Estética de Las Revelaciones
Estética de Las Revelaciones
Estética de Las Revelaciones
2011, Cromwell Castillo [email protected] www.gambito-de-rey.blogspot.com Editor: Jos Luis Crdova Diseo de portada: Omar Suri [www.cromosapiens.com] Fotografa de solapa: Gianmarco Nazario Martino D. R. 2011 de esta PRIMERA EDICIN: Cascahuesos Editores S. A. C. Los Claveles C-19, Urb. Apurmac, ASA Arequipa - Per Telfono: (51) 958 683 545 [email protected] Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2011ISBN: 978-612-4111-02-0 Tiraje: 500 ejemplares Impreso en los talleres GRFICA G&C El Carmen 119 / Av. Dolores Cercado de Arequipa en el mes de setiembre de 2011
Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperacin de la informacin ni transmitir alguna parte de esta publicacin, cualquiera que sea el medio empleado electrnico, mecnico, fotocopia, grabacin, etc., sin el permiso previo de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual. Hecho e impreso en el Per / Per llaqtapi qillqasqa / Lurata Peru markana In Peruvia typis excusum / Imprim au Prou / Printed in Per
Ahora ya podra suceder todo lo dems. Este primer esfuerzo ntegro es para ti, Natal, con todo el amor con que florece la existencia de la incertidumbre. Y con el que, incluso, sera capaz de traicionar mi propio sistema de certezas.
AGUA
Estoy bajo el agua y los latidos de mi corazn producen crculos en la superficie. MILAN KUNDERA
1
Esta vez su disposicin adquiere la forma de mi lenguaje, es decir, su aspecto se hace universal desde mi boca. De todas sus posibles determinaciones, aqu, en lo habitable, slo se espera su adaptabilidad; despus de esto, quiz ella deba ser algo que no comprenda. Pero lo no comprendido se explica tambin a partir de mi desorden: Silenciosa ventaja suya la de enturbiar mi contenido. Todo forma y se deforma Magnficamente a partir de su espacio, entonces, de mi voz a lo insondable, ella es un poema transmutando sus abismos.
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2
Al representarla, tambin esta hoja mimetiza su apariencia y se torna transparente: No hay nada aqu que no se advierta, no hay nada aqu que no contenga su curso y fluya desde su impenetrable hondura. A veces ella, en este fondo blanco, no resiste su propia densidad y pareciera recortarse a medida que tocan sus giros, mis palabras. Pero no, siempre desde estos trazos desbordar su cualidad a ms imgenes, entonces su retorno seguir siempre cambiante y escurridizo entre mis manos. Hay suficiencia en su tocante sencillez. Contemplo cercana su multiplicidad
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tan influyente como entraable. A partir de toda representacin, incluso ella, en s, frecuentar su mimtica apariencia para afluir aqu, a cada instante.
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3
Enigmtica caracola: Poesa, donde siempre se escucha mi voz como mar enfurecido. En ti el agua tambin se agita fantasma, desencadenando sonidos de palabras, que a veces, jams escribo.
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4
Ms all en m, correspondo al impulso sbito de parecer agua: Ella tiende a sublimarse, yo asisto a esa evasin. Cuando ocurre, mi canto en lo alto prolonga ceremonias pero no es escuchado: No hay nada ms all arriba, slo ella hablndome, imperturbable acaso y apartada de nuestra vida circular entre todo lo inexacto. Por eso, all en la cima, no contiene ninguna respuesta: Es la respuesta. Y desde esta sencilla superficie blanca, solemne se la puede escuchar.
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Sentado a su orilla, he fijado en m la fascinacin de un pozo. Es breve y minsculo en comparacin con mis sueos, excepto cuando lanza variaciones semejantes desde lo inalcanzable. Tocar por un instante sus designios es desfigurar con certeza lo que an no s (crculos encierran mi tacto en seal de un limitado roce heredado a su proximidad). Su extraa superficie es tolerante, el agua gil y serena que la habita me devuelve otra vez imgenes y una perspectiva clara entre lo que no se ve. Ah estoy yo, sumergido tambin desde su origen olvidado y engaoso. Intento opacarla nuevamente
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sin algn temor discutible, pero con la sospecha de no saber con exactitud, quin me llama de su posible profundidad.
