Paul Celan - Poesía
Paul Celan - Poesía
Paul Celan - Poesía
POEMAS
SELECCIÓN, TRADUCCIÓN
Y PRÓLOGO
DE
PABLO OYARZUN R.
SANTIAGO, 1997
DOCTORADO EN FILOSOFÍA Curso: Filosofía y Estética
CON MENCIÓN EN ESTÉTICA Entre Heidegger y Celan /
Y TEORÍA DEL ARTE Materiales 2 Profesor: Pablo Oyarzun R.
—2—
ÍNDICE
Oí decir 29
Brillo 30
Jugando con hachas 31
Ante una vela 32
Con llave cambiante 34
Atardecer de las palabras 35
Recuerdo 36
Nocturnamente enfaldados 37
Ojo del tiempo 38
Cualquier piedra que levantes 39
—3—
Schibboleth 40
Cenotafio 41
Habla también tú 41
Argumentum e silentio 43
Voces 46
Con carta y reloj 49
Bajo una imagen 50
Tenebrae 51
Flor 52
Reja del habla 53
Matière de Bretagne 54
Una mano 55
Arriba, sin ruido 56
Una estrella de madera 58
Stretto 59
—4—
Cambio de aliento (1967) 89
En los ríos 90
Los números 91
Estar 92
Soles en fibras 93
Arrancada 94
Resto cantable 95
No más arte de arena 96
Negros 97
Gloria cineraria 98
Lo escrito 99
Ataque de cello 100
Un estruendo 101
Give the word 102
Una vez 103
Instante 105
Frankfurt, septiembre 106
Aranado el azar 107
La onza verdad 108
Las cabezas 109
El corazón excavado en fosa 110
Cuando no sé, no sé 111
Rumbos de peregrinos de la ira 112
La eternidad 113
De materia angélica 114
Cerca, en el arco de la aorta 115
Ningún nombre 116
Imagínate 117
—5—
Yacíamos 122
Los escabullidos 123
Patrimonio disperso 124
Rebana la mano que ora 125
Las eternidades 126
El uno a mí restante 127
La mantis 128
Membranas natatorias 129
Abordable 130
Lividivocal 131
También a mí 132
Los nombres proferidos 133
No te adelantes 134
Tú yaces 136
Ilegibilidad 137
Qué cose 138
Oigo que el hacha ha florecido 140
Parte de nieve 141
Envuelto de enero 142
Oblicuamente 143
Con las calles ciegas 144
Algo como noche 145
Por qué este abrupto estar en casa 146
Para Eric 147
Una hoja 148
Una rama de vendimia 149
Nosotros, rebosados de profundidad 151
El eco-esquirla 152
—6—
Los polos 161
Yo tomo vino 162
La Nada 163
Lo ajeno 164
Cambio de lugar 165
Qué se amarga 166
Viñadores 167
—7—
PROLOGO
Y NOTICIA DE PAUL CELAN
—8—
y corriente de la lírica le confía el coto cerrado de los
sentimientos, y luego se asombra por la capacidad que tiene el
poema de comunicarlos. Pero el poema es lo más abierto, es —
en los términos de Celan— espacio vacante, pura interpelación:
ni consumado decir, ni palabra redonda, sino: habla en ciernes.
Como tal vacancia, el poema no puede suplantar la
conversación que reclama, que sólo bosqueja. (No puede
simularla: su “yo” y su “tú” son insituables y a la vez
indelebles.) El poema, lo sabemos, el poema moderno, que
vive el desarraigo del habla, esencialmente, se desvive por la
conversación, se juega por la posibilidad de volver a
establecerla y, con ella, la morada de lo “humano”.
Por eso labora el poema en los bordes del lenguaje, y lleva
su existencia marginal, aparentemente desvinculada de las
“necesidades” y las “urgencias” de la “comunicación” y la
“comunidad”. Pero en verdad no hace otra cosa que excavar la
sede del corazón, del pensamiento, para que ella, aquella
posibilidad de conversar, vuelva a ganar el acceso y el derecho
a la palabra: al encuentro.
—9—
compañera tenaz—, a Soledad Fariña —siempre generosa—, a
Cristóbal Santa Cruz y Jaime Cordero —editores insobornables
—. Todas y todos fueron causa indispensable de este ejercicio,
pero (como se dice) mías son las muchas faltas.
Abril de 1997
—10—
Paul Celan
—11—
La lista de sus obras incluye los siguientes títulos: Der Sand
aus den Urnen (La arena de las urnas, Viena, 1948), Mohn und
Gedächtnis (Amapola y memoria, Stuttgart, 1952, que incluye
y corrige el libro anterior), Von Schwelle zu Schwelle (De
umbral en umbral, Stuttgart, 1955), Sprachgitter (Reja del
habla, Frankfurt, 1959), Die Niemandsrose (La rosa de nadie,
Frankfurt, 1963), Atemwende (Cambio de aliento, Frankfurt,
1967), Fadensonnen (Soles en fibras, Frankfurt, 1968),
Lichtzwang (Forzada luz, Frankfurt, 1970), y los póstumos
Schneepart (Parte de nieve, Frankfurt, 1971) y Zeitgehöft (En
cortijo de tiempo, Frankfurt, 1976). A estas obras se suma una
vastísima labor de traducciones: del inglés (Shakespeare,
Marvell, Housman, Lewis Carroll, Yeats, Marianne Moore, Emily
Dickinson, Frost), francés (Baudelaire, Nerval, Verlaine,
Rimbaud, Supervielle, Valéry, Apollinaire, Artaud, Picasso,
Cocteau, Desnos, Éluard, Michaux, Goll, Césaire, Char, Daive,
Cioran), ruso (Blok, Esenin, Khlebnikov, Mandelstam,
Sluchevsky, Yevtushenko), italiano (Ungaretti); tempranamente
había traducido unos textos de Marx al rumano. En fin, algunas
de sus breves piezas en prosa contienen pronunciamientos
fundamentales de poética (el discurso de recepción del premio
de Bremen y El Meridiano, con ocasión del premio Büchner,
que he vertido en otro sitio). En este volumen incorporé, a
manera de apéndice, dos prosas poéticas (Contraluz y
Conversación en la montaña) y un lema escueto de los últimos
años.
