Cuaderno02 Lalectura

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Cuadernos de SALAS DE LECTURA

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La Lectura
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c02-portada-editable-11JUL2012.pdf 1 7/12/12 10:14 AM
Cuadernos de
SALAS DE LECTURA
La Lectura
Edicin: Direccin General de Publicaciones
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Luz Mara Chapela, por el texto
Sofa Escamilla, por las ilustraciones
D.R. 2011 de la presente edicin
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Direccin General de Publicaciones
Av. Paseo de la Reforma 175
Cuauhtmoc, C.P. 06500
Mxico, D.F.
Las caractersticas grfcas y tipogrfcas de esta edicin
son propiedad de la Direccin General de Publicacio-
nes del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la re-
produccin total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y
el tratamiento informtico, la fotocopia o la grabacin,
sin la previa autorizacin por escrito del Consejo Na-
cional para la Cultura y las Artes / Direccin
General de Publicaciones.
ISBN: 978-607-455-793-0
Impreso y hecho en Mxico
5
Cuadernos de
SALAS DE LECTURA
La Lectura
CONSEJO NACIONAL PARA
LA CULTURA Y LAS ARTES
CONSUELO SIZAR
Presidenta
ROBERTO VZQUEZ
Secretario Cultural y Artstico
RAL ARENZANA OLVERA
Secretario Ejecutivo
LAURA EMILIA PACHECO
Directora General de Publicaciones
SOCORRO VENEGAS
Directora General Adjunta de Fomento
a la Lectura y el Libro
JULIO TRUJILLO
Director Editorial
ERICK JIMNEZ
Director Tcnico de Fomento a la Lectura y el Libro
JESS HEREDIA
Coordinador Nacional del Programa Salas de Lectura
LUZ MARA CHAPELA
Texto
AXON DISEO Y COMUNICACIN
Diseo e ilustracin
SECRETARA DE CULTURA
DE JALISCO
JESS ALEJANDRO CRAVIOTO LEBRIJA
Secretario de Cultura del Gobierno
del Estado de Jalisco
MARA ELENA RAMOS MARTNEZ
Directora General de Vinculacin Cultural
KENIA ELIZABETH FUENTES GARCA
Enlace Estatal del Programa Salas de Lectura
Agradecemos la lectura crtica de
FRANCISCO COBIN y
MARIO HERNNDEZ W.
ISBN de la Coleccin Cuadernos de Salas de Lectura:
978-607-455-789-3
ISBN del cuaderno 2: 978-607-455-793-0
ndice
11 Presentacin

17 Captulo 1. La lectura como encuentro
21 Captulo 2. Signifcar y resignifcar
27 Captulo 3. No existe una sola lectura
31 Captulo 4. La lectura de ciencia y tecnologa

39 Captulo 5. Algunos benefcios de la lectura
45 Captulo 6. El lector
53 Captulo 7. El juego y la lectura
59 Al terminar
63 Bibliografa
Si no esperas, no te
sobrevendr lo inesperado.
Herclito
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Presentacin
La Lectura
Cundo naci la lectura? No podemos saberlo con certeza, pero podemos
imaginarlo.
La lectura supone el encuentro de un texto con un lector. Leer quiere de-
cir escuchar lo que otro dice, tomar en cuenta sus palabras y relacionarlas
con los temores, deseos, memorias, dudas, esperanzas, necesidades y cono-
cimientos propios. Cuando el lector relaciona las palabras del otro con su
propio ser, construye nuevos signifcados para lo que escucha, recrea lo que
oye y produce ideas e imgenes propias. Estas imgenes, estas ideas, son
nuevas pero tienen un origen claro: brotan de las que el autor pone en su
texto precisamente para que el lector les d vida nueva al recrearlas.
Si entendemos as la lectura, como una escucha atenta y recreativa de lo que
otros dicen, podremos viajar en el tiempo hasta encontrar al Homo sapiens.
Quiz la lectura naci en el Paleoltico Superior cuando algunos pintores
se atrevieron a invitar a un par de amigos a conocer sus avances dentro de,
por ejemplo, la cueva de Altamira. Los invitados se pararon ante la obra
de sus amigos y, admirados, leyeron cosas que ya saban y que les recon-
fortaron: los bisontes, como los ciervos y los caballos, tienen cuatro patas,
sus tallas varan de uno al otro y los bisontes lucen hermosos tonos ocre,
rojo quemado y mostaza. Tal vez tambin leyeron sobre la roca que sus
amigos, los pintores, eran capaces de registrar cantidades, tamaos, direc-
ciones y hasta la nocin de centro. Y aquellos invitados, al pararse frente a
la pintura, acaso sintieron un leve estremecimiento al darse cuenta de que
esas imgenes hablaban de ellos mismos, de su trabajo, sus problemas, sus
triunfos y sus ilusiones.
O probablemente, si somos estrictos, la lectura naci todava antes, cuando
los mismos Homo sapiens se tiraban con la oreja sobre la tierra para escuchar
el trepidar del suelo y leer por dnde andaba la manada, cuntos bisontes
traa y en qu direccin avanzaba.
12 La Lectura
O naci cuando los estrategas del grupo dibujaban con una vara sobre la tierra
distintas indicaciones, para que cada grupo de cazadores leyera con atencin
lo que tena que hacer cuando llegara esa manada que esperaban, porque ya
haban ledo antes el trepidar de la tierra.
Lo cierto es que la lectura, entendida as, en un sentido amplio, ha acompaa-
do a las mujeres y a los hombres desde que fueron capaces de distinguir, ana-
lizar, relacionar, mirar hacia el pasado y construir imgenes de futuro. Desde
que empezaron a sentir el impulso, acaso todava incomprensible, de contar
a otros lo propio y de conocer las cosas de los otros. Desde que empezaron a
refexionar acerca de ellos mismos y a entrelazar sus recuerdos.
Paul Ricur, el pensador francs, dice que las personas hacemos del tiempo, un
tiempo humano, cuando tejemos relatos con nuestros propios avatares: cuan-
do narramos. Nuestras vivencias, nuestros acontecimientos se perderan en el
tiempo si los dejramos sueltos. Pero si los entretejemos, si los relacionamos
unos con otros, si les damos signifcado, sentido, ritmo, textura y secuencia,
cobran voz propia y se convierten en memoria. Entonces nos acompaan
como relatos y enriquecen nuestras vidas.
En los trabajos lricos, cuando hacemos o leemos poesa, nos relacionamos con
el tiempo. La etimologa de poesa, del griego poiesis, habla de un eterno buscar
mnimos comunes compartibles entre cosas del mundo que, aparentemente,
no tienen nada que ver entre s. El gnero potico construye entramados de
sentido, abre preguntas y nos permite intuir y anticipar otras posibilidades. Por
otra parte, el tiempo se desdibuja y puede ser lo mismo largo que ancho, lento
y sinuoso, o puede resultar tan instantneo y contundente como son los relm-
pagos. Quiz la lectura naci cuando los poetas del grupo recitaban poemas
recin nacidos, a la luz del fuego.
El tiempo de la dramaturgia espera a que el discurso dicho en voz alta viaje
desde el escenario para alcanzar a los que escuchan en las gradas, aumenta el
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ritmo en espiral ascendente cuando las pasiones escalan, hace silencios largos
para que se escuchen los gestos, se desploma de manera sbita y lo cancela todo
cuando, de pronto, da lugar a la muerte que se aduea de tiempo, espacio y
posibilidades. Cmo seran los relatos de un cazador de Altamira que regresa
a las cuevas como sobreviviente de un gran fracaso? Cuntos y cmo se agru-
paran para leerlo y compartir con l a salvo y en compaa fraterna su
inmenso drama?