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6
Ella lanza quebrado paso. Como un espejo surge, recorta el tiempo y no supone lo difusa que ha de verse en su sentido. Cae en su reflejo. Sigue cayendo verticalmente cada segundo en la espesura del abismo. Sin embargo hay das que redobla su cauce, se despeja y cristalina ha de verse en su corriente. Gota, charca, ro, catarata, porcin de mar oculta en su costado. Como el humo se dispersa,
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avanza gil y no sabe su trayecto a las puntas del espacio Al suelo lo condensa en su cada: Vertiginosa, en declive su salto mximo, cae y es principio contenerla.
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Si estoy aqu es por el agua. Cmo no transfigurarla ms cuando desciende? Esta vez discurre desde m bajo la forma de lgrimas.
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Aunque su orientacin siga siendo la misma, se han primitivado mis palabras buscando apariciones en lo absoluto. Huyen mortalmente como imgenes sedientas de esta superficie: Desde aqu desplomarse en crculos como un poema hondo. Despus de todo este tiempo, en todo lo que surge de m, no han dejado de allanarse a partir de mi tintura: Agua oculta, inmanente, confirmacin de todo lo extraviado en mi desorden. Pero al ser yo quien las escribe, y merodea en torno a esta superficie incalculable, soy una especie de agua oscura que observa otra, sin sentido aparente para intentar escapar de las palabras que tambin me escriben.
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Entonces sucumbe la forma de lo que no se ve entre lo que est dispuesto a frecuentarme. Soy yo la misma bsqueda de siempre. La misma aparicin en lo transcurrido. Lo mismo.
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Si la nombro, toda emisin que origina la palabra es oquedad, y me habita: Compleja indiferencia la del lenguaje, complejo su envo que toda sed organiza. Puedo saber que al papel le sucede lo que al agua, advertir el desplome que contiene cada pgina en blanco sin tocar el golpe. Comprendo en m su precipitacin. Es posible todo desde algn lugar: Lugar exacto yo destinado al precipicio. Desde all, frente a cada rumor que admita, toda cada se ir fragmentando en gotas.
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Quiz haya ms certeza en su interior que en mis palabras (la hay en lo transcurrido). Con ellas me incomunico en ellas y mi nica perspectiva es la dispersin a la altura que es incierta. Pero el agua habita hasta lo que no conozco y yo sospecha constante soy lo impreciso en toda emisin. Me contiene slo cuando escondo intenciones que nacen a partir de mi descenso. El descenso se transfiere. Su generalidad sujeta. Aqu no es el agua una cuestin semntica.
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FUEGO
Al principio era el fuego ascendente que encenda con una chispa las atmsferas, chispa de ojos rojizos, chispa de triplicados ojos, brusca como una flor. DYLAN THOMAS
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Ms all del grito furtivo, un sonido agita entre los rboles el extravo de la lluvia o la peor sequa que abarcamos. Como hierba de todos los campos, la Poesa nace y crece una tortura matutina a contraluz: La sangre de los pjaros persistir. La ciencia del dominio es fuente ciega, revolucin | prosaica que dibuja nubes funestas con su dedo en el aire. Un ruido establece su soberbia con los das perdidos, y por fin la noche larga cae inexorablemente como una rutina gris. Los ojos suceden al mismo hallazgo siempre. Cmo sujetar los prpados al sueo para adjudicarnos redencin alguna entre la ceniza? Cuerpos caen en toda esta trama de desconcierto y de pronto, el sol, cada maana nos lacera dos veces
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frente a estaciones que slo vomitan cadveres de | todos los reinos. El hombre tiene el rostro poblado de solemnes | amenazas por eso la vida lo sujeta al escombro. Entonces colisionan precipicios y me escondo de ti, oh, fuego interior que nos despojas de sensatez ante el | delirio. El vaco es el mismo Poema perverso de las | postrimeras. Entregados al fragor supremo nada quedar. Ni el estanque ni la cloaca sortearn ms su vrtigo con alteracin admisible en el mundo bajo. Ni la chispa secreta de las piedras. Ni el rumor del agua en los arroyos. Ni esta hoja quedar para agotar con indolencia nuestra dimensin | insuficiente. Revertiendo el contenido volveramos la agudeza al viejo oficio de decapitar | profecas. Ah, las profecas y su estirpe csmica Como si al hombre no le bastara palpitar.
