevada
la cuestin hasta la figura del verdadero poltiks (o de lo que
hay de verdadero tras -o en el fondo de- el rhetoriks o el
sophists) , ste resulta ser quien no puede en justicia quejarse
de nada que pueda ocurrirle y quien probablemente ser
condenado a muerte. Finalmente, cmo hay que tomar los
relatos griegos (no estamos hablando de los helensticos)
sobre la muerte, es cosa de la que ya reiteradamente hemos
hablado.
4. SOBRE EL <<MENN
Cierto argumento << erstico>> ,calificado de tal ya en el pro
pio dilogo del que ahora nos ocupamos, 8oe) dice que no
puedes aprender ni lo que sabes ni lo que no sabes; lo que
sabes, porque ya lo sabes; lo que no sabes, porque, si no lo
sabes, entonces no sabes qu es lo que buscas, ni, por lo mis
mo, sabras reconocerlo aun en el caso de que dieses con
ello. De la nocin <<argumento erstico>> o <<decir erstico>>
forman parte dos cosas; primera, que se trata en efecto de
un argumento, esto es , que en l se pone de manifiesto algo,
que hay en efecto decir, que se << dice algo>>
8
; segunda, que
alguna particularidad de ese mismo decir cancela el acceso a
lo que, sin embargo, en l estara siendo dicho, de manera
que el argumento resulta, en efecto, propio de disputa o
contienda por cuanto, ms que poner de manifiesto lo que
de alguna manera pone de manifiesto, lo que hace es servirse
8 Cf. mi El decir griego, captulo l.
DI STANCIAS
de la validez que en ello hay para callar al interlocutor, con
la indispensable colaboracin de alguien (sea el mismo
interlocutor, sea otro, sea meramente un extendido modo
de pensar) que piensa que, al tratarse de un argumento ers
tico , lo que hay que hacer es no hacer caso . No es esto
ltimo , ciertamente, lo que hace el Scrates del dilogo
cuando por boca de Menn le sale al encuentro el argu
mento . De lo que se trata, en cambio, es de neutralizar, no
el decir mismo en cuestin, sino aquella caracterstica de l
que lo hace erstico, esto es, que oculta el valor fenomenol
gico sin el cual el argumento tampoco podra ser erstico. En
el caso del decir que ahora nos ocupa (y en el de otros argu
mentas ersticos griegos , si no en el de todos ellos) lo que
est en juego es el problemtico estatuto de <<ya supuesto en
cada caso>> , de aquello, pues, que, ello mismo, no aparece,
porque no es sino en qu consiste el aparecer mismo , lo
cual , por lo tanto, est supuesto como constitutivo (y esto
quiere decir : aparece) en todo aparecer; ello mismo no se
dice, precisamente porque es imposible un decir que no est
ya dicindolo . Este constitutivo <<ya>> , por el que ver no
puede ser ver si no es <<ya haber visto >> , es ciertamente lo
que el argumento hace notar; la trampa erstica consiste en
hablar directamente de ello y, de esta manera, llevar a la
imposibilidad (tiene que saberse <<ya>> y, a la vez, no saberse
<<todava>> ) ; al decir o tratar <<de>> ello, se hace de ello cosa
(pues <<cosa>> quiere decir: aquello <<de>> l o que se trata) ,
cuando <<de >> lo que <<se trata>> no es (no se pretende que
sea) de la cosa, de lo que hay, de lo que aparece, sino de en
qu consiste que aparezca o que lo haya. La insuperable ina
decuacin del decir se agrava por el hecho de que es inade
cuacin interna en el decir mismo , de manera que nada
resolvera (y sera, por el contrario, una falacia) remitir del
decir a otras instancias ; no las hay, no hay nada fuera del decir,
4. SOBRE EL MENN>> 31
y la cuestin debe desplegarse en el decir mismo . Por de
pronto no hay sino una manera de lidiar con esa inadecua
cin, a saber, hacer exactamente lo contrario de intentar
disimularla formulando lo que pretendera ser directamente
un argumento sobre el <<ya>> y el <<todava no>> ; lo que
queda es, dado que inevitablemente se est instalado en la
inadecuacin, hacer que sta se perciba de manera enftica,
ostentosa, hablar de manera tal que se exhiba el que , nos
pongamos como nos pongamos , el decir seguir siendo
siempre de cosas , por lo tanto narrativo- descriptivo, relato ;
hacer, pues, que el decir sea marcadamente relato, de modo
que la inadecuacin est siendo constantemente exhibida.
As, el decir erstico es rechazado mediante su substitucin
por algo que en cierta manera dice lo mismo, pero que es un
elato: aprender es <<recordar>> .
No s e dice nada de cosas tales como <<las ideas >> y <<las
cosas>> . El <<ya haber visto>> se refiere sin ms a todo y cual
quier contenido (8Ic5-e2) ; no se establece diferencia de
estatuto entre contenidos de aquello que puede ser <<recor
dado>> y contenidos de un percibir <<actual >> , ni tampoco
diferencia entre la situacin del <<alma>> en cuanto alma de
un viviente y otra situacin de la misma alma; todo lo cual
desde luego es consistente con que se est tratando del esta
tuto de efdos, esto es, de su diferencia frente al de cosa, pues
esa iferencia es significada ya por la que hay internamente
en e<<ver>> en cuanto <<ya haber visto>> ; basta, pues, con la
simple nocin de que todo lo que conocemos (aprendemos)
lo conocemos porque nos es ya conocido . N o hace falta
recurrir a la explicacin evolutiva, que alegara que
<<Menn>> es anterior a <<Fedro>> , <<Fedn>> y <<Timeo>> y
que por eso el relato est -o eso dicen- menos desarrollado ;
independientemente de si es anterior o no, para su propia
completud no tendra que contener nada ms ni siquiera en
32 DISTANCI AS
el caso de que hubiese sido compuesto en fecha ms tarda,
ni lo mejorara en modo alguno la introduccin de elemen
tos procedentes de los dems dilogos citados o de otros.
Que , tal como acabamos de adelantar, la cuestin en la
paradoja del aprender es la de la difer
.
encia del estatuto de edos
con respecto al de cosa, puede ponerse de manifiesto en la
manera en que a continuacin lo hacemos. La paradoja del
aprender se ha formulado diciendo que slo encuentras algo
si lo buscas, que slo te hace frente si ests abierto a ell o, lo
cual es como decir que slo lo aprendes si en cierta manera ya
lo sabes ; y exactamente esto mismo es lo que decimos tambin
diciendo que algo puede ser A, comparecer como A, slo si
tiene lugar <<ya>> un <<qu es ser A>> y, por lo tanto, un <<ser
A>> ; siempre y en todo caso (digamos : en cada contenido)
est la escisin del ser-A del A frente al A mismo , escisin
que es, pues, ella misma la paradoja del aprender o de la pre
sencia. No hay ni la ms remota posibilidad de deshacer la
paradoja seleccionando una constitucin a priori frente a un
contenido a posteriori; en cada detalle est la paradoja.
Lo que acabamos de decir comporta tambin la imposibi
lidad de que la tesis <<aprender es recordar>> se refiera a algn
campo determinado de lo aprendible, por ej emplo al de lo
que nosotros llamamos la matemtica. Concordantemente,
se ha expuesto ya en otras partes cmo no puede haber en
Grecia una delimitacin de campo que se corresponda con
nuestro (moderno) concepto de lo matemtico y cmo esa
delimitacin (y, por lo tanto, lo matemtico mismo en sen
tido moderno) es solidaria de la posibilidad, que acabamos
de excluir por lo que se refiere a Platn, de desdoblar la para
doja del aprender en un a priori y un a posteriori 9 Lo que de
9 Cf. mi Muestras dePlatn, 6.2.
4. SOBRE EL MENN>> 33
manera inmediata percibimos como carcter <<matemtico>>
o <<geomtrico>> del ejemplo empleado en la discusin de
Scrates con el esclavo responde a la conveniencia, para la
marcha del dilogo, de seleccionar un tipo de proceso que
puede en principio pertenecer a cualquiera de los saberes
particulares , a cualquiera de las tkhnai (es decir, de las episte
rai) ; todos los saberes cuentan y hacen cuentas y trazan figu
ras ; es la misma razn por la cual lo que llamamos matem
tico parece tener una especial relacin con la dinoia en el
smil de la lnea de <<Repblica>> ; los saberes, las epistemai
(tkhnai) , son lo que en el smil est representado por la id en
tidad material (superponibilidad de los segmentos) entre la
segunda seccin de la primera seccin y la primera seccin de
la segunda seccin
10
Y de la dinoia de <<Repblica>> es constitutiva, en efecto,
la fijacin o tematizacin de uno u otro efdos. Sabemos , por
otra parte, que tal situacin comporta una permanente pro
visionalidad, en cuanto que el estatuto mismo de efdos slo se
reconoce en la peculiaridad al respecto de ciertos nombres
que precisamente hemos designado como <<los nombres de
la aret>> u. Por eso el intento de fijacin de la aret misma
como un edos ( <<qu es la aret?>>) no puede hacerse sin
asumir una ambigedad; lo ambiguo no es si la aret es o no
es saber, sino qu ocurre con la pretensin de fijar aquel
sabr que la aret es , y la ambigedad se manifiesta tanto a
quisigue el hilo conductor del nombre aret como a quien
sigue el del nombre <<saber>> . La ambigedad, en <<Menn>>
como en <<Gorgias >> , se hace notar valindose de que el
saber a secas, el ser capaz de habrselas no ya meramente con
lO Cf. mi Ser y dilogo, captulos 8 y 9; tambin Muestras de Platn, 2. 2.
II Cf. ambos libros citados en las dos notas precedentes.
