Este documento discute la noción de "ebrietas sobria" en la filosofía de Nietzsche y la tradición clásica. Explica que en la antigüedad, la "ebrietas espiritual" indicaba un encuentro entre el hombre y lo divino, distinto de la embriaguez corporal. Filón de Alejandría introdujo el término "ebrietas sobria" para referirse a una experiencia espiritual de éxtasis que conecta con lo divino. Nietzsche defendió una forma de embriaguez culturalmente
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Este documento discute la noción de "ebrietas sobria" en la filosofía de Nietzsche y la tradición clásica. Explica que en la antigüedad, la "ebrietas espiritual" indicaba un encuentro entre el hombre y lo divino, distinto de la embriaguez corporal. Filón de Alejandría introdujo el término "ebrietas sobria" para referirse a una experiencia espiritual de éxtasis que conecta con lo divino. Nietzsche defendió una forma de embriaguez culturalmente
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Este documento discute la noción de "ebrietas sobria" en la filosofía de Nietzsche y la tradición clásica. Explica que en la antigüedad, la "ebrietas espiritual" indicaba un encuentro entre el hombre y lo divino, distinto de la embriaguez corporal. Filón de Alejandría introdujo el término "ebrietas sobria" para referirse a una experiencia espiritual de éxtasis que conecta con lo divino. Nietzsche defendió una forma de embriaguez culturalmente
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SOBRIA EBRIETAS.
NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU.
JUAN CRUZ CRUZ I. PROBLEMA fflSTORICO-ESPECULATIVO DE LA SOBRIA EBRIETAS. Si el vino es el gran acompaante de todas las culturas, tambin es cierto que en ellas est su efecto mximo la embriaguez ligado enigmticamente a una doble experiencia: una, que se co- rresponde con la decadencia o abajamiento del espritu humano; otra, que se refiere a la elevacin o sobrepotenciacin de ese mismo espritu. Pero slo como smbolo, y no como propia materia embriagante, est el vino unido a la experiencia espiritual elevadora. En la historia de las ideas no se le ha prestado suficiente aten- cin a la expresin ebrietas spiritus (embriaguez espiritual), que indicaba en la antigedad un encuentro preciso entre el hombre y lo divino: una especie de cultura de la embriaguez que era pre- cisamente una superacin de otra embriaguez anticultural. Ph. de FELICE, en su libro dedicado a las formas inferiores de la mstica, titulado Poisons sacres et ivresses divines 1 , prueba que tanto los adeptos al culto de Dinisos 2 dios del vino como los segui- dores de religiones inferiores, buscaban en sus prcticas una em- briaguez divina, la cual, por la conmocin orgnica y psicolgica que produca, debe distinguirse de otra especie de embriaguez que, referida tambin a lo divino, existe en otras rbitas religiosas. 1 Pars, 1936. 2 Dinisos o Baco es el dios del entusiasmo, contrapuesto al dios de la razn, Apolo. Figura como el smbolo del entusiasmo inmoderado, de los deseos erticos, de las orgas. 29 JUAN CRUZ CRUZ El historiador H. LEWY, en su obra Sobria ebrietas. Untersu- chungen zur Geschichte der antiken Mystik? demuestra concreta- mente que, en el siglo I de nuestra era, el filsofo judo Filn de Alejandra introdujo el trmino sobria ebrietas 4 , para determi- nar una experiencia espiritual de primer orden, que en principio no es estrictamente religiosa, aunque tambin acab teniendo tal equivalencia. En el griego de Filn, el trmino es |JL9TI vTi<t>- Xios 5 . Esta expresin no se debe al culto dionisaco, ni se en- cuentra en los textos relativos a los misterios de Dinisos, sino en los libros de la escuela o escuelas neoplatnicas que en la Historia de las Ideas se conocen como Teosofa. Para estos movimientos especulativos al que pertenece FI- LN no se llega a lo divino por medio de la razn o inteligencia, sino por medio de un xtasis. Lo divino se encuentra en un plano absolutamente desligado del mundo e inaccesible para el hombre. Su eminencia e inefabilidad es absoluta. Pero la razn pertenece al mundo infradivino, siendo impotente por s misma para realizar un proceso de trascendencia. Por debajo de la razn se halla la materia eterna e increada. El mbito de la razn (XyosO se arti- cula en numerosas potencias o ideas, a las que pertenece el alma humana, la cual se encuentra en el cuerpo como en una crcel. El hombre ha de liberarse del cuerpo mediante una ascesis continua y ha de esperar que una gracia divina le atraiga, le ponga en un es- tado de contemplacin y le arrebate en xtasis. Dicho xtasis tiene el efecto de anular la propia conciencia del hombre de ah su condicin embriagadora, parecida a la del vino, pero tambin ha de referimos a lo divino mismo de modo sapiencial, o mejor, supersapiencial de ah su ndole sobria, condicin indispensa- ble para que, al sumergirse en la divinidad, el hombre no quede perdido y sepa al menos dnde est. Por eso algunos movimientos gnsticos posteriores distinguieron entre agnosia y gnosis, siendo la gnosis concebida como una embriaguez que no hace perder la razn, sino que abandona lo corporal y psquico, mien- tras se vuelve hacia lo divino. Con HCSTI vTi<t>\ios, ebrietas sobria, FILN no quiere designar un acto de conocimiento normal y sereno, sino un acto que es y no 3 Giessen, 1929. 4 En varios de sus libros, como De vita contemplativa (89-90) y De ebrietate (145-146). 5 I8TI = embriaguez, borrachera; vTtfXios = sobrio, abstemio, moderado. 