Adicciones y Adolescencia

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Facultad de Psicologa Universidad de Buenos Aires

Psicologa Evolutiva Adolescencia. Ct. I- Jos A. Barrionuevo

FICHA
ADICCIONES; DROGADICCIN Y ALCOHOLISMO EN LA ADOLESCENCIA.

Autor:

Jos Barrionuevo

marzo de 2013

Jos BARRIONUEVO

ADICCIONES; DROGADICCIN Y ALCOHOLISMO EN LA ADOLESCENCIA.


Los trminos toxicomana, drogadependencia o drogadiccin suelen ser utilizados habitualmente como sinnimos para referirse a un estado psicofsico causado por la interaccin de un organismo vivo con un frmaco o una sustancia, caracterizado por la modificacin del comportamiento y otras reacciones, generalmente a causa de un impulso irreprimible por consumir una droga en forma continua o peridica a fin de experimentar sus efectos psquicos. Usualmente, el trmino adiccin est vinculado al consumo de sustancias psicoactivas, pero se ha extendido a otras situaciones que no requieren del consumo de ninguna sustancia, como el juego (ludopata), la compulsin a la bsqueda de sexo o el uso de internet, y ha estado sometido a mltiples discusiones a lo largo de los siglos XX y XXI, siendo objeto de variadas definiciones que reflejan, ms bien, el estado de nimo social y poltico ms que una discusin netamente cientfica. La O. M. S., Organizacin Mundial de la Salud, define a la drogadiccin como el consumo repetido de una droga que lleva a un estado de intoxicacin peridica o crnica1. Y respecto del trmino droga propone utilizarlo para referirse a: cualquier sustancia que introducida en el organismo es capaz de modificar una o varias de sus funciones2. El DSM-IV, Manual Diagnstico y Estadstico de los Trastornos Mentales, citando la definicin de droga que propone la OMS, agrega algunas consideraciones: es toda sustancia que introducida en el organismo por cualquier mecanismo (ingestin, inhalacin de gases, intramuscular, endovenosa, etc.) es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central del consumidor, provocando un cambio en su comportamiento, ya sea una alteracin fsica o intelectual o una modificacin de su estado psquico3. En cuanto a las formas de consumo de drogas, suele diferenciarse entre uso, abuso y adiccin: Uso: este trmino supone un contacto espordico u ocasional con la droga, con consumo circunstancial y en ocasiones determinadas. Abuso: reiterado consumo de drogas, recurriendo el sujeto a cantidades y/o frecuencia que superan en mucho a las iniciales4. Discontnuo o no, el abuso suele ser considerado un riesgo en cuanto a la posibilidad de facilitar el traspaso de los lmites que lo separan de la adiccin propiamente dicha. Drogadiccin: dependencia, compulsiva y constante, de una sustancia de la cul el sujeto no puede prescindir, ocasionando trastornos en lo fsico y en lo psquico, constituyndose el sujeto en peligro para s y para los dems.

O. M. S. (Organizacin Mundial de la Salud): Manual sobre dependencia de las drogas. 1975. 2 O. M. S. (Organizacin Mundial de la Salud): Manual sobre dependencia de las drogas. Op. cit.
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DSM IV Manual Diagnstico y Estadstico de los Trastornos Mentales. 4 edicin. Barcelona. 1995.
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Gobbi, S.: Adolescencia y adiccin. Homo Sapiens ediciones. Rosario. 1993. pag. 42

Etimolgicamente, del latn a-dictio: no diccin o sin palabras, el trmino adicto se referira a alguien que sigue ciegamente al lder, sin criticarlo ni decirle nada, sin cuestionamiento. Luego se llam addictus a un esclavo por deudas, de all addictio: adjudicacin, cesin al mejor postor, consagracin, dedicacin. En esta oportunidad nos referiremos a la adiccin a las drogas, dejando las adicciones a computadoras, jueguitos u otras varias para otra ocasin. Adiccin a drogas: El consumo de drogas es tan antiguo como la historia de la civilizacin, utilizndoselas con fines diversos tales como para aliviar momentos de pesar o de tristeza o depresin, para acompaar festejos o durante ceremonias religiosas. Son diversas las causas o motivaciones del consumo as como tambin la consolidacin de la drogadiccin propiamente dicha. La diversidad de factores intervinientes en la aparicin y desarrollo de las adicciones permite considerarlas un problema multicausal, determinado no solo por factores biolgicos y psicolgicos sino tambin por razones sociales y culturales. Una gran variedad de elementos contribuyen a la comprensin de la situacin: la pobreza, la exclusin social, la inseguridad, la distorsin de valores, las carencias afectivas y las presiones en el mbito laboral -entre otros factores de riesgo- que incrementan la vulnerabilidad, tanto social como individual para el desarrollo de las adicciones. Respecto de los tipos de drogas hay clasificaciones varias, si bien de manera sencilla y sintticamente se las puede ordenar de la siguiente manera: Legales: son usadas por un alto porcentaje de la poblacin. Las ms frecuentes son: tabaco, bebidas alcohlicas, frmacos, anablicos y esteroides. Y entre ellos los ansiolticos, o tranquilizantes menores, que disminuyen la ansiedad, mitigando estados de zozobra, inquietud o agitacin son frmacos que ocupan primeros lugares de venta entre los medicamentos en general. Deben adquirirse con receta archivada, pero es sabido que muchos consiguen dichos psicofrmacos sin prescripcin mdica en un consumo masivo e indiscriminado. Ilegales: son aquellas sustancias cuyo consumo est prohibido por ley, y pueden dividirse en tres grupos: Narcticos o depresores: adormecen los sentidos al actuar sobre el sistema nervioso central (como la marihuana, el opio y la morfina). Una intoxicacin aguda con estas sustancias causa vmitos y disminucin de la agudeza sensorial. La herona o droga heroica, heredera directa de la morfina, es denominada as por los Laboratorios Bayer, donde fuera creada, por su potencia o magnficas propiedades en tanto es tres veces ms potente que la morfina. Al ser consumida generalmente por inyeccin intravenosa, puede producir intensa sensacin de tranquilidad o sedacin, si bien tambin causa estados de excitacin o euforia. Estimulantes: la ms conocida de estas drogas es la cocana. Da resistencia fsica, pero acelera el ritmo cardaco, provoca parlisis muscular y dificultades respiratorias que pueden desembocar en un coma respiratorio. Las anfetaminas son un producto de laboratorio sintetizado originariamente en Alemania a fines de del siglo XIX cuyo efecto ms importante es el aumento de la actividad psicomotora, y que fuera utilizado durante la Segunda Guerra Mundial para levantar el espritu combativo y la moral de la tropa as como para eliminar el cansancio. Alucingenos: el xtasis es el ms consumido entre los jvenes. Su peligrosidad radica principalmente en que puede causar la muerte por deshidratacin o paro respiratorio. Por su parte, el L.S.D. o cido lisrgico, no tiene circulacin o consumo de importancia en nuestro pas, es un alcaloide derivado de un hongo que ataca el centeno, descubierto por el qumico suizo Albert Hofman en 1943, y provoca mareo, excitacin y visiones de formas y colores vivos y cambiantes. Las drogas han estado presentes desde los comienzos de la historia de la humanidad, aunque con el paso del tiempo hayan ido cambiando el tipo de sustancias

