Rcces Normas para Servidores
Rcces Normas para Servidores
Rcces Normas para Servidores
CARISMTICA
CATLICA
EN EL ESPRITU SANTO.
NORMAS PARA SERVIDORES.
PRESENTACIN.
He ledo esta completa elaboracin de Normas
para Servidores de la Renovacin Carismtica Catlica, en el
Santuario del Sagrado Corazn de Jess de San Justo. Este
trabajo exhaustivo es el fruto de cada una de las reuniones y
reflexiones llevadas a cabo durante varios aos en la Escuela de
Servidores y que paciente e inteligentemente se han ido
analizando y comentando con los mismos miembros de dicha
Escuela, semana tras semana. Han logrado comunitariamente
plasmar en este escrito la vida y la dinmica del servidor en
funcin del grupo de oracin y de los ministerios, cosa nada
fcil.
Publiquen pues estas normas para que cada uno de los
hermanos servidores se atenga al espritu de las mismas. No
dudo que seguirn dando fruto de evangelizacin, de alabanzas
y abundantes sanaciones fsicas y espirituales para la gloria del
Padre. Compartir este material, ya experimentado durante tres
aos en nuestra comunidad carismtica, puede llegar a ser muy
til para los servidores de otras comunidades.
Han logrado aunar en estas Normas para Servidores el
pensamiento bblico, las orientaciones de Paulo VI y Juan
Pablo II, el pensamiento de nuestros obispos y los cnones del
Cdigo de Derecho Cannico, todo lo cual lo hace adems un
texto profundo de formacin cristiana y espiritual que lleva a la
santidad.
Yo bendigo a los buenos servidores que dieron lo mejor de s y
bendigo este trabajo destinado a santificar, santificndose en el
servicio de los hermanos, como Cristo el Seor, que vino no
para ser servido sino para servir y dar la vida por muchos.
Gloria a Dios.
P. Felicsimo Vicente
Prroco del Sagrado Corazn de Jess,
San Justo, Prov. de Buenos Aires,
31 de Enero de 1989, Da de San Juan Bosco.
LO QUE NOS DICE EL PAPA.
En la reciente Exhortacin Apostlica de Juan Pablo II sobre la
vocacin y misin de los laicos en la Iglesia y en el mundo
(Christifideles laici = CL) el Papa nos habla de los criterios de
discernimiento acerca de la autenticidad eclesial de las formas
de asociarse que tienen los laicos y nombra expresamente:
1. El primado que se da a la vocacin de cada cristiano a la
santidad.
2. La responsabilidad de confesar la fe catlica.
3. El testimonio de una comunin con la Iglesia universal,
firme y convencida.
4. La conformidad y participacin en el fin apostlico de la
Iglesia.
5. El comprometerse en una presencia en la sociedad humana
(Ver CL, 30).
Todos estos criterios los hemos tenido en cuenta
comunitariamente en estas normas. De este modo, todos nos
debemos hacer responsables del don de la unin de nuestra
comunidad que se acrisola en el amor y la paciencia de unos
con otros.
Nos dice el Papa: Los carismas, los ministerios, los encargos y
los servicios del fiel laico existen en la comunin y para la
comunin (CL, 20). Tal es el sentido exacto que hemos querido
expresar cuando, en estas normas, tratamos precisamente
sobre los carismas, ministerios y dems servicios comunitarios.
Estas normas tambin estn perfiladas hacia la RENOVACIN
del apostolado en y fuera de la parroquia. Los padre sinodales,
nos dice el Papa en la misma Exhortacin, han considerado
atentamente la situacin actual de muchas parroquias,
solicitando una decidida renovacin de las mismas (CL, 26).
Juan Pablo II nos dice a todos los laicos: Con esta uncin
espiritual (la misma de Cristo, por el Espritu Santo) el cristiano
puede, a su modo, repetir las palabras de Jess: El Espritu del
Seor est sobre m, por lo cual me ha ungido para evangelizar
a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberacin de los
cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los
oprimidos y a proclamar el ao de gracia del Seor (Lc 4, 18-
19). El Papa termina dicindonos: De esta manera, mediante la
efusin bautismal y crismal, el bautizado participa de la misma
misin de Jess, el Cristo, el Mesas Salvador (CL, 13).
En estas normas hemos tenido en cuenta que aquel mismo
Espritu que desde la eternidad abraza la nica e indivisa
Trinidad, aquel Espritu que en la plenitud de los tiempos uni
indisolublemente la carne humana al Hijo de Dios, aquel mismo
e idntico Espritu es, a lo largo de todas las generaciones
cristianas, el inagotable manantial del que brota sin cesar la
comunin en la Iglesia y de la Iglesia (CL, 19).
El amor y la vida del Padre, del Hijo y del Espritu Santo son el
don absolutamente gratuito que se ofrece a cuantos han nacido
del agua y del Espritu (Jn 3, 5), llamados a revivir la misma
comunin de Dios y a manifestarla y comunicarla en la historia
(CL, 8). Tal es la sntesis que configura nuestra misin
especfica como catlicos renovados en el Espritu Santo y para
lo cual y para lo cual han sido trabajadas, redactadas y
publicadas estas normas.
Como servidores queremos cumplir fielmente con el deseo
ardiente del papa Juan Pablo II, expresado en su oracin final
de esta Exhortacin Apostlica, cuando, dirigindose a Mara, le
dice:
T que junto a los apstoles
has estado en oracin
en el Cenculo
esperando la venida del Espritu de Pentecosts
INVOCA SU RENOVADA EFUSIN
SOBRE TODOS LOS FIELES LAICOS,
hombres y mujeres,
para que correspondan plenamente
a su vocacin y misin,
como sarmientos de la verdadera vid,
llamados a dar mucho fruto
para la vida del mundo (CL, 64).
El Papa define la formacin cristiana como un continuo proceso
personal de maduracin de la fe y de configuracin con Cristo,
segn la voluntad del Padre, con la gua del Espritu Santo (CL,
57). Tambin enfatiza la accin directa de Dios en la formacin,
tal como lo hemos establecido en estas normas: Es de
particular importancia, nos dice, la conciencia de que la labor
formativa es tanto ms eficaz cuanto ms se deja llevar
por la accin de Dios (CL, 63).
Los padres sinodales (Snodo de 1987) en su proposicin N 40
nos dicen: La formacin de los fieles laicos se ha de colocar
entre las prioridades de la dicesis y se ha de incluir en los
programas de accin pastoral, de modo que todos los esfuerzos
de la comunidad concurran a este fin (CL, 57). Nosotros nos
constituimos en servidores de la Iglesia, evangelizando con el
poder de Dios y obedeciendo a nuestros Papas y Obispos.
Eduardo Basombro
Coordinador.
Santuario del Sagrado Corazn de Jess.
Dicesis de San Justo, Prov. de Buenos Aires,
Argentina.
CAPTULO I
EL SERVIDOR.
1. Del servidor en s.
1. S bien todo cristiano es y debe sentirse servidor, por
razones estrictamente prcticas llamamos servidor a todo
aquel a quien el orden jerrquico de la Renovacin Carismtica
Catlica (RCC) le haya encomendado un ministerio, cualquiera
que ste sea. Al exigirse cierto orden y ciertos criterios de
accin concreta en nuestra comunidad, son los nicos a quienes
compete la aplicacin de estas normas, con el amor y la
sabidura que el Espritu Santo les inspire.
2. El servidor, siempre apoyado en el poder de Dios y, no en
otra cosa, ha de entender y vivir que es el ltimo de todos y
siervo de todos. No es dueo de nada ni de nadie ni impondr
cargas a sus hermanos ms que la del amor y el servicio.
3. Cuando le toque dirigir a un grupo de oracin se le
recomienda estar en el lugar de reunin antes que el resto.
4. Se le recomienda dejar todo lugar de reunin como le
gustara encontrarlo.
5. En los grupos de oracin, llevar lista de las personas con
nombre y apellido, direccin, nmero de telfono, da de
nacimiento y el santo. Esto ltimo para tenerlo en cuenta en el
grupo y orar por ellos.
6. Debe dar amor en todo momento y evitar todo roce, crtica
o condena a personas presentes o ausentes. Cuando sea
necesario, debe corregir en privado, con caridad y dulzura.
7. Si no se sintiere en perfectas condiciones para realizar su
responsabilidad, pedir retiro temporario, hasta superar su
problema.
8. El servidor no dirigir un mismo grupo de oracin por ms
de dos aos.
9. Debe tener la suficiente humildad para obedecer a la
autoridad competente, cuando se le pide descanso.
10. Para dirigir un grupo de oracin debe hacerlo con pleno
conocimiento del coordinador y en nombre de la comunidad. Se
evitar formar grupos por propia cuenta. Debemos recordar que
somos evangelizadores gracias a los carismas y al mandato de
la Iglesia (EN, 74). Esto ltimo nunca debe faltar, para obrar
en unin con la Iglesia.
11. Todo servidor guardar respetuoso silencio, cuando otro
hermano habla en alguna reunin comunitaria, evitando
interferir con otros comentarios particulares con el que est al
lado.
12. Se realizarn peridicamente convivencias para
conocernos mutuamente.
13. El servidor no se ha de apacentar a s mismo sino al
rebao que le ha sido confiado (Ez 34, 1-4).
14. Siempre ha de servir como siervo de Dios, haciendo de
corazn la voluntad del Seor, sirviendo de buena gana, como
si fuera al Seor y no a hombres (Ef 6, 10).
15. Debe dejar a un lado las amenazas, sabiendo que el Seor
es de unos y otros, porque para l no hay acepcin de personas
(Ef 6, 12).
16. Cuando tenga una sugerencia que escapa a su ministerio,
lo comunicar al equipo de discernimiento, para que decida
sobre su aprobacin.
17. Los servidores responsables como jefes de algn ministerio
son los encargados directos de resolver los problemas que
surjan en l. Cuando no los puedan resolver, acudirn al
ministerio de discernimiento.
2. De la formacin del servidor.
1. Todos los servidores asistirn a la escuela de servidores. S
alguno no sabe, para aprender. S sabe, para enriquecer al
grupo con su aporte y experiencia. No hay excusa para no
asistir. El que no lo haga, no podr ser servidor. Los que estn
haciendo el curso de discipulado estn eximidos de asistir a la
escuela de servidores.
2. No puede haber servidor sin estar procurando seriamente
el conocimiento de las Escrituras y del Magisterio eclesistico,
as como de los principios y fundamentos de la Renovacin
Carismtica Catlica.
3. Mucho ayudan a la formacin los libros y opsculos que se
han publicado y siguen publicando en la Renovacin, casi todos
excelentes y profundos.