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2
Fuera de la ciudad tus ojos no pueden devorar el fuego de las revelaciones. Todo testimonio de luz reverbera en la niebla deseoso cntico donde ruinosas estaciones te columpian secretamente. El precipicio es indivisible. El frvido imperio enraza en el cuerpo su danza para una nueva alteracin. Todo crculo trazado en tu ojo se remonta al vrtigo. Entonces la gentica del fuego se advierte en esa virtud de no amar el universo de las flores bellas. Niega la artificialeza del sueo confinado. Rompe la falsedad en esta fraccin de tierra posible. Bajo el filo de tu pregunta fundamental he lanzado una inminente botella al camino. Dentro de ella,
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trozos de papel son pugna y desenlace: El nuevo fulgor contenido ir convirtiendo en magma perenne lo indecible.
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Llegar a la luz elemental. Llegar a la orilla donde arena hmeda sostiene nuestra incertidumbre. La ventaja de emigrar al fuego es no prescindir del ruido de s mismo. En medio de nosotros, la fogata fragmenta la oscuridad inicial y entiniebla los rumores del agua colindante. Respuesta es superficie iluminada: No temamos al origen de un reino variable. La ms reciente manifestacin de tragedia ahora es gozo y mstica de resistencia. El viaje al fuego es un conocimiento radical y llano. Aunque secreto y sonoro es el mensaje del agua las llamas han alcanzado elevacin de cntico silvestre. Nuestra condena no es ligereza natural,
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es sonido voraz que la vida debe decir para siempre. Desde aqu hemos merecido los giros del propio ruido. En el da nuevo, todo mensaje es un desplome: La espaciosa agua no pudo llevarse nada. Hay brasa y ceniza en todo intento de fuego: Todo est intacto. Es que somos nada.
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Afuera, la ignicin de la hoja en blanco es incesante. La ceniza nos hace irremediable naufragio. Peregrina dentro como lenguaje que dispone los vacos. No suea su fuego: Lo es eterno en la anunciacin de la prxima muerte. Es fuego aprehendido.
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Si la revelacin sacra no fuera otra espina sanguinaria, el exilio o el confn estaran provistos de una certeza irreductible: La culpa o el fuego supremo de la hoguera. Cmo reescribir un itinerario menos absurdo y calibrar persecuciones sin que nos sacudan los | estragos? Ante todo desvo como fugitiva sangre de pjaro en | la nieve, suele leerse con solemne ruindad en las puertas de ministerios y catedrales: Matadlos a todos, Dios reconocer a los suyos!
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No. El fuego no es el signo de morir con importancia. Es resistirse y bajo la hoguera del sol latente celebrar la sombra. Entonces prepara para la noche la sangre de heredados rituales si el delirio cobra de s su ltimo aullido transparente. Las calles son una revolucin discreta y profunda. Dentro de nosotros tambin la consecuencia define el orden y el dominio. Ama la ciudad, mala guardin en su abundancia y busca lo imposible: Florecer en el cemento. Arrjate al designio de agrietar los labios sin importar el lenguaje montono del nuevo da. Ensaya viejas laceraciones cuando despiertes: Saber bifurcar los miedos
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es punzar el sueo de los que abrevian la angustia | impunemente. Por eso coge tu abismo y calla tu fuego. Es mejor atravesar las horas contenidas con la magia mortal de una pregunta ardiente.
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El profeta espa la imaginacin de dios bajo el umbral de una vela encendida. Ah la persecucin del tiempo instaura su sacrificio y arden las montaas como el ritual que pronto extinguir su sospechosa | virtud. Slo la verdad fuera de la luz es luz que crepita. El deseo lo conduce, y perenniza en su camino la sutil ventaja de augurar nuestra ceguera: El destello flamgero del profeta coexiste mejor en el escombro de una vela apagada. La oscuridad es nica fuente, fuego penetrante donde beben los hombres su afrenta contra la vida, flama nica que origina rebelin en el incierto lenguaje. Oh, conocimiento silencioso de las postrimeras. Nada se sabe ms all de uno mismo si es que existe este filo de virtud en el suicidio.