30 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. es al mismo tiempo conocimiento: "acto supremo de conocimiento que consiste en la unin mstica con lo divino". Es el efecto del mismo xtasis del voOs, que al ser atrado y absorbido por la sabidura divina se llena del platnico vSouaiaoiis, entusiasmo, deificacin en la contemplacin de lo divino. No estara de ms recordar, por otra parte, que dos siglos ms tarde PLOTINOtambin en coordenadas platnicas conside- raba 6 dicho xtasis como una dulce embriaguez debida no a la in- teligencia cognoscente, sino a la inteligencia amorosa (vovs pcSv). Esta determinacin amorosa de la embriaguez sera deci- siva en la mstica cristiana. Tanto los pensadores neoplatnicos como despus los Padres de la Iglesia griega y latina que recibieron esta doctrina, procuraban distinguir entre la simple embriaguez corporal que saca tem- poralmente al hombre fuera de su existencia ordinaria y la pura embriaguez de espritu que hace olvidar al hombre sus l- mites, su miseria y sus pruebas y le da acceso a la experiencia de lo divino. Parece ser que fue EUSEBIO DE CESREA (t 340) el primer Padre que utiliz el JJL9TI vTi<t>aios, para designar esa embriaguez espiritual, producida al contacto con lo divino. Y con ese mismo significado perdur hasta el siglo XVIII dentro de la tradicin cristiana europea. Por otro lado, el filsofo que con ms insistencia ha defendido en la Edad Moderna el valor cultural de un tipo de embriaguez no estrictamente espiritual, pero tampoco completamente fisiolgica, ha sido Nietzsche, proclamando incluso la necesidad de una mode- racin o mesura de los mpetus dionisacos, en trminos que apa- rentemente coinciden con la propuesta de la clsica IICSTI VT)4>CT IOS, pero que en realidad distan mucho de poderse parangonar con ella. Cul es la tesis nietzscheana y en qu se diferenciara de la doctrina clsica? Para no perdernos en detalles, nos detendremos en el anlisis de algunos puntos fundamentales. 6 Ennadas, VI, 7, 35. 31 JUAN CRUZ CRUZ II. DEL SUEO APOLNEO A LA EMBRIAGUEZ DIONISIACA. 1. En busca de la realidad. En el planteamiento que NIETZSCHE hace de los estados psico- lgicos que ponen al hombre en contacto con lo real subyace la te- sis de SCHOPENAHUER sobre la supremaca de la voluntad y del inconsciente. Si el fundamento de todo lo real es la voluntad in- consciente primordial, y si la inteligencia consciente nos da a conocer fenmenos que slo son la apariencia de esa voluntad, entonces dice NIETZSCHE la existencia real, vivida en estado de vigilia o conciencia despierta, es pura apariencia el velo de Maya que cubre lo real y, como tal, incapaz de dar satisfaccin al hombre. El hombre logra algn destello de realidad solamente en estados que, de un lado, afecten internamente a la inteligencia pero que, de otro lado, queden desvinculados de su forma cons- ciente o vigil: han de estar flanquendola. "En dos estados, en efecto, alcanza el ser humano la delicia de la realidad, en el sueo (Traum) y en la embriaguez (Rausch)" 1 . Y esto acontece en el hombre normal. La diferencia entre el sueo y la embriaguez consiste en que el primero dispone a ver, a explicar, a relacionar, la segunda provoca la pasin, la gesticulacin, al canto y la danza 8 . El primero expresa la actividad que, segn Nietzsche, corres- ponda al dios mtico Apolo 9 ; el segundo, la del dios mtico Di- nisos. En un esquema resumimos el pensamiento de Niezsche sobre la relacin entre la conciencia, el sueo y la embriaguez como fenmenos normales: | Voluntad Inconsciente Individualidad Sueo [Juego+Mesura] Universalidad Conciencia [Necesidad] Arte figurativo (Escult, Pint., Poes. pica, Mus, rtmica) 1 Embriaguez [Juego+Desmesura] Tragedia Arte no-figurativo (Poesa lrica. Msica tonal) 7 Die dionysische Weltanschauung, Werke, El, p. 45. * WillezurMacht, 792. 9 Apolo es el dios que brilla por su sabidura, conquistada con esfuerzo. Vence a la violencia y pone comedimiento en el entusiasmo: armoniza la razn y la pasin. Es el smbolo de la espiritualizacin y elevacin humana. 32 SOBRIA EBRIETAS. N1ETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. 2. Sueo y arte apolneo: la mesura onrica. Si la inconsciencia impulsiva es lo primordial y fundamental, la conciencia cognoscitiva slo es accidental y derivada. La in- teligencia no capta la realidad tal como es en s, sino la realidad tal como se nos aparece ante nuestras facultades limitadas, finitas, desfiguradoras. Sin embargo, es el sueo, el campo onrico, el que se relaciona con la apariencia del mundo, de modo que en aquel mbito cada hombre es artista completo, pues no est re- tenido por la fuerza limitante de la conciencia vigil. En el sueo yo hago de las figuras lo que quiero; e incluso hago las figuras que quiero. Pero siempre me relaciono a figuras, a formas individualizadas, cuyo perfil y porte se presentan ntidamente ante m. El arte figurativo (escultura, pintura, poesa pica y ritmo) est originado por esa dimensin onrica de nuestro psiquismo. La comprensin inmediata de la figura individual desata nuestro gozo; pero la realidad de tal figura es meramente onrica, ensoada, por lo que contemplamos con el mismo placer no slo las imgenes agradables y claras, sino las tristes y oscuras 10 . Ahora bien, el sueo al que Nietzsche se refiere no nos da una pura ilusin patolgica. No es una huida beoda de la realidad. Tal sueo est sometido a medida: es mesurado, sobrio. El ni- vel psicolgico del sueo que es el mismo que el de la con- ciencia y el de la embriaguez es como un velo, tras el cual se oculta la realidad profunda de la voluntad inconsciente. Pero el sueo a diferencia de la conciencia vigil hace que el velo de la apariencia (Schleier des Scheines) quede en un movi- miento ondeante (flatternder Bewegung), tras cuyas sacudidas deja entrever las formas bsicas de lo real 11 . Nietzsche define el sueo como "el juego del ser humano indi- vidual con lo real", siendo el artista figurativo (en sentido amplio) "el juego con el sueo". Pinsese, por ejemplo, en una estatua del dios Apolo. La realidad marmrea de esa estatua no es su realidad onrica o artstica: "lo real de la estatua en cuanto figura onrica es la persona viviente del dios. Mientras la estatua flota an como imagen de la fantasa ante los ojos del artista, ste contina ju- 10 Die dionys. Weltans., Werke, m, p. 45. 11 Die dionys. Weltans., Werke, m, p. 45-46. 