4. Siempre que pueda asistir a seminarios de sanacin,
discernimiento, a talleres y dems retiros, asambleas y
convivencias que se organizan.
5. No har alarde de su formacin en momento alguno sino
que pedir al Seor su uncin, discernimiento y humildad sin los
cuales toda formacin se torna intil y hasta perjudicial.
6. Repetir la doctrina del Padre, como Jess, en toda
oportunidad y dejar de lado sus opiniones personales, cuando
se trata de la Revelacin.
7. Como Jess, se santificar para poder santificar a otros,
para poder ser realmente til a su prjimo, con el amor sabio y
poderoso de Dios habitando en l.
8. Todo lo que hace y dice lo ha de hacer y decir con amor y
por amor. Ser seal de su madurez y crecimiento.
9. Destierre de sus labios toda crtica o palabra carente de
verdadero amor por su prjimo.
10. En todo momento ha de ser factor de mayor unin entre
sus hermanos y no de divisin. S divide o el mismo se separa
de la comunidad, reflexione y discierna qu espritu lo mueve.
11. Su vida entera son un permanente y eficaz testimonio
delante de cualquiera, para que no haya contradiccin entre lo
que proclama y su accin diaria.
12. Con todas sus fuerzas ha de evitar, en todo momento y
circunstancia, el antitestimonio.
3. De los servidores entre s.
1. En toda relacin entre servidores debe estar presente el
amor que cada uno recibe de Dios, como cumbre de todo
carisma, recordando que la unin con el hermano debe ser
semejante a la unin trinitaria: en el amor y en la verdad,
enlazados unos con otros, por el nico Espritu de Unin. En
esto probarn ser verdaderos discpulos del Seor.
2. Siempre que hablen, se ha de evitar toda palabra hiriente,
de doble sentido o que manifieste desprecio, envidia o
desconfianza por el hermano, procurando hablar siempre para
edificacin de la Iglesia y el bien comn, muriendo a los
criterios propios, para usar siempre los de Dios.
3. Aydense mutuamente en la correccin fraterna, hecha
exclusivamente con amor y por amor al hermano, y sepan tanto
dar como recibir los dones y carismas de Dios, de los cuales son
administradores (1Pe 4, 10).
4. Sientan verdadero gozo con los dones y carismas que ven
en otros hermanos. La falta de este sentimiento, incluso la
tristeza, la envidia o la desconfianza, son indicios de que no son
movidos por el Espritu de Dios.
5. El escndalo nacido de actitudes ajenas al Evangelio debe
desterrarse entre nosotros como uno de los mayores peligros de
divisin.
6. La discusin violenta y pblica entre servidores es motivo
de escndalo y la debemos erradicar por completo.
7. Si tienen algo contra su hermano, antes que nada,
obedeciendo a Cristo, vayan a l y reconcliense con l.
Solamente despus de este intento sincero acudirn a quien
corresponda para solucionar el problema.
4. De la oracin del servidor.
1. Ha de orar personalmente por el ministerio o ministerios
que se le han confiado y por las personas. Ha de hallar en la
oracin personal y en la frecuencia de la Eucarista la mejor
preparacin para dirigir un grupo de oracin y realizar cualquier
ministerio.
2. Har de su formacin religiosa una oracin ms,
entendiendo que el Seor es quien da la gracia y los carismas,
no la letra de un libro ni la sabidura de un profesor. l es el que
pone palabras en la boca del que ensea y predispone el alma
del que escucha, grabando la doctrina del Padre en su corazn
(Ver EN, 75).
3. Emplee su tiempo en orar (preferentemente en lenguas)
por el hermano que caiga en falta, antes que proclamarlo a los
cuatro vientos. Lo ayudar a salir a flote con extrema
delicadeza, la misma que el Seor ha usado y usa con cada uno
de nosotros.
4. Deber tener en cuenta todo lo que se dice en la oracin
de los grupos.
5. Ha de orar sin interrupcin, de acuerdo al mandato del
Seor, lo cual significar en la prctica transformarlo todo en
oracin, y ha de pedir al Espritu Santo la comprensin y la
vivencia profunda de este don.
6. Ha de descubrir la riqueza de todos los sacramentos y de la
liturgia, que es la presencia real y operante de las tres divinas
personas, vivir de ellas y transmitir esta vivencia a su prjimo.
7. Respetando la libertad de los hijos de Dios, con los
servidores que se sientan movidos a ello, se reunir una vez al
mes en oracin comunitaria a fin de ir formando una verdadera
comunidad de servidores en el verdadero conocimiento, adems
de interceder por los otros servidores que no puedan concurrir.
5. De la relacin con otras personas e instituciones.
1. El servidor debe ser abierto y servicial en todo momento,
con la disposicin y solicitud de Mara, pensando en el inters
del hermano antes que en el propio y a favor de las
instituciones, antes que en el propio, sin hacer discriminaciones
de tipo alguno.
2. En todo d ejemplo de generosidad y desinters, Ayude, en
lo que pueda, a hacer brotar aguas vivas en la institucin en
que est.
3. No niegue su servicio, se lo piden y lo puede hacer. Aporte
su accin a las organizaciones de pastoral de conjunto.
4. Obedezca en todo momento, como a Cristo, las rdenes
emanadas de cualquier representante jerrquico as sea
perteneciente al Orden Sagrado (diconos, sacerdotes y
obispos) como a los mandos naturales dentro de la Renovacin,
teniendo en cuenta que nos santificamos para obedecer a
Jesucristo (1Pe 1, 2) y que Dios da al Espritu Santo a los que le
obedecen (Heb 5, 32).
5. Sea en todo momento y lugar, factor de unin y no de
separacin. Sepa crucificar su yo, por amor a esta unin
deseada por Dios.
6. De las relaciones con la jerarqua y las vas
jerrquicas.
1. Todos debemos entender que jerarqua significa orden
santo, o sea, orden establecido por Dios para gobernar a su
Iglesia. A esta jerarqua le debemos obediencia filial.
2. Toda actividad en la Renovacin debe tener el mandato
expreso de la autoridad constituida.
3. Dentro de la Renovacin Carismtica Catlica, la autoridad
constituida radica en el Prroco, en el ministerio de
discernimiento, en el Coordinador general, y en los jefes de
cada ministerio -en lo que toca a cada ministerio- contando
siempre con el asesoramiento del sacerdote, que debe estar
compenetrado de los objetivos de la Renovacin Carismtica
Catlica.
4. Debe evitarse trabajar por propia cuenta. Esta tendencia
debe tomarse como un verdadero riesgo. El Espritu Santo
trabaja en el orden santo establecido por l mismo en su
Iglesia, o sea, dentro y no fuera de la jerarqua debida.
5. Siempre queda el recurso de pedir el mandato de la
jerarqua para realizar una obra o establecer un grupo de
oracin o cualquier otro grupo. Por eso no hay excusa cuando
se insiste en trabajar en forma privada. Es de temer que en
tales trabajos o grupos se den desviaciones. Ya constituye una
desviacin no acatar a la jerarqua.
6. La obediencia a nuestro obispo es voluntad expresa de
Cristo: El que a vosotros escucha a m me escucha y el que a
vosotros desprecia a m me desprecia.
7. Para presentarse en algn lugar en nombre de la RCC (del
Santuario del Sagrado Corazn), deber contarse con la
aprobacin expresa de la autoridad constituida, recordando lo
que se dice en el N 4 de estas mismas normas. Tambin han
presentar ante el prroco del lugar o cualquier otra autoridad,
una nota (del Santuario) que acredite su delegacin.
8. Los problemas graves que surgieran en cada grupo de
oracin o que sean una amenaza para la Renovacin de la
Iglesia sern comunicados inmediatamente al ministerio de
discernimiento.
9. En estos casos expresados en la norma N 8, debe pedirse
al Seor un discernimiento objetivo de la situacin creada, sin
dejarse llevar de las apariencias o de un juicio injusto que
colocara a la Renovacin en falta.
10. El orden de prioridades para todo servidor ser el
siguiente: 1) Los eventos de la Iglesia universal; 2) Los
pertenecientes al orden nacional; 3) Los pertenecientes al
orden diocesano; 4) Los eventos del orden parroquial y 5) La
Iglesia domstica que tratar de canalizar su accin pastoral en
la Renovacin.
CAPTULO II
LOS GRUPOS DE ORACIN.
7. De la conduccin del grupo de oracin.
1. Sus servidores no deben olvidar que son instrumentos de
Dios. Pondrn la oracin comunitaria en las manos del Seor.
2. Darn lugar oportunamente a la oracin en silencio,
sobretodo despus de una gran alabanza, para no impedir la
accin del Seor, por escucharnos a nosotros.
3. No abundar en discursos. Slo aclarar, profundizar algn
tema. Pequeos comentarios. Dejar intervenir a otros y alentar
a los hermanos del grupo a dejarse llevar por el Seor.
4. Estar atento a los carismas que se manifiestan y buscar
permanentemente qu es lo que quiere el Seor a travs de las
manifestaciones en el grupo de oracin. Toda manifestacin se
ha de canalizar para provecho del grupo.
5. No preocuparse por tratar de repetir siempre un orden
determinado o esquemtico. Puede terminar en rutina. Librarlo
todo al poder de Dios, como nos exige la fe. Toda oracin
debiera ser distinta. Conviene advertir s hay estancamiento o
crecimiento.
6. Enviar a talleres especficos a los que desean aprender o a
aquellos en que se insinan los carismas.
7. Los grupos numerosos ya establecidos seguirn actuando
como hasta ahora, salvo que de comn acuerdo dispongan
dividirse y formar otro grupo de oracin, lo cual es sumamente
recomendable para la vivencia y propagacin de los grupos. La
tendencia de los grupos ser la de no ser tan numerosos que se
imposibilite el dilogo, la expresin de cada uno, la intimidad y
el pastoreo. Los servidores de los nuevos grupos establecidos
sern nombrados por el Coordinador o simplemente aprobados
por l.
8. El servidor ha de pedir que se repita en voz alta, cuando a
un hermano no se le ha escuchado, en el momento en que est
dando un testimonio o est expresando alguna manifestacin
del Seor o est pidiendo algo.
9. Tratndose de grupos de oracin al impulso del Espritu
Santo, no se intercalarn meditaciones ni se dar instruccin
catequstica ni se harn comentarios del Evangelio como cosa
rutinaria, salvo de los textos que inspire el Seor en la misma
oracin.
10. S se dieran casos atpicos (personas que interfieren con
actividades extravagantes, como arrojarse al suelo, gritar,
moverse histricamente, etc.) despus de un discernimiento de
la situacin, conviene apartarlos del grupo y tratar de calmarlos.