3
4
DI STANCIAS
este o aquel tipo de cosas , sino pura y simplemente (ambi
guamente supuesto, por cierto, en todo ser capaz de habr
selas con uno u otro tipo de cosas) , o la aptitud pura y sim
ple (to aathn, por lo tanto he aret, por cierto ambiguamente
supuesta en toda aptitud para esto o aquello) , es aquello
mismo que tambin habamos encontrado como la preten
sin de relevancia del nmos mismo (o sea, la aventura plis) o
como la pretensin de un lgein que fuese relevante en su
misma condicin de lgein (de donde todo lo << msico>>) . En
ambos dilogos se asume que el saber, all donde lo haya, ha
de ser enseable , es decir, se extiende al propio trmino
<< ensear>> la ambigedad inherente a los otros dos . En
ambos se recurre a la efectiva presencia de la plis mencio
nando a aquellas figuras excelentes de la plis cuya condicin
de tales ninguno de los interlocutores (y tampoco Platn
mismo) discute ; no se trata, pues , ni de Clen ni de Hipr
bola, ni siquiera de Alcibades, aunque este ltimo tampoco
cabra (ni para Platn ni para Tucdides , el que << escribi la
guerra>> ) en el mismo apartado que los dos primeros ; se
trata, en cambio , de Temstocles , Arstides , Tucdides (el
otro) y Pericles. En uno y otro dilogos se hace notar el con
flicto entre esas figuras y la enseabilidad que se ha admitido
como inherente al saber; esto se hace en el << Gorgias>> sea
lando que la actuacin de esos hombres (es decir, la plis) no
ha hecho mejores a los atenienses , esto es , no les ha ense
ado a ret; en el <<Menn>> , en cambio, se aduce el hecho de
que esos mismos hombres , en cuanto responsables de la
enseanza que recibieron otros individuos determinados ,
aun tratndose de individuos bien dotados y vlidos en otros
aspectos , no consiguieron hacer de ellos autnticos hombres
de la plis, esto es , poseedores de aret. La expresin de la
ambigedad culmina en que uno y otro dilogos dicen esto
mediante apuestas terminolgicas distintas, cada una de ellas
4. SOBRE EL MENN>>
35
tan relativa como la otra. El << Gorgias >>, en efecto, mantiene
el concepto exigente de la aret y del hombre de la plis, y, por
l o tanto, deja fuera de esa condicin incluso a las figuras que
han sido citadas como no discutidas. El <<Menn>> , en cam
bio, introduce un recurso que lo acerca al <<In>>12 , a saber,
cuestionar ciertamente la condicin de saber, pero no el
carcter << divino>> , distincin a propsito de la cual son
pertinentes todas las matizaciones que en su da se hicieron
en relacin con <<In>> .
1 2 Cf. mi Muestrs de Platn, captulo I .
5. ACERCA DEL FEDN. 1
Aquello a lo que quiz queremos referirnos cuando hablamos
<< de>> <<la muerte>> o << el morir>> es a la vez aquello que se
define por el hecho de que a ello de ninguna manera es posi
ble referirse (la referencia a ello, en efecto, hace que ya no
<<se trate de>> ello) , << de>> ello no puede en ningn caso tra
tarse, puesto que ell o, por definicin, nunca es <<ahora>> (no
slo no el <<ahora>> de ahora mismo, sino incompatible con
el <<ahora>> , con la presencia) , la ms pura versin, quiz, de
nuestro clsico <<aquello de lo cual no se puede hablar>> ,
i nluyendo desde luego la connotacin de que de ello mejor
es rdar un silencio que, precisamente por eso, no puede
ser lo que trivialmente designaramos como estar callados.
Con esta peculiaridad de la referencia a <<la muerte>> nos
hemos encontrado ya otras veces, por ej emplo a propsito
de to mllon y de la segunda oda olmpica de Pndaro13. Todo
13 Cf. mi El decir griego (2006) , captulo 5 Tambin mi El saber de la comedia
(2005), captulo I2.
DI STANCIAS
ello nos ha puesto de manifiesto tambin la otra cara del
mismo problema, a saber, aquella que rima con el hecho de
que eso que no-es << es>> a la vez lo nico que siempre ya <<es>> ,
lo nico siempre ya supuesto , por ello siempre ya dejado
atrs . La aludida otra cara es que lo ente (lo ente de cada
caso) slo es propiamente asumido como tal desde una rup
tura con la onticidad misma, o, dicho de otra manera, que la
presencia slo es tal en cuanto mantiene el carcter de adika
(unilateralidad, predominio) , lo cual slo ocurre mientras
en el fondo sigue estando la dke.
Conviene que recordemos el modo en el que esto ltimo
(ruptura con la onticidad) aparece en los dilogos de Platn.
Algo << es>> , o sea, <<es A>> o << es B>> , porque hay un << qu es
ser A>> o << qu es ser B>> , y el correspondiente <<ser A es . .. >>
o << ser B es . . . >> adquiere toda su seriedad en el continuado
fracaso de ese << es . . . >> . Como reiteradamente hemos visto, a
este espacio pertenecen el sentido socrtico de lo divino y la
ertica socrtica. Est ahora por ver si es tambin a eso
mismo a lo que pertenece el peculiar carcter de la referen
cia a la muerte. En el << Fedn>> , en efecto, donde se llama
<< el filsofo>> (y no siempre es esta en Platn la palabra para
eso, ni es este el nico sentido de la palabra) a aquel que es
capaz de sostener la distancia (la ruptura con la onticidad)
indicada, la pregunta es si la peculiaridad de la muerte no es
quiz lo mismo que la distancia del filosofar. Importa sea
lar que esta es la cuestin y que las nociones que tienen un
papel en el <<Fedn>> surgen all al hilo de esa cuestin y con
el sentido por ella requerido ; el <<alma>> surge de la cuestin
de la muerte y tal como tiene que surgir en virtud de esa
cuestin (no por sentido alguno doctrinal preestablecido) , y
el que el alma no pueda ser ella misma algo que muere res
ponde a que ella es parte en la fenomenologa de la muerte
misma (digamos : tal como en Kant las << condiciones de la
5. ACERCA DEl <<FEDN. 1
39
posibilidad de la experiencia>> no pueden ser a su vez algo
emprico) ; la muerte misma es lo nico que no puede morir
y es, con ello, la fuente de toda no-mortalidad.
El <<alma>> se relaciona especficamente con la muerte ya
en Homero ; la P2kh es lo que tiene lugar en el Hades , es
decir, aquello que hay cuando ya no hay el hroe; el Hades
es el no-ser, la no-presencia ; lo que ocurre , y lo que se ir
haciendo valer, es que es precisamente en ese ya-no-ser
donde el hroe en definitiva es lo que es, la figura se ha
cerrado y es, por fin, figura entera y unitaria; la exgesis de
esto mismo en Herdoto (entrevista de Soln y Creso en
!, 29-33) es que, mientras no te has muerto, no slo faltan
cosas , sino que, ante todo, est por decidir qu es en verdad
cada una de las que ya hay, pues slo dentro de la figura uni
taria cada contenido es lo que es. Y ya en Homero parece
ocurrir que el alma de Patroclo (Patroclo ya-no-ente) es
ms entera y unitariamente Patroclo que Patroclo mismo
vivo (Patroclo ente) .
Lo mismo que acabamos de exponer confiere incluso a
las nociones de <<la muerte>> y << el alma>> una nueva relacin
entre ellas, quiz no distinta de la ya formulada, pero que s
constituye una explicitacin de ella. Si el << cuerpo>> es el
<<uno y otro y otro>> de lo que hay en el acontecer del ente
en cuestin, entonces no slo ocurre que esto y aquello y lo
oro va teniendo lugar << a lo largo de >> la vida sin necesitar
de-.a muerte, sino tambin que la orientacin hacia la figura
unitaria (el cuidado del << alma>>) comporta distancia frente
a cada contenido particular (uno y otro y otro, esto y aque
llo y lo otro) , distancia que conecta tanto con el carcter que
hemos reconocido a la << filosofa>> como con el de la
<< muerte>> , y esto ltimo no slo en el sentido del cierre de
la figura, sino tambin (e inseparablemente) en el de la rup
tura de la presencia (la muerte como lo nunca << ahora>> ,
DI STANCIAS
etctera) . Por eso el << alma>> aparece en el <<Fedn>> como la
nocin mediadora que enlaza la muerte con la <<filosofa>> :
el filsofo se atiene al alma en cuanto que esta atencin
significa precisamente ruptura con el << cuerpo>> (ruptura de
la onticidad, del <<esto y aquello y lo otro>>) , y la muerte es la
<< separacin>> del alma con respecto al cuerpo, es decir,
la constitucin de figura entera y unitaria frente al << esto y
aquello y lo otro>> , en cierto modo la constitucin del alma
como alma.
6. ACERCA DEL FEDN, 1 1
En nuestro captulo 4 s e seal de otra manera a l a misma
distancia que ahora (captulo 5) ha vuelto a ser la cuestin.
All esa distancia apareca como la paradoja del aprender,
cuya identidad con la cuestin de la diferencia edos-cosa all
mismo exponamos . Se trat del cmo y porqu de la for
mulacin narrativa, la cual -se expuso por qu- all asuma
la figura de un <<antes>> . Lo mismo, en el desarrollo de ello
como fenomenologa de la muerte, adopta, tambin narra
tivamente, la figura de un <<que viene>> o <<advenir>> o <<por
nir>> Se trata ahora (a partir de 77b) de identificar entre
s los dos trminos narrativamente asumidos, respectiva
mente, como << antes>> y << que viene>> . Ello se hace, una vez
ms , empleando la nocin mediadora de << alma>> . El alma
no es un e!dos, sino ms bien algo en lo que est implicado el
estatuto mismo de edos, esto es, la diferencia de ezdos frente a
cosa o a ente ; es aquello << de>> la cosa que hace de ella en
verdad cosa, es decir: irreductible, irreductibilidad que con
siste en que el A o el B del <<es A>> o << es B>> referibles a la
42 DI STANCIAS
cosa en cuestin, digamos el <<ser A>> o << ser B>> , no sean a
su vez cosa, sino ezdos. Por eso el <<tener alma>> es fcilmente
extendible a todo aquello de lo que se tengan relevantes moti
vos para pensar que ello es en efecto una cosa y no, por ejem
plo, un trozo de cosa o agregado de cosas , sin perjuicio de
que en sentido preeminente <<tenga alma>> aquello que tiene
una especial relacin con el estatuto mismo de e!dos, esto es,
con la diferencia de ezdos frente a cosa, lo cual queda tambin
expresado en aquellos relatos que , centrados en el <<haber
visto>> , encontramos en <<Fedro>> y <<Timeo>> . En todo caso,
que el alma de uno es lo uno de uno, como ya se ha visto pre
cisamente a propsito de la muerte y la figura una, tiene que
ver con que el alma es eso de uno que se relaciona precisa
mente con ezdos y con la alteridad de e!dos frente a cosa.
De entrada, la identificacin entre las dos menciones de
la distancia se efecta mediante una consideracin que des
pus habr de ser revisada. De momento es que el llegar a ser
tiene lugar a partir de lo contrario y que, por lo tanto, el vuel
co de viviente a no-viviente habr de formar parte , en el
fondo, de lo mismo que el vuelco de no-viviente a viviente.
Ser importante ver por qu esta expresin es considerada
luego incompleta y ver cmo, sin embargo, es imprescindi
ble para que la que se adopte aparezca en su verdadero sen
tido. Esto queda para ms adelante, porque primariamente
ha de desarrollarse siguiendo la frmula del dilogo mismo
eso de que el alma no es un determinado ezdos, sino que tiene
que ver con el estatuto de ezdos como tal . Considerar el alma
como un e!dos entre otros , o, mejor, considerar en general
un e!dos, otro e!dos, etctera, es lo que en su momento haba
mos descrito como la identidad material de ab y ba en el smil
de la lnea de << Repblica>>'4 ; ms exactamente , eso, tal
I4 Cf. mi Muestras de Platn (2007) , 2. 2, y la referencia all contenida en nota.