y las formas de consumo. Hoy la problemtica de las adicciones se presenta como un fenmeno complejo, dinmico, en evolucin, con indicadores propios como el inicio del consumo a edades cada vez ms tempranas, la aparicin de nuevas sustancias en el mercado -generadoras de un deterioro fsico y psquico cada vez ms rpido- y diferentes patrones de consumo. Es claro en las definiciones anteriormente enunciadas que el concepto subyacente es que la droga es la que hace adicto a un sujeto, el consumo reiterado lo convierte en adicto, e incluso ste es nombrado con su nombre: drogadicto, remarcndose el poder de la droga que llega a ser considerado incontrolable o demonaco, proponindose la siguiente relacin:

DROGA

SUJETO (drogadicto)

Desde la perspectiva que propone el psicoanlisis la relacin se invierte: es el sujeto quien construye a la droga como tal, le otorga valor de droga. No es el drogadicto quien, en tanto consume reiteradamente una sustancia queda dependiendo de ella por su accin, por los efectos que produce, sino que el sujeto le da estatuto o lugar de tal a determinada sustancia que se constituye en droga para s, pero puede no ser droga para otros. La relacin sera entonces:

SUJETO

DROGA

As pues, no es droga cualquier sustancia, sino la que el sujeto define para s como droga, otorgndosele importancia al sujeto en esta relacin. Veamos las consideraciones sobre las adicciones de Freud y de Lacan, y de otros psicoanalistas que luego abordaron el tema. Es posible ubicar los inicios del estudio sobre las adicciones desde el psicoanlisis en los trabajos de Freud sobre la cocana5, pues si bien sus investigaciones se encuentran ubicadas en el terreno de la medicina en cuanto a los efectos anestsicos de la droga, su autor propone consideraciones sobre la relacin entre la cocana y lo anmico que son importantes remarcar y recuperar para estudiar las relaciones existentes entre lo afectivo y la utilizacin de sustancias txicas. En Uber coca y en Coca (escritos en julio y diciembre de 1884 respectivamente), Freud se ocupa de investigar los efectos en lo fsico del cloruro de cocana, en dosis comprendidas entre 0,05 y 0,10 gramos, que consistira en alegra y euforia constantes. Estudia, en el primero y ms conocido de sus trabajos acerca del tema, las referencias sobre la planta de coca en la mitologa de los pueblos indgenas de Sudamrica, y dice sobre sus propiedades:sacia al hambriento, hace fuerte al dbil y permite al desgraciado olvidar su tristeza. Y al referirse a las circunstancias en las que el indgena aumenta la dosis ordinaria, dice: Cuando tiene que realizar un viaje difcil, cuando toma a una mujer, o, en general, siempre que sus fuerzas tienen que hacer frente a una prueba que exige un rendimiento mayor de lo normal, el indio aumenta su dosis ordinaria6. Su ltimo trabajo de una serie de cinco dedicados al tema es titulado Anhelo y temor de la cocana (julio de 1887), en un escrito en el cual se manifiesta la decepcin
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Freud, S. (1884/87): Escritos sobre la cocana. Editorial Anagrama. Barcelona. 1980. Freud, S. (1884): ber coca, en Estudios sobre la cocana. Op. cit. pag. 94.

y el abandono de expectativas que haba sostenido respecto de la utilizacin de la cocana como anestsico local en primera instancia y luego aplicada al tratamiento de dolencias psicolgicas. Respecto de la utilizacin de la cocana en las curas de supresin de la morfina, la indicacin de reemplazarla por morfina tuvo consecuencias negativas, produciendo graves sntomas fsicos y psicolgicos y de all la decepcin que da ttulo al escrito. Describe Freud en l: Los pacientes empezaron a apropiarse de la droga por su cuenta y se convirtieron en adictos a la cocana como antes lo haban sido de la morfina... Pronto se supo que la cocana utilizada de esta forma es ms peligrosa que la morfina. En lugar de un lento marasmo se produce aqu una deteriorizacin fsica y moral rpida, unos estados alucinatorios con agitacin similares al delirium tremens, una mana persecutoria crnica, que en mi experiencia se caracteriza por la alucinacin de pequeos animales que se mueven por la piel, y la adiccin a la cocana en lugar de adiccin a la morfina. Tales fueron los tristes resultados obtenidos al tratar de expulsar al demonio por medio de Belceb7. Aunque decepcionado, contina sosteniendo Freud la conveniencia del uso de la cocana, entre otros, en casos de melancola acompaada de mutismo, que con aplicaciones de inyecciones de cocana tuvieron evolucin favorable, consiguindose que las pacientes, ya que investig en mujeres, con este tratamiento volvieran a hablar. Este ltimo escrito marca el cierre de la investigacin realizada por Freud sobre los efectos anestsicos de la cocana. Sin embargo, no deja de preocuparse por el tema de las adicciones, pudindose encontrar planteos varios a lo largo de su obra respecto de las mismas y acerca de la droga. As pues, en carta dirigida a Fliess, de fecha 22 de diciembre de 1897, sugiere Freud: Se me ha abierto la inteleccin de que la masturbacin es el nico gran hbito que cabe designar adiccin primordial, y las otras adicciones slo cobran vida como sustitutos y relevos de aquella (el alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.) 8 Para entender la enigmtica afirmacin de Freud respecto de la relacin adicciones - masturbacin, recurrimos a otro escrito freudiano de aos ms tarde refirindose al onanismo. En Contribuciones para un debate sobre el onanismo, en primera instancia plantea la diferencia: 1- onanismo del lactante (todos los quehaceres autoerticos al servicio de la satisfaccin, sexual), 2- onanismo del nio (derivado directamente del primero y fijado a zonas ergenas definidas), y 3- onanismo de la pubertad (a continuacin del anterior o separado de aqul por la latencia), Y refirindose a los daos que puede ocasionar al sujeto la prctica masturbatoria, plantea que desde el psicoanlisis habra que otorgar importancia a la fijacin de metas sexuales infantiles y la permanencia en el infantilismo psquico, refirindose a los perjuicios que ocasionara el onanismo despus de la pubertad o proseguido fuera de tiempo con intensidad. De sostenerse inmodificable pese al paso del tiempo, posibilitara consumar en la fantasa desarrollos sexuales o desenlaces que no constituiran progreso sino formaciones de compromiso dainas. En tanto en la pubertad es el momento en que la masturbacin asume la funcin de ejecutora de la fantasa, en reino intermedio entre la vida ajustada al principio del placer y la
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Freud, S. (1887): Anhelo y temor de la cocana, en Estudios sobre la cocana. Op. cit. p ag. 217. 8 Freud, S.: Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Carta 79. Obras completas. Amorrortu editores. pag. 314.