La Lectura
Los textos que divulgan la ciencia tambin incluyen el tiempo. Relatan los pasos
que los pensadores dieron antes de hacer un descubrimiento, nos hablan del en-
sayo y del error indispensables para el conocimiento. En los niveles microscpi-
cos relatan, por ejemplo, los caminos sinuosos y llenos de estaciones de carga y
descarga que recorre la sangre del cuerpo humano, o de las muchas estrategias
que utilizan las clulas para conseguir, por medio de mensajeros, sustancias
alejadas que les estn haciendo falta. En los niveles siderales, los textos que di-
funden la ciencia nos hablan de la velocidad de la luz en relacin con el tiempo,
de la historia de vida de los planetas o del ritmo que late en las pulsaciones de
los astros.
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La literatura nos ayuda a construir tiempos humanos y la lectura los desata.
Tal vez fue la lectura la que ense a los primeros hombres de la Tierra a sen-
tir y asignar valor al tiempo. A ms relato, a ms drama, a ms poesa, mayor
conciencia y amor por el tiempo: como recurso y como aliado tanto de la
memoria como de la imaginacin prospectiva.
Por eso la literatura, concebida como un todo, resulta un patrimonio de la hu-
manidad, porque en ella estn consignados relatos, mitos, leyendas, poemas y
puntos de vista; conocimientos, estrategias y miradas que analizan de distintas
maneras el pasado e imaginan distintos futuros: no necesariamente probables,
pero s posibles.
ste es el tema general del cuaderno La lectura que aqu presentamos: la rela-
cin intelectual y afectiva, lingstica y cultural, valoral e histrica que ocurre
cuando un lector lee un texto y, desde su propia persona libre y soberana,
lo resignifca para comprenderlo mejor, para recrearlo, para hacerlo suyo y
para imaginar sus propias creaciones derivadas.
Este Cuaderno pertenece a la coleccin Cuadernos de las Salas de Lectura, del
Programa Nacional Salas de Lectura (PNSL) que impulsa el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
La Lectura
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Queremos ofrecer una ltima explicacin y hacer una solicitud. Al escribir las
pginas de este cuaderno pensamos siempre en mujeres y hombres. Pensamos
en lo humano y en las muchas y especfcas maneras en que la humanidad se
expresa en las personas individuales. Sin embargo, y sin olvidar a las mujeres,
al escribir usamos el gnero masculino (el lector, el mediador, el habitante
de las comunidades) para hacer ms gil la lectura. Por otra parte, les pe-
dimos busquen en la bibliografa de este mismo cuaderno los nombres de los
libros que contienen las citas de autor que presentamos a lo largo de estas pgi-
nas. Si tienen la oportunidad, lean algunos de estos libros para comprender
mejor el espritu y la intencin de los autores; para entender el contexto en
que escribieron los prrafos que nosotros tomamos y para descubrir los mu-
chos relatos, emociones, ideas y paisajes que estos libros presentan.
Esperamos que en este cuaderno muchos de ustedes encuentren razones para
refexionar, temas para estudiar, citas para disfrutar, aliento para mejorar sus
prcticas diarias y motivos para celebrar.
La Lectura
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La lectura
como encuentro
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La lectura es un encuentro, es un dilogo, es una puesta en comn, es
un debate.
En el momento de la lectura, se encuentran un lector y un texto escrito por
un autor que puede estar o no estar vivo y, sin embargo, el encuentro lector
ocurre en vivo y en directo.
Vivo o muerto, el autor de un texto pone ante el lector un conjunto de
ideas, emociones, valores, contextos, opiniones, saberes, herencias, explica-
ciones, descripciones, recuentos del pasado y, tambin, imgenes de futuros:
temidos, inciertos, odiosos o anhelables. Cuando publica su trabajo, todo
esto queda abierto al escrutinio de los lectores. Por eso podemos decir que
el escritor arriesga lo propio una y otra vez, indetenidamente.
Por su parte y en trminos ideales, el lector se acerca a un texto con la inten-
cin de conocerlo y descubrir en l imgenes nunca antes vistas, emociones
nunca antes sentidas, palabras nunca antes escuchadas, nociones descono-
cidas. En el mejor de los casos, ste busca en un escrito enriquecerse con
sorpresas que le permitan sorprenderse, aprender, sentirse acompaado y
mantener viva la esperanza. Y como el lector espera esto del autor, l mis-
mo se aproxima a la lectura con valenta porque tambin pone en juego
lo suyo propio: ideas, emociones, valores, contextos, opiniones, saberes,
herencias, explicaciones, descripciones, recuentos del pasado y, tambin,
imgenes de futuros.
Cuando abre un libro, el lector arriesga lo propio, pero no en un intento
suicida, sino con la esperanza de encontrar resonancias, preguntas compar-
tidas, imgenes de deseo, cmplices virtuales, conocimientos iluminadores,
motivos para caminar y miradas ms largas, ms creativas, ms amplias.
Para terminar este breve captulo y recordar que la lectura es encuentro y
que supone ajustes, desajustes y debates, presentamos el muy conocido di-
La lectura como encuentro
logo, interpersonal que, en el famoso libro El Principito, del autor francs
Antoine de Saint-Exupry, sostuvieron, en un planeta lejano, el pequeo
prncipe y la Zorra.
No puedo jugar contigo indic la Zorra. No estoy domesticada.
Bueno, excsame se disculp el Principito. Pero, despus de re-
fexionar, aadi: Qu signifca eso de domesticada?
T no eres de aqu arguy la Zorra. Qu andas buscando?
Busco a los hombres dijo el Principito. Qu quiere decir
domesticar?
Los hombres tienen escopetas y cazan. Es muy enojoso! Tambin
cran gallinas. Es lo nico que los hace interesantes. Andas bus-
cando gallinas?
No declar el Principito. Busco amigos. Qu significa
domesticar?
Es algo harto olvidado dijo la Zorra. Eso signifca estre-
char lazos.
[]
La Zorra se call y mir largo rato al Principito.
Hazme ese favor domestcame! susurr.
19 La lectura como encuentro
Signicar y resignicar
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Por la accin lectora, el lector cambia: mira, recuerda, refexiona, apren-
de o inicia acciones nuevas. Por la accin lectora, el texto adquiere matices,
tonos, texturas y alcances nuevos, porque los seres humanos tenemos el
poder de asignar signifcados a las cosas, a los hechos y a las emociones. Y
asignamos estos signifcados desde lo que somos: seres histricos con una
lengua, un contexto y una cultura. Cada uno de nosotros, los humanos,
tenemos lengua, cultura, herencias, circunstancias, saberes y valores, pero
son distintos.
De acuerdo con los especialistas, la cultura es un conjunto de rasgos espe-
cfcos que expresan las maneras en que cada grupo humano, con historia y
situacin distinta, asigna valores a las cosas y responde al mundo y a los retos
que ste le plantea. Entonces, si las situaciones y condiciones son distintas
y si los grupos tambin son especfcamente diversos, cada cultura asignar
distintas signifcaciones a las mismas cosas del cosmos.
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Signicar y resignicar
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Para algunos pueblos de la selva amaznica, como tambin para los alemanes,
el Sol es un ser femenino que abraza a sus hijos con su luz y su calor. Por su
parte, la Luna es masculina y, con su claridad, acompaa a sus hijos en las ex-
pediciones de pesca y caza nocturnas. En Occidente, y dependiendo quiz del
estado de nimo, el rojo puede signifcar peligro, amor, vida, sangre, pasin
o alto! La abeja signifca para los egipcios sabidura y palabra y, para los ma-
yas, es el alma de los antepasados. Un rbol puede signifcar para los pueblos
industriales fuente de madera y carbn, y para los tseltales signifca el ser que,
con sus races, saca del subsuelo las almas de los antepasados y a travs de sus
ramas las lanza a la luz infnita.