Con caridad se les explicar cmo su actitud perturba al grupo y
lo altera. Para ello habr dos personas que se encarguen de
ellas, despus de una instruccin apropiada sobre lo que deben
hacer.
11. Se establecern en cada grupo de oracin pequeos
grupos de intercesin que intercedern por todo el grupo de
oracin. Estos lo harn cualquier da antes de la reunin del
grupo, y perseverarn en su intercesin.
12. Los servidores llevarn un cuaderno en que asentarn las
manifestaciones del Seor que servirn para desarrollar en el
tiempo posterior a la oracin y, si resulta oportuno, en la
escuela de servidores.
13. Los servidores que dirigen grupos de oracin, son los
responsables directos de esos grupos, en todo lo que sea
necesario para su mejor desenvolvimiento, como sealar
ayudantes, promover grupos de intercesin, elegir al ministerio
de msica, etc.
14. Ninguno que dirija un grupo de oracin puede interferir
con su actitud la accin de un hermano que dirija otro grupo de
oracin.
15. Evtese formar grupos de oracin por propia cuenta y sin la
aprobacin de la autoridad constituida.
16. Deben favorecerse los grupos de oracin familiares
reunidos en las casas como verdadero fermento del barrio en
que actan.
17. Estos grupos definidos en el N 16 deben procurar la
accin apostlica en el propio barrio e invitar a tales grupos a
vecinos, adems de prestar ayuda para resolver problemas.
Deben considerarse estos grupos como verdadera accin
apostlica y extensin del reino de Dios, para lo cual es muy
conveniente que se dividan, lo que resulta til para la vivencia y
la extensin de los grupos, para la mayor gloria de Dios.
18. En la divisin de estos grupos debe probarse la madurez
en la fe, sin quedar apegados a personas sino a Cristo Nuestro
Seor, por quien hacemos este sacrificio.
19. Los servidores de grupos de oracin tendrn como
principal tarea, aparte de la oracin, formar otros servidores
que puedan ser cabezas de nuevos grupos. Tambin pueden ser
enviados estos candidatos a las escuelas de discipulado.
8. De los nuevos en los grupos de oracin.
1. Los nuevos que carezcan de toda experiencia, se los
derivar al grupo correspondiente, para que los instruya
convenientemente. Si no lo hubiere, el servidor u otra persona
explicar como funciona un grupo de oracin, qu se hace y
qu se espera de l.
2. Los nuevos servidores, para estos grupos que se
establezcan, sern designados o aprobados por el Prroco y el
Coordinador, ayudados por quienes ellos crean conveniente que
lo haga.
3. Los nuevos, en comn acuerdo con el nuevo servidor,
establecern el da, el lugar y el horario de reunin.
4. Quienes vayan con problemas especiales y quieran ver a un
sacerdote, se ha de tratar de no llevarlos directamente a l, con
el fin de no recargarlo de trabajo. La experiencia nos dice que
se reduce notablemente el nmero de personas que quieren ver
al sacerdote, cuando encuentran en el grupo lo que deseaban
saber. Mucho menos se ha de inducir a los nuevos a ver a tal o
cual sacerdote, cuando no es estrictamente necesario. No
obstante todo lo dicho, si un discernimiento claro nos indica que
debemos llevarlo al sacerdote, por la naturaleza misma del
problema, lo haremos. Tan slo debemos evitar el recargo
innecesario a nuestros sacerdotes. Esperamos de todos los
servidores que esta norma se entienda con discernimiento y
caridad, en cada caso.
5. Del modo cmo los nuevos sean recibidos, seguidos y
orientados depender en gran parte su perseverancia en los
grupos de oracin.
9. De los modos de orar en los grupos.
1. Todos deben procurar abandonarse a las mociones del
Espritu como principal conductor de la oracin, sin otra
expectativa que la de desear se haga en cada uno la voluntad
divina, que es mucho ms de lo que podemos esperar, evitando
as toda ansiedad o curiosidad que impiden, ms que ayudan, la
accin de Dios.
2. El servidor debe ser fiel a lo que se dice sobre la
conduccin de los grupos. (Se trata en 7.1 y ss.)
3. Pueden intercalarse varios modos de oracin segn inspire
el Espritu, pero en toda oracin no debe faltar la alabanza y la
accin de gracias.
4. Se ha de pedir para s y para los hermanos el carisma del
espritu de oracin, distinto de orar de vez en cuando (San
Damasceno, 675-749).
5. Debemos tener en cuenta que la comunicacin de Dios en
este mundo se hace en el marco de la oracin, principalmente,
y que Dios nos quiere comunicar todas sus cosas por medio del
Espritu Santo: l recibir de lo mo y lo comunicar a ustedes
(Jn 16, 14).
6. Todos debemos pedir el carisma de la contemplacin en la
accin carismtica.
7. Dese a la alabanza el lugar de preferencia. Por ella se llega
al trono de Dios y por ella descienden sus dones y carismas.
8. Para dar an mayor eficacia a la oracin promovida por el
Espritu y a la accin eficaz de los servidores, se recomienda a
todos ellos, cada uno segn sus posibilidades y segn les inspire
el mismo Espritu, ofrecer todos los viernes del ao un ayuno,
sumado a la abstinencia de carne que ya nos pide la Iglesia a
todos los catlicos. Debemos tener presente la advertencia del
Seor, cuando nos dice que hay malos espritus que no pueden
ser expulsados si no es con la oracin y el ayuno (Mc 9, 29).
Esperamos, con todo fundamento en el Seor, grandes frutos
de esta accin comunitaria de fe y confianza en la palabra del
Seor.
10. De la perseverancia del grupo.
1. Siempre que se deje actuar al Seor, no ser raro que el
grupo persevere y crezca. Si acta ms el servidor, las personas
o el grupo que el Seor, no ser raro que afloren dificultades de
todo tipo.
2. Se hablar con aquellos que falten, para conocer su
problema e interceder por ellos. S estn enfermos se tratar de
ir con un grupo para orar por ellos y llevarles la Eucarista, de
ser posible.
3. Se pedirn constantemente la perseverancia y el
crecimiento del grupo por medio del ministerio de intercesin de
ese grupo.
4. Conviene realizar de vez en cuando convivencias fuera del
contexto de la oracin comunitaria para profundizar el trato y el
conocimiento mutuo que consolida al grupo.
5. Cuando haya personas que vienen de lejos se formar en
el grupo un ministerio epistolar de tal manera de mantenerse en
contacto con ellos, especialmente si por alguna razn, no
pueden asistir o se hallan enfermos. No obstante debe
aconsejarse a los que vienen de lejos, asistir a los grupos de
oracin ms cercanos y trabajar en ellos, siempre que los haya,
o intentar formar en sus propias zonas, nuevos grupos de
oracin para que la RCC crezca en todas partes.
11. De las manifestaciones de crecimiento.
1. Cuando se toma con verdadera fe alguna responsabilidad
de servicio en la parroquia, o se acepta algn ministerio en la
RCC.
2. Cuando se da testimonio de vida.
3. Cuando se ingresa a otras instituciones.
4. Cuando se sale a evangelizar con alegra.
5. Cuando se aplican las enseanzas recibidas y lo que el
Seor pide en los grupos de oracin.
6. Cuando crece la caridad.
7. Cuando se da el diezmo a la Iglesia.
8. Cuando se ofrece el tiempo propio para servicio del Seor,
renunciando a todo tiempo perdido o mal empleado.
9. Cuando se vive en comunidad con gozo, manifestando
caridad y dominando la lengua.
10. Cuando cada uno se parece ms a Jess, objeto de
nuestro crecimiento.
11. Cuando no se busca a persona alguna sino a Jesucristo.
12. De la orientacin de los grupos de oracin.
1. Todo grupo de oracin debe constituirse en fuente
personal y comunitaria de verdadero crecimiento en el Seor.
2. Debe estar orientado claramente hacia la evangelizacin de
la familia, del medio, de la comunidad y de la parroquia.
3. Es fruto de estos grupos conducir a las personas a tareas
apostlicas, a las diversas instituciones, segn la propia
vocacin o ejercer los diversos ministerios de la Renovacin o
formar pequeas comunidades carismticas apostlicas, de
comn acuerdo y con la aprobacin de la autoridad constituida.
4. Es fuente de carismas que deben llevar indefectiblemente a
la edificacin de la Iglesia y a la renovacin que nos pide la
Iglesia.
5. Deben admitir a todas las personas que deseen orar
sinceramente sin discriminacin de ninguna especie.
6. Los dones o carismas que se manifiesten en la oracin
comunitaria han de ser comunicados o expresados a la
comunidad orante para la edificacin de la Iglesia y el bien
comn.
7. Todos sus integrantes deben tener conciencia clara de que
el Espritu Santo es experimentado principalmente en el servicio
a la Iglesia y a nuestros hermanos: cuando consolamos,
experimentamos al Consolador; en la medida que ayudamos a
un hermano, experimentamos al Parclito; en la medida que
defendemos al hermano, experimentamos al Abogado; en la
medida que predicamos abiertamente, experimentamos al
Espritu de Sabidura, que pone palabras en nuestra boca; en la
medida que amamos, experimentamos al Espritu de Unin y,
cuando damos vida, experimentamos al Espritu vivificante. De
este modo se realiza la experiencia social del nosotros,
opuesto al individualismo, que nos asla y atrofia como seres
humanos y como hijos de Dios.
8. Todo carisma es servicio y todo servicio por amor a Dios es
carisma.
9. Sus integrantes deben purificarse de toda intencin
particularista e inters propio, abandonndose en todo a las
manos de Dios, orando en primer lugar por el inters de los
dems, cuidndose de acercarse al Seor por curiosidad o
deseo desordenado de ver algn portento, sino que lo ha de
hacer para hallar al Seor de la Vida y de los carismas.
10. Todos sus integrantes entendern que la mejor disposicin
para realizar la oracin con fruto es abandonarse
generosamente en manos de Dios, imitando de este modo
concreto a la Virgen Madre, cuando dice al Seor: Hgase en
m conforme a tu palabra.
11. La oracin, ms que un deber debe ser un acto
espontneo de gratitud hacia Dios y una conversacin ntima y
cordial con las tres personas divinas.
13. Del ministerio de msica en los grupos de oracin.
1. Todo grupo de oracin debe contar al menos con un
servidor dedicado a este ministerio tan importante.
2. Si no cuentan con l, el grupo debe orar al Seor, pidiendo
que haya este ministerio y emplear todos los medios para
lograrlo.
3. La persona o las personas dedicadas a este ministerio
deben estar un poco antes del comienzo de la oracin, junto
con el servidor, primero para orar y pedir la uncin del Espritu
Santo y luego, para iniciar los cnticos, a medida que las
personas llegan, creando de este modo el ambiente adecuado.