—12—
I
De Amapola y memoria,
De umbral en umbral
y Rejilla del habla
—13—
EN VANO pintas corazones en la ventana:
abajo el duque del silencio
alista soldados en el patio del castillo.
En el árbol iza su pendón — una hoja azulándose
cuando cae el
otoño,
reparte la brizna de la melancolía y las flores del
tiempo entre el
ejército;
con pájaros en el pelo avanza a sumergir las espadas.
—14—
CHOPO, tu follaje mira blancamente hacia lo oscuro.
El cabello de mi madre nunca se hizo blanco.
—15—
LA ARENA DE LAS URNAS
—16—
CHANSON DE UNA DAMA EN LA SOMBRA
Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese no nombra su nombre.
Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese nombra su nombre al final.
—17—
Ese no gana.
Ese pierde.
Ese va hacia la ventana.
Ese nombra su nombre primero.
—18—
ELOGIO DE LA DISTANCIA
Aquí arrojo,
corazón que moró entre los hombres,
de mí los vestidos y el brillo de un juramento:
—19—
TARDE Y PROFUNDO
—20—
venga el mar borboteante,
la encolerizada ráfaga del revés,
el día de medianoche,
¡venga lo que todavía no fue!
—21—
CORONA
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca habla verdad.
Es tiempo.
—22—
FUGA DE LA MUERTE
—23—
cavad vosotros más hondo unos y otros seguid
tocando para el baile
—24—
tu dorado cabello Margarethe
tu ceniciento cabello Sulamith
—25—
EN EGIPTO
—26—
CRISTAL
—27—
LOS CÁNTAROS
—28—
CUENTA las almendras,
cuenta lo que amargo fue y te mantuvo despierta,
cuéntame además a mí:
Vuélveme amargo.
Cuéntame entre las almendras.
—29—
De umbral en umbral (1955)
Y ya no vi más a mi álamo.
—31—
BRILLO
El cuerpo callando
yaces en la arena junto a mí,
sobre ti las estrellas.
..................................
¿Quebróse
de lo alto un
rayo hacia mí?
¿O es la vara de la justicia
que sobre nosotros fue rota
la que talmente brilla?
—32—
JUGANDO CON HACHAS
—33—
ANTE UNA VELA
Delgada la figura,
una fina sombra de ojos como almendras,
boca y sexo
rodeados por danzas de bestiario de sueño,
se desprende oscilante del oro hendido,
asciende hasta
la cima del ahora.
—34—
cuando había que vivir donde antes que él ya
estuvo su palabra,
en el nombre del segundo, que miró y derramó
las lágrimas,
en el nombre del tercero, que apila
blancas piedras en el medio,—
te libero del
amén que nos ensordece,
de la gélida luz que lo orilla
allí, donde, alto como torre, entra al mar,
allí, donde la paloma, la gris,
coge con el pico los nombres
a este lado y al otro lado del morir:
¡Tú sigues siendo, sigues siendo, sigues
siendo el hijo de una muerta,
consagrado al No de mi añoranza,
desposado con una grieta del tiempo,
ante la cual me condujo la palabra materna,
para que una sola vez
se estremezca la mano
que siempre, siempre me aprieta el corazón!
—35—
CON LLAVE CAMBIANTE
—36—
ATARDECER DE LAS PALABRAS
—37—
RECUERDO
—38—
NOCTURNAMENTE ENFALDADOS
Nocturnamente enfaldados
los labios de las flores,
cruzados y triscados
los troncos de los abetos,
agrisado el musgo, la piedra estremecida,
despertados al vuelo infinito
los grajos sobre el glaciar:
Vamos a lavarla
vamos a peinarla,
—39—
vamos a volver su ojo
hacia el cielo.
—40—
OJO DEL TIEMPO
—41—
CUALQUIER PIEDRA QUE LEVANTES
—42—
SCHIBBOLETH
me arrastraron ellos
al medio del mercado,
hasta donde esa
bandera se despliega, aquella por la cual
no pronuncié ningún juramento.
Flauta,
flauta doble de la noche:
piensa en el oscuro
mellizo arrebol
en Viena y Madrid.
Corazón:
date a conocer aquí también,
aquí, en medio del mercado.
Grítalo, el schibboleth, lánzalo
fuera a lo foráneo de la patria:
febrero. No pasarán.
Unicornio:
tú sabes de las piedras,
tú sabes de las aguas,
ven,
yo te llevaré lejos
—43—
hasta las voces
de Estremadura.
—44—
CENOTAFIO
—45—
HABLA TAMBIEN TU
Habla —
Pero no separes el No del Sí.
Dale a tu sentencia también el sentido:
dale la sombra.
Mira en torno:
ve cuánta vida hay en derredor —
¡Cuando la muerte! ¡Vida!
Verdad habla quien habla sombra.
—46—
ARGUMENTUM E SILENTIO
Colocada en la cadena
entre oro y olvido:
la noche.
Cogerla quisieron ambos,
a los dos les dió licencia.
Deposita,
ahora deposita tú también lo que quiere des-
puntar junto a los días:
la palabra sobrevolada de estrellas,
la rociada de mar.
A ella, a la noche,
la sobrevolada de estrellas, la rociada de mar,
a ella la silenciada,
de la que no manó la sangre, cuando el venenoso
diente
de las sílabas se clavó.
—47—
al final, cuando sólo repican las cadenas,
da testimonio de ella, que yace allí
entre oro y olvido,
ambos hermanados desde siempre —
¿Pues dónde
clarea, dime, si no es donde ella,
que en la región aluvial de sus lágrimas
le muestra a los soles que descienden
una y otra vez la cosecha?
—48—
Reja del habla (1959)
Cúrvate, mundo:
cuando la concha de muerto viene flotando,
quiere resonar aquí.
—50—
Voces, guturales, en el cisco,
donde cava también lo infinito,
lodoso reguero
(del corazón).
Voz de Jacob:
Las lágrimas.
Las lágrimas en el ojo del hermano.
Una quedó colgando, creció.
Habitamos allí.
Respira, para
que se suelte.