Los signifcados imprimen sentido a las cosas. No tendr el mismo sentido
un recurso maderable que un liberador de almas. El bien maderable es un
recurso, una mercanca, una promesa econmica y est presente en intercam-
bios comerciales. El rbol liberador est en el corazn de las personas, en los
rituales, en el seno de las familias, en las leyendas y en las tertulias, cuando se
habla de luz y de esperanza.
Cuando leemos, como cuando conversamos, sostenemos necesariamente en-
cuentros interculturales. Por eso, necesitamos aprender el don de la hospitali-
dad, que nos pide recibir al otro con la mente abierta, con preguntas ms que
con defniciones, sin etiquetarlo de antemano, sin juzgarlo y con una
actitud de investigacin creativa que al saber que es distinto
busca esos mnimos comunes que quiz resulten compartibles
para, a partir de ellos, establecer dilogos, pedir y ofrecer
explicaciones, expresar y compartir emociones, saberes, va-
lores y puntos de vista, y para entretejer imgenes, ideas
y conocimientos nuevos, frescos, recin acuados por la
accin conjunta de la diversidad que se pone en dilogo.
Sostenemos dilogos interculturales con los textos y tam-
bin con nuestros interlocutores y compaeros de charla.
Signicar y resignicar
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Signicar y resignicar
Cada cultura y cada lengua carga sus palabras con signifcados que permi-
ten la circulacin viva de valores, memorias y deseos entraables. Decimos
con verdad que las palabras saben: estn llenas de conocimiento, memoria,
emocin, valores e ilusiones. Por eso, cuando por distintas razones se pierde
un libro o se deja de usar una lengua, el planeta se queda sin un conjunto de
conocimientos, memorias, emociones, valores e ilusiones.
Los autores saben que las palabras saben, por eso hacen de ellas sus amigas,
sus interlocutoras y sus cmplices. Para un autor, en el mejor de los casos, las
palabras estn vivas, tienen su propio peso y sentido, y usarlas supone un goce
y tambin un compromiso. Y para un lector, tambin en el mejor de los casos,
las palabras que el escritor, en calidad de otro, puso en el texto desde su pro-
pio ser y su cultura, suponen un acertijo, un reto, un bal de sorpresas.
Ramn Lpez Velarde, el ilustre poeta zacatecano que vivi en las primeras
dcadas del siglo XX, es un maestro en el arte de reconocer la profundidad
y los alcances de la palabra, por ejemplo, llama a la patria: Suave Patria,
alacena y pajarera. Al usar la palabra alacena, con toda la intencin poti-
ca, convierte a la patria en una fuente de pan, maz, potajes y rompope. Y al
usar la palabra pajarera, la transforma en una fuente de sonidos: risas y
gritos de muchachas, campanadas de un reloj en vela y cantos de pjaros
de ofcio carpintero. Al usar las palabras como slo l sabe utilizarlas, en
su poema Suave Patria, Lpez Velarde ilumina al mismo tiempo nuestra
memoria y nuestros horizontes con imgenes deslumbrantes: garzas en des-
liz; un tren que va por la va como aguinaldo de juguetera; una mirada
mestiza que en el barullo de las estaciones pone la inmensidad sobre
los corazones; un trueno del temporal que, cuando truena, enloquece a
la montaa, sana al luntico, incorpora a los muertos, pide el vitico y al
fn, derrumba las madereras de dios sobre las tierras labrantas, o sencilla
y simplemente, una carreta alegrica de paja. Cada una de estas imgenes
est cargada y cuando entramos en ellas, con apertura y en son de dilogo,
emprendemos un viaje.
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Al terminar, leamos, en la Suave Patria, estos versos que el poeta dedica a
la memoria de Cuauhtmoc. Versos cargados de conocimiento y cario que
slo podemos resignifcar si recurrimos a la historia, al pensamiento creativo
y al juego lrico que, por cierto, tanta falta hace cuando los tiempos tienden a
volverse planos, monoculturales y unidireccionados.
[] tu cabeza desnuda se nos queda,
hemisfricamente de moneda.
Moneda espiritual en que se fragua
todo lo que sufriste: la piragua
prisionera, el azoro de tus cras,
el sollozar de tus mitologas,
la Malinche, los dolos a nado,
y por encima, haberte desatado
del pecho curvo de la emperatriz
como del pecho de una codorniz.
Signicar y resignicar
No existe una
sola lectura
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No existe una sola lectura
Si al leer tomamos lo que el autor puso en el texto para darle signifca-
dos y sentidos propios, podemos comprender que no existe una sola lectura
idntica a otra. Cada lectura es nica y original porque cada lector es tambin
nico y original. Habr lecturas semejantes debido a muchas coincidencias
culturales, pero no lecturas iguales.
Es ms, cada una de las relecturas que hacemos de un mismo texto es distin-
ta de las anteriores; en cada relectura tenemos ideas, imgenes y emociones
nuevas, porque las personas, con la vida y el paso del tiempo, cambiamos.
Entonces en el momento mismo de la nueva lectura, leemos desde nues-
tros nuevos saberes, con nuevas experiencias a cuestas. Adems, como dice
Francisco Cobin, comprometido mediador de Autln, en Jalisco: Al leer
leemos segn el duelo, la alegra, la angustia, la frustracin, el odio, la
vergenza, el xito, la nostalgia o las imgenes de anhelo que tengamos en
ese momento.
Al leer, el lector toma nota de lo que dice el autor. Entonces revisa lo que
percibe a la luz de su estado de nimo, de las circunstancias en las que lee, de
las necesidades y urgencias del momento, de sus prioridades, de sus maneras
de asignar valor a cada cosa, y hace sus propias resignifcaciones. Adems,
ordena todo esto para formar una estructura comprensible y, luego, le da
sentido a lo que l mismo construy con sus resignifcaciones. Entonces,
entreteje todo lo anterior con gesto propio, con sentido propio, elabora sus
propias imgenes y saca sus propias conclusiones que, muchas veces, poco
tienen que ver con lo que el autor tena en mente cuando escribi su libro.
Que una cosa es lo que se dice y otra lo que se escucha, lo comprobamos
todos cuando conversamos. Decimos una cosa y nuestro interlocutor en-
tiende otra o entiende lo que dijimos pero con otros matices y, sobre todo,
a lo que entiende le asigna un lugar y un sentido que quiz poco tenga que
ver con lo que quisimos decir cuando conversamos con ese amigo. Por eso,
al charlar, muchas veces repetimos, preguntamos, aclaramos y argumenta-
29
No existe una sola lectura
mos antes de sentirnos satisfechos. Y algunas veces, con el paso del tiempo,
descubrimos que necesitamos volver a aclarar los puntos de la conversacin
porque nuestra contraparte dice cosas que nosotros no quisimos decir pero
que, a la luz de su resignifcacin, s dijimos. Esto lo sabemos todos y no
tendra que sorprendernos.
Los humanos nos comunicamos signifcando y dando sentido a las cosas y al
atender con hospitalidad a lo que los otros dicen para resignifcarlo y darle un
sentido, desde nuestro punto de vista, coherente.
Salgamos del captulo con estos breves versos del inmenso poeta de la Mar-
tinica, Aim Csaire, que muy probablemente les dirn una cosa distinta y
personal a cada uno de ustedes, lectoras y lectores.
30
Yo, como Krakatoa
(fragmentos)
Yo, como Krakatoa,
yo, cualquier cosa antes que un monzn
yo, como un pecho abierto
yo, como Laelaps
yo, que vivo ms all de la escala
yo: Zambeziano o frentico
o rombo o canbal,
querra ser poco a poco ms humilde y ms profundo,
siempre ms grave, sin vrtigo o vestigio
hasta perderme al caer entre el remolido grano
de una tierra bien abierta.