33 JUAN CRUZ CRUZ gando con lo real; cuando el artista traspasa esa imagen al mrmol, juega con el sueo" 12 . 3. Embriaguez y arte dionisaco. La embriaguez que Nietzsche considera no es lo que normal- mente se entiende por el estado patolgico de la borrachera, estado fisiolgico que conlleva una exaltacin psquica extrema, produ- cida generalmente bajo la influencia del alcohol y de los estupefa- cientes, y cuyo efecto ms nefasto es la prdida de la conciencia o razn. Habla, ms bien, de una embriaguez normal e ntima del alma misma, por la que el hombre est como fuera de s, aunque sin control racional de su conducta. Esta embriaguez es equiva- lente al xtasis, tal como se manifiesta en las formas de culto en los pueblos primitivos y cercanos a la naturaleza. Si el arte apolneo es el juego con el sueo, el arte dionisaco, en cambio, es el juego con la embriaguez (Rausch) y con el xtasis (Verzckung). Es el juego de Dinisos. Lo propio de la embria- guez es el olvido de s, provocado bien por el alcohol y los es- tupefacientes, bien por la erupcin del instinto primaveral. En el estado de embriaguez se rompe el principio de individuacin, la subjetividad individual, y se impone la "eruptiva violencia de lo general-humano (Generell-Menschlichen) y de lo universal-natural (Allgemein-Natrlichen)" 13 . Con las fiestas de Dinisos los hom- bres se reconcilian entre s y con la naturaleza entera. Las fieras mismas conviven pacficamente con el ser humano. El hombre no es ya un artista, sino una obra de arte. Y si los sueos le hacan ver los dioses caminando extticos y erguidos, la embriaguez hace que l mismo camine como dios. Lo que entonces se revela no es la potencia de la subjetividad individual, sino el poder de la naturaleza: "un barro ms noble, un mrmol ms pre- cioso son aqu amasados y tallados: el ser humano. Este ser huma- no configurado por el artista Dinisos mantiene con la naturaleza la misma relacin que la estatua mantiene con el artista apo- lneo" 14 . El arte dionisaco no es figurativo, y se manifiesta en la msica tonal o en la poesa lrica. 12 Die dionys. Weltans., Werke, m, p. 46. 13 Die dionys. Weltans., Werke, m, p. 46-47. 14 Die dionys. Weltans., Werke, m, p. 47. 34 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. a) Dos formas de embriaguez dionisaca. Pero Nietzsche no defiende la embriaguez dionisaca de los br- baros: una embriaguez completamente animalizadora. En el mun- do antiguo existan festividades dionisacas presididas por un stiro barbudo, y su central festejo "consista en un desbordante desen- freno sexual, cuyas olas pasaban por encima de toda institucin familiar y de sus estamos venerables; aqu eran desencadenadas precisamente las bestias ms salvajes de la naturaleza, hasta llegar a aquella atroz mezcolanza de voluptuosidad y crueldad que a m me ha parecido siempre un bebedizo de brujas autntico" 15 . Nietzsche resalta el hecho de que contra estas febriles emociones los griegos clsicos estuvieron protegidos por la figura preclara de Apolo. Y cuando del fondo mismo del hombre griego como de todo hombre se abrieron paso oscuros instintos similares, la actuacin del dios Apolo procur reconciliarlos. El poder dioni- saco no desat ya "aquellas conmociones babilnicas y su regre- sin desde el ser humano al tigre y al mono", de modo que "las orgas dionisacas de los griegos tienen el significado de festivi- dades de redencin del mundo y de das de transfiguracin". Cier- to es que tambin aqu se ha desagarrado el principio de indivi- duacin, ha sido rota la subjetividad individual, pero ese desga- rramiento "se convierte en un fenmeno artstico". La voluptuosi- dad y la crueldad salvajes han quedado mesurados 16 . b) Una sobria ebrietas. Cuando se produce una infraccin del principio de individua- cin y de la subjetividad individual (olvido de s), se apodera del ser humano un delicioso xtasis (Verzckung) dionisaco, anlogo a la embriaguez (Rausch) provocada por el vino" 17 . Nietzsche de- fine, pues, la embriaguez como "el juego de la naturaleza con el ser humano", y el acto artstico dionisaco como "el juego con la embriaguez". Semejante acto no puede ser el de la conciencia vigil pues el artista est sumido en un excitante olvido de s, pero tampoco el de una inconsciencia pura porque entonces el artista 15 Die Geburt der Tragdie, Werke, II, cap. 1, p. 27-28. 16 Die Geburt der Tragdie, Werke, II, cap. 1, p. 28-29. 17 Die Geburt der Tragdie, Werke, II, cap. 1, p. 24-25. 35 JUAN CRUZ CRUZ no sabra que est actuando: "es algo similar dice Nietzsche a lo que ocurre cuando se suea y a la vez se barrunta que el sueo es sueo. De igual modo el servidor de Dinisos tiene que estar embriagado (Rausch) y, a la vez, estar al acecho detrs de s mismo como observador (Beobachter). No en el intercambio (Wechsel) de sobriedad (Besonnenheit) y embriaguez (Rausch), sino en la conjuncin (Nebeneinander) de ambos se muestra el ar- tista dionisaco. Esta conjuncin caracteriza el punto culminante del mundo griego" 18 . No una ebrietas seguida de una actitud sobria, sino de una estructura compleja simultnea: sobria ebrietas. La sntesis de lo apolneo y lo dionisaco se alcanza en la trage- dia, donde puede hablar el profundo y oscuro sentimiento dioni- saco bajo la apariencia figurativa de la palabra y del teatro. III. EFECTOS DE LA SOBRIA EBRIETAS. En la embriaguez nietzscheana se opera al menos una cudruple transformacin: 1. De la conciencia comunitaria. 2. De la misma conciencia cognoscitiva. 3. De la conciencia de realidad. 4. De la conciencia del tiempo. 1. Transformacin de la conciencia comunitaria. En el siguiente texto del Nacimiento de la tragedia compendia Nietzsche su pensamiento sobre la transformacin que, por efecto de la sobria embriaguez, se opera en la conciencia de comunidad: "Bajo la magia de lo dionisaco no slo se renueva la alianza (Bund) entre los seres humanos: tambin la naturaleza enajenada, hostil o subyugada celebra su fiesta de reconciliacin (Versh- nungsfest) con su hijo perdido, el hombre. De manera espontnea 18 Die dionys. Weltans., Werke, DI, p. 47-48. 