gobernada por el de realidad, lo peligroso es que se sostenga cierto prototipo psquico por el cual se mantiene la ilusin de que no habra necesidad de modificar el mundo exterior para satisfacer exigencias pulsionales. Afirma Freud textualmente: Este dao parece imponerse por tres caminos distintos: a) Como un dao orgnico, ejercido a travs de un mecanismo desconocido, debiendo tenerse en cuenta al respecto los criterios, tan a menudo mencionados aqu, de la frecuencia desmesurada y de la insuficiente satisfaccin obtenida. b) Por el establecimiento de un prototipo psquico, al no existir la necesidad de modificar el mundo exterior para satisfacer una profunda necesidad. c) Por la posibilidad de la fijacin de fines sexuales infantiles y de la permanencia en el infantilismo psquico. Con ello est dada la predisposicin a la neurosis () recordemos cmo la masturbacin permite realizar, en la fantasa, desarrollos y sublimaciones sexuales que no representan progresos, sino slo nocivas formaciones transaccionales9 En la drogadiccin habra desmentida de la castracin. Y si sostenemos desde el psicoanlisis, como afirma Lacan, que la castracin quiere decir que el goce debe ser rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo10, quedara el drogadicto aferrado a un goce imposible, sin poder realizar el pasaje de lo pulsional a lo deseante. De all la fuerza de la definicin freudiana de la adiccin como sustituto de la masturbacin en la cual hay goce con lo que la pulsin reclama del goce perdido. Refirindose al malestar en la cultura, Freud define a los txicos como quitapenas11 que permitiran esquivar los lmites que la realidad impone al sujeto, refugindose en un mundo que ofrecera mejores condiciones de sensacin, en una definicin que parecera tener relacin con las ideas planteadas en la carta 79 a Fliess a la que hacamos referencia, como existencia de un estado expectante referido a la pretensin del reencuentro de un estado mtico, de fusin con el otro materno, proveedor incondicional de alimento y dador de alivio y proteccin, sentimiento ocenico, dice Freud. En las adicciones se mantendra vivo el anhelo, y la sustancia intoxicante vendra al punto de sostener la ilusin de que el reencuentro sera posible. Sostiene Freud en El malestar en la cultura: ...es que al fin todo sufrimiento es slo sensacin, no subsiste sino mientras lo sentimos, y slo sentimos a consecuencia de ciertos dispositivos de nuestro organismo. El mtodo ms tosco, pero tambin ms eficaz, para obtener ese influjo es el qumico: la intoxicacin... Bien se sabe que con los quita-penas es posible sustraerse en cualquier momento de la presin de la realidad y refugiarse en un mundo propio que ofrece mejores condiciones para la sensacin12. A qu penar se estara refiriendo Freud en estas expresiones, en las que podemos recalcar el lazo adicciones-masturbacin o adicciones-autoerotismo, sino al referido al dolor por la primordial prdida del objeto? Lacan nos orienta en esta lnea al referirse al tema de la carencia del objeto como el resorte mismo que une al sujeto con el mundo13, pues, como ya Freud lo afirmara, es a partir de la prdida que el nio es capaz de representar, y, en tanto el
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Freud, S. (1912): Contribuciones para un debate sobre el onanismo. Editorial B. Nueva. pag. 477. 10 Lacan, J. (1960): Subversin del sujeto y dialctica del deseo en el inconciente freudiano. Escritos I. Siglo Veintiuno editores. pag. 338. 11 Freud, S. (1930): El malestar en la cultura. Obras completas. Amorrortu editores. 12 Freud, S. (1930): El malestar en la cultura. Obras completas. Amorrortu editores. Op. cit. pag. 78 13 Lacan, J.: La relacin de objeto. Seminario 4. Editorial Paids.