Ninguna
—51—
voz — un
tardío rumor, ajeno a las horas, regalado
a tus pensamientos, aquí, despierto
por fin: una
hoja frutal, grande como un ojo, rajada
profundamente; gotea
resina, no quiere cicatrizar.
—52—
CON CARTA Y RELOJ
Cera
para sellar lo no escrito,
que tu nombre
adivinó,
que cifra
tu nombre.
—53—
BAJO UNA IMAGEN
—54—
TENEBRAE
Ora, Señor,
ora hacia nosotros,
estamos cerca.
Brillaba.
Ora, Señor.
Estamos cerca.
—55—
FLOR
La piedra.
La piedra en el aire, yo la seguí.
Tu ojo, tan ciego como la piedra.
Éramos
manos,
apuramos la oscuridad hasta vaciarla, hallamos
la palabra que brotó al verano:
flor.
Crecimiento.
Va hojeando
pared a pared del corazón.
—56—
REJA DEL HABLA
—57—
MATIÈRE DE BRETAGNE
Seco, atraca
el lecho detrás de ti, afila
su hora, arriba,
junto a la estrella, los esteros
lechosos parlotean en el fango, dátil de piedra,
abajo, emboscada, dehiscente en lo azul, una mata
fugacidad, hermosa,
saluda a tu memoria.
(¿Me conocíais,
manos? Yo anduve
la senda horquillada que señalabais, mi boca
escupió su cascajo, yo anduve, mi tiempo,
cornisa de nieve caminante, arrojó su sombra— ¿me
conocíais?)
Tú
Tú enseñas
Tú enseñas a tus manos
—58—
Tú enseñas a tus manos tú enseñas
Tú enseñas a tus manos
a dormir
—59—
UNA MANO
—60—
ARRIBA, SIN RUIDO, los
errantes: buitre y estrella.
Agua: qué
palabra. Te comprendemos, vida.)
—61—
Su vestimenta-y-ojo, él está,
como nosotros, plena noche, él declara
que entiende, y ahora cuenta,
como nosotros, hasta diez
y nada más.
Arriba, los
errantes
permanecen
inaudibles.
—62—
UNA ESTRELLA DE MADERA, azul,
hecha de rombos pequeños. Hoy, por
nuestra mano más reciente.
(— En mi noche, mi
noche.)
—63—
STRETTO
DESPLAZADO al
espacio
de la huella sin fraude:
Anda, tu hora
no tiene hermanas, tú estás —
estás en casa. Una rueda, lentamente,
rueda por sí sola, los rayos
suben,
suben sobre el campo ennegrecido, la noche
no requiere de estrellas, en ningún lado
se pregunta por ti.
En ningún lado
se pregunta por ti —
No veían, no,
hablaban de palabras. Ninguno
—64—
despertó, el
sueño
descendió sobre ellos.
Años.
Años, años, un dedo
palpa hacia abajo, palpa hacia arriba, palpa
alrededor:
costuras, tangibles, aquí
se abre, mucho, separándose, aquí
se vuelve a adherir — ¿quién
lo recubrió?
Lo re-
cubrió — ¿quién?
Llegó, llegó.
—65—
Llegó una palabra, llegó,
llegó a través de la noche,
quería alumbrar, quería alumbrar.
Ceniza.
Ceniza, ceniza.
Noche.
Noche-y-noche. — Anda hacia
el ojo, hacia el húmedo.
Hacia el
ojo anda,
hacia el húmedo —
Huracanes,
huracanes, de siempre,
remolino de partículas, lo demás,
ya
lo sabes, lo
leimos en el libro, era
opinión.
Era, era
opinión. ¿Cómo
nos aferrábamos con estas
— con
estas
manos?
—66—
un
verde
silencio, un sépalo, de
allí pendía un pensamiento en lo vegetal —
verde, sí,
pendía, sí,
bajo torvo
cielo.
En, sí,
lo vegetal.
Sí.
Huracanes, remo-
lino de partículas, quedaba
tiempo, quedaba,
para intentarlo con la piedra — era
hospitalario, ella
no caía en la palabra. Qué
bien que estábamos:
Granuloso,
granular y fibroso. Pedunculado,
espeso,
racimoso y radiado; reniforme,
aplanado y
grumoso; flojo, rami-
ficado —: ella, ello
no caía en la palabra,
hablaba,
hablaba gustosamente a ojos secos, antes de
cerrarlos.
Hablaba, hablaba.
Era, era.
—67—
Nosotros
no aflojábamos, de pie, parados
en el centro, una
construcción porosa, y
llegó.
Eclosionó, eclosionó.
Entonces —
Sube y
entra en el juego —
—68—
En la fuga de la lechuza que vuela, en la hora de
la lepra petrificada,
cuando
nuestras manos voladas, en
la más reciente condenación,
sobre el
parabalas en
el muro derruido:
visible, de
nuevo: las
estrías, los
Luego
hay templos en pie todavía. Una
estrella
tiene acaso luz todavía.
Nada,
nada está perdido.
Ho-
sanna.
(——gris día,
—69—
de las
huellas de agua subterránea —
Desplazado
en el espacio
de
la huella sin
fraude:
hierba,
hierba,
escrita separadamente.)
Sprachgitter
—70—
II
De La rosa de nadie,
Cambio de aliento
y Soles en fibras
—67—
LA PALABRA DEL IR-A-LO-PROFUNDO
la palabra que leímos.
Los años, las palabras desde entonces.
Todavía somos nosotros.
—68—
CON VINO Y PERDICIÓN, con
los dos sedimentos:
Se agazapaban, al
oírnos por encima de ellos,
escribían, ter-
giversaban nuestros relinchos
en una de sus
lenguas pobladas de imágenes.
—69—
ZÜRICH, ZUM STORCHEN
De lo Muchísimo se hablaba, de lo
Muy-poco. De Tú
y Ni-Tú, de
la turbiedad debida a lo diáfano, de
lo judío, de
tu Dios.
De
eso.
El día de una ascensión, allá
estaba el monasterio, venía con
cierto oro a través del agua.
Nosotros
en verdad no sabemos, sabes,
en
verdad no sabemos
—70—
lo que
importa.