4. Es importante que cuando lleguen las personas al grupo de
oracin encuentren a quienes se han reunido, cantando y
alabando al Seor.
5. Deben saber discernir cmo el Seor conduce la oracin
para intercalar los cnticos ms oportunos y que ayudan al
tema tratado o al ambiente logrado, para una vivencia ms
honda o para una reflexin ms profunda.
6. Deben estar preparados siempre con la oracin personal y
la de los que integran el ministerio, para ser instrumentos
adecuados y tiles del Seor.
7. Se prepararn en el conocimiento del mayor nmero de
canciones carismticas y procurarn que todo el grupo de
oracin las conozca perfectamente, evitando siempre cantar
solos, conociendo que el objetivo es la comunidad y, a travs de
ella, la mayor gloria y alabanza a Dios nuestro Seor.
8. El ministerio central de msica tratar de formar a otros
para suplir la carencia de este ministerio en los grupos de
oracin o en otros eventos.
CAPTULO III
LAS MANIFESTACIONES
DEL ESPRITU SANTO.
14. Del discernimiento de espritus.
1. Entre las manifestaciones del Espritu Santo y el Magisterio
de la Iglesia debe haber perfecta concordancia. Toda inspiracin
que, de algn modo, nos aparte de la Iglesia es del mal espritu.
El mismo Espritu Santo, siendo el Espritu de Unin, no nos
puede inspirar nada contra la Iglesia, a la cual l mismo inspira.
2. El Espritu Santo siempre une. El espritu del maligno divide
siempre que puede. Es propio del Espritu Santo llevarnos y
guiarnos hacia el Magisterio de la nica Iglesia de Cristo y hacia
su Vicario, elegido por Cristo, para realizar la unin perfecta del
pueblo de Dios, de la Gran Familia divina que es la Iglesia en su
esencia ms pura.
3. Deben todos los servidores portar los frutos del Espritu:
amor, alegra, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio de s mismo (Gal 5, 22). Ser seal
inequvoca de la presencia del Espritu Santo en su vida y el
mejor testimonio ante los dems.
4. Todo lo que lleva a lo contrario, a saber: fornicacin,
inmoralidad, libertinaje, idolatra, enemistad, rencillas, envidias,
iras, egosmos, divisin, celos, provienen del mal espritu (Gal 5,
19-21).
5. El amor de todo servidor debe seguir creciendo siempre
en todo conocimiento perfecto y todo discernimiento (Filip 1,
6-9).
6. El Espritu Santo nos lleva al amor del Padre y del Hijo, por
lo cual la vida cristiana es esencialmente trinitaria e
ntimamente relacionada con las tres personas divinas, a
quienes les debemos una misma adoracin.
7. Como criterio definitivo de verdad siempre seguiremos las
orientaciones, definiciones y exhortaciones de los documentos
de la Iglesia, antes que (de) una inspiracin de dudoso origen.
8. Tenemos la certeza que el Espritu Santo inspira al romano
Pontfice. No tenemos la certeza de que el Espritu Santo nos
inspire, s no es en unin y armona con la Iglesia.
9. Muchas de estas normas estn libradas fundamentalmente
al discernimiento de cada servidor que, junto a la caridad, harn
la excepcin necesaria a estas normas, segn el Espritu de Dios
y en pleno ejercicio de la libertad de los hijos de Dios que son
movidos por el Espritu (Rom 8, 14).
10. Participamos de la infalibilidad de la Iglesia cada vez que
obedecemos o estamos de acuerdo con el romano Pontfice en
materia de fe y moral.
11. Al Padre, por Cristo, en el Espritu Santo, es el itinerario de
nuestra fe.
15. De la sanacin interior.
1. Las oraciones de sanacin interior nunca debe sustituir el
Sacramento de la Reconciliacin, cuando hay materia para este
Sacramento.
2. El perdn total a quienes nos hayan ofendido y nos siguen
ofendiendo e hiriendo es condicin fundamental para hallar la
sanacin interior.
3. Nadie debe olvidar que la sanacin interior (as como la
fsica tambin) muchas veces es efecto de una alabanza
profunda al Seor.
4. La alabanza, la oracin en lenguas y el deseo ardiente de
que el amor de Dios descienda a nuestro hermano, han probado
siempre ser un medio excelente de sanacin que no omite sino
que incluye la confesin sacramental, cuando hay materia para
ella.
5. Tambin la experiencia demuestra que sta es an ms
eficaz, cuando a lo dicho en 3 y 4 se aade el Sacramento de la
Uncin de los enfermos.
6. El Sacramento de la Eucarista, as como la Celebracin
Eucarstica, es tambin una fuente inagotable de sanacin
interior y fsica, y debe ser aprovechado en este sentido. Una
novena de comuniones es de efecto sorprendente para la
liberacin de ataduras, hechiceras, espiritismos y obsesiones
malignas.
7. Dese a la sanacin interior y al Sacramento de la
Reconciliacin la ntima relacin que suponen.
16. De los Carismas.
1. Todo servidor debe entender que los carismas as los
extraordinarios como los ms comunes y difundidos, deben ser
recibidos con gratitud y consuelo (LG, 12).
2. Todos los carismas son adecuados y tiles a las
necesidades de la Iglesia (LG, 12).
3. Los dones extraordinarios no deben pedirse
temerariamente ni hay que esperar de ellos con presuncin los
frutos del trabajo apostlico (LG, 12).
4. No los pediremos con presuncin si los pedimos como est
revelado en San Pablo y si entendemos, como nos lo dice el
Magisterio, que son adecuados y tiles a las necesidades de la
Iglesia, y para edificacin, como est revelado. El mismo
Seor nos anuncia que nos acompaarn signos y milagros en
nuestro apostolado (Mc 16, 16 y ss), y que el Seor coopera en
nuestra predicacin, confirmando su doctrina con los milagros
que la acompaan (Mc 16, 20).
5. El juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable
(tratndose de los carismas llamados extraordinarios)
pertenece a quienes tienen autoridad en la Iglesia (LG, 12).
6. Todos debemos entender que a los que tienen autoridad
en la Iglesia les compete ante todo no sofocar al Espritu.
Deben probarlo todo y retener lo que es bueno (LG, 12).
7. Debemos tener en cuenta, como nos dice la Iglesia, que el
mismo Espritu Santo no slo santifica y dirige al pueblo de Dios
mediante sacramentos y misterios y los adorna con virtudes,
sino que tambin distribuye gracias especiales entre los fieles
de cualquier condicin, distribuyendo a cada uno segn quiere
sus dones con los que los hace aptos y prontos para ejercer las
diversas obras y deberes, que sean tiles para la renovacin y
la mayor edificacin de la Iglesia, segn aquellas palabras: a
cada uno se le manifiesta el Espritu para comn utilidad (1Cor
12, 7); (LG, 12).
8. Todos debemos entender que gracias a los carismas y al
mandato de la Iglesia somos verdaderamente apstoles (EN,
74).
9. Todo carisma es dado y no debido (San Juan Crisstomo).
10. Aunque la caridad es el ms importante de todos los
carismas, resultara dudoso pretender quedarnos con la caridad
solamente, como se dice. El amor del Seor es carismtico se
manifiesta de muchos modos, no es abstracto, no permanece
oculto, y se comunica gratuitamente al ser amado. As, cada
carisma, despus de la caridad que es la luz, no es sino un rayo
de esa misma luz. Pero as como s a la luz le quitamos todos
los rayos, nos quedamos finalmente sin luz, del mismo modo, si
quitamos todos los carismas nos quedaramos sin la caridad.
Adems es el Seor quien los reparte como l quiere. Entonces
no los podemos rechazar en modo alguno, por lo cual San Pablo
nos dice que codiciemos estos dones y que no apaguemos su
luz.
11. El Seor nos dar toda clase de carismas, si no
contristamos al Espritu Santo con el pecado (San Cirilo de
Jerusaln).
12. Carisma, servicio y actividad sobrenaturales son una
misma cosa. Tener carismas y no ser activos en la
evangelizacin del medio en que vivimos es sepultar los talentos
recibidos.
13. Debemos comprender todos que el carisma nos hace
activos (accin carismtica) y que la actividad hecha por amor
nos inunda de carismas.
14. Debemos comprender que s nos abandonamos
generosamente a la voluntad de Dios, estamos sumergidos en
un mar de carismas.
15. El carisma es un regalo del Padre que hemos de cuidar y
acrecentar como el servicio y el sacrificio por la Iglesia. No
hacerlo es pecar contra el amor.
16. San Pablo realizaba su apostolado con milagros, con
prodigios y con efectos del poder divino (2Cor 12, 12). Para
reducir a obediencia a los gentiles lo hizo con la palabra, con
las obras, con la eficacia de los prodigios y milagros y con la
virtud del Espritu Santo (Rom 15, 18-19). Tambin les dice a
los glatas que quien les comunica al Espritu y obra milagros
entre ellos no lo hace por virtud de las obras de la Ley sino por
la fe que han odo predicar (Gal 3, 5). Todo esto no lo debemos
entender como un privilegio paulino sino que es propio de todo
cristiano que vive de fe y que cree en el Seor que nos ha dicho
a todos: S creen en m harn las cosas que yo he hecho y an
mayores y que en Mc 16, 16 y ss, nos dice que a los que
crean, acompaarn estos milagros. Adems, s decimos que
moramos en l, debemos hacer las cosas que l ha hecho y
vivir como l vivi (1Jn 2, 6; 4, 17). Por lo tanto esta accin
carismtica y apostlica es objeto de nuestra fe.
17. De los riesgos.
1. Es deber de todo cristiano discernir la verdad de la mentira
para realizar en todo la voluntad de Dios, all donde le toque
actuar.
2. Obrar contra alguno de los medios que nos ha dado Cristo
como criterio de verdad, a saber: la Palabra, la Tradicin, el
Magisterio y el romano Pontfice equivale a haberse desviado no
slo de la RCC sino de la Iglesia misma.
3. Todo cristiano, para no ser confundido por s mismo o por
otros, debe basar su formacin en la oracin continua, en cuyo
marco el Espritu Santo nos conduce a la verdad completa,
bebiendo de las fuentes de la Palabra de Dios y los documentos
de la Iglesia, estos ltimos como criterio firme de
discernimiento.