6. ACERCA DEL FEDN>>, 1 1
43
como acabamos d mencionarlo, es ba, y, precisamente por
que esa presencia es << de >> ede , con lo cual los asume en el
modo que en principio corresponde a cosas, lo que en tal
consideracin aparece lo hace siempre en el modo, parad
jico, consistente en que, precisamente porque se lo consi
dera aparte, a la vez su aparecer depende de su instalacin en
unas u otras cosas. En el dilogo que ahora nos ocupa, es la
pretensin de considerar el alma como harmona'5 lo que
desempea el papel de la consideracin del alma como un
ezdos determinado y, por lo tanto, de los ee como uno y otro
y otro. Es claro ya de entrada que nuestra propia (moderna)
asuncin de las harmonai (al tomar stas como diferentes
selecciones de cortes sobre la base de un continuo) ni
siquiera permite pensar esa posibilidad frente a la cual el
dilogo se produce polmicamente ; la asuncin griega (en la
que la harmona es el esquema bsico, sin que se presuponga
continuo alguno) s permite tal pensamiento, pero slo para
que se pueda concluir que tampoco es eso, pues la harmona
sera entonces el particular e!dos <<del >> que se tratase en cada
caso , mientras que el alma tiene que ver con el estatuto
mismo de ezdos como tal (o, dicho de otra manera, la cues
tin del alma slo puede situarse en bb) .
1 5 En griego los tonos no se consideran como cortes presuponiendo un ili
mitado, ya que no opera en absoluto tal presuposicin. Un tono slo tiene
definicin dentro de una determinada harmona. Se supone que, por ejem
plo, una lira est construida y afinada para sonar en una harmona determi
nada. Cf. mi Muestras de Platn, 3. 2.
7. ACERCA DEL FEDN, 1 1 1
Se ha hablado de l a conexin de <<tener alma>> con ser rele
vantemente uno, y esto se ha relacionado con lmite y final ,
es decir, con la muerte ; relevantemente uno es aquello que
muere, o sea, lo que tiene alma, lo viviente ; viviente es aque
llo que muere. El argumento ya adelantado en el captulo 5
de que el alma, precisamente porque su substancia es la
muerte , no puede ella misma morir, se desplegar en el
curso del dilogo en que, siendo el alma aquello por lo cual
lo que tiene es viviente , no puede el alma misma morir;
no puedorque tampoco es ella misma viviente; viviente es
lo que tiene alma.
Ahora bien, independientemente de que nosotros ven
gamos mucho despus (e incluso hayamos ledo, hasta donde
ello nos ha sido posible , ya muchos dilogos de Platn) , lo
cierto es que, para que el dilogo mismo acepte argumentar
en el modo que acabamos de sugerir (como s har desde
Ioob) , se requerirn pasos cuyo sentido es poner en el cen
tro de la cuestin el estatuto mismo de eldos como tal . Ello
DI STANCIAS
empezar con la renuncia a argumentar en el modo a ntes
ej emplificado con los contrarios y el llegar a ser el uno a
partir del otro , modo que trata directamente y sin ms de
cesas (modo , pues , por as decir, <<natural >> de decir) ,
renuncia que se explicita en g6a-97b y que da paso al reco
nocimiento de un <<otro >> . La palabra nos, con la que ,
mencionando a Anaxgoras, se introduce esa alteridad, sig
nifica aqu, en efecto , tal como viene exigido por todo lo
que hemos dicho, la presencia (en el modo en que ella sea
posible) del ezdos como tal , el estatuto mismo de edos (cf.
nuestros captulos 9 y IO a propsito de otros usos as de
nos) . Por lo tanto , si a continuacin viene la constatacin
de que la apelacin al nos no introduce principio alguno
explicativo del acontecer de las cosas , ello no debe en
manera alguna entenderse como reproche a Anaxgoras ; la
frustracin que al respecto Scrates registra en su propio
pasado es fenomenolgica; descubre algo fenomenolgica
mente vlido ; en efecto, el <<qu es ser>> no genera lo ente ;
no hay uno-todo; estamos en Grecia, no en el idealismo. La
limitacin (que no falacia) de Anaxgoras es que lo dicho no
constituye modo alguno de en verdad mencionar (referirse
a) el nos ; se formula la alteridad, pero no hay un decir en el
que la misma, aun cuando slo sea como substraerse , com
parezca. Es entonces (a partir de ggd) uno de los momentos
en que Scrates emplea expresamente frmulas en el sen
tido, por nosotros ya tantas veces interpretado, del /potthes
thai. Se trata ahora de la Jpthesis efectuada precisamente con
el carcter de tal ; por lo tanto, es bb lo_ que est en juego. Por
otra parte , Scrates califica como <<segunda navegacin>> el
modo de decir ahora presentado ; el que slo pueda ser
<<segundo>> responde a lo que acabamos de decir de que lo
que hay es en todo caso ya las cosas y que la cuestin <<qu es
ser>> solamente toma una distancia, no genera ni por pri-
7. ACERCA DEL FEDN>>, 1 1 1
47
mera vez encuentra lo ente ; ahora bien, este carcter de
<<segundo>> o de <<el otro de los dos decires>> aparece ahora
marcado por la ytantas veces estudiada estrategia con la que
se pretende eludu la connotacin de tendencia a la aboli
cin de la diferencia.
8. NOTA SOBRE EL PARMNIDES
Qu significan esas expresiones, gramaticalmente prtasis
condicionales , formadas combinando el << neutro singular>>
del adj etivo <<uno>> con el verbo << ser>> , en su caso con la
negacin (me como corresponde al carcter de prtasis con
dicional) , expresiones que, desde 37c hasta el final del di
logo << Parmnides >>, como <<hiptesis>> (ni siquiera se est
de acuerdo en cuntas) encabezan respectivas tiradas << dia
lcticas>> ?; se encuentran traducciones del tipo <<si uno es>>
o << si unidad es>> (esto segundo autorizado por el uso del
<< neo singular>> de adjetivo para mencionar << el carcter
o la condicin de . . . >>) o <<si hay uno>> o <<si hay unidad>> o
incluso (haciendo girar el adj etivo hacia la condicin de
predicado nominal) << si [ello?, a saber : qu?] es uno>> .
Aqu, bsicamente, no discutiremos sobre la traduccin,
sino sobre qu quiere decir todo ello (tambin, pues , qu
debe querer decir la expresin que se adopte, si alguna se
adopta, como traduccin) .
Sabemos , por de pronto , que en la base del dilogo de
Platn en general est el hecho de que todo << es A>> o <<es B>>
3
o
DI STANCIAS
(por lo tanto todo << es>>) est presuponiendo un <<qu es ser
A>> o << qu es ser B>> , lo cual induce un << ser A es . . . >> o
<< ser B es . .. >> ; los << ser A>> o << ser B>> pueden ser relacio
nados unos con otros o generados unos a partir de otros en
el proceso llamado diharesis, y el que esta operacin tenga
carcter fenomenolgico responde a que no es igual por
dnde dividir, lo cual se ha mostrado como idntico con el
hecho de que la diharesis misma supone y est regida por (y,
por lo tanto, deja atrs) ciertas determinaciones . Dado que,
en todo lo hasta aqu visto a propsito de Platn, el <<ser A>>
o << ser B>> , con todas las matizaciones que en sus diversos
momentos se han ido exponiendo, son el cmo habrselas
con un A y el cmo habrselas con un B, es plenamente
consistente el que las aludidas determinaciones siempre ya
supuestas sean designadas como los nombres del saber en
general habrselas, como t agathn o la aret. La dinmica
propia y especfica del dilogo empieza cuando es una de
estas determinaciones la que ocupa el lugar de A o B en el
<<ser A es .. . >> o <<ser B es . .. >> .
Hemos resumido esto ltimo porque quiz en ello poda
mos encontrar un punto de apoyo para l a cuestin planteada
a propsito del <<Parmnides>> . En relacin con la pregunta
que hay en << ser A es . . . >> , siendo A una de las determina
ciones siempre ya supuestas, no slo cabe el intentar dar una
respuesta que luego se someta a examen en cuanto a su pro
pia consistencia; cabe tambin, aun sin proponer en este
momento una respuesta, simplemente ponerse en el caso de
que la hubiese, y el examen consistir entonces en explicitar
cules seran las consecuencias de que hubiese una tal res
puesta; <<ser A es>> significa entonces que el <<ser A es . . . >> se
cumple, que hay en efecto un <<qu es ser A>>, una posibili
dad de akrbeia en cuanto a si << ser A>> es el caso o no . En
cuanto a cul de los nombres de la aret o de t agathn es el
8. NOTA SOBRE E l PARMNI DES
3
i
adecuado para un planteamiento de este tipo, hay que decir,
en primer lugar, que no tiene por qu haber uno en parti
cular que lo sea, pero tambin aadir por de pronto lo
siguiente acerca del nombre <<uno>> o <<unidad>> : el que, en
todo cas o, se trata de un nombre de la a ret o de t agathn
viene dado por las ya muchas explicaciones que hemos apor
tado acerca del saber habrselas como la capacidad de elegir
por dnde cortar o dividir, qu va con qu y qu no va con
qu no, qu es una cosa y qu, en cambio, un trozo o un
agregado.
As, pues, los <<uno es>> o <<unidad es >> o <<hay uno>> o
<<hay unidad>> significaran que hay, en efecto, una posibi
lidad de akrbeia en cuanto a qu es y qu no es uno, en
cuanto a si unidad es el caso o no, mientras que las corres
pondientes frmulas con negacin significaran que no hay
tal posibilidad. A la vez, dado que la cuestin misma plantea
una alternativa entre que unidad sea el caso y que no lo sea,
esto es, entre lo que tiene el carcter de uno y lo que no
tiene ese carcter (y, en efecto , hemos visto que slo por
cuanto de entrada estamos en que algo << es A>> y algo <<no es
A>> hay la cuestin de un <<ser A>>) , el examen de las conse
cuencias de que haya o de que no haya la indicada posibili
dad tendr que referirse, por una parte, a las consecuencias
que afectn a aquello de lo que se asume que tiene el carc
ter de uno por otra parte, a las consecuencias que afectan
a aquello de lo que se asume que no lo tiene. Esto da cuatro
arranques, pero, adems , cada uno de ellos se efecta dos
veces, completadas en el primero de los cuatro por un tercer
recorrido que considera conjuntamente el contenido de los
dos anteriores.