reencuentro es imposible, el desplazamiento, la metonimia al decir de Lacan, hace que el objeto pueda ser reemplazado, manteniendo en este movimiento la ilusin de haber hecho posible el reencuentro y sabiendo del auto-engao simultneamente. En Duelo y melancola14, Freud sostiene que el duelo se singulariza en lo anmico por una desazn profundamente dolida, una cancelacin del inters por el mundo exterior, por la prdida de la capacidad de amar y por la inhibicin de toda productividad. Es posible pensar que el adicto se sostiene en una primera posicin propuesta por Freud para el duelo, oponindose a reconocer la prdida, apelando a una cancelacin txica al problema de la castracin. En la drogadiccin, cada uno a su manera, el intento es fugar, va acto de inyectarse o de beber, de ese duelo inacabado, eterno, permanente, para el cual no se encuentra otra salida, congelando la serie cobarda moral de la tristeza - pecado mortal de la mana, de la que nos hablara Lacan, en el circuito tristeza o depresin acto de drogarse que propondramos como peculiar en la modalidad txica aqu estudiada. Como drogadicto, desde el psicoanlisis, se designara a un sujeto que ha entablado cierto lazo con una sustancia, droga, y l mismo supone que por proclamarse de tal manera, como autodefinicin, o como carta de presentacin, los dems podran construir los atributos relativos a su ser . El aceptar definirse como tal lo ubica, en bruta o masiva identificacin, en cierto lugar de no falta, y la droga le facilitara poder sortear el problema de reconocer las diferencias, includas en stas las sexuales, le evita tener que vrselas con los enigmas fundamentales: muerte y sexualidad, con la falta y con lo des-semejante. Por lo contrario, desde el psicoanlisis, no es sino con sto con lo que el sujeto se enfrenta permanentemente y encuentra su ubicacin en relacin con el problema de la castracin segn modalidades diversas, buscando la causa de su ser en ese posicionarse ante los enigmas. En la misma lnea de pensamiento desde el psicoanlisis podemos ubicar la definicin de Lacan sobre la droga, en Jornadas sobre Cartels, en 1976, como aquello que permitira escapar al casamiento del nio con su pequeo pip15, reformulando desde su conceptualizacin la idea de Freud en cuanto al refugio autoertico buscado en los efectos que provoca la droga como intento de desmentir el juicio relativo a la castracin. En otro espacio en el cual se refiere al fumar como adiccin, en el Seminario 20 Aun, Lacan, en un punto en el cual se encuentra intentando diferenciar signo y significante, dice refirindose al significante: ...el significante se caracteriza por representar un sujeto para otro significante16. Y acerca del signo propone: Cada quien sabe que si ve humo en una isla desierta, se dir de inmediato que con probabilidad hay all alguien que sabe hacer fuego. Hasta nueva orden, ha de ser otro hombre. El signo no es pues signo de algo, es signo de un efecto que es lo que se supone como tal a partir del funcionamiento del significante17 Ms adelante, en el mismo Seminario, refirindose al fumador sostiene: El humo puede muy bien ser tambin signo del fumador. Aun ms, lo es siempre, por esencia. No hay humo sino como signo del fumador18. As pues, ste, el fumador, quien porta - soporta el fumar como signo, supone que con el hacer humo los otros podrn deducir los atributos relativos a su ser o intenciones propias, sin necesidad de recurrir a la palabra, y de tal manera hace signo y, como signo, no estara representado por un significante. Esto se ve con mucha claridad en la clnica con drogadependientes, cuando quienes acuden a
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Freud, S.: Duelo y melancola Obras completas. Op. cit. Lacan, J. (1976): Palabras de Apertura a Jornadas de Cartels. 16 Lacan, J. (1972): Seminario 20 Aun. Bs. As. Editorial Paids. pag. 63. 17 Lacan, J. (1972): Seminario 20 Aun. Bs. As. Editorial Paids. pag. 64. 18 Lacan, J. (1972): Seminario 20 Aun, anteriormente cit. pag. 64.

consulta llevando a quien se droga le atribuyen a su prctica drogadicta una intencionalidad, intentando encontrar y dar explicaciones a dicha conducta autodestructiva. Llamativamente, en tales circunstancias, el drogadicto, en sus casos ms graves, no dice estar sufriendo por lo que le pasa, sino que son los otros los que se inquietan o se angustian y construyen hiptesis explicativas. As pues, el fumar, que el fumador porta y soporta como signo, no representa un interrogante para el sujeto. Habra en ello la suposicin de poder ser reconocido en su deseo que sera ledo segn un sentido otorgado por los dems, especulndose con el deseo del Otro como completud de reconocimiento. Pues, como el mismo Lacan dijera en otro seminario, el dedicado al tema de la angustia19, un signo es comprensible por todos, y quien lo emite cuenta con que el otro le atribuir una intencionalidad o un deseo supuestamente puesto en juego. La droga ofrece un goce por el cual puede llegar a perderse el sujeto como tal, el sujeto de la palabra, re-jerarquizndose la dimensin de la necesidad en la adiccin a drogas propiamente dicha. Podramos pensar que es posible hablar de un sujeto del goce, que porta la solucin por medio de la cual obtiene un goce que no pasa por el Otro. Goce remite a algo que est ms all del principio del placer, en un exceso o exacerbacin de la satisfaccin que se encuentra con la pulsin de muerte, en la repeticin, que evoca la bsqueda loca del objeto perdido, del tiempo mtico del suministro incondicional, sin falta alguna. Conceptos de otros autores desde el psicoanlisis: Un concepto que podemos tomar para entender el fundamento de las adicciones es el que propone Winnicott, en Miedo al derrumbe, al enunciar la expresin Agonas primitivas, para intentar dar cuenta de un estado de cosas impensable, que remitira a otro en realidad ya sucedido: una agona original pero que el sujeto teme ocurra en cualquier momento, como si fuera por vez primera, y que alude a una muerte que se prolonga agnicamente y no se puede saldar20. En las adicciones a drogas el intento es escapar a ese estado anmico mortfero o devastador. Siguiendo esta lnea de pensamiento, podemos citar el aporte de Sylvie Le Poulichet, en Toxicomanas y psicoanlisis, quien propone considerar a las toxicomanas como: ...dispositivos de autoconservacin paradjica, que organizan de manera transitoria o crnica cierta respuesta a las cuestiones de la falta y de la prdida, independientemente de que haya sobrevenido una muerte real21 y tambin como: ...medios de salir del vaco o encontrarle otra forma. Es importante destacar, a partir de la cita propuesta, que hablar de vaco, de falta o de prdida, no supone que haya acontecido una muerte real. Este equvoco de considerar que el duelo slo se producira puntualmente ante la muerte de un ser querido, o por alguna relacin que se corta, puede llevar a que en la clnica se ponga atencin en las entrevistas iniciales a la deteccin de un suceso traumtico o de alguna circunstancia que accione el proceso para otorgar sentido al estado de nimo enunciado de depresin devastadora o inmenso vaco. Desde el psicoanlisis sabemos que cada una de estas prdidas slo recrean aquella primordial prdida de objeto, que deja al sujeto expectante, temeroso, o, al decir de Winnicott, en agnica espera de que algo ocurra cuando en realidad ya ocurri22.