4. No debe estimarse a la oracin que llamamos carismtica
como el nico modo de orar ni desestimar otros modos de
hacerlo, como el rosario, la oracin vocal, etc. Por el contrario,
debemos entender que ningn modo sincero de orar puede
tenerse en menos. El Seor nos exhorta a orar sin interrupcin,
ya sea en privado (Mt 6, 6), como comunitariamente (Hech 10,
44; 1, 14), como aplicando la oracin llamada carismtica (1Cor
12, 13-14), as como la alabanza que brota espontneamente
del corazn humano, incluyendo la expresin de gozo ante el
Seor a quien alabamos con instrumentos musicales (Salmos) y
otras expresiones de amor y jbilo, como se revela en el
Antiguo y Nuevo Testamentos. Todo modo sincero de orar es
vlido. No existe un solo modo exclusivo de orar. Hacemos la
voluntad de Dios cuando entonamos himnos y damos voces
(gritamos) de jbilo, cuando nos alegramos y regocijamos de
todo corazn, porque el Rey de Israel est en medio de ti. Y lo
afirma ms el Seor al decirnos: Yahv tu Dios, est en medio
de ti, el Poderoso, el Salvador. En ti hallar l su gozo en
constante amor y se regocijar sobre ti con gritos de alegra
(Sof 3, 14-17).
5. Cualquier tipo de oracin debe llevarnos a la contemplacin
en la accin carismtica, lo cual es un carisma propio del laico.
6. El mismo Espritu Santo nos lleva al aprecio de la oracin
vocal, al rezo del rosario, del Angelus, de la recitacin de las
horas y de toda forma de oracin y alabanza, todo lo cual no lo
hacemos mecnicamente sino con el Espritu de Dios que acude
a nuestra torpeza, tal como est revelado.
7. No debemos condicionar la participacin de la Eucarista a
lo que llamamos Misa carismtica. Antes debe procurarse la
asistencia a las otras celebraciones Eucarsticas y a la comunin
frecuente, sin condicionamientos de ninguna especie. Adems el
Espritu Santo nos lleva al convencimiento de que todo acto
litrgico, as como principalmente la Celebracin Eucarstica, son
esencialmente carismticos.
8. Los sacramentos siempre deben destacarse como
privilegiadas acciones de la efusin del Espritu Santo, pero
debe evitarse por todos los medios caer en el error de pensar
que porque el sacramento obra en virtud de s mismo (ex opere
operato) no exija nuestra apertura consciente y adulta (ex
opere operantis), en la que se da precisamente el triunfo final
de todo cristiano (DV, 55).
9. No podemos poner en duda que las riquezas de Dios no se
agotan ni en los sacramentos, ni en los siete dones del Espritu
Santo, sino que se extienden a todo don y carisma los cuales
debemos recibir con gozo y gratitud (LG, 12), precisamente
para edificacin de la Iglesia.
10. Sustituir el Magisterio de la Iglesia por un pretendido
magisterio directo del Espritu Santo que contradiga a aqul es
un claro error que sugiere el mal espritu. Pero debemos
discernir que tan malo es prescindir del magisterio como
ignorarlo, pues el mismo Magisterio nos lleva a la apertura total
al Espritu Santo (Encclica de Juan Pablo II sobre el Espritu
Santo, Dominum et Vivificantem).
11. La oracin carismtica respeta toda otra forma de oracin.
Lo contrario sera totalmente impropio del elemental espritu de
oracin autntico, que no obra por reaccin a nada o contra
nada, sino por amor, como ensea el mismo Espritu Santo. Nos
hacemos eco de las palabras de Juan Pablo II, en este sentido:
Es hermoso y saludable pensar que, en cualquier lugar del
mundo donde se ora, all est el Espritu Santo, soplo vital de la
oracin (DV, 65).
12. Debemos entender claramente que la imposicin de manos
sobre los hombros de los fieles en los seminarios de vida y otras
ocasiones, no constituye una manifestacin sacramental en
absoluto sino tan slo una manifestacin, un gesto de
solidaridad externa del amor por el hermano, a quien le
deseamos la mayor efusin del Espritu Santo (la fuerte vivencia
del Cenculo con Mara) o la sanacin fsica o interior.
13. Debe evitarse el peligro de omitir la direccin espiritual
sacerdotal. Ninguno ha de creerse lo suficientemente maduro
para prescindir de este auxilio.
14. Evtense el subjetivismo y el iluminismo fcil como fruto de
dar una importancia excesiva a la emocin y al sentimentalismo,
sin olvidar sin embargo que todos los cristianos sin excepcin
debemos revestirnos de los sentimientos de Cristo, como est
revelado, y que no slo debemos amar a Dios con toda nuestra
mente sino tambin con todo nuestro corazn y que el
mismo Seor se manifestar a aquellos que lo aman, como lo
ha prometido. Al agregarnos que debemos amar a Dios con
todas nuestras fuerzas y toda nuestra alma, nos est
diciendo que lo amemos con todo el hombre, conforme a su
misma creacin, y no solamente con una parte, cualquiera que
ella sea.
15. En la sanacin de los enfermos, cuando se da la
imposicin de manos sobre los hombros de las personas, slo
ha de tomarse como expresin de amor por el hermano y
cumplimiento del mandato del Seor. El que cree en m
impondr las manos sobre los enfermos y stos quedarn
sanos (Mc 16, 18). Confundir esto con un acto sacramental
tambin es ignorancia.
16. En el exorcismo propiamente dicho estn vigentes las
normas que al respecto anuncia el Cdigo de Derecho Cannico
(can. 1172). Esto ha de ser cuidadosamente observado. Los
casos de posesin diablica (cambios de voz, amenazas, etc.)
han de ser derivados al Obispo. Jams se ha de intentar el
exorcismo que no nos corresponde, por ser, adems de
peligroso, daino para quien lo reciba o lo imparta sin respetar
el canon 1172.
17. En lo que respecta a las oraciones por personas
perturbadas sicolgicamente o que presentan sntomas difciles
de diagnosticar, stas deben confiarse a individuos con el
suficiente discernimiento y la suficiente preparacin. En esta
forma se evitarn escndalos y se podr atender debidamente
al enfermo que ha puesto su confianza en la oracin de fe de
sus hermanos.
18. De los conceptos fundamentales de la Renovacin
Carismtica Catlica.
1. Todos debemos asumir que catlico carismtico no es
otra cosa que un catlico renovado constantemente en el
Espritu Santo (Ti 3, 5), tal como hoy y siempre nos han exigido
la Iglesia y nuestro Seor Jesucristo a todos los catlicos sin
distincin alguna y en todos los tiempos.
2. Su principio y fundamento es la Palabra del Seor junto a
la enseanza del Magisterio, as como la Tradicin y la autoridad
del romano Pontfice, todos criterios de verdad dejados a su
Iglesia por nuestro Seor Jesucristo. l envi al Espritu Santo y
lo sigue enviando en nombre del Padre y suyo para
recordarnos lo que Jess nos ha dicho, conducirnos a la
verdad completa y hablarnos de las cosas futuras.
3. As como Crito nos revel los pensamientos del Padre y
sus caminos, inaccesibles en otro tiempo para nosotros, el
Espritu Santo nos ensea a comprender y gustar estos mismos
pensamientos revelados y nos da las fuerzas necesarias para
vivirlos y recorrer sus caminos.
4. Somos catlicos renovados en el misterio de Pentecosts
conforme a las enseanzas del Magisterio en pleno, tal como lo
expresara Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en su visita a la
Argentina: Los apstoles de todas las pocas y tambin
vosotros sacerdotes, consagrados y agentes de Pastoral de la
Argentina necesitis una fuerte vivencia del cenculo con Mara
para recibir nuevas gracias del Espritu Santo y poder afrontar
las nuevas situaciones de evangelizacin en el mundo de hoy.
Esta ha sido mi invitacin en la encclica Dominum et
Vivificantem (25, 26), como lo fue ya en mi primera
encclica Redemptor Hominis (22), siguiendo las huellas del
Concilio Vaticano II (LG, 59; AG, 4). El ao mariano... os brinda
una ocasin extraordinaria para dar impulso a vuestras
vidas segn esta perspectiva evanglica (Homila a
sacerdotes, consagrados y agentes de Pastoral. Estadio de Vlez
Sarsfield, Bs. As. Argentina, 10 de Abril de 1987).
5. Entendemos que decor que los carismas del Espritu
Santo se dieron solamente en Pentecosts y que luego no se
dieron ms. o que son manifestaciones reservadas solo a
algunos msticos o que son raros o poco frecuentes o de
poca significacin para la vida de la Iglesia no solo contradice a
las Escrituras y a las promesas del Seor, as como a las
profecas del Antiguo Testamento sobre la efusin del Espritu
Santo, sobre toda carne, sino que tampoco pertenece a la
enseanza del Concilio Vaticano II y a la de los ltimos Papas
que nos dicen todo lo contrario a estos conceptos. (Ver LG, 12;
EN, 74, 75; Juan Pablo II en su homila en el estadio de Vlez y
su encclica sobre el Espritu Santo).
6. Hacemos nuestra la exhortacin de Pablo VI en Evangelii
Nuntiandi que confirma la doctrina del Concilio, al decirnos a
todos los catlicos: Gracias a los carismas y al mandato de la
Iglesia, son verdaderos evangelizadores. Adems queremos y
estamos dispuestos a ser dignos de esta vocacin, a ejercitarla
sin reticencias debidas a la duda o al temor, a no descuidar las
condiciones que harn esta evangelizacin no solo posible sino
tambin activa y fructuosa (EN, 74).
8. Debemos hacer nuestro lo que la Iglesia dice a todos los
catlicos: No habr evangelizacin posible sin la accin del
Espritu Santo (EN, 75).
9. Como todos los catlicos, debemos estar persuadidos de
que gracias al apoyo del Espritu Santo, la Iglesia crece y que
es el alma de esta Iglesia; que l es quien explica a los fieles
el sentido profundo de las enseanzas de Jess y su ministerio.
l es quien hoy, igual que en los comienzos de la Iglesia, acta
en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por l y
pone en los labios las palabras que por s solo no podra hallar,
predisponiendo tambin el alma del que escucha, para hacerla
abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado
(EN, 75). De este modo, unge los labios de quien evangeliza y
el corazn de quien escucha.
10. Todos debemos ser conscientes de que las tcnicas de
evangelizacin son buenas, pero ni las ms perfeccionadas
podran reemplazar la accin discreta del Espritu. La
preparacin ms refinada del evangelizador no consigue
absolutamente nada sin l. Sin l, la dialctica ms convincente
es impotente sobre el Espritu de los hombres. Sin l los
esquemas ms elaborados sobre bases sociolgicas se revelan
pronto desprovistos de todo valor (EN, 75). Como Cristo,
ungidos en el mismo Espritu Santo, debemos tambin
apoyarnos en el poder de lo alto que nos hace todo posible, as
como la fe hace todo posible. ste es el modo de vivir nuestra
fe, como est revelado: La fe estriba en el poder de Dios y no
en la ciencia de los hombres (1Cor 2, 5).