<< Uno >> es, en efecto , un nombre de la aret, pero, tal
como acabamos de ver, lo es slo en virtud de considera
ciones que incorporan algo de lo que se pone manifiesto en
3<
DISTANCIAS
el dilogo, no en uno determinado, no algo del contenido
del dilogo, sino algo de lo que se pone de manifiesto en la
forma de dilogo. Por lo tanto, hay precisamente metadi
logo en el hecho de adoptar ese nombre ; no hay slo una
vocacin metadialgica, como ya en su da se dijo que la hay
en ciertas peculiaridades del nombre de la a ret elegido, por
ej empl o, en << Repblica>> ; no es slo eso, sino efectivo
metadilogo. Ello explica dos caractersticas del <<Parmni
des>> : una, que el tramo en el que se efectan y despliegan
las hiptesis, el tramo que habra que hacer corresponder
con lo que es el ncleo bsico de la forma de dilogo, no es
sin embargo dilogo, sino ms bien esquema sistemtico
(por ello mismo << completo>>) de dilogo, digamos : dilogo
<< en abstracto>> , modelo de dilogo, no efectivo dilogo; y,
segunda caracterstica, los procedimientos de sobredistan
ciamiento que hemos vinculado con la expresin del meta
dilogo enmarcan aqu precisamente eso de lo que hemos
dicho que es y no es dilogo.
1
1
9. ARISTTELES, SOBRE DIOSES, ASTROS Y ESFERAS
Me permitir de entrada dar por conocido cierto desarrollo
fenomenolgico ya muchas veces tratado referente a cmo el
<<de algo, algo>> , el vuelco o el llegar-a-ser, en cuanto que se
vuelve relevante l mismo, aparece como distancia descuali
ficada (entre <<algo>> y <<algo>>) y, por lo tanto, des-limitada
(se pueden siempre establecer nuevos <<algo>> antes, despus
y en medio) , y a cmo es este el modo en que se ha consti
tuido el tiempo en cuanto tal ilimitado y de suyo siempre
igual , divisibe igualmente por cualquier punto y entre cua
lesquiera dos untos . Recordar ahora que esto acontecido a
propsito del tiempo aparece expresamente , en Metaph.
XII , I07Ib5-II, como la base para la demostracin de que ha
de admitirse por de pronto ousa ai"ios kinet (digamos : <<ser>>
con los caracteres de << siempre>> y de << en movimiento>> ) ,
donde e l adj etivo ai"ios califica no slo , como e s obvio , al
substantivo ousa, sino tambin y en especial a la knesis signi
ficada en el a su vez adj etivo kinet. El argumento dice que,
siendo en todo caso el tiempo algo << del>> movimiento , la
3
|
DISTANCI AS
mencionada ilimitacin, la descualificacin de las posicio
nes, el venir siempre de antes y seguir siempre despus,
requiere un movimiento que tenga precisamente esas carac
tersticas, lo cual a su vez exige una o usa del tipo dicho, ya
que no puede haber movimiento que no lo sea de alguna
ousa. El argumento no pretende demostrar (ni a Aristteles
podra ocurrrsele incluir en la tesis) que ese movimiento sea
nico o uno-total o el movimiento en el cual nace-perece
cuanto nace-perece, etctera; todo eso es idealismo, no
pensamiento griego ; en el mbito del que ahora estamos
hablando no hay en principio uno-todo. Por otra parte, es
sabido que el argumento hace posible otro subsiguiente en el
cual se demuestra que ha de admitirse ousa aknetos ( <<ser sin
movimiento>>) y a eso posterior me referir tambin, pero
por de pronto quiero demorarme algo en el tramo que llega
hasta ousa aiios kinet. Es en el punto al que hasta ahora he
llegado donde Aristteles introduce la consideracin de que
las caractersticas requeridas para el peculiar movimiento
que nos hemos visto llevados a admitir (ausencia de cualifi
cacin de las posiciones , continuidad, etctera) sl o son
cumplidas por un movimiento del tipo cambio de lugar y
precisamente slo por uno circular uniforme. As, ese es el
movimiento a !dios y el movimiento de la ousa ai'dios kinet.
Es aqu donde suele entrar en juego la cuestin de qu
papel desempea en la argumentacin (si desempea
alguno) el que cierta especulacin griega trabajase en descri
bir los movimientos visibles de los astros como composicin
de movimientos circulares uniformes mediante un modelo de
superposicin (o ms bien intraposicin) de esferas concn
tricas. La cuestin del papel de esto en la argumentacin
de Aristteles va junta con la de cul es el carcter de esas
especulaciones en s mismas. Lo normal es que se las consi
dere como observacin astronmica emprica y que se quiera
9. ARI STTELES, SOBRE DI OSES, ASTROS Y ESFERAS
33
diferenciar su contenido frente a las cuestiones de << estatuto
ontolgico>> . De hecho, Aristteles se hace eco de esos tra
bajos a propsito de <<si es uno o varios y cuntos>> algo que
para nosotros de momento son las ousai ai'dioi kineta y de lo
cual dejamos para ms adelante discutir si pudieran ser tam
bin algn otro tipo de entidad; digamos ya, sin embargo,
que, al designar esas investigaciones como distintas de las
ms propiamente suyas , Aristteles no emplea caracteriza
cin alguna que rime con nuestra distincin de ciencia
emprica frente a averiguacin de estatutos ontolgicos ; lo
que dice es que toma algo de aquel de los saberes <<matem
ticos>> que es ms prximo a la <<filosofa>> , el cual es -dice
la <<astrologa>> y lo es porque ella considera ousai ai'dioi aisthe
ta (es decir: kineta) , mientras que otros saberes << matemti
cos>> no consideran ousa alguna. No es cuestin de repetir
aqu lo que ya otras veces uno ha escrito sobre cmo no es
ninguna casualidad el que la palabra griega mthema no tenga
de suyo ninguna especial relacin con un mbito especfica
mente <<matemtico>> , de cmo esa palabra y toda su familia
encierran la paradoja del aprender, de cmo la versin
griega de esa paradoja impide cualquier intento de resolverla
mediante un desdoblamiento en a priori y a posteriori y de cmo
ello comporta que no sea posible la delimitacin de un
mbito eecfico que sera el de lo << matemtico>> (cf. aqu
mismo captt-ulo |) . N o hace falta que entremos ahora expre
samente en eso, porque podemos tambin aprovechar la
ocasin para plantear la cuestin de otra manera, a saber:
admitido que hablamos en lenguaje moderno y que, por l o
tant o, nosotros no podemos evitar manejar esa distincin
del estatuto ontolgico y el contenido cientfico-observacio
nal, de base emprica, preguntmonos qu hay de observa
cin emprica en ese saber que Aristteles ahora incorpora a
su propia argumentacin. Pues bien, en la opcin por el
(11 1'
DISTANCIAS
empleo del modelo de las esferas concntricas para la des
cripcin de los movimientos visibles de los astros no hay
absolutamente nada de emprico; es estrictamente una deci
sin filosfica, y era ni ms ni menos que eso ya antes de que
Aristteles, por el hecho de hacer suya esa decisin dentro
de un contexto filosfico ms amplio, incluyese consiguien
temente en su propia exposicin lo fundamental de los
resultados de Eudoxo y Calipo. Esto es por completo inde
pendiente de cundo y en qu condiciones fueron incorpo
radas al texto ciertos pasajes del captulo 8 de Metaph. XII ,
puesto que aqu de l o que s e est tratando es de la consisten
cia terica y argumentativa del texto, no de su gnesis fctica.
Ni haba ni hay ni hubo en momento alguno por parte de
nadie motivo alguno para suponer que el modelo esfrico
fuese emprico-observacionalmente ms adecuado que otros
para la descripcin de los movimientos visibles de los astros ,
en ninguno de los en principio dos sentidos que esto podra
tener, a saber: que obtenga una correspondencia ms exacta
con los datos observables o que lo haga mediante un modelo
ms sencill o. Que la decisin es filosfica ya en Eudoxo y
Calipo quiere decir no que pertenezca a una disciplina en vez
de a otras, sino que los motivos de la opcin por el modelo
esfrico no son otros que los que en definitiva se expresan en
la argumentacin de Aristteles por la que se exige un movi
miento circular uniforme. Para precisar esto, hemos de volver
por un momento sobre esa argumentacin con el fin de des
tacar lo que ella tiene de algo as como patrimonio comn
de la Grecia clsica.
Todo arrancaba de algo que , segn ya dijimos, sucede
con el << de algo, algo>> , con el vuelco o la distancia, por el
hecho de que ella se vuelve relevante, esto es, aparece ella
misma. Resulta difcil no recordar que a lo siempre ya
supuesto y por lo tanto dejado atrs es inherente no campa-
1
9. ARISTTELES, SOBRE DI OSES, ASTROS Y ESFERAS
37
recer sino perdindose, l o cual s e describe no slo con eso
que dijimos de la distancia y la gnesis de la des-limitacin,
sino tambin, lo que en el fondo es lo mismo, diciendo que
el mbito o el adnde al que se pertenece, en cuanto que en
efecto tiene lugar como tal , es decir, se hace relevante en su
misma constitucin, esto es , en cuanto que hay una preten
sin de fijacin del nmos y por lo tanto una plis, es a la vez
remitido, mediante la produccin de un espacio uniforme
(el nmos es el mismo para todos y para todos los casos) , a la
ilimitacin y por lo tanto a no ser ya mbito alguno, y mani
fiestamente lo mismo que esto ltimo y por lo tanto tambin
que todo lo dems es el que el cambio de una cosa por otra
en cuanto que es bsicamente interno, esto es, constitutivo
de la vida del mbito o comunidad o adnde mismos, como
reconocimiento de la distancia, por lo tanto del ser (esto
esto , aquello aquell o, t t, yo yo) , constituye a la vez el
espacio vaco , por de pronto interno, pero que, como espa
cio vaco, esto es, uniforme, acabar por comportar ilimita
cin y, por lo tanto , no-mbito (la comunidad con inter
cambio interno es, en efecto, la misma que aspira al expreso
reconocimiento del nmos) . La situacin que definimos
como la Grecia clsica o arcaica-y-clsica es en todos estos
aspectos y algunos ms , inseparables los unos de los otros ,
auella a
-
cin en l a que l a endonada relevancia-pr
dida esta teniendo lugar, es decir, el resultado es todava un
resultado y no una obviedad. En este sentido Aristteles es
el ltimo griego; el tiempo como ilimitado es , en efecto, el
tiempo, pero , por una parte, no se lo puede dejar atrs
como una obviedad, sino que ha de ser construido fenome
nolgicamente en un trabajoso proceso (Phys . !) y, en
correspondencia con esto , incluso una vez legitimada la
nocin, sta ha de poder ser pensada en el sentido griego de
la palabra <<pensar>> , es decir, no ha de dejarse que simple-
; '
1!,
''
DI STANCIAS
mente se escape en lo indefinido, ingresando as en la obvie
dad, sino que ha de ser y esto quiere decir : ha de ser finitud.
Esto es lo que se consigue con el movimiento circular, la
knesis ai'dios y la ousa ai'dios kinet. Si Aristteles encuentra des
cripciones segn el modelo del movimiento circular uni
forme y las esferas concntricas y hace uso de esas descrip
ciones , es porque su propia especulacin expresa, como
acabamos de ver, una problemtica constitutiva de toda la
Grecia arcaica y clsica ; y Eudoxo y Calipo se valen del
modelo esfrico, no por motivaciones empricas , sino por
que estn en el mismo barco.