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Lacan, J.: La angustia. Seminario 10. Op. cit. Winnicott, D.: Miedo al derrumbe, en Exploraciones psicoanalticas. Editorial Paids, Bs.As. 1991. 21 Le Poulichet, S.: Toxicomanas y psicoanlisis Amorrortu editores. Bs. As. 1990. pag. 140. 22 Winnicott, D.: Miedo al derrumbe, en Exploraciones psicoanalticas. Op. cit.

Drogadiccin como patologa del acto: Desde el psicoanlisis es posible afirmar que la drogadiccin propiamente dicha no constituira sntoma como tal, sino que se encontrara prioritariamente en la dimensin de las patologas del acto. En la adiccin a las drogas el duelo o la angustia son evitados, siendo el anularlos con sustancias diversas la maniobra a la cual el sujeto recurre ante la imposibilidad de su procesamiento psquico, ante la desesperanza o la desesperacin para las cules no se cuenta con recursos slidos o se duda de que lo sean. Remitimos para ahondar en la temtica de la angustia, y respecto del sntoma, a un libro propuesto en la bibliografa de la ctedra23 en el que se exponen, adems de la teora, fragmentos de materiales clnicos y reflexiones sobre los mismos. En las patologas del acto, incluyndose entre las mismas a los intentos de suicidio, a anorexia y bulimia veras, a las drogadependencias propiamente dichas o adiccin a drogas y a bebidas alcohlicas, o la impulsin o la tendencia a pasar al acto en cualquiera de sus dimensiones, es el recurso utilizado en forma prioritaria en tanto si bien el sujeto en estas problemticas habita el lenguaje no puede apelar al mismo en ciertas circunstancias en las cuales un pnico sin nombre, sin palabras, o una intensa depresin, devastadora, hacen imposible todo procesamiento psquico con riesgo consiguiente de quedar a merced del goce del Otro, como objeto. Desde la perspectiva planteada anteriormente en cuanto a la funcin de la palabra podramos decir que en las patologas del acto el sistema protector o entramado de contencin constituido por el lenguaje tiene puntos de debilidad o fallas, no alcanzando para impedir que el sujeto quede a merced del goce del Otro, no pudiendo hacer uso del lenguaje o no teniendo eficacia el mismo para ponerle lmite a dicho goce. Respecto de los conceptos de acto, o actuar, acting out y pasaje al acto, desde conceptualizaciones de Freud y de Lacan en otro espacio24, al que remitimos, considerbamos sus peculiaridades. Las patologas del acto se construyen como configuraciones clnicas o recursos destinados al intento de eludir la angustia desbordante o la intensa depresin que imposibilitan todo procesamiento psquico, desdibujado el fantasma, acudindose a recursos que se encuentran en la gama del acto o del actuar, en un decir sin palabras que adquiere envergadura de repeticin producido un cortocircuito en el pensar. En tal caso habra devaluacin de la dimensin simblica, y no se podra hablar de sntoma propiamente dicho, desde una perspectiva psicoanaltica. El acto, en cualquiera de sus formas, se encuentra por fuera de la dimensin del lenguaje, buscando el sujeto por su intermedio un atajo o desvo que eluda la angustia que no ha podido ser tramitada por la va del sntoma o procesada en el pensar. Drogadiccin y alcoholismo en la adolescencia. Para referirnos al tema de las adicciones en la adolescencia propondra una primera diferenciacin en cuanto al consumo de drogas y bebidas alcohlicas que puede presentarse en la adolescencia y la drogadiccin o el alcoholismo propiamente dichos, remitindose a un libro en el cual se otorga mayor espacio a la misma25. La diferencia entre ambas posiciones se sostiene en la intencin, inconciente, puesta en juego:

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Barrionuevo, J. Compilador (2012). La angustia en la clnica con adolescentes. Editorial EUDEBA. 24 Barrionuevo, J. (2011). Adolescencia y juventud. Editorial EUDEBA. 25 Barrionuevo, J. (2010). Drogadiccin en la adolescencia. Gabas editorial.