—71—
TANTAS ESTRELLAS, que
se nos tiende. Yo estaba,
cuando te vi —¿cuándo?—,
afuera junto a
los otros mundos.
yo sé,
yo sé y tú sabes, nosotros sabíamos,
no sabíamos, nosotros
estábamos, pues, allí y no allá,
y a veces, cuando
sólo la Nada estaba entre nosotros, nos hallábamos
enteramente juntos.
—72—
LA ESCLUSA
......................
En una boca,
fue milpalabra para ella,
perdí —
yo perdí una palabra,
que me quedaba:
hermana.
Por
los muchos dioses
perdí yo una palabra, que me buscaba:
Kaddisch.
A través
de la esclusa tuve que pasar,
para salvar la palabra en la marea
salobre, de vuelta en ella, fuera
de ella, y más allá:
Jiskor.
—73—
SALMO
Una nada
éramos, somos, seguiremos
siendo, en flor:
la rosa de nada, de
nadie.
Con
el buril diáfano de alma,
el estambre desolado de cielo,
la roja corona
de la palabra de púrpura que cantamos
sobre, oh sobre
la espina.
—74—
TÜBINGEN, ENERO
Si viniese,
viniese un hombre,
viniese un hombre al mundo, hoy, con
la barba de luz de
los patriarcas: habría,
si hablase de este
tiempo, habría sola-
mente de
balbucear y balbucear,
si- si- siempre,
si- siempre.
(“Pallaksch, Palllaksch.”)
—75—
QUÍMICO
Grande, gris,
cercana como todo lo perdido,
figura de hermana:
Tú, entonces,
tú con el pálido brote,
cascado por mordisco.
Tú en el torrente de vino.
—76—
Silencio, cocido como oro, en
manos carbonizadas,
carbonizadas.
Dedos, delgados como humo. Como coronas, coronas
de aire,
alrededor de — —
—77—
RADIX, MATRIX
¿Quién,
quién era, aquella
raza, asesinada, aquella raza
erigida negra en el cielo:
verga y testículo —?
(Raíz.
Raíz de Abraham. Raíz de Jessé. Raíz de
nadie — oh
nuestra.)
Sí,
como se le habla a la piedra, como
tú palpas con mis manos allá
y en la nada, así es
lo que es aquí:
—78—
también este
suelo fructífero se abre,
este
precipicio
es una de las coronas que
crecen silvestres.
—79—
A UNO QUE ESTABA ANTE LA PUERTA, una
tarde:
a él
le abrí yo mi palabra — : hacia
el aborto lo vi trotar, al
semi-
estropeado, el
hermano que nació en la bota embadurnada
del siervo guerrero, aquél
con la hechura
sanguinolenta
de Dios, el
hombrecillo balbuceante.
A éste
circuncídale la palabra,
a éste
escríbele la viviente
Nada en el corazón,
a éste
enderézale los dos
dedos entumidos con una
fórmula salvadora.
A éste.
..............................
..............................
—80—
Abre de golpe la puerta de la mañana, Ra- —
—81—
MANDORLA
—82—
A LA POINTE ACÉRÉE
—83—
TODO EN UNO
—84—
LA SILABA DOLOR
En la mano se te dió:
un Tú, sin muerte,
junto al cual todo Yo regresó a sí. Iban
en derredor voces sin palabra, formas vacuas, todo
entró en ellas, mezclado
y desmezclado
y mezclado
otra vez.
Y números había
entretejidos en lo
Innumerable. Uno y Mil y lo que
delante y detrás
era más grande que sí mismo, más pequeño, ma-
durado y
transformado al
revés y en adelante en
un Jamás germinal.
—85—
floreció en masa y de día, en la negra luz
de la deriva del timón enloquecido. En sarcófagos,
urnas, canopas
despertaron los pequeños niños
Jaspe, Ágata, Amatista — pueblos,
tribus y linajes, un ciego
Sea
se anudó en
los libres cordajes con cabeza
de sierpe — : un
nudo
(y contra-nudo, y anti-nudo, y no-nudo, y nudo
gemelo y
mil-nudo), en el cual
la camada con ojos de noche cuaresmal
de las estrellas de marta en el abismo
de-le, de-le, de-le-
treaba, letreaba.
—86—
LA CONTRESCARPE
tanto
se
le exige a aquél
al que la esperanza acarrea hacia arriba y hacia abajo
por el camino corcovado del corazón —
tanto
en el viraje,
donde él encuentra la flecha del pan,
la que bebió el vino de su noche, el vino
de la vigilia de miseria,
de rey.
—87—
de palomas está posado lo que nada. A través de las
escamas
sangra el recado, lo añoso
cae joven por la borda:
Por Cracovia
has venido tú, en el Anhalter
Bahnhof
manó hacia tus miradas un humo
que era ya de mañana. Bajo
las pavlonias
viste erigirse los cuchillos, de nuevo,
aguzados de distancia. Se
bailaba. (Quatorze
juillets. Et plus de neuf autres.)
Sesgado, verso-de-simio, hocico de soslayo
mimaron lo vivido. El señor,
envuelto en una pancarta, se
acercó al grupo. Se tomó
una fotito
de souvenir. El dispensador
automático, ése eras
tú.
Oh este a-
migamiento. Pero otra vez,
allí, donde tienes que ir, el único
exacto
cristal.
—88—
EN EL AIRE, allí queda tu raíz, allí,
en el aire.
Donde lo terrestre se aglutina, terroso,
aliento-y-légamo.
Grande
va el proscrito allá arriba, el
ardido: un pomeranio, su hogar
la canción del abejorro, que perduró materna,
veraniega, diáfana
de sangre en el borde
de todas las abruptas
sílabas, las endurecidas de invierno,
frías sílabas.