36 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. ofrece la tierra sus dones, y pacficamente se acercan los animales rapaces de las rocas y del desierto. De flores y guirnaldas est recubierto el carro de Dinisos: bajo su yugo avanzan la pantera y el tigre. [...]. Ahora el esclavo es hombre libre, ahora quedan rotas todas las rgidas, hostiles delimitaciones que la necesidad, la arbitrariedad o la moda insolente han establecido entre los hombres. Ahora, en el evangelio de la armona universal, cada uno se siente no slo reunido (vereignigt), reconciliado (vershnt), fundido (yerschmolzen) con su prjimo, sino uno (eins) con l, cual si el velo de Maya estuviese desgarrado y ahora slo ondease de un lado para otro, en jirones, ante lo misterioso Uno-Primor- dial (Ur-Einen). Cantando y bailando manifistase el ser humano como miembro de una comunidad (Gemeinsamkeit) superior [...] El ser humano no es ya un artista, se ha convertido en una obra de arte: para suprema satisfaccin deleitable de lo Uno-Primordial, la potencia artstica de la naturaleza entera se revela aqu bajo los estremecimientos de la embriaguez" 19 . En estas frases Nietzsche subraya dos actitudes: a) Extralimitacin individual. No slo se rompen los lmites de la individualidad, sino que el individuo mismo queda incluido en una vida ms amplia y englo- bante. Primero en la alianza del hombre con el hombre. Segundo, en la concordancia del hombre con la naturaleza, la cual celebra su reconciliacin con su hijo prdigo. La naturaleza no es ya para el hombre una cosa extraa y amenazante, sino el lugar familiar en que se celebra el "evangelio de la armona universal". b) Concordancia principial. Porque la armona producida no es solamente una reconcilia- cin psicolgica y moral de lo que anteriormente estaba desunido, sino una unificacin ontolgica, un ser-uno entre los hombres, la naturaleza y el principio originario o el Uno-Primordial 20 . 19 Die Geburt der Tragedle, II, cap. 1, p. 25-26. 2 0 Otto Friedrich BOLLNOW, Das Wesen der Smmungen, Frankfurt 1943; trad. francesa: Les tonalits affectives, Pars, Ed. de la Baconire, 1953, cap. V: Ivresse et batitude, pp. 85-86. 37 JUAN CRUZ CRUZ 2. Transformacin de la conciencia de realidad. a) Suprapotenciacin orgnica. Nietzsche destaca asimismo en la Voluntad de Poder el aumento de la conciencia de fuerza: "El sentimiento de embriaguez suele determinarlo un aumento de fuerza [...] El estado de placer que conocemos por embriaguez es exactamente un alto sentimiento de podero..." 21 . No se trata de un estado ilusorio que nos impidiera captar los obstculos y nos empujara a apreciar enrgicamente nuestra fuerza. Esta sensacin de embriaguez es un estado normal que nos permite percibir una sobredosis de fuerza 22 que se pro- yecta en diferentes direcciones: "la fuerza se manifiesta como sen- timiento de soberana en los msculos, como agilidad y placer en los movimientos, como danza, ligereza, ritmo rpido; la fuerza deviene del gozo de mostrar esta fuerza, convirtindose en un golpe de bravura, una aventura, una intrepidez, una indiferencia hacia la vida y la muerte" 23 . b) Transfiguracin de la realidad. La referencia a la realidad en general queda modificada. De un lado, Nietzsche habla de una "fuerza de transfiguracin en la em- briaguez" que reviste la realidad de una "forma" nueva. De otro lado, dice que el hombre ha "perdido de vista toda realidad". La realidad no es ya sentida como un obstculo que limita la vida, sino como el soporte fundamental al que el hombre se siente pro- funda e ntimamente ligado. En esto se basaba la experiencia del Uno-Primordial. La realidad no se muestra al hombre como una cosa extraa; ms bien desaparece de su conciencia como realidad, en la medida en que el hombre se siente en unidad con ella 24 . 2 * Willezur Mach 794. 2 2 BOLLNOW, op. cit., p. 86-87. 2 3 Willezur Machi 794. 2 4 BOLLNOW, op. cit., p. 88-89. 38 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. 3. Transformacin de la conciencia cognoscitiva. a) Gnosis suprema. Esta experiencia del ser-uno no es un iluso embaucamiento que se producira en el hombre por causa de una perturbacin de sus facultades de discernimiento, sino una revelacin, en la que algo real, una realidad ms profunda, aparece al hombre. "La embria- guez no debe, pues, ser clasificada entre los fenmenos patolgi- cos, porque ella es una fuerza reveladora suprema" 25 . b) Aumento de la sensibilidad. Semejante aumento muestra que "la embriaguez no debe ser considerada simplemente como un fenmeno excepcional, en el que ciertas inhibiciones desapareceran, sino que comporta en s un efecto propio" 26 . Nietzsche habla de un "afinamiento del rgano que percibe los fenmenos ms insignificantes y ms fugitivos" 27 . c) Afinamiento de la comprensin. La facultad de comprender se intensifica. "El rgano se afina para percibir muchas cosas pequeas y fugaces; es la adivinacin, la fuerza de comprender mediante la mnima ayuda la ms ligera sugestin: la sensibilidad inteligente" 28 . La adivinacin es una capacidad de captar todas las cosas a primera vista en su orden propio. Esa captacin es inmediata o intuitiva, debida a una "sensibilidad inteligente" (intelligente Sinnlichkeit). En esta forma intuitiva de captar, "el acto intelectual de comprensin no es posterior o aadido a la aprehensin sensible, sino algo que est ya contenido en ella de modo originario e indisociable. Es, pues, un acto nico, indivisible, que es al mismo tiempo percepcin e inter- 25 BOLLNOW, op.dt., p. 86. 2 6 BOLLNOW, op. t., p. 88. 27 WillezurMacht 794. 28 WillezurMacht 794. 39 JUAN CRUZ CRUZ pretacin, sin que sea necesaria una ulterior reflexin sobre esto" 2 *. 