-hacerlo por placer o buscando encontrar fuerzas cuando las propias flaquean, en bsqueda de sostn identificatorio, como primera posicin. -o bien cuando se ubica a la sustancia en el intento de reforzar el esfuerzo desmentidor o renegatorio, patolgico, ante la ley en sus diversas manifestaciones, en la otra. Desarrollemos esta diferencia. Las drogas pueden aparecer durante la adolescencia ante el replanteo de la posicin subjetiva, cuando el trabajo de duelo o los desbordes de angustia se presentan como costosos o insalvables. Enfrentado a la estructura opositiva falocastracin el sujeto en distintos momentos de su vida puede buscar atajos o eludir afectos desbordantes. Es entendible entonces que en caso de los adolescentes el apego a drogas se presente en relacin con las dificultades inherentes a la tramitacin de los duelos a los que diversos autores hicieran referencia repetidamente. Las sustancias intoxicantes vendran al lugar de facilitar una sutura ante dificultades propias del esfuerzo identificatorio en ciertos sujetos y en determinadas situaciones de prdida importantes; en este caso pensamos en la adolescencia: cuando se plantea la exigencia de tener que abandonar la seguridad del mundo endogmico de la infancia y ante el juicio que enuncia la posibilidad de muerte del padre, muerte de los padres de la infancia, combinatoria que lo enfrenta a la soledad y a la desproteccin aterradoras. Podemos afirmar a grandes rasgos que lo que subyace a la problemtica del consumo de drogas en su extremo de la adiccin es una devastadora depresin o bien pnico o angustia desbordante, en un sujeto que no encuentra palabras para procesarlos, intensa depresin o sensacin de tedio imposible de soportar, o bien pnico o desesperacin, afectos distintos puestos en juego ante los cuales el sujeto puede recurrir a drogas como la solucin. Ntese tambin que preferimos referirnos a drogas, evitando hablar de la droga, en tanto las diferentes sustancias pueden provocar sensaciones diversas: estimulando, tranquilizando o produciendo alucinaciones, inclinndose el sujeto por una u otra de acuerdo a la pretensin de lograr un estado de nimo que no puede conseguir por medios propios. Definidas por Freud como quita-penas, las drogas facilitan al sujeto poder escapar al peso de la realidad, refugindose en un mundo que ofrece mejores condiciones de sensacin, buscando a travs de la intoxicacin que provoca la sustancia eludir o aliviar el dolor que el vivir supone. As, en las toxicomanas o en la drogadiccin propiamente dichas la pretensin es enfrentar o cuestionar imperativos categricos que dicen de lmites que la cultura impone a todo aquel que quiera pertenecer a ella, pero, fundamentalmente, supone un intento de desconocer la distancia entre el yo y el ideal y como consecuencia el juicio referido a la necesariedad del morir personal. Estamos hablando, digmoslo con otras palabras, de falta, de castracin, ante lo cual irrumpe la angustia, el terror desbordante, o bien el sujeto se sume en amarga desazn, de lo cual se pretende salir apelndose al consumo de drogas al no poder procesar el afecto por medio del pensar, psquicamente. El as llamado drogadicto no hace ms que hablar de su cuerpo y de su prctica drogadicta cuando llega a consulta, generalmente llevado por familiares o amigos, no dejando espacio para la duda en tanto sta enfrenta al vaco, al desconocimiento, erigiendo en su lugar la certeza del goce que le provee la sustancia elegida. Este es uno de los problemas que se enfrenta en la clnica, y que durante mucho tiempo hizo que se considerara imposible el tratamiento psicoteraputico al estar en esta problemtica renegado el valor de la palabra. Hoy proponemos desde el psicoanlisis no retroceder ante las drogadependencias y trabajar con el paciente en procura de la constitucin del sntoma, es decir, algo que desde el discurso del sujeto suponga el reconocimiento de cierto sufrimiento y el propsito de interrogarse acerca de ello.

Las bebidas alcohlicas, como otras drogas, se encuentran presentes desde tiempos inmemoriales en la historia de la humanidad. En el beber circunstancial en festividades varias o en simples reuniones de amigos el vino o la cerveza suelen oficiar de facilitadores del acercamiento entre quienes circula, al producir rebajamiento de la censura a travs de sus efectos embriagadores. Tomo para animarme..., o, ...nada mejor que una buena birra para poder hablarle a una mina, me salen solas las palabras..., son expresiones que suelen escucharse en algunos jvenes al ser preguntados sobre por qu beben. Con la pinta no alcanza, por eso cuando tomo soy Borges y me gano todas las minas que quiero, deca otro adolescente. En muchas de estas frases hay referencias a obstculos a salvar, pudindose pensar desde el psicoanlisis en la existencia de un esfuerzo identificatorio con aquel que se transformara al beber. Beber para animarse, para levantar el espritu, o que se llame a las bebidas alcohlicas de alta graduacin: "espirituosas", son expresiones que merecen ser tenidas en cuenta y que remitiran a una pretendida transformacin en un nima o en un espritu, en un ser que se encuentra ms all de lo humano, que puede traspasar todas las barreras que limita a un simple mortal. Respecto de qu se entiende por espritu, para pensar en el poder que otorgan las bebidas espirituosas, encontramos consultando un diccionario de lengua castellana la siguiente acepcin: Ser inmaterial.... Don sobrenatural y gracia especial que suele dar Dios a algunas criaturas... Y en cuanto al significado de nima: del griego nemos: soplo, alma que pena en el purgatorio. Parte hueca y vana de algunas cosas Podramos proponer entonces, como primera aproximacin, que las bebidas espirituosas tendran desde esta perspectiva la "virtud" de dotar a quien bebe de las fuerzas necesarias para triunfar sobre los lmites materiales, al darle nimo. Esta operacin supondra, desde lo inconciente, la pretensin de tener xito en el esfuerzo por oponerse a la existencia de una realidad traumatizante o desquiciante, que cuestiona el propio sentimiento de s, con la creacin de un doble al que por proyeccin se adjudica la victoria sobre la muerte y a cuya imagen se supone poder transformarse al beber. Freud afirma que el doble sera una formacin oriunda de pocas primordiales, y que implicara una lgica del sentimiento yoico en que no habra deslinde neto del mundo exterior ni "del Otro", dice textualmente, y escribiendo Otro con mayscula inicial, recurso de la duplicacin para protegerse del aniquilamiento, como "enrgica desmentida del poder de la muerte" que hunde sus races en la concepcin del animismo que se caracteriza por llenar el mundo de espritus humanos, la omnipotencia del pensamiento y la tcnica de la magia basada en ella. En su escrito Lo ominoso, Freud sostiene al respecto que estas ltimas seran: "...creaciones todas con las que el narcisismo se protegiera ante el inequvoco veto de la realidad", Cuando se sostiene, por ejemplo, que el vino anima, o levanta el espritu, la expresin se estara refiriendo al anhelo de lograr nuevas fuerzas all donde el deseo vacila, sosteniendo la representacin de s del sujeto acorde a un nima, a un espritu, a un otro de hablar fludo, de mejor talante, animoso, emprendedor y arriesgado, en una transformacin que el lquido facilitara con sus efectos. Hasta aqu, podramos decir, es clara la relacin de los jvenes, y de los no tan jvenes, con las bebidas alcohlicas como recurso buscado cuando el valor flaquea, pudindose pensar que en forma circunstancial, o incluso recurrente durante cierto tiempo, pueden ser buscadas como garanta supuesta de sostn identificatorio en el trabajo de procesamiento de duelos adolescentes. Por su parte, en el extremo del alcoholismo se marcara el exceso en la pretensin de encontrar un reaseguro, vaso tras vaso, botella tras botella, ante la inevitabilidad con la que la muerte se presenta como lmite para la propia existencia. La desconexin que sigue al exceso en la borrachera, y luego la depresin y la resaca,