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Siempre canta la ruptura, la remota osada de sofocar la visin menos furtiva: Todos somos profetas en la infalible bsqueda del infortunio. Es mejor apartar a la muerte del recelo y de la propia conspiracin para sucumbir deseoso a la | locura.
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Como nudo sagrado, cuerpo y fuego adhieren su coraza de luz a las tumbas o a la sangre derramada sobre las tumbas como una diadema implacable. El gento danza la inmolacin del propsito: Tiempo es consagracin de campo estril, y en la batalla de las ofrendas, es el ltimo juego que nos despoja del terror a lo | ofrecido. Arde la invocacin al gozo. En frentica alegora, somos carne expuesta para | buitres en torres de silencio. El fuego no afrenta al fuego ni lo suplanta. Desde lo ms hondo de la tierra como crneo horadado se invoca y perenniza su propagacin remota. Por eso su restauracin tambin es tragedia retenida, rito pagano donde el arte de mirarse agnico
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es seguir la propia profundidad en el sonido de tambores y serpientes: La mudez de la belleza brbara en alusin al fuego | nuevo.
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Las piedras entrechocan su obstinada forma. Comprimen sus cuerpos como hacindose puo y rostro inmvil. Circulan torpes a descubrir su fuego. Ah, la piedra multiplicada en el lugar de la simiente: La vida y el horizonte crujen en una lnea desde donde se deshacen los sueos y cae la piedra del pensamiento al suelo: El inevitable pndulo de humo despus del alba, la decadente luz o el corpreo lenguaje de encenderlo todo con fervor de ciego.
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El lecho encumbrado por el fuego. Dos cuerpos incorporan sus efmeras alas como pacto que la sombra jams contradice. Fuego contra fuego es fuego supremo. Ah se advierte su mitad de agua. Por eso oscila su calor hasta hacerse: Noche dispersa, Furia finita junto al desaire de vivir devorados por la | lluvia: Instinto divino, metafsico universo engendrado en la | Nada o en la virtud de los astros menos tenues. El destino marcha cogido del tedio, pero los cuerpos resuelven su disolucin con aleatoria correspondencia: Fluido enrgico cuya voluntad es agrietarles las entraas y acentuarles el YO, all donde las araas tejen su ltima morada nocturna.
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La Naturaleza y su emboscada prdiga: Justifica al rbol cayendo del fruto. Y a la muerte tcita | del hielo: Si el fuego no abrasa es porque an no cabe en los latidos la palabra | corazn, Maldito Ruido Montono.
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TIERRA
La mitad de mis amigos ha muerto. Te har unos nuevos, dijo la tierra. DEREK WALCOTT
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Espera de agua. Ruptura de fuego. Dicotoma del trayecto. La tierra provee equilibrio en su estacin cardinal: Pro longa races y prodigiosos ramajes que adhieren frutos al azar de cara a la muerte. Pero el origen de ese despren dimiento no concibe integridad nica: La bondad de la semilla ramifica su portento en la labranza, donde cada pensamiento sacude preguntas profanas bajo el sol des de una cabeza mal herida por el sueo. Somos rastro de todos los orgenes, por eso nuestro lmite siempre ser camino reducido. Paso en falso, infinitud o paso esquivo. La memoria no podra ser la vida que vivimos. Nada en teora es muestra disponible. Superficie conductora de crneos prematuros. Fe maldita: Coger el fruto y mor dernos la mano. rbol / savia / nudo tensando historias. [Mi cruenta peregrinacin]: Prohibido tragar estacio nes.
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[En m hay otros que caminan hasta el final del da, y toda escena diferente que originan es conmutacin insonda ble]. Frgil resonancia. Despus de toda puerta hay una puerta contenida. Y esa sucesin nos atormenta, nos ob sesiona, nos hermetiza. Tenaz lucha que no cabe en un espejo cabe pero nada transporta semejanza. [Espaciosa tierra donde no me veo, sta, la desconocida. Qu otro en m se podra mirar tanto como yo no?]. Reflejo recurrente / signo estancado / imagen sublimada dentro de las preguntas. Encarno / integro fijacin comn y todo nos incluye. [Entonces qu soy, o quines?].