4. Transformacin de la conciencia del tiempo. a) Ampliacin espacio-temporal El cambio de disposicin interior "se acompaa al mismo tiempo de un cambio de la conciencia del espacio y el del tiempo, en el sentido de una ms grande espacialidad. El hombre es capaz de abrazar con un golpe de vista un espacio ms vasto y un tiempo ms largo, o al menos se siente en una perspetiva espacial y tem- poral ms grande" 30 : "Las sensaciones de tiempo y de espacio han cambiado; se abarcan con la mirada lejanas inmensas que parecen solamente entonces hacerse perceptibles. El ojo se extiende sobre grandes multitudes y grandes espacios" 31 . b) Suspensin del tiempo en el instante. Tambin se modifica la conciencia del tiempo: "Uno no da cr- dito ni a sus ojos, ni a su reloj" 32 . En la embriaguez el tiempo pa- rece como suspendido, "El pasado no es ya sentido como un fardo pesado, ni el futuro como una amenaza; el tiempo parece inmovilizado en un ahora inmvil" 33 . Es preciso recordar aqu el conocido pasaje del primer apartado de la Segunda considera- cin intempestiva: "El que no sabe reposar sobre el dintel del mo- mento [del instante], olvidando todo el pasado, el que no sabe er- guirse, como el genio de la victoria, sin vrtigo y sin temor, no sabr nunca lo que es la felicidad [...] Un hombre que estuviera absolutamente desprovisto de la facultad de olvidar y que estuviera condenado a ver en todas las cosas el devenir, tal hombre no creera siquiera en su propio ser, no creera en s mismo [...] Un hombre que pretendiera no sentir ms que de una manera pura- 2 9 BOLLNOW, op. tit., p. 88. 3 0 BOLLNOW, op. tit., p. 87. 31 WUlezurMacht 794. 32 Willezur Mach 801. 3 3 BOLLNOW, op. tit., p. 87. 40 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. mente histrica se parecera a alguien a quien se obligase a no dormir, o bien a un animal que se viese condenado a rumiar siem- pre los mismos alimentos. Es posible, pues, vivir casi sin recuer- dos, y hasta vivir feliz, a semejanza del animal; pero es absoluta- mente imposible vivir sin olvidar". Esta posibilidad feliz de olvi- dar, de "no sentir histricamente" est realizada en la embriaguez bajo una forma pura, lo mismo que el hombre busca olvidar en el vino 34 . c) Concentracin del instante como eterno retorno. El presente es tan slo la despedida del pasado y el anuncio del futuro. Y as...sucesivamente. A un presente le sucede otro pre- sente. Pero Nietzsche pretender suprimir esa fugacidad, porque desea que el instante sea eterno: algo que por s mismo el instante no puede ser, aunque Nietzsche se empee. Pues bien, slo si el instante lo es todo, el momento presente suprime su propia fugacidad. Para Nietzsche, el presente no es una ilusin: existe, y existe realmente. Pero quiere darle al instante una intensidad suprema: desea que el instante deje de ser efmero o fugaz. Quiere curar al tiempo de su temporalidad. Exige para ello que el instante sea eterno, y, con ello, que nada sea efmero. Nietzsche realiza la eternizacin del instante propo- niendo que el tiempo sea circular: que el pasado pueda volver a pasar; que el presente pueda volver a suceder; que en el crculo del tiempo el futuro se d la mano con el pasado. De este modo, una accin cualquiera se repite eternamente. Al instante le espera una eternidad futura, un movimiento sin principio ni fin. Nietzsche llam gran medioda la hora de la divulgacin del eterno retomo. El medioda habitual viene a ser el smbolo de ese gran medioda. Qu acontece en el medioda habitual? Que hay una gran calma y una especie de plenitud. Es el momento ms pleno del da. Pues bien, el gran medioda encierra dos expe- riencias que son como dos aspectos de la embriaguez nietzschea- na 35 : 3 4 BOLLNOW, op. cit., p. 88. 3 5 BOLLNOW, op. cit., p. 223. 41 JUAN CRUZ CRUZ l 1 . Experiencia de una eternidad que se despliega en el interior de la temporalidad, 2*. Experiencia de una plenitud del mundo, que se revela a la vez con la primera. IV. LA EMBRIAGUEZ NIETZSCHEANA Y EL ESPRITU. Si observamos detenidamente la propuesta de Nietzsche, caere- mos en la cuenta de que no existe para l una eternidad verdadera que trascienda el devenir y el tiempo. El tiempo decan los pensadores clsicos se hace en el curso mvil de los seres materiales: sin materia y sin movimiento no hay tiempo. Con la materia slo existe una terrenalidad concreta y fi- nita. Pero Nietzsche quiere hacer que la eternidad coincida con un tiempo que no acaba, que no tenga principio ni fin. Pero es as esencialmente la eternidad? No. De ninguna manera. Nietzsche confunde la eternidad con una forma del tiempo. Deca Santo To- ms: "Es evidente que el tiempo no se identifica con la eternidad. Mas, en cuanto al fundamento de su diversidad, consiste para algunos en que la eternidad carece de principio y de fin, y el tiempo, en cambio, tiene principio y fin. Pero esta diferencia es accidental y no esencial, porque, aun en la hiptesis de que el tiempo no hubiese tenido principio ni haya de tener fin, como ad- miten los que tienen por sempiterno el movimiento del cielo, todava quedara en pie la diferencia entre tiempo y eternidad, como dice Boecio, debido a que la eternidad existe toda a la vez, cosa que no compete al tiempo, porque la eternidad es la medida del ser permanente, y el tiempo lo es del movimiento" 36 . O sea, puede existir un tiempo eterno (sin principio ni fin), pero creado por un ser eterno. No hay contradiccin en ello. Entonces, por qu se empea Nietzsche en hacer coincidir la eternidad con una forma del tiempo? El senta repugnancia hacia lo espiritual, hacia la realidad del espritu y necesitaba abolir la 36 I, 10, 4. 