Emprico en nuestro (moderno) sentido s parece ser de
entrada el que haga falta un nmero u otro de esferas con
cntricas e incluso los detalles del movimiento y posicin
relativa de cada una de ellas , siempre dentro de lo circular
uniforme. Pero incluso en relacin con estos puntos hay al
menos dos consideraciones que hemos de hacer y que ponen
de manifiesto la inadecuacin hermenutica del concepto de
lo emprico.
Primera consideracin: es esencial al modelo (y no pro
ducto de que el mismo haya de <<llenarse>> empricamente)
el que el nmero , concrecin del movimiento y posicin
relativa de las esferas no puedan deducirse de ningn prin
cipio nico, sino que las esferas sean una y la otra y la otra.
Esto estaba ya en lo que dijimos de que no se busca un movi
miento uno-total , sino slo un movimiento ai"dios. A prop
sito de la connotacin del ser griego aqu implicada, algunos
solemos hablar de << irreductibilidad>> , concepto que con
traponemos a aquel otro, bsicamente moderno, cuyas dos
caras (inseparables entre s) son el uno-todo y la obviedad de
la ilimitacin; irreductibilidad significa pluralidad determi
nada, es decir, lmites determinados ; no podemos desarro
llar aqu por separado este concepto, pero s digamos que los
9. ARI STTELES, SOBRE DI OSES, ASTROS Y ESFERAS 3,
movimientos de los que ahora estamos hablando han de ser
irreductibles tanto los unos a los otros como unos y otros a
principio alguno comn, y han de ser en ese sentido varios ,
y precisamente en un nmero y diversidad que no cabe pre
tender deducir de principio alguno nico y comn.
La segunda observacin quiz no sea en el fondo sino la
otra cara de la primera, tal como el uno-todo es la otra cara
de la ilimitacin del mbito (es decir, del no-mbito) ; lo
que dice la segunda observacin es que el carcter emprico
comportara que nunca podra quedar cerrada la posibilidad
de que hubiese que introducir, por ejempl o, alguna nueva
esfera (lo emprico es por principio infinito en detalle) ; en
otras palabras : el << nmero>> de esferas no sera en verdad
nmero alguno, sino que sera infinito. Sin embargo, para
el modelo griego es esencial que sea algn nmero, esto es,
finito, aunque es igualmente esencial el que no pueda con
cluirse que haya de ser uno u otro.
Hablaremos, pues, de una pluralidad finita de entidades
esfera, y las llamaremos as con el fin de no tener que optar
entre referirnos a las esferas en s mismas y hacerlo a los
astros que percibimos y cuyo movimiento describimos con
siderando cada uno de ellos como un punto de una esfera.
Admitiremos que ambas cosas (la esfera y, donde lo hay, el
punto) so
un nico fenmeno, a saber, la entidad-esfera;
las entidade
1 1. APNDICE PINDRICO
1 1 . 1
Quiz podamos parafrasear el comienzo de Pndaro O. II en
palabras como las siguientes : hay tiempos o momentos en los
que es de los vientos de lo que los hombres tienen mayor
necesidad, y hay tiempos o momentos en los que es de las
aguas del cielo , pluviales hijas de la nube, de lo que ms
requieren; pues bien, si lo que ocurre es que a alguien le va
bien por su esfuerzo, entonces los cantos , que suenan como
miel, los cantos, esto es, el principio de ulteriores decires,
elo que tiene lugar y es prenda de grandes excelencias .
Con esto estamos en el verso 6 . N o ha terminado la figura
que en verdad queremos comentar, pero debemos ya llamar
la atencin sobre algo : el empezar tocando en puntos diver
sos de un amplio espacio (unos momentos , otros momen
tos , momentos en los que . . . y momentos en los que . . . )
para finalmente ir a parar en uno que ser el hilo del que se
tire, es procedimiento al que slo muy tardamente (en el
siglo )los estudios pindricos dieron un nombre antes
74 DI STANCIAS
perteneciente a otros territorios y que desde entonces hizo
fortuna en este ; es la palabra priame/ '7; si los estudiosos se vie
ron llevados a tematizar este procedimiento (y, por lo tanto,
a ponerle un nombre) , es porque en el canto tiene un pecu
liar papel la referencia motivante a un acontecimiento sin
gular (en cierta manera anecdtico) y porque este peculiar
papel favorece tambin un peculiar modo de producir la
referencia misma; y esta conexin no se puede contemplar
quedndonos en el punto al que hemos llegado, puesto que
el priamel ha conducido en el ej emplo hasta los cantos ,
cuando l o cierto e s que l a concrecin de l a referencia que
con ese procedimiento se pone en marcha llegar en el
mismo ejemplo hasta Hagesidamo.
Debemos, pues, pasar ya a una inicial caracterizacin ms
amplia del rasgo al que queremos referirnos . El aconteci
miento singular, la situacin anecdtica, est destinado en el
conjunto del canto a ser el punto del que se arranca en una
disposicin que es el canto mismo y que seala hacia aquello
que, sin embargo , siempre ya ha quedado atrs , el <<lo
mismo>> de que el que esto sea esto es lo mismo que el que
aquello sea aquello'
8
; en virtud de esta orientacin, el pro
pio acontecimiento anecdtico ha de ser mencionado ya ini
cialmente de manera que anuncia su papel. A este respecto,
el que en el comienzo de O. 7, del cual y de su relacin con el
smil homrico se ha tratado ya en otras partes'9, el fondo de
I7 Materialmente, la palabra se haba constituido tiempo atrs (y para otras
cuestiones) por deformacin alemana del latn tardo praeambulum. En ale
mn el gnero gramatical es el femenino o el neutro; en castellano, donde
el (poco) uso hasta ahora dado es vacilante en este punto, adoptaremos
aqu (casi por sorteo) el masculino.
I8 Cf. mis El saber de la comedia (2005) y El decir griego (2006).
I9 Cf. mi El decir grieo, captulo 5
1 1. APNDI CE PI NDRI CO 7
5
la cuestin est tan ntidamente logrado es a la vez el motivo
de que precisamente en aquel comienzo sea ms que proble
mtico delimitar un priamel.
Consideraremos ahora, en cambio, otro comienzo, el de
O. r , donde el priamel est muy definido y no slo por esto
es muy marcado, sino tambin por cun lejos se remonta; la
oda empieza con algo cuya parfrasis podra ser que el ttulo
de mximamente excelente se reconoce al <<agua>> . Se nos
suele decir que esto no tiene nada que ver con cuestiones
<< fsicas >> o << cosmolgicas >> , lo cual es cierto en el ms
seguro de los modos de ser cierto , a saber : ser vaco ; pues
sencillamente no hay en el momento histrico que nos
ocupa una especificidad de lo << fsico >> o << cosmolgico >>
frente a otros planos ; tampoco el <<agua>> cuya nominacin
se atribuye a Tales de Mileto es nada especficamente
<<fsico>> o <<cosmolgico>> . En cuanto a que el comienzo de
O. I pudiese no tener nada que ver en general con aquellos
decires griego-arcaicos en los que se busca un nombre que
pudiera apuntar a lo primero , a lo que siempre ya ha que
dado atrs , las palabras inmediatamente siguientes en el
canto parecen querer desmentir tal ausencia de relacin (a
entender en todo caso como relacin a travs de la cosa
misma, independientemente de si hay o no influencia, y
cul, de un decir sobre otro) . Herclito hizo uso del nombre
ego>> y las palabras de Pndaro O. r que siguen inmedia
tamente al << agua>> nombran el oro para de l decir que,
como fuego, en la noche , brillando sobresale en medio y
por encima de . . . , a saber, de la riqueza; el canto enfatiza,
ms an que los fragmentos de Herclito, aunque se trate de
algo importante tambin en Herclito, la ex-celencia como
di-stancia.
El carcter ex- cesivo y extra-vagante que acabamos de
detectar en el comienzo de O. r tienta los lmites del mlos. Lo
DISTANCIAS
mlico es el artificio para, con todo, sealar hacia lo que de
todos modos siempre ya ha quedado atrs ; no es la preten
sin de nombrarlo (referirse a ello) , ni siquiera con nom
bres puntuales y coyunturales . Ya muchas veces se ha expli
cado, y desde claves muy diversas, cmo la referencia al <<lo
mismo>> (ya la describamos como pretensin de fij ar el
nmos, esto es, como el proyecto plis, ya como centralidad del
intercambio interno, ya como decir que es relevante en su
misma condicin de tal) comporta un aplanamiento o nive
lacin (esbozo de un espacio uniforme , re- duccin) . El
canto asume este riesgo, y por eso, una vez que a travs del
priamel se ha situado el punto de arranque en Olimpia
Pisa, donde ha ocurrido la victoria de Hiern (o al menos la
de su caballo Ferenico) , todo lo que, arrancando de ah, se
dice est instalado en la cuestin de la posibilidad de un
decir que, siendo en verdad decir, incluso sindolo en
manera relevante, sea engaoso . Ya muchas veces se ha
expuesto cmo en Grecia el decir tiene como << dicho>> en
principio la cosa (no un << dicho>> que luego pudiese con
certar o no con la cosa) , por lo cual ocurre que (a) el pro
blema es el de cmo puede entonces un decir, siendo decir,
a la vez no ser decir cosa, o , dicho de otra manera, cmo
puede, siendo decir, a la vez ser no decir, y que (b) incluso
este problema se plantea no (o no en primer trmino) por la
trivialidad de que a veces nos equivocamos , sino ms bien
como inherente a la cuestin de un decir en el que lo rele
vante es l a condicin misma de decir y la interna posibilidad
del engao aparece precisamente por el hecho de que a la
relevancia de algo es inherente la posibilidad de lo contra
rio, de modo que es precisamente en el decir relevante como
tal donde es interna la posibilidad del engao. En O. I esta
cuestin, que ser expresamente mencionada en los versos
28-36, domina la marcha ya desde antes , desde el momento
l
1 1 . APNDI CE PI NDRI CO 77
mism (verso 24) en que, partiendo de Pisa, se entra en una
amplia trayectoria que conducir de nuevo a all. Ya enton
ces (versos 24-27) la << caldera>> se adjetiva como <<pura>> y
se pone en relacin con Clot o, es decir, Plope naci ya
(hombro peculiar incluido) tal como Posidn se enamora de
l. Queda, pues, ya determinado (aunque slo se dir des
pus) que el banquete dado a los dioses en casa de Tntalo
habr sido totalmente correcto, como tambin est dentro
de lo correcto el que con ocasin del banquete Posidn se
haya llevado consigo (haya raptado) a Plope (ms tarde Zeus
har eso mismo con Ganmedes) . El posterior castigo de
Tntalo ser por otras razones . Plope volver y har uso
de la gratitud de Posidn. Etctera, casi todo ello implicando
(ya desde el comienzo de la historia, insistimos, pero expre
samente a partir de cierto momento) tacha de engao con
tra la versin trivialmente recibida. En todo caso, el riesgo
del engao reside en ni ms ni menos que aquello mismo en
lo que consiste que haya presencia, ruptura del permanecer
oculto (por lo tanto precisamente permanecer oculto, que
slo comparece rompindose, en su misma ruptura) . En
efecto, es precisamente en khris (verso 30) donde radica el
deslizamiento hacia el engao. Lo que significa khris ha sido
analizado desde nuestro tiempo con apoyo en cierto Geist
kantiano 20 y a la vez como la presencia o el ser, tal como en
. reiteradamente se ha empleado la conexin entre el
filosofema kantiano de lo bello y la ontologa griega para
entender por qu a menudo tenemos que traducir por tr
minos pertenecientes a nuestro mbito semntico de belleza
palabras griegas que en griego significan ser. La ambigedad
de presencia y engao es inherente a la destrivializacin. En
20 Cf. mi El decir giego (2006) , captulos 2 y 4
DISTANCIAS
lo trivial no hay amenaza de engao, porque tampoco hay
ser ni presencia ni verdad. El ser comporta una maravilla,
un thama (verso 28) , en el cual arraiga el despiste. ste es el
substraerse inherente a thama y khris, substraerse que deja de
nuevo la figura en lo trivial.