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Tierra / aire: Jbilo fecundo como da desprovisto de a taduras: Estamos para nunca aprender a matar la oscu ridad. Jams en esta tierra que acoge nuestra desnudez miserable. Jbilo por la locura como nico natalicio. J bilo por la locura que siempre ser un nio apedreando los muros de su casa vaca: Lengua enferma, vocabulario prohibido. [Tierra y aire surcando insectos, revolotean do abominaciones que he de mapear en mi carne escrita]. Jbilo por las tinieblas. Jbilo por el rayo que es rbol incandescente nacido en la luz de limbo. Jbilo por la enfermedad de palabras y serpientes colmillos veni deros: Sangre espesa que fluye por calles y plegarias. Jbilo por las altas colinas. Jbilo por el suicidio que consiste en subirlas aferrados al vientre materno. Jbilo por la nada. Y por saber que la nada no pasa nunca por el ojo de una aguja: por ancha y tenebrosa, por existir an sin el ojo de la aguja que es refugio y oquedad como cual quier da fecundo lleno de jbilo. Luego habremos de reconciliar los reinos: [La muerte es una enfermedad como cualquier otra. Hay una cu ra. Y yo la encontrar].
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La noche nos absorbe como guarida prehistrica. Ener ga expansiva que cierra prpados rebelando distancia. xodo de luna reflejada en el fango: Cuarto menguante canto bastardo / luna llena a tributo deforme. Creciente jbilo donde nadie danza alrededor de rboles milenarios. Savia nueva que sella bocas y caminos donde nadie espe ra escapatoria. El cuerpo sostiene con el filo de la duda una cabeza cer cenada hace mucho. Slo extremidades nos otorgan la ventaja de perdernos, escudriar en el mismo fango la sequedad del tiempo. Oh tierra: aullido de la dacin ocasional. [Sacudir tu corteza no es desvanecerme para saber que penetro una escritura improbable. Florecer en ti es columpiar mi locura en alambres de pas: Retorno a la fe de los desposedos].
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He ah una mariposa nocturna. Su vuelo tambin crece r innombrable y fragmentado como el nuestro? [Yo an no hallo respuesta ms estrepitosa que el Poema reteni do], pero si acaso resuelves ignorar su origen terrestre, slo mrate y maldice el universo de tus alas, ojo absurdo.
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Que el destino sea otro si el pensamiento se acerca a las palabras. Nada repito. [Eres una lanza que traspasa mi inocencia de viajero. En tre mi equipaje, polvo. En mi melancola de extraviado, polvo. Slo la voz de un anciano susurra dentro una can cin universal]. Es el reloj una maana cualquiera retratada en el estan que? Somos los que bebemos ah el paisaje de la sed donde anidan cuervos? Proseguir / tomar direccin contraria a la cabeza / vol tear para mendigar ausencia. La agona juega a las escondidas y se cohbe de gritar. Slo la voz de un anciano susurra dentro una cancin in soportable.
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[Para ser otro me fijo la mscara de hombre. Qu podra decir con esta mscara? La distancia de m hacia m me hace ciego adentro, los ojos son distintos y multipli cados. Slo la sombra me estudia al anteponer un arti ficio al sol]. Lo distinto de los ojos no est en sus races ni en sus for mas. No slo lo cncavo determina lo perpetuo. Y esta vez debo apoyarme en las palabras mscara concebi da para descubrir qu otra tierra recreada discurre en nosotros. La agudeza definitiva tiene determinacin de iluminada y se oculta. Todo silencia excepto su fulgor y las visiones. Por eso cudate sueo prolongado, pues si estamos aqu, dnde ms estamos ahora? Todos somos transferencia continua.
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8
[Su polvareda cabalga fra como niebla fantasma. Su ri gidez me envuelve hasta confinarse en el silencio. Colo sal criatura donde nadie te ve. Corazn abisal revuelves mi ruta]. En ti el silencio jams advierte pgina en blanco que lo resista. Poema bajo tierra: La semilla es hermana de todas las muertes.
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Sueo habitado / pjaro de barro / clamor de lluvia. Regin donde afrontamos confidencia perentoria. Hu da o entendimiento de demoliciones. Alas disueltas co mo condena de tu origen invernal y pedregoso. [Yo que tambin soy ave, tengo una jaula dentro de m esperando por m, aqu en las entraas].