11. Con toda la fuerza del Espritu asumimos que el Espritu
Santo es el agente principal de la evangelizacin. Que l es
quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo
hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la palabra
de salvacin. l es el trmino de la evangelizacin: solamente
el suscita la nueva evangelizacin, la humanidad nueva a la que
la evangelizacin debe conducir, mediante la unidad en la
variedad que la evangelizacin querra provocar en la
comunidad cristiana. A travs de l, la evangelizacin penetra
en los corazones, ya que l es quien hace discernir los signos de
los tiempos, signos de Dios, que la evangelizacin descubre y
valoriza en el interior de la historia (EN, 75).
12. Nos proponemos, de acuerdo con el Magisterio, invocar
constantemente con fe y fervor al Espritu Santo y a dejarnos
guiar prudentemente por l como inspirador decisivo de
nuestros programas, nuestras iniciativas, nuestra actividad
evangelizadora (EN, 75).
13. Asumimos como algo de vital importancia creer
verdaderamente lo que anunciamos, vivir lo que creemos y
predicar lo que vivimos, porque hoy ms que nunca el
testimonio de vida se ha convertido en una condicin esencial
con vistas a una eficacia real de la predicacin (EN, 76).
14. Al decirnos Juan Pablo II, en su encclica sobre el Espritu
Santo, que el triunfo final del cristianismo se da cuando acoge
al don del Espritu Santo (DV, 55), como cristianos obedientes al
Magisterio, con toda nuestra mente, con todo nuestro corazn,
con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra alma acogemos
al Espritu de Verdad y Unin. Con gozo vemos y damos
testimonio ante toda la Iglesia de la obra del Espritu Santo en
nuestras vidas, semejante en todo al resurgir de la Iglesia
como de un nuevo Pentecosts, que fuera la intencin del Papa
Juan XXIII al convocar al Concilio Vaticano II.
15. Somos plenamente conscientes de que sin el Espritu
Santo no seramos capaces de decir: Jess es el Seor! (1Cor
12, 3), ni le perteneceramos a l sin su Espritu (Rom 8, 9) ni
tampoco tendramos la experienia de la filiacin divina que nos
hace exclamar Abba!, esto es: Padre! (Gl 4, 6). Tampoco
podemos olvidar que los que son guiados por el Espritu de
Dios son hijos de Dios (Rom 8, 14).
16. No debemos confundir esta fe revelada por Jess y
actuada por la Iglesia en el Concilio y posteriores documentos
con un modo particular de devocin, propia de una institucin o
movimiento, o que se pueda tomar o dejar como una devocin
privada.
17. Asumimos que el misterio de la Trinidad no nos fue
revelado para que podamos elegir a nuestro gusto una de las
tres personas divinas, sino que a todas ellas debemos la misma
adoracin por ser un nico Dios. Con las tres personas divinas
estamos relacionados y comunicados vivencialmente y no solo
conceptualmente. De este modo formamos la Gran Familia
divina a la que pertenecemos todos los catlicos desde el
Bautismo, y de una manera real y ms plena, desde el
momento que abrimos nuestro Corazn y aceptamos el Don, de
un modo consciente y adulto, en todo ms conforme con
nuestra dignidad de hijos de Dios.
18. Todos debemos buscar el amor de Cristo, que fue
carismtico por la uncin del Espritu Santo y la presencia del
Padre. El Espritu de amor fue merecido por l para todos
nosotros, como la fuerza que viene de lo Alto, para hacernos
posible el Evangelio de nuestro Seor Jesucristo y evangelizar
con valenta, que es el clamor de Puebla.
19. Por este amor, semejante en todo al de Cristo, seremos
juzgados todos los seres humanos. A este amor somos
conducidos por el Espritu santificante que nos hace vivir la
misma experiencia de Cristo.
20. Todos los catlicos hemos recibido el Espritu de Dios a fin
de que conozcamos las cosas que Dios nos comunica (Ver 1Cor
12, 3).
21. La relacin ntima con Dios por el Espritu Santo hace que
nos comprendamos de un modo nuevo a nosotros mismos y a
nuestra propia humanidad. De esta manera se realiza
plenamente aquella imagen y semejanza de Dios que es el
hombre desde un principio (DV, 59).
22. La oracin por el Espritu Santo llega a ser la expresin
ms madura del hombre nuevo, que por medio de ella participa
de la vida divina (DV, 65). Es adems, un sntoma significativo y
consolador, ya que esta experiencia favorece realmente la
renovacin de la oracin entre los fieles que han sido ayudados
a considerar mejor al Espritu Santo, que suscita en los
corazones un profundo anhelo de santidad (DV, 65).
23. La perfeccin de la fe, que se nos da por el Espritu Santo
(Rom 9, 11), en su esencia ms profunda, es la apertura del
corazn humano ante el don: ante la autocomunicacin de Dios,
por el Espritu Santo (DV, 51).
24. Queremos imitar a Jesucristo que, en su humanidad, se
ha abierto totalmente a esta accin del Espritu Parclito, que
del sufrimiento hace brotar el amor salvfico (DV, 40), y somos
testigos de que el soplo oculto del Espritu divino hace que el
espritu humano se abra, a su vez, a la accin salvfica y
santificante (DV, 58).
25. Hacemos nuestra la apreciacin de Juan Pablo II cuando a
todos los catlicos nos ha dicho: El Gran Jubileo del ao dos
mil contiene un mensaje de liberacin por obra del Espritu, que
es el nico que puede ayudar a las personas y a las
comunidades a liberarse de los viejos y nuevos determinismos,
guindolos con la ley del Espritu que da la vida en Cristo Jess,
descubriendo y realizando la plena dimensin de la verdadera
libertad del hombre (DV, 60).
19. Del orden de la Renovacin Carismtica Catlica.
1. Todos debemos buscar el orden de Dios que, del mejor
modo, se nos muestra en la oracin y no en la simpleza de
nuestra intelectualidad.
2. Cuando el servidor de un grupo de oracin se pliega a la
obra de Dios, se hace instrumento de la voluntad divina y
conduce la oracin del mejor modo, porque es el modo de Dios.
3. De esta manera lo que hace el Espritu Santo en la
oracin comunitaria, el servidor lo hace igualmente (Jn 5, 19),
porque es una misma accin, en lo que hace el servidor.
4. Debemos planear todas nuestras actividades, pero como
efecto de una oracin intensa, franca y sincera, para conocer
los planes de Dios y no edificar en vano sobre la base que dicta
la mera prudencia humana que desconoce o se aleja de los
caminos de Dios y en la cual no radica la fe.
5. La prudencia cristiana nos debe llevar siempre a indagar
en la oracin, la voluntad divina.
6. Fundamentalmente nos debemos ordenar dentro de la
jerarqua establecida, obedeciendo con amor filial no solo a los
obispos, prrocos, sacerdotes y diconos sino tambin a
nuestros dirigentes.
7. Siempre nos hemos de preguntar cul es el plan de Dios
antes de aventurarnos a hacer un plan lejos de los designios de
Dios, como sera salir a predicar, despus de organizarse con
lujo de detalles humanos, sin la fuerte vivencia de Pentecosts,
que no es otra cosa que el orden establecido por Dios, como
punto de partida necesario para toda evangelizacin y principio
permanente de evangelizacin eficaz (EN, 74).
8. Si no tenemos en cuenta el plan de Dios, estamos
obrando sin fe, apoyndonos en nuestra ciencia ms que en el
poder y la sabidura de Dios.
9. La perspectiva evanglica de Pentecosts est indicada
claramente por Jess, por Juan Pablo II, como doctrina del
Magisterio (Homila en el estadio de Vlez, Bs. As., Argentina) y
est recordada por Paulo VI en su Exhortacin Apostlica sobre
la evangelizacin del mundo moderno, cuando trata del espritu
de la evangelizacin (EN, 74, 75, 76).
10. La falta de autntica fe hace que nuestra accin y nuestro
orden se apoyen en nosotros mismos, en nuestra formacin,
antes que en las tres divinas personas.
11. Apoyarnos en el poder de Dios no es presuncin. Al
contrario, es vivir de fe, conforme, a la revelacin que hemos
recibido (1Cor 2, 5).
12. Esperar todo de Dios, que obra todo en todos (1Cor 12,
6) y sin l cual nada podemos hacer y, adems, es l que nos
da el querer y el poder en sus cosas (Filip 2, 13), tampoco es
presuncin, sino vivir de esperanza, virtud teologal que fortifica
espiritualmente nuestra voluntad, que es dbil, y nos motiva
para luchar sin claudicaciones en las circunstancias ms
adversas. Esta accin de Dios en nosotros, lejos de dejarnos
pasivos, nos ocupa plenamente nada menos que en realizar del
mejor modo la voluntad de Dios.
13. Tampoco es presuncin pedir a Dios un amor tal que nos
haga incapaces de pecar, sino que es tan solo permanecer en la
esperanza de la palabra revelada (1Jn 34, 9).
14. El orden de Dios se manifiesta en las fuentes insondables
de la oracin y como fruto de un corazn realmente seducido
por el amor de Dios. Sin esto, fcilmente lo confundimos con el
orden y la prudencia meramente humanos.
15. No debemos olvidar que quien resiste al poder de Dios, en
donde est basada la fe, resiste al orden de Dios y los que
resisten se hacen reos de juicio (Rom 13, 2).
CAPTULO IV
CELEBRACIONES,
EVENTOS Y MINISTERIOS.
20. De la celebracin Eucarstica.
1. Como que es la cumbre de la liturgia, los servidores
deben centrarse en la Celebracin Eucarstica, siguiendo con
devocin tan augusto sacrificio de amor. participando del Pan
de Vida. Por ello han de evitar conversaciones entre s o con
otros, ajenas a la accin litrgica.
2. Solo han de intervenir, los sealados para ello, cuando la
caridad lo aconseje, como sera asistir a los que se hallan en el
llamado reposo en el Espritu. Entonces deben calmar a los
que no conocen estas manifestaciones del Seor. Tambin
atendern otros casos que han de saber discernir con claridad.
Evtese la aparatosidad o llamar la atencin ms de lo debido al
atender estos casos. brese con extrema delicadeza.
3. En la exageracin manifiesta de ciertos fieles, que ha de
ser discernida ante el Seor, antes que por nuestro propio
juicio, se les ha de hablar con mucha caridad, sugirindoles
moderacin. No obstante ser oportuno hacerlo fuera de la
Celebracin Eucarstica y en forma privada, acompaado de otro
servidor.