No existe una sola lectura
31
La lectura de
ciencia y tecnologa
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En los libros de ciencia encontramos la voz de los especialistas. De au-
tores que trabajan con ritmo, con sistema, con perseverancia y muchas veces
con pasin. Los autores de libros de este tipo de divulgacin construyen ob-
jetos densos y brillantes para que nosotros los lectores nos hechicemos con
ellos. Los cientfcos son personas que, de manera normal, trabajan mucho
y, con frecuencia, en condiciones ridas. Sin embargo saben que, sobre el
trabajo duro, surge el eureka!
Los cientfcos entienden que todo logro da lugar a nuevas preguntas, nue-
vas hiptesis, nuevas suposiciones. Por eso, los autores que escriben libros
de ciencia, en general, ponen gran cuidado de que sus conocimientos des-
lumbren: para que gocen de un momento de gloria y den lugar a grandes
preguntas, a nuevas suposiciones. Hay algunos escritores que producen en
el lector un autntico estremecimiento esttico cuando comparten sus lo-
gros. Escuchemos al divulgador de la ciencia John Gribbin cuando habla
en su libro As de simple. El caos, la complejidad y la aparicin de la vida:
Lo que parece estar dicindonos el registro fsil es que las extin-
ciones se producen en todas las escalas, en todos los tiempos, y que
(como en el caso de los terremotos) puede producirse una extincin
de cualquier magnitud en cualquier poca [] Sin embargo, la
otra leccin que podemos extraer de lo que conocemos sobre las leyes
potenciales del ruido I/f es que no necesitamos un gran desencade-
namiento para poner en marcha un gran suceso.
En nuestros tiempos gran parte del conocimiento universal es producto
del trabajo de especialistas. Algunos de ellos escriben textos para com-
partir entre colegas, de especialista a especialista. Otros, adems, escri-
ben textos sencillos en los que explican sus conocimientos con metforas
muchas veces luminosas para que los no especialistas podamos compren-
derlos, si no en toda su dimensin, al menos s a travs de comparacio-
nes significativas.
La lectura de ciencia y tecnologa
33
Con frecuencia, detrs de un libro de divulgacin est un apasionado cient-
fco deseoso de ampliar los horizontes conceptuales. El mismo John Gribbin
en la introduccin del libro ya citado nos cuenta:
Sin embargo, despus de diez aos esperando en vano que la teora del
caos se esfumara o que alguien escribiera un libro explicndola con
un lenguaje que yo pudiera entender, decid que, si nadie ms iba a
explicarla de una manera clara, lo tendra que hacer yo [] Tal como
yo lo entend, lo que en realidad importa es simplemente que algunos
sistemas (sistema no es ms que una palabra de la jerga cientfca
para designar cualquier cosa, como un pndulo que oscila, o el sistema
solar, o el agua que gotea de un grifo) son muy sensibles a sus condicio-
nes de partida, de tal modo que una diferencia mnima en el impulso
inicial que les damos ocasiona una gran diferencia en cuanto a cmo
van a acabar, y existe una retroalimentacin, de manera que lo que
un sistema hace afecta a su propio comportamiento.
Si no leemos ciencia nos privamos de refexiones como stas que, a primera
vista, resultan incomprensibles pero que, si las leemos con atencin, y hasta
dos o tres veces, nos abren dimensiones y mundos atractivos y sugerentes que,
por otra parte, nos permiten comprendernos mejor a nosotros mismos.
Gracias a las lecturas nos conmovemos cuando escuchamos hablar de la Va
Lctea, volteamos sonrientes cuando escuchamos que alguien nombra en su
conversacin a Casiopea y contamos las semanas y los das que faltan para un
eclipse de luna.
La lectura de ciencia y tecnologa
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Como sociedades, cmo seramos sin la nocin del Big Bang? No tenemos
mejores horizontes cuando nos enfrascamos en la lectura de un texto que re-
fexiona en torno a la neblina y a las nubes de Marte? No tenemos ms ampli-
tud de pensamiento cuando leemos acerca del agua contenida en los casquetes
polares y en las nieves eternas de las montaas, y cuando relacionamos la capa-
cidad de refejar que tienen los grandes hielos con el calentamiento global?
Cuando nos acostumbramos a leer libros y artculos cientfcos con relativa
frecuencia, estamos consiguiendo mucho ms que una acumulacin de aporta-
ciones intelectuales. Aprendemos distintas maneras de ver el mundo, ordenar-
lo, nombrarlo y pensarlo, y entramos a un territorio universal sin fronteras.
Por su parte la tecnologa pone en accin los conocimientos que construye la
ciencia para el benefcio de nuestras vidas diarias y extraordinarias. La tecnologa
porque la ciencia la nutre puede llevarnos por un sendero o dentro de una nave
espacial con rumbo a Marte; disear instrumentos de investigacin, juego o traba-
jo, medicinas, medios de comunicacin, redes virtuales y aparatos.
Leer libros que hablan de tecnologa puede ser fascinante. A quin se le ocu-
rri guardar dentro de un trozo de madera un grafto para producir el lpiz?
Qu mezcla de imaginacin y sencillez se oculta detrs del diseo del clip que
usamos para mantener papeles juntos y que no es sino un pequeo y mnimo
alambre enroscado capaz de sostener como un gigante? Por qu los aviones
vuelan y qu pasa durante lo que conocemos como bolsas de aire? Qu his-
torias ocurrieron entre el reloj de arena y el reloj contemporneo? Por quines
fueron desplazados los relojes de pulsera? Qu elementos viajan por la sangre
humana y qu caminos recorren? Cmo funcionan las escaleras elctricas de
los centros comerciales? A dnde se van sus escalones que desaparecen por
una estrecha rendija? Cmo caben en ella? Cerramos el refrigerador para que
no entre el calor o para que no salga el fro? Cmo funcionan las vacunas?
Qu es la clonacin? Ser posible resguardar, como en los tiempos del dilu-
vio, la informacin gentica de todas las especies vivas de la Tierra?
La lectura de ciencia y tecnologa
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Afortunadamente existen muchos libros de tecnologa dirigidos a pblicos
distintos: a los menores de cuatro aos les explican qu funcin tienen los pa-
ales de sus hermanos menores; a los nios de siete aos les explican por qu
se pone amarillo el pasto cuando se queda debajo de un cartn olvidado; a los
de 10, cmo hacer un robot rudimentario; a los jvenes de 13, cmo ocurre la
fecundacin; a los de 17, cmo funciona la economa global; a los de 18, les
presentan distintos diagramas de fujo que explican cmo se mueven las redes
de poder y mando.
Si lo pensamos bien, cmo sera nuestra vida sin los libros de ciencia y tec-
nologa y sin los correspondientes soportes alternativos, como el video, el cine
o las pantallas de computadoras y otros instrumentos electrnicos que dan ac-
ceso a redes de bsqueda, vas de cibernavegacin, libros y acervos virtuales?
Los mapas tambin son material de lectura que nos hablan de posiciones,
equivalencias, diferencias, longitudes, altitudes, distancias, cercanas, rutas,
trfcos, asentamientos, recursos, plantas, animales y paisajes.
En su libro Las cruzadas vistas por los rabes, el libans Amin Maalouf nos pre-
senta una serie de puertos: Latakia, Tartus, Trpoli, Yabayi, Beirut, Saida, Tiro,
Acra y Haifa. Al leer el mapa que Maalouf nos presenta, comprendemos bien
la diferencia que exista para los guerreros de los siglos XII y XIII entre tomar
posesin de una ciudad puerto y una ciudad tierra adentro. Los sitios de las
ciudades del interior terminaban en muertes masivas por sed, por epidemia, por
locura y por hambre. En cambio, en las ciudades puerto, los sitiados siempre
tenan una puerta abierta a posibles aliados que entraban para traerles abastos y
prestarles apoyo militar y, si la situacin se volva apremiante, en los puertos los
cercados encontraban una inigualable ruta de escape. Si Maalouf no propusiera
el mapa que presenta, posiblemente al lector de su libro le dara lo mismo que
un caudillo capturara Maarat que Saida.