El motivo de khris como a la vez el origen del engao se
presenta en N. 7 mediante la contraposicin de dos figuras
de hroes homricos. La Ilada y la Odisea caracterizan de
manera general y reiterada a Ayante Telamonio como, des
pus de Aquiles , el hombre individualmente ms relevante
del campo aqueo ante Troya, y, sin embargo , no slo ser
Ulises quien se quede con las armas de Aquiles, sino que ya
en la Ilada misma lo de Ayante es todo muy parco, en con
traste con la brillantez del despliegue en torno a Ulises. Pues
bien, el canto coral mismo (N. 7. 20-30) hace notar que son
precisamente aquellas caractersticas que hacen del decir de
Homero presencia de la cosa (nosotros diramos : que lo
hacen bello) las que instauran el engao ; la sopha misma
(verso 23) engaa; la altheia (verso 25) es su propia prdida.
1 1 . 2
N a da de lo que hemos dicho ha sido dicho aqu de manera
tal que determinadas <<posiciones>> hubiesen de atribuirse a
un <<pensamiento>> que de alguna manera se expresase tam
bin en el poema. Nuestro discurso, el de nuestra contem
poraneidad, tiende, sin embargo , a ver as todo lo que se
encuentra en la interpretacin: Fulano pensaba as, Zutano,
en cambio, de tal o cual otra manera. Y lo peor no es toda
va esto, sino el que adems tal enfoque se considera como el
alternativo frente a tomar el canto del coro pindrico como
no otra cosa que aquello que evidentemente, con evidencia
1 1 . APNDI CE PI NDRI CO 79
que para nosotros es trivialidad, l es, a saber: en el epinicio,
cumplir el encargo de celebrar a un vencedor y su entorno.
En efecto, algo que nosotros designamos como celebrar,
alabar, praise, preisen, es el carcter y sentido constante del tipo
de canto que ahora nos ocupa, el cual no se entiende si no es
con ese sentido; pero, para ver que esta tesis es todo lo con
trario de una afirmacin de in transcendencia del canto, se
necesitan algunas aclaraciones sobre qu es en el presente
contexto celebrar, alabar, praise , preisen.
Antes recordemos que ya muchas veces ha quedado claro
cmo, en el acontecer de los gneros griegos , el gnero tiene
un sentido que no debe tomarse ni por una <<posicin>> del
cantor ni tampoco por una actitud o << modo de pensar>>
que de alguna manera fuese inherente al gnero mismo .
Nadie puede presumir de que sabe cul es la << opinin>> de
un tal Aristfanes (ni tampoco algo parecido a una << opi
nin comn>> de la comedia) sobre cuestiones de la guerra
contra Esparta o sobre Scrates ; la comedia tica <<antigua>>
es imprescindible para que pueda existir Scrates, no para
que puedan existir nito y Meleto ; y no hay contradiccin
(o, si se prefiere decirlo as, no hay otra contradiccin que la
inherente a la cosa misma) en que el mismo demos que da el
primer premio a << Los acarnienses >> sea el que , casi al
mismo tiempo, decide reforzar el dispositivo de guerra.
cho esto, que el canto del tipo al que pertenecen los
epinicios tiene por carcter praise o preisen es lo mismo que el
que ese canto arranca de la referencia a un acontecimiento
particular y a una figura individual. Dado, en efecto, que se
trata de canto, esto es, de decir relevante, la cosa particular
aparecer en su irreductibilidad; en cuanto a lo que esto
tenga que ver con que desde la referencia a la cosa se arran
que en la direccin de los dioses y de los hombres, en direc
cin al ser-dios del dios (no el dios) como lo mismo que el
"'
, .
'
'
., .
8o DISTANCI AS
ser-hombre del hombre (no el hombre) , hay que recordar
que el moderno << todo est vinculado con todo>> (slo hay
una cosa, porque tras cada mota de polvo est todo) es sin
nimo de que nada est vinculado con nada (pues, si todo est
vinculado con todo, entonces no hay vnculos determinados,
es decir, no hay vnculos) ; lo que es diferente es que el ser de
cada ente , la presencia de cada presente, remita no a << el
todo de lo ente>> o <<la totalidad>> , sino a la distancia o la
abertura del <<esto es esto por lo mismo que aquello es aque
llo>> , de modo que tras el ser de cada ente no hay un <<todo>>
del tipo <<noche en la que todos los gatos son pardos>> , sino
que cabe preguntarse fenomenolgicamente qu hay.
Con lo dicho de preisen y praise parece tener algo que ver el
que buena parte de N. 7 , despus de la ya comentada men
cin de Ayante Telamonio y Ulises, parezca tener un carc
ter de autojustificacin por el hecho de que en algn canto
anterior (que algunos incluso identifican con el pen 6)
supuestamente el coro pindrico no hubiese alabado, sino,
por el contrario, vituperado. Sea o no cierta esta vinculacin
a un suceso de hecho, la autojustificacin tendra que refe
rirse a la posibilidad misma del vituperio en el canto coral,
no a las conexiones locales de la figura afectada, aunque sta
sea Neoptlemo, que en efecto tiene algo que ver con Egina.
En este sentido no es casual que la parte en cuestin del
canto venga despus de la ya citada contraposicin entre dos
hroes homricos, en la que ni por asomo se cuestiona la
excelencia del uno ni la del otro, sino que lo que se hace es ,
por as decir, escenificar en una dualidad de figuras lo aqu
ya dicho de que es la propia
k
hris la que comporta la se-duc
cin y, por lo tanto, es la propia sopha la que se-duce. Sobre
los versos que vienen a continuacin, 31 y siguientes, pen
den dudas textuales importantes. El canto nos dice , reco
giendo una alusin hecha ya antes de la mencin de Ulises y
1 1 . APNDI CE PI NDRI CO 8r
Ayante, que el reconocimiento de tim, en definitiva la pre
sencia (engao incluido en los trminos ya sugeridos) , tiene
que ver con que la figura se cierre o complete, esto es, con el
haber muerto, y se implica en ese reconocimiento a un dios;
debido a las indicadas dudas textuales , no es posible saber si
la concrecin de la figra divina aclarara la inmediatamente
posterior ubicacin en Delfos , e igualmente subsiste la
duda, tambin por problemas textuales, sobre de quin se
dice que <<va>> o que <<van>> a all . En todo caso , all est
Neoptlemo , para cuya muert e, ocurrida all mismo , se
sugiere una relacin con su actuacin en el saqueo de Troya.
El coro no se retira de esta ltima afirmacin; y mantiene
que a Neoptlemo le toc lo que le tocaba; slo que de ello
se da en los mismos versos una interpretacin doble ( o, al
menos , para nosotros doble) : no de cualquiera se requiere
que sea muerto precisamente en Delfos y all , en cuanto
muerto, permanezca.
1 1 . 3
En P. 3. 47-6o se nos pone ante el caso del mdico cuya arte
sobrepasa hasta tal punto lo habitual que llega incluso a
plantearse la posibilidad de arrebatar a alguien a la muerte.
Lqueda claro no es en especial que ello sea imposible,
sino ms bien que es indecente ; es imposible por su carcter
de extrema indecencia. No es esto un juicio que se haga
sobre tal o cual pretensin, sino que el preterir la muerte es
la raz misma no de cierta indecencia, sino pura y simple
mente de la indecencia, lo cual slo se entiende a partir de
lo que hemos expuesto sobre cmo tomar el hablar << de>> la
muerte, sobre la apora de referirse a algo que no puede
tener el carcter de acontecimiento alguno que se situase en
DISTANCI AS
algn ahora, la apora, pues , de la ruptura del <<ahora . . . y
ahora . . . y ahora . . . >> , la no reductibilidad del advenir al
ahora, el advenir mismo en su irreductible condicin de tal,
to mllon 2', asunto reiteradamente relacionado (por de pronto
en 0. 2 y P. g) con la ambigedad de <<la riqueza>> y el doble
papel de << el oro>> . Empezaremos por este ltimo : el carc
ter del oro como brillo que a la vez se substrae, como la pre
sencia en cuanto a la vez profundidad y consistencia, transita
internamente hacia su carcter de traduccin de las cosas
a una medida comn y de tendencia! produccin de un
espacio o elemento comn, pues reiteradamente hemos visto
(a propsito de nmos-plis, del intercambio relevante, del
decir excelente) cmo precisamente la relevancia de la irre
ductibilidad incoa el espacio de la reduccin, etctera.
Igualmente la << riqueza>> no es sino las cosas a esa luz de la
suma de unas y otras y otras , que resulta del vuelco en curso
que acabamos de recordar. Lo que ocurre es que la riqueza y
loro slo mantienen este carcter mientras , en efecto, lo
que el uno y la otra son siga teniendo su raz en el otro lado ,
esto es : mientras la uniformidad del ahora y ahora y ahora
no ha quedado abandonada a s misma, no se ha vuelto
obvia, sino que es relevante porque sigue siendo el resultado
del substraerse que to mllon es. No es, pues, que Asclepio se
dej e sobornar ; no es esta la relacin que su transgresin
tiene con el oro y la ganancia (P. 3 . 54- 56) ; lo que ocurre es
que la propia (no-)presencia que es to mllon genera un espa
cio uniforme y, al hacerlo, empuja la trans-gresin, la cual,
a la vez, se siega la hierba baj o los pies.