4. Toda instruccin para el mejor ordenamiento del acto
litrgico ha de ser impartida con caridad.
5. Que el desorden propio de las grandes concentraciones
humanas, como en la Celebracin Eucarstica Carismtica, en las
que algunos no siempre estn presentes por motivos
estrictamente religiosos, no sea provocada por ningn fiel y,
mucho menos, por ningn servidor. Recrrase a la oracin para
controlar todo exceso que escape al control de los servidores,
cuando se celebra la Eucarista.
6. Las dificultades o problemas de las mujeres sern
atendidos por las servidoras y los de los hombres por los
servidores.
21. De los Seminarios de Vida, Asambleas y otros
eventos.
1. En todo deben obedecer al responsable del evento, del
seminario de Vida o de la Asamblea, prestando toda la
colaboracin posible.
2. Sean conducidos por el Espritu Santo antes que por
cualquier otro espritu.
3. Obrarn con espritu de oracin e intercesin por los
fieles.
4. Al imponer las manos para pedir la efusin del Espritu
Santo sobre los fieles o para sanar a una persona, fsica o
espiritualmente, lo harn sobre el hombro de la persona,
evitando poner la manos sobre la cabeza, siendo conscientes
con gozo, por otra parte, de que as ha querido el Seor que
obrsemos (Mc 16, 18), manifestando con ello el deseo de que
se haga en cada persona conforme lo quiere el Seor.
5. La imposicin de manos sobre los hombros, para sanar,
se ha de ver siempre como un gesto de amor y no se ha de dar
otra interpretacin.
6. Al imponer las manos, han de desear con todo el corazn
y todas las fuerzas volcar en el hermano todo el amor de Dios
en ellos, el cual obrar por propia virtud, en la que debemos
confiar y abandonarnos.
7. Es recomendable orar en lenguas por el hermano sin
perjuicio de cualquier otro tipo de oracin que nazca de nuestro
amor por el hermano.
22. De los ministerios especiales y otros ministerios.
I. De los ministerios en general.
1. La funcin principal de un jefe de ministerio es coordinar
las actividades propias del mismo y tener informados a los
servidores y al equipo timn.
2. Los servidores de cada ministerio deben obedecer las
directivas de su propio jefe, como a Cristo. Tambin
comunicarn sus actividades, sus dificulktades y necesidades al
jefe.
3. Las dificultades que surjan entre los miembros de un
mismo ministerio deben ser tratadas, en primer lugar, dentro de
ese ministerio, con las personas involucradas. Solamente
acudirn al equipo de discernimiento una vez agotados los
medios de reconciliacin.
4. Las reuniones convocadas por los jefes tienen prioridad
sobre cualquier otra actividad, a no ser que la mayor gloria de
Dios pida otra cosa. sin embargo, los jefes deben ser
debidamente informados en estos casos.
5. Se informar a las personas que por cualquier motivo no
puedan concurrir a las reuniones convocadas por los jefes,
sobre los temas tratados en tales reuniones.
6. Todo lo que se hace en un ministerio, se hace en el
nombre del Seor y por el Seor, pero no debe ser usado este
criterio para desobedecer, dividir o hacer lo que se nos ocurre,
lo cual proviene del mal espritu que busca ante todo el
desorden y la divisin.
7. La virtud de la obediencia nos asemeja a Cristo,
obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
8. Eviten los jefes de ministerios absober ellos mismos todas
las actividades. Sepan delegar responsabilidades en sus
miembros y multiplicar los equipos que presten servicios, segn
las necesidades.
9. El jefe de un ministerio no puede intervenir en otro
ministerio. Las sugerencias que pueda hacer las realizar a
travs del equipo timn y con aprobacin del coordinador
general.
II Del ministerio de discerenimiento.
1. Para su eleccin se proceder como se indica en las
normas para las elecciones generales, teniendo en cuenta que
este mismo Ministerio las puede cambiar, teniendo siempre ante
s el bien comn. Las votaciones solo tienen un valor indicativo
para discernimiento.
2. Sern responsables de la orientacin general de todo el
movimiento de Renovacin en la zona de competencia.
3. Han de ser personas de mucha oracin, que no se dejen
guiar por sus propios criterios humanos, sino que sepan aplicar
los criterios divinos, en todas sus decisiones.
4. El coordinador general asistir para ser el lazo entre este
ministerio y el equipo timn, pero no tendr voto. Tambin
puede ser convocada cualquier otra persona por razones
prcticas, pero tampoco tendr voto.
5. Los asuntos tratados en este ministerio son
confidenciales. Ninguno de sus miembros puede actuar por
cuenta propia en nombre de este ministerio, sin el conociemnto
de los otros miembros.
6. No estn para tratar pequeos problemas que pueden ser
resueltos entre los servidores, por el equipo de intercesin, por
el equipo timn, por el mismo coordinador o por los jefes de
ministerio.
7. No deben resolver las grandes cuestiones disciplinarias
que han de tratar sino despus de intensa oracin.
8. Se reunirn una vez por mes. Cuando sea necesario
podr ser fijada la fecha de una reunin adicional.
9. Uno de los miembros llevar, libro de actas que quedar
bajo su custodia. El coordinador se encargar de la
comunicacin de las resoluciones al equipo timn y ste a sus
respectivos ministerios. Habr tambin un encargado de dar
aviso a los otros miembros acerca de las reuniones y de los
temas a rratar.
10. Todos los miembros de la Renovacin acatarn sus
decisiones, teniendo en cuenta siempre que ellos junto al
prroco, constituyen el orden santo establecido por Dios
(jerarqua) para poner orden en la Renovacin, cuando fuere
necesario por el bien comn y edificacin de la comunidad.
11. El prroco cumplir funciones de asesoramiento, estar
presente en estas reuniones y tendr voz y voto. Su autoridad
moral tendr toda la fuerza que le otorga el carego jerrquico y
el decreto del Seor Obispo como primer responsable de la RCC
de la parroquia. Actuar sin tener presente su asesoramiento
sera un contrasentido falto de tica, con posibles efectos
perniciosos para las almas.
12. Ningn miembro de este ministerio puede ser jefe en otro
ministerio.
13. Se actuar respetando el derecho de las dems
instituciones parroquiales, aceptando cuanto dimana del
organismo superior llamado Consejo del Prroco (de derecho
cannico) y la pastoral de conjunto, diocesana y parroquial.
III. Del equipo timn.
1. Son miembros del equipo timn todos los jefes de los
diversos ministerios existentes en la Renovacin, presidido por
el coordinador general.
2. Sern responsables de la conduccin y el crecimiento de
cada ministerio; de la coordinacin de las actividades entre los
ministerios y otras actividades propias de la Renovacin, ya
sean internas o externas. Tambin tendrn en cuenta las
actividades de la Parroquia, para una mejor coordinacin.
3. Se reunirn una vez por mes. Cuandso sea necesario,
podr ser fijada la fecha de una reunin adicional.
4. Uno de sus miembros llevar libro de actas y habr un
secretario o secretaria.
5. Cada jefe de ministerio es el vocero para comunicar las
resoluciones propias de su ministerio que han sido tomaas en el
equipo timn.
6. Los temas tratados confidencialmente, de ningn modo
deben ser divulgados a otras personas por ms allegadas que
sean.
7. Los informes generales que ataen a todos los servicios,
sern redactados por el coordinador general y publicados a
tiempo.
IV. Del ministerio de predicacin.
1. Habr un responsable de este ministerio nombrado por el
equipo de discernimiento, con el coordinador y los servidores,
por simple mayora de votos.
2. Se encargar de organizar, formar a las personas que han
de actuar en los seminarios de Vida como predicadores, ponerse
de acuerdo con el ministerio de msica y otros servicios.
3. Deben considerarse los seminarios de Vida como
autnticas proclamaciones del Evangelio y efusin del Espritu
Santo, capaces con el poder de Dios, de renovar comunidades y
parroquias enteras.
4. Se ocupar de formar equipos diversos conforme a las
necesidades que vayan surgiendo, evitando ocuparse un mismo
grupo de todos los seminarios de Vida, especialmente si se
multiplican las necesidades.
5. Los seminarios de Vida han de se la punta de lanza para
abrir nuevos caminos de evangelizacin en las parroquias y se
completarn con los cursos de discipulado, a cargo del
ministerio de discipulado.
6. Se ocupar de organizar la predicacin por los barrios en
armona con otros grupos de predicacin que pudieran existir.
V. Del ministerio de discipulado (formacin y crecimiento).
1. Habr un responsable de este ministerio nombrado por el
equipo de discernimiento, con el coordinador general y los
servidores, por simple mayora de votos.
2. Se encargar de formar e instruir a equipos completos
que funcionen independientemente, adems de la organizacin
de estos cursos en las parroquias. Se pondr en contacto con
los prrocos que ya han aceptao seminarios de Vida y distribuir
los equipos formados segn la necesidad.
3. El responsable deber ocuparse principalmente de la
eleccin, de la instruccin y coordinacin de todos los equipos.
Podr ser ayudado por las personas que l elija.
4. Cada equipo contar con dos maestros, uno de los cuales
ser el responsable del funcionamiento del equipo. Tambin
habr un gua (pastor) por cada grupo de hasta diez personas,
a quienes pastorear y orientar en los deberes a realizar y en
el desarrollo prctico del curso. Habr un secretario o secretaria
que se encargar de los pormenores del curso: lugar, elementos
a utilizar, copias de los ficheros, datos de las personas, etc.
5. Se realizarn en las parroquias durante el tiempo que sea
necesario para cumplir con todos los ciclos. En cada ciclo se
intercalarn dos convivencias y, al fin de cada uno de ellos, se
har la celebracin eucarstica, en accin de gracias.
6. Se dar a todas las personas que hayan hecho seminarios
de Vida.
7. En todos los casos se har con aprobacin del prroco de
cada parroquia.
8. La fuente de candidatos para formar nuevos equipos
completos surgir de todos aquellos servidores que hayan
realizado cursos completos y sean aptos para la enseanza, el
pastoreo y la organizacin en su aspecto prctico.
9. Se le dar a estos cursos la mayor importancia (se trata
de hacer discplos, como lo haca el Seor y lo sigue haciendo),
junto con los seminarios de Vida y los grupos de oracin. Todos
completan la evangelizacin y la renovacin pedida, por la
Iglesia y por nuestro Seor. Los seminarios de Vida, como
proclamacin del Evangelio y vida nueva en el Espritu Santo. El
curso de discipulado, como autntico crecimiento en la Vida del
Espritu orientado a la formacin de verdaderos discplos del
Seor, para la extensin de su reino. Finalmente los grupos de
oracin, como fuente inagotable de todas las bendiciones de
Dios, junto con la oracin personal.