Otros materiales de lectura son los diccionarios. Adems de resolver nuestras
dudas, nos proponen ligas, saltos, secuencias y redundancias. Por ejemplo, si
La lectura de ciencia y tecnologa
37
acudimos a un diccionario de etimologas griegas y buscamos gimnasia, ste
nos habla de un solo golpe de ejercicio fsico, cuerpo desnudo o con muy
poca ropa; un lugar pblico destinado a los ejercicios corporales; un espacio
destinado a la enseanza pblica; animales con la piel desnuda, sin espinas,
sin escudos (los gimnodermos); nos habla de los gimnosofstas o sabios bra-
hamanes que, con muy poca ropa, viven en los bosques, y de las plantas gim-
nospermas, que tienen sus semillas al descubierto.
Aparte de ofrecernos sorpresas y caminos no anticipados, cuando tenemos
disposicin y tiempo, los diccionarios nos atrapan y nos llevan de una entrada
a la otra, en saltos y ligas que jams terminan y que, como ejercicio de gimna-
sia, nos dejan exhaustos y fascinados.
Los contenidos curriculares de un diplomado o una licenciatura pueden ser ma-
terial de lectura, aparte de sugerir innumerables lecturas derivadas. Otros mate-
riales seran: manuales de fabricacin de muebles, recetas de cocina, revistas que
publican descubrimientos y partituras musicales. En resumen, existe un mundo
ancho y redondo, profundo y vasto, hospitalario y potente que nos interpela
desde los libros de ciencia y tecnologa para invitarnos al dilogo.
Para despedirnos, tomemos unos fragmentos del libro La rebelin de las formas
del gran divulgador de la ciencia Jorge Wagensberg:
Comprender es relacionar una realidad con algo ms compacto que
ella misma y, en el lmite, con su propia esencia [] Descubrir una
nueva esencia signifca ganar conocimiento. Y cada nueva esencia
adquirida multiplica nuestra capacidad de comprender el mundo
que nos rodea. O sea, la capacidad para comprender el mundo de-
pende del conocimiento acumulado.
[] Intuir es relacionar, quiz slo rozar, una realidad con otra
realidad que, comprendida o no, ha sido largamente percibida []
La lectura de ciencia y tecnologa
38
La intuicin es una revelacin de la propia mente, una mente que
se nutre con cada nueva percepcin. O sea, la capacidad para intuir
depende de la riqueza de nuestra vida cotidiana [] Por ello, aun-
que se puede intuir sin comprender y comprender sin intuir, nuestra
capacidad para comprender supera en mucho nuestra capacidad
para intuir.
[] Intuir y comprender suponen los instantes del gran gozo de
una mente pensante.

La lectura de ciencia y tecnologa
39
Algunos benecios
de la lectura
5
C
40
La lectura pone condiciones (de tiempo, de intimidad, de libertad) para
que los lectores piensen en s mismos, analicen sus carencias y haberes y los
nombren. Para que identifquen lo que los hace ser ellos mismos, especfca-
mente distintos, irrepetibles y nicos. Para que construyan y expresen una
postura propia frente al mundo y sus cosas. Para que construyan imgenes
de deseo. La lectura puede mejorar la autoestima que permite a los lectores
atreverse a construir visiones ms amplias y profundas del mundo, imaginar y
arriesgar con conciencia plena del azar y de sus probabilidades.
Desde otro punto de vista, la lectura toma a los lectores y los aleja de s mis-
mos, les permite ver desde los puntos de vista del autor, del narrador o de los
personajes, y los devuelve con nuevas ideas, con nuevas refexiones y con nue-
vas imgenes. Tambin, algunas veces, los devuelve con una mayor claridad
no de lo que saben sino de lo que estn buscando.
Pone a la vista y al alcance de los lectores a muchos otros. Y esta presencia
favorece la revisin, la recreacin o la reconstruccin que cada lector para
mantenerse vivo, abierto y vigente necesita hacer de s mismo a lo largo
de todo su curso de vida. Favorece que, al mirarse a s mismos como sujetos
vivos, piensen en los dems tambin como sujetos.
Algunos benecios de la lectura
41
Por otra parte, habilita a los lectores para que identifquen los rasgos sociales,
histricos, lingsticos, profesionales y culturales de los autores y de los perso-
najes de los libros y, por eso, pone condiciones para que piensen en su propia
pertenencia social, en su lengua, en su cultura, en su ofcio y en el lugar que
ocupan en la lnea del tiempo, con todos sus legados.
La lectura hace que estalle en formas, texturas y colores el vocabulario. Lo
ampla y permite a los lectores abrir cada palabra en busca de lo que sabe, de
lo que recuerda, de lo que intuye y anticipa. Tambin los invita a sentir cmo
la gramtica ofrece al mismo tiempo una estructura slida y un trampoln para
viajar a saltos.
La lectura pone ante la vista, el intelecto y el corazn maneras plurales de rela-
cionarse con el mundo, de resolver problemas, de responder a los otros, de pen-
sar en uno mismo, de reconstruir el pasado, de imaginar el futuro. Los lectores
pueden tomar algunos de estos rasgos para usarlos en su propia vida y experi-
mentar otras maneras de ser y de estar en el mundo que, quiz, les resulten tiles
para acercarse al cosmos desde nuevas posturas y con distintas estrategias.
Si la libertad consiste en tomar decisiones propias dentro de lmites precisos y usan-
do recursos disponibles, la lectura les permite contar con ms opciones, con ms
recursos, con ms alternativas para ejercer su libertad y abrir nuevos espacios.
Como sabemos, no poseemos una verdad terminada y cerrada. Lo que tenemos
es una serie de aproximaciones a la verdad que trabajamos da a da cuando
ponemos en accin la tica, la esttica, la ciencia y la tecnologa. La lectura, al
situar ante nosotros saberes, recuerdos, valores, imgenes y estrategias plurales
y alternativas, posibilita acercarse por muchas vas distintas al conocimiento y
encontrar estmulos para buscar la mejor verdad posible y seguir trabajndola.
La lectura, al presentar ecosistemas sorprendentes, teoras visionarias, mqui-
nas inverosmiles, situaciones nuevas, respuestas mil para un mismo problema,
Algunos benecios de la lectura
42
al pintar paisajes de mundos inimaginables, al relatar sucesos estremecedores
y dar testimonio de personajes vitales, habilita a los amantes de los libros para
comprender que el mundo existe ms all de ellos mismos y que, al mismo
tiempo, ellos forman parte del mundo: pertenecen al mundo y el mundo
infnito les pertenece.
El narrador uruguayo Mario Delgado Aparan, en una presentacin oral, afr-
m (es un recuerdo, no una cita textual) que la literatura constituye un arsenal
contra el desequilibrio del mundo y contra el desequilibrio propio. Adems,
con una mano nos ayuda a desentraar el absurdo y, con la otra, nos ofrece
pistas para desentraar la gracia de nuestra existencia.
La lectura habilita a los lectores para comprender que cuando se habla del
mundo, se habla de ellos mismos y, en consecuencia, que los libros hablan
de asuntos humanos que no les son ajenos, sino suyos. Necesita que los
Algunos benecios de la lectura
43 Algunos benecios de la lectura
lectores cuenten con cualidades humanas para enfrentar con osada, valenta
y conocimiento de causa encuentros sorprendentes con los libros. Al mismo
tiempo que pide estas cualidades, la lectura propicia su construccin al fa-
vorecer que los lectores ejerzan y mejoren, entre otras cosas, su autoestima,
confanza, imaginacin, osada, resistencia ante la incertidumbre, apertura a
lo nuevo, pasin por la sorpresa, capacidad de asombro, calidad argumenta-
tiva, memoria, amor por la vida, tendencia a la alegra, refexin, bsqueda,
capacidad de tomar en cuenta al otro y escucharlo, y capacidad de mantener
viva la esperanza.