42 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. trascendencia misma del espritu (una trascendencia no temporal u horizontal, sino intemporal, vertical, cuasi-eterna). El sustituto del espritu verdaderamente intemporal es el tiempo circular, el eterno retorno, mediante el cual quiere el hombre rescatar la eternidad del ahora fugaz y amenazado de muerte. Con el eterno retorno pretende Nietzsche contradictoria- mente, falsamente, transfigurar lo efmero en eternidad. Porque para l no existe otro modo de supervivencia que la conseguida en el instante fugaz. La eternidad decan los clsicos es "la posesin totalmente simultnea y perfecta de la vida interminable" (definicin de Boe- cio). Frente a ella, el instante es imperfecto. El mismo Santo To- ms de Aquino, refirindose a la imperfeccin del instante, afir- maba lo siguiente: "Dos cosas hay que distinguir en el tiempo: el tiempo mismo que es sucesivo, y el ahora (nunc) del tiempo, que es imperfecto. Pues bien, para eliminar el tiempo, se dice de la eternidad que es totalmente simultnea (tota simul), y para excluir el ahora del tiempo, se dice de la eternidad que es per- fecta 1 ^. Desde su punto de vista, Nietzsche afirma, en cambio, que la eternidad no es lo opuesto al tiempo: es el rostro esencial del tiempo. Por tanto, hay que celebrar esa eternidad en la vida y en el mundo: la vida tiene un carcter celebratorio: se celebra en ellos su eternidad. El mundo se bendice a s mismo como algo que debe retornar eternamente. De modo que, en la doctrina de Nietzsche, el eterno retorno y la visin dionisaca (celebracin embriagante) son una misma cosa. Ambas se fundan en la tesis de que el hombre no es espritu; y por lo tanto su razn se debe convertir en simple herramienta de la embriaguez nietzscheana, ms moderada quizs que la de los brbaros, pero quizs tambin ms perversa. Nietzsche es el fautor de una anticultura de la embriaguez en el mundo moderno. 37 I, 10, ad 5m. 43 JUAN CRUZ CRUZ V. LA SOBRIA EBRIETAS EN EL PENSAMIENTO MSTICO. El hombre est determinado por el espritu y, como tal, hecho para la eternidad: sobrevive a la materia que le rodea; y su gozo total debe trascender el espacio y el tiempo que lo limitan. Para que el gozo tenga la medida del hombre no debe ser de ndole corporal (como en la embriaguez producida por productos nar- cotizantes o alcohlicos) ni psquica (caso de la excitada impulsivi- dad solsticial de la embriaguez nietzscheana), sino espiritual. Por eso, toda la tradicin mstica cristiana desde ORGENES a San Francisco DE SALES (t 1622), pasando por las escuelas franciscana, cisterciense, benedictina y carmelitana han introducido el tema de la embriaguez espiritual a propsito de la unin del alma con lo divino 38 , principalmente en comentarios al Cantar de los Cantares de Salomn, cuya glosa literaria y teolgica lleg con Fray Luis DE LEN (t 1591) y San Juan DE LA CRUZ (t 1591) a un punto de tensin potica inigualable 39 . 38 Una sntesis documentada sobre el desarrollo de este tema se encuentra en la voz Ivresse spirituelle, realizada por Aim SOLIGNAC en el Dictionnaire de Spiritualit, Pars, Beauchesne, 1971, t. VII, pp. 2311-2337. 3 9 Se podra resaltar el hecho significativo de que la expresin sobria ebrie- tas traduce una tensin aplicable a lo que la filosofa clsica entenda por analo- ga, por personalidad, por historia o por conocimiento, entre otros trminos filo- sficos importantes, fraguados en la tensin de dos extremos aparentemente irreconciliables. Analoga: implica la tensin univocidad-equivocidad. El contenido del ser anlogo est ms prximo de la equivocidad que de la univocidad. Por eso puede la palabra ser aplicarse a Dios. La fecundidad ontolgica est del lado de la ebriedad, de la equivocidad, del infinito inaprensible. La analoga es una ebriedad domeada, amansada, jubilosa para el hombre, reducida a los lmites de la univocidad. El pantesmo y la teologa negativa excita y dinamiza mejor el pensamiento metafsico que el atesmo, el positivismo o el nominalismo. Personalidad: implica la tensin entre individualismo-colectivismo. El colectivismo es la ebriedad de la salida del hombre: es la total salida, una salida sin retorno, porque el ser humano queda englutido en la comunidad, dirigido por la comunidad, dispuesto para la comunidad. El ser humano es un apellido sin nombre propio. El individualismo sera la sobriedad social, le negacin de relaciones de salida, el enquistamiento puro. El ser humano sera un puro nombre propio, sin apellido. La personalidad mantiene una sobria ebrietas, una sntesis de opuestos. Historia: comporta la tensin tradicin-progreso. La tradicin es slo el trampoln que posibilita el salto al futuro. Sin tradicin no hay histora; pero 44 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y IAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. Para tales escuelas y autores, la elevacin gozosa del hombre a lo divino, por trascender la naturaleza material y la naturaleza psquica, podra considerarse como un tipo de embriaguez. Em- briaguez sobria, porque su gozo no viene de la naturaleza fsica ni est provocado por excitantes corporales o psquicos. Es lo divino mismo lo que puede provocar la alegra ms alta. Pero observemos tambin que entre la embriaguez nietzscheana y la embriaguez mstica existen rasgos comunes, en virtud de los cuales pudo establecerse la analoga del nombre y una especie de reverberacin simblica de la primera en la segunda. San AGUS- TN (t 430) llega a decir que la embriaguez provocada por la in- gestin inmoderada de vino (vinum inmoderate), esa embriaguez que hace perder la razn (mentem perder), ha de ser transfor- mada y trascendida, para que el hombre se embriague (inebriatur) de otra manera, perdiendo tambin entonces la razn humana (perit quodammodo humana mens), la cual queda empero en este caso cambiada en inteligencia divina (etfit divina)* 0 . Como vemos ya, los rasgos similares producidos por efecto de una y otra em- briaguez son los siguientes: 1. Funcin notica. Mediante el alejamiento de las cosas circundantes. Esto es fruto, en el caso de la embriaguez mstica, de una relacin personal con lo divino. Santa Teresa DE JESS, en sus Meditaciones sobre los Cantares, a propsito del versculo metime el Rey en la bo- dega del vino, comenta que "puede ser dar a beber ms o menos y de un vino bueno, y otro mejor, y embriagar y emborrachar a tampoco sin progreso. El futuro polariza el esfuerzo humano. El progresismo es la ebriedad de los proyectos y de la imaginacin. El tradicionalismo es la sobriedad sin encanto, el bostezo con peluca empolvada. La historia, para un pensar filosfico fecundo, ser siempre una sobria ebrietas. Conocimiento: se determina en la tensin sentidos-razn. El empirismo es la sobriedad epistemolgica, la continencia sin excitantes, el gran desencanto del mundo. El racionalismo es la ebriedad constructiva, la dialctica febril, la lgica evolutiva, la imaginacin productiva. Una epistemologa fundada en la profunda unidad del ser humano ser siempre una sobria ebrietas, afirmacin del carcter intelectualizado de los sentidos y de la ndole sensualizada de la inteligencia. Podran multiplicarse los ejemplos. 