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10
No es momento para despedidas ni rutas cmplices: Re cordemos a nuestros muertos sangrando dignamente los das que nos quedan. La espera custodia catedrales. Hundirse el llanto bajo este poder designa otro destierro prometido. Ministerios bendicen desiertos con mons truos mimticos. En un callejn sin salida, percutiendo esperanzas en las sienes, corazones indocumentados leern su prxima bienaventuranza: Abracemos con amor lo que nos queda para morir menos. No echemos de rodillas el siguiente grano para la siembra. Sacrificio no es descargar un ata que promisorio en nombre del mejor tiempo: Ayer de alas rotas / maana partiremos / hoy es da so breabundante en la labranza. Cubrir nuestros ojos con las manos para no ver nada. Lanzar una moneda al aire para que la atrape algn testi go encubierto. Ni la ambigua perdicin concede pesadi llas menos drsticas. Ni las supersticiones renuncian a su mitad de ruina.
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Una guerra entraable se desata en los jardines de las casas. El mbito en que sucumben sus rigores es polva reda y jbilo. Jams al puado de hierba seca con forma de revlver en el juego de los nios. Norte emprende con sigilo maniobras de desvo sin identificacin. El giro de sus ondas, las frecuencias, cientos de cuartillas repetidas coexisten en su vibrante iniquidad. Escape a los botones incendiarios. Hoy es da sobreabundante en la labranza. Nada se con suma en las ventanas ni en las paredes como miedo a la infancia. No hay casa que no sea una ofrenda a lo cons truyente y fluya. Nios rigen sueos sobre tierra frtil. Pronto sobreven dr la primera lluvia de una estacin liberada.
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AIRE
Me cuesta bajar el poema del aire all donde me hundo con el plumaje vertical de las palabras. JOS BARROETA
1
Y si el aire falsea designios y nos va disgregando por dentro? Las palabras traducen su impulso de nufrago. Y no es evasin ni huida ni alarido interminable preguntar apariencias en terreno baldo. Yo que lo he visto conmoverse en su agitada modestia de pronto asomo a las ventanas mi desencanto y siento a bocanadas el otoo que trae entre sus hojas. Estamos fuera de lugar. Nuestra orientacin posee perfil desconocido: Innegable rastro o elevacin de astro | girante: No en vano toda cada libre ostenta arrogancia de | cosmos.
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2
Aqu slo aire contenido. Elevar una pregunta hasta estremecer al silencio. Y sin respuesta inducirse al vuelo en busca de todo origen inherente: Somos propagacin sbita. Pero el silencio dinamiza este simulacro voraz donde el pjaro salvaje instaura su trayecto como respiro absoluto. He ah las cuencas vacas de los ojos: No hay prolongacin de existencia en campo abierto excepto planeo intil sosteniendo con esplendor de cima una sensacin inagotable de conflicto y tregua en nosotros. Mientras persista el sueo el sobresalto por aniquilar noches trgicas pernoctar grave y hermoso como un animal | solitario.
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3
Cerrar los ojos. Descubrir un sendero con el odo. No llegar nunca a lugar distinto. De pronto cerrar una puerta de golpe y adentro nadie. Echarnos a andar con el pensamiento rabioso. No concebir el juego perfecto para incorporarte con la oposicin de | las manos o la mejor utopa. Perennizamos tu bsqueda aire pero tu escondite raudo no cede y ofreces tu semejanza: El mensaje no contradice nuestro ingenuo | remordimiento. Por eso nuestros cuerpos confieren epitafios a los das muertos: Nacemos para despertar y desear cosas ms trascendentes
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como querer dormir para siempre | soportando todo lo que no se deja ver.
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4
Conmovidos por su confabulacin la ceniza ofrenda su ltimo rigor en los vuelcos del | aire. Qu destino acoger su moldura innombrable? No es la voz en la pregunta o el sonido bifurcando el | interior lo que evidencia escapismo alguno. Si el lugar que ocupan los reinos es una amenaza | concedida qu lenguaje surge antes del lenguaje? El vaco absoluto no cubre proporcin celeste. Ah no existe suficiencia: Para cavarnos lejos de su miserable bveda el universo es ms proclive a sujetarlo aqu dentro de nosotros como un | apocalipsis perpetuo.