10. Tanto los seminarios de Vida, como los Cursos de
Discipulado y los Grupos de Oracin sern los instrumentos
principales de la evangelizacin de la RCC, y hacia esta
evangelizacin deben estar orientadas todas sus actividades.
11. Estos cursos se multiplicarn por los equipos que surjan
de los mismos cursos quienes a su vez sern fuentes de otros y
as sucesivamente.
12. Se dictarn una vez por semana, con una duracin
aproximada de dos horas en horario de 20 a 22 hrs, salvo
calquier otra conveniencia prctica.
13. Entre los que forman equipos completos de este
ministerio se reunirn con la frecuencia que sea conveniente,
para compartir y comunicar esa experiencia en provecho de los
cursos.
VI. De las pequeas comunidades carismticas apostlicas.
1. Otro objetivo muy deseado de la RCC es formar pequeas
comunidades apostlicas.
2. La verdadera comunidad representa la vida trinitaria,
unida por el amor. Por eso Jess desea tanto que nos amemos
los unos a los otros: estaremos haciendo lo que hace la
Trinidad, a cuyas imagen hemos sido creados como comunidad.
3. Son convenientes para quienes buscan la madurez en su
vida cristiana y plenitud en el amor y servicio de Dios.
4. En ellas debe existir un compromiso personal donde se
manifiesten los carismas en cada uno; as como la fuerza de la
fe, de la esperanza y del amor.
5. Reflejan fielmente el ambiente donde se hace efectiva la
salvacin en Jesucristo, se vive su seorio y donde
constantemente se recibe la influencia del Espritu Santo.
6. En el apostolado efectivo se harn contemplativos en la
accin, predicando comunitariamente con la palabra, con las
obras, con la eficacia de los prodigios y milagros, con los cuales
el Seor acompaa su predicacin y con el poder del Espritu
Santo (Rom 15, 18-19).
7. La experiencia comunitaria es la experiencia del
nosotros, unidos por el Espritu de Unin.
8. Cada uno tiene la obligacin de sostener la fe de los
otros. Da y recibe, perdona y es perdonado, se ofrece a s
mismo para el bien de todos y se benefiia, sin pretenderlo, por
lo que los otros hacen por l.
9. Deben permanecer en comunin con otras comunidades y
con la parroquia, la dicesis y la Iglesia universal, sin interferir
en otras acciones apostlicas que estn llevando a cabo otras
instituciones.
10. Deben considerarse en todo momento como un don de
Dios antes que como un mtodo o una tcnica. El Espritu Santo
sea su creador y su Alma.
11. Cada comunidad tiene su propio carisma para edificacin
de la Iglesia.
12. Obrarn con plena libertad en el Seor e
independientemente del ministerio de predicacin y de
discipulado, aunque realicen las dos funciones como
instrumentos eficaces de la evangelizacin que pide la Iglesia.
13. Solamente avisarn al jefe del ministerio de predicacin y
de discipulado para coordinar mejor las acciones.
14. Su objetivo es ser fermento en la masa.
15. Informarn de sus actividades al Coordinador General del
cual dependan.
VII. Del ministerio del Buen Pastor.
1. El objetivo de este minosterio es orientar a las personas
que de algn modo solicitan ayuda espiritual por notas escritas.
2. Ser necesario que lo integren tantas personas como
sean necesarias para atender adecuadamente todas las
demandas.
3. Habr un responsable de la organizacin del trabajo.
4. El responsable elegir para este trabajo tan delicado a
personas de mucha oracin y discernimiento, con el don de
consejo.
5. De este ministerio se esperan grandes frutos para
aquellas almas que necesitan ayuda y comprensin en El Seor.
6. Sus miembros debern guardar estricto secreto de las
cosas que los fieles les han confiado.
VIII. Del Ministerio de Coordinador General.
1. El Coordinador General ser elegido por el equipo de
discernimiento, el equipo timn y por todos los servidores por
simple mayora de votos, despus de orar y pedir el
discernimiento necesario.
2. Tendr a su cargo asisitir con su consejo al Ministerio de
Discernimiento, aunque no tendr voto.
3. Es el jefe natural del equipo timn, para decidir la
ejecucin de las acciones que se han de tomar y coordinarlas
mejor para el bien comn.
4. Se le recomienda no solamente coordinar las acciones
sino tambin el espritu con que esas acciones deben ser
realizadas para que no se reduzcan a un activismo sin alma.
5. Estar presente en las reuniones zonales para enterarse
de las orientaciones o directivas propias para la zona.
6. Tiene autoridad junto con el prroco y el equipo de
discernimiento para conceder permisos, as como aprobar
nuevas comunidfades carismticas, dependientes de la propia
zona de accin.
IX. Del ministerio de la caridad.
1. Cada miembro de la RCC es jefe exclusivo, en cualquier
circunstancia y tiempo, de este ministerio permanente. Habr
tantos ministerios de la caridad como miembros hay en la RCC.
2. Cada jefe ha sido nombrado directa y personalmente por
Dios desde la eternidad, sin intermediarios.
3. Es el responsable de amar a sus hermanos como Cristo
los ama: en todo momento y en toda oportunidad, sin hacer
discriminaciones de tipo alguno y se guardar de hablar de
caridad, sin caridad.
4. Ser alguien de quien se podr decir que ama con el
amor de Cristo, donde radica la santidad verdadera.
5. Se realizar desde la 0 horas del da anterior hasta las 0
horas del da posterior.
6. Ningn poder de este mundo podr arrebatarle este
ministerio.
7. Es el nico ministerio que podr ser codiciado.
8. Se reunir con el Padre, con el Hijo y con el Espritu
Santo, junto con Mara, en contemplacin activa y permanente
para admirar y alabar la obra de Dios en l y en sus hermanos.
9. En su ministerio apostlico sern responsables ante Dios
de mostrar la luz de Cristo a quienes estn en tinieblas.
10. El libro de actas lo lleva el mismo Dios.
11. Se ocupar de santificarse por todos sus hermanos sin
distincin alguna, como hizo Cristo, para que ellos sean
santificados en la verdad.
12. Comprender que nada puede ser ms til para s, para
sus hermanos y para la Iglesia que su santificacin.
13. Se gozar y nunca se quejar de ser el ltimo y siervo de
todos.
14. El amor de sus hermanos lo ayudar para santificarse y,
lo que no es amor, para estar crucificado con Cristo en la cruz y
perdonar a los que lo crucifiquen con la misma misericordia
que Jess.
15. Ser realmente servidor, aunque sea pospuesto en
cualquier ministerio.
16. Con este ministerio nadie puede sentirse desplazado,
olvidado o no tenido en cuenta.
17. Ningn otro ministerio tendr sentido y eficacia
sobrenatural sin la prctica permanente qde este ministerio que
lleva a la santidad.
X. Del ministerio del perdn.
1. Como manifestacin concreta y viva de la caridad, el
ejercicio permanente del perdn es un ministerio muy eficaz
para la unin comunitaria.
2. No slo debemos perdonar a quienes nos han ofendido
(tiempo pasado). Lo importante es tener un corazn lleno de
misericordia que sepa perdonar a quienes nos ofenden y a los
que nos ofendern en el futuro.
3. El ejercicio del perdn debe estar a la mano, en el
corazn del servidor, a imitacin de Cristo.
4. El perdn es una obligacin moral que hemos contrado
ante Cristo despus de haber sido perdonados por l.
5. No es perdonar comentar con otros hermanos cmo y
quin me ha ofendido o atropellado, sin reconciliarse con el
hermano, con lo cual no slo se evitar hablar mal de l sino
que se cumplir una voluntad expresa del Seor.
6. Tampoco es perdonar exigir de nuestros hermanos
perentoriamente una caridad perfecta o una conducta
intachable. No es el modo cmo Cristo nos ha tratado.
7. Hemos de perdonarnos siempre, en toda ocasin, porque
es mandato del Seor.
8. El perdn unido a la paciencia, al tiempo y a nuestra
oracin sincera por el hermano nos mostrar mejor la verdad, la
cual nos har ms libres. No dejar de ser la mejor disposicin
para una reconciliacin llena de frutos.
9. El mentiroso nos tienta permanentemente para que
neguemos el perdn y reclamemos justicia. Para ello se vale de
las apariencias, porque huye de la verdad. Esta verdad es la
que debemos dioscernir en todos los casos y, la nica verdad,
en estos casos, es que debemos perdonar siempre.
10. No perdonar en nuestro corazn es la causa de toda
desunin, arbitrariedad, atropellos, injusticias y celos amargos,
adems de una permanente fuente de dao a nosotros mismos.
A.M.D.G.
ORACIN DEL SERVIDOR
Seor Jess, que tu Espritu ponga palabras en nuestra boca
para no fastidiar a nuestros hermanos con las nuestras; para no
herirlos de las formas mas sutiles conforme nos tienta el
mentiroso.
T, Seor, pon palabras en nuestra boca para comunicar tus
buenas noticias; para manifestar lo que T quieres de nosotros;
para cumplir tu mandato de amarnos los unos a los otros tal
como T nos amas y no de otra manera. Pon tambin Tus
pensamientos en nuestra mente para no confundirlos
torpemente con los nuestros. Se supone qu estamos muertos a
nosotros mismos para estar vivos en ti, Seor de la Vida.
Entonces, que todo lo que hagamos y digamos surja de ti,
Fuente de Vida, para dar esta misma Vida a otros. Si T no
ests realmente vivo en nosotros, presente y operante,
entonces todo lo que decimos y hacemos seguir naciendo de
nuestra carne.
Descubre, Seor, nuestras faltas contra la verdad y el amor.
Que quedemos indefensos ante Tu verdad. No hay mayor
respeto por Tu Palabra, Seor, que cumplirla; no hay mayor
amor al amigo, al hermano, al prjimo, al enemigo, que dar
la vida por l. Dios nuestro, permanece presente en nuestra
existencia como nico y soberano Seor de todo lo nuestro.
Que el Espritu de Amor sea el nico lazo que a todos nos una,
como T lo deseas, para Tu mayor gloria y alabanza. Amn.
SIGLAS UTILIZADAS
CL: Christifideles Laici, Exhortacin Apostlica del Papa Juan
Pablo II sobre la vocacin y misin de los laicos en la Iglesia y
en el mundo.
DV: Dominum et Vivificantem, Encclica de Juan Pablo II sobre
el Espritu Santo.
EN: Evangelii Nuntiandi, La evangelizacin del mundo, Paulo VI,
Exhortacin Apostlica.
LG: Lumen Gentium, Constitucin dogmtica, Concilio Vaticano
II.