Con él
andan los meridianos:
as-
pirados por su
dolor gobernado por el sol, que hermana a los países
bajo la
sentencia de mediodía de una
amante
distancia. Por do-
quier es aquí y es hoy día, es, oriundo de
desesperanzas,
el lustre,
en que los desunidos entran con sus
enceguecidas bocas:
el beso, nocturno,
graba el sentido a fuego en una lengua, a la que
despiertan, ellos—:
repatriados en
—89—
el rayo de conjuro, inhabitable y ominoso,
que reúne a los dispersos, los
conducidos por el Alma, desierto de estrellas, los
hacedores de tiendas allá en el espacio
de sus miradas y navíos,
las gavillas ínfimas de esperanza,
cunde allí adentro rumor de alas arcangélicas, de
fatalidad,
los hermanos, las hermanas: midióselos
muy leves, muy graves, muy leves,
con la balanza de los mundos en el
seno incestuoso, en
el fértil, los extraños de por vida,
coronados por esperma de estrellas, pesadamente
tendidos en los bancos abismales, enaltados
en dinteles turriformes, y diques, — los
—90—
Cambio de aliento (1967)
—92—
LOS NÚMEROS, en alianza
con la fatalidad de las imágenes
y contra-
fatalidad.
—93—
ESTAR, a la sombra
de la cicatriz en el aire.
Por-nada-y-por-nadie-estar.
Irreconocido,
por ti
solo.
—94—
SOLES EN FIBRAS
sobre el yermo gris-negro.
Un pensamiento
con estatura de árbol
aferra el son de luz: todavía
hay canciones que cantar más allá
de los hombres.
—95—
ARRANCADA por el ácido
del viento radioso de tu habla
la charla abigarrada de lo vivido a
préstamo — el centi-
lingüe diz-
poema, el ni-poema.
Desplegado en
torbellino,
franca
la vía a través de la nieve
antropomorfa,
la nieve de los penitentes, hacia
las hospitalarias
cámaras y mesas glaciales.
Hondo
en la grieta de los tiempos,
junto al
hielo en celdillas
espera, cristal de aliento,
tu irrevocable
testimonio.
—96—
RESTO CANTABLE — la silueta
de ése que irrumpió
calladamente a través de la escritura de hoz,
aparte, en el ámbito de nieve.
Arremolinándose
bajo cejas de
cometas
la masa visual, sobre la
cual el oscurecido diminuto
satélite corazón va a la deriva
con la
chispa atrapada fuera.
—97—
NO MÁS ARTE DE ARENA, ni libro de arena, ni maestros.
Tu pregunta — tu respuesta.
Tu canto, ¿qué sabrá?
Hondoenlanieve,
ondinieve,
O — i — e.
—98—
NEGROS,
como la herida del recuerdo,
hurgan los ojos en pos de ti
en la tierra coronaria claramente
mordida por dientes cardíacos,
que sigue siendo nuestro lecho:
En el sentido
seminal
te desestrella el mar, en lo más íntimo, por siempre.
—99—
GLORIA CINERARIA detrás
de tus manos estremecidas-anudadas
en el trivio.
Gloria
cineraria detrás de
vosotras, manos del
trivio.
Nadie
atestigua por el
testigo.
—100—
LO ESCRITO se ahueca, lo
hablado, verdemar,
arde en las bahías,
en los
nombres diluidos
brincan los delfines,
¿quién
resuella en este
cuarteto de
sombras, quién
entre ellas
de súbito brilla, brilla, de súbito brilla?
—101—
ATAQUE DE CELLO
por detrás del dolor:
la
tarde trepada
está llena de ramaje pulmonar,
dos
nubes ígneas de aliento
cavan en el libro
que abrió el bullicio de las sienes.
la sangui-
negra bebe
el semen del sanguinegro,
todo es menos de lo
que es,
todo es más.
—102—
UN ESTRUENDO: la
verdad misma
ha comparecido entre
los hombres,
en medio del
remolino de metáforas.
—103—
GIVE THE WORD
“Flechas tártaras”.
“Puchero artístico”.
“Aliento”.
Viene un hombre.
—104—
UNA VEZ,
yo lo escuché,
lavaba el mundo,
sin ser visto, noche a noche,
real.
Uno e infinito,
anulados,
ulan.
—105—
Soles en fibras (1968)
—107—
FRANKFURT, SEPTIEMBRE
Ciega estantería,
de barba lumínica.
Un sueño de escarabajo
la irradia.
las lágrimas
calladas afuera duramente
las dispara con la frase:
“Por última
vez psico-
logía.”
El grajo
falso
desayuna.
La oclusiva laringal
canta.
—108—
ARANADO EL AZAR, por viento no desalados los signos,
la cifra, multiplicada, desflorecida injustamente,
el Señor un cercano fugaz, pluvioso, que espía
cómo las mentiras siete veces
arden, los cuchillos
adulan, las
muletas
en falso juran, Ba-
bajo
este
mundo
ya se agita el noveno,
león,
tú canta la canción humana
de diente y de alma, durezas
ambas.
—109—
LA ONZA VERDAD en el fondo del delirio,
a su lado
pasan los platos de la balanza
rodando,
ambos a la vez, en diálogo,
—110—
LAS CABEZAS, horrendas, la ciudad
que construyen
detrás de la dicha.
a ti te llevaría por
esta calle
hacia adelante.
—111—
EL CORAZÓN EXCAVADO EN FOSA,
para que allí dentro
instalen ellos sentimiento.
Hermana de leche
pala.
—112—
CUANDO NO SÉ, NO SÉ,
sin ti, sin ti, sin tú,
Aschrej,
y cuando él,
él,
fetal,
la canción in-
mortal que se
rinde.
—113—
RUMBOS DE PEREGRINOS DE LA IRA
por un dentro y un fuera marítimo,
Conquista
en el más enangostado
y bajo macizo del
corazón.
(Nadie descolora lo que ahora mana.)
La sal de una
solidaria lágrima
sumergida
se afana en remontar
las diáfanas pilas de
bitácoras.
Pronto nos
dispara su destello.
—114—
LA ETERNIDAD envejece: en
Cerveteri los
asfodelos
se preguntan unos a otros
en blanco.
—115—
DE MATERIA ANGÉLICA, el día de la
animación, fálicamente
unidos en lo Uno
— Él, el justo que vivifica, hízote dormir hacia mí,
hermana —, remontando
por los canales arriba, hacia arriba,
a la corona radical:
partida la crisma,
alto nos enarbola, en simétrica eternidad,
erigido el cerebro, un rayo
vuelve a cosernos los cráneos, los pellejos
y todos
los huesos todavía por sembrar:
—116—
CERCA, EN EL ARCO DE LA AORTA,
en la clara sangre,
la clarapalabra.