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5
El largo silencio nos acecha. Dejamos caer el suplicio y el sueo en otro corazn vaco. Bajo el disperso legado del aire es inevitable luchar contra todo lo que huye percutiendo el arma secreta de la | vorgine. Somos alfabeto insuficiente boca apelmazada de presuncin y desencanto: Legtima contienda donde todo nos lastima con | justicia.
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6
Como hoja del aire deslzate aqu Poesa entre cuerpos mutilados de palabras entre forma resonancia o cantos leves. Destirrame. Busca en ti el lugar lejano que soy yo porque slo t eres en suma variacin: Hoja o refugio transparente entre las hojas.
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7
Cuando nuestro silencio cese otro aire denso gobernar la garganta. Esta es una estacin de das apcrifos. Por eso bscate mira el vaco alisa tus alas y despligate: Algn da aprenders a volar destemplando los | impulsos Mosca Domstica.
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8
Lo que sucumbe en nosotros se desliza como ltimo aliento en tu goce irremediable aire que invisible ansas extensin para nuestros | vestigios. Y columpias al agua desfigurando el firmamento bajo el sonido enmascarado de la noche. Quin despide tu msica a travs de esta puerta inefable? Sin respuesta donde atormentar especulaciones comprendo al fin que tu bondad rige ms humanidades y vocablos que cualquier | libro de Poemas. Por eso cantas desde todos los rincones y jams la danza es la misma debajo de puentes y | desiertos: La jactancia de la palabra ser en el centro de esta irredimible fbula.
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9
Para que la vida no prolongue su abandono evocacin o aire obstinado. Infalible desprendimiento como quemar hojas y olvidar el fuego. Nada es ala sin entorno de vuelo. El ojo es un lugar de mudable desnudez intil tintero cuya ciencia es desconocerlo todo. No existen murallas en el aliento de la orilla desierta: El aire tiene en su vasta arena un propsito que nos mueve bordeando | eternidad.
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10
Ah donde nada irrumpe la negacin del vaco hay respuesta anticipada. Establecer nuestra raz en sombra gritar lo que jams devuelve eco. Entonces habr que restaurar el miedo como hielo escrito que no derrite su torrente peculiar para apetecer alguna | puerta nueva y escribir sin retorno la memoria de un bho conmovido por | nadie entre lo que resta de destierro: Algo ulula en la pared como ala rapaz y cuerpo | esquivo. Y nosotros dispuestos a las tribulaciones esperamos siempre con identidad fantasma un arremolinado manojo de hojas secas esparcidas sbitamente en su mirada. Si los rboles mecen sus ramas en cspides | frondosas
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por qu no podemos columpiar siquiera con | argucia la sabidura y la muerte? Aire, despus de ti
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NDICE
AGUA:
1 [Esta vez] 2 [Al representarla] 3 [Enigmtica] 4 [Ms all, en m] 5 [Sentado a su orilla] 6 [Ella lanza quebrado paso] 7 [S estoy aqu] 8 [Aunque su orientacin] 9 [Si la nombro] 10 [Quiz] 1 [Ms all del grito furtivo] 2 [Fuera de la ciudad] 3 [Llegar a la luz elemental] 4 [Afuera] 5 [Si la revelacin sacra] 6 [No] 7 [El profeta espa la] 8 [Como nudo sagrado] 9 [Las piedras entrechocan] 10 [El lecho encumbrado] 1 [Espera de agua] 2 [[En m hay otros que] 3 [Tierra / aire: Jbilo] 4 [La noche nos absorbe] 5 [He ah una mariposa] 6 [Que el destino sea otro] 7 [[Para ser otro me fijo la] 8 [[Su polvareda cabalga]
11 12 14 15 16 18 20 21 23 24 27 29 31 33 34 35 37 39 41 42 47 48 49 50 51 52 53 54
FUEGO:
TIERRA:
9 [Sueo habitado / pjaro] 10 [No es momento para] AIRE: 1 [Y si el aire falsea] 2 [Aqu] 3 [Cerrar los ojos] 4 [Conmovidos] 5 [El largo silencio nos] 6 [Como hoja del aire] 7 [Cuando nuestro silencio] 8 [Lo que sucumbe en] 9 [Para que la vida no] 10 [Ah]
55 56 61 62 63 65 66 67 68 69 70 71