4( > Enarr.inPs. 35,14. 45 JUAN CRUZ CRUZ uno ms o menos. As es en las mercedes del Seor, que a uno da poco vino de devocin, a otro ms [...]; de manera que andan tan embebecidos que no sienten los trabajos grandes que aqu pasan". Tanto la embriaguez nietzscheana como la embriaguez mstica conllevan el olvido de cosas reales y de contenidos mentales. La embriaguez nietzscheana hace perder la memoria* engendra la c- lera, excita la pasin ertica; la segunda engendra deseos trascen- dentes. Mientras que en el espiritualismo clsico el gozo espiritual pre- senta las apariencia de la embriaguez, favorece al mismo tiempo la posesin de s: es pacfico y va a la par con la sobriedad. La embriaguez nietzscheana, por el contrario, es un placer violento; conmociona el corazn, quita al hombre el dominio de s mismo, lo entrega enteramente a lo que es inferior a l. La embriaguez material dionisaca enerva y debilita; la del espritu pacifica y re- conforta. En el paso al xtasis queda el alma llena y saciada. El vino ha sido en todas las culturas smbolo del conocimiento y de la iniciacin. Incluso para los musulmanes que tienen prohibido beber vino, la misma prohibicin acenta o subraya la ftierza del smbolo; pues en el versculo 83,25 del Corn se lee que en el Pa- raso "se les dar de beber un vino perfumado y sellado". Cirilo DE JERUSALN (t 386) afirmaba que la sobria ebrietas introduce en el conocimiento de las cosas desconocidas, opuesto a la embriaguez corporal que hace olvidar las cosas conocidas 41 . Por eso, San Juan DE LA CRUZ se atreve a decir comentando sus versos en la interior bodega I de mi Amado beb que "as como la bebida se difunde y derrama por todos los miembros y venas del cuerpo, as se difunde esta comunicacin de Dios sustan- cialmente en toda el alma, o por mejor decir, el alma se trans- forma en Dios, segn la cual transformacin bebe el alma de su Dios segn la sustancia de ella y segn sus potencias espirituales. Porque segn el entendimiento bebe sabidura y ciencia [...] Y que el entendimiento beba sabidura, en el mismo libro lo dice la Es- posa, adonde, deseando ella llegar a este beso de unin y pidin- dolo al Esposo, dijo: All me ensears, es a saber, sabidura y ciencia en amor, y yo te dar a t una bebida de vino adobado (Cant. 8,2)". 41 Cauchase, 17,18-19. 46 SOBRIA EBRIETAS. NIETZSCHE Y AS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. 2. Funcin orctica: ordenacin del amor. Dado que en el culto dionisiaco existe una comunicacin o em- patia colectiva, ORGENES (t 253) recalcaba que la embriaguez mstica no es buscada por el cristiano en las manifestaciones colectivas, sino en el encuentro personal del hombre con Dios. Lo embriagante no es la sabidura impersonal de lo divino, sino la sa- bidura personal del Verbo. Poniendo en relacin el vino y el amor personal, Fray Luis DE LEN, a propsito del versculo de los Cantares, porque buenos son tus amores ms que el vino, recuerda que el vino puede ser- vir tambin para aliviar los desmayos. Concretamente la divinidad es la gran fuerza amorosa que enciende el alma y la saca de s, "como lo hiciera el ms generoso y fuerte vino. Y viene esto bien, a propsito de su desmayo, cuyo remedio suele ser el vino. Con- forme a lo que se trata, la comparacin hecha del vino al amor es buena; dems de que en cualquier otro caso es gentil y propia comparacin, por los muchos efectos en que el uno y el otro se conforman. Natural es al vino [...] el alegrar el corazn, el deste- rrar de l todo cuidado penoso, y el henchirle de ricas y grandes esperanzas. Hace osados, seguros, lozanos, descuidados de mirar en muchos puntos y respetos, el vino a aquellos a quien manda; que todas ellas son tambin propiedades del amor, como se ve por la experiencia de cada da" 42 . 4 2 Es curioso observar el valor simblico y ejemplar que, para explicar el orden del amor, el vino posee incluso en las dos fases principales de su desarrollo: como vino nuevo y como vino aejo. San JUAN DE LA CRUZ establece en el comentario a su Cntico Espiritual una distincin entre vino nuevo y vino aejo, que "ser la misma que entre los viejos y nuevos amadores. El vino nuevo no tiene digerida la hez ni asentada, y as hierve por de fuera, y no se puede saber la bondad y valor de l hasta que haya digerido bien la hez y furia de ella, porque hasta entonces est en mucha contingencia de malear. Tiene el sabor grueso y spero, y beber mucho de ello estraga el sujeto. Tiene la fuerza muy en la hez. El vino aejo tiene ya digerida la hez y asentada, y as, no tiene aquellos hervores del nuevo por de fuera. Echase ya de ver la bondad del vino, y est ya muy seguro de malear, porque se le acabaron ya aquellos hervores y furias que le podan estragar. Y as, el vino bien cocido, por maravilla malea y se pierde. Tiene el sabor suave y la fuerza en la sustancia del vino, ya no en el gusto, y as la bebida de l hace buena disposicin y da fuerza al sujeto. Los nuevos amadores son comparados al vino nuevo. Estos son los que comienzan a servir a Dios porque traen los fervores del vino del amor muy por fuera en el sentido, porque aun no han digerido la hez del sentido