Madre Raquel
no llora más.
Hacia allá se llevaron
todo lo llorado.
—117—
NINGÚN NOMBRE que nombre:
su igual sonido
nos anuda debajo de
la tiesamente cantable
carpa de claridad.
—118—
IMAGINATE
Imagínate:
el soldado del muladar de Massada
aprende la patria de la manera
más inextinguible,
en contra
de toda púa en la alambrada.
Imagínate:
los desojados sin figura
franco te conducen por el tumulto,
te fortaleces y
fortaleces.
Imagínate: tu
propia mano
ha mantenido este
trozo
de habitable tierra
alturado otra vez
sufridamente
hasta la vida.
Imagínate:
vino a mi encuentro,
despierto de nombre, despierto de mano
para siempre,
desde lo insepultable.
—119—
III
De Forzada luz,
Parte de nieve
y En cortijo de tiempo
inconcebiblemente
cebado ahora,
muy lejos
fuera de nosotros y ya —¿por causa de qué?—
resaltado,
de inemparejable,
brotado-partido,
pabellonero
pulmón.
—120—
TODTNAUBERG
en la
cabaña,
en el libro
—¿el nombre acogió de quién
antes del mío?—,
en ese libro
la línea escrita de
una esperanza, hoy,
en la palabra
venidera
de uno que piensa,
en el corazón,
los senderos de
troncos a medio hollar
en la alta ciénaga,
lo húmedo,
mucho.
—121—
YACÍAMOS
ya en el fondo de la Macchia, cuando tú
llegaste, por fin, a rastras.
Pero hacia ti no pudimos
echar oscuridad:
reinaba
forzada luz.
—122—
LOS ESCABULLIDOS
papagayos grises
la misa leen
en tu boca.
—123—
PATRIMONIO DISPERSO,
con la inmediatez del polvo.
de la grieta
de sus líneas de
la vida
sin sonido sale la respuesta:
la única eterna
gota de
oro.
—124—
REBANA LA MANO QUE ORA
del
aire
con las tijeras
oculares,
despabila sus dedos
con tu beso:
—125—
LAS ETERNIDADES lo llevaron
al rostro y más
allá,
un verde, no de aquí,
rodeó de vellos el mentón
de la piedra, que los sabios
enterraban y otra vez
enterraban.
—126—
EL UNO A MÍ RESTANTE
tachado en cruz por
travesaños:
—127—
LA MANTIS, otra vez,
en la cerviz de la palabra,
en que te habías escurrido —,
—128—
MEMBRANAS NATATORIAS entre las palabras,
su cortijo de tiempo —
una charca,
—129—
ABORDABLE
era el osci-
lante mirlo de un ala sola,
sobre el cortafuegos, detrás de
París, allí,
en el
poema.
—130—
LIVIDIVOCAL, desollado
desde lo profundo:
ninguna palabra, ninguna cosa,
y de ambas único nombre,
llagada ganancia
de un mundo.
—131—
TAMBIÉN A MÍ, que como tú he nacido, no me sostiene
mano alguna,
y a mí ninguna me arroja suerte a la hora, no distinto
que a ti,
a ti, como yo zambullido en sangre de toro,
y el almendrado testículo
atrona
y florece.
—132—
LOS NOMBRES PROFERIDOS HACIA
atrás, todos,
el extremo, relinchado
hacia el Rey
ante espejos de escarcha,
sitiado, rodeado
por excesivos partos,
—133—
NO TE ADELANTES,
ni mandes,
párate
aquí dentro;
yo te recibo,
en vez de toda
quietud.
—134—
Parte de nieve (1971)
—136—
ILEGIBILIDAD de este
mundo. Todo redoblado.
—137—
¿QUÉ COSE
en esta voz? ¿En qué
cose esta
voz
de este lado, del otro?
los tragó,
tú ordenas el mundo,
eso cuenta
lo que nueve nombres,
nombrados de rodillas,
Tumuli, tumuli,
tú
te vas ondulando, vivaz,
entra
en el beso,
un golpe de aleta,
continuo,
alumbra las abras,
echas
el ancla, tu sombra
te deja despojado en el seto,
arribo,
deriva,
un escarabajo te reconoce,
os sois ambos
—138—
inminentes,
orugas
os encapullan,
la Gran
Esfera
os otorga la pasada,
pronto
anuda la hoja su vena a la tuya,
chispas
tienen que pasar,
lo que dure un resuello,
síguela
—139—
OIGO QUE EL HACHA HA FLORECIDO,
oigo que el lugar es innombrable,
—140—
PARTE DE NIEVE, encabritada, hasta el fin,
en el viento de leva, delante
de las cabañas para siempre sin
ventanas:
—141—
ENVUELTO DE ENERO
en los balmos
espinudos. (Bébete
y llámalos
París.)
—142—
OBLICUAMENTE
ven, como la noche,
la vela de emergencia
se hincha,
catafalcado
a bordo
es tu grito,
allí estabas, abajo estás,
—143—
CON LAS CALLES CIEGAS hablar
de lo enfrente,
de su
expatriada
significación —:
mascar
este pan, con
dientes de escribir.
—144—
ALGO COMO NOCHE, de lengua más
aguzada que
ayer, que mañana;
algo amontonado
en puños infantiles;
algo de mi materia
y de ninguna.
—145—
¿POR QUÉ ESTE ABRUPTO ESTAR EN CASA, medio fuera, medio
dentro?
Yo puedo, mira, en ti, glacial, sumirme,
tú misma ultimas a tus hermanos:
antes que ellos
estuve yo contigo, nevada.
uno
quiere ahogarse dentro,
dos libros en vez de pulmones,
tal vez
yo fui cada uno.
—146—
PARA ERIC
nuestra copa
se llena de seda,
estamos
parados.
—147—
UNA HOJA, desarbolada,
para Bertolt Brecht:
—148—
UNA RAMA DE VENDIMIA, una,
cuidando el cuero de la frente,
Terrestre, terrestre.
—149—
un trapo cerebral
ondulando, un
trozo de mar,
iza, donde vives,
su capital, la
inocupable.