El que de la presencia sea constitutivo el haber quedado
algo ya atrs, se formula en 0. 2 como la distancia de Zeus y
2I Cf. mi El decir grieo, captulo 5
1 1 . APNDI CE PI NDRI CO
Crono. N o hay un instalarse en el reino de Crono, sino que
slo se es capaz del movimiento de ida y vuelta; por eso, en
definitiva, quien est por encima tampoco es Crono, sino la
mediacin del uno al otro, esto es, Rea. Lo mismo se signi
fica en P. g por el hecho de que Quirn, el centauro-sabio
instructor de Asclepio , es algo o alguien que ya no est, a
quien no cabe acudir, por lo cual no queda sino referirse
huidizamente a una << madre>> que puede ser Rea, como
puede tambin tener otros nombres.
Quirn, hij o de Crono , es a la vez caracterizado como
un << centauro>> (P. 3 . 45) y, sin embargo, no comparte ni el
carcter desaforado ni tampoco el origen parental de los lla
mados colectivamente <<centauros >> , que son la descenden
cia de Centauro, el cual a su vez ha nacido por el hecho de
que Ixin ha dejado preada a una nube que Zeus ha puesto
en el lugar de la por Ixin molestada Hera (P. 2 . 2I -48) . La
peculiaridad es aqu la caracterizacin de cierta figura in di
vidual y de cierta clase como si no tuviesen nada que ver la
una con la otra y a la vez insistindose en <<los centauros>>
como la clase a la que, sin embargo, de alguna manera per
tenece Quirn ( << el ms dkaios de los centauros>> , Ilada,
XI . 832) .
1 2. APNDICE ESQULEO {PTHEI MTHOS)
El texto que vamos a comentar es el primer canto del coro
en la tragedia de Esquilo conocida como <<Agamenn>> , si
entendemos la palabra <<canto>> en un sentido relativamente
estricto, es decir, con referencia a algo que tiene la con di
cin (averiguable por nosotros a travs del clculo rtmico y
hasta cierto punto a travs del habla y el estilo, pero que se
extendera en origen a todos los aspectos) de lo que se llama
mlos. En este sentido , nuestra referencia lo es a los versos
104-257. Lo que precede a esos versos, desde el 40, es tam
bicoro , pero no es mlos, sino que tiene un estatuto
rtmico que suele relacionarse con la marcha; se admite que
40-103 se corresponde escnicamente con el movimiento
de entrada del coro, mientras que 104- 257 es canto (y
danza) que el coro efecta ya en su lugar. El hecho de que lo
uno vaya inmediatamente a continuacin de lo otro, pese a
que el lmite entre ambos lo es incluso en el contenido , da
lugar a ciertas vacilaciones en los trminos que se emplean
hoy para referirse a uno y otro tramo , y no es infrecuente
8 DI STANCIAS
encontrar el concept o <<entrada (del coro) >> , as como el de
prhodos, para referirse a todo ello junto ; en rigor, entrada y
prhodos (diremos << prodo >> , pero <<la prodo >>) son slo
40-!03, mientras que 104-257 puede (quiz debe) conside
rarse como el <<primer estsimo>> . Es de 1 04-257 de lo que
aqu nos ocuparemos 22 Como es sabido, el mlos de la trage
dia presenta la secuencia de estrofa y antistrofa general
mente en la forma ABC C . . . , mientras que en el canto
coral en s mismo (en Pndaro, por ej emplo) lo que hay es
ABAAB . . . (donde B ha recibido la denominacin de
epodo) . El canto que ahora queremos comentar responde
en efecto al modelo propio de la tragedia, con la particula
ridad de que tras el primer A hay algo que podemos llamar
epodo y que en efecto est vinculado al primer par, pero
que, al no continuarse luego en el modo del canto coral, sino
en el de la tragedia, y no haber, por lo tanto, ulterior repeti
cin de la misma secuencia rtmica, se queda en strofo
(digamos : ABBCC . . . ) .
En ocasiones remitiremos al texto empleando, adems de
los recursos habituales (nmeros de verso) , tambin algo
parecido a una traduccin. Lo que defendemos en tales
casos no es la traduccin, la cual slo es inteligible en rela
cin con la explicacin que la rodea y no tiene otra funcin
22 Tiene pleno fundamento en la cosa misma el hecho (fcilmente observa
ble) de que no se podrn encontrar dos ediciones que, ni siquiera slo en
aquellos puntos especialmente relevantes para la lectura actual, seleccionen
texto enteramente coincidente (no consideramos edicin aquello que sim
plemente copia una anterior) . El objetivo de la crtica textual no es estable
cer unvocamente << el>> texto <<vlido>> (cuestin para la que ni siquiera
puede definirse un sentido preciso) , sino ms bien hacer inteligible la
masa de variantes. La mejor edicin del texto que nos ocupa (y esto quiere
decir: la que tiene el aparato crtico ms ntido y completo) es la de M. L.
West, Aesclli Traoediae, Bibliotheca Teubneriana, 2. ed. rgg8.
12. APNDI CE ESOU LEO (PTHEI MTHOS/
que la de remitir al conjunto de esa explicacin. El canto
comienza con algo que, en este sentido, quiz podamos tra-
ducir como << Capaz soy de gritar . . . >> a condicin de que el
castellano <<gritar>> sea tomado aqu como verbo transitivo;
el objeto directo ha de ser entonces , de acuerdo con el texto
griego (versos 104-105) , un grupo nominal constituido por
un substantivo con dos adjetivos y un complemento en geni-
tivo . El substantivo es krtos ; el que esta palabra signifique
algo parecido a <<poder>> y a la vez tenga una fundamental
relacin con la familia semntica de la excelencia, la calidad
y el discernimiento, es el mismo fenmeno, muy tratado ya,
por el que el hacer, manejar u operar siempre es en griego
discernimiento (recurdese : slo es << cortar>> el << saber por
dnde cortar>> , quien << corta por cualquier punto>> no
corta y probablemente ni siquiera hace) , lo cual comporta
tambin que el saber es siempre << ser capaz de habrselas>> ,
capacidad, destreza o pericia; segn esto, krtos es un cierto
saber; no es que <<la palabra signifique>> saber o un tipo de
saber ; no es una traduccin; es simplemente que, para la
lectura del texto desde hoy, es vital no perder de vista que de
lo que se trata es de un saber. De los adjetivos que acompa-
an a ese substantivo , uno dice que el saber en cuestin
tiene que ver con el camino y el ponerse en camino que se
est relatando (y del que enseguida veremos cul es) ; el otro
adj et
/ .: <. .
u .
-1t:J:-r
\ c i 8 . os,."
-_.
\ 1
, ...
88 DISTANCI AS
Volvamos a que saber es capacidad y es poder en cuanto
que a su vez capacidad y poder es discernimiento y slo se
maneja algo en la medida en que se reconoce en ello (en ello
mismo) una cierta estructura. Lo estamos diciendo desde
nuestra conceptuacin tardomoderna (que es la que tene
mos) , y, de acuerdo con esa conceptuacin, reconocer en
algo una estructura es lo mismo que reconocer entre ese
conjunto de cosas y algn otro conjunto de cosas un cierto
isomorfsmo ; por eso para el saber del que pretendemos
estar hablando tiene que haber eso que hoy solemos llamar
un omen, esto es, algo cuya posicin en la frmula concep
tual que acabamos de emplear es la del << otro>> conjunto de
cosas. Veamos hasta qu punto es as.
La empresa que se pone en marcha tiene que ver con dis
cernimient o, dejar cada cosa en su sitio , en este sentido
saber, ver, y, por lo mismo, poder, capacidad. Por eso es el
guila (sin insistir en la denominacin zoolgica) la figura
del que o de lo que pone en marcha o empuj a la empresa.
Una primera seal de la ambigedad inherente a sta es que,
tan pronto como hay un omen, el guila ya son dos, y preci
samente diferentes la una de la otra. Se ver que no es casual
el que los Atridas sean dos, uno fuerte y otro dbil, pues el
tener una casa (y, por lo tanto, un <<a dnde>> al que reinte
grar a Helena) no ser compatible con ser el responsable de
la empresa. El desdoblamiento interno de la figura significa
dentro de ella misma el que a su vez la figura misma como tal
tiene un otro; y esto ltimo, a su vez, comporta tanto que la
figura no es posible sin eso otro como que le es inherente
aplastarlo y, con ello, su propia ruina. Aquello en lo que en
todo caso ya se est, ciertamente, slo tiene lugar, slo es
aquello en lo que en todo caso ya se est, si alguna vez y de
alguna manera se hace notar; y, a la vez, el que se haga notar
es prdida de ello mismo, pues su condicin de aquello en
1 2. APNDI CE ESQULEO (PTHE/ MTHOS/
8g
lo que en todo caso ya se est es su siempre ya haber quedado
atrs. Por eso el saber tiene a la vez el carcter de obcecacin;
l a doble guila no slo se come al bicho que representa lo
contrario, esto es, el bullir (incluyendo en ello el estado de
preez) y no el ver ni la distancia inherente a ste, sino que
adems se lo come de una manera que, en los trminos de
los conceptos de saber y manejar antes aludidos, es ceguera
(un verdadero cazador -ms abajo aparecer rtemis- nunca
devorara a la liebre en avanzada preez junto con su feto) .
Con esto ha quedado tambin dicho que el saber impli
cado en la empresa de la que se trata no es un saber cual
quiera; su carcter de problema tiene que ver con el hecho
de que en l est en juego lo que acabamos de mencionar
como aquello en lo que siempre ya se est. La peculiaridad
de este saber se expresa, adems de lo ya dicho, tambin en
los rasgos de la figura del sapiente de ese saber o vidente de
ese ver. Tanto la figura del mntis como el que en particular se
trate de Calcante vienen del canto primero de la Ilada, en el
cual, para decir qu es lo que comparece en ese problem
tico saber, se emplea cierta frmula no exclusiva de aquel
pasaj e, sino presente tambin en otros contextos, no muy
lejanos, en los cuales se trata del saber o pericia que se atri
buye al propio cantor del canto o a aquello que preside y
hace posible su cantar23
Lo que en el dictamen del mntis comparece es, pues, no
otra cque el carcter mismo de la empresa en marcha.