En trminos sociales, la lectura, cuando ocurre en el seno de una comunidad
lectora, potencia las ideas originales, las cuestiona, las reacomoda, las enrique-
ce, les da nuevos signifcados y, por lo mismo, les da nuevos sentidos, nuevas
razones de ser, nuevas capacidades, nuevos destinos. Y fortalece la vida de las
comunidades.
La lectura pone en evidencia algunas de las consecuencias del pensamiento ce-
rrado y el papel que, en la historia de la humanidad, juegan el pensamiento
abierto, la imaginacin y los horizontes largos. Invita a los lectores a con-
vertirse en protagonistas de sus propias vidas, en narradores de sus propios
relatos y en buscadores activos y creativos de libros signifcativos y de personas
dispuestas a contar lo suyo. La lectura crea vnculos interpersonales, trama
relaciones grupales, construye conocimiento comunitario, fortalece el tejido
social y propicia el saludable y necesario dilogo ciudadano. Por otra parte,
estimula las preguntas, las dudas sinceras que se expresan a travs de palabras,
que sacan a las personas de sus zonas de confort y las hacen mirar ms all, con
valenta y confanza, hacia la siempre presente incertidumbre.
Para terminar este captulo, leamos algunos testimonios. El primero, es un
collage de distintos lectores y est tomado del prlogo del libro Mxico lee,
editado en 2010 por el Programa Nacional Salas de Lectura. El segundo est
tomado de la revista Leer por leer que, en Durango, coordina el mediador
Uriel Amaro Ros, y es de una lectora annima.
44
Gracias a la lectura s que ya no aguanto y que me quiero ir de aqu.
Digmoslo claro, como lo dicen en El traje nuevo del emperador.
No s la cara que puso mi padre cuando, al nacer yo, vio que no era
nio; pero s s que la lectura me salv, en la infancia, de su inmensa
violencia de gnero. El libro es confdente, nos cuenta sus secretos.
Cuando se fue mi madre y no volvi, la msica y los libros fueron mis
nicas alternativas de cobijo. Con una biblioteca tenemos el infnito
en cuatro paredes. Los libros nos permiten sentir sufciencia.
Cuando leo, ubico mis carencias y les doy un nombre. Ubico mis
miedos y nuestros miedos. Descubro que hay ms de un sentido. Des-
cubro que mi identidad es frgil, que no es de concreto. Me enfrento
a mi propia cerrazn. Me enfrento al otro y la otredad me amenaza.
Siento tristeza de la realidad. Conozco el placer y me lo concedo. Leer
es algo sabroso, sabroso.
Algunos benecios de la lectura
El lector
6
C
46

A quin podemos llamar lector? Si revisamos la presentacin de


este cuaderno y recordamos esa nocin abierta de que leer es notar un mensaje y
signifcarlo desde el propio punto de vista al echar mano de los propios recuer-
dos, saberes, vivencias y horizontes, podemos decir que lector es, por ejemplo,
el campesino que huele el viento para leer en l si trae o no lluvia el porvenir
cercano; el especialista en presas que se acerca al ro para leer en l qu tan lejos
cay la tormenta monte arriba y cul fue su intensidad; el jugador de dgalo con
mmica, que consigue leer el nombre de la pelcula en los gestos del compaero
que por las reglas del juego no puede usar palabras; el beb que lee con
atencin los tacones de la mam, el ruido de su vestido y el perfume, y rompe en
llanto porque el texto que acaba de leer le dice que mam va a salir y que no va
a llevarlo; o el nio que lee la tensin en el ambiente de su casa y, con sabidura
asombrosa, en lugar de llorar, calla.
Tambin son lectores: el beb de 6
meses que chupa un libro bordado
en tela y un da descubre que est
chupando imgenes de seres que co-
noce; el infante de 18 meses que pasa
las hojas de un libro-lbum (con
ilustraciones abundantes y grandes y
con muy poco o ningn texto) y se
interesa tanto en las fguras como en
la historia que cuentan; el nio de 3
aos que, con el mismo lbum en las
manos, presta su voz a los personajes
y los hace decir cosas interesantes; el
escolar que, en medio de una lectura
grupal levanta la mano y dice que l
no est de acuerdo con lo que dice
el protagonista del relato; el adoles-
cente que copia versos enteros de un
El lector
47
poema para aprenderlos de memoria o que relaciona lo que le dijeron en el
aula con lo que dicen los tratados de ciencias naturales; o el joven artista que
peina una biblioteca entera en busca de los mejores hroes y heronas para
imaginar y pintar sus retratos, o para encontrar esos manuales que vio hace
algn tiempo y est necesitando.
Y luego estn los lectores asiduos y consuetudinarios quienes conocen colec-
ciones completas al derecho y al revs, enfrentan a unos autores con otros,
ubican pocas y acontecimientos, esperan con un libro en la mente a que se
abra la Sala de Lectura para entrar a buscarlo, pueden narrar epopeyas, saben
encontrar en la coleccin prrafos aterradores, dilogos creativos o frases lu-
minosas, tienen autores preferidos y con conocimiento de su propio esta-
do de nimo, sus gustos y sus necesidades no eligen un gnero cualquiera
sino que buscan, por ejemplo, un poema, un mapa, un ensayo cientfco, un
testimonio, una carta, un corrido, un relato de fccin, o una novela larga y
compleja, segn lo necesiten y segn preferan.
Son lectores los que navegan por la Red para encontrar textos que necesitan y
tambin los que escriben en sus pginas personales los acontecimientos del da
y entran a las pginas de otros para saber cmo estn y cules son sus planes.
Los que a travs de la misma Red entran a una galera de pintura y se quedan
dos horas frente al Jardn de las delicias de El Bosco o contemplan sin prisas
las ilustraciones de Dor. Los que, tableta de lectura electrnica en mano, leen
un libro digital completo. Y los que leen en Twitter opiniones, quejas, bromas,
paradojas, sucesos y pensamientos escritos con brevedad obligada, porque no
pueden usar ms de 140 caracteres.
As, leemos el semforo para cruzar con seguridad en una esquina; leemos las
montaas para saber si una creciente repentina nos atrapar a la mitad de un
ro; leemos las noticias (en textos, encabezados, fotos, esquemas y caricaturas);
leemos el estado de nimo de nuestros colegas para construir un clima amable
en la ofcina; leemos nuestros derechos culturales para mostrar al otro que se
El lector
48
equivoca al querer que, de manera obligada, pensemos como l piensa; leemos
el men de una fonda para asegurarnos si tenemos alergias de llegar con
bien a nuestras casas; leemos una receta porque esperamos visitas; leemos la
fecha de caducidad de un producto para saber si nos conviene o no comprar-
lo; leemos un relato corto en el autobs, entre el trabajo y la casa; leemos tres
captulos de una novela larga si, el domingo, por casualidad nos quedamos en
casa; y leemos un libro entero de poesa si el insomnio nos atrapa.
Cada lector es distinto y produce sus lecturas originales. Sin embargo, po-
demos pensar en un lector ideal: cmo es a grandes rasgos un lector ideal?,
cmo vive en el mundo?, con quin habla?, cules son sus principales capa-
cidades y potencias? En el captulo anterior hablamos de los benefcios de la
lectura, que forma lectores y les imprime carcter, rasgos, actitudes, miradas y
los transforma con el paso del tiempo. Presentamos aqu lo que la lectura, en
trminos ideales, puede hacer de ellos, es decir, presentamos un perfl ideal,
un conjunto de rasgos deseables que no tienen por qu ocurrir al mismo tiem-
po y de inmediato, pero s pueden aparecer poco a poco, de libro en libro, de
refexin en refexin y de charla en charla.