—150—
NOSOTROS, REBOSADOS DE PROFUNDIDAD, solos
en la gelidez.
Cada talud arrastra una pestaña
hasta la impronta del ojo
y su núcleo de
piedra.
—151—
EL ECO-ESQUIRLA oscurecido,
hacia el torrente
cerebral,
tanto allí
desguarnecido de ventanas,
mira, pues,
el cúmulo
de ociosa devoción,
a un
culatazo de
los silos de plegaria,
a uno y ninguno.
—152—
En cortijo de tiempo (1976)
el cielo
precipítase
al arpón,
lentamente
iza uno, que lo ve,
el bocado de consuelo: la
Nada en celo.
—154—
EN LA MÁS LEJANA
significación marginal, al pie de la tullida
escalera del amén:
la fase existencia des-
pojada hasta la calvicie,
cerquísimo, en la alcantarilla,
todavía se entreveran
los dichos,
la sobrenada se ha
apegado a mí,
renuncia a su pelea,
en el hielo,
estamos listos
para trocar en nosotros lo más letal,
—155—
ME ARROJAS A MÍ, ahogándo-
me, oro:
a lo mejor un pez
se deja sobornar.
—156—
La casa de los susurros,
abierta día por medio,
traspasada
a yute, de hondas
superficies,
da carta de ciudadanía
al sonido-de-estrechez,
de la fase balbuceo
cuidan
las clavijas
labiales,
— ¿encaja lo
otro, a
tiempo? —,
el cordaje de muertos
conduce a los ventisqueros,
la luna de polaridad
inversa
te desecha, segunda
tierra,
—157—
YO TONTEO con mi noche,
a todo
lo que rompió amarras aquí
lo apresamos,
cárgame tú también tu
oscuridad en
los medios ojos,
viajeros,
—158—
UNA ESTRELLA
al acecho de una luz,
una hora repulsa
una hora,
grave de corazón
rueda el azur
sobre ti,
tu saliva
sanguinolenta
agracia
un polvillo poseso,
un cabo de madre
lleva un rostro prematuro
a través de un dolor,
su Dios
balando mide a zancadas el
frente de las imágenes,
sobre los resaltes
de la cuna
superior.
—159—
ALMENDRANDA, tú que hablabas sólo a medias,
pero tiritada de través a través a partir de la simiente,
a ti
te dejé que esperaras,
a ti.
Y no estaba
todavía
quitada de ojos,
todavía no espinada en la estrella de
la canción, que empieza:
Hachnissini.
—160—
LOS POLOS
están en nosotros,
irremontables
en la vigilia,
hacia allá dormimos, ante la puerta
de la piedad,
di que e s Jerusalén,
—161—
YO TOMO VINO de dos vasos
y paso el peine puntudo
en la cesura del rey
como aquel otro por
Píndaro,
—162—
LA NADA, en virtud de
nuestros nombres
—ellos nos recogen—,
sella,
—163—
LO AJENO
nos tiene en su red,
la caducidad echa mano a
través de nosotros desconcertada,
entonces emergemos,
hacia ti, hacia mí,
—164—
CAMBIO DE LUGAR en las substancias:
ve hacia ti, adhiérete,
con desaparecida
luz terrena,
—165—
¿QUÉ SE AMARGA
hacia dentro?
bienaventurados
cuchichean los tornillos de mariposa en
más serena
altura de tormento.
las pausas
decisivas
reciben
provisión,
en la cámara de numerar,
rebeldes,
los anillos le rezan
al resto.
—166—
VIÑADORES desenterraron
el reloj de oscuras horas,
profundidad a profundidad,
tú lees,
el Invisible
emplaza al viento
a los límites,
tú lees,
—167—
Contraluz (1949)
—169—
Había llegado el Día del Juicio, y para probar la mayor
de las ofensas, clavaron la cruz a Cristo.
*
—170—
Sobre la balanza puso virtudes y vicios, culpa e
inocencia, buenas y malas cualidades, porque
buscaba certeza antes de juzgarse a sí mismo. Pero
los platillos de la balanza, lastrados de esta suerte,
quedaron a la misma altura.
Pero como quería enterarse, a todo precio, cerró los
ojos y anduvo incontables veces alrededor de la
balanza, en una dirección, en la opuesta, por tanto
tiempo, que ya no sabía qué platillo soportaba una
carga y cuál la otra. Entonces depositó a ciegas su
decisión de hacerse justicia a sí mismo sobre uno de
los platillos.
Cuando volvió a abrir los ojos, uno de los platillos,
ciertamente, había descendido, pero ya no se podía
reconocer cuál de ellos: el platillo de la culpa o el
platillo de la inocencia.
Esto lo enfureció, se negó a ver en ello una ventaja, y
se condenó, pero no pudo evitar el sentimiento de ser,
acaso, injusto.
—172—
Conversación en la montaña
(1959)
—173—
Allí están, pues, los primos hermanos, a la izquierda
florece el martagón, florece silvestre, florece como en
ninguna otra parte, y a la derecha, allí está el
rapónchigo, y el dianthus superbus, el clavel
coronado, no está lejos de él. Pero ellos, los primos
hermanos, ellos, quejémonos ante Dios, no tienen
ojos. Mejor dicho: tienen ojos, incluso ellos, pero un
velo cuelga por delante, no delante, no, por detrás, un
velo móvil; apenas entra una imagen, queda
suspendida en la trama, y al punto acude un hilo que
allí se va urdiendo, que se va tejiendo alrededor de la
imagen, un hilo del velo; se teje alrededor de la
imagen y con ella engendra un hijo, medio imagen y
medio velo.
¡Pobre martagón, pobre rapónchigo! Allí están, los primos
hermanos, en una avenida están en la montaña, y el bastón
calla, y calla la piedra, y el silencio no es un silencio, ninguna
palabra ha enmudecido y ninguna frase, sólo es una pausa, un
hueco de palabra, un espacio vacío, tú ves las sílabas que se
erigen en derredor; lengua son y boca, estos dos, como antes,
y en los ojos les cuelga el velo, y vosotros, pobres de vosotros,
no os erigís ni florecéis, no estáis presentes, y el mes de julio
no es julio.