mostraran en su secuencia lo fallido del intento y la eficacia del accionar de la pulsin de muerte en la bsqueda de la bebida nuevamente, en forma compulsiva. En el alcoholismo en sus casos ms graves se caera como estado final en la borrachera en un estado estuporoso, con amnesia parcial o total de lo ocurrido, como expresin evidente de una retraccin narcisista tras los intentos fallidos de fundirse amorosamente con los otros, con declaraciones pasionales, abrazos y besos. El mamarse o el ponerse en pedo, como se dice comunmente, tomando expresiones populares, marcara el fracaso del intento desmentidor de la identificacin con un doble supuesto en el beber para darse nimos, y tras la mana muestra al sujeto borracho en un mortfero encierro gozoso y a expensas de accidentes por obra del accionar de la desestimacin, que es defensa a la que se apela para abolir o no dar lugar al reconocimiento de los peligros que pueden poner en riesgo la propia vida. No sera en este caso bsqueda de lograr un sostn all donde el sujeto siente que sus fuerzas estn dbiles, sino intento de borrarse del mundo, desconectarse. En el alcoholismo propiamente dicho se busca "nada", no se intenta reforzar sentimiento de s, o identidad, sino la bsqueda es desaparecer. Hasta "ponerse en pedo" el sujeto no se detiene. La borrachera, el "mamarse", la peligrosa prdida del control cuando los litros te voltean", al decir de un adolescente en entrevista, marcan el fracaso del esfuerzo desmentidor de la identificacin con el doble al que aludamos en espacio anterior. Y podramos decir que en el exceso del beber, en la borrachera, el sujeto queda arrojado o cado, como organismo, en un encierro autoertico, "mamado", atrapado en el goce. La cuestin es desdramatizar el problema mantenindolo en su justo lugar, tanto en el terreno del beber como en el tema de las drogas, porque suele confundirse el consumo con la adiccin. Uno y otra: consumo o adiccin vera o propiamente dicha estn diciendo de una posicin del sujeto respecto de la vida y de la muerte, o, como lo diramos desde el psicoanlisis, en cuanto al lmite, a la castracin. Por cierto, sera algo ms que una conducta ms o menos peligrosa que se debera intentar cambiar, tal como puede sostenerse desde otra lnea de pensamiento, pues lo que est en cuestin es el ser, el sentimiento de s del sujeto, y un problema para el cual en los casos ms graves no se resuelve ni con ortopedia o recursos mgicos, sino, desde el planteo psicoanaltico, con un sostenido trabajo clnico a travs de la palabra para que en su discurrir el sujeto pueda ir descubriendo su propio deseo. Escribiendo sobre el amor Freud sostiene que algo en la naturaleza misma de la pulsin es desfavorable a la satisfaccin plena; siempre falta un tanto para ser completa, lo cual genera y estimula una constante bsqueda de objeto a objeto en la vida amorosa de los hombres que hasta puede convertirse en "patologa de la vida cotidiana". Pero lo que sucede en el amor, sugiere el creador del psicoanlisis, no ocurrira en el caso del bebedor que mantiene una fidelidad absoluta para con su objeto de amor, la bebida, con la cual construye una relacin armoniosa, un modelo de "casamiento feliz" al decir de Freud, de perpetua y apasionada luna de miel. Slo en los momentos de pasin el enamorado, as como el toxicmano bajo los efectos de la droga, tiene la ilusin de haber reencontrado el objeto perdido; vana pretensin. Luego, la vida diaria de relacin le marca el auto-engao y puede producir reacciones patolgicas, y, as como el don Juan o la alegre casquivana, pasar de un partenaire a otro, de frustracin en frustracin despus del inicial romance o del deslumbramiento, oponindose a reconocer que siempre algo falte para la felicidad total. El bebedor, por lo contrario, es fiel, porque su amor encuentra la respuesta siempre lista y satisfactoria en la bebida. Y es fiel porque supone haber encontrado "la solucin", una solucin intoxicante, un matrimonio feliz, sin desavenencias ni desencuentros, en fin: una respuesta que el txico procurara al problema de la castracin. Pero, qu sucede en el caso de los adolescentes?, pues ese es en este espacio el tema propuesto, pueden concretarse, paradjicamente, matrimonios

precoces o bien apasionados noviazgos pasajeros en el contacto con las bebidas alcohlicas? Enfrentado a una encrucijada fundamental en la vida del sujeto que supone una fuerte conmocin estructural, el adolescente debe procesar el desasimiento de viejos lazos de amor, procurndose nuevos emblemas identificatorios para "ser", en un punto en el cual el fantasma vacila y la bsqueda de un lugar simblico peculiar y diferente al del nio que ya no es, se convierte en ardua labor. La sensacin de inermidad est presente en no pocos momentos, y los debilitados soportes identificatorios hacen que los duelos sean pesada carga en lo habitual. Entonces, tambin en la adolescencia, el lazo con la droga o con las bebidas alcohlicas puede ser noviazgo, uno de tantos, o instalarse como casamiento sin separacin posible o con divorcio complicado. Noviazgo ocasional: intento de identificacin con un doble en procura de entablar lazo social en el beber "para levantar el espritu", "para "darse nimos", o matrimonio feliz, estable y duradero: artimaa lquida fallida para esquivar la falta en el bebedor empedernido. Este ltimo elegir esta va al no poder soportar no hallar satisfaccin plena, sin resquicios. Muchos, la mayora, coquetearn o se pondrn de novios con las bebidas alcohlicas para con su ayuda intentar acercarse al otro, porque es el amor lo que se pone en juego, o no, segn venga de o se quede en el estmago, como dijera Lacan. El dolor psquico, intolerable, exigira en ciertos sujetos, o en algunos sujetos en ciertas oportunidades, el intento de su cancelacin, en un movimiento impulsivo que, en muchos casos, revitalizando la lgica de la necesidad, urgira la incorporacin del lquido en grandes cantidades cotidianamente, mientras que en otros slo sustituira la debilidad de un sostn identificatorio en determinado momento de su vida y ante ciertas circunstancias en que se pondran en juego sus fuerzas sentidas como insuficientes. Es especialmente rico en este punto el desarrollo que Freud hace en el anteriormente citado escrito: "Sobre la ms generalizada degradacin de la vida amorosa", cuando despus de definir la relacin de los alcohlicos con la bebida dice que evocara la armona ms pura, como un modelo de matrimonio feliz o dichoso, preguntndose luego por qu la relacin del amante con su objeto sexual sera diferente. Lneas atrs encontramos un intento de respuesta a su interrogante al sostener que el fundamento del alcoholismo estara dado por: "...una inhibicin en la historia del desarrollo de la libido", aclarando en otro punto del citado trabajo que dicha inhibicin estara relacionada con: "...una fijacin incestuosa no superada a la madre o a la hermana". No se dara pues, desde la lectura de Freud, en tales casos, el pasaje de la eleccin de objeto infantil primario a los nuevos objetos sexuales, trabajo especialmente importante, lo sabemos, para el sujeto adolescente en su camino hacia la exogamia. Ahora bien, en cuanto a la drogadiccin, como plantebamos respecto del beber, unos porros o unas lneas no hacen a alguien drogadicto. Las drogas despiertan sensaciones varias: placenteras, tranquilizadoras, inquietantes, o pueden producir alucinaciones, y cada quien puede acercarse a ellas y consumirlas en diversas medidas, sin que la cantidad sea lo definitorio para pensar en la existencia de una adiccin, pues el sujeto puede ser libre de hacerlo y de dejar de hacerlo en tanto la droga no sostenga su ser. Freud deca con toda claridad, en "El malestar en la cultura", que el hombre necesitaba de lenitivos para aliviar el dolor que el vivir supone. Se considera drogadependencia o drogadiccin vera cuando el consumo de drogas est al servicio de reforzar la desmentida o la oposicin a la ley en todas sus expresiones, que, decamos tramos atrs, nos habla de una posicin ultra-desafiante del sujeto ante la falta. Podramos decir, recurriendo a conceptos que propone Lacan, que en la