Las exigencias que con ello se plantean no son sino la de que
se cumpla todo aquello que es inherente a tal carcter; y,
dado que ste se hace reconocer en el modo que arriba
hemos expresado mediante los conceptos tardomodernos de
23 Cf. mi El decir
g
rie
g
o (Madrid, 2006) , captulo 4
. . , ,
"
90
DI STANCIAS
estructura e isomorfismo, lo que se exige es -se dir ms
adelante- que las correspondencias (kmbola), el casar lo uno
con lo otro que aqu hemos designado como el isomorfismo
entre uno y otro conjunto de cosas , en efecto se cumplan
(verso 144) . Cierto que para exigir esto aparece (en el decir
del mntis) un dios, lo cual no significa en absoluto que sea el
dios el sujeto de tal exigencia, en el sentido de que l con su
poder (que lo sera entonces en el sentido moderno de
<<poder>> , no en el sentido griego que antes hemos relacio
nado con discernimiento, etctera) impidiese que la
empresa se realizase si no se le da, por as decir <<a cambio>>
y como satisfaccin o expiacin por esto o lo otro, lo que l
pide ; no es esto, sino que el dios es dios porque es la figura
en la que tiene lugar el discernimiento24, y es uno u otro
dios el que aparece segn qu aspecto de la cuestin sea el
que est en juego en cada cas o. La figura divina que ahora
2
5
d
aparece se correspon e con que haya de reconocerse
ahora qu derecho es violado en aquel saber que hemos visto
como la potencia del guila (de la -por ello mismo- doble
guila, segn ya hemos discutido) , o sea, en qu sentido el
saber mismo buscado es la obcecacin extrema; ello signi
fica, en efecto, que el derecho a reconocer ahora es el de la
liebre y su preez. En otras palabras : lo que falta por reco
nocer y ha de ser reconocido es el carcter de monstruo sin
paliativos inherente a aquel o aquello que pueda hacerse
responsable de tal empresa. Agamenn ha de manifestarse
con ese carcter, si en verdad ha de poder desempear el
papel que en principio es el suyo ; as, pues , quiz haya de
24 Cf. i bi d. a propsito del presunto genitivo de suj eto en << el designio de
eus>> del comienzo de la Ilada y cuestiones conexas.
25 Artemis-Hcata (tngase en cuenta a propsito del verso 140 el aparato
crtico de West).
1 2. APNDI CE ESQULEO (PTHEI MTHOS} 9I
ej ecutar el acto ms monstruoso que en l a situacin dada
pueda pensarse. Las palabras que expresamente se ponen en
boca del mnti (versos 140-1 59) ni siquiera reclaman el acto;
solamente expresan el temor de que ste haya de tener lugar
en virtud de la estructura que se pone de manifesto me
diante la asuncin del omen. Y hasta aqu (es decir : intro
duccin mediante << Capaz soy de gritar el saber . . . >> , o m en
y palabras del mntis) abarca el A (estrofa y antistrofa pri
meras y epodo astrfico) que sealbamos en la estructura
estrfica del canto ; cada uno de los tres trminos es cerrado
por el estribillo << Di el duelo , el duelo, y que el bien se
. "
2
6
Imponga> .
En el punto al que hemos llegado se interrumpe el relato
y el coro entra en cierta referencia a Zeus que pronto
comentaremos . Antes, sin embargo, queremos detenernos
en algunas caractersticas que ha de tener el acto monstruoso
que quiz se exij a de Agamenn. El texto (versos I 50-I 54)
emplea relevantemente expresiones que significan la disolu
cin del nmos y la disolucin de los vnculos. Y la empresa, a
la que parece que resultar ser inherente eso monstruos o,
no es sino l a del reconocimiento del nmos, l a asuncin de la
dke, la afirmacin de los vnculos. Estamos ante la ya tan dis
cutida cuestin de que la relevancia (o el reconocimiento) de
esto como esto, es decir, en su irreductible diferencia con
respecto a aquello, es a la vez la relevancia (el reconoci
miento) e aquello como aquello, o sea, en su irreductible
diferencian respecto a esto, y es, por lo tanto, el punto en
el que esto y aquello quedan nivelados ; o lo mismo dicho de
otra manera: la relevancia del nmos es la de un uno y lo
mismo para todos y para todos los casos y, con ello, la pro-
26 Cf. mi ya citado El decir gieo, captulo 7.
,< DI STANCI AS
duccin de un espacio uniforme, consiguientemente ilimi
tado, es decir, sin nmos y sin vnculos . N o es cosa ni siquiera
de meramente mencionar aqu los muy diversos modos de
relatar el acontecimiento (la plis, el intercambio , el decir
relevante) que en el fondo relatan todos ellos lo mismo. En
todo caso, se lo relate como se lo relate, ello es que el reco
nocimiento, justamente por ser reconocimiento, es la diso
lucin y, por ser disolucin de aquello de lo que es recono
cimiento , es lo monstruoso . N o hay reconocimiento o
relevancia sino en la prdida, como corresponde al hecho,
por cuya consideracin habamos empezado, de que el
hacerse notar (esto es: el acontecer) de lo siempre ya
supuesto slo puede ser su propia prdida y de que ello slo
acontece en el modo del haber ya quedado atrs , esto es,
haberse perdido.
Como ya tantas veces y de tan diversas maneras se ha
puesto de manifiesto, esta condicin de siempre ya haber
quedado atrs , junto con el hecho de que los dioses son las
figuras en cuyo comparecer cada cosa comparece en su irre
ductibilidad (esto es : en su ser) , es lo que hay en el desdo
blamiento de lo divino entre los dioses vigentes , a los que se
invoca, y lo divino antecedente , esto es, aquellas figuras de
dioses que son imprescindibles en cuanto aquello que queda
atrs ; el hecho, en definitiva, de que Zeus , que es la unidad
de lo divino vigente, sea lo que es slo por cuanto ha destro
nado y mantiene aherrojado a Crono , su padre, en lo cual
culmina y termina una ms amplia historia de generaciones
de dioses. Mencionamos aqu esto porque ello es lo que nos
permite entender el que, en el canto coral trgico que esta
mos comentando y justamente en el punto en el que ya
hemos sealado que ello ocurre, el relato se interrumpa para
dar paso a la mencin de Zeus (por de pronto , versos r6o
I75, esto es, estrofa y antistrofa segundas, si bien, en el sen-
1 2. APNDI CE ESOULEO (PTHEI MTHOS} ,3
tido que ms adelante veremos, la estrofa tercera constituye
una extensin de ello) . En efecto, la caracterizacin que
hemos hecho de lo monstruoso, basada precisamente en el
tramo de canto que llega hasta la mencin de Zeus, encuen
tra en lo monstruoso aquello ineludible que significa la pr
dida de lo que slo en esa misma prdida es reconocido. Es,
pues, ahora el momento en el que ha de decirse que el reco
nocimiento de eso consiste en la exclusin de toda referen
cia a ello, o sea, dicho en los trminos de la aludida distin
cin entre lo divino vigente y lo divino antecedente, consiste
tal reconocimiento en el atenerse estrictamente a la figura
Zeus, en la cual -y slo en ella- est lo << anterior>> , a saber,
est en el modo que le corresponde, que es el del no-estar.
Siendo este el nervio del segundo par estrofa-antistrofa,
se entiende tambin el que hayamos calificado de extensin
de ese mismo contenido el de la estrofa tercera (versos r76-
r 83) . El significado hasta aqu atribuido a la figura Zeus se
traduce ahora en que esa figura expresa el principio pthei
mthos, esto es : que mthos tiene lugar en virtud de pthos. Vea
mos qu puede querer decir esto.
El lexema math - tiene que ver con lo que desde nuestra
distancia podemos designar como la paradoj a griega del
aprender: aprender es buscar y slo buscas si sabes qu bus
cas, luego ya lo sabes , cuando , por otra parte , aprender es
no-saber
\
eS, pues , un no-saber que es saber. Ver es haber
visto. Hay r
'i
ones , en las que no es este el lugar para entrar,
por las cuales , cuando algo as se recupera en la moderni
dad, se tiende a hacerlo discutiendo sobre a priori y a posteriori ;
pero en griego la paradoj a se plantea a propsito de cada
<< qu>> o contenido del saber, el ver y el aprender, de
manera que no hay ni la menor posibilidad de establecer (ni
siquiera para suprimirla) una distincin entre aquellos dos
trminos .
94 DISTANCI AS
En cuanto a path - , la lectura cultural habitual hoy y desde
hace bastantes siglos lo relaciona, en este contexto y en
muchos otros , con algo parecido a sufrimiento , lo cual ,
incluso aparte de cun discutible especficamente sea, pre
supone algo ms general y mucho ms radicalmente discuti
ble , a saber: la ubicacin en el mbito de lo que llamamos
estados de nimo o estados de la mente y, por lo tanto , el
que haya en general tal mbito. Lo mental o lo anmico no
tiene lugar en Grecia (clsica o arcaica) ; simplemente no lo
hay. Su gestacin presupone todo aquel acontecer (aqu
slo aludido desde un determinado ngulo, pero que es el
acontecer -en su conjunto- de la Grecia arcaica y clsica)
del que dijimos que produce de manera paradjica un espa
cio uniforme al hacer relevante un <<lo mismo>> por cuanto
el que esto sea esto (irreductible a aquello) es lo mismo que el
que aquello sea aquello (irreductible a esto) , producindose
as una dimensin en la que cada cosa en cierta manera es
sin que en esa dimensin sea ella misma en s misma ; lo
cual, por otra parte, todava tardar.un buen rato en ser algo
parecido a la mente o el pensamiento o el discurso ; antes
ser, por ejemplo , la cuestin de la mmesis y otras . No es,
pues , nada referente a estados de nimo o de l a mente (tam
poco, por lo tanto, el sufrimiento) lo que puede orientarnos
a la hora de entender qu significa pthos como manera de
designar aquello por lo cual tiene lugar mthos. El lexema
path- en s mismo tiene en general la significacin de que, a
algo o alguien, algo le acontece, ocurre o pasa, por lo tanto
la de portar o soportar o llevar o sobrellevar, a diferencia
de lo que quiz en este contexto pudisemos describir
como encontrar u obtener. El que lo divino (aquello a
cuyo comparecer sirven las figuras de los dioses) tiene lugar
en el modo de una situacin que se sobrelleva se explica
diciendo que tiene lugar en el modo de una ausencia; la
12. APNDI CE ESQU LEO (PTHEI MTHOS} 95
estrofa, en efecto , termina constatando la ausencia propia
de lo divino 27
Con la antistrofa tercera se retorna al relato. ste haba
quedado detenido en el punto hasta el cual slo de manera
general se haba formulado lo monstruoso y el temor de que
la aceptacin de ello, necesaria por el carcter de la empresa,
hubiese de explicitarse en el acto horrible. Ahora, en cam
bio, lo que se relata es la efectiva ineludibilidad del acto. Las
diferencias relevantes con respecto al relato anterior no
estn slo en la efectividad y concrecin de la exigencia, sino
tambin, correspondientemente, en el modo en que sta se
formula. Ahora, aunque se dice que el mntis habla de nuevo,
no hay ya en el relato palabras de ste; y, en consecuencia, no
es por boca del mntis, sino por la del propio Agamenn,
como aparece en el relato, por primera vez de manera mate
rialmente inequvoca, de qu acto se trata; se supone que lo
dice el mntis, pero en el relato cantado es Agamenn quien
lo dice (antistrofa cuarta) . Igualmente importante es el
hecho de que ni siquiera en las palabras de Agamenn, ni
cas que ahora aparecen expresamente referidas , se dice en
momento alguno con cul de los dos trminos (sacrificar a
Ifgenia o abandonar la empresa) se queda el Atrida; cierto
que el que lo veamos as est vinculado a problemas de crtica
l
. . 28
Ag
textual; en e texto que tenemos motivos para seguir , a-
menn