¡Los parlanchines! ¡Aun ahora, que la lengua
estúpidamente choca con los dientes y los labios no
se hinchan, algo tienen que decirse! Bien, déjalos
hablar...
“Has venido desde lejos, has venido hasta aquí...”
“He venido. He venido como tú.”
“Lo sé.”
“Lo sabes. Lo sabes y ves: la tierra se ha plegado
aquí arriba, se ha plegado una vez, y dos, y tres
veces, y se ha abierto en la mitad, y en la mitad hay
un agua, y el agua es verde, y el verde es blanco, y el
blanco viene de más arriba aun, viene de los
glaciares, se podría decir, pero no se debe, que ése es
el lenguaje que prevalece aquí, el verde con el blanco
—174—
dentro, un lenguaje no para mí ni para ti — pues, yo
pregunto, para quién fue concebida, la tierra, no para
ti, digo yo, fue concebida, ni para mí —, un lenguaje,
pues, sin Yo y sin Tú, puro Él, puro Ello, entiendes,
puro Ella, y nada más.”
“Entiendo, entiendo. También he venido desde
lejos, también he venido como tú.”
“Lo sé.”
“Lo sabes y quieres preguntarme: y a pesar de todo
has venido, a pesar de todo, has venido hasta aquí —
¿por qué y para qué?”
“Por qué y para qué... Porque he tenido que
conversar quizás, conmigo o contigo, he tenido que
conversar con la boca y con la lengua y no sólo con el
bastón. ¿Pues a quién le conversa, el bastón? Le
conversa a la piedra, y la piedra — ¿a quién le
conversa?”
“¿A quién, primo hermano, iba a conversarle? Ella
no conversa, ella habla, y quien habla, primo
hermano, no le habla a nadie, ése habla, porque nadie
le escucha, nadie ni Nadie, y entonces dice, dice él y
no su boca y no su lengua, dice él y sólo él: ¿Oyes
tú?”
“Oyes tú, dice él — lo sé, primo hermano, lo sé...
Oyes tú, dice él, heme aquí. Estoy, estoy aquí, he
venido. He venido con el bastón, yo y ningún otro, yo
y no él, yo con mi hora, la inmerecida, yo, que fui
tocado, que no fui tocado, yo con la memoria, yo, el
de mala memoria, yo, yo, yo...”
“Dice él, dice él... Oyes tú, dice él... Y Oyestú,
ciertamente, Oyestú no dice nada, no responde,
porque Oyestú, ése es el de los glaciares, el que se ha
plegado, tres veces, y no para los humanos... El
verde-y-blanco allá, el del martagón, el del
rapónchigo... Pero yo, primo hermano, yo, que estoy
aquí, en esta avenida aquí, a la que no pertenezco,
—175—
hoy, ahora, que se ha puesto, él y su luz, yo aquí con
la sombra, la propia y la ajena, yo — yo, que puedo
decirte:
— Sobre la piedra estuve tendido, antaño, tú sabes,
sobre las losas pétreas; y junto a mí, allí estuvieron
tendidos, los otros, los que eran como yo, los otros,
que eran distintos a mí y los mismos, los primos
hermanos; y ellos estaban tendidos allí y dormían,
dormían y no dormían, y soñaban y no soñaban, y no
me amaban y no los amaba, porque yo era uno, y
quién quiere amar a uno, y ellos eran muchos, todavía
más que los que estaban tendidos en torno a mí, y
quién va a poder amarlos a todos, y yo, no te lo
oculto, yo no los amaba, a ellos, que no podían
amarme, yo amaba la vela, que ardía allí, a la
izquierda en la esquina, yo la amaba, porque ardía
hasta abajo, no porque ella ardiera hasta abajo, pues
ella, ésa era, sí, su vela, la vela que él, el padre de
nuestras madres, había encendido, porque en esa
tarde comenzó un día, cierto día, un día, que era el
séptimo, el séptimo, al que debía seguir el primero, el
séptimo y no el último, yo no la amaba, primo
hermano, a ella, yo amaba su arder hasta abajo, y,
sabes tú, no he amado ninguna otra cosa desde
entonces;
nada, no; o quizás aquello que ardía allí hasta abajo
como aquella vela en ese día, el séptimo y no el
último; no el último, no, puesto que estoy aquí, en
esta avenida, de la que dicen que es hermosa, estoy,
sí, aquí, junto al martagón y al rapónchigo, y a cien
pasos, allá, adonde puedo ir, allí el alerce sube hasta
el cembro, lo veo, lo veo y no lo veo, y mi bastón, que
habló, le habló a la piedra, y mi bastón, ahora está en
silencio, y la piedra, dices tú, ella puede hablar, y en
mi ojo, allí cuelga el velo, el móvil, allí cuelgan los
velos, los móviles, uno has levantado apenas, y ya
—176—
cuelga el segundo, y la estrella — pues, sí, ella está
ahora sobre la montaña —, cuando quiera entrar allí,
tendrá que ser para la boda y pronto no ya no será
ella misma, sino medio velo y medio estrella, y lo sé,
lo sé, primo hermano, lo sé, me encontré contigo,
aquí, y hemos hablado, mucho, y los pliegues allí, tú
sabes, no están ahí para los humanos ni para
nosotros, que vinimos aquí y nos encontramos,
nosotros, aquí, bajo la estrella, nosotros, los judíos,
que vinimos, como Lenz, por la montaña, tú Grande y
yo Pequeño, tú, el parlanchín, y yo, el parlanchín,
nosotros con los bastones, nosotros con nuestros
nombres, los impronunciables, nosotros con nuestra
sombra, la propia y la ajena, tú aquí y yo aquí —
— yo aquí, yo: yo, que puedo decirte, que podría
haberte dicho todo eso; que no te lo digo y no te lo he
dicho; yo con el martagón a la izquierda, yo con el
rapónchigo, yo con la que ardió hasta abajo, con la
vela, yo con el día, con los días, yo aquí y yo allá, yo,
acompañado quizás —¡ahora!— por el amor de los no
amados, yo en camino hacia mí, aquí, arriba.”
Agosto de 1959
—177—
La poesía ya no se impone, se expone
26.3.69
—178—