problemtica de las patologas del acto, drogadiccin y alcoholismo includos en ellas, habra un dficit importante en la funcin paterna, en el significante del Nombre del Padre, de dimensin o categora diferente a su ausencia en las psicosis. En este caso el sujeto no posee sostn identificatorio suficientemente fuerte como para "bancarse" o soportar la angustia o la depresin. Es necesario remarcar o subrayar, adems, que la clnica psicoanaltica, por supuesto includa en ella la de las adicciones, toma en cuenta a cada sujeto, evitando generalizaciones empobrecedoras, siendo los conceptos que desarrollamos slo instrumentos que nos permitirn entender cmo un consumo (incluso excesivo) puede presentarse ante situaciones denominadas de crisis, y mantenerse o desaparecer, segn el caso, pasado cierto tiempo, sin consolidarse como drogadependencia, en algunos, o bien consolidarse como patologa del acto, en otros. Desde el psicoanlisis se jerarquiza el discurso del sujeto que consulta, estando el profesional tratante, o el que recibe una consulta, atento al decir del paciente, y desde mi perspectiva, como psicoanalista, considero que en cuanto a sta y a otras problemticas es importante el intercambio entre profesionales de diversas disciplinas. En muchas ocasiones el trabajo del psiclogo, del psicoanalista, con profesionales de servicio social, nutricionistas, mdicos toxiclogos, u otros, es imprescindible. Lo importante en el trabajo interdisciplinario es valorizar otras pticas o lecturas del problema a resolver, reconociendo que la propia es slo una de ellas. Para concluir, como sntesis posible, planteemos las diferencias hasta aqu enunciadas: * Hay casos en los cuales el consumo se inicia probando drogas, incitado muchas veces por el grupo de amigos, o bien recurriendo al txico en situaciones puntuales inmanejables circunstancialmente, o incluso consumiendo slo por placer. No podramos sostener que por el hecho de que haya consumo de drogas se pueda hablar de un caso de drogadependencia, en tanto en esta circunstancia la droga puede presentarse como refuerzo del sostn identificatorio durante un tiempo y luego es abandonada u ocupa un lugar accesorio segn la elaboracin en cada quien realizada. * El problema se plantea cuando el ser drogadicto se instala como carta de presentacin con la que supone el otro debe poder construir los atributos relativos a su ser, y es la solucin que se construye para, supuestamente, responder a los enigmas de la vida, a los lmites o a la castracin. Estaramos en tan circunstancia en presencia de lo que denominbamos patologas del acto. En ellas el sujeto no soporta las diferencias y recurre la droga que las borra pues iguala a todos: drogadictos, del palo, y el sujeto se muestra poseedor de certeza, sin preguntas, porque las dudas, los interrogantes, angustian en tanto dicen de la falta, de la castracin, de la muerte. Y a travs del acto, del actuar, en alcoholismo o en drogadiccin, as como en otras patologas del acto, se intenta eludir o borrar intensa angustia o desvastadora depresin. Se instala la creencia de ser dueo de un saber sin fisuras para el cual no son necesarias las palabras, perdiendo stas valor de intercambio, aunque muchos piensan que existe dilogo en los grupos de drogadictos. En realidad, a la palabra los drogadependientes le atribuyen una cualidad especial: que permitira la transmisin de pensamiento, suponiendo que, mgicamente, con una palabra se puede decir todo, conformndose de esta forma la jerga de los drogones con palabras-frases, algunas de cuyas expresiones son adoptadas por los jvenes y luego se extienden en el uso popular. Freud deca en esta lnea de pensamiento, en una carta a un colega, que los toxicmanos no podan abandonarse al juego de la palabra, en expresiones que podramos enlazar a su definicin de las drogas como quita-penas que permitiran construir un mundo optativo, desde la ilusin, en el cual refugiarse evitando la angustia. En la actualidad el problema de la drogadiccin adquiere dimensin diferente a las de otros momentos histrico-socio-culturales, y el drogadicto se presenta como el mejor adaptado a las reglas del consumo. Es el mejor alumno, obediente, y por ello

dependiente aunque suponga ser abanderado de la rebelda. Y es dependiente no slo ya de la droga, sino, fundamentalmente de un Otro social que le vende la posibilidad de logro de la inmediatez del goce, xito individual y solitario, casi sin mayores esfuerzos, slo con poder comprar u obtener y consumir una mercadera llamada droga que lo aloja en ese otro mundo de ser drogadicto.

Bibliografa:
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