En trminos ideales un lector asiduo, abierto, libre y dueo de s mismo puede:
Sea hombre o mujer, beb, nio, joven o adulto, viejo o anciano, respe-
tarse a s mismo y respetar a los otros de manera abierta e incluyente.
Ser miembro de un grupo social y, en el seno de ste, usar la lengua para
narrar, pensar, debatir, imaginar, pedir y ofrecer explicaciones, exponer
puntos de vista, formular preguntas, compartir experiencias vividas,
planear, convocar, pedir y ofrecer apoyos.
Disfrutar de la lectura oral y compartida pero, en general, gustar de leer
en silencio, con ritmo propio, e ir ms all de la superfcie del libro en
busca de profundidad, en busca de relaciones y procesos, en busca de
novedades y sorpresas.
Establecer ligas entre personas, personajes, sucesos, triunfos, derrotas o
estados de nimo.
El lector
49
Gustar de la relectura.
Estar consciente de que en los libros y en las colecciones habitan perso-
najes, modelos de ser y de pensar, pocas, autores, temas, paisajes, teo-
ras, relatos, emociones y anhelos con los que puede dialogar de manera
horizontal y abierta cuando lee.
Conocer y distinguir gneros de la literatura.
Elegir los libros que prefere leer en un momento dado.
Comprender que la lectura de un libro invita a la lectura de otros ms.
Tomar un libro y rodearlo con otros tantos, estableciendo con ellos dis-
tintos vnculos que, con creatividad, imagina. Por ejemplo, ligar entre
s pocas, geografas, valores, uso del dilogo, ofcios, catstrofes, logros
inmensos, silencios prolongados, bullicio, tono de las voces que narran
o personajes.
El lector
50
Tener una coleccin (pequea o
grande) de libros entraables.
Ser visitante consuetudinario de
una Sala de Lectura, una biblioteca
pblica o un sitio en Internet que
le da acceso a distintas colecciones,
y hacer uso frecuente del prstamo
a domicilio.
Publicitar de manera espontnea
entre sus pares sus libros favoritos.
Saber de memoria algunos prra-
fos de sus libros favoritos y contar-
los entre amigos y colegas cada vez
que puede.
Tener una red de amigos y colegas
con los que comparte, mediante
charlas informales, los pasajes, los
dilogos, las ideas, las pasiones y
los acontecimientos que encuen-
tra en los libros que est leyendo o
ley en el pasado.
Mantener una actitud de escucha
atenta, abierta e incluyente, apre-
ciar la diversidad (en sus amigos y
colegas y en los textos) y, al debatir
y charlar, hacer uso incluyente de
la pregunta, la explicacin, el argu-
mento, la narracin, el testimonio,
el dilogo y el debate.
Estar consciente de que no existe una
sola lectura. Por lo tanto, ha de saber
que su lectura ser original e indita.
El lector
51 El lector
Saber tambin que, al leer, l mismo produce imgenes derivadas de la
lectura e ideas propias y, por lo mismo, sabe que tiene la capacidad de,
en calidad de autor, escribir textos derivados de sus lecturas, editarlos,
ilustrarlos y convertirlos en libro (con tiros de pocos ejemplares para
regalar algunos).
Saber que los lectores estn habitados por sus lecturas y por los autores
que leen y, por lo mismo, saber que es una biblioteca invisible y ambu-
lante, y dentro de s, guarda y resguarda ideas, emociones, confictos,
palabras, sonidos, gritos y dilogos. Y recurrir a este acervo invisible con
frecuencia, como parte de sus haberes, como parte de sus riquezas.
Finalmente, puede acudir a funciones de msica, danza y teatro, visitar
galeras de fotos y pinturas, recorrer museos, ver pelculas y andar por la
vida, cmara en mano y con papel y lpiz en la bolsa, slo por si acaso.
En un afn de enfatizar la idea de que los lectores son personas habitadas por
autores y tambin por paisajes, pocas o personajes, recordemos aqu (en una
traduccin libre) a ese personaje que en su libro El hombre ilustrado imagin
Ray Bradbury.
Se quit la camisa y la meci en el aire. Estaba cubierto con ilustra-
ciones que iban desde el anillo azul que tena tatuado alrededor del
cuello hasta la cintura.
Y todava tengo ms me dijo, quiz porque adivin mi siguien-
te pregunta. Todo yo estoy ilustrado.
Y abri la mano. En su palma vi una rosa, recin cortada, con gotas
de agua cristalina entre sus suaves ptalos rosados. Quise tocarla, pero
era slo una rosa ilustrada.
Y en cuanto al resto [] su cuerpo era una celebracin de gente,
de fuentes y cohetes dibujados con tan intricados detalles y colo-
res que podas or como pequeas murmuraciones mudas las
voces de las multitudes que habitaban a aquel hombre ilustrado
[] Cuando mova sus msculos, diminutos ojos dorados y verdes
52
hacan guios y unas manitas rosadas saludaban. En su pecho
tena planicies amarillas, y ros azules, y montaas, y estrellas,
y soles, y planetas desparramados por la Va Lctea [] Y desde
las cavidades que se formaban bajo sus brazos, unos pequeos ojos
demonacos brillaban como si estuvieran espiando.
El lector
El juego y la lectura
7
C
54
L a condicin del lector, en muchos sentidos, es una condicin de ju-
gador porque, como vimos antes, al abrir un libro, el lector arriesga su cer-
tidumbre, su zona de confort, sus verdades y hasta la confguracin que ha
construido de s mismo. No arriesga en un afn destructivo, sino con la espe-
ranza de ganar imgenes alternativas, ideas nuevas, profundidad y textura en
sus emociones. Arriesga con la esperanza de encontrar horizontes ms largos.
Por eso, el juego, cuando se juega de manera libre, autogestionada, entre ami-
gos y sin esperar logros especfcos, cuando se juega slo porque s, por el
gusto, por la risa que lo acompaa, por retar al azar y en busca de sorpresas, es
uno de los mejores aliados de la lectura.
El jugador tiene que conocerse a s mismo en sus limitaciones tanto como
en sus potencias y, al conocerse, tiene que encontrar las contrapartes ms
adecuadas a sus capacidades. Un buen jugador de altura busca contrincantes
de altura, porque una de las caractersticas indispensables del juego es la in-
certidumbre. Quien sabe que va a ganar no est jugando, est siguiendo un
protocolo. El contrincante tiene que representar un reto con una posibilidad
de resultar superable, pero tambin con una calculada probabilidad de que
quien reta, sucumba al juego.
Si traducimos esto a la lectura, vemos que el juego favorece que los lectores
no se conformen con los libros que otros les dan y salgan en busca de talentos
semejantes a los suyos o un poquito ms altos: Por ah escuch que este libro
es muy difcil de leer, quiero ver si es as de duro como dicen, o bien: O que
Umberto Eco est preparando una versin ligera de El nombre de la rosa: a m
no me hablen de eso, yo mejor me la juego con la versin pesada
El juego y la lectura
55
El juego pide compaa, pide confrontacin, pide dilogo y hasta trabajo en
equipo. Tanto en el triunfo como en la derrota, los jugadores quieren pares,
amigos, colegas, cmplices y testigos que les permitan celebrar, refexionar,
digerir y construir una mejor imagen de s mismos: de sus potencias, de sus
limitaciones, de la necesidad de concentrarse y practicar un poco ms. El
juego pide grupo, para festejar con otros la victoria y para encontrar cobijo
en la derrota.