flaco e imperfecto, y tienen la 47 JUAN CRUZ CRUZ Bernardo DE CLARA VAL (t 1153) confiesa que la fuerza motriz del alma es el deseo y no la razn 43 . En su obra De diligencio Deo, establece cuatro formas de amor: amarse a s mismo por s mismo; amar a Dios por s mismo; amar a Dios por uno mismo; amarse a s mismo por Dios. En esta cuarta forma, que es la ms perfecta, se manifiesta la embriaguez mstica (X, 27). Tal embriaguez suprime el temor y otorga la audacia de la libertad 44 . Cuando Fray Luis DE LEN comenta el versculo de los Canta- res: metime en la cmara del vino, refiere que en el vino se declara "todo lo que es deleite y alegra. As que entrar en la c- mara del vino es aposentarse y gozar, no por partes, sino ente- ramente, de toda la mayor alegra". La sobria ebrietas va acompaada en un primer momento de sobria hilaritas, que es "abundantia jucunditatis in corde et vehe- mens jubilatio ments", como deca Jacobo DE MILN (t 1290) 45 . Esta alegra no es el placer dionisaco, corporal o psquico, sino el gozo espiritual. Por consiguiente, es una alegra profunda, mientras que el placer dionisaco slo se queda en la periferia del hombre (en lo corporal y psquico) y es superficial. Es durable, mientras que el placer dionisiaco se extingue con la sensacin que lo provoca y engendra una necesidad siempre ms difcil de satisfacer. Es independiente de los estados del cuerpo: el placer dionisiaco excluye el dolor, pero el verdadero gozo y alegra puede coexistir con el sufrimiento; es calma y paz. fuerza del amor en el sabor de l, porque a stos ordinariamente les da la fuerza para obrar el sabor sensitivo, y por l se mueven. [...] Por tanto, los viejos amadores, que son ya los ejercitados y probados en el servicio del Esposo, son como el vino aejo, que tiene ya cocida la hez y no tiene aquellos hervores sensitivos ni aquellas furias y fuegos fervorosos de fuera, mas gustan la suavidad del vino de amor y ya bien cocido en sustancia, estando ya l, ya no en aquel sabor de sentido, como el amor de los nuevos, sino asentado all dentro en el alma en sustancia y sabor de espritu y verdad de obra. Y no se quieren los tales asir a esos sabores y hervores sensitivos, ni los quieren gustar, por no tener sinsabores y fatigas; porque el que da rienda al apetito para algn gusto de sentido, tambin de necesidad ha de tener penas y disgustos en el sentido y en el espritu". 4 3 Sermo 9, 2,2. Cfr. G. PENCO, La sobria ebrietas in S. Bernardo, Rivista di asctica e mistica, L 38,1969,249-255. 4 4 Sermo 7,3,3. 4 5 Stimulus amoris, cap. 9. 48 SOBRIA EBRIETAS. N1ETZSCHE Y LAS PERPLEJIDADES DEL ESPRITU. VI. EMBRIAGUEZ Y PERPLEJIDAD ESPIRITUAL. La embriaguez corporal y psquica impide el uso de la palabra; hace perder el sentido, ata la lengua, perturba el discurso', conmo- viendo la imaginacin, hace cambiar las palabras y corta las sla- bas. Tambin la embriaguez mstica repercute en el movimiento de los miembros y rganos corporales. Ricardo DE SAN VCTOR (t 1173) habla incluso de una actitud de danza, en la que el hombre embriagado slo repite slabas, sin poder enunciar una sola frase (V, 5, 174c). Al comentar Fray Luis DE LEN el siguiente verso de los Can- tares: Es tu paladar como vino bueno,...y hace hablar con labios durmientes, afirma: "como se cuela dulcemente, embeoda despus y hace hablar desconcertadamente, como suelen hablar los que es- tn vencidos del sueo; que es propiedad del vino bueno y suave, que se bebe como si fuese agua, y puesto despus en la cabeza y hecho seor de ella y de la razn, traba la lengua y media las pala- bras y muda las letras y turba todo el orden de la buena pronun- ciacin". Santa TERESA se quejaba de que, tras un xtasis, cami- naba como un borracho 46 . En las repercusiones de lo espiritual en lo corporal residen las perplejidades dionisacas del espritu. Perplejidad significa aqu irresolucin, confusin, duda de lo que se debe hacer en este momento en que la embriaguez mstica repercute dionisacamente en la corporalidad y en el psiquismo del hombre. Esto ocurre porque la experiencia misma de lo espiritual es realizada por un ser que es a la vez sustancialmente espritu y cuerpo. Lo que acontece en su espritu no queda ajeno al cuerpo. Y viceversa. Por eso existe tambin el peligro de una gula espiritual, un deseo inmoderado de gracias y dones divinos que puedan embria- gar la sensualidad y favorecer incluso la lujuria. As lo expone San Juan DE LA CRUZ en su Noche oscura: "Hay tambin algunas almas de naturales tan tiernos y deleznables que, en vinindoles cualquier 46 Carta 173, n. 5. 49 JUAN CRUZ CRUZ gusto de espritu o de oracin, luego es con ellos tambin el espritu de la lujuria, que de tal manera les embriaga y regala la sensualidad, que se hallan como engolfados en aquel jugo y gusto de este vicio; y dura lo uno con lo otro pasivamente, y algunas veces echan de ver haber sucedido algunos torpes y rebeldes actos. La causa es que, como estos naturales sean, como digo, deleznables y tiernos, con cualquier alteracin se les remueven los humores y la sangre, y suceden de aqu estos movimientos" 47 . A fin de que los impulsos dionisacos no participen en esas co- municaciones espirituales y pueda el hombre experimentar pura- mente el don divino en el espritu, el mstico avisa que al alma le conviene entrar en la Noche del espritu, "donde desnudando el sentido y espritu perfectamente de estas aprehensiones y sabores, le ha de hacer caminar en oscura y pura fe". La superacin total de la perplejidad dionisaca cabe en esta estrofa sanjuanista: En una noche oscura / con ansias en amores inflamada, / oh dichosa ventura, / sal sin ser notada / estando ya mi casa sosegada 48 . Slo entonces podrase gozar la sobria ebrietas que los versos del Cntico espiritual insinan: A zaga de tu huella, / las jvenes discurren al camino, / al toque de centella, / al adobado vino, / emisiones de blsamo divino.... 47 I, 4, n. 5. 48 Noche Oscura, II, 2, 5. 50