La lectura, cuando resulta conmovedora, inspiradora, sorprendente, inquie-
tante, bella, cientfcamente iluminadora, tecnolgicamente deslumbrante o
sideralmente inmensa, lanza al lector al seno de su grupo (de estudio, de jue-
go, de investigacin, de charla) de manera irremediable. Al interior del grupo,
el lector vibra, alerta, dice, duda, invita, valora, documenta, contagia. Y se
vuelve un motor que pone en juego a las comunidades.
La lectura pide a los lectores que acusen recibo de sus cambios, de las trans-
formaciones que sufren, para que estn conscientes, para que mejoren sus
habilidades, construyan conocimiento, recuerden de dnde vienen y hacia
dnde quieren ir. Ellos, conscientes de sus logros, abren el siguiente libro en
busca de nuevos retos, para medir sus capacidades.
El juego y la lectura piden que los jugadores tengan actualizadas sus capaci-
dades de reconocer las alternativas posibles y acceder a ellas, de mirarse a s
mismos en movimiento, de tomar en cuenta al otro, de planear, de convocar,
de establecer reglas propias y respetar las reglas de otros, de construir retos
complejos, de calcular probabilidades, de desarrollar confanza basada en la
autorrefexin y la autoestima.
Tambin reclaman la capacidad de distinguir lmites, analizar estructuras y en-
contrar espacios marginales para, dentro de los lmites conocidos, dar rienda
suelta al pensamiento creativo, imaginar y mirar lejos, contemplar un universo
dado, pensar, considerar el proyecto personal y el proyecto de equipo, saber en
El juego y la lectura
trminos cualitativos y cuantitativos lo que se est arriesgando, optar, elegir,
decidir y reconocer y asumir las consecuencias de las decisiones tomadas.
El juego y la lectura nos colocan entre la realidad tangible y la realidad posible,
entre lo que podemos ver, or, tocar y lo que podemos imaginar. Y tienden
puentes entre estas dos realidades que nos permiten ir de una a la otra, como
viajeros consuetudinarios.
Por otra parte, demandan la capacidad de convivir con el azar y con la incer-
tidumbre, de buscar la sorpresa, de no perder jams la capacidad de asombro
y de mantener siempre viva la esperanza.
El juego y la literatura nos echan a andar por la lnea del tiempo de ida y vuel-
ta y ponen ante nosotros, entre nosotros y dentro de nosotros, un abanico de
saberes, haberes y posibilidades.
Para fnalizar, contemplemos a travs de una ventana indiscreta al poeta Pa-
blo Neruda cuando, en pleno juego libre, dibuja, busca y atrapa las palabras
que necesita para hacer un poema. Tomamos los fragmentos de su libro
Confeso que he vivido: memorias.
Las palabras
(fragmentos)
Todo lo que usted quiera, s seor, pero son las palabras las que can-
tan, las que suben y bajan [] Brillan como piedras de colores,
saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, roco Las
agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio,
las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes,
ebrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como gatas,
como aceitunas [] Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo,
me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto Las dejo como
56
El juego y la lectura
estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruida, como
carbn, como restos de naufragio, regalos de la ola [] Todo est
en la palabra Una idea entera se cambia porque una palabra se
traslad de sitio, o porque otra se sent como una reinita adentro de
una frase que no la esperaba y que le obedeci [] Tienen som-
bra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue
agregando de tanto rodar por el ro, de tanto transmigrar de patria,
de tanto ser races Son antiqusimas y recientsimas [] Viven en
el fretro escondido y en la for apenas comenzada.
57
El juego y la lectura
59
Terminamos este cuaderno La lectura, pero antes de despedirnos recordemos
que una de las grandes hazaas que logra la lectura es convidarnos a pensar,
a discriminar, a ordenar, a elegir, a imaginar por cuenta propia. Tambin nu-
tre nuestra capacidad de construir un pensamiento propio, crtico y creativo
y nos invita a estar en el mundo de una manera libre, abierta y soberana.
La lectura nos invita a problematizar la vida y, como contraparte, nos ofre-
ce elementos que iluminan las contradicciones. Nos incita a identifcar pa-
radojas e inconsistencias, a descubrir alianzas, a conocer matices, a desatar
entuertos.
Nos convida a descubrir que el mundo aparece cuando lo nombramos, pues
al nombrar cada cosa le asignamos un signifcado y de este modo cada cultura
y cada lengua asigna sentidos distintos a las cosas.
Por otra parte, nos permite vivir relaciones interculturales y desarrollar el h-
bito de la hospitalidad que no prejuzga al otro, que no lo etiqueta, que no lo
quiere como un clon, sino como un ser distinto.
La lectura nos acompaa con lealtad frente a la ambigedad del mundo y nos
alienta a darle forma y matices con el auxilio de las palabras. Nos recuerda
que podemos elegir nuestra compaa al elegir autores, temas y personajes del
presente tanto como del pasado.
Algunas veces la lectura nos empuja a salir de nosotros mismos: cuando nos
interpela, nos lanza o nos desarma. Y nos recibe de nuevo con hospitalidad
creciente y con las manos llenas de posibilidades. Y, en ocasiones felices, nos
golpea de sbito con latigazos de cristalina belleza que nos sorprenden, nos
dejan sin aliento y con el corazn a toda marcha.
Mara Sabina, la sabia mazateca, era una lectora incorregible. Lea el viento,
el aire, las estrellas, los hongos, las fores y los fuegos. Era una gran lectora y,
quiz por eso, consigui construir una imagen de s tan digna como la for
Al terminar
La Lectura
60
ms sencilla, y tan grandiosa como el guila. Escuchemos antes de despedir-
nos fragmentos de los cantos que, con gran humildad, se cantaba a s misma,
y que conservamos escritos gracias al registro y a la traduccin del tambin
poeta y tambin mazateco Juan Gregorio Regino.
Soy mujer remolino
mujer de las alturas
mujer luz
mujer espritu
mujer da
mujer guila
mujer elegante
mujer altiva
mujer limpia.
Amanecer limpio
amanecer transparente.
Yo soy madre
madre que tiene vida
madre que se mece
madre brisa
madre tierna
madre retoo
madre que crece.
Soy mujer chuparrosa
mujer estrella
mujer luna
mujer cielo
mujer que sabe nadar en lo sagrado
porque puedo ir al cielo.
La Lectura
Por la sombra me voy
por las huellas me voy
me voy con mis manos
me voy con mi lengua
hablo con humildad.
Hacia all me dirijo
hablo con mi libro
miro hacia adentro
examino mi libro limpio
mi libro sabio
mi ave limpia
mi ave sabia
pluma fresca
pluma tierna.
Hablo del camino
del camino de brisa
del camino de huellas,
hablo de la quietud
que est tendida en el camino
que est tendida en la huella.
63
Bibliografa
Blumenberg, Hans, Paradigmas para una metaforologa, Madrid, Trotta, 2003.
Bradbury, Ray, Te Ilustrated Man, Harper Collins, Nueva York, 2001.
Csaire, Aim, Te Collected Poetry, Berkeley, University of California Press,
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Gmez Lpez, Csar, Signifcado y libertad, Madrid, Siglo XXI, 2003.
Gribbin, John, As de simple. El caos, la complejidad y la aparicin de la vida,
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La Lectura
Se termin de imprimir en la Ciudad de Mxico, en enero de 2012, en los
talleres de Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V. (IEPSA), San
Lorenzo 244, col. Paraje San Juan, Iztapalapa, C.P. 09830, Mxico, D. F.
Para su composicin se utilizaron las familias tipogrfcas Adobe Garamond
Pro y Myriad Pro. El cuidado de edicin estuvo a cargo de la Direccin Ge-
neral de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. El
tiraje consta de 5 000 ejemplares.
Cuadernos de SALAS DE LECTURA
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